Alighieri, Dante - La Vida Nueva

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Interacciones

KURT LUDEWIG

Epistemología y clínica sistémica

TERAPIA SISTÉMICA

TERAPIA SISTÉMICA

KURT LUDEWIG

Bases de teoría y práctica

clínicas

- W M /

L

I

OJ

1

BARCELONA

l*

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BIBLIOTECA

EDITORIAL HERDER

1

Versión castellana de C L A U D I O G A N C H O , de la obra de K U R T LiiDFWKi, Svslemische Therapie, Klctt-Colta, Stultgart

ÍNDICE

palulunk tic Prólogo Agradecimientos IIIUII»

UHIIHIIICI

ion

I. Orígenes

Diseño

de la cubierta:

(Q J.U. Gotta'sche

C L A U D I O B A D O y MÓNICA BAZÁN

Klett Colla Buchhandlung Nachfolger Slultgart 1992

i© 1996 Empresa

1. Curar en el contexto E l marco cultural El maico espiritual Resumen 2. Curar por la palabra Las ramificaciones divergentes de la psicología Psicoterapia cambiante Resumen

Editorial

Herder

GmbH,

S.A.,

gegr. 1659,

Barcelona

Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, el almacenamiento en sistema informático y la transmisión en cualquier forma o medio: electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro o por otros métodos, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright

I S B N 84-254-1937-9

II. Pensamiento sistémico 3. Bases biológicas ¿Qué significa «sistémico»? Biología y conocimiento L o humano Imagen del hombre y ética Crítica al pensamiento sistémico Resumen 4. Bases sociológicas Enfrentamiento con la complejidad L a teoría de los sistemas sociales Resumen

III. Teoría clínica E s PROPIEDAD

D E P O S I T O LEOAL: B . 15.223-1996 L I B E R G R A F S . L . - BARCELONA

P R I N T E D IN SPAIN

5. Fundamentos teóricos ¿Qué significa «teoría clínica»?

/ 13 15

17 17 18 24 33 36 37 55 67

69 69 69 71 88 97 102 106 106 106 114 '30

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índice Terapia y sistemas sociales El concepto de miembro El objeto de la teoría clínica Sistemas problemáticos Sistemas clínicos Sistemas de ayuda Sistemas terapéuticos Resumen 6. Praxis clínica El marco m e t o d o l ó g i c o La praxis de la terapia Sobre sistemas y personas Formación, autoexpericncia, supervisión Resumen 7. Cuadros clínicos Ansiedad infantil Anorexia juvenil Crisis psicóticn Krsunun 8. Evaluación Evaluación en la psicoterapia Evaluación desde la perspectiva sistémica Primeros resultados Resumen

134 137 143 144 151 153 155 159 159 159 165 178 185 188 188 189 198 211 2?1 221 222 226 229 234

Apéndice 1 Casos de ansiedad infantil Apéndice 2 Extractos de conversaciones con una muchacha anoréxica

237

índice de autores índice analítico

247 251

240

UNAS PALABRAS DE I N T R O D U C C I Ó N

La terapia sistémica, sobre la que versa este libro, ha experimentado en estas ú l t i m a s d é c a d a s un desarrollo vigoroso. Esto ha contribuido decisivamente a que el denominado cuadro psicológico se presente cada ve/, m á s complejo y confuso tanto pura los miembros de las profesiones asistenciales como para los propios clientes. Por ello parece tanto m á s necesario un texto, que tiene en cuenta esa complejidad, sin dejarse aplastar por la misma, y que recoge lo esencial y lo reduce a conceptos, dando r a z ó n del trasfondo histórico y cultural, y no obstante, la necesaria reflexión sobre las bases teóricas permanece siempre anclada en la realidad práctica. Tal es el texto que ofrece K u r t Ludewig con este libro. Fn el se condensa el trabajo reflexivo de muchos a ñ o s ; y en buena medida el trabajo que h a b í a que llevar a cabo para someter el propio proceder t e r a p é u t i c o a una crítica constante y para cambiarlo en ocasiones. En m i o p i n i ó n , ese trabajo es plenamente satisfactorio: el autor ha conseguido una obra, que abarca un a m p l i o campo y que difícilmente tiene igual por lo que a c o n c i s i ó n y t r a b a z ó n interna respecta. Ludewig nos permite conocer la especial importancia que tienen hoy dos autores de pensamiento sistémico: el chileno H u m berto Maturana y el a l e m á n Niklas L u h m a n n . El primero concibe su visión sistémica desde una perspectiva biológica, mientras que el segundo lo hace desde una perspectiva sociológica. Ambos nos incitan a reflexionar de nuevo sobre los supuestos básicos acerca de las condiciones y posibilidades de un comportamiento social, y en

6

7

linas palabras de introducción

Unas palabras de introducción

consecuencia de una psicoterapia. Ambos lo hacen a un nivel de abstracción a menudo elevado y en un lenguaje que no pocas veces resulta difícil de entender. Y . aunque personalmente no son clínicos, su relevancia es manifiesta de cara a la práctica de una terapia sistémica. Pero, en r a z ó n precisamente de esa relevancia, ambos parecen t a m b i é n contradecirse en algunos puntos importantes debido a sus respectivos supuestos y distinciones esenciales. La forma en que Ludewig se enfrenta a esas contradicciones demuestra en buena medida su capacidad para captar lo esencial y para iluminarlo a la vez. desde perspectivas diferentes, evidenciando a la vez su capacidad y d i s p o s i c i ó n para el pensamiento personal y a u t ó n o m o . Y por ese camino aporta una c o n t r i b u c i ó n o r i ginal y propia al mentado discurso. T a l c o n t r i b u c i ó n se pone en evidencia sobre todo en el concepto miembro propuesto por él. Con ello viene a tender u n puente entre Maturana y L u h m a n n , dejando patente al m i s m o tiempo la importancia de ambos autores para el trabajo clínico s i s t é m i c o . Las implicaciones, que se derivan de las reflexiones de Ludewig para la c o m p r e n s i ó n no sólo de una terapia sistémica, sino t a m b i é n de la psicoterapia en general, son de largo alcance. Se p o d r í a decir que dicha terapia puede organizarse a partir de un concepto de sistema y de cliente radicalmente liberado de su carga patológica. El procedimiento en cada caso se define a partir de la demanda del cliente o de los clientes. Se ve a h í el respeto a las construcciones mentales de los clientes, a sus proyectos de vida y a sus intentos anteriores de solucionar sus problemas; pero sobre todo el respeto a su a u t o n o m í a . Y eso significa t a m b i é n que, en definitiva, serán sus estructuras de percepción, conocimiento y m o t i v a c i ó n las que decidan la posibilidad y la manera en que u n terapeuta, hombre o mujer, las estimule o las reprima. L o que esto significa en concreto de cara a la práctica lo ilustra m á s tarde Ludewig en los ú l t i m o s capítulos. N o me cabe la menor duda de que este libro se asegurará un puesto entre los textos -relativamente escasos- fundamentales y orientadores sobre la teoría y la terapia sistémicas. Heidelberg, mayo de 1992

H e l m Stierlin

M e sentí m u y honrado y estuve encantado cuando K u r t Ludewig me i n v i t ó a que le enviase unas líneas para su libro. N o ocurre a menudo que unas ideas, su f o r m a c i ó n , la historia de su desarrollo y su t r a d u c c i ó n a unas actuaciones responsables y a menudo vitalmente decisivas - c o m o las que alumbran en la presente obra acerca de la terapia s i s t é m i c a - , sean capaces casi en cada página de inducir a la apertura de una c o n v e r s a c i ó n con el autor o con uno mismo. Desde hace medio siglo, cuando yo era j o v e n , he v i v i d o y compartido con un sentimiento de fascinación las grandes transformaciones que se han dado en la imagen física del mundo: los resultados sorprendentes de las teorías de la relatividad, como la equivalencia de masa y energía o la curvatura de nuestro espacio, y las consecuencias de esos puntos de vista para la estructura y la historia de nuestro universo; o los resultados, incomprensibles a p r i mera vista, del comportamiento caprichoso del m u n d o m i c r o s c ó pico, etc. Con fascinación y asombro parecidos contemplo hoy la enorme t r a n s f o r m a c i ó n espiritual, que afecta no tanto a nuestro conocimiento del m u n d o tísico cuanto a nuestro conocimiento (o ignorancia) de cualquier tipo de m u n d o . Efectivamente, cualquier paso, que el visitante da en su intento por verse y entenderse a sí mismo, puede hacer aflorar a la superficie lo insospechado desde las profundidades m á s hondas del ser humano. Q u é cambios tan sorprendentes para la teoría del conocimiento se derivan cuando, por ejemplo, tomamos en c o n s i d e r a c i ó n no sólo el problema del aprendizaje de una disciplina particular, sino el propio aprendizaje como una disciplia per se, y se contrapone entonces al problema del aprendizaje del aprender; o cuando se reflexiona sobre la conciencia de la conciencia, es decir, sobre la autoconciencia; o cuando se intenta penetrar en la a m b i g ü e d a d del lenguaje, que unas veces se comporta como si hablase de objetos y otras como si hablase de sí mismo. Es el estudio explícito o i m p l í c i t o de los conceptos que pueden aplicarse a sí mismos, que en ocasiones hasta se necesitan para existir, el estudio de los conceptos « d e segundo o r d e n » que han abierto la puerta a una epistemología que, por una parte, deriva de la praxis de aquellos auxiliares profesionales que acuden en ayuda 9

I 'ñas palabras de introducción

do los cspiritimlmcntc tocados y necesitados; y, por otra, refluye a esa praxis como hilo conductor y orientador. El presente libro es un ejemplo de ese proceso cíclico, en cada una de cuyas circunvoluciones se ahondan cada vez m á s las bases filosóficas.

Unas palabras de introducción

que realmente experimenta una "llamada" y una "escucha"; pero llega la hora de la suprema soledad desnuda, en que el mutismo del ser se hace inexpugnable y las categorías ontológicas ya no se dejan aplicar a la realidad.»

¿ D e q u é tipo son esas cuestiones fundamentales, esas fuerzas impulsoras de la r e v o l u c i ó n actual de nuestro estilo de pensar? Aunque a primera vista parece como si tales cuestiones tuvieran un origen diferente, yo veo algo c o m ú n a las mismas, a saber: el esfuerzo por liberarse de la milenaria doctrina del observador objcl i v o , solitario y aislado, que ni participa ni se deja impresionar o influir, y el esfuerzo por preguntarse: ¿Cuáles son en definitiva las características de esc observador?, ¿a que se debe que unos le atribuyan una cosa y otros otra? M á s a ú n , ¿ c ó m o se llega a esas atribuciones? L o c o m ú n en esos nuevos planteamientos lo veo yo en el rechazo de las perspectivas ontológicas. La ontología, como se sabe, es la ciencia, la teoría, el estudio del «ser» o, dicho de otro modo, la investigación de « c ó m o es ello». Pero existe una amplia clase de f e n ó m e n o s que o n t o l ó g i c a m e n t e son inexplicables, que son inaccesibles a la ontología. ¡Me gustaría complementar a q u í numerosos ejemplos de Ludewig!

Mas si volvemos a preguntar: « ¿ Q u é es el lenguaje?», h a b r í a que saber ya la respuesta, pues de otro modo no h a b r í a sido posible preguntar. Es decir, sólo cabe esperar una respuesta cuando se entra en el origen y génesis de la pregunta que supone lo dialógico. Por ello, en sus consideraciones del ser humano - o , para decirlo mejor, en sus consideraciones para «llegar a-sci un h o m b r e » - insiste K u r t Ludewig, no en reflejar un «yo» solitario en un solitario « t ú » , sino en buscar la raíz de la humanidad en un d i n á mico « y o - t ú » , en el « n o s o t r o s » . A diferencia de Descartes, quien en su «Cogito ergo sum» sólo se afirma a sí mismo, Ludewig señala el camino de la c u r a c i ó n mediante una actitud de coexistencia, de convivencia, de c o n e x i ó n , de dialógica, de sistémica, etc.; mediante una actitud que, formulada brevemente, tal vez pudiera expresarse en un:

Desde una perspectiva ontológica nuestro ombligo carece de sentido: un adorno e n i g m á t i c o en un abdomen totalmente liso. Pero desde un punto de vista o n t o g e n é t i c o el ombligo es una necesidad: es la huella de nuestra f o r m a c i ó n y nacimiento. Visto déselo lu O I I I O I O K I I I , I I I I C N I I t t IciiHiiiijo carece ile N C M I K I O : un ruido y un cuchicheo m o n o l ó g i c o . Grandes especialistas han fijado reglas y leyes en tal r u i d o y cuchicheo; pero lo que ese e x t r a ñ o comportamiento tiene que ver con el caso de que se trata, no pertenece evidentemente al tema ortodoxo. Pero ya M a r t i n Buber dice en Das Problem des Menschen QQué es el hombre?):

California, j u n i o de 1992

«Y el m o n ó l o g o puede ciertamente disfrazarse de diálogo por un momento, y puede ciertamente un estrato desconocido de la mismidad humana tras otro responder a la interpelación interna, de modo que el hom-

bre hace de continuo nuevos descubrimientos y con ello puede figurarse 10

«Cogitamus

ergo su mus.» Heinz von Foerstcr

PRÓLOGO

En las p á g i n a s que siguen describo las bases t e ó r i c a s y el estado actual de un proyecto, puesto en marcha en 1978, con el que poder sondear las posibilidades t e r a p é u t i c a s del « p e n s a m i e n t o s i s t é m i c o » en el campo psicosocial. En el Servicio para la j u v e n t u d del Departamento de P s i q u i a t r í a infantil y j u v e n i l de la clínica universitaria de Hamburgo-Eppendorf, fundado en 1974, h a b í a m o s experimentado hasta entonces varios proyectos t e r a p é u t i c o s ; pero buenos resultados solo los h a b í a m o s obtenido por lo general en j ó v e n e s (y en sus familias) « l i g e r a m e n t e p e r t u r b a d o s » . Ante esa situación de fracaso empezamos a buscar otras formas de terapia. Y nos tropezamos entonces con el libro Paradoxon und Gegenparadoxon (Paradoja y contraparadoja) del equipo m i l a n é s que trabaja con M a r á Selvini Palazzoli. N o sólo presentaba un enfoque nuevo y prometedor de la terapia para j ó v e n e s «psicóticos», sino que p r o m e t í a t a m b i é n éxitos r á p i d o s en otros pacientes «gravemente p e r t u r b a d o s » . El libro c o n v e n c í a a d e m á s por la claridad y elegancia de sus premisas «sistémicas» y de su m e t o d o l o g í a . Pronto empezamos a tratar a las familias de j ó v e n e s psicóticos en equipo (im team) según el modelo m i l a n é s . Los resultados fueron tan i m presionantes, que elegimos ese enfoque t e r a p é u t i c o como base de un grupo especial de trabajo y de un proyecto de investigación, de cuyos resultados voy a informar a q u í . Mientras que al principio sólo nos h a b í a m o s propuesto probar en la práctica el « m o d e l o m i l a n é s » , en 1982 - y alentados por nuestros buenos resultados- empezamos a formular nuestra propia 13

Prologo

c o n t r i b u c i ó n a la f u n d a m e n t a c i ó n de la « t e r a p i a sistémica». De esa labor c o m ú n salió este libro, que representa nuestra c o n c e p c i ó n de las bases teóricas y prácticas del enfoque sistémico. Por «terapia s i s t é m i c a » entiendo la o r i e n t a c i ó n de la praxis de acuerdo con una teoría s i s t e m á t i c a y una teoría constructivista del conocimiento. Lo esencial es que ese trasfondo espiritual permite entender la terapia como una ayuda para personas autónomas, con vistas a hacer posible un camino ó p t i m o con un m í n i m o de ingerencia. C o m o el « e n f o q u e s i s t é m i c o » es relativamente nuevo, ilustro a q u í su trasfondo teórico para esclarecer los argumentos aducidos; pero discuto t a m b i é n las consecuencias prácticas, a fin de que el terapeuta pueda controlar y orientar adecuadamente su a c t u a c i ó n . Presento a d e m á s unas primeras experiencias con la e v a l u a c i ó n empírica de esc enfoque. Así pues, m i libro no es ni un simple tratado teórico ni un mero «hilo c o n d u c t o r » para p r á c t i c o s , sino m á s bien una síntesis monográfica de ambos aspectos. Para ponerlo de relieve y para facilitar la o r i e n t a c i ó n , he a ñ a d i d o a cada apartado un breve « r e s u m e n » .

ACiRADIC IMIHN I O S

La idea y la c o n c e p c i ó n de este libro surgieron de un trabajo de a ñ o s y de la d i s c u s i ó n con amigos y colegas: Rosemaric Schwarz y R u d o l f D ú r r fueron miembros fundadores del grupo de trabajo mencionado en el prólogo, al que m á s tarde se agregaron Ludger D i c k a m p , U l r i c h Hausa y Hans Kowcrk. Tras fundar en H a m burgo en 1984 el « I n s t i t u t o para estudios sistémicos», se sumaron los colaboradores de esta institución. A todos ellos les estoy mucho m á s agradecido de cuanto puedo expresar a q u í . Quiero manifestar asimismo m i gratitud: - a los estudiantes, que me apoyaron en la realización de los proyectos e m p í r i c o s ; - a mis padres espirituales H u m b e r t o Maturana y Heinz von Foerster, que con su amistad me alentaron en el trabajo; - al fascinante práctico Steve de Shazer y al precursor de la terapia sistémica, Harry Goolishian, quien para m i profundo pesar m u r i ó de repente en el o t o ñ o de 1991: ambos me permitieron participar directamente en sus experiencias prácticas y en sus ideas; - a mis c o m p a ñ e r o s y colegas en la clínica, ellas y ellos, que durante algún tiempo colaboraron con el grupo de trabajo, y especialmente a m i ex directora, señora Thea Schónfclder, que alentó generosamente nuestro trabajo, pese a que no adoptamos su estilo de trabajo ni las costumbres t e r a p é u t i c a s de la clínica; - a los colaboradores del Servicio infantil de nuestro Departamento, que me permitieron concentrarme por algún tiempo en la r e d a c c i ó r del libro.

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Aunidctmiicntos

Al haber nacido y crecido en Chile, yo no d o m i n o el a l e m á n como un « n a t i v e speaker». De a h í m i especial agradecimiento a cuantos me han ayudado en la e l a b o r a c i ó n del texto. La primera redacción la leyeron y corrigieron Roscmaric Schwarz, Ludger Dickamp. U l r i c h Hausa y U l r i c h W i l k e n . Algunas partes del texto las revisaron Eva-Maria Spiller y Ursula Jaspersen (desde una perspectiva «no-sistemica»), Axel Wrede en Bonn y Walter Schwertl en Francfort. Hans G ü n t e r H o l l a y u d ó , pese a su distanciamiento crítico del tema, con gran e m p e ñ o en los preparativos de la publicación. A todos ellos les agradezco no sólo las correcciones estilísticas sino t a m b i é n los e s t í m u l o s objetivos. Finalmente, q u e r r í a expresar m i gratitud de todo c o r a z ó n a m i mujer Raili y a mis hijos Sonia y M a t t i . Con su paciencia amorosa y con su discreción han hecho posible que yo pudiera soportar una « c l a u s u r a » de m á s de dos a ñ o s , elegida por m í mismo. A ellos les dedico este libro con amor. Hamburgo, o t o ñ o de 1991

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i ORÍGENES

1. Curar en el contexto En los dos siguientes apartados de este c a p í t u l o sondeo las raíces de la terapia sistémica en la tradición cultural de la c u r a c i ó n y en la historia de la psicología y de la psicoterapia. En ellos se mostrará que toda c u r a c i ó n está firmemente anclada en la imagen que el hombre tiene de sí mismo y en su imagen del m u n d o , dicho brevemente, en su forma de vida. C u r a c i ó n y cultura están en una relación mutua y, dado que la e v o l u c i ó n cultural es un proceso abierto, tampoco la teoría y la práctica de la c u r a c i ó n pueden alcanzar nunca un punto final definitivo. La c o n c e p c i ó n sistémica de la terapia va asociada - c o m o cualquier o t r a - al estadio de la historia espiritual y social en cada momento. Por ello esbozo, a modo de i n t r o d u c c i ó n , el marco cultural en que el f e n ó m e n o social de la « c u r a c i ó n » (Heilen) se presenta como una c o e v o l u c i ó n de pacientes y curadores. Sobre esa base deduzco los modelos mentales que desde la a n t i g ü e d a d controlan la c u r a c i ó n a partir de dos d i c o t o m í a s de la existencia humana: ser y llegar a \er, así como autonomía y heteronomia.

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Orígenes

Curar en el contexto

/•„/ marco cultural ( r e v o l u c i ó n ele sufrimiento y curación Para el « h o m b r e p r i m i t i v o » todo sufrimiento era una fuente de desamparo impuesta por la misma naturaleza. Mas con el desarrollo de la autoconcicncia mediante el lenguaje y el pensamiento, adq u i r i ó nuevas posibilidades de configurar su vida. Así lo confirma la paleopatología, una disciplina que se ocupa de las enfermedades prehistóricas. N o sólo e n s e ñ a que muchas dolencias actuales aparecieron hace ya milenios - y que por lo m i s m o se denominan i m p r o piamente « e n f e r m e d a d e s de la c i v i l i z a c i ó n » - , sino que muestra asimismo c ó m o t a m b i é n el hombre p r i m i t i v o p o d í a curar perfectamente ciertas fracturas, por ejemplo.' Curar supone siempre la c o l a b o r a c i ó n de otros: hombres y animales superiores tienen, pues, una tendencia, fundada en la empatia, a intervenir en ayuda del sufrimiento ajeno. En v i r t u d de esa facultad pudo el hombre liberarse de considerar todo el sufrimiento como inevitable y d e s c u b r i ó su potencial para controlar de manera consciente los procesos corporales. Ante sus limitaciones d i s t i n g u i ó entre sufrimiento «irrem e d i a b l e » y sufrimiento « c o n t r o l a b l e » . El « a u x i l i a d o r p r i m i t i v o » debía conocer la naturaleza del padecimiento, para con tal conocimiento a c o m p a ñ a r e m p á t i c a m e n t e las enfermedades fatales y poder curar las que estaban a su alcance. Mientras las enfermedades se atribuyen a influjos « s o b r e n a t u rales», no se da la diferenciación hoy casi generalizada entre factores biológicos, sociales y p s í q u i c o s : mediante la curación se pretende restablecer sobre todo el equilibrio entre el paciente, su entorno y lo sobrenatural. Así, por ejemplo, los mapuches, una tribu india « p r i m i t i v a » del sur de Chile, atribuyen las enfermedades a la i n t e r v e n c i ó n de e s p í r i t u s errantes en la vida de los h o m bres. De a h í que el ejercicio del arte de la curación incumba a los hombres - y m á s a ú n a las mujeres (machi)-, que tienen un acceso 2

1 VCHNC I Uoiiaftiir. «Die Medizin. vol 1. Sal/hurgo IMRfi. 2 VCiisc. por rirniplo, W athuft, Munich 14/1. tmd IHM

18

l'aUopathologie», en R. Tocllncr (edil ), lllustrlrnr (irwhit htc «Vi p 19-47. S, limulliftiiri. Pwthoihnitpir. ¡hr H'rir vtm ttri MtiKf " n\>
privilegiado al m u n d o de los e s p í r i t u s y que son capaces de m o v i l i zar la fuerza del bien contra el mal. Sin embargo, sus rituales curativos no se l i m i t a n a plegarias individuales y a la aplicación de hierbas curativas « b u e n a s » , sino que incorporan t a m b i é n a la familia a sus procedimientos ceremoniales.' Las culturas antiguas de China, la India y Mesopotamia apoyaban ya su arte curativo en procesos o r g á n i c o s y, j u n t o a los rituales m á g i c o s , utilizaron t a m b i é n procedimientos relacionados directamente con el cuerpo. Así, en todo el á m b i t o cultural indoeuropeo se distinguieron en principio tres medios curativos: cuchillos (cirugía), plantas ( m e d i c a c i ó n ) y palabra o f ó r m u l a sagrada (conjuro, r i tual m á g i c o , en la c o n c e p c i ó n actual: psicoterapia). Con esa tradición temprana pudieron enlazar la ciencia y el arte curativos de la a n t i g ü e d a d griega. 4

Desde el siglo v n a.C. empezaron en Grecia los filósofos (de Tales a D c m ó c r i t o ) a superar el empirismo ingenuo de las é p o c a s precedentes y a dar a la medicina una base conceptual. Con el creciente desarrollo de la ciencia de la naturaleza a partir del siglo v i lo m í t i c o y lo racional, aspectos originariamente asociados de un todo, fueron s e p a r á n d o s e cada vez m á s : muchos expertos en curaciones acentuaron el primado de lo m í t i c o , manteniendo los arcanos religiosos, mientras que otros se aplicaron a la investigación e m p í r i c a del cuerpo. De la unidad de soma y psique se originó una o p o s i c i ó n irreconciliable. C o m o el historiador Baissette ha mostrado, fue Heráclito el p r i mero en dar a la medicina nuevas bases conceptuales, con las que pudo desarrollar una m e t o d o l o g í a fundamentada.' En v i r t u d de su dialéctica se le a b r i ó a la medicina un camino para establecer una mutua relación constitutiva entre lo o r g á n i c o y lo físico, la materia animada y la inerte, el proceso y la estructura. Empezaba con ello una t r a d i c i ó n poderosa de la investigación e m p í r i c a . Se buscaron las causas de la enfermedad y las posibilidades de curación en el 3. Véase ) Bengoa. Iliitoria drlpueblo mapuche. Santiago «le Chile I9H V asimismo K I udewig. «Schrilte in die Vergangenheit». en tamiliendynamik 14 (1989). p. 163-177 4 Según Baissette. «Die Medi/in bei den Oriechen». en Toellncr. op cu., p 179-299, esos tres medio» son las formas fundamentales de ruiación vn n i Asclrpio y en la nntígua medicina irania. 5. Baisaette, op. cu.

19

Orinen***

propio enfermo, de modo que la influencia de lo sobrenatural p a s ó a un segundo plano, aunque sin desaparecer por completo.

Roles complementarios Con la a p a r i c i ó n de m é t o d o s cada vez m á s apropiados para aminorar el sufrimiento o para eliminarlo, t a m b i é n el conocimiento correspondiente se c o n v i r t i ó en una especialidad, y la capacidad de disponer del m i s m o q u e d ó en manos de unos pocos expertos. Con lo cual el arte de curar a d q u i r i ó el significado e importancia de un rol social a u t ó n o m o . Para los pacientes, a quienes c o r r e s p o n d í a la parte complementaria, los procedimientos resultaban cada vez m á s confusos: en la medida en que eran profanos, ya no p o d í a n comprobar por sí mismos lo que ocurría con ellos. Tampoco aquellas instancias sociales (legisladores, tribunales, etc.), ante las que tenían que responder los terapeutas, pudieron ya ejercer los controles de su propia competencia y hubieron de abandonarse al ethos y al autocontrol voluntario del gremio de los curanderos. Este nuevo rol de los sanadores p r o v o c ó expectativas ambivalentes en los enfermos. Por una parte, les aseguraban el poder necesario (en el sentido de capacidad de disponer) para poder vencer el suIiinueiHo, a la vez que les otorgaban un alto status social. Por otra, todo ello iba a c o m p a ñ a d o de la profunda desconfianza que inevitablemente genera la dependencia. A esa posición a m b i gua hay que atribuir sin duda el que determinados curanderos cayeran en desgracia, siendo separados de la comunidad y hasta perseguidos. Así la I n q u i s i c i ó n d e n o s t ó como « p r o f a n a d o r e s de cadáveres» a los anatomistas e hizo quemar como herejes a los médicos caídos en desgracia. Por ello nada tiene de e x t r a ñ o que los profesionales de la medicina se esforzasen siempre en demostrar su credibilidad para ser aceptados socialmente y conservar su status. Quien trabaja como sanador cumple en principio u n encargo social contradictorio: tiene que contribuir al progreso de la ciencia de la curación y, al tiempo, tiene que continuar siendo controlable. 20

(unir rn el contexto

El cometido de los profesionales de la medicina puede resumirse en estos t é r m i n o s : ¡Curad cada vez mejor, pero que se os entienda siempre! Este cometido, complejo y casi paradójico, sólo puede c u m plirse si se desarrollan unos m é t o d o s de tratamiento cada vez m á s especiales c incomprensibles para los profanos, sin llegar a una d e s a p a r i c i ó n de la confianza. El arte de la c u r a c i ó n se balancea así entre progreso y p r e s e r v a c i ó n , entre i n n o v a c i ó n y t r a d i c i ó n . Si prevalece lo nuevo, lo que se da por vez primera, se cierne la amenaza del desprecio y del castigo (en otros tiempos incluso la muerte); si, por el contrario, es lo antiguo y conocido lo que ocupa el p r i mer plano, la consecuencia puede ser una p é r d i d a de la confianza y del status social. Para poder convencer, el arte de la c u r a c i ó n tiene que acomodarse al «espíritu de la é p o c a » , aunque al m i s m o tiempo tiene que superarlo, pues siempre reclama mejores resultados. La historia de la c u r a c i ó n discurre - c o m o la historia de la b r u j e r í a - por un campo de tensiones entre lo que se practicaba antiguamente y lo nuevo. A las expectativas cifradas en los curanderos -para mantenerlas y fomentarlas- responde dentro de su propio sistema la d i v i sión en un bando progresista y en otro conservador. Esc cisma tiene Higo d r Iriinquili/odor puru Ion e/ifennou, por < uuiiio «V* garantiza que se tienen en cuenta sus intereses contradictorios. De ese modo pueden identificarse con el sistema general y mantener dentro de ciertos límites su temor al poder de los m é d i c o s : frente al conflicto interno se impone confiar en los autocontroles del sistema. 6

En v i r t u d de esa a u t o d i n á m i c a reguladora del sistema, el escepticismo frente a lo nuevo viene a ser una de sus características m á s importantes. Esto resulta evidente en buena medida en los esfuerzos tradicionalmente importantes por conseguir unos procedimientos de examen que sean eficientes. Ya desde la a n t i g ü e d a d griega los m é d i c o s adquieren conocimientos relevantes en la i n vestigación de la naturaleza, con vistas a garantizar su credibilidad. Por lo d e m á s , eso no sólo les p r o c u r ó ventajas, puesto que 6. Víate H.H. Duerr, Traumirit.

Francfort del M IMK.V

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Orígenes

desde entonces t a m b i é n tuvieron que demostrar en sus propios procedimientos la validez objetiva de las leyes de la naturaleza.

La «lógica del s u f r i m i e n t o » En las sociedades modernas el arte de la c u r a c i ó n se estableció como una ciencia y d e s a r r o l l ó unas t e o r í a s ambiciosas, j u n t o a las correspondientes pruebas de eficacia. Hasta el presente, sin embargo, ninguna investigación de las bases ha conseguido eliminar todas las contradicciones internas entre los diferentes enfoques, ni desarraigar los rudimentos de unas prácticas curativas « p r i m i tivas». Cuando el pensamiento científico - n a t u r a l y cuantificador- alc a n z ó su punto culminante en el materialismo del siglo X I X , también el cuerpo, sus ó r g a n o s y sus funciones ocuparon el centro de interés. La medicina se s o m e t i ó al postulado de la objetividad y e m p e z ó a considerar su objeto ~el hombre e n f e r m o - de conformidad con el modelo dominante: como un sistema m e c á n i c o . Con ello la subjetividad y la capacidad de e m o c i ó n de su « o b j e t o » - y del propio m é d i c o - se convirtieron en factores distorsionantes. Una ciencia de la c u r a c i ó n de c o n c e p c i ó n mecanicista tenía que desarrollar unos procedimientos que pudieran aplicarse con independencia de los participantes; de otro modo no p o d í a n considerarse objetivos. T e n í a n que excluirse ciertos imponderables, como la intuición o el carisma del m é d i c o o la capacidad del enfermo para sugestionarse, los «efectos p l a c e b o » y los aspectos subjetivamente emocionales de la i n t e r a c c i ó n social entre ambos. La relación m é d i c o - p a c i e n t e amenazaba con «trivializarsc».'

Curar en el contexto

de la c u r a c i ó n , mucho menos acentuada en o l í a s disciplinas científicas: los nuevos conocimientos y m é t o d o s no e l i m i n a n irremediablemente los antiguos. La presión emocional del sufrimiento no puede aminorarse apelando simplemente a la c o n s i d e r a c i ó n racional; aunque sólo sea porque los procedimientos racionales siguen siendo ineficaces y hasta absurdos en el caso individual y concreto. El sufrimiento y la c u r a c i ó n obedecen a la compleja d i n á m i c a de la esperanza, del miedo y de la inseguridad, que escapa a cualquier explicación puramente racional: la esperanza «irracional» en la c u r a c i ó n no tiene por q u é transformarse inmediatamente en resignación, cuando se han agotado todas las posibilidades racionales. Mas para poder tranquilizar realmente, algún instrumento ter a p é u t i c o tiene que dar pie a la seguridad y a la confianza. De lo contrario, los enfermos se vuelven a las alternativas « m á s irracionales». La esperanza - c o m o lucha contra la r e s i g n a c i ó n - es tan decisiva, que en aras de la misma a menudo hasta se traspasan las fronteras de culturas y tradiciones: la machi de los mapuches en caso de necesidad se hace recetar a n t i b i ó t i c o s por el m é d i c o de la ciudad, y algunos m é d i c o s occidentales acuden a veces personalmente al curandero o le mandan algunos pacientes.

El carácter científico que a d q u i r i ó la curación c h o c ó con un escepticismo profundo en los enfermos. Sólo así se puede explicar que, al lado de los m é d i c o s oficialmente reconocidos, apareciesen numerosos practicantes de la medicina - c o m o los naturalistas, por ejemplo-. Se pone así de manifiesto una peculiaridad de la ciencia

La medicina obedece, pues, a una d i n á m i c a social, en la que se manifiestan unas expectativas cambiantes y contradictorias. Pero hasta hoy ni satisface su ideal científico-natural ni sustituye todos los procedimientos curativos «acientíficos» que existen a su lado." En esa doble deficiencia c o n t i n ú a abierta la profunda sima entre sufrimiento y c u r a c i ó n . La d i n á m i c a del sufrimiento (y de la esperanza) a pesar de la racionalidad responde a una «lógica» plurivalente, de manera que los pacientes sólo pueden cumplir su cometido social si mantienen un equilibrio permanente entre avance y p r e s e r v a c i ó n . A ello contribuye un ethos profesional que se oriente por la sensibilidad de los enfermos. Los m é d i c o s tienen desde luego que convencer y orientar, por ello deben adaptar su manera de pensar a la norma vigente. Mas si olvidan esa c o n e x i ó n , se convierten

7. Heinz von hoerster define la «trivialidad» como característica de unos procesos m o n ó t o n o s sin cambio eslructural. por ejemplo en el simple inpul-oulput, víase Sichl uml Eiiuichl, Brunswick 19KV

8. El crítico social 1 lllich niega incluso su éxito a la medicina moderna y aboga por cambiar la asistencia médico-técnica de la enfermedad por una asistencia de salud digna del hombre; véase Die Nrmnn drr Meiii.tn. Rcinbek 1977, trad casi.: Mmrxi* mtdka. Banal Editores. Barcelona 1975.

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t

Orígenes

Curar en el contexto

en v í c t i m a s de las propias instituciones y sucumben a la « t e n t a c i ó n de s e g u r i d a d » ' , que esbozo ampliamente m á s adelante. Cada época necesita unos modelos de c u r a c i ó n , que responden a su a u t o c o n c e p c i ó n histórica, pero que al m i s m o tiempo prometen saltar en el ahora las fronteras del tiempo. Dicha autoconcepción está anclada en las ideas principales, que el espíritu humano crea con vistas a su o r i e n t a c i ó n . Vamos, pues, a considerar algunos de los motivos importantes que marcan nuestro pensamiento.

El marco

espiritual

este sentido distinguimos nosotros entre ciencia curativa y arte de la curación (Heilkunde/Heilkunst), cargando pues los acentos t e ó ricos y prácticos. Los conceptos definen: - salud y enfermedad y derivan esos conceptos de la imagen del hombre en cada momento; y - el concepto de una i n t e r a c c i ó n humana especial, con la que se aspira a ejercer una influencia curativa sobre otros. Asociando en ambos campos binomios conceptuales, como estructura y proceso, salud y s a n a c i ó n , esencia y m a n i f e s t a c i ó n , sustancia y accidente, contenido y contexto, se derivan dos diferencias características fundamentales, que rigen nuestro conocimiento en el campo de la c u r a c i ó n : S E R / L L E G A R A S E R y A U T O N O M Í A / H E T E R O -

Toda la historia del espíritu es una lucha constante con opuestos, que el pensamiento produce en la m u t u a i n t e r a c c i ó n de pregunta y respuesta de cara al logro del conocimiento. Así describía el mundo como una unidad de opuestos el filósofo H e r á c l i t o , que equiparaba pensamiento y dialéctica. En é p o c a reciente algunos pensadores, como Gregory Bateson, e n s e ñ a n que todo conocimiento nace de la d i s t i n c i ó n : lo que no se puede distinguir o diferenciar, tampoco se puede pensar. Niklas L u h m a n n formula d i cha idea en estos t é r m i n o s : « L a experiencia diferenciadora es la c o n d i c i ó n que hace posible la a d q u i s i c i ó n y e l a b o r a c i ó n de informaciones.» " Para L u h m a n n la ciencia no tiene que reflejar simplemente algo, sino que t a m b i é n ha de organizar la experiencia diferenciadora y por ende la o b t e n c i ó n de informaciones: todas las teorías se apoyan en «diferencias características» (Leitdifferenzen), que controlan el proceso cognitivo (por ejemplo: en la teoría evolucionista la « v a r i a c i ó n / s e l e c c i ó n » , en la teoría sistémica «sistema/entorno»). 1

En el caso de sufrimiento y c u r a c i ó n ambos conceptos constituyen ya por sí solos una diferencia característica, que marca nuestras teorías m é d i c a s ; pero ambos aspectos exigen una diferenciación ulterior, que se orienta a su vez por la a c t u a c i ó n social. En 9. Véase H.R Maturana y F. Várela, Der fíaum der Erkenntnis, Bcrna-Múnich-Viena 1987; trad. cast.: F.l árbol del nmn-imienin, Editorial Ochate, Madrid 1990. 10. N luhmann, Salíale Systeme. (irundriss elner allfiemetnen Iheorle. Francfort del M. 1984, p.14; trad. cast.: Sociedad y sistema, Paidós Ibérica, Barcelona 1990.

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N O M I A . La primera subyace en nuestra c o n c e p c i ó n del hombre y de la naturaleza, marcando consecuentemente la frontera entre salud y enfermedad. Y abarca así todos los conceptos y objetivos de la san a c i ó n en la ciencia curativa. La segunda define el marco de la interacción humana, y en concreto la que se da entre m é d i c o y enfermo, por lo que t a m b i é n afecta a los m é t o d o s del arte de la curación. Tales características encuentran una primera configuración reflexiva en la a n t i g ü e d a d griega. Constituyen el marco espiritual para delimitar conceptualmente salud y enfermedad y para establecer en consecuencia los objetivos y m é t o d o s de la c u r a c i ó n . Fundamentalmente las diferencias características ser/llegar a ser y auton o m í a / h e t e r o n o m i a se dejan sentir en el establecimiento de objetivos y m é t o d o s en estos t é r m i n o s : Objetivo de la curación: de acuerdo con la imagen del hombre se derivan unas concepciones radicalmente distintas de salud y enfermedad. Si se entiende el ser humano como una idea genérica, independiente del i n d i v i d u o y del cambio, la salud se impone como una norma vinculante. Si, por el contrario, el ser del hombre se entiende como algo individual y cambiante, la «salud» designa un estadio efectivo de e v o l u c i ó n . Consecuentemente, la enfermedad o es una d e s v i a c i ó n del ideal o es una fase transitoria del proceso vital de la persona. Y con la curación se persigue o el restablecimiento del ideal o el paso a otra fase del proceso vital del individuo. Métodos de curación: todos los m é t o d o s curativos se derivan 25

Orígenes

del objetivo de la c u r a c i ó n . Pero en principio al hombre se le puede entender como un ser a u t ó n o m o o como u n ser h e t e r ó n o m o . En el primer caso se puede procurar a lo sumo la c u r a c i ó n , en el segundo el enfermo depende de la ayuda ajena. El m é d i c o o bien tiene que contentarse con un r o l de comparsa, o bien está autorizado y hasta obligado a procurar la s a n a c i ó n . Por otra parte, la diferencia auton o m í a / h e t e r o n o m i a gobierna su interacción con el enfermo, i n cluso en el sentido de la actitud ética. El m é d i c o o es un interlocutor del enfermo con los mismos derechos, un interlocutor que quiere cooperar brindando sus conocimientos y su experiencia; o a c e n t ú a su superioridad, y a c t ú a y ejerce un poder en v i r t u d de su «supcrion> conocimiento, imponiendo unilatcralmcnte medidas, que hasta pueden ir en contra de la voluntad del enfermo. La historia de la c u r a c i ó n se presenta -hasta la psicoterapia act u a l - como una oscilación permanente entre ambos polos. Sabemos que todas las formas moderadas intermedias pudieron ser saludables, mientras que la inclinación a los extremos produjo a menudo m é t o d o s que eran indignos del hombre. Fue especialmente el afán de certeza, en el que se perfilan todas Ins nltcrnntivns imaginables, lo que hizo que las medidas de carácter m é d i c o llegasen hasta el campo de lo cruel. Mas cuando éstas consiguen fijar el intercambio o la complementariedad de los opuestos, la m a y o r í a de las veces satisfacían t a m b i é n la exigencia de conciliar lo nuevo con lo viejo, lo general con lo particular.

La diferencia ser/llegar a ser El problema del ser y del llegar a ser (Sein/Werderi) nace con el « d e s c u b r i m i e n t o del e s p í r i t u » " como cristalización del pensamiento conceptual. A todos los pensadores presocráticos les preoc u p ó la cuestión de q u é p o d r í a ser lo uno, lo permanente en el cambio y en la pluralidad. H e r á c l i t o y P a r m é n i d e s formularon las posiciones extremas creando así el marco. Ambos fueron pensado-

11. Víase B. Snell, Die Entdeckung des (ieistes. Sludien zur Entslehung des europaischen Denkens bei den Griechen. Hamburso 1948.

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Curar en el contexto

res radicales, por cuanto acentuaron la incapacidad de los conceptos: H e r á c l i t o c a m b i ó el tema de la diferencia en todas las formas del decir, a la vez que expuso c ó m o los conceptos enredados en el fieri fracasan necesariamente en el problema del ser. P a r m é n i d e s , por el contrario, r e c l a m ó la diferencia en todo el mostrar, la contradicción del concepto d e b e r í a s e ñ a l a r la unidad del ser. H e r á c l i t o revistió la c o n t r a d i c c i ó n del concepto con la m e t á f o r a del cambio: todo fluye, nadie se b a ñ a dos veces en la misma corriente. Por doquier prevalecen los opuestos, que empujan incesantemente el proceso del fieri; entendida como unidad, la constancia es tan ilusoria como el llegar-a-ser. P a r m é n i d e s r e c h a z ó en cambio cualquier alternativa al ser como conccptualmcntc insostenible. Para él la unidad del ser estaba por encima del fieri y de la diferencia; todo cambio era aparente, pues negaría el ser y con ello privaría de su base al pensamiento conceptual. P l a t ó n y Aristóteles han marcado el curso posterior de la historia del pensamiento al intentar resolver la o p o s i c i ó n de ambas posturas. En su fase creativa media, con la que a menudo es identificado. Platón s u p e r ó la o p o s i c i ó n entre ser y llegar-a-ser (entre identidad y cambio) mediante una c o n c e p c i ó n «jerárquica». El ser verdadero c inmutable de la idea trasciende lo individual, lo que aparece a los sentidos. Las cosas individuales perceptibles por los sentidos y nuestros mismos ó r g a n o s sensoriales cambian de continuo. Por ello no tenemos n i n g ú n acceso directo al ser de las cosas y hemos de desconfiar de nuestras experiencias. Las «ideas» se nos desvelan sólo en la reflexión autocrítica: a la cosa individual y m u table, es decir, al m u n d o e m p í r i c o del fieri, sólo le conviene un verdadero ser en la medida en que participa de lo universal. Aristóteles se c e n t r ó en el m u n d o e m p í r i c o y contrapuso al dualismo «vertical» de P l a t ó n un dualismo « h o r i z o n t a l » de materia y forma. Las cosas concretas, materiales y espirituales, aspiran en un m ú l t i p l e encadenamiento a la perfección (entelequia) que subyace en ellas. La materia, en tanto que lo informe subyacente, encuentra su configuración en la forma. La materia es pura posibilidad, es la cosa potencial, que mediante la i n f o r m a c i ó n se actualiza con unas propiedades determinadas. T o d o ente se forma mediante el fieri y pierde su forma con la d e s a p a r i c i ó n o la muerte. Mediante la i n 27

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Orígenes

f o r m a c i ó n , o a d q u i s i c i ó n de la forma, todas las cosas adquieren sus propiedades esenciales, como son el sentido y la finalidad, por ejemplo. L o universal o general se actualiza siempre en lo particular; de a h í que resulte accesible mediante una investigación e m p í rica de lo i n d i v i d u a l . El ser es una potencia actualizada o la realización de lo posible: el ser se manifiesta en el fieri, en el llegar-a-scr. C o m o Aristóteles fue d i s c í p u l o de P l a t ó n y los enfoques de ambos presentan muchas semejanzas por la época que les t o c ó v i v i r , sus sucesores han acentuado en parte lo c o m ú n y en parte lo diferente. En las p á g i n a s que siguen a m í me interesa primordialmente la diferencia entre las orientaciones «vertical» y « h o r i z o n t a l » del pensamiento; una o p o s i c i ó n que se ha dejado sentir persistentemente en la t r a d i c i ó n occidental. Designo como «vertical» un pensamiento que se orienta deductivamente por la diferencia « a r r i b a / a b a j o » , y que distingue entre ser o esencia (verdad, idea, concepto) y m a n i f e s t a c i ó n (lo i n d i v i dual, el empirismo). Por contra, « h o r i z o n t a l » es lo que se caracteriza por la diferencia « c s t o / a q u c l l o » y abstrae la verdad de unos conceptos generales de las cosas particulares por i n d u c c i ó n . La influencia de ambas posturas de cara a la c u r a c i ó n puede resumirse en los t é r m i n o s siguientes: Concepción vertical: la c u r a c i ó n tiene que orientarse de una manera total y unitaria, no puede centrarse ú n i c a m e n t e en determinados aspectos. El arte de la c u r a c i ó n es una a c t u a c i ó n estética, que tiende a recuperar la a r m o n í a interna y externa. Tiene que aspirar a d e m á s a una profilaxis adecuada al ser del hombre y encontrar los caminos apropiados para fomentar la salud. Mediante el autoconocimiento y u n gradual cambio de vida, el enfermo recupera la arm o n í a de una vida buena y regular (la salud). 12

Concepción horizontal: la c u r a c i ó n tiene que atenerse al marco de lo que en cada caso es factible y ha de ayudar al enfermo para que consiga un estado adecuado de relativa salud. Estar « s a n o » remite siempre al i n d i v i d u o y a su medio ambiente, no es pues algo 12. Fjle principio de la «medicina naturista» marea también el enfoque de la Organi7aciftn Mundial de la Salud (OMS). que define la salud como el bienestar completo, y no simplemente como lo contrarío a la enfermedad.

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absoluto. Todas las medidas arrancan del caso concreto y, a t r a v é s de la funcionalidad general del organismo, enriquecen el conocimiento acerca de los puntos de vista conseguidos. Desde una perspectiva «vertical» cada tratamiento persigue un estado ideal. Y todas las formas de enfermedad, deficiencia o déficit equivalen a una d e s v i a c i ó n . Frente a una enfermedad hay que restablecer la a r m o n í a perdida de las partes, eliminando los factores p a t ó g e n o s . En las carencias o déficits, la c u r a c i ó n tiene que equilibrar, ya sea mediante un sustitutivo (prótesis), una e d u c a c i ó n en el á m b i t o de la conducta (dista, psicopedagogía) o mediante i n tervenciones en los factores medioambientales (higiene). El proceder del m é d i c o está regido por unas normas y tiene que restablecer los valores vinculantes de las mismas; de a h í que sea « g u a r d i á n » y «educador». En una perspectiva « h o r i z o n t a l » , el medico interpreta el estado actual del enfermo ante todo de acuerdo con los conocimientos que obtiene a t r a v é s de una r e c o n s t r u c c i ó n biográfica del i n d i v i d u o para, a partir de los mismos, sacar conclusiones generales. De a h í se deriva siempre el objetivo del tratamiento (referido al caso concreto), que ha de acomodarse de continuo en su curso posterior a las posibilidades del enfermo. Así pues, el m é d i c o elige sus objetivos t e r a p é u t i c o s como « i n v e s t i g a d o r y como « a c o m p a ñ a n t e » a la vez.

La diferencia esencial de a u t o n o m í a / h e t e r o n o m i a La segunda o r i e n t a c i ó n esencial del hecho de curar rige la interacción entre m é d i c o y paciente. Marca la actitud del m é d i c o hacia el enfermo y legitima así la práctica correcta de la curación. Y en concreto se derivan las situaciones o cuadros siguientes: Heteronomia. Si al hombre se le entiende como un ser h e t e r ó nomo, que sólo «participa» en la esencia del hombre, el i n d i v i d u o pasa a ser alguien imperfecto y necesitado de ayuda ajena. Pero al ideal de perfección sólo se puede aspirar mediante una forma de vida que satisfaga las pautas de la comunidad. Ésta obliga al i n d i viduo, si el caso lo requiere mediante el empleo del poder y del 29

Orígenes

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control, a que se doblegue al ideal. En ese sentido la c u r a c i ó n sirve al objetivo social de devolver al enfermo al estado ideal - q u e es la salud considerada como el b i e n - . D e l m é d i c o se espera que subordine a ese objetivo las medidas de su tratamiento. Autonomía. Si al i n d i v i d u o se le considera fundamentalmente como un todo a u t ó n o m o , quiere decirse que los hombres realizan sus posibilidades individuales en c o m u n i ó n con otros. Por ello, el m é d i c o no está autorizado a la a p l i c a c i ó n de medidas externas: toda c u r a c i ó n se realiza entre personas a u t ó n o m a s , independientes, con iguales derechos, y es por lo m i s m o c o o p e r a c i ó n o « a y u d a a la a u t o a y u d a » . Las medidas y los objetivos los fijan siempre en c o m ú n los interesados.

tir en la psicoterapia. Nos e n s e ñ a n a d e m á s que toda especializac i ó n exagerada conduce al dogmatismo, perdiendo por lo m i s m o relevancia. Los representantes de la escuela de Cnidos redactaban sus escritos en una « l a b o r de e q u i p o » , por lo que sus nombres cayeron en el o l v i d o . Los historiadores de la medicina los describen como practicantes eruditos, volcados en una ayuda desinteresada. Deben de haber tenido conciencia de las limitaciones de su arte, otorgando gran valor a la d o c u m e n t a c i ó n exacta de los estados p a t ó g e n o s . Orientados primordialmente a la práctica, fueron cirujanos m u y meritorios y descubrieron m é t o d o s de d i a g n ó s t i c o como la auscultación.

La t e n s i ó n entre a u t o n o m í a y heteronomia influye en todos los campos de la práctica v i t a l humana, especialmente en la ciencia y en la política. Cierto que en la esfera existencial de la c u r a c i ó n se han derivado de ambas orientaciones fundamentales unas t e o r í a s y unos m é t o d o s provechosos; pero todo ello con diferentes consecuencias éticas. En una actitud rígidamente d o g m á t i c a , la afinidad a uno de los dos extremos o bien legitima una muestra del general «laisser-faire» del « c o l a b o r a d o r » impotente, a quien le faltan pautas y modelos y que se identifica con cada i n d i v i d u o , o bien la actitud de un «sector» autoritario, que sacrifica lo i n d i v i d u a l a la norma.

La s i s t e m a t i z a c i ó n de sus conocimientos, sin embargo, contin u ó siendo rudimentaria, y en las medidas curativas no llegaron m á s allá de recetas sencillas. C o m o empiristas aficionados a los detalles dejaron de lado el cuadro general tratando por separado cada uno de los s í n t o m a s . Desde una perspectiva histórica hay que decir que su mentalidad fue v í c t i m a de su estrecha a s p i r a c i ó n analítica: literalmente quedaron enredados en los detalles. M á s conocidos nos son los m é d i c o s de la escuela de Cos, gracias especialmente a H i p ó c r a t e s . Rechazaban c a t e g ó r i c a m e n t e la medicina de Cnidos, criticaban su f u n d a m e n t a c i ó n teórica como superficial y puramente descriptiva, fustigando sus procedimientos curativos como caprichosos y hasta perjudiciales.

Una controversia antigua Ambas posiciones y sus consecuencias p r á c t i c a s pueden ya reconocerse en algunas escuelas influyentes de la a n t i g ü e d a d griega: los grupos m é d i c o s rivales de Cnidos y de Cos sostenían unos puntos de vista - t o d a v í a hoy actuales-, que a pesar de sus diferencias básicas continuaron siendo reconocidos y aceptados con gran é x i t o . " En tales enfoques reconocemos nosotros unas orientaciones básicas de la ciencia de la c u r a c i ó n , que t a m b i é n se han dejado sen-

13. Víase Baissette, op cit.. L. Bourgey y M . Martiny, «Hippokrates uncí die griechijche Medizin des klassischen Zeitalters», en Toellner, op. cit., p. 301-349.

H i p ó c r a t e s d i o a la medicina una teoría comprobable, por cuanto s i n t o n i z ó los m é t o d o s de la misma con la imagen del h o m bre de su tiempo. Cierto que el m é d i c o tenía que comprobar desviaciones respecto del estado de plena salud, pero al propio tiempo d e b í a tener en cuenta la especial situación del enfermo, respetando al i n d i v i d u o y a sus s í n t o m a s sin perder de vista el ser del hombre y de la enfermedad. El m é d i c o d e b í a incorporar a d e m á s todo el entorno del enfermo. Con ello defendía H i p ó c r a t e s una medicina unitaria, que h a b í a de conciliar el pensamiento crítico con la observ a c i ó n exacta y orientar la teoría a la práctica. Por ello no es de ext r a ñ a r que tanto Platón como Aristóteles proclamasen su respeto por H i p ó c r a t e s . A diferencia de los m é d i c o s clasificadores de Cnidos, los practi-

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Orígenes

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cantes de la medicina de Cos trataban con mayor flexibilidad los datos de la anamnesis y del d i a g n ó s t i c o . Se rechazaban los p r o n ó s ticos precipitados, toda vez que cada afección se presenta de forma distinta en cada caso concreto. Los medicamentos se suministraban con gran parsimonia por miedo a las enfermedades i a t r o g é n i cas. Destacan los historiadores de la medicina que H i p ó c r a t e s nunca calificó a sus enfermos de « p a c i e n t e s » , sino simplemente de « p e r s o n a s débiles». De la escuela de Cos derivan las siguientes m á ximas:

c u r a c i ó n se ventilan t a m b i é n algunas cuestiones fundamentales de la existencia humana, no parece que las soluciones, pese a la gran pluralidad de formas, permitan un progreso rectilíneo. Tal vez tengamos que contentarnos con el hecho de que curar como respuesta al miedo, a la inseguridad y a la esperanza fundamentales del h o m b r e - no puede dar origen a ninguna solución vinculante.

Resumen «La naturaleza es el mejor médico. El arte de la medicina media entre la enfermedad, el enfermo y el médico. Quien desprecia lo conseguido y sólo valora lo nuevo, se engaña a sí mismo y a los demás.» 14

Mientras que en Cnidos se observaban los distintos s í n t o m a s con exactitud cada vez mayor y se subordinaban a unas categorías analíticas separadas, la escuela de Cos perseguía un equilibrio entre teoría y práctica. Esto influyó sin duda de forma duradera en el desarrollo ulterior de la medicina; pero t a m b i é n es cierto que dicha doctrina se a n q u i l o s ó en un « d o g m a t i s m o » que se dejó sentir hasta los ú l t i m o s siglos. Por ejemplo, una dogmatizada « d o c t r i n a de los h u m o r e s » d i o pie a prácticas lamentables como la sangría, que precisamente por el montaje teatral con que se realizaba- no pocas veces c o n d u c í a a la muerte de los enfermos. Hemos de advertir que en la a n t i g ü e d a d helena, a d e m á s de esas dos grandes escuelas, hubo otras corrientes, entre las que figuraban los m é d i c o s «teóricos» y los «religiosos». Se ejercitaban en una especulación racional-deductiva o conjuraban unas fuerzas misteriosas, y aplicaban los procedimientos curativos resultantes a unos procedimientos ritualistas. En el campo del arte curativo prevaleció una pluralidad tan grande, que t a m b i é n a q u í hemos de asentir a la afirmación de Paul Vulery. de que los griegos h u b r í a n dicho ya todo lo esencial: dejando de lado numerosos detalles, apenas se ha a ñ a d i d o algo nuevo desde entonces. Dado que en todo arte de la 14. Véase H. Glaser. Das fíenken in der Medizin, Berlín 1967.

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C o m o c o n c l u s i ó n me gustaría resumir en un esquema las ideas básicas que orientan el hecho de curar. Para ello me sirvo de las citadas diferencias básicas ser/1 legar-a-ser y a u t o n o m í a / h c teronomia como de las coordenadas de un ficticio espacio bidimensional. El eje vertical pasa por los objetivos del que cura, y el vertical por sus conceptos de interacción (véase la figura I ) . Las orientaciones que se encuentran encima del eje horizontal se refieren a la estructura y apuntan al restablecimiento del estado de cosas normal {reparación), mientras que las que aparecen debajo del m i s m o a c e n t ú a n el proceso vital del i n d i v i d u o y apuntan hacia la transición a un estado alternativo (corrección). Los conceptos de i n t e r v e n c i ó n , a la izquierda del eje vertical, hacen h i n c a p i é en el tratamiento del sufrimiento, en tanto que los conceptos de la derecha incorporan al paciente y se orientan a la cooperación. En el cuadrante así resultante, y siempre de acuerdo con la o r i e n t a c i ó n del m é d i c o al ser y llegar-a-ser, la a u t o n o m í a o la heteronomia, se enmarcan cuatro formas ideales y típicas de la curación: ordenar e intervenir, recomendar y estimular. Quien ordena o interviene como medico tiene que definir los objetivos y los m é t o d o s de curación, y se entiende c o m o un experto que, en virtud de su mejor conocimiento, trata a su paciente de acuerdo con sus propias medidas. La peculiaridad del paciente es a q u í un factor distorsionante y sólo se tiene en cuenta de cara a que no se interponga en el camino de la c u r a c i ó n . Mas si la curación no se da, sin que el enfermo la haya saboteado a p r o p ó s i t o o 33

Orígenes

Curar en el contexto

SER

recomendar

ordenar reparación HETERONOMIA ~4—tratamiento -

cooperación



AUTONOMÍA

corrección intervenir

estimular

LLEGAR-A-SER Figura 1. Orientaciones del curar

das a eliminar deficiencias, o apoya y a c o m p a ñ a al paciente en la b ú s q u e d a y prueba de alternativas. El m é d i c o pone a q u í su saber y su conocimiento a d i s p o s i c i ó n del « c l i e n t e » " y entabla con él una relación de c o o p e r a c i ó n participativa. Si la c u r a c i ó n fracasa, sin que el fracaso pueda atribuirse a peculiaridades del cliente o a fallos del m é d i c o , éste debe someterse, él y sus m é t o d o s , a un análisis crítico. Y m á s en concreto hay que decir: - Recomendar, el m é d i c o se esfuerza por corregir la d e s v i a c i ó n patológica del estado normal, se ajusta a la peculiaridad del enfermo y solicita su c o l a b o r a c i ó n . Se apoya en argumentos apropiados para justificar la i n t r o d u c c i ó n o el mantenimiento de las medidas que se ofrecen como ideales ante el enfermo. La r e c o m e n d a c i ó n es el resultado de un comportamiento dialéctico con el paciente, en el cual el conocimiento del m é d i c o se integra a las posibilidades del enfermo.

el m é d i c o haya cometido algún fallo en su arte, se le puede cargar en el debe del enfermo como «resistencia» o non-compliance. En concreto cabe decir:

- Estimular, el m é d i c o entra en d i á l o g o con el enfermo salvaguardando ambos sus diferentes competencias y fijando el objetivo c o m ú n y el m é t o d o de tratamiento. Para ello buscan unas alternativas adecuadas al estado patológico.

- Ordenar, el m é d i c o se esfuerza por eliminar, de conformidad con unos p a r á m e t r o s de validez universal, la d e s v i a c i ó n respecto del estado normal. La que aparece m á s claramente es la « r e p a r a c i ó n » unilateral, en la que el m é d i c o toma personalmente la iniciativa, como puede ser en un caso de urgencia en que el enfermo está inconsciente o en estado de anestesis general. - Intervenir, el m é d i c o interviene en un proceso p a t o l ó g i c o con vistas a introducir un proceso alternativo, persiguiendo en consecuencia un cambio o intentando « b l o q u e a r » el proceso y el cuadro actuales. Ejemplos típicos son la prescripción unilateral de medicamentos o el « t r u c o » p s i c o t e r a p é u t i c o .

De hecho en su d e l i m i t a c i ó n ideal esas cuatro orientaciones no se i m p o n d r í a n nunca. Cada interacción continuada entre m é d i c o y enfermo contiene - y a se trate de medidas farmacológicas, q u i r ú r gicas o p s i c o t e r a p é u t i c a s - aspectos de las cuatro formas, pero los epicentros los marca inevitablemente la o r i e n t a c i ó n del m é d i c o . C o m o la compleja d i n á m i c a de la c u r a c i ó n permanece siempre l i gada a la irracionalidad del sufrimiento, escapando por lo m i s m o a una lógica dual de verdadero y falso, el esquema se configura p r i mordialmente como un llamamiento a los curadores para que analicen su a c t u a c i ó n con un sentido a u t o c r í t i c o y la acomoden a los p r o p ó s i t o s originarios.

Cuando el m é d i c o entiende al enfermo como un ser a u t ó n o m o , se prohibe a sí m i s m o una a c t u a c i ó n causal. Dado que en su intervención incorpora al paciente c o m o sujeto, en el mejor de los casos puede recomendar unas medidas o provocar unos procesos. El m é dico tiene que procurar llamar la a t e n c i ó n sobre la necesidad de las medidas que propone, o ha de intervenir abiertamente; ayuda, pues, en la autoayuda, haciendo por ejemplo propuestas encamina34

15. El concepto latino de «cliente» {Kunde en alemán) constituye una alternativa lógica a «paciente» (el que sufre o tolera algo) y «cliente» (sobre el que se ejerce una protección). La raíz germánica «kund» alude al conocimiento en sus diversas formas y acentúa la autonomía y colaboración: el cliente sabe lo que le falta, lo que quiere y, sobre todo, lo que le ayuda.

3S

Curar por la palabra

()rigcni*s

2. Curar por la palabra La « c u r a c i ó n por la p a l a b r a » o psicoterapia tiene ciertamente una larga t r a d i c i ó n , aunque como disciplina independiente sólo se estableció a finales del siglo pasado, permaneciendo en principio sujeta por entero a la medicina como disciplina madre. A mediados del siglo X X -cuando en las universidades norteamericanas se fundaron los primeros servicios de psicología c l í n i c a - t a m b i é n empezaron a dejarse sentir las influencias de la psicología a c a d é m i c a . ' Ésta, t a m b i é n se h a b í a constituido en una disciplina científica i n dependiente en el ú l t i m o tercio del siglo x i x , aunque carecía al principio de intereses «clínicos». En la fase fundacional m á s bien tuvo que dejar al descubierto sus raíces religiosas, filosóficas y m é dicas y luchar por su reconocimiento social y científico. En este apartado hago una recapitulación del desarrollo de unos modelos psicológicos y p s i c o t e r a p é u t i c o s desde un doble punto de vista: primero, q u e r r í a esbozar el fundamento h i s t ó r i c o sobre el que se apoya la «terapia s i s t é m i c a » como una forma reciente de curación por la palabra y situar h i s t ó r i c a m e n t e esa c o n c e p c i ó n de la terapia; en segundo lugar, me importa moderar las expectativas exageradas sobre la originalidad de este m é t o d o que se ha ido perfeccionando con la historia.

mentales corresponden a las soluciones aportadas. Con todo ello se h a r á n patentes muchos elementos que marcan la teoría y la práctica de la terapia sistémica.

Las ramificaciones

divergentes de la

psicología

U n objeto huidizo

6

Empiezo por reconstruir al hilo de esos dos objetivos los m o t i vos básicos m á s importantes del pensamiento psicológico y busco -hablando desde la perspectiva s i s t é m i c a - las raíces comunes de la psicología y de la psicoterapia. De a h í se derivan diversas soluciones para los siguientes problemas fundamentales: 17

- la definición científica del acontecer p s í q u i c o ; - la elección de una m e t o d o l o g í a adecuada. A c o n t i n u a c i ó n expongo q u é modelos p s i c o t e r a p é u t i c a s funda-

16 Véase, por ejemplo, A. Schorr, Die Verhallenstherapie lhre Henchiente von den Anfángen Itis zur (icgcnwart, Weinheim-Basilea 1984. 17. Una visión panorámica de esos sistemas de pensamiento la proporcionan B.B. Wolman, Contempnrary Theones and Systems in Psychology, Nueva York 1960; trad. cast.: Teorías y sistemas contemporáneos en psicología. Martínez-Roca, Barcelona 1979; y, en forma compendiada. C HampdenTurner. Modelledes Menschen. Ein Handbuch des menschlichen Bewufitseins, Weinheim-Basilea 1982. Sobre los modelos de la psicoterapia. J . Kriz. (irundknmepte der Psvchotherapie. Munich 1985. así como I I ) Irank. />/<• llriler. Slultgart l » g |

36

Con sólo un siglo de existencia, la psicología se ha ramificado vigorosamente. En analogía con el « d e s l i z a m i e n t o n a t u r a l » , " que se da en la e v o l u c i ó n , cabe interpretar sus vericuetos evolutivos cual tentativas por proporcionar respuestas v á l i d a s a los problemas b á s i c o s arriba mencionados. Sus planteamientos van desde el extremo reduccionista hasta el holístico. Algunos se cegaron sin apostar nada, otros alimentaron el desarrollo ulterior, en tanto que otros se afianzaron hasta hoy. Pero hasta el presente no ha surgido una psicología unitaria - c o m o base sin contradicciones de unas teorías asociadas, requerida a menudo por psicólogos eminentes-: hoy la disciplina a c t ú a como una especie de « d e p ó s i t o » (reservoir) c o m ú n para concepciones diferentes por completo del acontecer a n í m i c o . En dicho d e p ó s i t o se encuentran: - la antigua psicofísica (problema fundamental: relación de los procesos exteriores y el modelo a n í m i c o , e s t í m u l o y percepción, cuerpo y alma); - el gestaltismo o psicología de la forma (problema básico: org a n i z a c i ó n de las sensaciones difusas en percepciones ordenadas); - la psicología profunda (problema fundamental: relación entre impulso y a c t u a c i ó n , d e t e r m i n a c i ó n psíquica de la conducta humana); - la psicología conductista (problema fundamental: relación entre e s t í m u l o y reacción, d e t e r m i n a c i ó n del comportamiento humano por el entorno); 18. Maturana y Várela introdujeron el concepto de «deslizarse» (Driflen) en la teoría evolucionista para proponer una alternativa a la «adaptación a lo dado». En su «analogía de las gotas de agua» comparaban el deslizarse de los seres vivo» con lo» arroyuelos que desde la cima de una montana descienden por las faldas abriendo múltiple» «tendero»»; véate Der llauin der Erkcnntnis, op, cit., p. 12()ss

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Orígenes

Curar por la palabra

las psicologías h u m a n í s t i c a s (problema fundamental: relación entre potencial y realización de la persona);

ella; y ante todo tenía que considerar sus supuestos c o m o provisionales y rcvisables.

- la psicología transpersonal e interaccional (problema básico: relación entre personas, estabilidad y cambio en grupos); y

Tras casi un siglo de espera infructuosa, hoy m á s bien habría que sacar la consecuencia de redefintr el objeto de la psicología como una magnitud sujeta al cambio. Por el contrario, la imagen humana de las ciencias « d u r a s » , descada por James y muchos de sus c o e t á n e o s , ú n i c a m e n t e sería sosteniblc cosificando al hombre de manera cada vez m á s radical. A d e m á s , la o r i e n t a c i ó n de la psicología hacia las ciencias de la naturaleza ha aportado bien poco. Hasta hoy ni una sola de sus «leyes» pasa de ser provisional. Deber í a m o s , pues, reconocer que la psicología sólo puede intentar de forma transitoria considerar al hombre desde un determinado punto de vista y desde el prisma de su época: siempre refleja fases de la propia imagen cambiante del hombre y cortes del pensamiento de una é p o c a .

