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Otras obras del profesor ARNOLD HAUSER publicadas por EDICIONES
GUADARRAN.{A
if istoria socialde la Literatura y el Arte,4." ed., 1968 2 tonros, 968 p:igs. y 256 ilusttaciones en negro \ color. Enc. en tela I' en skivertex. Historia social d,e Ia Literatura y eI Arte, J tomcs 1.1,92p6gs. y 113 ilustraciones.Colecci6nuniver sitaria de bolsillo <>.
INTRODUCCIOhT ALA
HISTORIADEL ARTE TERCERA EDICIOh.
El Manierismo. Crisis del Renacinzientcy origen rl,.. Arte Moderno. 438 p,4gs.y 322 ilustraciones. El Lfanierismo. Crisis del Renacimiento. 328 pdgs >. Pjntura y Llanierismo. 288 pigs, y 30 ilustraciones <:PuntoOmega>>. i ile;'rtttna t, ]"[anierisnto. 251 pdgs.
EDICIONESGUADARRAMA Lope de Rueda, 13 MADR
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Titulo original de este libro: Pi]i LO SOPHIE
DER IONSTGESCHICHTE tt
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CONTENIDO
Lo tradujo del alemdn FELIPE GONZALEZVICEN ir16logo Revis6 la ffaducci6n 1.
ALBERTO MARTIN BARO _l * :!
sEGUNDAEDrcroN, 1969
II.
TERCERT.enrCrON, 197J
IN T R OD U C C ION : O BJ ET IVO S Y ]- IIIIT ES D E L A SOCIOLOGIA DEI, ARTE
l1
E L P R oB LE MA SOCIOLOGICO FUNDAMENTAL: CON. CEPTO DE LA ID EOLOG IA EN LA H IST O R I A D E L ARTE
III.
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oBsERvAcroNEs soBREEL rrEToDo psrcor,oGrco: PSICOANALISIS Y ARTE
ol
1. 2. J. 4.
Sublimaci6ny simbolizaci6n... o) El romanticisrno y Ia p6rdida de la realidad. 78 E1 arte como compensaci6n... 90 E1 psicologismoy la autoncmia de Jas obras del espiritu 100 5. Psicoandlisis,sociologiae l.ristcria ... .. i08 6. Los limites de Ia teoria psicoanaliticadei
I 17
l::ecilos
7. Ei arte, lo inconsciente,ia enferrnedady e1 suefro... t22 8. La arnbigiiedadde las im:igenesclel arre ... i1B 9. Psicoandlisise historia del arte 145 10. Desrucci6n y restauraci6n por medio del
e::clusivos en lengur espafiola
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151
GUADARRAI1 S. A, A. E D I C IONES N4adrid, 1971 D e p 6 s i to le g a 1 : M .
6 .8 4 4 - 1 9 7 J
; S. B. N. 25A-0053-X, obra comPleta P: i;:!e ,! itt ', .,.
SP.,i;tb r '
. Ono. GnArIc.a, Sieria de Xlonchique, 25, lvl\lnrn
IV
F ILO SO F IA D E I,A H IST O R IA D EL AR T E: RIA DEL ARTE sIN NoMBRES)>
1. 2. 3. 4. 5.
< < H I S TO .
Wol ffl i n y el hi stori ci smo ... ... Los.< y la conceptuaci dn en l a hi stori a del arte ... ... ... ... Yalidez e inmaneircia Necesidad hist6rica y libertad individual ... Estilo y cambios de estilo
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186 222 250 271
Contenido 6. Comprensi6ne incomprensi6n... ... ... ... 7. El punto de vista sociol6gico \r.
HISTORIA DEL ARTE SEGUN LOS ESTRATOS CULTU. R A L E S : A RT E D EL PUEBTO Y ARTE POPULAR ... ...
