Misterio Esponsal Trinitario.pdf

  • Uploaded by: Jose Carbonell
  • 0
  • 0
  • January 2021
  • PDF

This document was uploaded by user and they confirmed that they have the permission to share it. If you are author or own the copyright of this book, please report to us by using this DMCA report form. Report DMCA


Overview

Download & View Misterio Esponsal Trinitario.pdf as PDF for free.

More details

  • Words: 53,468
  • Pages: 121
Loading documents preview...
EL MISTERIO ESPONSAL TRINITARIO

M. CONCEPCIÓN HOYOS

LA INTIMIDAD INTRATRINITARIA COMO VEHÍCULO PARA LLEVAR A PLENITUD LA INTIMIDAD CONYUGAL

A mi esposo en el Esposo.

PONTIFICIUM INSTITUTUM THEOLOGICUM IOANNES PAULUS II PRO SCIENTIIS DE MATRIMONIO ET FAMILIA PONTIFICIA UNIVERSITAS LATERANENSIS

MARIA CONCEPCIÓN HOYOS BARCELÓ

EL MISTERIO ESPONSAL TRINITARIO La revelación de la intimidad intratrinitaria como vehículo para llevar a plenitud la intimidad conyugal

Director: Prof. Alberto Guerrero

Valencia 2020 1

SUMARIO

INTRODUCCIÓN ................................................................................................................ 3 CAPÍTULO I: La comunicación del misterio.................................................................... 6 CAPÍTULO II: El encuentro con el misterio................................................................... 44 CAPÍTULO III: El misterio esponsal trinitario .............................................................. 61 CAPÍTULO IV: La entrada en el misterio ...................................................................... 81 CONCLUSIÓN ................................................................................................................. 111 BIBLIOGRAFÍA .............................................................................................................. 114 ÍNDICE ............................................................................................................................. 119

INTRODUCCIÓN Dios es amor. El absoluto del amor, el origen de todo amor. El amor humano es el amor de Dios actuando en nosotros, Nosotros tenemos capacidad de amar y de ser amados, pero no somos la fuente, ni el origen de ese amor con el que amamos. Todas las expresiones de amor derivan de ese amor originario que es la esencia de Dios mismo. También, por tanto, el amor esponsal está comprendido en ese Amor absoluto. Por eso el amor esponsal no puede ser entendido sin penetrar en el misterio de su origen. Este misterio es revelado al hombre y a la mujer como acceso a la plenitud de su relación conyugal, plenitud a la que Dios les quiere llevar y que formaba parte de su plan originario en el Génesis. El Amor esponsal divino, al ser el amor más íntimo y personal que existe, reside en lo más profundo e íntimo de Dios. La intimidad intratrinitaria es la alcoba donde ese amor se despliega. La Encarnación en el seno de María constituye las "nupcias" de la naturaleza humana con la divina, de forma que, en Cristo, la naturaleza humana pueda participar de la vida de Dios. El velo del templo se rasgó y Cristo penetró una vez y para siempre en el lugar santo y nos llevó consigo (Hb 9,12). por lo que la puerta de la alcoba está abierta a las almas para poder contemplar el misterio y aprehenderlo. Pero es el Espíritu Santo el que nos introduce en la alcoba Trinitaria: Nadie conoce lo íntimo del hombre sino el espíritu que habita en el hombre, nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el espíritu de Dios (1 Cor 2,11).

Sólo Él, el Amor Íntimo, puede descubrirnos sus misterios y unir las dos intimidades, humana y divina. El Espíritu Santo une a la "una sola carne" con Cristo, para que ambos sean "Uno" con el Padre. La Trinidad en ellos y ellos en la Trinidad. Para instruirnos sobre el Amor esponsal Dios ha recurrido a la locura de compartir su intimidad con nosotros y "en" nosotros. La inhabitación trinitaria es la cátedra de Dios en las almas. El amor conyugal de los esposos es vía de unión con el Amor esponsal absoluto de Dios. Como dice el Papa Francisco:

3

Hoy podemos decir también que la Trinidad está presente en el templo de la comunión matrimonial. Así como habita en las alabanzas de su pueblo ( Sal22,4), vive íntimamente en el amor conyugal que le da gloria1.

En la medida de la unión con Dios de los esposos, en su misterio trinitario, el amor conyugal es transformado y elevado a su plenitud. Hablar de un Amor esponsal absoluto en nuestros tiempos es verdaderamente osado dada la cultura del relativismo que parece imperar en todas las facetas de la persona. Pero Dios es un Dios absoluto parafraseando a Rahner2, que se auto comunica al hombre. Esta comunicación de lo absoluto es posible porque el hombre es un ser espiritual, aunque finito. Obviamente, por eso, el hombre no puede abarcar toda la amplitud del misterio absoluto de Dios, porque Dios es infinito e inabarcable, pero si puede acceder a aquella realidad que le sobrepasa y orientar su trascendentalidad al misterio que se le revela, reconociendo así que su amor nupcial se fundamenta en el misterio del Amor esponsal divino. El objetivo de esta tesina es profundizar en las dimensiones del Amor esponsal desde el enfoque de la intimidad de las Tres Personas Divinas siguiendo el símil de la boda tradicional judía. Se pretende fundamentar la premisa de que la intimidad conyugal debe ser vivida desde la óptica de la intimidad divina, maestra última del amor. Para ello se intentarán desarrollar los aspectos de la intimidad trinitaria en la que los cónyuges están llamados a participar para que su amor esponsal se viva en unidad de gloria. Las dimensiones de la donación y la entrega, la totalidad, la unidad, la fidelidad, la confianza, la reciprocidad, la complicidad, la libertad, la fecundidad, etc.…son sobrenaturalizadas por la acción de la gracia divina, iluminadas por la fe y la oración contemplativa. En el tema de las virtudes el análisis se realiza a través de la obra de Josef Pieper. Hildebrand servirá de base al tratar varios aspectos de la espiritualidad conyugal y el pensamiento de Luis María Martínez, arzobispo de México será clave a la hora de abordar la purificación última del amor. El principal aporte teológico, entre otros es el de Hans v. Balthasar. El aporte escolástico vendrá de la mano de Santo Tomás y San Bernardo.

1

2

Exhortación apostólica Amoris laetitia. (19.3.2016) KARL RAHNER. Curso fundamental sobre la fe, Herder, Barcelona 1979. Pág.102. y 147-148 “Dios ha de distinguirse como el absoluto e infinito por excelencia [...] la palabra “comunicación de Dios mismo” (auto comunicación) quiere significar realmente que Dios en su realidad más auténtica se hace el constitutivo más íntimo del hombre”

4

En la última parte, son dominantes las referencias a los místicos San Juan de la Cruz y Santa Isabel de la Trinidad entre otros. El lector podrá también descubrir aportes de San Agustín, en el campo de la patrística, y notas específicas de la liturgia oriental y latina. Por último, se hará mención al magisterio de S. Juan Pablo II, Benedicto XVI y el Papa Francisco.

5

CAPÍTULO I LA COMUNICACIÓN DEL MISTERIO El primer paso para conocer el Misterio esponsal trinitario es establecer el punto de acceso a ese conocimiento. En primer lugar, hay un conocimiento natural de lo divino, que puede ser alcanzado por la luz de la razón, a través de las cosas creadas. Los esposos, contemplando su corporeidad y alteridad pueden entender que llevan insertos en sí mismos, una realidad esponsal. La Teología escolástica une este conocimiento natural a la revelación propiamente dicha para poder establecer un juicio recto. Por eso podemos acudir a la Palabra de Dios para conocer lo que Dios mismo ha comunicado sobre el Misterio esponsal; por último, se puede introducir una tercera vía a través de la acción salvífica de Dios revelada en la propia historia de cada individuo y de la humanidad en su conjunto3. Estaríamos hablando de un conocimiento a través del encuentro personal con el Absoluto que se autorrevela al hombre. Esta tercera vía es la que vamos explorar, comenzando por los pasos previos que hay que realizar para favorecer ese encuentro, en este capítulo al que hemos titulado “La comunicación del Misterio”.

I.1. El absoluto de Dios Para empezar a indagar en el Misterio esponsal debemos primero establecer la premisa de que el amor esponsal entre marido y mujer tiene su fundamento en el “absoluto”4 del Amor divino que es Dios mismo. Por lo tanto, todos los elementos constitutivos de ese amor esponsal tienen su origen y fundamento en el Amor intratrinitario, donde se encuentran en su realidad más plena.5

Catecismo de la Iglesia Católica (CIC). Primera Parte, sección III, puntos 36-38. PONTIFICIUM CONSILIUM DE IUSTITI.

3

4

5

K. RAHNER. Curso fundamental, Pág. 98 “Dios es el ser absoluto, el fundamento absoluto, el misterio absoluto, el horizonte absoluto y definitivo, dentro del cual la existencia humana se desarrolla con libertad, conocimiento y acción”.

. Ibíd.

“El fundamento de una realidad, debe poseer de antemano en sí esta realidad fundada por él con absoluta plenitud y pureza, porque de otro modo el fundamento no podría ser el fundamento de lo fundado: sería la nada vacía”.

6

Obviamente, los esposos, al ser entes finitos, no pueden abarcar el absoluto del Amor esponsal, pero puede encontrar en ese misterio el origen de su amor y el modelo hacia el que están llamados a ser reflejo e “Imago Dei”. Dice von Balthasar que la plenitud absoluta del ser de Dios eligió al hombre como ente y recipiente en el que revela al mundo su plenitud interior6. La fuente, pues, del conocimiento del Amor esponsal absoluto se encuentra en la autorrevelación de la intimidad divina al hombre. De su “plenitud absoluta” para que ambos esposos alcancen su plenitud interior. No es una aprehensión del Misterio, sino un dejarse aprehender por él, pues Dios en su encuentro íntimo con el hombre, no comunica algo sobre sí mismo, sino que se “auto comunica” a sí mismo. Dios, en su realidad más auténtica se hace el constitutivo más íntimo del hombre7. Esta auto comunicación de Dios como el Misterio absoluto que se da a conocer es posible en tanto en cuanto la persona es un ser espiritual y personal puesto que en esa auto comunicación cursa la acción de la gracia y tiene como propósito último la doctrina de la visión beatífica (donde Dios se nos revelará tal cuál es) fin último al que hombre es dirigido y por el que es gradualmente introducido en el Misterio intratrinitario8. No existe por lo tanto lo que llamaríamos una revelación inmediata y en toda su amplitud del Misterio absoluto del Amor esponsal; sino un penetrar por la gracia, mediante la acción del Espíritu Santo, en la intimidad divina, donde este Amor se despliega, participando de alguna forma en esa intimidad amorosa de las tres Personas divinas, de forma que los esposos sean transformados (santificados) en ese Amor absoluto, y su propio amor sea llevado progresivamente a la plenitud a la que está llamado. A amar se aprende amando, pero esto no es posible hacerlo en plenitud si antes no se es amado por Dios amor.

HANS URS VON BALTHASAR, Herrlichkeit. Eine theologische Ásterik, Vol I, Einsiedel 1988.Pág. 164, (trad. Anneliese Meis) “Analogía donationis, la Teología de lo absoluto en la obra de Hans Urs von Balthasar”, en Teología y vida, vol. XLIX (2008). Pág.157-192 7 RAHNER. Curso fundamental. Pág.148 8 Ibíd. Pág.149 “Pues los temas de la doctrina de la gracia- gracia, justificación, divinización del hombre-sólo pueden comprenderse en su auténtica esencia desde la doctrina de la inmediata visión sobrenatural de Dios, la cual, según la dogmática cristiana, es fin y consumación del hombre. Y a la inversa, la doctrina de la visión inmediata de Dios sólo puede comprenderse en su esencia ontológica con toda su radicalidad si se entiende como consumación natural de la divinización más íntima, realmente ontológica- del hombre, tal como ésta se expresa en la doctrina de la santificación justificante del hombre por la comunicación del Espíritu Santo”

6

7

Para entender esto último hay que ser consciente de que Dios es al mismo tiempo, el donador y el don de sí mismo. Por eso la auto donación de Dios produce la “divinización” de la persona. Esta auto comunicación de Dios es condición previa para experimentar la cercanía inmediatamente cognoscente y amorosa de Dios como el Misterio permanente y absoluto 9. Por el mero conocimiento natural, mediante el uso de la razón, la persona es incapaz de acceder al Misterio del Amor esponsal absoluto, pero la auto comunicación de Dios no es un conocimiento racional, sino una verdadera acción divina en lo más íntimo de nuestro ser que nos abre a ese conocimiento10. Esta acción directa de Dios para abrirle el acceso a su intimidad es una acto libre y absoluto de amor; locura de amor que le lleva a rasgar el velo de la alcoba divina y dejar la puerta abierta, más, si tenemos en cuenta que esa puerta es Cristo mismo encarnado.

I.2. La puerta de la alcoba divina El hombre es capaz de recibir las comunicaciones divinas porque es un ser corpóreo y espiritual. El hombre y la mujer fueron creados con alma y cuerpo, porque, en la economía trinitaria, Cristo iba a asumir la naturaleza humana, y al asumirla, hacerla capaz de la vida divina. Cuando la Biblia hace referencia al alma y al espíritu, no se refiere a una dualidad del alma, sino a la capacidad del hombre de participar en la vida trinitaria que se le comunica11. Dios creó al hombre capaz de trascenderse a sí mismo para encontrarse con Él. Rahner llama a esa trascendencia “el vacío” creado por Dios para poder comunicarse en el hombre, de forma que al llenar ese “vacío” la auto comunicación de Dios se convierte en la esfera más íntima de la persona12. Y es en esa intimidad donde se revela el Misterio esponsal divino.

Ibíd. Pág. 154 ANTONIO PRIETRO LUCENA. El ser comunional de la persona humana. Teología del matrimonio cristiano. Curso de derecho canónico de experto en causas para la declaración de nulidad matrimonial. ISCR “Beata Victoria Diez”. Universidad San Dámaso. Diócesis de córdoba.2016-2017

9

10

"La Revelación divina tiene su propio valor, porque no es un dicho sobre Dios, sino una acción divina. Al revelarse Dios nos abre su propia intimidad, no nos dice cosas sobre Dios, se nos dice Él mismo. De este modo, no nos quedamos en nuestra idea de Dios, llegamos a la misma acción de Dios en nosotros”. 11 12

CIC. 367. RAHNER. Curso fundamental. Pág. 156 “El espacio vacío de la criatura transcendental está ahí en el único orden real porque la plenitud de Dios crea este vacío para comunicarse a sí mismo en ella...Lo más íntimo del hombre en el único orden concreto y real de la existencia humana es la auto comunicación de Dios, por lo menos en cuanto ofrecida y dada previamente a la libertad del hombre como condición de su realización suprema y obligatoria”.

8

Pero si hemos dicho que la auto comunicación divina es Dios mismo donándose, debemos concluir que el Misterio esponsal absoluto que se nos revela no puede ser otra cosa que el mismo Dios revelándose íntimamente a nuestra intimidad. Bajo estas premisas, la pregunta que deberíamos hacernos ahora sería ¿Cómo se produce esta revelación? obteniendo como respuesta que la revelación del Misterio de la intimidad divina, en la economía intratrinitaria, es inherente al Verbo13. Von Balthasar lo expresa así: Dios no tiene ninguna necesidad de servirse del hombre para autorrevelarse. Pero si decide autorrevelarse, y lo hace en su Encarnación, entonces todas las dimensiones humanas, tanto las conocidas como las desconocidas son requeridas y utilizadas para expresar la Persona absoluta14,

-por lo que también Cristo es la expresión de la dimensión esponsal absoluta que yace en Él. Según esto, toda revelación del Misterio esponsal absoluto debemos recibirla únicamente de Cristo, por Cristo, con Cristo y en Cristo, pues no existe ni existirá ninguna otra revelación de la intimidad divina después de ésta. S. Juan de la Cruz, dice esto mismo de una forma muy bella: Dios, al darnos a su Hijo, su Palabra —«que no tiene otra»— «ha quedado como mudo, y no tiene más que hablar»15 o, en palabras de San Ignacio de Antioquía: (el Padre) se ha revelado por medio de su Hijo Jesucristo, que es su Palabra salida de silencio16.

Los esposos tienen acceso a la revelación del fundamento de su amor esponsal puesto que Cristo porta en sí mismo el Misterio esponsal absoluto. San Pablo, en su Carta a los Efesios, habla de dos uniones nupciales: la del hombre y la mujer y la de Cristo y su Iglesia, haciendo de la primera, signo de la segunda. Los padres de la Iglesia recogen esta analogía y añaden una

13

Constitución Dei Verbum (18.11.1965) CONCILIO VATICANO II. Documentos del Vaticano II (31 ed.)

BAC.1976

“Dispuso Dios en su sabiduría revelarse a Sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad, mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen consortes de la naturaleza divina. En consecuencia, por esta revelación, Dios invisible habla a los hombres como amigos, movido por su gran amor y mora con ellos, para invitarlos a la comunicación consigo y recibirlos en su compañía... Pero la verdad íntima acerca de Dios y acerca de la salvación humana se nos manifiesta por la revelación en Cristo, que es a un tiempo mediador y plenitud de toda la revelación” V. BALTHASAR. Ensayos teológicos 1. Verbum Caro. Ediciones Encuentro Madrid. 2001, 2ª ed. Pág. 78 S. JUAN DE LA CRUZ, Subida al Monte Carmelo, II, 22, 3.4 16 S. IGNACIO DE ANTIOQUÍA, Ad Magnesios 8, 2 (PG 5, 669). Cartas. Fuentes patrísticas 1. Madrid. 1999 Pág. 80

14

15

9

tercera: la unión del Verbo y la carne17. De esta forma, los esposos al unirse en “una sola carne” significan el Misterio esponsal de la Encarnación, el amor originario que movió a Dios a revelarse ad extra uniendo la naturaleza divina con la naturaleza humana en la “sola carne” de Cristo.18 La locura de amor de Dios, su sed de comunicarse al hombre, le ha llevado a una unión íntima con la humanidad, de forma que gracias a la humanidad-divina de Cristo, los esposos cristianos pueden penetrar en el Misterio esponsal unidos a y en Él. Sin embargo, el hombre por sí mismo es incapaz de producir esta unión. Es iniciativa absoluta y libre de Dios por amor. El acceso a la vida divina sólo ha sido posible por la Encarnación del Verbo. Porque Jesús es hombre, el hombre tiene acceso a Dios, y su Misterio absoluto. Él es la puerta de la intimidad intratrinitaria,19 la puerta a la alcoba divina; puerta que permanece abierta para que el hombre, en su libertad, decida entrar. Dios no impone, invita. El hombre debe dar una respuesta libre y amorosa a esa invitación puesto que, si bien la puerta está abierta, el acceso a la cámara nupcial no es para todos. Para poder traspasarla hay un requisito y ese requisito es, precisamente la respuesta del hombre a esa invitación a entrar: el deseo de recibir el Bautismo. El Bautismo nos injerta en Cristo de una manera estrechísima, única y permanente; de forma que, a partir de la recepción el sacramento, el bautizado forma una unidad de vida con Él20. No es de extrañar, por tanto, que desde el principio los Padres de la Iglesia le hayan otorgado al Bautismo una simbología esponsal. El Patriarcado de Antioquía, en los oficios de semana santa, tiene una liturgia especial para el servicio del Lunes Santo que se celebra en la noche del Domingo de Ramos21 después de rezar el Aleluya (3 veces) comienza la procesión del Nimphios, (Icono de Cristo como el Esposo) y se coloca en un sitial para ser venerado hasta la mañana del Jueves Santo. Después de cantar varios himnos y troparios, se canta el himno siguiente:

S. AGUSTÍN in Epist. Ioannis ed Parthos I, 2 (SC 75, 114-116). Obras completas de San Agustín. BAC. 1984 18 JOSE GRANADOS. Una sola carne en un sólo Espíritu. Pelícano Palabra, Madrid 2014.Pág. 205 19 Juan 10,9 20 V. BALTHASAR. Verbum Caro. Pág. 88

17

“Estamos injertados en un tronco santo, en una unidad vital y espiritual de vida, en una unidad tan estrecha que no puede haber ninguna otra más estrecha que ella en el mundo, aun cuando el centro de esa unidad de vida permanezca ahora abierto en Cristo” 21

Es el llamado” Primer oficio del novio”.

10

¿Cómo puedo yo, indigno, entrar en el esplendor de tus santos? Pues si me atrevo a entrar en la cámara nupcial, mi vestidura me denunciará porque no es de bodas. Limpia la inmundicia de mi alma y sálvame, Señor.22

San Ambrosio comentando el misterio bautismal utiliza expresiones del Cantar de los cantares en las que hace referencia al simbolismo de la vestidura blanca.: ¿Quién es ésta que sube resplandeciente de blancura? Antes era morena,23 ¿de dónde esta repentina blancura? Y Cristo, al contemplar a su Iglesia con blancas vestiduras –él, que por su amor tomó un traje sucio, como dice el libro del profeta Zacarías–, al contemplar el alma limpia y lavada por el baño de regeneración, dice: ¡Qué hermosa eres, mi amada, ¡qué hermosa eres! Tus ojos son palomas,24bajo cuya apariencia bajó del cielo el Espíritu Santo.25

La vestidura blanca expresa la unión íntima de Cristo con el alma; es un símbolo nupcial de la estrecha unión que Dios adquiere con el bautizado.26 Santa Teresa de Ávila no tiene reparos en hablar del Bautismo como un desposorio de Dios con cada alma: ¡Válgame Dios!, pues acá, si uno se casa, primero sabe quién es y cómo y qué tiene. Nosotras estamos desposadas (y todas las almas por el Bautismo) antes de las bodas y que nos lleve a su casa el desposado.27

La primera mención de que todo cristiano (por estar bautizado) está desposado con Cristo la encontramos en el Nuevo Testamento de manos de San Pablo: Celoso estoy de vosotros con celos de Dios. Pues os tengo desposados con un solo esposo.28 San Gregorio compara el celo de los sacerdotes por bautizar con la búsqueda de una esposa por parte de Isaac, ya que encuentra a ésta junto a un pozo29(uniendo así, la simbología bautismal del agua con el encuentro entre dos esposos), culminando su homilía con una oración de alabanza a Dios por la gracia bautismal en la que cita a Isaías: Mi alma exultará a causa del Señor, pues él me ha revestido de una vestimenta de salvación, como un recién casado se ciñe la diadema, o una novia se adorna con sus joyas.30

22

SACRO ARZOBISPADO ORTODOXO. Exapostilarion de la oración del novio (maitines). Libro de oraciones. Maitines, vísperas y oraciones personales. Guatemala. 2015. Pág. 39.

Ct 1,5 Ct 1:15 25 S. AMBROSIO, De Mysteriis 7. 36-39. 26 B. BERNARDO. Simbología y tipología di baptismo em Tertuliano e santo Ambrosio, 1988. Pág. 213 27 S. TERESA DE JESÚS. Camino de perfección, códice del Escorial, 38.1 28 2 Corintios 11,2 29 S. GREGORIO. Homilía para la Fiesta de las luces. 23 24

“Mártires y sacerdotes, sin embargo, cavando nuevos pozos, logran la victoria y la tierra entera resulta sumergida en las aguas del bautismo. El episodio de Jacob, quien busca una esposa y encuentra por azar a Raquel junto a una fuente, tiene el mismo sentido espiritual.” 30

Isaías 61,10

11

La relación nupcial del bautismo es obvia. San Juan Crisóstomo en sus catequesis a los catecúmenos también usa la simbología nupcial unida al bautismo: Vosotros, que habéis sido bautizados en Jesucristo, (os) habéis revestido de Jesucristo." He aquí vuestro vestido.... Él se denomina igualmente, vuestro hermano, vuestro amigo, vuestro esposo.31

Quizás el referente más claro de los Padres de la Iglesia a la relación nupcial personal de Cristo con cada alma la encontramos en San Efrén: El alma es tu esposa; el cuerpo, tu cámara nupcial; tus invitados son los sentidos y los pensamientos. Si un solo cuerpo es para ti una fiesta de boda, ¿qué perfecta no será tu boda con la Iglesia?.32

Basten estos ejemplos para certificar el tema abordado de la revelación nupcial que Jesús establece con el alma en su misma Persona y que es puerta de la contemplación del Misterio esponsal absoluto. Contemplando la unión de Cristo con la humanidad se pueden atisbar ya las primeras pinceladas del Misterio, sin embargo, esto no es suficiente para llevar a plenitud el amor de los esposos. Es necesario un conocimiento más profundo e íntimo, pues el amor esponsal es ante todo amor íntimo. El hombre está llamado a encontrarse con Dios, a encontrarse íntimamente con Él y conocerle en la fe viva, en el contacto de la profundidad del alma donde habita su presencia. No basta con contemplar la puerta, hay que girar la llave33 que la abre; y esa llave es la participación de la vida divina en Cristo centrada en la oración y la vivencia de los sacramentos.

I.3. La llave de la puerta Como ya hemos visto, la revelación del Misterio absoluto del Amor esponsal al alma, no es inmediata y plena, sino progresiva: un penetrar en la gracia por la acción del Espíritu Santo, por

S. JUAN CRISÓSTOMO. Segunda instrucción a los catecúmenos. S. EFRÉN. Himno De Fide XIV, 9 33 ”. S. BERNARDO. Sermones al Cantar de los Cantares. punto 4, sermón 69. Edición preparada por el Císter de España.1987. “¿Quién le enseñará al hombre el saber? ¿No serás tú, llave de David, que abres y cierras al que tú quieres? ¿Cómo se pretendería llegar sin llave a los tesoros de la sabiduría y de la ciencia, e incluso se intentaría irrumpir en ellos? El que no entra por la puerta es un ladrón y un bandido. Pedro sí entrará, porque recibió las llaves, pero nunca solo: también me introducirá a mí, si le place, y excluirá quizá a otro, según la ciencia y el poder que ha recibido de lo alto. ¿Cuáles son estas llaves? La potestad de abrir y de cerrar, como también el criterio de admisión y exclusión”.

31

32

12

eso, si los esposos quieren alcanzar la plenitud del amor a la que están llamados, ambos deben ser dóciles y dejarse transformar (santificar) en ese Amor absoluto. Vivir en gracia, bajo el impulso del Espíritu Santo es vivir “enamorados”, transformados en el Amor esponsal, porque es una transformación en Cristo, y por lo tanto también es un camino de purificación, santificación y finalmente unión. Por eso no debería “bastarles” el Bautismo para afrontar su vocación, sino que deberían considerar indispensable recibir el sacramento de la Confirmación que les otorga al Espíritu Santo junto con sus dones en plenitud. En primer lugar, porque al recibirlo, los esposos son “ungidos” a imitación de Cristo, pero también por el servicio al que están llamados en la Iglesia. La Confirmación no es solo para el aprovechamiento personal, sino también para la utilidad común.34 Cada esposo está llamado a poner al servicio del otro los dones recibidos como ayuda a la santificación que emprenden juntos, al recibir el sacramento del Matrimonio.35 Si el Bautismo tiene un significado esponsal, como hemos visto que sostienen numerosos padres de la Iglesia, la Confirmación completa la obra iniciada en el Bautismo, y por lo tanto lleva a plenitud esos “desposorios” de Cristo con el alma. Esa unión se ve fortalecida por la acción de los siete dones. Por eso, cuando los esposos comparten entre ellos la plenitud de sus dones, ambos se fortalecen en esa unión con Cristo. El sacramento de la Confirmación ratifica la presencia del Espíritu Santo en el alma de forma que, a partir de la unción, el alma se compromete a vivir según las indicaciones del Espíritu que la dirige y orienta. La vida en el Espíritu es un llamado a ambos esposos, puesto que ambos, al contraer matrimonio, se han entregado el uno al otro, compartiendo el mismo camino y, por lo tanto, un mismo llamado. San Pablo en su Carta a los Corintios refuerza esta necesidad de que el matrimonio está llamado a vivir según el Espíritu: ¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, y habéis recibido de Dios, y que, por tanto, no os pertenecéis? 36.

34 35

1 Cor 12,7 S. J. PABLO II. Exhortación Apostólica Familiaris Consortio, (22.11.1981)

“Por ello los esposos cristianos, para cumplir dignamente sus deberes de estado, están fortificados y como consagrados por un sacramento especial, con cuya virtud, al cumplir su misión conyugal y familiar, imbuidos del espíritu de Cristo, que satura toda su vida de fe, esperanza y caridad, llegan cada vez más a su propia perfección y a su mutua santificación, y, por tanto, conjuntamente, a la glorificación de Dios”.

36

1 Cor 6,19

13

Los esposos al formar “una sola carne” forman también un único templo del Espíritu Santo, de forma que su matrimonio se va configurando a la imagen trinitaria a medida que obra en ambos el Espíritu del Señor. El Espíritu Santo, que es el don por excelencia, es el que proporciona a los esposos su “ser don” el uno para el otro, pero a la vez su “ser don” para Dios como matrimonio. Esto tiene un claro sentido “eucarístico”. Por eso la celebración del Matrimonio debe tener lugar en el seno mismo del sacramento de la Eucaristía, en concreto en el momento del ofertorio. Comienza con el consentimiento y entrega con palabras y culmina en el lecho nupcial en el acto de entrega con los cuerpos. San Juan Pablo II, en sus catequesis sobre la teología del cuerpo, también hace hincapié en la necesidad de que el matrimonio lleve una vida según el Espíritu a la que llama “la gracia del sacramento del matrimonio”, gracia que permite a los esposos tener conciencia del sentido nupcial de sus propios cuerpos. 37 Los esposos, a ejemplo de Cristo, están llamados a entregarse el uno al otro y a Dios, hasta la ofrenda extrema de sí mismos. El sentido nupcial como ofrenda suprema de la persona, no se agota en el “otro” sino que es elevada a la nupcialidad divina, de forma que ambos se donan por entero a Cristo Esposo. El alejamiento de los esposos del sacramento de la Eucaristía (que es el sacramento más nupcial de todos38) es el motivo por el cual tantos matrimonios no profundizan en el amor esponsal, y a su vez, se apartan de esa ofrenda mutua a Dios. Se necesita docilidad y abandono para que el Espíritu, a través de los dones, vaya transformándoles en la imagen del Amor esponsal trinitario en la tierra. Entre los dones que el Espíritu Santo lleva a plenitud mediante la confirmación de los esposos, está el de Consejo, ya que el discernimiento que lleva unido este don es muy necesario, puesto que presenta ante Dios todos los asuntos que afectan al matrimonio de forma que la respuesta no es sólo a uno de ellos, sino a ambos. Así los esposos, en sus juicios, no buscan su propia voluntad, sino que la Voluntad de Dios sea también la de ellos, y así actúen en todo unidos a Él. Ya no es un “nosotros” (los esposos exclusivamente), sino un nosotros (Dios y el matrimonio).

37 38

S. JUAN PABLO II. Audiencia general 1 de diciembre de 1982 V.BALTHASAR. Teodramática V: el último acto. Ediciones Encuentro. Madrid. 1997. Pág..458. “El misterio nupcial realizado eucarísticamente entre cielo y tierra es ahora y en la eternidad un misterio de cuerpo y espíritu en el que la unión nupcial se basa tanto en la fuerza y unión de la carne y sangre de Cristo entregadas por nosotros como en la fuerza de interiorización del Espíritu Santo”.

14

De la misma forma, el Espíritu Santo, en la recepción asidua de los sacramentos, mueve a los esposos a realizar obras buenas, purifica sus pecados (en cuya purificación colaboran los esposos mediante la corrección fraterna mutua), inflama su fe y llena de gozo sus almas, pero, sobre todo, por el don de Piedad, ÉL mismo les encamina a una vida de oración conjunta. A través de la apertura a la gracia de los esposos y su “ser don” para Dios, el Espíritu Santo va moviendo, formando y vivificando el matrimonio. Es el impulso suave y eficaz de la gracia interior el que otorga la castidad, fortaleza, sabiduría, prudencia, paciencia y fidelidad perseverante a los esposos. En definitiva, la gracia del Espíritu Santo revela a los esposos, a través de los dones presentes en ellos, la riqueza y belleza del Amor esponsal que se “encarna” en la “sola carne”. El matrimonio es un camino espiritual auténtico por el cual el Espíritu Santo “esponsaliza” a los cónyuges. Es un camino común, unitivo. Contra esto se han presentado objeciones que giran en torno a la tentación del individualismo espiritual, que considera el matrimonio no como un camino compartido y único de santidad, sino como un contrato entre socios que se unen en torno a un proyecto común separado de la propia espiritualidad de cada cónyuge. Desde esa perspectiva, el matrimonio se reduce a una asociación, no a una real y esencial obra de comunión. Contra la perspectiva individualista, Yves Semen comenta: Si la vocación eterna de los esposos en el Corazón de Dios era, precisamente, ser imagen de este Corazón trinitario, si la gracia propia del sacramento del matrimonio es restaurar por los méritos de la encarnación redentora de Cristo este plan de amor original, entonces nos está permitido creer que los esposos, por el mismo hecho de su entrega mutua, están llamados a ser santos juntos y no individualmente, y que la entrega que se hacen el uno al otro en el consentimiento conyugal les compromete solidariamente para la eternidad.39

Este es el punto más sublime y más misterioso de la espiritualidad conyugal, muy poco explorado, tanto en sus consecuencias como en sus exigencias.40 La mayor exigencia del matrimonio que contraen ambos cónyuges es hacerse responsables uno de otro (de la santidad y de la salvación del otro). Dietrich von Hildebrand llama a esta exigencia la “transformación en Cristo”41 afirmando que en el matrimonio (de modo particular) la plena YVES SEMEN. La espiritualidad conyugal según Juan Pablo II. Desclée de Brouwer. Bilbao. 2009. Pág. 155. 40 S: J .PABLO II Familiaris Consortio, 5 I. “Dentro y a través de los hechos, los problemas, las dificultades, los acontecimientos de la existencia de cada día, Dios viene a ellos, revelando y proponiendo las “exigencias” concretas de su participación en el amor de Cristo, por su Iglesia, de acuerdo con su particular situación...en la que se encuentran”

39

41

DIETRICH.VON HILDEBRAND, Die Enzyklika “Humanae Vitae” - ein Zeichen des Widerspruchs, Regensburg 1968, Pág. 18

15

transformación en Cristo de los esposos no se alcanzaría nunca sin la comunión “Yo- -Tú” con Él”42. Para Hildebrand, el sacramento de la Penitencia es medicinal para los esposos, enseña a perdonar, cura las heridas.43 Los esposos, experimentan a diario la fragilidad en su donación y entrega; en ella deben descubrir la necesidad de acudir frecuentemente al sacramento de la Reconciliación donde renuevan su vida en el Espíritu, permitiendo a la gracia actuar de forma que puedan amarse, no ya con su amor humano, sino con el mismo amor de Cristo que es el Amor Esponsal absoluto. Cada cónyuge es portador de pecados personales que atentan a su realidad conyugal (como la falta de oración conjunta, o la falta de purificación del eros concupiscente). Por eso no basta con el perdón a Dios, es necesario también pedir perdón “al otro” por falsear la imagen conyugal y por la infidelidad al Amor Esponsal que mora en ellos. El intercambio de la paz en la misa entre ambos debe ser consecuencia de esa reconciliación en el seno del matrimonio. No es una paz humana, sino la Paz de Cristo la que sana y renueva a la “sola carne”. El sacramento de la Reconciliación tiene además una clara finalidad penitencial en el sentido de reconducir a los esposos al “conocimiento de sí mismos” y por lo tanto a la profundización en el Misterio esponsal.44. Esta profundización será mayor conforme crezca la gracia en los esposos y el proceso de purificación de sus almas, hay que decir también que al aumentar este, aumenta la participación en el gozo trinitario. En las Bodas de Caná, Cristo pidió que llenaran de agua (gracia) las seis tinajas destinadas a la purificación, por lo que podemos afirmar que la medida del vino (gozo) en el matrimonio será igual a la medida de purificación de los esposos. El Amor Esponsal actúa en los cónyuges con su gracia, no sólo santificando su matrimonio, sino unificándolos de tal forma que acaban por ser “uno” en todas las dimensiones de su ser, sin perder su individualidad, sino precisamente, encontrándola en la misma esencia de esa “unidad”.

HILDEBRAND, El corazón: un análisis de la afectividad humana y divina, Madrid 1997, Pág. 19, Nota al pie.1 43 HILDEBRAND. Cartas para el recuerdo: cuando la muerte nos separe, Madrid 1999. Pág. 122. “Cuando me acuerdo con una claridad cruel de todos mis errores… le pido a Dios que me perdone y le pido a él, mi marido, que me perdone y me hago una firme resolución de intentar cambiar y mejorar…” 42

S.J. PABLO II. Exhortación apostólica Reconciliatio et Paenitentia. 13

44

16

En el caso del matrimonio, los esposos tienen una identidad específica, una identidad conyugal. Encontramos un sustento teológico en el relato del Génesis, en la soledad originaria de Adán. Adán no descubre su propia identidad hasta que aparece Eva, porque su identidad es la unión de ambos, no la soledad. No bastaba con que Eva existiese para afirmar su identidad, sino que era necesaria la comunión (la común auto donación) y el mandato de procrear, esto es: el matrimonio, para afirmar su común identidad. Adán no se entiende sin Eva, ni Eva sin Adán. Al igual que la Identidad Trinitaria se basa en la comunión y en la unidad, los esposos en su unidad y comunión descubren su identidad conyugal45. La identidad no se descubre sólo por los dones recibidos, sino también por la vocación a la que se es llamado. Aunque los consagrados también están llamados a ser “uno” en Dios, su identidad esponsal es individual, pero en el caso de los cónyuges, es individual y a la vez común a ambos aquí en la tierra. Y esto es así porque el matrimonio es un “sacramento primordial” 46 en el cual los esposos están llamados a ser imagen visible del Amor esponsal absoluto de la Trinidad.47 Con el pecado original, Adán y Eva no sólo perdieron la certeza de ser imagen de Dios en sus cuerpos, sino también en sus espíritus. El individualismo espiritual en el seno matrimonial causa un alejamiento de ese llamado a ser “Imago Dei” y una desesperanza respecto a la vocación de ser “comunión” de la “sola carne”. Dice Yves Semen que no es casualidad que el Tentador se hubiera dirigido sólo a la mujer y no a los dos y además el objeto de la tentación fuera de carácter espiritual (seréis como dioses), llegando a la conclusión de que el individualismo espiritual es la causa de que los esposos se desvíen de los altos grados de santidad a la que están llamados, pues las tentaciones de la acedia suelen siempre mostrar una “perfección” falsa en todo aquello que no pertenece a la propia vocación. Así los consagrados de vida contemplativa son tentados con la vida activa y 45

CIC.1643 “el amor conyugal comporta una totalidad en la que entran todos los elementos de la persona –reclamo del cuerpo y del instinto, fuerza del sentimiento y de la afectividad, aspiración del espíritu y de la voluntad–; mira a una unidad profundamente personal que, más allá de la unión en una sola carne, conduce a no tener más que un corazón y un alma”

46

S. J. PABLO II. Audiencia general. (20.2.1980) “Signo que transmite eficazmente en el mundo visible el misterio invisible escondido en Dios, desde la eternidad”

47

Y. SEMEN. La espiritualidad conyugal. Pág. 154 “El matrimonio…al estar situado en la cima de toda la obra de la Creación, que tiene como objeto revelar a Dios, está destinado a expresar del modo más perfecto posible el mismo ser de Dios como comunión absoluta de personas y a manifestar que toda la creación es una obra de entrega motivada por el amor” Y. SEMEN. La espiritualidad conyugal. Pág. 154

17

viceversa. De igual forma los matrimonios son tentados con una espiritualidad individualista alejada de la Voluntad divina para la vida conyugal donde todo debe ser compartido y asumido en la unidad. La redención que nos ha traído Cristo, cuya difusión se lleva a cabo por los sacramentos -en particular por el sacramento del matrimonio-, permite volver a conectar a los esposos, tanto en el orden concretísimo de la expresión física de su amor como en la realización de una verdadera comunión espiritual de sus almas, con el plan de amor de Dios en sus orígenes. Ahí se encuentra la vía de santidad que le es propia y por la que están llamados a caminar juntos y con un solo corazón y una sola alma.48

Tendremos oportunidad más adelante de desarrollar la paradoja de la unidad sin desaparición de la individualidad, (que es la esencia del misterio esponsal como entrega del propio ser) en su momento; baste ahora estos retazos para afirmar la existencia de una auténtica “mística conyugal” en el matrimonio, por la cual, ambos cónyuges, por obra del Espíritu Santo son introducidos en Cristo en la alcoba de la intimidad trinitaria donde se despliega en todo su esplendor el Amor esponsal absoluto.