- el proyecto de una psicología sistémica (problema b á s i c o : relación de observador y observado, c o m u n i c a c i ó n y realidad). El objeto «huidizo». El pensamiento psicológico tiene que acreditarse en la fugacidad de su objeto: los sucesos m o m e n t á n e o s y siempre efímeros (manifestaciones, ideas, sentimientos, etc.), que sólo se pueden captar en la interacción ( o b s e r v a c i ó n , comunicación). Y como cada interacción está sujeta al cambio, el sujeto y el objeto de la investigación forman parte de un acontecimiento variable; apenas el sujeto piensa haber captado su objeto, éste y aquel ya son otros. La s e p a r a c i ó n , por lo d e m á s p r o b l e m á t i c a , del sujeto y del objeto de los conocimientos científicos (en el mejor de los casos una r e d u c c i ó n practicable con la materia inanimada) es insostenible por completo en una psicología que tiene en cuenta los f e n ó m e n o s . Ante tal dificultad los psicólogos tienden frecuentemente a desdoblar su objeto huidizo para «congelar» aspectos. El procedimiento sería perfectamente legítimo si se limitasen los conocimientos así adquiridos a los respectivos aspectos parciales, en vez de trasladarlos a otros campos o generalizarlos m á s de lo que conviene. Desde que se p r e s e n t ó como una ciencia, la psicología t u v o que defenderse de la crítica positivista, para no convertirse en definitiva m á s que en fisiología o en física y no tener en consecuencia ningún objeto propio. Y a para Kant la psicología racional era t e ó r i c a m e n t e menos fundamental que la teoría del conocimiento y que la metafísica, y en la práctica era secundaria frente a la ética, mientras que en el campo de la investigación de la naturaleza carecía de las características de una ciencia exacta." En este sentido W i l l i a m James,' uno de los padres de la psicología de orientación científica, e s c r i b i ó que la disciplina necesitaba un Galileo para poder c u m p l i r las « e s p e r a n z a s científicas» puestas en

21

En el curso de su historia el pensamiento psicológico ha experimentado numerosas mutaciones. A finales del siglo \ i \e i n t e n t ó por vez primera fijar esc objeto tan huidizo, p r o c e d i ó la psicología de forma analítica, o buscando -ligada por entero a su é p o c a - los elementos básicos de lo p s í q u i c o o enlazando con la tradición filosófica y poniendo de relieve la totalidad de lo a n í m i c o . Con el gestaltismo o «psicología de la f o r m a » se d i o a comienzos del siglo x x una primera síntesis. La siguieron algunas variaciones del pensamiento mecanicista, orientadas a la d i n á m i c a interna o externa de la vida y del obrar humanos. M á s tarde llegó el retorno a los valores humanistas, y la « p e r s o n a » o c u p ó el centro. Tras el cambio u l terior hacia una visión de o r i e n t a c i ó n p r a g m á t i c a de lo « i n t e r h u m a n o » se dio por fin el regreso al « o b s e r v a d o r » c o m o la fuente central de conocimiento.

0

19 Véase A, Roback. Wellgeschichle der Psychologie und Psychialrie. Olten 1970 20. W. James, fsychologie. Leipzig 1909. p. 469; trad. cast.: Psicología. Emalsa, Madrid 1984.

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21. El «Teorema n" 2 de Heinz von Foersler» reza asi: «Las hardSciences tienen é*ito. porque no se ocupan de sofi prohlems: mientras que las sofi scienccs tienen que luchar, ya que tienen que vérselas con hard prohlems.» Véase von Foerster, Sichl und lunsichi. op. cit.. p. 17.

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Orígenes

Curar por la palabra

Pensamiento a n a l í t i c o y unitario

sentantes de esa psicofisica eran investigadores de la naturaleza, como Wcber. Fechner y W u n d t ; este ú l t i m o f u n d ó en Leipzig, en 1879, el primer laboratorio psicológico y dio t a m b i é n el paso decisivo hacia una psicología «objetiva». Los estados a n í m i c o - e s p i r i tualcs tenían que objetivarse, medirse y, en la medida de lo posible, reducirse a procesos fisiológicos. De acuerdo con su é p o c a , era un planteamiento a t o m í s t i c o y reduccionista.

Al considerarse los psicólogos como investigadores de unas realidades básicas, aquellos pioneros se acercaron a su objeto por dos caminos: de acuerdo con sus preferencias científicas por el espíritu o por la naturaleza, cultivaron una psicología « c o n » o «sin» alma." En el primer caso perseguían unos objetivos ideográficos e intentaron comprender los procesos a n í m i c o s desde la totalidad y la singularidad del i n d i v i d u o . Para ello adoptaron preferentemente un m é t o d o introspectivo. El segundo grupo p r o c e d i ó nomoteticamente persiguiendo el descubrimiento de las leyes supraindividualcs y generales de los f e n ó m e n o s p s í q u i c o s . En su m é t o d o se o r i e n t ó por el modelo de la física, prefiriendo en consecuencia la o b s e r v a c i ó n controlada y el experimento. Esos dos

El bando contrario configuró una psicología «inteligente», que va asociada a los nombres de Dilthey, Spranger y Jaspers. Se entiende como fenomenológica y a n t r o p o l ó g i c a , enlazando por ello con tradiciones filosóficas y de raíz humanista. Sus defensores rechazaban el m é t o d o experimental de las ciencias de la naturaleza por excesivamente superficial y p r e t e n d í a n entender y describir las experiencias humanas en el marco de la vida sensorial. M e t o d o l ó -

enfoques

gicamente recurrieron sobre lodo a la i n t r o s p e c c i ó n y a la h e r m e -

persistieron d u r a n t e largo tiempo m a n t e n i é n d o s e

irre-

conciliables. Sólo en las ú l t i m a s d é c a d a s se ha llegado a una cierta aproximación. Para superar la crisis profunda de su a u t o c o n c e p c i ó n científica y satisfacer las exigencias prácticas, la psicología se abre hoy cada vez m á s a la certeza de que, frente a la complejidad de su objeto, no puede bastar ni una c o n c e p c i ó n estrictamente n o m o t é t i c a n i una puramente idiográfica. Metzger exige de la psicología que - c o m o cualquier otra ciencia- cumpla unos cometidos tanto n o m o t é t i c o s como idiográficos: « L a psicología es una ciencia que experimenta y a la vez entiende, que describe f e n o m e n o l ó g i c a m e n t e y, cuando las circunstancias lo permiten, t a m b i é n m i d e y c a l c u l a . » " El objetivo, sin embargo, de los primeros psicólogos, que se orientaban por la física, la medicina y la biología de acuerdo con su procedencia, estaba perfectamente definido. Q u e r í a n investigar experimentalmente la relación entre datos externos ( e s t í m u l o s ) y percepciones internas (reacción). En ese e m p e ñ o no tan sólo buscaban los « e l e m e n t o s » de lo p s í q u i c o sino t a m b i é n sus leyes. L o s repre-

22 Véase S. Prciscr «Kontroversen um das Experimenl». en H. Balmer (edit.), deteniente der fsychologie. vol. 1, Wetnhe.m-Basilca 1982, p. 43-57. U n resumen del estado actual de la discusión sobre el lema puede verse en G . Júttemann (edit.). Die Geschichtlichkeit des Seelischen, Wcinhcim 1986. 23. W. Metzger. «Psychologie rwischen Natur- und GeiJleswissenschaften». en Balmer. op. cit.. p. 15

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néutica, aunque dejaron t a m b i é n lugar para la intuición. H a b í a que entender lo humano en su d i n á m i c a global; ni los elementos ni sus interacciones gobernaban los procesos a n í m i c o s , sino el todo, la « p e r s o n a » . C o m o el todo condicionaba todo lo particular, lo especial sólo p o d í a entenderse desde el conjunto global. Esta concepción no se impuso desde un principio en la psicología a c a d é m i c a : frente a los resultados «seguros» de una psicología experimental «objetiva», parecía demasiado especulativa y, por lo m i s m o , inadecuada. 24

I n t e g r a c i ó n ordenadora Hacia finales del siglo pasado surgieron modalidades de una psicología unitaria, que d e b í a conducir a una síntesis de los planteamientos a n a l í t i c o - e x p e r i m e n t a l e s y de los holístico-funcionaIc-s." S u objetivo declarado era aunar el interés teórico por la complejidad de la experiencia humana con la m e t o d o l o g í a vigente en las ciencias de la naturaleza. En la cuestión de c ó m o se organizan 24. Véase ibidem. 25. Véase T. Herrmann, «Ganzheitspsychologie und Gestalttheorie». en Balmer, op, cit., p 659-683. y Wotman. op cit.

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las impresiones sensoriales en unidades (percepciones, vivencias, sentimientos), dicho m o v i m i e n t o e n l a z ó con el concepto de a u t o o r g a n i z a c i ó n del siglo XIX y, m e t o d o l ó g i c a m e n t e , con la fenomenología de l l u s s e r l . " S u cuestión fundamental la describía así Met/ger: «,('orno y de i|tié manera puede en el mundo I ) surgir algo así como un orden, )) mantener**' a lnruo pln/o y 3) rnfrcntiuw ti lo» ohutiii U I O K ' V

Y ésta era su respuesta: «Existen... unos tipos de comportamientos y de hechos que, abandonados a su suerte, son capaces de un orden conforme a su naturaleza y derivado de ellos mismos.» 28

De acuerdo con esc « p r i n c i p i o del orden n a t u r a l » hubo de ampliar su punto de vista la psicología entonces dominante, cuya o r i e n t a c i ó n era elemental: j u n t o a los estados determinados por un orden ajeno, t a m b i é n h a b í a que investigar las reglas de una estructuración interna. Cuando los elementos d e p e n d í a n de los conjuntos constituidos, no se p o d í a atribuir la a p a r i c i ó n e s p o n t á n e a de un orden a unos estados o procesos aislados. Los elementos ú n i c a m e n t e tenían propiedades asociadas, de m o d o que el m é t o d o a n a l í t i c o no c o n t r i b u y ó ni a la c o m p r e n s i ó n del todo n i de los elementos. En ese sentido el elemento de los « a t o m i s t a s » era una r e d u c c i ó n i n a d m i s i ble, una r e d u c c i ó n caprichosa, que dejaba al margen el entorno determinante del elemento. En la teoría gestáltica h a b í a que investigar «en c a m b i o » las totalidades (como figuras y formas). Según Herrmann ", la «escuela de Berlín» de psicología gestáltica había levantado hasta 1925 un edificio científico, que m á s tarde sólo 2

26 La psicología gestáltica y la psicología comprensiva pueden reducirse al «legado epistemológico» de Kant. Una comprensión objetiva es imposible, por cuanto los parámetros de nuestra percepción no son propiedades del mundo, sino de las categorías apriorísticas de nuestro espíritu ordenador. Vcase. por ejemplo, M. Heidelbcrger, Selbuorganisation ¡ni 19. Jahrhundert. en W. Krohn y G . Kuppers (edit), As¡tekte rwrr wissensehaflliehen Revolution. Brunswick-Wiesbaden I9
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se m o d i f i c ó en los detalles. Así, poco a poco su teoría gestáltica se fue desarrollando desde una psicología hacia una c o n c e p c i ó n del mundo, que p o d í a ser tan válida en la ciencia como en la vida."' Pero, como todas las teorías psicológicas, t a m b i é n se s o m e t i ó a las exigencias de su tiempo persiguiendo afirmaciones objetivas y u m versalmente válidas. Su postulado fundamental afirma que entre las formas de la psique y las del m u n d o físico prevalece un isomorlismo, I n su inútil b ú s q u e d a do pruebas de dicho isotnoi lismo lúe perdiendo cada vez m á s importancia y actualidad. ( liando, décadas d e s p u é s , a p a r e c i ó la teoría sistémica, v o l v i ó sin embargo a cobrar nueva vigencia el planteamiento de la teoría de la Gestalt."

Dentro y fuera Casi al m i s m o tiempo que la teoría gestáltica surgieron otros dos enfoques psicológicos, que iban a tener gran influencia: la psicología profunda (Tiefenpsychologie) y la psicología conductista {Verhaltenspsychologie), conocidas t a m b i é n como psicoanálisis y behaviorismo, respectivamente. Aquél ahonda en las interioridades de lo a n í m i c o , en tanto que el segundo mira al comportamiento externo y observable. La psicología profunda a r r a n c ó de unas experiencias clínicas y transfirió la imagen mecanicista del m u n d o de finales del siglo x t x a una teoría general de lo p s í q u i c o , aunque sacando t a m b i é n consecuencias para la a n t r o p o l o g í a y la doctrina social. La psicología conductista, por el contrario, se aplicó a lo que p o d í a observarse de manera directa y d e s a r r o l l ó un modelo causal de e s t í m u l o y reacción. Surgida primordialmentc en los á m b i t o s lingüísticos ruso y anglosajón, se e n t e n d i ó como la antítesis frontal de la psicología consciente y profunda de o r i e n t a c i ó n « m e n t a l i s t a » . Sobre la base de experimentos f o r m u l ó una teoría del aprendizaje, que m á s tarde e x t e n d i ó a todos los procesos p s í q u i c o s .

30 P.R. Hofstátter observa al respecto que «la tesis de la primada de la Gestall y de la totalidad se ha convertido en una confesión de fe, cuya emisión estuvo al servicio de necesidades extracientíficas», véase Psychologie, Francfort del M. 1957. p. I44ss. 31. Véase G . Pórtele, «Gestalttheorie. Theorie der Autopoiese und Gcstaltthcrapic» en Gestall Theory 7. 1985, p 245-259. asi como Autonomie. Maeht, Liehe, Francfort del M. 1989.

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Orígenes

N o puedo entrar a q u í en las particularidades de ambos sistemas, y me l i m i t o a señalar c ó m o determinaron sus objetivos y fundamentaron su m e t o d o l o g í a . Aunque los planteamientos parecen contradictorios a primera vista, p r o g r a m á t i c a m e n t e presentan un estrecho parentesco: uno y otro tenían que desvelar la determinación de toda conducta humana y apoyarse para ello en unos m é t o dos analíticos. (Uro hacia dentro: desde la perspectiva de su fundador, Sigm u n d Freud, el objetivo inicial de la psicología profunda era descubrir la c o n e x i ó n interna entre procesos a n í m i c o s y neurofisiológicos y explicar la psique de u n m o d o científico. En el « p s i c o a n á lisis», como se d e n o m i n ó por vez primera en 1896, a p a r e c í a la psique como una compleja i n t e r a c c i ó n de fuerzas energéticas. Esas energías c o n t r i b u í a n en parte a la a u t o c o n s e r v a c i ó n y, en parte -estancadas o mal d i r i g i d a s - resultaban paralizantes." T o d o cuanto o c u r r í a en las profundidades del alma r e s p o n d í a según tal interpretación a un modelo relativamente simple: había un « r e g u l a d o r » (Regler, que es el «yo»), una fuente de energía (Es, el «ello») y una instancia controladora montada por la socialización, que es el « s u perego» o « s u p e r y o » (Überich). Los procesos a n í m i c o s configuran una d i n á m i c a - u n a p s i c o d i n á m i c a - , que no es accesible a la conciencia o sólo puede abrirse a la misma de una manera indirecta. Por ello se entiende la psicología profunda como una teoría del i n consciente o subconsciente (Unhewusstes), que por su esencia es irracional. Se designa t a m b i é n como una «psicología del ello» (EsPsychologie)." Su m e t o d o l o g í a es de í n d o l e analítica, y la d i n á m i c a i n t r a p s í q u i c a sólo puede reconstruirse mediante la f r a g m e n t a c i ó n de lo expresado en elementos. En la práctica cumple funciones herm e n é u t i c a s para la c r e a c i ó n de sentido, cuya utilidad sólo puede demostrarse por vía casuística o interna.

El psicoanálisis de Freud redujo inicialmente -para enorme irritación de sus c o e t á n e o s Victorianos- lo p s í q u i c o a biología. El hombre aparecía en principio como un ser superficialmente c i v i l i zado, que debe luchar de continuo por refrenar sus instintos. I m pulsado por esos instintos, el hombre persistirá en el triunfo inevitable de la e n t r o p í a , del impulso mortal, que a p u n t a r í a al retorno al estado inorgánico; c o n d e n a r í a al hombre a la agresión contra sí y contra su especie. Esos supuestos básicos crítico-culturales ( « m c tapsicológicos») m o t i v a r o n m á s tarde revisiones internas de la teoría p s i c o a n a l í t i c a " y p r o m o v i e r o n la fundación de nuevas escuelas en el campo clínico.'* El problema capital de los primeros psicoanalistas estuvo en aplicar su m é t o d o a la d i n á m i c a del aparato p s í q u i c o , concebido estructuralmente. C o m o los procesos inconscientes sólo eran accesibles de una manera indirecta, c o n v e n í a aprovechar a la vez que esquivar la conciencia. B a s á n d o s e en la h i p ó t e s i s de que en cada i n teracción se llega al intercambio de energía psíquica entre los interesados, el m é t o d o p s i c o a n a l í t i c o se c o n c e n t r ó en la o c u p a c i ó n energética del analista por el analizando y utilizó la misma como fuente de i n f o r m a c i ó n para el afianzamiento p s í q u i c o de la persona explotada. El analista se c o n v e r t í a así en investigador c instrumento de investigación a la vez. Algunas ideas fundamentales del psicoanálisis han influido persistentemente en la imagen del hombre de nuestro siglo. Entre tales ideas se cuentan las siguientes: la vida y la conducta del hombre est á n determinadas por el subconsciente; a lo largo de su desarrollo el n i ñ o recorre fases graduales de la o c u p a c i ó n objetiva y configura unas representaciones internas estables. Estos supuestos conformaron la práctica pedagógica y j u r í d i c a , influyeron en ciertas teorías sociológicas, a n t r o p o l ó g i c a s y filosóficas a la vez que marcaron

32. H. Thonia y H Káchele creen que los préstamos conceptuales que el psicoanálisis t o m ó de la mecánica (energía, transmisión, represión, aparato, ocupación objetiva, proyección, desplazamiento, etcétera) fueron simples metáforas condicionadas por el tiempo; véase Lehrbuch der psychoanalytischen Therapie. Berlm-Heidelberg 1985. 33. Véase E . Fromm. The Crnls nf Psyrhoanalvsls. Cireenwich 1970; liad cast ; 1.a emit del pücuandlisls, l'aidós Ibérica. Barcelona I9<í3. 34 En virtud de esa limitación el bando positivista reprochó al psicoanálisis un carácler «acicnllfleo». Subyace. sin embargo, la aspiración de universalidad de «una» ciencia.

35. En sus últimos anos Freud mismo cuestionaba este aspecto reduccionista de su teoría. 36. Las disciplinas de mayor éxito fueron la psicología analítica de Jung. la psicología individual de Adler y las posteriores psicologías del yo. Sobre la base de ideas tardías de Freud (en, por ejemplo. «Zur Einfúhrung der N a m s s m u s » y «Masscnpsychologie und Ich-Analyse») orientaron Anna Freud. Ilartmann y otros pasando del interés por el «ello» (K.f) al del yo. Más larde se delimitó con eso la mismidad iSelhst). Fromm observaba al respecto que la psicología del yo minimi/a el planteamiento radical de Freud de establecer una psicología de lo irracional y que era conformista; cede al objetivo emanripalorio de Freud de ayuda al hombre para alcanzar hi racionalidad. (Fromm. Ihe iritis <>! 1'whiHinalysis. op cit.. p 32si.)

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los conceptos clínicos posteriores, incluidos los de la terapia sistémica." Giro hacia fuera: vista desde la perspectivn tcárico-cienüfiea, la psicología conductista, al igual que el psicoanálisis, es una criatura de la imagen mecanicista del mundo. Sus comienzos se encuentran en la Rusia zarista, donde se investigaron los «psico-reflejos» con el espíritu del empirismo británico. " Sin embargo, en su forma e importancia actuales, al menos para la psicología occidental, se remonta m á s bien al norteamericano John B. Watson. En 1913 a c u ñ ó el concepto de « b e h a v i o r i s m u s » , d á n d o l e todo u n contenido p r o g r a m á t i c o : la investigación científica tenía que organizarse de un modo determinista, e m p í r i c o , reduccionista y orientado al entorno.*' M e t o d o l ó g i c a m e n t e se d e c i d i ó por el experimento, la observación exacta y el análisis i n d u c t i v o . Liberada de todo el «lastre» de lo mental, de la conciencia y de l o subjetivo, la psicología conductista se dispuso como una mera ciencia natural. La correspondiente imagen del hombre se c o n c i b i ó de acuerdo con el m o delo de un mecanismo de e s t í m u l o y reacción, que creó un sistema impenetrable de variables que no p o d í a n observarse: la «caja negra». Watson r e c h a z ó los instintos y las disposiciones hereditarias; ú n i c a m e n t e el reflejo incondicional se m a n t u v o como una reliquia innata. En torno a él se agrupan en el curso de la vida los reflejos condicionados, como h á b i t o s (habits) o unidades básicas de toda conducta humana. 3

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Desde los a ñ o s treinta el behaviorismo se c o n v i r t i ó , p r i m e r o en 37. El psicoanálisis freudiano sirvió corno punto de referencia negativo a muchas teorías posteriores. Esto se aplica también a la terapia familiar, que al principio se separó casi hostilmente del psicoanálisis; cf. por ejemplo, G . Guntern, «Die kopernikanische Revolution in der Psychotherapie: der Wandel vom psychoanalytischen zum systemischen Paradigma» en Familiendynamik 5, 1980. p. 2-41. Mas las reacciones de los seguidores del psicoanálisis no fueron menos polémicas; ver, por ejemplo, T. I'lankers, «Zum Verháltnis von Psychoanalyse und Systemtheorie» en Psvche 40. I98fi. p 678-705; G Fischer y B. Wurth. «Ilandlungskausalitát und zirkuláres Denken - Systemtherapie vs. Psychoanalyse» en PsychcAs, 1989. p. 339-358. En los últimos tiempos, sin embargo, algunos psicoanalistas se acercan a la teoría sistémica. véase, por ejemplo. M . Buchholz, Die unhewuflte Familie, Berlín-Heidelbcrg-Nueva York 1990; T . H . Brocher y C . Síes, Psychoanalyse und Neurohiologie, Jahrbuch der Psychoanalyse. cuad 10, Stuttaal 1986. 38. Especialmente gracias a Sechenow, Pawlow y Bechterew. 39. Un precursor importante fue Edward L . Thorndike. quien en 1898 publicó la «ley del efecto». 40. El behaviorismo radical de Watson se expresa en la cita siguiente: « D a d m e una docena de lactantes sanos, y yo os garantizo que de cada uno de ellos haré un científico, un mendigo o un ladrón, con independencia de sus talentos y facultades o de la raza de sus antepasados», véase Wolman. op. cit.. p. 78

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Estados Unidos y m á s tarde a escala m u n d i a l , en el planteamiento m á s importante de la psicología a c a d é m i c a . H u l l , T o l m a n y Skinncr fueron los p i o n e r o » que impulsaron y m a l i / a r o n la c o n c e p c i ó n

puramente mecanicista de Watson.

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En principio la psicología profunda y la psicología conductista perseguían en definitiva, pese a las diferencias, el m i s m o objetivo: investigar a n a l í t i c a m e n t e al hombre y establecer conexiones causales. Ambas aspiraban a la validez objetiva de sus afirmaciones y conocimientos, ambas generalizaban sus hallazgos clínicos o experimentales y los transferían a la « n a t u r a l e z a del h o m b r e » . A m bas eligieron al i n d i v i d u o como unidad fundamental de sus sistemas mentales, en los que lo supraindividual sólo jugaba un papel secundario, como objeto, r e p r e s e n t a c i ó n , e s t í m u l o social, reforzador, etc. 42

Ambas concepciones llegaron a ser, mediado el siglo XX, los pilares de la psicología. Pero su c o m ú n imagen del hombre -alentada por los éxitos de las ciencias de la naturaleza en el siglo x i x como un « s i s t e m a m e c á n i c o » indujo d e s p u é s de la segunda guerra mundial a muchos psicólogos americanos a constituirse en una «tercera fuerza». En ese m o v i m i e n t o colectivo se unieron todos los especialistas que estaban insatisfechos con la c o n c e p c i ó n mecanicista. De resultas de la guerra no sólo volvieron a los valores éticos sino t a m b i é n a las condiciones sociales de la conducta humana. A d e m á s , la r e i n c o r p o r a c i ó n de los soldados que h a b í a n comba-

41. La teoría conductista de Hull se apoyaba en la mecánica de Newton y en el positivismo lógico del Círculo de Viena. Hull describía el comportamiento humano adecuadamente mediante fórmulas matemáticas; habría que aspirar siempre a desintegrar la tensión de necesidad (drive). Aprender significarla formar potenciales de uso (habits) de cara a determinados cuadros de estimulo. La teoría conductista de Tolman puede interpretarse como una teoría de ta cognición: el organismo no sólo asocia automáticamente estímulo y reacción, sino que mediante expectativas internas anticipa también las consecuencias de su conducta; es decir, la» selecciona. Frente a sus predecesores Skinner rechaza explicar el comportamiento (aprender, por ejemplo) con fenómenos de otros campos (como la fisiología) o variable» inlcrvlnienle» (la tensión o la expectación). La unidad psicológica fundamental serla el reflejo. L a psicología investigaría formas de comportamiento y situaciones; todo lo demás sería pura especulación. 42. Wolman observa sobre este punto: «Cabría decir que Skinner y Freud investigaban el mismo objeto: Skinner desde fuera y Freud desde dentro. Sus hallazgos no tienen por qué contradecirse, aunque se consideren como aspectos diferentes del fenómeno observado», véase op. cit.. p. 139.

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tido en los frentes a la vida c i v i l d e s p e r t ó una fuerte necesidad de asesoramiento psicológico y de medidas de rehabilitación. Ello dio pie en el p e r í o d o siguiente a un « p s y c h o - b o o m » en toda regla, y de nuevo se p e n s ó en los objetivos de la psicología. Los p s i c ó l o gos experimentales y de la personalidad, hasta entonces anclados por entero en el i n d i v i d u o , tuvieron cada vez m á s en cuenta el contexto," a la vez que los clínicos se interesaban mucho m á s por la v i n c u l a c i ó n social de sus pacientes.* En c o n e x i ó n con tales cambios volvieron de nuevo al campo de estudio otros aspectos de I» vida humana hundí entorne , en buena medida ponletgadoN. como la responsabilidad, la creatividad y el amor. De esa concentración en elementos éticos y c o n t e x t ú a l e s nacieron dos nuevas orientaciones psicológicas: la escuela humanista y la transpersonal. 4

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bueno, aspira a la madurez y a la integración social, al crecimiento y a la realización de sus posibilidades. De a h í que dicha corriente psicológica a c e n t ú e : - la totalidad de la personalidad y su a u t o r r e a l i z a c i ó n ; - la creatividad del grupo, y - el amor humano. ' Para C.R. Rogcrs la psicología humanista significaba entender la m i s m i d a d en un campo de percepción individual y en el encuentro personal. * Sus normas éticas fueron la a c e p t a c i ó n y el respeto del otro; para ello quiso brindar n los otros Iti posibilidad de informar correctamente sobre sus experiencias. Para él la experiencia contaba como la ú n i c a fuente de verdad, de modo que un conocimiento fiable descansaba sobre todo en la empatia. N o obstante la psicología humanista no defendía n i n g ú n subjetivismo, sino que m á s bien buscaba en la experiencia del i n d i v i d u o lo humano u n i versal y las leyes del grupo (Miteinandcr) humano: « H a y un grupo a u t é n t i c o , al cual nadie tiene que ser empujado, porque responde directamente a nuestra naturaleza.» * Pero Rogcrs - e n tanto que investigador- no sólo q u e r í a entender la conducta humana, sino t a m b i é n predecirla, influir en la misma y controlarla. En consecuencia, su objetivo científico no d i fería radicalmente del proyecto de otras psicologías anteriores. Lo nuevo, sin embargo, era el respeto a la persona investigada, a la que no veía como un objeto sino como un sujeto a u t ó n o m o . El pensamiento de Rogers giraba en torno al concepto de m i s m i d a d (Selbst) como un complejo de percepciones, significados y valores. Ese sistema organizado p e r m a n e c e r í a relativamente constante y estable. 4

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La psicología humanista de o r i e n t a c i ó n f e n o m e n o l ó g i c a no quiso superar simplemente el pesimismo cultural, que el p s i c o a n á lisis y el behaviorismo h a b í a n legado, sino que se p r e s e n t ó t a m b i é n con el objetivo de estudiar el logro de una personalidad sana y moralmente íntegra." En ese « m o v i m i e n t o h u m a n i s t a » se j u n t a r o n pensadores tan diferentes como F r o m m , Maslow, Perls y Rogcrs. Su enfoque lo f o r m u l ó en 1949 Erich F r o m m en estos t é r m i n o s : «El cometido vital m á s importante del hombre está en nacer y en llegar a ser lo que es potencialmente.» * 4

Desde una perspectiva humanista el hombre es por principio 43 I os psicólogos de la personalidad de comienzos del siglo XX (por ejemplo. W. Stern en Alemania y ( i Allport en Estados Unidos) habían definido su objeto como un conjunto de características determinantes {irails). Los psicólogos del comportamiento, en cambio, analizaron unos estados caracirrwicns (vín/re). En los anos sesenta se abrió con el interaccionismo una posición intermedia, que entendía rl comportamiento como un intercambio de aspectos personales y situacionales. Ese enfoque ;il>n<> rl lamino ti una pncologia transpersonal. 44 U S Sullivan amplió la terapia individual en torno al aspecto de lo transpersonal; K . Horney hi/'> hincapié en el sexo, la sociedad y la cultura; E . Fromm introdujo elementos ético-normativos y vcio-emancipalonos. 45. Véase, por ejemplo. W . l ) . Hitt, « T w o Modela of Man» en American l'swhologist 24. 1969, p. 651-658 46 E Fromm. Man for Himself, Londres 1949. p 237.

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47. Los psicólogos humanistas conectaron con los planteamientos filosóficos de pensadores judeo-cristianos como Martin Buber y Gabriel Marcel. Éstos se rebelaron contra el creciente sometimiento del hombre a la técnica y opusieron a la moral capitalista de la codicia un humanismo nuevo. Ahí el tú condiciona la existencia y el auloconocimienlo del yo: el hombre se realizaría en el diálogo de amor y entrega al tú. Para Marcel la vinculación del tú y del yo en el «nosotros» es a la vez el motivo fundamental de la existencia humana y el único fundamento sólido de una onlologia. Véase II. Noack, Pie l'hilosophie \\'e\lcuropa\. Darimtadt 1962, trad. casi.: 1.a lilo.\ofia europeo iHcidenlul, Grcdos, Madrid 1966. 48. Véase C . Rogers, On Becoming a Person, Londres 1961; trad. cast.: El proceso de convenirvc en persona. Paidós Ibérica, Barcelona 1993; id. y B. Stcvens. Person lo Person: l'hc Prohlem of Heing Human, lafayctlc 1967; y L A . Pervin. Personlichkeilsiheoricn. Munich 1987; irad, cast,: Personalidad leona, diagnóstico e investigación. Editorial espartóla Descléc de Brouwer, Bilbao 1988. 49. Rogers y Stcvens, op. cit., p 3.

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hasta que el concepto actual de m i s m i d a d entrase en c o n t r a d i c c i ó n con nuevas experiencias. Mientras se rechaza emocionalmente el conflicto así desatado, no deja de oponerse a la a u t o r r e a l i z a c i ó n u l terior. Para un desarrollo sano sería decisivo que los n i ñ o s crecieran en un clima de apertura, autenticidad y d e d i c a c i ó n ; sólo así pod r í a n desarrollar libremente sus capacidades. Estas consignas éticas marcaron -aunque no sin discusionesla pedagogía de los a ñ o s sesenta y setenta y constituyeron la base de la psicoterapia no-directiva y centrada en el cliente. 50

El m o v i m i e n t o « h u m a n i s t a » c a m b i ó la imagen del hombre que tenía la psicología, en el sentido formulado por Alfred Adler: en vez de orientar sus energías de manera egoísta a una a d a p t a c i ó n a la realidad o de abandonarse indefenso a las condiciones de su entorno, el hombre era bueno en principio y aspiraba a su autorrealización en c o m u n i ó n con otros. De a h í que la consigna ética m á s importante fuese la de «¡Tú puedes!» A l hombre se le v i o de una forma unitaria y total. Con ello se exigió a la psicología no pensar a la manera de las ciencias de la naturaleza, sino investigar de acuerdo con sus propios criterios, adecuados a su objeto. D e b í a n incorporar en la línea de respeto a la persona, la subjetividad, la emotividad, la integridad y la ética. ' 1.a psicología humanista a l c a n z ó el punto culminante de su i n fluencia a finales de los a ñ o s sesenta y comienzos de los setenta, para perder d e s p u é s importancia. Primero, no c o n s i g u i ó i m p o n e r un concepto « h u m a n i s t a » de la ciencia, pues se liberó sólo a medias del esquema corriente del positivismo: sus trabajos cuantitativos fueron justamente criticados como poco claros desde el punto de vista 1

50 Véase Rogers, Clienl-centered Therapy, Boston 1951; R. Tausch. Gespráchspsychotherapie. Gotinga I9f>8: trad. cast.; Psicoterapia por la conversación, Herder, Barcelona 1987; R y A . M . Tausch, brriehungspwchologie, Gotinga 1170, trad. cast: Psicología de la educación, Herder, Barcelona 1981 M l a incorporación de puntos de vista etico* es un tema central de la psicología humanista Ench Fromm distinguía entre personas maduras y capaces de amar y personas inmaduras y en el mejor de los casos capaces de un pseudoamor {Ote Kunst des Liebens, Francfort del M.-Berlín 1980, trad. casi.: El amor a la vida. Paidós Ibérica, Barcelona 1994). Ahraham Maalow estableció una jerarquía de los motivos humanos básicos. Según la misma, el escalón más alto - l a autorrealización- sólo lo alcanzaban aquellas personas que habían recorrido con éxito todos los estadios intermedios importantes - la cobertura de la demanda fisiológica, seguridad, vinculación y reconocimiento-. A la luz de sus hallazgos empíricos exigía a los psicólogos que orientasen sus métodos al fomento de la felicidad y la salud, en vez de orientarse negativamente (Motivation and Personalttv. Nueva York 1970; trad cast.: Mofivú,).vn v | V > "M!I.Í*.I t'dtcuvnn FH»í de Santuv Madrid t*9tv

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m e t o d o l ó g i c o por parte de la psicología a c a d é m i c a . Segundo, estuvo marcada por una sutil c o n t r a d i c c i ó n interna entre respeto al i n d i v i duo y un imperativo oculto: la diferencia entre «¡Tú puedes!» (¡ser a u t é n t i c o , maduro, abierto, etc.!) y la exigencia «¡Tú debes!» era tan p e q u e ñ a , que el grado de a u t o r r e a l i z a c i ó n conseguido caía por su propio peso en una j e r a r q u í a , de la cual los psicólogos humanistas derivaban el derecho a educar « h o m b r e s m e j o r e s » ; ello relativizaba d r á s t i c a m e n t e su postura « h u m a n i s t a » y los c o n d u c í a a una contradicción notable.

M á s allá de la persona En los a ñ o s cincuenta la psicología a d o p t ó un planteamiento que ha bía surgido en las ciencias de la naturaleza: la teoría sistémica. Con tal enfoque p o d í a n investigarse mediante procedimientos m a t e m á t i c o s y técnicos unos valores integrales, que antes eran un d o m i n i o específico de la metafísica. Se abría así un camino nuevo para estudiar no ya unos hechos aislados sino las relaciones constitutivas entre esos hechos como grandes conjuntos. l a teoría sistémica buscaba sobre todo istmuirfismos globales y se e n t e n d i ó como un enfoque por encima de las ciencias particulares, que u n í a y entrelazaba en una visión holística y orgánica. Los sistemas vivos se vieron como totalidades abiertas, referidas al entorno, cuyo objetivos y funciones, elementos y conexiones están siempre subordinados al todo. El principio de la causalidad lineal (causa-efecto) t u v o que derivar en ese modelo hacia una causalidad circular, en la que cada comportamiento tiene un efecto retroactivo (feedback) sobre el correspondiente ser v i v o . El biólogo L u d w i g v o n Bertalanffy, fundador de la «teoría sistémica general», pudo comprobar a finales de los a ñ o s sesenta que su disciplina en tanto que new seience o viewpoint (ciencia nueva, punto de vista) habí a sido reconocida como parte integrante de la realidad a c a d é m i c a , aunque él creía sin contenido real la psicología a c a d é m i c a : t o d a v í a hoy no se ha impuesto en esta especialidad el pensamiento si st em o- t eór i co sobre una base amplia, aunque algunos investigadores clínicos y p r á c t i c o s empezaron a utilizar el 51

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nuevo paradigma para su trabajo." En la sociología esa c o n c e p c i ó n a d q u i r i ó relevancia relativamente pronto por obra de T . Parsons y sus. d i s c í p u l o s . \s primeras consecuencias de la c o n c e p c i ó n s i s t e m o - t e ó r i c a en la psicología llegaron con los planteamientos de la teoría de la c o m u n i c a c i ó n . Con ellos se pudieron describir unos procesos comunicativos de un m o d o transpersonal, sin recurrir a las a n a l o g í a s biológicas o físicas. Paul Watzlawick y sus colaboradores estudiaron ciertos modelos de interacción redundantes, que surgen en la c o m u n i c a c i ó n . A t r a v é s de la investigación e m p í r i c a del comportamiento intcrrclacional p o d í a n establecerse unas reglas que siguen esos modelos. Watzlawick e n t e n d í a la i n t e r a c c i ó n social como un sistema abierto, que intercambia informaciones con su entorno. La familia, por ejemplo, puede entenderse como un sistema que mantiene su equilibrio interno siguiendo unas reglas específicas de relación. Con la psicología comunicativa se d i o el paso decisivo hacia el pensamiento transpersonal. Cierto que la psicología interactiva y la humanista ya h a b í a n mantenido enfoques similares; pero a través de conceptos como necesidad, carácter, crecimiento, etc. continuaban encadenadas al i n d i v i d u o . La teoría sistémica, por el contrario, hizo posible describir la conducta humana como un f e n ó m e n o independiente y supraindividual, que se p o d í a explicar en cada momento desde su « c o n t e x t o » . Con ello se h a b í a ampliado el pensamiento psicológico con la d i m e n s i ó n de lo contextual y se h a b í a dado el paso hacia la «ciencia s i s t é m i c a » . Por lo d e m á s , la t e o r í a de la c o m u n i c a c i ó n había nacido a su vez en u n contexto condicio11

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52. Proyectos de orientación sistemo-teórica se encuentran aisladamente en la psicología académica; por ejemplo, en D. DOrner y otros, lx>hhausen. Vom Vmgang mil Vnhestimmtheit und Komplexiiat, Berna-Stuttgart-Viena 1983; W. Stangl. Das neue Paradigma der Psychologie, Brunswick 1989; G . Schicpek. Syslemtheorie der Klinischen Psychologie, Brunswick 1991. 53 Véase T. Parsons, The Social System, Glencoe 1951; trad. cast.; El sistema social. Alianza Editorial. Madrid 1988. 54. Según Watzlawick y otros cuenta como un axioma el « N o se puede comunicar». Toda comunicación tiene un aspecto de contenido y un aspecto de relación; el último aíectarfa al significado pragmático La comunicación, ya sea digital o analógica, se apoyarla en signos abstractos (nombres, palabras) o en una representación granea (gestos). L a «puntuación» elegida servirla como factor de coordinación. Las relaciones serian simétricas, cuando descansan en la igualdad, o complementarias cuando se asientan en la diversidad (jerarquía). Véase Menschliche Kommunikation, Berna-StutlgartViena 1969; trad casi: Teoría de la comunicación humana. Herder. Barcelona t98l, '"1995.

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nado por el espíritu de la época, en el que dominaban el pragmatismo y una «cibernética de primer o r d e n » " , restringiendo la definición de su objeto y la elección de sus m é t o d o s : - La teoría de la c o m u n i c a c i ó n se limitaba a lo que se p o d í a observar directamente, r e m i t i é n d o s e por lo m i s m o a la «caja negra» cual modelo heurístico. A d e m á s , la investigación e m p í r i c a de la c o m u n i c a c i ó n se o r i e n t ó a ciertos aspectos funcionales como input y output (entrada/salida), c o n c e n t r á n d o s e por lo m i s m o en el « c ó m o » de los procesos. Cierto que con ello se afrontaba la cuestión especulativa del « p o r q u é » intrapsiquico, pero no dejaba de i n cluir el no menos especulativo y funcional «para q u é » (conservación sistémica). En este sentido la teoría de la c o m u n i c a c i ó n se e x p o n í a al reproche de cultivar sin quererlo una psicología positivista del comportamiento. - Los sistemas sociales eran considerados « a b i e r t o s » . De a h í que Watzlawick, por ejemplo, se prometiera superar el concepto clásico de i n d i v i d u o mediante el intercambio informativo en el marco de unas relaciones. Pero sobre esa base resultaba difícil delim i t a r claramente sistema y entorno. Por ello se concibieron los sistemas sociales a la manera de « m u ñ e c a s rusas», como elementos encofrados de un ordenamiento j e r á r q u i c o , en el que cada nivel se concibe como contexto del que queda debajo. Aplicado de una manera consecuente, la c o m u n i c a c i ó n por ejemplo de un m a t r i m o n i o sólo h a b r í a podido entenderse incorporando la familia extensa, los vecinos, etc. o estableciendo una d e l i m i t a c i ó n puramente arbitraria. - El observador p e r m a n e c í a al margen, sin participar. Los procesos comunicativos d e b í a n entenderse de una manera objetiva - d e acuerdo con el estado en que se encontraba por entonces la teoría s i s t é m i c a - para documentar las funciones y reglas del sistema y actuar adecuadamente sobre el mismo.

55. H . von Foersier distingue entre «cibernética de primer orden» (de lo observado) y «cibernética de segundo orden» (del observar, es decir, del observador). Ver «On cybernetics of cybernetics and social Iheory», en G . Roth / H Schwegler (edil), Selforganizing Systems, Francfort del M.-Nueva York 1981, p. 102-105.

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Retorno al observador La psicología interactiva, al igual que la psicología humanista, surgió en los a ñ o s de r e c o n s t r u c c i ó n material y moral posteriores a la segunda guerra mundial. La teoría sistémica, en cambio, se d i r i gió a una generación que, a finales de los a ñ o s sesenta, se enfrentaba c r í t i c a m e n t e al estilo de vida y de pensamiento de sus progenitores. En la psicología alemana fue K . H o l z k a m p quien introdujo el retorno al observador, en la medida en que o p t ó por un construct i v i s m o teórico y científico, a la vez que destacaba su potencial crítico y emnncipatorio. En EstadoN l Inicios ya le hnbíu precedido ü . Kelly con una iniciativa parecida."' Se operaba así un cambio crítico en la psicología teórica, aunque apenas a l c a n z ó a los prácticos: sólo en los a ñ o s ochenta, y en una segunda oleada, se vieron t a m b i é n inmersos muchos psicólogos que trabajaban en clínicas. D e s p u é s de una d é c a d a de hostilidad teórica y de regreso a la «inter i o r i d a d » volvieron a acordarse de problemas fundamentales, como el conocimiento y la c o m u n i c a c i ó n . Muchos encontraron las respuestas que buscaban en la «psicología c o g n i t i v a » ; otros descubrieron el « c o n s t r u c t i v i s m o r a d i c a l » . " I>c querer presentar a q u í la «psicología s i s t é m i c a » como un enfoque de nuevo c u ñ o , que auna elementos constructivistas y sist e m o - t e ó r i c o s , t e n d r í a que darse como un fondo establecido de ideas. Por el momento, sin embargo, puede hablarse en el mejor de los casos de una psicoterapia sistémica. Por ello q u e r r í a intentar un esbozo del proyecto existente de una «psicología s i s t é m i c a » desde una perspectiva actual. Una psicología de c o n c e p c i ó n sistémica d e b e r í a tomar en serio la c o n e x i ó n constitutiva de investigador e investigado, y de acuer56. Ci A. Kcllv ideó en los anos cincuenta una teoría cognitiva de la personalidad que se adelantaba mucho a su tiempo. Según la misma, en c¡ curso de su vida el hombre forma «sistemas de construcción» con los que interpreta su comportamiento y orienta su obrar. Dicha teoría muestra los claros paralelismos con la teoría evolutiva de la cognición de Piaget. Ambas coinciden en la idea de que las construcciones son «reales», respondan o no al mundo «real». Véase Kelly. Die Psychologie der personlichen Konstrukic, Paderborn 1986; y Piaget, Einftihrung in die genelische Erkenntnislheorie, Francfort del M. 1973. 57 Véase E . von Cilaserfeld, Wissen. Sprache und Wirklichkeil, Brunswick 1987; asi cotrm S J Schmidt (edil.). Der Diskurs des radikulen Konstruklivitmus, Francfort del M . . 1987.

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do con ella orientar sus planteamientos y sus m é t o d o s . Si se tratase la s e p a r a c i ó n entre ambos, que sólo puede simularse artificialmente, como lo que es en efecto - a saber, un recurso técnico-cognitivo, pero no un hecho-, p o d r í a apoyarse sobre la misma una «ciencia de los psicólogos». R e s p o n d e r í a a la idea e p i s t e m o l ó g i c a de que cada teoría -especialmente cuando pretende interpretar al h o m b r e - lleva los rasgos esenciales de su autor. Heinz von Focrstcr pensaba que la teoría del observador entraba en el d o m i n i o de los biólogos, de aquellos seres que establecen teorías sobre la vida. Pero, aunque en los procesos p s í q u i c o s de la o b s e r v a c i ó n , la descripción y la explicación subyacen unos mecanismos biológicos, puede considerarse la psique como una d i n á mica independiente, que no es posible reducir a la corporeidad. Por ello incumbe a los psicólogos « o b s e r v a r » , describir y explicar como conducta los resultados de ese « o p e r a r » biológico así como sus manifestaciones, que se han convertido en experiencia. Y , puesto que todos los f e n ó m e n o s investigados, incluido el de la autoobservación, sólo son accesibles en tanto que descritos y en tanto que se transmiten comunicativamente, la psicología tiene que investigar lo que, de cara al conocimiento, significan a u l o o b s e r v a c i ó n , descripción y c o m u n i c a c i ó n .

Psicoterapia

cambiante

En las p á g i n a s que siguen esbozo el desarrollo de las cuatro escuelas psicoterapéuticas m á s importantes hasta la c o n s t i t u c i ó n de la terapia sistémica: psicoanálisis, terapia conductista, terapia humanista y terapia familiar. Tales planteamientos formaron, para decirlo m e t a f ó r i c a m e n t e , unos archipiélagos volcánicos, cuyos habitantes desarrollaron sus propias culturas « d e acuerdo con su geografía» y en el curso del tiempo apenas si supieron de los otros. Cultivaron sus tesis básicas, en principio revolucionarias, hasta el punto en que pasaron a ser «ciencias n o r m a l e s » en el sentido que da K u h n a la expresión, y por tanto sin buscar ya novedades sino repitiendo lo obtenido en m ú l t i p l e s variaciones. 55

Orígenes

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A q u í interesan sobre todo las respuestas que dieron a las siguientes cuestiones fundamentales de la t e o r i z a c i ó n clínica: ¿Cual es el m o t i v o (pie induce a la b ú s q u e d a de una ayuda profesional? - ¿ C ó m o se desarrolla una m e t o d o l o g í a sintonizada de la ayuda (concepto de terapia)? En las correspondientes respuestas reconocemos el dilema familiar teoría-práctica de todas las disciplinas: en la primera pregunta el esfuerzo por darle un carácter científico proporciona una a p r o x i m a c i ó n relativamente estrecha a las teorías subyacentes; en la segunda las respuestas se independizan, pues las m á s de las veces derivan de prácticos experimentados, que fundamentan su trabajo diario y quieren simplificarlo. Probablemente casi todos los procedimientos p s i c o t e r a p é u t i c o s sólo se cimentaron - s i acaso- científicamente en un segundo momento: la p r á c t i c a de la psicoterapia es mucho m á s «arte» que « c i e n c i a » . " Para la relación entre teoría y práctica en la psicoterapia vale lo que atinadamente ha resumido Schiepek: ' la práctica funciona bien sin la teoría, la teoría se subordina s i s t e m á t i c a m e n t e a la p r á c tica, y ésta puede explicarse de un m o d o o de otro, y sin embargo siempre consistente. Sólo cuando se desenmascara como tal el « m i t o de la d e d u c c i ó n » - l a práctica deriva de la t e o r í a - se pueden aprovechar ó p t i m a m e n t e los planteamientos teóricos. Así las cosas, la teoría c o n t r i b u i r í a a entender mejor la práctica, a estimularla h e u r í s t i c a m e n t e , a criticarla y (en el á m b i t o de los f e n ó m e n o s ) a delimitarla. 5

Transmisión y retransmisión Con el psicoanálisis surgió por vez primera en el campo psicosocial una teoría clínica completa. D e s p u é s , sin embargo, se con-

58 Frente a la vieja cuestión de si la psicoterapia es un arte o una ciencia, los principales terapeutas sistémicns se alinean del lado del arte. Ver B . F . Keency, Aeslhfiki of Chañar. Nueva York 1*8.1. trad. cast.: Estética del camino, Paidós Ibérica, Barcelona 1991; H . Stierlin. «Familientherapie: Wissenschaft oder Kunst?» en Familiendynamik 4, 1983, p. 364-377. 59. G . Schiepek. Systemlheorie. op. cit., p. 16ss.

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v i r t i ó en un complejo desbordado de conceptos a n t r o p o l ó g i c o s , m e t o d o l ó g i c o s y técnicos, que sólo los expertos son capaces de comprender y abarcar. Por eso me l i m i t o a aquellos de sus aspectos t e r a p é u t i c o s , que afectan al manejo de las relaciones interhumanas y a sus consecuencias. En los mismos veo a la vez la c o n t r i b u c i ó n permanente del psicoanálisis. Si alguien solicitaba su ayuda, los psicoanalistas empezaban por investigar las posibilidades del yt> para c u m p l i r su función integradora sin conflictos internos y el rechazo derivado de los mismos. M á s tarde, en el paso a la «psicología del yo», la mismidad pasaba a ser el epicentro de las consideraciones psicopatológicas. Por m i s m i d a d se entienden aquellas representaciones y afectos organizados, de los que resulta la continuidad de la persona y la delimitación de la no-mismidad. Entendida como sistema, la m i s m i d a d es «el modelo mundano, personal y organizado, de una persona, i n cluidos todos los procesos reguladores que participan en su organización».** Con ello la m i s m i d a d es sensible, como sistema psíquico, tanto a irregularidades internas como a taras condicionadas por el entorno. Todos los trastornos de la función del yo o de a u t o r r e g u l a c i ó n acaban m a n i f e s t á n d o s e t a m b i é n en las relaciones: el afectado se experimenta a sí m i s m o y a los d e m á s distorsionados, interpreta de forma inadecuada las realidades relaciónales, orienta al presente su comportamiento de acuerdo con experiencias negativas anteriores (necesidad de repetición) o deja que pervivan en nuevas situaciones sociales ( t r a n s m i s i ó n ) . Por lo m i s m o no puede abrirse a lo nuevo. Y todo ello perjudica su capacidad para el amor, y a veces t a m b i é n su capacidad de trabajo. Consiguientemente, la terapia tiene que desarrollarse en el marco de una relación, dentro de la cual pueden surgir nuevas experiencias adecuadas. Son el resultado de la interacción con el terapeuta, por cuanto el paciente experimenta formas relaciónales nuevas, hasta ahora bloqueadas o desconocidas. Forja así unos modelos alternativos de conducta y de explicación, que han de atarle menos que los modelos habituales. En esa esperanza se 60. F.W. Deneke. «Das Selbsl-System», en Pscche 43, 1989, p. 589.

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muestra el aspecto creativo, constructivo y h e r m e n é u t i c o de la c o n c e p c i ó n psicoanalítica de la terapia. Terapeuta y paciente establecen una alianza útil, en la que surge la « n e u r o s i s de transferencia»'' , una enfermedad artificial, que reproduce el conflicto originario en el a q u í y ahora de unas situaciones terapéuticas y lo hace accesible a los terapeutas. De ahí se derivan todos los aspectos importantes de la terapia. El terapeuta aprovecha sus impresiones desde la vivencia de la interacción t e r a p é u t i c a ( « c o n t r a t r a n s f e r e n c i a » ) para entender al paciente y para interpretar adecuadamente la relación. A t r a v é s de sus i n terpretaciones, y a p l i c á n d o l a s a distintos aspectos del pasado del paciente, establece un nuevo contexto de sentido coherente (const r u c c i ó n ) . En la medida en que se atiene a ciertas formas relaciónales, el terapeuta puede distinguir claramente entre intereses y demandas propias del paciente y aprovechar esa diferencia desde el punto de vista t e r a p é u t i c o . A l m i s m o tiempo tales reglas ayudan al paciente a abandonar el rechazo a la c o n c i e n c i a c i ó n de los conflictos internos y con ella la resistencia a la terapia adecuada. 1

( En las ú l t i m a s d é c a d a s la terapia psicoanalítica ha experimentado algunas transformaciones, de las que yo q u e r r í a destacar especialmente tres": el terapeuta no cuenta ya como un observador neutral, sino que participa en una i n t e r a c c i ó n social*- ; el entorno social, y sobre todo la familia, v o l v i ó a entrar en el campo de estudio* ; y, mediante la l i m i t a c i ó n a los «conflictos focales», se redujo la d u r a c i ó n del tratamiento terapéutico.* 1

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61, El concepto de «neuroti» de traniferencia» «irvió en principio para el diagnóstico, y sólo en un «efundo termino par» fine» terapéutico». En la concepción actual ocupa el centro de la teoría psicoterapéutica (cf. Thoma y Kachele, op. cit.). 62. La técnica estándar psicoanalítica, que se remonta a Freud, se demostró de hecho como una exigencia psíquica en pacientes «gravemente perturbados» y en muchos otros como una exigencia financiera. 6J Víase Thoma y Kachele. op. cu., con amplías referencias. 64. Véase, por ejemplo. P. Fürstenau. «Der Psychoanalytiker al» systemisch arbeitender Thcrapeut». en h'amiliendynamik 9. 1984, p 166-176, así como Buchhol?, op. cit. con muchas referencias 65 Véase I ) II Malan, Psvthoanalvttsche Kuniherapie. Berna 1965; M, Ballnl y otro». l-nkullhe raptt. Ein Beispiel angewandter Psychoanalyse, Francfort del M, 1973.

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Á n i m o para actuar La terapia conductista** se d e s a r r o l l ó a partir de unos procedimientos, que durante los a ñ o s cincuenta y sesenta se experimentaron y probaron por separado en el á m b i t o lingüístico anglosajón. Entre sus predecesores figuraban Eysenck y Shapiro (Inglaterra), Wolpe, Lazarus y Rachman (Suráfrica), Skinner y Bandura (Estados Unidos). Todos perseguían el objetivo c o m ú n de dar a la terapia un fundamento e m p í r i c o y de probar experimentalmente su eficacia. Cualquier terapia tenía que insertarse en el campo de lo p r a g m á tico y conducir a unos resultados comprobables: del terapeuta se esperaba una a c t u a c i ó n adecuada. Transcurridas ya cuatro d é c a d a s de su i n s t a u r a c i ó n , la terapia conductista se ha convertido en uno de los m é t o d o s m á s eficaces, que adopta m ú l t i p l e s estrategias. Su práctica está marcada por p r é s t a m o s m á s o menos directos de las teorías de aprendizaje behavioristas. La terapia conductista determina el m o t i v o de la b ú s q u e d a de ayuda en comportamientos aberrantes según los modelos de la teoría del aprendizaje y de la sociología.* Desde esa doble perspectiva el comportamiento « a n o r m a l » no se diferencia del « n o r m a l » cualitativamente, sino sólo cuantitativamente: una conducta anormal no se considera un s í n t o m a , sino que constituye por sí misma la enfermedad. Según el modelo t e ó r i c o de aprendizaje las desviaciones de la norma se deben a que no se a p r e n d i ó , o se hizo de forma deficiente o «falsa», la conducta de adaptación.*" Por el contrario, el modelo sociológico define como anormal una conducta como consecuencia de unas valoraciones (labeling), que sólo se adoptan en la situación clínica mediante las expectativas .normativas en vigor.*" M e t o d o l ó g i c a m e n t e dicha forma de terapia recurre a procedi7

66. Según propios datos el psicólogo H.J. Eysenck introdujo en 1959 el concepto de «behaviour therapy». Esa terapia iba a estar reservada a lo» psicólogos, mientras que los médicos hubieron de limilarae al psicoanálisis. Ver «Behaviour Therapy: Presen! and l-ulure» en J . C Brengelmann y W. Tunncr (edit.). Behaviour TherapyVerhallensiherapie, Múnich-Bcrlín-Viena 1973. p. 5. 67. Véate I I . Reinecker. (irundlagen der Verhallemlherapir. Múnich-Weinheim 1987. 68. Véate H.J. Eyaenck y S. Rachman. The Causes and Cures oí Neuroses, Londres 1965. 69. Véate I..P, Ullmann y L. Kratr.er. A Vsyihotanual Approaih lo Almormul Behaviour. Englewood Cliffs 1969.

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mientos de control conductista en parte nuevos y en parte muy antiguos. Las m á s de las veces no se experimenta e m p í r i c a m e n t e en instituciones clínicas sino científicas, de m o d o que teoría y práctica t a m b i é n a q u í van por caminos diferentes. Muchos de los resultados inicialmente m á s impresionantes no pudieron transferirse d i rectamente a clínicas p s i q u i á t r i c a s y otras instituciones sanitarias: a menudo eran m é t o d o s demasiado simples y se p a s ó por alto la importancia del entorno social. En la práctica la terapia conductista se o r i e n t ó por el siguiente esquema básico: - Análisis funcional de los factores cognitivos o sociales que condicionan el comportamiento, que ocasionan y mantienen problemas y trastornos (análisis del comportamiento o de los problemas). - M o t i v a c i ó n del afectado para una c o l a b o r a c i ó n activa, mediante una ilustración por ejemplo de los factores p a t ó g e n o s y del proceso t e r a p é u t i c o planificado. - Selección de unas estrategias de a c t u a c i ó n adecuadas para elim i n a r los factores p a t ó g e n o s y suprimir los trastornos. - E v a l u a c i ó n de los resultados obtenidos y explicación causal mediante los procedimientos aplicados. La terapia conductista t e n í a que superar el « m o d e l o m é d i c o » , t o d a v í a defendido en el psicoanálisis, y el d i a g n ó s t i c o nosológico vinculado al m i s m o : pero en la práctica m a n t u v o el procedimiento m é d i c o tradicional: primero el d i a g n ó s t i c o y d e s p u é s una terapia causal. En eso tampoco cambiaron nada las terapias cognitivas, que llegaron d e s p u é s . A d e m á s se puso de manifiesto que la práctica, a diferencia de lo que originariamente se supuso, no p o d í a fundamentarse adecuadamente en los principios de la teoría del conocimiento.

El m é r i t o principal de la terapia conductista p o d r í a estar en que brindaba una primera alternativa a los planteamientos tradicionales y consiguientemente ampliaba el horizonte de la psicoterapia. A p o r t ó a d e m á s varias innovaciones importantes, entre las cuales un primer intento por superar el modelo m é d i c o de enfermedad, la i n c o r p o r a c i ó n activa del terapeuta y el acortamiento de la terapia; pero f o m e n t ó t a m b i é n una reflexión crítica sobre la eficacia, a la vez que d e s a r r o l l ó muchas y provechosas estrategias de a c t u a c i ó n .

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El respeto como actitud fundamental El m o v i m i e n t o humanista a p o r t ó , entre otros, dos planteamientos que tuvieron gran influencia: la terapia gestáltica (F. Perls) y la terapia conversacional, centrada en el cliente (C.R. Rogers). Ambas se basan en la idea de que una personalidad sana sólo llega a madurar cuando pueden desarrollarse libremente los potenciales de crecimiento que hay en el hombre. Una conducta anormal sería el resultado de un bloqueo del libre desarrollo, debido a unas circunstancias adversas al desarrollo i n d i v i d u a l . ' En concreto: - Desde el punto de vista de la terapia gestáltica cada persona aspira a la madurez para ultimar de manera autorresponsable su « b u e n a f o r m a » (Gestalt). Mas para ello tiene que aceptar, soportar e integrar determinadas experiencias dolorosas (por ejemplo la sep a r a c i ó n de los progenitores). De lo contrario la gravan de continuo como una «tarea no resuelta» (unfinished business), de modo que ya no puede actuar de un modo autorresponsable, sino que vive con el sentimiento de continuar siendo un n i ñ o o de ser víctima de sus condiciones vitales. 7

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- De acuerdo con la terapia centrada en el cliente, una personalidad es sana cuando puede integrar nuevas experiencias. La congruencia entre mismidad y experiencia no permite tolerar n i n g ú n rechazo y abre a la persona a lo nuevo. Con las incongruencias

7(1 I Hand v I Kaunislo incorporan por rilo aspectos «¡mímico» rn «u concepto terapéutirnenndutiista, el «Multimoilalc Verhaltenstherapic bei problcmalischcm Vcrhalten ¡n Ulucksspielsituationen» en Swhigelahren 30, 1984, p. 1-11, 71. Según esto algunas anomalías conductistas son síntomas de un proceso concebido según el modelo de las enfermedades somáticas, un proceso como el de un conflicto intrapsíquico, por ejemplo, véase H. Keupp, Piychische Sinrungen ais ahweichrndt* Verhahen, Múnieh-Berlín-Viena 1972. 72. Véase Reinecker. op. cit. tver Hand distingue entre terapia conductista clínica en «pacientes» y modificación conductista en «clientes» (personas por lo demás adaptadas). Véase «Verhaltenstherapie ¡n der Psychiatne». en Therapiewoche 34. 1984. p. 259-270.

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73. Ver. por ejemplo. F.S. Perls, Gesialil herupie m Aklion, Stuttgarl 1974; H. Pelzold, Geslaltiherapie und Psychodrama, Kassel 1973; respectivamente C . R . Rogers, Client-centered Therapy, op. cit.. H. Bommert. Grundlagen der Uesprachspsyehothetapie. Stuttgarl 1982. R. Sachse y J . K . Howe (edit). Zur /.ukunft der klienlenzenlrierlen Psythotherapie, Heidelberg 1989.

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Orígenes

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entre las experiencias actuales y las expectativas puestas en el concepto de uno m i s m o se llega a una inadecuada a d a p t a c i ó n psíquica. Se rechazan las experiencias amenazadoras; que perturban el equilibrio interno mediante unas actitudes de defensa obstinada. De lo cual se derivan, entre otras cosas una d e f o r m a c i ó n de las percepciones, una represión de los sentimientos y rehuir las relaciones íntimas. Ambas formas de terapia pretenden inducir a la persona impedida en su madurez a que abandone sus estrategias de e v i t a c i ó n y de defensa. L l terapeuta persigue una relación igualitaria con su «cliente». En el a q u í y ahora pueden revivirse una vez m á s las deficiencias e incongruencias paralizantes y es posible sustituirlas por unas alternativas con sentido. Ú n i c a m e n t e persisten las diferencias respecto del c ó m o . U n aspecto esencial en todo ello es saber en que medida tiene que intervenir el terapeuta actuando como director a la vez que como « p r o m o t o o > del proceso.

(orientación al presente), la c o n c e n t r a c i ó n en las peculiaridades de quien busca ayuda (centrarse en el cliente) y en la relación entre cliente y terapeuta (enfoque de la interacción). La terapia humanista fomenta todo lo que se da en el cliente ( o r i e n t á n d o s e por los «recursos») y respeta su a u t o n o m í a («el respeto como actitud básica»).

Circularidad y homcostasis

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- A diferencia del psicoanalista, el terapeuta gestáltico a c t ú a conscientemente en plan directivo. Mediante una serie de técnicas (juego de roles, i n t e r p r e t a c i ó n de s u e ñ o s , ejercicios corporales, etc.), que estimulan al cliente a manifestar su estado actual y a v i virlo intensamente, éste tiene que v i v i r su entorno de una manera consciente, despierta y atenta (awareness). Eso lo liberaría de v i o lencias internas y externas. La terapia gestáltica, orientada a un tratamiento corto, no termina con todas las « f o r m a s a b i e r t a s » , sino que quiere abrir por primera vez al cliente unas posibilidades de adaptarse por sí mismo. - El terapeuta que se centra en el cliente apoya la tendencia de este a su a u t o r r e a l i z a c i ó n , por cuanto que se mantiene m á s bien en un segundo plano y a c o m p a ñ a el esfuerzo del cliente con simpatía, d e d i c a c i ó n y tino. Cada i n t e r v e n c i ó n con la mirada puesta en unas construcciones mentales y unas normas - p o r ejemplo, un diagnóstico, una r e d u c c i ó n a categorías psicopatológicas, una i n tervención causal, una i n s t r u c c i ó n , un descubrimiento, etc.- no sólo resulta superflua, sino que se rechaza como i n m o r a l e irrespetuosa. Las aportaciones decisivas del planteamiento humanista al desarrollo de la psicoterapia son: el énfasis en el a q u í y el ahora 62

Hasta mediado el siglo XX la c o n c e p c i ó n que la psicoterapia tenía de sí misma, contemplaba los p r é s t a m o s constantes de la física y de la medicina; sin embargo actualmente prefiere unos modelos genuinamente psicosociales y busca el origen de los procesos patológicos no tanto en lo p s í q u i c o cuanto en lo interpersonal: el terapeuta dejó cada vez m á s de lado su actitud analítica y distante para implicarse de una manera activa. Con ello la mirada observadora se d e s p l a z ó del i n d i v i d u o al grupo y al entramado social. H a b í a nacido la terapia familiar. Las primeras tentativas por incluir en la terapia de los n i ñ o s a los miembros de la familia parece que las llevó a cabo A. Adler en la Viena de los a ñ o s veinte. Pero una práctica de terapia familiar independiente sólo se d i o en Estados U n i d o s a comienzos de los a ñ o s cincuenta, y Europa la siguió una d é c a d a d e s p u é s . H . G o o l i shian i n f o r m ó que en N o r t e a m é r i c a algunos equipos, con independencia unos de otros, empezaban a trabajar con familias. Algunos clínicos se preguntaban por q u é los j ó v e n e s afectados por primera vez por alguna «esquizofrenia», tras una mejora estacionaria y v o l ver al seno de sus familias, a menudo regresaban a la clínica con graves recaídas. I n v i t a r o n a sus progenitores a sus consultas o fueron a buscarlos. Así reconocieron unas regularidades en el comportamiento interactivo de las familias; pero t a m b i é n comprobaron que la mejoría en el estado de sus pacientes p o d í a estabilizarse cuando se r o m p í a n tales modelos. 74

74. Documentos de esa época se encuentran en: Bateson y otros. Schizophrente und Familíe, Francfort del M. 1969; MacGregor y otros. Múltiple Impacl Therapy wilh Families. Nueva York 1964. ("f. asimismo L . Hoffman, Grundlagen der Familientherapie, Hamburgo 1987.

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(Higcncs

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Esos conocimientos de origen clínico h a b í a n surgido en principio ad hoc y carecían de un fundamento t e ó r i c o adecuado. Y . como la psicoterapia se orientaba al i n d i v i d u o , no bastaba su superestructura teórica para entender el complejo proceso en las familias. Muchos pioneros de la terapia familiar - c o m o Boszormcnyi-Nagy, Bowen, M i n u c h i n y S a t i r - tuvieron así que explicar con unos conceptos provisionales su práctica eficaz. Tal situación forzó un cambio en la manera de pensar. E s t í m u los importantes llegaron del polifacético a n t r o p ó l o g o Gregory Uulcson, que se ocupaba precisamente de problemas de la investigación p s i q u i á t r i c a . " T r a s l a d ó sus conocimientos de etnología, c i bernética, lógica m a t e m á t i c a , teoría sistémica e informativa a la naciente práctica de la terapia familia. En buena parte gracias u él dicha terapia c o n s i g u i ó desarrollar unos conceptos a u t ó n o m o s : la teoría sistémica se impuso t a m b i é n en la psicoterapia. De ese modo volvieron a ocupar el centro de interés no los elementos y estados psíquicos, sino unos modelos y procesos vinculantes. Ahora los conceptos fundamentales no eran ya las peculiaridades, la constancia y la causalidad lineal, sino la totalidad, el acoplamiento y la circularidad. Durante los a ñ o s setenta la terapia familiar c o n s i g u i ó gran resonancia entre los clínicos. Todas las escuelas importantes - y entre ellas el psicoanálisis, ta terapia conductista, la gestáltica y la que se centraba en el c l i e n t e - incorporaron a su repertorio el trabajo con las familias. Por lo general ampliaron su « e s c e n a r i o » (setling) del individuo a la familia, mas no contribuyeron esencialmente al desarrollo conceptual del nuevo enfoque. Algunos terapeutas, arraigados en la tradición humanista y « o r i e n t a d o s hacia el c r e c i m i e n t o » , como Virginia Satir y ciertos psicoanalistas, representaron otras tantas excepciones. El núcleo, sin embargo, de la terapia familiar recién configurada lo constituyeron los planteamientos estratégico, estructural y

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Ni p j t l a l i i . i

sistémico. * Entre estos se dan varios rasgos conceptuales y metodológicos comunes. Orientados p r a g m á t i c a m e n t e a la eficacia, entienden las familias como sistemas sociales abiertos, que estructuralmcntc se dejan cambiar de forma adecuada mediante ciertas intervenciones. La familia constituye un entramado de reglas de comportamiento, con las que asegura su equilibrio interno: la « h o m c o s t a s i s » . ' Las amenazas internas y externas a la homcostasis se neutralizan o difuminan mediante un «fccdback n e g a t i v o » , valorado a menudo como un « s í n t o m a » , A s i pues, un comporlamiento s i n t o m á t i c o tiene una función importante para la existencia de la familia, y en esc sentido no es e x p r e s i ó n de una «patología i n d i v i d u a l » . Visto desde fuera, puede sin embargo presentarse como una d i s l ü n c i o n a l i d a d del sistema, que requiere ser corregida. Se habla d e s p u é s de familias «psicóticas» o « p s i c o s o m á t i c a s » , con la mirada puesta en el i n d i v i d u o « p o r t a d o r del s í n t o m a » o «paciente índice». Los tres enfoques mentados pueden esbozarse así: 7

Terapia familiar estratégica. ( A q u í cuentan las aportaciones de Jay Haley y los primeros trabajos del Mental Research Instituto, en Palo Alto.) Con el intento repetido de aplicar soluciones inadecuadas a las dificultades de la vida cotidiana surgen problema terapéuticamente relevantes. Las soluciones deficientes pueden agruparse en tres clases principales: se niega una dificultad, por lo que no se aplica solución alguna; se intenta solucionar una dificultad insotublc o inexistente; la solución se basa en un error lógico, que tiene como consecuencia unas paradojas, como cuando se persigue un « c a m b i o de primer o r d e n » (hacer m á s de lo mismo), aunque convendría uno «de segundo o r d e n » (hacer algo diferente). Cuando las soluciones son ineficaces y están encalladas, la terapia tiene que tender a interrumpir los procesos generadores de problemas mediante una i n t e r v e n c i ó n estratégica. 76. Véase S. Minuchin. lannlic und l-ainihcnlhcrapic. I ribuigo 1977; tr;iil, c-.i*.t.: íaniiliin y firii pin fílnii/inr. (fedisa. Barcelona 197o J Halc\ l)ir ktt\e I nnníicnfhcrit/nc. Muni< ti 1977 p W;ii/lnwick y otros 1.0'niní.'cn. '/.ur ílicorw und haxit ownschln hen II <JMÍ/<7V. Herita-Nlultgíirl-Viena 1974; inul. cast.: ( aothio. loroiación y solut nin tic problemas humanos. Heder. Haicclona 19 ,'6, 1994; M. Selvini Palaz/oli y otros, Faradoxon und (leycnnaradoxo'i, Stutlgart 1978; (rad. cast.: Paiarfoia v con truparatlaia. Paulos Ibérica. Barcelona 1991 t

H

75 Según dalos propios, entre 1949 y 1962 Bateson trabajó como «etnólogo sin cometido especial» en el Veterans Administration Hospital de Palo Alio. California; y aprovechó ese tiempo en estudiar la comunicación dr pacientes esquizofrénicos. I .n 1952 ae le unieron Jay Haley, John Weakland y oíros lin 1956 el equipo introdujo la «double-bind-hypolhese». Véase Bateson y oíros, op, c i t . p. 11-43. y Bateson (ikolngif des fíeislct, Francfort del M. 1980. p. 270-301. :

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77 O I ) Jai ti son acuno el c.mirpw» ilv «.luimt'it'.liv.i', tiimiluit» cu im;iluy,i;i iin» rl ci|inUbi i, > T I M O lógico. Véase « I he Oucstion ol f-amily Homcostasis». en Ititcmoiionul Joitimd ol I anuir ilieiiipv 3. 1981. p, .5-15.

