Los Trastornos Fonológicos En El Niñopor Laura Bosch

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Rev. Logop., Fon., Audiol., vol. VII, n.º 4 (195-200), 1987

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LOS TRASTORNOS FONOLÓGICOS EN EL NIÑO* Por Laura Bosch Psicólogo. Equipo Psicopedagógico Municipal de Sant Cugat del Vallès

análisis de los trastornos fonológicos puede realizarse en base al conocimiento del proceso normal de adquisición fonológica, temática que ha sido abordada desde distintas posiciones teóricas. La perspectiva aquí adoptada no enfatiza el análisis en base a la comparación de las producciones niño/adulto, sino que presupone la consideración del niño como un elemento activo en el desarrollo del propio sistema fonológico, elaboración que no se realiza de forma mecánica o siguiendo esquemas predeterminados ajenos a la propia experiencia, sino que deriva de fenómenos pertenecientes al ámbito perceptivo (análisis acústico, sucesivas discriminaciones, etc.) y a la esfera motriz (control propioceptivo, mejora de las realizaciones articulatorias). Queda implícito, pues, el papel fundamental que desempeña el medio en esta progresiva elaboración del sistema fonológico, papel que puede ser facilitador, corrector (menos frecuente) o, por el contrario, entorpecedor, favoreciendo el mantenimiento de categorizaciones erróneas. Como consecuencia lógica de la consideración del medio como elemento de interacción, situamos en un primer plano, como unidades de análisis, los elementos léxicos o, en un sentido más amplio, todas aquellas producciones del input lingüístico que constituyen las primeras y sucesivas «unidades lingüísticas» de distinta estructura y longitud que el niño va a intentar reproducir. Estos elementos, juntamente con los resultados alcanzados en su reproducción,

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* Ponencia presentada en el III Simposio sobre Retrasos del Lenguaje, celebrado en Salamanca, abril 1985.

van a ser determinantes en la progresiva composición del «mapa» fonológico particular. Esta postura se aleja de otras perspectivas existentes según las cuales el desarrollo del repertorio de sonidos ocurriría con independencia del medio lingüístico en que se hallara el niño, posición con marcado carácter universalista. En definitiva, parece plausible afirmar que, al menos en las etapas iniciales del desarrollo fonológico, los sonidos se adquieren en estrecha relación con las «palabras» que el niño va aprendiendo y, a su vez, los resultados en estos primeros intentos de reproducción (marcados por limitaciones a nivel de ejecución motriz) son también determinantes en el proceso de configuración del sistema fonológico, en este doble juego establecido entre aspectos perceptivos y productivos. Trabajos como el de L. B. Leonard y cols. (1980) acerca de las diferencias individuales en los inicios del desarrollo fonológico estarían en esta misma línea. Así pues, la estructura silábica de una determinada palabra, la ubicación del acento de intensidad, entre otros factores, juegan un papel importante en el momento en que el niño intenta su producción y, al mismo tiempo, formas previamente producidas pueden contaminar estos nuevos intentos. Podríamos citar como ejemplo la realización en una niña de 20 meses de edad de la palabra «piano» con / t / inicial (otras palabras con / p / inicial eran producidas correctamente) por posible influencia de la palabra «Tiana» que formaba parte de su vocabulario inicial y cuya similitud a nivel de estructura y composición silábica es notoria.

Correspondencia: Laura Bosch. Valls i Taberner, 14 bis, 4.º, 1.ª - 08006 Barcelona.

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La consideración de estos fenómenos permite explicar y justificar la existencia de aquellas producciones verbales que entrarían en conflicto si consideráramos el aprendizaje de los sonidos como una cuestión de todo o nada. El tema ya se planteó en la década de los 70 (Waterson, 1971) con un enfoque perteneciente al ámbito de la fonología suprasegmental en el que se destaca el papel de la prosodia en la selección y reproducción de los elementos del lenguaje del adulto que el niño intenta producir. Todas estas variaciones, estas posibles divergencias que se derivan de las estrategias utilizadas en la adquisición de los elementos específicos que componen el sistema, parecen apreciarse con mayor claridad en el análisis de los trastornos fonológicos, es decir, el análisis de aquellos sistemas que difieren del que corresponde a la lengua del adulto y que en muchos casos se manifiestan con organizaciones estables, internamente coherentes, pero no idénticas a las que correspondería haber accedido si el proceso de aprendizaje hubiera culminado satisfactoriamente. Las lÍneas generales del proceso de adquisición fonológica, magistralmente trazadas por D. Ingram (1979, 1983), sirven como punto de referencia obligado en toda aproximación al tema de los trastornos fonológicos en el niño. El núcleo central de la descripción incluye el complejo teórico de los llamados procesos fonológicos de simplificación del habla, procesos que parecen estar interviniendo entre las edades de 1;6 y 4;0, aunque algunos alcanzan a la edad de 6 años, y cuya dinámica se caracteriza por su progresiva desaparición; posición diametralmente opuesta a la que con frecuencia observamos en los estudios sobre adquisición de sonidos, cuyo carácter es casi siempre acumulativo. Resumiremos aquí brevemente las tres grandes categorías de procesos y sus características, puesto que ya han sido descritas con mayor detalle en otros trabajos (véase Bosch, 1983, para una descripción de los procesos en lengua castellana): 1. Procesos substitutorios, que afectan a categorías de sonidos y que pueden manifestarse mediante cambios en cuanto al punto de articulación (desplazamientos anteriores o posteriores), al modo de pro196

