Las Sectas Frente A La Biblia - Cesar Vidal

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LAS SECTAS FRENTE A LA BIBLIA focar

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LAS SECTAS FRENTE A LA BIBLIA

CÉSAR VIDAL MANZANARES

LAS SECTAS FRENTE A LA BIBLIA

EDICIONES PAULINAS

DE ERRATAS

FE

de «Las sectas frente a

la

Biblia»

Donde dice

Debe decir

Protiktos

Prototiktos

18

hyh

’hyn

39

11

Madrid 1S90

Madrid 1991

48

31

Juan

Juan

26

15,

Rom

7,

15-.16

4,

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He

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1

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71

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por

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20

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2,

Línea

58

14

8,

Zohar

Zohar 4,

26-27

15,

Rom

14

Página

FIU

Internacional

Contraportada 4

(Federación

de

Universi-

dades) sectarias, utilizado por diversas instituciones privadas y públicas entre las que destacan muy especialmente la Santa Sede y las cátedras universitarias de estudio de las sectas.

sectarias.

® Ediciones Paulinas 1991 (Protasio Gómez, Te!- (91) 742 51 13 Fax (91) 742 57 23 ® César Vidal Manzanares 1991

11-15.

Contraportada 7

28027 Madrid)

-

Fotocomposición: Marasán, S. A. San Enrique, 4. 28020 Madrid Impreso en Artes Gráficas Gar.Vi. 28960 Humanes (Madrid) ISBN: 84-285-1410-0 Depósito legal: M. 16.430-1991 Impreso en España. Printed in Spain

A

mis padres, que en todo momento me ayudaron a través de todos los avatares y me enseñaron desde pequeño a leer la Biblia y a orar. Este libro, aunque sea indirectamente, también es fruto suyo. Con mucho amor.

INTRODUCCIÓN

C UANDO

hace más de una década y media coel fenómeno de las sectas, éste no presentaba características especialmente alarmantes. Los Adventistas del Séptimo Día y los Testigos de Jehová eran las únicas que contaban con cierto eco en la sociedad española, y en la latinoamericana sólo había que añadir a las mismas el caso de los mormones. En apenas unos años, sin embargo, el fenómeno comenzó a revestir manifestaciones escalofriantes. A las tres sectas mencionadas arriba comenzaron a añadirse otras de reciente creación; y en muy poco tiempo consiguieron, muy a pesar suyo, atraer la atención de gobiernos, Iglesias

mencé

a interesarme por

y organizaciones privadas, angustiados ante el daño que presuntamente causaban a la sociedad con sus actividades. Desde las organizaciones antisecta hasta

Parlamento europeo, pasando por la misma Santa Sede y las conferencias episcopales, ha ido cundiendo un sentimiento de preocupación y alarma en relación con el fenómeno sectario. Durante los últimos años colaboré con diversos organismos públicos y privados en relación con el tema, y con el paso del tiempo llegué a comprender, primero, que sin un apoyo social considerable el problema siempre seguiría existiendo y, segundo, que las raíces del fenómeno eran lo suficientemente complejas como para que no pudieran ceñirse a reducirlo el

7

a

simple obra de unos desalmados ansiosos de

la

poder y lucro. Fue esa convicción, fundamentada en la experiencia directa de docenas de casos en España y en diversos países, lo que me motivó a escribir dos obras anteriores a ésta, en que se abordaban los aspectos histórico-sociológicos y psicológico-pastorales del pro-

blema h

No

obstante, antes y después, desde distin-

tos ángulos y bien diversos, me habían llegado sugerencias para que abordara el tema desde una pers-

pectiva

apologética en un estilo que podríamos del término. El material lo había

denominar clásico

ido reuniendo pacientemente, año tras año, y lo había compartido a mi vez con comunidades, grupos e Iglesias de España y del continente americano.

A todo lo anterior se han unido en los últimos años una

de circunstancias que aconsejaban tal enfoeran la práctica escasez de obras adecuadas sobre el tema (dado fundamentalmente lo difícil de entender la mentalidad interpretativa de las sectas para el no-especialista en el tema) y la apertura de nuevos espacios a la invasión de las sectas, espacios geográficos cuya población no contaba generalmente con instrumentos apologéticos adecuados para aborserie

que,

dar

como

la

problemática 2

mundo de

.

empero, resulta tan multiforme que, prima facie, no parecía que se pudiera elaborar una obra que sirviera de instrumento de trabajo en relación con diversas sectas a la vez. Tras reflexionar a fondo sobre el tema, decidí fijar una El

las sectas,

El infierno de las sectas, Mensajero, las sectas, Paulinas, Madrid 1990. 1

2

Nos estamos

refiriendo

muy especialmente al tercer mundo y, más

recientemente, a los países de

8

Bilbao 1989, y Psicología de

la

Europa

del Este.

de patrones metodológicos, de cuya conjunción ha nacido esta obra. Se trata de los siguientes: a) La obra está dirigida a responder al mayor número de personas: esto me ha llevado a centrar la mayoría de los capítulos en Adventistas del Séptimo Día, Testigos de Jehová y mormones. Fundamentalmente esto se debe a una razón numérica (más del 90 por 100 de los adeptos mundiales a sectas pertenecen a una de estas tres, que, en conjunto, contabilizan cerca de diez millones de personas) y a otra práctica (las sectas que tienen mayor arraigo social y mayor capacidad potencial de crecimiento en España, América Latina, Europa del Este y tercer mundo son estas mismas). Ciertamente, buen número de las cuestiones presentadas en este libro afectan a otras sectas, pero originalmente la obra no les otorga más que un valor marginal en razón de su número. b) La obra se centra en cuestiones esenciales de la fe cristiana: en este libro sólo de manera excepcional se hace referencia a lo que separa a las distintas serie

Iglesias cristianas (católica, orientales, anglicana y reformadas); por el contrario, todos los instrumentos él sirven de ayuda al mismas. Ciertamente el protestantismo difiere de la Iglesia católica y de las orientales en la cuestión del purgatorio; pero todas ellas aceptan la existencia de un cielo y un infierno en oposición al aniquilacionismo de adventistas y Testigos de Jehová; todas ellas creen también en la Trinidad, al contrario de lo enseñado por Testigos de Jehová, mooníes o Niños de Dios; todas ellas creen en una revelación dada ya una vez y para siempre, al contrario de lo defendido por adventistas, mooníes, mormones o Niños de Dios, etc. Esta obra pretende mostrar la base de unos dog-

apologéticos que aparecen en

conjunto de

las

9

mas aceptados de manera

universal por todos los en todo tiempo y lugar, y negados precisamente por movimientos pseudocristianos y seccristianos

tarios.

La obra está construida sobre una base común c) de diálogo con las sectas: la lectura de este libro permite ver que, aunque se hacen referencias expresas al rabinismo y a la patrística, la base fundamental de sus argumentos se halla en la Biblia. La razón es fundamental: todas las sectas a que hacemos referencia la aceptan como base de diálogo. Es cierto que los adventistas consideran tan inspirados como la Biblia los escritos de la señora White; es cierto que los mormones ven en el Libro de Mormón una reve-

mismo valor que la Biblia; es cierto que los mooníes consideran que El Principio Divino es un lación del

divinamente inspirado...; pero todos sin excepel carácter divino de la Biblia. En base a ello, a mi juicio, no existe mejor terreno sobre el que edificar la discusión que éste. Resulta indispensable tener un ejemplar de la Biblia al lado 3 para utilizar con provecho esta obra y más teniendo en cuenta que en muchos casos no se reproduce el texlibro

ción admiten

to citado.

3 A lo largo de la obra he utilizado con preferencia mi propia traducción directa del griego para el Nuevo Testamento, y del hebreo y arameo para el Antiguo. En el primer caso me he valido del GreekEnglish New Testament, de Nestlé y Aland, Editio XXVI, Stuttgart

1981, y en

el

segundo de

la

Biblia

Hebraica Stuttgartensia, Editio

Minor, Stuttgart 1984. Cito también de las versiones prestigiosas de la Biblia comunes en el mundo de habla hispana y de las propias ediciones de las sectas. Las siglas siguientes son las utilizadas en relación con las la Biblia: VNM: Versión del Nuevo Mundo o de Jehová; EP: La Santa Biblia de Ediciones Paulinas; BJ: Biblia de Jerusalén; NC: Nácar Colunga; VP: Versión Popular; VM: Versión Moderna; NBE: Nueva Biblia Española; RV:

diversas traducciones de Biblia

de

los Testigos

Reina-Valera.

10

Cuando no

se indica referencia,

la

traducción es mía.

d)

menos

La hermenéutica

utilizada

en

la

obra está (o

al

alcance del laico sencillo. Hace un tiempo fui invitado a dar unas conferencias sobre sectas en el marco de un ciclo dedicado al tema. Acudí con un amigo especialista en la cuestión y asistimos a las conferencias de otros ponentes. Una de ellas estudiaba el empleo de la Biblia en las sectas. La conferencia, rigurosa y bien fundamentada, era un ejemplo de estudio cuidadoso del tema. Mostraba lo absurdo de la exégesis de las sectas; pero, a nuestro juicio, tenía dos defectos que la invalidaban desde una perspectiva práctica. El primero es que su enfoque presuponía una especialización en el área de la interpretación bíblica que raramente está al alcance de la aplastante mayoría del pueblo de Dios; el segundo es que no contaba con la menor vía de aproximación al adepto de una secta. Su trabajo era magnífico, pero la mayoría de los laicos no lo entenderían, y la totalidad de los adeptos se sentirían confusos, mas no tocados por el mismo. He querido evitar tal peligro en esta obra. Las referencias en muchos casos son a las lenguas originales en que se escribió la Biblia, hay notas y se buscan lo intenta) al

el pensamiento judío y paleocristiano; pero, sobre todo, ésta es una obra de hermenéutica sencilla, para que todo el pueblo de Dios la entienda

paralelos en

la utilice. No es superficial, pero sí comprensible, extremos que muchas veces pueden ir unidos, aunque no siempre consigamos su fusión. e) La obra es un manual introductorio sólido y no exhaustivo: en este libro he rehuido la posibilidad de que los árboles acaben por no dejar ver el bosque. Creo que en él se recogen suficientes argumentos bíblicos para mostrar lo que los primeros cristianos creían realmente de Jesús o de la vida tras la muerte;

y

11

pero no son,

ni

con mucho, todos

los

argumentos

que se pueden aducir al respecto. La necesidad de cubrir infinidad de áreas obliga al ministro religioso a diversificarse en multitud de tareas y a ver, no pocas veces con algo de desesperación, que el tiempo se le escurre como el agua de entre los dedos. Creo que uno de los remedios a este problema es involucrar al laico en tareas como ésta: la labor relativa a las sectas. Por eso he intentado que el laico sencillo pueda asimilar datos con facilidad, a fin de poder utilizarlos, y no he aceptado la posibilidad de que éstos puedan ser tantos que lo aplasten por su número y complejidad.

La obra intenta tener un armazón práctico: por me parecía indispensable que la estructura de la obra fuera de fácil manejo y aún más fácil consulta. He agrupado por ello las cuestiones en capítulos que se encabezan con una interrogación para ayudar a la labor de memorización y consulta, así como al estudio por grupos. Creo también que en toda doctrina cristiana subyace no un dogma frío, sino un mensaje de amor, gozo y esperanza, que provocaría en nuestro corazón la gratitud y el amor si fuéramos conscientes del mismo. Desgraciadamente, la torcida teología de las sectas borra tal posibilidad de la vida de cualquier ser humano. He procurado al final de cada capítulo hacer referencia, aunque somera, a este aspecto. Pienso que su peso emocional no es pequeño. Por último, deseo señalar que esta obra nace no de un vacuum, sino de repetidas experiencias y preguntas planteadas, en su inmensa mayoría, por creyentes humildes y sencillos, pero conscientes de su obligación de apostolado en un mundo que lo necesita vitalmente. He expuesto parte de este material en los últimos diez años a comunidades, Iglesias y f)

último,

12

grupos de España y del continente americano en un amplio arco que va de Madrid a Bogotá, pasando, entre otros lugares, por Oviedo, Manresa, Miami, San Salvador y Managua. De ellos aprendí a ver las cosas con nuevas perspectivas y recogí valiosos datos para este trabajo. A ellos, muchos y, por amor a la brevedad, anónimos, vaya mi gratitud desde estas páginas, consciente de que, aunque quizá pequeños desde un punto de vista humano, muchos serán “grandes en el reino de los cielos”.

César Vidal Manzanares

Zaragoza, 6 de

mayo de

1991

13

1

¿ENSEÑA LA BIBLIA QUE CRISTO ES DIOS?

A CUESTIÓN

de la divinidad de Cristo ha sido continuo caballo de batalla en la historia del cristianismo. En las Escrituras aparecen ya los primeros intentos de negarla durante el período neotestamentario, y raro ha sido el siglo desde entonces en que no haya surgido un movimiento que, de una u otra manera, no haya cuestionado la plena divinidad de Cristo. Desde los ebionitas a los Testigos de Jehová pasando por los arríanos o los socinianos, los grupúsculos sostenedores de esta tesis se cuentan por docenas. Aunque algunas sectas, como los mormones o los adventistas, se adhieren formalmente a la doctrina de la divinidad de Cristo x lo cierto es que la mayoría de ellas la niega de una manera u otra. Tal es el caso de los mooníes, los Testigos de Jehová o los Niños de Dios. En este capítulo trataremos de examinar las objeciones tomadas de la Biblia que presentan ,

1 Que esta adhesión es sólo formal queda de manifiesto cuando descubrimos que los adventistas afirman que Cristo era el arcángel Miguel (Questions of doctrine, pp. 71-83), y que los mormones sostienen que los hombres salvados se convierten en dioses (Doctrinas y convenios, 132:37), y que Jesús fue el hijo de Adán, el único Dios con el que tenemos que tratar los habitantes de este planeta (Diary of Hosea Stout, 9 de abril de 1852, vol. 2, p. 435)

15

contra esta doctrina, la enseñanza bíblica al respecto, algunos ejemplos del pensamiento rabínico sobre la divinidad del mesías y la opinión de los primeros cristianos.

Las objeciones contra de Cristo

1.

Históricamente cidos contra rable,

la

la

la

pobreza de

divinidad

los

argumentos adu-

divinidad de Cristo es tan conside-

que podemos decir que

tinuación constituyen

la

tendremos ocasión de

ver,

los

consignados a con-

práctica totalidad.

Como

ninguna de las citas manejadas por las sectas vulnera en absoluto la enseñanza bíblica de la Trinidad y, en su mayor parte, arrancan de una falta de conocimiento preciso acerca del contenido de ese dogma. Pasemos ahora a los textos:

a)

Marcos

13,32,

o Mateo

24,36.

La

interpreta-

ción de los antitrinitarios pretende que en este pasaje se demuestra tajantemente que Cristo no era Dios,

puesto que no era omnisciente. Se incurre con esto en un error que veremos repetido en varias ocasiones: la incapacidad de distinguir entre la naturaleza humana y la naturaleza divina de Jesús. Es obvio que la primera era, como humana, limitada: Jesús se cansaba, tenía sed, padecía el dolor, su conocimiento era limitado, etc. Ahora bien, como Dios, era omnisciente. Veamos algunos ejemplos de la Escritura: “Ahora sabemos que sabes todas las cosas y no ne-

que nadie te interrogue. En esto creemos que salimos de Dios” (Jn 16,30) (VNM). “De modo que le dijo: Señor, tú sabes todas las cosas” (Jn 21,17) cesitas

16

(VNM). “...Cristo. Cuidadosamente ocultados en él están todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (Col 2,3). Ni para Juan ni para el autor de la carta a los Colosenses, Jesús era un personaje privado de om-

Todo lo contrario: sabía todo y en él estaban, sin excepción, todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. nisciencia.

Juan

La interpretación sectaria de este pasaje adolece también de un desconocimiento de fondo del dogma trinitario. Insistimos una vez más en que la persona del Hijo, la segunda de la Trinidad, tiene una naturaleza humana y otra divina. La humab)

14,28.

na, lógicamente, es inferior a la divina del Padre; pero

ambas personas

divinas, la del Padre y la del Hijo, Es precisamente por eso por lo que el evangelio de Juan recoge la información de que los judíos del tiempo de Jesús deseaban matarle, porque se hacía igual a Dios: “A causa de esto realmente los judíos procuraban con más empeño matarlo, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que también llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose igual a Dios” (Jn 5,18-19) (VNM).

son

c)

iguales.

Apocalipsis 3,14. La interpretación antitrinita-

de este pasaje (uno de los más utilizados por los arríanos en su día) pretende que aquí Cristo es presentado como el “primer ser creado”. Lo cierto es que tal afirmación sólo demuestra una ignorancia absoluta del sentido del término arjé (traducido aquí como “principio”). En calidad de título, como aparece aquí, la palabra arjé tiene en multitud de ocasiones el significado de “príncipe” o “principado”. En tal sentido aparece, por ejemplo, en Rom 8,38; Ef 1,21; 3,10; ria

17

Col 1,16; 2,10; Tit 3,1, etc). Ahora bien, en el libro de Apocalipsis, arjé es un título que se aplica única y exclusivamente a Dios; v.gr., Ap 21,6, en su calidad de fuente (principio) de todo. Por tanto, el pasaje no dice que Cristo fue el primer ser creado, sino que fue la fuente, el origen, el principio de que emanó la creación divina; es decir, que es el mismo creador, como tendremos ocasión de ver en el apartado que sobre ese tema hay en este capítulo.

6,12;

1. Colosenses 1,15. De nuevo nos hallamos ante d) una interpretación errónea de un texto en base a la ignorancia terminológica de las sectas. Éstas interpretan la palabra “primogénito” en el sentido de “pri2. mer creado”; Cristo, pues, sería una simple criatura. Ahora bien este análisis del pasaje es erróneo por las

siguientes razones: a

Primogénito (protótokos en griego) no es lo (protiktos en griego). Si realmente Pablo hub’era deseado expresar que Cristo era un ser creado, hubiera empleado el verbo

mismo que primer creado

“crear” lo que no hizo. a El término “primogénito” no equivale en lengua hebrea tanto al primero en nacer como al que posee ciertos derechos de gobierno, herencia o realeza. Así la Biblia contiene diversos ejemplos de “primogénitos” que no fueron los primeros. Así, en Sal 89,27 (VNM) se anuncia que David sería nombrado “primogénito”. David no lo era familiarmente (de hecho sabemos que era el menor de su familia), ni tampoco fue el primer rey de Israel (que fue Saúl), pero sí iba a contar con una supremacía, con una “primo-

genitura”.

Otro ejemplo de la palabra “primogénito” utilizada en ese sentido se halla en Jer 31,9, donde se denomi18

na a Efraín

mos

el

como “primogénito”. Ahora bien, si leede Gen 48,13-14, vemos que realmente

relato

Efraín era el

menor

y

Manasés era

el

primogénito.

Un

ejemplo más de este empleo de la palabra “primogénito” lo hallamos en Éx 4,22, donde se aplica tal título a Israel. Lógicamente, no se pretende señalar aquí que Israel fue la primera nación creada (lo que no sería verdad), sino que Israel gozaba de una primacía a los ojos de Dios. Por lo tanto, Pablo no está aquí diciendo que Cristo es un ser creado, sino que tiene la total supremacía sobre la creación; en otras palabras, que es el mismo creador. a

El contexto indica que Pablo considera a Crisno un ser creado, sino el mismo creador: De hecho esto es tan claro, que la VNM ha falseado el original griego, incluyendo palabras entre cor3.

to

chetes para ocultar esta revelación. Dice así, por citar un ejemplo, La Santa Biblia, de Ediciones Paulinas: “Porque por él mismo (Cristo) fueron creadas todas las cosas, las de los cielos y las de la tierra, lo invisible y lo visible, tanto los tronos como las dominaciones, los principados como las potestades; absolutamente todo fue creado por él y para él; y él mismo existe antes que todas las cosas y todas subsisten en él” (Col 1,16-17). Este fragmento del himno cristológico del capítulo

primero de Colosenses no puede estar más claro: Cristo es no un ser creado, como pretenden las sectas, sino el creador de todo.' Por eso existe antes de todo lo creado, ya que si él hubiera sido una creación no hubiera podido tener vida antes de toda la creación, sino sólo de la parte posterior a él mismo. Como era de esperar, la VNM falsifica este texto para amoldarlo a su torcida teología y traduce (?) así: 19

“Porque por medio de

él todas las (otras) cosas fueron creadas... Todas las (otras) cosas han sido creadas mediante él y para él. También él es antes de todas las (otras) cosas y por medio de él se hizo que todas las (otras) cosas existieran”.

No puede

ser

mayor

la

diferencia entre

el

texto

griego original y la VNM: Cristo ya no es el creador (“por él mismo”), sino un instrumento de la creación él”). Tampoco es ya el creador antea todo lo creado, sino un ser creado anterior a “todas las otras cosas creadas”. El hecho de añadir palabras en el texto para cambiar radicalmente el significado que quiso darle el autor de la carta a los Colosenses es algo que no parece haber pesado en la conciencia de la Wachtower y que la mayoría de sus adeptos ignoran. Pero ¿qué amor puede tener la WachLuwer a la Biblia cuando no sólo no busca honestamente su enseñanza, sino que además tergiversa una traducción para dar base a sus doctrinas?

(“por medio de

rior

e)

Proverbios 8,22. Dice así

la

VNM:

“Jehová

mismo me produjo como el principio de su camino, el más temprano de sus logros de mucho tiempo atrás”. Según la especialísima exégesis de la Wachtower, que, quizá sin saberlo, es sólo un eco de la de Arrio, el texto de Proverbios estaría hablando aquí de Cristo, simbolizado bajo la imagen de la sabiduría, y enseñaría que fue creado (“producido”). No obstante, tal exégesis es por muchas razones descabellada: a 1. El pasaje no dice en ningún momento que esté hablando del mesías; se trata de

poema en

que se

un hermoso

prosopopeya, es decir, la personificación de una cualidad para crear un efecto literario. En este caso se personifica a la sabiduría, 20

el

utiliza la

2. no se menciona en ningún pasaje que ésta sea pero el

mesías. a

contexto niega que se pueda referir a Jesús: mesiánicas (como Is 52,13ss.) contienen siempre referencias que podemos reconocer en la vida de Jesús. Ahora bien, aquí se nos dice que la sabiduría edificó una casa (Prov 9,1a), que ha labrado 3. siete columnas (Prov 9,1b), que dispuso la mesa mezclando el vino y degollando carne (Prov 9,2), etc. Está claro que nada de esto tiene relación con la persona de Jesús; pero sí tiene sentido si se interpreta como una personificación poética de la sabiduría. a La traducción “me produjo” no es correcta; pero, por si fuera poco, el pasaje, como es habitual cada vez que la Wachtower se ocupa de traducir, está penosamente traducido. La palabra hebrea que se vierte por “produjo” es qnh, que significa “poseyó” o “poseía”, como han traducido la versión Reina Valera (RV) o la Nácar Colunga (NC). En algún caso este verbo puede tener un significado secundario de “engendrar”, y así han vertido el pasaje la Versión Popular (VP) y la Versión Moderna (VM), pero no parece que en este contexto sea la traducción más adecuada. Intentar, pues, desprender del pasaje de Prov 8,22 que Cristo fue creado no deja de ser un dislate exeEl

las profecías

gético.

de la Wachtower es que, ha visto nadie y a Cristo lo vieron, este último no puede ser Dios. Ahora bien, este pasaje no está hablando de una visión física de Dios, sino espiritual. De hecho, el Antiguo Testamento registra varios casos de visión física de Dios, como el recogido en Is 6,lss. o el de Am 9,1, que f)

Juan

1,18.

La

tesis

puesto que a Dios no

lo

21

pueden comprobarse en la misma VNM. Lo que aquí se nos dice es que a Dios nadie lo ha visto como para poder explicarlo de manera cabal, pero Cristo sí lo ha explicado. Por otro lado, aunque el pasaje implicara una visión física de Dios, tampoco estaría indicando que Cristo no era Dios, ya que lo que vieron sus discípulos fue su envoltura humana, y no su naturaleza divina. En ese sentido podría decirse que a Dios, con toda la grandeza de su gloria, no lo ha visto nadie, porque cuando se encarnó en Cristo la humanidad servía de velo a aquélla.

Jesús es Miguel, el arcángel. Esta doctrina de los Testigos no pertenece originalmente a ellos. Se origina en una doctrina idéntica sostenida por los Adventistas del Séptimo Día (Questions on Doctrine, pp 71-83). La razón es que inicialmente buena parte de los autores adventistas sostenían una visión de Cristo de corte arrianizante. Cuando, con el paso del tiempo, este enfoque varió, optando por un reconocimiento formal de la Trinidad, quedaron resquicios de arrianismo en la teología de las secta capitaneada por Ellen White, de donde los ha tomado la Wachtog)

wer.

En

realidad, esta objeción carece de la

base. Sencillamente:

donde se diga que

más mínima

no hay un solo pasaje en

el

la Biblia

arcángel san Miguel es Cristo.

h) Jesús habla con el Padre. La tesis de la Wachtower pretende que Cristo no puede ser Dios, puesto que se ve claramente cómo se dirige a Dios. Tal afirmación sólo revela un desconocimiento profundo de la doctrina de la Trinidad. Ésta no enseña que el Hijo, el Padre y el Espíritu Santo son la misma perso-

22

que son tres personas distintas y un solo Dios verdadero. El diálogo entre el Padre y el Hijo, por lo tanto, no contradice la doctrina de la Trinidad, na, sino

sino que

la

confirma.

i) Jesús es el Hijo de Dios, y no Dios. A este respecto recomendamos repasar lo señalado arriba en relación con el texto de Jn 5,18.

j)

Salmo

2,7.

Según

la

teología de la

Wachtower,

este pasaje indicaría que hubo una época en que el Hijo no existió y posteriormente sí; luego se trata de

un ser creado. Además, el término “engendrar” debe entenderse como “crear”. Lo cierto es que la fórmula que se recoge en este salmo parece ser que se utilizaba en la coronación de los reyes de Israel. Con ella se pretendía indicar que el monarca pasaba a ser “hijo de Yavé” de una manera

muy

especial.

Ahora bien, en el caso de este salmo, el Nuevo Testamento nos ha conservado la interpretación que del mismo hacía la Iglesia primitiva. Veamos: “Pero levantó de entre los muertos, y por muchos que habían subido con él de Galilea a Jerusalén, los cuales son ahora testigos de él al pueblo. De modo que nosotros estamos declarándoles las buenas nuevas acerca de la promesa

Dios

lo

días se hizo visible a los

hecha a los antepasados, que Dios la ha cumplido enteramente para con nosotros los hijos de ellos al haber resucitado a Jesús, así como está escrito en el Salmo segundo: Tú eres mi hijo, este día he llegado a ser tu Padre” (He 13,30-33). Para Pablo, el salmo 2 no enseñaba que Cristo fuera un ser creado, sino que contenía la afirmación de que resucitaría un día. Naturalmente somos muy 23

libres la

de

preferir la interpretación

del apóstol

de

de

la

Wachtower a

los gentiles.

Digamos, finalmente, que

el

término “engendrar”

“crear” ni es contrario a la enseñanza de la Trinidad. De hecho, el credo trinitario de Nicea afirma que la persona del Hijo fue “engendrada y no creada, de la misma naturaleza que el Padre”. Los que creemos en la Trinidad creemos asimismo que Cristo fue engendrado desde la eternidad de la misma ni significa

naturaleza que el Padre, pero que no fue creado. Este texto apoyaría precisamente esa tesis, puesto que en él no se dice que el Hijo fuera creado, sino

engendrado. Hasta aquí hemos podido ver el nulo fundamento que tiene afirmar que la Biblia niega la divinidad de Cristo. Ahora bien, el que no haya argumentos en contra no significa necesariamente que los haya a favor. ¿Existen pruebas en el Nuevo Testamento de que los primeros cristianos creyeran que Cristo era Dios? A examinar esa cuestión dedicaremos las próximas páginas.

2.

Según Contra

la Biblia,

lo

Cristo es Dios, y no un dios

que piensan

la

mayoría de

las

personas

muy

repetido en diversas publicaciones), los Testigos de Jehová no niegan la divinidad de Cristo, sino su plena divinidad. Es decir, para ellos Cristo es un dios (o el arcángel san Miguel), pero no es (y es error

Dios. Nosotros intentaremos mostrar en las siguien-

cómo la Biblia indica específicamente lo contrario: Cristo es Dios, y no un dios. Las razones, entre otras muchas, son las siguientes: tes páginas

24

2.1.

Cristo tiene títulos en el

NT

que sólo son aplicables a Dios La teología de

los Testigos, en realidad, es Parte de la base de que existe un gran Dios increado (Jehová), seguido por un dios inferior y creado (Cristo) y por multitud de dioses de una categoría

Dios.

politeísta.

aún más ínfima, como el diablo y los ángeles. La enseñanza de la Biblia, por otra parte, es naturalmente monoteísta: sólo hay un Dios, no ha habido ninguno antes ni lo habrá después. “Ustedes son mis testigos es la expresión de Jehová aun mi siervo, a quien he escogido, para que sepan y tengan fe en mí, y para que entiendan que yo soy el mismo. Antes de mí no fue formado Dios alguno y después de mí continuó sin que lo





hubiera” (Is 43,10) (VNM). Este pasaje, conocido de memoria por todos los adeptos de la Wachtower, ya que de él derivan su nombre, contiene en su segunda parte una afirmación que contradice tajantemente las enseñanzas de aquélla. No enseña que hay un gran Dios (Jehová), otro inferior y creado (el mesías) y una pléyade de dioses a continuación, sino que sólo hay uno y ningu-

no más. que ha dicho Jehová, el Rey de Israel y Recomprador de él, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero y yo soy el último, y fuera de mí no hay Dios” (Is 44,6) (VNM). La afirmación es clara y contundente; pero choca frontalmente con la teología de la Wachtower, que enseña la existencia de varios dioses. “Yo soy Jehová, y no hay ningún otro. Con la excepción de mí no hay Dios..., no hay ningún otro; no hay otro Dios” (Is 45,5,14) (VNM). “Esto es

lo

el

25

Naturalmente, los primeros cristianos creían

lo mis-

mo

que enseñó Isaías, y no la teología de la Wachtower, que establece que hay varios dioses. Y no sólo es que creían en un monoteísmo estricto (un solo Dios y ningún otro más), sino que además afirmaron que Cristo era ese Dios. Como esto resulta tan claro y equivale a reconocer que la teología jehovista es una farsa, los dirigentes de la Wachtower no han tenido el más mínimo inconveniente en alterar la traducción de la mayoría de los pasajes donde se dice que Cristo es Dios. A analizar algunos de éstos va-

mos

a dedicarnos ahora.