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Curar por la palabra

Orígenes

Terapia familiar estructural. (Fundada por el argentino Salvador M i n u c h i n . ) El punto de partida es un modelo n o r m a t i v o de la familia que funciona, en el que pueden rastrearse muchos elementos del « s u e ñ o a m e r i c a n o » " : las familias han de trazar unas fronteras claras entre las generaciones, distribuir j e r á r q u i c a m e n t e las competencias y acomodar esa estructura interna a los propios c i clos evolutivos y al entorno. Cuando las familias se apartan de esa norma, fracasan en las condiciones cambiantes y se llega a trastornos en forma de s í n t o m a s . El terapeuta tiene que conocer esos trastornos y eliminarlos de la estructura de la familia mediante intervenciones corredoras.

explicación lineal-causales, así como el desplazamiento de los fenómenos patológicos de la persona a los procesos interrelacionales. Mediante la o r i e n t a c i ó n por los modelos c i b e r n é t i c o s se c o n s i g u i ó a d e m á s acortar los procesos t e r a p é u t i c o s , simplificarlos y darles una mayor eficacia.

Terapia familiar sistémica. ( A c u ñ a d a por M . Selvini Palazzoli y su grupo milanos de trabajo.) Este planteamiento arranca del trabajo clínico de Haley y Watzlawick y se orienta por la epistemología de Bateson. En principio define la familia como un sistema autoorganizado, en el que las familias patológicas pasan por víctimas de un «juego» inevitable. En ese juego los participantes se verían forzados a unas formas de i n t e r a c c i ó n p a r a d ó j i c a s , cuya redundancia protegería la homeostasis. La terapia tiene que enfrentarse a esc juego, y desarrollar, en consecuencia, contra-paradojas. Para ello se «hace funcionar» el comportamiento patológico mediante unas intervenciones apropiadas, lo que provoca en la familia la o p o s i c i ó n y el cambio de juego. El equipo t e r a p é u t i c o debe seguir ahí tres directrices: « h i p o t e t i z a r » ( i n c o r p o r a c i ó n funcional del s í n d r o m e al juego de la familia), circularidad (examen de la h i pótesis mediante un cuestionamicnto circular y una o r i e n t a c i ó n por las respuestas) y neutralidad (preservación de la ommparcialidad frente a todos los miembros de la familia). Cada sesión termina con un comentario o una descripción, que p a r a d ó j i c a m e n t e se opone al juego patológico de la familia y en consecuencia lo «bloquea» (lo « h a c e i m p o s i b l e » ) . En conjunto la terapia familiar ha aportado estas innovaciones importantes: el traspaso del pensamiento circular a la c o m p r e n s i ó n de la interacción y, j u n t o con ello, el rechazo de unos modelos de

generalmente como elementos de c o n s t r u c c i ó n o como negativos fotográficos. La figura 2 parte de los problemas fundamentales que deben encontrar una solución teórica y práctica: c o n c c p t u a l i z a c i ó n del pretexto que da pie a la demanda de ayuda ajena, y un concepto de terapia ordenado a ese fin. Tales conceptos se resumen de cara a los aspectos siguientes: objetivo t e r a p é u t i c o , forma de la relación terapéutica, actitud del terapeuta y procedimiento técnico.

7

78. Isla orientación precisamente mereció a la terapia familiar el reproche de fomentar un «famiharismo» anticuado. Víase ( i . Hórmann y otros (edil), Familien und Famihrnlhrrapie. Opladcn 1488.

66

Resumen La historia de la psicoterapia muestra que los planteamientos posteriores a p r o v e c h a r o n los conceptos previamente a d q u i r i d o s

La figura esboza unos estudios importantes en el desarrollo de la psicoterapia. A l lado izquierdo se encuentran aquellas escuelas que hacen h i n c a p i é en el proceso interhumano de terapeuta y cliente. A la derecha he presentado los planteamientos que procuran la solución de los problemas y la i n t e r v e n c i ó n . Queda así patente que las escuelas de psicoterapia siempre responden a las preguntas que plantea el sufrimiento p s í q u i c o en el contexto de su tiempo, mediante el estadio de la investigación en cada época. C a d a forma de terapia recuerda, pues, un e s c a l ó n de la c u r i o s a es-

calera de Escher, que siempre parece conducir m á s alto, pero que cerrada en sí misma lleva al punto de partida, donde empieza de nuevo el m o v i m i e n t o de ascensión o de bajada.

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1 Comprensión del problema l. Concepto de terapia: a. Objetivo terapéutico b. Relación terapéutica c. Actitud del terapeuta d Procedimiento técnico

PENSAMIENTO

SISTÉMICO

I ERAPIAS PSK OANAI.Í T K AS 1. Conflicto/déficit psíquico 2. a. experiencia correctora b. Transmisión/retransmisión c. Atención, reserva d. Interpretación, construcción

3. Bases biológicas TKRAPIAS CONDUCTISTAS 1. Trastorno/déficit de aprendizaje 2. a. Volver a aprender, olvidar, adaptación b. Situación de aprendizaje centrada en los problemas c. Actividad, transparencia d. Intervención referida a los síntomas TERAPIAS HUMANISTAS 1. Autopotcneial bloqueado 2. a Antodcsarrollo h Diálogo centrado en el cliente < Dedicación, sinceridad, respeto d. V'crbali/ación. actualización TKRAPIAS KA MI LIA RES 1. Disfuncionalidad en la familia 2. a. Cambio en la familia b. Sistema centrado en los problemas e. ( nculiiridad, neutralidad d. Intervención referida al sistema TERAPIA SISTÉMICA 1. Problema vital 2, a. Retorsión del problema b. Diálogo de apertura c. Provecho, respeto, belleza d. Preguntar, reflexionar, recomendar Figura 2. Estadios de la psicoterapia 68

En las páginas que siguen voy a desarrollar el trasfondo mental y m e t a t c ó r i c o del pensamiento s i s t é m i c o . aunque l i m i t á n d o m e a los puntos de vista biológicos y social-tcóricos, pues toda ayuda terapéutica afecta a procesos biológico-individualcs y sociocomunicativos. Las bases biológicas afectan a la imagen del hombre, el conocimiento y la práctica vital, mientras que las sociológicas interesan a la c o n c e p c i ó n de la c o m u n i c a c i ó n humana y de los sistemas sociales. Ambos pilares básicos del pensamiento s i s t é m i c o sostienen t a m b i é n la teoría clínica presentada al final, como precisión de los conceptos. Por lo d e m á s , no debe dar la i m p r e s i ó n de que la psicoterapia se «biológica» o «sociológica».

¿Qué significa

«sistémico»?

El adjetivo «sistémico» califica a q u í un planteamiento ideológico general, una c o n c e p c i ó n constructivista de la teoría de sistemas. Referido a la terapia señala la t r a n s p o s i c i ó n de esc enfoque mental a la práctica auxiliadora. En una d e l i m i t a c i ó n negativa el pensamiento sistémico no supone n i n g ú n « a t o m i s m o analítico», no fomenta ningún « r e d u c c i o n i s m o ontológico» y no se apoya en una «causalidad lineal». Los «sistemas» cuentan m á s bien como 69

Illlllll Pensamiento sistémico

construcciones del conocimiento humano o « c o g n i c i ó n » (no son por tanto modelos de contenidos objetivos). Debido a su dependencia de la cognición esos modelos no surgen por encadenamiento causal, sino que siguen el m o v i m i e n t o circular de observar y pensar. Cierto que, en tanto que estructura básica de la cognición, el pensamiento sistémico tiene una vasta p r e t e n s i ó n de validez; pero al constituir un sistema cerrado, en el que todas las partes se entrelazan, sólo puede aspirar a una validez, interna. De a h í que para los « t e r a p e u t a s sistémicos» esc calificativo es un pleonasmo y en el mejor de los casos sirve de autocontrol cuando miden su pensamiento y su a c t u a c i ó n con la pretendida superioridad teórica. En ese sentido el pensamiento sistémico no es una teoría, sino m á s bien una « s u p r a t e o r í a » en la a c e p t a c i ó n de L u h m a n n . ' Define una determinada posición ontológica y epistemológica, y por tanto una « m a n e r a de ver» (Sleter), un « p a r a d i g m a » ( K u h n ) y una «cult u r a » (Wittgenstcin, Maturana). Visto desde la teoría de la ciencia y desde la práctica vital, delimita un campo de lo « a u t o c o m p r e n s i ble» ( H o l s t á t t c r ) , un contexto de conocimientos entrelazados, que controlan la coexistencia y la c o m p r e n s i ó n cotidiana. Esto es algo que en buena medida no se advierte, pues el estar enmarcado en un contexto generalmente sólo se percibe en el enfrentamiento con alternativas disonantes, en las que fracasa la c o m p r e n s i ó n espontánea. En el entorno inmediato del adjetivo « s i s t é m i c o » se encuentran conceptos como « c i b e r n é t i c a » , «sinergética», « a u t o o r g a n i z a c i ó n » , «autorreferencia» y « c o n s t r u c t i v i s m o radical». Todos ellos son variaciones de un tema y sólo se diferencian por el uso lingüístico de las disciplinas de origen. Y o he elegido a q u í la e x p r e s i ó n « p e n samiento sistémico», porque es corriente en el á m b i t o de la psicoterapia. Muchos los definen en c o n t r a p o s i c i ó n al « p e n s a m i e n t o analítico»; pero eso reduce innecesariamente su campo de validez, toda ve/ que t a m b i é n puede incorporar elementos analíticos, f Fl pensamiento s i s t é m i c o diluye el discurso a n a l í t i c o de Occidente y constituye una síntesis, en la que encuentran sitio todos los 1 Ver l uhmann. Soziale Sysleme, op. til.

70

Bases biológicas

planteamientos importantes de las ciencias naturales, h u m a n í s t i cas y sociales, diferenciadas tradicionalmente de una manera artificial.' En esta « n u e v a síntesis» el hombre a c t ú a como descubridor y conservador de sus mundos espirituales.

filología

y

conocimiento

Por lo que respecta a las bases biológicas del pensamiento sistémico me he l i m i t a d o a los conceptos relevantes del n e u r o b i ó l o g o chileno Humberto Maturana. Se refieren a la biología de la cognición y a la definición de la vida como autopoiesis, con las correspondientes consecuencias éticas y tcórico-científicas. En lo que se refiere a la importancia de Maturana para la terapia sistémica. he renunciado a cualquier c o m p a r a c i ó n y c o n t r a p o s i c i ó n con las posiciones cercanas de pensadores como Piaget. Riedl. Haken o Bateson. 1

Conocer: un f e n ó m e n o biológico Biología del conocimiento. Para muchos la c o n f r o n t a c i ó n con las ideas de Maturana tiene el efecto de una « s a c u d i d a » . Él m i s m o f o r m u l ó la advertencia siguiente al comienzo de su libro /;/ árbol del conocimiento, escrito en c o l a b o r a c i ó n con Francisco Várela: «...este libro puede verse como una invitación a dejar de lado nuestra habitual t e n t a c i ó n de la certeza.» 4

P o d r í a chocar sobre todo que un n e u r o b i ó l o g o , como representante de las ciencias « d u r a s » de la naturaleza, afirme: - El conocimiento humano es un f e n ó m e n o biológico y no viene determinado por los objetos del mundo exterior, sino por la estructura del organismo. 2. Véase F. J . Várela / E. Thompson. Der \fitrterr

MVeí/rr Krkcnnlms.

Bcrna-Múnich-Viemi

I°<Í2. 3. lina contraposición de las ideasde Bateson y de Maturana. relevante para la terapia sistémica. la ofrece P.F Dell, «Von systcmiicher jur Idtnischm Epistcmologic. I Von Bateson m Maturana» en /eiiwhnti tur \ystenusche l'htrapie 2. 1484. p. 147-171. 4. Maturana y Várela, op. cit.. p. 2(1.

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Pensamiento sistémico

- Los hombres tienen un sistema nervioso operacional y funcionalmenlc cerrado, que no diferencia entre desencadenantes internos y externos, de ahí que en principio no pueda distinguirse la percepción de la ilusión, y el e s t í m u l o interno del externo. - El conocimiento humano deriva de unas experiencias «privadas»; en tanto que prestación del organismo está radicalmente l i gado al sujeto y por lo m i s m o es intransferible. - El contenido de los conocimientos comunicados se orienta por la estructura biológica del destinatario. Estas cuatro tesis constituyen, a m i entender, el n ú c l e o de la teoría de la cognición de Maturana.' Por lo que hace referencia a la cuestión teórico-cicntífica de lo que el hombre puede conocer con certeza, se deriva lo siguiente: - Conocer no es ni la r e p r o d u c c i ó n fiel ( r e p r e s e n t a c i ó n ) de una realidad independiente del conocedor, ni es tampoco una construcción caprichosa o arbitraria. Sirve m á s bien a la c o n s e r v a c i ó n de la vida y responde por lo m i s m o a las posibilidades estructurales y al estado del sujeto que conoce. l a tradicional exigencia de objetividad como correspondencia entre el afuera y el adentro (adaequatio rei el inteliectus) supera las posibilidades cognitivas del hombre, t a m b i é n en la psicología. La sujeción biológica de todo conocer y la falta de un mecanismo para distinguir entre ilusión y percepción l i m i t a el criterio de la obj e t i v i d a d a unos fines puramente comunicativos.

5 1.a construcción Icónca de Maturana descansa sobre investigaciones propias acerca de la pericos ion óptica v In reintcrpretación de la ncurofísiología, especialmente en el campo de los denominados engaños ópticos. Con los estudios sobre la percepción del color, realizados en los años sesenta. Malurana no pudo establecer una correlación inequívoca entre la composición cromática de los estimulo* luminosos medidos y la actividad de las células receptoras de la retina. Por el contrario, relacionó la ac11 v iilti.l dr In rclinii v olios i-lemenlos del sistema nervioso con [a cottincaoón lingiilstu ti lll di-nonii nación de los colores. Asi pues, el sistema nervioso trabaja con una coherencia interna y no depende del mundo cxirnor I V ello da testimonio el «fenómeno de constancia»" si. por ejemplo, se hace pasar inui mu I I I I J H |i, ii • i|»,i ion ili \ i «nnii'iilr iliouiiifiilim »i« ui|>i*- ai' In 11, i • ilw ili • olni linio imjmlo iinm |ii> os, id ii tos VHIOMS iludidos de la irlIeMon de la lo/ l it IV4 I el fisiólogo Spcily «proveí lio i'l hci lio ilc que el tejido separado, incluido también el nervio óptico, se regencia en las salamandras para estudiar los procesos de percepción: alejaba operativamente un ojo y volvía a exponerlo al animal del ensayo habiéndolo girado I80 grados. Acto seguido la salamandra movía la lengua junto al cazamoscas en una dirección equivocada 'también aquí se correlaciona la actividad de In rctinn con la ntiilorisiint de In lengua, por el contrario, la posición del estimulo externo es irrelevnnte. Véase H.R Maturana, l-'.iken nv». /)/cf livrjfliMifiiin \inil Iírkt)ri>minn von H'iiklichkcit, Hrunswiik 1982. id. y Várela. I>ci Hmnn i/i'i l'tkcnni>n\. op cit

72

Mases biológicas

- La c o m u n i c a c i ó n es un proceso permanente que necesita renovarse, y cuya eficacia y contenido informativos los determina exclusivamente el destinatario. La igualdad de los estados estructurales del « e m i s o r » y del « r e c e p t o r » ni pueden producirse a p r o p ó sito ni puede establercerlos un observador. De a h í que sea i m p r o cedente como criterio de conocimiento científico o de verdad. l.a utilidad de los conocimientos. Si. pese a todo, se quiere l i m i tar la arbitrariedad y la falta de transparencia en el discurso científico, sólo puede aplicarse un criterio p r a g m á t i c o . Y como tal propongo una utilidad comunicativa. Dicho criterio afecta a la c o o r d i n a c i ó n operacional de quienes participan en un proceso de c o m u n i c a c i ó n y persiguen los mismos objetivos. Se cumple cuando hablante y destinatario pueden coordinar ó p t i m a m e n t e mediante un intercambio su proceder encaminado a una meta. U n conocimiento es comunicativamente útil, cuando se deja describir y por tanto comunicar, cuando fomenta la c o o r d i n a c i ó n deseada y representa una ventaja (ganancia) frente a otros conocimientos o frente a la ignorancia. U t i l i d a d significa, pues, que unas personas valoran un conocimiento como realizable, efectivo y provechoso, s i r v i é n d o s e de los mismos criterios de utilidad o de validez. Una provocación. El pensamiento s i s t é m i c o arrebata al h o m bre de ciencia la esperanza de poder conocer alguna cosa con certeza a t e n i é n d o s e simplemente a las reglas del juego. El proyecto científico de sonsacar «al m u n d o » sus verdades, pierde su sentido; y, al m i s m o tiempo, la investigación sin tener en cuenta sus consecuencias resulta a n a c r ó n i c a . C o m o cualquier crítica a las evidencias tradicionales y como cualquier nueva creación significativa, t a m b i é n el pensamiento si st ém i co tiene dos consecuencias: abre al científico unas perspectivas insospechadas y le roba a la ve/ la certeza de lo que le es familiar. E l camino hacia lo nuevo empieza pasando por la inseguridad, la duda y el rechazo. Esto es lo ipie cnutetci i/n la p o s i c i ó n actual ilc los pcnsiulotcs s i s t e m a o s :

no sólo tienen que probar si los recursos conocidos de la ciencia son t a m b i é n útiles en el nuevo sistema mental, sino que s i m u l t á neamente tienen que desarrollar criterios adecuados y redefinir su posición. En cierto sentido el hombre do ciencia si st ém i co está expuesto a 73

Pensamiento sistémico

la primera pregunta bíblica: « ¿ D ó n d e estás?» Ella pone fin al trato ingenuo con la naturaleza - e l estado p a r a d i s í a c o - e introduce en el discurso humano la d i s t i n c i ó n entre el bien y el mal." Se puede hablar de una doble e x p u l s i ó n del paraíso: en adelante e s t a r á n en el centro el yo del científico y la responsabilidad de su obrar. E n adelante ya no p o d r á descargar su responsabilidad en la «realidad objetiva». En esa consecuencia ética se pone de manifiesto con toda claridad el «efecto s h o c k » del pensamiento sistémico. En vez de la «realidad objetiva» el científico investiga ahora la estructura biológica de aquel que crea un mundo. Se vuelve por tanto al observador; es decir, a sí mismo, como aquel que se constituye en el acto de observar.

significa dar cuenta de las interacciones y relaciones, efectivas o posibles, del objeto.»" A l describir, el observador establece diferencias en la forma que le es propia: l i n g ü í s t i c a m e n t e . Enumera las i n teracciones que puede recorrer con las diferencias establecidas. Así pues, los elementos básicos del m u n d o humano son descripciones: por consiguiente, lo no descrito, lo l i n g ü í s t i c a m e n t e no diferente, tampoco existe. T o d o intento por abandonar la esfera de lo descrito y alcanzar «las cosas en sí» desemboca en otra d e s c r i p c i ó n ; resulta por tanto inútil, pues continuamos siempre en la esfera del describir. A este respecto dice Maturana: «Al reflexionar sobre estas cosas descubro con cuanta frecuencia nos induce el lenguaje a confundir la descripción de la descripción de un f e n ó m e n o con la descripción del f e n ó m e n o m i s m o . » "

El conocimiento no penetra en un « t e r r e n o » cerrado, sino que «cartografía» (describe). Mas, si queremos juzgar la bondad o calidad de las cartas o mapas, tenemos que ocuparnos de la actividad cartográfica y de la estructura del cartógrafo - puesto que el territo-

Esto se aplica especialmente a la descripción del hombre. Aquí la o b s e r v a c i ó n comparativa puede apoyarse en diferentes fases v i tales (biográficas), en otras personas (diferencial) o en valores generales abstractos (normativa). C o m o quiera que sea. se requieren siempre comparaciones, sin las que no puede darse descripción alguna. Todas las descripciones apuntan a su autor, pues son el documento de c ó m o observamos. D e t r á s de cada descripción hay siempre, en definitiva, un observador. Describir es un acto autorreferencial, se realiza en un campo cerrado de operaciones recurrentes, que repercuten sobre sí mismas. De a h í que el conocimiento humano se base en un proceso infinito y reflexivo de «cálculo» i n terno"' de estados propios del que conoce, que constituye un campo cognitivo. La relación yo-tú. C o m o la cognición humana descansa en la o b s e r v a c i ó n , que sólo es accesible en tanto que descrita, con lo que los actos de observar y describir se realizan en un campo cerrado de la cognición, las personas producen en principio sus realidades cognitivas en solitario. Mas todas las descripciones se derivan de que el hombre como ser hablante es un comunicador. El

rio c o n t i n u a siendo inaccesible

. Por consiguiente, pata entender

un mundo, necesitamos una descripción de quien lo describe: una teoría del observador, que tiene que incluir t a m b i é n al observador del observador. Mas, dado que todos los observadores pertenecen a la misma especie y están estructurados de manera similar, basta la descripción de un observador e s t á n d a r (el científico) como magnitud rcfcrcncial con valor n o r m a t i v o . ' Descripción. T o d o tipo de descripción consta de unas diferencias y supone por lo m i s m o una c o m p a r a c i ó n , ya sea entre objetos, entre objeto y trasfondo o entre objeto y no-objeto. Se describen siempre las relaciones o interacciones del objeto (que t a m b i é n puede ser una idea, un sentimiento o un concepto) con otro: «Para un observador un objeto es aquello que puede describir. Y describir

tt Asi In vmi rl luslorindnr dr In litrrittiirn llnitmol Hrthnir en tu Inundo sobre In lilosollit dr In pregunta («Die l u c r a n » he Dimensión der I rage und des Iraglosen ¡m Werk Huberl l i c h l c s » , conlcrencia pronunciada en el Instituto de Estudios Sistémicos de Hamborgo el 29.IX. 1990); véase asimismo H von Eoerster. «Enldcckcn oder Erfinden - Wie láflt sich Verslchcn vcrslehen'V En W Rottliaus (edil ). Ir.-it'hitHH und t hertime in wvti'iw.schcr Sicht, Dortmund I9K7, p. 21**. 7. Véase II.K Maluiana, «Wissenschall und Alltagsleben: Die Ontologic der svissenschafllichen F.rklárung». en W. Krohn y otros (edit). Selhstorganisation. Aspekte einer veissenschaftlichen Revoltt¡ion, Brunswick-Wicsbaden 1990. p. 107-138.

74

8. tl.K. Maturana, «Hiologic der Kognilion». en l rki'nncn. op. n i . , p 1 4 9. I I . R . Maturana, t.rkt'nnen, op. cit., p. 15 10. El concepto de «Errechnen» (calcular) se debe a Heinz von Foerster, véase Sicht und liinstcht. op cit.

75

Pensamiento sistémico

hombre esta, pues, s i m u l t á n e a m e n t e « a c o p l a d o » o « c o o r d i n a d o » con otros y está solitariamente apresado en su estructura biológica. En consecuencia, para entender el conocimiento no sólo tenemos que llevar a cabo las operaciones del observador sino t a m b i é n aquel proceso comunicativo que hace posible el conocimiento humano. Como productor solitario de sus realidades, el hombre está excluido tanto de un mundo objetivo independiente como de la psique de otros hombres. Por lo d e m á s , puede entenderse (y describirse) como un ser comunicativo y conocer así que existen otras personas, estructuralmente semejantes a él, con las que se comunica. Por ello deduce tanto lo solitario de su existencia -de su y o - como la existencia de un tú independiente. La relación yo-tú fundamenta el á m b i t o de la vivencia c o m ú n , de la que surge lo social. Sobre ese fondo vive el hombre en la ecuación realidad - comunidad." Sin el supuesto de un tú independiente, aunque estructuralmente emparentado, no puede surgir n i n g ú n yo. Cierto que ese supuesto sólo se «calcula» cognitivamente, pero presupone la comunicación, a la vez que la hace posible. C o m o en principio las personas son mutuamente impenetrables, parten de una igualdad estructural para superar de una forma p r a g m á t i c a el abismo existente.'M)c a h í que la c o m u n i c a c i ó n pueda entenderse como una «solución de los problemas en c o o p e r a t i v a » , con la que los hombres superan su mutua falta de transparencia.

Cognición: p r o d u c c i ó n de una unidad Los rasgos fundamentales de la teoría del conocimiento de M a turana pueden ilustrarse con ayuda de su modelo, que yo he m o d i ficado ligeramente en la figura 3. Sirve a q u í como plomada para las aclaraciones ulteriores. Observador. T o d o conocimiento se debe a un ser v i v o , que I I. Véase von Foerslcr, op. cit.. p. 41. 12. Más detalles al respecto en N. Luhmann. Soziale Systeme. op. cit.: y en este volumen el apartado 4.

76

Bases biológicas

OBSKKVADOK (animal

L

«lingüístico»)

•|MS'nr^(|lJJJ<j(íV'enH'/(i'i
. _ ( » . UNIDAD (resultada de la absenta mu)

EXISTENCIA (/o conocido)

AMBITO KXIMTNÍ T A I , (trasfondo)

simple compleja

SISTEMA:

Organización Estructura

SISTEMA VIVIENTE (organización

l'igtira

aulopoletit a)

1 lemcnlos ele la observación

existe en el lenguaje, un observador." C o m o animal dotado de lenguaje realiza su scr-vivientc -su organización aulopoictica (ver d e s p u é s ) - y describe su mundo; es decir, coordina su práctica vital en un acoplamiento lingüístico con otros observadores. Para ello describe t a m b i é n , sobre todo, que es un observador. Distinguir. El sistema nervioso del hombre y sobre todo el cerebro se han especializado evolutivamente para distinguir relaciones. Asimilan diferencias, que el organismo produce internamente, como cambios de estado de células, ó r g a n o s o sistemas. Del «cálculo» de esas diferencias se derivan unas sensaciones, que responden a la manera de funcionar del organismo. Conocer. Llamamos « c o n o c e r » al proceso en el que el sistema I .V t o n el concepto de «conocimiento» (l.tkcntUnis) mantengo la terminología de Maturana. aunque teniendo en cuenta la objeción de (üaserfcld de que dicho concepto implica tradicional mente el «reflejo de un mundo». Las alternativas saber, construcciones, etcétera no liberan ele las perfidias de la semántica.

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nervioso «calcula» sus estados relaciónales internos. Desencadenado por unas mutaciones orgánicas, cambia a su ve/ el organismo. U n ejemplo son las relaciones entre actividades sensoriales y motrices, que el sistema nervioso produce en constante renovación. A un observador los procesos de motricidad se le aparecen como « c o m p o r t a m i e n t o » : comprueba cambios del organismo en el espacio y los describe en relación con un determinado medio. Quien describe un ser v i v o puede resallar una gran variedad de acentos: unas veces le interesan ú n i c a m e n t e los cambios internos, y otras las interacciones del organismo con su entorno o medio ambiente. Define así distintos campos f e n o m é n i c o s como la fisiología y la conducta, que se dejan aunar en la o b s e r v a c i ó n . Puesto que el observador establece la c o n e x i ó n por sí m i s m o , el f e n ó m e n o correlativo sólo existe en observaciones entrelazadas, como una construcción e m p í r i c a . Cuando no se observa esa d e l i m i t a c i ó n teórica, la biología y las ciencias humanistas incurren en el grave error de establecer una c o n e x i ó n lineal y causal entre las aptitudes o el entorno y el comportamiento. De acuerdo con tal c o n e x i ó n , todo comportamiento es el resultado de unos procesos fisiológicos, o éstos dependen directamente del entorno. El conocer no puede explicarse de una forma monocausal: ni por la fisiología del sistema nervioso, n i por la conducta, ni por el entorno. Si existe el conocer, es algo que lo juzga siempre un observador, que establece una relación entre organismo, comportamiento y entorno. Con ello define un campo f e n o m e n o l ó g i c o a u t ó nomo: la «cognición». Los sistemas conceptuales, que deben explicar el conocimiento, t a m b i é n tienen que mostrar c ó m o el f e n ó m e n o de la cognición va ligado al proceso de la vida: «Al proferir unas explicaciones que la ciencia puede convalidar, partimos del supuesto de que el conocimiento es una a c t u a c i ó n eficiente, que permite la existencia de un ser vivo en un medio determinado, por cuanto que allí crea su propio m u n d o . » Situado en el punto de sutura entre ser vivo y medio ambiente, es cierto que el conocimiento tiene una base fisiológica, pero su 14

14 Malurana y Várela, op. cit.. p. 36.

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existencia sólo puede concluirse desde la o b s e r v a c i ó n . El observador habla de « c o n o c e r » , cuando en virtud de sus criterios establece que un ser v i v o a c t ú a con eficacia. Si comprueba incongruencias entre comportamiento y peculiaridades del medio, saca la conclusión de que el conocimiento es falso o deficiente. Sólo cuando un ser v i v o a c t ú a con eficacia, puede el observador concluir que ha creado su m u n d o de forma adecuada. Quien pretenda enjuiciar el conocimiento debe tratar como una unidad dos elementos independientes de su cognición: el ser v i v o y el medio. Con ello delimita el campo f e n o m e n o l ó g i c o a u t ó n o m o del ser v i v o de los campos de la fisiología y del comportamiento, para no emprender reducciones inadmisibles. Maturana y Várela compendiaron en un aforismo la c o n e x i ó n interna entre cognición y comportamiento: «Todo obrar es conocer, y lodo conocer es obrar.»" Visto desde dentro, sin embargo, un organismo no « c o n o c e » , sino que mantiene exclusivamente de una manera constante las relaciones entre sus estados por ejemplo, entre los procesos sensoriales y motores-.'* Por ello la afirmación de que observar equivale a distinguir hay que precisarla con las delimitaciones siguientes: - Considerado fisiológicamente, el sistema nervioso elabora d i ferencias continuas en las relaciones entre sus estados. - En el campo p s í q u i c o el observador vive muchas diferencias, que se derivan de sus funciones orgánicas, como una experiencia. - Cuando el observador formula l i n g ü í s t i c a m e n t e algunas de sus experiencias, se producen las unidades de las que consta su

15 Ibídem. p 32. 16. Un ejemplo del malentendido que puede derivarse de la identificación entre perspectiva interna y exlerna, lo proporcionan Maturana y Várela: «Imaginemos a una persona que ha pasado toda su vida en un submarino, sin abandonarlo jamás, y que se ha formado en cornado con el Ahora estamos en la playa y vemos que el submarino se acerca y sube a la superficie. A través de la radio decimos al timonel "Felicitaciones, has sorteado indos los arrecifes v has emergido rlrganlenirntr, ¡has maniobrndo con et siitiiunliilo |leilct litinrnlrt" I n el ¡lltrrtoi del Mlltlimtllln el llinoiirl rslrt pnstilmlo y se pirgiinln "i.Qiié sianilicii iiriecifes y emerger? Vo uníf*titritli' he tnnueiado In pnlmua v tu* pulsado los Imioncs para eslablccer unas relaciones determinadas entre las indicaciones de los aparatos; todo ello en una secuencia preestablecida, a la que estoy habituado Vo no he realizado ninguna 'maniobra' y /.qué significa ese lenguaje acerca de un submarino'.'" Para el capitán solo existen indicaciones de los instrumentos, pasos y relaciones. Sólo para et observador exterior, que ve c ó m o cambian las relaciones entre el submarino y su entorno, existe un "comportamiento", que de acuerdo con sus consecuencias aparece más o menos adecuado» (Maturana y Várela, op. cit.. p I 4 s ) . U

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Hases biológicas

I I U M K I O ; las descripciones. A l u entran las experiencias descritas i n ternamente son las que constituyen los elementos del sistema psíquico (mundo interno) y las transmitidas comunicativamente, que configuran el á m b i t o social y los mundos comunes. Siguiendo ciertas reglas el observador une algunas descripciones con otras y proporciona así explicaciones.

Como a q u í un observador siempre describe algo, las diferencias se derivan de la perspectiva elegida: función fisiológica, vivencia/ experiencia u o b s e r v a c i ó n como tal, que en el lenguaje significa distinguir. En el primerease) los competentes son los n e u r o b i ó l o g o s y ncurofisiólogos. en el segundo los psicólogos y en el tercero los epistemólogos. l a Iciceia pcispecliva coiitpieiule todo cuanto la ciencia puede investigar, incluido el « o b s e r v a d o r » , que se constituye mediante su describir. Por ello, epistemología significa a q u í t a m b i é n antropología y una «ciencia del o b s e r v a d o r » , que pasa a ser personalmente el punto de partida y la meta de su investigación. Los tres modos citados de distinción producen cada uno sus respectivos f e n ó m e n o s , y su d e l i m i t a c i ó n impide falsas conclusiones reduccionistas: cierto que el comportamiento comunicativo supone una experiencia y unos procesos fisiológicos, pero no puede reducirse ni al empirismo ni a la fisiología. C o m u n i c a c i ó n , experiencia y fisiología son f e n ó m e n o s diferentes. Unidades. Las distinciones lingüísticas producen unidades, generan y constituyen objetos del mundo material o espiritual. T o d o nuestro mundo humano está constituido sólo por las descripciones con las que formulamos nuestras experiencias: «Se comparte un espacio, y surge un universo, y se define una u n i d a d . » Cierto que las experiencias no se dejan describir por entero, pero no tenemos ningún otro acceso a nuestras experiencias m á s que el que pasa por el lenguaje. La pregunta de si algo «existe», en el fondo apunta a la producción e m p í r i c a de una unidad: ¿según q u é «receta», sobre q u é actuaciones (diferencias) se puede reproducir la experiencia descrita? En cualquier caso, lo reproducido nunca es exactamente igual a la experiencia originaria, ya que deriva de otro campo experimental. 17

17

KO

II K M.ihnana v 1.1

Várela. Dr nuíuuiims

y serrs vivos. Saniiaiín de ("hile IM7?. p.

Todas las afirmaciones existenciales consensuadas incluidas las c i e n t í f i c a s - se apoyan en la r e p r o d u c c i ó n operacional de experiencias. Aunque en ellas el demandante define siempre la validez de las «recetas» recibidas, de ordinario se abandona a los criterios de su comunidad lingüístico-consensual (familia, tribu, sociedad o « c o m u n i d a d de científicos»). El saber surge por vía comunicativa, por cuanto contiene criterios vigentes de c o m p r e n s i ó n (o de u t i l i dad comunicativa). Por ejemplo, las « a l u c i n a c i o n e s ópticas» no se aceptan de ordinario como descripción de la realidad, ya que los d e m á s raras veces pueden comprobar las diferencias que en ellas se encuentran. Mas si el « a l u c i n a d o » logra exponer adecuadamente su cognición, q u i / á pueda ser aceptada c o m o realidad, c o m o ha ocurrido por ejemplo con las «visiones» de los grandes descubridores y profetas o con los « S u e ñ o s » de Carlos C a s t a ñ e d a . Existencia. El arraigo e p i s t e m o l ó g i c o de cada unidad en la distinción que ha producido, tiene consecuencias ontológicas para la misma unidad y para el observador: - La p r o d u c c i ó n de una unidad le confiere existencia y le señala un á m b i t o existencial propio, en el que se hace reconocible mediante la interacción. - Cada observador produce unas unidades que derivan de su especial estructura cognitiva de desarrollo o n t o g e n é t i c o , y vive el m u n d o que su organismo produce. De todo lo cual se sigue: - Que las unidades sólo existen, en principio, en el á m b i t o cogn i t i v o de quien las produce como observador y están vinculadas al sujeto. Y puesto que todo cuanto el observador describe sólo adquiere una relevancia (importancia) supraindividual en la c o m u n i cación, el mundo de los observadores consta de unas unidades aceptadas por consenso. La base de la c o m u n i c a c i ó n está por lo mismo en la diferencia insuperable entre las unidades producidas individualmente y la necesidad pragmática del consenso. Pero tanto las unidades individuales como las consensuadas son «reales» en todos los campos de la vida humana m á s que cualquier otra realidad para el hombre. - En tanto que producto de un proceso vital, cada mundo es ú n i c o y se fundamenta en sí mismo. De a h í que Maturana pro81

I'cnsamíenlo sislémieo

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ponga hablar no de « u n i v e r s o » sino de « m u l t i v e r s o » . Si no puede darse un acceso privilegiado, independiente del observador, a un mundo « v e r d a d e r o » , tampoco puede justificarse «en si» o «de manera objetiva» ninguna forma de ser como mejor, m á s justa, m á s humana, etc. frente a las d e m á s . Todos los juicios de valor sobre formas de ser tienen una m o t i v a c i ó n personal y emotiva y responden a unas preferencias - s e g ú n las circunstancias, compartidas con otros-. Con ello la referencia a «la r e a l i d a d » pierde su fuerza v i n culante, de modo que hemos de responsabilizarnos conscientemente de nuestras preferencias personales o propagarlas de forma irreflexiva e ingenua. - Finalmente, tampoco puede mantenerse ya el concepto tradicional de « i n f o r m a c i ó n » . Cuando el observador percibe de un modo operacional coherente y el oyente interpreta con sentido una c o m u n i c a c i ó n , ambos procesos responden a sus respectivos estados estructurales y no pueden entenderse como una influencia externa. En palabras de Maturana: « D e forma e x t r a ñ a yo no soy responsable de lo que usted escucha, pero soy plenamente responsable de lo que yo digo.» "

componentes. U n sistema preserva su identidad (la posibilidad de ser reconocido), mientras mantenga inalterada su o r g a n i z a c i ó n . Cabe por tanto definirlo i n e q u í v o c a m e n t e al describir su organización. Puede variar, sin embargo, la estructura en la que se presenta una o r g a n i z a c i ó n determinada. Así, por ejemplo, la o r g a n i z a c i ó n de la « v i d a » se presenta en las estructuras de ameba, pulga, ballena u hombre. Los sistemas pueden estar estructurados con mayor o menor plasticidad y conservar su o r g a n i z a c i ó n pese a los cambios graves. Esto se aplica de manera especial a los seres vivos, que superan los « t r a s t o r n o s » " mediante una i n t e r a c c i ó n sin perder la o r g a n i z a c i ó n que les es propia. Si la interacción actúa de forma destructiva, la organización se disuelve, lo que para los seres vivos representa la muerte. U n sistema no puede cambiar su o r g a n i z a c i ó n , sino simplemente disolverla. Seres vivos. Cabe describir a los seres vivos como sistemas y, como tales, están organizados de un modo autopoiético/"

1

Sistemas. Maturana distingue entre unidades simples y complejas. Se entiende por simple lo que se describe unitariamente (por ejemplo, cuando se entiende un coche como un vehículo m o v i d o por su propio impulso). En cambio, unidades complejas o compuestas son las que resultan de la especificación de los componentes y de su encadenamiento (ahí aparece el coche como un vehículo, que consta de carrocería, motor, ruedas, etc.; la composición marca sus propiedades como un todo: aceleración, velocidad, etc.). Las unidades compuestas se denominan t a m b i é n « s i s t e m a s » , en los que Maturana distingue entre organización y estructura. Con ello se resuelve el problema clásico de identidad y cambio. Cada sistema presenta dos aspectos: la organización señala las relaciones que deben aparecer entre los elementos para que una unidad pueda insertarse en una clase. La estructura designa la configuración específica (espacial, por ejemplo) de la organización mediante unos 18. II R. Maturana. Hutlogia de la Cognición

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y Epistemología.

Tcmuco 1990, p 63.

La organización del viviente La a p o r t a c i ó n m á s importante de Maturana consiste en haber desarrollado una definición de la vida coherente en sí y con los conocimientos relevantes de las ciencias naturales. Esa definición sostiene su edificio teórico y en las páginas que siguen se supone como base. A p a r t á n d o s e del procedimiento habitual en la biología, Maturana no se contenta con enumerar distintos aspectos parciales (propiedades), como metabolismo, m o v i m i e n t o , crecimiento, rep r o d u c c i ó n , etc., ni recurre tampoco a simplificaciones vitalistas. Para él el ser v i v o es un sistema con un determinado encadena-

IV. Mientras que en mi traducción de Der Baum der Irkcnnlms utilice los conceptos perturhieren y Pertiirl
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que delimitan topológicamcntc el ámbito de su realización como un entramado.»" DINAMICA (metabolismo)

BORDE (membrana)

1 iguiu 4. Esquema de organización autopoictica

miento cié sus componentes: la organización autopoictica. El sistema pervive mientras su o r g a n i z a c i ó n autopoictica se mantenga en a r m o n í a con su entorno. Este concepto de autopoiesis y sus i m plicaciones se han dejado sentir de forma persistente sobre muchas disciplinas en las ú l t i m a s d é c a d a s , entre ellas la filosofía, la jurisprudencia, la sociología, la cibernética y la psicoterapia. Autopoiesis. El concepto de « a u t o p o i e s i s » lo presentaron por vez primera Humberto Maturana y Francisco Várela en su libro De máquinas y seres vivos, editado en 1972. Con él se puede describir a los seres vivos por su manera de trabajar, sin recurrir a puntos de vista externos. Para ello, los autores eligieron a p r o p ó s i t o un enfoque « m e c a n i c i s t a » . P a r t í a n del supuesto de que debe tener una forma de organización c o m ú n a todos los seres vivos con independencia de sus componentes. Parecía preferible tratar al ser v i v o como una « m á q u i n a » , por cuanto así p o d í a n tenerse en cuenta su organización y su evidente d i n á m i c a sin necesidad de recurrir a principios animistas o vitalistas. La definición resultante es la siguiente: 21

«Las máquinas autopoiéticas están organizadas (o se definen como unidades) mediante unos entramados de producción, transformación o destrucción de los componentes. Producen aquellos componentes que 1." en virtud de sus interacciones y transformaciones regeneran y realizan de continuo precisamente esa red (relacional); y 2." constituyen la red (la máquina) como una unidad concreta en el marco de tales componentes ya 21 Maturana atribuye la formación de este concepto a su enfrentamiento con el dilema de Don Quijote teniendo que escoger entre las armas (práctica) y el arte (poiesis). Allí habría reconocido que In «poicsiv» afecta a la organización de la vida mucho mejor que la «autonomía» (vrnsr K l.tidcwig y H.R. Maturana. ('onvtrsaaoncs, Tcmuco 1992).

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La ventaja conceptual de esa definición compleja y recursiva está en que. según la misma, cada sistema organizado a u t o p o i é t i c a mente se considere como un ser v i v o . La figura 4 presenta las condiciones que debe cumplir una unidad organizada de un modo a u t o p o i é t i c o : una d i n á m i c a de estados produce tanto sus componentes como su borde o marco, en el sentido de una frontera topológica. y esos componentes hacen posible a su vez la d i n á m i c a correspondiente. La d i n á m i c a y el borde de tal unidad se diferencian ciertamente en lo estructural y en lo funcional, pero cxistencialmcnte dependen de todo lo que constituye la unidad. La unidad fundamental «célula» satisface tales condiciones. Desde el punto de vista b i o q u í m i c o es una «fábrica m o l e c u l a r » , que produce de continuo sus propios componentes: las m o l é c u l a s . Con ello no sólo se dan los elementos básicos de la «fábrica», sino t a m b i é n aquellos elementos que la delimitan t o p o l ó g i c a m c n t c (bordes de la célula o membranas). Cuando la red se rompe, retuerce o d a ñ a en algún punto importante, termina la p r o d u c c i ó n y la o r g a n i z a c i ó n a u t o p o i é t i c a se descompone. El concepto de autopoiesis tiene consecuencias importantes de cara a los f e n ó m e n o s sociales, y por tanto da cara a los f e n ó m e n o s t e r a p é u t i c o s ; determina las condiciones biológicas y las fronteras de lo social. C o m o sistemas biológicos, los seres vivos tienen una estructura determinada, son a u t ó n o m o s , operacionalmcnte cerrados, inútiles e intemporales. Determinismo estructural. La organización a u t o p o i é t i c a del ser v i v o es invariable, permaneciendo constante mientras viva. Puede realizarse a t r a v é s de diferentes ordenamientos de los componentes y las estructuras. La estructura actual determina dentro de q u é límites puede cambiar un ser v i v o sin perder su organización autopoiética, y por tanto sin morir. Mediante su estructura el ser v i v o selecciona el tipo y la forma de las influencias de los hechos am22. Maturana y Várela, en Maturana. í-'ikamcti.

op cit.. p. I84s

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bicntales que pueden desencadenar mutaciones en el. Esa estructura actual es el resultado de su anterior prehistoria y marca el desarrollo ulterior. Autonomía. C o m o unidades compuestas los seres vivos constituyen sistemas. Viven en tanto que se reproducen y conservan. Con ello están ú n i c a m e n t e sujetos a las leyes que determina el estado estructural presente preservando su o r g a n i z a c i ó n a u t o p o i é t i c a . En ese sentido son sistemas fundamentalmente autorregulados, es decir, a u t ó n o m o s y -frente a los sistemas a u t ó n o m o s inanimados-"- son a la vez idénticos a sus productos. Su forma de trabajo determina toda su fenomenología; todos los componentes se subordinan al mantenimiento de su forma de o r g a n i z a c i ó n y sólo siguen sus leyes internas. ( A u t o n o m í a significa a q u í una normativa propia de la vida, y por tanto ni una a u t a r q u í a ni una a u t o d e t e r m i n a c i ó n sociopolítica.) De ese modo los seres vivos no son en principio «instruiblcs», sino en todo caso « d e s c o m p o n i b l e s » . C o m o no pueden funcionar sobre la base de input y output - n o tienen n i n g ú n mecanismo que lo p e r m i t a - , no pueden determinarse en forma h e t e r ó n o m a . Pero están perfectamente sujetos a influencias, cuando la «influencia» responde a su estructura actual. Quien conoce la peculiaridad de un ser v i v o (o de una especie) y de su entorno, puede « d e s e n c a d e nar» unas formas de comportamiento deseadas. Mas, si alguien afirma que se debe « i n s t r u i r » al ser v i v o , no sólo ignora las consecuencias de su a c c i ó n , sino que a d e m á s interpreta equivocadamente los f e n ó m e n o s : sólo ha relacionado entre sí las formas de funcionamiento del ser v i v o y de su entorno, ha alterado al ser v i v o i n d u c i é n d o l o así a pasar a otro estado, con lo que no ha provocado el cambio sino que lo ha « e s t i m u l a d o » . Ú n i c a m e n t e en este sentido se puede hablar de causalidad operativa. Por el contrario, el postulado de una causalidad, según la cual el cambio de un ser v i v o tiene que seguirse inevitablemente de unas influencias adecuadas, es un postulado que induce a error. De a h í deriva la exigencia capital para una teoría clínica de la c o n c e p c i ó n sistémica: tiene que renun-

23. Las máquinas «alopoiéticas» producen por el contrario algo distinto de ellas (como cosas, objetos).

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ciar a unos supuestos causales y desarrollar, sin embargo, unos conceptos p r a g m á t i c a m e n t e útiles. Unidad operacional cerrada. U n entramado de o r g a n i z a c i ó n a u t o p o i é t i c a , que se constituye y mantiene, sólo puede operar con estados propios. Trabaja de un modo autorreferencial, por cuanto regula de manera recursiva sus propios estados para preservar su organización. De a h í que los seres vivos sean operacionalmente cerrados: ú n i c a m e n t e se apoyan en estados propios anteriores y no en condiciones externas. C o m o los observadores aprovechan sus perspectivas exteriores para poder considerar al ser v i v o y su entorno como una unidad, perciben un intercambio energético y material entre organismo y entorno. Cierto que esa ventaja puede tener sentido de cara a describir la relación entre ambos, pero nada dice de la forma de trabajar del organismo y no justifica n i n g ú n tipo de consecuencias causales abstractas. Para un ser v i v o el m u n d o exterior sólo es relevante cuando aquél se lo incorpora estructuralmentc. Pensemos en la respiración: el observador contempla al ser v i v o y al entorno como una unidad y comprueba, por ejemplo, que el organismo absorbe oxígeno. Del hecho, sin embargo, no se puede concluir que el o x í g e n o condicione la respiración, puesto que el ser v i v o t a m b i é n intenta respirar en el vacío. La tentativa, por lo d e m á s , termina pronto, porque ya no puede mantener constantes las relaciones internas necesarias para el mantenimiento de la organización a u t o p o i é t i c a . En un medio ambiente carente de oxigeno la respiración se acelera y el animal muere a consecuencia de la hiperacidez de su sangre. Por consiguiente, las causas de la muerte están en el propio ser v i v o . Sólo desde una c o n s i d e r a c i ó n externa se puede atribuir a la falta de oxígeno la causa de la muerte. Las explicaciones causales pueden ser legítimas y adecuadas cuando los observadores saben exactamente a q u é campo f e n o m é n i c o deben aplicarse. T a m b i é n el sistema nervioso es operacionalmente cerrado, y eso marca la estructura de la cognición. Las células nerviosas constituyen un entramado operacional cerrado y sólo pueden reaccionar a unos hechos externos cuando se ven perturbadas en su estructura. Unas células receptoras « p e r t u r b a d a s » se «descargan» de una manera unitaria, con independencia del factor que desenca87

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dena su reacción. Dado que los elementos del sistema nervioso sólo operan con estados propios (o con las relaciones entre ellos), no pueden dividirse en desencadenantes internos y externos. N o existe n i n g ú n mecanismo neurofisiológico que haga posible o consiga explicar la diferencia cognitiva entre ilusión y percepción (cognición inducida interna y externa). Esa d i s t i n c i ó n , importante en la vida humana, tenemos que atribuirla a otros f e n ó m e n o s - p o r ejemplo, p s í q u i c o s y sociales-. Inutilidad e intemporalidad. Los sistemas vivos sólo satisfacen sus propias exigencias, realizando siempre su o r g a n i z a c i ó n autopoictica. N o persiguen n i n g ú n tipo de metas u objetivos, ni c u m plen ninguna clase de programas o funciones. Semejantes criterios los aportan los observadores desde fuera, cuando consideran los seres vivos en un contexto mayor y buscan una o r i e n t a c i ó n que les d é sentido. Los conceptos de fin, meta o tiempo sirven por ello para una descripción coherente, pero no captan el funcionamiento i n terno de los seres vivos. La magnitud « t i e m p o » entra en juego cuando se describen los cambios observados de un ser v i v o . El organismo en sí y su sistema nervioso de acuerdo con su estructura sólo funcionan en el presente. U n observador, que persigue la estructura por vía ontogenética y comprueba numerosas mutaciones, habla de tiempo o de historia para reconstruir los cambios hasta el presente. Construye, pues, en el « r e c u e r d o » presente unos estados anteriores y para ello se apoya en su propio tiempo subjetivo, una d i m e n s i ó n vivencia! muy v a r i a b l e . 4

Lo

humano En tanto que un sistema v i v o , el hombre consta de unos com-

ponentes a u t o p o i é t i c o s , que se subordinan a la o r g a n i z a c i ó n superior de la « v i d a » (autopoiesis de segundo orden); pero posee el campo existencial específico del lenguaje, que lo diferencia radial

Véase S..I Srhniidt (edil.), (inláchtms,

hunfi itntl StiukiwitrunK

88

Francfort del M. 1991; U. Nowotny. l-jxi'ii-al

cines /,eit%cfuhls, Francfort del M. 1989.

¡juste

c á l m e n t e de todos los d e m á s seres vivos. Hablamos, por tanto, de un campo f e n o m e n o l ó g i c o independiente y específico de lo humano. Así como parece lógico distinguir claramente lo biológico de lo físico, así t a m b i é n es conveniente -sobre todo de cara a la psicoterapia- considerar lo humano como un f e n ó m e n o independiente.

Bases de una consensualidad humana Maturana discute que la c o m u n i c a c i ó n humana se deba a la «utilización» del lenguaje; es decir, a un sistema de signos previamente cerrado. Eso significaría que el lenguaje precede al habla, y no se p o d r í a explicar en modo alguno c ó m o ha podido surgir el sistema de signos «lenguaje», que supone un alto grado de coordinación conductista. Puesto que el lenguaje se ha desarrollado evidentemente a la par que la humanidad, un científico que quisiera explicar la c o n e x i ó n interna no sólo t e n d r í a que convertir su propia existencia lingüística en punto de partida, instrumento y objeto de la explicación, sino que t a m b i é n tendría que describir un mecanismo generativo que hubiera producido el f e n ó m e n o del lenguaje. Coordinación conductista. Para poder explicar la existencia l i n güística, habría que empezar por mostrar c ó m o unos seres autopoiéticos y operacionalmente cerrados se coordinan entre sí. Según Maturana. eso puede ocurrir e s p o n t á n e a m e n t e , en la medida en que se dan las estructurales iniciales necesarias (disposición y plasticidad estructurales), de modo que los seres vivos afectados inter a c t ú a n manteniendo su respectiva o r g a n i z a c i ó n y mediante la repetición pueden configurar modelos de interacción. Desde un punto de vista operacional. se da la interacción cuando concurren unos individuos y se desencadenan unos cambios estructurales recíprocos. Mediante la repetición o recurrencia se llega poco a poco al acoplamiento estructural. En el se aproximan cada vez m á s sus estructuras sensibles (sensuales) y constituyen á m b i t o s de consensualidad. Esc proceso termina cuando se llega a unos cambios estructurales que sobrepasan el campo consensual y NO

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no permiten ninguna adición: entonces cesa la comunidad. La consensualidad o campos de c o o r d i n a c i ó n sensible se constituyen asi de una manera e s p o n t á n e a y mediante una interacción recurrente. Todos los seres vivos pueden coordinar su conducta con la de otros: es lo que Maturana llama la « c o o r d i n a c i ó n conductista prim a r i a » , viendo en ella una marca esencial de la estructura b i o l ó gica. La pluralidad de los campos c o n s e n s ú a l e s procede - d e acuerdo siempre con la disposición estructural de los organismos participantes- de la historia de su interacción. Habida cuenta de las ilimitadas posibilidades combinatorias del lenguaje, en el h o m bre es potcncialmcntc ilimitada. Lcnguajcar. A l ensayar nuevas posibilidades de i n t e r a c c i ó n humana se abre un campo de c o o r d i n a c i ó n conductista de segundo orden: el « l c n g u a j c a r » . " Este f e n ó m e n o aparece cuando en la colab o r a c i ó n consensual mediante sonidos, gestos, etc. surge una forma de c o o r d i n a c i ó n conductista (conducta lingüística) que se refiere a otra c o o r d i n a c i ó n conductista y la controla y hasta la sustituye. El resultado es un lenguaje en el sentido m á s amplio. Así pues, «lcnguajcar» significa coordinar consensualmente una coord i n a c i ó n conductista. El lenguaje como sistema autorreferencial sólo puede referirse al lenguaje. En este sentido el «lcnguajcar» constituye un campo inextricable y recursivamente cerrado, que sólo mediante un silencio a b a n d o n a r í a lo que no se convirtiese en el tema de la comunicación humana. Los «objetos» de nuestro m u n d o , y nosotros mismos en tanto que observadores, surgen en la c o o r d i n a c i ó n lingüística de la c o o r d i n a c i ó n conductista. (La palabra « m e s a » sólo se refiere a la d e l i m i t a c i ó n lingüística mesa, pues los «objetos» designados no tienen en sí nada «mesable».) Por ello la «existencia» de objetos sólo puede demostrarse d e s c r i b i é n d o l o s l i n g ü í s t i c a m e n t e (consensualmente). Proporcionamos, pues, distinciones, que en el interlocutor evocan la unidad correspondiente. Por ejemplo, la advertencia «¡Atención!» como señalización lingüística sólo puede influir ?s Neologismo de rirnción hitpnnn: «Icnguajeiu» (del ingles lo liuw.titiyr) Según Mnltiiiuui siguí lien una tomín de vula y en consecuencia solo de lótina insuficiente puede tinduciisc por «hablar» o «conversar», sobre todo cuando con tales verbos sólo se entienden manifestaciones verbales o una transposición al lenguaje.

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en el destinatario cuando éste la comprueba cognitivamente. Los sonidos de una lengua e x t r a ñ a al destinatario solo son capaces degenerar consenso cuando entiende unos elementos sensibles como el sonido, el significado, los gestos, etc. Comparado con la c o o r d i n a c i ó n conductista en el campo de la a c t u a c i ó n concreta, el potencial definidor del lenguaje es en principio i l i m i t a d o , puesto que cada c o o r d i n a c i ó n puede describirse de m ú l t i p l e s modos. Según Maturana, esto se debe al inmenso abanico de las maneras de ser humanas." Sin embargo, las palabras y los gestos no tienen un significado propio - n o denotan o connotan objetos independientes-, sino que son las distinciones lingüísticas, a las cuales nos referimos cuando se habla de «objetos». (Piénsese en todo lo que el sonido « p u e r t a » puede significar en las diferentes situaciones.) Por tanto el «lcnguajcar» subyace en la manera de ser humana y constituye un campo f e n o m é n i c o propio, ya que « u n observador puede comprobar que los objetos de nuestras distinciones lingüísticas pertenecen a nuestra esfera del lenguaje»." El aforismo de Maturana «Todo lo dicho lo dice un observador» define al ser humano come una c o l a b o r a c i ó n lingüística. En el sentido de unos cambios estructurales, corporales y coordinados, el «lcnguajcao rel="nofollow"> supone que las necesarias estructuras biológicas están y se mantienen intactas. Pero el f e n ó m e n o no se asienta en el organismo, sino en el á m b i t o de la consensualidad i n terhumana: «lenguajear» tiene ciertamente una base fisiológica y supone unas estructuras intactas, pero no es un f e n ó m e n o neurofisiológico. Emocionar. Las personas son sistemas multidimensionales con una d i n á m i c a corporal variable. Entre estados corporales y «lenguajear» prevalece una acción recíproca que, según Maturana, se controla mediante « e m o c i o n e s » . Por tales entiende unos estados 2(. Miiliirnnii distingue cinco planos de coordinación iciursivn del \: el plano piininrin o lundnmenuil (cooiduim ion t oiuluilista), el plano lingüístico (lcnguajcar); el plano de la distinción lingüistica (observar), sobre el que se constituyen «objetos»; la coordinación corpoial del observai (observndoi). con In que suige la coiuicncin, y In sepntat ion del observador dr una icd ilc ttiiruu cuines irctitsmis (nutoi omirm in) ( I «Kcality. I he search ol ohjcclivily 01 Ihcquesl lor a compclling arguinctil». cu ln\h .lnurmil «í

l'urhnl

ogy 9. 1988. p. 46-48. 27. Maturana y Várela, op. cit., p. 226

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corporales que disponen el comportamiento y establecen el campo de a c t u a c i ó n de un organismo: « C o m o emociones capta un observador la d i n á m i c a corporal de un ser v i v o , que especifica su campo de actuación.»'" La vida acontece en el fluir de unos estados emocionales, que a c o m p a ñ a n a unas interacciones y les scrtalan su o r i e n t a c i ó n . 1:1 paso de un estado emocional a otro lo designa Maturana como « e m o c i o n a r » y cuando ese paso está determinado consensualmente, el especialista habla de « c o - e m o c i o n a r » . " Conversar. Recientemente completaba Maturana su concepto del «lcnguajcar» controlado cmocionalmcntc en torno a la síntesis del conversar. En el entrelazamiento de unos estados corporales con las interacciones se cruzaría la forma de vida específicamente humana con la de otros organismos. En el « c o n v e r s a r » las actuaciones comunes d e s e m p e ñ a n un r o l m á s importante que los contenidos.'" N o está, pues, marcado por el intercambio de significados, sino por el placer de la c o l a b o r a c i ó n , por la c o m ú n c o n s t r u c c i ó n de unos campos c o n s e n s ú a l e s , que se entrelazan en una historia de i n teracción y así constituyen el fondo del que la vida humana saca ante todo su sentido. En la c o n s t r u c c i ó n mental hasta ahora descrita las emociones empiezan actuando como cuerpos e x t r a ñ o s , pues no se dejan observar y escapan por lo m i s m o a la investigación científica. Pero responden al p r o p ó s i t o de Maturana de explicar t a m b i é n biológicamente lo social. Para mis objetivos el concepto de conversar sólo ofrece una hipótesis heurística para describir unos procesos comunicacionales, que provocan los problemas y fuerzan las medidas psicoterapéuticas.

28. 11 K Maturana. Iholtigta de la eogruelón. op. cit.. p, 11. 29. Ihidcm. .10. Véase I I . R . Maturana, «Ontologie des Konversicrcns», en K.W. Kratky y F Wallner (edit.). Prinzinirn der Selhtlorganisaliim, Oarmstadt 1990, p. 140-155.

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Explicar: objetividad (entre paréntesis) Explicares una pasión. C o m o es capaz de observar y describir, el hombre constituye un mundo, a cuya d i n á m i c a se adapta constantemente. En ello le ayuda su curiosidad: plantea preguntas que reclaman unas explicaciones. Desde el punto de vista tic la p s i c o l o g í a

evolutiva el preguntar representa uno de los e s t í m u l o s primeros del ser «lenguajeante». Para Maturana explicar es «la r e f o r m u l a c i ó n de una situación v i v i d a con elementos de otras situaciones de la práctica v i t a l » . " Toda explicación responde a las preguntas de por q u é , c ó m o , de d ó n d e o adonde, que derivan de la experiencia y exigen que enlacemos y completemos las descripciones. Por ejemplo a la pregunta i n fantil «¿De d ó n d e vengo yo?» se puede responder de modo muy distinto, de acuerdo siempre con el á m b i t o experimental del n i ñ o . Para ser aceptada, la explicación ofrecida tiene que satisfacer los criterios de validez existentes. Si la respuesta es: « T e trajo la cigüeña», el n i ñ o tiene que saber o tiene que poder representarse que las cigüeñas son aves grandes, capaces de traer en su vuelo a los bebes. La respuesta es, en consecuencia, aceptable mientras no contradiga las experiencias del n i ñ o . Y a este respecto comenta Maturana: «El observador acepta como explicación una r e i n t e r p r e t a c i ó n de su práctica vital, cuando para él cumple unos criterios implícitos o e x p l í c i t o s . » " Puesto que el observador pregunta y escucha determinado por su estructura, es el demandante quien acepta o rechaza una explicación. De acuerdo con ello hay tantos modos de explicación como preguntas y formas de a c e p t a c i ó n . Cuando una explicación no satisface al demandante, la rechaza y busca otra m á s adecuada. Cada explicación ofrece, pues, una «receta» acerca de las experiencias propias, a las que debe recurrir el destinatario, para obtener una respuesta satisfactoria. Mas, dado que las explicaciones aceptadas a m p l í a n el campo experiencial y plantean por lo m i s m o preguntas nuevas, todas las explicaciones son efímeras. Así lo demuestra la historia del pensamiento y de la ciencia.

.11. H R. Maturana. «Reality...». op. cit., p 28. 12 Ibídem. también Maturana. «Wissenschaft u n d » . op. cit.

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A l conversar sobre su trabajo los científicos configuran un campo cognitivo con sus propias leyes. Según Maturana, la ciencia descansa en la p a s i ó n , que invade a los seres «lenguajeantes» ya desde su primera infancia: la p a s i ó n de conocer y explicar. C o m o todas las formas de c o m u n i c a c i ó n , t a m b i é n las explicaciones científicas sacan su relevancia del á m b i t o interhumano en el que surgen. Por lo d e m á s , están marcadas por la fuerza especial de sus criterios de validez. Son éstos los que deciden si los científicos « e s c u c h a n » unas explicaciones - s i las aceptan como una prescripc i ó n - y las aceptan como tales y los que deciden q u é procedimientos deben mantenerse." Las sendas de la explicación. Según Maturana, las explicaciones siguen dos sendas posibles, que se bifurcan en la pregunta de si se incluye o no la biología del observador. Ambas parten de unas experiencias descritas por el observador. Como, según el propio M a turana, el describir está emocionalmentc condicionado, la elección del resto del camino responde a una actitud interna. En general hay tres tipos de explicación: indicación de unos estados emocionales ( « p o r q u e asi me gusta»), referencia a elementos que se encuentran en un mundo objetivo e independiente del observador (objetividad) o referencia a elementos dentro del á m b i t o experimental del observador (objetividad entre paréntesis). En la ciencia sólo se aceptan las dos ú l t i m a s formas indicadas. La senda izquierda de la figura 5 supone que los hombres se pueden referir a un m u n d o objetivo, independiente de su obrar. El científico, al que su estructura biológica le sirve de impedimento, tiene en consecuencia que repensar unos m é t o d o s para superar sus déficits cognitivos. Es responsable de la elección de sus procedimientos, mas no de los resultados de su investigación, puesto que en ellos se refleja un m u n d o independiente. La ciencia apunta a h í a una esfera del ser (ontología) que trasciende al hombre, pero que se deja captar y desvelar objetivamente mediante los m é t o d o s apro-

,VV I 'na declaración científica supone, según Maturana. la descripción de un fenómeno (de una experiencia), que significa tina indicación de las operaciones que otros observadores tienen que realizar para comprobar el fenómeno, una producción o reconstrucción del fenómeno con elementos que proceden de otro campo experiencial más profundo; una derivación de fenómenos ulteriores que asimismo se producen; observar (vivir, experimentar) los fenómenos derivados. Ibidcm

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CONOCER OBSERVADOR

Descripción Vivir el lenguaje

I a existencia es independiente de la biología del observador

EXPLICAR

I .a existencia es dependiente de la biología del observador

OBJETIVIDAD

-Criterios-

(OBJETIVIDAD)

Realidad UNIVERSO

«Gusto»

TTTT

('ampo de la antología transreni/enlal

EMOCIONAR

I

(Realidades) rVHJLTIVERSA Campos de la atlulraneilad subjetivo

('ampos ile las antologías i <»i\titnlivn\

Figura 5. Sendas de la explicación

piados. El observador es como un instrumento del conocimiento verdadero y vinculante. El punto de partida para la senda derecha es el hecho de que la cognición humana no tiene acceso a un mundo objetivo, independiente del sujeto. A q u í el científico supone que cada conocimiento constituye por sí m i s m o su realidad. Estrictamente hablando, hay pues tantas realidades como modos de observación, un multiverso en vez de un universo. Por consiguiente hay t a m b i é n tantas esferas del ser como procedimientos o criterios para producir o aceptar unos conocimientos (ontologías constitutivas). Realidades diferentes, como las de la física, la biología, la psicología, las ciencias sociales, la filosofía y la teología, coexisten con los mismos derechos. N o se puede fundamentar una j e r a r q u í a del saber, como no puede darse la reducción ontológica de un á m bito del saber a otro. 95

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Ninguna de las dos sendas tiene que llevar a resultados contradictorios ni marcar de manera diferente a los observadores. Los conocimientos ya aceptados toman el carácter de lo real, de lo «objetivo», independientemente de si se han obtenido sobre la base de un pensamiento objetivista o constructivista. P r á c t i c a m e n t e se puede v i v i r en un universo de forma tan adecuada como en un multiverso. (Realistas y materialistas, idealistas y constructivistas. todos abren la puerta antes de abandonar el auditorio.) La decisión por tanto de una senda o de la otra no se deja sentir ni en los conocimientos en sí ni en sus consecuencias prácticas, sino ú n i c a m e n t e en el modo en que se fundamentan. Por ello no elimina Maturana la objetividad en la senda derecha, sino que simplemente la pone entre paréntesis. Lo que surge por vía cognitiva, es en adelante objetivo para todos los campos prácticos. La objetividad (entre paréntesis) debe recordar que las realidades, por vinculantes e inevitables que puedan resultar, son siempre el producto de nuestra o b s e r v a c i ó n . La importancia de esta distinción se pone de manifiesto en las consecuencias de ambas sendas para la misma explicación y para la convivencia humana. Mientras que el científico « o b j e t i v o » piensa que no tiene que hacerse responsable de sus proyectos y conocimientos, porque «el» m u n d o es como es, la objetividad (entre paréntesis) reclama una responsabilidad personal de toda su obra y de sus resultados. El científico puede ciertamente objetar que no es capaz de valorar el alcance y consecuencias de su obra, pero no puede escudarse en unas «obligaciones objetivas». Según Maturana, el concepto de una realidad objetiva sirve en ú l t i m o análisis para la i n t i m i d a c i ó n argumentativa. Sobre esc trasfondo surgió aquella p r e t e n s i ó n científica del absoluto, que se manifestó por ejemplo en el postulado «saber es p o d e r » como un instrumento apropiado del d o m i n i o autoritario. Así la decisión por una u otra senda marca t a m b i é n la ética de la convivencia humana: mientras que la ciencia « o b j e t i v a » debe aspirar a la verdad al margen de las barreras éticas, la objetividad (entre paréntesis) establece una responsabilidad ética para los conocimientos científicos.

