La Ocupación Prehispánica Del Valle Quilcamayo-tintiri, Azángaro, Puno: Las Excavaciones En El Sitio Formativo Chaupisawakasi

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRUJILLO FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES ESCUELA ACADÉMICO PROFESIONAL DE ARQUEOLOGÍA

INFORME DE TESIS

LA OCUPACIÓN PREHISPÁNICA DEL VALLE QUILCAMAYO-TINTIRI, AZÁNGARO, PUNO: LAS EXCAVACIONES EN EL SITIO FORMATIVO CHAUPISAWAKASI PARA OPTAR EL TÍTULO PROFESIONAL DE LICENCIADO EN ARQUEOLOGÍA INVESTIGADOR:

Bach. CARLOS ZAPATA BENITES ASESOR:

Lic. SEGUNDO VÁSQUEZ SÁNCHEZ

Trujillo – Perú 2016

LA OCUPACIÓN PREHISPÁNICA DEL VALLE QUILCAMAYO-TINTIRI, AZÁNGARO, PUNO: LAS EXCAVACIONES EN EL SITIO FORMATIVO CHAUPISAWAKASI

CARLOS ZAPATA BENITES

UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRUJILLO FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES ESCUELA ACADÉMICO PROFESIONAL DE ARQUEOLOGÍA

A ti, la del nombre inusual que apareciste para improntarme. A ti, la del nombre celestial que nos dejaste con la misma premura con la que apareciste. También a ti, viejo terco, en quien comprobé que: en la pobreza también podemos estar orgullosos. Gracias por tu existencia, sin la cual la mía no sería posible A todos(as) aquellos(as) que sostienen que un mundo mejor es posible, incluso ahora.

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“Anda suelto en los campos y en las serranías de Arequipa, de Puno y del Cusco, el general Rumi Maqui. Anda a salto de mata. Hay gentes del orden público que lo siguen y lo acorralan. Pero que no lo cogen. Nada importa que del gobierno salgan muchas órdenes y muchos apremios. Pero acongoja una zozobra que es la zozobra del león suelto. Y es que el general Rumi Maqui quiere a todo trance la restauración de la dinastía incásica y esto tiene que parecernos muy malo a todos, pero especialmente a otra dinastía.” (Mariátegui 1917: 171-172).

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RESUMEN La cuenca norte del lago Titicaca, un lugar con condiciones climáticas extremas en algunas épocas del año, ha albergado a sociedades importantes a lo largo de la historia, desde los 8000 ANE hasta la actualidad. En este inhóspito lugar existe una población que, aunque es una de las más pobres del Perú, sigue avanzando en su propia historia. Aquí se desarrollaron sociedades que pasaron por diferentes etapas. Después de lo conocido como el periodo Precerámico o “Arcaico” en esta área, aparece lo que conocemos como Qaluyu (1500 ANE - 400 ANE), época donde comienza la vida sedentaria y se revoluciona la forma de producir la subsistencia, pasando de la caza-recolección a las actividades agrícolas y ganaderas, principalmente. La época marcada por lo Pukara (400 ANE-350 NE), es cuando se dinamiza la forma de producir de esta sociedad, cuando se elaboran objetos y sitios diferenciados tanto cualitativa como cuantitativamente, en notorio ascenso. Este trabajo incrementa el conocimiento de sitios y objetos arqueológicos relacionados con las sociedades sedentarias tempranas (1400 ANE - 350 NE). Con esta tesis pretendemos avanzar en el conocimiento de este valle y que este corpus de datos sirva para que futuros investigadores generen nuevas representaciones a partir de nuestros datos y generando también los suyos. Este trabajo lo hemos dividido en tres partes, básicamente. En los primeros tres capítulos (Capítulo I, Capítulo II y Capítulo III) enmarcamos la investigación dentro de su contexto geográfico-natural, social y científico. La segunda parte (Capítulo IV, Capítulo V y Capítulo VI) está enfocada en los resultados obtenidos en la investigación: sitios y objetos arqueológicos. Finalmente, planteamos representaciones arqueológicas más adecuadas con un conocimiento objetivo de la realidad prehistórica, las cuales son planteadas en la tercera parte (Capítulo VII y Capítulo VIII). En el Capítulo I abordamos las generalidades correspondientes al área donde se desarrolla nuestra investigación, estableciendo las principales condiciones en la que desarrollamos nuestro trabajo y las que pudieron ser las condiciones materiales con las que se encontraron las sociedades que son nuestro objeto de estudio. En el Capítulo II relacionamos las condiciones materiales de existencia con las respuestas concretas que dieron las primeras sociedades sedentarias de la Cuenca Norte, para superarlas. El principal objetivo del Capítulo III es enmarcar nuestra investigación dentro de las investigaciones realizadas en el valle Quilcamayo-Tintiri, tocando muy superficialmente la arqueología de la Cuenca Norte, investigaciones anteriores a la prospección del valle y las investigaciones desarrolladas por el PIARA (Programa de Investigaciones Arqueológicas Asiruni). El Capítulo IV expone los resultados de la prospección del PIARA en la temporada 2008 completando la prospección de todo el valle Quilcamayo-Tintiri, con esto hacemos una síntesis de las principales características de los sitios identificados, desde el Precerámico hasta la sociedad Inca. En el Capítulo V se describe la intervención arqueológica en el sitio de Chaupisawakasi, principalmente sus excavaciones, sus contextos y la secuencia estratigráfica que hemos podido definir. Finalmente, como última sección de esta iii

segunda parte, en el Capítulo VI presentamos el análisis ceramográfico, el análisis del material lítico, el análisis del material óseo y también se presenta una serie de dataciones radiocarbónicas provenientes de nuestras excavaciones. Estos sitios y objetos arqueológicos y condiciones materiales de existencia, descritas en las dos primeras partes, nos señalan el derrotero hacia una representación arqueológica de las primeras sociedades sedentarias del valle en estudio. Así en el Capítulo VII se ofrece una representación arqueológica que tiene como fundamento teórico el materialismo histórico. Esta teoría nos sirve para explicar no solo la historia del sitio sino también la del valle en su paso de la sociedad comunitaria Qaluyu a una sociedad de clases que parece ser impuesta por el estado Pukara. El sitio Chaupisawakasi presenta una ocupación vinculada al consumo de cerámica qaluyu en sus estratos inferiores, la que luego se solapa con la aparición de artefactos de estilo Pukara, donde no solo observamos un nuevo tipo de cerámica, sino que se aprecian cambios cuantitativos y cualitativos en todo la producción de objetos arqueológicos. Finalmente, en el Capítulo VIII, se discuten cuestiones generales sobre el desarrollo histórico de las sociedades precoloniales en la Cuenca Norte del Titicaca en relación al avance de las investigaciones arqueológicas. El desarrollo del fenómeno “Formativo” desde sus antecesores, los cazadores-recolectores, quienes tuvieron un trabajo social acumulado que posibilitó la consecuente aparición de lo Qaluyu. Esta nueva sociedad no es más que la revolución hacia el sedentarismo. Así, posteriormente fue reemplazada por el primer estado de la cuenca norte: Pukara, el cual se expande rápidamente por esta área de los andes. Finalmente se señalan los derroteros que creemos debe seguir la arqueología que se desarrolle, en el futuro, en el valle QuilcamayoTintiri.

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ABSTRACT The Titicaca lake north basin, a place with extreme climatic conditions in certain times of the year, has been the place where important societies were developed through history since 8000 BC until today. In this place with such a dificult conditions there is a human group that, even though is one of the poorest in Peru, continues to progress in its own history. The societies that developed here went trough different stages. After the period known as Preceramic or “Archaic” in this area, the Qaluyu epoch appears (1500 BC-400 BC) and is when the sedentary life starts and the ways of subsistence are revolutionized, moving mainly from hunter-gathering to farming activities. This epoch marked by the Pukara (400 BC-350 BC) is when the production ways of this society are dinamized, appearing with more frecuency archaeological materiales and differentiated sites both qualitatively and quantitatively. This research aims to increment the knowledge of archaeological sites and material related to the early sedentary societies (1400 BC - 350 BC). With this dissertation we pretend to develope the knowledge of this valley hoping that this data could be useful for future researchers to generate new representations and also to create their own data. This work has been divided in three sections. In the first three chapters (Chapter I, Chapter II and Chapter III) we frame the research inside its geographic-natural, social and scientific context. The second section (Chapter IV, Chapter V and Chapter VI) is focus on the results from the investigation: archaeological sites and materials. Finally, we propose more suitable archaeological representations base on an objetive knowledge of the prehistoric reality, which are propose in the third section (Chapter VII and Chapter VIII). In Chapter I we present an overwiew related to the area where our research is developed, establishing the principal conditions in our investigation and the ones that could be the material conditions which the society, that is our object of study, faced. In Chapter II we linked the existence material conditions with concrete answers that the first sedentary societies from the North basin use to solve them. The main goal of the Chapter II is frame our research inside the previous research made in the Quilcamayo-Tintiri valley, covering only superficially the archaeology of the North Basin, the research before the valley field survey and the investigation made by the PIARA (Programa de investigaciones Arqueológicas Asiruni). In Chapter IV we present the results from the field survey of the Quilcamayo-Tintiri valley made by the PIARA in the 2008 season. We make a summary with the main characteristics of the identify sites, covering from the Preceramic period to the Inca society. In Chapter V the archaeological intervention in the Chaupisawakasi is described, focusing in the excavations, the contexts and the stratigraphic sequence that we could define. At last, as the final part of this section, Chapter VI presents the analysis of the archaeological material as ceramic, lithic, and animal bones. We also present a series of radiocarbon datings from our excavations.

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These archaeological sites and material, and the material conditions of existence described in the first two sections, point the road map to an archaeological representation of the early sedentary societies in the valley. Likewise, Chapter VII offers an archaeological representation with historical materialism as its theoretical foundation. This theory is useful to explain not only the history if the site but also the passage of the Qaluyu comunitary society to a class society that seems to be imposed by the Pukara state. The Chaupisawakasi site presents an ocupation linked to the qaluyu ceramic comsuption in its lower strata which then overlaps with the ocurrence of Pukara style artefacts, where not only we observe a new ceramic type, but we can see qualitative and cuantitative changes in the production of archaeological objects. At last, in Chapter VIII, we discuss the general questions about the historical development of the precolonial societies in the Titicaca north basin in relation with the advance of archaeological investigations. The development of the phenomenum called “Formative” from their ancestors, the hunter-gatherers, who had an accumulated social work that made posible the consecuent emergence of Qaluyu. This new society is not more than the revolution to sedentarism. Later, Qaluyu was replaced by the north basin first state: Pukara, which quickly expands in this area. Ultimately, we point the road map that we believe archaeology that develops in the Quilcamayo-Tintiri valley must follow.

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AGRADECIMIENTOS Han transcurrido más de tres años desde que me embarque en esta empresa, la de ejecutar y culminar esta tesis. Existen muchas personas a las que debo agradecer porque han aportado en menor o mayor medida, de forma directa o indirecta a este producto que ahora presento. Ya que he llegado a este punto, no escatimaré en las hojas en las que deba grabar mi agradecimiento con estas personas. En algún punto de mi carrera asumí un compromiso para con la investigación arqueológica, eso me llevó a insistir en optar por la vía más difícil para obtener mi título de licenciado en arqueología, por lo menos en la universidades públicas peruanas, la elaboración de una tesis. Probablemente haya sido más capricho que compromiso, ya que he agotado algunos años de mi vida en terminarla. Este trabajo representa para mí el final de una parte de mi vida, la universitaria. El término de una de las épocas más importantes, que a pesar de que la educación universitaria peruana no se encuentre en la cúspide, la realidad universitaria en tanto fenómeno social resulta enormemente enriquecedora. Siendo así, la cantidad de personas a las cuales mencionar alcanza un gran número. Los(as) compañeros(as) con los(as) que he compartido aulas, trabajos, viajes y gratos momentos durante cinco años, gracias a todos(as) ustedes que han caminado por este sendero llamado arqueología. En especial a Liz Ramírez, quien no sólo me ha acompañado en la universidad sino desde mucho antes; a Víctor Campaña y Jorge Ruiz, con quienes he compartido los días más divertidos y a la vez destructivos de esos cinco años; a Silvana Barboza y Gloria Retamozo quienes casi siempre han sido mis amigas y que a pesar que no las veo seguido, sé que siempre estarán ahí. Existen otro grupo de compañeros(as) y amigos(as) de la facultad de ciencias sociales con los cuales me encontré en la universidad por motivos no tan alejados de lo académico. La reconstrucción de los gremios estudiantiles y el resurgir de una política universitaria, que intentamos que esté acorde al fin primordial de la universidad: el servicio a su sociedad. Particularmente, nuestro Centro de Estudiantes siempre fue una preocupación para mí y para varias personas con las que me encontré. Ellos(as) siempre fueron un gran apoyo en esta ardua labor que emprendimos, tarde o temprano sin darme cuenta terminaron siendo parte de mí. Mi más profundo agradecimiento por la compañía a Cristian Cuenca, quien siempre fue una fuente inagotable de experiencia de la cual aprender y quién me enseñó a andar por esos caminos tan intrincados de la política universitaria; a Julio Buenaño, con quien anduve hombro con hombro en los enfrentamientos de cuando en vez; a Pedro Cáceres en quien me apoye casi siempre y que terminó siendo uno de mis más importantes amigos; a Lussiana Medina, Leslie Cochayalle y José Carlos Ríos, quienes se comprometieron con el Centro de Estudiantes de Arqueología (CEAR) y con los que compartí más que labores gremiales, sino también gratos momentos; también a Yuliana Villanueva, Willy Chachapoyas y Alex Calderón, a quienes vi a lo lejos como emprendían nuevas formas de lucha, a su manera y a su forma, la cual es totalmente válida. vii

Me tocó vivir un ambiente político lleno de esperanzas o por lo menos esa era mi muy subjetiva impresión, nada materialista de mi parte. Mi más eterno agradecimiento a mis camaradas, gracias a los cuales pude definir mi forma de ver el mundo y también mi forma de enfrentarlo. Lo que viví con ellos(as) fue la más valiosa praxis de mi vida. A Gabriel, Fidel, Román, Cerbero, Rosa Roja y Avelino, muchas gracias. Han existido dos intentos fallidos antes de que este texto pueda iniciar. El primer intento de hacer una tesis, lo hice el año 2011 en el sitio de Huacas del Sol y la Luna en el valle de Moche, cuando me encontraba laborando en el proyecto que tiene a su cargo la excavación de este sitio. Quiero agradecer al profesor Santiago Uceda quien me hizo darme cuenta que debemos hacer el intento para descubrir si ese “algo” es posible y que vale la pena intentarlo. Además también agradezco a los(as) compañeros(as) de trabajo con los(as) que compartí algunas de mis primeras inquietudes acerca de esa tesis en el mencionado sitio. El segundo intento, de tesis, lo realicé en un lugar bastante familiar para mí: Lambayeque. En enero de 2011 tuve la oportunidad de excavar uno de los sitios más importantes de esta región, junto a estimados(as) colegas. A partir de esto a finales de 2011, desde una petición mía, Edgar Bracamonte Lévano me extendió la posibilidad de hacer una tesis sobre este sitio, lamentablemente, algunos problemas no me permitieron concluir ese proyecto, gracias por la confianza. Aquí me reencontré con ellas que hicieron divertidos estos días, a Lucía González, por esas tardes en el laboratorio de grandes silencios o de risueñas y “necias” conversaciones; a Mayra Medina, quien compartió conmigo sus desencuentros con la vida; y a Leslie Cochayalle, nuevamente, por ser siempre mi amiga. En 2012, en uno de nuestros bares favoritos en Puno, Henry Tantaleán y yo compartíamos una grata conversación y unas cuantas cervezas, así como lo venimos haciendo desde que lo conozco, cuando concretamos el hecho de realizar mi tesis sobre la excavación y el análisis del material proveniente de Chaupisawakasi, un sitio recóndito de Puno en el cual pude excavar junto a él y otros colegas. Haber excavado en Puno ha sido una de mis mejores experiencias, sobre todo porque pude golpearme con esa realidad del Perú altiplánico. Quizá a Henry tenga que agradecerle más que a cualquier persona, debido a que gran parte de esta tesis fue financiada por él, además de brindarme abundante información sobre el tema y ser una fuente de conocimiento para el desarrollo de esta tesis. He aprendido mucho de él y se ha convertido en uno de mis grandes amigos. La excavación del sitio fue en setiembre de 2010, quienes producimos los datos fuimos: Henry Tantaleán, Alex González Panta, Harris Vargas Tipo y yo. Para encontrar este sitio fue necesaria la prospección de este valle, la cual emprendió el PIARA y que contó con el trabajo colectivo de personas que conocí luego o que no llegué a conocer, pero que creo es justo mi reconocimiento; sin embargo, debo de mencionar a Michiel Zegarra con quien me reuní en Chincha durante el desarrollo del PACH (Programa Arqueológico viii

de Chincha). También mi más profundo agradecimiento a la familia Calcina Quispe en Chaupisawakasi, quienes nos albergaron y nos trataron como parte de ellos. A todos(as) ustedes, gracias. En enero de 2012 el equipo del PIARA dibujó gran parte de los fragmentos que formarían parte de esta tesis. Agradezco por su trabajo a Henry Tantaleán, Miguel Ortiz Mestanza y Kelita Pérez Cubas, con los que compartimos no sólo trabajo sino también viajes por el altiplano andino. Luego de esto residí unas semanas en la “casa de Puno” del proyecto Collasuyo, donde agradezco la hospitalidad de Cecilia Chávez Justo y las visitas de Edmundo de la Vega Machicao. Además de la compañía a la distancia, desde Trujillo, de Yacky Suelpres, quien se convirtió en una buena amiga e hizo los fríos y solitarios días de mi estadía en Puno más llevaderos. Muchas personas han ayudado a la realización de esta tesis. Henry Tantaleán me ha proporcionado gran cantidad de bibliografía sobre el tema en estudio, me ha brindado generosamente gran cantidad de datos producidos por el PIARA para su exposición aquí, además de varias discusiones y presiones que ayudaron a la redacción de este trabajo. Charles Stanish consiguió, del laboratorio UCIAMS, los fechados para el sitio, los cuales son los primeros del valle. Karl La Favre, a pesar de sólo conocerme unos días, ha sido una importante ayuda en lo bibliográfico. Ángel Flores ha corregido parte de la sintaxis de esta tesis, ya que no pocas veces escribo de cabeza. Mary Ávila me ha ayudado en la digitalización y modificación de algunos de los planos que presento aquí. También Johan Villacrez y Joan Monsalve quienes me apoyaron en determinadas partes de la tesis. Otro grupo de personas que si bien no han apoyado directamente han sabido hallarme y aliviar mis tensiones de una u otra forma para tener la tranquilidad mínima para sentarme y escribir, durante el tiempo que anduve en esos lugares. Gracias a Gisell Afá y Claudia Román por compartir “información”, comidas y risas conmigo. A Danixa Avileno y Nathaly Paredes, mis compañeras de clase, que en esas gélidas noches de Quitaracza nuestra amistad se fortaleció. A José Montalvo, con quien hemos visto lo rápido que las cosas se transforman y quién me ha tendido una mano más de una vez. A Ofelia Parimango, porque al reencontrarnos a la altura menos pensada se volvió una buena amiga. Una consideración especial debo tener para con mi asesor de tesis, el profesor Segundo Vásquez, quien nunca me puso trabas en el desarrollo de este trabajo, me apoyo siempre sin recriminaciones y ha sabido comprender mis deficiencias y mis ausencias durante este largo periodo de tiempo. Los profesores de los que he podido aprender durante mi carrera universitaria, a parte de los dos mencionados con anterioridad, tienen un espacio aquí. Gracias a Luis Coronado, a Humberto Vega, a Teresa Rosales, a Ricardo Morales, a Alejandro Yepjén. Y de manera especial a Juan Castañeda, quien me inculcó el placer por la lectura y el rigor científico, además de presentarme a un grupo de valiosos(as) compañeros(as).

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Finalmente, a ellos(as) sin los(as) cuales no estaría, ni me hallaría en este lugar. A mi madre, quien es un lugar infinito en el cual encontrar perseverancia y esfuerzo, ella me ha enseñado a andar siempre hacia adelante; además de siempre presionarme a su manera para terminar esta tesis. A mi padre, quien me ha enseñado que la acción es la mejor forma de decir y enseñar y de quién aprendí, sólo con caminar tras de él, que: el mejor trabajo es el que haces por los demás (aquellos que lo necesitan); asimismo, siempre por su entera confianza en mí. A mi hermano, uno de mis mejores amigos, que me vio “hacer” y que creo que ya superó ese “hacer” mío. A todos(as) ustedes gracias, su apoyo ha sido invalorable. Así este trabajo no es sólo producto mío sino también de todos(as) aquellos(as) que se han vinculado conmigo y que seguramente no he terminado de mencionar. No está demás aclarar que ninguno(a) de ellos(as) lleva responsabilidad del texto que aquí presento.

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PRESENTACIÓN

Señores miembros del jurado: Cumpliendo con los requisitos que establece el Reglamento de Grados y Títulos de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Trujillo (UNT), presento ante ustedes el informe final de tesis de la investigación que lleva por título “LA OCUPACIÓN PREHISPÁNICA DEL VALLE

QUILCAMAYO-TINTIRI, AZÁNGARO, PUNO: LAS EXCAVACIONES EN EL SITIO FORMATIVO CHAUPISAWAKASI”, elaborado con el propósito de optar al título de Licenciado en Arqueología. Concretamente, el estudio que he realizado presenta: 1) todos los datos referentes a la prospección del valle Quilcamayo-Tintiri y la excavación del sitio arqueológico Chaupisawakasi (QT-36), 2) la primera secuencia arqueológica, para el valle basada en los datos recuperados en la prospección y la excavación y 3) una representación arqueológica de la ocupación del valle en discusión y del sitio Chaupisawakasi, en el contexto de las primeras sociedades sedentarias de la cuenca norte del Titicaca. Así, pongo a vuestra disposición, señores miembros del jurado, el informe final de tesis para su correspondiente evaluación, esperando sus aportes, críticas y cuestionamientos para el progreso de esta investigación.

Trujillo, setiembre de 2016.

Carlos Alberto Zapata Benites Bachiller en Ciencias Sociales

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ÍNDICE DEDICATORIA .........................................................................................................................................

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RESUMEN .....................................................................................................................................................

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ABSTRACT ....................................................................................................................................................

v

AGRADECIMIENTOS ........................................................................................................................

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PRESENTACIÓN....................................................................................................................................

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ÍNDICE .............................................................................................................................................................

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LISTA DE FIGURAS .............................................................................................................................

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LISTA DE CUADROS .............................................................................................

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INTRODUCCIÓN ..................................................................................................................................

1

CAPÍTULO I. LA CUENCA NORTE DEL LAGO TITICACACA Y EL VALLE QUILCAMAYO-TINTIRI: DESCRIPCIÓN DE LAS CONDICIONES MATERIALES ................................................................................................ 12 UBICACIÓN GEOGRÁFICA-POLÍTICA............................................................................................... FISIOGRAFÍA, GEOLOGÍA Y GEOMORFOLOGÍA ........................................................................ RECURSOS MINEROS DE IMPORTANCIA ARQUEOLÓGICA .................................................. EDAFOLOGÍA ............................................................................................................................................... HIDROLOGÍA................................................................................................................................................ CLIMA ............................................................................................................................................................... ECOLOGÍA ..................................................................................................................................................... FLORA ........................................................................................................................................................ FAUNA ....................................................................................................................................................... COMENTARIOS ............................................................................................................................................

12 16 19 21 25 28 34 34 35 36

CAPÍTULO II. LAS CONDICINES MATERIALES DE EXISTENCIA Y LAS SOCIEDADES TEMPRANAS DE LA CUENCA NORTE DEL LAGO TITICACACA ............................................................................................................................................... 38 MORFOLOGÍA DEL ALTIPLANO Y RECURSOS NATURALES: FACTORES PARA LA CONSTRUCCIÓN DE SITIOS ARQUEOLÓGICOS .......................................................................... LA MATERIA PRIMA Y SU TRANSFORMACIÓN EN OBJETOS SOCIALES .......................... ROCAS......................................................................................................................................................... Objetos de roca del Arcaico ............................................................................................................

39 40 41 41 xii

Objetos de roca vinculados a Qaluyu .......................................................................................... Arquitectura ..................................................................................................................................... Herramientas líticas ........................................................................................................................ Litoescultura .................................................................................................................................... Objetos de roca vinculados a Pukara........................................................................................... Arquitectura ..................................................................................................................................... Herramientas líticas ........................................................................................................................ Litoescultura .................................................................................................................................... ARCILLA (CERÁMICA) ........................................................................................................................ Cerámica en Qaluyu.......................................................................................................................... Cerámica en Pukara .......................................................................................................................... METALES .................................................................................................................................................. Objetos de metal en el Arcaico ...................................................................................................... Objetos de metal vinculados a Qaluyu........................................................................................ Objetos de metal vinculados a Pukara ........................................................................................ TIERRA ....................................................................................................................................................... Uso de la tierra en artefactos del Arcaico ................................................................................... Uso de la tierra en artefactos qaluyu ............................................................................................ Uso de la tierra en artefactos pukara ........................................................................................... HUESOS...................................................................................................................................................... Artefactos óseos en Qaluyu............................................................................................................. Artefactos óseos en Pukara ............................................................................................................. MATERIAL BOTÁNICO ....................................................................................................................... Uso de elementos botánicos en artefactos del Arcaico .......................................................... Uso de elementos botánicos en artefactos qaluyu ................................................................... Uso de elementos botánicos en artefactos pukara .................................................................. OTRA MATERIAS ................................................................................................................................... EL CLIMA: UNA DIFICULTAD SUPERADA POR LAS SOCIEDADES ALTIPLÁNICAS ..... LAS TIERRAS DE DONDE NACE LA SUBSISTENCIA ................................................................... TECNOLOGÍAS AGRÍCOLAS EN QALUYU Y PUKARA ......................................................... Qochas o lagunas artificiales ........................................................................................................ Waru Waru’s o campos elevados ................................................................................................... Terrazas agrícolas .............................................................................................................................. PRODUCTOS PRIMARIOS ........................................................................................................................ DE ORIGEN ANIMAL .......................................................................................................................... DE ORIGEN VEGETAL ....................................................................................................................... HOMBRES Y MUJERES COMO OBJETOS: PRÁCTICAS FUNERARIAS ................................... ENTIERROS PRE-CERÁMICOS ......................................................................................................... ENTIERROS QALUYU .......................................................................................................................... ENTIERROS PUKARA ........................................................................................................................... COMENTARIOS ............................................................................................................................................

43 44 45 48 49 49 52 54 59 59 61 67 67 68 69 69 70 70 71 72 72 72 73 73 73 74 74 75 76 77 77 78 80 80 80 82 82 82 83 84 85

CAPÍTULO III. UN BREVE PANORAMA DE LA ARQUEOLOGÍA DE LA CUENCA NORTE DEL LAGO TITICACACA Y DEL VALLE QUILCAMAYO-TINTIRI................................................................................................................. 88 BREVE RECUENTO DE LA ARQUEOLOGÍA EN EL ALTIPLANO ANDINO ..................... FACTORES TAFONÓMICOS QUE AFECTAN LA MATERIALIDAD SOCIAL....................... FACTORES FÍSICO-NATURALES .................................................................................................... Factores meteorológicos y climáticos..........................................................................................

88 91 93 93 xiii

Factores hidrológicos y geológicos .............................................................................................. 93 FACTORES BIOLÓGICO-SOCIALES ................................................................................................ 94 Factores biológicos............................................................................................................................ 94 Factores antrópicos ........................................................................................................................... 94 ALGUNAS REFERENCIAS PREVIAS DE LA MATERIALIDAD ARQUEOLÓGICA DEL VALLE .................................................................................................................................................... 96 LAS PROSPECCIONES DEL VALLE QUILCAMAYO-TINTIRI (PROGRAMA DE INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS ASIRUNI) ....................................................................... 97 COMENTARIOS ............................................................................................................................................ 100

CAPÍTULO IV. LA PROSPECCIÓN DEL VALLE QUILCAMAYO Y NUEVOS SITIOS IDENTIFICADOS EN EL VALLE TINTIRI .................. 102 METODOLOGÍA .......................................................................................................................................... METODOLOGÍA DE CAMPO: LOS DATOS Y MATERIALES RECOGIDOS ...................... De la prospección .............................................................................................................................. Registro ............................................................................................................................................. De la investigación del sitio ............................................................................................................ Reconocimiento superficial del sitio ............................................................................................ SITIOS Y OBJETOS ARQUEOLÓGICOS DE LA TEMPORADA 2008 ........................................ SITIO QT-28 ................................................................................................................................................ SITIO QT-29 ................................................................................................................................................ SITIO QT-30 ................................................................................................................................................ SITIO QT-31 ................................................................................................................................................ SITIO QT-32 ................................................................................................................................................ SITIO QT-33 ................................................................................................................................................ SITIO QT-34 ................................................................................................................................................ SITIO QT-35 ................................................................................................................................................ SITIO QT-36 ................................................................................................................................................ SITIO QT-37 ................................................................................................................................................ SITIO QT-38 ................................................................................................................................................ RESEÑA DE LOS SITIOS ARQUEOLÓGICOS IDENTIFICADOS EN LA TEMPORADA 2008 ....................................................................................................................................... PRE-CERÁMICO ...................................................................................................................................... FORMATIVO PRE-CERÁMICO .......................................................................................................... QALUYU .................................................................................................................................................... PUKARA ..................................................................................................................................................... COLLAO ..................................................................................................................................................... INKA ............................................................................................................................................................ LA PROSPECCIÓN DE TODO EL VALLE QUILCAMAYO-TINTIRI ........................................ LAS OCUPACIONES PRE-CERÁMICAS DEL VALLE DEL QUILCAMAYO-TINTIRI . Asentamientos Pre-cerámicos (6000 ANE - 1400 ANE) ........................................................ Asentamientos del “Formativo Pre-cerámico” (1400 ANE - ¿?) ......................................... QALUYU Y PUKARA EN LA CUENCA DEL QUILCAMAYO-TINTIRI ............................. Qaluyu ................................................................................................................................................... Asentamientos ................................................................................................................................. Litoescultura .................................................................................................................................... Cerámica ........................................................................................................................................... Puntas ............................................................................................................................................... Azadas ...............................................................................................................................................

102 102 102 103 103 103 104 104 106 108 110 113 116 119 121 124 128 131 134 134 134 135 135 135 135 135 139 139 139 140 140 140 142 142 143 143 xiv

Tumbas ............................................................................................................................................. 146 Pukara.................................................................................................................................................... 146 Asentamientos ................................................................................................................................. 146 Litoescultura .................................................................................................................................... 150 Cerámica ........................................................................................................................................... 150 Puntas ............................................................................................................................................... 150 Azadas ............................................................................................................................................... 153 Tumbas ............................................................................................................................................. 153 SITIOS ARQUEOLÓGICOS TARDÍOS: LA PRESENCIA COLLAO E INKA EN EL VALLE QUILCAMAYO-TINTIRI ....................................................................................................................... 154 Asentamientos Collao ....................................................................................................................... 154 Asentamientos Inka .......................................................................................................................... 155 COMENTARIOS ............................................................................................................................................ 156

CAPÍTULO V. EXCAVANDO A 4000 METROS DE ALTURA, CHAUPISAWAKASI: UN SITIO FORMATIVO EN LA ZONA DEL QUILCAMAYO........................................................................................................................................... 157 UBICACIÓN GEOGRÁFICO-POLÍTICA Y CONTEXTO SOCIAL .............................................. METODOLOGÍA .......................................................................................................................................... SISTEMA DE SECTORIZACIÓN DEL SITIO Y SISTEMA DE COORDENADAS ............. EXCAVACIÓN ........................................................................................................................................ REGISTRO.................................................................................................................................................. Registro descriptivo .......................................................................................................................... Ficha de locus .................................................................................................................................. Diario de campo.............................................................................................................................. Etiquetas de registro de campo .................................................................................................... Registro gráfico .................................................................................................................................. Registro fotográfico........................................................................................................................... EXCAVACIÓN ............................................................................................................................................... UNIDAD 01 ............................................................................................................................................... Locus 01 ................................................................................................................................................ Locus 02 ................................................................................................................................................ Locus 03 ................................................................................................................................................ Locus 04 ................................................................................................................................................ Locus 05 ................................................................................................................................................ UNIDAD 02 ............................................................................................................................................... UNIDAD 03 ............................................................................................................................................... Locus 100 .............................................................................................................................................. Locus 101............................................................................................................................................... Locus 102 .............................................................................................................................................. UNIDAD 04 ............................................................................................................................................... Locus 150 .............................................................................................................................................. Locus 151............................................................................................................................................... Locus 152 .............................................................................................................................................. Locus 153 .............................................................................................................................................. Locus 154 .............................................................................................................................................. Locus 155 .............................................................................................................................................. Locus 156 .............................................................................................................................................. Locus 157 ..............................................................................................................................................

157 159 159 159 160 160 160 161 161 161 161 161 164 164 164 166 166 166 169 169 169 169 170 170 171 171 171 173 173 174 174 177 xv

Locus 158 .............................................................................................................................................. Locus 159 .............................................................................................................................................. Locus 160 .............................................................................................................................................. Locus 161............................................................................................................................................... Locus 162 .............................................................................................................................................. Locus 163 .............................................................................................................................................. Locus 164 .............................................................................................................................................. Locus 165 .............................................................................................................................................. Locus 166 .............................................................................................................................................. UNIDAD 05 ............................................................................................................................................... Locus 200 .............................................................................................................................................. Locus 201 .............................................................................................................................................. Locus 202 .............................................................................................................................................. Locus 203 .............................................................................................................................................. Locus 204 .............................................................................................................................................. UNIDAD 06 ............................................................................................................................................... Locus 250 .............................................................................................................................................. Locus 251 .............................................................................................................................................. Locus 252 .............................................................................................................................................. ESTRATIGRAFÍA .......................................................................................................................................... UNIDAD 04 ............................................................................................................................................... Capa A ................................................................................................................................................... Capa B ................................................................................................................................................... Capa C ................................................................................................................................................... Capa D................................................................................................................................................... Capa E ................................................................................................................................................... Capa F ................................................................................................................................................... Capa G ................................................................................................................................................... UNIDAD 03 ............................................................................................................................................... Capa A ................................................................................................................................................... Capa B ................................................................................................................................................... COMENTARIOS ............................................................................................................................................

177 177 177 177 178 181 181 181 184 184 184 185 185 187 187 188 188 190 190 190 191 191 191 191 191 191 193 193 193 193 193 193

CAPÍTULO VI. INTENTANDO ENTENDER A LOS OBJETOS: ANÁLISIS DEL MATERIAL ARQUEOLÓGICO DE LAS EXCAVACIONES EN CHAUPISAWAKASI .................................................................... 195 METODOLOGÍA .......................................................................................................................................... MATERIAL ARQUEOLÓGICO Y LOS DATOS RECUPERADOS ........................................... TRABAJO PREVIO DE LA TEMPORADA 2010 ........................................................................... ANÁLISIS DE MATERIAL INORGÁNICO .................................................................................... Análisis cerámico ............................................................................................................................... Dibujo, codificación y fotografiado del material cerámico ...................................................... Tipología........................................................................................................................................... Análisis de pastas ............................................................................................................................ Análisis lítico ....................................................................................................................................... ANÁLISIS DE MATERIAL ORGÁNICO ......................................................................................... Análisis osteológico........................................................................................................................... Fechados radiocarbónicos .............................................................................................................. ANÁLISIS CERÁMICO ................................................................................................................................

195 195 196 196 196 196 198 198 199 200 200 200 201 xvi

TIPOLOGÍA ............................................................................................................................................... Vasijas abiertas ................................................................................................................................... Tazones............................................................................................................................................. Cuencos ............................................................................................................................................ Platos................................................................................................................................................. Vasijas cerradas .................................................................................................................................. Cantaros............................................................................................................................................ Ollas .................................................................................................................................................. Partes de vasijas ................................................................................................................................. Bases.................................................................................................................................................. Agarraderas ...................................................................................................................................... Aplicaciones ..................................................................................................................................... Fragmentos decorados ................................................................................................................... Otros objetos ....................................................................................................................................... Tortero.............................................................................................................................................. DESCRIPCIÓN POR CONTEXTOS .................................................................................................... Recolecciones superficiales ............................................................................................................ Unidad 01.............................................................................................................................................. Locus 01 ........................................................................................................................................... Locus 02 ........................................................................................................................................... Locus 03 ........................................................................................................................................... Locus 04 ........................................................................................................................................... Unidad 04 ............................................................................................................................................. Locus 151 ......................................................................................................................................... Locus 152 ......................................................................................................................................... Locus 153 ......................................................................................................................................... Locus 155 ......................................................................................................................................... Locus 156 ......................................................................................................................................... Locus 157 ......................................................................................................................................... Locus 158 ......................................................................................................................................... Locus 161 ......................................................................................................................................... Locus 162 ......................................................................................................................................... Locus 164 ......................................................................................................................................... Locus 165 ......................................................................................................................................... Unidad 05 ............................................................................................................................................. Locus 200 ......................................................................................................................................... Locus 201 ......................................................................................................................................... Locus 204 ......................................................................................................................................... Unidad 06 ............................................................................................................................................. Locus 250 ......................................................................................................................................... Locus 252 ......................................................................................................................................... ANÁLISIS DE PASTAS ......................................................................................................................... Grupo I .................................................................................................................................................. Pasta A .............................................................................................................................................. Pasta B .............................................................................................................................................. Pasta C .............................................................................................................................................. Pasta D ............................................................................................................................................. Grupo II ................................................................................................................................................ Pasta E .............................................................................................................................................. Grupo III .............................................................................................................................................. Pasta F ..............................................................................................................................................

201 201 201 201 210 210 210 210 217 217 217 217 217 226 226 226 226 226 226 226 226 226 229 229 229 229 229 229 229 229 229 229 229 229 242 242 242 242 242 242 242 242 245 245 250 250 251 251 252 253 253 xvii

Pasta G ............................................................................................................................................. Grupo IV ............................................................................................................................................... Pasta H.............................................................................................................................................. COCCIÓN ................................................................................................................................................... Incompleta ........................................................................................................................................... Oxidante ............................................................................................................................................... Reductora ............................................................................................................................................. TIPOS DE DECORACIÓN ..................................................................................................................... Acanalado ............................................................................................................................................. Aplicación Incisa................................................................................................................................ Monócromo ......................................................................................................................................... Bícromo oscuro/claro ...................................................................................................................... Bícromo claro/oscuro ...................................................................................................................... Qaluyu polícromo .............................................................................................................................. Inciso monócromo............................................................................................................................. Polícromo inciso/pintado ............................................................................................................... ANÁLISIS CRUZADOS ......................................................................................................................... Formas específicas - Grupos de pasta ......................................................................................... Formas específicas - Cocción......................................................................................................... Decoración - Grupos de pasta........................................................................................................ Decoración - Cocción ....................................................................................................................... Decoración – Formas específicas ................................................................................................. ANÁLISIS LÍTICO ......................................................................................................................................... DESCRIPCIÓN POR CATEGORÍAS .................................................................................................. Debitage................................................................................................................................................ Lasca simple ..................................................................................................................................... Lasca retocada ................................................................................................................................. Núcleo .............................................................................................................................................. Utensilios tallados.............................................................................................................................. Punta ................................................................................................................................................. Preforma (punta) ............................................................................................................................. Raedera ............................................................................................................................................. Escotadura ....................................................................................................................................... Escotadura-denticulado ................................................................................................................. Denticulado...................................................................................................................................... Micro-denticulado ........................................................................................................................... Bec ..................................................................................................................................................... Azada ................................................................................................................................................ Guijarros y cantos rodados.............................................................................................................. Proyectil ............................................................................................................................................ Plaqueta ............................................................................................................................................ Disco ................................................................................................................................................. Utensilios pulidos .............................................................................................................................. Cuenta ............................................................................................................................................... Asa ..................................................................................................................................................... Pulidor .............................................................................................................................................. Recipiente o Tazón ......................................................................................................................... No clasificado .................................................................................................................................. Desechos............................................................................................................................................... Desecho de talla .............................................................................................................................. DESCRIPCIÓN POR CONTEXTOS ....................................................................................................

253 254 254 255 255 255 255 255 260 260 260 260 260 260 261 261 261 261 261 264 264 264 264 264 264 269 269 269 269 269 269 269 271 271 271 271 271 272 272 272 272 272 273 273 273 273 273 273 273 273 274 xviii

Unidad 01.............................................................................................................................................. Locus 01 ........................................................................................................................................... Locus 02 ........................................................................................................................................... Locus 03 ........................................................................................................................................... Locus 04 ........................................................................................................................................... Unidad 04 ............................................................................................................................................. Locus 151 ......................................................................................................................................... Locus 152 ......................................................................................................................................... Locus 153 ......................................................................................................................................... Locus 155 ......................................................................................................................................... Locus 156 ......................................................................................................................................... Locus 157 ......................................................................................................................................... Locus 158 ......................................................................................................................................... Locus 159 ......................................................................................................................................... Locus 161 ......................................................................................................................................... Locus 164 ......................................................................................................................................... Locus 165 ......................................................................................................................................... Unidad 05 ............................................................................................................................................. Locus 201 ......................................................................................................................................... Locus 204 ......................................................................................................................................... Unidad 06 ............................................................................................................................................. Locus 250 ......................................................................................................................................... Locus 251 ......................................................................................................................................... Locus 252 ......................................................................................................................................... MATERIA PRIMA ................................................................................................................................... Rocas ígneas ........................................................................................................................................ Andesita ............................................................................................................................................ Basalto............................................................................................................................................... Basalto olivínico .............................................................................................................................. Pómez ............................................................................................................................................... Obsidiana ......................................................................................................................................... Rocas metamórficas .......................................................................................................................... Cuarcita ............................................................................................................................................. Rocas sedimentarias ......................................................................................................................... Arenisca ............................................................................................................................................ Caliza ................................................................................................................................................. Chert ................................................................................................................................................. Minerales .............................................................................................................................................. Crisocola o Turquesa...................................................................................................................... Cuarzo............................................................................................................................................... Talco ................................................................................................................................................. ANÁLISIS ARQUEOZOOLÓGICO ......................................................................................................... DESCRIPCIÓN TAXONÓMICA .......................................................................................................... Mamíferos ............................................................................................................................................ Peces ...................................................................................................................................................... DESCRIPCIÓN POR CONTEXTOS .................................................................................................... Unidad 01.............................................................................................................................................. Locus 01 ........................................................................................................................................... Locus 02 ........................................................................................................................................... Locus 04 ........................................................................................................................................... Unidad 04 .............................................................................................................................................

274 274 274 274 274 274 274 274 274 274 274 274 275 275 275 275 275 275 275 275 275 275 275 275 276 276 276 276 276 276 276 280 280 280 280 281 281 281 281 281 281 281 282 282 282 284 284 284 284 284 284 xix

Locus 153 ......................................................................................................................................... Locus 155 ......................................................................................................................................... Locus 156 ......................................................................................................................................... Locus 157 ......................................................................................................................................... Locus 158 ......................................................................................................................................... Locus 161 ......................................................................................................................................... Locus 164 ......................................................................................................................................... Locus 165 ......................................................................................................................................... Unidad 05 ............................................................................................................................................. Locus 201 ......................................................................................................................................... Locus 202 ......................................................................................................................................... Locus 204 ......................................................................................................................................... Unidad 06 ............................................................................................................................................. Locus 252 ......................................................................................................................................... LAS PIEZAS ÓSEAS DE CAMÉLIDO ............................................................................................. Cráneo ................................................................................................................................................... Maxilar .................................................................................................................................................. Mandíbula ............................................................................................................................................ Dientes .................................................................................................................................................. Hioides .................................................................................................................................................. Vértebras ............................................................................................................................................... Escápula ............................................................................................................................................... Costillas ................................................................................................................................................. Húmero ................................................................................................................................................. Radio-Cúbito ....................................................................................................................................... Carpiano................................................................................................................................................ Fémur .................................................................................................................................................... Rótula .................................................................................................................................................... Tibia ....................................................................................................................................................... Calcáneo ............................................................................................................................................... Astrágalo ............................................................................................................................................... Tarsiano ................................................................................................................................................ Meta (carpiano/tarsiano) ................................................................................................................ Falanges ................................................................................................................................................ Pelvis ...................................................................................................................................................... NI............................................................................................................................................................ MARCAS DE CORTE EN OSAMENTA DE CAMÉLIDO.......................................................... Cráneo ................................................................................................................................................... Maxilar .................................................................................................................................................. Mandíbula ............................................................................................................................................ Hioides .................................................................................................................................................. Vértebras ............................................................................................................................................... Escápula ............................................................................................................................................... Costillas ................................................................................................................................................. Húmero ................................................................................................................................................. Fémur .................................................................................................................................................... Tarsiano ................................................................................................................................................ Meta (carpiano/tarsiano) ................................................................................................................ Falanges ................................................................................................................................................ Pelvis ...................................................................................................................................................... NI............................................................................................................................................................

284 284 284 284 284 284 284 284 285 285 285 285 285 285 285 285 285 285 285 286 286 286 286 286 286 286 288 288 288 288 288 288 288 288 288 289 289 289 289 289 289 290 290 290 290 290 290 290 290 290 290 xx

ARTEFACTOS DE HUESO .................................................................................................................. Espada de tejer ................................................................................................................................... Punzón .................................................................................................................................................. Cuenta ................................................................................................................................................... Indeterminados .................................................................................................................................. ANÁLISIS MALACOLÓGICO ................................................................................................................... FECHADOS RADIOCARBÓNICOS ........................................................................................................ MATERIALES NO ANALIZADOS .......................................................................................................... COMENTARIOS ............................................................................................................................................

290 290 290 292 292 292 293 294 295

CAPÍTULO VII. DESDE EL MATERIALISMO HISTÓRICO: REPRESENTACIONES DEL VALLE QUILCAMAYO-TINTIRI Y CHAUPISAWAKASI EN SU CONTEXTO LOCAL Y REGIONAL ............ 296 REPRESENTACIÓN MATERIALISTA HISTÓRICA DEL SITIO “FORMATIVO” CHAUPISAWAKASI DENTRO DEL VALLE QUILCAMAYO-TINTIRI ..................................... 296 SECUENCIA ARQUEOLÓGICA DEL SITIO Y LOS FECHADOS .......................................... 296 SOBRE LA CERÁMICA......................................................................................................................... 299 Formas................................................................................................................................................... 299 Pastas ..................................................................................................................................................... 299 Cocción ................................................................................................................................................. 299 Decoración ........................................................................................................................................... 299 Formas – Grupos de pastas............................................................................................................. 300 Formas – Cocción .............................................................................................................................. 300 Decoración – Grupos de pastas ..................................................................................................... 300 Decoración – Cocción ...................................................................................................................... 300 Decoración – Formas........................................................................................................................ 300 SOBRE EL MATERIAL LÍTICO ......................................................................................................... 300 SOBRE EL MATERIAL ÓSEO ............................................................................................................ 302 UBICACIÓN ESTRATÉGICA DE CHAUPISAWAKASI EN LA ZONA NORTE DEL INTERFLUVIO AZÁNGARO-QUILCAMAYO.............................................................................. 302 UNA REPRESENTACIÓN ARQUEOLÓGICA DE CHAUPISAWAKASI............................. 302 LAS SOCIEDADES SEDENTARIAS DEL VALLE QUILCAMAYO-TINTIRI ........................... 304 DE LOS 1400 ANE A LOS 400 NE O LA SOCIEDAD COMUNITARIA EN EL VALLE DEL QUILCAMAYO-TINTIRI ............................................................................................................. 304 DE LOS 400 ANE A LOS 350 NE O LA SOCIEDAD ESCINDIDA EN EL VALLE DEL QUILCAMAYO-TINTIRI ....................................................................................................................... 307 ABANDONO DE LOS ESPACIOS PUKARA Y DESAPARICIÓN DE LOS ARTEFACTOS DE ESTE ESTILO ¿QUÉ SUCEDIÓ? ................................................................................................. 311 COMENTARIOS ............................................................................................................................................ 312

CAPÍTULO VIII. DISCUSIÓN, SUGERENCIAS Y CONCLUSIONES .

314

EL VALLE QUILCAMAYO-TINTIRI EN LA CUENCA NORTE DEL TITICACA Y ALGUNAS CONSIDERACIONES EN EL DEVENIR HISTÓRICO DE LAS PRIMERAS SOCIEDADES SEDENTARIAS (1400 ANE – 350 NE) .................................................................................................... 314 ALGUNAS CONSIDERACIONES ENTORNO A LA CRONOLOGÍA A PARTIR DE LOS FECHADOS RADIOCARBÓNICOS EXISTENTES ...................................................................... 314 xxi

CAZADORES-RECOLECTORES SOCIEDADES PREVIAS AL SEDENTARISMO .......... SOBRE LA APARICIÓN DE QALUYU ¿FORMATIVO MEDIO O TEMPRANO? .............. EL ESTADO PUKARA........................................................................................................................... Indicadores arqueológicos en el área de edificios principales de Pukara ........................ Indicadores arqueológicos en las áreas asociadas directamente a los edificios principales de Pukara ....................................................................................................................... Indicadores arqueológicos en las áreas alejadas de centro político religioso y zona residencial de Pukara........................................................................................................................ Breve hermenéutica de la expansión del estado Pukara........................................................ SUGERENCIAS PARA INVESTIGACIONES FUTURAS ................................................................. COMENTARIOS ............................................................................................................................................ CONCLUSIONES ..........................................................................................................................................

321 322 325 326

329 330 331 332 333

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ......................................................................................

335

329

xxii

LISTA DE FIGURAS Figura 1. El despliegue de las Fuerzas Productivas........................................................................................... 4 Figura 2. Mapa político de la zona central-oeste de Sudamérica. Se resalta las zonas más elevadas de la cordillera de los Andes........................................................................................................................................... 13 Figura 3. Ubicación del Perú con respecto a Sudamérica. Se resalta el departamento de Puno................ 14 Figura 4. La cuenca del lago Titicaca. Tomado de Plourde (2006: fig. 4.3) .................................................. 15 Figura 5. Fotografía satelital tomada de Google Earth donde se observa el lago Titicaca y la frontera entre Perú y Bolivia .......................................................................................................................................................... 15 Figura 6. Mapa Geológico de la zona NNO de la cuenca norte del Titicaca. Redibujado de ONERN (1965: Mapa Geológico) ........................................................................................................................................ 17 Figura 7. Mapa del Potencial Minero de la zona NNO de la cuenca norte del Titicaca. Redibujado de ONERN (1965: Mapa del Potencial Minero) .................................................................................................... 18 Figura 8. Áreas de producción de sal al borde de un lago en la localidad de San Juan de Salinas, Azángaro .................................................................................................................................................................. 19 Figura 9. Minas de ch’aqu (tierra comestible) ubicada a unos kilómetros al noreste del sitio de Chaupisawakasi. La familia Calcina Quispe que también habita en el sitio de Chaupisawakasi extrae el ch’aqu para consumo propio y venta en el mercado ....................................................................................... 20 Figura 10. Mapa de Asociaciones de Suelos de la zona NNO de la cuenca norte del Titicaca. Redibujado de ONERN (1965: Mapa de Asociaciones de Suelos) ..................................................................................... 22 Figura 11. Mapa de Capacidad de Uso de la zona NNO de la cuenca norte del Titicaca. Redibujado de ONERN (1965: Mapa de Capacidad de Uso) ................................................................................................... 23 Figura 12. Campos de ladera de montaña. Localidad de Yacchata, cuenca del Quilcamayo-Tintiri......... 24 Figura 13. Mapa hidrológico de la cuenca del lago Titicaca, se observa el nivel actual del lago y también el paleolago Minchin .................................................................................................................................................. 25 Figura 14. Mapa hidrológico del valle Quilcamayo-Tintiri .............................................................................. 27 Figura 15. Confluencia del río Quilcamayo (derecha) y el río Azángaro (izquierda). En el extremo izquierdo se aprecia parte de la ciudad de Azángaro ........................................................................................ 28 Figura 16. Mapa Climático de la zona NNO de la cuenca norte del Titicaca. Redibujado de ONERN (1965: Mapa Climático).......................................................................................................................................... 31 Figura 17. Mapa Ecológico de la zona NNO de la cuenca norte del Titicaca. Redibujado de ONERN (1965: Mapa Ecológico)......................................................................................................................................... 32 Figura 18. Mapa Agrostológico de la zona NNO de la cuenca norte del Titicaca. Redibujado de ONERN (1965: Mapa Agrostológico).................................................................................................................................. 33 Figura 19. Asociaciones de Festuchetum-Muhlembergetum, localidad de Callacayani, valle Quilcamayo-Tintiri ........................................................................................................................................ 35 Figura 20. Rebaño de Alpacas en el valle alto del Tintiri, en la localidad de Condoriri .............................. 36 Figura 21. Mapa de los Andes centro-sur donde se aprecian las principales fuentes de obsidiana y sitios arqueológicos tempranos de la cuenca norte del Titicaca ................................................................................ 42 Figura 22. Sitio arqueológico Qaluyu, se aprecia la carretera que corta el sitio en dos. Tomado de Stanish (2003: fig. 6.9.)......................................................................................................................................................... 43 Figura 23. Puntas de obsidiana provenientes de las excavaciones en Qaluyu. Tomado de Burger y colegas (2000: fig. 5) ............................................................................................................................................................. 46 Figura 24. Azadas qaluyu. Tomado de Steadman (1995: fig. 18 y 19) ........................................................... 47 Figura 25. Huanca en posición original en el sitio de Huancasayapata. Tomado de Tantaleán (2010a: fig. 29) ............................................................................................................................................................................. 48 Figura 26. La “zona monumental” del sitio de Pukara. Se observan los tres patios hundidos en la parte superior de la pirámide Qalasaya. Tomada del catálogo en línea del Museo Peabody de Arqueología y Etnología de la Universidad de Harvard, de la excavaciones Kidder II ........................................................ 51 Figura 27. Patio hundido en la cima de Qalasaya excavado por Kidder II. Tomado de Tantaleán (2010a: fig. 54) ....................................................................................................................................................................... 51 xxiii

Figura 28. Artefactos del tardío “Horizonte Temprano”: b y c) puntas de proyectil del sitio de Pukara; d y e) puntas de proyectil del sitio de Taraco; h y g) artefactos del sitio de Taraco. Modificado de Burger y colegas (2000: fig. 10)............................................................................................................................................. 53 Figura 29. Estela escalonada con diseño semi-naturalista, encontrada en Pukara. Tomada del catálogo en línea del Museo Peabody de Arqueología y Etnología de la Universidad de Harvard, de las excavaciones de Kidder II .................................................................................................................................................................. 55 Figura 30. Estela escalonada con diseños geométricos, Estela de Arapa. Tomada de Cuynet (2012: fig. 6) ............................................................................................................................................................. 55 Figura 31. Estela rectangular con diseño semi-naturalista, de Caminaca. Tomado de Chávez y Mohr (1970: 36) ................................................................................................................................................................. 56 Figura 32. Estela zoomorfa estilizada, estela de Pukara. Tomado de Chávez (1975: fig. 5)....................... 56 Figura 33. Monolito “Hatun Ñakaj”, registrado por Valcárcel. Tomado de Cuynet (2012: fig. 3) ........... 58 Figura 34. Bloque rectangular decorado de la hacienda Sawa Sawa, Livitaca. Tomado de Chávez (1988: fig. 12)........................................................................................................................................................... 58 Figura 35. Cerámica de estilo Qaluyu. Modificado de Tantaleán (2008 [2005]: fig. 16) ............................. 60 Figura 36. Vasijas restringidas pukara. Tomado de Chávez (1992: xx).......................................................... 65 Figura 37. Vasijas no restringidas pukara. Tomado de Chávez (1992: fig. 4) ............................................... 66 Figura 38. Tazón pukara polícromo. Tomada del catálogo en línea del Museo Peabody de Arqueología y Etnología de la Universidad de Harvard, de las excavaciones Kidder II ...................................................... 67 Figura 39. Collar con nueve cuentas de oro y once de turquesa, recuperado del Entierro 2. Tomada de Craig (2012: fig. 19) ................................................................................................................................................ 68 Figura 40. Láminas de metal con diseños de cabezas humanas incisas y rombos calados. Tomada del catálogo en línea del Museo Peabody de Arqueología y Etnología de la Universidad de Harvard, de la excavaciones Kidder II .......................................................................................................................................... 69 Figura 41. Artefactos de hueso tallado, “cucharas”. Modificada de Cohen (2010: fig. 5.12) ..................... 73 Figura 42. Concentración de qochas en la pampa de Llallahua y Tulani, valle del Ramis. Tomada de Flores y colegas (2012:fig. 2) ................................................................................................................................. 79 Figura 43. Vista satelital de los campos elevados cerca de la localidad de Huata ........................................ 79 Figura 44. Dibujo en planta y de corte de una tumba qaluyu de piedra registrada en el sitio de Huatacoa. Tomado de Cohen (2010: fig. 6.16) ..................................................................................................................... 83 Figura 45. Cámara funeraria semi-subterránea ubicada en el centro de uno de los lados del patio hundido excavado por Kidder. Dentro de esta cámara se encontraron restos óseos humanos y otros objetos arqueológicos. Tomada de Tantaleán (2010a: fig. 24) ...................................................................................... 84 Figura 46. Mapa del sitio de Pukara con las áreas excavadas por Kidder II en 1939. Tomado de Klarich (2005: fig. 4) ............................................................................................................................................................. 89 Figura 47. Cuadro cronológico de la cuenca norte del Titicaca y su correlación con secuencias de otras regiones cercanas y la periodificación de Ica desarrollada por John Rowe. Redibujado de Stanish (2003: fig. 5.2.)......................................................................................................................................................... 90 Figura 48. Principales sitios “Formativos” de la cuenca del Titicaca ............................................................. 91 Figura 49. Mapa de la cuenca del Quilcamayo-Tintiri realizado en base a la Carta Nacional (1: 100 000). En el mapa se ha delimitado el área prospectada en la temporada 2007 del PIARA .................................. 98 Figura 50. Mapa de la cuenca del Quilcamayo-Tintiri realizado en base a la Carta Nacional (1: 100 000). En el mapa se ha delimitado el área total prospectada, incluyendo las temporadas 2007 y 2008 del PIARA ...................................................................................................................................................................... 99 Figura 51. Sitio QT-28. Vista de la cista desde el este ...................................................................................... 105 Figura 52. Vista oblicua de la cista desde el sur ................................................................................................. 105 Figura 53. Vista oblicua de la cista ....................................................................................................................... 107 Figura 54. Restos de Cista tardía .......................................................................................................................... 109 Figura 55. Vista oblicua de la cista ....................................................................................................................... 109 Figura 56. Vista panorámica desde el sur del sitio QT-31 ............................................................................... 111 Figura 57. Vista de cabecera de muro de doble hilera ..................................................................................... 111 xxiv

Figura 58. Vista de base de muro ......................................................................................................................... 112 Figura 59. Esquina de muro, espacio posiblemente doméstico ...................................................................... 112 Figura 60. Vista de ladera de cerro, se observan restos de terrazas............................................................... 114 Figura 61. Detalle de muro de contención para las terrazas ........................................................................... 114 Figura 62. Vista panorámica de la parte baja del sitio QT-32 y el fondo del valle. En el lado derecho se ve el sitio QT-31 .......................................................................................................................................................... 115 Figura 63. Vista general de ladera de cerro en donde se observan claramente las terrazas ........................ 115 Figura 64. Vista panorámica de terrazas posiblemente habitacionales .......................................................... 117 Figura 65. Vista panorámica del sitio QT-33 ..................................................................................................... 117 Figura 66. Detalle de laja, este objeto nos remite al carácter posiblemente público del sitio..................... 118 Figura 67. Vista de detalle de huanca .................................................................................................................. 118 Figura 68. Detalle de dispersión de materiales en sitio QT-34 ....................................................................... 120 Figura 69. Vista general del sitio QT-34 ............................................................................................................. 120 Figura 70. Vista de cista en el sector A del sitio QT-35 ................................................................................... 122 Figura 71. Vista general desde el lado del Sector B........................................................................................... 122 Figura 72. Detalle de una cista en el Sector B del sitio QT-35, se pueden apreciar material óseo y cerámica.................................................................................................................................................................... 123 Figura 73. Vista general del sector A del sitio QT-35....................................................................................... 123 Figura 74. Vista general del sitio desde el norte ................................................................................................ 125 Figura 75. Detalle de un muro cortado por la crecida del río ......................................................................... 125 Figura 76. Delimitación de área de recolección ................................................................................................. 126 Figura 77. Detalle de la dispersión de materiales en la unidad de recolección ............................................. 126 Figura 78. Vista de huancas presentes en el sitio............................................................................................... 127 Figura 79. Vista general desde el noreste del sitio QT-37................................................................................ 129 Figura 80. Vista general desde el sureste de QT-37 .......................................................................................... 129 Figura 81. Puntas líticas del sitio QT-37 ............................................................................................................. 130 Figura 82. Detalle de restos de cista .................................................................................................................... 132 Figura 83. Detalle de cista funeraria .................................................................................................................... 132 Figura 84. Cerámica registrada en la recolección superficial del sitio QT 38. a y b) Tazones, c) Base plana, el reticulado indica color verde............................................................................................................................. 133 Figura 85. Extensión en metros cuadrados de los sitios arqueológicos del valle Quilcamayo-Tintiri, registrados durante la temporada 2008 ............................................................................................................... 134 Figura 86. Mapa de los sitios arqueológicos del valle Quilcamayo-Tintiri reconocidos durante la prospección desarrollada por el PIARA ............................................................................................................. 136 Figura 87. Extensión en metros cuadrados de los sitios arqueológicos del valle Quilcamayo-Tintiri ...... 138 Figura 88. Número de ocupaciones de los sitios arqueológicos del valle Quilcamayo-Tintiri de acuerdo a las sociedades establecidas en el valle .................................................................................................................. 139 Figura 89. Mapa de los sitios arqueológicos con ocupación Pre-cerámica del valle Quilcamayo-Tintiri reconocidos durante la prospección desarrollada por el PIARA.................................................................... 140 Figura 90. Mapa de los sitios arqueológicos con ocupación “Formativa Precerámica” del valle Quilcamayo-Tintiri reconocidos durante la prospección desarrollada por el PIARA................................. 141 Figura 91. Estelas en el sitio Cancha Cancha ..................................................................................................... 142 Figura 92. Mapa de los sitios arqueológicos con objetos de estilo Qaluyu del valle Quilcamayo-Tintiri reconocidos durante la prospección desarrollada por el PIARA. Los sitios en verde son sitios probablemente qaluyu............................................................................................................................................ 143 Figura 93. Vista desde el oeste del sitio Callacoyo. El montículo oeste se eleva en la llanura ................... 144 Figura 94. Huanca en el sitio de Callacoyo ......................................................................................................... 144 Figura 95. Vista desde el nor-este del sitio QT-19 ............................................................................................ 145 Figura 96. Vista desde el sur-oeste del sitio Larancahuane .............................................................................. 145 Figura 97. Distribución de la litoescultura por sitio arqueológico en el valle Quilcamayo-Tintiri ............ 146 xxv

Figura 98. Mapa de los sitios arqueológicos con objetos de estilo Pukara del valle Quilcamayo-Tintiri reconocidos durante la prospección desarrollada por el PIARA.................................................................... 147 Figura 99. Vista desde el norte de Pancañe ........................................................................................................ 148 Figura 100. Vista desde el norte (margen derecha del Tintiri) de Callacayani .............................................. 148 Figura 101. Vista desde el nor-oeste de Cancha Cancha-Asiruni ................................................................... 149 Figura 102. Vista desde el suroeste de Chaupisawakasi. La concentración de casas se encuentra sobre el montículo principal ................................................................................................................................................ 149 Figura 103. Estela Escalonada (Estela 1) en el sitio QT-20. Tomada de Tantaleán (2010a: fig. 277) ...... 151 Figura 104. Escultura de cabeza decapitada de estilo Pukara en el sitio Cancha-Cancha Asiruni. Tomada de Tantaleán (2010a: fig. 279) ............................................................................................................... 152 Figura 105. Monolito antropomorfo de arenisca en el sitio Callacayani. Tomada de Tantaleán (2010a: fig. 179)....................................................................................................................................................... 152 Figura 106. Mapa de los sitios arqueológicos con objetos de estilo Collao del valle Quilcamayo-Tintiri reconocidos durante la prospección desarrollada por el PIARA.................................................................... 153 Figura 107. Mapa de los sitios arqueológicos con objetos de estilo Inca del valle Quilcamayo-Tintiri reconocidos durante la prospección desarrollada por el PIARA.................................................................... 154 Figura 108. Fotografía satelital, de Google Earth, donde se delimita la extensión de Chaupisawakasi en base a las evidencias arqueológicas en superficie .............................................................................................. 158 Figura 109. Fotografía satelital, tomada de Google Earth, del sitio arqueológico de Chaupisawakasi. La cima del montículo principal se encuentra a la derecha de la mayor concentración de casas modernas . 159 Figura 110. Vista desde el norte del sitio Chaupisawakasi (QT-36). En la foto se indican las ubicaciones de las unidades de excavación .................................................................................................................................... 162 Figura 111. Fotografía satelital de Chaupisawakasi con la delimitación de las evidencias arqueológicas superficiales y las unidades de excavación .......................................................................................................... 163 Figura 112. Vista norte de la Unidad 01, Locus 01 ........................................................................................... 164 Figura 113. Vista norte de la Unidad 01, Locus 02 ........................................................................................... 165 Figura 114. Vista este de la Unidad 01, Locus 03, Locus 04 y Locus 05 ....................................................... 165 Figura 115. Dibujo de la Unidad 01, Locus 02, Locus 03, Locus 04 y Locus 05 ......................................... 166 Figura 116. Vista Norte de la Unidad 02, Locus 50 .......................................................................................... 167 Figura 117. Vista sur de la Unidad 03, Locus 100 ............................................................................................. 167 Figura 118. Vista sur de la Unidad 03, Locus 101 ............................................................................................. 168 Figura 119. Vista sur de la Unidad 03, Locus 102 ............................................................................................. 168 Figura 120. Vista este de la Unidad 03, Locus 102 (final) ................................................................................ 169 Figura 121. Vista sur de la Unidad 04, Locus 150 ............................................................................................. 170 Figura 122. Vista sur de la Unidad 04, Locus 151 ............................................................................................. 171 Figura 123. Vista norte de la Unidad 04, Locus 152 ......................................................................................... 172 Figura 124. Dibujo de la Unidad 04, Locus 152 ................................................................................................ 172 Figura 125. Vista norte de la Unidad 04, Locus 153, Locus 154 .................................................................... 173 Figura 126. Dibujo de la Unidad 04, Locus 153, Locus 154 ........................................................................... 174 Figura 127. Vista sur de la Unidad 04, Locus 155, Locus 156 ........................................................................ 175 Figura 128. Dibujo de la Unidad 04, Locus 155, Locus 156 ........................................................................... 175 Figura 129. Vista sur de la Unidad 04, Locus 157, Locus 158. Se observa el Locus 159 hilera de piedras al oeste ...................................................................................................................................................................... 176 Figura 130. Dibujo de la Unidad 04, Locus 157, Locus 158 ........................................................................... 176 Figura 131. Vista norte de la Unidad 04, Locus 157, Locus 160 y Locus 161.............................................. 178 Figura 132. Dibujo de la Unidad 04, Locus 157, Locus 160 y Locus 161 ..................................................... 179 Figura 133. Vista norte de la Unidad 04, Locus 157 y Locus 160 .................................................................. 179 Figura 134. Dibujo de la Unidad 04, Locus 157 y Locus 160 ......................................................................... 180 Figura 135. Vista oeste de la Unidad 04, Locus 160, Locus 162 y Locus 163 .............................................. 180 Figura 136. Dibujo de la Unidad 04, Locus 160, Locus 162 y Locus 163 ..................................................... 181 Figura 137. Vista norte de la Unidad 04, Locus 161 y Locus 163 ................................................................. 182 xxvi

Figura 138. Vista oeste de la Unidad 04. Detalle del Locus 162 y Locus 164, de izquierda a derecha.... 182 Figura 139. Vista oeste de la Unidad 04, Locus 162, Locus 163 y Locus 165 .............................................. 183 Figura 140. Vista norte de la Unidad 04, Locus 162 y Locus 166. Se aprecia el Muro 1 en el perfil sur . 183 Figura 141. Vista sur de la Unidad 05, Locus 200 ............................................................................................. 184 Figura 142. Vista norte de la Unidad 05, Locus 201 ......................................................................................... 185 Figura 143. Vista sur de la Unidad 05, Locus 202, Locus 203 y Locus 204................................................. 186 Figura 144. Dibujo de la Unidad 05, Locus 202, Locus 203 y Locus 204 ..................................................... 186 Figura 145. Vista norte de la Unidad 05 y su extensión sur, Locus 202, Locus 203 y Locus 204 ............. 187 Figura 146. Dibujo de la Unidad 05 y su extensión sur, Locus 202, Locus 203 y Locus 204 .................... 188 Figura 147. Vista norte de la Unidad 06, Locus 250 ......................................................................................... 189 Figura 148. Vista sur de la Unidad 06, Locus 251............................................................................................ 189 Figura 149. Vista sur de la Unidad 06, Locus 252............................................................................................ 190 Figura 150. Dibujo de los perfiles de la Unidad 04, se indica los locus y las capas ....................................... 192 Figura 151. Perfil oeste de la Unidad 03, se indica los locus y las capas (para leyenda ver fig. 150)........... 193 Figura 152. Leyenda de los colores identificados en la cerámica y sus equivalentes en la tabla de colores MUNSELL .............................................................................................................................................................. 197 Figura 153. Tazones de pared divergente, labio redondeado; g) Bícromo oscuro/claro; f) Monocromo, Qaluyu; i) Policromo inciso/pintado, Pukara .................................................................................................... 203 Figura 154. Tazones de pared divergente, labio redondeado; b, c, d) Qaluyu policromo, Qaluyu; e, f) Monocromo; g) Bícromo oscuro/claro .............................................................................................................. 204 Figura 155. Tazones de pared divergente y recta, labio redondeado; a, b, j, k) pared recta; c - i) pared divergente; a) Monocromo (externo e interno); j) Monocromo (externo), doble engobe (interno) ........ 205 Figura 156. Tazones de pared divergente y recta, labio puntiagudo externo y biselado; solo g) pared recta; a) Monocromo; g) Policromo inciso/pintado, Pukara; j) Qaluyu policromo, los colores inferiores son hipotéticos pudiendo considerarse una decoración policroma de un estilo local ........................................ 206 Figura 157. Tazones de pared divergente y recta, labio aplanado horizontal y aplanado horizontal alargado; solo e) cuello recto; a - g) labio aplanado horizontal; h, i) labio aplanado horizontal alargado ................. 207 Figura 158. Tazones de pared divergente y recta, labio aplanado inclinado y aplanado inclinado alargado; solo d) pared recta y labio aplanado inclinado alargado; a) Policromo inciso/pintado; c, d) Qaluyu policromo, Qaluyu.................................................................................................................................................. 208 Figura 159. Cuencos y platos; b, d, g, j, k, n) platos Collao; a, c, e, f, h, i, l, m) cuencos; b, h) labio aplanado horizontal; n) aplanado inclinado; l) labio biselado; b, l) Monocromo, k) Monocromo (externo), Bícromo oscuro/claro; m) Monocromo inciso .................................................................................................................. 209 Figura 160. Cantaros de cuello divergente, labio redondeado; l) Monocromo ............................................ 211 Figura 161. Cantaros de cuello divergente, labio redondeado, aplanado inclinado y puntiagudo externo; a, b, c, g, h) labio redondeado; d, f) puntiagudo externo; e) aplanado inclinado ......................................... 212 Figura 162. Cántaros de cuello convergente y recto; a, b) cuello convergente; c, d) cuello recto; a, c) labio redondeado; b, d) labio puntiagudo externo .................................................................................... 213 Figura 163. Cuerpo de cántaro, probablemente de cuello divergente............................................................ 214 Figura 164. Ollas de cuello divergente y cuerpo de olla; a - c, f - h) labio redondeado; d) labio biselado; e) labio aplanado inclinado; i) cuerpo de olla ..................................................................................................... 215 Figura 165. Ollas de cuello convergente y sin cuello; a - h) sin cuello; i - m) cuello convergente; a - c, e - h, j, k) labio redondeado; d, i, l, m) labio aplanado horizontal......................................................... 216 Figura 166. Bases planas (tazones); k) tazón – incensario; h) Monocromo .................................................. 218 Figura 167. Bases planas; a - e) forma cerrada ................................................................................................... 219 Figura 168. Bases planas y base cóncava; a - h) base plana; i) base cóncava ................................................ 220 Figura 169. Aplicaciones; a, b, d) aplicaciones incisas; c, e) aplicación simple, agarraderas ....................... 221 Figura 170. Fragmentos decorados incisos; a - f) Policromo inciso/pintado, Pukara; g - j) Inciso monocromo ....................................................................................................................................... 222 Figura 171. Fragmentos decorados monocromos y tortero; d) tortero ......................................................... 223 Figura 172. Fragmentos decorados Bícromo; a - d) Bícromos oscuro/claro; e) Bícromo claro/oscuro . 224 xxvii

Figura 173. Fragmentos decorados destacados; a) QT36-4-75 b) QT36-sup-1 c) QT36-sup-2 d) QT36-4-51 e)QT36-sup-3 f) QT36-4-65 g) QT36-4-64 h) QT36-4-60 i) QT36-4-67 ........................... 225 Figura 174. Cerámica diagnóstica registrada en el Locus 01, Unidad 01 ....................................................... 227 Figura 175. Cerámica registrada en el Locus 02, Unidad 01 ............................................................................ 228 Figura 176. Cerámica registrada en el Locus 03, Unidad 01 ............................................................................ 228 Figura 177. Cerámica registrada en el Locus 04, Unidad 01 ............................................................................ 228 Figura 178. Cerámica registrada en el Locus 151, Unidad 04.......................................................................... 230 Figura 179. Cerámica registrada en el Locus 152, Unidad 04.......................................................................... 230 Figura 180. Cerámica registrada en el Locus 153, Unidad 04.......................................................................... 231 Figura 181. Cerámica registrada en el Locus 155, Unidad 04.......................................................................... 231 Figura 182. Cerámica registrada en el Locus 156, Unidad 04.......................................................................... 232 Figura 183. Cerámica registrada en el Locus 157, Unidad 04.......................................................................... 233 Figura 184. Cerámica registrada en el Locus 157, Unidad 04.......................................................................... 234 Figura 185. Cerámica registrada en el Locus 157, Unidad 04.......................................................................... 235 Figura 186. QT36-4-100. Cerámica registrada en el Locus 157, Unidad 04. Ver figura 163...................... 236 Figura 187. Cerámica registrada en el Locus 158, Unidad 04.......................................................................... 237 Figura 188. Cerámica registrada en el Locus 161, Unidad 04.......................................................................... 238 Figura 189. Cerámica registrada en el Locus 162, Unidad 04.......................................................................... 238 Figura 190. Cerámica registrada en el Locus 164, Unidad 04.......................................................................... 239 Figura 191. QT36-4-70 y 72.................................................................................................................................. 240 Figura 192. Cerámica registrada en el Locus 165, Unidad 04.......................................................................... 241 Figura 193. Cerámica registrada en el Locus 200, Unidad 05.......................................................................... 242 Figura 194. Cerámica registrada en el Locus 201, Unidad 05.......................................................................... 243 Figura 195. Cerámica registrada en el Locus 204, Unidad 05.......................................................................... 244 Figura 196. Cerámica registrada en el Locus 250, Unidad 06.......................................................................... 244 Figura 197. Cerámica registrada en el Locus 252, Unidad 06.......................................................................... 245 Figura 198. Distribución porcentual del total de la muestra por grupo de pasta en las capas de la Unidad 04................................................................................................................................................................. 248 Figura 199. Distribución porcentual de los grupos de pasta en los totales de cada capa de la Unidad 04................................................................................................................................................................. 248 Figura 200. Detalle de las superficies de los fragmentos que pertenecen al Grupo I.................................. 249 Figura 201. Pasta A. QT36-4-41 .......................................................................................................................... 249 Figura 202. Pasta B. QT36-4-37........................................................................................................................... 250 Figura 203. Pasta C. QT36-4-50........................................................................................................................... 251 Figura 204. Pasta D. QT36-4-4, 7 y 9 ................................................................................................................. 251 Figura 205. Pasta E1. QT36-4-21 ........................................................................................................................ 252 Figura 206. Pasta E2. QT36-4-49 ........................................................................................................................ 252 Figura 207. Pasta F. QT36-4-66 ........................................................................................................................... 253 Figura 208. Pasta G. QT36-4-40 .......................................................................................................................... 254 Figura 209. Pasta H. QT36-4-73 .......................................................................................................................... 254 Figura 210. Distribución porcentual del total de la muestra por tipo de cocción en las capas de la Unidad 04................................................................................................................................................................. 257 Figura 211. Distribución porcentual del tipo de cocción en los totales de cada capa de la Unidad 04 .... 257 Figura 212. Distribución porcentual del total de la muestra por tipo de decoración en las capas de la Unidad 04................................................................................................................................................................. 259 Figura 213. Distribución porcentual del tipo de decoración en los totales de cada capa de la Unidad 04................................................................................................................................................................. 259 Figura 214. Distribución porcentual del total de la muestra por grupos de pasta de acuerdo a las formas cerámicas .................................................................................................................................................................. 262 Figura 215. Distribución porcentual de los grupos de pasta en los totales de cada forma cerámica ........ 262 xxviii

Figura 216. Distribución porcentual del total de la muestra por tipo de cocción de acuerdo a las formas cerámicas .................................................................................................................................................................. 263 Figura 217. Distribución porcentual de los tipos de cocción en los totales de cada forma cerámica ....... 263 Figura 218. Distribución porcentual del total de la muestra por grupo de pasta de acuerdo al tipo de decoración................................................................................................................................................................ 265 Figura 219. Distribución porcentual de los grupos de pasta en los totales de cada tipo de decoración .. 265 Figura 220. Distribución porcentual del total de la muestra por tipo de cocción de acuerdo al tipo de decoración................................................................................................................................................................ 266 Figura 221. Distribución porcentual de los tipos de cocción en los totales de cada tipo de decoración . 266 Figura 222. Distribución porcentual del total de la muestra por forma cerámica de acuerdo al tipo de decoración................................................................................................................................................................ 267 Figura 223. Distribución porcentual de las formas cerámicas en los totales de cada tipo de decoración 267 Figura 224. Distribución porcentual de los artefactos líticos en las capas de la Unidad 04, según tipología lítica ............................................................................................................................................... 269 Figura 225. Artefactos líticos; a) azada; b-d) recipientes o tazones ................................................................ 270 Figura 226. Puntas y preformas (puntas) líticas; a, b) preformas (puntas); c, d) puntas ............................. 271 Figura 227. Puntas y preformas (puntas) líticas; a, b) preformas (puntas); c-e) puntas .............................. 272 Figura 228. Cuenta de roca hallada en el Locus 157 de la Unidad 04. Hecha de crisocola o turquesa .... 273 Figura 229. Distribución porcentual del total de la muestra de artefactos líticos por tipología lítica y la materia prima utilizada........................................................................................................................................... 278 Figura 230. Distribución porcentual de los artefactos líticos en las capas de la Unidad 04, por materia prima utilizada ......................................................................................................................................................... 280 Figura 231. Espada de tejer registrada en el Locus 161, Unidad 04. Hecha probablemente de un metatarsiano o metacarpiano de camélido ......................................................................................................... 291 Figura 232. Fragmento de espada de tejer registrada en el Locus 161, Unidad 04. Hecha de costilla de camélido ................................................................................................................................................................... 291 Figura 233. Punzón registrado en el Locus 157, Unidad 04. Hecho de hueso de pescado ........................ 291 Figura 234. Cuenta registrada en el Locus 158, unidad 04. Hecha probablemente de falange de camélido ................................................................................................................................................ 292 Figura 235. Cuenta registrada en el Locus 156, unidad 04. Hecha probablemente de falange de camélido ................................................................................................................................................ 292 Figura 236. Perfil este de la Unidad 04, se indica los locus, las capas, las ocupaciones y el lugar de procedencia de las muestras para fechado radiocarbónico .............................................................................. 293 Figura 237. Vista de la parte posterior del fragmento QT36-4-67 (fig. 173i). Se observa los restos de ¿cal? adheridos al fragmento. Probablemente el fragmento fue parte de un “calero” ................................ 294 Figura 238. Fotografía panorámica del sitio de Chaupisawakasi y el valle, zona del Quilcamayo. La vista se tomó desde el promontorio rocoso, ubicado aledaño al sitio, al norte ...................................... 301 Figura 239. Vista satelital del valle Quilcamayo-Tintiri. Se observan los sitios pukara del valle y la concentración de qochas en los interfluvios Quilcamayo-Azángaro y Quilcamayo-Tintiri ....................... 306 Figura 240. Rutas de traslado de la obsidiana durante el “Formativo”. Se puede observar como una de las rutas que parten de Chivay cruza por Pukara hacia el valle Quilcamayo-Tintiri. Tomado de Tripcevich 2007 (fig. 3-5) .......................................................................................................................................................... 327

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LISTA DE CUADROS Cuadro 1. Ocupaciones humanas de los sitios arqueológicos del valle Quilcamayo-Tintiri de acuerdo a las sociedades establecidas en el valle........................................................................................................................ 137 Cuadro 2. Ubicación y altura de las unidades de excavación en Chaupisawakasi ........................................ 162 Cuadro 3. Clasificación de la cerámica registrada por forma y locus de procedencia ................................... 202 Cuadro 4. Clasificación de las bases por forma de vasija y locus de procedencia.......................................... 217 Cuadro 5. Distribución de las pastas por locus de procedencia, Unidad 04 ................................................... 246 Cuadro 6. Distribución de las pastas según la granulometría .......................................................................... 247 Cuadro 7. Distribución de las pastas según la forma del antiplástico ............................................................ 247 Cuadro 8. Distribución del tipo de cocción por locus de procedencia, Unidad 04 ....................................... 256 Cuadro 9. Distribución del tipo de decoración por locus de procedencia, Unidad 01, Unidad 04, Unidad 05 y Unidad 06 .......................................................................................................................................... 258 Cuadro 10. Distribución de las formas por grupo de pasta ............................................................................. 262 Cuadro 11. Distribución de las formas por tipo de cocción ........................................................................... 263 Cuadro 12. Distribución de los tipos de decoración por grupo de pasta ...................................................... 265 Cuadro 13. Distribución de los tipos de decoración por tipo de cocción ..................................................... 266 Cuadro 14. Distribución de los tipos de decoración por formas cerámicas ................................................. 267 Cuadro 15. Distribución de los artefactos líticos por locus de procedencia, Unidad 01, Unidad 04, Unidad 05 y Unidad 06 .......................................................................................................................................... 268 Cuadro 16. Distribución de los artefactos por minerales y tipo de roca ....................................................... 277 Cuadro 17. Distribución de los minerales y tipos de roca por locus de procedencia .................................... 279 Cuadro 18. Distribución de las familias identificadas por locus de procedencia ........................................... 283 Cuadro 19. Distribución de las piezas óseas de camélido por locus de procedencia .................................... 287 Cuadro 20. Piezas óseas de camélido y la ubicación de las marcas de corte ................................................. 289 Cuadro 21. Distribución de los artefactos de hueso por locus de procedencia ............................................. 291 Cuadro 22. Fechados radiocarbónicos del sitio de Chaupisawakasi .............................................................. 294 Cuadro 23. Correspondencia estratigráfica del sitio de Chaupisawakasi ....................................................... 297 Cuadro 24. Fechados radiocarbónicos del sitio de Qaluyu.............................................................................. 315 Cuadro 25. Fechados radiocarbónicos del sitio de Pukara .............................................................................. 317 Cuadro 26. Fechados radiocarbónicos del sitio de Camata ............................................................................. 318 Cuadro 27. Fechados radiocarbónicos del sitio de Cachichupa...................................................................... 318 Cuadro 28. Fechados radiocarbónicos del sitio de Huajje ............................................................................... 319 Cuadro 29. Fechados radiocarbónicos del sitio de Huatacoa.......................................................................... 320 Cuadro 30. Fechados radiocarbónicos del sitio de Taraco .............................................................................. 320

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INTRODUCCIÓN En la introducción queremos explicar varios aspectos de la tesis. Primero, queremos dejar en claro de que trata esta tesis y que es lo que contiene la misma. Segundo, para elaborar este trabajo hemos utilizado una teoría científica y social, la cual la explicamos brevemente, además de varios conceptos y categorías que se usan en la tesis y debemos de dejar en claro. Tercero, toda ciencia particular, teoría social y la ciencia misma tienen sus límites y debemos tenerlos en cuenta de una manera crítica. Cuarto, esta tesis ha tenido cuestionamientos, objetivos e hipótesis iniciales, los cuales es necesario conocer. Finalmente, explicamos cómo hemos organizado este texto y que consideraciones hemos tenido para su redacción.

CONTENIDO DE LA TESIS El altiplano de la sierra sur del Perú tiene como principal protagonista al lago Titicaca, el lago navegable más alto del mundo, al filo de los 4000 metros sobre el nivel del mar. Casi todos los ríos que atraviesan el altiplano desaguan en dicho lago, permitiendo que haya vida más allá de sus orillas. Sin embargo, el altiplano, por su altura, es un ambiente con poco oxígeno y variaciones extremas de temperatura y, por consecuencia, con escasos recursos naturales tanto vegetales como animales. A pesar de esto, en esta región que comparten el Perú y Bolivia, a lo largo de la historia ha sido el hogar de importantes sociedades, desde aproximadamente los 8000 ANE1 hasta la actualidad, donde existe una población que, aunque es una de las más pobres del Perú, sigue forjando su propia historia. En ese desarrollo histórico, en la cuenca norte del Titicaca se desarrollaron una serie de sociedades prehispánicas que atravesaron por diferentes expresiones de vida. Después de lo conocido como el periodo Precerámico o “Arcaico” en esta área y tras las primeras aldeas sedentarias, aparece lo que conocemos en la literatura arqueológica como Qaluyu (1500 ANE - 400 ANE), un grupo social asociado a la primeras cerámicas decoradas y arquitectura comunitaria o “corporativa” que produce su subsistencia, alejándose de la caza-recolección para enfocarse en las actividades agrícolas y ganaderas, principalmente. Estas comunidades tempranas comienzan a experimentar cambios económicos y políticos en sus desarrollos autónomos; pero será a partir del siglo IV, antes de nuestra era, cuando el panorama cambia dándose un quiebre en el proceso histórico que, como veremos, estuvo asociado a la aparición de lo Pukara (400 ANE - 350 NE2). Así, durante el desarrollo de los grupos humanos relacionados con el estilo Pukara se dinamiza e incrementa su forma de producir y se elabora arquitectura y artefactos diferenciados tanto cualitativa como cuantitativamente. Como veremos, esta visión esquemática de las primeras sociedades sedentarias de la zona, todavía, necesita profundizarse para comprender la verdadera historia, que debe haber sido mucho más compleja de como la conocemos en la actualidad. Así pues, conscientes de esta realidad arqueológica, decidimos embarcarnos en la tarea de ofrecer un aporte desde nuestra disciplina, para explicar la prehistoria de esta zona y que esperamos sirva, de una forma u otra, a nuestros colegas actuales y futuros, como también al público en general. En esa senda de investigación, durante la última década nos hemos enfocado en la explicación desde la arqueología de las sociedades mencionadas arriba. Sobre todo porque se han dado algunos proyectos de investigación en la zona nuclear de las sociedades Qaluyu y Pukara, nos parecía relevante enfocarnos en nuevas áreas de investigación, vinculadas preliminarmente a dichas sociedades, para completar la imagen que teníamos de estas. Así, nuestras investigaciones, desde el 2006, se orientaron al valle del río Quilcamayo-Tintiri en la cuenca de uno de los principales afluentes del Titicaca: el río Azángaro. Conocedores, por lecturas y prospecciones, de muchos de los sitios formativos de la cuenca del Titicaca elegimos este valle por una serie de características y, porque allí, se reconoció desde la década de los 70’s la presencia del sitio Cancha Cancha-Asiruni, un importante yacimiento con restos qaluyu y pukara y donde se encuentra la famosa estela lítica con el diseño serpentiforme (fig. 103). Creímos que en este valle 1 2

Nosotros usaremos en este texto las siglas ANE (antes de nuestra era), en vez de las siglas AC (antes de Cristo). Usaremos las siglas NE (de nuestra era), en vez de las siglas DC (después de Cristo).

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podríamos encontrar mayores evidencias del desarrollo de las sociedades Qaluyu y Pukara que las ya conocidas, pero, sobre todo, explorar de manera sistemática todo un valle y comprender como se dio el desarrollo de la sociedad autónoma Qaluyu y cuáles fueron las características de la aparición de lo Pukara. Así, como parte de un proyecto que venía de años atrás, nuestro objetivo principal era reunir las evidencias materiales para comprobar o desechar la hipótesis de que Pukara fue el primer estado que surgió en la cuenca norte del Titicaca. De esta manera, a nivel empírico, esta tesis tiene como objetivo comunicar los conocimientos acumulados sobre las sociedades sedentarias tempranas (1400 ANE - 350 NE) asentadas en el valle del QuilcamayoTintiri (Azángaro, Puno), a través de sus materiales, principalmente provenientes de la excavación del sitio arqueológico de Chaupisawakasi, uno de los principales sitios formativos del valle. Adicionalmente, se utilizan los datos recuperados durante las prospecciones del valle, muchos de los cuales ya fueron reportados en un trabajo anterior (Tantaleán 2010a) y que fueron la base desde la cual se plantearon una serie de hipótesis que orientaron nuestro trabajo y las investigaciones en el sitio mencionado. Por ello, la parte central de este trabajo corresponde a los resultados de las excavaciones del sitio de Chaupisawakasi y al análisis de los materiales allí recuperados. Finalmente, discutimos algunos aspectos en torno a las primeras sociedades sedentarias comenzando en el mismo sitio de Chaupisawakasi, continuando con el valle del Quilcamayo-Tintiri hasta llegar a presentar una imagen regional de los grupos sociales relacionados con la cerámica del estilo Qaluyu y terminar explicando la formación del estado Pukara en la cuenca norte del Titicaca.

MARCO TEÓRICO La teoría social materialista histórica es materialista porque fundamenta su explicación en la materia en transformación, que antecede a la idea y la condiciona a la misma vez. Es histórico por cuanto reconoce y parte de las condiciones materiales de existencia que son transformadas históricamente a través de la producción social. En este sentido, al establecer que es la producción social lo que genera a la materia constituida históricamente también busca transformar la historia en su continuo avance. De esta manera, metodológicamente, el materialismo histórico propone el estudio de las condiciones objetivas materiales de existencia de las sociedades y con ello entender a la historia como un proceso dialéctico. Así, la concepción materialista histórica en resumen y en palabras de Karl Marx y Frederic Engels: “…consiste, pues, en exponer el proceso real de producción partiendo para ello de la producción material de la vida inmediata, y en concebir la forma de intercambio correspondiente a este modo de producción y engendrada por él, es decir, la sociedad civil en sus diferentes fases como el fundamento de toda la historia,…Esta concepción, a diferencia de la idealista, no busca una categoría en cada período, sino que se mantiene siempre sobre el terreno histórico real, no explica la práctica partiendo de la idea, sino explica las formaciones ideológicas sobre la base de la práctica material,…Esta concepción revela que la historia…en cada una de sus fases se encuentra un resultado material una suma de fuerzas productivas, una actitud históricamente creada de los hombres hacia la naturaleza y de los unos hacia los otros, que cada generación transfiere a la que le sigue, una masa de fuerzas productivas, capitales y circunstancias,..” (Marx y Engels 1973 [1846]: 39). En concordancia, los arqueólogos materialistas históricos manifiestan que: “El marxismo se propone identificar y explicar las condiciones objetivas materiales en las que se basa la producción de la vida social, así como definir si las relaciones sociales que se establecen en y entre las sociedades, explotan, ocultan y/o alienan al individuo social” (Castro et al. 2001: 13). En cuanto a la arqueología y el materialismo histórico existen múltiples desarrollos de esta teoría con respecto a nuestra ciencia (Lumbreras 1974a, 1981; Spriggs 1984; Patterson 1986; Hakken y Lessinger 1987; Gilman 1989; McGuire 1992; Bate 1998; Lull 1991, 2007; Tantaleán 2006a). Nosotros particularmente usaremos algunas de las teorías desarrolladas por dichos arqueólogos materialistas 2

históricos. Nuestra representación arqueológica estará inspirada en la “teoría de la producción de la vida social” (Castro et al. 2001), la “teoría de la prácticas sociales” (Castro et al. 1996), la “teoría del objeto” (Lull 2007), específicamente acorde a nuestra área de estudio con la teoría particular sobre el “Estado Teocrático Andino” (Tantaleán 2009a). Debemos de explicar algunos conceptos y categorías de estas teorías que son necesarios para comprender esta tesis3. Si bien estas teorías son parte de un desarrollo previo, en muchos textos marxistas (incluyendo los clásicos), creemos que las que mencionamos son una buena síntesis y que sería tedioso hacer una revisión del desarrollo de ellas, además de no ser nuestro objetivo. La “teoría de la producción de la vida social” y la “teoría de las prácticas sociales” conforman una unidad. Dicha teoría es el más importante aporte del “grupo de arqueología marxista de la UAB” (Tantaleán 2005a: 122, 2008: 144). Esta teoría se basa en que las sociedades se reproducen mediante su producción y sus prácticas sociales. Antes de empezar debemos de partir de que la vida social presupone tres condiciones objetivas: mujeres, hombres y objetos materiales (Castro et al. 1996: 35, Castro et al. 2001: 13). En la producción de la vida social debemos de diferenciar tres tipos de producciones: La producción básica “alude a la generación de nuevas/os mujeres y hombres, la futura fuerza de trabajo”, la producción de objetos “hace referencia a los alimentos y a todo tipo de implementos para el consumo o el uso”, la producción de mantenimiento “está destinada a conservar y mantener los objetos y sujetos sociales” (Castro et al. 2001: 18). Considerar a la producción básica como un proceso de trabajo específico genera que este no sea considerado solo como un proceso biológico-natural (Castro et al. 2001: 18-19). Dentro de la producción de objetos se diferencian dos tipos de producciones: la producción de alimentos y la producción de implementos o artefactos; en la primera es de importancia la producción primaria que corresponde a los alimentos sin preparación, es decir obtención de plantas y animales; la segunda se refiere a la obtención de medios de producción y artefactos de consumo (Castro et al. 2001: 19). La producción de mantenimiento aumenta el valor social de las cosas sin cambiar su valor de uso4 manteniendo o incrementando las características de un objeto, esta producción presenta una dependencia de la producción básica y de objetos (Castro et al. 2001: 19). La producción misma responde a un esquema que implican los factores de la producción. Estos factores comprenden el objeto de trabajo (OT), la fuerza de trabajo (FT), el o los medios de producción (MP) y finalmente el producto (P). Estos se relacionan en la producción de la siguiente forma: OT + FT + MP = P Esto es lo que conocemos como fuerzas productivas (FF). Así los objetos y sujetos sociales ocuparán distintos lugares en la producción dependiendo de cuál sea la producción desarrollada y el momento histórico de las fuerzas productivas. En un momento concreto uno de estos factores puede transformarse en otro factor debido al cambio que la producción misma ha generado en el objeto o sujeto. Así el despliegue de las fuerzas productivas constituye un sistema dialéctico de superación (Lull 2005: 12) y que se representa en lo que conocemos como el “movimiento en espiral” (fig. 1)

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A partir de aquí explicamos los principales conceptos y categorías de dichas teorías sintetizando las formulaciones de los autores o en algunos casos copiándolas casi literalmente. En algunos casos adherimos algunas explicaciones. 4 El valor de uso, en la teoría del valor de Marx (1973 [1867]: Capítulo I), corresponde a la utilidad que pueda tener un objeto. Esta utilidad está íntimamente ligada a las cualidades del objeto, es decir a todas sus características físicas y propiedades. Dichas características de la materia y de su manifestación en objeto son las posibilitadoras de las múltiples utilidades que puede tener un objeto.