I.4. Cruzando el umbral La mística conyugal está inserta en el camino espiritual diseñado por Dios para los esposos; un camino que ambos deben de recorrer juntos49 para alcanzar la suficiente madurez espiritual que permita al Espíritu Santo elevarles a las alturas místicas de contemplación de la alcoba divina, cuyo umbral solamente se cruza impulsados por su gracia y transformados en Cristo. Por eso en este punto desarrollaremos los elementos básicos que debe tener la verdadera espiritualidad conyugal. El Papa Francisco define la espiritualidad conyugal como “una espiritualidad del vínculo habitada por el amor divino” de forma que al igual que Dios habita en el corazón de la persona que vive en gracia La Trinidad está presente en el templo de la comunión matrimonial. Así mismo el Papa afirma que el vínculo conyugal es un verdadero camino de santificación y crecimiento místico. 50

49

Y. SEMEN. La espiritualidad conyugal. Pág. 155 S. GREGORIO MAGNO. Homilía. 4 sobre los Evangelios “Si os dirigís a Dios, procurad no ir solos”.

50

Amoris Laetitia.314-316

48

18

El camino de crecimiento espiritual conyugal tiene su propia vía purgativa, iluminativa y unitiva. Su parte ascética y su parte mística que tiene como objeto, único sentido y fin el Amor esponsal en el que ambos se encuentran inmersos y cohabitados. Hildebrand desarrolló una propuesta de ascética para los esposos a la que llamó “plan de vida conyugal” en el que una parte importante es ocupada por la liturgia. La liturgia tiene un claro componente estético. Su belleza atrae y facilita el diálogo y el acercamiento al Misterio.51 En la vida matrimonial esta liturgia se expresa en forma corporal,52 en el propio acto sexual, que es la cámara nupcial donde se guardan las más profundas realidades de ese Misterio53, pero también el acercamiento litúrgico al Misterio se produce cuando los esposos rezan juntos. Hildebrand no divide la vida conyugal entre lo sacro y lo profano, sino que sostiene que la unidad vital y sacramental de la “sola carne” lleva a sacralizar todos los ámbitos de la vida54. Los esposos, al crecer en su amor conyugal, crecerán pues, en el amor a Dios. Lo cual, solamente es posible por una asistencia asidua a los sacramentos y una vida de oración conjunta que siga una serie de normas: los esposos deben rezar juntos, en voz alta, uno por el otro, animándose y exigiéndose mutuamente, compartiendo vivencias e inspiraciones. Esta oración debe de ir acompañada de un auténtico clima cristiano, viviendo en la continua presencia de Dios. Parte de esa oración debería ser “a corazón abierto”, en la desnudez originaria del Génesis,55 donde la intimidad de uno es apertura total al otro, sin vergüenza ni pudor. Cristo deja que su HILDEBRAND, BUETTNER, M., Understanding the Mystery of the Mass: Si Scires Donum Dei, Queenship 2006. 52 S.J. PABLO II. Audiencia general. (4.7.1984) “La liturgia, el lenguaje litúrgico, eleva el pacto conyugal del hombre y de la mujer, fundamentado en «el lenguaje del cuerpo» interpretado en la verdad, a las dimensiones del «misterio» y, al mismo tiempo, permite que tal pacto se realice en las susodichas dimensiones mediante el «lenguaje del cuerpo»”.

51

53

Ibíd.

“el lenguaje litúrgico confía a entre ambos, al hombre y a la mujer, el amor, la fidelidad y la honestidad conyugal mediante el «lenguaje del cuerpo». Les confía la unidad y la indisolubilidad del matrimonio con el «lenguaje del cuerpo». Les asigna como tarea todo el «sacrum» de la persona y de la comunión de las personas, igualmente las respectivas femineidad y masculinidad precisamente con este lenguaje”.

54

” HILDEBRAND. Christian marriage directly glorifies God. MANCHESTER, 1991. Pág. 72-74 “Los esposos, si viven inmersos en el amor esponsal, dan gloria a Dios en cada momento y se santifican en cada momento”

55

” ADRIENNE VON SPEYR. Teología de los sexos. Ediciones San Juan. 2018. Pág. 154 “La esposa que espera desnuda al esposo, si ella realmente ama no se siente inhibida...Los vestidos espirituales que con frecuencia nos ponemos frente a otros hombres-especialmente frente a aquellos que no están en gracia-son a menudo una auto-protección que no es digna de un creyente. Con mayor razón, en la oración los cristianos no pueden estar cubiertos los unos frente a los otros. No es ninguna indiscreción, ninguna falta de delicadeza si se deja entrar en el interior de la propia oración a todo el que

19

parte más íntima (su relación con el Padre) se muestre tal cuál es ante sus más íntimos. Esa apertura es una “revelación” simultánea sobre sí mismo y sobre el Padre. La ternura, la paternidad y verdadera filiación, la confianza, la infancia espiritual, el amor entrañable y la cercanía divinas son reveladas en la fuerza impresionante de una única palabra: ¡Abbá! De igual forma, los esposos son ventanas el uno al otro al Misterio esponsal cuando permiten que el otro penetre en su relación íntima con la Trinidad a través de sus expresiones y diálogos, donde no sólo el Amor Esponsal es revelado, sino también la misma esencia de lo que la “sola carne” es. Si bien existe un espacio exclusivo de cada uno de los cónyuges con Dios que les ayuda en su propio crecimiento espiritual y en la sanación de sus heridas y que les otorga libertad interior, no es menos cierto que también deben de existir esos espacios exclusivos en común con Dios para la sanación de las heridas conyugales y el crecimiento en la libertad como matrimonio. Para Hildebrand la ascética conyugal debe girar en torno a la Sagrada Escritura, (que como hemos visto es una de las vías de revelación del Amor esponsal) pero también en torno a la Santísima Humanidad de Cristo, pues los esposos están llamados en su propia humanidad a replicar el misterio esponsal. Esto no es posible sin un encuentro personal, mutuo y diario con el Señor en la santa misa. Una parte importante de la ascética conyugal es la mortificación, que es una forma de oración que crea un hábito de renuncia (por y para él otro, y juntos por y para Dios). Para Hildebrand el espíritu de sacrificio56 es el camino para la santidad. Esta renuncia es a la vez una entrega: se renuncia a uno mismo para entregarse a otro. Por eso en el plan de vida conyugal no sólo hay una renuncia a la propia voluntad de los esposos para entregársela a Dios, sino también un diario ofrecimiento de obras cuyos frutos son para el Señor. Entre los múltiples sacrificios que los esposos pueden ofrecer al Señor, Hildebrand menciona, el valor de la abstención periódica del acto conyugal.57 Esta abstención periódica es recomendada por San Pablo a los esposos en la Primera Carta a los Corintios únicamente si va

quiere rezar contigo, La oración de la Iglesia debería siempre tener lugar de tal manera que todos los orantes estén desnudos el uno para el otro en el Espíritu. Pero ¡Qué pocas veces ocurre realmente! Somos diez mujeres que vamos juntas a la Iglesia; todas rezamos el mismo rosario, pronunciamos las mismas frases, pero estamos muy atentas a orar en y con nosotras mismas, sin que las demás tengan acceso ni participación” 56

HILDEBRAND. Heiligkeit und Tüchtigkeit Tugend Heute, Regensburg 1969. Pág. 22-23

57

HILDEBRAND- Die Enzyklika “Humanae Vitae” Pág. 32, 35-36.

20

unida a la oración y a un tiempo para el Señor.58 Así el “sacrificio” que viene marcado por el respeto a los tiempos biológicos de la mujer y en las etapas de embarazo, no es un sacrificio estéril, sino un sacrificio ofrecido y por lo tanto fecundo. Si bien Hildebrand también hace referencia a una mortificación expresa fuera de esos tiempos, y tomada de mutuo acuerdo, no podemos olvidar la advertencia de San Pablo sobre la exposición a la tentación en esos momentos, pues satanás intenta alejar a los esposos de la expresión visible de lo invisible, es decir, de la comunión de los cuerpos como expresión de la comunión trinitaria. Además de los sacramentos, la oración y la mortificación, Hildebrand incluye en su plan de vida conyugal la formación doctrinal constante de los esposos. Si bien durante siglos la doctrina sobre el sacramento del matrimonio fue muy escasa (fue el último de los sacramentos en desarrollarse doctrinalmente), en la actualidad se ha desplegado una riqueza extraordinaria a través de diversas Encíclicas y exhortaciones apostólicas, pero, sobre todo, gracias a la Teología del Cuerpo desarrollada por San Juan Pablo II. La formación ha pasado de ser algo anecdótico a ser una urgencia en la pastoral matrimonial, precisamente por la necesidad que tienen los esposos de entender la altísima vocación a la que están llamados y solucionar las dudas, errores y carencias que posean sobre su verdadera identidad conyugal. Esta formación permanente debe abarcar todas las dimensiones de la persona, tanto física, fisiológica y psicológica, como afectiva y espiritual, de forma que los esposos, con pleno conocimiento de las exigencias de su estado y corrigiendo con ayuda de la gracia las desviaciones del diseño original de Dios para ellos desde el Génesis, puedan dar un Fiat permanente al Amor Esponsal que viene a habitar en ellos y transformarlos en Imago Dei. Por eso la falta de formación, atribuida a una culpabilidad consciente de los esposos que no la buscan ni la desean, es un pecado de omisión que daña gravemente su matrimonio. Dentro del plan de vida no puede faltar la apostolicidad, que es una consecuencia de una espiritualidad centrada en Cristo. El seguimiento conlleva un mandato. Por eso el matrimonio no puede encerrarse en sí mismo, porque el amor exige un “éxtasis”, un salir de sí mismo para compartir su fecundidad. A parte de la fecundidad biológica (el don del hijo), Hildebrand subraya la fecundidad espiritual, sobre todo en el caso de matrimonios que no pueden tener hijos. Pero esta fecundidad espiritual no puede ser exclusiva en este segundo caso, sino que todos los esposos, independientemente de su fertilidad, están llamados a ser fecundos espiritualmente. El amor esponsal es la expresión de un amor conyugal que se “dona”, no sólo 58

1 Cor 7,5

21

el uno a otro, y ambos a Dios, sino también al prójimo, a través de las obras de caridad y el apostolado activo, Los cónyuges que ocultan su fe en su red de amistades, o su ámbito de influencia social están cercenando un aspecto primordial del amor que deben reflejar en el mundo. Por último, el plan de vida de los esposos debe de estar impregnado por la gracia divina, pues es ella la que debe revestir a la sola carne de la pureza necesaria para unirla a Cristo, que es la fuente del agua viva del Amor esponsal.

I.4.1. El vestido de novia Juan Pablo II dedicó una serie de catequesis a hablar sobre la pureza de los esposos entendida como la realización de la vida según el Espíritu, vida en el que el matrimonio, en su realidad más profunda, es Templo del Espíritu Santo, según vimos. Esta realidad conlleva la obligación de tratar a la carne con “santidad y respeto”, cosa sólo posible, si el Espíritu Santo, desde lo más íntimo de este Templo, les descubre el significado esponsalicio del cuerpo y la libertad del don, en la cual se descubre el rostro profundo de la pureza y su conexión orgánica con el amor.59

La pureza puede ser entendida como virtud y como don; como virtud sería la voluntad firme de apartarse de lo impuro, como don, la transformación de la unión conyugal en un acto puro y purificador. La pureza implica unidad y simplicidad, en el sentido de que no haya nada extraño a la esencia misma que la forma. La pureza estaba en la sola carne desde el principio, en el designio del Génesis. Adán y Eva tenían la unidad dada en Dios, y con ella les había sido dada la pureza. Ahora bien, al entrar el pecado en el paraíso, esa unidad se rompió y con ella la pureza originaria. Adán y Eva fueron creados en la unidad y permanecían en ella. No habían creado un nuevo estado para ser uno, sino que se habían valido de la unidad de Dios para ser una sola cosa el uno para el otro. Ahora, cuando ya no son uno en Dios, tampoco pueden ser ya uno con el otro en la naturaleza decaída. El descubrimiento de su desnudez es ante todo el descubrimiento de que han perdido la unidad.60

La aparición de la impureza trae consigo un sentimiento interno de “vergüenza” que sólo es superado por el pudor. La vergüenza aparece al enfrentarse la persona a la concupiscencia que mira “deseando poseer”. Esta mirada encierra una herida de división, una creencia de “no pertenecer” a una realidad más grande. En la parábola del hijo pródigo, el hijo mayor reprocha 59 60

S. J. PABLO II. Audiencia General. (18.3.1981) A. SPEYR. Teología de los sexos. Pág. 193.

22

a su padre que no haga una fiesta para él, que no le ceda lo suyo, el Padre le responde con tristeza: “Todo lo mío es tuyo”; esa es la realidad a la que el hijo mayor está ciego. De igual forma, la concupiscencia esconde a los esposos la mutua pertenencia, de forma que buscan “arrebatarse” el uno al otro lo que de hecho compartían en esencia. La concupiscencia ataca la unidad, porque está causada por la división interna. Como es un ataque, el pudor aparece como mecanismo de defensa. La desnudez originaria mostraba la plenitud de la comunicación interpersonal61 a través de los cuerpos. La desnudez hacía visible la realidad invisible de la comunión total. Adán y Eva se “conocían” íntimamente, en su unidad y por lo tanto de una forma sencilla y pura. No hay vergüenza en la verdad. Tampoco se avergonzaban delante de Dios, pues reconocían en él la fuente de su unión. San Juan Pablo II lo expresa así: las palabras "sin avergonzarse de ello" pueden significar…solamente una profundidad original al afirmar lo que es inherente a la persona, aquello que es "visiblemente" femenino y masculino, a través de lo cual se constituye la "intimidad personal" de la comunicación recíproca en toda su radical sencillez y pureza. A esta plenitud de percepción "exterior", expresada mediante la desnudez física, corresponde la plenitud "interior" de la visión del hombre en Dios, esto es, según la medida de la imagen de Dios. 62

El pecado original conlleva vergüenza por que la sola carne ya no puede mostrar su unidad, su verdad. El pudor, aparece cuando hay un conflicto entre el espíritu (capacidad de amar) y el cuerpo (apetito sexual), como reafirmación y defensa de esa unidad perdida (“yo soy mi cuerpo”). El pudor es la tendencia, del todo particular del ser humano, a esconder sus valores sexuales en la medida en que serían capaces de encubrir el valor de la persona. Es un movimiento de defensa de la persona que no quiere ser un objeto de placer, ni en el acto, ni siquiera en la intención, sino que quiere, por el contrario, ser objeto del amor.63

El pudor es pues una ayuda para recordar lo que uno realmente es, una unidad de cuerpo y espíritu. En el matrimonio, es el Amor esponsal el que revela a los esposos lo que realmente son, y la esencia misma de la sola carne, por lo que el pudor ya no es necesario. De algún modo la vergüenza es “absorbida” por el amor. Sin embargo, la naturaleza caída del hombre requiere una vigilancia constante. La concupiscencia sin la barrera del pudor puede ser un peligro para

61

.” S. J. PABLO II. Audiencia general. (19.12.1979). “en su significado originario y más profundo, la "comunicación" estaba y está directamente unida a sujetos, que se "comunican" precisamente a base de la "común unión" existente entre sí, tanto para alcanzar, como para expresar una realidad que es propia y pertinente sólo a la esfera de sujetos- personas.”

62

Ibíd. KAROL WOJTYLA. Amor y responsabilidad. Razón y fe, Madrid, 1969. Pág. 208

63

23

la unidad, por eso los esposos deben de buscar la pureza de alma y cuerpo como medio de reunificación: “Las pieles con que se visten son un signo de su haber caído y de su ser dos. El nuevo desvestirse de las pieles y el acto sexual son intentos de restituir la unidad. Y la gracia de Dios puede regalar la unidad perdida. Pero la condición de la verdadera desnudez, debe de ser reconquistada, por decirlo así mediante un “mérito”. Por sí misma no se vuelve a establecer. Las pieles…pertenecen a la penitencia; con la “desnudez” en la confesión, se puede recuperar la desnudez del Paraíso. La concupiscencia debe ser transformada de nuevo en amor”.64

Hildebrand habla del acto sexual como la expresión única y la realización específica del amor de los cónyuges, porque en él es formada la sola carne, una unidad suprema a la que precisamente aspiran los esposos, pero advierte que este acto debe de ser una unión total, de cuerpo y alma, porque sólo así, el acto además de unificar desde fuera, unifica desde dentro. El acto de la unión conyugal, no es de ningún modo indiferente a que yo viva ese acto o no. Excluir de él la participación consciente del alma, es hacerlo condenable, es animalizarlo. Se exige una participación del alma en forma de una vivencia perfectamente determinada. 65

La esfera sensual es unificadora solamente cuando se ejerce como pura expresión del amor conyugal, entendido como el don recíproco y total de sí, tal y como lo dispone Dios, a imagen del Amor esponsal absoluto. Si no se realiza esta unión desde esta óptica, la sola carne es profanada, violando el misterio de ese Amor. Hildebrand no tiene reparos en hablar de una auténtica profanación, pues se hace uso de la unión conyugal para algo que se opone formalmente a su sentido y al fin elevado a que está destinada;66 pero cuando la unión conyugal es conforme a Dios, entonces se abre al Misterio revelando la intimidad, la ternura y la unión suprema de la que es imagen. Cuando el pudor desaparece, es la castidad la que regula que la unión sea conforme a Dios. Para Hildebrand, la castidad es una consecuencia de la pureza aunque su acción está restringida a velar por la rectitud de la conducta de los esposos en lo sensual.67 Sin embargo la pureza abarca mucho más, porque no se detiene en la conducta de los esposos, sino que busca impregnar, elevar y unificar toda la esfera sensual en la unidad total del Amor esponsal.68

A. SPEYR. Teología de los sexos. Pág. 193. HILDEBRAND. Pureza y virginidad. Desclée de Bouwer. Bilbao.2 ed. 1966. Pág. 20 66 Ibíd. Pág. 29 67 Ibíd. Pág. 52 68 Ibíd. Pág. 72 “Sólo el amor conyugal, en sentido propio, puede “informar” desde dentro el acto de unión conyugal y hacerlo verdaderamente puro”.

64

65

24

La voluntad, dice Hildebrand, no llega nunca por sus propios medios a unificar cuerpo y alma, a unir la esfera sensual y la esfera “del corazón” en el instante de la unión conyugal. El amor es el único capaz de hacerlo por ser el acto más vivo y central del espíritu: Solamente él puede mantener en su integridad, y en ese mismo instante, la soberanía del espíritu sobre el cuerpo.(…) ese amor se inserta en el fenómeno corporal para hacer de él su modo de expresión.69

El Amor esponsal embarga a los esposos en el momento de su unión, de forma que en cierto modo se “encarna”, se corporeiza, se comunica a través de sus cuerpos. La fuente de su amor es el Amor Esponsal de Cristo que se abre paso en ellos. Pero eso no se realiza más que cuando el acto se fundamenta en Dios, consciente y expresamente. Es indispensable que el espíritu esté adherido firmemente a Dios, para que no se vea sumergido en ese momento por las olas de fondo de la zona vital. Es absolutamente preciso que la persona tenga conciencia de que Dios sanciona esta actualización de la esfera sensual en el momento mismo en el que se abandona al “otro” en el más intenso amor conyugal70

Para que los esposos únicamente estén animados por el Amor esponsal, y tengan conciencia de la voluntad de Dios en su esfera sensual (lo que excluye todo aspecto de la tentación concupiscente), se necesita de la gracia santificante que actúe con la cooperación de la voluntad libre de los esposos. Es necesario que la voluntad de ambos “se dirija expresamente a lo que es puro y rechace lo que es impuro...para que pueda conservar esta gracia”71

Hildebrand resalta que, si el acto conyugal no está “informado” por el Amor, al servicio del espíritu, entonces es incompatible con la permanencia en la unión divina de la que es imagen. Esa es la verdadera esencia de la pureza conyugal: ser cauce y expresión del Misterio. No hay que olvidar que por encima de la sola carne está Dios y por eso ésta no puede “aislarse” en ningún momento de Su presencia. Solamente a Dios tenemos derecho de darnos sin reserva, por eso toda donación que hagamos debe de ser hecha en Dios. Cuando los esposos se dan mutuamente en Dios, su unidad dividida se funde en la Unidad divina de la que son imagen, y esa unidad es restaurada en ellos en virtud de la gracia sacramental. Si la sola carne se dirige al Amor Esponsal siempre y en todo momento, entonces el acto conyugal, será purísimo en su

Ibíd. Pág. 73 Ibíd. Pág. 74 71 Ibíd. Pág. 79 69 70

25

inicio, en su medio y en su fin72, y será un acto unificador y sobrenatural, que unirá, mística y esponsalmente, a la Sola carne con la Trinidad. Si el vestido para asistir al banquete de bodas es el bautizo, solamente se puede acceder a la alcoba nupcial con el vestido de la pureza. Así ataviada, la sola carne puede avanzar con confianza por el camino nupcial, iluminando sus pasos con lámparas encendidas.

I.4.2 Las lámparas encendidas El Papa San Juan XXIII llamaba a las virtudes, “lámparas de la vida cristiana”. La luz de las lámparas siempre ha estado presente en la liturgia. En la Galia, en el rito del bautizo, el sacerdote, después de administrar el bautismo ponía una candela en las manos del bautizado diciendo: Tuya es esta lámpara, y procura guardar irreprensiblemente tu bautismo; cumple con los mandamientos de Dios, para que cuando el divino Esposo viniere de las bodas, puedas salirle al encuentro junto con los demás santos, a la celestial morada, y consigas la vida eterna, viviendo por los siglos de los siglos. Amén.73

San Carlos Borromeo, en sus Instituciones sobre el Bautismo, enseña que esa lámpara hace referencia a las tres virtudes teologales infundidas en el sacramento, representándose la caridad en el calor, la fe en el resplandor y la esperanza en la tendencia de la llama hacia el cielo.74 Karol Wojtyla, en su tesis sobre San Juan de la cruz, incluye su esquema de correspondencia entre las virtudes teologales y las potencias del alma, de modo que se puede hacer un paralelo con San Carlos Borromeo: a la caridad le corresponde la voluntad (que debe de ser encendida en fuego del amor del Espíritu santo), a la fe le corresponde el entendimiento (que debe de ser iluminado por su resplandor), y a la esperanza le corresponde la memoria (que debe mantener encendido el recuerdo de los goces eternos). Según Wojtyla, San Juan de la Cruz explica que en cada virtud teologal se propicia la unión de una potencia con la Unidad divina: “El Doctor místico, avanzando en el intento de determinar las funciones del medio de unión, toma a cada virtud teologal en su función propia (in actu 72

Ibíd. Pág. 78 (nota 38) “En efecto, si los valores de ese tierno y supremo abandono y de esa unión de amor, como hemos visto ya, representan algo especial en relación con la pureza, sin embargo, sólo en el caso de que se realicen lo más perfectamente y en su forma más alta, los valores de unión conyugal, florece la pureza conyugal en su más profunda belleza”

73

G. PRADO. Textos inéditos de la liturgia mozárabe. Madrid. 1926. Pontifical Romano del siglo XIII. La oración se inspira en la parábola de las vírgenes prudentes.

74

JUAN GONZALEZ VILLAR. Suplemento al Tratado de la sagrada luminaria. Madrid. 1803. Pág. 124

26

exercito) y la define por su participación dinámica en la unión”.75 El autor polaco explica que cada virtud une la potencia respectiva a Dios mediante una purificación. Esta purificación “sobrenaturaliza” a la potencia. ”Cualquier virtud teologal, al posesionarse de la potencia correspondiente, obra en ella, dentro de ella, en orden a la unión o transformación participada”.76 Las virtudes teologales perfeccionan y transfiguran las potencias de modo que, vaciándolas de su función natural77, las capacitan para una función sobrenatural y finalmente son elevadas y unidas a Dios. Por la Caridad, la voluntad es vaciada de su nivel natural y sobrenaturalizada, de forma que se una y se fusione con la Voluntad divina. La Fe une al entendimiento con el “objeto conocido” en él, que no es otro que la Verdad divina que es Cristo y la memoria (que es “retentiva”) se vacía de sí misma para “poseer” al Amado. En la doctrina sanjuanista las tres potencias se unen a las tres Personas de la Trinidad, de modo que a través de las virtudes, estas potencias pueden participar en las operaciones intratrinitarias.78 El alma por sí sola no es capaz de unirse a Dios sino es mediante las potencias.79 Ahora bien, en esta vida, esa unión de las potencias no es permanente porque la unión con el alma aún no es definitiva. Precisamente por esta acción purificativa y unitiva que tienen las virtudes teologales son imprescindibles en la realidad matrimonial y en su plan de vida. San Pablo, en su carta a los Efesios, explica cómo las virtudes teologales, infundidas en el bautismo, “unifican” a los miembros del cuerpo de Cristo en la Trinidad: “Un solo Cuerpo y un solo Espíritu, como una es la esperanza a que habéis sido llamados. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos”.80

K. WOJTYLA. La fe en San Juan de la Cruz. BAC.1979. Pág. 46 Ibíd. pág. 47 77 ELIZABETH WILHELMSEN. La memoria como potencia del alma en San Juan de la Cruz.1990. Pág. 96 el alma, en un procedimiento paradójico, se niega a sí misma en sus operaciones ordinarias: las noticias naturales del entendimiento se niegan para dar mayor cabida a la luz de la fe; las afectividades de la voluntad se sofocan a fin de amar sólo mediante la caridad divina; en la memoria, el recordar se transforma en olvidar, el poseer en desposeerse, el temporalizar en destemporalizarse, y el esperar en esperanzarse por medio de la virtud infusa de la esperanza. 75

76

Ibíd. Pág. 95 S. J. DE LA CRUZ. Subida al Monte Carmelo. SII, 6, 1; SIII, 1.1 y SIII 15,1. "el alma ... se une con Dios ... por la fe según el entendimiento, y por esperanza según la memoria, y por amor según la voluntad".

78 79

80

Efesios 4, 4-6.

27

Del mismo modo, los esposos que forman un matrimonio sacramental (ambos bautizados) son unificados entre ellos y unidos a Dios mediante la acción de la Fe, la Esperanza y la Caridad conyugal. En el caso de los matrimonios mixtos, el directorio de Ecumenismo aconseja que cada cónyuge, permaneciendo fiel a su compromiso cristiano y poniéndolo en práctica, debería buscar lo que puede llevar a la unidad y a la armonía”81

Siendo, como hemos visto, las virtudes teologales un medio idóneo para alcanzar esa unidad, ningún matrimonio debería de ignorarlas.82 Si bien los matrimonios mixtos, al no poder los esposos comulgar juntos, pierden esa capacidad de unión oblativa a la que están llamados en cada Eucaristía y por lo tanto se alejan de ese “penetrarse” en el Amor esponsal absoluto encerrado en ella. En la parábola de la mujer que amasa, se habla de la levadura que es introducida en tres medidas de harina para que estas fermenten.83 San Hilario en su comentario a este pasaje dice que El Señor se compara así mismo con la levadura. Porque la levadura, que es hecha de harina, tiene la propiedad de comunicar a todas las harinas de su especie la virtud que ha recibido”84

así es como se produce la transfiguración de las tres potencias: gracias a las virtudes comunicadas por el Espíritu Santo a las almas. San Macario explica cómo el pecado original afectó a las potencias del alma y cómo el Amor de Cristo consigue sanarlas a través de la perfección de las virtudes: los pensamientos del alma, lejos del amor de Dios, se dispersaron y se mezclaron con pensamientos materiales y terrestres. El Señor quiso...introducir la levadura de su bondad en las almas de los creyentes. Quiso perfeccionar en ellas la justicia de sus preceptos y de todas sus virtudes, hasta que, penetradas de esta nueva levadura, se unieran para el bien y formaran “un solo espíritu con el Señor” según la palabra de San Pablo (1 Co 6,17) 85

Las potencias de los esposos tienen que purificarse por completo para poder unirse totalmente entre ellos y así donarse a Dios. Las creencias falsas que tienen el uno del otro, las esperanzas puestas en una ilusión y su amor más terrenal que divino, deben de dar paso a una fe y confianza mutua basada en su verdad ontológica, a un fin común fundado sobre pilares firmes y 81

PONTIFICIUM CONSILIUM AD UNITATEM CHRISTIANORUM FOVENDAM. EDICE. 2013

Directorio para la aplicación de los principios y normas sobre el ecumenismo. (25.3.1993)

Sobre las virtudes teologales como medio de conseguir la unidad en la perspectiva ecuménica, véase a S. J. Pablo II. Audiencia General. (22.11.2000) 83 Mateo 13,33 84 S. HILARIO. In Matthaeum, 13 85 S. MACARIO DE EGIPTO. Homilía 34 (atribuida)

82

28

transcendentes y a un amor sobrenaturalizado, elevado, transformado en el Amor Esponsal de Cristo. Cuando los esposos “luchan” para purificar a la sola carne y así unirse a Dios, fuente de toda su felicidad, a través de la práctica de las virtudes, comienzan un camino que tiene una vertiente negativa, un vaciarse, un negarse a sí mismos, porque el oficio de las virtudes es un “unir-purificando”, un “purificar-uniendo” llenando de Dios el vacío de los apegos contrarios a Él.86

Esta purificación a través de las virtudes teologales no puede producirse sin un “apagón”. En la parábola de las diez vírgenes, todas, tanto las necias como las prudentes, se quedan dormidas con las lámparas apagadas. Sólo se encienden las lámparas con la llegada del Esposo. De igual forma, las potencias del alma de los esposos se “apagan”, el entendimiento se oscurece, la voluntad se debilita y la memoria se vuelve esquiva. Es un proceso doloroso, una verdadera noche oscura87, en la que los esposos sufren por mantener la llama de su amor. Las razones que se daban el uno al otro para mantenerse unidos, ya no parecen ser suficientes; su caminar juntos se vuelve errático sin una meta clara que les guíe y la caridad conyugal se torna insípida. Es lo que San Juan de la Cruz llama la noche de los sentidos, las potencias parecen dormidas. Los esposos bucean en su entendimiento intentando encontrar la razón de ese estado tan doloroso en el que han sido introducidos sin encontrarla. A su vez, intentan traer a su memoria los recuerdos tiernos de tiempos pasados, pero estos sólo les arroja la amargura de la desesperanza por haberlos perdido, percibiendo que su amor ha perdido impulso y no les arrastra con la fuerza de antes. Si los esposos “despiertan” y se abandonan a la llamada que Dios les hace en medio de su oscuridad, entonces es cuando entran en juego las virtudes teologales que vienen a “iluminar” el camino y guiarles al Esposo. La iluminación de las potencias a través de las virtudes teologales hace que ambos tengan la misma visión de su realidad, la misma meta y el vínculo más fuerte que puede unirles: el Amor Esponsal Absoluto. A la llamada de Dios a “cruzar el umbral” a penetrar más profundamente en el misterio de su verdad, la sola carne responde con la fe, la esperanza y la caridad. La fe como respuesta de

MIGUEL F. DE HARO IGLESIAS. “Virtud/es” en PACHO, EULOGIO. Burgos. Monte Carmelo.2009. Pág. 1219. 87 Incluso María y José no fueron librados de ella durante los tres días de pérdida de Jesús. Ellos necesitaban “ transcender” su amor al Hijo en su vida cotidiana y elevarlo a su sitio esencial “el seno de la Trinidad”, “yo debo estar en las cosas de mi Padre” (Lucas 2,49)

86

29

conocimiento al Amor que se revela: Para que el matrimonio no sea nulo se requiere que el consentimiento se otorgue con pleno conocimiento de la persona a la que uno se entrega. La fe ilumina al entendimiento de los esposos, sobrenaturalizándolo, haciéndolo capaz de aprehender las verdades divinas. No se puede amar lo que no se conoce, por lo tanto, Dios se da a conocer a la sola carne y espera su respuesta de amor. La esperanza es la respuesta voluntaria a la oferta de ese Amor. Según Viladrich, la prestación del consentimiento es un acto de la voluntad de los cónyuges por el que deciden: “libre y gratuitamente, querer quererse”.88 La esperanza de los cónyuges reside en que su amor será correspondido siempre por el Otro, de forma indisoluble. Así la sola carne puede fundar su entrega a Dios en la memoria de la fidelidad de Su Amor. La caridad como respuesta llega aquí a su máxima expresión de “amor que se dona” al Amor. El consentimiento matrimonial queda ratificado por la expresión interior y exterior (sin simulación) de la entrega mutua de los cónyuges en Dios. Estamos hablando aquí de un verdadero “consentimiento matrimonial” entre la sola carne y Dios, confirmado por la libre voluntad de los esposos. Dios va “seduciendo” a la sola carne a través de la vida teologal, hasta llevarles a un verdadero “matrimonio espiritual”, tal y como explica San Juan de la Cruz. Las virtudes teologales son un don que se activa durante la vía iluminativa de los esposos, una vía que les abre a una vida nueva, una vida en el Espíritu

I.4.3 Los goznes de la puerta Como toda vía ascético-mística, la espiritualidad conyugal debe estar centrada en la práctica de las virtudes, no sólo las teologales, sino sobre todo las cardinales. Cardinal significa “gozne”, por eso la puerta a la verdadera vida, la vida en el Espíritu es imposible sin cada uno de esos goznes. La prudencia, que es una virtud cardinal, aparece en el evangelio en el contexto de una boda. Las cinco vírgenes prudentes son las que consiguen entrar con el Esposo y esto es así porque la prudencia es la virtud que discierne sobre la realidad, y, por lo tanto, en los esposos actúa ayudándoles en su realidad conyugal de forma que tengan una conciencia bien formada de la verdad de su identidad y puedan dotarse de la capacidad de elegir lo que es bueno para su

88

PEDRO JUAN VELADRICH. Agonía del matrimonio legal. Una introducción a los elementos conceptuales básicos del matrimonio. EUNSA. Pamplona 1984. Capítulo IV. Sobre la alianza matrimonial. Estructura del consentimiento.

30

matrimonio y evitar lo malo. Por eso la prudencia es la primera de las virtudes cardinales

89

porque es la que ilumina a las demás sobre el fin al que deben conducirse, que no es otro que Dios. La práctica de las virtudes teologales encamina a la “sola carne” a su perfección en el Amor esponsal, y la prudencia ayuda a la perfección de las otras virtudes cardinales: no basta con tener templanza si no se toma una decisión sobre cuándo, cómo, dónde y en qué medida tenerla. No es lo mismo comer menos que compartir la comida, la segunda es una clara expresión de la comunión esponsal. La prudencia no es inmovilismo, sino que es la virtud que dirige las acciones hacia un buen fin. Por eso en la parábola de las vírgenes prudentes podemos ver como las que al final entran con el Esposo son las que han actuado con los ojos puestos en la boda. La prudencia conyugal debe hacer que los esposos tengan puestos sus ojos a su fin esencial, y a ello deben dirigir todas sus acciones. Esto sólo es posible si la prudencia conyugal fluye de las virtudes teologales, pues ellas son el vehículo por el que el Espíritu Santo ilumina la razón natural de los esposos de forma que sus juicios sean los correctos. Los esposos pueden practicar la prudencia conjuntamente a través de la intimidad conyugal en virtud de su unidad en el Amor.90 En la parábola de las vírgenes prudentes, vemos como “entran juntas” al encuentro con el Esposo, porque todas comparten el mismo llamado y miran hacia el mismo fin. Josef Pieper define la templanza según el término griego “Sophrosyne” que abarca a la totalidad de la “discreción ordenadora” y lo aplica a la ordenación dictada por Dios en su cuerpo místico. En la primera carta a los de Corinto se dice: “Deus temperavit corpus”-“Dios, haciendo especial honor a aquello que se considera más bajo, ha dispuesto el cuerpo (lo ha ordenado, lo ha configurado, lo ha constituido) de tal forma que no haya en él disensión alguna, sino que sus miembros se ayuden unos a otros.91

La templanza, por lo tanto, introduce la armonía en lo dispar, es decir, facilita la armonía entre los esposos, unificándolos y centrándolos en el bien mutuo. Es en este contexto donde se entiende la acción de frenar los impulsos concupiscentes y ordenar las pasiones en vista a dicha armonía conyugal. No es una eliminación de las pasiones (que sería un cercenamiento de la naturaleza humana) sino un ordenamiento de las mismas con un sentido esponsal.

89

JOSEP PIEPER. Las virtudes fundamentales. Rialp.1988. Pág. 6 “La prudencia es la causa de que las otras virtudes sean virtudes”.