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Imagen del hombre y ética Del pensamiento sistémico marcado por la biología se den van unas consecuencias fundamentales para el conocimiento del hombre y de su interacción. Afectan a la « i m a g e n del h o m b r e » , a la etica de la forma de vida y a la práctica terapéutica. Apoyan adem á s la exigencia de Maturana y de Várela reclamando la «contad u r í a lógica» del conocimiento, que debe llevarse correctamente. Los errores lógicos pueden dejarse sentir de forma duradera en la ciencia. Así lo demuestran -en el á m b i t o por ejemplo de la psicoter a p i a - el empleo y manejo de conceptos como poder, manipulación, control y violencia, así como las consecuencias de diagnósticos, p r o n ó s t i c o s , indicaciones, etc. «trivializantes».

Aceptación y respeto Hace pocos anos ( i u n t e r Schiepek solicitaba «la elaboración de una imagen del hombre sistémica. que proporcionase la base para un enjuiciamiento (entre otras cosas ético) de la actividad i n vestigadora y p r á c t i c a » . " Sin pretender socavar esa exigencia justificada, yo q u e r r í a hacer hincapié en que pensadores como Maturana, Várela y von Foerster se han preocupado sobre todo de desarrollar una imagen del hombre. Su insistencia en la estructura biológica del hombre se deja sentir en todos los campos, incluidos el de la moral y la ética. La c o n c e p c i ó n del observador como ser v i v o «lenguajeante» define al hombre como un ser biológicoindividual y comunicativo: es a la vez a u t ó n o m o y lingüísticamente condicionado, necesitando, por tanto, otros seres semejantes a él. Ambas definiciones -estructura biológica y lenguaje- señalan las fronteras dentro de las cuales puede presentar variaciones el medio vital del hombre, sin que le resulten insoportables. Previamente existe, por ejemplo, su estructura orgánica, por defectuoso o

.14 ( i Schiepek, «Hcitrag /u cincr Diskussitm iin Vurtckl s\<¡trtimchei /ciiwhriU fttr VI'.V/ÍVH/.V('/;C /hcrapic 6, l H8. p. 7V

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contaminado que pueda ser un entorno, sin tener que soportar penosos procesos de a d a p t a c i ó n . Su consecuencia, los d a ñ o s del medio ambiente por encima de una medida soportable pueden estorbar o impedir la realización de la vida humana. En el centro de la existencia humana está la c o n v e r s a c i ó n , que exige la existencia de hombres iguales y a u t ó n o m o s . Pues el yo sólo surge y se realiza en c o l a b o r a c i ó n con un tú independiente; es decir, en el « n o s o t r o s » . El « n o s o t r o s » es la c o n d i c i ó n indispensable del medio vital humano, a diferencia de la existencia animal o puramente cosificada." Pero mediante la lógica del lenguaje el hombre t a m b i é n puede - a diferencia de los animales- negar la justificación existencial de sí mismo y del nosotros, y hasta puede aniquilar el m u n d o vital com ú n . De a h í que los hombres deban regular su convivencia con normas capaces de ser consensuadas, con el fin de poner diques a las inclinaciones destructivas, adquiridas por el lenguaje. Pueden asimismo configurar mundos indignos del hombre y mediante la reflexión tomar conciencia de su dependencia respecto de otros y de la naturaleza. La conciencia obliga: « C u a n d o los hombres dicen: "somos conscientes de ello", pero no hacen nada, es que ni siquiera son conscientes.»"' La negación constituye el lenguaje, hace posibles las mentiras, los e n g a ñ o s , etc. En tanto que seres lingüísticos, tenemos que elegir entre varias alternativas y podemos tener en cuenta los preceptos morales o podemos rechazarlos. Sólo desde la negación se sigue, pues, la necesidad de una ética. Puesto que, así entendida, afecta primordialmente a la a c e p t a c i ó n y al respeto, la exigencia fundamental de la ética tiene que formularse en los t é r m i n o s siguientes: «¡'loma conciencia de que tú eliges]» Las implicaciones éticas del pensamiento s i s t é m i c o descansan en estos supuestos: Cada hombre vive el m u n d o (o los mundos) que él m i s m o produce, y los hombres se encuentran a sí mismos ú n i c a m e n t e en el nosotros. 15. Frnst von Glasersfeld declara irrenuncíable por motivos epistemológicos la autonomía del otro, sobre todo porque el individuo no puede constituir ni el conocimiento ni la realidad («Zuerst muB man /u /wcil son», en \cv/rmr 4, 1990. p 119-115). .16. II K Maturana. «Hinter den Kulisscn der Kognition». en Famtliendynamik 13. 1988, p. 168

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De lo cual se derivan dos preceptos fundamentales: - Aceptación: ¡respeta la pluralidad de mundos humanos! - Respeto: ¡valora al otro en la convivencia como a un igual! Ambos preceptos están en c o n e x i ó n con la e m o c i ó n básica que, según Maturana, compartimos con todos los seres vivos: el amor. Y de la cual se deriva una a c t u a c i ó n , que «abre a otros en el respect i v o campo interaccional un espacio para la c o e x i s t e n c i a » . " Sin a c e p t a c i ó n es imposible la convivencia humana. Pero aceptación no significa ú n i c a m e n t e tolerancia cual negación pasiva del otro. En este sentido escribe Ernst von Glasersfeld: « C o n d i c i ó n previa para el amor es la... c o n s t r u c c i ó n de una persona a u t ó n o m a , a la que se ve como independiente de la propia.»'" Heinz v o n Foerster piensa que él imperativo objetivista «¡Tú debes!» debe ceder en el pensamiento s i s t é m i c o al postulado «¡Yo debo!» Una ética sistémica, como cualquier otra, no es constrictiva, sino que simplemente crea un marco relacional, que puede servir como o r i e n t a c i ó n y valoración de la a c t u a c i ó n propia. Fomenta por ello la conciencia de ser partícipes en la configuración de un m u n d o m ú l t i p l e , en el que no se pueden justificar las actuaciones mediante la violencia objetiva o la ignorancia: incluso el hecho de referirse a la ignorancia supone una conciencia que obliga éticamente. Una ética sistémica invita según esto al i n d i v i d u o para que -mediante la a u t o o b s e r v a c i ó n o en una reflexión colectiva- tenga ideas claras acerca de las condiciones que guían su a c t u a c i ó n .

« C o n t a d u r í a lógica» La historia de la psicoterapia está marcada, debido a su afán reduccionista, por cierta confusión conceptual: a menudo los fenómenos no se definen i n e q u í v o c a m e n t e , de modo que sus límites quedan oscuros. En el pensamiento objetivista esa i m p r e c i s i ó n no constituye un problema grave; se puede esperar tranquilamente que unos conceptos defectuosamente delimitados y unas reduccio.17. H R Maturana. «Reflexionen Uber Liebe». en /.eiiwhnfl p I29s. 38. Glasersfeld. op. cit.. p.H9s

fur svsirmiwhc

Thrrapir 3. 1985.

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nes absurdas fracasen ante «la» realidad. En la senda de la objetividad (entre paréntesis), sin embargo, la d i s t i n c i ó n correcto/falso ya no puede apoyarse en unas características externas objetivas. M á s bien hay que mantener una exacta correspondencia conceptual enire los f e n ó m e n o s producidos y el á m b i t o f e n o m e n o l ó g i c o asignado a los mismos. Se exige por tanto una estricta lógica interna de la a r g u m e n t a c i ó n , una « c o n t a d u r í a lógica» correcta. Ú n i c a m e n t e esta salvaguarda de la incoherencia y de la inoportunidad: «la lógica de la descripción y del comportamiento sigue a la lógica del sistema descriptivo».'" < uando no se tiene en cuenta esa exigencia, pueden derivarse consecuencias graves, en lo que afecta por ejemplo al poder, la violencia, la m a n i p u l a c i ó n y el control. En el campo de la terapia Haley y Ha tesón sostuvieron una controversia, que se ha hecho famosa, acerca de si el « p o d e r » puede marcar las relaciones humanas o es simplemente una metáfora. " Con otros protagonistas, la controversia c o n t i n ú a hoy con toda su fuerza. A mediados de los a ñ o s ochenta, y debido a dicha disputa, se t e m i ó el peligro de una escisión en el campo de la t o d a v í a j o v e n terapia sistémica. Algunos terapeutas sistémicos se fueron distanciando cada vez m á s de la terapia l á m i h a r con sus intervenciones p r a g m á t i c a s y prefirieron un modelo dialogístico; otros temieron que el enfoque circular y la renuncia a unas intervenciones adecuadas pudieran condenar al tciapetita a la impotencia. A l mismo tiempo arrecio la critica de motivaciones políticas y feministas contra el pensamiento sistémico: dado que éste renunciaba expresamente a las explicaciones linéales-causales, negaba la influencia del poder y la violencia en la familia y en la sociedad, justificando así indirectamente las relaciones patriarcales. En el mejor de los casos los críticos a t r i b u í a n a los pensadores sistémicos un «laisser-faire» sociopolítico, que rechazaban rotundamente por motivos éticos. 4

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Para evitar conflictos de esa índole, hay que definir claramente en el discurso t e r a p é u t i c o conceptos como poder, violencia, manipulación y control, y asignarlos a los campos f e n o m é n i c o s . Así pues, el primer paso para una correcta « c o n t a d u r í a lógica» debe consistir en la d e l i m i t a c i ó n exacta c i n e q u í v o c a del á m b i t o s e m á n tico de validez de tales conceptos. Ante todo parece importante el hecho de si esos conceptos describen una acción o una c o m u n i c a c i ó n «unilaterales». Poder y man i p u l a c i ó n llevan una marca comunicacional, pues lo que a q u í i m porta es la c o l a b o r a c i ó n : el poder supone s u b o r d i n a c i ó n , y la m a n i p u l a c i ó n supone el comportamiento deseado. La violencia, en cambio, es la i n t e r v e n c i ó n unilateral y anticstructural sobre el hombre, sobre otros seres vivos o sobre cosas, en la que la reacción de la v í c t i m a no juega rol alguno. El control se basa en la tentativa de cambiar las condiciones ambientales de tal modo que se excluye un desarrollo a u t ó n o m o . Mientras que poder, m a n i p u l a c i ó n y v i o lencia se apoyan en una «trivialización», el control parte de la auton o m í a , que tiene que ser limitada. Cuando poder, m a n i p u l a c i ó n y violencia cuentan en el discurso sociopolítico o t e r a p é u t i c o como facetas de un mismo f e n ó m e n o , afloran importantes errores lógicos que dificultan el procedimiento en c u e s t i ó n . 41

La exigencia de una correcta « c o n t a d u r í a lógica» debería tenerse en cuenta t a m b i é n en el campo t e r a p é u t i c o en el diagnóstico, el p r o n ó s t i c o y la e v a l u a c i ó n . Por ejemplo, desde hace cien a ñ o s la psiquiatría y la psicología han explicado el objeto de la teoría clínica - l o s problemas de la v i d a - a t r a v é s de aspectos que derivaban de otros campos fenomcnológicos: los problemas de la vida se i n terpretaron en analogía con las enfermedades corporales, como expresión de estructuras de personalidad individuales o como producto del medio ambiente o de la familia. Sin embargo, su natura-

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i'í Maturana. t ikrnncn, op. cit,, p 75, •tu I I loiurplo de «metáfora», a diferencia, por eicmplo. de «verdad», se demuestra en la conirp. i. 'ii M I Í , inini i i imo i ti rule dr coitlrnuln \i lo miMno rrvullii iitiilil rn simulo rsli u lo i ' v , i L i' l t V n *V h - I . M I r ;m.t il> M . I O I I I ; I U I» 1 hr piohlrm ol i^ower- rn / . i - i t

43. M . von ioerster emplea el concepto de «trivialidad» en el sentido dei matemático Alan T u ring para distinguir máquinas triviales de las que no lo son: una «máquina trivial» conecta sin errores y de forma monótona las causas y los efectos. Una «máquina no-trivial» cambia en cada operación su «estallo interno», yes por lo tanto imprcdeciblc. I.as maquinas triviales están sintéticamente determinadas, mu iiiiülilii ¡iiiirnlr drlri nuniiblrs, indrivmlicnlrs del panulo \, it.lr* I m tnmtuiitiis no tris uilcv esian delrinimadas sintéticamente analíticamente ^'n indctermmaWcv arivnitirnics ,lrl pasado \o rn-cIrciNcs r-t '.i p*.Kt!,'.l 1 reme eiundi' « i ^ l n i.il \ iVfMct \ Prs ¡v^ 'N'.ij.L-v c¡e jcnijci.'ii .ignora la pregunta' T n \ i a l i / a ' ,l>esarrolla una epistemología de lo no-irmal' Vcase «1 ntdcckcn oder Firiindcn». op. cit.. p. 36-41. J

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Icza fundamentalmente comunicativa a menudo se quedaba por el camino o se trivializaba. Con ello esas disciplinas entraban lógicamente en el callejón sin salida del reduccionistno, del que hasta ahora no han salido. De todos modos respondían en la práctica -otro ejemplo de la arbitrariedad de las teorías y de la d i n á m i c a propia de la esperanza- a la «lógica del sufrimiento».

Biologismo. Si todo lo dicho lo dice un observador - a q u í , Humberto Maturana . que vincula la c o m u n i c a c i ó n y lo social a la biología del hombre, formula una preferencia personal. No tiene nada de violento, como no lo tiene el anclaje de lo biológico en la física, sino que es simplemente una posible consecuencia lógica del concepto de autopoiesis. Si como tal es provechosa y coherente, habrá que demostrarlo en el plano científico, histórico y práctico.

Critica al pensamiento

Por tanto t a m b i é n existen pensadores sistémicos que establecen prioridades sociocicntíficas. Luhmann, por ejemplo, considera las comunicaciones como elementos de unos sistemas sociales autopoiéticos. Para él los hombres son la condición necesaria para la emergencia de tales sistemas; pero pertenecen sólo a su entorno, de la misma manera que los procesos físicos pertenecen a los sistemas vivos.

sistémico

El pensamiento sistémico es objeto de crítica cada vez m á s frecuente en la literatura especializada. En aras de la sencillez empiezo por resumir en forma de tesis algunos de los principales argumentos aducidos: Dado que todo conocimiento se remonta a un observador, éste tiene que ser un hecho preexistente y ontológico. En este sentido la teoría contendría una contradicción interna. Trasladado a la c o m u n i c a c i ó n y al lenguaje, el pensamiento sistémico fomentaría un reduccionismo biológico. - La identificación de conocer y obrar d e s e n m a s c a r a r í a un pragmatismo orientado a la eficacia, un neo-behaviorismo. - La «interacción instructiva» q u e d a r í a excluida. T a l actitud sería nihilista y justificaría indirectamente las relaciones dominantes, y vendría a ser anti-emancipatoria. A d e m á s , no sería útil ni para la terapia ni para la investigación. - Como sistema cerrado, el planteamiento no sería objeto de debate ni de falsación; es decir, sería acientífico. La terminología resultaría ininteligible y oscura presentando rasgos esotéricos y místicos. Faltaría a d e m á s la reflexión histórica. Ontología del observador. El axioma fundamental del pensamiento sistémico - « T o d o lo dicho lo dice un o b s e r v a d o r » - no significa que el observador preceda ontológicamente a lo dicho, lo que sería una contradicción en sí. M á s bien formula un principio recursivo, que repercute sobre sí mismo: « T o d o lo dicho lo dice un observador, el cual dice a q u í que es un observador.» El observador empieza, pues, por constituirse con su afirmación sobre sí mismo. 102

Identificación de conocer y obrar. Para Maturana y Várela rige el principio de « T o d o obrar es conocer, y todo conocer es obrar». Ambos aspectos van inseparablemente unidos al proceso de la vida. Puesto que seres vivos y entorno deben conciliarsc operativamente, vida significa constituir (conocer) un entorno activamente (mediante la acción). El obrares efectivo cuando sirve a la vida en el medio constituido. El conocimiento descansa en la distinción y ésta en el obrar. Ese acoplamiento y condicionamiento recíprocos significa que v i v i r y conocer son una misma cosa. Gerhard Roth censura atinadamente a este respecto que no se tenga en cuenta la diferencia entre autopoiesis orgánica y autorreferencia del sistema nervioso." Cierto que la cognición se apoyaría en la autopoiesis, pero no sólo serviría a la conservación de la vida sino que fundam e n t a r í a asimismo un campo ontológico independiente. Pragmatismo o neo-behaviorismo. La idea de que el obrar, el conocimiento y el entorno se condicionan mutuamente no apunta a la eficacia en el sentido de una a c o m o d a c i ó n a una realidad previamente dada. Pero una exposición tradicional de los conceptos «obrar», «conocer» y «eficacia» comporta i m p l í c i t a m e n t e una ac-

4 4 . <¡ Kolh «Aulnpoirsc umt Kogniltnn». en ( i Nchic|>cli (edil I. V n ' r m r nlnutrn Munich Wcinhrim l'»H7, p MI 7 4

.Viwr/uc,

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Bases biológicas

Pensamiento sistémico

ción unilateral, lo que no deja de ser otro m o t i v o para desconfiar de los conceptos tradicionales. Tracticabilidad. El reproche de que el pensamiento sistémico no brinda ninguna orientación clara para la práctica o la investigación es ciertamente atinado; pero es un reproche que puede hacerse a todos los sistemas del pesamicnto. Pensar no ofrece ninguna receta para la práctica, sino un fundamento para orientarla e interpretarla. Si nos preguntamos que aporta una teoría de cara a la práctica, la respuesta tiene que ser: una construcción teórica debe ayudar fundamentalmente a entender mejor la práctica, a estimularla h e u r í s t i c a m e n t e y a criticarla y a delimitarla. Nihilismo. En el pensamiento sistémico aparecen las relaciones dominantes con especial relieve cognitivo, y por tanto t a m b i é n como cognitivamente mudables. Sin apoyar la discrecionalidad la cognición deriva de la manera de trabajar de un organismo condicionada por su historia y su contexto, la interpretación de las relaciones sociales del consenso entre seres vivos «lenguajeantes»- l i bera en principio de la violencia de una realidad objetiva y «es en consecuencia» creativamente emancipador, aplicado a la configuración de una manera de ser digna del hombre. .[historicidad. La frecuente objeción de que el pensamiento sistémico es ahistórico, afecta tanto a la conciencia de sus raíces y consecuencias histórico-cspirituales, como al contexto de su constitución. A este respecto escribe Maturana: «Una gran parte de lo que yo he dicho lo han reconocido y aceptado intuitivamente los filósofos desde la antigüedad, aunque hasta hoy nadie ha podido explicar la peculiaridad biológica de las relaciones entre cognición y realidad. Esa es la explicación, que yo persigo en mi trabajo.» ' 4

Con ello no solamente indica que el pensamiento sistémico ha tenido muchos precursores -desde los primeros escépticos hasta los padres de la c i b e r n é t i c a - , sino que afirma a la vez que la construcción de una «realidad» histórica no es menos deseada para la justificación de nuevos planteamientos mentales que para su crí45

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Maturana. l'.rkennen. op. cit.. p 25.

tica. En este sentido la objeción cae en el vacío, pues el enfoque sist é m i c o problcmiza el concepto de lo histórico de forma tan radical como su propio contexto constitutivo. V o n Foerstcr comenta al respecto: «El entorno, que percibimos, es invención n u e s t r a . » * Esoterismo. El pensamiento sistémico no persigue fines esotéricos, sino un claro programa científico: todos los procesos que conducen a unas afirmaciones teóricas, pero sobre todo aquéllos que describen y explican al observador, deben tenerse en cuenta. Por eso no entra aquí en consideración la reducción objetivista de excluir el autor del f e n ó m e n o como variable de distorsión. Este nuevo programa abre el pensamiento sistémico a los e s t í m u l o s de otras disciplinas y maneras de pensar. Terminología oscura. Es una objeción a la que asiento en principio. Pero hemos de pensar que los autores que recorren caminos nuevos siempre han utilizado neologismos para evitar malentendidos. I'alta de cientificismo. Los sistemas mentales en principio sólo se pueden debatir y rechazar desde su propia perspectiva. Incluso la ciencia positiva de la naturaleza requiere ciertos supuestos, como el de la objetividad; pero t a m b i é n prescribe c ó m o se debe proceder en el examen y falsación de sus axiomas. Si e x a m i n á s e mos los resultados del positivismo desde el punto de vista del pensamiento sistémico, muchos de ellos t e n d r í a m o s que rechazarlos. Incluso en el constructivismo radical de E. von Glasersfelds -que se entiende como una teoría del conocimiento empírica y p r a g m á tica sin hipótesis previas - tienen aplicación estas palabras: « H a y que sentir lo que es bueno. 1.a decisión está siempre en el propio sentimiento.» ' La aceptación de un paradigma nuevo es siempre una decisión que «en cualquien> caso habrá que justificar en un segundo tiempo con ayuda de criterios que derivan del propio paradigma. La ciencia formula afirmaciones sobre un objeto, que se entrelazan con otras afirmaciones. Y debe desarrollar unas reglas metodológicas para probar la coherencia de sus tesis y teorías. Vista desde fuera, 4

II v o n l o r t M e i . SiJtí utul l.ltlMtht. o p , t i l , p. . ' S 47. L. von í dasersleld. «Siegencr (iesprachc uber Kadikalcn Konstruktivismus» en S. J. Schmidt (edil.). Der Diskurs. op. cu . p. 430. 4lt.

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Pensamiento sistémico

Bases sociológicas

cualquier manera de pensar puede parecer incoherente, al igual que unas culturas en el marco de las autoevidencias de otra cultura también se presentan como contradictorias y extrañas.

Resumen Las tesis básicas del pensamiento sistémico pueden resumirse así. 1) 2) 3) 4) 5) 6)

Todo lo dicho lo dice un observador Un observador es un ser vivo y «lenguajeante» Todo lo dicho se produce «lenguajeando» (Las realidades) son argumentos del conversar Los sistemas se producen «lenguajeando» unidades complejas Pensar en «sistémico» significa concentrarse en unos sistemas Tabla I . Una visión panorámica de lo «sistémico»

4. Bases sociológicas Las bases biológicas examinadas del pensamiento sistémico habrían podido fundamentar ya por sí solas m e t a t e ó r i c a m e n t e una práctica clínica. Mas, para entender el f e n ó m e n o terapia, necesitaremos a d e m á s una teoría coherente de los sistemas sociales, como la propuesta por Niklas Luhmann. Como yo propongo a la vez un enfoque biológico y un enfoque social, querría aprovechar sobre todo las ventajas de la «descripción d o b l e » . ' 4

ceptos y teorías con conceptos sistémicos y m é t o d o s discrepantes." Mas, pese a todas las diferencias, podemos t a m b i é n reconocer algo c o m ú n : la investigación de conexiones -sistemas•- complejos y d i n á m i c o s . De esa temática c o m ú n surgió, como observa Willke, un programa supradisciplinar: resolver el problema de la complejidad sin acortamientos reduccionistas."' Pero a c o n t i n u a c i ó n sólo t e n d r é en cuenta aquellos aspectos de las teorías sistémicas que son relevantes en el campo de la actuación clínica. Pero interesan sobre todo las características generales, que permiten constituir y reconocer los sistemas como tales.

El concepto de sistema Hasta ahora no ha podido definirse unitariamente el concepto de «sistema». Sus viejas raíces griegas apuntan, sin embargo, a los dos aspectos que caracterizan los sistemas y plantean los problemas teóricos. Desde el punto de vista etimológico, «sistema» es una creación compleja -compuesta- y separable de otra." Así pues, quien investiga sistemas tiene que definir t a m b i é n sus elementos, sus relaciones y sus limites. De acuerdo con ello L. von Bertalanffy partió de la definición siguiente: los sistemas son creaciones que constan de elementos cntrcla/ados." En este sentido hay que entender ante todo cada «creación» (Gcbilde) como un sistema. Mas, si incorpora al observador, dicha definición se aplica a todas las unidades que un observador capta como complejas. Los sociólogos se atienen por lo general a la definición formulada en los a ñ o s cincuenta por Hall y Fagan, que se ha convertido en la definición clásica. Suena así: « U n sistema es un conjunto de

Enfrentamiento con la complejidad Kl pensamiento sistemo-teórico se impuso desde los a ñ o s treinta en vanas disciplinas científicas, aunque no se puede considerar como algo unitario. M á s bien abarca distintos enfoques, con48 Ver ( i . Bateson. lieisl uml S'atttr í.itw nolwcmh^r l.oihcti, Francfort del M. 1982. p 88,

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4 9 I uhmann distingue cuatro tipos básicos de sistemas: máquinas, organismos, sistemas sociales y sistemas psíquicos. Fn cada uno de ellos subyáce una operación basal específica. 50. H. Willke. Syslemiheone, Stuttgart-Nueva York 1 9 8 2 , 5 1 . El griego systhema (composición) es palabra compuesta de la preposición svn (con. junto con) e hvstanai (poner). t.os primeros testimonios del manejo conceptual de la totalidad se remontan lo mas larde al filósofo AnslólHrs: « I I lodo es más que la suma de sus piules «• Sobo- In Insloiui tlrl ilrstiitollo del i oiiicpto «SISIIMIIII» inloitim. cntie olios. I volt lli'iliiliiiillv, lienrrol S r i / c m * llitoiw Nurvii Vnili 19/2. Irad. cast leona (reneral t/e los Sistema*. Fondo de Cultura Fconomica. Madrid I97n. 52. Von Bertalanfly, op. cil.

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Bases sociológicas

Pensamiento sistémico

gunta se refiere a la diferencia sistema/entorno, la segunda a la d i ferenciación sistémica, y la tercera a la diferencia elemento/relación. Las tres preguntas están estrechamente enlazadas y sólo cabe distinguirlas racionalmente con fines analíticos/''

objetos y de relaciones entre los objetos y sus características.»-' Así, los componentes y las propiedades tienen que existir antes de la formación del sistema. El sistema «agavilla» objetos y características sólo de cara a un todo, y los componentes sólo necesitan de sus propiedades para poder unirse entre sí. Las propiedades especiales de la totalidad así formada sólo surgen consiguientemente después. En este sentido se habla de «emergencia» de una nueva cualidad - l a «cualidad s i s t é m i c a » - , que deriva de las «capacidades» interactivas de los componentes. En virtud de tal emergencia cada sistema sería m á s (o diferente) de la suma de sus partes. Con ello, sin embargo, no se tiene en cuenta - y así lo han anotado Roth y Schwegler- que todas las propiedades de los objetos derivan de unas interacciones/ Los modos de interacción y las propiedades de los objetos están inseparablemente unidos entre sí. Por ello tiene poco sentido observar que los objetos poseen propiedades «en sí», con independencia de sus interacciones actuales (en un medio)." Éstas proceden m á s bien de la interacción y varían con los modos de interacción. Emergen nuevas propiedades (cualidades) - tanto en los componentes como en el sistema- mediante el proceso de sistematización o « r e l a c i o n a m i e n t o » (Relationierung). Los objetos sólo se convierten en componentes de sistemas, cuando ya han formado nuevos modos interactivos y propiedades, y por tanto cuando ya se han renovado. I)c una definición precisa del concepto de sistema Luhmann exige que responda a tres cuestiones complejas: ¿Qué es lo que distingue la creación de un fondo (frontera sistémica)! ¿En que consiste la creación (componentes o elementos)! ¿Y q u é es lo que la mantiene unida (relaciones entre los elementos)! La primera pre-

Componentes y relaciones Para Luhmann los componentes tic un sistema no existen con anterioridad a la formación del mismo. Una definición adecuada debería abarcar sistema, elemento y relación como unidades que se condicionan mutuamente. Teniendo en cuenta a d e m á s que sistema, elemento y relación se forman mediante distinciones, también éstas tienen que delimitarse mediante alguna cosa. Para ello establece Luhmann las diferencias sistema/entorno y elemento/relación. Ambas se conciben como unidades, por lo que cada miembro - sea sistema o clementOT incluye siempre al otro (entorno o relación). Consecuentemente, los sistemas se constituyen por la unidad de la diferencia.'

4

v i (ilado según Wal/.lawick y oíros. Menschlithc Kommutukatiim. op. cit.. p. 116. 54. l ¡ . Roth y ti. Schwegler. «Self-organi/.ation. emergent properties. and the untly of the world», en W. Krohn y otros (edit.). Self-oriianization. Portrait ofa StienUfie Rcvohition. Dordrecht-HoslonLondres. 1990. p. .16-50. 55. Roth y Schwegler (op. cit., p. 39) muestran c ó m o cambian los átomos de sodio y de cloro al formar una molécula de cloruro sódico (sal común). Las nuevas propiedades no derivan de ninguno tic los dos átomos originarios, sino en el mejor de los casos de su «capacidad» para reestructurarse en la fusión de los electrones. Vista así, la molécula de cloruro sódico no consta de los elementos Na y ("I. sino de unos estados transformados en sus átomos. Así pues, incluso en este plano relativamente simple de la lórmación de un sistema puede demostrarse que los componentes sistemáticos emergen lunto con el sistema

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1

U n observador, que encuentra esas distinciones, diferencia entre dos unidades (por ejemplo entre sistema y entorno) al establecer una unidad (sistema/entorno). Cada diferenciación de un sistema define siempre su entorno específico: sistema y entorno sólo exis56 l.as respuestas de Luhmann a esos tres conjunlos de preguntas derivan de las tilas siguientes «Los sistemas... se constituyen y mantienen por la pnxlueeion > manlenuiiicnio de una diferencia frente al entorno, y aprovechan sus propios limites para la regulación de dkha dileieiuia. . 1:1 enlomo mantiene su unidad sólo por el sistema y sólo en relación con el sistema . sin ser por si mismo un sistema. Ks distinto para cada uno de los sistemas, pues cada sistema se présenla solo desde su entorno» {Si>:uiU' .Vis/eme op. cit.. p. 15s).

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« l a diferenciación sistemática no es otra cosa que la repetición de la formación sisicmática en sistemas... Por ello la diferenciación sistemática es un proceso de potenciación de la complejidad» (ibidem. p. 17s). «La dilcrcncta sistema/entorno tiene que diferenciarse de una segunda ditcremia. asimismo constitutiva: la dilérencia de elemento y relación. Ln éste como en aquel caso hay que concebir la unidad de la diferencia como constitutiva. Así como no hay sistemas sin entornos ni entornos sin sistemas, tamptico existen elementos sin una conexión relacional ni relaciones sin elementos... 1.a unidad de un elemento (por ejemplo de una actuación en un sistema operativo).. no (viene] dada oniicamente Más bien se constituye en una unidad exclusivamente por el sistema» (ibídem. p. 4lsl. 57. luhmann atribuye el planteamiento teórico diteirmial a Spemi'iItiown (véase /.i/n.\ litrm. Londres 1969), A diferencia del teórico de la < icstall y de la totalidad, no picgunta por estructuras, sino por operaciones (de distinción), líe acuerdo con ello «sistema» n aquí la itislnu-ion enlic sistema y entorno, y no tan sólo la consecuencia de una distinción causal.

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Pensamiento sistémico

ten en mutua relación. Otro tanto cabe decir del elemento y la relación: los elementos no existen sin relaciones, como tampoco éstas ni aquéllos. * 5

Reducción de la complejidad Los sistemas reducen la complejidad. El concepto de sistema permite por consiguiente hacer accesible la complejidad mediante unas unidades -complejas a su vez-. Los sistemas de un orden emergente superior son de ordinario menos complejos que los de un orden inferior. La razón está, según Luhmann, en que determinan a su vez el tipo y n ú m e r o de sus elementos. Así pues, la sistematización no significa aumentar la complejidad o componer lo existente, sino establecer una complejidad distinta. Para Luhmann la complejidad designa «... una unidad, que a su vez abarca unidades (elementos) diferentes. Se puede hablar de complejidad «mayor», cuando aumenta el número y/o la diversidad de los elementos, que se ordenan a la unidad total (que se califica como compleja)... Con ello cae la distinción ontológica de simple y complejo. Y en su lugar entra la distinción de complejidad interna de órdenes de magnitudes, en los que cada elemento puede seguir estando en conexión con cada uno de los otros siempre y en aquellos en los que eso ya no ocurre. « C o m p l e j i d a d » es un concepto paradójico, que designa como unidad lo que entiende como pluralidad. La complejidad surge cuando un observador se apoya en la distinción de unidad total y elemental. Sólo así puede centrar la complejidad de unos sistemas, compararlos y hablar de grados de complejidad entre sistemas y

5K. I In observador, que distingue sistema y entorno, enfoca uno de los miembros de esa unidad para designarlo (dntmctinn vr, indicarían según Spcncer-Brown. op. cit.). Con ello incurre en una situación paradójica: para poder ver una cosa, tiene que dejar de lado el conjunto que consta de dos. es decir, debe afrontar la ceguera. No ve que no ve. sino que por decirlo de alguna manera establece por sí una «mancha ciega». Según Luhmann. cada descripción orientada a la totalidad incurre en esa paradoja, sobre todo aquella que se incorpora en el sentido de la cibernética de segundo orden; véase «Stenographic». en N. Luhmann y otros, Beohachter. Knnvergcnz der Erkennlnisiheorten?, Munich 1990. 59 N Luhmann. Ihc H'i.isemchafl der Oeselkchafl. Francfort del M 1990. p. JnO-.Wt.

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Muses sociológicas

entorno. La complejidad es un concepto cuantitativo. Así. se puede considerar compleja una cantidad cuando sus elementos no pueden entrelazarse en cualquier momento. De ahí que exista una gradación de complejidad entre sistema y entorno, aunque el entorno siempre será m á s complejo que el sistema. De lo contrario, sus estados y los del entorno p o d r í a n coincidir y dar al traste con la diferencia sistema/entorno, con lo cual el sistema ya no sería reconocible (delimitablc). Luhmann habla de reducción de complejidad. cuando se sustituye un entramado rclacional complejo por otro m á s sencillo. De ahí que esa reducción de complejidad signifique una simplificación de las relaciones mediante un entrelazamiento de otro tipo. Toda sistematización se basa en una selección, con la que se l i mitan las posibles relaciones de los elementos y éstos se ordenan al sistema. Los sistemas se ordenan internamente y son operativamente cerrados. Los estados sistémicos se diferencian en principio unos de otros. Eso asegura la diferencia sistema/entorno como gradación de complejidad, aunque mediante un ordenamiento i n terno superior el sistema equipara su complejidad menor respecto del entorno. Surge de ese modo un entramado, en el que las relaciones de los elementos se condicionan entre sí. Condicionamiento. Los sistemas aseguran su permanencia al no permitir m á s que determinadas relaciones. El condicionamiento de las mismas confiere a los componentes su carácter sistémico, de forma que ya sólo pueden enlazarse internamente. Los componentes de un sistema están por ello firmemente enmarcados en sus relaciones. Ese proceso selectivo explica, según Luhmann, c ó m o de unas pocas unidades básicas ( á t o m o s , células, individuos) pueden surgir múltiples tipos de sistemas - c o m o moléculas, organismos, sociedades-. Pero la reducción de complejidad no es «reduccionista», toda vez que sustituye complejidad por complejidad, sin fomentar ninguna ontología. El problema de c ó m o las partes pueden formar un todo no se resuelve mediante una complejidad potenciada o una síntesis, sino mediante una diferencia de complej i d a d y una diferenciación interna.

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Pensamiento sistémico

Frontera sistémica Los sistemas están delimitados. Las fronteras de los sistemas físicos se definen por lo general como borde, es decir, topológicamcntc. Fn cambio, las fronteras o límites de los sistemas psíquicos o sociales escapan a la observación directa. C o m ú n , sin embargo, a todos los sistemas es que sólo se les puede reconocer en virtud de la función de sus límites -que separan, aunque t a m b i é n unen, sistema y entorno-. De ahí que los límites hayan de considerarse p r i mordialmcnlc como funcionales. En los sistemas biológicos la función delimitadora corresponde las m á s de las veces al borde que se determina topológicamcntc: frontera y borde se identifican. Según Luhmann, la «diferenciación» de los sistemas se apoya sobre todo en la constitución de los elementos intrasistémicos y en la delimitación. Las fronteras se consideran suficientemente delimitadas, cuando pueden verse su trazado y el ordenamiento de los hechos, operaciones y estados del sistema o del entorno como producción sistémica. Así las fronteras - c o m o los componentes y las relaciones pueden reducirse a la operación autorreferencial de un sistema. De otro modo no se podría resolver si una frontera pertenece al sistema o al entorno. En consecuencia, las fronteras no deberían entenderse ni como algo abstracto ni como líneas topológicas divisorias, sino l ü n c i o n a l m e n t e , con una función doble desde luego: de una parte, interrumpen la conexión entre componentes sistémicos y entorno; por otra, establecen determinadas relaciones entre ambos campos. A través de dicha selección fijan la gradación de complejidad y rigen la interacción: las fronteras cierran y abren el sistema frente a su entorno. Los sistemas están cerrados en el sentido de que ninguna de sus operaciones puede realizarse fuera de los mismos: pero están abiertos en la medida en que pueden i n tegrar sus componentes con estados y procesos del entorno. Por consiguiente las fronteras regulan el acoplamiento estructural entre sistema y entorno. Los sistemas sólo interactúan a través de sus componentes con su entorno, l a interacción se entrecruza no obstante con el entramado operacional del sistema y no establece c ó m o se elabora en el propio sistema. Mediante su frontera selectiva el sistema no sólo 112

Bases sociológicas

reduce la complejidad externa, sino t a m b i é n la interna. Con ello controla las relaciones entre los componentes sistémicos así como entre éstos y los elementos del entorno. Y si los sistemas entran en contacto sólo a través de sus fronteras, no pueden transmitir toda la complejidad propia -se invadirían mutuamente-, sino que continúan r e c í p r o c a m e n t e indeterminables. Para regular esc estado de cosas, hay que insertar otro sistema: la c o m u n i c a c i ó n .

Definición sistémica En el caso de definir o n t o l ó g i c a m c n t c el concepto de sistema, entraría en contradicción con las premisas del pensamiento sistémico."' Sistematización, reducción de complejidad, selección y autorreferencia se entienden m á s bien como descripciones. En correspondencia con las premisas del apartado 3 podemos esbozar ahora un concepto de sistema, que sirve perfectamente como base para el procedimiento ulterior: los «sistemas» son unidades que un observador constituye como compuestas y delimitadas mediante una distinción. Una vez constituido el sistema -precisamente por una distinción del observador puede considerarse como autorreferencial para todos los otros campos y puede describirse así: las fronteras sistémicas se demuestran como una función, que separa a la vez que une la creación con su entorno. Sistema, componentes, relaciones y su entorno se condicionan m u tuamente. Las relaciones de los componentes se constituyen por selección. L i s características específicas del sistema surgen j u n t o con los componentes que emergen. Componentes, relaciones y frontera surgen s i m u l t á n e a m e n t e y fundamentan la organización autorrefe60. V- puede, sin embargo, rebujar lu objeción que ve le hace ¡i N . l.uhmann. en el -.emulo de que con su afirmación de que «existen sistemas» cultiva un realismo ontológico (ver. por ejemplo. Manarme Krull. en K i u l l y otros, «(.irundkon/cpte der "I heone autopoictist her Sysleme». en /cit.whnfi !¡i< wstfimwhc

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p 4-25; R lióse > ( i

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f-.in //íi/iíAt'Wcr/n/c/i. Heidclbcrg IVHM. p. 190). Luhmann afirma únicamente que hay objetos de investigación, es decir con(rueciones que justifican el uso del concepto de sistema. Asi > todo, la leona sistémica introduciría en ve/ de la diferencia ser/no-ser la del sixicnia/entorno; lo que viene n dec ir que los sisteman existen en el acoplamiento estructural con su entumo y que deben enconhai la anexión a su entorno. IJ concepto de realidad se demuestra asi como un concepto funcional v no ontológico: véase />/*' H tsvi'nuhutf ihr *rwlhtiutfl, op. cit.. p. bis.

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Pensamiento sistémico

rencial del sistema. Los sistemas elaboran - o «procesan» en el sentido cibernético de la palabra- ú n i c a m e n t e estados propios. Los cambios, por lo mismo, no se producen causalmentc desde fuera, sino que siguen a los procesos en las relaciones entre los componentes. Con ello los sistemas se producen por prestaciones cognitivolingüísticas de unos observadores, que entienden las unidades como compuestas. Las distinciones, que se encuentran con los sistemas, producen a la vez un campo fenoménico a u t ó n o m o . Pero en esa definición no se incluye al observador para emplear a n a l í t i c a m e n t e el concepto de sistema o para definirlo a discreción. Como construcción de índole lingüística m á s bien designa unas unidades, que existen para todos los campos prácticos. A l reducir la complejidad, el concepto de sistema resulta adecuado para analizar conexiones de ordenamiento complejo de diversa índole. Que «se d e n » sistemas en el sentido transcendental y ontológico es algo que resulta irrelcvantc tras las consideraciones del apartado 3.

La teoría de los sistemas sociales

Bases sociológicas

Los sociólogos, sin embargo, se han esforzado siempre por debilitar la conexión entre el sistema social y los hombres - c o m o unidades biológicas-. En el discurso sociológico esa pretcnsión tuvo casi un alcance exislencial: para poder legitimarse, la sociología tuvo que demostrar que la sociedad es un campo fenomenológico independiente - y que no puede reducirse a la individualidad-.'' De haberse dejado reducir lo social a factores biológicos o psíquicos, la sociología habría carecido de objeto propio y en definitiva habría resultado una ciencia superllua. 2

El debate entre un planteamiento biológico y otro sociológico marca t a m b i é n el discurso sistemo-teórico actual, encarnado por Maturana y Luhmann entre otros. Se manifiesta, por ejemplo, en la manera de explicar los sistemas sociales: o bien por « a c o p l a m i e n t o estructural» o bien por « c o m u n i c a c i ó n » . Estrechamente conectado con esto se halla el problema de los componentes, las relaciones y las fronteras de los sistemas sociales; problema que - c o m o han demostrado Steiner y Reiter-*' se deja sentir ampliamente en la actividad clínica. Si los sistemas sociales están compuestos por elementos biológicos, la pregunta es ésta: ¿A través de q u é operaciones se vinculan los hombres unos con otros en un sistema com ú n ? Eso ocurre, según Maturana, por cuanto

¿Biología o sociología? La controversia acerca de la primacía de lo individual o de lo social cuenta con una larga tradición. El zoon politikon griego pasó a ser en la cultura romana el animal sociale, y como tal el hombre está siempre marcado por la individualidad y la sociabilidad. En esa duplicidad se han apoyado muchas ideologías, generalmente subordinando un aspecto al otro. Visto desde la biología, el hombre es indivisible (in-dividual). El origen de lo social supone pues a « t o d o el h o m b r e » (como i n - d i v i duo). Con lo cual la sociedad aparece como un conjunto de organismos. Consecuentemente afirma Maturana que entre lo biológico y lo social debe existir una continuidad: «El ser individual del hombre [es] necesariamente social; y el ser social, individual.»"' M

I 14

II K Malmaiia. «Biologlc ilct Sn/I«lltflt». en Dellln V. p 6

«... los sistemas vivos forman mediante su comportamiento una red de interacciones y en esc medio se realizan como seres vivos... Tales sistemas derivan necesariamente de la interacción recurrente entre seres vivos y surgen siempre que la interacción persiste durante algún t¡cmpo.» M

Para Maturana los sistemas sociales descansan en el hecho de que los individuos realizan su autopoiesis. Esto supone unas estructuras orgánicas complementarias, que congruentemente pueden cambiar. Cuando un observador establece que las formas de 62. Véase, por ejemplo. P. Berger y T. Luckmann. Die gp\elhehaiitiehe Ktinstrukttnn der Wirktiehkett, Francfort del M. 1969. trad. cast.'. La e«nxtru<\ úxial de ta realidad. It.F. Martínez de MurBtifa, Madrid 1980, trad. cat.: IÁX eomtrueeid .tocia/ de la realttat. Herder. Barcelona. 1988. asi como W.H. Pcarce y V . F . ('roñen. Cnmmunicatton, Action. and Meaning. Nueva York 198(1, 63 F Steiner y I Reiter, «Zum Verhállms von Individuuin und so/ialem Svstcm». en íamdien ./in.tmis I I . I9H6. p, t J V W J 64. II H Maturana. «Btologie der Sozialitát». op cu

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Bases sociológicas

Pensamiento sistémico

comportamiento de los individuos pasan a ser congruentes según determinados criterios, supone i m p l í c i t a m e n t e que se han realizado esos correspondientes cambios estructurales. Eso es lo que él llama « a c o p l a m i e n t o estructural». Los cambios estructurales orgánicos marcan el desarrollo ontogenético de los seres vivos; y cuando en el curso del acoplamiento estructural son congruentes, fundamentan aquella «co-ontogénesis», que constituye lo social. Esto se aplica en principio a todos los seres vivos, aunque el hombre «lenguajeando», es decir, mediante una c o o r d i n a c i ó n de orden superior, puede sintonizar su comportamiento con el de los d e m á s . Surge así el acoplamiento típico de su manera de ser, que fundamenta su individualidad social. Del enfoque biológico de Maturana se sigue que los hombres forman sistemas sociales porque están destinados a ello en v i r t u d de su estructura biológica. Todos los f e n ó m e n o s propios de los sistemas sociales derivan del acomplamiento estructural (consensualización) de los hombres. Éstos producen así poco a poco un entrelazamiento recurrente que establece el marco conductista de un determinado sistema social. Todo lo social descansa en el hecho de que los organismos participantes desarrollan siempre su ontogénesis como una co-ontogénesis. Los individuos pertenecen a un sistema social sólo en la medida en que participan del recíproco acoplamiento estructural y conllevan el entramado rclacional. Según Maturana, la existencia a la vez individual y social del hombre se apoya en el hecho de que cada elemento de un sistema social puede interactuar al menos en dos dimensiones opcracionales: una constitutiva y otra accidental. Cada i n d i v i d u o puede pertenecer así mediante operaciones diferentes a sistemas diversos; esas dimensiones no se interfieren como tales, sino en su estructura orgánica. En este sentido el hombre pertenece a un sistema social sólo como un todo, por cuanto su estructura biológica es indivisible. Por el mismo motivo se sobreponen en ella todas sus operaciones sociales." Desde una perspectiva biológica la frontera de los sistemas sociales se define por un entramado de interacción interna recurrente. Maturana agrega que los sistemas sociales del hombre - a l 65. Véase K . Ludewig y H.R. Maturana. Conversaciones, op. cit.

modo en que la cognición supone un sistema nervioso i n c ó l u m e sólo pueden darse cuando el hombre los produce: el hombre sólo sería prescindible para los sistemas sociales, si éstos no dependieran de la vida de sus elementos. En tales sistemas los elementos serían intercambiables, p o d r í a n en consecuencia ser sustituidos por m á q u i n a s y en el mejor de los casos constituirían sistemas «parasociales»: «los sistemas sociales se caracterizan porque sus elementos son seres vivos». '' Luhmann lo ve de otro modo: 6

«Nosotros partimos del supuesto que los sistemas sociales no constan de sistemas psíquicos, y menos aún de hombres corpóreos... Éstos son ciertamente una parte del entorno, que es especialmente relevante para la formación de sistemas sociales... Los sistemas sociales se [forman] de una manera autónoma y sobre la base de unas operaciones elementales propias.»" Para Luhmann los sistemas se distinguen por sus diferencias sistema/entorno. Por ello sería conveniente distinguir claramente la autopoiesis de la vida y de la sociedad. Sobre todo, no se debería suponer « q u e todo lo que ocurre en el campo biológico es a la vez un proceso social; que. cuando se va al peluquero, se recorta algo de la sociedad». * Autopoiesis de los sistemas sociales. En o p i n i ó n de Luhmann el concepto de «autopoiesis» no debería restringirse a la biología. Con vistas a utilizarlo en favor de su teoría social, lo liberó del contexto puramente biológico y e n t e n d i ó los sistemas biológicos, psíquicos y sociales como variedades de los sistemas autopoiéticos. Éstos se diferencian primordialmente por las operaciones básales de su autopoiesis: los sistemas biológicos elaboran y reproducen hechos en el campo molecular, mientras que los psíquicos y sociales elaboran un «sentido», como «conciencia» o « c o m u n i c a c i ó n » . 6

A l definir los sistemas sociales por la c o m u n i c a c i ó n - y no por el h o m b r e - pudo Luhmann interpretarlos como autopoiéticos: la c o m u n i c a c i ó n produce y sostiene la c o m u n i c a c i ó n , mientras que los sistemas sociales no pueden «producir» a ningún hombre. Si los 66. H.R. Maturana. «Biologte der Sorialit&t», op. cit. 67. N. Luhmann. Sozialc Sisteme, op. cit.. p. 346. 68. N. Luhmann. en Krull y otros, op cit.. p. 8.

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Pensamiento sistémico sislenuiK Nocíales tienennsan en la c o m u n i c a c i ó n , la» relaciones en-

tre los m i s m o s se pueden definir como «formación de enlaces» (Anschlussbildung). La c o m u n i c a c i ó n selecciona esos «enlaces» y se confirma así como la unidad básica de los sistemas sociales. El criterio decisivo al respecto es la preservación del sentido. Así las fronteras sistémicas se revelan como fronteras de sentido, que distinguen lo coherente (sistema) de lo coherente (entorno). La f u n d a m e n t a c i ó n de los sistemas sociales mediante la com u n i c a c i ó n tiene como consecuencia que los sistemas físicos, biológicos y psíquicos incorporados se subordinen a su entorno. Esto presenta muchas ventajas frente a la concepción biológica y psicológica de los sistemas sociales. La ventaja ya mencionada de la descripción doble la a p r o v e c h a r é m á s adelante, para ilustrar con mayor detalle la actividad clínica.

Sentido y reducción de la complejidad social En Luhmann el concepto de sentido - c o m o ocurre en la sociol o g í a - ocupa un lugar central. Pero, a diferencia de planteamientos anteriores (los de Weber y Schütz, por ejemplo), se adapta a la teoría sistémica. En tanto que un producto de la co-evolución de los sistemas psíquicos y sociales, el sentido es para ambos tipos de sistema «obligatorio como una forma ineludible y perentoria de su complejidad y de su autorreferencia». Así pues, el sentido constituye el marco relaciona! para abarcar conceptualmente la estabilidad y los cambios de tales sistemas, así como su acción recíproca. Con ello el sentido contiene un criterio general, formalmente no comprensible. El sentido abarca en principio todo lo que «tiene sentido»; es por tanto un concepto indiferenciado, que ni puede trocarse en lo contrario n i puede negarse: las negaciones sólo son «agradables» con un sentido y la ausencia de éste constituye el tema de unos sistemas psíquicos o sociales que tengan coherencia. 69

Funciones

del sentido.

F.l sentido supone complejidad: los siste-

mas psíquicos y sociales, que elaboran un sentido, reducen complc69

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N l.uhmann. Suziah' Svsterne. op. cil.. p. 9 2 .

jidad. I.sia sólo cesa por algún tiempo, pero no se elimina definitivamente. El sentido apunta a la diferencia entre actualidad y posibilidad y opera con ella. En el marco de la selección el sentido tiene dos funciones: orienta la formación de enlaces y preserva a la vez la complejidad. Aunque la complejidad siempre significa una violencia selectiva, garantiza a la vez la realización de una posibilidad -que temporalmente excluye todo lo d e m á s - para la continuidad de la misma. Como dato previo persistente el sentido establecería en cambio todas las d e m á s posibilidades y haría que el mundo se «encogiese». Entonces la c o m u n i c a c i ó n sólo respondería al encadenamiento de unas m á q u i n a s «triviales», que seguirían un esquema. Como complejidad transitoria, el sentido es en principio inestable y tiene que regenerarse de continuo. La inestabilidad e i n d e t e r m i n a c i ó n de los sistemas sociales los abre al azar y con ello al cambio; es decir, a la c o o r d i n a c i ó n deficiente de hechos y estructuras sistémicas. El sentido, pues, se apoya en diferencias, que a su vez derivan de la coherencia y que de continuo se reelaboran a sí mismas. Por ello el sentido es un f e n ó m e n o genuinamente autopoiético. 70

Definición del sentido. El sentido apunta al sentido, nunca a ninguna otra cosa. «Los sistemas, que están vinculados al sentido, no pueden en consecuencia darse o actuar al margen del m i s m o . » " Luhmann definió el sentido como: «...una determinada estrategia del comportamiento selectivo bajo la condición de una complejidad mayor... Crear una unidad en la multitud de lo posible y orientarse desde ahí selectivamente a los distintos aspectos del conjunto orientador. Ahí es característico que la selección de una aplicación específica del sentido neutralice provisionalmente o incluso niegue otras posibilidades, pero sin eliminarlas definitivamente.»" Información.

Sentido produce sentido. Para salir de ese círculo

70. F.xio respondería al eonceplo de comunicación de la lécnica de las milicias como una construcción trivial, en la que los estados de emisor y receptor se corresponden exactamente. Fse modelo lo asumieron la biología v las ciencias humanas n la ve/ que marró el concepto de i omnnirm ion en el sen lulo tn/mt/'itit/'Ht l'ntn rsi liui unn «liueiai cion Inshiiclivn» Maliirana iriiniit ló a t-sr t om rplo tti- i o municación y lo sustituyó por el de «conversan». 7 1 . N I uhmann. op. cit . p. 9O. 77 N I tihnuiiin. en .1 llahcrmas y N I uhmnnii, / h n ' t i r tlrr Itrirlh, hall ailrt Sti-ialliihiialnyir wtis taswi die SyUfinlorM hitrtfí'.'. Iranclorl del M. 1 9 7 1 , p, 12.

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Pensamiento sistémico

Luhmann introduce el concepto de «información». Las informaciones desencadenan en el destinatario unos estados sistémicos (sin definirlos). Dada la disposición operacional cerrada de los sistemas, la información no es a q u í un input determinante. La información sólo puede desencadenar unos estados sistémicos en el destinatario cuando afecta a las estructuras adecuadas. Es verdad que la información apunta a ese desencadenamiento de estados sistémicos en el destinatario, pero la elección de lo que actúa como i n formación afecta al propio sistema. Las informaciones explican acontecimientos fugaces e irrepetibles. De a h í que se ordenen a unos procesos, que constituyen unos sistemas con sentido y autorrcfercnciales. En cualquier caso la información no se identifica con el sentido." El concepto de información ilustra c ó m o unos sistemas con sentido establecen su propia diferencia sistema/entorno. Cierto que la información se considera dentro de un sistema, pero de todos modos puede atribuirse al entorno. La información surge como una prestación propia del sistema, que a q u í se vive como una actuación. En caso contrario, aparece como una selección externa, se asigna eausalmente al mundo externo y se explica como una vivencia. De esta distinción deriva la diferencia entre dentro y fuera, que no* luuv punible wgim l u h m i i n n entender n lo* deniA*: conMtttiyc un entorno con sistemas, que asimismo se apoyan en esa distinción y se viven como similares. Ú n i c a m e n t e proyectada sobre otros sistemas, pueden la vivencia y la actuación con sentido desembocar en la c o m p r e n s i ó n . Dimensiones del sentido. Toda experiencia consciente supone una diferencia. Con vistas al aprovechamiento del contenido abstracto y autorreferencial del «sentido» introduce Luhmann el concepto de « d i m e n s i o n e s del sentido». Con él puede redefinir la autorreferencia del sentido. Luhmann distingue tres dimensiones del sentido con sus respectivas diferencias: la objetiva, la temporal y la 71 (fula íi< onlccimicntn lógico que ¡nHuvr en los estados sistemáticos tiene un valor informativo, que se píenle eon la repetición, l a renovada lectura de una noticia en turo periódico sigue teniendo un «sentido», pero su valor informativo ha desaparecido. Otro tanto cabe decir de la relación entre sentido v signo l in signo debe tener sentido para poder remitir a algo: pero el sentido es autorreferencial y por lo mismo no es signo, pues un signo no puede señalarse a sí mismo.

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social. A la d i m e n s i ó n objetiva (Sachdimcnston) se atribuyen los temas de c o m u n i c a c i ó n de los sistemas sociales. Ante la diferencia «esto/aquello» es posible juzgar si una c o n t r i b u c i ó n pertenece o no al tema. La d i m e n s i ó n temporal (Zcit dimensión) deriva de la diferencia «antes/después». El sentido surge a q u í del c u á n d o de los acontecimientos. El presente se experimenta como un punto en el tiempo, que fija el cambio entre pasado y futuro (tiempo sistémico). La historia es siempre un pasado presente o un futuro presente. La d i m e n s i ó n social (Sozialdimension) descansa en la diferencia «ego/altcr ego», asocia unas indicaciones conscientes hacia el «consenso» o el «disenso» y hace posible comparaciones permanentes con otros. Los sucesos, en los que «ego» y «aller ego» constituyen una firme unidad, se adscriben a éste o a aquél y posibilitan la asociación. Simbolización. El acontecer consciente autorreferencial requiere unos símbolos. Mediante la simbolización surge una diferencia entre el plano operativo y el simbólico, que sin la autorreferencia sería impensable. El sentido se capta como único y transitorio, pero t a m b i é n condensado en unidades que aseguran la continuidad temática. Los s í m b o l o s delimitan lo posible y hacen que así puedan aparecer otras posibilidades. (El «bosque» delimita la m u l titud de «árboles» y seríala asi algo dilcrentc.) Las cosas (formas, ruidos, olores, a los que se atribuye un significado) sirven como símbolos, pero su territorio especial es el lenguaje. Simboliza un sentido y lo hace comunicativamente aprovechable. Los símbolos son abreviaciones, que en buena medida se desarrollan con independencia de su constitución. Se condensan en expectativas reduciendo con ello la compleja estructura indicadora del sentido, lo que facilita la orientación. Los sistemas sociales pueden explicarse cstructuralmcnte como una expectativa de comportamiento generalizada: es decir, como un programa para las operaciones ulteriores del sistema. Aunque tanto los sistemas psíquicos como los sociales elaboran «sentido», el concepto sirve de marca diferenciadora. Pero no se establece la diferencia por un suceso único sino que, teniendo en cuenta la autorreferencia coherente de un sistema, se investiga la relación de un sentido actual consigo mismo. Cuando de la com121

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Pensamiento sistémico

prensión de los otros se deriva un sentido, aparece como una «com u n i c a c i ó n » social, supone una conciencia y remite a unos «sistemas psíquicos». A h í radica la importancia funcional del concepto de sentido: sirve como base de unos sistemas psíquicos y sociales. Éstos se entienden como sistemas constitutivos de sentido: sus fronteras son primordialmente unas fronteras de sentido.

Doble contingencia En virtud de su respectiva reducción especial de la complejidad, los sistemas son fundamentalmente indefinibles unos por otros. En tanto que autorreferencialcs. y por lo mismo cerrados, carecen a d e m á s de acceso a su entorno y a otros sistemas. Para poder producir y mantener un sentido, los sistemas sociales coherentes tienen que enlazar con operaciones de otros sistemas, sin fijarse en sus procesos y desarrollos. N i siquiera la observación m á s detenida permite un vaticinio seguro de lo que sucederá en el momento siguiente. Una observación puede cambiar incluso de forma abrupta el comportamiento, por cuanto induce al observado a conducirse de manera diferente a como se espera. Así pues, los sistemas coherentes y con sentido están expuestos a la contingencia: lo que se entiende por sentido, t a m b i é n p o d r í a ser o desarrollarse de forma distinta.' De a h í que toda c o m u n i c a c i ó n esté marcada por una indeterminabilidad recíproca y por una falta de transparencia. Doble contingencia. La c o m u n i c a c i ó n tiene que resolver siempre problemas que se derivan de la falta de transparencia recíproca. Desarrollando la teoría de la actuación de Parsons, Luhmann lo designa como el problema de la «doble contingencia» y describe la situación como sigue: 4

«Cualesquiera sean las casualidades ocurridas, dos cajas negras llegan a relacionarse entre sí. Cada una define su propio comportamiento mc74 Fl concepto de «contingencia» designa aquí «algo que no es necesario ni imposible, algo por tanto que puede ser como es. pero que también es posible de otra manera» (Snztati' Svstrmr. op, cit p IV)

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diante unas complejas operaciones autorreferencialcs dentro de sus límites. De ahí que lo que resulta visible de cada una sea necesariamente una reducción. Cada una atribuye lo mismo a la otra. De ahí que pese a todos los esfuerzos y al tiempo que se emplee sigan siendo impenetrables entre sí. Aunque operan de un modo estrictamente mecánico, por lo que hace a la relación mutua tienen que estar sujetas a la indeterminabilidad y a la detcrminabilidad... E l intento de calibrar al otro, necesariamente fracasaría. Con el intento de influir en él sacándolo de su mundo se puede obtener una satisfacción y reunir unas experiencias... [Pero] continúan separadas, no se mezclan, no se entienden mutuamente mejor que antes; se concentran en lo que... pueden observar... Eso que observan, pueden intentar influirlo mediante la propia actuación y a su ve? pueden aprender en la realimentación.» * 7

El problema fundamental de los sistemas sociales está en que los dos interlocutores de una interacción social experimentan una doble contingencia: cada uno de ellos puede actuar de éste o del otro modo y ambos lo saben. Para referirse, pues, a la actuación del otro, hay que asumir unos riesgos frente a la ignorancia. Se pretende dar la mano a una persona, y ésta la puede rechazar o despreciar, puede estrecharla, etc. Si se reflexiona sobre todas las posibilidades de antemano y se quieren evitar las consecuencias desagradables, habría que dejar de comunicarse. En tal situación de cosas ve Luhmann lo h i p o t é t i c a m e n t e inverosímil de la comunicación. Bazon Brock ve ahí un elemento estético: el riesgo de toda com u n i c a c i ó n exigiría una creatividad constante, para explicar de forma fructífera la ignorancia. De ahí que la c o m u n i c a c i ó n sea una forma especial de arte, del arte de la vida. " Pero la falta de claridad estimula a la clarificación. Según Luhmann los sistemas sociales sólo pueden surgir porque una difusa situación de partida fuerza a crear unas estructuras. Cada actuación obraría de manera selectiva, reduciría la complejidad y haría posible en consecuencia la continuidad. Pero esto s u p o n d r í a que los i n teresados se observan mutuamente y aguardan algo. En ninguna sociedad se daría una doble contingencia « p u r a » , por cuanto la com u n i c a c i ó n descansa en unos símbolos y unas expectativas trans7

75. N. Luhmann. op. cit.. p. I56s. 76 Véase B. Brock. Asihdik grgrn erzvungene I 'nmittclbarkcit. Colonia I9K6. Brock habla de la diferencia estética entre el signo y lo designado que se produce en cada comunicación.

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Pensamiento sistémico

mitidos socialmentc: « P o r consiguiente las expectativas adquieren en el contexto de la doble contingencia un valor estructural de cara a la c o n s t r u c c i ó n de unos sistemas emergentes y con ello un tipo específico de realidad (= valor de a s o c i a c i ó n ) . » ' I,a doble contingencia se deja sentir en los sistemas sociales de un modo aulocatalitico: fomenta la c o m u n i c a c i ó n , sin siquiera u t i lizarla. En la doble contingencia uno se siente a la vez inseguro y seguro: no se sabe ciertamente lo que el otro hará, pero con toda certeza se puede partir del supuesto de que vive la misma situación. Sólo se puede d i s m i n u i r la inseguridad c o m p o r t á n d o s e de este modo y de ningún otro. Así pues, la inseguridad por ambas partes a c t ú a de forma oricntaliva. Quien se afianza, permite enlazar al otro y puede d e s p u é s relacionarse con el mismo. Pe esc modo la improbabilidad, la inseguridad y la i n d e t e r m i n a c i ó n ponen de relieve su opuesto. 7

El problema de la doble contingencia lleva en sí su solución. Los riesgos se superan mediante ofertas arriesgadas; sin embargo, no hay alternativa alguna a la confianza. Quien por desconfianza quiere evitar cualquier riesgo, no puede sobrevivir. Si rituali/a (Iriviali/a) la c o m u n i c a c i ó n para conservar una certeza vivencial (predictibilidad) por todos los tiempos, el éxito es e n g a ñ o s o por cuanto el problema se deja sentir de un modo catalítico, y por tanto persistirá tan pronto como la p r ó x i m a vez se confíe en la fuerza de los rituales y se alarga la mano a alguien, puede ocurrir lo inesperado. Algo parecido cabe decir del intento de esquivar la doble contingencia mediante una caotización o un rechazo de la comunicación. En ambos casos cabe imaginar las reacciones m á s crasas. (A menudo, por ejemplo, se patologiza un comportamiento desconcertante o mutista-autista.) Las casualidades juegan siempre un rol y en razón de la complejidad de la convivencia humana están o m nipresentes. I a doble contingencia c o m o problema permanente de la com u n i c a c i ó n subyace en los sistemas sociales c induce a resolverla dentro de los mismos. C o m o esto sólo es posible sobre la base de una selección, la doble contingencia lleva a la f o r m a c i ó n de los líN

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I uhtnann. op. til., p. 158.

mites de los sistemas sociales para producir y conservar el sentido. La selección actúa, por una parte, como supuesto estructural afianzando las expectativas y, por otra, abre el sistema a unas alternativas posteriores, incluidas las casualidades, que pueden introducir cambios de estructura. Lodo « d e s m a n t e l a m i c n t o » de la doble contingencia facilita «a la vez que i m p i d e » la c o m u n i c a c i ó n : fomenta la continuidad y delimita como inadmisible una contingencia ulterior.

La c o m u n i c a c i ó n como proceso a u t o p o i é t i c o Los sistemas sociales se forman a t r a v é s de la c o m u n i c a c i ó n . L u h m a n n piensa por ello que tenemos que definir en q u é consisten. Los hombres (como sistemas biológicos) difieren como personas (como sistemas psíquicos) y como actuaciones. Los sistemas sociales se basan en la c o m u n i c a c i ó n , y ésta se apoya en las actuaciones; una y otra son de por sí inseparables, pero es necesario distinguirlas. ¿Que es la c o m u n i c a c i ó n en este sentido? Ciertamente que no es la t r a n s m i s i ó n de informaciones, como algo cosificado. desde un « e m i s o r » hasta un «receptoro. Ese modelo (de la técnica de la i n formación) lo a d o p t ó en principio la investigación comunicativa - a falta de alternativas mejores - como una « m e t á f o r a » . Pero se dem o s t r ó inadecuado, por cuanto define esencialmente la comunicación como notificación. Pero una notificación contribuye a la com u n i c a c i ó n sólo cuando el destinatario la entiende. Así pues, la c o m u n i c a c i ó n se realiza siempre de un modo selectivo, porque en ella se elabora el sentido y se reduce provisionalmente la complejidad. En este orden de cosas produce lo que selecciona: i n f o r m a c i ó n . Cada notificación es ya de por sí una s e l e c c i ó n . Por l a n í o , s e g ú n L u h m a n n , la c o m u n i c a c i ó n debe c o n -

siderarse como un triple proceso selectivo: selecciona una inform a c i ó n de entre las muchas posibles, un comportamiento notificado! y unas condiciones sistémicas del receptor, que son el resultado de la o b s e r v a c i ó n (para interpretar la i n f o r m a c i ó n como tal).

Pensamiento sistémico

1.a triple selección, que Luhmann llama «intelección» (Verstchen). es un factor indispensable. La intelección se basa en la diferencia entre información y notificación. Interpreta unos contenidos de sentido según las pautas de verdadero/falso, relcvantc/irrclevanlc o comprensible/incomprensible; pero t a m b i é n atribuye de antemano al proceso notificador un valor de información. En la intelección se entrelazan esas diferencias para formar la unidad de la comunicación. La c o m u n i c a c i ó n no puede darse sin establecer la diferencia entre información y notificación. Sólo cuando, por ejemplo, una señal con la mano (gesto) se entiende como información (como saludo de despedida, por ejemplo) y no se interpreta de otra manera (como un simple movimiento, pongamos por caso), se puede reaccionar comunicativamente y devolver el gesto. La c o m u n i c a c i ó n es siempre autorreferencial, solo puede referirse a una c o m u n i c a c i ó n , aunque siempre se examina lo que se ha entendido antes. La intelección se manifiesta ú n i c a m e n t e a posteriori, aunque se puede anticipar mediante las expectativas. En cualquier caso la c o m u n i c a c i ó n siempre se realiza como un proceso recursivo: «La c o m u n i c a c i ó n se logra y se experimenta como un logro, en tanto que las tres selecciones (información/notificación/intelección) forman una unidad, a la que puede agregarse algo más.»" 1

La c o m u n i c a c i ó n no supone ni un p r o p ó s i t o consciente de notificación ni tampoco lenguaje. Basta entender una actuación como notificación, aunque son posibles unas notificaciones no intentadas. Por lo mismo los malentendidos forman parte de la comunicación al igual que la falsedad; puede ocurrir a d e m á s que el proceso notificador sea inadecuado, como cuando se elige el código lingüístico e r r ó n e o . Las informaciones, al igual que las notificaciones pueden t a m b i é n rechazarse. Cuando el estado personal del destinatario ha cambiado a consecuencia de una información, t a m b i é n cuenta como «intelección», de modo que se ha producido una com u n i c a c i ó n . Por lo d e m á s , un observador sólo puede deducir de la reacción aquello que debe considerar como unidad comunicactonal. 78 Ihidcm. p 110.