ducción o a la sonoridad (normalmente como pérdida). 2. Procesos relativos a la estructura silábica, que representan la tendencia al esquema básico inicial CV (C = consonante, V = vocal), y la reducción de palabras polisílabas mediante la pérdida de sílabas átonas o la reduplicación de alguna de ellas. 3. Procesos asimilatorios, que se refieren a las contaminaciones entre segmentos de sílabas distintas pero próximas, pudiendo ser regresivas o progresivas en función de la dirección que tome la asimilación. La aplicación de esta perspectiva teórica como método de análisis en una amplia muestra de lenguaje oral en niños de habla castellana, permitió elaborar una serie de perfiles por edades (Bosch, 1983) en los que además de poder precisar las áreas de error relativas a sonidos simples y agrupados, se pudieron especificar aquellos procesos presentes en la mayoría de la población de una misma edad y, por tanto, considerados normales, junto a otros que por unas determinadas características (baja frecuencia de aparición, presencia en el habla de niños ininteligibles, entre otras) podrían ser útiles como indicadores de posible patología. Sin embargo, en los mencionados perfiles el ámbito de la patología en sentido estricto no aparece reflejado más que de forma subsidiaria, pues básicamente lo que se pretendía era recoger las características del desarrollo normal. No obstante, parece evidente que este tipo de datos normativos pueden ser reutilizados para analizar la problemática, a veces muy compleja, en este ámbito de la patología del habla. En este sentido, es interesante revisar previamente los criterios de caracterización de este tipo de trastomos. Una distinción que procede del campo de la lingüística es la que permite establecer la diferencia entre trastornos fonéticos y trastornos fonológicos. Según Crystal (1980), los trastornos fonéticos se refieren a fenómenos de tipo práxico, articulatorio, mientras que en los problemas de tipo fonológico la alteración se sitúa en la organización de los sonidos en un sistema de contrastes que permita realizar las diferencias de significado entre las palabras, es decir,

el problema presenta un carácter básicamente perceptivo-organizativo. Para Schwartz (1983), lo que caracterizaría a los trastornos fonéticos sería: la posible identificación de causas físicas, la presencia de errores aislados que no forman patrones, ni se ajustan al criterio de los procesos fonológicos y la tendencia a errores por distorsión y no por substitución. Por el contrario, los trastomos fonológicos se manifestarían a través de errores en varios sonidos, formando patrones que corresponderían a determinados procesos fonológicos de simplificación, todo ello sin problemas identificables a nivel motor o de secuenciación. Además, en este segundo grupo se darían unos fenómenos peculiares tales como el deterioro de palabras producidas correctamente con anterioridad o la posibilidad de producir adecuadamente un sonido fuera del contexto esperado, fenómenos que dan idea de la movilidad interna del sistema y de posibles desajustes a nivel de categorización. En patología del habla, sin embargo, las características diferenciales entre ambos tipos de trastornos nunca se hallan tan nítidamente diferenciadas, por lo que hay que utilizar con precaución estas categorías patológicas. Al margen de la dicotomía Fonética/Fonología, otros factores han sido tomados en consideración, en especial para evaluar la gravedad del trastorno. Así por ejemplo, el factor cuantitativo (un sonido alterado o más de uno), la dinámica de los errores (sistemas estables frente a errores esporádicos), el grado de inteligibilidad y la respuesta a la estimulación (errores fácilmente corregibles o más resistentes a la modificación). Llegados a este punto, planteamos la posibilidad de utilizar los perfiles de desarrollo fonológico antes mencionados y, en especial, toda la información relativa a los tipos de procesos fonológicos de simplificación intervenientes, para profundizar en el análisis de la problemática que nos ocupa. Con ello añadimos un nuevo elemento: el factor diacrónico, con el que planteamos la posibilidad de establecer una distinción entre dos tipos de sistemas en el marco de los trastornos fonológicos. En este sentido obtendríamos en primer lugar lo que podríamos denominar «sistemas retrasados», es decir, no correspondientes a los

