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Leonor de Iciz
péñora de la Baronía de Rafales, se sabe que su vida kJ transcurrió en la segunda mitad del siglo XVI, la mayor parte, seguramente, en Nápoles. Los únicos testimonios es¬ critos que de ella conocemos se reducen a dos cartas dirigi¬ das a Jerónimo de Zurita y este soneto en elogio a don Alonso de Ercilla que figura al frente de la Araucana.
LEONOR DE ICIZ
SONETO A DON ALONSO DE ERCILLA
Mil bronces para estatuas ya forjados, mil lauros, de tus obras premio honroso, te ofrece España, Ercilla generoso, por tu pluma y tu lanza tan ganados. Hónrese tu valor entre soldados, envidie tu nobleza el valeroso, y busque en ti el poeta más famoso lima para sus versos más limados. Derrame por el mundo tus loores la fama, y eternice tu memoria, porque jamás el tiempo la consuma.
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Gocen ya, sin temor de que hay mayores, tus hechos y tus libros de igual gloria, pues la han ganado igual la espada y pluma. (*) (*)
Primera, y Segunda, y Tercera Partes de la Araucana de don Alonso de Ercilla y Zúñiga, Madrid, Pedro Madrigal, 1590. Lo tomamos de Poetas líricos de los siglos xvi y xvii (ed. de Adolfo de Castro), Madrid, Suc. de
Hernando, 1923, p. 544.
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Sor Ana de San Bartolomé (1549-1626)
'K Yació en El Almendral (Ávila) en 1549. Debido a la pobreza en que vivió tras la muerte de sus padres, que se produjo cuando aún era muy niña, se vio obligada por exigencias familiares a realizar duros trabajos en el cam¬ po. Entró en religión en el convento de San José de Avila y fue discípula y gran amiga de Santa Teresa. En 1603 llegó a París donde fundó un monasterio al que siguieron los de Pontoise, Dijon y Tours. Falleció en Amberes en 1626. Algunas de sus poesías, así como fragmentos de su obra en prosa, se publicaron en Historia de la vida, virtudes y mi¬
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lagros de la Venerable Madre Ana de San Bartolomé
(1632).
SOR ANA DE SAN BARTOLOMÉ
LETRILLA
Si ves mi pastor, háblate, Llórente; dile mi dolor, mira si lo siente. Dile con cuidado, y bien dicho, pastor, que por qué ha cerrado ansí mi corazón, y siendo el Señor ansí se me ausente. Dile mi dolor, mira si lo siente. Vuélveme la luz, caro y buen amigo, y venga la cruz como seáis servido, que ese es el camino que pide el amor. Dile mi dolor, mira si lo siente. La noche es oscura 98
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ANTOLOGÍA
y da mil temores, y los robadores que no se conduran; ¿y entonces te escondes, mi buen fiador? Dile mi dolor, mira si lo siente. No os mostréis tan duro, buena está la prueba y basta la hecha, pues veis no es seguro en tan flaca tierra y tan sin vigor. Dile mi dolor, mira si lo siente. ¿Cómo me has metido en tan fuerte breña, y te has escondido dejándome en ella y en estrecha senda sin saber dó voy? Dile mi dolor, mira si lo siente. Si me has entendido, ¿cómo no respondes a un triste suspiro que es cierto que le oyes? Y eso más me pone triste y con temor. Dile mi dolor, mira si lo siente.
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breña: tierra quebrada cubierta de maleza.
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SOR ANA DE SAN BARTOLOMÉ
Dile cuál estoy y todas mis penas, y con gran dolor de ver sus ausencias, y en tierras ajenas que es más el temor. Dile mi dolor, mira si lo siente. Dile que no tarde, porque yo me muero y no hallo nadie que me dé consuelo si yo no le veo en mi corazón. Dile mi dolor, mira si lo siente. Dile que a qué hora quiere que le aguarde, que él mismo la escoja y que me lo mande, y que yo le halle como a mi pastor. Dile mi dolor, mira si lo siente.{*)
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(*) De Historia de la vida, virtudes y milagros de la Venerable Madre Ana de San Bartolomé, Bruselas, 1632, pero lo tomamos de Serrano Sanz, Anto¬ logía..., ed. cit. pp. 157-160.
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Sor Jerónima de la Asunción (1555-1630)
ació en Toledo en 1555. Ingresó en el convento de 1 Santa Isabel de esta ciudad a temprana edad. El pa¬ dre Diego de Soria, Provincial de Santo Domingo en Fili¬ pinas, le propuso fundar un convento en Manila, el de la Concepción, empresa que llevó a cabo en 1621. Sus escri¬ tos fueron publicados por Fray Bartolomé de Tetona en 1622 con el título de Perfecta Religión.
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SOR JERÓNIMA DE LA ASUNCIÓN in
SOLILOQUIO
Vuestra soy, para vos nací; ¿qué mandáis hacer de mí? Inaccesible grandeza, eterna Sabiduría y bondad del alma mía. Dios, un ser, poder y alteza, mirad la suma pobreza de ésta que se ofrece aquí. ¿Qué mandáis hacer de mí? Veis aquí mi corazón, yo le pongo en vuestra palma, mi cuerpo, mi vida y alma, mis entrañas, mi afición; luz, esposo y Redención, pues por vuestra me ofrecí, ¿qué mandáis hacer de mí? Dadme muerte o dadme vida, salud o enfermedad, honra o deshonra me dad, dadme guerra o paz cumplida, que, medrosa o atrevida.
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ANTOLOGÍA
a todo diré que sí. ¿Qué mandáis hacer de mí? Dadme riqueza o pobreza, dadme gusto o desconsuelo, dadme alegría o tristeza, dadme infierno o dadme cielo; vida dulce, sol sin velo, pues del todo me vendí. ¿Qué mandáis hacer de mí? Si queréis que me esté holgando por amor, quiérome holgar; si me mandáis trabajar, morir quiero trabajando; decí dónde, cómo y cuando, decí, dulce amor, decí, ¿qué mandáis hacer de mí? Si queréis, dadme oración; si no, dadme sequedad; si abundancia o devoción, o si no esterilidad. Soberana Majestad, sólo hallo paz aquí. ¿Qué mandáis hacer de mí? Dadme, pues, sabiduría, o por amor ignorancia, dadme años de abundancia o de hambre y carestía, tinieblas o claro día, revolvedme aquí o allí; ¿qué mandáis hacer de mí?
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52 Tabón monte en el que según la tradición se produjo la Transfiguración de Jesucristo.
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SOR JERÓNIMA DE LA ASUNCIÓN
Dadme Calvario o Tabor, desierto o tierra lodosa; sea Job en el dolor o Juan que al pecho reposa, sea viña fructuosa o estéril, si cumple así; ¿qué mandáis hacer de mí? sea Joseph en cadenas o de Egipto Adelantado; sea David sufriendo penas o el mesmo ya coronado; sea Jonás anegado o libertado de allí; ¿qué mandáis hacer de mí? Esté callando o hablando, haga fruto o no le haga, la ley me esté preguntando, la gracia sane mi llaga; crezca o se mengüe mi paga, sólo vos vivid en mí. ¿Qué mandáis hacer de mí? Vuestra soy, para vos nací; ¿qué mandáis hacer de mí? (*)
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54 Job en el dolor, se refiere a su resignación ante la pérdida de sus hijos y bienes. 55 Juan-, San Juan Evangelista que aparece normalmente en las represen¬ taciones de la última Cena reclinado sobre el pecho de Cristo. 59 Joseph: José, hijo de Jacob, vendido por sus hermanos como esclavo. En Egipto llegó a ser virrey y proveyó e hizo ir a su casa a toda su familia en los siete años de escasez. (Génesis, 37 a 47.) (*) De la citada Antología de poetisas líricas, pp. 181-183. Serrano Sanz anota: “los versos que reproducimos han sido atribuidos por algunos a Santa Teresa, y como tales los publicó don Vicente de la Fuente en el segundo tomo II de Autores españoles, p. 157. Yo creo lo más probable que no son de la Reformadora del Carmen, y, quizá, tampoco de sor Jerónima de la Ascensión, entre cuyos papeles se halló un traslado” (op. cit. p. 183).
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Anónima (Fines del siglo XVl)
T^sta composición, indebidamente atribuida y publicada íj como de don Juan de Palafox y Mendoza en 1762, podría deber su autoría a doña Constanza de Osorio, a Sor María de la Antigua, o, más probablemente, a una mon¬ ja anónima que la escribiría obligada por sus superiores. El manuscrito que ha llegado hasta nosotros es una copia de 1603.
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ANÓNIMA
CANCIONES DE LA UNIÓN Y TRANSFORMACIÓN DEL ALMA EN DIOS POR LA TINIEBLA DIVINA DE PURA CONTEMPLACIÓN
Aquella tiniebla oscura es una luz divina fuer de hermosa, inaccesible y pura, íntima, deleitosa, un ver a Dios sin vista de otra cosa. La cual a gozar llega el alma que de amor está inflamada, y viene a quedar ciega, quedando, sin ver nada, la ciencia trascendida y alcanzada. Y cuando la conquista del reino de sí misma es acabada, se sale sin ser vista de nadie, ni notada, a buscar a su Dios dél inflamada. Y en aquesta salida que sale de sí el alma, dando un vuelo en busca de su vida, sube al empíreo cielo, y a su secreto siempre quita el velo. Y aunque busca al amado
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ANTOLOGÍA
con la fuerza de amor toda encendida, en sí le tiene hallado, pues está entretenida en gozar de su bien con él unida. Está puesta en sosiego, ya todas las imágenes perdidas y su entender ya ciego, las pasiones rendidas, con fuerza las potencias suspendidas. A tal gloria y ventura subir por la escalera la convino para venir segura, que por modo divino los misterios de Cristo fue el camino. Y habiendo ya llegado al deseado fin, que fue su intento, tiene quieta en su amado contino movimiento, estando sosegada y muy de asiento. Y cuando de contino del Verbo eterno el alma está gozando, su espíritu divino mueve un aire muy blando, que todo lo interior va regalando. En la noche serena en que goza de Dios, su vida y templo, sin darla nada pena, le busca bien adentro con deseos, saliéndole al encuentro. El amor la encamina metida entre tiniebla tan oscura, y sin otra doctrina camina muy segura adonde Dios la muestra su hermosura.
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ANÓNIMA
Y yendo sin camino, sin que haya entendimiento ni memoria, la muestra el Rey divino su virtud y su gloria como se puede en vida transitoria. ¡Oh noche cristalina, que juntaste con esa luz hermosa en una unión divina al esposo y la esposa, haciendo de ambos una misma cosa! Gozando dél a solas y puesto un muro en este prado ameno, vienen las blandas olas de aqueste aire sereno y todo lo de afuera lo hace ajeno. Aquel rey en quien vive la tiene con gran fuerza ya robada, y como le recibe de asiento en su morada la deja de sí toda enajenada. Como es tan poderosa la fuerza de aquel bien con que está unida y ella tan poca cosa, con darse por vencida pierde su ser y en él es convertida. No porque jamás pueda ser que su esencia pierda la criatura, sino que como exceda tanto en Dios su hechura, toda en él se convierte y transfigura.(*)
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(*) De Mss. 3766 de la BNM, de la Madre Cecilia del Nacimiento (1570-1646), ff. 3-4.
Sor Luisa de la Ascensión, “La Monja de Carrión” (1565-1648)
unque se la conoce como la Monja de Carrión, Sor Luisa de la Ascensión nació en Madrid en 1565. In¬ gresó a los 18 años en el convento de Santa Clara de Ca¬ rrión de los Condes, donde fue abadesa. Los múltiples “carismas” que tuvo —penetración de espíritus, don de profecía, bilocación, éxtasis, milagros, conversiones...— hicieron de ella una figura polémica. Fue consejera de Feli¬ pe III y mantuvo correspondencia con el Papa Gregorio, don Rodrigo Calderón y otros personajes encumbrados de su época que nada pudieron hacer ante la Inquisición que la procesó en 1634 por “alumbrada ilusa”. Los últimos meses de su vida transcurrieron en el convento de las Agus¬ tinas Recoletas de Valladolid, donde falleció a los 71 años de edad. Con excepción del romance que de ella ofrece¬ mos, la mayoría de sus poesías parecen ser apropiaciones o imitaciones que atribuía al dictado o inspiración divinas en sus extravíos místicos.
SOR LUISA DE LA ASCENCIÓN
A LA SOLEDAD INTERIOR CON MI DULCÍSIMO JESÚS Y DIVINO ESPOSO
Entra con sol soledad, que aunque el sensible la daña, otro mejor sol la baña que es Sol de la eternidad. Sol y Edad que con su lumbre Edad tiene, sube y crece quien dél alcanzar merece que le bañe y que le alumbre. Sol es que con su luz divina puede tanto en nuestro suelo, que al alma le vuelve cielo, que el sol por cielo camina. De aqueste sol alumbrada pido soledad y sola la pido por no estar sola, sino bien acompañada.
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ANTOLOGÍA
Que, mi bien, fuera de vos cualquiera otra compañía soledad la llamaría; pues algo impide de Dios.
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Y teniendo el mar en calma tres personas y una esencia, siempre están en su presencia con tres potencias y un alma. ¿Es soledad? No lo es. Soledad no hay alguna, pues hay una para una y se hallan tres para tres. Entre sí en la soledad se dan estrechos abrazos; y allí son los fuertes lazos que atando den libertad. Allí es toda el desasirse de todo lo que es humano, y sólo a lo soberano sola en soledad unirse. Que cuanto hay más de criatura tanto hay menos de Criador, y tanto dura este amor cuanto aquel desamor dura. Allí el amor unitivo junta la parte a su todo, y el cuerpo por cierto modo anda sin el alma vivo.
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SOR LUISA DE LA ASCENCIÓN
Y si alma y Dios, siendo dos, son por amor una cosa, digamos que el alma es diosa si es una cosa con Dios. Si en soledad la amada con solo Dios tiene trato, será en su celda un retrato de una bienaventurada. Ansí la celda en latín la prestó su nombre el cielo porque hace cielo del suelo, y casi del medio fin. Nunca está oscura jamás cuando sola está y se cierra; porque en sola el sol se encierra y fuera del sol hay más.
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Mas fuera de esta exterior soledad, razón sería, hacerle a Dios, alma mía, otra celdica interior. Un retrete inmaterial sin yeso, sin piedra y lodo, siendo de espíritu todo, que es Dios espiritual.
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retrete: habitación destinada al retiro.
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ANTOLOGÍA
Donde esté siempre metida con Dios el alma y su fuego, andar la haga sin sosiego, sosegada y encendida. A donde vea no mirando, a donde no mire viendo; donde goza padeciendo y a do padezca gozando. Donde sin saber, se halle enseñada del Amor donde un silencio hablador hable siempre y siempre calle.
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Donde se escoja y se extienda y sin turbación se ataje; donde haya un cierto lenguaje que le entienda y no le entienda. Donde coma y quede hambrienta, donde de sed se traspase y cuando más de agua pase la deje sin sed sedienta. Donde un grande sentimiento no la deja sentir cosa; donde estando siempre ociosa no falte entretenimiento. Donde siendo piedra viva, esté a Dios cual blanda cera; donde bien viviendo se muera y bien muriendo a Dios viva.
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SOR LUISA DE LA ASCENCIÓN
Donde está loca y sea cuerda, donde baja esté subida, donde de amores perdida más se gane y no se pierda. Donde guste sin sabor maná de todos sabores, donde huela sin olores lo que huele a todo olor. Donde sin colores vea lo que es sin color hermoso, y sin aire luminoso se descubre y colorea. Donde lo que no es sensible lo sienta insensiblemente, y reciba oscuramente una luz inteligible. Donde el amor unitivo al espíritu inflamado le suba de grado en grado al grado superlativo. A donde enferma, sanando, y así sana esté y enferma; donde vele y donde duerma y este dormir sea velando. Donde viéndose sumida en aquel profundo mar, encallada con callar toda se dé por vencida.
ANTOLOGÍA
Donde una gran devoción, con una vista sencilla, tenga poder de subilla a mirar sin reflexión. Donde sin hallarse mío esté el espíritu en mí, más lleno de Dios en sí cuando de sí más vacío. Soledad que si de Dios la esposa es sellada fuente, mi bien no ha de estar patente sino sola a solo vos. Soledad porque si es huerta por todas partes cerrada, no ha de estar aportillada, sino sólo al solo abierta.