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Figura 1. El despliegue de las fuerzas productivas. Tomado de Lull (2005: fig. 2).

Todos estos factores se articulan en la producción, en cualquiera de los tres tipos que hemos mencionado. Estas se manifiestan históricamente en las prácticas sociales. “Hombres mujeres y condiciones materiales integran las condiciones objetivas de la vida social. Los acontecimientos que ponen en relación estas tres categorías constituyen las prácticas sociales” (Castro et al. 1996: 35. Negrita nuestro). Las prácticas sociales pueden pertenecer o ejecutarse en tres esferas: prácticas socio-parentales, prácticas socio-económicas y prácticas socio-políticas. Las prácticas socio-parentales se realizan entre sujetos sociales vinculados por lazos de consanguineidad o afinidad. Dichas prácticas incluyen actividades como la cópula, gestación, engendramiento, el amamantamiento, tareas relacionadas al mantenimiento de fuerza trabajo (en particular, individuos incapaces de valerse por sí mismos temporal o permanentemente, como niños[as], enfermos[as], heridos[as]). Las prácticas socio-parentales no engendran condiciones materiales, sino agentes sociales. Estás prácticas posibilitan la producción básica. Las prácticas socio-económicas incluyen las actividades destinadas a la obtención, procesado y/o conservación de alimentos y a la fabricación y mantenimiento de implementos. Es aquí donde se dimensiona el mundo de los objetos. Estas prácticas son reconocidas desde la arqueología a través de los objetos arqueológicos los cuales se pueden manifestar en tres planos: artefactos, arteusos y circundatos (infra. Ver teoría del objeto). Las prácticas socio-políticas son aquellas que, mediante acuerdos o imposiciones, están destinadas a establecer formas de cooperación o de distancia social. Estas actividades incluyen objetos materiales y dan sentido a la producción económica ya que la orientan hacia determinados objetivos, que van más allá de productos y productores(as). Las organizaciones políticas institucionalizadas aglutinarán individuos de distintas unidades parentales para llevar a cabo determinados fines. Una de las primeras organizaciones políticas es la familia y en muchas sociedades esta termina institucionalizando la explotación de tipo sexual (patriarcado). En sociedades estatales, instituciones como colegios, iglesia, cortes judiciales, hospitales, ejercito, entre otras instituciones, son las que implementan principalmente las prácticas socio-políticas. El Estado comprendido como instrumento político de la clase dominante articulará y buscará nuevas articulaciones de la base socio-económica como medio para fortalecer este dominio (infra. Ver teoría del Estado Teocrático Andino). En algunas sociedades la influencia del estado llega hasta fijar el sentido de las prácticas socio-parentales, influyendo desde la producción de los sujetos sociales. Cabe decir que cuando se fija una orientación de las prácticas sociales, también surgen prácticas socio-políticas de resistencia5. 5

Esto deberíamos entenderlo en un sentido hegemónico y contrahegemónico (sensu Gramsci 1999 [1975]: 32-40).

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Habiendo precisado, a grandes rasgos, los conceptos más importantes de la teoría de la producción de vida social y de las prácticas sociales debemos de señalar algunos aspectos de la teoría del objeto (Lull 2007). Estos conceptos se enlazan con las teorías que explicamos y son importantes para la comprensión de esta tesis. Señalaremos los planos de expresión del objeto (Lull 2007: 158-166) y las clases de objeto (Lull 2007: 223-242). Como mencionamos los planos de expresión del objeto son tres. Los artefactos son el medio instrumental de las sociedades, e incluyen desde el útil más elemental hasta el asentamiento más complejo, siendo el resultado de procesos de elaboración mediatizados socialmente. El plano artefactual impone al mundo físico nuevos objetos no alimentarios. Los artefactos llegan a asumir distintos lugares en la producción en tanto medio de producción o producto (también objeto de trabajo en la producción de mantenimiento), pero nunca asumen más de un papel en una situación de producción determinada. El artefacto implica una apropiación selectiva de materia y determinadas actividades económicas, por esto brinda información sobre la tecnología y sobre la posesión y transmisión de conocimientos técnicos necesarios para su producción. Además la recurrencia en el uso de materias y reproducción de formas específicas, expresa decisiones sociales para la gestión de la materia y la codificación de prescripciones de conducta y pensamiento. El plano de los arteusos corresponde a todas las materias primas utilizadas en la producción de artefactos y a sus residuos y también a los elementos biológicos destinados a consumo alimentario. Los arteusos informan sobre las transformaciones biológicas o mecánicas efectuadas sobre la materia. El análisis de los objetos desde el plano de los arteusos brinda información sobre los mecanismos de producción de alimentos y las formas de apropiación social de los recursos energéticos. La elección de lo que se apropia requiere de un nivel de conocimiento de la materia, de su distribución en el espacio y de su aptitud para ser transformada y transportada, así como de los costos sociales que esto conlleva. Debemos de mencionar que “Sin artefactos no hay sociedad, pero sin arteusos no hay vida” (Lull 2007: 161). Los circundatos expresa las condiciones del medio físico y se refiere a los elementos orgánicos e inorgánicos del objeto en tanto sean indicadores del medio ambiente. Los circundatos del objeto constituyen la información más precisa del entorno físico y de las condiciones naturales y materiales del espacio social. La producción es ajena al plano del circundato, la información de este antecede y sucede a la producción pues informa sobre parte de las condiciones materiales iniciales y también sobre los efectos de la producción sobre el medio. En arqueología se han implementado nuevas técnicas que permiten generar nuevos objetos arqueológicos que proporcionan circundatos (como las muestras paleoecológicas, entre otras). La teoría del objeto tiene uno de sus principales aportes en una nueva tipología del objeto: “clases de objetos”. Esta constituye una nueva mirada a los objetos no como simples productos pasivos e inertes, sino como objetos que modifican y condicionan las relaciones sociales, a su vez que las transforman, enfrentándose y conllevándose con otros objetos y sujetos. Para Vicente Lull existen cuatro tipos de objetos: el objeto clave o primordial, los objetos comunes, los objetos exclusivos y los objetos artísticos. Como todo en la vida social, y en el mundo, las dimensiones de los objetos y sujetos son múltiples y se redimensionan continuamente pudiendo ocupar distintos lugares y situaciones en determinados momentos. Son de nuestro interés las primeras tres clases de objetos. El objeto clave o primordial es aquel que alienta sentido en los demás objetos. Constituye un fósildirector de orquesta cuyas indicaciones se encuentran fuera del tipo de los objetos que respetan su dictado. Se trata de objetos que exigen a los otros cambios de propiedad o cualidad, objetos que ostentan cierto poder determinante en las relaciones en las que están inmersos. Constituyen la atmosfera que atrae a los demás objetos, la que decide su comportamiento, y hasta opera en ellos comportamientos 5

insospechados. Desde el momento en que cualquier objeto responde al dictado de un objeto clave se carga de su sentido y conforma a la luz de aquel un eslabón sólido e inevitable que condiciona su relación con los otros. Los objetos clave denotan tan directamente una actividad, que sin su presencia esta no sería posible. En algunos casos, pueden compartir responsabilidad con otros instrumentos, pero estos frente a ellos siempre adquieren un aire circunstancial. El objeto clave especializa el lugar que ocupa cuando desaloja a los otros fuera de su lugar y radio de acción. Sin embargo, en un contexto de reunión de actividades, los objetos clave, obligados a convivir, indican que las actividades que componen son compatibles o están secuenciadas. Por eso, en ciertos casos, el espacio que los contiene aparenta ser el objeto primordial. Los objetos comunes son aquellos que se manifiestan en masa y difícilmente se diferencian de sus pares, casi idénticos, con los cuales comparten una misma función genérica y suelen reconocerse de un vistazo poco atento. Estos objetos que por cotidianos nos permiten material y biológicamente, sobrevivir. “Las diferencias con los otros objetos de una materialidad social dada nos indicarán las verdaderas distancias en el seno de aquella sociedad. Porque los objetos comunes son de clase proletaria y mantienen a la sociedad. Los objetos comunes y cotidianos son los auténticos objetos sociales,…” (Lull 2007: 230). Los objetos exclusivos son los que señalan la escisión en el seno de la sociedad entre estos objetos y los comunes. No tienen compañeros iguales o por lo menos no en masa, aun cuando los tienen no dejan de diferenciarse y presentar autoridad. “Los objetos exclusivos deben expresar novedad, desean sorprender e incluso sueñan con enseñorearse del impacto. Estos objetos suelen constituir metonimias emblemáticas y reclamar para sí estéticas adecuadas.” (Lull 2007: 231). Por último, la teoría particular del Estado Teocrático Andino (Tantaleán 2009a). Teoría arqueológica sobre el fenómeno del estado en los Andes, sobre todo de los primeros estados basados en la teocracia. Dicha formulación es el desarrollo más acabado de la teoría sobre el estado andino iniciada por Luis Lumbreras (2005a). Con esta teoría concluimos con las fuentes interpretativas en que se basa nuestra tesis. Aunque en el transcurso del texto se harán precisiones sobre algunos conceptos que consideremos necesarios aclarar. El Estado supone la institucionalización de las desigualdades sociales donde principalmente se da la estructuración de la sociedad en base a una división clara entre productores y no productores. Un estado, así, supone la existencia de una contradicción objetiva entre dos grupos sociales antagónicos de los cuales uno domina y controla la producción y distribución de los bienes materiales (explotación). En este sentido, un estado no es una cuestión solamente cuantitativa (fenomenológica) o de complejización económica, sino, sobre todo, es la consolidación sancionada y reproducida de una nueva organización de las relaciones sociales en las cuales un grupo minoritario de la sociedad se distancia de la producción básica (principalmente, de alimentos y medios de producción como la cerámica, textiles, instrumentos líticos, etc.) y se dedica a manipular, controlar y consumir el trabajo social de la población a la que tiene sujeta. Una forma de manipulación social en este contexto claramente surge de la religión. Asimismo, es Teocrático porque las anteriores desigualdades sociales están originadas, mantenidas, controladas, normadas y justificadas, institucionalmente, mediante una práctica socio-ideológica, llámese religión o mito dominante, que se practica y dirige como medio de reproducción de la asimetría social (sistema político y económico) y que tiene como objetivo concentrar productos mediante el monopolio del miedo o terror o la generación y ostentación de violencia fáctica y/o psicológica. De este modo, la religión subsume en sus narrativas las contradicciones objetivas de las clases sociales y se hace necesaria como medio de equilibrar y amainar las tensiones sociales que supone la existencia de la explotación, encubriéndola y haciéndola más dinámica, conformándose en el medio principal de control social. Por ello, sí existió algún cuerpo de guerreros este todavía no fue el principal grupo social ni dominó las relaciones sociales. En este contexto, el “Templo” o Centro Político Religioso, como preferimos denominarlo, es la principal propiedad de los teócratas y su instrumento de producción principal. Su 6

defensa, necesariamente, supuso la existencia de un grupo de individuos afiliado a la élite que encontraba en la religión y en las armas la justificación de las propiedades de la élite. Y, finalmente, es Andino porque es una manifestación o fenómeno social con características locales (andinas) y que estaba basado en formas de producción también originarias, dadas las condiciones sociales de la producción en el territorio andino. Dicha forma de producción andina tuvo un proceso histórico relacionado con los estados pero también independiente de ellos. En algunos casos, los estados asimilan dicha forma original de producción andina y las relaciones sociales que esta supone para su beneficio (por ejemplo, para época Inca, las relaciones sociales establecidas en el ayllu). Entender esta forma de producción y las relaciones sociales que estas suponen en la agricultura, el pastoreo, la caza, la pesca y/o la recolección es crítico para entender las particularidades de las sociedades andinas. Esto se hace necesario, sobre todo, desde una perspectiva arqueológica, desarrollada desde una realidad centrada en los Andes, que, en primer lugar, está basada en relaciones sociales sin la existencia de capital y donde la acumulación o retención del excedente se da en tributos de especies y la propiedad de la tierra, el principal medio de producción, cambió a lo largo de la historia. Según lo que planteamos acá, durante la existencia de los primeros estados teocráticos en los Andes, la propiedad de la tierra (hecha productiva) siguió en manos de los comuneros y, salvo las tierras sobre las que se asientan los Centros Políticos Religiosos y alrededores directamente relacionados, las demás tierras estaban fuera de su control directo.

LÍMITES DE LA ARQUEOLOGÍA Y LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA Siempre nos preocupó cómo es que se aborda la investigación científica en arqueología, la que está relacionada con la investigación científica en general. Casi todas (por no decir todas) las tesis y los proyectos de tesis (incluidos los que se hacen para el examen de capacidad profesional), de la facultad de ciencias sociales de la UNT (solo por mencionar un caso en particular), usan el método hipotéticodeductivo como método científico. En realidad el método hipotético-deductivo dicta la forma de proceder en la mayor parte del mundo de la ciencia. Es decir, siempre pensamos antes de abordar el objeto de estudio y solucionamos sus “problemas” a través de las hipótesis, que casi siempre son analógicas. El método hipotético-deductivo nace o cobra fuerza con el positivismo lógico del Círculo de Viena y con el racionalismo crítico del Karl Popper. Muchas consideraciones científicas y filosóficas podrían hacerse con respecto al método sobre todo si hemos declarado que seguimos el materialismo histórico y dialectico; sin embargo, no es nuestra intención disertar sobre filosofía y solo mencionaremos brevemente nuestras principales preocupaciones sobre el método. En líneas generales, este método implica la formulación de un “problema” a resolver, el que da origen a una teoría, la formulación de hipótesis y la contrastación o verificación de estas. A través de la observación se elabora una teoría que se cree cobra realidad, se ve lo que hemos visto en otros lugares y buscamos lo que deseamos buscar y lo que sabemos cómo buscar. Se cree que conocemos la realidad que aún no abordamos, solo porque sabemos (y en muchos casos no) como razonarla o simplemente porque hemos observado un fenómeno similar ya podemos predecir cómo se manifestará. Las hipótesis en la mayoría de investigaciones son elaboradas a luz de una teoría y de supuestos generales, es decir, están supeditadas a estas antes de abordar la realidad. Lo más peligroso de esta forma de proceder, nos parece, es que estas hipótesis y teorías querrán ser comprobadas de cualquier forma, elaborando métodos que nos conduzcan intencionadamente a eso o, más aún, si se manipula los posteriores resultados de la investigación. Por ejemplo en arqueología procesual: “…, puede pensarse que el acceso desigual a la riqueza es causa de la competición por el prestigio. Método de contrastación: elaboración de técnicas que aseguren la presencia de la estratificación social (por ejemplo, asimetrías en los ámbitos domésticos y funerarios que justifiquen tal aserto). Una vez ‘establecida’ la sociedad estratificada, ya se

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sabe la causa de su estratificación. Este simple ejemplo esconde (nos roba) la ley (causa determinante) mediante la cual ‘existe’ una identidad entre desigualdad y competición por prestigio.” (Castro et al. 1992: 37). Recurrir a las hipótesis analógicas es lo más común bajo este método y en arqueología. Muchas veces las hipótesis trasladan realidades de una sociedad a otra, de una forma mecánica. Es decir, reconocemos una realidad manifestada en otro lugar, bajo distintas condiciones históricas, en otra realidad aún no manifestada, con condiciones que no conocemos todavía. Así, este método y estas afirmaciones se vuelven ahistóricas. Con todo esto, no queremos decir que la deducción y la hipótesis no tienen valor para la investigación científica, ni, mucho menos, negar su valor en el desarrollo de la ciencia. Lo que queremos dejar en claro es que estas presentan estos problemas porque funciona dentro una forma de hacer y pensar que obvia dichos problemas y que niega el valor de otras formas de proceder y pensar (como la inducción por ejemplo). Las hipótesis han jugado y juegan un rol importante en la ciencia. “Todas las tesis teóricas, procedentes de la experiencia,…, pasan por la fase hipotética… por medio de la hipótesis la inducción se vinculaba a la deducción y de nuevo a la experiencia.” (Kopnin 1966: 413-414). Nosotros creemos que todas estas dificultades deben ser expresadas para poder ser superadas, no hacerlo tiene una clara intención de manipulación de la ciencia. Las hipótesis, pues, deben ir transformándose y acercándose infinitamente hacia la verdad y al objeto de estudio, para esto necesitan tanto de procesos inductivos como deductivos, en una clara unidad dialéctica. Considerar varias hipótesis es un punto que debería considerarse para poder tener múltiples puntos de vista y posibilidades. Debemos de mencionar, también, que en (algunas) arqueología(s) es costumbre creer que nuestras interpretaciones son reflejo fiel de la realidad pasada (teoría del reflejo mecanicista), cuando lo que pasa es que estas solo nos dicen algo de aquella realidad. Además, está el hecho de que toda formulación científica está vinculada a las condiciones materiales y sociales en la que se desenvuelve el investigador y que, adicionalmente, estas formulaciones están influenciados por su ideología, sobre todo en una ciencia histórica como la nuestra. La Teoría del Reflejo dialéctica es muy importante en esta discusión. “… la imagen del objeto es una forma del reflejo de la existencia de las cosas; es una forma ideal, es decir, reflejada en el sujeto, en su cerebro. Esto significa que la imagen del objeto no es el objeto mismo, ni es tampoco el signo del objeto, sino su reflejo” (Rubinstein 1963: 31). “El conocimiento – escribía V. I. Lenin – es una aproximación eterna, infinita, del pensamiento al objeto. El reflejo de la naturaleza en la mente humana no debe considerarse algo ‘muerto’, ‘abstracto’, sin movimiento, sin contradicciones, sino como un proceso dinámico permanente, de aparición de contradicciones y de su resolución.” (Lenin citado en Kopnin 1966: 27). “En la teoría del conocimiento, como en todos los otros dominios de la ciencia, hay que razonar dialécticamente, o sea, no suponer jamás a nuestro conocimiento acabado e invariable, sino analizar el proceso gracias al cual el conocimiento nace de la ignorancia o gracias al cual el conocimiento incompleto e inexacto llega a ser más completo y más exacto.” (Lenin 1966: 77). Siguiendo a Lull (1988) las explicaciones que haremos en nuestra tesis son parte de un modelo explicativo de la realidad que representan sus materiales. En tanto, este modelo supondrá una representación de la realidad arqueológica. “Representar es confeccionar un modelo coherente en el cual no exista contradicción entre la base lógica que lo sustenta (esfera formal) y las leyes o pautas arqueológicas contrastadas en sus materiales (esfera fáctica) y legalizadas por la metodología.” (Lull 1988: 70-71). Entonces, consideramos que nuestra representación será parte de un escalón en el avance del conocimiento arqueológico (sobre el tema tratado) y que seguro será superado en el futuro por investigaciones que 8

cuenten con métodos y técnicas más adecuados y que se ajusten de manera más acorde a la realidad, partiendo de esta misma. De esta manera tomamos conciencia que hacemos arqueología “aquí y ahora”.

PUNTO DE PARTIDA Nuestro proyecto de tesis (Zapata Benites 2012) ha sido el punto de partida de este texto. En base a nuestro marco teórico, en tanto cuestión epistemológica, antecedentes científicos y posibilidades de investigación, llegamos a plantear nuestra problemática científica6 con preguntas, objetivos e hipótesis (esta forma de proceder es la requerida por la UNT). Ya veremos en el desarrollo de este trabajo como es que han ayudado estos planteamientos iniciales al desarrollo de nuestra investigación. Como mencionamos, ya se ha avanzado bastante en el entendimiento del valle Quilcamayo-Tintiri con las investigaciones realizadas por el PIARA, pero se hacía necesario completar los datos obtenidos, con los datos de la temporada 2008, en la cual se prospectó el área del Quilcamayo y se identificó el sitio Chaupisawakasi. Con esto completaríamos la imagen arqueológica de todo el valle, entonces nos cuestionamos: ¿Cuáles son las principales características económicas, políticas y sociales de las sociedades sedentarias tempranas establecidas en el valle Quilcamayo-Tintiri y específicamente del sitio Chaupisawakasi? Este cuestionamiento general se relaciona directamente con las preguntas específicas, las cuales son posibles de responder a partir de la excavación del sitio de Chaupisawakasi: ¿Cuál es la secuencia de ocupación del sitio Chaupisawakasi y cuáles son las diferencias entre estas ocupaciones? y ¿Cuál fue la función del edificio principal de Chaupisawakasi, quiénes lo habitaban y cuál fue el rol de sus residentes dentro de la producción? Así, planteamos los siguientes objetivos: Objetivo general ·

Profundizar el conocimiento sobre la ocupación del valle Quilcamayo-Tintiri por las sociedades sedentarias del altiplano: Qaluyu (1400 – 400 ANE), Pukara (400 ANE – 350 NE), “Collao”; mediante el estudio de sus materialidad social (asentamientos, artefactos como las litoesculturas, la cerámica, y artefactos líticos, etc.).

Objetivos específicos ·

Analizar todos los datos referentes a la prospección del valle y la excavación del sitio Chaupisawakasi.

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Establecer una secuencia arqueológica del sitio Chaupisawakasi, mediante el análisis de la cerámica, elaboración de una tipología y composición de pastas, en relación con la estratigrafía del sitio.

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Reconocer las actividades desarrolladas en el edificio principal de Chaupisawakasi a través del análisis de la cerámica, el material lítico y una muestra del material óseo proveniente de las excavaciones en el sitio.

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Representar las prácticas sociales del sitio Chaupisawakasi y las relaciones sociales dentro del valle Quilcamayo-Tintiri.

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Aquí no detallamos todo el planteamiento del problema científico. Para esto se puede recurrir al proyecto de tesis presentado.

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Presentamos hipótesis que respondían a nuestros cuestionamientos y guardaban relación con los objetivos: Hipótesis General ·

En el valle Quilcamayo-Tintiri se estableció una(s) sociedad(es) sedentaria que produjo artefactos de estilo Qaluyu (asentamientos, cerámica, lítico, etc.) y desarrolló la agricultura (qochas y camellones) como principal forma de producción. Esta forma de producir sus medios de subsistencia no generó en su organización social relaciones asimétricas, lo que se evidencia en la simetría de la producción, distribución y consumo de los objetos. Luego de la época Qaluyu se desarrolló una sociedad de clases, que produjo y/o consumió artefactos de estilo Pukara (asentamientos, cerámica Pukara Policroma, estelas escalonadas, etc.). Estos nuevos artefactos sirvieron para justificar nuevas prácticas asimétricas, donde se desplegó un discurso político-religioso violento y coercitivo. Esta nueva forma de organizarse generó una clase dominante que pudo controlar la utilización de estos nuevos artefactos en espacios exclusivos. Dicha clase dominante se asienta sobre la sociedad del valle y transforma su forma de producir. En el valle no se desarrollaba aún una clase dominante o se encontraba en gestación. La aparición de una clase dominante en el valle se debió a la instalación de individuos, que provenían de Pukara y colonizaron el valle Quilcamayo-Tintiri.

Hipótesis Particulares ·

El sitio Chaupisawakasi fue producto del trabajo social acumulado y la revolución en la forma de producir de la sociedad en la época “Arcaica” o de los Cazadores - Recolectores que se encontraban instalados en el área donde se desarrolló el sitio. Chaupisawakasi posee una ocupación de época Qaluyu y Pukara, donde consecuentemente primero se desarrolla una sociedad igualitaria y luego una sociedad de clases, que desarrolló la arquitectura monumental y un grupo de su población consumió los nuevos artefactos. Así, este grupo social controló la producción agrícola de la vasta zona que se ubica entre el río Quilcamayo y el río Azángaro.

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El montículo principal de Chaupisawakasi fue construido en época Pukara u ordenado construir por gente que consumía cerámica pukara polícroma. El edificio principal del sitio arqueológico Chaupisawakasi fue parte de la residencia principal del sitio, donde residían la familia o grupo social dominante, y donde reproducían, aparte de sus actividades domésticas, un conjunto de prácticas sociales orientadas a validar su posición de clase. Así, este sitio fue uno de los principales centros administrativos del valle, el cual se relacionaba con otras zonas productivas tanto dentro del valle como fuera de sus límites naturales.

ESTRUCTURA Y PARÁMETROS PARA LA ORGANIZACIÓN Y REDACCIÓN En todo proceso de investigación el abordo de esta no tiene la misma secuencia que su exposición o discurso. Empezamos la tesis clarificando las teorías y otras informaciones que iluminarían este trabajo (Incluyendo el Capítulo I y Capítulo III), luego procedimos a la parte empírica (Capítulo IV, Capítulo V y Capítulo VI) y finalmente la parte que requería de más análisis y reflexión científica (Capítulo II, Capítulo VII y Capítulo VIII). Aun así esta no fue de la manera tan esquemática que mencionamos. Pero a posteridad queda ordenado tal como se los indica el índice. Esta tesis al ser materialista histórica pone énfasis en evidenciar las condiciones materiales y sociales de las sociedades de las cuales discutimos y de mostrar las teorías en las que nos basamos. Luego, expone todo el trabajo empírico realizado, detallando tanto procedimientos de obtención de datos como los resultados. Después, se analiza todo lo precedente a la luz de las teorías defendidas, para finalmente concluir y dar algunos derroteros para la continuidad del trabajo científico y como mejorarlo. 10

En su mayoría, hemos seguido las recomendaciones de redacción dadas por Umberto Eco (2007) y las normas de puntuación de la Real Academia Española. Aunque muchas veces hemos trasgredido intencionadamente algunas de las recomendaciones dadas por Eco. Indicaremos las normas más importantes para la redacción y el formato del documento. En este texto las jerarquías de los títulos, subtítulos y otros parágrafos son distintos ya que solo se han numerado los capítulos. Las jerarquías obedecen al tamaño y estilo de la fuente, que en nuestro caso es Garamond, es decir a mayor tamaño mayor jerarquía. El tamaño de la fuente es de once, pero las notas a pie de página tienen un tamaño menor de fuente, es diez. El tamaño de la fuente de las descripciones de las figuras es nueve y para los títulos de los cuadros es once, para ambos casos el estilo de fuente es negrita. Los márgenes del texto son de 3 cm en el margen izquierdo y de 2 cm en los otros márgenes. No se usa sangría de primera línea y para diferenciar los párrafos se deja un espacio (línea sin escribir) entre ellos. Las figuras y cuadros han sido incluidos dentro del texto en forma de libro, con el fin de evitar los anexos y que conforme avanza el texto se tenga las referencias gráficas durante la lectura.

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CAPÍTULO I LA CUENCA NORTE DEL LAGO TITICACA Y EL VALLE QUILCAMAYOTINTIRI: DESCRIPCIÓN DE LAS CONDICIONES MATERIALES En este capítulo, queremos describir de una forma “rígida” los datos correspondientes a las condiciones materiales de la cuenca norte del Titicaca y del valle, describiendo por lo general estudios que provienen de otras ciencias, que no están ligadas directamente y que no han tomado en cuenta a la arqueología o antropología; aunque muchas de estas investigaciones, aquí presentadas, han sido tomadas posteriormente por la mayoría de los arqueólogos que desarrollan su praxis arqueológica en el Altiplano Andino. Además, estos estudios serán acompañados por nuestras observaciones arqueológicas y antropológicas con el fin de ofrecer una visión más integral del espacio físico que le tocó habitar al ser humano altiplánico. Aquí se describen principalmente las condiciones materiales naturales en las que se desenvuelve y desenvolvió el hombre que habita y habitó el altiplano. Abordamos aspectos como: la ubicación de nuestra zona de estudio; los cambios, las condiciones y otros datos concernientes a la tierra; la disponibilidad y la ubicación de los recursos minerales de la parte norte del altiplano; situamos las principales fuentes hídricas del altiplano e indicamos algunos de sus cambios durante su historia natural; describimos la condiciones climáticas y paleoclimáticas y, finalmente, escribimos sobre la ecología, flora y fauna. Así, el objetivo de este capítulo es familiarizar al lector con el paisaje altiplánico en el cual se desarrollaron las sociedades “formativas” de la cuenca norte del Titicaca y establecer el contexto físico en el cual se realizaron las investigaciones arqueológicas previas, así como presentar al valle del QuilcamayoTintiri. Ya iremos viendo como estos datos nos servirán en el desarrollo de esta tesis.

UBICACIÓN GEOGRÁFICA-POLÍTICA El altiplano andino, también conocido como “Provincia Fisiográfica del Altiplano”, es una región geográfica que se extiende desde de la falda oriental de la cordillera occidental y llega hasta las estribaciones de la cordillera oriental (fig. 2), abarcando las depresiones de las cuencas de los lagos Titicaca y Poopó (ONERN 1965a: 24) por el sur y hasta el nudo de Vilcanota por el norte (Mujica 1991: 273). Se puede considerar al altiplano andino como una meseta amplia y elevada que se encuentra entre los 3800 y 4200 msnm (ONERN 1965a: 24); aunque en las zonas de las cumbres nevadas, que rodean el altiplano andino, puede llegar a los 5000 – 6000 msnm (Mujica 1997: 1, Wheeler y Mujica 1981: 3). El altiplano andino contempla un territorio tan basto que comprende unos 200 km de largo por 200 km de ancho (Lavenu 1991: 19) superando los 30 000 km2. Políticamente el altiplano andino abarca en el Perú todo el departamento de Puno (fig. 3) y las partes más orientales de los departamentos de Arequipa, Moquegua y Tacna; en Bolivia abarca todo el departamento de Oruro y las partes occidentales de los departamentos de La Paz y Potosí; en Chile abarca gran parte de la provincia de Parinacocha, la parte más oriental de Iquique y una pequeña zona nor-oriental de El Loa. 12

La cuenca del Titicaca ocupa la parte norte del Altiplano Andino y llega a cubrir una extensión de aproximadamente 57 500 km2 (Erickson 1996: 47, 2000: 311, Roche et al. 1991: 84, D’Agostino et al. 2002, Stanish 2003: 34), dispuestos en un eje NNO-SSE de 425 km de longitud con un ancho máximo de 200 km (Erickson 1996: 47). El lago Titicaca se encuentra a un altura aproximada de 3810 msnm (Mujica 1997: 1, Roche et al. 1991: 83), ocupa una superficie que alrededor de 8500 km2 (Erickson 1996: 47, 2000: 318; Roche et al. 1991: 84), tiene un perímetro de 195 km (Roche et al. 1991: 84), 175 km de longitud (NNOSSE) por 50 km de ancho (SSO-NNE) y la profundidad máxima es de 281 m con un promedio general de 107 m (Erickson 1996: 47).

Figura 2. Mapa político de la zona central-oeste de Sudamérica. Se resalta las zonas más elevadas de la cordillera de los Andes.

Antes de continuar con las descripciones geográfico-políticas debemos de apuntar el problema en la definición de la cuenca norte del Titicaca, definición que solo responde a una división arbitraria de carácter cardinal-geográfico y que a pesar de, que en ciertos casos, y en cierta medida puede llegar a correlacionarse con lo histórico-social, en mayor parte supone un traba tanto geográfica como social. A pesar de esto, la usamos en la medida que es la división más utilizada en la arqueología de la cuenca del Titicaca7 (v.g. Kidder II 1943; Bennett 1950; Mujica 1987, 1991, 1997; Stanish 2003) y porque no es motivo de la presente tesis la superación de este problema que si deberá hacerse en el futuro. 7 Esta definición de “área cultural” niega el dinamismo de la historia andina y en particular de esta parte de los Andes. Asimismo, esta delimitación se enmarca en una “área cultural” mucho mayor definida por Lumbreras (1981: Parte III) como el área “Centro Sur Andina” o “Circum-Titicaca”. Como el mismo Lumbreras reconoce: este concepto, de “área cultural” estuvo vinculado en su origen al historicismo cultural. Aunque Lumbreras trata de dar más dinamismo a sus áreas culturales, introduciendo consideraciones materialistas históricas al tratar de relacionar estas áreas geográficas-sociales con una determinada forma de proceso productivo y de relaciones sociales especificas entre medio ambiente y hombre, se termina cayendo en una especie de determinismo ambiental, sobre todo si es tomado a la ligera por otros arqueólogos. Nosotros creemos que este concepto de “área cultural” puede tornarse

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Figura 3. Ubicación del Perú con respecto a Sudamérica. Se resalta el departamento de Puno.

El primero en utilizar esta división fue Kidder II (1943), luego fue sintetizada por Bennett (1950) quien aprovecho todo el conocimiento producido hasta ese momento (vide Kidder II 1943 y Tschopik 1946). Así, Bennett (1950: 89, fig. 35) va más allá y define no solo dos grandes áreas en la cuenca del Titicaca, sino también seis sub-áreas, que tienen un correlato con su periodificación desarrollada y su arqueología histórico-cultural. Entonces el área de la cuenca norte del Titicaca comprendería las áreas de Moho, Taraco, Puno y Juli8 (fig. 4). Las posteriores investigaciones han reproducido esta división, aunque ya se han expresado algunas críticas (v.g. Tantaleán 2010a). El área de estudio, políticamente, se encuentra en el distrito de Azángaro, en la provincia de Azángaro, en el departamento de Puno (fig. 3 y 4). El valle Quilcamayo-Tintiri, es parte de la subcuenca del río San José que, a su vez, forma parte de la cuenca del río Azángaro que al unirse al sur con el río Pukara, finalmente, se denomina como Ramis, en la cuenca norte del Titicaca, en el altiplano circun-Titicaca (fig. 4 y 5). Los ríos Quilcamayo y Tintiri se originan en las alturas de la cordillera oriental y desembocan a la altura de la ciudad de Azángaro, en el río epónimo (fig. 14 y 15). Este valle presenta una altitud que va desde los 3850 msnm hasta los 3900 msnm. Sus coordenadas geográficas se hallan comprendidas entre los paralelos 3º 72' 00’’ y 3º 86' 00’’ de latitud sur y los meridianos 83º 50' 00’’ y 83º 60' 00’’ de longitud oeste de Greenwich. ahistórico y determinista ambiental, y que si bien existen determinadas condiciones naturales, las sociedades siempre terminan rebasándolas y/o circunscribiéndose u ocupando una pequeña porción de estas, todo esto cambiará dependiendo del momento histórico. 8 La cuenca sur del Titicaca según Bennet (1950) comprende las zonas de Copacabana, Tiahuanaco y Achacache.

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Figura 4. La cuenca del lago Titicaca. Tomado de Plourde (2006: fig. 4.3).

Figura 5. Fotografía satelital tomada de Google Earth donde se observa el lago Titicaca y la frontera entre Perú y Bolivia.

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FISIOGRAFÍA, GEOLOGÍA Y GEOMORFOLOGÍA Ya hemos visto que la cuenca norte del Titicaca se encuentra dentro de la Provincia Fisiográfica del Altiplano. Esta región, en general, presenta terrenos planos de ligero ondulamiento, recortados por valles de varios kilómetros de ancho que atraviesan las cadenas montañosas (ONERN 1965a: 24, 45-50). Como características secundarias presenta numerosas terrazas fluvio-aluviales y de aluvionamiento (ONERN 1965b: 2), así como algunos afloramientos dispersos a manera de monadocks (Ibíd.: 13). Esta peneplanicie se comenzó a formar en el Terciario Medio o Superior y se comenzó a elevar a fines del Terciario o principio del Cuaternario (Ibíd.: 2-3). La morfología geográfica de la cuenca del lago Titicaca es, básicamente, la misma que la de todo el altiplano. Stanish (2001: 197) se refiere a la geomorfología de la zona de la siguiente manera: “Los ríos cortan el paisaje y desembocan en el lago. Estos ríos forman la puna. Grandes pampas se encuentran en algunas áreas de las márgenes del lago que constituyen lugares favorecidos para la ubicación de los campos elevados. En otros casos, las colinas bajas y ondulantes, y las montañas abruptas se encuentran cerca del lago. También hay pequeños bolsones de valles que se ubican ocasionalmente, de tal manera que sirven de protección contra los vientos fríos.” Por la parte norte de la altiplanicie del lago Titicaca, donde se ubica el valle, la superficie es relativamente plana. El relieve del valle es relativamente accidentado, con llanuras de pendientes suaves y algunas elevaciones montañosas hacia los lados del río. En la zona de Puno y el área Circun-Titicaca, en general, se distingue rocas sedimentarias ígneas y metamórficas, dichos afloramientos en su mayoría pertenecen al Cenozoico. Esta zona ha estado expuesta a diversos periodos geológicos, movimientos orogenéticos y epirogenéticos, que han causado el levantamiento de los Andes (ONERN 1965a: 50). Los tipos de rocas presentes en la cuenca norte del Titicaca son sedimentarias (areniscas [alrededores de Azángaro, Antaute, Tulane], calizas[Noreste de Antaute, Tulane], lutitas [Antaute, Tulane, Muni Grande y al Sureste de Azángaro], pizarra [Noreste de Antaute, Tulane] etc.), metamórficas e ígneas intrusivas (cuarcitas [José Domingo Choquehuanca], granito [Lampa], granodiorita [Lampa y Laguna de Arapa], tonalita [Santiago de Pupuja], dacita [Oeste de Pucará], etc.) y extrusivas. Se ha estimado que la edad de estas rocas va desde el Paleozoico Medio hasta el Cenozoico-Neógeno. (ONERN 1965a: 50-52, 1965b: 34)9. Los distintos procesos geológicos acaecidos en el altiplano han generado diversas formaciones geológicas, que como hemos mencionado van desde el Paleozoico hasta el Cenozoico. El valle Quilcamayo-Tintiri se encuentra dentro de la formación denominada como “Depósitos Recientes” (Aluvial y Lacustre). Esta formación geológica es una de las más jóvenes, dentro de las formadas durante el Neógeno (ONERN 1965b: 6). “Bajo esta denominación se han agrupado a los depósitos fluvioglaciales y aluviales. De acuerdo a la génesis de sus suelos, representan los más recientes y los más profundos del sector” (Ibíd.). Así también existen otras formaciones geológicas que se vinculan al valle como la formación Muni al norte y al sur, la formación Vilquechico hacia el este, el Grupo Cabanillas hacia el oeste y algunos afloramientos de rocas ígneas como la Diorita (fig. 6). Luego veremos la importancia de las formaciones geológicas para con el desarrollo histórico de la sociedad asentada en el valle (pp. 39-58).

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Para conocer el área que abarca el estudio de la ONERN (1965a), llamada Zona de Prioridad I, consultar las páginas 22 y 23, del mencionado estudio.

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Figura 6. Mapa Geológico de la zona NNO de la cuenca norte del Titicaca. Redibujado de ONERN (1965: Mapa Geológico).

Figura 7. Mapa del Potencial Minero de la zona NNO de la cuenca norte del Titicaca. Redibujado de ONERN (1965: Mapa del Potencial Minero).

RECURSOS MINEROS DE IMPORTANCIA ARQUEOLÓGICA Según el estudio de la ONERN (1965b) sobre los recursos mineros de Puno, se trata de yacimientos de baja y mediana potencialidad. Los yacimientos existentes son de orden metálico y no metálico. Entre los yacimientos de orden metálico tenemos los de oro, plata, cobre, estaño, zinc, plomo, antimonio, manganeso y fierro; a pesar de la variedad, el número de yacimientos es reducido (ONERN 1965a: 55, 1965b: 17-18). En cuanto a los yacimientos no metálicos, en la zona existen depósitos de sal gema, yeso, arcilla y material de construcción, entre otros (ONERN 1965a: 56, 1965b: 18). Arqueológicamente, y para nuestro caso, nos interesa el cobre, la plata y el oro, ya que han sido los metales que han sido identificados (vide Kidder II 1943: 5, Plourde 2006, Chávez 2007, Schultze et al. 2009) como materia prima para la producción de artefactos en metal. Así, también son de gran importancia los yacimientos de sal gema y arcilla, sin dejar de lado los otros materiales. La zona donde se ubica el valle es parte de la Zona Minera del Sur (ONERN 1965b: 19-28), que comprende las localidades de Ayaviri, Nuñoa, Orurillo, Azángaro y Surupana. Los yacimientos que predominan en esta zona son los de Antimonio, Plomo y Plata. Sin embargo, en la Zona Minera del Norte (Ibíd.: 30. Fig. 7) predominan los yacimientos cupríferos que en algunos casos están asociados a oro. Más al sur, en la bahía de Puno, en el sitio de Huajje (Schultze et al. 2009) ha sido identificada una importante mina de plata.

Figura 8. Áreas de producción de sal al borde de un lago en la localidad de San Juan de Salinas, Azángaro.

Dentro de los yacimientos no metálicos existen varios depósitos de sal gema, algunos depósitos de arcilla, betas de piedra caliza, yacimientos de yeso y canteras de material constructivo en la cuenca norte del lago (ONERN 1965b: 33-37. Fig. 7). Entre los depósitos de sal gema tenemos las Salinas de Azángaro (fig. 8), que se encuentran a 12 km al suroeste de Azángaro y también se conectan con Arapa; las salinas de Muni que se ubica en las pampas de Muni Grande y se encuentra a aproximadamente 5 km al oeste de Taraco 19

(Ibíd.: 34-35). En cuanto a las canteras de materiales de construcción encontramos, principalmente, rocas como arenisca, basalto, andesitas y tobas dacíticas, estas canteras pertenecen a la Formación Huancané; existen importantes canteras cerca a Azángaro, Pucará, Ayaviri, Arapa, Asillo, Taraco, etc (fig. 7), también debemos mencionar la cantera de cuarcita cerca al sitio de Arapa (Chávez 1975) y la cantera de basalto olivínico cerca al sitio de Ichu-Incatunuhuiri (Tantaleán 2005b: 105). Los afloramientos de caliza se encuentran ampliamente distribuidos en la cuenca norte, se ubican principalmente en las áreas de: JuliacaCaracoto, Ayabaca-Capachica, Orurillo-Nuñoa y Tirapata-José Domingo Choquehuanca y constituyen extensas áreas. La principal fuente de arcilla de la cuenca norte se encuentra cerca a Pucará, aunque también existen otras fuentes de menor importancia en las localidades de Azángaro y Arapa (ONERN 1965b: 37, MPA 2007: 45-46). Aunque se ha reportado marginalmente su presencia arqueológica para las sociedades que comprende nuestro estudio10 debemos de mencionar los yacimientos de yeso, los cuales tienen sus principales depósitos en Capachica-Samán, Pucará-Juan Domingo Choquehuanca, Colque (ONERN 1965b: 37), Cruscunca y Sancolla (MPA 2007: 45).

Figura 9. Minas de ch’aqu (tierra comestible) ubicada a unos kilómetros al noreste del sitio Chaupisawakasi. La familia Calcina Quispe que también habita en el sitio de Chaupisawakasi extrae el ch’aqu para consumo propio y venta en el mercado.

De los recursos mineros mencionados, podemos discriminar los que se encuentran dentro del valle en estudio y los de relativa cercanía al valle. Dentro del valle tenemos fuentes de arcilla11 y cerca de este en Santiago de Pupuja al suroeste también existen depósitos de arcilla (MPA 2007: 45). Las salinas de Azángaro se encuentran fuera del valle pero su relativa cercanía hacia el sur del valle lo hacen un recurso de importancia para el valle. La cantera de roca ubicada al este de la ciudad de Azángaro se encuentra dentro del valle, las canteras reportadas por Tantaleán (2010a: 172-375) en los sitios QT-03, QT-06, QT09, QT-24 y los sitios QT-05, QT-20 y QT-23, que son descritos como recursos disponibles pero no se precisa su uso como cantera, además del sitio QT-36 (Chaupisawakasi) y QT-28, descritos en la presente 10 11

Ver pp. 74 y nota 28. Desconocemos su ubicación pero son indicadas en el texto de la ONERN (1965a: 37).

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tesis (pp. 104, 128); así también debieron de establecerse otras canteras en los ríos del valle y sus arenas debieron ser aprovechadas. Adicionalmente, a unos kilómetros al noreste del sitio de Chaupisawakasi se encuentran minas de ch’aqu, una tierra arcillosa del grupo de los filosilicatos, que es una tierra comestible12 muy apreciada por la gente de la localidad y que se vende en los mercados y ferias de la zona de Azángaro (fig. 9).

EDAFOLOGÍA Los suelos, de acuerdo a su fisiografía y origen, en esta parte de la cuenca norte pueden ser de cinco tipos, según la ONERN (1965c: 8-9). Estos son: Los suelos lacustres o aluvio-locales de áreas depresionadas, suelos lacustres y aluvio-locales de la altiplanicie, suelos aluviales y aluvio-locales propios de la altiplanicie y quebradas, suelos aluvio-locales y glacio-fluviales, suelos residuales o in situ en ladera y cima de cerros. Sería innecesario recurrir a la descripción de todos estos; ya que nuestro principal interés está centrado sobre el valle Quilcamayo-Tintiri, describiremos la edafología correspondiente a los tipos de suelo a los que está relacionado y que en algunos casos comparte características con otros importantes valles de la cuenca. El valle Quilcamayo-Tintiri pertenece a los suelos lacustres y aluvio-locales de la altiplanicie. “Los suelos pertenecientes a este grupo extenso e importante se han formado a partir de sedimentos relativamente finos y profundos de origen lacustre y aluvio locales. Ocupan la mayor parte del altiplano central…” (Ibíd.: 8). El valle pertenece a la asociación Pucará (fig. 10), al gran grupo de la Pradera Rojiza Cálcica Andina, al sub-orden de los suelos oscuros de las regiones semi-áridas y sub-húmedas de las praderas andinas y al orden zonal (Ibíd.: 89, Tabla B). La Pradera Rojiza Cálcica Andina es un área de los grandes grupos de suelos que abarca íntegramente el área del valle Quilcamayo-Tintiri y forma parte de los suelos zonales o climatogénicos de la formación del Bosque Húmedo Montano (ONERN 1965d: 5-6). Estos suelos son los de mayor productividad agronómica, en el estudio realizado por la ONERN (Ibíd.) En el área ocupada por el valle se han identificado dos asociaciones de suelos: la asociación Pucará y la asociación Pusi (fig. 10). Estas asociaciones contrastan con respecto a su capacidad productiva agrícola (en la actualidad), ya que la asociación Pucará (ONERN 1965c: 37-40) es una de las más productivas, mientras que la asociación Pusi (Ibíd.: 55-58) es una de las que tiene más baja capacidad productiva. La asociación Pucará es la que más se vincula al valle, ya que comprende toda la zona dominada por el río Tintiri, y la asociación Pusi solo ocupa una reducida zona en el sector noroeste del río Quilcamayo. La importante asociación edáfica Pucará es descrita de la siguiente manera: “Esta vasta Asociación edáfica, una de las más importantes tanto por su extensión como por la calidad de los suelos que integra, cubre aproximadamente una superficie de 111,268* Has. [sic] dentro de la zona reconocida. Geográficamente, se distribuye ocupando las planicies extensas y terrazas altas disectadas de las cuencas de los ríos Ayaviri, Azángaro y Ramis, principalmente… La Asociación Pucará consiste de suelos ZONALES relativamente maduros, profundos, pardo rojizos a pardo rojizo oscuros, franco a franco arcillosos, bien drenados, de buena fertilidad natural y capacidad productiva. Esta Asociación se desenvuelve bajo una configuración topográfica dominante casi plana a ligeramente inclinada.” (Ibíd.: 37) Los suelos del valle, de acuerdo a su capacidad de uso, pertenecen a la clase III (fig. 11). Estas tierras poseen una fertilidad natural y una capacidad productiva de las más óptimas, las cuales son apropiadas para cultivos temporales propios de altura y la fijación de pastos permanentes (Ibíd.: 69-70).

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Para mayores detalles sobre su explotación, variedades y consumo se recomienda consultar a Browman y Gundersen (1993), Browman (2004) y Guinea (2006).

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Figura 10. Mapa de Asociaciones de Suelos de la zona NNO de la cuenca norte del Titicaca. Redibujado de ONERN (1965: Mapa de Asociaciones de Suelos).

Figura 11. Mapa de Capacidad de Uso de la zona NNO de la cuenca norte del Titicaca. Redibujado de ONERN (1965: Mapa de Capacidad de Uso).

Por otro lado, con respecto a la capacidad de uso de los suelos, el estudio pionero de Tschopik (1946) recupera datos etnográficos recogidos de la población Aymara, y establece una tipología de suelos, dentro de estos suelos existen cuatro tipos de tierra cultivable según los Aymara: “1. Campos de fondo de valle. Los informantes de Tschopik dicen que estos suelos son los mejores de la región. Están situados en la base de varias quebradas (o barrancos) que cortan las montañas cerca al lago. 2. Campos a la orilla del lago. Estos campos son considerados como los segundos mejores suelos para la agricultura. En la actualidad se utilizan canales para regar estos campos. 3. Campos de ladera de montaña. Estas extensas áreas tienen suelos delgados y rocosos, de acuerdo a los informantes de Tschopik. En la actualidad estas áreas están fuertemente aterrazadas y son cultivadas bajo el sistema de barbecho largo. [fig. 12] 4. Pampas plana. Estas áreas alejadas de la orilla del lago son considerados los peores suelos, de acuerdo con los informantes de Tschopik, que dicen que el riego no se practica en esta región…” (Stanish 2003: 35. Traducción y entre corchetes nuestro). Onofre (Stanish et al. 1997: apén. 1, ver también Stanish 2003: tabla 3.1) también establece una tipología de suelos y tierra, en base a las informaciones de los agricultores Aymara, definiendo nueve tipos según once criterios: color, textura, retención de agua, presencia de rocas, plantas silvestres, geografía, cultivos, calidad del suelo, clima, fertilidad y presencia de campos elevados.

Figura 12. Campos de ladera de montaña o cerros aterrazados. Localidad de Yacchata, cuenca del Quilcamayo-Tintiri.

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HIDROLOGÍA13 “La superficie total de la hondonada del lago Titicaca, hasta el comienzo del Desaguadero es de 57.500 km2, incluidas las aguas superficiales, 1/4 de las cuales están en Bolivia y 3/4 en el Perú. La superficie de la cuenca de drenaje es de 49.010 km2, o sea 85 % de la cuenca total, 1/5 de la cual situada en Bolivia y 4/5 en el Perú. Las tres cuartas partes de la cuenca vertiente del lago están drenadas por seis ríos (cuadro 1): los ríos Ramis (31 %), llave (15 %), Coata (11 %), Catari (7 %), Huancané (7 %) y Suchez (6 %). Una proporción del 4 % de la hondonada está situada a una altitud comprendida entre 5.000 y 6.400 m. La planicie del Altiplano representa 28 %, en tanto que el lago mismo se extiende sobre 15 % de la superficie. La pendiente media de los tributarios puede variar de 35 m km-l, en la parte superior de la cuenca, a 0,8 m km-1 en su curso inferior. La longitud de los principales ríos está comprendida entre 120 y 180 km, con excepción del río Ramis que mide 283 km.” (Roche et al. 1991: 84).

Figura 13. Mapa hidrológico de la cuenca del lago Titicaca, se observa el nivel actual del lago y también el paleolago Minchin. Tomado de Craig y colegas (2011: fig. 1).

13 Para una síntesis de todos los estudios limnológicos realizados sobre la principal fuente hídrica de la cuenca, el Lago Titicaca, recurrir a Claude Dejoux y André Iltis (1991).

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El nivel del lago varía anualmente (Roche et al. 1991: 84), desde el siglo pasado (Roche et al. 1991: 84, Erickson 2000: 318) debido a las variaciones climáticas (Infra) y, también, debido a las condiciones paleoclimáticas (Abbott, Binford, Brenner y Kelts 1997; Abbott, Seltzer, Kelts y Southon 1997; Talbi et al. 1999) ha variado a través de toda su historia paleohidrológica desde su formación a principios del Pleistoceno (Wirrmann et al. 1991: 61). Estos cambios en los niveles del lago son de importancia, debido a que la elevación o descenso de 1 m en el nivel de las aguas puede llegar a exponer o inundar 120 000 ha de superficie terrestre (Erickson 2000: 318). Como referencia de los cambios que pudieron suceder sabemos que el lago ha variado en su nivel alrededor de 6,37 m desde el siglo pasado (Roche et al. 1991: 84) hasta el presente. Los cambios paleohidrológicos que nos interesan14 son los que comprenden el periodo que va entre los 8000 ANE, que es donde se registra los primeros indicios de actividades humanas (vide Cipolla 2005, Klink 2005: 16, Klink y Aldenderfer 2005: 27, Aldenderfer 2012: 27), hasta la invasión española, aunque bien podríamos remontarnos mucho más. Para el Holoceno Wirrmann y colegas (1991: 66-67) han definido cinco estados principales15: - Desde hace aproximadamente 10.500 B.P. hasta 7.700 B.P.; un período de descenso lacustre se establece,… El lago Titicaca registra una fuerte baja de nivel, al principio de manera progresiva y luego volviéndose cada vez más intenso…; a 9.600 años B.P., el nivel de agua se establecía a cerca de 15metros debajo del nivel actual... - De 7.700 a 7.250 años B.P., la disminución del nivel del lago alcanza por lo menos 50 metros en el Lago Mayor,... El Titicaca se caracterizaba entonces por cuencas individualizadas muy poco profundas, pequeñas y espaciadas en el Huiñaimarca (fosa de Chúa, depresión del centro oeste) y alrededor de la depresión central del lago Chucuito. La consecuencia de este período de sequía es una reducción de 42 % de la superficie en agua del lago y una pérdida de 30 % de su volumen de agua (fig. 4). La comunicación entre el Lago Mayor y el Lago Menor y entre la fosa de Chúa y la depresión del centro oeste estaban cortadas. - De 7.250 años B.P. a 4.000 años B.P. se establece un período de nivel lacustre muy bajo, entre 10 y 45 metros por debajo del nivel actual, con el mantenimiento de cuencas individualizadas… Posteriormente,… un aumento lento y progresivo del nivel de agua. - De 4.000 años B.P. a 2.000 B.P. aproximadamente, después de una fase de disminución de nivel corta pero notable, ocurre una fase de aumento progresivo y el nivel se establece a alrededor de 10 metros debajo del actual. Se notan aportes notables de aguas enriquecidas en NA+ y Cl-, pero las aguas son dulces desde hace 3.600 años B.P. La comunicación entre el Lago Mayor y el Lago Menor se restablece al final de este período. - Después de 2.000 años B.P. y antes de 1.000 años B.P., el lago Titicaca adquiere su estado actual y el Desaguadero tiene su rol de efluente. Se notan oscilaciones de nivel de 5 a 10 metros. Alrededor de 350 años B.P., según las crónicas históricas (RAMOS GALIVAN, 1621) un leve aumento del nivel tuvo lugar…” Las principales cuencas en la parte norte del Titicaca son las de los ríos de Coata, Ramis y Huancané. Dentro de la bibliografía consultada hemos encontrado dos tipos de delimitación de la cuenca, la primera que divide a la cuenca del río Ramis en subcuenca del Azángaro, subcuenca del río Ayaviri y cuenca propia del río Ramis (ONERN 1965b); y la segunda que divide a la cuenca del Ramis en varias subcuencas, 14

Las cuencas del Altiplano han registrado modificaciones desde hace más 1 800 000 años (Lavenu et al. 1984; Servant y Fontes 1978, 1984). Asimismo, el lago a largo de su historia ha tenido varias fases o episodios conocidos como paleolagos, dentro estos tenemos los paleolagos: Mataro, Cabana, Ballivian, Minchin (fig. 13) y Tauca, hasta llegar al nivel actual del lago (Wirrmann et al. 1991).También se puede recurrir a Fritz y colegas (2004) para más información paleohidrológica. 15 Los datos del Binford, Brenner y Leyden (1996: 95) discrepan en relación al bajo nivel del lago entre 7700 y 3650 ANE.

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donde se detalla la subcuenca de San José (ATDR RAMIS 2003, 2008). Solo nos centraremos en la descripción de la cuenca del río Ramis y la subcuenca del río San José donde se encuentran los ríos Quilcamayo y Tintiri. “Geográficamente se ubica entre las coordenadas 271,888 (71°07´4,7”) Este a 454,337 (69°25´26,4”) Oeste y de los 8’290,627 (15°27´33,7”) Sur a los 8’445,589 (14°03´26,6”) Norte, entre los 3,802 msnm que es la desembocadura al lago y hasta los 5,750 msnm en el nevado Ananea Chico. Hidrográficamente pertenece a la cuenca del lago Titicaca y limita por el norte con la cuenca del río Inambari, por el sur con la cuenca del río Coata, por el este con las cuencas de Huancane y Suches y por el oeste con la cuenca del río Vilcanota.” (ATDR RAMIS 2003: 6)

Figura 14. Mapa Hidrológico del valle Quilcamayo-Tintiri.

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Figura 15. Confluencia del río Quilcamayo (derecha) y el río Azángaro (izquierda). En el extremo izquierdo se aprecia parte de la ciudad de Azángaro.

Los ríos Quilcamayo y Tintiri, pertenecen a la subcuenca de San José, de la cuenca del río Ramis que forma parte de la hoya hidrográfica del Titicaca. El río Quilcamayo tiene su origen en la unión del río San José y la quebrada Carcapuncu, y el río Tintiri se origina en la conjunción del río Jarjapunco y el río Condoriri (fig. 14). Ambos ríos se juntan a pocos kilómetros al este de la ciudad de Azángaro, antes de desembocar en el río epónimo. Dichos ríos presentan un recorrido bastante sinuoso. Presenta escurrimiento superficial entre enero y mayo, teniendo un período de sequía entre junio y septiembre, y durante los meses de enero a marzo se dan las mayores descargas pluviales. El régimen de descarga que lo caracteriza es torrentoso e irregular, lo que la mayoría de las veces crea problemas a los agricultores que hacen uso de sus aguas. La subcuenca de San José tiene forma de “Pera”, al igual que la mayoría de los ríos presenta características propias de torrente, aunque no se tiene datos exactos, la descarga promedio parece estar alrededor de los 94,6 m3/s (ATDR RAMIS 2003: 13). Esta subcuenca presenta varios recursos hídricos entre los cuales se encuentran manantiales, quebradas, ríos, bofedales y lagunas de los cuales los más importantes son los ríos Quilcamayo y Tintiri (fig. 15).

CLIMA Las condiciones climáticas, al igual que todas los condiciones de existencia de las sociedades andinas, están sujetas a cambios, ya que disponemos de datos paleoclimáticos16 comenzaremos por exponer los 16

Existen otros estudios paleoclimáticos (Shimada et al. 1991; Thompson et al. 1985; Thompson et al. 1988; Thompson y Mosely-Thompson 1987; Abbott, Binford, Brenner y Kelts 1997; Abbott, Seltzer, Kelts y Southon 1997; Binford et al. 1997; Binford y Brenner 1989; Leyden 1989) pero que principalmente se centran en la historia del paleoclima reciente (500 NE -actualidad) y que tienen más importancia para las investigaciones sobre la sociedad Tiawanacu y la parte sur del lago, que para las sociedades que aquí tratamos. Para una discusión acerca de las

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resultados de Ybert (1991), con respecto a los periodos históricos de nuestro interés. Ybert obtiene cinco periodos de tiempo que representan una sucesión de paisajes, de ahí solo tomaremos los dos finales:

…entre 11.000 y 4.100 años BP aproximadamente “La temperatura era entonces inferior a la actual de 1 a 3°C durante el período correspondiente a la sub-zona B5 (11.000-9.500 años BP aproximadamente), temperatura semejante de la que conocemos entre 9.500 y 5.500 años BP, con leves enfriamientos hacia los 8.700 y 6.500 años BP, luego nuevamente más fría de 1 a 2°C a partir de 5.000 años BP aproximadamente…medio salado comparable al del lago Poopó.”

…a partir de 4.100 años BP aproximadamente “Las temperaturas son vecinas de las actuales pero enfriamientos de baja amplitud debieron producirse a los 3.000, 1.200 y 600 años BP… La ausencia de Pediastrum…(antes de 3.600 años BP) indican que las aguas eran aún saladas… y es solamente a partir de esta época, 3.000 años BP aproximadamente, que las totoras han debido desarrollarse, dando al lago Titicaca el aspecto que conocemos hoy día.” (Ybert 1991: 77). Antes de continuar con este apartado debemos de prevenir sobre los datos de la ONERN (1965a), con respecto a las cuestiones climatológicas, que tomaremos para desarrollar este punto. Estos nos advierten sobre las deficiencias técnicas y de registro (Ibíd.: 42) que se produjeron en la realización de su estudio. No obstante, es el estudio que más se acerca (instalaron una estación meteorológica en la ciudad de Azángaro) con respecto al valle Quilcamayo-Tintiri. Para las descripciones climáticas generales, de la cuenca del Lago Titicaca, tomaremos principalmente los datos de Roche y colegas (1991). En términos generales, la cuenca norte del Titicaca posee un clima “…semiseco y frio, con estaciones de Otoño e Invierno carentes de lluvia y sin cambio térmico invernal definido.” (ONERN 1965a: 42). A pesar de tener un clima casi homogéneo, las distintas alturas del altiplano y la cercanía o lejanía del lago hacen diferencias climáticas (fig. 16). “En las zonas de altitud inferior a 4.000 m, las temperaturas medias anuales varían entre 7 y 10°C. Alrededor del lago mismo, las temperaturas son sin embargo superiores a 8°C…El lago tempera el clima sobre todo disminuyendo la amplitud de las temperaturas, pero no parece ocasionar en su contorno un aumento de la temperatura media anual superior a 2°C… El gradiente térmico es de 0,76°C 100 m-1. Para la zona comprendida entre 3.800 y 4.000 m, la dispersión de las temperaturas es grande debido a los efectos de exposición, de abrigo y de distancia al lago. En las cimas más altas que delimitan la cuenca, la temperatura media anual desciende bajo cero alrededor de 5.100 m. En toda la cuenca, las temperaturas medias más bajas tienen lugar en julio, en pleno invierno, mientras que las más elevadas se sitúan de diciembre a marzo, generalmente centradas en febrero…” (Roche et al. 1991: 86). Particularmente, en la zona de Azángaro donde se ubica nuestro valle, el clima presenta una variante, que la ONERN (1965a: 43) ha definido como el subtipo climático “B” o “clima de Orurillo, Asillo y Azángaro” (fig. 16). En este subtipo de clima se da una temperatura máxima promedio de 13° C y una temperatura mínima promedio de 6° C, con un rango de oscilación de 7°C. Estas variaciones son un indicador de los súbitos descensos en la temperatura, lo que produce “heladas” más o menos intensas. A pesar de esto, la zona de esta variante climática presenta condiciones favorables durante todo el año para el desarrollo de actividades agropecuarias, siendo durante los meses de setiembre a marzo, la mejor época para las actividades agrícolas (Ibíd.: 43-44). “En esta zona, la temperatura presenta valores medios mensuales relativamente altos, de 9° C a 12° C, pero con registros extremos altamente ondulantes, pues varían de 23° C a los -5° C. La variación y distribución anual de la temperatura pueden considerarse como uniformes.” (Ibíd.: 47). Las condiciones investigaciones, paleohidrológicas, paleoclimáticas y paleoecológicas del Altiplano Andino se puede recurrir a Stanish (2003: 40-43).

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climáticas favorables de este subtipo climático indudablemente tienen que ver con la posición topográfica de la zona, que se encuentra abrigada por las altas estribaciones que circundan la zona. Las precipitaciones son abundantes para el altiplano durante la estación de verano, escasas durante las de otoño e invierno y de mediana intensidad en la de primavera. La precipitación promedio anual alcanza aproximadamente a 720 mm según la ONERN (1965a: 44) y de 759 mm año-1 según Roche y colegas (1991: 88). “Las cinco cuencas peruanas para las cuales se observaron los caudales, reciben juntas una precipitación media interanual de 769 mm año-1, mientras que el resto de la cuenca recibe 682 mm año-1…La época de lluvias está centrada en enero (fig. 4). Comienza generalmente en diciembre para terminarse en marzo. La época seca, centrada en junio, se escalona de mayo a agosto. Dos períodos de transición separan estas dos épocas, uno en abril y el otro de septiembre a noviembre.” (Ibíd.: 89). En cuanto a las precipitaciones en el área del sub-tipo climático “B” se recibe una mayor cantidad de precipitación, que alcanza los 760 mm de promedio anual, lo que genera un registro de lluvias adecuadas y excesivas para los meses agrícolas (ONERN 1965a: 45). Estos datos contrastan con los datos establecidos para la subcuenca de San José, con “…un promedio anual de 631mm y se distribuyen de manera desigual durante el año produciéndose las mayores precipitaciones en los meses de Noviembre [sic] a abril.” (ATDR RAMIS 2003: 13). En el subtipo Climático “B” las precipitaciones pluviales son más uniformes en su variación y distribución anual, con respecto a los otros sub-tipo climáticos, teniendo un rango de oscilación de 80 mm entre los valores medios mensuales extremos durante el verano y la primavera. Durante el otoño e invierno, las lluvias son escasas, desapareciendo en el período mayo-junio (ONERN 1965a: 47). En cuanto al registro de las magnitudes de los vientos de superficie, solo se posee los datos del observatorio de Chuquibambilla al noroeste del Quilcamayo-Tintiri. “Los vientos del Sur-Este [en relación a la estación de Chuquibambilla] alcanzan su máxima intensidad de frecuencia en Verano, y su mínima en Invierno, originándose en la brisa del Lago, que sopla hacia las extensas pampas del Altiplano. Los valores absolutos máximo y mínimo extremos de los vientos, son de 10.0 m/seg. y 0.5 m/seg., respectivamente.” (ONERN 1965a: 46. Entre corchetes, nuestro). La humedad relativa del altiplano gira alrededor de 50% a 65% en las zonas aledañas al lago y aumenta de acuerdo al aumento de la altitud, esta puede llegar a un valor máximo de 83% en Chacaltaya a 5200 msnm; la variación anual llega al máximo en enero o febrero, siguiendo las precipitaciones, y al mínimo en julio (Roche et al. 1991: 86). No hemos conseguido datos sobre la humedad relativa en la zona del valle. El tiempo de insolación es elevado en el altiplano, así tenemos unas 2915 h año-1 en Belén y 3000 h año-1 en Puno (Roche et al. 1991: 86), aunque estas localidades se encuentran en los alrededores del lago. Los valores mínimos son de 167 h y 180 h, en relación a Belén y Puno, para los meses de enero y febrero, que ocurren dentro del periodo máximo de precipitaciones; así coherentemente se observan los periodos máximos de exposición a mitad del invierno con 298 h y 296 h, respectivamente. La evaporación, que por lo general está íntimamente relacionada con el tiempo de insolación y la temperatura, es variada en la zona del Sub-tipo climático “B”: “La evaporación, en general, es muy desuniforme [sic] en su variación y distribución anual, con excepción de los últimos cuatro meses del año, durante los cuales se observa una cierta relación termo-evaporimétrica, a diferencia del resto del año, en el que es notoria la falta de correspondencia entre ambos factores meteorológicos, ésta llega a alcanzar un promedio anual de 1,310 mm. y su notable variación, en los primeros ocho meses del año, parece tener su origen en la presencia de esporádicas corrientes de vientos fuertes que circulan sobre el área, así como también aun mayor número de horas de sol.” (ONERN 1965a: 197). 30

Figura 16. Mapa Climático de la zona NNO de la cuenca norte del Titicaca. Redibujado de ONERN (1965: Mapa Climático).

Figura 17. Mapa Ecológico de la zona NNO de la cuenca norte del Titicaca. Redibujado de ONERN (1965: Mapa Ecológico).

Figura 18. Mapa Agrostológico de la zona NNO de la cuenca norte del Titicaca. Redibujado de ONERN (1965: Mapa Agrostológico)

ECOLOGÍA La cuenca norte del Titicaca según el sistema de los pisos ecológicos de Pulgar Vidal (1967) se encuentra dentro de la zona Suni y de la Puna; la región Suni se encuentra entre los 3800 msnm y los 4000 msnm, y es el límite superior de la agricultura; la región Puna se encuentra entre los 4000 msnm y los 4800 msnm, y es una zona de pastos ideal para el pastoreo de camélidos. Siguiendo el sistema de clasificación de las “formaciones vegetales” o “zonas de vida natural” del mundo, de Holdridge (2000 [1979]), posee seis formaciones ecológicas17 (ONERN 1965d: 3-8): Pradera o Bosque Húmedo Montano (PBHM), Monte muy Húmedo Subalpino, Monte Húmedo Subalpino, Tundra Pluvial Alpino, Tundra muy Húmeda Alpina y Nival, los que responden a cuatro pisos altitudinales: Montano, Subalpino, Alpino y Nival. Carl Troll (1968) también elaboró una clasificación geográfico-ecológica para el altiplano dividiéndolo en Puna, entre 3800 msnm y 4500 msnm, y Puna brava, entre 4500 msnm y 5300 msnm. El área que comprende el valle Quilcamayo-Tintiri se encuentra dentro de la Pradera o Bosque Húmedo Montano18 (fig. 17), el cual comprende los subtipos climáticos “A”, “B” y “C”, antes mencionados (Supra). Esta formación se extiende desde el lago Titicaca hasta los 4100 msnm, es una zona integrada en su mayoría por pampas con pastos naturales, planicies extensas de pendiente suave, de un clima frío pero no extremo (ONERN 1965d: 3). FLORA

En términos generales, la vegetación del altiplano está compuesta principalmente por pastizales de abundante riqueza forrajera y que mayormente pertenecen a la familia de las gramíneas, las que destacan porque prolongan su ciclo vegetativo y están disponibles casi todo el año, leguminosas y juncáceas. Estos pastos son bastante uniformes y forman la cubierta de esta área de los Andes (ONERN 1965d: 12). A pesar de su homogeneidad existen algunas diferencias en los tipos de pastos y su palatibilidad para su uso como forraje. Dentro de la formación ecológica del PBHM se desarrolla la formación vegetal del Bosque Húmedo Montano Matorral, pero que corresponde al área del sub-tipo climático “A”. A parte de la formación vegetal mencionada podemos decir que en general la formación PBHM tiene: “…una cubierta vegetal cuya fisionomía es muy característica por la densidad y variedad de especies, constituida en un alto porcentaje por hierbas graminosas de muy buen vigor. También son abundantes los arbustos; en cambio, los árboles son más bien escasos por razones de un intensivo uso por el hombre. Las especies más frecuentes que perduran durante todo el año son: Festuca dolychophylla "chillihua", Muhlembergia ligularis "grama dulce", Trifolium amabile "layo", Carex, Calamagrostis vicunarum y C. heterophylla "crespillos". Especies leñosas: Berberís sp., Baccharis sp., Solanum sp., Rives sp., Grindelia "Karwaya", Senecio, Buddleia "ccolli", Polylepis y "Kceñua".” (Ibíd.: 6). Debido a la importancia de los pastos se han realizado estudios agrostológicos (fig. 18) que han definido múltiples asociaciones vegetales19, las que se distribuyen por la cuenca norte obedeciendo a las distintas condiciones ecológicas. Para el valle domina la asociación Festuchetum y Muhlembergetum (fig. 19), aunque en las zonas más montañosas domina la asociación Stupetum. Por ahora solo describiremos la primera asociación.

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Tosi (1960) en su “Zonas de vida natural en el Perú” asigna ocho formaciones ecológicas para todo el altiplano. De acuerdo al estudio de la Municipalidad Provincial de Azángaro (2007: 65), la formación ecológica del valle corresponde a la formación de Bosque Húmedo Montano Subtropical (o montano bajo), lo que no se corresponde con el esquema de Holdridge (2000 [1979]). 19 Definidas en base a la dominancia o co-dominancia de algunas especies (ONERN 1965d: 12).

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“Estas asociaciones conocidas con los nombres de “chillihuares” y “gramales”… comprenden por lo general los campos llanos de pendientes suaves y de poca altitud de la meseta altiplánica… Estas especies son muy palatables, es decir, tienen una gran aceptación de parte del animal. La densidad de las mismas podría promediarse en alrededor del 70%, porcentaje que, agregado a sus otras características, permiten calificarlas como pasturas de buenas a excelentes. Estos pastizales, considerados como los de mayor valor entre todos los demás, presentan una capacidad receptiva de 1 a 2 ovinos por hectáreas en la zona Sur del Sector, siendo de 3 ovinos por hectárea hacia el Norte y llegando algunas veces a 3.5 ovinos/Ha., como en el caso de Azángaro.” (ONERN 1965a: 111. Formato en negrita, nuestro).

Figura 19. Asociaciones de Festuchetum-Muhlembergetum, localidad de Callacayani, valle Quilcamayo-Tintiri.

FAUNA

La fauna altiplánica posee una vasta riqueza y diversidad zoológica, tanto en esta zona como en el resto de los Andes. Las principales especies de la fauna altiplánica y en particular de Puno son: Aves: Plegadis ridgwayi (Yanavico), Fulica americana (Choka), Fulica gigantea (Ajoya), Anas versicolor (Pato Puna), Lophoneta specularioides (Pato Cordillerano), Anas cyanoptera (Pato Colorado), Egretta thula (Garza Blanca Pequeña), Anas flavirostris (Pato Sutro), Centropelma micropternum (Kele), Lessonia oreas (Chenko), Oxiura ferrugínea (Pato Pana), Tringa menaloneuca (Tiuntico Grande), Rollandia rolland (Pkoko), Phalcobaenus albogularis (Alcamarí o Kerokenke), Larus serranus (Gaviota), Zonotrichia capensis (Gorrión americano), Podiceps occipitales (Queñola), Gallinula chloropus (Tiquicho), Vanellus resplendens (Lequecho), Phleocrypytes melanops (Totorero), Phoenicopterus rubber (Flamenco), Sicalis uropigiales. Mamíferos: Cavia sp (Cuy), Choelphaga melanoptera, Colaptes rupícola, Conepatus rex (Zorrino), Falco sp, Lagidium peruvianum (Vizcacha), Liolalemus sp, Mustela sp, Musxisacxicola sp, Nothoprocta pentlandii, Odocoileus virginianus (Venado), Tinamotis pentlandii, Oreailurus jacobita, Theristicus caudatus, Vicugna vicugna (Vicuña), Lycalopex culpaeux (Zorro Andino). (CEDESOS s/f)

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Figura 20. Rebaño de alpacas en el valle alto del Tintiri, en la localidad de Condoriri.

No hemos encontrado investigaciones sobre la fauna del valle, pero se han realizado estudios (CEDESOS s/f) en el distrito de Asillo, provincia de Azángaro, que comparte la misma formación ecológica con el valle Quilcamayo-Tintiri, además agregamos nuestra observación de la fauna del lugar (fig. 20). Las especies más representativas son: Lama glama (llama), Vicugna pacos (alpaca) Bubulcus ibis (garza ganadera), Zenaida aurícula (tórtola), Columba sp. (paloma), Lagidium peruanum (vizcacha), Vanellus resplendens (avefría andina o tero serrano), Phalcobaenus albogularis (kerokenke), Lycalopex culpaeux (zorro andino), Conepatus rex (zorrino), Odocoileus virginianus (venado), Mustela sp. (oscollo), etc.

COMENTARIOS En este capítulo hemos visto cada una de las condiciones materiales naturales a las que se ha tenido que enfrentar el actual y antiguo poblador del Altiplano Andino. Algo que debemos de reconocer es que si bien varios de estos estudios se remontan a las épocas de desarrollo de las sociedades arqueológicas sobre las cuales estamos tratando, también algunos de estos datos echan mano a un análisis de las condiciones actuales del altiplano, lo que nos podría llevar a actualismos. Es por esto que debemos de ser cuidadosos en el uso de estos datos y contrastarlos con nuestra evidencia arqueológica, ya que las condiciones naturales de hoy no siempre fueron las mismas que las del pasado prehispánico. La ubicación de nuestra área de estudios es primordial debido a que nos ha permitido situarnos espacialmente y empezar con el desarrollo de los posteriores parágrafos de este capítulo. Además discutimos brevemente las división arqueo-geográfica: “Cuenca Norte del Titicaca” y que no siempre tiene un correlato con el desarrollo histórico-social, provocando una traba en el desarrollo de la arqueología, lo que dejamos claro es que esta se debe de superar en el futuro con un estudio más detallado. Por otro lado la fisiografía, geología y geomorfología presentan condiciones semejantes a las antiguas y teniendo en cuenta que los procesos geológicos son los que más demoran en generar diferencias notables, 36

se puede confiar casi completamente de estos datos, aunque no debemos de olvidar que existen algunos factores que han podido afectar rápidamente algunas de las formas de la tierra sobre la que se asentaron las sociedades prehispánicas. Los recursos mineros de importancia arqueológica tienen una gran distribución en la cuenca norte del lago Titicaca, descubiertos por estudios en el siglo pasado. Sin embargo creemos que no todos estos recursos han sido explotados por las sociedades pretéritas. Lo que debería emprenderse en el futuro es una visita sistemática de estos lugares para una comprobación de su uso arqueológico. No obstante, el recuento hecho sirve para dejar constancia de la existencia de estas condiciones, de estas canteras potencialmente explotables. Aún desconocemos cuanto han podido cambiar las condiciones edafológicas del altiplano y el uso directo de estos datos puede resultar peligroso y actualista. Además, está el desarrollo de tecnologías agrícolas aplicadas a la tierra lo que puede hacer variar las condiciones edafológicas. Estos datos deben de ser usados con cuidado. El conocimiento de la ubicación y magnitud de los principales recursos hídricos de nuestra área de estudio resulta vital en el entendimiento de las sociedades prehispánicas. Además también tenemos conocimiento de cómo han ido cambiando los recursos hídricos, principalmente del Lago Titicaca, con estudios que se remontan a las condiciones de estos a más 10 000 AP, esto nos permite mitigar y superar los actualismos. Así pues, sabemos que el lago no siempre tuvo la misma configuración. Al igual que para la hidrología, con respecto al clima también se cuenta con estudios paleoecológicos que nos remontan a la épocas del desarrollo de las primeras sociedades del altiplano, así conocemos como es que han ido cambiando las condiciones climáticas, durante el desarrollo de estas sociedades. Tal como hemos visto, el antiguo poblador prehispánico del altiplano afrontó unas condiciones climáticas iguales e incluso más adversas que las actuales. La ecología es obviamente una de las condiciones que más ha cambiado hasta nuestros días, sobre todo con la invasión española que trajo consigo nuevas especies tanto de fauna como de flora, lo que tuvo una gran repercusión sobre este aspecto en el altiplano. Sin embargo podemos comparar estos datos con el registro arqueológico que se ha producido hasta ahora. Todos los datos expuestos en este capítulo nos servirán en los capítulos siguientes y en especial en el capítulo ii que sucede a este. En él se dinamizan estos datos y vemos cómo es que se relacionan las condiciones materiales naturales con las sociedades y como han servido de base para el desarrollo de estas. Cómo es que se han enfrentado, han condicionado y también han sido superadas por las sociedades altiplánicas.

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CAPÍTULO II LAS CONDICIONES MATERIALES DE EXISTENCIA Y LAS SOCIEDADES TEMPRANAS DE LA CUENCA NORTE DEL LAGO TITICACA En una zona de las más altas de los Andes, las sociedades que se establecieron y se establecen en el altiplano, han lidiado y lidian con las condiciones que hemos descrito líneas atrás. El factor climático es el que supone la principal resistencia para la vida en el altiplano, con un clima tan cambiante estacional y diariamente. Así, el clima, los recursos hídricos y la ecología en general han sido los que han tenido un mayor cambio a través del tiempo y han sido un factor significativo dentro del devenir histórico de las sociedades establecidas aquí. La geomorfología y los suelos relativamente aprovechables presentan diferencias dentro de la gran homogeneidad de lo que supone el término “altiplano”; así la ubicación de los recursos naturales, que hemos identificado durante el desarrollo del Capítulo I, nos ha mostrado una determinada heterogeneidad. Cada uno de estos factores o condiciones materiales suponen una diferencia, así como una coincidencia dentro de lo que llamamos “Cuenca Norte del Titicaca”20, y nos ayudarán a comprender mejor el aún incipiente conocimiento arqueológico de esta parte de los Andes. El encuentro de las sociedades y estas condiciones materiales han generado nuevos objetos, formas de producir, formas de organizarse, etc; que han modificado las condiciones materiales y a las sociedades mismas, en una relación dialéctica que nos ha traído hasta este punto y que transforma constantemente la realidad, que aún no terminamos de comprender. Estas formas de responder, a las condiciones materiales, han cambiado y se han desarrollado de distintas maneras a través del tiempo, presentando distintas formas de producirse y reproducirse en los distintos periodos de tiempo que les ha tocado enfrentar y que en muchos de los casos no terminan siendo de la forma en que los arqueólogos tratamos de encasillarlas. Nuestras descripciones y referencias de textos científicos pueden ser incompletas. Así, a pesar de que hemos tomado como referencia principal los estudios científicos más antiguos, corremos el serio riesgo de caer en actualismos y de generalizar estudios que tienen ciertos limitantes metodológicos21. Aun así, hemos tomado estos estudios como referencias para generar nuestra representación arqueológica, estudios que deben de ser superados por investigaciones que emprendan y consideren el aspecto arqueológico y en donde los datos correspondan de fuentes más diversas. Con todo esto, los estudios actuales nos permitirán una primera representación de las condiciones materiales y su relación con las sociedades prehispánicas.

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Quizás estamos siendo muy ambiciosos al referirnos a la cuenca norte, ya que nuestras descripciones se han centrado básicamente en una zona de la cuenca norte, el valle Quilcamayo-Tintiri y sus valles vecinos. 21 Los paleoestudios del proyecto ORSTOM (Dejeux e Iltis 1991) están limitados porque sus datos provienen principalmente del lago Huiñamarca. Los demás paleoestudios, como ha mencionado Stanish (2003: 41-42), poseen metodologías que son difícilmente comparables.

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Muchos de los factores que hemos descrito líneas atrás guardan una estrecha relación. Todos los factores naturales o sociales están vinculados de alguna forma. Pero algunos guardan una relación más estrecha entre sí, o por lo menos así se nos muestra. De esta forma hemos querido agrupar algunos de estos factores o condiciones materiales, dentro de la respuesta concreta de las sociedades altiplánicas en relación a estas condiciones naturales.

MORFOLOGÍA DEL ALTIPLANO Y RECURSOS NATURALES: FACTORES PARA LA CONSTRUCCIÓN DE SITIOS ARQUEOLÓGICOS Cuando los primeros habitantes del altiplano llegaron hace aproximadamente 8000 ANE, los procesos geológicos que duran varios miles y millones de años para generar cambios significativos ya habían formado el altiplano como lo conocemos ahora. A pesar que los cambios geológicos no son observables en tan corto periodo de tiempo, los cambios que si podemos observar son los ocasionados natural, excluyendo lo geológico, y socialmente (pp. 91-96). La morfología del altiplano va a condicionar la construcción de asentamientos en todas las épocas o para todas las sociedades altiplánicas, obviamente otro factor será el desarrollo de las fuerzas productivas y su capacidad para transformar el medio. La disposición o cercanía, al lugar donde se ubicarían los asentamientos, de recursos naturales o materia prima para la producción de los objetos sociales22, recursos como el agua, las tierras y las distintas canteras disponibles (pp. 16-28), también condicionan el establecimiento de las sociedades altiplánicas. Durante el “Arcaico”, época de las sociedades cazadoras-recolectoras, no se había llegado aún al desarrollo de las sociedades con la suficiente capacidad para la ocupación permanente, en tanto modo de vida y forma de producción, y con el nivel de fuerzas productivas necesarias, para el desarrollo de la arquitectura que se observa posteriormente. Así, sus asentamientos han sido temporales, por lo general23; ubicados en cuevas y abrigos, como los sitios de Pizacona (Lumbreras y Amat 1968), Qillqatani24 (Klink y Aldenderfer 2005: 27), Ichuña (Menghin y Schroeder 1957), Quellkata (Piu 1977), Antaymarca en la cuenca norte (Arizaca 1998, Calero 1998); o también al aire libre (Moseley 1992, Cipolla 2005, Craig 2005, Klink 2005: 17), preferentemente en pequeñas elevaciones o terrazas cercanas a fuentes hídricas u otros recursos como en el caso del valle del río Ilave (Craig 2012: 51), del río Huenque (Klink 2005) o Huancane-Putina (Cipolla 2005). Se ha propuesto25 que las bases residenciales de los(as) cazadores-recolectores se establecieron en las terrazas elevadas, desde las cuales se podía observar los valles (Rigsby et al. 2003), lo que supone un gran rango de visión con respecto a otros asentamientos, habitantes y un lugar de mejor drenaje en los periodos de lluvias (Craig 2005: 392); los campamentos provisionales en las cuevas y abrigos rocosos (Aldenderfer 2012: 32), lo que a su vez supone un ahorro en el consumo de fuerzas productivas siendo espacios de fácil y adecuadas condiciones para su ocupación inmediata; y las estaciones para la caza se situaron en zonas con una buena vista panorámica (Tripcevich 2002), lo que habría permitido al cazador divisar fácilmente a los cazados. Un recurso de importancia es el lago Titicaca, pero se sabe que las zonas cercanas al lago no siempre estuvieron fuertemente ocupadas y no se usó en igual medida los recursos que podría proveer. Alrededor de los 9000 – 2000 ANE la salinidad del agua del lago era elevada (Ybert 1991: 77, Cross et al. 2001. Ver p. 22

Los objetos sociales comprenden todos aquellos objetos que participan en la vida social. Ver planos del objeto y tipos de objeto en la Introducción de la tesis. 23 Durante los periodos que se conocen como “Arcaico Tardío” y “Arcaico Final” se observa una rápida transformación de los asentamientos en las sociedades altiplánicas, hacia sitios semisedentarios (Craig 2012). 24 También conocido como Quelcatani. 25 Siguiendo la propuesta de Aldenderfer (2012: 32)

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26)26, lo que la hacía inadecuada para el consumo y un lugar sin recursos cercanos aprovechables; además los reconocimientos en el altiplano de sitios “Arcaicos” (v.g. Erickson 1988a, Stanish et al. 1997, Frye y de la Vega 2005) no han identificado sitios cercanos al lago para este periodo27. Sólo después de la disminución de la salinidad del lago alrededor de los 1000 ANE (Ybert 1991: 77) es que esta zona comienza a ser fuertemente ocupada por las sociedades altiplánicas. Esto implicó que los recursos hídricos de ríos, manantiales y bofedales fueran de mayor importancia (Aldenderfer 2012: 28). No se tiene mucha información para asentamientos del “Formativo Temprano”. La excepción la constituye el sitio de Jiskairumoko en el río Ilave, que posee una ocupación desde el “Arcaico Tardío” hasta el “Formativo Temprano” (Craig 2012: 57-66). Muchos de estos sitios se han desarrollado sobre el antecedente de una ocupación del “Arcaico”. Las ubicaciones de los asentamientos vinculados al estilo cerámico Qaluyu han mantenido muchas veces y se han construido sobre la base de ocupaciones del “Arcaico” y del “Formativo Temprano”. No existe mayor diferencia en cuanto a la ubicación de sitios vinculados al estilo Pukara y muchas veces los sitios qaluyu son re-ocupados, aunque en esta época es cuando se modifica en mayor magnitud el terreno circundante al emplazamiento del sitio. Estos sitios han mantenido su relación con la topografía elevada del terreno y con los recursos disponibles; aunque debido a los factores mencionados sobre las posibilidades de aprovechar los recursos lacustres, empiezan a construirse sitios cercanos a las orillas del lago. Además, aparecen sitios que aprovechan otras topografías, como las bases, laderas y cimas de los cerros, y que han modificado la morfología del terreno aterrazando los cerros y nivelando su pendiente (Plourde 2006: 215); entre estos tenemos sitios como Ichu-Incatunuhuiri (Tantaleán 2010a: 95), Tariachi (Stanish et al. 2005), Cachichupa (Plourde 2006). Pero los asentamientos vinculados a orillas de ríos, lagunas y del lago siguen siendo los asentamientos de mayor cantidad para esta época (Tantaleán 2010a: 95). Además de esto, debemos de mencionar que muchos de estos sitios están vinculados a canteras o depósitos de gran importancia para la producción de objetos sociales (pp. 19-21 y fig. 7). Pukara por ejemplo se encuentra vinculado a un depósito de arcilla (vide Bustinza y Klarich 2007. Fig. 7) y canteras de roca, Qaluyu se encuentra frente a un depósito de yeso28, en la margen este del río (fig. 7), Taraco se encuentra asociado a las Salinas de Muni y a canteras de roca y yeso (fig. 7), Arapa a una cantera de cuarcita (Chávez 1975), Ayarampuni está vinculado a una mina de sal (Kidder II 1943: 12-22) o el sitio de Huajje, en la parte oeste de la cuenca, asociado a una mina de plata (Schultze et al. 2009).

LA MATERIA PRIMA Y SU TRANSFORMACIÓN EN ARTEFACTOS El encuentro de los hombres y mujeres con la naturaleza ha motivado y producido objetos sociales. Los artefactos han sido producidos en relación con la materia prima disponible en el altiplano, aunque también se han registrado artefactos hechos en soportes inexistentes en la zona y que aparecen en la zona, producto de las relaciones sociales establecidas con otras sociedades o de la capacidad para el traslado de la fuerza de trabajo a las áreas donde se podía obtener estas exóticas materias.

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Los datos de Cross y colegas (2001) señalan que la salinidad entre 5000 ANE y 2000 ANE equivalía a la tercera parte de la salinidad del agua de mar, mientras que Ybert (1991) señala un periodo entre 9000 ANE y 2100 ANE e indica que la salinidad es parecida a la del lago Poopó, que tiene una salinidad de 50 g/L (Ybert 1991: 72) que es claramente superior al promedio de 35 g/L del agua de mar. 27 Opinión contraria tiene Erickson (1988a, 1988b) quien piensa que hubo presencia de cazadores-recolectores en la margen lacustre y Stanish (2003) quien sostiene que es probable que muchos de los sitios tempranos se encuentran debajo del lago. 28 El único registro arqueológico que existe del yeso en la cuenca norte del Titicaca es en el sitio de Taraco (de la Vega 2005: 39) y probablemente también existan unos artefactos hechos en yeso en el sitio de Pukara (Klarich 2005a: 234. Ver Infra y nota 66, 67).

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Los hombres y mujeres del altiplano han transformado casi todo a su alrededor, entre las materias de mayor importancia están: las rocas, las arcillas, los metales, la tierra, los huesos, elementos botánicos, entre otros tipos de materia.

ROCAS Las rocas son una de las principales fuentes para la producción de artefactos. Como hemos visto la cuenca norte del lago posee varias canteras de donde extraer rocas de varios tipos (pp. 16-21, fig. 6 y 7). De acuerdo a sus propiedades físicas o la disponibilidad de la materia, las sociedades altiplánicas han seleccionado las distintas variedades de roca para la elaboración de sus artefactos. Entre la principal producción de artefactos hechos en roca tenemos: arquitectura, huancas, estelas, esculturas, puntas de proyectil, vajilla y otros utensilios líticos. En algunos casos las rocas también forman parte de la cerámica, como parte integrante de los desgrasantes de la pasta29; y son el principal elemento en la construcción de las estructuras arquitectónicas. De acuerdo a sus propiedades físicas, en muchos de los casos, las rocas han sido seleccionadas por las sociedades altiplánicas para su transformación en artefactos que fueron destinados a determinadas prácticas sociales que requerían de tales condiciones de la materia prima. Propiedades como la dureza, la resistencia mecánica y la fractura, han sido determinantes a la hora de seleccionar las rocas para la elaboración de artefactos, claro está que la selección ha estado condicionada por la materia disponible y el nivel de desarrollo de la tecnología lítica. En términos generales las rocas como el chert30, obsidiana, basalto, entre otras rocas, han sido las rocas seleccionadas para producir medios de producción destinados a la producción primaria, como herramientas de procesamiento de carne, de caza o de agricultura. Rocas como el chert y la obsidiana han sido utilizadas especialmente para la caza o el procesamiento de carne, esto debido a la fragilidad apropiada para la talla y su fractura concoidea que genera superficies filosas adecuadas para estas prácticas sociales. La dureza y la alta resistencia a la flexión del basalto (vide Ramírez y Alejano 2004: 65, tabla 2.3.) la hacen ideal para elaborar herramientas de agricultura, como azadas, que requieren de estas propiedades para el desarrollo de la actividad misma y ahorrar fuerza de trabajo en la producción de varias herramientas. La granodiorita, la caliza y principalmente la arenisca, entre otras rocas, han sido usadas para producir artefactos de consumo como huancas, estelas, monolitos, entre otros artefactos como: la vajilla lítica. Para estos artefactos donde el manejo de la forma era esencial para producir los objetos, se escogieron rocas que son fácilmente erosionables, de fácil desgaste de sus superficies. Además estas rocas son consideradas como “ornamentales” debido a sus propiedades (Benavente 2006).

Artefactos de roca del Arcaico Los principales artefactos de roca producidos durante el “Arcaico” altiplánico31 son las herramientas de caza, procesamiento de carne, procesamiento de alimentos y de la incipiente agricultura. Dentro de los artefactos producidos tenemos: puntas de proyectil, raederas, cuchillos, objetos de molienda, azadas, entre otros. Así también tenemos estructuras de piedra, de poca complejidad, y cuentas que sirvieron para producir abalorios o collares.

29 En muchos casos es difícil diferenciar si los antiplásticos han sido añadidos intencionalmente o si forman parte de la composición de la arcilla misma. 30 El término “chert”, en inglés, es ampliamente utilizado en la investigación arqueológica de la cuenca norte del Titicaca para designar un conjunto de piedras que tienen características sensibles similares. Sin embargo, estas tienen composiciones y volúmenes minerales diferentes. Así, el uso del término “chert” incluye a un gran grupo de variedades de cuarzo, entre ellos calcedonias, sílex y jaspes, entre otros tipos de cuarzo. 31 Aunque solo se han excavado cuatro sitios del periodo “Arcaico”, Qillqatani, Jiskairumoko, Kaillachuro y Pirco (v.g. Aldenderfer 1997, 1998a, 1999; Craig 2005).

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Durante los periodos más tempranos del “Arcaico” altiplánico parece que las rocas utilizadas para la producción de herramientas fueron principalmente de origen local. El sílex es una materia prima muy común en la alta puna, en el abrigo de Qillqatani esta roca fue una de las principales fuentes de producción de herramientas líticas (Aldenderfer 1999). Hacia finales del “Arcaico” las rocas no-locales como la obsidiana de Chivay32 (fig. 21), identificada en el sitio de Jiskairumoko (Craig 2005: 683-688, 2012: 105108) y en el abrigo de Qillqatani (Tripcevich 2007: 188-197), adquieren mayor importancia en la producción de artefactos líticos.

Figura 21. Mapa de los Andes centro-sur donde se aprecian las principales fuentes de obsidiana y sitios arqueológicos tempranos de la cuenca norte del Titicaca. Tomado de Craig y colegas (2010: fig. 1).

Para el periodo “Arcaico” en el altiplano el sílex es la roca más utilizada en la elaboración de artefactos líticos, aunque existen otras rocas de menor importancia como: andesita, basalto, riolita, cuarcita y el mineral calcedonia (vide Craig 2005: Appendix B). Parece ser que en el “Arcaico” ya había una selección de rocas en cuanto a la elaboración de instrumentos, en tanto la obsidiana es preferiblemente usada para la elaboración de puntas (Craig 2005: 683-688, 2012: 105-108), el sílex es usado para la elaboración de puntas como de otros artefactos y otras rocas son usadas para producir artefactos como: utensilios de molienda, raederas, cuchillos y azadas, aunque también existen puntas hechas en basalto y andesita (vide Craig 2005: Appendix B). En Jiskairumoko (Craig 2012: 69-94) se han registrado cuentas y estructuras de piedra. Estas estructuras constituyen fogones, en los cuales las piedras se encuentran delimitando los fogones. Las cuentas se han

32 La obsidiana encontrada en el altiplano andino proviene principalmente de la fuente de Chivay (Tripcevich y Yépez 2009), aunque se ha encontrado obsidiana proveniente de otras fuentes o tipos como: Macusani, Alca, tipo Tumuku, tipo Chumbivilcas, tipo Aconcagua, etc. (vide Burger et al. 2000, Tripcevich 2007, etc. Fig. 21).