Romanos

9,5.

Dice

la

carne,

versión del texto griego: cual es Dios bendito”. Pablo afirma tan claramente que Cristo es Dios bendito, que la no ha tenido el menor reparo en introducir una palabra entre corchetes en el texto para desvirtuar tal afirmación. Dice así: el Cristo según la carne: Dios, que está sobre todos, (sea) bendito para siempre. a)

“El Cristo

según

la

el

VNM

VNM

Basta quitar de la el sea entre corchetes para tener una afirmación clarísima de la divinidad de Cristo. b) Filipenses 2,5ss. “... Cristo Jesús, el cual existiendo en forma de Dios no se aferró a ser igual a Dios”.

Pablo

expresa con claridad: Cristo era igual (no pero no se aferró a ello, sino que se vació (ése es el significado literal del término griego kenosis) para hacerse hombre y redimirnos en la lo

inferior) a Dios,

Pues bien, veamos cómo esta afirmación clarísima ha sido desvirtuada en la versión del Nuevo Mundo añadiendo de nuevo palabras que no están en el original: "... Cristo Jesús, quien aunque existía

cruz.

26

la forma de Dios, no dio consideración a una usurpación, a saber: que debiera ser igual a Dios”. Basta comparar la con otras traducciones

en

VNM

para comprobar lo viciado y lleno de prejuicios que ha sido su método de trabajo, método que sólo buscaba defender a la secta, y no a la enseñanza de la Biblia.

c)

tud de

Colosenses la

2,9.

“Porque en

él

habita

la pleni-

divinidad corporalmente”.

Contra lo que enseña la Wachtower, Pablo afirma aquí que Cristo no es un dios o un mini-dios, sino que en él habita corporalmente la plenitud de la divinidad. ha intentado velar esta glorioVeamos cómo la sa verdad: “Porque en él mora corporalmente toda la plenitud de la cualidad divina” Ahora bien, esta subversión del texto, a fin de cuen. tas, sólo a medias consigue su objetivo, porque sólo Dios puede tener cualidad divina; y hemos visto en Isaías que sólo hay un Dios. Si en Cristo mora toda la plenitud de la cualidad divina, es que es Dios, y no

VNM

un

dios,

d)

como

pretende

la

Wachtower.

Tito 2,13. “Esperando

nifestación

de

la gloria

la feliz

esperanza y ma-

del gran Dios y salvador nues-

tro Jesucristo”.

es diáfano como el cristal. Pablo habla de la maravillosa esperanza del creyente cristiano que aguarda la venida de nuestro gran Dios y salvador ha introducido palaJesucristo. De nuevo la bras en el texto para privar a Cristo de su plena El texto

VNM

divinidad: “Mientras

aguardamos

la feliz

esperanza y

gloriosa manifestación del gran Dios y del salvador nuestro, Cristo Jesús”.

la

Con un descaro inexcusable, la Wachtower ha introducido una palabra que no está en el texto griego, para dejar a un lado a Dios y a otro al salvador Jesu27

cuando lo cierto es que el original prodiga dos atributos (Dios y salvador) a Cristo. cristo,

los

Hebreos 1,8. “Con respecto al Hijo: El trono oh Dios, por el tiempo del tiempo” Este texto reviste una especial relevancia porque en él es el propio Padre el que se dirige a la persona del Hijo; y no lo hace para denominarlo Miguel (como los testigos o los adventistas) ni un dios, sino Dios de manera plena. Como imaginará el lector, también en e)

tuyo,

esta ocasión

la

VNM altera el texto añadiendo pala-

“Pero respecto siempre jamás” bras:

En

al

Hijo:

Dios es tu trono para

fondo, sin embargo, esta burda falsificación que pretende; porque, ¿quién es mayor, el trono o el que se sienta en él? Pues bien, si Dios es el trono del Hijo, éste debe ser, al menos, tan grande como Dios. el

dice lo contrario de lo

2Pedro 1,1. “...En justicia del Dios nuestro y f) salvador Jesucristo”.

Como en Tit 2,13, de nuevo nos hallamos ante una afirmación de que Cristo es Dios. Veamos cómo vierte el pasaje la VNM: “Por la justicia de nuestro Dios y del salvador Jesucristo”. Una vez más, añadiendo una palabra que no está en el original, se altera todo el sentido de la frase, privando a Cristo de la atribución que Pedro le hace de su divinidad plena.Sin embargo, es curioso que en el versículo 11 de este mismo capítulo de la primera epístola de Pedro aparezca la misma construcción gramatical; pero esta vez la Wachtower la ha traducido bien (“de nuestro Señor y salvador Jesucristo”), porque no une a Cristo con el título de Dios. Resulta vergonzoso el contemplar cómo puede haber personas con tan pocos escrúpulos morales como para 28

de defender con más sus doctrinas. 9) Juan 1,1. Sin duda, es ésta la falsificación más conocida de todas las que pueblan las páginas de la VNM. Dice así: “En (el) principio la Palabra era, y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era un dios”. Basta ir al texto griego original para comprender que se trata de una burda artimaña, consistente en intercalar una palabra que no está en el evangelio de Juan a fin de negar la divinidad de Cristo. “En principio existía la Palabra, y la Palabra estaba con el Dios y Dios era la Palabra”. Naturalmente, el pasaje en griego es tan claro que la Wachtower se ha visto obligada a recurrir al poco airoso método de inventarse una regla gramatical para justificar la barbaridad lingüística y teológica que implica su traducción. Según la Wachtower, en griego no existe palabra para indicar la idea de “uno”, y, por lo tanto, cuando una palabra no lleva el artículo determinado (jo, je, to, en griego; el, la, lo, en castellano) debe colocarse delante la palabra “un, una”. Esta regla es falsa; pero lo peor es que ni siquiera la Wachtower (pese a ser su inventora) la sigue: a’) En griego sí hay palabras para expresar la idea de “uno, una” sin que tenga que suplirlas el traductor. Una de ellas es eis, mía, en (uno, una, alterar el texto

sagrado a

fin

facilidad

uno), que Juan utiliza repetidas veces; v.gr.: Jn 1,40; 6,8.22;

70,71;

7,21.50;

9,25;

10,16.30;

11,49-50.52;

12,2.4; 13,21.23; 17,11.21.22.23; 18,14. 22.26.39; 19,34,

(uno-a-o o alguno-a-o), que también es utilizada repetidas veces en el Nuevo Testamento. Si Juan hubiera deseado decir que la Palabra (Cristo) era un dios, hubiera recurrido con toda

etcétera;

la

otra es

tis, ti

al empleo de eis o de tis. La ausencia de artículo determinado

seguridad b’)

ni siquie-

29

ra es suplida por “un”

en

la

misma Wachtower.

Fijé-

a título de ejemplo en el mismo capítulo 1 del evangelio de Juan. En el versículo 6 se nos dice que un hombre (Juan el Bautista) fue enviado por Dios, y esta palabra va sin artículo determinado; no obstante la Wachtower no ha traducido “representante de un dios”, sino “representante de Dios”. En el versículo 12 se nos habla de cómo llegar a ser hijos de Dios. Ahora bien, la palabra Dios va sin artículo determinado; pero la Wachtower no ha traducido “hijos de un dios”, sino “hijos de Dios”. En el versículo 13, una vez más, la palabra “Dios” va desprovista de artículo determinado; pero la Wachtower no traduce “voluntad de un dios”, sino “de Dios”. Podríamos aducir más ejemplos; pero sinceramente éstos nos parecen suficientes para mostrar que la “regla” citada por la Wachtower no sólo no existe, sino que incluso no es aplicada por ella misma para no caer en el ridículo más absoluto. c’) La construcción poética de Jn 1,1 no permite traducir “un dios”. Los dieciocho primeros versículos del evangelio de Juan formaron en su conjunto un canto (muy posiblemente antifonal) que se utilizaba en las reuniones de la Iglesia primitiva. Tenía por ello una estructura (muy clara en los tres primeros ver-

monos

sículos) de especial belleza, puesto que cada frase terminaba con la misma palabra con que empezaba la siguiente: “En principio era la Palabra, y la Palabra era con el Dios, y Dios era la Palabra”. Esta construcción además hacía girar su encanto (y su impresionante vigor) en torno al hecho de que

palabra con que concluía una frase y comenzaba la siguiente tenía el mismo valor, contenido y significado. Por esto el “Dios” del final del versículo 1 nunca podía ser “un dios”, sino la palabra “Dios”, con su la

30

mismo contenido

y fuerza con que concluía

la

frase

anterior.

Examinado

VNM

texto de Jn 1,1, en la se descubre, por lo tanto, no sólo una falta de conocimiento mínimo de la lengua en que se redactó el Nuevo Testamento, sino también una carencia de honestidad por la que no ha tenido reparo, una vez más, en alterar la Escritura para hacerla encajar en sus posiciones doctrinales preconcebidas. Vamos a concluir con lo referente a este texto. Antes, no obstante, desearía hacer una breve referencia al origen de esta traducción penosa del glorioso pasaje de Jn 1,1. Cuando los testigos intentan mostrar que no son los únicos en haber traducido el pasaje de Jn 1,1 de esta manera sólo pueden (y es normal) citar un Nuevo Testamento no editado por ellos que contenga una versión similar 2 Me estoy el

.

Nuevo Testamento de Greber. ¿Quién era Johannes Greber? La Wachtower

refiriendo al

lo

ha presentado a sus adeptos como un sacerdote católico, pero esto es sólo una verdad a medias. Greber fue efectivamente un sacerdote católico; pero abandonó la Iglesia católica para entrar en círculos espiritistas. Su propio Nuevo Testamento está cortado sobre la base de la teología espiritista y, según dice la introducción del mismo, fueron los espíritus los que le dijeron cómo traducir. Cito de la misma: “Muchas contradicciones entre lo que aparece en los rollos antiguos y el Nuevo Testamento surgieron y fueron tema de sus (de Greber) oraciones constantes pidiendo guía, oraciones que fueron contestadas y las disEste Nuevo Testamento de Johannes Greber aparece citado por Wachtower para apoyar su traducción, por citar algún ejemplo, en

2

la

el libro

folleto

Asegúrense de todas

La Palabra ¿quién

es

Brooklyn 1965, 489, y en Brooklyn 1962, 5.

las cosas,

él?,

el

31

crepancias clarificadas por el Espíritu mundial de Dios... Su esposa (la de Greber), una médium del Espíritu mundial de Dios, fue a menudo el instrumento para dar las respuestas correctas de los Mensajeros de Dios al pastor Greber” 3 .

No

deja de ser curioso que

tradujo Jn 1,1

como

el

único autor que

Wachtower

la

fuera un ex-

sacerdote que colgó la sotana para casarse con una médium y que dejó una versión del Nuevo Testamento que no se basaba precisamente en el estudio de los textos, sino

en

las instrucciones

que

recibía

en

sesiones de espiritismo.

¿Sabe esto la Wachtower? La respuesta es afirmaEn la Atalaya del 15 de febrero de 1956, páginas 110-111, se afirma en el párrafo 11: “Está muy claro que los espíritus en los que el ex sacerdote Greber cree lo ayudaron en su traducción”. Una afirmación similar se contiene asimismo en la Atalaya del 1 de abril de 1983, página 31 4 Cabría preguntarse qué clase de dirigentes tiene la secta de Brooklyn. No sólo porque están dispuestos tiva.

.

a tergiversar

el

texto sagrado añadiéndole palabras el mismo, sino porque también

que no aparecen en

VNM

3 De no es sino una copia hecho, yo sostengo la tesis de que la descarada de la traducción espiritista de Greber, como puede verse con facilidad comparando ambas versiones. La de Greber puede obtenerse solicitándola a la Johannes Greber Memorial Foundation, 139 Hillside Avenue, Teaneck, NJ, 07666. USA. 4 Existe un argumento de tipo histórico teológico adicional en favor de que Juan quería señalar la plena divinidad de Cristo al escribir el primer versículo de su evangelio. Me estoy refiriendo a la utilización del término “Palabra” para definir al Cristo preexistente. Este mismo término era utilizado en los targumim (comentarios interpretativos del Antiguo Testamento) en arameo para referirse a Yavé. De manera que para decir que Yavé creó los cielos y la tierra se indica que Memra (la Palabra) creó los cielos y la tierra, etc. Ese mismo Yavé, según Juan, era el que se había hecho carne para salvarnos.

32

se atreven a inventar reglas gramaticales que no existen y que ellos mismos no respetan, buscando como

único apoyo una versión del

Nuevo Testamento

ca-

rente de base científica y que, según confiesan en sus publicaciones, es obra de espíritus. Todo esto, no lo

olvidemos, para negar la grandiosa verdad de la encarnación de Dios en la persona de Cristo a fin de redimirnos. ¿Realmente se puede confiar en una organización así? Podríamos presentar ahora más textos falseados; pero vamos a citar sólo dos más en los que la Wachtower, sin darse cuenta, ha permitido que en la los apóstoles llamaran Dios a Jesús. Nos referimos a Jn 20,28 y lJn 5,20. “Dijo entonces a Tomás: Pon tu dedo aquí y ve mis manos, y toma tu mano y métela en mi costado, y deja de ser incrédulo y hazte creyente. En contestación Tomás le dijo: Mi Señor y mi Dios” (Jn 20,27-28) (VNM). “...Jesucristo. Este es el Dios verdadero y vida eterna” (lJn 5,20) (VNM). La experiencia de la resurrección corporal de Jesús (que también niegan los testigos) significó un auténtico impulso espiritual para sus desolados discípulos. Tomás, el que había dudado, supo desde ese momento que el galileo con el que había compartido los años anteriores era Dios y Señor. Lo mismo afirmaba el apóstol Juan años después. Ahora bien, todos los apóstoles eran judíos. Conocían las Escrituras y las palabras de Isaías en el sentido de que sólo había un Dios. bien se equivocaban al afirmar que Jesús era Dios y le denominaban así cuando sólo era un dios (y en ese caso la Wachtower tendría razón doctrinalmente hablando) o bien tenían razón al identificar a Cristo con el Dios del que habló Isaías: el único Dios, antes del cual no hubo ninguno y después del cual tampoco habría

VNM

O

33

otro. Si los apóstoles tenían razón, lo cierto es

que

la

Wachtower está equivocada trágicamente. El autor de estas líneas no se avergüenza en decir que cree en los apóstoles, aunque eso signifique considerar a la Wachtower y sus doctrinas una farsa total. Jehová. Precisamente como los primeros cristianos vieron en Jesús al Dios del Antiguo Testamento encarnado, no dudaron en referir al mismo multitud de textos cuyo protagonista en el Antiguo Testamento era Jehová 5 Como en otros casos del libro, un análisis en profundidad del tema requeriría una extensa monografía; pero vamos a intentar al menos mencionar alguno de los pasajes a título de ejemplo. a) Cristo es Jehová vendido por treinta monedas de plata: “Entonces les dije: Si es bueno a sus ojos, den(me) mi salario; pero si no, absténganse. Y procedieron a pagar mi salario, treinta piezas de plata. Ante aquello, Jehová me dijo: Tíralo al tesoro... el valor majestuoso con el cual he sido evaluado” .

(Zac 11,12-13). Sabido es que el Nuevo Testamento aplica este pasaje a Cristo como una profecía cumplida en él. ¿Se equivocaban los primeros cristianos al decir que Cristo era el Jehová de Zacarías evaluado en treinta monedas de plata, o yerran los testigos de hoy al negarlo? b) Cristo es Jehová precedido por Juan el Bau5 Como seguramente sabrá el lector, la vocalización “Jehová” es totalmente incorrecta. El tetragramaton (o cuatro letras: YHVH) de uno de los nombres de Dios en el Antiguo Testamento (no el único, como pretenden los testigos); posiblemente se debiera vocalizar con “a” y “e”, dando como resultado la forma “Yahveh”. Lo que sí es seguro es que no se pronunciaba Jehová. Aquí hemos respetado esta errónea vocalización para conservar la fuerza de los argumentos en relación con los adeptos de la secta de la Wachtower.

34

“Escuchen. Alguien está clamando en el desierDespejen el camino de Jehová. Hagan recta la calzada para nuestro Dios a través de la llanura detista:

to:

sértica”

(Is

40,3)

(VNM).

La profecía de

Isaías era clara: una voz aparecería en el desierto para ser precursora de la venida de Jehová Dios. Los evangelistas vieron en el texto del profeta judío una profecía que se cumplió cuando Juan el Bautista precedió a Jesús. Si Juan fue la voz en el desierto, Jesús debía ser Jehová Dios. ¿Se equivocó Isaías al profetizar la venida de Jehová, cuando en realidad vino solamente un dios? ¿Se equivocaron los apóstoles al considerar que la profecía se había cumplido, cuando en realidad no era así, porque en vez de Jehová vino un dios, o se equivoca la Wachtower porque no se equivocó Isaías ni los primeros cristianos, y, efectivamente, quien vino fue Jehová Dios precedido por Juan el Bautista? Cristo es Jehová traspasado: Zac 12,10 consc) tituye uno de los pasajes más enigmáticos de todo el Antiguo Testamento. Yavé (o Jehová) se está dirigiendo al profeta y de pronto le anuncia algo que suena realmente extraño: le traspasarían y en tal situación le contemplarían los hijos de Israel; Jehová traspasado: “Y mirarán a mí, a quien traspasaron”. Es sabido que los primeros cristianos vieron en este pasaje una referencia a Cristo alanceado en la cruz. Ahora bien, ¿se equivocaban al considerar que el Jehová traspasado era Cristo o lo hace la Wachtower al negarlo? Mucho nos tememos que si alguien se ha equivocado no fueron los apóstoles; y es que en la mente de ellos seguramente sonaba la profecía gloriosa de Is 35,4: “Dios mismo vendrá y os

salvará”.

Lástima que verdad tan gloriosa haya sido

sustitui-

35

da en la teología de la Wachtower por el espectáculo de un arcángel que se hace hombre para salvar a la humanidad. Salvador. Y es que de aceptar que Cristo no es Dios nos encontraríamos con el problema de que tenemos dos salvadores: Jehová y Cristo. Nada más lejano al pensamiento bíblico. Precisamente la Escritura nos dice: “Yo... yo soy Jehová, y fuera de mí no hay salvador” (Is 43,11). Pues bien, los autores del Nuevo Testamento dicen que nuestro salvador es Cristo (2Tim 1,10). Para los que creemos que Cristo es Dios no hay contradicción; pero para la Wachtower es cuestión de explicar si Isaías se equivocó o si lo hicieron los primeros cristianos..., a menos que reconozcan que son ellos los errados.

Otro título de Jehová que Nuevo Testamento no tuvieron ningún problema en aplicar a Jesús fue el de “el primero y el último”, que en el Antiguo se dirigía a Jehová (Is 44,6). Así se nos dice: “Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último, el principio y el fin. Felices son los que lavan sus ropas largas, para que sea suya la autoridad (de ir) a los árboles de la vida, y para que consigan entrada en la ciudad por sus puertas. Afuera están los perros y los que practican espiritismo y los El primero y el último.

los autores del

fornicadores y los asesinos y los aquel a quien le gusta la mentira y Yo, Jesús, envié a mi ángel para testimonio de estas cosas para las

idólatras y todo

se

ocupa de

ella.

darles a ustedes

congregaciones” (Ap 22,13-16). ¿Mentía y se equivocaba (y además blasfemaba) el autor de Apocalipsis al atribuirle a Jesús un título de

36

Jehová, puesto que Cristo es solo un dios, o es la teología de la Wachtower la equivocada al respecto? El creador.

Desde

luego,

si

los

primeros cristianos

se equivocaban en su evaluación de quién fue Jesús, su error llegó a alcanzar cotas de delirio, porque lo

con el único creador del universo; y eso Antiguo Testamento señala que Dios, sin ningún tipo de colaboración, creó todo. Veamos: “Esto es lo que ha dicho Jehová, tu Recomprador y el Formador de ti desde el vientre: Yo, Jehová, estoy haciendo todo, extendiendo los cielos, yo solo, tendiendo la tierra. ¿Quién estuvo conmigo?” identificaron

cuando

el

44,24) (VNM). “Yo mismo he hecho la tierra y he creado aun al hombre sobre ella. Yo..., mis propias manos han ex(Is

tendido los cielos” (Is 45,12). Los apóstoles eran judíos, conocían estos pasajes, sabían que Dios no había utilizado ayudantes, instrumentos o intermediarios en su obra de creación. Si Cristo no era Dios, ¿por qué afirmaron que había creado todo? “En el principio existía aquel que es la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Todo fue hecho por él, y sin él nada se hizo... Y aquel que es la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1,1-3. 14a) (EP).

“Porque por él mismo fueron creadas todas las cosas, las de los cielos y las de la tierra, lo invisible y lo visible, tanto los tronos como las dominaciones, los principados como las potestades; absoluntamente todo fue creado por él y para él; y él mismo existe antes que todas las cosas y todas subsisten en él” (Col 1,16-17) (EP).

37

¿Disparataban Pablo y Juan al afirmar que Cristo era el único creador del universo, el Jehová creador,

que escribió Isaías, o más bien disparata tower al negarlo?

del

la

Wach-

“Yo Soy”. De hecho, esta consciencia que tenían primeros cristianos de que Cristo era el Dios revelado en el Antiguo Testamento al pueblo de Israel no arrancó de su especulación personal, sino del recuerdo de las propias enseñanzas de Jesús. Quizá una de las afirmaciones más categóricas de éste al respecto fue la de apropiarse la denominación con la que Yavé se presentó ante Moisés cuando le encomendó su misión de liberar a Israel de la esclavitud de Egipto. Examinemos el texto directamente: “Moisés dijo a Dios: Bien, yo me presentaré a los israelitas y les diré: El Dios de nuestros padres me ha enviado a vosotros. Pero si ellos me preguntan: ¿cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Dios dijo a Moisés: Yo soy el que soy. Así responderás a los israelitas: Yo soy me ha enviado a vosotros” (Éx 3,13-14) El

los

(EP).

aparece claro en cuanto a la descripción Moisés interroga a Yavé sobre el nombre con que debe presentarle a los hijos de Israel, y Dios le responde que ese nombre es “Yo soy”. Pues bien, Jesús se aplicó ese mismo apelativo: “Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que yo soy, moriréis en vuestros pecados” (Jn 8,24) (BJ) (Tanto la traducción de Ediciones Paulinas como la Nueva Biblia Española han vertido: “que yo soy el que soy” lo que recoge a la perfección el sentido del texto original desde mi punto de vista). La afirmación de Jesús era impresionante: si no El texto

del episodio.

38

él era el mismo Dios que se apareció a Moisés anunciándole la liberación, morirían en sus pecados. No es de extrañar que aquella pretensión dividiera a sus oyentes de manera radical, unos creyeron (Jn 8,30), otros intentaron matarlo (Jn 8,59). Naturalmente, los pasajes mantienen entre sí una relación tan evidente que la Wachtower sólo podía alterarlos en la VNM. Así el “Yo Soy” de Éx 3,14 es vertido: “Yo resultaré ser”, aunque el hebreo dice hyh, es decir, Yo soy. De la misma manera, en la VNM, Jn 8,24 es vertido como “yo soy ése”, aunque el griego dice ego eimi, es decir, “Yo Soy”. ¿Puede alguien dudar de que no nos encontramos ante la casualidad, sino ante una política seguida metódicamente para extirpar de la VNM todas las señales de que Cristo es Dios?

creían que

Yavé en la de “el Señor”. Tan estrechamente estaba en la mente de los judíos que sólo había un Señor y que era Yavé, que en la traducción del Antiguo Testamento al griego conocida como la Biblia de los Setenta o Septuaginta Yavé es sustituido siempre por la palabra griega kyrios (Señor); y lo mismo sucedía en el servicio sinagogal en hebreo, donde en vez de Yavé se denominaba a Dios Adonai El Señor.

Otro de

tradición de Israel fue

los títulos ligados a el

(Señor). Con este trasfondo es fácil adivinar cómo entenderían los judíos contemporáneos de Jesús la afirmación de que éste era el Señor. Tan claro también ha quedado para la Wachtower el alcance de esta afirmación por parte de los autores del Nuevo Testamento, que ha cometido el impensable despropósito de sustituir la palabra original kyrios (Señor) por la de Jehová en docenas de textos. Que con esto se ha perseguido privar a Cristo de la gloria

39

que merece su plena divinidad quedará de manifiesto con el texto de la VNM que, a título de ejemplo, reproduzco a continuación. Dice así: “El que observa el día, lo observa para Jehová (en el original, la palabra es kyríos = Señor). También, el que come, come para Jehová (en el original kyrios = Señor), pues da gracias a Dios; y el que no come, no come para Jehová (en el original kyrios = Señor), y sin embargo da gracias a Dios. Ninguno de nosotros, de hecho, vive con respecto a sí mismo únicamente, y ninguno muere con respecto a sí mismo únicamente; pues tanto si vivimos, vivimos para Jehová (en el original kyrios = Señor), como si morimos, morimos para Jehová (en el original kyrios — Señor). Por consiguiente, tanto si vivimos como si morimos, pertenecemos a Jehová (en el original kyrios = Señor). Porque con este fin murió Cristo y volvió a vivir otra vez para ser.... (aquí esperaríamos que dijera “Jehová”, cambiando la palabra kyrios del original, como ha hecho en los versículos anteriores; pero dice:...) Señor tanto sobre los muertos como sobre los vivos” (Rom 14, 6-9) (VNM). No es, pues cierto, como pretende la Wachtower, que al sustituir “Señor” por “Jehová” en el Nuevo Testamento realiza un intento de restaurar la pureza del texto original. No lo es porque ni un solo manuscrito del Nuevo Testamento contiene la palabra Jehová. No lo es porque no se ha hecho siempre y de manera consecuente (en el caso citado arriba diría, por ejemplo, que Cristo es Jehová, y una afirmación así conmovería hasta sus cimientos la teología de la Wachtower). No lo es, porque lo que se persigue realmente es ocultar el efecto impresionante que tiene en el Nuevo Testamento denominar a Jesús con el título de kyrios (Señor), el mismo que en su época 40

la Wachtower no ha buscado que entendieran los lectores de la VNM el mensaje del Nuevo Testamento de manera clara, sino ocultarles de forma consciente y metódica la maravillosa buena nueva de que el Dios de la historia se ha encarnado en Cristo para salvarnos.

se daba a Yavé. Por lo tanto,

El nombre salvador. ¿Qué tiene, pues, de extraño que, contra lo que pretenden los adeptos de la Wachtower, los primeros cristianos fueran conocidos no

como el

“jehovistas” o “Testigos de Jehová”, sino por

nombre

del

que

ellos creían

que era Dios encarna-

do: Cristo?

Tampoco resulta extraño el hecho de que consideraran que el nombre salvador era el de Cristo (y, no obstante, no mencionaran nunca el de Jehová, como pretende la Wachtower). El mismo Pedro, el primero de los apóstoles, lo dejó bien claro cuando se vio conducido ante las autoridades religiosas de Israel: “Jesucristo el Nazareno... Ésta es la piedra que fue tratada por ustedes los edificadores como de ningún valor, que ha llegado a ser cabeza de ángulo. Además, no hay salvación en ningún otro, porque no hay otro nombre debajo del cielo que se haya dado entre los

hombres mediante

el

cual

tengamos que ser

sal-

vos” (He 4,10-12) (VNM). Quizá Pedro se equivocaba, quizá no era cierto que el nombre de Jesús es el único por medio del cual podemos salvarnos, quizá no es cierto que no hay salvación en otro salvo en Cristo, quizá...; pero para el autor de estas líneas la autoridad doctrinal de Pedro es incomparablemente superior a la de los di-

Wachtower. Podríamos continuar todavía con otros títulos y atributos de Jehová que los primeros cristianos aplirigentes de la

41

carón a Cristo, pero creo que con lo ya expuesto queda suficientemente probada la tesis que deseábamos demostrar.

2.2.

En

la Biblia

no como un Por todo

lo

Cristo es adorado dios, sino

que hemos

es de extrañar que

como Dios

visto

en

el

apartado

b),

no

reverencia, adoración y gloria que los primeros cristianos dirigían a Jesús fueran las del

mismo

Dios, y

la

no

las

de un

dios.

Veámoslo.

Es adorado. En el pensamiento del Antiguo Testala idea de adorar a un ser que no fuera Dios

mento

mandato divino establecía que sólo se podía adorar a Yavé resultaba sencillamente abominable. El

(Dt 6,13; 10,20), y así se lo repitió Jesús al diablo le pidió que le adorara (Le 4,8). La palabra utilizada en este texto para indicar adoración es el verbo griego proskyneo. Como era de esperar, la Wachtower ha traducido proskyneo por adorar cuando se refiere al Padre, v.gr.: Le 4,8; pero cuando iba referido a Cristo lo ha vertido “rendir homenaje” para

cuando éste

ocultar

el

hecho de que éste fue adorado por

los

primeros cristianos. Así, Mt 28,17 dice: “Y viéndole le adoraron (proskynesan)”. Y Le 24,52 señala: “Y ellos, adorándole (proskynésantes), volvieron a Jerusalén”.

Otros ejemplos de ese empleo del término “adorar” (proskyneo) en relación a Jesús los tenemos, por ejemplo, en Mt 2,2.8 y 11, o Jn 9,38. En todos los casos, la Wachtower ha vertido por “rendir homenaje”, ocultando la adoración de Jesús. Hemos tenido ocasión de ver antes cómo las pro42

de la Wachtower no siempre son perque se les había pasado por alto un par de textos (Jn 20,28 y lJn 5,20), en que se dice que Cristo es Dios. Lo mismo sucedió en el pasado con una cita en la que se habla de adorar a Jesús. Me estoy refiriendo a Heb 1,6. La VNM traducía así: “Pero cuando introduce de nuevo a su primogénito en la tierra habitada, dice: Y que todos los ángeles de Dios pias artimañas

fectas y

adoren”. Tan claramente dejaba de manifiesto el texto que los mismos ángeles adoraban a Jesús, que en la edición de la de 1987 el texto se cambió. Ahora dice: “le rindan homenaje”. Conductas como éstas dejan bien de manifiesto que no hay error de buena fe o simple ignorancia en la actuación de los dirigentes de la Wachtower. Existe un propósito firme y premeditado de negar la plena divinidad de Cristo, aunque para ello se tenga que recurrir a la mentira, al fraude de traducción o al le

VNM

Nuevo Testamento de un

espiritista.

Una conducta

desprovista de toda ética, no puede pretender sinceramente que procede de gente sincera y cristiana que ama la Biblia y que se somete a las enseñanzas

así,

de

la

misma.

