Tratado De La Argumentacion.pdf

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CH. PERELMAN y L. OLBRECHTS-TYTECA

TRATADO DELA ARGUMENTACIÓN LA NUEVA RETÓRICA TEI.A.l)llCClÓ� f.SPA�OLA Pf. JUI.IA S.rVfLLA. MU5Jt.)Z

BIBLIOTECA ROMANICA IDSPÁNICA DIRVillM. POR D.Ü!ASO .'\LONSO

· lfl. MANUAi.ES, (.')

1!1\11 lll"lh,·.-\ it,s�I\Nl{",\ lll�P,\Nl(·_.\ EDITORIAL GREDÚS

... L .

. EL PUNTO DE PARTIDA DE LA ARGUMENTACIÓN

de la orgumt11taódn · · ···-------------------····-·Tratado

)20

CAl'{TULO J

EL ACUERDO.

� 15.

LAS PREMISAS DE LA Al\O\JMENTACIÓN

Nuestro análisis de la argumentación se referirá, primero, a lo que sé acepta como punto de partida uc los razonamientos y, tles­ pués .. 3 la manera en que éstos se desart.oJlan. gracias a Uu conjunto di: piocedimientos de enlace y de disociación. flsta división, indü;­ pen,able para la exposición, no debe llevar a cqu/vocos. En efe,10, el desarrollo de la argumentación, as/ como s11 punto de partida, implica la aprobadón tlel auditorio. Dicha conformidad versa ora sobre el contenido de premisas explícitas, ora sobre los enlaces par­ ticulares utilizados, ora sobre la forma ;de servirse de ellos: de un extremo aJ otro, el análisis de la argumentación atafie n lo que se supone admitido por los oyentes. Por otra parte, Ja elección misma de las premisas y su formulación, con las adaptaciones que ontrafla, sólo raro vez están exentas de vaJor argumentativo: se trata de una preparación o un razonamiento que, más que una disposición de los elementos, constituye un primer paso parasu empleo persuasivo. El orador, utilizando las premisas que serán el fundamento dé su construcción, cuent• con la adhesión de los oyenM u las ¡,ropo­ sJciones de partida, pero éstos pueden rechazárseJa, l>kn porgue no aceptan lo que el orador les presenta como adqufrido, bien por-

.... - .. , ·-·- .

qll.C pcrdben el carli¡;tcr unilateral
L.

§ 16. Los hechos y las verdades

121

En este primer capitulo, además de los. acuerdos, nos ocup·arc­ mos
A) LOS TlPOS DE OBJETO DE ACUERDO § )6, Los HECHOS Y LAS VHRDADSS Entre los objetos de acuerdo que pertenecen a lo real, di,tingui­ remos los hechos y las verdades, por una parte, y las presunciones, por otra. No seria posiblé ni estarla conforme con nuestro propósi­ to do.r 1 del hecho, uno.. d�'finición que permitiera, en cualquier mo­ mento y lugar, clasificar tal o cual dato concreto como si fuera un hecho, To
ce qui est commu11 d plusiturs erres �nsan·t.s et p�urrail �ue com· 1mm d tous 1• (lo que es comün a varios seres pensante$ y podría 1cr cormin a iodos). • 1 H, Poi.ncart, La valt!Yr d� la scienrt, I�lrorlucción, p!s. 65.

122

Tralado de la argumencación

Estas últimas palabras nos remiten inmediatamente a lo que hemos llamado el acuerdo del auditorio universal. La manera de definir a dicho auditorio, las· encarnaciones que s,e le roconocen, serán1 . pues, determinantes para decidir lo que, en tal o cual caso, se con­ siderará un hecho y que se destaca por la adhesión del auditorio universal, tan gtande que es inútil reforzarla. Los hechos se sus.1r11en, por lo menos provisionalmente, a la argumentación, es decir, no· se tiene que aumentar ni generalizar \a intensidad de la adhe­ sión, y tal adhesión no necesita de justificación,alguna. Para el individuo, la aceptación del hecho sólo será una r�acción subjetiva ante algo que ,e impone a todos, Desde el punlo de vista atgumentativo, sólo estamos en presen· cla de un hecho si podemos postular respecto a él un acuerdo uni­ versal, no controvertid.o. Pero entone® ningún enuncia¡lo tiene la seguridad de gozar definitivamente de csle estatuto, pues el acuerdo siempre es susceptible de ser cuestionado de nuevo ', y una de las partes en el debate puede negarle la calidad de hecho a lo que aflr. ma el adversario. Por tanto, un· suce10 pierde no�malmente el esta­ tulo de hecho en dos casos: cuando se plantoan dudas en e\ seno del auditorio al que se le presentaba tal hecho y cu1111óo •• amplia dicho auditorio anadiéndole otros miembros, con reconocida apti­ tud para opinar sobre el hecho y que niegan· que .. trate de un hecho. Este segundo proceso entra en juego a partir del momento en que se puede mostrar con eficacia que el auditarla que admi\la el hecho sólo es un auditorio particular, a cuyas Ideas se oponen las de los miembros de un auditorio aumentado. No contamos con ningún criterio que nos pcrmlta, en cualquier circunstancia e Independientemente de la actitud de los oyentes, aflr· mar que algo es un hecho. No obstante, podemos reconocer que existen ciertas condiciones que favorecen este acuerdo, que fa,;lfüan !a defensa de\ hecho contra la desconfianza o la mala v0Jun1ad de 1 Cfr. P.ndman y L, OlbtechU·T)'1cca, Rhltoriqu� n phltosr,phll, pág. 2 (<1Lo­ giquc et rhé1orkjuc»); pág. j¡ (11Ac1c el pct1ont1c llans l'art:11111�nt,11lonn),

i.

{ · , '.:'.·

�:§ 16,

Los hechos y lar verdades

1 23

· u. n ed"Yers ari o; esto oc.une así, principal mente , cuando se di sJ)One d• un acuerdo respecto a las condiciones de la comprobaci ón. Sin embar¡o, en cuanto debamos emplear efecti vamente dicho acuerd o, · : i:i�, encontrarn�( tn plena argumentación. El hecho como pr emisa é· un hecho n�'¡.f:ontroverri do . Pa ra que un:[&iiunelado pierda su estatuto privilegiado basta co11 � pOnerlo en du� Peto, la m,�orla de las veces , el interlocutor, , para com batir t):prcstiglo de lo que se ha admitido como hecllo , oo se contontanÍ con una simple denegación que podóa parecer lisa y Uanamentc rid(cula, sino que. so osfuriará por justificar su ac
124

Tr atado de la argumentación

lo real admi tidos por el auditorio y def enderse co ntra otros· hec·hos que vend rla n 11 co mpetir con ellos dentro de un mismo cootexlo arg umcnta tivc ,. A lo que se llama verdades, le aplica mos lodo Jo que acabamos Íle ind ica r sobre los he.'iios , En gen era l, se habla do hech os cuando se nl ud e a obj etos. de ac ucnJo precisos. limitad.o�; i:-n cambio, se desig nará preferentemente oon e! nom bre ¡le verdades lo• ,i,i.m-.� más •ompl ej os , rel ati vos a lo, onlace.i ert tre hec hos, ya se trate .de teorías ci em/fícas o de conccpcl on c:s filo sóficas o religiosa.1 quo tras­ c.\cnden la expe.rlenda . Aunq ue, ,a mo sefin la . Plaget, los datos psicológicos conoci­ dos act ualrne rtt< no permi ten siquiera imag ina r que ,ca posible ni· canzar he<:hos ai•ladoo 1 , la dlstíncíón en1 re hechos y verdades nos parece oportu na y legitima para nues tro propóslto, porque cor res· pande al uso habitual de la ª'll'lmen\ ación que descansa, ora en hech os , ora en sistemas de alc ance más gen eral . Pero , no nos gusta­ rla :anjar, de un a vez por todas, •I probl ema mosó[íco de las rela­ cio nes entre hechos y verdades·: cota.1 relacio nes caracterizan con• cepci on es de audltotlos di ferentes , Para unos, el hecho se opone a la verdad le órlca éomo . el contingente a lo necesario: para otros, com o lo real a lo esquemát ico , También se puede co pceblr la rcla · i:i ón de tai forma que el en unciado de un . hecho aea una verdad y que toda ve rd ad enunci e un hecho. Cu ando una primacía de hechos o de verdades ornan& de la ma­ nera on que se conciben sus reh1clones r.ecl procas, no se pueden utilizar exactamen te de ig ual manera hechos y verdades �orno pun­ to de panida de la a,g umcntación , Se supone que solamente uno de ellos di,fru ta pl en amen te
en la práctica di ari a, hechos y sistemas, pueden m tchidos en cuen­ ta i�d iferent eme 111e, com o punta de partíd a de la arg umentación . 1 J . Pi age1 , Tr11ili de logi.quE, pág. 30,

§ 11.

Los presuncio nes

1 25

La mayoría de las veces, .se ut iliza n hl.!'d1us y vcrllaúl.!s {teorias científicas, verdades rcligiosa.s , por ejemplo) ..:omo objclos c.lt: acuerdo . distintos, pero e1nrc los cuales existen nexos que pcrmilcn }a truns­ ferencia d1d acuerdo: la certc1.a del . hecho A, combinado con la crc�mcia tn el sistema S, if9,plice lo. ccrte1.a de\ hecho D, es decir, admilir e1 hecho A, má� lb 1 eoría S 1 su1mnc acc ptnr 8 . E n Juga"r d t: aQmit irse como un nexo seguro, In reladón entre A y D sólo puede ser probable; se aceptará que la aparidon del hecho A supo ne, con cierta probabilidad, la aparición de B. Cuan­


§ 17.

Las

l'RESUNCJONES

Además de los hechos y las verdade,, lodos los auditorios admi­ ten las presu nciones, las cu ales goun también del acuerdo univer.. � G. 1'. KnetllOl'lc, ulnductian nnd P1obabili1r,1, en Prorer
126

Tratll;do de la irrgument,.c/ón

sal . Sin embargo,. la adhesión a las presunciones no es extrema, se espera que otros clt:mcntos la refuercen , en un momento dado. Habitualmente, quienes aceptan la praunción cucnlan incluso con este rc(onnmicnto. Una argumentación previa puede tratar de establecer que exiilen ciertas presunciones, lo mismo que u na argumentación puede pre� tender mostrar que se está en presencia de un hecho. Pero, dado que las presunciones, por naturaleza, están sujetas a un refuerzo exterior, parece que, en este: punto, debemos destacar un matiz. im­ portante: mientras que la ju,tificación de un hecho siempre corre el riesgo de ver reducido su estat uto, no sucede lo mismo en lo que atnnc a las presunciones; para comervar el eslatuto no es nece. sarlo separa;los de uno posible argumentación previa. No obstante, cri la mayorla dC los casos, se B.dmitcn, de entra.da, las prcsuneio- · nes, como punto de partida de las argumentaciones. Ve�mos intlu� so que algunas pueden imponeroo a auditorios vinculados entre ,i por convenios. Ei uso de las presunciones conduce a enunciados cuya veroslmi. lltud no deriva en absoluto de un cálculo aplicado a datos de hecho y no podrln proceder de semejante cálculo, aun cua_ndo cst� perfec­ cionado . Por supuesto, las fronteras cnlre ta probabilidad cakula� ble -al menos en principio- y la verosimilitud pueden variar ••· gún las oonccpcloncs filosóficas. Pero, para llevar los enunciados que resul\en de presunciones a lo, enunciados de probabilidad cal­ culable, ¡cda. preciso modi fü:ar, en todo caso, In íormuleción y el alcance argumcnrativo, Citemos algunas presunciones de uso co­ rriente: la pmunción de que la calidad de un acto rnnnlfiesta la de la persona que lo ha presentado; la presunción de credulidad natural que hace que nue:stro primer movimiento sea acephir como verdadero lo qtte se nos dice, y que se admi1a también por mucho tiempo y en la medida en que no tenemos razó n para descon íiar; la p¡esunción de inlcr1'l, según la cual concluimos que ,e supone que nos interesa todo enunciado. que llegue n nucs1ro conocimiento¡ prC$cUnci6n rela(i\lU al carácter $C0Sftl0 de toda acción humana.

ta

§ 17c'

Las presunciones

127

En cada ca'So concrelo, les presuncioni:s están vinculadas a lo · normal y a lo verosimil. Una presunción má• general que todas a siguiente: para cada categoría de las que hemos mencionado es l

hechos Y principalmente, para cada categoría de·cornpoctamíentos, i hay un aspecto considerado nonnal; el cual puede servir de base a. os r azonamientos. La existtn,la misma de este nexo entre las l presunciones y lo nocmal constituye una pn:sunción general. admhi­

l2&

Tratado de Ja argumentación Conm c�1radt:Ílsticu de una públación (en el sentido ampclio
la palabra )' ·cuah.:squl!!ra qul sean los clcmcntO!i, <mimado!> o ina1\l­ matlos, obji.!'tós o ..:omporlanüento.s), cabe selialur que' lu m<Jdo, más que la tJll'!dia, es la. que domina 1,;íertam1:mte en LOd.ls las _pré:s_u ndo­ Jh:S fundumc.nludas en lo habitual; la em:on1raLttos tomo punto de i.:nmpnra-dón en lus apreci�done$ de grande y pequeño; la hallamos en !a bn:ie, 1an10 de lodos los razonan.1tentos sobre el !.'.ompot'ta­

da por todos los audJtorios. Se cr"", hasta que se pruebe lo contra­ rio,- que o normal es lo que se produzca o se hay a ¡1roductd�. l o más bien que lo normal es una base con la que podernos contar 5 en nuestros ·razonamientos • ¿Corresponde esta bes.e a una rcprc. sentación ·definible en términos de distrfüución estática di: freci1en-.

fühlung, y que los oradores utítir. an con bastante frecuencia cuando suplican al auditorio que se ponga en el lugar de sus protegidos.

cía? No, sin duda alguna. Y es una
de caraclerisltcas dctt.nninadas dé distribud6n estadJsricn, no e:itá

o

a hablar de presunciones y no do probabilidad calculada. T do Jo

más, •• puede afirmar que, gros.so modo, la idea que tenernos de . 1 0 normal. en nuestros razonamientos -:-fuera de los casos en los

que se practica efectivamente el cálculo de las frocuencias y en \os que ,e elimina la idea habitual. de lo normal ¡,ara dejar sitio a In de éáracterlstícas de una di&lribuclón- , oscila entre diferentes as• pecto,. Sirviéndonos
poctos, diremos que, casi siempre, la noción de «normal» engloba, al mismo tiempo y de fonna diversamente acentuada, según los ca.sos, Ins ideas de media, d:. rnodi\ y también de parte más o menos extendida de una dlstribución. luí, cuando so trata de la capacidad que se le exige a un chófer, lo normal es todo lo que sobrepasa

un mlnimo; cuando se refiere a la vcloddad de un coche que ha pillado a un peatón, es todo lo que es -inferi or a un máximo.- En

otros casos, · 1a atención :iC centra en- toda .ta parte central de la curva de distribución y lo normal se opone a lo excepcional: ;i lma· i

· Iinarnos una distr bución binomial, lo normal aludirla, la mayoría de l as veces, a la moda con cierto margen en ambas sentidos,

) Cfr.

r,

Go1w::lh, 11La no1iQn ou normab,, en Dlalec1ic'a, l,

pág.s.

24.l·2Sl.

mi-cnto. como de las presunciones que pueden JustH?car la Ein­

Si la presunción basada en lo normal no puede llevarse .más que raramente a una evalua�ión de frecuencias y a \n ulilizadón de más adarar la noción usual de lo normal mostrando que depen­ de siempre del srupo de referencia, es decir de la cateijoría lotal las presunciones fundamentales tn lo nor, mal ·implican un acuerda con ·respoctu a dicho grupo de referencia. En la 111ayoría de !os casos, este grupo es eminentemente incsta­ blC. En efecto, si ciertos individuos se aJ�jan con su comportnmicn10 de lo que se cslima normal, su conduc\a puede modific.u.r lo nor­ mal (es\adislicamente, puede alterar la media). Pero, si el individuo se aparto más allá de ciertos limites, lo expulsarán del grupo y, d,:¡;ue ese momento, se cambiará el grupo de referencia. Al indivi­ duo, se lo considerará loco� excluido de ía comunidad, o demasia­ do mal edut:ado para formar parte de los grupos que frecuenta la

gente de bien. Citemos un proccilimlcnto que nos parece que esla basado en semejante �xclusión: Vous, mrm.r/eur , dit Blach, tn Je tourna11t ver,r M. d'Argencourt ·

a qui on i'a11ai1 trommé en mémc ·,emps 4ae tes uu1res per.wnnes, 11u11s érc-s ,wtuinement drtyfusard: a f'l!Jr.anget tout Je mondé l't!sl,

§ t7.

Lus pre:mm:io11e�·

-----

1 29

C'est une uf/aire qui ne regardt! qru: lt!s Frwiruis cnlll' t'!IX, 11 't·:. f · ce pas'I rJpondil M. el 'A rlJCm:uurt (ffl't: n:ue i11soler1ú' /Mtlii:11/il!ri! aui cúnsls1e Q prBtt!r a l'ü1rcrlon.ac1u m,d qµi11i111i 1111 'cm .Htil u1u11i· Jesteme11( qu 'if ne parraJ!,e pás, µ!lisq1t 'il 11it'llf d'\·11 ,Jnwun• w1,• oppanle. 6 • '(-Usted, &el\or -dijo ntoch, volviinUose hacia M. d'Ars1.:ncourl, a quien había iido prcscmádo ni mismo t iempn qm: a il1S
vo!. · Vll, p;l,s. 35.

rrarado de (a ur1:;um1.mtudón ¡ JO -----------·

En general . to se vale dé circunstandas atenuanti:s, sugiere el cambio de grupo de n.: ferencia¡ d comportamiento supuesto, el que servirá de criterio para juzgar al nCl'5a
F. l lri}'ll:,

Tlu: NUIUfi!

uf Jhe

unfYC!fSC,

pég. 90.

§ 1 8.

los Po/Ores

131

ció u juridlca ;islcnda de �tos g rupo.s. \ S.c crl!e que d ·..u.:Jt:rdo bltliat.Jo en la pl'ch'um:ió n de lo no rnwl es váHdo para el audilorio univer.�al con el mi smo tit u lo qu e el act11,;r ­ do sobre los hechos i.:omprobndos )' las vcrJadcs . CoJt frec ucn ei.i , i lamhién r csuHa di f cJl di scern i r dicho acui.:rd o d1.:t qut! ul ud t n los hecho:;. · L os hechos suput.:!.l os ap3. rt;en, Cll un mome:01 0 t.i.. Hfo , 1 ra­ lm.los como equi váicntes a hecho.s· observados¡ y pu cr el cuol lo nonnl;l.! lll!ga a coincid ir c()n ul g.o (m i­ co , que sólo ha sucedido una vez y que nunc'll más ocurri rá , C• be sehnlar q ue precisando cada vez más las contlidones que deben cuin -·

plir los miembros del gru po de refer enda, se podda co nseguir , efe<· tiVamente, reducirlo a un único in di vi duo . No obstan te , i nd us o en.. tunees, no s:c conf unden la pr esun ción re\s1 iva a Ja cond ucra de este indi viduo y su cond ucta r i;al , y el ext ra ño salto · en t-11 e.s1 ió11 , el cual per mi1e razonar sobre los hechos sup uesios de !a ni i, 111a rnancra q ue sobre l os hechos ob�crva
§ 1 8.

aún 1;ubsb;1 ir8. .

Lo, v1'LOR "'

Junt o a los hechos, las verdade.s y las presu nci ones , caracl eri za­ da.s por el asenti mi ento del auditorio universal , hay q ue dej ur sitío , en nue.sl ro inven,ario , a obíct o.s de acuerdo a propósit o de los· c ua� les sólo se aspira a la adhc,i6n de gr npos particu lares: son Jo, va lo­ res, las j erarquías y los lugares de lo pre feribl e. Es1ar de acuerdo con resp eci o' a un valor es admiti r que un ob ­ jeto, un' si:r o un ideal debe cjctc,·er sobre la acción y lus tlispos id o ­ ncs a la acción un e: i,:¡ íluencia concreta , de ! u cuul puetle Vi.l lt!r! i t: en una argumcntaciQn. sin que se piense em pero que cslt punt o · _

de vi srn se Imponga · a i oúo ti m undo . La exi s.lcncfa rJc ·J ns valor �,

1 32

Trü/aóo de Ju urgilmemaciú,r

como obj t!'to!i de ac uerdo que po:i jbilita n una co munión t:ntrc for­ rnas punkul a res de UL1 uar , est á vinculac..la a la idcn �e maJtiplicidu
· r.. ./

{Y da do q�e las ac.cioncs de la vi da no toleran con fr ccuencill 11i111:Lún ·p! ;tzo , es una verdad muy cierta que, micntra.s no e-s1e en nuestro pcjde r dlsUn¡uir las opini on e¡ m� verdaderas, debemos se­ gu ir las 11111. s pro�btes; [,.,) Y. en lo .suce.,lvo, consld eraMu no du· dO$as, en cua nto que aluden a la práctjca1 Sl1to . inuy verdaderas y mu y ,icr1us , ya que }a raz.ón que n.o.s ha deter minado· a seguirlas �I! ha lla en In misma llnca). En es ta máxima, Ucsca rtes dcslaca el carácler al mismo tiempo pre� cario e indi spe ns able de los va lores . Al ude a opiniones probables, pero, en rea lidad, se trata .d e una opció1t sobre lo que llamarlnmos hoy valorllS . En efect o, Jo que Descartes califica de r•z6n muy ver­ dad era y mu r cier l a , es, en espera de la certoia filo, ó ílca, el valor apa rcniemenie In cu es tionable q ue se le alribu yc a una co nducta efica,. Los ,• aiores Joter vienen , en un momen to dado , en todas Jas ar. gu mentac iones . En los razonam ienlos de ca rácl er cien1ifíco, 110 se empican, po r lo general, al principi o de ta formación de los concep­ l n s y tic las regl as qui: constituyen el sis1erna en cues1i6n ni al final

� 18.

ll3

Los \1aforcs f

<.h:I razonamiento , tlad.o c u\! \!s1e indica el v,:1 \or >), tam bién1 cuando se ! rata de un valor, poucmos desealificarlo, subordinarlo a otros e inte rpretarlo, pero nunca rccha2ar en bloque todos los valore>: estaríamos, i:ntonc:es, eri e! campo de la fuerza y no en et de la discusión. El gángster que da pdoridad a su scgurid.1d personal puede hacerlo sin explieación alguna, si se limita al campo �e la acción . . Sin embargo, el\ cuanto quiera justificar esta primacla. anle los de-· mas o an te sí mÍsnib/ ' di::berá reconocer los demás valores que se le :oponen para poder combalirlos , En este sentido, los valores son comparables a los hechos: desde el momento en que uno de los interlocutores los plantea, hay que argumentar para librarse de ellos, so pena de rehuso.r la conversación Y 1 por lo general, el argumento implicará la aceptación de otros valores. Nuestra concepción, · gue entiende par valores los objetos de acuerdo que no aspiran a la adhesión úel auditori o universal, se enfrenta a diversas objeciones. ¡No descuida , en i>l:ne ricio de esta distinción, ot ras diferencias más esenciales? ¿No puede contentarse con afirmar que los hechos y las verdades expresan lo real mientras que los valores conciernon a una actitud con lo real1 Pero si tal actltud fuera universal, no se la distinguirla de las verdades. Sólo su aspect il no u niversal pcr· mite conc1:ú1:rie un estat\llo particular. En dr.:cto, resulto. tli fícil cíccr que cri terios puramente formales puedan tcnerlie tn cuenta. Pui:s,

1 34 Tratado de- la argumentación ------------

se puede comprender que un mismo enunciado , según el lugar que ocupe en tl d\5cur�o, según lo qüc anuncie, niegue o corrija, es rchni vo n l o que, cornUnmente, se considera hecho o valor. Por olra parte, el cs\atuto de los enunciados .:voJuclonn: los valores. , inserta
§ 19.

Ya/ores ahstriittos y 11alores com..·rews

llama Dupréel; son ut!liiables ante iodos los nuui1orios:·los vator<s patlituhucs .siempre pueden estar ré :lacionaarücular anie el valer univl!rsu.l al que Uct�rmina. Por tanto, en la medida en que lÜ$ valores son imprecisos, Cs.rns se presentan como universales y aspiran a un estaluto scrnejan!e á.l de los hechos.; en l¡o. rotdida en que son predsos, los lfalores aparecen simplemente conformes a las atiPiracioncs de ciertos grnA pos particulares, Su papel consist e, pues, tn justificar las opciones sobre las cualeti no hay acuerdo unánime ,nserLándólas. en una espe­ cie de campo va1;ío1 pero en el que reina un m;uerd.o más amplio. Aunque rea\ixado respecto a una forma va cía, éste rn:, car�ce por ello de una si&nificación considerable: maniflest• qu• se eslá decidi­ do a sobrepasar los. acuerdos particulares, al menos esa cs. ta -imen­ t\6n, y que se reeono� la importancia que se debe atribuir al acuer­ do universal que e>to¡ valores dejan realizar.

§ 19,

VAJ.OP.11$ ""STRACTOS Y VAl.OR6S CONCRETOS

La argumentación sobre · los valores necesita una distlncj611 -que estimarnos fundamental y qut se. ha olvi dado eu demasiadéls ocasiones- entre valore, ab�ttactos, como la. jusdcía O la veraci­ dad, y concretos, como Franela o la igle.da. �¡ valor concreto Cli et" que se atrlbuye a un ser vi vi ente, a un grupo determinado, a _ un objeto panicular, cuando se los examina dentro de su unicidad. La valoración de lo Concrete y el valor dado a lo unico están estre­ chamente vinculados e11f-r< : sí: desvelar e! carácter únlCo de o.lsq i;s valorizarl o por el hecho_ mismo. Los escrit-0ri:s románticos -al re­ velarnos el caráct�r único de cierlo.s sr:res, de ,i ertos grupos, cle de:rtos momentos históricos- provocaron, incluso en el pcmami
-- ---· --- . ....,-,,·-·-· ··

136

Tratado de la argumentación

que .., destaca por el emlneute Jugar otorgado a la persona huma• na, valor concreto por excelcntia. Aun cuando la moral occidenlal, en la modida en que se inspira en tonceJ)cioncs grecorromanas, atribuye, sobre todo,· valor a la obscrvació� de reglas válidas para todos y en cualquier circunstan• cia, exisrcn eomportamlentos.y virtudes que sólo pueden con�birso con rclaclón a valores concretos, A esra cla,e penenecen las nodo· nes de compromiso, fldel/dad, lealtad, solidaridad, disciplina. Asi­ mismo, lo, cinco deberes de obligación universal de Confucio 1• -entre gobernantes y ¡obcrnatlos, padre e hijo, marido y mujec, hermano mayor y hermano menor y entre amigos- son la expre­ sión de la imporlancia concedida a las relacione, pcnonalcs entns seres que conslituyén, entre si, valoru concretos. · De hec;ho, sean cuales sean los valores dominantes e; un medio cultural, la vida del csp!ritu no puede evitar apoyanie tanto en valo· res abmactos como en valores concretos, Pacece .que siempre ha habido personas que den más imponanc!a a unos que a otros; qui­ constituyan famílias propias del carácter, Bn todo caso, ten­ drían como rasgo distintivo, no el hecho de i¡norar por completo los valores de una clase, sino el d( subordinarlos. � los de otra. �e opondrá a Era.smo que prefiere una paz conjunta a una guerra justa, aquel que prefiera antes que la amistad de Platón el valor abstracto de la verdad. l..a argumentación se basa, sesún las circunstancias, ora en los valores abstractos, ora en los valores concretos; a· veces, resulta dificil percibir el papel que dt:sempellan unos u orros. Cuando se afirma que los hombres son iguales porque son hijos de 1Ul mismo Dios, parece que esta idea se sustenta en un valor concreto para llegar a uno abstracto, el de la· l¡¡,¡aldad; pero, tambíin se podria

w

u, Kou. t-lon_¡ Mina Y Jil'ancb Borrey, Le r(ltkhlsmt de Col\fudw. pág. 69, te· gún el 7'clloimg-)'i;»m8", cap, XX, § 7 (O, Pauthler, CQf\(llc:,W$ e.r Me-rrdus. p4¡. 8.'l}. Véue 1amb{tr. el Hsf6o Xir,g [rfd:icd dt ta piedad }1!1afl, • ..s«cred book.r tM E�1. vol. 111 1 traducido pór J. l,cgge, e.specfahnente In pA¡. �2 .

§ 19.

Valore., abstrae/os y valores concretos

137

decir que sólO se trata, en ésle caso1 del valor abstracto que se . ·expresa recurriendo, por anafogfa, a una relación concreta; a pesar del empico de porque, el punto de partida se encontrada en el valor abstracto. En ninguna pane se observa ·mejor este vaivén del valor concre­ to al abstracto y vlce\,l'.1;:rss. que en los razonrunic_ntos relativos a Dios, considerado, al mismo tiempo, valor abstracto absoluto y Ser per­ fecto. ¿Dío, es perfecto por ser la encarnación de todos los valores abstractos? ¿Una cualidad equivale a perfección pOfqUe ciert.. con­ ccpdonc:s de Djog permiten con�edérsela7 En esta materia, entraña gran dificullad determinar una prioridad cualquiera. Las Posiciones contradictorias de Leibniz, a este respecto, resultan muy ínstructi .. vas. Leibnit sabe que Dios es perfecto, pero le gustarla que esta perfección fuera justilicable y que todo lo que Dios decidiera no fuera bueno linlcamente porque Dios io ha hecho 11• La universali­ dad del principio de la razón suficiente exige que exista una razón suficiente, una conformidad con una regla, que justifique la elec­ ción divina. !'ero, por el contrario, lli crcencla en la perfección dlvi-· na precede a toda prueba que Leibniz pudiera proporcionar y cons­ tituye el punto. de panida de su teología. En un gran número de pensadores, Dios es el modelo que se debe seguir, cri cualquier ma­ teria. Por 60, Kcnneth Burkc ha suministrado una lista muy am­ plia de todo, los valores abstractos que han encontrado su funda­ mento en el Ser pcrfCcto 11. Diversas Ideologías que no querían reconocer en Dios al funda­ mento de todos los valores se han visto obligadas a. emplear nocio­ nes de otro orden, como el Estado o la humanidad, nociones que también pueden concebirse, bien corno valores concreto, del 1ipo de la pcrsona 1 blen como el resultado de razonamientos basados en valores abstractos.

11 l.cibnít, Disro14r,1 dt mé111phftique. 11, cd. Ocrtuudc, vol. 4, p�g. 427, • 11 Ktnoc1h Burkt, A ,Rheluri,· uf motives, págs, 299,300.

138

TroltJdo -----

de fa urgumcntación

Un..1 misma realidad (un gn1po social, por tjcmplo) .será trata�
!f!.l'

vetlus au ¡>euplt,

tsólo hay que alabar a lltt héroe para ensenar sus vírrndcs al pueblo, par.a. lncitarlo a que las Imite), " Ari�tó1ck�. Tdpicos, \ \l)a. 1 • 'J•·én.:h)n. Dialugucs sur l'éfoqutnct:, tJ. Ll:lrel, t. X.XI, pág�. 24-25.

§ 20.

(.,u:r j11rarqur'us

1 39

TaJ vei. la nece!iiclad de apoya se en vaforcs ubs1 r�c1v� cs1C vin. culada esi.:m:ial_cw:111� al cambio . Es.los Vülorcs muni l°i.!.)l arían un es� píri tu revolucionario. Hemos vislo la i111porti:1.ncia qué h).s chiuos concedían a loS valor<:.s concretos, la i.:ual estaría cu función del it1movllismo de China . Los vnlores abst o:1,c los pt1edcn servir íáCiJmenle a la crilka 1 ya que no tienen la acepción dt personas· y parcct:n proparcio11arle criterios a quien quit:ta modificnr el' orden cstilblÚ·ido. Por Una parte, micntrus no se desee un ·cambio, no hay njnguna razón para plantear iucornpat ibilit.ladcs , Ahora bien, los V!!lorcs concretos siem­ pre pueden armonizar�; puesto que Jo concreto existe, es posible y realiza cierta armonia , · Por el com rurio , Jos valores abstractos, llevados al extremo , son inconciliables: resulta im po&Íble cnndliat dentro de lo abstracto vir1 udes corno la justida y la cafidad , Quizós la necesidad de cambio , en Occidente, haya animado al empleo de los valores abstractos en la argumentación, pues se prc"stun mejor para planlear incompatibilidades, la formación de nuevas concep­ c:iones sobre esto�· valores. Así, sería posible una vida intensa, una refundición im.::ensante, una remodclación constante (k los valores. Serla mucho más fácil apoyar"" en los valores concretos cuando ·se trat¿¡ de conservar que cuando es cu�stión de reno var. Y I r,rnbnw blemenle, la raión por la que los conservadores se creen realistas esté en que ponen .;�n primer piano semejanli.:l,\ valort!S, Además t las nociones de ndbiidad, leaUad y solidaridad, vinculadas a los valores canci-ctos, caracterizan a menudo la. argumentadón conservadora. r

§ 20. LAS /ERARQUÍAS . La argumentación se basa, no ,ólo en valores a bstractos y con­ cret os, sino tam bién en jerarqulas, iales como la su perioridad Jo lo, hombres sobre los animales, úe los dioses sobre lus humores. Sfr1 · duda 1 estas jerarquías serían ju.)! ificables con ayuda <.le ,·J.lurl'S, _

------------

1 40

Tr(J(odo de la. arR,umentucfr}IJ

pero lu mayoría úc las veces sólo será cuestión


98,99.

l\fa!( Schcl�r, Ver Hmnalis1n11.s itt d1tr lilhik 1md die ma.tetiAle Wetl�thlk, ¡,ags.



§ 20 ,

----------

Las jer.arr.¡uias

141

cia 1 6 . En algunos ..:a�;�s, uu scgum io pri ncipio puclh! c.� lahlc.ct.:r un orden entre los 1 énnÍ11os que el µ1 im\.'.1 11r\1Kip\o n o jH!fJHih.: j,m 1r. qui¿11r: :;e puct.le \.'Ompktar una �cala ú1: l�s gé 11cru::; a11i111 ¡,.¡_leb, se­ gún cierto principio, median te una ordcoa·ciói, de hui cspt:.;ics son 16 Plotino, E,iéad(ls, V, S , l2,

11

C (r. O!Jrn1\, ü•

rh<J11Jfsmt,

p.ágs. 140-242.

142

Tratado de fa argumentuc:iúrr

comunes 11 un· gran número de audilorios. M...:nos caractcri la. 1 a ca­ tla autlítorio, los valores que admite que la manera . 1:omo los jcran¡ uiza . · Los v�lorcs están admitidos. con más o n,enos fuerza, au:J cuan­ do los acepten muchos auditorios particulares . La i nlcnsidad de adhesión a un valor i;on relación a la intensidad con la cual se adh iere a otro, dtlermina entre estos valores una jcrarquia que se ha de tener en cu-:nla. Cuando no se tonoce esta intensidad con lu precisión su ficiente, el orador puede utilizar i en dcrto modo li� b rementt:, cada uno de los valores, sin tener que justifitar necesa· riamente In preferencia que otorga a uno .�e ellos, ya que no se tral::i tle lrasiocar una jerarquía aceptada. Pero, este caso �s más bien raro, Casi .siempre, no sólo los va\orcs gozan de una adhesión de in tensidad diferente, sino que, además, se admiten . principios que. pe.rrnilen jcrarqui2.arlos. Este es uno de los rilmtos sobre el que muchos filóso fos estudiosos de los valores han olvidado llamar la a1ención. Porque han analizado los valores, de alguna forma, en si mismo!i, independientemente de su utilitación argumenlaliYa prác­ ¡ ica, han insistido , con toda razón, en la convergencia de Jos valo­ res, con lo que qcsculda.n 1 con demasiada frecuencia, su ordena­ ció n, la cllal soluciono. los conflictos que los oponen . Cabe señalar, sin embargo, que las jerarquías no impiden la relativa indepcndtmda de los valores, la cual se vcria comprometida si los pl'incipios que posib ililan ma ordenación se establecieran de una vez por Lodas; se 1\egaria entuncc6 a un monismo de los valo­ res, Pero, en lo práctica, las j �rnrquíus no se presentan nsí! sus fundaincntos ion tan múlt iples como los mismos valores que coordinan. Para i\us�rar nuestra tesis, tomemos dffércntes formas de exami� nar las relaciones que cxístt::n entre la certeza de un conocimiento y la imponancia o el im eré.; que pued e presentar. lsócrates y Santo Tomá� com:t:tlcn la prjmacía a la import ancia antes que a la cerlc� ta . Para l.sódatcs:

---

§ 20. Las jerun¡uias

1.13

[ ... J es mucho mis importante tener uil.u opinió!l razunabk sobre �O!;ns út\Je:i que. ¡;ahc:r i.:un i.:xacli1uU cu:,u:; inU.tiks. 1

�.