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Soledad que si en desierto hablamos al corazón, en el desierto es razón que esté solo muy desierto. Soledad que si queremos ver a Dios cual nuestro Elias, es bien que noches y días en cuevas y montes gastemos. Soledad que si esperando se está el esposo divino, Él no tiene en torbellino sino en aire y silbo blando. (*)
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(*) Del manuscrito autógrafo conservado en el Archivo Histórico Nacio¬ nal, Inq., leg. 3704, caja 3, ff. 108-110, pero lo tomamos de Patrocinio Gar¬ cía Barriúso, La Monja de Carrión. Sor Luisa de la Ascensión Colmenares Cabezón (Aportación documental para una biografía), Madrid [Imp. de la Ed. Monte Casino], 1986, pp. 227-233.
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Luisa de Carvajal (1566-1614)
ució en Jaraicejo, aunque su infancia transcurrió en ly León. Hizo voto de castidad y su vida fue solitaria, sumida en la penuria económica. Viajó a Inglaterra para predicar la fe católica con la esperanza de encontrar el martirio y la muerte. Donó todos sus bienes para la funda¬ ción de un noviciado que difundiese la religión católica en las Islas Británicas, donde falleció en 1614. Su vida y su poesía fueron publicadas en 1632 por Luis Muñoz. Se la considera uno de los mejores poetas del siglo XVII.
LUISA DE CARVAJAL
A LA AUSENCIA DE SU DULCÍSIMO SEÑOR EN LA SAGRADA COMUNIÓN
¡Ay, soledad amarga y enojosa, causada de mi ausente y dulce Amado! ¡Dardo eres en el alma atravesado, dolencia penosísima y furiosa! Prueba de amor terrible y rigurosa, y cifra del pesar más apurado, cuidado que no sufre otro cuidado, tormento intolerable y sed ansiosa. Fragua, que en vivo fuego me convierte, de los soplos de amor tan avivada, que aviva mi dolor hasta la muerte. Bravo mar, en el cual mi alma engolfada, con tormenta camina dura y fuerte hasta el puerto y ribera deseada.
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ANTOLOGÍA
SONETO ESPIRITUAL DE SILVA
En el siniestro brazo recostada de su amado Pastor, Silva dormía, y con la diestra mano la tenía con un estrecho abrazo a sí allegada. Y de aquel dulce sueño recordada, le dijo: “El corazón del alma mía vela, y yo duermo; ¡ay, suma alegría, cuál me tiene tu amor tan traspasada! Ninfas del Paraíso soberanas, sabed que estoy enferma y muy herida de unos abrasadísimos amores. Cercadme de odoríferas manzanas, pues me veis como fénix encendida; y cercadme también de amenas flores.”
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LUISA DE CARVAJAL
AL SANTÍSIMO SACRAMENTO EN OUE HABLA EL DIVINO VERBO INMENSO CON EL ALMA OUE LE ESTÁ RECIBIENDO DE LAS MANOS DEL SACERDOTE
De inmenso amor aqueste abrazo estrecho recibe, Silva, de tu dulce Amado, y por la puerta deste diestro lado éntrate, palomilla, acá en mi pecho. Reposa en el florido y sacro lecho, y abrásate en amor tan abrasado, que hasta que el fuerte nudo haya apretado, no sea posible quede satisfecho. Mira cómo te entrego, amiga mía, todo mi ser y alteza sublimada; estima aqueste don que amor te ofrece;
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tendrás en mí gloriosa compañía, y entre mis mismos brazos regalada gozarás lo que nadie no merece.(*) (*) De Vida y Virtudes de la Venerable Virgen doña Luisa de Carvajal y Mendoza. Su jornada en Inglaterra y sucesos de aquel Reino. Van al fin algunas poesías espirituales suyas, parto de su devoción e ingenio, por el licenciado Luis Muñoz, Madrid, Imprenta Real, 1632, p. 215.
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Sor María de la Antigua (1566-1617)
Jacio en Cazalla de la Sierra. Procedía de una familia 1 muy humilde que trabajaba al servicio del convento de Nuestra Señora de la Antigua de Utrera, donde se crió bajo la protección de la priora. Allí tomó el hábito a los trece años. Posteriormente se trasladó al convento de las Mercedarias Descalzas de Lora. Sus manuscritos, de los que se conserva una copia en el Archivo de Simancas, fue¬ ron examinados por la Inquisición. Los escritos de esta monja visionaria vieron la luz después de su muerte en De¬ sengaños de religiosos y de almas que tratan de virtud (1678), publicados por Fray Pedro de Valbuena.
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SOR MARIA DE LA ANTIGUA
CANCIÓN Alma, que estando muerta y en horrores de vicios sepultada, Dios te llama y despierta con una voz tan dulce y regalada, ¿qué haces, que no escuchas sus amorosos ecos? ¿Con quién luchas? ¿Qué miedos te combaten? ¿Qué temores te impiden? ¿Qué recelos hay en ti que dilaten el logro de tus ansias y desvelos? Responde a quien te llama y no te hieles cuando Dios te inflama. Concede al ocio justo la piadosa atención que está pidiendo, y con intenso gusto escucharás a un cisne que muriendo entre las ansias suyas se acuerda así de las miserias tuyas. —¡Pobre ovejuela! —dice—: ¿qué quieres, ignorante de tu daño, malograrte, infelice? 122
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ANTOLOGÍA
¿No ves que vas huyendo del rebaño de mis mansos corderos, a ser manjar de lobos carniceros? De ti te compadece; ten lástima de ti, que vas perdida, y si no te parece que es muy grande tu culpa y tu caída, mira, fiel, con cuidado, verás lo que me cuesta tu pecado. Mira estas nobles sienes coronadas de espinas rigurosas, y si en tu pecho tienes piedad, mira estas puntas dolo rosas que el cerebro me pasan y el corazón y el alma me traspasan. Mira estos ojos bellos, por tu culpa sangrientos y eclipsados, y estos rubios cabellos, en mi sangre teñidos y bañados; verás al sol ponerse y al oro entre la púrpura esconderse. Mira aquestas mejillas que a esmaltes de carmín fondo de nieve daban, ya amarillas, sin su beldad hermosa cuanto breve; mira, y verás mis labios cárdenos lirios de sufrirte agravios. Mira estas manos santas que ocupadas en tales ejercicios, misericordias tantas obraron, por hacerte beneficios, y para tu remedio las verás taladradas por el medio. Mira ésta de rubíes
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SOR MARIA DE LA ANTIGUA
puerta, que en mi costado generoso con pompas carmesíes abrió un golpe de lanza impetuoso, verás con este hierro pagar mi amor lo que debió tu yerro. Mira estos pies divinos que, descalzos, por una y otra parte tan diversos caminos anduvieron gustosos a buscarte, y en ellos castigada verás tu liviandad desenfrenada. Mira, si acaso puedes mirar sin compasión, todo llagado mi cuerpo, y si no excedes en fiereza al león y al tigre airado, viendo no lo merezco, te dolerá lo que por ti padezco. Mira que si en el verde leño se hace tan cruel castigo, es para que se acuerde cuál será aquel que se hará contigo, que, dada a tus placeres, seca de gracia y de virtudes eres. Pero si estás tan dura que no te mortifican mis dolores, y tu vana locura los oídos le niega a mis clamores, alma, repara y mira que cuanta es mi piedad, tanta es mi ira. (*)
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Clara de Barrionuevo y Carrión
C^egún Lope de Vega, por el que fue ensalzada en el Laureí de Apolo, era natural de Toledo. Las escasas poe¬ sías que conocemos de esta autora se publicaron en 1604 y 1605 en Relación de las fiestas que la Imperial ciudad de Toledo hizo al nacimiento del Príncipe N. S. Felipe IV y en Vida, excelencias, y muerte del glorioso Patriarca, y esposo de N. Señora S. loseph, del maestro Valdivieso.
CLARA DE BARRIONUEVO Y CARRIÓN
EN NOMBRE DE ESPAÑA A LA MAJESTAD DE LA REINA (*)
Deje el mar inquieto el navegante, de congojas la cárcel y el archivo, los temores del viento fugitivo, el mirar a poniente y a levante; que al pobre, al rico, al sabio, al ignorante que hay ya en mí, nuevas Indias apercibo; que del nácar de Austria las recibo, do el sol Felipe me crió un diamante. Vos, Margarita, habéis mi Arabia sido, pues cambiáis en riqueza mi pobreza, vos soys la oliva que mi paz promete
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(*) Margarita de Austria, mujer de Felipe III. El nacimiento de su hijo, el futuro Felipe IV, originó importantes justas poéticas. 11 o/íva: símbolo de paz. 126
ANTOLOGÍA
con el Fénix de España que ha nacido: que espero en su valor y su grandeza que no habrá libertad que no sujete. (*)
(*) De Relación de las fiestas que la Imperial ciudad de Toledo hizo al nacimiento de Príncipe Nuestro Señor Felipe lili deste nombre, Madrid, Luis Sánchez, 1605, p. 46. 127
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Hipólita de Narváez
Seguramente, hermana de Luciana de Narváez, poetisa LJ antequerana que vivió en la primera mitad del siglo XVII. Así como de ésta Rodríguez Marín ha publicado al¬ gunos documentos, de doña Hipólita solamente conoce¬ mos los cuatro sonetos recogidos por Pedro de Espinosa en la Primera parte de las flores de poetas ilustres de España.
HIPÓLITA DE NARVÁEZ
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Engañó el navegante a la sirena, el dulce canto en blanda cera roto; y ayudado del santo, su devoto, el cautivo huyó de la cadena. De la serpiente que en la selva suena, la virgen se libró con alboroto, y de las ondas se escapó el piloto haciendo remo el brazo, nao la entena. Yo, fuerte, presa tímida, constante, venzo sirenas, sierpes, ondas, hierro, y sola muero a manos de mi daño. Virgen, piloto, esclavo, navegante, ven, libres, que no importa a mi destierro voto, temor, necesidad, engaño.
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ANTOLOGÍA
II
Fuése mi sol y vino la tormenta, que yo no espero de su ausencia menos, y el cielo turquesado sus serenos ojos cubrió, obligado de la afrenta. Un acento tristísimo revienta entre los vientos de tinieblas llenos; tiemblan las nubes con los roncos truenos, arden los campos, el temor se aumenta. Salió mi sol y de dorados jaspes vistió su oriente, y de esmeraldas finas los altos montes y las llanas tierras;
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bordó las vagas nubes de giraspes, sudaron rubias mieles las encinas y blanca leche las azules tierras.
12 giraspes: gruesos cordones de seda o de oro que utilizaban los árabes como adorno.
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HIPÓLITA DE NARVÁEZ
III
Leandro rompe, eon gallardo intento, el mar confuso, que soberbio brama; y el cielo, entre relámpagos, derrama espesa lluvia con furor violento. Sopla con fuerza el animoso viento, triste de aquél que es desdichado y ama, al fin al agua ríndese la llama, y a la inclemente furia el sufrimiento. Mas, ¡oh felice amante! pues al puerto llegaste deseado de ti tanto, aunque con cuerpo muerto y gloria incierta.
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Y desdichada yo, quien mar incierto, muriendo entre las aguas de mi llanto, aún no espero tal bien después de muerta. (*)
(*) De Primera parte de las Flores de poetas ilustres de España, ordenada por Pedro de Espinosa, Valladolid, Luis Sánchez, 1605, pp. 10, 77 y 140, respectivamente.
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Cristobalina Fernández de Alarcón (15767-1646)
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oetisa antequerana nacida hacia 1576. Tuvo una cuida¬ da formación humanista; aprendió latín y leía e inter¬ pretaba a los autores clásicos de los que hay reminiscencias en sus obras. A los dieciséis años contrajo matrimonio con el mercader malagueño Agustín de los Ríos y, a la muerte de éste, con el estudiante Juan Francisco Correa. La rela¬ ción platónica que se cree que mantuvo con Pedro de Espi¬ nosa parece inspirar la única canción amorosa que conoce¬ mos de ella. Participó en numerosas justas poéticas y sus obras, la mayoría de temática religiosa, se publicaron en diversas recopilaciones.
CRISTOBALINA FERNÁNDEZ DE ALARCÓN
CANCIÓN AMOROSA
Cansados ojos míos, ayudadme a llorar el mal que siento; hechos corrientes ríos, daréis algún alivio a mi tormento, y al triste pensamiento que tanto me atormenta, anegaréis con vuestra gran tormenta. Llora el perdido gusto que ya tuvo otro tiempo el alma mía, y el eterno disgusto en que vive muriendo noche y día; que estando mi alegría de vosotros ausente, es justo que lloréis eternamente. i Que viva yo, penando, por quien tanto de amarme se desdeña! ¡Que cuando estoy llorando haga tierna señal la dura peña, y que a su zahareña 19 zahareña: arisca.
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ANTOLOGÍA
condición no la mueven las tiernas lluvias que mis ojos llueven! ¡Sombras que en noche oscura habitáis de la tierra el hondo centro, decidme, ¿por ventura iguala con mi mal el de allá dentro? Mas ¡ay! que nunca encuentro, ni aun en el mismo infierno, tormento igual a mi tormento eterno. ¿Cuándo tendrá, alma mía, la tenebrosa noche de tu ausencia fin, y en dichoso día saldrá el alegre sol de tu presencia? Mas ¿quién tendrá paciencia? que es la esperanza amarga cuando el mal es prolijo y ella es larga. ¡Oh tú, sagrado Apolo, que del alegre oriente al triste ocaso el uno y otro polo del cielo vas midiendo paso a paso, ¿has descubierto acaso desde tu sacra cumbre el hemisferio a quien mi sol da lumbre? Dirásle, si lo esconde en sus dichosas faldas el aurora, lo mal que corresponde a aquesta alma cautiva que le adora, y cómo siempre mora dentro del pecho mío, tan abrasado cuanto el frío es frío. Infierno de mis penas, fiero verdugo de mis tiernos años, que con fuertes cadenas tienes el alma presa en tus engaños.
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donde los desengaños, aunque se ven tan ciertos, cuando llegan al alma llegan muertos. Yo viviré sin verte penando, si tú gustas que así viva, o me daré la muerte, si muerte pide tu crueldad esquiva; bien puedes esa altiva frente ceñir de gloria, que amor te ofrece cierta la Vitoria. Tuyos son mis despojos, adorna las paredes de tu templo, que tus divinos ojos vencedores del mundo los contemplo; ellos serán ejemplo de ingratitud interna, como los míos de firmeza eterna. ¡Ay ojos! ¡quién os viera! que no hubiera pasión tan inhumana que no se suspendiera con vista tan divina y soberana. Quedara tan ufana, que el pensamiento mío cobrara nuevas fuerzas, nuevo brío. Si amor, que me transforma, quitándome el pesado y triste velo, me diera nueva forma, volara, cual espíritu, a mi cielo, y no abatiera el vuelo, que yo rompiera entonces de cualquier imposible duros bronces. No estuviera seguro el monte más excelso y levantado, ni el más soberbio muro
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ANTOLOGÍA
de ser por mis ardides escalado, y a despecho del hado descendiera, por verte, al reino escuro de la escura muerte. Mil veces me imagino gozando tu presencia en dulce gloria, y con gozo divino renueva el alma su pasada historia; que con esta memoria se engaña el pensamiento y en parte se suspende el mal que siento. Mas, como luego veo que es falsa imagen que cual sombra huye, auméntase el deseo, y ansias mortales en mi pecho influye con que el vivir destruye; que amor en mil maneras me da burlando el bien, y el mal de veras. Canción, de aquí no pases; cese tu triste canto, que se deshace el alma en triste llanto.
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A LA VIRGEN
Reina del cielo, que con bellas plantas sobre tapetes y alcatifas bellas, cantando himnos y pisando estrellas, los coros guías de doncellas santas, de cuyas gracias tantas se admiran de tu corte los galanes, los que, en vez de brocado y tafetanes, visten púrpura ardiente y blancas luces: escucha mi lamento, si mis piadosas lágrimas pueden subir al reino del contento.(*)
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(*) De Primera parte de las Flores de poetas ilustres de España, ed. cit., pp. 137-139 y 200-201, respectivamente.