Es honrado como el Padre. No se puede aducir (como han pretendido algunos autores) que la honra y adoración que se prodigaba a Jesús era algo que arrancaba de mentes calenturientas que no le habían comprendido bien. El evangelista Juan señala que tal conducta partía de las mismas palabras de Jesús. Leemos en Jn 5,23: “Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha encargado todo el juicio al Hijo, para que todos honren al Hijo así como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre” (VNM). 43

La expresión griega que la VNM traduce por “así es kazós, que equivale a “de la misma manera”, “exactamente igual”. Pero ¿cómo sería posible esto si Cristo es sólo un dios, y el Padre es Dios? ¿Acaso no será porque precisamente no es así, porque precisamente el Padre y el Hijo son Dios? Creemos que eso es lo que se desprende no sólo del

como”

texto, sino del contexto del

Nuevo Testamento.

Ante él se dobla la rodilla. Por ello no debería extrañarnos que se doble la rodilla en el Nuevo Testamento no sólo ante el Padre (Ef 3,14) sino también ante el Hijo: “... para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los (que están) en el cielo y de los (que están) sobre la tierra y de los (que están) debajo del suelo” (Flp 2,9) (VNM). Recibe gloría. En el fondo de toda esta visión de profunda adoración de Cristo que caracteriza al cristianismo neotestamentario lo que subyace, pues, es la consciencia de que Cristo es el mismo Yavé, y por ello es digno de recibir ia gloria que sólo se puede tributar a aquél. Que esta gloria no podía tributarse a nadie más se desprendía con claridad del Antiguo Testamento: “Yo soy Jehová. Ese es mi nombre, y a ningún otro daré yo mi propia gloria, ni mi alabanza a imágenes esculpidas” (Is 42,8) (VNM) “... a ningún otro daré mi propia gloria” (Is 48,11) (VNM). Lo cierto, sin embargo, es que Juan afirma que la gloria de Jesús es la misma que la de Jehová. Veámoslo: “...Jesús habló estas cosas y se fue y se escondió de ellos. Pero aunque había ejecutado tantas señales delante de ellos, no ponían fe en él, de modo que se cumplió la palabra de Isaías el profeta, que él dijo: Jehová, ¿quién ha puesto fe en la cosa oída por 44

nosotros? Y en cuanto al brazo de Jehová, ¿a quién ha sido revelado? La razón por la cual no podían creer es que otra vez dijo Isaías: Él les ha cegado los ojos y ha hecho duro su corazón, para que no vean con los ojos y se vuelvan y yo los sane. Isaías dijo estas cosas porque vio su gloria y habló de él. Con todo, hasta de los gobernantes muchos realmente pusieron fe en él, pero a causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga” (Jn 12,36b-42)

(VNM).

de Juan intenta en este pasaje explicar por qué muchos de los judíos no llegaron a creer en Jesús. Su tesis es que tal hecho ya estaba profetizado por Isaías, que, cuando vio la gloria de Jesús, anunció que los corazones de los judíos se cegarían y su corazón se endurecería. Ahora bien, el pasaje a que hace referencia Juan es el de Is 6,1-10, en el que Isaías vio... al propio Jehová. Caben dos posibilidades: o bien Juan se equivocaba al decir que la gloria de Cristo era la de Jehová y además cometía un error blasfemo porque le atribuía algo que no le correspondía (en cuyo caso la Wachtower tendría razón), o bien Juan era consciente de lo que estaba escribiendo, ya que identificaba a Cristo con Jehová y no veía dificultad en atribuirle la misma gloria. En tal caso, empero, la Wachtower estaría equivocada. El autor de estas líneas cree, en su modesto entender, que Juan el evangelista es mucho más digno de conEl evangelio

que la Wachtower. En buena medida, la experiencia de Juan fue como la de Tomás. Él había visto morir a Jesús de cerca, muy de cerca, porque fue el único de los doce que no se ocultó y que permaneció al pie de la cruz con fianza

María y otras mujeres. Pero también

asistió luego a

su resurrección, y pudo comprobar que

las afirma-

45

el sentido de que él mismo se fielmente: cumplían resucitaría se Jesús les dijo: Derriben este templo y en tres días lo levantaré... pero él hablaba del templo de su cuerpo. Sin embargo, cuando fue levantado de entre los muertos, sus discípulos recordaron que él solía decir esto; y creyeron la Escritura y el dicho que Jesús dijo” (Jn 2,19-

dones de Jesús en

(VNM). ¿Quién podría morir como hombre para luego levantar ese propio cuerpo de entre los muertos? ¿Acaso un dios creado, un arcángel, un mini-dios, o sólo el propio Dios creador de la vida? Citemos, finalmente, un pasaje más en el que la Wachtower ha pretendido privar a Cristo de su gloria. Se trata de 2Cor 4,4: “En los cuales el dios del mundo este cegó las mentes de los incrédulos para que no brille la luz del evangelio de la gloria del Cristo, que es imagen de Dios”. El pasaje reviste una especial importancia por varios aspectos. En primer lugar hay que señalar que Pablo indica un plan diabólico, que consiste en que Satanás, al que el mundo en realidad ha convertido en su dios, ha cegado la mente de los incrédulos para que no vean la luz que proporciona el evangelio. Este evangelio trata acerca de la gloria de Cristo. Pues 22)

NM

a Cristo para dársela a las buenas nuevas: “Entre quienes el dios de este sistema de cosas ha cegado las mentes de los incrédulos, para que no pase (a ellos) la iluminación de las gloriosas buenas nuevas acerca del Cristo” (VNM). bien, la traducción del

quita

la gloria

Decididamente, la Wachtower no sabe cómo alteel texto sagrado para privar a Cristo de su divinidad y gloria, tarea que Pablo en este pasaje atribuye rar

al

46

mismo Satanás.

En segundo lugar, este pasaje reviste relevancia porque es utilizado por la Wachtower para probar que Cristo es un dios..., al igual que lo es también el diablo. Ahora bien, este texto no pretende que el diablo sea un dios, sino que este mundo lo ha convertido, consciente o inconscientemente, en tal. De la misma manera, Pablo dice en Flp 3,19 que muchos tienen a su vientre como Dios; pero eso no indica que el vientre sea un dios, sino que algunos lo han convertido en tal con su conducta. Por lo tanto, intentar utilizar este pasaje como base sobre la que apoyar la existencia de muchos dioses es una imposibilidad exegética.

Por último, el pasaje hace referencia a Cristo como imagen de Dios, algo que la Wachtower, siempre ansiosa de llevar el agua de la Biblia al molino de sus prejuicios, interpreta en el sentido de que Cristo es una imagen, pero no el mismo Dios. Lo cierto, sin embargo, es que en el griego koiné, en que se escribió este pasaje, el término eikon indica no representación plástica, sino “manifestación autorizada”. Es decir, lo que el apóstol pretende enseñarnos es que Cristo es la única manifestación autorizada y legítima de Dios que conocemos. Precisamente eso mismo creemos los que confesamos el dogma de la Trinidad: que Cristo no es un dios, sino la manifestación real de Dios.

3.

El

mesías-Dios en

el

El cristianismo significó

judaismo un choque emocional y

de magnitudes incalculables para el pueblo de Israel. Jesús, su familia, sus primeros discípulos, fueron judíos. Él pretendía ser mesías, pero de una espiritual

47

manera que cuestionaba hasta su misma raíz la existencia del status religioso judío, porque Jesús también decía que “Dios era su padre, haciéndose así igual a

Dios” (Jn 5,18).

Apenas muerto Jesús, los conflictos entre cristianismo y judaismo comenzaron a recrudecerse de nuevo. Unas décadas después, los judíos que eran cristianos eran expulsados, de forma generalizada esta

vez, de las sinagogas, y la propia teología judía experimentó una profunda revisión precisamente para pri-

var de argumentos al cristianismo. De esta manera, judaismo arrojó por la borda multitud de corrientes e interpretaciones que había en su seno (la de que el mesías sufriría, la de que el mesías sería Dios, etc.), y el cristianismo, como reacción, empezó a delimitar el

judaismo 6 No obstante lo anterior, se han conservado algunos vestigios que indican cómo la idea de que el mesías sería Dios era algo corriente en la época en que surgió el cristianismo, y que, además, aunque apagadamente, tal idea se conservó en algunos círculos poscristianos. Veamos algún ejemplo: “Dios le llamó (al mesías) con seis nombres que él dice en relación consigo mismo: Porque un niño nos ha nacido, se nos ha dado un hijo; y el gobierno estará sobre su hombro; y su nombre será maravilloso, consejero, Dios, fuerte, padre eterno, príncipe de paz (se está citando aquí Is 9,5-6). De manera que lo llamó Dios de una manera distintiva” (Iggereth Tesu oposición

6

al

.

He

delimitado este conflicto en mi artículo, escrito en colaboración Fernández Uriel, titulado “Anavim, apocalípticos y helenistas”, en homenaje a José María Blázquez, Madrid 1990. Un estudio más a fondo del tema en J. Jocz, The jewish people and Jesús Christ, Grand Rapids, 1979, donde queda de manifiesto cómo el judaismo fue —tal como se forjó en la época de la redacción del Talmud principalmente un intento de los judíos de oponerse sólidamente al

con

Pilar



cristianismo.

48

man;

rabí

Moisés ben Maimón escribiendo a Jacob

Alfajumi).

“¿Cuál es el nombre del rey mesías? A esto respondió el rabí Abba bar Kahana: Yahveh es su nombre” (Midrash Echa 1,51) “Dios llamó también al rey mesías con su propio nombre (el de Dios)” (Midrash Thillim 21,2). No deja de ser paradójico que estos textos rabínicos, escritos por personas que negaban que Jesús fuera el mesías, contuvieran una concepción más correcta en relación con el mesías que la que propaga la Wachtower, que se pretende cristiana.

El mesías-Dios entre los cristianos primitivos

4.

No

hace

falta decir

que también

primitivo tuvo la absoluta certeza de

el

cristianismo

que Cristo era

no sólo no se abstuvo en proclamarlo, sino que insistió en ello. Resulta imposible mencionar todas las citas del primer siglo e inicios del segundo, no bíblicas al respecto, pero vamos a dejar constancia de algunos ejemplos: Dios; y

Ignacio de Antioquía (muerto entre

el 98 y el hay, en la carne hecho Dios, hijo de María e hijo de Dios, Jesucristo nuestro Señor”

a)

117):

“Un médico

(Ef 7,2).

b) Segunda epístola de Clemente (entre 100 y 150 d.C): “Debemos sentir de Jesucristo, que es Dios, que es juez de vivos y muertos” (1,1) c)

Justino mártir

(s.

II):

“Cristo preexiste

como

Dios antes de los siglos” (Diálogo con el judío Trifón 48,1) (en realidad los capítulos 48 a 108 están dedica49

dos a mostrar con el Antiguo Testamento que el mesías es Dios y debe ser adorado). Atenágoras de Atenas (segunda mitad del d) s. II): “Admitimos a un solo Dios... Dios Padre y Dios Hijo y Dios Espíritu Santo que muestran su potencia en la unidad y su distinción en el orden” (Súplica en favor de los cristianos 10). ,

5.

Conclusión

Como

tendrá ocasión de comprobar

se adentre en

mucho

el

el

constituye

que con

del mismo, y es que hay razoLa confesión de que Cristo es Dios piedra fundamental sobre la que se asien-

ello. la

ta el cristianismo. el

lector

más extenso

nes para

como

el

resto del libro, este capítulo es

islam o

el

A

diferencia de otras religiones,

budismo,

el

cristianismo pretende

que su fundador fue el mismo Dios. El ataque a esta clave de la fe ha sido una constante en la historia de la Iglesia. Lo hicieron los ebionitas en el s. I, los gnósticos en los ss. II y III, los arríanos en el IV, y desde entonces, los cátaros, los socinianos, los unitarios, los primeros adventistas, los Testigos de Jehová, los

Niños de Dios, los mooníes y un largo etcétera. Pese a todo, la fe de la Iglesia se ha mantenido inquebrantable. El Dios que creó el mundo, que inspiró las Escrituras, que liberó al pueblo de Israel del yugo de Egipto y que guió a los profetas, se encarnó en una humilde virgen judía para morir en una cruz y con su sangre preciosa redimirnos. A esa cruz de la que colgó nuestro Dios encarnado en un carpintero galileo miramos conmovidos por su amor, que no retrocedió ante nada para obtener nuestra salvación. Han pasado casi dos milenios desde entonces y no 50

deja de seguir siendo un gran misterio que

el Señor que adoraron los ángeles y los apóstoles, se humillara como un esclavo para padecer en favor nuestro. Quizá es que el amor siempre tiene algo de misterioso e inexplicable; y el de Dios no es una excepción a ese principio, sino una confirma-

de

la gloria, al

ción.

Cristo, según nos

enseñan

las Escrituras,

no fue

arcángel Miguel enviado por Jehová a la tierra a cargar con el peso de la obra de la redención; tampoco fue el mesías fracasado, cuyos errores tiene

un dios o

el

que corregir el reverendo Sun Myung Moon. No; en aquel cuerpo lacerado latía Dios y latía su amor por nosotros. A nosotros sólo nos queda adorarlo humildemente y rendirle la gloria de que las sectas intentan desposeerlo.

51

2

QUE EL

¿ENSEÑA LA BIBLIA ESPÍRITU SANTO NO ES DIOS NI ES UNA PERSONA?

LAS OBJECIONES

que históricamente se han formulado contra la doctrina de la Trinidad se han dirigido mayoritariamente en contra de la plena divinidad de la persona del Hijo. Sin embargo, da la impresión de que, supuestamente, negada ésta, los antitrinitarios no tuvieran mucho interés en refutar la divinidad del Espíritu Santo. Es como si resultara ocioso continuar una disputa sobre la Trinidad cuando ya ha quedado de manifiesto que una de las tres personas no es Dios, sino un dios o un mero hombre. Quizá esto explique por qué los argumentos contra el Espíritu Santo son tan poco elaborados en las sectas, llegando en muchos casos a no existir siquiera. Los mismos Testigos de Jehová, que definen al Espíritu Santo como la “fuerza activa de Dios” y la comparan con formas de energía como la electricidad que impulsa el funcionamiento de los electrodomésticos, ponen de manifiesto una pobreza extrema en la negación de la personalidad y la divinidad del Espíritu Santo. Pero ¿enseña realmente la Biblia que el Espíritu Santo carece de personalidad y que no es Dios?

53

1.

Objeciones de

las sectas

Tres son fundamentalmente las objeciones que he recogido en conversaciones con testigos y estudios de sus publicaciones en relación con la personalidad y divinidad del Espíritu Santo. La primera es la consistente en afirmar que la Biblia no enseña en ningún sitio ni que el Espíritu Santo sea una persona ni que sea Dios. A contestar esta objeción dedicaremos los dos apartados siguientes de este capítulo. La segunda es señalar que el Espíritu Santo es una fuerza impersonal, como el agua lo es, ya que se nos dice en la Biblia que se es bautizado con el Espíritu Santo y también que se es bautizado en agua. Resulta obvio, alegan los jehovistas, que si el Espíritu Santo fuera una persona no podría estar sobre tantas personas a la vez. No hace falta señalar que tal objeción, en el fondo, es ridicula, y, en realidad, proporciona un argumento a favor de la divinidad del Espíritu Santo. Si realmente el Espíritu Santo puede estar en tantas partes (como los testigos reconocen que lo señala la Escritura), sólo puede explicarse porque es Dios. Como Dios precisamente, goza del don de la ubicuidad, es decir, de poder estar en diversos lugares a la vez. Pablo mismo señala que “en él (Dios) vivimos, nos movemos y existimos” (He 17,28) (BJ); y de esta ubicuidad no se desprende que Dios no sea Dios porque, por



ejemplo, también nos movemos en medio del aire, y éste no tiene personalidad sino que concluye que Dios es omnipotente y que nos va a juzgar a todos. Como puede verse, pues, esta objeción no tiene ninguna validez para negar la personalidad y divinidad



del Espíritu 1

54

Una

Santo

,

*.

variante de esta objeción es afirmar que

el

Espíritu

Santo

La tercera objeción es similar a la segunda. Viene el Espíritu Santo ni es Dios ni tiene personalidad, porque de él se afirma en la Biblia que se bebe (ICor 12,14). Ahora bien, puesto que lo que se bebe siempre son sustancias sin personalidad (agua, vino, etc), el Espíritu Santo no es Dios y tampoco a decir que

tiene personalidad.

Lo

que Pablo, sólo unas líneas antes, ha señalado que los israelitas también bebieron de Cristo, que es un ser personal y también Dios: “Y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que les seguía; y la roca era Cristo” (ICor 10,4) (BJ). Tan claramente desmiente el pasaje la objeción de los testigos, que éstos no han tenido el más mínimo reparo en cambiarlo en su Versión del Nuevo Mundo, donde se dice: “y aquella masa rocosa significaba Cristo”; burda falsificación por otra parte, ya que la palabra griega que aparece en el original es en, es decir “era”, y no “significaba”. Pero, como ya ha tenido ocasión de comprobar el lector en el capítulo anterior, cambiar versículos de la Biblia para amoldarlos a sus doctrinas es algo habitual en las tácticas de la Wachtower. Poca, si es que alguna, consistencia presentan estas dos objeciones de los testigos. Pasemos ahora a examinar si efectivamente la Biblia enseña o no la cierto es

personalidad del Espíritu Santo.

carece de personalidad, puesto que entra en las personas. El argumento, una vez más, es muy pobre. Los demonios entran en el interior de las personas en los casos de posesión, y no por ello pierden su personalidad; ¿por qué le iba a suceder eso, sin embargo, al Espíritu Santo? ¿Pretenden afirmar los testigos que el espíritu de Satanás goza de más cualidades que el de Dios?

55

2.

El Espíritu

Santo es un ser personal

Definir si un ente goza o no de personalidad no plantea ninguna dificultad especial. Es obvio que una fuerza impersonal, como la electricidad, el agua, la energía nuclear, etc., no puede desarrollar actividades propias de los seres dotados de personalidad, ya

sean humanos o espirituales. Ahora bien,

si la electri-

cidad pudiera revelar, enseñar, guiar, ordenar, interceder, enviar, hablar, etc., ya no nos hallaríamos ante una fuerza impersonal, sino ante un ente personal. Ahora bien, en la Biblia, ¿el Espíritu Santo aparece como una fuerza impersonal, al estilo de la electricidad, según afirman los testigos, o, por el contrario, está ligado indisolublemente a cualidades personales? Pensamos que el propio lector puede sacar sus propias conclusiones a partir de los textos que citamos a continuación a título de ejemplo, razón ésta por la que limitaremos los comentarios sobre los mismos a

un mínimo indispensable: El Espíritu

dante,

el

Santo enseña y recuerda. “Mas el ayuque el Padre enviará en mi

espíritu santo,

nombre, ése

enseñará todas las cosas y les hará cosas que les he dicho” (Jn 14,26) (VNM). ¿Cómo puede enseñar la palabra griega didásei utilizada aquí contiene la idea de enseñar como maestro y recordar todo un ente que no les

recordar todas

las





tiene ni personalidad?

El Espíritu Santo da testimonio. “Cuando llegue el ayudante que yo enviaré a ustedes del Padre, el espíritu de la verdad, que procede del Padre, ése dará testimonio acerca de mí, y ustedes, a su vez, han de dar testimonio, porque han estado conmigo desde

56

que principié” (Jn 15,26) (VNM). Tanto el Espíritu Santo como los discípulos de Jesús dan testimonio. ¿Cómo es posible que el primero carezca de personalidad y los segundos no? ¿Cómo es posible que un ente carente de personalidad sea el encargado de instruir a seres que sí la tienen? “El espíritu mismo da testimonio con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios” (Rom 8,16) (VNM).

Santo guía a

verdad. “Sin embargo, de la verdad, él los guiará a toda la verdad, porque no les hablará por su propio impulso, sino que hablará las cosas que oye, y les declarará las cosas que vienen” (Jn 16,13) El Espíritu

cuando

la

llegue aquél, el espíritu

(VNM). Las palabras de Jesús transmitidas por el autor del cuarto evangelio no pueden resultar más claras: el Espíritu guiará a toda la verdad; hablará no según su propio impulso, sino lo que oiga, y anunciará el futucomo la electriro. ¿Puede una fuerza impersonal cidad hacer esto?





Santo glorifica. “Aquél (el Espíritu Sanporque recibirá de lo que es mío y dará a ustedes” (Jn 16,14) (VNM).

El Espíritu to)

me

se lo

glorificará,

El Espíritu Santo dirige

la

evangelización.

“Además

atravesaron Frigia y el país de Galacia, porque el espíritu santo les había prohibido hablar la palabra en el (distrito de) Asia” (He 16,6) (VNM). ¿Es siquiera verosímil que una fuerza impersonal pudiera formular prohibiciones y órdenes en relación con un tema como la evangelización? El Espíritu

Santo conduce. “Porque todos

los

que 57

son conducidos por el espíritu de Dios, éstos son los hijos de Dios” (Rom 7,14) (VNM). ¿Cómo es posible que una fuerza carente de personalidad

— como

la

electricidad

— conduzca a per-

tal manera que someten a su guía pongan de manifiesto que son hijos de Dios?

sonas que si



tienen personalidad, de

éstas se

Santo intercede. “De igual manera el también acude con ayuda para nuestra debilidad; porque el (problema de) lo que debemos pedir en oración cómo necesitamos hacerlo no lo sabemos, pero el espíritu mismo aboga por nosotros con gemidos no expresados. Sin embargo, el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del espíritu, porque éste aboga en conformidad con Dios por los El Espíritu

espíritu

(Rom 8,26-27) (VNM). ¿Cabe en cabeza humana que un ente sin ninguna personalidad sepa más que seres humanos que sí la tienen? ¿Es lógico pensar que un ente que no tiene santos”

personalidad se preocupe hasta el punto de abogar por seres humanos con gemidos que no pueden narrarse? ¿Es siquiera asimilable que un ente sin personalidad abogue además en plena conformidad con lo que Dios desea? El Espíritu Santo envía. “Por consiguiente, estos hombres, enviados por el Espíritu Santo, bajaron a Seleucia, y de allí se embarcaron para Chipre” (He 13,4).

¿Cómo

es posible que un ente sin personalidad pueda enviar a seres que sí la tienen, marcándoles

además su

itinerario

El Espíritu

58

concreto?

Santo toma decisiones en

el

seno de

la

“Porque al espíritu santo y a nosotros mismos nos ha parecido bien no añadirles ninguna otra carga salvo estas cosas necesarias” (He 15,28) (VNM). ¿Desde cuándo una fuerza impersonal como la electricidad puede tomar decisiones junto a seres

Iglesia.





humanos? “Presten atención a sí mismos y a todo el rebaño, entre el cual el espíritu santo los ha nombrado superintendentes, para pastorear la congregación de

(He 20,28) (VNM). Pero ¿cómo puede una fuerza sin personalidad nombrar a los obispos para que pastoreen la Iglesia? Dios...”

El Espíritu Santo provoca la profecía. “Ahora bien, en estos días unos profetas bajaron de Jerusalén a Antioquía. Uno de ellos, por nombre Agabo, se levantó, y por el espíritu procedió a indicar que una gran hambre estaba por venir sobre toda la tierra habitada; la cual de hecho tuvo lugar en el tiempo de Claudio” (He 11,27-28) (VNM). “Y viniendo a nosotros y tomando el cinturón de

Pablo, se ató los pies y las manos y dijo: Así dice el Espíritu Santo: Al varón a quien pertenece este cinturón los judíos lo atarán de esta manera en Jerusalén y lo entregarán en manos de gente de las naciones” (He 21,11) (VNM). En estos pasajes asistimos a dos ocasiones en que el Espíritu Santo movió a un profeta a predecir el

futuro incluso señalando las palabras concretas que debía pronunciar. Las profecías, al contrario de las

dadas por testigos, adventistas, mormones o Niños de Dios, se cumplieron. ¿Puede realmente una fuerza impersonal impulsar la profecía hasta el punto de hacer articular las palabras concretas y determinar su cumplimiento? 59

Santo ordena. “De modo que el espíritu que fuera con ellos sin dudar nada” (He (VNM).

El Espíritu

me

dijo

11,12)

“Mientras ellos estaban ministrando públicamente a Jehová y ayunando, el espíritu santo dijo: “De todas las personas apártenme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado” (He 13,2) (VNM). ¿Cómo es posible que una fuerza impersonal como la electricidad pueda dar órdenes a Pedro, el príncipe de los apóstoles, y a la Iglesia, pronunciando incluso frases completas?

Santo da dones. “Pero la manifestación da a cada uno con un propósito provechoso. Por ejemplo, a uno se le da mediante el espíritu habla de sabiduría, a otro habla de conocimiento según el mismo espíritu, a otro fe por el mismo espíritu, a otro dones de curaciones por ese único espíritu, a otro operaciones de obras poderosas, a otro el profetizar, a otro discernimiento de expresiones El Espíritu

del espíritu se

inspiradas, a otro lenguas diferentes, y a otro interpretación de lenguas. Pero todas estas operaciones las ejecuta el

uno y mismo

cada uno respectivamente

espíritu. así

como

Distribuyendo a dispone” (lCor

12,7-11).

Ahora bien, nosotros nos preguntamos ¿cómo es que una fuerza sin personalidad y que, por lo

posible

tanto, carece de discernimiento, de sabiduría, de

cualidades persona— todas — puede dotar de esos dones a seres humanos?

de conocimiento les

fe,

ellas

¿No

será precisamente porque sí tiene personalidad y porque además dispone de todas estas cualidades? El Espíritu

Santo

revela.

velado divinamente por

60

“Además, se le había resanto que no vería

el espíritu

la muerte antes de que hubiera visto al Cristo de Jehová” (Le 2,26) (VNM). Pero ¿cómo puede revelar el futuro a una persona un ente que no tiene personalidad?

El Espíritu

Santo habla frases enteras. Hemos visen los apartados anteriores,

to ya algunos ejemplos

pero vamos a

citar

“De modo que

alguno más:

el espíritu dijo

a Felipe: Acércate y

únete a ese carro” (He 8,29) (VNM). ¿Cómo puede una fuerza impersonal pronunciar frases coherentes y articuladas que tienen un propósito

y que incluso vaticinan

El Espíritu

el

futuro?

Santo puede ser

resistido.

“Hombres

obstinados e incircuncisos de corazón y de oídos, siempre están ustedes resistiendo al espíritu santo; como hicieron sus antepasados antes de ustedes”

(He 7,51) (VNM). Creemos que los textos reproducidos arriba, escasos botones de muestra por otra parte, establecen de manera indiscutible el concepto que los primeros cristianos tenían acerca del Espíritu Santo. Para ellos no era una fuerza activa e impersonal, comparable a la electricidad, como pretende la Wachtower. Por el contrario, el Espíritu Santo no sólo tenía personalidad, sino que además contaba con un papel en la vida de la Iglesia y de los creyentes (papel ya anunciado por el propio Jesús) que dejaba entrever su valor sobrehumano y, como examinaremos con más claridad en el siguiente apartado, divino. Sinceramente no pensamos que se pueda pretender bajo ningún concepto que, a la luz del Nuevo Testamento, el Espíritu Santo es una energía carente de personalidad.

61

El Espíritu

3.

Santo es Dios

Ahora bien, ¿muestra con la misma certeza la Esque el Espíritu Santo es Dios? Una vez más vamos a dejar hablar a la Biblia, limitando nuestros comentarios a su mínima expresión. critura

Mentir al Espíritu Santo es mentir a Dios. “Pero Pedro dijo: Ananías, ¿por qué te ha envalentonado Satanás a tratar con engaño al espíritu santo y a retener secretamente parte del precio del campo? Mientras permanecía contigo, ¿no permanecía tuyo?, y después que fue vendido, ¿no continuaba bajo tu control? ¿Por qué te propusiste un hecho de esta índole en tu corazón? No has tratado con engaño a los hombres, sino a Dios” (He 5,3-4) (VNM). El Espíritu Santo es el mismo Jehouá que habló en Antiguo Testamento. “Así, porque estaban en desacuerdo unos con otros, empezaron a irse, mientras Pablo hacía este único comentario: Aptamente habló el espíritu santo por Isaías el profeta a los antepasados de ustedes diciendo: Ve a este pueblo y di: Oyendo oirán, pero de ningún modo entenderán; y mirando mirarán, pero de ningún modo verán” (He 28,25el

(VNM). Ahora bien, lo cierto es que Pablo cita de Is 6,8-9; y allí no se dice que hablara el Espíritu Santo, sino el mismo Jehová: “Y empecé a oír la voz de Jehová, 26)

que decía: ¿A quién enviaré y quién

irá

por nosotros?

Y yo procedía a decir: Aquí estoy yo. Envíame a mí. Y él pasó a decir: Ve, y tienes que decir a este pueblo: Oigan vez

no entiendan; y vean vez no consigan conocimiento” (Is 6,8-9).

tras vez, pero

tras vez, pero

¿Se equivocaba 62

el

apóstol Pablo

al

identificar a

Jehová con

el Espíritu

tigos al decir

que

el

Santo, o se equivocan los Santo no es Dios?

tes-

Espíritu

“Por esta razón, así como dice el espíritu santo: Hoy, si ustedes escuchan la propia voz de él, no endurezcan sus corazones como en la ocasión de causar amarga cólera, como en el día de hacer la prueba en el desierto, en el cual sus antepasados me probaron con una prueba, y con todo habían visto mis obras durante cuarenta años. Por esta razón quedé asqueado de esta generación y dije: Siempre se descarrían en su corazón y ellos mismos no han llegado a conocer mis caminos. De modo que juré en mi cólera: No entrarán en mi descanso” (Heb 3,7-11)

(VNM). El autor de la carta a los Hebreos reproduce aquí una extensa cita del Sal 95,7-11; atribuyéndola al Espíritu Santo. Basta ir al Antiguo Testamento para comprobar que el que habla en el mismo es Jehová. Ahora bien, ¿se equivocaba el autor de la carta a los Hebreos identificando al Espíritu Santo con el Jehová del Antiguo Testamento, o se equivoca la Wachtower al decir que el Espíritu Santo ni es Dios ni tiene per-

sonalidad?

Santo es Jehová. Por todo lo anterior de comprender que el Nuevo Testamento identifique al Espíritu Santo de manera clara con el Señor del Antiguo: “Ahora bien, Jehová es el espíritu; y donde está el espíritu de Jehová hay libertad” (2Cor El Espíritu

es

fácil

(VNM). La misma Biblia de la Wachtower lo expresa con una claridad tan meridiana que creemos que sobran

3,17)

los comentarios.

Sólo 63

el Espíritu

Santo abarca

las

cosas de Dios.