En el p<:ns�mienlo de Santo Tomás, encontramos. un eco ampliado y dramatizado de este: pasaje, pero desde· otra ·r,crsJ)r..'Ctivu: Aux esprits que (ourmente la so¿( du divi;,, e 'esr wiint'11!'fll qt1 'nn offrlr� les connuis.rances tes plus ccftaines toudumt les lois dr!s 110,11bres ou la dlsposi1ion de C'tf w-1iwr.s:, Ttmc/1rs 1•ers un u/))1.:t QlJi se. de"robe Q /eurs pri.ses, ils s'e//orce11t de soulever. un C"ó/;·1 e/u 1•0.ifo, trop heureux d'apetrt!voir, parjois' méme Jv11s d'épais�·INI' rénCllres, quelque reflel de /Q /umiere éternel�t qui doit les Uluminer 1u1 j?w, A ceux-ta le.s moii1dres conna.l.ss<m.c:-� touchunl les réu!Jtds les plus htwleJ Jemblent plus Jl!sll'ablcs _que les certitudes /f!.t ¡ilus complfle�· 1ouchunl de molndres ob)cts .19• (A Jo.s espíritu, \¡uio arorment.i la sed de lo divino, en vano ,� Jcs ofrecerán los i::onocinücntos más cii:r1us en lo que respecta a las leyes de los nlunerus u a la disposición de este uni\·crsu. Jncliuu.Qn por levan� tar una esquina .del velo, demas;indo tlil:hosos por percibir, a 'ICl.'!!S incluso en mcdÚ{de densas tinieblas, algün ·reíli:jo 1.h: lo. ro:z eterna que debe Uuminatlos u11 tlla, .P�ra ellos, los cOnocirnientos má.s ni, miot relativos n las más alias .realidades parti.:t:n más deseables que las. certezas más complc1ás rel;:uiviis u ol>jc1os menores). En un senlldo inverso, J. Benda recuerda un fragmento Ue una carta inédita de Ladtelier a Ro.vo.i�son: le sujel que Je prendrr1i poNr lhkse n'tst pas cetu; que )e vo11s oi utmortl"é¡ r.:'�t im sujet plus tfroit, u·c'cst-A·<.lire pl�.s sé:l'i�ux» rn, (P.(tema que cle_giria como u:s:is. no es el que le comuniqué, �ino uno más reducido, ts dedr, mds uria). u \Wcratu, Elug;u a Helena, 1. 19 E. Gil$1..)n 1 le-thomi.J111l!, pá¡. 40 1..:fr, S11m. theol., (, t, "· .iú I'"; 66 $ 1 uU J "'· Sup. lib. d"' ('uusir, !cc1. J). '.10 J. Ben�a, Vu :uyh: rl'kitas, pdi:.,. ·H2, nota.

11>.,

Hl.

----------------144

Trutudv de fa argume11.tación

El que nos sintamos obJigatlos a jerarquizar valores, cualquiera que sea ,1 rcsuhado de esta ordenación, se debe a que la persecu­ ción simultánea. de estos valoie, creada por las incompatibilidades uos fuerza n elegir entre ellos. Incluso constituye uno de los proble­ mas fundamentales ·que han de resolver casi todos lo, hombres de ciencia. Tomemos el ejemplo de aquellos que sc dedican al «Con, tent Analy.sis)) 2t 1 el cual tiene co�o finaH
§, 21. Los LU!MRES Cuando se ¡rata de fundamentar valores o jerarqu/as, o reforzar la intensidad de la adhesión que suscitan, se los puede relacionar ll Cfr. l3crn.ard UereJson, 1{COntent Analys\s», en Hcmdbool.: o/ soi·iul pl·ych<>· logy: cditalln flM (inrdncr [.indzcy. u H. IJ. Lauwel/, N. l.d1cs and Alsociatc.s,, Lang1111gr o/ politic'S, pis, 66, nora. u Cfr. § 46. ,1Con1rpdli;cióu e i11compalibilid:,u.l».

1.

§ 21.

145

los lugares

con otros valores u otras Jerarquías, para consolidarlos: pero, tarn.. bi.én se puede recurrir a premisas de carácter muy gcm::ral, a !as que calificaremos con el nombre de lugares, los tóno,, de los que derivan !os Tópicos, o lutados dedicados al razonamiento dialéctico. Para los- antiguos, y esto ·parece cmar vinculado a !a preor.=upa­ ción por favorecer el esfucn.o de invonción del orador, )os lugares designan las rúbricas bajo las cuales pueden clasificarse los argu. mentas; coilsislia en agrupar e.l material ne<x:sario 1 con e\ fin de encontrarlo con más facilidad, ert caso de ser menester 14; de ahí la definición de los lugares como depósitos de arsumenlos ". Aris­ lóleles dlstingula entre los lugares comunes, que pueden servir indl­ ferentcmenle en cualquier ciencia y no dependen de ninguna, y !os fugares espec(ficos, que son propios de una ciencia particular o de un g6ncro oratorio bien determinado ". Primitivamente, los lugares Comunes se caracterizaban por su

'

gran ¡cneraJidad, qut los: haci4' uliliz.ablc.s rn cualquier ocasión. La

degeneración de la retórica y !a falta de interés por el estudio de los lugares por parte de los lógicos ha llevado a la consecuencia· lmp«vlsla de que lo, desarrollos oratorios contra el lujo, !a lujuria, la pereza, etc. -repetidos hasta la saciedad por Jo, ojerclcios .. escolares-, fllcran calificados lugares comunes, a pesar de ,u ca­ rácter totalmé:nte particular, Ya QUintHiano intentó reaccionar con� tra este abuso 2\ pero no tuvo éxito, Por lugares comunes 1 se eít� tiende cada vez más los que Vico, por ejemplo, llama lugares orato· rlos para oponerlos ..• ,aquellos de los que tratan !os Tópicos 21• Los Jugares comunes de nücstros dlas sobresalen por una banalidad �ue no excluye, de ningún modo, el .arácter espectrico. Estos lugares u 1 ' t, dem:, 2,

Arislótt!CJ, T6picos, lólb, Ckcróu, TupicQ, 7, PartitlOl'ICS or11toriat, 5; Q11in1iUano, lib. 1/ 1 cap. X, § 20, l\rist6\tlc:5, RBlórir:;, 13,Sa; vtase también Th, Vichwc:g, Topic und J11r/.rpr11· Y 1, Str,uux, Rümlsr:ht Rechh'wisJettw:hu/t und Rhulvrik. L.,·,

�, Vico, lnsrlt11tlont· orÓtorJa, p!g. 20.

146

Tra/aé/o de la argumenlacivn

comunes sólo son, a decir verdad, una aplicación a las cuesliones particulares de los lugares comunes, en el scnt_ido aristotélico. Pero, al aplicarse a un asunlo tratado con frecuencia y al desarrollarse con cierto orden, con conexiones previstas entre: lugares, sólo se piensa en su trivlaUdnd, con lo. que se ignora su valor lltgumentatl­ vo. En tal sitúación, se tiende a olvidar que los lugares forman un arsenal indispensable del que, quiera o no quiera, deberá pcrtrc• charse quien dese, persuadir a los demás. En los Tópicos, Aristóleles estudia todos los lipes de lugares : que pueden servir de premisa a los silogismos dialécticos o retóricos, y, según las perspectivas establecidas por su íilosofía, los clasi­ fica en lugares del accidente, del género, de lo propio, de !a defini­ ción y de !a Identidad. Nueslro \,ropósito será diferente. Por una parte, no queremos vincular nuestro punto de vista a un� metafísi.. ca particular y, por otra, como distinguimos entre !os tlpo� de objc­ Los de acuerdo relativos a lo real y \os que se re�crcn a lo preferi• ble, sólo llamaremos lugares a las premisa.s de carácter general que permiten fundamentar los valores y las jerarquías y que Aristóteles estudia entre !os Jugare< del accidente "· Dlého, lugares constitu­ yen !as premisas má> generales, sobreentendidas con frecuencia, que intervienen para justificar la mayoría de nuestras elecciones. · Una enumeración de los lugares que serian· los primeros acuer­ dos en el campo de lo preferible, de los que podrlan deducirse to­ dos los demás· y que permitirían, pues, aportar justificaciones, es una empresa cuya posible realimción está sujeta a discusión. De lo
§ 21.

J47

los lugares

· dentes. Así, tal vez uno creer(a estar autorizado para volver a em·. plear la afirmación de que lo que es más duradero y más <stahle . es preferible a lo que lo es menos, a un Jugar, que pu rece más general, el de la superioridad del todo sobre \a parte; pero conviene observar que este ultimo lugar no está expresado en el lugar sobre lo duradero, que se trata de una interpretación a la que los interlo­ cutores podrían no
que es un Jugar clásico, se le podría oponer la de lo precario, lo · qua sólo dura un instante y que es un Jugar· romántico; De ah/ la posibilidad de caracterizar las soelc:dades, no sólo por los valores ¡,articulares que oblicncn su preferencia, sino también por la inten­ sidad de la adhe,ión quele conceden a tal o cual miembro de una pareja de lugam antitético,. No cr=os que ,ea útil, para la comprensión de la argumenta­ ción, proporcionar una lista exhaustiva de los Jugares utilizados. Dicha tarea nos parece, además, dif/cilmente realizable. Lo que nos interesa· es el aspecto por el cuál lodos los auditorios, cualesquiera que fueren, tienden a tener en cuenta ciertos lugares, que agrupare­ mos bajo algunos títulos muy generales: Jugares de la cantidad, la cualidad, el orden, lo existente, la esencia, la persona, cla,ifica­ dón ·que presentamos &e juslifica, a nuestro juicio, por la importan� da, en. la práctica argumentativa, de las consideraciones relativas a estas categoria.s. Nos vemos obligados a tratarlo más detaJladá­ mente con el fin de que la noción de· lugar sea, para todos los lectores, algo distinto a un campo vaclo.

148.

Tratado de /u argumentucídn

'

§ 22. . LUOARES DE LA c,NTtOAD

Por lugurf!S de la cantidad entendemos los lugares comunes que afirman que algo vale JnáS que otra. cosa por razones cuantitativas, Además, casi siempre, el Jugar de la cantidad constituye una mayo­ ría sobreentendida; pero sin la cuai la conclusión no estaría funda­ mentada. Aristóteles señala algunos. de estos lugares: es preferible un mayor número efe l>icnc:s a uno menor 30; el bien que sirve a un mayor número de fines, a lo que no es útil en el mismo gra. do "; lo que es más duradero y más estable, a lo que lo es m.,, nos 32, Observt:m.os1 a este respecto. que la superioridad en cuestión se aplica tanto a los valores positivos como a los negativos, en el sentido de que un mal duradero constituye un mal mayor que uno pasajoro. Para lsócrates, el mérito es proporcional a la cantidad de penonas qt¡c resuJtan beneficiadas J.>. Los atletas son inferiores a los educadores, porque sólo ellos se benefician de su fuerza, mien­ tras que los hombres que piensan· bien son provechosos para to­ dos ". Timon ulillza el mismo argumcnlO para valorizar el panfleto: l 1urq1eur parle awx dépurés, le publi< aux homrnes d'.ttq/, lt journal a ses abonrtés, le Pamphlet Q lotu Je mo11de... OU /e livre ne péni!trq pas, Je journa( arrive. OU le Journal n 'arrive pos, Je Pam, phlct circule H. (El orador hablD. a los diputadot; el publicista, a los cnadi&las¡ el periódico, a su, 1uscrlp1orc,¡ •I panfleto, a todo ol mundo { ...¡ Don
La



Ari�lótele.s, Tópicos, l 11tt,

" lb., t 18ó. J2 lb,, 116a.

l\ bót:ra1i:s, A Nkocles, 1, H. � lb,, Punegiric.o, 2. H 'rlmou, livrt des oratturs, págs, S)().9J,

.

§ 22. Lugares de la cancidad

149

uVale más el todo que !a parle>i pan�...:.e nansplantar, l.!11 ¡¿r111i. nos· de preferencia l el a·xioma <1EI lodo es mayor que la pr.irlci,, e incltiso Berg�on, cuando se propone establecer \a superioridad J'cl devcnir 1 de la evolución, sobre (u ininóvil y lo r.:slálir.::o, 110 Uu
Bergson, tvolullon crü,tric(', pags. 141-342 (ii�Hc.u- 'úi: Drrgsot\).

150 --------· ·

'

Tratado de fa argumentoc:ión

dlar el de lodos lo:; hombres )l; el Jugar rnantitaüvo de lo durade� ro también pcrrnilc vaioriiar la verdad, como Jo que es e.terno con relación a las opiniones inestables y pasajeras. 'Sobre otro lugar, afirma Aristóteles' lo siguiente: También es preferible !o que es: niás úli\ en toda ocasión, o en la mayaría de ellas, v, g.: la justicia y In templanza respectu a la valcHtia: pues aquélla¡ son \illlc., siempre:, ¿na, en cambio de cua.rt· do en C\lando n. 1

Rousseau siente predilección por los razonamientos de este tipo, i;n parecidas consideraciones de universalidad •• basa \a superioti· dad de la educación que RouS!eau preconiza: Da11s l'ordre social, oU loules fes places .ronr mcrqu_ées, chacun ÚrJÍI e1re éll!vé pour lo sienne. Si ufl !X(rtir::ulier formé pour ,'ifl place en sorr, il n 'esl µ/u.y propre . .¼ rfen {.•./ Dans l'ordn natur�l, les hommes étaM taus istntx, ,�ur vocation commune est l'état d'hom­ me,· el quiconque e.si bien élevj /)Our celui./U ne i)eUI mal remp/ir t.·e1,x qui s'y rapportenl {.,.) 11 Jaur dom: gérréraliser nos vur.s, et c,msidércr da,is nolrr éftl,e l'hommt abstrall, l'hommt aposé Q foizs les u,:ddenrs de fa vie humaint J9, (F.n el orden social 1 en el que todos los puc.,tos eslá� designados, cada uno d�be ser eduCddo pan. el suyo. Si un particular está formo.­ do para el puesto que le cslá destinado, no lo está ya para otro [, .. ] :En el orden nalural, al ser todos los 11ombre¡¡ iguales, su voca­ ción común es el e5lado de hombre; y cualquiera que esté bien edu­ cado para ello no puede cum¡,\it rna\ con todo lo que. se r.i.1aclóna con esto ¡... J Es pre1oiso, pues,.sencra!Jzar nue&1ras posturas, Y con• siJ.c: r.ar en nlle,tro alumno· a1 hombtc ahslncto, al .hornbr.e o�pucsto a todos los aceidentl:!S de la �Ida humana). Pla\61h /'"edro, 2"13d-e, IS Arí5lólclt�, r,ipi�·os, 'li«H-1'· 111 Ro11i.�eau, trttile, pág�. \ Hl,

11

!51

� 22. · Lugares de la cantidad

Un bien gozará de validez general c·uanrlo s11 uso no sea surcrlluo i ni quede invalidado por olro bien. De e.�ta forma, puede justif car­ i se de nuevo !a prefcrzncia concedida a l::i: justicin ñntes o,ne n v,,tor: f. .. J de eritre dos cosas, aquella que, si la lcnemos todos, no predsa· mos para nada de la otra, es más Jescabtc [... }: pues,.slendn tuS ju�os, Ja ViJlcntla no tiene ningun.á JJLilidud, mientras q1_1c, aun :.icn­ do todos valientes, !a justid.i ei,: úíil 40,

lS2

Tratado do la argumentación

normal que se va. a utilizar, la presentación de lo no,mal como norma exige, ademils, el uso del lugar de ..la cantidad. La asimilación de lo normal a lo normativo induce a Quetelet a ccnsiderar qué el hombre medio Imaginario es el modelo mismo de lo hermoso '2, y, de esta asimilación, Pucal extrae pensamien­ tos paradójicos como ute: Les· lromme.s stmt si. nlc:e:ssairemtnt /r:N&, q,¡e ce seralt ltre /Qu par un autre tour de folle, de n'étre par fou "';

e

Se pueden considerar lugar s de la cantidad la rreferencia dada l a lo probable sobre lo improbable, a lo fáci sobre lo dif(c(l, a lo que corre mene» peligro de que se nos e,¡cape, la mayorln de los" lugares que tienden a mostrar ta encacia de un medio serán lugares de la cantidad. Asl, en los Tópicos, Cicerón •grupa bajo la rúbri ca de la eficacia (vis) lo, lugares siguien!es: La ca.usa eficiente prcval«e sobre 1a que 110 lo es: la.s cosns Com· pleta.s por .sl solas son preferibles a las· que nccesilan del concurso de otras, las que están en nuestro poder a {as que están en poder de \o¡¡ dem'as, \as que !On estables a las que están m.a! aseguradas, 1 los Que nadie ·puede qoi1ar 105 n las que sf ,ii, lo que se presenta muy a menudo, Jo habitual, lo normal, con,. riruye el objeto de uno de los lugares utilizados más rrecuentemen� te, hasta ta l runto que el paso de lo que se hace a lu que se debe hacer. de lo normal· a ta norma., parece evidenle, sin duda alguna. Sólo eJ lugar de ta cantidad autOriza. esta asimilación, este paso d� lo normal -que 12presa una frecuencia, un aspecto cuantitativo de las cosas- a·la norma que afinna que esta frecuencia es favora.­ ble y que es preciso conformanse a ella. Aun cuando roda el ·mundo pueda entenderse en cuánto al carácter normal de un acon1ecimlcn­ to con la condición de ponerse de acuer�o sobre el crl!erio de In

0 • 1 ·�

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Aristótcli:-s, Tdpié=N, 1 J7q .b. Ckctón, Topin.1, iO,

(Lo:; hombres son tan lnemedfablml-Cllte \()too que seda �tar loco de otro tiPo de- locura el no cst.ar loco). Se considera una falta de ló;ica el paso de lo normal a lo nor­ mativo, que se encuentra en todos aquellos que liasan lo étloo en la experiencia "' · ·an lo anterior, sin embargo, dobemos monooer uno de tos fundrunontos validos de la ar¡¡umentacUm, en el sentido de que se admite impUcitamente este paso, sea cual ffl. el campo examinado. Hallamo, su rastro en la expresl611 alemana Pflicht,. próxima a man pjlegt; la vemos en todas las expreslones que englo· ban, a la vez, la pertenencia a un grupo y Ullll manera de ser de los Individuos que forman parte de este grupo; «americano», ,;,a. cialista», aluden, al ·mismo.tiempo y según las circunstancias, a una norma de conducta o a una conducta normal. El paso de lo ,1ormal a la norma es un fenómeno completamen­ te corriente y que pai,:ce ser evidente. Se trata de la disociación de los dos y de su oposición por la opos.!ción de la primacía de la norma sobre lo normal, la cual necesita una argumentación que la justifique; esta justificación tenderá a la devaluación· de lo nor-

A. Que!elet, Physfque socia/e, t. 11, J)ág, 356. 0 Pastal 1 Pendes, JS4 (484) 1 t1Bibl, de la P\tiadc:-1-, pág. 871 (n, 0 4f4, ed. Rrun1thvicg). "� M. Onowska, Padslo'll'Y ,raukl o· m<>ralno.fcl llos /undamtnlcsd, •u,ia r:luitia de la mora/1 1 pág. $3._ d.

;

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...

·-----·- .

_______..___

§ 23.

,___:__. -------·-

Lu¡¡ares de la cualidad

--······ 1

153

mal, la mayoda de i!"' veees · por el u,o de olros lugares distintos de los de la catnlidád. Se desconfia de lo excepcional, excepto si se demuestra su valor, Descurtes, Incluso, haoc de esta dcsconfinnza una regla de su moral provisional: · El ,nrrt plusl
§ 23 •

Lt:OAltl!S DR LA CU ALIDAO

Los lugeres de la cualidad aparecen en la argumentación y ,on jor se comprenden, cuando ·se cuesliona la encade dcf los quo número. 1e es el caso de los reformadores, de los que se rebelan contra � la opinión común, como Ca.lvino, que pone en guardia. a Fr ncisc 1 co� respecto a oquelJos que arguyen contra su doctrina � qu eUe des¡rz co�damnee para un commtm a,nsentement de tous e,rats (q e ya está condenada por común consentimiento d� todos 1 os cslad s) .. . Rechaza ,.. la costumbre, pues ·

:: �se ne.s, Ólséol(ri dt 1a· milhod�, pir1c m, ptgs, 7}-74. Ct1lv , C1J\u Aoy de Fre1u·e11, en Jnst/Jutlon d� lanlltlon �hrilfr1111e, g�g. l,

'

Tratado de la argumentacid11 ·

1S4

lo )•le des hn111ml'.S n 'o j(lmafr e.slé .>i. bien reigics, que le.r meilfturei e/toses pleussem iJ la plus grand 'parl .n. {la vida Jo tos hombre� nunca cnuvo lan bien rcgladn, que 1� que fuese mejor ;1graJa.se a In gran mnyoría). Opone a.1 número la cualidad de la verdad garaii\izada por Dios: A l'crtcolJ/re de Joule rt.sle m11Jt/lude cst enVoy/ Jeremlc, pour derwnr'-r dt fa part de Dieu, que la lOJ' pcrira entre les PN!.slrcs, li: ,·unscil sera ostd aux .sage.,, et In dactti11e oux Prophe.t6S O• (Al encuentro de toda e5la muhilud es enviado Jeremías, para que denuncie de porlc de Dios que la Ley perecer! cnue los Sa­ cerdote3, se privar.\ a los �abios Ue consejo y a los Prokla1, de la . doctrina), Hasta los jef es pueden equivocarse, Se�ún el punto Cl
§ 23. Lugares de la cualidad

155

Sa rtssembla11re uvec mal, ce qui nous ro,•;semble, nous confond, ne m'itttéressc pos: c'r..sl Je signe purlifulitir qui isule X, sq tisingulu� rirén qui m'importe, m'írnpru-eº. (Su parecido conmigo, Jo que nos reúne, nos coníunde, no me interesa; el signo particular que aisla X, ·su: ), me im­ porta, me impone). . Considerar intercambiables a los seres, no ver lo que hace lo específico de su personalidad, eq.ttivale a devaluarlos.:A, veces, bas­ ta cbn una inversión de los términos para que se man�ficste el ca­ rácter grotesco de aquellos a qulcru,-, designan los términos: « Thanks, Rosencra1111, and gen/le Gui/denstt!f'm> -dice el Rey. « Thanks, Guil­ denstern oad gent/e Rosencrunlz» -responde la · !lstos ejemplos t>;itendeo mostrar que In unicidad de un ser de un objeto cualquiera depende de la manera en que nuestras relaciones con él: para uno, tal animal sólo es tu de U:na especie; para otro, se trata de un ser (anico con el que tiene relaciones singulares. Contra lo fungible, lo mecánico, lo sus­ ceptible de ser universal, se sublevan filósofos como Gabriel Mar­ ce!, Martín Buber, quien hace la siguiente ¡Más vale violentar a un ser que se ha poscldo realmente que practicar una beneficencia rldicula con números sin ro,mot ' 1. Para O. Marce!, el valor de un encuentro con un ser nace por.

. que es ccumque en son genre» ('umco ' en su géncro) " . Lo que es

único no ¡'¡ene precio, y su valor aumenta por el mero h.echp de ser inapreciable. También Quintiliano le aconseja al orador que no cobre su colaboración, porque «la· mayorla de las cosas pueden pa0 M. JO\ihandc;iu, Es.itti sur mui-mémt, pág, 153, .,n Shai.:c.,¡,e;uc. }-/(1m/�t. at:10 ll, t;$�'cna 2! 31 M. 13ut,cr, Je- ti 711, P'S, 46. !l G. M;ir1."t'l. tt, monde casst!, seguido.de Pwirton et approrheJ ccH1¡•riltJ rlu mystfre ofllolnRic¡ue, f')ág�. 210·211.

Tratado de la argumentación

156

recer que carecen de valor, por el simple hecho de que se les atribu­ ye un valor» jJ. El valor de lo único puede expresarse por su oposición con lo común, lo banal, Jo vulgar, valores que constituirfan la forma des� pectiva do lo múl1iple opuosto a Jo llnlco. Lo único es original, se distingue y, por <'Onsiguiente, destaca.y agrada incluso a la multi­ , tud. La valoración de lo único o, al menos, de lo que lo parece, representa la base do los aforismos de Gracián y de los consejas que da al cortesano. Hay que evitar repetirse y dar la impresión de ser Inagotable, misterioso, diflcilmenle catalogable": la cual!· dad única se convierte en un medio para obtener el sufragio dd mayor mlmero de lodlv!duos. Incluso la mayotfa aprecia Jo que sobresale, lo que es raro y d/flcll de realizar, como apunta Aristóteles: [Es preferible) lo más d /flcil a lo menoi difícil; pu., nos sus1a mis tener las cosas que no es posible obtener fá.dlmentc ". Observamos que Aristóteles no se contenta con enunciar el lu­ gar, sino que eshbz.a una explicación, lo relaciona con la persona, con el esfuerzo. Lo raro concierne, principalmente, al objeto; lo difícil, al sujetó, en calidad de agente. El presentar algo como si fuera difícil o raro es un medio seguro para valorizarlo. La precariedad es correlativa a lo tlnioo, a lo original, y ;e la puede considerar como o! valor cualilalivo opuesto al valor cuanti­ tativo de la duración. Es sabido que todo lo que está amenazado adquiere un valor eminente: Carpe diem, La poesía de Ron,ard juega habitualmente con este tema que nos conmueve de inmediato. No siempre la precariedad está amenauda de muerte, puederefe. rirse a una situación: la de loo amantes, comparada con la de los esposos, constituye In oposición del valor de Jo precario con el de lo estable. JJ J

4

'

3

Quinliliano, l_ib. XII, cap. VJI, § B. B. Gntcián, Orác&J.lo manual y une úe prud�nc;a, p;tgs, )6, 28, 170, 192. etc, A�istólek\, Tdpit·o.t, 111b.

§

23 . Lugares de la .cuálidad

157

Este lu&ar está.vinculado a · otro muy importante cilado poc J\ris� tótele.s, el de la oponunidad: Y ; cada cosa, en la ocasión en que tiene mayor virtualidad, es

tamb�Cn cuando es ptcfcriblc, v. g.: el vivir sin pesar es má� desea.ble

en la '.v ejez que en_ la juventud, pues en la veji::z: tiene mayor virt uali�

dad { ... ¡ ".

Si ,e In.vierte el ejemplo de Aristóteles, si se insiste en las cosas Importantes para el nino o el adolescente, se verá que, haciendo que el valor dependa de las circunstancias transitorias, se fnslste en la preciiriedad .de este valor y al mismo tiempo, mientra., sea vá.Jido, se·' aumenta su ,importancia. El luglir de lo irreparable aparece como si fuera un llmite, que viene a resaltar el lugar de lo precario: la fuerza argumentativa, ligada a su evocación puede causar un erecto fulminante. Por ejem­ plo: la célebre peroración .de San Vicente de Paúl, cuando se dlrigla a las damas piadosas y les mostraba a los · huérfanos que protegfa: : Vous '1\ltZ ité kurs mlm sefon la grdce1 depuis que Jeurs meru seioh lo naturt les onr abartdonnés. Voyez; malntenant .si vous voulet aussi les abandonntr pour toujo 1.1rs [. . .]: leur vie el Jeur morl ' sont entre VO.f malns · [...] lis vlvront, si vous conllnuet d 'en avoir un soiru:hariláble,· mais, jt vous le di,Iare de'Va11 r lJitll, ils sero,11 to1u 1 mrH1s demafo, si vous fes délais.se'l. ' ,

(HabCis sido s.us madres por la grada divina, desde que 5US ma• dr,. naturale, los abandonaron. Ahora vercil si 1amblén qucrcil nban­ donaÍ-los pará ídempre 1. . . J; su vida y su muc:rte: están en vuc,tras mnnos ¡,,.J. Vivirb si continuáis mostrándoos caritativas, Pero, pongo a. Dios por testigo, estarán todos m11c:rlos mariana ) si los dejá� dcso.mparndos).

H lb,, l l7au.u. ' '' Seg\ln A . llaron,

o, la

RMtrJriqut ..• , pág. 212.

158 ---------· · ·�---

Trutodo de la argumC!ntacirln

Si est.1 peroradón ulcanr.ó taOto éxito (la llamada con
·'("

§ 23,

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Lugares de la cualidad

159

_es I amos embarcado� y. que es preciso elegir, que la vacilación no puellc durar, que hay riesgo y tcn1or a naufragar. Además de los usos del lugar de Jo único en tánlo que algo original y raro, cuya existencia es precarh.1 y la pérdid:t, irrcmcdia· ble, por lo que se opone a lo que es fungible y cmn1ln, no huy riesgo de perder y es tacilme"nle recmpla�able; ha.y, en cualquier otrn orden de ideas, un tmpleo del lugar Uc lo único como .�i �e (ratase de algo contrario a lo divcr.50_ En este caso, 1o únicO es - lo que puede valer de norma, ta cual adquiere un vaJor cualilnlivo con rcspeclo a la multiplicidad cuantitativa de lo diverso. Se opon· drá la unicidad de lá verdad a la diversidad de las opiniones, La superioridad de las humanidades cl:\sicas con relación a las humani­ dades modernas -indicará un autor n_ obedece a ·que: los anti­ guos presentan modelos fijos, reconocidos, eterno·s y universales. Los au1ores modernos, aun cuando sean tan buenos como los anti­ guos, ofrecen el inconveniente de no poder servir de norma, de modelo indiscutible: la multiplicidad de lo, valores representados por los modernos provoca su Inferioridad pedagógica, Pascal utili­ za este mismo lugar. parn justificar el valor de la costumbre: Pnurquoi Juit•o11 tes ondenr,es fois er o-m..·iennes oplnions? Es1-ce qu',:lltJS sant les plus saines? non, mai.s elles sant uniques, el 11011.t· t1tent la rQdne de la diversiré '�. (¿Por qué .'!O .siguen las antiguas leyes y las antiguas opiniones?

¿Porque sl)n 1&! �ejorcs? No, pero.son únicas y nos quilíln la raíz de la tlivcrsldadJ, Lo que es único goza de un prestigio evidente: a semejanza de Pascal, se puede explicar un fenómcoo de adhesión, sustcntániR', 889 (n. 0 JO\, cd. Bruns­ chvicg),

160

Tr(llado de la Qrgumemación

ya sea lo fungible o k, diverso, parece que, generalmente, está ad­ mitida, cualesquiera que Sean las justifh;acioncs tan variada� que uno s_cria capaz de encontrar. § 24. ÜTAO.S lUOAREs Se podría pensar en reducir todos los lugares a Jo, de la cantl· dad o la cuaJidad 1 o, jncfuso 1 a Ios de una. única clase -tendremos ocasión �e aludir a csl.as tentar.lva.q,, Pero creemos que ·es más útil, dado el papel que han desempeOado y siguen dcsempenantlo como pUllló de partida de las argumentaciones, dedicar algunos tlesarro· llos a los Jugares del orden, de lo existente, de la es�ncla y �. la persona. Los lugares det orden afirman la superiOridad de lo anterior sobre lo p0sterlor, ora de Ja causa, de Jos principios, ora del fin o del objetivo, La superioridad delos principios, de las leyes, sobre los hechos, lo concreto, que parecen ser su aplkación, está admit.lda dentro del pensamiento no empirista. Lo que es (aiasa es raz.ón de ser de lo� efectos· y, por consiguiente 1 es· superior. Plotino sei\alará lo siguiente: Si estas formas producidas [...J existlM pot &í solas, no estnrhm fbi lo estuvieran, se debe .a quc:J ah/ ,bajo IH cosss primitivas, las Cllu.sa& prod,1ctorru .son las que, porque son cau· sas, se ho!Jan en primer lugar 611. en el UHimo Jugar;

Muchas de fas importantes querellas filosófica.i se centran en la cucsrión de saber lo que es anterior y lo que es posterior, para extraer tondus.iones en cuanto nl predominio de un aspecto ele lo 111' Plv1t110, Em!adaJ V, 3, 10.

-------------

§ 21, Otros /ugor,s

161

real sobre lo demás. Las teorías fina!ístas, para va\ornr el ohjcl\vo, lo lransfommn e.n Ca\\sa verdadera y origen de 'llíl proceso. El pcn· samiento ex.istc:ncíal que insiste en la importancia de la a1.-ción cJiri. gida hada t:\ futuro, relaciona el proyectO con Id. estructura d1;I hum. hré y de ese modo <(cherche tou}ours ii .remonter vers l'origirtuire, \iers la source,, (siempre remontarse hacin lo originario, hacia la fuente) 61• Los lugares de lo existente confirman 1• superioridad de Jo que exisle, de Jo que es actual, de \o que os real, sobre Jo posible,· lo eventual o lo imposible. El Molloy de Samucl lleckell expresa as( la ventaja d• lo que existe sobre lo que todavía debe real\zam, sobre el proyecto:

01r é1a11t dans la Jorét, endroil ni pire ni mtille11r qut lt.r aurrt.r, élat1f libre d'y re_.¡lir, n'étals)e pas e11 droir d'y w>ir dcJ ava11(a. ges, non pasa coi,� d�·c� qit'tlle éto.il, mufa parce qite )'y erais. Car j'y érafs. E, y étunt je n 'a vais plus besoin rf'y aller [,../ 61• (Pues, dado que estaba en el bos.quc, &itlo ni peor ni mcjot q\lC \0:5, demás, y da.dQ que era libre de pcnnancccr aUi, flCa.rn no le.nía derecho o. ver ,füs ventajas, no porque e;,;islier.a el bosque, sino por� q,ie yo estaba ailf. Pues, estaba alll. Y, dado que estaba alH, ya no necesitaba ir nlll [... !). ef

La utilit.ación' de los lugares de lo existente supont un 11cuerdo

sohrc la forma de 1,, real al cual se ios aplica; en un gran numero de controversias filo,,óíicas, aunque se admita .Que se ha conseguido el acuerdo sobre los lugares, se esfuerzan por sacar. un provc�ho inesperado, gracias a un cambio de nivel "" su aplicación o a una nueva concepción de lo existente. Pot Jugar de la esencia entendemos, no la accitud merafüica que demostraría la superiÓridad de la esencia sobre cada una de sus encarnaciones -y cjuc se fundainenta en un Jugar de.J orden-, 61

· �

1

J. Wñhl, «Sur les phllosophies de l'ex\s1cncc11, tn (Jlaner, 15-Hi, pág. 16, S. ílc:dell, Moffoy, r,ág, 1)2..

Tratado de la argumentación

162

sino el hecho de com:c
ft�

§ 24.

163

Otros fugare,

centrar ninguna obra sin deformación entre las que se consideran perfectas 6�, Bn Ía vida heroica; según Saint·Cxupéry, el jefe ve una justifica· ci6n.a las peores d1.r t'LaS, a los sacrificíos que impone a sus hom­ brcJ, no eri el rendt.micnto que obliene ni -en la dominación que ejerce, sino en el hecho de que los·subordinados se pc.rciHaT� asi de sus poslbllidad,,. extremas, de que cumplen aquello ele lo que son capaces". La mornl del superhombre cmae del lugar de. la e.senda todo su incentivo y prestigio, Para terminar esta rápida visión de conjunto, examinemos algu­ nos lugares derivados del valor de la persona, vinculados a su digni.. dad, mérito. y autonomJa. Aristóteles nos Ofrece un ejemplo de los mismos: También lo que no es posible obtener graci as a otro es más de­ sea.ble que lo que también es posible obtcn(:r gracias a Orro 1 como ocurre1 por ejemplo, con ta justicia re.spccto a la vaJent(a 6,. Esle lugar le permite a Pascat criticar la diversión: N'es/wct pas !f;t heureux que de pouyoir élre téjoui par te diver­ ttssemem! Non; car II vle."nr d'allf�ur.r et d� dehots {. ../ 61, (¿Acaso no C$ ser fc:liz poder regocijarse con la diversión? No, pues vi ene de otra parte y de fuern [. .. J). Este lugar confiere también valor a lo que se hace coa esmero, a lo que requiere un esfuerw. Los lugares que hemos mencionado y que se Cncucnlran entre los más u1iUzados generalmente podr(nn completarse con otros mu· �1 M. Marang0ni. Apprtndre 6 �oir, pág. !03. 64 Sa1n1-Ex11pfry l'ul dt flUÍf, pAg. ·IH, ,

61

Ad�l óceh:¡, Tdpicos, 1 Iia.

�1 l'uc.11.I, Penstt:.r. , )6 (C. H), 11Blbl. de la P!�iade», pi¡. 884 (n. � 170, t(l. 8'runschvicg), 1

164

Tratado de ta argumenta<'ión

chos, pe.ro su :iíg11ificación e.s más Jimítada. Atlemas, espt.."C.if\caudo lns.. lu g.:ires, se ¡m.'itffía a 1ravés de grados insensibles a los ac111!rdos que caUficaria111os más bien de acuer(\os sobre los v¡¡Jorcs o las krarquia.':i.

§ 25.