)12 )3i
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1. El arte del pueblo, de las masasy de las clasesilustradas... -.. )o/ 2. Arte del pueblo, arte campesinoy aite provinciano 3 t-3 3. Teorla de la recepci6n y teorla de la producci6n 387 4 Improvisacidny esquematizaci6n ... ... ... 395 5 Los comienzosdel arte del pueblo 404 6 En torno a la histotia de la poeslapopular ... 416 7. Apogeo y fin del arte del pueblo ... ... ... $1 8 . Concepto del arte popular: estandardizaci6n y comercializaci6n. .. 438 9 . La huida de la realidad 451 10 . Los comienzosdel arte popular 460 i1. E1 arte popular de ia moderna bursuesia ... 466 12 . El cine 472
VI
S O B R EL A D I A L ECT ICADE L A HIST ORIA DEL ART E : C O N S T I T U C I OYN CAM IO DE L r \S CONVENCIONES ... 1. 2, 3. 4. 5. 6. 7.
El lenguaje del arte La incoherencia de1 arre S e n t i m i e n to s y co n ve n cio n e s ... ... Las convenciones del teaffo ... Sobre la teoria del lenguaje cinematogrrifico. Las ficciones de la fidelidad a la naturale,a en el arte pldstico Espontaneidad y convenci6n
481 483 494 503 509 51B 522 53r
PROLOGO
Los siguientes estudios giraft en torno a la rnetodologia de la historia del arte !, por consigt4iente, en torfto a problemas del pensar hist1rico. Su objeto es deterruinar que paede ofuecerftas la bistoria del arte elt caaflto ciencia y en quA consisten sus medios y d6nde se eftcuentran sus limites como tal cierccia; en ellos se contienen reflexiones filos6fico-bistdri.cas, pero no, en cdmbio, una lilosolia de la historie en el sentido de ana constntcci6n bist6rica uniuersal, de una ligica hist6rica o de uft pron6stico hist6rico, es decir, en el sentido de deducir el proceso de la historia de una idea superior o reducir a un esquema uniturio todo el pasado y todo el poruenir. Desde este punto de uista, las siguientes pigin:as responden en todo a los principios que ban informado mi lJistoria social de Ia Literatura y el Arte (1953) t'. El dngalo d.e uisi6n y Ia lorraa expositiua se han modificado, sin ernbargo, de una manera radical. El n'adtodoefi aquella abrc era ,tn rndtodo descriptioo, y mi prop6sito era qile las presuposiciones te6ricas del punto de aista elegido y de la"s conexiones establecidas desaparecieran totalnzente en la exposici6rc e interpretaci6n de los fen6menos hist6ricos. Al lector se le inponia * Existe versi6n espaflola,pubiicadapor EdicionesGuaclarrama. 4.' edici6n.Madrid. 1968.
1U
P16logo
coiilo cornetida lijar por si mismo ",1so?netera consideraci6n critica les categoriasmentnles en cay{) mar_ co se nzouie ia interpretaci6n. De intento reruuncida hacer preceder el libro de una introd.ucci6n que infor_ tiznra expresafizenteal lector sobre los fines'perseguid,os y el rt/todo empleado. El presente trnboio tinto de sttstitztir, eit cierto sentido, l) inncducci6n d.e aue qned6 priuoda mi obra anterior. Aqui expongo diiec_ ta.rreftte las presaposiciones lilos6licas de ii punto de uista en la historia del arte, y e:l material biitfirico se utiliza tarc s6lo carao deruostraci1n de los conc€ptos lundamentales sistemiticos. El cometido del lector consiste abora erc canfrontar erc cada c(tso estaston_ ceptos t'undaruentales con sus propils uiuencias artis_ iic;s y cott su propia concepci6n hist6rica. La lalta de coitcidencia podri atribuirse lo mismo aI aator que al lector. Es posibte que el uno bara perdida de "-ista el objeto conueto de la iruuestlgacb), cot?xoes posible tambiin que el otro no hoyi ttrrndo a t:abo la abstracci6n indispenso"bleen tadi ciencia. Mi idea. de la naturaleza del proceso bistilrica en el que se halla iruserto el arte io ba experirqentaclo trcodificaci6n ninguna. Intacta ba quedado, sobre todo, nzi conaicci6n de que es necesario el ru1toda sociolltgico en la historia del arte como lo es absolutat'lxeftte en la bistoria de las obras del espiritu. A lcl uez, sigo siendo tambidn consciente de los limites del ru|todo sociol|gico. El principio sobre eI que des_ cans,abay sigue descansandomi ixposiciLn podria for_ mularse con la mdxima simplicidad, diciendo aue, para mi, todo en la historia es abra de lctsindiuiduos:, Pero que los indiuiduos se encuentran sienzpre tem_ poral y espacialment€ en ufta situaci6n detirneircada, ]) que su conzportamiefttoes el resultado, ianto de sus focultades como de esta situaci1n. Este hecbo cans_