Por todo

ello

no es de extrañar que en

la

mente de

Nuevo Testamento, que, como hemos no creían que el Espíritu Santo no fuera Dios ni tampoco pensaban que era una fuerza impersonal, anidara la certeza de que toda la inmensidad de Dios los autores del visto,

sólo podía ser penetrada por el Espíritu Santo, algo imposible si éste hubiera sido una simple fuerza activa

carente de personalidad: “Porque, ¿quién entre los hombres conoce las cosas del hombre salvo el espíritu del hombre que está en él? Así también, nadie ha llegado a conocer las cosas de Dios salvo el espíritu de Dios” (ICor 2,11)

(VNM). Santo es Dios, se puede blasfe“Sin embargo, cualquiera que blasfemare contra el espíritu santo no tiene perdón jamás, sino que es culpable de pecado eterno” (Me 3,29)

Porque

el Espíritu

mar contra

(VNM) 2

4.

él.

.

Conclusión

En opinión

que escribe estas líneas, la doctrina del Espíritu Santo es una de las realidades más hermosas y conmovedoras de las que nos hablan las Escrituras. Activo de manera menos manifiesta en el Antiguo Testamento, es a partir de Pentecostés cuando irrumpe con toda su grandeza y poder en la historia de la humanidad. del

2 La blasfemia contra el Espíritu Santo es la resistencia frente al mismo. Mientras otros pecados permiten su perdón al no entrañar necesariamente la dureza de corazón, el que se cierra al Espíritu Santo impide que el arrepentimiento entre en su alma y con él la misericordia de Dios.

64

Cuando

el creyente está solo, es el Espíritu Santo que intercede por él con unos gemidos que no pueden expresarse en términos humanos; cuando siente la duda, clama al unísono con nuestras almas, recordándonos que tenemos un Padre en el cielo; cuando la Iglesia se zarandea en el mar de la historia, él se presta a guiarla y reparte, sin miedo al derroche, sus carismas (en los que la Wachtower no cree) para edificación del cuerpo de Cristo. Ese espíritu abrió la

el

puerta de la Iglesia a los judíos del Pentecostés llegados de los lugares más remotos de la tierra; se derramó sobre Cornelio, el primer gentil cristiano, y abrió las rutas del evangelio en medio de una sociedad que, como la nuestra de hoy en día, lo necesitaba ardientemente. Ese espíritu enseña y recuerda la palabra y la obra de Jesús, da testimonio y revela. Sin él no seríamos nada, porque él empolló la vida que había en el fondo de las aguas antes de la creación (Gén 1,2). En su nombre somos bautizados, y él nos sostiene en nuestra vida para que, como hijos de Dios, un día podamos estar con Cristo para siempre. No es de extrañar, pues, que los primeros cristianos lo citaran con profusión en sus oraciones y que ansiaran cada vez más su cercanía; y tampoco es raro que el himno cristiano más hermoso quizá de todos los tiempos, el Vertí Creator Spíritus esté dedicado y dirigido a

él.

La jactancia de

la Wachtower, empero, lo califica simplemente como una fuerza sin personalidad, que se asemeja a la electricidad, que no es Dios, que ya no derrama sus dones sobre el pueblo de Dios. Si en ocasiones la falsedad puede ser externamente hermosa, no es en este caso, porque a la grandeza sublime e inenarrable de las Escrituras sólo ha sustituido una paupérrima caricatura sectaria.

65

3

¿ENSEÑA LA BIBLIA LA DOCTRINA DE LA TRINIDAD?

LECTOR que haya seguido pacientemente los dos capítulos anteriores seguramente habrá llegado a la conclusión de que la Trinidad es una enseñanza plenamente bíblica, además de capital para la comprensión del cristianismo. Católicos, protestantes y ortodoxos, aun separados por cuestiones teológicas de no escaso relieve, coinciden en la aceptación de la misma como verdad revelada y esencial de la fe cristiana, lo que resulta lógico. Desearía, no obstante, y aunque sea brevemente, hacer algunas referencias a esta doctrina, no ya en los aspectos parciales de la divinidad plena del Hijo y del Espíritu Santo, sino en los de la vinculación de las tres personas en el texto bíblico. A esta cuestión, aunque sea someramente, dedicaremos las páginas

E

L

siguientes.

1.

La prefiguración de la doctrina de la Trinidad en el AT

Resulta evidente que la manifestación plena de la doctrina de la Trinidad se encuentra en el Nuevo Testamento. No obstante, el Antiguo parece conte-

67

ner algunas prefiguraciones de la pluralidad de personas dentro de la divinidad que fueron señaladas por los primeros cristianos y que constituyeron un auténtico quebradero de cabeza para sus oponentes judíos. Veamos alguno de estos textos: “Y Dios pasó a decir: Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza... Y Dios procedió a crear al hombre a su imagen, a la imagen de Dios lo creó” (Gén 1,26-27) (VNM). “Y Jehová Dios pasó a decir: Mira que el hombre ha llegado a ser como uno de nosotros al conocer lo bueno y lo malo” (Gén 3,22). “Y Jehová procedió a bajar para ver la ciudad y la torre que los hijos de los hombres habían edificado. A continuación dijo Jehová: Mira, son un solo pueblo y hay un solo lenguaje para todos ellos, y esto es lo que comienzan a hacer. Pues ahora no hay nada que tengan pensado hacer que no les sea posible lograr. Vamos. Bajemos y confundamos allí su lenguaje para que no escuche el uno el lenguaje del otro. Por consiguiente, Jehová los esparció desde allí sobre toda la superficie de la tierra, y poco a poco dejaron de edificar la ciudad” (Gén 11,5-9) (VNM). “Y empecé a oír la voz de Jehová que decía: ¿A quién enviaremos y quién irá por nosotros? Y yo procedí a decir: Aquí estoy yo. Envíame a mí” (Is 6,8) (VNM). Todos estos pasajes fueron interpretados por los primeros cristianos como prueba irrefutable de que el Antiguo Testamento ya hacía referencia a la pluralidad de personas que hay en Dios. Prueba de que fue así es que el Talmud y otros escritos teológicos judíos registran la manera en que los rabinos judíos intentaron desvirtuar su contenido para así negar la posibilidad de que Dios fuera una Trinidad. Así, por ejemplo, leemos en Gen. R., VIH, 9: “R. Simlai dijo: En todo lugar donde encontréis un texto que es uti-

68

i

¡

minim

en apoyo de sus opiniones, encontrareis la refutación al lado. Volvieron y le preguntaron: ¿Qué pasa con lo que está escrito: Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza? Él contestó: Leed lo que sigue; no se dice: Y dioses creó al hombre a su imagen, sino Dios creó al hombre a su propia imagen. Cuando se hubieron tizado por los

1

marchado, sus discípulos le dijeron: Te los has quitado de encima con una tontería; ¿qué respuesta nos darás a nosotros? Él les dijo: En el pasado Adán fue creado del polvo de la tierra, y Eva fue creada de Adán. Por eso es a nuestra imagen, según nuestra semejanza; queriendo dar a entender que el hombre no puede llegar a existir sin la mujer, ni la mujer sin el hombre, ni ninguno de ellos sin la Shejinah”. El

nes.

texto es

sumamente revelador por

La primera, porque se alude

primeros cristianos (y

al

al

varias razo-

hecho de que

los

tratarse aquí de cristianos

debe ser una época muy temprana) creían en la Trinidad y trataban de demostrársela a los judíos apelando a textos del Antiguo Testamento como los que yo he señalado arriba. La segunda, porque queda claro que el mismo judaismo rabínico no sabía muy

judíos

bien

cómo

refutar a los cristianos primitivos y tenía

que recurrir para ello a respuestas alambicadas. La tercera, porque pone de manifiesto que la única manera de negar la Trinidad consiste en forjar una caricatura de ella que la equipare con el politeísmo (lo que no es), exponiéndola al ridículo. Tal ha sido hasta ahora la táctica del rabinismo talmúdico, del racionaUno de los nombres despectivos con que se califica a los cristianos otros herejes) en la literatura judía. El decreto contra los minim, anterior, en nuestra opinión, al año 70 d.C., implicó la excomunión generalizada de todos los judeo- cristianos que aún seguían conectados con el judaismo. 1

(y

69

lismo y del islamismo. En ninguno de los tres casos parece, sin embargo, que llegue a entenderse lo que implica este dogma. Otra muestra de hasta qué grado debió impresionar al judaismo rabínico la creencia trinitaria de los primeros cristianos la tenemos en la afirmación, contenida en los Principios de Fe del judaismo, de que Dios es una unidad (clara contraposición a Trinidad). Debe notarse, sin embargo, que la palabra que se

usa en los Principios de Fe en hebreo para decir “unidad” es pajid. Esto implica un cambio sustancial sobre el término hebreo que se utiliza al decir que Dios es uno en, por ejemplo, Dt 6,4. Allí el término

empleado es

ejad.

¿A qué

se debe este cambio?

A

nuestro juicio, la idea es clara: ejad aparece en el Antiguo Testamento en multitud de ocasiones como “uno”; pero no “uno simple”, sino “uno formado por varios”. Citemos algunos ejemplos: “Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, y tiene que adherirse a su esposa, y tienen que llegar a ser una sola carne” (Gén 2,24) (VNM). “Ahora bien, toda la tierra continuaba siendo de un solo lenguaje y de un solo conjunto de palabras” (Gén 11,1) (VNM). “Son un solo pueblo y hay un solo lenguaje para todos ellos”

(Gén

11,6)

“Y haz que

(VNM).

el uno al otro hasta formar un solo palo para ti, y realmente llegarán a ser uno solo en tu mano” (Ez 37,17). En todos los casos precedentes la palabra hebrea que aparece es ejad, pero conserva la idea de “uno formado por varios” un matrimonio formado por un hombre y una mujer, una lengua que hablan varios, un solo pueblo formado por todos los hombres, etc. El judaismo poscristiano no podía negar que había referencias en el Antiguo Testamento susceptibles

se acerque

:

70

de servir de argumento en favor de la Trinidad (igual que de apoyar la idea de que el mesías sería un siervo sufriente) y fue reinterpretando los pasajes para evitar su utilización apologética por los cristianos primi-

No obstante, como vimos arriba, esa reinterpretación distó mucho de ser sólida. Así, por citar sólo un ejemplo, el mismo término “Dios” en hebreo es Elohim, que significa literalmente “dioses”; y, auntivos.

que generalmente

lleva el verbo en singular, en repeocasiones éste va también en plural; v.gr.: Gén 20,13; 35,7, etc. No sólo eso; también en repetidas ocasiones el adjetivo calificativo que acompaña a Elohim, aunque se traduzca como singular, es plural; v.gr.: Dt 4,7, Jos 24,19, etc. No es de extrañar por ello que brotes seculares de esta consciencia hayan aparecido, acá y allá, en la literatura judía de todos los tiempos como vestigios de la época en que, no habiendo aún aparecido el cristianismo, no había por qué oponerse ferozmente a la idea de la divinidad del mesías o del Dios plural. Quisiera concluir este apartado con una cita al respecto tomada del Zohar, uno de los clásicos de la literatura de espiritualidad judía: “Escucha, oh Israel: Yahveh nuestro Dios, Yahveh es uno. ¿Por qué hay necesidad de mencionar el nombre de Dios en este versículo? El primer Jehová es el Padre de arriba. El segundo es la descendencia de Jesé, el mesías que vendrá de la familia de Jesé pasando por David. Y el tercero es el Camino que está debajo (es decir, el Espíritu Santo, que nos muestra el camino), y estos tres son uno”. Difícilmente un autor trinitario lo hubiera podido

tidas

expresar mejor.

71

Las referencias

2.

trinitarias

en

el

NT

Por todo lo que hemos visto en las páginas precedentes no debería resultarnos chocante que el Nuevo Testamento una de manera repetida al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.Tal conducta sería ilógica de no creer sus autores en la Trinidad, porque, ¿cuál sería la razón para justificar la presentación conjunta del Dios omnipotente, un mini-dios y una fuerza sin personalidad? No vamos a tratar este tema de manera exhaustiva, pero sí podemos ver algunos ejemplos antes de concluir este capítulo:

Los primeros cristianos utilizaban fórmulas trini“La bondad inmerecida del Señor Jesucristo y el amor de Dios y la participación en el Espíritu Santo estén con todos ustedes” (2Cor 13,13) (en la VNM aparece numerado por razones desconocidas como tarias.

versículo 14).

“Pero ustedes han sido lavados, pero ustedes han sido santificados, pero ustedes han sido declarados justos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y

con

el espíritu

de nuestro Dios” (lCor 6,11) (VNM).

y un espíritu, así como ustedes fueron llamados en una sola esperanza a la cual fueron llamados; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, que es sobre todos y por todos y en todos” (Ef 4,4-6) (VNM). Aquellos primeros cristianos no se sentían avergonzados de concluir sus cartas, como la Segunda a los Corintios, con una triple invocación en la que se unían el Padre, el Hijo y el Espíritu; tampoco les avergonzaba recordar que toda la labor de salvación en su vida era fruto del Padre, del Hijo y del Espíritu, y sentían un especial orgullo al poder decir que en su

“Un cuerpo hay

72

vida estaba presente un solo Señor, un solo Espíritu y un solo Padre. Ésa era su experiencia vital y su fe,

y jamás se les hubiera podido pasar por la cabeza que el Espíritu que movía a la Iglesia era una simple fuerza activa sin personalidad, y que el Hijo no era sino un dios, un arcángel encarnado.

Los primeros cristianos creían que los carismas entregados a la Iglesia procedían de la Trinidad. No era sólo el testimonio de los apóstoles lo que movía a los primeros cristianos a confirmarse en aquella fe trinitaria, sino también la propia experiencia cotidiana de vida eclesial. Existía en ellos la absoluta convicción de que su vida de fe edificada por los carismas divinos era alimentada por las tres personas de la Trinidad: “Ahora bien, hay variedades de dones, pero hay el mismo Espíritu, y hay variedades de ministerios, y sin embargo hay el mismo Señor, y hay variedades de operaciones, y sin embargo es el mismo Dios quien ejecuta todas las operaciones en todos” (lCor 12,4-6). El

bautismo en

el

cuentas, todo lo que

nombre de la Trinidad. A fin de hemos visto con anterioridad no

nada de extraño para los primeros cristianos. enseñanza de los apóstoles se había transmitido la orden dada por el propio Jesús en el sentido de que el sacramento de entrada en la comunión de los creyentes, el bautismo, se celebrara en el nombre tenía

En

la

común

del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo: “Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos de gente de las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo” (Mt 28,19)

todas

(VNM). Fíjese bien el lector

que Jesús no atribuyó nombres 73

distintos a

cada una de

las tres

personas de

la Trini-

dad, sino que enseñó la existencia de un nombre común a los tres. Pero ¿es siquiera verosímil que Dios iba a tener un nombre común con un arcángel y una fuerza que ni siquiera tiene personalidad? Resulta patente que no; como también le resultará se-

guramente claro

al lector,

tras la lectura

de

las evi-

dencias bíblicas indicadas en las páginas anteriores, que la Biblia sí enseña la doctrina de la Trinidad.

Conclusión

3.

Al autor de estas líneas, y no dice esto con petu-

parece que el concepto de la divinidad que aparece en el Nuevo Testamento es con mucho el más grandioso que podría captar la atención del ser humano. Frente a la grosería de los politeísmos o la frialdad del panteísmo, surge la grandeza moral del monoteísmo. Pero no se trata de un monoteísmo como el islámico (y, en buena medida, el del judaismo), en el que Dios es un ser lejano e inaccesible a nosotros. El Nuevo Testamento enseña que ese Dios se hizo carne y habitó entre nosotros, que creció lancia, le

como un

ser

humano, que conoce hasta

íntima de nuestro ser y que, por

la fibra

más

hace posible que nos acerquemos a él con toda confianza (Heb 2,17-18; 4,15-16). Este mismo Dios, lleno de amor y compasión, no retrocedió ante nada en favor nuestro, hasta el punto de verse injustamente juzgaello,

condenado y, uno de los suplicios más terriser humano: la cruz.

do, escarnecido, escupido, torturado, finalmente, muerto en

que ha ideado el Pero la muerte no podía contener al autor de la vida (He 3,15) y, vuelto de entre los muertos, provo-

bles

74

có entre sus discípulos una convicción más firme aún de que era su Señor y su Dios (Jn 20,28). Aquello no era el final, sino casi el principio. El Espíritu Santo enviado por el Padre ha guiado desde entonces a la Iglesia redimida por la sangre del Hijo. La ha impulsado, le ha dado dones y carismas, ha intercedido por ella. La misma vida eclesial sería inconcebible sin su presencia continua. Frente a estas realidades gloriosas, las sectas ofrecen un panorama que, en realidad, arranca de concepciones paganas: Jesús fue sólo un hombre o,

como mucho, un arcángel, un dios. Su obra fue de mucho menos valor del que señalan las Escrituras, e incluso necesita ser

enmendada por

las

revelaciones

o mesías de turno. El Espíritu Santo es una mera fuerza, como la electricidad. Un impulso desprovisto de razón o personalidad que, en la mayoría de las teologías de las sectas, ya no actúa en medio del pueblo de Dios. Puede que a alguien le resulte consoladora una de

los profetas

visión tan patética, tan capitidisminuida, tan tergiver-

sada del Dios de la Biblia. Al que escribe estas líneas, sin embargo, le atrae más la gloriosa realidad que sólo hemos podido ver a vuelo de pájaro en las páginas anteriores. Le convence más el Dios de amor encarnado que el arcángel enviado en sustitución de Dios a salvarnos. Le conmueve más el Dios-Espíritu Santo que intercede por él con gemidos indecibles (Rom 8,26-27) que esa fuerza activa impersonal que, a semejanza de la electricidad, ni siente ni padece y se mueve ciega y sin saber adonde la llevan. A ese Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, sea la gloria por los siglos de los siglos.

75

4

¿EXISTE VIDA DESPUÉS

DE LA MUERTE?

NO

HACE MUCHO asistí a la proyección de una

película altamente sugestiva, que se titulaba Jesús de Montreal. La cinta, discutible, pero sin duda de lo más genial que se produjo en los años ochenta, narraba la historia de un pequeño grupo de actores que escriben un “vía crucis” (un tanto heterodoxo, dicho sea de paso) y lo representan en el recinto de un santuario católico. Progresivamente irán viendo cómo el contacto con la persona de Jesús cambia sus vidas. Ahora bien, en medio de las inquietudes de aquellos hombres y mujeres surge el interrogante de

muerte como algo innato al ser humano; y, frente a él, la esperanza que proporciona Jesús de que con la muerte no concluye todo. En buen número de casos, esa intuición grabada en el interior del hombre (que lleva en su corazón el anhelo de eternidad según el autor de Qo 3,11) aparece vinculada a la certeza de que no sólo nuestra vida prosigue tras la muerte física, sino que además existe una remuneración para el bien y el mal, consecuencia de un juicio divino. Quizá uno de los ejemplos la

1

“Anhelo de infinito” ha traducido, muy acertadamente a nuestro de Ediciones Paulinas. La expresión hebrea olam (eternidad) ha sido, sin embargo, traducida en la versión del Nuevo Mundo por “tiempo indefinido”. 1

juicio, la Biblia

77

paradigmáticos de

cómo

llegar a esta

conclusión se

en la filosofía de Kant, que, en su Crítica de la razón práctica formulaba la necesidad imperativa de que el alma fuera inmortal y de que se produjera un halle

juicio retributivo tras esta vida.

Pues bien, este cúmulo de anhelos y certidumbres milenarios que aparecen, nos atrevemos a decir, en propio inconsciente colectivo de los pueblos, es negado obstinadamente por las sectas. En ellas existe una testarudez absoluta en negar la posibilidad de un castigo del mal, bien porque se afirma que el tal no existe (Adventistas del Séptimo Día y Testigos de Jehová), bien porque se difiere eternamente (caso de las sectas que enseñan la reencarnación). En el caso de adventistas y testigos se rechaza además la idea el

de un

juicio

de

los inicuos 2

.

Intentaremos, pues, mostrar primero qué enseñan las sectas citadas sobre la vida después de la muerte, y posteriormente lo que la Biblia indica realmente al respecto.

1.

Los argumentos de la

la

las sectas para negar supervivencia tras la muerte, así como existencia del infierno

Las sectas dicen: “La Biblia enseña que con muerte acaba todo, puesto que el alma es mortal”;

la la

Como

ya he señalado anteriormente, los Testigos de Jehová (mal pese) no son nada originales en sus planteamientos, pues se limitan a copiar de manera directa la teología de los adventistas sobre el tema (cf César Vidal Manzanares, El infierno de las sectas 2

que

les

,

El caos de las sectas , p. 239, y E. C. Gruss, Apostles of denial, p. 55). Otro tanto podría señalarse de la Iglesia del Dios universal, creación del “profeta” recientemente fallecido Herbert

pp. 65ss; J.

Armstrong.

78

van Baalen,

enseñanza de adventistas y testigos insiste en que el alma es mortal y que no se produce consciencia tras la muerte. Examinemos, pues, los supuestos argumentos al respecto. • Ezequiel 18,4: “Miren. Todas las almas... a mí me pertenecen. Como el alma del padre, así igualmente el alma del hijo... a mí me pertenecen. El alma que

misma morirá” (VNM).

peca..., ella

De

una sintaxis deducen las tanto, que todo

este texto (dotado, por cierto, de

horripilante en la versión de los testigos)

sectas que

alma es mortal y, por lo la muerte física. Tal tesis se basa en una ignorancia bíblica de considerable calibre. Los sectarios no han sabido distinguir (como lo hace la Biblia) entre muerte espiritual y muerte corporal. La muerte implica en la Biblia fundamentalmente la idea de separación. La muerte corporal no es sino la separación entre el cuerpo y el alma. Repetidos pasajes de la Biblia hacen referencia a una concepción que indica que la muerte está marcada por la salida del alma del interior del cuerpo (cf Gen 35,18). La idea de la muerte espiritual o muerte del alma arranca del mismo concepto de separación. Cuando se habla de un alma muerta, se hace referencia en la Biblia a la separación que opera el pecado entre ésta y Dios, pero no se implica en absoluto que el alma sea mortal o que en el momento de la muerte el ser humano como tal deje de existir. Es cierto que el pecado significa la muerte del alma; pero éste es un término simbólico que no indica ni inconsciencia ni mortalidad real. Un ejemplo claro de que esto es así lo hallamos por ejemplo en Ef 2,1, donde leemos: “Además, a ustedes (Dios los vivificó), aunque estaban muertos en sus ofensas y pecados” (TNM). Cualquier adventista o testigo sabe que Pablo hael

concluye con

79

en este pasaje de muerte en sentido espiritual y, por lo tanto, simbólico. No está diciendo que aquella gente pecadora estuviera literal y físicamente muerta, sin sentir ni padecer. No. Lo que Pablo dice es que sus pecados les habían producido una muerte espiritual, una separación de Dios, una alienación del creador, si bien, no cabe la menor duda, habían seguido vivos y sintiendo en medio de esa muerte espiritual, puesto que posteriormente escucharon la predicación del apóstol y la aceptaron como mensaje de bla

salvación.

En el mismo sentido dice Sant 5,20 (otro de los textos preferidos por estas sectas) que el que hace que un pecador se arrepienta salva su alma de la muerte. La exégesis es sencilla: aquel que hace que un pecador se vuelva de su estado pecaminoso, está logrando que se salve de un estado de muerte del alma; no porque no se sienta ni se sufra, sino porque hasta entonces ha habido una separación absoluta entre

él

y Dios.

en que se habla de “muerte del alma” es tan palpable que estamos seguros de que si no fuera por las anteojeras que coloca la secta a sus adeptos, éstos lo verían con toda su claridad. Y es que la Biblia lo enseña con transparencia meridiana. Vayamos, por ejemplo, a Apocalipsis (Revelación en la denominación groseramente anglosajona de los testigos) 6,9-11: “Y cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido degollados a causa de la palabra de Dios y a causa de la obra de testimonio que solían tener. Y clamaban con voz fuerte, y decían: ¿Hasta cuándo, Señor soberano santo y verdadero, te abstienes de juzgar y de vengar nuestra sangre en los que moran en la tierra? Y a cada uno de ellos se dio una larga ropa El sentido

80

de

los textos

blanca; y se les dijo que descansaran por un poco de tiempo más, hasta que se completara también el nú-

mero de sus coesclavos y de sus hermanos, que

es-

taban a punto de ser muertos como ellos también lo habían sido”. No parece que el texto ofrezca la menor duda acerca de lo que sucede con las almas de los muertos (justos en este caso). No sólo no han muerto y han dejado de sentir, sino que además claman ante Dios, pueden esperar (¿nos imaginamos esperando a algo o alguien que carezca de vida?) y pronuncian frases completas. Para estar muertas, estas almas parecen

muy poco coherentes..., a menos que las doctrinas de testigos y adventistas al respecto sean erróneas. • Qohélet 9,5: Dice así en la Versión del Nuevo Mundo: “Porque los vivos tienen conciencia de que morirán; pero en cuanto a los muertos, ellos no tienen conciencia de nada en absoluto, ni tienen ya más salario, porque el recuerdo de ellos se ha olvidado”. De acuerdo con la muy peculiar exégesis de adventistas y testigos, aquí se nos enseña que los muertos están inconscientes, de lo que se desprende que no hay vida tras la muerte. Antes de pasar a contestar a esa objeción desearía hacer algunas puntualizaciones. En primer lugar hay que tener en cuenta el contexto que proporciona el libro de Qohélet. En éste, hasta llegar al capítulo 12, el autor reproduce lo que el hombre carnal ve “debajo del sol”; de tejas para abajo, que diríamos nosotros. No pretende sino hacerse eco de lo que pensaría uno que no contara con lo que hay “arriba del sol”. Teniendo esto en cuenta, se explica el tono de cierto epicureismo despreocupado y de una innegable amargura que rezuman algunas de sus expresiones. Por ello, intentar basar una doctrina en frases aisladas del Qohélet es 81

mala teología y peor exégesis. No obstante lo anterior, hay que señalar que el pasaje de Qo 9,5 no enseña que los muertos estén inconscientes, sino que ignoran algunas circunstancias. La expresión hebrea que la VNM traduce por “no tienen conciencia de nada en absoluto” es “’ynm yodtsym m’umh”, literalmente traducido: “no saben nada”. Ahora bien, el no saber, el ignorar, no es lo mismo (como pretenden adventistas y testigos) que estar inconscientes, sin sentir ni padecer. Millones de personas en este planeta ignoran o no saben, pero viven, sufren y sienten.

A los muertos se les olvida generalmente con el tiempo y ya no reciben nada de los vivos, y además ignoran en términos generales qué sucede “debajo del sol”; pero de eso no se desprende que no sientan. Pretender dar ese contenido al texto implica un prejuicio interpretativo injustificable en un lector imparcial y honesto del texto sagrado. Esta cuestión la examinaremos más atentamente en el apartado siguiente de este capítulo. • Salmo 146,4: Dice así en la VNM: “Sale su espíritu, él vuelve a su suelo; en ese día de veras perecen sus pensamientos”. La exégesis de testigos y adventistas interpreta el pasaje como una clara referencia a que tras la muerte el ser humano deja de pensar y, por lo tanto, queda inconsciente, aniquilado. Pero el texto no está hablando para nada de actividad mental o psicológica. La palabra hebrea que se traduce aquí por “pensamientos” es ’stnio, es decir, “sus proyectos” 3 Lo .

3 Así, por citar sólo unos ejemplos, la versión latinoamericana traduce “proyectos”, la versión de Ediciones Paulinas vierte “proyectos” y la Biblia de Jerusalén “proyectos”.

82

que el salmista está diciendo no es que el hombre queda deshecho con la muerte (como la doctrina de adventistas y testigos enseña), sino que no confiemos en los hombres poderosos (v. 3); y esto por una razón muy simple: se mueren, y todos los proyectos que tenían desaparecen con ellos (v. 4) Nuestra esperanza, por el contrario, debe descansar en Dios (v. 5ss). Mucho nos tememos que adventistas y testigos, que han puesto su confianza en seres humanos poderosos que les enseñaban que no había nada tras la muerte, pueden llevarse una sorpresa; y no es para menos si consideramos que su punto de vista se basa en un desconocimiento de lo que significa la muerte del alma en la Biblia y en un par de pasajes descontextuados.

Como hemos tenido ocasión de ver, y seguiremos contemplando en las siguientes páginas, la Biblia enseña que el ser humano sigue viviendo tras la muerte y que afronta un juicio por aquello que haya sido su vida.

Las sectas dicen: “La Biblia enseña que el infierno es un lugar de inconsciencia y destrucción”. El siguiente punto que pretende demostrar la teología de testigos y adventistas es que el infierno no es una enseñanza bíblica. La palabra española “infierno” (según pretenden ellos) traduce el hebreo sheol en el Antiguo Testamento y su equivalente hades del Nuevo Testamento, así como la expresión gehenna. Según ambas sectas, ninguno de estos términos significa ni un lugar en que se tenga consciencia tras la muerte, ni mucho menos un sitio donde se reciba un castigo. Sheol y hades equivaldrían entonces a “sepulcro”, y gehenna a un quemadero o basurero asentado a las afueras de Jerusalén, que simbolizaría, por 83

de los inicuos, pero no un lugar de castigo o tormento. Dado el encono con que los adeptos de ambas sectas defienden tales interpretaciones, presuntamente basadas en el hebreo y el griego, el profano en la materia puede llegar a pensar que algo de razón tendrán. Lo más triste es que sólo están repitiendo los disparates que les han enseñado sus dirigentes y que ellos han tragado sin el tanto, la destrucción eterna

menor juicio crítico. En primer lugar, hay que

dejar bien sentado que ni hades significan sepulcro o tumba, como pretenden estas sectas. El hebreo tiene una palabra específica para sepulcro, que es qbr, y como tal es utilizada en el Antiguo Testamento; v.g.: Gen 23,4. En cuanto al griego, también cuenta con una expresión muy concreta para decir sepulcro, que es mnemeion; v.g., Le 24,2. De esta manera una de las primeras presuposiciones de ambas sectas se revela falsa de arriba abajo. En segundo lugar hay que señalar que la Biblia no indica que tanto en el sheol (como en su equivalente el hades) haya ausencia de consciencia. En el Antiguo Testamento, por el contrario, hay diversos ejemplos de que los seres que lo pueblan actúan, comprenden y hablan. Citemos algunos de estos casos, que serán más elocuentes que mis explicaciones: “Aun el seol debajo se ha agitado a causa de ti a fin de venir a tu llegada. A causa de ti ha despertado a los que están impotentes en la muerte, a todos los caudillos de la tierra semejantes a cabras. Ha hecho que todos los reyes de las naciones se levanten de sus tronos. Todos ellos se expresan y dicen: ¿A ti mismo también se te ha hecho débil como nosotros? ¿A nosotros se te ha hecho comparable?” (Is 14,910) (VNM).

sheol

84

ni

no puede ser más evidente. El rey de Babilonia desciende al sheol (que, como puede verse, no es el sepulcro); y aquello provoca una viva reacEl pasaje

ción entre las gentes, especialmente los dirigentes, que habían llegado al mismo con anterioridad. Y no sólo eso, sino que además gritan y preguntan al rey

de Babilonia. Desde luego, no deja de ser una conducta curiosa para sujetos que, de aceptar la tesis de adventistas y testigos, no tienen consciencia, ni sufren ni padecen. El profeta Isaías, como podemos ver en su libro, sustenta una tesis diametralmente opuesta

a

la

de estas sectas.