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Bases sociológicas

Procesos de comunicación. Las unidades comunicativas aisladas, en forma de mandatos o de gritos de ayuda, se presentan por lo general como excepciones. Por el contrario, los procesos comunicativos enlazan muchos acontecimientos en una secuencia. Para explicarlos distingue Luhmann entre tema (Thema) y aportación (Beitrag). Los temas asignan un sentido a las aportaciones. Establecen quién puede aportar algo, con lo cual distinguen tanto entre las aportaciones como entre sus autores. Los temas tienen (por lo general) unos contenidos objetivos, que afectan al «sobre-que» (lidruher) de la c o m u n i c a c i ó n y establecen una relación con las aportaciones anteriores o posteriores. La d i m e n s i ó n social de los temas enlaza en el sistema las características personales de los interesados, como preferencias o actitudes. Por ello los temas actualizan las relaciones de sentido. La c o m u n i c a c i ó n no es simplemente una cadena de actuaciones, pues selecciona m á s que cualquier acto aislado. De a h í que no se pueda sobrepasar el plano constitutivo de la c o m u n i c a c i ó n : en virtud de una sola notificación no se puede ni entender plenamente ni observar de manera directa, sino en todo caso se realiza con ayuda de las distintas actuaciones. La c o m u n i c a c i ó n produce a la vez redundancia y diferencia, y no sólo un consenso que sería la consecuencia de una trivialización. La redundancia cuida de las estructuras; la diferencia abre el proceso siguiente a la negación, la protesta y la contradicción. De ese modo el sistema social -de modo parecido al sistema nervioso- permanece en una especie de excitación permanente autoprovocada, que t a m b i é n puede estar marcada por el entorno."' La diferencia sistema/entorno fija un desnivel, en el que el entorno siempre es m á s complejo que el sistema; cosa que éste compensa mediante un ordenamiento superior. Los sistemas sociales controlan su relación con el entorno mediante unas estructuras de expectativa, que enmarcan el posible campo de acción en la dimen-

79. A diferencia de lo que hiciera en su libro S(}ziatc .Viv/c/ur. en el que luhmann adoptaba el concepto de «interpenetración» de Parsons. en época reciente emplea el de «acoplamiento estructural» para indicar la dependencia recíproca y la necesaria compatibilidad entre sistema y enlomo. ('on ello, y de acuerdo con Maturana. entiende una relación de simultaneidad y de contesto correlativo, pero no de causalidad; véase Pie II isscnwluift drr (icselhchafí, op. cit. p. ,18ss

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I

liases sociológicas

Pensamiento sistémico sión objetiva, temporal y social, y así contribuyen a la estabilidad. La estabilidad temporal de unos sistemas se salvaguarda con la c o n s t r u c c i ó n de unos complejos de expectativa relativamente firmes - c o m o personas, roles, programas o valores-. Para completar el desnivel de complejidad, el sistema desarrolla un tiempo propio. Fn la a u t o n o m í a temporal diferencia futuro y pasado independientemente en buena medida del tiempo ambiental. Frontera del sentido. L o que caracteriza a los sistemas sociales es que afianzan la diferencia frente al entorno ú n i c a m e n t e mediante unas fronteras de sentido (Sinngrcnzcri). C o m o formaciones temporales de sentido no pueden determinar sus fronteras mediante cualquier tipo de topología abstracta. El trazado de fronleras se realiza en la d i m e n s i ó n objetiva. Se examinan así comunicativamente las aportaciones desde el criterio de lo exigiblc, y se rechazan como irrazonables. La elección de los temas y las expectativas v i n culadas a la misma dirigen el proceso. Las fronteras de un sistema social establecen q u é aportaciones se aceptan. ( iertos aspectos temporales y sociales delimitan, por ejemplo, la d u r a c i ó n de liisiipoitn ciones o de las formas de comportamiento permitidas. Puesto que un sistema define por sí m i s m o sus fronteras de sentido, estas resultan cambiables, pueden ser m á s amplias o m á s estrechas, m á s fluidas o m á s rígidas. A este respecto escribe L u h m a n n : «Las fronteras de sentido no son una mera piel externa, que a la manera de un órgano entre oíros cumple ciertas funciones. Más bien ordenan en el sistema los elementos, de los que el sistema consta y que lo reproducen. Visto así. cada elemento afecta a una distinción de ordenamiento y. por tanto, de frontera.»*"

Socialización Para concluir este c a p í t u l o me gustaría comparar las teorías de L u h m a n n y de Maturana sobre la socialización. Ambos parten del supuesto que la socialización no puede significarencuadrar.se en un modelo preestablecido. Ambos subrayan a d e m á s la interacción cn80 N 1 uliTiiann. Sinotc

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Swemc.

op. a i . p 2oo.

tre el adolescente y su entorno social. La diferencia deriva de la perspectiva del especialista: Maturana se pregunta por las condiciones biológicas fundamentales de la socialización, y las califica como « a m o r » . L u h m a n n analiza el carácter sociológico - e l c ó m o dc la socialización y lo describe como un proceso comunicativo, que necesariamente se realiza con o sin amor. En L u h m a n n esto significa: «La socialización es siempre una autosocialización. No se produce por la "transmisión" de un modelo de sentido de un sistema a otros, sino que su proceso fundamental es la reproducción autorreferencial del sistema, el cual opera y experimenta en sí mismo la socialización.»* 1

La socialización en este sentido no es un acontecimiento t r i u n fal (que por lo d e m á s puede fracasar). Una leona que estableciera el concepto de socialización sobre la p r o d u c c i ó n del comportamiento adecuado y conforme con las expectativas, no podría explicar el origen de los modelos de comportamiento contrarios."' Una socialización condicionada ú n i c a m e n t e por la a c e p t a c i ó n y el rechazo, tiene que resultar m u y pobre, pese al amor, y conducir inevitablemente a que la libertad c independencia sólo puedan alcanzarse en el mejor de los casos por e l i m i n a c i ó n del rechazo.*' Es precisamente esa diferencia [entre sistema y entorno] la ú n i c a que hace posible la s o c i a l i z a c i ó n . " Por el contrario, Maturana escribe: «Los sistemas sociales suponen que sus miembros inieraccionan de forma recurrente. Entre personas la comunidad hace surgir de manera espontánea unas interacciones recurrentes, de forma que el amor tiene que intervenir en ellas de algún modo: sin amor no hay socialización humana, y una sociedad se rompe cuando desaparece en ella el amor. F.se factor estrictamente biológico marca la evolución progresiva de los homínidos hacia las sociedades humanas."

81 82 H.V 84.

Ibidom. Ihidrm. Ibidcm. Ibidcm.

p p p p.

.127. 12f>. 128 127.

85

H.R. Maturana. «Hinlogie der So/ialiiat». op n i . , p II

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Mases sociológicas

IViminucnto MMénuco

»Amor significa abrirse a los demás en un campo de interacción específica para la coexistencia. * »Sin amor no hay verdadera socialización.»*' 1

Resumen En este c a p í t u l o he presentado la teoría de L u h m a n n sobre los sistemas sociales y el planteamiento biológico de Maturana como posiciones complementarias. El concepto l u h m a n n i a n o de los sistemas sociales ofrece estas ventajas, reducidas a síntesis:

Delimitación. Los componentes s i s t é m i c o s e s t á n constituidos socialmentc, no son por tanto personas. De a h í que las mismas « p e r s o n a s » pueden a la vez sostener o desmontar varios sistemas, sin que tenga por ello que determinar su « v i n c u l a c i ó n » . Adecuación lingüística. Cabe describir los sistemas sociales como unidades a u t ó n o m a s . Por ello el lenguaje de la teoría sistémica preserva de conclusiones precipitadas y reduccionistas y contribuye a una « c o n t a b i l i d a d lógica» correcta.

Clarificación conceptual. Los sistemas sociales e s t á n acoplados cstruclurnlmcnte a los sistemas biológicos y psíquicos; pero frnom e n o l ó g i c a n i c n t e son independientes de los mismos. Aunque la existencia de los sistemas biológicos y p s í q u i c o s se considere condición necesaria para la f o r m a c i ó n de sistemas sociales, no forman parte de éstos. Los sistemas sociales se describen (distinguen y reconocen) como a u t ó n o m o s y se definen suficientemente mediante la c o m u n i c a c i ó n . Los sistemas p s í q u i c o s y sociales forjan entre sí entornos necesarios, que surgen en la c o e v o l u c i ó n : «las personas no pueden aparecer n i subsistir sin unos sistemas sociales, y lo mismo cabe decir a la inversa»."" Generalización. Los sistemas sociales son autorreferencial y operacionalmente cerrados. De a h í que los componentes, relaciones y límites en tanto que mutuamente condicionados, puedan considerarse c o m o aspectos de a p a r i c i ó n s i m u l t á n e a de un determinado sistema. Coordinación. Unos sucesos fugaces pueden entenderse como unidades socialmentc constituidas, que condicionan y marcan un sistema especifico. Así, cualquier interacción por breve que sea puede entenderse como un sistema social en la medida en que fundamenta una c o m u n i c a c i ó n , mientras que la mera congregación espacial de unas personas interactivas no tiene por q u é ser un sistema social.

8o. H.R. Man.rana, «Reflexionen uher l.ierre», op. cit., p. 130. 87 H.R Maturana. «Biologie der Sojialitat». op c i t , p. 13. 88 N. luhmann. op cit., p. 92

130

131

III TEORÍA CLÍNICA

5. Fundamentos teóricos Según una c o n c e p c i ó n sistémica, a las personas no se las puede definir por criterios ajenos. De a h í que para conceptualizar sistémicamente una terapia tengamos que dejar de lado o tengamos que redefinir muchos planteamientos tradicionales de la psicoterapia. (Por motivos de simplificación lingüística d e l i m i t a r é en adelante el concepto de terapia al campo psicosocial.) Se cierne con ello la paradoja de querer operar un cambio, cuando eso se considera imposible. Así pues, una teoría clínica tiene que señalar salidas al «dilema t e r a p é u t i c o » , que reza así: «Actúa eficazmente, sin saber lo que tu actuación desencadena.» En este contexto L u h m a n n recomienda ante todo no dejarse paralizar por las paradojas.'

1 l-as paradojas de la observación y la comunicación humanas se revelan científicamente según Luhmann de un modo especial en las argumentaciones (Hcgiundungcn): «...cada argumentación se desarrolla en una paradoja... Todo argumento %e presta por su mera realización... a la comparación con otras posibilidades y por tanto a la propia duda. La argumentación... se aleja de la meta a la que aspira. De paso se sabotea a sí misma, en la medida en que abre acceso a otras posibilidades...» (En Luhmann y otros. Brobachler: Komcrgen: der Krkennlmsthenrien'. op cit.. p. 1.12). En relación con dicha paradoja remite Luhmann a las figuras mitológicas de las tres Gorgonas: tas hermanas inmortales Fstcrno y Fúñale, así como a la mortal Medusa, cuya visión hacía quedarse petrificado a cualquier mortal. Según Luhmann tenemos tres posibilidades de tratar las paradojas: «reduccionista» e ignorante por cuanto se mata a la Medusa, o «posmoderna», en tanto que la inmortal Fsterno se convierte en idea dominante y escudo protector Pero con esta solución la «eslernografia» se corre el peligro de entumecerse en la arbitariedad y la paralización: «Tal vez es Eunalc la que confiere la victoria al observador, que cuida hábilmente de no observarla. Así las cosas, el interés por una salida crcati va de la paradoja también podría denominarse curyalística» (ibidem. p. 124).

I unclnmcntos teóricos

Teoría clínica

¿Qué significa «teoría

clínica»?

Cierto que en la psicoterapia el concepto de «teoría clínica» tiene una tradición y se utiliza, por ejemplo, en el psicoanálisis; pero su elección es desafortunada, porque recuerda demasiado la medicina y el tratamiento en la clínica. Pero hoy se utiliza el adjet i v o «clínico» en muchas disciplinas como s i n ó n i m o de «curan> a diferencia de otras medidas auxiliares: psicología clínica, sociología clínica, trabajo social clínico son conceptos corrientes, y en las p á g i n a s que siguen dicho adjetivo «clínico» designa todas las medidas auxiliares psicosociales, encaminadas a « c u r a r » ; es decir, a la d i s m i n u c i ó n o s u p r e s i ó n del sufrimiento. Una teoría clínica tiene que cumplir, como cualquier otra, dos exigencias fundamentales: definir su objeto y elaborar una metodología adecuada al mismo. Los c a p í t u l o s que siguen e s t á n al servicio de esos dos objetivos y de sus consecuencias prácticas.

Terapia y sistemas sociales A t r a v é s del trabajo con familias llegó el concepto s i s t é m i c o al discurso p s i c o t e r a p é u t i c o . A l principio se explicaron adhoc - e n general de un modo estructuralista- las observaciones realizadas sobre «familias esquizofrénicas». Quien hablaba de sistemas tomaba el concepto de la t o d a v í a j o v e n cibernética: los « s i s t e m a s » equivalían a mallas funcionales de interacciones firmemente estructuradas, pero abiertas. M á s tarde las familias se entendieron expresamente como «sistemas sociales», que se regulan a sí mismos y mantienen constante su equilibrio h o m e o s t á t i c o interno. Las familias «patológicas» se caracterizaban por salvaguardar su homeostasis mediante « s í n t o m a s » y por neutralizar la amenaza de los cambios mediante un reacoplamiento negativo. Este modelo estaba estrechamente ligado a unos modelos físicos y r e s p o n d í a l ó g i c a m e n t e al de un « m ó v i l » : las relaciones entre los componentes pasaban por ser magnitudes firmes, de modo que cada cambio tenia que desencadenar una adaptación en los d e m á s . 134

Pero los sistemas sociales constan de acontecimiento y no apuntan a ninguna v i n c u l a c i ó n m e c á n i c a . De a h í que se recurriera a notas sociales «firmes» y se conectase con los conceptos normativos de los a ñ o s cincuenta. Según Anderson y Goolishian, la teoría de Parsons servía especialmente como marco para los primeros modelos terapéuticos-familiarcs.' Con ello ciertamente que se superaba la fijación estructuralista en la psique y en la persona, pero se insistía casi d o g m á t i c a m e n t e en el « p a r a d i g m a f a m i l i a r y se a t r i b u í a n las patologías a las estructura» familiares. A principios de los a ñ o s ochenta e m p e z ó a perder fuerza esa posición: en 1981, y en el congreso de Zurich sobre terapia familiar, Paul Dell s a c u d i ó los pilares conceptuales de la terapia familiar al apoyarse en Maturana y c u e s t i o n ó radicalmente el concepto de familia como un sistema abierto, en el que se puede intervenir adecuadamente mediante una i n t e r v e n c i ó n . U n a ñ o d e s p u é s los planteamientos de Dell, de Shazer y Keeney iban a revolucionar el campo.' Dell p r e s e n t ó la familia como un sistema de estructura determinada, cerrado y a u t ó nomo, aunque sin dejar de ser un sistema social inestable, que determina por sí m i s m o el efecto de las intervenciones. La familia, en analogía con el animal, es un sistema, que en todo tiempo funciona ó p t i m a m e n t e y que por lo m i s m o no puede « p e r t u r b a r s e » . 2

4

Se creaba así la base conceptual para eliminar el concepto de patología, que h a b í a sido tomado en p r é s t a m o de la medicina y de la sociología normativa. Según Keeney la terapia se presentaba ahora como una e p i s t e m o l o g í a aplicada, de fundamento estético. El cambio afectó al sistema t e r a p é u t i c o en su conjunto, incluido el terapeuta. De Shazer introdujo de nuevo el concepto de «cooperación». De acuerdo con ello clientes y terapeuta persiguen un obje2. H. Anderson y H.A. Goolishian. «Menschliche Systeme ais sprachliche Sysleme». en Fami liendynamik 15. 1990, p 212-243. 3. Según Parsons la actuación social supone una orientación normativa para fomentar unas estructuras estables. En los sistemas sociales la motivación (value-orientalion) tendría que armoni/ar con las normas culturales {cultural tradilion). Dicha concepción se basa en conceptos como status, rol y jerarquía y entiende los sistemas sociales como estructuras estables Con lo cual es posihlc iuzgar si las estructuras de los sistemas sociales responden a las normas establecidas o se apartan de las mismas, y son en consecuencia «patológicas». Víase The Social System. Glencoe 1951; trad. cast.: El sistema social. Alianza Editorial. Madrid 1988. 4. Véase P. Dell. «I-rom systemic to clinical epislemology». Zúrich. /.usammenhange

3. 1982.

p. 51-78. 5. En la edición de 1982 de la revista Family Frocess.

135

Teoría clínica

Fundamentos teóricos

tivo c o m ú n , y el ú l t i m o tiene que acomodarse («fit») a las características de los clientes. El concepto de «resistencia», adoptado de forma acrítica, pudo ahora dejarse de lado: e q u i v a l í a a una reacción del cliente a unas medidas « i n a d e c u a d a s » del terapeuta. De esta manera la terapia a d q u i r í a una nueva base ética: una autonom í a del hombre y del sistema social. El «giro» introdujo la t r a n s i c i ó n desde la terapia de familia a la terapia «sistémica», m á s t a m b i é n d i v i d i ó el campamento de los terapeutas de o r i e n t a c i ó n sistemo-teórica." El desencadenante fue una controversia acalorada acerca de la c u e s t i ó n de si el terapeuta tiene que ejercer un poder y manipular, o si debe cooperar con sus clientes y acomodarse a los mismos. Muchos autores, que adoptaron las ideas de Maturana, c o n c e b í a n asimismo los sistemas sociales como «sistemas v i v o s » , en analogía con los organismos, lo que les valió el reproche de una «biologización» exagerada, pues sólo intercambiaban los perjuicios de la analogía física por los de la analogía biológica. A mediados de la d é c a d a de los ochenta se o p e r ó otro «giro», con el que se p r e t e n d í a superar la cosificación de los sistemas sociales: se entendieron expresamente como sistemas lingüísticos, que producen sentido ( « m e a n i n g » ) , planteando con ello el « p r o b l e m a » del sentido. Desde entonces el discurso t e r a p é u t i c o carece de un concepto c o m ú n de los sistemas sociales. Cierto que los planteamientos actuales de la terapia sistémica descansan por lo general sobre un pensamiento s i s t é m i c o ; pero difieren en la definición de los sistemas sociales y en la práctica correspondiente."

m ó v i l » (Mobile-Modcll), a comienzos de los ochenta adoptamos el planteamiento «orgánico» para dejarnos inspirar d e s p u é s por el modelo de c o m u n i c a c i ó n y a mediados de los mismos ochenta, y con la mirada puesta en la actividad clínica, llegamos a una nueva c o n c e p c i ó n de los sistemas sociales mediante una síntesis de los aspectos biológicos y sociológicos.''

El concepto de

miembro

Sobre la base de nuestras experiencias con el modelo m i l a n é s tuvimos que poner en duda que los sistema sociales pueden ser i n fluidos adecuadamente. Si, por ejemplo, las familias de los clientes estaban atadas en un «juego p a r a d ó j i c o » , no p o d í a m o s liberarlas debidamente con ninguna « i n t e r v e n c i ó n » por elaborada que fuese. El que a resultas de nuestras intervenciones cambiasen provocaba m á s bien nuestra sorpresa, sin que p u d i é r a m o s predecirlo. Para mejor entender los procesos t e r a p é u t i c o s empezamos a enfocar de una forma conceptual nueva la d i n á m i c a de los sistemas sociales, y llegamos a los resultados siguientes:

7

En los a ñ o s setenta empezamos en Hamburgo con el « m o d e l o 6 limo se manifestaba en el titulo que Ludwig Kctter y otros eligieron para su volumen colectivo sobre la terapia sistémica: Von der Familientherapie zur systemischen Perspektive. Berlín-HcídelbergNueva York 1988 7. Véase Anderson y Goolishian. op. cit. 8 Harry Goolishian y sus colaboradores se apoyan en las teorías narrativas de antropólogos norteamericanos y en planteamientos recientes de la hermenéutica (Gadamer. Rorty): conciben los sistemas sociales como oposiciones lingüísticas nacidas por vía de narración (ver Anderson y Goolishian. op. cit.). White y Fpston enlazan ideas de Foucault con la antropología y consideran la comunicación como una interaetion ofrenden arnund particular texis, que redacta «historias» poderosas que condicionan la vida (véase M While y I ) Fpattin ' neutle nmtns lo Iherapeuties F.mls, Adelaida 19*9; trad cast.: Medios narrativos para fines terapéuticos, Paidós Ibérica. Barcelona 199.1). Lynn Hoffmann y otros incorporan el débale sobre los sexos (véase L . HofTman «Oonsiructing realities: An arl of lenses». en Family Frocess 29, 1990, p. 1-12). Steve de Shazer ha interpretado recientemente los sistemas sociales como juegos lingüísticos, en la línea de Wittgenstein y los deconstructivistas (véase S. de Shazer. Pulling Difiéreme lo Work, Nueva York 1991) Fl abanico de tentativas para una nueva concepción de

136

los sistemas sociales va desde el l oni cplo dr lamilla dr krrncy como unión dr hábitos di* tnfrlat t ion {\et ofhal'tt\ pasando por la transformación de la «ecología del espíritu» de Bateson debida a Bogdan. hasta la recentísima propuesta de Várela para abandonar por entero el concepto de terapia familiar y sustituirlo por el de un campo de actuación humana («domain of human aclions constituting subjecls and actors»); ver B E . Keeney. «Pragmattcs of family therapy», en Journal ofSlralegic and Systemic Iherapies 1 (2). 1981. p. 44-51; J 1 Bogdan. «Family organi/ation as an ecology oí ideas», en Family Process 17, 1984, p 375-J88; F J . Várela «Reflections on Ihe circulation of concepta between a biology of cognitíon and systemic family therapy». en Family Prorew, 28, 1989, p 15-24 9, E l fundamento para nuestras concepciones actuales lo pusimos en 1981: la terapia se realiza en el sistema terapéutico; el terapeuta se orienta por el curso del proceso terapéutico, no por «hipótesis»; la terapia tiene que ser lo más corta posible. F.n 1982 incluimos al «clínico» en el sistema psicólico. Desde 1983 argumentamos que no es la anormalidad, ttno la «estrañeza» (observada) la que conduce a la terapia; la terapia es un proceso concreativo; las intervenciones terapéuticas son «alteraciones» o perturbaciones en el sistema terapéutico, cuyo efecto depende de esc sistema; el criterio de los resudados no puede ser únicamente el provecho, sino que requiere también elementos estéticos y éticos. Fn 1984 integramos en nuestra praxis el procedimiento de terapia breve de Steve de Shazer. Formulamos además la primera versión de los «axiomas para la orientación del terapeuta» y fundamos de paso el «Instituto para estudios sistémicos de Hamburgo», donde hablamos de reformulai nuestras ideas anteriores sobre la enseñanza En 1985 acogimos la obra de l.uhmann y empezamos a adaptar el concepto de «sistema social» a los fines de la teoría clínica. El mismo arto adoptamos el concepto del problem-determined sys tem de Harry Goolishian y empezamos a elaborar nuestra concepción del «sistema problemático». De ahí pasamos de la concepción intervencionista de la terapia a la concepción dialéctica y abandonamos el fundamento de la terapia lamiliar.

137

Teoría clínica Situación de partida. Elegimos como base la diferencia entre la c o n c e p c i ó n biológica y la sociológica de los sistemas sociales. Cierto que ambas contienen posibilidades para fundamentar sistémicamente la terapia, pero parecen excluirse mutuamente, teniendo cada una sus ventajas y deficiencias prácticas: Maturana constituye los sistemas sociales con hombres, de modo que la a c t u a c i ó n terapéutica t e n d r í a que apoyarse en el d i a g n ó s t i c o de la estructura personal de unas personas impenetrables y de la d i n á m i c a de los sistemas socialcs{fJypothetisieren, « h i p o t e t i z a r » ) ; lo que ya por motivos tcórico-cognitivos resulta una empresa desesperada. L u h m a n n aduce, por el contrario, unos conceptos que parecen fecundos, pero su enfoque apunta primordialmentc a unos macrosistemas, que por lo mismo apenas si pueden trasladarse a la realidad cotidiana del terapeuta. De acuerdo con una u otra o r i e n t a c i ó n h a b r í a que adaptar la teoría clínica a « t o d o el h o m b r e » o bien al sistema social con su impenetrabilidad específica, y a una « c o m u n i c a c i ó n » abstracta. Para escapar a esa alternativa se necesita un concepto c o m ú n , que tenga en cuenta al hombre en su d i n á m i c a corporal y psíquica y que incluya asimismo el dato de que los sistemas sociales son creaciones con sentido, efectivas y comunicativas. Para tener un efecto esclarecedor, dicho concepto tiene que describir el « m e c a n i s m o » que establece la c o m u n i c a c i ó n entre animales a u t ó n o m o s asegurando así la continuidad. La c o m u n i c a c i ó n se basa en actuaciones, que como sucesos que son vuelven a pasar m o m e n t á n e a m e n t e . Para que a c t ú e n de forma comunicativa deben ser importantes para el destinatario y deben cambiar su estructura. Si no tienen n i n g ú n efecto « e s t i m u l a n t e » de esa índole, tampoco desencadenan n i n g ú n « t r a s t o r n o » y siguen siendo actuaciones incomunicativas por completo: ú n i c a m e n t e el destinatario « q u e e n t i e n d e » o l ó g i c a m e n t e « p e r t u r b a d o » fundamenta la c o m u n i c a c i ó n . El «miembro» operador. El buscado concepto de sistema social tiene que ser « e v i d e n t e » para poder prescribir la práctica, pero al mismo tiempo lo bastante « v a c í o » para cerrarse a la cosificación. Por ello entendimos los elementos de los sistemas sociales como « m i e m b r o s » , tendiendo así un puente entre hombre y c o m u n i cación. 138

Fundamentos teóricos

Definición. « M i e m b r o » no se entiende a q u í como hombre, sino como una unidad socialmentc constituida. Los miembros deben entenderse como « o p e r a d o r e s » recurrentes, que marcan y afianzan el proceso de la c o m u n i c a c i ó n . Emergen de la c o m u n i c a c i ó n y cambian de continuo, aunque parezcan «trivializados». Los m i e m bros son « o p e r a d o r e s no triviales», que reaccionan sobre sí mismos, en el sentido de Foerster, y persisten mientras perdura el proceso por ellos constituido. 10

Emergencia y operacionalidad. Los miembros se constituyen entre sí en la c o m u n i c a c i ó n como « c o h e r e n c i a s o p e r a t i v a s » . U n observador puede descubrirlos en tanto que se remonta a los orígenes de las operaciones comunicativas, pero no puede observarlos directamente como tampoco la c o m u n i c a c i ó n . Los miembros elaboran diferencias: interpretan las actuaciones como notificaciones, se ordenan a los temas y califican las aportaciones, activan en las personas las coherencias cognitivo-funcionalcs elegidas, que ellos encarnan, y filtran las reacciones adecuadas; y desarrollan a la vez unas actuaciones, con lo que aseguran una continuidad comunicativa ( f o r m a c i ó n de un enlace). Por otra parte, los miembros sólo surgen por el desarrollo de la c o m u n i c a c i ó n y por ello son calificados como tales. Los miembros vienen a ser así unas coherencias operativas selectivas, que posibilitan la c o m u n i c a c i ó n de las personas. Constituyen el « e s l a b ó n » funcional de la c o m u n i c a c i ó n , por cuanto ordenan t e m á t i c a m e n t e las coherencias y constituyen así un sistema social. En analogía con el lenguaje computerizado se puede comparar la relación persona/miembro con la que se da entre « h a r d w a r e » y los distintos procesos de cálculo. Esa analogía, sin embargo, sólo se aplica condicionalmente, toda vez que los miembros operan de forma recurrente y cambian de continuo, de manera que por lo general no desarrollan n i n g ú n programa fijo ( n i n g ú n «rol»). En tanto que unidades comunicativas, los miembros elaboran y

10 l-l concepto de «operadora «unifica aquí una unidad formal, un ágeme operativo Von l-oerster describe un operador mediante el concepto de «máquina», tomado del matemático Turing: la máquina transforma, ordena, coordina, etc algo Los operadores recursivos que actúan sobre si mismos se estabilizan en valores propios, estructuras propias, etcétera, y asi generan continuidad y armonía total. Véase Sicht und Einsicht, op. cit.. p. 207ss.

139

Teoría clínica

tundanientos teóricos

crean un sentido y reducen así la complejidad: en la d i m e n s i ó n objetiva se ordenan a los temas, en la d i m e n s i ó n temporal establecen una continuidad y en la d i m e n s i ó n social configuran unas unidades patentes. Miembros, c o m u n i c a c i ó n , frontera de sentido y sistema social están indisolublemente ligados: se producen alternativamente unos a otros. Persona/miembro/rol. « P e r s o n a » y « m i e m b r o » están acoplados estructural mente, pero no se producen el uno al otro; así, la calidad de miembro ritualizada no supone una conciencia. Pertenecen a campos f e n o m e n o l ó g i c o s diferentes: al biológico y al social. C o m o tal, una persona nunca es m i e m b r o de un sistema social, sino que ú n i c a m e n t e puede « e n c a r n a r » cualidades de socio (Mitgliedschaflcn).' 1

Los miembros sostienen la c o m u n i c a c i ó n social. U n observador puede comprobar la estructura de los procesos comunicativos, en tanto que sigue y describe las operaciones de los miembros. A h í radica la ventaja del concepto para la teoría clínica: permite distinguir entre persona, m i e m b r o y r o l . Mientras que la « p e r s o n a » designa un ser v i v o , y por eso m i s m o se diferencia del « m i e m b r o » como operador social, el «rol» contiene un programa generalizado para el desarrollo de una clase de cualidades de socio o m i e m b r o (el policía, el ama de casa). Con ello pueden interpretarse operacionalmente conceptos como o b s e r v a c i ó n , expectativa, e l a b o r a c i ó n de sentido, sin que el terapeuta tenga que mediar entre la comunicación y el i n d i v i d u o impenetrable. Un concepto sistémico. « M i e m b r o » es un concepto formal y no establece c ó m o debe ser la p a r t i c i p a c i ó n en un sistema social. Es verdad que a primera vista recuerda conceptos como sujeto de un rol, persona o i n d i v i d u o , pero a q u í se aplica s i s t é m i c a m e n t e : entendidos de un modo operacional coherente, los miembros representan en todo momento el estado actual de una unidad social cambiante. Los miembros están ligados al sistema social constituido por ellos y no se pueden « p r e p a r a r » o « c o n d i c i o n a n ) . U n m i e m b r o es siempre un « m i e m b r o de...», y nunca se presenta ais11 Por «n'namsii» se entieiurc aquí la presentación ,1c una persona, que pone a disposición ias estructuras necesarias (de upo corporal y espiritual), a las que recurre el «miembro» para producir la comunicación y hacer posible la formación de unos sistemas sociales.

140

lado, sino siempre, como m í n i m o , en pareja. En el sentido estructural pueden entenderse como i n s t a n t á n e a s de una secuencia de i n teracciones comunicativas. U n observador que analiza t e m á t i c a mente el sistema social puede entender los acontecimientos como partes integrantes de una « h i s t o r i a » o de un «relato», para interpretar el pasado o para proyectarlos hacia el futuro y hacer p r o n ó s t i cos. Así « c o n g e l a d a » , la descripción del sistema pasa a la de «instituciones», y los componentes se fijan en roles. (El observador clasifica t i p o l ó g i c a m e n t e esas estructuras, resultando entre otros el tipo s i s t é m i c o de « t e r a p i a » y el r o l de « t e r a p e u t a » . ) La estructura de un sistema social se rige por los criterios de la o b s e r v a c i ó n . Dado que los sistemas sociales no son «objetos», también la fijación de la calidad de socio depende de unos criterios. Por ejemplo, un observador puede considerar a alguien como m i e m b r o « d e s p o s a d o » de una familia, mientras que él m i s m o lo excluye en v i r t u d de sus propios criterios. Utilidad. El concepto de m i e m b r o permite distinguir entre las personas y sus diferentes condiciones de socios o miembros. Según esto, uno es el que habla con su mujer de sus hijos y otro el que en la « m i s m a » c o n v e r s a c i ó n pasa a hablar de una fiesta i n m i nente. Pese a la continuidad temporal no existe n i n g ú n m o t i v o para suponer un proceso unitario: ni coinciden los temas, ni están implicadas las mismas actuaciones y estructuras humanas (emociones, expectativas, etc.). U n observador, que asigna ambos procesos al m i s m o sistema, utiliza criterios que se basan en la categoría mental sintética de la «relación». Con ello entiende los distintos procesos y las estructuras individuales como secundarios. Mediante el concepto de m i e m b r o se puede, sin embargo, separar a n a l í t i c a m e n t e unos procesos comunicativos, sin simplificarlos de una manera reduccionista. Así. la separación conceptual entre persona y miembro descarga al terapeuta del cometido paradójico de tener que interpretar o « e n t e n d e r » a unas personas i m penetrables en principio. El concepto de m i e m b r o t a m b i é n nos permite considerar los procesos sociales desde perspectivas diferentes. De ese modo la familia puede concebirse como un sistema social complejo o como la c o n e x i ó n de sistemas diferentes. En el primer caso cueata como

I unditmcnlos teóricos

I eonu clínica

una estructura social, como una instancia o i n s t i t u c i ó n m o n o l í t i c a ( « s u p r a s i s t e m a » ) con objetivos, cometidos y funciones especiales. En el segundo, nos concentramos en las operaciones observadas, que constituyen un sistema social específico, por ejemplo en el «sistema p r o b l e m á t i c o » - c o m o en la teoría c l í n i c a - . Relevancia clínica. En relación con el « t e r a p e u t a » la d i s t i n c i ó n entre m i e m b r o y r o l diferencia su a c t u a c i ó n en el contexto de un determinado sistema o en el sentido de una c o n c e p c i ó n general de la profesión. Los procedimientos m e t o d o l ó g i c o s afectan al r o l , su aplicación en una determinada terapia a su c o n d i c i ó n de m i e m b r o como terapeuta. Sobre esta base unos f e n ó m e n o s clínicos identificables - p o r ejemplo la « a n o r e x i a » - pueden t a m b i é n reducirse a roles en general o a condiciones de m i e m b r o en particular. Con ello se aminora el peligro de ontologizar los d i a g n ó s t i c o s . 12

El sistema social. De acuerdo con ello los sistemas sociales pueden definirse como conjuntos de miembros, que realizan un sentido concebido t e m á t i c a m e n t e . Sin hombres, sin personas, no hay ni miembros ni sistemas sociales; pero, en tanto que unidad m á s compleja, el hombre puede en todo m o m e n t o cambiar c incluso « r o m p e r » por completo con su c o n d i c i ó n de m i e m b r o . Las operaciones (comunicaciones) de los miembros constituyen un continuum. Surgen así los procesos comunicativos, que delimitan con sentido ( t e m á t i c a m e n t e ) el sistema. Por tanto, los miembros sólo se constituyen en la c o m u n i c a c i ó n como componentes del sistema: miembros, c o m u n i c a c i ó n y límite de sentido surgen a la vez y mantienen así su identidad. La figura 6 muestra un modelo del sistema social. Para terminar compendio las ventajas teóricas del concepto de miembro (y de la interpretación de los sistemas sociales basada en el m i s m o ) para la teorización clínica en los t é r m i n o s siguientes:

I?. Las institución?» pueden entenderse como suprasíltemas. pue« en buena medida ton independientes de la comunicación directa. Pueden identificarse -como, por ejemplo, el ministerio de finanzas o la Inquisición a través de documentos o se pueden reconstruir históricamente. En tanto que complejos sistemas sociales. las instituciones casi son independientes del tiempo y de la actuación. Por eso las definió Wolfgang Lolh como «regulaciones formalizadas de la coreografía de diversos sistemas sociales» (Zeilsi'hrifl ftir Syslcmische Therapie 9, 1991. p J5). A los componentes (operadores) de las instituciones los designa, para distinguirlos de los «miembros», como «personas» (- representantes de roles), que se constituyen por encima de la actuación del miembro.

142

encarnar HOMBRES j

generar

* MIEMBROS Í Z Z Í COMUNICACIONES

modular

calificar

generar LÍMITE D E SENTIDO calificado

Figura 6. Modelo de un sistema social

- Preserva de la cosificación y fundamenta, sin embargo, una estructura dclimitable en el cambio social. - Los cambios de los sistemas sociales pueden referirse a unas condiciones de m i e m b r o , que sólo de un m o d o secundario afectan a las personas o los hombres. Así, pueden disolverse los sistemas sociales sin que tengan que terminar las relaciones entre personas. - La d i s t i n c i ó n entre hombre y m i e m b r o libera del supuesto de que la terapia tenga que cambiar a los hombres. Se aspira m á s bien a que terminen las penosas condiciones de m i e m b r o en unos sistemas p r o b l e m á t i c o s y a liberar al « m i e m b r o » afectado. Para ello no es necesario conocer con todas sus peculiaridades n i la estructura de las personas afectadas ni tampoco la del sistema respectivo. - Con ayuda de la diferencia m i e m b r o / r o l es posible apoyar unos m é t o d o s clínicos en el r o l del terapeuta; su d e s c r i p c i ó n sirve como o r i e n t a c i ó n para el m i e m b r o « t e r a p e u t a » en una determinada terapia.

El objeto de la teoría

clínica

Cada teoría tiene que definir su objeto con toda claridad. En el centro de una teoría clínica hay unas comunicaciones cambiantes; por ello entiendo el objeto de una teorización clínica como una secuencia de procesos comunicativos con cuatro fases: empieza con la formulación de un problema doloroso y apunta a unas medidas adecuadas para d i s m i n u i r o eliminar el sufrimiento. Las cuatro fases desvelan una sucesión de distintos sistemas sociales con sus respectivos temas: 143

Teoría clínica

Fundamentos teóricos

Sistema problemático. U n contenido efectivo se hace c o m u n i cativo como « p r o b l e m a » y consecuentemente se valora como no deseado. Sistema auxiliador. Los afectados piensan que su situación no pueden cambiarla por sus propias fuerzas y deciden buscar la ayuda profesional de otras personas. Sistema clínico. Quienes buscan ayuda y los auxiliadores aclaran la situación mediante la c o n v e r s a c i ó n para introducir medidas destinadas a determinar la instancia apropiada y a remitir a los necesitados a esa instancia. Sistema terapéutico. En el caso de una terapia, necesitados y auxiliadores clínicos constituyen un sistema con un tema formulado en c o m ú n : el «encargo t e r a p é u t i c o » , que los « t e r a p e u t a s » han elaborado con los «clientes».

Sistemas

problemáticos

En el pensamiento s i s t é m i c o faltan los supuestos normativos, que tienen como consecuencia la patologización psíquica de las personas. El m o t i v o para la demanda de ayuda profesional se concibe como un proceso comunicativo, mas no se valora como algo p a t ó g e n o o anormal. De ese modo, dicha c o n c e p c i ó n y la ayuda profesional acordada en consecuencia son conciliables con la concepción sistémica. de manera que el modo de vida humana descansa sobre la c o m u n i c a c i ó n . Otros conceptos de la psicoterapia se apoyan en aspectos que no derivan del campo f e n o m e n o l ó g i c o de la c o m u n i c a c i ó n humana. I-as escuelas que se respaldan en la medicina orgánica, interpretan por ejemplo los problemas vitales como e x p r e s i ó n , señal o s í n t o m a de « e n f e r m e d a d e s » y las reducen a factores biológicos o p s í q u i c o s . I I concepto alternativo de la « a n o m a l í a » o de la desviación tiene en cuenta la d i m e n s i ó n social, pero pone en primer térm i n o las normas externas, pasando así por alto la d i n á m i c a problemática e intrasistémica. M á s adecuado es, sin embargo, explicar los problemas desde la perspectiva del sistema respectivo y explicarlos comunicativamente. 144

Un concepto heurístico. En su investigación sobre los motivos que conducen a la terapia, Harry Goolishian y sus colaboradores despacharon como insuficientes los planteamientos estructuralnormativos hasta entonces tradicionales. En 1985 propusieron el concepto alternativo del « s i s t e m a determinado por los problem a s » . " Según el m i s m o las personas interpretan unas situaciones inquietantes ( « a l a r m a n t e s » ) , la m a y o r í a de las veces con independencia de las normas macrosociales, como « p r o b l e m a s » ; y en torno a esc tema se forma d e s p u é s un sistema social especial. En este sentido un problema crea un sistema social, y no es el sistema social (como el m a t r i m o n i o , la familia, el grupo) el que «tiene» un problema. Esta i n t e r p r e t a c i ó n , presentada en principio de forma heurística, brindaba un planteamiento consecuente para superar en el campo psicosocial tanto el concepto m é d i c o de psicopatología como el modelo n o r m a t i v o de la a n o m a l í a . Para describir los sistemas p r o b l e m á t i c o s bastaría en principio mostrar su f e n o m e n o l o g í a ; lo que significa nombrar las características de una interacción social considerada p r o b l e m á t i c a . Consecuentemente Goolishian c o n s i d e r ó en principio como problema cada c o m u n i c a c i ó n sobre un contenido inquietante. Pero ese supuesto, que yo seguí en principio, resultaba muy poco específico, pues no establece diferencias entre sistemas p r o b l e m á t i c o s (como científicos, cotidianos y clínicos, por ejemplo). D e s p u é s me p a r e c i ó lógico completarlo con las concepciones de Maturana y de L u h mann teniendo asimismo en cuenta las emociones como aspectos de la c o m u n i c a c i ó n . Definición. Los « s i s t e m a s p r o b l e m á t i c o s » son sistemas sociales específicos en el á m b i t o de los problemas. Aunque el concepto de problema, tomado del á m b i t o lingüístico anglosajón, resulta un tanto vago, insisto en el m i s m o por motivos convencionales. En14

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Teoría clínica

tiendo por « p r o b l e m a » cada tema de una c o m u n i c a c i ó n que valora algo como no deseado (difícil, embarazoso, falso, perturbador, i n adecuado, etc.) y cambiante; es decir, que lo tiene por necesitado y capaz de cambio. Los temas son de todo tipo, pudiendo afectar por lo m i s m o a cualquier contenido de la convivencia humana y pudiendo ser t a m b i é n de naturaleza científica o técnica. Delimitación. Dicha definición incluye todos los contenidos reales considerados en la vida diaria como p r o b l e m á t i c o s - o como no deseados y cambiantes-. Y o , por el contrario, considero lo i n modificable (trátese de las condiciones ambientales, de defectos corporales, de enfermedades c r ó n i c a s , etc.) como «dificultades». Sólo se convierten en problemas cuando se comunica sobre las mismas, ya sea de cara a un cambio (por ejemplo: « n o quiero convertirme en un d i a b é t i c o » ) o algo que afecta a sus consecuencias ( « n o quiero inyectarme insulina»). En el marco de la t e o r i z a c i ó n clínica existen a d e m á s contenidos irrelevantcs, que a menudo se « o n t o l o g i z a n » como problemas sin comunicar sobre los mismos, como pueden ser el hurto, la incontinencia nocturna, el desconcierto espiritual o la violencia. Mientras nadie los tematice comunicativamente, no constituyen n i n g ú n problema según dicha definición. O t r o tanto cabe decir de todos los azares penosos, que no tienen consecuencias comunicativas, fuera de los lamentos «solitarios». Pero cuando el lamentador - q u e puede ser alguien ajeno al asunto, por ejemplo un representante de las instancias sociales de o r d e n - se pone en c o m u n i c a c i ó n , puede surgir un sistema de problemas « i n d u c i d o por e x t r a ñ o s » , al que se incorporan t a m b i é n los hasta ahora « n o afectados». (Esto ocurre sobre todo en la práctica de la asistencia social y de la j u r i s p r u dencia.) Problemas vitales. Con vistas a delimitar los problemas clínicamente relevantes, q u e r r í a introducir el concepto de « p r o b l e m a vital», que excluye «conflictos» generales así como exigencias « o b j e t i v a s » (de í n d o l e científico-técnica, por ejemplo) y debates «intel e c t u a l e s » ( c o m o p o d r í a n ser los p o l í t i c o s o los e c o l ó g i c o s ) .

Los « p r o b l e m a s vitales» constituyen el tema de unos sistemas sociales, en los que el comportamiento (o la manera de ser) de una persona es valorado negativamente por ella misma o por otros. 146

Fundamentos teóricos

desencadenando emociones - s u f r i m i e n t o s - negativas. Los problemas vitales cristalizan en sistemas cuando unas valoraciones negativas (y la apelación implícita a cambiar algo) afectan tan de cerca al interesado, que se entrelazan en una malla de lamentaciones y de acusaciones y de inculpaciones mutuas. En consecuencia, u n problema vital sólo se da en el marco de una c o m u n i c a c i ó n especial, y no es un contenido « o b j e t i v o » . Sistemas problemáticos clínicos. Desde el punto de vista clínico sólo nos interesan aquellos problemas vitales que provocan sufrimientos y que inducen a buscar ayuda profesional. Por ello, en las p á g i n a s que siguen l i m i t o el concepto de « p r o b l e m a » a una conducta humana que se valora como no descada y cambiable. Supongo que ello implica la a p e l a c i ó n a cambiar un comportamiento determinado. Los sistemas p r o b l e m á t i c o s c l í n i c a m e n t e relevantes surgen cuando alguien percibe esc llamamiento como un ataque a su c o n c e p c i ó n personal o a su forma de vida y reacciona de un modo emocionalmcnte negativo, induciendo a los afectados a buscar ayuda. Se convierte en un « p r o b l e m a clínico» cuando el auxiliador lo reformula adecuadamente y genera un sistema clínico en su entorno. El tema definido en c o m ú n conduce seguidamente a la terapia, y el problema clínico se convierte en algo distinto: en el «problema terapéutico». Emergencia. Los sistemas p r o b l e m á t i c o s c l í n i c a m e n t e relevantes surgen por lo general de acuerdo con el modelo siguiente: A , que emocionalmcnte es importante para B, manifiesta algo a B, que éste - c o n r a z ó n o sin e l l a - entiende como una d e v a l u a c i ó n y una a p e l a c i ó n en el sentido del imperativo «¡Cambíate!» Esto desencadena en B una reacción emocional negativa (malestar, t e n s i ó n , tristeza, enojo). Se siente rechazado o difamado, porque interpreta la manifestación de A como molesta, ofensiva o decepcionante. En v i r t u d de sus sentimientos B reacciona de una manera que A por su parte valora negativamente: B exige de A que revoque su exigencia. Si ninguno de los dos consigue distender la situación -mediante una m e t a c o m u n i c a c i ó n , por ejemplo , la c o m u n i c a c i ó n p r o b l e m á tica puede consolidarse y el problema se puede agravar. Lógica emocional. N o son las meras manifestaciones las que provocan los sistemas p r o b l e m á t i c o s , sino la forma en que se con147

Teoría clínica

ciben y replican. Así pues, la peculiaridad de estos sistemas está en el « t r a s t o r n o » emocional. Los participantes a c t ú a n «a la defensiva» o de un modo «agresivo», queriendo inducirse mutuamente a revocar la m a n i f e s t a c i ó n , que se tiene como injustificada y molesta. Eso reduce cada vez m á s el campo de su c o m u n i c a c i ó n . Como duele, la m a y o r í a de las veces se desea su final, pero entonces interviene la lógica inherente a los problemas: ambos interlocutores esperan que el otro cambie de actitud, e i m p l í c i t a m e n t e parten del supuesto de que es posible « i n s t r u i r » al otro. El sufrimiento se concibe a q u í como una e m o c i ó n en el sentido de Maturana: algo que establece unos campos de a c t u a c i ó n y excluye otros. El sufrimiento dispone para unas actuaciones, que pueden poner fin al mismo. En v i r t u d de la experiencia de no poder i n fluir en el otro, por quien se sufre, de modo que se elimine un padecimiento posterior, surgen unas expectativas que marcan la conducta subsiguiente. Con ello c o n t i n ú a en el status quo que pueda impedir el sufrimiento posterior. N o se cumplen las condiciones básicas - a m o r y confianza- de unas relaciones sociales: se bloquea el diálogo, que supone una d i s p o s i c i ó n al riesgo. Estabilidad. El cambio o la solución del sistema p r o b l e m á t i c o se entrelaza en una « i n t e r a c c i ó n i n s t r u c t i v a » inalcanzable. Ésta se expresa en la exigencia « p r i m e r o tú y d e s p u é s y o » (sólo cuando revoques tu v a l o r a c i ó n , c a m b i a r é yo de actitud). De a h í que tales sistemas sean propensos a una estabilidad particular: la comunicación se hace cada vez m á s ritual y «trivial» ( m o n ó t o n a , predecible) y el « m á s de lo m i s m o » agudiza la situación hasta lo insorportable. Ninguno de los interlocutores puede dar el primer paso para una a p r o x i m a c i ó n ; y por diversos motivos, por ejemplo: - Los interlocutores consideran su situación «gratuita» como una situación fozosa e inevitable. - El contexto no les permite «despejar el c a m p o » . - N o existen fases ajenas a la interacción, que hagan posible el «olvido». - La c o m u n i c a c i ó n p r o b l e m á t i c a dura ya tanto tiempo que se ha estabilizado y « a u t o m a t i z a d o » . La lógica emocional de los problemas vitales fija unas expectativas con las que no se puede alcanzar el objetivo autopropuesto: 148

Fundamentos teóricos

la d i s o l u c i ó n del sistema p r o b l e m á t i c o . De ese modo se excluye p r á c t i c a m e n t e el efecto precomunicativo de la doble contingencia, por cuanto las continuas repeticiones bloquean el potencial creat i v o de las casualidades. N o se ponen en marcha ni la disposición al riesgo ni la confianza: todo queda fijado, a fin de excluir estratégicamente lo nuevo e inesperado, que pudiera significar un sufrimiento aun mayor o incluso el final de la relación. La c o m u n i c a c i ó n centrada en el problema se asemeja cada vez m á s a una especie de « p o l i m o n ó l o g o » . En vez de comunicarse dial é c t i c a m e n t e se enhebran los m o n ó l o g o s , que todo lo trivializan. Se actúa, por así decirlo, de acuerdo con el refrán e s p a ñ o l «Más vale un diablo conocido que un santo por conocer». El sistema problem á t i c o se puede entender por ello como un anhelo p a r a d ó j i c o de negar la ultima rutio de la c o m u n i c a c i ó n - e l trato con el carácter indeterminable c impenetrable de los d e m á s - y de crear un «sistema sin doble c o n t i n g e n c i a » , p a r a d ó j i c a m e n t e un «sistema sin p r o b l e m a » , a fin de evitar males mayores. Relevancia clínica. Los sistemas p r o b l e m á t i c o s se hacen socialmentc relevantes cuando se estttbili/uii. En este sentido son «instituciones». Sus miembros tienden a la trivializacíón, pues reducen cada vez m á s su repertorio, con lo que excluyen el cambio y el desarrollo. De acuerdo siempre con lo angosto de la relación, la com u n i c a c i ó n p r o b l e m á t i c a puede ser m á s o menos intensa y excluyeme: unas veces se disuelve por sí misma por falta de aportaciones « a d e c u a d a s » , a veces es el ú n i c o « e s l a b ó n » y se impone de continuo. En matrimonios, familias o equipos los sistemas problem á t i c o s , que inicialmcnte estaban relativamente limitados, pueden desbordarse cada vez m á s . A q u í p o d r í a actuar como especialmente « p r e s e r v a d o r » el fuerte deseo de resolver pronto y r á p i d a m e n t e el problema: a resultas de su lógica interna se pasa así a otros temas de la convivencia. De esto no se sigue en modo alguno que esas realidades comunes de personas estrechamente vinculadas en el sistema p r o b l e m á tico se limiten a sus miembros. A u n cuando la c o m u n i c a c i ó n prob l e m á t i c a abarque una gran parte de los temas comunes, no dejan de conservar, aunque sea en forma latente, unas posibilidades de convivencia nada p r o b l e m á t i c a s . De lo contrario, sería absurda 149

Teoría clínica

Fundamentos teóricos

cualquier actitud de ayuda y por lo m i s m o t a m b i é n una terapia sistémica. Disolución. Los sistemas p r o b l e m á t i c o s nunca son «lógicos»; simplemente siguen su propia lógica. Surgen « e s p o n t á n e a m e n t e » y e s p o n t á n e a m e n t e t a m b i é n vuelven a disolverse. A pesar de su r i tualización ni pueden definirse desde fuera n i pueden tampoco cambiarse a capricho. Su « p r o b l e m a » es su tema, no una característica accidental e intercambiable. Por ello los « p r o b l e m a s » así entendidos no son solubles en principio. Los sistemas p r o b l e m á t i c o s sólo pueden disolverse a voluntad cuando los interesados se ponen en situación de romper con su c o n d i c i ó n de miembros. Pero la m a y o r í a de las veces se derrumban por sí solos: el tema se hace aburrido, la c o m u n i c a c i ó n p r o b l e m á tica se «licúa» en un diálogo, pasan al primer plano otras actividades o el problema se reinterpreta y se valora de nuevo, cuando no se « o l v i d a » por entero. Con ello, sin embargo, no «se s o l u c i o n a » o - d i c h o en lenguaje m é d i c o - se « c u r a » definitivamente, pues cada problema, como cada tema, puede reaparecer siempre. Esto se aplica a todos los f e n ó m e n o s clínicos, c o m o la incontinencia infant i l , la confusión mental, la anorexia j u v e n i l , las «crisis vitales» o las depresiones de la edad, los conflictos matrimoniales y familiares. Consecuencias prácticas. C o m o c o n s t r u c c i ó n h i p o t é t i c a que es, el « s i s t e m a p r o b l e m á t i c o » no se puede trasladar directamente a la práctica, sino que repercute en una ayuda esencialmente conceptual: relativiza los conceptos tomados en p r é s t a m o de la medicina y de las ciencias sociales normativas con sus complicaciones. Por ello no se d e b e r í a suponer que los sistemas p r o b l e m á t i c o s sean « s o mctibles a t e r a p i a » (therapierbar): los sistemas sociales no son creaciones con las que cabe la i n t e r a c c i ó n o que puedan manejarse. El terapeuta puede utilizar el « s i s t e m a p r o b l e m á t i c o » en la reflexión para delimitar analogías físicas y posiciones normativas, pero a c o n t i n u a c i ó n debe olvidarlas y pasar al orden del d í a : a la terapia sin prejuicios. Ventajas teóricas. El concepto de « s i s t e m a aporta a la teoría clínica las ventajas siguientes: - Es s i s t é m i c a m e n t e coherente. - N o patologiza. 150

problemático»

- Orienta la terapia como c o m u n i c a c i ó n . - Libera del lastre objetivista de las teorías clínicas hasta ahora dominantes.

Sistemas

clínicos

Quien como m i e m b r o de un sistema p r o b l e m á t i c o busca ayuda profesional cambia - a l menos i m p l í c i t a m e n t e - el tema de la com u n i c a c i ó n forjadora de problemas: el tema nuevo se llama « b ú s queda de a y u d a » . Mediante el contacto con un auxiliador profesional se inicia una c o m u n i c a c i ó n , que lleva a cabo lo siguiente: - U n a r e f o r m u l a c i ó n del problema para facilitar la ayuda. - U n esclarecimiento de las competencias y de las prerrogativas. - U n reconocimiento de los « r e c u r s o s » o alternativas en las personas que encarnan la c o n d i c i ó n de miembros en el sistema problemático. - La f o r m a c i ó n , llegado el caso, de un « s i s t e m a clínico». Sistemas clínicos. El sistema clínico l o componen personas que buscan ayuda y auxiliares clínicos y se constituye en el entorno de un « p r o b l e m a clínico» definido en c o m ú n . En tanto que sistema « t r a n s i t o r i o » no tiene m á s cometido que c u m p l i r que el « e m p l a z a m i e n t o » correcto; es decir, conectar los « r e c u r s o s » de quienes buscan ayuda con las posibilidades de los auxiliares adecuados. El sistema clínico sirve así como instancia de un « d i a g n ó s t i c o p r o m o t o r » y de la elección de una forma acomodada de ayuda clínica: terapia, asesoramiento, a c o m p a ñ a m i e n t o o i n s t r u c c i ó n . El sistema clínico se distingue pues por su forma de adjudicac i ó n , fundamentalmente del p s i c o d i a g n ó s t i c o tradicional. Éste persigue ante todo uno de estos dos objetivos: la clasificación en categorías nosológicas (psiquiatría, psicología clínica) y en construcciones teóricas (diagnóstico de personalidad) o la c a p t a c i ó n de procesos (análisis del problema o del conflicto) con vistas a la planificación de la terapia. Tales formas suponen la posibilidad de unos d i a g n ó s t i c o s objetivos, independientes de quien conoce. En analogía con el experimento científico-natural se basan en el supuesto de que el investigador puede configurar una i n t e r a c c i ó n so151

Teoría clínica

cial y purificar d e s p u é s lo observado de su influencia, para enjuiciarlo de conformidad con unos criterios y pautas generales. Esa visión del d i a g n ó s t i c o e n c o n t r ó seguidores incluso en la terapia familiar. En los a ñ o s setenta terapeutas como Haley, M i n u chin y Selvini - m á s tarde t a m b i é n Keeney- defendieron la tesis de que había que « e n t e n d e r c l a r a m e n t e » para poder actuar de forma adecuada." S a b í a n con certeza que el terapeuta como m i e m b r o de un sistema no p o d í a observar de un m o d o neutral los modelos, estructuras y procesos de las familias; pero, así y todo, le asignaron el rol de un experto exterior, que reúne informaciones para poder i n tervenir de una manera apropiada. En los a ñ o s ochenta la terapia sistémica recorrió otros caminos. Andersen, Cecchin, Dell, de Shazer, Goolishian, Keeney y otros consideraron al terapeuta como un interlocutor que cooperaba con sus clientes: se le consideraba un configurador de alternativas coherentes a la c o m u n i c a c i ó n problemática."' Todos los conocimientos encontrados en el sistema clínico derivan de la c o m u n i c a c i ó n entre personal clínico y personas que buscan ayuda, siendo un producto c o m ú n de ambos. A q u í no tiene sitio la diferencia sujeto-objeto, postulada en el d i a g n ó s t i c o tradicional. Todos los conocimientos del auxiliar clínico reflejan su trato con los clientes. Por ello t a m b i é n juzga siempre sobre sí mismo. l a p r e c o n e x i ó n de un sistema clínico está al servicio de unos objetivos teóricos y prácticos: establece diferencias para orientar la o b s e r v a c i ó n y la a c t u a c i ó n y reduce los « p r o b l e m a s condicionados por el d i a g n ó s t i c o » en la praxis clínica. El sistema clínico se d i suelve al pasar a un sistema de ayuda (como la terapia) o rechaza las posibilidades de una posición profesional de ayuda como l i m i tada en exceso. 15. Véase J Haley. Direklive Famdienlherapie, op. cit.: S. Minuchin. Familien und Famdienlherapie, op. cit.; M. Selvini Palazzoli y otros. Paradoxon und (regenparadoxon. op. cit.; B.F. Keeney, «Pragmatics of family therapy», op. cit. 16. Véase, por ejemplo, P.F. Dell, Klinisehe Frkenntnis. [>ortmuncl 1986: B.F. Keeney (edit.) Komlrweren therapeutischer Wirklichkeilen. Dortmund 1987; G Cecchin, «Zum gegenwartigen Stand von Hypoiheiisiercn, ZirkularitM und Neutralitát: Fine Finladung rtir Neugier». en Famitiendynaoük 1.1, 1988. p l9o-2(i.i. y T, Andersen. Pos Refíeklierende team, Dortmund 1990; trad casi : F.i equipo reflexivo. Gedisa, Barcelona 1994, asi como los volúmenes colectivos: L . Reiter y otros (edil.). I on der Familieniherapie. op. cit. y L . Reiter y C. Ahlers (edit.), Systemisches Denken und iherapculischer Prowit, Berlín-Hcidelberg-Viena 1991.

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Fundamentos teóricos

Sistemas de ayuda Una definición l ó g i c a m e n t e correcta de la ayuda tiene que suponer en principio la b ú s q u e d a de esa ayuda. En caso contrario, cuando se lleva a cabo o se impone una « a y u d a » con independencia de la b ú s q u e d a , hay que hablar de solicitud, r e p a r a c i ó n , control o i n cluso de t u t o r í a y a p r o p i a c i ó n . Todas esas medidas pueden estar justificadas y en definitiva resultar provechosas, pero hay que diferenciarlas de la ayuda, si se quiere hablar con lógica y corrección. Reduzco la pluralidad de los sistemas de ayuda a cuatro tipos fundamentales, a cada uno de los cuales corresponde una forma de demanda de ayuda: i n s t r u c c i ó n , asesoramiento, a c o m p a ñ a m i e n t o y terapia.

OBJF.TIVO D I : I A D E M A N D A D E A U X I L I O AMPLIACIÓN

introducción

OBJETIVO DE LA AYUDA

asesoramiento

DIFERENCIA

CONVERGENCIA

acompañamiento

terapia

REDUCCION Figura 7. Tipos básicos de ayuda profesional

Cada una de las cuatro formas básicas en los cuadrantes de la figura 7 puede acoger la ayuda clínica. Se trata siempre de la d i s m i n u c i ó n o e l i m i n a c i ó n del sufrimiento. Las supuestas dimensiones se refieren al objetivo de las dos partes interesadas: buscar ayuda y proporcionar esa ayuda. El objetivo de la demanda de auxilio puede ser una a m p l i a c i ó n o una reducción. El deseo de ampliación apunta a un incremento de capacidades, criterios de decisión, opciones, etc. para manejarse mejor con el sufrimiento; mientras que 153

Fundamentos teóricos

Teoría clínica

INSTRUCCIÓN Tipo: «¡Ayúdanos a ampliar nuestras posibilidades!» 1. Ausencia o deficiencia de capacidades. 2. Puesta a disposición de conocimientos. 3. Abierto. ASESORAMIENTO Tipo: «¡Ayúdanos a aprovechar nuestras posibilidades!» 1. Bloqueo interno del sistema. 2. Fomento de las estructuras existentes. 3. Limitado al alcance del encargo. ACOMPAÑAMIENTO Tipo: «¡Ayúdanos a soportar nuestra situación!» ( . S i t u a c i ó n problemática inmutable. 2. Estabilización del sistema mediante una estructura ajena. 3. Abierto. TERAPIA Tipo: «¡Ayúdanos a terminar con nuestros sufrimientos!» 1. Situación problemática cambiable. 2. Aportación a la (di)solución del sistema problemático. 3. Limitado como cometido previo. Tabla 2. Sistemas de ayuda clínicos ( I . Base del sufrimiento, 2. prestación de ayuda, 3. duración)

nar si trabajan en interés de los demandantes de ayuda y consiguientemente « p o r encargo», o si persiguen sus propios objetivos. El esquema está construido t i p o l ó g i c a m e n t e y por lo m i s m o es perfectamente separable. Puede, no obstante, fomentar un correcto desarrollo lógico en la realización de la medida de ayuda. Para ello es conveniente utilizar « d i m e n s i o n a l m e n t e » el esquema en la p r á c tica e « i n s c r i b i d las observaciones en el curso de la prestación de ayuda como puntos en el sistema de coordenadas. El examen de q u é proceso se da allí puede leerse y deducirse de la d i s t r i b u c i ó n de los puntos.

Sistemas

terapéuticos

El objetivo de la terapia es d i s m i n u i r o eliminar lo m á s pronto posible el sufrimiento. El sistema t e r a p é u t i c o se constituye en torno a un «encargo». La rigidez y la estrecha l i m i t a c i ó n t e m á t i c a de la terapia tienen las ventajas siguientes: - U n a c o n c e n t r a c i ó n en los aspectos con los que m á s directamente puede llevarse a cabo el encargo t e r a p é u t i c o . - U n a definición estrictamente lógica del sistema t e r a p é u t i c o y del rol del terapeuta. - El respeto de la a u t o n o m í a humana de los interesados.

el deseo de reducción señala al alivio del sufrimiento. La línea horizontal representa los objetivos de la p r e s t a c i ó n de ayuda y condiciona el m o d o en que el auxiliador emplea sus medios -sus posibilidades estructurales-. Así, hablo de convergencia cuando el auxiliador pone a d i s p o s i c i ó n su estructura y persigue el establecimiento de una relación duradera; en este caso, las estructuras del auxiliador y del paciente se asemejan en el curso de la p r e s t a c i ó n de ayuda. La diferencia afecta a una ayuda en la que el auxiliar aporta su estructura en forma a n á l o g a a un catalizador, que suscita en quienes piden auxilio unos procesos específicos; pero se e v i t a r á siempre la a p a r i c i ó n de una relación duradera. Mediante la visión s i n ó p t i c a de la tabla 2 y del esquema que aparece en la figura 7, auxiliadores y supervisores pueden exami154

El dilema del terapeuta Cada terapeuta se enfrenta al dilema de querer actuar adecuadamente sin « p e n e t r a r las i n t e n c i o n e s » del otro y sin saber por ello lo que su a c t u a c i ó n puede dar de sí. Y a en la misma vida cotidiana los hombres, y nosotros mismos, resultamos impenetrables y e n i g m á t i c o s . Quien se da cuenta de que es tratado siguiendo una estrategia, lo experimenta la m a y o r í a de las veces como una «objet i v a c i ó n » , y procura defraudar las expectativas. L o saben perfectamente los psiquiatras, los psicólogos y otros auxiliares, pero aun así en muchos casos persiguen una «trivialización». Para esto pueden apoyarse en muchas técnicas (por ejemplo, en las estrategias de los 155

Teoría clínica

tests, de las preguntas y de la o b s e r v a c i ó n ) , con las que pueden eludir la a t e n c i ó n consciente y hacer que las personas resulten « p a t e n t e s » y claras. Sin embargo, los estudios demuestran que los interesados adivinan a su vez la i n t e n c i ó n de los investigadores y a c t ú a n de acuerdo con ese conocimiento. Esto se aplica tanto a las t é c n i c a s de proyección como a las investigaciones sociopsicológicas y a los i n d i cadores de mentiras en los cuestionarios. Los pacientes p s i q u i á t r i cos cuentan algo parecido. Sin embargo, psicólogos y psiquiatras i n sisten tozudamente en su « p r e t e n s i ó n de o b j e t i v i d a d » . A todas luces les resulta difícil reconocer que su objeto sólo surge en la comunicación. Lo m i s m o cabe decir de los terapeutas que persisten en enfocar los problemas vitales de una manera «objetiva» y en tratarlos de acuerdo con unas reglas nomoteticas y rígidas. La escuela sistémica reconoce el dilema del terapeuta c intenta ayudar, pese a la falta de transparencia y el carácter no instruiblc del hombre.

« O l v i d o del s u f r i m i e n t o » en el diálogo Desde la perspectiva del terapeuta rige el principio de que, c u m p l i d o el «encargo t e r a p é u t i c o » , se ha conseguido la terapia. Para los clientes, por el contrario, la meta se alcanza cuando ellos sufren menos, lo hacen de manera m á s tolerable o cuando el problema desaparece por completo. La terapia no puede actuar de forma causal. Afecta a unaN personas a u t ó n o m a s , que no se dejan « c a m b i a r » . Por lo m i s m o el terapeuta debe procurar unas condiciones ambientales favorables, en las que los clientes puedan cambiar de acuerdo con sus propios deseos. Para ello una teoría clínica tiene que formular unos m é t o d o s apropiados, que puedan servir de o r i e n t a c i ó n . La terapia como diálogo. U n a terapia sería « m o n o l ó g i c a » si el terapeuta se limitase a estrategias estandarizadas, y sus «pacientes» lo «tolerasen». En tanto que proceso comunicativo en el que se salvaguarda la continuidad, al igual que los saltos, el azar y lo inesperado, la terapia puede considerarse como un diálogo típico. Su obj e t i v o supremo está, en efecto, en disolver el sistema t e r a p é u t i c o , y 156

para ello ese sistema debe ser « e s t i m u l a d o » ó p t i m a m e n t e en el marco de io «justificable». A la parte del terapeuta en el diálogo se le pueden asignar dos aspectos capitales: ratificación y apertura. Debería ratificar tanto como necesitan sus clientes, a fin de que puedan cooperar confiadamente con él, sin i n t e r r u m p i r la terapia n i desarrollar una «resistencia». Pero al m i s m o tiempo d e b e r í a introducir todo lo nuevo, inesperado, aperturista y perturbador - p r o d u c t i v a m e n t e «cas u a l » - que parezca indispensable para desestabilizar el sistema p r o b l e m á t i c o , y desencadenar así una « p e r t u r b a c i ó n saludable». Tiene que asegurar sobre todo el respeto, pues sólo así surge un clima de confianza, que alienta en los clientes la audacia para probar algo nuevo y dejar de lado al sistema p r o b l e m á t i c o , que se basa en una certeza. El terapeuta es pues un « a n i m a d o r » cauto y respetuoso, pero que no sobrepasa el encargo definido en c o m ú n . Sus posibilidades t e r a p é u t i c a s de i n t e r v e n c i ó n están limitadas por el respeto. L o que los clientes experimentan como una « p e r t u r b a c i ó n » depende siempre de su estructura. El arte de la terapia está en llevar a cabo unas intervenciones con empatias adecuadas, ni excesivas ni demasiado cortas." En el mejor de los casos la terapia hace surgir nuevas « p r e ferencias», que son inconciliables con el problema; en el peor, el problema se agrava. En el diálogo t e r a p é u t i c o los m o n ó l o g o s p r o b l e m á t i c o s se d i luyen, gracias por ejemplo a preguntas inesperadas que salen del marco de la c o m u n i c a c i ó n rituulizuda de los problemas, y gracias a unas referencias a determinadas alternativas postergadas y a los ataques contra la «lógica» del sistema p r o b l e m á t i c o . Tales conversaciones pueden contribuir a que los interesados « o l v i d e n » su sufrimiento. " C o m o queda expuesto, los problemas vitales no son so1

17. Tom Andersen ha acunado a este respecto el concepto de la «adecuada intervención extraordinaria» (/>aj Refíeknerende Team. op. cit). IR. Ci. Vatlimoemplea el concepto de «olvidan» (cent inden) para distinguir la filosofía de la posmodernidad de la filosofía de los modernos, que es adecuada para «superan» (ilhrrwinden) y por lo mismo para seleccionar o sustituir lo antiguo. E l pensamiento de la llamada posmodcrmdad ya no tendría ninguna base onlológica para rechazar de raíz los elementos del pensamiento anterior (Das h'.nde der Mode me [versión alemana consultada por el autorj. Stuttgart. 1990. trad cast: F.l fin déla modernidad. Gedisa. Barcelona l<)87>.