Pr6logo
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tituye, a la uez, el nilcleo de la teoria de la naturalezct dial1ctica de los procesos bist6ricos. Los adaersarios del ru|todo seguido por mi me echan efl' cara ufta adhesi6n excesiuaa l6s presaposicionesde la filosolia dial1ctica d.e la historia. A los lectores del presente trabo"jo les saltardn en seguida a la uista las reseruas que itie aeo obligado a hacer frente a las fortnuiaciorces cli.sicas de esta lilosofia de la historia, pero tambi/n podrin percibir que, para mi, la mayor insttliciencia de rni libro anterior consiste precisamente en fl.o baber utilizado en 6l corc bastante rigor el mdtoclo dial1ctico. AI terruinar mi trabaia no aeia yo todauia con la claridad. requerida, que el sentido y funci6n de una direcci6n estilistica no son en absotrato inaariables, y que flanca se percatari. uno bastan'te de la flexibilidad de su conexiirc con los grupos sacirtles correspondientes.La naturaleza de todo desarro' llo hist6rico consiste en qae el primer pa.sodetermitln ' el segundo,los dos printeros el tercero, etc., etc. Niw-' giln paso aislad"opermite deducir la direcci|rt de iodos los pasossubsiguientes,nin.grinpaso es explicable sin el conocimiento de todos los precedentes,y tiitt' guno paede predecirse ni aun apoydndoseen este (onocitniercto. Los problemas del libro que doy ahora a Ia es' tarupa rue han ocupado ininterrumpidantente desd*:Ia aparici6n de mi Historia social de la Literatura v rlei Atte. Todos ellos giran e?xtorno a los pocos pwntos que he tratado de indicar en los pdrrafos tnteriores. A este origen comiln de los prcbleruas tratados deben su unidad los presentesestudios. Las distintas partes del libro surgieron con ocasionesrnuy diuersas, pero en ninguna de ellas perdi de uista el obietiuo illtirtto de wi trabalo. La lntitua coruexi6nde las probleri.:: trctados desde dioersos puntos de uista erc los tii:'
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prillogo
tintos capitulos ba hecho ineaitable la lepetici6ft de cie,rtas formulaciones de prirccipio. Hubieia sido posible la elimiuaci6n postirior de estos lunares, pero m.e melir deiar intactas unas pocas reca_ la .parecido pitulaciones, que matilar el discurso en aqaellos pa_ stjes y priuarle de su curso natural. Los dos prirneros capitulos reprod.acetx de manera casi literal el texto de algunas cinferencias; esto ex_ qlica n9 s6lo la paruedad de las indicaciones bibliogr,ificas, de las.que aqudllas carecian en absoluto originariamente, sino tambi1ru el cardcter escueto y prograndtico de sus afirnzaciones. Esta:saluden n iriblrlro, ,lue eftcuentralt su lorntulaci1n precisa ,o io, capittr_ los escritos posteriormente. La-parte central, y a la Dez, mds detallada del,libro, la ionstituye et cipltuto sobre la <>, entusiasta, pero no ainculado por la grern-io de ti especialidad; el ipi_ al .pertenencia tulo sobre el arte del pueblo y'arte popular es el resultado de un lorgo y amoroso estudii, asi conto .!e.esa preocupaci6n por eI futuro en qae ha crecid.o iri generaci6n;,el capitulo sobre et pipet de la conz,euci6n en la historia del arte ,, qilzi la parte m6s p,ersonal del libro, la m6s suscepible de desarrollo, ^,.t(tmbi1n Ia m6s necesitada de 61. A' H' Londres, junio de 1957.