Veamos un ejemplo más: “Los hombres de nota de los poderosos hablarán aún a él, con sus ayudantes, de en medio del seol” (Ez 32,21). El pasaje (traducido del inglés a un castellano pésimo) una vez más expresa una tesis similar a la de Isaías. En este caso se anuncia el descenso al sheol del faraón de Egipto. Pues bien, el profeta indica sin lugar a dudas que cuando descienda al mismo el monarca egipcio, de en medio del sheol se alzarán voces que le hablen a él y a sus ayudantes. Pero ¿cómo va a hablar nadie si ni sienten ni padecen, según las doctrinas jehovistas y adventistas? Y ¿cómo hablan si las almas del faraón y de sus ayudantes, de ser cierta la teología jehovista y adventista, no podrían oír, porque son mortales y no están conscientes? El texto no deja lugar a dudas: una vez más un profeta de Dios sostiene una doctrina contraria a los “profetas”, Ellen White y Russell. Los muertos están conscientes en un lugar y desde su interior se dirigen unos a otros. Y es que ambas sectas desconocen lo que significa el sheol en el Antiguo Testamento. Aquél no es, como hemos tenido ocasión de ver, un lugar en que

85

se está inconsciente, ni tampoco es el sepulcro, sino una manera de designar el estado posterior a la muerte física, pero sin implicar en absoluto inconsciencia. Por eso no es de extrañar que Jacob o Job en

momentos de tremenda desesperación ansiaran ir al sheol o, dicho en lenguaje vulgar, quisieran morirse y de este mundo. No esperaban dejar (poco consuelo era ése), sino pasar a un plano diferente en el que ya no padecerían los sufrimientos de este mundo, pero en el que tampoco todo sería inconsciencia. Pasemos ahora al significado del término gehenna. salir

de

de

la tristeza

existir

Argumentan testigos y adventistas que el mismo sólo es un símbolo de destrucción, que arrancó de un basurero situado a las afueras de Jerusalén. ¿Es esto cierto? Es cierto que el nombre gehenna o gehinnon deriva del valle del Hinnon, que era un basurero ya mucho antes de la época de Jesús, pero no lo es que simbolizara un lugar de aniquilación. Todo lo contrario. El significado que le han dado siempre los judíos ha sido el de un lugar de castigo consciente para los

malvados 4 La idea del gehenna (denominado gehinnon o valle del Hinnon en algunas de las fuentes judías) como lugar de tormento consciente viene en buena parte de los rabinos judíos anteriores y contemporáneos a Jesús, del estudio del texto de Dan 12,2, donde se dice: “Y habrá muchos de los que están dormidos en el suelo de polvo que despertarán, éstos a vida de .

duración indefinida y aquéllos a oprobios

(y)

a abo-

4 Para un estudio más amplio del pensamiento del rabinismo judío sobre el gehenna y su significado de castigo consciente de los malvados después de esta vida, cf A. Cohén, Everyman’s Talmud New York 1975, pp. 376ss; A. Edersheim, The lije and times of Jesús the Messiah, vol. II, Grand Rapids 1976, 791ss. ,

86

rrecimiento de duración indefinida” (VNM). El destino de la humanidad queda claro: para unos es vida eterna y para otros oprobio eterno. Así en Eccles. R. III, 9 enseñaban los rabinos: “En el más allá los inicuos serán sentenciados a la gehenna y murmurarán contra el Santo, bendito sea, diciendo: ‘Buscamos tu salvación y nos ha caído esta desgracia’. Pero él les contesta ‘¿Cuando estabais en la tierra no luchabais y peleabais y cometíais toda ” clase de mal?’ El texto rabínico es elocuente: los malos son destinados al gehenrta o gehinnon y éste es un lugar de castigo consciente, y no un lugar de aniquilación to;

tal,

como pretenden jehovistas

y adventistas.

No es menos clara una obra atribuida al historiador contemporáneo de los apósDiscurso a los griegos acerca del hades. En ella Josefo intenta explicar a los no-judíos lo que el pueblo de Israel entendía por hades y por geherma, y dice así: “El hades es un lugar donde están retenidas las almas de los justos y los injustos... En esta región hay un cierto lugar aparte, como un lago de fuego inex-

judío Flavio Josefo, casi toles, titulada el

tinguible...

Los

injustos y aquellos

que han sido des-

obedientes a Dios y han honrado a los ídolos, como lo han sido las vanas invenciones de los hombres, serán enviados por el juicio de Dios a este castigo eterno” 5 Desde luego queda patente que cuando Josefo mostró a los no-judíos lo que pensaban sus correli.

gionarios acerca del hades y la existencia de ultratumba, ni lejanamente hizo referencia a algo que se

5

Hemos

traducido del texto griego publicado en Josephus, Grand Rapids 1978.

Com-

plete Works,

87

pareciera a las doctrinas de adventistas o testigos. Lo primero que uno debe hacer cuando estudia una cultura es aprender lo que significan los distintos

términos en

la

lengua hablada por

la

misma.

Si los

“profetas” jehovistas y adventistas hubieran sido más honestos y prudentes, habrían consultado las fuentes

qué entendían éstas por términos como sheol y gehenna. Así se hubieran ahorrado la formulación de despropósitos como los de enseñar que el sheol es el sepulcro,

judías, bíblicas y extrabíblicas para saber

gehenna es la destrucción y que no hay consciencia (mucho menos un castigo consciente) tras la muerte. Y se lo hubieran ahorrado, porque las fuentes de que disponemos son claras al respecto. que

el

Pero es que, por si esto fuera poco, el Nuevo Testamento enseña claramente la doctrina de un castigo eterno. Podrá gustar o no gustar, podrá resultar más o menos atrayente; pero lo que no se puede negar es que la enseñaron Jesús y los apóstoles. Brevemente vamos a acercarnos a la misma. Jesús enseñó acerca de un castigo para los malos, en el que habría tinieblas, llanto y crujir de dientes. Veamos algún ejemplo: “Los hijos del reino serán echados a la oscuridad de afuera. Allí es donde será su llanto y el crujir de (sus) dientes” (Mt 8,12) (VNM). “Y los arrojarán en el horno de fuego. Allí es donde será (su) llanto y el crujir de (sus) dientes” (Mt 13,42) (VNM). “Y lo castigará con la mayor severidad y le asignará su parte con los hipócritas. Allí es donde será (su) llanto y el crujir de (sus) dientes” (Mt 24,51) (VNM). Otros textos similares: Mt 25,30 y Le 13,28.

Contra

lo

que puedan pensar testigos y adventisno es un estado de inconsciencia. Es

tas, el castigo

88

llanto y crujir

de dientes.

salvo que esas acciones

Mucho nos tememos

pueda

desarrollarlas

que,

un ser

la doctrina de estas sectas que enseñó Jesús.

insensible e inconsciente,

no es

la

misma que

la

Jesús simbolizó este castigo de los injustos por medio del fuego: “Mejor es entrar en la vida manco y cojo, que con dos manos o dos pies ser echado al fuego eterno” (Mt 18,8) (VNM). “Mejor te es entrar con un solo ojo en el reino de Dios que con dos ojos ser arrojado al gehena, donde su cresa no muere y el fuego no se apaga” (Me 9,47-48) (VNM).“...el rico murió y fue sepultado. Y en el hades alzó los ojos, mientras existía en tormentos, y vio de lejos a Abrahán y a Lázaro en (la posición del) seno con él. De modo que llamó y dijo: Padre Abrahán, ten misericordia de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, porque estoy en angustia en este fuego llameante” (Le 16, 21b-24) (VNM). Otros textos similares en Mt 3,12; 5,29-30, y

Me

9,43.

más en este último Aunque admitamos que puede existir en el

Desearía detenerme un poco pasaje.

mismo un cierto colorismo hiperbólico propio del entorno semita de Jesús, lo cierto es que enseña que tras la muerte los seres humanos son separados en salvados y condenados, y mientras los primeros reciben un premio, los segundos ven recaer sobre ellos su justo castigo. Adventistas y Testigos de Jehová aducen que el pasaje es una parábola, y por tanto lo que dice no puede tomarse como muestra del pensamiento de Jesús sobre el tema. Tal afirmación, aparte de ser totalmente gratuita, sólo denota un desconocimiento absoluto de lo que es una parábola. Ésta, que en hebreo recibe el nombre de mashal, es un 89

relato

absolutamente verosímil y tomado de

cotidiana,

con un

la

vida

significado didáctico adicional. Así,

en la parábola del sembrador no se nos dice que el sembrador arrojaba simiente de trigo y crecían melones, sino que se nos narra un hecho real: hay simiente que se pierde y otra que da fruto. En la parábola de la red tampoco se nos dice que recogían del mar dragones, sino peces, que luego se separaban de manera lógica. No hay una sola parábola de Jesús que no relate hechos lógicos, naturales y verosímilmente reales; y cuesta creer que la del hombre rico y Lázaro fuera a ser una excepción simplemente porque así les complace a adventistas y testigos. En esta parábola (que, por supuesto, tiene también un significado más profundo) se narra algo que, como hemos visto, todo judío contemporáneo de Jesús sabía: que Dios juzga tras la muerte; que mientras unos son salvos, otros se ven condenados, y que esa condena implica tormento y angustia. Pero es que, además, la parábola resultaba tan clara en su enseñanza (en contra del enrevesamiento de adventistas y testigos), que los discípulos de Jesús no tuvieron que preguntarle por su significado, como sucedió en otros casos. ¿No lo hubieran hecho de ver que Jesús no sólo les daba una enseñanza extraña sino que además lo hacía contradiciendo las ideas bíblicas acerca del infierno y la supervivencia tras la muerte, como pretenden adventistas y testigos? In-

dudablemente que sí; sólo que para los discípulos, como para los que lo oían, lo que hubiera resultado antibíblico no era la enseñanza de Jesús sobre el castigo de ultratumba, sino una semejante a la de jehovistas y adventistas.

Jesús enseñó que 90

el

castigo de los malvados era

Ya ha quedado esto apuntado en algunos de hemos visto, pero vamos a observarlo en uno más. Se trata de Mt 25,46: “E irán éstos al eterno.

los textos que

castigo eterno y los justos a la vida eterna”. El texto no puede ser más claro: en el juicio en

el

que todo ser humano se enfrentará ante Dios habrá dos clases de personas: los justos, que tendrán vida eterna, y los injustos, que tendrán un castigo también eterno. El texto es tan revelador que los dirigentes de la Wachtower no han tenido el menor reparo en falsearlo de la siguiente manera: “Y éstos partirán al cortamiento eterno” (VNM).

Ahora bien, la palabra que se traduce por “castigo” o “tormento” en todas las versiones es el término griego kólasis, que sólo vuelve a aparecer en el Nuevo Testamento en lJn 4,18, y que no puede traducirse por “cortamiento” bajo ningún concepto (como, de hecho, no lo hacen los testigos en este último caso). Su forma verbal (koladso) aparece en He 4,21 y 2Pe 2,9. Curiosamente, en el primer caso la Wachtower traduce correctamente por “castigar” (traducir que los sumos sacerdotes amenazaron a los apóstoles con “cortarlos” hubiera sido excesivo hasta para la Wachtower), pero en el segundo vuelve a repetir el despropósito de “cortar”. La idea, sin embargo, queda clara en el idioma griego del original, como se revela en He 4,21. La palabra significa “castigo”, y el “castigo eterno” ya hemos visto que va unido a ideas como las de fuego, angustia, llanto, crujir de dientes, etc.

Jesús enseñó que había diversos grados en el casde adventistas y testigos fuera cierta, no cabría esperar que nadie recibiera un castigo mayor que otro. A fin de cuentas, todos los injustos re-

tigo. Si la tesis

91

Á

una destrucción similar Pero como la Biblia no enseña tal doctrina y además Dios es justo, lo que Jesús dejó bien claro en multitud de ocasiones es que el castigo varía en intensidad de unos a otros. Veamos algún ejemplo: “Les será más soportable en el día del juicio a Tiro y a Sidón que a ustedes” (Mt 11,22) (VNM). “Ellos son los que devoran las casas de las viudas y por pretexto hacen largas oraciones; éstos recibirán juicio más pesado” (Me 12,40) (VNM). Ver en el mismo sentido Le 20,47 y IPed 2,20. Lo cierto es que el sentido común hace que uno espere que el ladrón irredento reciba menos castigo, por ejemplo, que el asesino voluntario y no arrepentido de millones de personas. Así mismo parece evidente que no se puede juzgar igual el pecado del que recibió luz (como algunos fariseos de la época de Jesús) y, además, so capa de religión quebrantó la ley de Dios, que el de la persona que no recibió el mismo grado de luz. Tan evidente es esto que no nos extraña que así lo enseñara Jesús. Pues bien, la señora White y los testigos no lo consideraron así. No sólo se permitieron negar el castigo consciente de los condenados, sino que además igualaron las suertes de los seres humanos sin contar con que hasta entre los injustos hay diferencias no despreciables. Guste o no a los adventistas o testigos, sus tesis carecen de la más mínima base histórica, lingüística y exegética; y, lo que es peor, incurren en ocultar al hombre su estado de perdición y las consecuencias terribles del mismo. Sobre este aspecto volveremos cibirían

más

adelante.

enseña que sólo resucolofón de las tesis adventistas y jehovistas sobre el estado de los muerLas sectas dicen: “La

citarán los justos”.

92

Biblia

Como

triste

tos aparece

la

afirmación de que sólo resucitarán los

En

cierta medida, y visto desde su óptica, es lógico: ¿qué finalidad tiene resucitar a unos seres

justos.

inconscientes para volverlos a deshacer eternamente? Mejor que se queden como están, sin sentir ni padecer. El problema es que esta enseñanza colisiona frontalmente con la enseñanza de la Biblia. Ya hemos visto antes cómo Dan 12,2 indica que al final de los tiempos resucitará la humanidad o para recibir vida eterna o para ver cómo recae encima de ella el castigo del oprobio eterno. En armonía con esta enseñanza del Antiguo Testamento, tanto Jesús como los apóstoles enseñaron que habría resurrección de justos e injustos, de buenos y malos, y no sólo de los primeros. Veámoslo: “No se maravillen de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz, y saldrán los que hicieron cosas buenas a una resurrección de vida; los que practicaron cosas viles, a una resurrección de juicio” (Jn 5,2829) (VNM). “Tengo esperanza en cuanto a Dios, esperanza que estos mismos también abrigan, de que va a haber resurrección, así de justos como de injustos” (He 24,15) (VNM). “Y el mar entregó a los muertos que había en él y la muerte y el hades entregaron los muertos que había en ellos, y fueron juzgados individualmente según sus hechos” (Ap 20,13). Precisamente esta negación de la doctrina bíblica de una resurrección universal hace que adventistas y jehovistas puedan negar con una aparente seguridad la doctrina también escritural de un castigo eterno. Un ejemplo de ello se encuentra en su exégesis viciada de Ap 20. En este capítulo se nos dice en primer lugar lo siguiente: “El diablo

que

los

estaba extravian-

93

do fue arrojado al lago de fuego y azufre, donde (ya estaban) tanto la bestia salvaje como el falso profeta, y serán atormentados día y noche para siempre ja-

más” (Ap

20,10)

(VNM).

A

cualquiera que sepa leer dente: el diablo fue arrojado

pasaje le resulta evilago de fuego y de azufre, que, como ya hemos visto en el judío Josefo, es el nombre que se le daba al lugar de castigo de los injustos, y en él será atormentado eternamente junto el

al

anticristo y el falso profeta.

al

Sólo unos versículos más abajo se señala que éste es el destino que espera también a la humanidad no redimida: “Y la muerte y el hades fueron arrojados al lago de fuego. Esto significa la muerte segunda: el lago de fuego” (Ap 20,14). La idea es clara: la muerte (los cuerpos de los

muertos

injustos) y el hades (los espíritus de los muertos injustos) fueron arrojados a la muerte segunda 6 .

Ahora bien, puede preguntarse el lector: ¿Qué es la muerte segunda? La respuesta es fulminante: el lago de fuego, es decir, el lugar en que, según el versículo 14 de este mismo capítulo, serán atormentados eternamente los réprobos. Los adeptos adventistas y jehovistas se sienten muy orgullosos de lo que entienden como una comprensión correcta sobre el estado del hombre tras la muerte y su destino eterno. Resulta patético ver has6

Es evidente que nos hallamos aquí ante una figura literaria, consisel continente por el contenido. Así nosotros hablamos de bebemos un vaso, cuando en realidad lo que bebemos es el vino que hay dentro. De la misma manera decimos que Gran Bretaña declaró la guerra a Francia, cuando en realidad son los habitantes de Gran Bretaña (y no sus ríos o sus montañas) los que entran en guerra con los de Francia. Esta misma figura es la empleada aquí por el autor de Apocalipsis: la muerte (los cuerpos) y el hades (los espíritus) fueron arrojados al tormento eterno.

tente en expresar

94

ta

qué punto

absoluto con

2.

tales ilusiones lo

que enseña

no se corresponden en la Biblia.

La esperanza del creyente en

la Biblia

Puede que algún lector sienta un cierto regusto amargo tras leer las páginas precedentes. Es comprensible. Conceptos como los de pecado, responsabilidad personal, juicio final e infierno no resultan agradables para los oídos del hombre moderno; pero si creemos lo que cuenta Lucas en los Hechos de los Apóstoles en relación con el romano Félix (He 24,25), ése no ha sido nunca tema grato para oídos poco dispuestos

al

arrepentimiento.

La enseñanza de la Biblia es clara y contundente: el hombre se ha separado de Dios por su propio pecado y nada puede hacer por sí mismo para reparar esa situación. El amor de Dios se ha manifestado precisamente en el hecho de enviar a su Hijo a morir en nuestro lugar en la cruz para darnos vida eterna (Jn 3,16). No es de poco de lo que nos salva el amor de Dios, sino de un castigo de dimensiones posiblemente inconcebibles para nosotros; y ser conscientes de ello resulta indispensable para comprender, aunque sea en mínima parte, el amor de Dios. La esperanza del creyente es precisamente el estar unido, de una manera que no podemos imaginar siquiera, con el Dios de amor que se encarnó para morir por nosotros. Veamos lo que enseña a este respecto el Nuevo Testamento:

esperanza en el cielo. Quizá uno de los aspectos más peregrinos de la teología de los testigos sea el de afirmar que sólo 144.000 persoEl creyente tiene su

95

mientras que la inmensa mayoría de denominada “gran muchedumbre”, quedará en un paraíso en la tierra. He de señalar que tal doctrina es relativamente reciente en el jehovismo,

ñas irán

al cielo,

los salvos, la

que inicialmente sostenía pecto 7

la

enseñanza

bíblica al res-

No

obstante, es defendida de una manera tan fervorosa por los jehovistas y resulta a la vez tan fácil de refutar, que, antes de entrar en el tema propiamente dicho, merece la pena que nos refiramos a .

esto.

vamos a ir al texto de Ap 7,9ss, donde se “gran muchedumbre”, y veremos si se dice que está en un paraíso “made in Wachtower”. “Después de estas cosas vi, y miren, una gran muchedumbre, que ningún hombre podía contar, de toPara

ello

habla de

la

las naciones y tribus y pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del cordero” (Ap 7,9)

das

(VNM). Mal que les pese a los testigos, este texto no dice que la “gran muchedumbre” esté en un paraíso en la tierra, sino que está en el cielo, delante del trono de Dios. Que esto es así queda aún más evidentemente expuesto unos versículos más abajo, cuando se explica quién es esta gran muchedumbre: “Éstos son los que salen de la gran tribulación y han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre Por eso están delante del trono de Dios; y le están rindiendo servicio sagrado día y noche en su templo; y el que está sentado en el trono extenderá su tienda sobre ellos” (Ap 7,14b-15) (VNM). Si los jehovistas leyeran con un poco de atención la Biblia, en lugar de permitir que sus dirigentes los

del cordero.

7

tas,

96

Ver

al

respecto César Vidal Manzanares, El infierno de las sec-

Bilbao 1989, 65ss.

teledirijan

con

las

publicaciones de

la

verían lo que es evidente en este texto:

Wachtower,

premio de que han lavado sus pecados en la sangre de Cristo es estar ante el trono de Dios sirviéndolo en el cielo. Que el Apocalipsis señale eso no tiene, por otro lado, nada de particular, porque ésa es la enseñanza evidente del Nuevo Testamento. “Regocíjense y salten de gozo, puesto que grande es su galardón en los cielos” (Mt 5,12) (VNM). “Porque sabemos que si nuestra casa terrestre, esta tienda, fuera disuelta, hemos de tener un edificio procedente de Dios, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos. “(2Cor 5,1) (VNM). “A causa de la esperanza que está reservada para ustedes en los cielos” (Col 1,5) (VNM). Otros textos similares: Mt 6,1920; 19,21; Le 12,33; Ef 1,3. Generalmente, los jehovistas suelen argumentar que estos pasajes se refieren no a la “gran muchedumbre”, sino a los 144.000. Tal división de la Escritura en dos clases de fieles, de manera que el 90 por 100 de lo escrito en ella no tenga virtualidad para la inmensa mayoría, es algo que repugna no sólo al sentido común, sino al mismo espíritu cristiano; pero es que, además, como hemos visto, la “gran muchedumbre” tiene un destino en el cielo, ante el trono de Dios, y no en el paraíso hechura de la Wachtower. La Biblia es mucho más coherente en esto que la teología de cualquier secta. el

los creyentes

El creyente espera estar con Cristo. Quizá aspectos que resultan más chocantes en

los

uno de la

con-

versación con estos adeptos es la tremenda ansia que manifiestan de recibir una parcela en el paraíso y lo poco que les importa la presencia de Cristo. Re-

97

cuerdo hace años que mi padre acompañó a una conocida a hablar con unos Testigos de Jehová. Cuando en el curso de la conversación nuestra amiga preguntó por el interés que pudieran sentir los jehovistas por estar con Cristo, la respuesta que recibió fue contundente: “Yo lo que deseo es estar en un paraíso, y lo demás es secundario”. Por increíble y deságradable que pueda resultar esto para un espíritu medianamente sensible, lo cierto es que yo he tenido ocasión de atravesar por experiencias similares en multitud de ocasiones. Ahora bien, ésa no era la esperanza anhelada por los primeros cristianos. Veamos lo que al respecto señala el Nuevo Testamento: “Padre, en cuanto a los que me has dado, deseo que, donde yo esté, ellos estén también” (Jn 17,24) (VNM). Desgraciadamente, si creemos a las doctrinas de los testigos, el Padre no ha escuchado la oración de Jesús... “Porque si nuestra fe es que Jesús murió y volvió a levantarse, así, también, a los que se han dormido (en la muerte) mediante Jesús, Dios los traerá con él... Después nosotros los vivientes que sobrevivamos seremos arrebatados, juntamente con ellos, en nubes al encuentro del Señor en el aire, y así siempre estaremos con (el) Señor” (ITes 4,14-17) (VNM). En buena medida, esta ansia de estar con Dios es algo que tiene sus precedentes en el Antiguo Testamento. En él se nos habla de cómo Dios se llevó a Henoc (Gén 5,22-24), a Elias (2Re 2,10), y que esta esperanza era esperada por muchos creyentes (Sal 49,16, v. 15 en la versión del Nuevo Mundo). Aunque testigos y adventistas han insistido en que ni el arrebatamiento de Elias ni el de Henoc significa que murieran, lo cierto es que el término hebreo Ich, que se usa en estos pasajes que he citado, no deja lugar a 98

dudas. Se trata de un “arrebatamiento” que Dios hace recaer sobre una persona para tenerlo con él.

No

hay nada disparatado en esto. Para aquel que haya sentido, aunque sólo sea por unos instantes, la cercanía de Dios, queda claro que no se puede desear nada mejor que ésta, y que la posesión del mejor “paraíso” no tiene punto de comparación con ella. Ser creyente implica un idilio continuado con Dios. Es un idilio en el que nuestra flaqueza humana provoca que se produzcan altibajos; pero también es un idilio que no puede ser canjeado por ningún paraíso de los pregonados por las sectas por muy maravilloso que pueda parecer. El creyente espera estar con Cristo desde el momento de su muerte. Por eso la afirmación de que ese estar con Cristo comienza desde el momento de la muerte sólo puede provocar gratitud en el alma del creyente. Los testimonios del Nuevo Testamento son al respecto terminantes: “Porque en mi caso el vivir es Cristo y el morir ganancia...; pero lo que sí deseo es la liberación y el estar con Cristo” (Flp 1,21-23) (VNM). Las palabras del apóstol son claras. Tras su muerte no esperaba una inconsciencia de siglos. Tenía la certeza de que si moría, inmediatamente estaría

con Cristo.

“Y

siguieron arrojándole piedras a Esteban, mien-

tras él hacía petición y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu” (He 7,59) (VNM). La esperanza de Esteban el momento de su martirio no era la de pasar a la inconsciencia por siglos. No; era la que ha animado a tantos mártires de la fe a lo largo de siglos de historia del cristianismo: que su espíritu consciente fuera recibido en el momento de la muerte por Jesús. La idea

en

99

de cambiar esto por una parcela de terreno no puede sino parecemos penosa 8 De hecho tal esperanza arranca de palabras como las que Jesús dijo al ladrón arrepentido en el momento de su muerte: “Y le contestó: Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Le 23,43). Vamos a detenernos en este texto con algo más de atención. El ladrón, que comenzó injuriando a Jesús, lo ha venido observando durante horas y ha descubierto que es el mesías. Arrepentido, le suplica a Jesús que se acuerde de él. Entonces Jesús le declara solemnemente que ese mismo día estará con él en el paraíso. La afirmación es tan clara que en su grandiosa sencillez contiene todo un compendio de teología del más allá. Con la muerte el creyente no entra en un estado de inconsciencia, sino que pasa a la presencia de Dios. Tan evidente es esto, que adventistas y testigos han insistido en que la frase está mal puntuada en las traducciones de la Biblia, y los últimos han tenido el descaro de pervertir el pasaje en su biblia de la siguiente manera: “Y él le dijo: Verdaderamente te digo hoy: Estarás conmigo en el paraíso” .

(VNM).

No

hace

griego del

falta decir

que no hay un solo manuscrito

Nuevo Testamento que puntúe de esa ma-

pasaje; y la razón es obvia: una frase de ese un puro disparate gramatical; resulta impensable en griego. Éste dice: “En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso”. Una vez más, como es costumbre en adventistas y

nera

el

tipo es

8 Es posible que el lector se pregunte si el “paraíso” a que hace referencia Jesús es del tipo terrenal preconizado por los testigos. La respuesta es negativa. El mismo apóstol Pablo nos dice que fue arrebatado místicamente a ese paraíso... que es el tercer cielo, y no el conjunto de parcelas que pretende la Wachtower (2Cor 12,1-4).

100

mala teología y peor exégesis se ha desconocimiento de las lenguas bíblicas 9

testigos, a la

unido

el

.

Conclusión

3.

Hace unos quince años me encontraba visitando a unos conocidos en un pueblo de Cataluña. En el curso de la conversación alguien mencionó a los Testigos de Jehová; y uno de los presentes (no especialmente piadoso, todo hay que decirlo) comentó que le gustaría que las doctrinas de aquéllos fueran verdad, porque podría permitirse hacer lo que quisiera en esta vida sin temor a ningún juicio posterior en el que tuviera que rendir cuenta a Dios de sus actos. Tal conclusión está, desde nuestro punto de vista, preñada de lógica. La enseñanza de adventistas y testigos de Jehová sobre el más allá priva al que la cree de una perspectiva real

sobre cuál es

la

situación del

Dios; pero es que, además,

de

tampoco

le

hombre ante indica

el

costo

maravillosa esperanza del creyente. Todo eso lo sustituye por una oferta de parcelas en una especie de urbanización colosal. De no ser la

salvación ni

la

tan dramático, casi se podría decir que es cómico.

Y lo peor es que tal enseñanza no libera al hombre de ningún temor. Por el contrario, debo decir que no he conocido a ningún católico ni protestante tan angustiado por su situación futura como a los adventistas o a los testigos. Ese pánico irracional que experimentan los adeptos de estas sectas a ser destruidos 9

A semejanza de los Testigos de Jehová, la versión Valera del 90 ha

el texto de Le 23,43. Existen más que fundadas razones para pensar que esta revisión de la Biblia obedece a intereses de

falseado también la

secta adventista.

101

si las abandonan no admite prácticamente parangón con ninguna otra clase de miedo cerval. Y es que, en el fondo, es una manifestación patética del miedo propio de los esclavos. En ellos no existe esa confianza de Esteban en el momento de su muerte; ni la esperanza gozosa de Pablo, que sabe que el morir es una ganancia; ni la tranquilidad del ladrón arrepentido, que descansaba en la promesa de Jesús de que estaría con él en el paraíso ese mismo día. No; lo que hay es la horrorosa expectativa de la nada si abandonan el yugo de sus dirigentes, o la grosera ansia dirigida hacia un paraíso que, desde luego, si va a ser como el interior de estas sectas hoy en día, se nos antoja, más que tentador, repelente. Demos gracias a Dios de que afortunadamente no existe el más mínimo parecido entre lo que enseña la Biblia y lo que

predican estas sectas.

102

5

¿ENSEÑA LA BIBLIA QUE HABRÍA OTRAS REVELACIONES GENERALES DESPUÉS DE CRISTO?

HUBIERA que

buscar un elemento claramente un grupo que se denomine cristiano y lo sea y otro que también se denomine así y constituya una secta, quizá una de las posibilidades más claras de hallarlo estaría en buscar si se dan en el mismo nuevas revelaciones generales. Las Iglesias cristianas parten de la base de que la revelación general de Dios quedó cerrada con la venida de Jesús de Nazaret como mesías prometido e Hijo de Dios h Con esto sólo están repitiendo lo que era la confianza de la primera generación de cristianos, que estaba segura de que ya, por fin, Dios había hablado de una forma plena en la persona del Hijo: “Dios, después de haber hablado muchas veces y en diversas formas a nuestros padres por medio de los

S

I

definitorio entre



Existe una diferencia de importancia que, no obstante, no invaseñalado arriba entre las Iglesias católica y orientales, por un lado, y las protestantes, por otro. Las primeras confiesan la existencia de una revelación general que no se limita a la Biblia, sino que además incluye la tradición. Las segundas, por el contrario, se aferran a la tesis de que sólo la Biblia es fuente de revelación general. Para un estudio 1

lida lo



sobre el tema desde la perspectiva del cristianismo primitivo, cf César Vidal Manzanares, ¿Tradición versus Biblia? Una aproximación histórica al papel de la Tradición en la Iglesia de los cuatro primeros siglos, Pastoral Ecuménica, Madrid 1990.