90

Ibíd. Pág. 29 Ibíd. Pág. 217-223

91

31

Esta práctica de la templanza conyugal podemos encontrarla en el Antiguo Testamento, en la oración conjunta de Tobías y su esposa Sara: Tú creaste a Adán e hiciste a Eva, su mujer, para que le sirviera de ayuda y de apoyo, y de ellos dos nació el género humano. Tú mismo dijiste: 'No conviene que el hombre esté solo. Hagámosle una ayuda semejante a él'. Yo ahora tomo por esposa a esta hermana mía, no para satisfacer una pasión desordenada, sino para constituir un verdadero matrimonio.92

Tobías hace referencia al Génesis donde el orden natural (razón-voluntad-pasiones) no se había aún alterado por el pecado original y donde la unión conyugal es entendida como una ayuda mutua, en el sentido aludido antes por Pieper comentado a San Pablo. El “verdadero matrimonio” se desarrolla en la armonía de la “sola carne” por lo que los esposos deben buscar constantemente este orden perdido y retornar a la inocencia originaria. Esta vuelta no es posible a los esposos sin la ayuda de la gracia, por eso Tobías y Sara rezan juntos implorándola de Dios. La Justicia esponsal no es un simple “dar a cada uno lo suyo”, sino más bien un entregar al otro lo que le es propio, Por eso sería una reducción simplista el limitar la justicia al débito conyugal. Porque si bien, cada uno de los esposos no se pertenece, sino que pertenece al otro, también es cierto que ambos forman una unidad, por lo que en justicia también deben darle a esa unidad (la sola carne) lo que le es propio. Privar al matrimonio de alguna de sus propiedades o bienes es una injusticia. San Agustín cita tres bienes propios del amor esponsal: el bien de la prole, la fidelidad y el vínculo. (proles, fides, sacramentum).93 El bien de la prole no se circunscribe a la apertura a la fecundidad con la acogida amorosa de los hijos, sino que también establece una “deuda” de justicia con ellos, de forma que estos tienen derecho a los bienes necesarios para la crianza (vestido, alimento y hogar) y a la educación en la fe.94 La virtud de la justicia no sólo incumbe a la relación esponsal, sino que se debe extender a los frutos de ésta. Por la misma esencia de ese amor esponsal que no se entiende sin la gratuidad, la total comunicación y el salir de sí mismo para hacer partícipe de ese amor esponsal al “tercero”. Respecto al segundo bien, en la Encíclica Familiaris Consortio se especifica:

Tobías 8, 6-7 S. AGUSTIN. La bondad del matrimonio. 94 S. AGUSTIN. De Gentiles. ad litt. 9, 7, 12 “(La prole) que ésta se reciba con amor, se críe con benignidad y se eduque religiosamente”. 92 93

32

El amor conyugal comporta una totalidad en la que entran todos los elementos de la persona reclamo del cuerpo y del instinto, fuerza del sentimiento y de la afectividad, aspiración del espíritu y de la voluntad-; mira una unidad profundamente personal que, más allá de la unión en una sola carne, conduce a no tener más que un corazón y un alma; exige la indisolubilidad y la fidelidad de la donación recíproca definitiva; y se abre a la fecundidad. En una palabra: se trata de características normales de todo amor conyugal natural, pero con un significado nuevo que no sólo las purifica y consolida, sino las eleva hasta el punto de hacer de ellas la expresión de valores propiamente cristianos.95

No basta con la unión meramente corporal, es necesaria una entrega mutua total, sin reservas, en todas las facetas de la persona y dilatada en el tiempo. La indisolubilidad y la fidelidad son las garantes de esa unidad que no puede ser “deshecha” por el hombre, porque no es obra suya sino de Dios. Faltar a alguna de ellas deforma el amor esponsal, excluyendo lo que de suyo es propio.96 De hecho estas propiedades son descubiertas como esenciales por los mismos esposos cuando se interrogan sobre la verdad de su amor conyugal.97 Estamos hablando de propiedades que ontológicamente son propias del Amor esponsal, por lo que deben ser integrados en la dimensión de justicia del vínculo conyugal. Es precisamente el “vinculo” (el sacramentum de San Agustín) el garante de la justicia en el seno matrimonial. Mediante el vínculo, el amor esponsal se consolida como deuda de justicia, como compromiso permanente. El débito esponsal, no es solamente la unión carnal, sino que es mucho más grande y sublime, porque abarca la totalidad del amor esponsal que se entrega y recibe del otro y fluye de ambos conformando lo que son, la “sola carne”. Si no existe dimensión de justicia en el matrimonio; si la unión conyugal no constituye algo “objetivo”, como es ser la imagen del Amor esponsal trinitario en la tierra, entonces no habrá un recto obrar de los esposos, que también tienen una deuda de justicia para con Dios, del cual han recibido su “ser” como matrimonio. Los contrayentes se deben comprometer de modo definitivo precisamente porque el matrimonio es así en el designio de la creación y de la redención. Y la juridicidad esencial del matrimonio 95 96

97

Familiaris Consortio. 13 JUAN IGNACIO BAÑARES. La dimensión jurídica, intrínseca al matrimonio. El Discurso de Benedicto XVI al tribunal de la rota romana de 27 de enero de 2007. IUS CANONICUM, XLVII, N.93.2007. Pág. 230 (Cfr. Benedicto XV. Discurso a la Rota Romana, 27.I.2007, n. 7) “el alejamiento «de la verdadera esencia del matrimonio, así como de su intrínseca dimensión jurídica», le lleva a presentar explicaciones alternativas en términos equívocos, que en definitiva «tratan de disimular una falsificación de la realidad conyugal. De este modo se llega a sostener que nada sería justo o injusto en las relaciones de una pareja, sino que únicamente responde o no responde a la realización de las aspiraciones subjetivas de cada una de las partes»”7) S. J. PABLO II, Discurso a la Rota Romana, 2002.3 “.as propiedades esenciales están al alcance de la recta razón, que es capaz de conocer en lo fundamental la verdad del matrimonio, cuando se interroga con buena voluntad”

33

reside precisamente en este vínculo, que para el hombre y la mujer constituye una exigencia de justicia y de amor, a la que, por su bien y por el de todos, no se pueden sustraer sin contradecir lo que Dios mismo ha hecho en ellos. 98

Estos tres débitos de justicia conyugal (hacia los hijos, hacia la sola carne y hacia Dios) aparecen reflejados en el matrimonio de Elcana y Ana, los padres de Samuel. 99 Ana era una mujer estéril, lo cual, en la cultura judía del Antiguo Testamento, propiciaba el desprecio. Sin embargo, Elcana le prodiga un tierno y afectuoso amor, demostrado no sólo con palabras sino con su obrar. Subía todos los años con su esposa a Silo a oficiar el sacrificio, pero en una ocasión Ana no puede ocultar la pena por su esterilidad, entonces Elcana intenta consolarle con cariño Ana ¿por qué lloras y no comes? ¿por qué te afliges? ¿no te valgo yo más que diez hijos?

El consuelo es rasgo identitario del Amor esponsal.100. Ana actúa con justicia frente a Elcana porque no quiere que su dolor sea fuente de conflicto. Por eso reza a Dios suplicando misericordia para poder engendrar y dice el texto que después de rezar “volviéndose por donde había venido, se sentó a la mesa y comió, y ya no tenía la misma cara de antes.".

Ella no exige a su marido algo que no está en su mano, por eso, después de acudir al único capaz de ayudarla, se sobrepone a su dolor para no entristecer a su esposo. En el caso de Raquel y Jacob, sin embargo, ocurre lo contrario. Raquel se ve superada por el dolor de su esterilidad y llena de ira se enfrenta a su esposo : “Dame hijos, o si no, me muero”.101 Jacob enojado le hace ver la injusticia que está cometiendo con él, porque esa es una petición que no puede exigirle: él no es Dios. Ana y Elcana adoran juntos a Dios antes de volver a casa, como una sola carne y al volver a ésta se profesan el mutuo débito conyugal, La unidad de ambos se demuestra así en cuerpo y en espíritu. A pesar de la esterilidad, los esposos no se niegan el débito conyugal, sino que éste es fuente de gracias, pues Dios tras escuchar su oración (en espíritu y cuerpo, en el templo y en el lecho) les bendice con un hijo. Aunque el texto no lo pone, es lícito pensar que Ana contó a 98

BENEDICTO XVI. Discurso a la Rota Romana. (27.1.2007) 4.

99

1 Samuel, 1

100

“Mujer ¿Por qué lloras?” (Cristo a María Magdalena) Juan 20,15

101

Génesis 30,1

34

su marido lo que había pedido a Dios, haciéndole partícipe de su intimidad orante, puesto que, al dar a conocer el nombre del niño, revela públicamente la petición que hizo. No sería justo que algo que se comparta con otros quedase previamente oculto al cónyuge si este algo afecta a la realidad matrimonial. La sinceridad es pilar del amor esponsal porque implica siempre y, en primer lugar, un compromiso con lo que uno es realmente, su verdad más profunda.102 El camino de la sinceridad esponsal tiene como meta el encuentro con el corazón del cónyuge, que realiza un don sincero de sí mismo103. El camino de la plenitud conyugal está en el don sincero de sí porque la plenitud misma se realiza como comunión donde todo se comparte. Esta íntima comunión basada en la justicia y la sinceridad se muestra también en la confianza con la que Ana solicita dejar de ir con Elcana a realizar el sacrificio a Silo durante los siguientes años. La propuesta no surge por el egoísmo, sino que es un acto de justicia para con el hijo, que tiene derecho a la compañía amorosa de su madre y a sus cuidados hasta que tenga una edad adecuada para valerse por sí sólo. Elcana entiende el sacrificio al que ambos están llamados, pues han prometido entregar a su hijo al servicio del templo; y en honor a ese sacrificio no quiere negarle ningún instante a Ana para estar con el niño. La justicia no es sólo para con el hijo, sino también para con la madre. Finalmente, ambos acuden en su momento a entregar al niño al templo para que sea formado allí. La formación cristiana de los hijos es, como hemos visto un bien del matrimonio (el bien de la prole de San Agustín) que ambos no hurtan a la “sola carme” pero también en este acto de dejar al niño, los esposos muestran su justicia para con Dios, cumpliendo el voto que hicieron. La última de las virtudes cardinales es la fortaleza que Pieper define como “la disposición para realizar el bien aún a costa de cualquier sacrificio”.104

Esta es la verdadera disposición de los esposos cristianos, más que necesario para afrontar juntos ese camino espiritual que les llevará a la plenitud del Amor esponsal.

102

103

Podemos ver otro ejemplo en San José, que comparte con María la revelación del ángel de huir a Egipto. CONCILIO VATICANO II. Constitución pastoral Gaudium et Spes. (7.12.1965) 24. Cit.Documentos del Vaticano II “ “(el hombre) «única creatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma, no puede encontrar su propia plenitud sino en la entrega sincera de sí mismo a los demás»”.

104

J. PIEPER. Las virtudes fundamentales. Pág.18

35

Dice Pieper105 que la fortaleza supone la propia vulnerabilidad, el saber que podemos ser heridos, pero aun así perseverar en la decisión tomada. La vocación matrimonial, como el resto de vocaciones no está exenta de la fragilidad. El amor no es amor sino acoge la fragilidad del otro y la integra en su correcta dimensión, dentro de la redención. La fidelidad excluye la huida del temor a ser heridos, porque precisamente, por conocer esa realidad frágil de la “sola carne” se sabe que estas heridas se producirán, lo cual no quiere decir que por practicar la fortaleza esponsal se asuman esas heridas como algo querido. Si se reciben, es por conservar o ganar una integridad esponsal más esencial y más honda, fundada en la esperanza de la redención de Cristo, que asumió todas nuestras heridas para elevarnos a plenitud. Cada matrimonio con todas sus heridas está llamado a la plenitud esponsal. La fortaleza es la virtud con la que los esposos luchan contra el mal que amenaza la esencia de su amor. Incluso cuando la herida no pudiera asumirse, (la violencia física que fuerza a una separación, por ejemplo), la fortaleza puede revestirse del Amor esponsal que sabe ir más allá de los sentimientos, siendo los esposos capaces de procurar su bien mutuo, aunque sea a través de otros, en momentos de enfermedad, de sufrimiento o de dificultad.106 Pero no hace falta ir a los extremos para encontrar la necesidad de la fortaleza entre los esposos. Los pequeños roces diarios, los malentendidos, las incomprensiones, los actos de egoísmo, soportados por amor forman parte de la misión107 de los esposos que están llamados a reproducir el amor de Cristo por su Iglesia; esto es: un amor que triunfa ante cualquier prueba. Esta misión es imposible sin el don de la gracia que fortalece el vínculo y lo eleva. El hecho de que uno solo se una con una sola en un lazo indisoluble, de modo que no puedan separarse, cualesquiera sean las dificultades, y aun cuando se haya perdido la esperanza de la prole, esto no puede ocurrir sin un gran misterio.108

105

Ibíd. Pág. 176 “La fortaleza supone vulnerabilidad, sin vulnerabilidad no se daría ni la posibilidad misma de la fortaleza. En la medida en que no es vulnerable, está vedado al ángel participar de esa virtud. Ser fuerte o valiente no significa sino esto: poder recibir una herida. Si el hombre puede ser fuerte, es porque es esencialmente vulnerable”.

106

Amoris Laetitia. 119 FRANCISCO. Audiencia general (2.4.2014): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española, 4 de abril de 2014, Pág. 16. “en virtud del sacramento, son investidos de una auténtica misión, para que puedan hacer visible, a partir de las cosas sencillas, ordinarias, el amor con el que Cristo ama a su Iglesia, que sigue entregando la vida por ella”.

107

108

S. ROBERTO BELARMINO. De sacramento matrimonii, 1, 2: en Id., Disputationes, III, 5, 3. Giuliano. Nápoles 1858, Pág. 778.

36

El amor que triunfa sobre la fragilidad y el mal que acecha a los esposos es el Amor Esponsal que viene a habitar en ellos por la gracia. Los esposos deben luchar contra los embates externos que amenazan su “ser uno”, pero entre ellos no debe haber un combate. De hecho, según Santo Tomás, el acto más propio de la fortaleza no es el atacar, sino el resistir. Para ser fuertes en las dificultades los esposos tienen que tener “memoria del ser y virtud del fin”. Tener siempre presente lo que son, su realidad ontológica (Una Caro) y el fin no sólo natural, sino también sobrenatural al que están llamados. Por eso la paciencia y el perdón, ejercitados durante toda la vida, se convierten en los pilares que fortalecen el vínculo.109 Ejemplos bíblicos de fortaleza esponsal se encuentran en el matrimonio de Abigail y Nabal (en cuanto fortaleza de la mujer por los pecados del marido) y en Oseas y Gomer (en cuanto fortaleza del marido por los pecados de la mujer). La fortaleza conyugal hace arriesgar todo lo necesario para preservar el bien del matrimonio. La alegría, la salud, éxito, felicidad. Todas estas cosas son bienes auténticos que el cristiano en modo alguno desprecia, ni se desprende sin más, salvo para conservar bienes más altos cuya perdida lesionaría más gravemente el núcleo esencial de su existencia”.110

En el caso del matrimonio entre Abigail y Nabal, lo que está en juego no sólo son los bienes materiales (la hacienda y el ganado) sino también la honra y la dignidad. Abigail sacrifica éstas para preservar la vida de su esposo, que por imprudencia, avaricia y soberbia había negado hospitalidad a los siervos del rey David que pasaba por sus tierras en un día de fiesta. La actitud del rey era cortés, por lo que la respuesta de Nabal le sorprende y le encoleriza. Abigail es avisada por sus siervos sobre el peligro que les acecha, no sólo a Nabal, sino también a los que dependen de él, por lo que toma una parte importante de los productos de su hacienda y va al encuentro de David. La actitud de Abigail es conciliadora, pero justa. No niega el pecado de su marido111: No tomes en serio, señor a Nabal, ese cretino, pues como dice su nombre, se llama “necio” y la necedad va con él.

”. S. J. PABLO II. Homilía en la Catedral de Ciudad de México. (26.1.1979). “Es fácil ser coherente por un día o algunos días. Difícil e importante es ser coherente toda la vida. Es fácil ser coherente en la hora de la exaltación, difícil serlo en la hora de la tribulación. Y sólo puede llamarse fidelidad una coherencia que dura a lo largo de toda la vida”.

109

110 111

J. PIEPER. Las verdades fundamentales. Pág.180 1 Samuel 25,25

37

pero a la vez admite su propia culpa. La culpa es mía, mi señor…Tu servidora no vio a los criados que enviaste.

La hacienda no era cosa sólo de Nabal, su esposa también se considera responsable de su gestión y así lo consideran también sus siervos, puesto que acuden a ella cuando surge el problema. Ella admite un pecado de omisión por no haber estado atenta, lo cual hubiera evitado complicaciones. Al cargar con su parte de culpa y “reparar” por la culpa de su esposo, consigue el favor de David que cambia totalmente de actitud admirando la prudencia de esa mujer. Ella demuestra una gran fortaleza, porque verdaderamente está arriesgando su propia vida al dialogar con un rey airado y armado, dispuesto a matar a cualquiera que tenga que ver con Nabal, pero también sabe que debe rendir cuentas ante su esposo, por los alimentos entregados a los siervos del rey. Dice el texto que Nabal era áspero y de malos modales.112 Ella conoce la fragilidad de su esposo y sufre por ello, pero, aun así, su amor por él es firme, capaz de morir si hiciera falta por salvarle. Abigail podía haber omitido lo que había pasado, ya que seguramente su marido no habría reparado en ello puesto que en ese momento se encontraba de muy buen humor y muy bebido,113 pero actúa con respeto hacia él, para tratar ese asunto, que es de importancia, cuando al amanecer esté totalmente sereno y consciente. Abigail es consciente de las debilidades y pecados de su marido, tanto como es consciente de los suyos propios y sabe que las acciones de cada uno afectan, para bien o para mal, a ambos. Tiene la fuerza de resistir muchas incomodidades y dificultades porque no pierde de vista el fin de su misión; la salvación de su esposo (no sólo por proteger su vida, sino por salvarlo de sus pecados). Al hablar con Nabal de las consecuencias que se habían derivado de su actitud y el peligro que habían corrido, a éste se le agarrotó el corazón en su pecho, fue una verdadera compunción por sus pecados. El hecho de que el texto diga que murió a los pocos días demuestra que ese “dolor” fue profundo y le preparó para salvar su alma. La fortaleza conyugal no sólo se despliega para salvar física y espiritualmente al matrimonio, sino que también consigue que los esposos descubran la belleza de su amor. Es el caso de Oseas, que por voluntad de Dios se casa con Gomer que es una prostituta; por lo que, para Oseas, la fragilidad y la condición de pecadora, ya eran conocidas antes del matrimonio. Pero esto no parece ser un obstáculo para él, que entiende que Dios puede darle a su matrimonio la gracia de poder formar una relación estable. Para el profeta no es fácil tratar con su mujer, y necesita 112 113

1 Samuel 25, 3 Ibíd. ,36

38

ser iluminado por Dios para poder hacerlo y amarla en plenitud. Descubriendo como es el amor de Dios ante el pecado y la infidelidad de Israel, descubre su llamado a amar a su esposa pese a todo. Al mismo tiempo, Dios ilumina a Gomer (identificada en el texto como Israel) para que recapacite sobre su pecado y reconduzca su actitud. Gomer había abandonado el hogar, olvidando la esencia misma de lo que ahora era (una sola carne) buscando una felicidad individualista (volviendo a la prostitución),114 pero en ese camino individualista se encuentra confundida por el rechazo que despierta en los otros hombres, lo cual es debido a que Dios ha retirado su gracia de ella: Por eso le quitaré mi lana y mi lino con que cubría su desnudez. Descubriré su infamia ante sus amantes.115

Esta acción de Dios es fundamental para que Gomer recapacite sobre su estado, propiciando una verdadera conversión paralela a la del hijo pródigo: Iré y me volveré a mi primer marido; porque mejor me iba entonces que ahora.116

Es la acción de la gracia divina la que procura el acercamiento de la esposa, sin embargo, el papel de Oseas para la redención del matrimonio es fundamental puesto que él también pone de su parte, decidiendo amarla aún con más fuerza. Voy a seducirla llevándomela al desierto y hablándole al corazón.117

Entre ambos instantes (contraer matrimonio y abandonar el hogar) habían pasado bastantes años, como se puede ver en el hecho de que los hijos de Gomer eran lo suficientemente mayores para llevarla a juicio por su adulterio.118 Pero como vemos, el paso del tiempo no había enfriado la voluntad de Oseas de permanecer fiel pese a todo. Él tenía base legal para repudiarla según las leyes de Moisés, sin embargo, no lo hace, sino que sigue aguardando su regreso. Con gran fortaleza, elige amar, cargar con el dolor, y tomar la iniciativa para volver a conquistar el corazón de su esposa, a ejemplo de Dios con su pueblo que es el mismo amor de Cristo a su Iglesia (tal y como sería revelado, a su tiempo, en plenitud). La gracia de Dios actuando en ambos esposos produce una “regeneración” del matrimonio, sanando las heridas profundas que existían en él. En el caso de Gomer, ella había “idealizado”

Oseas 2,6 Os 2,11-12 116 Os 2,9 117 Os 2,16 118 Os 2,2 “pleitead con vuestra madre, pitead que ella no es mi mujer ni yo soy su marido”. 114 115

39

sus esperanzas matrimoniales, tenía una imagen falsa de Oseas, exigiéndole quizás más de lo que éste podía darle. Es la insatisfacción y la desilusión la que le empujaron a buscar su felicidad fuera de su realidad conyugal. Sin embargo, por la acción de la gracia, redescubre la verdadera identidad esponsal, que ama incondicionalmente pese a las carencias y fragilidades del otro, y esto le lleva a aceptar a Oseas tal y como es, en justicia. En aquel tiempo me llamarás Ishi (“mi marido”), y nunca más me llamarás Baali (“mi ídolo”).119

Dios iluminando a Oseas en la forma en la que debía amar a su esposa pese a todo, ha fortalecido el vínculo conyugal, de forma que el profeta asimile la verdad del auténtico Amor Esponsal que reside en Dios y por lo tanto lograr ser fiel, misericordioso y justo. Yo te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia y en derecho en amor y en compasión .Te desposaré conmigo en fidelidad, y tú conocerás a Dios.120

En el caso de Oseas y Gomer, la fortaleza ha sido el vehículo que coadyuva al Amor absoluto (a través de la gracia sacramental), para que éste ilumine, purifique y sane el vínculo conyugal, a través de su autorrevelación, a los esposos. Por último Josef Pieper dice que la expresión más sublime de la fortaleza y en la que alcanza su plenitud es el martirio,121 puesto que en ese caso el mal es tan fuerte que no se puede atacar ni huir de él, sólo afrontarlo. Esto requiere una valoración justa de lo que se arriesga (la vida) 122

con lo que se espera proteger o ganar: la vida eterna .

Lo que constituye la esencia de la fortaleza no es exponerse de cualquier forma a cualquier riesgo, sino hacer del “don de sí” su mayor y sublime significado. Esto sólo puede hacerse conforme a la razón iluminada por la fe, pues es la única manera de entender el verdadero valor de lo que se entrega. Ahí es donde se demuestra en toda su potencia el valor de resistir como parte fundamental de la fortaleza, porque la resistencia no se realiza en la pasividad, al contrario, la resistencia implica una enérgica actividad del alma, un fortíssime inhaerere bono o valerosísismo acto de perseverancia en la adhesión al bien; y sólo en esta actividad de valiente corazón se nutre la energía que da arrestos al cuerpo y al alma para sufrir el ultraje de ser herido o muerto.123

Oseas 2,18 Oseas 2, 21-22 121 J PIEPER. Las virtudes fundamentales. Pág. 177 122 Ibíd. pág. 186 123 Ibíd. Pág. 192. 119 120

40

La fortaleza conyugal, en el caso de la vocación al martirio de los esposos, se despliega como una fuerza sobrenatural que embebe a ambos por entero (alma y cuerpo) para la entrega total de sí mismos; revelando, en ese mismo acto de martirio, la esencia del amor esponsal de la “sola carne” como don entregado en una oblación eucarística al Padre. Podemos encontrar esta fortaleza conyugal heroica que llega al martirio si es necesario en Priscila y Aquila, colaboradores apostólicos de San Pablo. Como se ha dicho, la apostolicidad es una parte importante en la espiritualidad conyugal, en parte por la misión común a todo cristiano de anunciar el evangelio, pero, sobre todo por la fecundidad espiritual regalada a los esposos (estériles o no) como fruto del Amor Esponsal en ellos. Esta paternidad espiritual se muestra en el hecho de que acogen a Apolo para instruirle en las verdades de la fe (bien de la prole en San Agustín), ya que éste sólo había recibido el bautismo de Juan.124 El nombre de ambos nunca aparece por separado, cuando se nombra a uno se nombra al otro, siendo esto señal de que eran verdaderamente una unidad de cuerpo y espíritu para todos. Este matrimonio, en todas las ciudades a las que llegan (pues son un matrimonio en misión) abren sus hogares para que la Iglesia naciente se reúna, de forma que asisten juntos al culto y a la oración comunitaria. Tanto Priscila como Aquila habían dejado todo por el Reino de Dios, siendo nómadas (Roma, Corinto, Éfeso…) ganándose la vida con un oficio bastante duro como era el de tejer lonas para tiendas, ahora bien, para ellos este no era su verdadero oficio, sino un fin para la misión que compartían con San Pablo, anunciar el evangelio sin imponer una carga costosa a nadie.125 Su fortaleza se muestra en las incomodidades de su trabajo, pero también en el cansancio de la acogida y la atención de sus huéspedes de forma continua. Este matrimonio ha entendido el significado de la entrega esponsal, que no es otra cosa que la entrega total de sus vidas por amor a Dios. Entrega en la que lo arriesgan todo, su fama, sus bienes, su salud y su propia vida. Tenían una actitud interna de martirio y se sabe, que esta actitud tuvo que exteriorizarse en algún momento por las palabras de San Pablo en la Carta a los romanos: Saludad a Priscila y Aquila, mis colaboradores en la obra de Cristo Jesús, que por salvarme la vida se jugaron la suya.126

Hechos de los apóstoles 18, 24-26 2 Tesalonicenses 3,8 126 Romanos 16, 3 124 125

41

La fortaleza que desplegaron los esposos arriesgando su vida, sólo pudo hacerse desde el conocimiento del valor real de lo que eran (don esponsal=amor que se entrega) y el bien mayor que esperaban alcanzar (la plenitud eterna de ese amor). El martirio como llamado esponsal está presente en las palabras de Cristo a Santiago y Juan, tras la petición de la madre de ambos para que reinen junto a Él. Él les dice: No sabéis lo que pedís (en referencia a su pasión y entrega martirial) y añade ¿Estáis dispuestos a beber la copa que yo he de beber?.127

Estas palabras establecen la invitación a sellar un contrato en el que han sido expuestas las condiciones. Jesús guarda silencio para esperar la respuesta de los discípulos que ratifique el mismo. Ahora bien, si nos atenemos a las costumbres judías para sellar contratos podemos encontrar entre las distintas maneras de formalizarlo las siguientes: el pago efectivo del precio estipulado en presencia de testigos128 , el juramento poniendo en ocasiones la mano en el muslo129; entregar algo mutuamente en el caso de los contratos de permuta 130; quitarse un zapato y mostrarlo al otro 131; escribir el acuerdo por duplicado, sellarlo y hacerlo firmar por testigos y guardar una copia132; dividir los animales del sacrificio para que luego las dos partes contratantes formalicen el contrato pasando entre los trozos de los animales133, etc.. sin embargo, nada de esto es exigido por Jesús para sellar el contrato. Lo que Él les pide es que “beban de su misma copa”. En la celebración de los esponsales judíos, el novio solicitaba a su esposa mediante el pago (precio) del Mohar; si el Padre aceptaba el precio dado por la novia, entonces el novio bebía de una copa de vino y la ponía delante de la novia, si la novia la bebía daba a entender que aceptaba la proposición del novio. 134 Este mismo contrato esponsal es presentado a la samaritana junto al pozo de Jacob, cuando Jesús le dice a la mujer que le pida beber de lo que Él le ofrece; y también es el contrato que ofrece en la última cena y que ratifica en cada Eucaristía (donde Cristo, a través del sacerdote bebe primero del cáliz) e invita a los asistentes con las palabras: “Bebed todos de él”. El pacto Mateo 20,22 Génesis 23,16 129 Génesis 24,3 y 25,33 130 Génesis 47, 16-17 131 Rut 4,9 132 Jeremías 32, 10-14 133 Jeremías, 34,18 134 ALEJANDRO SANCHEZ GAMBORINO. El matrimonio hebreo. Tradición, significado e implicaciones Cristológicas. Facultad de Teología San Vicente Ferrer. Valencia 2009. Pág. 15 127 128

42

de la Nueva Alianza es un contrato esponsal en el que Jesús espera nuestra respuesta, respuesta que, en algunos casos, como hemos visto, en el caso de Santiago y Juan, implica el llamado al martirio. No podemos terminar este punto sobre la fortaleza conyugal sin hacer mención de lo que Josef Pieper llama la “fortitudo purgatoria” de santo Tomás, que viene a ser el grado más alto de fortaleza susceptible de ser alcanzado por el común de los cristianos, y, por lo tanto, también puede ser alcanzado por los esposos. “Dice Tomás que da fuerza al alma para no sentir terror al penetrar en la región de las alturas (propter accesum ad superna)”135 Existe cierto pudor del alma a entrar en la alcoba trinitaria, pudor que sólo puede ser superado por el don de fortaleza a través de la gracia del Espíritu Santo que otorga una confianza que supera todo temor. Este pudor espiritual de los esposos a penetrar en el Misterio del Amor esponsal absoluto también debe de ser superado con valentía y abandono al Espíritu Santo. Él es el amigo del novio (shosben), el asistente de la boda, el que dirigirá la sola carne al encuentro nupcial. Esto sólo es posible con la actitud de entrega dócil no sólo del “yo” de la voluntad de cada esposo, sino del “nosotros” de la sola carne. Esta es una entrega que transciende, por esencia, más allá de sí misma, al orden místico, el cual no es otra cosa que el más perfecto despliegue de la vida sobrenatural y por lo tanto del Amor esponsal Absoluto.

135

J. PIEPER. Las virtudes fundamentales. pág. 202.

43

CAPÍTULO II EL ENCUENTRO CON EL MISTERIO

Hasta ahora sólo se ha tratado la predisposición de los esposos y su apertura al Misterio del Amor esponsal que se autorrevela en ellos. Las pequeñas luces en su camino ascético les han señalado la meta a la que se dirigen, y les han hecho capaces de “oír” la llamada del Esposo a penetrar con él en la alcoba divina. La sola carne empieza a vislumbrar el Misterio, el valor del Amor que se les entrega. Ha “despertado” sus potencias, se ha sentido llevada por encima de sí misma, en una clara atracción a Dios.136 Sin embargo, el acceso al conocimiento de ese Amor no le es suficiente, necesita “poseerlo”. Porque el contacto estrecho con ese Amor suscita un nuevo conocimiento de los valores encerrados en él, y, de ahí, resulta un nuevo desarrollo del amor de los esposos, más intenso, por los efectos propios de estos valores que descubren.137

II.1. El anhelo de la novia La posesión de un bien, dice Hildebrand, hace más fácil la comprensión de los valores que contiene y su repercusión en el alma, pero si además este bien es noble y elevado, produce un desinterés en lo mundano y en lo propio. Cuando los valores contenidos en un bien nos arrebatan más profundamente, sentimos su posesión como un efecto más especial de la bondad de Dios para con nosotros; nos sentimos inundados por la bondad de la Providencia de Dios, nos postramos de rodillas y levantamos los ojos hacia Dios con una gratitud conmovida: ¡Quoniam in aeternum misericordia ejus! Este arranque de gratitud ejerce también una influencia disolvente sobre el orgullo y la concupiscencia, y nos arrastra , por decirlo así, directamente a la faz de Dios.138

El amor conyugal es un bien, que nos eleva a un Bien superior, el Amor esponsal. La posesión de este último produce un “éxtasis” un salir de sí misma a la sola carne y elevarla a su plano

136

HILDEBRAND. Pureza y virginidad. Pág. 118. “En el momento en que nuestra alma se ve cogida realmente por un valor superior, “despierta” a su estado connatural. Se ve arrastrada desde la periferia, a sus propias profundidades, y se recoge, se eleva, aunque no sea más que por un instante, por encima de la inercia y el embotamiento de la vida de todos los días”.

Ibíd.119 Se trata de una paráfrasis de una frase de Hildebrand, adaptada al contexto del amor esponsal. 138 Ibíd.120

137

44

transcendental donde descubre la verdadera riqueza y profundidad de los valores que está llamada a reproducir. El verdadero “conocer” implica dos cosas, la intimidad y la posesión. La intimidad es propia del conocimiento, pues lo conocido está en el cognoscente. En el plano esponsal, Adán conoce a Eva139 saliendo de sí mismo, se entrega a su mujer y se “queda en ella”. Este penetrar y permanecer en la intimidad del otro, sólo es posible si el otro es “puerta de entrada”, verdaderamente el “Otro”, no sólo relativa sino absolutamente.140 La Unidad esponsal requiere alteridad. En esa salida de uno y entrada en el otro, se produce una posesión mutua. Es así como Dios y el alma se vuelven uno y se presenta una íntima comunicación entre ellos. Cristo asume la Encarnación para hablar de Carne a carne, de Amante a amada, de Esposo a esposa… y tomarla para sí cuando ella se rinde totalmente a Él. Cuando el hombre y la mujer se unen en matrimonio, cada uno asume la realidad del otro, sin anularse ninguno de los dos. Pero cuando la sola carne se transciende a sí misma, y penetra en el Amor Esponsal Absoluto, entonces asume la realidad de Dios y Él la de la sola carne en un verdadero “matrimonio místico”, de forma que ahora el Amor esponsal se convierte en una constante presencia en la unidad conyugal. En ese sentido podemos hablar de una auténtica posesión. Esta posesión del Amor absoluto, “esponsaliza” y diviniza a la sola carne, entregándoles a su verdadera esencia, ser Imago Trinitatis141 Sin esta intimidad y sin esta posesión, no puede haber verdadero conocimiento del Amor esponsal.142 De ahí se sigue la necesidad de una verdadera comunión con la Trinidad, que en sí misma es una intimidad insondable de conocimiento y amor. Para “conocer” en su sentido íntimo, el Amor esponsal, es necesario penetrar en el Amor mismo. 143 Génesis 4,1 ENMANUEL LÉVINAS. Totalidad e infinito. Ensayo sobre la exterioridad, Ediciones Sígueme. 1977. Pág. 60. 141 ANTONIO MAS ARRONDO. Teresa de Jesús en el matrimonio espiritual, Un análisis teológico desde las séptimas moradas del Castillo interior. Institución Gran Duque de Alba. 1993.Pág 354. “El paradigma del matrimonio espiritual es la Trinidad, por el cual, el hombre se relaciona con Cristo como el Hijo lo hace con el Padre. Relación dialéctica que permite al uno estar en el otro y viceversa” 139 140

RAFAEL TOMAS CALDERA Reducción al amor. Metafísica y Persona. Filosofía, conocimiento y vida Año 1—Enero-junio 2009—Número 1. Pág.44 “La intimidad de quien capta —que se da cuenta— toca, alcanza, la intimidad de quien es captado, que capta a su vez a quien lo ve. Es eso lo que ha de subrayarse. Ese “contacto” es, en verdad, una mutua interpenetración, una comunicación incoada. Han comenzado a ser no tan solo —como hasta entonces— unos sujetos ante las cosas (aunque siempre inmersos en el ámbito de lo que es), que son uno para el otro con la relación que sigue a todo existir, sino desde ahora el uno en el otro”. 142

143

V.BALTHASAR. Sólo el amor es digno de fe. Ediciones Sígueme. Salamanca. 2006. Pág. 78 “El lugar donde puede ser contemplado y testimoniado el amor no puede estar fuera del amor”.

45

Esta es la etapa unitiva del camino emprendido por la sola carne, una verdadera vía mística y contemplativa, abierta por la gracia y la iniciativa divina, como respuesta a la aceptación de la llamada del Esposo. La entrada en la intimidad esponsal trinitaria, al ser unitiva, le descubre a la sola carne la posibilidad de una relación recíproca: puede comunicar su intimidad.144 Esta comunicación, que es verdadera comunión, es decisiva para alcanzar su plenitud, para llegar a “conocerse” en el Otro.145 Todo comienza en realidad con el amor de Dios, y de ahí derivará el auténtico conocimiento que da satisfacción a la nostalgia del hombre: el conocimiento conyugal que Dios tiene de quien le ama y necesariamente le comunica.146

Para conocer el Amor, primero hay que reconocerse amado. No estamos hablando de un conocimiento puramente racional, sino de un “conocimiento” de estar en el otro por el amor que recibo de él, amor del que soy objeto y en el cual me reconozco147. En la lógica propia del Amor esponsal hay un camino específico para encontrar la revelación del mismo: el amor de Cristo. Sólo el que está convencido de “ser conocido” íntimamente por Jesús, logra acceder al conocimiento esponsal. Los esposos necesitan ser “conocidos” esponsalmente por Cristo, para acceder al Amor esponsal que reside en Él, porque el Amor esponsal es el mismo amor que Cristo prodiga a su Iglesia. Para avanzar en el conocimiento del Misterio, las dos intimidades, la de la sola carne y la de Cristo, deben encontrarse. En la intimidad conyugal, los esposos experimentan un deseo, un anhelo de unión, bueno y santo y querido por Dios. Pero ese anhelo en realidad es una expresión de algo más profundo, de un anhelo de eternidad. Ahora bien, si ese anhelo se queda simplemente en lo sensual, no llegará a mostrar nunca a los esposos la plenitud del amor que están llamados a alcanzar. Hace

.” JOSÉ LUIS GONZÁLEZ ALIÓ. La Santísima Trinidad, comunión de personas. SCRIPTA THEOLOGICA 18 (1986/1) Pág. 22 “El hombre ve en el otro no sólo a alguien que posee su propia subjetividad, sino también a alguien a quién puede comunicar su subjetividad, su verbo-propio, y, recíprocamente, alguien de quien puede recibir la suya, el verbo-propio de otro 144

145

RAFAEL TOMAS CALDERA Reducción al amor. Pág.50 “El yo aspira a ser comprendido y querido hasta lo más íntimo, puesto que espera —en ello— alcanzar la plenitud. Aspira a conocer su destino en la existencia. La relación fundante, que otorga su mayor definición al yo de cada uno, es con el Tú absoluto.”

146 147

VON BALTHASAR. ¿Nos conoce Jesús? ¿Lo conocemos? Herder.2012. J. L. GONZÁLEZ. La Santísima Trinidad, comunión de personas. Pág. 26 “en el caso del conocimiento interpersonal, la relación cognoscitiva que alcanzo respecto a la otra persona en cuanto persona no la adquiero en sentido estricto en razón de mi operación intelectual, sino en razón de la aceptación de su verbo propio, cuya intencionalidad se funda en la operación cognoscitiva del otro.”

46

falta dirigir ese anhelo de eternidad hacia lo eterno. La sola carne debe aprender a dirigir sus deseos de acuerdo con el plan de Dios para ella. La palabra griega para designar este anhelo de unión es “eros”, que durante mucho tiempo se ha relacionado únicamente con el amor sexual, sin embargo, el eros es algo más, es un deseo vehemente de plenitud. Este amor de “eros” no es algo exclusivo del hombre, todos los tipos de amor brotan de la misma fuente divina. No puede existir ningún amor que no exista previamente en Dios. Hay realmente una dimensión erótica en el amor de Dios hacia el hombre, un amor de deseo que tiene la fuerza de comunicarse al alma, de forma que se “despierte” ese “eros”, ese mismo deseo, en el hombre hacia Dios. Así lo expresa el Cantar de los cantares: Yo soy para mi amado, y a mí tienden sus anhelos.148

La palabra hebrea para ese deseo, ese anhelo, es “tesûqah”, que sólo aparece en tres ocasiones, en el Cantar y en el libro del Génesis, (en relación a Adán y Eva y también en relación a Caín). Ambas citas del Génesis hacen referencia a un deseo impulsado por el pecado. En el caso de Caín es el propio pecado el que desea unirse al alma de Caín: Mas, si no obras bien, a la puerta está el pecado acechando como fiera que te desea, y a quien tienes que dominar.149

En el caso de Adán y Eva, el deseo que surge en ellos a raíz del pecado original es el “eros concupiscente”: hacia tu marido irá tu deseo y él te dominará.150

Sin embargo, el deseo expresado en el Cantar de los Cantares, es el deseo del “eros divino”, que no es fuente de dominación sino de mutua pertenencia y de gozo compartido.151 El amor de deseo del Cantar es el amor de Cristo por su Iglesia, es un amor del eros integrado, unificado, identificado con el “ágape” que es el amor desinteresado, sacrificado, fiel y que conlleva la total donación de sí152.