UT1ui:..c1ó» Y aeo11cc16N oi tos tuoAaes: l!SPÍAITtJ <.:1.Asrco Y .ESPfl\rrtJ RO.MÁNTJCO

Serla inlercsanle tles1acar, en las diferentes épocas y ambientes, los lugares que, por to general, son los que más se admiten o, al menos, los que parecen que acepta el auditorlo 1 tal cotno se to ima­ gina el orador. Por otra parte, esta tarea .,erfa -dclica�a, pues se utilizan sin ex�rcsark, los logares considerados indiscutibles. Se in• sistc, por el contrario, en !os que �e desea re<:hazar o matizar su a¡,licacio,1. So puede real\wr un mismo ol>jctivo sirviéndose d� lugares muy­ divcrsos. Para acentuat -lo terrible de una l1erejja o d·e una revolu­ ción, ora recurriremos a los Jugares de la cantidad, mostrando que esta berojla acumula todas la., herejías de\ pasado, que e,1a rovolu. ción amont'ona desórdenes tras de.,;órdenes más que ningu.na olra; ora apelaremos a lo, lu¡¡ares de In. cualldad, indicando que la here­ jía preconiza una d�sviación lota\rnentc nueva o un sislcnta que nunca an1cs existió 69• Hay que dcs1acar, sin embargo, que el uso de cierro, lugares o de ciertas argumentadones no caracleríia necesariamente un me­ dio de cultura determinado, sino que puede proceder, y es lo más frecuente, de in situación argumentativa particular en la que el ora­ dor se euc11cn1ra. Las argumentaciones que Rulh Benedict, en su inleresante nbrn ,nbre Japón, consideraba peculiaridades de la mcn0 Vcunse e}cn1plos en Rivadcncira, Vida del bienuvenrurado Padre Jgnttrlo dt Loyola, Jl;lg. J94, y (.'11 l'ill, Oraricms 011 fhd f'rw,,:lr wuf, pág. 42 (JO de �o de 17941.

..



Ufiliza,:ión y reducción de -ros h1gurl!s

§ 25.

l ól

tutidad japonesa, se explican , a nuc.u r� j uicio, r,or el hC('ho Je 4ue J-0.pón cm el agresor . Ahora. bien, quieir q,u\ern cumbinr lo. que ·es. tenderá u introducir 1 como jusli ficadón, un dcmdl\O nmmutivo, · como la sustlrnción del orden por Jn anarquía, el esla.blcdmicn(o de. una jerarquía ;n. La situación argumentativa, escnclo.1 para la determinación de los lugares a los que se recurrirá, �s. propi nincn1c t.Jn cmnplcjo que c:nm rirendc, a 1a vez 1 el ohjetivo perseguido y lo� argument os con los qu, se corro el ries¡¡o de en fren1 arsc, Además, eslos dos elemen­ tos están íntimamente vinculados enlre- si, En e fect o, el o bjetivo que se rersigue, ·uun Cuando !.e lrate de desencadenar una acción muy concrc1 ai conshte, ál misma \lempo, en la transformación de ciertas convicciones ; · la rCplíc.:a a cienos argumento�; transforma· ción y réplica que son indispensables para el desencadenamiento de dicha acción, Asl, la elección entre diferenlcs lugares (lugares n· \O se verá con claridad que es tn actitud del adversario lo que influ­ ye en la clc,;ci6n, como que es, en cambio, el vinculo enlrc es1a al1 ernatlva y la acción que &e va a dcscncadenar. Sabemos que Cal­ vino utiliza a menudo lo, lugares de la cualidad, Es, ,)celamos, un rasgo frecuent e de la argumentación do aquellos que quieren cam• biar el orden establecido. ¿En qué medida obedece tambien n que !os ad.\;ersarios de CA.Jvino hubieran recurrido a los lugares de !o. qntidad? : lis mettt.nt gr,m 'pelne et tccueíllir- force h!.Srnoig�ages de 1'E5r.ri• ture, uj;n que s 'ils ne peuvenl ):abrcre par en a\•tJir de meif{eurs er plus propres que 1tous, que pour le mofns ifs nouJ' p11issenr e1ccabfer de la muflifude 1 1 • ( !Nuestnn adv-er.s arío�] se afanan por recoger numerosos tc:� ti· monios de la F..� crHura, con el fin de que, .si 110 pueden vencernos 1



R . Ocl'lcdic\,

n,, Cliry.1r111therrwm af\d o,, S\\!.CINT, pis. 10 }' sii5,

· 11 Ca.l v\ 11u, ln.tri1urio11 t)e la rrtfí¡:fv11 thrélicm1(', líl,. 1 1 .

�·an,

V, § b,

1 66

Tratado de fa argumentacidn teniendo l cstimonio� mejores y m.\.s a propósito que nosotrns, al menos púcJun apla�rnrnos por su nómero).

Podríamos encontrar un ejemplo m ucho más genernl de oposi­ ción semejante en el c:,fuer.to hécho por· los romámicos para inver­ tir ciertas posic.:ioncs del clasic/smo: en los casos en los que per­ dbian que éste podfa defenderse con ayuda de los lugares de la cantidad , el romanticismo apelaba1 naturalmcnle, a los lugares de la cualidad . Si los clásicos se inclinaban por el auditorio universal, lo cual constituye, en ciertos aspectos , una Uamada. · a la canJ.idad 1 ern normal que los románticos, cuya ambidón se limita, la mayoría de las veces., a. persuadir a un .al1ditorio panicular, recurrjeran a los lugares .de la cualidad: lo único , lo irracional, la elite, el genio. En realidad , cuando se trata de lugares , menos aún que cuimdo se tral� de valores, · q uien argumenta procura eliminar p'or Comple· to, en bene11cio de olros 1 ciertos elementos; se esfuerza más bien por subordinarlos, reducirlos a los que estima fundamentales. ! Cuando los lugares del orden q uedan reducidos a los de la cantl; dad, se juzga que lo anterior es . más duradero , má, esiable, más general; si se los reduoe a los lugares de la cualidad, se considerar� que el principio es originario -de una realidad superior-, modelo, dctcrmi nan1c de las posibilidades extremas de un dcsanollo, Sí r"o anr.i&uo esté v�lorizado com o · lo que ha. subsistido por más tiempo y lo que encarna. una tradición, Re valorará to nuevo como algo original y raro. Los Jugares de lo existente pueden relacionarse con los lugares de la cant iúad, unidos a Jo duradero, lo estable, lo habitual, lo normal. Pero , también pueden vincularse a los lugam de la cual i­ dad 1 unidos a lo único y a lo precario; lo existente extrae su valor de aquello a lo que ,e impon e en calidad de vivido, de irreductible a cualquier olro objefo 1 de actual. Por otra rPrl<: , se podría soste­ ner q ue .lo exist ente, en tarilo que concreto, fundamenta los lu­ gares· de la cual idad, da valor a lo ú nico, y que lo existen le, c::n tanto que rcul, c�tab\ccc In base de los Jugare� de. la cantidad y

§ 2S.

.Utiliwció11

.r

----

r2duccidn de los lugares

167

aporta su stntitlo a ·¡b duradero y a llJ que se impone universal· lnCHlc. El lugnr de la clencia pµede estar relacionado con lo normal que .sólo permite, para Jos pcnsaJÓres empíricos, la creación de tipos, de eslructuras, cuya perfecta reaUzación se aprecia en algu­ nos
l(.int, Critico d� /u ra;:ún pura, pAg3, 311 Y slJ$.

------------168

Tra/ado de la argumentación

prcconil.8.n los valorCli concretos y part[culares; a la superioridad del pensamienlo y de la contemplación, proclamada por Jo, clási· cos, los románticos opondrán la de la acción encaz. Los clásicos se esforzarán, inclusO, por justificar el valor que atribuyen a· 1os lugares de la t11alidad presentándolos como un as­ pecto de la cantidad. La superioddad de una personalidad original quedará justificada por el carácter inasotablc de su genio, la ln­ nuencia que ejerce e.n la mayoria, la magnitud -de los can1bios que origina. Se reducirá lo concreto a lo Infinito de su, elementos cons­ tituyentes, Jo irremediable a la duración del tlempo durante el cual no podrá ser reemplazado. Para los románticos, los aspectos cuantitativos que se tendrán en cuenta podrían resumirse en una )erarqula meramente cualitati· va: entonces, se Jratará de una verdad más importante, que forma­ rá una realidad de un nivel superior, Cuando, a la volunÍad indivi­ dual, el romántico opone la de la mayoría, esta úillma puede concebirse como la manifestación de una voluntad superior, la del grupo. y Ia describirá como un ser únicc, con su histqrla. originali• dad y genio propios, La sistematización de los lugares, su concepción en funció� de los Jugares considetados fundamentales, les da, de esta fonna, as­ pectos variables, y ,,¡' mismo lugar, la misma Jerarqula, pueden, . gracias a otra justificación, desembocar en una visión diferente de lo real.

B)

LOS ACUERDOS PROPIOS DE CIERTAS AROUMENTACJONES

§ 26. Ac:onoos 1 •. CIERTOS Al!I)tTOR!OS PAATtCtJ:tlüU¡S Lo que habitualmente se llama el sentido común consiste en una serie de creenci·,s admilidas ·
1

§ 26.

Acuerdos de ciertos auditorios particulares

169

da, cuyos miembros suooncn que cualquier ser. razonable las comM parle. Pero, junto a lalcs creencias, existen acuer.dus propios cJc los 'partidarios de una disciplina particular, ya sea de naturaleza científica o técnica, jud�ka o tecnológica. Dichos acuerdos corn;{i. luyen el corpus de una ciencia o. de una 1écnica, pueden desprender· se de cienos convcni,Js· o de la adh.esión a diversos tex.tos y camele-­ rizan a ciertos audrtorios, Genera1mc:nte t estos auditoriOs se dislinguen por el uso de un lenguaje técnico que les es propio. En las disciplina, formalizado.,, este lenguaje se diferencia al máximo del que utilizan los miembros de semejante auditorio en sus relaciones diarias y que comprenden �n calidad de miembros de un auditorio más amplio. Sin embargo, incluso disciplinas como el derecho, que toman prestado muchos de s�s términos té'Cnicos del Jenguaje corriente, han podido parectr herméticas a los no iniciados. Pues, estos vocablos -que, en la medida de lo posible, se desea hacer lo más unívocos ·en el c:onlcxto de la disciplina- terminan por resumir un conjunto de conocimien· Los, reglas y convenios, cuya ignorancia provoca que su compren-· sión, en tanto que términos convertidos en técnicos, escap� r,or com­ pleto a los profanos, Para en�rar en un grupo espedalizado, es necesaria una inicia� ción. Mientras que el orador debe, normalmente,.adaptarso al audi, torio, no sucede lo mismo c'on el maestro encargado de enseñar a sus alumnos lo que está permitido en el grupo concreto al que desean agregarse o, aJ menos, al que \as personas responsables de su educación desean integrarlos. La_ persuasión es, en este caso, previa a la iniciación, y debe someterse a la& exigencias del grupo especializado cuyo maestro aparece como portavoz. La iniciación a una disciplina determinada coruiste en dar a conocer las reglas y las técnicas, la, nociones específicas, todo lo que c,;tá aceptado en esta disciplina, y la manera de criticar sus resultados en función de las e,igcncias de la propia disciplina. Por estas parlicularidades, la iniciación se distingue de la vulgarización que se dirige al públi­ co,, en general, para. mostrarle ciertos resultados intt·r;-,,1ntc:-, en

170

Tratado de la argumentación

un lenguaje no técnico e Incapaz de valerse de los métodos que han permitido establecer estos resultados, o, a Jortiori, de empren­ der la crítica de estos últiCllos. En cierto- modo, ta.les resultado;s se presentan como indcpenúicntes de la Ciencia que los ha elaborado¡ han adquirido el estatuto de verdades, de hechos, [,a diferencia en­ tre la ciencia que se. comtruyc 1 la de los sabios\ y la ciencia admiti� da, que se convierte en la del auditorio universal, es caracterlstica de la distinción entre iniciación y vulgarización ". A la cueslión de saber si una argumentación se emplea para un auditorio vinculado por acuerdos particulares o para un audito­ rio no especialitado1 no. siempre resulta fád\ responder. Ciertas con­ troversias relativas a los fraudes en arqueología. por ejemplo. ape. larán, a la vez, a los especialistas y a la opinión pública 1.c¡ otro tanto sucedera. 1 con írccuencia, durante los procesos l;fiminales en los que el debate. se sitúa, al mismo tiempo, en los . planos jurldico y moral. Exislcn, por otra parle, campos on los que, según la concepción ¡¡ue se tenga de· ellos, ,e dirá, bien que son especlalltados, bien · que escapan a cualquier convi=:nio o acuerdo partlcular; éste es, cmi· nentemente, el caso de la filosofla. Aun cuando a una filosofía de escuela, que se desarrolla dentro de los limites del slSlema elaborado por el maestro,· se la puede considerar especializada y· próxima a una leologia, ¿s.c puede �dn1i­ tir que un esfuerzo filosófico Independiente presupone la iniciación previa a una técnica culta, que serla la de los filósofos profesiona· les? Esta es la opinión e,prcsada -en una obra póstuma, muy sugerente- por un joven autor alemán, E. Roggc, quien a una •filosofía popular», como la de Nietzsche, opone las nlosoffas con· tetrlporáneas que suponen, todas, un r.:onocimiento profundizado 11 Cír, Ch .. Pcrclman, 1cL11 vulgarisa1ion sclcntifiquc, probletne phllot.ophlquen, tn Re.vuc. di.U Alumnt, marto de 19S3, XXI, 4. " crr, vll rson ,Ic Pr1dcnnc, les Jruudl!s en ar�htof()gfe. préhlstorique, tspcci11.t. mente lá pág. 6J1.

§ 26. Acuerdos de ciertos auditorios particulares

171

tle la historia tlo la filosofla, con respecto a la cual se· las induce, de ·una forma u. otra, a reflexionar sobre sI mismas H. ¿El filósofo que adopta una po.stura referenle a esta historia de la filosofía, que le. atribuye una significación determinada y que desde entonces debe admitir que su propia concepción responde a esta significación, renuncia totalmente a dirigirse al auditorio uni­ versal? ¿Acaso no s.e puede decir que: el auditorio unlvcrsal, tal como el 1116,ofo se lo imagina, es un auditorio que acepta ciertos hechos, y, sobre todo, la experiencia de las ciencias, más concr�t•· mente la de la historia científica de la filosofía, pero que sierrtpre es dueno de insertar dichos hechos en argumentaciones nuevas, in­ cluso para invertirlas? En ese caso, cualquier lilósofo sigue dirl­ giéndose al auditorio universal, con el mismo titulo que el filósoío popular, y no parece que, en filosofía, se pueda emplear un conjun­ to de conocimientos, reglas y létnicas comparables al corpus de una disciplina dentlfica y común a lodos los que la practiquen. El ejemplo de la filosofia muestra perfectamente que la cuestión de saber cuáles son los auditorios especiallzados constituye un pro. blema de hecho que debe resolverse en cada caso. Pero, hay audito­ rios, como los de juristas o teólogos, para los cuales dicha cuestión está regula.da por medio de consideraciones de carácter formal; con� trariamente al derecho natural y a la teologla racional, el derecho' y la teología positivos, vinculados por textos bien determinados, · · configuran campos ;s¡,ecfficos de argumentación. Sea cual ;ea el o(igen, el fundamento de los textos de derecho positivo o de teología positiva -problema que no nos concierne en la actualidad-, lo esencial está en que.constituyen el punto de partida de nuevos razonamientos. "La argumentación jurídica o leo· lógica debe desarrollarse en el interior de un sistema concreto, lo que pondrá en primer plano ciertoo problemas, principalmcnle los relativos a la interprelación de 1«1os.

1s E. Ro1tgc, AXiomrrtik 11!/es miiglkhn, Phi/r,:wphiuens, r>il:s�. 100 y sig¡.

172

Tratado de ta argumentación

Algunas- nociones, como la evidencia o la de hecho, adquieren un sentido parllculár en las di,clplinas vinculadas por textos. Cuando, al argumentar ante un auditorio que no está vinculado por textos, se dice de una .propo.sición que es evidente. sian.ifica que no se siente el deseo o no"' dispone de un medio para rechazar tal proposición. En cambio, cuando se a.firma que un:i norma juri· - dica parece evidente, quiere decir que se cree que no surgirá polem i· ca alguna a propó,ito de su poolble aplicación a un caso concreto, Así pues, la no evidencia atribuida ciertas nornm, la presunta nce<:sidad de Jurtificarlas." resulta de_ trasponer lnrnediatamcn� la posibilidad de discusion.. en una bdsqueda de fundamentos: toda dificultad_ de aplicación, aun cuando no se .cuestionan los valores que la l�y' protege, corre el riesgo de .ponét en movimiento toda una argun\entaci6n en la que intervendrán probablemente los posi· bles fundamentos de la nonna. Asimismo, decir de un' teltlo sagra­ do que es evidente equivale, puesto que ,to es cuestión de rechazar· lo, a pretender qu1 sólo hay una única manara de interpretado. Los acuerdos de auditorias especializados pueden Implicar defi· niclones concretas de ciertos tipos de objetos de acuerdo (de lo que es un hecho, por ejemplo), Tambiea vers,n sobre la manera de peder invocarlos o criticarlos. Para el teólogo ,:, e! jurista, se considera un bocho, no \o que puede pretender el acuerdo del audicorio universal, ;ino lo que lo• textos CJ


n 'al J)Oinl autorl.ri a dicll1l'tr un /ait consrant, f//lT cela seu/ q¡¡'il

en aura.it personntUrmmt gcquis, en dehors du prods, /11 contUUS­ . sanee positlve 76• "Aubry et Rau, Coun d, druir civil JN,rf(llr, t. Xll, p4p, 13.7,4,

§

26.

A.cuudos de ciertos auditorios particulares

173

(no estará et·, a:,sp!uto autorizado a dar <:.anMa.nda ck: un hccño, só\o porque, fu�;';:;del proceso, lUviera persooalmente conocimiento positivo),

La intervención del juei podría .modificar las pretcn,iontS de las part�s. Ahora bien, las partes sofl.·Jas que d<:te:rminan el proi:eso, dentro de los Hmites lcgaÍes. Vemos, pues, que, para ciertos audi10. rios, el hecho está vinculado a la prueba que se quiere o se puede presentar. . En las ciencias naturales conietnporánens, el hecho está cada vez mú subordinado a la posibilidad de una medida, en el sentido mi\, amplio del término. Tales ciencias se resisten a aceptar cual. quier observaci6n1 que no p_ueda insertarse en un sistema de me­ didas. Además, un científico que compruebe las. condusion� propuestas por. otro investigador, en contestación a una experimen­ tación determinada., tendrá. en cuenta todos los hecho¡¡ q�c se pre­ senten y sirvan para desta<:ar \o bien fundado de esta teoría; pero, en esta controversia, no se cree autorizado a valerse tlc otros hechos que, dentro de los llmites planteados, no son sobresalientes. No obstante, a diferencia de· lo que ocurre en derecho, no existen en ciencia normas d4 actuación que den a la prete�sión de las partes un.a firmeza relativa: eJ científi.c�, juez. siempre es-, al mtsmo tiem. po, parte, y pronlo introducirá nuevas pretension<:1!. Por lo tanto, sólo por analog!a con lo que sé da en dcrecbo, podemos· percibir las fases del debate, fases en las que ciertos hechos están considera­ dos provisionalmente irtelcvantes. Incluso en la vida diaria, ·,e estima que alg11nos hechos carecen de valor, porque serla de mal gusto servirse de ello•. El orador. que ataca a un adversario no puede adelÍlllt�, ciertas informaciones relativaa al comporíamiento de este �ltlmo sín desprestigiarse a si mismo: una multitud·de reglas nioraleo, de tratamíento o de dcon­ tolog(a impiden la i�lroducción de diversos hechos en un dcoatc. El auditorio Jur!dieó sólo comtituye, a este respecto, un caso �civi­ legiado porque.las restricciones están codificadas y son obligatoria,

Tratada de la argumentación

174

para. todas"1as part.cs; esto es lo que distingue esencialmente la. prue­ ba íudicial de la prueba histórica 17• Otra diferencia importante Mee ta a las presunciones: la ley pue. de considerar el vin·culo gue un� ciertos htehol!i con otros comme 1ellem1mr frm que la probobt//té qJJe celul-ci est accompagné . de ce/ui.fa équúiaut a la certitude Judícioiu de celui./0 11• (tan fuerte que la probo.bilidad de que uno vaya acompat'lado por olro equivale a la ccrtcz.a judicial del otro). A menudo, las presunciones lcgale& son de la misma naturaleza que las que ,e admitirlan en la vida e,trajudicial; la ley, principal­ mente, regula con frecuencia 10 que juzga normal. Sin embargo, poco importa el origen de tales presunciones jurídicas; .es prob•hle que la presunción de la inocencia del acue.rdo, en materia penal, proceda del temor a las consecuencias sociales y morales d·e otro convenio y no ite que el derecho .haya adoptado una presunción de sentido común vinculada con lo. normal. Las presunciones legales se caracterizan generalmente por la di­ ficultad que supone invertirh,s; c,,n fiecuencia, son irrefragable, o sólo se las puede recusar siguiendo normas muy precisas. A veces, sólo conciernen al peso de la prueba, el cual casi siempre depende, y anl� cualquier auditorio, de presunciones admitidas. Pero, no se impone su clccclón como sucede en ciertas materias jurídicas. Escas observaciones referentes a 1os acuerdos especfflcos, pro. plos de cienos auditorios, Indican suficientemente que argumenlOs, válidos para ciertas personas, no lo son para otras, a las cuales les pueden parecer sumamente extrafios, como apunta Jouhandeau: Un prcfane. qui a.sslste 6 une dlscussion dt 1héologitns n'est pos éloigmi de pens,r qi,'/1 dkou,re un monde oil /'on s'appl/qi,e a di·

n lb.. pAg. 63, nota 2 bis de Burün. 11 /h ,, pAg. lOO, nola .1 bfa· de Uaclin_.

§ 26. Acuerdos de ciertos oud//orios particulares

175

r'11.romti!r de c<Jmpagnie avtc lo mime logique impenurbabJe que les penskmnaires d'une maison de Jous 1v. (Un profaDo que asiste a un¡¡ discusión de teólog:os no está 'lejos de pensar qoc dttcubre un mundo cuyo3 habüanti:s se rJcdícan a decir desatinos en <:ompa.ft/a, con_ la misma lógica impertubabJe que los inrcrno:1 de un rnanlcomlo)." De Jo anterior se deduce que el orador puede sacar ventaja si elige a un auditorio determinado. Cuando las drcunstancías no imponen el auditorio, se puede presentar una argumentación prlmero a ele,. tas ·personas, Juego a ·otras, y beneficiarse, sea de la adhesión. de las primeras, sea, es el caso más curioso. del rechazo de las 5c_gun-, das; la ele<:ción de los auditorios y de los Jnterlocutor.s, así como el orden en que aparecen Jas argumc_ntacione·s1 ejercen una gran influencia en la vida ·pollllca. La proximidad de los auditorio;, e>peciaU.ados Y no espcciaJiz.a. dos, influye· en la argumentadón, Un artificio seftalado por Scho· pcnhauer, como susceplible óe ser utilizado durante una di,cusión entre .eruditos en ·presencia de. un· público inc:ompelenle, consiste eil cx.po\'\tr· una ob)r:ción ho per(inentc, pero que cl adversario no sabría rechazar sin l�rgos desarrollos técnicos "' · Este procedimien­ to coloca al adversario en una situación difícil, porque Je obliga a servirse de razonamici1toJ: que los oyentes son incapaces de seguir. Si!l embargo, denunciando la maniobra, el adversario podrá d.sa­ creditar a quien recurre a ella, y esta descalificación. que no r'equic­ re premisas técnicas, podrá ser operante con respecto a todos los miembros del auditorio, tanto peo fanos' como versados. Asimismo, en un proceso, la iendwcia a juzgar con ·arreglo al <.lcrecho se com­ bina con Jade juzgar con equidad, Si esta-última tiene menos im­ portancia para un juez técnico, éste, einpero, no �� cerrarla por completo a los argumentos que le prcsentan en calidad de miembro de un grupo social dctemtinado pero no �peciaHzado o c�mo miem- · 1ll M. Jou'1an
io Schopo,IHILlt.r, Eristische f)Jalek.llk, td, Plpcr, vol. ú, pág. 418 {nKuns1griff 20_,,).

1.7 6

Trutudo de fu argumentación

tiro del amJiluriu univers�J; esta apelación a su scmtdo moral pui.:df inciii:arll) a iuvcnlar argumentos váJi
ff 27.

ACUSlUlOS PROPIOS D8 CADA DISCUSIÓN

Las premisas de la argumentación consisten en proposiciones admitidas por los oyentes. Cuando é,tos están vinculados por re­ glas precisas que los obligan a reconocer ciertas proposiciones, iodo el edificio del argumentador se fundamenta solamente en un hecho de carácter psicológico, la adhesión de los oyentes, la cual, la· ma­ yorfa do las veces, sólo la presupone el orador. Cuando las concJu. sionos de este último desagradan a los interlocmorcs, estos pueden, si lo juigan útil, oponer, a esta presunción de acuerdo con las pre­ misas, una denegación cuyo Jin goa minar toda la argumen1ac!ó11 por la base. Sin embargo, este reclrazo de las premisas no sJemprc se produce sin ·ínconvcnientts para los oyeoLes -aludiremos a este punto más detenidamente cuando, al analízar las t_é\!nicus argumen­ tativas, tratemos dol rid!culo "· u crr. § 49, KEI rld!culo y su papel en la argumentaclónH,

..

� 27.

Acutrdo.r propfos de cada discusión

117

Puede suceder que· el orador tenga como garan1ia la adlu:sión c>.pn:.sa de los int� rlocutorcs a las tesis de pan ida. Est a ;u;�pl;.u.:i\Jn n o es una ga rant lA ubsoht1 a de csra bilidod, pero �irv..: para ini:r,..:­ menta.rla, �in lo cual no dispondríañ1os dt:I minimo de cnnl1a1m1 necesario pera la vida en socied ad. Cuando Alicia, .iJ i.:onvcrsar con los seres del país de los maravillas, quie_re emplear
11

L. Cmuil; ThrauRh lht Jo,okfng-glciss, pág. 293,

r .:

Tratado de la ·argumentación

producir�c me:úiante un repudio muy explícito, que no podrll Uc11ar· se a cabo µor unu argumentación que se desarrolle cu el interior del. sis1cma del que forina pant dh:ho axioma. Ln mayor\.1 de \as 11eces, sin embargo, el orador sólo puede co n1 ar, porn sus presunciones, con In inercia psíquica y social, que , en \ru; c.orn:icoc'ias y en la.s sociedades, forma l,arcja con la. im:rcia en fisica. Se puede suponer ª mientras no se demues tre lo contra1io, lfUC \a. a.ctitU:d ado¡1todu an1criormcnte -opinión rna n l fcstnda, con· cJucta prc t'Cfida- se continuará en el futuro, bien por descO · de c.ohetcnc:.ia, 'o'i� n sra.cias a la fuerza ele lü costumbr�. La extral\cu de n.uestra condición , según Peulhan, tesidc en que sea: Jac:llt de trouver de.t 1aisons aux actes sing¡,¡licrs, di,//idle aux actes commu11s. Un ·homm� q�l monge du boeuf ne sail pas pourquol il man,:c du boeuJ,· mais s 'iJ abundo11ne a )amals /� b�u/ pour les salsf/1s ,111 les grenuullles. el r1 '.csr pas soru imien ter mil/e preuves, les un es plus soges qu� les a11tres 0 • (ficil eJJcontrar razones B ln> &C\OS lin¡ularc:s¡ dlfícll, a los actos comunes. Un hombre que L'Omc cnrne de vaca no sabe por qu� la co1m:; pero, si la deja para siempre poi los nlsHls o lns runas, no lo hace sin invenlat mll motivos, unos más rnzonAblcs que otros}. En realidad; la inercia permite ·contar con lo normal, lo habi­ tual, lo real, lo actuaJ 1 y ,•alorizarlo l ya se ua1c,; de una .situación existente, de una opinión admitido o de un estado de desarrollo tonllnuo y regular. él canibio, por el contrario, debc justificarse; una decisión, U\\a vct lomada, sólo puede modificarse por razones suílcien1cs. Oran numero .de argumcnlaciones Insisten en que, en e,te ca,o, naJa Jusclflcu un cambio. Partidario de la continuación de la guerra ,on Francia. Pitt se opon e, en estos términos, a cual­ quier ll.Jca di: ncgociac..ión: 0

¿Las ·tircuns1nncla$ y la ,uuatión del pal& han cambiado s�tan· cialmcntc dude la última moción sobre ene tema o ·uudc que a 11 J. l'aulhan, L,1 flrm de TarbeJ, p&g. 112 .

§ 27.

A c u erd os pr opios de cada

dhc· u:_�611

1 79

mi csíi mado amigo se vio. po r primer;.¡ ,•ci , co mo \'l aboga úo d1: la negoci ació n( ¿La situaci ón de lo� 11,:�o�it>s .ha vul'iiH lv ú�� úc r:11tonces , di! for ma que li:i n cgoci.1dón .!ii: ria, a�1L1ullm: nlt: , in.is <.h:Sc."a­ ble de lo q u e· no lo fue en c1wli.,u i � r mom i:nl u amcrio r? 1r.1 . Con mu ch a frecuencia , se susti tuirá la. ju.stifi cadó.11 dC'I ca mbio por un intento de demostra r que n o tia ha biiJu cambio r e-al , int1.: 11to que, a veces , res ulta necesario, dado qu e e¡¡tli prohil>ld o el cu mb ia : . el juez que no ptj e�f. '.Uterar Ja Jey so �tendrá qU e su int er pretud ón no la modi fica, que c,, rr espondc mej or a la in rención del legisl ad or; del mismo mod o, ,e presentará : la re forma de la lglesiu como un retorno a \a religi ón pri mitiva y a las Sagradas Escri turas . La jus ti -. ficación del cambio y la arg ument aci ón tendi:nte a mostrar que no ha n ex.istido· cam bios , · no Van dirigitlas 1 en principio , al mismo audi ­ tori o . Pero ta nt o un a co mo · ot ra se· encami nan hacia el mismo ob· , jetiv o: responder a las exigenci as de la in erci a en la vida so cia l. Se jüsti ficará la innovación , ya por ind icación de una modifica­ ción objetiva , a la que ha deb ido adap tarse el ind ividuo , ya me­ diante una mutación ·en d sujet o. co nsid erada un progreso ; as i. el cambio que, por quebrantar la confi an za so cial , siem pre se dev a. lúa algo , podrá, empCro , ser apn:ciado com o mu estra de s.in ce ri . dad. Un cambio que ha sobrevivid o a su autor es suc-ep1 ib l o de conv ertirse en ejempl ar par a aquel:os que vacilarían en ln lcrnarsc por Ja misma vía. De este mod o, a los republi canos estadoun idtn• ses, w. Llppma n les presenta com o mod. elo la evolu ción del «n a­ dor Vandenberg , -qu ien , tr adicionalment e aislacionista , se con vir t ió, después de la últ ima gúcrra , en un partid ari o convencido y presü· gioso de una polltka de colabo ración inLernacion ul as . En pri ncipio , la inercia pued e op on erse a tod o, lo s proyect os nuev os y, a Jortiori, a pla nes que, co nocid os desde hace mucho ii einpo , n o se han acept ado hast a hoy. Lo que Bent ham lla ma d

-- --·· - -- ----( 80

TraraJo de la argumentación

so r ism.t dd mie9ncr se intereses parlicularcs o que �ic;ha medida podria necesit ar un progreso ue los co nocinii enlos, con lo que, de hec ho , se carga el peso de la µ ¡ucba "· Ca be �enal ar a este respecto que si, en derecho, el dc1ua 11dan1e tiene general me nt e la �arga de \a prueba, obedece a que el derecho se conforma a lá inercia; está concebido de manera que 17 ratifiq ue, para mej or proveer , los hechbs ta! como son_ • Gr acias a la inercia, se prolonga la técnica de la cosa juzgad a, po r deci rlo as !, medianic la técnica de lo precedente . La repetición de Jo precedent e só lo difiere de la continuaci Pn de un tstado exis· l en te porq ue se examinan los: hechos como si perti.:11ecieran n lo di scontinuo, Desde es te enfoque ligel'amente diferen te, sfompre ve· mos la ine rcia en la obra: igual que es preciso dar pruebas sobre la ut illdad de al t,erar un estado de cosas,· sería necesario demostrar la oportunidad de camb iar de conducta ame una situación repetida. En pa /s.,. tradlcl onali st as, lo precedente se conviene a,i en parte integra n! • del sistema Jurídico, en un modelo del que pueden preva• lt: r.se con la condición de mostrar que el nur:vo caso se asemeja su ficic:n temente al antiguo. De ahí el temor a crear un pr ecedente que interve nga en gran nómero de dccision�: «Usted va a decidir, no a propósito de lsócrat es , sino con respecto a una regla de vida, si es prec iso filosofan> 85, En efecto, se eslima que el enunciar cier� Hc111 lrnm , rraili! du .tnphism�s poliriques, en C&nrts, l. 1; pé.gs. 449-450, " t:fr. R. l>cmoguc, US IIOJiom· /undamemales du droit privi, pi1.s . .S4J, n Cltado pc,r Arisró1dcs {&cgú11 bócruw, Sobre ti cambio dt! la.r /or11111at, 1 73) para ilustriir cl lngu r dt" /u lllltecedt/11t y etc lo con�c\lcnlc, Rer&,ka, 1399b. 4 "

u W. Piu, Ortuíu,u on rhe }hnch wur, pá¡,;. 9) (27 tk ma yo \l e J J9 S) . 11 New York llttuld rrlbune (edición de Parls), 1 2 de lllél tzo úi: J<.M8.

"

....• ··--·-

___________ ..______ .

§ 27. Acuerdos propios de cudu úiK"sirJn

····-····- _,._ . .. .

181

los acles, ya se trate de u.precia.dones o t.lcdsio11�s, c5 un 1.:,l11scnti­ mien10 iinpl idlo a su utili1.ació11 -en concepto lle p_rci.:i..:lkllh:!'1, una. �ptdc de compromiso para comrwnarsc t.k íornrn �\!mcjamc \!11 situuciones oná.logr,s. Asimismo, cuant.lo aiuuicn cumple unn regla y, c�pccia.fnwnte, cuando proclama que lu i..:u111plc, man ifi.c sta que i;s but:na segu lrln. Esta po.stura es asimilable c.1 una <·Onfes�tSn, la cual, llegado el caso. se podría recordar . Así, atacam..lo a Es41 1ine:; , Oi:inó!iltl'l.CS invOCJ e l tes1l monio de stl aú vcrsnriu sobre la forma en que d ebe llc\larst: un proceso: { ... ) expuso oqucllos 11rgumen1os que ahura �irvcn de recurso c-.1ntra H; porque lo que tú definiste como principi01 ju:s los, t:uandu IHUl'C· sabus a Tima reo, eso mismo,· �in duda, conviene Qui: 1cnga \•igur en beneficio de los demá:¡ y dcl riruenlO l\tyu 1"'. Para uliliz:arlo co.ntrn el adversario, . resulla. elica1. 11.:Pe1 ir todo lo que, a 1.:a.usa de la ndhe�lón numi fcst .i.da, se: puede cunsidcrnr una con fesión ¡uya , La repet ición Inmediata de la. palabras uel interlocutor cansiituyt.:. \o eSencial de lo que comünmcnlc se lla111a el espirilu de réplica.

En derecho, cu�ndo �ólo está cn · jue:go el interé.,; de las parl es, la confes ión de una de las partes , así como cJ mutuo acuerdo , pro­ porciona un elemcntv �table en el que puede apoyarse el juez. Cuan­ do se trata de los niun tos por los que se interesa el oruen público, la confesión no tiene la misma fuerza proba toria; pues es · el juez, y de ningún modo las partes, qu ien determina lo qllc se puede con· sidcrar adquirido. [;n lugar de basarse en los juicios del Interlocutor / !C emplearán a veces meros indicios de su confesión, se prevale cspeciolmen1 e de su silencio, El silencio puede interpretarse, se.a como el indic:io de que no se hn encontrado ninguna objeción ni rcíutación, sea como el in(J i .. do de q1,1e el a.sunlo es indisculi ble. La primera interpreladóu ufir. ,., Oemómnn, S0bre fo embajodo /ru11duren1a. ?4 1 .

....... ____________________ . . . 1



Tratado de /� argumentadón

1 82

ma l¡lH! t:xistc un acucrúu de hecho cid interlocutor, y la scgunc.ln 'CXl rac sn Ucn:..:ho. 1, Lo que el adversario no nic�an comliluyc para Qui111 iliano un elemento sobre el cual puede apoyar.se el j\1t:i N, el l'>Cli¡iro en ·otra parte " el caso del empresario umcrlcnno que, u uranto touo un uia, solicita las objeciones de los representnntcs 1intlicales y las apunta euidadosomcnlc eo la pizarra. Asl, llego a obtener u n aéUerdo �xplicito sobre los puntos a los q ue debe res· pom.lcr; el airndir después otro� nuevos pun los ie i111crpretarfu ,u. mo un l n
I

',l(I . Q11i111ili111111 1 lib. V, cap. X,· § ll . " Ul1h11ri.¡ 111• C'( phihJw¡•hir:, p:i¡;. 20, )cgim l)uh: Carntgie, P�H- )dJ,

§ 21.