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encontrado asociadas a los individuos de los entierros registrados, además estas cuentas han sido manufacturadas en el mineral exótico: turquesa33.

Artefactos de roca vinculados a Qaluyu Con el desarrollo de las fuerzas productivas y el desarrollo de nuevas formas de producir34: la agricultura y el pastoreo, aparecen también nuevos artefactos. Se siguen elaborando las herramientas líticas del “Arcaico”, pero se empiezan a producir nuevos artefactos: arquitectura y litoesculturas. Dentro de estas tenemos manifestaciones particulares como: huancas, muros de piedra que conforman patios hundidos y plazas. La sociedad vinculada al estilo Qaluyu continúa usando rocas de origen local, pero adquiere mayor importancia el uso de la obsidiana sobre todo en la producción de puntas de proyectil, esto se manifiesta en el aumento de las cantidades de esta roca en el registro arqueológico (vide Burger et al. 2000: Tabla I y Tabla III)35. Las huancas parecen no hacerse en un determinado tipo de roca, siendo manufacturadas con rocas locales (Tantaleán 2010a: 100), aunque todas parecen poseer una elevada dureza (Tantaleán, comunicación personal). En relación a las estructuras arquitectónicas, los escasos estudios existentes que reportan estructuras no reparan con respecto a las rocas utilizadas en la producción de estos objetos.

Figura 22. Sitio arqueológico Qaluyu, se aprecia la carretera que corta el sitio en dos. Tomado de Stanish (2003: fig. 6.9.).

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El mineral conocido como turquesa está catalogado dentro de la categoría de piedra semipreciosa. Siendo las piedras semipreciosas de inferior calidad y mayor cantidad que las piedras preciosas. Esta distinción procede de la gemología moderna. 34 Estas nuevas formas de producir según Aldenderfer (2012: 35) ya se encontraban en un desarrollo incipiente en lo que se conoce como “Arcaico Final”, aunque algunos de los fechados de este periodo, se solapan con los fechados obtenidos para el “Formativo Temprano” (Craig 2012: 95, fig. 9) 35 Al comparar las cantidades de artefactos registrados por Burger y colegas de los sitios de Puno, observamos un aumento entre el Precerámico y el “Periodo Inicial”. Aunque este aumento puede estar condicionado por la procedencia del material, de superficie para el Precerámico y de excavaciones arqueológicas para el “Periodo Inicial”, sin embargo Craig (2012: 105-108) reporta la vigencia del uso de obsidiana para su “Formativo Temprano” en relación al “Arcaico Final”

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Arquitectura La elaboración de arquitectura en muchos de los casos no sólo requiere de un material para su producción sino que combina varias materias para crear un nuevo artefacto. Muchos de los muros de piedra han requerido de un elemento aglutinante, que sirva para unir y cohesionar la piedra, como el barro o la arcilla. Así, también, se ha deducido que los muros han combinado elementos constructivos, como en el caso de muros con base de piedra sobre los cuales se continuaba la construcción con adobes, en la mayoría de casos estos no han sobrevivido o han sido destruidos intencionalmente y sólo nos ha quedado el registro de la base de piedra. Es así que, en casi todos los casos, la piedra se encuentra en combinación con otras materias primas como el barro y la arcilla, entre otros. Los pocos estudios existentes que reportan arquitectura asociada a lo Qaluyu sólo han registrado algunos muros, recientemente tenemos mayores datos sobre las estructuras qaluyu, aunque por lo general las excavaciones no muestran totalmente las estructuras y se restringen a pequeñas excavaciones en área y algunos pozos de cateo. El sitio epónimo de Qaluyu (fig. 22) sólo ha sido investigado marginalmente (Mohr 1980) y del cual no se ha publicado nada sobre las estructuras arquitectónicas registradas, así los sitios de la cuenca norte de los que tenemos reportes de arquitectura qaluyu y que nos brindan mayor información son: Camata (Steadman 1995), Huatta (Erickson 1996), Balsaspata (Tantaleán 2005b, 2012) Cachichupa (Plourde 2006), Huatacoa (Cohen 2010) y Taraco (de la Vega 2005; Chávez Justo 2007, 2008b; Levine 2012). En las unidades de excavación en Camata (Steadman 1995: 41-44) se identificaron algunos segmentos de muros rectos, hechos con piedra de campo o semicanteada y barro, levantados sobre el suelo o dentro de una trinchera excavada en la superficie de uso. Probablemente sobre estas bases de piedra se erigieron muros de adobe. Sin embargo, no se conocen las plantas de dichos edificios, aunque podrían corresponder a estructuras residenciales. En las excavaciones en el montículo denominado Pancha, en la zona de camellones de Huatta, ocupado alrededor de 800 ANE, se encontró una estructura arquitectónica con cimientos de piedra, adobe y pisos de ocupación de arcilla que alternaban con láminas delgadas de sedimentos y basurales (Erickson 1996: 253). También el autor comenta sobre una “gran estructura” o “Estructura 1” (“un templo rústico Kalasasaya”) de Pancha, pero no se describen mayores detalles sobre esta, probablemente también tuvo algún elemento de piedra. Hay que resaltar que estas estructuras arquitectónicas también se comentan como parte de las ocupaciones pukara del sitio (Erickson 1996: 257). En Balsaspata, en las excavaciones en el marco de un proyecto de rescate, (Tantaleán 2005b: 49) sólo se registró un muro recto, el cual estaba hecho de piedras talladas de gran tamaño, este se encontró asociado a un piso de arcilla totalmente limpio, sin evidencias de actividades domésticas. Estas características arquitectónicas hacen suponer un uso no doméstico de la estructura. En el sitio de Cachichupa, Aimée Plourde excava un conjunto de terrazas (Plourde 2006: 256-266) asociadas a cerámica qaluyu y fechadas para el “Formativo Medio”. Una de estas terrazas tiene un muro de 4 m de altura, y un largo de 30 m, este muro se hizo con grandes piedras trabajadas (Plourde 2006: 256). Debido a que dichas terrazas parecen haber sido construidas en un solo momento y a que esto supone la movilización de grandes cantidades de fuerza de trabajo, la autora supone que las terrazas tuvieron un uso ceremonial-público (Plourde 2006: 266). Las excavaciones de Amanda Cohen comprendieron dos sectores del sitio de Huatacoa, un sector doméstico (Sector B) donde excava una casa y un sector de “arquitectura ritual” (Sector A) donde identifica una plaza, como la estructura arquitectónica más temprana, y dos patios hundidos, los cuales estaban asociados a Qaluyu. 44

En el área de arquitectura doméstica (Cohen 2010: 111-143), Cohen excavó una casa de adobes, la que detallamos más adelante. Lo interesante de esta casa es que al exterior presenta una superficie de grava, que según Cohen (2010: 126) debió facilitar el drenado del agua producto de las lluvias. Esta tecnología es claramente una solución a las condiciones climáticas. En el área monumental o de “arquitectura ritual” (Cohen 2010: 144-233) de Huatacoa se registró una plaza abierta y un patio hundido. Luego de la plaza se construye un patio hundido que presenta varias etapas constructivas, las cuales revelan complejos procesos de remodelación, reconstrucción y destrucción de las distintas estructuras arquitectónicas. Existen dos complejos arquitectónicos vinculados a Qaluyu: el “complejo del patio hundido temprano” y el “complejo del patio hundido medio”, este último presenta dos fases constructivas. Todos los patios hundidos presentan muros hechos de barro y arcilla, sólo en la segunda fase constructiva del “complejo del patio hundido medio” se observa un cambio en la técnica constructiva ya que los muros presentan bases de piedra (Cohen 2010: 209). Ambos patios presentan una planta trapezoidal, de acuerdo a las proyecciones, pero el segundo patio está asociado a una gran plataforma funeraria, lo que le da otro carácter al segundo complejo. Así, hacia finales de lo que conocemos como Qaluyu, observamos cambios en la arquitectura36 que implicaron la aparición de nuevas relaciones sociales en la sociedad debido a las nuevas prácticas que se realizaron en los nuevos espacios. El Proyecto de Excavaciones Arqueológicas en el sitio de Taraco-Puno (de la Vega 2005; Chávez Justo 2007, 2008b) ha excavado principalmente dos áreas, una doméstica (Sector A) y una monumental (Sector H) que revelan arquitectura asociada a Qaluyu. Las tres temporadas de excavación en el sitio han revelado algunos datos sobre la arquitectura del sitio. El Sector A o área doméstica (de la Vega 2005: 10-22; Chávez Justo 2007: 8-26, 2008b: 12-45) de Taraco ha revelado dos fases vinculadas a Qaluyu (Chávez Justo 2007: 25, 2008b: 73). En una de las unidades excavadas en este sector se observa una superposición de estructuras con muros de piedra. La “Estructura 2” (más antigua y vinculada a Qaluyu) de esta unidad se encuentra elaborada con piedras de “cantería rústica” y no se ha podido definir si tiene una o dos hileras debido a la técnica constructiva (de la Vega 2005: 17-18). En contraste a esta, la “Estructura 1”, vinculada a una fase “Pukara Temprano”37 (Levine et al. 2012: 142) que se superpone a la anterior estructura, presenta una mejor factura. Asimismo, en este sector también existen otras estructuras que se registraron aisladamente que también presentan rocas en su composición: el “Rasgo 14” “es una estructura circular hecha de piedras con dos cámaras… y una tapa de piedra laja fracturada… Todas las piedras fueron unidas con una arcilla roja” (Chávez Justo 2007: 18); La “Estructura 9” “Es una estructura con dos cámaras en su interior, elaborada con piedras subangulares de formas y tamaños irregulares [entre 10cm-40 cm.]” (Chávez Justo 2008b: 30); y la “Estructura 10” “Un muro orientado este-oeste. Elaborada con piedras de formas y tamaños irregulares, no parecen trabajadas.” (Chávez Justo 2008b: 31). Herramientas líticas Los objetos comunes vinculados a prácticas habituales, entre estas las de producción primaria, como las puntas y otros artefactos domésticos emplean como soporte material rocas locales y de fácil acceso, de diferentes características como el cuarzo, la andesita o el chert (vide Arizaca 1998 y Calero 1988). De esta manera la producción de artefactos líticos, como las puntas de flecha o venablo y artefactos de uso doméstico, se hacen de una forma expeditiva; esto empieza a cambiar con el aumento de la cantidad de la obsidiana en los

36 Para profundizar en las propuestas de la funcionalidad de estos espacios arquitectónicos se puede recurrir al capítulo 7 de la tesis de Cohen (2010). 37 Acá debemos anotar que aunque los autores señalan, inicialmente, esta estructura como asociada a Qaluyu (de la Vega 2005: 22, Chávez Justo 2007: 26), solo se reporta cerámica Pukara en relación a la estructura. El cambio cualitativo en las técnicas y materiales constructivos de esta estructura con respecto a la “Estructura 2”, suponen una mayor inversión de trabajo y tendría correlato a la aparición de la cerámica Pukara. Esto ha sido corregido luego por Levine que como vemos asocia esta estructura a Pukara.

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asentamientos qaluyu (Burger et al. 2000)38. Así pues, la obsidiana en tanto materia prima y por su morfometría es un objeto con el cual se han establecido relaciones cronológicas en base a “modas”, estadísticamente hablando, en el registro arqueológico. Las puntas qaluyu (Steadman 1995: fig. 20b, Burger et al. 2000: fig. 5, Tantaleán 2005b: fig. 9, Plourde 2006: fig. B.30, Cohen 2010: fig. 5.13) tienden a la forma triangular con escotadura basal y nunca sobrepasan los 0,03 m en la base que es su parte más ancha (fig. 23). La obsidiana en tanto materia prima no local y el aumento en su obtención suponen nuevas relaciones locales y regionales.

Figura 23. Puntas de obsidiana provenientes de las excavaciones en Qaluyu. Tomado de Burger y colegas (2000: fig. 5).

En las excavaciones del sitio de Qaluyu, Mohr obtuvo veintitrés fragmentos de artefactos de obsidiana (Burger et al. 2000: 289) que asocia a una fase temprana de Qaluyu perteneciendo veinte de ellos a la fuente de Chivay (otro probablemente también pertenezca a esta fuente), una a la de Alca y una a la fuente de Macusani39, las dos primeras en el departamento de Arequipa y la última en el extremo norte de Puno 38

La obsidiana aparece esporádica y en mínimo porcentaje en los sitios precerámicos tardíos en el área de la cuenca norte del Titicaca. De hecho, para toda el área de Puno, Burger y colegas (2000: 276) para esta época solo mencionan los sitios de Chamaqta (5 fragmentos), Tumuku (5 fragmentos) y Qaqachupa en Ayaviri (un fragmento de una punta). Al comparar las cantidades de artefactos registrados por Burger y colegas de los sitios de Puno, observamos un aumento entre el Precerámico y el “Periodo Inicial”. Aunque este aumento puede estar condicionado por la procedencia del material, de superficie para el Precerámico y de excavaciones arqueológicas para el “Periodo Inicial”, sin embargo Craig (2012: 105-108) reporta la vigencia del uso de obsidiana para su “Formativo Temprano”, en relación al “Arcaico Final”. 39 En el texto de Burger y colegas (2000) se refieren a la obsidiana de Macusani como “Tipo raro 9”, recientemente Craig y colegas (2010) han identificado la fuente de este tipo de obsidiana.

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(también ver Tripcevich 2007). Para su Qaluyu Tardío (Burger et al. 2000: 297), Mohr añade a la muestra unos veinticinco artefactos más de los sitios de Qaqachupa, Q’elloqaqa, Qaluyu y Taraco siendo nuevamente Chivay la fuente de obsidiana más utilizada. Artefactos muy frecuentes en los asentamientos qaluyu son las azadas, que ya aparecen tempranamente en sitios arcaicos, pero que empieza a aumentar su producción en época Qaluyu, en diferentes sitios arqueológicos de la cuenca norte del Titicaca (Stanish et al. 2005. Ver también Seddon (1994) para Tumatumani). Estos artefactos son de especial importancia ya que son los principales medios para el trabajo de la tierra. Por ejemplo, en las excavaciones en Camata, en su fase “Qaluyu Temprano I”, Steadman (1995: 37) halló azadas de andesita gris; lo mismo que Erickson (1996: 253) en sus excavaciones en Huatta; también en el sitio de Taraco (de la Vega 2005: 35, 38, 39) son bastantes comunes estas herramientas, hechas generalmente de andesita. Existen azadas realizadas con basalto olivino; sin embargo, esta piedra procedería de la cantera de Ichu-Incatunuhuiri y, sobre todo, su mayor utilización en la cuenca norte del Titicaca pertenece más bien a época Pukara (Bandy 2001). Estos artefactos tienen una forma ovalada tendiendo a la triangularidad (fig. 24).

Figura 24. Azadas qaluyu. Tomado de Steadman (1995: fig. 18 y 19).

Otro tipo de artefactos que, también, aparecen en las excavaciones arqueológicas de sitios qaluyu, como en Balsaspata, son unos “discos” de piedra erosionados en sus bordes por fricción y que servirían para alisar las superficies de las vasijas cerámicas antes de llevarlas al horno (Tantaleán 2010a: fig. 37). Morteros, manos de moler, cuchillos, vajilla y piruros completarían el conjunto de artefactos muebles. En el caso de Huatacoa (Cohen 2010: 123) se encontró artefactos de molienda asociados con un pigmento rojo, probablemente ocre40. En Taraco se han identificado dos restos de chuchillo (de la Vega 2005: 35, 39). En Huatacoa se registró un fragmento de borde de una taza de piedra (Cohen 2010: 131) y un piruro (Cohen 2010: 119).

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Craig (2012) identifica la misma asociación en Jiskairumoko, donde él identifica directamente el ocre.

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Litoescultura Como mencionamos líneas arriba las principales litoesculturas qaluyu son las huancas41, las cuales han sido elaboradas en distintos tipos de roca por lo general locales y en las cuales no se presenta decoración alguna, trabajándose sólo la forma alargada; esto nos indica el bajo coste de producción de estos artefactos, en relación a las posteriores estelas pukara. Las piedras utilizadas son extraídas de canteras cercanas a los sitios. La arenisca, a diferencia de su utilización durante Pukara, no es el soporte más característico de estos bloques líticos, aunque no se han identificado la materia prima de las huancas, todas parecen poseer una elevada dureza. Existen numerosas definiciones desde distintas puntos de vista teóricos y hasta desde la meta-arqueología. Nosotros no abordaremos ni discutiremos todas estas definiciones y nos restringimos a usar una definición desde un punto más material y arqueométrico, para posteriormente insertar a las huancas dentro de la producción de la sociedad Qaluyu y las prácticas sociales que provocó (pp. 304-307). Así, las huancas qaluyu se caracterizan por ser: “bloques líticos alargados que no sobrepasan los dos metros de altura (en su parte visible si esta hincada) de plantas de corte cuadrangular tendiendo hacia los ángulos redondeados. Estos bloques tienen las caras o superficies llanas y en ellas no se ha podido observar ninguna representación naturalista o abstracta en alto o bajo relieve o rastros de ella.” (Tantaleán 2010a: 100)

Figura 25. Huanca en posición original en el sitio de Huancasayapata. Tomado de Tantaleán (2010a: fig. 29).

41 Debemos de mencionar el estilo lítico que Sergio Chávez y Karen Mohr (1970, 1975) definieron como “Grupo Yaya-Mama”, el que se identifica en un grupo de estelas tempranas con similitudes en los temas y diseños. Dicha similitud se basa en la representación escultórica, originalmente conocida en Chiripa (Roddick 2002) y que se halló, posteriormente, también en otras estelas y esculturas de la cuenca del Titicaca y especialmente en una estela de Taraco, en la parte norte del lago, perteneciente a una época pre-Pukara (Chávez y Mohr 1975). Sin embargo, los especímenes escultóricos provienen de la zona sur del Titicaca en el actual lado boliviano (Chávez y Mohr 1975: 49) y en el mismo sitio de Taraco del lado peruano, en la cuenca norte del Titicaca, esta pieza es única (Chávez y Mohr 1970: 33) y no tiene otros correlatos materiales en la cuenca norte donde se desarrolla lo que conocemos como Qaluyu.

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Generalmente, las huancas se hallan en las partes superiores de los montículos y se ha planteado que estarían asociadas a estructuras rectangulares o patios hundidos de los que formarían parte constitutiva. En el sitio de Chaupisawakasi estas se encuentran alejadas de la cima del montículo, en una especie de “plaza abierta”. Por el momento, no existe más que observaciones de superficie de dichas relaciones espacial y temporal. Una de las huancas encontradas en lo que sería, probablemente, su posición original es la huanca encontrada en el sitio de Huancasayapata, en Ayaviri (Tantaleán 2010a: 100. Fig. 25). En Tariachi en el río Ayabaca, también se encuentra una huanca en “contexto original”, aunque en este caso el monolito se halla en una terraza del sitio (Stanish et al. 2005: 311 y fig. 17.11). En Chaupisawakasi hemos encontrado tres huancas en el centro de un espacio abierto adyacente a la zona monticular del sitio, probablemente se trate de una plaza que tenía como principales objetos a las huancas que se emplazan en el centro de esta (fig. 78). Mención aparte merece el fragmento de monolito que se le atribuye una filiación Qaluyu, encontrado en estratos del “Formativo Tardío Temprano” en el sitio de Taraco, dicho monolito presenta la imagen de una serpiente (Chávez Justo 2007: 14), lamentablemente no hemos encontrado más datos sobre esta litoescultura.

Artefactos de roca vinculados a Pukara Durante Pukara existen por los menos dos grupos de personas diferenciados y se evidencia en el consumo de ciertos artefactos. Este nuevo orden hizo necesaria y posibilitó la producción de nuevos artefactos de roca. En esta época los asentamientos adquieren mayor volumen y la arquitectura de piedra juega un papel fundamental, tanto en el aumento de volumen como en la calidad de la arquitectura, se usan rocas paralelepípedos para la construcción de los patios hundidos; así también las “casas de élite” presentan arquitectura de factura semejante. En la litoescultura aparecen nuevas formas como las estelas, monolitos, bloques decorados, entre otros, los cuales presentan variados diseños de carácter naturalista, seminaturalista, esquemático y geométrico, el manejo de la forma hace patente una especialización en la producción de estos. Las herramientas líticas se siguen usando por lo general para las actividades cotidianas, aunque proliferan artefactos como los cuchillos y las azadas, y puntas de proyectil se siguen produciendo. Durante la época de la sociedad Pukara el aumento de la cantidad de obsidiana registrada en los sitios arqueológicos supera sus precedentes. Nosotros hemos registrado un aumento en el consumo de este tipo de roca (cuadro 17) en el sitio de Chaupisawakasi y Burger y colegas (2000: Tabla V [pp. 306 y 307]) también han registrado un aumento, aunque esto puede estar falseado por el aumento de sitios en su muestra. La litoescultura se hace preferentemente en arenisca, aunque también en otras rocas como granodiorita y andesita. Los estudios que reportan arquitectura han puesto más énfasis en la funcionalidad y la descripción de esta y no se reporta el tipo de roca utilizada en su producción, solamente Kidder (1943) reporta la arenisca como material constituyente de la arquitectura del sitio de Pukara. Arquitectura Las estructuras arquitectónicas pukara son conocidas básicamente a través de las excavaciones realizadas en el sitio epónimo, aunque también poseemos los datos con respecto a sitios como Camata, Huatacoa, Cachichupa, Taraco y nuestra reciente excavación en Chaupisawakasi. Asimismo, lo que más conocemos de la arquitectura pukara procede de las “áreas monumentales” mientras que sobre las áreas domésticas contamos con escasa información. Al igual que para Qaluyu, la arquitectura no sólo se realiza en roca sino que muchas veces se combinó con otro materiales como el adobe y se usó mortero de barro o arcilla para unir estos elementos.

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Kidder II en 1939 (1943) es el primero en identificar estructuras arquitectónicas pukara (fig. 26), en el sitio epónimo. En Qalasaya registra arquitectura monumental elaborada con rocas de gran volumen y acabado. En la zona de la pampa que se extiende adyacente a la base de Qalasaya la arquitectura identificada estuvo elaborada principalmente de roca y que como se puede observar en las fotos de Kidder (ver en catálogo Museo Peabody42) se trata de rocas canteadas, aunque también se reportan varias estructuras de rocas sin trabajar. En el área cercana al río la arquitectura en roca es de mucha menor calidad que en las otras dos áreas. Qalasaya es probablemente el edificio más importante de Pukara debido a su ubicación en el sitio y a la gran cantidad de trabajo invertido en su construcción. Las estructuras integrantes de Qalasaya se hayan contenidas por muros de roca a modo de terrazas (Mujica 1979: 188). En la cima se ubican recintos con “plazas hundidas”43 (fig. 27) y demás estructuras de piedra que los rodean (Kidder 1943: 6). Las “plazas hundidas” identificadas están orientadas cardinalmente, cubiertas por grandes lajas de arenisca blanca. Kidder II excavó una de estas “plazas” (Recinto 2) la cual presentaba en cada uno de sus lados cámaras semi-subterráneas (fig. 45), que tenían accesos con jambas escalonadas de roca en la parte superior; adicionalmente y al nivel del suelo en tres de los lados de la “plaza” se hallaron grandes bloques líticos paralelepípedos de arenisca roja y que probablemente se traten de los cimientos de muros que no fueron identificados por Kidder II (Chávez 1992: 78-83). Otros autores (Franco Inojosa 1940; Lumbreras y Amat 1968: 83; Mujica 1979, 1991, 1996; y Wheeler y Mujica 1981) ya han descrito a detalle la arquitectura de Qalasaya por lo cual no ahondaremos en el asunto. Las excavaciones en la zona de la pampa de Pukara revelaron principalmente un gran recinto de muros elaborados con areniscas blancas y rojas, las cuales en algunos casos estaban trabajadas y en muchos otros no, de planta más o menos cuadrangular y se encontró orientado cardinalmente (Chávez 1992: 59-73). Cerca al río excavó estructuras que él define como: “arquitectura doméstica no-elitista” (“domiciliarias”), estas fueron de planta circular y rectangular, elaboradas con piedras rústicas: cantos de río. Además, registra un pavimento hecho con pequeñas rocas (Franco Inojosa 1940: 131, y Chávez 1992: 54-59). Algo que nos parece necesario mencionar es que en un momento precedente la pirámide de Qalasaya es pequeña en relación al actual estado en que encontramos el edificio (Wheeler y Mujica 1981). Relacionado a esta etapa de Qalasaya, se excavó un edificio rectangular hecho con cantos rodados de río (Klarich 2009: 295). Recientemente, Elizabeth Klarich (2005a, 2009) volvió a excavar el área de la pampa de Pukara en 2001, en sus tres “bloques” excavados identificó varios muros de roca de distinta factura (Klarich 2005a: 139, 145, 149, 156, 157, 166, 167) y también un piso de piedra (Klarich 2005a: 144, 145; Klarich 2009: 292), proponiendo que se trataría de “residencias de élite” (Klarich 2005b). De sus excavaciones, ella destaca su excavación en el Bloque 2 diciendo que incluye: “un grupo de muros bien construidos, un piso hecho de piedras rojas pequeñas, una puerta en el muro central… Es la única zona ocupacional de las excavaciones de 2001 en que se encontraron evidencias de una alta inversión en la arquitectura y la superficie ocupacional…” (Klarich 2009: 292).

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Fotografías de las excavaciones de Kidder se pueden ver en el catálogo en línea del Museo Peabody de Arqueología y etnología de la Universidad de Harvard: http://www.peabody.harvard.edu/ 43 Este término de “plaza hundida” es comúnmente usado en arqueología aunque arquitectónicamente una plaza no posee muros de delimitación. Lo usamos en la medida que algunos(as) autores(as) lo refieren, pero el término adecuado es el de patiohundido.

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Figura 26. La “zona monumental” del sitio de Pukara. Se observan los tres patios hundidos en la parte superior de la pirámide Qalasaya. Tomada del catálogo en línea del Museo Peabody de Arqueología y Etnología de la Universidad de Harvard, de la excavaciones Kidder II.

Figura 27. Patio hundido en la cima de Qalasaya excavado por Kidder II. Tomado de Tantaleán (2010a: fig. 54).

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En el sitio de Pancha, en la localidad de Huatta, Clark Erickson (1988b: 12 y fig. 5) reporta que se excavaron las bases de una “casa pukara”. Erickson sólo menciona que la casa excavada es muy similar a las casas que se erigen en la actualidad en el área. En la fotografía se observa la base de un muro de piedra y en la leyenda de la foto se menciona un piso, probablemente sea un piso de piedra, aunque no se ofrecen mayores detalles sobre este. Erickson no ha publicado más sobre esta estructura o sobre otras que excavó en el área. En la excavación de uno de los pozos de sondeo en el sitio de Camata, Steadman (1995: 46) identifica un muro de piedra asociado con su fase “Pukara 2”. Estos muros incluyeron bloques líticos más grandes y mejor trabajados en relación a los que observó en las fases qaluyu, más tempranas. En Taraco (de la Vega 2005; Chávez Justo 2007, 2008b) se han registrado varios muros aislados y algunas estructuras asociadas a cerámica pukara. Como indicamos líneas arriba en contraste a la “Estructura 2”, la “Estructura 1” que se superpone a la estructura qaluyu, presenta un muro de piedra de doble hilera hecho con bloques paralelepípedos, a manera de lajas, los cuales están unidos con argamasa de barro (de la Vega 2005:16). Al parecer los muros que se han identificado, tanto para Qaluyu como para Pukara, constituyen las bases de las estructuras. Destacan la “Estructura 1”, “Estructura 5” (Chávez 2008b: 19), 6A/6B (Chávez 2008b: 21), “Estructura 7” (Chávez Justo 2008b: 24-25) y “Estructura 8” (Chávez Justo 2008b: 25), las que en general, para “Pukara Temprano” reportan muros de doble hilera, unidos con arcilla y compuestos de piedras trabajadas. La mayoría de muros y estructuras estaban asociados a uno o más pisos de arcilla. También se han registrado estructuras cuadrangulares y rectangulares, dos de ellas (Chávez Justo 2007: 13-14, 2008b: 24-25; Levine et al. 2012: 142) asociadas a restos de techos incinerados. Aimée Plourde (2006) ha publicado en su tesis doctoral los resultados de sus investigaciones en la área del valle Huancané-Putina y, específicamente, de sus excavaciones en el sitio de Cachichupa. En dicho texto, se presentan conjuntos de terrazas44, grandes recintos cuadrangulares e, incluso, una posible “plaza hundida” que tuvo asociado un monolito. En el sitio de Huatacoa se ha registrado un patio hundido (Cohen 2010: 210-226) el cual difiere con respecto a la técnica constructiva en relación a los patios hundidos de época Qaluyu registrados en el mismo sitio. Los muros del patio pukara están hechos de cantos rodados grandes y también rocas pequeñas, las cuales están unidas con un mortero de arcilla. Además el patio también estuvo asociado a un piso de arcilla. En nuestras excavaciones en Chaupisawakasi hemos registrado un muro, de una sola hilera de piedras en forma de paralelepípedo (fig. 140), de lo que podría ser una “casa de élite”. No se evidencia indicios de algún tipo de argamasa. Por último, en el sitio de Chincheros (P13), en la Bahía de Puno se reporta un muro de arenisca (Schultze y Sosa 2003), probablemente pukara. Herramientas líticas Como hemos visto líneas atrás, es con Qaluyu cuando aparece la obsidiana en una cantidad significativa en la cuenca norte del Titicaca. En el estudio de Burger y asociados (2000: 307) ya referido, para época Pukara se incrementan los sitios y se ofrece el análisis de ciento cincuenta y tres especímenes (vide Burger et al. 2000: tabla v [pp. 306 y 307]). Los sitios en los que se han recogido estos artefactos (fig. 28) son Qaluyu, Pukara, Cancha Cancha-Asiruni, Esquinapata, Caxani, Taraco, San Roque, Ichu-Incatunuhuiri y Juli. De ellos, ciento treinta y seis pertenecen a la fuente de Chivay y unas catorce a la de Alca, específicamente concentradas en el sitio de Pukara, y dos a la fuente de Macusani. Asimismo, en las excavaciones en Chaupisawakasi observamos que en las deposiciones culturales vinculadas a Pukara la cantidad de obsidiana es muy superior 44 Aunque como ya hemos mencionado líneas arriba estas terrazas fueron construidas durante el “Formativo Medio”, aun así es probable que también hayan sido utilizadas por la sociedad Pukara.

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a los demás registros. Lo interesante es que aparecen artefactos nuevos, hechos en obsidiana, en el repertorio como los cuchillos (Tripcevich 2007: 246) que aparecen representados en la cerámica y la litoescultura de estilo Pukara. Otros artefactos bastante frecuentes en los asentamientos pukara son las azadas, realizadas con basalto olivínico, como las que halló Erickson en Huatta (Erickson 1988b: 12); sin embargo, esta piedra procedería de la cantera de Ichu-Incatunuhuiri (Bandy 2001). También se han identificado azadas en el sitio de Taraco (Chávez Justo 2007: 11-12), algunas hechas en andesita gris y verde (de la Vega 2005: 16-17). Como hemos mencionado líneas arriba la utilización de estos artefactos parece ser más difundido para Pukara. En el caso de Huatacoa sólo se registra azadas asociadas a Pukara y no para Qaluyu (Cohen 2010: 224) y en Taraco existe un aumento de estas para Pukara (de la Vega 2005: 16-17). Nosotros también hemos registrado azadas de basalto olivínico (pp. 272 y fig. 225a) asociadas a las capas pukara, aunque también registramos la roca basalto olivínico para la ocupación qaluyu.

Figura 28. Artefactos del tardío “Horizonte Temprano”: b y c) puntas de proyectil del sitio de Pukara; d y e) puntas de proyectil del sitio de Taraco; h y g) artefactos del sitio de Taraco. Modificado de Burger y colegas (2000: fig. 10).

Para esta época empiezan a registrarse, en mayor medida, algunos artefactos suntuarios solamente de consumo, como cuentas y otros artefactos, hechos por lo general en rocas o minerales exóticos. Así por ejemplo Plourde registra cuentas de sodalita (Plourde 2006: 267) y de turquesa (Plourde 2006: 273); así también algunas esferas de los misma materia prima (Plourde 2006: 291). Nosotros también hemos registrado algunas cuentas que probablemente sean de turquesa o crisocola (pp. 273 y fig. 228). Klarich 53

(2005a: 233) también ha recuperado cuentas de piedra, pero no llega a especificar el tipo de roca con la cual han sido hechas. También se han registrado artefactos “domésticos” como hachas, manos de moler, morteros, y bordes de vajilla de piedra, entre otros utensilios (de la Vega 2005: 16-17, Klarich 2005a: 229-230, Plourde 2006: 291. Ver pp. 273 y fig. 225b-d). Otros artefactos que también aparecen en los sitios arqueológicos son los discos de piedra erosionados por fricción y que servirían para la producción cerámica, al igual que para Qaluyu. Litoescultura A diferencia de Qaluyu, en Pukara existe una gran variedad de litoescultura. Estas variedades de la forma del soporte están íntimamente relacionadas con los motivos iconográficos representados en ellos (Cuynet 2012: 223); así “…dentro de cada variedad se tiende a una uniformización morfológica…” (Tantaleán 2010a: 157). Hasta el momento no existen textos científicos que aborden sistemáticamente el estudio de la litoescultura pukara y que la definan arqueométrica y socialmente. Sin embargo, en los últimos años como parte de las tesis de posgrado de Cuynet (2008) y Tantaleán (2010a) se han desarrollado síntesis sobre estos artefactos. Nosotros resumiremos y complementaremos dichos estudios (Tantaleán 2010a: 124-138, Cuynet 2012) con algunos nuevos datos. Casi no existen análisis petrográficos45 sobre la litoescultura pukara, pero a través de algunos estudios (Chávez y Jorgenson 1980: 73-77; Chávez y Mohr-Chávez 1970: 26, 30, 36; Hoyt 1975: 27-28; Kidder 1943: 14, 17, 32) se puede inferir que la roca arenisca fue la principal en la producción de litoesculturas, presente en tres de sus variedades cromáticas: blancas, grises y rojas (Cuynet 2012: 217-218) ; aunque también existen en otro tipo de roca. Esta materia prima, la arenisca, se da en abundantes afloramientos rocosos en la mayoría de los valles de la cuenca y orillas del lago Titicaca (pp. 16-20 y fig. 6). Asimismo, una característica de este material es su estructura sedimentaria que permite una mejor laminación. Su dureza es otra característica que posibilita un mejor manejo de sus volúmenes y superficies para realizar los detalles de las decoraciones. Estas características le confieren propiedades físicas que han llevado a considerar a esta roca como ornamental (Benavente 2006). En cuanto a los tipos de litoescultura, hemos podido diferenciar tres tipos, principalmente: estelas, monolitos y bloques decorados.

Estelas Corresponden a las piezas de mayor tamaño, cantidad, recurrencia y complejidad en los diseños que se han conservado en su superficie. Están hechas para estar colocadas de forma vertical en la tierra, por ello se componen de una parte no muy trabajada que iba enterrada y la parte visible de mayor extensión y con las superficies bastante alisadas y cubiertas de decoraciones en bajo y alto relieve. Por cantidad de especímenes, la piedra arenisca cuarcítica (Chávez y Jorgenson 1980: 75) es el material más extendido en la producción de las estelas. Las decoraciones realizadas en alto o bajo relieve en la superficie de las estelas se pueden dividir en dos grandes grupos: decoraciones semi-naturalistas y decoraciones geométricas. Las decoraciones semi-naturalistas representan, por lo general, a seres semejantes a serpientes con el cuerpo ondulante y cabezas con orejas (algunas con una cabeza en cada extremo del cuerpo) y que Chávez y Mohr (1975: 62) denominaron sub-estilo Asiruni (serpiente en quechua). También se representan batracios, aves, camélidos y felinos. En algún caso, se ha documentado decoración antropomorfa, como en la estela denominada “Chávez Ballón” (Chávez y Mohr 1975: Lámina XXVI) que se halla depositada en el museo de sitio de Pukara y en un fragmento de una estela de Chumbivilcas (Chávez 1988: fig. 6a). 45

Consultar Chávez y Jorgenson (1980) para un análisis petrográfico de las estelas de Arapa y Pukara.

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Las decoraciones geométricas, corresponde a elementos que forman parte de las figuraciones acompañando a los personajes principales, aunque en algunos casos llegan a tomar el protagonismo de la decoración. Pueden representar animales que han sido geometrizados como en el motivo denominado por Kidder “S aserrada” que corresponde a la esquematización y geometrización de cuerpos de animales alargados en zig-zag con terminaciones de cabezas triangulares. Las estelas podemos subdividirlas46 en varios grupos: estelas escalonadas (fig. 29 y 30), estelas rectangulares (fig. 31) y zoomorfas estilizadas (fig. 32).

Figura 29. Estela escalonada con diseño semi-naturalista, encontrada en Pukara. Tomada del catálogo en línea del Museo Peabody de Arqueología y Etnología de la Universidad de Harvard, de las excavaciones de Kidder II.

Figura 30. Estela escalonada con diseños geométricos, Estela de Arapa. Tomada de Cuynet (2012: fig. 6).

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Para ahondar en estas subdivisiones podemos recurrir a la tesis doctoral de Tantaleán (2010a: 124-137).

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Figura 31. Estela rectangular con diseño semi-naturalista, de Caminaca. Tomado de Chavez y Mohr (1970: 36).

Figura 32. Estela zoomorfa estilizada, estela de Pukara. Tomado de Chávez (1975: fig. 5).

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Monolitos o estatuas Representan, casi siempre, seres antropomorfos (algunas veces zoomorfos) de manera semi-naturalista casi siempre ataviados con vestimentas similares y pueden estar en posición erecta o sedente. Poseen diferentes dimensiones desde pequeñas estatuillas o figurinas de piedra hasta ejemplares de metro y medio o dos metros de altura. La materia prima empleada para producir estas litoesculturas es bastante variada, pues, se hallan realizados en granodiorita, arenisca (Tantaleán 2010a: 134), andesita (Núñez del Prado 1971: 27), pizarra (Cuynet 2012: 218) e incluso magnetita (Kidder 1965: 23). Hay que indicar que al menos en dos casos: un monolito antropomorfo y una cabeza decapitada excavados en el sitio de Pukara (Wheeler y Mujica 1981, Hastorf 2003: 318) los detalles realizados en la roca estaban pintados con diversos colores, como el rojo negro blanco y amarillo (Escobar 1981: 160-161, Mujica 1990: figs. 125-126). Lo que abre la posibilidad que otras esculturas líticas también se hayan pintado con estos colores que son los mismos que se utilizaron en la cerámica pukara polícroma. La pieza más representativa es el conocido “Personaje Mítico”, “Degollador” o “Hatun Ñakaj”47, por sus características representativas (Valcárcel 1932a, Mujica 1991, Chávez 1975: fig. 14) (fig. 33). Estos monolitos se caracterizan por representar personajes antropomorfos con elementos felínicos y grandes ojos casi cuadrangulares o saltones (“goggle-like”) que llevan tocados o gorros y atuendos que incluyen pectorales (“esclavinas”), muñequeras y faldellines. Se completa la decoración con detalles incisos que pueden incluir el motivo de la cabeza decapitada de perfil estandarizado del estilo Pukara. El ser antropomorfo, en algunos casos, lleva una cabeza decapitada en la mano y un cuchillo en la otra, como en el caso más conocido en la literatura arqueológica (vide Valcárcel 1932a). En otros casos se les representa devorando a un ser humano. Franco Inojosa (1940) reporta hasta siete de estas representaciones en el museo de Pukara. Se han hallado monolitos con similares características en Altarane (Paredes 1984), Japisi (Chávez 1981), Ichu-Incatunuhuiri (Kidder 1943: 13 y lámina II, fig. 1), Laliuyu en Conima (Kidder 1943: 19 y Lámina VI, fig. 8-10), Azángaro (Kidder 1943: Lámina VI, fig. 3 y 4), Chumbivilcas (Núñez del Prado 1971) y, en el lado boliviano de la cuenca del lago Titicaca, en la Isla del Sol (Ponce Sanginés 1969)48 y en Pokotía (Conklin 1983: fig. 16). Sin embargo, algunas de estas esculturas, como las que se encuentran en el mismo sitio de Pukara o las de Chumbivilcas, han sufrido la pérdida de la cabeza (Kidder 1943: 6, Núñez del Prado 1971: 27). Así podemos hacer una subdivisión de los monolitos con respecto a las litoesculturas de cabezas decapitadas. Estas litoesculturas pueden tomarse como la representación aislada de un detalle de los monolitos antropomorfos de “degolladores”, pues se relacionan con las cabezas decapitadas que aquellos llevan en sus manos. En este caso sólo se representa la cabeza decapitada de un ser humano como se aprecia en otros artefactos de estilo Pukara.

Bloques rectangulares decorados49 Para finalizar con los grupos de litoescultura tenemos que nombrar los bloques rectangulares líticos decorados o lajas. Estos tienen forma cuadrangular alargada o rectangular y casi siempre una sola superficie decorada y, por ello mismo, se ha planteado que formarían parte de la arquitectura. Ejemplos de estos bloques son los hallados en Taraco con dos felinos de perfil (Kidder 1943) o el de Chumbivilcas (fig. 34) que representan a dos camélidos de la misma forma en que aparecen en la cerámica pukara polícroma.

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Según Valcárcel (1925: 18), este monolito fue hallado cerca a la orilla del río Pucara y poco distante del conjunto arqueológico que en ese entonces era apreciable. 48 En la actualidad esos dos monolitos se hallan en exposición en el Museo Nacional de Arqueología de La Paz, Bolivia. 49 En este tercer tipo de litoescultura, Cuynet (2012: 221-222) considera un taxón distinto basado en el diseño representado en la litoescultura en la cual “…, los motivos, en bajo relieve son contenidos dentro de tableros. Cada uno se organiza alrededor de un elemento central. Una simetría importante maneja todos los ejemplos conocidos”. A diferencia de Cuynet, Tantaleán (2010a: 137) considera la morfología del soporte.

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Figura 33. Monolito “Hatun Ñakaj”, registrado por Valcárcel. Tomado de Cuynet (2012: fig. 3).

Figura 34. Bloque rectangular decorado de la hacienda Sawa Sawa, Livitaca. Tomado de Chávez (1988: fig. 12).

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ARCILLA (CERÁMICA) La arcilla, en cuanto principal material para la producción de cerámica, es una de las materias más importantes para todas las sociedades altiplánicas. En correspondencia a su calidad y en relación a sus propiedades físicas han producido cerámica de distintas calidades. Las arcillas han servido para producir objetos cerámicos, principalmente destinados a su utilización como vajilla en la vida cotidiana e, incluso, han llegado a convertirse en objetos exclusivos consecuentemente con la mayor inversión de trabajo en su producción y la apropiación de estos por un grupo de la sociedad (pp. 307-311 y 325-331). Los artefactos cerámicos producidos son: ollas, tazones, cantaros, platos, e incluso la arcilla fue parte de los elementos constructivos como mezcla o como revestimiento, a manera de enlucidos, y como “superficies de uso” o pisos de las distintas construcciones arquitectónicas del altiplano. Estos últimos usos de carácter arquitectónico los trataremos más adelante (Infra), aquí sólo abordaremos el uso de la arcilla que la condujo a su transformación en objeto de cerámica. La cerámica es el objeto arqueológico que ha recibido mayor atención por parte de los(as) investigadores(as) de la cuenca norte del Titicaca, además por seguir siendo el principal fósil director para la construcción de las secuencias arqueológicas y de equiparar sociedades con estilos cerámicos. Esto ha generado distintos estudios sobre la cerámica formativa, la mayoría de investigaciones han abordado a la cerámica para el estudio de la sociedad. Henry Tantaleán ya ha tratado con más detalle a la cerámica de las sociedades Qaluyu y Pukara (vide Tantaleán 2010a: 108-117, 140-154), por lo que aquí haremos una síntesis de las principales características de la cerámica, para Qaluyu (fig. 35, 153f, 154b-d, 158c-d, 173b, 173c, 173e) y Pukara (fig. 36, 37, 38, 153i, 156g, 170f, 173d, 173f, 173h, 173i).

Cerámica en Qaluyu La cerámica del estilo Qaluyu desde su descubrimiento científico en la década de los 50 del siglo pasado (Chávez Ballón 1950, Rowe 1956) fue el elemento característico de un conjunto de artefactos y, por ello mismo, se realizaron varias investigaciones para establecer su clasificación50. Las clasificaciones de Lumbreras y Amat (1968), Mohr (1980, 1981a y 1981b) o Steadman (1995) suponen un avance en la determinación de formas, decoraciones, detalles y funciones de esta vajilla. Desde Mohr (1980, 1981a y 1981b) se ha considerado que existirían dos grandes grupos conocidos como “Qaluyu Temprano” y “Qaluyu Tardío”51, división que, en términos generales, ha retomado Steadman (1995) para su secuencia. A pesar que se conoce una serie de sitios con cerámica qaluyu (vide Stanish 2003, Hastorf 2005), esta ha sido estudiada y publicada en ínfima cantidad (Steadman 1995: 418). Sin embargo, la mayoría de los(as) investigadores(as) proponen una unidad en dicho estilo. En los últimos años se han realizado varias excavaciones sistemáticas que han sido publicadas en forma de tesis (v.g. Steadman 1995, Plourde 2006, Cohen 2010, Levine 2012), a pesar de esto sólo dos de estas tesis abordan el estudio de la cerámica52 a profundidad (vide Steadman 1995, Levine 2012: Cap. 7; Apén. D, E, F y G) y, en base a ellas, ofreceremos las características de dicho estilo. Sin embargo, tenemos que advertir que Camata se halla en un área cercana a la cuenca sur del Titicaca y, de acuerdo a los materiales hallados allí, se observa una serie de artefactos procedentes o influidos en su producción por esta parte del altiplano, relacionada con los estilos Chiripa y Tiwanaku Temprano o Qeya. Taraco en cambio se encuentra en la zona principal de la cuenca norte del Titicaca, muy cerca al sitio de Qaluyu y también cercano al valle Quilcamayo-Tintiri. 50 La primera clasificación de la cerámica Qaluyu fue realizada por Chávez Ballón (1950). Él determinó los siguientes tipos Negro Llano, Negro Inciso, Rojo Llano, Rojo Inciso, Negro sobre Crema, Rojo sobre Crema y Pintado e Inciso (Chávez Ballón 1950: 44). 51 Aunque en las publicaciones mencionadas que componen una versión corta y revisada de sus tesis de 1977 no se presenta material procedente de Qaluyu. Los materiales recuperados de cinco pozos de sondeo allí realizados aparecen solamente para apoyar o contrastar su investigación central en torno a Marcavalle en el Cuzco. 52 Cecilia Chávez (2008a) ha realizado también un estudio de la cerámica de la sub-cuenca de río Huenque.

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Steadman (1995) ha diferenciado cuatro fases para Qaluyu, dividiéndolas en: Qaluyu Temprano 1 (12001050 ANE), Qaluyu Temprano 2 (1050-850 ANE), Qaluyu Tardío 1 (850 ANE-650 ANE), Qaluyu Tardío 2 (650-400 ANE). Los desgrasantes más utilizados para las pastas qaluyu son los minerales y los vegetales, siendo estos últimos los más empleados en Camata (Steadman 1995), cuestión que no se da en los otros sitios de la cuenca norte del Titicaca. La descripción de sus veintisiete pastas se encuentra en su tesis (págs. 95-139) y se puede apreciar que muchas de ellas persisten en toda la secuencia cerámica hasta sus fases pukara. Sin embargo, las inclusiones más extendidas en sus fases qaluyu son los temperantes de fibra vegetal53 y las inclusiones minerales (de las cuales sólo se reconoce a la mica) las que pueden ir mezcladas en diferentes porcentajes en las mismas pastas. Steadman (1995: 140) observa que en cada una de sus fases cerámicas se emplearían de seis a once pastas diferentes, lo que supone la existencia de vasijas que llegaron al sitio desde otras comunidades productoras de cerámica54. Siguiendo un análisis morfo-funcional, Steadman (1995: 626) determina las siguientes formas: ollas sin cuello, ollas, cántaros, tazones, vasijas cuadrangulares, botellas y trompetas. De estas, casi todas se encuentran presentes durante todo el periodo Qaluyu, vasijas cuadrangulares, botellas y trompetas aparecen tardíamente desde Qaluyu Tardío 1.

Figura 35. Cerámica de estilo Qaluyu. Modificado de Tantaleán (2008 [2005]: fig. 16).

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Este temperante está más extendido en la zona sur del lago, sobre todo en el sitio de Chiripa. La cercanía de Camata a esta área supondría el compartimiento de la técnica de producción de esta parte del lago. 54 Asimismo, en sus excavaciones no reporta contextos o artefactos (alisadores, por ejemplo) para la producción cerámica, aunque reconoce que existe una serie de pastas producidas localmente.

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A grandes rasgos, la decoración de las vasijas qaluyu es de dos tipos: pintada55 e incisa. En algunos casos ambas técnicas se pueden combinar y se pueden realizar sobre superficies engobadas o solamente alisadas y/o pulidas. Basada en sus excavaciones en Camata, Steadman (1995: 75-93) propone una serie de decoraciones para sus materiales cerámicos qaluyu56 aunque muchas de ellas también aparecen en sus fases pukara. Estos tipos de decoración son: Punteado zonal, Qaluyu rojo sobre crema, Qaluyu polícromo, Qaluyu incisión de línea ancha, Polícromo inciso/pintado, Rojo oscuro sobre rojo inciso e Inciso monocromo. De estos tipos de decoraciones las cuatro primeras son casi exclusivas de la sociedad Qaluyu; siendo la decoración por la que principalmente se reconoce la cerámica qaluyu, la de tipo qaluyu polícromo. Las tres últimas aparecen en las fases tardías de Qaluyu y son más características de Pukara. Levine (2012) ha diferenciado tres fases para el sitio de taraco, de estas solo una está vinculada a lo Qaluyu: Formativo Fase 1 (1260-1055). La autora define ciento cincuenta y cuatro pastas las cuales coloca en diecinueve grupos, de estos el más representativo es el FII: II-7 que se caracteriza por ser de color marrón claro a naranja claro, presenta inclusiones de mica, y contienen principalmente altas densidades de inclusiones blancas, sub-redondeadas (probablemente feldespatos o cuarzos) (Levine 2012: 257-258). Aunque debemos decir que no existen pastas exclusivas para ninguna de las fases y estas se distribuyen en todas las fases establecidas. Aun así ella establece algunas consideraciones con respecto a las pastas y la cerámica (Levine 2012: 256-275). Su clasificación hace una diferenciación entre la cerámica para servicio, para la cocina y para el almacenaje. Dentro de la cerámica de servicio tenemos a los tazones; en la cerámica de cocina tenemos ollas con cuello, sin cuello y de cuello corto; en las vasijas de almacenaje incluye las jarras o cantaros. En cuanto a las decoraciones sólo ha registrado incisiones de línea ancha. Existen también otros artefactos de cerámica que han sido reportados en otros estudios como cuentas (de la Vega 2005: 35), pulidores (de la Vega 2005: 20, 39) y piruros (Tantaleán 2005b: 46), obviamente deben existir muchos más registros de estos artefactos, y de otros, que no han sido publicados.

Cerámica en Pukara Desde Valcárcel (1925, 1935), la cerámica ha sido estudiada y utilizada desde diversas perspectivas (Tello 1929, Bennett 1946, Kidder 1943, Wallace 1957, Lumbreras y Amat 1968, Franquemont 1986, Rowe y Brandel 1970, Mujica 1985, 1991, Stanish 2003). Sin embargo, más allá de estas lecturas existen ciertas características relevantes y redundantes en la propia cerámica como son las regularidades observadas en la composición, técnica y estilo de la cerámica pukara. Sin embargo, las investigaciones citadas suelen enfatizar la cerámica decorada en detrimento de otras (Klarich 2005a: 182). La composición de las pastas es uno de los principales estudios en relación a la cerámica. Sin embargo, hasta el momento no existe un estudio profundo acerca de la procedencia de las fuentes de arcilla57 con las que se produjo la cerámica de estilo Pukara, aunque se sugiere, por fuentes etnográficas y algunas 55

Generalmente la pintura se aplica antes de la cocción de la pieza aunque hay ejemplos de pintura post-cocción. Las decoraciones de la cerámica decorada de Qaluyu propuestas por Lumbreras y Amat (1968: 78) están bastante cercanas a la de Steadman. Ellos propusieron las siguientes decoraciones: Qaluyu Inciso, Qaluyu Oscuro sobre Claro, Qaluyu negro sobre Rojo, Qaluyu Crema sobre Rojo y Qaluyu Negro y Crema sobre Rojo. Sin embargo, su clasificación se hizo con fragmentos recogidos por Chávez Ballón en la superficie del sitio de Qaluyu y no se especifica la cantidad de especímenes utilizados. 57 Elizabeth Klarich ha recogido muestras de arcilla en el 2006 en la periferia del sitio de Pukara y de una fuente en Santiago de Pupuja (Klarich 2012: 206) con el fin de comparar las arcillas con la cerámica del sitio de Pukara. Este futuro estudio nos llevaría a comprender mejor la organización de la producción cerámica y acercarnos a conocer quienes tenían la propiedad sobre las fuentes de arcilla.

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referencias arqueológicas (Valcárcel 1925: 15, 1935, Chávez Ballón 1950: 43, Franquemont 1986: 2, Chávez 1992: 43), que cerca del mismo Pukara existen fuentes de arcilla, concretamente, próximas al cauce del río del mismo nombre (Bustinza y Klarich 2007. Ver también fig. 7). Por el momento, sólo se cuenta con una serie de trabajos ceramográficos que definen una serie de pastas existentes en la cerámica pukara58. Uno de los primeros intentos fue dirigido por Alfred Kidder II (1943) quien reconoce como una de las características más significativas de la vajilla pukara es la alta concentración de mica en su composición. Por su parte, Edward Franquemont diferenció las pastas cerámicas por la inclusión de rocas molidas, mica o partículas largas angulosas. Las inclusiones micáceas son de tres procedencias biotita, flogopita y moscovita, generalmente, en cada vasija sólo aparece un tipo de mica aunque es posible que haya hasta dos. Sin embargo, para Franquemont, las pastas de las vasijas pukara se dividen en dos grandes grupos: las que contienen piedras molidas y las que contienen mica (Franquemont 1986: 2). Basándose en los análisis de Franquemont, Denise Carlevato (1988) y Karen Mohr-Chávez (1977) extendieron sus categorías mediante el análisis petrográfico de los fragmentos cerámicos recuperados por Kidder. De esta manera, ellas describen que la cerámica fina pukara está compuesta por una arcilla rojaanaranjada altamente oxidada con pequeñas inclusiones (en promedio inferiores a 1 mm) de fragmentos de feldespato, algunas rocas ígneas intrusivas y diferentes cantidades de minerales de ferro-magnesio (Mohr-Chávez 1977: 1167). Sergio Chávez (1992) planteó veinticuatro tipos de pasta basándose también en las colecciones cerámicas de las excavaciones de Kidder almacenadas en el Museo Peabody de la Universidad de Harvard y en el Museo Nacional de Arqueología y Antropología del Perú: diez mil fragmentos cerámicos fueron divididos en dos grandes grupos (llanos y decorados). Aquí sólo apuntaremos algunas cuestiones generales de estas pastas con relación a sus desgrasantes. Las pastas #1 y #1A, son aquellas que se utilizan frecuentemente en la producción de las vasijas mejor decoradas, siendo la dacita su principal constituyente. Las inclusiones minerales y la textura de la dacita de esta pasta son idénticas a las de las rocas detrás de las terrazas del Qalasaya en Pukara. Las Pastas #2 a #14 contienen, principalmente, arenisca arkósica similares a las muestras que Chávez recogió en el pueblo de Pucará, aunque como él mismo reconoce, dichas areniscas pertenecen a una formación geológica bastante extensa en la zona. La Pasta #3 contiene abundante cuarcita de la misma formación rocosa cercana al sitio u otra al este del río Pucará. La fuente podría ser local, pero no es clara la asociación. Las Pastas #4, #4A, #4B, #4C y #4D tienen abundante mica pero dicha fuente no fue localizada en su estudio de 1988. Esta pasta es similar a la que Kidder denominó “Pucara Llano con Mica”. Las pastas #5 y #12 contienen tufo volcánico vitrificado, la pasta #11 tufo/vidrio volcánico y la pasta #13 tufo criptocristalino. Se piensa que esas inclusiones podrían ser de origen local, aunque en las de las pasta #11 es más dudoso. Las pastas #7, #7A y #8 tienen inclusiones posiblemente de andesita y su fuente es desconocida. Las pastas #9, #9A y #10 contienen andesita (hornblende) pero no se conoce la fuente. Las pastas #10, #11 y #14 parecen ser pastas no locales. Gracias a las excavaciones de Klarich en el sector central del sitio de Pukara o “pampa” se pudieron definir algunos tipos de pastas y se incluyeron en el análisis los fragmentos de las vasijas llanas recuperados (2005a: 206).

58 Salvo los análisis petrográficos con microscopio realizados por Chávez (1992), la mayoría de estos análisis para reconocer los componentes de las pastas se han realizado utilizando solamente lentes de aumento (Steadman 1995: 96, Klarich 2005a).

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Los especímenes cerámicos fueron separados en dos grandes grupos: A y B. Dicha división estuvo basada en la presencia, como principal constituyente, de temperante mineral o mica. Dentro de esa gran división se realizó una subdivisión basada en variaciones lo que resultó en la subdivisión de dieciséis pastas de temperante mineral (A1-A6) y dos pastas con Mica (B1-B2). La mayoría de sus fragmentos encajaron en los grupos A1 y B1. Sin embargo, una cantidad de tiestos fueron incluidos en un tercer grupo: C. Finalmente se creó un grupo para los “no identificados”. Un detalle interesante en la muestra de Klarich es que no documenta ningún fragmento de cerámica con temperante de fibra vegetal que, como vimos, contrasta con las pastas qaluyu de Camata pero, sobre todo, con algunas pastas de las fases pukara de Steadman (1995). Según Chávez (1992: 96-101), el acabado de la superficie de las vasijas pueden ser tanto externo como interno. Estos tratamientos incluyen alisado, bruñido y pulido y los divide en diez grandes grupos según las particularidades en su aplicación a la vasija. Asimismo, según Klarich (2005a: 207. Traducción nuestra) el “tratamiento de la superficie incluye modificación de la arcilla de la vasija durante la producción y el uso de cubiertas tales como engobes, pinturas y otras técnicas decorativas. Los tratamientos fueron registrados por tipo (alisado, bruñido, pulido, erosionado, deteriorado, inacabado y/o quemado), anchura (delgado, medio, ancho) y direccionalidad (vertical, horizontal, diagonal, circular y mixto).” Una de las primeras clasificaciones de la cerámica pukara fue realizada por Alfred Kidder II (1943: 4) según las características de las pastas y las técnicas de acabado. De esta manera, Kidder planteó una primera división en dos grandes grupos: vajilla decorada y vajilla no decorada. A su vez, sus tipos de vajilla decorada fueron subdivididos en: Pucara Polícromo, Pucara Rojo Inciso, Pucara Negro Inciso y Pucara Rojo Pulido; y los tipos de pasta de su vajilla sin decoración o “vasijas culinarias” fueron: Pucara Llano con Mica, Pucara Marrón Llano y Pucara Rojo Llano. Dentro de su “Pucara Policromo”, Kidder reconoció formas de vasijas, como los tazones abiertos con base plana, tazones con base anular, vasos en forma de Kero con bandas externas en altorrelieve, Cántaros (Jars) con asas, jarras cuadrilaterales y “trompetas” (Kidder 1943: 3). Asimismo, como ya vimos, Edward Franquemont (1986) también realizó su análisis y dividió la cerámica en dos grandes grupos: vasijas llanas con desgrasante de mica y vasijas sofisticadas con decoraciones plásticas, pintadas e incisa. Según Franquemont (1986), tendríamos siete categorías de vasijas y un octavo apartado de artefactos cerámicos que no pudo definir en sus siete categorías: tazones abiertos, tazones con base anular (incensarios), cántaros con cuellos, tubos cerámicos o trompetas, vasos (Keros), tazones con paredes curvas y vasos con lados convexos, vasijas en forma de caja y otros artefactos cerámicos Según Chávez (1992), la vajilla pukara se puede dividir en dos grandes grupos: vasijas restringidas (fig. 36) y vasijas no restringidas59 (fig. 37), adentro de los cuales existen subdivisiones. Todas estas vasijas a las que se refiere Chávez, en sus vasijas no restringidas, son tazones o vasos, los que se diferencian entre sí por la forma o por los atributos incluidos en ellos. El único tipo de vasija que incluye para las formas restringidas, son los cántaros, donde desarrolla una amplia tipología a partir de la morfometría de, principalmente, los cuellos y también del cuerpo de dichas vasijas; finalmente también considera la categoría de vasijas restringidas en miniatura. La clasificación de las formas de las vasijas pukara de Steadman (1995: 626, Tabla 13) está basada en los materiales cerámicos que pudo encontrar, en sus excavaciones en pozos, en el montículo de Camata donde también halló capas arqueológicas relacionadas con Pukara. Estas formas son: ollas, cántaros, 59

Esta división en las formas cerámicas fue planteada originalmente por Ann Shephard (1963).

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tazones, botellas, trompetas y “quemadores ceremoniales”. De estos, los cantaros y las ollas están presentes en toda la secuencia; tazones, botella y trompetas, aparecen en Pukara 1 y los “quemadores ceremoniales” aparecen tardíamente en Pucara 2. Basándose en las formas y atributos de las vasijas, Klarich (2005a: 196-201) dividió los fragmentos de bordes de sus excavaciones en la pampa central de Pukara en categorías generales: formas no restringidas y restringidas con subdivisiones internas. Asimismo, en su división de las formas siguió las formas descritas por Steadman. Dentro de las formas no restringidas sólo incluye los tazones a partir de los cuales subdivide estos de acuerdo al ángulo interior de la pared. Sin embargo, Klarich no incluye en esta categoría a la vajilla que denomina, siguiendo a Chávez (1992), “vasijas rituales” y en las que se encuentran los tazones con pedestal (con base anular o “incensarios”), las miniaturas, las trompetas cerámicas y las vasijas de gran tamaño. Dentro de las formas restringidas tenemos las “vasijas”, ollas y tinajas. Según Klarich las “vasijas” cumplieron la función de servicio o almacenaje, las ollas funcionaron para cocinar y almacenar, y las tinajas para almacenamiento y fermentación. Así también dentro de las “vasijas”, las diferenció por la forma del labio. Adicionalmente, debemos de decir que existen otros artefactos o instrumentos hechos de cerámica como pulidores y torteros (de la Vega 2005: 17, Klarich 2005a: 229), hechos principalmente de tiestos modificados. Las técnicas decorativas empleadas en la cerámica pukara son, principalmente, la pintura y la incisión. Según Chávez (1992: 22), las clases de decoración que halló en su investigación de las piezas pukara excavadas por Kidder II fueron: pintura policroma pre-cocción sobre área de negro, crema y rojo delineados por incisiones; pintura bícroma sobre negro y crema; incisiones sobre superficie negra o roja; excisiones; apliqué o modelado; incrustación y, en algunos casos, pintura post-cocción dentro de las incisiones. Los colores básicos utilizados son el negro, rojo, amarillo y gris y hay un serie de matices de los mismos. El color más utilizado y que sirve de base de otras decoraciones como engobe o pintura es el rojo. Sin embargo, hasta el momento no existe un estudio acerca del origen y/o procedencia de los materiales para producir dichas pinturas o coloraciones. Desde su temprano descubrimiento, la cerámica pukara fue reconocida por su elaborada decoración policroma pintada, incisa y escultórica (Valcárcel 1935). Kidder II (1943: 3) había distinguido varios motivos que se repetían en ella entre los que destacaba el felino de perfil, las cabezas decapitadas, “figuras humanas corriendo con elaborados tocados, portando hachas y cabezas trofeo”, hombres conduciendo llamas y una variedad de “seres míticos”, de los cuales destacaba el “hombre-ave y otras figuras en las que los atributos felínicos parecen predominar”. Sergio Chávez (1992, 2002) reconoció en su análisis de los materiales cerámicos excavados en 1939 por Kidder en Pukara dos temas principales en la decoración pukara: el “hombre felino” y la “mujer camélido”. Además, de esos dos temas principales, encontró otros ocho motivos derivados o relacionados con los anteriores y que representan “humanos y animales mitológicos/ sobrenaturales”. Finalmente, encuentra motivos geométricos derivados y/o relacionados con ellos, resaltando la gran estandarización en dichas representaciones. Chávez plantea de esta manera sus dos temas principales y los motivos (constitutivos o asociados) que están relacionados con cada uno de ellos60(vide Tantaleán 2010a: 149). 60 Una descripción exhaustiva de dichos temas y motivos está contenida en su tesis (1992: 192-504) y sintetizada en su artículo del 2002.

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Figura 36. Vasijas restringidas pukara. Tomado de Chávez (1992: 86-87).

Figura 37. Vasijas no restringidas pukara. Tomado de Chávez (1992: fig. 4).

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Figura 38. Tazón pukara polícromo. Tomada del catálogo en línea del Museo Peabody de Arqueología y Etnología de la Universidad de Harvard, de las excavaciones Kidder II.

METALES Aún son escasas las investigaciones que han reportado artefactos de metal para las primeras sociedades de la cuenca norte del Titicaca (v.g. Kidder II 1943: 5; Aldenderfer et al. 2008; Plourde 2006: 267, 294 y fig. B.18; Chávez Justo 2007: 12) y desconocemos gran parte de los artefactos que se produjeron. Dentro de estos, tenemos principalmente objetos de consumo como: cuentas, láminas, entre otros y sólo se ha reportado un instrumento de producción, un cincel. A pesar de lo mencionado, sabemos que la producción de artefactos de metal en el altiplano se da desde épocas muy tempranas (Aldenderfer et al. 200861, Schultze et al. 2009). La zona de la cuenca norte dispone de varios tipos de metales (pp. 19-21) pero los únicos metales trabajados, de los que se tiene referencia, son el oro (Aldenderfer et al. 2008), la plata (Schultze 2008, Schultze et al. 2009) y el cobre (Plourde 2006: 294). Así pues, los artefactos hechos de metal fueron clave y algunos de ellos se convirtieron en objetos exclusivos. La inversión de fuerza de trabajo en su producción y sus propiedades físicas los hacen objetos de especial importancia en las primeras sociedades del altiplano. Su escasa producción y consumo, hasta lo que hoy conocemos, los hace objetos que debieron jugar un importante papel en la aparición de las diferencias sociales.

Artefactos de metal en el Arcaico El único sitio arcaico del que tenemos referencia con artefactos de metal es el sitio de Jiskairumoko. Nathan Craig y Mark Aldenderfer reportan varias piezas de metal procedentes del mencionado sitio. En el Entierro 2 de su “Arcaico Terminal” se encontraron nueve cuentas de oro (fig. 39) asociadas a un 61 Hasta el momento, las cuentas de oro halladas en Jiskairumoko son consideradas las piezas de oro más antiguas de América, con aproximadamente 4000 años de antigüedad. Antes del mencionado hallazgo los artefactos de Mina Perdida (Burger y Gordon 1998) y de Waywaka (Grossman 1972) eran los artefactos de oro más antiguos conocidos.

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individuo adulto (Craig 2012: 78), estas poseen una forma tubular alargada. En la “Estructura Semisubterránea 1” del “Arcaico Terminal” se encontró un disco de oro-cobre (Craig 2012: 93, fig. 27). En la producción de las nueve cuentas se ha podido observar la técnica del martillado para acercarse a un laminamiento de la pieza y posteriormente un martillado alrededor de un objeto cilíndrico para así obtener la forma tubular de las cuentas (Aldenderfer et al. 2008: 5004). La producción de una aleación de oro-cobre revela el temprano conocimiento de esta técnica, aunque Craig sospecha que esta pieza podría proceder el “Formativo Temprano” (Craig 2012: 93).

Figura 39. Collar con nueve cuentas de oro y once de turquesa, recuperado del Entierro 2. Tomada de Craig (2012: fig. 19).

Artefactos de metal vinculados a Qaluyu Aunque no se han reportado artefactos de metal en asociación a ocupaciones qaluyu, es muy probable que también esta sociedad haya producido estos artefactos, ya que como hemos visto durante el “Arcaico” ya se tenía cierto grado de desarrollo tecnológico en metalurgia y orfebrería. Otra posibilidad es que esta sociedad no haya necesitado de estos objetos para reproducirse socialmente, aunque la aún escasa cantidad de información hace poco probable esta afirmación, mas si para Pukara los artefactos de metal también son exiguos. Sólo futuras investigaciones aclararan el panorama sobre la producción de artefactos de metal en Qaluyu. Adicionalmente, en Jiskairumoko Craig reporta un disco de oro con una perforación central asociado a su “Estructura Rectangular 2” del “Formativo Temprano” (Craig 2012: 101, fig. 33), pero la cerámica asociada no pertenece al estilo Qaluyu, aunque como veremos más adelante (pp. 322-324) nosotros consideramos a las primeras aldeas sedentarias como parte del fenómeno Qaluyu. 68

Artefactos de metal vinculados a Pukara Los artefactos de metal son los que menos se han registrado para las sociedades sedentarias tempranas, sólo se tienen algunos ejemplares y la mayoría de ellos vinculados a Pukara. Hasta el momento sólo se han registrado en tres sitios pukara. Kidder II registró dos piezas de oro y una de cobre, estos se tratan de láminas de metal que incluyen diseños de cabezas humanas bastante semejantes a las representaciones de la cerámica pukara polícroma (Kidder II 1943: 5), además en una de estas placas se observan “calados romboidales” (Franco Inojosa 1940: 130). Las piezas mencionadas serían las que se encuentran depositadas actualmente en el Museo Peabody de la Universidad de Harvard, Cambridge, Massachusetts (USA)62. Justamente, en una de ellas se aprecian las representaciones incisas de cabezas decapitadas en la forma que se representan en la cerámica y litoescultura pukara (fig. 40). Plourde (2006: fig. B.18, 294) en el sitio de Cachichupa ha registrado artefactos hechos en cobre, entre ellos cuatro cuentas de cobre y un cincel. También Cecilia Chávez (2007: 12) en Taraco reporta “…un artefacto de metal”, del cual desconocemos el metal en el cual fue producido y también el tipo de objeto.

Figura 40. Láminas de metal con diseños de cabezas humanas incisas y rombos calados. Tomada del catálogo en línea del Museo Peabody de Arqueología y Etnología de la Universidad de Harvard, de la excavaciones Kidder II.

TIERRA La tierra es una de las materias primas más importantes para las sociedades prehispánicas, debido a que de su transformación en tierras cultivables se generan productos de subsistencia, los cuales son esenciales en el mantenimiento de los sujetos sociales. El uso de la tierra como materia para la subsistencia lo tratamos más adelante (Infra) con detenimiento. Aquí abordaremos su participación en la producción de objetos como material constructivo. En cuanto material constructivo, la tierra ha servido a las sociedades altiplánicas para la elaboración de distintos elementos arquitectónicos, por lo general estos nuevos 62

Recuérdese que las excavaciones de Pukara de 1939 fueron auspiciadas por el museo Peabody de la Universidad de Harvard (Kidder II 1943: v). Se puede acceder al catálogo en línea del mencionado museo para ver las piezas de metal encontradas en Pukara (ver nota 42).

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artefactos hechos a partir de tierra han sido mezclados con otras materias primas, como piedras y materia botánica. Los objetos producidos son: muros (como mortero de barro o arcilla, adobes o bloque de tapial, es decir elementos estructurales), pisos y enlucidos63. No debemos de olvidar que los grandes montículos adquieren su mayor volumen debido a las grandes cantidades de rellenos arquitectónicos que tienen como principal constituyente a la tierra. Aun si la tierra no presenta una transformación intencional por parte de los sujetos sociales, esta constituye la superficie por donde transitaron y si es usada constantemente dentro de un espacio delimitado arquitectónicamente se convierte en lo que comúnmente denominamos como “apisonado”.

Uso de la tierra en artefactos del Arcaico En el sitio de Jiskairumoko (Craig 2012) se ha usado la tierra y la arcilla de distintas formas. Se han recubierto fogones con finas tierras y arcillas, también se han elaborado depósitos y principalmente se han elaborado pisos de tierra y de arcilla, los cuales han sido remodelados en distintas ocasiones. En muchos casos, esta arquitectura incipiente se ha combinado con otros elementos.

Uso de la tierra en artefactos qaluyu En Camata (Steadman 1995: 41-44) los muros, asociados a “Qaluyu Tardío 2”, están hechos de roca y barro, probablemente sobre las bases de roca encontradas se erigieron muros de adobe. Algunos de estos muros poseen estuco de barro con pintura amarilla y roja, en su mayoría, aunque también se reportaron con pintura blanca y verde; además se hallaron pisos arcillosos de color rojo y amarillo. Erickson (1996: 253) ha reportado para el montículo de Pancha, en la zona de camellones de Huatta, ocupado alrededor de 800 ANE, una estructura arquitectónica con cimientos de piedra, adobe y pisos de arcilla que alternaban con láminas delgadas de sedimentos y basurales. En el sitio de Balsaspata (Tantaleán 2005b: 49) en asociación a un muro de elaborada factura se halló un piso de arcilla totalmente limpia, sin evidencias de actividades domésticas. Esto hizo suponer al autor un uso no doméstico del mencionado espacio: “Nos parece sugerente plantear que se trata de un espacio a pequeña escala para realizar eventos relacionados al culto local y que de manera regional estaría relacionada a los inicios de la tradición de los patios hundidos” (Ibíd.). El Sector A o área doméstica (de la Vega 2005: 10-22; Chávez Justo 2007: 8-26, 2008b: 12-45) de Taraco ha revelado dos fases vinculadas a Qaluyu (Chávez Justo 2007: 25, 2008b: 73). La “Estructura 2” parece constituir las bases de las estructuras y sobre estas se debieron haber levantado muros de adobe (de la Vega 2005: 17), en las excavaciones se han registrado restos de adobe sobre los muros de piedra (Chávez Justo 2008b: 29, 31), así también existe evidencia de muros hechos con la técnica de tapial (de la Vega 2005: 16). Varias de las estructuras registradas en Taraco han estado asociadas a pisos de tierra y arcilla, por lo general de color rojizo. En el Sector H o área monumental (de la Vega 2005: 22-41, Chávez Justo 2007: 26-71) el principal descubrimiento fue una rampa que conduce a unas escalinatas que probablemente conducirían a un patio hundido. Esta rampa se encuentra elaborada con adobes, como la mayoría de estructuras del sector, y se encuentra recubierta con arcilla, lo que generó su superficie de uso; además, se encuentra asociada a pisos de arcilla. Adicionalmente, se registra una plataforma adyacente a la rampa y un recinto con un piso que se asocia a la rampa. En el área de arquitectura doméstica (Cohen 2010: 111-139) o Sector B, Cohen excavó una casa de adobes. Esta casa poseía muros rectos que configuraban su trazo rectangular, con las esquinas exteriores 63

En el sitio de Chiripa algunos pisos y muros se encontraban pintados de distintos colores (Chaudhry 2007: 15). Probablemente en la cuenca norte también se haya pintado con estos tipos de tierra.

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ligeramente redondeadas, dichos muros estaban compuestos por adobes de arcilla limosa mezclada con material botánico. Se registraron también pisos de arcilla amarillenta y rosada. Además varios pozos de basura y para enterramiento fueron practicados sobre la superficie de la casa. Sobre la ocupación de la casa reportada existe un estrato vinculado a Qaluyu que presenta abundantes restos de arcilla quemada y de adobes quemados, según Cohen (2010: 129-130) esto sería producto del incendio y destrucción de la arquitectura de la casa. En el área monumental o Sector A (Cohen 2010: 144-210) de Huatacoa se registró una plaza abierta y un patio hundido, asociados a la ocupación qaluyu, este último con varias remodelaciones y reconstrucciones. Las excavaciones revelaron un piso de arcilla construido directamente sobre el terreno estéril y se desconoce sus límites, este espacio se trata de la plaza abierta que constituye la primera estructura pública del sitio. Luego de la plaza se construye el patio hundido. Como hemos mencionado antes (Supra) existen dos complejos arquitectónicos vinculados a Qaluyu: el “complejo del patio hundido temprano” y el “complejo del patio hundido medio”. Todos los patios hundidos y los demás componentes de los complejos presentan muros de arcilla, construidos con la técnica de tapial y están asociados a pisos de arcilla preparados, por lo general de color amarillo; en la segunda fase constructiva del “complejo del patio hundido medio” se observa que los muros presentan bases de piedra, pero conservan una superestructura de arcilla.

Uso de la tierra en artefactos pukara En la tesis de Chávez (1992), que hace referencia a las excavaciones de Kidder en el sitio de Pukara, hemos encontrado algunas referencias sobre la utilización de la tierra como material constructivo. Adicionalmente, a través de las fotos del registro de Kidder II64 se puede apreciar la utilización de mortero para la unión de los elementos de roca, de la arquitectura descubierta, incluso en la zona monumental, además de algunas referencias de restos de adobe. En el área cercana al río, en la Excavación 1, se encontró “concentraciones” que se tratan de pozos practicados sobre la superficie estéril, los que sirvieron como depósitos de basura y en un caso como pozo de enterramiento (Chávez 1992: 51-54). También se han reportado adobes como elemento constructivo en la zona de la pampa central (Chávez 1992: 62-63), además de un posible fogón, elaborado en una banqueta de arcilla cocida (Chávez 1992: 68). Incluso en la zona monumental se han reportado restos de “adobe” y mortero de barro (Chávez 1992: 75, 76, 79). Klarich (2005a) en sus excavaciones de la pampa central de Pucara encuentra varios pozos practicados en la tierra u otras superficies (Ibíd.: 163, 164, 169), en las cuales se depositaron rocas y arcilla. También reporta un piso hecho de guijarros y arcilla (Ibíd.: 144-145) y un muro con un enlucido de arcilla (Ibíd.: 156). Clark Erickson (1988b: 12 y fig. 5) reporta que se excavaron las bases de una “casa Pukara” en el sitio Pancha. El recurre a la analogía etnográfica al relacionar la casa excavada con las casas de los comuneros aledaños, indicando que la casa excavada presenta rasgos similares a las casas de adobe del área. Sugiriendo implícitamente que sobre la base de piedra del muro registrado se elevó una superestructura de adobe. Steadman (1995: 46) reconoció en sus excavaciones en Camata un muro, relacionado temporalmente con su fase “Pucara 2” (100 ANE-100 DNE), que presentó una superficie de tierra compactada, una especie de enlucido que a diferencia del muro relacionado a Qaluyu no presentaba rastros de algún tipo de pintura. En Taraco (de la Vega 2005; Chávez Justo 2007, 2008b), para “Pukara Temprano”, se reportan muros de rocas trabajadas unidas, por lo general, con arcilla y en varios casos se registran restos de adobes sobre los muros de piedra, lo que indica la utilización de estos en la construcción del muro (Supra). La mayoría de muros y estructuras estaban asociados a uno o más pisos de arcilla por lo general de color rojizo (de la 64

Ver nota 42

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Vega 2005: 16, Chávez Justo 2008b: 24). También, ciertas evidencias indican la utilización de algunas superficies para elaborar pozos, que sirvieron como depósitos de basura o para enterramientos (Chávez Justo 2007: 21-22, 2008b: 37). Finalmente, para el sitio de Huatacoa, Cohen (2010: 212) refiere que la técnica constructiva de los muros del patio hundido vinculado a Pukara consiste en cantos rodados grandes, y también rocas pequeñas, los que están unidos con un mortero de arcilla marrón. Además, el patio también estuvo asociado a un piso de arcilla (Ibíd.: 214).

HUESO Los restos óseos como materia prima, proceden claramente de un proceso previo que desligó al animal de su pieza ósea, la que sirvió posteriormente como materia prima para producir un artefacto. Más adelante, también, abordamos a los animales del altiplano como arteusos u objetos alimentarios (Infra). Por lo general, las sociedades del altiplano han utilizado osamenta de venado (Hippocamelus antisensis) y de camélidos (Lama glama y/o Lama Pacos) para la elaboración de artefactos. Los artefactos producidos en huesos son usualmente herramientas, vinculados a la industria textil como: espadas de tejer, punzones y piruros; aunque también se han registrado “cucharas”, cuentas y algunas esculturas en miniatura, “efigies”.

Artefactos óseos en el Arcaico Para Jiskairumoko se han reportado algunos artefactos de hueso. Entre los artefactos tenemos “espadas de tejer” o wichuñas (Craig 2012: 78) y una “efigie” que probablemente representa un camélido (Craig 2012: 93, fig. 28). Además a partir del análisis de microhuellas en artefactos líticos se ha identificado que algunos de estos sirvieron para la talla de artefactos de hueso (Craig 2012: 84).

Artefactos óseos en Qaluyu En Balsaspata, Tantaleán registra “espadas de tejer” o wichuñas, cuentas (Tantaleán 2005b: fig. 7) y punzones (Tantaleán 2005b: fig. 8), la mayoría de estas elaboradas en huesos de camélido. En el sitio de Huatacoa se han registrado varios utensilios hechos en hueso de camélido, entre ellos tenemos: artefactos no identificados hechos de escapula y de costilla de camélido y algunos punzones y otras herramientas para tejer (Cohen 2010: 123, 130-131). Otros artefactos importantes y que han tenido una producción diferenciada son las cucharas de hueso, las cuales exhiben diseños geométricos a manera de “zigzag” (Cohen 2010: 119, 130-131. Fig. 41).

Artefactos óseos en Pukara De la pampa central del sitio de Pukara se han recuperado algunos punzones, artefactos hechos en huesos largos, fragmentos de “espadas de tejer”, entre otros artefactos de función desconocida (Klarich 2005a: 230-233, Apén. 8). Edmundo de la Vega (2005: 16, 18) durante las excavaciones en Taraco registró espadas de tejer, donde destaca una hecha en base a un asta de venado. Por su parte, Cecilia Chávez en el mismo sitio encontró un artefacto de hueso de forma tubular (Chávez Justo 2007: 21) probablemente se trata de una cuenta alargada. Asimismo, Plourde para Cachichupa reporta haber registrado artefactos de hueso para uso doméstico, como herramientas de cocina y para tejer, además de una cuchara que según la autora podría corresponder a una tableta para inhalación de sustancias alucinógenas (Plourde 2006: 293, fig. B.34 y fig. B.35) dicha cuchara presenta una forma en “zigzag” similar a las cucharas halladas por Cohen en Huatacoa, las que están asociadas a Qaluyu. También se han registrado algunas cuentas de hueso en el sitio (Plourde 2006: 276-277, 293). 72

Figura 41. Artefactos de hueso tallado, “cucharas”. Modificada de Cohen (2010: fig. 5.12).

En nuestras excavaciones en Chaupisawakasi hemos identificado espadas de tejer (fig. 231, 232), hechas en metatarsiano o metacarpiano, y de costilla de camélido. También se encontraron dos cuentas hechas probablemente de falange de camélido (fig. 234, 235) y un punzón hecho de hueso de pez (fig. 233).

MATERIAL BOTÁNICO Los elementos botánicos han sido durante toda la historia de la humanidad la base de nuestra dieta, elementos básicos para el mantenimiento de los individuos sociales, además de materia prima para la producción de otros objetos. Lo que corresponde a lo alimentario o al plano arteusual lo dejaremos para más adelante (Infra), ya que lo que nos concierne en este apartado es su utilización para generar artefactos. Los principales objetos producidos en base a materia botánica son: muros (mezcla con otras materias como tierra y piedras), cubiertas o techumbre (elaborados con Ichu o Totora), postes, textiles y herramientas de madera. Estas manifestaciones fenoménicas de la materia botánica son difícilmente registrables, debido a factores tafonómicos (pp. 91-96) por lo que se recurre comúnmente a evidencias indirectas o a analogías etnográficas y etnohistóricas.

Uso de elementos botánicos en artefactos del Arcaico En Jiskairumoko se ha hallado un recipiente hecho de corteza vegetal, el cual contuvo restos de cal (Craig 2012: 101). También se identificaron postes: “Varios postes pueden ser asociados con el Horno de Pozo 2. Estos probablemente formaron una cobertura, un cortaviento, o un asador de carne.” (Craig 2012: 88, fig. 24). Además existe también evidencia indirecta de la producción de artefactos de madera, debido a que a través del análisis de huella de uso de material lítico se identificó instrumentos para el tallado de madera (Craig 2012: 84).

Uso de elementos botánicos en artefactos qaluyu La única referencia que tenemos para Qaluyu de algún artefacto que contenga material botánico es la que nos da Amanda Cohen (2010: 120-121) para el sitio de Huatacoa: “Los muros están compuestos de adobe 73

preparado, hechos de arcilla limosa, relativamente limpia y compacta, mezclada con material orgánico.” (Traducción y formato en negrita nuestro). Probablemente muchos de los muros qaluyu hayan tenido esta composición.

Uso de elementos botánicos en artefactos pukara65 Erickson (1988b: 12) menciona para el sitio de Pancha que una “casa Pukara” excavada en este sitio “…tuvo muchos rasgos similares a las de las casas de adobe con techos cubiertos con paja construidas en la actualidad en el área” (Traducción nuestra). Esto nos sugiere que probablemente las casas pukara estuvieron cubiertas con techumbre de paja, de lo que se tiene evidencia directa con las investigaciones que se realizaron en otros sitios. En Taraco (de la Vega 2005; Chávez Justo 2007, 2008b) se han registrado estructuras cuadrangulares y rectangulares, dos de ellas (Chávez Justo 2007: 13-14, 2008b: 24-25) asociadas a restos de techos incinerados, en los cuales se logró identificar Totora y probablemente Ichu, además en una de estas se identificó maderos (¿postes?) también incinerados y las improntas de estos. Levine (2012) en su registro de perfiles en el Sector A de Taraco ha demostrado que el evento de incineración no es un evento aislado sino un evento que incluye por lo menos todo el Sector A. Levine y colegas (2012: 147) sostienen que el incendio en Taraco representa la evidencia más temprana de agresión en la Cuenca del Titicaca.

OTRAS MATERIAS Existieron muchos artefactos que no han sobrevivido al paso del tiempo y a la inclemencia de los procesos post-deposicionales, aun así existen algunos que han podido sobreponerse a estos y que escasamente se han manifestado en las investigaciones arqueológicas. Se han reportado artefactos en concha y de cuero. Además otros materiales, que no han sido transformados en artefactos pero que han jugado su rol en la concreción de las prácticas sociales, son el ocre y la cal. A todos estos artefactos queremos agruparlos en la parte final de este apartado. En Taraco, y asociado a ocupación qaluyu, se ha recuperado una cuenta de material malacológico (De la Vega 2005: 35). En el mismo sitio “Se hallaron también una pieza de cuero redondo (posible camélido), talvez usado para amarrar los palos del techo [está encima de un piso (Rasgo 11; una capa de arcilla roja)]…” (Chávez Justo 2007: 14). Existen también unos artefactos reportados por Klarich (2005a: 233-234, Apén. 10), encontrados en el sitio de Pukara, hechos de una chalky substance, lo que sería una substancia parecida a la tiza66 (probablemente yeso); dichos objetos son dos pequeños tazones y un fragmento con incisiones. De comprobarse que los mencionados artefactos están hecho de yeso, el yacimiento (pp. 20 y fig. 7) que se encuentra cerca al sitio de Qaluyu tomaría importancia arqueológica67. La cal ha sido y es usada para el consumo de coca y tenemos escasas referencias de su presencia en sitios arqueológicos, lo que llama la atención es que en los únicos casos reportados este hallazgo se encuentra vinculado a un lugar de “élite” Pukara, aun así, de estas evidencias un solo estudio demuestra químicamente que se halló cal. En el sitio de Taraco al interior de una vivienda se encontró restos de “tierra blanca (cal)” (Chávez Justo 2007: 14), aunque no se ofrece pruebas químicas sobre esta afirmación. Sergio Chávez en su tesis refiere que algunas vasijas en miniatura de engobe rojo pulido “presentan densas acumulaciones blancas en sus interiores…Muchos de estos residuos blancos reaccionaron al HCl indicando ser carbonato de calcio” (Chávez 1992: 514. Traducción nuestra), cal. En nuestras excavaciones en Chaupisawakasi, en uno 65

Aunque no se han encontrado evidencias de artefactos de madera en la cuenca norte, existen algunos objetos de madera reportados por Alcalde (2001: 28) en el sitio de Chilatilla Bajo en la costa de Moquegua. 66 En algunos casos chalk hace referencia a la roca caliza, además Klarich cita a Berman (1994: 73-75) quien recuperó unas “copas” hechas de un desconocido material parecido a “cal/yeso”, del sitio de Lukurmata. 67 Hastorf y colegas (1999) han documentado el uso arqueológico del yeso en el sitio de Chiripa en Bolivia, fuera de la cuenca norte, tanto como enlucido y en forma de pisos.

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de los fragmentos de cerámica recuperados hallamos una substancia pulverulenta de color blanco en la parte interna del fragmento (pp. 294-295 y fig. 237), probablemente se trate de cal; al igual que Sergio Chávez, nuestro fragmento presenta engobe rojo pulido y adicionalmente decoración Policroma incisa/pintada, además creemos que probablemente también se trate de una miniatura debido a las finas incisiones y al delgado grosor de la pasta. El ocre68 ha sido utilizado desde el “Arcaico” y sirvió principalmente como pigmento. En Jiskairumoko se ha encontrado en diversos contextos (Craig 2012: 69-102), además en un entierro en Kaillachuro (Aldenderfer 2012:35) y se ha propuesto su uso como “pigmento simbólico” (Craig 2012: 108-110). En el sitio de Qaluyu se encontró un entierro con un individuo que tenía los huesos cubiertos de “ocre rojo” (Mohr-Chávez 1977: 1144). En el sitio de Huatacoa, también se encontró un entierro con individuo con los huesos cubiertos por una “substancia roja que fue probablemente hematita roja o cinabrio” (Cohen 2010: 171172. Traducción nuestra), este entierro está asociado a la ocupación qaluyu. En el sitio de Pukara, durante las excavaciones de 2001, Klarich (2005a: 230) identificó artefactos líticos de molienda con restos de ocre. Nosotros en el sitio de Chaupisawakasi hemos encontrado objetos líticos con restos de un pigmento rojo (pp. 272) y también aisladamente (pp. 294-295).

EL CLIMA: UNA DIFICULTAD SUPERADA POR LAS SOCIEDADES ALTIPLÁNICAS Así, por las características climáticas observables actualmente y en los circundatos, se podría pensar que el altiplano andino es un lugar inapropiado para la vida humana69. De hecho, actualmente, es una de las áreas más pobres y deprimidas de los Andes, condición achacable a ese supuesto medio ambiente difícil que hemos descrito anteriormente. Esta condición estaría representada por su gran altitud, que lo ubica en un lugar extremo para la vida animal y vegetal; por la imprevisibilidad de las lluvias que, además, cambian de año en año, resultando a veces en inundaciones o sequías extremas; la alternancia en el día de extremo calor y por la noche de bajas temperaturas. Estos factores (pp. 28-30) han tenido que ser superados o moderados. Estos han recibido respuestas concretas en distintos aspectos del desarrollo de la vida de las sociedades sedentarias tempranas. Así, nuevos artefactos o nuevas tecnologías han dado respuesta a las condiciones climáticas. Principalmente esto se ha visto en la construcción de viviendas y en el desarrollo de tecnologías agrícolas. Hacia finales del “Arcaico” con el abandono de las cuevas y con el establecimiento de lugares cada vez más sedentarios se hizo necesario el desarrollo de lugares estables que resistieran las condiciones climáticas a las que estaban expuestos en el altiplano. Ya para el “Formativo” se habían desarrollado viviendas con bases de piedra y sobre estos se colocaron muros de adobe (Supra). Las bases de piedra debieron evitar la erosión producida por las fuertes y constantes lluvias, aparte de las implicancias estructurales de las bases de piedra. Asimismo, también se han encontrado restos de techo, probablemente hechos de Ichu como se evidencia en Taraco (Supra), los cuales brindan protección de la intemperie altiplánica. Otro tipo de estructura es la reconocida en Huatacoa, una superficie de grava, que según Cohen (2010: 126) debió facilitar el drenado del agua producto de las lluvias. 68

La definición sensu estrictu es que el ocre es un óxido de hierro y este puede ser tanto amarillo como rojo (ocre rojo) y también puede referirse a otros pigmentos amarillos con distinta composición química. No nos queda claro a que “ocre” se refieren la mayoría de los autores que lo reportan, aunque todos parecen poner énfasis en el color rojo del pigmento al que se refieren, no obstante este color podría pertenecer también a la hematites o al cinabrio de composición química diferente. 69 Para una discusión acerca de la capacidad del ser humano para habitar en estas alturas se puede consultar Aldenderfer (1998b).

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El desarrollo de la agricultura en el altiplano conlleva ciertos riesgos, principalmente las heladas. Este fenómeno climático ocasiona la destrucción de los cultivos, debido a que la temperatura desciende congelando la sabia de las plantas, siendo una traba para la producción primaria. Así, las sociedades tempranas tuvieron que desarrollar tecnologías agrícolas que superaran este problema en la producción. Las contradicciones que se dieron en la sociedad entre el aumento poblacional y el nivel de la producción primaria, hizo necesario el desarrollo de nuevas tecnologías que desarrollaran el potencial agrícola, estas respuestas fueron las Qochas y los campos elevados o Waru waru’s (Infra). Estas tecnologías agrícolas se basan en la retención de agua, la cual acumula el calor del sol por el día y lo libera en la noche, evitando que la temperatura alrededor de los cultivos descienda al punto de congelación de los cultivos. Finalmente, el uso de prendas de vestir también corresponde a un desarrollo tecnológico que disminuye los efectos de las extremas condiciones climáticas en el altiplano. A pesar de que no hemos encontrado prendas de vestir70, la producción de estas se infiere por medio de los múltiples instrumentos de producción textil encontrados en varios de los sitios excavados. Estos instrumentos son los piruros y principalmente las espadas de tejer, que se encuentran en mayor cantidad (Supra).

LAS TIERRAS DE DONDE NACE LA SUBSISTENCIA Se hace difícil establecer un paralelo entre los estudios actuales de la capacidad de uso de la tierra y su productividad con la que tuvieron en el tiempo de las primeras sociedades sedentarias, debido a varios factores; uno de ellos es que estos estudios obedecen a los límites geográfico-políticos actuales los cuales obviamente no se equiparan a nuestras unidades naturales-sociales que hemos establecido, los valles; otro problema sería que nuestras mediciones actuales nos podrían conducir fácilmente a actualismos, pero sin duda sería un gran avance que nos ayudaría a paliar esta deficiencia y nos acercaría hacia la cuantificación de las capacidades productivas de estas sociedades. Aparte de estas deficiencias lo que podemos notar es que las tierras con mejores condiciones para la producción tanto agrícola como pecuaria, son las tierras precisamente de los valles que se hayan y se hallaron beneficiadas por la irrigación natural de los cursos de los ríos (pp. 21-24 y fig. 11), así como las extensas pampas interfluviales y las zonas circum-lacustres. Lo que se puede adelantar es que los valles que poseen una mayor cantidad de áreas cultivables tuvieron a su disposición mejores condiciones para una elevada productividad, no es casualidad que un valle como el de Pucará, donde se encuentra el sitio epónimo y de lejos el sitio más importante de la cuenca norte del Titicaca, tenga a su disposición una extensa pampa interfluvial, en la que además se han registrado gran cantidad de qochas (vide Craig et al. 2011). Ya hemos hecho referencia a algunas tipologías de suelos que usan datos etnográficos (pp. 24), pero es la tipología que establece Stanish (2003: 36-40, tabla 3.2) la que toma criterios arqueológicos en su elaboración. Esta tipología está basada principalmente en el sistema de Pulgar Vidal (1967) y en el trabajo de Onofre (Stanish et al. 1997), usando varios criterios que incluyen la topografía, el uso de la tierra, la altitud y la vegetación. Así, Stanish establece doce zonas agro-ecológicas en la cuenca del Titicaca: pampas de pastizales bajos, ampas de pastizales altos, bofedales, pampas desérticas, ambientes rivereños, cerros aterrazados (fig. 12), laderas de cerros sin aterrazar, bolsones de valle, islas, litorales (del lago), yungas y totorales. David Oshige hace un resumen, de estas zonas, que reproduciremos aquí obviando las zonas que no se encuentran en la parte norte de la cuenca.