Cantar de los Cantares 7,11. Génesis 4,7 150 Génesis 3,16 151 ELEUTERIO R. RUIZ. Entre erotismo y amor teologal: dimensiones del amor en el Cantar de los cantares. Congreso internacional de Literatura, Estética y Teología “El amado en el amante: figuras, textos y estilos del amor hecho historia” VI, 17-19 mayo 2016. Universidad Católica Argentina. Facultad de Filosofía y Letras. Facultad de Teología. Pág. 7 152 BENEDICTO XVI. Encíclica Deus caritas est. (25.12.2005) 9 148

149

47

En el principio el amor de Adán y Eva era este mismo amor que unifica deseo y entrega desinteresada: Ellos experimentaron el eros como el deseo de amar como Dios ama. Vivir la mutua y sincera entrega de sí; 153

pero el pecado original cercenó ese amor. El eros se separó del Ágape. Como resultado, un amor que tenía su fuente y su destino en lo infinito, quedó limitado a lo finito. El deseo de unión quedó huérfano del objeto de su deseo, y por eso el eros sólo no satisface nunca. El problema no puede resolverse eliminando el deseo. La vida entera del cristiano, dice San Agustín, es un santo deseo154. No podemos cercenar el deseo sin atacar la identidad cristiana. El ágape, sin el eros, conduce a un amor frío, académico, descarnado.155. Es necesario el impulso del eros, para encontrar aquello que nos saciará plenamente. El eros sin ágape ha llevado a la total mundanización y secularización del deseo. El hombre, tras la caída, ha seguido deseando, pero “deseando” demasiado poco. De hecho, si consideramos las desvergonzadas promesas de recompensa (del mundo) y lo comparamos con la asombrosa promesa que nos hace el evangelio, nos daremos cuenta de que a Nuestro Señor no le parece que nuestros deseos sean demasiado fuertes, sino por el contrario, demasiado débiles. Vivimos con medio corazón, engañándonos con lo que bebemos, con el sexo y con la ambición, cuando por otro lado se nos ofrece el gozo infinito…Nos conformamos con demasiado poco.156

El eros debe estar impregnado de la virtud de la esperanza; ella es la que dirige el deseo porque porta la promesa de colmar todo anhelo157. Sin la esperanza de colmar nuestros deseos, el impulso que nos producen estos, son tan vehementes y tan infructuosos que nos encaminan a la desesperación. La propia atracción de los sentidos y la pasión del cuerpo puede detenerse en la mera lujuria, en lo finito, en lo corporal, en el placer momentáneo. Este tipo de eros es entonces un amor de conquista y no de entrega. La pasión erótica corporal en sí es bella, y querida por Dios. La atracción corporal va unida siempre al anhelo del alma. Somos personas, dotadas de cuerpo y

Él ama y este amor suyo puede ser calificado sin duda como eros que, no obstante, es también totalmente ágape”. CRISTOPHER WEST. The love that satisfies. Reflections on eros et agape. Ascensión Press. Pennsylvania.2007. Pág. 24 154 S. AGUSTÍN. in Epist. Ioannis ed Parthos I. Cit. Obras completas 155 RANIERO CANTALAMESSA. “Las dos caras del amor: eros y ágape”. Primera meditación de cuaresma. (25.3.2011). 156 C.S. LEWIS. The Weight of Glory. Harper Collins. 2001. Pág. 26 157 CIC.1817-1818.

153

48

espíritu.158 Por eso la solución para colmar nuestros anhelos no puede pasar por eliminar la esfera sensual del amor, sino experimentar “la plenitud del eros” que implica el impulso del espíritu humano hacia lo verdadero, bueno y bello, de modo que todo lo que tiene que ver con lo “erótico” también se vuelve verdadero, bello y hermoso. Juan Pablo II en una Audiencia General, habló sobre como lo “erótico” está llamado a ayudar al hombre a entender la específica y compleja riqueza del "corazón", al que Cristo se refirió en su enunciado de Mateo 5, 27-28.159

El eros estaba destinado a expresar el ágape al que estaba unido. La entrega de los cuerpos debía ser expresión real y efectiva de esa entrega total y desinteresada, de esa entrega divina de Dios a los hombres, de Cristo a su Iglesia. Pero los esposos no pueden integrar el eros y el ágape en la sola carne si no es por la acción del mismo Amor esponsal de Dios, que se les comunica en el Espíritu160. Primero tienen que asumir “ese Amor” en sus corazones, necesitan “conocer” íntimamente ese Amor que se les comunica y que se les entrega para que lo hagan suyo. 161 San Pablo revela que en ello reside precisamente la “plenitud” del amor que anhelan. Por eso doblo las rodillas ante el Padre…para que os conceda ...fortaleceros internamente con el Espíritu, de modo que logréis comprender..., y conocer el amor de Cristo que supera todo conocimiento. Así os llenaréis del todo de la plenitud de Dios.162

Este “conocimiento” íntimo del Amor esponsal de Cristo, se produce en la profunda contemplación del misterio mediante la oración contemplativa y unitiva de las almas con Dios. En el sermón de la montaña, Cristo se refiere a los “limpios de corazón” como aquellos que verán a Dios. Dice San Buenaventura que

158

S. J. PABLO II. Audiencia general. (16.4.1986). “El hombre, imagen de Dios, es un ser espiritual y corporal”.

159

S. J. PABLO II. Audiencia General. (5.11.1980) S.J. PABLO II. Encíclica Redemptor Hominis. (4.3.1979). 10 “El hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente”.

160

161

V. BALTHASAR. El corazón del mundo. Ediciones Encuentro. Madrid. 1999. 2 ed. Capítulo II. “No hay dos clases de amores. Junto al amor de Dios no hay otro amor, el amor humano. Sino que cuando Dios determina y anuncia su palabra: el amor desciende, el amor se desborda en el vacío, y entonces alcanza la plenitud de todo amor”.

162

Efesios 3, 14-19

49

Nadie está dispuesto en manera alguna para las contemplaciones divinas…si no es un varón de deseos.163

Cristopher West, uno de los más famosos entusiastas de este siglo en el ámbito de la teología del cuerpo, compara la actitud que tomamos frente al deseo erótico con la actitud del estoico, el adicto y el místico.164 El estoico intenta evitar el dolor que le produce la insatisfacción que esta vida le ofrece y decide apagar el deseo; el adicto intenta paliar el dolor con continuas satisfacciones pasajeras y finitas, lo cual acrecienta la continua insatisfacción cuando acaban éstas; y , por último, el místico no niega lo que siente en lo más profundo del corazón, pero decide “permanecer en el dolor” de querer algo más de lo que la vida le puede ofrecer. Este “dolor” por no poder saborear continuamente el amor que se “ha conocido” es el gemido del anhelo de la novia que la introduce en la noche oscura de Santa Juan de la Cruz.165 El Amor de Cristo derramado en el alma produce una auténtica purificación, más que necesaria, porque le va a permitir disfrutar de los placeres del mundo sin caer en la idolatría, sin buscar llenarse sólo con ellos, sino asumiéndolos como un “presagio” del éxtasis de gozo que le aguarda en la eternidad. La purificación de los anhelos de los esposos es lo que se denomina la “redención del eros”: La redención del eros ayuda antes que nada a los enamorados humanos y a los esposos cristianos, mostrando la belleza y la dignidad del amor que les une. Ayuda a los jóvenes a experimentar las fascinación del otro sexo, no como algo turbio, vivido lejos de Dios, sino como un don del Creador para su alegría si se vive en el orden que Él quiere.166

La realidad es que No podemos curarnos de una pasión más que con otra pasión; un amor desviado con un amor mayor...que no niega, sino que asume el deseo subyacente al primero.167

Cristo anhela una íntima unión con los esposos, para compartir con ellos la perfecta unión entre el eros y el ágape que el ostenta, y así su “deseo” estará en la sola carne y ella podrá amar como Dios ama. Como la esposa del Cantar que “conoce” que en ella se vierte el amor de deseo del Esposo. Cristo se encarnó para redimir nuestra carne, compartiendo, en Su carne, el amor que

S. BUENAVENTURA. Itinerario del alma a Dios. C.WEST. Llena estos corazones. Dios, sexo y el anhelo universal. Sindéresis. 2019. Pág. 41. 165 ”. S. J. DE LA CRUZ. Cántico espiritual. Canciones entre el alma y el Esposo. “¿Adónde te escondiste, amado, y me dejaste con gemido? Como el ciervo huiste, habiéndome herido”.

163 164

166 167

R. CANTALAMESSA. “Las dos caras del amor: eros y ágape JACQUES PHILIPPE. La libertad interior. Rialp.2005. Pág. 65

50

verdaderamente satisface. Los esposos, por lo tanto, no deben rechazar el amor erótico, sino que lo “erótico”, puede y debe convertirse en un camino hacia el auténtico descubrimiento y también hacia el descubrimiento de Dios.168

Cristo está lleno de sentimiento y pasión. Una pasión que le lleva desear “prender fuego al mundo”, su sed insaciable quiere provocar una sed insaciable en los esposos, de forma que sus deseos, volcados en su amor conyugal, se desborden hacia él, “como una fuente de agua que salte hasta la vida eterna”.169

La redención del eros sólo se logra mediante “la circuncisión del corazón”170. Los esposos necesitan eliminar lo que cubre o no deja ver lo más íntimo de sus corazones y que impide ponerlos en la presencia de Dios. En el rito Hispano-Mozárabe existe una ilatio que nos habla de esta circuncisión del corazón: En los últimos tiempos y en la verdad evangélica, llevaste a cabo con signos más eficaces la circuncisión de nuestro corazón, que no se hace con un cuchillo, sino por medio de decisiones espirituales. Se nos quitan las pieles con las que fue revestido Adán al ser expulsado del paraíso para morir; la virtud de la continencia, despojada de los deseos carnales, fue despojada no de piel del cuerpo, sino de la envoltura de la confusión, y fue restaurado el paraíso con la virginidad del espíritu y del cuerpo, al ser eliminada la corrupción del trasgresor. 171

En las bodas de Caná, Cristo usó las vasijas de la purificación para verter el “vino nuevo” el amor de unión entre el eros y el ágape, y así restaura el orden del amor de los esposos distorsionado por el pecado. El deseo erótico debe trazar un camino recto hacia Dios a través del amor verdadero, pero por el camino encuentra la resistencia del egoísmo y la concupiscencia. Esta resistencia debe ser doblegada a través de la virtud de la castidad. La castidad es garante del amor íntegro; protege el destino al que está ligada la unión sexual, sanando cualquier desviación pornográfica del erotismo, permitiendo verlo como lo que es realmente, la expresión integral (en cuerpo y alma) de un amor sagrado.172 Cristopher West explica que la castidad frena el “descontrol horizontal” de las pasiones en el plano sensual que busca frenéticamente la felicidad en el orden de las cosas creadas, y a la vez, impulsa el “descontrol vertical” del amor proyectándolo al infinito sin perder el orden.

168

Deus caritas est. 6 Juan 4,13 170 Romanos 2,28-29 171 Ilatio In circumcissione Domini. Annus secundum. Liber commicus: missale hispano-mozarabicum. Conferencia Episcopal Española, (CEE). Arzobispado de Toledo, 1995. 172 C.WEST. Llena estos corazones. Pág. 129. 169

51

Esta virtud logra integrar la sexualidad en la persona y con ello, la unidad interior en su ser corporal y espiritual.173 La castidad unifica en su integridad sexual a la sola carne. Con disciplina y con la ayuda de la gracia divina, la castidad permite a los esposos controlar ”los centros internos del ser humano, en los cuales nace y se desarrolla la actitud del gozo”174. El amor casto es absolutamente liberador porque, al controlar las desviaciones que llevan a la esclavitud del pecado, consigue que los esposos alcancen todo el potencial de gozo inserto en la unión sexual. La castidad es el vínculo de unión entre el eros y el ágape. Los esposos castos ya no buscan “arrebatar al otro” el placer que les proporciona, sino que anhelan dirigir al otro hacia la felicidad que ambos “anhelan”. En este sentido son completamente libres. Si decido actuar de tal forma que me aparto de mi destino eterno, pierdo algo de mi libertad, y me acerco al abismo que me conduce a no serlo en absoluto...Sólo puedo ser rescatado de ese abismo “cuando el infinito sea para mí más atractivo que aquello que me separa de él. Esto es la redención de mi libertad.175

Cuando los esposos alcanzan “la gloriosa libertad de los hijos de Dios”176, el placer deja de ser un mal que tengan que rechazar o un ídolo al que se tengan que someter, sino que se convierte en un icono que apunta al cielo. Los sentimientos eróticos no son un pecado, sino un anuncio del “gozo eterno”. El ágape que ha entrado en el eros como un esposo en su esposa, ha sublimado los placeres del mundo convirtiéndolos en un anticipo del cielo. Entonces podemos disfrutarlos en su justa medida, no como un fin, sino como una vía de eternidad. Este es el goce que entrevemos en el Cantar de los Cantares, donde la pasión erótica de los amantes es la imagen perfecta de las bodas entre lo humano y lo divino que nos espera en la Gloria.177 La redención del amor, purifica los corazones, los hace capaces de “intimar” con Dios, “conocerse en Él”. Es la intimidad de la sola carne entrando en la intimidad intratrinitaria y empapándose de su Amor esponsal. Pero la unión efectiva de ambas intimidades sólo puede producirse en el Espíritu Santo porque Nadie conoce lo íntimo del hombre sino el espíritu que habita en el hombre, nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el espíritu de Dios (1 Cor 2,11).

CIC. 2337. K. WOJTYLA. Amor y responsabilidad. Pág. 207. 175 LORENZO ALBACETE. God in the Ritz, Atraction to infinity. Crossroad Publishing Company, 2007. Pág. 113. 176 Romanos 8,21 177 C.WEST. Llena estos corazones. Pág. 161-162 173 174

52

La Revelación comienza con el deseo del novio en el Génesis al encontrarse con la novia,178 y culmina en el Apocalipsis con el anhelo de la novia que llama al Esposo. Así, el deseo del hombre por su mujer, se transforma en el anhelo de la sola carne por la Trinidad. Este anhelo llega a “oídos” del Espíritu Santo, que, uniéndose al anhelo de la novia, llama al Esposo para que se encuentre con ella. “El Espíritu y la novia dicen “Ven”179. Es pues misión propia del Espíritu el presentar la esposa al Esposo.

II.2. El amigo del Novio En la tradición judía existe la figura del shosben, el amigo del novio, que cumple un papel muy importante en la relación de los futuros esposos. A él se le atribuyen tres tareas: ser testigo del pago del Mohar, el precio por la novia; conducir a la novia después del baño ritual a la presencia del novio y ser garante de la virginidad de la Esposa. El trabajo, en definitiva, del amigo del novio es preparar el encuentro nupcial y actuar como intermediario para la joven pareja hasta el momento del matrimonio, cuando presenta la novia a su novio.180

El amigo del novio generalmente es un mandatario, un siervo o amigo de confianza de la familia, al que el padre designa para hacer de intermediario de la pareja. Abraham manda a su siervo que inicie un viaje hacia la tierra de su pariente Labán para buscar una novia adecuada para su hijo. El siervo se encomienda a Dios para que su búsqueda sea conforme a la voluntad divina; así encuentra a Rebeca. Una vez hallada, el siervo negocia con la familia de la novia su casamiento con Isaac, entregando presentes a la familia (el pago del Mohar) y la dote (vestidos y objetos de plata y oro) más un regalo a la novia de parte del novio (un anillo y dos brazaletes). Con la aceptación de la familia y también la aceptación expresa de la novia, el siervo culmina su misión dirigiendo a la novia hacia donde se encuentra el novio. Es importante resaltar que el texto bíblico menciona expresamente que la muchacha elegida era virgen.181 Según la ley judía, si el novio descubría en la noche de bodas que la novia no era virgen, podía acusarla de adulterio, lo cual era un delito penado con la muerte182. El siervo, como mandatario del padre del novio, no puede llevar deshonor a la familia, por lo que la

Génesis 2, 23 Apocalipsis 22,17 180 XAVIER LÉON DUFOUR. Dictionary of biblical theology. The Word among us.1995. Pág. 191. 181 Génesis 24,16 182 Deuteronomio 22, 20-21 178 179

53

virginidad es un requisito necesario para que éste decida pactar el acuerdo esponsal con la familia de la novia. La virginidad es signo de la pureza de la novia. Juan el Bautista se autodenomina “el amigo del esposo”, el que vela por la pureza de la novia, pues su bautismo era penitente y purificador, un llamado a la conversión. La tarea del Bautista era purificar al pueblo de Israel (la novia) antes de la llegada de Cristo (el esposo). En el Bautismo de Juan, los penitentes se sumergían por completo en el agua; esto es una clara imagen del baño ritual que la novia judía hace días antes de su boda. En el ritual judío, la novia debe entrar en la Mikvá, un baño especial de agua viva, cuya fuente sea natural (agua de lluvia o directa de un torrente). Este baño tiene un significado profundamente espiritual, pues la novia debe desprenderse de todo lo accesorio (maquillaje, esmalte de uñas, anillos, pendientes, etc…), y después sumergirse por entero en las aguas. Una vez purificada, ya puede presentarse ante el novio pues ha dejado atrás su vida antigua (lo accesorio) para renacer a una nueva vida juntos.183 La tarea de Juan el Bautista culmina con el “dejar ir” a la esposa con el esposo. Los discípulos de Juan acuden para avisarle de que toda la gente acude al otro lado del Jordán, donde predica y bautiza Jesús. El Bautista entonces revela que Jesús es el Esposo y por tanto el único que tiene derecho a “poseer” a la Novia. El anuncio de que la gente acude a Jesús es interpretado por Juan como la finalización de su misión, lo cual le llena de gozo. En las bodas, el que se casa es el esposo; pero el amigo del esposo, que está allí y lo escucha, se llena de alegría al oír su voz. Por eso mi gozo es ahora perfecto. Es necesario que Él crezca y que yo disminuya.184

San Pablo también se atribuye la misión del amigo del esposo ante la comunidad de Corinto:” Os he desposado con un solo esposo para presentaros a Cristo como a una virgen casta.185

La virginidad de la Iglesia para Pablo es claramente una virginidad espiritual, entendida ésta, como una integridad en la fe y una pureza de mente y corazón. En la Segunda Carta a los Corintios, San Pablo alerta del peligro de dejarse predicar por un evangelio extraño. Aceptar una fe distinta a la predicada por el apóstol equivaldría a caer en la tentación de Eva, que rompió

183

”. EDWARD CHUMNEY. The seven festivals of the messiah. Destiny image Publishers. 1994.. Pág. 75. “La Mikvá en hebreo simboliza la separación de una forma antigua de una persona a una nueva, como un renacimiento espiritual. En el caso del matrimonio, indica dejar la antigua forma de vida por la nueva con su esposo”.

184

Juan 3, 22-30 2 Corintios 11, 2

185

54

con su integridad espiritual, tapando su desnudez (inocencia originaria) por la simulación de su verdad y la concupiscencia, le llevó a la pérdida, por consiguiente, de su pureza.186 Vemos que la deseada “virginidad espiritual” de la que habla San Pablo no es individual, sino común a todos los miembros de la “novia”, la iglesia de Corinto. De igual forma, los esposos que forman una sola carne, y que son iglesia doméstica, deben poseer esa virginidad espiritual para poder ser presentados, en ella, ante el Esposo. Además de los casos vistos, las funciones del amigo del esposo son asumidas en primer lugar por el mismo Dios. Ya en el Génesis, el Padre actúa de esta forma, presentando a Eva ante Adán.187 Así mismo, Cristo asume todas las funciones del amigo al preparar a la novia (La Iglesia total) para las bodas del Cordero, según atestigua San Pablo en la carta a los Efesios: Cristo amó a su Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, purificándola mediante el baño del agua, en virtud de la palabra, y presentársela resplandeciente a sí mismo, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que sea santa e inmaculada.188

El Espíritu Santo es el “amigo del esposo” encargado de los desposorios, hasta la boda del Cordero, cuando cesará su función y será asumida en plenitud por Cristo. Él conoce el “precio” de la pasión en la que Cristo mismo se entrega como pago del Mohar y es a la vez la “dote” de la Novia, a la que regala sus dones en los acuerdos sellados en los desposorios. Por último, como la purificación de las almas elegidas que entran a formar una unidad en el cuerpo de Cristo es tarea confiada al Espíritu Santo, Él es, por tanto, el artífice de la purificación de los esposos; el garante de la pureza e integridad conyugal. Sólo por medio del Espíritu Santo, la sola carne puede ser presentada como “casta virgen” al Esposo. Para Bernhard Häring, la virginidad (no en estado perfecto, por supuesto) puede ser cultivada también en el camino conyugal, en forma de una disposición de los esposos a un perfecto seguimiento de Cristo: Más se acercan a la perfecta virginidad aquellas almas que conservan la casta integridad y están dispuestas y atentas a seguir el llamamiento del Señor, sea al santo matrimonio, sea al estado virginal. Esa constante disposición y esa espera de la divina invitación las hace profundamente vírgenes, aun cuando el llamamiento divino las encamine definitivamente al matrimonio.189

186

Ibíd. 3

“Pero me temo que, lo mismo que la serpiente sedujo a Eva con su astucia, se perviertan vuestras mentes, apartándose de la sinceridad y de la pureza debida a Cristo”.

Génesis 2,22 Efesios 5, 25-27 189 BERNHARD HÄRING. La ley de Cristo II. Herder. Barcelona. 1968. Pág. 355 y ss. 187 188

55

Dice San Agustín que, si bien no todos los fieles son vírgenes, en el sentido de integridad total de cuerpo y alma, todos pueden poseer la virginidad del corazón,190 la cual define como “virginitas mentis”, una unidad de “fe integra, esperanza firme y caridad sincera”.191 En el capítulo anterior se vio el modo en el que las virtudes teologales unifican a la sola carne mediante la purificación de las potencias. Esta unidad es requisito para poder integrar la esfera sensual y la esfera del corazón, integración que sólo puede producirse por medio del amor. Si las virtudes teologales, junto a la castidad, unifican la esfera sensual, la pureza del amor conyugal, que reside en el corazón de los esposos, la eleva y la introduce en la comunión con las tres personas divinas. Es la integridad y la pureza del corazón de los esposos la que garantiza la virginidad del espíritu en la sola carne de forma que pueda unirse a la Trinidad en comunión esponsal: A la luz de la contemplación como comunión de amor con Dios, la pureza del corazón tiene su máxima expresión en la virginidad del espíritu, porque exige la integridad de un corazón, no sólo purificado por el pecado, sino unificado en la tensión (deseo) hacia Dios y que por consiguiente ama totalmente y sin división, a imagen del amor purísimo de la Santísima Trinidad, que ha sido llamada por los Padres, “la primera Virgen”.192

Ya hemos visto como la castidad unifica la tensión del eros de los esposos uniéndolo al ágape, para dirigirlo hacia Dios, pero esto no es suficiente para que la novia sea “presentada” al Esposo. Es necesario que el “amigo del Esposo” garantice la virginidad espiritual de la sola carne. Esto lo logra a través de la purificación y la unificación de su amor conyugal mediante el “baño regenerador” de su gracia de forma que “amen sin división”. Esta regeneración se produce en el momento en que la sola carne se “dona” por completo al Espíritu Santo.

II.3. Los desposorios La vida espiritual que recibimos en el bautismo tiene en sí un germen de unidad divina, que es la gracia, depositada por Dios en la intimidad de nuestra alma, escondido en el fondo del corazón. Este germen es fecundísimo y tiende a extenderse por todas las facultades del hombre, purificando, armonizando y divinizando todo para el desarrollo de las virtudes y de los dones

S. AGUSTÍN. Sermón II sobre el salmo 90. Sermones de San Agustín. Tomo II. Joaquín Ibarra. Madrid. 1758. Pág. 441 191 S. AGUSTÍN. In Ionnem Tractatus, 13,12. PL 35, Cit. Obras completas 192 CIVC. Congregación para los institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica. (13-5.1999). Instrucción VERBI SPONSA. Instrucción sobre la clausura de las Monjas.5 190

56

del Espíritu Santo, para volver a reunirlas y simplificarlas de forma que no se pierda su admirable unidad. 193 Es tarea del Espíritu Santo poseer las almas, regir sus actos y llevarlos a la Unidad, pero la posesión plena del Espíritu requiere pureza, fidelidad y silencio interior. Mons. Luis María Martínez apunta que: Cuando el alma ha llegado a cierto grado de pureza, el Espíritu Santo se une a ella de manera indisoluble y forma con ella una alianza sempiterna; son los castos desposorios del alma, que es ya posesión del Espíritu Santo que la rige en todos sus actos y le comunica misteriosa fecundidad.194

En la fenomenología mística, se habla del desposorio como la mutua promesa entre Dios y el alma de un futuro matrimonio místico. Un autor clásico, José del Espíritu Santo, precisa: El desposorio místico es una íntima comunicación de Dios al Alma, perfectamente purificada, disponiéndola de inmediato, para el matrimonio místico.195

San Pablo dice que en virtud de la promesa de la redención, (que es una promesa esponsal) “poseemos” ya las “arras del Espíritu”.196 El Espíritu son la arras que Cristo entrega con las que el contrato de los desposorios es formalizado. La promesa del “matrimonio místico” es firme desde ese momento. Los desposorios son una vía intermedia entre la simple contemplación y la unión mística, Corresponden al segundo grado de unión del Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz197 o a la quinta morada de Santa Teresa, donde se alcanza el cuarto grado de oración, en la cual el alma recolecta la gracia de Dios que le llega como “lluvia”198, penetrando así el alma como una novia en una Mikvá, donde puede sumergirse por completo en la gracia divina.199 Santa Teresa explica que en este estado se produce una “unión de las potencias” que se dirigen totalmente al objeto divino sin distracción alguna. Es el germen de unidad de la gracia divina que comienza su fecundidad en las almas de los esposos.

En este punto se desarrollará el esquema expuesto por Mons. LUIS MARÍA MARTÍNEZ en “La consumación en la Unidad”. Ediciones Studium. Madrid.1963 194 Ibíd. Pág. 41 195 FR. JOSÉ DEL ESPIRITU SANTO. Cursus IV. Brujas. 1931. Pág. 187. 196 2 Corintios 5,5 197 S. J. DE LA CRUZ. Cántico espiritual. Canción13 y 21, con sus declaraciones. 198 SANTA TERESA DE JESÚS. Libro de la vida. 18,9 “El cuarto grado es esta agua que viene del cielo, para con abundancia henchir y hartar todo ese huerto de agua”

193

199

S. IRENEO. Adversus haerejes. V,9,1.

57

Es en los desposorios donde el Espíritu Santo puede llevar a perfección el amor conyugal, unificándolo y dirigiéndolo a Dios, pues como dice San Ireneo, el Espíritu Santo perfecciona todo lo que posee. El Espíritu Santo, al poseer a la sola carne, posee también el amor conyugal que reside en ellos, de forma que puede transformarlo en un amor único total y purísimo. Según Luis María Martínez, para que un amor sea único, total y purísimo hace falta que los afectos del alma se unifiquen en un solo amor, que todos los actos y movimientos del alma sean amor y que el amor sea purísimo en su inicio porque proceda de la moción del Espíritu Santo; purísimo en sí mismo, porque carezca de todo egoísmo y purísimo en su término porque vaya derecho sólo a Dios.200 Para simplificar todos los afectos en un solo amor-en el Amor esponsal- se necesita no amar por sí mismo a ninguna criatura y olvidarnos totalmente de nosotros mismos. Para que se simplifique el corazón no basta que los esposos estén dispuestos a sacrificar todos sus afectos y subordinarlos al amor de Dios, sino que es preciso que no haya en ellos sino sólo un afecto, el de Dios, que les llene y monopolice toda su capacidad de amar. Porque no es simple lo que está ordenado y unificado, sino lo que carece de composición.201

Esto no significa que los esposos dejen de amarse entre ellos, al contrario, se abarcan en su ternura totalmente, porque ven el uno en el otro, la divina semejanza, y aman lo divino que en ellos encuentran. El alma simplificada no ama más que a Dios, pero le ama en dondequiera que Él esté, en su imagen, en su reflejo, en su vestigio. Para poder amar así, es necesario que los esposos no amen lo pasajero y terreno que hay en ellos, sino lo eterno y divino. Para que haya un solo amor en el corazón de los esposos, dice Luis María: Es necesario que no veamos ni busquemos sino un solo bien, puesto que el bien es el objeto y el motivo del amor. En tanto que haya para nosotros diversos bienes que buscar: el de Dios, el de los demás, el de nosotros mismos, habrá en nuestro corazón múltiples afectos. Para tener un solo amor es necesario no tener más que un solo bien; el de Dios; de tal suerte que aún en nosotros y en los demás, no busquemos sino el Bien de Dios.202

Así los esposos unifican sus afectos, así aman a la sola carne, así aman su matrimonio y así aman su amor mutuo, porque es algo querido por Dios. Ese bien se convierte, como en Cristo, en el objeto de todas las complacencias de los esposos, en el móvil de todas sus acciones y en el secreto de todos sus sacrificios. En esta simplicidad de los afectos, los esposos no son un

LUIS.M. MARTÍNEZ. La consumación en la unidad. Pág. 22 Ibíd. Pág. 23. 202 Ibíd. Pág. 26. 200

201

58

estorbo entre sí para la comunicación íntima del Amor esponsal a sus almas, pues han sido de tal forma transfigurados que el otro ya no es obstáculo sino escala y camino para llegar a Dios. La sola carne ya no necesita ni atajos ni rodeos para encontrarle, le lleva en sí misma, y cualquier reflejo divino que encuentra en el universo hace que se estreche más íntimamente la perpetua unión.203

Si amar a Dios con todo el corazón es fundir en ese amor todos los afectos, amar con toda el alma es permitir que el amor invada todas las potencias impregnándolas, penetrándolas y absorbiendo todas las virtudes. Tal y como se expresa en el Himno de la Caridad de San Pablo, el amor asume la paciencia, la amabilidad, la humildad, la generosidad, la templanza, la mansedumbre, etc… y por último, la fe y la esperanza.204 El influjo del Amor llega a su perfección cuando es derramado a través de las virtudes por el Espíritu Santo, como la unción de Aarón, por todo el ser humano, hasta la borla del manto, es decir, hasta las regiones más inferiores, entonces esa persona ama con toda el alma. El amor no es potencia, es acto. Por eso el amor es amar. Se ama amando. El Amor no sólo debe impregnar todas las facultades, sino que debe inspirar todos los actos de esas facultades. Y debemos hacer más: llenar cada uno de los instantes del tiempo con todo el amor de que a cada instante seamos capaces, de tal suerte que todos nuestros actos de amor sean intensos, sean llenos, sean henchidos.205

Así se ama, no solamente con todo el corazón y con toda el alma, sino también con todas las fuerzas. Cuando la sola carne ama así, se puede decir que ha sido “consumada” en el Amor esponsal por el Espíritu Santo que es el eterno Consumador.206 Es aquí donde el Espíritu Santo cumple su papel de “conducirnos a la verdad completa” y de “hablar de lo que oiga”207 . Ha conseguido que el Amor esponsal de Cristo se introduzca en la intimidad de la sola carne, transmitiéndole su misma esencia, de forma que ahora ésta, ha sido transformada toda en Amor. La sola carne, simplificada y unificada, participa ahora en la divina unidad del Amor esponsal Después de recorrer un largo sendero de desprendimiento y de luz, de purificación y de amor, encontró al fin su Bien y su Amado...encontró a su Amado elegido entre millares, lo encontró y

Ibíd. Pág. 27. 1 Corintios 12, 4-7 205 L. MARÍA MARTINEZ. La consumación en la unidad. Pág. 37. 206 YVES CONGAR. Esprit de l`homme. Esprit de Dieu. Foi Vivante. 1998 207 Juan 16,13 203 204

59

no lo olvidará jamás; y al encontrarlo, le hizo el don perfecto de sí misma, le ofreció todos sus tesoros y le consagró para siempre su ser y su vida.208

El amor de la novia producido bajo el influjo del Espíritu santo, es ahora un Amor nuevo, no es el amor ordinario. Amar así es amar con el Espíritu Santo. Este nuevo Amor ha de inspirar un cántico nuevo. La voz que el Esposo anhela escuchar es el cántico nuevo del Amor. San Agustín dice que la voz del cantor “es el fervor del amor santo, del amor nuevo”209 de aquel que el Espíritu Santo derrama al consumar en la unidad.

208 209

L.MARÍA MARTÍNEZ. La consumación en la unidad. Pág. 28-29 S. AGUSTÍN. Sermón 336. Fiesta de dedicación de una Iglesia.1. Cit. Sermones de San Agustín. Tomo II.

60

CAPÍTULO III EL MISTERIO ESPONSAL TRINITARIO Cuando el Espíritu Santo culmina su obra en la sola carne, ésta queda dispuesta para ser presentada al Esposo. En las bodas judías, la última misión del “amigo del novio” es precisamente esa: conducir a la novia e introducirla en la presencia del novio. Sólo cuando las dos intimidades se encuentran se produce el verdadero matrimonio. A partir de entonces, un único vínculo, el Amor esponsal los mantendrá unidos. En este capítulo se hará una breve descripción del camino que recorre la novia hasta la “casa del Padre” donde se celebrarán las bodas, para después examinar el “vinculo” que unirá al Esposo con la Esposa. Sólo entonces la novia tiene acceso a observar “de forma aún velada” la cámara nupcial y sus secretos, donde un día será introducida definitivamente por el Esposo en la eterna consumación de su Amor. La revelación del Amor del Esposo y los secretos de la alcoba divina pone fin a la revelación del Misterio esponsal que puede alcanzarse en esta vida. Secretos que está llamada la sola carne a hacer suyos, porque, como Esposa, le pertenecen.

III.1. El camino a la casa del Padre Las nupcias de la sola carne con Cristo tienen como fin la “divinización” de ésta, entendida como la participación de la misma vida divina de Cristo y por lo tanto, la participación en el mismo Amor con el que Cristo ama y es amado210. Esta participación sólo es posible si Cristo asume en Él a la sola carne y la introduce en la intimidad trinitaria. El camino a la alcoba divina es Cristo mismo. Él es la Puerta, el Camino, la Verdad y la Vida vivida en el Amor esponsal. El conocimiento del Amor Esponsal se inicia y se profundiza en Cristo, pero no se detiene ahí, es necesario penetrar en Cristo mismo para llegar hasta la Trinidad. Para hablar con pertinencia y sensatez del Dios Trinidad es necesario observar el amor; pero también en correspondencia, para hablar con pertinencia y sensatez del amor, en definitiva, es necesario contemplar al Dios Trinidad.211

210

CONCILIO VATICANO II. Cit. Documentos del Vaticano II. Gaudium et Spes. 48. “El genuino amor conyugal es asumido en el amor divino y se rige y enriquece por la virtud redentora de Cristo y la acción salvífica de la Iglesia para conducir eficazmente a los cónyuges a Dios”

211

PIERO CODA.” Donde uno es el otro: tras las huellas de la matriz del amor”. Congreso internacional de Literatura, Estética y Teología. “El amado en el amante” Figuras, textos y estilos del amor hecho historia. VI 17-19 mayo 2016. Universidad Católica Argentina. Facultad de Filosofía y Letras. Facultad de

61

Jesús es el camino en el que se enciende el fuego del Amor divino en los corazones de los esposos por el Espíritu Santo que les entrega, y es al mismo tiempo, el medio por el que les hace “habitar en su casa”. En la casa de mi Padre hay muchas moradas...cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevaros conmigo, a fin de que, dónde yo esté, estéis también vosotros.212

Cristo introduce a los esposos en la intimidad intratrinitaria porque la Trinidad es el faro de luz potente que ilumina definitivamente a los esposos sobre el Misterio del Amor esponsal. Como dice San Agustín: ves a la Trinidad cuando ves el Amor213, porque en la Trinidad se dan las tres realidades del amor; el que ama, el que es amado y el amor mismo. ¿Qué es entonces el amor sino una vida que une (copulans), o que desea unir dos realidades, es decir aquél que ama y el que es amado?.214

El Amor esponsal se remite desde la Trinidad al amor conyugal y desde el amor conyugal a la Trinidad, porque este Amor no sólo viene de Dios, sino que es Dios mismo. Es Dios quien entra en los esposos y retorna a Él mismo en el Amor Esponsal. Los esposos son introducidos en la “perijóresis”,215 en las relaciones íntimas de la Trinidad en Sí misma, en ese darse y entregarse de las Personas divinas, no sólo como meros espectadores, sino como participantes de los gozos esponsales de la Trinidad. Piero Coda, en su ensayo sobre la “matriz” del amor dice que San Agustín llegó al convencimiento de que es en el amor recíproco donde la Trinidad tiene que ser contemplada como manantial y horizonte de luz del amor, divino y humano.216 Es en el donarse y recibirse de los esposos donde reside la relación amorosa de la Trinidad que se goza en la sola carne transformada en Cristo. Esto sólo es posible por que Cristo ha asumido “la carne” y por Su carne asumimos a Cristo. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en Mí y Yo en él.217

Sólo en Cristo podemos unirnos a la Trinidad. Cuanto más unidos están los esposos a Cristo, más unidos están entre sí en Él por la acción de su Amor esponsal, Amor que les va uniendo Teología. Pág 3. Cit “Sul logo de la Trinitá: rileggendo il “Di Trinitate” di Agostino. Cittá Nuova.Roma.2008 212 Juan 14, 2-3 213 S. AGUSTÍN. De Trinitate VIII, 7,11. Cit. Obras completas 214 Ibíd. VIII,8,12 215 Su significado es siempre el de compenetración, el de un estar recíproco de cada una de las personas en las otras dos de la Trinidad, morando una en la otra en una única substancia, como circulación de amor sin mezcla ni confusión de personas (ver. S. AGUSTÍN. De Trinitate, c. 9 y 10. Cit. Obras completas) 216 P. CODA. “Donde uno es el otro”. Pág. 6. Cit S. AGUSTÍN. De Trinitate. VIII. 10-14 217 Juan 6,56.