Acuerdos propios de cudu discusión

183

troversia, .se la rcdui.:c: md.s; sólo a riesgo úc .;u1nbhu i.:as po�ibiliUa� des de que stmcja1llt;-desaprobac:ión lcngu otras consc..:ucncius QW! no sean las de dcsacroditar al au1or. Qufntiliano les da este consejo a los abogados: Por tanto. será. ventajoso disimular al;;una.s de nuesmis arma.s. Pues el advc-nurio hu; rá.:lama con lnsi�tcncia :i, a mcnuJo, ha¡;� que de ello dependa el dest:11lace·tlc hi. r.uu:sa, ya que pi�mi'a que n.o las tenemos; al n:damar nuesm1s pruchns, les 1.Ja impof1,u11.:ia 91. El acuerdo preliminar a fa discusión puede versar, no sobre el objeto del debate ni sobre fas pruebas, sino sobre la forn1a
184

·-----------

Tratado de la argumentación

ti vos que dt:lennina el orden en la argunientación. En· efecto, lu �onstrucdón de un di$Curso no �onsiste únicamente en el de�arroUo de lus premisas dudas al principio, sino ·,arnbién en el cstabli.:cimlcn· 10 e.Je Jo.s prcniisas 1 la cKplicitud y eJ estabilizar los acuerdos '114, Cadu discusión presenta, de este modo, etapas, jalonadas por los acuerdos que ¡e pretenden establecer, las cuales resul.1an a veces de la ac1i1ud de las partes y, en ocasiones, ,on inslitucionalizadas gracias u cos1un1bres adoptadas o a normas explicitas de actuación.

§ 28.

LA ARGU.bll::NTACIÓN
Las posibilidades de argumentación dependen de 10· que cada uno está dispuesto a conceder, de los valores que reconoce, de los hechos sobre los que señala su conformidad: por consiguicnte1 wdn nrgumen1acl6n es una argumentación ad homlnem o ex con-. cessJs, En cambio, si, a la argumentación ad haminem, se le opone con frecuencia fa argumentación ad rem " -la primera relativ� � la opinión y 1. segunda rcforeute a la verdad o a la cosa misma-, obedocc a que se olvida que se debe admitir la verdad en cuoslión, Bn lérminos de- nuc$tra teoría. la argumentación ad rem correspon-­ de a ona argumentación supuestamente válida para toda la humani­ dad razonable, es decir, ad humanitatem. 'ésta seda un caso par1i­ cular, pero eminente. de la argumentacJón ad homJnem. La argumentación que se dirige al auditorio universal, la argu­ mentación od humaniralem, evitará, en la medida de lo posible, el uso de argumentos que sólo serian válldos para grupos determi­ nados. Esta .será la principal preocupación de la argumentación filosófica, � Cfr, f llll, ítOrdcn y persuasión». n crr. Schupenhaucr, Partrga 11nd Parafipom,11a U, ed, Brockhau,. vol, d, pd, 1in1 2�.

§ 28.

¡

p

A rg umentacidn «ad ho111ine1w, y peti.::iú11 de 1ri11ci in 1 85 ··--� - -�--·-- -··-----------

Podríamos dis1 in guir ti p os de argumeulos ad homi11c111 tan va­ riado!!i <:orno !o:s aurJil urios a los q ue. · !.e diri gi.."11 ; nos proponcm\)S llamarlos a.rgumenlti/llll homl11en1, en un se.ni ido rc�lring ió o , ·cu.in­ do el orador sobe qtic no tcndrian fuerza a.ore d aud itorio univer­ sal , to.l como él se lo ima gina . He a quí u n ej emp lo · muy sencillo, Scrá.ri once p ara almorza r. · La criada exi.:lamu : . P n.isurosa, rcsp undc la señora.: <\No, María, le equivocas: trece traen mala sucr t�i, . El ar �umento 110 tiene réplica y p one inmedia Hmienlc lfo ul Uíálo gv. Se puede com:jdernr q ue esta res p ue5ta es un ti po de argumenladón ud. hominem; aunque no señala ningún interl!s pc: rson,.ü de la cria­ da, se basa en 1o que ésta admHe. M uchó más etkaz de lo q ue seria una disertación sobre lo ridiculo de la"i supersticiones , dicha respuesta permite ar gu mentar dentro de los limites de lo p rej u,go­ do, en lug ar de combn1irlo. A menudo , los o.rgu mentos ad llominem re�iben el calificativo p de scudoargumentos , p ues son ar gumentos q ue persuaden manl­ fit.!slamenle a ciertas personas, aun cuando no debieran hncerlo , por la sencilla ra.:ón -'-piensa quien los deval úa de e8ta forma­ de que no tenddan ningún efecto sobre sí mismo. En n:alirJa
1 86

·----------

Tratado de la argume,,tución

acep tan las p fcmisa.s Uis\:ulidas. Estas premisa$ son lai:; que dctcrmi­ n.Jn lo.s líntitcs di:ntro de los q ue se muévl! la a q� umcnlacióu, Por w;u, rclacio oamos el cx.umen· de esia �uestión_ con lüs ncucrtlos pro· p ios r..11.: ciertas ar gumcn1aciom:s. No se debe confundir el arg umento ad _ huminem con el arg u­ mento ad persunam, es decir , con un ata q oé coulra la persllna del adversario y que \ientle , princi palmente , a dcscalifii.:arlo. Puede q ue se los collfundn porque, a menudo entre las dos clases de argumen­ los, se produce una interaci;;ión, Aquel cuya tesis ha sido rcchaz11da mt:diantc u r:ia argumenta·ción ad hominem, ve su p resti gio distninui­ tlo ; pero, no olvklcmos q ue es una consecuencia de toda refuladón, cual q uiera q ue sea la tCCnica uliJizada: < ( Un error de Jicchu dej a en ridiculo a un hombr� sabio) 91. . Utilizando la 1eonica de la confesión q ue acabamos de exami­ nar , se pucd,e p asar, 11. p 1uttr de los actos rca.lizado� por al guien , a las regla.1 de conducta q ue dicho ind ivid uo parece aprobar im p ll1.:i1 nmente y que servirán de base para unn ar gumentación ad homi· ncm. Por lo lanto, las argumenlaciones ad p ersonam y ad hominem c� tán ínümamen1e meicladas, como en este breve diálogo q ue cn­ �ontramos en Stcvenson: A) Usted es clemaslado duro con .sus empicadQ.S,

8) P�ro usted no tll'.bcda hablar ·,u !. Su propia íábrica sapona­ ria una cm:ue�ta con mucha menos fucHidad que la rnia "· En función ue la argumentación en general, y de la argumen ta· ción ad homin,m ,11 purticul�r, se p11ede com prender en qué consis­ te la pelició11 de pr/nG'/pio. Con frecuencia, ijC piensa que _es un fallo en la técnica de tn dcmos!ración y Arislóieles trata de ella, no sólo en 1'1> Tópi<'os,

11a 319. v, Ch. L. �lt\'cn,011, E1h iu und /Ut18U1JRr!, p;lg. 127.

§ 28,

Argumentación «aá homirremli y petición áe prin cipio

1 87

sino también en lÓs Anatüicos Y\ tal pc1ición consisl idtt �n el licd 10 de po,tuJ¡¡r lo que se quiere probar. Ol.iscrvemos iumcúiatamcnlc que, en d plano de la lógi1..:a for­

mal 1 la acusación de pcfidón de principio ��rece de st!nt ido. En efecto , se podria prcl,'c:ntler qw: toda dc
la consiste en uiia petición de principio, y que el principio de it.JeÍlli�

dad. el cual afirma que toda proposidón se implica a sí misma, sería, incluso 1 la pet ición de principio con todo sus rc.-quisllo¡¡, En realidad, In petición de principio -que no concierne a la verdad , sino n la adhesión de los interlocutores a las pr=isas que se presuponen- no es una faltn de . Jógica, sino de relórica, que se comprende, no en el interior de una · teoría de Jn· dcm9st ració11 , · sino con respecto a la técnica argumenl�t iva, La pelición de pri nd· pío consiste en emplear el argumcnlo ad hominem cuando éste no es succptiblc de .,er utilizado, porque tal pel ición supone que ol interlocutor ya se �_. adherido a una tesis ·c\lya aceptación, justa­ mente, se procura co"riseguir. Atin es preciso que las dos proposll.: io­ nes, eJ principio y fo. conclusión, que nunca �on exactamente las mismas, estén Jo bastante próximas una de otra para que esté Jusli· ficada la acusación de petición de principio. Por eso, una discusión casi siem pre surge •obre Jo bien fundado de la acusación . El oyente sólo podrá pretender q u e hay petición de principio

si la premisa que ponen en duda no tiene. en c.ste caso� más íun
1 88 ---------------

Trarado de la argumentación

cl u.sión·prcmisa·con�lusión». Ahora bien, por la complejidad de �.sM ta rcladón , pul!tlc Uesarrollarse; en la pracl tca , Ja d bcusión para saba si hay pl!Iición de principia,

Ln Jm portanda de la manera en que se ex:aminan la.lJ relaciones entre \as J)reini.!ias y Ja conclusión, se m uestra con tlnrida


Sacllez bien que je mér/le votre pllil beaucoup plus qu'un chdti­ mcm. Le chdtiment revienr, en e/Jet, a11x r:oupabfes, Ju pifié U ,•eux qui sonl l'objer d'une a1.:cusation /njusre 100•

menlo que Ja conclusión misma que ·se ha querido sacar I y para la cual esta premisa constituiría un es"l abón ínt.Jispensablc en el ra­ zonamiento. Resulta en extremo poco frecuente que esta dependen�

(Enteraos de que merezco vuestra piedad mucho i:nil que. un cas• 1180, El castigo recae, en erecto, ,obre los cuJpablc.s, la pit:Uad sobre los que .son objelo de una ac.:usación injusia),

cia esté lo suficien temente garan1izada = para que se admita sin répli­

ca la acusación. En efecrn , semejante acusación implica que, en una argumentación, s� puede discernir con precisión no sólo si el enunciado de una premisa se distingue o no dol enunciado de la concl usión, sino 1ambién qué parte corresponde a cierto tipo de argumentos 1 y exdusivamenlc I este ti.Po , según Ja relación <
El orden de .la premisa mayor y el de la condusión es.tá in venido. Los oyentes no pueden admitir la premisa menor que se. sobrcen1 (1¡1

O, Nu.varrt!, Es.ta; sur 1(f rhdf(>tiq11t trecqul! u,,rml Ari:tott, p&g, 1 4 1 . n, f.

Vfa$e um1bitn }'. Blu:;s, Oit auisclat B"tchumArit, 1, 'pa¡:. tll,

�:,gumcntc:,::-ii��2wd hominemn y petición de prindpio

189

tiendl! (((Soy el objC10 de una acusación inj11.!i:la>1), porq11c 1 .si. se la hubiera rcconociúo, se juzgaría d proceso. Por esta rn:t.ón, Anti· fonlc, en Jugar de presentar el derecho qm.: prc1cndc 1cncr a la pie­ dad como la condusión di: un !ilioghmo, hace !JU aílrmudón tlcl;.rn­ te de la rrtctyor. parn darle una cspedc d1; validez indcpc11� y el adversario Jo calificará de 1tsuJ)trs. 1id6n>i 101• Pero, no .creemos que, en ·casos semejantes, se pu�da hablar de J)C1ición d_e prindpio, cx.ccp(o si se supone: que las califi­ caciones, las aclmite el interlocutor que precisamente In;; pone co duda� si no es asC se llegaría a considerar p"Clici6n de principio toda afírma"Ción de valor. Para concluir, la petición de principio es una falta de argumen­ tación. Afecta a la argumentación ad hominem y la presupone, pues su campo no es el de la verdad, sino el de la adhesión. Si se recono­ ce que es ilcgilimo ::rr.ptcar petidone.s de principio, es decir, funda· mentar la argurncnt"lc!dón en premisas que el auditorio rechaza, esto 1�1 J. lkM\\?i.m, Trai1é de-1 .svphfmu!S poli1Jc¡ur.s, en OC.:uvrt.v, 1. J, p�g. 4llL 101 Sch\lpcuhuucr, l:'ris11.\"d1f! D1ulek1ik, ,;d. Ptrer, \'ol. 6. p.i . -11.¡ (uKun.,1g1irf g . 12...t.

190

Trtiwdo de la argumentaci6n

implica que se pueden util,izar las que admite, Cuando se trata de verdad y no de adhesión, el argumento ad hominem está pot pros­ cribir¡ p1:ro, en esle caso, la petición de principio es imposible. Los dos .ron correlalivos: sólo dentro de una temía de la argumen1ación s� puede tener en cuenta la acusación de «petición de princlpim> y sopesar la legitimidad de la crítica que implica ..

192

CAPITULO il LA ELECCIÓN DE LOS DATOS Y SU ADAPTACIÓN CON VISTAS A LA AROUMENTAÓÓN

§ 29. LA SELECCIÓN DE LOS DATOS y su ,nem,cu Los acuordos do los que dispone el orador, sobre los que puede a.poyarse para argumentar 1 constiluycn un dato, pero 1an vasto y susceptible de utilizarse de formas lan· variadas qu1,: la manera de valor&e de él presenta una imponancia capital. Antes
Tratado de la argumentación

dccisióri judicial 2• Sal'r'o .si se trata de un campo formalitado: com• pletamente aislable, este conjunto es flexible, siempre está abierto. Sus límites son particularmente vagos cuando se trata de un audito­ rio no especíalizado, aunque la elaboración filosófica puede Ci, ,n Bu//, Amtr, Mr,th. Su­ cl,ry, &epi,, 53, pág,, 42il..tl2S. 1 Cfr. C. C.Cmlo, «Phenomenology or 1he d«ldon», en lorJr,.Amarican lfNul phf/osophy, pág. 399, citado por V. Ooldtchmidt, l..esyJriml.rtofden, pi9. 91 1 n. 7. 3 IWdrlca a Hrrennlo, 1, 12: Cicerón, � Inwntlone, .1, 30: Qulntillano, lib. J\', CQp, 11, npeclalmenli: § 57.

..

-···-- ---· ·�-�--·· ·-·-�·--

§ 29.

La u/eccidn de los dato� y su prese�cia

. - -·-···"· .-·-··

1 93

Un hermoso relnlo chino ilustrará nuestro pensamiento : Un ri;:y ve pasar a un buey que: debe ser sacrificado, Tiene: piedad de él y ordena que lo sustituya un cordero, Confii:m, que esto ha sucedido porque vera al buey y no veía al cordero 4 . La presencia Influye d e manera direéta en nuestra sensibilidad , Es un dato psicológico que, como lo muestra Piaget, ejerce una influencia desde el punto de vista de la percepción: durante la con• frontación de dos elementos -por ejemplo, un patrón fijo y los tama!los variables con los que se lo compara-, se supervaloro pre­ cisamente aquello sobre lo que ta . mirada se centra, lo que se ve mejor o más a menudo ' , As!, lo que se presenta a la mente adquic- · re tal importancia que la práctica y la teor!a de la argumentación deben tenerlo en cuenta. En efecto, .no basta con que una cosa exista para sentir su prenncla. Esto es cierto, incluso en controver­ sias eruditas; lo prueba el papel que, en la querella sascndista, de· scmpea6 un libro en el que Jean de Launoy mostraba las variacio­ nes de la actitud de la Iglesia para con Arist�telcs. A este rcsp
aristotelismo del siglo xrn. Es.lo todos !OS protagonistas. lo saben, sólo que nadie l � piensa).

Por tanto, una dé las preocupaciones dd orador será la de darle presencia, sólo mediante la magia del verbo, a lo que está cfecliva• � Mcng-Tseu, Premier livre, f 7 (l?tuthier, Confuriur d M�nrfµ.r, pAg, ZlO Y si¡s.); re:.tumldo por ,Pareto, .Trafrt de Sociolt;gle, 1, pág. 600 (§ 1 l 3S) a propó,ilo del an41isls de la piedad <:omo miduo. ' Piagct, lnttódÜc1lon a J '-'pfstémologie Bé11t1fque, vol. I , p.les, 174- 115. ' R(v. d'HfstOiJ des Scümces �, de l�m· appfkarions, 195 3 , pá9. 12S.

1 94

Tracudo ·-----

de fu urgumentación

nlr.:nl\! aust:nlc y <.J.llC considera. como importante paru su argumcn· 1 :.1<:ió11, u v
'· ll:i..:11 11,

§ 29 . · la s.e/eccidn de los daws y su presl!11ciu

1 95

la certeza }' 1ratu r lps acon1t:dmientos lll:is -alejados di:I ¡in:si.· 1111: '. l:Oíllo .si fueran i1Ílp urrn11 tcs. pur4t11.: sn t1 m!.!110� · pruhablc�·. E:i. la _única solución que, sc&ún Lcwis, p1.;rn 1iliría t¡llt= (ui:r nu (1,Jmpi.l ti· bles 1 con el cá.lc::ulo utilitario, la prox iinidaU y el ali:Ja111ii.::111 u, ¡>ro­ puestos· por lienlham como un.\ din¡ cu.sión de lOli piuccn:I) 9 , Por muy a·nómala qur sea denlro de su !iiS1cnli.l 1 la d imcn:,ióJ1 suplcmi:11· ta. r ia qiJ:e Dcntham inlrodÚce existe -.: para nosotros que: la in 1crpr1;:10.mos con arr eglo á· la prcsen ciu , perfc1.á amente jus1 ificncJa- por­ que se ajusln a las innegables tendencias psíquicas. . En un ap.éndice de su Retdrka 1 0 , Whatdy recoge una amplia nota de Campbell relativa a las condiclonos de tiempo , lugar , cone­ xión e inlerés personal por la:; cunJcs nos afc1.:ta un ucomedmitnto� también son estas condiciones las q ue dc-1 crrniuan la prcsc1H.:ic1. Por lo tanlo 1 la presencia no está viucuiuc.Ja txdmivamcntc- a la ;,roxi­ midad eri el tiempo, allngue ésta constiluyc un elemento cscn,.:fal. Scñalcn1os1 por otra parte 1 que el · cs fucn:o para. con'segu ir que c-st C presente en l a condcncla 1 no sólo puede rcferir!,e a u n objeto rCal, sino tamblé.n a un juk:io o ·a todo un dcsarro11o ar,gumcntal ivo , Dich o esfuerzo pretende, en la medida de lo posible, que esta pre­ sencia ocupe todo ei ·campo de la conciencia y que quede aislado. por decirlo así , del conj unto m�ntul d!.:1 o>·cnt e. Y e�to es capí1al . El que se haya podido comprobar que un silogismo bien formula­ do, y aceptado por el oyenle, no di:t"ermina necesaria mente la. ac• tuadón de est� último conforme a la.:, condu�ioncs . obcJt.'Cc a que­ l as premisas, aislad as duran1 i; la demostración, han podido encon· trarsc con obstáctÍJos, u na vez que h an entrado en el circuiio mcn· 1 al de aquel al que debían pcrsuadi·r 1 1 • La importancia de la presenc!u en l a argumentadón n o se desta· ca únicameme de forma pOsitivn: la sur,resiór, deliberada de la pre­ sencia constitu}'e un fenómeno muy ·nO[oble y ,¡ue merc..:eri.t un C. l. Lrwis, An Anulysls QJ Knu it'/t•dJt amJ /-'alJwlirm, pdg. .JY.i . in Ridmd D. O, Whi1l1:ly, t:lemettt.r uf Hhm,rk, Api:mlii:I.'. C, p:1g, . .1hh r )I¡;.� . 1 1 (..' ír , § 6, uPersutuJ ir y �·l)n..,en��P> ,

9

1 96

·--------------Tratado de la argumentación

cs1 udio _dcH 1Jh.1do. Hagauios sólo una observución, que no� paree,.; (!scncial , sobn� el carác.:t1;;r irn::al de todo lo tjue no forma parte de nuesl r.: acdóu, lo que no se relaciona con · nuestrns convicciones. 1�rcci:,.i11ncnte sobre este punto observa Sl1.:pht:n Spc:m.lcr que; f ... 1 casi ·.todos los $eres hu'mnnos tienen una captación muy inlcrmi• lente de \a realidad, Sólo un reducido número
r...

Y, ni aplicar esta concepción a las reacciones que scnlfa Spender · durante la suerra civil espanola, ante las atrocidades de los fran­ quistas y las de los defensores de la República, afiado: En el primer ·,aso , veia ca
§ 29.

L• selección de los datos y su pre.,e11da

1 97

La noción de p resencia -de la q ue nos scrvimuli il q \lÍ y q ue creemos de una hnportnndu ca rí1 al p ani IJ técnf¡;a 1.k \a ar g u� mcntación- no es una nodón dabornJa 11lü!tóric:im� 11te: . Una . J'ilosoría que hidera de Ju presencia una pic
De

i• En ti ltX\O or\ginul , se prod u.;: un j uego Je p.ll.:lbras ciitr� up:inidltu trd:.u i· va a un:,, p.i.ne tic! roUoJ y H pa rlit1.lc)) (que ju,ga o p 1�r.:th: ..:on p.irl!i.i!kl.Júl, j ,J
1 98

Tratado dé la argumen tadc.in ·-------�--

las i,;h;udas h umanas , como en las ciencias (le. la naturaleza , est a dtci..:ió11 n o es sólo .selección , sino lambién construcción e iutcrpri;­ hu:ión 1 5 . Toda ürgurnentadón ün plica 1 pues, una elección q ue consiste, no sólo en lu selección de los elementos em pkaUus , sino tambié-n en la 1éc11ica
'

u crr. R. A.tcm , ln1raducllon a la ph/fosophlc de f'histofrt, pág. 1 1$. 1 � <..: n . § 37, nl•roblc:mw; lttnico�
§ JO.

la ittterprctocidn de /ns daros

1 99

prdación no pluntttl_ problema alguno o, u/ mcuo.s , lus prublcmas qui! suscita aparecen ciiniinudos lfi,,: la lturia. No 5uccue· lo mi�mo cuando se tra!a Je la argumenuh.:ión. El es't udio de la argumentación nos obliga, en efecto, .a tener en cuenta, no sólo Ja selección de los du1 0.� . sino !nm bifo la manera de íntcrpreturios, la· .signi fku'ción que s� decide ll lfibuirks . En la mc.J kla en que constituye uua- elecdón c011scie111c e .ii1conscicntc, tmtre varios 1nodl)s convencio� nalnlenlc, univoco y fuera. de discusión. A e!it0$ datos, se opondrá, de forma consciente , su interpretación, cuando ésta aparcr1:ta como u na elección entre signWcacienes que no patc=cen formar cuerpo, por dCcido así, con iab'. que interpretan los dalos . J ustam,:nte cuan­ do Jas interpretaciones incompatibles nos hacen d11dar sobre la ma• ncra de concebir el
Cfr . los resiimcnt.\. a las uiroisiCmc� .Eutrt:tii:ns de 'Zutid1 ...ur J� priu\'Íp,: d� en Dir1fr.1:ti(u, 2_2 ,2S.

dualitt1},

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200

Tra1ado de la arxu111e1llació11

cionl.'.'1' que purcccn incomputiblcs -c uaniJo nos preuum�mos, por cjcinpJo, .si el que Bl!&ba de ponerse en movimir:nto es d tren cu d 4uc uos encomramtlS o el tren vecino- , sino también en la clec� dóu del cumpo sobre el que rt:taeril el esfuerzo de in1erpretadón. En erc:,1 0 1 ·se µueUe describir el mismo proceso cuando se trata d� aprt:t.1r un perno, ct1samblar uu vehlcuI0 1 ganarse lo vida, fomcn1ur el número Lle c:xpurfai.:ioncs 18• Por otra parte, se puede anulizar un acto en si 111i1,mo, dcJimitado lo más posible. considerado th:sc.le �u ti.specto ·mas contingente y aislado de la situación. Pen.1, lambién puede infcl"J)ri:rnrse con10 slmbolo, como medio. como precedente, como j.ulón en una dirección. Estas diversas interpretaciones, aun­ que presenten el fenómeno desde tal o cual nivel de abstracción o aun4ue lo relacionen con una situación de cpnjunto -y abstrvc­ mas, a r.:ste respecto, guc Ja i nterpretación puede ser, no una simple selección , sino tambiCn una crea.cióu, unR invención de signiffoa­ ción-, no siempre son incompatibJes 1 sino que cJ poner de mrinl­ fJcsto una de ellas, el lugar destacado QLI� ocupa cu la mente, en� sombrece .a menudo a ras demás. Lo esencial de un gran numero Ue argumenta<.:iones resulta de este juego de lnt crprctacioncs innu­ merables y de la lucha por imponer algunas y descartar airas. La infinita complejidad de las interpretaciones, su movilidad e in teracción explican suficiememenre fa imposibilidad de reducir to­ dos los enunciados a proposiciones cuya probabilidad numérica pue­ da del ernúnarsi:. Aun cuando un aumento de nuestros conocimien� tos permite prei:isar estas prob11bilidades, sólo es posible. si permB· neccmos dentro de los límites de una interpretación delermina<.la. Convencionalmente, nada se opone a ello , ¡,ero tamporo na
Cfr, E. Gdlncr, 11Ma,1d nun, en Wirrd, julio de 195 1 , _ pá&. 193.

§ 30.

La inlerpreladdn de los da/Os

20 1

g,ü�dad de Ja .situa.ci�n y las diversas ma neras tic cnn1prc111.k rla.' El dar su prcfcr!:'n cia a cit::rta ínt erprcladón, o iucl\!liO d l:rl!cr en \a existencia de una única intcrprtlución v;í,Hda, pm:úcn ser n:vclm.lo­ re.s de un sistema particular dt! creencias o im:luso de una �uw.:cp­ ción del mundo. En cfocro 1 se puede poslul:.ir la uniddall de iu1cr­ prclación, no sólo en un caso d�tcrminadu 1 sinu tambi\!n como regla general . Para Pascal, lo que nos impiUe reconocer lu� verJa1.Jes es nuestra volumatl cor�omplúo. 19 ; demro de es1 a i:onccpción no se concibe una j'.!..stificación racional posible pura u na multipticl­ conocida por el def'emor y cuyo color seria una alte:ración 20. Para los antiguos, ya sean fi16soíos , juristas o teólogos 1 \a inlcr· prelaci ón coode:roe norma\mcntc a los tex los; los psicólogos mo. demos, sobre todo , han· Insistido en la ubicuidad de. la Interpreta­ ción, la cual eslá · presente incluso desde el punto de vista de la pcrcepdón >1 • Para disipar un poco las confusiones que estos usos múltiples de la noción de interpretación no dejarían de provocar, sugerimos una distirÍción -que parece: csenciál, dentro de una teo· ría de la argumentación- entre la interprelación de signos y la de indicios, Por signos entendemos todos los fenómenos susceptibles de evocar otro fenómeno, en la medida en que se utilizan en un acro. de comunkación, con miras a esta evocación . Ya sean lingüís· ticos o no, lo Importante, para nosotros , es la intención de comuni­ car que los caracteriza. El indicio, por el. contrario, permite evocar otro fenómeno, de manera objellva, independientemente de cual· " Pascal, Dt t',spril giomtrtique tf de l'art de pusuadtr, .sección 11, 1dlibl. Je la l'léiade11, pág. 378. · lll Quiniilia.nu , Hb, IV, cap. II, f 88. ª Cfr. Cl1tparl:d�, la ge,!lse de f'hyputhesé¡ Mcrlciiu-Ponty, Phfnr.Jmtnoí<Jgk 'de la percepliorr,

2112

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Tratado ele Ja arg umentación

q,ui�r i11Lcncio11ali
§ 3 l . LA INTERPRETACIÓN DEL DISCURSO Y SUS PROBLBMAS ' Nuestras consideraciones hnn puesto de manifiesto la ambigüe­ dad del dalo argumentativo que se ha de in terpretar, nsl como la mult iplicidad de los aspectos, en conslante intcrncción , por los cua­ les el dato se presta a la interpretación. Los e.studios actuales sobre el hmguaje como. rnedio de comunicación esté..n dominados. por los problemas que plantea la interpretación. Nunca se hnn maravillado tanio como' en la época contemporánea de que alguien pudiera co­ municar a los domás algo que, para el oyente, tuviera unA sign ifica­ ción previsible, Ya no se considera la incompronsión, el error de interpretación, un accidente evi table, sino la condición misma del lcngunje. Ya no se distingue sólo entre la letra y el esplritu para oponerlos, para defender el derecho n Interpretar de rom,a dislinta u lu autorizada por la letra; en la prupía letrn se ha visto un cspejl,­ nH> que, en cierto modo, se disolvía entre las· interpretaciones pro· bables. Desde ese momento se asiste a un esfuerzo por encontrar reglas que permiten limitar las posibilidades, demasiado amplias , Je i ntcrpn:lación teórlcamenLc admisibJes. ll K. J11.)p cu, PsyC'hopolholua.it ginlralt. cap, l [l.

§ 3 l , La interpre1adó11 del discarso _Y sus prr;b/euHJ.Y

203

Nadie ha trabajado con m ás pasión t'íl esta cuestión que l. A. Rich ards, Parn él, la retórica no esta vim:uhtú..i �cnda!rnc111e, ·co. mo para nosotros, o, la argumcntadón; c.s , como · para kan Paullian, el est udio de la expresión, y, más concn:la1_nl!nlé a.ú n, ci de Ju inh.:r­ prttación lingüística; In rer órica dcbc.rin �cr, según é\ 1 el l!st uúio del malcnt cndillo y de las formns paru rcmcúiurlo l3. Despué>; do haber liberado el pensamicnio Jcl mencionado senti­ da único de las palabras, Richard, propone u na técnica de interpre­ tación, que consiste en buscar un sentix:ndril como marco , del diálogo una conserje· ria; otro, todo el inundo natural y sobn:naLural 27• H ¡, A. R.ichards, The Phllosophy o/ Rlrt!toric, p.ig, 3, f. A, Richards, J>rJncip/eJ of filt•rary C'rifimm, pág. 226. 11 id., JnrerprerarJon irl 11:uch /ng, pág, 68, 1 ' Jb., pA�. VIII. 48, 62 ; Ricfluds and Gih.'iOn, Lt.arning bask C'ngfü//, pag. 811. i,, Cfr. Kenncr.h Burl:.c, A Gramm(lr o/ mofii•rs, p.iu, 71. l-4

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204

Trotado de fa argumentacidn

Cuulguier u111or dcl>é . podi:i- i.;onlar con lo. buena Vl)\untad Jet i 111 éqHc1e 211 , q11h!u estura tunto más Lli.spucslo ái csfucáu cuanto 1 uci.s· pn:sligioso sea d lexlo . Pero quizás por esto n1ismo si.: 1;:orru cJ ri�_go c.k imponer al aulor una i ntcrpreración que depcnderia de las convkciones propias del lector, Cuando el crcY,l!Otc inlerprctil un pasaje de la Uiblla, supone que el texto no sólo es coherente, sino induso ver/
(Cuando la palabr'a de Dios, que es verdadera, es fal�a literal. mente, es cierta 1;:splrl1ualmen1c). Pero, quien está decidido a no rechazar nada de las Sagradas Escri­ turHS sólo podr� interpretarlo con arreglo a la, ver
h"h,·iq!).

§ 31.

La interpretación del discurso y sm: prol1lc>mas

205

f;,.] iodos suben que. fueron los ruismos hombn:.s los qt1i: tlti,lrtlY�· rnn lu dcmvt:r:.11.:: i.1 y arrojurtm a mi puún.• dt: !u d tt
206

Tratadv de la argut11entadón

Las pc,sibilic.iadt.:s de interpreladón que presenta un texto co ndi­ cionan su claridad. Sin embargo, _para q ue. la cxislcncia dl:. inlcrprc­ t acio1,cs no cq1dvalcnlcs atraigan la atención, és prcci:;o \¡Ue las 1.:011::¡ecuendas que :;e desprenden de una de ellas di fieran, de algún mo� do, de las que se drJrivan de mra. Ahora bien, puede ser que sólo en un co ntexto concreto se llegue a percibir la divcr'genda . Por tan� to, la claridad
§ 32. LA

tLaCCIÓN

06

LAS CALtl'ICACIONtS

La disposición de los datos con miras a In argµmcntación con· sistc no sólo e n su interpretación, en la sign.ificaclón que se les · , decir de una mula «hija de borrico>>

§ 32.

La elección de las calificaciones

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207

o Hhij a e.Je corcel de pies veloces» 32, eq uivale � esco ger claramente un pu nto de vis� a cu yo ca rácter tendcut:ioso .se pt:rdhe por q ue se:: ve en seguida su posib le corrt:cdón ._ Pcr\J no lodos \os cp ilcws Jpa. rcc�n como una elección entre dos p unlos de visla que exi gcn , nor c.lcd rlo así , ser complcnu.m tado uno con otro ; la. ma)'oria tk !.is veces, los aspectos de una realidad .se silúan. en p lanos cJifcrcÍ110;, y unu visión más comp leta de la reulidu
com o· en la expresión «Ore.stes , el asesinon, porque parei;c que la

elección se confunde: con e.i uso mismo de las nociones J,i . Pero de hecho, son numcro:;as las clasificaciones ex;s1 cntcs utilizadas en la calitícación, y no es ,posible calirlcar sin elegir, al mismo 1iem p o, l• clasificación a la q ue se le dará p rioridad. Pocas veces es1 a clec. cjón es tá desprovista de intención arsumcntativa. En efect o, las da� ses se caracteri:can, no sólo por ios rasg os comunes a sus miembros, sir,o también, y sobre -todo en ocasiones, por la actilud adoptada al respec10, la manen, de j uzgarlas y de tra1arlas. Las diversas leg i,Aris10telcs , Re1órica, .l.40Sb. :u Cfr. Ch. Ptrelman y t.. Olbtethls•T }'Le!.'a, 11Les notion� el l'argumenta1ion11 , vol. ((Stmantica,>, en Arclu'vio di Fílosa/i11., 1 9 S5. H Estas considcraclm1es rt!aiív, u <11 c p lie:to y a !a lnurclón de u n ser en lana clase slr"cn, mutati.J m1mmrJ;s, p11ra lo� adverblos y los v.:rbn�, Q ut , 1.1111c, twus como otro�. pcrmi1e11 ekg ir u.lgunos-asp etl0$ de los datm p u ¡Xlllc1lo� de maniries· ro. La elección exp re5.iúa PQr �I :adverl:>lo será mh vlsible Q II� la 1:xprcs�úa . pu1 el verbo. En lugilr 1..h.: «u·v11nt;q p c11n�ame111ci,, sc: . cmritcar.i <:011 mucha m.b di.:a .:ia lo s vcrb05 t1arro�tr11u-c1> 1 1«Jc;iizar.sc:1> ( i:fr. Ric.:hucc.l W.:irve.r , The J:.'fl1i{'f vj ll.ht•l()ri�·, pit- ll5 J . Sin i:mbargo, la t/knl'ia t$ má, bietl hl de !11 mt.:tHon1, aJ.., rmcdcJa ( cfr. f 88, ,el.as e,i: prcsiaucs cOn sl'.!nfÍdo mcr11fó1fo:i u me:táfor:is a
208

Tratado de .la argumentación

Jacioncs reglamentan esta relación: declara r que alg uien ha cometí· do un ro bo im plica d.cterminar la pena de In que es pasible; decir que al guien padece tal en fermedad es prej uzg ar, al menos parcial­ mente, el tratumient6 al q_ue se le vn a someter. Todo pensamiento concep tual se Inserta, ue ••le modo, en los límites tolalmente establecidos ", que se han de emplear y de aju,. tar lo mej or posible a las necesidades de la influencia sobre los demás. Na sólo la argumentación concreta im plica la exi.stenda de clasi� ficacioncs, sino .q ue a veces incluso ta!es clasificaciones pe rmhcn descalificar lo que no se inserta en ella! y1 · por ésta razón, parece de fcc1uoso. tos marxistas agrupan todas las filosof/as en materia· listas o idcaJiStes. -Por eso, a los metnfisicos que no se colocan

en una ni en otra categoría se le� acusará dt que carecen ·de

valor J'. Se puede combatir I modificar y adaptar estas clasificaciones , pe· ro, en la ma yaría de los casos. uno se contentará con o ponerlas a . otras clasiflca.ciones, j uzgadas ·más im portantes, más interesantes o más fecundas. En lugar de separar a lo s individuos en pobres y ricos, basta con ¡:,oaer en primcr· plano fa oposh:ión entre negros y blancos , para q ue d pobre blanco se sienta rev11lOi-iz:ado. <eDe men¡ e -nos Indica S. de Beauvoir- le plus médiocre des mOies se crolt en Jace des f�mmer un demí--dieu» ( Asimismo, ·el máe; me� dlocre -de lo:; machos se cree un semidiós ante las mujeres ) 3 7 ; una clasificación dominante� sobre la que se llama la alención, ensom· brece las demás clasificaciones y las consecuencias q ue 1racrlan con· ,ig o. Por eso, S. de Bcau voir nos hace esta 01ra ob.!ervaclón , u Cfr. Bcnj amin 1.ce Whorf, lffh, Rela.Uon or Hab!wal Thou ght and Behaviw 10 Languagt:i,, en Language, Meaning atld Maturit)', �ilado por S. l. Hayak.;iwa, ¡,ig. 225. '� H. 1.eícbvré, A "/a rumitrt du rnatirhtttsmt dialt:cliqut. /: loclQ ut JurmeJJr, fogiqut diufn·1iq1¡_t, pilg . ·1.S, H S. ué Bcauvuh, Le dei,xitm� st,Yt, vol. 1, pág. 25,

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§ 32. lu elección �e las calificaciones

209

Da,u· res éfats déplorabfes fdt¡_ miseritl pllblicaj peul·<Jn songer iJ omer so,i corps,· et rw tr�mble+on pu.r de pcrier sur sui fr1 .mbJlr­ ta11ce, lu ,,it', ti/patrimoine des pQuvres? �1.

(j, .. ] una fe sinc.era 1 le ayuda mucho a In jovcnd1a a .evitar cu;:dquier complejo de inferioridad: dla no es. ni ma1.:\iu ni hc111brn, sino una crialura de Dios).