70 Hasta el momento no hemos encontrado referencias a textiles encontrados en la cuenca norte del Titicaca pero tenemos referencia de la existencia de textiles vinculados iconográficamente a Pukara (vide Conklin 1983; Mujica 1985, 1991; Haeberli 2001), aunque estos no hayan sido utilizados necesariamente para vestir.

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“1. Pastizales bajos (low grassland pampas): Planicies con una cobertura de pasto grueso que se localizan en la suni y usualmente cerca del lago. Estas planicies son los lugares más importantes donde se desarrolló la agricultura de campos elevados. 2. Pastizales altos (high grassland pampas): Estas pampas se encuentran en la puna lejos de los bordes del lago con cobertura de pastos bajos y son secas a menos que haya fuentes de agua cercanas. Son las principales áreas para el pastoreo de animales. 3. Bofedales (bofedales): Son pequeñas áreas de tierra pantanosa donde crecen pastos y se encuentran tanto en la suni como en la puna. (…) 5. Ambientes riberinos (riverine environments): Son lugares muy productivos aledaños a los ríos. Existen relictos de campos elevados en casi todos los ríos de la cuenca sobre todo en los ríos Ilave, Desaguadero, Arapa, Illpa, Koani y Tiwanaku y en la pampa de Pomata. 6. Cerros aterrazados (terraced hills): Estas representan los lugares habitables más grandes de la cuenca. Producen una gran variedad de cosechas sobre todo tubérculos y granos pero las terrazas fueron usadas también para la construcción de viviendas. 7. Laderas de cerros sin aterrazar (nonterraced hills): La mayor parte de la cuenca está rodeada de cerros sin aterrizar [aterrazar] debido sobre todo a la muy pronunciada pendiente pero también a la erosión, mala radiación solar, mala calidad de suelos y la distancia con el agua. Estas zonas son usadas para el pastoreo actualmente al igual que en el pasado. 8. Bolsones de valles (valley pockets): Son las áreas agrícolas más importantes y donde se cosecha uno de los productos más apreciados, el maíz, aunque también crecen otras plantas. Se encuentran en las zonas de cerros aterrazados, protegidos de los vientos helados, con fuentes de agua cercanas y además, orientados naturalmente para capturar la energía solar. (…) 10. Orillas (littorals): El borde del lago es el área más ocupada hoy así como en el pasado. Se pueden obtener recursos lacustres como pescado, totoras y otros productos. En la antigüedad, varias zonas en las orillas fueron usadas como puertos para el intercambio de bienes y el movimiento de gente. 11. Yungas (yungas): Son las áreas bajas periféricas que se encuentran hacia el este y el oeste de la cuenca donde hay mejores condiciones climáticas para la producción de alimentos como coca, maíz, madera, alucinógenos, entre otros.” (Oshige 2010: 10-12. Tachado y entre corchetes nuestro)

TECNOLOGÍAS AGRÍCOLAS EN QALUYU Y PUKARA Como ya vimos arriba, las tecnologías agrícolas se basan en la captación de agua de lluvia, de ríos o lagunas. Asimismo, sirven para frenar el frío de las heladas al actuar como concentradores de energía solar. Dichas tecnologías son conocidas como campos elevados (waru-waru o sukakollos), lagunas artificiales (qochas) y terrazas agrícolas.

Qochas o lagunas artificiales Con respecto a las relaciones cronológicas de estos tipos de campos de cultivo no se han desarrollado métodos que permitan asociarlas directamente a sitios arqueológicos, ni fechados concluyentes sobre la época en que fueron originadas. Según Flores Ochoa y Paz Flores (1983a: 75, 1983b: 139) este sistema agrícola se habría originado con Pukara y, de hecho, sus áreas están relacionadas con los principales ríos de la cuenca norte del Titicaca: el Pukara, el Azángaro y el Ramis. Erickson (1996: 248) por su parte propone que la construcción de las qochas podría relacionarse con la sociedad Qaluyu, asimismo Kendall y Rodríguez (2002: 244) también consideran la posibilidad de una asociación más temprana de las qochas. Como refieren Jorge Flores Ochoa y Percy Paz (1983b: 127): “En idioma runasimi o quechua, la palabra qocha tiene significado amplio. Designa todo depósito natural o artificial de agua, no importa su dimensión, forma o profundidad, que las aguas sean permanentes o temporales… Por esta razón, los campesinos indígenas contemporáneos llaman qocha a

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las depresiones en la superficie del suelo, a modo de grandes hoyos, en las que se acumula el agua de las lluvias y donde cultivan…”. Las qochas que a los autores y a nosotros nos interesan son las modificaciones humanas del terreno llano con el objeto de concentrar agua para realizar cultivos y crear micro-ecosistemas para otras actividades como la pesca, la ganadería e, incluso, para facilitar agua para consumo humano o conservar el calor en sus aguas. Estas qochas se alimentan de las aguas de lluvia pero también de pequeños canales que las unen entre sí, conformando sistemas entre ellas. Aunque los autores plantean que su producción se realizó en época Pukara, hasta el momento no se ha realizado ningún estudio, con datos arqueológicos, que plantee su previa existencia en Qaluyu, sobre todo, cuando muchos sitios pukara fueron establecidos encima o muy cerca de los primeros y, porque, en el área localizada entre los ríos Azángaro y Pukara se contienen la mayor concentración de ellas. Como veremos en el capítulo vii, en el valle del Quilcamayo-Tintiri también existe una alta concentración de qochas. La forma de las qochas tiende a ser circular aunque las hay rectangulares y pueden alcanzar un diámetro desde los 30 m hasta los 200 m (fig. 42). Su profundidad también puede variar, llegando hasta los 2 m. En cualquier caso, sus proporciones dependerán de diferentes variables como la cantidad de agua, el tipo de suelo, el tipo de cultivo, etc. Las qochas forman sistemas interconectados que pueden llegar a unir mediante canales al menos doce de ellas (Flores Ochoa y Paz 1983b: 130).

Waru waru’s o campos elevados Entre los años 1981 y 1983, Clark Erickson dirigió excavaciones arqueológicas en la zona de Huatta, directamente sobre los campos hundidos de esa región (fig. 43). Mediante una datación de la cerámica por el método de termoluminiscencia pudo establecer que los campos elevados de dicha área habían comenzado a construirse alrededor del 1000 ANE (Erickson 1987, 1996: fig. 45), es decir contemporáneos con Qaluyu. De hecho, Erickson halló material arqueológico, además de los fragmentos cerámicos, relacionado con esos campos lo que hacía evidente que habían ocupaciones humanas cercanas relacionada con ellos y, por eso, además de las excavaciones en los campos elevados, Erickson realizó algunas en montículos asociados a ellos definiendo su contemporaneidad (Erickson 1996). Sin embargo, como el mismo investigador advierte, hay que tomar con cierta cautela sus fechados, pues, existen varios problemas con el contexto de las muestras y con el propio método de termoluminiscencia (Erickson 1996: 151). En las áreas inundables del altiplano cercanas a los ríos y, sobre todo, a las orillas del lago Titicaca se han descrito y estudiado los denominados campos elevados o “camellones”. Según Erickson (1996: 39, siguiendo a Denevan y Turner 1974: 24) un campo elevado es “cualquier superficie preparada para el cultivo que involucra el traslado y elevación de tierra con el fin de mejorar las condiciones de cultivo”. Estos campos elevados suelen formar concentraciones de tamaño variable y que pueden llegar a tener gran extensión, como en la localidad de Huatta, que bordea las 56 000 hectáreas, siendo la mayor de toda la cuenca del Titicaca (Erickson 1996: 31). Otras concentraciones de camellones importantes en la cuenca norte del Titicaca son las de Taraco, lago Umayo-Illpa, Huancané y Asillo (Erickson 1996: 32). En las últimas décadas se ha prestado mayor atención a las tecnologías agrícolas empleadas por los habitantes de las sociedades tempranas del altiplano (Erickson 1996, Lennon 1983). Pese a ello, muchos de estos espacios productivos carecen de elementos concretos para relacionarlos con los asentamientos más allá de su proximidad con algún asentamiento. Sin embargo, en un estudio pionero, Erickson (1987, 1996) trató de asociarlos con asentamientos cercanos y aunque estos sistemas, probablemente, empezaron a utilizarse en Qaluyu, están bien establecidos para la época Pukara (500 ANE).

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Figura 42. Concentración de qochas en la pampa de Llallahua y Tulani, valle del Ramis. Tomada de Flores y colegas (2012:fig. 2).

Figura 43. Vista satelital de los campos elevados cerca de la localidad de Huata.

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Asimismo, se ha observado que alrededor de los 200 DNE, justamente cuando se plantea la desaparición de Pukara, los campos elevados también son abandonados y no será hasta los 1000 DNE que volverán a ser utilizados (Erickson 1987: 380).

Terrazas agrícolas Al contrario que los otros dos sistemas agrícolas anteriores este sistema ha recibido poca atención de parte de los investigadores, debido a que las terrazas agrícolas han sido bastante estudiadas en otros lugares del mundo andino (v.g. Donkin 1979, Morlón 1982, Canziani 2007). Es así que no poseemos demasiados datos particulares del desarrollo de esta tecnología en el área, ni ningún estudio que lo aborde de manera sistemática y que revele tanto su desarrollo como su relación con las sociedades que la produjeron. Solo Elías Mujica (1997) hace una recopilación de los datos más importantes sobre los andenes en el altiplano andino. Ante la insuficiencia de estudios arqueológicos también se carece de cronologías relativas y/o absolutas sobre la aparición de este sistema agrícola, aunque hemos observado asociaciones a los sitios arqueológicos tanto Qaluyu como Pukara. El inventario de infraestructuras agrícolas andinas en el departamento de Puno71 realizado por Cesar Díaz y Emiliano Velásquez (1992) revela una amplia extensión de “terrazas” y “áreas andenadas”, cubriendo un total de 122 882 Ha que se distribuyen en las provincias de Azángaro, Huancané, Chucuito, Puno, Carabaya, Sandia, Lampa, San Román, Yunguyu y Melgar. Lo que debemos de destacar es que Azángaro presenta la mayor concentración en hectáreas con 22 576 Ha siendo un 18,4% del total de extensión registrada (Ibíd.: 24, cuadro 2). El problema radica en que no sabemos cuáles de estas terrazas son de uso agrícola y que porcentaje son de uso doméstico o público; además de que las “terrazas” de los autores son solo taludes cubiertos por pastos naturales.

PRODUCTOS PRIMARIOS La producción primaria corresponde a aquella destinada al mantenimiento de los sujetos sociales, hombres y mujeres, es decir los productos que se consumen para mantener sus funciones vitales. Los productos de dicha producción serán consumidos luego en la producción de mantenimiento. El desarrollo de la agricultura en las sociedades sedentarias tempranas, es la culminación de un largo proceso de domesticación que debió darse durante el periodo Pre-cerámico, de igual forma sucede con el desarrollo del pastoreo. Aquí no hablaremos de estos procesos de domesticación vegetal y animal, ya que no es el motivo de esta tesis, sino revisaremos escuetamente los principales productos primarios.

DE ORIGEN ANIMAL El principal y único estudio zooarqueológico, para las primeras sociedades sedentarias, es la tesis de Matthew Warwick (2012) recientemente defendida. Él hace un análisis de los restos óseos animales en los sitios de Huatacoa y Pukara, principalmente. Además establece algunas interesantes relaciones cuantitativas de las distintas especies registradas. A continuación señalamos las principales especies registradas, en algunos casos no pudo identificar la especie y se ha limitado a registrar la familia o el género del individuo. No necesariamente todas estas especies fueron consumidas. Los principales restos óseos de animales registrados son:

71 También existe registro de la ponencia presentada por Alipio Canahua (1978) en el Primer Congreso de Cultivos Andinos, donde describe algunos aspectos sobre los “andenes” del altiplano del Titicaca.

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Para Qaluyu: Zorrillo (Conepatus sp.), zorrillo (Fulica spp.), zorrillo (Fulica ardesica), vizcacha (Lagidium sp.), Canis sp, Cavia sp, tinamúe (Tinamidae), pato silvestre (Anatidae), gallareta (Rallidae), chorlito o avefría (Charadriidae), Felis spp, pato zambullidor (Oxyura spp.), condor (Vultur gryphus), pato (Anas spp.), pez altoandino (Orestias spp.), bagre altoandino o suche (Trichomycterus spp.), pato moteado (Anas flaviatostris), avoceta andina (Recurvirostra andina), gallineta común (Gallinula chlorpus), buitre americano (Cathartes aura). Además, también ha identificado otros individuos de los cuales no pudo precisar su especie: camélidos, roedores, cérvidos, cánidos, sapos, y mamíferos grandes y medianos. Adicionalmente, en el sitio de Taraco también se registran genéricamente huesos de camélido, cuy, ave, escamas de pescado y hasta restos de conchas de oliva (de la Vega 2005: 20-21, 35-39; Chávez Justo 2008b: 30). Nosotros, en Chaupisawakasi, hemos registrado restos de camélido, roedores y cérvido, estos dos últimos en muy baja cantidad (pp. 281-283 y cuadro 18). Para Pukara: Alpaca (Vicugna pacos), vicuña (Vicugna vicugna), llama (Lama glama), taruca (Hippocamelus antisensis), cuy (Cavia porcellus), zorrillo (Conepatus chinga), zorrillo (Fulica spp.), pato (Anas spp.), vizcacha (Lagidium peruanum). Además, también ha identificado otros individuos de los cuales no pudo precisar su especie: peces, aves, reptiles, sapos, roedores, cánidos, mamíferos grandes, medianos y pequeños. Asimismo, en el sitio de Taraco se registran también huesos de camélidos, aves, cuy, peces y acumulaciones de “conchitas de oliva” (de la Vega 2005: 16-18; Chávez Justo 2007: 12-17, 2008b: 37, 56-58). También se indica que en uno de los niveles pukara existen “… abundantes huesos de camélido, cuy y pescado,…” (de la Vega 2005: 16) y que en otro nivel, también pukara, “…, la mayoría son fragmentos grandes con huellas de corte pero sin evidencias de quemado, proceden principalmente de las extremidades,…” (de la Vega 2005: 18). Esto sugiere el consumo de grandes cantidades de carne de camélido, aunque estos datos no han sido aún cuantificados. De la misma manera, Plourde (2006: 291-292) reporta la ocurrencia de huesos de camélido, roedores, aves y peces en su registro producto de las excavaciones en el sitio de Cachichupa. También nosotros hemos registrado el aumento de los restos de camélido para los estratos asociados a Pukara, en Chaupisawakasi, en comparación a lo Qaluyu y además de la presencia de algunos huesos de roedores (cuadro 18). Además de su registro taxonómico, Warwick (2012: 105-108) señala que durante todo el “Formativo” las aves de hábitat de agua, pequeños mamíferos y peces tuvieron una gran importancia tanto “ritual” como en la dieta. Además, agrega que la mayor dependencia de animales domésticos se da en el “Formativo tardío”. Asimismo, señala que existen diferencias entre los sitios de Huatacoa y el asentamiento principal Pukara, en cuanto que en contextos públicos se evidencia mayor cantidad de animales salvajes en Huatacoa y para Pukara grandes cantidades de camélidos. Debido a los datos señalados, es innegable la importancia de los camélidos en el desarrollo de las primeras sociedades sedentarias. Así, durante el “Formativo” hay un aumento considerable de huesos de camélido en el registro arqueológico, convirtiéndose en uno de los principales productos animales. En ese sentido, los camélidos jugaron un rol importante en la dieta del habitante de los Andes y, en esta área en concreto, fue significativa su utilización durante toda la época prehispánica. Su carne es comestible y se preservaba por medio de la deshidratación (“charqui”), es utilizado como animal de carga, con su lana se producían textiles, de sus huesos artefactos y su excremento es empleado como fuente de energía en la combustión, incluso en la actualidad, en las áreas rurales.

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Así, también no debemos olvidar que muchos de estos animales no fueron necesariamente consumidos como alimentos sino también fueron usados en distintas ceremonias, convirtiendo al animal en un objeto de consumo social, parte de una práctica socio-política (Infra).

DE ORIGEN VEGETAL Para las épocas previas a la agricultura72, tenemos serios problemas de registro arqueológico, por lo que es a partir del “Formativo Temprano”73 (Erickson 1983: 4) cuando podemos reconocer el cultivo extendido de productos vegetales como los tubérculos: papa (Solanum tuberosum), oca (Oxalis tuberosa), olluco (Ollucus tuberosum); gramíneas: la quinua (Chenopodium quinoa) y cañihua (Chenopodium pallidicaule) y otros. Todos estos productos vegetales, junto a los animales antes referidos, conformarían el denominado “Complejo Cordillerano” (Lumbreras 1971, Shimada 1999: 373). Además, el altiplano es muy probable que sea el lugar donde domesticaron por primera vez especies como la papa y la quinua (Ochoa 1962, Ugent 1970, Bruno 2005, Murray 2005, Spooner et al. 2005).

HOMBRES Y MUJERES COMO OBJETOS: PRÁCTICAS SOCIOPOLÍTICAS FUNERARIAS Con el nivel de conocimiento sobre las prácticas funerarias de las primeras sociedades del altiplano no hay mucho que podamos inferir aún. No existe ningún estudio de Arqueología de la Muerte74. Para nosotros es claro que existirán diferencias entre las prácticas funerarias de las sociedades pre-estatales y las estatales75.

ENTIERROS PRE-CERÁMICOS En la cuenca norte del Titicaca sólo se tiene registro de entierros para el “Arcaico Tardío” en los sitios de Kaillachuro (Aldenderfer 2012), Pirco (Craig 2005, 2012) y Jiskairumoko (Ibíd.). No conocemos en extenso el reporte del sitio de Kaillachuro, este presenta varios montículos funerarios, donde se han registrado varios entierros secundarios en el que destaca el entierro de “…un infante colocado dentro de una caja de piedra,… Se encontraron pequeñas lascas asociadas con este entierro que, también, parece haber sido cubierto por un polvo fino de ocre.” (Aldenderfer 2012: 34-35). En el sitio de Pirco se registró un único entierro, el cual fue denominado como un entierro secundario y lo que más destaca es que está vinculado a un contexto residencial (Craig 2005: 528-529). En el sitio Jiskairumoko se registraron varios entierros funerarios, cinco hasta el momento, de los cuales solo uno es un entierro primario. Todos estos entierros están vinculados a estructuras residenciales. Casi todos los entierros de Jiskairumoko han estado asociados a distintos artefactos tanto de producción como suntuarios. (vide Craig 2012: 103-105). Destacan entre los entierros el Entierro 176 y el Entierro 2; el primero tiene nueve cuentas de turquesa y una efigie de camélido y el segundo tiene nueve cuentas de oro y once de turquesa. Además, en el Entierro 3, Entierro 4 y Entierro 5 se han encontrado restos de ocre. 72

Ni siquiera tenemos una fecha aproximada para su aparición, sólo la presencia de los “campos elevados” (camellones) como evidencia de esta pero que deben ser muy posteriores a los primeros cultivos. 73 El término “Formativo” es ampliamente utilizado por los(as) investigadores(as) en la región del Titicaca. La división tripartita en “Temprano”, “Medio” o “Tardío”; o “Inferior”, “Medio” y “Superior” se basa en la planteada por Lumbreras (1974b). 74 La Arqueología de la Muerte tiene su desarrollo en lo que se denomina como New Archaeology y ha sido desarrollada principalmente por Saxe (1970), Binford (1971) y Tainter (1975), entre otros. 75 Para una aproximación marxista sobre la muerte en arqueología se puede recurrir a Lull y Picazo (1989) y Lull (2000). 76 Destaca también de este entierro la deformación bilobada del cráneo (Sutter y Cortez 2007). Para consultar los datos de la antropología física de los individuos de los entierros de Jiskairumoko se puede recurrir a Prizer (2003).

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ENTIERROS QALUYU En algunos sitios qaluyu se ha reconocido la existencia de tumbas individuales como en el sitio epónimo (Mohr 1969), en Camata (Steadman 1995: 40-42), Taraco (de la Vega 2005: 19) y en Huatacoa (Cohen 2010: 111-233). Estos entierros humanos se realizan generalmente en agujeros en la tierra, con o sin paredes de piedra. El individuo es colocado en posición flexionada, recostado sobre un lado o sentado. Las tumbas con paredes de piedra tienen una laja de piedra como base y otra como tapa. En el caso de Camata, Taraco y Huatacoa se han hallado individuos a los que les faltaba la cabeza u otras partes del cuerpo, en otros casos, solo se han hallado la cabeza. Además, los individuos enterrados en Camata tenían el cráneo modificado artificialmente en la modalidad fronto-occipital. Asimismo, la mayoría de entierros no estuvieron colocados en un lugar específico o relevante del asentamiento e, incluso, han sido ubicadas dentro de las capas de material precedente que incorpora desechos domésticos, que se han considerado como “ofrendas”. La excepción la constituye el entierro registrado sobre una plataforma en Huatacoa (Cohen 2010: 171-172), el cual además presenta una cámara de piedra de las características descritas (fig. 44). Sólo en algunos casos en Huatacoa se han registrado algunos objetos como puntas de obsidiana, en el Entierro 2, y una cuenta de piedra en el entierro descrito. Otro aspecto interesante del entierro de la plataforma funeraria en Huatacoa es que el individuo estaba cubierto de un pigmento de color rojo, probablemente ocre. Otro caso de osamenta humana cubierta por ocre es el entierro identificado por Karen Mohr-Chávez (1977: 1144) en Qaluyu. Además de estos dos casos no hemos encontrado referencias de otros entierros77 como estos, en la cuenca norte.

Figura 44. Dibujo en planta y de corte de una tumba qaluyu de piedra registrada en el sitio de Huatacoa. Tomado de Cohen (2010: fig. 6.16).

77 En la cuenca sur del Titicaca, Beck (2004) registra un entierro de similares características. Así, también, en el sitio de Jiskairumoko se registraron tres entierros (Craig 2012) que contenían ocre en los pozos de los entierros pero no aplicados sobre las osamentas, estos son más tempranos que Qaluyu.

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ENTIERROS PUKARA Kidder II (1943: 5-6) describe el hallazgo de unos esqueletos humanos en las cámaras de la plaza hundida (fig. 45) de Qalasaya en el sitio de Pukara de esta manera: “En el centro de cada lado de la plaza hundida había sido construida una cámara funeraria. A ellas se accedía desde la plaza mediante accesos flanqueados por grandes lajas de piedra con escalonados cortados en los lados de las jambas en la parte superior. Ellas habían sido techadas con grandes lajas y, probablemente, también tenían puertas de lajas de piedra. Cada una contenía muchos cuerpos con poco ajuar funerario.” (Traducción de Tantaleán 2010a: 154). Adicionalmente, Franco Inojosa (1940: 132) describe que los esqueletos, aunque deteriorados estaban colocados en posición flexionada y acompañados con “algunas laminitas de oro” y “con un vaso de cerámica sencillo por la forma y sin decoración”. También, durante la excavación de Kidder en la pampa de Pukara (Excavación IV) en el sector de “residencia de elite” se halló un contexto de cien fragmentos de mandíbulas y de cráneos humanos (Chávez 1992: 63-64). Asimismo, Sergio Chávez (1992: 83), al revisar los diarios de campo de Kidder II, señala que en esa plaza hundida principal del edificio de Qalasaya: “La cámara Este contenía los restos de un adulto, la cámara Sur los de dos adultos, la cámara oeste los restos de otros 2 adultos (un hombre y el otro, probablemente una mujer) y la cámara Norte, probablemente, los restos óseos de un adulto más. Sólo la cámara oeste y norte contenían cerámica Pukara” (Traducción nuestra).

Figura 45. Cámara funeraria semi-subterránea ubicada en el centro de uno de los lados del patio hundido excavado por Kidder. II. Dentro de esta cámara se encontraron restos óseos humanos y otros objetos arqueológicos. Tomada de Tantaleán (2010a: fig. 24).

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Por su parte, Steadman (1995:44) registró tres enterramientos humanos en su fase “Pucara Inicial” (400300 ANE). Uno de los enterramientos era una tumba construida con lajas de piedra y fragmentos de azadas. Otra de ellas aún posee características de las tumbas qaluyu (“Qaluyu Tardío 1”): una cista funeraria rectangular construida con lajas de piedra. Aunque los restos óseos se hallaban en mal estado, se pudo reconocer en uno de ellos una modificación craneana fronto-occipital como en algunos restos humanos de tumbas qaluyu. En su fase Pucara 1 (300-100 ANE), Steadman también halló una tumba de forma oval orientada de norte a sur, registrando que era de mayores dimensiones que las tumbas anteriores del sitio. Está construida con piedras oblongas y rectangulares y tiene una cubierta de piedras planas. El esqueleto estaba flexionado con la espalda pegada a la pared y con el cráneo (con la misma modificación artificial que los anteriores) orientado hacia arriba. Finalmente las excavaciones en Taraco revelaron dos entierros (Chávez Justo 2008b: 25, 37-39). El “Entierro 1” corresponde a un individuo enterrado antes de la construcción de una estructura arquitectónica, a este le falta el cráneo y el brazo izquierdo, asimismo este se encontró asociado a cerámica pukara. El otro entierro fue denominado como “Rasgo 4/5”, el cual se encuentra dentro de un pozo en el que se construyó una estructura de piedras trabajadas (parecida a las descritas para Qaluyu) que contenía el cuerpo del individuo, el cual era un adulto en posición fetal con el cráneo orientado al noroeste. Asimismo, el individuo estuvo asociado a los restos óseos de un animal, probablemente un roedor, y a fragmentos de cerámica formativa, dentro del relleno del mencionado entierro.

COMENTARIOS Hemos visto como las condiciones materiales de existencia y el hombre mismo se relacionan y condicionan entre estos, entrando en una íntima relación de carácter dialéctico. Así vemos como se han dado distintos tipos de prácticas sociales, las que nos han dejado evidencia material de la cual inferir las respuestas concretas del poblador altiplánico. Dos de las condiciones que fueron parte de la elección del establecimiento de los lugares de residencia de los pobladores del altiplano son la morfología del terreno y la disponibilidad de recursos, que debían cubrir las necesidades de los hombres del altiplano. La relación entre el soporte geológico y los asentamientos se dieron, principalmente, en la elección de un lugar del altiplano con una elevación superior en relación al terreno circundante y a la cercanía de distintos recursos naturales, como el agua, o materias primas para la producción de objetos sociales. Para el “Arcaico” los campamentos temporales se ubicaron en lugares de una ocupación expeditiva o por la disposición de recursos vitales para la sobrevivencia, ya en el “Formativo” se observa establecimientos que no solo poseen una ubicación privilegiada sino que controlan (propiedad) distintos recursos como canteras, de distintas materias. “Materia prima y su transformación en artefactos” es el apartado que más hemos desarrollado en este capítulo debido a la gran variedad de artefactos producidos por las primeras sociedades del altiplano andino. Abordar todos y cada uno de estos artefactos nos tomaría muchas líneas por lo que optamos por abordar objetos donde la materia prima se ha transformado con distintas calidades y cantidades como: arquitectura, litoescultura y cerámica. Todos estos artefactos aparecen con las sociedades sedentarias. En Qaluyu es materialmente observable que existe una marcada diferencia entre la arquitectura pública y la arquitectura doméstica o privada. Así, las zonas públicas presentan mayor inversión de trabajo y se diferencian de las áreas domésticas en tanto técnicas y materiales constructivos. Aun así, las evidencias de Huatacoa plantean un uso masivo e inclusivo de la arquitectura pública para las épocas más tempranas de lo Qaluyu y hacia finales de la sociedad Qaluyu se observa la aparición de los patios hundidos, arquitectura que presenta un espacio más restringido y probablemente exclusivo, todo esto relacionado a la aparición del fenómeno Pukara, probablemente. Al igual que en Qaluyu, para Pukara se observa una distinción entre la arquitectura pública y la arquitectura doméstica. Pero también se observa una distinción en algunos 85

espacios “domésticos de élite” de Pukara, que no existían en el antecesor Qaluyu. Así, se evidencia una diferenciación en cuanto a consumo diferenciado de la arquitectura doméstica en el caso de Pukara, donde también, como veremos más adelante, se consumen objetos exclusivos como la cerámica pukara polícroma. En cuanto a la arquitectura pública, el patio hundido se convierte en el principal lugar de reproducción de prácticas sociales exclusivas, que reproducen las nuevas formas de prácticas socio-políticas. La litoescultura ha sufrido importantes cambios de la época Qaluyu a la Pukara. Todo indica que las huancas qaluyu fueron objetos clave dentro de las plazas donde se emplazaban, siendo el principal artefacto de las prácticas sociales comunitarias que se desarrollaban en aquellos lugares; dichos objetos sufrieron una mutación78 hacia la estela, nuevos objetos claves que cumplieron una función principal en las nuevas prácticas sociales exclusivas. Asimismo el espacio arquitectónico también se transforma en un espacio restringido, donde las estelas desenvuelven nuevas funciones alejadas de la función original de la huanca. Además hay un desarrollo tecnológico y estético que supera y diversifica los objetos litoescultóricos, objetos que van cargados de un nuevo mensaje. Podríamos escribir también varios comentarios sobre la transformación de la cerámica en el altiplano andino. Pero creemos fundamental resaltar principalmente dos cambios: el tecno-morfológico y la distribución-uso-consumo de este objeto. De Qaluyu a Pukara hay cambios importantes, en la cerámica decorada, como el uso de nuevas materias primas en cuanto al uso de los colores, el tratamiento superficial se vuelve un pulido muy fino y principalmente aparecen nuevos motivos decorativos (también estéticos). De ser una cerámica, Qaluyu, sin diferenciaciones claras de lugares de producción y consumo; la cerámica pukara llega a consumirse exclusivamente en lugares restringidos para prácticas socio-políticas (religiosas) y en residencias de “élite”, y producidas en lugares especializados y específicos. La cuestión del clima en el altiplano andino tiene vital importancia para nosotros, debido a que en la actualidad justifica mediante un determinismo ambiental: la pobreza, la baja producción agrícola, las muertes de los niños(as) y del ganado de las poblaciones altoandinas. Mediante la investigación arqueológica hemos derrumbado este determinismo que justifica la pobreza y la desigualdad, las que son producto del sistema capitalista y no de una condición medioambiental. Las tecnologías desarrolladas por las primeras sociedades sedentarias han demostrado cómo se puede superar esta adversidad climática. Como hemos visto en este capítulo y hemos recordado en este apartado, la elección de los lugares de establecimiento de las primeras sociedades sedentarias son zonas con disponibilidad de recursos, en tanto los valles y las extensas pampas interfluviales son objetos de trabajo que sirven para la producción de los productos primarios de estas sociedades; siendo así estos recursos de vital importancia. Así también estas tierras, en relación a lo dicho en el anterior párrafo, son afectadas por el factor climático, principalmente las heladas; por lo cual las primeras sociedades sedentarias desarrollaron, primordialmente, dos tecnologías: Qochas y Waru waru’s. Dichas tecnologías no solo redujeron los efectos de las heladas sino que también elevaron la producción alimentaria y con esto se vuelve a demostrar que la pobreza en la zona se debe a la deficiencia de adecuadas tecnologías agrícolas y la desigualdad en la distribución de recursos y la ineficiencia del Estado Peruano. Las investigaciones que aborden los productos primarios en relación a todo el proceso de la producción primaria son incipientes, a pesar de que si se han abordado las tecnologías de producción tanto agrícolas como pecuarias. Lo que resalta dentro de la producción primaria es la importancia de los camélidos dentro del “Formativo” y una aparente mejora en el control de la domesticación de animales para el “Formativo Tardío” o época Pukara. Además, dentro de la producción primaria se tiene objetos que se consumen alimentariamente y otros que probablemente en algún momento de la producción de objetos alimentarios 78 “Una mutación acontece en el objeto cuando pierde totalmente su significado original y se abre a otro alejado de las formas y usos adecuados a sus cualidades. La mutación produce novedades formales y objetivas, y grandes cambios en los objetivos de la producción social” (Lull 2007: 204).

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se desprenden a un nuevo proceso de producción no primario, deviniendo en un objeto de consumo social, no solo individual subsistencial, sino un objeto consumido “ritualmente”, convirtiéndose en un artefacto79 a diferencia de los arteusos alimentarios80. No existe la cantidad suficiente de información sobre los entierros de las primeras sociedades sedentarias del altiplano y no podemos hacer afirmaciones contundentes sobre las prácticas funerarias. Algo que si es claro es que existe diferencias entre los lugares de enterramiento en las sociedades estatales y las noestatales. En Pukara se han encontrado entierros en lugares como la plaza hundida, lo que revela el uso de lugares privilegiados para el enterramiento, aunque queda pendiente investigar la naturaleza de estos entierros, si son asesinatos rituales (“sacrificios”) o enterramiento de personas de la clase dominante. La mayoría de entierros en sociedades no-estatales están vinculados a lugares residenciales. Otro dato importante es la existencia de objetos de elevado costo en su producción, presentes en los entierros desde épocas muy tempranas, como objetos hechos de materiales exóticos o metales como el oro, como en el caso de Jiskairumoko.

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Ver Introducción, Marco Teórico, página 5. Según Lull (2007: 161): “Se podría aducir que un comestible sofisticado muestra un trazo artefactual más relevante a causa de su elaborado diseño y esfuerzo que el hecho de constituir alimento. Esta opinión destacaría el artefacto, como elaboración que viste el alimento, sobre el nutriente mismo que constituye. Sin embargo, el plano arteusual prevalece dado que para la vida de los objetos y de los sujetos es el imprescindible”. Sin embargo nosotros no nos referimos a los alimentos usados en los banquetes ya que al fin y al cabo estos terminan siendo consumidos individualmente en una práctica socio-política. Nos referimos a las “ofrendas” de alimentos o de otros productos primarios que no llegan a cumplir su rol alimenticio y son consumidos socialmente en ceremonias expiatorias, propiciatorias o de otra índole. Son objetos que “…constituirán artefactos cuando su amortización alimentaria no se cumpla…” (Ibíd.) 80 Ver Introducción, Marco Teórico, página 5. Los arteusos de carácter alimentario según Lull (2007: 164): “…los alimentos y sus restos…constituirían el plano relevante de los productos destinados exclusivamente al consumo alimentario”.

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CAPÍTULO III UN BREVE PANORAMA DE LA ARQUEOLOGÍA DE LA CUENCA NORTE DEL LAGO TITICACA Y DEL VALLE QUILCAMAYO-TINTIRI Requisito previo es que hablemos sobre lo producido arqueológicamente para la cuenca norte del Titicaca, lugar donde se enmarca nuestra investigación. Estos datos son el conocimiento acumulado que nos permitirá seguir avanzando, en base a él, en el re-conocimiento de la historia arqueológica de la cuenca norte. Claramente debemos de abordar este conocimiento con un sentido crítico y tomar principalmente los datos producidos por las distintas intervenciones arqueológicas y además también las interpretaciones elaboradas, pero con el cuidado necesario de saber distinguir las intenciones que en ellas se alojan. Primero hacemos una brevísima revisión de las principales intervenciones arqueológicas en la cuenca norte, destacando la producción principal de cada una de ellas y de las teorías que se pusieron en la palestra en estos trabajos. También consideramos importante esclarecer los factores tafonómicos que afectan la materialidad arqueológica en nuestro lugar de estudio, ya que estos claramente pueden distorsionar nuestras interpretaciones sobre las sociedades que abordamos. Finalmente, abordamos los antecedentes del valle Quilcamayo-Tintiri, separando las referencias previas a la intervención del PIARA y las propias de este; así tenemos los tratados arqueológicos sobre los que construimos nuestra nueva representación de las sociedades de este valle.

BREVE RECUENTO DE LA ARQUEOLOGÍA EN EL ALTIPLANO ANDINO Si bien deberíamos abarcar a profundidad los antecedentes de la arqueología del altiplano, hemos querido solo poner de manifiesto los puntos que creemos de mayor relevancia. Además, ya existen varios libros y tesis que discuten a profundidad acerca de la producción arqueológica del altiplano (v.g. Tantaleán 2010a, Stanish 2003, etc.). El altiplano andino es una zona que ha tenido poca intervención de parte de los(as) arqueólogos(as) en relación con otras zonas de los andes. Mientras a finales del siglo XIX, Wilhelm Reiss y Alphons Stübel en 1875 realizaban la primera excavación controlada (Gänger 2006: 70-71) y Max Uhle (2003) en 1896 excavaba en Pachacamac, recién en 1932 Wendell Bennet excava Tiwanacu (Lumbreras y Mujica 1982: 6) y en 1939 Alfred Kidder excava el sitio de Pukara (Rowe 1978 [1958]). Aunque, ya desde la colonia, cronistas (v.g. Cieza de León 2005 [1550], Cobo 1964 [1653]) y viajeros (v.g. Squier 1974 [1877]; Raimondi 1874-1913; D’Orbigny 1944; Wiener 1880; Rivero y Tschudi 1851; Nadaillac 1969 [1885]; Bandelier 1910, 1911) han recorrido el altiplano, incluso en la actualidad se siguen realizando expediciones al altiplano (v.g. Maziero 2010). Como hemos mencionado, las primeras excavaciones arqueológicas fueron en 1932 y 88

1939, pero antes de estas se realizaron algunos reportes arqueológicos por parte de Luis Valcárcel (1925, 1932a, 1935) y Julio C. Tello (1970 [1943]) del lado peruano y de Posnansky (1912) del lado boliviano. En la cuenca norte del Titicaca la primera excavación se realizó en el sitio de Pukara, por el arqueólogo estadounidense Alfred Kidder II (fig. 46). No conocemos en extenso el reporte de Kidder, pero gracias a la tesis de Sergio Chávez (1992: 51-83) podemos conocer algunos de los datos de estas excavaciones; sin embargo, Chávez (Ibíd.: 60-61) advierte que Kidder utilizó niveles arbitrarios en su excavación lo que generó problemas en el registro de la materialidad arqueológica. Kidder excavó seis unidades, cuatro de estas se ubicaron en la pampa al este de Qalasaya y dos en el mismo Qalasaya (vide Chávez 1992. Ver pp. 49-51). Así, Kidder (1943) también prospectó la cuenca norte del lago. John Rowe, aunque no realizó excavaciones, pudo visitar algunos sitios de la cuenca norte y escribió algunos artículos sobre estos (Rowe 1963, 1978[1958]), además de difundir la arqueología difusionista e histórico-cultural no solo en el altiplano sino en todos los andes (fig. 47). Rowe reporta algunos de los hallazgos de Kidder, sus propias impresiones sobre Pukara, algunos de sus hallazgos de litoescultura, descripciones de Qaluyu, entre otras cuestiones sobre el altiplano. Así, Rowe (1963: 6-7) tempranamente sugiere que Pukara podría haber sido una ciudad con zonas de manufactura cerámica, comercio, agricultura y actividades religiosas. Finalmente, uno de sus más importantes trabajos constituye su análisis de una muestra de fragmentos pukara, la cual constituye uno de los mejores repertorios de la iconografía pukara (vide Rowe y Brandel 1970). Continuando con Pukara, Edward Franquemont (1986) hacia 1967 realiza la primera secuencia cerámica para el sitio, a partir de la cerámica recuperada en las excavaciones de Kidder, e introduce un nuevo estilo en la discusión arqueológica: Cusipata. Aunque el mismo autor reconoce que esta secuencia presenta diversos problemas metodológicos (Ibíd.: 3 y 9).

Figura 46. Mapa del sitio de Pukara con las áreas excavadas por Kidder II en 1939. Tomado de Klarich (2005: fig. 4).

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Figura 47. Cuadro cronológico de la cuenca norte del Titicaca y su correlación con secuencias de otras regiones cercanas y la periodificación de Ica desarrollada por John Rowe. Redibujado de Stanish (2003: fig. 5.2.).

Por otro lado, por la misma década, Luis Lumbreras y Hernán Amat (1968) generan una nueva secuencia arqueológica y abordan varios aspectos sobre Pukara a manera de síntesis de la información previa. Asimismo, Lumbreras (1971) introduce el materialismo histórico en la cuenca norte del Titicaca y plantea su proyecto de excavación y “puesta en valor” de Pukara que más tarde ejecutaría Elías Mujica. El cual excavó por segunda vez el sitio de Pukara entre los años 1975 y 1980 (Paredes 1985, Mujica 1978: 290, Wheeler y Mujica 1981), tiempo en el cual realizó numerosas excavaciones en el sitio, a partir de las cuales escribió varios artículos (Mujica 1978, 1979, 1985, 1987, 1988, 1990, 1991, 1996, 1997; Wheeler y Mujica 1981) sobre Pukara siguiendo una línea materialista histórica. Sergio Chávez y Karen Mohr han sido dos importantes investigadores para la arqueología del altiplano, que alrededor de 1970 empezaron a publicar varios artículos conjuntamente (Chávez y Mohr-Chávez 1970, 1975). Los principales aportes de estos investigadores giró en torno a la litoescultura y la ideología “representada” en la iconografía de los artefactos del “Formativo” altiplánico; esto los llevaría, más tarde, a la definición de la tradición litoescultórica Yaya-Mama. Por su parte Karen Mohr excava el sitio de Qaluyu y parte de los resultados son expuestos en su tesis doctoral (Mohr 1977), aunque estos no han sido descritos detalladamente. Del otro lado Sergio Chávez en su tesis doctoral (1992) hace un análisis de la sociedad Pukara a través de su cerámica, en este documento se observan dos enfoques uno desde un punto de vista materialista histórico y otro procesualista. Hacia finales de la década de los 80 empiezan a llegar varios arqueólogos estadounidenses, los cuales se suscriben principalmente al procesualismo. Dentro de ellos destacan Charles Stanish y Mark Aldenderfer, conduciendo a varias(os) de sus alumnas(os) hacia el altiplano, muchas(os) de estas(os) realizaron tesis 90

sobre la arqueología del altiplano. Las(os) arqueólogas(os)81 que trabajan o trabajaron en el altiplano son: Lee Steadman, Nathan Craig, Aime Plourde, Elizabeth Klarich, Amanda Cohen, Abigail Levine, Karl La Favre, entre otros(as). Todo este conocimiento acumulado ha servido para generar una visión de la realidad histórica de todas las sociedades arqueológicas que habitaron el altiplano, principalmente de las “formativas” (fig. 48), asimismo representan un considerable avance en la arqueología del altiplano. Estas investigaciones nos han ayudado a generar nuestra representación arqueológica de forma crítica y que esperamos contribuya en parte a los estudios ya existentes.

Figura 48. Principales sitios “Formativos” de la cuenca del Titicaca.

FACTORES TAFONÓMICOS QUE AFECTAN LA MATERIALIDAD SOCIAL “Todos los objetos son materia en transformación y, a la vez, reductos de significado. Los agentes físico-químicos… generan en los atributos de su materialidad… y en su disposición… transformaciones que los convierten en nuevos significantes de textos indescifrados, de incierta relación con la(s) realidad(es) de que formaron parte o con los significados que les fueron atribuidos. Siempre será nuestra traducción (arqueológica) la que dará sentido a las manifestaciones observadas. Discernir en ellas lo que interesa o no también responderá a una decisión arqueológica” (Castro et al. 1993: 21). 81 Debemos destacar a manera de dato que existe una gran cantidad de arqueólogas que llegaron con esta misión, la cual también está compuesta de varones, pero en minoría.

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A pesar de que sabemos que las transformación de los objetos es un proceso continuo e imparable, en el caso de la tafonomía82 se ha realizado una separación o una ruptura en cuanto al momento de la deposición de los objetos arqueológicos y un etapa “post” a partir de la cual se empiezan a considerar todos los procesos que destruyen o modifican el momento de la deposición. Aún no queda claro cuando comienzan a actuar estos factores, además, está el hecho de que el momento de impresión nunca es claro, ni es un “momento” sino un proceso y probablemente nunca se desliga de la sociedad misma. Pero es necesario abordar este aspecto, puesto que dichos factores afectan nuestra observación de la materialidad de las sociedades que nos ocupan, las metodologías que utilizamos y las consecuentes representaciones que proponemos. Asimismo, al realizar nuestra cuantificación, tipologización y/o jerarquización, es decir, la cantidad y calidad de dicha materia, esta afectará a las representaciones infra o sobredimensionando la realidad observada. Un claro ejemplo de ello son los análisis de patrones de asentamiento (v.g. Stanish et al. 1997), las creaciones de tipologías de asentamientos (v.g. Stanish et al. 1997, Stanish 2003: 89) o las jerarquías de estos (v.g. Bandy 2001, Plourde 2006: 215, Plourde y Stanish 2006) basadas en la extensión y/o volumen de los asentamientos y sus elementos constituyentes83 en el momento de su investigación. La materialidad social en la cuenca norte del Titicaca ha sufrido una serie de factores que han intervenido en su aspecto físico hasta nuestro encuentro con ella. Los factores meteorológicos y humanos son los que más han incidido en su apariencia, y en menor medida los factores geológicos y biológicos pero también han afectado la materialidad social. La mayoría de sitios han estado expuestos a lluvias, viento, crecidas o modificaciones de los cauces de los ríos, fluctuaciones en el nivel del lago y lagunas, a los cambios de temperaturas, básicamente. Estos factores han afectado los sitios arqueológicos, erosionándolos. Asimismo, creemos que si bien los montículos son las formas de asentamiento más conocidas y obvias en el paisaje, es posible que dichos factores hayan cubierto o erosionado sitios no monticulares. Por el momento, esto será difícil de comprobar y sin las evidencias materiales exigidas. Asimismo, la intervención humana desde tiempos prehispánicos y, sobre todo, en la actualidad por la reocupación de los sitios arqueológicos, donde se han construido nuevas viviendas para los pobladores actuales, ha afectado considerablemente la fisonomía de estos sitios. Además, los habitantes de la zona durante mucho tiempo han utilizado y siguen utilizando los sitios arqueológicos prehispánicos como canteras de barro y piedras para construir sus viviendas u otras edificaciones e, incluso las estelas o huancas han sido reutilizadas extrayéndolas de su lugar de origen. En la reutilización de los sitios arqueológicos se observa, en múltiples prácticas sociales, la utilización de estructuras arqueológicas para el desarrollo de ritos84, vinculados principalmente a ceremonias propiciatorias. También, actividades económicas como la agricultura y el pastoreo han afectado considerablemente los sitios prehispánicos. Asimismo, el vandalismo y el saqueo se han seguido practicando en sitios tan relevantes como Cancha Cancha-Asiruni, entre otros. Estos adquieren distintas dimensiones desde las extirpaciones de idolatrías, realizada por los españoles, hasta el transporte de litoescultura hacia otros lugares. Hasta las mismas recolecciones arqueológicas han afectado la calidad y cantidad de los objetos arqueológicos, sobre todo los superficiales, con los que nos encontramos en la actualidad. Así también la construcción de carreteras, el tendido eléctrico, los sistemas de alcantarillado, entre otros servicios propios de la vida urbana han destruido parte y hasta totalmente algunos de los sitios arqueológicos. 82

Los primeros acercamientos, desde la arqueología, a los procesos postdeposicionales fueron hechos por Michael Schiffer (1976, 1987). 83 Aunque Bandy (1999: 64) reconoce ciertas disturbaciones o “procesos post-deposicionales” mecánicos (producidos por humanos y animales) que afectan al material cerámico en los sitios arqueológicos de la península de Taraco. 84 Por lo general estos tienen un carácter sincrético.

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Hemos dividido estos factores en dos grandes grupos: físico-naturales y biológico-sociales.

FACTORES FÍSICO-NATURALES Factores meteorológicos y climáticos Las lluvias han afectado de distintas formas la materialidad social, pero principalmente han erosionado los sitios arqueológicos. Las estructuras de barro sufren directamente la erosión que produce el agua de las lluvias. Las lluvias intensas pueden producir inundaciones masivas, como la de 1985-1986 que afectó las zonas cercanas al lago (Erickson 1996: 35-36). También la vegetación aumenta debido a las lluvias, lo que dificulta el avistamiento de sitios arqueológicos, además del crecimiento de estas en los sitios arqueológicos. En sitios con pendientes las lluvias generan acarreo, por escurrimiento, de materiales desde zonas elevadas hacía zonas más bajas, mezclando el material arqueológico. Finalmente, los rayos han destruido algunas de las litoesculturas, como las que reporta Sergio Chávez (1988: 31) en la región de Chumbivilcas El viento es otro de los factores que erosiona los restos arqueológicos. Los fuertes vientos del altiplano a menudo generan problemas en la deposición natural de las capas, lo que para sitios al aire libre ocasiona que estos no sean contenidos por una matriz y se mezclen con otros materiales. La intermitencia térmica puede generar fracturas en los elementos líticos por termoclastía o crioclastía ya que en el altiplano se pueden dar ambas situaciones, esto se ve acelerado por las variaciones radicales de las temperaturas. En los elementos líticos elaborados de arenisca, que al ser una roca sedimentaria tiende a la exfoliación y fracturación. Gran parte de la litoescultura del altiplano ha sido afectada por este factor meteorológico, llevando a la reducción y destrucción de gran parte de estos artefactos.

Factores hidrológicos y geológicos La cercanía de los sitios arqueológicos a los cauces de los ríos los hace vulnerables a la acción erosiva de estos. Varios sitios han sido afectados por las crecidas de los ríos y la destrucción y reducción que produce el movimiento de sus aguas, sobre todo en los periodos de lluvias. En otros casos esta erosión ha cortado los sitios arqueológicos exponiendo parte de los sitios, como en el caso de Pukara y del mismo Chaupisawakasi, entre otros. Cuando el cauce original de los ríos se ha modificado estos han alterado los sitios cercanos y el paisaje mismo que rodeaba el sitio. Los estudios hidrológicos y paleohidrológicos indican las variaciones en el nivel del lago lo que pudo haber inundado sitios cercanos al lago, con respecto a esto Bandy (2001)85 plantea que en Wiñaymarka muchos asentamientos estarían cubiertos por el lago. Esto mismo afecta a los campos elevados que por su propia tecnología se ubican cercanos a las orillas del lago (Erickson 1996, Lennon 1983). La acidez de la tierra (vide ONERN 1965b, 1965c; Erickson 1987: 374) también afecta a los materiales arqueológicos del altiplano. La acidez del continente de los materiales arqueológicos reduce la posibilidad de conservación de su contenido y en muchos casos destruye los materiales menos resistentes como los de composición orgánica, sobre todo los vegetales. Este factor se ve potenciado por las filtraciones de aguas de lluvia y de ríos. Por último, el traslado de materiales por el deslizamiento de tierras, sobre todo las que se encuentran en zonas de pendiente, y los mismos sismos afectan de distintas formas a los sitios arqueológicos.

85 También ver el texto de Robin Beck y asociados (2007: 840-842) para una interpretación de cómo estos eventos de sequía generaron una cadena de sucesos que reorganizaron la sociedad Chiripa en la parte sur del Titicaca.

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FACTORES BIOLÓGICO-SOCIALES Factores biológicos El crecimiento de elementos botánicos en los sitios arqueológicos se da en la mayoría de sitios arqueológicos, aunque esta vegetación se trata, principalmente, de grama (asociación Festuchetum-Muhlembergetum) que no afecta en la misma proporción que la vegetación arbustiva o arbórea, debido a las dimensiones de las raíces de esta. Aunque la ausencia de vegetación mayor puede deberse a que en los últimos siglos hubo una tala excesiva86. Otros factores que hemos descritos líneas arriba ayudan a la proliferación de vegetación en los sitios arqueológicos. Los animales son otro factor que han afectado y afectan sitios arqueológicos. Por lo general los animales de mayor tamaño son los que ocasionan mayores daños a los materiales arqueológicos, aunque animales pequeños como los roedores o pájaros pueden producir nichos o agujeros en los sitios. Antes de la invasión española los únicos animales que suponían un peligro mayor para los sitios eran los camélidos; pero con la llegada de nuevas especies del viejo mundo es donde se incrementa el efecto destructor de los animales, con: bóvidos, équidos, cápridos y porcinos.

Factores antrópicos Probablemente las acciones de los hombres son los que han ocasionado los cambios más rápidos y violentos a los restos arqueológicos. Estas modificaciones se han manifestado de distintas formas a lo largo de la historia de los sitios arqueológicos. Durante la época prehispánica los sitios arqueológicos también han sido modificados, en sus estructuras originales, por otros grupos sociales que no los produjeron o por las mismas sociedades que las produjeron. En el sitio de Pucara, en la pirámide de Qalasaya, se dio una reutilización de los espacios vinculados a los patios hundidos, donde se construyeron estructuras de menor calidad (Mujica 1988: 96, Wheeler y Mujica 1981) y posteriormente con estructuras coloniales (Mujica 1979: 193). También hemos observado que así como en el valle (pp. 135-155), también en otros valles los sitios “formativos” son reutilizados por los Colla y los Incas, por lo general transformándolos en sitios funerarios. Con la llegada de los invasores castellanos, la práctica religiosa de la extirpación de idolatrías supuso la destrucción de varios objetos y sitios donde se realizaban prácticas socio-ideológicas andinas o incaicas. Muchas estelas fueron destruidas como lo reporta Rowe y Donahue (1975) en relación a unos monolitos “formativos” cerca de Ilave. En Pukara se destruyeron o decapitaron muchos monolitos y estelas. Asimismo, en la parte superior de la pirámide de Qalasaya se construyó una iglesia, en época colonial (Mujica 1979: 191). Varios arqueólogos y viajeros (Kidder II 1943; Rowe 1978 [1958]; Chávez y Mohr-Chávez 1970: 26; Núñez del Prado 1971) han reportado que muchos de los objetos arqueológicos han sido trasladados a otros lugares. Muchos investigadores, coleccionistas y otros, han promovido el desmontaje de estelas y monolitos (vide Rowe 1978 [1958]). Varios habitantes del altiplano han removido litoesculturas o elementos líticos de los asentamientos tempranos, para llevar hacia sus casas con diversos fines (materia prima, colección, etc) como colocarlas en las iglesias, en el caso de la estela de Arapa. Por otro lado algunos profesores, de los poblados cercanos, realizan visitas a los sitios arqueológicos con fines educativos y en algunos casos se recolectan artefactos de todo tipo (vide Chávez 1981: 82). Muchos de los sitios arqueológicos tempranos siguen siendo reutilizados por las comunidades del altiplano, lo cual genera alteración de distintas formas y magnitudes. Los(as) herederos(as) de las sociedades 86 Según Ellemberg (1979 citado en Erickson 1996: 48) la influencia del hombre es el principal factor determinante de la actual ecología del altiplano: “Luego de una deforestación masiva, los animales herbívoros evitaron el restablecimiento de los árboles nativos”.

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prehispánicas siguen utilizando algunos espacios de los sitios arqueológicos, donde realizan diversas prácticas sociales, generalmente vinculada a ritos religiosos de carácter propiciatorio, gran parte de estas tienen un carácter sincrético con la religión cristiana. Se ha reportado la reutilización de las plazas hundidas como en el caso de la isla de Amantaní (Niles 1987) o la de Ichu-Incatunuhuiri (Kidder 1943: 13). La agricultura es uno de los factores que afecta los restos arqueológicos no solo en el altiplano andino. Gran parte de los sitios arqueológicos del altiplano se encuentran afectados por la agricultura contemporánea. El sitio de Camata, por ejemplo, se encuentra fuertemente afectado por la maquinaria moderna (Steadman 1995: 41); el mismo sitio de Chaupisawakasi se encuentra arado. Como señala Tantaleán (2010a: 90) otro problema es el de la propiedad de la tierra, lo que genera parcelación de los terrenos, los cuales en muchos casos contienen sitios que serán desfigurados mediante los muros que representan los límites modernos. Además, en el caso de las qochas también existe propiedad particular sobre estas, lo que conduce a transacciones comerciales87 (Flores Ochoa y Paz Flores 1983: 133), esto origina una modificación de las qochas de un propietario a otro. El pastoreo también afecta los sitios arqueológicos, principalmente con el tránsito grupal por sitios arqueológicos y zonas aledañas, lo que ha generado la reducción de los sitios y la fragmentación/dispersión de artefactos arqueológicos. Uno de los efectos colaterales del pastoreo fue el arado de muchos terrenos para la obtención de pastos mejorados, esto ocasionó la destrucción de parte de sitios arqueológicos. Por ejemplo las qochas de la zona de Pukara fueron afectadas por estas actividades (Flores Ochoa y Paz Flores 1983b: 134). El desarrollo urbano y el establecimiento de las viviendas cerca o en los mismos sitios arqueológicos son unas de las principales causas de la destrucción de sitios arqueológicos. En sitios como Taraco, Pukara, Chaupisawakasi y otros se ha reutilizado los bloques líticos de la arquitectura para generar nuevas estructuras para casas u otro tipo de estructuras. El asentamiento de casas y poblados sobre los sitios arqueológicos no solo afecta al sitio mismo sino también a las investigaciones arqueológicas, limitando las prospecciones y algunos casos impidiendo también excavaciones debido a la “propiedad” del sitio (ver el caso de Chaupisawakasi en pp. 161). El desarrollo urbano también conlleva a la instalación de los servicios básicos como: construcción de carreteras, instalación de postes eléctricos, alcantarillado, entre otros; además de muchas otras actividades, propias de las nuevas relaciones sociales que se generan en un poblado. Las grandes obras públicas para conectar distintas zonas o localidades también afectan los sitios; por ejemplo el sitio de Camata ha sido afectado por una vía férrea (Steadman 1995: 7) y el sitio de Qaluyu ha sido divido en dos por una carretera (Chávez Ballón 1950). Varios de los asentamientos tempranos se ubicaron cerca de depósitos de arcilla, barro o de canteras de roca. Es así que la extracción de estas materias primas para la producción de cerámica, de adobes o de la utilización como material constructivo, han afectado a los sitios arqueológicos (Tantaleán 2010a: 91) El vandalismo y el saqueo moderno o huaqueo son factores que han contribuido a la destrucción de los sitios arqueológicos y, la dispersión y descontextualización de sus objetos. Las excavaciones clandestinas y saqueo de sitios arqueológicos tienen como principal objetivo la venta de los objetos arqueológicos recuperados. En otros casos también se ha practicado vandalismo en los sitios arqueológicos; en algunos casos, como el que reporta Núñez del Prado (1971: 24) en Chumbivilcas, se han destruido litoesculturas debido a las supersticiones de algunos pobladores. Finalmente, el/la investigador(a) también ha impactado sobre los sitios arqueológicos realizando recolecciones de objetos en superficie desde principios del siglo pasado. Desde Valcárcel (1925) se empezó a 87 Por lo general solo entre comuneros. “Todavía se ejercen controles corporados comunales sobre la libre disposición, no pudiéndose enajenar a extraños o mestizos. La transmisión hereditaria transfiere los derechos a los hijos e hijas.” (Flores Ochoa y Paz Flores 1983b: 133).

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recolectar cerámica y litoescultura. La reiteración de esta práctica que ha pasado por varias generaciones de arqueólogos(as) ha dado como resultado la disminución de calidad y cantidad de los materiales arqueológicos, lo que generará asentamientos sin material de superficie y consecuentemente representaciones sesgadas si es que no se conoce esta situación.

ALGUNAS REFERENCIAS PREVIAS DE LA MATERIALIDAD ARQUEOLÓGICA DEL VALLE El primero en realizar estudios arqueológicos en el altiplano andino fue el investigador norteamericano Alfred Kidder II (en 1939. Supra). Así, de su producción bibliográfica podemos rescatar algunos sitios arqueológicos y otros tipos de artefactos arqueológicos de la zona de Azángaro; aunque no prospectó totalmente el área de nuestro estudio (Kidder II 1943: 21). En la localidad de Ayrampuni, a orillas de una laguna, Kidder II (Ibíd.: 19-22) identifica un yacimiento arqueológico ubicado cerca de una mina de sal, de época prehispánica; este sitio arqueológico se entiende mejor en relación con la mencionada mina de sal, recurso de importancia alimenticia y económica. Así, Kidder II también reporta para el sitio, la existencia de cerámica pukara polícroma (Ibíd.). El sitio arqueológico de Ayrampuni se ubica en la antigua Hacienda Santa Ana, consignada en la carta nacional como Hacienda Huito, a unos 23 km del sitio de Pukara por camino directo y aproximadamente a 2 km al oeste del camino Azángaro-Arapa. Sin embargo, Kidder II no realizó un reconocimiento total del área aledaña al sitio de Ayrampuni. Con respecto a otros artefactos presentes en la bibliografía de Kidder II, que posiblemente provendrían de la zona de Azángaro, Tantaleán (2010a: 165-166) ha identificado dos. El primer artefacto es una escultura lítica antropomorfa (Kidder II 1943: lámina VI, fig. 4) relacionada estilísticamente con Pukara (Tantaleán 2010a: fig. 91), que en la actualidad se encuentra en los depósitos de material lítico del Museo Nacional de Antropología y Arqueología de Lima (Ibíd.: 165). El segundo artefacto es una estela escalonada (Kidder II 1943: 21, lamina VII, figs. 8 y 9) de estilo Pukara, que procede de la localidad de Asillo, al norte de la ciudad de Azángaro; esta estela actualmente se encuentra en el Museo Inka de la ciudad de Cusco (Tantaleán 2010a: 166). Posteriormente, John Rowe (1963: 7) indica la existencia de un sitio “Pukara” en la zona del valle de Tintiri y menciona que no se habían encontrado sitios habitacionales en los asentamientos urbanos conocidos en ese entonces. El sitio identificado por Rowe, según Chávez y Mohr-Chávez (1970: 26) se trataría del sitio Cancha Cancha-Asiruni y no se llamaría Tintiri como lo denomina Rowe en un primer momento. En un reconocimiento arqueológico realizado en 1968 por Sergio Chávez y Karen Mohr-Chávez (1970), en su artículo sobre litoescultura del altiplano, reportan la existencia de cuatro monolitos decorados y de tres monolitos sin decorar, en el sitio de Cancha Cancha-Asiruni en la zona del valle de Tintiri (Ibíd.: 2631). Así, indican la ubicación de Cancha Cancha-Asiruni: “El sitio de Cancha Cancha-Asiruni, localizado en el rancho del Sr. Sebastián Manrique, está situado cerca al río Tintiri y a la Hacienda Tintiri, en el lado izquierdo de la carretera que va de Azángaro a Muñani, en la provincia de Azángaro, departamento de Puno”. (Ibíd.: 26. Traducción nuestra). Elías Mujica también se ha ocupado de la arqueología en la zona de Azángaro, en un par de artículos nos indica la existencia de dos sitios arqueológicos en el valle de Azángaro, mediante mapas donde se indican los sitios (Mujica 1985: fig. 6.3., 1988: fig. 4). Lamentablemente el investigador no refiere la metodología empleada.

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En estudios más específicos tenemos que Richard Burger, Karen Mohr-Chávez y Sergio Chávez (2000: 312) señalan con respecto a los artefactos de obsidiana recolectados del sitio Cancha Cancha-Asiruni que el 75 % procedió de la fuente de Chivay en Arequipa y el 25 % del “Tipo Raro 9”. Otros investigadores que han realizado estudios en la zona, son Stanish (2003: 112) y colegas (Stanish et al. 2005, Plourde y Stanish 2006). Ellos(as) han efectuado algunos reconocimientos en el altiplano, donde han identificado algunos asentamientos; sin embargo, para la zona de Azángaro solo se señala la existencia del sitio de Cancha Cancha-Asiruni, como vimos, ya identificado por otros investigadores con anterioridad. Para el sitio identifican ocupación Qaluyu y Pukara y una extensión de 12 ha, lo que hace del sitio uno de los principales y más grandes, para las dos épocas que comprenden lo Qaluyu y lo Pukara, en la cuenca norte del Titicaca.

LAS PROSPECCIONES DEL VALLE QUILCAMAYO-TINTIRI (PROGRAMA DE INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS ASIRUNI) Como ya hemos indicado, la presente investigación se encuentra dentro de un programa de investigación arqueológica, el PIARA. Dicho programa nace por la necesidad de reconocer de otra forma la realidad arqueología de la cuenca norte del lago Titicaca, y en el marco del desarrollo de la tesis doctoral del director del programa, Henry Tantaleán, quien es el principal gestor de este. El objetivo principal del programa es “explicar el desarrollo de las primeras sociedades sedentarias de la cuenca norte del lago Titicaca.” (Tantaleán 2011a: 181). El PIARA es de los pocos programas que se han encargado del reconocimiento sistemático de todo un valle, con las excepciones antes mencionadas (Supra). El mencionado programa ha albergado a colegas de distintas partes del Perú88, que han ido aportando al programa tanto en la parte empírica como en la producción de textos científicos, los que contienen representaciones que tienen como base el materialismo histórico. Así, en el año 2006 da comienzo el programa (Tantaleán 2008 [2005]: 268, nota 203) y se mantiene hasta la actualidad. Con el objetivo de estudiar un área en concreto de la cuenca norte del lago Titicaca, principalmente en base a la experiencia acumulada por Tantaleán89 y a la bibliografía existente, en noviembre de 2006 se decide hacer un reconocimiento inicial de los principales sitios90 del “Formativo” de esta área. Se visitaron un total de quince sitios arqueológicos en la cuenca norte. En base a la experiencia acumulada en esta primera temporada se tomaron las decisiones posteriores. Gracias a la temporada anterior, ya en 2007, se toma la decisión de iniciar las investigaciones en el valle Quilcamayo-Tintiri, teniendo como objetivo principal el reconocimiento sistemático de esta área. Así durante este periodo de investigación se prospectó el área dominada por el río Tintiri, que comprendió 20 km lineales, siguiendo el cauce del río, y 2 km de ancho promedio, lo que corresponde a un total de 40 km2 (fig. 49). En esta temporada se logró reconocer un total de veintisiete sitios arqueológicos91, Cancha Cancha-Asiruni, Callacayani, Tintiri y Pancañe, entre los más importantes; y se recolectó y analizó material 88 El programa ha tenido la participación de arqueólogos egresados y estudiantes de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, de San Luis Gonzaga de Ica y de la Universidad Nacional de Trujillo. El PIARA inicio con Henry Tantaleán, María Ysela Leyva y Omar Pinedo. En el 2007 se unieron Michiel Zegarra y Astrid Suárez. En 2008 Alex González se unió al equipo. En 2010 junto con Harry Vargas me sume al equipo. Y recientemente, en 2012, Kelita Pérez y Miguel Ortiz han participado del PIARA. 89 Tantaleán se ha encontrado con la arqueología del altiplano desde la década del 90, donde había realizado prospecciones, excavaciones entre otras experiencias. Además ha recibido el apoyo de sus colegas, como el Dr. Charles Stanish quien le cedió una lista de sitios con sus ubicaciones y ha compartido su experiencia en la arqueología de la zona (Tantaleán 2010a: 160, nota 229). 90 Para revisar los sitios visitados por el PIARA en el temporada 2006 se puede acudir al Cuadro 6 de la tesis doctoral de Tantaleán (2010a: 438-441) 91 Para una descripción detallada de los sitios identificados en esta temporada se puede recurrir a la tesis doctoral de Tantaleán (2010a: Cap. 5)

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de la superficie92 de estos sitios. Con la materialidad arqueológica reconocida se ha podido producir la primera representación arqueológica para el valle (vide Tantaleán 2010a), así se han reconocido distintos tipos de prácticas sociales para la época Qaluyu (prácticas sociales simétricas) y Pukara (prácticas sociales asimétricas), lo que ha llevado a reconocer al primer estado de la zona del altiplano, en lo Pukara (Tantaleán 2010a, 2010b). Durante la temporada 2008 se completó la prospección del valle del río Tintiri, llegando a cubrir una pequeña porción del río Jarjapunco, y la del valle del río Quilcamayo; además de un área asociada al valle Quilcamayo-Tintiri, al Sureste. Durante esta temporada se reconoció un total de once sitios arqueológicos (pp. 134-135), donde destaca el sitio Chaupisawakasi, sitio que posteriormente fue excavado en la temporada 2010; y también se recolectó y analizó material arqueológico, análisis que incluimos en la presente investigación (cap. vi). Así se concluyó la prospección del valle Quilcamayo-Tintiri, abarcando una superficie de 60 km2 aproximadamente (fig. 50).

Figura 49. Mapa de la cuenca del Quilcamayo-Tintiri realizado en base a la Carta Nacional (1: 100 000). En el mapa se ha delimitado el área prospectada en la temporada 2007 del PIARA. 92 Se recolecto tiestos de cerámica y restos líticos, las estelas o huancas fueron registradas in situ. Para las consideraciones metodológicas ver pp. 102-103, en la presente tesis.

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Figura 50. Mapa de la cuenca del Quilcamayo-Tintiri realizado en base a la Carta Nacional (1: 100 000). En el mapa se ha delimitado el área total prospectada, incluyendo las temporadas 2007 y 2008 del PIARA.

Con los datos de la prospección de todos los sitios arqueológicos que se pudieron identificar en el valle, se ha podido completar la representación arqueológica expuesta por Tantaleán (2010a), anteriormente. Aunque esta nueva representación93 (vide Tantaleán et al. 2012) no dista mucho de la anterior, incluye la importante zona del Quilcamayo e ingresa a la historia del valle al sitio de Chaupisawakasi, sitio de especial importancia para nosotros. Luego de concluir la prospección de todo el valle Quilcamayo-Tintiri, se eligió el sitio de Chaupisawakasi, para realizar las primeras excavaciones en el valle y así obtener la primera secuencia estratigráfica para este. La elección de este sitio obedece a que es uno de los más extensos del valle (60 000 m2), posee evidencias de cerámica qaluyu y pukara, por su relación con el área de qochas que se extienden desde el río Quilcamayo hasta el río Azángaro y por otras razones de orden logístico (Tantaleán 2011a: 183-184). La temporada 2009 sirvió para realizar un reconocimiento más exhaustivo del sitio de Chaupisawakasi, con el objetivo de preparar y gestionar las condiciones para su posterior excavación. Así, en esta temporada se 93 Las representaciones arqueológicas de las que venimos hablando se desarrollan en profundidad en el capítulo vii, donde incluimos los datos del presente trabajo.

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recorrió y registró el sitio, nuevamente, y se determinó las mejores zonas para las excavaciones del siguiente año, además se establecieron mayores lazos con la familia Calcina Quispe, que tiene bajo su propiedad la mayor parte del sitio arqueológico. En setiembre de 2010 se realizaron las primeras excavaciones en el valle, en el sitio de Chaupisawakasi. Se abrieron un total de seis unidades de excavación, siendo las tres ubicadas en la parte superior las que arrojaron mayor cantidad y calidad de información (cap. v y cap. vi). El encuentro con la materialidad del sitio en base a las excavaciones realizadas ha permitido al programa, de manera preliminar, decir que: “…creemos que el último edificio conservado en la parte superior del edificio debió ser un conjunto de estructuras rectangulares hechas con bases de bloques líticos bien trabajados y concertados, sobre el cual se habrían levantado muros de piedra y barro, hoy desaparecidos. El material arqueológico asociado a la estructura arqueológica evidenciada, aunque todavía falta analizar más a fondo, consiste en una superposición de capas que contienen cerámica. Entre el material resaltan la cerámica del estilo Pukara Policromo, huesos de camélidos de consumo, artefactos de hueso de camélido, artefactos líticos como puntas de flecha de obsidiana, cuentas de minerales y hueso, fragmentos de conchas marinas y hasta un fragmento de tenaza de camarón, etc. Todo este material asociado indicaría que la estructura arquitectónica fue parte de una residencia de un pequeño grupo de personas que tenían acceso a una gran diversidad, cantidad y calidad de objetos diferenciados de los de las viviendas comunes, como las que podrían estar sincrónicamente asociadas con las que se encuentran a unos metros al este del montículo principal (fig. 5)… De manera preliminar, podemos avanzar que el montículo principal del sitio de Chaupisawakasi fue construido cuando el estilo cerámico Pukara Policromo estaba circulando o produciéndose en el área (fig. 6). Se puede hipotetizar, por el momento, que el edificio principal de Chaupisawakasi fue construido y ocupado por gente que utilizó la cerámica Pukara Policromo,…” (Tantaleán 2011a: 186-187). Después de las excavaciones en el sitio, en el 2012 se analiza la cerámica, los artefactos líticos, y los restos óseos (cap. vi)94, logrando con esto obtener de estos reductos, que son los objetos arqueológicos, información de la realidad pasada. Así se ha completado una fase del PIARA. Han transcurrido nueve años desde que se inició el PIARA y a pesar de las dificultades se ha podido trascender a estas. El PIARA ha logrado prospectar sistemáticamente todo el valle Quilcamayo-Tintiri y excavar un sitio arqueológico dentro de este valle; desarrollando metodologías lo más adecuadamente posible a la materialidad estudiada. En total se registraron treinta y ocho sitios arqueológicos de los cuales se han publicado los datos de veintisiete sitios (vide Tantaleán 2010a: Capítulo 5.), los once restantes son expuestos en esta investigación (pp. 104-133). Además se han publicado varios textos científicos (Tantaleán 2002, 2005a, 2005b, 2005c, 2006b, 2008 [2005], 2009b, 2009c, 2010a, 2010b, 2011a, 2011b, 2012; Tantaleán y Pérez 2000; Tantaleán y Leyva 2010, Tantaleán et al. 2012; Tantaleán y Zapata 2014) que han ido socializando los resultados de las distintas temporadas y los avances que se iban alcanzando por el programa. Esta tesis también forma parte de la producción arqueológica del PIARA y el trabajo más reciente, aún queda pendiente la publicación de un reporte que será continente de toda la producción arqueológica del PIARA en estos siete años de ardua investigación.

COMENTARIOS En este capítulo hemos dado una rápida mirada al conocimiento arqueológico producido y a la historia de las investigaciones en la cuenca norte del Titicaca. Además, hemos considerado los factores que afectan la materialidad arqueológica y por consiguiente influyen en las representaciones o interpretaciones arqueológicas.

94 Para metodología de la investigación se puede acudir a la pp. 159-161 y 195-200, para la excavación y análisis de material, respectivamente.

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Hemos hecho un breve recuento de la historia de la arqueología del altiplano andino con el fin de situarnos arqueológica e históricamente. Asimismo, vemos como distintas epistemologías han sido desarrolladas en la arqueología del altiplano en distintos contextos históricos, pero no las hemos tratado a profundidad. En el altiplano se han desarrollado planteamientos, histórico-culturales, difusionistas, procesualistas y de la arqueología social. Así, muchas de las investigaciones en la cuenca norte del Titicaca se han llevado a cabo de forma asistemática y, en algunos casos, las publicaciones no han brindado datos completos y detallados para avanzar con la investigación de los lugares que han sido intervenidos. Los objetos producidos por las primeras sociedades del altiplano han estado expuestos a distintas condiciones físico-naturales y biológico-sociales que han afectado a los objetos arqueológicos (en realidad a todo tipo de objetos y sujetos). Hemos criticado un poco la tafonomía y su ruptura con el “momento” de las deposición arqueológica, pero aun así hemos dejado claros los factores que afectan a la materialidad arqueológica y que muchos de ellos estuvieron presentes también durante la “vida” del objeto. Hemos situado nuestra intervención dentro de la, escaza, investigación del valle Quilcamayo-Tintiri. Y, además, nos hemos situado y tomado posición dentro de un programa de investigaciones arqueológicas como el PIARA, donde también hemos asumido una postura teórica: la arqueología social. Estos datos nos sirven en los capítulos donde se tratan también las condiciones materiales de existencia, como el Capítulo I donde podemos apreciar que los factores tafonómicos también afectaron a las sociedades mismas. El Capítulo II trata a detalle la información ya producida por los(as) arqueólogos(as) que han trabajado en el altiplano y, en especial, con las primeras sociedades sedentarias. Además, los datos tafonómicos también nos sirven para observar con una mirada crítica los capítulos donde se presentan objetos y donde se discuten y analizan, como los capítulos siguientes.

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CAPÍTULO IV LA PROSPECCIÓN DEL VALLE QUILCAMAYO Y NUEVOS SITIOS IDENTIFICADOS EN EL VALLE TINTIRI En este capítulo completamos los datos de la prospección del valle, ya que se reportan los sitios de la zona del Quilcamayo, los cuales fueron registrados en su mayoría en la temporada de 2008. Con esto completamos nuestra visión de la mayoría de sitios que fueron producto de las sociedades prehispánicas del valle. Así, este capítulo se hace indispensable para abordar nuestras interpretaciones sobre el desarrollo histórico de las sociedades arqueológicas de este valle. Empezamos explicitando la metodología empleada en la prospección y en las recolecciones superficiales que se realizaron durante las distintas temporadas. Luego, describimos en extenso todos los datos referentes a los sitios registrados en la temporada de 2008. Hacemos una breve reseña de los sitios registrados en 2008. Finalmente, describimos las principales características de los sitios de acuerdo a sus periodos de tiempo, así abordamos los sitios del Precerámico, del “Formativo Precerámico”, Qaluyu, Pukara, Colla e Inca.

METODOLOGÍA La metodología que explicitamos aquí es la que pone en práctica el PIARA (Tantaleán 2010a: 167-169, Tantaleán 2011b: 16-23) en la actual investigación y en las anteriores temporadas. Así, por ser esta investigación, y las precedentes, materialista histórica, los métodos parten de los materiales analizados y se desarrollan con la misma praxis, superando las trabas surgidas en el entendimiento de la producción social de las sociedades pretéritas.

METODOLOGÍA DE CAMPO: LOS DATOS Y MATERIALES RECOGIDOS De la prospección La prospección del valle se realizó utilizando la técnica de los “transectos paralelos” (Banning 2002: 89), recorriendo el área en línea recta y paralelamente. Se ha establecido como límites del área prospectada una “unidad natural”, el valle o cuenca del río (Plog et al. 1978: 385). Los(as) prospectores(as) fueron separados entre ellos(as) por un espacio máximo de 75 m (espacio entre prospectores[as] dentro de los límites máximos planteados por Schiffer y asociados [1978: 13] y dentro del rango mínimo de tamaño de los sitios de la tipología desarrollada por Stanish y colegas [1997]). Además de esto, el recorrido trazado por el equipo prospector fue registrado a través de la captura de puntos GPS y anotaciones en ampliaciones de la carta nacional 15K.

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Registro

Sitios arqueológicos Los sitios fueron registrados en una ficha de registro (Infra) con las siglas QT que significan valle Quilcamayo-Tintiri, seguidas de un número correlativo (01, 02). Cuando se identificó sectores diferenciados (espacial o temporalmente), se añadió una letra en mayúscula (A, B, C). Si no se tenía la certeza de que el sector fuera parte del mismo sitio, se le tomó como otro sitio y se le otorgó otro número correlativo. Los sitios fueron ubicados en un mapa a escala, realizado a partir de la carta nacional (fig. 86). Se realizaron croquis de los sitios hallados y se tomaron puntos GPS para desarrollar planos aproximados en base a estos puntos de geo-referencia. Además, se capturó información relevante y/o adicional durante el registro del sitio en un cuaderno de notas y una grabadora de audio en formato MP3. Cuando se sectorizó se utilizó puntos tomados con un receptor GPS y se hicieron croquis de las áreas visibles o estructuras que acusaron una sectorización obvia del mismo sitio. Según la morfología superficial de los sitios, que podría sugerir la existencia de plazas hundidas, se procedió a tomar puntos con el receptor GPS para luego elaborar un croquis (Amado 1999: 11-12). También se realizaron algunos croquis, de algunos sectores o estructuras arquitectónicas (como volúmenes monticulares, cabeceras de muros importantes o elevaciones producidas por ellas), que se adjuntaron a las fichas de registro de cada sitio.

Litoesculturas Para las litoesculturas identificadas en los sitios, se diseñaron fichas de registro (fig. xxx) que detallaban ubicaciones, medidas y características físicas de dichos artefactos. Estas fichas fueron añadidas a las fichas de sitio y servirán para realizar un análisis de dichos objetos.

Recolección del material arqueológico El material arqueológico recuperado está conformado por los restos recuperados de la capa superficial de las unidades establecidas en los sitios identificados en el valle. Se realizaron recolecciones superficiales de cerámica y artefactos líticos (excluyendo las litoesculturas) principalmente de los sectores centrales de los sitios o en sectores con espacios definidos por sus muros o terrazas. Para las recolecciones se utilizaron unidades de muestreo de 4 m2. En estas unidades se recogieron todos los objetos arqueológicos, especialmente elementos cerámicos y líticos diagnósticos. La elección de la ubicación de las unidades de muestreo fue en base a la mayor densidad de los materiales arqueológicos. Se tomaron fotos del estado inicial y final de la unidad de muestreo para graficar su localización y para efectos comparativos, además de registrar su ubicación mediante puntos de GPS.

De la investigación del sitio Reconocimiento superficial del sitio Para determinar la extensión del sitio, los miembros del equipo realizaron una prospección a nivel semimicro (García 2005: 99). Esto consistió en recorrer sistemáticamente la superficie del sitio con un equipo de tres personas, en línea recta, separadas 3 m entre sí. En esta etapa solo se buscó determinar la ausencia o presencia de materiales arqueológicos y su grado de concentración mas no se realizaron recolecciones de material de superficie, a menos que hayan sido muy significativos y/o diagnósticos para lo cual se ubicó el lugar de la recolección mediante un punto GPS y se guardó el material en una bolsa con etiqueta. Solo se registraron las estructuras arquitectónicas, monolitos o grandes concentraciones de material que se investigarán a futuro. El programa ha determinado, con ejemplos, que las recolecciones superficiales intensivas de los sitios arqueológicos de la zona del Titicaca degradan considerablemente el potencial de investigación futura puesto que alteran la dispersión de los materiales hallados por los arqueólogos (Tantaleán 2011b: 18. Ver pp. 95-96), por eso la utilización de la metodología especificada.

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SITIOS Y OBJETOS ARQUEOLÓGICOS DE LA TEMPORADA 2008 SITIO QT-28 DATOS BÁSICOS NOMBRE DEL SITIO ARQUEOLÓGICO: Desconocido. NOMBRE DE LA LOCALIDAD ACTUAL: Ojra. DATOS GPS (núcleo del sitio): UTM 19L 0388090 E 8362808 N EXTENSIÓN DEL SITIO (arquitectura + dispersión de artefactos): 1080 m2. ENTORNO NATURAL DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE DEL SITIO: Ladera de cerro y llanura. FUENTES DE AGUA VECINAS: Canal. RECURSOS NATURALES: Pastizales, agua y cantera FUENTES DE MATERIAS PRIMAS: Roca arenisca canteada y semi-canteada. VÍAS DE ACCESO: Valle. DESCRIPCIÓN FÍSICA DEL SITIO ÁREA CONSTRUIDA VISIBLE: 5 m2 aprox. ESTRUCTURAS ARQUITECTÓNICAS VISIBLES: Muros y posible plaza hundida. Cista: N-S: 1,30 m E-W: 1,80 m Base de chullpa cuadrangular N-S: 1,50 m E-W: 1,10 m (orientadas a los puntos cardinales) MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN: Roca arenisca OTROS ELEMENTOS: Ninguno ARTEFACTOS ASOCIADOS ESTILOS CERÁMICOS: Qaluyu y Pukara. OTROS ARTEFACTOS EN SUPERFICIE: Líticos. INFORMACIÓN ADICIONAL VISIBILIDAD DE OTROS SITIOS CERCANOS O ACCIDENTES GEOGRÁFICOS RELEVANTES EN EL PAISAJE: Cercano al cerro Añastiralani y a la quebrada de Juratana SISTEMAS AGRÍCOLAS ASOCIADOS: Canal y chacras modernas. REFERENCIAS (BIBLIOGRÁFICAS) ANTERIORES: Ninguna. APROXIMACIÓN INTERPRETATIVA TIPO DE SITIO: Cementerio FUNCIÓN: Funeraria CRONOLOGÍA RELATIVA: Intermedio Tardío – Inca INTERPRETACIÓN: Sitio ubicado cerca a la ladera de un cerro, cuya función clara es la de cementerio por el hallazgo de la base de una chullpa y cistas. Por el tipo de construcción se trataría de un sitio del Intermedio Tardío e Inca. Nº FOTOGRAFÍA DIGITAL

FECHA DE RECONOCIMIENTO

6198-6202

28 de octubre 2008. 104

Figura 51. Sitio QT-28. Vista de la cista desde el este.

Figura 52. Vista oblicua de la cista desde el sur.

105

SITIO QT-29 DATOS BÁSICOS NOMBRE DEL SITIO ARQUEOLÓGICO: Desconocido NOMBRE DE LA LOCALIDAD ACTUAL: Condoriri DATOS GPS (núcleo del sitio): UTM 19L 0387548 E 8362365 N EXTENSIÓN DEL SITIO (arquitectura + dispersión de artefactos): 20 m2. ENTORNO NATURAL DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE DEL SITIO: Las cistas se encuentran en la llanura FUENTES DE AGUA VECINAS: Canal RECURSOS NATURALES: Pastizales y agua FUENTES DE MATERIAS PRIMAS: Roca arenisca VÍAS DE ACCESO: Valle DESCRIPCIÓN FÍSICA DEL SITIO ÁREA CONSTRUIDA VISIBLE: 5 m2 ESTRUCTURAS ARQUITECTÓNICAS VISIBLES: 2 cistas: 1ra) N-S: 1 m E-W: 1 m 2da) N-S:1,40 m E-W: 1,40m MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN: Roca arenisca OTROS ELEMENTOS: Ninguno ARTEFACTOS ASOCIADOS ESTILOS CERÁMICOS: Ninguno OTROS ARTEFACTOS EN SUPERFICIE: Ninguno INFORMACIÓN ADICIONAL VISIBILIDAD DE OTROS SITIOS CERCANOS O ACCIDENTES GEOGRÁFICOS RELEVANTES EN EL PAISAJE: Cerros/pukara de Condoriri SISTEMAS AGRÍCOLAS ASOCIADOS: Chacras modernas y canal REFERENCIAS (BIBLIOGRÁFICAS) ANTERIORES: Ninguna APROXIMACIÓN INTERPRETATIVA TIPO DE SITIO: Cementerio FUNCIÓN: Funeraria CRONOLOGÍA RELATIVA: Intermedio Tardío INTERPRETACIÓN: Cista aislada en medio de la llanura Nº FOTOGRAFÍA DIGITAL

FECHA DE RECONOCIMIENTO

6204-6205

28 de octubre de 2008

106

Figura 53. Vista oblicua de la cista.

107

SITIO QT-30 DATOS BÁSICOS NOMBRE DEL SITIO ARQUEOLÓGICO: Tiendachupa NOMBRE DE LA LOCALIDAD ACTUAL: Desconocido DATOS GPS (núcleo del sitio): UTM 19L 0387082 E 8360044 N EXTENSIÓN DEL SITIO (arquitectura + dispersión de artefactos): 24 m2 ENTORNO NATURAL DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE DEL SITIO: En la quebrada Tiendachupa, próxima a los cerros. FUENTES DE AGUA VECINAS: Quebrada Tiendachupa RECURSOS NATURALES: Pastizales FUENTES DE MATERIAS PRIMAS: Roca arenisca VÍAS DE ACCESO: Quebrada y valle Condoriri DESCRIPCIÓN FÍSICA DEL SITIO ÁREA CONSTRUIDA VISIBLE: No definida ESTRUCTURAS ARQUITECTÓNICAS VISIBLES: Cistas: Una grande y tres subsidiarias, dos al Norte y una al Sur Grande: 2,00 m de diámetro Chica: 0,70 m de diámetro (norte) Chica: 0,70 m de diámetro (sur) MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN: Piedra canteada y semi-canteada, arenisca blanquecina y rojiza OTROS ELEMENTOS: Ninguno ARTEFACTOS ASOCIADOS ESTILOS CERÁMICOS: Ninguno OTROS ARTEFACTOS EN SUPERFICIE: Ninguno INFORMACIÓN ADICIONAL VISIBILIDAD DE OTROS SITIOS CERCANOS O ACCIDENTES GEOGRÁFICOS RELEVANTES EN EL PAISAJE: Cerro y quebrada seca SISTEMAS AGRÍCOLAS ASOCIADOS: Chacras modernas REFERENCIAS (BIBLIOGRÁFICAS) ANTERIORES: Ninguna APROXIMACIÓN INTERPRETATIVA TIPO DE SITIO: Cementerio FUNCIÓN: Funeraria CRONOLOGÍA RELATIVA: Intermedio Tardío e Inca INTERPRETACIÓN: Cementerio tardío Nº FOTOGRAFÍA DIGITAL

FECHA DE RECONOCIMIENTO

6304-6307

28 de octubre de 2008 108

Figura 54. Restos de Cista tardía.

Figura 55. Vista oblicua de la cista.

109

SITIO QT-31 DATOS BÁSICOS NOMBRE DEL SITIO ARQUEOLÓGICO: Desconocido NOMBRE DE LA LOCALIDAD ACTUAL: Laliuyu DATOS GPS (núcleo del sitio): UTM 19L 0386806 E 8359947N EXTENSIÓN DEL SITIO (arquitectura + dispersión de artefactos): 9000 m2 ENTORNO NATURAL DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE DEL SITIO: Se encuentra en una quebrada, en una elevación consecuencia de la confluencia de dos quebradas (cauces fósiles) FUENTES DE AGUA VECINAS: Quebrada RECURSOS NATURALES: Pastizales y roca arenisca FUENTES DE MATERIAS PRIMAS: Roca arenisca VÍAS DE ACCESO: Quebrada DESCRIPCIÓN FÍSICA DEL SITIO ÁREA CONSTRUIDA VISIBLE: No definida ESTRUCTURAS ARQUITECTÓNICAS VISIBLES: Muros, recintos rectangulares. En el sector este hay una estructura cuadrangular de 50 m por 60 m. MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN: Roca arenisca y barro OTROS ELEMENTOS: Huanca ARTEFACTOS ASOCIADOS ESTILOS CERÁMICOS: Ninguno OTROS ARTEFACTOS EN SUPERFICIE: Ninguno INFORMACIÓN ADICIONAL VISIBILIDAD DE OTROS SITIOS CERCANOS O ACCIDENTES GEOGRÁFICOS RELEVANTES EN EL PAISAJE: Quebrada y cerros. SISTEMAS AGRÍCOLAS ASOCIADOS: Chacras modernas REFERENCIAS (BIBLIOGRÁFICAS) ANTERIORES: Ninguna APROXIMACIÓN INTERPRETATIVA TIPO DE SITIO: Doméstico y público FUNCIÓN: Doméstica y espacios públicos CRONOLOGÍA RELATIVA: “Formativo Pre-cerámico” INTERPRETACIÓN: Montículo ubicado en la confluencia de dos quebradas que creció por la acumulación de barro y piedras. No se encuentra cerámica. Posible montículo con arquitectura monumental. Nº FOTOGRAFÍA DIGITAL

FECHA DE RECONOCIMIENTO

6321-6327

28 de octubre de 2008 110

Figura 56. Vista panorámica desde el sur del sitio QT-31.

Figura 57. Vista de cabecera de muro de doble hilera.

111

Figura 58. Vista de base de muro.

Figura 59. Esquina de muro, espacio posiblemente doméstico.

112

SITIO QT-32 DATOS BÁSICOS NOMBRE DEL SITIO ARQUEOLÓGICO: Desconocido NOMBRE DE LA LOCALIDAD ACTUAL: Ojra 2 DATOS GPS (núcleo del sitio): UTM 19L 0387593 E 8362902 N EXTENSIÓN DEL SITIO (arquitectura + dispersión de artefactos): 60000 m2 ENTORNO NATURAL DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE DEL SITIO: Pendiente de cerro FUENTES DE AGUA VECINAS: Canales, acequias y bofedales RECURSOS NATURALES: Pastizales y agua FUENTES DE MATERIAS PRIMAS: Arenisca VÍAS DE ACCESO: Valle DESCRIPCIÓN FÍSICA DEL SITIO ÁREA CONSTRUIDA VISIBLE: No definido ESTRUCTURAS ARQUITECTÓNICAS VISIBLES: Cistas, terrazas y muros de contención MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN: Roca arenisca OTROS ELEMENTOS: Ninguno ARTEFACTOS ASOCIADOS ESTILOS CERÁMICOS: Ninguno OTROS ARTEFACTOS EN SUPERFICIE: Ninguno INFORMACIÓN ADICIONAL VISIBILIDAD DE OTROS SITIOS CERCANOS O ACCIDENTES GEOGRÁFICOS RELEVANTES EN EL PAISAJE: Cerro SISTEMAS AGRÍCOLAS ASOCIADOS: Chacras modernas REFERENCIAS (BIBLIOGRÁFICAS) ANTERIORES: Ninguna APROXIMACIÓN INTERPRETATIVA TIPO DE SITIO: Terrazas domésticas/terrazas de cultivo(andenes) y cementerio FUNCIÓN: Terrazas de cultivo y funeraria CRONOLOGÍA RELATIVA: Intermedio Tardío INTERPRETACIÓN: Pendiente del cerro aterrazada, con muros de contención para el cultivo, a modo de andenes. Esta misma pendiente sirvió como cementerio por la cantidad de cistas encontradas. Nº FOTOGRAFÍA DIGITAL

FECHA DE RECONOCIMIENTO

6397, 6406, 6416, 6420

29 de octubre de 2008

113

Figura 60. Vista de ladera de cerro, se observan restos de terrazas.

Figura 61. Detalle de muro de contención para las terrazas.

114

Figura 62. Vista panorámica de la parte baja del sitio QT-32 y el fondo del valle. En el lado derecho se ve el sitio QT-31.

Figura 63. Vista general de ladera de cerro en donde se observan claramente las terrazas.

115

SITIO QT-33 DATOS BÁSICOS NOMBRE DEL SITIO ARQUEOLÓGICO: Ninguno NOMBRE DE LA LOCALIDAD ACTUAL: Ojra 3 DATOS GPS (núcleo del sitio): Punto 498 (centro de la casa) UTM 19L 0387702 E 8362810 N EXTENSIÓN DEL SITIO (arquitectura + dispersión de artefactos): 15416 m2 ENTORNO NATURAL DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE DEL SITIO: A las faldas de un cerro. FUENTES DE AGUA VECINAS: Canales y bofedales. RECURSOS NATURALES: Pastizales y agua FUENTES DE MATERIAS PRIMAS: Arenisca VÍAS DE ACCESO: Valle DESCRIPCIÓN FÍSICA DEL SITIO ÁREA CONSTRUIDA VISIBLE: No definido ESTRUCTURAS ARQUITECTÓNICAS VISIBLES: Muros largos y terrazas habitacionales. MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN: Arenisca OTROS ELEMENTOS: Huanca, laja y estela ARTEFACTOS ASOCIADOS ESTILOS CERÁMICOS: Ninguno OTROS ARTEFACTOS EN SUPERFICIE: Ninguno INFORMACIÓN ADICIONAL VISIBILIDAD DE OTROS SITIOS CERCANOS O ACCIDENTES GEOGRÁFICOS RELEVANTES EN EL PAISAJE: Cerro y valle SISTEMAS AGRÍCOLAS ASOCIADOS: Chacras modernas, canales y bofedales REFERENCIAS (BIBLIOGRÁFICAS) ANTERIORES: Ninguna APROXIMACIÓN INTERPRETATIVA TIPO DE SITIO: Aldea “formativa precerámica” FUNCIÓN: Doméstico y probablemente público CRONOLOGÍA RELATIVA: Precerámico-Formativo INTERPRETACIÓN: Aldea “formativa precerámica”, ubicada a las faldas del cerro. Se trata de un sitio “formativo” que cuenta también con terrazas, presenta huancas, estelas y lajas. Además tiene un probable templete, lo que hace suponer una función pública. Nº FOTOGRAFÍA DIGITAL

FECHA DE RECONOCIMIENTO

6382-6438 (mezclado con el sitio 5)

29 de octubre de 2008

116

Figura 64. Vista panorámica de terrazas posiblemente habitacionales.