62

más y más en la Trinidad. Esto es imagen clara de la unidad del Cuerpo místico, donde lo diverso se une para formar una sola cosa en Cristo, que forma una sola cosa en Dios. Todo es vuestro, y vosotros sois de Cristo y Cristo de Dios.218

Si la integridad virginal de los consagrados está llamada a expresar, dentro del Misterio esponsal, la “individualidad de la esposa”, la “Sola con el Sólo”219; la unidad de la sola carne está llamada a expresar la “totalidad en la Unidad”, el “Somos Uno”.220 El matrimonio y la vida consagrada se complementan; ambas vocaciones son necesarias para hacer visible la paradoja de la unidad sin desaparición de la individualidad que es la esencia del Misterio esponsal Trinitario. Dios nos ama a todos y a la vez, a cada uno, en exclusividad. Es este un Misterio que en la tierra apenas atisbamos a ver, pero que, en el cielo, no sólo lo veremos, sino que lo gozaremos en plenitud.221 En el cielo todos estaremos “casados”222 con todos en Cristo (obviamente no deja de ser una alegoría), por eso el matrimonio dejará de ser necesario, porque lo invisible ya será visible para todos sin necesidad de signos terrenos y a la vez, cada uno nos sentiremos amados en plenitud y exclusividad. Pero mientras ese momento llega, mientras nos dirigimos a la casa del Padre, la sola carne puede ya, en esta vida, actualizar parte de esos gozos eternos por su participación en el Amor esponsal de Cristo.

218 219

1 Corintios 3,22 ” S. ISABEL DE LA TRINIDAD. Último retiro de 1906. Noveno día. 23. Obras Completas. Editorial Monte Carmelo. 1985 “me voy a iluminar para caminar, sin conocer nunca los desvíos, por este magnífico camino de la Presencia de Dios, donde el alma camina “sola con el Solo”.

220

EDITH STEIN. Escritos esenciales. Sal Terrae. Santander. 2003. Pág. 58 “Cristo es la cabeza, nosotros los miembros del cuerpo místico, lo cual implica que nuestras relaciones mutuas son de miembro a miembro, y todos los hombres somos uno en Dios, una única unidad divina”.

221

CIC. 1045 “(la comunidad de los redimidos) ya no será herida por el pecado, por las manchas, el amor propio, que destruyen o hieren a la comunidad terrena de los hombres. La visión beatífica, en la que Dios se manifestará de modo inagotable a los elegidos, será la fuente inmensa de felicidad, de paz y de comunión mutua”.

.” CHIARA LUBICH. Mirar todas las flores. La doctrina espiritual. Ciudad nueva. Buenos aires. 2005. Pág. 68 y ss. “Solo ahora después de que nuestras almas –a través de Jesús en medio- se han desposado entre ellas y son Iglesia (porque son Cristo: un Cristo y tres Cristo o tantos Cristo como almas estén unidas de esta forma…), pueden decir, tanto en unidad con las otras como individualmente (porque tienen el valor de la totalidad de Jesús en medio) de ser esposas de Cristo. Es que Jesús no puede desposar sino Jesús. Pues Jesús no es sino Uno consigo mismo.” 222

63

III.2. El vínculo La última tarea del amigo del novio en las bodas judías es introducir a la novia bajo la juppá 223

donde el novio le aguarda. La juppá consiste en un Talit, un manto de oración, sujetado por

postes formando un palio nupcial. El Talit es símbolo de la ”nube” que guiaba a Israel en el desierto224. Es la misma nube que se posaba sobre la tienda del tabernáculo y con la que se llenó de la gloria del Señor225. San Juan Pablo II también relaciona esa nube con “La fuerza que «cubre con su sombra» a María” .226 El Espíritu Santo descenderá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te envolverá con su sombra (Ἐπισκιάσει).

El término griego ἐπισκιάσει tiene su equivalente en hebreo “salal" y en arameo "Tallel", del cual deriva "Talit"227. Según esto, la juppá se convierte así en signo de la presencia divina228 y de la gracia esponsal del Espíritu Santo que abarca a los novios y bajo la que se unirán. La costumbre de usar un “manto de oración” como símbolo nupcial aparece en el libro de Rut229: Y aconteció que a la medianoche se estremeció aquel hombre, y se volvió, y he aquí, una mujer estaba acostada a sus pies. Entonces él le dijo: ¿Quién eres? Y ella respondió: “yo soy Rut, tu sierva; extiende tu manto sobre tu sierva pue tienes sobre ella el derecho del levirato”230. También aparece en Ezequiel: “Pasé yo junto a ti y te miré. Era tu tiempo el tiempo del amor, y tendí sobre ti mi manto, cubrí tu desnudez, me ligué a ti con juramento e hice alianza contigo, dice el Señor, Yahvé, y fuiste mía.231

El Espíritu Santo, para introducir a la novia en la intimidad divina cubre con su manto (gracia) a la sola carne para unirla a Cristo por el vínculo esponsal. Esto es función exclusiva de la Tercera Persona de la Trinidad. El Cardenal Ouellet da a esto una aproximación doctrinal asumiendo que hay tres modos de amar en la Trinidad que expresan tres Personas completamente distintas y correlativas: el Amor paternal, el Amor filial, y me atrevo a calificar el tercero de Amor nupcial, 223

THOMSON GALE. Enciclopedia judaica. Mcmillan Reference USA.2006. Volumen 14.

FRANCISCO G. MARTÍNEZ. La salvación viene de los judíos. Palibrio. 2012. Pág 112 Éxodo 40,34 226 S. JUAN P. II. Audiencia General. (27.5.1998).4 227 GABRIEL KATAU. Análisis bíblico de la Asunción de María. Revista Apologeticum. Vol. I. N 12. agosto 2018.Pág 33 228 A. S. GAMBORINO. Cit. El matrimonio hebreo. Pág. 33-34 229 Rut 3,8.9 230 Esta ley, contenida en el Deuteronomio 25, 7-10, se refiere a los hermanos (o en su defecto al pariente más cercano). Si el esposo moría sin dejar hijos, el hermano del difunto debía tomar por mujer a la viuda del hermano muerto. 231 Ezequiel 16,8 224

225

64

a partir del hecho de que no es solo una reciprocidad entre dos sino entre tres, siendo el Espíritu un Tercero distinto que procede por modo de fecundidad de la reciprocidad. 232

La reciprocidad es la base y el origen del amor esponsal. En la Trinidad el Amor paternal y el Amor filial se entregan mutuamente en un amor recíproco dando lugar a un amor nuevo, distinto, el Amor nupcial que ya no es un “tú y yo” sino un “nosotros”. En ese “nosotros” se aman los tres en sus tres amores.233 San Agustín describe al Espíritu Santo como el amor mutuo234. Ese amor es el “vinculo” que une el amor del Padre y del Hijo, es un vínculo íntimo, pero a la vez distinto que enriquece a la Trinidad. El Amor nupcial es la fecundidad propia del Espíritu Santo. ¿Existe entonces un misterio nupcial intratrinitario? El Cardenal Ouellet apunta a esa realidad basándose en las relaciones intratrinitarias en la economía de la salvación: En efecto, el misterio de la encarnación consiste en la generación del Hijo en la carne por la mediación del Espíritu Santo; esta generación se expresa de parte del Hijo como obediencia de amor al Padre hasta la muerte de Cruz, de donde Cristo resurge de los infiernos en virtud del Beso de Resurrección que recibe del Espíritu del Padre, como Amor nupcial confirmando su Filiación divina en su carne resucitada (Rom 1,4) y haciéndola capaz de difundir el Espíritu de vida sobre toda carne. 235

Hay que entender que la generación del Verbo por parte del Padre es eterna, pero en la Encarnación, esa generación se produce en la “carne” gracias al Espíritu Santo. El Hijo se entrega eternamente al Padre, por lo tanto, también lo hace durante su vida terrena, mediante la entrega total hasta la Cruz. Esa generación y esa entrega no pueden detenerse; es el Espíritu Santo el que hace posible, por la Resurrección, que el Hijo siga siendo Hijo, en la carne (ahora resucitada)236. El “aliento de vida” que experimenta el Hijo en la Resurrección es el “Beso nupcial”237 que deposita el Padre en el Hijo. 232 CARD. MARC OUELLET. La mujer a la luz de la Trinidad y de María-Iglesia. Discurso durante los trabajos de la Asamblea Plenaria de la Comisión Pontificia para América Latina, 15.03.2018 233 Ibíd. “Hemos nombrado antes al Espíritu Santo como el arquetipo del amor nupcial en Dios ya que Él es el «Nosotros» distinto en el Amor recíproco del Padre y del Hijo. Un Nosotros en Quien el Padre y el Hijo se aman con un Amor paternal y filial conforme a su propiedad personal, pero también se aman con un “exceso” (surplus) de Amor que viene del Tercero, que enriquece por consiguiente sus relaciones, y nos permite calificar su fecundidad en Él como Amor nupcial”.

S. AGUSTÍN. De Trinitate. VIII. 12.Cit. Obras completas. CARD. MARC OUELLET. Cit. La mujer a la luz de la Trinidad. 236 Esto es así porque el Espíritu Santo posee en Sí mismo la Vida que procede del Padre a través del Hijo. 237 .” S. BERNARDO. Cit. Sermones al Cantar de los Cantares. Sermón 8. 7.VII. Pág.54 “Escucha lo que es un beso de la boca: Yo y el Padre somos uno. Yo estoy con el Padre y el Padre está conmigo. Este es un beso de boca a boca y nadie puede apropiárselo. Es un beso de amor y de paz; amor que supera todo conocimiento y paz que transciende todo razonar.”

234

235

65

El Cantar de los cantares comienza con la expresión: ¡Que me bese con los besos de su boca!238. San Bernardo, comentando este versículo afirma: Pero tampoco dice: «Que me bese con su boca», sino algo mucho más insinuante: Con el beso de su boca...como para dar a entender con ello que también procede del Padre como un verdadero beso, común para el que lo recibe y para el que lo da...Si pensamos que es el Padre quien besa y el Hijo quien recibe el beso, concluiremos rectamente que el beso es el mismo Espíritu Santo, paz imperturbable, nudo indisoluble, amor inseparable, unidad indivisible del Padre y del Hijo… El, por tanto, induce a la esposa a que pida con toda confianza, con el nombre de un beso, la infusión de ese mismo Espíritu.239

El anhelo del “beso” nupcial de la esposa, está dirigido por el Espíritu Santo y la esposa puede recibirlo en el Hijo. En la resurrección, el Padre espira al Espíritu Santo que es “aspirado” por el Hijo en el beso nupcial. Esta aspiración, tras la resurrección, ahora también es aspiración de la esposa. Así lo expresa San Juan de la Cruz: Este aspirar del aire es una habilidad del Espíritu Santo, que pide aquí el alma para amar perfectamente a Dios. Llámale aspirar del aire, porque es un delicadísimo toque y sentimiento de amor que ordinariamente en este estado se causa en el alma en la comunicación del Espíritu Santo. El cual, a manera de aspirar, con aquella su aspiración divina, muy subidamente levanta al alma y la informa, para que ella aspira en Dios la misma aspiración de amor que el Padre aspira en el Hijo y el Hijo en el Padre, que es el mismo Espíritu Santo, que a ella la aspiran en la dicha transformación. Porque no sería verdadera transformación si el alma no se uniese y transformase también en el Espíritu Santo como en las otras dos personas divinas, aunque no en revelado y manifiesto grado por la bajeza y condición de esta vida.240

El Amor esponsal es el “beso” trinitario, es la “aspiración” mutua y eterna, del Padre y del Hijo resucitado que ahora se extiende a toda la humanidad con la que se ha desposado. En esta actual comunicación y transformación de amor, amparada ya la esposa y libre de todas las turbaciones y variedades temporales, y desnuda y purgada de las imperfecciones y penalidades y nieblas naturales, siente nueva primavera en su espíritu, en el cual siente la dulce voz del Esposo, que es su dulce filomena, la cual refrigera y renueva la sustancia de su alma, diciendo (Ct 2,10-12): Levántate, date priesa, amiga mía, paloma mía, hermosa mía y ven.241

El “Nosotros” ahora incluye a la humanidad entera. La perijóresis divina ahora “cubre” a la Novia y la acoge en su intimidad. Cristo resucitado es el Esposo humano-divino que sale victorioso de la alcoba nupcial.242 Así lo celebra el salmista:

Cantares 1,2 S. BERNARDO. Sermón 1.4.III.5. Pág. 23 Sermón 8.2. Cit.Sermones al Cantar de los Cantares. Pág. 51. 240 S. J. DE LA CRUZ. Cántico espiritual. A 37. Canción 38.2 241 Ibíd. Canto 38.6 242 CARD. MARC OUELLET. La mujer a la luz de la Trinidad y de María-Iglesia. 238 239

66

Allí le ha puesto su tienda al sol: él sale como el esposo de su alcoba, contento como un héroe a recorrer su camino. (sal 19,5b-6) 243

La procesión eterna del Espíritu es el “sello nupcial” en las naturalezas “humana y divina” de Cristo, uniéndolas indisolublemente. Esta efusión íntima del Amor trinitario en Su “carne”, empieza en la Encarnación, continúa en la resurrección y culmina en la Eucaristía, el misterio nupcial por excelencia, porque es donde el alma recibe el “beso divino” de la Trinidad por medio del Esposo. Por lo tanto, el Espíritu cumple activamente el misterio de la encarnación como Personacomunión que actúa al servicio del Padre y del Hijo y persigue esta mediación nupcial a lo largo de la encarnación del Verbo hasta su misterio pascual.244

Ahora bien, la misión del Espíritu no se detiene ahí, porque su propio modo de ser es la comunión. En ese “beso” nupcial, el Espíritu produce y anima la respuesta de la esposa a ese don de comunión trinitaria que recibe. Así es como se convierte en vínculo de unión entre la esposa y el Esposo, el “Nosotros” en quien se cumple el Misterio esponsal Trinitario, el Amor esponsal en el que se aman la Trinidad y la esposa. La mediación nupcial del Espíritu, que inspira y acompaña, une la voluntad de la esposa perfectamente a la de Cristo, como podemos ver en la obediencia de Jesús a su Padre y la disponibilidad ilimitada de María a la Palabra de Dios; comunión perfecta en la obediencia que se consuma al pie de la Cruz, cuando el Hijo y la Madre sufren al unísono la pasión de amor del sacrificio redentor. En la Cruz, Cristo espira su último aliento, (primicia de la efusión del Espíritu) y María lo acoge y así es elevada por el Espíritu a la dignidad de Esposa del Cordero inmolado y Madre de la Iglesia, que seguirá a la Madre en su misterio nupcial con el Esposo. Esta es la razón por la cual el papel del Espíritu ad intra y su actividad ad extra en la Iglesia y el mundo llevan el signo de la armonía, de la unidad en la diversidad, de la libertad y de la gratuidad, de la fecundidad que merece su título de Gloria como Amor nupcial.245

El Espíritu Santo se esconde personalmente en el corazón del misterio nupcial de Cristo y de la esposa, y garantiza que su unidad proceda de la unidad trinitaria del Padre, del Hijo y del

243

J. FENANDO REY BALLESTEROS. La resurrección del Señor. Cobel ediciones. 2005.Pág 21 “El héroe que ahora inicia su paseo nupcial entre aclamaciones es el esposo saliendo de su alcoba. La tienda, el tabernáculo nocturno en el que duerme el astro rey, se ha convertido ahora en una cámara nupcial, y la terrible noche de espesas tinieblas que sumergió a la Creación en un angustioso silencio, se ha convertido en una noche de bodas. En esa noche se ha realizado una proeza en la alcoba real: el héroe, el Rey, el Ungido, el Mesías ha desposado a quien ya es la reina, y la ha fecundado infundiendo en ella su semilla real. Y todo ello en medio de la noche”

244

CARD. MARC OUELLET. La mujer a la luz de la Trinidad y de María-Iglesia. Ibíd.

245

67

Espíritu. La misión nupcial del Espíritu Santo como “amigo del novio” que hemos venido desarrollando esta expresada acertadamente en la Lumen Gentium: Fue enviado el Espíritu Santo el día de Pentecostés a fin de santificar indefinidamente la Iglesia y para que de este modo los fieles tengan acceso al Padre por medio de Cristo en un mismo Espíritu... Él es el Espíritu de vida o la fuente de agua que salta hasta la vida eterna…por quien el Padre vivifica a los hombres, muertos por el pecado, hasta que resucite sus cuerpos mortales en Cristo ...El Espíritu habita en la Iglesia y en el corazón de los fieles como en un templo y en ellos ora …Guía la Iglesia a toda la verdad, la unifica en comunión y ministerio, la provee y gobierna con diversos dones jerárquicos y carismáticos y la embellece con sus frutos .Con la fuerza del Evangelio rejuvenece la Iglesia, la renueva incesantemente y la conduce a la unión consumada con su Esposo.246

Esta es la misma misión que realiza en la sola carne, a la que purifica, y renueva y simplifica y une, y en la que se derrama para atraerla a la unión consumada con la Trinidad. El Espíritu Santo está presente en el “sello sacramental”247 del matrimonio; es el “beso nupcial”; es el artífice del vínculo entre los esposos y de los esposos con Dios. Y por ello puede unir íntimamente a la sola carne con la Trinidad. Si bien es cierto que esto dependerá del grado de unión espiritual de cada esposo con Cristo y de los esposos entre sí, porque no deja de ser cierto que Él es el “lazo” de unión entre ellos y la Trinidad. La Iglesia Copta, en el momento de la epíclesis sobre los esposos tiene asignada esta bella bendición en el rito de la coronación (nombre dado al sacramento del Matrimonio): Que el amor perpetuo funde y asegure su unión. Edifícalos, Señor, sobre el fundamento de vuestra santa Iglesia, para que marchen juntos en la concordia y en la unión selladas por la palabra que se han dado. Porque Vos mismo sois este lazo de amor y la norma que regirá su unión 248

Aunque los esposos no caminen espiritualmente a la par, de modo perfecto, el grado de unión alcanzado por uno de ellos repercute en el otro249 ,en su comunidad íntima de amor, más si cabe, si “desnudan” su espíritu en la oración conjunta y comparten los divinos diálogos que mantiene el Señor con la sola carne para atraerla hacia sí.

246

CONCILIO VATICANO II. Cit. Documentos del Vaticano II. Constitución dogmática Lumen

Gentium (21.11.1964).

247

CIC.1624 “En la epíclesis de este sacramento los esposos reciben el Espíritu Santo como Comunión de amor de Cristo y la Iglesia. (Cf Ef. 5,32) El Espíritu Santo es el sello de la alianza de los esposos, la fuente siempre generosa de su amor, la fuerza con la que se renovará su fidelidad”

J. A. ABAD IBAÑEZ, M. GARRIDO BONAÑO. O.S.B. Iniciación a la liturgia de la Iglesia. Ediciones Palabra. Madrid. 1988. Pág. 578. 249 1 Corintios 7,12 248

68

En cualquier caso, mientras ese momento llega, cada esposo puede y debe hacer suya la oración de Cristo hacia el otro cónyuge: Padre, que donde esté yo, esté él, para que seamos uno.250

II.3. El amor del Esposo por la esposa En el rito judío, cuando la esposa es introducida con el esposo bajo la juppá, se entrega a esta la Ketubah , una especie de “contrato” del esposo donde se recogen los términos y deberes de su amor por la esposa251. Antes de entrar en la Juppá y recibir la Ketubah, la novia da tres vueltas alrededor del esposo.252 En la unión íntima con la Trinidad, en las “vueltas” de la perijóresis trinitaria donde la esposa es introducida, el Espíritu Santo da a conocer a la sola carne los términos de ese amor nupcial por ella. El matrimonio espiritual se produce en “Cristo”, y es en esa unión de Cristo y la esposa donde se conoce el amor nupcial que tienen las tres personas divinas para con el alma253. Cuando el alma descubre el amor que le prodiga la Trinidad, encuentra así mismo, sus propios deberes para corresponder a ese amor. El Espíritu Santo en su Amor esponsal hace una entrega total de sí mismo al alma, se derrama en su interior y le transmite su fecundidad. “El amor de Dios se ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado.254

El alma, en correspondencia debe abrirse al Espíritu Santo y dejarse penetrar por su gracia, así mismo debe de ser obediente y dócil255. Debe dejarse amar y guardar castidad y pureza. Debe de ser fiel. El pecado mortal del alma es un adulterio contra el Amor esponsal. Sea el esposo de tu alma Dios. Si le ofendieses eres adúltera espiritualmente y el adulterio es gravísimo pecado como se dice en la escritura. Abimelech, aun siendo gentil, lo llamó pecado grave. (Gn 20,9). y David ilustrado de Dios, le llamó delito máximo (Salmo 50). Semejante al 250 251

252 253

254 255

Adaptación personal de Juan 17,24 para la oración de los esposos. ”. S. GAMBORINO. Cit.El matrimonio hebreo. Pág. 14 “Este contrato constata el precio de la novia, las promesas del novio y los derechos de la novia. En él el novio promete trabajar por ella, honrarla sostenerla y mantenerla en verdad, proveerle de alimentos, vestimenta, y de todas sus necesidades y vivir con ella como marido y mujer”. ALAN UNTERMAN. Żydzi, wiara i życie: (judíos: Fe y vida) Wydaw. Łódzkie.1980. Pág. 184. S. ISABEL DE LA TRINIDAD. Carta a su hermana Margarita. 1906.Cit. Obras completas. “El Padre te cubrirá con su sombra, interponiendo como una nube entre ti y las cosas terrenas para conservarte suya. Te comunicará su poder para que le ames con un amor fuerte como la muerte. El Verbo imprimirá en tu alma, como en un cristal, la imagen de su propia belleza para que seas pura como su pureza, luminosa con su Luz. El Espíritu Santo te transformará en una lira misteriosa, en silencio, al contacto divino, entonará un magnífico canto al Amor”. Romanos 5:5 CIC.1993

69

adulterio carnal, y aún de más alta jerarquía, es el que comete el alma desposada con Dios, así le roba el amor256

Cuando Jesús se enfrenta a los fariseos que quieren lapidar a la mujer adúltera257, él les hace ver que para él no hay distinción entre pecados, todos merecen la misma condena. En cierto modo, los fariseos son tan adúlteros en su corazón como la mujer. Hay una anécdota de Santa Bernadette en la enfermería del convento que ocurre tras volver de misa, donde ese día, el sacerdote había predicado sobre el pecado: ¡Qué contenta estoy!». «¿Qué le pasa?», pregunté. «¿No ha escuchado el sermón?». «Pues claro». «El padre ha dicho que cuando no se quiere cometer un pecado, no se peca». «Ya he oído. ¿Y qué?». «Pues que yo nunca he querido cometer ningún pecado, así que nunca los he cometido». Su rostro estaba radiante… 258

El pecador que comete adulterio espiritual no es el que cae sino “el que quiere cometer el pecado”, el que lo ama. San Agustín al hablar del pecado contra el Espíritu Santo dice: Esta blasfemia contra el Espíritu, que no admite perdón alguno, que entendemos que no es cualquier blasfemia sino una determinada, y que he dicho o descubierto, o- según piensomostrado que es la persistente dureza de un corazón impenitente.259

El que comete un pecado mortal y no se arrepiente ama más su propio pecado que al Amor del Espíritu Santo. Al igual que ocurría con la ley de Moisés, el esposo puede repudiar a la esposa que ha cometido adulterio260; de igual forma, el Espíritu Santo abandona el alma que comete pecado mortal, repudiándola. Dice Santo Tomás: El pecado mortal implica dos cosas: separación de Dios y dedicación al bien creado; pero la separación de Dios (aversio a Deo) es el elemento formal, y la dedicación (conversio ad creaturam) es el material. 261

La separación de Dios producida por el pecado mortal consiste en la pérdida de la gracia santificante, que es en esencia la participación en la vida de Dios, en su mismo Amor.262 ANTONIO ARBIOL. Mística fundamental explicada por el glorioso y Beato padre Sn Juan de la Cruz. Barcelona 1748. Pág. 316. 257 Juan 8, 1-11 258 RENÉ LAURENTIN. Bernadette dissait…. Nevers-Saintgildard .1978. Octubre de 1876. 259 S. AGUSTÍN. Verbis Domini et Apostoli. Revue Benédictine 77. 1967.Sermón 71. 21 260 Deuteronomio 24, 1-4 “Si un hombre toma una mujer y es su marido y ésta luego no le agrada porque ha notado en ella algo torpe, le escribirá el libelo de repudio y, poniéndoselo en la mano, la mandará a su casa”. 256

S. TOMÁS Summa Theologiae.In Sacti Thomae Aquinatis Opera Ommnoia iussu edita Leonis XII. P.M.v VI-VII. Ex typographia Polyglotta S.C. De propaganda Fide, Romae 1891-1892. En adelante “S.th” (S. Th III,86, 4 ad 1m). 262 CIC 1997 y 2000. 261

70

La sola carne puede perder el Amor Esponsal que habita en ella, si los esposos, de común acuerdo, cometen pecado mortal. Pero como el Espíritu Santo es fiel y ama a la esposa, sigue llamándola a través de las gracias actuales263, para que se arrepienta y se purifique y Él pueda volverla a acogerla en la vida trinitaria. El Hijo, al encarnarse, se ha desposado con cada alma. Pero el Hijo que es perfecto, desea una esposa perfecta: Sed perfectos como mi Padre celestial es perfecto (Mateo 5,48).

En el Cantar de los Cantares el coro entona: ¡Torna, torna, Sulamita; torna, torna, que te contemplemos y el Esposo pregunta ¿Qué queréis contemplar en la Sulamita, danzando a doble coro?264 La petición del coro responde a las palabras del Esposo que acaba de alabar la belleza de la esposa diciendo: Única es mi paloma, mi perfecta.265 Comentando este pasaje dice San Bernardo: Una sola es mi paloma. También quiso formar un solo rebaño con todas las ovejas, para hacer un solo rebaño con un solo pastor. Y así […] también fue de su agrado convocar de entre los hombres a la Iglesia, para unirla con la que proviene del cielo y ser un esposo y una esposa. Por tanto, a esa que ha entresacado la hizo perfecta, no duplicada, y sabe que se dice de ella: Una sola es mi perfecta. Esta conformidad crea la unidad, ahora de un amor semejante y después de una gloria igual.266

Por eso el Espíritu Santo perfecciona a la esposa, hasta hacerla toda ella unidad y Amor. Consumándola en su fuego hace que el Amor se despose con el Hijo. Esta llama de amor es el espíritu de su Esposo, que es el Espíritu Santo, al cual siente ya el alma en sí, no sólo, como fuego que la tiene consumida y transformada en suave amor, sino como fuego que, además de eso, arde en ella y echa llama, como dije; y aquella llama baña al alma en gloria y la refresca en temple de vida divina. Y ésta es la operación del Espíritu Santo en el alma transformada en amor, que los actos que hace interiores es llamear, que son inflamaciones de amor, en que, unida la voluntad del alma, ama subidísimamente, hecha un amor con aquella llama. Y así, estos actos de amor del alma son preciosísimos, y merece más en uno y vale más que cuanto habrá hecho toda su vida sin esta transformación.267

263

34

JOSE MARÍA IRABURU. “Por obra del Espíritu Santo. Gratis Date. Cuadernos A5. Gracia y virtudes. Pág. “las gracias actuales son auxilios sobrenaturales del Espíritu Santo, que iluminan el entendimiento y mueven la voluntad del hombre. Son, pues, cualidades fluidas y transeúntes causadas por el Dios en las potencias humanas, para que obren algo en orden a la vida eterna.”.

CT 7,1 Ibíd. 6,9 266 S. BERNARDO. Sermón 27.IV.6. Cit. Sermones sobre el Cantar de los cantares Pág. 173 267 S. J. DE La CRUZ. Llama de Amor Viva. Canción primera. Declaración.3. 264 265

71

De esta forma el Hijo se une a la sola carne en el Amor del Espíritu Santo, dentro de la misma relación nupcial trinitaria. Es el mismo Espíritu, amando a Cristo en la esposa, el que se entrega a Él. El Hijo es el Esposo que se entrega hasta el extremo por la esposa, ha entregado su cuerpo y ha derramado su sangre. (Ese ha sido el precio del Mohar). “Habéis sido comprados a gran precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo” (1 Cor 6,20)

Es por esto que la esposa debe corresponder con la entrega de la “sola carne”, purificada en la castidad, en la unión del eros y el ágape, desapegada de sus pasiones y de toda concupiscencia. El Hijo se ha sacrificado y se sacrifica todos los días268 por ella. La defiende269 y la protege de todo mal: el Papa Francisco recuerda esta misión del Hijo como defensor de su esposa ante los ataques del demonio: Jesús, delante del Padre, ¡nunca acusa! Al contrario: ¡defiende! Es el primer Paráclito. Después nos envía al segundo, que es el Espíritu Santo. Él es el defensor: está delante del Padre para defendernos de las acusaciones. ¿Y quién es el acusador? En la Biblia, se llama ‘acusador’ al demonio, a Satanás. Jesús juzgará, sí: al final del mundo, pero mientras tanto intercede, defiende…270

A demás de defender a su esposa, Cristo la alimenta y le da de beber271. Le ama en la enfermedad sanándola272 y vendando todas sus heridas273. También ha dejado la Casa Paterna para unirse a la esposa y ser Uno solo. El mandato del Génesis para el esposo: Por el eso el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán una sola carne (Gn 2,24), es cumplido por Cristo tal y como recita el Credo Niceno: Que por nosotros los hombres y por nuestra salvación, bajo del Cielo. El Hijo siente una gran ternura por su esposa; la corteja con mil detalles de cariño y la introduce en la alcoba de la intimidad Trinitaria. Como dice el Youcat: Jesús…que se denomina a Sí mismo esposo, que corteja a su esposa con amor ardiente y que desea celebrar la fiesta del amor con ella. Su esposa somos nosotros, la Iglesia. Cuando Jesús

S. AGUSTÍN da testimonio de que «el sacrificio diario de la Iglesia» es el sacramento, es decir, la reproducción misteriosa del singular sacrificio de Cristo en la Cruz. La Ciudad de Dios. x20; cf. Ep. 98, 9. Cit. Obras completas. 269 1 Juan 2,2 270 FRANCISCO. Homilía (23.6.2014) 271 Mateo 26, 26-28 272 Hechos 9,34 273 Salmo 147,3

268

72

nos corteja a cada uno de nosotros, ¡Cuántas veces es un amante desgraciado, por así decir, enamorado de aquellos que no quieren saber nada de su amor y no le corresponden.274

La esposa también está llamada a sanar los miembros heridos275 de Cristo y ser “una” en todo igual a Él: Y así como quiere Jesucristo que todos los miembros sean semejantes a Él, así también quiere que lo sea todo el Cuerpo de la Iglesia…Ella, además, cuando abraza los consejos evangélicos, reproduce en sí misma la pobreza, la obediencia y la virginidad del Redentor. Ella, por las múltiples y variadas instituciones, que son como adornos con que se embellece, muestra en alguna manera a Cristo, ya contemplando en el monte, ya predicando a los pueblos, ya sanando a los enfermos y convirtiendo a los pecadores, ya, finalmente, haciendo bien a todos.276

La sola carne debe dejar que el Hijo descanse en su amor conyugal porque “El Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza” (Mt 8,20). Así lo entendió Santa Isabel de la Trinidad y no pudo reprimir estas palabras el día de su consagración en el Carmelo: Al fin Él es todo mío y yo soy toda suya, no le tengo más que a Él, Él es mi todo. Ahora no tengo más que un deseo, amarle, amarle siempre, celar su honra como una verdadera esposa, hacer su felicidad, hacerle feliz preparándole una morada y un refugio en mi alma, y que allí olvide, a fuerza de amor, todas las abominaciones que los malvados hacen. Sí, querida señora, consolémosle.277

La esposa no sólo debe consolarle, sino también darle el alimento que necesita278 que es que la Voluntad del Padre se cumpla en ella : Y Jesús tiene tanta necesidad de ser amado, de encontrar en el mundo, donde se le ofende tanto, almas entregadas, es decir, totalmente dedicadas a Él y a sus deseos. *Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado. Nuestro Señor lo ha dicho el primero, y en comunión íntima con Él, el alma penetra en el movimiento de su alma divina y todo su ideal es cumplir la voluntad de este Padre que nos ha amado con un amor eterno.279

La sola carne debe buscar siempre que la voluntad del Padre se cumpla en ella, que no es otra cosa que transformarse en la imagen trinitaria del Amor esponsal. También la esposa debe procurarle al Hijo la bebida que necesita280, pues tiene sed de amor. Sus palabras “Tengo sed”, son la expresión última y suprema de Su amor, expresión de Su anhelo por el amor de los que ha creado y por la salvación de sus almas. Jesús dijo estas

274

YOUCAT. Catecismo Joven de la Iglesia Católica. CEA.CONFERENCIA EPISCOPAL DE AUSTRIA Ediciones Encuentro. Madrid. 2011Pág. 79. Punto 128

Santiago 5,14. Encíclica Mystici corporis christi. (29.6.1943) 20 277 S. ISABEL DE LA TRINIDAD. Carta a la Señora Angles. 15.2.1903.Cit. Obras Completas. 278 Juan 4,34 279 S. ISABEL DE LA TRINIDAD. Carta a la Señora Angels.29.9.1902. Cit. Obras completas. 280 Juan 19,28.

275 276

73

palabras en la Cruz, porque la Cruz es el “acto” por el que Él intenta convencernos del amor de Dios, que no tiene límites y va más allá de la muerte.281

La esposa debe retornar el Amor con el que ella misma es amada. Purificando su amor conyugal y dejándolo transformar en el Amor esponsal, puede saciar la sed de amor del Esposo, pues solo el Amor puede saciar al Amor. Especialmente, por eso, por esa purificación, el regalo de la Cruz debe ser aceptado por la esposa con alegría y amor. La esposa debe sufrir con el Esposo y consolarlo en sus penas. Santa Isabel de la Trinidad escribe en su diario: ¡Te amo tanto! Mi corazón arde en un amor tan grande, que no puedo vivir tranquila y feliz, en tanto que tú, mi Amado Esposo, sufres. Compartir tus dolores, mitigarlos, seguirte llevando una cruz gruesa y pesada, ese es lo que deseo. Te amor, Vida mía, te amo hasta morir. ¡Oh! Tú has herido mi corazón con el dardo de tu amor; y ya no puede ser feliz aquí abajo. Sólo tú puedes darle la felicidad permitiéndole compartir tus sufrimientos. ¡Gracias, Jesús, gracias!.282

La esposa debe decir como el apóstol: Completo en mi carne los sufrimientos de Cristo (Col 1,24). Cuando la esposa huye del sufrimiento y se aparta del Hijo es infiel. La Iglesia de Roma intentó convencer a San Ignacio de Antioquía para que huyese y no fuese martirizado. Él les reprocha en una carta esa actitud, porque para San Ignacio, aceptar el martirio es ser fiel: Que pueda no sólo ser llamado cristiano, sino que lo sea de veras. Porque si resulto serlo, entonces puedo ser tenido como tal, y considerado fiel, cuando ya no sea visible al mundo…. Escribo a todas las iglesias, y hago saber a todos que de mi propio libre albedrío muero por Dios, a menos que vosotros me lo estorbéis. Os exhorto, pues, que no uséis de una bondad fuera de sazón. Dejadme que sea entregado a las fieras puesto que por ellas puedo llegar a Dios.283

Cuando la entrega no es total y se reserva algo para sí, la esposa es infiel284. Cuando vuelca su amor en otro sitio, también es infiel: Conviene abandonar lo amado por el Amado porque Jesús desea que lo quieran sobretodo. El amor a otras personas u objetos es engañoso e inestable el amor a Jesús es fiel y permanente.

LEO MAASBURG. La Madre Teresa de Calcuta: Un retrato personal. Palabra. Madrid. 2012.Pág 44. S. ISABEL DE LA TRINIDAD. Diario. 64. Cit. Obras completas. 283 S. I DE ANTIOQUÍA. Carta a los romanos. IV. Cit. Cartas. 281

282

TOMÁS DE KEMPIS. Imitación de Cristo. Capítulo XXXVII.3 “Hay quien se entrega, pero con alguna excepción: no confía pues plenamente en Dios y trabaja en proveerse a sí mismo. Hay quien primero se ofrece totalmente pero después, presionado por la tentación, regresa a sus propios intereses y progresa poquísimo en la virtud. Estos nunca arribarán a la verdadera libertad del corazón puro ni a la feliz compañía de mi gracia si no vuelven a la total entrega y cotidiana inmolación que prometieron primero sin lo cual no pueden gozar ni gozarán de la unión conmigo”.

284

74

Quien se adhiere a otras personas u objetos, por su debilidad, caerá con ellos quien se abraza con Jesús se asegurará con Él para siempre.285

Si la esposa viviera a espaldas de su Esposo, haciendo como que no lo conoce, Él puede repudiarla: Por todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos. (Mt 10,33).

Sin embargo, el Hijo ama misericordiosamente a la esposa y la busca y sigue brindándole su amistad a pesar de sus traiciones, buscando en ello que recapacite y regrese a Él286 Por último, cuando la esposa hiere con sus pensamientos, palabras u obras, daña el Amor del Esposo y también es infiel. Efectivamente, en el Hijo se nos revela y comunica el amor paterno de Dios; de este modo la infidelidad a este amor es infidelidad a Cristo. Jesús en persona es la Alianza viviente entre Dios y el hombre, por lo cual el pecado, en cuanto ruptura de la Alianza, es ofensa a Dios en Cristo.287

Es el Padre el que derrama el Amor esponsal del Espíritu Santo en el alma para entregarlo a Cristo, el Amor esponsal al que la esposa debe ser fiel es el mismo Amor con el que el Padre ama al Hijo y éste le entrega a ella. Del matrimonio místico con el Hijo surge una nueva fecundidad en la esposa porque, así como en la unión conyugal se engendran hijos fruto del amor y de la mutua donación de los esposos, del mismo modo en el orden espiritual, cuando Cristo y la esposa llegan a esa unión íntima para ser Uno sólo, se engendran almas a la vida de la Gracia. Santa Isabel de la Trinidad lo expresa así: Ser esposa es tener los ojos en los suyos, el pensamiento obsesionado por Él, el corazón todo cautivo, lleno, como fuera de sí y pasado a Él, el alma llena de su alma, de su oración; todo el ser cautivado y entregado...Es ser fecunda, corredentora, dar a luz almas a la gracia, multiplicar los hijos adoptivos del Padre, los rescatados por Cristo, los coherederos de su gloria.288

Es esta una verdadera fecundidad espiritual que se hace visible en los esposos en la maternidad y paternidad espiritual que la sola carne despliega a través del apostolado.