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ANTOLOGÍA
A SANTA TERESA DE JESÚS, EN SU BEATIFICACIÓN
Engastada en rizos de oro la bella nevada frente, descubriendo más tesoro que cuando sale de Oriente Febo con mayor decoro; en su rostro celestial mezclando el carmín de Tiro con alabastro y cristal, en sus ojos el zafiro y en sus labios el coral; el cuerpo de nieve pura, que excede toda blancura, vestido del sol los rayos, vertiendo abriles y mayos de la blanca vestidura;
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7 carmín de Tiro: Tiro, ninfa fenicia, tenía un perro que comió una púrpu¬ ra (molusco que en contacto con el aire se vuelve rojo oscuro) y con el hocico manchado se acercó a ella. Fascinada por el color rojo de la concha amenazó a Heracles con dejar de amarlo si no le conseguía un vestido del mismo color. Heracles, que la amaba profundamente, buscó, incansable, el tinte purpúreo, gloria de Tiro.
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en la diestra refulgente, que mil aromas derrama, un dardo resplandeciente, que lo remata la llama de un globo de fuego ardiente; batiendo en ligero vuelo la pluma que al oro afrenta, bajó un serafín del cielo, y a los ojos se presenta del serafín del Carmelo. Y puesto ante la doncella, mirando el extremo della, dudara cualquier sentido si él la excede en lo encendido o ella le excede en ser bella. Mas viendo tanta excelencia como en ella puso Dios, pudiera dar por sentencia que en el amor de los dos es poca la diferencia. Y por dar mas perfección a tan angélico intento, el que bajó de Sion, con el ardiente instrumento la atrevesó el corazón. Dejóla el dolor profundo de aquel fuego sin segundo con que el corazón le inflama, y la fuerza de su llama, viva a Dios y muerta al mundo. Que para mostrar mejor
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el que bajó de Sión: el serafín bajó de la Jerusalén celestial.
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ANTOLOGÍA
cuánto esta prenda le agrada, el universal Señor la quiera tener sellada con el sello de su amor. Y que es a Francisco igual de tan gran favor se arguya, pues el Pastor celestial, para que entiendan que es suya, la marca con su señal. Y así, desde allí adelante al serafín semejante quedó de Teresa el pecho, y unido con lazo estrecho al de Dios, si amada ante.(*)
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(*) De Relación de las fiestas de Córdoba a la beatificación de Santa Tere¬ sa..., por el licenciado Pérez de Valenzuela, Córdoba, Vda. de A. Barrera, 1615; pero lo tomamos del tomo XXXV de la BAE, Romancero y Cancio¬ nero Sagrados, Colección de poesías cristianas, morales y divinas sacadas de las obras de los mejores ingenios españoles, [ed. de Justo de Sancha], Ma¬ drid, Atlas, 1950, p. 339.
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Cristobalina Enríquez
A Jo se conocen los datos biográficos y literarios de esta 1 V poetisa, cuya única composición llegada hasta noso¬ tros es el “Romance morisco” que a continuación ofrece¬ mos y que fue publicado, sin especificar la fuente de proce¬ dencia, por Pérez de Guzmán y Gallo.
CRISTOBALINA ENRÍQUEZ
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ROMANCE MORISCO
Las claras ondas del Tajo el pie llegan a besar, ya que no de Jazmelina, de la torre donde está. Tiénenla depositada en el palacio real, esperanzas de ser reina y razones de ser más. Púsose entre las almenas la mañana de San Juan, porque amaneciese al Tajo dos horas antes que al mar. Riéndose sale el alba de ver escaramuzar treinta moros de Toledo en su adorado arenal. Brocatel son las marlotas.
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Brocatel'. Tejido adamascado de cáñamo y seda. marlotas'. vestiduras moriscas ajustadas que cubrían todo el cuerpo.
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SABBA
Elogios de mujeres insignes del Viejo Testamento. Portada facsímil de la edición de Pedro Blusón, Huesca, 1627.
CRISTOBALINA ENRÍQUEZ
de su color cada cual; cual viste albornoz de seda; cual bordado capellar. Plumas ciñen sus bonetes, dándole cada galán con plumas y pensamientos qué hacer al vendaval. Caballos briosos montan que Guadalquivir les da, que al viento que los engendra se dejan volando atrás. Y en torcidos caracoles miden el campo a compás, que es de la orilla del río el caracol natural. Y la hermosa Jazmelina mira y se deja mirar de las moras, con envidia, de los moros, con afán.(*)
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20 capellar: manto morisco propio de la indumentaria española. (*) J. Pérez de Guzmán Bajo los Austrias. La mujer española en la Miner¬ va literaria castellana, op. cit., pp. 108-9.
Feliciana Enríquez de Guzmán
Oe desconoce la fecha de su nacimiento, aunque éste se kJ sitúa en el último tercio del siglo XVI en Sevilla. Gene¬ ralmente se la identifica con la joven Feliciana de la leyenda de Lope en el Laurel de Apolo (Silva III) que asistió a la Universidad de Salamanca disfrazada de hombre siguiendo a su enamorado. De su producción literaria se conservan varias composiciones poéticas y la Tragicomedia de los campos Sa¬ beos, impresa en Coimbra y Lisboa en 1624 y 1627. La obra parece evocar la relación sentimental de su juventud; en ella, como en el soneto que aquí ofrecemos, Maya es Feliciana, y Clarisel Francisco de León Garavito, abogado prestigioso con el que se casó en segundas nupcias. En el prólogo hace una curiosa defensa de la preceptiva dramática clásica frente a las técnicas de sus contemporáneos.
FELICIANA ENRÍQUEZ DE GUZMÁN
MADRIGAL
Dijo el Amor, sentado a las orillas de un arroyuelo puro, manso y lento: “Silencio, florecillas, no retocéis con el lascivo viento; que duerme Calatea, y si despierta, tened por cosa cierta que no habéis de ser flores en viendo sus colores, ni yo de hoy más Amor, si ella me mira.” ¡Tan dulces flechas de sus ojos tira!
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5 Calatea encarna, dentro de la mitología griega, la dulzura y la delicade¬ za. Su amor por el pastor Acis desencadenó la ira de Polifemo que, al no verse correspondido, aplastó a su rival con una roca. Calatea convirtió a su amado en río. '
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ANTOLOGÍA
SONETO A LAS BODAS DE MAYA Y CLARISEL
En los campos elisios Himeneo, Juno y Venus las bodas celebraban de dos esposos, y las coronaban de arrayán y del árbol de Timbreo. Caliope y Euterpe al son que Orfeo, Elio y Talía en arpas acordaban, sus tálamos felices festajaban de uno y otro llegados al deseo;
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1 campos elisios: parte de los infiernos donde los hombres virtuosos y los héroes vivían felices después de la muerte. Himeneo: dios que preside el cortejo nupcial. 2 Juno: diosa romana protectora de las mujeres, especialmente de las ca¬ sadas. 4 Timbreo: Sobrenombre de Apolo que deriva de la ciudad de Timbrea. 5 Caliope y Euterpe: musas. Orfeo: Hijo del rey tracio Bagro y de Caliope. Inventó la cítara o le añadió, en honor de las musas, dos cuerdas más a las siete que ya tenía. Fue rey de Tracia y famoso músico y poeta. 6 Elio: Helio. Talía: una de las nueve musas, la que presidía la comedia y la poesía festiva.
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FELICIANA ENRÍQUEZ DE GUZMÁN
“De descanso, diciendo, largos años les dé el divino amor, y la discordia de su puerta no pase los umbrales;
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entre brocados y purpúreos paños Maya y su Clarisel, siempre leales, gocen de felicísima concordia.” (*)
(*) Incluidos por Adolfo de Castro en “Floresta de varia poesía” de Poetas líricos de los siglos xvi y xvii, Madrid, 1923, pp. 544 y 545 respectivamente, de donde los tomamos. Desconocemos la fuente original de estas composi¬ ciones; el madrigal fue atribuido por Lope de Vega a la autora.
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Inarda de Arteaga
T^esconocemos los datos biográficos de esta autora. De la “Décima en elogio de Agustín de Rojas”, que figu¬ ró al frente de El viaje entretenido (1704), se deduce que vivió a finales del siglo XVI y principios del XVII. Solamen¬ te conocemos de ella la referida composición y el soneto que incluimos en esta antología.
INARDA DE ARTEAGA
SONETO
Alegres horas de memorias tristes que, por un breve punto que durastes, a eterna soledad me condenastes en pago de un contento que me distes. Decid: ¿por qué de mí, sin mí, os partistes sabiendo vos, sin vos, cuál me dejastes? Y si por do venistes os tornastes, ¿por qué no al mismo punto que vinistes? ¡Cuanto fue esta venida deseada y cuán arrebatada esta venida! Que, en fin, la mejor hora fue menguada. No me costastes menos que una vida la media en desear vuestra llegada y la media en llorar vuestra partida. (*)
(*)
DeMss. 3890, déla B,N.M.,f. 120.
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Mariana de Vargas y Valderrama
A Jo disponemos de ningún dato que permita reconstruir ly su biografía ni lo que fue la creación literaria de esta poetisa de la que, únicamente, nos ha llegado este soneto a Diego Hurtado de Mendoza.
MARIANA DE VARGAS Y VALDERRAMA
A DON DIEGO HURTADO DE MENDOZA
Al tronco ilustre de donde ha salido vuelves el bello fruto de una rama, dándole eterno nombre y nueva fama por tronco, rama y fruto merecido. Digno lauro en el mundo has adquirido y justamente con amor te llama cuidadosa Amaltea, que derrama las flores que del tiempo ha recogido. ¿Quién al gran Alejandro retratara sino el famoso Apeles, ni le hubiera otro que a su primor le aventajara?
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¿Quién lo que emprendes intentar pudiera ni al insigne don Diego nos cantara, único cisne, si cual tú no fuera? (*) 7 Amaltea-, Nodriza de Zeus. Véase la misma referencia en el “Soneto a don Francisco de Borja y Aragón” de Elena de Paz. 10 Apeles: pintor griego, retratista de Filipo y Alejandro. Véase el “Re¬ trato” de Catalina Clara Ramírez de Guzmán. (*) De Juan Díaz Hidalgo, Obras del insigne Don Diego de Mendoza, Embaxador del Emperador Carlos V en Roma, Madrid, 1610, [p. 5v].
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Clara María de Castro y Andrade
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omo en el caso de la poetisa anterior, de Clara María de Castro tampoco nos ha llegado noticia alguna, salvo este madrigal que dedica a doña Ana de Castro y Egas, prima suya.
CLARA MARIA DE CASTRO Y ANDRADE
MADRIGAL A SU PRIMA DOÑA ANA DE CASTRO Y EGAS
Anarda, con tu aliento, el consagrado coro de las nueve, en sonoro concento, por tu decoro, por tu honor se mueve. Hoy triunfa Manzanares, hoy por ti le veneran el Tajo, el Tormes, el Genil y Henares. Hoy cuantos beneméritos esperan los laureles de Apolo, en postrado, aunque honroso rendimiento, el suyo no, tu plectro invocan sólo. Hoy la más digna, la que osada intenta, generosa ambición, silla en tu coro, que, preferida, el número engrandeces, de emulación exenta opuesta a tu decoro bien tu valor en su ignominia creces, décimo, a su pesar, tu nombre cuenta.
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concento: canto acordado de diversas voces.
ANTOLOGÍA
¿Qué deidad, pues, qué culto no mereces? ¡Vive ¡oh musa gallarda! tu propia eternidad, divina Anarda! (*)
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(*) De Eternidad del Rey Don Felipe tercero Nuestro Señor, el Piadoso. Discurso de su vida y santas costumbres. Al serenísimo Señor el Cardenal Infante su hijo, Doña Ana Castro Egas, Madrid, Vda. de Alonso Martín, 1629, [pp. 23V-24].
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Elena de Paz
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os escasos datos que se conocen de esta autora permi¬ ten afirmar que profesó como clarisa y que su vida, o parte de ella, transcurrió en Salamanca. Parece ser que su formación humanista fue notable, lo que le permitió expre¬ sarse tanto en latín como en castellano en una producción que, aunque desconocida, se cree que fue fecunda.
ELENA DE PAZ
SONETO A DON FRANCISCO DE BORJA Y ARAGÓN
Rizo el pelo, la vista procelosa, con siete estrellas la cerviz luciente, agudo el corvo alfanje de la frente, la boca rayos fulminó espantosa. El ceño torvo, la nariz fogosa, el grueso labio espuma, acero el diente, la copia de Amaltea floreciente, vierte el cretense Toro rosa a rosa.
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1 Francisco de Borja y Aragón fue virrey del Perú entre 1614 y 1621, A su regreso a España desarrolló la mayor parte de su labor literaria y publicó su obra poética. Estuvo estrechamente relacionado, durante toda su vida, con intelectuales y artistas. 7 copia: ‘abundancia’, pero también retrato. Nótese la ironía. Sobre la leyenda de Zeus y Amaltea existen dos versiones. Para unos auto¬ res Amaltea es la ninfa que amamantó a Zeus con leche de una cabra. Para otros es, precisamente, el nombre de la cabra que vivía en el monte Ida de la isla de Creta. Se la relaciona con el cuerno de la abundancia o cornucopia. Obsérvese el juego conceptual creado por copia, Amaltea y floreciente. 8 Se refiere al Toro de Creta, animal sagrado surgido de las aguas del mar de Creta que devastó la isla y anduvo errante hasta que Teseo lo capturó y sacrificó.
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ANTOLOGÍA
Otro de luces tantas despojado, heroico a Borja ilustre fue trofeo, por quien florece Apolo mejorado.
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Si éste da lustre a Apolo en su museo y Apolo a aquél de fuego ha coronado, ¿a cuál las plantas deben más su aseo? (*)
(*) De Aplauso gratulatorio de la insigne escuela de Salamanca al Ilustrísimo Señor Don Francisco de Borja y Aragón, por la restauración de los votos de los estudiantes, recogido por Manuel de Acevedo, Barcelona, [s.a.] Sebas¬ tián de Cormellas, p. 9.
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Antonia de Nevares
hermana de Marta de Nevares, la última amante de ± Lope de Vega. Apenas nada se sabe de ella. Participó en la justa poética celebrada en 1620 con motivo de la ca¬ nonización de San Isidro Labrador, en cuyas fiestas fue animador Lope de Vega y en las que fue premiada con Inés de Zayas, el propio Lope, Calderón, Guillén de Castro y otros autores célebres.
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ANTONIA DE NEVARES
A LA EXCELENTÍSIMA SEÑORA CONDESA DE OLIVARES (*)
SONETO
Símbolo de la paz te cupo en suerte, ave de Venus celestial, no humana, que el verde ramo entre la viva grana sol muestra, nubes limpias flores vierte. En la gloria mortal templanza advierte que a la vida inmortal el paso allana, que a la virtud, que no a la pompa vana, respeta el mármol, reino de la muerte. Tú, pues, escucha en cítara sonante triunfos del Pan, que vencedor derriba, nuevo David, al Calidón gigante.
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(*) Isabel de Velasco, dama de honor de la reina Margarita, que contrajo matrimonio con el Conde Duque de Olivares. 3 verde ramo: el ramo de olivo que simboliza la paz. 10 Pan: dios de los pastores y rebaños, mitad hombre y mitad macho ca¬ brío. Se le representaba con la siringe, la corona de pino y el cayado de pastor, y a veces con jabalina como cazador. 11 Calidón: jabalí de prodigioso tamaño liberado por Artemisa, encoleri¬ zada porque el rey no la había invocado en los sacrificios de la recolección. Según las leyendas más conocidas no fue Pan quien lo mató sino Meleagro.
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ANTOLOGÍA
Debidas glorias a tu ilustre oliva, que con el manto militar delante dos reyes sirve y con entrambos priva. (*)
14 Obsérvese la alusión al gran poder del Conde Duque de Olivares. (*) De Lope de Vega, Triunfos divinos, Madrid, Vda. de Alonso Martín, 1625, [p. 6],
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Bernarda Ferreira de Lacerda
(1595-?)