103

que son los últimos nos ha (Heb l,l-2a) (EP). El sentido del verbo en este pasaje muestra además una acción terminada: Dios ha hablado y no va a decir ya nada que no se haya dicho en Cristo. Esta misma generación de primeros cristianos también tuvo que enfrentarse con el problema de los falsos profetas. Así, por ejemplo, cuando Judas escribe a cristianos del s. les dice: “Queridísimos, tenía un gran deseo de escribiros acerca de nuestra común profetas, en estos días

hablado por

el

Hijo”

i

me he visto obligado a hacerlo para exhortaros a luchar por la fe, que de una vez para siempre ha sido transmitida a los creyentes. Porque se han infiltrado entre vosotros algunos hombres, destinados desde antiguo a caer en la condenación, gente malvada que han convertido en libertinaje la gracia de nuestro Dios y niegan a nuestro único dueño y Señor, Jesucristo” (Jds 3 y 4) (EP). La idea estaba clara: la fe ya había sido transmitida, y nadie podía añadir o quitar nada con la pretensión de que se trataba de una nueva revelación profética. Por supuesto, se admite la posibilidad de que creyentes concretos puedan recibir revelaciones particulares (que, por otro lado, son examinadas cuidadosamente por las distintas Iglesias); pero éstas ni pueden contradecir lo revelado con anterioridad ni tampoco son portadoras de un poder vinculante para todos los creyentes. Así, por ejemplo, una persona podría recibir una revelación; pero si ésta enseñara, por ejemplo, que Jesús fue sólo hombre y no Dios, o que no resucitó o que su muerte no tiene ningún valor redentor, la mencionada revelación sería falsa. El apóstol Pablo deja establecida esta regla de juicio en su carta a los Gálatas: “Me maravillo de que abandonando al que os llamó por la gracia de Cristo os salvación, y

104

paséis tan pronto a otro evangelio; no que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren transformar el evangelio de Cristo. Pero aun cuando

nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciara un evangelio distinto del que os hemos anunciado, sea anatema. Como lo tenemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os anuncia un evangelio distinto del que habéis recibido, sea anatema” (Gál 1,6-9) (BJ). Pudiera ser también que la revelación particular no mostrara nada contrario a la fe, sino tratara de impulsar a una devoción concreta, v.gr., a leer la Biblia

todos los fines de semana de manera sistemática. En ese caso podría ser tal revelación genuina; pero no sería de recibo la posibilidad de que se impusiera sobre todos los creyentes como una nueva revelación general.

Por el contrario, en las sectas la nueva revelación la base esencial de la fe, hasta tal grado que sin ella el movimiento como tal no existiría. Y no sólo eso, sino que la nueva revelación general sirve de patrón con el que interpretar la Biblia puesto que, al fin y a la postre, tiene más valor que aquélla. A un análisis somero de este aspecto dedicaremos las siguientes es

páginas.

1.

Los mormones

de Utah constituye el primer ejemplo contemporáneo de cierto relieve de un nuevo profeta que pretende añadir una revelación al cristianismo. Nos estamos refiriendo a José Smith, nacido el 23 de diciembre de 1805. Según el propio testimonio de Smith, desde fecha muy temprana fue sujeto de visiones que le llevaron presuntamente a la con-

La

“religión sintética”

105

que ninguna religión era lo suficientemente buena y verdadera para los norteamericanos (posteriormente sería para todo el mundo). Este descubrimiento se vio supuestamente confirmado por la aparición de un ángel, llamado Moroni, que le mostró un lugar en el que se hallaban ocultas unas planchas de oro. En las mismas estaba escrita una nueva revelación, que había esperado al nacimiento de Smith para clusión de

salir

a

la luz.

Puesto que Smith no conocía estaba escrita gafas,

con

la

la

revelación,

ayuda de

el

el

ángel

las cuales

lenguaje en que le

entregó unas

pudo entender todo

y traducirlo al inglés. Hasta aquí la historia oficial, porque la realidad parece ser que Smith se hizo con una novela histórica titulada The manuscript found, y cuyo autor era un tal Solomon Spaulding, y la plagió de manera descarada, presentándola luego como el Libro de Mormón. De hecho, eso explicaría, entre otras cosas, por qué el Libro de Mormón, que presuntamente se escribió el 420 a.C., cita de la Biblia del rey Jaime, que se editó...

en 1611.

Pero, se crea o no, había surgido un profeta, y con él una nueva revelación, superior a todas las anteriores. Cuando Smith se puso en marcha en 1831 hacia Missouri porque Dios le había revelado que ésa sería la Nueva Sión, sus adeptos le siguieron sin dudarlo; y tampoco titubearon en creer que el fin del mundo sería en 1890, como había anunciado Smith. Pero ni Missouri fue la tierra de los mormones (que después se asentarían en Utah) ni en 1890 vino el fin del mundo. Se habían echado, no obstante, las bases para

una de

106

las sectas

más poderosas de

la tierra.

Los adventistas

2.

El

segundo ejemplo contemporáneo de nuevas

re-

velaciones ligadas a un presunto profeta (“profetisa” en este caso) lo proporcionan los adventistas, de los que los denominados del Séptimo Día constituyen el grupo mayoritario. Su precursor, William Miller, había llegado a la conclusión de que

el libro de Daniel, capítulo 8 y versícuanunciaba el fin del mundo e incluso fijaba una fecha concreta para este suceso. No hace falta decir que ni Daniel se refiere en ese pasaje al fin del mundo ni mucho menos da una fecha al respecto; pero el lector ya irá viendo que una cosa es lo que dice la Biblia y otra lo que de ella extraen las sectas. Lo cierto es que Miller fijó la fecha de la venida de Cristo para 1843, y cuando ésta no se produjo (como era de esperar), fue fijando nuevas fechas para el evento: 21 de marzo de 1844, 18 de abril de 1844 y 22 de octubre de 1844. Por más que los adeptos esperaron ataviados con túnicas blancas el regreso de Cristo, éste no se produjo. Lo lógico hubiera sido que el movimiento se disolviera tras cuatro fracasos en tan poco tiempo, pero una cosa es lo lógico y otra lo que brota de la especial psicología del adepto a una secta. El 23 de octubre de 1844 sucedió el “milagro”. Hiram Edson tuvo una visión en la que veía a Cristo llegando al pie de un altar en el cielo. El movimiento estaba salvado, porque, según Edson, aquello indicaba que Miller no se había equivocado. Cristo había llegado; sólo que no a la tierra, sino a otro lugar en el

lo 14,

cielo 2

.

2 Para terminar de complicar las cosas, la teología adventista considera que esa fecha de 23 de octubre de 1844 reviste una importancia suprema porque en ella se consumó una etapa más del sacrificio de

107

J

Entusiasmado sin duda por esta “revelación” que echaba tierra sobre los errores de antaño, un amigo de Miller, llamado Charles Fitch, señaló sin lugar a equívocos que las otras religiones, pero muy especialmente la Iglesia católica y, en segundo lugar, las protestantes, no eran sino la gran prostituta del Apocalipsis. Con todo parece que los adventistas no escarmentaron, porque volvieron a señalar 1854 y 1873 3 como fechas para el fin del mundo. Por esas fechas surgiría el personaje central en la historia del adventismo: su profetisa Ellen White. La señora White, calificada por los adventistas de “Segundo Juan el Bautista”, precursor de la segunda venida de Cristo, es uno de los personajes más sugestivos dentro de la historia de las sectas contemporáneas. Aunque presunta víctima de un desequilibrio psíquico causado por un accidente de la infancia, lo cierto es que contó con la energía suficiente como para dar una nueva estructura doctrinal a la secta Sus visiones fueron las que precipitaron a la secta a guardar el sábado, a seguir una dieta pseudo-levítica, .

Cristo en la cruz. Cabe preguntarse cuál es la razón lógica de que la obra de Cristo en la cruz haya esperado mil ochocientos años para pasar a su segunda fase, cuando tanto católicos como protestantes u ortodoxos han creído durante siglos que cuando Jesús dijo al morir: “Todo está cumplido” (EP) o “Consumado es” (RV) (Jn 19,30), quería decir precisamente eso, que su obra estaba cumplida y no que aún deberían pasar siglos para llegar al siguiente paso de la misma. 3 Debe notarse, en honor a la verdad, que otros estudiosos del personaje pretenden que fue en el fondo una marioneta bajo cuyo nombre se publicaron las obras de otros para dotarlas del carisma de la profecía. En ese sentido, W. Rea, La mentira White Zaragoza 1988. Se ha pretendido asimismo que Ellen White no era ni una farsante ni una enferma mental, sino un juguete de espíritus que le entregaban revelaciones al estilo de lo que sucede con las médium espiritistas. Sea lo que fuere, sí está demostrado que buen número de las obras de la profetisa adventista fueron un plagio claro de escritos de otros au,

tores.

108

a negar

la

inmortalidad del alma y

infierno, etc.

No

existe

parangón en

la

existencia del

la historia

de

las

sectas de cambios tan radicales realizados en un plazo de tiempo tan breve, con la excepción, discutible no obstante, de los Testigos de Jehová.

esposo de la señora White señaló que durante la primera parte del ministerio de su esposa (unos veintitrés años) tuvo de cien a doscientas “visiones abiertas”. Éstas disminuyeron a medida que pasaban los El

años, y posteriormente las “revelaciones” se produjeron sólo en momentos de insomnio o durante sueños. No obstante lo poco fiable que resulta toda la historia de Ellen White, la actitud de los Adventistas del Séptimo Día sigue siendo clara al respecto: “Dios dio a este movimiento, en armonía con el precedente de la profecía, una manifestación del don profético en la

persona y escritos de la señora E. G. White” (F. Nichol-Ellen G. White and her critics, Washington 1951, 22), y por ello no es de extrañar que el artículo 19 de las “Creencias fundamentales de los Adventistas del Séptimo Día” declare “que el don del Espíritu de profecía es una de las marcas identificativas de la Iglesia remanente... Ellos (los Adventistas del Séptimo Día) reconocen que este don se manifestó en la vida y ministerio de Ellen G. White”. Por eso no es de extrañar que el libro de enseñanza adventista Principios de vida de la palabra de Dios, redactado en forma de preguntas y respuestas conciba siempre las segundas como una cita de la Biblia acompañada de un comentario de la señora White, y muy a menudo como una cita de la señora White solamente. En el mismo libro se reconoce el valor de White para los adventistas: “La mayor parte de las eviden109

proceden de la Biblia o del espíritu de profecía, nuestras dos fuentes principales de sabiducias citadas

ría divina”.

A

diferencia de las confesiones cristianas, los ad-

ventistas

no tienen fuentes de la revelación ya entresiglos, sino una más que se ha incorpora-

gadas hace

Ellen White. El testimonio número 33 de Ellen White muestra incluso que pretendía no sólo añadir y acompañar, sino sustituir lo que Dios había revelado. En él se dice: “En tiempos antiguos Dios habló a los hombres por boca de los profetas y apóstoles. En estos días les habla por los Testimonios (escritos de Ellen White) de su espíritu”. Como podrá observar el lector, esta afirmación en realidad copia casi textualmente la cita mencionada arriba del capítulo primero de la carta a los Hebreos, sólo que se ha sustituido en ella al Hijo de Dios por las obras de la señora White. Creemos que una conducta así no necesita comentarios adicionales. Por ello no es de extrañar que las publicaciones de esta secta nos hablen de los “autos de fe” contra aquellos adeptos que niegan no la inspiración de todas las obras de la señora White, sino sólo la de algunas 4 Como tendrá ocasión de comprobar el lector en los próximos capítulos, las enseñanzas de los adventistas no han arrancado ni por aproximación de lo que aparece en los textos de la Biblia, sino de las “profecías” de Ellen White, que tenía la costumbre de legitimar cada nuevo hallazgo doctrinal con su-

do a través de (p. 189),

.

puestas visiones y revelaciones divinas.

4

Cf “Revista adventista”, edición España (marzo 1979)

110

18.

3.

Los Testigos de Jehová Comparados con mormones

y adventistas, los tes-

de hoy en día parecerían estar más alejados de la definición de secta. Para ser sinceros, esta secta no pretende disfrutar de una nueva revelación entregada a un profeta (como mormones y adventistas), y, al menos en parte, ha reconocido haber sostenido en el pasado proposiciones doctrinales erróneas (cosa impensable en mormones y adventistas). Aparentemente su visión de la revelación sería protestante, aunque sus doctrinas disten mucho de serlo, ya que tigos

el

protestantismo (con todas sus diferencias internas)

nunca ha negado doctrinas esenciales del cristianismo, como la de la divinidad completa de Cristo. Creo que sólo examinando, aunque sea por encima, los orígenes de esta secta puede comprenderse esta aparente contradicción. El origen de los Testigos de Jehová se halla en los adventistas. De ellos han tomado toda su antropología, que niega la inmortalidad del alma; de ellos han

tomado

la negativa encarnizada a creer en el infierno; de ellos han tomado la insistencia en anunciar (y equivocarse al fijar fechas) que el fin del mundo está cerca, e incluso de ellos han tomado el arrianismo en relación con la doctrina de la Trinidad, arrianismo del que los adventistas se desdijeron con el paso del tiempo, aunque conservaron la creencia en que san Miguel era el hijo de Dios antes de su encarnación. La razón de estos préstamos doctrinales se halla en que uno de los padres, repudiado por otra parte, de los testigos fue Nelson Barbour, un ex adventista. También lo fue Charles Taze Russell, que en 1876 se unió al anterior. A éste se suele presentar en las diversas historias como el fundador del movimiento,

111

olvidando a menudo el papel del primero, que fue lo suficientemente importante como para idear la fecha central en la teología de los testigos: 1914 como fin

Fue también Barbour quien señaló que el 9 de marzo de 1878 todos los fieles serían convertidos en seres espirituales y llevade

los

dos que

tiempos de los

gentiles.

Siguiendo el ejemplo de los adventistas, habían precedido, se vistieron de túnicas blancas y fueron a esperar a Cristo en el puente de Pittsburg. El resultado, como puede uno figurarse, fue tan desastroso como en el caso de los adventistas; pero, como había sucedido con éstos, la secta no se disolvió. Lo que sí terminó sucediendo es que Russell y Barbour se separaron, emergiendo entonces Russell como “auténtico” profeta. Las publicaciones de los testigos han intentado reeditar en el pasado la historia de Russell, hasta que hace unas tres décadas debieron llegar sus dirigentes a la conclusión de que era mejor archivar su existencia en el olvido, salvo para hacer alguna referencia aislada. No es para menos. Russell no creía que la Biblia fuera la única fuente de revelación (como hoy dicen los testigos), sino que utilizaba también las presuntas profecías de la Gran Pirámide para apoyar sus cálculos sobre el tiempo del fin. Pero es que, además, Russell tampoco pensaba que se pudiera leer la Biblia sin él. Como indicó en el primer volumen de sus estudios de las Escrituras, si alguien leía la Biblia solamente se perdería, pero si leía sólo los estudios de Russell encontraría la luz. Este enfoque de la situación sí que convertía a los testigos (que entonces se denominaban Estudiantes al cielo.

les

en una secta. secta, en 1881 Russell anunció que para octubre del mismo año sería arrebatado con sus code

la Biblia)

Como

112

tal

al cielo. Ciertamente, en muy poco tiempo no le quedó un solo colaborador, pero fue porque lo abandonaron. El fin del mundo quedó fijado enton-

laboradores

ces para 1914. Cuando terminó

el año 1914 sin que se produjera de Armagedón y el fin de los reinos de esta tierra y de las iglesias (que era lo que verdaderamente había anunciado Russell), el profeta de Brooklyn no se desanimó. Se fijó una nueva fecha para 1915, y otra para 1918. Russell moriría el 31 de octubre de 1916. Por aquel entonces las ventas de la secta habían caído en un 52,4 por 100. A diferencia de lo sucedido con Smith o con White, la muerte de Russell ni podía leerse en clave de martirio ni tampoco acontecía en una época de apogeo económico. Su sucesor, Joseph Rutherford, elegido presidente de la Wachtower el 6 de enero de 1917 mediante el no muy espiritual método de pagar 10 dólares por voto, lo comprendió y, en lugar de conservar el legado del profeta muerto (como adventistas y mormones), se autonombró nuevo profeta, cambiando todo lo posible las doctrinas de Russell, con una sola excepción: conservó el prurito de fijar fechas la batalla

relativas al fin del

En

mundo.

Reconciliación (hoy retirado de circulación), Rutherford afirmó taxativamente que el trono de Dios se asentaba en una estrella de las Pléyades. Al quitar Dios de la tierra el Espíritu Santo en 1914, se había visto privado de un transmisor con el que comunicar sus revelaciones a la Wachtower, si bien el libro

pronto tal situación quedó subsanada, puesto que le fueron enviados a Rutherford espíritus que le comunicaban la luz que procedía de Dios. Bajo tal impulso, Rutherford lanzó una serie de doctrinas que, hoy por hoy, siguen definiendo a los 113

Testigos de Jehová: sólo 144.000 irían al cielo (una antigua doctrina adventista, dicho sea de paso), la ilicitud de recibir transfusiones de sangre (1927), la prohibición de celebrar la navidad (1928), la prohibición de utilizar la cruz (1928), la prohibición de celebrar cumpleaños y el día de la madre, el nombre de Testigos de Jehová y la utilización delirante de esta errónea transliteración del tetragramaton (1931), la prohibición de vacunas (1935), la afirmación de que la cruz es un signo pagano (1936), etc. De todas estas revelaciones los testigos sólo arrojarían por la borda una, y eso porque creemos que no les quedaba más remedio: la de que en 1925 resucitarían los grandes hombres de la antigüedad, como Moisés, Abrahán y David. A la muerte de Rutherford, la Wachtower pudo prescindir tranquilamente de su presunta aportación profética.

Se pasó entonces a una táctica que, en parte, ha sido utilizada también por los adventistas: ocultar el origen de la revelación doctrinal, afirmar que la base era la Biblia y que el medio por el que se había descubierto era el estudio de la misma. El resultado, como hemos visto en las páginas anteriores y veremos más adelante, es una penosa exégesis socorrida por textos que no dicen lo que pretenden los adeptos y por una tergiversación de las lenguas en que se redactó la Biblia. Pero no cabe engañarse. La teología de los Testigos de Jehová no procede de las Escrituras, sino de sectario, como son los adventistas, y de pretensiones sectarias de sus dos primeros presidentes, Russell y Rutherford.

un núcleo las

114

4.

La

Iglesia

de Unificación

Si hasta ahora las sectas habían pretendido tomar su arranque de un profeta, superior a todos los anteriores, pero profeta a fin de cuentas, la Iglesia de Unificación (mooníes) pretende que su fundador es el mesías, un mesías además que reparará los fallos de Jesús.

Moon, su fundador, nació en 1920 y se crió en el seno de una familia que abrazó el protestantismo cuando dos de los hermanos de Moon, enfermos mentales, fueron sanados por un pastor presbiteriano. Ya a los dieciséis años, según la versión oficial, Moon tuvo una visión de Jesús, en la que éste le mostraba cómo salvar físicamente a la humanidad. Moon, presuntamente, se negó a aceptar la misión en un principio, pero por fin cedió ante la insistencia de su interlocutor. Así supo

Moon que Jesús,

nacido de la descendende María y Zacarías, había fracasado al no recibir la ayuda de Juan el Bautista (“la cruz es el símbolo de la derrota del cristianismo”). Para salvar a la humanidad era necesario que viniera el tercer Adán: Moon. cia bastarda

Tuviera o no Moon tal visión a los dieciséis años, lo que hasta 1944, fecha en que se casó, no comenzó a predicar la nueva revelación. De hecho, durante esos años formó parte de una secta cuyo dirigente era un tal Park Monn Kim. La Iglesia de Unificación no nacería oficialmente hasta 1954. En 1957 se publicaba El Principio divino, nueva Biblia del movimiento, y se enviaban los primeros misioneros a Japón. cierto es

No vamos

a hacer referencia aquí a

la

apasionante 115

también repelente) evolución posterior de la secta. deseamos insistir, no obstante, en que en él se cumplen los elementos claros de la secta: nueva revelación a través (esta vez) de un nuevo mesías y socavación de los principios elementales del cristianismo (y Sí

Los Niños de Dios

5.

Un caso similar (y no podía ser menos) es el de los Niños de Dios. He percibido a lo largo de los años un especial resquemor en los dirigentes de sectas cuando se menciona a los Niños de Dios. Los excesos sexuales de estos últimos son tan bien conocidos, que se teme que su publicidad los salpique a ellos también. Parece como si el escándalo financiero que ha caracterizado en un momento u otro a todas las sectas, el tráfico de armas o la intervención en políticas poco claras de algunas o los poco claros negocios de la mayoría no resultaran tan graves ante la opinión pública como la prostitución de las docenas de adeptas de Moisés David. Puede que sea así; pero yo, personalmente, por mucha repulsión que me inspire el dirigente de los Niños de Dios, no termino de verlo como esencialmente distinto de los otros fundadores de sectas. Aún más, insistiría en que los puntos de contacto son enormes. Pasemos a verlos.

Como

al

el

Smith y Moon, David Berg, que luego se denominaría Moisés David, nació en seno de una familia cristiana practicante; más conRussell, White,

cretamente, perteneciente a la Alianza Misionera. Hasta los años sesenta, su vida fue un modelo, al menos aparente, de devoción protestante clásica; in116

cluso estuvo asociado con el tele-evangelista Fred Jordán. Al llegar la “Revolución de Jesús”, entró a formar parte de “Desafío juvenil”, una organización evangélica de corte paraeclesial que trabajaba en la rehabilitación de toxicómanos.

era

mucho más ortodoxo que

Hasta ahí David Berg

cualquiera de los otros

fundadores de sectas. Entonces se produjo un cambio. Con una cincuentena de seguidores se dirigió a Arizona, a imitación de la trayectoria por el desierto de Moisés y el pueblo de Israel. Berg tomó su nombre nuevo de Moisés; el grupo fue dividido en doce secciones, como las tribus de Israel, y los nombres de los adeptos comenzaron a ser cambiados al entrar a formar parte del mismo. Esto, unido a dos profecías fallidas de Berg en relación con el fin del mundo, configuraban al colectivo como otra secta más. Igual que en el caso de adventistas y testigos, el fallo de las profecías no disolvió la secta. Todo lo contrario. En esa fecha Fred Jordán les ofreció establecerse en su Texas Soul Clinic Missionary Ranch. Desde entonces (y el lector comprenderá que nos ahorremos la desagradable historia de la secta) David Berg, alias Moisés David, ha estado recibiendo de forma continua revelaciones de espíritus, que en ocasiones son ángeles y en otras entes como el alma de un rey gitano de nombre Abrahim, que supuestamente murió hace más de mil años.

6.

Conclusión

Haciendo un balance final podemos decir que los movimientos sectarios que se pretenden cristianos tienen una serie de características comunes: 117

1.

2.

Un profeta (profetisa, mesías). Que recibe una revelación o revelaciones

nuevas interpretaciones de contraste con las doctrinas esenciales de vas, ligadas a

nue-

en misma.

la Biblia la

3. Generalmente sus profecías son erróneas (especialmente en lo referente a fijar fechas del fin del mundo) y, lógicamente, los sucesores del profeta tienden a reescribir la historia ocultando los aspectos más escandalosos. 4.

En

la

totalidad de las nuevas revelaciones

in-

un elemento presuntamente sobrenatural. Nos parece difícil establecer si se trata de una enfermedad mental del profeta (como se ha sugerido en relación con Ellen White), de puro oportunismo o de contacto con espíritus del mal (como se ha apuntado en relación con Joseph Smith, Rutherford, Moon y Moisés David). En cualquiera de los casos, ese elemento es inevitable en la parafernalia de las sectas. terviene

¿Cuentan estos profetas con alguna legitimidad mo(no digamos ya bíblica) que avale sus poco modestas pretensiones? Creemos que la historia desnuda de todas las alharacas y oropeles que les cuelgan sus adeptos es una suficiente respuesta; pero yo desearía concluir este capítulo con la cita de la Biblia en la que Dios entregó a Moisés una regla con la que guiarse frente a la aparición de presuntos profetas de Dios. Dice así: “Y en caso de que digas en tu corazón: ¿Cómo conoceremos la palabra que Jehová no ha hablado? Cuando hable el profeta en nombre de Jehová y la palabra no suceda ni se realice, ésa es la palabra que Jehová no ha hablado. Con presunción la habló el profeta. No debes atemorizarte de él” ral

(Dt 18,21-22).

Creo sinceramente que 118

si

los

adeptos de

las sectas

citadas,

que teóricamente aman tanto

la Biblia

y de-

sean someterse a sus enseñanzas, fueran consecuentes con este pasaje y lo obedecieran, asistiríamos al final de las organizaciones de los mormones, de los adventistas, de los testigos de Jehová, de los mooníes y de los Niños de Dios.

119

6

¿ENSEÑA LA BIBLIA QUE ESTÁN PROHIBIDAS LAS TRANSFUSIONES DE SANGRE?

UIZÁ

UNA

de las características más dramáticas de la trayectoria histórica de las sectas sea esprecio por la existencia de sus adeptos. El miembro de la secta es sólo una cosa, un ser susceptible de verse explotado o aprovechado en beneficio de la secta, carente de derechos y de la tutela de alguien que busque su bien espiritual, material y psicológico. Por esto no debería extrañarnos que la inmensa mayoría de las sectas pretenda contar con conocimientos de medicina geniales y magníficos, que se contradicen totalmente, por otra parte, con los más elementales de la medicina moderna. Uno de estos ejemplos (por desgracia, no el único) lo constituye la actitud de los Testigos de Jehová hacia las transfusiones de sangre. Estamos acostumbrados a escuchar en los medios de comunicación las noticias de Testigos de Jehová que han dejado morir a hijos u otros familiares por su empecinamiento en guardar una de las doctrinas características

¡

de

la

secta: la prohibición de las transfusiones de

sangre.

Pero ¿qué base aducen los Testigos de Jehová para sustentar esta prohibición? Sustancialmente, como veremos en el capítulo siguiente, su argumento 121

arranca de la torcida teología de los adventistas, pero llevado hasta sus últimas consecuencias. Se puede resumir en los siguientes aspectos: 1. La prohibición de tomar sangre es universal, puesto que se dictó a los propios descendientes de Noé después del diluvio. Muestra de que sigue vigente es el hecho de que todavía sale el arco iris (Gen 9,4ss). 2. Esta prohibición (que es universal) aparece recogida luego expresamente en la ley del pueblo de Israel (Dt 12,23ss, etcétera). 3. Al concluir el dominio de la ley de Moisés sobre los cristianos, sin embargo, el mandato sigue

como

se desprende de la orden apostólica de Jerusalén (He 15,28-29). Pasemos, pues, ahora a examinar una tras otra las razones aducidas por los Testigos de Jehová para permitir la muerte de seres inocentes. vigente,

del concilio

1.

El

pacto de

Noé no prohíbe tomar sangre

Los judíos de todos los tiempos han tenido siempre que no les sucede ni a adventistas ni a Testigos de Jehová) que el pacto concluido entre Dios y Noé y sus descendientes no implicaba ni el sometimiento a la ley de Moisés (que es posterior) ni tampoco un conjunto de reglas complicadas L Este pacto está formado por un mínimo de preceptos de no difícil cumplimiento, a los que de manera natural claro (algo

se hallan sometidos los no-judíos hasta la llegada del mesías. Para los cristianos, pues, carecen de aplicación ya como principio moral. Pero, no obstante, ¿prohibió el pacto de Noé las transfusiones de sangre? 1 Para un examen del tema desde una perspectiva judía, cf A. hen, Everyman’s Talmud, N. York 1975, 61, 65 y 237.

122

Co

La respuesta es un no radical. El versículo 4 en el que se señala que “la carne no ha de ser comida con su alma, con su sangre”, no fue ni es interpretado por los mismos israelitas como una referencia a una prohibición de comer sangre para los no-judíos. Lo que ahí se prohíbe es una conducta brutal con los animales: comerlos vivos cuando en su interior está su alma todavía. Así era entendido por los judíos de la época de Jesús (y muy anteriormente a él), puesto que el Talmud señala 2 que el mandato de Gén 9,4 se refiere a “devorar un miembro arrancado a un animal vivo”.

Es muy posible que el adepto que escuche este razonamiento (provisto del rigor de siglos de historia, y no fruto, como el de su secta, de varias décadas de desvarío exegético) se niegue a aceptarlo; sin embargo, si conociera la Biblia, bien sabría que la ley de Moisés no ponía ningún reparo a que un no-judío tomara sangre, ya que aquél no se hallaba sujeto más que a los mandatos del pacto con Noé. Un ejemplo claro de esto lo constituye lo que la ley de Moisés establecía al respecto. En ésta se señalaba que todo animal debía ser desangrado en medio del pueblo de Israel. Por ello, un animal que hubiera muer-

no podía ser comido no había sido desangrado, y le estaba vedado su consumo. Pero ¿qué sucedía con el nojudío, que podía comer tranquilamente cualquier animal con sangre? Veamos lo que dice la Biblia: “No comeréis ninguna bestia muerta. Se la darás al forastero que habita en tu ciudad para que él la coma, o bien véndesela a un extranjero” (Dt 14,21). La ley de Moisés resultaba así consecuente con el to sin ser sacrificado ritualmente

por un

2

israelita:

Sanh, 56a.

123

pacto de Noé: un no-judío podía comer un animal con sangre. Para aceptar que los Testigos de Jehová tienen razón en su interpretación del pasaje de Gén 9 tendríamos que aceptar que la Biblia se contradice con él en Dt 14,21; pero lo cierto es que al autor de estas líneas (y supongo que al lector) le parece más verosímil aceptar el hecho de que la interpretación de los Testigos de Jehová es errónea que la posibilidad de que la Biblia se contradiga. Por último, digamos en relación con este pasaje, tan maltratado por la exégesis absurda de la Wachtower, que el arco iris no es una señal de la universalidad de la prohibición de sangre. El mismo texto del Génesis lo establece: “Establezco mi pacto con vosotros y nunca más volverá a ser aniquilada toda carne por las aguas del diluvio, ni existirá otro diluvio que aniquile la tierra” (Gén 9,11). Lo que Dios señala es que el arco iris es un recordatorio de que no habrá otro diluvio provocado por él contra la humanidad; pero para nada se habla de una prohibición universal de comer sangre, y no di-

gamos ya de hacer

transfusiones de

ella.