Ibíd. Capítulo VII.1 Así le dice a Judas: “Amigo, ¿a qué vienes?” Mateo 26,50 287 DIONIGI TETTAMANZI. El Hombre imagen de Dios. Secretariado Trinitario. Salamanca. 1978. Pág. 196. 288 S. ISABEL DE LA TRINIDAD. Notas íntimas.13. Cit. Obras completas. 285 286

75

El Hijo esta “desposado”: unido al Padre en el Amor esponsal del Espíritu Santo. El día del Bautismo, la esposa es injertada289 en Cristo y a partir de entonces forma parte de Su cuerpo y participa por tanto en esa “unión nupcial” con el Padre. Así como el injerto y la planta forman una unidad de vida, los cristianos, injertados, incorporados a Cristo por el Bautismo, formamos una unidad con Él y participamos ya ahora de su vida divina.290

El Padre con su “Mirada esponsal” abarca en totalidad al Hijo: El Padre en una sola mirada, abarca toda su perfección infinita; y está contemplando a su Hijo y el instante eterno de ser engendrado su Hijo y de su Ser engendrándolo; y el instante eterno amarse los dos con el Espíritu Santo y en el Espíritu Santo, y de espirar ambos el Espíritu y el retornarse el Espíritu Santo en beso de Amor al Padre y al Hijo. El Padre contempla, en su sola mirada, todo su ser, las personas y sus procedencias, pues hasta su mismo engendrar y su mismo “mirar” Él lo contempla. Y el fruto de toda esa mirada es el Verbo. Por eso el Verbo es expresión de todo lo que es el Padre y de todo lo que el Padre conoce.291

El Hijo expresa todo aquello que el Padre contempla, por lo tanto, el cuerpo místico de Cristo que el Hijo asume, y que es su esposa, también es contemplado por el Padre en toda su amplitud. El Padre se “desposa” con cada alma por ser “hijos en el Hijo” y por eso provee todos lo necesario para la sola carne, camina junto a ella y todo lo que hace, todo lo que crea, es para ella, porque la esposa está “en” el Hijo: Mi Dios colmará todas vuestras necesidades, según sus riquezas en gloria, en Cristo Jesús. (Fp 4,19) y todo lo que hace, todo lo que crea, es por y para ÉL.292 Al estar la esposa unida al Hijo, el Padre tiene derecho293 a posar su mirada en ella; contemplarla en su desnudez: En dando lugar el alma (que es quitar de sí todo velo y mancha de criatura, lo cual consiste en tener la voluntad perfectamente unida con la de Dios, porque el amar es obrar en despojarse y desnudarse por Dios de todo lo que no es Dios) luego queda esclarecida y transformada en Dios, y le comunica Dios su ser sobrenatural de tal manera, que parece el mismo Dios y tiene lo que tiene el mismo Dios.294

Pero las almas que no cumplen la voluntad de Dios y que, por lo tanto, caen en el pecado, están veladas, no se muestran en su desnudez.

Romanos 6,5 Comentario a Rm 6,5. Biblia de Navarra. EUNSA. 291 TRINIDAD SANCHEZ MORENO. El Gran Misterio de Dios. Editorial Eco de la Iglesia. Madrid. 2002. Pág. 18. 292 Colosenses 1,16 293 Juan 17,10 294 S. Juan de la Cruz. Subida al Monte Carmelo. Capítulo V.7 289 290

76

El alma se presenta ante Dios aún ligada a los deseos y a la pena que derivan del pecado. eso le imposibilita gozar de la visión de Dios. Es el amor de Dios por los hombres el que la purifica de las escorias del pecado.295

El amor que tiene el Padre por la esposa (en el Hijo) le lleva a perdonar todas sus faltas. Y el Hijo por amor al Padre y a la esposa, hace suyo el pecado de ésta y “mirando al Padre” atrae hacia sí el perdón que elimina toda mancha. El amor sacrificial por nosotros se origina en Su mirada al Padre. San Juan de Ávila en su Tratado del amor de Dios lo expresa así: Tú nos amas buen Jesús porque tu Padre te lo mandó, y tu Padre nos perdona porque Tú se lo suplicas. De mirar Tú su Corazón y Voluntad, resulta me ames a mí, porque así lo pide tu obediencia; y de mirar Él tus pasiones y heridas, procede mi remedio y salud, porque así lo piden tus méritos. ¡Miraos siempre Padre e Hijo, miraos siempre sin cesar, porque así se obre mi salud! 296

Para San Juan de Ávila, las miradas cruzadas del Padre y del Hijo se convierten en el fundamento donde reposa la historia de la salvación. El Hijo comparte con el Padre el conocimiento que tiene de Él, se “conoce” en el Padre, de esta forma tiene acceso al conocimiento de los pecados que “manchan” su cuerpo místico297. Como Él es la expresión del conocimiento del Padre, revela este conocimiento a la esposa que participa íntimamente de su vida divina. De esta forma, la sola carne “se conoce” en el Esposo, tiene consciencia de sus propios pecados y de la deformidad que producen en la imagen que está llamada a reproducir. Esta revelación, por la mirada del Padre, busca la conversión de los esposos y su deseo de purificación. El efecto de la mirada del Hijo penetra el alma de Pedro a través del Espíritu Santo que ilumina sus potencias298, y sólo en ese momento es consciente de la gravedad del pecado de haberlo negado. La purificación es obra del Espíritu Santo, el fuego que envían el Hijo y el Padre, que conoce los deseos de la esposa y la pureza Trinitaria, en la que no hay cabida a nada impuro, y por eso, antes de la unión íntima de la sola carne con el Esposo, empieza ya, en la vía purgativa, a “lavarla” través del Amor esponsal que derrama en ella: Antes que este divino fuego de amor se introduzca y una en la sustancia del alma por acabada y perfecta purgación y pureza, esta llama está hiriendo en el alma gastándole y consumiéndole

295

BENEDICTO XVI. Audiencia general (12.1.2011) “Catalina (de Génova) afirma que Dios es tan puro y santo que el alma con las manchas del pecado no puede encontrarse en presencia de la divina majestad (cf. Vita mirabile, 177r)”

S. JUAN DE ÁVILA. Tratado del amor de Dios,12. Vol. I. Obras completas. Nueva edición crítica. B.A.C. Madrid 200-2003. Pág. 972 297 Eclesiástico 39,19. 298 Lucas 22,61 296

77

las imperfecciones de sus malos hábitos, y esta es la operación del Espíritu Santo en la cual la dispone para la divina unión y transformación sustancial en Dios por amor.299

La esposa en la boda judía es conducida a la Juppá con un velo que le cubre el rostro, sólo el novio puede quitárselo, una vez se hayan celebrado las bodas, cuando ya por fin pueda introducirla en la cámara nupcial 300. Sólo cuando el Espíritu Santo ha consumado a la esposa en el Amor, el matrimonio místico puede ser celebrado y el Esposo puede retirar el velo del rostro de la esposa.: cuando se vuelvan al Señor, será quitado el velo (2 Cor 3,16). Si no hay arrepentimiento ni conversión por parte de la esposa, ese “apartarse de Su mirada” se convierte en una infidelidad al Amor del Padre, y Éste puede repudiarla apartando su mirada de ella: Esconderé de ellos mi rostro, veré cuál será su fin, porque es una generación perversa, hijos sin fidelidad alguna (Dt 32,20).

El “apartarse de la mirada de Dios” lleva consigo la separación total de su vida divina por la renuncia a la purificación de los pecados y por lo tanto su fin es la condenación. Sin embargo, el Padre ama a la sola carne tiernísimamente y no deja de buscarla con la “mirada”. Cuando Adán y Eva pecaron, se ocultaron301, pero Dios fue a su encuentro, al igual que el Padre en la parábola del Hijo pródigo, al que buscaba desde que se fue con la mirada. Dice el texto que al volver el hijo arrepentido Estando aún lejos, le vio su padre y fue movido a misericordia y se “echó” sobre su cuello y le besó (Lc 15,20).

Aquí están todos los pasos que se acaban de describir. La lejanía expresa la falta de unión íntima de la esposa con el Padre, a causa del pecado. Es en este punto, en lo lejos, antes de la consumación en la unidad, donde la Mirada del Padre en el Hijo inicia la purificación de la esposa. El texto dice que el Padre, al llegar, le abraza por “el cuello”. El cuello es la “unión” entre la cabeza y el cuerpo. Es en la unión íntima entre Cristo y el cuerpo místico, entre el Hijo y la sola carne, donde el Padre va a derramar su Amor. Termina el versículo diciendo que le “besó”. Una vez que el Padre contempla a la sola carne en su Hijo, derrama el Espíritu Santo como beso nupcial que los une.

S. JUAN DE LA CRUZ. Llama de Amor Viva. Canción primera. Declaración.16. K. RITZER. Le Mariage dans les Églises Chrétiennes du ler au Xe Siécle . Lex Orandi. Paris. 1970. Pág. 56 301 Génesis 3,8

299

300

78

Por lo tanto, la mirada del Padre es unitiva y como fruto de esa unión, la fecundidad del Padre engendra al Hijo en la esposa: En este silencio interior y su actitud de acogida amorosa a la acción del Espíritu Santo que la cauteriza sin piedad, tiene lugar, «la mirada del Padre engendrando eternamente al Verbo e imprimiendo en el fondo de su dócil corazón la imagen del Hijo.302

Para que la fecundidad del Padre se derrame en la sola carne, tiene que poder mirar la “desnudez” de la esposa sin que nada le quede oculto. Por eso los esposos deben despojarse de todo (viendo los votos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia) y entregárselo todo al Padre. Además, la sola carne debe de guardar silencio: silencio de los sentidos, de las potencias y de los afectos. Este silencio es necesario para que lo único que oiga sea al Esposo, lo único que vea, en lo único que piense, solo a Él ame, pues es un Dios celoso303. Según San Juan de la Cruz,304 la consumación en el Amor esponsal, absorbe totalmente al alma, de forma que puede exclamar como la Esposa del Cantar de los cantares: “Nescivi”305 (no supe). Comentando este pasaje, Santa Isabel de la Trinidad escribe: Ni su honor ni las cosas exteriores son capaces de hacerla salir de su sagrado silencio. El alma que ha penetrado en la fortaleza del santo recogimiento se halla en idéntica situación, iluminada su inteligencia por la luz de la fe, descubre a su Dios presente y viviendo en ella. El alma por su parte permanece tan presente en Dios dentro de su bella simplicidad, que le Señor la protege con celosa diligencia. Ya pueden sobrevenir entonces agitaciones exteriores, tempestades del interior y hasta ofensas a su honor: “Nescivi”. Aunque Dios se ocultara y la privase de las manifestaciones sensibles de su gracia: “Nescivi”..dirá también con san Pablo: “Todo lo sacrifique por su amor”…El Señor se encuentra entonces libre de entregarse, según su propia medida… así simplificada y unificada, se convierte en trono del Inmutable, pues “la unidad es el trono de la Santísima Trinidad.306

Los desposorios trinitarios con la Iglesia aún no han llegado a la consumación en el Amor, pues el Cuerpo aún no ha sido mostrado en su amplitud, aún no ha sido cumplida la Voluntad del Padre, aún hay infidelidad, aún el gozo no es pleno, aún la Iglesia anhela a su Esposo y la

S. TERESA DE LISEUX. Carta 261 1v. Al abate Bellière, 26.7.1897. Obras completas. BAC. 1 ed. 2017. Éxodo 20,5. 304 S. J. DE LA CRUZ. Llama de Amor viva. Canción 26. Declaracíón.14. 305 Cantares 6,11 “Nescivi anima mea conturbavit me propter quadrigas Aminadab”. 302

303

306

S. ISABEL DE LA TRINIDAD. Últimos Ejercicios Espirituales. Segundo día. Cit. Obras Completas.

79

consumación definitiva en las Bodas del Cordero, donde se presentará perfecta, pura y resplandeciente, como la Esposa. La consumación en la Unidad del Amor esponsal Trinitario, es el culmen de la vida espiritual de los esposos, es la consumación de su misma unidad en Dios, la total asimilación de la Imago Trinitatis por la sola carne. La cumbre de sus anhelos, la realización plena de su ser que puede atisbarse ya en esta vida. Los esposos que alcanzan estas cumbres místicas pueden acceder a atisbar por la puerta abierta en Cristo los secretos de la alcoba nupcial. Pero es sólo un atisbo, una visión aún velada, pues el velo definitivo sólo se descorrerá al final de los tiempos, en la visión beatífica.

80

CAPÍTULO IV LA ENTRADA EN EL MISTERIO La sola carne ha ido profundizando progresivamente por medio de la gracia en el Misterio del Amor esponsal absoluto, que le ha llevado a penetrar en sí misma, en su propia intimidad y descubrir que esa intimidad conyugal es el lugar donde reside la Puerta a la intimidad divina. Los esposos han encontrado en su camino esa puerta abierta que es Cristo y han podido atravesarla juntos porque han sido transformados (santificados) en ese Amor absoluto que les ha unido íntimamente al Hijo, único camino tras el umbral. En ese caminar, la sola carne se ha “conocido” a sí misma en el amor que la Trinidad le prodiga en el Hijo, más que un penetrar, ha sido un “ser penetrados” por el Amor esponsal del que ahora son partícipes. No es posible amar en plenitud si antes no se es amado por Dios amor. Pero el Misterio esponsal absoluto aún tiene secretos que revelar y que están celosamente guardados en la alcoba trinitaria. Por eso hace falta un paso más: penetrar a través de Cristo en la misma intimidad divina para conocer como Dios se ama en Sí mismo de una manera esponsal.

IV. 1. La alcoba divina Pedro V. Escobar Illanes afirma, al igual que el Cardenal Ouellet, que el misterio trinitario está configurado divinamente de manera nupcial. La entrega del Padre al Hijo y del Hijo al Padre es esta configuración nupcial de la Trinidad. El Espíritu Santo sería simultáneamente, tanto el vínculo nupcial como el fruto de esa unión nupcial intradivina entre el Padre y el Hijo.307

El absoluto “nupcial” se encuentra en Dios mismo en sus relaciones íntimas, en la perijóresis de las tres personas divinas. Dios es en Sí mismo, la mutua inmanencia ese estar el uno en el otro-hacia el otro, desde el otro y en torno al otro-que en la intimidad divina se celebra desde siempre.308

San Juan de la Cruz apela a la nupcialidad intratrinitaria en su romance In principio erat Verbum, refiriéndose a la perijóresis trinitaria antes de la creación del mundo:

PEDRO V. ESCOBAR ILLANES. Apuntes para una Cristología en tiempos difíciles. El tiempo-ser de Jesucristo en el pensamiento de Hans Urs Von Balthasar. Universidad Iberoaméricana. México. 1997. Pág. 396. 308 CECILIA AVENATTI DE PALUMBO, ALEJANDRO BERTOLINI. La alegría como signo de la nupcialidad en tensión escatológica: Christophe Lebreton- Edith Stein. Revista Veritas, nº 32 . Marzo 2015. Pág. 48. 307

81

Como amado en el amante uno en otro residía, y aquese amor que los une en lo mismo convenía con el uno y con el otro en igualdad y valía. Tres Personas y un amado entre todos tres había, y un amor en todas ellas y un amante las hacía, y el amante es el amado en que cada cual vivía; que el ser que los tres poseen cada cual le poseía, y cada cual de ellos ama a la que este ser tenía. Este ser es cada una, y éste solo las unía en un inefable nudo, que decir no se sabía; por lo cual era infinito el amor que las unía, porque un solo amor tres tienen que su esencia se decía. que el amor cuanto más uno, tanto más amor hacía.309

Si el “estar el uno en el otro” está en la esencia de la nupcialidad, se puede afirmar que una de las notas de esa nupcialidad es la “habitabilidad”. La comunión de los santos que forman el cuerpo místico de Cristo es la participación perfecta de la habitabilidad trinitaria; porque es esa comunidad de habitados que habitan en Cristo, donde cada miembro es ”él mismo haciéndose al mismo tiempo habitable en los otros”310. La entrega nupcial trinitaria para V. Balthasar implica la coexistencia, el ser “uno” pero incluyendo el “dejar ser” al otro en esa unidad.

311

Hay entre las tres Personas divinas una

perfecta transparencia mutua, y a la vez, una especie de misterio personal inviolable: Esto es así porque Él es siempre mayor que Él mismo, en su libertad trinitaria, en la cual ninguna persona domina a la otra, sino que su subsistencia se apoya siempre en un dejar–ser a la otra.312

En esta libertad, en este “dejar ser”, radica el secreto de la novedad del amor como un no poder jamás “saciarse” del amado. Si el Hijo estando ante el Padre, lo ve de continuo como nuevo...aunque sabe que desde cualquier lazo alcanza al Padre, no desdeña contemplarlo siempre desde lazos nuevos y buscarlo de continuo en el hallazgo eterno…Dios , a pesar de su omnisciencia, ama de manera que se deja desbordar y sorprender siempre por el amado.313

El secreto de la oración radica en que el que reza “descansa” en Dios, a quien cede el control de lo que se obre en respuesta a su oración. En ese sentido, se abandona completamente en la confianza de que nada depende de él, sino que todo le viene de lo que recibe. Así el Hijo descansa ante el Padre, en una admiración y amor infinito, deseoso de ser superado y sorprendido por el Padre en todo momento. Siempre espera todo y, sin embargo, todo lo que recibe es siempre diferente y más, porque en su expectativa nunca se adelanta al Padre. El Hijo sabe bien lo que hace cuando obra un milagro y, sin embargo, deja al Padre el control. El Hijo realiza el milagro para la glorificación del Padre, pero en el milagro hay una sorpresa S. J DE LA CRUZ. Romance sobre el Evangelio "In principio erat Verbum", acerca de la Santísima Trinidad. 310 V. BALTHASAR. Teodramática V. Pág. 78. 311 Ibíd, Pág. 75 312 V, BALTHASAR. Teodramática II. Ediciones Encuentro.Madid. 1997. Pág. 235-237. 313 A.V. SPEYR. The World of Prayer. Ignatius Press. San Francisco. 1985.Pág. 226 y 42.

309

82

también para el Hijo, porque en el momento en que glorifica al Padre, siempre también Él es glorificado.314

En el evangelio de Lucas se nos narra que los discípulos son enviados por el Señor a realizar milagros en su nombre. Ellos vuelven entusiasmados por el poder de Dios que comparte en ellos. Esta sorpresa produce una alegría del Espíritu Santo que se desborda en Cristo: Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar.315

El gozo proviene de esa participación hecha en los apóstoles del poder divino, es la “novedad” de actuar por primera vez a través de ellos. La Trinidad, al hacer partícipe a las almas de sus relaciones íntimas, crea nuevos lazos de amor. Cada alma es una “novedad” del amor trinitario, en la cual se desborda y se retorna de nuevo a Ella misma, llevando consigo al alma en la que participa, y junto con ella la forma única, exclusiva y personal de ese amor en esa alma. Se podría decir que es el “sabor” único del amor que le retorna cada alma, con sus matices personales; la sorpresa siempre nueva que supera continuamente el Amor trinitario. El Padre, engendrando al Hijo en las almas, y el Hijo entregándose al Padre en ellas en el Amor esponsal del Espíritu Santo en que se sumergen, se ven sorprendidos y embriagados por ese amor siempre nuevo y creativo que enriquece eternamente la perijóresis divina. Cada alma es como una carta de amor de Cristo al Padre, y del Padre a Cristo y del Espíritu Santo a ambos y de ambos a Él, donde cada Persona divina “escribe” de forma única y personal su historia de amor a la Trinidad.316 Así la Trinidad sigue siendo la unidad, la unidad absoluta que se supera a Si misma, desde cada persona, que se supera hasta el infinito..317

A.V.SPEYR. Joahnnes vol. 4. The bird of the church. Ignatius Press. San Francisco. 1994. Pág. 364 Lucas 10,21-24 316 JOSE MARIO FARAONE. La inhabitación trinitaria según San Juan de la Cruz. Editrice Pontificia Universidad Gregoriana. Roma 2002. Pág.32 “Esto es porque la esencia o la naturaleza o ser divino es uno, es el amor, nudo unitivo de las personas. Ese amor esencial es aquello que es “amado” por cada persona, y es, a la vez, el “amante” en cada una de ellas, en cuanto que es esa única esencia divina la que es poseída de una manera singular por cada persona, de una manera que le conviene solamente a ella y a ninguna otra, y por consecuencia, cada persona poseyendo la idéntica naturaleza tiene su modo peculiar de ser amada y de amar” 314

315

317

A. V. SPEYR. Kath. Briefe.Vol.2. Pág. 301-302

83

La libertad va irremediablemente unida a la nupcialidad. Dios se revela como libertad infinita, ya que Él no solo es libre para auto-poseerse, y para ser totalmente “disponible” para el otro, (como pueden ser los cónyuges en el grado máximo de libertad que pueden alcanzar en esta vida), sino que es principalmente libre porque puede disponer de su ser en el sentido de ser la “auto donación” de sí mismo en la Trinidad. 318 La identidad del que se dona al otro, y que recibe completamente al otro, no se “disuelve” en la unidad, sino que se transciende en la entidad nueva de amor que se dona y que se recibe, esa nueva identidad es el “nosotros” que aparece a los amantes como el milagro siempre nuevo de su amor recíproco.319

Es la inhabitación Trinitaria en las almas la que ha hecho posible este “milagro” del Amor esponsal en el que se desborda el gozo. El anhelo de la sola carne se ha transformado en la sed de Dios, el anhelo de la Trinidad en ella. La pasión inicial del hombre, su búsqueda su progreso, su unión con Dios, están fundados en un proyecto específicamente trinitario: introducir al hombre en la familia trinitaria, en la casa del Padre, por la unión (matrimonio) con el Hijo, en la unidad del Amor que les une. Todo sale de dicho proyecto de la Trinidad y todo deberá volver a ella.320

Así el alma del cónyuge, que ha dirigido todo su deseo (eros y ágape) al único bien, absorbida en la Trinidad, no pierde su identidad, sino que la enriquece y la consuma en el “Nosotros” trinitario. Y ya no es ella la que se entrega al otro, sino la Trinidad en ella y junto con ella, y a la vez, el alma recibe de su cónyuge ese auto-don trinitario321 que busca gozarse de una forma nueva en su amor conyugal. Así es como Dios sacia “su sed” en los esposos que se le entregan libremente y por amor y así es como los esposos llegan a gozar de la plenitud y la infinita novedad de su amor mutuo. La alcoba nupcial de la Trinidad es ahora la sola carne.

V. BALTHASAR. Teodramática II. Pág. 235-237. V.BALTHASAR. Teodramática V. Pág. 82. 320 J.M. FARAONE. La inhabitación trinitaria según San Juan de la Cruz. Pág. 73 321 V. BALTHASAR. Cit.El corazón del mundo. Capítulo XIII. “Tú permaneces solo. Tú eres todo en todo. Aun cuando tu amor nos quiera para realizarse compartido por dos y quiera celebrar con nosotros el misterio de la procreación, sin embargo, en todas partes se trata de TU amor, que da y recibe la donación, a la vez semilla y seno, y el niño engendrado vuelves a ser tú mismo. Si el amor necesita de dos pies para caminar, el caminante es uno, y ése eres tú. Y si el amor necesita de dos amantes, uno que ama y otro que es amado, sin embargo, el amor es uno sólo, y ése eres tú.” 318

319

84

IV.2. En la intimidad del Amor Queda aún por descubrir las “notas” íntimas con las que el Absoluto del Amor esponsal trinitario se conoce en Sí mismo. Como Dios es inefable, estas notas íntimas no pueden sino ser una aproximación, una alegoría hecha con palabras humanas que intentan iluminar y transcender las notas íntimas del amor conyugal a través de la contemplación de lo Absoluto. Los esposos deben partir de su propia intimidad, de sus anhelos más íntimos para encontrar morando en ellos los anhelos íntimos de la Trinidad. Como decía San Agustín: “Intimior intimo meo et superior summo meo (Tu, Señor, eres lo más íntimo de mi intimidad y más superior a aquello más supremo en mí) 322. No se trata aquí de hacer un estudio sistemático sobre las características que conforman la comunión de los esposos: unidad, comunicabilidad, alteridad, donación, reciprocidad, fidelidad, fecundidad etc...que suele ser la forma ordinaria de abordar la unión matrimonial como imagen de la comunión divina, y sobre la cual hay numerosos estudios323, sino más bien profundizar en los anhelos, en aquello que es buscado y deseado por los esposos cuando consuman su unión. Estas “notas” íntimas propias de la unión conyugal se encuentran insertas también en la comunión intratrinitaria de una forma absoluta; por lo que los esposos, contemplando éstas, pueden enriquecer su propia unión y transcender y llevar a plenitud su relación conyugal. No es tarea fácil, ya que el Misterio, precisamente por serlo, permanece misterio, de modo que sólo acudiendo a la mística se pueden poner palabras a lo que no se puede explicar. Decía Juan Pablo II: El lenguaje del cuerpo en el acto sexual, alcanza una dimensión mística en la experiencia de lo sagrado y del misterio del amor creativo de Dios.324

La mística debe ser asumida por los esposos como parte necesaria para el conocimiento integral de su intimidad conyugal. Los místicos han conseguido “unificarse” en Dios y conocerse en Él, en esa unión íntima y esencial que se adquiere en la contemplación.

322

S. AGUSTÍN. Confesiones III. 6,11. Confesiones. BAC. Madrid.1958

Para ampliar sobre este tema ver: La Trinidad y la comunión de las personas en el matrimonio de Antonio López. Pontificia Universidad Lateranense. Pontificio Instituto Juan Pablo II estudios sobre el Matrimonio y la Familia. Curso nº70421. (2008-2009); La Santísima Trinidad, comunión de personas, Cit. Jose Luis González Alió 11-115; El ser comunional de la persona humana.Cit. Antonio Pietro Lucena, entre otros. 324 S. J. PABLO II. Audiencia general. (4.7.1984)

323

85

La hondura y riqueza de la experiencia “esponsal” de los místicos, justifica que estos presten su lenguaje de forma que se pueda hablar de la comunión íntima inefable en Dios, respetando al mismo tiempo el misterio. Los escritos de Trinidad Sánchez Moreno325, (Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia) que son fruto de su oración íntima contemplativa, forman un perfecto hilo conductor sobre el que desarrollar muchas de esas “notas íntimas” trinitarias, por lo que serán a partir de ahora, usados para tal fin.

IV.2.1 Compañía Dios es hogar eterno, en el cual el Padre y el Hijo se abrazan, se besan tan infinita y perfectamente que su Beso, su Amor, es tan acogedor, tan infinito y tan eterno, que siendo parte de la familia divina es una Persona. Y ya el Padre y el Hijo por exigencia de ese amor, están eternamente acompañados por su mismo Amor en Persona. El Eterno Acompañado, el que siempre se es acompañado en su mismo seno, de tan acompañado que se es, ha querido, por bueno, hacernos participar de su dichosa compañía. Y, para eso, El Eterno acompañado se encarna, habitando en un país donde será “El Solo”.326

Ya en el Génesis resuena la voz de Dios haciendo suyos los anhelos del hombre: No es bueno que el hombre esté sólo (Gn 2,18). Juan Pablo II en su Teología del Cuerpo habla de esta “soledad originaria” de Adán, en la que se conoce a sí mismo como “diferente” a todo lo existente. En esa soledad originaria ya es imagen divina, en cuanto a que no existe en la creación nada igual a Dios. Es la “soledad” en cuanto a “singularidad”, que aparece en el Deuteronomio : Oye, Israel: Yahvé, nuestro Dios, es él solo Yahvé

327

, Tertuliano y S. Hilario de Poitiers

sostienen que esa soledad es la "unidad" del Dios que es Uno pero no es ni ha sido nunca solitario”328. Dios no es soledad, es comunión. La unidad de Dios no es de soledad sino de “compañía, no es de aislamiento sino de intersubjetividad, no es de silencio sino de diálogo, no es de retenimiento sino de participación.329

Por eso la creación del hombre, al ser a “imagen y semejanza” divina lleva implícita la necesidad de que surja en esa soledad el anhelo de comunión. Efectivamente, él es "desde el principio" no sólo imagen en la que se refleja la soledad de una Persona que rige al mundo, sino también y esencialmente, imagen de una inescrutable comunión divina de Personas.330

Se trata de la fundadora de “La Obra de la Iglesia” una Institución eclesial de Derecho Pontificio. T. SANCHEZ MORENO. La Iglesia y su misterio. Editorial Eco de la Iglesia.Madrid.1991. Separata “El Solo” 1960 327 Deuteronomio 6,4. En la versión de la Biblia Nácar-Colunga. 328 Tertuliano,"Prax.5,2;”. S. Hilario de Poitiers,"Trin. IV 41; V 39, entre otros muchos lugares. 329 GONZALEZ DE CARDENAL. Dios. Salamanca. 2004, 2. Pág. 335 330 S. J. PABLO II. Audiencia general. (14.11.1979). 2 325

326

86

La soledad es el camino que lleva a la unidad, a la comunión entre el hombre y la mujer331. A la unión del “solo” con la “sola”. La comunión de las personas podía formarse sólo en base a la "doble soledad" del hombre y de la mujer que, al distinguirse de los demás seres vivientes, les daba la posibilidad de ser y existir con una especial reciprocidad. 332

Por eso en el hombre y la mujer está inserto un profundo anhelo de compañía, de “unión”. Porque en la unión esponsal se da la “compañía mutua” el acompañar y el ser acompañado, de una manera total y única. Este anhelo es el que mueve a los esposos a unirse en una “sola carne”, y por eso en ese acto son reflejo de la Compañía Absoluta que es la Trinidad. El hombre se convierte en imagen de Dios No sólo por la soledad, sino también por la comunión.333

Dios mismo crea ese anhelo porque quiere convertirse en la “compañía del hombre”. La Trinidad crea a su Esposa, para introducirla en su comunión trinitaria, para que sean Uno, “la Sola con el Solo”. El anhelo del hombre y de la mujer, se transciende, en el Misterio Esponsal, y en ese anhelo se descubre “el anhelo originario” de la humanidad hacia Dios. Anhelamos la compañía mutua, porque anhelamos la compañía de Dios, la comunión plena de Dios. Nos hiciste Señor para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti

334

dice San

Agustín, también Santa Isabel de la Trinidad, ardiendo en el anhelo de la compañía divina, exclama: ¡Oh, Dios mío Trinidad a quien adoro! Ayúdame a olvidarme totalmente de mí para establecerme inmutable y plácidamente en ti…. Pacifica mi alma. Estableced en ella vuestro cielo, vuestra morada predilecta, vuestro lugar de descanso. Que nunca os deje solo, sino que, vivificada por la fe, permanezca con todo mi ser en tu compañía, en completa adoración y entregado sin reservas a vuestra acción creadora. 335

IV.2.2 Infinitud Dios a pesar de ser una sola perfección, rompe en infinitud de riquezas que son los atributos. Y cada uno de los atributos contiene en sí todos los demás atributos, y cada uno rompe en infinitud de modos o maneras de su misma perfección o matiz. Dios, como amor, rompe en infinitud de maneras de amor; y cada una de estas maneras es el mismo amor en todas sus maneras, y cada una de esas maneras rompe en infinitud de modos de amor...he visto con la rapidez de un rayo cómo todos los atributos conocidos e incognoscibles son un solo atributo en infinitud de colores, de estilos o matices de atributos...Ahora, este mismo atributo del amor es también amor de justicia, amor de bondad, amor de misericordia...y por ejemplo, el amor de Ibíd. Ibíd. 333 Ibíd. 3 334 S. AGUSTÍN. Confesiones. I, 1, 1. Cit. Confesiones. 335 “S. ISABEL DE LA TRINIDAD. Elevación a la Santísima Trinidad: 74.Cit. Obras completas 331 332

87

misericordia, rompe en infinitud de matices de amor de misericordia. Y si miramos el matiz de la misericordia de bondad, esa misericordia de bondad amorosa rompe en otras infinitudes de estos tres matices. Dios es el Ser que, en infinitud de serse, rompe en un acto vital y trinitario, que será nuestro gozo por toda la eternidad. 336

En el Cantar de los Cantares, el esposo, embriagado por el amor de la esposa, alaba su belleza y parece deleitarse con los múltiples detalles que van encontrando mientras se aman: ¡Qué hermosos tus amores, hermosa mía, novia! ¡Qué sabrosos tus amores! ¡más que el vino! ¡Y la fragancia de tus perfumes, más que todos los bálsamos! Miel virgen destilan tus labios, novia mía. Hay miel y leche debajo de tu lengua; y la fragancia de tus vestidos, como la fragancia del Líbano (Ct 4,10-11).

También la esposa parece atraída por esa cualidad embriagadora del amor conyugal: son mejores que el vino tus amores (Ct 1,3). La embriaguez del cantar, no es la embriaguez de un borracho, que pierde el dominio de si y denigra su naturaleza, sino que se trata de una exaltación en alegría y entusiasmo, que saca al alma como fuera de sí, le desenfoca de sí misma y le enfoca totalmente en el otro. Este “salir de sí” es un verdadero éxtasis, un salir de uno mismo, para introducirse en el amor del otro, y quedarse absorto en él. San Juan de la Cruz, en su cántico espiritual, pone en boca de la esposa estas palabras: En la interior bodega de mi amado bebí, y cuando salía por toda aquesta vega, ya cosa no sabía. 337

Explica el santo que probar a Dios, hace que el alma se olvide de todo: le parece al alma que lo que antes sabía, y aun lo que sabe todo el mundo, en comparación de aquel saber, es una ignorancia, y aquel endiosamiento con que queda y levantamiento de mente en Dios en que queda como robada, embebida de amor, toda hecha en Dios.338

El alma sale fuera de sí, no por el acto de amarse, sino por el conocimiento que recibe del mismo amor en ese mismo proceso de ser amado. San Pablo en su primera carta a los Corintios describe como es el Amor con toda riqueza de matices: El amor es paciente, es amable...se alegra de la verdad, etc… (1 Cor 13, 4-7). El verdadero amor contiene en sí el matiz de la paciencia, y a la vez, el amor paciente incluye en si la amabilidad, y así hasta el infinito.

T. S. MORENO. La Iglesia y su misterio. Separata “La infinitud” 1959. S. J. DE LA CRUZ. Cántico espiritual. 17. 338 Ibíd. Cántico espiritual. Canción 26. Declaración. 13

336

337

88

Dios parece diversificarse infinitamente en sus atributos, pero al mismo tiempo es simple en cuanto que cada atributo está en los demás. Así la riqueza de matices del Amor, no rompe su unidad.339 La embriaguez se produce por la “sobreabundancia” infinita de matices que se encuentran en el mismo y único amor. Una imagen de esto la hallamos en el episodio de las bodas de Caná, donde Cristo convierte el agua en vino (símbolo del amor) pero sobrecoge la “cantidad” de este vino. Entre 600 y 700 litros340, una cantidad desorbitada y desbordante, y además se trata de un vino que asombra por su “novedad” a quien lo prueba. Has reservado el mejor vino hasta ahora (Jn 2,10)

San Pablo, después de citar los matices del amor, concluye: el amor no se acabará nunca (1 Cor 13,8) Los esposos cuando prueban su mutuo amor viven en un continuo anhelo del mismo, con la necesidad de probar sus múltiples matices y el deseo de que esa sobreabundancia de novedad no acabe nunca. En el fondo es un anhelo de un amor infinito, no sólo en su duración, sino también en sus riquezas. El anhelo de infinitud del hombre sólo puede ser satisfecho por el amor infinito para el que ha sido creado. Es el amor infinito de Dios el que causa en los esposos ese anhelo. Es en su amor íntimo donde pueden empezar a conocer el amor infinito de Dios. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor (1 Jn 4,8). San Anselmo escribe Deseando te buscaré, amando te hallaré, y hallándote te amaré. 341

No podemos pensar en hallar un amor más grande que Dios en nuestro anhelo de infinitud. Sólo en la infinitud del amor de Dios el “éxtasis” es eterno, y la alegría desbordante, porque en él hay una infinitud de perfecciones del amor y una infinitud de maneras de amar y de ser amado. Cuando los esposos contemplan la Trinidad embriagada en su amor y los infinitos modos que tienen de amarse las tres Personas divinas, pueden hacer suya la alegría de la novedad del amor

339

FRAY L. DE LEÓN. Dios y su imagen en el hombre. Lecciones inéditas sobre el libro I de las Sentencias (1570), edición de Santiago Orrego. Eunsa. Pamplona:.2008. pág. 84-85. “Y los atributos divinos son infinitos de este modo, porque, por ejemplo, la sabiduría de Dios no es infinita sólo en el género de la sabiduría, sino que también es de entidad infinita. Así, hablando con verdad, la sabiduría de Dios incluye en su razón formal todas las naturalezas de todos los demás atributos”

“Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una”. Juan 2,6. Este texto del Evangelio de Juan es el aprobado en 2008 por la Conferencia Episcopal Española. 341 S. ANSELMO. Proslogion. Opera omnia. Ed. Schmitt. 1938. 1. Pág. 97-110.

340

89

del “otro” y la creatividad en los detalles de amor. Ese anhelo les impulsará más y más a profundizar en el Amor esponsal, mientras aumenta su deseo de infinito, y el ansia de que el Esposo les introduzca definitivamente en las bodegas342 divinas: ¿Qué será gozar de lo infinito de infinitas maneras? Gocémonos, pues, que Dios sea tal, que se pueda gozar desde y de mil modos y maneras, y que nos comunicará su gozo, para que, con seguridad, gocemos de su Hermosura y la gocemos tan llena y eternamente. 343

IV.2.3 Gozo Al contemplarse el Padre se conoce totalmente en todo su Ser, se abarca, se penetra…Y al verse cuán deleitable, deseable, bueno, amoroso y feliz es de por Sí, se contempla tan contento y tan gozoso, al verse tal cual es, que, de sobreabundancia de ser amoroso, se le sale-sin salir-todo su ser. Se le sale todo su Ser como en una explosión de alegría, como en un grito de felicidad de contento ¡Se le sale-sin salir-en una Palabra! Y esa Palabra, es el reventón de ser alegre, el reventón de ser gozoso que, de sobreabundancia de ser, sale gritando por el Verbo. El Padre está gritando, pero por el Verbo. Y tiene que ser un Grito porque se le sale al Verbo todo el Ser del Padre, reventando en Palabra, En Expresión Gozosa y alegremente inmutable. 344

Gozo es un término que procede del latín gaudĭum y que hace referencia a la alegría del ánimo o al sentimiento de complacencia en la posesión, recuerdo o esperanza de bienes o cosas apetecibles345. Gozar, por lo tanto, está asociado a la posesión. Santo Tomas diferencia entre el deseo y la posesión. Mientras que el movimiento hacia el bien es el deseo o concupiscencia, el descanso en el bien es el gozo o delectación. La unión con lo que se ama produce gozo: La unión de lo amado con el amante en forma real, consiste en estar unido a la cosa misma. Y tal unión corresponde al gozo o delectación, que sigue al deseo”, pero en el mismo deseo de unirse ya existe gozo: “por el hecho mismo de que una cosa tiene aptitud e inclinación hacia otra, ya participa en algo de ella.346

El deseo es un acto de la voluntad; por lo que, sólo hay deleite o goce de la realidad poseída y alcanzada, si es deseada y amada con anterioridad; si uno ha querido voluntariamente poseer un bien para gozarse en él347. No sólo es la razón la que mueve al esposo a gozarse en la esposa,

342

“Él me hizo entrar en la bodega y enarboló sobre mí la insignia del Amor”. Cantares 2,4.