Figura 65. Vista panorámica del sitio QT-33.

117

Figura 66. Detalle de laja, este objeto nos remite al carácter posiblemente público del sitio.

Figura 67. Vista de detalle de huanca.

118

SITIO QT-34 DATOS BÁSICOS NOMBRE DEL SITIO ARQUEOLÓGICO: Ninguno NOMBRE DE LA LOCALIDAD ACTUAL: Chaupi Sahuacasi 1. DATOS GPS (núcleo del sitio): UTM 19L 0375181 E 8356542 N EXTENSIÓN DEL SITIO (arquitectura + dispersión de artefactos): 990 m2 ENTORNO NATURAL DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE DEL SITIO: Una pequeña elevación en la llanura. FUENTES DE AGUA VECINAS: Río Quilcamayo a 700 m al Norte RECURSOS NATURALES: Pastizales y agua FUENTES DE MATERIAS PRIMAS: No ubicadas VÍAS DE ACCESO: Valle DESCRIPCIÓN FÍSICA DEL SITIO ÁREA CONSTRUIDA VISIBLE: Ninguno ESTRUCTURAS ARQUITECTÓNICAS VISIBLES: No definidos MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN: Ninguno OTROS ELEMENTOS: Ninguno ARTEFACTOS ASOCIADOS ESTILOS CERÁMICOS: Ninguno OTROS ARTEFACTOS EN SUPERFICIE: Obsidiana (preforma) INFORMACIÓN ADICIONAL VISIBILIDAD DE OTROS SITIOS CERCANOS O ACCIDENTES GEOGRÁFICOS RELEVANTES EN EL PAISAJE: Río a 700 m y cerros. SISTEMAS AGRÍCOLAS ASOCIADOS: Chacras modernas REFERENCIAS (BIBLIOGRÁFICAS) ANTERIORES: Ninguno APROXIMACIÓN INTERPRETATIVA TIPO DE SITIO: Campamento temporal FUNCIÓN: Control de caza o proceso de carne CRONOLOGÍA RELATIVA: Intermedio Tardío INTERPRETACIÓN: Sitio ubicado en una pequeña elevación en la llanura. Se trataría de un campamento temporal de caza o para el procesamiento de carne, por la cantidad de desecho de talla encontrado. Se recolecto cerámica tardía. Nº FOTOGRAFÍA DIGITAL

FECHA DE RECONOCIMIENTO

6548-6553

29 de octubre de 2008

119

Figura 68. Detalle de dispersión de materiales en sitio QT-34.

Figura 69. Vista general del sitio QT-34.

120

SITIO QT-35 DATOS BÁSICOS NOMBRE DEL SITIO ARQUEOLÓGICO: Desconocido. NOMBRE DE LA LOCALIDAD ACTUAL: Chaupisawakasi 2 DATOS GPS (núcleo del sitio): UTM 19L 0375338 E 8356589 N EXTENSIÓN DEL SITIO (arquitectura + dispersión de artefactos): Sector A: 144 m2. Sector B: 8 m de diámetro. A 100 m del sitio / por lo menos existen tres promontorios parecidos. ENTORNO NATURAL DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE DEL SITIO: Pequeña elevación en la llanura FUENTES DE AGUA VECINAS: Río Quilcamayo a 600 m RECURSOS NATURALES: Agua FUENTES DE MATERIAS PRIMAS: Roca arenisca VÍAS DE ACCESO: Valle DESCRIPCIÓN FÍSICA DEL SITIO ÁREA CONSTRUIDA VISIBLE: No definida. ESTRUCTURAS ARQUITECTÓNICAS VISIBLES: Nueve cistas en el sector A: Una principal y ocho subsidiarias. Cista principal: 1,76 m. Cuatro cistas en sector B : La más grande.1,80 m (más al este)/cista: 1,55 m. MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN: Piedra arenisca y algunas lajas. OTROS ELEMENTOS: Ninguno. ARTEFACTOS ASOCIADOS ESTILOS CERÁMICOS: Cerámica tardía/cerámica colonial (sector B). OTROS ARTEFACTOS EN SUPERFICIE: Obsidiana. INFORMACIÓN ADICIONAL VISIBILIDAD DE OTROS SITIOS CERCANOS O ACCIDENTES GEOGRÁFICOS RELEVANTES EN EL PAISAJE: Río Quilcamayo a 600 m y cerros. SISTEMAS AGRÍCOLAS ASOCIADOS: Chacras modernas REFERENCIAS (BIBLIOGRÁFICAS) ANTERIORES: Ninguno APROXIMACIÓN INTERPRETATIVA TIPO DE SITIO: Cementerio FUNCIÓN: Funeraria. CRONOLOGÍA RELATIVA: Intermedio Tardío. INTERPRETACIÓN: Se encuentra dos sectores: Sector A y Sector B, ambos sobre pequeñas elevaciones en la llanura. Todo el conjunto forma un cementerio. Existen cuatro cistas en el sector B y nueve en el sector A, siendo una la principal y ocho alrededor, subsidiarias. Por el tipo de construcción son del Intermedio Tardío. Se ha diferenciado dos sectores (A y B). Se trata de un cementerio tardío. Nº FOTOGRAFÍA DIGITAL FECHA DE RECONOCIMIENTO 6555-6572 (comienza en sector A:6565)

30 de octubre de 2008 121

Figura 70. Vista de cista en el sector A del sitio QT-35.

Figura 71. Vista general desde el lado del Sector B.

122

Figura 72. Detalle de una cista en el Sector B del sitio QT-35, se pueden apreciar material óseo y cerámica.

Figura 73. Vista general del sector A del sitio QT-35.

123

SITIO QT-36 DATOS BÁSICOS NOMBRE DEL SITIO ARQUEOLÓGICO: Chaupisawakasi NOMBRE DE LA LOCALIDAD ACTUAL: Chaupi Sahuacasi 3 DATOS GPS (núcleo del sitio): UTM 19L 0375480 E 8356888 N EXTENSIÓN DEL SITIO (arquitectura + dispersión de artefactos): 98000 m2 ENTORNO NATURAL DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE DEL SITIO: En la confluencia del río San José y la quebrada Carcapunco. Sobre una llanura próxima a los cerros. FUENTES DE AGUA VECINAS: Río San José RECURSOS NATURALES: Agua y pastizales FUENTES DE MATERIAS PRIMAS: Roca arenisca VÍAS DE ACCESO: Valle y quebrada DESCRIPCIÓN FÍSICA DEL SITIO ÁREA CONSTRUIDA VISIBLE: No definida. ESTRUCTURAS ARQUITECTÓNICAS VISIBLES: Hilera de muros, recintos o espacios rectangulares y un posible patio hundido. MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN: Roca arenisca OTROS ELEMENTOS: Huancas ARTEFACTOS ASOCIADOS ESTILOS CERÁMICOS: Qaluyu y Pukara OTROS ARTEFACTOS EN SUPERFICIE: Obsidiana INFORMACIÓN ADICIONAL VISIBILIDAD DE OTROS SITIOS CERCANOS O ACCIDENTES GEOGRÁFICOS RELEVANTES EN EL PAISAJE: Cerros, río Quilcamayo. SISTEMAS AGRÍCOLAS ASOCIADOS: Chacras modernas REFERENCIAS (BIBLIOGRÁFICAS) ANTERIORES: Ninguna APROXIMACIÓN INTERPRETATIVA TIPO DE SITIO: Complejo/centro administrativo. FUNCIÓN: Doméstica y pública. CRONOLOGÍA RELATIVA: “Formativo”, Qaluyu-Pukara. INTERPRETACIÓN: Este sitio se ubica sobre una llanura próxima a los cerros. Se trata de un sitio complejo, que presenta espacios públicos y domésticos. Por la extensión y por la presencia de qochas en el área, el sitio parece representar un asentamiento administrativo. Nº FOTOGRAFÍA DIGITAL

FECHA DE RECONOCIMIENTO

6575-6585

30 de octubre de 2008 124

Figura 74. Vista general del sitio desde el norte.

Figura 75. Detalle de un muro cortado por la crecida del río.

125

Figura 76. Delimitación de área de recolección.

Figura 77. Detalle de la dispersión de materiales en la unidad de recolección.

126

Figura 78. Vista de huancas presentes en el sitio.

127

SITIO QT-37 DATOS BÁSICOS NOMBRE DEL SITIO ARQUEOLÓGICO: Tintiri 2 NOMBRE DE LA LOCALIDAD ACTUAL: Tintiri (500 m al sur de Tintiri). DATOS GPS (núcleo del sitio): UTM 19L 03803629 E 8355006 N EXTENSIÓN DEL SITIO (arquitectura + dispersión de artefactos): 225 m2 ENTORNO NATURAL DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE DEL SITIO: Terraza aluvial cortada por cauce de río FUENTES DE AGUA VECINAS: Río. RECURSOS NATURALES: Pastizales FUENTES DE MATERIAS PRIMAS: No ubicadas VÍAS DE ACCESO: Valle DESCRIPCIÓN FÍSICA DEL SITIO ÁREA CONSTRUIDA VISIBLE: Indefinida. ESTRUCTURAS ARQUITECTÓNICAS VISIBLES: Ninguna visible. MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN: Ninguno. OTROS ELEMENTOS: Ninguno. ARTEFACTOS ASOCIADOS ESTILOS CERÁMICOS: Ninguno OTROS ARTEFACTOS EN SUPERFICIE: Puntas y desechos de obsidiana. INFORMACIÓN ADICIONAL VISIBILIDAD DE OTROS SITIOS CERCANOS O ACCIDENTES GEOGRÁFICOS RELEVANTES EN EL PAISAJE: Cerros SISTEMAS AGRÍCOLAS ASOCIADOS: Chacras modernas REFERENCIAS (BIBLIOGRÁFICAS) ANTERIORES: Ninguna APROXIMACIÓN INTERPRETATIVA TIPO DE SITIO: Campamento temporal FUNCIÓN: Caza CRONOLOGÍA RELATIVA: Precerámico y “Formativo” INTERPRETACIÓN: Se trata de un campamento temporal de caza, ubicado en una terraza aluvial cortada por el cauce del río. No se encuentra cerámica pero si puntas y desechos de obsidiana, por lo que sería un sitio Pre-cerámico o de caza durante el “Formativo” aunque sin presencia de cerámica. Estaría asociado con el sitio Tintiri (QT-18). Nº FOTOGRAFÍA DIGITAL

FECHA DE RECONOCIMIENTO

6836-6840

30 de octubre de 2008

128

Figura 79. Vista general desde el noreste del sitio QT-37.

Figura 80. Vista general desde el sureste de QT-37.

129

Figura 81. Puntas líticas del sitio QT-37.

130

SITIO QT-38 DATOS BÁSICOS NOMBRE DEL SITIO ARQUEOLÓGICO: Desconocido. NOMBRE DE LA LOCALIDAD ACTUAL: Cementerio de Anacquía DATOS GPS (núcleo del sitio): UTM 19L 0381741 E 8354557 N EXTENSIÓN DEL SITIO (arquitectura + dispersión de artefactos): 37 m de diámetro/ a 100 m del cementerio actual. ENTORNO NATURAL DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE DEL SITIO: Elevación natural en la llanura. FUENTES DE AGUA VECINAS: Canal RECURSOS NATURALES: Pastizales y agua. FUENTES DE MATERIAS PRIMAS: Roca arenisca VÍAS DE ACCESO: Valle DESCRIPCIÓN FÍSICA DEL SITIO ÁREA CONSTRUIDA VISIBLE: No definida. ESTRUCTURAS ARQUITECTÓNICAS VISIBLES: Nueve cistas, la más grande tiene 1,5 m de diámetro como mínimo. MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN: Roca arenisca. OTROS ELEMENTOS: Ninguno. ARTEFACTOS ASOCIADOS ESTILOS CERÁMICOS: Ninguno OTROS ARTEFACTOS EN SUPERFICIE: Ninguno INFORMACIÓN ADICIONAL VISIBILIDAD DE OTROS SITIOS CERCANOS O ACCIDENTES GEOGRÁFICOS RELEVANTES EN EL PAISAJE: Cerros SISTEMAS AGRÍCOLAS ASOCIADOS: Canal y chacra moderna. REFERENCIAS (BIBLIOGRÁFICAS) ANTERIORES: Ninguno APROXIMACIÓN INTERPRETATIVA TIPO DE SITIO: Cementerio. FUNCIÓN: Funeraria. CRONOLOGÍA RELATIVA: Intermedio Tardío e Inca. INTERPRETACIÓN: Montículo natural en la llanura, que en la cima tiene nueve cistas pertenecientes al Intermedio Tardío o Inca, por el tipo de construcción. Este lugar tiene como función ser un cementerio. Nº FOTOGRAFÍA DIGITAL

FECHA DE RECONOCIMIENTO

6850-6859

30 de octubre de 2008 131

Figura 82. Detalle de restos de cista.

Figura 83. Detalle de cista funeraria.

132

Figura 84. Cerámica registrada en la recolección superficial del sitio QT 38. a y b) Tazones, c) Base plana, el reticulado indica color verde.

133

RESEÑA DE LOS SITIOS ARQUEOLÓGICOS IDENTIFICADOS EN LA TEMPORADA 2008 Luego de la exposición de los resultados de la prospección de la Temporada 2008, haremos una breve reseña de los sitios arqueológicos identificados, señalando solo algunos datos en cuanto a la calidad y cantidad de estos sitios y vinculándolos a las sociedades que produjeron estos sitios. Aun así este recuento será escueto, ya que reservaremos la síntesis de todos los sitios arqueológicos identificados en el valle para el siguiente apartado. En la mencionada temporada se han registrado un total de once sitios arqueológicos de distintas dimensiones (fig. 85) y funciones, que en algunos casos presentan más de una ocupación humana. Para el Pre-cerámico se han registrado cuatro sitios, para el “Formativo Pre-cerámico” dos sitios, las ocupaciones vinculadas a Qaluyu son solo dos, para Pukara solo una, los sitios con presencia Collao son un total de ocho y los que presentan ocupación Inca son dos. 120000 98000

100000 80000 60000

60000 40000 15416

20000

9000 1080

20

24

990

400

225

1369

0 QT-28 QT-29 QT-30 QT-31 QT-32 QT-33 QT-34 QT-35 QT-36 QT-37 QT-38 Figura 85. Extensión en metros cuadrados de los sitios arqueológicos del valle Quilcamayo-Tintiri, registrados durante la temporada 2008.

PRE-CERÁMICO Existen tres sitios con evidencias de ocupación del Precerámico; es decir, con artefactos ligados a este periodo, como las puntas de forma romboidal. Estos sitios son: QT-33, QT-36 (Chaupisawakasi) y QT-37 (Tintiri 2). Debemos anotar que todos los sitios con ocupación precerámica han sido identificados en la prospección de 2008 y que recientemente, durante la recolección superficial en 2010 en el sitio de Chaupisawakasi, hemos identificado puntas romboidales (fig. 225d y 226d), lo que nos permite inferir una ocupación precerámica para este sitio, aunque no es del todo determinante.

FORMATIVO PRE-CERÁMICO Se identificaron dos sitios de lo que se está denominando como “Formativo Precerámico” (Makowski 2004: 13, Goldhausen et al. 2006. Infra). Estos sitios son: QT-31 y QT-33. Estos montículos del “Formativo Precerámico” son dos de los tres sitios, identificados durante las prospecciones del PIARA, que presentan litoescultura.

134

QALUYU Los sitios que están relacionados a artefactos de estilo Qaluyu han sido dos. Estos sitios son: QT-36 (Chaupisawakasi) y QT-37 (Tintiri 2). Este último sitio es un campamento temporal de caza en el cual no se ha registrado cerámica pero si puntas y desechos de obsidiana, por lo que sería un sitio del Precerámico o de caza durante el “Formativo”. Esto último, debido a que se encuentra vinculado al sitio QT-18 (Tintiri).

PUKARA El único sitio Pukara identificado durante esta temporada es el sitio QT-36 (Chaupisawakasi), el cual es el sitio arqueológico de mayor extensión (98.000 m2) y volumen de todo el valle Quilcamayo-Tintiri. Además, es el sitio donde se han realizado las primeras excavaciones de este valle y el cual es la principal fuente de información para la presentación de esta tesis.

COLLAO Los sitios relacionados a artefactos collao, como cerámica y tumbas (cistas), son un total de ocho. Estos sitios son: QT-28, QT-29, QT-30 (Tiendachupa), QT-32, QT-34, QT-35, QT-36 (Chaupisawakasi) y QT38. Los sitios collao son los más numerosos dentro de esta prospección, los cuales son principalmente lugares de enterramiento, pero que en términos de extensión no se equiparan a los sitios “formativos”. Durante las excavaciones de Chaupisawakasi y las recolección superficial de 2010 hemos podido encontrar restos de cerámica collao y estructuras tardías sobre el sitio (pp. 296-299 y fig. 159).

INCA La ocupación Inca identificada se reduce íntegramente a sitios para enterramiento, vinculados a chullpas, en un número de cuatro. Estos sitios son: QT-28, QT-29, QT-30 (Tiendachupa) y QT-38.

LA PROSPECCIÓN DE TODO EL VALLE QUILCAMAYO-TINTIRI El valle de Quilcamayo-Tintiri ha presentado una diversidad de asentamientos arqueológicos de diferentes momentos prehispánicos (cuadro 1 y fig. 86 y 88), un total de treinta y ocho sitios identificados (fig. 87). Sin embargo, es relevante que la gran mayoría de sitios con una extensión y volumen de grandes proporciones, pertenezcan a las primeras sociedades sedentarias (fig. 87). En este análisis trataremos, primordialmente, los sitios mencionados; aunque la existencia de los otros, que abordaremos someramente, da cuenta de una trayectoria histórica que es característica de la cuenca norte del Titicaca. La materialidad social en el valle Quilcamayo-Tintiri ha sufrido una serie de factores que han intervenido en su aspecto físico hasta nuestro encuentro con ella (pp. 91-96). Los factores meteorológicos y antrópicos son los que más han incidido en su apariencia. La mayoría de sitios han estado expuestos a diversos factores que han erosionado los sitios arqueológicos. Asimismo, creemos que si bien los montículos son las formas de asentamiento más conocidas y obvias en el paisaje es posible que dichos factores hayan cubierto o erosionado sitios no monticulares, como ya lo hemos mencionado (pp. 92). Esto aún es difícil de comprobar ya que no se han realizado las investigaciones que así lo demuestren. Probablemente es la actividad humana la que ha mermado más los sitios arqueológicos. Como ya hemos visto (pp. 94-96) sobre los sitios arqueológicos se establecen los actuales caseríos y localidades, y se siguen utilizando los sitios arqueológicos prehispánicos como canteras de barro y piedra, para construir viviendas u otro tipo de construcción, debido a lo expeditivo que es el material constructivo de estos sitios. Incluso, las estelas o huancas han sido reutilizadas extrayéndolas de su lugar de origen. Asimismo, el vandalismo se ha seguido practicando en sitios tan relevantes como Cancha Cancha-Asiruni o Chaupisawakasi. 135

Figura 86. Mapa de los sitios arqueológicos del valle Quilcamayo-Tintiri reconocidos durante la prospección desarrollada por el PIARA.

Es necesario anotar también las dificultades que se presentaron al momento de desarrollar el reconocimiento. Los principales problemas tienen que ver con las vías de acceso a los sitios y el transporte disponible. Estos fueron problemas que limitaron y condicionaron el desarrollo de las labores. Por otro lado, otro factor que incidió también en el trabajo fue el desconocimiento por parte de la población local sobre la naturaleza y función de los trabajos arqueológicos, a pesar que la Gobernación de Azángaro y muchas comunidades fueron comunicadas del objetivo de nuestra presencia en la zona. Así, algunas de las comunidades se mostraban reacias a colaborar con nuestro trabajo. Sin embargo, esto no se presentó en todas las comunidades. Incluso, algunas de ellas o sus integrantes colaboraron con nosotros y nos ayudaron a ubicar sitios o restos arqueológicos relevantes. Sin embargo, no redundaremos más en este asunto y pasaremos a analizar los asentamientos y artefactos que hemos reunido en nuestra investigación y en las investigaciones precedentes del PIARA. 136

Cuadro 1. Ocupaciones humanas de los sitios arqueológicos del valle Quilcamayo-Tintiri de acuerdo a las sociedades establecidas en el valle. SITIO QT-01 QT-02 QT-03 QT-04 QT-05 QT-06 QT-07 QT-08 QT-09 QT-10 QT-11 QT-12 QT-13 QT-14 QT-15 QT-16 QT-17 QT-18 QT-19 QT-20 QT-21 QT-22 QT-23 QT-24 QT-25 QT-26 QT-27 QT-28 QT-29 QT-30 QT-31 QT-32 QT-33 QT-34 QT-35 QT-36 QT-37 QT-38

PreFormativo Qaluyu Pukara Collao Inca Colonial cerámico Pre-cerámico X X X X X X X X X X X X X X X X X

X X

X X X X X

X X

X

X X X X X

X

X X X X

X X X

X X

X X X X

X X

X

X

X X X

X X

X X

X

X X X X

X

137

QT-38

1075

QT-37

225

QT-36

98000

QT-35

194

QT-34

990

QT-33

15416

QT-32

60000

QT-31

9000

QT-30

24

QT-29

20

QT-28

1080

QT-27

945

QT-26

10000

QT-25

100

QT-24

3600

QT-23

13800

QT-22

38500

QT-21

2800

QT-20

80000

QT-19

10000

QT-18

54000

QT-17

100

QT-16

15000

QT-15

3400

QT-14

100

QT-13

48

QT-12

52500

QT-11

3900

QT-10

890

QT-09

860

QT-08

100

QT-07

500

QT-06

128100

QT-05

8000

QT-04

100

QT-03

600

QT-02

500

QT-01

15000

0

20000

40000

60000

80000

100000

120000

140000

Figura 87. Extensión en metros cuadrados de los sitios arqueológicos del valle Quilcamayo-Tintiri.

138

30 25

25 20 13

13

15 10 5

3

3

4 2

0

Figura 88. Número de ocupaciones de los sitios arqueológicos del valle Quilcamayo-Tintiri de acuerdo a las sociedades establecidas en el valle.

LAS

OCUPACIONES

PRE-CERÁMICAS

DEL

VALLE

DEL

QUILCAMAYO-TINTIRI Asentamientos Pre-cerámicos (6000 ane - 1400 ane) En nuestra prospección no hallamos ningún sitio que tuviera únicamente una ocupación correspondiente al periodo conocido en la literatura arqueológica de la cuenca norte del Titicaca como “Arcaico” (Aldenderfer 1989, 2012; Cipolla 2005). Sin embargo, al menos en tres sitios (QT-22, QT-36 y QT-37. Fig. 89), hemos hallado artefactos líticos (especialmente puntas) que corresponderían a dicho periodo. De esta manera, un fenómeno que se da en otras cuencas como las del Pukara-Ayaviri también está presente aquí: sobre una ocupación de cazadores-recolectores o “Arcaica” se superpuso un asentamiento plenamente sedentario que, muchas veces, incluyó cerámica del estilo Qaluyu. Esto refiere que los lugares elegidos por las poblaciones de este valle fueron espacios que, para tiempos tempranos, tenían una óptima ubicación para diferentes prácticas de subsistencia y económicas. De hecho, como se ha observado en otros sitios, la caza de animales sigue siendo importante; aunque para épocas posteriores, como las relacionadas con cerámica de estilo Qaluyu, las puntas se reducen y se prefiere la obsidiana como materia prima.

Asentamientos del “Formativo Pre-cerámico” (1400 ane - ¿?) Durante nuestro recorrido hemos localizado en la quebrada de Laliuyu y cerca de la localidad de Ojra, ubicada en la parte superior del valle del Tintiri, un par de sitios (QT-31 y QT-33. Fig. 90) que carecen de cerámica y que, provisionalmente (pues, deberemos analizar mejor dichos sitios), se pueden adscribir a lo que en los recientes años se ha venido denominando en la literatura arqueológica andina como un “Formativo Pre-cerámico” (Makowski 2004: 13, Goldhausen et al. 2006. Ver critica de Kaulicke 2008: 17. Ver también discusión de Lumbreras 2006). En ese sentido, en este sitio tendríamos arquitectura monticular pre-cerámica pero que ya comporta ciertas características que se hacen más claras con la aparición de la cerámica del estilo Qaluyu, es decir, acumulaciones de barro y piedras que conforman montículos platafórmicos. Asimismo, hemos observado algunas huancas que podrían indicarnos su convivencia con los asentamientos asociados con el estilo cerámico Qaluyu o también probablemente anteriores. El sitio de Cancha Cancha (QT-26) ubicado en las afueras de la comunidad de Yacchata (fig. 91) también es otro posible sitio de este “Formativo Precerámico”.

139

Figura 89. Mapa de los sitios arqueológicos con ocupación Pre-cerámica del valle Quilcamayo-Tintiri reconocidos durante la prospección desarrollada por el PIARA.

QALUYU Y PUKARA EN LA CUENCA DEL QUILCAMAYO-TINTIRI Qaluyu (1400 ane – 400 ane) Asentamientos Los asentamientos asociados con artefactos de estilo Qaluyu (fig. 92) representan un porcentaje elevado de la muestra de sitios reconocidos en nuestra prospección. Sin embargo, dada su historia de ocupaciones no es posible definir cuál fue su extensión propia en un momento histórico concreto (fig. 88 y fig. 87 para medidas comparativas de extensión de sitios). Pese a ello, podemos apreciar que existieron, al menos, ocho sitios durante esa época en el valle (considerando el sitio QT-19 y QT-20 como un solo sitio, al igual que el sitio QT-23 y QT-24), espaciados entre sí de 1 a 5 km (fig. 92). Así, también existen algunos asentamientos que pudieron pertenecer a la sociedad vinculada al estilo Qaluyu, pero que no presentan evidencias suficientes para poder incluirlos. 140

Los asentamientos asociados con el estilo Qaluyu se ubican en las elevaciones de las partes superiores de cauces fósiles y sobre ellas se extienden las estructuras arquitectónicas de forma paralela al río. Por ello, tienen una gran visibilidad del entorno, sobre todo, del área relacionada con el cauce del mismo río, a la vez que existe una visibilidad entre sitios de la misma época. Asociados a ellos se ha reconocido una gran cantidad de qochas pero no de campos hundidos. Un sitio típico y que, además, parece ser un asentamiento doméstico sin estructuras arquitectónicas monumentales es el sitio QT-23 o Larancahuane (fig. 93), cercano a la localidad epónima. En este sitio, destacan la construcción de terrazas en la ladera de un cerro y su vecindad a una extensa área de filtraciones de agua o bofedales. Otro caso es el sitio QT-22 o Callacoyo (fig. 94) que posee una huanca de estilo Qaluyu (fig. 95), ubicado cerca al anterior sitio, en la margen opuesta y que es un sitio más extenso, posiblemente con estructuras no domésticas y/o reocupado. Por otro lado, si bien el sitio QT-19 (fig. 96) podría formar parte del sitio QT-20 (Cancha Cancha- Asiruni) este posee una huanca de estilo Qaluyu que, además, está asociada a una posible plaza hundida. Sin embargo, en el mismo sitio también aparecieron fragmentos de objetos cerámicos de estilo Pukara.

Figura 90. Mapa de los sitios arqueológicos con ocupación “Formativa Precerámica” del valle Quilcamayo-Tintiri reconocidos durante la prospección desarrollada por el PIARA.

141

Figura 91. Estelas en el sitio Cancha Cancha.

Lito-escultura La litoescultura, también, es bastante frecuente en los sitios asociados con el estilo Qaluyu. A pesar que muchos de ellos han sido ocupados posteriormente, en cuatro sitios (QT-19, Pancañe, Callacoyo y Chaupisawakasi) hemos hallado huancas con las características qaluyu (fig. 25, 78 y 95) e, incluso, uno de ellos asociado a una posible plaza hundida (QT-19) (vide Tantaleán 2010a: fig. 252 y 253). Las huancas se hallan ubicadas en los sectores más relevantes de los asentamientos y específicamente en la parte superior de los montículos. Como ya habíamos visto (pp. 48-49), las huancas tienen una forma alargada paralelepípeda, con tendencia a aristas redondeadas y no incluyen diseños en sus superficies. Asimismo, ninguna de las huancas observadas en los sitios del Quilcamayo-Tintiri estuvo hecha con arenisca. Cerámica La cerámica hallada en estos sitios es típica del estilo Qaluyu (pp. 59-61 y fig. 35, 153f, 154b-d, 158c-d, 173b, 173c, 173e) y entre los sitios no se halló mayor diferenciación morfológica, funcional o decorativa de esta. Los fragmentos de cerámica se hallan en gran cantidad en los asentamientos a lo largo y ancho de las ocupaciones. Las formas son todas domésticas y las decoraciones son geométricas, solo en un fragmento del sitio San Antonio (QT-24) esta fue naturalista y representó una serpiente (vide Tantaleán 2010a: fig. 338). La producción cerámica mantiene los mismos tipos de desgrasantes conocidos para esta época, es decir, desgrasantes minerales como Cuarzo, Feldespato, Mica y Pirita. Si seguimos la cronología y la secuencia de Camata (Steadman 1995) tenemos que en los sitios del valle de Quilcamayo-Tintiri la cerámica del estilo Qaluyu apareció básicamente en la fase “Qaluyu Temprano”, porque en varios de estos sitios se ha hallado fragmentos de ollas sin cuello (pp. 60-61). Asimismo, se han recuperado en dos sitios del Quilcamayo-Tintiri (QT-12 y QT-22), fragmentos de trompetas de cerámica con la técnica y las decoraciones típicas qaluyu (vide Tantaleán 2010a: figs. 204 y 298). 142

Puntas Las puntas siguen la morfología descrita (pp. 45-46 y fig. 23) por Burger y colegas (2000) para la cuenca norte del Titicaca. Asimismo, en un caso (QT-22) se ha hallado una punta que correspondería a la época Arcaica (vide Tantaleán 2010a: fig. 301) según su morfología y por el material empleado (según la tipología de Klink y Aldenderfer 2005), algo que no sorprende, pues, muchos sitios qaluyu se asientan sobre ocupaciones sin cerámica, como vimos arriba. Azadas Las azadas aparecen en la mayoría de estos sitios y poseen la misma morfología (p. 46 y fig. 24) y se corresponden con las de otros sitios contemporáneos de la cuenca norte del Titicaca. Es significativo que casi todos los sitios tempranos incluyen artefactos enteros o fragmentados, lo que plantea tanto su producción in situ como la práctica agrícola en terreno cercano.

Figura 92. Mapa de los sitios arqueológicos con objetos de estilo Qaluyu del valle Quilcamayo-Tintiri reconocidos durante la prospección desarrollada por el PIARA. Los sitios en verde son sitios probablemente qaluyu.

143

Figura 93. Vista desde el sur-oeste del sitio Larancahuane.

Figura 94. Vista desde el oeste del sitio Callacoyo. El montículo oeste se eleva en la llanura.

144

Figura 95. Huanca en el sitio de Callacoyo.

Figura 96. Vista desde el nor-este del sitio QT-19.

145

QT-36 QT-33 QT-31 QT-26 QT-25 Huanca QT-24

Monolitos antropomorfos

QT-22

Grandes bloques trabajados Bloques decorados

QT-20

Estela rectangular QT-19

Estela escalonada

QT-18 QT-12 QT-08 QT-06 0

5

10

15

20

Figura 97. Distribución de la litoescultura por sitio arqueológico en el valle Quilcamayo-Tintiri.

Tumbas En uno de los perfiles del sitio Callacayani (QT-12) se observaron dos tumbas de morfología qaluyu. Estas son semejantes a las observadas en Camata (p. 83 y fig. 44), es decir, tumbas incluidas en las capas arqueológicas pero que, en su momento, serían subterráneas construidas con lajas de piedra (cistas) con un individuo en posición fetal. Asimismo, se pudo apreciar que tenían la modificación craneana frontooccipital. En ninguno de estos casos, observamos artefactos asociados al esqueleto o en el interior de las cistas.

Pukara (400 ane – 400 ne) Asentamientos Los asentamientos asociados con objetos del estilo Pukara (pág 98), concretamente el sitio QT-06 o Pancañe (fig. 99), el QT-12 o Callacayani (fig. 100), el QT-20 o Cancha Cancha-Asiruni (fig. 101) y el QT-36 o Chaupisawakasi (fig. 74, 102, 110) parecen tener una fundación previa en el momento de existencia de objetos del estilo Qaluyu. Han crecido adosados o sobre espacios monticulares con ocupación doméstica qaluyu, a la que se le han añadido mayores volúmenes y espacios abiertos de grandes dimensiones. Aprovechan los mismos espacios que controlan un gran rango de visibilidad y están espaciados entre sí algunos kilómetros (fig. 98). Los sitios pueden dividirse fácilmente en sectores domésticos y sectores no domésticos. En estos últimos, se concentra mayor volumen de materiales (tierra y piedra) que le otorgan aspecto monticular, con recintos que se pueden apreciar en superficie. En el caso de Pancañe (QT-06), Cancha CanchaAsiruni (QT-20) y Chaupisawakasi (QT-36), es posible observar plazas hundidas y recintos rectangulares de grandes dimensiones. Asimismo, aparecen grandes bloques de piedra trabajados que 146

formarían parte de estructuras arquitectónicas monumentales. Una gran laja cuadrangular de arenisca blanca se halló en el sitio QT-08 y sería un ortostato de la pared de una plaza hundida cuya ubicación en la actualidad es desconocida, aunque esta se encuentra vecina a un sitio con ocupación Pukara (Pancañe o QT-06). Las excavaciones en el sitio de Chaupisawakasi (cap. v) han revelado la presencia de recintos habitacionales de “élite”, en la parte superior del montículo, hechos con ortostatos. En este sitio se consumió cerámica Pukara, lo que plantea que este sitio fue fundado por gente procedente del valle de Pukara o que los objetos llegaron al sitio por intercambio desde el valle de Pukara y fueron utilizados por una “élite” local del valle. Esto será tratado a profundidad en el capítulo vii, lo que si podemos avanzar aquí es que se trataría efectivamente de un centro regional Pukara que generó una estructura monticular con un edificio asociado a cerámica del estilo Pukara Polícromo.

Figura 98. Mapa de los sitios arqueológicos con objetos de estilo Pukara del valle Quilcamayo-Tintiri reconocidos durante la prospección desarrollada por el PIARA.

147

Figura 99. Vista desde el norte de Pancañe.

Figura 100. Vista desde el norte (margen derecha del Tintiri) de Callacayani.

148

Figura 101. Vista desde el nor-oeste de Cancha Cancha-Asiruni.

Figura 102. Vista desde el suroeste de Chaupisawakasi. La concentración de casas se encuentra sobre el montículo principal.

149

Litoescultura La litoescultura asociada con los sitios de este momento crece en volumen, variedad y calidad con respecto al momento anterior. De lejos, el material preferido para la litoescultura es la piedra arenisca. Dentro de las morfologías hacen su aparición la estela escalonada, la estela rectangular, el monolito antropomorfo y la cabeza decapitada. Estas variedades de litoescultura se hallan concentradas en sitios como Pancañe, Cancha Cancha-Asiruni y Callacayani. En menor cantidad, se pueden ver en Chaupisawakasi, Tintiri y San Antonio. Algunos sectores de los sitios más relevantes concentran una gran cantidad de litoesculturas y existen jerarquías entre estos objetos. La arenisca es el material más aprovechado y las canteras se hallan en los cerros vecinos. Las decoraciones en estos objetos ahora describen seres serpentiformes de forma y técnica conocida en el estilo Pukara en otras áreas. Justamente, la estela escalonada más grande se halla en el sitio de Cancha Cancha-Asiruni y representa a este ser serpentiforme con el circulo en alto relieve en la parte inferior de la escena (fig. 103). Tres litoesculturas también comparten dichas características (vide Tantaleán 2010a: figs. 274, 278 y 280). Asimismo, la escultura de la cabeza humana decapitada hallada en Cancha Cancha-Asiruni (fig. 104), es similar a otra hallada por Mujica en Pukara y que se hallaba en un nicho de la pared de un recinto cerrado y de acceso restringido en el seno de un edificio en Qalasaya que fue cubierto por la última gran fase de construcción (Mujica 1991, Klarich 2005b: 199, fig.14). Por su parte, en el sitio Callacayani, se halló una de las estelas más grandes del valle, la misma que mide 4,42 m de alto, aunque, en este caso, la superficie de esta en la actualidad no describe ningún diseño en alto relieve. Sin embargo, en el mismo sitio sí se halló un monolito que representa el cuerpo en bulto de un ser antropomorfo (fig. 105) que, aunque relacionado con la técnica y morfología de la escultura antropomorfa del estilo Pukara, presentó algunas características propias como la posición sedente con las piernas cruzadas, nunca antes visto en ejemplos conocidos del área. Por lo demás, en ningún sitio del valle se han observado ni tenido noticias de estelas u otras litoesculturas con decoraciones geometrizantes o altamente estilizadas, como en el caso de la estela de Pukara o de Arapa. Cerámica Las formas y decoraciones de la cerámica del estilo Pukara (pp. 61-67 y fig. 36, 37, 38, 153i, 156g, 170f, 173d, 173f, 173h, 173i) se encuentran presentes en algunos asentamientos del Quilcamayo-Tintiri. Sin embargo, la cerámica Pukara Polícroma se halla solamente en algunos sitios concretos (Cancha CanchaAsiruni, Pancañe, Callacayani y Chaupisawakasi), en algunos sectores correspondientes a las partes superiores de los montículos o estructuras arquitectónicas relevantes relacionadas con estos. Por ejemplo, en el sitio QT-19 (en realidad, un sector del sitio Cancha Cancha-Asiruni o QT-20) solamente se halló un fragmento cerámico, con la decoración y técnica del estilo Pukara Polícromo (Tantaleán 2010a: fig. 265a y 265b), cercano a una posible plaza hundida. De la misma manera, en el sitio de Pancañe (QT-06) se documentó un gran fragmento de tazón Pukara (Tantaleán 2010a: fig. 126) y otro de un vaso (Tantaleán 2010a: fig. 139a) en un sector asociado con una posible plaza hundida o recinto abierto monumental. Finalmente, durante la prospección del sitio de Chaupisawakasi encontramos la mayor concentración de cerámica del estilo Pukara Polícromo, incluyendo un fragmento de una trompeta realizada en este estilo. Como dijimos arriba, las excavaciones preliminares de 2010 nos han ofrecido varias muestras de cerámica, de este estilo, asociadas con la ocupación de una estructura monumental. Puntas Las puntas de obsidiana siguen la morfología (pp. 52-53 y fig. 28, 225b, 225c, 226b, 226c, 226e) presentada por Burger y colegas (2000) para este momento. De hecho la obsidiana abunda en sitios que presentan alta frecuencia de otros objetos del estilo Pukara, como Pancañe. En comparación con las puntas de estilo Qaluyu, un ejemplo hallado en el sitio de Pancañe (QT-06) tuvo una morfología y un tamaño de estilo Pukara (Tantaleán 2010a: fig. 142b). 150

Figura 103. Estela Escalonada (Estela 1) en el sitio QT-20. Tomada de Tantaleán (2010a: fig. 277).

151

Figura 104. Escultura de cabeza decapitada de estilo Pukara en el sitio Cancha-Cancha Asiruni. Tomada de Tantaleán (2010a: fig. 279).

Figura 105. Monolito antropomorfo de arenisca en el sitio Callacayani. Tomada de Tantaleán (2010a: fig. 179).

152

Figura 106. Mapa de los sitios arqueológicos con objetos de estilo Collao del valle Quilcamayo-Tintiri reconocidos durante la prospección desarrollada por el PIARA.

Azadas No se encuentra gran diferencia morfológica (p. 53 y fig. 224a) entre las azadas anteriores y las del momento asociado con objetos del estilo Pukara. Sin embargo, aparece en mayor proporción el basalto olivino como material más empleado para la producción de azadas, posiblemente relacionado con la mayor distribución de este material desde una cantera administrada por agentes asociados con el sitio de Pukara en el valle del mismo nombre. Tumbas No se han detectado tumbas o restos humanos relacionados directamente con los sitios con objetos del estilo Pukara. Sin embargo, habría que ver si las supuestas plazas hundidas que hemos ubicado en nuestra prospección, al igual que sus pares contemporáneos del sitio de Pukara, insertan algunos individuos en sus estructuras arquitectónicas. 153

Figura 107. Mapa de los sitios arqueológicos con objetos de estilo Inca del valle Quilcamayo-Tintiri reconocidos durante la prospección desarrollada por el PIARA.

SITIOS ARQUEOLÓGICOS TARDÍOS: LA PRESENCIA COLLAO E INCA EN EL VALLE QUILCAMAYO-TINTIRI Asentamientos Collao Durante nuestro recorrido del valle Quilcamayo-Tintiri se han identificado numerosos sitios con una ocupación del Intermedio Tardío o periodo del Collao (fig. 106), que en varios casos eran nuevos sitios o re-ocupaciones de sitios preexistentes. Dentro de los sitios que hemos reconocido tenemos sitios de función doméstica y sitios funerarios. En ninguno de estos se han identificado pukaras, esto debido a que este fenómeno de sitio-tipo requiere de zonas elevadas o cimas de cerros como soporte del sitio, puesto que nuestra prospección se ha restringido al valle, ya que aquí se ubican los sitios “Formativos”, y ha discriminado las zonas elevadas en su recorrido, no se han identificado estos sitios; aunque esto no excluye su existencia, los cuales han sido avistados por el equipo, pero no han sido registrados. 154

Las re-presentaciones de la sociedad o sociedades Collao como grupos sociales en constante conflicto (v.g. Murra 1964; Arkush 2005, 2009, 2011, 2012; etc.) hacen coherente que los sitios de valle hayan tenido ocupaciones efímeras o temporales y que los sitios con ocupaciones prolongadas estén asociados a pukaras. Los sitios domésticos reconocidos, por lo general, se ubican a la orilla de los ríos o en las bases de los cerros cercanos. Dichos sitios han servido como zonas de ocupación temporal, en algunos casos han funcionado como sitios de caza y pastoreo, esto se infiere por los artefactos líticos asociados y los pastizales donde se tenía materias primas disponibles, para una fácil subsistencia. Así, el sitio QT-09 ha servido como sitio de extracción de piedra, en los sitios QT-14 y QT-34 se han desarrollado prácticas socio-económicas como la caza y el pastoreo y en los sitios QT-21 y QT-23 se han identificado zonas agrícolas. El único sitio que hemos podido denominar como aldea es el QT-10 y que junto al QT-23 se encuentran asociados a la pukara del cerro Chijurani, lo que encaja como el patrón observado por Arkush (2012: 297-300). Los sitios funerarios, o cementerios, incluyen lo que se conoce como cistas, tumbas colleradas (slab cist) y chullpas. Estos sitios al igual que los sitios domésticos también se encuentran en la orilla del río, y en algunos casos se ubican en zonas elevadas del terreno, en montículos, los cuales pueden ser naturales o artificiales, re-ocupaciones de sitios precedentes. Según Arkush (2012: 297, 308) los sitios funerarios Collao se concentran en cementerios y pueden encontrarse tanto dentro como fuera de las pukaras; aunque generalmente se encuentran disociados de las áreas habitacionales y sobre montículos.

Asentamientos Inca La prospección del valle Quilcamayo-Tintiri nos ha permitido identificar, también, numerosos sitios con ocupación Inca (fig. 107) o con indicios que nos permitan inferir esta, por lo general estas ocupaciones constituyen reocupaciones sobre la materialidad Collao. Los sitios que reconocimos son en su mayoría sitios de carácter funerario y algunos pocos son sitios domésticos, en casi todos los casos, como ya mencionamos, estos se asientan sobre los sitios Collao con excepción del sitio funerario QT-17. No nos llama la atención no encontrar grandes sitios urbanos Inca en el valle Quilcamayo-Tintiri, puesto que los principales sitios del Incario fueron construidos alrededor del Qhapaq Ñan (Hyslop 1984, Julien 1983, Stanish 2003, López 2012), es así que nuestro valle es una zona marginal durante la ocupación Inca del altiplano. Los sitios domésticos identificados, presentan la misma distribución de los sitios domésticos Collao por constituir estos, reocupaciones Inca de sitios Collao. Debemos decir que no se llegó a reocupar todos los sitios Collao sino únicamente los más importantes, es decir los que presentan mejores condiciones materiales para la producción. La única aldea reconocida en la zona del valle, el sitio QT-10, fue probablemente reocupada o los habitantes de esta aldea comenzaron a consumir cerámica Inca. Los otros sitios reocupados están asociados a zonas de pastoreo y agricultura, como el QT-21 que está asociado a varias terrazas agrícolas. Los asentamientos funerarios son los sitios más números de los sitios Inca identificados, constituyen reusos de los sitios funerarios Collao, y por consiguiente se ubican sobre los mismos lugares y soportes.

155

COMENTARIOS En Capítulo IV hemos tratado la prospección del valle en su totalidad, sumando los esfuerzos de todas las temporadas arqueológicas realizadas en él. En este contexto hemos reportado a detalle los datos de la prospección de la temporada 2008, ya que no han sido publicados95 aún. Con los datos completos, referidos a la prospección del valle, hemos añadido estos nuevos sitios a la historia del valle. Como hemos visto, el valle del Quilcamayo-Tintiri fue el hogar de una serie de grupos humanos desde la época de los primeros cazadores-recolectores hasta la llegada de los hispanos. Como se puede ver, gracias a las investigaciones precedentes, en el valle existían toda una serie de grandes sitios “formativos” que contenían esculturas líticas de gran formato, especialmente las relacionadas con el estilo Pukara como el sitio de Cancha Cancha-Asiruni. Sin embargo, nuestra prospección intensiva completó un panorama mucho más rico de los sitios. Así, luego de concluir la prospección de todo el valle Quilcamayo-Tintiri, se eligió el sitio de Chaupisawakasi para realizar las primeras excavaciones en el valle y así obtener la primera secuencia estratigráfica para este. La elección de este sitio obedece a que es uno de los más extensos del valle (98 000 m2), que posee evidencias de cerámica qaluyu y pukara, que existe una relación con el área de qochas que se extiende desde el río Quilcamayo hasta el río Azángaro y por otras razones de orden logístico (Tantaleán 2011a: 183-184). La temporada 2009 sirvió para realizar un reconocimiento más exhaustivo del sitio de Chaupisawakasi, con el objetivo de preparar y gestionar las condiciones para su posterior excavación. Así, en esta temporada se recorrió y registró el sitio, nuevamente y se determinó las mejores zonas para las excavaciones del siguiente año. Además, se establecieron mayores lazos con la familia Calcina Quispe, que tiene bajo su propiedad la mayor parte del sitio arqueológico. Este capítulo sirve como base para nuestra representación inicial sobre el sitio de Chaupisawakasi, el valle y el proceso histórico de las primeras sociedades de la cuenca norte del Titicaca, en el Capítulo VII y del Capítulo VIII. Sirve como los datos base para nuestras posteriores representaciones y discusiones.

95

Recientemente ha sido publicado un libro (vide Tantaleán y Zapata 2014) con los datos de esta prospección, esos datos se incluyen originalmente en esta tesis.

156

CAPÍTULO V EXCAVANDO A 4000 METROS DE ALTURA, CHAUPISAWAKASI: UN SITIO FORMATIVO EN LA ZONA DEL QUILCAMAYO En este capítulo se describen las investigaciones arqueológicas realizadas en el sitio de Chaupisawakasi, un sitio, que como vimos previamente, fue elegido de entre todos los reconocidos por nuestras prospecciones del valle del Quilcamayo-Tintiri por una serie de características. Aparte de su monumentalidad, extensión y la gran cantidad de restos materiales observables en superficie, este sitio no era conocido previamente en la literatura arqueológica. Asimismo, el apoyo de la familia Calcina Quispe nos proporcionó la posibilidad de poder realizar nuestras excavaciones en dicho sitio. Empezamos este capítulo señalando la ubicación geográfica y política del sitio. Luego continuamos con la descripción de la metodología empleada para el registro de la excavación del sitio. En gran parte, este capítulo describe los contextos arqueológicos que hemos descubierto mediante nuestras excavaciones arqueológicas con el fin de entender la forma y características de dichos depósitos arqueológicos. Finalmente, ofrecemos una secuencia estratigráfica que ordena los contextos arqueológicos de tal manera que tengan cierta coherencia con el proceso mismo de la excavación como con los rasgos y materiales.

UBICACIÓN GEOGRÁFICO-POLÍTICA Y CONTEXTO SOCIAL El sitio arqueológico de Chaupisawakasi se encuentra ubicado en el distrito de Azángaro, Provincia de Azángaro, Departamento de Puno, en el sur del Perú (fig. 3 y 4). El sitio está emplazado sobre la margen sur del río San José que es tributario del río Quilcamayo que luego, aproximadamente, a 4 km al este de la ciudad de Azángaro se une con el río Tintiri; luego el río sigue su curso conservando el nombre de Quilcamayo, hasta desembocar en el cauce del río Azángaro, al sureste y muy cerca de la ciudad del mismo nombre. Este, a su vez, es uno de los dos principales afluentes (junto con el río Pucara) del río Ramis que desemboca en el Lago Titicaca. El sitio se encuentra en la parte inferior del río San José cercano a la confluencia con la quebrada Carcapunco donde, a partir de allí, es denominado como río Quilcamayo. El sitio se ubica en la margen sur del río, opuesta a un promontorio rocoso que es parte de una estribación andina que corre paralela al río Azángaro en dirección noroeste. El sitio de Chaupisawakasi se encuentra enclavado en un típico paisaje altiplánico con suaves ondulaciones en superficie, correspondiente al piso ecológico de Puna (Pulgar Vidal 1967) de vegetación arbórea escasa y cubierta en su mayoría por pastos e Ichu. En la actualidad, estas márgenes del río están ocupadas por caseríos con grandes áreas delimitadas por muros, casas pequeñas y medianas hechas de barro y piedra con techumbres de Ichu o paja. La altura promedio sobre el nivel de mar es de 3950 m. Las lluvias se dan en los meses de noviembre-abril (pp. 28157

30), aunque hay años en que las precipitaciones varían e incluso se pueden dar sequías. De hecho, en estos últimos años se han ido retrasando cada vez más las lluvias. Históricamente, en la época republicana, Puno siempre ha estado sobre el promedio nacional del porcentaje de pobreza. Llegando a tener entre el 70% y 80% de pobreza total hasta el 2006 (GRP 2008: 31), siendo hasta esa fecha el segundo departamento con mayor porcentaje de pobreza solo por detrás de Huancavelica. Parece ser que este porcentaje ha ido disminuyendo según otros estudios (INEI 2016: 46). Además, Puno también es uno de los departamentos con mayor cantidad de población rural y de mortalidad infantil. Al contrario de lo que muchos creen en el país, Puno como la gran mayoría de departamentos en el Perú tiene un predominio económico de las actividades agropecuaria y no de las actividades mineras, también debemos de mencionar que el sector mercantil sigue creciendo como lo viene haciendo desde hace algunos siglos atrás. La zona donde realizamos nuestra investigación, es el “Puno” dentro de Puno. Azángaro es la provincia con la mayor cantidad de población rural, con un aproximado de 74% de la población de esta provincia (GRP 2008: cuadro 6). Y para empeorar el cuadro, dicha provincia tiene casi un 90% de pobreza total (GRP 2008: 32, cuadro 9). En este momento de la historia existe una relación entre la cantidad de población rural y el nivel de pobreza, no es parte del azar que la provincia con mayor cantidad de población rural presente tan elevados niveles de pobreza. Puno es uno de los lugares más golpeados por la historia, su población ha sufrido todo tipo de expolios. A pesar de esto es cuna de grandes resistencias y rebeliones en defensa de sus justas reivindicaciones, sobre todo Azángaro. Para comprender el contexto social del altiplano andino y de Puno es necesario revisar los efectos de la reforma agraria y la lucha por la tierra de las comunidades indígenas (vide Rénique 1987). Actualmente las comunidades indígenas se mantienen en el área rural y viven de las actividades agropecuarias; asimismo, la historia de abusos que han sufrido los(as) hace desconfiar de las personas que pudieran llegar desde otro lado del país o del mundo y se refugian en su organización comunal. Desgraciadamente a nuestra partida dejamos Azángaro casi igual que como lo encontramos: con una mañana fría y el agua congelada al amanecer y probablemente algún niño también.

Figura 108. Fotografía satelital, de Google Earth, donde se delimita la extensión de Chaupisawakasi en base a las evidencias arqueológicas en superficie.

158

Figura 109. Fotografía satelital, tomada de Google Earth, del sitio arqueológico de Chaupisawakasi. La cima del montículo principal se encuentra a la derecha de la mayor concentración de casas modernas.

METODOLOGÍA En tanto nuestra investigación se desenvuelve dentro del PIARA, seguiremos la metodología (Tantaleán 2010a: 167-169, Tantaleán 2011b: 16-23) que ya ha sido puesta en práctica en las anteriores temporadas del programa, la que hemos modificado en la medida que hemos identificado algunos problemas de orden metodológico. Así por ser esta investigación, y las precedentes, materialista histórica los métodos parten de los materiales analizados y se desarrollarán con la misma praxis, superando las trabas surgidas en el entendimiento de la producción social de las sociedades pretéritas.

SISTEMA DE SECTORIZACIÓN DEL SITIO Y SISTEMA DE COORDENADAS La ubicación del sitio se realizó mediante los datos obtenidos con el GPS y de la ubicación realizada en la primera fase de reconocimiento. De esta manera, nuestro reconocimiento del sitio avanzó paralelamente a la producción de un croquis de este. El registro de la arquitectura, topografía, y ubicaciones de sondeos ha sido mediante coordenadas UTM. Hicimos una particularización sectorial muy general, las cuales fueron: la cima del montículo y las laderas del mismo.

EXCAVACIÓN Solo se han realizado excavaciones restringidas (pozos o unidades de sondeo). Se ha escogido esta técnica por el carácter preliminar que tuvo la investigación y porque ofrecería una secuencia de las ocupaciones arqueológicas del sitio y que se constituye en la primera de la cuenca del valle de Azángaro. Asimismo, se escogió esta técnica por las observaciones hechas al sitio, nuestra experiencia (la desplegada por el PIARA) y la bibliografía sobre los sitios formativos de la cuenca del lago Titicaca señalan que los depósitos culturales son bastante profundos y con una gran densidad de materiales cerámicos, líticos y óseos. Las unidades de excavación fueron ubicadas en lugares del sitio (cuadro 2 y fig. 110 y 111) que aparentaron proporcionar buenas muestras de cerámica y/o materia orgánica fechable con buena asociación con la construcción y uso de la arquitectura.

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Las unidades han sido excavadas con badilejos y brochas, por capas y rasgos estratigráficos todos unificados bajo la categoría de locus, es decir, cualquier unidad discriminada por el excavador que contenga un conjunto de elementos que lo aísle materialmente y lo diferencie objetivamente de otro dentro de la excavación. Todo el suelo ha sido cernido con malla de 5 mm, reservando la opción de usar malla de 1 mm para casos especiales de materiales de pequeñas dimensiones. Se han tomado muestras para flotación y algunas muestras, de manera sistemática, para separación seca.

REGISTRO En la prospección del valle, el sitio Chaupisawakasi ha sido etiquetado como QT-36. Así, cada sondeo fue identificado con el código del sitio y un número único en el proyecto. Por ejemplo, el sondeo 1 tiene el código QT-36-001, pero para el caso del presente texto solo utilizamos la denominación de “Unidad” seguido del número del sondeo, siendo para el caso mencionado “Unidad 01”, ya que las unidades en nuestras excavaciones no superan la decena. Este sistema debe minimizar oportunidades para la comisión de errores de procedencias. Se usaron códigos de tres cifras para coordinar mejor trabajos futuros en los sitios, a fin de reducir posibles errores. Dentro de los sondeos, excavados estratigráficamente, cada volumen distinto de suelo, sea capa, lente, relleno de un rasgo, u otra forma, ha recibido un número secuencial en el campo. Este número identifica una procedencia o locus, así como los datos, artefactos, apuntes de campo, dibujos, y fotografías asociadas. Cuando ha sido necesario identificar una procedencia más específica o un objeto específico dentro de un locus, se otorgó a cada uno un número adicional (“número de recolección especial”). Una procedencia completa podría ser: QT-36-003-104/2. Eso significaría sitio QT-36, Unidad 003, Locus 104 (la cuarta capa, lente, o que sea sacada del sondeo) colección especial 2. La mayoría de los locus han requerido de subdivisiones con colecciones especiales. Durante el trabajo de campo se han distribuido los números de locus dependiendo de la unidad, asignando un intervalo de cincuenta números para los locus por unidad de excavación. Así, la Unidad 01 se le asignaría los locus entre 01 y 50, a los de la Unidad 02 los locus entre 51 y 100, y así sucesivamente. Estos locus se numeraban correlativamente dependiendo de la aparición o diferenciación que se hacía de los locus. La finalidad de esta asignación de intervalos de locus sirvió para evitar la duplicación de locus con el mismo número y para un registro independiente por unidad, sobre todo cuando se excavaron unidades paralelamente. La ventaja que da este sistema con números arbitrarios para cualquier locus (volumen de suelo) es que el registro de procedencias y artefactos queda independiente de su interpretación, que ha cambiado durante el trabajo de gabinete, como consecuencia de la evaluación de la documentación y artefactos. La decisión del tipo de contexto cultural de cada locus (desmonte, basural, capa encima del piso, fogón, etc.) se realizó en base a las sugerencias en los apuntes de campo y otros datos apropiados, y se asoció estas interpretaciones a los códigos de locus en la etapa de manejo de datos para el análisis en gabinete.

Registro descriptivo Ficha de Locus Para cada locus, se ha completado una ficha de locus. Esta ficha pide datos logísticos como la fecha y el nombre del anotador y los excavadores del locus; descripciones del suelo y de la forma del locus (capa, mancha delgada, relleno de pozo, etc.); relaciones estratigráficas con otros locus cercanos; el volumen de suelo cernido del locus; elementos encontrados; interpretaciones del contexto cultural de la deposición (desmonte, basural, relleno de construcción, etc.); elevaciones relativas a un datum local, ubicado en tres dimensiones; y referencias a otros documentos asociados, como dibujos y fotografías. El formato tiene espacio abierto para una descripción discursiva, en lugar de mantener diarios de campo aparte. De esta manera, toda la información descriptiva que pertenece al locus se encontrará dentro de una sola hoja o en 160

otras explícitamente indicadas en la misma. Eso evita complicaciones para cruzar documentación de diferentes formatos y lugares físicos, y asegura que las copias de la documentación sean completas y que el análisis en gabinete esté basado en toda la información registrada. Facilita, también, el ingreso de datos comparables y completos en una base de datos de los locus excavados. Diario de campo Además de la ficha de locus, se ha contado con cuadernos de campo en donde se anotan problemas y posibilidades que despierten los objetos recolectados y sus asociaciones, para los investigadores. Así, el cuaderno de campo sirve como un soporte para que los excavadores se explayen en algunas situaciones, además de facilitar un lugar donde escribir temas a recordar para la excavación y que no están contempladas en la ficha. Etiquetas de registro de campo Los materiales recuperados se embolsaron de acuerdo a su naturaleza (cerámica, lítico, óseo, vegetal, muestras y varios), especificándose en las etiquetas: sitio, unidad, locus, relación con otros locus, tipo de material, observaciones, fecha, nombre de la persona que registró, y numero de bolsa.

Registro gráfico Cada locus ha sido dibujado en vista vertical (plano) en papel milimetrado, con una escala gráfica de 1:20, flecha norte, fecha, nombre del dibujante, los códigos del sitio, sondeo, locus, y las elevaciones superiores e inferiores del locus en varios lugares; como punto de referencia para las alturas hemos utilizado generalmente una de las esquinas más elevadas de la unidad, la cual ha sido medida altimétricamente con un GPS. En ciertos casos, varios locus han sido indicados en un solo dibujo. Asimismo, se han dibujado los perfiles y/o corte de rasgos en una escala de 1:10, para mayor detalle. Al terminar cada sondeo, se dibujó por lo menos dos perfiles, generalmente dos perfiles perpendiculares (que formen una esquina).

Registro fotográfico Todas las fotos han sido digitales. Cada locus y perfil ha sido fotografiado por lo menos una vez. Detalles, vistas de contexto, artefactos in situ o recién recolectados, y otros aspectos también han sido fotografiados. Cada foto incluye una escala gráfica, flecha norte (cuando ha sido apropiada), y un número que identifica la toma. Cada cámara ha tenido su registro de números únicos de fotos, el que ha sido llenado en las fichas al momento de tomar la foto. Asimismo, se han identificado las fotos con un letrero pequeño que no cubra la vista excesivamente. Las imágenes fueron descargadas diariamente a una computadora; los archivos renombrados para indicar el sitio, número de la cámara y toma, y la fecha; y grabadas con frecuencia en varios discos compactos (CD). Esto con el objetivo de asegurar que no se pierdan fotos por accidentes.

EXCAVACIÓN Al principio de la Temporada 2010 del PIARA se buscó ubicar los sondeos (Unidad 01, Unidad 02 y Unidad 03) en los cortes naturales hechos por la erosión del río, en la zona norte del asentamiento, con el fin de obtener información estratigráfica controlada y guiarnos de lo observado en el corte expuesto; además de ser el área más cercana al montículo y donde supusimos encontraríamos una fuerte ocupación doméstica. Sin embargo, no se pudo cumplir con este objetivo porque la propietaria del terreno adjunto nos negó el permiso para la excavación en esta área, pues nos señaló que esa parte del río le correspondía como propiedad privada. Esta situación solo permitió culminar la excavación de la Unidad 03, la Unidad 02 solo se delimitó y la Unidad 01 se excavó parcialmente. La literatura arqueológica disponible para el área, la época de estudio (Tello 1943: 153, Kidder 1943, Chávez 1992, Klarich 2005, Tantaleán 2005a) y los datos recogidos en la prospección del año 2008 161

(Tantaleán 2009c) plantean que: cerca de la ribera de los ríos están los sectores de los sitios arqueológicos “formativos” donde se puede hallar la mayor cantidad de materiales arqueológicos superpuestos. Por esto, se planteó en un primer momento realizar la mayoría de los sondeos en esta zona. Sin embargo, por problemas descritos líneas arriba tuvimos que excavar tres de las unidades en el núcleo del asentamiento o cima del montículo, la Unidad 04, Unidad 05 y Unidad 06. Adicionalmente, una de las unidades excavadas cerca de la ribera del río, Unidad 03, no ofreció información relevante para la investigación. Cuadro 2. Ubicación y altura de las unidades de excavación en Chaupisawakasi. Unidad Cota UTM 01 3883 19L 0375478 8356886 02 No se excavó 03 3883 19L 0375465 8356897 04 3889 19L 0375434 8356838 05 3890 19L 0375438 8356841 06 3889 19L 0375445 8356838

Así tenemos una división espacial de los sectores donde se han excavado las unidades: la ladera norte del montículo, cerca de la ribera del río, y la cima del montículo (fig. 110). Debido a la reducida cantidad de personas que participamos, la excavación de las unidades se realizaban de una a la vez y en algunos casos de dos simultáneamente y no de más. Las primeras unidades que excavamos han sido las ubicadas en la ladera norte del montículo, la Unidad 01, Unidad 02 y Unidad 03; y posteriormente realizamos la excavación de las unidades en la cima del montículo, Unidad 04, Unidad 05 y Unidad 06.

Figura 110. Vista desde el norte del sitio Chaupisawakasi (QT-36). En la foto se indican las ubicaciones de las unidades de excavación.

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Figura 111. Fotografía satelital de Chaupisawakasi con la delimitación de las evidencias arqueológicas superficiales y las unidades de excavación.

UNIDAD 01 Esta unidad se encuentra ubicada a 3883 msnm, en las coordenadas UTM 19L 0375478 Este y 8356886 Norte. Tuvo una extensión de 2 m por 2 m y estuvo orientada hacia el Norte. Ubicamos la unidad en este lugar debido a la presencia de grandes rocas que forman parte de uno de los muros integrantes de la estructura monticular, probablemente uno de los muros perimetrales, debido a las dimensiones de las rocas. Esta unidad no se terminó de excavar por hostilidad de la propietaria del terreno adjunto.

Figura 112. Vista norte de la Unidad 01, Locus 01.

Locus 01 Compuesto por tierra limosa, pasto natural y material cultural disturbado; de color marrón claro; y de consistencia suelta. Presenta material cultural como restos óseos, líticos y fragmentos de cerámica. Tiene una extensión de 2 m, en el eje norte-sur, por 2 m, en el eje este-oeste (fig. 112) y un espesor que varía entre 0,02 m y 0,03 m. Este locus es el nivel superficial y esta disturbado naturalmente por los pastos, entre ellos el Ichu, presentes en la superficie de la zona. Al iniciar la excavación identificamos concentraciones de material arqueológico en la parte central y noroeste, así como la presencia de grandes rocas que forman parte del muro, antes mencionado, al sur de la unidad. Primero se recolectó el material arqueológico identificado y se recortó todo el Ichu. El locus se ubica sobre el Locus 02, Locus 03 y Locus 04.

Locus 02 Compuesto por tierra limosa, algunos restos de raíces y material cultural; de color marrón claro; y de consistencia semicompacta. Presenta material cultural como restos óseos, líticos y fragmentos de cerámica. Tiene una extensión de 2 m, en el eje norte-sur, por 2 m, en el eje este-oeste (fig. 113 y 115), ocupando toda la unidad; y un espesor que varía entre 0,05 m y 0,07 m. Este locus es de material aluviónico y también ha sido afectado por las raíces del pasto que crece en la zona. Se retiró todo el locus de sur a norte, usando badilejo para remover la tierra, hasta llegar al locus subyacente; usamos picota para las zonas donde se concentraban las raíces. El locus se ubica bajo el Locus 01 y sobre el Locus 03, Locus 04 y Locus 05. 164

Figura 113. Vista norte de la Unidad 01, Locus 02.

Figura 114. Vista este de la Unidad 01, Locus 03, Locus 04 y Locus 05.

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Figura 115. Dibujo de la Unidad 01, Locus 02, Locus 03, Locus 04 y Locus 05.

Locus 03 Compuesto por tierra limosa y material cultural, de color marrón, y de consistencia compacta. Presenta material cultural como restos líticos y fragmentos de cerámica. Tiene una extensión de 1 m, en el eje nortesur, por 2 m, en el eje este-oeste (fig. 114 y 115), ocupando casi toda la mitad sur de la unidad; y el espesor supera los 0,10 m, pero no se conoce su dimensión definitiva, ya que no se excavó totalmente. El locus está asociado al muro ubicado en el sur de la unidad y se trata posiblemente de un relleno arquitectónico. Se retiró con picota de sur a norte, bajando por niveles arbitrarios cada 0,05 m. El locus se ubica bajo el Locus 02.

Locus 04 Compuesto por tierra, grava, material orgánico y material cultural; de color plomizo; y de consistencia semicompacta. Presenta material cultural como restos óseos, líticos y fragmentos de cerámica. Debió tener una extensión aproximada de 2 m, en el eje norte-sur, por 2 m, en el eje este-oeste (fig. 114 y 115), ocupando casi toda la unidad, desconocemos su extensión real, ya que el locus superpuesto no fue totalmente retirado; y el espesor supera los 0,10 m, pero no se conoce su dimensión definitiva, ya que no se excavó totalmente. Se trata de una deposición producto de la mezcla de material aluviónico y material orgánico. Se retiró con picota de sur a norte, bajando solo 0,10 m. El locus se ubica bajo el Locus 02.

Locus 05 Compuesto por tierra limosa, de color marrón claro, y de consistencia compacta. No identificamos material cultural. Su extensión observable en superficie es de 0,55 m, en el eje norte-sur, por 0,42 m, en el eje este-oeste (fig. 114 y 115), ocupando la esquina noreste, desconocemos su extensión real, ya que el locus superpuesto no fue totalmente retirado; no conocemos su espesor, ya que no se excavó. El locus se ubica bajo el Locus 02.

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Figura 116. Vista Norte de la Unidad 02, Locus 50.

Figura 117. Vista sur de la Unidad 03, Locus 100.

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Figura 118. Vista sur de la Unidad 03, Locus 101.

Figura 119. Vista sur de la Unidad 03, Locus 102.

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Figura 120. Vista este de la Unidad 03, Locus 102 (final).

UNIDAD 02 Estuvo ubicada al este del montículo cerca al corte hecho por el río, en la ribera de este. Tuvo una extensión de 2 m en el eje norte-sur y de 1 m en el eje este-oeste (fig. 116). Ubicamos esta unidad en esta zona por estar cerca de la ribera del río y a la identificación de la esquina donde se intersectaban dos muros. Como ya hemos explicado líneas arriba, no se pudo excavar la unidad debido a la negativa de la posesionaria del terreno donde se ubicaba la unidad.

UNIDAD 03 Esta unidad se encuentra ubicada a 3883 msnm, en las coordenadas UTM 19L 0375465 Este y 8356897 Norte. Tuvo una extensión de 2 m en el eje norte-sur y de 1 m en el eje este-oeste. Ubicamos la unidad en esta parte, debido a ser parte de la ribera del río. Esta unidad se culminó y concluimos que en esta zona no existió una ocupación humana importante.

Locus 100 Compuesto por tierra, pasto natural seco y material cultural disturbado; de color marrón; y de consistencia suelta. Solo presentó fragmentos de cerámica. Tiene una extensión de 2 m, en el eje norte-sur, por 1 m, en el eje este-oeste (fig. 117), ocupando toda la unidad; y un espesor que varía entre 0,01 m y 0,02 m. Este locus es el nivel superficial y esta disturbado naturalmente por los pastos en la superficie de la zona. Se excavó con badilejo de Sur a Norte. El locus se ubica sobre el Locus 101.

Locus 101 Compuesto por tierra, arena y material cultural; de color marrón claro; y de consistencia semicompacta. Solo presentó fragmentos de cerámica. Tiene una extensión de 2 m, en el eje norte-sur, por 1 m, en el eje este-oeste (fig. 118), ocupando toda la unidad; y un espesor que varía entre 0,04 m y 0,07 m. Este locus es tierra removida para uso agrícola y deposiciones naturales. Se retiró todo el locus de sur a norte usando 169

badilejo y picota para remover la tierra, hasta llegar al locus subyacente; usamos picota para las zonas donde se concentraban las raíces. El locus se ubica bajo el Locus 100 y sobre el Locus 102.

Locus 102 Compuesto por tierra y arena, de color beige y marrón claro y de consistencia compacta. No presentó material cultural. Tiene una extensión de 2 m, en el eje norte-sur, por 1 m, en el eje este-oeste (fig. 119), ocupando toda la unidad; y un espesor que supera los 0,80 m, no hemos excavado totalmente el locus. Este locus es una capa producto de una deposición natural, probablemente se trate de terreno estéril. Se excavó de sur a norte con badilejo y picota, mientras fuimos profundizando la compactación aumentaba y usamos solo picota; luego, cuando estuvimos a la profundidad de 0,15 m decidimos solo excavar la parte norte de la unidad, de 1 m por 1 m (fig. 120). El locus se ubica bajo el Locus 101.

UNIDAD 04 Esta unidad se encuentra ubicada a 3889 msnm, en las coordenadas UTM 19L 0375434 Este y 8356838 Norte. Tuvo una extensión de 2 m en el eje norte-sur y de 1 m en el eje este-oeste. Ubicamos la unidad en esta parte del montículo debido a la presencia de grandes rocas que formaban parte de un muro. Esta unidad es la que nos ha brindado la mayor cantidad de información para la presente tesis y es el material que proviene de esta unidad el de mayor importancia, ya que guarda mayores relaciones estratigráficas debido a toda la secuencia obtenida en la excavación de esta unidad.

Figura 121. Vista sur de la Unidad 04, Locus 150.

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Locus 150 Compuesto por tierra, piedras pequeñas, pasto suelto y material cultural; de color marrón oscuro; y de consistencia semicompacta. Presenta material cultural como restos óseos, fragmentos de cerámica y arcilla. Tuvo una extensión de 2 m, en el eje norte-sur, por 1 m, en el eje este-oeste (fig. 121), ocupando toda la unidad; y un espesor que varía entre 0,02 m y 0,07 m. Este locus es el nivel superficial y esta disturbado naturalmente por los pastos en la superficie de la zona. Se retiró todo el locus de sur a norte, usando badilejo. El locus se ubica sobre el Locus 151.

Locus 151 Compuesto por tierra, piedras pequeñas, restos de raíces y material cultural; de color marrón oscuro; y de consistencia semicompacta. Presenta material cultural como restos óseos, líticos, entre ellos una preforma de obsidiana, y fragmentos de cerámica. Tuvo una extensión de 2 m, en el eje norte-sur, por 1 m, en el eje este-oeste (fig. 122), ocupando toda la unidad; y un espesor promedio de 0,05 m. Este locus es parte de la tierra removida para actividades agrícolas. Se retiró con picota y badilejo de sur a norte. El locus se ubica bajo el Locus 150.

Locus 152 Compuesto por tierra, piedras pequeñas, raíces pequeñas y material cultural; y de consistencia semicompacta. Presenta material cultural como restos líticos y fragmentos de cerámica. Tuvo una extensión de 1,62 m, en el eje norte-sur, por 1 m, en el eje este-oeste (fig. 123 y 124), ocupando casi toda la unidad, con excepción de la parte sur por donde cruza un muro de Este a Oeste; y un espesor que varía entre 0,07 m y 0,08 m. Este locus aún es parte de la tierra removida para actividades agrícolas, tierra que en algún momento debió ser parte del relleno final del montículo, pero que ahora está disturbado. Se retiró con picota de sur a norte. El locus se ubica bajo el Locus 150 y sobre el Locus 153.

Figura 122. Vista sur de la Unidad 04, Locus 151.

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Figura 123. Vista norte de la Unidad 04, Locus 152.

Figura 124. Dibujo de la Unidad 04, Locus 152.

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Locus 153 Compuesto por tierra arcillosa, piedras pequeñas, raíces y material cultural; y de consistencia compacta. Presenta material cultural como restos óseos, líticos (entre ellos algunos hechos de obsidiana), fragmentos de cerámica y arcilla. Tuvo una extensión de 1,62 m, en el eje norte-sur, por 1 m, en el eje este-oeste (fig. 125 y 126), ocupando casi toda la unidad, con excepción de la parte sur por donde cruza un muro de este a oeste; y un espesor que varía entre 0,07 m y 0,08 m. Este locus podría tratarse de un basural in situ, que a la vez es parte de un relleno de la posible unidad arquitectónica pukara (plaza o recinto). Se retiró con picota y badilejo de sur a norte, se levantó las piedras de arenisca que se ubicaban en el lado noroeste y noreste, después se nivelo toda la unidad con excepción de la zona donde se ubicaba el Locus 154 (inicialmente probable cista). El locus se ubica bajo el Locus 152, sobre el Locus 155 y Locus 156, y contiene al Locus 154.

Locus 154 Compuesto por tierra, piedras medianas, y de consistencia compacta. No presentó material cultural. Tuvo una extensión de 0,45 m, en el eje norte-sur, por 0,44 m, en el eje este-oeste (fig. 125 y 126), ocupando el centro de la mitad sur de la unidad; y un espesor promedio de 0,17 m. Se trató de una concentración de piedras de forma circular, la que diferenciamos del Locus 153 pues nos dio la impresión de que la estructura era una cista; sin embargo, durante el proceso de excavación se demostró y definió que era solo una concentración de piedras dispuestas circularmente, quizá producto de una acción no intencional. Se retiró con picota de sur a norte, delimitando el locus, luego se retiró el contenido y, finalmente, se quitaron las piedras que lo demarcaban. El locus se ubica bajo el Locus 152, sobre el Locus 156 y asociado al Locus 153.

Figura 125. Vista norte de la Unidad 04, Locus 153, Locus 154.

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Locus 155 Compuesto por tierra, arcilla, grava (piedras pequeñas redondeadas) y material cultural; de color marrón; y de consistencia compacta. Presenta material cultural como restos óseos, líticos (entre ellos un fragmento de batán) y fragmentos de cerámica. Tuvo una extensión de 0,80 m, en el eje norte-sur, por 0,60 m, en el eje este-oeste (fig. 127 y 128), ocupando la parte oeste de la mitad sur de la unidad; y un espesor que varía entre 0,02 m y 0,08 m. Este locus fue un lente, probablemente depositado sobre una superficie de arcilla; por las características que tiene podría tratarse de un lente producto del arrojo de basura. Se retiró con picota y badilejo de sur a norte, luego de retirar el locus localizamos una piedra en forma de laja, inmediatamente debajo del locus, colocada de manera horizontal. El locus se ubica bajo el Locus 153, contenido y sobre el Locus 156.

Locus 156 Compuesto por tierra, arcilla, piedras pequeñas y medianas, y material cultural; y de consistencia compacta. Presenta abundante material cultural como restos óseos (entre ellos artefactos), líticos y fragmentos de cerámica (Pukara). Tuvo una extensión de 1,62 m, en el eje norte-sur, por 1 m, en el eje este-oeste (fig. 127 y 128), ocupando casi toda la unidad, con excepción de la parte sur por donde cruza un muro de este a oeste; y un espesor que varía entre 0,05 m y 0,15 m. Se trata de una deposición cultural, compuesta por gran cantidad de desecho doméstico. Se retiró con picota y badilejo de sur a norte, presentó algunas piedras de gran tamaño al sur de la unidad, dentro de las cuales destaca la piedra en forma de laja, que se encuentra bajo el Locus 155. El locus se ubica bajo el Locus 153 y el Locus 155, sobre el Locus 157 y el Locus 158, y asociado al Locus 163.

Figura 126. Dibujo de la Unidad 04, Locus 153, Locus 154.

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Figura 127. Vista sur de la Unidad 04, Locus 155, Locus 156.

Figura 128. Dibujo de la Unidad 04, Locus 155, Locus 156.

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Figura 129. Vista sur de la Unidad 04, Locus 157, Locus 158. Se observa el Locus 159 hilera de piedras al oeste.

Figura 130. Dibujo de la Unidad 04, Locus 157, Locus 158.

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Locus 157 Compuesto por tierra, arena fina, ceniza y material cultural; de color gris; y de consistencia suelta. Presenta abundante material cultural como restos óseos, líticos, carbón, coprolitos, malacológicos, fragmentos de cerámica y arcilla. Debemos mencionar que en el material encontrado destacan la cerámica pukara, los artefactos en hueso, los restos óseos de pescado, los líticos en obsidiana y los restos de carbón que nos permitirán los futuros fechados. Tuvo una extensión de 2,00 m, en el eje norte-sur, por 1,00 m, en el eje este-oeste (fig. 129 - 134), ocupando toda la unidad, esto no se puede observar en los dibujos de planta, ya que la forma del locus es bastante irregular, como ya lo veremos en el apartado correspondiente a la estratigrafía en este mismo capítulo (infra); y un espesor que varía entre 0,10 m y 0,33 m. Se trata de una deposición de material de desecho, probablemente primaria, los desechos en su mayoría son producto de la producción de alimentos. Se retiró con picota y badilejo de norte a sur, excavando conjuntamente con los locus que se le asociaban. El locus se ubica bajo el Locus 156, Locus 158 y Locus 161; sobre el Locus 160, Locus 162, Locus 164 y Locus 165; y se asocia y contiene parte del Locus 160, Locus 158 y Locus 161.

Locus 158 Compuesto por tierra, arcilla, piedras pequeñas y medianas, y material cultural; y de consistencia compacta. Presenta materiales culturales como restos óseos (cuenta), líticos (obsidiana), malacológico, pigmento ocre y fragmentos de cerámica (Pukara). Tuvo una extensión de 1,50 m, en el eje norte-sur, por 1 m, en el eje este-oeste (fig. 129 y 130), ocupando toda la mitad sur y parte de la mitad norte de la unidad; y un espesor que tiene un promedio de 0,23 m. Este locus es un nivel arbitrario del Locus 156, ya que en este nivel aparece asociado hacia el norte con el Locus 157, se tomó esta decisión con el fin de llevar un mejor control estratigráfico del material. Así como el Locus 156, este locus es un relleno arquitectónico compuesto principalmente por basura doméstica. Se retiró con picota de sur a norte. El locus se ubica bajo el Locus 156; sobre el Locus 161, Locus 162 y Locus 157; y asociado al Locus 163.

Locus 159 Compuesto por piedras pequeñas y grandes, y material cultural; y de consistencia compacta. Presenta material cultural como restos óseos, líticos y fragmentos de cerámica. Tuvo una extensión aproximada de 0,90 m, en el eje norte-sur, por 0,15 m, en el eje este-oeste, ocupando la parte central oeste de la unidad; y una altura promedio de 0,30 m. Este locus es un alineamiento de piedras, probablemente un muro tardío. Se retiraron las piedras mecánicamente cuando estuvieron sueltas. El locus se ubica entre los Locus 152, Locus 153, Locus 156 y Locus 158.

Locus 160 Compuesto por arena fina quemada y ceniza de color rojizo, y de consistencia semicompacta. No presenta material cultural. Son dos lentes, el primero tuvo una extensión de 0,78 m, en el eje norte-sur, por 0,48 m, en el eje este-oeste (fig. 131 - 136), ocupando la parte este de la mitad sur de la unidad; el segundo tuvo una extensión de 0,51 m, en el eje norte-sur, por 1 m, en el eje este-oeste, ocupando la parte norte de la unidad; y ambos lentes tienen un espesor promedio de 0,03 m. Estos locus son lentes de material orgánico incinerado, probablemente es parte del Locus 157. Se excavó con badilejo y brocha, delimitando el locus y retirando el contenido, se tomó muestras de tierra. El locus se ubica bajo el Locus 157 y Locus 161, sobre el Locus 162 y Locus 164, y asociado al Locus 162 y Locus 157.

Locus 161 Compuesto por tierra, arena fina, arcilla y material cultural; de color rojizo; y de consistencia semicompacta. Presenta material cultural como restos óseos (entre ellos artefactos), malacológicos (probable resto de camarón), líticos (obsidiana) y fragmentos de cerámica (Pukara). Tuvo una extensión promedio de 0,90 m, en el eje norte-sur, por 1 m, en el eje este-oeste (fig. 131, 132 y 137), ocupando la parte central de la unidad; y un espesor máximo de 0,20 m. Este locus es una concentración de arcilla rojiza 177

mezclada con tierra y arena que presenta desechos domésticos como cerámica quemada y restos óseos quemados, la basura de las actividades domésticas se mezclaron con este material arcilloso, no sabemos si intencional o casualmente. Se retiró con badilejo y picota delimitando el locus y retirando el contenido. El locus se ubica bajo el Locus 158 y sobre los Locus 157 y Locus 160.

Locus 162 Compuesto por tierra y gran cantidad de piedras pequeñas; de color plomizo; y de consistencia compacta. Solo presentó fragmentos de cerámica asociados. Tuvo una extensión aproximada de 1 m, en el eje nortesur, por 1 m, en el eje este-oeste (fig. 135, 136, 138, 139 y 140), ocupando toda la mitad norte de la unidad, esto no se puede observar en los dibujos de planta, ya que el locus presenta una considerable altura o espesor, como ya lo veremos en el apartado correspondiente a la estratigrafía en este mismo capítulo (infra); y el espesor o altura supera los 0,85 m, pero no se conoce su dimensión definitiva, ya que no se ha excavado este locus. Se trata de una acumulación uniforme de piedras de tamaño similar a manera de montículo, desconocemos el propósito de esta deposición, probablemente se trate de alguna estructura con un fin relacionado a los desechos encontrados en esta unidad o de un relleno arquitectónico. El locus se ubica bajo el Locus 157 y Locus 160 y asociado al Locus 165.

Figura 131. Vista norte de la Unidad 04, Locus 157, Locus 160 y Locus 161.

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Figura 132. Dibujo de la Unidad 04, Locus 157, Locus 160 y Locus 161.

Figura 133. Vista norte de la Unidad 04, Locus 157 y Locus 160.

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Figura 134. Dibujo de la Unidad 04, Locus 157 y Locus 160.

Figura 135. Vista oeste de la Unidad 04, Locus 160, Locus 162 y Locus 163.

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Locus 163 Compuesto por piedras y barro preparado; y de consistencia compacta. No presentó material cultural en superficie. Debió tener una extensión aproximada de 0,22 m, en el eje norte-sur, por 0,81 m, en el eje esteoeste (fig. 135, 136, 137 y 139), ocupando parte del límite norte de la unidad; y el espesor supera los 0,45 m, pero no se conoce su dimensión definitiva, ya que no se excavó este locus. Se trata de una estructura de piedras de forma circular, unidas con argamasa de barro, probablemente una cista. El locus se ubica bajo el Locus 153 y Locus 156 y asociado a los Locus 157 y Locus 158.

Locus 164 Compuesto por tierra, arcilla, carbón y material cultural; de color plomizo; y de consistencia semicompacta. Presenta material cultural como restos óseos, líticos y fragmentos de cerámica. Tuvo una extensión aproximada de 0,40 m, en el eje norte-sur, por 0,25 m, en el eje este-oeste (fig. 138), ocupando la parte este de la mitad sur de la unidad; y un espesor promedio de 0,05 m. Se trata de una deposición de carbón y desechos de alimentos, entre ellos huesos de camélido con marcas de corte, probablemente de una cocina cercana. Se retiró con picota, badilejo y brocha, delimitando el locus y retirando el contenido. El locus se ubica bajo el Locus 157, sobre el Locus 165 y asociado al Locus 162.

Locus 165 Compuesto por arena, tierra, arcilla, lentes de carbón y material cultural; y de consistencia semicompacta. Presenta material cultural como restos óseos, malacológicos, líticos y fragmentos de cerámica. Tuvo una extensión de 0,80 m, en el eje norte-sur, por 1 m, en el eje este-oeste (fig. 139), ocupando casi toda la mitad sur de la unidad; y el espesor supera los 0,50 m, pero no se conoce su dimensión definitiva, ya que no se excavó totalmente. Se trata de un relleno compuesto básicamente por desechos, la particularidad es que la mayoría de estos desechos se encuentran quemados o con evidencias de ser producto de actividades domésticas, como las ollas con hollín y huesos quemados. Se retiró con picota de sur a norte. El locus se ubica bajo el Locus 157 y Locus 164, sobre el Locus 166 y probablemente asociado al Locus 162.

Figura 136. Dibujo de la Unidad 04, Locus 160, Locus 162 y Locus 163.

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Figura 137. Vista norte de la Unidad 04, Locus 161 y Locus 163.

Figura 138. Vista oeste de la Unidad 04. Detalle del Locus 162 y Locus 164, de izquierda a derecha.

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Figura 139. Vista oeste de la Unidad 04, Locus 162, Locus 163 y Locus 165.

Figura 140. Vista norte de la Unidad 04, Locus 162 y Locus 166. Se aprecia el Muro 1 en el perfil sur.

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Locus 166 Compuesto por arcilla y de consistencia semicompacta. No presenta material arqueológico en superficie. Tuvo una extensión de 0,80 m, en el eje norte-sur, por 1 m, en el eje este-oeste (fig. 140), ocupando casi toda la mitad sur de la unidad; se desconoce su espesor, puesto que no ha sido excavado totalmente. Este locus probablemente es la capa estéril, aunque no lo hemos comprobado con certeza, pero no identificamos restos de ocupación en este locus, quizás porque se trate de un relleno arquitectónico. El locus se ubica bajo el Locus 165.

UNIDAD 05 Esta unidad se encuentra ubicada a 3890 msnm, en las coordenadas UTM 19L 0375438 Este y 8356841 Norte. Tuvo una extensión de 2 m en el eje norte-sur y de 1 m en el eje este-oeste. Ubicamos la unidad en esta parte para confirmar la continuación del muro identificado en la Unidad 04. En esta unidad hemos realizado una ampliación de 1 m2 hacia el sur, llegando a medir 3 m en el eje norte-sur. Se realizó esta extensión ya que en la unidad original no identificamos la prolongación del muro de la Unidad 04.

Locus 200 Compuesto por tierra arcillosa, pasto natural, paja y material cultural disturbado; de color marrón; y de consistencia suelta. Presentó material cultural como restos óseos y fragmentos de cerámica. Tiene una extensión de 3,00 m (incluyendo la ampliación sur), en el eje norte-sur, por 1,00 m, en el eje este-oeste (fig. 141) y un espesor que varía entre 0,02 m y 0,04 m. Este locus es el nivel superficial, el cual esta disturbado naturalmente por los pastos en la superficie de la zona, por la remoción del terreno para actividades agrícolas y presenta paja debido al acarreo eólico. Se excavó con badilejo de sur a norte, extrayendo solamente la tierra suelta, el pasto y el material en superficie. Este locus se ubica sobre el Locus 201.

Figura 141. Vista sur de la Unidad 05, Locus 200.

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Locus 201 Compuesto por tierra, piedras pequeñas, raíces y material cultural y de consistencia semicompacta. Solo presentó fragmentos de cerámica. Tiene una extensión de 3 m (incluyendo la ampliación sur), en el eje norte-sur, por 1 m, en el eje este-oeste (fig. 142); y un espesor que varía entre 0,18 m y 0,24 m. Este locus es parte de un basural producto de la actividad humana o de procesos tafonómicos, probablemente en la ampliación sur forma parte de un relleno arquitectónico de un probable muro en disposición este-oeste. Este muro puede ser parte del límite de un relleno o un muro de contención. Se retiró todo el locus de norte a sur, usando badilejo y picota para remover la tierra, hasta llegar a los locus subyacentes. El locus se ubica bajo el Locus 200 y sobre el Locus 202, Locus 203 y Locus 204.

Locus 202 Compuesto por tierra, restos de quema y material cultural; de color gris; y de consistencia compacta. Presentó material cultural como restos óseos, algunos de ellos quemados. Tiene una extensión de 0,51 m, en el eje norte-sur, por 0,48 m, en el eje este-oeste (fig. 143 y fig. 144), ocupando el centro de la mitad sur de la unidad; y un espesor de 0,08 m. Se trata de una deposición, a manera de intrusión, de un fogón, debido a los restos de quema identificados y a la forma circular del locus. Se excavó con badilejo, delimitando primero los límites del rasgo y retirándolo completamente antes de continuar con la excavación de los otros locus asociados. El locus se ubica bajo el Locus 201 y asociado al Locus 203 y Locus 204.

Figura 142. Vista norte de la Unidad 05, Locus 201.

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Figura 143. Vista sur de la Unidad 05, Locus 202, Locus 203 y Locus 204.

Figura 144. Dibujo de la Unidad 05, Locus 202, Locus 203 y Locus 204.

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Locus 203 Compuesto por tierra y raíces, y de consistencia semicompacta. No presentó material cultural. Tiene una extensión de 1,15 m, en el eje norte-sur, por 1 m, en el eje este-oeste (fig. 143 - 146), ocupando toda la mitad norte de la unidad y parte de la mitad sur; tiene un espesor que varía entre 0,02 m y 0,04 m. Este locus es un nivel arbitrario del Locus 201, se realizó esta división con el fin de llevar un mejor control de la densidad en la deposición del material arqueológico en la capa, ya que pensamos que el espesor del Locus 201 se seguiría extendiendo. La interpretación del locus es la misma que la del Locus 201, la de un relleno arquitectónico. Fue excavado de norte a sur hasta llegar al Locus 204. El locus se ubica bajo el Locus 201 en asociación al Locus 204 y sobre él.

Locus 204 Compuesto por tierra limosa, piedras pequeñas de arenisca y material cultural; y de consistencia semicompacta. Presentó material cultural como restos óseos, líticos y fragmentos de cerámica. Tiene una extensión de 1,85 m, en el eje norte-sur, por 1 m, en el eje este-oeste (fig. 143 - 146), ocupando casi toda la unidad; y un espesor que supera los 0,10 m, no hemos excavado totalmente el locus. Este locus es una capa producto de la deposición de basura, principalmente de restos óseos de animal. Se excavó de sur a norte con badilejo y picota, pero tuvimos especial cuidado en el retiro del material óseo. El locus se ubica bajo el Locus 201 y el Locus 203 y contiene al Locus 202 y está asociado al mismo. Resulta especial la asociación con el Locus 202, ya que este contuvo restos de tierra quemada y fragmentos óseos quemados.

Figura 145. Vista norte de la Unidad 05 y su extensión sur, Locus 202, Locus 203 y Locus 204.

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Figura 146. Dibujo de la Unidad 05 y su extensión sur, Locus 202, Locus 203 y Locus 204.

UNIDAD 06 Esta unidad se encuentra ubicada a 3889 msnm, en las coordenadas UTM 19L 0375445 Este y 8356838 Norte. Tuvo una extensión de 1 m en el eje norte-sur y de 2 m en el eje este-oeste. Ubicamos la unidad en esta parte debido a la presencia de dos grandes rocas alineadas en orientación este-oeste que parecían formar parte del muro identificado en la Unidad 04 y la Unidad 05. Al final de la excavación descubrimos que estas rocas parecen ser parte de monolitos, aunque la excavación no fue concluyente.

Locus 250 Compuesto por tierra agrícola, pasto y material cultural disturbado; y de consistencia semicompacta. Presentó material cultural como restos líticos y fragmentos de cerámica. Tiene una extensión de 1 m, en el eje norte-sur, por 2 m, en el eje este-oeste (fig. 147) y un espesor que varía entre 0,02 m y 0,05 m. Este locus es el nivel superficial, el cual esta disturbado naturalmente por los pastos en la superficie de la zona y por la remoción del terreno para actividades agrícolas. En superficie observamos dos grandes bloques que inicialmente creíamos que formaba parte de un muro. Se excavó con badilejo y picota de sur a norte, extrayendo solamente la tierra suelta, el pasto y el material en superficie. Este locus se ubica sobre el Locus 251. 188

Figura 147. Vista norte de la Unidad 06, Locus 250.

Figura 148. Vista sur de la Unidad 06, Locus 251.

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Figura 149. Vista sur de la Unidad 06, Locus 252.

Locus 251 Compuesto por tierra agrícola, raíces y material cultural; y de consistencia semicompacta. Presentó material cultural como restos óseos, líticos (entre estos una punta de obsidiana) y fragmentos de cerámica. Tiene una extensión de 1 m, en el eje norte-sur, por 2 m, en el eje este-oeste (fig. 148); y tiene un espesor que varía entre 0,06 m y 0,14 m. Este locus es parte de la tierra removida para actividades agrícolas. Fue excavado con badilejo y picota de norte a sur hasta llegar al Locus 252. En este locus aún continúan los grandes bloques de piedra que se intrusan en la unidad. El locus se ubica bajo el Locus 250 y sobre el Locus 252.

Locus 252 Compuesto por tierra arcillosa, piedras, material cultural; y de consistencia compacta. Presentó material cultural como restos óseos, líticos (dentro de ellos una punta de obsidiana) y fragmentos de cerámica. Tiene una extensión de 1 m, en el eje norte-sur, por 2 m, en el eje este-oeste (fig. 149); tiene un espesor que supera los 0,10 m, no hemos excavado totalmente el locus. Este locus es parte de la deposición de basura en el sitio, principalmente de restos animales. Los bloques de piedra que se intrusan en la unidad son dos fragmentos de lo que pudo ser un monolito que se han colocado con una de sus caras menores en la superficie donde fueron asentados. Este locus fue excavado con picota de sur a norte y mientras íbamos descendiendo el material óseo iba en aumento. El locus se ubica bajo el Locus 251.