TJ'scritora portuguesa nacida en Oporto en 1595. Su 1—j esmerada formación literaria le valió el elogio de sus contemporáneos, entre los cuales Lope de Vega y Pérez de Moltalbán le dedicaron la égloga Filis y el Orfeo en Len¬ gua castellana, respectivamente. Dedicó su poema España libertada a Felipe ///, cuyo deseo de que sus hijos Carlos y Fernando hubieran sido educados por la poetisa no llegó a verse realizado. Su obra más interesante, las Soledades de Bugaco, que contie¬ ne inspirados romances descriptivos, se publicó en Lisboa en 1634.
BERNARDA FERREIRA DE LACERDA
SONETO AL DESIERTO DE BUgACO
Jardín cerrado, inundación de olores, fuente sellada, cristalina y pura; inexpugnable torre, do segura de asaltos, goza el alma sus amores. Intactas guardas tus hermosas flores, matas la sed, destierras la secura, ostentas majestad, y desa altura penden trofeos siempre vencedores. El verdor tuyo nunca el lustre pierde, ni se enturbia el candor de tu corriente; firme está tu invencible fortaleza. Que es el jardín cerrado siempre verde, es siempre clara la guardada fuente, y es propia de la torre la firmeza.
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ANTOLOGÍA
ROMANCES A LAS SOLEDADES DE BURACO (*) [111]
Dentro, en la cerca dichosa de los felices descalzos que transforman en Carmelo la montaña de Buraco, entre sus ásperas peñas, yacen valles matizados de alegre verde, que al tiempo no suele ser tributario. Exento de sus rigores, ofrece por todo el año al sol alfombras diversas, a la tierra, hermoso manto. A partes, las arboledas muestran bosques tan cerrados.
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(*) En el siglo xvi, los carmelitas, que buscaban un lugar de retiro, eligie¬ ron los frondosos bosques de Bugaco, célebres por la belleza y variedad de su flora; allí edificaron un convento y numerosas ermitas y fuentes, así como una muralla que los aislara del exterior. El bosque fue convertido en un lugar paradisíaco por los monjes, que plantaron gran variedad de árboles y plantas traídos de diversos lugares, incluso de ultramar.
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que no los traspasa Febo con sus rutilantes rayos. Desde la entrada al convento, se camina por debajo de pabellones de plantas, cuyos ramos forman lazos. Allí se mezclan las hojas de los plátanos copados con los enebros y fresnos, los robles y álamos altos. Allí el funesto ciprés, con el vitorioso lauro, de las hayas y saúcos están recibiendo abrazos. Allí el árbol que, galán, se ve primero adornado de la flor que de las hojas, crece dulce y crece amargo. Dríades son destos bosques virtudes que, acompañando su soledad, enamoran angélicos solitarios. Con los codos que en la sierra a partes van levantados, dos veces pierde la vista aquel monasterio santo. Junto dél por un recuesto, blandamente murmurando, arroyo corre de plata sobre guijas de alabastro.
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33 Dríades: Ninfa de los bosques, la duración de cuya vida era igual a la de su árbol.
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a quien sirven de cortinas crecidos robles que, ufanos, matizándole de sombras, en él se están retratando. Es de innumerables fuentes todo aquel sitio regado, que liberales se muestran en las sierras y en los campos. Cuál de la más alta peña se viene haciendo pedazos, por sembrar en las pizarras de aljófar hermosos granos. Cuál sale por los resquicios de los más duros peñascos; cuál d’ entre juncos agudos, para poder murmurarlos; cuál entre la blanca arena brota y brinca dando saltos, por hacer danzas y juegos con chinillas y guijarros; cuál cercada de espadañas, con travieso y leve paso, al verde berro y poleo, las cabezas va mojando; cuál calza de tersa plata al roble y alcornoque alto, a trueco de que la vistan con sus intrincados ramos; cuál en brazos de la zarza, que muestra estarla sangrando con sus agudos espinos, tiende cristalinos brazos; 56
aljófar: perla pequeña e irregular, aquí gotas de agua.
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cuál riega rosales bellos por vestirse de encarnado cuando el travieso Favonio les da de súbito asalto. Es princesa destas fuentes la de Elias, en regalo y salubridad del agua, a quien cubre roble opaco. Hija de pizarra fría, su cualidad tomó tanto, que siendo plata a la vista, es nieve al gusto y al tacto. Muchos álamos la cercan por gozar de espejo claro, y su corriente graciosa para en un estanque largo. También la de San Silvestre nace entre fríos peñascos, tan cubiertos de arboleda como de gracia labrados. En el pecho de la sierra, donde el divino palacio tiene su asiento, otra fuente baja en curso apresurado. Parece que de oprimido el monte con peso tanto, revienta y se desentraña en arroyos dilatados. La frente fría es aquesta que, con su corriente helando todo lo que toca, deja de plata un valle bordado. 79
Favonio: Céfiro.
ANTOLOGÍA
Por entre juncias y trébol también los arroyos claros, con su murmuro apacible, del viento se van quejando. De flores y de boninas todo el suelo está sembrado, tapiz de varios colores, telar de tapices varios. Aquí florece el clavel sobre los musgosos cantos; allí las violetas blandas, junto de espárragos bravos; clavellinas con coscoja, los alhelíes variados y las cándidas mosquetas entre los agrestes cardos; la albahaca y majorana, entre el heno y los carrascos; los hongos y las ortigas, con maravillas mezclados. Los resquicios de las piedras, en bien partidos espacios, para servir de pensiles alegres se están mostrando. Dentro dellos los jazmines, junto de los musgos pardos, ostentan mayor belleza al desdén, libres de ornato. Unos a las altas rocas enlazan con tiernos brazos;
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juncias: hierbas silvestres. ¿)on/nas: manzanillas locas. coscoja: hojas secas de encina.
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otros, de sauces y alisos adornan troncos y garfios. La clicie, por entre abrojos, venera al planeta caro; ciñen tas selvas al lirio y al narciso enamorado; las coloquíntidas suben por los rústicos castaños, por igualarse a su fruto, aunque de espinos armado. De la graciosa retama lustra el amarillo claro por encima de los montes, entre el espinoso acanto. Allí se mira el cerezo, que en sus ramas, engastados, muestra cientos de rubíes cuando sopla el viento manso. La coronada granada descubre el pecho sangrado, y colgado de los riscos mil pomos de oro el naranjo. La toronja, entre las cidras, se cuelga de los collados; de los olmos, los parrales; de las rocas, los manzanos. Entre bellotas y agallas, dulces racimos colgados.
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alisos: álamos. clicie: girasol. coloquíntidas: plantas de frutos con propiedades medicinales. cidras: fruto parecido al limón. agallas: escrecencias que se forman en algunos árboles.
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ANTOLOGÍA
parecen sartas lucidas de vidrios negros y blancos. Las fresas de hermoso nácar adornan los valles bajos, y corónanse las cumbres de los cidonios dorados (*).
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(*) De Soledades del Bugaco, Lisboa, Matías Rodríguez, 1634, pp. 111 y 14-19, respectivamente. 172 cidonios: ‘cidonias’, membrilleros.
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Ana Caro Mallén de Soto
cree que nació en Granada o en Sevilla. Su vida translJ currió en esta última ciudad y en Madrid. Asistió a la Academia Literaria del conde de la Torre, presidida por Antonio Ortiz Melgarejo. Mantuvo gran amistad con la novelista María de Zayas, en cuya compañía, según pare¬ ce, vivió algún tiempo. Se desconoce la fecha de su muerte, aunque se sabe que en 1645 todavía vivía. Escribió las obras dramáticas El conde de Partinuplés, que formó par¬ te del Laurel de comedias de diferentes autores (1653), y Valor, agravio y mujer; una Loa sacramental, descripción de las fiestas del convento de San Miguel, de las de San Francisco de Sevilla por los mártires del Japón, y varias composiciones en elogio de don Francisco Salgado, María de Zayas, Inés Jacinta Manrique de Lara, etc.
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ANA CARO MALLÉN DE SOTO
DON JUAN
Como el que ve de la aurora la estrella o claro lucero, de su lumbre mensajero, cuando el horizonte dora, que se admira y se enamora de su brillante arrebol; pero saliendo el farol del cielo, luciente y puro, el lucero llama obscuro viendo tan hermoso el sol... así yo, que a Leonor vi, o de lucero o estrella, adoré su lumbre bella y su mariposa fui; mas luego, mirando en ti del sol lucientes ensayos, hallé sombras y desmayos en la vista de mi amor, que es poca estrella Leonor y eres sol con muchos rayos.
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ANTOLOGÍA
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ESTELA
Como el que en la selva umbrosa o jardín, ve de colores una provincia de flores, pura, fragante y hermosa, que se aficiona a la rosa por su belleza, y al fin halla en la selva o jardín un jazmín, y porque sabe que es el jazmín más suave, la deja y coge el jazmín... así yo, que vi a don Juan, rosa que a la vista agrada, de su valor obligada, pude admitirle galán. Mas, siendo tu vista imán de mi sentido, escogí lo que más hermoso vi; pues aunque la rosa admiro, eres el jazmín, y miro más fragante gala en ti.
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LEONOR
El que en la Aniebla obscura de alguna noche camina, adora por peregrina del lucero la luz pura; sólo en su lumbre asegura de su guía la esperanza, y aunque ya del sol le alcanza
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el rayo, está agradecido al lucero, porque ha sido de su tormenta bonanza. Tú, en el obscuro contraste de la noche de tu amor, el lucero de Leonor, norte a tus penas, miraste; guióte, mas olvidaste, como ingrato, la centella de su lumbre clara y bella antes de amar mi arrebol. ¿Ves cómo sin ver el sol aborreciste la estrella?
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LUDOVICO
El que eligió en el jardín el jazmín, no fue discreto, que no tiene olor perfeto si se marchita el jazmín. La rosa hasta su fin, porque aun su morir le alabe, tiene olor muy dulce y grave, fragancia más olorosa... luego es mejor flor la rosa, y el jazmín menos süave. Tú, que rosa y jazmín ves, admites la pompa breve del jazmín, fragante nieve, que un soplo al céfiro es; mas conociendo después la altiva lisonja hermosa
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ANTOLOGÍA
de la rosa codiciosa, la antepondrás a mi amor, que es el jazmín poca flor, mucha fragancia la rosa. (*)
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(*) Del diálogo entre don Juan, Estela, Leonor y Ludovico en la jorna¬ da II de la comedia Valor, agravio y mujer. De ella se conservan dos manus¬ critos en la BNM: el Mss. 16620, de finales del siglo xvii y el 17377 del siglo xviii, que no presentan diferencias textuales entre sí. Los fragmentos trans¬ critos se encuentran en los ff. 31 y 32 del primero y 20 y 21 del segundo. José Manuel Blecua en Poesía de la Edad de Oro, Madrid, Castalia, 1987, p. 36, publica esta última composición, con ligeras variantes, como de Juan de Salinas (1555-1643), según la edición de sus Poesías, Sevilla, 1869.
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Justa Sánchez del Castillo
'KTo se conocen los puntos cardinales de su biografía. 1 y Parece que tuvo una intensa vida amorosa, aunque tal vez su fama de mujer libertina sea debida tanto a su ingenio mordaz y satírico como a un epigrama del conde de Villamediana. En él se vengaba de la poetisa por haber¬ le abandonado y conceder sus favores a don Diego de To¬ bar y Valderrama. Solamente conocemos de esta autora el romance que transcribimos a continuación y un soneto a Doña Ana de Castro y Egas incluido en la Eternidad del Rey Don Felipe tercero...
JUSTA SÁNCHEZ DEL CASTILLO
ROMANCE A UNA DAMA QUE PEDÍA TREINTA ESCUDOS POR UN BESO
Tratar del beso de Judas y de los treinta dineros ni es decente, ni del caso; pasemos a otro conecto. Di, serafín mercader, que hiciste en besos tu empleo, si tan caros los despachas ¿cuándo esperas salir dellos? La boca de la Bocina que reside allá en el cielo, es más fácil de besar, o más barata a lo menos. Las premáticas me valgan en tan excesivo precio, que no tiene hacienda el Fúcar para una noche de invierno.
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Bocina: Osa Mayor. premáticas: ‘pragmáticas’, ciertas leyes.
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ANTOLOGÍA
Lástima tengo a tus labios, que, por interés grosero, no sabrán lo más del año lo que son labios ajenos. De tu boca me parece que besara en el infierno, por justo castigo, siempre a la del rico avariento. Con temor hablo de ti; no me ejecutes por ello, pues el tomarte en mi boca querrás que pase por beso. Esto cantaba un pastor sin los escudos propuestos en la orilla de su boca por no atreverse a entrar dentro. (*)
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(*) De un manuscrito del siglo xvii de la Biblioteca Nacional, Mss. 3773, f. 21.
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Leonor de la Cueva y Silva (t d. 1650)
A Jacio a principios del siglo XVII en Medina del Campo, 1 donde se cree que transcurrió su vida. Fue sobrina del poeta y astrólogo Francisco de la Cueva y Silva. Escribió la obra dramática La firmeza en la ausencia y numerosas poesías líricas cuya edición se encuentra actualmente en preparación. Estas últimas se recogen con otras de Juan Salinas, Góngora, Lope y otros poetas, en un cancionero manuscrito de los siglos XVI y XVII.
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LEONOR DE LA CUEVA Y SILVA
SONETO
Ya ha salido el invierno: ¡albricias, flores, árboles, fuentes, prados y arroyuelos, que de el rigor de sus helados velos os saca el mayo derramando amores! Ya os cantan dulcemente ruiseñores llenos de gusto y libres de desvelos, y liberales los impíreos cielos os dan la variedad de mil colores. Ya compone los bellos cuadros Flora, desafiando el arte a la natura, a quien vence la hermosa jardinera que por la vista alegra y enamora, el alma suspendiendo en la hermosura de la verde y galante primavera.
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SONETO
Ni sé si muero ni si tengo vida, ni estoy en mí, ni fuera puedo hallarme, ni en tanto olvido cuido de buscarme, que estoy de pena y de dolor vestida. Dame pesar el verme aborrecida y si me quieren, doy en disgustarme; ninguna cosa puede contentarme, todo me enfada y deja desabrida; ni aborrezco, ni quiero, ni desamo; ni desamo, ni quiero ni aborrezco, ni vivo confiada ni celosa; lo que desprecio a un tiempo adoro y amo; vario portento en condición parezco, pues que me cansa toda humana cosa.
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SONETO A FLORIS
Ausente estoy de tus divinos ojos; en fin, ausente y lleno de desvelos; si al ausencia cruel siguen los celos, confieso, Floris, que me dan enojos. ¡Ay! ¡Quién gozara de tus rayos rojos sin tantos sobresaltos ni desvelos, pues mientras duran los nublosos velos he de tener la rienda a mis antojos! ¿Cuándo se ha de acabar, Floris divina, la rigurosa pena de no verte y el cobarde temor de tu mudanza? Que aunque eres en firmeza peregrina, vive mi amor dudoso de perderte, aunque más le sustenta la esperanza.
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LIRAS A LA HERMOSURA Y VARIEDAD DE FLORES DE LA PRIMAVERA
Plantas bellas y hermosas resucitadas de el abril ufano que anuncia vuestras rosas, sacándoos del rigor tan inhumano de el cano invierno helado a ser gallarda ostentación de el prado; jacintos que primicias sois, y violetas, de las otras flores, que parece que albricias pedís al mundo, provocando amores de que ya el mayo hermoso se le acerca con paso presuroso; dorados alhelíes bellos, blancos narcisos y mosquetas, rosas, sí, carmesíes, de la purpúrea sangre más perfetas de la Ericina diosa.
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17 Se refiere a Afrodita que, en este caso, toma el nombre de la montaña de Erix, en Sicilia, donde existió un templo dedicado a la diosa. Sus plantas eran la rosa y el mirto.