esperados en función de la edad del sujeto pero sí a edades anteriores, por lo tanto posiblemente menos estacionarios y con marcado carácter evolutivo. En segundo lugar, observaríamos sistemas «desviados», es decir, alejados del esquema evolutivo habitual, ya sea por el tipo de procesos implicados o por la cantidad de los mismos, y tal vez más resistentes al cambio. Las figuras 1 y 2 ofrecen ejemplos de estos dos tipos de sistemas. En ellas se ha superpuesto, al perfil correspondiente a la edad de tres años, el perfil individual de los niños seleccionados para ejemplificar la hipótesis; en el primer caso se trata de un niño de cinco años y en el segundo de uno de seis años. El trazo continuo y las líneas de puntos muestran los errores normales y opcionales respectivamente correspondientes al perfil de 3 años. Las zonas sombreadas representan el perfil individual del niño. En la figura 1 se ofrece un sistema que podríamos considerar retrasado: los errores se superponen casi por completo y sin embargo se trata de un niño de cinco años. En relación a los procesos fonológicos intervenientes sólo destacan las asimilaciones, que en el perfil de la edad de 3 años se hallan en la zona de la normalidad. Un dato significativo a añadir es la buena respuesta a la intervención logopédica que, en un período de seis meses, modificó el perfil inicial acercándolo al correspondiente a la edad cronológica del sujeto. En contraposición, la figura 2 muestra un sistema claramente desviado, tanto cualitativa como cuantitativamente (el número y tipo de procesos intervenientes, que no se especifica en la figura 2, también es mayor). Incluye, además de procesos asimilatorios normales en el perfil de 3 años, procesos considerados graves o atípicos, como los de omisión de silabas iniciales, pérdida de sonoridad en oclusivas, metátesis, ausencia de africación, y semiconsonantización de líquidas. El perfil corresponde a un niño de seis años y es resistente a la modificación mediante intervención logopédica. Este sujeto presenta a su vez errores que alcanzan a aspectos de tipo morfosintáctico, lo que plantea la presencia de un trastorno global más allá del ámbito exclusivamente fonológico (véase Schwartz y cols., 1980). 197

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FONEMAS CONSONANTICOS

El siguiente paso debería consistir en la identificación de aquellos procesos característicos de los sistemas desviados frente a aquellos más típicos de los sistemas retrasados o desfasados. En este sentido, una primera observación parece sugerir que procesos tales como: - cambios en el punto de articulación (frontalización y posteriorización) - pérdida de sonoridad en oclusivas - semiconsonantización de líquidas extensiva incluso a oclusivas sonoras como / d / y / g / - oclusivización de sonidos fricativos - simplificación estructura silábica en polisílabas serían posibles candidatos en la caracterización de los sistemas desviados. Frente a ellos, los procesos 198

GRUPOS CONSONANTICOS

que afectan a la simplificación de los grupos consonánticos, la omisión de consonantes finales y la ausencia de líquidas vibrantes entre otros, corresponderían a alteraciones con marcado carácter evolutivo. La interrelación de estos datos con posibles factores que se puedan identificar como desencadenantes del trastorno, juntamente con mayor información relativa al peso específico de los elementos perceptivos en este tipo de problemas, puede conducir a una mejor comprensión de estas alteraciones con importantes repercusiones en el ámbito terapéutico. Una de las implicaciones es el mejor pronóstico de los sistemas denominados retrasados, con independencia del factor inteligibilidad. Ello nos lleva a considerar la necesidad a nivel terapéutico de intervenir precoz-

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CONSONANTICOS

GRUPOS

CONSONANTICOS

producción

FIG. 2. — Perfil fonológico correspondiente a la edad de 3 años, comparado con el de un niño de 6 años que presenta un sistema desviado.

mente en aquellos casos de sistemas desviados o atípicos, trabajando más allá de la corrección aislada de sonidos para poner el acento en tareas de tipo perceptivo al lado de las de realización articulatoria, tendentes a facilitar el establecimiento de los contrastes adecuados y la disminución del número de procesos fonológicos intervenientes en un momento dado.

tinta incidencia de los procesos fonológicos de simplificación del habla en función de la edad son utilizados para establecer la distinción entre simples retrasos y desviaciones en el proceso de categorización de los sonidos del habla. Se presentan dos casos ilustrativos y se valora la utilidad de las tipologías presentadas desde el punto de vista del pronóstico y del proceso terapéutico implicado.

RESUMEN En el ámbito de la patología del habla, la clásica distinción entre trastornos fonéticos y trastornos fonológicos se amplía con la inclusión de un nuevo elemento de análisis. Los perfiles relativos a la dis-

BIBLIOGRAFÍA

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