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Praxis clínica

Teoría clínica

lubles, y por lo m i s m o no « p u e d e n s u p e r a r s e » definitivamente en el sentido de c u r a c i ó n . Pueden volver a presentarse en cualquier momento, pues persisten todas las condiciones, como son la capacidad de comunicar y de caer en una atadura emocional. En el mej o r de los casos los problemas vitales «se o l v i d a n » : sólo es posible olvidarlos, dejarlos de lado, arrinconarlos o pasarlos por alto. «Se o l v i d a n » cuando se reconoce su falta de fundamento y su estructura m o n o l ó g i c a se diluye en un diálogo constructivo, r e a l i z á n d o s e por tanto un « c a m b i o de preferencias». La terapia puede contribuir a ello en tanto que alienta a correr riesgos y a recuperar la confianza. La terapia viene a ser así una ayuda a la autoayuda, y nunca una acción causal.

Resumen La teoría clínica a q u í desarrollada define su objeto como un proceso con cuatro sistemas sociales que se relevan. Cuando en el sistema p r o b l e m á t i c o aparecen aspectos cortantes, los interesados o tienen que «resignarse» con el problema o tienen que crear uno nuevo conjuntamente con los auxiliares clínicos. Eso ocurre en los sistemas p r o b l e m á t i c o s producidos por un d i a g n ó s t i c o excesivamente p r o b l e m á t i c o o demasiado largo y en las « t e r a p i a s e t e r n a s » . Los nuevos sistemas p r o b l e m á t i c o s se diferencian, sin embargo, de los originarios, porque incluyen al auxiliar clínico como m i e m b r o . Incluso con la i n t e r r u p c i ó n de la terapia no se puede decir a q u í que los clientes se hubieran « m a n t e n i d o » en el problema originario.

Terapia, terapeuta, cliente t e r a p é u t i c o 6. Praxis clínica La terapia se realiza en un sistema social y puede delimitarse así frente a otros sistemas sociales: - U n miembro tematiza el sufrimiento a consecuencia del cambio de enfoque de una s i t u a c i ó n p r o b l e m á t i c a (de un problema vital). - Otro m i e m b r o se define como terapeuta y orienta su actuación a reducir r á p i d a m e n t e el sufrimiento o a eliminarlo. - La d u r a c i ó n de su i n t e r a c c i ó n está limitada en principio. Esos tres aspectos afectan sólo a clientes y terapeutas en el marco de una determinada terapia. Pero t a m b i é n se pueden aplicar estructuralmente, cuando la terapia se concibe « i n s t i t u c i o n a l m e n t e » y se presenta con ayuda de unas definiciones de roles (y estructuras de espectativas). Finalmente, t a m b i é n se puede entender de una manera funcional, pues el proceso se orienta a u n objetivo. Toda terapia debe descansar por lo m i s m o e x p l í c i t a m e n t e sobre una c o m u n i c a c i ó n , apuntar a una estructura específica de roles, y tiene que estar limitada en el objetivo y en el tiempo. T o d o lo dem á s - e l tipo de problema, las técnicas o el « é x i t o » - depende exclusivamente de las preferencias del observador.

158

En este c a p í t u l o desarrollo una teoría sistémica de la praxis clínica y sintetizo los rasgos fundamentales de un m é t o d o t e r a p é u tico. Ambas cosas pueden trasladarse a otros sistemas auxiliares, siempre que se tengan en cuenta sus peculiaridades. Fn las consideraciones que siguen me han guiado tres criterios: provecho, respeto y belleza.

El marco

metodológico

La terapia se define por el terapeuta: sin terapeuta no hay terapia. De a h í que una teoría clínica tenga que definir claramente el rol o papel del terapeuta, para orientar al auxiliador en la realización de su c o n d i c i ó n de m i e m b r o en un sistema t e r a p é u t i c o . Los componentes de los sistemas sociales - l o s « m i e m b r o s » - surgen mediante una c o m u n i c a c i ó n coherente sobre un tema. De acuerdo con ello, el terapeuta se constituye como m i e m b r o de un sistema t e r a p é u t i c o sólo a t r a v é s de la c o m u n i c a c i ó n t e r a p é u t i c a . Eso es lo que define un sistema social como terapia. Desde el punto de vista m e t o d o l ó g i c o , el cliente es una c o n d i c i ó n necesaria, aunque no su159

Praxis clínica

Teoría clínica

fícicnte: debe existir, pero no cumple naturalmente ninguna función prescrita, ni puede por tanto ser incorporado para definir la m e t o d o l o g í a . Para poder comunicar t e r a p é u t i c a m e n t e el auxiliador necesita un marco oricntativo. Esc marco debe procurarlo la teoría de la praxis terapéutica. M e t o d o l ó g i c a m e n t e se trata, por consiguiente, de elaborar un procedimiento aplicable, flexible y general, aunque t a m b i é n específico, por el que pueda orientarse el terapeuta. Los m é t o d o s p s i c o t e r a p é u t i c o s se fundan a menudo en la p r á c tica o en la teoría. En el primer caso apuntan directamente a los resultados, en el segundo m á s bien de manera indirecta. Pero una m e t o d o l o g í a sistémica no puede aducir ninguna f u n d a m e n t a c i ó n de tipo causal: las « p e r t u r b a c i o n e s saludables» no se pueden incorporar causalmcnte. Desde la perspectiva sistémica la c o m u n i c a c i ó n es o c a s i ó n , medio y fin de la terapia. Para la definición de su m e t o d o l o g í a sólo cuentan, según la definición, los elementos que constituyen el sistema t e r a p é u t i c o : los miembros y sus interacciones, su tema y la d u r a c i ó n de la medida. Menos uno, todos los d e m á s elementos se demuestran inapropiados. La definición tradicional por la efectividad - l o que m á s tarde se demuestra provechoso se eleva a la categoría de m é t o d o - descansa en supuestos de causalidad y está en c o n t r a d i c c i ó n con el pensamiento sistémico. La definición m e t o d o l ó g i c a con ayuda de modos de interacción estandarizados (técnicas) reduce innecesariamente el campo de acción del terapeuta. La d u r a c i ó n de la terapia no se establece sin m á s , pues no puede determinarse a priori. El cliente queda asimismo excluido de los miembros del sistema terapéutico. Por lo cual la terapia t e n d r í a que definirse por la índole y por el «grado de g r a v e d a d » del problema o por la « i d o n e i d a d » del que busca ayuda. Mas por motivos teórico-cognitivos y éticos ambas cosas son irreconciliables con las premisas del pensamiento sistémico. Así pues, la m e t o d o l o g í a de la terapia tiene que partir de la definición del terapeuta. Para ello resulta adecuado el concepto de «rol». La definición del «rol del t e r a p e u t a » prescinde del sistema respectivo y sirve por tanto como programa general para el desa160

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rrollo de esa c o n d i c i ó n de miembro. La descripción de ese rol permite, primero, la o r i e n t a c i ó n de la actividad terapéutica por el l u gar y, segundo, el control sobre si se cumplen los criterios establecidos, permitiendo por lo m i s m o delimitar y enjuiciar la a c t u a c i ó n terapéutica. En nuestra propuesta describimos el rol del terapeuta como un conjunto de actitudes o « p o s t u r a s » .

Provecho, respeto, belleza La psicoterapia no debe ser perjudicial y debería ser provechosa. Desde que H.-J. Eyscnck introdujo el concepto de « r e m i s i ó n e s p o n t á n e a » los psicoterapeutas tienen que demostrar a d e m á s que su trabajo no es inútil. '* 1

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Tradicionalmcntc la psicoterapia se ha valorado ante todo por su provecho. Pero este es un criterio e n g a ñ o s o , pues compara observaciones y valoraciones hipotéticas, donde las emociones y los p a r á m e t r o s subjetivos juegan un papel importante. Una medida aparece útil cuando comparada con otra hipotética « m e j o r a » un estado de cosas que se considera negativo, «evita» un empeoramiento o « m a n t i e n e » una situación favorable. Pero esos juicios d i fícilmente se dejan consensuar, pues están fuertemente marcados por puntos de vista subjetivos. En la mentalidad objetivista el provecho puede bastar como criterio, pues supone que se puede definir o incluso medir «inters u b j e t i v a m e n t e » el problema, el proceso t e r a p é u t i c o y su éxito. Las terapias se demuestran provechosas cuando aportan por vía causal una mejora «objetiva». En cambio, hay que captar las variables ter a p é u t i c a s y separarlas de los «electos s e c u n d a r i o s » , como la mejoría e s p o n t á n e a , la sugestión o el placebo." En la senda de la « o b j e t i v i d a d » (entre comillas), por el contra-

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ía. Kysenck estableció que una gran parte de los «trastornos psíquicos» después de algún tiempo sin terapia retroceden espontáneamente. I'.n todo caso es un concepto de interés académico, los pac icn tes. sin duda que a consecuencia de la dinámica del sufrimiento, no se dcian consolar con la «espera» Véase «The cffeets ol'psychotherapy». en Eysenck (edil), llandhinik nf At'nomutl Pwehntiygy. Nueva York 1961. 20. H. Brody se enfrenta con este supuesto poco coherente en Placebos and ihe l'hdosophy of Medicine, Chicago-Londres 1977

161

Teoría clínica

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rio, el provecho no es un contenido « q u e pueda e n c o n t r a r s e » objetivamente, sino un consenso que debe establecerse por la vía del consenso. Queda así sujeto a los problemas de la v a l o r a c i ó n , sin que por lo m i s m o pueda establecerse de forma vinculante. Para destacar la apertura procesal del criterio irrcnunciablc del « p r o v e c h o » , lo conecto con otros dos motivos conductores: respeto y belleza. En la interacción de esos polos la terapia sistémica tiene que orientarse por tres postulados: el provecho como objetivo de la terapia, el respeto como actitud básica del terapeuta y la belleza como principio configurador de las intervenciones. Respeto y belleza son leitmotive evidentes, y como tales escapan a la normativa. A h í precisamente está su relevancia de cara a una teoría clínica de bases sistémicas: l i m i t a n el uso exclusivo de un provecho, que fácilmente deriva en una cosificación y apelan a la a u t o n o m í a personal y a la responsabilidad del terapeuta y del i n vestigador de la terapia.

exigida - t a m b i é n se p o d r í a decir de una « h u m a n i d a d ejercitada» y la Caribdis de unas técnicas refinadas. Para ello conecto las expectativas generales de la terapia con una actitud básica específica, que traduce a la práctica provecho, respeto y belleza. La práctica puede proporcionar una o r i e n t a c i ó n al terapeuta, que le i n s i n ú a una salida del « d i l e m a del t e r a p e u t a » . Nuestra propuesta guía la a c t u a c i ó n t e r a p é u t i c a como sigue: Cometidos en el sistema de terapia Producción

«¡Sé tú mismo!» <

Mantenimiento

Por ellas se orientan t a m b i é n en primer lugar los defensores de la terapia sistémica. En sus propuestas se mueven entre posiciones concebidas de un m o d o « p u r a m e n t e » dialéctico y de una « s e v e r a » estrategia, considerando en consecuencia al terapeuta como u n a c o m p a ñ a n t e « q u e no sabe» o como un « e x p e r t o » que interviene. Conviene, sin embargo, definir el r o l del terapeuta en un cam i n o medio entre la Escila de una espontaneidad p a r a d ó j i c a m e n t e 21

21 Estos estremos confirman ejemplarmente las posiciones de Goolishian y De Sha/cr; ver Goolishian y Anderson, op. cit.; S de Shar.er, Clues Investigating Solutions in Brief Therapy, Nueva York 1988; trad. cast.: Claves para la solución en terapia breve, Paidós Ibérica 1991.

162

Realización

Conclusión ... y

> «¡Sigue unas directrices!»

1 ¡Defínete como terapeuta! 2 ¡Respétate!

Axiomas En tanto que c o m u n i c a c i ó n , la terapia no es planificable. Su m e t o d o l o g í a tiene por ello que limitarse a definir claramente el rol del terapeuta. Tradicionalmente se le ha visto en la t e n s i ó n que generan las posiciones extremas siguientes:

Axiomas

3 ¡Oriéntate por tus clientes! 4 ¡Valora favorablemente! 5 ¡Limítate! 6 ¡Sé modesto! 7 ¡Continúa móvil! 8 ¡Pregunta deforma constructiva! 9 ¡Interven poco! 10 ¡Termina a tiempo! + 1 ¡No sigas nunca ciegamente los axiomas!

Preguntas básicas ¿Asumo una responsabilidad como terapeuta? ¿Responde a mis posibilidades? ¿A qué pautas me atengo? ¿Busco la apertura? ¿Me concentro en lo más necesario? ¿Me veo como causa? ¿Cambio mis perspectivas? ¿Formulo preguntas que ayudan a seguir? ¿Estimulo con cautela? ¿Puedo terminar ya? ¿Los aplico de una manera flexible y de acuerdo con el contexto?

Tabla 3. 1 0 + 1 axiomas para orientar la práctica - M e d i a c i ó n entre las expectativas generales de la terapia, las expectativas específicas de los clientes y las expectativas propias del auxiliador. - A t e n c i ó n a los criterios de provecho, belleza, respeto y transposición a la praxis. - C u m p l i m i e n t o de los cometidos de que surja un sistema de 163

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Teoría clínica

terapia, fomente cambios, se mantenga tanto tiempo como sea necesario y se disuelva oportunamente. Unjo estos aspectos formulé en 1984 los axiomas siguientes, que por razones de claridad se compendian en la tabla 3. A cada uno de los axiomas corresponde una pregunta de control u o r i e n t a c i ó n . Los axiomas pueden -de acuerdo por entero con la mentalidad s i s t é m i c a - interpretarse y aplicarse de formas m u y diversas; en esa medida sólo constituyen un marco orientativo para el terapeuta y una base para la m e t a c o m u n i c a c i ó n sobre la terapia. El examen e m p í r i c o , en el sentido de los objetivos de nuestro grupo hamburgués de trabajo, s e ñ a l a b a no obstante una utilidad aceptable."

Polarizaciones desorientadoras Para desmarcarse de planteamientos anteriores la terapia sistémica t e n d i ó en los comienzos hacia burdas polarizaciones. De a h í derivaron controversias internas, que t o d a v í a hoy perduran, aunque la m a y o r í a de las veces son improductivas: se esgrime el pragmatismo contra la estética, la experiencia contra la imparcialidad («no-saber»), la actitud contra la técnica y la i n t e r v e n c i ó n contra el diálogo. El debate sobre pragmatismo o estética, técnica o arte, planteado desde comienzos de los a ñ o s ochenta, condujo a q u í a la posición mediadora de que la terapia, en tanto que una «técnica artificial», r e ú n e en sí los dos aspectos. L o cual r e p e r c u t i ó en la exposición de los tres criterios mencionados. En el debate sobre competencia o ignorancia, especialmente los defensores de un planteamiento h e r m e n é u t i c o - n a r r a t i v o han exigido recientemente que el terapeuta renuncie a todas las prescripciones normativas y se presente con toda franqueza a sus clientes. De lo contrario se instalaría sin darse cuenta en una posición superior como « e x p e r t o » , que i m p e d i r í a el desarrollo de u n verdadero d i á logo. La competencia del auxiliador estaría en ser « a r q u i t e c t o »

22

Más detalles en K . Ludewig, «10 + I leitsatze bzw. Leitfragen» en Aeilschrift filr svstcmische

rherapte y 1987, p. 178-191.

164

de un d i á l o g o provechoso. Por contra, los autores de o r i e n t a c i ó n m á s bien p r a g m á t i c a esperan del terapeuta que aplique unas técnicas pura la solución directa y adecuada del problema. Los terapeutas s i s t é m i c o s t e n d r í a n que aspirar t a m b i é n a q u í a una posición i n termedia, sin renunciar por consiguiente a su competencia objetiva y sin fijarse tampoco en unas técnicas. En la c u e s t i ó n de si la terapia debe basarse en la i n t e r v e n c i ó n o en el diálogo, la polarización se resuelve en estos t é r m i n o s : la terapia es un d i á l o g o de í n d o l e particular, en el que al terapeuta en su rol se le ruega e x p l í c i t a m e n t e que intervenga y se le pide por tanto que comunique o i n s i n ú e sus impresiones. La terapia es, pues, una forma orientada de diálogo, y el rol del terapeuta le convierte inevitablemente en el « i n t e r l o c u t o r que i n t e r v i e n e » de manera consciente.

La praxis de la terapia La terapia es c o m u n i c a c i ó n y - c o m o ésta exige c o n t i n u i d a d fundamentalmente t a m b i é n c o o p e r a c i ó n . La hipótesis de que el terapeuta tenga que actuar unilateralmente sobre un «sufridon> ( - paciente) pasivo, no sólo está en c o n t r a d i c c i ó n con el concepto s i s t é m i c o de a u t o n o m í a sino t a m b i é n con la vivencia de los interesados. U n a a c t u a c i ó n t e r a p é u t i c a supone siempre la « i n v i t a c i ó n a cooperar».

Ruego y encargo La c o m u n i c a c i ó n t e r a p é u t i c a significa en cada fase una creación de sentido o una elección t e m á t i c a y, con eso, una r e d u c c i ó n de la complejidad. Tradicionalmente incumbe al « e x p e r t o » definir el tema y el desarrollo de la c o m u n i c a c i ó n . Debe, pues a) conocer q u é condiciones provocan y mantienen el problema (diagnóstico), b) establecer coordenadas orientativas (indicación diferencial). c) seleccionar y ordenar las medidas (planificación terapéutica), d) conducir la terapia y c) controlar su eficacia. 165

Praxis clínica

Teoría clínica

En la c o n c e p c i ó n sistémica de la terapia tiene perfecto sentido, sin embargo, entender la c o m u n i c a c i ó n t e r a p é u t i c a como una b ú s q u e d a c o m ú n de alternativas. El terapeuta, por tanto, no se concentra en el problema, sino en la a c t i v a c i ó n de los recursos desaprovechados, no incidentes en el problema, de sus clientes (como modelos mentales alternativos o «excepciones» al planteamiento del problema en la historia vital de susclientes, tal como sedan en los miembros ajenos al problema). C o m o los problemas vitales, según su definición, son insolubles, no se persigue ninguna « s o l u c i ó n del p r o b l e m a » , sino la utilización de alternativas. En este sentido la terapia i n v i t a a un « c a m b i o de preferencias» mediante u n e s t í m u l o adecuado. A l comienzo de una terapia los clientes tienen un ruego, al menos difuso, que se expresa en lamentos difusos asimismo, como: « Y a no podemos m á s » , « A y ú d e n o s u s t e d » , o « C a m b i e usted a m i hijo, a m i marido, a m i mujer», etcétera. El deseo de los terapeutas no es menos impreciso: el de ayudar de un modo profesional y eficaz. El sentido o el tema de u n sistema t e r a p é u t i c o se deriva internamente a t r a v é s de una selección comunicativa. U n a t c m a t i z a c i ó n anticipada en el sentido de las « i n d i c a c i o n e s diferenciales», de las técnicas y de los objetivos, sólo sería posible a costa de una objetiv a c i ó n , que p o d r í a bloquear el proceso. La terapia es una prestación de servicio social, y supone en consecuencia el correspondiente «encargo». Éste define el sentido, y por tanto la frontera de sentido ( t e m á t i c a ) del sistema, a la vez que controla el proceso comunicativo, y por ende la p r e s t a c i ó n que debe llevar a cabo el terapeuta y su i n t e r a c c i ó n con los clientes. Objet i v o del encargo establecido en c o m ú n es coordinar los recursos de los clientes con las posibilidades del terapeuta; es decir, elaborar un concepto de trabajo viable a partir de los deseos originariamente difusos de ambos interlocutores. La experiencia clínica indica que es de capital importancia distinguir claramente entre deseo y encargo. Muchas terapias fracasan o se encallan, porque no se ha formulado n i n g ú n encargo i n e q u í v o c o . Los terapeutas deben, pues, intentar seguir el deseo difuso de los clientes, o bien trabajar « p r o p i o e n c a r g o » ; que es como decir actuando de acuerdo con las propias h i p ó t e s i s , d i a g n ó s t i c o s y teorías. Ú n i c a m e n t e el encargo estipulado y formulado de manera clara 166

Sistema problemático

Sistema de auxiliadores

DESEO (= búsqueda de ayuda)

DESEO (- ayudar)

-•COMUNICACIONES

ENCARGO (•= un tema operativo de la institución de ayuda) f

COMUNICACIONES

í

Auxiliadores como: Terapeutas Consejeros Acompañantes Guías

Clientes en:

Terapia Consejo Acompañamiento Dirección

SISTEMA DE AYUDA especifico

CRITERIOS de realización terminación control Figura 8. Deseo y encargo 167

Praxis clínica

Teoría clínica

define el sistema de ayuda como terapia, consejo, guía o acompañ a m i e n t o . Establece, en efecto: - El objetivo y los m é t o d o s de la medida auxiliadora. - Los criterios para su realización y el control del proceso. - Las ayudas decisivas para su t e r m i n a c i ó n . - Los criterios de é x i t o (véase figura 8). Así pues, en la terapia el encargo configura la relación « c o n t r a c tual» entre terapeuta y clientes, y su e l a b o r a c i ó n marca el comienzo de una terapia. Por lo d e m á s , el encargo puede indefinirse nuevamente. Por ello es indispensable examinar de continuo si el encargo originario está t o d a v í a en vigor y puede seguir vigente o si es conveniente una r e f o r m u l a c i ó n .

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p e n s ó » , de m o d o que un « d i á l o g o » se siente como creativo y no destructivo o « f u s i o n a d o ! » . Los d i á l o g o s e s t á n abiertos a nuevos horizontes de sentido, crean y sacuden el sentido, constituyen realidades y se enfrentan a la crítica. Los d i á l o g o s siguen la diferencia consenso/disenso y subyacen a la realidad colectiva. En ú l t i m o análisis los d i á l o g o s marcan la historia del pensamiento. El diálogo puede entenderse operacionalmcntc de esta forma:' - una c o n v e r s a c i ó n

i

4

, El diálogo t e r a p é u t i c o La terapia no es una mera c o m u n i c a c i ó n , sino una forma específica de diálogo. La c o m u n i c a c i ó n no tiene que ser «dialéctica», pues eso ya ocurre cuando se comunica y entiende algo: incluye t a m b i é n formas «triviales» ritualizadas y estereotipadas, así como malentendidos. El concepto de «diálogo» se entiende, sin embargo, m á s restringido. En su significado m á s fuerte afianza el m é t o d o dialéctico de hallazgo de la verdad y apunta a un m o v i m i e n t o mental c o m ú n , en el que « n o se establece de antemano lo que o c u r r i r á al final, lo que al final aparece como lo correcto, como la v e r d a d » .

4

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Así entendido, el «diálogo» excluye formas de c o m u n i c a c i ó n como la p e r s u a s i ó n , el pronunciamiento, la d i s c u s i ó n o la instrucción. En un diálogo no hay vencedores n i vencidos, sino ú n i c a mente interlocutores abiertos y curiosos, a los que une la veracidad, la curiosidad y la a c e p t a c i ó n , y que cambian en esc proceso: en el diálogo los interlocutores se dedican a un tema c o m ú n y se esfuerzan por conciliar sus maneras de ver; todos los pasos que conducen a la síntesis, y los mismos participantes, quedan «en sus-

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M Horkhcimer. «Dialog uher Dialog» en Gnammelte

l ° 8 5 , p. 300.

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- entre interlocutores de la misma categoría - sobre un tema importante c o m ú n - en el que los participantes se someten a la veracidad y a la franqueza - y con sus aportaciones conectan mutuamente. Puesto que la terapia es una c o n v e r s a c i ó n guiada por un objetivo funcional sobre el tema perfectamente delimitado de « d i s m i n u c i ó n o e l i m i n a c i ó n del s u f r i m i e n t o » , que el terapeuta -incluso según Harry Goolishian, el defensor m á s radical de un m é t o d o d i a l é c t i c o debe «conducin> m a n t e n i é n d o s e en el m i s m o , cabe preguntarse si esas condiciones se cumplen a q u í . Y la respuesta es: si los participantes se ponen de acuerdo y se mantienen así. la terapia puede ser un diálogo sui generis, en el que concurren todas las características de la citada definición. Justamente porque el terapeuta está autorizado por los clientes para su cometido, se establece la igualdad de derechos. Por lo d e m á s , y en r a z ó n de la t e m á t i c a especial, eso depende del encargo concreto. Y así como no se puede forzar un diálogo, tampoco puede imponerse una « t e r a p i a como diálogo».

Preguntar, reflexionar, recomendar Los diálogos t e r a p é u t i c o s se orientan a un fin, y el terapeuta está autorizado por sus clientes para intervenir de acuerdo con el encargo que se le hace. Sus intervenciones pueden referirse directamente tanto a « a l t e r n a t i v a s » o maneras de ver las cosas como a ciertos as-

Schrillfn. vol 7. 1 rnni fon
24. Ver J. Sommcr. Ihahfiische

l'onihunii\mi'ih
Miiniih-Wnnheim l"87.

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Praxis clínica

I corla clínica

pectos biográficos de los clientes, y t a m b i é n a la c o m u n i c a c i ó n sobre actuaciones p r o b l e m á t i c a s . ' ' Tales formas no se excluyen, sino que a m p l í a n el horizonte del terapeuta y potencian su flexibilidad. Los clientes parten la m a y o r í a de las veces del supuesto de que sus problemas derivan de « u n a fuerza superion> y que tienen, por ejemplo, u ñas causas patógenas, condicionadas por los genes o por el carácter. Por ello se sienten incapaces de cambiar la situación por sus propias fuerzas. Así pues, la terapia empieza con una «reinterprctación»: el terapeuta trata ya la situación problemática expuesta como «cambiable», cuando estipula un encargo firme o simplemente ofrece una terapia. Mediante esc primer paso cambia ya el « m a p a » interno de los clientes, para distinguir su manera de ser y crear campos cognitivos. En ese rcordenamicnto epistemológico ven S i m ó n y Stierlin el sentido de la terapia:

U n terapeuta puede entenderse como un oyente atento y abierto a todos los participantes, que confía en sus capacidades interpretativas c intenta descifrar el sentido oculto para aprovechar los infinitos recursos de «lo no e x p r e s a d o » . " Otro prefiere renunciar a la interpretación de un «texto» que no se puede descifrar de forma inequívoca y se esfuerza por consiguiente, « n o en encontrar lo que es "recto" o "verdadero", sino lo que es provechoso para los clientes, a saber, plantear una solución que valga la pena manteneD>.'" Con todo, no hay ningún m o t i v o vinculante para contraponer ambos planteamientos: los terapeutas sistémicos pueden, según la situación, asumir el papel de un « m a e s t r o del diálogo» inteligente en el sentido de Goolishian, de un « c o a u t o r » de nuevas historias según Michacl W h i t c o de un « i n v e n t o r de soluciones» como quiere Shazer. 10

La terapia de orientación sistémica ha producido muy pocas técnicas propias: un cuestionario constructivo, una reflexión en equipo y una intervención final. El terapeuta, por lo d e m á s , se sirve de numerosas técnicas existentes, que adapta a su perspectiva sistémica. En su instrumental entran procedimientos tan varios como interpretación, esculturas, actividad onírica, rituales, escrituras «paradójicas», trabajo corporal y diálogo centrado en los clientes. Las intervenciones pueden clasificarse en tres formas: preguntar, reflexionar y recomendar. Referidas a su objetivo, son intervenciones convergentes o divergentes, tienen que frenar la excesiva difusión en el diálogo o flexibilizar las estructuras anquilosadas.

«Por lo demás, se plantea la cuestión de si la eficacia de todos los procedimientos psicoterapéuticos, incluidos los de quienes hacen hincapié en el logro y elaboración de conocimientos, no descansará en definitiva en el cambio de los "mapas internos".»'*

En el diálogo terapéutico, como en cualquier c o m u n i c a c i ó n , se dan «perturbaciones»; el arte consiste en estimular las «perturbaciones saludables». La diferencia entre las escuelas terapéuticas se centra especialmente en c ó m o se conciben y «dosifican» las intervenciones. El que la terapia se conciba como orientada a un fin en forma pragmática o h e r m e n é u t i c a depende primordialmente de la cantidad de intervenciones directivas o a c o m p a ñ a n t e s . Los dos extremos son:

Preguntar. Las preguntas estimulan el proceso terapéutico. La terapia sistémica debe a la escuela miianesa de Mará Selvini Palazzoli sobre terapia familiar el punto de partida para el desarrollo de una de sus técnicas m á s importantes: el cuestionario circular. Se basa en la tesis de Bateson de que la información es una diferencia, que crea una diferencia.

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«comprensión a c o m p a ñ a n t e » ^

• « i n t e r v e n c i ó n directiva»

El cuestionario tiende a sondear la función de un s í n t o m a en el «juego patológico» de una familia. Los presentes se manifiestan por turno sobre las relaciones entre los d e m á s , con lo que se produ-

2V I n su «más pura» forma la terapia solo puede apoyarse en excepciones o alternativas al prohlems I n esle luso el irraiieula no COIIIKT en ningún momento cuál «es» el verdadero problema 26. r. B Simón y II, Slierlin, Me Spraehe der Pamtlientherapie P.ln Vokubular, Stuttgarl Is)g4, p, 370; trad. cast.: Vocabulario de terapia familiar, üedisa, Barcelona 1993. 27. Fl antropólogo Tullio Maranhao considera la psicoterapia como una retórica aplicada. Los enfoques «estratégicos» siguen la tradición sofista y apuntan hacia una salida determinada de antemano, mientras que los planteamientos «dialécticos» responden a la mayeutica socrática -el arte de ta comadrona- y sacan a la luz del día las posibilidades existentes (Therapeutic Discourse and Socratic tnafayue. Madison |og ).

28. Véase Anderson y Goolishian, op. cit.. p. 226 29. S. de Shazer. «Kreatives Missvcrstehen». en .Scsieme 4. 1990. p. 147. 30. Ver M White. Selected Papers. Adelaida 1989; trad casi: (Mas para una terapia familiar sistémica. Gedis*. Barcelona 1994

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cen diferencias. Por ejemplo: ¿Quién se entromete m á s en la vida de tus padres, el abuelo o la abuela? ¿Quién se molesta m á s , cuando tu padre riñe a tus hermanas? ¿ Q u é hace entonces tu madre? Esta técnica de interrogatorio se o r i e n t ó al comienzo hacia el diagnóstico y tenía que ayudar al terapeuta en el examen de sus hipótesis acerca de la organización familiar. M á s tarde, sin embargo, se reconoció que esa forma de preguntar y las respuestas correspondientes tenían t a m b i é n un aprovechamiento terapéutico. Para tener en cuenta u l teriores desarrollos de esa técnica inquisitiva, empleo a q u í la designación de alcance general de «cuestionario c o n s t r u c t i v o » . En la terapia sistémica hay «preguntas constructivas» (véase tabla 4) de capital importancia. Normalmente no subyace preparada ninguna pregunta que pueda evocarse, de modo que parece adecuada para suscitar preguntas ulteriores - y por tanto un nuevo « s e n t i d o » - . Dado que introducen en el diálogo algo inesperado, fomentan una construcción de sentido. Incluso las preguntas convergentes que sondean el pasado pueden resultar constructivas, cuando activan recursos no utilizados. Preguntar no es, sin embargo, inocuo. El psiquiatra Bodenheimer señaló que las preguntas pueden ser altamente desenmascarantes y hasta «obscenas», por cuanto fuerzan directamente a confiar o a hacer patentes ciertos aspectos de la propia vida interna: «El interrogatorio hace del otro un siervo.»" Se responda o no, uno se da a conocer. Así y todo, la terapia no puede renunciar a las preguntas. Son estas las que abren el ú n i c o acceso a la p r o b l e m á t i c a y a los recursos de los clientes. En tal sentido se aplica t a m b i é n a q u í la recom e n d a c i ó n formulada en los « a x i o m a s » , para tener siempre en cuenta al preguntar el contexto de la terapia y limitarse al campo que los clientes de c o m ú n acuerdo con el terapeuta le han encargado. Reflexionar. Los comentarios durante la sesión o al final de la misma, que expresan las reflexiones del terapeuta o de todo el equipo, introducen nuevos puntos de vista y pueden contribuir a la flexibilización de las estructuras anquilosadas. Como técnica, los comentarios «paradójicos» del equipo de Milán tuvieron gran repercusión: el comportamiento definido como problema se refiere a .11

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A K Bmlenhcimrr. Warum? IVwi der (>bs:iiniiai des fraileas. Slultgart IV84. p. M

1. E N L A A P E R T U R A - Suponiendo que esta conversación (esta terapia) llega a su fin y fue provechosa, ¿en qué lo nota usted? - Dice usted que sufre con... ¿en que lo nota? Menciona usted diversos problemas; ¿podría ser que formasen un todo? ¿Cómo? ¿Quién de ustedes sufre unís con el prnblcmu? ¿Quién ha señalado el plazo? ¿Quién más debería participar? 2. P R E G U N T A S E X P L O R A T O R I A S - Prescindiendo de su problema, ¿qué es lo que mejor le va? - ¿Qué le ha ayudado hasta ahora? - ¿Cuándo apareció el problema la última vez? - ¿Que es lo que cambia sin c) problema? - ¿Cómo ha resuelto usted antes problemas parecidos o diferentes? - ¿Quién puede ayudarle más? - Si no tuviera el problema, ¿qué sería ahora distinto? - Muchas personas que padecen su problema tienen también las siguientes dificultades... ¿Cuáles no conoce usted? 3. « P R E G U N T A S D E F U T U R O » - Si durante la noche ocurre un milagro y el problema desaparece en suertos. ¿en qué lo nota usted al día siguiente? ¿En qué notará usted sobre todo que el problema molesta menos? - ¿Cuál es la diferencia, si el problema desaparece? ¿Quién lo advierte primero? ¿Quién se alegra más de ello? ¿Quién cree por lo general que continuará así? - ¿Cuánto tardará en desaparecer el problema? - ¿Quién le confirmará que usted ya no tiene el problema? ¿Qué hará usted para que otros adviertan su cambio y puedan confirmárselo? - Imagínese que pudiera ver el futuro, ¿cómo habría solucionado el problema? - ¿Qué porcentaje de mejora le bastaría? - ¿Qué tendría usted que hacer u omitir para que todo empeorase? Tabla 4. Selección de preguntas constructivas

la organización circular de la familia y « c o n n o t a » positivamente, es decir, reinterpreta funcionalmcnte en el sentido de la organización familiar. A los presentes se les sugiere, por ejemplo, lo que el n i ñ o supuestamente enfermo ha rastreado con su fino sensorio, a saber: que los progenitores sufren con los conflictos matrimoniales. 173

I Teoría clínica

Praxis c l í n i c a

Equipo:

por lo menos 2. máximo 5, lo mejor 3 miembros en el diálogo abierto, personal y respetuoso.

conversación del equipo. El procedimiento puede repetirse varias veces durante la sesión. La tabla 5 da indicaciones sobre el desarrollo de reflexiones terapéuticas.

Tema:

el encargo elaborado.

Recomendar. Chamanes, m é d i c o s y psicoterapeutas «recetan». La terapia familiar aprovecha t a m b i é n ese medio para reforzar « p a r a d ó j i c a m e n t e » por ejemplo un comportamiento censurada o para encontrar unos rituales, que contradicen las expectativas de la familia. Mará Selvini Palazzoli introdujo, por ejemplo, la «intervención invariable», una tarca d o m é s t i c a «pie puede perturbar saludablemente todas las problemáticas; la «Eirst Scssion f o r m u l a T a s k » de Shazer, una tarea d o m é s t i c a especialmente eficaz tiene que desviar la atención de los clientes del problema. Dice así:

Objetivos: • Oferta de ideas, impresiones y fantasías de apertura; • Cuestionamiento de certezas paralizantes: • Ponderación de las alternativas actuales; • Presentación de posibilidades de desarrollo más favorables. Estilo:

hipotético, abierto, inquisitivo («qué ocurriría si...»), pero con una fundamentación explícita.

Roturas:

inscribir y prescribir, diagnosticar, enseñar. Discusiones y rivalidad «académica» por la «mejor» idea.

«Me gustaría que hasta nuestro próximo encuentro observasen ustedes atentamente y me dijeran después, aquello que (en su vida, su matrimonio, su familia o sus relaciones) tendría que seguir como está ahora.»"

Duración: de 5 a 10 minutos, 15 como máximo. Tabla 5. El equipo reflexivo

Desde 1985 muchos terapeutas sistémicos. al descubrir su nueva predilección por las prácticas dialécticas, se volvieron contra todas I I I H medida* que aparecían como «intervencionistas», l a «intervención final», que compendia el resultado de la sesión c i n duce a una manera alternativa de pensar y de actuar, y que hasta entonces había gozado de gran predicamento, e m p e z ó a resultar sospechosa. Y o creo, sin embargo, que no habría que renunciar a esa forma bien probada de r e c o m e n d a c i ó n y que habría que seguir i n c o r p o r á n d o l a j u n t o al « e q u i p o de reflexión», siempre de acuerdo con la problemática o la peculiaridad de los clientes.

y desinteresadamente desarrolla él sus s í n t o m a s para sosegar a los progenitores en una preocupación c o m ú n . En el pensamiento sistémico la « c o n n o t a c i ó n positiva» perdió su carácter estratégico. Hoy preferimos hablar de «valores positivos» para explicar que cada comportamiento tiene sentido y está justificado. No se trata por tanto de nombrar simplemente de manera distinta algo que es negativo en sí mismo. Mediados los a ñ o s ochenta el psiquiatra noruego T o m Andersen presentó la reflexión terapéutica en el contexto m á s adecuado del «equipo reflexivo». Con ello quería dejar claro a los ojos de los clientes el proceso de c ó m o el equipo terapéutico reflexiona sobre ellos." Los observadores detrás de la mampara cambian sus puestos con los clientes, cambiando por ejemplo la luz y la t r a n s m i s i ó n del sonido o dirigiéndose de hecho a un espacio distinto, para expresar sus impresiones e ideas. Clientes y terapeuta - a q u í como moderador - escuchan. Después de un rato se intercambian de nuevo y el terapeuta pregunta a los clientes por sus impresiones acerca de la 32. \VH*C

La tabla 6 compendia los elementos de una intervención final y reproduce los pasos con que nosotros la rcclaboramos. Tras la fase de entrevista se introduce una pausa, y los clientes esperan en otra habitación o se elige la «preparación abierta de la intervención»: para ello toman parte en la discusión detrás de la mampara. Eso salvaguarda la transparencia para los clientes y fomenta la disciplina entre los terapeutas.

33. S. de Sha/er y A. Molnar. «Rekurtivitat. Die Prams-Theorie-Be7Íehung». en /.citwhrttl tur sriirmische Therapir I (3), 1983, p. 3.

I Andersen. op. cil.

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figuras. Una de estas ú l t i m a s técnicas es el «tablero familiar». Frente a los m é t o d o s empleados permite en la terapia un distanciamiento «lúdico», las m á s de las veces beneficioso, por lo que se acomoda especialmente bien a la terapia «sin palabras». A d e m á s , no supone en la investigación ninguna m a t c m a t i z a c i ó n exagerada."

I. RATIFICACIÓN Destacar las autoprescripcioncs constructivas de los clientes, por ejemplo: - Excepciones y alternativas a la conducta problemática; - Referencias a las capacidades existentes. Pero ninguna asignación de «buenas notas». Ratificar (o reconocer) fomenta: - el respeto a los clientes, - el autoaprecio de los clientes, - un clima de confianza, la búsqueda de alternativas no aprovechadas.

El tablero familiar es un medio de comunicación -en cierto modo un lenguaje- y sirve a la m c t a c o m u n i c a c i ó n (a través de unas relaciones). Corresponde a las respuestas representadas gráficamente del cuestionario circular: los participantes -terapeutas y dientes- pueden variar las situaciones familiares a la manera en que se cambian las figuras del ajedrez sobre un tablero. Las representaciones del tablero se conciben como descripciones e s p o n t á neas, que d e s p u é s son comunicativamente útiles, cuando producen una actuación coordinada sobre la base de unas declaraciones provechosas, que es como decir continuadas. En la terapia esto es especialmente adecuado para personas no ejercitadas lingüísticamente o que sólo con dificultad pueden entenderse con el terapeuta. Éste puede intervenir con algunos movimientos y rogar asimismo a los clientes para que se manifiesten a su vez sobre el tablero. Dada su plasticidad y grafismo el m é t o d o resulta a menudo muy provechoso en el sentido de la «doble descripción».

II. E N C A R G O Reformulación explícita del encargo. III. F O R M A D E REACCIÓN Decisión por una de las medidas siguientes: Procurar más de lo mismo (de lo que ayudó hasta ahora); - Probar algo diferente (nuevo, aleatorio o ritual); Dejarlo todo como está (por estar en camino de solución); - Renunciar a la recomendación (por no haber ningún encargo, por ser incompetente). IV. M E N S A J E 1. Tipo de mensaje Comentario; Prescripción (tarca doméstica); - Ningún mensaje. 2. Forma de mensaje - referido al encargo; referido a la conversación; adecuadamente «estimulante»; - orientado al futuro. Tabla 6. Intervención final. Elementos y pasos de la preparación

¡

( Diálogo sin palabras

i í

La terapia no se limita a unos recursos puramente lingüísticos. sino que t a m b i é n puede incorporar trabajo corporal, juegos de roles y escenificaciones d r a m á t i c a s , como esculturas de familia y de

i i

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14, Fl «tablero familiar)* es una caía con un campo interno v olro esterno Hay finuras de madera liequena* y glandes (angulada* y irdnndasl y m u é ellas lies gi imites tlgunis lit-siigomtirN y i oloiradus para objetivos especiales (terapeuta, juez, etcétera). Se niega a los interesados une rcpiesenlen sobre la superficie un determinado sistema social con las figuras. Fl que coloca o los que colocan pueden asi concretar por vez primera los propósitos todavía no expresados. En los movimientos comunes pueden cambiar las situaciones y se puede discutir sobre las mismas El procedimiento se ha demostrado útil para la investigación empírica de la estructura de las familias y de otros sistemas sociales; víase K. Ludewig y otros, «Fntwicklung eines Vcrfahren zur Darstellung von Familienbe/ichungcn: Das Familicnbrelt», en Fanulicndvnamik 8. IP8.1, p. 2.W25I; van den Berg y otros, «(Re)Konslruktion familiárcr Oeschichte unter Vcrwcndung des Familicnbretts: Mcthodische Zugánge». en Famdiendynamik 14. 1989, p. 127-146, I I . Kowcrk. «Qualitattvc Evaluation systemischcr Aspekte bei stationarer Therapie in der Kinder- und Jugcndpsychialrie». en Praxis der Kinderpsychnhgie und kinderpsychiatrie 40. 1991, p. 4-22; S. Reíchelt-Nauscef. Der KinHufl mn Alknholismus auf Familienstrukturen und deren Verdnderung aus der Sicht ihrcr Mtlglicder. Ammershck 1991. Se encuentra en preparación un compendio monográfico de los resultados obtenidos hasta ahora: K. Ludesvig (edit.). f)as Famiiienbrett Fin Verfahren zur Konsiruktion und Abbitdung soiialer fíeziehungen in Therapie und Beratung (título de trabajo).

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Sobre sistemas y personas La terapia sistémica no impone ningún escenario, sino que puede aplicarse a familias, parejas o clientes individuales de forma hospitalaria o de ambulatorio. Familias. La importancia histórica de la terapia familiar se debió sobre todo a que a m p l i ó la perspectiva desde el individuo a un contexto social m á s vasto. Frente al efecto secundario de «patologizar» las familias, algunos de los m á s famosos terapeutas sistémicos se apartaron por completo de dicha técnica; pero a m i manera de ver es irrcnunciable. Para la mayor parte de las personas las familias -incluidas las formas modernas de convivencia- constituyen el medio social al que emocionalmente están m á s vinculadas. Por eso t a m b i é n a h í se forman muy a menudo «sistemas problemáticos», que a lo sumo sólo son disolubles otra vez de forma c o m ú n . La terapia familiar sistémica aprovecha, a d e m á s de las alternativas ya acreditadas en la múltiple convivencia, el excepcional interés por la persistencia de la familia y la mutua atracción. Se llegó, sin embargo, a los abusos: el «sujeto problemático» individualizado fue aliviado a costa de otros, a los que se reprochó una solicitud deficiente a la explotación del mismo sujeto p r o b l e m á t i c o . Con ello se m o v i l i z ó ciertamente la conciencia, lo que c o n t r i b u y ó al cambio; pero moralmente apenas se podía justificar tal procedimiento. ^ ( El terapeuta familiar actúa en un ambiente sensible, por lo que no debe forzar el arco de la tensión interna. Hay que formular m i nuciosamente el encargo y la situación debe definirse exactamente. Y hay que ponderar sobre todo si son o no los n i ñ o s las personas inmersas en el problema. Desde luego los n i ñ o s p e q u e ñ o s pueden contribuir m u c h í s i m o a la solución de los conflictos, pues manifiestan las cosas con toda franqueza, mientras que los adultos prefieren callar; ahora bien, eso puede tener posteriormente para ellos una influencia d a ñ i n a . ( El trabajo con las familias se desarrolla a menudo en forma de «consejo» o asesoramiento. En los problemas educativos se trata, por ejemplo, de aprovechar al m á x i m o las posibilidades estructurales existentes. T a m b i é n el « a c o m p a ñ a m i e n t o » es con frecuencia 178

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necesario, por ejemplo en una invalidez, en una enfermedad crónica o en la debilidad senil. Muchas veces se solicita t a m b i é n «instrucción» cuando los progenitores no se sienten capacitados para la tarea educativa, « t e r a p i a » en sentido estricto, t o m o la solución m á s rápida posible de un problema vital doloroso, sólo representa en las familias una entre muchas otras medidas. y;

Parejas. Los temas de la «terapia de parejas» las m á s de las veces asesoramiento- son de ordinario crisis de convivencia. Ahí el sufrimiento en la relación (de uno o de los dos c o m p a ñ e r o s ) ocupa el primer plano. El auxiliador tiene un cometido difícil. En el equilibrio perturbado él actúa a menudo como «el fiel de la balanza»: apoya a uno de los dos interlocutores, sin pretenderlo, y agrava la separación o afianza la relación, en la medida en que asume los conflictos y con su sola presencia contribuye a la «solidaridad». La mayoría de las veces se espera de forma implícita (y en ocasiones hasta de un modo explícito) que impute la culpabilidad como juez neutral. Especialmente difícil resulta a q u í mantener la neutralidad. El terapeuta sólo consigue con dificultad no identificarse ni dejarse acaparar por su sexo, o consigue oponerse y resistir a esa tendencia ofreciéndose como apoyo al miembro del sexo opuesto. Equipos mixtos de asesores contribuyen al equilibrio, en la medida en que no son presa del problema. D e s p u é s tiene que intervenir el supervisor, que tampoco es una persona neutral. Para preservar la «contabilidad lógica» es conveniente formular el encargo con la mayor precisión posible. La tabla 7 (véase página 181) compendia los problemas habituales de las parejas y las posibilidades de la prestación de ayuda. Una forma especial del asesoramiento de las parejas se refiere a muchos padres/madres únicos con un solo hijo. Si bien parecen formar una «familia parcial», a menudo se dan a h í todas las características de unu crisis de pareja: el padre o la madre y el hijo peq u e ñ o conviven como c o m p a ñ e r o s y entran en conflicto, porque uno de ellos se siente amenazado y representa una carga moral para el otro. A ello se llega por la separación condicionada por ia edad o a la aparición de un nuevo c o m p a ñ e r o . En tales casos rigen las correspondientes indicaciones de la tabla 7. 179

Teoría clínica

Tratamiento hospitalario. Jay Haley preguntó una ve/ provocativo por que en las clínicas psiquiátricas no tenía que darse una terapia familiar." Aunque los pacientes hospitalizados son a menudo los m á s difíciles, el trabajo sistémico en la clínica no sólo es posible, sino que tiene perfecto sentido, con tal de que se adapte al contexto. Hans Kowcrk mencionaba a distintos grupos enmarcados en el contexto hospitalario y aludía al inevitable incremento de la complejidad."' Están implicados el paciente, sus allegados, los terapeutas asistentes, el personal sanitario, los d e m á s pacientes y otras instancias clínicas (jefes, colegas, a d m i n i s t r a c i ó n , etcétera), así como otras instancias ajenas a la clínica (autoridades hospitalarias, vecinos, amigos, etcétera). Frente a esa pluralidad proclamaba Kowerk con toda razón que la terapia hospitalaria no era equiparable a la de ambulatorio. Una terapia hospitalaria en el estricto sentido sistémico no existe. N i todas las medidas descansan en un encargo libremente estipulado, ni el clínico asistente es un « t e r a p e u t a » en sentido estricto, sino m á s bien un «manager» o un « c o o r d i n a d o r » . En él confluyen muchas informaciones sobre los pacientes, a diferencia de lo que ocurre en el sistema terapéutico. Él tendrá que establecer la necesidad de la estancia en el hospital y justificarla de cara al exterior, decidir sobre permisos y salidas, ordenar o prohibir medidas paralelas como gimnasia, masajes, etcétera, consolar y motivar a los colaboradores hospitalarios para soportar a los pacientes «molestos», aconsejar a los parientes, mantener contacto con las autoridades hospitalarias para determinar con ellas el tratamiento, establecer diagnósticos y pronósticos, redactar los informes llnulcs, etcétera. N i con la mejor buena voluntad puede conciliarsc todo eso con la terapia. El clínico, sin embargo, lo intenta sabiendo siempre que es un «iniciado» activo, y no simplemente un «auxiliador». De lo cual no se sigue, sin embargo, que el tratamiento hospitalario excluya un trabajo sistémico. Éste puede incluso contribuir a

Praxis clínica

I. Ambos companeros quieren la relación. Tipo A: «¡Ayúdanos a aprovechar nuestras posibilidades!» Ayuda: Asesoramiento o guía de la pareja. Tipo B: «¡Ayúdanos a soportar nuestra situación!» Ayuda: A c o m p a ñ a m i e n t o o guía. II. Una de las partes querría terminar la relación. Tipo (': «¡Ayúdame a separarme!» Ayuda: Terapia individual. Tipo I): «¡Ayúdale (a él/ella) a soportar la separación!» Ayuda: i) Terapia de quien busca ayuda (transformación en tipo C ) . ii) Asesoramiento de pareja (transformación en tipo A). iii) Acompañamiento del «abandonado». Tipo E : «¡Ayúdame a sostenerla/lo!» Ayuda: i) Acompañamiento (persistiendo la atracción), ii) Terapia individual (con agravio, miedo). III. Ambas partes quieren la separación. Tipo F: «¡Ayúdanos a separarnos!» Ayuda: i) Asesoramiento de la pareja. ii) «Terapia de pareja» (con el problema «separación»), IV. Ambas partes no saben exactamente lo que quieren. Tipo G : «¡Ayúdanos de alguna manera!» Ayuda: Elaboración de un encargo (cosa que puede bastar). *** Ningún miento Tipo; Ayuda:

caso de asesoramiento de pareja: una parte sufre con el sufride la otra. «¡Ayúdanos a terminar con mi/su sufrimiento!» terapia con o sin incorporación del compancro/a; es decir, terapia con pareja y terapia sin pareja. Tabla 7. Deseos de parejas

s u p e r a r l o s problemas existentes y a impedir que en la c l í n i c a se presenten nuevos sistemas p r o b l e m á t i c o s . E l pensamiento

35 J. Haley. «Why a Mental Health C'linie should avoid Family Thenipy», en Journal of Xfu trianr A lontily (oioiirlinti I. 1975, p. 3-1.3, lo Venw II Kowerk. «Fin An*aU ru einer systcnmchen Bctraihlunaswcise von Familicnthcrupic muer stationaren Bedingungcn». en /.eitschni) tur wslcmische Therapie 4. I9K6. p. 4-9.

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sistémico

recuerda, en efecto, que los servicios c l í n i c o s son instituciones, que comprenden diversos subsistemas y que la c o m u n i c a c i ó n permanente sobre un m i s m o tema - a q u í : el p r o b l e m a - lo consolida. 181

I Teoría clínica

El mismo ingreso en una clínica puede influir de forma duradera en el problema originario. T a m b i é n en personas que se han encerrado en la «psiquiatría de puerta giratoria», el ingreso interrumpe una vida solitaria o una convivencia complicada descargando a todos los implicados. La d i n á m i c a que sostiene el problema, queda provisionalmente sin vigor. Los protagonistas del sistema p r o b l e m á t i c o pueden descansar y hasta «olvidarse», buscando libremente alternativas sin la presión del sufrimiento." Dado que los sistemas vitales y p r o b l e m á t i c o s existen fuera de la clínica y sólo allí pueden resolverse, los permisos y sobre todo la salida definitiva juegan consiguientemente un papel importante. Por lo mismo siempre hay que pensar que la estancia en la clínica no es un fin en sí mismo, sino que debe preparar la salida definitiva de la misma. En este sentido Wilhelm Rotthaus hace hincapié en que las clínicas puesto que siempre trabajan con encargos diferentes y la mayoría de las veces e x t r a ñ o s - sólo son competentes de forma transitoria." Terapia particular. La terapia particular de ambulatorio se consideró injustamente durante mucho tiempo como incompatible con el planteamiento sistémico. Es una idea que carece de fundamento racional y e m p í r i c o , pues el trabajo sistémico, a diferencia de las terapias individuales y familiares, no impone ningún escenario específico. Primero, muchas personas solitarias buscan una ayuda terapéutica, y, segundo, no todos los clientes ni mucho me37. ü i s consecuencias de la interrupción de una situación vital problemática por el ingreso en una clínica se viven a diario en la psiquiatría, l o s buscadores de ayuda, irremediablemente agobiados, insomnes, agitados y alborotados, se tranquilizan a ojos vista, dichos estados sólo reaparecen cuando reciben las visitas de determinadas persona. Pero incluso eso pasa con el tiempo. Supongamos el caso de una paciente de 14 anos que se ha visto encerrada en una obsesión de higiene: llegada precisamente a la institución hospitalaria se le entregó ropa limpia de cama recién planchada Aunque desde hacía algunas semanas no había lomado nada en las manos, no le quedó más remedio que aceptarla. Más tarde nos refirió que de repente había modificado su sistema obsesivo y que había sacado la clínica del c ampo de lo no-higiénico Fn casa tus parienles pudieron utilizar de nuevo la escalera «llena de polvo» en vez de subir al dormitorio por una escalera exterior. Para ambas panes empezó un tiempo de distensión en el que pudieron tratarse con mayor franqueza y sin rencor. El alivio por el ingreso en la clínica puede tener un efecto «paradójico» y la clínica desplaza el problema, de modo que los pacientes pueden quedarse largo tiempo. 38 Rotthaus se refiere expresamente a los menores de edad y considera a los padres como quienes confieren el encargo a los clínicos que en principio atenderán a todo el curso del tratamiento hospitalario {Siaiionare sysiemischc Kinder- und Junendpsychiairic, Dortmund 1990). Pero eso se puede eslender ciertamente a todos los pacientes, incluso cuando disponen el ingreso: entonces la rutina institucional impone una dinámica propia, que va mucho más allá del encargo originario.

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nos están dispuestos a que su familia o sus allegados se incorporen a la terapia. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que son supuestos muy diferentes. En el primer caso se trata de una terapia particular normal; en el segundo, el cliente representa un sistema problemático, el resto de cuyos miembros no están directamente presentes, pero lo están a través de las manifestaciones del cliente en cuestión. Ambas formas exigen conceptos y formas de proceder diferentes. En la terapia con un solo miembro presente del sistema problem á t i c o coinciden todas las precisiones, que t a m b i é n rigen en la terapia habitual con sistemas de clientes. Con sus preguntas, reflexiones y recomendaciones el terapeuta se dirige a todo el sistema. Puede proponer al cliente que responda a las preguntas al modo que lo haría un miembro ausente o hacer representarlo en el tablero familiar, por ejemplo, puede adjudicar tareas d o m é s t i c a s que los ausentes desarrollan, etcétera.'" Por el contrario, la terapia particular propiamente sistémica reclama una definición adecuada del problema y las intervenciones que de la misma se derivan. Adoptando el concepto de miembro y el concepto de sistema p r o b l e m á t i c o , el problema aparece como una c o m u n i c a c i ó n de desarrollo interno, como un « m o n ó l o g o problemático» o como una a u t o c o n v e r s a c i ó n de valoración negativa. Ésta se desarrolla en un «sistema p r o b l e m á t i c o virtual» entre diversas « m i s m i d a d e s » del individuo. " Como se excluyen «terceros», apenas puede incorporarse algo nuevo e inesperado. 4

39. Véase G . Weher y F B. Simón, «Syslemische Finzelthcrapie», en /.eilschrifí fur svsicmische Therapie 5, 1987, p. 192-206; T. Weiss, tamilieniherapie ohne 1 amihe. Munich 1988 40. Como ya queda expuesto en el apartado 5. el concepto de miembro permite distinguir entre miembros o socios y hombre o persona. Cabe suponer que en el curso de su vida las personas montan una multitud de coherencias operacionales independíenles entre si y consolidan unas unidades independientes (valores propios), que son más o menoi conciliables o que están en conflicto Fste planteamiento proporciona una bate conceptual para la discusión actual acerca del concepto tradicional de la mismidad Con ello se cuestiona la concepción tradicional de la mismidad como un «depósito de propiedades» unitario y de estructura cosificada, y se sustituye por la identidad como «punto de reunión en el encadenamiento de las relaciones» o el concepto de la «personalidad múltiple» (Véase K. J. Gergen. «Die Konstruktion des Selbst im Zcitalter der Postmoderne». en Psychologische Rundschau 4 1 . 1990. p. 191-199. y The Salurated Self. Nueva York 1991; trad. cast.: TI yo salitrado. Paidós Ibérica. Barcelona 1992; asi como los trabajos del grupo de Munich para psicología social en H. Keupp y H. Bilden. i'erunsn hcrurixen Das Suh/ekl im ge\ellschaliln hen Mandil. Gotinga-Toronto-/urich 1989; desde una perspectiva sistcmotcrapéultca: L. Rciler. «Identitai aus systemthcorctischcr Sicht», en Praxis der KindcrpwcholoKie und Kinderpsycholherapie 39, 1990. p. 222-228.)

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De acuerdo con todo ello el trabajo del terapeuta apunta a Ibmentar un clima favorable, en el que pueda actualizarse y «perturbarse» la d i n á m i c a del problema. El terapeuta se ofrece como interlocutor, que se asocia a las emociones y a las expectativas del cliente, y que convierte todo eso en el tema de la terapia. Las intervenciones se refieren por tanto a la única c o m u n i c a c i ó n disponible, a saber: la que se da entre terapeuta y cliente en el c o m ú n sistema de terapia. Apuntan a «diluir» el m o n ó l o g o p r o b l e m á t i c o en un diálogo apropiado. Esta forma de terapia particular genera dos sistemas, que discurren paralelos, y el terapeuta debe procurar que no se confundan: un «sistema p r o b l e m á t i c o virtual» y un sistema terapéutico. Mediante su doble c o n d i c i ó n de miembro como participante en el sistema p r o b l e m á t i c o y como terapeuta, contribuye a desarrollar el campo específico de tensiones de la terapia particular, en el cual se dan las dificultades especiales y t a m b i é n las posibilidades de ese procedimiento: todos los riesgos, que son necesarios para la disolución del m o n ó l o g o p r o b l e m á t i c o , se examinan y viven en el marco de la relación entre cliente y terapeuta. El terapeuta es un actor, que a la vez «participa» y señala alternativas. Para ello, sin embargo, no necesita, fuera de una notable flexibilidad, otras técnicas que las que aplica en la terapia con sistemas sociales. Basta, cuando lo logra, con mantener una c o n t a d u r í a lógica correcta. Tras las primeras conversaciones iniciales, las sesiones pueden celebrarse después con intervalos mayores. En el ínterin el cliente puede probar y refrendar el potencial desarrollado fuera de la terapia. En mis experiencias clínicas se ha demostrado congruente concertar de antemano secuencias de unas diez sesiones, que según la necesidad pueden completarse con otra ronda. Esto previene contra la tendencia natural de una relación a dos que se prolongue i n definidamente. Así la d u r a c i ó n de la terapia puede limitarse de die/ a veinte sesiones durante un período de tiempo que va de uno a dos años.

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T'onnacion, autoexpericncia,

supervisión

A manera de conclusión me gustaría esbozar aquellas medidas que capacitan a los terapeutas en su trabajo y los a c o m p a ñ a n en la praxis: formación, autoexpericncia y supervisión. Formación. Una formación congruente en terapia sistémica debería abarcar estos elementos: - Coherencia con el pensamiento sistémico subyacente y ampliación del horizonte de reflexión. - Ejercitación de técnicas y a m p l i a c i ó n del repertorio de actuaciones. - Prueba de las prácticas adquiridas bajo la supervisión y refrendo de especialistas. A l comienzo de su formación en la terapia los participantes a menudo se sienten « p e r t u r b a d o s » , pues se enfrentan con dos aspectos en apariencia irreconciliables: de una parte, las bases teóricocognitivas y tcórico-sociales y, de la otra, los ejercicios prácticos en los juegos de roles y las «//ir-situaciones». Esta síntesis responde, sin embargo, a la concepción sistémica de que conocer y actuar son una misma cosa. Por consiguiente, la instrucción en la terapia sistémica no debe preparar al terapeuta para la aplicación t é c n i c a m e n t e adecuada de unos modelos ya listos, sino que debe capacitarlo para pensar por su cuenta con la vista puesta en las peculiaridades de su práctica. Los terapeutas tienen que salir al paso de los muchos y diferentes sistemas de terapia con una flexibilidad propia y deben poder «encarnar» a diversos terapeutas. Tienen, pues, que «desa p r e n d e r » m á s cosas -concretamente prejuicios y actitudes anquilosadas- que las que se les presentan para aprender. Lo que deberían hacer en la práctica diaria, lo aprenden sin m á s por sí mismos mediante la reacción de sus clientes. Autoexpericncia. En la formación sistémica la «autoexpericncia» se postergo durante mucho tiempo, y en parte hasta se ridiculizó. El énfasis en el autoconocimicnlo cada vez m á s hondo se alzaba como el obstáculo de una imagen negativa. Aquellas escuelas, que frente a la alternativa paralizante «¡Sé tú mismo!»-«¡Sigue unas directrices!», parten del supuesto que las características personales del terapeuta actúan de forma saludable o entorpecedora. otorgan 185

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especial valor a la «autocxperiencia»: el acuerdo ritual del auxiliador consigo mismo, con su biografía y sus raíces familiares, cuenta allí como un elemento importante de la formación del terapeuta, y hace en cierto modo de «ritual iniciático». Las escuelas de orientación predominantemente técnica, por el contrario, consideran la autocxperiencia por lo general como superflua.

de conseguirlo es con la supervisión directa. Pero la conversación con un supervisor, en el á m b i t o por ejemplo de un equipo reflexivo, puede ser un complemento congruente, en la medida en que se limita a cuestiones concretas de la ayuda; el auxiliador se experimenta en la posición del cliente y aprende a valorar c ó m o actúan las intervenciones sistémicas.

La escuela sistémica se permite una relación ambivalente con la autoexperiencia: por una parte, se prohibe p r o g r a m á t i c a m e n t e ; por otra, es un elemento integral de la práctica y de la formación. Mediante una supervisión constante y directa en el á m b i t o de un grupo de formación, los terapeutas sistémicos se enfrentan regularmente -en tanto que terapeutas- consigo mismos. Esto vale tanto para las interrupciones de la sesión, con intervenciones desde fuera y breves consejos, por ejemplo, como t a m b i é n para la discusión previa y posterior. En las reflexiones de los observadores siempre confluyen comentarios sobre la actuación del terapeuta, que comportan una «autoexperiencia», se declare explícitamente o no. Pero ¿qué significa «autoexperiencia»? Toda e x p e r i m e n t a c i ó n es la realización psíquica de unos procesos orgánicos, y por tanto no es algo que esté a libre disposición: ocurre cuando ocurre. Experimentar no es algo que pueda aprenderse n i ejercitarse adecuadamente, ni siquiera se puede comunicar, pues en tanto que c o m u n i cada la experiencia pasa a ser una descripción o una declaración. En estas circunstancias ¿ c ó m o puede darse un ejercicio coherente en el acto de « a u t o e x p e r i m e n t a r » ? Seguramente no, como muchas veces en los «grupos» correspondientes, sobre la base de unas condiciones artificiales de alta tensión emotiva y social. Por la misma lógica del sufrimiento, las personas tienden a la «resistencia» o la « a d a p t a ción»; y el resultado no es un «aprendizaje» o la « a m p l i a c i ó n del potencial h u m a n o » , sino la huida (es decir, la capitulación) o adaptación a las indicaciones del organizador. Por el contrario, el objetivo de una «autoexperiencia sistémica» tiene que ser el de ampliar las posibilidades mentales y operativas del terapeuta y, al mismo tiempo, desmontar aquellos bloqueos que perjudican su flexibilidad. En consecuencia, la «autoexperiencia sistémica» debería superar las posibilidades personales y orientarse hacia las necesidades del papel de terapeuta. El mejor modo

Supervisión. La supervisión tiene un alto valor en la terapia sistémica. Tiene lugar cuando - un auxiliador estudia problemas especializados, y - otro se define como supervisor y entiende su intervención de conformidad con el encargo como instrucción, a c o m p a ñ a m i e n t o , asesoramiento o terapia. «Instrucción» (por ejemplo, en el campo de la formación y del perfeccionamiento) responde a la petición de: ¡ A y ú d a m e a ampliar mis posibilidades profesionales! « A c o m p a ñ a m i e n t o » , que responde al deseo de: ¡Ayúdame a sacar provecho de mis posibilidades! «Supervisión terapéutica», que sirve como impulso o ayuda para disolver sistemas p r o b l e m á t i c o s que surgieron en un equipo o con clientes y que bloquean el trabajo c o m ú n o la terapia. La supervisión clínica puede afectar a tres fases: al proceso terapéutico, a la preparación o a la discusión posterior (por ejemplo con grabaciones en vídeo o en audio). La m á s eficaz es la «//ve-supervisión», que es posible mediante la introducción del «sistema bicameral»: terapia y supervisión se dan paralelamente en dos habitaciones separadas por una mampara. Como en todos los sistemas sociales, t a m b i é n en el caso de la supervisión los temas se hacen cada vez m á s complejos. Sobre todo prevalece la tendencia, por parte de los clientes, a ir m á s allá del encargo originario o incluso a cambiarlo y, por parte del supervisor, a trabajar por entero en el propio encargo. El ú l t i m o debería por lo mismo examinar de continuo si permanece en el tema y si cumple convenientemente el encargo. Naturalmente t a m b i é n debe ser lo bastante flexible como para cambiar el tema a petición de sus clientes.

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'•'corta clínica

Resumen i Una terapia sistémica comprende las fases y elementos siguientes: - definición de los miembros; - d e t e r m i n a c i ó n del tema (del encargo); - invitación del terapeuta a la cooperación y al diálogo; - elección del medio (lenguaje, juegos, tablero familiar, etc.); impulso dialéctico en a r m o n í a con los clientes; - elaboración de diferencias adecuadas; - recapitulación de los aspectos nuevos; - final y conclusión. Empleando el lenguaje musical, el proceso terapéutico p o d r í a presentarse como una i m p r o v i s a c i ó n c o m ú n de solistas. A uno de ellos - e l profesional- se le ruega que asuma la parte organizativa y vierta en un primer tema los planteamientos que ya se escuchaban en las voces de los instrumentos. Los d e m á s se acoplan en la medida de lo posible. Así, surgen de continuo nuevas variaciones y modulaciones en las tonalidades m á s alejadas y, si todo va bien, los músicos encuentran una m e l o d í a que los auna a todos. Entonces el profesional retrocede de forma cauta o abruptamente según la situación y deja a los otros con su melodía. Por ú l t i m o cuida de que la música en c o m ú n encuentre un final oportuno.