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que su color os dio su planta undosa; olorosos junquillos, poblada madreselva, jazmín blanco, de los montes tomillos, fragante azahar, en quien el cielo franco mostró con mil primores más divino poder en tus olores; campanillas moradas, casta azucena y trébol oloroso, manutisas rosadas, azul espuela, toronjil hojoso, encarnados claveles, menuda albahaca y verdes mirabeles; rajadas clavellinas, lirio que haces gallardos tornasoles, gigantas que divinas os mostráis, pues seguís los arreboles de Cintio celestiales, que su rosa os llamamos los mortales; árboles de mil nombres, que viste abril de flor y mayo de hoja, regalo de los hombres, a quien noviembre robador despoja el galano vestido, de verdes esmeraldas guarnecido;
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18 undosa: ondosa. 27 manutisas: ‘minutisas’, plantas de pequeñas flores de variados colores del blanco al rojo. 28 espuela: ‘espuela de caballero’, planta de flores en espiga blancas, azu¬ les o rosadas. toronjil: ‘melisa’. 30 mirabeles: planta de adorno de hojas muy pequeñas. 33 gigantas.- ‘girasoles’. 35 Cintio.- el sol.
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ANTOLOGÍA
arroyuelos helados que el rubio sol los grillos os desata, adorno de los prados, risa de el monte, bulliciosa plata, y de las aves lira por cuyo aliento cada flor respira; puras fuentes hermosas, espejos claros de la blanca Aurora; vida, sí, de las rosas, gloria de el campo, espíritu de Flora, de la vista recreo, satisfacción suave de el deseo; jardines deleitosos donde se cifran máquinas tan bellas, amenos y espaciosos, morada hermosa de quien son estrellas las siempre refulgentes hermanadas cabrillas más lucientes; plantas, flores y fuentes, invierno, abriles, mayos y arroyuelos, árboles diferentes, jardín ameno, estrellas de los cielos y campos dilatados [sol, aurora cándida y verdes prados,] todos sois de el verano y primavera galas excelentes, librea de su mano, que os da y reparte en tiempos diferentes en mil varias colores con que suspende el alma en sus primores.
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Verso tachado en manuscrito.
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LEONOR DE LA CUEVA Y SILVA
LIRAS EN LA MUERTE DE MI QUERIDO PADRE Y SEÑOR
Dejad, cansados ojos, el justo llanto que os convierte en fuentes, detened los enojos y enjugad vuestras líquidas corrientes, que al mal que oprime el pecho el alma y el corazón le viene estrecho. En tan terrible pena, ni hallo descanso, gusto ni alegría; de todo estoy ajena, y sólo tengo la desdicha mía por alivio y consuelo, que de todo lo más me priva el cielo. Quitóme en breves días, airado y riguroso, un bien amado, a las fortunas mías añadiendo este golpe desdichado. ¡Oh suerte fiera y dura! ¡Llorad, ojos, llorad mi desventura! Contenta el alma estaba en sus trabajos, penas y dolores con el bien que gozaba; 194
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LEONOR DE LA CUEVA Y SILVA
mas la Parca cruel, con mil rigores, fiera y embravecida, cortó el hilo al estambre de su vida. Musa, detente un poco, que si de tantos males hago suma y en él presente toco, no es suficiente mi grosera pluma, que pues estoy penando, cuanto puedo decir digo callando.(*)
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(*) De Mss. 4127 de la Biblioteca Nacional de Madrid, ff. 233, 229, 233-36, 188 y 189-190, respectivamente.
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Sor María de Santa Isabel “Marcia Belisarda” (t d. 1646)
J^ecunda poetisa nacida en Toledo a principios del siglo ± xva. Firmó sus composiciones con el pseudónimo de “Marcia Belisarda’’. De su vida se sabe poco. Fue religiosa del convento toledano de la Concepción, pero sus versos profanos, infinitamente más inspirados que los religiosos, delatan que en su corazón guardaba secretos afectos mun¬ danos. Sus Poesías suman un total de 138 composiciones, algunas de gran belleza. Desconocemos la fecha de su fa¬ llecimiento, aunque se sabe que todavía vivía en 1646. La edición de sus obras se encuentra, en preparación.
SOR MARÍA DE SANTA ISABEL
ROMANCE MELANCÓLICO
Pensamiento, si pensáis en dar a mi mal remedio, mal pensáis, porque es un mal causado de pensamientos. Pienso con ajenos gustos engañar propios deseos, y es engaño donde el alma, penando más se halla menos. Si en dormir busco descanso, por ser de el morir diseño, más me canso, porque lidio con enemigos desvelos. Siempre intento hallar alivio y siempre queda el intento con el logro en esperanza y con la esperanza a riesgo. O apenas alivio hallo cuando apenas ya le pierdo, el intento examinando convertido en escarmiento. En mi dolor no hay templanza.
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y si a la memoria apelo, para el que tengo presente me da pasados remedios. En fin, peno, siento y callo por no decir lo que siento, que solo puedo quejarme de que quejarme no puedo. Nacer amable es estrella, suerte nacer con ingenio; pero si falta ventura nada es gloria y todo infierno. (*)
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(*) De Mss. 7469 de la BN, f. 31/26, aunque omitimos los siguientes ver¬ sos: “Nuestra derrota sigamos/triste corazón sin miedo/por el golfo de des¬ dichas/rumbo más seguro y cierto/ Ay de mí triste/ socorro cielos / que me anego sin agua/ en sentimientos./ Socorro cielos, socorro os pido/ dad en llanto a mis penas/ algún alivio.”
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SOR MARÍA DE SANTA ISABEL
ROMANCE
Procurad, memorias tristes, divertir mi pensamiento con penas que siempre son, y no con gustos que fueron. Representadme pesares, dejad pasados contentos, que son figuras de humo en el teatro de el viento. Muy bien entiendo las voces de nuestro mudo silencio, que mal concertadas suenan, que acordes fueron un tiempo. De mis muertas esperanzas clamor parecen sus ecos, o que se cantan endechas a mi perdido sosiego. Si con inciertos favores olvidáis agravios ciertos, guerra armáis al corazón, no menos que a sangre y fuego. No me déis en vaso de oro 200
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disimulado veneno, creyendo así lo que dice quien no cree lo que siento. Memorias, dejadme ya, o acabad mi vida luego, que no hay fuerzas en el alma para tan crueles tormentos.
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DÁNDOME POR ASUNTO CORTARSE UN DEDO LLEGANDO A CORTAR UN JAZMÍN
Filis, de amor hechizo soberano, cortar quiso un jazmín desvanecido, y de cinco mirándose excedido quedó de el vencimiento más ufano. No bien corta el jazmín, cuando tirano acero, en rojo humor otro ha teñido, mintiendo ramillete entretejido de jazmín y clavel la hermosa mano. Átropos bella a la tijera cede piadosa ejecución si, inadvertida, a su mano dolor ocasionando. Que si alma con su sangre dar no puede, en vez de muerte, dio al jazmín la vida, de amor el dulce imperio dilatando.
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Atropos: Parca encargada de cortar el hilo de la vida del hombre.
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ANTOLOGÍA
SONETO
Cuando borda de perlas el aurora tapetes que matizan bellas flores, en lisonjas retornan los favores con que las enriquece y enamora. Luego la sigue el sol, que a rayos dora la variedad vistosa de colores, a quien las aves repitiendo amores hacen salva con música sonora. Así yo cuando vi la aurora hermosa del sol que desterró la niebla oscura de una ausencia, si ya no sol ni ave
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racional, la belleza milagrosa venero con verdad sencilla y pura, y el premio fue un desdén severo y grave. (*)
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Del Libro de poesías, mss. citados, ff. 8v., 88 y 23v, respectivamente.
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María de Zayas y Sotomayor (t d. 1660)
Jk Jacio en Madrid, tal vez en el seno de una familia noble. Su vida transcurrió en la primera mitad del siglo XVII. Como novelista se dio a conocer con dos colecciones de novelas cortas, Novelas ejemplares y Parte segunda del sarao y entretenimiento honesto, publicadas en Zaragoza en 1637 y 1647, respectivamente. Su poesía aparece inter¬ calada en sus novelas y en su obra dramática Traición en la amistad. También escribió poemas encomiásticos a Miguel Botello, Juan Pérez de Montalbán, Francisco de las Cue¬ vas... y panegíricos fúnebres a Lope de Vega y Montalbán. Se sitúa su muerte después de 1660.
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MARÍA DE ZAYAS Y SOTOMAYOR
En el claro cristal del desengaño se miraba Jacinta descuidada, contenta de no amar, ni ser amada, viendo su bien en el ajeno daño. Mira de los amantes el engaño, la voluntad, por firme, despreciada, y de haberla tenido escarmentada, huye de amor el proceder extraño. Celio, sol desta edad, casi envidioso, de ver la libertad con que vivía, exenta de ofrecer a amor despojos, galán, discreto, amante y dadivoso, reflejos que animaron su osadía, dio en el espejo, y deslumbró sus ojos. Sintió dulces enojos, y apartando el cristal, dijo piadosa: “Por no haber visto a Celio, fui animosa, y aunque llegue a abrasarme, no pienso de sus rayos apartarme.”
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ANTOLOGÍA
Que muera yo, Liseo, por tus ojos, y que gusten tus ojos de matarme; que quiera eon tus ojos alegrarme, y tus ojos me den cien mil enojos. Que rinda yo a tus ojos por despojos mis ojos, y ellos en lugar de amarme pudiendo con sus rayos alumbrarme, las flores me convierten en abrojos. Que me maten tus ojos con desdenes, con rigores, con celos, con tibieza, cuando mis ojos por tus ojos mueren.
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¡Ay, dulce ingrato! que en los ojos tienes tan grande deslealtad como belleza, para unos ojos que a tus ojos quieren. (*)
(*) De Traición en la amistad (edición de Alessandra Melloni), Universitá degli Studi de Verana, Verana, 1983, p. 51.
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MARÍA DE ZAYAS Y SOTOMAYOR
Amar el día, aborrecer el día, llamar la noche y despreciarla luego, temer el fuego y acercarse al fuego, tener a un tiempo pena y alegría. Estar juntos valor y cobardía, el desprecio cruel y el blando ruego, tener valiente entendimiento ciego, atada la razón, libre osadía. Buscar lugar en qué aliviar los males y no querer del mal hacer mudanza, desear sin saber qué se desea.
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Tener el gusto y el disgusto iguales, y todo el bien librado en la esperanza, si aquesto no es amor, no sé qué sea.(*) (*) De la novela Aventurarse perdiendo, primera de las Novelas amorosas y ejemplares, Zaragoza, Hospital Real, 1637, p. 13, de donde procede tam¬ bién el primer texto, p. 33. Esta composición también se incluye en su obra dramática Traición en la amistad (J. II). La lectura de este texto en la edición de Alessandra Melloni (p. 53) ofrece ligeras variantes con respecto al texto de la misma publicado por Serrano Sanz en Apuntes... op. cit. pp. 590-620 y no contempla las diferencias textuales del poema tal como se publicó en la novela.
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ANTOLOGÍA
Claras fuentecillas, pues que murmuráis, murmurad a Narciso, que no sabe amar. Murmurad, que vive libre y descuidado, y que mi cuidado en el agua escribe, que pena recibe, si sabe mi pena; que es dulce cadena de mi libertad. Murmurad a Narciso, que no sabe amar. Murmurad que tiene el pecho de hielo, y que por consuelo, penas me previene; responde, que pene, si favor le pido, y se hace dormido.
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MARÍA DE ZAYAS Y SOTOMAYOR
si pido piedad. Murmurad a Narciso, que no sabe amar. Murmurad que llama cielos, otros ojos; mas por darme enojos que porque los ama, que mi ardiente llama paga con desdén, y quererle bien, con quererme mal. Murmurad a Narciso, que no sabe amar; y si en cortesía responde a mi amor, nunca su favor duró más de un día. De la pena mía, ríe lisonjero, y aunque ve que muero, no tiene piedad. Murmurad a Narciso, que no sabe amar. Murmurad, que ha días tiene la firmeza, y que con tibiezas paga mis porfías. Mis melancolías le causan contento, y si mudo intento, muestra voluntad. Murmurad a Narciso, que no sabe amar. Murmurad que he sido
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ANTOLOGÍA
Eco desdichada, aunque despreciada, siempre le he seguido, y que si le pido que escuche mi quexa, desdeñoso dexa, mis ojos llorar. Murmurad a Narciso, que no sabe amar. Murmurad que altivo, libre y desdeñoso vive, y sin reposo por amarle, vivo; que no da recibo a mi eterno amor, antes con rigor me intenta matar. Murmurad a Narciso, que no sabe amar. Murmurad sus ojos graves y severos, aunque bien ligeros para darme enojos; que rinden despojos a su gentileza, cuya altiva alteza no halla su igual. Murmurad a Narciso, que no sabe amar.
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56 Eco: Ninfa de los bosques enamorada de Narciso por el que no fue correspondida. Al morir se transformó en eco.
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Murmurad que ha dado con alegre risa, la gloria a Belisa, que a mí me ha quitado; no de enamorado, sino de traidor, que aunque finge amor, miente en la mitad. Murmurad a Narciso, que no sabe amar. Murmurad mis celos y penas rabiosas, ¡ay fuentes hermosas a mis ojos cielos!, y mis desconsuelos, penas y disgustos, mis perdidos gustos fuentes murmurad, y también a Narciso, que no sabe amar. (*)
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(*) De El castigo en la miseria. Lo tomamos de la edición de Agustín de Amezúa de las Novelas amorosas y ejemplares. Madrid, Aldus, 1948, pp. 130-33.
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Violante do Ceo (1601-1693)
T^eligiosa portuguesa que nació en Lisboa en 1601. Manifestó una gran afición a los estudios lingüísticos, li¬ terarios y científicos, a los que se dedicó con interés. Se retiró del siglo, aunque sin excesiva vocación religiosa, profesando en el convento de la Rosa de Lisboa en 1630. Desde el claustro siguió sus estudios y mantuvo la relación social con parientes y amigos. Su fecunda labor poética se compone de sonetos, canciones, glosas, romances... escri¬ tos en castellano y en portugués, entre los que alternan los temas amorosos y religiosos. El desengaño, la pasión y los celos animan su poesía de tema profano.
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VIOLANTE DO CEO
SONETO
Sobre el sicut spina rosam, genuit Judaa Mariam(*) No por ser entre espinas producida de la rosa feliz, la pompa hermosa, deja de ser la coronada rosa reina de la república florida. Así vos, que a la rosa parecida, nacistes de una planta rigorosa, no dejastes de ser. Virgen gloriosa, reina de la región esclarecida.
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Y pues para quedar de gracia llena, tal flor de tal espina se levanta, 10 ¿quién duda, aunque cual vos no hay flor amena, que no suele la idea sacrosanta en terreno vergel, selva terrena, para escoger la flor, mirar la planta?(**) (*) Como del espino nace la rosa, así de Judá nació María. (**) Soneto IX del Parnaso lusitano de divinos e humanos versos compostos pela Madre Soror Violante do Ceo, Lisboa, Miguel Rodríguez, 1732, pp. 7-8.
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ANTOLOGÍA
ROMANCE
¡Oh! Cesen ya los remedios que para vivir me aplican, que quien de celos se muere no es bien que muriendo viva. Dejen ya de importunarme cansadas filosofías, que nunca males del alma de Esculapio necesitan. Deponga las diligencias quien mi vida solicita, que apresurarme la muerte es sólo darme la vida. Con la muerte rigurosa las desdichas se terminan, que si no es dicha la muerte es la postrera desdicha.
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Esculapio: dios romano de la Medicina.
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VIOLANTE DO CEO
Vivir con celos y penas mal se puede llamar vida, que vida con que se muere es sólo una muerte viva. Muera quien amando tanto mereeió tan poea dieha, que en vez de eorrespondencias exprimenta tiranías. Muera quien idolatrando la eausa más peregrina, adquirió sólo desdenes con firmes idolatrías. Muera quien, siendo eonstante, fue tan mal eorrespondida, que tributando verdades adquirió sólo mentiras. (*)
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(*) De Rimas varias de la madre soror Violante del Cielo, Roan, 1646, p. 127.
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Beatriz Jiménez Cerdán
esta poetisa sólo se sabe que vivió en la primera miLy tad del siglo XVII. La única composición que ha lle¬ gado hasta nosotros es este soneto a la muerte de doña Isa¬ bel de Borbón, recogido en el obelisco dedicado al príncipe Baltasar.