ESTRATIGRAFÍA Debemos comenzar mencionando que nuestra estratigrafía es un reordenamiento de los locus identificados en el campo. Los locus se encuentran en la imposibilidad de señalarnos periodos de ocupación o “épocas”; debido a que responden solo a deposiciones culturales, que pueden ser aisladas, y en varios casos a la separación arbitraria hecha por los investigadores. Las deposiciones culturales obedecen a las características físicas del material depositado y puede tratarse de pequeños lentes que se encuentran 190

incluidos en otro locus, en algunos casos. Este reordenamiento obedece tanto a las características físicas como temporales de los estratos y elimina la arbitrariedad. Las excavaciones realizadas en el sitio nos han permitido elaborar una secuencia estratigráfica para el sitio a partir de los sondeos hechos. La estratigrafía está elaborada básicamente a partir de los datos de la Unidad 04, que es la unidad de mayor profundidad; aunque los datos de las demás unidades no se mencionan a detalle, por la poca profundidad de las unidades, estas nos han servido para corroborar la secuencia obtenida de la Unidad 04 y algunas diferencias en la ladera norte del montículo. Si bien los datos de la Unidad 05 y de la Unidad 06 han permitido corroborar los datos obtenidos de la Unidad 04, todas estas ubicadas en la cima del montículo, esto no sucede con la Unidad 01 y la Unidad 03, ubicadas en la ladera norte del montículo. Estas últimas indican una ausencia de ocupación de esta parte del sitio, en especial la Unidad 03, la que luego de la primera capa no evidencia ningún tipo de material arqueológico.

UNIDAD 04 Hemos identificado siete capas (fig. 150) denominadas con una letra del alfabeto desde la más tardía a la más temprana:

Capa A Esta capa está integrada por el Locus 150 y el Locus 151. El Locus 150 se superpone al Locus 151. Ambos locus presentan la misma composición de tierra, piedras y raíces, y se encuentran disturbados por la agricultura moderna. Esta capa corresponde a la ocupación contemporánea del sitio.

Capa B Esta capa corresponde al Locus 152. Su composición es de tierra y piedras, y aún presenta algunas raíces en su parte más superficial. Esta capa se encuentra también disturbada por la vegetación, pero en menor medida que la Capa A. Debió corresponder al relleno final del montículo.

Capa C Esta capa está integrada por el Locus 153, el Locus 154 y el Locus 155. El Locus 153 es el principal, superponiéndose a los demás locus, el Locus 155 es un pequeño lente y el Locus 154 es una división arbitraria del Locus 153 debido a la concentración de piedras. Compuesta por tierra, arcilla y grava. Es el relleno final depositado después de la última construcción en el montículo, probablemente al abandonarse el sitio.

Capa D Esta capa está integrada por el Locus 156, el Locus 158 y el Locus 161. El Locus 156 se superpone al Locus 158 y ambos son divisiones arbitrarias, y el Locus 161 es un lente de la misma composición que los dos anteriores, pero de coloración rojiza. Compuesta por tierra, arcilla y piedras. Sobre esta capa se construyó la última arquitectura del sitio, aunque las bases del muro identificado se asientan sobre los primeros centímetros de la deposición de la capa. En algunas zonas intrusa la Capa E.

Capa E Esta capa está integrada por el Locus 157, el Locus 160, el Locus 163 y el Locus 164. El Locus 157 es el componente principal de esta capa, superponiéndose a los Locus 160 y Locus 164, lentes con restos de carbón y ceniza. El Locus 163 es una estructura que se construyó antes que toda la Capa E se deposite completamente. Compuesta por tierra, arena fina y ceniza. Esta capa de acuerdo a lo que indican los objetos arqueológicos (pp. 296-299) corresponde a la ocupación más temprana de la sociedad conocida y/o relacionada a lo Pukara. 191

Figura 150. Dibujo de los perfiles de la Unidad 04, se indica los locus y las capas.

Capa F Esta capa está integrada por el Locus 162 y el Locus 165. El Locus 165 es el componente principal en esta capa, el Locus 162 se construyó a unos cuantos centímetros del inicio de la capa. Compuesta por tierra, arcilla, arena y restos de carbón. Esta capa, hasta el momento, constituye la primera ocupación humana en el sitio, aunque tenemos algunas consideraciones que abordaremos más adelante (pp. 296-299).

Capa G Esta capa corresponde al Locus 166. Compuesta de arcilla. La capa no presenta evidencias de ocupación humana, aunque no se ha excavado totalmente.

UNIDAD 03 Esta unidad se ubica en la ladera norte del montículo, donde la estratigrafía es diferente a la de la cima del montículo. Hemos identificado dos capas (fig. 151) denominadas con una letra del alfabeto desde la más tardía a la más temprana:

Capa A Esta capa está integrada por el Locus 100 y el Locus 101. Compuesta por tierra, arena y raíces. Esta capa corresponde a ocupación contemporánea del sitio y esta disturbada por el pasto natural.

Capa B Esta capa corresponde al Locus 102. Compuesta por tierra y arena. No presenta evidencias de ocupación humana.

Figura 151. Perfil oeste de la Unidad 03, se indica los locus y las capas (para leyenda ver fig. 150).

COMENTARIOS Hasta aquí hemos descrito el sitio de Chaupisawakasi y las excavaciones que hemos realizado, detallando los métodos y los resultados que hemos obtenido. Además, se ha construido la primera secuencia arqueológica del valle Quilcamayo-Tintiri. Las excavaciones en el sitio arqueológico de Chaupisawakasi fueron mínimas con relación a la extensión y potencia de los depósitos arqueológicos. De hecho, como se habrá apreciado estamos ante un sitio aldeano con una estructura arquitectónica de tipo monticular en la que se emplea grandes bloques de piedra que fueron tallados. Con respecto a este sector, las excavaciones demostraron que el montículo principal fue un espacio construido en varios eventos a lo largo del tiempo. Encontramos que existieron bases de una estructura arquitectónica hecha con piedra trabajada, esta probablemente constituyó la 193

arquitectura de la “élite”. La cual estuvo asociada a los restos materiales que, como veremos, fueron de acceso limitado para gran parte de la sociedad del área y del valle. Gracias a las excavaciones podríamos decir que las hipótesis planteadas fueron corroboradas al definir inicialmente que Chaupisawakasi fue un sitio extraordinario dentro del paisaje económico y político del valle; lo cual, como veremos, se puede inferir rápidamente por la cantidad, calidad y uso de la cerámica, en especial la relacionada con iconografía pukara. Así, nuestras excavaciones han proporcionado una importante cantidad y calidad de materiales arqueológicos, en contexto, los cuales en el siguiente capítulo son analizados detenidamente. Además, la sucesión de eventos que hemos identificado sirven para la representación inicial de la historia del sitio, en el Capítulo VII.

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CAPÍTULO VI INTENTANDO ENTENDER A LOS OBJETOS: ANÁLISIS DEL MATERIAL ARQUEOLÓGICO DE LAS EXCAVACIONES EN CHAUPISAWAKASI En este capítulo se describen los hallazgos realizados durante las excavaciones del sitio arqueológico de Chaupisawakasi y los análisis realizados, atendiendo a la naturaleza de cada artefacto o material significativo para la comprensión de los eventos sucedidos en las áreas del sitio que hemos intervenido. En esta parte del proceso de investigación, el material arqueológico se limpió, ordenó, clasificó y se analizó tanto cuantitativa como cualitativamente, permitiéndonos la elaboración de los cuadros estadísticos que dan cuenta de la realidad que representaremos. Una parte importante de nuestro análisis fue la realizada con el material cerámico, esto debido a la rápida identificación, que se pudo hacer, de los estilos conocidos en la cuenca norte del Titicaca y por su relativa abundancia en los contextos arqueológicos explorados. Con la cerámica hemos producido una tipología cerámica y, a la vez, hemos establecido su funcionalidad a través de la identificación de su forma y uso. Asimismo, hemos relacionado los conjuntos cerámicos a los contextos arqueológicos para integrarlos posteriormente dentro de nuestra explicación de la sucesión de eventos ocurridos en las áreas que hemos investigado. Con el material lítico, malacológico y arqueozoológico hemos realizado un análisis cualitativo y cuantitativo, definiendo su naturaleza, especies y usos dentro de los contextos en los que fueron hallados. Toda esta es una información valiosa para comprender las actividades sociales que se dieron en las áreas intervenidas. Finalmente, una serie de dataciones radiocarbónicas nos ofrecen la oportunidad de poder fechar de manera absoluta algunos de los contextos arqueológicos, especialmente los relacionados con la arquitectura y la cerámica de estilo Pukara Polícromo.

METODOLOGÍA El desarrollo del trabajo de laboratorio o de gabinete fue parte de nuestra investigación, donde realizamos el análisis e interpretación de las evidencias que se obtuvieron, producto del trabajo de campo precedente. La metodología utilizada en el trabajo de gabinete responde a las características particulares, de cada uno de los tipos de materiales analizados. En esta parte del proceso, el material arqueológico se limpió, ordenó, clasificó y se analizó tanto cuantitativa como cualitativamente, permitiéndonos la elaboración de los cuadros estadísticos que dan cuenta de la cuantificación de la realidad que representaremos.

MATERIAL ARQUEOLÓGICO Y LOS DATOS RECUPERADOS En el sitio Chaupisawakasi (QT-36) el material recuperado procede de las seis unidades excavadas (pozos de sondeo) de las cuales se dibujó todo el material cerámico diagnóstico (bordes, bases y fragmentos decorados) y los utensilios líticos identificados (principalmente puntas). En el caso de la Unidad 04 se realizó un análisis de pastas cerámicas, identificación del material lítico y análisis de una muestra del 195

material óseo. La elección de la Unidad 04 como principal unidad de investigación obedece tanto a la calidad como a la cantidad del material recogido en comparación con el resto de unidades de la temporada de excavación. Los materiales y datos recuperados son: fragmentos cerámicos, artefactos líticos, restos malacológicos, restos vegetales, muestras de carbón, muestras de tierra, coprolitos, entre otros.

TRABAJO PREVIO DE LA TEMPORADA 2010 Antes de empezar con la exposición de la metodología utilizada, describiremos las labores realizadas en la temporada 2010 que son consideradas como parte de los trabajos en gabinete. En el laboratorio de la casa del Programa Collasuyo, donde se analizaron los materiales de la excavación del sitio Chaupisawakasi, se revisó cada bolsa, limpiando los artefactos ligeramente en seco, con brochas cuando fue apropiado, luego se han lavado la mayoría de los fragmentos cerámicos y se confirmó la separación de materiales en el campo. Cada bolsa resultante de este proceso recibió un número de espécimen y fue registrada en una relación de inventario, indicando su número de espécimen, descripción escrita, código de tipo según una tipología desarrollada en las temporadas anteriores del programa, peso en gramos y número de objetos. Se guardaron las bolsas en cajas de cartón, según el tipo de material y procedencia. Las cajas se rotularon externamente y tienen un inventario por número de espécimen contenido.

ANÁLISIS DE MATERIAL INORGÁNICO El material corresponde a las muestras cerámicas y líticas. Para cada caso se aplicó una metodología, de acuerdo al material, que será explicada en las líneas siguientes. La limpieza de los fragmentos de cerámica y material lítico se desarrolló en dos semanas. El PIARA nos asignó un área en la casa del Programa Collasuyo en la ciudad de Puno. Los implementos utilizados para la limpieza del material fueron: agua, bateas, cepillos dentales, y telas; con la finalidad de remover restos de arena y tierra adheridos en los fragmentos que dificultaron la identificación de decoraciones, temperantes, color de la pasta y las partes diagnosticas de los materiales líticos. En el caso de la cerámica, en los tiestos que presentaron pintura decorativa se tuvo mayor cuidado, por ello se limpió con telas suaves húmedas. Con respecto a la cerámica, la mayoría del material fue limpiado en los últimos días de la temporada 2010; pero el material lítico se encontró sin limpiar, en su totalidad.

Análisis cerámico Dibujo, codificación y fotografiado del material cerámico Se realizó una selección del material diagnóstico, de cada bolsa, bordes, fragmentos decorados (alteración de la superficie o adición de otro material a la superficie), aplicaciones y bases. Luego se procedió a rotular cada fragmento de cerámica, para tal actividad se utilizó “corrector liquido”, y un marcador FABER CASTELL Multimark 421 Superfina 0,6 mm color negro. Esta inscripción se realizó en la parte posterior de cada tiesto, en una zona lisa, donde aplicamos una pequeña cantidad de “corrector” y sobre el “corrector” seco se anotó la nomenclatura, indicando el código del sitio (QT-36), el número de unidad y el número correlativo de tiesto, de la siguiente manera: QT36-004-02. Los fragmentos más pequeños o con una superficie que no debería de dañarse no se rotularon y se les colocó en una bolsa con una anotación en la etiqueta de la bolsa que procede. El análisis del material cerámico se realizó con el fin de identificar la morfología, la función y la tecnología presente en cada uno de los materiales analizados. Así también, este análisis nos permitió identificar diversos estilos cerámicos vinculados a las sociedades o grupos de las sociedades en estudio, esto mediante la identificación de las técnicas de elaboración, componentes, decoración, calidad y características de la pasta.

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Una vez rotulados los fragmentos se procedió a dibujarlos. Para el dibujo utilizamos papel bond de tamaño A4 de 90 g, papel CANSON de 110 g, portaminas FABER CASTELL, borrador blanco ARTESCO, regla y escuadras ARTESCO, alambre de plomo, una madera de forma paralelepípeda, diagrama con círculos concéntricos milimetrados (diametrador) y calibrador de marca LITZ de 0 – 150 mm. Primero se plasmó el dibujo en papel bond, utilizando alambre de plomo para definir la forma, la madera para orientar el fragmento y el diametrador para calcular el diámetro de la boca o base de la vasija, luego se calcó el lado dibujado (si se trata de un borde o base) para trasladar la imagen al lado opuesto, cuando el fragmento tuvo decoración esta se dibujó en la parte interna del dibujo (si la decoración es externa en la mitad izquierda y si la decoración es interna en la mitad derecha), en los casos especiales (aplicaciones o fragmentos decoradas sin borde o base) se dibujó las principales características del fragmento y su perfil o corte. En la hoja de dibujo consignamos el nombre del sitio (Chaupisawakasi QT36), el número de unidad, el locus de procedencia, el código del fragmento, la fecha del dibujo y el nombre del dibujante. Así, en esta misma hoja se realizó una descripción de las principales características del fragmento, indicando el tratamiento superficial (alisado, pulido, bruñido), el color externo (se usó la tabla de colores MUNSELL), el tipo de cocción, y los desgrasantes identificados a simple vista.

Figura 152. Leyenda de los colores identificados en la cerámica y sus equivalentes en la tabla de colores MUNSELL.

Todos los fragmentos diagnósticos dibujados han sido fotografiados por las dos vistas del fragmento y cuando se ha requerido se fotografió en vista de corte, para esto utilizamos una cámara digital marca NIKON semi-profesional con 10 megapíxeles de resolución y como parámetro para las dimensiones hemos utilizado una escala internacional IFRAO de 0,10 m con gama de colores que incluye azul, verde, amarillo, rojo, plomo, blanco y negro. Concluido esto, los dibujos fueron escaneados y digitalizados para su presentación en el informe final de la tesis. Para esto hemos utilizado el programa “Adobe Photoshop CS5”, para el trazo general de las formas de los fragmentos hemos utilizado solo pincel negro, variando los tamaños para las distintas características de los fragmentos; para los contornos de los fragmentos y línea de diámetro utilizamos un pincel de 4 pixeles (px), para las decoraciones un pincel de 3 px y para los punteados un pincel de 2 px. Los dibujos han sido reducidos al 50% de su tamaño original, para los bordes, y son presentados en tamaño real, para los fragmentos decorados; además todos están acompañados de una escala 0,05 m ubicada en la parte inferior izquierda.

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Tipología Con las formas plasmadas en los dibujos y digitalizadas, realizamos una identificación tecno-morfológicofuncional. Como primer paso dividimos las vasijas en dos grandes grupos: vasijas abiertas y vasijas cerradas (Lumbreras 2005: 116, Orton et al. 1993:78), luego valiéndonos de los estudios precedentes (Steadman 1996, Chávez 1992, Klarich 2005) separamos las vasijas de acuerdo a su forma (botellas, tazones, ollas, platos, etc.), después por alguna característica particular de alguna de las partes de la vasija (paredes divergentes, cuello recto, etc.) y finalmente por la forma del labio del borde96 (redondeado, plano, biselado, etc.). Con respecto a la decoración tomamos como base los estudios de Steadman (1996: 75-93) para definir algunos tipos decorativos. A pesar de que tomamos en cuenta los estudios mencionados, identificamos variantes y problemas en cuanto a la metodología clasificatoria, esta fue subsanada con nuevas categorías que están más ajustadas a nuestra materialidad. Los datos obtenidos nos sirvieron para relacionarlos con la estratigrafía del sitio, así pudimos observar “modas” y cambios en estas de acuerdo a las ocupaciones del sitio. Luego, elaboramos distintos cuadros estadísticos que reflejan bien estas relaciones, aunque nuestra muestra es exigua y podría caer en un error estadístico. Aquí debemos de aclarar que estas clasificaciones solo sirven cuando están relacionadas con otros artefactos y dan cuenta de su participación en el proceso productivo, ya que estas clasificaciones solo existen dentro del análisis subjetivo del investigador. Análisis de pastas Para el análisis de pastas se utilizaron todos los tiestos provenientes de la Unidad 04, por ser la que nos ha brindado datos más abundantes, tanto en cantidad como en calidad; aunque por cuestiones metodológicas y de tiempo hemos decidido discriminar de la muestra aquellos fragmentos que no sobrepasen los 2 cm 2 de superficie. Para el análisis de las pastas utilizamos una hoja de cálculo de Microsoft Excel donde se contiene los principales datos del registro del fragmento, sus características y dimensiones. En la hoja de cálculo se consignan los datos de cada tiesto como: número de caja, número de bolsa, unidad de excavación, número de locus, código (si el fragmento es diagnóstico), estilo (Pukara, Qaluyu, Collao u otro), forma general (cerrada, abierta o parte de vasija), forma específica (cántaro, tazón, cuenco, etc.), forma de cuello o pared (recto, convexo, divergente, etc.), forma de labio (redondeado, aplanado, biselado, puntiagudo, etc.) diámetro, espesor de la pasta, tratamiento superficial (alisado, pulido o bruñido), cocción (oxidante, reductora o mixta), color de pasta (tabla de colores MUNSELL), color de superficie, decoración externa, decoración interna, tipos de antiplásticos presentes, porosidad, frecuencia, granulometría, forma de antiplástico. Como apreciamos esta base de datos en “Excel” nos ha servido no solo para el análisis de pastas sino también para elaborar los cuadros estadísticos para la tipología y cocción. Para medir el grosor de la pasta se utilizó un calibrador de 0 - 150 mm de marcas LITZ, para los colores se usó la tabla de colores “Munsell Color Chart” la cual nos ayudó a reducir la subjetividad presente en nuestras observaciones, al momento de definir un color o un matiz de este (fig. 152). Para el análisis de los antiplásticos usamos un estereoscopio con un aumento máximo de 50X, el cual nos permitió observar los antiplásticos presentes en la pasta, la porosidad, la frecuencia, la granulometría y la forma de los antiplásticos. La porosidad se determinó de manera relativa usando una escala que va de 0 a 2, siendo 0 = casi nula, 1 = semiporosa, 2 = porosa. Con respecto a la frecuencia usamos la Tabla de Matthew y colegas (1991 en Orton et al. 1993: 238, fig. A.4), la cual utiliza una escala de 5%, 10%, 20% y 30% de presencia de antiplástico en la pasta. Para la granulometría se utilizó una escala que va de 0 a 3, donde: 0 es menor de 0,5 mm, 1 está entre 0,5 mm y 1 mm, 2 está entre 1 mm y 2 mm, 3 es de 2 mm o mayor tamaño. La forma de los antiplásticos se definió usando la Tabla de Barraclough (1992 en Orton et 96

Estas dos últimas divisiones solo han sido realizadas a manera de contribución con otros estudios que dan mayor importancia a las tipologías, ya que de por sí creemos que estas divisiones caen en gran medida en la subjetividad de las taxonomías que no tienen mayor correlato con alguna actividad social diferenciada y con una diferencia comprobable en la producción de estos artefactos.

198

al. 1993: 238, fig. A.5), que pueden ser: muy angulares, angulares, sub-angulares, sub-redondeados, redondeados y muy redondeados. Al final de todo este análisis hemos fotografiado las pastas de todos los fragmentos diagnósticos, para esto hemos utilizado un microscopio electrónico Dino-lite AM4115 y el programa DinoCapture 2.0 para visualización y almacenado en el ordenador; en dichas fotos no hemos utilizado ningún tipo de escala ya que lo que hemos querido es representar los componentes y características de las pastas identificadas. En cuanto a nuestra taxonomía de pastas debemos de aclarar que nuestro análisis no responde a los estándares comunes de organización de pastas y alfares (sensu Lumbreras 2005b: 119), ya que a pesar de que existen excelentes trabajos en taxonomías de pastas y alfares para las sociedades arqueológicas que nos competen (v.g. Steadman 1995, Oshige 2010, Chávez Justo 2008a) creemos de que se siguen generando demasiado tipos y subtipos de pastas y alfares, aquí hemos querido representar grandes grupos de pastas; y más que guiarnos en aspectos como la cocción y color97, que también hemos considerado (Infra), nos hemos centrado en la obtención y utilización de los antiplásticos (cuarzo, feldespato, mica, pirita, entre otros identificados) y en las cantidades presentes en las pastas, esto podría indicar distintas fuentes de obtención de los antiplásticos. Para esto hemos considerado las cantidades de temperante en una escala de 0 a 3, donde 0 es inexistente o muy mínimo, 1 es poco, 2 es regular y 3 es abundante, si bien estos criterios son subjetivos están en íntima relación con la frecuencia del temperante en la pasta, lo que los hace cuantificables. Para las pastas hemos determinado temperantes principales y secundarios, de manera que cada una de las pastas se caracteriza por su componente principal o componentes principales. Así los antiplásticos presentes en tal o cual fragmento que tuvieron un valor de 2 o 3 en nuestra escala han sido considerados como componentes principales y los que se encontraron con un valor entre 1 y 0 fueron incluidos como componentes secundarios. Los grupos de pastas los hemos definido dependiendo de los temperantes principales en relación con los componentes secundarios en las pastas. Acá hemos dado especial importancia a la pirita-mica, debido a que es el componente presente en la cerámica durante todo el “Formativo”. Más adelante detallamos la conformación de los grupos pastas (Infra). Una vez completada nuestra hoja de cálculo, pudimos obtener cuadros estadísticos que nos den cuenta de la inversión de la fuerza de trabajo utilizada en la producción de la cerámica. Por ejemplo, el uso de antiplásticos no disponibles en zonas cercanas (así como su cantidad presente en la pasta), la selección de los antiplásticos que se refleja en el tamaño de los mismos y la calidad de estos al utilizarse en la producción de la cerámica, las decoraciones utilizadas, la calidad de las arcillas, el control de la cocción de las mismas que requirió un mayor control al momento de la fase final de la producción cerámica. Así, estos indicadores durante el proceso de análisis nos han ido mostrando el grado de organización en la producción cerámica.

Análisis lítico Una vez limpio el material lítico, se rotuló (usando el mismo código que para la cerámica y solo se dio cuenta del código anotándolo en una etiqueta dentro de la bolsa del objeto), luego se dibujaron los objetos líticos seleccionados (principalmente dibujamos puntas líticas y otros objetos de relevancia). Para el dibujo se usó primordialmente los mismos materiales que para el dibujo cerámico (Supra), pero enfatizando en el registro de la nervaduras y negativos que presentaron los restos líticos.

97

Estos aspectos pueden conducirnos fácilmente al error, si no contamos con tecnologías adecuadas, dependiendo del tipo de cocción que se realizó y como fue controlada (vide Lumbreras 2005b: 132-134), esperamos contar con estas tecnologías en futuras investigaciones.

199

Luego se clasificaron los elementos según su forma y función. La muestra incluyo la totalidad de los restos líticos recogidos. Asimismo, también usamos una hoja de cálculo de Microsoft Excel para registrar los principales datos del material analizado, donde se anotó: el número de caja, bolsa, unidad, locus, código (si lo tuviera), tipo de utensilio o resto y soporte o materia prima utilizada en la elaboración. Con esta información se procedió a elaborar cuadros estadísticos, que nos sirvieron para mesurar la producción de objetos y el tipo de objetos utilizados en el área de la excavación, lo que nos permite inferir prácticas sociales. Así, el soporte utilizado (materia prima) y los retoques empleados para la producción de los restos líticos, nos sirvió para medir la cantidad de trabajo invertido en la producción de estos. Para un mejor registro, se fotografió todos los elementos, para ello se utilizó una cámara digital semiprofesional marca NIKON de 10 megapíxeles.

ANÁLISIS DE MATERIAL ORGÁNICO El material orgánico recuperado, de las excavaciones de la temporada 2010 en el sitio, fue seleccionado de acuerdo a su naturaleza (malacológico, óseo y vegetal).

Análisis osteológico Analizamos los restos óseos de todas las unidades excavadas en el sitio, dentro de los cuales solo seleccionamos, de cada bolsa, los restos más diagnósticos; esto debido a nuestro, aún, precario conocimiento de la zooarqueología y por cuestiones de tiempo. Luego, el material óseo que se seleccionó de cada bolsa fue limpiado utilizando cepillos dentales y pinceles para retirar la arena y tierra adherida al material. Luego clasificamos los elementos según la especie a la que pertenecen y a la parte anatómica del resto óseo. Como ya mencionamos, la muestra incluyo la totalidad de las bolsas registradas, de donde se extrajo los restos más diagnósticos o de más fácil identificación. Ingresamos los datos obtenidos a una hoja de cálculo de Microsoft Excel para registrar los principales datos del fragmento óseo analizado, donde se registró: el número de caja, bolsa, unidad, locus, si es un fragmento o un hueso entero, la parte del esqueleto, si el resto ha tenido algún tipo de alteración para producir un artefacto nuevo, la especie, si presenta corte y si los presentara en que parte del hueso identificado se ubica. - Mamíferos: Para la identificación de estos restos óseos tomamos en cuenta el patrón anatómico de un esqueleto de Lama glama “llama”, del laboratorio de la casa del Programa Collasuyu, así como también bibliografía especializada de zooarqueología, tanto en osteología como en marcas de corte, como la producida por: Hesse y Wapnish (1985), Pacheco, Altamirano y Guerra (1979), Sisson y Grossman (1990), Pumarejo y Cabrera (1992) y Clark (1972).

Fechados radiocarbónicos La calibración de la edad por Carbono 14 para cada medición utilizó protocolos CALIB 7.0, empleando el conjunto de datos SHcal1398 (Southern Hemisphere Calibration). Los valores del intervalo único con rango de calibración 2σ están expresados por intercepciones que representan ≥ 0,95 del área relativa bajo la distribución de probabilidad. Si el área relativa es ≥ 0,1, aquel valor está entre paréntesis. En los casos de múltiples intercepciones, los rangos 2σ con áreas relativas bajo la distribución de probabilidad de ≥ 0,05 se anotan entre paréntesis para las separaciones de intercepción de ≥ 20 años. Los rangos de edad se han redondeado al incremento de 5 años más próximo.

98

Para conocer más sobre el SHcal13 se puede recurrir a Hogg y colegas (2013).

200

ANÁLISIS CERÁMICO En la temporada 2010 recuperamos un total de dos mil doscientos ochenta y ocho fragmentos de cerámica, veintinueve en la recolección superficial de 2008 y cuarenta y uno en la recolección superficial de 2012, los que conforman un total de dos mil trescientos cincuenta y ocho tiestos. A partir de estos hemos seleccionado distintas muestras dependiendo del tipo de análisis en el que iban a ser empleados, dichas muestras y su procedencia serán precisadas en las siguientes líneas. Los análisis realizados corresponden a la tipología que en nuestro caso obedece a una clasificación morfofuncional de las vasijas y la descripción por contextos de estos tipos. Además, incluimos un análisis de pastas, de los tipos de decoración, y del tipo de cocción. TIPOLOGÍA

Para este análisis utilizamos todos los fragmentos diagnósticos recogidos, tanto de las excavaciones como de las recolecciones superficiales. La muestra comprende un total de ciento ochenta tiestos, los cuales están divididos en vasijas abiertas, vasijas cerradas, partes de vasijas y otros objetos. De estos, las vasijas abiertas concentran la mayor cantidad de tiestos con setenta y cinco fragmentos que representan el 41,67% de la muestra (cuadro 3).

Vasijas abiertas Identificamos setenta y cinco bordes que corresponden al 41,67% del total del material cerámico (cuadro 3). Dentro de esta categoría los tazones representan a la mayoría con sesenta y un tiestos que conforman el 33,89% del total de la muestra. Tazones Se contabilizaron sesenta y un bordes que equivalen al 33,89% del total de la muestra. Estos se concentran principalmente en el Locus 157 de la Unidad 04. Dentro de esta clase de vasija tenemos las de cuello divergente y las de cuello recto. Los tazones de cuello divergente (fig. 153-158) están conformados por cincuenta y cuatro bordes que son el 30,00% de la muestra. Dentro de estos: los de labio redondeado tienen veintisiete bordes (15,00%), los de labio biselado tienen tres bordes (1,67%), los de labio plano horizontal tienen seis bordes (3,33%), los de labio plano horizontal alargado tienen dos bordes (1,11%), los de labio plano inclinado tienen ocho bordes (4,44%), los de labio puntiagudo externo tienen siete bordes (3,89%) y los de labio puntiagudo interno tienen un borde (0,56%). Los tazones de cuello recto (fig. 155-158) están conformados por siete bordes que son el 3,89% de la muestra. Dentro de estos: los de labio redondeado tienen cuatro bordes (2,22%), los de labio biselado tienen un borde (0,56%), los de labio plano horizontal tienen un borde (0,56%) y los de labio plano inclinado alargado tienen también un borde (0,56%). Cuencos Se contabilizaron ocho bordes (fig. 159) que equivalen al 4,44% del total de la muestra. Estos se concentran principalmente en la Unidad 04. Esta clase de vasija solo puede tener pared convexa, aunque también podríamos referirnos a estos como tazones de paredes convexas. Los cuencos de labio redondeado tienen seis bordes (3,33%), los de labio biselado tienen un borde (0,56%) y los de labio plano horizontal también tienen un borde (0,56%).

201

Otros objetos

Partes de vasijas

Vasijas Cerradas

Vasijas Abiertas

General (4)

Bases

Olla

Cántaro

Cuenco

Tazón

1

Biselado

1 1 2

Plano horizontal

Plano inclinado alarg.

Redondeado

1 2

Puntiagudo externo

1 1

Redondeado

Puntiagudo externo

2

2

1

1

1

152

12

3

1

2

1 2

1

6

2

3

5

3

1

1

153

1

1

155

1

3

1

156

6

1

3

1

1

1

1

6

157

5

1

1

1

158

1

1

161

1

1

162

4

1

1

1

1

164

1

1

1

1

1

165

2

7

2

25

4

1

10

1

1

2

2

8

1

1

1

200

12

1

3

1

1

1

3

2

201

2

1

1

204

Unidad 05

2

1

1

250

5

1

1

1

1

1

252

Unidad 06

66 36.67

% por unidad

10

18

41.11

74

8.33

15

3.89

7

36.67 6.67 1.11 1.11 1.11 3.33 1.67 2.78 1.11 3.89 13.89 5.56 1.11 1.11 2.22 4.44 0.56 6.67 1.11 1.11 2.78

Total por unidad

% por locus

Total por locus 66

3

Fragmento

1 1

Cóncava

Tortero

1

1

2

151

1

Pedestal

6

04

Plana

6

Redondeado

1

1

03

1

1

Plano horizontal

02

Unidad 04

Plano horizontal

1

Redondeado

1

1

Sin borde

1

Plano horizontal

1

2

1

1

01

Unidad 01

Cuadro 3. Clasificación de la cerámica registrada por forma y locus de procedencia.

Biselado

Redondeado

1

Puntiagudo externo

Redondeado

Sin borde

4

Plano inclinado

1

Redondeado

Plano inclinado

Plano horizontal

Redondeado

1

1

Biselado

Plano horizontal

1

Redondeado

1

1

Biselado

6

Puntiagudo interno

5

Plano inclinado

Puntiagudo externo

2

Plano horizontal alarg.

Plano horizontal

13

Redondeado

Labio (1)

Sup.

Aplicación

Sin cuello

Convergente

Divergente

Recto

Convergente

Divergente

Plato

Convexo

Recto

Divergente

Unidad y Locus Específica Cuello o pared (3) (2)

100

180

100

180

1

20

5

1

1

30

1

7

3

2

1

1

1

6

1

1

1

1

1

2

1

17

1

1

4

1

1

6

1

1

1

4

1

7

8

2

6

3

27

Total (1)

100

0.56

11.11

2.78

0.56

0.56

16.67

0.56

3.89

1.67

1.11

0.56

0.56

0.56

3.33

0.56

0.56

0.56

0.56

0.56

1.11

0.56

9.44

0.56

0.56

2.22

0.56

0.56

3.33

0.56

0.56

0.56

2.22

0.56

3.89

4.44

1.11

3.33

1.67

15.00

%

11.11

20

180

100

0.56

2.78

5

1

0.56

0.56

16.67

4.44

2.78

5.00

1.11

1.11

11.67

3.33

4.44

3.89

30.00

%

1

1

30

8

5

9

2

2

21

6

8

7

54

Total (2)

180

1

20

5

32

22

25

6

8

61

Total (3)

100

0.56

11.11

2.78

17.78

12.22

13.89

3.33

4.44

33.89

%

180

1

57

47

75

Total (4)

100

0.56

31.67

26.11

41.67

%

203

Figura 153. Tazones de pared divergente, labio redondeado; g) Bícromo oscuro/claro; f) Monocromo, Qaluyu; i) Polícromo inciso/pintado, Pukara.

j

h

g

e

c

a

i

k

f

d

b

204

h

Figura 154. Tazones de pared divergente, labio redondeado; b, c, d) Qaluyu polícromo, Qaluyu; e, f) Monocromo; g) Bícromo oscuro/claro.

f

d

a

i

g

e

c

b

205

e

j

Figura 155. Tazones de pared divergente y recta, labio redondeado; a, b, j, k) pared recta; c - i) pared divergente; a) Monocromo (externo e interno); j) Monocromo (externo), doble engobe (interno).

i

g

c

a

h

d

b

k

f

206

e

g

k

i

f

h

d

b

l

Figura 156. Tazones de pared divergente y recta, labio puntiagudo externo y biselado; solo g) pared recta; a) Monocromo; g) Polícromo inciso/pintado, Pukara; j) Qaluyu polícromo, los colores inferiores son hipotéticos pudiendo considerarse una decoración policroma de un estilo local.

j

c

a

207

h

f

i

Figura 157. Tazones de pared divergente y recta, labio aplanado horizontal y aplanado horizontal alargado; solo e) cuello recto; a - g) labio aplanado horizontal; h, i) labio aplanado horizontal alargado.

g

d

b

e

c

a

208

h

f

b

Figura 158. Tazones de pared divergente y recta, labio aplanado inclinado y aplanado inclinado alargado; solo d) pared recta y labio aplanado inclinado alargado; a) Polícromo inciso/pintado; c, d) Qaluyu polícromo, Qaluyu.

g

e

c

a

d

i

209

f

i

c

m

j

k

g

n

Figura 159. Cuencos y platos; b, d, g, j, k, n) platos collao; a, c, e, f, h, i, l, m) cuencos; b, h) labio aplanado horizontal; n) aplanado inclinado; l) labio biselado; b, l) Monocromo, k) Monocromo (externo), Bícromo oscuro/claro; m) Monocromo inciso.

l

h

e

a

b

d

Platos Se contabilizaron seis bordes (fig. 159) que equivalen al 3,33% del total de la muestra. Estos se concentran principalmente en el Locus 01 de la Unidad 01 y el Locus 201 de la Unidad 05. Esta clase de vasija es casi plana o sus paredes son ligeramente cóncavas. Los platos de labio redondeado tienen cuatro bordes (2,22%), los de labio plano horizontal tienen un borde (0,56%) y los de labio plano inclinado también tienen un borde (0,56%).

Vasijas cerradas Identificamos cuarenta y siete bordes que corresponden al 26,11% del total del material cerámico (cuadro 3). Dentro de esta categoría los cántaros representan a la mayoría con veinticinco tiestos que conforman el 13,89% del total de la muestra. Cantaros Se contabilizaron veinticinco que equivalen al 13,89% del total de la muestra. Estos se concentran principalmente en el Locus 157 de la Unidad 04. Dentro de esta clase de vasija tenemos las de cuello divergente, las de cuello convergente y las de cuello recto. Los cantaros de cuello divergente (fig. 160 y 161) están conformados por veinte bordes y un cuerpo que son el 11,67% de la muestra. Dentro de estos: los de labio redondeado tienen diecisiete bordes (9,44%), los de labio plano inclinado tienen un borde (0,56%), los de labio puntiagudo externo tienen dos bordes (1,11%) y un cuerpo (0,56%). Los cantaros de cuello convergente (fig. 162a y 162b) están conformados por dos bordes que son el 1,11% de la muestra. Dentro de estos: los de labio redondeado tienen un borde (0,56%) y los de labio puntiagudo externo también tienen un borde (0,56%). Los cantaros de cuello recto (fig. 162c y 162d) están conformados por dos bordes que son el 1,11% de la muestra. Dentro de estos: los de labio redondeado tienen un borde (0,56%) y los de labio puntiagudo externo también tienen un borde (0,56%). Ollas Se contabilizaron veintidós bordes que equivalen al 12,22% del total de la muestra. Estos se concentran principalmente en el Locus 165 de la Unidad 04. Dentro de esta clase de vasija tenemos las de cuello divergente, las de cuello convergente y las de cuello recto. Las ollas de cuello divergente (fig. 164) están conformadas por ochos bordes y un cuerpo que son el 5,00% de la muestra. Dentro de estos: los de labio redondeado tienen seis bordes (3,33%), los de labio biselado tienen un borde (0,56%), los de labio plano horizontal tienen un borde (0,56%) y solo un cuerpo (0,56%). Las ollas de cuello convergente (fig. 165i-165m) están conformadas por cinco bordes que son el 2,78% de la muestra. Dentro de estos: los de labio redondeado tienen dos bordes (1,11%) y los de labio plano horizontal tienen tres bordes (1,67%). Las ollas sin cuello (fig. 165a-165h) están conformadas por ocho bordes que son el 4,44% de la muestra. Dentro de estos: los de labio redondeado tienen siete bordes (3,89%) y los de labio plano horizontal tienen un borde (0,56%).

210

211

j

d

g

e

Figura 160. Cantaros de cuello divergente, labio redondeado; l) Monocromo.

a

b

k

h

l

c

i

f

212

c h

e

Figura 161. Cantaros de cuello divergente, labio redondeado, aplanado inclinado y puntiagudo externo; a, b, c, g, h) labio redondeado; d, f) puntiagudo externo; e) aplanado inclinado.

b

a

f

d

g

a

b

c

d

Figura 162. Cántaros de cuello convergente y recto; a, b) cuello convergente; c, d) cuello recto; a, c) labio redondeado; b, d) labio puntiagudo externo.

213

Figura 163. Cuerpo de cántaro, probablemente de cuello divergente.

214

215

h

f

i

Figura 164. Ollas de cuello divergente y cuerpo de olla; a - c, f - h) labio redondeado; d) labio biselado; e) labio aplanado inclinado; i) cuerpo de olla.

e

c

a

g

b

d

216

g

l

Figura 165. Ollas de cuello convergente y sin cuello; a - h) sin cuello; i - m) cuello convergente; a - c, e - h, j, k) labio redondeado; d, i, l, m) labio aplanado horizontal.

k

i

e

c

a

b

m

j

f

d

h

Partes de vasijas Identificamos cincuenta y siete fragmentos que corresponden al 31,67% del total del material cerámico (cuadro 3). Dentro de esta categoría las bases representan a la mayoría con treinta y dos tiestos que conforman el 17,78% del total de la muestra. Bases Se contabilizaron treinta y dos bases que equivalen al 17,78% del total de la muestra. Estas se concentran principalmente en el Locus 157 y el Locus 158 de la Unidad 04. Dentro de las bases tenemos: planas, pedestales y cóncavas. Las bases planas (fig. 166-168) poseen treinta fragmentos (16,67%). La base pedestal es solo una (0,56%) y corresponde a la forma conocida como “incensario” (fig. 166k). La base cóncava (fig. 168k) también posee un solo elemento (0,56%) Con respecto a las bases no solo realizamos la estadística que corresponde al número de estas, sino también a partir de las bases, como muestra, las clasificamos dentro de las vasijas a las que pudieron corresponder (cuadro 4). Esto fue posible debido a las características tanto morfológicas, tecnológicas, como decorativas de las bases. A continuación exponemos los resultados: De las bases planas tenemos doce que pertenecen a tazones siendo 37,50% del total de bases, cinco que pertenecen a vasijas cerradas siendo 15,63% de las bases y catorce fragmentos que pertenecen a formas no identificadas siendo el 40,63%. La base pedestal corresponde a un “incensario” siendo el 3,13% del total del bases. Y la base cóncava corresponde a una vasija cerrada siendo el 3,13% del total de bases. Cuadro 4. Clasificación de las bases por forma de vasija y locus de procedencia. Unidad y Locus Bases

Unidad 01 Sup.

Forma especifica Tazones

Planas

01

Unidad 04

04 151 152 153 156 157 158 162 165

3

2

1

2

1

Forma cerrada Indeterminada

Pedestal

Incensario

Cóncava

Forma cerrada

Total por locus % por locus

3

1

U 05 U 06

1

1

204

3

2

2

1 1

1

1

1 1 7

1

1

2

21.9 3.1 3.1 6.3

1

3

3.1

9.4

1

6

6

1

3.1 18.8 18.8 3.1

%

12

37.5

5

15.6

13

40.6

1

3.1

1

3.1 100

252

3 1

Total

1

1

1

32

3.1

3.1

3.1

100

Agarraderas99 Se contabilizaron dos fragmentos (fig. 169c y 169e) que equivalen al 1,11% del total de la muestra. Estos se ubican en el Locus 01 de la Unidad 01 y en la recolección superficial. Aplicaciones Contabilizamos tres fragmentos (fig. 169a, 169b y 169d) que son el 1,67% del total de la muestra. Estos se ubican en el Locus 02 del Unidad 01, en el Locus 157 de la Unidad 04 y en el Locus 252 de la Unidad 06. Fragmentos decorados Se contabilizaron veinte fragmentos (fig. 170-173) que equivalen al 11,11% del total de la muestra. Estos se concentran principalmente en el Locus 158 de la Unidad 04. 99

En el cuadro estadístico (cuadro 03) las agarraderas son consideradas dentro de las aplicaciones.

217

218

j

k

l

Figura 166. Bases planas (tazones); k) tazón – incensario; h) Monocromo.

g

e

c

a

h

d

m

i

f

b

219

c

g

Figura 167. Bases planas; a - e) forma cerrada.

i

e

a

h

j

f

b

d

220

f g

Figura 168. Bases planas y base cóncava; a - h) base plana; i) base cóncava.

c

a

d

h

b

e

i

b a

d c

e

Figura 169. Aplicaciones; a, b, d) aplicaciones incisas; c, e) aplicación simple, agarraderas.

221

a

b

d

c

e f

g

h

i j

Figura 170. Fragmentos decorados incisos; a - f) Polícromo inciso/pintado, Pukara; g - j) Inciso monocromo.

222

b

a

d c

e

Figura 171. Fragmentos decorados monocromos y tortero; d) tortero.

223

a

b

d

c

f e

Figura 172. Fragmentos decorados Bícromo; a - d) Bícromos oscuro/claro; e) Bícromo claro/oscuro.

224

Figura 173. Fragmentos decorados destacados; a) QT36-4-75 b) QT36-sup-1 c) QT36-sup-2 d) QT36-4-51 e)QT36-sup-3 f) QT36-4-65 g) QT36-4-64 h) QT36-4-60 i) QT36-4-67.

225

Otros objetos Identificamos un solo objeto que corresponde al 0,56% del total del material cerámico (cuadro 3). Dentro de esta categoría solo hemos identificado un tortero. Tortero Se contabilizó un solo fragmento (fig. 171d) que equivale al 0,56% del total de la muestra. Este se encuentra en el Locus 02 de la Unidad 01.

DESCRIPCIÓN POR CONTEXTOS Esta descripción está ligada a la tipológica, por ende también utilizamos todos los fragmentos diagnósticos recogidos, tanto de las excavaciones como de las recolecciones superficiales. La muestra comprende un total de ciento ochenta tiestos. Estos se concentran en la Unidad 04 con setenta y cuatro fragmentos que representan el 41,11% de la muestra (cuadro 3). En las descripciones de los locus, que incluyen a los tipos de vasijas, solo mencionaremos las clases de vasijas o formas específicas, ya que consideramos que las siguientes subdivisiones no afectan la funcionalidad de dichos artefactos (Supra).

Recolecciones superficiales Estas recolecciones se hicieron en la temporada 2008 y durante el desarrollo de la presente tesis. Se recuperaron veintinueve tiestos en la recolección superficial de 2008 y cuarenta y uno en la de recolección superficial de 2012. De estos, sesenta y seis tiestos fueron utilizados para el análisis tipológico, más que contextualmente, estos fragmentos nos han servido para enriquecer nuestra tipología y representan 36,67% de la muestra total.

Unidad 01 Se recuperaron dieciocho fragmentos que pertenecen a tazones, platos, cantaros, ollas, bases, agarraderas, aplicaciones, fragmentos decorados y torteros, representando 10% de la muestra (cuadro 3). La mayor cantidad se encontró en el Locus 01. Locus 01 Presenta doce tiestos (fig. 174) que equivalen a 6,67% de la muestra. Entre los fragmentos recolectados tenemos: dos tazones, dos platos, un cántaro, dos ollas, una base, una agarradera y tres fragmentos decorados. Locus 02 Presenta dos tiestos (fig. 175) que equivalen a 1,11% de la muestra. Entre los fragmentos recolectados tenemos: una aplicación y un tortero. Locus 03 Presenta dos tiestos (fig. 176) que equivalen a 1,11% de la muestra. Entre los fragmentos recolectados tenemos: un cántaro y una olla. Locus 04 Presenta dos tiestos (fig. 177) que equivalen a 1,11% de la muestra. Entre los fragmentos recolectados tenemos: una base y un fragmento decorado.

226

227

Figura 174. Cerámica diagnóstica registrada en el Locus 01, Unidad 01.

Figura 175. Cerámica registrada en el Locus 02, Unidad 01.

Figura 176. Cerámica registrada en el Locus 03, Unidad 01.

Figura 177. Cerámica registrada en el Locus 04, Unidad 01.

228

Unidad 04 Se recuperaron setenta y cuatro fragmentos que pertenecen a tazones, cuencos, cantaros, ollas, bases, aplicaciones y fragmentos decorados, representando 41,11% de la muestra (cuadro 3). La mayor cantidad se encontró en el Locus 157. Locus 151 Presenta seis tiestos (fig. 178) que equivalen a 3,33% de la muestra. Entre los fragmentos recolectados tenemos: dos cantaros, dos bases y dos fragmentos decorados. Locus 152 Presenta tres tiestos (fig. 179) que equivalen a 1,67% de la muestra. Entre los fragmentos recolectados tenemos: un tazón, un cuenco y una base. Locus 153 Presenta cinco tiestos (fig. 180) que equivalen a 2,78% de la muestra. Entre los fragmentos recolectados tenemos: un cuenco, una olla y tres bases. Locus 155 Presenta dos tiestos (fig. 181) que equivalen a 1,11% de la muestra. Entre los fragmentos recolectados tenemos: una olla y un fragmento decorado. Locus 156 Presenta siete tiestos (fig. 182) que equivalen a 3,89% de la muestra. Entre los fragmentos recolectados tenemos: un tazón, tres cantaros, una base y dos fragmentos decorados. Locus 157 Presenta veinticinco tiestos (fig. 183-186) que equivalen a 13,89% de la muestra. Entre los fragmentos recolectados tenemos: nueve tazones, un cuenco, cuatro cantaros, seis bases, una aplicación y cuatro fragmentos decorados. Locus 158 Presenta diez tiestos (fig. 187) que equivalen a 5,56% de la muestra. Entre los fragmentos recolectados tenemos: un tazón, dos ollas, seis bases y un fragmento decorado. Locus 161 Presenta dos tiestos (fig. 188) que equivalen a 1,11% de la muestra. Entre los fragmentos recolectados tenemos: un tazón y un fragmento decorado. Locus 162 Presenta dos tiestos (fig. 189) que equivalen a 1,11% de la muestra. Entre los fragmentos recolectados tenemos: un tazón y una base. Locus 164 Presenta cuatro tiestos (fig. 190-191) que equivalen a 2,22% de la muestra. Entre los fragmentos recolectados tenemos: un tazón, dos cantaros y una olla. Locus 165 Presenta ocho tiestos (fig. 192) que equivalen a 4,44% de la muestra. Entre los fragmentos recolectados tenemos: dos tazones, un cántaro, tres ollas, una base y un fragmento decorado.

229

Figura 178. Cerámica registrada en el Locus 151, Unidad 04.

Figura 179. Cerámica registrada en el Locus 152, Unidad 04.

230

Figura 180. Cerámica registrada en el Locus 153, Unidad 04.

Figura 181. Cerámica registrada en el Locus 155, Unidad 04.

231

232

Figura 182. Cerámica registrada en el Locus 156, Unidad 04.

233

Figura 183. Cerámica registrada en el Locus 157, Unidad 04.

234

Figura 184. Cerámica registrada en el Locus 157, Unidad 04.

235

Figura 185. Cerámica registrada en el Locus 157, Unidad 04.

Figura 186. QT36-4-100. Cerámica registrada en el Locus 157, Unidad 04. Ver figura 163.

236

237

Figura 187. Cerámica registrada en el Locus 158, Unidad 04.

Figura 188. Cerámica registrada en el Locus 161, Unidad 04.

Figura 189. Cerámica registrada en el Locus 162, Unidad 04.

238

239

Figura 190. Cerámica registrada en el Locus 164, Unidad 04.

240

Figura 191. QT36-4-70 y 72.

241

Figura 192. Cerámica registrada en el Locus 165, Unidad 04.

Unidad 05 Se recuperaron quince fragmentos que pertenecen a tazones, cuencos, platos, ollas, bases y fragmentos decorados, representando 8,33% de la muestra (cuadro 3). La mayor cantidad se encontró en el Locus 201. Locus 200 Presenta un tiesto (fig. 193) que equivale a 0,56% de la muestra. Entre los fragmentos recolectados solo tenemos un plato. Locus 201 Presenta doce tiestos (fig. 194) que equivalen a 6,67% de la muestra. Entre los fragmentos recolectados tenemos: cinco tazones, un cuenco, dos platos, tres ollas y un fragmento decorado. Locus 204 Presenta dos tiestos (fig. 195) que equivalen a 1,11% de la muestra. Entre los fragmentos recolectados tenemos: un tazón y una base.

Figura 193. Cerámica registrada en el Locus 200, Unidad 05.

Unidad 06 Se recuperaron siete fragmentos que pertenecen a tazones, cantaros, bases y aplicaciones, representando 3,89% de la muestra (cuadro 3). La mayor cantidad se encontró en el Locus 252. Locus 250 Presenta dos tiestos (fig. 196) que equivalen a 1,11% de la muestra. Entre los fragmentos recolectados tenemos solo dos tazones. Locus 252 Presenta cinco tiestos (fig. 197) que equivalen a 2,78% de la muestra. Entre los fragmentos recolectados tenemos: dos tazones, un cántaro, una base y una aplicación.

ANÁLISIS DE PASTAS Para este análisis utilizamos todos los fragmentos diagnósticos y no diagnósticos que provienen de la Unidad 04 (cuadro 5, fig. 198 y 199), por ser esta la unidad con la secuencia estratigráfica más completa de nuestras excavaciones. La muestra comprende un total de quinientos setenta tiestos, los cuales están organizados en grupos de pasta y tipos de pasta de acuerdo al temperante presente y a la cantidad de este, frente a los demás temperantes de la pasta (Supra). De estos, el Grupo III concentra la mayor cantidad de tiestos con doscientos diecisiete fragmentos que representan el 38,07% de la muestra.

242

243

Figura 194. Cerámica registrada en el Locus 201, Unidad 05.

Figura 195. Cerámica registrada en el Locus 204, Unidad 05.

Figura 196. Cerámica registrada en el Locus 250, Unidad 06.

244

Figura 197. Cerámica registrada en el Locus 252, Unidad 06.

Grupo I Este grupo comprende todas las pastas que tienen como componente principal pirita-mica, aunque pueden compartir su presencia con el cuarzo y el feldespato. En general este grupo presenta una granulometría de 1 (cuadro 6) en nuestra escala (Supra) y la forma de los antiplásticos tiende mayoritariamente al 4 (cuadro 7), de nuestra escala (Supra), o sub-redondeada. Identificamos doscientos fragmentos dentro de este grupo, que representan el 35,09% de la muestra (cuadro 5). Dentro de este grupo se contienen cuatro pastas: Pasta A, Pasta B, Pasta C y Pasta D, las que se diferencian entre sí por el temperante que acompaña a la pirita o mica y en la cantidad en que se encuentra presente. De estas pastas la Pasta D tiene mayor cantidad de fragmentos, con ochenta y nueve tiestos que representan el 15,61% de los fragmentos analizados. Pasta A Esta pasta presenta cuarzo y feldespato en cantidad similar a la pirita-mica (fig. 200 y 201), siendo componentes principales los tres. Esta pasta se destaca dentro de este grupo debido a que es más fina granulométricamente que las demás. Hallamos doce fragmentos con esta pasta que equivalen a 2,11% de la muestra. En el Locus 157 tenemos cuatro fragmentos, en el Locus 165 tenemos dos y un fragmento en el Locus 150, Locus 151, Locus 153, Locus 158, Locus 162 y Locus 164, respectivamente.

245

246

E

II

H

IV

% por locus

Total por locus

G

III

F

D

I

C

B

A

Grupo de pasta (2) Pasta (1)

Unidad y Locus

31

5

14

5

5

1

1

151

26

9

10

2

4

1

152

41

4

20

4

3

3

2

4

1

153

3

1

2

155

58

8

17

6

1

14

4

8

156

220

48

45

14

23

50

21

15

4

157

50

10

10

7

8

5

3

6

1

158

2

1

1

161

13

5

3

3

1

1

162

45

3

15

3

2

7

10

4

1

164

79

12

32

7

6

1

3

16

2

165

570

102

170

47

51

89

44

55

12

Total (1)

0.35% 5.44% 4.56% 7.19% 0.53% 10.18% 38.60% 8.77% 0.35% 2.28% 7.89% 13.86% 100.00%

2

1

1

150

Unidad 04

Cuadro 5. Distribución de las pastas por locus de procedencia, Unidad 04.

100.00%

17.89%

29.82%

8.25%

8.95%

15.61%

7.72%

9.65%

2.11%

%

570

102

217

51

200

Total (2)

100.00%

17.89%

38.07%

8.95%

35.09%

%

Cuadro 6. Distribución de las pastas según la granulometría. Granulometría

Escala granulométrica

Grupo de pasta Pasta

1

A

7

5

B

21

23

7

C

18

22

4

I

D

40

43

3

3

89

II

E

30

18

1

2

51

F

36

8

3

III

G

84

67

15

4

170

IV

H

72

24

4

2

102

308

210

37

15

570

Total por granulometría % por granulometría

2

Total

0

3 12 4

55 44

47

54.04% 36.84% 6.49% 2.63% 100.00%

Cuadro 7. Distribución de las pastas según la forma del antiplástico.

Forma antiplástico Grupo de pasta

Pasta

Escala forma antiplástico 1

2

A

Total

3

4

5

2

9

1

12

B

2

14

37

2

55

C

2

1

39

2

44

I

D

1

4

74

10

89

II

E

2

4

45

F III

G

IV

H

Total forma antiplástico % forma antiplástico

51

38

9

47

4

40

115

11

170

1

2

4

88

7

102

1

13

69

445

42

570

0.18% 2.28% 12.11% 78.07% 7.37% 100.00%

247

19,65%

20,00% 18,00% 16,00%

13,51%

14,00% 12,00%

I II

10,00%

8,95% 8,25%

8,00%

7,19%

III IV

6,00% 4,56%

4,39%

4,00% 2,46%

2,00%

4,21%

3,33%

1,40%

2,11%

1,05%

0,88%

2,11%

1,75%

1,58%

1,58%

0,88%

0,53%

1,58%

0,88%

0,00% A

B

C

D

E

F

Figura 198. Distribución porcentual del total de la muestra por grupo de pasta en las capas de la Unidad 04.

100% 11,36%

90%

17,27%

18,18%

13,04% 19,25%

34,62%

80% 70% 37,27%

60%

42,42%

29,06% 51,09%

59,09%

IV III

50%

9,43% 46,15%

II

8,18%

40%

I 15,15%

9,78%

30%

6,82% 42,26%

20%

37,27% 24,24% 19,23%

10%

26,09%

22,73%

0% A

B

C

D

E

F

Figura 199. Distribución porcentual de los grupos de pasta en los totales de cada capa de la Unidad 04.

248

Figura 200. Detalle de las superficies de los fragmentos que pertenecen al Grupo I.

Figura 201. Pasta A. QT36-4-41.

249

En cuanto a la granulometría la pasta tiende al 0, teniendo siete fragmentos con una granulometría de 0 y cinco con una granulometría de 1. En la forma de los antiplásticos tiende a la redondez, teniendo dos fragmentos en la escala de 3, nueve en la escala de 4 y uno en la escala de 5. Pasta B Esta pasta presenta feldespato en cantidad similar a la pirita-mica y cuarzo en menor cantidad que ambos (fig. 202), siendo los dos primeros los componentes principales y el último el componente secundario. Hallamos cincuenta y cinco fragmentos con esta pasta que equivalen a 9,65% de la muestra. En el Locus 151 tenemos un fragmento, en el Locus 152 también tenemos uno, en el Locus 153 tenemos cuatro, en el Locus 156 tenemos ocho, en el Locus 157 tenemos quince, en el Locus 158 tenemos seis, en el Locus 164 tenemos cuatro y en el Locus 165 tenemos dieciséis. En cuanto a la granulometría la pasta tiene más fragmentos en la escala de 1, teniendo diez fragmentos con una granulometría de 0, treinta y cuatro con una granulometría de 1, siete con una granulometría de 2 y cuatro con una granulometría de 3. En la forma de los antiplásticos tiende a la redondez, teniendo dos fragmentos en la escala de 2, catorce en la escala de 3, treinta y siete en la escala de 4 y dos en la escala de 5.

Figura 202. Pasta B. QT36-4-37.

Pasta C Esta pasta presenta cuarzo en cantidad similar a la pirita-mica y feldespato en menor cantidad que ambos (fig. 203), siendo los dos primeros los componentes principales y el último el componente secundario. Hallamos cuarenta y cuatro fragmentos con esta pasta que equivalen a 7,72% de la muestra. En el Locus 153 tenemos dos fragmentos, en el Locus 156 tenemos cuatro, en el Locus 157 tenemos veintiuno, en el Locus 158 tenemos tres, en el Locus 162 tenemos uno, en el Locus 164 tenemos diez y en el Locus 165 tenemos tres. En cuanto a la granulometría la pasta tiene más fragmentos en la escala de 1, teniendo dieciocho fragmentos con una granulometría de 0, veintidos con una granulometría de 1 y cuatro con una granulometría de 2. En la forma de los antiplásticos tiende a la redondez, teniendo dos fragmentos en la escala de 2, uno en la escala de 3, treinta y nueve en la escala de 4 y dos en la escala de 5.

250

Figura 203. Pasta C. QT36-4-50.

Pasta D Esta pasta presenta solo a la pirita-mica en mayor cantidad y al cuarzo y feldespato en menor cantidad (fig. 204), siendo el primero el componente principal y los dos últimos los componentes secundarios. Hallamos ochenta y nueve fragmentos con esta pasta que equivalen a 15,61% de la muestra. En el Locus 151 tenemos cinco fragmentos, en el Locus 152 tenemos cuatro, en el Locus 153 tenemos tres, en el Locus 156 tenemos catorce, en el Locus 157 tenemos cincuenta, en el Locus 158 tenemos cinco, en el Locus 164 tenemos siete y en el Locus 165 tenemos solo uno. En cuanto a la granulometría la pasta tiene más fragmentos en la escala de 1, teniendo cuarenta fragmentos con una granulometría de 0, cuarenta y tres con una granulometría de 1, tres con una granulometría de 2 y también tres con una granulometría de 3. En la forma de los antiplásticos tiende a la redondez, teniendo un fragmento en la escala de 2, cuatro en la escala de 3, setenta y cuatro en la escala de 4 y diez en la escala de 5.

Figura 204. Pasta D. QT36-4-4, 7 y 9.

Grupo II Este grupo comprende a la pasta que tiene como componentes principales al cuarzo y feldespato, y la pirita-mica en cantidad menor o secundaria. En general este grupo presenta una granulometría de 1 (cuadro 6) en nuestra escala y la forma de los antiplásticos se ubica mayoritariamente en el 4 (cuadro 7), de nuestra escala, o sub-redondeada. 251

Identificamos cincuenta y un fragmentos dentro de este grupo que representan el 8,95% de la muestra (cuadro 5). Dentro de este grupo se contiene solo una pasta, la Pasta E. Pasta E Esta pasta presenta cuarzo y feldespato como antiplásticos principales y pirita-mica en menor cantidad que los mencionados (fig. 205 y 206). A pesar que la mayoría de los fragmentos de la pasta se ubican en la escala 1 de granulometría y que dentro de cada fragmento la mayor proporción la tienen las partículas en la escala de 1, también existen partículas en la escala de 2 que se destacan por su mayor volumen (fig. 206). Hallamos cincuenta y un fragmentos de esta pasta que equivale a 8,95% de la muestra. En el Locus 151 tenemos cinco fragmentos, en el Locus 153 tenemos tres, en el Locus 156 tenemos uno, en el Locus 157 tenemos veintitrés, en el Locus 158 tenemos ocho, en el Locus 162 tenemos tres, en el Locus 164 tenemos dos y en el Locus 165 tenemos seis. En cuanto a la granulometría la pasta tiende al 0, teniendo treinta fragmentos con una granulometría de 0, dieciocho con una granulometría de 1, uno con una granulometría de 2 y dos con una granulometría de 3. En la forma de los antiplásticos tiende a la redondez, teniendo dos fragmentos en la escala de 2, cuatro en la escala de 3 y cuarenta y cinco en la escala de 4.

Figura 205. Pasta E1. QT36-4-21.

Figura 206. Pasta E2. QT36-4-49.

252

Grupo III Este grupo comprende a todas las pastas que tienen como componente principal al cuarzo o al feldespato, y como componente secundario a la pirita-mica y al cuarzo o al feldespato dependiendo de cuál sea el antiplástico principal. En general este grupo presenta una granulometría de 0 (cuadro 6) en nuestra escala y la forma de los antiplásticos se ubica mayoritariamente en el 4 (cuadro 7), de nuestra escala, o subredondeada. Identificamos doscientos diecisiete fragmentos dentro de este grupo que representan el 38,07% de la muestra (cuadro 5). Dentro de este grupo se contienen dos pastas: Pasta F y Pasta G, las que se diferencian entre sí por el temperante principal que está entre el cuarzo o el feldespato. De estas pastas, la Pasta G tiene mayor cantidad de fragmentos, con ciento setenta tiestos que representan el 29,82% de los fragmentos analizados. Pasta F Esta pasta presenta solo al cuarzo en mayor cantidad, y al feldespato y pirita-mica en menor cantidad (fig. 207), siendo el primero el componente principal y los dos últimos los componentes secundarios.

Figura 207. Pasta F. QT36-4-66.

Hallamos cuarenta y siete fragmentos de esta pasta que equivale a 8,25% de la muestra. En el Locus 152 tenemos dos fragmentos, en el Locus 153 tenemos cuatro, en el Locus 156 tenemos seis, en el Locus 157 tenemos catorce, en el Locus 158 tenemos siete, en el Locus 161 tenemos uno, en el Locus 162 tenemos tres, en el Locus 164 tenemos tres y en el Locus 165 tenemos siete. En cuanto a la granulometría la pasta tiende al 0, teniendo treinta y seis fragmentos con una granulometría de 0, ocho con una granulometría de 1 y tres con una granulometría de 2. En la forma de los antiplásticos tiende a la redondez, teniendo treinta y ocho fragmentos en la escala de 4 y nueve en la escala de 5. Pasta G Esta pasta presenta solo al feldespato en mayor cantidad, y al cuarzo y pirita-mica en menor cantidad (fig. 208), siendo el primero el componente principal y los dos últimos los componentes secundarios. Hallamos ciento setenta fragmentos de esta pasta que equivale a 29,82% de la muestra. En el Locus 151 tenemos catorce fragmentos, en el Locus 152 tenemos diez, en el Locus 153 tenemos veinte, en el Locus 155 tenemos dos, en el Locus 156 tenemos diecisiete, en el Locus 157 tenemos cuarenta y cinco, en el Locus 158 tenemos diez, en el Locus 162 tenemos cinco, en el Locus 164 tenemos quince y en el Locus 165 tenemos treinta y dos. 253

En cuanto a la granulometría la pasta tiende al 0, teniendo ochenta y cuatro fragmentos con una granulometría de 0, sesenta y siete con una granulometría de 1, quince con una granulometría de 2 y cuatro con una granulometría de 3. En la forma de los antiplásticos tiende a la redondez, teniendo cuatro fragmentos en la escala de 2, cuarenta en la escala de 3, ciento quince en la escala de 4 y once en la escala de 5.

Figura 208. Pasta G. QT36-4-40.

Figura 209. Pasta H. QT36-4-73.

Grupo IV Este grupo comprende a la pasta que tiene como antiplásticos al cuarzo, feldespato y la pirita-mica pero en bajas cantidades. En general este grupo presenta una granulometría de 0 (cuadro 6) en nuestra escala y la forma de los antiplásticos se ubica mayoritariamente en el 4 (cuadro 7), de nuestra escala, o subredondeada. Identificamos ciento dos fragmentos dentro de este grupo que representan el 17,89% de la muestra (cuadro 5). Dentro de este grupo se contiene solo una pasta, la Pasta H. Pasta H Esta pasta presenta cuarzo, feldespato y pirita-mica en bajas cantidades. Debido a la baja presencia de antiplásticos y de la fina granulometría esta pasta da un aspecto homogéneo y fino a la pasta (fig. 209). 254

Hallamos ciento dos fragmentos con esta pasta que equivalen a 17,89% de la muestra. En el Locus 150 tenemos un fragmento, en el Locus 151 tenemos cinco, en el Locus 152 tenemos nueve, en el Locus 153 tenemos cuatro, en el Locus 155 tenemos uno, en el Locus 156 tenemos ocho, en el Locus 157 tenemos cuarenta y ocho, en el Locus 158 tenemos diez, en el Locus 161 tenemos uno, en el Locus 164 tenemos tres y en el Locus 165 tenemos doce. En cuanto a la granulometría la pasta tiende al 0, teniendo setenta y dos fragmentos con una granulometría de 0, veinticuatro con una granulometría de 1, cuatro con una granulometría de 2 y dos con una granulometría de 3. En la forma de los antiplásticos tiende a la redondez, teniendo un fragmento en la escala de 1, dos fragmentos en la escala de 2, cuatro en la escala de 3, ochenta y ocho en la escala de 4 y siete en la escala de 5.

COCCIÓN Para este análisis utilizamos todos los fragmentos diagnósticos y no diagnósticos que provienen de la Unidad 04, es la misma muestra que utilizamos para las pastas. La muestra comprende un total de quinientos setenta tiestos (cuadro 8, fig. 210 y 211), los cuales están divididos por su tipo de cocción (Supra). De estos, la cocción incompleta concentra la mayor cantidad de tiestos con trescientos fragmentos que representan el 52,63% de la muestra.

Incompleta Hallamos trescientos fragmentos con esta cocción que equivalen a 52,63% de la muestra (cuadro 8). En el Locus 150 tenemos dos fragmentos, en el Locus 151 tenemos trece, en el Locus 152 tenemos diez, en el Locus 153 tenemos dieciocho, en el Locus 155 tenemos dos, en el Locus 156 tenemos treinta, en el Locus 157 tenemos ciento diez, en el Locus 158 tenemos treinta y uno, en el Locus 162 tenemos cinco, en el Locus 164 tenemos treinta y cuatro, y en el Locus 165 tenemos cuarenta y cinco.

Oxidante Hallamos doscientos ocho fragmentos con esta cocción que equivalen a 36,49% de la muestra (cuadro 8). En el Locus 151 tenemos diez fragmentos, en el Locus 152 tenemos catorce, en el Locus 153 tenemos dieciocho, en el Locus 155 tenemos uno, en el Locus 156 tenemos veintiuno, en el Locus 157 tenemos ochenta y tres, en el Locus 158 tenemos diecisiete, en el Locus 161 tenemos dos, en el Locus 162 tenemos siete, en el Locus 164 tenemos nueve, y en el Locus 165 tenemos veintiséis.

Reductora Hallamos sesenta y dos fragmentos con esta cocción que equivalen a 10,88% de la muestra (cuadro 8). En el Locus 151 tenemos ocho fragmentos, en el Locus 152 tenemos dos, en el Locus 153 tenemos cinco, en el Locus 156 tenemos siete, en el Locus 157 tenemos veintisiete, en el Locus 158 tenemos dos, en el Locus 162 tenemos uno, en el Locus 164 tenemos dos, y en el Locus 165 tenemos ocho.

TIPOS DE DECORACIÓN Para este análisis utilizamos solo los fragmentos diagnósticos que presentaran algún tipo de decoración, tanto de las excavaciones como de las recolecciones superficiales. La muestra comprende un total de ciento veinticinco tiestos (cuadro 9, fig. 212 y 213), los cuales hemos divido siguiendo las clasificaciones preexistentes (principalmente Steadman 2005) para sitios similares (Supra. Ver también pp. 60-61). De las decoraciones, la Monocroma concentra la mayor cantidad de tiestos con ochenta y cuatro fragmentos que representan el 67,20% de la muestra.

255

256

2

Total por locus

% por locus

13

2

Incompleta 26

10

2

14

152

41

18

5

18

153

3

2

1

155

58

30

7

21

156

220

110

27

83

157

Unidad 04

50

31

2

17

158

2

2

161

13

5

1

7

162

45

34

2

9

164

79

45

8

26

165

570

300

62

208

Total

0.35% 5.44% 4.56% 7.19% 0.53% 10.18% 38.60% 8.77% 0.35% 2.28% 7.89% 13.86% 100.00%

31

8

Reductora

151 10

150

Oxidante

Cocción

Locus

Cuadro 8. Distribución del tipo de cocción por locus de procedencia, Unidad 04.

100.00%

52.63%

10.88%

36.49%

%

30,00% 25,26%

25,00%

20,00% 16,14%

oxidante

15,00%

reductora Incompleta

10,70%

10,00%

8,77% 7,02% 5,09%

5,00% 2,63% 1,75% 1,40%

2,46% 1,75% 0,35%

3,33%

5,79%

3,51%

0,88%

1,58%

1,58%

0,00% A

B

C

D

E

F

Figura 210. Distribución porcentual del total de la muestra por tipo de cocción en las capas de la Unidad 04.

100% 90% 80%

38,46% 45,45%

45,45% 55,45%

54,34%

54,35%

70% 60%

7,69%

50%

Incompleta reductora

11,36% 24,24%

40% 30%

8,18%

10,94%

9,78%

36,36%

34,72%

35,87%

oxidante

53,85% 43,18%

20% 30,30%

10% 0% A

B

C

D

E

F

Figura 211. Distribución porcentual del tipo de cocción en los totales de cada capa de la Unidad 04.

257

258

4

18

2

6

33

Inciso monocromo

Monocromo

Polícromo inciso/pintado

Qaluyu polícromo

Total por locus 5

1

2

2

1

2

1

1

2

4

1

1

Unidad 01

2

1

1

2

2

151 152

10

1

9

2

1

1

9

1

8

153 155 156

22

2

2

16

1

1

157

9

1

1

7

158

Unidad 04

2

1

1

4

4

161 162

4

4

9

7

2

1

1

164 165 200

6

1

1

4

1

1

201 204

Unidad 05

33

26.40

Total por unidad

% por unidad 6.40

8

60.00

75

6.40

8

26.40 4.00 1.60 0.80 1.60 1.60 8.00 1.60 7.20 17.60 7.20 1.60 3.20 3.20 7.20 0.80 4.80 0.80

1

Bícromo oscuro/claro

% por locus

1

1

Sup.

Bícromo claro/oscuro

Aplicación incisa

Acanalado

Tipo de decoración

Unidad y locus

100.00

125 1 0.80

100.00

125

14

9

84

10

3

1

3

1

Total

0.80

1

1

252

Unidad 06

8.00

2.40

0.80

2.40

0.80

%

100.00

11.20

7.20

67.20

Cuadro 9. Distribución del tipo de decoración por locus de procedencia, Unidad 01, Unidad 04, Unidad 05 y Unidad 06.

30,00% 26,67%

25,00%

20,00% Aplicación incisa 14,67%

15,00%

Inciso monocromo Monocromo

13,33%

Policromo inciso/pintado Qaluyu policromo

10,00%

4,00%

5,00% 2,67% 1,33%

2,67% 2,67%

2,67% 1,33% 1,33%

1,33%

0,00% A

B

C

D

E

F

Figura 212. Distribución porcentual del total de la muestra por tipo de decoración en las capas de la Unidad 04.

100%

8,33%

10,00%

90%

7,69% 7,69%

15,00%

80% 50,00%

70% Qaluyu policromo 60%

84,62% 100,00%

50%

83,33%

Policromo inciso/pintado Monocromo

76,92%

Inciso monocromo

40%

Aplicación incisa 30% 50,00%

20% 10%

3,85% 3,85%

8,33%

15,38%

0% A

B

C

D

E

F

Figura 213. Distribución porcentual del tipo de decoración en los totales de cada capa de la Unidad 04.

259

Acanalado Esta decoración es una depresión en la superficie del fragmento a manera de surco, la cual debió de realizarse con un punzón u otro objeto de punta ancha; posee mayores dimensiones que una incisión. Solo hallamos un fragmento con este tipo de decoración, representando el 0,80% de la muestra (cuadro 9). El fragmento es parte de las recolecciones superficiales.

Aplicación Incisa Se trata de aplicaciones sobre las cuales se ha realizado una depresión (fig. 169a, 169b y 169d) con un punzón u otro objeto, estas incisiones son por lo general de pequeña longitud y profundas. Debemos de mencionar que las aplicaciones por si solas han sido descartadas de esta tipología debido a su cualidad utilitaria ya que nuestros ejemplares son agarraderas. Hallamos tres fragmentos con este tipo de decoración, repartidos en la Unidad 01, en la Unidad 04 y Unidad 06, representando el 2,40% de la muestra (cuadro 9). En la Unidad 01 tenemos solo uno en el Locus 02. En la Unidad 04 tenemos también uno en el Locus 157. En la Unidad 06 tenemos solo uno en el Locus 252.

Monocromo Decoración que adhiere color único a la pieza, en nuestro caso los elementos con este tipo de decoración son engobes de la pieza. En muchos de los casos identificados el engobe es del mismo color de la pasta cerámica100, por lo que no se indica con simbología en el dibujo. Hallamos ochenta y cuatro fragmentos con este tipo de decoración, repartidos en las recolecciones superficiales, en la Unidad 01, en la Unidad 04, en la Unidad 05 y Unidad 06, representando el 67,20% de la muestra (cuadro 9). Tenemos dieciocho fragmentos de las recolecciones superficiales. En la Unidad 01 tenemos dos en el Locus 01 y uno en el Locus 02. En la Unidad 04 tenemos dos en el Locus 152, nueve en el Locus 153, uno en el Locus 155, ocho en el Locus 156, dieciséis en el Locus 157, siete en el Locus 158, cuatro en el Locus 162, cuatro en el Locus 164 y siete en el Locus 165. En la Unidad 05 tenemos uno en el Locus 200 y cuatro en el Locus 201.

Bícromo oscuro/claro Decoración que se caracteriza por superponer un color oscuro sobre un fondo claro (fig. 153g, 154g, 159k y 172a-d), generalmente los colores negro y marrón se superponen a un crema, naranja o rojo. Hallamos tres fragmentos con este tipo de decoración, repartidos en las recolecciones superficiales y en la Unidad 01, representando el 2,40% de la muestra. Tenemos un fragmento de las recolecciones superficiales. En la Unidad 01 tenemos dos en el Locus 01.

Bícromo claro/oscuro El único fragmento hallado superpone dos bandas de color crema a un fondo de color negro (fig. 172e). Hallamos solo un fragmento con este tipo de decoración en las recolecciones superficiales representando el 0,80% de la muestra (cuadro 9).

Qaluyu polícromo Siguiendo a Steadman (1995: 78-81) este tipo de decoración se caracteriza por ejecutar un color oscuro sobre fondo claro en las paredes exteriores de tazones y presentar una banda de engobe rojo en el borde y 100 Muchos autores solo consideran el engobe como un baño de arcilla diluida, que se realiza con la misma arcilla con la que se elaboró la pieza, del mismo color; en cambio otros manifiestan que puede ser de un color distinto.

260

base y engobe rojo en el interior de la vasija (fig. 154c, 154d, 156j, 158c, 158d, 173a, 173b, 173c, 173e). Para nuestros especímenes no hemos identificado las bandas de engobe rojo. Hallamos catorce fragmentos con este tipo de decoración, repartidos en las recolecciones superficiales, en la Unidad 01, en la Unidad 04 y Unidad 05, representando el 11,20% de la muestra (cuadro 9). Tenemos seis fragmentos de las recolecciones superficiales. En la Unidad 01 tenemos uno en el Locus 01 y otro en el Locus 04. En la Unidad 04 tenemos uno en el Locus 153, dos en el Locus 157, uno en el Locus 158 y uno en el Locus 161. En la Unidad 05 solo tenemos uno en el Locus 201.

Inciso monócromo Se caracteriza por incisiones sobre un fondo de un solo color, engobado o no (fig. 159m, 170g-j, 173d, 173h), las superficies más comunes son incisiones sobre fondos de color rojo, marrón rojizo, negro o gris (Steadman 1995: 88-91). Hallamos diez fragmentos con este tipo de decoración, repartidos en las recolecciones superficiales, en la Unidad 04 y Unidad 05, representando el 8,00% de la muestra (cuadro 9). Tenemos cuatro fragmentos de las recolecciones superficiales. En la Unidad 04 tenemos uno en el Locus 151, uno en el Locus 155, uno en el Locus 157 y dos en el Locus 165. En la Unidad 05 solo tenemos uno en el Locus 204.

Polícromo inciso/pintado Decoración caracterizada por pintura negra, crema, amarilla o blanca sobre un engobe rojo, combinado con incisiones que delimitan las áreas de color (fig. 153i, 156g, 158a, 170a-f, 173f, 173g, 173i); los motivos incluyen bandas, elementos escalonados, triángulos, zigzag, entre otros motivos (Steadman 1995: 83-87). Hallamos nueve fragmentos con este tipo de decoración, repartidos en las recolecciones superficiales, en la Unidad 04 y Unidad 05, representando el 7,20% de la muestra (cuadro 9). Tenemos dos fragmentos de las recolecciones superficiales. En la Unidad 04 tenemos uno en el Locus 151, uno en el Locus 156, dos en el Locus 157, uno en el Locus 158 y uno en el Locus 161. En la Unidad 05 solo tenemos uno en el Locus 201.

ANÁLISIS CRUZADOS Formas específicas - Grupos de pasta En este análisis la muestra se reduce a los bordes y bases que nos indican una forma específica de vasija y que pertenecen a la Unidad 04. La muestra tiene un total de cuarenta y ocho fragmentos (cuadro10, fig. 214, 215). Por la reducida cantidad de la muestra hemos utilizado para la comparación los grupos de pasta. Así, para los cántaros tenemos dos fragmentos en el Grupo I, tres en el Grupo II, cinco en el Grupo III y uno en el Grupo IV. Para los cuencos tenemos un fragmento en el Grupo I y dos en el Grupo III. Para las ollas tenemos un fragmento en el Grupo II, cinco en el Grupo III y uno en el Grupo IV. Para los tazones hay tres fragmentos en el Grupo I, cuatro en el Grupo II, quince en el Grupo III y cinco en el Grupo IV.

Formas específicas - Cocción En este análisis la muestra se reduce a los bordes y bases que nos indican una forma específica de vasija y que fueron recogidas en la Unidad 04. La muestra comprende un total de cuarenta y ocho fragmentos (cuadro11, fig. 216, 217). En cántaros tenemos tres fragmentos de cocción incompleta, seis de cocción oxidante y dos de cocción reductora. En cuencos solo tenemos tres fragmentos de cocción oxidante. En ollas hay tres fragmentos de cocción incompleta, tres de cocción oxidante y uno de cocción reductora. Para los tazones tenemos nueve fragmentos de cocción incompleta, diecisiete de cocción oxidante y uno de cocción reductora. 261

Cuadro 10. Distribución de las formas por grupo de pasta. Grupo de pasta

Total

Forma especifica

I

II

III

IV

Cántaro

2

3

5

1

Cuenco

1

Olla

11

2

3

1

5

1

7

Tazón

3

4

15

5

27

Total por grupo de pasta

6

8

27

7

48

% por grupo de pasta

12.50% 16.67% 56.25% 14.58% 100.00%

35,00% 31,25%

30,00% 25,00% I 20,00%

II III

15,00% 10,42%

IV

8,33%

10,00% 6,25%

5,00%

10,42%

10,42% 6,25%

4,17%

4,17% 2,08%

2,08%

2,08% 2,08%

0,00% cantaro

cuenco

olla

tazón

Figura 214. Distribución porcentual del total de la muestra por grupos de pasta de acuerdo a las formas cerámicas.

100%

9,09%

14,29%

90%

18,52%

80% 70%

45,45%

66,67%

IV

60%

55,56% 71,43%

50%

III II

40%

I

27,27%

30% 20% 10%

14,81%

33,33% 18,18%

14,29%

11,11%

0% cantaro

cuenco

olla

tazón

Figura 215. Distribución porcentual de los grupos de pasta en los totales de cada forma cerámica.

262

Cuadro 11. Distribución de las formas por tipo de cocción. Cocción

Tipo de cocción

Forma especifica

Incompleta Oxidante Reductora

Cántaro

3

6

Cuenco

2

3

Total

%

11

22.92%

3

6.25%

Olla

3

3

1

7

14.58%

Tazón

9

17

1

27

56.25%

Total por tipo de cocción

15

29

4

48

100.00%

% por tipo de cocción

31.25%

60.42%

8.33%

100.00%

40,00% 35,42%

35,00% 30,00% 25,00%

Incompleta 18,75%

20,00% 15,00% 10,00%

oxidante reductora

12,50%

6,25%

6,25%

6,25%

4,17%

5,00%

2,08%

2,08%

0,00% cantaro

cuenco

olla

tazón

Figura 216. Distribución porcentual del total de la muestra por tipo de cocción de acuerdo a las formas cerámicas.

100% 90%

3,70% 14,29%

18,18%

80% 70% 60%

42,86%

62,96%

reductora

54,55% 100,00%

50%

oxidante Incompleta

40% 30% 20%

42,86% 33,33%

27,27%

10% 0% cantaro

cuenco

olla

tazón

Figura 217. Distribución porcentual de los tipos de cocción en los totales de cada forma cerámica.

263

Decoración - Grupos de pasta Para este análisis la muestra comprende a los fragmentos diagnósticos que presentan decoración y que fueron recogidas en la Unidad 04. La muestra comprende un total de setenta y cinco fragmentos (cuadro 12, fig. 218, 219). Así, para los de decoración Aplicación Incisa el único fragmento es de Pasta F. Para los fragmentos con decoración Inciso Monocromo tenemos un fragmento de Pasta F, dos de Pasta G y dos de Pasta H. Para los fragmentos con decoración Monocroma tenemos dos fragmentos de Pasta B, seis de Pasta E, siete de Pasta F, treinta y cuatro de Pasta G, y nueve de Pasta H. Para los fragmentos con decoración Polícromo inciso/pintado tenemos cuatro fragmentos de Pasta F, uno de Pasta G y uno de Pasta H. Para los fragmentos con decoración Qaluyu Polícromo tenemos un fragmento de Pasta E, dos de Pasta G y dos de Pasta H.

Decoración - Cocción Para este análisis la muestra comprende a los fragmentos diagnósticos que presentan decoración y que fueron recogidos en la Unidad 04. La muestra comprende un total de setenta y cinco fragmentos (cuadro 13, fig. 220, 221). Así, para los de decoración Aplicación Incisa el único fragmento es de cocción incompleta. Para los fragmentos con decoración Inciso Monocromo tenemos dos fragmentos de cocción incompleta, y tres de cocción oxidante. Para los fragmentos con decoración Monocroma tenemos veinte fragmentos de cocción incompleta, treinta y seis de cocción oxidante y dos de cocción reductora. Para los fragmentos con decoración Polícromo inciso/pintado tenemos cinco fragmentos de cocción oxidante y uno de cocción reductora. Para los fragmentos con decoración Qaluyu Polícromo tenemos cinco de cocción oxidante.

Decoración - Formas específicas La muestra se reduce a los bordes y bases que nos indican una forma específica de vasija y que tienen algún tipo de decoración. La muestra tiene un total de cincuenta fragmentos (cuadro 14, fig. 222, 223). Así, para los cántaros tenemos solo decoración Monocroma con cuatro fragmentos. Para los cuencos tenemos decoración Inciso monocromo con un fragmento y decoración Monocroma con tres. Para las ollas tenemos decoración Inciso monocromo con dos fragmentos y decoración Monocroma con uno. Para los platos tenemos decoración Bícroma oscuro/claro con dos fragmentos y decoración Monocroma con uno. Para los tazones tenemos decoración Acanalada con un fragmento, decoración Bícroma oscuro/claro con dos fragmentos, decoración Inciso monocromo con dos, decoración monocroma con veintiséis, decoración Polícromo inciso/pintado con tres y decoración qaluyu polícromo con cinco.

ANÁLISIS LÍTICO De las excavaciones hemos recuperado ciento setenta y cinco piezas de material lítico, las cuales clasificamos en: debitage, utensilios tallados, guijarros y cantos rodados, utensilios pulidos, y desechos. En las mencionadas categorías los objetos se han identificado según su forma y función, y de acuerdo al contexto de donde provienen estos (cuadro 15, fig. 224, 225). También realizamos un análisis de la materia prima que sirvió de soporte para los objetos líticos identificados y su relación artefactual y contextual.

DESCRIPCIÓN POR CATEGORÍAS Debitage Identificamos treinta y nueve piezas líticas que corresponden al 22,29% del total del material lítico (cuadro 15). Dentro de esta categoría las lascas simples representan a la mayoría con treinta y seis elementos que conforman el 20,57% del total de la muestra. 264

Cuadro 12. Distribución de los tipos de decoración por grupo de pasta. Grupo de pasta Tipo de decoración

I

II

III

IV

Total

%

1

1.33%

Aplicación incisa

1

Inciso monocromo

3

2

5

6.67%

41

9

58

77.33%

5

1

6

8.00%

1

2

2

5

6.67%

7

52

14

75

100.00%

Monocromo

2

6

Polícromo inciso/pintado Qaluyu polícromo Total por grupo de pasta % por grupo de pasta

2

2.67% 9.33% 69.33% 18.67% 100.00%

60,00%

54,67%

50,00% 40,00% I II

30,00%

III 20,00%

IV 12,00% 8,00%

10,00% 4,00% 1,33%

6,67%

2,67% 2,67%

1,33%

1,33%

2,67%

0,00% Aplicación incisa

Inciso monocromo

Monocromo

Policromo inciso/pintado

Qaluyu policromo

Figura 218. Distribución porcentual del total de la muestra por grupo de pasta de acuerdo al tipo de decoración.

100% 15,52%

16,67%

90% 40,00%

80%

40,00%

IV

70%

III

60% 50%

100,00%

70,69% 83,33%

40%

II 40,00%

I

60,00%

30% 20%

20,00%

10,34%

10%

3,45%

0% Aplicación incisa

Inciso monocromo

Monocromo

Policromo inciso/pintado

Qaluyu policromo

Figura 219. Distribución porcentual de los grupos de pasta en los totales de cada tipo de decoración.

265

Cuadro 13. Distribución de los tipos de decoración por tipo de cocción. Cocción Tipo de decoración

50,00% 45,00% 40,00% 35,00% 30,00% 25,00% 20,00% 15,00% 10,00% 5,00% 0,00%

Incompleta Oxidante Reductora

Total

Aplicación incisa

1

1

Inciso monocromo

2

3

Monocromo

20

36

2

58

Polícromo inciso/pintado

5

1

6

Qaluyu polícromo

5

5

5

Total por tipo de cocción

23

49

3

75

% por tipo de cocción

30.67%

65.33%

4.00%

100.00%

48,00%

26,67%

Incompleta 6,67% 1,33%

4,00% 2,67%

2,67%

6,67%

oxidante

1,33%

reductora

Figura 220. Distribución porcentual del total de la muestra por tipo de cocción de acuerdo al tipo de decoración.

100% 90% 80% 70% 60% 50% 40% 30% 20% 10% 0%

16,67%

60,00%

62,07% 100,00%

100,00% 83,33%

reductora 40,00%

oxidante

34,48%

Incompleta 0,00%

0,00%

Figura 221. Distribución porcentual de los tipos de cocción en los totales de cada tipo de decoración.

266

Cuadro 14. Distribución de los tipos de decoración por formas cerámicas. Formas especificas

Total

%

1

1

1.89%

2

4

7.55%

2

5

9.43%

26

35

66.04%

Polícromo inciso/pintado

3

3

5.66%

Qaluyu polícromo

5

5

9.43%

39

53

100.00%

Tipo de decoración

Cántaro Cuenco

Olla

Plato

Acanalado Bícromo oscuro/claro

2

Inciso monocromo Monocromo

4

1

2

3

1

Total por forma

4

4

% por forma

7.55%

7.55%

1

3

3

Tazón

5.66% 5.66% 73.58% 100.00%

48,08%

50,00% 45,00% 40,00% 35,00% 30,00% 25,00% 20,00% 15,00% 10,00% 5,00% 0,00%

cantaro 13,46%

1,92%

3,85%

7,69% 5,77% 3,85% 3,85% 1,92% 1,92%

cuenco olla

5,77%

plato tazón

Figura 222. Distribución porcentual del total de la muestra por forma cerámica de acuerdo al tipo de decoración.

100% 80%

50,00%

40,00% 74,29%

60% 100,00%

100,00%

2,86% 2,86% 8,57%

50,00%

20% 20,00%

0%

Tazón Plato

40,00%

40%

100,00%

11,47%

Olla Cuenco Cántaro

Figura 223. Distribución porcentual de las formas cerámicas en los totales de cada tipo de decoración.

267

268

1

2

3

Desechos de talla

7

2

18

14

4

4

8

4

15

1

4

42

10

4 2

1

1

159

3

1

1

1

161

4

1

1

1

1

164

7

5

1

1

165

25

14

1

1

1

1

3

1

3

201

6

5

1

1

1 3

1

2

18.86

% por unidad

57.14

100

17.71

31

6.29

11

4

7

5

1

1

251 252

Unidad 6

204 250

Unidad 5

6.29 8.00 2.29 2.29 4.57 2.29 8.57 0.57 2.29 24.00 5.71 1.14 1.71 2.29 4.00 14.29 3.43 0.57 1.71

11

11

33

% por locus

Total por locus

2

1

1

Otros

1

Recipientes

1

1

1

1

1

1

158

Pulidor

Asa

Cuenta

Discos

2

2

4

2

12

157

Plaquetas

1

1

1

156

1

5

1

155

Unidad 4

Proyectil

Azada

1

Bec

1

1

4

153

1

1

1

2

152

Microdenticulado

Denticulado 1

1

Escotadura

Escotadura-Denticulado

2

1

1

151

1

1

4

Raedera 1

1

3

1

3

2

Preforma (punta)

Punta

Núcleo

Lasca retocada

Lasca simple

1

Unidad 1

Total por unidad

Desechos

Utensilios pulidos

Guijarros y cantos rodados

Utensilios tallados

Debitage

Artefactos

Unidad y Locus

Cuadro 15. Distribución de los artefactos líticos por locus de procedencia, Unidad 01, Unidad 04, Unidad 05 y Unidad 06.

100.00

175

100.00

175

86

1

3

1

1

1

3

4

1

2

3

1

4

2

3

14

4

2

2

1

36

Total

100.00

49.14

0.57

1.71

0.57

0.57

0.57

1.71

2.29

0.57

1.14

1.71

0.57

2.29

1.14

1.71

8.00

2.29

1.14

1.14

0.57

20.57

%

20,00%

19,00%

18,00% 16,00% 14,00%

13,00%

12,00% 10,00% 8,00%

7,00%

7,00%

6,00%

5,00% 4,00%

4,00%

4,00%

4,00% 2,00%

2,00%

2,00% 2,00%

1,00% 1,00%

2,00%

1,00% 1,00% 1,00% 1,00%

2,00% 1,00% 1,00% 1,00% 1,00%

0,00% A

B

C

D

E

Azada Bec Cuenta Denticulado Desecho Disco Escotadura Lasca Lasca retocada Microdenticulado Núcleo Objeto cuadrangular Otros Plaqueta Preforma (punta) Proyectil Pulidor Raedera Recipiente

F

Figura 224. Distribución porcentual de los artefactos líticos en las capas de la Unidad 04, según tipología lítica.

Lasca simple Se contabilizaron treinta y seis elementos que equivalen al 20,57% del total de la muestra. Estos se concentran principalmente en el Locus 157 de la Unidad 04. Lasca retocada Se contabilizó un elemento que equivale al 0,57% del total de la muestra. Ubicado en el Locus 152 de la Unidad 04. Núcleo Se contabilizaron dos elementos que equivalen al 1,14% del total de la muestra. Se ubican en el Locus 151 y el Locus 153 de la Unidad 04.

Utensilios tallados Identificamos treinta y cinco piezas líticas que corresponden al 20% del total del material lítico (cuadro 15). Dentro de esta categoría las raederas representan a la mayoría con catorce elementos, que conforman el 8% del total de la muestra. Punta Se contabilizaron dos elementos (fig. 226c, 226d, 227c-e) que equivalen al 1,14% del total de la muestra. Se ubican en el Locus 201 de la Unidad 05 y el Locus 252 de la Unidad 06. Preforma (punta) Se contabilizaron cuatro elementos (fig. 226a, 226b, 227a, 227b) que equivalen al 2,29% del total de la muestra. Estos se concentran principalmente en el Locus 157 de la Unidad 04. Raedera Se contabilizaron catorce elementos que equivalen al 8% del total de la muestra. Estos se concentran principalmente en el Locus 157 de la Unidad 04. 269

Figura 225. Artefactos líticos; a) azada; b-d) recipientes o tazones.

270

Figura 226. Puntas y preformas (puntas) líticas; a, b) preformas (puntas); c, d) puntas.

Escotadura Se contabilizaron tres elementos que equivalen al 1,71% del total de la muestra. Se ubican en el Locus 01 de la Unidad 01, en el Locus 164 de la Unidad 04 y el Locus 201 de la Unidad 05. Escotadura-denticulado Se contabilizaron dos elementos que equivalen al 1,14% del total de la muestra. Se ubican en el Locus 02 de la Unidad 01 y en el Locus 201 de la Unidad 05. Denticulado Se contabilizaron cuatro elementos que equivalen al 2,29% del total de la muestra. Estos se ubican principalmente en la Unidad 04, en el Locus 151 y el Locus 165. Micro-denticulado Se contabilizó un elemento que equivale al 0,57% del total de la muestra. Ubicado en el Locus 153 de la Unidad 04. Bec Se contabilizaron tres elementos que equivalen al 1,71% del total de la muestra. Estos se concentran principalmente en el Locus 157 de la Unidad 04.

271

Figura 227. Puntas y preformas (puntas) líticas; a, b) preformas (puntas); c-e) puntas.