7. Cuadros clínicos A c o n t i n u a c i ó n describiré tres « c u a d r o s clínicos»; ansiedad i n fantil, anorexia juvenil y crisis psicótica. ' Se seleccionan a q u í como ejemplos prácticos por cuanto su terapia pasa por ser especialmente difícil y porque indujeron a probar el pensamiento sistémico en la psicoterapia. Con los modelos esbozados no pretendo 4

fundamentar s i s t é m i c a m e n t e una psicopatología de nuevo c u ñ o - p o r ejemplo, «la» de la anorexia como s í n d r o m e , como tipo de transacción familiar-. M á s bien se dirigen al terapeuta y pretenden proporcionar modelos que lo liberen del lastre objetivista y le faciliten p r a g m á t i c a m e n t e el trabajo. Ansiedad infantil, anorexia juvenil y crisis psicótica no se contemplan como « p r o b l e m a s en sí», sino como temas de la c o m u n i cación. Dejo a q u í de lado los sistemas sociales con su correspondiente problemática y busco aquellas realidades comunes que pueden servir de base a la terapia. Cuando a q u í se emplea, por ejemplo, la expresión «la j u v e n t u d anoréxica», me estoy refiriendo a un «rol». De acuerdo con ello los modelos describen como sistemas unos « p r o g r a m a s » generalizados de los miembros.

Ansiedad infantil Con la revolución industrial muchos niños se vieron sujetos a las nuevas presiones de la situación social de aprendizaje y trabajo. Pareció necesario controlar su impulsividad y reclamar una disciplina primaria. Cuando se salían de la norma, pasaban por ser inquietos y traviesos, y no respondían por lo mismo a las exigencias de la organización moderna. El f e n ó m e n o «ansiedad infantil» surgió como un f e n ó m e n o social y a l i m e n t ó una «pedagogía negra», que en el siglo x i x produjo personajes de ficción como «Zappelphilip», «Kaspcrle» y «Stórenfried». Desde hace un cuarto de siglo los n i ñ o s inquietos están en el centro del interés clínico y de la pedagogía especial. En Estados Unidos, donde se descubrió el « s í n d r o m e de hiperactividad», se supuso en principio que se había captado un f e n ó m e n o específico del país. Pero en el ínterin el concepto se ha impuesto t a m b i é n en Europa, África y Asia. Así, en 1985 Minde concluía que la «hiperactividad infantil» no era una a d a p t a c i ó n deficiente condicionada por la cultura, sino una anormalidad general. 42

41 f l concepto de «cuadro clínico» (klinische Konslcllalinn) lo ha acunado l.udwig Reiter para explicar que las categorías clínicas son conceptos vastos, que no solo reúnen aspectos biológicos, psíquicos y sociales, sino que incorporan al clínico y su fondo mental y experimental. Ver «< linical ( onslellations». en W. Tschacher y otros (edit.). Self-Oryanizalion and ('¡inieal Psvchotogy. Berlín-Mcidclberg-Nueva York 1901.

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42. K. Minde. «Hypcraktives Syndrom». en H. Rcmschmidt y M.H. Schmidl (edit), Kinder- und Jugcndpsychiatrie in Klinik und Praxis, Stullgart-Nueva York l 8.V vol. III. p. 1-18. Q

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Cuadros clínicos

El síndrome de hiperactividad. A l principio el diagnóstico de «hiperactividad» afectaba sólo a unos cuantos n i ñ o s especialmente excéntricos. Y , como suele ocurrir en la psiquiatría, pronto abarcó muchos trastornos de la infancia, sin que apenas pareciese posible separarlo de otras formas de comportamiento socialmente indeseables. Pero, i n s p i r á n d o s e en críticos antipsiquiátricos y en defensores de una pedagogía moderna, surgió un m o v i m i e n t o antitético, que c o n v e r t í a el f e n ó m e n o de la ansiedad infantil en un mito: - Desde el punto de vista del diagnóstico no se consiguió captar ese f e n ó m e n o conductista con las categorías tomadas de las ciencias naturales. N o se podía aprehender ni de un modo objetivo ni fiable, por lo que había que poner en duda la validez del diagnóstico. - El diagnóstico de « h i p e r a c t i v i d a d » incluía, como la «esquizofrenia», no tan sólo aspectos clínicos sino t a m b i é n muchos aspectos socionormativos: la hiperactividad se comprueba principalmente en n i ñ o s pertenecientes a las clases inferiores y en los muchachos se da nueve veces m á s que en las niñas. El diagnóstico depende a d e m á s de la cultura." - Hasta ahora no están aclaradas n i la nosología ni la etiopatología de la ansiedad infantil. Por ello en la práctica se procede de un modo pragmático, y el f e n ó m e n o se « m e d i c i n i z a » - a s í los autores de Pillen für den Storenfricd?"-, se «psicologiza» o «sociologi/a». Según evaluaciones aproximadas, el porcentaje de n i ñ o s en edad escolar que resultan i n c ó m o d o s por su comportamiento social, ronda el 15 por ciento. Pero estudios m e t o d o l ó g i c a m e n t e serios sólo incluyen un m á x i m o del cinco por ciento de n i ñ o s en el grupo de los hipercinéticos. ' - Desde el punto de vista del diagnóstico es difícil distinguir entre n i ñ o s « p u r a m e n t e » hiperactivos y faltos de c o n c e n t r a c i ó n , 4

43. Véase M. Prendergast y otro» «The diagnosis of childhood hyperaclivity», en Journal of Child Psyehology é Psvchialry 29, 1988, p. 289-300. 44 Véase R. Voss (edit.) Pillen für den Storenfried. Múnich-Basilea 1983 45. Véase Minde. op. cit., con amplias referencias.

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así como entre n i ñ o s con lesiones cerebrales precoces y n i ñ o s « m e r a m e n t e » agresivos. * - El s í n d r o m e « e n d ó g e n o » de hiperactividad apenas puede d i ferenciarse de los trastornos «exógenos» de comportamiento; el porcentaje de solapamiento está en al menos un cincuenta por ciento. Así pues, los « n i ñ o s inquietos» constituyen un grupo extraordinariamente heterogéneo. Hiperactividad. A partir de su trabajo con n i ñ o s inquietos, Henker y Whalcn concluían en 1989 que la hiperactividad es un f e n ó m e n o interactivo, * Éstos son sus argumentos: - La hiperactividad se manifiesta siempre en el marco social (familia, escuela, n i ñ o s de la misma edad), ya sea en la conducta social propiamente dicha o en unas relaciones objetivas (tarcas). Y no hay a h í - e n contra de supuestos anteriores- n i n g ú n déficit en la elaboración de las informaciones. Las deficiencias cognitivas, que a menudo se comprueban en tales n i ñ o s , m á s bien se deben a una falta de autocontrol. ' 4

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- La hiperactividad marca de forma inimaginable el contacto entre el n i ñ o y sus mundos sociales. Los n i ñ o s inquietos e n v í a n signos inequívocos. Hasta los observadores inexpertos pueden identificar r á p i d a m e n t e a los hiperactivos entre unos n i ñ o s que juegan. - La inquietud infantil no cesa con la adolescencia, sino que en alguna medida persiste a lo largo de toda la vida como una d i ficultad social de contacto y a d a p t a c i ó n («choque»). En los delincuentes juveniles y adultos se puede reconstruir a menudo una h i peractividad ya en la infancia. La mayoría de las veces no se vio compensada ni durante la niñez ni posteriormente por unas «rela50

46. Véase M. Rutter y otro», «Hyperactivity and minimal brain dysfunction: Epidemiológica! perspectives on questions of causes and classificalion». en R E . Tarter (edit.), The Child al Psychialnc Risk, Nueva York-Oxford 1983, p. 80-107. 47. Véase B. Henker y C . K . Whalen. «Hyperactivity and attention déficits», en American Psychologisl'A, 1989. p. 216-223. 48. Ibldem. 49. Véase asimismo H . G . Eisert. «Kognitiv-verhaltenstherapeutische Intervcntionen bei hyperaktiv-agressiven Kindern», en U . Franke (edil.), Aggrestve und hvperakíive Kinder in der Therapie, Berlln-Hcidelberg-Nueva York 1988. p. 71-82. 50. Minde (op. cit.) precisa, sin embargo, que esto se aplique a unas situaciones de juego estructuradas, que reclaman un comportamiento tranquilo y adaptado, y no al juego libre.

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ciones personales i m p o r t a n t e s » (padres, parientes, educadores, amigos, c o m p a ñ e r o s ) . Enfoques del tratamiento. Todas las escuelas de psiquiatría, psicoterapia y pedagogía han desarrollado planteamientos para el trato con n i ñ o s inquietos y las personas con quienes se relacionan. Planteamientos que van desde prescripciones dietéticas y farmacológicas hasta medidas psicoterapéuticas y de pedagogía especial: - Dieta. La renuncia a elementos «nocivos» en la a l i m e n t a c i ó n (leche, azúcar, fosfatos, etcétera) sólo se ha mostrado benéfica de cara al comportamiento de algunos n i ñ o s inquietos. F.l precio es una lórmu de vida reglamentada, llena de renuncias y hostil a las satisfacciones. Hasta ahora ningún estudio serio ha podido demostrar un efecto causal directo de tales medidas. - Adiestramiento conductista. Medidas de terapia cognitiva y conductista han podido mejorar sobre todo el comportamiento escolar de n i ñ o s inquietos, así como unos programas adecuados de fomento de la c o n c e n t r a c i ó n . ' 51

5

- Pedagogía especial. Medidas de pedagogía especial, ergoterapéuticas y similares, fortalecen - a p l i c á n d o l a s generalmente en la escuela- las formas de conducta sociable y desmontan la autoimagen negativa de los niños inquietos, que con frecuencia tienen que sufrir hostilidad." - Psicoterapia. N o se ha demostrado la eficacia de las medidas psicoterapéuticas como tampoco el valor de las terapias ambientales; todas las cuales establecen factores «causales» en la psique o en el entorno social." - Psicofármacos. Los n i ñ o s inquietos son « t r a t a d o s » frecuentemente con psicofármacos de todo tipo. Muchos médicos prefieren por motivos pragmáticos la «regulación m e d i c a m e n t o s a » con psicocstimulanlcs de acción paradójica, como la ritalina cuya acción b i o q u í m i c a exacta no se conoce. Este tratamiento se anota ciertamente algunos éxitos con « R e s p o n d c r n » - t r a n q u i l i z a n t e - y contriSl 52. 53 54.

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llmlem VCase Iisert. op. c i l . Véase Iranke (edit I op. cit. Véase Henker y Whalen. op. cit.

buye a un cambio en la importancia que los adultos atribuyen a la ansiedad; pero no puede conducir naturalmente a la construcción de unas formas alternativas de comportamiento, y a d e m á s puede provocar dependencia. Por ello sólo debería aplicarse en el marco de un tratamiento de carácter pluridimcnsiona!. 55

- Terapia familiar. No existen de momento estudios eficaces para el tratamiento terapéutico familiar de la ansiedad infantil, aunque es un planteamiento que se ha aplicado a menudo en psiquiatría infantil, centros de asesoramiento educativo y servicios psicoescolarcs. Recientemente informaba Kilian de buenos resultados en intervenciones según el modelo del equipo m i l a n é s . " Aunque eso sugería una etiología familiar, no s a b í a m o s si los cuadros observados eran causa o consecuencia de la hiperactividad. Algunos ejemplos. Como preparación a mis indicaciones para un trato provechoso con n i ñ o s «inquietos» y con su contexto social, me gustaría esbozar dos casos muy diferentes (véase Apéndice 1). En el primero se describe a la madre agobiada y agotada emocionalmcnte. Su marido no da muestras de solidaridad participativa y hasta le hace reproches en vez de apoyarla. El niño cierra en cierto modo el vacio entre sus padres y así se patologiza. En el segundo caso ambos progenitores colaboran. A l n i ñ o se le acepta y se le apoya, no se le patologiza. En ambos casos parece cierto que la hiperactividad de los n i ñ o s pertenece a la autoconcepción familiar y responde exactamente a las respectivas peculiaridades, aunque con consecuencias muy diferentes. Situación de partida. En un plano puramente hipotético cabría decir que todos los n i ñ o s vienen al mundo con la misma disposición biológica ( a n a t o m í a , morfología, fisiología, especialmente la del sistema nervioso central). Todos afrontan con igual éxito las fases difíciles de la infancia; todos son igualmente capaces de satisfacer la exigencia social de buen comportamiento. Se aceptaba, sin embargo, que existen n i ñ o s m á s inquietos que otros. Y se podría a ñ a d i r a d e m á s que todos los progenitores tienen la misma buena voluntad y son capaces de influir favorablemente sobre sus n i ñ o s 55. Véase Minde. op. cu., as) t o m o Henker y Whalen. op u l 56. H . Kilian. «l'ine systcmischc Helrachtuna /ur H>peraktmtal I 'bctlegunucn und lallbctspicle». en Praxis der Kinderpwtlmlogtc und Ktndcrnwt hniini IX l H ° . p. oo.uf, u

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Vi! lá ir* iL lá H ( unilios clínicos.

leona chinen

inquietos y de ayudarse en la educación; todas las personas extraíamiliares con las que los n i ñ o s inquietos se relacionan (los maestros, por ejemplo) pueden en el plano psíquico o situacional tratarlos con el mismo amor y paciencia; todos los m é d i c o s , terapeutas, consejeros, etcétera disponen de m é t o d o s apropiados para ayudar a los niños inquietos. Asimismo en una perspectiva puramente hipotética se dan las siguientes afirmaciones antitéticas, que parten del supuesto de que existen n i ñ o s constitutivamente m á s inquietos que otros: todos los n i ñ o s que pasan por inquietos tienen deficiencias biológicas o están «perjudicados por el medio a m b i e n t e » . Los padres de n i ñ o s inquietos son quienes provocan la ansiedad, pues o son incapaces de apoyarse en la educación o no quieren o no están en situación de hacerlo, las personas cxlruíamiliares con las que se relacionan los niños inquietos no están a la altura de éstos; m é d i c o s y terapeutas tienen que fracasar en el tratamiento de los n i ñ o s inquietos, porque carecen de los m é t o d o s apropiados. Y t a m b i é n en un plano puramente hipotético la «propuesta de solución»: a los niños, que no cumplen las expectativas normativas del mundo de los adultos, hay que separarlos o «medicarlos». Consecuencias. Entre esas hipótesis contradictorias querría empezar por suscribir la que afirma que existen n i ñ o s inquietos. Esta visión acepta en principio como justificadas las necesidades de tales n i ñ o s y de sus progenitores y permite formular las declaraciones siguientes: - La ansiedad infantil es un f e n ó m e n o de interacción y no se puede atribuir a una sola causa. Los tunos inquietos se acoplan estructuralmente a las posibilidades de su entorno y así configuran específicamente su ansiedad. - U n diagnóstico diferencial, que l i m i t a la ansiedad infantil a unas pocas variables, es p r á c t i c a m e n t e irrclevante. Por eso tiene que fracasar una terapia diferencial de orientación «causa». - Adjudicar unilateralmente la culpa al niño, a los progenitores o a los maestros no sólo es una deficiencia, sino que disminuye también las oportunidades de afrontar adecuadamente el fenómeno. 194

- La ansiedad infantil no puede ser simplemente un « p r o b l e m a familiar», pues la m a y o r í a de las veces no se da en la familia. A menudo sólo se «descubre» la inquietud cuando el n i ñ o entra en el mundo extrafamiliar de los adultos. Ahí las personas no reciben al n i ñ o con un amor primordial, de modo que m á s bien se sienten perturbadas. Los padres, por el contrario, aman a su hijo, o al menos se han acostumbrado a su comportamiento. Un circulo vicioso. El mundo de los adultos (guardería, escuela, centros) alimenta unas expectativas que a menudo no son capaces de cumplir los n i ñ o s inquietos; eso produce «trouble», según la escueta formulación de Henker y Whalen. Se cierne la amenaza de un círculo vicioso. Los progenitores, la mayoría de las veces impotentes y desconcertados, buscan explicaciones; interpretan a menudo el comportamiento perturbador como lalla de educación, maldad, rebeldía o « e n f e r m e d a d » , y reaccionan de acuerdo con ello. Los n i ñ o s se sienten atacados y a c e n t ú a n su conducta chocante. El círculo se cierra cuando el comportamiento hiperactivo no «encaja» tampoco institucionalmentc. Entonces el comportamiento del n i ñ o inquieto llena, por decirlo así, los «vacíos» de los sistemas correspondientes y se convierte en la explicación global de todos los problemas corrientes de la interacción. El rol a r q u e t í p i c o del «chivo expiatorio» encuentra su sujeto -demasiado acomodaticio- y los n i ñ o s son patologizados, objeto de burla, evitados y hasta excluidos abiertamente. La m a y o r í a de las veces reaccionan con el mismo desvalimiento y desconcierto que su entorno: nunca se han experimentado a sí mismos de otra manera, y por ello no se desarrolla ninguna « c o n c i e n c i a de t r a s t o r n o » . Y así se

sienten injustamente aislados y culpables, se hacen cada vez mas inquietos, indisciplinados y desordenados, y acaban por entrar en el camino del comportamiento agresivo y hasta destructivo. De no romper el círculo vicioso de ansiedad y rechazo, esos n i ños q u e d a r á n frenados en su desarrollo y se e n c o n t r a r á n en la posición de los marginados sociales. Minde informa que el cociente de inteligencia de n i ñ o s inquietos, medido al ingresar en la escuela, disminuye progresivamente hasta el sexto curso." La imagen que 57

Vi'me M i n i l c op. t i l

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tienen de sí mismos se hace cada vez m á s negativa y viven siempre con el sentimiento de que no pueden satisfacer a nadie. De a h í se derivan las dificultades de aprendizaje, el aislamiento social y la terquedad. El n i ñ o y su entorno se explican el conflicto la m a y o r í a de las veces mediante inculpaciones. A l reproche continuo de «¡Eres un n i ñ o malo!» responde la reacción resignada: «¡Vosotros no me queréis!» En analogía con la tesis de Paul Dell sobre la «esquizofrenia», t a m b i é n se podría hablar en la hiperactividad de una «confusión epistémica». " Sin embargo, Henker y Whalen han demostrado que n i ñ o s i n quietos con padres formales y conscientes, que los estimulan adecuadamente y que los protegen del mundo exterior, pueden compensar en parte las consecuencias negativas de su ansiedad. Pero si los progenitores por inseguridad acogen los juicos negativos de terceros, contribuyen a la patologización de sus n i ñ o s . " Posición de ayuda. Muchos n i ñ o s son m á s vivaces que otros, y muchos incluso en un alto grado. Pero la inquietud no es de por sí un problema, sino una c o m u n i c a c i ó n , que se convierte en tema permanente de un sistema p r o b l e m á t i c o . De ahí que una ayuda adecuada tenga que partir de las condiciones de esa c o m u n i c a c i ó n y deba tener en cuenta los aspectos siguientes: - Los progenitores, que describen a su hijo como inquieto y querrían hacer algo para remediarlo, siempre tienen razón, al igual que los profesores, educadores y otras personas relacionadas. Quien pone en tela de j u i c i o su evaluación y « d e s e n m a s c a r a » o explica la hiperactividad como un m i t o pensando que es un simple problema de interacción, permanece en el círculo vicioso de la «confusión epislcmicn». A l comien/o del tratamiento deberían, pues, adoptarse unas medidas tranquilizantes, por ejemplo una amplia anamnesis y un diagnóstico n e u r o p e d i á t r i c o . Esto lo valoran a menudo las familias como señal de conocimiento, experiencia y competencia del auxiliador, ayudando así a crear confianza.

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58, Véase V. Dell. «1 Intcrsuchungder t amilientheorien sur Scht/ophrcnic. Fine Übung in cpistcmologiseher Koníusion». en /•'amílwndynamik 6, 1981. p. 310-332. 59. Henker y Whalen (op cit.) indican que en una parle no pequeña de la clientela del psiquiatra destaca la ansiedad infantil.

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El propio auxiliador se procura así una imagen clara y puede i n i ciar su terapia exonerado de sus dudas personales. - El «diagnóstico preciso» para distinguir si el n i ñ o es «efectiv a m e n t e » hipercinético, si tiene lesiones en el cerebro o si simplcmente es « m a l o » y agresivo, cambia una certeza dudosa por una tarea fatigosa y por el peligro de cerrar definitivamente el círculo vicioso. Mucho m á s relevante es un «diagnóstico de fomento», que busca los recursos y posibilidades para un enfrentamiento « c o m p e n s a d o r » o al menos m á s llevadero con el problema. Generalmente la ayuda clínica empieza en el límite de varios sistemas sociales y por ello debería mover a los interesados a la c o o p e r a c i ó n . Cuando las quejas llegan a las guarderías infantiles, la escuela o el vecindario, a menudo es conveniente incorporar esas instancias extrafam¡liares. En el asesoramiento de la familia de cara al trato con el mundo exterior es oportuno motivar a los adultos como «mensajeros» del n i ñ o para procurar afecto y c o m p r e n s i ó n . De ahí resultan por lo general « p e q u e ñ o s » cambios, que pueden tener un efecto grande. - La renuncia a la patologización «médica», que convierte al n i ñ o en héroe solitario de su drama, puede dejarse sentir beneficiosa en medidas de fomento paralelas, como ejercicios para ejercitar las funciones motoras y la atención. Ningún enfoque teórico puede aclarar m á s que una de las muchas facetas de la ansiedad i n fantil. Se trata de un f e n ó m e n o complejo y heterogéneo de interacción, que no se deja eliminar mediante recursos causales o factores psíquicos, somáticos, familiares, escolares o dietéticos."" - Los auxiliares, que fijan sus objetivos sin ayuda ajena, son víctima frecuente de sus buenos propósitos. N o tan sólo desprecian la a u t o n o m í a de sus clientes, sino que provocan t a m b i é n «resistencia». Nadie puede predecir de q u é cambios son capaces los niños inquietos, sus padres o profesores, de modo que habría que tratar con gran apertura pronósticos, objetivos y potenciales.

60. téngase presente el resultado de unas medidas que según O. Bateson pueden tener el máximo de una variable a costa de las demás en un sistema complejo y autorregulador: «Aclimatación y depen dencia son casos especiales de ese proceso. Con el licmt>o el sistema depende de la aplicación permanenie de esa influencia originaria externa)» (Okoloyic Í/CI ÍIC/VÍO. op. cit.. p. 568).

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Anorexia juvenil El rechazo a alimentarse durante la adolescencia es un tema tradicional, tanto por su origen como por su terapia, de la problemática u n i ó n / s e p a r a c i ó n . Sin embargo, esa concepción de la anorexia ha conducido en la práctica a diversas complicaciones, que impiden una terapia de efectos r á p i d o s y a menudo hasta favorecen sin quererlo una «cronicidad» (Chronifizierung). Por ello emprendo una «reinterpretación», que permite comprender ese f e n ó m e n o como un « p r o b l e m a de a m o r » y que ayuda a prevenir complicaciones. Por ello - y fiel al programa de este l i b r o - parto de conceptos que han quedado expuestos en los apartados 3 y 4, y los asocio a un planteamiento practicable. Se trata del concepto de e m o c i ó n , según Maturana, como una disposición operativa biológica, sobre todo del concepto de amor, así como de los conceptos de c o m u n i c a c i ó n y socialización, defendidos por Luhmann. Me si ven como base de la diferenciación entre « a m a r » y « a m o r » , que introduzco para la explicación de los aspectos capitales evolutivopsicológicos y sociopsicológicos de la anorexia. y que i c á l m e n t e es el supuesto básico para mi concepción de esc «problema vital». Esta concepción descansa en los conocimientos de m u c h í s i m a s disciplinas (filosofía, antropología, sociología y psicología, entre otras) e incluye aspectos tan diversos (entre otros los de amor, socialización, individualización, anorexia), que su discusión explícita exigiría un libro entero. Por ello renuncio a q u í a derivaciones teóricas, descripciones detalladas y a la m e n c i ó n de las distintas fuentes, l i m i t á n d o m e a esbozar los rasgos fundamentales de un planteamiento que puede facilitar el tratamiento terapéutico de j ó v e n e s anoréxicas. Dicho planteamiento, de acuerdo con su pretcnsión teórica, es coherente en sí y con los conocimientos de la investigación, pero no se presenta como un nuevo modelo teórico de la anorexia. Mediante la elección de un punto de vista alternativo puede m á s bien servir de ayuda al terapeuta para que las personas a n o r é xicas y sus familiares adopten una actitud que contribuya a evitar los obstáculos habituales en la práctica. A c o n t i n u a c i ó n me l i m i t o conscientemente a la anorexia en la adolescencia; y no incluiré 198

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otros estados clínicos, como las depresiones, que presentan el rechazo a alimentarse como un f e n ó m e n o secundario."' Amar y amor. De acuerdo por completo con Maturana, considero el amor como la base de cualquier socialización: pero me aparto de su teoría cuando considera el amor como una disposición biológica indiferenciada. En las páginas que siguen distingo m á s bien dos aspectos del amor: el amor como e m o c i ó n individual y el amor como proceso social. Cuando hablo de amor como una e m o c i ó n individual, lo estoy designando como A M A R ; e incluye todas las formas de afección emocional, ya se trate de un interés o enamoramiento benevolente, de una inclinación suave o de una atracción apasionada, A M A R designa, por tanto, un vínculo con los d e m á s , que arranca del individuo y que tiene un fundamento p n mordialmente biológico; se trata por tanto de una e m o c i ó n , que dispone a unas actuaciones en el campo de las interacciones sociales. En cambio el concepto de A M O R lo reservo para el f e n ó m e n o concreto del amor; es decir, para designar una relación amorosa concreta, que supone interacción y reciprocidad, AMOR designa en consecuencia un f e n ó m e n o social, que supone la c o o r d i n a c i ó n del amar entre individuos. Tesis I. AMAR es una e m o c i ó n inserta en la naturaleza del hombre; es pues un potencial o una disposición para sentirse vinculado con otros y actuar en consecuencia. Amar es un estar vinculado a los d e m á s e s p o n t á n e o , irrenunciable, que no puede aprenderse, que no es estratégico y que marca la actuación social y con ella toda las vinculaciones humanas y las (SI. En 1 9 8 ° apareció In ¡Arhr rntzwcil de Gunthard Wclvcr y Hclrn Stierlin El lilulo del libro hace esperar ciertamente una coincidencia de contenido con mi concepción personal: sin embargo, el libro irata el amor desde olía persjiccuva las consecuencias del auioi pina una «nuliv iduacióti icliu tonada» (véase Slierlin Dclcftatitm und t-'anulw. Francfort del M . I ° 7 8 ) . Ahí figura en el centro la necesidad de ser-amado y su no satisfacción. Esto se muestra a las claras en otro pasaje, en el que Slierlin redore a una htrvr fórmula los supuestos básicos en familias con piohlemns psirosomnii, os « I Yo no sov el mucociipiu de sobrevivo, -V a mi sólo me va bien cuando al otro, a los olios, laminen tes va bien. Con eslos supuestos básicos enla/a después }. J...} de forma típica la inclinación a considciai y valorar... unas situaciones relaciónales importantes \o unos objetivos v tiuli's i>n el scnlido ,h- un estricto esio o aquello» ( « I Inri die lannlie ais I lil psychosomatischer I i krankuniM-ii». en / iiniihendi'himik t V I 4 K 8 . p 77 >s | Yo veo las anrmmionrs 1 v 1 de esa nieve lóimtilii i onm , OOSCCUCIM LIS dr l¡i jiscvnai ion sólo cuando al olio/los otros lc(s) va bien se puede sohicvivu solo v rcnunciai a la logua del esto o lo otro. l

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formas de vida. Es algo que está en la base de la socialización. Para la persona individual amar representa un sentimiento básico, primordial, inexplicable y de vital importancia. Aunque el hecho de amar sólo se desarrolla en el á m b i t o individual de la experiencia, al que no tenemos un acceso directo - como se explicó en el apartado 3-, lo conocemos no obstante por la propia vivencia y lo utilizaremos aquí como concepto para explicar el origen y aparición de una vinculación humana. Para ello suponemos que amar no representa una mera necesidad psíquica, que puede o no satisfacerse; sino que es una disposición biológica irrenunciable, que es preciso vivir. De no ser así, no habría socialización alguna, ni por consiguiente ninguna h u m a n i z a c i ó n . Mas para ello es necesaria la presencia de otro, o al menos la posibilidad de alcanzarlo; sólo entonces experimenta el potencial amoroso una orientación y puede realizarse. En principio la peculiaridad del otro no juega papel alguno, el otro es simplemente un medio necesario, que hace posible la experiencia de amar. (Con el lactante, por ejemplo, basta un m i núsculo envase dotado de rasgos humanos para desencadenar un comportamiento - l a risa-, que se impone como regalo emocional.) En tanto que relación primaria y difusa con otros, el acto de amar aparece siempre con la misma modalidad, trátese de lactantes, n i ñ o s o adultos; todos desean la presencia del otro para poder amar y traducir su amar en una actuación. Tesis 2. El AMOR es un amar socializado y descansa en la coordinación del potencial amoroso entre personas. La socialización exige que el n i ñ o aprenda a respetar, sobre la base de su disposición biológica para amar, las peculiaridades del otro y de la interacción c o m ú n . En la perspectiva de la psicología evolutiva la h u m a n i z a c i ó n significa la formación de la capacidad para conocer y respetar la individualidad del otro; sólo así pueden surgir relaciones y coincidencias, que los interesados viven como humanas. Sin embargo, la singularidad del otro puede experimentarse de formas muy diferentes, lo que marca de múltiples modos las vinculaciones que surgen. Las experiencias que un n i ñ o vive con sus personas relaciónales en ese campo de tensiones, ya sean frustrantes o satisfactorias, marcan sus primeros modelos de v i n 200

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culación. Sobre ellos montan todos los posteriores y a ellos se recurre e s p o n t á n e a m e n t e en momentos de necesidad. En esc proceso todos los límites, disposiciones, ocupaciones y singularidades del otro pueden vivirse como un impedimento del acto de amar y pueden hacer que el n i ñ o reaccione con una protesta desamparada. Las formas de esa protesta pueden ir desde la persistencia en la disponibilidad del otro, pasando por la c o n t e n c i ó n del amor, hasta la resignación apática. En el curso del cnfrcnlamicnlo con los «estorbos», que para el n i ñ o se derivan de la a u t o n o m í a , y por tanto de la imposibilidad de prever y contar con los otros, se va formando poco a poco su individualidad para superar esos impedimentos y así actuar de una manera eficaz y establecer unas vinculaciones estables. El n i ñ o aprende a coordinar su acto amoroso con las posibilidades de su entorno social. En la línea de las dimensiones luhmannianas de sentido el n i ñ o aprende a diferenciar; es decir, en la d i m e n s i ó n objetiva a elegir temas congruentes, en la d i m e n s i ó n temporal a establecer una perspectiva de tiempo adecuada por ejemplo, en la espera y en la d i m e n s i ó n social a constituir al otro como un alter ego. Con ello del acto primario de amar, que reclama la presencia del otro, puede surgir el amor, en caso de encontrar formas de convivencia para configurar el distanciamicnto y la separación transitoria sin insoportables sentimientos de pérdida, y promover así la formación de confianza. Sólo entonces se abre la posibilidad del amar reciproco sobre la base de la aceptación y el respeto, y por ende de la « i n d i v i d u a c i ó n aceptada». El otro se presenta en el propio campo de la experiencia como a u t ó n o m o y sin embargo fiable, y la relación puede desarrollar aquella flexibilidad y apertura, que hace posible una convivencia satisfactoria. Sólo entonces puede hablarse de AMOR, del f e n ó m e n o social que brota de la aceptación recíproca y de la actividad amorosa coordinada de personas a u t ó nomas. Frente al amar, como una relación subjetiva «desenfrenada» que convierte al otro en un medio y pasa por alto su singularidad, el amor apunta directamente a la individualidad del otro. Mas como el amor se desarrolla en el campo de tensiones entre individuos insondables e impenetrables unos para otros, conlleva en 201

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principio todas las inseguridades propias de la convivencia de seres a u t ó n o m o s y por lo mismo inevitables: el amor es y seguirá siendo un acontecimiento abierto y por ende fácilmente rechazable. Aunque esto pueda excluirse en principio, el amor podría entumecerse y el amar correría el peligro de degenerar en tendencias de control y en una « b ú s q u e d a del otro». De todo ello p o d r í a n derivarse numerosos problemas, entre ellos la «anorexia». Relevancia psicológico-evolutiva. Si se tiene en cuenta la socialización bajo el aspecto de la diferencia amar/amor y se utiliza esa diferencia para explicar la aparición de actitudes básicas humanas, pueden desarrollarse las posibilidades del amar entre los polos respeto/desprecio y confianza/desconfianza: Respeto: la «visión» (y aceptación) de la mismidad y del otro como un ser a u t ó n o m o ; Confianza: la «certeza» de ser «visto» (respetado) por el otro como un ser a u t ó n o m o ; Desprecio: el afán de control y sometimiento, hasta la aniquilación (negación, trivialización o h e t e r o n o m i z a c i ó n ) de la propia mismidad y del otro, para forzar la vinculación o para evitar el sufrimiento con la renuncia; Desconfianza: inseguridad de poder contar con el respeto y atención del otro; esto desencadena un comportamiento controlador y bloquea el amor. El desarrollo humano depende de las múltiples modalidades en que puede experimentarse la convivencia. Una total unilateralidad en el trato con otros es. sin embargo, improbable por mucho tiempo y a la larga resulla insostenible. En la familia, por ejemplo, el entorno social ampliado cuida los tonos intermedios: parientes, vecinos, mentores, maestros y amigos ofrecen alternativas y a m p l í a n las posibilidades y el repertorio conductista de los afectados. En esc sentido cada persona se experimenta en cualquier momento como un amante en el contexto de una relación amorosa. Ahí puede conectar una terapia, que procura aprovechar los recursos alternativos, las experiencias y potenciales de interacción de los clientes. Elementos de la anorexia. En familias con anorexia prevalece por lo general la a r m o n í a ; las frustraciones del amar c o n t i n ú a n 202

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siendo p e q u e ñ a s . Como las separaciones o los enfrentamicntos distanciadores transitorios rara vez ocurren, rara vez t a m b i é n se vive la a u t o n o m í a del otro. Por eso de ordinario ni en el n i ñ o ni en el sector de los progenitores que determina el hecho de la socialización, la madre por lo general, llega respecto del otro a la construcción de un tú independiente y estable. Durante la infancia o en los casos en que no se requiere una i n d i v i d u a c i ó n , eso no juega ningún papel digno de m e n c i ó n . Pero en las familias de anoréxicos, en la relación de un n i ñ o (por lo general una hija) con un sector de los progenitores (por lo general la madre), la escasa experiencia en soportar las separaciones y la ausencia de una m i t t r i / diferenciada yo-tú se dejan sentir dificultando el proceso de i n d i v i d u a c i ó n ; éste se vive como una amenaza existencial y se rechaza mediante el reforzamicnto del amar. Desde esa perspectiva pueden interpretar la aparición y la terapia de la anorexia j u v e n i l . En ese contexto alternativo de reflexión aparece el origen de ese problema vital como una disposición a sacrificar el propio desarrollo para alejar el d a ñ o del otro a quien se ama. De cara a la terapia es necesario crear un clima con el que, dentro de un marco protegido, pueda probarse la i n d i v i d u a c i ó n y d e s p u é s el retorno a unas relaciones amorosas satisfactorias. Como en el contexto de reflexión a q u í elegido aparece la anorexia como un « p r o b l e m a a m o r o s o » , puede el terapeuta sacudirse los supuestos hasta ahora vigentes, que atribuyen a los anoréxicos unas tendencias egoístas, ambiciosas, agresivas o regresivas, o que los ven como simples víctimas de su educación o de sus condicionamientos familiares. De cara al tema fundamental de la «separación», la anorexia aparece m á s bien como una «pasión por el otro», nacida de un amar desesperado. Brota de la ignorancia de si el amado es a u t ó n o m o y puede v i v i r como tal. Así pues, lo peculiar en esa manía no está en que la persona maniaca no pueda v i v i r sin su fármaco - l a persona amada- sino, al contrario, en la imposibilidad de decidir si el amado puede v i v i r sin el m a n í a c o . Observaciones - Las muchachas que se hacen anoréxicas desarrollan por lo general ese comportamiento en conexión con una separación fanta203

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siosa. esperada, exigida, que se cierne o se ha dado en el entorno vital de la familia o de cualquier otro tipo (marcha de los hermanos, muerte de un pariente cercano, crisis matrimonial de los progenitores con la amenaza de marcha de ellos, una estancia en el hospital, un largo viaje, etcétera). I as lámilias afectadas describen de ordinario su cohesión como especialmente fuerte, armoniosa y amable; cosa que confirman t a m b i é n los de fuera. - Ya antes del comienzo de la anorexia esas familias viven muy retraídas y socialmente aisladas; mediante la anorexia se refuerza a ú n m á s su cohesión interna. - A l menos algunos miembros de tales familias están extraordinariamente unidos entre sí; sienten lo mismo, piensan lo mismo, tienen las mismas necesidades, etcétera. l a diferencia entre yo y tú está poco marcada, siendo en consecuencia difuso el sentimicnto-nosotros. Se evitan las delimitaciones. Sobre todo hay que preservar al otro del sufrimiento. Las riñas y consiguientes reconciliaciones son raras; prevalecen la a r m o n í a y la colaboración. - Con la separación inminente o real estalla una crisis, por cuanto nadie sabe q u é consecuencias puede tener la misma. La m u chacha anoréxica teme por la vida del amado. Todos los participantes padecen los sentimientos paralizantes de culpabilidad. - Con la aparición de la anorexia todas las ideas de la familia giran exclusivamente en torno al tema « c o m e r o no c o m e r » . T o d o lo d e m á s pasa a un segundo plano. La vida familiar se establece de nuevo alrededor de esc problema, que t o d a v í a resulta m á s amenazador que el antiguo. La anorexia se convierte en el centro de un «sistema problemático» y con ello en el centro de un « p o l i m o n ó logo» ritual. Los miembros de la familia se sienten por entero víctimas de una enfermedad incomprensible, de un golpe del destino, que los sorprende y desconcierta. - La m a y o r í a de las veces no se busca la ayuda ajena, que podría ampliar el contexto de la c o m u n i c a c i ó n unidimensional. Sólo cuando terceros ejercen una presión social, porque el peso resulta ya casi fatal, interviene un auxiliador. Y por lo general son bien acogidas las medidas de terapia familiar. 204

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- Medidas como intervenciones drásticas en el recurso de la vida de la muchacha o, respectivamente, en la estructura familiar o en la a l i m e n t a c i ó n forzosa, representan a menudo una mejora, aunque t a m b i é n puede introducir procesos bulímicos; otros esfuerzos terapéuticos suelen rechazarse después. De camino hacia la anorexia - El disgusto por comer que a menudo aparece incidcntalmente (por ejemplo a causa de alguna afección gastrointestinal) se convierte en las familias afectadas en una estrategia para alejar los peligros de la separación: progenitores e hija restablecen su indiferenciada y estrecha vinculación. - El regreso a la unión primaria aminora en la hija los fuertes sentimientos de culpabilidad Por el contrario, los padres amorosos hacen cuanto esta en sus manos para proteger y consolar a la hija. Dejan de lado sus d e m á s intereses y fomentan sin querer la anorexia al concentrarse por entero en ella. - En las fases posteriores de la anorexia se dan frecuentemente agresiones: acusaciones recíprocas, estallidos de rabia, desprecios, discusiones hasta la solución buscada (por ejemplo mediante la marcha). Son el correlato de una fuerte vinculación, y por lo mismo no se limitan a las familias con un caso de anorexia. Típica de tales familias es m á s bien su propensión a volver de nuevo rápidamente a una unión sin la menor merma. - En algunas de esas familias se fomenta la anorexia mediante el modelo de la relación entre los progenitores. El padre no puede ayudar porque queda al margen y c o n t i n ú a estando excluido de la matriz madre-hija o está tan rendido a su mujer, que ni puede asistir a la hija ni puede descargar a la madre; madre c hija c o n t i n ú a n indisolublemente unidas. Errores de la terapia. La experiencia demuestra que muchas terapias fracasan por los prejuicios siguientes: - Las personas anoréxicas quieren ejercer un poder sobre sus progenitores, o éstos oprimen a la niña y frenan su crecimiento. A q u í se confunde la solicitud por la persona amada con el afán de poder. Quien como terapeuta parte de esa misma premisa tie205

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nc que luchar contra la familia, humillarla y burlarla. Esto puede desencadenar frustraciones « i m p u l s o r a s » , que cuidan de la delimitación y fortalecimiento de la identidad personal; pero ciertamente no es el procedimiento m á s respetuoso. - El matrimonio de los padres va cada vez peor; las personas anoréxicas sólo se fijan de forma tan intensa en uno de los progenitores, justo porque éste no encuentra apoyo ni amor en el m a t r i m o nio, dirigiendo en consecuencia todos sus sentimientos hacia la hija. Semejante prejuicio induce fácilmente al terapeuta a poner a la hija contra los padres o a pretender «reparar» el matrimonio de los progenitores. Muchas terapias fracasan, porque hija y padres se sienten mal comprendidos. - La familia en sí está « e n r e d a d a » , es v í c t i m a de una solicitud excesiva, está aterrada y teme el conflicto. Esas descripciones se deben a un observador de fuera, que i n terpreta y valora las estrechas relaciones de familia según las normas sociales. Por lo mismo no debe haber m o t i v o alguno para romper esas vinculaciones en la terapia. - Las personas anoréxicas serían narcisistas o habrían sufrido trastornos en su « p r i m e r a infancia». Según eso todos los amadores serían narcisistas o «trastornados»; habría que pasar por alto que el amar se da en la misma modalidad y nunca se guía por la razón. Por el contrario, hay que señalar que los miembros de familias con anoréxicos, fuera de la relación padres-hija, pueden ser personas perfectamente maduras y socialmentc triunfadoras. Atribuirles defectos no resulta ni justo ni coherente. - El amor en familias con anorexia no es un amor a u t é n t i c o y se basa en el rechazo de impulsos agresivos. En contra de tal supuesto conviene reflexionar: ¿Qué acto de amar es m á s auténtico que aquel que aguanta la renuncia a la realización vital y que en ocasiones incluso conduce a la muerte? Consecuencias de los prejuicios - Los terapeutas, que asignan una culpa diferencial y se ponen de un lado, desconocen el amor en la familia y sin querer alimen206

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tan el miedo de los interesados a la separación y a los sentimientos de culpabilidad. De a h í que a menudo se enreden ellos mismos con tales familias. - Quien pone en el centro de la terapia ciertas circunstancias concomitantes de la anorexia rechazo del rol femenino, fobia a la comida, rivalidad entre hermanos, coaliciones o «seducciones» por parte del padre ignora la conexión general de las familias marcadas por el amor y la solicitud, y a menudo yerra por lo mismo en el problema capital. - Que padres e hija se separen en virtud de unos supuestos básicos normativos sobre la estructura de las familias «sanas» o se interprete la m a n í a de no comer como una dependencia y desvalimiento y se tomen medidas como el aislamiento o la a l i m e n t a c i ó n forzosa, son cosas que pueden resultar muy útiles desde un punto de vista pragmático. Pero el éxito práctico sólo demuestra que ci miedo a la separación sólo empieza a perder su base con la separación forzosa. A d e m á s , tales medidas junto al efecto corporal transmiten In nueva experiencia para mantener de alguna manera la «traición», el distanciamiento y la separación. Pero hay que preguntarse si está justificado el precio humano que hay que pagar por ello. - En tanto que los terapeutas se orientan primordialmcntc por conceptos como narcisismo o trastornos de la primera infancia, «jaula d o r a d a » , etcétera, se ofrecen i m p l í c i t a m e n t e a las muchachas como una alternativa «liberadora». El problema de esta solución es que a menudo sólo aparece cuando la terapia tiene que estar terminada. - En la psiquiatría infantil y juvenil la anorexia se trata preferentemente en régimen hospitalario, lo que conlleva a menudo largos períodos de reclusión. La separación forzosa contribuye t a m b i é n a q u í a la idea de que no hay que destruir el distanciamiento; pero con frecuencia las personas anoréxicas se vinculan muy estrechamente con el personal sanitario, con lo que sólo cambia el escenario. Sin embargo, apenas pueden evitarse las confrontaciones entre clínica y familia. Cuando se a ñ a d e n las prohibiciones de visitas, muchas familias intensifican su unión, aunque ahora en un «juego» oculto y hasta doble.

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Un planteamiento alternativo. Nuestra experiencia clínica nos ha demostrado que la terapia de la anorexia no presupone ningún procedimiento especial para ser rápida y eficaz. Basta el instrumental habitual de la terapia sistémica. Por ello, en vez de una estrategia de actuación elaborada y detallada, me parece m á s importante en este punto proponer algo que facilite el trabajo de los terapeutas por cuanto les permite orillar los obstáculos. La propuesta debe ayudar ante todo al terapeuta a adoptar y mantener frente a las personas anoréxicas y a sus familiares una actitud adecuada para fomentar en ellos el desarrollo de la confianza en una instancia extrafamiliar. De esc modo se p o d r á fomentar un clima de trabajo, que evite aquellas complicaciones que a menudo se v i ven en las terapias de personas anoréxicas por parte de los miembros de la familia con un sentimiento de tutoría humillante y por parte del terapeuta como una resistencia paralizadora (lucha de poder). Con el objetivo supremo de ayudar a los anoréxicos y a sus familiares a que hagan surgir (de nuevo) de su forma desesperada de amar una forma de amor, me limitaré en las páginas siguientes a d i v i d i r el proceso terapéutico en tres fases: /. Elaboración del encargo. A l principio las personas anoréxicas y sus allegados describen el problema de una manera verídica como algo incomprensible e inexplicable para ellos. N o expresan ninguna conciencia de culpa, sino que transmiten la impresión de haber vivido juntos en amor y a r m o n í a . A l no poder solucionar el problema por sus propias fuerzas, se sienten impotentes y se resignarían, si el estado de la niña no fuera preocupante. Los padres esperan del terapeuta que mueva a su hija a comer de nuevo, y para ello ofrecen su colaboración. La muchacha manifiesta de ordinario unos objetivos contradictorios: querría volver a poder controlar su peso, pero sin engordar. Ese deseo contradictorio de «¡Ayúdame a no cambiar!» no se puede conciliar con la demanda de «¡Cambia a m i hija!» en un encargo que pueda llevarse a la práctica. El intento de trabajar sobre esa base pronto se convertiría en un viaje en tiovivo. Mas como ninguna terapia puede empezar sin la formulación de un encargo practicable, el terapeuta tiene que marcar aquí claramente su posición, asumiendo esc cometido con la reflexión y prudencia necesaria y haciendo una pri20X

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mera propuesta para la formulación de esc encargo. Puede establecer un peso m í n i m o y anunciar que en el caso de rebajarlo no podría responsabilizarse de conversaciones de ambulatorio, sino que tendría que proponer un ingreso hospitalario y la alimentación forzosa. Con lo cual el terapeuta marca inconfundiblemente el marco de la terapia y deja claro que sólo asume la responsabilidad de la terapia en la medida en que los otros observen fielmente lo que por lo d e m á s desean, a saber: que no empeore el estado actual. Esta posición establece por tanto un primer consenso m í n i m o de todos los interesados y presumiblemente rara vez se postergará. Después de lo cual la preocupación por la comida suele desplazarse del centro de las actividades familiares, abriéndose a una realidad nueva. 2. Creación de confianza. En la segunda fase el terapeuta se concentra en las vinculaciones dentro de la familia y atiende a todos los informes con franco y acogedor respeto. Con ello no se da la impresión de que la terapia tenga que desarrollarse «contra» la familia ni como una carga para los distintos miembros. Los presentes no tienen ni que silenciar ni que justificar sus vinculaciones y conflictos y pueden ilustrar su situación desde la perspectiva de todos. De eso pueden derivarse unas indicaciones terapéuticamente provechosas; la conversación, sin embargo, es un medio primordial para experimentar sin miedo con limites y distanciamiento. Do ordinario los miembros de la familia entran en el diálogo terapéutico y en el curso del mismo se diluyen poco a poco las rígidas fronteras de su sistema p r o b l e m á t i c o . En el acuerdo con alguien que los acepta y reconoce pueden los miembros de la familia experimentar poco a poco que el hecho de amar y la delimitación son conciliables y que ensanchan el horizonte de su relación amorosa. 3. Individuación. Cuando el terapeuta ha sido aceptado como alguien que no pone en peligro los lazos de la familia, puede empezar la tercera fase de la terapia: las conversaciones particulares con la muchacha anoréxica. Después de que la familia ha descubierto que el distanciamiento no tiene por q u é ser perjudicial, la muchacha es libre de entablar una relación extrafamiliar con la aprobación de sus allegados. Esa primera separación puede ahon209

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dar el deseo de liberarse en el respeto recíproco de la alternativa paralizante de la cohesión e i n d i v i d u a c i ó n . A menudo se opera ya una cierta apertura tras la segunda fase. Entonces la tercera fase sólo sirve como una oferta que transmite seguridad a la muchacha y a su familia. En muchos casos esa tercera fase puede consistir en una conversación a solas o en una c o n v e r s a c i ó n única; en otros casos puede consistir en secuencias de conversaciones, que se prolongan durante a ñ o s y que a c o m p a ñ a n el desarrollo ulterior. En esta última hipótesis sucede con frecuencia que la muchacha en principio sólo reclama unas pocas conversaciones para, pasado algún tiempo y a menudo tras lograr un nuevo avance en el desarrollo, volver a la oferta de ulteriores conversaciones. En el á m b i t o hospitalario la terapia tiene que llevarse a cabo de forma m á s estricta, en v i r t u d de los motivos derivados del acuerdo sobre el tratamiento; a q u í , por ejemplo, los intereses pueden combatir contra la «anorexia c x t e r n a l i z a d a » y desarrollar estimulantes «planes de c o m p o r t a m i e n t o » . Con lo cual puede la muchacha volver a aumentar de peso, sin tener que sentirse culpable ni «perder su cara» (ver a p é n d i c e 2). Pero en la mayor parte de los casos es conveniente, no obstante, terminar la terapia tras los primeros indicios de mejoría o bien orientarse por los deseos de la muchacha. El deseo, en efecto, de continuar el tratamiento hasta el «éxito» puede conducir fácilmente a la muchacha hasta una situación en la que ya no se pueda distinguir q u i é n depende m á s fuertemente del otro, si la muchacha o el terapeuta. Se habría desperdiciado la oportunidad de probar la separación, y la terapia correría el peligro de «eternizarse». M

62. Fl concepto de «cxternalización» (Fstemalisierung) se debe al australiano Michael White (véase Selected Papen, op. cit). El problema se convierte de algún modo en un tema opresivo y perturbador. Mediante su cxternalización se pueden considerar desde una perspectiva exterior descripciones internalizadas paralizantes y ampliarlas asi en unas alternativas o sustituirlas por otras más adecuadas. Siguiendo la linea de la antropología moderna este planteamiento induce a una nueva reconsideración («re-auihonng») del problema, que en la propia biografía se sienle como una «historia dominante» y a ponerlo en ronestón rnn rl «circular» v compartirla con otros Si afecta a una «audiencia» aprobatoria puede converliisc en domíname y sustituir la historia vie|a

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Crisis

psicótica

Restrinjo a q u í el significado de «psicótico» a todas las formas de comportamiento «esquizofrénico», que por lo mismo no están condicionadas por elementos «exógenos» u orgánicos (por intoxicación, consumo de drogas, afecciones nerviosas, etcétera). Otras formas como las psicosis afectivas necesitan probablemente otro concepto de explicación y actuación."' El concepto de «esquizofrenia» va estrechamente ligado a la historia y a la idea que la psiquiatría se ha formado de sí misma. En consecuencia e m p e z a r é por esbozar su evolución. Esquizofrenia. El mismo a ñ o ; 1865, en que el medico a l e m á n Snell identificaba la m o n o m a n í a - u n a preforma de esquizofreniacomo un s í n d r o m e específico, distinto de otros trastornos psíquicos, se fundó la «Vereinigung der Dcutschen Irrcnárzte». Desde entonces ese s í n d r o m e se ha establecido a la vez como s í m b o l o y como tema principal de la psiquiatría, y hoy c o n t i n ú a siendo garante de su justificación cxistencial.*' En 1867 Griesinger a m p l i ó ese concepto a la «locura p r i m a r i a » , Kracpelin lo extendió en 1883 a la « d e m e n t i a praccox», y finalmente en 1908 Eugcn Bleuler lo c o n s o l i d ó con el concepto general de «esquizofrenia». Pasaron no menos de cuatro ¡argos a ñ o s hasta que «la esquizofrenia» a s u m i ó el carácter de un concepto «científico n o r m a l » en el sentido de Kuhn. ' Éste se d e m o s t r ó extraordinariamente resistente, superando desde entonces diferencias, ampliaciones, delimitaciones y hasta tendencias abolicionistas e i m p o n i é n d o s e incluso en el lenguaje cotidiano. Así en 1972 Manfrcd Bleuler afirmaba que la «esquizofrenia» de su padre Eugen «había sido ya analizada tan a fondo, desde tantos puntos de vista y con tanta frecuencia, que en un p r ó x i m o futuro sin técnicas radicalmente nuevas o nuevas h i p ó 64

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63. Véase, por ejemplo. G . Weber y otros. «Die Therapie der Familien mit manisch-depressivem Vcrhallcn», en Familiendynamik 12, 1987, p. 139-161; F . B. Simón y oíros. « 'Schl/o-ll^éktivc• Muster Eine systemischc Bcschrcibung», en Familiendynamik 14. 1 9 8 9 . p. 1 9 0 - 2 1 3 64. Véase K. Dómer. Burger und Irre. Francfort del M 1969; trad. cast; Ciudadanos v locos. Taurus. Madrid 1974. Una circunstancia digna de mención: al fundarse la «Vereinigung der Irrcnarzte» también cristalizó su tema principal: la esquizofrenia El sistema social y su tema se constituyen sucesivamente 6V Véase T.S. Szasz. Schi:ophrcnm, Nueva York 1976. 66. 1 S. Kllhn. IVr Slruklur imrrur» htltlttehrr Hetohilionen. FiamToil drl M 1967. muí i asi l.a eslrucluni de las revolucione i icnllíuas. fondo de Cultuia I conóniicii. Madrid 1974 ,

,

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Teoría clínica

tesis de trabajo difícilmente podían esperarse conocimientos i m p o r t a n t e s » / ' ^ 1987 el psiquiatra Janzarik a ñ a d í a que la «esq u i z o f r e n i a » no era « t o d a v í a unn enfermedad definitivamente ce-

rrada; su historia no descansa en descubrimientos médicos, sino en modelos mentales, por los que se orienta la p s i q u i a t r í a » . " > \'isii'm panorámica.(Recientes monografías sobre el lema de la «esquizofrenia» muestran que los planteamientos y explicaciones existentes -de orientación biológica, cognitiva, biográfica, contextual o familiar- en el mejor de los casos incorporan aspectos parciales del fenómeno.'''' ) - «Esquizofrenia» es una categoría mixta. Los diagnósticos fiables se sostienen en el mejor de los casos, cuando su campo de aplicación se delimita adecuadamente. " - Los datos biológicos (de la patofisiología, a n a t o m í a cerebral, virología o b i o q u í m i c a ) sólo desvelan en el tema principal unos f e n ó m e n o s concomitantes, que como tales se descubren en investigaciones posteriores (lo que se aplica t a m b i é n a la « D o p a min-hipótesis»)." { Investigaciones de los a ñ o s setenta sobre el curso de la enfermedad (debidas a M . Bleuler, Ciompi y Huber) confirman que d i cho curso no es uniforme. El e p i d e m i ó l o g o británico W i n g resume así los resultados de tales investigaciones: aproximadamente una cuarta parte de los pacientes se recuperaban por completo d e s p u é s de un episodio psicótico, alrededor de la mitad mostraban durante a ñ o s una gama variada de s í n t o m a s , en torno al 15 por ciento los s í n t o m a s eran duraderos, y sólo alrededor del diez por ciento padecían una constante decadencia psicosocial. 7

de incidencia) está en las modernas sociedades industriales, según el m é t o d o de las encuestas, entre el 0,08 y 0,7 por m i l de la población. Et porcentaje de previdencia ( n ú m e r o de afectados hasta un determinado momento) oscila entre el 0,6 y el por m i l . E n o p i n i ó n del e p i d e m i ó l o g o Zubin en esos valores se refleja la tolerancia social condicionada por la cultura frente a grupos marginales m á s que una etiología de signo biológico{como en la debilidad mental o imbecilidad, por ejemplo). - Estudios recientes excluyen una explicación puramente genéticade la esquizofrenia. En gemelos univitclinoscl porcentaje de concordancia alcanza al m á x i m o un treinta por ciento, siendo de un diez porcientoen los bivitelinos. Los n i ñ o s « d c alto riesgo» - a q u í de madres « e s q u i z o f r é n i c a s » - son en general lábilcsy tienen dificultadesde a d a p t a c i ó n , pero no propenden específicamente a la esquizofrenia. 71

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74

75

- Los datos psicológicos aparecen en general contradictorios. Así, los innumerables estudios psicológicos de la cognición para el análisis de los e s t í m u l o s no han llegado a resultados definitivos; la distinción psicosocial entre a d a p t a c i ó n « p r e m ó r b i d a » buena y mala puede servir, por el contrario, como indicador del curso de la enfermedad. 76

- Hoy parece imponerse cada vez m á s la hipótesis de la vulnerabilidad-estrés. Así aparece la esquizofrenia cuando concurren factores innatos y adquiridos de una especial vulnerabilidad con desencadenantes actuales, como el consumo de drogas, crisis vitales («life-cvents» o estados continuos de extrema carga emocional). ' A h í descansan los actuales tratamientos psicoeducativos. 77

78

72

\ El porcentaje anual de aparición de nuevos casos (porcentaje

67 M . Bleuler. Ihr whnophrenen
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73. Véase J. Zubin, «lipidemiology »nd course ol s c h i / o p h r c m a » , en Malner y otros, op cit.. P 114-1)9 74. Véase F. Kringlen. «Contribution of genetic studies on schi/ophrenia» en Maí'ner y otros, op. cit.. p. 123-142 75. Véase F. Schulsingcr y S.A. Mednick. «Implications from tbe firsi 18 ycars o f a pcrspcclivc study on childrrn al lilgh risk Cor schi/oplirenia». en I l l u l w i (edil I. V./ii ii'lnciiii- Sltiiul muí I ni VVÍ< k/unvstrntlrn-i-il i/ei / orvt hlltlfí. Slutlgarl-Nueva Yoik I'IHI. p. 16 M MU 76. Véase K. ( ohen y 11. Borst, «Psyehological modeK o í s , hi/ophrcnia iinpaii mcnls», en Mafncr v olios, op .pl . p IK'i ,'(l.i / / Véase / u b i u , op, cu , I I . Kalsshmg. «Vulneialiihiv nml inggei models / keliultililalioii t)tscussion». en Mafner y otros, op. cit.. p 3V3-358: M Shcpheid, «l ormulalious ot new rescan h slrategics on seht/ophf rol:,», n i llilfiici v olios op i i l , p 79 IN 78 V'Otisc Muiiici > olios. «I annly therapy in troiibfc l ' s u lioi-ducation as a soliiiion and as a p í o blctn», en Itnmly /'»<>< r\\7 |9gH, p 327 UH. y In conloo el tula discusión al respecto en ciinil t I9K9. de la revista Vi wc/u I iiimhr

Cuadros clínicos

Teoría clínica

- En los n i ñ o s las crisis psicóticas aparecen m á s rara vez que en los adultos, con lo cual los criterios se toman directamente de la psiquiatría de adultos. Muchos dudan de que la esquizofrenia aparezca en la niñez, o afirman que la sintomatología psicótica entre jóvenes es un s í n t o m a específico, que sólo en la edad adulta se diagnostica retrospectivamente como genuina esquizofrenia." El concepto de «esquizofrenia», elaborado inicialmente de forma heurística en el siglo x i x , no es unitario y - c o m o cualquier lieneriili/nción NÓIO ofrece una ayuda condicionada. Si se aplica d o g m á t i c a m e n t e , hasta existe el peligro de que en forma implícita o explícita prescriba unos modos de vida. En el camino de la esquizofrenia. «Esquizofrenia» es primariamente una designación de los auxiliares clínicos: sin un diagnóstico no hay estado psicótico. Así pues, las psicosis constituyen el tema de determinados sistemas clínicos. Cierto que en cualquier momento pueden cristalizar sistemas p r o b l e m á t i c o s en torno al desaliento, las extravagancias, el estado de confusión, la destructividad, el lenguaje raro, etcétera; pero su designación como «psicóticos» deriva siempre de un observador clínico. Su clasificación como «psicosis» viene a simplificar a d e m á s indebidamente la pluralidad de esas formas de comportamiento y las expone a la cosificación."" Habitualmente al diagnóstico se llega siguiendo estos pasos: alguien desarrolla un comportamiento fuera de lo normal; otro, por lo general un pariente cercano, se siente turbado o inquieto y abre una c o m u n i c a c i ó n problemática. El comportamiento inusual sigue en aumento y el afectado se queda, por ejemplo, todo el día en la cama sin estar enfermo, pasea de noche, pone la música alta, no reacciona cuando se le habla, padece ansiedad e insomnio, destroza el mobiliario o amenaza a otras personas. Los allegados buscan la ayuda del m é d i c o ; el psiquiatra contratado interpreta

79. Véase C Eggers, Verlaufsweisen kindlichrr und prápuberaler Schizophreníen. Bcrlín-Hcidelberg-Nueva York, en forma diferente también R. l.empp (edit.). Psxrhische l'.ntwicklung und SchizophrftiH', Berna-Stultgart-Toronto 1989. 80. En contra se al/an por diferentes motivos muchos investigadores de la esquizofrenia, como S/as/ (op t ii 1 v I S Simón IMí'ine /'ov/ioir, nu-in luhntul und n h Hridrltirrg IU'*ll)

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los signos en el sentido de una psicosis: provoca el f e n ó m e n o al nombrarlo. La m a y o r í a de las veces prescribe medicamentos; en algunos casos -cuando se da actividad violenta o intento de suicidio también puede ser necesaria una hospitalización forzosa. El diagnóstico, en principio provisional, se afianza con las «recaídas», de modo que c o n t i n ú a a veces de por v i d a - el tratamiento con fármacos.*' Con ello ceden las inquietudes de los allegados y cuidadores así como el confuso padecimiento del paciente. El clínico ha creado así unos hechos, y ahora se sabe lo que hay que hacer: en gcnenil. esperar hostil (pie la crisis esté superada. De acuerdo con la orientación y el presupuesto de tiempo, el m é d i c o aplica concomitantementc medidas psicoterapéuticas y psicoeducativas. El resultado es incierto. En el caso favorable el paciente vuelve a recuperarse socialmentc, olvida poco a poco la crisis manteniendo sólo el vago temor, tal vez genético (y por tanto incurable) de volver a estar enfermo. Se concibe y describe un f e n ó m e n o social inquietante y turbador. Las descripciones constituyen las unidades de nuestro m u n do, crean un sentido y con ello reducen la complejidad, delimitan el campo de lo posible y abren a la vez otras posibilidades. Visto así, el concepto de «esquizofrenia» reduce la complejidad, ordena los f e n ó m e n o s hacia un sentido y tranquiliza a los interesados. La esquizofrenia como unidad conceptual limita, por tanto, algo posiblc y abre posibilidades, primordialmcntc de interpretación. A l principio el concepto de «esquizofrenia» fue sólo una h i p ó tesis de trabajo y tenía que facilitar el manejo de un f e n ó m e n o social muy complejo. A través de la orientación científico-natural de la psiquiatría el concepto perdió poco a poco su matiz heurístico y se cosificó insensiblemente. Los datos contradictorios de cien a ñ o s de investigación no lo debilitaron, como tampoco los éxitos modestos de la terapia psiquiátrica o psicológica. (Tampoco la terapia familiar ha presentado éxitos convincentes desde los a ñ o s cincuenta.) Así pues, son muchos los motivos que inducen a concebir de 81. (íiinlhard Wcber puqmne aquí sustituir «recaídas» í HUÍ ktaltvn), que implican una continuidad cosifteada de acontecimientos, por «incidentes» (lurlu/lcn) renovados (taller en el Congreso de llridi-lheig i delirado en aluil dr | W | |

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Cuadros clínicos

ícoría clínica

nuevo en forma heurística la clasificación de los f e n ó m e n o s psicóticos: tendría que estimular la creatividad de científicos y prácticos en vez de simular certezas, que con mucha frecuencia se demuestran destructivas. Crisis psicótica. El psiquiatra suizo Luc Ciompi señala un camino practicable. Tras estudiar durante d é c a d a s el proceso de las crisis psicóticas distinguió tres estadios: la fase p r e m ó r b i d a , la desestabilización crítica con un comportamiento psicótico agudo y la fase poscrítica.*' ('lompi cree «pie es pivlei ihle no incluii las lases primera y tercera en la «esquizofrenia». Primero, porque no existen conocimientos claros sobre una biografía t í p i c a m e n t e p r e m ó r b i d a ; m u chas personas con «vulnerabilidades» probablemente nunca serán psicóticas. Segundo, la fase «poscrítica» sería una salida desafortunada de la aguda, y por lo mismo habría que distinguirla del fen ó m e n o propiamente dicho de la esquizofrenia. A menudo se seguían unas peripecias crónicas del tratamiento clínico de la crisis (serían t a m b i é n una secuela de la hospitalización). Ciertamente que no puede excluirse que una «cronifización» potenciada en la clínica aparezca en los pacientes con lesiones cerebrales y que muestran « s í n t o m a s negativos» en el sentido del concepto tradicional de esquizofrenia; pero hablaría mucho en favor de que también ellos tendrían mejores oportunidades de curación en unas condiciones ambientales favorables, incluidas las del entorno clínico. Lo «clara e i n e q u í v o c a m e n t e patógeno» de la esquizofrenia se muestra, según Ciompi, en la segunda fase. Esto es lo que escribe: «El que se esté realmente enfermo o se siga todavía sano es anlc todo una cuestión de la exclusividad, la estabilidad y la duración del estado dcmcncial, y en cambio se debe menos a la calidad de la vivencia psicótica en sí... Así pues, desde este punto de vista aparecen como capitales para la sintomatologíu psicótica no ya los trastornos primarios o básicos, sino más bien los fenómenos habituales y generalizados de tensión, confusión, ambivalencia y angustia, aunque cada vez más absurdos.»"

82 Véase l . Ciompi. .iffrktfogik, Stuttgarl 1982. 8V Ihiitcm p 289 v II1

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La crisis aguda constituiría el núcleo del f e n ó m e n o psicótico. Pero en principio no sería m á s que una reacción extrema a unas situaciones agobiantes y turbadoras, que por lo d e m á s t a m b i é n pueden darse en personas sanas." La diferencia respecto de la reacción «sana» está, según el propio C i o m p i , no tanto en los síntomas en sí cuanto en la exclusividad, estabilidad y d u r a c i ó n del estado psicótico. Como no se puede reducir directamente a unas causas externas, esos estados serían angustiosos y apenas p o d r í a n rastrearse. 4

I o decisivo poi l a n í o no es i o n i o se llegn n los s í n t o m a s de

unos estados psicóticos, sino m á s bien por que en determinados casos se independizan de un modo tan exclusivo, estable y duradero. Por eso debe aclararse c ó m o las reacciones forzosas a los casos críticos pueden degenerar en un comportamiento duradero y estable. Puesto que cada reacción de estrés está marcada por algo «exclusivo», en m i o p i n i ó n esc aspecto podría pasarse por alto. La diferencia entre crisis «sanas» y «psicóticas» está por consiguiente en su estabilidad y d u r a c i ó n , no siendo por tanto de naturaleza cualitativa, sino cuantitativa. Elementos heurísticos. Explicaré a c o n t i n u a c i ó n algunos de los aspectos del origen y estabilización de las crisis psicóticas: - Incertidumbre. Los estados psicóticos sólo pueden concluirse del comportamiento observado. U n observador que explica dicho comportamiento simplemente como algo enfermizo y absurdo, no le asigna ningún valor de c o m u n i c a c i ó n y no lo «entiende» en el sentido de Luhmann. Y como para él permanece cerrada la lógica interna del f e n ó m e n o observado, sólo sigue su propia lógica: no puede aceptar lo « i n c o m p r e n s i b l e » como c o m u n i c a c i ó n y lo etiqueta consiguientemente como «endógeno». Con lo cual marca el comienzo de la «psicosis». - Poder del diagnóstico. El diagnóstico de «esquizofrenia» soluciona el problema de la doble contingencia de una manera especial: estabiliza las estructuras de expectativa frente a lo incomprensible. Como elimina r á p i d a m e n t e muchas incertidumbres, tranquiliza a 84. La prueba experimental al respecto la aportaron en los anos sesenta las investigaciones sobre la privación de los sentidos. Las personas del experimento, enleramente protegidas de los estímulos externos, empezaron después de algún tiempo a producir por sí mismas estímulos y por tanto a alucinar.

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Teoría clínica

todos los participantes - i n c l u i d o el propio afectado - y propende a la estabilización. - El papel de la familia. Las crisis psicóticas aparecen a menudo con la desaparición de la casa paterna. Parece, sin embargo, precipitado derivar de la misma una conexión interna y conceptos como «familia esquizofrénica» o incluso «simbiosis maligna». La familia no « p r o d u c e » la esquizofrenia, como tampoco la producen los genes. Por lo d e m á s , en un i n d i v i d u o hay que examinar si determinados modelos de una familia bloquean la flexibilidad, que debe acreditarse precisamente en el tratamiento de las crisis. - Mecanismo de autocuración. Las crisis psicóticas son estados de elevada disonancia interna, en los cuales la percepción de la mismidad personal no es compatible con unas expectativas propias o ajenas - i m á g e n e s del m u n d o - . Producen un sufrimiento, que se debe aminorar. En el marco del «proceso de autocuración» la persona se vuelve hacia su interior (autismo. aislamiento) o hacia fuera (carácter intrigante, verborrea incontenida o incluso agresión). Intenta por ello restablecer la consonancia i n terna por cuanto difumina los e s t í m u l o s desconcertantes o los incorpora reforzados. - Estabilidad. Hay que aclarar sobre todo por q u é tales reacciones tan fatigosas y agotadoras no vuelven a decrecer rápidamente, como suele ocurrir con los hábitos por ejemplo. La solución se buscó en analogías con modelos físicos, que presentan fluctuaciones estabilizadas y síntesis de los propios valores idiosincrásicos. Los investigadores de la c o m u n i c a c i ó n han sospechado que la intentada salvación de la crisis puede a su vez convertirse en un problema permanente."' T a m b i é n cabría pensar que el afectado, a causa de su flexibilidad deficiente, cae en una viraje infinito, que estabiliza el estado de excepción mediante un reacoplamicnto positivo: « i m p e r t u r b a b l e » por influencias internas o externas, reproduce sus estados ú n i c a m e n t e en el contexto de la crisis.