(En estos deplorables estados. [de: miseria pública!, podemos pensar en adornar nuestro cuerpo, iacaso no nos estremecemos por llevar encima la subsislcnda, la ..... ida, el píllrimonio de los

lb.,

vuJ, 11 1 pág. 4-19,

1� Gfüon, Le 1hnmlsm�, pág. 523.



0

Tratado de fa argwncnración

/.../ úM Joi sináre, aid,e beou
Para sugerir la superioridad del conocimicnio iclatiVo a la sal­ vación sobre el conocimiento de los fenómenos sensibles 1 Santu Tu� más se strvltá de: un procedimiento análoao: inv\�:& z5. nombr� -nos explica Gilson- a volver la mirada preferentemente hacia 01ro campo que no sea simplemente el dct hombre, sino el de los. hijos de Dios ". Para. operar esle co.mbio de punto de vista, se puede utilizar, no sólo el nombre común y et adjetivo, sino lambién el r\ombre propio, Por ejemplo; cU.ando, tras el desastre. del ejército ingles en Holanda, Pilt pregunta al ParlanÍcnto <<si no era uáa inmensa ven· taja para Europa en general qué Holanda no se hubiera unido a Francia sin luchar» 1°, modifica la apreciación de los acontccimien· tos, relacionando e[ desastre, no con el grupo restringido formado por Hola.nda 1 ni co·n Inglaterra, cuyos intereses no.osaria cl'illcar 1 sino con una noción que engloba a ambos pnises y proporciona cierto consuelo a la víctima, haciendo que su destino se solit.la.rkc con un continente cuya derrota .esta lejos de consumarse. Las calificaciones presentan 1 a veces, un carácter tau inesperado que, más que una elección, se pensará qut! se lrata de una figura, Lo importanlc c·s ver lo que hace aqul una figura argumentativa • 1• El modo de clasificar es lo que produce un erecto sorprendente. Este es un ejem-ple r.xtraíUQ de. Bossuet: lJ

210

'W. PlÜ, ·Orutlon�

011

the Fre;u:h war, ¡,Ag. 90.

�1 Cfr, § 4l. uflguras de rctórka y 11.rgu1111m111ciónii.

pobrt:s?).

Los adornos rocibén el .califil:ativo de subsistencia del pobre; la forma de clasificar considera adquirido aquello a lo que justa­ mente t iendc · el sermón de Bossuet. La. ca\ifkaei6n, \a inserci6n en una clase. puede expresar:ie, no por el empico de una noción ya elaborada, .sino por el de una .con­ junción de coordinación, como e, o ni en francés. Tomemos dm Cj�rnplos� de una obra de Gide, en la que el autor comienza por sublevarse tontra un procedi�iento, que no duda en utilizar unas páginas más adelante: Et Je ne vous en parierais méme pas [del libro de Stirncr}, chere An.&l.le. si, par un procédé d;gnt des loii scéltrates, certains n, vou­ . /aienf Q présen.t ller t, de Nletucht a celui de Stlrner. ju.ger /'u11 avec l'autre pour les tt1globtr miiux 1011t deux dam unt admi­ rafion · ou une réprobRtion plus /ocile l.,.} lndlgnez-vous rout simple­ ment en entendant dire: «Slirner el Nietuche>1 comme Nitti.n:he llti• méme s 1indignai1 en entendan"r dlrt: (iGoethc et Schllfer» ·0, (Y ni .siquiera le hablarla. [del libro de Stirncrl, Ángela, ii, por un procedimiento di¡no de les leyes perversas, algunos no quisieran �hora vincular et deslino de Nicl:iscbe con el óc Stirncr, juigar a uno conforme aJ otro para englobarloJi mcJoc dcoLro de unn admira­ ción o una reprobación más fácil ¡,..] te indignas �implerriente cu.1n­ do oyes que dicen: <1Stimer y Nietzsche,•, como el propio Nlctzschc se indlgnaba al oir decic 110octhc: y Sch)llcrn).

"°''

0 'J

oouuet, Sur- f'httdcrlré de la pi.ilittrzc�1 en Strmó11.s;; vol. 11, pá¡. 616. Oh!4, PrélCXles, pd11, IJ!i.

32.

21 l

La elección .de las C'aliffr:adones

'El propio Gidc aplica pronto la ·lé1.:nica censura�a; On �uf aiml!r ou ne comprendre />oint /p Bible1 aímer 011 ne comprendre poinf les Mi/Je Nuits er une N1,t1. mois, s'il vo11s p/ail, je'parlagerai lu joule dcs,pensants en d�w..: classt�·, (J ,vusc eje cieux formes lnconr:iliubles d'l!spril: ceu.x (?Ui devane ,·es dttlX fivrtl .s-'émeu• vtllt; ceux ·q11i de�a11t l'CS !lvres rtsre11r ,d reMeront /ermt.s .u. {A Lino puede gustarle la Biblia o rmede no comprenderla en ab� soluto, gustarle o· no compreudc.r las Mil y unu rioches; peto, por favor, yo d\Yidirla la multilud Je los pt:n.&antes en dos clast.s, a cau/:il de dos formas inconciliabJes dt ser: lo� que se i:mcx:ionan ante estos dos libros; los que permaneceu y perm�ecerán imeruibl�s ;mtc tilos libros). En esta citano aparece expresada la conjunción et, pero·es exac. tamente Jo mismo; los dos libros están insertados en una mismá clase ante la cual la reAcción será idén1ica, Aqui tarnbicn hay homogeneización y, porconsigu!enté, igualacjón de valores. Ni en un caso ni en otro, aparece una argumentación en favor de qsta lguala­ clón. Pero, por un_.Jacio, se roaLiza la presentación de ambos térmi· nos como si fuera ·evid·enle su inserción en una misma clase, y, por otro, la formación de una clase ad hoc por la reunión de los dos términos en un plano de igualdad. Es1e procedimiento de ca.Hfi· cación por coordinación puede aplicarse a cualquier objeto. Para conscgujrJo, bas,a con-, tratar estos· o.bjctos:dc la misma forma. A menudo, los autores humorlsticos, los creadores de utop!as, logran un efecto cómico traiando de igual modo los comportamien1os re­ gidos por convenciones sociales y otros que no lo están de ninguna manera. Semejante tratamiento no conduce por necesidad a la formación de clases elaboradas técnicameme, La mayoría de la; veces, ningu­ na noción permitirá designarlas; ·basta con ·gue los individuos asi yuxtapuestos y emparejados reaccionen unos contra otros eJ'I la rneu� ).

·

H

Glde, lb,, .p�g.. 175.

1\

212

---------�-·-· ·· "·-··------Tra1ado de la argu,ncntación

te del oyente y, pur eso; esta técnica adquit:rc un valor argumc.ntuli• 1•u, Sin crnbaryo, no 1csulra indiferente el quo la inserción en 1rna dase ,e basa .o no empleando una calificación. Con frecuencia, lo noción utiHtada desempeñaría wi papel esencial. si no hiera por el matiz: de elogio o de reprobación que se atribuye. Ya hemos visro que, r.on el apelativo de <{petición de principio en una única pa/a­ bra1) Denthain. i:ondenó el uso tendendoso de calificaciones �onto utiranon o «pirata» 4 j. Este papel de. las nociones ·nos induc� a con­ siderar la elección bajo su aspecto más profundo quli:ás, es decir, más insidioso y también más ineluctable.

§ 33,

SODRE F.t. USO DE LAS NOClONE)J

La caliricació,1 de los datos y .su inserción en clases constituyen los dos aspectos de una misma actividad, analizada tcn!ondo en cuenta tanw la comprensión como la extensión, y que es la aplica· ción de las nociones al obJeco del discurso. Estas nociones, ntlen­ tras su empli:o no suscite djfjcultadCs, se presentan igualmente co· mo datos con los quo se cree poder contar .Y con los que en efec10 se cuenta i.:on eficacia. Pero, pueden tener diversas jnterpretaciones la naturaleza de este acuerdo, la conciencia de su precariedad, ¡¡us llmites y Jambién las posibilidades argumentativas que encubre. El paso univoco de la palabra a la idea que representarla es, a los ojos de los antiguos retóricos, un fenómeno que se desprende del buen uso del lenguaje. Además, se supone que esta Idea puede determinarse con precisión recurriendo a otras ideas, expresadas en términos unívocos, o que puede ser el objetó de una Intuición racio· na!"· Desde hace siglos, el lenguaje ar1ificial de los matcmátkos proporciona, a muchos estudiosos, un ideal de claridad y de univo'' crr. § 28, !(La argumen1adón ad homtnem y la p1nlció11 de prlnciplo,1, �, cr,. Pascal, DI! l'elprit gevmitrl;¡uc. �un,1. de la Plélade11,. págs, �6)�)64.



. · -·--···-·----

.

213

§ 33 . Sobre el uso de las r,odoncs

cldall que las lenguas nalurah:S, menos clalmrac.las , dcbcl ia11 J1 rl.1i..:11· rar imitar: Desd� esta perspecti va, ·se considera que cua.t4uh:r ambi­ güedad, oscuridad o confusión es una serie ele impcrfi..:cL'iOth.:s, pmi· bles de eliminar no sólo en -pri ncipio, sino tambi¿n de hcd10 . La univocidad y la precisión de sus términos conven iriun el lenguaje . cieuLífito en el instrumento idea! para ltts funciones di.: dcmos1 ro­ ción y comprobación, ·/ cs1os rasgos son los qll� 51.l quierl! imponer a todo lenguaje. Sin embar&� 1 ¿todas las Funciones del lenguaje se ,relu.ciunan
¡Cómo explicar esle viraje? Parece que resuila de hnbcr recaoa · cido que sólo se p\lede considerar una noción univota ¡¡:j su cmn.po de 'a plicación está lolalmeme delerminada , lo oual sólo es µasible en un sisLema _formal del que se puede eliminar cualquier imprevis.. lo: la noción dc .ttpeón>) en ajedrez cumple esta condición so. Pero , no su<..'Cde ·10 mismo cuando se trata de nociones elaboradas: c.n el seno de_ un sist ema cicntifico o ju rídico, y que deben ílplicarsc a acontecimientos futuros cuya naturaleza no siempre .se puede preci· sar por completo. (ura tener en cuen ta esta si tuación, F . Wnis­ mann, en un destaCádo artlculo 1 n os pide que ubnndonemos Ju idea �, M. Blad::, nVa.gucnc.ss>l, en /'hilosophy o/ Scie11ce, 4, 1 937 . � 1 Y. los ar1ku)o5 de Hempc:I, Copilowish y ílenjamin, e,1· Philosophy c,f Sdt:ll· cr, 6, 1 939. �, lb., pág. 430. 10 En d original, el cjeni'plo c.5 fou, qui: equivale: a (<]ocm, y, en ajct.lrei, a nal• fitll. Dado que en espanol el campo de aplicación Je «alfil>) se mlu,;.: al muri
2 14

Tratado de la argumentac;dn

de qui: se puedan reducir_ las nociones cicnlífic�mente ucilizablcs a sen�11·rJ11tu; pues su uso supone una textura adaplab lc a ias exi­ gencias de una cxp�riencia futura: Por ejemplo, definimos el oro en oposición con otros me.tales. Esto resul1a sulidente para nuestras ·necesidades actuales y no busca� mo:,; mñs. Te ndemos a· olvidar el hecho de que siempre hay otril.s Uir..x:ciones por lo.s que puede definirse el conceptu. Y si lo hiciéra­ mos, podríamos i�ag.ínar con tacilidac.l condiciones que pudieran necesitar nuevas limitaciones, Resumiendo, no es posible de füiir un concepto como el NO con una precisión absoluta. es decir, de tal manera que cualquier recoveco y cualquier fisura queden bloquea­ dos ante la entrada de la dud.& ' 1 • En la medida en que las experiencias futuras y el modo de exa­ minarlas no son del todo previsibles, es indispensable concebir los té.rminos con la mayor precisión como si c.stuvieran rodeados por una írarija de indeterminación suficiente para que puedan aplicarse a lo real . Una nación pcrfcc1amente clara es aquella de la que se conocen todas los casos de aplicación y que, pnr tanto, no admlle un nuevo uso que serla un uso imprevisto "'; sólo un conoc�iento divino o convcncionalment• limitado es adecuado para tal exigencia. · Por csuts razones, no es posible, como sugiere Bobbio , ac.�rcar el rlgor del dct..:ho al de las malemátlcas " , ni, como propone Kelsen , ver en el derecho solarnenlc un orden cerrado "' . En cfetto , el juez n o puede, a semejanza del lógico ronnalisla, l!mltar, d e una vez por todas, el campo de aplicación de su ,is\ema. Corre el riesgo lle que lo acusen de denegadón de justicia si rehúsa juzgar sous '1 F. Wai�mann ,, Vc:riftabilJty11 , en A. Flcw, Essays 011 Logié o.rtd Lcng11ogf!, pá g . 120. st Cfr. Ch. Pcrelman, ccPrnbl�nm de logiQui: jurid!quell , en (\"füs.ais de logique juridiquen, en Journul des Tribun11ux, 22 de abril de 1956, pág. 21l, n Cfr. N. Bubbio, ,cSdi:iiw. del diritto e .an.afüi l.lel tingu1t1¡,s i
i \

§ 33.

So bre el uso de las n ociones

21 5

pritexte du silence, de l'obscurité ou ·de l 'ínsuffisrmce de la loi (ttso

prclt!x to del silen cio, de la oséuridad o tk la insuficiencia de la

ley»; nrt . 4 del Có: plicita o irnplicita, se refieren a conju r:itos indeterminados. como los giros negativos: «lo que r,t, ,.: ; viviente» , «aquellos que no pagnn los im­ pues tos», Es el cas ó·, sobre todo, de las nociones confusas, como - la noción de jU;)'fid� j6 • que- sólo pucúen precisarse y aplicarse si se cli.gcn y se ponen de manifie�to algunos dt: sus apcctos, incompa­ tible con otros, o esto sucede incluso con nociones como la de méd· Jo, cuyo uso sólo se concibe en función de su misma confusión: se trata de evaluar refiriéndose, a la vez., al sujeto activo y al resul� 1ado ob1enido ji . Con mucha frecuencia , la utUización de las nociones de una len­ gua se presenta de esla forma, no como mera elección de dalos aplicables a otros datos, sino como conslrucción de 'leor!a.s e Inter­ pretación cJe lo real gracias a las nouiones que permiten elaborar. Cfr. Ch, Pcrelman 1 1(l,e r61e de la dtcislon dans la théorle de la connah• sanee», en Atlts du IJt Congr!s iflfetnatlOllal dt Phllosoph/e des Sdencrs, 1, pég, llD. H Cfr. Ch. Pttclnuu,, De {a Justle<. H Cfr. E, Dupi�el, ,(Sur Jes rapporls de la lo¡ique et de la �oclologle, ou 1héoric! des id¿cs confuscs>1 ; cri R�v. de mi!taph)'J·iqu� �, de moral�. julio Uc J 9 1 I ;· Le rup­ p1m H;c:iu{, pág. 227 y s.igs.; ,rla logi4uc e! l�t socioloaucsn, en /frv. ele L 'fl¡SJitut de Sodol. Solvtr}', 1 924, nn. l, 2; 111,a pcnséc confu:,:eu, en An11al�s de l'ÉL·0fr des Hautl!�' Eruóes dr Oand, t. lit, 1939, 1ccogido CJI Es.su.is piuralistt.s. )i

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216

Tratado de I• argumencac/ón

. Hay más . El leng uaje no es sólo un medio Lle comunicación1 la.m· bien c.!i un i nsLruincmo para influir en IQ1r1 hombre! , un J11Cdio de pcrsu�sión. Ahora bien, aún uo se ha resalta
J

34.

cwmcl'.c1ó1< y oscuancrura1
La necesidad de un lenguaje univoco, que domine el pensamien­ lo cientlfico, h�· hecho de la· claridad do las nociones un ideal que se cree que siempre se debe procurar realizar, aunque se olvlda que esta mi5ma clari
-u Cír, Ch. Pcrelman y L. Olbrcci\u,Tytcca, tllu no1ions et l'argumenu1tlon,>, cu A"·Jiivio di Fifvso/iu, 19.5.5.

§. 34.

C/arf(ícacióu y uscurc:cimiento de las nocian;'s

217

9

cienes úel lenguaje .s _ flor otra parte, con motivo Lle este ideal, !os cientincos se: hun dedicadu, técn.icamcuH:, a rcaliur c::¡la cl.irifi. ca,ión de las nociones y1 tcórii;amentc, i'.1 dcscribirJit, sin ocuparse de los motivos y usos que provocan �u oscurecimienlo, igual que, en un jardín bien cuidado, no se preocupun por la forma en quc crecen las malas hierbas, siOo que :se conterno.n .coH arrancarlas. Nosotros. ·en cambio, opinamos que el uso·dc las nocionc� y .su reglamentación-, con arreglo a las necesiUades 1 .Jebe lograr que com­ prendamos, al mismo tiempo 1 cómo las nociones se clarifican, se oscurecen, y cómo, a veces, }3 clarificación de unas puede acarrear el oscurecimiento de olrar». Acabamos de ver que una noción sólo puede ser totalmen1e cla­ ra en el seno de un si.�1cma formal. En cuamo se relacionan ciertas experiencias con el sistema formal que debería permitir describirlas y preverla,, se introduce ya cierta indeterminación, por el hecho de que el sistema no ha Indicado, a priori, cómo se realizara la in1egración de la experiencin. Una vez cfectuaúa In lntegradón, o\ sistema en cuestión aportará t además de Ja.s rt.!g"ias forma tes, las reglas semiulticas relativas a In interpretación de los si¡¡nos, su apli­ cac¡6n a un aspec1b determinado de lo real conside;u.do modc.lo del sistema analiza�t ·oc la anterior se dct.lu;e que, fuera del pur� formalismo, las nociOnes sólo pueden permanecer claras y un(voca.s con relación a un campo de aplicación conocido y determinado, \:Jna misma noción, como la del núniero_ i cuyo uso es perfectam�nte univoco en un sistema formal, dejará de tener esta nilldez cuando se utilice en omolog.[a. Por ei contrario, una. noción eminentemente confusa, como la de la llberatd, puede ver que algunos.lisos se cla­ rifican en un sistema jurídico en el que se dcfoie el estatura ·de \os hombres libres en oposición con el de los esclavos. Pero, convk­ ne sef\alar que el acuerdo sobre ciertos usos claros de una noción confusa, si presta servicios innegables en un campo determinado, será inutiliwble en la mayoria de los casos en que se haya <mpkad<J �, Cfr. B. Pa.rain, Rtr:hereht!S sur /(1 naturt d les/ondfrmr du ltJnga¡:r, pJg. 96.

218

Tratado de la argumen/acidn

antes la noción confusa. Esto es lo que resulta propiamente de un análisis como el emprendido por Dupréel sobre la. noción de mérito 60• A este respecto, Salvador de Madariaga no, recuerda lo que a menudo .. nabla dicno de lo, ingJ..,s, Bl sentido de la complejidad de la vida, que hau concreto el pensamiento inglés, lo hate también vago,

y,

más adelante:

61 carái:ter compkjo y vital del pensamiento Inglés pide, por tan� to, una norma mis complicadá y al mismo tiempo más elhtica que la tazón. Bsta norma es la 11abil1urla 61• Sin embargo, cabe obs•rvar que el uso ambiguo de las nociones se completa por la especificación de situaciones tradicionalmente reglamentadas en las que se precisa aJ máximo la utilir.ación de es­ tas mismas nociones, No so puede suprimir una noción confusa con la enumeración de los casos en los que se aplica. Esto equivale a decir que no la podemos echar de nuestras preocupaclonCll mediante la critica auce­ siva de algunos de sus aspectos; no hasta, en absoluto, con mostrar que todas las forma, de justicia, de llbcrtad, de sabiduría que se anallzan consUtuyen un senuelo para devaluar definitivamente estas nociones. Cuando no se indica su sistema do referencia ni se pueM suplir de manera univoca o, incluso, cuando se Integran en slsternrui Ideo­ lógicos muy diferentes unos de otros, las nociones confusas permi­ ten la cristalización de un esfuerzo global de buena voluntad; no obstante, su aplicación concrela a los fines de una acción concerta­ da necesitará, en todo momento, puntualizaciones apropiadas, De 60 E. ·oupr�cl., &sals phm,11.ttts, págs. 328�329 (t1La pende conCuu:»). H Salvador de Madariuga, ln:Jtst::S, _Jrancr:su, tspaflotfs. p,Ags, 79 1 88,

� 34. C/ar/ftcación y oscurecimie11to de las nociones

219

esta forma, la adopción de la declara�ión universal de Jo., derechos del hombre por los partidarios de idcólogia, muy·diferen1cs ha per­ mitido, como apunca_ J. Marits.in, llegar a ,normas práCticas que dlversement justij'rus poÚr r:/iqcun. sont pour ler uns et les aucres des prlnclpes d'.ocllon analoglquem,nit con,mims n,

(diveri!arÍlcntc jUslifkadu por cada. uno, son pMa iodos ptlncip\oi de acción analógicamente comunes). Sólo el uso de nociones confusa,, comprendidas e interpretadas por cada uno según sus. propios valores, ha hecho posible esle acuerdo, cuyo principal mérito es el de favorecer un diálogo ulterior. El d!a en que se designen terceros, Jueces o arbitras para zanjar los con­ flictos, lenicndo en cuenta la cana adoptada, contará menos la in­ terpretación variable de cada uno de los signatarios que el hecho mismo de haber aceptado el teJ. Y se descmbara• zaba de los principios ·lradldonales e<no tanto par a:taquc dlr�to como por rustitución de nuevas pruebas y premisas>), Veitch ella. tambitn a un defensor de Descartes. que comenta irónicamente que sus enemigos 10-uamaban ateo ,qveroslmilmente porque había dado nuevas pruebas de la existencia de Dios!)/, Pero estas nue'r'as prutbaa eran, en efecto, nuevas determinaciones de Dios, Y por c:onsíBuiC'n· u Aurour de·Ja MU..-�l(e dklarvr/on ¡,,¡¡¡Jwriclle des droils dt l'homme, Jnuoduc· ci6n, pig. 12. 1

220

Tratado de la argumentación

te, cambiaban de forma. sutil la ,1a1uralez.a de <,Dios» como término dé motivación.{... ] u, Siempre que una noción tradicionalmente corifusa se presenta como elemento de un sistema bien estructurado, d lector puede tener Ja impresión de que acaba de expresar lo que siempre ha pensado, si no poseyera él mismo un contexto lo bastante preci•o para pro­ porcionar a e·sta noción algunaS de sus determinaciones. Pero si exiuicra este contexto, el Jector creería más bien én la traicióni co­ mo es el caso de los escolásticos indignados por las audacias de Descartes. Las nociones confusas ponen, a quien las emplea, ante una serie. de dificultades que, para resolverlas, piden una adecuación de los conceptos, una decisión relativa a la manera do l;Omprender!as' en un caso dado. Una vez admitida esta decisión, tendrá por resultado la clarificación de la nación en algunos de sus usos en los que PO· drá desempe�ar el papel de noción técnica. Una noción parece lo 1uflcien1emente dara mientras no se cncucntre:n situaciones en las que se preste a interpretaciones divergentes. Cuando surge una ,1: tuación de esta lndole la noción se oscurece: pero, tras una decisión que regule su aplicación unJvoca, parecerá. más clara de lo que era ·antes, can la condlci6n de que ,ea admitida por unanimidad, si no por todo.1, .al menos por todOs los miembros de un grupo espe­ cializado, científico o Juridlco. Las nociones tienen más posibilidad de oscurecerse cuanto más diflciles de rechazar parezcan las proposiciones en las que se inser• tan, bien porque confirman ciertos valores universales, bierl porque son obligatoriamente válidas, como los textos sagrado& o las pres­ cripciones legales. En efecto, todo el esfuerzo sólo puede aludir a la interpretación de estas proposiciones. Recordemos a este respecto un pcnsÁmiento de La Bruy�rc: Les mourants qui parlen: dansleurs tesuunenrs, ptuvtnl s'alfen­ dre Q tire écou1és comme- de.I orne/es: ch11,un les tire de son ,·óté, 11 Kennith Burke, A Grammor oJ motives, pág. ¡ 2.,

...,¡

. . 1

§ 34,

Clarificación y oscurecimiento de las nociones

221

et /e_¡ inte,pr�le Osa maniere, je VfUX dire sclon ses di5irs ou ses intéréts 64• {Los rnoríbundos que hablan en sus tcscnmentos pueden esperar que los escuchen como si de oráculos se trat.ara: cada uno los arrima

a su lado, y \os ínli:rprela a su modo, quier? dedr según sus cle�cos o imeresesJ,

Los motivos que llevan a interpretaciones variadas pueden ser más nobles que las citadas por La llruycre: en el caso d•I teólogo, puede tratarse de un deseo de coherencia; en el caso del juez, de un deseo de equidad. Lo que nos importa es senalar las circunstan• cias por las cuales las diferentes Interpretaciones pueden producirse y conLribuir al oscurecimiento de las nociones. · Las nociones se oscurecen igualmente como consecuencia del des� concierto que pueden introducir nuevas situaciones en las relaciones ádrnitidas entre sus diferente6 aspectos. Si algunos scr�s se compor� tan de una forma (\eierminada, se producirá, por lo general, un vínculo entre su naturaleza y su comportan:iienlo; a este último, se lo considerará la expresión de su esencia. El mismo adje\ivo lle• gará a expresar, de modo Indiscernible y ambiguo, una determina­ ción en el espacio o el tiempo, la pertenencia a un .Partido y una forma de manifestarse: «europeon, �<medieval» t cdibcral» 1 califican una cultura, un arte, una política, por sus determinaciones y la naturaleza de sus manifestaciones. SI esias últimas llegan a no coin• cidlr más, si la cultura europea se extiende por otrcis continentes, si se cqnstruyen las iglesias gótic:a.s en el siglo xx, si miembros de otros partidos se adhieren a una política liberal o si, por el contra· rio, los habitantes de Europa se dejan influir por la cultura de la India, si se encuentran -en la Edad Media- manifestaciones de arte clásico y .si miembros del partido liberal preconizan medidas socialistas, las nociones se oscurecen y uno se· pregunta si no es ': La Bruytre, De quf!lqucs 1Uages, 5b, en "lu r:aractlres, \1Bibl. de la Plei�di::n, pag: m.

222

Tratado de la argumentación

conveniente buscar, de nuevo, un criterio que permita su a�liHacíón unívoca. Por otro lado, al estar vinculado el empleo de las nociones a sus consccucncias·prácticas 1 genera, de rechazo, ciertas reacciones en cuanto a su uso. En Bélgica, a..pués de 1939, se decretó un grnn numero de medidas legales la cláusula de que prescribirían el día que se fijase, por real decreto, para la remisa de l'armée sur p/ed de palx, En 1947, dos aftas después del fin de las hostilida­ des, aun cuando hacía mucho tiempo que 10 habia dc1movilizado al ejército belga, todavía no se había promulgado este real decreto, como lo explicaba M. Lilar, a la sazón Ministro de Justicia:

con

Sf la retriise de l'armte sur pled d, paix n 'ut pas erwor, réaliséc· /'heure a�tue/le, ce/a, lien( exc/usfvemen( � � dj/fi.CNlliJ d'ordre )uridique, En ejfct, utte remistt de f'armh sur pied de pair esl un "acle d'une portie juridique 0011sldérab/e, qui néccssue· fa rivision, IC.Xft par 1me, � 1oute /a Ug1Jlation de guerre el nourmme,u de lous le.s arrité,s../oi.t issus des pouvoirs extraordinaires du 20 man 1941, et frapph. de cadudté po.r lt Jofl de la r.emise de l'armée sur pied dt paix u. (SI la vueU. dcl ejó«ilÓ a una 1ltuaclón de pu no se ha realizado aún en ti momento actual, se debe exclusivamente a dificultades de orden jur!dioo, Bn erecto, dicha: vuelta. e5 un neto d� un alcanc:e Jurídico considerable, el cual n«csi1a la revisión, lexlo por texto, de toda la legislación de guerra y, especialmente, de todo, loo decre, 10, ley que emanen do los poder.. Ol
0

cito a una situación de paz),

El limite de validez de los poderes especiales en virtud de los cuales se hablan adoptado tales medidas, se habla lijado de forma más concreta al referirse a un hecho determinado, la vuelta del ejército a una slmnción de paz, que no lo hubiera sido por la ,imple menw Anna/es J)Qrltmtlftalrts de 8t/1lque, Cámara do Representantes, u:ilón del S d11 Ce.bmo de 1947, pág. 6,

§ 34.

Clarificúdón y oscurecimiento de las nocéones

«

223

ción del retour des):Onditions normales de v.íe [retorno a iás con­ dicioné• normales do vida), Pero este uso de la noción remlse de /'armé.e sur pitd de paix reacciona contra la noción: ésta, antes suficientemente clara, se oscurece por la solidacidad eslablccida en­ tre ella y el conjunto de sus consecuencias Jurldicas, Todo empleo analógico o metafórico de.una noción la oscurece. En efecto) para que �sta un uso analógi�, se debe aplicar !a.ino­ ción en uri ámbito distinto de su campo normal de aplicación y no s� pui:de� por - tarit"O, reglamentar ni precisar este uso 66• Los usoo futuros guardarán, ,e quiera o no, de este uso analógico, una h111:lla que, al no ,er necc,iariamcnte la misma en todos los usua· rios, sólo puede hacer que la noción sea más indeterminada. El conjuntQ de estas circunstancias -a laa que es preciso a!ladir · aquellas, muy numerosas, en las que 1.as nccesidadc,i de la argumen· tacfón mJ.sma modifican la noción y de las que trataremos on ol parágrafo sigufeiite- �ontribu¡ic a fo que se llama la vid; del len• guaje y del pensamiento, y que conduce a una evolución del sentido de las palabras. Se puede utilizar, a su vez, esr.a evolución para obtener efectos poéticos cap= también de influir en el uso liogUlstioo, Charles Cbassé ha mostrado que Mallanné se sirve de muchas palabras en su sentido primitivo y anticuado, e incluso llega a escribir La cié de Mal/armé e.rt chei Lillré (La etave do Mallarmé está en Llttré) 67; según Cbasssé, bastaría con referirse a este sentido para compren­ der ciertos poemas juz:gados oscuros. Pero. insistamos. con O. Ja. ·.. mati y R. Caillois ", én que, para entender tales textos, no·pode­ ilios contentarnos con cl sentido antiguo. En efecto, no se espera del lector que haga abstracción del sentido actual de las palabras; 66 Ctr O 82, 1
224

Trawdo dt la argumentación

pues, cstl: úhimo interfiere en el antiguo para crear un conjunto

conceptual evocadur que no· se corresponde con ningUn momento de 11.1 evolución semántica y que es más vago que los sentidos ya conocidos. Senatcmos, para lerminar, que 1� evolución de las nociones, en cOnces1ación a su uso, cawará un efecto 1anto más deplorable. para su comprensión unívoca cuanto que. para la·mayorfn de las perso­ nas, !oda esca evolución prese�ue solamente aspectos fragmentarios. puntualiuciones, aproximaciones de un mismo conccp(o 1 que in­ fluyen mutuarm:_nte. · El orador siempre deberá poner de ntanifieito. presentar algunos de estos aspectos en detrimento de otros. La ma­ yoría de !as veces, lo hará sirviéndose de su plasticidad y adaptando. fas nociones a las ne<:esidades de fa arijumenrnción. Vamos a dedi­ car el próxJmo parágrafo al examen de estas tccnica, de adaptación.

§ 35.

Usos ArtOUMF.NTATIVOS y PLASTICtDAD 06 LAS NOCIONES

La manera de pre"sentar las nociones fundamentales en una dis­ cusión depende, con frecuc.�cia, dC que �ichas nociones estén vin­ culadas a las tesis defendida$ u a las del adversario. Por lo general, una noción se taracteril.a por su propia posición; el orador la pre­ senrn, no como algo confu�o, sino manejable, rico, es decir, como algo que encierra grandes posibilidades de valoración y que, sobre todo; puede resistir los asaltos de nueva; experiencias. Por el con­ trario, se establecerán, se presentarán como inmutables 111,1 nociones relacionadas con fas tesis del ádversario. Protediendo Je cgta for­ ma, el ora
fuera inherente a la noción, permite mjnimlz.ar, al tiempo que los

subraya, los ·cambios que iinpondria la nueva experiencia y que las objedones reclamarían, La auaptabiiidad de principio a las nuevas circunstatiCias permitiría sostener que· se mantiene viva la misma noción. A conlinuaci6n1 _ofrecemos alguilos ejemplos.

Troto<.lo de la argumentación

226 H. Lefebvrc dcfit:ndc un matcriíl.lismo ílcxiblc y rico, cuando estabh:ce el concepto de idealismo: flour le mat!riallsme moclune, /'idfiuli:m,u �·e ú,J/init et se aitlque par SQII unllatérafüé. Mu,�· lc.r moltriulistes 11r doi\Y11/ pas lui::.·s.:r simplifitr les 111.irit,is prrm1ifres clt1 11111ttiriuliw1e, frs (tti....wr rt•Wmbcr 011 niveoú du ma,¿,;alfsme vutcairt, par 1111/Jli des n!.s11Uuts pddr11x obte11us par les iddalistes duns l 'hfa·wire di la c-vn11ui�-sum'<.', l'I :,µJ. dul1ime�1 en /o�lql/t O • (liara e\ nla\cfia\l:imo m0tltmo , el idca\ismo �e dcri.nc y se rrllica por su unilat�rulldud. Pero, lus· ntarCrio lb:ta� 110 dc:l>cn l.lcjar que ,e: 3impli íiq11cn las vcrdadt3 primcrali c.Jcl ma1úialismll, ni que: caigan en el nivel del ma1rrJo.lismo vulgnr, 1.:on lo que olvitlün 101 valioios rc,ultados obtenido$ por los idr:nlist:ts en.la hi.sloria 1.kl conor:imicn10 y. ci;pt\.;a\m�n1e, en \6gica), El mocerlafümo puede y debe englobar todo lo que es válido, se benefici o. de una · plaslicidad que se le deniega cxplícilamcntc al idealismo, el cual se define; como indica d autor, por su unila1érulilé, Se impone la misma rigidez n lo noción de (tmetafisicnn I consi· derada fa e,;prcsión de un estado d el conocimiento ya superado; el au tor se preSunta, incluso, cómo fue posible la metníisica 741 : lU acülud supone que la mctafbica es incapa1. de adapt11rse y de reno· varsc, que está delimitada, de u na vez por t odas, y que sus fu ncio· ncs están dcflnilivarnente establecidas. A c:s1c punto de visto., se . podrían oponer Jas reflexiones sobre la mernrísica desarrulla
zo.

ame las írom t!ra� impn:.v isibles 11 • De esta forma . sin quererlo lin liado un cjcmplo de n�xibilidnd de una noción. l'a rl!�e que la ¡¿cnica se desa rrolla a menudo en un doble plano: por una l�r\c, l1c1.ibilizamos realmente las nocioncs 1 lo que permite su utiliz:.idón en las circunstancias que se aJcjan mucho rle su uso primil ivo; por otrn, calilicamos de nexiblcs las itociones en Cth!St i6n. El carácter rijo de los conceptos dd adversario focilito. su rc fu . 11:1.ción y per.m ile c.onsidcre.rlos anticuados, inadaptables y , por con: siguiente, superados. Las concepciones que se defienden serán las. di.: un pensamiento vivo', flexible, adaptable y. po_r tanto, siempre · acrnalcs. Sin embargo, con fr.e cucncia el adversario interpreta t:stos diversos prueedirr\\enlos, por muy espontáneos que sean, como ::;i fuéran uó iodido de inc:omprensió·n o pe niata fe, contra la cual no deja de: protestar. La ílcxibilidad y el endurecimiento de las nOciones es una léco.i . ca 11 uc se ndopla cuando la apreciación_ que les afecta debe resultar, al menos c.n parte, de la argumenlaci.ó n. Por l.':l contrn.rio 1 <.',ua.ndo el valor designado por la noción está claramente establecido y es previo a la argumentación, nos serviremos de ot ra t!cnica, rclat lvii. 111á,; bi•n a la extensión de las no<:ioncs. Dicha técnica eonsi1lc sim­ plement� en ensanchar o restringir el campo de una noción do ma� ncra que englobe o. no 11 ciertos Seres, cosas, ideas,· situaciones: Por cj-e mp\o, se ampliará el campo del lérmlno peyorativo
Ch. l'erdmun. 11Philosopl11u ¡m:rniC:rcs CI· philo1ophic clgrc�\ivc.n, tt ¡1hil11.1r1phlt•, r,&u, 85 y �i111.

ti\

Rl11!10·

.227 ---------·---------·-···- · ----

-------'-----

§ 35. · usos argumentulivos y ptasr irido.d de las 11ocio,1e�·

228

l rar.in.dosc de asocindo uistus y umplinudo progrcsivamt·nte esta no­ ción para ¡,erniitir qu� englobara al- adversnriú. Y Clo.1 parCdl..'. l ami­ na esl!.: diwrtido anUlisis conduyundo: On t'Sl 1011jours f'a,\·s oriu ­ tionnist,: de qr,e(qu 'tm {Si1:m1m.: somos asodacioni�tas �I! ul 1;: ui1.:n) ' 2 . De esta¡ pocas observadom:� •. s� di;lluci; lfUe el uso tlc las uudo­ ncs con arreglu al Ucseo d.: valorizar o Ucbvo..lorizar lv ; ¡111: Calilkan ·iníluye profundamcnle en su siBni lica�ión. &ta 1w es cu ab�uluro, como algunos amilisls tratan de hacer creer. una yux(apo.sicióu de dos clcme'nios , uno descriptivo , oiro emotivo . Lo qnt: S{.' ha Uam.a­ do et
ple elc¡,;t.:ión t:ntre clem\:ntos pre;-vios, �ino en unu a.dcc\1 ación que i;.xplk:a 1 al n\c110:s. pardulmentc, eJ diuamjsmo dd · le11gu11.jc y dt.!1 pc:nsu1nieUlo. La dcédótl tle las premisas ofrCCJa la pareicuhuidad, para nucs· tro est uLlio, tle que era Hcito y útil recooocerla , desde avatares muy diversos: Ja �ckcción de los datos que liene por corolario conceder� les la prescncfa , el papel de in interpretación, la elección de cil!L'\OS aspectos de los d atos medianle el uso del epfteto o la inserción de fenómcuos d� una clase en olra conocida previamente por los oyen· tes, y, por último, la elección que se opera por el uso y lo transfor• mación de las nooionc, mi.<mas. Hemos ere/do conveniente ,erlar nuestro e�amcn de tal manera que aparetca como un continuo arui• lisis profundo. No es preciso ocultar que, aJ tratar de la selección de dalos, ue la inlerpretación, del uso del eplleto, de !• inmción en uua dase, tkl recur:;o a la plasticidad de las nociones, hemos repetido en muchas ocasiones, desde otras perspectivas, el examen de un mismo proceso fundamental. Sin embargo, no.s parece qu� no se puede descuidar el ex.amen de ninguno de los aspectos que hemos cs1 udiado, si nos negamos a realizar una sistematización fi· losófica, o incluso simplemente técnica i o al menos prematura. El orden .adoptado en nuestro estudio nos ha· inducido a considerar último luga r el uso y la transformación de las · nociones, es decir, el aspeclo bajo el cual el problema de la elección nos obliga a re• pensar,
n ClaparCdc, J..a gene-se de l 'hypotM.sc. pág. 4$, Ogl1en 11nd Rii.:h.irds, Thc m1·ani1111 uf Jllranmt;: Ch. l., , SlCYCtison, l:'1Juá urrd Languagf!. Cfr. tumbiin «A Symnosium 011 �1nuriv1: mcnnin¡p,. en l'hil, /fr1• . . 19-111, ,i

pág.\. I J l · l .57 , • 14

C í r . Ch. Pcrdm�n }' L Olhrechtl•Tyi cu, {.es flCJ!irm.r t!I /'11r,:wnt•m1uir11,.