BEATRIZ JIMÉNEZ CERDÁN
SONETO A LA MUERTE DE DOÑA ISABEL DE BORBÓN (*)
De Francia marchitó la flor más bella, del rigor más común el golpe fiero; desdicha grande, si funesto agüero, que a España le dejó tanta querella. Si alfombras de cristal triunfante huella, túmulo de dolor grave y austero renueva sus memorias, tan severo que anocheció la más lucida estrella que atenta celebra las memorias del sol, a quien debió luces tan claras, llorando que le falten sus reflejos.
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(*) Hija del rey Enrique IV de Francia y María de Médicis. Nació en Fontainebleau en 1603. Contrajo matrimonio con Felipe IV en 1615 y reinó en España entre 1621 y 1644. Tuvo dos hijos, Baltasar Carlos y la infanta María Teresa, esposa de Luis XIV de Francia. Su influencia en la vida artística y su participación en la vida cortesana dejaron una profunda huella entre sus contemporáneos. Su muerte, acaecida en 1644, y la del príncipe don Balta¬ sar Carlos que falleció en 1646 en Zaragoza, a los 17 años, fueron muy sentidas y lloradas poéticamente.
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ANTOLOGÍA
Perdió su luz mi sol, perdí mis glorias; aquí, vida veloz, tu curso paras; quiebren a un mismo tiempo dos espejos. (*)
(*) Incluido por Juan Francisco Andrés en el Obelisco histórico y honora¬ rio que la Imperial ciudad de Zaragoza erigió a la inmortal memoria del Serenísimo Señor Don Baltasar Carlos de Austria Príncipe de las Espadas, Zaragoza, Hospital de Nuestra Señora de Gracia, 1646, p. 53.
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Sor Marcela de San Félix (1605-1688)
T Tija de la actriz Micaela Luján y Lope de Vega. Nació in. en Madrid en 1605. Aunque su educación no fue esmerada, era una de las hijas predilectas de Lope, a quien admiró y emuló como escritora. Desde los diez años mani¬ festó una precoz vocación literaria. A los dieciséis, ingresó en el convento de las Trinitarias Descalzas de Madrid, do¬ tada por el duque de Sessa. A la muerte de Lope, Marcela suplicó que el cortejo fúnebre desfilase ante las rejas del convento para darle su último adiós. El resto de su vida transcurrió dedicada por entero a la vida religiosa, en la que desempeñó en dos ocasiones el cargo de ministra, y a la poesía, en la que hizo honor a la herencia paterna. Se conservan solamente sus obras en verso, entre las que des¬ tacan varios Coloquios representables, loas, endechas, se¬ guidillas, liras, etc. Falleció en 1688, a los 83 años de edad.
SOR MARCELA DE SAN FÉLIX
ROMANCE A UNA SOLEDAD
En ti, soledad amada, hallaba mi compañía; en ti los días son glorias, en ti las noches son días. En ti cogí de mi amor con abundancia excesiva, fértil cosecha del alma dulce agosto de mi vida. En ti gocé de mi Esposo las pretendidas caricias, los halagos sin estorbos, los regalos sin medida. En ti vi de su belleza, aunque en tiniebla, divina. ¡Con cuánta razón me prende, con cuánta causa cautiva! En ti me vi alguna vez anegada y sumergida, en el mar de dulces aguas, y riquezas infinitas. En ti con tos imposibles
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ANTOLOGÍA
satisface mi codicia; que con lo posible, amor nunca llena su medida. En ti me vi felizmente muy negada y muy vacía de criaturas y afectos, y muy lejos de mí misma. En ti gocé libertad de tanto precio y estima, que darlo todo por ella no será paga cumplida. En ti celebro, mi Esposo, en aquel dichoso día, en amoroso himeneo las bodas de mi alegría. En ti estuve tan gozosa, contenta y entretenida, que no podré encarecer lo menos que en ti sentía. En ti, con dichas tan grandes las horas, noches y días dulcemente se pasaban, instantes me parecían. En ti ¡qué corto mi sueño y qué larga mi vigilia! ¡Qué penoso fue el descanso! ¡Qué gustosa la fatiga! En ti le dije a mi amante lo tierna que le quería, lo mucho que me obligaba lo poco que le servía. En ti le solicitaba con finezas y caricias a que me diese su amor, 223
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SOR MARCELA DE SAN FÉLIX
pues el mío conocía. En ti pudo conocer cómo le estaba rendida mi alma, que está colgada de su voluntad divina. En ti le pedí su unión con ansias de amor tan vivas, c|ue no sé si le obligaron; El lo sabe y Él lo diga. En ti procuré entregarle tan por suya el alma mía, los sentidos y potencias, que Él los mande y Él los rija. En ti también le ofrecí serle fiel y agradecida, correspondiente a su amor y por todo extremo fina. En fin, en ti le ofrecí todo cuanto yo tenía, a todo lo que anhelaba, todo cuanto apetecía. En ti le di de mi amor la posesión tan cumplida, que ninguno me ha quedado para nadie en esta vida. En ti conocí del suyo la gran fuerza y valentía, lo ardiente con que me enciende, lo activo con que me anima. En ti le vi, liberal, intentar hacerme rica; que derramando sus dones pudo saciar mi codicia. Mas no me doy por contenta. 224
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ANTOLOGÍA
que mi afecto a más aspira, y sólo Él mismo podrá dar satisfacción cumplida. Así, soledad amada, causa de todas mis dichas, después que tú me faltaste me ha faltado el alegría. Cercóme la confusión, el afán y las fatigas; todo me aflige y congoja y causa melancolía. Las criaturas me estorban, los apetitos me irritan, los afectos me atormentan, y las pasiones se avivan. Tempestades se levantan, brama el mar, y la barquilla grande tormenta padece, de las olas combatida. ¡Ay, soledad, deseada de mi alma y pretendida! cada vez que te exprimento, tengo de ti más estima. ¡Oh, si gozara de ti lo que durara mi vida, a quien triste muerte llamo sin tu presencia querida! ¡Quién hablará dignamente, con lengua humana y tardía, de tus grandes perfecciones, agrado y soberanía! ¡Qué de santos engendraste! En ti con vida divina en frágil barro vivieron 225
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SOR MARCELA DE SAN FÉLIX innumerables cuadrillas. La pureza, la oración, la contemplación divina tus hijas son, soledad; de ti nacen, tú las crías. ¿Qué virtud no se alimenta con tus pechos y caricias? ¿Quién deja de estar contento si te busca y te codicia? Tú causas los desengaños, y a la verdad solicitas, para que, usando su fuerza, atropelle a la mentira. Haces del destierro patria, y sacas con valentía a las almas que te aman de la opresión de sí mismas. Y por no ofenderte más con ignorancias tan mías, no diré en tus alabanzas lo mucho que se ofrecía.
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ANTOLOGÍA
ROMANCE DE UN ALMA QUE TEMÍA DISTRAERSE AL SALIR DE UN RETIRO
Dulce querido mío, hechizo de mi alma, si enamorarme intentas ya estoy enamorada. Si pretendes, mi Bien, con amorosas trazas, con cautelas divinas, probar mi fe y constancia, excesiva es la prueba, más parece amenaza, pues dice que mi amor admitirá mudanza. Aunque te niegues luego, tu presencia a mi alma estará firme en todo con la misma constancia. Aunque por tus desdenes, desvíos y amenazas, crezcan las aflicciones sin término ni pausa; aunque no quede en mí 227
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señal de que me amas, me tendrás, vida mía, guardando tus espaldas. Aunque me diga todo que me tienes dejada y que dejar la empresa puedo por olvidada, tierna te buscaré desde la noche al alba, desde el alba a la noche, sin dar fin a mis ansias. Es muy grande el incendio en que yace mi alma para que se consuma aunque le cerquen aguas. Tú, que en mi corazón vives como en tu casa, sabes de mis amores los efectos y causas. Sabes que es ya tan tuyo que en Ti sólo descansa, en Ti sólo se alegra, y lo demás le cansa. Sabes que por tenerte mil suspiros exhala, mil congojas padece con infinitas ansias. Pues hallado una vez el bien que deseaba, ¿cómo le ha de olvidar por más que le combatan? Si con dulces violencias tus amores me enlazan, tus caricias me obligan. 228
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tu hermosura me mata; si sabes que me tienes cautiva y hechizada, y de amor por tus ojos ardiendo en vivas llamas, y, que dejando yo tu soledad sagrada, y en volviendo a la aldea mitigaré mis ansias; que, el confuso tropel de criaturas tantas, con las ocupaciones apagarán la llama, y si Tú te retiras y haces ausencias largas, faltará la memoria de finezas pasadas, y sin ella, el afecto es fuerza tenga pausa, y todo el bien se acabe en voluntad templada; si yo de presumida, con loca confianza esperara en mis fuerzas, sin duda me faltaran; pero si pongo en Ti todas mis esperanzas, ¿por qué ha de persuadirme que se han de ver frustradas? ¿Tengo yo de pensar que de burlas me amas? ¿que por juego acaricias? ¿por donaire regalas? Y después. Dueño mío. 229
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que con veras tan claras, con finezas tan tuyas, me obligas y dilatas, no puedo yo creer que amistad tan fundada acabe un accidente, en fin, tan leve causa, pues en Ti presumida y en tu amor alentada, prometo a tu belleza que no ha de haber mudanza. Tu esposa fiel seré, mi Bien, aunque te vayas, y ausentes tantas veces cuantas te doy el alma. Y aunque tu sierva inútil, tu puntual esclava, estaré ejecutando tu voluntad sin falta. ¿Ha de faltar tan presto tanto amor, sin más causa que volver a la aldea a servir en tu casa? Bien sé yo. Señor mío, que ha de sentir el alma el que breves instantes has de comunicarla. Y es fuerza que eche menos las horas regaladas que en tan dulces coloquios en tus brazos pasaba. Bien sé que he de decir ¡ay, soledad amada! donde con tanta gloria 230
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ANTOLOGÍA
de mi Esposo gozaba, y que con tierno llanto, en memorias pasadas pasaré de tu ausencia noches tristes y largas; pero aun quererlo Tú toda fatiga para, todo afecto se niega y toda queja es vana. No sé si a fuer de necia estoy tan confiada, que te he de amar ahora, mi Bien, con más ventajas, y que no ha de ser parte toda la astucia humana del que afecta oponerse para entibiarme el alma. Afile su agudeza y primorosas trazas, que armada con la fe hollaré su arrogancia. Con esto. Dueño mío, no haya más amenazas, no mates con temores a quien de amores matas.
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SOR MARCELA DE SAN FÉLIX
EL JARDÍN DEL CONVENTO
En estas verdes hojas que aquesta fuente riega con agua de mis ojos, que suya no la lleva, contemplo. Amado mío tu grande providencia, tu beldad soberana, y tu hermosura inmensa. También, por el contrario, conozco mi vileza, mi imperfección sin par, mi descuido y tibieza, pues las hojas y flores que crecen tan apriesa, con sus calladas voces significan mis menguas, y siempre que las miro parece que me enseñan que yo sola en el mundo soy la que nunca medra. 232
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ANTOLOGÍA
Miro del cinamomo aquella copia inmensa de su olorosa flor que tanto nos deleita. Parece que a porfía su multitud afecta llevarse de las flores la palma de belleza. En las guardadas rosas a quien espinas cercan, de tus hermosas llagas la memoria refrescan. Los vistosos jazmines en su candor ostentan lo lindo de tus manos y liberal franqueza, porque sin aguardar que los cojan por fuerza, ellos se dan al suelo sin hacer resistencia. Acuérdame tu olor la fragante mosqueta, tan noble entre las flores y tan linda en sí mesma. El clavel estimado tu sangre representa, y por esto merece le traten con decencia.
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21 cinamomo: árbol de flores olorosas de color violeta, cuyas cápsulas sir¬ ven para hacer cuentas de rosario. 42 mosqueta: rosal muy espinoso de flores pequeñas y blancas.
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SOR MARCELA DE SAN FÉLIX
De tus hermosos labios, del coral dulce afrenta, su cárdeno color me muestran las violetas. Majestuosa siempre la cándida azucena, tu bellísimo cuello venturoso semeja. La fecunda retama, tan rubia como bella, de tus cabellos de oro me da memorias tiernas Muestra por abrazar la siempre verde yedra; a que busque tu unión provoca mi tibieza. Procurando ascender, si presumida trepa, humilde se aprisiona, que de amante se precia. Misericordia y paz este olivo me enseña que siempre las procure por costosas que sean. Las rojas clavellinas y minutisas bellas, de imitar tu color parece que se precian. Pero el bizarro lirio, con gravedad modesta, porque a él te comparas.
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minutisa: véase 27 de Leonor de la Cueva y Silva
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ANTOLOGÍA
más ufano campea. Y la suave albahaca, símbolo de pureza, su verdor apacible nuestra esperanza alienta. Clavelones, adorno de las últimas fiestas, enseñan que la muerte, como terrible, es cierta. Recuerdo de humildad es la hierba doncella, aunque vistosa y grave no sale de la tierra. Los amargos ajenjos me enseñan a que tenga mortificado el gusto y al apetito venza. El robusto alhelí que el invierno no seca, me fuerza que haga rostro a toda la aspereza. El funesto ciprés, aunque árbol de tristeza, provoca a devoción y soledad enseña; y la del nombre dulce, felicísima hierba que de Santa María nos acuerda y recrea.
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90 hierba doncella: planta de flores azules un poco mayores que las violetas. 107 hierba de Santa María: ‘atanasia’, planta olorosa con propiedades me¬ dicinales cultivada en jardines.
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SOR MARCELA DE SAN FÉLIX
Las ásperas ortigas intratables y fieras, en igualar mi agrado presumen competencia. Entre todas las flores, puede la gigantea pretender por amante que alaben tus finezas. Del sol enamorada siempre mirarle intenta, y por vueltas que da de seguirle no cesa. ¡Oh cómo reprehende el descuido y tibieza con que busco. Dios mío, a tu amable presencia! Los árboles copados alegres manifiestan los sazonados frutos que el justo le presenta. Las abundantes parras, alegres manifiestan que a tu sangre Real accidentes le prestan. Mis años mal gastados me acuerda aquesta higuera, pues ha crecido tanto, y yo estoy tan pequeña. Y habiéndonos plantado en esta santa tierra, casi en un mismo tiempo mil ventajas me lleva. 114
gigantea:'girasoV.
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ANTOLOGÍA
El riguroso invierno con su mucha aspereza, os quita los vestidos y deja en gran probreza; tolerando rigores, y sufriendo inclemencias, me enseñáis, apacibles, a que tenga paciencia. Con suave agasajo la alegre primavera siempre os sirve gustosa de madre y camarera. De la Resurrección parece nos da nuevas, cuando sin menoscabo nos tornen nuestra tierra. Los árboles y plantas, las flores y las hierbas, publican tu hermosura y dicen tu grandeza. Todas, Señor, me animan, me enseñan y me fuerzan a que te sirva y ame, te alabe y te engrandezca. (*)
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(*) Del manuscrito autógrafo de Sor Marcela conservado por las Trinita¬ rias Descalzas de Madrid, ff. 321-327, 386-392 y 371-377, respectivamente. Hemos consultado el microfilm n." 32 de la Biblioteca Nacional.
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Catalina Clara Ramírez de Guzmán (1611-d. 1670?)
jrpecunda poetisa que nació a finales del siglo XVI en Llerena (Badajoz), donde posiblemente transcurrió su vida. Algunas de sus poesías, como el autorretrato humo¬ rístico que intercambió con otro de Atanasio Pantaleón de Rivera, ofrecen rasgos conceptistas que recuerdan la poesía de Quevedo.
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CATALINA CLARA RAMÍREZ DE GUZMÁN
RETRATO DE LA [AUTORA] HABIÉNDOSELE PEDIDO UN GALÁN SUYO (*)
Un retrato me has pedido, y aunque es alhaja costosa a mi recato, por lograrte agradecido, si he dicho que soy hermosa, me retrato. El carecer de belleza con paciencia lo he llevado; mas repara en que ya a cansarme empieza y aunque lo niegue mi agrado, me da en cara.
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(*) En el manuscrito, 'autora' y ‘hermano’ aparecen tachados del título. ‘Hermano’ es sustituido por ‘galán’. Rodríguez Marín en su edición de Poe¬ sías de la autora, Badajoz, Centro de Estudios Extremeños, 1930, p. 251, corrige ‘galán’ por ‘hermano’ y aduce que este error es patente existiendo la poesía LlI (“Habiendo enviado un retrato en verso a su hermano, que le escribió se le enviase’’). 6 Nótese el doble sentido de ‘retrato’ y ‘retracto’.