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{ - ¿Monofrenia? En una consideración teórica diferenciada cabría suponer h i p o t é t i c a m e n t e que, en el momento de la crisis, el afectado sólo dispone de escasos o insuficientes modelos -coherencias operacionales- para manejarse adecuadamente con las m ú l t i pies exigencias sociales. Desde ese punto de vista la crisis psicótica no respondería a la división de un alma concebida como una unidad («locura de d i v i s i ó n » , Spaltungsirrcsein), sino al derrumbamiento de la normal estructura personal «polifrénica» hasta un estado unitario «monofrénico». Esto explicaría muchos aspectos de la crisis psicótica - c o m o la elaboración indiferenciada de e s t í m u los, la lógica uniforme del proceso mental, un comportamiento social estereotipado, la rigidez frente a un cambio, e t c é t e r a - , y tambien la observación de que una polifacética situación p r e m ó r b i d a se deja sentir positivamente sobre el proceso. Las peripecias crónicas serían por el contrario consecuencia de una limitación « m o n o frénica» y duradera de la estructura de la personalidad como rcsultado de la crisis y de su tratamiento. Las consecuencias para la terapia fueron que o bien tenía que estimular una activación de unas coherencias postergadas de momento (terapia propiamente dicha) o bien había de contribuir a la ampliación del repertorio correspondicnte (planteamiento psicoeducativo). - Influencia del tratamiento. El entorno de una clínica puede resultar estabilizador. Crea un apartamiento, interrumpiendo los círculos regulares que reproducen el estado de excepción. Pero las consecuencias de una crisis psicótica dependen esencialmente de c ó m o se trata al paciente. Es importante sobre todo la b ú s q u e d a acliva de alternativas, sin esperar simplemente a que la crisis remita o evitar crisis nuevas mediante una medicación continuada, por ejemplo. Esto ú l t i m o encierra el peligro de desencadenar unas expectativas patógenas. Objetivos de la terapia. El trato con crisis agudas tiene consecuencias de por vida. Algunas medidas de urgencia, que en princip i ó mitigan el sufrimiento, pueden fijar el problema para largo. Esto se aplica especialmente a la «patologización» y al tratamiento con fármacos. La primera atribuye el sufrimiento a causas «externas», y asi reduce la disonancia interna y la incertidumbre del padente. Los medicamentos, por contra, trasladan al paciente a un 219

teoría clínica

I ''valuación

estado orgánico que le es e x t r a ñ o , que (a diferencia del psicótico) puede referirse a factores externos y tener en consecuencia un efecto de distensión." Ambas formas de tratamiento pueden ser coherentes e indispensables. Tranquilizan a todos los interesados y distienden la situación, lo que puede resultar muy beneficioso en la terapia posterior, l i n n i ñ o s y j ó v e n e s , y probablemente t a m b i é n entre adultos, ya al comienzo, la d i s m i n u c i ó n y supresión de la medicación tienen un electo terapéutico, como criterios externos para el enjuiciamiento « c o m p e t e n t e » del propio estado. Sin embargo, la hipótesis de que un tratamiento medicamentoso sea en sí suficiente o apropiado, no se confirma ni por las experiencias clínicas ni por la investigación. Una alternativa m á s apropiada y amplia es también a q u í la ayuda a la autoayuda. Sobre todo entre j ó v e n e s es conveniente aprovechar el potencial de la familia. Ésta tiene así una oportunidad de movilizar sus fuerzas y de ayudar al afectado a probar por sí mismo nuevos modelos de interacción. Cuando la familia lo logra, disminuye la probabilidad de que aparezca una nueva crisis psicótica. En la terapia deberían tenerse en cuenta los aspectos siguientes:

t a m b i é n hay que respetar a quienes no admiten ninguna ayuda terapéutica. Para terminar querría citar las palabras de una antigua paciente del psiquiatra británico Shcpherd, una escritora que. tras numerosas estancias hospitalarias y unos doscientos electrochoques. q u e d ó «clínicamente c u r a d a » . He a q u í lo que escribió retrospectivamente:

7

- Una actuación transparente del terapeuta contribuye a la reorientación y actúa como « c o n t r a v e n e n o » del trastorno. - Reconocimiento de los recursos del afectado y de sus allegados, para determinar así la terapia. - El encargo debería llevarse a cabo con mucha sensibilidad y respeto. Los afectados suelen desear superar lo antes posible la crisis m o m e n t á n e a o simplemente quieren que se les deje tranquilos. En el primer caso es conveniente «apartan>. para romper el círculo regular psicótico. Mas si el afectado se ha instalado en una «forma de vida crónica», incumbe al auxiliador procurar un alojamiento digno. Eso ahorra a las dos experiencias infructuosas y en definitiva humillantes. Muchos afectados liberan fuerzas sorprendentes en las crisis psicóticas y d e s p u é s de las mismas; pero

87 Otra varíame es la «intervención paradójica». Crea una contusión comunicativa, motiva al aiéctado y rvenlualmcnle a sus parientes al empleo de nuevos medios para superar la confusión

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«De repente fui despojada del ropaje de mi esquizofrenia, que había llevado doce largos años. Todavía me recuerdo cómo lo recibí: cómo en medio de la agonía y el pánico encontré inesperadamente calor, consuelo y protección; cómo deseaba deponerlo, y sin embargo no quería separarme del mismo: aunque el ropaje no lo llevase abiertamente, siempre lo tenía a mano para, en caso de necesidad, vestírmelo a loda prisa como protección contra el mundo cruel. Y ahora había sido retirado, los especialistas lo habían desterrado oficialmente. Nunca más volvería a ayudarme.»"*

Resumen Los diagnósticos son prescripciones y siempre dicen algo de sus autores, aunque comunicativamente se demuestren útiles. Las categorías para el comportamiento humano sirven al práctico como instrumentos para reducir la complejidad y tomar decisiones prácticas. Modelos como los a q u í desarrollados sólo pueden ser provechosos cuando se entienden como estímulos, sin tener que otorgarles una realidad objetiva. Esos modelos tienen que actuar sobre todo como apertura y ampliar las posibilidades disponibles, y tienen que contribuir a estimular la curiosidad y la creatividad del clínico y a eliminar la carga de las « c e r t i d u m b r e s » restringentcs.

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8. Evaluación En este ú l t i m o capítulo analizo las posibilidades de evaluar la ayuda clínica, sin c e d e r á las tendencias, que Gurman y Kniskcrn 8K. Vcase M. Shcpherd. op cil.. p .17

Teoría clínica

Evaluación

han denominado «tecnolatría» y «metodolatría»:*" reducir la complejidad social de las terapias a unas técnicas o unos modelos estandarizados. El provecho de las terapias vamos a valorarlo a q u í de un « m o d o sistémico».

Evaluación

en la psicoterapia

Evaluación parece en principio un concepto nada complejo: dice si algo es valioso o no lo es. Pero la cuestión de c ó m o se puede consensuar el valor de un contenido objetivo supone unos criterios apropiados, un conocimiento de las variables, unos enjuiciadores dignos de crédito y unos resultados equiparables. Ahí se muestra la problemática de cualquier intento de evaluación, que debe ir m á s allá de la simple medida del valor y debe realizarse de acuerdo con unos criterios científicamente aceptables. En la ciencia «exacta» el valor de un contenido objetivo es una propiedad inherente y debe captarse « o b j e t i v a m e n t e » mediante unos m é t o d o s adecuados. Los investigadores sistémicos. sin embargo, tienen que partir del hecho de que el valor de un contenido objetivo -al igual que todos los conocimientos y explicaciones deriva de la estructura biológica de los observadores. Mas si quieren consensuar sus afirmaciones axiológicas y evitar así el reproche de puro subjetivismo, tienen que coordinar con otros en forma comunicativamente útil sus conocimientos y pautas de valoración.

La resaca de la tradición En la psicoterapia un intento de e v a l u a c i ó n cionalmcntc valorar el provecho de los m é t o d o s r á n d o l o s de todas las otras influencias. Según el perimento científico los m é t o d o s terapéuticos

significa tradiaplicados, libemodelo del exse consideran

89. A.S. (turman y I I P Kniskern. «Tcchnolalry. melhodolatry. and Ihe residís of family therapy». en hamilv l'mrw 17. 1478. p. 275-281.

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como variables independientes y sus efectos causales como variables dependientes. En la medida de lo posible hay que excluir eventuales variables entorpecedoras, como serían juicios subjetivamente « c o n t a m i n a d o s » , el « c a r i s m a » del terapeuta, los efectosplacebo, la remisión e s p o n t á n e a , los cambios «naturales», las casualidades, las influencias externas, etcétera. Con ello se llevan a cabo unos estudios cuasi experimentales, como por ejemplo comparaciones de series de tiempos o comparaciones con grupos de control, t a m b i é n según el tratamiento del placebo y el pseudotratamiento. Esta investigación trata los problemas vitales como unidades discretas y estables, que se pueden captar y mediar objetivamente y sobre las que se pueden influir por vía causal, estando sujetos por lo mismo a la causalidad lineal y a la estructura sujeto-objeto. Desde este punto de vista los juicios de los interesados -terapeuta y cliente- son en principio inseguros, pues están sujetos a influencias que no se pueden evaluar ni deducir, entrando ahí sobre todo la emotividad de la relación terapéutica. En el caso ideal se necesita, por el contrario, unos enjuiciadores neutrales y unas medidas objetivas, y al menos un diseño de investigación consistente y válido en sí. Pero como en el mundo psicoterapéutico apenas pueden cumplirse tales supuestos, muchos críticos echan la culpa al intento de evaluación convencional de ni siquiera estar habitualmente a la altura de sus propios criterios. A la luz de dicha critica los resultados demuestran que:"' w

- La psicoterapia, a pesar de su orientación, tiene escaso o mediano efecto, y se le sobreponen a d e m á s las «curaciones espontáneas». - Hasta ahora ninguna escuela ha podido demostrar de manera específica los factores d i n á m i c o s y los efectos postulados. - Los resultados de la psicoterapia se deben en una parte notable a factores « n o específicos» de la relación entre paciente y tera90. Véase, por ejemplo. H. Bommert y otros. Indihitmn :ur Fanuhauhrruptc. Stutlgart-Bcrlín Colonia 1490 con numerosas referencias. 91. Véase, por ejemplo. H. Bozoeek y K. h. Buhlcr. «WirlclaMorcn der Psycholherapie-spivifische und unspc7ilíschc Einflusse». en lorluhrine der Nrumlugir und Vsyehiatne 56. 19K8. p. 119-132 con una bibliografía extensa.

223

I valuación

Teoría clínica

peuta. De ahí que con toda razón hayan de tenerse en cuenta esos factores « n o específicos».'" Más seguros suenan los resultados del meta-análisis de los estudios de éxito. Smith, Glass y Miller examinaron por ejemplo, en su famoso estudio, 475 informes sobre terapias controladas en el sentido de la fuerza de los efectos (diferencia media estandarizada entre grupos de tratamiento y de control). Incorporaban 18 formas de terapia, entre las que figuran también «tratamientos-placebo». A pesar de las deficiencias metodológicas, los resultados permitieron reconocer fundamentalmente que la psicoterapia en su conjunto es provechosa y que obtiene resultados mejores que muchas de las medidas psicosocialcs." Pero hasta ahora el intento de evaluación no ha podido demostrar o predecir ningún efecto causal. En sus esfuerzos por captar objetivamente los problemas y su solución se ha metido en el callejón sin salida epistemológico del objetivismo y hubo de negar el carácter huidizo y recursivo de los f e n ó m e n o s sociales. Pero también es peligroso que esc planteamiento desconfíe implícitamente de la a u t o n o m í a , la credibilidad y la capacidad de j u i c i o de los interesados. 1

Evaluación en la terapia familiar En los artos cincuenta y sesenta la terapia familiar iba a poner un nuevo fundamento como alternativa a la psicoterapia centrada en el individuo. Cierto que sobre el trasfondo de la teoría sistémica y de la cibernética ha cambiado el pensamiento terapéutico, pero no produjo ningún intento de evaluación a u t ó n o m o ; hasta ahora los resultados son a d e m á s contradictorios, ( i u r m a n y Kniskern, por su parte, concluían así su estudio de 1981: En cualquier caso la terapia familiar es m á s efectiva que ninguna terapia. Dos tercios de las familias muestran algún tipo de mejoría después de una terapia. - Sólo del cinco al diez por ciento de las familias tratadas se lamentan de efectos negativos. - La terapia familiar se demuestra especialmente adecuada en los problemas matrimoniales y familiares, así como en los trastornos de n i ñ o s y jóvenes." Wells y Dczen, a su vez, objetaban que la terapia familiar es probablemente eficaz, pero que todavía carecemos de pruebas claras a favor de su eficacia." Tampoco en el mundo de lengua alemana se ha explicado hasta ahora la cuestión de la eficacia: «la terapia familiar se ha extendido pues en buena medida, aunque no por completo, sin unos seguros "anuncios de éxito"»."" Bommert y otros llegan, sin embargo, a una valoración m á s favorable." Según ellos, la terapia familiar es i n e q u í v o c a m e n t e eficaz, independiente de cualquier escenario (en ambulatorio o en hospital) y con una eficacia especial en los problemas de c o m u n i c a c i ó n . Dos tercios de las familias m o s t r a r í a n resultados positivos, sin que los efectos negativos fueran m á s frecuentes que en otros tratamientos. La d u r a c i ó n de la terapia no sería determinante para el éxito. 4

1

7

92 Vcnsc hollinen l> /nnmi-i (edil), Ihe lUeiapeultwhe ttefichioiy, Wcinllelin I9K1 9:i. I os resuliados mas importantes del meta-análisis de M I . , Smith. (i.V. (ílass y I I. Millei i t he fíenetils oí 1\\< hi>ther,tpv, Raltimorr-I .ondres 19X0) son: I) la psicoterapia es mejor t|uc ningún tratamiento (al paciente medio le va mejor al final de la terapia que al ochenta por ciento de los no tratados): 2) los efectos negativos de la psicoterapia son pequeños y raros: 3) las terapias verbales y las conduclistas son poco más o menos igual de eficaces: 4) el electo de la psicoterapia se refuerza después de dos .utos. S) las pacientes femeninas la aprovechan más que los hombres: 6) en pacientes depresivos y tnonosintoniáticos la terapia actúa mejor que en los psicóticos. neuróticos y mentalmente imivedidos: ?) la duim ion tic la terapia y la cspericncia de los leiajieulas no influyen en el etcelo adecuado. K) las iclapias individuales v las de grupo son igualmente eficaces, y 9) los estudios de evaluación concebidos con un método riguroso muestran los mejores resultados. En su meta-análisis de los estudios de resultados de los 74 casos de lengua alemana W.W. Wittmann y ( i . E . Matt facilitaron una menor eficacia que Smith y otros: según ellos al paciente medio le iba mejor que al 66 por ciento de los no tratados con terapia; parecía además que la terapia conductista era superior a otros procedimientos como la terapia centrada en el cliente y la psicodinámiea. («Mcta-Analysc ais Integration von Forschungscrgebnissen am Beíspicl dcutschsprachigcr Arbcitcn 7ur Eflcktiv itát von Psvchotlicrapie». en Psyeholoiiisthe Kumhchau 37. I9R6, p. 20-40)

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94. A.S. (iurman y I ) IV Kniskern. «Family Therapy Outcome Research, knowns and l
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Teoría clínica

Evaluación

L valuación

desde la perspectiva

sistémica

Situación departida. La evaluación depende siempre de los par á m e t r o s axiológicos de los directamente implicados. El significado, por ejemplo, de una vida « n o r m a l » , «ideal» o «aceptable» puede ser enjuiciado de forma diferente. De ahí que tenga poco sentido dejar la evaluación en manos de censores «neutrales» y desinteresados con sus propias concepciones axiológicas."" A mediados de los a ñ o s setenta Jay Haley dio los primeros impulsos para una evaluación sistémica. Separó netamente el trabajo del terapeuta de la labor del investigador y describió los síntomas como unidades, que sólo resultaban comprensibles en el contexto comunicativo en el que surgen. N o constituyen por tanto unidades de información aislablcs, que puedan medirse y compararse, sino declaraciones creadoras de sentido en un proceso comunicativo. Las manifestaciones de pacientes d e s p u é s de una terapia por ejemplo en un interrogatorio c a t a m n é s i c o - surgen en el marco de una c o m u n i c a c i ó n específica y no se deben comparar directamente con las que motivaron la terapia. La comparación de datos anteriores y posteriores a una terapia equivaldría a la c o m p a r a c i ó n de dos desconocidos sin una entidad relacional c o m ú n . Por ello propone Haley limitar la valoración de la terapia a las cuestiones siguientes: - ¿Se ha solucionado el problema o persiste? - Después de la terapia ¿ha buscado el paciente otra instancia auxiliadora?"' Estos criterios r e s p o n d e r í a n tanto al deseo de los clientes de solucionar el problema como al interés epistemológico de los clínicos. Quien exigiera m á s ignoraría el elemento comunicativo de la evaluación y cosificaría el proceso terapéutico. 9H A comien/ns de los anos ochenta se publicaron criticas merecedoras de atención al planteamiento y la metodología de la investigación evaluadora de la terapia familiar: J . Lcbow («Issucs in the assessment of oulcome in family therapy». en Family Pr
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Familienlherapie. op. cit., p. I02s.

Lyman Wynne propone montar el intento de evaluación sobre dos columnas: el « p r o b l e m a p r e s e n t a d o » y el « p r o b l e m a de la terapia» elaborado conjuntamente. Sostendrían tanto el desarrollo de la terapia como la evaluación. Como terapeuta familiar en activo Wynne aboga a d e m á s por transformar, junto con la familia, el « p r o b l e m a » originario en un « p r o b l e m a de relación»: «Para mi personalmente una terapia familiar sólo es una terapia familiar "correcta", cuando se ha logrado un consenso sobre un problema rclacional y al mismo tiempo se ha conseguido un contrato formal o informal con el objetivo de tratar ese trastorno relacional.»"" 1

Steve de Shazer y sus colegas recurren en sus estudios terapéuticos a los enjuiciamientos subjetivos de los clientes. Eso es algo que puede combatirse desde la perspectiva del intento de evaluación tradicional; pero descansa t a m b i é n sobre la decisión de tomar en serio al cliente y de convertirlo en el criterio central de cualquier valoración terapéutica. De Shazer objeta con razón que ya al comienzo de la terapia existe un autocnjuiciamicnto: « Y o / n o s o t r o s tengo/tenemos un problema.» Si esc autoenjuiciamienlo bastase ya por sí solo para recibir una ayuda profesional, tendría que contar también como criterio para el valor de una terapia: « T o d o sumado somos de la opinión de que los clientes saben ya lo que pueden hacer para resolver los problemas por los que nos buscan. Lo único que ignoran es que lo saben. Nuestro cometido en la terapia reducida es ayudarles para que aprovechen por sí mismos de una forma nueva el conocimiento que ya poseen.»""

Si la evaluación se apoya en el autoenjuiciamiento de los clientes «peritos» o «expertos de sí m i s m o s » - . se parte de su mayoría de edad: puesto que saben c u á n d o tienen un problema y necesitan de ayuda profesional, pueden t a m b i é n valorar perfectamente si el problema persiste y si la ayuda es la adecuada. 100, I . C. Wvnne. «7.um Sland der Forschung in der Familirnthcrapir: Prohleme und frrnds». en .Yi'i/.w lamihi- I. I9HH, p I I 101. S. de Sha/er > otros. «Kur/lheiapie - /lelgericluetc I ulwicklung von I osungen». en Faiwliemhnamik I I . 1486. p 204.

227

Teoría clínica

D e t e r m i n a c i ó n clínica de la posición La evaluación es c o m u n i c a c i ó n . Esto remite a unos límites estrechos todos los juicios de los observadores externos y de los i m plicados: cualquier encuesta al comienzo o al final de una terapia, por «neutral» que sea el modo en que se realiza, afecta ú n i c a m e n t e a esc determinado sector de las posibilidades comunicativas y su sentido depende de c ó m o los interesados conocen y valoran el contexto de la entrevista y de c ó m o están dispuestos a compartirlo. En tanto que proceso comunicativamente condicionado, la evaluación es siempre un acto de toques subjetivos y emocionales, de modo que el intento de superar esas fronteras por los m é t o d o s m á s refinados no objetiva los hechos, sino que crea nuevos f e n ó m e n o s y nuevos «sistemas». Formas de evaluación. En torno a la evaluación de las terapias se agrupan distintos sistemas comunicativos con sus objetivos y temas respectivos, que yo querría distinguir en cuatro aspectos: - El interés social para proteger a quienes buscan ayuda frente a las medidas ineficaces o perjudiciales; - El interés científico por declaraciones «capaces de c o n e x i ó n » ; - El interés clínico del terapeuta por orientar su actuación; - El interés de los clientes, que enjuician la ayuda recibida y actúan de acuerdo con ella. En el primer aspecto se trata de la c o m u n i c a c i ó n entre auxiliadores y órganos sociales: los terapeutas tienen que demostrar su competencia para asegurar el bienestar de quienes buscan ayuda y para iuslificar los costes invertidos. Aquí se puede responder a las preguntas que se formulan a las escuelas terapéuticas mediante datos estadísticos, que hacen posible una consideración superior de costes-provecho. Por el contrario, los intereses científicos y prácticos están muy entrelazados. En ú l t i m o t é r m i n o la investigación tiene que servir de orientación a los prácticos. Mas, dado que las afirmaciones relacionadas con la población difícilmente pueden referirse al caso singular, el intento de evaluación - s i debe tener relevancia de cara a la práctica tendría que aspirar a una relación equilibrada entre los 228

I valuación

intereses por las valoraciones generales y especiales. Aquí no bastan los puros datos estadísticos. El interés del cliente no tiene por q u é ser reclamado ni regulado, sino que está presente de forma e s p o n t á n e a e indeclinable. Yo parto del supuesto que es la fuente de evaluación m á s i m portante, pues es el cliente en exclusiva quien puede enjuiciar el «resultado» de una terapia: ú n i c a m e n t e él conoce las emociones de las que a q u í se trata: el sufrimiento y el alivio. Para ello es por completo irrelevantc el tipo de medidas y criterios que el cliente aplica. .Su j u i c i o puede incluso cambiar en el curso de la terapia o desviarse de la e s t i m a c i ó n del terapeuta y de otros observadores. Evaluación sistémica. N o existe todavía una evaluación perfectamente elaborada y de concepción sistémica. Debería partir de la a u t o n o m í a de los participantes cliente, terapeuta, investigador- y entenderse como una c o m u n i c a c i ó n , tendría que apoyarse en el j u i c i o de los interesados y tener en cuenta si los i n tereses sociales, científicos o personales del terapeuta y del cliente se encuentran en un primer plano. El resultado serían cuatro campos fenomcnológicos distintos, que no deberían fusionarse ni reducirse unos a otros.

Primeros resultados La estimación de los interesados acerca del curso y resultado de una terapia se realiza en el marco de dos comunicaciones distintas con sus respectivos temas: satisfacción del cliente y satisfacción del terapeuta. El cliente se siente satisfecho, cuando se siente correctamente tratado por el terapeuta y su padecimiento se alivia o termina ( « c o n s u m a r satisfacción»). Y el terapeuta, a su vez. está satisfecho cuando ha respetado los criterios y m é t o d o s , que subyacen en su planteamiento («satisfacción profesional»). Ambas formas de satisfacción se refieren a fenómenos diferentes; pero el observador, que adopta una perspectiva superior y se centra en el encargo tomado de c o m ú n acuerdo, puede «correlacionarla» y aunarlas. Y, como con ello introduce un plano nuevo de comunica229

T e o r í a chuica

avaluación

ción. debería observar el control lógico y no sacar precipitadamente conclusiones causales de unas conexiones correlativas. Ejemplos de investigación relevante. La terapia sistémica es todavía un enfoque reciente y puede presentar pocos estudios propios sobre su eficacia. Algunos trabajos, que por lo general se han llevado a cabo en el á m b i t o de la terapia familiar sistémica, señalan sin embargo elementos que pueden orientar un intento de evaluación sistémica. Algunos se me antojan dignos de m e n c i ó n : El MeMáster Family Therapy Outcome se apoyaba en una encuesta sobre 279 familias, realizada al final de terapias reducidas con una media de seis sesiones. Se basaba en un porcentaje de satisfacción con los resultados y el curso de la terapia. En el informe se veía que a pesar de los altos porcentajes de mejoría (79 % ) . resultados y satisfacción no coincidían por entero. Una cantidad global de « c o n s u m e r satisfaction» sería ciertamente un criterio importante de valoración, si se aplica cuidadosamente a las peculiaridades del caso respectivo, pero el proceso de una terapia sería un fen ó m e n o complejo, cuyas características especiales no coinciden sin más. '"• En el Redwood Center de California se estudió el efecto de las consultas a la milanesa. Allí entrevista a los clientes una sola vez. un terapeuta distinto del que trabaja con ellos habitualmente, mientras que el terapeuta regular observa la entrevista detrás de la mampara. Todo ello d e m o s t r ó que las familias, que habían vivido las terapias a d e m á s de la consulta, o b t e n í a n mejores resultados. Y los autores sacaron la conclusión de que, por lo general, terapeuta y cliente habían formado un modelo de interacción firme ya a la octava sesión y tendían a repetirlo sin incorporar nada nuevo. La consulta i n t e r r u m p i r í a el proceso del sistema terapéutico e introduciría algo inesperado. 103

Los resultados de las investigaciones llevadas a cabo en M i l waukcc sobre terapia reducida, descansan sobre escuetas encuestas 1**2. Véase C. A Woodward y otros. «Client, treatment. and therapist variables reiated tn outcome m bnef. systems-oriented family therapy». en Family /Vwcsv 20. 1981. p. 189- N7 con amplia bibliografía 101 Véase R - I íireen y M Herget. «Outcomcs of systcmk/slrategic team consultatíon». en Fu milv 'Voces i 78. 1489. p 17-58 y 419-417

23(1

telefónicas de un muestreo representativo del 25 por ciento de los 1.600 casos tratados con un promedio de seis sesiones entre 1978 y 1983. Aproximadamente un 70 por ciento de los cncuestados adm i t í a n haber alcanzado su objetivo terapéutico o al menos habían experimentado tal mejoría, que no necesitaron ninguna terapia u l terior. Estos resultados coinciden con los de otros estudios sobre terapia reducida orientada a la solución." En un estudio posterior se confirmaba que en las entrevistas, que se repitieron seis meses d e s p u é s de terminadas la terapia de aproximadamente cinco sesiones, los porcentajes de mejoría siempre iban en aumento llegando a m á s de un 80 por ciento."*' 104

,s

Los resultados del grupo de Heidelberg, que trabaja con Hclm Stierlin. señalan que su concepto de la terapia familiar sistémica tiene una influencia positiva en familias con miembros psicóticos y anoréxicos. Para ello montan su encuesta sobre datos fácticos (hospitalización menos frecuente y m edi caci ón menor, por una parte; cambio de comportamiento dietético, aumento de peso y mejora en otros datos corporales, por otra), que completan con autoestimaciones de los pacientes respecto de su estructura familiar y de la satisfacción con su forma de vida."" El grupo de trabajo vienes, que dirige Ludwig Reiter, obtuvo asimismo unos resultados que están por entero en la linca de la habitual regla de los tres tercios: un tercio solución del problema, un tercio mejora y un tercio sin cambio."" Moschc Talmon refrendó finalmente el valor impresionante de una «Singlc-Session-Therapy». Personas que, no obstante el ofrecimiento, se decidieron por una sola sesión, informaron sin em104 Véase De Shazer y otros «Kurzthcrapie». op til. 105. Véase J. Wcakland y otros «Brief therapy: Toeused problem resolulion» en Family Prtxess 13. 1974. p. 141-168; más ampliamente en J. K. Zeig y S B (íilligan (edit). fírirl Therapy. Mylhs. Meihods and Melaphors. Nueva York 1990 106 Véase Ci Miller y S. de Shazer, «Jenseits von Beschwerdcn: F.in Enlwurf der Kurzthcrapie». en Reiter y Ahlers. op. cit.. p 117-135 107. Véase O. Weber y otros, op. cit; id. y Stierlin. op cit ; A Retzer y oíros. «Fine Katamnese mamsch-depressiver und schizoafTcktiver Psychosen nach syslemischer Familienthcrapie». en Fanu liend\namik 14. 1989. p 214-235 108. Véase, por ejemplo, S Reiter-Theil y otros. «Finsiellungen von Klienten zur Khcberatung und Bcratungserfolg». en Familiendvnamik 10. 1985, p 147-164, S. Kiimek. «Frgebnissc ciner empinschen Studie zur t'nlersuchung der Wirksamkeil von systemischer Familirntherapie». en I, Reiter (edil ). Ihenne und Pru\i\ wMi'mnrhen Iarnilieniheiapir. 1486. p 154-164

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bargo en un elevado porcentaje de mejorías inequívocas. I In resultado diferente al conjeturado, por lo que puede tratarse de una «resaca», fin definitiva, no se trata de personas que ofrecían «resistencia», que estaban desmotivadas o eran inadecuadas o impacientes, ni tampoco de personas mal tratadas, sino de clientes especialmente satisfechos."" Estos resultados refuerzan la i m p r e s i ó n clínica que la frecuente y poco intervencionista terapia de sesión única puede ser una forma extraordinariamente útil de los m é t o dos de ayuda. Todos los informes sobre resultados parten de la base de mantener una terapia lo m á s corta posible. En m i o p i n i ó n , la brevedad de una terapia es la mejor garantía de que se respetará la autonomía del cliente, el terapeuta cumple su encargo con el m í n i m o de interferencia posible. A d e m á s , esta posición permite aprovechar al m á x i m o el efecto de la primera sesión terapéutica: estudios sobre la «relación dosis-electo» en la psicoterapia han demostrado que el efecto asciende r á p i d a m e n t e desde el comienzo y que ya en la octava sesión alcanza unos porcentajes de mejoría de aproximadamente el 60 por ciento. A partir de entonces es necesario un número desproporcionado de sesiones para poder establecer un incremento importante ulterior."" Estudios propios. En una serie de investigaciones que llevamos a cabo entre 1981 y 1988 en el ambulatorio del departamento de psiquiatría infantil y juvenil de la Universidad de Hamburgo, preguntamos posteriormente a las familias de los clientes acerca de su satisfacción con la terapia y por su estado en el momento de la encuesta.'" En el marco de dos catamnesis mayores llegamos por correo a un total de 532 familias no seleccionadas, que habían visitado nuestra institución en los a ñ o s 1983-1986. Les remitimos un 109. Véase M lalimin. Single-Session Ihetapy. San francisco luyo, 110. Véase K I. Howard y oíros. « I h e dose-cITect rclationship in psyehothcrapy» en \ttiriinin rurh,)l„Kist 41. 1486. p. 159-164. 111 Véase K. Ludewig. R. Schwar/ y H. Kowerk. «Systemische Therapie mtt Familien mit eincm "psychotischcn" Jugendlichcn». en FtimiliendYnamik 9. 1984. p 108-125; id. y R. Schwar/. «Vnibulanic laniiltcnthei tipie Versueh emer empirischen llewrrtimg». en II Renischmidl ledii >. /*w i /loínir.jpir mu Kintinn Juc.cn
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(valuación

cuestionario, cuidadosamente proparado y revisado con este fin -el «Hamburgcr-Evaluations-Eragcbogen. H E 1 » - de las 225 familias que lo devolvieron (un 42 % de devoluciones). Para asegurarnos de que no nos habían respondido por mera cortesía, realizamos una serie de llamadas telefónicas al azar y pudimos comprobar que estaban en la misma relación que quienes habían respondido sobre el curso y resultado de la terapia. Resultados: con una terapia de d u r a c i ó n media de sólo tres sesiones (aproximadamente un tercio sólo había tenido una sesión, dos o tres o un m á x i m o de doce) en torno al 60 por ciento de los que respondieron a d m i t í a n que el problema estaba resuelto o había mejorado. Algunos m á s (el 75 % ) se mostraron a d e m á s satisfechos por el estado actual del niño, que entonces había sido el m o t i v o para la terapia, y en líneas generales con su situación vital. Coincidía a d e m á s el enjuiciamiento de las condiciones terapéuticas - p o r ejemplo, el comportamiento del terapeuta y el clima de las conversaciones- con los datos indicados: en torno al 75 por ciento de los interrogados r e c o m e n d a r í a esc tipo de terapia frente a problemas similares; el 77 por ciento ve hoy m á s bien unas posibilidades propias para solucionar por sí mismos problemas que se presenten de nuevo. Estos resultados se deben al trabajo de unos pocos terapeutas en una única dirección, y por eso mismo ni pueden generalizarse ni considerarse como una prueba de la eficacia de «la» terapia sistémica. A d e m á s un cuestionario a n ó n i m o por correo deja de lado muchos aspectos y un «porcentaje de mejoría» de aproximadamente el 60 por ciento no da pie. sobre todo entre n i ñ o s y j ó v e n e s que están naturalmente en pleno desarrollo, para unas expectativas exageradas. Por otra parte no vemos motivo alguno para poner en duda las estimaciones citadas por nuestros clientes sobre sí mismos y la terapia. Tampoco partimos del supuesto de que todos los clientes no seleccionados de un ambulatorio psiquiátrico infantil y juvenil, con problemas evidentemente difíciles y en parte con sufrimientos «irremediables», pudieran quedar liberados por completo. En una palabra: pese a la insuficiencia del diseño de la encuesta empleado, estos nuevos resultados nos parecieron seguros con un nuevo procedimiento terapéutico, y nos son de provecho en el de233

l'coría clínica

sarrollo ulterior de nuestros conceptos teóricos y prácticos. Incluso después, cuando nuestra terapia sistémica aprovecha en lo esencial a quienes con el tiempo habrían resuelto su problema sin m á s , les ahorra el esfuerzo de un proceso diagnóstico y terapéutico largo. En este sentido parece demostrarse el valor de nuestra terapia sistémica. sobre todo por los aspectos siguientes: su brevedad, el estímulo a la autoayuda y el respeto que con ello se desmuestra a la a u t o n o m í a de nuestros clientes.

Kcuiiiiin

Un aspecto esencial de la evaluación de las terapias es, sobre todo desde el punto de vista de los costes, la relación entre provecho y d u r a c i ó n . Mientras que las escuelas, que se orientan por la « m i n u c i o s i d a d » y « h o n d u r a » , cuentan en principio por años,* 1a terapia sistémica se orienta por el n ú m e r o de sesiones y procura reducirlas al m í n i m o . Sin embargo, desde distintos ángulos pueden presentarse las objeciones siguientes: - Lo que surge lentamente, sólo lentamente puede desaparecer. - Los problemas difíciles requieren terapias complicadas. - El cliente ejerce una resistencia, que sólo depone poco a poco. Los problemas vitales son definitivamente curables o solubles, lo que supone un auloconocimiento profundo y un proceso largo. Pese a las mejores intenciones, tales datos pueden degenerar en medidas de control y tutoría, que no se conciban con el respeto a la manera de ser y a la voluntad del cliente. En este sentido la propuesta siguiente me parece una base coherente para la relación entre terapeuta y cliente: «Estaré a su lado, mientras usted me necesite. A cambio espero de usted que colabore conmigo para hacer innecesaria mi ayuda tan pronto como sea posible.»"-'

\\2. N A ( ummtng'.. «The dismantling o f our Heallh System. Stratcgies for thc survival of psyehnlogical prm tice», en itticriain / ' \ I V / M / O I Í M 7 41. 198o. p, 4 3 0 .

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l-'valuación

He expuesto en este libro una manera de pensar, que entiende al hombre como un ser a u t ó n o m o y a la vez comunicativo. Según este planteamiento ninguna terapia es la terapia mejor. Mas si se estima la ayuda terapéutica como inevitable, debería ser lo m á s atinada y concentrada posible. Con esto tampoco querría seguir la consigna de que la terapia en sí tenga que ser corta, con independencia del contexto problemático. Cierto que no debe desbordarse, pero siempre está sujeta a unas pautas individuales y no absolutas. De cualquier terapia puede decirse: « T o d o está en ser breve»; peto en cada caso debe orientarse por la situación del problema y por el icspelo.

APENDICE I

Casos de ansiedad infantil Caso A: L n la conversación inicial informa la madre que su hijo de diez a ñ o s la aterroriza en toda regla, la ataca de hecho, sabotea la comida del m e d i o d í a para, cuando todos han terminado, obligarla a cocinar de nuevo. N o la «obedece», le da patadas en las piernas, la muerde, etcétera. Algún tiempo d e s p u é s del «black-out» el n i ñ o no sabe nada de todo ello, da una sensación de desamparo y vuelve a ser cariñoso. En o p i n i ó n de la madre los «ataques» se deben a una «alergia al fosfato» que ha diagnosticado el pediatra. ;

El padre, a menudo en viajes de negocios durante días, se muestra relajado y seguro de sí mismo: cuando él está en casa nunca pasa nada. Dice que las dificultades empezaron tres a ñ o s antes, con la escolarización. Hasta entonces el n i ñ o sólo había dado los problemas « n o r m a l e s » de la educación. I In pediatra, al que entonces consultaron, no les había dado importancia c o n s i d e r á n d o l o s un « t r a s t o r n o de c o n d u c t a » . M á s tarde una neuropediatra había diagnosticado « t r a s t o r n o s de percepción». Tras un tratamiento fracasado con ritalina se habían «diagnosticado» trastornos en el metabolismo del fosfato. Mediante una dicta «pobre en fósforo» la situación se había tranquilizado por breve liempo; pero a los pocos días haliiau reaparecido los «ataques». El muchacho dice que no quiere «hacer m á s teatro» y mejora en el hospital. El mismo observa que «se pone furioso» cuando toma fosfatos. Pero esto sólo ocurre en casa, cuando no está el padre. 217

Apéndice I

Nos enteramos por lo d e m á s que ni de la geriatría ni del preescolar se han recibido quejas. En la escuela el n i ñ o pasa por inteligente, aunque con sus «travesuras» a menudo interrumpe la clase. En el curso del tratamiento hospitalario de ocho semanas supimos que la madre estaba totalmente resignada. Hizo hincapié en que necesitaba mucha conformidad y poner todo el e m p e ñ o por ser una buena madre. Pero no lo conseguía con sus tres hijos vivarachos, a los que tenía que educar casi sola. Por ello sufría. Estaba angustiada y apenas era capaz de ser consecuente. A d e m á s , su marido le gritaba a menudo delante de los niños o se burlaba de ella, con lo que se sentía «rebajada». En el hospital ú n i c a m e n t e fue disminuyendo poco a poco la dieta «pobre en fósforo», para hacer posible una observación «necesaria para el diagnóstico». El muchacho estaba por lo general contento y cooperaba para tranquilizarse hablando cada vez que aparecía el nerviosismo. Cuando los fines de semana le daban permiso para ir a casa, se mostraban algunos cambios esenciales. La madre se esforzaba por ser consecuente y actuar de modo claro; el padre continuaba en un segundo plano. El comportamiento perturbador del jovencito ced i ó m a n t e n i é n d o s e en los límites de lo tolerable.

Apéndice I

un poste entre ella y el hijo. Los padres informan que el muchacho ha sido siempre d e s m a ñ a d o y fácilmente mudable, pero muy simpático y colaborador. Dicen que padece legastenia. En la escuela ha llamado ciertamente la atención con su inquietud, pero los profesores habían podido integrarlo. Los padres habían acudido a nosotros sólo porque no q u e r í a n dejar de intentarlo todo. Durante la conversación nos enteramos de que la madre durante su infancia había sido muy inquieta, mientras que su marido siempre había sido una persona especialmente tranquila, aunque había padecido una legastenia desconocida. Muchacho y progenitores se presentan como una unidad a r m ó nica, pero no « a r m o n i o s a » . Personalmente no consideran necesario un tratamiento. Los padres se sienten en condiciones de dar a su hijo la seguridad, el apoyo y la protección emocional necesarios, y de frenarlo o impulsarlo según los casos. Nosotros llegamos en c o m ú n a la conclusión de que no era conveniente ningún diagnóstico ulterior y menos a ú n un tratamiento. En definitiva el joven tenía en sus padres unos expertos buenos y experimentados, que podían mostrarle caminos para controlar su inquietud y su legastenia. Con ello t e r m i n ó el asesoramiento.

Más tarde supimos por el padre que los problemas de a n t a ñ o habían desaparecido por completo; debido a su nueva situación profesional ya no tenía que viajar y p e r m a n e c í a en casa con m á s frecuencia. A d e m á s , un cambio de colegio había resultado beneficioso para el n i ñ o . Pero algunos meses d e s p u é s la madre nos l l a m ó alarmada: el muchacho volvía a comportarse casi con la misma brutalidad que al comienzo; desde hacía algunas semanas el padre estaba en la cárcel. Caso li: U n muchacho de 14 a ñ o s llega con sus padres al térm i n o de la sesión. Los ha enviado un psicólogo, que trató al joven; le había diagnosticado un s í n d r o m e de hiperactividad aconsejando a toda prisa una terapia familiar. La madre simpática sorprende con su lenguaje apresurado y atropellado y con su inquietud motriz. El padre está sentado como 238

239

Apéndice 2

APÉNDICE 2

Extractos de conversaciones con una muchacha anoréxica. IJI muchacha de 13 a ñ o s

que a q u í llamaremos « K a r i n »

mide

158 cm, pesa 33 kilogramos, con una falta de peso de aproximadamente el 25 por ciento. K a r i n es a n o r é x i c a desde hace poco m á s o menos un a ñ o y ya ha recibido dos veces tratamiento hospitalario. Con a l i m e n t a c i ó n por sonda y medidas restrictivas las dos veces e n g o r d ó y r e c u p e r ó su peso normal para que la permitiesen volver a casa. Una ve? en casa, volvía a adelgazar. Su pediatra la había enviado a nuestra clínica a causa de los análisis de sangre que le dejaron preocupado. ( T = terapeuta; K -

I:

K: T:

K: T: K:

Karin).

Podemos partir de dos supuestos: tú estás en un callejón sin salida y necesitas ayuda para salir del mismo. O te va bien, y no entiendes que haces aqui. ¿Qué prefieres? Lo primero. Y o puedo ofrecerte dos cosas: conversaciones, en las que buscamos juntos algunas salidas, sin perder tu imagen; y un plan dietético, para que tú no tengas que decidir siempre sola si has de comer o no y lo que tienes que comer. Humm. Supongamos que el tratamiento aquí ha terminado y que ha tenido éxito. ¿Qué es lo que ha cambiado, en qué lo notas tú? En que puedo comer m á s fácilmente, no sólo de acuerdo con un plan sino cosas diversas; en que no pienso sólo en la comida y en el peso, en que de nuevo puedo hacer deporte y en que estoy menos aislada.

240

I : ¿Cuando empezaste a adelgazar? K: Hace un arto. Y o estaba en el hospital a causa de una fuerte gripe y había perdido mucho peso. Más tarde, ya en casa, tuve miedo de ponerme gorda. T: ¿Qué significa para ti ponerte gorda? Menciona un par de conceptos que encajen con ello. K: Parecer algo cómico, ser objeto de burla, no poder moverme, resultar fea. aislada, repulsiva, penosa, sucia, descontrolada, maniática, regordela, inapetente, abúlica. T: ¿Y eso te parece bueno? K: ¡No' I: ¿Y que decir del carácter alegre, simpático, animoso, contento de la vida cosas todas que se atribuyen a los gordos? K: Pues que si, que estoy de acuerdo. T: Tú dices que estar gorda es penoso, que se burlan de una. ¿Y que ocurre con los flacos'.' K: Que dan pena. I: ¿Qué es mejor, la burla o la compasión? K: La compasión es un poco peor. T: ¡Ejem! Imagina que hay hombres a los que les gustan las mujeres llcnitas: pero apenas los hay que encuentren agradables a las mujeres demasiado tlacas. T: Y o pensaba que era al revés. T: Pero si es así, piensa que las Hacas no solo resultan penosas a los hombres, sino también a las mujeres. ¿Qué dices a esto? K. Podría ser. T: De las anoréxicas se sabe que quieren especialmente a sus madres. ¿Ocurre también eso contigo? K: Sí. T: ¿Que tipo de persona es tu madre? K: Seria y a menudo derrotada. T: ¿Y tu padre? K: Divertido. T: ¿A quién te pareces más? K: A los dos de alguna manera. T: Si fueras siempre como tu padre, ¿que pensaría tu madre? K: Le parecería bien. T: ¿Siempre? K: Quizá tuviera envidia a veces. T: ¿Te lo demostraría? K: No. T: Entonces no sabría dónde estás respecto de tu madre. K: Exacto. T: ¿Podría ser que prefiriese reprimir lo que tienes de tu padre? 241

. •) Mi m, m, Apéndice 2 K: Sí. eso es verdad. Por ejemplo, cuando mamá tiene sus migrañas. E n tonces me pongo triste. 1: Si lucras más alegre, ¿serías mejor que mamá? K: Tal ve/. I : ¿Y eso no lo desearías, porque la quieres? K: Si. "I: Toda la anorexia ¿podría ser un intento para no ser mejor que mamá? K: Podría ser. T: Pero estarías a la vez mejor, por tener m á s fuerza de voluntad. K: ¡Hmm! T: l /na carrera difícil. No puedes ganar ni perder. Si ganas, eres mejor que mamá; si pierdes, ¿qué sucede? K: Mamá piensa que no tengo ningún control sobre mí. T: ¿Y eso qué significa? K: Piensa que no tengo personalidad y tiene que ocuparse de mi. I. Eso significa que ni tú ni mamá podéis ganar ni perder. Si ganas, tú eres la mejor, una hija inhumana, y mamá tal vez se pone triste: si píenles, eres una pequeña ni luí estúpida. Si ella gañil, es una nía drastra; y si pierde, es una estúpida. ¿Que hacer con una carrera tan difícil? K: La dejamos. T: Eso se parece a un callejón sin salida. Pero ¿qué significa eso para el tratamiento que hacemos aquí? ¿Qué piensan tus padres si aquí ganas peso? K.: Que aquí es mejor que en casa. T: ¿Y si no aumentas de peso? K: Que soy una desagradecida. T: ¿Significa eso que tampoco aquí puedes ser mejor? ¿O qué? ¿Hay alguna salida? K: Tal ve/. T: ¿Qué ocurriría con una coartada? Aquí no te haces mejor, pero no podrías evitarlo en razón del plan. K: ¡Hmm! T: Antes hacemos un plan de c ó m o iría, cuando hayas probado exactamente si en los próximos días aumentas de peso, disminuyes o sigues igual. Eso lo tomamos como punto de partida. ¿De acuerdo? K: De acuerdo. T: Sólo un ruego: si decides bajar de peso, que no sea demasiado. Pues tus padres se preocuparían y nosotros tendríamos que obligarte a ganar peso. ¿Entendido? K: ¡Entendido! I res d í a s d e s p u é s K a r i n h a b í a mantenido su peso al gramo. Ahora desea un plan: « E n t o n c e s puedo decir que interesaba el

H)

Apéndice 2 plan.» En el curso posterior de la estancia hospitalaria se rige con toda escrupulosidad por el plan, aunque sin aumentar considerablemente de peso. El plan p r e v é que sólo a partir de un peso determinado puede pasar el fin de semana en casa. Durante la semana K a r i n aumenta de peso y el fin de semana en casa vuelve a perderlo. D e s p u é s de algunas semanas K a r i n y yo establecimos de com ú n acuerdo que su anorexia era demasiado fuerte como para perm i t i r l e la libre circulación. Cambiamos el plan y la limitamos mucho m á s . Pero seguía perdiendo peso. Los extractos siguientes proceden de una c o n v e r s a c i ó n que mantuvimos tras la corrección del plan. (Para la misma me o r i e n t é por el concepto de «extcrnalización» llíxtcrnalisicrung]

T: K T: K:

T: K: T: K: T: K: I: K: T:

K: T: K: T: K:

T: K:

de Michael White.)

Has vuelto a perder peso, ¿qué significa eso? Me encuendo mal, el nuevo plan me ha quitado el coi aje. Alioui ya no voy a casa para nada. ¿Quiere eso decir que la anorexia triunfa ahora por completo? No lo se. Parece dominarte e imponerte sus leyes. ¿O existe otra ley según la cual vives tú? Sí, no puedo permitirme nada. Entonces ¿es m á s bien la culpa la que te dicta sus leyes? Sin duda alguna. ¿En qué lo notas? Por ejemplo, en los últimos tiempos. Creo que ya no mere/co que mis padres sigan visitándome aquí. ¿Así que la culpa lo domina todo en ti? Casi todo. ¿Significa eso que en ti la culpa tiene muchos más cometidos de los que debiera? Pues realmente pertenece a tu trasfondo y debería provocar que no hicieses nada malo. Además, puede señalar desde ahí tus defectos, para que puedas aprender a comportarte debidamente. Sí, la culpa se mezcla en todo. ¿ D e dónde tienes esa culpa tan fuerte? ¿quien le la ha dado'.' Sin duda mis padres. Tampoco ellos apenas se perdonan algo. ¿Quieres que examinemos c ó m o la culpa se deja sentir en la relación con tus padres? Sí. Por ejemplo, ¿cómo se mezcla en la relación con tu padre? ¿Qué la hace posible, qué es lo que la impide? Exige que yo lo haga todo, para que papá no esté triste.

243

Apéndice 2

Apéndice 2 T: K.: I: K;

T:

K: T: K: T: K: T: k. T:

K: T: K: T:

K;

T: K.: T: K: I. K I: k: 1:

¿Y que es lo que hace posible? L a armonía, que yo siga siendo su hija pequeña. ¿Y qué es lo que impide? Que los dos cro/canms, que cada uno viva por si y que. sin embargo, mantengamos una buena relación mutua, pero distinta, una relación adulta. ¿Eso significa que la culpa combate y reprime el crecimiento? Pero ¿puedes recordar cuando en los últimos tiempos ha vencido el crecimiento a la culpa en la relación con tu padre? Sí, en los últimos tiempos yo era odiosa para papá y él estaba triste. Pero después pasó. Y entonces el crecimiento se impuso a la culpa. ¿Fue bueno o malo? Fue bueno. ¿Y c ó m o actúa la culpa en relación con tu madre? Antes mamá siempre dijo que yo no era culpable. ¿Y ahora? Si no aumento de peso, m a m á dice que es culpa mía. ¿Podría significar eso que la anorexia es tu aliada, que cuida que la culpa sea tuya? ¿Que te ayuda a conquistar para ti tu propia culpa y quitársela a tu madre? ¡Hmm! Entonces la anorexia sería más bien un medio para llegar a ser adulta; es decir, a tener una culpa propia, que ya no pertenece a tu madre. ¡Hmm! Eso suena muy lógico, pues de niños generalmente no se tiene ninguna culpa; la administran los padres. ¿Significa que sabrías que eres adulta porque tienes tu propia culpa? ¿También para ti tiene eso sentido? Sí. Visto así. sería tonto que te apresurases a renunciar a la anorexia. ¿o no? Podría ser. ¿Puedes recordar cuándo fuiste culpable la última vez frente a tu madre? Sí. en Navidades. Entonces mortifiqué a mamá... Es decir, que la anorexia es tu aliada para atormentacr a tu madre. para que le deje tvi culpa... A»l paiccc l'ues solo quien tiene una culpa propia es adulto. Entonces se le loma a uno en serio, porque se tiene una culpa propia, Sí. ¿Y si tu madre es víctima de una culpa demasiado fuerte, que le impide ponerse furiosa contigo? Entonces estaríais dando vueltas y no os encontraríais? ¿Qué hacéis entonces?

244

K: Quizá tengo que probar a ver si se pone furiosa. Entonces tendría yo mi culpa. T: ,,Y si no se puede poner furiosa'' ¿Quieres lií esperar toda la vida e Hítenla rio continuamente? k: No. Entonces podría ser adulta, aunque mamá no me acompañe. Algunos d í a s d e s p u é s Karin nos ruega que decidamos por ella lo que tiene que comer. Ella no lo consigue sola. En esa lase los padres se retiran casi por completo y raras veces visitan a su hija. Sabemos que por primera vez se han ido de vacaciones de verano sin la hija y que se sienten bien. Karin aumenta de peso « g r a m o a g r a m o » y proclama que desprecia nuestras medidas. Así parece que la estancia en el hospital carece de sentido y que el problema se agrava. En la c o n v e r s a c i ó n final el terapeuta explica que Karin y su anorexia son m á s fuertes que las posibilidades con que él cuenta. Ha fracasado y abandona el caso. Karin se manifiesta aparentemente satisfecha y tranquila y dice que ahora, al volver a casa, está segura de que podra decir a d i ó s a la anorexia. Sus padres h a b r á n cambiado y ya no e s t a r á n pendientes de ella; ahora se siente libre para empezar su propia vida. Los padres comprenden que t a m b i é n ellos han recuperado el valor para hacer su propia vida: ahora q u e d a r á exclusivamente en manos de su hija el hacer lo que ella quiera. N o a g o b i a r á n m á s a Karin. Algunos meses d e s p u é s nos escribió Karin d i c i é n d o n o s que iba notablemente mejor y que sus padres vivían ahora su propia vida.

245

Í N D I C E DE A U T O R E S

Adlcr. A. 45 .SO 63 Ahlcrs. C. 152 Allporl. ( i . 48 Andersen. T . 152 157 174 Anderson. H. 135s 162 171 Aristóteles 27s 31 107 Baisctte. G . 19 30 Balint, M. 58 Balmer. H. 40s Bandura, A. 5> Bateson, G . 24 63s 66 71 100 106 137 197 Heiliterew. V. 46 Bcngoa. J . IV Bcrger. P. 115 Bertalanffy. L . v. 51 107 Bildcn, H. 183 Bleuler, E . 211 Bleuler, M. 21 ls Bodcnhcimcr, A. 172 Bogdan, J . 137 Bóhme. H . 74 Bommert. H. 61 223 225 Borst, U . 213 Bósc. R. 113 Boszormenyi-Nagy, I. 64 Bourgcy. L. 30 Bowcn. M. 64 (

Bozocck, B. 223 Brengelmann. .1. 59 Brochcr. T. 46 Brock, B. 123 Brody, H. 161 Buber. M. 10 49 Buchholz, M. 46 58 Buhlcr, K. 223 Castañeda, C . 81 Cecchin, G . 152 Ciompi, L 212 2l6ss Cohén, K. 213 ( l o n e n , V.

115

Cummings, N. 234 Dastague. J . 18 De Shazer, S. I35ss 152 162 171 175 227 231 Dell, P . F . 100 135 152 196 Dcmócrito 19 Dcnekc. F . 57 De/en, A. 225 Dilthcy, W. 41 Dórner. D. 52 211 Ducrr, H. 21 Eggers. C . 214 Fiserl. II I 9 l s

247

índice de autores Epston, f). 136 F.yscnck. H.-.I. 59 161 Fagan. R. 107 Fechner. G . 41 Fischcr. G . 46 Foerster. H . v. I I 22 39 53 55 74s 97 99 101 105 139 Foucault. M. 136 Frank. .1 36 Frankc. U. I 9 l s Freud. A. 45 Freud. S. 44s 58 Fromm. F. 44<¡ 48 50 I urstenau. P. 58

índice de autores Hirsch, S. 212 Hitt. W. 48 Hollinan, 1.. 63 136 Hofstátler. P.R. 43 70 Hol/.kamp, K . 54 Horkheimcr. M. 168 Hórmann, G . 66 Horncy, K. 48 Howard, K . 232 Howe. J . 61 Hubcr. F. 2l2s Hull. C . I . . 47 lluntcr. O. 213 Husscrl. F. 42 Illich, J . 23

Gadamcr. H . - G . 136 Gergen. K. 183 Gilligan, S. 231 Glascr. H. 32 Glasersfeld, F . v. 54 77 98s 105 (ilass. ( i . 224 Goolishian. II M I t5ss 145 I S2 162 169 I / I Green. R . - J . 230 (¡ricsinger. W. 21 I (iunlern. C i. 46 (iurman. A. 221 s 225s Habcrmas. J . 119 Háfncr, H. 2l2s Hakcn, H. 71 Haley. J . 64s 100 145 152 180 226 Hall, A. 107 Hampden-Turner, C . 36 lland. I. 60 Hartmann. | | 45 lleekerens, 11. 225 lleidelberger. M. 42 Henker, I). I91ss I95s Heráclito 19 24 26s Herget. M. 230 I lerrmann. T . 41 s Hipócrates 31 248

Jackson, D . D . 65 James, W. 38 Jan/arik. W. 212 Jaspcrs, K. 41 .lung. C . G . 45 .hitlemiinn, ( i . 40 Kachele. I I . 44 58 Kant. I. 38 42 Katsclinig. I I . 213 Kaunisto. E . 60 Keeney, B. 56 135 137 152 Kelly. G . 54 Keupp, H . 60 183 Kilian. H. 193 Klimek. S. 231 Kniskern. D. 22 Is 225s Kowerk, H. 177 180 232 Kracpelin, F. 211 Krasner. I. 59 Kralky, K. 92 Kringlen, F . 213 K r i / , J . 36 Krohn, W. 42 74 108 Krüll. M. 113 Kuhn. I'. 55 70 21 I Küppcrs. G . 42

La/.arus. A. 59 Febow, .1. 226 l.cmpp. R. 214 Loth. W. 142 Luckmann. T . 115 Ludewig. K . 19 84 116 164 177 Ludewig. R. 232 Luhmann, N. 7s 24 70 76 103 106-111 113 115 H7ss 122-130 133 I37s 145 198 217 MacGrcgor, R. 63 Malan, D. 58 Manthey. T. 232 Maranhao, T . 170 Marcel, G . 49 Martmy, M. 30 Maslow, A. 48 50 Matt, G . 224 Maturana, H.R. 7s 24 37 70ss 74-85 89-94 96-100 103 114-117 119 127-130 P 6 138 145 148 198s Medniek, S. 2 H

Met/ger. W. 40 42 Miller, G . 231 Miller, 1. 224 Minde, K. I89ss 193 195 Minuchin, S. 64ss 152 Molnar. A. 175 Newton. I. 47 Noack. H. 49 Nowotny. H. 88 Parménides 26 Parsons. I . 52 122 127 135 l'awlow, I. 46 Pearcc. W. 115 Pcrls. F. 48 61 Pervin, L . 49 Pctzold, H. 61 Piaget, J . 54 71 Pinsof, W. 226 Plankers, T . 46

Platón 27s 31 Pórtele. Ci. 43 Pieiscr. S. 40 Prendergast. M. 190 Rabin, C . 226 Rachman. S. 59 Rcichclt-Nausccf. S. 177 Reinecker. H. 59s Reiter. L . 115 136 145 152 183 188 231 Reiter-Theil, S. 231 Remschmidt. I I . 189 232 Ret/er. A. 231 Ricdl, R. 71 Roback, A. 38 Rogcrs, C. 48s 61 Rorty, R. 136 Roth. G . 53 103 108 Rotthaus, W. 74 182 Ruttcr, M. 191 Siitlisc. K. 61 Satir. V. 64 Scharowsky, S. 232 Schiepek. G . 52 56 97 103 113 Seliniidbauer, W. 18 Schmidt, M. 189 Schmidt, S. 54 88 105 Schncider, K. 83 Schorr, A. 36 Schulsinger, F . 213 Schütz, A. 118 Schwarz. R. 15 232 Schwegler. H . 53 108 Seclienow, I. 46 Selvini Pala/zoli, M. 13 65s 145 152 171 175 Shapiro. 1). 59 Sheperd, M. 221 Simón, E. 170 183 211 214 Skinner. B.F. 47 59 Smith, M. 224 Sncll. B. 26 211

249

índice de autores Sommer, J. 16° Spencer-Brown, Ci. I09s Spcrry. R. 72 Spninger, E. 41 Stangl. W. 52 Steiner. E. 1 1 5 Stern, W. 48 Stcvens. B. V) Stierlin, 11. 8 56 170 199 231 Sullivan, H. 48 Szasz. T. 211 214 Tales 19 Talmon. M. 231 s Tarter, R. 191 Tausch, R. 50 Thoma, H . 44 58 Thompson, E . 71 Thorndike, E . 46 Tocllner, R. 18s Tolman, C . W . 47 Tschachcr. W. 188 Tunner. W. 59 Turing. A. 101 139 Ullmann. 1 . 50 Valéry. P. 32 Van den Berg, H. 177

Várela. F. 24 37 71 s 78ss 84s 9 1 97 103 137 Vattimo. Ci. 157 Voss. R. 190 Wallner. F. 92 Watson, J . 46s Watzlawick. P. 52 65 108 145 218 Weakland, J . 64 2.31 Wcber, G . 41 118 183 199 211 215 231 Wells, R. 225 Whalen. C . 19lss I95s White, M. 136 171 210 243 Willke, H. 107 Wing. J . 212 Wittgenstein, L . 70 136 Wittmann, W. 224 Wolman, B. 36 41 46s Wolpe, J . 59 Woodward, C . 230 Wundt, W. 41 Wurth. B. 46 Wynne, L . 227 Zeig. .1. 231 Zimmcr, D. 224 Zubin, J . 169 213

ÍNDICE ANALÍTICO

Aceptación 99 Acoplamiento estructural 89s 116s Actuación véase Comportamiento Amor 99 147s 198-202 Anorexia 142 ejemplo de conversación 240-245 entre los adolescentes 198-210 terapia en los casos de 205-210 219s Aportación véase Tema Autoexperiencia sistémica 185s Autonomía 49 63 86 97s 101 136 165 201 s 232 Autopoiesis 71 76s 83-89 102s 11 5ss Axiomas I62ss Behaviorismo véase Psicología y terapia del comportamiento Belleza de las intervenciones 161ss Biologismo/biologización 103 136 Caja negra 46 53 Cibernética 53 70 110 134 225s Ciencia curativa 25s arte de curación 21 s Cliente, paciente 35 Cognición 70 78 87

250

Coherencias operativas 139 Complejidad 110-114 Il8ss Componentes 108ss 112s 131 Comportamiento, actuación 79 86s 89s 98s 102s 115 119 Comunicación 75ss 113 115 117 122 130s 138s I42ss 145 148ss 158s 166ss 226ss como síntoma 189 psicología de la 51ss teoría de la 5!ss terapéutica I65s Concepción horizontal 28s vertical 28 Condicionamiento I I I Conocimiento, conocer 7|s 77s l()2s 185 Consensualidad 89s Constructivismo radical 54 70 Contaduría, contabilidad lógica 99ss 102 131 155 179 184 230 Contingencia, doble 122s 2I7s Contratransfcrcncia 58 Control 101 Conversar 92 Cooperación 33s I35s 165

I48ss

251

índice analítico Coordinación conductista primaria 91 Corrección 33 Crisis psicótica 21 1-221 terapia de la 2l9ss ( riterios 160ss Curar 17-68 marco cultural 18-24 espiritual 24-33 por la palabra 36-68 Descripción 74s Deseo, encargo 165-168 Desviaciones 59 144 Determinismo estructural 85s Diálogo terapéutico 168-176 Dicotomías de la existencia humana 17 Diferencia(s) características 25s 33s autonomía/heteronomia 25 29s ser/ llegar a ser 25-30 entre amar/amor 198-203 entre elemento/relación 108s entre sistema/entorno 109 117 119 127s Diferenciación sistémica 108s Dilema del terapeuta I55s 163 Emocionar 91 Empatia 18 49 Entelequia 27 Equipo reflexivo 172ss Escuela de Cnidos 30ss de Cos 30ss Esculturas de figuras 176s Esquizofrenia 211-215 217ss Estructura 82s biológica y sistemas sociales 114-118 Ética sistémica 97-102

252

Indice analítico Evaluación 222-235 desde la perspectiva sistémica 226-229 en la terapia familiar 225 Existencia 8ls 90 Explicar 93s Extcrnalización 210 243ss Familia como sistema, la 134ss Feedback 51 Formación del terapeuta 185-188 autoexpericncia en la I85ss Formas de curación 33ss Frontera sistémica H 2 s 115ss 130

Miembro, persona, rol 137-143 147s 159s 183 Mismidad, la 57 183 autoorganización de 70 autorreferencia de 70 I I 2s I I 8s 126 130 Modelo médico de enfermedad 61 milanés 13 137s 171 193 móvil 136s Monofrcnia, polifrenia 219 Neurosis de transferencia 58 Neutralidad del terapeuta 179

Hermenéutica 41 Heteronomia 29s Hiperactividad infantil 188-197 casos 187ss tratamiento 192ss Hombre como sistema mecánico, el 22 Homcostasis 65 134s

Objetividad (entre paréntesis) 93-97 Objetivismo 223s Objetivo de curación 26 Observador 74-82 88 90s 93ss 97 102 I09s 113 222 Olvido 156ss Organización 82

Imagen del hombre 97ss Información, notificación 82 119s I25s Intelección 126 Interacción social 53 Intcrvención(es) 171-177 final 175s Introspección 40 Intuición 41

Paradigma 70 familiar 135 Pensamiento analítico y unitario 40s 70 científico y psicología 38s sistémico 102-107 transpersonal 52 Poder 101 I36s 142s Preguntas constructivas I72ss Pretensión de objetividad 155s Problcma(s). dificultad(cs) 145ss vitales 146s I55s 166 223s lógica emocional de los 147ss Provecho como objetivo de la terapia 161 s Psicoanálisis véase Psicología profunda Psicofísica 37 Psicología(s) cognitiva 54s

Juego patológico 171 s Labeling 59 Lenguaje 75s 88ss 97s 102 114 121 126 131 Lcnguajcar 90s 97116 Manipulación 101 136 Mapuches, los 18s 23 Métodos de curación 25s

del ello véase Psicología profunda del yo 45 57 humanísticas 28 48-55 68 individual 45 profunda, psicoanálisis 37 43-48 55-61 64 68 sistémica 38 155s transpcrsonal. interaccional 38 48 52s y pensamiento científico 37s y teoría gestáltica 37 42s y terapia del comportamiento, behaviorismo 37 43 46s 55 59 64 68 Psicoterapia 36-68 lOOs 145 160 223s Reducción de la complejidad 110-114 118-122 125 139s 165s Relación 107-116 130 entre teoría y práctica 55s yo-tú 76 Reparación 33 Resistencia 58 135s 156ss 234 Respeto 99 del terapeuta I 6 l s Rituales curativos 19 Rol o papel del terapeuta 159-165 Saber, el 81 s Selección I13s 118s I24ss Sentido 117-122 136 I39s dimensiones del 120s 201 frontera de 128 139s 142s 166 Simbolización I21s Sincrgética 70 Sistema(s) 82s 107-1 14 I 34ss clínicos 1 51 s de ayuda I53ss problemáticos 144-151 157s 167 178 I80ss 204

253

índice analítico social 114-118 123-131 134-147 I50s como un sistema lingüístico I36s terapia cuino I 58s y estructura biológica 114-1187 terapéuticos 155-158 183s Sistematización 111 Sistémico 69ss Socialización 128-130 199ss 202s Sufrimiento 18-24 67 I47ss lógica del 102 186 Supervisión 187 Suprasistema 142 Suprateoría 70 Tablero familiar 177 Tema I26s Tentación de seguridad 24 Teoría clínica 86 133-I38s 142s ISf.ss

como sistema social 158s conversacional centrada en el cliente 6lss de parejas 179 fuinilinr 46 55 63-68 1 0 0 134ss I78s 225s estratégica 65 estructural 66 evaluación en la 225 sistémica 66 178 229s gestáltica 61 ss particular 182-184 sistémica 13 47 54s 68 99s 136ss 152 164ss 170ss 175 178s 229s Tiempo 88 Trastorno, perturbación 83 157 Tratamiento 33s hospitalario 180ss Trivialidad, trivialización 22 102 148

150s

Hi.Sx

cognuiva de la personalidad 54 del aprendizaje 43s 59 sistémica 43 51 64 225 Terapia como cambio de preferencias 157s como diálogo 156ss 164s

1 ¡tiidmlfe«) 8 0 ile la diferencia 109 de soma y psique 19 operacional cerrada 87s Utilidad comunicativa 73 Vida 83s 103 Violencia 101 Vivencia I20s

0107G70

254

llllllll

Las tremo de I M Interaoclonea hu(ntnu'tkndin, en la evolución, a oomptejlzaree; urge entonoee un modeloda psicoterapia qua tanga por ob{atlvo al cambio y la reeolución da problemas, y provaa una modificación de «mirada» qua atenta sobra dicha complejidad, poslbl* litándola deconatrucclór» de viejos significado* para a \a¡a$nifáltato Ea a J I Í ^ d a (ta IdÉta encuefrtran al c ^ r ^ p«^telrt|f>ar« au desarrollo, co-constnjyendo eni al espaoio terapéutico asa gesta •unios» que lleva a la oonformsolón de realidades alternativas al padecer humano. La colección Infracciones: eovsfemología y clínica sistémica, tlena por finalidad reunir a Integrar diversas Investigaciones del quehacer científico, tanto en el terreno teórico como an el clínico, que posibiliten difundir y evolucionar este paradigma del pensamiento extemporáneo. MawQHQ rl. U K M n 9 '

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