La

ley de Moisés no es de aplicación para los cristianos

2.

de Moisés prohibía el consumo de Israel, pero no para los no-judíos, como hemos tenido ocasión de ver. En todo caso, lo cierto es que el Nuevo Testamento es terminante en su enseñanza de que no estamos bajo la ley de Moisés 3 Es cierto que de sangre para

la ley

los hijos

.

3

Un

punto de vista opuesto a éste es el mantenido por los AdvenSéptimo Día, que desde el surgimiento de la “autonombrada”

tistas del

124

Quizá

el libro

donde más claramente se

esta enseñanza sea

desarrolla

de san Pablo a los Gálatas. El apóstol se veía enfrentado a un grupo ultralegalista (muy similar, por cierto, a los actuales adventistas), que, valiéndose de malas artes, estaba enseñando a los cristianos no-judíos que debían someterse a toda la ley de Moisés si deseaban ser cristianos. En suma, iban más allá de lo señalado en el pacto de Noé y de lo enseñado por la Iglesia apostóla

epístola

lica.

Pablo reacciona de manera tajante y manifiesta la ley de Moisés deja de cumplir una misión tras la venida del mesías; que los cristianos, por lo tanto, no se hallan sometidos a la misma. Dejémosle hablar a él: “Cristo nos rescató de la maldición de la ley haciéndose maldición por nosotros” (Gál 3,13). “Entonces ¿cuál era la finalidad de la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones hasta que llegase la descendencia (Cristo) a quien estaba destinada la promesa” (Gál 3,19). “La ley ha sido nuestro pedagogo hasta que llegó Cristo, para ser justificados por la fe”

que

(Gál 3,26). Pablo es claro y contundente: el cristiano no se halla sujeto a la ley de Moisés, sino que obtiene su salvación al depositar su fe en Cristo. Ahora bien, esto resulta tan claro que los mismos Testigos de Jehová lo reconocen: un cristiano no está bajo la ley de Moisés, y por tanto no tiene obligación de someterse a ella. No podemos, pues, justificar la prohi-

White insisten en que los cristianos se hallan bajo la obligación de cumplir con la ley de Moisés. Como veremos en este apartado, tal obligación no existe; pero es que, además, lo que los adventistas interpretan como cumplimiento de la ley de Moisés se asemeja sólo lejanamente a ello y resultaría inaceptable para cualquier profetisa Ellen

israelita

medianamente cumplidor de

la

misma.

125

bición de las transfusiones de sangre en

la ley

de

Moisés.

3.

La Iglesia apostólica no enseñó una prohibición universal de tomar sangre

Naturalmente, todo lo anterior no tiene una espeimportancia para los Testigos de Jehová, porque ellos están convencidos de que es el mismo Nuevo Testamento con toda su autoridad apostólica el que señala de manera tajante la prohibición de dar o recibir sangre en transfusión. El texto que se aduce al respecto es el de He 15,28-29: “Nos ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponeros más cargas que estas mínimas: que os abstengáis de lo sacrificado a los ídolos, de la sangre, de los animales estrangulados y de la impureza”. Olvidan los Testigos de Jehová al mencionar este pasaje el conocido adagio de que “un texto sin concial

texto es sólo un pretexto”; y es que en él no se da una prohibición universal para todos los creyentes, y

menos de aceptar

transfusiones de sangre. Veamos, contexto de la controversia dirimida por el concilio de Jerusalén, y así sabremos lo que los após-

pues,

el

si esto es lo mismo que lo que enseña la Sociedad Wachtower. San Lucas señala que el problema de fondo era la existencia de algunos ultralegalistas que pretendían que los cristianos no-judíos debían circuncidarse y guardar toda la ley de Moisés (He 15,1). Tal punto de vista provocó un enfrentamiento con Pablo y Bernabé, quienes, como hemos visto, enseñaban que el cristiano no estaba sujeto a la ley de

toles decidieron y

126

Moisés (He

Finalmente se optó por enviar a representantes de ambas posturas a Jerusalén para que las expusieran ante los apóstoles y éstos tomaran 15,2a).

una decisión (He 15,2b). Parece ser que inicialmente el relato de los logros misioneros de Pablo inclinó la balanza en favor de éste y que dio la impresión de que todo se solucionaría con facilidad (He 15,4). Pero en ese momento intervinieron algunos de la secta de los fariseos y exigieron el cumplimiento de toda la ley por parte de los recién convertidos al cristianismo (He 15,5). El recurso a un concilio resultó así inevitable (He 15,6). San Lucas ha recogido fundamentalmente dos de las intervenciones en aquel debate: la de Pedro y la de Santiago. El primero (He 15,7-11) apoyó resueltamente la enseñanza de Pablo en el sentido de que la salvación no se obtenía por el cumplimiento de la ley, sino por la fe en Cristo; y debió de causar una impresión tan buena en el auditorio, que Pablo se animó a narrar cómo Dios había bendecido su misión entre los no-judíos (He 15,12). Al concluir Pablo, hizo su intervención Santiago 15,13-21). Éste aceptaba lo expuesto por Pedro y Pablo, e incluso citó algunos pasajes del Antiguo

(He

Testamento que apoyaban tal tesis; pero insistió en que había un problema, no doctrinal, sino pastoral, que estaba en el origen de aquella reunión y que debía ser solventado: ¿qué se hacía con los cristianos no-judíos de Antioquía, Siria y Cilicia?

En

teoría cabían tres posibilidades.

La primera hu-

biera sido obligarles a cumplir la ley totalmente. Tal posibilidad resultaba inaceptable porque contradecía

testimonio apostólico. La segunda era no obligarles a cumplir en absoluto la ley de Moisés. En teoría, tal salida era coherente con lo señalado por

todo

el

127

pero hubiera producido un escándalo innecesario a los judíos (especialmente fariseos) que iban aceptando a Jesús como mesías. Por ello se los apóstoles,

optó por una tercera posibilidad para ese caso concreto: aceptar algunos aspectos de la ley mosaica los mismos que se exigían a los prosélitos a fin de evitar el escándalo de los ultralegalistas. Los creyentes no-judíos de Antioquía, Siria y Cilicia (He 13, 23) deberían abstenerse de algunos principios elementales: comer de lo sacrificado a los ídolos, comer alimentos no desangrados, comer sangre y contraer matrimonios consanguíneos, de acuerdo con la ley de Moisés 4 Ahora bien, no nos encontramos aquí con una enseñanza universal aplicable a todos los creyentes, sino con una aplicación del principio de causar escándalo al hermano; por lo tanto, el cristiano no está obligado a abstenerse de tomar sangre. Tal afirmación se desprende, a nuestro juicio, de las siguientes





,

.

razones: a)

La prohibición de tomar sangre está

limitada a

de Antioquía, Siria y Cilicia; así se establece taxativamente en el versículo 23 del capítulo 15, que la Wachtower se guarda muy bien de citar. No hay referencia a que sea un mandato universal y, desde luego, no volvió a repetirse en los cristianos no-judíos

otras ocasiones. b) La Iglesia primitiva, para evitar escándalo, estuvo dispuesta a aceptar preceptos que no le incumbían: así vemos en He 16,1-3 que Pablo circuncidó a

4 Es obvio que ése es el significado que tiene aquí el término porneia, que hemos traducido, como la Biblia de Jerusalén, por “impureza”, y no por “fornicación”. La razón fundamental para adoptar esta interpretación es de tipo histórico: el concilio prohibía de acuerdo con las

normas básicas para

128

los prosélitos del judaismo.

Timoteo para evitar escándalo a los judíos. Demasiado sabía el apóstol que un cristiano no está obligado a circuncidarse (Gál 5,1-6), pero aceptó someterse a tal precepto para no invalidar el testimonio evangélico.

Otro ejemplo de este tipo se halla en He 21,20-26. este pasaje se nos narra cómo Pablo al regresar a Jerusalén se encontró con una oposición considerable de sus compatriotas. Santiago le aconsejó entonces que pagara el voto judío de unos jóvenes, para no causar escándalo y no dañar el testimonio evangélico. Pablo lo aceptó, guiado por el principio de no causar escándalo, aunque era bien consciente de que no existía obligación preceptual de hacerlo. En todas estas conductas, pues, asistimos a un principio claro, expresado por Pablo como nadie en el conocido pasaje de ICor 9,19-23, que merece la pena citar en su totalidad: “Lo cierto es que, siendo libre, me he convertido en un esclavo de todos para ganar al mayor número de personas. De cara a los judíos, me he hecho judío para ganar a los judíos; de cara a los que están bajo la ley, como si estuviera bajo la ley aunque no lo estoy a fin de ganar a los que se encuentran bajo la misma. De cara a los que

En





están sin ley, como si estuviera sin ley para ganar a los que están sin ley, aunque yo no estoy sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo. Me he convertido en débil de cara a los débiles. Me he convertido en todo de cara a todos para salvar como sea a algunos. Y todo esto lo hago por el evangelio, para participar de él”.

no puede resultar más claro: lo importante es que la gente pueda conocer a Jesús y salvarse. Si esto exigía pequeñas renuncias puntuales para evitar el escándalo y así evitar que la gente no oyera El principio

129

el

evangelio, bienvenidas. Quizá en algunas Iglesias

(como Antioquía, Siria y Cilicia para los no-judíos) hubiera que aceptar abstenerse de sangre para no causar escándalo; en otros casos algún hermano tendría que aceptar la circuncisión (como pasó con Timoteo) o bien consentir en ciertos ritos judíos (como Pablo en Jerusalén) para no crear obstáculo al evangelio; pero de ello no se desprendía que hubiera una obligación universal de seguir tal precepto. La única obligación era no poner obstáculos por cuestiones secundarias en el camino de aquellos a los que Cristo era anunciado. Los misioneros entre judíos, entre musulmanes o entre paganos saben hasta qué punto esta táctica misionera era correcta. Un musulmán ante el que se comiera cerdo o un judío ante el que se consumiera

marisco no recibirían semejante actitud como un anuncio de libertad, sino como un desprecio de su fe. Por lo tanto, el cristiano ante ellos debería abstenerse de comer tales alimentos; y esto no por estar obligado a ello, sino por amor al ser humano que quizá aún no oyó hablar de Cristo El autor de estas líneas ha tenido oportunidad de comer en varias ocasiones con adventistas y Testigos de Jehová. Jamás ha utilizado tales oportunidades para mostrarles su convicción de que no existe obligación de seguir la dieta pseudo-levítica de los primeros o aceptar la prohibición de sangre de los segundos. Ha ceñido gustosamente su manera de saciar el apetito a lo que pudiera ser aceptable para ellos, precisamente en la esperanza de que lleguen a conocer a Jesús profundamente. c) Las prohibiciones contenidas en He 15,28-29 no fueron aplicadas a otras Iglesias, y por lo tanto ni tienen valor universal ni se nos aplican a nosotros. 130

Que

que hemos sostenido en las páginas andeterminado de manera por la enseñanza apostólica del primer

la tesis

teriores es correcta viene irrefutable siglo.

En He 15,28-29 se nos dice que los cristianos nojudíos de Antioquía, Siria y Cilicia no debían comer lo sacrificado a los ídolos. Era un caso puntual, porque Pablo después enseñó claramente que se podía comer de lo sacrificado a los ídolos (ICor 8), pero teniendo buen cuidado (una vez más) de no escandalizar a nadie. También en He 15,28-29 se nos habla de la prohibición de comer lo estrangulado y la sangre. Ahora bien, la enseñanza del apóstol con posterioridad es que se puede comer de todo sin excepción, salvo la sangre, a condición de no causar escándalo: “Que

nadie procure su propio interés, sino el de los otros. Comed todo lo que se vende en el mercado sin plantearos cuestiones de conciencia” (ICor 10,24-25). Personalmente, yo me siento más seguro siguiendo la enseñanza del apóstol que la de la Wachtower.

Conclusión

4.

A

largo de las páginas precedentes hemos asisuno de los ejemplos más lamentables de exégesis que podrían aducirse en relación con las sectas. Arrancando de un texto que no enseña lo que pretende la Wachtower (Gén 9), de otros que la misma Wachtower reconoce que no tienen aplicación para lo

tido a

los cristianos (los referentes a la ley

de Moisés) y de

uno absolutamente descontextuado y privado de su trasfondo global en el Nuevo Testamento (He 15), las autoridades de esta secta se han hecho responsa131

la muerte inocente de docenas de seres humanos. Quizá eso sea una prueba más de que la teología nunca es neutral en sus consecuencias, y también de que las primeras víctimas de las sectas son sus propios adeptos. Y ¿acaso aquel que haya perdido un cónyuge, un padre, un hijo, un ser querido, por obedecer irreflexivamente a la teología de la secta y por no examinar con seriedad lo que enseña la Biblia lo recuperará de manos de la Wachtower? Inútil es decir que no. Sólo lo habrá sacrificado a los apetitos de poder y dominación de una multinacional de la religión carente de escrúpulos.

bles de

132

7

¿ENSEÑA LA BIBLIA QUE HAY ALIMENTOS IMPUROS PARA LOS CRISTIANOS?

L A PROHIBICIÓN Como

de consumir ciertos alimentos la inmensa mayoría de las sectas. he señalado en una obra anterior la dieta de las sectas no viene provocada por razones higiénicas o culturales, como es el caso del judaismo o del islam, sino que es consecuencia directa de una política de sus dirigentes, encaminada a conseguir que el adepto adquiera una identidad claramente diferenciada. A ello se debe que haya prescripciones dietéticas en los mormones, los adventistas, los Testigos de Jehová y la práctica totalidad de las sectas orientalistas. Pocas cosas sirven mejor para marcar distancias que la diferencia en la dieta o en la manera de vestir. Vamos a centrarnos en este caso concreto en las dos sectas más numerosas de la actualidad: mormones y adventistas del Séptimo Día. Ambas nacieron en Estados Unidos, ambas enseñan que determinados alimentos están prohibidos para los creyentes cristianos, ambas aceptan la Biblia como palabra de Dios y ambas pretenden poseer una revelación posterior a la Biblia (el Libro de Mormón y otras obras es algo habitual en

1

Psicología de las sectas, Paulinas, Madrid 1990, 53ss.

133

el caso de los mormones, las profecías de la señoWhite en el de los adventistas), que, al fin y a la postre, tiene un peso mucho más decisivo y que, en la práctica, excluye la enseñanza de las Escrituras. Pese a estas semejanzas, nada despreciables por otra

en ra

(como es

de profetas en cuanto a lo que no puede ingerir un cristiano. En el caso de los adventistas, la prohibición se extiende a una dieta que pretende ser la levítica; y en el de los mormones, al alcohol y bebidas excitantes, como el café. Pero parte, llegan

natural

al partir

diferentes) a conclusiones distintas

¿prohíbe

la Biblia tales

cosas?

El AT no prohíbe a los no-judíos ningún alimento

1.

Como hemos tenido

ocasión de señalar en

el capí-

Testamento establece una diferenciación evidente entre los hijos de Israel y el resto de la humanidad. Ciertamente, los primeros se hallan sometidos (a partir de Moisés) a una dieta, que se ha denominado convencionalmente levítica, en la que no sólo entra en juego la prohibición de ciertos alimentos, sino también de ciertas formas de sacrificarlos y cocinarlos. De ahí que la pretensión de los adventistas de seguir la normativa mosaica resulte ridicula; pues si bien las prohibiciones dietéticas se aproximan, no sucede así en absoluto con los preceptos relativos al sacrificio de animales y a la manera tulo anterior, el Antiguo

de cocinarlos 2

.

2 Para un acercamiento a la normativa alimenticia judía, suficientemente revelador de la distancia que media entre ésta y la de los adventistas, consultar, por ejemplo, rabí Hayim Halevy Donin, El ser judío,

Jerusalén 1978, 104ss.

134

Ahora bien, para los no-judíos no existía ninguna obligatoriedad de guardar esas normas dietéticas. Ya

hemos visto en Dt 14,21 cómo incluso podían tomar animales que no habían sido sacrificados ritualmente, y que, por tanto, resultaban impuros por estar sin desangrar. También hemos tenido ocasión de contemplar cómo en el pacto de Dios con Noé no aparece la más mínima mención de que deban los nojudíos hacer distinción, a la hora de comer, entre alimentos puros e impuros. Por el contrario, hay una mención explícita a que todo, sin excepción, es entregado al ser humano para que lo coma: “Infundiréis temor y pavor a todos los animales de la tierra, y a todas las aves del cielo, y a todo lo que repta por el suelo, y a todos los peces del mar; vuestros son. Todo lo que se mueve y tiene vida os servirá de alimento: todo os lo doy, lo mismo que os di la hierba verde” (Gén 9,2-3). Naturalmente, el Antiguo Testamento aceptaba la posibilidad de

que un no-judío se circuncidara, entra-

ra a formar parte de Israel y luego siguiera las leyes dietéticas en su totalidad. Pero lo que resultaba in-

concebible es que un no-judío (como es el caso de los adventistas) no se circuncidara, no entrara en el pueblo de Israel y luego guardara a medias las leyes dietéticas. Semejante absurdo y despropósito era algo inimaginable en el pensamiento del Antiguo Testamento.

2.

Jesús declaró puros todos los alimentos

Naturalmente, los adventistas pueden alegar, como hacen los Testigos de Jehová al defender su prohibición de transfusiones de sangre, que el Antiguo Tes135

tamento no es la base de su doctrina, porque son cristianos, y que fundamentalmente se apoyan en la revelación del Nuevo Testamento. Como poder alegarlo, pueden hacerlo. Cuestión aparte es que tenga los visos más mínimos de verosimilitud. Pablo nos ha transmitido la clara convicción de la Iglesia primitiva de que Cristo había nacido bajo la ley y la había cumplido para rescatarnos de la misma: “Al llegar la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley y para que recibiéramos la filiación adoptiva” (Gál 4,4-5). Por lo tanto, el que Jesús cumpliera con las leyes dietéticas de la ley de Moisés (que no son las de los adventistas, por otra parte) está fuera de discusión; como también lo está el que ciertamente fue circuncidado y el que celebró las fiestas judías (circunstancias ambas no seguidas por los adventistas). Ahora bien, lo que sí es evidente es que Jesús se preocupó de marcar los senderos por los que discurriría con posterioridad la Iglesia apostólica; y entre ellos se hallaba el de la emancipación de la ley de Moisés, que no tenía sentido teológico tras su venida. Que esto incluía abolir las distinciones entre alimentos puros e impuros se desprende de los mismos evangelios: “Luego llamó de nuevo a la gente y les dijo: Escuchadme bien todos y entended. Nada hay fuera del hombre que, cuando entra en él, pueda convertirlo

en impuro. Lo que sale del hombre es lo que hace impuro al hombre. El que tenga oídos para oír que oiga. Y luego, tras retirarse de la gente, cuando entró en casa, le preguntaron sus discípulos sobre la pará-

¿Tampoco vosotros lo entendéis? ¿No comprendéis que todo lo que entra en el hombre bola. Él les dijo:

desde fuera no puede hacerle impuro, porque no 136

penetra en su corazón, sino en el vientre y va a dar el retrete? Así declaraba puros todos los alimen-

en

Y añadía: Lo que sale del hombre es lo que hace impuro al hombre” (Me 7,14-20). La enseñanza de Jesús no puede quedar más clara. No hay nada en los alimentos que tenga un contenido espiritual impuro. Es precisamente lo que sale del interior del hombre lo que puede resultar malo. Aquella declaración, que por otro lado aparece preñada tos.

de

declaraba puros todos los alimentos... Cuesque la “profetisa” White se sintiera con arrestos suficientes como para enmedarle la plana al propio Jesús de Nazaret. lógica,

tión aparte es

3.

Los apóstoles enseñaron que los cristianos podían tomar todos los alimentos

Lo grave de la tesis sustentada por los adventistas es que además contradice frontalmente la enseñanza clarísima de los apóstoles. Ya hemos visto en el capí-

cómo ni siquiera en el concilio de Jerusalén se pensó, para evitar escándalo, en prohibir alimentos determinados a los cristianos. Da la impresión de que los apóstoles estaban dispuestos a evitar tulo anterior

situaciones de tropiezo en

evangelización a los sí; prohibiendo lo estrangulado, sí; prohibiendo lo sacrificado a los ídolos, sí; pero jamás imponiendo la dieta mosaica, que ni

judíos prohibiendo

la

la

sangre,

había cargado sobre los no-judíos. tales excesos es lógico, dada la propia experiencia de Pedro al respecto. Lucas nos narra en los Hechos de los Apóstoles una visión que los adventistas no parecen conocer. Merece la pena citar in extenso el episodio: “Al día siguiente, miensiquiera

la ley

Que no cayeran en

137

de camino y se acercaban a la ciudad, Pedro terraza para hacer oración. Le dio hambre y sintió deseos de comer algo. Mientras se lo preparaban le sobrevino un éxtasis y vio los cielos abiertos y una cosa que se asemejaba a un gran lienzo que descendía hasta la tierra, atada por sus cuatro extremos. En su interior había todo tipo de animales de cuatro patas, reptiles de la tierra y aves del cielo. Y una voz le dijo: Levántate, Pedro, mata y come. Pedro respondió: De ninguna manera, Señor; jamás he comido nada profano e impuro. La voz le dijo por segunda vez: Lo que Dios ha purificado no lo llames profano. Aquello se repitió por tres veces e inmediatamente la cosa fue elevada hacia el cielo” (He 10,9-16). Parece difícil que la enseñanza de purificación de todos los animales pudiera haber sido enseñada a Pedro de una manera más clara, y no es de extrañar que además la visión sirviera para abrir camino a los no-judíos (que comían todo tipo de alimentos) en la tras iban

subió a

la

Iglesia cristiana.

No

es de admirar que tal enseñanza de libertad no quedara limitada a las palabras de Jesús o de Pedro. Pablo, posiblemente, es el autor del Nuevo Testamento que más hincapié hace en lo absurdo de mantener una dieta que no proporciona mayor espiritualidad a los cristianos y que a la vez puede ser plataforma de un orgullo pseudoascético, defecto éste tan aprovechado por las sectas en las personas de sus adeptos. Ya hemos mencionado antes la tajante afirmación de Pablo de que el cristiano puede comer sin reparos de conciencia de todo lo que se vende en la carnicería (lCor 10,25-26). Citaremos además ahora algunas referencias suyas al respecto. La primera es una clara

138

advertencia a todos los cristianos para no dejarse engatusar por aquellos que intentaban parecer más santos por cuestiones de comida o bebida: “Por tanto, que nadie os critique por cuestiones de comida o de bebida, en relación con fiestas, con novilunios o sábados. Todo eso es una sombra de lo que ha de venir; pero la realidad es el cuerpo de Cristo” (Col 2,16-17). La enseñanza del apóstol no puede estar más cla-

Quizá hubo un tiempo en que todo aquello (sábados, novilunios, reglas dietéticas, etc) tuvo un sentido; pero ahora, con Cristo, no deja de ser un triste anacronismo, y ningún cristiano debería prestar oído a tales enseñanzas. Hacerlo implicaría olvidar la obra de Cristo y sujetarse a conductas mundanas impropias de un creyente en Jesús: “Una vez que habéis muerto con Cristo a los elementos del mundo, ¿por qué sujetaros, como si siguierais viviendo en el munra.

do, a preceptos del tipo de ‘no tomes’, ‘no gustes’, ‘no toques’, cosas todas destinadas a perecer con el uso y debidas a preceptos y doctrinas puramente

humanos? Esas cosas poseen una

apariencia externa

piedad afectada que poseen, sus mortificaciones y su aspereza con el cuerpo; pero carecen de todo valor y en realidad satisfacen los apetitos de la carne” (Col 2,20-23). Creemos que difícilmente se podría haber expresado mejor lo que subyace bajo las dietas de las sectas (y muy especialmente los adventistas): una serie de preceptos meramente humanos (en este caso surgidos de la mente calenturienta de Ellen White) que pueden dar una apariencia de piedad, pero que sólo cubren orgullo y que carecen de valor frente a las verdaderas tentaciones. Si alguien piensa que las tácticas de los sectarios con sus adeptos pertenecen al

de sabiduría, dada

la

139

bería descubrir a

presente de manera exclusiva, dela luz de pasajes como éste cómo

su antigüedad es

mucho mayor.

siglo

pasado y

al

Pablo era consciente a la vez de que en la Iglesia podían surgir personas que se vieran afectadas por este tipo de enseñanzas, y recomendó el respeto a las mismas en la esperanza de que su situación de “débiles en la fe” fuera cambiando con el tiempo (Rom 14); pero incluso en ocasiones como ésa dejó bien establecido que “el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y alegría en el Espíritu Santo” (Rom 14,17). Claro que no hace falta insistir en que Pablo era un apóstol de Dios, mientras que Joseph Smith y Ellen White distaron mucho de ser siquiera simples cristianos, aunque nadie les puede negar el dudoso privilegio de haber puesto en pie el primero y reformado la segunda las dos sectas más

numerosas

del

mundo.

Conclusión

4.

Una de

más claras de las sectas impureza de ciertos alimentos. Posiblemente los casos más claros sean los de Adventistas del Séptimo Día y mormones. Tal actitud, como hemos visto, carece de base bíblica. De hecho, podemos decir que el pretender adquirir una apariencia de santidad en base a privarse de ciertas comidas o bebidas, por ejemplo el café 3 sin duda reviste una utilidad psicológica para los dirigentes de las las características

es su insistencia en

la

,

4

No hace

mente en

falta decir

la Biblia.

Se

que

trata

la

prohibición de café no aparece ni lejanadel prurito diferenciador que

una vez más

tanto entusiasma a dirigentes y adeptos de las sectas.

140

que colman así inconscientes anhelos de sus adeptos, pudiendo retenerlos con más facilidad; pero ni lejanamente tiene la más mínima base en el cristianismo bíblico. En realidad es más bien marca de los falsos profetas: “El Espíritu dice claramente que en sectas,

tiempos algunos apostatarán de la fe entregándose a espíritus de mentira y a doctrinas diabólicas por la hipocresía de engatusadores cuya propia conciencia está cauterizada. Éstos prohíben el matrimonio y el uso de alimentos que Dios creó para que fueran comidos con acción de gracias por los fieles que han conocido la verdad. Porque todo lo que Dios ha creado es bueno y no debe ser rechazado ningún alimento que se consuma con acción de gracias, pues ya queda santificado por la palabra de Dios y la oración” (ITim 4,1-5). Creemos que estas palabras son, sin lugar a dudas, la mejor conclusión a este capítulo, pues compendian a la perfección la materia de que están formadas las sectas y la enseñanza cristiana sobre los alimentos. Esta última aparece preñada de la alegría que implica el saber que todo lo que Dios creó es bueno y que nuestro creador se ha complacido en dárselo a la humanidad para un disfrute que es incluso santo si llega a reconocer que todo, absolutamente todo, se lo debemos a él. Difícil es que ese sentido sano y alegre de gratitud que corre a lo largo de la Biblia en relación con el disfrute de la creación se encarne en los últimos

los

que siguen

el

poco humano y menos

pseudoascetismo de

cristiano

las sectas.

141

8

¿ENSEÑA LA BIBLIA

QUE EL CRISTIANO DEBE GUARDAR EL SÁBADO?

U

NA DE LAS CARACTERÍSTICAS

más

clara-

mente diferenciadoras de los adventistas del Séptimo Día está en su insistencia (de la que deriva su propio nombre) en que el cristiano debe guardar el sábado. Aparentemente, la cuestión es puramente secundaria y no merecería ni siquiera unas líneas de nuestra atención. No obstante, la forma en que tal doctrina fue encajada dentro de su teología y la presunta base bíblica de la misma es un ejemplo tan claro de la torcida utilización que las sectas hacen de la Biblia, que merece la pena que toquemos el tema.

1.

Historia de una “revelación”

Originalmente, y por increíble que pueda parecer, no incluyeron en su panoplia doctrinal ninguna referencia a la obligatoriedad de guardar el sábado. Un capitán de marina retirado, de nombre John Bates, llegó a la convicción, a través de la leclos adventistas

un artículo en un periódico, de que el día de descanso semanal que debía guardar el cristiano era el séptimo, es decir, nuestro sábado. Poco después el capitán jubilado entraría en contacto con un grupo tura de

143

de adventistas situado en New Hampshire, que giraba en torno a la influencia de una mujer llamada Rachel Oakes. La citada dama también se mostraba favorable a guardar el séptimo día, de manera que Bates se sintió confirmado en sus conclusiones e incluso se animó a escribir un par de folletos en los que presentaba una visión del tema ya bastante cercana a la de los adventistas de hoy en día. Ahora bien, el factor decisivo no iban a ser estos dos laicos, sino (¡cómo no!) una visión de la profetisa de la secta, Ellen White. En 1847, justo entre la publicación del primero y el segundo folleto de Bates, la señora White fue supuestamente arrebatada al santísimo en el santuario celestial, y allí vio los diez mandamientos, con un halo de especial resplandor que rodeaba al mandato del sábado. Puede que los adventistas crean, pues, que su peculiar punto de vista arranca de la Biblia, pero lo cierto es que la historia desmiente esa conclusión de manera inapelable. No fue la Biblia el motor que condujo a la secta a adoptar esta doctrina particular, sino una “revelación” de su profetisa. Huelga decir que, una vez que se produjo la visión, nadie se atrevió a contradecir a la señora White.

2.

Argumentos de

los adventistas

Dado lo grosero de la prehistoria de la doctrina, no deja de resultar lógico que se buscara algún tipo de apoyatura bíblica a la misma. Es un procedimiento que caracteriza también a los Testigos de Jehová, a los Niños de Dios y a los mooníes. No estará, pues, de más que examinemos los argu-

mentos 144

al

respecto:

El

a)

sábado es un memorial de

la

creación. Se-

manual doctrinal ( Questions on Doctrine, p. 158), el sábado es primeramente un evento con valor de conmemoración en relación con el día de descanso que tuvo Dios después de completar su obra creativa l Desde el enfoque exegético que proporciona el Nuevo Testamento, tal tesis es insostenible. Así, para la carta a los Hebreos, auténtico midrash cristiano, en relación con el ritualismo de la fe judía, el descanso del sábado ha quedado sustituido por un descanso mejor. Así, en el capítulo 4, versículo 9 y siguientes dice: “Existe, pues, un reposo reservado para el pueblo de Dios; pues aquel que entre en el reposo de Dios descansará también él de sus obras como Dios de las suyas. Esforcémosnos, pues, por entrar en ese reposo” (He 9-lla) (EP). Parece claro que la preocupación del autor de Hebreos, como se desprende de todo el capítulo, no es guardar un memorial de un evento pasado, sino, más bien, proyectarse hacia un reposo futuro, al que el séptimo día sirvió en el pasado de arquetipo. De he-

gún su

“infalible”

.

cho,

como veremos más

Testamento,

cambiar

adelante,

el

mismo Nuevo

séptimo día por el primero, deja bien claro que no había nada perpetuo en la celebración del sábado. al

el

b) Apocalipsis 14 ordena guardar el séptimo día. En Questions on Doctrine (p. 153), señalan con plena

1 No hace falta decir a cualquiera que conozca el proceso de redacción del Pentateuco que este acercamiento al texto del Génesis es un absoluto dislate, que sólo deja de manifiesto una ignorancia supina en materia de crítica bíblica. No obstante, seguiremos la línea de razonamiento planteada por los adventistas para hacer más asequible su

refutación.