I
)BIETTVOS
INTRODUCClON: y LIAIrTES DE LA SOUOLOGIA DEL ARTE
Las oblas de arte son pfovocaciones.Nosotros no las explicamos, sino que polemizamos con ellas. Las interpretamos de acuerdo con nuestros propios fines y aspiraciones,trasladamos a ellas un sentido cuyo origen se encuentra en nuestras propias formas de vida y hribitos mentales; en Lrna palabta, de todo arte con el que nos hallamos en una aut€ntica relaci6n, hacemos un afte moderno. Las obras de arte son cimas inalcanzables.No .ramos a ellas directamente, sino que, m6s bien, gira.mos en su torno. Cada generaci6nlas contempla desde otra perspectiva, vi6ndolas con nuevos ojos, sin que ello quiera decir que el punto de vista posterior tenga que ser forzosamente el mds adecuado. Toda perspectiva tiene su hata, la cual no puede ser ni anticipada ni prolongada, aun cuando su aportaci6n para el futuro no se pierda en absoluto por eso. De la acumulaci6n de las diversas interpretaciones v s6lo de ella se deduce todo el sentido que una obra de arte tiene para una genefaci6n ulterior.
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Introducci6n
Floy somos testigos de la hora dedicada a la interpretaciSn sociol6gicade las creacionesculturales. No es la dltima hora ni ha de durar eternamente. Nos abre nuerros aspectos,nos pone de manifiesto nuevas y sorprendentespercepciones,pero tiene tambidn evi_ dentemente sus limitaciones e insuficiencias. euizri nos es posihle 1'ahoy, antes de que esta hora periclite, anticipar algo de lo que la hota pr6xima va a repro_ charle, quizd nos ser6 posible p"t.uturro, de ,,ru limites, sin renunciar por eso a los conocimientos que se hallan dento de esos limites suyos. desde luego, gentes que sienten una especie .4ny, de desasosiegoal ver que se establecenconexionesenre los fen6menosespirituales,o lo que ellos prefieren denominar los altos valores del espiritu, y la lucha por Ia vida, la lucha de clases, Ia lucha por el pan de cada dia, 7a competencia material, el prestigio y cosas semejantes.Una pol6mica con este modo de pens.{r nos ilevarla demasiado lejos. Baste aqui con la observaci6n de que el aislamiento de Ia es?erade 1o espiritual de todo contacto con el rimbito de lo rlaterial, aislamiento en que estas gentes tanto interds ponen, es s61o,en la mayoria de los casos,una forma de defensa de posicionesprivilegiadas. Mds digna de consideraci6n es la resistencia a la interpretaciSn sociol6gica de las creacionesespiritua_ les, basada en la idea de que una conformu.i6n d. sentido, es decir, una obra de arte constituye un sistema aut6nomo, cetrado y concluso en sf mismo, cu)'os distintos elementos pueden explicarse plenamente en- virtud de su dependencia reciproca, sin tener que referirse a los orlgenes o a las consecuenciasde dicho sistema. Es indiscutible que la obta de arte posee su propia l6gica inmanente y que su peculiaridad se expiesa de la manera mds clan en las relaciones estfuc-
Obietiuas de la sociologia del Arte
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turales internas entfe los distintos estfatos y elementcs formales de la obra. Es, asimismo, evidente que ias relaciones gendticas, es decir, que las distintas etapas por las que el ariista va llegando de un motivo o de una inspiraci6n al otro, no s61o desplazan los acentos, sino que ocultan tambi6n las conexiones i' mcdifican los valcres sobre los que descansael efecto estdtico de la obra art{stica..Los momeittos mds importantes para el nacimiento de la obra no coinciden siempre, en efecto, ni mucho menos, con los lnomentos mris valiosos y de mayor intensidad desde el punto de vista artfstico. Ahora bien, los defensores d,e l'art pour l'art -y de ellos se trata aqui- no afirman tan s6lo que el efecto estdtico es totalmente aut6nomo y descansaen la plenitud microc6smica de la obra, sino tambi6n que toda referencia a urta realida.d independiente de 1a obra destruye irreparablemente la ilusi5n estdtica. Asl formulado, esto puede set cierto, pero es preciso no olvidar que esta ilusi6n no r€presenta de ninguna maneta el contenido total de la obra aftistica ni representa el fin exciusivo, ni siquiera el m6s inportante, de la labor artistica. Porque si bien es cierto que para penetrar en el circulo mdgico
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Introd.uccifn.