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ANTOLOGÍA
Pero, pues precepto ha sido, va a un retrato reducida mi figura, y porque sea parecido ha de ser cosa perdida la pintura. No siendo largo ni rizo, a todos parece bien mi cabello, porque tiene tal hechizo, que dicen cuantos lo ven que es rebello. Si es de azucena o de rosa mi frente, no comprehendo, ni el color, y será dificultosa de imitar, pues no le entiendo yo, la flor. Y aunque las cejas en frente viven de quien las mormura sin recelo, andan en traje indecente, pues siempre está su hermosura de mal pelo. Los ojos se me han hundido, y callar sus maravillas me da enojos. Pero tengo dos neguillas cuyo agrado me ha servido muy de ojos.
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40 neguillas: manchas negras de la dentadura de las caballerías que permi¬ ten determinar su edad.
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CATALINA CLARA RAMÍREZ DE GUZMÁN
Mis mejillas desmayadas, nunca se ve su candor, y esto ha sido porque están tan espantadas las tales, que hasta el color han perdido. De mi nariz he pensado que algún azar ha tenido, o son antojos; pero a ello me persuado porque siempre la he traído entre los ojos. Viéndola siempre a caballo, mi malicia me previene que lo doma, y en buena sazón lo hallo, pues aunque lengua no tiene se va a Roma. No hallaré falta a mi boca aunque modesto el desdén me lo mande, porque el creerlo me toca, y dicen cuantos la ven cosa es grande. Pero aunque es tan acabada, confieso que le hace agravio un azar, pues a el que mejor le agrada dije que tiene en el labio un lunar. Mi garganta es pasadera, y aunque no es larga, no estoy disgustada, pues en viéndome cualquiera
ANTOLOGÍA
ha de confesar que soy descollada. Tiene el que llega a mi mano, aunque ella misma lo niega, gran ventura, pues llegue tarde o temprano a sus dedos, siempre llega a coyuntura. Con todo, tan poco valen aunque alegan con querellas no ser mancas, que cuando mejores salen nunca hallo quien sobre ellas dé dos blancas. Porque nada desperdicia dicen que es corto mi talle, y he observado que no es talle de codicia, pues nadie puede negalle que es delgado. Que el mundo le viene estrecho su vanidad ha llegado a presumir, y viendo su mal deshecho más de cuatro le han cortado de vestir. Pues no merece mi brío quedarse para después, ni el donaire, no encaresco por ser mío; sólo digo que no es cosa de aire. A ser célebres sospecho que caminan mis pinceles 243
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CATALINA CLARA RAMÍREZ DE GUZMÁN
cuando copio, pues el retrato que he hecho sé que no lo hiciera Apeles tan al propio. Sin haberte obedecido, el trabajo a mi despecho ha sido vano, pues tú cabal lo has pedido, y todo el retrato he hecho de mi mano. Y que tiene, es infalible, ^ algún misterio escondido, y yo peno por saber cómo es posible que estando tan parecido, no esté bueno. Tal cual allá va esa copia, y si me deseas ver, yo bien creo según ha salido propia que te ha de hacer perder el deseo. Y si aqueste efecto hace, temo que pareceré confiada, que aunque no me satisface mi trabajo, quedaré muy pagada. (*)
113 Apeles: Pintor griego, retratista de Filipo y Alejandro. (*) Mss. 3884, f. 231, de la BNM.
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Sor Isabel de Jesús
(1611-1681)
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onja ilusa nacida en Toledo en 1611. Sus numerosas visiones, así como sus recuerdos juveniles, los relata ella misma en el Tesoro del Carmelo. Ingresó en el con¬ vento de la Tercera Orden del Carmen. Se atribuyó poesías ajenas.
SOR ISABEL DE JESÚS
DEL ALMA ENAMORADA A SU ESPOSO
Hermosos ojos serenos, laberintos del amor en cuyas luces dichosa se pierde el que los miró. En la guerra de la ausencia prisionera vuestra soy, adonde vivo contenta, dichosa con mi dolor. Vuestra divina hermosura es la causa de mi amor, que amar lo perfecto es dicha y amar lo imperfecto no.
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ANTOLOGÍA
[LETRA DEL ALMA A SU DIOS] PORQUE SE RETIRA DE ELLA
Entre los cándidos velos de aquel incendio de nieve donde amor disfraza al alma entre lo blanco lo ardiente, un amante se me esconde, y por ciertos accidentes yo sé que se ha escondido por más de lo que parece. Por mí dice que se esconde, y amor por satisfacerle ardientes suspiros lanza y tiernas lágrimas vierte. Con lágrimas y suspiros saber el alma pretende de estos retiros la causa si la causa lo consiente. Mi amor ha dado en buscarle, él ha dado en esconderse; yo le busco porque quiero y él se esconde porque quiere. Escóndase o no se esconda
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SOR ISABEL DE JESÚS
yo tengo de amarle siempre y con el alma y la vida buscarle para tenerle. De no ofenderle en mi vida yo propongo firmemente, que buscarle así es hallarle, no buscarle así es perderle. (*)
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(*) Tesoro del Carmelo, Madrid, Julián de Paredes, 1685, pp. 631 y 632-33, respectivamente.
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Mariana de Carvajal y Saavedra
tienen escasas noticias biográficas de esta novelista, LJ última representante, según Pfandl, de la novela ro¬ mántica del siglo XVII. De la portada de sus novelas se deduce que era natural de Granada, aunque al parecer na¬ ció en Jaén a principios del siglo XVII. Siendo niña se tras¬ ladó a aquella ciudad donde contrajo matrimonio con Bal¬ tasar Velázquez en 1636 y, posteriormente, al ser éste nombrado del Consejo de Hacienda, fijó su residencia en la corte. Sus novelas se publicaron en Madrid en 1663 con el título de Navidades de Madrid y noches entretenidas. Desconocemos la fecha de su muerte.
MARIANA DE CARVAJAL Y SAAVEDRA
AL INVIERNO
En la parte del año más helada, cuando la sombra en el Imperio excede al claro sol, y en nieblas sepultada, la menos luz al aire se concede, hace tan corta el día su jornada y tan presto la noche le sucede, que, en la estación ya lóbrega y sombría, primero acaba que comienza el día. El pastor, temeroso y encogido, a estrecho albergue sus ovejas llama, porque no las sepulte en el ejido de helada nieve la reciente eama; y el aire a voces, eon igual ruido, gime en las selvas y en los montes brama; y con ellos, cuando enero empieza, cristal los pies, y plata la cabeza. Las aves no despiertan el aurora, como acostumbran dulces y süaves, que en tiempos tales, cuando el campo llora, comer, y no cantar quieren las aves; y cuando la inclemencia vencedora retira al puerto las soberbias naves, resisten en árboles más altos, del viento en paja, y pluma los asaltos. 250
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ANTOLOGÍA
Cuanto se mira son montes de nieve que los traslada el viento por instantes; como otras veces con violencia mueve de Lybia las arenas inconstantes: ya el pasajero a caminar se atreve, ya parecen los árboles gigantes; no ve la industria de librarse modo, si es todo nieves y peligros todo. En techos de cristal viven los ríos, quejosos, aunque callan, del invierno, moviendo por los cóncavos sombríos, el lento paso de su curso eterno. La furia temen de los meses fríos, mas con industria, y natural gobierno, ahora callan, para dar con ella al tribunal de mayo su querella. Los tristes campos, que vistieron flores, y escarcha y nieve temerosos visten, si de julio sufrieron los ardores, al frío enero en vano se resisten. Si el aire, el sol, los hielos y calores, en deslucirlos sin piedad insisten, padezca alegre, quien lograr espera venganzas de la fértil primavera. El sol se templa, ablándanse los hielos, las flores vuelve el mismo que las lleva, risueños muestran su piedad los cielos, nace en octubre una esperanza nueva; desátanse los muchos arroyuelos, todo lo muda el tiempo, y lo renueva; y para sí, con su poder alcanza, que siendo el mismo, es otra la mudanza. (*)
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(*) De Amar sin saber a quién, novela octava de Navidades de Madrid y noches entretenidas, Madrid, Domingo García Morras, 1663, pp. 170-72.
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Ana Abarca de Bolea (¿1623/1624?-fines XVII)
A Jacio en Casbas, en el seno de una noble familia, en 1623 ó 1624. A los 3 años ingresó en el monasterio de su lugar, donde profesó como religiosa bernarda y del que fue abadesa entre 1672 y 1676. Desde su retiro mantuvo relación amistosa y literaria con personas de su rango como don Andrés de Ustarroz —comentarista de la obra de Góngora—, con el que intercambió una interesante co¬ rrespondencia literaria, o Vicencio Lastanosa. Su novela religioso-pastoril Vigilia y Octavario de San Juan Bautista es su obra más conocida. En ella se intercalan composicio¬ nes poéticas, un apólogo de La ventura en la desdicha y la novela Fin bueno en el mal principio. Otras obras suyas son Vida de la gloriosa Santa Susana, Vidas de algunas Santas del Orden del Císter, Historia del aparecimiento y milagros de Nuestra Señora de Gloria y algunas composi¬ ciones sueltas.
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ANA ABARCA DE BOLEA
LIRAS A UNAS VIRUELAS
Su nombre perdió el mal, Clorinda hermosa, pues se muestra con vos tan cortesano que a vuestra blanca mano no se atreve a llegar, y es justa cosa que, de su mano aleve, la vuestra no se manche, que es de nieve. Mostróse a los principios atrevido, probó a rendiros con mostrarse fuerte, amenazó con muerte, mas quedó, conociéndoos, tan rendido, que en ver vuestra belleza huye, teme, y olvida su fiereza. Vuestros dos, descansando, hermosos soles, sin duda de matar cuantos miraron, el calor retiraron; y sus bellos y alegres arreboles, en flechas convertidos, hieren su mismo dueño inadvertidos. Del humor que se exhala de la tierra se hace la nube condensada y, luego, con arrogancia, el fuego 254
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ANTOLOGÍA
al contrario elemento le hace guerra y en vez de darle abrazos, con rayos a la nube hace pedazos. Esas que en vos, Clarinda, eran centellas, si olvido por pasados sus rigores, ocultos resplandores entre celajes muestran ya de estrellas, y aunque lo oculta el velo, en vuestro cuerpo están como en su cielo. A vuestro cuerpo de marfil nevado de lisonja le sirve y hermosea, si bien a otros afea, pues es marfil de mármol taraceado que el rosicler vistoso de las viruelas le hace más hermoso. No se atrevieron aunque tan osadas a vuestro rostro por no darle enojos, que de esos bellos ojos temieron con rigor ser castigadas, y porque a esa hermosura pretendella afear, fuera locura.
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Clarinda: Sic en Octavario rosicler: color rosado suave de la aurora.
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ANA ABARCA DE BOLEA
ROMANCE A UNA FUENTE
Fuente que en círculo breve presumes de gran raudal, si tus principios observas no te precipitarás. Considera que mendiga en diverso mineral, con anhelos de grandiosa te nos quieres ostentar. Rica de bienes ajenos todos nos dicen que estás, que usurpas, cual poderoso, a los pobres el caudal. De ambiciosa te calumnian, mas tú te puedes quejar, pues ves, no te agradecemos el gran susto que nos das. Recién nacida se ofrece a clausura tu humildad, no son acciones de niña, aunque sean en agraz. 20
en agraz: precozmente.
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ANTOLOGÍA
Parecímonos las dos, mas en proseguir está la fineza, fuente amiga, no des pasos hada atrás. Dicen que envidias te quieren de esta huerta desterrar, que hasta en raudales ofende lo claro de la verdad. Que eres en todo sabrosa no hay quien lo pueda dudar, que fuente en huerta de monjas quién duda que tendrá sal. Aunque estás puesta en la pila no te quieren bautizar con nombre, mas, desde hoy eres fuente del peral. Uno guarda tus espaldas, pero aunque te haga amistad, es imposible que tú le dejes de mormurar. Mas de cosario a cosario muy poco perdido habrá, que te la juran sus hojas con desquite general. En mí has visto, claramente, que te trato la verdad, siendo más clara que tú, que no es poco ponderar. Quédate, adiós que ya es tiempo de comer y de almorzar, donde probaré tus aguas brindando a todo zagal. 41
cosario: murmurador, chismoso.
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ANA ABARCA DE BOLEA
DÉCIMA A UN JAZMÍN
Estrella entre verdes hojas naciste radiante y bella, errante en tu misma estrella pues te ocasiona congojas. De los alientos que arrojas por ese candor nevado, a presumir he llegado que hurtó tu mano sutil si la blancura al marfil, la fragancia a todo el prado. (*)
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(*) De Vigilia y Octavario de San Juan Bautista... Doña Ana Francisca Abarca de Bolea Mur y Castro, Zaragoza, Pascual Bueno, 1679, pp. 103-105, 75-76 y 123, respectivamente.
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ANTOLOGÍA
SONETO A LA MUERTE DEL PRÍNCIPE DON BALTASAR
Lapidario sagaz, duro diamante labra, resiste firme al golpe fiero, tíñelo en sangre y pierde aquel primero rigor a la labor menos constante. Contra Carlos el mal no era bastante, que queda al golpe cual diamante entero, tíñelo en sangre amor, y el mal severo, sujeta con amor a un hijo amante. El mal lo agrava y el amor lo aflige, aquél pide remedio, éste no tiene, y quien conoce aquél a éste no alcanza.
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No rige el mal, que amor de madre rige, y Carlos por amor a perder viene la vida en flor, y España la esperanza. (*)
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Del citado Obelisco histórico, i honorario que la Imperial ciudad de Zaragoza erigió a la inmortal memoria del Sereníssimo Señor Don Balthasar... p. 53.
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Antonia Jacinta de Barreda
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as dos únicas composiciones conocidas de esta autora, unas décimas a Juan Pérez de Montalbán y este sone¬ to a su padre, don Alonso, con motivo de la muerte del poeta, fueron recogidas y publicadas por Pedro Grande de Tena en 1639.
ANTONIA JACINTA DE BARREDA
A ALONSO PÉREZ DE MONTALBÁN, EN LA MUERTE DEL DOCTOR JUAN PÉREZ DE MONTALBÁN, SU HIJO
No cubra el rostro, venerable anciano, el diluvio de lágrimas que viertes, que serán con tu lástima dos muertes que enternezcan el pecho más tirano. Ya no te obliga sentimiento humano si a tanto extremo prodigioso adviertes, porque llorando el mundo de mil suertes tu llanto suple el cielo soberano. Mas ¡ay! que no es consuelo suficiente al dolor que te oprime, tan proUjo, aunque a la piedad mía más le cuadre.
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Porque, aunque llore el mundo amargamente, no hay quien a un padre llore como un hijo ni quien a un hijo llore como un padre. (*)
(*) Pedro Grande de Tena, Lágrimas panegíricas a la temprana muerte del gran poeta, y teólogo insigne Doctor Juan Pérez de Montalbán... Madrid, Impr. del Reino, 1639, p. 75.
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Isabel Correa
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oetisa judía nacida, probablemente, en Lisboa. Fue muy elogiada en su época por su gran erudición, sus conocimientos de filosofía, arte y literatura, y el dominio del latín, italiano, inglés, francés, alemán y griego. Tradu¬ jo magistralmente el drama pastoral de Guarino El pastor Pido publicado en 1694 en Amsterdam, donde transcurrió la mayor parte de su vida. Perteneció a la academia poética de Manuel Belmonte. Al Coro de las Musas (1672) de Mi¬ guel de Barros, dedica la composición que aquí incluimos.
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ISABEL CORREA
No sólo un vital aliento te exalta, sublima y dora; divino influjo mejora tu cándido entendimiento. Con el alto lucimiento de tu ingenio superior, das al Pindó más verdor, cualquiera musa es más bella, cada renglón una estrella, y cada letra, una flor. Sale, con gracias difusas, de tu método profundo, al gran teatro del mundo todo el Coro de las Musas. Por las líneas que andar usas, igualándose a ti sólo, vuelas al ursario polo desde el hispánico nido, entre las Gracias, Cupido, y entre las Musas, Apolo.(*)
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7 Pindó: Montaña de Grecia consagrada, en la Antigüedad, a Apolo, las musas y la poesía. 17 ursario polo: polo norte, señalado por la Osa Menor. (*) De Miguel Barros, Coro de las Musas, Bruselas, Baltasar Vivien, 1672, [p. 7).