145

convicción los dirigentes de la secta adventista: “Creemos que la restauración del Sabbath es indicada en la profecía bíblica de Ap 14,9-12”. Más adelante, en la página 181 de la misma obra, insisten en que las profecías referentes a la bestia del Apocalipsis tienen

un claro cumplimiento en el papado: “De manera que los heraldos adventistas de la reforma del Sabbath llegaron a una conclusión lógica en relación con la marca de la bestia, manteniendo que era, esencialmente, el intento de cambiar el Sabbath del cuarto mandamiento del decálogo llevado a cabo por el papado, su empeño en imponer este cambio a la cristiandad y la aceptación del sustituto del papado por



los individuos”.

Ahí es nada.

El

papa es

el

y su marca es la primero, domingo 2

Ap

14,9-12 dice algo de

la bestia,

sustitución del séptimo día por

Veamos ahora

si el

pasaje de

.

“Los siguió un tercer ángel, gritando con voz potente: Si alguno adora a la bestia o a su estatua y recibe su marca en la frente o en la mano, beberá el esto:

de Dios, que ha sido vertido sin mezcla de su cólera, y será atormentado en el fuego y en el azufre en presencia de los cuatro ángeles y del cordero. El humo de su suplicio sube por los siglos de los siglos, y no tienen reposo ni de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su estatua y a los vino de

en

2

la ira

el cáliz

No deja de ser curioso que esa agresividad adventista que convier-

papado en la bestia, a la Iglesia católica en la gran ramera del Apocalipsis y a las Iglesias protestantes en las hijas de la ramera, se oculte cuando hay por medio intereses económicos. A nuestro conocimiento han llegado informes de cómo los adventistas de manera dudosamente ética han logrado presuntamente, mediante una ocultación de su naturaleza real, la obtención de cartas de presentación de ministros de diversas confesiones. Su especial camaleonismo a la hora de presentarse ha contribuido, sin duda, a ese éxito. Para más información y bibliografía sobre el tema, cf César Vidal Manzanares, El infierno de las sectas, Bilbao 1989, 50ss. te al

146

que reciben la marca de su nombre. Aquí la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (EP). Y ahora yo me permito preguntar al lector sensato e imparcial: ¿dónde habla este texto del papado?, ¿dónde dice que sustituye el sábado por el domingo?, ¿dónde se dice que esa sustitución es la marca de la bestia? Lo que sí dice este texto, mal que les pese a los adventistas, porque choca con sus doctrinas, es que existe un castigo eterno totalmente consciente. Este ejemplo de dislate interpretativo lo que pone además de manifiesto es que, siguiendo las “iluminaciones” de cualquier profeta, se puede sacar de la Biblia la doctrina que se le antoje a la secta de turno. El Nuevo Testamento enseña que hay que c) guardar el sábado. Los adventistas insisten en que tanto Jesús como Pablo ( Questions on Doctrine, pp. 151, 161 y 181) guardaron el sábado, y así dieron ejemplo a los cristianos que vendrían posteriormente. Este argumento es sumamente fácil de refutar. Con relación a Jesús, podemos señalar que hasta su resurrección cumplió celosamente con la ley. Ahora bien, como ya hemos tenido ocasión de ver en relación con los alimentos impuros y otras cuestiones, ya no estamos bajo esa ley. También Jesús fue circuncidado como judío y, no obstante, los adventistas no sostienen que ésa sea una obligación que ataña a los cristianos. Por tanto, es cierto que Jesús, como judío, guardó el séptimo día y se sometió a preceptos de la ley de Moisés, ya que hasta él llegaban la ley y los profetas (Mt 11,13); pero los cristianos ya no estamos

bajo

la ley.

Pablo, visitó sinagogas en sábado en su afán de evangelizar a los judíos; pero de ahí no se

En cuanto a

147

desprende que se considerara bajó la ley del sábado. Como ha señalado muy atinadamente A. A. Hoekema, si seguimos ese argumento tendríamos que creer que los adventistas guardan el domingo porque muchas veces acuden a las iglesias de otras confesiones en ese día con la finalidad de hacer proselitismo para su secta 3 El apóstol Pablo, como hemos visto en capítulos anteriores, estuvo dispuesto a someterse a la ley, no porque se considerara bajo la misma, sino para predicar a los judíos bajo la ley sin causarles escándalo (ICor 9,19-23). Ahora bien, él mismo señaló que ya no estábamos bajo los preceptos judíos referentes a las festividades, ni siquiera sometidos a ninguno de los sábados 4 entre los que no exceptúa el séptimo día: “Por tanto, que nadie os critique por cuestiones de comida o bebida o a propósito de fiestas, novilunios o sábados. Todo esto es sombra de lo venidero; pero la realidad es el cuerpo de Cristo” (Col 2,16) .

,

(BJ).

No

de más que en lugar de girar en torno a los escritos de su profetisa y de encontrar lo que no hay en pasajes como el de Ap 14, los adeptos de esta secta se tomaran la molestia de leer la Biblia sin preestaría

juicios.

Los cristianos de la era apostólica guardaron el domingo y no el sábado

3.

Hay bastantes informaciones contenidas en el Nuevo Testamento que nos indican que 3

A. A.

4

La

el

domingo había

Hoekema, Seventh Day Adventism, Grand Rapids

1979, 93.

de Moisés conocía diversos sábados o descansos, aparte del séptimo día. Es obvio que Pablo considera abolida la obligación de guardarlos todos sin excepción.

148

ley

sábado (séptimo día) como día sagrado. Señalemos a título de ejemplo algunos: a) Jesús resucitó en domingo o primer día de la semana judía (Jn 20,1), marcando de manera especial este día; sustituido al

b) Jesús se apareció por primera vez a todos sus

discípulos en

domingo (Jn 20,19ss) 5

;

c) la

segunda

aparición de Jesús a todos sus discípulos fue en domingo también (Jn 20,26ss); d) la recepción del

Santo en Pentecostés fue en domingo (He 2,lss) 6 e) también fue en domingo cuando Pedro, el primero de los apóstoles, predicó su primer sermón de evangelización y entraron los primeros conversos en la Iglesia (He 2,14ss y 2,41);/) la Iglesia no-judía se reunía el primer día de la semana, o sea el domingo, y sabemos que en ese día predicó Pablo en medio de una celebración eucarística (“nos reunimos para partir el pan”) (He 20,6-7); g) la Iglesia hacía sus colectas de caridad el primer día de la semana (lCor 16,2). Examinado cuidadosamente, resulta impresionante el material neotestamentario relacionado con el doEspíritu

;

5 Como ha señalado muy acertadamente el teólogo protestante Oscar Cullmann, el hecho de que Jesús se apareciera en domingo a sus discípulos generó en la Iglesia primitiva la expectativa de que Cristo volvería a recogerla en el curso de una reunión eucarística en domingo precisamente. Una prueba más de que los primeros cristianos guarda-

ban

domingo y no

el sábado. determinar que Pentecostés cayó en domingo. La palabra misma significa “cincuenta”, y servía para designar la fiesta judía de la que se nos habla en Lev 23,15-16. En este pasaje se nos especifica precisamente que la fiesta debía celebrarse contando a partir del día después del sábado. De hecho, el partido saduceo contemporáneo de Jesús interpretaba el día después del sábado como el primero de la semana, o sea el domingo. Como ha señalado el profesor F. F. Bruce (Commentaiy on the Book of the Acts, Grand Rapids 1955, 53), resulta indudable que Pentecostés cayó en domingo, puesto que siempre cayó en el primer día de la semana, por lo menos, hasta la destrucción del templo de Jerusalén en el año 70 d.C. 6

el

Es

fácil

149

así como el elevado valor simbólico que le dieron los primeros cristianos. La primera reunión (y la segunda) de todo el colegio apostólico con Jesús fue en domingo. En domingo también se anunció la piedra angular de la fe cristiana: Ha resucitado. Fue en domingo cuando la Iglesia recibió el Espíritu Santo, y Pedro, como portavoz de los apóstoles, hizo los primeros conversos, los primeros “cristianos”, podríamos casi decir. En domingo se reunían las Iglesias paulinas para celebrar la eucaristía, y en domingo se recogía lo que voluntariamente daban los primeros cristianos para que fuera dedicado a los pobres. La resurrección de Jesús, la recepción del Espíritu Santo, la predicación del evangelio, las primeras conversiones, la celebración de los sacramentos (bautismo

mingo,

y eucaristía), la comunión de los unos para con los otros y el amor fraternal aparecen en el Nuevo Testamento bajo el signo del domingo, y no del sábado. ¿Cómo puede, pues, pretenderse que el domingo es la marca de la bestia del Apocalipsis, que, a su vez, es el papado?

4.

Los cristianos de la era posapostólica guardaron el domingo, y no el sábado

En su libro Questions on Doctrine (p. 166) los adventistas sostienen lo siguiente: “El primer ejemplo la Iglesia primitiva, de primer que el día de la semana sea llamado el día del Señor se encuentra en Clemente de Alejandría, cerca del final del siglo segundo”. Como el lector a estas alturas ya conocerá un poco a la secta de la señora White, se podrá imaginar (y acertará) que tal afirmación es falsa. Podríamos adu-

auténtico, en los escritos de

150

docenas de textos donde los cristianos primitivos no sólo hablan de la celebración del domingo, sino que también atacan contundentemente la del sépcir

timo día; pero nos limitaremos a algunos ejemplos de muestra. a) La Epístola de Bernabé (escrita entre el 70 y el 120 d.C.): “Por lo tanto, nosotros guardamos el octavo día para celebrarlo. En ese día Jesús resucitó de entre los muertos, y tras manifestarse, ascendió a los cielos”

(XV)

7 .

(Obsérvese cómo, en armonía con

Nuevo Testamento, cial

el

el

domingo adquiere una espe-

relevancia por haberse producido en

él la

resu-

rrección). b) Didajé (entre el 70 y el 110 d.C.): “Reunidos cada día del Señor, partid el pan y dad gracias, después de haber confesado vuestros pecados, a fin de que vuestro sacrificio sea puro” (c. XIV). Ignacio (hacia el 80-90 d.C.): “Ahora bien, los c) que se criaron en el antiguo orden de cosas vinieron a la novedad de esperanza, no guardando ya el sábado, sino viviendo según el domingo, día en que también nuestra vida amaneció” (Epístola a los magnesios IX).

Justino Mártir (hacia el 150 d.C.): “Pero el domingo es el primer día, en el que todos celebramos nuestra asamblea común, porque es el primer día en el que Dios, habiendo realizado un cambio en la oscuridad y la materia, hizo el mundo; y Jesucristo, nuestro salvador, fue en ese mismo día cuando resucitó de entre los muertos” I Apología, c. 67) 8 d)

.

7

Este y los pasajes siguientes han sido traducidos por el autor a publicado por la BAC. 8 Recomendamos como obra especialmente representativa de la apologética cristiana enfrentada con los riesgos de los judaizantes el Diálogo con el judío Trifón, de san Justino. En castellano existe una partir del texto original

151

Resulta evidente que los cristianos de finales del e inicios del s. n habían tomado sus patrones de conducta en relación al domingo del Nuevo Testamento: el sábado (como realidad pasada) ya no se guardaba, y en domingo (el día de la resurrección de Jesús) la Iglesia se reunía a celebrar la eucaristía y a tener comunión los unos con los otros. s.

i

5.

Conclusión

Como habrá podido observar el lector en las páginas precedentes, la cuestión del sábado, tal y como le anunciamos, es un auténtico ejemplo de la exégesis practicada por las sectas. Iniciada la bola de nieve con una revelación del profeta de turno (Ellen White), se fuerzan textos que nada tienen que ver con el tema para hacerlos encajar en un esquema preconcebido (el papa es la bestia, el domingo es su marca) y se desprecia la enseñanza clara de la Biblia y el ejemplo de la historia de la Iglesia. Puede que el sistema resulte efectivo de cara a los adeptos, pero es dudoso que se lo pueda calificar de honesto, sólido y bíblico.

buena versión en Padres apologetas griegos, BAC, Madrid 1979. Por paradójico que pueda parecer, la obra contiene una auténtica fuente de argumentos contra la mayoría de las doctrinas de los adventistas.

152

CONCLUSIÓN

S TUVIERA I

logía

de

que

definir

en cuatro palabras

las sectas, éstas serían

la teo-

“ausencia de

historia legítima”, “miedo”, “orgullo” y “esclavitud”.

Creo que ésas son las líneas definitorias básicas que marcan a todas las sectas. En primer lugar, la secta se sustenta sobre la negación de la historia. Con la muerte del último apóstol se quiebra para todas ellas la actuación de Dios en la tierra... hasta la aparición de su profeta (Smith, White, Russell). Dios no ha actuado, como enseña la Biblia, de una manera continua, sino que parece haber decidido estar inactivo casi veinte siglos, hasta que, olvidando la Iglesia que fundó Cristo, decidió alzar a un profeta que creara la secta verdadera. Como en un gigantesco paréntesis, la teología de las sectas encierra los tesoros de la patrística, de la Edad Media, del renacimiento y la reforma, como si nada hubieran significado, y nos hace aparecer en el s. xix o xx. Los padres de la Iglesia, los evangelistas y los santos apóstoles, los místicos, el monacato, son borrados de un plumazo como si nunca hubieran existido, como si nada hubieran aportado ni al pueblo de Dios ni a la humanidad en general. Pero, ojo, esta huida hacia el pasado cercano también se da con matices: no se nos incrusta en la verdadera historia de la secta, la de sus fraudes y engaños, la de sus falsas profecías, la de sus escándalos económicos, sino en la creada con fines de capta153

La secta borra así el pasado para manipular el presente y apoderarse del futuro. Es una táctica común a todas las dictaduras, y no nos sorprende que así sea también en el caso de estos totalitarismos de corte teológico o filosófico. En segundo lugar, todo el mensaje de la secta está preñado de miedo. Es éste un hilo conductor constante que mantiene apiñados a sus adeptos con un lazo invisible, pero no por ello menos efectivo. Existe una expectativa horrorosa de verse excluidos del futuro reparto de parcelas en la tierra (adventistas y Testigos de Jehová) o se anuncia un futuro apocalíptico y espantoso. No hay nada en las sectas que recuerde la alegría, el gozo, la esperanza y la frescura ción.

mensaje del Nuevo Testamento. Tampoco hay consuelo ni reposo. Sólo doctrinas que infunden un pánico cerval al adepto, que le hacen pensar (incluso años después de que abandone la secta) que quizá la destrucción de este mundo vendrá y él se verá envuelto en la misma. En tercer lugar, las doctrinas de la secta crean (y ahí yace uno de los secretos de su éxito) una sensación profunda de orgullo en los adeptos. Sólo ellos saben que el sábado es la marca de la bestia, que el fin está cerca, que Moon es el mesías. Sólo ellos saben que la obra de Cristo no tuvo apenas valor (si es que tuvo alguno) y que la salvación se consigue suicidándose intelectualmente y sometiéndose de manera ciega a la secta. Sólo ellos saben que todos los no pertenecientes a su grupúsculo experimentarán un terrible juicio procedente de Dios. Sólo ellos... ¡Qué enorme diferencia con el Nuevo Testamento, que nos enseña que no somos nada y que si lo somos es porque Dios nos creó y, encarnándose, murió por nosotros para arrancarnos de esa esterilidad de vida del

154

que nos envuelve! ¡Qué distancia con la enseñanza apostólica, que nos transmite la necesidad de plegarnos al Espíritu Santo para no echar a perder nuestra vida en vanidades! Por último, la secta se caracteriza por la esclavitud. No hay nada en ella que nos deje ver la libertad de los hijos de Dios de que habla el Nuevo Testamento. Todo lo contrario; cada instante de la vida es la sujeción, no al impulso del Espíritu Santo, sino a normas humanas que indican “no gustes”, “no tomes”, “no palpes”. Normas que, como decía san Pablo, pueden dar una apariencia falsa de piedad, pero carecen de valor real en el terreno de lo espiritual. Por eso, no resulta extraño que árboles de raíces tan poco limpias proporcionen frutos de tan escaso sabor y, a la vez, tan cargados de ponzoña. La humildad y el arrojo de Pedro tras Pentecostés, la libertad invulnerable de Francisco de Asís, el elevarse indescriptible de Juan de la Cruz, el valor comunitario de Benito de Nursia, el empuje evangelístico de Pablo y Bernabé, la profundidad de Agustín y un largo etcétera de la historia del cristianismo, son frutos que nunca podrán aparecer en una secta. Tras ellos no está el látigo del jefe de los adeptos, sino el soplo amoroso del Espíritu de Dios. Es ese Espíritu Santo el que renueva la vida del pueblo de Dios cuando éste se aparta, o cae o no responde, como sucedió tantas veces en el Antiguo Testamento. Cierto que la historia muestra que ese Espíritu no ha sido siempre obedecido, que en ocasiones se le ha resistido de manera más o menos consciente; pero cierto también que esa misma historia pone de manifiesto su actuación en medio de las mayores infidelidades y la preservación continua de un foco de pureza como cumplimiento de la promesa hecha por Jesús a Pedro de 155

“puertas del hades no prevalecerían sobre la (Mt 16,18). Ese foco de verdad y de pureza, tantas veces atacado pero nunca extinguido, es uno de los más vigorosos argumentos en contra de la afirmación de las sectas de que todo se eclipsó al poco de morir Jesús y que no volvió a renacer hasta la aparición de su profeta respectivo. El que haya leído las páginas anteriores con atención habrá podido descubrir aquí y allí jirones del amor de Dios, y también habrá podido vislumbrar que éste no ha dejado de latir ni un segundo desde antes de la creación. ¡Cuánto menos para olvidar la promesa hecha a los apóstoles y tomarse un descanso de cerca de veinte siglos! Quisiera ahora concluir haciendo referencia a la

que

las

Iglesia”

manera de

Como

utilizar este libro

de una forma práctica.

introducción, ésta es una obra sencilla y sin pretensiones. Sólo desea dotar de un instrumento de trabajo a aquellas personas que más de cerca se enfrentan con el problema de las sectas: catequistas, párrocos, pastores, laicos com-

he señalado en

la

prometidos, etc. A todos aquellos que deseen abordar este tema desde un enfoque psicológico y pastoral les remito a mi libro sobre el tema L La finalidad del presente no es otra que ese cuidado de almas, y creo que eso exige algunas puntualizaciones metodológicas: 1. Ore antes de poner manos a la obra. Muchas veces me invade la sensación de que a los cristianos nos ha ido dominando un sentimiento excesivamente mundano y práctico de las cosas. Intentamos resolver situaciones espirituales como si se tratara de problemas meramente humanos. Creo que eso implica una

1

156

Psicología de las sectas, o.c., 151ss.

no pequeña de nuestra visión. Antes de comunicarse con un adepto, antes de intentar ayudar a un amigo para que descubra que lo que enseña su secta no es bíblico, diríjase humildemente al Señor. Esto no es un libro de recetas y fórmulas mágicas. Es sólo un estudio introductorio para que usted, sometido al Espíritu Santo, se deje llevar por la voluntad de Dios en el terreno de la apologética de sectas. 2. Tome el firme compromiso de leer la Biblia a diario. Cabe la posibilidad de que la Biblia no sea un libro fácil para todos. No seré yo el que lo pretenda; pero en él hay toda una coherencia hermosa y llena de luz, que no sólo sirve para saber quiénes somos, sino también para mostrarnos cómo es Dios y lo que desea de nosotros. Difícilmente podrá mostrar a un adepto lo que la Biblia dice si no conoce mínimamente el libro, si no lo ama, si no se ha familiarizado con él de manera íntima y vivencial. La triste realidad es que muchas personas han terminado siendo adeptos de sectas porque creyeron de buena fe que allí se les enseñaba la Biblia y que tal función no se cumplía en distorsión

la Iglesia

donde nacieron.

Procure estudiar esta obra en grupo. Este libro es fundamentalmente una obra para leer y estudiar en grupos. Pretende fomentar la discusión, y, en ese sentido, las conclusiones de los capítulos intentan dar algunas líneas de conversación que pongan de manifiesto que la fe no es una caja de dogmas (como parecen dar a entender las sectas), sino una realidad existencial apoyada en los hechos más sublimes de la historia: la elección del pueblo de Israel, su liberación de Egipto, el anuncio del mesías, la encarnación, la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesús, la venida del Espíritu Santo, el crecimiento y expansión de 3.

la Iglesia, etc.

157

Discutir sobre todo ello en grupo, sabiendo escuchar a los demás, creo que puede convertirse en un semillero de jugosas reflexiones personales y colectivas.

En un paso ulterior, quizá estos grupitos podrían coordinarse en el interior de la comunidad para celebrar charlas, dar cursillos, acoger pastoralmente a los afectados por las sectas, etc. Una actividad así, tal y como yo lo veo, no sólo conduciría a un frenazo en la actividad de las sectas, sino también a una renovación, aunque fuera por razones indirectas, de la vida comunitaria. 4. No se desanime. Testificar a los adeptos de las sectas no es fácil, y tampoco lo es intentar recuperar a los mismos o tratar de evitar, Biblia en mano, que un conocido acabe transformado en miembro de una secta. Pero eso no es razón para desalentarse. Años costó la conversión de san Agustín, que pertenecía a una secta, la de los rnaniqueos, con muchos puntos de contacto con las actuales. He conocido multitud de casos (y he narrado algunos en libros anteriores) en los que no hubiera podido imaginarse la recuperación de un adepto; y, sin embargo, la esperanza no resultó defraudada. 5. Confíe en la gracia de Dios. Recuerde, finalmente, que esta obra, como cualquier otra, no es nuestra, sino del Señor. Yo tengo la firme convicción de que con su ayuda (inmerecida, y muchas veces rechazada por nosotros) el fenómeno del crecimiento de las sectas puede verse paliado considerablemente. Pongámonos, pues, en sus manos..., y pongamos manos a

la

obra. .

158

BIBLIOGRAFÍA

H

RECOGIDO una bibliografía bastante voluminosa sobre sectas, tanto en mi obra El infierno de las sectas como en Psicología de las sectas. A ella remito a los lectores para cuestiones de tipo general o concreto de una secta. Voy a reseñar aquí sólo algunas obras que tienen interés por su valor apologético en relación precisamente con las sectas más importantes numéricamente: E

Obras generales

Hoekema Uno de

The four mayor

cults Grand Rapids 1972. en la literatura apologética anti-secta. Contiene capítulos sobre adventistas, mormones, Testigos de Jehová y Ciencia Cristiana. A.,

,

los clásicos

cults Santa Ana 1980; The Santa Ana 1980. Ambos son clásicos de la literatura antisecta. Especialmente interesantes los capítulos dedicados a mormones y Testigos de Jehová.

Martin W., The Kingdom of

new

,

cults ,

Van Baalen,

El caos de las sectas Grand Rapids 1969. Fundamentalmente es obra de carácter histórico, pero ,

contiene referencias a la doctrina de las sectas en relación con la Biblia. Especialmente interesante por su desenmascaramiento de los adventistas como secta peligrosa.

Vidal Manzanares C., Diccionario de sectas y ocultismo. Estella 1991. Hasta la fecha el único diccionario de consulta en castellano sobre ambos temas.

159

Adventistas

de

Para analizar el carácter fraudulento de las “profecías” la señora White, cf bibliografía en Psicología de las sec-

tas.

Freiwirth P. K.,

Nueva York

Why

I left

the Seventh-Day Adventists un ex adepto en que se secta, así como la diferencia

1970. Testimonio de

describe el interior de la existente entre sus enseñanzas y las de

la Biblia.

Hoekema A., Seventh Day Adventism, Grand Rapids 1972. Una de las mejores monografías sobre la secta. Contiene también una sección sobre su

historia.

1989. A nuestro juiobra definitiva sobre el carácter sectario de la señora White y la secta. Puede conseguirse solicitándola al apartado 6.011 de Zaragoza (España).

Rea W., La mentira White Zaragoza cio, la

Testigos de Jehová

Carrera A., Los falsos manejos de

los Testigos

de Jehová

Bilbao; 70 ex testigos acusan a la secta, Bilbao; Sangre El Fin del mundo; DDT. Todas son obras de un ex adep;

carecen de visión global del fenómeno, pero proporcionan acá y allá datos interesantes sobre la evolución histórica de la secta y sus cambios doctrinales. DDT es una colección de publicaciones del grupo especialmente interesante, pero esencialmente inspirada en otras publicaciones anteriores realizadas en Estados Unidos. to;

Danyans

E., Proceso a la Biblia de los Testigos de Jehová, Terrassa. Este libro, escrito por un protestante catalán, hasta la fecha sigue siendo el mejor análisis en castellano sobre la VNM. No obstante, es muy flojo en la cuestión de la supervivencia tras la muerte, dado que no capta en profundidad la visión de los Testigos de Jehová. Aunque su agresividad no lo hace especialmente recomendable para los adeptos, sigue siendo una obra magnífica.

Hebert G., Los Testigos de Jehová, Madrid 1973. La mejor monografía católica hasta el día de hoy sobre la secta de Brooklyn. Sin embargo, existen puntos de jehovista

que no ha conseguido comprender

que merma su valor apologético. 160

la

teología

del todo, lo

Monroy

J. A.,

Apuntando a

logética escrita por

conjunto es

floja,

la

Torre, Madrid.

Obra apo-

un pastor protestante de Tánger. En porque el fenómeno lo conoce sólo

superficialmente.

Vidal C., Por qué no soy Testigo de Jehouá, Madrid 1978; Recuerdos de un Testigo de Jehouá, Miami 1987; Pai, onde estao os teus filhos, Miami 1987. Diversos estudios sobre la captación de adolescentes por la secta. Contienen algunos capítulos útiles desde una perspectiva de apologética bíblica.

A

todo lo anterior, cabe unir la serie de trabajos sobre Testigos de Jehová que está publicando la Asociación antisecta Libertad, apartado 8.036 Madrid (España). En su mayor parte traducidos del inglés, tienen una perspectiva apologética muy clara.

161

ÍNDICE

Pg.q-

Introducción 1.

7

¿Enseña la Biblia que Cristo es Dios? 1. Las objeciones contra la divinidad de Cristo 2.

Según

16 la Biblia,

Cristo es Dios, y no un

dios

24 Cristo tiene títulos en el NT que sólo son aplicables a Dios En la Biblia Cristo es adorado no como un dios, sino como Dios ....

2.1.

2.2.

3. 4.

mesías-Dios en el judaismo El mesías-Dios entre los cristianos El

2.

que

el

Espíritu

Santo no

3. 4.

Conclusión

1.

2.

3.

la Biblia

es una persona? Objeciones de las sectas El Espíritu Santo es un ser personal El Espíritu Santo es Dios

es Dios

42 47 49 50

Conclusión

¿Enseña

25

pri-

mitivos 5.

15

ni

¿Enseña la Biblia la doctrina de la Trinidad?. 1. La prefiguración de la doctrina de la Trinidad en el AT 2. Las referencias trinitarias en el NT 3. Conclusión

53 54 56 62 64 67 67 72 74

163

Pag. 4.

¿Existe vida después de 1.

Los argumentos de gar

la

como

5.

muerte?

la

77

sectas para ne-

supervivencia tras

la

muerte,

así

existencia del infierno

2.

La esperanza

3.

Conclusión

del creyente

en

la Biblia

.

la Biblia que habría otras revelaciones generales después de Cristo?

2. 3. 4. 5. 6.

Los mormones Los adventistas Los Testigos de Jehová La Iglesia de Unificación Los Niños de Dios Conclusión

la Biblia que están prohibidas las transfusiones de sangre?

2.

121

pacto de Noé no prohíbe tomar 122 sangre La ley de Moisés no es de aplicación 124 para los cristianos El

3.

La

Iglesia apostólica no enseñó una prohibición universal de tomar sangre

4.

Conclusión

.

126 131

¿Enseña

la Biblia que hay alimentos impuros para los cristianos? 1. El AT no prohíbe a los no-judíos ningún alimento 2. Jesús declaró puros todos los alimentos 3. Los apóstoles enseñaron que los cristianos podían tomar todos los alimen-

tos

164

103 105 107 111 115 116 117

¿Enseña 1.

7.

78 95 101

¿Enseña 1.

6.

la

las

133

134 135

137

Pag. 4.

8.

Conclusión

140

¿Enseña la Biblia que el cristiano debe guardar el sábado? 1. Historia de una “revelación” 2. Argumentos de los adventistas Los cristianos de la era apostólica guar3. daron el domingo, y no el sábado 4. Los cristianos de la era posapostólica guardaron el domingo, y no el sábado Conclusión 5. .

143 143 144

148 150 152

Conclusión

153

Bibliografía

159

165

BIBLIOTECA DE BOLSILLO EP 1.

El Espíritu del

Padre y del Hijo

Frangois-Xavier Durrwell 2.

Psicología de las sectas. al fenómeno sectario

Una aproximación

César Vidal Manzanares 3.

El valle

de

la

esperanza. Retorno

al paraíso perdido José Luis Santos Gómez

4.

La misa. Su celebración explicada Lucien Deiss

5.

María, meditación ante

el

icono

Frangois-Xavier Durrwell 6.

Las sectas y

los cristianos

Atilano Alaiz 7.

8.

María, camino del hombre Alejandro Martínez Sierra

La nueva evangelización.

Un

pastoral Baldomero Rodríguez Carrasco

a

9.

la

Las sectas frente a la Biblia César Vidal Manzanares

reto

César Vidal Manzanares (Madrid 1958), abogado, historiador y escritor afincado en Zaragoza, es el único representante español de un grupo internacional formado por 27 expertos en sectas creado por el Vaticano, para intentar frenar el alarmante crecimiento que registran estos movimientos. Esta comisión de expertos ha recopilado el más completo banco de datos del mundo sobre formaciones sectarias. Vidal Manzanares ha publicado cinco libros sobre la problemática de las sectas. Las sectas frente a la Biblia tiene un armazón práctico. Se ha agrupado toda la problemática actual en ocho capítulos encabezados por un interrogante. De este modo se facilita la labor de consulta, así como el trabajo y estudio por grupos. El lector podrá encontrar en estas páginas suficientes argumentos bíblicos para mostrar lo que los primeros cristianos creían realmente de Jesús o de la vida tras la muerte, por ejemplo.

BIBLIOTECA DE BOLSILLO EP ISBN 84-285-1410-0

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