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Trul ucJo de: la argumen!ad6n

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·, §

35 .. Usos argumt!nlativos y plasticidad de la.'i m1(·io1Je.r

2'.!lJ

objeto, o el fin, de la persuasjón, par1ircm\J.s Je punios di.: vis1a que rm tradición se refieren a la forma, a la l!XJlP.::,\ón úd pcn:m· micnlo, y nos dcdkarcmos a .ver el papel que a vc1.:ts puc
PRESENTACIÓN DE lOS DATOS , Y FORMA DEL DISCURSO

§ 36. MATERIA Y FORMA DEl. DISCURSO En el cnpltqlo anterior ya hemos tenido ocasión de se�aler qué piipel e1'ninc.nü: se hn lle atribuir, en la argumentación, a lo prescn· cia, al hecho de poner de monifiesto, para que le$ permita ocupar d primer plano tlc la conciencia, ciertos elementos so_bre los cuales 1.;l orador des.eá ltarnar la atención. Incluso antes de argumentar partiendo de cierta• premisas, es esencia\ que el contenido de las mi.mas se desprenda del fondo no diferenciado formado por los elementos de acuerdo disponibles. Esta elección de las premisas ,e confunde con su prt:,entación, Una prescn·tación eficaz, que impre· siooc a In concícncla de los oyenl
··'

§ 36 .

A,fateria y forma del dún,rso

---

-------2J J

ca, coni.:cbhJa como r;J arte
------·----· -

2J2

§ 37.

Tru(lldo de fa argumentación

PR.OílLl.!l.lAS TÉCNICOS on LA Plt.E'Sl:NTACIÓN DC LOS DATOS

Cualqllicr discurso está H�-iitado por el tiempo y ocurre prclc li- · camenrc JI.) mismo con el escrito que se dirigi: a tercero�. Annque l!sta limi! dción C!,t\! impuesta de modo cou vet1donal o Ucpcnda de h.J oporr imlda
Csla consimo en el · ejemplo citado. Hay oradores que no dejan de utili2"r , ' /\tiMÓh:h.:s,

lfrttiriru,

U57ur..i1,



23} § 37. Problem11s técnico:, de fa presellíacici11 di: daros -- -----------·�---··---i.:sla lh::cnda parn. pusur · por airo pn.-misu.s muy úi�t.:111íbh::; pµr d contrario, y sobrn las cuales prelit!rcn nu l!am,:u l;.r :.1\c11..:ió11 dd aun y su imporiundu, en lu� gar de sobrecntcndcrla� o sólo mcn�hlnnrlas. Pro\01,�omJl.l lu .ucn­ ción qui; se les pra\a, 'St: aum�111a su prcsenCiu en hi condcnda de los oyente�. Se tlc:;tinan algunos consejos pr�dsós Lll! lns rcu.lri­ cos antiguos a recordarnos ltt técnica de la. a..:,.mtuat.:ión sobre un punto, por el tiempo que se le dedica. Quintiliano escribe lo siguiente: Tambifo yo solla seParar los puntos en los qut: nü atlvcrs3tio y yo estúbamos de acuerda t ...] y no ,Olo exlrat!r úi.: lus confi:siiJnés de nü ..1dvcrs.ario !odas las posibles con�l!cucni.:ius, sl1\0,ql1c lvs mul· tipli,aba por medio de la división 2• Debe reemplaz.arse el consejo de Aristóteles, justo 1.:uando se trnta de un he.cho que sirve únicamente lle eslabón en unn atgumcn­ tudón, por el de Quinliliano cuando se \rala . La repetición co11.�Útuye la técnica más sem:.HhJ. para crear esta presencia. La acentuación .de cter1us pasajes, mediante el senil.Jo de la· voz o el silencio que .les precede, busca el mismo efecto. La acumulación de relatos, incluso contradictorios, sobre un tema da, do, puede suscitar la idea de su importancia. U11n nvaluncha de libros relativos a un mismo país consíguc 1,.�le propósílo, no sólo pur su contenido, sino también por el mero efecto
Q11i111ilia110, iib, Vli, np. 1, § 29.

·} Vi..:o, Oelil' ins1i1u�i11ni or(J/Uriit, p3g. SI,

Trutr.dv de fa 'argumentucfr>n -------------

234

just: 11.n t!nl C lo sd'iala RcyeS- de espuela parn d pcnsamiei,to histórico La insistencia 1ambién puede realizarse por medios mas indirec· lOS: es UcilO prtgu111.arsc si uno de los efectos beneficiosos dt: cit:r­ los textos no es �I de vivificar la alención; la ttpresi:.nc:in ele cspirilm> hacr! que esté pre.sé.Ole \o que se quiere .comunicar 5• A veces, id autor especula sobre si el oyente, ante un signO que no merece S\I espera, le concederá mayor importancia. El mismo Araion analiza e�tc mecanisn10 con rcspcc10 a dos versos del cántico a Eisa: .i,

· Ce nr son{ plus ·tes jours d11 vfvrt séparés , ,, ..... ,, ..... e, Jamais lu ,ne fus si toitttaine O mon gré /... / On mt: _c:uncédera que le pluriel de séparés, impfiquanl deux pr.r­ sonne.s, ajoate a f'e;,:prasion. Si j'avais alors choisi une rimcr µlu­ rielfe, l's fina/e de �·l}paris pa:rserait pour une cheville oM une erreut, el l'Jntentio11 en échuppe.raU '. (Ya no estamos el\ los dlas en los que �vlamo.s separados

.................................. .........

":,.

................... , ................., ..... , .................................. ,.

Y nunca estuviste tan lejos para mi {...1 Se me pcrmltirá aíirmat que el plural de separados, que alude a dos personas, fortalece la expresión. Si hubiera elegido dcsp\lés · una rima plural. la <m> final de separados pasarlo. por un ripio o un error, )' la intención se nos e.sea.paria),

La acumulación de rclalos contradictorios sobre u� lema concreto no logra, sin duda, csJe prcpósllo solamente con el eíecto de alu· vlón al que hemos aludido antes, sinó también con el problema que evoca esta multiplicidad. Con frecuencia, la técnica de la acumulación, de la insistencia t:stá vinculada. a otra técnica, la de la evocación de los dttlülle8, � A. Reyes, El �sl,i11tk, pág. 10L s Cfr. J. Co1.:t.:au, l.v dif/1r11lté d'trre, pág. 17?, � Arug,¡n, Les )'l'U.l." ú'Efra, pá11,, lj,

§ 37. Problemus técnicos de la prese11Jacidn de! datm·

23S

hasla tal pu nto que t:n much.i.s ocasio11cs es diík'd di:it ingi.Jir 111111 de otra. Dl!Sarro!!fütrnos un tema haciendo que se MH.:cdan la�· fo�c:s slguicntcs: dcscrípci9¡�· sintética , global , y :.i11.lli:d� L) �numerad ón de los detalles. En 10 oración íllnebrc · a Tun:nnc, Fléchicr tlc:n:rib� lus rt"a.cciones provoc.atlas p6r la muerte Jd mari.scal : Que de soúpir.s uJor.r, que de µlain tes, que de loüa11g�s rerenrh­ sent da,ns lt!s villc's, duns la ,·,wtpagnc! l 'un vuyunl auitrt! ses muis. so1JS, bé11if la memuir� de ce/11,1 /...} L 'autre f. , .} J-01thai1e une /ter. ne/Je paix � cttluy qJÚ /•• ,¡ ley l 'otr uffrc le &u:rijkc _ udorublc ele Jt}sus•ChrisJ pour f'ame de celuy qui {, . . / Lá 011 Juy dresse u11e pom� pe. /unébrc f., ,J 11insi !out le Roya1unc plcurc la mort· dr· son di/r.!n� · · seur /. .. / '· (¡Cu ántos suspiros entonces, cuántos lamentos, cuántns alo.ban­ zas resuenan en las ciudadt:s, en lo$ l.'"ampa:.:l Uuo, ul ver cr�ctr su cosech a, bcndke lu memoria de quien f ... J Otro ( .. ,] !e cJt:sea eterno dcsca�10 a aqw:J que: f ... ] Aquí se ofrece c:l _Sacrificio adar�blt tlc Jcsucrfslo por el e.Jma de aqud que ¡ ... . J Allí tienen lugar Jns P'1mpas fU nebrcs [ . . . ] A.sí, todo el reino llora la muerte de .su deítnsor J ... J). En otros casos, se aclararán las sucesivas i::tapas de un fenóme­ no, la manera en que uno se ha dado cuenlll di: ello. Las etapas evocadas ·pueden ser aquellas cuya acción se vaya a cumplir, Los agentes de publicidad saben que, indicando los porn1enores de las operaciones que se harán para ofrecer un producto, hal.-en que esté presente en la mente y facilitan el tomar una decisión . Igualmente, la impresión de la realidad la crea el amontonamiento de todas las condiciones que pr�den a un acto o la indicación de tod..is sus_ consecuencias . He aquí dos ejemplos de estos procedimien1os saca­ dos de Proust: (La tia Léonie dice que va a· salir] A Franroise i11,·rédule ellt /aisait non -�eu 1tti_,i_enr prépu,er d'avnnce ses al/aires, /'1irc pnmdre 1

"

Fli<:hier, Oraison/untbn! tle Hrnri d� La Tour d'Auvergn�. YiL'umft de 1'111!!11·

nf, Porf�. 1676, páK$, i00-10 1 .

23 6

Tra,ado de tu atgumen tació,i

J'i1ir a ,r:llcs qui étaient tiepui:,,' longlt!mps e1/[t!f'mé&, mu,�· mime com· m1md,:r fu 11oiturt!, regt�r, U ,u, quurt d 'Mure µ/"es, lous ltS riélufü dtt fu jcmrnilu '. De meme, pour qu'Albetint ne piif pa5 croire que ) 'exugt!rais et p<wr fu Juitr al/ttr le plus loin pvssible duns / 'id,� que nous ncus c¡uiuions, tiranr moi-mitrie les d¿ductions de ce que je v,uraiJ· d 'a va11,·er, je m'éuús h11s a rmtic:iptr le tem/N qui u//gj¡ commenrer le lc11de­ main et qui durera{t tol.ljours, le /emps oU nora .ttrions sépartS, adr4!S­ sunt a Albertine les rnim�s rec:ommUJUJu1iuns que si nou.s n 'ulllOns pos nou�· Nb:cmcllier /o&ll a l'heure 9, (1 La lia Uónie dice que va a salir] A Francisca, tncred.ula al principio, la obligaba no 5ólo a. preparar de antemano sin cosas, a airear h1s que llevaban mucho tit:mpo encerradas, sino hasta a pt:Uir el coche. a disponer, · en menos. de: un cuano d� hora, toilu� lo� detalles del dia), (Asimismo, para que Albertina no pudiera «.'recr que yo exagera­ ba y para obligarln a que Jli:gara 10· más Jcjo"s posible en la idea de qu� nos separábamos, sacando yo mismo las deducciones de lo que acababa de anunci1Jr, me puse a ;i.nticipar el tiempo que iba a comenzar al dla siguiente y que duraría siempre, el tiempo que cs1urfumos separado� . dándole a AlbcrlinA las misma¡ re.,omenda· clones que. si no fu�ramos a rccon,Uiarnos. paco de.spu6s). Existe un paralelismo sorprendente entre los proce.d imicntos que producen la presencia y la metodología de la hipótesis. Formular una hipótesis ·DO consiste en hacer una afirmación aislada, pues su explicación sólo es posible mediante la enun1eraclón de las condi­ ciones r¡uc se le Imponen y la enumeración de las consecuencias que se deducen. Esta C5 la razón po"r Ja que, junto " hipótesis ciend· neas que favorecen la invención, encontrarnos hipótesis argumema­ tivas. En uno de sus discu rsos , Demóstenes evoca la hipótesis d, w Prous1, Lo ptfsunmer�. 11, en A la nrhmhe du ttrnps �rdu, vol. 12, pág, 190. y rt;., pd�. l91.

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§ 31.

Probfem ris 1éc11icos de fu prej·entoc:ión de tlo1os

--237

·que Esquines fuera el· acu�ador, fi\i po el juez y él mismo d acusa­ do 1 1>. Imagina, dentro de esta siluación ficticia, el t.:ompo1 1 amkn­ to, las reacciones de cada uno, pura deducir lo qu1.: ckb�n sc1 d comportamiento y las relaciones en la !iituación nc,:tu al . A vc:..:.i:s, por el contrario 1 se dcs�tibc. la. hipótc�is con 1 0Uo 1.k tullc, para hacerla violc:nlamcnlc indeseable o chocamc. Estas dos posibiliiJa,lcs nos Indican los dos usos argumcnlal i\'OS habh u ult:s d� l mht� l as íor­ tnas de la utopía. Como pretende prccisa mcmc R. Ruycr, lil utop{a busca menos la vct�a.
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Dcmústtncs, Sobrr la em/;lljada Jnz11d11/1'1111., 2JC1. 1 1 fl. Ruy(r, l 'u1oplc et ll!l' 111opl11s, ..:n11. 1 \ . 11 Pl.11.\Ón, Leyes, '19.h· y ,igi.: cír. J • . M . S.:l1uhl, J.t r,/tT1•tilltlf.'t. Ir p,.,;u11t el f'u,·tla.1, P�E.- le'6. 10

1

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238

Trcllaclo de la urgumenJación

lOlllgÍd, la hipóLcsis cJc Plalón cupta con más fadlidod In 01cn.:ión: r,an:cc ma1os .arbilraria:, menos abstracta. Para Sllscitar la emoción ° , es indipcnSablc la cspcciíicación. Las nociones 8cncrales 1 los csqu.cmas abstracios no surten e fecto en la imaginació n . ún una nota, Whately señala que a un auditorio que .se habia quedado insensible ante las proposiciones generales sobre. la matanza por la que se dcs!aeó la batalla de Fontenoy, se le sal�aron las lágrimas por un insignifican� detalle relativo a lo. muerte de dos jóvenes l-4. Para dar la impresión de presencia, con­ viene precisar el lugar y el momcnlo de una acción; Whalely, inclu­ so, aconseja emplear, siempre que sea po:i:ible, i;I término concreto en vez del lérmino abstrn.ciiJ. Cuanto más espcci íicos son los voca­ blos, más viva es la iinagen que evocan; cuanto más generales so1i1 más débil es dicha imagen. Asi en el discurso de Antonio, en Julio César de Sho kcspcarc, no se designa f\ los conjurados como ios que lum 1tmata do» a César, sino como aquellos cuyo.S upunaJ� han a1ravesado» a César "· El 1trmino concreto acrecient a la presencia. Por regla genera l , el consejo parece bueno, pero si queremos preci�ar In oposición entre vocablos nbstrnc1os y concretos , com­ probaremos que existen varias clases de abs1 raccioncs que influyen .ciertW11en lc de forma variable en el sen timiento de la presencia . Con frecuencia , nos esforzamo1:i wr definir estos lipos de abslrac­ cioncs, bh.:n por lo que abandonan de lo concreto , bien por su ca­ rácler constructivo: «hombre» serla del primer lipo; «verdad», del segundo lb. Pero , inmediatamente vemos que , en lodos los e.osos, la separacióÍi', entre lo concreto y lo abstrnc10 depende del pun10 1 1 1..a t' moclón y la presencia cu4n (nrlmamunlc unldai li "' ,upunc (ctimo h, hace D. O. 1 fcbb en Tilt organlt.ation o/ bthavlur) qu, ht cmodón rc1rua c:I procuo mentol, ¡;on lo qut el objeto M: vuelve <'imcrcsantcn. Cfr. Hc:bb Y Tho1npron, Hand, tJCXJk o/ SíJ\'ial ps¡rholo&P, cdi111Jo por Llnd�y • .,.01. l, pág. )$3. 1 ' Wl111tcly, .Elt111cn1s of Jlhclorlc, pdg. 1 30, t101a. u lh., p:lt:s. 1 94· 197. , 16 Cfr. c�p,..-rinlnientc Schopcnhaucr, Uic Wtll ah Wif/c 1111d Vorsttllung, l. 1, t !:l, tU, Br-,dh;iu), vul. 2, pi\g. '49.

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§

:Z3.9 -------------- -----

37 . Problemas Úádcos de la presentación de da10s ..

de punida que se le dC, el i.:ual lo proporcionarrl nuc.s tn, conci:pción de lo real. Dejanúo la oposición entre concréco y a bstracto , · �e pueiimo. Sin cmbá.rgo, tambitn puede producirse lo conltado, cspccialmeute cuando la cifra.· relativa, que Ilo es con certeza más concreta que la ci fra absoluta, se ·refiere a un aconteclmiento que nos afecta . Por ejemplo: . l a proba bilidad de morir a l a�o por tal o cual enfer­ medad , La misma relación numérica puede parecer má> o menos concreta según el jnterés q ue le prestemos , El grn
"

11 Haya.;;wa, Language in Tl1ought 11nd Ar:tion, pág. 127. , Jb., pág. f69.

JI

240

Tratado de_ la argumentación

ciertos cscril on:s evitan, en la medida de lo posible, Ju expresión más concrel.1, y prefieren el uso de nociones más abstrai=ta� gue Je� ptrm iten escap3r con más facilidad de /B.S objeciones 19 , La ob­ servación es �acta y esl á llena de ensenonw. - si el vocablo concreto y pr�ciso posibilila eJ establc,inliento de un acuerdo, a Ja vez gra­ cias a la presencia que crea y a Ja univocidad que favorece dicho tCrmino, nunca se debe olvidar que, en algunos casos, sólo el .uso de una pnlabru absr racta pcrmire no sobrepasar las posibilidades de un acuerdo . En úliima Instancia, el término más concrc10, el más presente, puede corresponder a lo inexpresable y ya no ser más que el demostrativo fugaz de una presencla Infinitamente lnestable, El deseo de expresar lo concreto en su unicidad, llevad o demasiado lejos, puede ser, no Ja base de un buen convenio, sino la renuncia a todo convenio, La prcsenlación de los datos debe adaptarse, en cada caso, a !as cond lciones de una argumentación eficaz.

§, 38. Fol\MAs VERBALES Y AB.OUMllNTACIÓN La presentación de los ,datos no es lndependlente de los proble­ mas dt lenguaje. La elección de los tétmi�os, para expresar las ideas, pócas veces se: produce sin alcance argumentativo. Sóio como con• · secuencia de la sup,·esión deliberada o inconsciente de lo intenclón argumentativa se puede admitir la cxi.stc::ncia de slnónimos, de tér­ minos que serian susccplibles de utilizarse indiS1intan1cn1c, Sólo en­ tonces, la elección de uno de los vocablo, es pura cuestión de for­ ma, y depende de razones de variedad, de eufon/a, de ritmo orato­ rio. Parece que esla imención negativa es evidente cada vez que sea polijble conocer la ·intención argumentativa, como en los diccio­ narios en los que las palabras parecen intercambiables, porque se •� S�ho¡)e11hauer, ParetRQ und Parallpomena, IJ, f 283, ed, Brockh4Ui, vot. 6, rd 8 . .ss2.

§ 38.

Formas verbales y argumen1ac:ich1

241

las menciona a t odu� lo! cfeclos . l'éro 1 cuam.hJ se 1 1 .lla ú � IJ 111iJi. zación que de ·ellas h.>.cc un orador en un disl:11r.su d..:1�1 1uima.l o, sólo se pucd\! ga rnntizar la cqui\'alencia de lo)I sinóni mo� en .11 1:ll· ción a la siluucién /�crcorij unto en la cual se in�c-r\il 'lLI d bi:or.so , y c.speciahm:111 e en 1.'Qmiclcradón de cicr1us r.:onvcn..:innc� ),.h:ialcs que pudieran regirlo::·/\ veces, un t..: rmino c:;tará dcs1 i11udo a servir de indicio (ind icio de distinción, ck ío.miliariJad u de scncilk1.}. Olras veces, servirá más dirtctamcm c a h1; argumcnta.1.ión, , , puede tener por finaliúac.l �I dc:,pojur a este término, tanto como sea posible, del elemento de�valoriui.dor para asimilarlo a uno voz dcscripliva y dorle al juicio en el ,ual iutcrviene la apariencia <.k un juiciu lle hecho 1 0 ; de ahi 1 a signi fica10 En diversas orr�ion �. nos itrvirt'mus de h1s noi:ionti Ut t1juid1> tic vnlnr 11 � y hjuldo Uc hti.:ho., Cll_? 1 ,cntidu litis! si:n..:1·.aln,cr.ic '$t' udmi1c en \.1 lll·tuafübJ. /

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Tratado de la .argumen tación

ci6n a r¡;umcn1::1 1 iva de e..s ta perífrasis, que no posee el vocablo «mcn­ liroson . Estos dos ejemplos muc:man ptr íecu1meme que el té.rinino denominado por nosotros neut ro, e.s Jtdr, que pasa inadv�rtido, eslá lejos di; ser siempre aquel que, por lo sen eral , se llama descrip­ tivo o factual. A este respcclo, nada es tan arbitrario como las distinciones escolares entre discurso fact ual, neutro, descriptivo y discurso sentimental, emotivo; sólo interesan . estas dislim:io_nes en la medido en que· a traen le atención del estudiante sob re 1� intro· ducción maninesta de juicios de valor en la argumen1 nción; pero , son neíostns en la medida en que hacen que se sobreentienda la existencia de las mane rn.s de expresarse que serian descrip1ivas en si, discursos en los cuales sólo intcrYienen los hechos y su objclivi­ dad incuestionable. Para discernir el uso arsumcntalivo de un término, es importan· te eonoc:cr las palabras o las expresiones que el orador puede cm• picar y de la, euoles ha pre íerido la voz ulilizud a. Al conjunlo de las locuciones disponibles, podrlamos denominarlo -para · seguir la terminología do los significis1as holandeses- u nn familia de pa­ labras, las cuales no son voces virieuladns por un sistema de deriva­ cio nes� si no expresiones emparan.ta.das por su sentido ft . Por su­ ·pliesto, In formación de semejante familia de palabras no está des· provista de cierta arbitrariedad; pues esta fanúlia eslá determinada por un único criterio; la idea previa que tenemos del concepto que dicha familia permitirá elucidar. La evolución del concepto depen­ dería de las variaciones que se producirian en el uso de cada uno de los cuasisinónimos 11 qlJe integran est a familia; estos términos Nucs1rn 1ro1e.do 1icndt, por 01ra parte, o mostrnr Que no ho)' 1.:na di;tlndón elata y bAskl'I .cnuc ambu cliuu de juido.,. 11 <:rr. Ci. Mannoury, f-landbotk dtr analytfscht: sl1r1ifika, 1, pdgs, 0 - , 1 26; ll. S1okvh, P1J,:ll(lftJsit drr JtJggt..tti� en au1d..(114ge.1tit, pig. t�. H A4ul se ha de cnttndu C'I \�rmino r111uU'i11ó11imo en su s.cnlido mh amplio. puc, pw:l.l c: tngloU.1 1 ptlabro, con rurma. gr1.1muical m11y divcua, c01110 "nc1,.'($ari1J11 t· 1111 cama den.

'§ 38, Formas verbales y argwne1J1'1c:ió11

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formarían un sisrnma en interacdón l):. Por 01m pal'lé, nada si! op,)n­ 'dria a considerar componcntc.s . Este tipo de arg umento es tá suje10 a muchas objeciones })Ot que ignoran, �o.bn: todo, Jn divergencia de las evoluciones se� mánl icas. Pero , no ie ha
244

Tratado de la urgumentud6n

susceptibles dt" evocar olros pol' derivación, verdadcm o imagi­ naria. Más eficaz aún será cl acercamiento de los términos dentro de tm mi�mo contexto. Cuando se descalifica una teoría, tratándola de. simpUs1a, el decir inmediatamente después otra teorla que no es menos simple is equivale a atribuirle un matiz peyorativo, mien:­ ,lras que, ·ha.bitualmenrc, la sencillez de una teoría científica co11sti· lllye una �ualidad innegable. Encontramos en J oubandeau un buen ejemplo de in1eracción.de t�rmlnos, realizados gracias a efectos pu­ ram�n\e formales, ' A un general alemán que habla tomado posesi6n, en 1940, de su ca.;a solariega y acababa de elogiar a Francia, le responde una aristócrata nonagenaria: En e/jet; monsíeur, mon pays es/ un grand pays, ma/J qui a con· nu depuis si fonglemps de si peJils n!gimes que, pour empluyer fe langage de Mme du Def/and, apds les rrompeurs tt Je.s tro?f!pés, i! /allait s'ouenrire (et nul n 'en e.st mr>ins surµris que moi) Q voir vos trompeuer H• _ {E.ri efecto, sc!\or, mi pafa es un gran pafs. pero que ha con::>cido desde hace mucho licmpo régfmencs tan breves quc 1 empicando el lenguaje de Mm� du DcrfllncJ , Iras Jus engal'iadore6 y los c:ngaftados, era preciso esperar (1 nadie está menos aorprendiU a qu� yo) ver sm tromp'1:1a�). En los casos en los que no basta con ·la relación entre forma. u,ua• les, se podrá réCurrir a los mctagtamas y a otras mulaciones para tfectuar las aptoximaciones deseadas. El análisis del papel argumenta1ivo que desempcnan ciertas va. riaciones de. expresión sólo puede realizarse gracias a la.; divergen­ cias respecto a la e,prcsión que pasa inadveriida. Tomado al pie de la letra, es\e méiodo podrá dar a entender que servirse de expre­ siones que pasan inadvertidas .no es un procedirniento cJc argumcn· lación. GvidcnteméntcJ no es así. Pero , todo ·estudio que alude, · u D. Nogaro, La vafeur foglque dts 1Mor/e.J konomfques, pig. 05. ª M, Jouhan.th:au, Un monde, pds, t7.

.

FOrmas v;-rbu.les y 1Jrgume11/acióri

§ 38.

245 -------·-·---

no a las <.livergenciÍi�, sino a Jo que pu�a i nadverl idO, 1C1H.lr.l uri carácter global y uo··podrá dedicarse a· analizar el cfo.:to tk. clima modalidad de expresión particular; tmlu lu m á s . podrll averiguar por que existe ese intcré.s por C>;:prcli.irsc.: ÚI! man¡::ra Hcurra y 110 cómo se i.:onsig.ue. Pues, desde e\ momcuto en 4UI! st! pue!tlC com­ prender este modo de expresión, quiere: tkcir que éste pre.sentn ras­ gos específicos, definibles de orra forma que no sea l4l ncut rillidud. Cuando nos preguntamos por qué un orador !ic C;\pn.:sa Uc tna­ t'ltra neu tra, sobr!.!emcndemos que podria no hacerlo y que, al ha· cerio, per.scguiri\ algún nn. Un.jo uno de sus numerosos aspectos, se plantea cl problema del pr01.:edimiento. Lo encontraremos a i::ad,, _ paso: la · ausencia de lécnica put.:dc s:er un mé.1 odo, no es natu ral que se lo rechace . Limilémónos aquí a algunas observacionts sobre los efectos de la sobriedad desde el ru nlo de vista de la argumcnta,ión. Yvcs Gan• don , en un est udio sohre c1 estilo de Oide, señalii: D'a"c�ns 'IIOnt jusqu 'Q elite qu 'un sryle écJatrmt ne / 'aurait pas ig1Jlerr11m t Jervi. Ce vocabuloire sans aspériré, r:et énunré qui lle vise qu 'Q l'essentiel et ét�inL, pol,,lrrui1-on eroire, fe propos de f'au/lur s01is des phruses san:; relit,f. de.s locutions vidées de wu1 scns Ocres· si/, Jormeralent l'inslrumenr idéul pour l 'écrlvuln en quite de ditruzt.s fiévreux ow maudirs 11 , (Algunos, hasta afirm:m que un e!illlo brillante no k. habría 5c:r� vido del mismo modo. Este \'Ocabulario sin a:iperez.as, este enunci a­ do que sólo liende a lo tm:nci al y di$lpa; poúríamM pensar,· el pro· pó�it o del ;tULor bajo fra&Cli monó1onas, I01.:ucío.11cs caremes de cual· quier !ientido ainaivo, íofntarhtn d ins1runtemo ldtal para el cscri· lor i:n busca de ambientes febriles malditos). Oandon rechaz¡· e� .l�· razonamiento trop i•isi/J/pme,u lnsfirué pour la .reule corttmoditl! de M, Oide et que l 'exempl(� d'un Mauricr [. , ./ su/fil Q ditrt.litc, 1

'

Yvcs Gan
dl!Í11vu

tlu sry/c', pag. Jó,:

Trurudo de iu cirgumet11ariór1

246

(dcma�iaUo visi bh:mcntc iu�tituitl.o pare la mera comocliclnd
1

' §· 38 .

Form as verbales y ar p, umen taeión

241

. con u n fe11_ó111 c1w q ue no .sa briamos
Para ilustrar l a relación entr e el o.rte y l a a r gu mc.n t:1dón , tome­ mos el bosquejo y l a ver si ón dcJ'i ui üva · dr: al gunos pasuj cs de Bos­ suct. Elegimos adr ede un pasaje citado en un tratado
J...

·- · - - - - - - - - - - - -

T r atado de �a argumentadón

po demo s ..i f in rntr que, dand o . Ju sensación de elegir una nucvu for­ lll R pa r .a �u pc11li�mien lo, Uoss ueí ha t ra nsformw.l o , en rea lidad,

el aknul:C' d� Jc.1s prl!lnfa�.s de su arg umentaci ón; más aún, ya ha i ncor po rado la ar gumen tación a la expre�ióu misma de estos pr etn l· sus. No h.1 olv idemos , artifidalt ncnt c y por l."'l.l nvenie nc\as del análi­ sis, se: se pa ra n las premis as y la arg umen tacióu ; de hech o, ya se pr od uce In argu ment ación de nt ro µe la posición misma de las prem isa � . Esto se da , principalíl'lcntc, si se yuxtapo nen cier tas va­ ri acio n c:.s de forma en la . expr esió n de estu últimas; si n estas varia­ do nes , la argum en1ació n pasarla in ad vertida . Pero, el mero h�no de que podam os r esaltarla por el es tudio de estas variaci ones prue­ ba per fcct arne 111 e que, incl uso en los casos en los gue la expresión parece neut ra y pasa inadvertid a, ya hay con fr ecuencia elección de te rm ino, y bo sq uejo de ar gume ntació n.

s�­

H ay un progr eso en·, el número , la arm,;mia, la Fuer za , la densid ad , y , por eso mi smo, · aumenta el pl acer del arte. Pero sob rt Lodo > Bassuet , para i néorporarlo a su di scur so , ha u1Hízado u n.a. ar g u­ mentación de Epicmo: ¿por que asombr arse de que se qu ieb re un f rágil jarrón, de que mue r a un mortal? Mediante d uso de la cl asi ­ ficación, situando la muerte entre los mortal es , se in tro du ce cx plici � tamenle en !a si:gunda versión una ar gumc11tación q ue sólo est aba im plí cita en el bo squejo. Añ adam os u na exageración , un re fu er zo a la obser vación : no sólo se habla de una mucrr c· in espe rac.la si no que «só1o se oyen �labras lle asocnbrou ; tanto más gra ve pa rcceró lo absurdo cuanto más frec uente sea s u mani fe.stadón , Po r l an io , Jo Saint- Aub)n, (iuide p0ur la dasu de rMrorique, p�g. 1 .36 , JI L a segunda \lctlión .11pa1c�·,: e11· íloHU(I , Sc.rm u11 J"llr /u mar!, i:n Sermr;1u·, ·;;,o!. ll , p.ig. "'49 .



§ 39.

LAS MOD,UIDAD fiS EN

LA

.EXPRES1ÓN

DEL

f'ENSA.MJEN"TO

La man er a en que fo rmulamos nuestro. pensa mient o muestra al­ gunas de · � n1 otlalidades, las cuales mo

  • de «ca leg orius afect ivas» , que no corresponden a las cat egorías gralJ Cfr . Morris, Sl;:ns, Ltmg uage ond fk.l,avfor, pig.s. 62 y ,Jg1, Bl , 9J , 1 03 1 n. A ; pil g. 2$7 , Ji cr, . Urunor, . J..a pcnsdt ti lt (11N¡a1t.

    lkrsson; L'lvulutlun crhtrlct, págs, 3U,Jl6. n)'et l'fl 110, shed her blofldn, Shukcspure, Ott(a, 11cw V, uccno 2.'; cfr. W. Hmpson, .'kwm tJ•pts uf ambi&ully, p1'g.s, l8S·86i K. Dritton, Cmnmunfrollrm, pi¡:. 12. J1

    16

    El p�nsatnicn10 negativo, según él, sólo interviene si uno se interesa por los personas, es decir, si argumenta. Sólo en nlgunos casos bien determinados, cuando únicamente se Je presentan a In mente dos poslhilidadcs, el rechazo por negar una de entre ellas viene a elegir la otra, que uporcce as! como el mal menor. A veces, la negación no corresponde a ninguna afirma­ ción prcd.sa. sino que revela un orden de preocupaciones. Pregun­ témonos, junto con Empson y ·sri1100, lo que significa la frase de Olelo: «Sin embargo, no derramai:é su sangre» 37• El oycn1e, en · tal caso, debe adivliiar si se trata del rechazo como género o como especie, es decir, si se debe interprdar este acto rechazado con arre­ glo a un género de actos del que seria una especie, una manera · de matar o una manera de vengarse, entre otras que se han visto, o si este enunciado representa un gtne'ro y .quC gcnci-o, es decir, si no se cometerá ningUn asesinato, si no se JJevnrá a cabo ninguna venKanza. Según se adopte una u ofra intCípreiación, la negación podría enunciar Ja venganza o el perdón. Pcru, el interés de la for­ ma negaliva proviene del he.cho de que, sea cual sea la interpreta­ ción, se evoca la muerte irresi,tiblcmenle, Se encuentra la misma ambigüedad cuando la negación se apli­ ca, no a una aserción, sino a una noción, mediante la aposición (.'(! qui c.r.frtt peut wmir s'e.11registrer, muis l'i11exis1e11ce de l'(ttexis­ lí1t1l 1111 s'enre¡;frtre pas n. (Ocvu\v�d 111 tonocimic:nlu ,u earác1cr exclu;tvame.ntc drntffico o íllusóíku, supancd, en otros 1trminos, qui: la rcalidlld se inscri� por iJ sola en un c¡pfritu 1..1ue sólo se prrocupa por las cos�s y no se \mcrtle por las personas; afirmara q11c lal o cual cOJin es, nun1:a nfinnará que una coi¡a no Q: ¡,.,I Lu que cxlsle puede regl:ar..irsc. pero la incxistenci3 de lo incxis1entc no se rc&i.urn) .