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Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695)
^or Juana Inés de la Cruz, en el siglo Juana de Asbaje y k3 Ramírez de Cantillana, nació en San Miguel de Nepanthla, localidad cercana a Méjico, en 1651. A los doce años ya componía versos y a los quince gozaba de gran prestigio por su cultura. Desde temprana edad vivió en el palacio del marqués de Mancera, Virrey de Méjico, y, pos¬ teriormente, se retiró al claustro como monja jerónima por causas que nos son desconocidas. Su primer libro dentro de este género. Inundación Castálida (1689), presenta en el título el mismo barroquismo que anima las décimas, sone¬ tos, silvas, etc. que en él se incluyen. Aunque también des¬ tacó por su obra en prosa —Carta atenagórica y la Res¬ puesta a sor Pilotea de la Cruz—, su obra poética la sitúa por la belleza, musicalidad y delicadeza de sus versos como la “Primera poetisa de Méjico” y una de las mejores en lengua castellana de todos los tiempos.
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SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ
PROCURA DESMENTIR LOS ELOGIOS OUE A UN RETRATO DE LA POETISA INSCRIBIÓ LA VERDAD, OUE LLAMA PASIÓN
Éste que ves, engaño que del arte ostentando con falsos silogismos de es cauteloso engaño del
colorido, los primores, colores sentido;
éste, en quien la lisonja ha pretendido excusar de los años los horrores, y venciendo del tiempo los rigores triunfar de la vejez y del olvido, es un vano artificio del cuidado, es una flor al viento delicada, es un resguardo inútil para el hado,
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es una necia diligencia errada, es un afán caduco y, bien mirado, es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.
14 Recuérdese el último verso del soneto de Góngora “Mientras por com¬ petir con tu cabello”: “en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada...”
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ANTOLOGÍA
EN QUE DA MORAL CENSURA A UNA ROSA, Y EN ELLA A SUS SEMEJANTES
Rosa divina que en gentil cultura eres, con tu fragante sutileza, magisterio purpúreo en la belleza, enseñanza nevada a la hermosura. Amago de la humana arquitectura, ejemplo de la vana gentileza, en cuyo ser unió naturaleza la cuna alegre y triste sepultura. ¡Cuán altiva en tu pompa, presumida, soberbia, el riesgo de morir desdeñas, y luego desmayada y encogida de tu caduco ser das mustias señas, con que con docta muerte y necia vida, viviendo engañas y muriendo enseñas!
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SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ
EN QUE SATISFACE UN RECELO CON LA RETÓRICA DEL LLANTO
Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba, como en tu rostro y tus acciones vía que con palabras no te persuadía, que el corazón me vieses deseaba; y Amor, que mis intentos ayudaba, venció lo que imposible parecía, pues entre el llanto, que el dolor vertía, el corazón deshecho destilaba. Baste ya de rigores, mi bien, baste; no te atormenten más celos tiranos, ni el vil recelo tu quietud contraste con sombras necias, con indicios vanos, pues ya en líquido humor viste y tocaste mi corazón deshecho entre tus manos.
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vía: veía.
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ANTOLOGÍA
OUE CONTIENE UNA FANTASÍA CONTENTA CON AMOR DECENTE
Detente, sombra de mi bien esquivo, imagen del hechizo que más quiero, bella ilusión por quien alegre muero, dulce ficción por quien penosa vivo. Si al imán de tus gracias, atractivo, sirve mi pecho de obediente acero, ¿para qué me enamoras lisonjero si has de burlarme luego fugitivo? Mas blasonar no puedes, satisfecho, de que triunfa de mí tu tiranía que aunque dejas burlado el lazo estrecho que tu forma fantástica ceñía, poco importa burlar brazos y pecho si te labra prisión mi fantasía.
lazo estrecho: brazos y pecho.
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SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ
PROSIGUE EL MISMO ASUNTO, (*) Y DETERMINA QUE PREVALEZCA LA RAZÓN CONTRA EL GUSTO
Al que ingrato me deja, busco amante; al que amante me sigue, dejo ingrata; constante adoro a quien mi amor maltrata; maltrato a quien mi amor busca constante. Al que trato de amor, hallo diamante, y soy diamante al que de amor me trata; triunfante quiero ver al que me mata, y mato al que me quiere ver triunfante. Si a éste pago, padece mi deseo; si ruego a aquél, mi pundonor enojo: de entrambos modos infeliz me veo.
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Pero yo por mejor partido escojo, de quien no quiero, ser violento empleo, que de quien no me quiere, vil despojo.
(*) Trata el mismo asunto que el soneto donde “Resuelve la cuestión de cuál sea pesar más molesto en encontradas correspondencias, amar o abo¬ rrecer” (166 según el orden de Méndez Planearte). Desarrolla el tema de las “encontradas correspondencias”. 5-6 diamante: durísimo. 9 reconvengo: convenzo.
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ANTOLOGÍA
LIRAS QUE EXPRESAN SENTIMIENTOS DE AUSENTE
Amado dueño mío, escucha un rato mis cansadas quejas, pues del viento las fío, que breve las conduzca a tus orejas, si no se desvanece el triste acento como mis esperanzas en el viento. Óyeme con los ojos, ya que están distantes los oídos, y de ausentes enojos en ecos, de mi pluma mis gemidos; y ya que a ti no llega mi voz ruda, óyeme sordo, pues me quejo muda. Si del campo te agradas, goza de sus frescuras venturosas, sin que aquestas cansadas lágrimas te detengan, enfadosas; que en él verás, si atento te entretienes, ejemplos de mis males y mis bienes. Si al arroyo parlero ves, galán de las flores en el prado, que, amante y lisonjero.
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SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ
a cuantas mira intima su cuidado, en su corriente mi dolor te avisa que a costa de mi llanto tiene risa. Si ves que triste llora su esperanza marchita, en ramo verde, tórtola gemidora, en él y en ella mi dolor te acuerde, que imitan, con verdor y con lamento, él mi esperanza y ella mi tormento. Si la flor delicada, si la peña, que altiva no consiste del tiempo ser hollada, ambas me imitan, aunque variamente, ya con fragilidad, ya con dureza, mi dicha aquélla y ésta mi firmeza. Si ves el ciervo herido que baja por el monte, acelerado, buscando, dolorido alivio al mal en un arroyo helado, y sediento al cristal se precipita, no en el alivio, en el dolor me imita. Si la liebre encogida huye medrosa de los galgos fieros, y por salvar la vida no deja estampa de los pies ligeros, tal mi esperanza, en dudas y recelos, se ve acosada de villanos celos. Si ves el cielo claro, tal es la sencillez del alma mía; y si, de luz avaro, de tinieblas se emboza el claro día.
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Elipsis de la estrofa anterior; “si
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la flor delicada / si
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la peña.
ANTOLOGÍA
es con su obscuridad y su inclemencia, imagen de mi vida en esta ausencia. Así que, Fabio amado, saber puedes mis males sin costarte la noticia cuidado, pues puedes de los campos informarte; y pues yo a todo mi dolor ajusto, saber mi pena sin dejar tu gusto. Mas ¿cuándo, ¡ay gloria mía!, mereceré gozar tu luz serena? ¿Cuándo llegará el día que pongas dulce fin a tanta pena? ¿Cuándo veré tus ojos, dulce encanto, y de los míos quitarás el llanto? ¿Cuándo tu voz sonora herirá mis oídos, delicada, y el alma que te adora, de inundación de gozos anegada, a recibirte con amante prisa saldrá a los ojos desatada en risa? ¿Cuándo tu luz hermosa revestirá de gloria mis sentidos? ¿Y cuándo yo, dichosa, mis suspiros daré por bien perdidos, teniendo en poco el precio de mi llanto, que tanto ha de penar quien goza tanto? ¿Cuándo de tu apacible rostro alegre veré el semblante afable, y aquel bien indecible a toda humana pluma inexplicable, que mal se ceñirá a lo definido lo que no cabe en todo lo sentido? Ven, pues, mi prenda amada: que ya fallece mi cansada vida 273
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SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ de esta ausencia pesada; ven, pues: que mientras tarda tu venida, aunque me cueste su verdor enojos, regaré mi esperanza con mis ojos.
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ANTOLOGÍA
ARGUYE DE INCONSECUENTES EL GUSTO Y LA CENSURA DE LOS HOMBRES QUE EN LAS MUJERES ACUSAN LO QUE CAUSAN
Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis: si con ansia sin igual solicitáis su desdén, ¿por qué queréis que obren bien si las incitáis al mal? Combatís su resistencia y luego,con gravedad, decís que fue liviandad lo que hizo la diligencia. Parecer quiere el denuedo de vuestro parecer loco, al niño que pone el coco y luego le tiene miedo.
7 por qué: cómo. 13 Parecer: Parecerse.
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Queréis, con presunción necia, hallar a la que buscáis, para pretendida, Thais, y en la posesión, Lucrecia. ¿Qué humor puede ser más raro que el que, falto de consejo, él mismo empaña el espejo, y siente que no esté claro? Con el favor y el desdén tenéis condición igual, quejándoos, si os tratan mal, burlándoos, si os quieren bien. Qpinión ninguna gana, pues la que más se recata, si no os admite, es ingrata, y si os admite, es liviana. Siempre tan necios andáis que, con desigual nivel, a una culpáis por crüel y a otra por fácil culpáis. ¿Pues cómo ha de estar templada la que vuestro amor pretende, si la que es ingrata, ofende, y la que es fácil, enfada? Más, entre el enfado y pena que vuestro gusto refiere.
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19 Thais: Célebre cortesana griega de gran belleza, amiga de Alejandro Magno, Menandro y Ptolomeo. 20 Lucrecia. Esposa de Colatino (510 a. C.) que simboliza la fidelidad conyugal. Deshonrada por Sexto, hijo de Tarquino el Soberbio, en el que había despertado una gran pasión, se suicidó en presencia de su padre y de su esposo. Su muerte originó la sublevación del pueblo contra los Tarquinos y el establecimiento de la República de Roma.
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Sor Juana Inés de la Cruz. Museo de América, Madrid.
SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ
bien haya la que no os quiere y quejaos en hora buena. Dan vuestras amantes penas a sus libertades alas, y después de hacerlas malas las queréis hallar muy buenas. ¿Cuál mayor culpa ha tenido en una pasión errada, la que cae de rogada, o el que ruega de caído? ¿O cuál es más de culpar, aunque cualquiera mal haga, la que peca por la paga, o el que paga por pecar? Pues ¿para qué os espantáis de la culpa que tenéis? Queredlas cual las hacéis o hacedlas cual las buscáis. Dejad de solicitar, y después, con más razón, acusaréis la afición de la que os fuere a rogar. Bien con muchas armas fundo que lidia vuestra arrogancia, pues en promesa e instancia juntáis diablo, carne y mundo. (*)
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(*) De la ed. de A. Méndez Planearte, Obras Completas, T. I, México, Fondo de Cultura Económica, 1957, pp. 277, 278, 286, 286-87, 289, 313-15 y 228-29, respectivamente.
Sor Gregoria Francisca de Santa Teresa (1653-1736)
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regaria Francisca de la Parra Queinoge nació en Sevi¬ lla en 1653. Entró en religión a los 15 años en el con¬ vento de las Madres Carmelitas Descalzas, fundado por Santa Teresa de Jesús, donde fue Priora y maestra de novi¬ cias. En 1706 fundó un monasterio de su orden en la Puen¬ te de Don Gonzalo. Torres Villarroel publicó su biografía en 1738 donde se encuentran intercaladas sus poesías.
SOR GREGORIA FRANCISCA DE SANTA TERESA
EL PAJARILLO
Celos me da un pajarillo, que remontándose al cielo, tanto en sí mismo se excede, que deja burlado el viento. Enamorado del sol, sus plumas bate ligero, y escalando el aire bajo, toca la región del fuego. ¡Oh, quién imitar pudiera, juguete hermoso del viento, de tu natural impulso el acelerado vuelo! Mi amor ansioso te sigue con impacientes afectos, que es dura prisión del alma la cárcel triste del cuerpo.
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ANTOLOGÍA
Del Sol más supremo soy mariposa, en cuyo incendio deseo abrasarme cuando sus luces, amante, bebo.
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Avecilla soy en jaula, que al ver del sol los reflejos, son sus gorjeos endechas, son sus trinados lamentos. Envidio tu libertad, y abrasándome tus celos, quisiera ser salamandra, para vivir en su fuego. Los rayos del Sol Divino hieren en mi amante pecho, siendo halago en la prisión lo que en la prisión tormento. Vuelas feliz, parajillo, cuando yo presa me quedo; y viendo que al cielo subes, me llevas el alma al cielo. Por amante, y por cautiva, dos veces presa, padezco. ¡Oh, quién quebrantar pudiera de las cadenas el hierro! ¡Quién de aqueste lazo débil deshiciera el nudo estrecho, y con más ardiente impulso te excediera en el empeño! 281
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Ese luminar celeste, es de tu amor el objeto, que simplemente te eleva, negado el conocimiento. Mas yo, que conozco y amo sol de mayor hemisferio, formo de mis ansias plumas, y de mis suspiros, vuelos. En lo inmenso de sus luces, cuanto más miro, me anego, que en golfos de claridad se absorbe el entendimiento. Sus lucientes resplandores me excitan rápido vuelo; y detiéneme la liga del vital unido aliento.
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¡Oh tú, que con blandas plumas, giras el vago elemento! Sube más alto, si puedes, y serás mi mensajero. Darás de mis tristes penas un amoroso recuerdo a la luz inaccesible de Sol de Justicia Eterno. Dile que sus resplandores me tienen de amor muriendo, porque a la luz de mi fe descubro sus rayos bellos. 282
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ANTOLOGÍA
Que en ellos me engolfo tanto cuanto en ellos más me ciego; que es gloria quedar vencida del imposible a que anhelo. Dile que de mí se duela, que rompa el vital aliento, que desate las prisiones de tan dilatado tiempo.
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Que el mirarle por resquicios es del amor más tormento, pues al herirme sus rayos, más me abraso, y más me quemo. Que del todo los descubra, corriendo el cándido velo, para que le goce el alma del todo, y al descubierto. Pajarillo, si de amor has gustado los efectos, lastímate de mis ansias, duélete de mis tormentos. Mi libertad solicita con mi dulce Amante Dueño; y de tus alas me presta plumas, que vuelen al centro. Salga de esta dura cárcel, de este largo cautiverio, donde triste gimo, y lloro mi prolongado destierro.
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Donde, advirtiendo tu dicha, tan infeliz me contemplo cuanto es mi amor impaciente, y más divino mi objeto.(*)
(*) De Poesías de la Venerable Madre Gregoria Francisca de Santa Teresa, Carmelita Descalza en el Convento de Sevilla, en el siglo Doña Gregoria Francisca de la Parra Queinogue, París, Librería de Garnier Hermanos, 1865, pp. 21-27.
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índice de ilustraciones
Portada facsímil de las obras de Santa Teresa (Amberes, 1630)
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Retrato de Luisa Sigea.
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Portada facsímil de Elogios de Mujeres insignes (1627) . Autógrafo de doña Leonor de la Cueva .
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ESTE LIBRO SE TERMINÓ DE IMPRIMIR EL DlA 20 DE ABRIL DE 1989
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“Es preciso iluminar una zona todavía oscura de un período en el que el desarrollo literario llegó a su cénit; bajar el puente levadizo que nos permita cruzar, por encima del olvido hasta la Edad de Oro e iniciar una bellísima aventura, la de restituir a nuestras literatas, honestamente, la individualidad c|tie humana y artísticamente les corresponda.” | De la Introducción de Ana Navarro
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Ana Navarro, Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona. Es Profesora Agregada de Lengua y Literatura en el I.B. Maragall de Barcelona. Ha publicado ediciones de obras clásicas antiguas y modernas y es habitual colaboradora en revistas especializadas. SBN 84-7039-55A-3 /
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