343

JUAN EUSEBIO NIEREMBERG. De la hermosura de Dios y Su amabilidad por las infinitas perfecciones del ser divino. Madrid. 1879.Pág 158. T. S. MORENO. La Iglesia y su misterio. Separata “Dios es Amor” 1959. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA DE LA LENGUA. Diccionario de la lengua española. Espasa.2001 346 S. TOMÁS. S. Th., I-II, q. 25, a. 2 ad 2 347 S. TOMÁS. S. Th., I-II, q. 24, a. 3, co. “De igual modo pertenece a la perfección del bien moral que el hombre se mueva al bien no sólo según la voluntad, sino también según el apetito sensitivo, conforme a aquello del Sal 83,3: Mi corazón y mi

344

345

90

sino también toda su afectividad: porque la ama la desea, y porque la desea quiere gozarse en ella. El amor precede al gozo. El gozo es una consecuencia del amor Al acto de la caridad se sigue siempre el gozo; pues todo amante goza en la posesión del amado 348

San Pablo lo sitúa inmediatamente después en su relación de los frutos del Espíritu Santo: Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz…etc.” (Gal 5,22) Aunque en el deseo de poseer un bien ya hay gozo, este es imperfecto, porque reside en la esperanza de conseguir realmente lo que se desea. El gozo sólo es perfecto con la posesión plena. Para seres limitados como nosotros, en lo corporal y en lo espiritual, difícilmente se logra la plenitud del gozo. Nuestro gozo es necesariamente finito. Fray Luis de León, comentando el Cantar, habla de la fragilidad de la esposa para soportar el exceso de gozo que experimenta en su persona, en su unión y en su propio deseo de gozar: Pues así con el sobrado gozo que recibió con los favores de su Esposo, se desfalleció la Esposa. Y por estas palabras pidió el remedio a su desfallecimiento; en que declaró su mal con mayor gracia que si por claras palabras explicara el gozo de esta manera: Vencido de gozo el corazón y el deseo, hállome desmayada.349

Es evidente que solamente un ser infinito puede tener gozo completo en sí mismo, por eso el gozo de la Trinidad, que posee en sí a las tres Personas infinitas, y cada una de ellas a las otras, es ilimitado. Es decir, su gozo es perfecto. Por eso la unión máxima posible de los esposos con la Trinidad constituye el acto de amor más perfecto posible y, por ende, trae como consecuencia el placer máximo posible, en esta vida350, un placer y un gozo que se siente en la persona entera, cuerpo y alma: Mi alma ha suspirado hasta desfallecer por los atrios del Señor, mi corazón y mi carne saltan de júbilo por el Dios vivo (Sal 84,3).

En la Biblia, el término utilizado para expresar el gozo que se siente en la presencia de Dios es el verbo agalliáó351 que se traduce por exultar, del latín exsultare (saltar, brincar). La exultación

carne se regocijaron en el Dios vivo, de manera que entendamos por corazón el apetito intelectivo, y por carne, el apetito sensitivo”. S. Th I-II q.69 a.4 Fr. L. DE LEÓN. Cantar de los cantares de Salomón. Capítulo II. Declaración, 5. Obras Completas Castellanas. BAC. Madrid .1951 350 S. TOMÁS Super Sent.,S. Th lib. 1, dist. 1, q. 1, a. 1, co. “Sic dicitur 1 Joan. 4, 16: qui manet in caritate, in Deo manet et Deus in eo. Ad unionem autem maxime convenientis sequitur delectatio summa; et in hoc perficitur nostra felicitas, quam fruitio nominat ex parte sui complementi, magis quam ex parte principii, cum in se includat quamdam delectationem.”. 351 ROSSANO, P., RAVASI, G. GIRLANDA, A Nuevo Diccionario de Teología Bíblica. Ediciones 348 349

91

es más que manifestar alegría, es “salirse de sí” en una explosión de expresividad. Es la analogía que usa Jesús en el diálogo con la Samaritana: El agua que Yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor que salta hasta la vida eterna (Jn 4, 14).

Es el gozo de Juan el Bautista en contacto con la presencia de Jesús: la criatura dio un salto de gozo en mi vientre (Lc 1,44). También la llegada del Emmanuel, el “Dios con nosotros” viene acompañada del anuncio del gozo por su presencia, para toda la humanidad.352 El anuncio de la victoria gloriosa de Cristo es de por si gozoso (una alegría grande), No acaban de creerlo de puro gozo y asombro (Lc 24, 41). Aunque no se trata aún de un gozo pleno; pero es realmente un gozo que se recibe en la esperanza de la posesión de Cristo en la eternidad. En la Ascensión, cuando aparentemente Cristo “desaparece” de la presencia de los apóstoles, Él mismo les asegura que lo verán de nuevo: Vuestro corazón se alegrará y nadie os quitará ya vuestro gozo (Jn 16,22). Y, efectivamente, después de que Cristo ascienda al Padre, ellos regresan a Jerusalén "con gran gozo" (Lc 24,52) El secreto del gozo está en poseer a Dios y que él nos posea: permaneced en Mí y yo en vosotros (Jn 15,4). Esta mutua posesión es de la misma naturaleza de la que el Hijo posee en la Trinidad: Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor (Lc 15,10).

Sólo en la permanencia mutua en Cristo de la sola carne el gozo llega a la plenitud, porque es la participación del gozo intratrinitario: Os he dicho estas cosas para que mi gozo esté en vosotros y vuestro gozo sea pleno (Lc 15,11).

Ya hemos dicho que el amante desea poseer lo que ama, y como Dios ama a los esposos, desea que ambos se integren en su Amor. El anhelo de gozarse de los esposos es imagen del anhelo de la Trinidad de gozarse en ellos. Dios desea que le poseamos, porque la posesión es gozo. El gozo de la Trinidad es completo, pleno, perfecto, imposible de suprimir e imperecedero. El gozo de los discípulos nace de su fecunda comunión de voluntad y de amor con Cristo glorioso, poseen el gozo mismo de Cristo: Digo estas cosas en el mundo, para que tengan mi gozo completo en sí mismos. (Jn 17,13)

Paulinas.1990 352

Lucas 2,10. “vengo a anunciaros una gran alegría que lo será para todo el pueblo:”

92

El gozo pleno es una profunda alegría espiritual infundida por el Espíritu Santo en las personas que son poseídas por Dios, es el mismo Espíritu derramando su gozo en la Trinidad que inhabita el alma. Es tanto el anhelo de la Trinidad de gozarse en nosotros que quiere que nos gocemos en ella no sólo en el alma, sino también en el cuerpo. El amor no sólo mueve a desear gozarse de una forma intelectual, contemplando el objeto de deseo, sino que también va unido al deseo del contacto físico. En el amor conyugal se dan todas estas notas. Así en el Cantar de los Cantares está puestas estas palabras en la boca de los esposos para la vista: Me has enamorado con una sola de tus miradas (Ct 4,9); para el olfato: Tus aromas son mejores que los perfumes (Ct 4,10), para el gusto: Tienes leche y miel debajo de tu lengua (Ct 4, 11), para el Oído: al escucharlo se me escapa el alma (Ct 5, 6b) y por último para el tacto: Ponme la mano izquierda bajo la cabeza y abrázame con la derecha (Ct: 2,6). El Señor no se contenta con que la sola carne le contemple, le escuche, etc…ansía también el “contacto esponsal” y esta ansia se ve colmada en la Eucaristía, donde su Carne se une íntimamente a la carne de los esposos. Es en la Eucaristía donde los esposos “poseen” a Cristo y Cristo les posee a ellos. De modo que nuestra esperanza no es solo espera futura sino posesión ya iniciada de lo que esperamos. 353

María del Sagrado Corazón, la hermana de Santa Teresita de Liseux le escribió una nota en la que le decía: Estás poseída por Dios…pero poseída totalmente…por el Señor.354

El Magníficat de María es una explosión del gozo más pleno que puede contenerse en carne mortal; es un gozo que no puede retener, pues ella posee a Dios en sus mismas entrañas: Mi espíritu se alegra en Dios mi salvador (Lc 1,47)

353

JOSÉ RICO PAVÉS. Los sacramentos de la iniciación cristiana: Introducción teológica a los sacramentos del Bautismo, Confirmación y Eucaristía. Instituto Teológico San Ildefonso.Toledo.2006. Pág.460 “La comunión representa la máxima posesión de Dios aquí en la tierra…porque somos incorporados a Cristo no solo por la gracia sino por la mediación de su cuerpo glorioso y vivificante. La comunión eucarística significa la máxima unión con Cristo y con la Iglesia. La eternidad viene a nosotros, pero viene precisamente a través de la carne gloriosa de Cristo.”

354

T.DE LISEUX. Cit. Obras completas. Carta de Sor María del Sagrado Corazón a Santa Teresa de Liseux 16 de septiembre de 1896.

93

Dice San Agustín que la única felicidad consiste en poseer a Dios” 355 y añade que esa posesión sólo es posible por el amor: Dios se te ofrece como una ganancia; ámalo y lo poseerás, pues no puedes amarlo sin poseerlo. Es verdad que a Dios no lo ves. Ámalo y ya lo posees.356

Esta posesión mutua es tan unitiva que es transformativa. En palabras de San Pablo: ya no soy yo, es Cristo quien vive en mi (Gal 2,20). El Amor transforma al amor. Cuando el amor conyugal se unifica en el Espíritu Santo, se transforma en el Amor esponsal divino con el que ambos esposos se aman y aman a Dios. Cada esposo que ha sido poseído por la Trinidad, se une a esta misma Trinidad que posee al otro, por eso, en su unión el gozo estalla: es la plenitud, porque es la Trinidad misma gozándose de Sí misma en ellos y a través de ellos. Sólo entonces los esposos al amarse pueden decirse en propiedad: Entra en el gozo de Tu Señor. (Mt 25,23)

IV.2.4 Entrega Dios, por no tener partes, cuando se da, se da por entero en toda su infinitud. Por eso, cuando el Padre dice una Palabra; esa Palabra contiene toda su perfección, y tan infinitamente la contiene, que a pesar de que esa Palabra es su Verbo, Su Hijo es todo su Ser. Si Dios Padre al decir lo que es, lo tuviera que hacer en más de una vez, sería porque no tendría capacidad de decirse, en una sola vez, y entonces, Dios no sería perfecto. El Verbo es la Palabra descansada que agota todo el decir divino. Y el Espíritu Santo el desahogo de amor del Padre y del Verbo, al amarse infinitamente como su ser infinito y eterno se merece. Cuando Él se da, por exigencia de su Ser, tiene que darse como Dios; y como Dios no tiene partes, al darse, se da entero, pero cada uno le tenemos según la capacidad que, para llenarnos de Él, le abramos.357

Ya desde el principio al hombre se le reveló el valor del don. Dios, en el Génesis, entregó al hombre todas las riquezas de la Creación358; las entregó para su disfrute, su descanso y su custodia. También se produjo una entrega en la creación misma del hombre y de la mujer: “varón y mujer los creó”, “Él creó”, que en este caso significa, en todo su alcance, que Dios los dio el uno al otro, mutuamente. De modo que, desde el comienzo mismo, el hombre fue dado a otra persona por Dios. Si leemos atentamente el texto del Génesis, hallaremos en él, desde el comienzo mismo, el dar, el donar.359

Se trata de una entrega recíproca en la que ambos se descubren en el otro. La mujer es dada al hombre a fin de que este pueda entenderse a sí mismo como don y, recíprocamente, el hombre S. AGUSTÍN. De beata vita. 4. 33 s. Cit. Obras completas. S. AGUSTÍN Sermón 34. 3.5 (Comentario del Salmo 145,2). Cit. Sermones de San Agustín. 357 T. S. MORENO. La Iglesia y su misterio. Separata “Dios es Amor” 1959. 358 Génesis 1,29 359 S. J. PABLO II. Meditación firmada el 8 de febrero de 1994, impresa en 2006. Acta Apostolicae Sedis 98, n°8. (4.8. 2006). Pág. 623-38 355 356

94

es dado a la mujer para este mismo fin. En la Trinidad divina el Padre se revela en el Hijo y el Hijo le retorna todo al Padre. En la Trinidad, el Padre es todo el Amor entregado, el Hijo es todo el Amor recibido y devuelto al Padre, y la fecundidad de este intercambio es el Espíritu Santo; Amor espirado que les envuelve revelando la plenitud del Amor Trinitario. Lo mismo ocurre exactamente en la comunión de los esposos: el hombre revela a su mujer entregándose a ella, la mujer revela al hombre aceptando la entrega de su esposo, y al restituirse mutuamente esa entrega, su amor les revela la plenitud que se encuentra en ella.360 Junto con la entrega de la creación a Adán hay un encargo. Dios tomó al hombre y lo colocó en el parque del Edén, para que lo cultivara y lo custodiara. (Gn 2,15)

Encomendar es poner bajo la custodia, el amparo o el cuidado. Dice el Papa Francisco que esta encomienda de Dios no se circunscribe a la tierra: « cultivar y custodiar» no comprende sólo la relación entre nosotros y el medio ambiente, entre el hombre y la creación; se refiere también a las relaciones humanas.361

San Juan Pablo II añade: Encomendar significa que Dios desea encomendarte a otra persona, confiando en que eres capaz de recibir el don, que eres capaz de abrazarla con tu corazón, que tienes la capacidad de responderle entregándote a ti mismo como un don. 362

Este “custodiar” lleva implícito que el otro no te pertenece, sino que debe retornar a Dios, quien te lo entrega.363 Así se entienden las palabras del ángel a San José, el custodio por excelencia: No temas tomar contigo a María, tu mujer, porque lo concebido en ella viene del Espíritu Santo (Mt 1,20)

El otro es un don, un don directo que viene de Dios y por lo tanto hay que custodiarlo con el mismo amor que Dios le tiene.

360

CONCILIO VATICANO II. Cit. Documentos del Vaticano II. Gaudium et Spes. Cap. II. 24 “el hombre, única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí mismo, no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás”

FRANCISCO. Audiencia general. (5.6.2013) S. J. PABLO II. Meditación firmada el 8 de febrero de 1994. 363 Ibíd.

361

362

“La persona tiene en si un carácter sagrado que excluye el convertirla en un objeto de uso, por eso cada hombre debe ser un “guardián, un protector de este carácter sagrado y la concomitante dignidad”.

95

Pienso que cada hombre, cualquiera sea su posición en la vida o la vocación de su vida, debe en algún momento hacerse eco de aquellas palabras que escuchara José de Nazaret: lo que significa hacer todo para reconocer ese don que ella (la otra persona) es para ti. 364

La pregunta de Caín ¿Acaso soy el guardián de mi hermano? (Gn 4:9) desvela la pérdida de ese sentido de encomienda que estaba desde el principio en el plan de Dios, a causa del pecado365. El pecado original trajo consigo una “pérdida” de la auto posesión debido a la cual se malversó el valor de la entrega: Hay una profunda relación entre ser para sí mismo y ser para los otros. Solamente alguien que tiene dominio sobre sí mismo puede llegar a ser un don sincero para los demás.366

El hombre puede donarse y recibir el don de la mujer en la medida que su libertad está sujeta a la ley del amor. Si es el amor el que rige sus relaciones, cuando se unen, no solo se dan a sí mismos, sino que se entregan al cuidado el uno del otro con total confianza. El amor esponsal se muestra en la entrega de uno mismo, es el don de la propia persona, eso es lo que se prometen los esposos al formular el consentimiento en el sacramento: “Yo… me entrego a ti…” la plenitud del cumplimiento de la vocación matrimonial es esta entrega sincera. El Amor esponsal les permite donarse el uno al otro y regocijarse con el don mutuo con total sencillez e inocencia, sin miedo a “perderse” en esa entrega. El anhelo de entrega va unido al anhelo de custodiar amorosamente al otro porque esta custodia es la esencia de la vida interior divina: en la Trinidad cada Persona es entrega total de Sí misma y, a la vez, es recepción total de las Otras.367 Las tres Personas divinas se entregan tan plenamente, tan totalmente, que llegan al auto vaciamiento (kénosis, ese “vaciamiento” esa kénosis es “dejar espacio al otro” y es condición básica del amor.

364 365

Ibíd. Y. SEMEN. La sexualidad en Juan Pablo II. Desclée de Brouwer. Bilbao.2006. Pág. 103 “El pecado original, que es al mismo tiempo una monumental ilusión, como todo pecado, consistió en hacer como si el hombre pudiera no depender más que de sí mismo, en rechazar la aceptación de la dependencia y de ver que, en la aceptación de esta dependencia, hay un acto de amor: a través del rechazo de depender se produce una negativa a entregar nuestro amor”

366 367

S. J. PABLO II. Meditación firmada el 8 de febrero de 1994 Y. SEMEN. La sexualidad según Juan Pablo II. Pág. 42. “El intercambio de amor, la entrega mutua de las personas en el matrimonio, precisamente porque está marcado por la experiencia del límite, debe tomarse a partir del arquetipo de la entrega, la entrega –total– de las Personas en la Trinidad divina”

96

En virtud del amor sin límites, la vida íntima de la Trinidad está marcada por la kénosis recíproca de las personas divinas en su mutuo relacionarse .368

La Trinidad está en eterno éxtasis fuera de sí en las tres Personas.369Cada Persona se vacía de sí misma para poder acoger sin límites la totalidad de la Otras, es un perfecto “dejar ser” al Otro que se dona. De esta forma la entrega además de ser don de sí, es apertura al “don” del otro. 370 La entrega total de los esposos, hecha a imagen divina, no se convierte en una apropiación sino en una custodia recíproca ; un vaciarse de “mi” para llenarme de “ti”.371Es necesaria esta “negación” de uno mismo para poder “poseerse”. Sin posesión, hemos dicho, no hay entrega. Entregarse en el Amor esponsal lleva al olvido de sí, a vaciarse de todo lo que no es el otro. Si bien el eros inicialmente es sobre todo vehemente, ascendente —fascinación por la gran promesa de felicidad—, al aproximarse la persona al otro se planteará cada vez menos cuestiones sobre sí misma, para buscar cada vez más la felicidad del otro, se preocupará de él, se entregará y deseará «ser para» el otro. 372

A este tipo de entrega se refiere San Pablo cuando instruye a los esposos en su mutuo amor: Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella (Ef 5,25).

Dice Benedicto XVI: El hombre tampoco (puede) vivir exclusivamente del amor oblativo, descendente. No puede dar únicamente y siempre, también debe recibir. Quien quiere dar amor, debe a su vez recibirlo como don.373

El misterio del amor de entrega de Cristo a su Iglesia se encuentra en el amor que Cristo mismo recibe del Padre: El corazón humano de Cristo se siente saciado plenamente de un amor desbordante, el amor de su Padre, que le envuelve en el Espíritu Santo. Por eso, cuando él se pone a amar, lo hace V.BALTHASAR. El misterio pascual, en J. Feiner – M. Löhrer (dirs.) Mysterium Salutis III, Madrid 1971, 157. 369 Concilio de Florencia (1438-1445). "El Padre está totalmente en el Hijo y totalmente en el Espíritu. El Hijo está totalmente en el Padre y totalmente en el Espíritu. El Espíritu Santo está totalmente en el Padre, totalmente en el Hijo,"

368

370

JÜNGER MOLTMANN. The Work of Love - Creation as kenosis. Polkinghorne. 2001.Capítulo XII. “Desde otro punto de vista, puede decirse que las personas divinas de la Trinidad se hacen habitables unas a otras en su perijóresis mutua, proporcionándose unas a otras espacio vital abierto para su mutua cohabitación”

371

J. MOINGT. Dios que viene al hombre. De la aparición al nacimiento de Dios II/1. Salamanca: Ediciones Sígueme. 2010. Pág. 101-102 “La perfección del don es pura negatividad, un total desprendimiento de sí mismo en provecho del otro, eclipse y retirada para acogerlo sin apropiárselo, exceso sobreabundante de prodigarse”.

372

Deus Caritas est. Ibíd.

373

97

de la misma manera, “hasta el extremo” (Jn 13,1) … Entrar en el corazón de Cristo es entrar en el santuario del amor para experimentar el gozo de un amor inagotable, que impulsa a darse sin medida. 374

Cuando los esposos se entregan plenamente a Dios, reciben el don pleno del Padre en la entrega del Hijo375, son amados de una forma desbordante por la Trinidad y son impulsados por el Amor mismo a donarse sin medida el uno al otro. Es el anhelo de entrega de la Trinidad en ellos que se “vacía” en uno para “llenarse” en el otro. Cada unión esponsal es imagen de la entrega sin límites del amor de Dios, cuyo Ser es la entrega total. El cuerpo del hombre y de la mujer hacen visible lo que es invisible: la donación total de la Trinidad al hombre que será plena comunión de todos en todos al final de los tiempos. Dios se entregará a cada persona humana en tal perfección de. comunión que se entregará del mismo modo a todos y a cada uno. La comunión en Dios permitirá una comunión total de todos y ya no habrá sitio, por tanto, para una comunión sólo interpersonal, que sería en cierto modo demasiado “estrecha” cuando Dios sea “todo en todos (1 Co 15, 28). 376

IV.2.5 Intimidad “El Padre tiene al Hijo dentro de Sí, porque es en Sí y para Sí donde Él y para lo que Él pronuncia su infinita Palabra. El Hijo sale del seno del Padre sin salir, porque el pronunciar del Padre es decirse hacia dentro. Igual que el amarse del Padre y del Hijo es un abrazo hacia dentro, que se dan los dos en la comunicación honda del Espíritu Santo. Y dentro de Sí, el Padre prorrumpe en su Palabra para explicarse a sí mismo su vida infinita; dentro de Sí, el Verbo deletrea toda la sustancia honda de la médula profunda de la subsistencia eterna del Padre; y dentro de Sí, el Padre y el Verbo están abrazados y son abrazo de comunión eterna en el saboreo Hondo del Espíritu Santo y en la comunicación profunda de su vida trinitaria”377

El deseo de intimidad es suscitado por el Amor esponsal. Es el deseo de hacer a otra persona partícipe de la totalidad de la propia vida, de forma que haya una perfecta comprensión mutua entre los que se entregan, un “conocerse”:

374

DEMETRIO FERNÁNDEZ, obispo de Córdoba. Homilía “Permaneced en mi amor” (13.5.2012).

375

J. MOINGT. Dios que viene al hombre. Pág. 51. “Dios, por un acto de amor infinito, se nos da completamente y Cristo, por este mismo don del amor, dona su propia vida y el amor que Dios nos tiene eternamente y el don que Cristo hace de su propia vida son un solo acto de amor y de don; Dios hace a los hombres el don de Jesús, su Hijo, como fuente y totalidad de sus dones”

376 377

Y. SEMEN. La sexualidad según Juan Pablo II. Pág. 143 T.S. MORENO. La Iglesia y su misterio. Separata: “Dios se es para adentro” 1967

98

Solo el amor permite el verdadero conocimiento: la inteligencia, el intus legere, leer dentro, en cuanto que el amor me identifica con el otro me coloca en su lugar, que es justamente lo que origina la “comprensión”, el conocimiento exhaustivo y total. 378

La intimidad perfecta con otra persona es compartir cada aspecto de nuestro ser con esa persona. Requiere apertura total al otro para que pueda introducirse en nuestro corazón, nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestra alma. Ser íntimo implica conocerse plenamente, e intimar el “darse a conocer”. Comprender al amigo significa conocer y entender su interioridad, tener acceso a su intimidad, para captarlo desde dentro, como él realmente es.379

Juan de santo Tomás explica que, solamente pueden abrirse y penetrarse las intimidades de los esposos entre sí, si actúa en ellos la gracia unitiva del Amor esponsal: En virtud de que el amor transforma al amante en el amado, hace que el amante entre en las “interioridades” del amado, y viceversa, y por eso el amor se llama agudo, pues lo propio de lo agudo es llegar cortando a lo íntimo de las cosas.380

La intimidad pone a la persona en su justo valor frente a la otra precisamente por ese conocimiento total que se adquiere en ella. Dice Hildebrand: Si se goza de la intimidad de un ser noble, se siente uno iluminado por el brillo de su valor en una proporción mucho más intensa que cuando uno se reduce a comprender y a honrar de lejos su valor sin poder entrar en comunión más íntima con él. 381

La intimidad es el espejo del verdadero yo y abarca a todas las dimensiones del ser humano física, emocional, intelectual y espiritualmente. La comunión íntima de los esposos enriquece todas las esferas de su amor: la intimidad física proporciona un sentimiento de cercanía y de pertenencia a otro; la emocional, un abanico de reacciones afectivas en la interacción mutua; la intelectual, una compenetración en las convicciones, deseos, pensamientos mutuos y, por último, la intimidad espiritual proporciona la ayuda y la guía para alcanzar juntos la plenitud a la que están llamados. Como la intimidad afecta a todas las esferas de la persona, solamente puede encontrarse de forma plena en la unión esponsal, donde no solamente se manifiesta la unidad de los cuerpos, sino también del espíritu: Se trata de ponerse en su lugar, de meterse dentro de él o conseguir que entre en mí, para sentir lo que siente y entender lo que entiende. 382

CARLOS CARDONA. Metafísica del bien y del mal. EUNSA. Pamplona.1987. Pág. 117. FRANCISCO UGARTE CORCUERA. El arte de la amistad. Rialp. 2014. Pág. 31. 380 JUAN DE SANTO TOMÁS Cursus Theologicus, In II-II, “De caritate”, III Sent., dist. 27, q. 1, art. 1, ad 4. 381 HILDEBRAND. Pureza y virginidad. Pág. 118. 382 F. UGARTE. El arte de la amistad. Pág. 37. 378

379

99

No debe reducirse la intimidad conyugal a la unión sexual porque en una relación esponsal el proceso de descubrir a otra persona íntimamente es interminable. La intimidad es continua novedad en el descubrimiento mutuo, porque el Amor esponsal es riqueza infinita. Aunque en la autorrevelación existe la posibilidad del rechazo, en el anhelo de intimidad subyace la fuerza de superar el miedo a ese rechazo, porque ese anhelo tiene sus raíces en la necesidad de amar y ser amados tal y como somos383. Por eso sin autorrevelación, no hay verdadera intimidad. Según esto, para que exista verdadera intimidad, los esposos deben abrir su propia interioridad al otro, en completa desnudez y sinceridad384. Si alguien ama a una mujer y ella, en vez de corresponderle, le dice que solo tiene la voluntad de amarle, esto es evidentemente un muy triste sucedáneo del amor y aquel siente con razón que la mujer no le entrega su verdadero yo, porque su corazón no le ha hablado.385

Abrir la intimidad implica abrir el corazón. En la esfera afectiva.386 es donde se almacenan los secretos de la vida más individual de la persona, donde se pronuncia su “palabra” más íntima387, donde reside el “yo”. Cuando se logra intimar con otra persona, se consigue conocer su más profunda individualidad, el núcleo más íntimo desde el que la persona se proyecta. La intimidad conyugal está hecha a imagen de la intimidad divina. La Trinidad se conoce y se ama a Sí misma en la medida en que se conocen y se aman a sí mismas y entre sí mismas las tres Personas. Para Edith Stein, la intimidad intratrinitaria es la perijóresis divina: Un movimiento eterno en sí mismo, de un eterno sacar de si partiendo del fondo del ser propio infinito, como la entrega-regalo de yo eterno al tú eterno, un eterno recibirse y darse correspondientes.388 383

. J. RATZINGER. Creación y Pecado. EUNSA. Pamplona. 1992. Pág. 70. “La persona por su intimidad, por ser imagen de Dios, ha sido creada para amar y ser amada”.

JAVIER ESCRIVÁ IVARS. Amor humano y vida cristiana. Textos sobre el amor en el noviazgo y el matrimonio. Ed José Manuel Martín 2016. Sección 16 384

“Se extiende desde las diferencias, incluso discusiones, sobre los detalles de la vida diaria a los instantes en que uno confía los sentimientos más íntimos, aquellos que no compartiría con nadie más. Para que exista esa intimidad, los esposos deben crear conjuntamente un puente de unión profundo −formado por pilares de conocimiento mutuo, de confianza, de dialogo, de generosidad, de respeto, de admiración, de comprensión, de atracción física, de ternura, de sentido del humor, de cercanía, etc.− que es posible cruzar cuando hay dos seres que se desean y se aman incondicionalmente”. 385 386

387 388

HILDEBRAND. Las formas espirituales de la afectividad. Ediciones Encuentro. 2016. ” J.A. MARINA. El laberinto sentimental. Anagrama. Barcelona.1997. Pág. 229 “Los afectos constituyen nuestro núcleo más personal y peculiar, más que el comportarnos o que el repertorio de nuestros conocimientos” HILDEBRAND. La afectividad cristiana. Fax. Madrid.1968. Pág. .121. E. STEIN. Endliches und Ewiges Sein. Versuch eines Aufstiegs zum Sinn des Seins. Edith Steins Werke, II; Herder, Freiburg 1986. (Ser finito y ser eterno. Ensayo de una ascensión al sentido del ser) Pág 325.

100

La apertura interna de esa intimidad se refleja en el hecho de que Dios está completamente presente a sí mismo de una manera clara y transparente: Se capta a Sí mismo espiritualmente o es transparente a sí mismo. 389

Dios se revela, así, como intimidad perfecta. El Amor trinitario por la sola carne lleva a Dios a una apertura total de su Ser en una invitación amorosa de unión íntima a la que los esposos deben responder. La apertura es una intimidad libre, es el espacio interior que uno puede comunicar a los otros sólo si se quiere. Ninguna circunstancia es capa de suprimir esa libertad.390 Por eso para que haya una relación de intimidad, las dos partes tienen que estar de acuerdo y voluntariamente abrirse el uno al otro. 391

Cuando La Trinidad se revela al hombre no necesita salir de sí misma para hacerlo, porque como vimos al explicar la entrega, Dios sale de Sí mismo sin perder su ser y lo hace en su más alto grado. Si no necesita salir de Sí mismo para donarse completamente a nosotros, tampoco necesita salir de Sí mismo para revelar su intimidad e introducir a los esposos en ella. La intimidad trinitaria se ha revelado en una única “Palabra”, en el Hijo, por lo que todos los secretos de esa intimidad deben encontrarse en el Corazón abierto de Cristo: Todas las cosas me han sido entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni nadie conoce al Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”.392

Dice Hildebrand que, por la naturaleza de la verdadera afectividad, algunos sentimientos solo pueden expresarse en un ambiente de intimidad. Se esconden los sentimientos profundos porque no se desea profanarlos porque son demasiado íntimos. Su valor, su carácter íntimo exige que no se muestren delante de espectadores.393

390

Ibíd. Pág. 355. VICTOR FRANKL. El Hombre en busca de sentido. Herder. México .1986 “El reducto íntimo de libertad nunca se pierde”.

391

HILDEBRAND., La esencia del amor, 168.

389

“Sólo mediante la “mutua respuesta” se puede constituir un amor íntimo. De modo que la profundidad del amor dependerá de la cualidad de las intimidades personales que la establecen. “La unión que se anhela, la unión a la que tiende la intención unitiva, sólo se puede realizar en la reciprocidad del amor o, lo que es igual: el amor recíproco es el único camino posible para la unión de dos personas. Mientras la persona amada no corresponda a nuestro amor, no podremos alcanzar jamás la unión anhelada.” 392 393

Mateo 11,27 HILDEBRAND. Cit. El corazón. Pág. 96

101

Los esposos necesitan de un espacio exclusivo y aislado de extraños donde expresarse su amor más íntimo. En la relación entre hombre y mujer existe la esfera totalmente personal que necesita el abrigo protector de la discreción. 394

Dios respeta la intimidad del otro,395 por eso, cuando Dios quiere revelar su intimidad al alma, la lleva al desierto. La llevaré al desierto y le hablaré al corazón. (Os 2,14). Cristo dice vayamos a un lugar aparte (Mc 6,31); es en ese “aparte” donde Jesús abre Su Sagrado Corazón para que fluyan sus sentimientos más íntimos y sean conocidos por los que más ama. Así les revela las heridas infringidas por infidelidad los que le siguen cuando se queda sólo con ellos ¿También vosotros queréis marcharos? (Jn 6,66); y está fuera de Jerusalén cuando la contempla y revela el dolor por haber sido rechazado: Cuando estuvo cerca y vio la ciudad, se puso a llorar por ella (Lc 19,41) y está fuera de Betania cuando llega María angustiada por la muerte de Lázaro, Y Jesús lloró (Jn 11,35). Cristo siempre muestra su intimidad en privado, porque en lo privado se encuentra su relación intimísima con el Padre. Y alejándose un tiro de piedra de ellos oraba: Padre, aleja de mi este cáliz (Lc 22,41). La Trinidad tiene anhelo de intimidad, y por eso se ha preparado un “aposento” donde comunicarse al hombre: Tú, por el contrario, cuando te pongas a orar, entra en tu aposento y, con la puerta cerrada, otra a tu Padre que está en lo oculto; y tu Padre que ve en lo oculto, te recompensará. (Mt 6,6).

En la intimidad de la oración, la Trinidad se revela porque La oración es la expresión de una relación íntima, de una relación de amor.396

La intimidad individual es apertura hacia dentro. La intimidad no se tiene, la persona es intimidad.397 El aposento íntimo entre la Trinidad y la creatura es la inhabitación del alma. Dios siempre es más íntimo a mí mismo que yo mismo, decía San Agustín, Dios es para ti hasta la vida de tu vida.398 La unión esponsal con la Trinidad, de los esposos en Cristo

J. RATZINGER. Jesús de Nazareth. 1, Traducción de Carmen Bas Álvarez. La esfera de los libros.2007. Cap.5 395 LEONARDO POLO Sobre la existencia cristiana. EUNSA. Pamplona. 1997. Pág. 262 “La apertura a la transcendencia divina no es contraria a la intimidad personal humana, sino su condición de posibilidad, pues cuanto más alcanzamos a Dios es penetrando en nuestra propia intimidad. De modo que Dios no solo respeta esa intimidad, sino que es su único garante. Es en el ser personal de Dios donde la persona humana encuentra su intimidad y solamente en ella”.

394

GUILLAUME DERVILLE. Amor y desamor. La pureza liberadora. Rialp. 2015. Pág. 219. L.POLO. La persona humana y su crecimiento. Pág. 156. 398 S. AGUSTÍN. Confesiones. 1. III, cap. 6,11, y 1.X.cap.10. Cit. Confesiones

396 397

102

Es la más alta y la más íntima, esa unidad …no es patrimonio de ningún estado de vida. Ningún estado puede impedir al alma llegar hasta ésta última relación.399

El misterio del anhelo de intimidad de los esposos tiene su fuente en el anhelo de intimidad de la Trinidad, que desea gozarse en sí misma en el “aposento” aparte de la sola carne. 400 La Trinidad está en nosotros y nosotros en ella. Es el misterio de la inhabitación trinitaria que tanto entusiasma a Sor Isabel de la Trinidad: Pensad que estáis en Él, que Él se hace vuestra morada aquí abajo. Y luego, que Él está en vos, que lo poseéis en lo más íntimo de vos misma, que, en cualquier hora del día y de la noche, en toda alegría o prueba, podéis encontrarlo allí, muy cerca, bien adentro.401

IV.2.6 Eternidad El tiempo es la falta de capacidad para vivir la realidad de la vida en un instante. La Eternidad es la capacidad perfecta de abarcar que Dios tiene, la cual encierra en sí toda la posibilidad infinita y realizada que Él es. La eternidad es la capacidad infinita de Dios vivida sin tiempo.402

En el libro del Eclesiastés se pregona que Dios mismo es el que ha puesto en el corazón del hombre el anhelo de eternidad: ha puesto eternidad en su corazón (Ecl 3,11). El hombre nace con un deseo que le supera, porque ansía lo eterno en medio de la finitud de la creación. Como está dentro del tiempo, pensar en la eternidad le crea confusión, porque lo eterno es inmutable y, sin embargo, su vida está sujeta a un continuo cambio. El mundo que nos rodea es efímero, precisamente por eso y porque tenemos un anhelo de eternidad, existe una necesidad de retener todo aquello que amamos sin que esto esté en nuestras manos. Los esposos querrían capturar en un solo instante eterno el goce de su mutuo amor. La necesidad de la entrega total y sin reservas necesita desplegarse en la plenitud de un amor que permanece, siempre nuevo, pero siempre el mismo, por siempre. Esta necesidad de lo eterno, es precisamente la que lleva a los esposos a la transcendencia: Cuanto más auténtico es el amor por el otro, más deja que se entreabra el interrogante sobre su origen y su destino, sobre la posibilidad que tiene de durar para siempre. Así que la experiencia humana del amor tiene en sí un dinamismo que remite más allá de uno mismo; es experiencia de un bien que lleva a salir de sí y a encontrase ante el misterio que envuelve toda la existencia.403

HILDEBRAND. Pureza y virginidad. Pág. 106. “Que Dios nos ama es el secreto más íntimo de cada alma”. HILDEBRAND. El corazón. Pág.16 401 S. ISABEL DE LA TRINIDAD. Carta a M.L.M 24.8.1903. Cit. Obras completas. 402 T. SANCHEZ MORENO. Frutos de oración. Retazos de un diario. Editorial Eco de la Iglesia. Madrid. 1979. Separata: “Eternidad” 403 BENEDICTO XVI. Audiencia general (7.11.2012) 399

400

103

El deseo de eternidad dirige a los esposos a la búsqueda de un amor inmutable que sólo puede ser hallado en Dios. Dios es el mismo, ayer, hoy y siempre.404 San Agustín decía que el amor dirigido al mundo por sí mismo, condena al ser humano a la infelicidad, porque todo bien temporal acaba por desaparecer. Solo la caridad, el Amor por Dios en sí mismo y al prójimo por Dios, puede asegurar la verdadera felicidad en la posesión de un bien que no puede perderse por ser inmutable y eterno405. El único bien inmutable es Dios mismo, por lo tanto, como Dios es Amor, el único amor eterno es el Amor con que Dios ama. Con amor eterno te amo (Jer 31,3). Como Dios amante y Dios amado y Dios amando son eternos, así el Amor no puede dejar de ser en ellos, uno en esencia y eterno en su eternidad. En el libro de Isaías se dice que Dios Amor habita en la eternidad Porque así dice el Altísimo, cuya morada es eterna.: Yo habito en un lugar elevado y santo, pero también con el contrito y humillado, para hacer revivir el espíritu de los humillados y reanimar los corazones contritos (Is 57,15).

Dios habita en la eternidad, pero también en el alma del hombre, lo cual sólo ha sido posible porque la eternidad ha entrado en el tiempo. El hecho de que el Verbo de Dios se hiciera hombre produjo un cambio fundamental en la condición misma del tiempo. Podemos decir que, en Cristo, el tiempo humano se colmó de eternidad. 406

El Hijo, por la encarnación ha sido la puerta de entrada de lo divino en la carne y en esa entrada ha entrado en el tiempo el Amor eterno de la Trinidad. La entrada de la eternidad en el tiempo es el ingreso, en la vida terrena de Jesús, del amor eterno que une al Hijo con el Padre. La eternidad que entra en nosotros es un sumo poder de amor, que quiere guiar toda nuestra vida hasta su última meta, escondida en el misterio del Padre. 407

Gracias a la Encarnación, el hombre y la mujer pueden tener participación en la vida divina, mediante la íntima unión con Cristo por el Bautismo. Jesús afirmó que nos hacía entrega de esa eternidad en la Eucaristía: “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna” (Jn 6, 54). Cristo es la Vida y Cristo es Amor, por lo tanto, al participar en la vida eterna de Cristo, los esposos también participan de la eternidad de su Amor. La eternidad se convierte así en el regalo del Amor esponsal de Dios para la sola carne.

Hebreos 13,8 HANNA ARENDT. El concepto de amor en San Agustín. Ediciones Encuentro. 2001. Pág. 26 406 S. J. PABLO II. Audiencia general (10.12.1997) 407 Ibíd.