    Tro(ado dt la argumtnlacidn ·-----------

    250

    ·¡g¡ ·t9d 'if1n¡,np,<1,(I IP /�//lffl/\' ':imncmna "JJ.J u 'jll/l'l,1/Ji/fb � ;JfDWUIOJO 'pU�JSO'ij 'J,:1

    1"l

    /'"i md J.r;, ,, 1.tmp aun, nfl s111umf n1J1uJJjfb, u 110 •isa asnl(,1 a¡¡;n ,rn Rlf.tl ;mD 111auu![ft uo :ra11uos1Jd xno !Pd 1m1j1JU!,S au ¡; s.1sm¡:, n{J anb ;pncn- ;r au .,nb J!Jd,Q un Jns ,1111ew-a1111,p .tJ/J,1SUJ,s auua.," f'lflfJ?l n¡ aHh ·•s;1u1111 sa.11rm,p 11; •z;roddnr •anb!lfdoto{!l(d 110 anb ift.ru:q� IUiUlir\[nl/JXa :JJf/Jr,Jt)J uos 3JUOSS,l1UUa., Df {' Up11R'IJ :M!H?.tW!Jt? �WJOJ .>p aSJ0s:,1dXi) l!}Jpod . 0¡9s pep!ie>J ·e¡ e[OL\Ol ,nb OIUOJUI1!SUOa JO 'uosSJOij UJB¿ ' H sywop so¡ �p 1unu!A o ¡mu u9p1HUJtfl? uun l! u9JJ:>t:11 .t?u.n s� U9!Jt?8;:iu 'el :01p11dx; opo) t;)P S:1 �SO;') RJ10 R l!!JU)J�j�J tr¡ 1l!A!1RB':m UC;>!!>t?JnW.IOJ e-¡ �p OSUJ ¡:i u3 "U()!J:re u¡ f.. 01U�!Wl?SU:Ki 1) �JlU) ox:m ¡;:i U:ttOU ·OJ;u ou u:,1nb 1uqn:is;1p u¡ ou �mb ;p,md 'JrJJt?lU�po ·:ip e1;cuew l?( e Á u9pen11s n¡ u upuo,a¡,, um 'OJOd ·op1nffo,1od 11!) rn o¡lfaun. uoo Sh!ll!OJJ!US¡s l!OS o¡c;is •nb UIUJOJ Jl!l •P 'Ol>[qo ·1· JOpUaJdsap oio1nb o, >nb •r >r osnq nun oiqos 0001qu1sa os ui>¡od1mop epo.1. "t?:lps:p:,1:-icre., o :i1uuuodtu! eJ;ip¡suoo EJ ;1s ombJod 1 SttJlO i::mpnw >11uo •P!tio10 u e,( >JRA!nbo 01ofqo un • pup11uo Bun JJnqJJl\l ·n•P! UWS!UI CJ l'R(OWJOJ ;ip:md ;s 1\lA!lUB';u O VA!ll?i.ul!)\1 8:WJOJ ::10 ·,1101891 O SU:"1!!910:J!Sú !i1?po8;1111:, SP.1 ;tJqos !',1 lt?:>!JUUIUJ8 l!WJOJ e1 ;!Jqos !U :;,¡u�WOA\!iT\IJX� \IVJll'J]U�:, tlS ou S;!UOJ:>n,u�sqo SBJlS:JnN 'OUJl\lJfl ¡:ip onllmu onpu::is 1.i u;i "s;lpnpuupow sur ;p s:11u:>!p1r;i,d:,p· •u9,s:,;dx; :ip SlnUJOJ suu;i!:., Jod opnuadw�s;)p Oll!lt?lUamnfiJ'P. ¡�v.d p :i.1qos U9!JU:JH? r.1 J\3W81( ;'l!�lflJOtlW! ;'l;,;¡J[J� sou 'S0J10SOU n OlU'en:> ug • t( Clll!U J:"I m(i9!:->Jli!11bpn ns ;ip l.. !wft1JJ1TIWtlJ3 S'CWJOJ S'r.j �p r.,1!)Jll?IIUOJ!�d !i!S�tffx:> UUn Eltl.>ltq u:i1nb 1 f'IUTI\S01J 'l.::J n;, SOtu ·r.1Jn4 Of Oldll!OfO \lí).'npJlllJOp Uo¡q l!IOnpUOO nun JBqJOA U9!SOJdXO .>p cpo3�1r.;, ¡en:, o fP.I :'IP UQp:>�p, P.J uo:, .ro¡n:iu!II u u:ipu:>p �nb '1!;,:,p s;i 1 !iO!U;'IAll! 1i07.J;HIJ!i:i founfl¡r. n t11s·,�c �� 's:,¡qBJJt!A i;:,¡n!'l!H!W ·UJ� !iTilUJOJ sr.¡ OfRq OJll�!Ult:SU:'ld �p S:'lpr.p11npom se¡ Jt?JlUO:'lll:, J(ld 07J;111J!i:l :'\l'i� ,: ;JJll;ll1111(;lll!JTHI -;,nb JCJF!IJ�!i ;'IU:'l!.'.110:l •01:1¿ ·s;,1u�\tttlU -r.J� !iO!p;,rn sJ111:iJ;,J!P ;,1ur.1pam as1ustudxa u�p(tod tmb /.. sap:::,pmu 6j?

    0111,1/lllnSll>ff ,,,p U[1/.WdX• n¡ ,,. sapVf)/IDPOf'I . '6[ s

    25 1 en la ,.expresidn· del pe,1.w1mie11w ! 39. Modalidad'es ·-·-··--·-·-----· ··- ---·· ·---·---···

    de un pr efijo. Así, en {(inh um.ano)) , lu ncgtH:ión puede aludir . al género y designar lo que cs compktnmcnt<: ujL!nO ul l10mbr\! o r1..·fc­ rirse a In especie de hombres o de cond uct as humanas. que 110 i.:um­ plen con el ideal humano. La fo rmulación ncgatil·u deja en la Í!Hk­ tcrminación el com:epro en cuyo :;e.no se opera el recorte. Cuando disponemo6 de:: éicrto número de datos, v�sius posibili­ dades se: nos ofrecen en cuanto a los m:,i;os que eslabJc.ccremos �mre ellas. A menudo > el problema de Ja coord inación o de la subordina­ ción de los elemen tos depende de la jerarquía de los vaJores · admi 1 i­ dos . Sin ernbargo 1 dentro de -los límites de estas jerarquia.s de valo· res, podemos formular enlaces· entre los elementos del discurso que modifican considt:rabletnentc las premisas; harcrtlüS cnlre los nexos posibles una elección tan imponante com o la que operamos por la clasi ficaeión o 1� · califii:aclón. En franc�s. los g-ramáticos· con:icen conjunciones coon.Jinanles, como: el (y), m ais :(pero}, ou (o), car (pues), done (pues, lue­ go) , ni (ni), y conjunciones .subordinantes, Como: bien que (aun· que), malgré q11e [a pesar de que}, puisque (puesto que). Pero, si examinamos la naturaleza de- Jos enlaces expresados de este modo, debemos reconocer que la subordinación entre las proposiciones es Indispensable, sea cual sea la conjunción utilizada, En efecto, las r.onjunciones :de coordinación -como ·et, ou, ni, done- pueden ser consideradas el exponente de una relación lógica. Nó obstante, sólo en ciertas condiciones bien determinadas, est n relación lógica dejará las proposiciones enlazadas de esta manera sobre una base de igualdad. Generalmente, se comprueba que, en la práclica del discurso, casi siempre, con Ja forma de una coordinación, se inserta una intención de sllbordinación. Tomemos un caso muy sencillo, el de una sucesión de ·aconteci­ mientos: J'ai reconlré ton ami hier; il ne m 'a pas parlé de !oí (Me encontre a lU amigo ayer, no me habló de ri). la primera proposi­ ci ón es un hecho, que mi interlocutor no �ucsi iona¡ fa -� t!gunda, lo mismo. Estas proposiciones podrían unirse por In conjunción e,. 'Pero, en algunas situaciones, 1o interpretación normal será: 1011 ami

    ·---------

    252

    Tratado de la argumen1aci611

    ne ,11 '11 µas parlé de toí bien qu'U en ait eu l'ouastot1 (lu am igo no n\e habló Je ti, uunque t uvo ocuión de hacerlo). Lu insetciOn úe e:i.ta priml!ra propoiiición -en este sitio y a\\tcpuesta a la segu n­ Ua, a ta <;ual c�lá efectivamente subordinoda- modifica, pues, de modv �ousiUi:rabk Ja irnprCfilón que producirla la afirmación de eslo� dos hechos \,:OOrdinados simplemente. Los juicios de htcho se adornan1 por consiguiente, con una interpretación lmPlícita, que les du toda su significación. !,u subordinación no se expresa únicamenle mediante conjun­ ciones, pues otras rormas gramaticales pueden desempoffar el mis­ mo papel. Fr. Rostán es1 ablece el parentesco entre ex prtslo �cs co­ mo: bel/e, car modesie (bella, luego modesla), bel/e, parce que mo­ desle (bella, en tanlo que modesta), bel/e par Ju mode,·tie (bella por la modcsria), embellie par la modestle (embellecida por la mo­ destia), d 'u11e beauté crérk par la modestie (de una belleza creada por la modestia) 'ª· Cada una de estas fórmulas cxpr,e.sa, aunque de manera ligeramente diferente, la dependencia entre belleza y modestia. Con frecuencia, la calificación misma se presta a juegos de sú­ bordinació,1. Según la subordinación que e>tablezcamos, hablare­ mos de pieuse dou/eur (piadoso dolor), o de piétú douloureu,·e (pie­ dad dolorosa): Las diícrerltes técnicas de presenl.ación pcrmilen llamar la a1en­ ·cíón 1 entre ,elcn:tentos diversos, sobre lo.s que son importantes: las fórmula• po11r f'amour de (por el nmor de), en considératian de (en consideración a), i, cuuse rie (a causn de) , indican a qué térmi­ nos se le< da la primada: Tour towrne en bien pour les ilus. }usqu 'aux obscurité.s de l'Écri1t11e: ror ifs /e.¡ ho11oren1, U mu.se des c:larr{s divines [. . ./ 3�. Fr. Roi·l,1nd1 Cram"molrt tJ 4//«Jivili, p,tg, 66, ,� Puscol, PcttJhs, SSO (IJ7), ullibl, de la PMI.IW.im, P,8, 101 6 (n.• S1', éd, UrunS1:llvkg), '

    1

    § 39. Modulüludt·s en fa expresión del µensom ie1rto

    25}

    (Todo �e r;onvi�rll! en bkn para los elegido)·, has1 a l;1s us1.:uricJ a­ des dt las E-scrilurn!i ; pul!S d!Qs \u� h ..rnr:\ll, u l.'atba 1.h: I;� dari
    ToUo lo demás nos

    t:5

    com(m [ ... ) 4 1 ,

    Por úllimo, expresiones como bie11 que (aunque) , malgre (a pe­ sar de), .sar,s douLe {sin tluda), señalan que se ha,c n ciertas concc:.:· siones, pero indh:an sobre to
    254

    Tratado de fu ar.¡1 11menl«c:ión

    los acontccimitmto!i una relación que, por su imp n:cisión m isma, adquiere 1111 carácter misterioso, mágico; por com1isuienl1: 1 a vec1.:s puede producir u1I dcc\o mU>' dramático. A la c;onslrm;cíón para­ láctica es preciso -creemos- vincular, al menos en algudo$ de sus usos, .la cnumcrai;ión. Ésta at rae, con \odá rnzóu. la alcnción de E. Nou let en el soneto de las vocales de Ri mb•ud. ¡,Expresión extrema de! movimienfo'/ �4 • T.al vez. Pero tnm hién la manera d f i:�presar el triunfante. misterio cJC: las relacion� que el poela sabe crear sin que conozca su conlenido exaclo, La construcción hiPotáctica es la conshucción argumentativa por -excelencia. Según Auerbach, seria -en oposición con la const ruc­ ción paralác.:lica ·propia de la cultura hebrea- carac.tcrística de los escritos grecorromanos. La hipo1axls establece unos limites, sigúifi­ ca adoptar una posición, Ordena al lecwr, le obliga a ver ciertas relaciones, reduce las interprctacioñes que podri11 t ener en considc� raci<)n, se inspira en el razonumiento jur!d ico bien conslruido. La pnra1ax\; deja más libcriad, no p�rece que quiera imponer ningú11 pun10 de ·vista. Así pues, sin duda porqut� es pararáctica, la frase compues.ta t cons1ruida, da, en los escritores ingleses di!! siglo xvm -como apunta R. M. Weavcr....:. Una impresión filosófica �J, digamos �nás bien descriptiva, contemplativa 1 imparcial. Oencralmenlc, se admilc que las modalidades, en el sentido téc­ nico de lingüis1a1 son cuatro: aseniva, imperativa, intc�rogativ.i y optativa. La modalidad .aser!iva convi•ne a toda argumentación, no hay por qué añadir más, La modalitlad impcrallva se expresa, en nuestros lenguas, por medio del imperativo. Contrariamente a las apariencias , no tiene fuerza persuasiva: todo su poder procede de la influencia de la per ­ sona que ordena sobrt: la que ejecuta. Se trala úe una n:! ución
    1

    �� El.. NouJe�. l
    § 39. Modalidad�· en la expre.!áó11 del pensamiefllo

    255

    ausente o no se consic.It:ri.t su uti!iz,u.:ión1 el imp�ralivo aUopta el fono de una súplica. A causa de esta rclacióri pc-rsoual contenida en la forma impera� tiva, ésta es muy eficaz para a umeolar el sentimiento
    Trutado tie la arg11111entación ·---------· ·-·----·---

    256

    Los r,resupucsfo� implh.:itos en cierru.� preguntas hm:cn que la formu iHtl!rrogaliva pueda consi
    un simpJe juicio 4'. Más aún, según Sartre� en eSlOS versos de Rimbaud: O saisons, o chr1te11ux, Que/le dme esr sa,u, dé/01111? 0 (¡l:nacio11c&:! ¡cal:itiUosl ¿Qui wma no ticn, dcf«:lo,7)

    fa jnterrogación se habría convertido en «cosan, ((sustancial,. De hecho·, aun cuando la cuestión fuera Ja misma, la forma interrogati� va no SI! da sin introducir un Bamamiento a la comuitión con un auditodo "9• Añadamos, por úllimo, que una pregunta puede servir para re­ chazar otra, como en este surilo en el que A. Oide, violento por responder a la pregunta: Qu'esr-ce que vous pensez de la Russie? Cru...,shay,WiHiams, Tht r:om/orJ• o/ unrei2so11, pág. 176, �, Win¡;¡;mtt:ln, Pliil11supltiJ·t·he U11t1r.sutllur,11én, pAg. w. �� Ri111bu11t.l, /"né,11't.'J", I.XXX/ll 1 1,llfbl. de hl' t1lfiuúl!'», pág. 139. 11 � J..¡i , Surirt, S,1"orlo1t1, 11, pass. fi8-69.

    �¡¡



    •.,

    . J

    Modolidudc:s fn ta í!Xµrc:suJn riel /.Ji'tr<,,1111h11Ua

    t;,Qué piensa usll.!ú de Rmia'!J, aú11p!ij i.:omn n:spl1i..'�!i.\ la crk.i t. fórmula Hm1,c.:- �·cms te (/l.!1t1a11da! \¿ 11 111.!ck us\..:\\ ¡ncgum :.11 )0'!), con lo que mu�stra. qrn: GI a�u\!rdn con d ínlcrh.lC\Jhl r ,., 1,\ rur.:r.i di.! duda �0 • Quitá sea !o. modalidad op! ativa h1 que se prc�rc 1 1 1 � Í L) r a la e:)- es f1.• snndn un ruego, una súpHcu. El l!n\p\eo de \o� tiempos permite, 1 ambiCn 1 inlluir sobre t:l audi­ toria. Cada grupp de lemguas ofrece, n e.sr i:. respecto, \"l0l\ibifüfa1.h:s que merecerían u n cs1udio minucioso. En lo que atañe al rran�es, se pu�dt alirmar que el pasado es lo irn:fragable, !o hceho ; el imperfct:10 es d t iempo de lo 1 rn11.si to­ rio; el pri:::;cn\c e1..p r.�"� lo univc:rsal 1 la ley , lo normal. El prc�l!nte 1:� el tiempo } , , A uwnudu, ·

    ,u

    A.

    C.iit.h:, Joumuf,

    1939· 19-12,

    ¡,.i g.

    ! )2.

    Trarada de la arg11me11taciót1

    257

    los n::Lór_ icos lt: lrnu r\!...:onocitlo cslc nupt!l H _ Quizás por c:w rnzón Jus 1\.u náu1 ic1.)S l;UJlti,:mporáneos lo emplcat\ , Nclly Cormeau ·cha d bru!irn paso al prcsi.:me que r�aliza Muuriac en sus obras; A.pres un dibat i11t�rieur, elle q,,irtu �a couche, glissa dun.y des su11,ues ses pieds enjl,Js, et, vé1ue d'wre robe de. chambre marron, une úaugit' au poing, :wrlit de fu chumbre, E/Je des1:t:11d / 'esr(lli'.!r, suil 1m corridor, rra wtrse la sreppc du w:stibufe ) J . (Tras un debate interior, abandonó el lecho, dcsliz:6 por las chan­ cla¡; sus pies hinchados, y, vestida con un camisón marrón, l.'.on 0110. vela en la mano, salió de la habitación. Baja por la escalera, )'igw.: ¡>or un com:dor, cruz.a la este.p;,, d!!l vcslibul0}. En el estudio de Yves Gandon sobre el estilo, encontramos ob­ servacio nes interesantes respecto al empico de los tiempos Por pane de los cscrl! orc:,. En Plaubert y !os n·H.turalistas, �l inddinido ha dejado su si tio al im perfecto . Los contemporáneos han descuhicrlo el presente narrativo 0 1 a l menos, lo han puesto de moda; Jult::i Ro rnains, por ejemplo, lo emplea habit ualmente. Como advierte y. Oandon, l 'illl.sion de la vie se trot1 Ye ohlenue a moin dn..'S jrais (la ilusión por la 1•ida se consigue con gastos . mínimos) "· Por supueslo, no es cierto que en todas las lenguas sea la forma del presellle la que ex.presC mejor este sentimiento . Es sabido que, en las lenguas eslavas , la forma gramalh.:al del presente de los ver · b�s de acción acab•da expresa, en realidad, u n futu ro y ,ólo se uülll.a en esla acepción. La influencia clc !a forma verbal sobre l a m linera de e�presar e l pallo d e l o normal a lo normativo, sobre el sentimiento de prescnc'ia 1 únicamente puede esludiarsc medianlc un sistema Jlngil lstico dado y en un momento dado. Ilasta mencio­ nar \ns recursos qu e ófrece el empico de e�ras formas cu ando se · utifü.un con uno intención o.rgumenta1iva 1 dcnlro de los l ímites de las convenciones eximmtes. 1

    11 Cfr. Lo111ino, .Traltrf d11 .sublime. '"P· XXJ, pdg. 1 12. u N, Cvnn�tl.u , l. "qrt !le frannm Maurial.', pdg.s. J4K•.1-l'I {Gbn'tri.x, ' ri,i¡,:, 42), " Y. (Junlhm, Le dimo" ,/u J/)•lr., pái, Sb.

    - - - --

    - - - - - -- - ·

    2.3. �

    i Modalidacfes en ta expresión tlel Pf _'!::!_�� � ·,'.!:. 1_ -· - ·- - - - ... Ter minaremos e�ti: apartad o ron algu na s t.:011skku11.fo nc� rnl 11 i: el uso llf gumelt[ali vo de los pro11 u111 br e. "i , dd a1 1 k ido Y Ucl demostr ativ o. Señalemos q ut 'C.I indefin id o 011 (s e) j4 si: ulili t.u ¡¡ mcn ud o ¡,11 ni in lr mlucir una nonrpL On Jait ceci {S e ha (.;e c:,,1 0 } cq u i vuh: , 111ús o me nos , a il Juut /aire ced (!.:S preci so 1w. i:i: r cs 10); a \' L'l.' l'!) 1 011 puede d esignar si m plemen te lo que ata ñe o ci er tus .seres cu 11itu1t_ dü· ne.� detcr nti11 adas: On ne disti ngue pas clair emefl t fu fur we de r cr arbre (No se disti ngue clarame nte la forma de e>t c árbol). Com o el paso de lo norm;¡l a lo nornrntivo e.o; un lugar , tsl � gi r o· pu l'U e tener un evident e ínterés argun u:nt o.ri vo . El r cempla.ar je [yo) po r un es, según e\ cobolle ro,· de Mér é, ora agradable , · ora nrn lsonan te:

    § 19 .

    - �.

    [. , / je "ºY qu ' ti ne Dume dira plu1ost. < >$ qú ' e/le ne dira, ojt 11e vóu.r lu.i i µu1> », u1 1 ,cjf! vous ai111 e,1 : {)' a oa,JeJ el parc e 4ur1 mue e. i:pre.ssion 11 ient df! rnu deJti f!, tfll· 111! peut avoir que Jort bonne grun• . Ma is si t'esi un � Ju 11ssr: fútf'SJ·e , c,.• ommt on pít:tcnd , ou n 'en di:meure p;is d• ac,o rd , e//,• i:s, bi�11 de�·­ u¡¡réable; et je connofs des persomu:.s qui nt: lu ptUYe1lf so 11JJrJ, H. ([, . ,¡ ob¡crvo quo una dama di rd más bien ,, no Je os odi: .m , 11se os. amai) , q� 1mo o.s odlo/) o c,os amun ¡ 1 .• ,1 y por qut esta expre · sión procede de la ffiodestio. 1 no ¡,u edc Jcncr má s qu e; 111ut.:lla gr ¡¡cia. Pero si es una ra!�a fineza (como si!' µri:re11de. no ¡e c.ml de acu-er• do}, es muy da· dgr adabl e, y cono tco �nonas que no poUri JJl soportarla) .

    H Si:gi.rn rl conf c)(lo. d pronom bn : indt>finiclo 011 puetle tq ui vnli:t a l:'ualt.¡ u1era dt 403 pronombre, ['l!'r sonales i:n función d� �ujc10 , Jo i:uuJ di !ii:ul iu Ju hii �q n1· J:c d( su corrcspondcni.:ia cspa �ola. Teuii:ntlo en i;ucnta sus u.ivenos v,.tlocc. 1 �cmtinti, ,os, consiUcramoi cim: , e,, c\pal'lol. "l( » ci e:\ nrono. rubre Qllll más se ut· �n :a al 1:; 1111 · po de aplh:adón dt un ; ¡,i:ru, no debemos oMdolr por tHo que i:1 1 di:rt ni \1i:1 airn1c� lcr.i má, 1,·on 1 •c11ic11¡c trat.lud rto \')Ot \1uli1ü1:n » , 1• no�o1 ru . t1,, .. , , nlH ltli• , �· r1111 u va�·· l!HH" 1 11.h adel:mtc. fN. dt .to r.J H C:.ball1m.1 di: Mén , et:u rr¡¿.s, rl, {'l.ig. )i.l (u. Des '
    260

    - - --- --

    Tratado de la arxumenlac:ión

    P.n a 111bos e.usos, lo subjetivo se· transforma en nor mal ; ¡¡e 1.fürniuu· )'é, staote, on ajrn rcce co mu equivalente a je, y nó como a unu mera expr ciión Uc lo normal. Si e:!- pl'i mer uso es grato, y el segundo, no, se tr ata . menos de modestia y de falsa fineza que de efectos
    A u moment Oli I 1en. i11roit !u jierté, l'adrnlratlon qu 'elle éprouvuit de'YUIII eJle-meu;e, la pauw· e ,,.ieille ressail de dire «)t»; par d//énm­ re peu1- etre ,t/ltt purlail d'elle tl la 1roisJeme {J(!rsanne, :n tr uitant de 11Mudame Roblllardn, gros comme lt btas. Ou bieri étaiJ�r:I! pur mutíl!Sile pulir .re separer de sa gloire ou pour itre plu.r véridir¡ue, en se 'faisant 1out d 'un coup objec:tive j �. fBn CI momento en que le embr iagaba el orgulla , la admiración que sent ía por -sí misnr n, la pobre anciana cc::!iaba de: decir ((}'Ou! quizás, por de{erencln, babtaba de e.Ha en lcrc:.era pers.ona, tratAndo­ s< de ;( Madamc Robillard>i , innada como un pavo. O bien era por modestia pacn separarse de su gloria · o para 3er más vcrldica, vol..,;en dose de- promo obje1iva). Au n cuando la su stit ución sólo sea un retorno a una conducta in­ fantil -es sal:>ido que el nombre propio precede, en la mayoría de los ni�os , al pronom bre personal de la primera persona "-, uno 11t p.�y('h/que dt' l't'njunt, p�g; %,

    § 39. Mndali
    26 1

    pt!rsom,es t!.11 s,1vc1u rrop long (dcnas pi:r!>onu:-: :;uhcn tlcmusindú nl respecto) , 011 111! s 'amuse pus iL'i (\lno nu sc IUII· lariamtnle ambigua:i; a vct:cs, se cvi!U con csmcro, p�,r · 1 a;c.011c:i 1\IU}' variaUás, un enunciado d�masii1Jo prc:dso, que no 1.h.·.ii; ninll,.lU\i.\ d uda sobre su inlcrpretación. _ Com•iene se1)alar 1 por el i:ontrnrio, que la Su:itiHÍ�i ón, �n el pro­ nombre indefinido 011, de i;:¡,;p n.:s.ioncs qu:. d�signan unn o v¡¡ri.is pcrsonus determinadas; puede conseguir un efecio > 1 \\Cl ru�o») licne uná signi ficación innegable 59 • En Jo ant(­ río r, creemos reconocer a Ja· ve-.l u na accióll de presencia , por la transformación del grupo en una pcrsona 1 y la unificadón d�f -pun.. to de vista, la imposibilidad que acarreo. esia transformación de distinguir entre los bueno� y !os malos. El .empleo inusi1 ado del domoma1ivo permi1e crea r un cfec10 de presencia muy vivo . Frani;ois Mauriuc lo em�1leu. con fn!cOclh'ia . Cit en1<Js un ejemplo, ( !llre mil: " l ¡¡ lh11yi:rc, Us {·ur�ctirfs rlf Thi!op/JraHe, D « di.'W des nou1•tlkJ, p:'.I�. 5l , H Cír. V. Kh.:mpi:rcr, /... T, / . , l\'oli�/J111·h ei1ws l'/11{11lnf;1!fl, ¡1:í�. !Kh.

    ,,

    Tratado ·---------

    262

    de la argumeritadú1i

    SeJ· )'!!UX Jixi:rent le wund ffl a c:olonnes ror.,·eJ· oü, huil ans plus IÓC, sc,,1 freru af11J, Mid1r!I Fr,mrerwc, awtit so ufjl�rl cel\i: ir11crmitt11· , bfo a3,m1e "0. (Su:s 11jos miraron de hito en hito el Bt:m Jecho.de columnu& sa!o­ mllnicus cu �l q ue, no h"ace menos de odrn años, su hi.:rmunll JJ\ayor, rvtkl\d frmll\!nuc, habia su frido esru i111trmi11ablt: ugouiu). Y . Gandon califica csle artificio de exposición de inuc:c:eprabtc au regurd de la logique pure (inaceptable respecto a la \ó&it.:a pura). nt tiempo 4.ue reconoce q ue e:s: excelfent quant a /u technique romu� nesque (excelente en cuanto a la técnica novelesca). BI demostrativo aludc . aqu l a algo que sólo uno de los personajos conoce, pcr,onaje QU\: indu:Kl aparece Ues�rito desde. fue.m i y cs\Dmos en l..i. primera página de la novela. Pero el efecto dt! presencia es innegable. Toda� estas l'ormas de presentación ejercen una iníluenda sobre lo q ue: lo� lóS:kos est iman que liOn \as modalidades: certeza , posibi� lida
    §,

    40.

    FORMA DEL DfSí!URSO

    ·y

    COMt¡N lÓN CON EL AUDITORIO

    La forma bajo la cual se pre:Seritan los datos no e�lá Uest\mnla solu mcntc a causar l!frctos argumentativos relat'ivos al objeto Ju! . "° f,e m.vsri.>ni Fronunac, pág. 1 1 , dr. Y. G;fot.lan, Le dimQn du uyle, ¡1;\g, 6j,

    ·- 261 .--

    ¡¡. 40. Fvrma úel discurso y comunión ('Ofl l'i mali1urio

    · - ---· ···· ·------

    discurso¡ lambié1; pu. �dc ofrecer un conjunto t.lc 1..· ar,1d crcs rcfc rcn­ ti:s a la co111tmió11 con el ·a uditorio. To
    1

    "'

    264

    ___________

    -.

    Tratado ele fo arg11mentuc:ió11

    .. i.:omu,dón l:On tos miembro!> di!! uudit ori o que comparte c-stc: mismo dc�prcdu, EJ u:;:o de un VO\'.:abu!ario volunt urian1cntc pobre o 1orpc puede servir a los mi.!.mo:, fine�. Hay más. Se empit.."Z'a a reconocer 4 �c, a cada estructura soci.a l, le corrcsponl'uer,a por loca/izar tales est ruéturas, La gramática ·de las socicdaues igualitari as hace hincapié en los predicados, las evaluaciones por el . sujeto , El lenguaje de tas sociedades' jerárquicas sería cyocador, su gramática y su sinlax:is serian mágicas : Los slmbotos verba/Cs. yn. no serán representativos de las cosas, pero tc:nderáu a cum·crLlrse en cosas por &Í mism �s, con un sitio bien definido dcn1ro de la jerarquía de los valores, y una panicipa­ dón en el ritual desde su propio plano 6J , .,_

    El lenguaje que, en una sociedad iguálitaria , es de todo el mundo y evo!uciolla casi libremente, se establece dentro d,� una sociedad . u Hchll PllC\'hlct, Natf..DturSrh, ci1ado segUn La�wc!J, pdg, 38S, no1a • 'l H , Patdmr , Natl-D�ulsrh, p.tg. 6,

    Umtuage

    o/ po/it1(s,

    § 40 .

    Forma úel di.n-urso y romu11iV11 c:u11 ,:/ ull(/iforiu

    26S

    jcrñrquka. Las c>qnc:;ioncs, las íórmul.t:i :;e hi.1 1.:cn i illlnks , se csi:u­ chun 1.k nl ro óc un an1l>icnli: Uc c�11n u 1 1ió11 y .!>umisión 1u1ul. Sin cm· bnrgo, bnsh1 con qui.!. yil. no sean obligatoria:; l..ii; fórmulas, con qu\! ya no se e:;�uc:hé1í éon t:I mi:¡mo cspiril u tJe cumunión 1 para que ;uJquieran la apuricnc\n (le lin clk:hC. La imitación di:! cHilo liiulico, propia de \:icnos strn1ones , a:;f como los intemos m_ús o 1m:nos h.>· grados por reprodud¡. un bello verso de Rm.:inc -l�s fragmentos conoddo!i ' dc la liter'�·l ura clásica 1ienl!n algo de la íórmula ri1ua t­ parcc,n clichés, justamcme a causa de su prt!1ensión a la originalidad. · �l hecho de dar caza, dese.Je el romo.ntiélsmo, ü los clichés en nuestra cultura apasionada pur lu originulid ud -y Jcnn Paulhan ha evidenciado pcríeclamcn lc cslo reino del mroris,no en la literatura- o bedece a que In l'ó rmull!, estcrcotipadk sólo tiene valor como Ull medio fácil, demasiado íá.cil a veces, :Ue comunión con los oyentes. Estñ íórmu la rcsulla de un acuerdo :sobre unn manera tle expresar un hecho, un volor, un cnlcu;e de lrcnó1m;nos o u na relación cmre personas. Hay clichés poéticos, politices. Es1as for­ mas ayudan a la buena marcho de la in1crprc1aCiÓn: sabemos que la introducción de la palabra <1corcel» marca uná inicnción poética Y que «vuest ra noble Patriau e::; una fórmuln coi1sagradll para uso de los oradores en los banqueles, Los términos �ulerc�hm) , �.\liber­ tad» , (cdcmocracia)), permiten la comunión igudl qu e el desplegar una ban dera. Para que se perciban estas fórmula,, c,tas �alabras, como c\i· 1,;hc':s, es preciso una distancia, es hccesa.io qu� el oyente )'ª no •• idenl iíique, desde todos los puntos d< vista,' con a4uelios que las u1ilizan y las aceptan . Favorecen esle ale)amicnl o, parece ser, do5 (ipÓs de consic.Jeradonc.s que pueden, por ol ía pirl< 1 reforzarse ni utuaml!ntc, Etl dc:c.lo. t\ diché e.,; , a Ja· vez, íon<.Jll y forn1 a. Cs un objet o de acut:rúu que se expresa regularmente de cierta 111.incr:1 , una fó rmula ·estereot i pada que se rcpi1c. Asi pues, para percibir uua expresión como clícllé, bas1u con que nos · demos cucn1a de que e.1,.htc otro rnedio de decir lo mismo igu3\ de bien , o incluso mejor. El oyente qu( hace c.sta 1.:umprob:ición ha nperndo una dí.su-

    266

    Tratado ele la 11rcu111e11tu1,·i(}n

    ciación entre íonJo y forma y ha rclro1.:eúiúu en �I nivel del lengua­ . j(. En ambos ca5os, el oyente percibe: una ínac.Jecuai;lón , la cual lo scnsibili7.a de qu, se trAln de algo muy hecho, no ad.aptado di:(· todo a In siluoción . S i l a fórmufo estereotipada, admitida, favorece l a buena marcha JI! la JisCusión, por In comunión que pernthc establecer; n:chazada 1 puede scrvfr para descalificar cier1 os rnzonnmicnt�s. para dcsacrc· � di lar a ciertos oradores. Cuando se trata de expresar, más o menos expllcitamente, una norma, la importancia d·e una formulación consagrada se rcveln nn· da dcsdcfiablc. Las má,;imas no condensan sulamcnle la sabldurla de las naciones, tamblCn con$lituycn uno de los medios más cficn. ce� para promover CJta sabiduria y hacer que evolucione: el usu de las mdKlmas nos lleva a palpar el papel de los valore, admitido, y los procedlmiemos de su trnns'fercncia , Sin duda, sicffipre se puc­ \le r�haw una máxima, nunca es obligatorio el acuerdo que invo. ca; pero, su íuerza es tan grande, se beneíicia de 1al presunción de acuerdo, que son necesarias razones importnmcs pora rehusarla. . La máxim a , 'Yv({)µ11 1 ial como la describe Aristóteles � , corres· pondc perfcclamente con lo que cali lícaríamos huy de juicio de vn· 1 lar. Confiere .-indica Arist6telc:s- al discurso un carácter ético t.s . Su significación está unida a su c:laboracíón social. Se ]a enuncia pare sugerir su aplicabilidad a una situación concreta. Cuanto mii.s Stl rcconoz.ca tradicionalmente su fotma, más fácilmente se admi1inl. t:l enunciado , con tas consecuencias que acarrea. Los rcíranes 66 -explican nucs1ros diccionarios- son breves má· xintas 4µe se han hecho populares, Schopcnhauer los aproxiina a "" ArbuUclu, Ht:Ufrír.a, 1394<1 y ilg¡, u lb., 139Sb1 1, " No debemos ohidu que prClvtrbt tl'lmbién corcc1ipondc en t'!>panul a otro vo­ ;;;tblo, nprnv(rbio11, p:11c111ia Je l!ar.ic1cr n1ás cuhu que el rffr;ln. Sin emb:nco, c,1 hit co.sn. hc1111.» dcHiUu el término nrdr4n,,, con10 trtducc.ió,� de provcrbf:, porque las ..:ora..:tcriuicai '-lut:, en el 10,10 Crancts, .,.. k 0trlbuycn a C$1C tnunciado i.: ih:.:r• \'.ur'I mti� .i lu rc.1fü/aU slgnlíkallva de «rcíránn que " l.i de «pruvcrbhrn. (N. dt ro ·1 :1

    ----Forma del discurso y comunidn con el uudiforio

    � 40.

    267

    los Jugares: son -afirinct- lugart:s con tendencia pr.\¡;1ka 1,7 . Nos guslaria Jlamar la atención sobre 1m rasgo d� l.'.Sl a e;i: pó.:ie úc ruáxi• m a que nos parece c�·encial: el réfnln cxprc.o:; u un a�ontcdmicHto concreto y sugien: una norma¡ de ahí, sin duda, su fádl di fu�ión, su aspecto popular, que lo opone al aspecto li1Jrcsco 1 culto 1 de dcr� tas: máximas . Aftadamos qut:, como subraya Hst�ve n, el canh:rcr imperativo de los rÚrancs obedo,;c ciert umenio, ni· menos en pa rte, n su ritmo. Porque se percibe como la ilustrac ión de una norma, el refrán podrá. servir de punto de partida a los razonamientos: ; · por suPucs­ lo, con ln condición de: que el auditorio ttJmita dicha norma. Pcrn, no hay que sacar la ooncluslón de que los refranes sólo sirven .si su enunciado se vuelve prácLicamenle imltil. J .as rislras
    'º.