Azada Se contabilizaron dos elementos (fig. 225a) que equivalen al 1,14% del total de la muestra. Se ubican en el Locus 158 de la Unidad 04 y en el Locus 201 de la Unidad 05.

Guijarros y cantos rodados Identificamos ocho piezas líticas que corresponden al 4,57% del total del material lítico (cuadro 15). Dentro de esta categoría las plaquetas representan a la mayoría con cuatro elementos que conforman el 2,29% del total de la muestra. Proyectil Se contabilizó un elemento que equivale al 0,57% del total de la muestra. Ubicado en el Locus 157 de la Unidad 04. Plaqueta Se contabilizaron cuatro elementos que equivalen al 2,29% del total de la muestra. Estos se concentran principalmente en el Locus 157 de la Unidad 04. Uno de ellos presenta pigmento ocre. Disco Se contabilizaron tres elementos que equivalen al 1,71% del total de la muestra. Estos se ubican principalmente en la Unidad 04, en el Locus 158 y el Locus 159. 272

Utensilios pulidos Identificamos siete piezas líticas que corresponden al 4% del total del material lítico (cuadro 15). Dentro de esta categoría los recipientes o tazones representan a la mayoría con tres elementos que conforman el 1,71% del total de la muestra. Cuenta Se contabilizó un elemento que equivale al 0,57% del total de la muestra. Ubicado en el Locus 157 de la Unidad 04 (fig. 228).

Figura 228. Cuenta de roca hallada en el Locus 157 de la Unidad 04. Hecha de crisocola o turquesa.

Asa Se contabilizó un elemento que equivale al 0,57% del total de la muestra. Ubicado en el Locus 02 de la Unidad 01. Pulidor Se contabilizó un elemento que equivale al 0,57% del total de la muestra. Ubicado en el Locus 158 de la Unidad 04. Recipiente o Tazón Se contabilizaron tres elementos (fig. 225b-d) que equivalen al 1,71% del total de la muestra. Se ubican en el Locus 155, el Locus 158 y el Locus 161 de la Unidad 04. No clasificado Se contabilizó un elemento que equivale al 0,57% del total de la muestra. Ubicado en el Locus 152 de la Unidad 04. Se trata de un objeto con una concavidad en el centro de la pieza lítica.

Desechos En esta categoría solo identificamos desechos de talla, los cuales son los restos líticos con mayor cantidad en la muestra (cuadro 15). Desecho de talla Se contabilizaron ochenta y seis elementos que equivalen al 49,14% del total de la muestra. Estos se concentran principalmente en el Locus 157 de la Unidad 04. 273

DESCRIPCIÓN POR CONTEXTOS Unidad 01 Se recuperaron treinta y tres restos líticos que pertenecen a lascas simples, raederas, escotaduras, escotadura-denticulados, denticulados, discos, asas y desechos de talla, representando 18,86% de la muestra (cuadro 15). La mayor cantidad se encontró en el Locus 02. Locus 01 Presenta once restos líticos lo que equivale a 6,29% de la muestra. Entre estos tenemos: tres lascas simples, una raedera, una escotadura, un denticulado y cinco desechos de talla. Locus 02 Presenta catorce restos líticos lo que equivale a 8% de la muestra. Entre estos tenemos: una escotaduradenticulado, un disco, un asa y once desechos de talla. Locus 03 Presenta cuatro restos líticos lo que equivale a 2,29% de la muestra. Entre estos tenemos: una lasca simple, una raedera y dos desechos de talla. Locus 04 Presenta cuatro restos líticos lo que equivale a 2,29% de la muestra. Entre estos tenemos: una raedera y tres desechos de talla.

Unidad 04 Se recuperaron cien restos líticos que presentan casi todos los objetos líticos descritos líneas arriba con excepción de las escotadura-denticulados y las asas, representando 57,14% de la muestra (cuadro 15). La mayor cantidad se encontró en el Locus 157. Locus 151 Presenta ocho restos líticos lo que equivale a 4,57% de la muestra. Entre estos tenemos: una lasca simple, un núcleo, una preforma, dos raederas, un denticulado y dos desechos de talla. Locus 152 Presenta cuatro restos líticos lo que equivale a 2,29% de la muestra. Entre estos tenemos: dos lascas simples, una lasca retocada y un objeto no clasificado. Locus 153 Presenta quince restos líticos lo que equivale a 8,57% de la muestra. Entre estos tenemos: cuatro lascas simples, un núcleo, una preforma, un micro-denticulado, un bec y siete desechos de talla. Locus 155 Solo presenta un resto lítico lo que equivale a 0,57% de la muestra. Se trata de un recipiente o tazón. Locus 156 Presenta cuatro restos líticos lo que equivale a 2,29% de la muestra. Entre estos tenemos: una lasca simple, una raedera y dos desechos de talla. Locus 157 Presenta cuarenta y dos restos líticos lo que equivale a 24% de la muestra. Entre estos tenemos: doce lascas simples, dos preformas, cuatro raederas, dos becs, un proyectil, dos plaquetas, una cuenta (fig. 228) y dieciocho desechos de talla. 274

Locus 158 Presenta diez restos líticos lo que equivale a 5,71% de la muestra. Entre estos tenemos: una lasca simple, una raedera, una azada, un disco, un pulidor, un recipiente o tazón y cuatro desechos de talla. Locus 159 Presenta dos restos líticos lo que equivale a 1,14% de la muestra. Entre estos tenemos: una lasca simple y un disco. Locus 161 Presenta tres restos líticos lo que equivale a 1,71% de la muestra. Entre estos tenemos: una lasca simple, un recipiente o tazón y un desecho de talla. Locus 164 Presenta cuatro restos líticos lo que equivale a 2,29% de la muestra. Entre estos tenemos: una lasca simple, una escotadura, una plaqueta y un desecho de talla. Locus 165 Presenta siete restos líticos lo que equivale a 4% de la muestra. Entre estos tenemos: una lasca simple, un denticulado y cinco desechos de talla.

Unidad 05 Se recuperaron treinta y un restos líticos que pertenecen a lascas simples, puntas, raederas, escotaduras, escotadura-denticulados, denticulados, azadas y desechos de talla, representando 17,71% de la muestra (cuadro 15). La mayor cantidad se encontró en el Locus 201. Locus 201 Presenta veinticinco restos líticos lo que equivale a 14,29% de la muestra. Entre estos tenemos: tres lascas simples, una punta, tres raederas, una escotadura, una escotadura-denticulado, un denticulado, una azada y catorce desechos de talla. Locus 204 Presenta seis restos líticos lo que equivale a 3,43% de la muestra. Entre estos tenemos: una lasca simple y cinco desechos de talla.

Unidad 06 Se recuperaron once restos líticos que pertenecen a lascas simples, puntas, plaquetas y desechos de talla, representando 6,29% de la muestra (cuadro 15). La mayor cantidad se encontró en el Locus 252. Locus 250 Solo presenta un resto lítico lo que equivale a 0,57% de la muestra. Se trata de un desecho de talla. Locus 251 Presenta tres restos líticos lo que equivale a 1,71% de la muestra. Entre estos tenemos: dos lascas simples y una plaqueta. Locus 252 Presenta siete restos líticos lo que equivale a 4% de la muestra. Entre estos tenemos: una lasca simple, una punta y cinco desechos de talla.

275

MATERIA PRIMA De todo el material lítico analizado, encontramos minerales y rocas, los tres tipos: rocas ígneas, rocas metamórficas y rocas sedimentarias (cuadro 16, 17 y fig. 229, 230). De estas, las rocas ígneas presentan la mayor cantidad con setenta y siete objetos líticos que equivalen al 44% del total analizado.

Rocas ígneas Identificamos setenta y siete piezas líticas que representan el 44% de la muestra (cuadro 16). Dentro de la rocas identificadas tenemos: Andesita, Basalto, Basalto olivínico, Pómez y Obsidiana. Entre estas rocas la Obsidiana es la que tiene mayor cantidad de elementos, con cincuenta y ocho elementos que representan el 33,14% de las piezas analizadas. Andesita Hallamos tres elementos hechos en esta roca, repartidos en la Unidad 01, en la Unidad 04 y Unidad 05, que equivalen a 1,71% de la muestra. En la Unidad 01 solo tenemos uno en el Locus 02. En la Unidad 04 tenemos uno en el Locus 158. En la Unidad 05 tenemos solo un elemento en el Locus 201. Entre los objetos hechos en Andesita tenemos: una raedera, un asa y un desecho de talla. Basalto Hallamos siete elementos hechos en esta roca, repartidos en la Unidad 01 y en la Unidad 04, que equivalen a 4% de la muestra. En la Unidad 01 tenemos dos en el Locus 02. En la Unidad 04 tenemos dos en el Locus 158 y uno en el Locus 151, Locus 153 y Locus 157, respectivamente. Entre los objetos hechos en Basalto tenemos: una lasca simple, un núcleo, un proyectil, un pulidor, un recipiente o tazón y dos desechos de talla. Basalto olivínico Hallamos siete elementos hechos en esta roca, repartidos en la Unidad 01, en la Unidad 04 y Unidad 05, que equivalen a 4% de la muestra. En la Unidad 01 tenemos dos en el Locus 02 y uno en el Locus 04. En la Unidad 04 tenemos uno en el Locus 157, Locus 158 y Locus 165, respectivamente. En la Unidad 05 tenemos también sólo uno en el Locus 201. Entre los objetos hechos en Basalto olivino tenemos: una escotadura-denticulado, una azada y cinco desechos de talla. Pómez Hallamos dos elementos hechos en esta roca, repartidos en la Unidad 04 y la Unidad 06, que equivalen a 1,14% de la muestra. En la Unidad 04 tenemos uno en el Locus 157 y otro en el Locus 251 de la Unidad 06. Entre los objetos hechos en Pómez solo tenemos dos plaquetas. Obsidiana Hallamos cincuenta y ocho elementos hechos en esta roca, repartidos en la Unidad 01, en la Unidad 04, en la Unidad 05 y Unidad 06, que equivalen a 33,14% de la muestra. En la Unidad 01 tenemos uno en el Locus 01 y otro en el Locus 04. En la Unidad 04 tenemos cuatro en el Locus 151, uno en el Locus 152, ocho en el Locus 153, tres en el Locus 156, veinte en el Locus 157, tres en el Locus 158, dos en el Locus 161, uno en el Locus 164 y dos en el Locus 165. En la Unidad 05 tenemos seis en el Locus 201 y tres en el Locus 204. En la Unidad 06 tenemos dos en el Locus 251 y uno en el Locus 252.

276

Lasca simple

2

2

1

1

2

1

4.00

5.14

100.00

5

4

1

2.86

44.00

1.14

6.86

35.43

9

2.29 77

6.29 12

6.86

% Total

33.14

2

62 4 11 12 58

175

1.14

1

37

1

4

1

9

1

2

1

3

1

2

7

11

1.14

2

2

Cuarzo Talco

Minerales Crisocola o Turquesa

20

Total

44.00

4.00

% por tipo de roca

1.71

% por roca

7

7

77

3

Total por roca

5

2

Desechos de talla

1

1

Arenisca Caliza Chert

Rocas Sedimentarias

1

1

Recipientes

1

1

1

Cuarcita

Roca Metamórficas

Otros

1

1

1

Pulidor

Asa

Cuenta

Discos

Plaquetas

Proyectil

Azada

1

1

Bec

1

Microdenticulado

1

1

1

6

Escotadura EscotaduraDenticulado Denticulado

4

Raedera

1

Preforma (punta)

1

21

2

1

1

Basalto Pómez Obsidiana olivínico

Punta

Núcleo

Lasca retocada

Andesita Basalto

Rocas Ígneas

Total por tipo de roca

Desechos

Utensilios pulidos

Guijarros y cantos rodados

Utensilios tallados

Debitage

Categorías

Minerales y tipo de roca

Cuadro 16. Distribución de los artefactos por minerales y tipo de roca.

.

277

278

0.00%

5.00%

10.00%

15.00%

20.00%

25.00%

0.57%

0.57%

1.14% 1.14% 0.57%

2.29% 0.57%

1.14% 0.57%

4.00% 3.43%

6.29%

12.00%

Figura 229. Distribución porcentual del total de la muestra de artefactos líticos por tipología lítica y la materia prima utilizada.

2.29% 1.71% 1.14% 0.57% 0.57% 1.14% 1.14%

2.86%

5.14%

11.43%

21.14%

Talco

Pómez

Obsidiana

Cuarzo

Cuarcita

Crisocola o Turquesa

Chert

Caliza

Basalto olivínico

Basalto

Arenisca

Andesita

279

Minerales

Sedimentarias

Metamórficas

Ígneas

Total

Talco

Cuarzo

Crisocola o Turquesa 1

1

5

Chert 9

1

1

Arenisca

Caliza

1

Cuarcita

1

1

1

1

2

1

4

1

8

1

1

3

1

1

3

1

2

1

1

2

2

1

2

2

7

1

7

2

1

3

1

2

1

1

1

1

2

152 153 155 156 157 158 159 161

20

1

1

151

Obsidiana

1

4

1

2

Basalto olivínico

3

Unidad 4

Pómez

2

Basalto

2 1

1

Unidad 1

Andesita

Minerales y tipo de roca

Unidad y Locus Unidad 6

2

1

1

3

1

2

1

1

15

1

6

1

1

3

3

1

2

1

6

1

164 165 201 204 250 251 252

Unidad 5

Cuadro 17. Distribución de los minerales y tipos de roca por locus de procedencia.

175

2

5

2

62

4

11

12

58

2

7

7

3

Total

100.00

1.14

2.86

1.14

35.43

2.29

6.29

6.86

33.14

1.14

4.00

4.00

1.71

%

25,00% Andesita 21,00%

Arenisca

20,00%

Basalto Basalto olivínico Caliza

15,00%

Chert 10,00%

Crisocola o Turquesa

9,00% 8,00%

8,00%

Cuarcita

7,00%

Cuarzo 5,00%

4,00%

4,00% 3,00%

3,00% 2,00%

1,00%

2,00% 1,00%

1,00%

2,00% 1,00%

2,00% 1,00%

2,00% 1,00%

B

C

D

Pómez Talco

0,00% A

Obsidiana

E

F

Figura 230. Distribución porcentual de los artefactos líticos en las capas de la Unidad 04, por materia prima utilizada.

Entre los objetos hechos en Obsidiana tenemos: veintiún lascas simples, una lasca retocada, dos puntas, cuatro preformas de puntas, seis raederas, una escotadura, un denticulado, un micro-denticulado, un bec y veinte desechos de talla.

Rocas metamórficas Identificamos doce piezas líticas que representan el 6,86% de la muestra (cuadro 16). Dentro de este tipo de rocas sólo hemos identificado una sola roca: cuarcita. Cuarcita Hallamos doce elementos hechos en esta roca, repartidos en la Unidad 01 y en la Unidad 04, que equivalen a 6,86% de la muestra. En la Unidad 01 tenemos uno en el Locus 02 y otro en el Locus 03. En la Unidad 04 tenemos dos en el Locus 153, siete en el Locus 157 y uno en el Locus 165. Entre los objetos hechos en Cuarcita tenemos: una lasca simple, un núcleo, un bec y nueve desechos de talla.

Rocas sedimentarias Identificamos setenta y siete piezas líticas que representan el 44% de la muestra (cuadro 16). Dentro de las rocas identificadas tenemos: Arenisca, Caliza y Chert. De estas rocas, el Chert es la que tiene mayor cantidad de elementos, con sesenta y dos elementos que representan el 35,43% de las piezas analizadas. Arenisca Hallamos once elementos hechos en esta roca, repartidos en la Unidad 01, en la Unidad 04 y Unidad 05, que equivalen a 6,29% de la muestra. En la Unidad 01 tenemos uno en el Locus 02 y otro en el Locus 03. En la Unidad 04 tenemos dos en el Locus 152, dos en el Locus 153 y uno en el Locus 157, Locus 159, Locus 161 y Locus 164, respectivamente. En la Unidad 05 sólo tenemos uno en el Locus 201. Entre los objetos hechos en Arenisca tenemos: una lasca simple, una azada, dos plaquetas, un disco, un recipiente o tazón, el objeto no clasificado y cuatro desechos de talla. 280

Caliza Hallamos cuatro elementos hechos en esta roca, repartidos en la Unidad 01, en la Unidad 04 y Unidad 06, que equivalen a 2,29% de la muestra. En la Unidad 01 sólo tenemos uno en el Locus 02. En la Unidad 04 tenemos uno en el Locus 155 y otro en el Locus 158. En la Unidad 06 sólo tenemos uno en el Locus 250. Entre los objetos hechos en Caliza tenemos: dos discos, un recipiente o tazón, y un desecho de talla. Chert Hallamos sesenta y dos elementos hechos en esta roca, repartidos en la Unidad 01, Unidad 04, Unidad 05 y Unidad 06, que equivalen a 35,43% de la muestra. En la Unidad 01 tenemos nueve en el Locus 01, cinco en el Locus 02, uno en el Locus 03 y dos en el Locus 04. En la Unidad 04 tenemos tres en el Locus 151, uno en el Locus 152, uno en el Locus 153, uno en el Locus 156, siete en el Locus 157, dos en el Locus 158, uno en el Locus 159, dos en el Locus 164 y tres en el Locus 165. En la Unidad 05 tenemos quince en el Locus 201 y tres en el Locus 204. En la Unidad 06 solo tenemos seis en el Locus 252. Entre los objetos hechos en chert tenemos: once lascas simples, siete raederas, dos escotaduras, una escotadura-denticulado, tres denticulados, un bec, y treinta y siete desechos de talla.

Minerales Identificamos nueve piezas líticas que representan el 5,14% de la muestra (cuadro 16). Los minerales identificados son: crisocola o turquesa, cuarzo y talco. Entre estos minerales, el cuarzo es el que tiene mayor cantidad de elementos, con cinco elementos que representan el 2,86% de las piezas analizadas. Crisocola o Turquesa Hallamos dos elementos hechos en este mineral, encontrados sólo en la Unidad 04, en el Locus 157, que equivalen a 1,14% de la muestra. Entre los objetos hechos en Crisocola o Turquesa tenemos: una cuenta y un desecho de talla. Cuarzo Hallamos cinco elementos hechos en esta roca, repartidos en la Unidad 01 y en la Unidad 04, que equivalen a 2,86% de la muestra. En la Unidad 01 tenemos uno en el Locus 01, Locus 02 y Locus 03. En la Unidad 04 solo tenemos dos en el Locus 157. Entre los objetos hechos en cuarzo tenemos: una lasca simple y cuatro desechos de talla. Talco Hallamos dos elementos hechos en esta roca, repartidos en la Unidad 04 y la Unidad 05, que equivalen a 1,14% de la muestra. En la Unidad 04 solo tenemos uno en el Locus 153. En la Unidad 05 también solo tenemos uno en el Locus 201. Entre los objetos hechos en Talco solo tenemos dos desechos de talla.

ANÁLISIS ARQUEOZOOLÓGICO Aquí se presenta los especímenes identificados dentro del PHYLUM CHORDATA. En el análisis se han logrado identificar dos clases (Mammalia y Osteichthyes), de las cuales solo se ha analizado la clase Mammalia, con cuatro familias, cuatro especies y un NISP101 de trescientos treinta y cuatro, de los cuales la mayoría se concentra en el Locus 157 de la Unidad 04. Los peces solo han sido identificados a nivel de clase y se 101

Número de especímenes óseos identificados.

281

describirán marginalmente en este parágrafo. También se describe aquí el análisis de los huesos de camélido, donde hemos identificado huellas de corte. Y finalmente el análisis de los artefactos hechos en hueso.

DESCRIPCIÓN TAXONÓMICA Mamíferos El material corresponde a la CLASE MAMMALIA, a las taxas de cuatro familias, representadas por cuatro especies identificadas y una no identificada, denominada genéricamente como “mamífero N/I”. La especie con mayor cantidad de restos encontrados es Lama sp y las menos representadas son Hippocamelus antisensis y Canis familiaris (cuadro 18). - Familia: Camelidae · Especie: Lama sp “camélido sudamericano doméstico”. Biotopo: doméstico, herbazales, puna (alta montaña) y otras zonas abiertas y secas. Se contabilizaron trescientos quince restos de esta especie que corresponde al 94,31% de la muestra total. Estos se concentran principalmente en el Locus 157 de la Unidad 04. - Familia: Roedor ¿Caviidae? · Especie: “roedor”. Biotopo: humedales, barranco, páramo, bosque, cultivos, zona urbana, doméstico, prados templados. Se contabilizaron siete especímenes de esta especie que equivalen al 2,10% del total de la muestra. Estos se concentran principalmente en el Locus 164 de la Unidad 04. - Familia: Cervidae · Especie: Hippocamelus antisensis102 “taruca”. Biotopo: laderas de cerro, pampa, lomas y bosques. Se contabilizó un espécimen de la especie que equivale al 0,30% del total de la muestra. Ubicado en el Locus 165 de la Unidad 04. - Familia: Canidae · Especie: Canis familiaris “perro doméstico”. Biotopo: zona urbana, doméstica. Se contabilizó un espécimen de esta especie que equivale al 0,30% del total de la muestra. Ubicado en el Locus 01 de la Unidad 01. - Mamífero N/I Aquí hemos incluido los restos de mamíferos que no han podido ser identificados. Se contabilizaron como mamíferos no identificados a diez restos óseos desgastados y/o quemados, que equivalen a 2,99% del total de la muestra. Estos se concentran principalmente en el Locus 157 de la Unidad 04.

Peces El material corresponde a la CLASE OSTEICHTHYES, no hemos llegado a identificar familias, ni especies. Hemos identificado dos restos de pez, ubicados en el Locus 155 y Locus 157 de la Unidad 04.

102 Cabe la posibilidad de que se trate de Odocoileus virginianus (venado de cola blanca). Según Wheeler (1984) la taruca es cazada en las zonas elevadas de los andes y es más frecuente en el registro arqueológico; asimismo, en el estudio de Warwick (2012) solo se identifica Hippocamelus antisensis (taruca) y no Odocoileus virginianus.

282

283

1

Mamífero N/I 1

1

4

15

1

14

153

4

4

155

13

13

156

101

4

1

96

157

69

1

68

158

Unidad 04

25

25

161

18

3

15

164

16

1

1

1

13

165

23

1

1

21

201

2

2

202

32

1

31

204

Unidad 05

7 2.10

% por unidad 78.14

261

17.07

57

0.60 1.20 0.30 4.49 1.20 3.89 30.24 20.66 7.49 5.39 4.79 6.89 0.60 9.58

4

1

3

Total por unidad

% por locus

2

1

Canidae

Cerviidae

Total por locus

Familia

Roedor (¿Caviidae?)

Camelidae

2

Taxa

1

Unidad 01

Unidad y Locus

2.69

9

2.69

9

9

252

Unidad 06

Cuadro 18. Distribución de las familias identificadas por locus de procedencia.

100.00

334

100.00

334

10

1

1

7

315

Total

100.00

2.99

0.30

0.30

2.10

94.31

%

DESCRIPCIÓN POR CONTEXTOS Unidad 01 Se recuperaron siete restos óseos que pertenecen a Lama sp, Canis familiaris y Mamífero N/I, representando 2,10% de la muestra (cuadro 18). La mayor cantidad se encontró en el Locus 02. Locus 01 Presenta dos restos óseos que equivalen a 0,6% de la muestra. Entre estos tenemos: un espécimen de Canis familiaris y un espécimen de mamífero N/I. Locus 02 Presenta cuatro restos óseos que equivalen a 1,2% de la muestra. Entre estos tenemos: tres especímenes de Lama sp y un espécimen de Mamífero N/I. Locus 04 Solo presenta un espécimen de Lama sp que equivale a 0,3% de la muestra.

Unidad 04 Se recuperaron doscientos sesenta y un restos óseos que pertenecen a Lama sp, Cavia porcellus, Hippocamelus antisensis y Mamífero N/I, representando 78,14% de la muestra (cuadro 18). Siendo la unidad con mayor concentración de material óseo. La mayor concentración de este material se encontró en el Locus 157. Locus 153 Presenta quince restos óseos que equivalen a 4,49% de la muestra. Entre estos tenemos: catorce especímenes de Lama sp y un espécimen de Cavia porcellus. Locus 155 Solo presenta cuatro especímenes de Lama sp que equivalen a 1,2% de la muestra. Locus 156 Solo presenta trece especímenes de Lama sp que equivalen a 3,89% de la muestra. Locus 157 Presenta ciento un restos óseos que equivalen a 30,24% de la muestra. Entre estos tenemos: noventa y seis especímenes de Lama sp, un espécimen de Cavia porcellus y cuatro especímenes de Mamífero N/I. Locus 158 Presenta sesenta y nueve restos óseos que equivalen a 20,66% de la muestra. Entre estos tenemos: sesenta y ocho especímenes de Lama sp y un espécimen de Mamífero N/I. Locus 161 Solo presenta veinticinco especímenes de Lama sp que equivalen a 7,49% de la muestra. Locus 164 Presenta dieciocho restos óseos que equivalen a 5,39% de la muestra. Entre estos tenemos: quince especímenes de Lama sp y tres especímenes de Cavia porcellus. Locus 165 Presenta dieciséis restos óseos que equivalen a 4,79% de la muestra. Entre estos tenemos: trece especímenes de Lama sp, un espécimen de Cavia porcellus, un espécimen de Hippocamelus antisensis (el único en la excavación) y un espécimen de Mamífero N/I. 284

Unidad 05 Se recuperaron cincuenta y siete restos óseos que pertenecen a Lama sp, Cavia porcellus y Mamífero N/I, representando 17,07% de la muestra (cuadro 18). La mayor cantidad se encontró en el Locus 204. Locus 201 Presenta veintitrés restos óseos que equivalen a 6,89% de la muestra. Entre estos tenemos: veintiún especímenes de Lama sp, un espécimen de Cavia porcellus y un espécimen de Mamífero N/I. Locus 202 Solo presenta dos especímenes de Lama sp que equivalen a 0,6% de la muestra. Locus 204 Presenta treinta y dos restos óseos que equivalen a 9,58% de la muestra. Entre estos tenemos: treinta y un especímenes de Lama sp y un espécimen de Mamífero N/I.

Unidad 06 Se recuperaron nueve restos óseos donde solo identificamos Lama sp, lo cual representa 2,69% de la muestra (cuadro 18). Los restos se encontraron en un solo locus, el Locus 252. Locus 252 Presenta nueve especímenes de Lama sp, lo que equivale a 2,69% de la muestra. LAS PIEZAS ÓSEAS DE CAMÉLIDO

Contabilizamos trescientos quince restos de camélido (cuadro 19), dentro de los cuales identificamos: Cráneo, Maxilar, Mandíbula, Dientes, Hioides, Atlas, vertebras, Escápula, Costillas, Húmero, Radiocúbito, Carpiano, Fémur, Rótula, Tibia, Calcáneo, Astrágalo, Tarsiano, Meta (carpiano/tarsiano), Falanges, Pelvis y huesos no identificados (N/I). De estos el Metacarpiano/tarsiano presenta mayor cantidad con cuarenta y dos restos óseos siendo un 13,33% de los huesos de camélido analizado.

Cráneo Identificamos treinta y dos fragmentos de esta pieza ósea, repartidos en la Unidad 04 y la Unidad 05, representando un 10,16% de los huesos de camélido analizado. En la Unidad 04 tenemos dos en el Locus 153, uno en el Locus 155, cuatro en el Locus 156, diez en el Locus 157, once en el Locus 158 y tres en el Locus 161. En la Unidad 05 solo tenemos un fragmento en el Locus 204.

Maxilar Identificamos nueve fragmentos de esta pieza ósea, repartidos solo en la Unidad 04, representando un 2,86% de los huesos de camélido analizado. En esta unidad tenemos cinco en el Locus 157, dos en el Locus 158 y dos en el Locus 161.

Mandíbula Identificamos catorce fragmentos de esta pieza ósea, repartidos en la Unidad 04 y la Unidad 05, representando un 4,44% de los huesos de camélido analizado. En la Unidad 04 tenemos siete en el Locus 157, tres en el Locus 158, uno en el Locus 161 y dos en el Locus 165. En la Unidad 05 solo tenemos un fragmento en el Locus 204.

Dientes Identificamos veinticuatro piezas y dieciséis fragmentos de diente, que hacen un total de cuarenta para esta pieza ósea, repartidos en la Unidad 04 y la Unidad 05, representando un 12,7% de los huesos de camélido 285

analizado. En la Unidad 04 tenemos dos en el Locus 153, dos en el Locus 155, seis en el Locus 156, diecisiete en el Locus 157, siete en el Locus 158, uno en el Locus 161 y uno en el Locus 164. En la Unidad 05 solo tenemos cuatro en el Locus 204.

Hioides Identificamos solo dos piezas completas, en la Unidad 04, en el Locus 161, representando un 0,63% de los huesos de camélido analizado.

Atlas Identificamos solo una pieza completa, en la Unidad 05, en el Locus 201, representando un 0,32% de los huesos de camélido analizado.

Vértebras Identificamos treinta y cuatro de esta pieza ósea, de los cuales solo tenemos una pieza completa, que están repartidos en la Unidad 04, la Unidad 05 y la Unidad 06, representando un 10,79% de los huesos de camélido analizado. En la Unidad 04 tenemos trece en el Locus 157, tres en el Locus 158, seis en el Locus 161, tres en el Locus 164 y uno en el Locus 165. En la Unidad 05 tenemos tres en el Locus 201 y tres en el Locus 204. En la Unidad 06 solo tenemos dos en el Locus 252.

Escápula Identificamos veintitrés fragmentos de esta pieza ósea, repartidos en la Unidad 04 y la Unidad 05, representando un 7,3% de los huesos de camélido analizado. En la Unidad 04 tenemos cuatro en el Locus 157, cuatro en el Locus 158, tres en el Locus 161, dos en el Locus 164 y uno en el Locus 165. En la Unidad 05 tenemos uno en el Locus 201 y ocho en el Locus 204.

Costillas Identificamos treinta y nueve de esta pieza ósea, de los cuales solo tenemos una pieza completa, que están repartidos en la Unidad 01, la Unidad 04 y la Unidad 05, representando un 12,38% de los huesos de camélido analizado. En la Unidad 01 tenemos uno en el Locus 02 y uno en el Locus 04. En la Unidad 04 tenemos cuatro en el Locus 153, dos en el Locus 156, dieciocho en el Locus 157, seis en el Locus 158, dos en el Locus 161, uno en el Locus 164 y uno en el Locus 165. En la Unidad 05 solo tenemos tres en el Locus 204.

Húmero Identificamos cuatro fragmentos de esta pieza ósea, repartidos en la Unidad 04 y la Unidad 06, representando un 1,27% de los huesos de camélido analizado. En la Unidad 04 tenemos uno en el Locus 155, uno en el Locus 157 y uno en el Locus 161. En la Unidad 06 solo tenemos un fragmento en el Locus 252.

Radio-Cúbito Identificamos cuatro fragmentos de esta pieza ósea, repartidos en la Unidad 04 y la Unidad 05, representando un 1,27% de los huesos de camélido analizado. En la Unidad 04 tenemos dos en el Locus 158. En la Unidad 05 tenemos uno en el Locus 201 y uno en el Locus 204.

Carpiano Identificamos dos piezas completas, ubicadas en la Unidad 04, una en el Locus 158 y una en el Locus 164, representando un 0,63% de los huesos de camélido analizado.

286

287

Húmero

Costillas

4 1

2

1

1

1

3

4

1

9

4

68

1

13

11

25

1

1

1

15

1

2

13

1

2

21

2

6

3

1

1

3

8

2

1

31

2

3

4

1.27

Total por unidad

% por unidad

78.73

248

17.14

54

0.95 0.32 4.44 1.27 4.13 30.48 21.59 7.94 4.76 4.13 6.67 0.63 9.84

13

96

14

Total por locus 3

2

6

No identificado (N/I)

2

3

% por locus

3

2

1

1

1

1

4

1

1

1

1

Tarsiano

1

1

1

1

2

1 1

1

2

3

3

4

1

Astrágalo

1

1

Calcáneo

Tibia

1

2

6

4

1

1

1

18

Pelvis

Falanges

1

4

Rótula

Fémur

Carpiano

Meta(carpiano/tarsiano)

Extremidades inferiores

1

1

3

3

1

2

1

204

Unidad 05

201 202

1 6

2

1

1

2

3

161 164 165

Atlas 3

7

3

2

11

158

Vértebra

13

17

6

Dientes

2

7

10

157

Mandíbula 2

1

2

4

155 156

153

Unidad 04

5

Cráneo

Unidad 01 2 4 Maxilar

Extremidades superiores Radio-cúbito

Tórax

Escápula

Columna Vertebral

Hioides

Cabeza

Pieza ósea

Unidad y Locus

2.86

9

2.86

9

1

3

1

1

1

2

252

Unidad 06

Cuadro 19. Distribución de las piezas óseas de camélido por locus de procedencia.

100.00

315

100.00

315

3

8

37

42

6

2

4

6

1

2

2

4

4

39

23

34

1

2

40

14

9

32

Total

100.00

0.95

2.54

11.75

13.33

1.90

0.63

1.27

1.90

0.32

0.63

0.63

1.27

1.27

12.38

7.30

10.79

0.32

0.63

12.70

4.44

2.86

10.16

%

Fémur Identificamos dos fragmentos de esta pieza ósea, en la Unidad 04 y la Unidad 05, representando un 0,63% de los huesos de camélido analizado. En la Unidad 04 tenemos uno en el Locus 157. En la Unidad 05 tenemos uno en el Locus 201.

Rótula Identificamos una pieza completa, ubicada en la Unidad 04, en el Locus 158, representando un 0,32% de los huesos de camélido analizado.

Tibia Identificamos seis fragmentos de esta pieza ósea, repartidos en la Unidad 04, la Unidad 05 y la Unidad 06, representando un 1,9% de los huesos de camélido analizado. En la Unidad 04 tenemos uno en el Locus 153, uno en el Locus 158, uno en el Locus 164 y uno en el Locus 165. En la Unidad 05 tenemos uno en el Locus 201. En la Unidad 06 tenemos uno en el Locus 252.

Calcáneo Identificamos cuatro fragmentos de esta pieza ósea, repartidos en la Unidad 01, la Unidad 04 y la Unidad 05, representando un 1,27% de los huesos de camélido analizado. En la Unidad 01 tenemos uno en el Locus 02. En la Unidad 04 tenemos uno en el Locus 158. En la Unidad 05 tenemos dos en el Locus 201.

Astrágalo Identificamos dos de esta pieza ósea, de los cuales uno está completo, repartidos en la Unidad 05 y la Unidad 06, representando un 0,63% de los huesos de camélido analizado. En la Unidad 05 tenemos uno en el Locus 204. En la Unidad 06 tenemos uno en el Locus 252.

Tarsiano Identificamos seis piezas completas, repartidas en la Unidad 04 y la Unidad 05, representando un 1,9% de los huesos de camélido analizado. En la Unidad 04 tenemos uno en el Locus 158 y uno en el Locus 161. En la Unidad 05 tenemos cuatro en el Locus 204.

Meta (carpiano/tarsiano) Identificamos cuarenta y dos fragmentos de estas piezas óseas, repartidos en la Unidad 01, la Unidad 04, la Unidad 05 y la Unidad 06, representando un 13,33% de los huesos de camélido analizado. En la Unidad 01 solo tenemos un fragmento en el Locus 02. En la Unidad 04 tenemos tres en el Locus 153, nueve en el Locus 157, once en el Locus 158, uno en el Locus 161, tres en el Locus 164 y cuatro en el Locus 165. En la Unidad 05 tenemos tres en el Locus 201, uno en el Locus 202 y tres en el Locus 204. En la Unidad 06 tenemos tres fragmentos en el Locus 252.

Falanges Identificamos treinta y siete elementos de esta pieza ósea, de los cuales once son piezas completas, repartidos en la Unidad 04, la Unidad 05 y la Unidad 06, representando un 11,75% de los huesos de camélido analizado. En la Unidad 04 tenemos dos en el Locus 153, uno en el Locus 156, seis en el Locus 157, trece en el Locus 158, uno en el Locus 161, dos en el Locus 164 y dos en el Locus 165. En la Unidad 05 tenemos seis en el Locus 204, uno en el Locus 202 y dos en el Locus 204. En la Unidad 06 solo tenemos un fragmento en el Locus 252.

Pelvis Identificamos ocho fragmentos de esta pieza ósea, repartidos en la Unidad 04 y la Unidad 05, representando un 2,54% de los huesos de camélido analizado. En la Unidad 04 tenemos tres en el Locus 288

157, uno en el Locus 158, uno en el Locus 164 y uno en el Locus 165. En la Unidad 05 tenemos dos en el Locus 201.

No Identificado (N/I) Aquí se encuentran los fragmentos que debido a su estado de conservación y/o fragmentación no hemos podido atribuirle alguna pieza ósea a la que pertenecieron. Contabilizamos tres fragmentos, repartidos en la Unidad 04, dos en el Locus 157 y uno en el Locus 161, representando un 0,95% de los huesos de camélido analizado.

MARCAS DE CORTE EN OSAMENTA DE CAMÉLIDO La identificación de las piezas óseas de camélido nos ha servido para localizar los huesos que presentan marcas de corte y las partes del hueso donde han sido aplicados estos cortes. Hemos encontrado veintidós restos de camélido con presencia de huellas de corte, las que pueden presentar más de una marca de corte en ellas, por lo general en la misma zona del hueso (cuadro 20). Dentro de los huesos con marcas de corte tenemos: Cráneo, Mandíbula, Hioides, vertebras, Escápula, Costillas, Húmero, Fémur, Tarsiano, Metacarpiano/tarsiano, Falanges y Pelvis. De estos, las costillas son las piezas en las cuales se ha encontrado mayor número con presencia de marcas de corte. Cuadro 20. Piezas óseas de camélido y la ubicación de las marcas de corte. N° de huesos y lugar del corte Nº de huesos Partes del hueso donde se ubica(n) la(s) incisión(es)

Pieza ósea Cabeza

Cráneo

2

Mandíbula

2 Fosa Masetérica (1), apófisis angular y Fosa Masetérica (1)

Hioides

1 cuello (1) Vértebra

Escápula Tórax

2 cuello (1), cerca de la Cavidad Gelonidea (1) Costillas

Extremidades superiores Húmero Extremidades inferiores

2 facetas articulares (1), apófisis espinosa (1)

4 cuello (2), cuerpo (1), extremo esternal (1) 2 cuello (1, parte distal), cabeza (1)

Fémur

1 cabeza (1)

Tarsiano

1

Meta(carpiano/tarsiano)

2 cuello (2, parte proximal)

Falanges

2 cuerpo (1), cuello (golpes)

Pelvis Total

1 Íleon (1), no identificada (1) 22

Cráneo Tenemos dos restos de cráneo con presencia de marcas de corte, debido al reducido tamaño de los fragmentos no hemos podido localizar la parte del cráneo donde se realizaron.

Mandíbula Tenemos dos restos de mandíbula con presencia de marcas de corte. En uno de estos presenta el corte en la Fosa masetérica y en el otro hueso también en la Fosa masetérica y Apófisis angular.

Hioides Tenemos un hueso con presencia de marcas de corte en la parte del cuello del Hioides.

289

Vértebras Tenemos dos vértebras con presencia de marcas de corte. En una presenta las marcas en las facetas articulares y en la otra en la Apófisis espinosa.

Escápula Tenemos dos restos con presencia de marcas de corte. En uno de estos presenta las marcas en el cuello y en la otra cerca a la Cavidad Gelonidea.

Costillas Tenemos cuatro restos con presencia de marcas de corte. En dos de estos presenta las marcas en el cuello, otra en el cuerpo y la ultima en el extremo Esternal.

Húmero Tenemos dos restos con presencia de marcas de corte. En uno de estos presenta las marcas en el cuello, cerca de la parte distal y en el otro en la cabeza del hueso.

Fémur Tenemos un fragmento con presencia de marcas de corte, en la zona de la cabeza del Fémur.

Tarsiano Tenemos un resto con presencia de marcas de corte.

Meta (carpiano/tarsiano) Tenemos dos restos con presencia de marcas de corte. En ambos huesos las marcas se encuentran en el cuello en la parte proximal.

Falanges Tenemos dos restos, uno con presencia de golpes y otro con presencia de marcas de corte. Las marcas de corte de uno se encuentran en el cuerpo y las huellas de golpe se encuentran en el cuello del otro hueso.

Pelvis Tenemos dos restos con presencia de marcas de corte. En uno de estos presenta las marcas en el Íleon y en el otro no hemos podido identificar el lugar de la marca.

ARTEFACTOS DE HUESO Los artefactos en hueso son un total de quince objetos que se reparten en la Unidad 04, la Unidad 05 y la Unidad 06 (cuadro 21). La mayoría se concentra en la Unidad 04 en el Locus 157. Los artefactos reconocidos son: espada de tejer, punzón, cuenta y artefactos indeterminados. La mayoría de objetos son indeterminados debido al carácter fragmentario de estos.

Espada de tejer Hemos registrado dos fragmentos en la Unidad 04, en el Locus 161, equivalen a 13,33% de los artefactos. Estos se hicieron a partir de metatarsiano o metacarpiano (fig. 231) y costillas de camélido (fig. 232).

Punzón Registramos solo un ejemplar de este artefacto en la Unidad 04, en el Locus 157, equivale a 6,67% de los artefactos. Hecho a partir de un hueso de pescado (fig. 233).

290

Cuadro 21. Distribución de los artefactos de hueso por locus de procedencia. Unidad y Locus Tipo de instrumento

Unidad 04 153

156

U 05 U 06

157 158 161

Espada de tejer 1

Cuenta Indeterminados Total por locus % por locus

Total

1

%

252

2

Piezas e instrumentos Punzón

Fragmentos

204

1

2

13.33

1

6.67

2

13.33 66.67

1

1

3

2

1

1

1

10

1

2

4

3

3

1

1

15 100.00

6.67 13.33 26.67

20

20

6.67

Total por unidad

13

% por unidad

86.67

1 6.67

6.67 100.00 1

15

6.67 100.00

Figura 231. Espada de tejer registrada en el Locus 161, Unidad 04. Hecha probablemente de un metatarsiano o metacarpiano de camélido.

Figura 232. Fragmento de espada de tejer registrada en el Locus 161, Unidad 04. Hecha de costilla de camélido.

Figura 233. Punzón registrado en el Locus 157, Unidad 04. Hecho de hueso de pescado.

291

Figura 234. Cuenta registrada en el Locus 158, unidad 04. Hecha probablemente de falange de camélido.

Figura 235. Cuenta registrada en el Locus 156, unidad 04. Hecha probablemente de falange de camélido.

Cuenta Identificamos dos de estos artefactos en la Unidad 04, uno en el Locus 156 y el otro en el Locus 158, representando un 13,33% de los artefactos. Probablemente están hechos de falanges de camélido (fig. 234, 235).

Indeterminados Tenemos diez fragmentos indeterminados que se encuentran en la Unidad 04, la Unidad 05 y la Unidad 06, representando un 66,67% de los artefactos. En la Unidad 04 tenemos uno en el Locus 153, uno en el Locus 156, tres en el Locus 157, dos en el Locus 158 y uno en el Locus 161. En la Unidad 05 tenemos uno en el Locus 204. En la Unidad 06 tenemos uno en el Locus 252.

ANÁLISIS MALACOLÓGICO103 Aquí se presenta los especímenes identificados dentro del PHYLUM MOLUSCA. En el análisis se ha logrado identificar una clase (Gasterópoda), una familia (Bulimullidae), una especie (Scutalus sp) y un espécimen no identificado, con un NISP de cinco.

103 Debemos mencionar que el análisis malacológico también es un análisis arqueozoológico, pero lo hemos separado de la fauna ósea por cuestiones didácticas.

292

Todos los restos malacológicos identificados se concentran en la Unidad 04. Los individuos de la especie Scutalus sp fueron encontrados: dos en el Locus 157, uno en el Locus 158 y otro en el Locus 165, siendo el 80% de los restos malacológicos. La especie no identificada se ubica en el Locus 156 constituyendo el 20% del total analizado.

FECHADOS RADIOCARBÓNICOS Todas nuestras muestras para fechado radiocarbónico provienen de la Unidad 04, son un total de cuatro muestras, estas provienen: una del Locus 151, dos de estas del Locus 157 y una del Locus 161 (fig. 236). De estas muestras sólo hemos fechado tres de ellas (cuadro 22), discriminando la muestra del Locus 151 debido a su contaminación por las actividades agrícolas contemporáneas que se realizan sobre el sitio.

Figura 236. Perfil este de la Unidad 04, se indica los locus, las capas, las ocupaciones y el lugar de procedencia de las muestras para fechado radiocarbónico.

293

La muestra UCIAMS 137883 extraída del Locus 161 fue fechada en 2070 ± 20 BP104 y una edad calibrada de 70 cal BC105 – 25 cal AD106. La muestra UCIAMS 137886 extraída del Locus 157 fue fechada en 2100 ± 20 BP y una edad calibrada de 140 cal – 45 cal BC (0.92) y 10 cal BC – 15 cal AD (0.08). La muestra UCIAMS 137887 extraída del Locus 157 fue fechada en 1935 ± 20 BP y una edad calibrada de 55 – 160 cal AD (0.87) y 180 – 205 cal AD (0.13). Cuadro 22. Fechados radiocarbónicos del sitio de Chaupisawakasi. Código de Laboratorio

Código de muestra

Sitio

Contexto

Edad 14C (Años BP)

Edad 14C calibrada (Años Cal AD/BC)

UCIAMS-137883

T-1135

Chaupisawakasi

Locus 161

2070±20

70 cal BC – 25 cal AD

UCIAMS-137886

T-1138

Chaupisawakasi

Locus 157

2100±20

UCIAMS-137887

T-1139

Chaupisawakasi

Locus 157

1935±20

140 - 45 cal BC (0.92) 10 cal BC - 15 cal AD (0.08) 55 - 160 cal AD (0.87) 180 - 205 cal AD (0.13)

MATERIALES NO ANALIZADOS Nuestro análisis no comprendió todos los materiales recolectados, pero creemos necesario mencionarlos ya que servirán para nuestra posterior discusión, por este motivo hemos reservado este espacio para su enunciado. Estos materiales se detallan en el inventario general del material recolectado en la temporada (vide Tantaleán 2011: anexo 8.1) Dentro de los materiales no analizados se incluyen muestras de tierra, muestras de carbón, pigmento ocre, restos de cal, arcilla quemada o cocida y coprolitos.

Figura 237. Vista de la parte posterior del fragmento QT36-4-67 (fig. 173i). Se observa los restos de ¿cal? adheridos al fragmento. Probablemente el fragmento fue parte de un “calero”.

104

Estas siglas obedecen a la convención para los fechados radiocarbónicos no calibrados que provienen de la frase en inglés: Before Present (antes del presente). 105 Estas siglas corresponden a la abreviatura de la expresión en inglés: Back Christ (antes de Cristo). Nosotros seguiremos usando las siglas ANE en vez de la abreviatura en referencia. Ver nota 1. 106 Estas siglas son la abreviatura del latín: Anno Domini (año del Señor). Nosotros seguiremos usando las siglas NE en vez de la abreviatura en referencia. Ver nota 2.

294

Las muestras de tierra provienen de los Locus 157 y Locus 160, en la Unidad 04; y el Locus 202 en la Unidad 05. Las muestras de carbón se tomaron de los Locus 151, Locus 157 y Locus 161, en la Unidad 04. El pigmento ocre se recolectó en el Locus 158. Los restos de cal se encontraron en la parte posterior del fragmento QT36-4-67, identificado en el Locus 157, en la Unidad 04 (fig. 237). Los restos de arcilla se encontraron en el Locus 153, en la Unidad 04; y en el Locus 201, en la Unidad 05. Y los coprolitos se hallaron en los Locus 156, Locus157, Locus 165, en la Unidad 04.

COMENTARIOS Hemos presentado los resultados de nuestro análisis a los principales materiales arqueológicos, encontrados durante nuestras excavaciones en el sitio de Chaupisawakasi. Se han detallado distintos análisis: cerámica, lítico, arqueozoológico y malacológico107. Destacan nuestros análisis de la cerámica donde hemos generado una tipología para el sitio, la cual está vinculada a los distintos contextos; además de haber analizado las pastas de estas cerámicas, comprendiendo una considerable muestra. Los análisis de los materiales arqueológicos excavados por nuestro equipo en el sitio de Chaupisawakasi, son una fuente importante de información acerca la ocupación humana del sitio en mención. Sobre todo, porque en todo este valle, e incluso dentro de la misma cuenca del río Azángaro, no tenemos información contextual acerca de los sitios “formativos”. Más importante aún es su relación con el estilo Pukara, una sociedad que fue innovadora en muchos aspectos con relación a las sociedades precedentes e, incluso, generó actividades que no fueron nunca más realizadas en la historia del valle, por ejemplo, la construcción de montículos con arquitectura en sus cimas, la producción de litoescultura, la producción y uso de cerámica policroma con incisiones y la vinculación de los sitios con la agricultura en qochas. Los análisis realizados al material cerámico, lítico y zoológico nos han permitido comprender las prácticas sociales realizadas en este sitio. Resulta interesante que a pesar de su lejanía con el sitio epónimo de Pukara, existe una serie de coincidencias en el uso de los espacios de tipo monticular como este. En el siguiente capítulo trataremos de incorporar toda esta información con otros conocimientos previos y de otros investigadores para proporcionar una explicación de las sociedades “formativas” de la cuenca norte del Titicaca, empezando desde el mismo sitio de Chaupisawakasi, pasando por explicar a las sociedades sedentarias tempranas del valle hasta explicar el fenómeno de índole regional que fue Pukara.

107

Ver nota 103

295

CAPÍTULO VII DESDE EL MATERIALISMO HISTÓRICO: REPRESENTACIONES DEL VALLE QUILCAMAYO-TINTIRI Y CHAUPISAWAKASI EN SU CONTEXTO LOCAL Y REGIONAL En este capítulo, en primer lugar haremos una explicación de la ocupación “formativa” del sitio de Chaupisawakasi, fundamentada en toda la información recolectada y descrita previamente. Puesto que conocemos el contexto arqueológico del valle del Quilcamayo-Tintiri y debido a que el sitio de Chaupisawakasi perteneció a un sistema de sitios “formativos”, en este capítulo explicaremos cómo el sitio de Chaupisawakasi se articuló sincrónicamente con otros sitios del valle. Se detalla su secuencia arqueológica (cuadro 23), lo que explican sus materiales y sus análisis, su ubicación estratégica en el valle, todo esto ha servido para lo que hemos mencionado. Por último, con la información que nos precede, se renueva la representación del proceso histórico en el valle del Quilcamayo-Tintiri. Abarcamos principalmente las primeras sociedades sedentarias que se establecieron en el valle y explicamos su proceso histórico, yendo desde la sociedad comunitaria Qaluyu, el estado Pukara y terminando con el abandono de los principales sitios pukara y el regreso a una forma de organización no-estatal. Para cada una de estas sociedades detallamos sus formas de organización y de producción social y a grandes rasgos indicamos las relaciones sociales que se forjaron y desarrollaron en cada una de ellas.

REPRESENTACIÓN MATERIALISTA HISTÓRICA DEL SITIO “FORMATIVO” CHAUPISAWAKASI DENTRO DEL VALLE QUILCAMAYO-TINTIRI SECUENCIA ARQUEOLÓGICA DEL SITIO Y LOS FECHADOS

Cómo ya hemos visto, la última capa que hemos identificado, la Capa G es hasta el momento nuestra capa estéril y constituye el soporte sobre el cual se empezó a construir la zona monticular de Chaupisawakasi. Sobre la anterior capa se empezó a desarrollar la 1ra ocupación, Capa F, que se encuentra relacionada a los materiales qaluyu (ollas sin cuello, principalmente). Se construye la estructura de piedras medianas (Locus 162) a manera de plataforma, de la cual aún desconocemos la función. Posteriormente se depositó el Locus 165, el cual se trata de un relleno arquitectónico del sitio, pero que no llega a cubrir totalmente la estructura Locus 162; este relleno contiene gran cantidad de material doméstico. Dentro de este material ya encontramos restos de camélidos, aunque en bajo porcentaje; es importante señalar la presencia del único espécimen de cérvido, lo que nos indicaría que se sigue cazando durante esta ocupación. El material 296

lítico se encontró en baja cantidad, a pesar de esto se encuentran algunos desechos de talla, lo que indicaría una producción local de ciertos artefactos, dentro de estos desechos destacan materias no locales como la obsidiana y el basalto olivínico. Luego de la deposición del anterior relleno se desarrolla la 2da ocupación del sitio, Capa E, la cual está relacionada al establecimiento de personas que empiezan a consumir material pukara polícromo. La superficie del Locus 162 y del Locus 165 se usa como “superficie de uso”, sobre el Locus 162 se construye otra estructura de piedra, Locus 163, similar al Locus 162, de función también desconocida; también se deposita un lente de ceniza, desecho de alguna actividad de incineración de algún tipo de material orgánico. Así, sobre la parte más baja, la superficie del Locus 165, se deposita otro lente de basura, el Locus 164. Por último se deposita el Locus 157, el cual termina cubriendo totalmente el Locus 162 y dejando aún en funcionamiento la estructura Locus 163. En términos generales existe un considerable aumento en cuanto al consumo de camélidos, lo que nos indica un aumento en la capacidad de adquisición o en el desarrollo del agro-pastoreo, lo que explicaría la elevación del consumo de estos animales por parte de las personas que habitan la zona monticular del sitio. En el material lítico también hay un gran aumento en cuanto a cantidad y calidad; aparecen nuevos artefactos dentro de la industria lítica, donde se destacan las preformas de punta hechas en obsidiana, así como también distintos artefactos para el procesamiento de la carne u otros productos primarios; la obsidiana alcanza la mayor concentración con respecto a las demás ocupaciones, el basalto olivínico se sigue manteniendo, pero encontramos piedras semi-preciosas, lo que pone en evidencia las relaciones con zonas extra-regionales; el hallazgo de desechos de obsidiana y de crisocola o turquesa nos hace inferir que se obtuvo las materias prima y el producto final fue manufacturado en el sitio, como lo demuestra la cuenta de crisocola o turquesa, hallada. Cuadro 23. Correspondencia estratigráfica del sitio de Chaupisawakasi. Sociedad Ocupación Contemporánea 6ta Collao 5ta ¿Pukara? 4ta Pukara 3ra Pukara 2da Qaluyu 1ra Estéril Estéril

Capa A B C D E F G

Locus 150, 151 152 153, 154, 155 156, 158, 161 157, 160, 163, 164 162, 165 166

La deposición del Locus 157 generó otra superficie sobre la cual se desarrolla la 3ra ocupación, Capa D, la que también se encuentra relacionada a la sociedad Pukara. Luego de la nivelación, la tercera “superficie de uso” en algún momento durante el uso de esta o hacia el final se le realizó un pozo; la inusual acumulación de tierra del Locus 157 en la zona norte de la unidad, se debió al retiro del locus para generar el espacio para la deposición del Locus 161. En este pozo se depositó arcilla, conjuntamente con cerámica con huellas de incineración, otros artefactos de piedra y también restos óseos quemados, probablemente esta deposición se trata de alguna práctica político-religiosa, además en este locus encontramos dos de los escasos fragmentos decorados (fig. 188), uno Pukara (fig. 170c) y uno de probable estilo local (fig. 156j, 173a). Finalmente, se deposita el Locus 156 y el Locus 158, los que cubren totalmente la estructura Locus 163 y generan una nueva superficie. El consumo de camélidos es similar al de la ocupación anterior, aunque con un ligero aumento; así también resulta importante el hallazgo de instrumentos de producción textil como las espadas de tejer, lo que parece afirmar la producción de textiles en el sitio; asimismo, identificamos objetos de consumo como cuentas de camélido. Si bien la cantidad de obsidiana se reduce aún encontramos desechos de talla, lo que indica que se sigue produciendo artefactos de este material y que se sigue adquiriendo el mismo; también una azada de basalto olivínico es registrada, lo que nos indica

297

la producción de artefactos agrícolas; así también hemos encontrado algunos pulidores de piedra que probablemente fueron usados en las piezas cerámicas que pudieron ser producidas en el sitio. Después de cubrir el área se inició la 4ta ocupación del sitio, Capa C, en la cual no hemos encontrado material que podamos clasificar dentro de los estilos de la cuenca norte, aun así la presencia del Muro 1 hace suponer una ocupación pukara107. El Muro 1, ubicado al sur de la unidad, presenta piedras labradas de buena factura, sobre este muro no estamos seguros del momento de su construcción si fue antes de terminar el relleno de la 3era ocupación o si se levantó después de la deposición del mencionado relleno, durante la 4ta ocupación, la relación es más probable con esta última. Sobre la superficie de uso registramos un lente de basura, Locus 155, lo que reafirma el uso doméstico a lo largo de toda la historia de ocupación de Chaupisawakasi. Hay un importante descenso en el porcentaje de los restos de camélido, lo que podría suponer, algún tipo de crisis en la producción primaria del sitio, un preludio a la desintegración de la sociedad Pukara. No hay cambios significativos del material lítico en cuanto a su relación cuantitativa y cualitativa con la ocupación anterior. La Capa B y Capa A, han sido afectadas por las actividades agrícolas contemporáneas. Por el material hallado en superficie, aunque escaso, debió sucederse una ocupación Collao. Ambas capas debieron ser parte del relleno final del montículo, las actividades agrícolas dividieron la deposición en dos capas. Sobre el Locus 156, se desarrolló la 5ta ocupación del sitio vinculada a material Collao, especialmente en la superficie del sitio. Asimismo, en la parte oeste del montículo registramos una estructura tardía, probablemente Collao, y en la cima del pequeño promontorio rocoso ubicado al norte del sitio también existen estructuras vinculadas a cerámica Collao. Por otro lado es menester nuestro esclarecer como nuestros fechados nos permiten empezar la construcción de una cronología para el sitio. Si bien es cierto tres fechados son insuficientes para poder establecer una cronología completa del sitio, más aún si sólo tenemos muestras de dos de nuestras capas; por otro lado nos permitirán estos fechados algunas consideraciones para las capas fechadas y algunos límites para las que no se han fechado aún. En el futuro deberíamos realizar una mayor cantidad de fechados para el sitio. Poseemos dos fechados para la Capa E, Locus 157, que corresponde a la 2da ocupación del sitio, la que está vinculada a Pukara. De estos, el fechado UCIAMS – 137887 presenta intervalos de tiempo muy tardíos en relación al fechado UCIAMS – 137883 de la Capa D, estratigráficamente superior, y al fechado UCIAMS – 137886, también de la Capa E. Esta anomalía podría deberse a que la muestra para el fechado UCIAMS – 137887 se extrajo de una zona donde varios locus se encuentran cercanos y fácilmente pudo extraerse de una zona de contacto entre estos, por esta razón hemos decidido obviar este fechado de nuestra cronología. De lo anterior se desprende que tomaremos en cuenta sólo el fechado UCIAMS – 137886, asimismo su intervalo con más probabilidad de ocurrencia: 140 – 45 ANE. Así, tenemos que la primera ocupación asociada al consumo de cerámica pukara empezó alrededor de la segunda mitad del Siglo II ANE y la primera mitad del Siglo I ANE. Asimismo, esto nos permite inferir que la ocupación qaluyu es anterior a los 140 ANE y que en este valle o esta parte del valle la ocupación qaluyu duró un poco más que en otros valles. El fechado UCIAMS – 137883: 70 ANE – 25 NE procede de la Capa D, Locus 161, la cual está asociada a la 3ra ocupación del sitio donde también se consume cerámica pukara. Este fechado es importante porque está vinculado al Locus 161 que como hemos mencionado (supra), contiene uno de los pocos fragmentos 107 En otros sitios se ha empezado a atribuir una ocupación post-Pukara al estilo Huaña, aun así asociado a este estilo no se han observado muros de similar factura a la del Muro 1.

298

de claro estilo Pukara Polícromo. Para la 4ta ocupación no poseemos fechados, esta debe ser posterior a los 25 NE, como hemos mencionado líneas arriba es probable que aún haya una ocupación vinculada a Pukara. El tiempo de la ocupación final Collao, 5ta ocupación en el sitio es totalmente desconocido para nosotros.

SOBRE LA CERÁMICA Formas En general observamos que existe una mayor diversidad en las tres primeras ocupaciones del sitio, es decir las que coinciden con las ocupaciones sedentarias tempranas. Los tazones están presentes en toda la secuencia arqueológica del sitio, pero tienen la mayor concentración en la 2da y 3ra ocupación del sitio, que están relacionadas a Pukara. Asimismo, el único incensario que hemos registrado se encuentra en la 3era ocupación. Es interesante que durante la ocupación vinculada a Qaluyu la vajilla de servicio, para consumo de alimentos (tazones y cuencos) tenga la misma proporción que la vajilla de cocina (ollas); y que en la 2da y 3ra ocupación, la vajilla de servicio sea superior en porcentaje y que las vasijas de almacenaje también aumenten, esto resulta recurrente con lo encontrado en otro sitios pukara donde la vajilla de consumo aumenta en número no sólo por su valor de uso sino por su valor de cambio (Pukara Polícromo). Asimismo, esta relación regresa a magnitudes similares a las de Qaluyu en la 4ta ocupación.

Pastas Las pastas y los grupos de pastas que hemos identificado se encuentran presentes en todas las ocupaciones del sitio, aunque existen distintas distribuciones porcentuales entre cada ocupación. Probablemente estos cambios podrían referirse al uso de la fuente de donde provienen dichas arcillas, esto no podemos saberlo debido a que nuestras pastas obedecen solo a la calidad y cantidad de los antiplásticos108. Aunque podríamos arriesgarnos a decir que la vajilla producida procede de por lo menos dos fuentes distintas de arcilla. Aun así no es claro el predominio de ningún grupo de pasta durante la historia del sitio.

Cocción Existe un bajo porcentaje de cerámica hecha en cocción reductora, durante toda la secuencia del sitio. Siendo la cocción oxidante e incompleta las de mayor porcentaje. Durante la 1ra y 2da ocupación las relaciones porcentuales entre los tipo de cocción son similares. Es en la 3ra y 4ta ocupación que la cerámica de cocción oxidante eleva su porcentaje en relación a las otras cocciones. Si tomamos en cuenta que la cerámica de cocción incompleta en la mayoría de casos corresponde a cerámica cocida en atmósfera oxidante, existe una tendencia hacia el uso de la cocción oxidante durante todas las ocupaciones del “Formativo” y una tendencia a su perfeccionamiento durante las ocupaciones pukara.

Decoración Existe una gran cantidad de cerámica de decoración monocroma, este dato estadístico creemos que debe estar en gran medida falseado por el tamaño de los fragmentos, que en muchos casos presentan un tamaño insuficiente, pudiendo pertenecer a una vasija con otro tipo de decoración pero que la superficie seccionada solo presenta un color. Durante todas las fases, esta decoración es dominante.

108 Si bien los antiplásticos pueden estar incluidos en la materia prima, muchas veces pueden ser adicionados, además de que una cantera de arcilla puede cambiar sus cantidades de antiplásticos de los estratos superiores a los inferiores.

299

Durante la ocupación qaluyu no existe la decoración Policromo inciso/pintado, bastante relacionada a Pukara, apareciendo durante la 2da y 3era ocupación, las que están vinculadas a Pukara. Asimismo, la decoración qaluyu polícromo sólo la identificamos durante las ocupaciones pukara.

Formas – Grupos de pastas Observamos que hay una tendencia al uso de los grupos de pastas III y IV en las ollas, tazones y cuencos. Estos grupos de pastas presentan la pirita-mica en bajas proporciones y presentan sólo un componente principal en el caso del Grupo III y los antiplásticos en bajas cantidades en el Grupo IV.

Formas – Cocción Como ya hemos visto líneas arriba casi todo el material registrado tiende hacia la cocción oxidante, aunque la muestra es reducida, debemos de llamar la atención sobre que las vasijas como tazones y cuencos presentan un mayor porcentaje de especímenes de cocción oxidante. Esto podría implicar un mayor control de la cocción del objeto o el conocimiento de especialistas en la producción.

Decoración – Grupos de pastas Los fragmentos con decoraciones distintivas de los estilos Qaluyu (Qaluyu Polícromo) y Pukara (Polícromo inciso/pintado y el Inciso Monócromo) se encuentran casi en su totalidad dentro de los grupos de pastas III y IV, que como ya mencionamos son pastas finas que presentan una inversión de trabajo mayor en la selección o preparación de los antiplásticos de las pastas.

Decoración – Cocción Casi la totalidad de los fragmentos Qaluyu Polícromo y Polícromo inciso/pintado presentan cocción oxidante, lo que implica una tendencia a una producción especializada de las vasijas decoradas con estos estilos. Con una muestra mayor se podría demostrar sólidamente una especialización en la producción de estos objetos tan importantes para las primeras sociedades prehispánicas.

Decoración – Formas Las decoraciones Polícromo inciso/pintado y Qaluyu polícromo están hechas todas sobre un soporte de vasija en forma de tazón, esto reafirma la tendencia de los estilos Qaluyu y Pukara de invertir mayor trabajo en estos objetos los cuales forman parte de los objetos de uso exclusivo.

SOBRE EL MATERIAL LÍTICO Con respecto a las ocupaciones pukara, la cantidad y variedad de los artefactos es superior, con respecto a la predecesora ocupación qaluyu. Lo mismo sucede con los porcentajes de las materias primas exóticas en las ocupaciones pukara. La variedad de artefactos en el sitio indica su utilización en actividades domésticas o socio-parentales, con excepción de las azadas que forman parte de las actividades socio-económicas: agrícolas. De hecho la producción de estos artefactos son parte de actividades socio-económicas, que probablemente se dieron en el sitio mismo, por los desechos existentes parecen haber sido producidos en la “casa de élite” Las puntas de proyectil de obsidiana destacan dentro de todo el material lítico, en las ocupaciones pukara sólo hemos registrado un par de especímenes de este artefacto. ¿Aún se sigue cazando durante Pukara? o ¿estos artefactos empiezan a ser utilizados bélicamente?

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Figura 238. Fotografía panorámica del sitio de Chaupisawakasi y el valle, zona del Quilcamayo. La vista se tomó desde el promontorio rocoso, ubicado aledaño al sitio, al norte.

SOBRE EL MATERIAL ÓSEO Son pocas las especies que hemos podido identificar, lo importante, de la estadística de los restos óseos, es el aumento de las cantidades de restos de camélidos en las ocupaciones pukara, 2da y 3era ocupación del sitio, donde el incremento de estos restos es considerable. El consumo de camélidos se dio en mayor cantidad durante Pukara, esto indica un aumento en la producción de camélidos para consumo tanto dentro de prácticas socio-parentales (domésticas) o socio-políticas (rituales, festines, etc). Los artefactos de hueso identificados que indican una actividad económica especializada han sido encontrados en los estratos pukara, pero es muy probable que también existan para Qaluyu. Actividades como la textilería y la producción de otros objetos de consumo, como bienes suntuarios (cuentas), se han desarrollado en el sitio.

UBICACIÓN ESTRATÉGICA DE CHAUPISAWAKASI EN LA ZONA NORTE DEL INTERFLUVIO AZÁNGARO-QUILCAMAYO

El interfluvio Azángaro-Quilcamayo es la zona más importante para la producción de las sociedades sedentarias tempranas de este valle, aquí se extienden más de 1000 ha de tierra, de las cuales la mayoría son cultivables; existen aproximadamente 400 qochas (con unas dimensiones máximas de 150 m por 100 m), que sobreviven a las condiciones meteorológicas y a las constantes prácticas sociales, en toda la extensión del interfluvio. Estas qochas debieron estar agrupadas en sistemas agrícolas, los cuales debieron estar comunicados por canales. Por la disposición de las qochas, en casi todo el interfluvio, asumimos que gran parte de las 1000 ha fueron cultivadas. Chaupisawakasi se ubica en la zona norte, cerca de la confluencia de la quebrada Carcapunco y el río San José. Río que se encuentra adyacente al sitio, limitando con este por el Norte y Este, esto le da control sobre el recurso hídrico. A partir de su posición, hacia el sur se inicia la concentración de qochas en esta parte del valle. Chaupisawakasi es el único sitio “formativo” existente en la zona de Quilcamayo, su posición elevada le permite una gran visibilidad del valle (fig. 238), además dentro del valle es ruta obligada hacia el norte. En la zona del río Tintiri también existen concentraciones de qochas. Hemos podido contabilizar alrededor de 150 unidades (la de mayor dimensión posee un diámetro de 200 m), tanto en el interfluvio QuilcamayoTintiri como en la margen sur del río. El sitio de Chaupisawakasi debió “administrar” la zona norte del Quilcamayo, debido a su posición geográfica y topográfica. Debió de compartir esta administración con el sitio sureño de Pancañe (QT-6). Siendo Chaupisawakasi el sitio más importante de esta zona del valle. UNA REPRESENTACIÓN ARQUEOLÓGICA DE CHAUPISAWAKASI

Aunque la excavación ha sido bastante limitada esbozaremos una representación arqueológica. Estamos seguros esta representación variará en el futuro cuando se realicen excavaciones extensivas en el sitio que revelen áreas mucho mayores que sirvan para correlacionar los distintos lugares de reproducción social que aún desconocemos. Asimismo, las futuras excavaciones proporcionarán una mayor cantidad de objetos que nos ayuden a paliar los errores a los que nos conduce la pequeña muestra de la que dependemos para la actual representación. El sitio se ocupó por primera vez por la sociedad vinculada al estilo Qaluyu; aunque también existen indicios de una ocupación anterior, debido a la presencia de material lítico relacionado a cazadoresrecolectores. La identificación de un único estrato vinculado a Qaluyu sugiere una fundación hacia finales de lo que conocemos como Qaluyu, siguiendo la secuencia de Steadman (1995) probablemente hacia los 302

650 – 400 ANE. Los objetos con los que nos encontramos no presentan una producción diferenciada en lo observado en sus cualidades, estos cumplen las funciones básicas en el hogar. Aunque debemos de resaltar la existencia de materias no locales como la obsidiana lo que evidencia el comercio o traslado de materia prima desde zonas alejadas al valle. Por otro lado la plaza que se ubica al norte de la zona monticular debió ser parte del sitio, y funcionar conjuntamente con el área doméstica, funcionando como un lugar público, esta no presenta restricciones de ningún tipo, arquitectónicamente hablando; aquí se debieron de dar prácticas socio-políticas (religiosas) que solventaban la reproducción de esta sociedad comunitaria. Sobre la base material de la producción de la sociedad Qaluyu se desarrolla la sucesora sociedad Pukara, este periodo de la historia de Chaupisawakasi puede haber surgido de dos formas. Un grupo de la sociedad Qaluyu, el que se asienta en el montículo del sitio, empezó a consumir artefactos pukara (cerámica pukara polícroma), en una clara diferenciación y exclusividad en el acceso a estos artefactos con respecto al resto de la población; por otro lado pudo haberse colonizado el sitio por gente proveniente del valle de Pukara, estableciendo una nueva forma de organización social en el sitio y en el valle. Existe pues una clara diferenciación de la producción pukara de la qaluyu: aparece la cerámica pukara polícroma de fino acabado y con diseños no vistos antes; aumenta también la cantidad de fragmentería (aumento de producción cerámica, producción local o sólo consumo) y nuestro análisis deja entrever una especialización en la producción de dichas cerámicas; el consumo de animales aumenta, lo que evidencia una posición privilegiada y un mejor manejo del pastoreo o de la apropiación de sus productos, de parte de los habitantes de la zona monticular; las cantidades de obsidiana, y también minerales como turquesa o crisocola, son superiores, en una clara muestra del incremento del comercio o del traslado de fuerza de trabajo a las zonas de obtención de estos productos. Aunque recién para Pukara tenemos instrumentos (medios) de producción para textilería, en el registro arqueológico, es probable que ya hayan existido también en Qaluyu; así como objetos suntuarios (de consumo), que en el caso de Pukara están hechos algunos de materias primas exóticas como la turquesa o crisocola. El fortuito hallazgo de un fragmento de cerámica Polícromo inciso/pintado (fig. 173i) que en su cara interna presenta restos de una sustancia blanca (fig. 237), que aún no hemos podido analizar pero que podría tratarse de cal, es indicio del consumo de hoja de coca; el uso de cerámica pukara Polícroma para su uso como calero pone en evidencia la exclusividad de la práctica del “chacchado” y del consumo de la hoja de coca; asimismo la obtención de esta también revela la relación del sitio con zonas no locales donde se producía la coca. En relación a la producción de cerámica pukara polícromo, esta probablemente provenga del sitio de Pukara, nosotros no hemos podido comprobar la producción de esta en Chaupisawakasi. Aunque hemos podido registrar punzones y alisadores, medios de producción de cerámica, estos pudieron haber servido para la elaboración de cerámica no diferenciada, produciendo simplemente cerámica para consumo doméstico. Futuras excavaciones deberán demostrar, no solo en este sitio y este valle, si la cerámica fue producida localmente o si el sitio de Pukara poseía el monopolio de la producción de cerámica pukara polícromo. Esta última opción es la más probable, lo que reafirma el carácter estatal de la sociedad Pukara. Aunque la excavación ha sido bastante limitada, creemos que el último edificio conservado en la parte superior del montículo debió ser un conjunto de estructuras rectangulares hechas con bases de bloques líticos bien trabajados y concertados, sobre las cuales se habrían levantado muros de piedra y barro, hoy desaparecidos. El material arqueológico asociado a la estructura arqueológica evidenciada, consiste en una superposición de capas que contienen cerámica. Entre el material, que hemos mencionado, resaltan la cerámica del estilo Pukara Polícromo, huesos de camélidos de consumo, artefactos de hueso de camélido, artefactos líticos (como puntas de flecha de obsidiana), cuentas de minerales y hueso, fragmentos de conchas, un fragmento cerámico con cal, etc. Todo este material asociado indicaría que la estructura arquitectónica fue parte de una residencia de un pequeño grupo de personas que tenían acceso a una gran diversidad, cantidad y calidad de objetos diferenciados en relación a las viviendas comunes, como las que se encuentran a unos metros al este del montículo principal. 303

De manera preliminar, podemos avanzar que el montículo principal del sitio de Chaupisawakasi fue construido cuando el estilo cerámico Pukara Polícromo estaba circulando o produciéndose en el área. Se puede hipotetizar, por el momento, que el edificio principal de Chaupisawakasi fue ocupado en primer lugar por la gente vinculada a Qaluyu y que sobre esta se construyó la mayor parte del volumen que ahora presenta el edificio. Este se ocupó por gente que utilizó la cerámica pukara polícromo, un estilo más bien escaso en los sitios del valle según nuestras prospecciones superficiales (Tantaleán 2010a, 2010b; Tantaleán et al. 2012. Ver cap. iv). Se tendrá que definir, con más excavaciones, si la población era gente del lugar que asimiló o utilizó el estilo o si provenían del sitio de Pukara, como ya dejamos ver líneas arriba. Nosotros nos inclinamos por la segunda hipótesis al no hallar en las prospecciones y excavación ningún indicador de una élite local asociada a algún estilo cerámico que la diferencie del fenómeno Pukara. Aunque si identificamos, en ulteriores excavaciones, fragmentos emparentados con el fragmento de tazón identificado en el Locus 161 (fig. 156j, 173a) podríamos hablar del desarrollo de un estilo local. Asimismo, al ver el sitio de Chaupisawakasi dentro del panorama de todo el valle del Quilcamayo-Tintiri, tiene sentido que este se ubicara en un punto de control y manejo de la producción de la qochas en esta zona crítica para la agricultura. Sobre todo porque sabemos por nuestras excavaciones que en Chaupisawakasi se fabricaban herramientas como las azadas de basalto olivínico, indispensables para la producción agrícola, es decir que Chaupisawakasi pudo haber sido un lugar de concentración de medios de producción para la producción agrícola, entre otras; esto deberá comprobarse con posteriores excavaciones que demuestren la especialización en la producción de azadas en basalto olivínico, una materia prima no local. Se puede ver, al respecto, que los principales sitios del valle, asociados con el estilo Pukara, se encuentran emplazados en las confluencias de valles y quebradas. En el caso de Chaupisawakasi este se asocia a la parte norte de la concentración de qochas, teniendo a Pancañe en el otro extremo del eje norte-sur, de la distribución de asentamientos pukara para el control de la producción agrícola local. Probablemente las qochas empezaron a ser producidas desde Qaluyu y debieron alcanzar su máxima producción durante Pukara, aunque como ya sabemos es difícil vincular arqueológicamente estos sistemas agrícolas con los sitios (vide Flores Blanco et al. 2012). Por el momento, todos estos nuevos datos suponen que el valle del Quilcamayo-Tintiri, un valle de proporciones más bien humildes dentro de la cuenca norte del Titicaca, tuvo una importancia capital para la gente relacionada con la cerámica del estilo Pukara Polícromo. Se cree que este, como los otros sitios del valle, fue un centro político religioso que, en el caso de Pancañe, Callacayani y Cancha-Cancha Asiruni, estuvieron articulados en una ruta que unía estos sitios con el centro principal de Pukara. Asimismo, estos sitios se encontrarían dentro de una ruta hacia la puna u otros valles o regiones ecológicas como la ceja de selva. El acceso a esta última región es una propuesta que ya ha sido adelantada por otros investigadores (Plourde y Stanish, 2006) y que tendría como objetivo principal obtener productos oriundos de esas regiones orientales.

LAS SOCIEDADES SEDENTARIAS TEMPRANAS DEL VALLE QUILCAMAYO-TINTIRI DE LOS 1400 ANE A LOS 400 NE O LA SOCIEDAD COMUNITARIA EN EL VALLE DEL QUILCAMAYO-TINTIRI

Los asentamientos asociados con objetos del estilo Qaluyu representan un porcentaje elevado de la muestra de sitios reconocidos en nuestra prospección. Sin embargo, dada su historia de ocupaciones no nos es posible definir cuál fue su extensión propia en un momento histórico concreto (cuadro 1 y fig. 88). Pese a ello, podemos apreciar que existieron al menos ocho sitios durante esa época en el valle, espaciados entre sí de 2 a 5 km. 304

Los asentamientos qaluyu se ubican en las elevaciones de las partes superiores de los cauces fósiles y sobre ellas se extienden las estructuras, de forma paralela al río. Por ello, tienen una gran visibilidad del entorno, sobre todo, del área relacionada con el cauce del río, a la vez que existe una visibilidad entre sitios contemporáneos. Un sitio típico de este momento y que, además, parece ser un asentamiento doméstico sin estructuras arquitectónicas monumentales es el sitio QT-23 cercano a la localidad de Larancahuane. En este sitio destaca la construcción de terrazas en una ladera de cerro y su vecindad a una extensa área de filtraciones de agua o humedales. Otro caso, es el sitio QT-22 ubicado cercano al anterior, pero en la margen opuesta y que es un sitio más extenso, posiblemente con estructuras no domésticas y/o reocupado, que posee una huanca de estilo Qaluyu. Por otro lado, si bien el sitio QT-19 podría formar parte del sitio QT-20 (Cancha Cancha- Asiruni) este posee una huanca de estilo Qaluyu que, además, está asociada a una posible plaza hundida. Sin embargo, como dijimos arriba, en el mismo sitio también aparecieron objetos cerámicos pukara. Por último, en el sitio de Chaupisawakasi la primera ocupación sedentaria también estuvo asociada a Qaluyu, pero al igual que los demás sitios sobre esta se asienta la materialidad pukara. Asimismo, en este último sitio observamos al Oeste, en el área adyacente a la zona monticular, una especie de área llana con varias huancas asociadas, lo que podría ser el área pública del sitio y probablemente la ocupación doméstica qaluyu es la que hemos registrado asociada a la Capa F en la zona monticular, la 1 ra ocupación del sitio. En este valle se ha reconocido que los asentamientos se acomodan a una forma de producción relacionada con las áreas inundables del río pero específicamente en las áreas que controlan el paisaje relacionado con los humedales (“bofedales”) o filtraciones de agua de los ríos y manantiales. En ese sentido, es posible plantear por el momento que dichos asentamientos se hallan concentrados en las terrazas que se elevan sobre el cauce del río, entre el encuentro de la pampa que desciende de los primeros cerros que cierran el valle y los cauces actuales o fósiles del río. Así pues, en tanto potencialidad y posibilidad, la forma de producción principal estaría orientada al pastoreo de camélidos, una actividad factible en y desde estas áreas de control. Asimismo, sistemas de qochas han sido reconocidos, por nosotros, asociados a dichos asentamientos y observados en las vistas satelitales (fig. 239) y serían la principal tecnología agrícola del valle en este momento. A diferencia de lo que se esperaría, “campos elevados”, como los reconocidos por Clark Erickson (1983, 1984) en la localidad de Huatta, no han sido hallados en este valle. Sin embargo, las qochas del Quilcamayo-Tintiri serían contemporáneas a dichos “campos elevados”, siendo una respuesta local para incrementar la productividad agrícola colectivamente en este valle y una técnica adecuada a condiciones distintas que las del área cercana a la orilla del lago Titicaca. Las azadas halladas en los sitios plantearían esa relación entre los asentamientos y los sistemas de cultivo mencionados. La zona donde se halla la mayor concentración de qochas es en la desembocadura del Quilcamayo en el río Azángaro, en la amplia pampa interfluvial que se extiende entre los mencionados ríos. Como se ha descrito en otros lugares (Flores Ochoa y Paz 1983b), las qochas también pueden ser utilizadas para el pastoreo, una alternativa para su existencia en áreas alejadas del río y más bien cercanas a las partes altas de los asentamientos contemporáneos. Así, también pudieron funcionar como zonas para la caza, debido a que la concentración de agua pudo atraer a animales (Flores Blanco et al. 2012). Adicionalmente debemos mencionar que hemos identificado un sistema de cultivo que combina qocha y “campo elevado”, como el ejemplar descrito por Luis Flores y colegas (2012: fig. 4). Esta única manifestación se ha encontrado asociada al sitio Cancha Chancha-Asiruni, el sitio que aunque tiene ocupación qaluyu constituye uno de los sitio de mayor tamaño. Dicho volumen probablemente la obtuvo durante su asociación a Pukara, como sucede con Chaupisawakasi. 305

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Figura 239. Vista satelital del valle Quilcamayo-Tintiri. Se observan los sitios Pukara del valle y la concentración de qochas en los interfluvios Quilcamayo-Azángaro y Quilcamayo-Tintiri.

En los montículos qaluyu se incluirían estructuras publicas donde se realizarían prácticas socio-políticas relacionadas con ideologías corporativas (vide Stanish y Hayley 2004: 62, para un planteamiento parecido) y no solamente “espacios rituales” (v.g. Hastorf 2003). Los montículos hallados en el Quilcamayo-Tintiri poseerían estos espacios y, como planteamos, la huanca apuntaría y señalaría, en tanto objeto clave (Lull 2007: 226)109, el lugar donde este se ubicaría. En cualquier caso, como hemos observado en los sitios del valle, no existen evidencias materiales de espacios arquitectónicos que se diferencien o alejen de los espacios sociales comunes. Por otro lado, los restos de los estilos cerámicos recogidos en estos asentamientos son muy semejantes a los definidos como Qaluyu, lo que plantea una relación bastante directa con otros(as) productores(as) y distribuidores(as) cerámicos del valle del río Pukara u otros donde se ha comprobado su producción. Asimismo, como ruta natural entre el altiplano y otras áreas, los pobladores de este valle realizarían una uniformización en la producción cerámica mediante una producción local de cerámica y mediante la distribución e intercambio de la misma de forma inter-regional. Después de todo, las formas y decoraciones cerámicas suponen una producción que se puede realizar domésticamente, pues no plantea ningún problema tecnológico ni un control de las materias primas básicas. En consecuencia, la cerámica no incluye ningún valor adicional (o de cambio) en su producción, pues es fácil de hacer sin apropiarse de nada que la constituya y se puede realizar libremente con instrumentos simples. En general, se puede decir que en esta época el valle se hallaba ocupado por una serie de asentamientos similares en características, que produjeron su materialidad social autónomamente o con poca intervención externa al valle. Asimismo, estaban orientados hacia prácticas socio-económicas y socio-parentales principalmente, siendo sus prácticas socio-políticas110 de carácter comunitario y de poca complejidad. Si bien, no existe ningún indicio de división socioeconómica o sociopolítica, es posible plantear que existió algún tipo de división de tareas que hicieron posible la reproducción de la vida comunitaria, como en la cerámica, la agricultura, la ganadería y el caravaneo111. Esta última actividad explicaría la distribución de materias primas, instrumentos, y productos en el valle y más allá de este. Asimismo, las huancas como indicador de espacios abiertos de reunión o inclusión social, en sí mismas no supusieron una actividad especializada y, en todo caso, esos espacios no fueron monumentales. Lo que se plantea aquí es que dichos espacios serían lugares de reunión donde se organizaría (objetiva y subjetivamente) la vida de la comunidad y que realmente fueron espacios comunes en tanto producción, como en uso. La sociedad de esta manera parece haber logrado una autosuficiencia y generó durante mucho tiempo una vida social en la que su satisfacción se hallaba colmada por sus actividades cotidianas y rutinarias. DE LOS 400 ANE A LOS 350 NE O LA SOCIEDAD ESCINDIDA EN EL VALLE DEL QUILCAMAYO-TINTIRI

Los asentamientos pukara, concretamente Cancha Cancha-Asiruni (QT-20), Callacayani (QT-11), Pancañe (QT-06) y Chaupisawakasi (QT-36) tienen una base material o coexistieron con objetos del estilo Qaluyu. Han crecido adosados o sobre espacios monticulares con ocupación doméstica que poseyeron objetos de estilo Qaluyu y a la que se le han añadido mayores volúmenes y espacios abiertos de grandes dimensiones. Aprovechan los mismos espacios que controlan un gran rango de visibilidad y están algunos kilómetros espaciados entre sí. Sin embargo, no es posible concluir tajantemente que espacios o sectores pertenecen a que periodo, ya que aún no se cuenta con excavaciones que por medio de estratigrafía nos dé más luces al 109

Ver definición en las clases de objeto, en el marco teórico de la Introducción de la tesis. Ver definición de prácticas sociales, en el marco teórico de la Introducción de la tesis. 111 Para ver la relación entre agricultura y pastoreo (“agro-pastoreo”) como una forma de producción importante en las sociedades sedentarias en los Andes prehispánicos, se puede ver Lane 2006.

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respecto. La excepción la constituye Chaupisawakasi, aunque el carácter restringido de las excavaciones sólo nos permite decir que la mayor parte del área monticular fue construida durante la ocupación de la sociedad que consumía objetos pukara y es con la que se da un gran despliegue constructivo del sitio y con la cual obtiene su mayor volumen. Los sitios pueden dividirse grosso modo en sectores domésticos y sectores no domésticos o “públicos”. En estos últimos, se concentra mayor volumen de materiales (tierra y piedra) que le otorgan aspecto monticular y con recintos que se pueden apreciar en superficie. En el caso de Pancañe (QT-06), Cancha Cancha-Asiruni (QT-20) y Chaupisawakasi (QT- 36), es posible observar plazas hundidas y recintos rectangulares de grandes dimensiones. Asimismo, aparecen grandes bloques de piedra trabajados que formarían parte de estructuras arquitectónicas monumentales. Una gran laja cuadrangular de arenisca blanca se halló en el sitio QT-08 y sería un ortostato de la pared de una plaza hundida cuya ubicación en la actualidad es desconocida, aunque esta se encuentra vecina a un sitio con ocupación pukara: Pancañe (QT06). Finalmente, el gran sitio QT-36 (Chaupisawakasi) presenta grandes espacios, delimitados por grandes bloques de piedra, entre ellos un posible patio hundido típico Pukara y las recientes excavaciones nos indican que probablemente se trate de una “vivienda de élite”. Lo novedoso en esta situación en los sitios de este valle, es la presencia de objetos que antes no se producían o no se encontraban en los asentamientos. En primera instancia, estos aparecen en los mismos lugares donde la vida social había transcurrido sin mayores cambios observables en el registro arqueológico, por lo menos, desde la sedentarización permanente de los habitantes del valle (unos mil años antes). Dichos objetos aparecen como parte de la construcción de arquitectura que se halla más allá de las necesidades básicas domésticas, es decir, espacios “públicos” (pero restringidos) para la concentración de sujetos y objetos112. Así pues, los asentamientos en este valle se comienzan a construir asociados a las áreas, que antes eran principalmente domésticas, áreas con arquitectura monumental113. Esto, conllevará, el crecimiento horizontal y vertical de los asentamientos, confiriéndoles un aspecto monticular y masivo, mayor que en momentos previos y; consecuentemente, los asentamientos escinden sus actividades entre cotidianas y extra-cotidianas. Asimismo, asociada a esta arquitectura aparecen objetos con formas estandarizadas como las estelas escalonadas de arenisca y la cerámica, conocida en la literatura arqueológica como, Pukara Polícromo. Si bien, la estela lítica tendría un precedente en la huanca, aquella crece en volumen, diseño y, sobre todo, en sus implicaciones relacionales con espacios sociales públicos donde estaría inserta o asociada. De suerte que se habría dado una mutación114 del sentido original de dicho objeto: donde antes señalaba espacios comunes, ahora señala espacios exclusivos. En ese sentido, la estela escalonada es el objeto clave en los sitios pukara del Quilcamayo-Tintiri como se puede observar en el sitio Cancha Cancha-

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En ese sentido, se podría estar hablando de producciones que involucran la utilización de la fuerza de trabajo más allá de las necesidades básicas de la sociedad y, concretamente, del uso de esta fuerza por un grupo de personas. Como el mismo Bruce Trigger (1990: 125) plantea en su clásico artículo acerca de la arquitectura monumental temprana, con énfasis en este como parte de la concreción del paso a sociedades clasistas: “El consumo conspicuo es, así, una violación flagrante del principio del mínimo esfuerzo. El concepto básico que subyace en tal comportamiento es el que sigue: sí la economía del esfuerzo es el principio básico que gobierna la producción y la distribución de esos bienes que son necesarios para el sustento de la vida humana, la capacidad para gastar energía, especialmente en la forma de la fuerza de trabajo de otra gente, en formas no utilitarias es el más básico y universalmente entendido símbolo de poder. La arquitectura monumental y los bienes de lujo personal llegan a ser símbolos de poder porque son vistos como encarnación de grandes cantidades de energía humana y, por tanto, simbolizan la capacidad de aquellos para quienes estos fueron hechos para controlar dicha energía en un grado inusual. Además, al participar en la construcción de monumentos que glorifican el poder de las clases superiores, a los trabajadores se les hace reconocer su status subordinado y su propio sentido de inferioridad es reforzado.” 113 Es significativo que investigadores(as) con diferentes aproximaciones teóricas como Moore (1996), Hastorf (2003) y Stanish y Haley (2004: 64) coinciden en que existe un proceso de exclusión social manifestado en la modificación de los espacios arquitectónicos que pasan de ser públicos (“abiertos”) a ser cada vez más restringidos y exclusionistas (“cerrados”), algo observado con más detalle por Elizabeth Klarich (2005) para el área central del sitio de Pukara. 114 Ver nota 78.

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Asiruni, donde es de lejos el objeto lítico más importante del asentamiento y el más representativo del valle en la actualidad (fig. 103). Otro de los nuevos objetos significativos que llegan a los asentamientos son los realizados con obsidiana, que ahora aparecen en mayor volumen en los asentamientos (pp. 52-54) y, sobre todo, dentro de las tipologías líticas desarrolladas para la zona de la cuenca norte del Titicaca (Klink y Aldenderfer 2005, Cipolla 2005, Burger et al. 2000). Estos artefactos líticos presentan morfologías, también, estandarizadas y que estarían asociadas con un práctica de caza menos extensiva (las puntas se reducen)115, que en el momento anterior, o con prácticas creadas en ese momento. Como vimos, la producción lítica de artefactos de obsidiana también incluye cuchillos de gran tamaño, que se representan en la cerámica o litoescultura, asociados con la decapitación humana. De este modo, se puede plantear a la luz de estos indicadores concretos que la forma de producción de los asentamientos en este valle, supone que la arquitectura monumental emergió de las fuerzas productivas existentes y disponibles en los mismos asentamientos del valle. Es decir, los ocupantes de las aldeas preexistentes son los protagonistas del incremento y producción de espacios “públicos”, obviamente, como producto y consecuencia de nuevas prácticas sociales y que son demandadas por nuevas prácticas socioeconómicas y socio-políticas extra-domésticas. Son los mismos ocupantes de los asentamientos previos, los que se encargan de la concentración de arquitectura cercana a sus espacios domésticos. En el mismo sentido, es interesante reconocer que la cerámica del estilo Pukara, que nos sirve como límite para definir el inicio y el final de una nueva producción de artefactos dominantes, aparece junta con la Qaluyu en los mismos asentamientos. Este fenómeno ya se ha observado en otras áreas de la cuenca norte del Titicaca, incluso mediante excavaciones. Así pues, por el momento, se puede plantear que la cerámica del estilo Qaluyu no cesa de producirse; aunque aparece una nueva cerámica como la Pukara Policroma, esta es bastante exigua en los asentamientos que incorporan otros elementos relacionados con esta nueva forma de producción. La producción de esta, es una cuestión que nos habla de su valor de producción en tanto materias de difícil obtención (no producidas localmente), de una mejor tecnología y que adicionalmente se consume en espacios “públicos” en prácticas no cotidianas. Por el momento, nos parece posible plantear que el estilo cerámico Qaluyu coexistió con el estilo cerámico Pukara Polícromo. De este modo, la fuerza de trabajo que se utilizaba en la producción primaria, sigue ocupándose de tareas previas, pero una parte de ella se re-orienta a la producción de espacios y objetos que no son consumidos ni utilizados por sus propios productores y que sirven en tanto medio y fin para la reproducción de prácticas sociales relacionadas con una nueva política o “religión”116. Dicha política estaría dirigida por sujetos que disponen de tiempo y medios suficientes para elaborar un discurso que reproduzca dichas prácticas, la mayoría de ellas basadas en objetos estandarizados que describen prácticas violentas como el sacrificio humano. Los objetos que materializarían y son consecuencia de dichas prácticas son: la arquitectura monumental, la litoescultura, la cerámica pukara polícroma (sea producida o no, localmente) y los artefactos producidos en soportes no existentes en la región (obsidiana, basalto olivino). En ese sentido, dicha orientación se puede observar en que el valle del Quilcamayo-Tintiri, en tanto corredor 115

Una interpretación alternativa de este fenómeno (Craig 2005: 683-688, 2012: 105-108) es que al disminuir la caza debido al agropastoreo, las puntas líticas de obsidiana se siguieron produciendo pero esta vez como “objetos de prestigio”, con lo cual obtuvieron un valor simbólico. 116 La mayoría de los investigadores(as) (Chávez 1992, Stanish 2003, Hastorf 2003 y para una crítica de este planteamiento en los Andes centrales ver Siveroni 2006) asumen tácitamente que los sitios que reúnen plazas hundidas, cámaras funerarias, estelas y cerámica altamente decorada son solamente “templos” o “espacios rituales”. Sin desmerecer esta apreciación creemos que también son, ante todo, espacios donde se dirimen ubicaciones sociales mediante el ejercicio de prácticas políticas. En este caso, también habría habido una mutación, como en el caso de las estelas, de la plaza hundida primigenia (incluyendo o no enterramientos en su interior (sensu Hastorf (2003), los “ancestros”) que aun teniendo características formales básicas similares, fueron espacios apropiados y gestionados por un grupo de individuos con el objetivo de re-crear relaciones asimétricas objetiva y subjetivamente.