404 405

104

Por eso la Trinidad irrumpe en el tiempo, para que, por la mañana del Tercer día, los esposos puedan ser partícipes de lo que ansían: un amor más fuerte que la misma muerte: El amor postula perpetuidad, imposibilidad de destrucción, más aún es grito que pide perpetuidad, pero que no puede darla, es grito irrealizable; exige la eternidad. Ahora podemos comprender lo que significa “resurrección”. Es el amor que es más fuerte que la muerte.408

Por la vida de gracia los esposos pueden purificar su amor conyugal de forma que éste pueda unirse íntimamente, de forma transformante, al Amor esponsal, para que el único bien que quieran los esposos, sea el bien del otro, y ese bien sea el Sumo Bien.409 De esta forma, los apetitos van y vienen, pero el Amor se mantiene firme y presente en el seno de la sola carne. La santificación de los esposos es una obra del Amor esponsal, una obra que, en cuanto divina, contiene en sí la eternidad: He comprendido que todo lo que hace Dios dura para siempre (Ecl 3,14).

La eternidad ha entrado en la sola carne. Ahora la sola carne está llamada a hacer en Cristo el viaje desde el tiempo a la eternidad410. Dice S. Juan Pablo II que, si la eternidad ha entrado en el tiempo, hay que darle al tiempo su valor como vía de unión en el Amor. En el Amor cada instante del tiempo se une a la eternidad, porque el Amor está en ella y no sale de ella. Está presente actuando a través de los esposos y continuará estando presentes en ellos tras su muerte y resurrección. La manera de “preservar” lo que tienen los esposos es dejar que ese Amor transforme todo cuanto piensan y hacen porque Dios contiene en Sí todos los actos de su Amor en un instante eterno. Porque a la manera que toda la inmensidad divina encierra en cada punto toda la grandeza de Dios, que sin tiempo ni límite se dilata por todas partes, así también encierra en cada momento la eternidad a toda la duración y vida de Dios, de suerte que cada instante la posea toda. Por lo cual pide la eternidad que todo pensamiento, toda aprehensión, todo consejo, toda deliberación, todo juicio, toda voluntad, todo decreto, todo amor, todo gozo, toda felicidad,

408 409

J. RATZINGER. Dios y el mundo. Galaxia Gutenberg. Barcelona. 2002. Pág. 263. BENEDICTO XVI. Audiencia general (7.11.2012) “A través del amor, el hombre y la mujer experimentan de manera nueva, el uno gracias al otro, la grandeza y la belleza de la vida y de lo real. Si lo que experimento no es una simple ilusión, si de verdad quiero el bien del otro como camino también hacia mi bien, entonces debo estar dispuesto a descentrarme, a ponerme a su servicio, hasta renunciar a mí mismo. La respuesta a la cuestión sobre el sentido de la experiencia del amor pasa por lo tanto a través de la purificación y la sanación de lo que quiero, requerida por el bien mismo que se quiere para el otro. Se debe ejercitar, entrenar, también corregir, para que ese bien verdaderamente se pueda querer.”

410

S. J. PABLO II. Audiencia general (10.12.1997) La eternidad ha entrado en la vida humana. Ahora la vida humana está llamada a hacer con Cristo el viaje desde el tiempo hasta la eternidad.

105

todo complacimiento, finalmente, todos los actos de entendimiento y voluntad que pudieran caber en Dios por tiempo infinito, hayan estado en Él y estén y estarán en cada momento”.411

Esto mismo comprendió Santa Teresa de Liseux: Comprendí que el amor encerraba en sí todas las vocaciones, que el amor lo era todo, que el amor abarcaba todos los tiempos y lugares…En una palabra ¡que el amor es eterno! Entonces, al borde de mi alegría desbordante exclamé ¡Jesús, amor mío, al fin he encontrado mi vocación! ¡Mi vocación es el amor!.412

La vocación a la que están llamados los esposos es ser imagen del Amor esponsal trinitario y su anhelo de eternidad, en definitiva, tiene su fuente en el anhelo de la Trinidad de abarcarse a Sí misma en la finitud de la sola carne. La eternidad se revela por tanto como la capacidad divina de preservar todo el amor de los esposos en un instante eterno en el que, junto con la Trinidad, se gocen para siempre.

IV.3. La alegría del Esposo En el libro de Isaías se dice: Como un joven se casa con una virgen, así te desposará el que te reconstruye; y como la esposa es la alegría de su esposo, así serás tú la alegría de tu Dios. (Is 62,5). No se puede terminar la revelación del Misterio esponsal Trinitario sin hablar de la Virgen, “la alegría del Esposo”. Ella es la “consumada” en el Amor. La revelación del Misterio esponsal en María inicia con el saludo del ángel Gabriel: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo… No temas, María, porque has hallado gracia delante del Señor (Lc 1, 28-30). El saludo aparece ya en el Antiguo testamento dirigido a la Hija de Sión: Alégrate mucho, hija de Sión; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador (Za 9,9) y en Sofonías: No temas; Sión, no se debiliten tus manos. El Señor está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cantar (So 3,16-17). En el Cantar de los cantares se insta a “las muchachas de Sión” a contemplar la llegada del Rey con la corona de bodas.413 Es la alegría de la llegada del Esposo que viene a morar en su pueblo:

411 412 413

J.E NIEREMBERG. De la hermosura de Dios. Pág.154 S. T DE LISEUX. Obras completas. Manuscrito B. Monte Carmelo. Burgos. 1997. Pág. 261. Cantares 3,11. “Contemplad, muchachas de Sión al rey Salomón con la corona que le ciñó su madre el día de su boda, día de fiesta de su corazón”

106

Canta de júbilo y alégrate, oh hija de Sion; porque he aquí, vengo, y habitaré en medio de ti dice el Señor (Za 2,10).

Por este motivo entre otros, la Lumen Gentium llama a María “Hija excelsa de Sión”.414 S. Juan Pablo II afirma: Como nueva Hija de Sión, María es particularmente idónea para entrar en la alianza esponsal con Dios. Ella puede ofrecer al Señor más y mejor que cualquier miembro del pueblo elegido, un verdadero corazón de Esposa. 415

Se cumple en María la profecía de Isaías: María es la virgen-esposa que responde con fidelidad a la nueva alianza que el Padre va a establecer con la humanidad en la persona de su Hijo. La virginidad es un requisito para los esponsales divinos porque exige la totalidad de la entrega: Puede decirse que este consentimiento suyo para la maternidad es, sobre todo, fruto de la donación total a Dios en la virginidad. María aceptó la elección para Madre del Hijo de Dios guiada por el Amor esponsal, que ‘consagra’ totalmente una persona humana a Dios. En virtud de este amor, María deseaba estar siempre y en todo ‘entregada a Dios, viviendo la virginidad. 416

Es el Amor esponsal quien une a María con la Trinidad. La Virgen está eterna y esencialmente vinculada a Dios. El seno de María es el “aposento” donde la Trinidad se hospeda. María es totalmente transparente a Dios, en alma y cuerpo, en su diálogo sincero y en su entrega plena. Ella es la receptora de la donación especial de las tres divinas Personas: la donación del Padre que engendra, la donación del Hijo como engendrado, y la donación del Espíritu Santo como fuerza engendradora. De esta manera, María puede considerarse “imagen” del Dios-trino: imagen del Hijo, en cuanto Virgen, al recibir y dejarse amar por el Padre; imagen del Padre, fuente de amor vivificante, en su cualidad de Madre y, por último, imagen del Espíritu Santo, en cuanto esposa, como vínculo de amor entre Padre e Hijo y apertura del misterio. Es precisamente esta estrecha relación de Nuestra Señora con el Dios Uno y Trino la que da sentido a todo el misterio de María, siempre teniendo en cuenta que esa unión se hace “por y en Cristo”; la mediación cristológica es absoluta, se cumple en todos y para todos. Cristo es la única puerta de acceso a Dios. Si la redención se realizó en María antes de que el Hijo la llevara a cabo (dogma de la Inmaculada Concepción), de igual modo la esponsalidad de María tuvo lugar antes del Hijo, pero siempre en referencia a Él y por Él.417 414

Lumen Gentium. 55 CONCILIO VATICANO II. Cit. Documentos del Vaticano II

S. J. PABLO II. Audiencia general (1.5.1996) Carta encíclica Redemptoris Mater. (25.3.1987). 39 417 JOSÉ MARÍA DE MIGUEL GONZÁLEZ. La relación filial-esponsal de María con Dios Padre. Universidad Pontificia de Salamanca. Salmanticensis 52.2005. Pág.549.

415

416

107

Aunque la Virgen es conocida en Dios desde toda la eternidad, la unión íntima y única de los “desposorios” del Espíritu Santo y María tuvo lugar en el tiempo, en el momento de su Inmaculada Concepción, en el vientre de su madre, Santa Ana. En esta unión mística y a través de ella, Dios mantuvo a María pura y libre del pecado original. También la llenó de una abundancia de gracia tal que le permitiera un día convertirse en la Madre de Dios por su “matrimonio místico” con la Trinidad. Ella es la "suprema obra” del Espíritu Santo; modelo que revela lo que Él, por la gracia, quiere hacer en los esposos. La relación de María con el Padre como esposa pasa por Jesús: es esposa en atención al Hijo, o sea, por su maternidad divina. Fray Luis de León, no tuvo dificultad en invocar a María como “Virgen, del Padre Esposa”418 La esponsalidad de María con el Padre es “funcional”. María es cooperadora del Padre en la obra de la encarnación y de la redención: el Padre, como Esposo, ofrece a María a su Hijo, pidiendo su asentimiento. 419

La fecundidad “esponsal” del Padre en María, engendra al Verbo por su Mirada en un grado tan pleno de unión, que se hace carne420. El papel de María en la generación del Hijo es totalmente pasivo, todo es acción Trinitaria en ella. La generación biológica en la carne tiene su divino misterio en la generación eterna del Verbo, la carne de María ha sido introducida de un modo sublime en la perijóresis Trinitaria, (cuyo culmen es su Asunción en cuerpo y alma al cielo). Un milagro totalmente extraordinario, Único y, por lo tanto, irrepetible. María se relaciona, a través de su Hijo, con el Padre como Esposa precisamente en el misterio de su maternidad divina. El Espíritu Santo, que desciende sobre la Virgen en la Anunciación, es quien, en la relación trinitaria, expresa en su persona el Amor nupcial de Dios, el Amor "eterno" por María. En aquel momento Él es, de modo particular, Esposo. 421 María responde al anuncio del ángel con el amor de una esposa, capaz de responder y adaptarse de modo perfecto a la elección divina. Por todo ello, desde el tiempo de San Francisco de Asís, la Iglesia llama a la Virgen "Esposa del Espíritu Santo.422 FR. L. DE LEÓN. A nuestra Señora. Cit. Obras Completas. Pág. 1473 A. AMATO, Dios Padre en St. de Fiores – S. Meo (dirs.), Nuevo Diccionario de Mariología. Madrid. 1988. Pág. 610 (“El título de esposa del Padre, se encuentra ya en el s. V en Crisipo y luego en autores como Ruperto de Deutz, Alberto Magno y De Bérulle: María fue escogida para estar ligada al Padre eterno en calidad de esposa, y de este admirable matrimonio el fruto más precioso y más digno es Jesús”) 420 Sobre esto ver Augusto A. Ortega. María y la Trinidad. Su gracia Trinitaria y su maternidad sobre la Iglesia, en EstTrin 10 (1976) Pág. 245 421 Redemptoris Mater. 26. 418

419

"El Espíritu Santo ya ha descendido a Ella, que se ha convertido en su esposa fiel en la anunciación, acogiendo al Verbo de Dios verdadero, prestando ‘el homenaje del entendimiento y de la voluntad " 422

S. J. PABLO II. Audiencia General (2-5-1990)

108

El Espíritu Santo, establece una relación esponsal con María, una relación de amor, que, al ser correspondida por la respuesta que Él mismo inspira423 en María (Fiat), se hace fecunda en su seno. Una vez “cubierta con su sombra” es Él quien, uniendo en Ella al Padre engendrante y al Hijo engendrado, desarrolla al máximo la potencialidad unitiva que empuja a la Madre hacia el Hijo. La Esposa es presentada al Esposo: el Matrimonio místico se consuma en la intimidad424, en María la eternidad entra en el tiempo irrumpiendo en un Amor que es más fuerte que la muerte. Con la respuesta obediente a la llamada de Dios expresada en la total docilidad a la acción del Espíritu, con este gesto totalmente diverso del de Eva, María se convierte, en la historia espiritual de la humanidad, en la nueva Esposa, la nueva Eva.425 En un sentido estricto, María es Esposa de Cristo, como la nueva Eva junto al nuevo Adán. Cristo quiso ser aceptado libremente por María; quiso hacerla partícipe de su ser y en su misión, estableciendo con ella una estrecha comunidad de vida, tarea y destino. La esposa y el esposo forman una indisoluble unidad de cuerpo y alma, una comunidad de vida, de fecundidad, de amor, de cruz y de gozo. Entre Cristo y María hay una predestinación de unión mutua (el nuevo Adán y la nueva Eva), perfecta (no pudo estar más íntimamente unida de lo que estuvo), perpetua (desde toda la eternidad para toda la eternidad) y absoluta (en el sentido de que María es “ser-para-Cristo), entrega total y donación total426. Como Eva cooperaba con Adán en el paraíso, María coopera desde la anunciación, también en la redención, al unir su ofrenda a la de Cristo en el Gólgota y luego, asunta en los cielos, reinando y cooperando con Él en la distribución de las gracias que Él nos mereció, ejerciendo así su maternidad espiritual en las almas. María se ha desposado con Cristo, la verdadera “ayuda adecuada”, uniéndose profundamente a Él y llegando a ser “un solo corazón y una sola alma” 423

Encíclica Dominum et vivificantem (18.5.1986).51 “El Espíritu Santo que dio comienzo en María a la maternidad divina, al mismo tiempo hizo que su corazón fuera perfectamente obediente a aquella auto comunicación de Dios que superaba todo concepto y toda facultad humana”.

424

RATZINGER. Jesús de Nazareth. I. “El seno materno es la expresión más concreta del íntimo entrelazarse de dos existencias”.

425

S. J. PABLO II. Audiencia General (2-5-1990) Pio XII. Bula Ineffabilis, Deus (8.12.1854) y Munificentissimus Deus (1.11.1950). 15 “Desde el siglo II la santísima Virgen es presentada por los santos Padres como nueva Eva estrechamente unida al nuevo Adán. De tal modo la augusta Madre de Dios, misteriosamente unida a Jesucristo desde toda la eternidad con un mismo decreto de predestinación. fue elevada en alma y cuerpo a la gloria celestial, donde resplandece como Reina a la diestra de su Hijo, Rey inmortal de los siglos”

426

109

(Hch 4,32) María es a su vez la Iglesia personificada en su perfección, es su prototipo, por ello encarna como nadie el carácter esponsal de la misma y, más que cualquier alma en gracia, merece ser llamada Esposa de Cristo.427 La unión esponsal entre María y La Trinidad es plena y sin fin, para siempre. María es la locura del Padre, que enamora al Espíritu Santo y que hace exclamar de alegría al Hijo : “Hermana mía, Novia mía”428 porque en lo profundo de su corazón, en lo profundo de su ser, es un oasis de gracia, donde Dios, en su Trinidad, descansa. La historia de amor íntima y santa que anudó María a Dios en Cristo, esa unión esponsal, es el paradigma de la unión de la sola carne con la Trinidad. El Misterio esponsal trinitario no puede ser revelado plenamente a la sola carne sin que ésta la “acoja en su casa”429, para que María le descubra lo que está celosamente guardado en su Inmaculado Corazón430, Misterio, que podemos imaginar compartió con San José.

427

.” Documento de Puebla III. CGEL. Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. 1979. 292 “Según el plan de Dios, en María "todo está referido a Cristo y todo depende de Él" (MC 25). Su existencia entera es una plena comunión con su Hijo. Ella dio su sí a ese designio de amor. Libremente lo aceptó en la anunciación y fue fiel a su palabra hasta el martirio del Gólgota. Fue la fiel acompañante del Señor en todos sus caminos. La maternidad divina la llevó a una entrega total. Fue un don generoso, lúcido y permanente. Anudó una historia de amor a Cristo íntima y santa, única, que culmina en la gloria.” Documento de Puebla III. CGEL. Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. 1979. 292

428 429

Cantares 5,2 Juan 19,27 "Ahí tienes a tu madre” Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa."

430

Lucas 2,19

110

CONCLUSIÓN La intimidad conyugal es el “aposento” donde la Trinidad se ama en su Amor esponsal. Es Dios mismo quien revela este Misterio a los esposos de una forma progresiva, conforme ellos van abriéndose a la gracia. Esta revelación sólo es posible si la sola carne se une a Cristo, porque Él es la Única Palabra, eterna e infinita en la que todo ha sido dicho. “el secreto de Dios es Cristo” (1 Col 2,2c). Dios se conoce a sí mismo en el Hijo y es en el Hijo donde se expresa la nupcialidad intratrinitaria. Su propia humanidad es la imagen plena de este Misterio. En la Encarnación, la naturaleza divina y la naturaleza humana en Jesús se unen de manera nupcial, y en Él, el Misterio, se expresa tanto a la manera divina como a la manera humana431. El Amor esponsal es entrega. En su “soledad”, entendida como la singularidad de un solo Dios, Él necesita darse, salir de Sí, sin salir. La Trinidad por el Verbo encarnado No solo tiene que dar el Amor, sino incluso tiene que crear la respuesta al Amor. En virtud de la palabra tiene que hacer donación de la virtud de la respuesta. No tiene ”tú” alguno en el que perderse, en su soledad tiene que crear la figura recíproca de su Amor. Permite que las tinieblas se introduzcan en sus llamas; hace que el mundo que todavía no le conoce se convierta en su cuerpo; y de la soledad de un cuerpo crea a su esposa.432

La sola carne injertada en Cristo por el Bautismo comienza así su camino nupcial en respuesta al deseo de su Esposo. Es un camino místico con una vía propia purgativa, iluminativa y unitiva. En ese camino, el Espíritu Santo, el amigo del Esposo, irá purificando y embelleciendo a la esposa para presentarla como casta virgen el día de la boda. Durante la vía purgativa, los esposos tienen que llevar una ascesis mutua, para conocer su realidad más íntima y sagrada y despojarse de todo lo que no pertenece a la esencia del Amor esponsal en el que el amor de la sola carne se va transformando por la gracia. El Matrimonio no es sino una cristificación nupcial de la sola carne, su transformación en Cristo; por lo que su amor está llamado a ser reflejo del mismo Amor con el que Cristo ama, el Amor esponsal intratrinitario que se derrama en el vínculo conyugal. Para esto necesita reconducir su amor erótico rechazando voluntariamente todo lo que mancha la pureza esponsal por medio de la castidad y fusionarlo con el amor agápico que le hará salir de sí misma e

431 432

V. BALTHASAR. EL corazón. Capítulo III. Ibíd.

111

impulsarle al Amado. Esta purgación y unión es obra del Espíritu Santo en las almas dóciles de los esposos. La sola carne entra en la vía iluminativa mediante la práctica de las virtudes, teologales y cardinales. Estas virtudes actúan sobre las potencias purificándolas y unificándolas. De esta forma la sola carne se va integrando en sí misma, siguiendo el designio de Dios para ella desde el Génesis. Pero de la vía iluminativa no se sale sin pasar por una noche oscura. Las potencias deben apagarse de toda luz mundana y volver a encenderse con la Luz Divina, de esta forma las virtudes llegan a su máximo desarrollo y será lámparas encendidas que guíen a los esposos hacia la casa del Padre donde se celebra la boda. Ya en la etapa purgativa, pero sobre todo en la iluminativa, la oración conjunta se vuelve clave en todo el camino nupcial. Debe ser una oración donde los esposos “se transparenten” el uno al otro el corazón, con desnudez y confianza. La oración contemplativa es el medio preferente por el que el Misterio del Amor esponsal absoluto se revela, porque la oración es intimidad con Dios y Cristo se revela siempre en la intimidad. Los esposos deben ser una unidad de cuerpo y espíritu para poder penetrar juntos por la Puerta del Corazón de Cristo hasta la alcoba divina. El umbral de la alcoba sólo se cruza unido a Él. La asistencia asidua a los sacramentos inicia esa unión porque la Eucaristía ya permite una entrega oblativa de la esposa y una “posesión” del Misterio, aunque esta aún no es plena. Las dos intimidades, de la sola carne y de la Trinidad, sólo se unen tras los desposorios: promesa del matrimonio místico que se va a celebrar. Durante los desposorios, el Espíritu Santo, no solo culmina la unificación de las potencias y la purificación de la esfera sensual, sino que a través de la pureza que dona al alma de los esposos, simplifica su amor de forma que ya sólo haya un amor, el Amor esponsal y un solo bien al que amar, el Esposo. Entonces la esposa, transformada en Amor, está lista para ser entregada al Esposo. Por el don de la sabiduría, la sola carne puede entender el Amor que el Esposo le prodiga en las Tres Personas divinas y “conocerse” en ese amor. Esto le permite descubrir sus deberes de esposa para con Él. La Trinidad se desposa en ella, en el Hijo, de quien es cuerpo. Todo esto ocurre en el seno mismo de la Trinidad, en su intimidad intratrinitaria. La esposa es introducida en la perijóresis divina, en ese “baile” nupcial eterno entre las tres Personas y ya “habita” en esa intimidad, porque es “habitada” por ella. Los anhelos más íntimos que habían impulsado a los esposos a unirse sacramentalmente son revelados ahora como los anhelos de la Trinidad de amarse en ellos. El gozo de los esposos es 112

conocer como la Trinidad se goza. La plenitud de su intimidad conyugal es que ésta sea partícipe de la intimidad esponsal divina. Aunque esta plenitud aún no es alcanzable, el gozo del “deseo” y la participación “parcial” del Misterio del Amor esponsal absoluto, llevan a los esposos a la exultación más grande que se puede alcanzar en esta vida. Es vivir en un continuo Magnificat a ejemplo de María, la “consumada en el Amor”, Madre espiritual de los esposos y Maestra de la revelación del Misterio Esponsal Trinitario que celosamente guarda en su Inmaculado Corazón para volcarlo en ellos. Con este estudio se ha pretendido dotar nuevas perspectivas de trabajo, útiles en el campo de la ontología trinitaria, la antropología teológica, la fenomenología, la espiritualidad conyugal, y, sobre todo, la Pastoral Matrimonial. Aunque han quedado algunas “notas íntimas” por desarrollar (la complicidad, la exclusividad, la saciedad, etc..), las que sí han podido incluirse se consideran las más representativas de los anhelos esponsales, por lo que, al profundizar en ellas, los esposos podrán descubrir la grandeza de sus deseos y la plenitud que su intimidad conyugal está llamada a alcanzar. De ser así, el esfuerzo realizado en este estudio habrá sido fecundo, AMDG.

113

BIBLIOGRAFÍA FUENTES PRIMARIAS AGUSTÍN, S. Sermones de San Agustín. Tomo II. Joaquín Ibarra. Madrid. 1758. ______. Confesiones. BAC. Madrid.1958 ______. Obras completas de San Agustín. BAC. 1984 BALTHASAR, H.V. El misterio pascual, J. Feiner; M. Löhrer (dirs.) Mysterium Salutis III, Madrid .1971) ______. El corazón del mundo. Ediciones Encuentro. Madrid. 1999. 2 ed. ______. Teodramática II y V. Ediciones Encuentro. Madrid. 1997 ______. Ensayos teológicos 1. Verbum Caro. Ediciones Encuentro. Madrid- 2001. ______. Sólo el amor es digno de fe. Ediciones Sígueme. Salamanca. 2006 ______. Herrlichkeit. Eine theologische Ásterik, Band I, Dritte Auflaje, Einsiedel 1988. (trad. A Meis)” en Teología y vida, vol. XLIX (2008) ______. ¿Nos conoce Jesús? ¿Lo conocemos? Herder. 2012 BENEDICTO XVI. Encíclica Deus caritas est. (25.12.2005) ______. Discurso a la Rota Romana. (27.1.2007) ______. Audiencia general (12.1.2011) y (7.11.2012) CONCILIO VATICANO II. Documentos del Vaticano II (31 ed.). BAC.1976 DE AQUINO, S. T. Summa Theologiae. Opera Ommnoia iussu edita Leonis XII. P.M.v VI-VII. S.C. De propaganda Fide, Romae 1891-1892. DE CLARAVAL, BERNARDO. Sermones sobre el Cantar de los Cantares. Císter de España.1987. DE LA CRUZ, J. Subida al Monte Carmelo. ______. Cántico espiritual. ______. Llama de Amor Viva. ______ . Romance sobre el Evangelio "In principio erat Verbum". DE LA TRINIDAD, S. I. Obras Completas. Editorial Monte Carmelo. 1985 DE LISEUX, S.T. Obras completas. BAC.2017. y Obras completas. Monte Carmelo. Burgos. 1997. FRANCISCO. Audiencia general (5.6.2013) y (2.4.2014); ______. Homilía. (23.6.2014) ______. Exhortación apostólica Amoris laetitia, (19.3.2016) HILDEBRAND, D.V. Pureza y virginidad. Desclée de Bouwer. Bilbao.2 ed..1966. ______. Die Enzyklika “Humanae Vitae” - ein Zeichen des Widerspruchs, Regensburg. 1968 ______ . La afectividad cristiana. Fax. Madrid. 1968 ______ . Heiligkeit und Tüchtigkeit Tugend Heute, Regensburg 1969 ______. Christian marriage directly glorifies God. MANCHESTER, 1991 ______. La esencia del amor. EUNSA. 1998 ______. El corazón: un análisis de la afectividad humana y divina. Madrid. 1997 ______. Cartas para el recuerdo: cuando la muerte nos separe. Madrid. 1999 ______. Las formas espirituales de la afectividad. Ediciones Encuentro. 2016 JUAN PABLO II, S. Audiencia general (14.11.1979), (19.12.1979), (20.2.1980), (5.11.1980), (18.3.1981), (1.12.1982), (4.7.1984), (16.4.1986), (2-5-1990), (1.5.1996), (10.12.1997) y (27.5.1998). ______. Homilía en la Catedral de Ciudad de México. (26.1.1979) ______. Encíclica Redemptor Hominis. (4.3.1979). ______. Exhortación Apostólica Familiaris Consortio (22.11.1981) ______. Exhortación apostólica Reconciliatio et Paenitentia (2.12.1984) ______. Encíclica Dominum et vivificantem (18.5.1986). ______. Encíclica Redemptoris Mater. (25.3.1987).

114

______. Discurso a la Rota Romana. 2002 ______. Meditación firmada el 8 de febrero de 1994, impresa en 2006: Acta Apostolicae Sedis 98, n°8 (4.8. 2006). MARTÍNEZ, L.M. La consumación en la Unidad. Ediciones Studium. Madrid. 1963 OUELLET. M La mujer a la luz de la Trinidad y de María-Iglesia. (15.03.2018) PIEPER. J. Las virtudes fundamentales. Rialp.1988. PONTIFICIUM CONSILIUM DE IUSTITI. Catecismo de la Iglesia Católica. (CIC) 1992 RAHNER, K. Curso fundamental sobre la fe, Herder, Barcelona 1979 RATZINGER, J. Verbis Domini et Apostoli. Revue Benédictine 77. 1967 ______. Creación y Pecado. EUNSA. Pamplona. 1992 ______. Dios y el mundo. Galaxia Gutenberg. Barcelona. 2002 ______. Jesús de Nazareth. 1, Trad. de Carmen Bas Álvarez. La esfera de los libros.2007 SANCHEZ GAMBORINO, A. El matrimonio hebreo. Facultad de Teología S. Vicente Ferrer. 2009 SANCHEZ MORENO, T Frutos de oración. Retazos de un diario. Editorial Eco de la Iglesia. Madrid. 1979. ______. La Iglesia y su misterio. Editorial Eco de la Iglesia.Madrid.1991 ______. El Gran Misterio de Dios. Editorial Eco de la Iglesia. Madrid. 2002 SEMEN, Y. La sexualidad en Juan Pablo II. Desclée de Brouwer. Bilbao.2006 ______. La espiritualidad conyugal según Juan Pablo II. Desclée de Brouwer. Bilbao. 2009. SPEYR, A.V. Teología de los sexos. Ediciones San Juan. 2018. ______. The World of Prayer. Ignatius Press. San Francisco. 1985 ______. Kath. Briefe.Vol.2. 1985 ______. Joahnnes vol. 4. The bird of the church. Ignatius Press. San Francisco. 1994 WEST, C. The love that satisfies. Reflections on eros et agape. Ascensión Press. Pennsylvania.2007 ______. Llena estos corazones. Dios, sexo y el anhelo universal. Sindéresis. 2019 WOJTYLA, K Amor y responsabilidad. Razón y fe. Madrid. 1969 ______. La fe en San Juan de la Cruz. BAC. 1979

FUENTES SECUNDARIAS ABAD IBAÑEZ, J. A.; GARRIDO BONAÑO, M. Iniciación a la liturgia de la Iglesia. Palabra. 1988 ALBACETE, L. God in the Ritz, Atraction to infinity. Crossroad Publishing Company. 2007 AMATO, A. Nuevo Diccionario de Mariología. Madrid. 1988. AMBROSIO. S. De Mysteriis 7. 36-39. ANSELMO, S. Proslogion. Opera omnia. Ed. Schmitt. 1938. ARBIOL, A. Mística fundamental explicada por el glorioso y B. padre S J. de la Cruz. Barcelona 1748. ARENDT, H. El concepto de amor en San Agustín. Ediciones Encuentro. 2001 AVENATTI DE PALUMBO, C; BERTOLINI. A La alegría como signo de la nupcialidad en tensión escatológica: Christophe Lebreton- Edith Stein. Revista Veritas, nº 32. Marzo. 2015 BAÑARES, J.I. La dimensión jurídica intrínseca al matrimonio IUS CANONICUM, XLVII N.93.2007. BELARMINO, R. De sacramento matrimonii, en Id., Disputationes, III, 5, 3. Giuliano. Nápoles 1858,

115

BERNARDO, B. Simbología y tipología di baptismo em Tertuliano e santo Ambrosio, 1988 BUENAVENTURA, S. Itinerario del alma a Dios. BUETTNER, M. HILDEBRAND, H.V. Understanding the Mystery of the Mass. Queenship. 2006. CANTALAMESSA, R Las dos caras del amor: eros y ágape. 1ª med. de cuaresma. (25.3.2011). CARDONA, C. Metafísica del bien y del mal. EUNSA. Pamplona.1987 CONF. EPISCOPAL DE AUSTRIA. YOUCAT. Ediciones Encuentro. Madrid. 2011 CONF. EPISCOPAL ESPAÑOLA. Liber commicus: missale hispano-mozarabicum. Arz. Toledo, 1995 CONF. GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO. Documento de Puebla III. 1979 CHUMNEY. E. The seven festivals of the messiah. Destiny image Publishers. 1994. CONG. INST. DE VIDA CONS. Y SOC. APOSTÓLICAS. Instrucción Verbi Sponsa. (13-5.1999) CRISÓSTOMO, S.J. Segunda instrucción a los catecúmenos CODA.P Donde uno es el otro: tras las huellas de la matriz del amor. C. int. de Literatura, Estética y Teología. “El amado en el amante”. VI 17-19 mayo 2016. U. Cat Argentina. CONGAR, Y. Esprit de l`homme. Esprit de Dieu. Foi Vivante. 1998 DE ANTIOQUÍA, I. Cartas. Fuentes patrísticas 1. Madrid. 1999. DE AVILA. S.J. Obras completas. Nueva edición crítica. B.A.C. Madrid 200-2003. Pág. 972 DE HARO IGLESIAS, M.F. “Virtud/es” en Pacho, E. Burgos. Monte Carmelo.2009. DE JESÚS, S.T. Camino de perfección. ______. Libro de la vida DE KEMPIS. T Imitación de Cristo. DE LEÓN, Fr. L. Dios y su imagen en el hombre. edición de Santiago Orrego. Eunsa. Pamplona:.2008. ______. Obras Completas Castellanas. BAC. Madrid .1951 DE MIGUEL GONZÁLEZ, J.M. La relación filial-esponsal de María con Dios Padre. U. P. de Salamanca. Salmanticensis 52.2005 DEL ESPIRITU SANTO, Fr.J. Cursus IV. Brujas. 1931 DERVILLE, G. Amor y desamor. La pureza liberadora. Rialp. 2015 DE SANTO TOMÁS, J. Cursus Theologicus, In II-II, EFRÉN, S. Himno De Fide XIV, 9 ESCOBAR ILLANES. P.V. Apuntes para una Cristología en tiempos difíciles. U. Iber. México. 1997 ESCRIVÁ IVARS. J. Amor humano y vida cristiana. Ed José Manuel Martín. 2016. FARAONE, J.M. La inhabitación trinitaria según San Juan de la Cruz. Editrice P. Roma 2002 FERNÁNDEZ, D. Homilía “Permaneced en mi amor” (13.5.2012) FRANKL.V El Hombre en busca de sentido. Herder. México .1986 GONZÁLEZ ALIÓ. J.L. La Santísima Trinidad, comunión de personas. Scripta theologica 18 (1986/1). GONZALEZ DE CARDENAL. Dios. Salamanca. 2004

116

GONZALEZ VILLAR, J. Suplemento al Tratado de la sagrada luminaria. Madrid. 1803 GRANADOS, J. Una sola carne en un sólo Espíritu. Pelícano Palabra, Madrid 2014 GREGORIO, S. Homilía para la Fiesta de las luces. ______ . Homilía. 4 sobre los Evangelios HÄRING.B. La ley de Cristo II. Herder. Barcelona. 1968. HILARIO, S. In Matthaeum,13 IRABURU. J.M. Por obra del Espíritu Santo. Gratis Date. Cuadernos A5. Gracia y virtudes. IRENEO. S. Adversus haerejes KATAU, G. Análisis bíblico de la Asunción de María. Revista Apologeticum. Vol. I. N 12. agosto 2018 LAURENTIN, R. Bernadette dissait…. Nevers. Saintgildard .1978. Octubre de 1876. LÉON DUFOUR, X. Dictionary of biblical theology. The Word among us.1995. LÉVINAS. E. Totalidad e infinito. Ensayo sobre la exterioridad. Ediciones Sígueme. 1977 LEWIS, C.S. The Weight of Glory. Harper Collins. 2001. LUBICH, C. Mirar todas las flores. La doctrina espiritual. Ciudad nueva. Buenos aires. 2005 MAASBURG. L. La Madre Teresa de Calcuta: Un retrato personal. Palabra. Madrid. 2012 MACARIO, S. Homilía 34 MARINA, J.A. El laberinto sentimental. Anagrama. Barcelona.1997 MARTÍNEZ. F.G. La salvación viene de los judíos. Palibrio. 2012 MAS ARRONDO, A. Teresa de Jesús en el matrimonio espiritual. Inst. Gran Duque de Alba. 1993. MOINGT., J. Dios que viene al hombre. Sígueme. Salamanca. 2010 MOLTMANN, J. The Work of Love - Creation as kenosis. Polkinghorne. 2001 NIEREMBERG, J.E. De la hermosura de Dios. Madrid. 1879 PHILIPPE, J. La libertad interior. Rialp. .2005. PIO XII. Bula Ineffabilis, Deus (8.12.1854) ______. Encíclica Mystici corporis christi. (29.6.1943) ______. Bula Munificentissimus Deus (1.11.1950). POLO, L. La persona humana y su crecimiento. EUNSA. 1996. _____. Sobre la existencia cristiana. EUNSA. Pamplona. 1997 PRADO, G. Textos inéditos de la liturgia mozárabe. Madrid. 1926. PRIETRO LUCENA, A. El ser comunional de la persona humana. C. de dcho canónico: experto en causas para la declaración de nulidad matrimonial. ISCR Beata Victoria Diez. U.S. Dámaso.2016 REAL ACADEMIA ESPAÑOLA DE LA LENGUA. Diccionario de la lengua española. Espasa.2001 REY BALLESTEROS. J.F. La resurrección del Señor. Cobel ediciones. 2005. RICO PAVÉS. J. Los sacramentos de la iniciación cristiana. Ins.Teológico San Ildefonso.Toledo.2006 RITZER, K. Le Mariage dans les Églises Chrétiennes du ler au Xe Siécle. Lex Orandi. Paris. 1970. ROSSANO, P., RAVASI, G. GIRLANDA, A Nuevo Diccionario de Teología Bíblica. Ediciones Paulinas.1990

117

RUIZ, E. R. Entre erotismo y amor teologal: dimensiones del amor en el Cantar de los cantares. C.Int. Lit., Estética y Teología “El amado en el amante VI, 17-19 mayo 2016. U.Cat. Argentina. SACRO ARZOBISPADO ORTODOXO. Maitines, vísperas y oraciones personales. Guatemala. 2015 STEIN, E. Endliches und Ewiges Sein.. II; Herder, Freiburg 1986. ______. Escritos esenciales. Sal Terrae. Santander. 2003 TETTAMANZI, D. El Hombre imagen de Dios. Secretariado Trinitario. Salamanca. 1978. TOMAS CALDERA, R. Reducción al amor. Metafísica y Persona. Año 1-Enero-junio 2009. UGARTE CORCUERA, F. El arte de la amistad. Rialp. 2014 UNTERMAN, A Żydzi, wiara i życie: Wydaw. Łódzkie.1980. VELADRICH, P.J. Agonía del matrimonio legal. EUNSA. Pamplona. 1984 WILHELMSEN, E. La memoria como potencia del alma en San Juan de la Cruz.1990.

118

ÍNDICE SUMARIO

........................................................................................................................ 2

INTRODUCCIÓN ................................................................................................................ 3 CAPÍTULO I: La comunicación del misterio.................................................................... 6 I.1. El absoluto de Dios ............................................................................................. 6 I.2. La puerta de la alcoba divina ............................................................................ 8 I.3. La llave de la puerta ........................................................................................ 12 I.4. Cruzando el umbral ......................................................................................... 18 I.4.1. El vestido de novia .............................................................................. 22 I.4.2 Las lámparas encendidas .................................................................... 26 I.4.3 Los goznes de la puerta ....................................................................... 30 CAPITULO II: El encuentro con el misterio................................................................... 44 II.1. El anhelo de la novia ...................................................................................... 44 II.2. El amigo del Novio .......................................................................................... 53 II.3. Los desposorios ............................................................................................... 56 CAPITULO III: El misterio esponsal trinitario .............................................................. 61 III.1. El camino a la casa del Padre ...................................................................... 61 III.2. El vínculo ....................................................................................................... 64 III.3. El amor del Esposo por la esposa ................................................................ 69 CAPITULO IV: La entrada en el misterio ...................................................................... 81 IV.1. La alcoba divina ............................................................................................ 81 IV.2. En la intimidad del Amor. ............................................................................ 85 IV.2.1 Compañía.......................................................................................... 86 IV.2.2 Infinitud ............................................................................................ 87 IV.2.3 Gozo .................................................................................................. 90 IV.2.4 Entrega ............................................................................................ .94 IV.2.5 Intimidad........................................................................................... 98 IV.2.6 Eternidad ........................................................................................ 103 IV.3. La alegría del Esposo .................................................................................. 106 CONCLUSIÓN ................................................................................................................. 111 BIBLIOGRAFÍA .............................................................................................................. 114 ÍNDICE ............................................................................................................................. 119 119

Related Documents


More Documents from "Daniel Ag"