    '' Schopenhauer, é,'ritliJéhe Dialekrik, �d. P.lpcr, vo_l. 6, pi�. 40.1·, noia, u Cl.,l.. EsJO:v,:, Ew1ltts philosuphique· 3·ui- l'v.xprr:�-siun liJtÜ(lirt!, p�g. �11, 0 Jcan Paulhan, L�$ liuin•fttn_y)·, p.i11, 31, ta Cft . L . 8cllak, u Tln: u:.acurc of .slogunm, en Jr,urnol uf Gbnormul und .foc:Jul . P.syrhulogy, vc,I. 37, !Y42, f'ags. 496-.1 10.

    -------------Tratado de Ja argumentación 268

    ti rílmo, la frmm.1 .c on cisa y fó.cil ·de rete11�r: pero .st adaptan a las dr.;unslancia� . sienipre deben renovarse 'J aun así no participan d e lo amplia aceptación tra<Jicional de la que goza el refrán . Si pueden incitn.r a la acción, sirven muy pm:o para determinar una Creencia: su papel es esencialrn"entc el de imponer I por su rorma, ciertas ideas a nuestra atención ,

    � 4l ,

    FrOU.AAS DE RETÓRICA Y AaOUldENTAC!ÓN .

    .

    .

    Desde la ailtigüedad Y vcroSimilmente. desde el momento en que el hombée meditó sobre el lenguaje. se ha. reconocido Jli exístincio. de ciertos modos de expresión que se salen de lo nonnal y cuyo es.tudio 1 · por tq ge"neral, se incluyó en los tratados de· retórica; de ahí el nombre de figuras de relórica. Como consec-oencia dela ten· dencia
    §

    �O. 1

    § 4 J • Hgurus de retórica y argumenración

    269

    Por tanto, es una forma de describir los fü.:onledmicnlos q ue los hace pre:si.entes en ,1u::�·.ra men1 e: ¿se puede neg1u su papel eminente cotno factor de pcrií�,�J·sión ? Si se olvida c::a c pnpcl urgu_m cnLat ivo de las figuras, su estudio parecerá rclpiüamcntc. un vano en1r�1t:ni· miento, la búsqued.i. de nombres exlli.lños. para giro1'i rebuscados . Ya Quintiliano 74 consideraba con hastío la 111uUiplii.:iúa.tl de lus de· n¡1 minaci oncs y clasificaciones propuestas 1 su cnmarat\umicmo e i11· cluso las divergencias en cu anto 'a saber fo que es una fi gura. foan P�ulhan· constata que. si nos atenemos a lo que se ruecJt! ex.traer de los autores , les Jlgures on/, pr:,1u- .reule curacrlrlstlquc, les réflexfrut'i l!f l'enquite qua pour.ruiv�nl IJ leur propos les Rhéloriqueui-:¡ n , (!as figuras ticni:n, como única earacterísticn, la., renc,doncs y 1a hús· queda que rcalil.an para ·su propósito los rctórh.:os}. Esta paradoja obliga a Pau\han c1 replantearse el pmblemn de la relación entre �i pensamh: nto y su 1.!Jlipresión . . P ara nosotros, que nos in teresamos meuo!i por · 1a legiti maci�n del modo Jilerario de expresión que por las tét..:nica:; th.:I discurso persuasivo, nos parece importante, no larilo estut_liar i.:l problema de las figuras en su conjun to, com.o tnostrar e.11 qué y cómo el em­ pleo de ciertas figuras determinadas se explica por las necesidades de hr argUmentacidn. A este respecto, cabe señalar qut: ya Cóurnot habla reconocido q ue l as figuras no actuaban sol�menle sobr� ia sensibili dad; pues es fácil advertir -escr ibin· Couruot..:.. q11c le langage des philosophes n 'r:$f puJ" muins figuré que e-e/u/ des ora.• teurs et des poC1cs '7b . (C'I !enguaj� de 1011 lílósofos no es menos figurado qu.c el de lo.� 1Jra­ úores y los poetas). Quintlliano, Ub. ; X: l!&P· !. § 10; lib. I X, cap. (U, § ?J. J. P� ulhan, 11Lc.f,1 0gurc, ou l.i r[u:'wdqui.: UC¡,:ryp1k1> , en Cuhirrs ¡/u S11J, n." 29S {1 94�/, pág. J8.7 . 6 CounH)I , C.isui iur Ju Jorrútmen/.f di! 11oy connoi.mmrcs, !J. p�g . 1 2. 1



    1.S

    .1

    270

    Tratado de f(! argumentación

    Para que �x:isla la fig�ra., son indispensables estas dos caracte­ tisticari: una estructura disc�rnible, independie:nle del contenido, es decir, una forma (que sea, según Ja. dislinción de los lógicos moder­ nos, sintáctica, semántica o pragmática), y . un empleo que se aleja de la forma normal de expresarse y que por consiguicnle, at rae la atención, A! menos una de es.tas exigencias se encuentra en la rnayorla de las definiciones de las figuras propuestas aJ co rrer de fos ::;:iglos; la otra se introduce ·mediante algún rod,o , Así, om·er Talen define la figura corno una expreáión pcr la �al 1.a apariencia del dlscur.so difiere de la recia y simple costumbre. Pero , Introduce, a lravéi dt la •\irnología, la idea de íorma: d nombre úe figura parece tomodo de la máscara. y d�I lraje de los actores, los cuales pr(lnunciaban lo:í diveI:iOS géneros de discur­ sos 1.:on formas exteriores diferenles (variis r;orporis Jig1.u is) 11• Q uien estudia loS discursos desde el punto de vhna estructural · · se i::ncuenl ra en presencia de formas que, de entrada, aparecerán éomo figuras (por ej emplo, la repetición), pero también como for­ mas que parecen normnies (la interrogació n, por ejemplo) y que, no -0bs1ante, se las puede considerar , en ciertos ca.5os, fis;urali, El que so las pueda considerar o no figuras planten inmediatamente el problem� bajo 'su aspecto más delicado, En efecto, en ptindpío no hay ninguna estructura que no sea susceptible de convenirse en figura por el uso; pero no basta con que un uso de In lengua sea inhabil �1al para c¡ue estemos aulorindos a ver ahí una figura. Para que pueda ser objeto de estudio , e, preciso que una estruc­ tura sea aisla.ble, que podamos reco nocerla corno tal; por otra par­ te, es 11ece.sário saber por q\lC debe: considerarse í nhabllual su uso. La rras, txc!amaiivn, la frase con reanudación de Ja duda son esn Audomari Tlllc:i, Rhuoricw libri duo, pá¡s, l6.

    · .§ 4 1 . Figuras de retórica y argumentación ·

    27 1

    _pt ru¡:turas ; sólo serían .fi M, uras fuera de �u uso uormu! 1 es dci:ir fuera de la sorpresa verdadera )' de Ja dudu j uati fica.Ju. ¿ Acaso no es cs1ablccer un ucxo directo �ntrc el e-m pleo de fig u� ra.4i y la ficción:/ Segú n V0J kmru1n, c:s j ust.amenlc la iUea q ue de eiJo tenían los anti guos ". De l acios n1odos, es cierto q ue sólo apa.. recen las · fig uras cuattdo es püsiblc opcrnr una disodo.ción eut te el uso normal de una estructura y su em p leo en el di�c.:urso, cuamJo el o yen te hace una UiMincíón� q ue le parect que se im p nne 1 ent re la forma y el fondo. Pe ro , cuanuo esia dis\lnción , percibida a p ri­ mera vista, se suprime g ra�ias al efecto mísmo del discurso, !as _fi guras ad quieren toda su si 8nificació11 · argumentativa. Puede ser q ue el u.so de una e5tructura
    Tr•tadu de la argumenr"cfón ---------------272

    detcrntinada debe cousidcr11n1e o no una fig ura , ni si desem pci"lará el p a pel de figura argumenlaliva o de fi g ura de estilo; a lo .\Umo, podemos descubrir un numero de estructuras a m as p ara l!onvertirSe en fi g uro. Al g unas íl g uras, como la alusión, sólo se .las reconoce dentro e.le su contexlO ; p ues su estructura no es gramatical ni semántica, sino que está suj eta a upa relación con algo q ue no es el objeto inmediato del discurso. Si se p ercibe esta manera de expresarse co­ mo jnsóJita, tendremos una figura ; el movimiento del discurso 1 ta adhesión del oyeule a la forma de nrgumentadón q ue favorece la fi gura, determinarán el tipo
    otros mucho! casos, una mano invisible \� induce a cumplir un fin que np fotmaba parte de ,u iuttnción 79•

    Gencralmeiite, el oyente no pe rcibe la fwnosa expresión <(mano invisible», utilizada por Smith, como la e,presión normal del pe n­ samiento, �n el sentiJo de q ue pocos oyentes admitirán que A. Snlit h ha ptnsado realmente en una mano de carne y hueso; p ero , el o yen� te sienle q ue csla mano invi>ible debe p ersuadir de q ue la armonía entre el in terés individual y el colectivo no se debe al a.zar, de q ue es1arfa permitido percatarse de ello por una intervención sobrenatu­ ral, de q ue la presciencia ne �ada al hombre puede corres ponder a la dt.! un ser su premo. En resumen , no analizaremos a qui el meca & nism o de �ta figura, sino q ue nos gustaría mos fr ri r· que, por el 1 9 A. Sinhh, Thc "/MJ.lth o/ J101for1s, pág. 423..

    ,,

    § 41.

    Figuras de r·;fd,ica y argumentación

    ·'

    213

    hecho de poder atlherírse al valor. argume11tafrv0 que de�cubrc Ji� chu expresión, perr�c1an1ente se Ju po.drá. considerar· uua figura i pi.!· rn no una figura de estilo. A este respecto, cabe obsc1 var que, para percibirla como argumcntaüva, no qchi! acancur nc,c�aii;urn:ntc la aUhc:fión a las condu5iones Licl tlis�mso: hasta c:on qm: lle t.:i.lpt\! :.:1 argumento en tot.lo .su valor¡ poco importa si otras.Consh.lci-a1,:io­ ne� se oponen a \a aceptación Ue )a lcsis en ..:ucstíón. De lo anterior se deduce que una figura� cuyo duch1 argumcn1a.. tivo no se hu conseguido, obtendrá el rango de fig.ura de estilo. Así, para denegar a u11a teoría filosófica un valor diiaintn del litera· rio, se pretenderá ver en ella solan.1.ente una figura dt retórica. ES· cribe Sarlre que: Ce passé bergsmrie.n qui adhere au prtsenr cr le pén!Lre mCmt, n'e51 gu�re qu\me figure de rhilorique. J:.'t r:'eSr n.· 'q11t ruo1un•,ll bien fes difflruftis que ll�rg.son u n.w.:omrlfcs dc.ms so 11,l!ork dt1. Ju mimo/rt 10• �Este pa1rn.do bcrssoniuno que se adhiere ni prescmc t! incluso lo penetra, sólo es unl\ fi¡i,ura de rdUr\..:ll, Y � h> qiie n111e�trun períecuimcntt los tiificultaclc� que ikrgson ha encontrndo en su téU• ria de la nu:murin). Si los autores que se han ocupado de las figuras han tendido a percibir únicamente .�u \ado �stilistico, lo cual obeiluijl de otra índole, producido por el argu­ mento en el momerito mismo en que se acaba. Al.lcf!1ás 1 y ,quizás sea éste d punt<1 nlás importante, hay que darse c11c1li'a de qu1: la exprtsión normal es rcJa1iva1 no sólo e;:n u11'.111cdio, en un o.uditorio, sino también en un momento rJc�ern1inado del discurso. En cambio, · 'º J. ,p. &irtrc, l 'tire ,., 1, 11lo11f, pig. 179,

    1

    Tratado de la argumenJacidn

    274

    si se admilc. que existe una manera de exprcsttrsc que es la bm.:na, la auttntica, ln verdadera. la normal. sólo s� put!dc concebir fa fi­ gura como algo eStático: una expresión es o no es una figura; no se puede imaginar que lo sea o no según la reacción del oycnle. Una concepción más flexible, que con.siUcra lo normal en tm.la ::;u movilidad, puede� ella sola. devolver por completo a las fig,urali argumentativas el lugar que ocupan realmente dentro del fenómeno de persuasión. Nos encontramos .as[, por la relativitación · de! lo oormal t con una observación dd pseudo Longino: No hay Figura m11s exceicmc que aque!\1;1. QUC está tululmeme escondida, y cuando no se rcooncicc que es una íigura. Ahora hic.n, no hay rc..:urso ni remedio más maravillo,o para impedirle que apa­ rezca como lo Sublime y lo Patético; porque el Ane i::ncerrado asi cu medio
    § 42.

    LAS PIOURAS DE LA EL.e:rr.tóN, LA PRESENCIA Y tA COMUNIÓN

    Cuando nos ocupemos de una figura y examinemos lo qui: apor- . ta a la argumentación, nos valdremos de muy buen grado, para designarla, del nombre por el que se la conoce tradicionalmente, Jo r,;ual facilitará un mayor entendimiento con el lector y le remitirá a una estructura que ya llamó la atención en el pasado. Oc buena gana se tomarán de la tradición los ejemplos, F.n cambio, las cl.isi­ fkaciones de figuras, utill2adas generalmente, no pueden ayudar­ nos en nadá. Al contrario, crnemos que u1Hl de lus mo.yores distin11 L1mt;inC1, Truilé d11 wl,timr, ti!p, XV, pll¡i,. 9'1.

    § 42. Figl4ras de efeccion, la pre.sen('ia y la !.'ófJJ111u'ón

    27 5

    clones -:-la q ue existe e11tre Jas figuras de pl.'ns..imii.:m_o y las figurus de palabras , . produce nc<.:cs;.iri
    276

    Tratado de la argumenta�ión

    Lo has qu.:rklo y rodu,vla hoy· lo quieres u, La interpre,aclón, muy audaz, aparece como u n hecho y se la percibirá como una Ogura argumentativa o como una figura de es� tilo, S
    § 42. Figwas de elección, la presencia y la {'oniu11iór1

    277

    El co,o de la derinidón oratoria no, mucstru dar;uucLLIC que . el carácter anormal C.s una rnarier·a de Uam�fr la atendón sobre una C'd­ racteris¡íca particular de los hombres. Mencionemos sobre to
    ••

    Tratado de fa urgumentación

    278

    une :,vrte de synecdoque qui consiste a pr,:tidre un num cumm1m pour 1111 nom propn: º" 1111 nom propre pour un .nom i:ammu,i ,� . (elipe¡;ie de sinécdoque que ccmsisle en poner el nombn: común por · e! nombre propio o el propio por ti comlln). Con la primera forina, pretende evitar a veces el pronunciar un nombre propio; pero, otras sirve lambién para calificar a a\guil:n de manera útil para la areumenLación: «los nietos del Africano>> por «los GracOS)> puede tender a este objetivo. La prokpsis o an1idpaci611 (pra,sumplio) puede ser figura de elección cuando insinúe que conviene susljtulr una cnlificación por olra que podrla suscitar objeciones: Sin embargo. era menos un castigo que un medio para Prevenir et crimen 81• La vacUaci6n que expresa la reanudacidn (rcprehensio) sólo tie­ ne, sin duda, el objetivo de $Ubrayar la le&itilllldad de una elección: Ciudad�u1os, dije, si estd permltido llamarlos con ene ocml:irc .º· Lo mismo se puede decir de l.a corrección, que reemplaza una

    palabra por otra:

    SI el acusado .se lo hubiese rog3dO a sus h\JéspedCs, o mds bien, 3i solamente les hubiese hecho una sei\al (,.,J "· Las figuras de la pmencia consiguen que esle presente en la mente el objeto del discurso. u Pm a que en d original no se da la reícrc:ndil de Ja qbra d� LittrC podbf,:. men1c porque es muy conocidu en et auuvio franc.Mc:mo, h1:mus C$i\madu con�cnitn· le inctulrht en l.:1 prucnlc traducción: E. Liurt, Dit-1ü:mrraifll dt lu- !CJnsut fr1111r11ls1, GallimarrJ.-Hnchcue, 1967-1971 1186J-1877J. (N. dr la r.) o Q\l\n.\iliMO, \lb, IX, c..1p, 11, § 18. U lbhh:111. 11 �elcJriM a Jfrrcnniv, {V, 36, 1

    §

    42.

    ------

    Figuras de elecci6n, la presencia y la comunión

    279

    La primera de estas figuras c.s la onomatopeya. El que la ouo� matopeya haya sido o no el origen de .Jguno, lérminos del Jonguaje n'o es relevante. Se percibe la onoma1opeya (.;Orno una figura. cuan. do 1 para evocar un nlido real, bien se crea una palabra, bien se úsan de modo inhabitual las palabras cxislentes; ·Poco imporla que el sonido reproduzca exact8:mente o no el ruido dé Jo que se quiere pr�entar: só[o parece contar la intención de imitación. Resulta gra� cioso · comprobar, a este rcspecto 1 que Dumarsals propone corno ejemplo de onomalopcya bi/bil amphora, que traduce por la petite bouleille Jait glouglou (la boteUita hace gluglú) 'º. Entre las figuras· que· aumentan el sentimiento de prcsencia 1 las más senciUas se vinculan a la ripetició11, Ja cual es_ imporl-3n1e en· la argumentación, mientras que, en una demostración o en el ,�zo­ namiento clentlflco en general, no aporta nada. La repetición pue­ de actuar directamente, también puede acentuar la división de un acontecimiento complejo en episodios detallados, · apto -lo sabemos- para favorecer le. presencia. Así, en esrc ejemplo de ·aná­ fora, se produce la repetición de las primeras palabras en dos frases suctsivas; Tres veces le ,:ch� los brazos al cuello Tres veces se desvaneció la vana imagen ' 1• No obstante, la mayoría de las figuras que los retóricos clasifican con el nombre de figuras de repetición 92, parecen causar un efecto argumentativo mucho más complejo que el de maltar la presencia, Con la forma de la repetición, dichas figuras pretenden sugerir, principalmente, distinciones, lo cual sucede en expresiones del tipo:. ¡Coridón dc¡de entonces c-s para mí CoxidónL sentidas como figura par el uso anormal de la repetición"· Dumarsals, De.r Tropa, p{I¡. 161. Citado. por. Yi1."0, Dtll� inslitutioni oralarie, pág. 142, 91 !bid, pág1. 1-12 y lig.s. • 11 Cfr.§ 51, ,,Analicidad, atuUUis Y !autolo3iau, PO

    '

    1

    280

    Tratado de la argumentación

    Más próximas, empero, a las figuras dt: la presencia están la

    conduplicotio de la Retórica a Herennio y la adjeclio de Quintiliano:

    Oucrtai;, C. Graco, guerras domésticM e intestinas, eso es lo que tú provocas [ ... 1 �". Mató, si, mat! ¡ ...¡ "·

    por

    Aquí todavla el resultado producido la repetición no es sola­ mente ol de duplicar el efecto de presencia. Por la repetición parece quo el sc¡¡unuo enunciado del término está lleno de valor; el prime­ ro, por reae<.:ión, parece referirse exdu5ivamente a un hecho, mien­ tras que, normalmente y solo, hubiera dado la impresión de que conten(a el hecho y el valor. Por tanto, el efecto de presencia está subordinado a otras intencione,5, Por eso, no podemos suscribirnos a la explicación de Chaignel, aunque tensa el mérito de busear un 8entido al empleo de la repetición: II es, c/air que si t'on tt beauco.1,1/1 d dirt d'une pusonr,1 ou d'unt chost, on tsl obligé de Ja désigner plusJe.urs fois par son nom¡ réci· proquement, sf on Jd nomme p/usieurs fols, il semble qu'on a dit d'ellt beoucoup dt chosu JG,

    (Está c\aro qut ·s) hny mucho que decir .dt una penona o de unA cosa 1 uno está obligado a designarla var'1as vcc:.u con su nom­ bre; reciproco.mente 1 si ·se Ja nombra va{Í3$ veces, pare.ce que se han dicho mucha! cosas de ella),

    El efecto de presencia se obtiene, mucho más que por una repe­ tición lileral, por aira procedimiento que es la amp/íficadón, En­ .tendemos por tal el desarrollo oratorio de un tema, independiente­ mente dé la· exageración con la que se asocia por lo general. iCuándo y por qué se percibe la ampliítcaclón como una figu­ ra? Sobre todo -parc:e ·ser- cuando utiliza formas que, normal-

    -----.

    Retdrit'l.l á -1/trtnllio, IV, 38. Quinl11i.ano, lib. IX, cap, Ul, 4 2S. ..,, Chaignc1, la ,M1v1iqut tt son histoire, pags. 515-516, \M

    01



    § 42.

    Figuras de elección, la presen cia )' la comunJQn

    28 1

    mente 1 pcrsig·uen un obj etivo dislinlo de la p_rcscncia ; así . sucede en la am pli fo:ación p or la enurnc.ración de las p arres que recuerda 91 una arg¡¡ mcntación cuas¡ . lógica • He aquí un ej emp lo de congerie p dado or Vico: Tus oj os csl � r: formadOs par.a la im pudcnda, el. ronro p ara la audacia, 14 le.n &i.ia para los perjurios, lns mimos para las ra pii\as, el vientre para la glotonería {. . .1 los p ie, para tu huldn; p or tanto, ere� iodo malignidad "'. Aslmismó 1 la sinon imia a metdbote descrita como \a repcticiórt de una misma idea con ayuda de palabrn.li· di ferentes utiliza, para crear la· presencia, una ·rorma q ue sug iere la corrección pro g resiva. En: Yo, r:ours, vole et nous venge (Ve , �orrc , vui:'1¼. y véngn nos)

    99

    se emp lean términos q ue parcéen convenir cada veZ. mej or ; la sino­ nimia sería como una corrección abreviada, o incluso como una p rolepsis abreviada: lograrla la presencia con ay uda de una forma destinada esencialmen te a la elección . . M uy próxima a esta fi g ura está el procedimiento (iruerprecallo) que consisté en explicar un miembro de la frase con otro, pero menos con fines clarificadores que p ara. ·acrccenlar \a prcscncl a: Es la re pública lo que he.s trastocado de auíba a abajo , el estado q lo ue hai nbalido por comp\elo wi1 , En el pseudodlscurso directo, se aumei,\a el sentimiento de p re· senda atribu y endo· fíc1 iciamentc p alabras a una perSona o a varias que conversan entre sí; la tradición disting ue a i::s�e :res pecto· la ser­ mocinación del diu/pgismo 1 • Observemos que los obje


    ,., Cfr. § ·S6, u ta divi:!.ión del todo en $U5 pnn�s11. H Vico, ·Dalle i,1stit11:io11i orutorit!. " p;i. g. S J . �.' Corntillt, /.,,e Cid, ;1.c{o l, escen.a 6. ' . IM Rd6rica a lh:rc1111io, IV , 38. 1o, Cfr. Vico, Dt•lh•. jr1�·JiJU1)iJni oratorit, ¡'lág . 1 5 1 .

    2R2 Tralado de lo ,1rg11mcntaciórr --------------1

    pseudodíscurso directo son mültip les , p erv dependen sii.:in p rc de la hi r,ótcsis. Ahoni bien, ya hemos visto el p ape l que la hi µ ólcsis th:· scm pl!i'ta para crear la p rest!ncia 102 • El pseudodiscursó di recto mos­ trará 1� inlendones que se le presta a alg uien, o lo q ue ie cree qu� es la o pinión de los demás sobre esus imcndones. Pod rá p re· . �enlar:,e como semip ronunciado, semip ensado . De es le 1.fü imo mo» do tan umbi g u�1, llrown in g se ha servido amµ limueni e cu su célebre po.em a Tlr� Riug a11d (he Book. Aludamos, por último, a Ias figuras relativas al tiempo gramati­ cal. El brusco p aso del pasado (d tiem po del relato) al p meutc (Cl tiem p o de la dc!scrip ción) es lo que hace que,· con frecuencia, esta aparezca como una fi gura, la hip()fif) osir 103 , de la q ue ya he­ mos trat ado. Gen eralmente, el tip o citado e, el relato de la muerte Ue H i p óliw, en el que todos lo:; verbos cwín en p resente 1 0-l . La su:¡tiludón simái.:t ica de un tiem po por �tro. a la inversa. de los enlaces. normales , �s decir, el endlag e de tiempo, podrá. tener un efect o úe presencia muy mateado; c{Si hablas, eres hombre muer­ to�) su giere g ue la consecuencia se produt:irá ins tanlá111:amentc , en el momento en q ue se transg reda la on.leu. Las fig uras de comunión son aq uella, con las que, por medio de procedimicnt0: s literarios, el orador se esfueru por crear o con­ rirmar la comuníóti con el audi1orio. A menudo , CSta comuni ón se obtiene g racias a las referencias .a una cult u ra : una tra
    i

    1º1 C (r. f J7, «Problema, 16.:okos de la. · pmcntución de 101 d,ttusi1, '01 C' l'r. l.on �ino, Trairr du wblim!', �ap . XXl , ¡.¡;i�. 1 1 2. i,¡..¡ �Jdnc , Pl1iúre, 11...:iv V, \!)1.:cu.a 6.' , uBiUI. de la Pl�iu.dc,1, i1áas. 817-8 1 11. 1

    --· ---·-··· .

    § 42. Figuras de elecciórr� la µr,:srncía _y la comuriió11

    283

    ... ···--··-

    cultura, cuy o conodmietHo es propio de los miembros cid grupn con Jos cuales el orador in!enra establecer C!itn cornu11i611. A estos ht:chos de cuJlura se añade gcncrulmtnle una aícctividutl parriculur: enterneclmlc:nto ante los rccuérdos, orgullu Ue la comunión; la alu­ sión aumenta el prestigio del oraUor-quc ros�c y sube uti!J..::ur c.:Hi..ls riquezas. AsJ lo hace Mirabeau en e:ilc ¡nisajc cilatlo por B�ron: Je n'avais pas be.roin de ,·eae le�mt pour J'qVr;ir qu 'iJ tt 'y Q qu 'un pas ·du Capital e Q ltt rod1e Tt1rµl!inene W). ° (Yo no J!ect:sltaba esta lecció1\ panl ¡;ahcr que sblo hay un paso det Capitolio a la ro�a Tarpeya), La cita sólo es una figura de comunión cuando no desempeña su papel habitual: corroborar lo 4uo se dice éon el peso de una. autoridad iuc.. También se: pueden considerar ci1ns las máximas y los refranes. Se las percibirá como figur� cuando su uso \)O parezca que resulta.de las nectsidadc:s de la argu1111�ntación y su conteniLlo pase a un segundo plano. Se convierten en el signo
    l:brnn, ne la Rhé1orir¡u1t, pág. 33l, Cfr. § 70, (1El 1ugumcn10 th: auloridadi,, Sc.holcm Ald'ht-m, l. 'hlswlre dt ,Ti•vk l.a Bruy•re1 Des Ju1w11tnlS, 64, en C11rar1tre.t, Hílibl. de la r/¿i;¡úc1� r,�g. )85.

    Tratado de la urgumemacidn

    284

    cipe
    (.' ./ "º·

    (A.hora bien, se lo pregunto y se lo pregunto impresionado por el 1error, no ¡epanu:ido en este punto mi destino del suyo).

    Igualmente, el endlage de la per,ona obtiene el mismo cfcc10: el reemplwr «yo>) o <(éin por > hace que el <
    El vol/O, mon cher audUeur, de quoi vous inslnúrt et vo11s con· fondre eu mime ttmps. Vcus vous p/uigne� de J'exces de vos mal· heurs [.,./ Or, quoi de plus conrolrml dons n�· pelnt.$? Dieu m, volf, U r:omplt mu soupirs, il pise mes aflfc_tlons, JI regarde couler mes /armes 1.. ./ 1 ".

    •ov 'Vico, Dr:llt insllluzlonl orarorJe, páa. 14,. ,,u Citado por Sainl·Aubin, Cuidr pnut la r:ltJ.S.M d, theJoriqut, pig, 91; Maui· llon, Caréme, Sermón XIX (Swr � ¡,ttit nomb,� d�s f/ur), 1. 1 1 wl. 722, 111 Lon¡inO, Tro.ltí du .Jllblimc, cap. XXI1 1 pági, 112-113. ru Maui!101t, ,'iur lt.r Affllr:tit1111, Sl:!rmón IV (para el regundo OomJn¡o de Ad· viento), t. l, i:ol. 241 .

    § 4 3 . Es(uturu de los elementos urgumentalÍ\JOS

    285

    (Y aquí tiene, �li querido oycn li::, algo para io::.1 rni rlo y con run­ didQ al mismo . ie,11po, Us1ccl �e qucjµ dt:: que sus Uc�grai;ia,1, )On exce�ivas { .. ,j AlÍVra bien, �qué hny 1mb consolutlor en nucslrus pe11.i.s'! Diol me ve, cuent.i. rni:. �u�piro.s, p..:.s a mis atlicdones, mira el corr�r de mb lá¡;rimas [ ... !). (cUstcd)), « nosotros rel="nofollow">) , (
    286

    Trutudo de /u arg wnentar:iór1

    mas condi,.;iom;s , De ahí el gran inrcrés qu( se cuncc). o la exclamación del joven¡ enaffio� rada: {{ ¡ Qué hermosa está la lunn e:stn nochei >), Tal �s expresiones , como lo resalta Britt cu 1 1 3 , :¡cm más eficaces en la convenadón, ante un auUit orio de amigos. que en los cscrhos dcs1 inados u cual· quier lecwr:_ Se lrala menos de un j uicio '1e valor ·- q u·c uno estaría 1 por 11n o me guslan es1 as manzanRS)> permite operar una i.:spccle de des­ plaz.aniicnlo de Ju responsabilidad. Se !e reprocha al objclo que no , i J 1\:, Ul'iHon, Cammu.'f i1·1.aion, f'ldg. �8.

    ----------

    -----------

    § 43 . E.waruto de tos elementos arg wnent(Jtivos

    288

    emita una flamada, se consiJe-ra q ue- si se rc¡,¡1.:clona dcsfavorabk:· mente se debe a un comporia111icn10 cld obj1..· (o. Por supuesto, csla U$Crción versa sobre un J1ccho incomprnhable y d oycJJlc podrin rech azar su acuerdo. Pero, nadie lo pien.•m has1a el momento en que d�eara defender, en [anto . que co111 radktor, la cxcdcnda por 1, subraya 1 por otra parte, la intencióh de e\litar una aptcciución favorable. El oso ue los vocablos que ,'rven habitunlnwue a la descripción de los hechos, para incil.o.r �j uicios clt! valor sin enuncia rlos .plici1 amen· te, es oponu110 ;mte los oyentes que dcscollf/an de todo lo. que no par<ee verificable. Quien, en lugar de dedr «he actuado bien», declara {
    célebre, com: el riesgo de transformarse a�i en simple hecho de cultura. Otra técnica consiste en presentar como si fuera un hecho comM probado lo que sello es la conclu&ión de una argumentución. En la obra que dedica o los fr�udes en arqueología prehistórJca, VayM 30n de Pradenne estudia Ja argumcntad611 tlt las partes y señala que Chierici, ai defender la au1cntiddad de lo, sílex de Breonio, afirma : La seule inspe,;lion de ces si/ex exclut 10111 soul)fon tle Jra­ vu// réeenl (El examen de esto, sDeK e,tcluyc ya cualquiet sospecha de trabajo reciente) "' · Vayson de Pradenne ve en ello una forma del argumento de autoridad . En realidad, el interés del enunciado reside precisamente en lo que no está presente como argumento de auloridad, �1110 como un testimonio concerniente a un hecho verificable, Quien calirica de única solución aquella gue para él es la mejor, opera una lraHsposición análoga del juicio de valor en juicio de · hecho. En ocasiones, CI desacuerdo sobre /os valores aparece como un desacuerdo sobre lo, hechos, porque es más fácil recti ficar uu error material que un juicio de valor que se d.esaprueba. El ti¡><> de esta técnica �rgumcntaliva sería el recurso del Papa mal informado, al Papa mejor informado: se supone que el desacuerdo de.
    · 1 14 (.' fr, § 38, ({ �'urrn:as Yt:rlndi:s y arguu11:1iiació1w.

    Tralado de la argumenracíón

    iu Vnyson de Pradcnnc, Les iraudes en orchiofogfe préhistoriqw!, p.!g. 2,14,

    ____________ ·--------·------·-· --

    289 ¡ 4). Esla111to _de los elemellios argum�nlalivos .. mion w,, responde el caballero, como si d rcpíoclh.: no hubiera te� nido otro fuudamCnto que el de un error de hcd10. Ciertas figuras, y cspedahneme la mPtalcpsls, pui:dcn ícu.:ililur la lrnnsposición úc los va)ures: t; 1 son maneras du alribuir uno conductn a un ícnómcno de memoria, con lo que se le permite al intcrhJc11tor 111odiíicilr su actiluc.l al til!mpo que parece qui! s61o ha mejorado su t9nodmicnto de los hechos. Del mismo modo, je ne vuus fonnais pns (no le ° conozco} por je vous méprise (le dcsprecio) 111 transpone el juicio de valores en un juicio de existencia. Otra.s veces, una hipótesi� tran·srorma en ¡¡iluación de hecho nn Juicio de valor. El \ldcr calólico bc1..:a111p.,, E1ud,s tl'u.rl oturoirt et d" lf�isfut,1111. J>�i:. -1�. 11�

    TratadO de la argumc11tació':

    290

    servando su frecuencia en St-John Perse, descubre ·el lono del hom­ bre parco en palabras, en las aíirmscioncs incucs1ionables a causa de su evidencia o de su autoridad "'. La frase nominal es más bien un esfuerzo por establecer lo que se dice fuera del tiempo y, por consiguicnic, fuera de la subjetividad,. de la parcialidad. Sucede, sin embargo, que en la presentación de las premisas interesa reducir el estalulo de algunos objetos de acuerd�. Para minimizar la gravedad de una oposición a un hecho, de unn a\ternción de la verdad, se transformará la negnclón de un he­ cho en un juicio de apreciación. Se puede ·encontrar un hermoso cjempÍo de esta 1ransformnción en Brownlng, cuando el obispo Blou­ grnm, en su apologlo, Intenta reducir el o.lca.nce de su iñcredu· lidad: Todo lo que hemos ganado por nuCJtra incredulidad no Ea una vida de duda dfvcrsiíi�ada por la re., P!!a una vida de fe diversificada por la duda; 'A.lo que llamábamos cuo.dro· blanco ten el ajedrez), -10 llamamos (negro 111•

    A vc:cc¡, se reducen Jas normas hasta que sólo son caprichos, la expresión de un sentimiento persone:!: se tiende: a mostrar, por la formulación, que no se intenta iniponerlas a los demás. En la novela de Jacques RiviCre 1 Aitm1e. el enamorado se c:xtrana por el comportamiento de Alméc. Se lo reprocha, luego lo sicnlc: m R. Calllois, Poi1ir¡ut dt S/-John Ptr.st. ¡,du, J).J,t." UD Se rcíirre a In incredulidad entendida como falto de fe y de crecnciai ca1óll· CAS. (N. dt fo T.J 1

    11

    Brownirt¡, Potms. BiJlrop Blouiram's Apofou. ¡,As. 1'40:

    A iJ ·wt huvi guintd thén by our unb�Uef Is o 11/c of dout>t di�rsif,td by failh, Far one of /alth dh'trsf/ltd b)' duubt: Wr ,·al/td thc chcss,bourd k'hllt, -wt cafl lt black.

    Cír. f S6, �l.a Jivhióu dd iodo Cn su1 par1u-11.

    ---------

    § 43.- Estatuto de los elementos argumentaiivos

    291

    D'oli étui.s..je auto,risé O. /aire de mer· goüJJ� de mCJ jugeinerus. 1a rCgle. i¡u 'eilc · dtpail wivre? Pourquoi m�s rukU!J de\•cJ.ie.n/·fflt!S it� pre.J�rée:. aUx �·i1mnes? m.

    (¿Por qué e.m1ba autoriz.ado a hacer de mis gustos, de mh jui• tio,, la regla que ella debla sc:gúir? ¿Por qué cJc:hiun >er prefcriUos mis valores a los su_yosi).

    Tratando sus norma.s de mes goúls, el ainante c.xcu�a a .Aiméc, se guarda de condenarla en nombre de las reglas que ella no ha adoptado. El caso más interesante de transposición es aquel en el que se limita voluntariamente la argútnentación a juicios de valor, en los. cuales se emplea el esquema inverso de aquel sobre el recurso del · Papa mal informado al Papa mejor informado, y esto po.ra mostrar que las divergencias de valor son las únicas que imponan, que so• bre ellas•• centra el debate. Asi, N, Bobbio, ltalijndo del arte en un régimen totalitario 123, rehúsa examinar si el artisu1 es más libre en América o en la U.R.S.S., si la calidad estetica de las pruúuccio· nes rusas es sa(isfactO:ria o no 1 porque esas son, .scg\Ín él, cUc:stiones de hecho, irrelevantes para la conlroversla,. y Bobbio califica de hecho todo lo que no concierne al valor que está en juego -el de la libertad-. Resulta bastante raro el que la voluntad de reducir el debate a una cuestlón de valores ·sea tan clara; esto implic:n, en efecto, una tCcnica y uoa reflexión sobre los valores que corresponden a preocupaciones de hoy. Pero 1 a menudo sucede que, volunt.aria­ mcnte, sólo son valores los elementos puestos en primer plano. Un ejemplo célebre es el discurso de Bruto a la muchedumbre ei, Julio César de Shakespeare, del que se ha eliminado lodo lo que es wra­ /\o a la voluntad. de la liberla1, en N11ovit1,-t<1r1w11li, !l/13, n.Q 1.

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