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natural, estuvo claramente articulado con el valle de Pukara. Esto se patenta en los asentamientos del Quilcamayo-Tintiri que ofrecen concentraciones de espacios “públicos” y espaciados entre sí que concentran el movimiento de objetos semejantes a los hallados en el valle y el sitio de Pukara. Así pues, sería interesante reconocer que si bien, en este momento, la población local tuvo una historia bastante relacionada con los pobladores del valle de Pukara, desde la co-participación en el estilo cerámico Qaluyu; será con la aparición de artefactos estandarizados (que incluyen un discurso religioso-coercitivo, un ritual político también estandarizado) cuando ambas áreas se hallen inscritas dentro de un movimiento sociopolítico que no pertenece a una sola localidad y que supone la existencia de un grupo de personas que hacen uso de este, para reproducirse socioeconómica y sociopolíticamente. Se podría proponer que habría existido una invasión o migración de sujetos o influencia de las ideas desde Pukara hacia el valle de Quilcamayo-Tintiri. Sin embargo, también es factible establecer objetivamente que las bases sociales de este valle posibilitaron este proceso sociopolítico en su seno, en tanto la especialización de la producción de algunos artefactos ya suponía la existencia de un grupo de personas que se hallaba distanciado de la producción subsistencia. Es decir un grupo dentro de la producción de objetos empezó a producir, casi exclusivamente, objetos exclusivos. De hecho, un precedente como la existencia de rutas de caravanas entre el altiplano y las zonas altas a través del Quilcamayo-Tintiri supondría la participación indirecta de las gentes de este valle adentro de la circulación de artefactos con un valor de cambio producido en las áreas de producción principal de lo Pukara. Así pues, los grupos sociales potenciales locales serían los encargados de establecer directamente su relación con un proceso regional (principalmente, con el valle de Pukara) que les supuso un espacio de distribución gestionado por ellos mismos dentro de su espacio de vida, una ideología que justificaba y reproducía prácticas sociales-políticas (religiosas) en espacios que antes eran comunales, pero ahora se hacen privados y excluyentes. Sin embargo, la alta concentración y normalización de artefactos de estilo Pukara en el sitio de Cancha Cancha-Asiruni y, posiblemente, Callacayani, Pancañe y Chaupisawakasi también podría plantearse como una ocupación directa de individuos (artesanos y dirigentes) desde el mismo sitio de Pukara, el sitio más cercano117 y de lejos el más grande de toda la cuenca norte del Titicaca durante este tiempo (fig. 26). En cualquiera de los dos casos planteados anteriormente, estructuras arquitectónicas y/o artefactos que antes no existían en el valle aparecen porque existen prácticas sociales que las requieren (producen, utilizan y/o consumen). Al ser estas prácticas realizadas en una secuencia y reiteración formalizada se hacen necesarios mantenerlos o crear nuevos espacios arquitectónicos y artefactos consumibles para ejecutar los “rituales”. Así, el circuito producción, distribución y consumo se concentra en dichos espacios y crea una necesidad que se satisface con productos originados ya no en las comunidades (aunque las suelen acompañar) si no en lugares específicos, producidos y sancionados mediante la política. Asimismo, cualquiera que haya sido la forma que se originaron los sitios pukara más importantes de esta época (Pancañe, Callacayani, Cancha Cancha-Asiruni y Chaupisawakasi), la mayoría de ellos se hallan en la misma margen sur del río (fig. 98, 239) y podrían haber crecido en extensión y volumen a consecuencia del desplazamiento (rutas) y uso continuo de dichos espacios para las prácticas socioeconómicas y sociopolíticas relacionadas con los objetos pukara, en una suerte de “centros administrativos”118. En este sentido, es significativo que tanto Cancha Cancha-Asiruni, Pancañe, Callacayani y Chaupisawakasi, sitios 117

Ubicado a una distancia de 43 km siguiendo las rutas naturales y aun utilizadas por los habitantes de la zona. Aquí utilizó el concepto y categoría “Centro Administrativo”, pues, es la fórmula más ampliamente conocida en la literatura arqueológica andina para describir la existencia de un sitio con características formales, económicas y políticas inserto en una red de asentamientos relacionados físicamente (incluso mediante caminos) con un gran centro económico y político del cual dependen directamente.

118

310

conteniendo litoescultura y cerámica de estilo Pukara, que se distinguen por su volumen y extensión, también se hallen en la conjunción de quebradas laterales con el río Quilcamayo-Tintiri que, además de poseer una fuente adicional de agua también son caminos naturales que conectan otras localidades del área, incluso, intervalles. Adicionalmente, en una vista satelital de la zona (fig. 239) se puede observar que en el área de Cancha Cancha-Asiruni como en la que controla el sitio de Chaupisawakasi existen importantes concentraciones de qochas. Además, resulta importante que el único ejemplar que combina qocha y “campo elevado” se encuentre asociado al sitio Cancha Cancha-Asiruni (uno de los sitios más extensos y con mayor concentración de objetos pukara, en superficie). No sabemos exactamente si la introducción de este tipo de tecnología en el valle estuvo a cargo de los habitantes de Cancha Cancha-Asiruni, si este tipo de tecnología resulto inadecuada para la zona o si este proceso se vio truncado por algún otro motivo; pero de lo que si estamos seguros es que la utilización de esta tecnología y de la construcción de este tipo de campo de cultivo requiere el manejo de determinados conocimientos y de la disposición de fuerza de trabajo, que al parecer estaban a la disposición de la “élite” de Cancha Cancha-Asiruni. Volviendo a las qochas, si estas fueron pre-existentes a la aparición de lo Pukara, en el valle, habrían sido controladas desde estos sitios. Si fueron construidas a partir de la aparición de lo Pukara estas habrían sido gestionadas, mantenidas y, sobre todo ampliadas durante este momento para generar un excedente consumido por las “élites” del valle o fuera de este119. ABANDONO DE LOS ESPACIOS PUKARA Y DESAPARICIÓN DE LOS ARTEFACTOS DE ESTE ESTILO ¿QUÉ SUCEDIÓ?

Según los fechados radiocarbónicos, alrededor de los 350 NE, los asentamientos asociados con el estilo Pukara en la cuenca norte del Titicaca se abandonan y los artefactos de ese estilo dejan de producirse y consumirse. En el valle de Quilcamayo-Tintiri, se observa algo similar también, los sitios monumentales ya no cobijaran en su seno otra forma de hacer objetos ni se halla algo diferente a lo precedente que se les superponga. Definitivamente, algo tuvo que complicarse en las relaciones sociales y no es difícil apreciar que las prácticas sociales instituidas en el sitio de Pukara ya no se siguieron realizando en los sitios asociados directa o indirectamente con este. El abandono de estos sitios y el uso/consumo de artefactos de este estilo nos sugieren que esas relaciones no fueron satisfactorias sin un elemento que las justificase y, obviamente, no fueron indispensables para la 119

En arqueología uno de los elementos clave para hablar de la reproducción de las sociedades y del paso de un tipo de sociedad a otro ha sido la producción agrícola. Desde los modelos de Karl Wittfogel y Julian Steward las obras hidráulicas han tenido un papel significativo en la definición, homologación y causa principal de lo que serían las “grandes civilizaciones” o las sociedades estatales. Así ha pasado, por ejemplo, con Tiwanaku donde principalmente Alan Kolata ha defendido ese modelo (para una última versión ver Janusek y Kolata 2004 y para una reciente critica ver Bandy 2005). Sin embargo, hay que resaltar que en el registro arqueológico, en primer lugar, las estrategias agrícolas y su incremento no necesariamente (aunque aparentemente) significan alta productividad y, sobre todo, distribución asimétrica (también ver crítica de Erickson [1996, 2006]). De hecho, la principal tecnología hidráulica del altiplano que son los campos elevados ya había sido fechada por Erickson (1988b: 12) tan temprano como en 1000 ane, es decir, asociados a lo conocido como Qaluyu, una sociedad sin características estatales. Así pues, faltaban por lo menos otros 800 años para que esta tecnología fuese aprovechada en la zona de forma particular por un segmento de la sociedad para su provecho. Así pues, el incremento de asentamientos y sistemas agrícolas en sociedades sin clases sociales en una región es una decisión social que tiene como base la autosuficiencia productiva y la distribución simétrica. Existen medios que procuran que no se dé la explotación y, evidentemente, sin excedentes no hay nada que enajenar. El incremento de asentamientos y de sistemas agrícolas en sociedades de clases está regido por las decisiones políticas del grupo dominante y está basado en la explotación (producción de excedente). Así pues, siguiendo estas formas de incremento de la producción, el incremento de la cantidad y calidad de los campos elevados y qochas, estaría basado, sobre todo, en la re-organización social de la producción que tuvo como objetivo principal el cambio del flujo de la producción en forma excedentaria hacia espacios privados como los nuevos asentamientos de Pukara y Tiwanaku.

311

vida social de las poblaciones locales como para seguir manteniéndolas. Es interesante anotar que en la prehistoria de este valle y en la mayoría de la cuenca norte del Titicaca nunca se volvió a producir y utilizar artefactos que describiesen personajes y/o escenas complejas de forma estandarizada. Sin embargo, en nuestra investigación no existieron, aparentemente, otros sitios y otra forma de hacer cerámica. Se podría plantear que los sectores y sitios domésticos siguieron siendo habitados por sus pobladores con cerámicas no distinguibles entre los objetos conocidos en la cuenca norte del Titicaca o que fueron similares a lo conocido como Qaluyu que bien pudo haber sido la vajilla que siempre fue el objeto común durante la existencia de lo Pukara: ¿Será por esto que no somos capaces de distinguirlos en el tiempo? Nuestras recientes excavaciones en el sitio de Chaupisawakasi registran un estrato, “Capa C” (Supra. Ver pp. 191), posterior a la presencia de cerámica pukara polícroma, donde sólo hemos registrado cerámica doméstica120 no equiparable en cuanto a la tecnología decorativa de sus precedentes, Pukara y Qaluyu. Tal parece ser que como sugerimos, los pobladores del valle siguen habitándolo pero sin requerir de la producción de objetos que diferencien en un estilo reconocible arqueológicamente, es decir objetos que requerían de una producción diferenciada y especializada. Sea como fuere, los sitios asociados con artefactos de estilo Pukara u otros contemporáneos no ofrecen evidencias contundentes de otra ocupación diferente a la establecida por los materiales conocidos por el momento hasta tiempos prehispánicos muy tardíos (alrededor de 1000 NE), es decir, con la ocupación de su superficie por estructuras funerarias de estilo Collao. Asimismo, los sitios Collao que hemos observado en el Quilcamayo-Tintiri se caracterizan por asentamientos de altura (como el que ocupa el cerro Yacchata) que supone una producción primaria basada en el pastoreo de camélidos y agricultura de terrazas. Sin embargo, también hay que tomar en cuenta que según los estudios de Arkush (2005, 2012) estos asentamientos fortificados serían una respuesta a la invasión Inca del altiplano. Sin embargo, también hemos encontrado sitios cercanos al río (QT-07, QT-08, QT-09 y QT-10, por ejemplo) que aunque fueron pequeños, casi todos necrópolis y no evidenciaban en superficie estructuras habitacionales, si contenían artefactos domésticos, lo que completa el panorama de las ocupaciones Collao del valle. En todo caso, si existe una gran diferencia entre este grupo social y los anteriores, esta se debería explicar en la búsqueda de la satisfacción y reproducción de su vida social en espacios naturales que les brindasen condiciones materiales básicas para ello. Así pues, la diferencia entre estos grupos y los anteriores en tanto ubicación de sus asentamientos podría también deberse a la disminución de fuentes de agua en la zonas del fondo del valle como se venía realizando desde la primeras sociedades sedentarias, un cambio que se dio en el tiempo y que habría modificado su forma de producción y la consecuente forma de organizarse económica y políticamente y que nos los presentan tan diferentes a lo previo.

COMENTARIOS Como hemos visto en este capítulo realizamos nuestra principal interpretación y explicación del proceso histórico de Chaupisakasi en el valle y de las sociedades que aquí se desarrollaron. Se trata material por material, explicando la secuencia arqueológica del sitio; las implicaciones de la cerámica y sus cambios técnicos, morfológicos y funcionales; el material lítico y óseo en tanto importantes dentro de las prácticas sociales. Asimismo, se aborda la importancia del sitio de Chaupisawakasi dentro del valle en especial su ubicación estratégica para el control de la producción agrícola. Todo esto finalmente sirve para insertar a Chaupisawakasi como sitio de gran importancia en el desarrollo del valle, como el principal sitio de la zona del Quilcamayo, en donde debió ser uno de los sitios donde se concentró la principal actividad en el valle, junto con sitios como Pancañe y Cancha Cancha-Asiruni. 120 Otra posibilidad es que debido al área reducida de la Unidad 4, por una cuestión probabilística en esa área no se haya encontrado material Pukara. Aún no contamos con los fechados para este estrato.

312

Gracias a toda la producción empírica y teórica del PIARA hemos representado la historia del valle, ubicando a cada sitio identificado y su lugar en las relaciones establecidas intravalle y su desarrollo histórico. Hemos visto como las sociedades en el valle se han transformado y totalmente alejado a como las conocíamos inicialmente. De una sociedad comunitaria se pasó a una sociedad escindida en clases, como los artefactos y los espacios cambiaron consecuentemente con este cambio. Principalmente cerámica y litoescultura son los objetos donde se han materializado los cambios sociales siendo indicadores de esto a su vez. Así pues, hemos esbozado nuestra primera representación arqueológica desde la teoría del materialismo histórico tanto para el sitio de Chaupisawakasi como para el proceso histórico del valle en general. Se ha dado sentido a los datos y análisis elaborados en el Capítulo V y Capítulo VI, explicándolos a detalle y en relación a sus cambios y las nuevas relaciones que provocan. Estas explicaciones nos han servido para demostrar el cambio en cantidad y calidad que dieron los objetos de un periodo a otro, aquí los objetos toman realmente relevancia en cuanto a la explicación social de su proceder y su existir; y donde hemos puesto énfasis en los cambios en las relaciones sociales que estas implican, y viceversa. Este capítulo con el Capítulo IV ha terminado de completar nuestra representación arqueológica para el valle de QuilcamayoTintiri y nos ha permitido re-novar nuestra representación con nuevos datos que nos hacen ver que el proceso histórico del valle no estuvo aislado del proceso de la cuenca norte del Titicaca. Tanto en este valle como en otros, se pasó de una sociedad comunitaria a una sociedad escindida con claras diferencias en el acceso a la producción social. En el Capítulo VIII, el último, se discute varios aspectos del devenir histórico de las primeras sociedades altiplánicas y además se sintetiza todo lo que hemos venido discutiendo a lo largo de toda esta tesis.

313

CAPÍTULO VIII DISCUSIÓN, SUGERENCIAS Y CONCLUSIONES En este último capítulo nos ocuparemos de discutir algunos de los aspectos más importantes del valle en relación a la cuenca norte del Titicaca, centrándonos principalmente en las sociedades que conocemos como Qaluyu y Pukara o que consumieron objetos que manifiestan estos estilos. Así abordaremos aspectos cronológicos, sugeriremos relaciones sociales extra-valle o inter-valles, así como también intentaremos ubicar al Quilcamayo-Tintiri dentro de la génesis y manifestación de uno de los primeros estados andinos: la sociedad Pukara. Así pues, recopilamos y discutimos la cronología absoluta que existe para la cuenca norte del Titicaca de tiempos “formativos”, en base a los fechados radiocarbónicos existentes, lo cual se comparará con los fechados obtenidos en Chaupisawakasi. Adicionalmente, correlacionamos nuestra cronología relativa, basada en el análisis de la cerámica, con la de otros estudios realizados en otras áreas de la cuenca norte del Titicaca. Dada esta información tanto cronológica como de prospecciones y contextos arqueológicos, en este capítulo también se avanzará una explicación del desarrollo de las primeras sociedades de la cuenca norte del Titicaca. Explicación que comienza con los(as) cazadores-recolectores(as) alrededor de los 8000 ANE, pasando por los grupos aldeanos asociados con la cerámica de estilo Qaluyu hasta llegar a la formación del primer estado en esta parte de la cuenca del Titicaca: Pukara. Así, como objetivo general y principal de nuestra investigación en la cuenca norte del Titicaca, toda la información extraída del valle del Quilcamayo-Tintiri, además de nuestras prospecciones y excavaciones previas en el área circum-Titicaca, servirán para proporcionar una explicación de la formación del estado Pukara y su expansión por diferentes áreas, entre ellas la cuenca del valle del Quilcamayo-Tintiri. En los últimos parágrafos señalaremos algunos derroteros por donde creemos que debe andar la futura investigación en el valle, también haremos unos comentarios finales al capítulo y finalizaremos indicando las conclusiones a las que este esfuerzo nos ha permitido llegar.

EL VALLE QUILCAMAYO-TINTIRI EN LA CUENCA NORTE DEL TITICACA Y ALGUNAS CONSIDERACIONES EN EL DEVENIR HISTÓRICO DE LAS PRIMERAS SOCIEDADES SEDENTARIAS (1400 ANE – 350 NE) ALGUNAS CONSIDERACIONES ENTORNO A LA CRONOLOGÍA A PARTIR DE LOS FECHADOS RADIOCARBÓNICOS EXISTENTES

Hasta hace poco los fechados radiocarbónicos que poseíamos eran muy escasos y provenían, principalmente, de los sitios epónimos de las sociedades sobre las que venimos discutiendo, los cuales han sido publicados en diversas ocasiones durante la segunda mitad del siglo pasado. Los sitios-tipo de Qaluyu y Pukara tenían fechados que provenían de pozos de sondeo excavados por Alfred Kidder II y Manuel 314

Chávez Ballón (Ralph 1959), y Karen Mohr (1977, 1980). Adicionalmente, hacia finales del siglo XX también se obtuvieron los fechados del sitio de Camata121 (Steadman 1995: Tabla 2) y también dos fechados de Mujica (1985: 123) para Pukara. Esta situación ha cambiado recientemente con las excavaciones realizadas principalmente por proyectos de colegas de EEUU y los datos de sus fechados han sido publicados en las tesis de doctorado de varias de ellas, entre los sitios con fechados tenemos: Pukara (Klarich 2005a: fig. 50 y Apén. 1, 2009: fig. 4), Cachichupa (Plourde 2006: Apén. C), Huajje (Schultze 2008: Tabla 8.1. y fig. 8.1, Schultze et al. 2009: fig. 4, Schultze et al. 2012: Tabla 2), Huatacoa (Cohen 2010: Tabla B.4.), Taraco (Stanish y Levine 2011: fig. 4 y fig. 5, Levine et al. 2012: fig. 4, Levine 2012: Apén. C) y también nosotros en Chaupisawakasi (cuadro 22). Hasta el momento para el sitio de Qaluyu sólo se posee siete fechados radiocarbónicos (cuadro 24), cinco de estos provenientes de las excavaciones de Karen Mohr (1977, 1980) y dos de las excavaciones de Alfred Kidder II y de Chávez Ballón (Ralph 1959). Estos primeros fechados no fueron calibrados, creemos que esto se debe a que la primera curva de calibración aparece hacia finales de la década del 60 y que una de las curvas más seguras aparece recién a finales de los 80 (vide Fábregas 1992: 17-19). Estos fechados han sido calibrados recientemente, nosotros usamos las calibraciones de Amanda Cohen (2010: Tabla B.4. y Tabla B.5.). Infortunadamente desconocemos las relaciones estratigráficas de los diferentes fechados, debido a que las muestras han sido tomadas de niveles arbitrarios que en la mayoría de los casos abarcan gran cubicaje de lo excavado. Podemos decir en general que la ocupación Qaluyu abarca un rango de tiempo desde el 1628 hasta el 393 ANE; aunque a Karen Mohr (1977: 1445) el fechado P-1585 le parece muy temprano en relación al fechado P-1584 que fue tomado de un nivel parecido; y que el único fechado para Pukara es de: 50 ANE – 220 NE, pero desconocemos si existen otros estratos que anteceden o suceden a este fechado, lo mismo que para los fechados qaluyu. Cuadro 24. Fechados radiocarbónicos del sitio de Qaluyu. Código de laboratorio Años Radiocarbónicos AP

Fecha calibrada (2 σ)

Ocupación asociada

Fuente

P-1581

1949 ± 52

50 ANE - 220 NE

Pukara

Mohr (1977:1144)

P-1582

2925 ± 61

1313 - 971 ANE (97.5 %)

Qaluyu

Mohr (1977:1144)

P-1583

2945 ± 61

1320 - 993 ANE (95.9 %)

Qaluyu

Mohr (1977:1144)

P-1584

3045 ± 56

1427 - 1152 ANE (97.2 %)

Qaluyu

Mohr (1977:1144)

P-1585

3239 ± 52

1628 - 1415 ANE (100 %)

Qaluyu

Mohr (1977:1144)

P-155

2522 ± 114

851 - 393 ANE (98.6 %)

Qaluyu

Ralph (1959: 57)

P-156

2962 ± 120

1450 - 895 ANE (99.4 %)

Qaluyu

Ralph (1959: 57)

Pukara es el sitio arqueológico con la mayor cantidad de fechados radiocarbónicos, en total veintitrés, los cuales se hayan vinculados a fases pukara (cuadro 25). Aunque se ha reportado un estilo antecesor, Cusipata (Franquemont 1986, Mujica 1987), no se tiene fechados de esta fase ni tampoco de las primeras ocupaciones pukara, no obstante Mujica (1988) establece Pukara Inicial entre 500 y 200 ANE. Estos fechados provienen de varias excavaciones, seis de ellos provienen de las excavaciones de Kidder II y Chávez Ballón (Ralph 1959) en el sector de Huayapata, otros dos de las excavaciones de Mujica (1985: 123) en Qalasaya y quince fechados de las recientes excavaciones de Klarich (2005a) en la Pampa. Al igual que para el sitio de Qaluyu los primeros fechados no fueron calibrados por las razones antes mencionadas y también nos valemos de las calibraciones de Cohen (2010: Tabla B.4. y Tabla B.5.). En resumidas cuentas, tenemos que los fechados obtenidos abarcan desde 405 ANE al 660 NE, siendo el periodo de tiempo más largo vinculado a Pukara, debido a que es el sitio principal de producción y consumo de objetos con este estilo cerámico. Los fechados que Kidder recupera son los más tempranos, pero 121 Erickson (1988a) también reporta fechados para los campos de cultivo de Huatta, pero estos fueron fechados mediante el método de Termoluminiscencia, método que ha sido criticado por el mismo Erickson (Ibíd.: 194-197) y por otros autores por ser menos preciso (Renfrew y Bahn 1993: 135-137).

315

lamentablemente se desconoce la procedencia estratigráfica de las muestras. Asimismo, Mújica obtiene los fechados para la última ocupación de la pirámide de Qalasaya. La mayoría de fechados del sitio provienen de la Pampa y entran en el rango de tiempo definido para el “Pukara Clásico”; a pesar que Klarich (2009: 290) manifiesta que: “Estos fechados tienen un rango general usando dos sigma entre 360 cal a.C. [AA51768]122 y 240 cal d.C. y además, 11 de estos 15 tienen un rango entre 180 cal a.C. y 120 cal d.C… Estos resultados son compatibles con los rangos publicados por Kidder y otros proyectos previos ya que tradicionalmente se habla de 200 a.C. hasta 200 d.C. como los límites temporales del periodo Pukara Clásico (Franquemont 1986; Kidder 1956; Lumbreras y Amat 1968). Desafortunadamente, no se puede dividir concretamente las ocupaciones Pukara en fases más cortas (como Inicial, Medio, Tardío) porque los fechados recuperados no se pueden distinguir estadísticamente a nivel de dos sigma.” (Entre corchetes y nota nuestra). Nosotros creemos que a pesar de esta dificultad, este intervalo de tiempo, puede ser fácilmente dividido para representar sus dos ocupaciones definidas en la pampa, lugar donde se da un cambio arquitectónico que termina restringiendo y subdividiendo el espacio, llevando a una especialización de este (Klarich 2009). Lee Steadman ha obtenido diecinueve fechados de sus muestras recogidas de distintos estratos en Camata, asociados a sus distintas fases qaluyu y pukara, y también precerámicas (cuadro 26). Steadman (1995: 3546) ha ajustado sus fechados y establecido periodos de tiempo bien definidos que suceden unos a otros. Dichas fases se hayan diferenciadas por las tendencias modales de los estilos cerámicos, ya que en varios estratos los estilos conviven. Así, esta secuencia es de especial importancia porque se convertirá en el mejor referente de la cronología de las primeras sociedades sedentarias para la cuenca norte, por reunir una secuencia estratigráfica con un correlato estilístico, siendo usada como base para posteriores investigaciones: Qaluyu Temprano 1: 1200 – 1050 ANE Qaluyu Temprano 2: 1050 – 850 ANE Qaluyu Tardío 1: 850 – 650 ANE Qaluyu Tardío 2: 650 – 400 ANE Pukara Inicial: 400 – 300 ANE Pukara 1: 300 – 100 ANE Pukara 2: 100 ANE – 100 NE Pukara Tardío: 100 – 350 NE Del sitio Cachichupa se han obtenido dieciocho fechados (cuadro 27), de las excavaciones que se ubicaron en tres áreas: Área de terrazas (Área A), Pampa Este (Área B) y Compuesto A (Área C) (vide Plourde 2006: 255-289). En el área de terrazas se registraron dos terrazas, los datos radiocarbónicos indican que la Terraza K-2 fue construida entre el 1040 y el 1500 ANE, así lo indican los nueve fechados extraídos de diferentes estratos de esta terraza, al parecer la terraza fue concebida como una sola pieza y construida en varios episodios no muy distanciados en el tiempo (Plourde 2006: 265-266). Por otro lado la Terraza K-1 indica una construcción un poco más tardía, en relación a la Terraza K-2, entre el 820 y el 1030 ANE, aunque Plourde señala que ambas terrazas son parte del mismo proyecto (Plourde 2006: 265-266). La cerámica asociada a las terrazas indica una ocupación qaluyu (vide Plourde 2006: 310-311). Los fechados de la Pampa Este indican una ocupación entre 200 ANE y 140 NE, aunque estos fechados están asociados con el estrato más tardío, es probable que los estratos inferiores sean más tempranos. En relación a la cerámica vinculada al mencionado estrato de la Pampa Este, Plourde (2006: 316) manifiesta: 122 Hace referencia al límite más temprano del intervalo con menor probabilidad de ocurrencia del fechado AA51768, que no hemos incluido en el cuadro 25.

316

“Estas piezas comparten los cánones estilísticos de los alfares Pukara polícromo-inciso pero son de mucha menor calidad en términos de calidad de la pintura, la claridad de la incisión y el grado de brillo. Esto sugiere que las vasijas fueron producidas localmente, y fueron quizá más un producto de emulación local en lugar de una importación desde el sitio de Pukara o producto de ceramistas entrenados allí.” (Traducción nuestra). En el Compuesto A, los fechados provienen de un rasgo que fue practicado sobre el terreno estéril y nos indica la ocupación más antigua del área, esta se encuentra en el rango de 400 a 40 ANE. Entre la cerámica registrada en este sector se encuentran especímenes pukara, entre ellos una trompeta pukara, aunque también se han registrado algunas aplicaciones que recuerdan el estilo Chiripa (Plourde 2006: 313-315). Cuadro 25. Fechados radiocarbónicos del sitio de Pukara. Código de laboratorio

Años Radiocarbónicos AP

Fecha calibrada (2 σ)

Ocupación asociada

Fuente

P-152

2101 ± 108

400 ANE - 150 NE

Pukara

Ralph (1959: 57)

P-153

2041 ± 107

400 ANE - 250 NE

Pukara

Ralph (1959: 57)

P-154

1847 ± 106

100 ANE - 450 NE

Pukara

Ralph (1959: 57)

P-170

2032 ± 106

400 ANE - 250 NE

Pukara

Ralph (1959: 57)

P-172

2040 ± 109

400 ANE - 250 NE

Pukara

Ralph (1959: 57)

P-217

1960 ± 90

405 ANE - 150 NE

Pukara

Ralph (1959: 57)

Beta 3428

1790 ± 90

20 - 430 NE

Pukara Terminal

Mujica (1985: 123)

Beta 3430

1570 ± 100

250 - 660 NE

Pukara Terminal

Mujica (1985: 123)

AA51767

2016 ± 33

110 ANE - 80 NE

AA51768

2101 ± 73

260 ANE - 60 NE (81.8 %)

AA51769

1889 ± 40

20 - 240 NE

AA51770

1917 ± 33

0 - 180 NE (92.5 %)

AA51771

2120 ± 38

240 ANE - 40 NE (87.2 %)

AA51772

2001 ± 37

100 ANE - 90 NE

Pukara / Formativo Tardío Medio Pukara / Formativo Tardío Inicial Pukara / Formativo Tardío Inicial Pukara / Formativo Tardío Final Pukara / Formativo Tardío Final Pukara / Formativo Tardío Medio

AA57008

2042 ± 34

170 ANE - 30 NE (93.4 %)

AA57009

2049 ± 42

180 ANE - 60 NE

AA57010

2024 ± 34

120 ANE - 70 NE

AA57011

2012 ± 31

100 ANE - 80 NE

AA57012

2016 ± 34

110 ANE - 80 NE

AA57013

1976 ± 31

50 ANE - 90 NE (92.9 %)

AA57014

1981 ± 35

50 ANE - 90 NE (92.4 %)

AA57015

2072 ± 33

180 ANE - 10 NE

AA57016

2021 ± 33

120 ANE - 70 NE

Klarich (2005a: Apén. 1) Klarich (2005a: Apén. 1) Klarich (2005a: Apén. 1) Klarich (2005a: Apén. 1) Klarich (2005a: Apén. 1) Klarich (2005a: Apén. 1) Klarich (2005a: Apén. 1) Klarich (2005a: Apén. 1) Klarich (2005a: Apén. 1) Klarich (2005a: Apén. 1) Klarich (2005a: Apén. 1) Klarich (2005a: Apén. 1) Klarich (2005a: Apén. 1) Klarich (2005a: Apén. 1) Klarich (2005a: Apén. 1)

Pukara clásico Pukara / Formativo Tardío Inicial Pukara / Formativo Tardío, re-usado Pukara / Formativo Tardío Medio Pukara / Formativo Tardío Inicial Pukara / Formativo Tardío Final Pukara / Formativo Tardío Inicial Pukara / Formativo Tardío Medio Pukara / En entierro Colla

317

Cuadro 26. Fechados radiocarbónicos del sitio de Camata. Código de laboratorio

Años Radiocarbónicos AP Fecha calibrada (2 σ) Fecha calibrada (ajustada) Ocupación asociada

CAMS 9382

3430 ± 50

1878 -1532 ANE

1878 - 1532 ANE

Precerámico

CAMS 9386

3050 ± 80

1488 -1014 ANE

1450 - 1050 ANE

Precerámico

CAMS 9390

2910 ± 60

1292 - 902 ANE

1260 - 970 ANE

Qaluyu Temprano 1

CAMS 9389

2930 ± 60

1368 - 912 ANE

1260 - 970 ANE

Qaluyu Temprano 1

CAMS 9388

2660 ± 50

900 - 768 ANE

925 - 761 ANE

Qaluyu Temprano 2

CAMS 9450

2880 ± 60

1255 - 836 ANE

1130 - 840 ANE

Qaluyu Temprano 2

CAMS 9447

2550 ± 50

806 - 413 ANE

804 - 516 ANE

Qaluyu Tardío 1

CAMS 9384

2660 ± 60

967 - 765 ANE

940 - 760 ANE

Qaluyu Tardío 1

CAMS 9391

2400 ± 70

768 - 258 ANE

770 - 360 ANE

Qaluyu Tardío 2

CAMS 9446

2450 ± 50

771 - 395 ANE

762 - 404 ANE

Qaluyu Tardío 2

CAMS 9448

2580 ± 60

827 - 429 ANE

830 - 520 ANE

Qaluyu Tardío 2

CAMS 9385

2800 ± 60

1186 - 810 ANE

1050 - 810 ANE

Pukara Inicial

CAMS 9449

2210 ± 60

393 - 55 ANE

390 - 110 ANE

Pukara Inicial

CAMS 9393

2190 ± 50

386 - 55 ANE

379 - 107 ANE

Pukara 1

CAMS 9387

2160 ± 70

387 ANE - 2 NE

380 - 40 ANE

Pukara 1

CAMS 9392

2220 ± 60

170 ANE - 127 NE

170 ANE - 90 NE

Pukara 2

CAMS 9394

2070 ± 60

346 ANE - 66 NE

210 ANE - 70 NE

Pukara 2

CAMS 9381

1920 ± 40

3 - 227 NE

18 - 182 NE

Pukara Tardío

CAMS 9383

1760 ± 60

129 - 422 NE

130 - 420 NE

Pukara Tardío

Cuadro 27. Fechados radiocarbónicos del sitio de Cachichupa. Código de laboratorio

Años Radiocarbónicos AP

Fecha calibrada (1 σ)

Fecha calibrada (2 σ)

Ocupación asociada

AA51140

2035 ± 60

150 ANE - 90 NE

200 ANE - 90 NE

Pukara / Pampa Este

AA45496

3115 ± 45

1440 - 1310 ANE

1500 - 1260 ANE

Formativo Temprano / TerrazaK-2

AA51137

3021 ± 61

1380 -1130 ANE

1420 -1050 ANE

Formativo Temprano / TerrazaK-2

AA45501

1962 ± 46

40 ANE - 90 NE

60 ANE - 140 NE

Pukara / Pampa Este

AA45497

2984 ± 45

1300 - 1120 ANE

1380 - 1040 ANE

Formativo Temprano / TerrazaK-2

AA45502

1968 ± 50

50 ANE - 90 NE

100 ANE - 140 NE

Pukara / Pampa Este

AA51138

2971 ± 45

1300 - 1110 ANE

1380 - 1040 ANE

Formativo Temprano / Terraza K-2

AA45499

3066 ± 45

1400 -1260 ANE

1430 -1130 ANE

Formativo Temprano / Terraza K-2

AA51139

3016 ± 50

1380 - 1130 ANE

1410 - 1110 ANE

Formativo Temprano / Terraza K-2

AA45500

3041 ± 53

1390 - 1210 ANE

1410 - 1120 ANE

Formativo Temprano / Terraza K-2

AA51136

3045 ± 46

1390 - 1210 ANE

1420 - 1120 ANE

Formativo Temprano / Terraza K-2

AA45498

3057 ± 30

1400 -1260 ANE

1430 -1130 ANE

Formativo Temprano / Terraza K-2

AA51133

2835 ± 49

1050 - 900 ANE

1130 - 830 ANE

Qaluyu / Terraza K-1

AA51135

2152 ± 43

360 - 110 ANE

360 - 50 ANE

Qaluyu / Terraza K-1

AA51134

2790 ± 43

1000 - 860 ANE

1050 - 820 ANE

Qaluyu / Terraza K-1

AA51141

2163 ± 39

360 -110 ANE

360 -90 ANE

Pukara / Compuesto A

AA45503

2131 ± 46

350 -60 ANE

360 -40 ANE

Pukara / Compuesto A

AA45504

2250 ± 36

390 - 210 ANE

400 - 200 ANE

Pukara / Compuesto A

318

Carol Schultze obtuvo cuatro fechados radiocarbónicos123 para el sitio de Huajje, tres de ellos vinculados a Qaluyu y Pukara (cuadro 28). La primera ocupación del sitio, registrada en el pozo de sondeo, tiene un fechado 60 a 240 NE en el nivel más profundo y de 40 ANE a 120 NE en un nivel superior. Suponemos que esta contradicción entre los fechados y los niveles de donde se tomaron las muestras se debe a que estos últimos responden a una división arbitraria geométrico-espacial de la excavación y no a la deposición cultural; si recurrimos a Schultze (2008: 278-279) comprobamos que los niveles de donde se han tomado las muestras (vide Schultze et al. 2012: tabla 2) abarcan ambos los dos mismos estratos que se superponen (Estrato IV y V) y no se especifica de que estrato proviene cada muestra. Estos dos niveles esta relacionados a cerámica qaluyu (Schultze 2008: 278-279). De un nivel asociado a cerámica “Pukara 2” se obtuvo un fechado de 220 – 530 NE, lo cual fecha, probablemente, el final de la ocupación pukara en el sitio. Asimismo, aún no se tiene fechado de la primera ocupación relacionada a Pukara, con exactitud, aunque son tardíos en relación a otros sitios. El posterior fechado, asociado a consumo de cerámica Tiwanacu, indica un rango de 580 a 770 NE, lo cual es coherente con el fechado anterior. Cuadro 28. Fechados radiocarbónicos del sitio de Huajje. Código de laboratorio

Años Radiocarbónicos AP

Fecha calibrada (2 σ)

Ocupación asociada

Beta 258719

1960 ± 40

40 ANE - 120 NE

Qaluyu y Pukara 1

Beta 258776

1870 ± 40

60 -240 NE

Qaluyu y Pukara 1

Beta 195438

1690 ± 70

220 -530 NE

Pukara 2

Beta 195437

1370 ± 60

580 -770 NE

Tiwanaku

En el caso del sitio de Huatacoa sólo se tienen tres fechados (cuadro 29), los cuales la autora relaciona directamente a “Qaluyu Temprano”, que se relacionan a tres de sus estructuras identificadas: la Casa Qaluyu (Área B), la Plaza Abierta (Área A) y el Patio Temprano (Área A) (vide Cohen 2010: 119-137, 148158). Para la Casa Qaluyu se tiene un fechado entre 1450 a 1300 ANE, aunque este no es el “event” más profundo pero si es uno de los más cercanos al terreno estéril (vide Cohen 2010: fig. 5.2.), creemos que la ocupación más temprana de la casa no debe de distar mucho de este fechado. Del piso de la Plaza Abierta se tomó una muestra (Cohen 2010: 148) que arrojó un fechado entre 1390 y 1130 ANE. Del Patio Temprano también se fechó el piso de este, pero lo que desconcierta es que a pesar de ubicarse sobre la Plaza Abierta, el fechado del Patio Temprano tiene un rango más temprano: 1490 a 1310 ANE, en relación a la Plaza Abierta; por lo tanto creemos que puede deberse a la contaminación de la muestra o a la reutilización de material constructivo en la elaboración de los nuevos pisos, sobre este problema Cohen indica que esta contradicción entre la estratigrafía y el fechado serviría para situar la construcción de ambas estructuras en un rango más reducido: “Una comparación entre los fechados antes mencionados para la Plaza Abierta, situada en un nivel estratigráfico más bajo que el Patio Temprano, a primera vista presenta una complicación en la secuencia fechada. La mediana de los fechados resulta en un fechado más temprano para el Patio Temprano, estratigráficamente más alto, que para la Plaza Abierta. Sin embargo, el rango de los fechados superpuestos, indica que el uso de cada una de estas estructuras puede ser fechado en un rango más reducido: 1390 – 1310 ANE. Este rango aún sitúa estas estructuras dentro del periodo Formativo Temprano y es consistente con la cronología regional.” (Cohen 2010: 157. Traducción nuestra).

123 La autora también realizó análisis de Termoluminiscencia, pero por lo general no coinciden con los fechados radiocarbónicos, para estos datos se puede recurrir a los distintos artículos citados sobre los fechados del sitio de Huajje.

319

Cuadro 29. Fechados radiocarbónicos del sitio de Huatacoa. Código de laboratorio Años Radiocarbónicos AP Fecha calibrada (2 σ)

Ocupación asociada

Beta 214169

3110 ± 40

1490-1310 ANE

Qaluyu Temprano / Patio Temprano

Beta 214170

3020 ± 40

1390-1130 ANE

Qaluyu Temprano / Plaza Abierta

Beta 214171

3120 ± 40

1450-1300 ANE

Qaluyu Temprano / Sector B (Casa)

Cuadro 30. Fechados radiocarbónicos del sitio de Taraco. Código de laboratorio Años Radiocarbónicos AP Fecha calibrada (2 σ)

Ocupación asociada

UCIAMS 37489

205 ± 20

1650 - 1950 NE

Huaña

UCIAMS 86316

1960 ± 20

0 - 95 NE

Pukara / Evento de quema

UCIAMS 86324

1995 ± 20

40 ANE - 55 NE

Pukara / Evento de quema

UCIAMS 86317

2490 ± 20

765 -540 ANE

Pukara / ¿?

UCIAMS 86322

1955 ± 20

0 - 85 NE

Qaluyu y Pukara

UCIAMS 86323

2945 ± 25

1260 - 1055 ANE

¿Qaluyu?

UCIAMS 86319

2020 ± 20

55 ANE - 30 NE

Pukara/ Evento de quema

UCIAMS 86320

2050 ± 20

115 ANE - 5 NE

Pukara/ Evento de quema

UCIAMS 86318

2115 ± 20

200- 90 ANE

Pukara/ Evento de quema

UCIAMS 86321

2135 ± 20

205 - 90 ANE

Pukara/ Evento de quema

UCIAMS 86325

1625 ± 20

385 - 456 NE (72 %)

Huaña

UCIAMS 86326

1640 ± 20

345 - 440 NE

Huaña

AA66240

1781 ± 37

130 - 350 NE

Huaña

AA66238

1805 ± 37

125 - 265 NE (84,6 %)

Huaña

AA63326

1746 ± 40

210 - 405 NE

Huaña

AA66239

1811 ± 38

120 - 260 NE (86,7 %)

Huaña

AA63328

1885 ± 40

50 - 240 NE

Pukara/ Quema

AA63327

1826 ± 39

80 - 260 NE

Pukara

AA63324

2918 ± 40

1260 - 1000 ANE

¿Qaluyu?

Para Taraco tenemos diecinueve fechados radiocarbónicos, de los cuales doce fueron tomados de contexto asociados a Qaluyu y Pukara (cuadro 30). Estos han sido recogidos durante las tres temporadas (De la Vega 2005; Chávez Justo 2007, 2008b) del proyecto desarrollado en el sitio, del Área A, la cual parece ser una casa de “élite”. Estos fechados han sido publicados en la tesis doctoral de Abigail Levine (2012) y otros lugares (Stanish y Levine 2011). La ocupación más antigua de esta área de Taraco corresponde según Levine (2012: 231) a su “Formativo Fase 1”, con un fechado de 1260 a 1055 ANE; aunque no existe mucha cerámica decorada en esta fase, se han encontrado ollas sin cuello y fragmentos con decoración incisa de línea ancha que comúnmente se asocian a Qaluyu. Para el “Formativo Fase 2” de Taraco sólo se cuenta con el fechado UCIAMS 86322 el que establece un rango entre 0 y 85 NE. Probablemente este fechado no sea correcto para esta fase debido a que los fechados de los estratos superiores a esta fase abarcan totalmente este rango de años e incluso se remontan hasta los 205 ANE, se debe de esperar más fechados. Esto pues deja un vacío entre los 1055 y el 205 ANE, periodo en el cual debe ubicarse la ocupación de este “Formativo Fase 2”, el cual se encuentra vinculado a estratos en los cuales se consume tanto cerámica qaluyu como pukara (vide Levine 2012: 232-234).

320

El “Formativo Fase 3” es una ocupación que está asociada casi únicamente a cerámica pukara (Levine 2012: 234-240) y a un evento de quemado que se encuentra en todos los sectores excavados del Área A (Levine et al. 2012: 142). Para esta fase se dispone de nueve fechados, estando en un rango desde los 205 ANE hasta los 260 NE, descartando el fechado UCIAMS 86317 que no concuerda con los demás fechados. Asimismo, Levine y colegas (Levine et al. 2012: 142) indican que el evento de quemado está fechado en 50 – 240 NE, para lo cual usaron el fechado AA63328, el cual es el único extraído directamente del estrato de ceniza del evento de quema (vide Stanish y Levine 2011: fig. 4); aunque los otros fechados indican un rango más amplio. La posterior ocupación Huaña que abarcaría un rango entre el 120 y el 456 NE, aumenta las posibilidades de tener un rango más reducido para el evento de la quema en Taraco: 50 – 120 NE. Ya hemos tratado con antelación el tema de la cronología para Chaupisawakasi (pp. 293-294 y 296-299). A grandes rasgos sabemos que la 2da ocupación del sitio y primera ocupación pukara se ubica entre los 140 y los 45 ANE. Y que la 3ra ocupación, también vinculada a Pukara, tiene un intervalo de tiempo entre el 70 ANE y el 25 NE. No se han fechado aún la 1ra ocupación, vinculada a Qaluyu, ni la 4ta ocupación, vinculada probablemente a la última ocupación Pukara del sitio. CAZADORES-RECOLECTORES SOCIEDADES PREVIAS AL SEDENTARISMO

Antes de discutir sobre las primeras sociedades sedentarias en la cuenca norte del Titicaca creemos necesario reflexionar sobre las sociedades cazadoras-recolectoras en esta parte de los Andes. Estas pues constituyen el antecedente material e ideal de las sociedades sedentarias tempranas, durante esta época que comúnmente es llamada “Arcaico” es donde se empiezan a gestar las condiciones para la nueva vida sedentaria y es necesario tratarlas. Esto se puede observar explícitamente en los sitios donde sobre una ocupación de cazadores-recolectores o “Arcaica” se desarrollan ocupaciones de las primeras sociedades sedentarias como sucede en los casos de Quelcatani (Aldenderfer y Flores 2011), Jiskairumoko (Craig 2005, 2012) y Camata (Steadman 1995), entre otros. Hasta el momento no existen sitios del “Arcaico” que hayan sido excavados en la parte norte de la cuenca del Titicaca, los sitios más cercanos a los límites naturales de la cuenca norte (vide Plourde y Stanish 2006) son los sitios de Jiskairumoko y Quelcatani. Ninguno de estos pertenece al “Arcaico Temprano”, no existiendo ningún sitio de este periodo que haya sido excavado (Aldenderfer y Flores 2011: 538). De estos sitios mencionados, Quelcatani es el que posee los fechados más antiguos: 7300 AP (Klink y Aldenderfer 2005), infortunadamente estos fechados aún no han sido publicados completos ni calibrados. A pesar de esta deficiencia, Aldenderfer (2012: 26) indica que los primero habitantes del altiplano llegan aproximadamente hacia los 10 000 AP, lo cual es inferido a partir de las semejanzas morfológicas del material lítico, encontrado por Klink (2005) en el valle de Huenque124, con las fases más tempranas de Asana (Aldenderfer y Flores 2011: 538-539). Con respecto al valle Quilcamayo-Tintiri no hemos identificado sitios que solo poseyeran ocupación del “Arcaico”, pero si hemos encontrado sitios con algunos artefactos líticos del periodo de las sociedades cazadoras-recolectoras (pp. 139); además, valles cercanos como el de Huancané-Putina (Cipolla 2005) o el mismo Ramis (Aldenderfer y Flores 2008) si registran ocupaciones “Arcaicas”. Una de las puntas líticas encontradas en superficie en el sitio de Chaupisawakasi (fig. 226d, 227d) nos recuerda a una de las puntas del sitio de Asana del Tipo 3B (Klink y Aldenderfer 2005: fig. 3.4.c) la cual está asociada a un fechado de 6700 AP (Klink y Aldenderfer 2005: Tabla 3.7.). Probablemente cerca al 6000 ANE la mayor parte de la cuenca norte debió estar poblada por grupos de cazadores-recolectores, aunque debemos esperar excavaciones de sitios “Arcaicos” para el área.

124 Aldenderfer y Flores (2011: 539) también señalan que en otras prospecciones (v.g. Aldenderfer y Flores 2008, Arizaca y Quispe 2005, Cipolla 2005) en la parte norte de la cuenca.

321

Algo que es de especial importancia para nosotros es el aumento de las fuerzas productivas durante el “Arcaico”. Tal parece ser que el aumento de la población o de la fuerza de trabajo durante el “Arcaico” es un proceso paulatino. Para el “Arcaico Medio” existe un aumento de los sitios pudiendo deberse a un aumento de la población (Aldenderfer y Flores 2011: 539, Aldenderfer 2012: 32), aun así los índices de crecimiento son bajos (Craig 2005). Para el “Arcaico Tardío” existe también un nuevo aumento de la cantidad de sitios (Aldenderfer y Flores 2011: 539, Aldenderfer 2012: 33), lo que hace suponer un aumento también de la población (Aldenderfer 2009, 2012). En el “Arcaico Terminal” o “Arcaico Final” es donde acontece un cambio importante en los asentamientos, que aunque disminuyen en número aumentan en tamaño, sugiriendo la concentración de población en estos nuevos espacios (Aldenderfer y Flores 2011: 539-540, Aldenderfer 2012: 35), dando inicio al fenómeno del semi-sedentarismo que sentará una de las bases para el desarrollo de la vida sedentaria; en esto último tiene especial importancia el sitio Jiskairumoko (Craig 2012) donde se observa de primera mano este proceso y por ser el sitio más cercano a la zona norte. Quelcatani y Jiskairumoko también nos brindan pruebas de cambios en los medios de producción y el desarrollo incipiente de nuevas tecnologías para la producción primaria (de alimentos) durante el “Arcaico Terminal”. En Jiskairumoko la presencia de abundantes cantidades artefactos de molienda (Craig 2005, 2012: 69-94) nos lleva a suponer el consumo de plantas, además del hallazgo de variedades cultivadas de Chenopodium sp (Aldenderfer 2012: 33, Rumold 2010) y probablemente cría de animales (Craig 2005), una incipiente domesticación de plantas y animales. Así, también, en Jiskairumoko se desarrollaron otros artefactos y tecnologías, a parte de las formas iniciales de agricultura y domesticación de animales, como los artefactos destinados a la cocción de alimentos y otros productos: los fogones (vide Craig 2005, 2012: 86-90) y estructuras destinadas probablemente al almacenamiento (Craig 2005, 2012: 114). Por otro lado en Quelcatani se han observado estructuras probablemente usadas como corrales (Aldenderfer y Flores 2011: 539, Aldenderfer 2012: 35); asimismo llama nuestra atención la ausencia de artefactos de molienda, en el sitio (Aldenderfer y Flores 2011: 539), lo que nos conduce a la existencia de diferencias entre los distintos grupos de cazadores-recolectores, producidas por las condiciones materiales de existencia en esa zona, donde es imposible la agricultura. Para finalizar, al respecto de las sociedades cazadoras-recolectoras, Tantaleán (2005a: 200) siguiendo a Estévez y colegas (1998: 11-12) plantea, para el altiplano, que: “…el paso de las sociedades cazadoras/recolectoras a las agrícolas/ganaderas fue consecuencia de la superación de esta contradicción entre las condiciones sociales de producción de bienes materiales y los procesos de reproducción biológica y social”, lo que implicó el desarrollo de las fuerzas productivas, que como hemos visto empezó a hacerse durante el “Arcaico Terminal”. Obviamente durante tan largo periodo de tiempo se han desarrollado distintas dialécticas entre las distintas unidades sociales de cazadores-recolectores llenas de tensiones y distensiones, no siendo tan esquemático como lo planteado acá, que escapan al objetivo de esta tesis.

SOBRE LA APARICIÓN DE QALUYU ¿FORMATIVO MEDIO O TEMPRANO? El salto cualitativo de las sociedades cazadoras-recolectoras a las sociedades agrícolas-ganaderas, de una forma de vida nómada a una vida sedentaria, del “Arcaico” al “Formativo”, aún permanece poco estudiado a nivel arqueológico en la cuenca norte del Titicaca. Pero ¿qué es el “Formativo” 125?, para el altiplano andino se asocia a la aparición de las primeras aldeas sedentarias alrededor de los 2000 ANE (Stanish 2003: Cap. 6), aunque se habla del sedentarismo como el rasgo fundamental no se deja de lado la aparición de la cerámica:

125

El concepto “Formativo” ha atravesado por serias críticas, principalmente por la carga evolucionista que implica su uso (v.g. Ramón 2005). Sin embargo, a pesar de dichas críticas, en la actualidad el término sigue siendo aplicado ampliamente en la arqueología andina e, incluso, ha sido recientemente actualizado (v.g. Kaulicke 2008, 2010).

322

“Hasta ahora, la cerámica más temprana en la Cuenca del Titicaca ha sido identificada por Steadman (próximo) en el sitio de Quelcatani, el cual fue excavado por Aldenderfer. Una fecha de carbono-14 de 3660 ± 60 A.P. (calibrado alrededor de 2000 A.C.) está asociada con varios fragmentos de cerámica.” (Stanish 2003: 102. Traducción nuestra). Sin embargo, Stanish no es claro con la procedencia del fechado, debido a que hasta ahora no conocemos en extenso el reporte de los datos de Quelcatani. Asimismo, Aldenderfer y Flores (2011: 540) hablan de unas estructuras fechadas en 3660 AP y unos tiestos de cerámica “…quizá los más tempranos que se conocen en la cuenca del Titicaca,…”, pero no terminan siendo claros al respecto. Así, vemos que aún se sigue usando a la cerámica como uno de los indicadores del sedentarismo. Por otro lado dentro del “Formativo” se han escindido varios periodos con las típicas divisiones evolucionistas como: “Formativo Temprano”, “Formativo Medio” y “Formativo Tardío”. Así, Qaluyu se iniciaría en el “Formativo Medio” (1300 – 500 ANE) antecediéndole el “Formativo Temprano” (Stanish 2003: Cap. 6). Otros autores (v.g. Cohen 2010: 55-58) atribuyen a Qaluyu un periodo de tiempo que se extiende desde el “Formativo Temprano” hasta todo el “Formativo Medio”, pero sus rangos de tiempo variaran debido al contexto local de los estudios, así podríamos seguir revisando varios casos. Entonces podemos ver que en los sitios estudiados hasta ahora lo Qaluyu va a terminar trasgrediendo estas visiones esquemáticas de la realidad arqueológica. Los datos de Jiskairumoko (Craig 2005, 2012), de Camata (Steadman 1995) y de Qaluyu (Mohr 1977, 1980) mismo, indican que las primeras aldeas sedentarias van a aparecer en distintos lapsos de tiempo, siendo un proceso desigual, pero no dejando de ser revolucionario en la forma de vida de los pobladores de esta parte del altiplano. En Jiskairumoko, por ejemplo, Craig (2012: 64) nos dice que “…, en la cuenca del río Ilave, los fechados de Jiskairumoko indican que esta transición [hacia el sedentarismo o “Formativo”] no tomó lugar hasta ca. 1400 cal. a.C. Esas diferencias en tiempo subrayan la naturaleza del mosaico del cambio cultural” (entre corchetes nuestro), y que las nuevas estructuras arquitectónicas estaban asociadas al hallazgo de los primeros restos de cerámica (Craig 2005: 655, 2012: 101). En Camata tenemos una ocupación precerámica probablemente de cazadores-recolectores a la que se le superpone el “Qaluyu Temprano”, en la cual conjuntamente con los primeros tiestos cerámicos aparecen también las primeras herramientas agrícolas, “Es probable, por lo tanto, que la fase Qaluyu Temprano represente un cambio hacia una ocupación más sedentaria en el sitio, basada en la agricultura” (Steadman 1995: 491) y tenemos un fechado que sitúa el comienzo de Qaluyu hacia los 1200 ANE. Aunque Qaluyu (sitio) no presente una ocupación del “Arcaico” que la anteceda, si presenta unos de los fechados más tempranos para esta sociedad, remontándose hacia los 1628 o 1450 ANE, si somos más conservadores. Por lo tanto ¿existe un “Formativo Temprano” diferenciado de Qaluyu? Los datos que presentamos parecen indicar que no, por lo menos para los sitios con excavaciones en la cuenca norte del Titicaca. Datos que provienen del otro lado de la cuenca, de la contraparte Boliviana, en el sitio tipo de Chiripa también presenta indicios de una ocupación sedentaria que es precedida por una sociedad precerámica y no-sedentaria. En todos estos casos revisados, después de los cazadores-recolectores se erige una sociedad sedentaria y cerámica. Este nuevo artefacto es parte y producto de las nuevas relaciones sociales establecidas durante el sedentarismo en las sociedades agrícolas-ganaderas y que va a jugar un papel muy importante en estas relaciones, a nivel local y regional. Pero más allá de esto, parece ser que al inicio de la nueva forma de vida existieron algunas aldeas que no utilizaron la cerámica, en lo que se ha venido a denominar como “Formativo Precerámico”, como en el valle Quilcamayo-Tintiri. Dicha característica de aldeas acerámicas no indica necesariamente una condición de etapa previa, como hemos asumido evolutivamente en otros lugares (Tantaleán et al. 2012: 167), al periodo cerámico, sino que bien pudieron ser contemporáneas a las aldeas que consumían cerámica qaluyu (pp. 139). 323

Entonces ¿qué es Qaluyu? “Qaluyu es un sitio arqueológico, un sitio tipo, un periodo de tiempo, un estilo cerámico y artístico, una cultura, un marcador de horizonte arqueológico,…” (Plourde y Stanish 2006: 247). Nosotros estamos de acuerdo con esta definición, pero a la vez creemos que Qaluyu es mucho más que eso. Desde un punto de vista materialista histórico, Qaluyu es una nueva forma de producir, una nueva forma de vivir donde se establecieron nuevas relaciones sociales, es principalmente una forma sedentaria de vivir que tuvo como principales forma de producción126 a la agricultura y la ganadería, siendo utilizado o no utilizado el nuevo artefacto cerámico, al inicio de esta. Es pues una sociedad o sociedades que se desarrollaron a partir del trabajo acumulado por las sociedades cazadoras-recolectoras y que empezaron a generar un nuevo modo de producir de forma independiente, o que el establecimiento de relaciones sociales con otras sociedades ya sedentarias, en un proceso de contacto-aprendizaje que probablemente pudo tornarse bélico (aunque no existen evidencias arqueológicas de esto), las hizo adoptar este nuevo estadio. Durante la historia de Qaluyu los nuevos objetos producidos (principalmente el estilo127 Qaluyu) y las prácticas socio-políticas acercan cada vez más a estas aldeas que empezaron a consumir y reproducir objetos y prácticas sociales comunes (cerámica, tipos de asentamientos, artefactos líticos, litoescultura, prácticas socio-políticas, etc). A pesar de existir diferencias entre individuos, las relaciones sociales fueron simétricas. No entraremos en más detalles de la caracterización de la sociedad Qaluyu, en aspectos que no son tan controvertibles y que ya hemos dejado en claro a lo largo de toda esta tesis (cap. ii, pp. 140-146, etc), además porque el tratamiento de Qaluyu desde un punto de vista materialista histórico ya ha sido tratado por Tantaleán (2005a: 201-209, 2008: 236-247, 2010a: 53-54). Intentemos ahora discutir sobre Qaluyu desde nuestro valle en relación a la aparición de la sociedad sedentaria. Sin embargo, con el nivel de conocimiento arqueológico, para el valle, de seguro que nos quedaremos con más interrogantes que certezas. Aún permanece desconocido alrededor de que fecha aparecen las primeras aldeas. Por nuestras excavaciones en Chaupisawakasi parece que el proceso de aparición y/o fundación de las aldeas fue desigual. En este sitio sólo la 1ra ocupación está vinculada a Qaluyu y le sucede inmediatamente una ocupación pukara; esta ocupación qaluyu creemos que aparece tardíamente y ser apenas anterior a los 140 ANE, aunque debemos esperar nuevos fechados. Probablemente en otros sitios exista una estratigrafía más compleja para lo Qaluyu. Un grupo de aldeas en el valle (QT-26, QT-31, QT-33) parece no requerir del uso de la cerámica al inicio de su vida aldeana y agrícola-ganadera, pero posteriormente fueron abandonadas, queda pendiente saber cuánto duró este periodo de resistencia a la cerámica. Ahora bien, ¿estas aldeas fueron contemporáneas a las primeras aldeas cerámicas o anteceden a estas? De ser contemporáneas (para lo cual se necesitará fechados) será un indicador de lo diverso que fue el establecimiento de las primeras aldeas y que por lo menos existió dos grupos de aldeas en el valle y que en algún momento los hombres y mujeres de las aldeas aceramicas, las abandonaron. De ser antecesoras se debería de hallar ocupaciones sedentarias aceramicas a las cuales les suceda una ocupación aldeana cerámica, esto indicaría que el sedentarismo se dio de cierto modo independiente en el valle y que por un tiempo no se consumió cerámica, a diferencia de los casos antes mencionados. Así pues, las sociedad(es) Qaluyu asentada(s) en el valle comparten principalmente la materialidad y las prácticas sociales comunitarias y simétricas con sus homólogas de los valles circundantes. Sin embargo no redundaremos más sobre el asunto debido a que ya lo hemos tratado con anterioridad (pp. 304-307).

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Hablamos de principales formas de producción porque las evidencias indican que la caza y la pesca no se abandonaron y fueron parte de la producción primaria (Mohr 1980, Stanish 2003: Cap 6, Capriles et al. 2014). 127 “Un estilo se comporta a veces como una corriente secreta que atraviesa los objetos y las personas. Un estilo aprovecha el espacio de la materia para expresarse, pero depende de los espacios generados por la comunicación social. El momento se inscribe en el tiempo, y el tiempo es el receptáculo en el que aparecen los objetos” (Lull 2007: 214).

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EL ESTADO PUKARA En el caso de los asentamientos relacionados con los objetos del estilo Pukara (400 ANE - 350 NE), estos se construyeron en dos espacios físicos: 1) sitios anteriormente ocupados (Qaluyu) y 2) sitios sin ocupación previa. Cuando se fundan nuevos sitios pukara que no están relacionados directamente con la producción agrícola precedente, se eligieron lugares que controlaban otros tipos de espacios productivos y/o rutas naturales de acceso a otras zonas ecológicas. Dichos sitios compartieron un diseño arquitectónico básico que incluía edificaciones monumentales de tipo platafórmico, grandes recintos rectangulares, plazas hundidas y, por supuesto, litoescultura. Por primera vez en la región, se puede hablar de una verdadera jerarquía de asentamientos humanos128. En los sitios donde se encuentran objetos de estilo Pukara, estos artefactos se encuentran ubicados en sectores diferenciados del asentamiento que se construyen en este periodo y que se distinguen, principalmente, por la calidad de su producción. La cerámica decorada se halla en sectores específicos de los sitios y, sobre todo, la variedad no doméstica se halla en espacios destinados a prácticas alejadas de las comunes o cotidianas. De todos los objetos reconocidos dentro de la cultura material pukara, la litoescultura, sin lugar a dudas, se constituye como uno de los objetos primordiales o claves (sensu Lull 2007). Esto por la materia que la compone, como por su producción, volumen y ubicación, en los principales sectores de los montículos y plazas hundidas. En este sentido, siguiendo a Vicente Lull (2007: 201), la litoescultura y, concretamente la estela escalonada pukara, supone una “transformación” de la huanca. Así, la huanca observada en los sitios asociados a objetos de estilo Qaluyu que, si bien conserva la forma básica y su ubicación central, ha sido convertida en un objeto nuevo ubicado en espacios que ahora son restringidos, con una función trascendental en las prácticas sociopolíticas y socio-ideológicas. De hecho, en el planteamiento de Sergio Chávez y Karen Mohr (1975), este tipo de litoescultura es parte del fenómeno que denomina como la “Tradición Religiosa Yaya-Mama”, en su segunda fase (Yaya-Mama Tardío), reconociendo, de esta manera, una continuidad en las prácticas socio-políticas e ideológicas enfocadas en los objetos líticos como la estela escalonada. Asimismo, existe una novedosa variedad de arteusos en los sitios arqueológicos de la cuenca norte del Titicaca como la obsidiana o el basalto olivino y, que sí estuvieron presentes en algún caso previo, su cantidad fue incrementada durante el desarrollo de los grupos sociales que utilizaban los objetos del estilo Pukara hasta llegar a hacerse altamente visibles en el registro arqueológico. En estos nuevos espacios segregados de los asentamientos asociados a objetos de estilo Pukara y con mayor dedicación en su producción, como serían las plazas hundidas, se habrían depositado los cadáveres de individuos en estructuras funerarias complejas y con artefactos singulares, como se reconoció en la plaza hundida de Qalasaya excavada por Kidder en el sitio epónimo (Franco Inojosa 1940:132). Todos estos nuevos objetos y espacios arquitectónicos, que los concentran, nos señalan prácticas sociales donde la distribución y el consumo fueron asimétricos y concentrados en lugares elegidos por un grupo específico de la sociedad. Está situación socioeconómica y sociopolítica se mantendrá relativamente estable hasta los 400 NE cuando nuevas prácticas sociales desconocieron estos objetos y los lugares que los albergaban. Evidentemente la sociedad Pukara supone una nueva forma de producir y reproducirse socialmente de los hombres y mujeres de esta parte del altiplano. Acá no entraremos en detalles ni consideraciones marxistas sobre el estado129, ni mucho menos las discutiremos. Lo que conocemos como Pukara ya ha sido reconocido como estado desde el materialismo histórico (2009b) y desde el procesualismo (Stanish 2001). 128

Ver Stanish 2003, Tantaleán 2010a, Tantaleán y Leyva 2010 para descripciones más detalladas de los asentamientos Pukara. 129 Para esto se puede recurrir principalmente a Lull y Mico (2007) y particularmente a Tantaleán (2009a), entre otros (Patterson 2004).

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Algo que si haremos, brevemente, es señalar los indicadores arqueológicos a la luz de teoría particular del estado de Tantaleán (2009a), del Estado Teocrático Andino. Chavín, que es la sociedad usada para la definición de Tantaleán, cuenta con las evidencias generadas a través de una mayor cantidad de investigaciones a diferencia de Pukara, lo cual representará algunos vacíos en esta breve contrastación. “Asimismo, es necesario reconocer que la cuestión de la magnitud o cuantificación de ciertos indicadores es una cuestión que se deberá valorar local o regionalmente puesto que no son indicadores comparables entre regiones o tiempos debido a la propia trayectoria histórica de generación de dichos estados teocráticos en cada área y tiempo.” (Tantaleán 2009a:116). Pese a ello, creemos que este ejercicio es posible con las evidencias arqueológicas disponibles, pero creemos que es necesario su contrastación con metodologías ad hoc, con estudios más detallados. Así, siguiendo a Tantaleán (2009a), a continuación tomamos en cuenta una serie de indicadores arqueológicos del Estado Teocrático Andino y los correlacionamos con la evidencia arqueológica disponible para Pukara.

Indicadores arqueológicos en el área de edificios principales de Pukara “Ubicación espacial privilegiada del asentamiento.”. El sitio de Pukara se ubica en la parte noroeste de una de las más extensas pampas interfluviales de la cuenca norte del lago Titicaca, la del Azángaro-Pukara, que abarca aproximadamente 384 km2 de superficie cultivable (Craig et al. 2011: 2091); que además presenta el área de mayor concentración de qochas conocida (Flores et al. 2012: 226-229), aproximadamente unas 11 737 (Craig et al. 2011); lo que la vincula con el área, probablemente, de mayor producción agrícola de la cuenca norte. Así, también, Pukara se ubica en una de las zonas por donde atraviesan varias de las rutas que llevan hacia la parte norte del altiplano (fig. 240), lo que le daría cierto control sobre las relaciones de intercambio con otras zonas de los Andes, aunque son necesarias más investigaciones al respecto. “Principal concentración de volúmenes arquitectónicos de la región.” Se ha calculado las dimensiones en la extensión del sitio de Pukara usando distintos criterios, dándosele una extensión desde 1 km2 hasta 6 km2 (Mujica 1991: 278, Chávez 1992: 48, Stanish 2003: 142, Klarich 2005a: 56, Klarich y Román 2012). En todos estos casos, Pukara es de lejos el sitio con mayor extensión y volúmenes arquitectónicos de la cuenca norte, sólo con parangón en el sitio de Tiwanacu en la cuenca sur del lago (vide Stanish 2003: Tabla 7.1). El área de la pirámide Qalasaya ocupa aproximadamente 9,5 ha (calculado en base a Mujica 1996: 20), de lo que es el área más pública del sitio y sin contar los otros montículos presentes. Destaca la gran inversión de fuerza de trabajo en tanto cantidad y calidad (pp.4951), la utilización de grandes bloques de piedra y de la factura en general de la pirámide. “Prolongado desarrollo arquitectónico y de ocupación.” Como hemos discutido arriba, el sitio de Pukara posee el rango de 405 ANE a 660 NE, según los fechados obtenidos, aunque como sabemos existen algunas consideraciones al respecto. Siendo más conservadores podemos tomar el intervalo definido por los fechados de Steadman (1995: 35-46) para Camata de 400 ANE a 350 NE, o los de Klarich (2009: 290) para la Pampa Central de Pukara: 360 ANE a 240 NE. Lo que nos da un periodo de 750 años o 600 años en el menor de los casos. Este periodo de tiempo puede aumentar si se toman en cuenta las seis ocupaciones, en las cuales se incluyen fases pre y post-Pukara (Wheeler y Mujica 1981)130.

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Para un resumen de estas fases se puede acudir a Oshige (2010: 70-77).

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Figura 240. Rutas de traslado de la obsidiana durante el “Formativo”. Se puede observar como una de las rutas que parten de Chivay cruza por Pukara hacia el valle Quilcamayo-Tintiri. Tomado de Tripcevich 2007 (fig. 3-5).

“Utilización en los edificios principales de diseño, estructuras y/o elementos arquitectónicos relacionados con fenómenos celestes y/o naturales.” Si bien no existe un estudio arqueo-astronómico en el sitio de Pukara. Las principales estructuras y sobre todo los patios hundidos se orientan cardinalmente cuestión que es fácilmente comprobable y ha sido reportada en primera instancia por Kidder (vide Chávez 1992: 78-83), estando además de cara hacia el este (Mujica 1991: 280-281), la salida del sol. Es más, la arquitectura presente en la Pampa Central de Pukara también se orientó cardinalmente (vide Klarich 2005a: 117-173). Todo esto nos indica por lo menos un conocimiento básico de la astronomía. “Existencia en los edificios principales, de formas arquitectónicas, elementos arquitectónicos y artefactos pre-existentes en el mismo sitio y tomados de otras áreas cercanas o lejanas.” Lo que conocemos como “Complejo Kalasasaya” que es un conjunto de rasgos arquitectónicos que relaciona los patios hundidos, las pirámides y los recintos amurallados (Stanish 2003: 141) que se desarrollan en todo el altiplano. Según Levine y colegas (2012: 131) este “complejo arquitectónico” hunde sus raíces en el “Formativo Medio”. Esta tradición que tiene como componente principal a los patios hundidos se inicia en algún momento del desarrollo de lo que conocemos como Qaluyu y llega a tener una amplia difusión en el altiplano (vide Cohen 2010: 72-94). “Alrededor del tercer siglo después de Cristo, había solamente un puñado de sitios en la región con patios muy grandes, pirámides y recintos amurallados” (Levine et al. 2012: 132). Además, en estos espacios de reunión mencionados se consume litoescultura, que tiene una larga historia de desarrollo en el altiplano (vide Stanish 2003: 129-134). “Existencia de espacios arquitectónicos abiertos y cerrados en el área de los edificios principales.” A pesar de la ausencia de excavaciones extensivas en Pukara existen algunos datos que nos refiere a los espacios que incluyen una multitud y otros que restringen determinadas reuniones. El espacio de los tres 327

patios hundidos en la cima de Qalasaya es de 15 m por 16 m (Chávez 1992: 79) por patio, lo que nos daría a un máximo de 240 personas, pensando en una persona por m2, lo cual es exagerado. Probablemente las prácticas realizadas en los patios hundidos tenían un número más reducido de personas que no debió de sobrepasar el centenar. En contraste con los patios hundidos, la extensa Pampa Central pudo fácilmente congregar un gran número de personas, aunque aún desconocemos gran parte de la configuración de esta zona de Pukara. Klarich (2009) en sus excavaciones de 2001 en la pampa pudo comprobar la existencia de una gran plaza abierta en la primera ocupación de esta zona. “Existencia en diferentes soportes (arquitectura y objetos) de representaciones iconográficas complejas principales con rasgos antropomorfos en el área de los edificios principales.” Existen distintos trabajos que presentan, describen y/o discuten la complejidad de las representaciones iconográficas en la cerámica proveniente del sitio de Pukara (Valcárcel 1935; Kidder 1943: 3; Chávez 1992, 2002; Klarick 2005a: Apén. 5n), las cuales según Chávez (1992, 2002) tienen como tema principal a seres antropomorfos (pp. 64). Por desgracia, algunos factores antrópicos han afectado la materialidad que ha llegado a nosotros(as) y se ha destruido la litoescultura del sitio (Tantaleán 2010a: 89). Aun así, Valcárcel (1932b) reporta una estela con el “Gato de Agua” y más importante aún, reporta que cerca del sitio de Pukara fue encontrado el “Personaje Mítico” o “Degollador” (Valcárcel 1925: 12). Fuera del sitio de Pukara existe gran evidencia de litoescultura de iconografía pukara que representa seres antropomorfos (Infra). Una particularidad histórica de Pukara es que no desarrolló iconografía compleja incluida en sus artefactos arquitectónicos y esta se restringió principalmente a la cerámica y litoescultura. “Evidencia de cuerpos humanos mutilados, asesinados (sacrificados), consumidos y representaciones de actos violentos realizados por entidades antropomorfas, representaciones de armas en los edificios principales.” Kidder en sus excavaciones en la pampa de Pukara encontró una concentración de fragmentos de mandíbulas y cráneos humanos (Chávez 1992: 63-64), asimismo no existen estudios bio-antropológicos de los entierros del patio hundido excavado por Kidder, sobre todo de los individuos sin ajuar funerario, los cuales podrían representar “sacrificios”. En el sitio de Taraco se encontró restos humanos probablemente mutilados (carencia de alguna pieza ósea), aunque son necesarios los estudios bio-antropológicos. También existen antecedentes de mutilación a manera de “ofrendas” en la zona “monumental” del sitio de Huatacoa durante fases qaluyu (Cohen 2010: 193-195, 197, 200) a las cuales se les superpone un patio pukara (pp. 83). El tema de la decapitación es recurrente en la iconografía de la cerámica pukara (Chávez 1992) donde se reconocen personajes antropomorfos que en una mano sostienen un arma y en la otra una cabeza humana. En las representaciones litoescultóricas, como las representaciones del “Degollador” se representan las mismas prácticas violentas que incluyen armas y cabezas humanas; adicionalmente, cabezas humanas han sido también representadas aisladamente en la litoescultura (Mujica 1991, Klarich 2005b: 199, fig.14. Ver pp.150 y fig. 104). No existen representaciones de armas en los edificios debido a que la sociedad Pukara no representa ninguna imagen o escena en su arquitectura. “Existencia de espacios de concentración de objetos muy elaborados y estandarizados en los edificios principales producidos fuera de la región.” La arquitectura misma del sitio representa la mayor inversión de trabajo en la cuenca norte, en ningún otro sitio se conoce un edificio como la pirámide de Qalasaya. Los ejemplares de cerámica de más calidad y cantidad (Chávez 1992) provienen de las excavaciones de Kidder (1943). Los objetos más elaborados de metal han sido identificados en Pukara, las placas de oro y cobre (Kidder 1943: 5. Ver fig. 40), además de unas láminas de oro encontradas en un entierro pukara en el patio hundido excavado (Franco Inojosa 1940: 132); esto toma importancia si tenemos en cuenta que el oro es un mineral exótico. Existe también evidencia indirecta en el consumo de coca a partir de cal encontrada en pequeñas vasijas pukara (calero) (Chávez 1992: 514). Estos son algunos datos que conocemos hasta ahora, pero Pukara ha sido excavado en un muy reducido porcentaje en relación a su tamaño total y aún guarda gran cantidad de objetos acumulados. 328

Indicadores arqueológicos en las áreas asociadas directamente a los edificios principales de Pukara “Existencia de áreas “domésticas” o “laborales” asociadas directamente con los edificios principales del sitio.” Aún permanecen imperceptibles las estructuras que deben de extenderse en toda la pampa de Pukara y en las zonas periféricas del sitio, aquellas que han sido ocupadas contemporáneamente por el pueblo moderno de Pucará. Sin embargo, esto no ha sido impedimento para que con las escasas investigaciones se reconozcan “residencias de élite” (Klarich 2005a, 2005b, 2009), asociadas probablemente a zonas de producción (¿especializada?) de cerámica (Klarich 2009: 292). Nosotros creemos que en la Pampa Central o en algún lugar de Pukara debieron de existir talleres especializados en la producción de cerámica, esto se hace más patente ya que Pukara se establece adyacente a una fuente de arcilla (pp. 40. Ver también Klarich y Tacca 2006), que es una de las más grandes de la cuenca norte. Asimismo, Pukara debió de controlar gran parte de la producción y distribución de la cerámica de estilo Pukara. A parte de esto, también se han identificado viviendas rústicas de menor calidad en cuanto a materiales y técnica (Kidder 1943: 5; Mujica 1979: 186-187, 1991: 278, 1996: 19-20; Chávez 1992: 54-59; Franco Inojosa 1940: 131), que principalmente se ubicarían en zonas alejadas de los edificios principales como en la ribera del río Pukara. A partir de la gran cantidad de desechos, Franco Inojosa (1940: 129) indica que debió existir una gran población en el sitio. “Existencia de artefactos estandarizados producidos en el sitio en los edificios principales y en el área inmediata.” La estandarización de los artefactos en Pukara se hace evidente en arquitectura, cerámica, litoescultura y demás artefactos, es lo que conocemos como “Complejo Kalasasaya” en arquitectura y el estilo Pukara en artefactos muebles, los cuales siguen determinados cánones estilísticos. Esto nos indica claramente un control en la producción de estos artefactos por un grupo de la sociedad. “Estructuras arquitectónicas domesticas de mayor calidad tecnológica y materiales de construcción.” Como ya hemos visto, Klarich (2005a, 2005b, 2009) reporta “residencias de élite” en la Pampa de Pukara. Esto también se reproduce en otros sitios pukara (ver indicador Infra) “Acumulación de artefactos estandarizados producidos localmente y no, solo en algunos contextos domésticos afuera de los edificios principales del sitio.” Estas “casas de élite”, de las que hablamos en el indicador anterior, acumulan artefactos exclusivos principalmente de estilo Pukara (Klarich 2005a: Cap. 7).

Indicadores arqueológicos en las áreas alejadas del centro político religioso y zona residencial de Pukara “Existencia de asentamientos monumentales que repiten el diseño y técnica y relacionados con materiales originales del sitio estudiado.” Los patios hundidos se encuentran a través de todo el altiplano, el sitio mismo de Chiripa presenta un patio de casi idéntica disposición arquitectónica que el de Pukara (Mohr 1988: fig. 3), por esto debemos de no solo vincular los patios hundidos a Pukara y para reconocerlos como tales debemos de asociarlos a otros materiales pukara, como cerámica y litoescultura. A pesar de la escasa información, algunas prospecciones y reconocimientos han permitido identificar patios hundidos pukara: Qaluyu (Stanish 2003: 114), Huatacoa (Cohen 2010), Cancha Cancha-Asiruni (Stanish et al. 2005, Tantaleán 2010a), Cerro Chincheros (Stanish et al. 2005), Ichu-Incatunuhuiri (Kidder 1943), Pancañe (Tantaleán 2010a), Puno Puno (Stanish et al. 2005), Cachichupa (Plourde 2006); así como muchos otros sitios en los valles del Ramis (Stanish y Umire 2002, 2004), Huancané-Putina (Plourde 2006), en la bahía de Puno (Schultze y Sosa 2003) y Pucará (Cohen 2010). 329

“Existencia de artefactos de la misma morfología e iconografía fuera del sitio estudiado, especialmente en otros contextos de “elite”.” Así, también, en otros sitios pukara fuera del valle de Pucará también se reproduce en menor escala la organización urbana del sitio principal, con “casas de élite” que se encuentran asociadas a los edificios principales de estos “sitios secundarios”, como en Taraco (De la Vega 2005; Chávez Justo 2007, 2008b) y en Chaupisawakasi (cap. vi y vii). “Existencia de asentamientos domésticos alejados pero relacionados directamente con el sitio estudiado.” Se han reconocido sitios vinculados al sitio de Pukara no solo en este valle, sino también en varios otros valles aledaños, llegando a cubrir gran parte de la cuenca norte. En estos sitios se han encontrado fragmentos cerámicos y litoescultura de estilo Pukara (ver indicadores Supra). No solo se han reconocido varios sitios pukara sino que se ha planteado una jerarquía entre sitios (Mujica 1988: 89-90, 1991: 279-284) teniendo como “centro urbano-ceremonial” o “núcleo principal” al sitio de Pukara; como “centros secundarios” o “semi-urbanos” a (v.g.) Taraco, Cancha Cancha-Asiruni, Ichu-Incatunuhuiri, entre otros; y como “asentamientos domésticos y productivos” o “aldeas” a todos los sitios de menor escala, que no presentan arquitectura pública y que se ubican en zonas de importancia para la producción. Chupisawakasi sería Pukara es uno de los primeros estados prehispánicos, si bien muchos de los indicadores generados por Tantaleán se ajustan al Estado Teocrático Andino de Pukara, existen algunas particularidades que debemos de reconocer a partir de indicadores arqueológicos propios; pero que a pesar de que se ha avanzado considerablemente en la arqueología de esta parte del altiplano en lo que va del presente siglo, creemos que este no es el lugar ni el momento para emprender esa empresa, la cual se deberá de encarar en los años venideros. Por otro lado lo que nos queda claro es que Pukara es un estado manifiesto a nivel regional y que estableció diversas relaciones económicas y políticas con otros estados y sociedades durante su trayectoria histórica.

Breve hermenéutica de la expansión del estado Pukara Finalmente y regresando a la primera parte de esta discusión sobre los fechados que disponemos para las primeras sociedades sedentarias, haremos una brevísima interpretación sobre cómo es que se expande el fenómeno social conocido como Pukara. El sitio de Pukara es el lugar de génesis del estilo Pukara pudiendo remontarse hacia los 500 ANE en lo que conocemos como “Pukara Inicial” (Mujica 1988). Esto es coherente con los fechados asociados a otros lugares que indican ocupaciones Pukara posteriores a los 500 ANE, desde aproximadamente los 400 ANE. Según Stanish (2003: 144-146) los lugares de control y de influencia directa de Pukara no pasaron el abra de La Raya, por el Norte, y los ríos Ilave y Suchez, por el Sur. Si bien es cierto los sitios de los que poseemos los fechados radiocarbónicos no se encuentran, la mayoría, en los “límites” del estado Pukara, nos permitirán esbozar algunas interpretaciones sobre la expansión de lo Pukara. Así, poseemos los datos para Camata y Huajje, ubicados en el extremo sur del área de control Pukara; Cachichupa en el valle Huancané-Putina, el cual es el sitio más oriental del que poseemos fechados; Taraco y Chaupisawakasi se encuentran en valles importantes como el del río Ramis y de los ríos Quilcamayo y Tintiri. Los datos de los fechados revelan que a pesar que Pukara aparece alrededor de los 500 ANE el uso/consumo de su materialidad llegó rapidamente a los lugares más alejados, por lo menos para Camata en el extremo sur y para Cachichupa en el Huancané-Putina. Las fechas estimadas son entre el 400 y el 300 ANE para Camata y entre el 400 y el 200 ANE para Cachichupa. En el sitio de Taraco para la aparición de 330

cerámica pukara no tenemos un fechado y el vacío existente es muy grande, probablemente esta aparición se debió dar antes de los 200 ANE; creemos pues que en una fecha alrededor de los 400 ANE al igual que los sitios ya mencionados, aunque es necesario esperar mayores datos. Llama la atención que en sitios como en Huajje y Chaupisawakasi las ocupaciones pukara empiecen tardiamente, entre 60 y 220 NE para Huajje y entre 140 y 45 ANE para Chaupisawakasi. Esto resulta relevante porque en zonas más alejadas del sitio de Pukara los fechados son más tempranos. Creemos pues que la imposición y expansión del sistema ideológico-político de Pukara se dio en un tiempo relativamente corto alrededor del 400 ANE y que no se impuso con violencia física, en primer momento. Las diferencias temporales en cuanto a ocupaciones pukara en los sitios de los que tenemos cuenta, puede deberse a que lo Pukara se establece como forma de vivir y producir primero en solo algunos sitios; lo que habría generado un escenario de convivencia entre aldeas pukara y qaluyu en zonas cercanas, incluso dentro del mismo valle. Lo que conocemos como “Pukara Clásico” (200 ANE – 200 NE) parece haber sido el periodo donde el fenómeno Pukara alcanza su máximo desarrollo y expansión. Esto explicaría la aparición de nuevos sitios dentro de los valles u otras áreas de la cuenca norte como el caso de Chaupisawakasi y Huajje, donde primero se habrían “colonizado” sitios de mayor importancia como pudieron haber sido Cancha CanchaAsiruni y Ichu-Incatunuhuri y Camata, respectivamente. Esto habría generado un aumento de lo sitios pukara durante este periodo y la desaparición total de Qaluyu. Algunos colegas (Levine et al. 2012: 139) consideran que el uso de la violencia organizada como instrumento político se dio alrededor de los 400 ANE, es decir con la aparición del fenómeno Pukara y de un estamento de la sociedad que se dedique a ejercer violencia. Nosotros creemos que de existir este estamento militar no fue el principal grupo social. Así, parece ser que también aumentó el poderío bélico del estado durante el “Pukara Clásico” y que las élites de sitios como Taraco entraron en conflicto con Pukara (Stanish y Levine 2011, Levine et al. 2012: 145-148). Esto devino en un enfrentamiento y culminó con el incendio de Taraco, entre los 50 y 240 NE (Stanish y Levine 2011, Levine et al. 2012, Levine 2012); siendo la evidencia más temprana del ejercicio de la violencia institucionalizada por el estado contra un grupo que probablemente amenazaba los intereses de la clase dominante establecida en Pukara, o del orden existente en el estado. “Luego de este evento, la gente continuó viviendo en el sitio; sin embargo la naturaleza de la ocupación había cambiado. Los residentes no construyeron más con piedra canteada o participaron en rituales públicos y ceremonias. No manufacturaron o usaron cerámica elaborada.” (Levine et al. 2012: 147).

SUGERENCIAS PARA INVESTIGACIONES FUTURAS Como hemos visto, las excavaciones en Chaupisawakasi han sido muy restringidas, logrando excavar solo seis pozos de sondeo. Estas pioneras excavaciones en el sitio nos han servido para empezar a comprender dicho sitio arqueológico, pero no son suficientes para develar con certeza las funciones que desempeñó el sitio y tampoco conocer a profundidad los distintos sectores que integran el sitio y las relaciones ocupacionales existentes entre estos. Así, se hacen necesarias excavaciones intensivas en el sitio, las cuales esperamos desarrollar a futuro. A pesar de que el valle de Quilcamayo-Tintiri es conocido arqueológicamente antes de nuestra llegada, la excavación que realizamos es la única en el valle. Así, para llegar a elaborar una explicación sobre los papeles que desarrollaron otros sitios y el desarrollo histórico-temporal del valle se hace necesario excavar otros sitios del valle. Otros sitios importantes en el valle son Cancha Cancha-Asiruni, Callacayani y Pancañe. Este último se encuentra en el extremo sur de la zona del Quilcamayo y es de importancia para comprender la “administración” de la pampa interfluvial Azángaro-Quilcamayo. 331

Si bien la excavación de los sitios mencionados es importante, también debemos de voltear la mirada hacia los sectores domésticos de las clases dominadas, para acercarnos a una comprensión de las relaciones sociales entre las dos grandes clases de esta sociedad estatal. Además, abordar la excavación de los lugares de reproducción social de los dominados es clave para un representación materialista histórica completa donde los explotados tengan un lugar en la historia. Son necesarios más estudios dentro de este valle donde recién se inicia la investigación arqueológica. Los fechados que tenemos son insuficientes no solo para el sitio sino también para el valle; haciendo falta fechados en otros sitios del valle para analizar el desarrollo temporal de estos. Aunque nuestros análisis representan un avance en la arqueología del valle, se hacen necesarios análisis con mejores metodologías y tecnologías; creemos que se deben realizar análisis de las fuentes de arcillas y mejores análisis de pastas, lo que nos permitirá vincular los lugares de extracción con los lugares de producción de materiales como la cerámica. Es claro que nuestra relación con las comunidades indígenas, de origen quechua, de la zona es aún muy limitada. Las comunidades indígenas del área donde hacemos arqueología han vivido siglos de abusos y reina la desconfianza para con “extranjeros” como nosotros. Luego de los abusos de los gamonales, se han sucedido muchos más, hasta los más modernos abusos de la minería; así alguna persona que hace un pozo en la tierra podría ser un ingeniero buscando minerales que explotar, es poco probable que sea un arqueólogo (desconocen nuestra profesión en muchos casos). Es necesario y consecuente con nuestra teoría iniciar el contacto y buscar la manera en que las poblaciones que han heredado estas tierras reconozcan su historia y patrimonio cultural. Existen algunos ejemplos desde la Arqueología Social Latinoamericana (v.g. Tantaleán y Aguilar comps. 2012: Parte IV) a los cuales podemos dar una mirada para avanzar en esta dirección. Debemos de servirles de herramienta para la transformación de su realidad y que la arqueología se vuelva una ciencia útil para el cambio progresista de su sitio en la historia.

COMENTARIOS En este capítulo hemos sintetizado toda la información tanto empírica como teórica, producida por nuestros colegas como la nuestra, para esbozar una explicación desde la arqueología y la antropología de las sociedades “formativas” de la cuenca norte del Titicaca. En ese afán hemos tomado algunas herramientas teórico-metodológicas como la definición de un estado de tipo teocrático que se adecua con la fenomenología de la sociedad Pukara. Unos años atrás cuando la arqueología de la zona era exigua, tal empresa era arriesgada y, a lo mucho, se podía avanzar que lo Qaluyu y Pukara eran sociedades de tipo jefatura, la primera simple y la segunda compleja. Sin embargo, la investigación contemporánea deja claro que el fenómeno fue mucho más complejo, económica y políticamente y que la sociedad vinculada con el estilo Pukara estaba dentro de las sociedades de tipo estatal. Obviamente, este estado tuvo una serie de especificidades que lo diferencian de sus similares de otras áreas del mundo. Sin embargo, lo que queda claro, en esta y otras investigaciones, es que existieron una serie de indicadores arqueológicos que no son propios de sociedades de tipo tribal y/o, incluso, con las de jefatura. Indicadores como, por ejemplo, la extensión territorial, la construcción o reconstrucción de sitios precedentes utilizados como centros provinciales como fue el caso de Chaupisawakasi e, incluso, el asedio y destrucción de otras entidades políticas como Taraco. Asimismo, en el contexto de nuestra investigación, el valle de Quilcamayo-Tintiri fue parte de una estrategia de control de rutas y espacios alejados de la cuenca del río Pucara. Posiblemente, Chaupisawakasi, además del control local de la producción agrícola y ganadera, fue parte de una red de sitios como los encontrados en las márgenes del Quilcamayo-Tintiri y que se extendían por esta y otras partes de la cuenca norte del Titicaca para beneficio de las “élites” del sitio de Pukara; pero también para el beneficio de las mismas “élites” locales que compartían así los mismos intereses materiales e ideológicos y, por ende, los mismos símbolos de su poder y autoridad sobre las comunidades.

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CONCLUSIONES ·

En valle de Quilcamayo-Tintiri se asentaron grupos sociales que produjeron y consumieron objetos de estilo Qaluyu (asentamientos, cerámica, huancas, etc.), esta pues tuvo como base de su producción primaria a la agricultura (uso de qochas), como principal forma de producir, y al pastoreo. Esta forma de producir no generó en su organización social relaciones asimétricas y en cambio se realizaron prácticas socio-políticas (rituales) de carácter comunitario, las cuales se concretaron en espacios como plazas abiertas. El proceso de sedentarización en el valle fue desigual y probablemente en algún momento o en algunas sociedades no incluiría la cerámica. Nosotros comprendemos a lo Qaluyu como las primeras sociedades sedentarias agrícolas-ganaderas, en las cuales se reproducían principalmente prácticas simétricas y que compartían la producción y consumo de un conjunto de objetos (no solo la cerámica) que los caracterizaba históricamente y los cuales también se fueron transformando.

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En algún momento de la historia del valle anterior a los 140 ANE, probablemente llegó un grupo de gente desde el sitio de Pukara que colonizó el valle. Lo que llevó a una nueva revolución en la forma de producir de estas sociedades pre-existentes. En el valle se redujo el número de sitios, lo que llevó a la población a agruparse en torno a aldeas en donde un grupo de personas consumía nuevos objetos como cerámica pukara polícroma, litoescultura pukara y que principalmente desarrollaba un tipo de prácticas socio-políticas exclusivas, que se concretaban en los espacios conocidos como patios hundidos, existentes en sitios como Cancha Cancha-Asiruni, Pancañe y Chaupisawakasi. Estas nuevas prácticas y nuevos objetos fueron desarrollados por la “élite” de Pukara, que llegó a re-crearlas a un nivel regional, dichos objetos y prácticas recrean actos violentos que están orientados hacia un tipo de coerción sicológica o religiosa.

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El sitio Chaupisawakasi fue producto del trabajo social acumulado y la revolución en la forma de producir de la sociedad en la época “Arcaica” o de los(as) cazadores - recolectores que se encontraban instalados en el valle y que al parecer no fundaron el sitio inmediatamente, sino que probablemente solo unos siglos antes del 140 ANE. Chaupisawakasi posee una ocupación de época Qaluyu y Pukara, donde consecuentemente primero se desarrolla una sociedad igualitaria y luego una sociedad de clases, que desarrolló la arquitectura monumental y un grupo de su población consumió los nuevos artefactos. Así, este grupo social controló la producción agrícola de la vasta zona que se ubica entre el río Quilcamayo y el río Azángaro, solo teniendo parangón en el sitio de Pancañe al sur del valle, en cuanto a control de la producción agrícola. Probablemente, la presencia de azadas de basalto olivínico en el sitio supuso un lugar de producción de estos artefactos, lo que reforzaría el papel en la producción agrícola del valle.

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El montículo principal de Chaupisawakasi fue construido en época Pukara u ordenado construir por gente que consumía cerámica pukara polícroma, que probablemente provendrían de Pukara. El edificio principal del sitio arqueológico Chaupisawakasi fue parte de la residencia principal del sitio donde residían la familia o grupo social dominante, y donde reproducían, aparte de sus actividades domésticas, un conjunto de prácticas sociales orientadas a validar su posición de clase. Este grupo, “élite local” o familia principal controló de cierto modo la fuerza de trabajo en el sitio, tuvo acceso a bienes con alto costo de producción y valor de cambio (cerámica pukara, piedras semipreciosas, probablemente coca, entre otros). Así, este sitio fue uno de los principales “centros administrativos” del valle, el cual se relacionaba con otras zonas productivas tanto dentro del valle como fuera de sus límites naturales.

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El valle del Quilcamayo-Tintiri jugó un rol importante en la vida social de las comunidades autónomas vinculadas con la cerámica de estilo Qaluyu, en la que la agricultura y pastoreo de 333

camélidos parecen las actividades fundamentales para la producción de alimentos y recursos para la producción de artefactos. Asimismo, su importancia en la producción de estos bienes sería una razón para su asimilación por parte de las “élites” Pukara, así como también por ser un espacio transitivo entre diferentes zonas ecológicas. La ubicación de los sitios pukara en este valle lo señalan como una ruta de salida y/o expansión hacia otras áreas, lo cual se puede confirmar por la aparición de estos asentamientos en el valle y la acumulación de personas en dichos sitios. ·

Nuestra investigación es una prueba más que el determinismo geográfico no es justificación para la situación de económica existente en la actualidad. Que la situación social no es producto de las condiciones climáticas sino del sistema económico-político. Puesto que el estado Pukara logró desplegar sus fuerzas productivas al nivel de construir grandes asentamientos y de cultivar gran parte del agreste altiplano, desarrollando las tecnologías adecuadas.

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Las prospecciones en el valle de Quilcamayo-Tintiri y en otros valles de la cuenca norte del Titicaca, como las excavaciones en otros sitios arqueológicos del “Formativo” de esta área, nos indican que entre los 400 ANE y los 350 NE se desarrolló y extendió un estado de tipo teocrático en la región de la cuenca norte del Titicaca conocido como Pukara.

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Futuras investigaciones deberán prospectar en nuevas áreas de la cuenca norte del Titicaca y excavar, intensivamente, en otros sitios contemporáneos o vinculados con las sociedades “formativas”, para afinar el conocimiento de los desarrollos locales y la integración realizada de esta zona durante el apogeo de Pukara. Las relaciones establecidas a nivel regional seguramente reforzarán las explicaciones arqueológicas en las cuales un centro como Pukara ejerció influencia, control y alianzas con comunidades de diferentes áreas de la cuenca norte del Titicaca e, incluso, con otras sociedades cercanas y alejadas del altiplano peruano.

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