estas leyes, todas ellas son mds o menos absrrdas si se las considera en si, es decir, independien:emente de su fin, que es ganar el juego. Como simpk:s movimientos, las maniobras de los jugadores de ftirboi no s61o son incomprensibles, sino ademds aburridas. Es posible, desde luego, gazar en si durante algrin tiempo el espectr{culo de la ligercza y habilidad de los jugadores, pero este goce es minimo si se le compara con el de quien sabe apreciar el juego y conoce el verdadero fin de todas las carreras,saltos y esfuer, zos que tienen lugar en el campo de juego. Si no conocemoso no queremos saber nada del fin que el artista ha perseguido colr su obra, de su objedvo de aleccionar, convencer e influir, no captaremos de su arte mucho mds de 1o que capta de un parrido de ftitbol el lego en 7a materia, que s6lo juzga del juego por la beTTeza de los movimientos de los jugadores. En su forma mds elevada, la obra de arte es un rnensaje, rr si bien tienen raz6n, sin duda, quienes afirman que una forma correcta, sugestiva y endrgica es condici6n ir-rdispensable pan 7a transmisi6n efectiva del mensaje, no menos la tienen tambidn quienes a{irman que una forma, por perfecta que sea, carece de sentido si no estd animada por un mensaje determinado. La obra afiistica se ha comparado con una ventana que nos brinda una visi6n del mundo y eue, tomada en si, unas veces acaparatoda la atenci6n y otras ninguna. Es posible, se ha dicho, contemplar el paisaje a travds de la ventana, sin tener en cuenta para nada ni la calidad de 6sta ni la estructura o el.oior de srm cristales.De acuerdo con esta analogia,la obra de arte nos aparececomo un simple vehlculo de la experiencia, cclr-iouna vidriera o una lente sobre las que resbala 1aatenci6n y que s6lo tienen el valor de medio para el
Objetiuos de la sociolagla del Arte
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logro de un fin. Pero asi como es posible fijar la mi_ rada en el cristal de la ventana y concentrat la atenci6n en su estructura, haciendo abstacci6n del paisaje que se extiende mds a176, asf tambidn es posible, se ha dicho, entender la obra de arte como un conjunto fotmal_independiente, concluso en si mismo y <>,aislado de toda relaci6n hacja eI exterior r. No -" hay duda de que esto es posible y de que la mirada puede fijarse en la ventana todo el tiimpo que se quiera; pero no hay duda tambi6n de que la ventana estri hecha para mirar hacia el exterior. La cultura sirve de protecci6n a la sociedad. Las conformaciones del espiritu, las tradiciones, conven_ ciones e- instituciones, no son mris que medios y caminos de la organizaci6n social. Tanto la reilgi6n como la filosofia, la ciencia y el arte tienen una funciSn en la lucha por Ia existencia de la sociedad. El atte, pata detenernosen 61,es, en un principio, un instrumento de la magia, un medio para asegurar la subsistenciade las primitivas hordas de cazadores.Mris adelante se convierte en un insffumento del culto animista, destinado a influir en los buenos y los malos espiritus en interds de la comunidad. Lentamente se transforma en un medio de glorificaci6n de los dioses omnipotentes y de sus representantesen la tierra: en imdgenes de los dioses y de los reyes, en himnos y panegiricos. Finalmente, y como propaganda mds o menos descubierta,se pone al servicio de los intereses de _unaliga, de una camarilla, de un partido politico o de una determinada clase social,. S6io aqoi alI6, ,v 1 JosdOrtegay Gasset,La deshumanizaci6n del arte, 1925, pdginaL9. 2
Cfr. camo complemento, A. Hauser, Sozial.qescltichteder Kunst und Literatur, 1,953, I, pp. 7-92. (Traducci6n espafiola
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Introducci6n
en dpocas de relativa seguridad o de alienaci6n del artista, el arte se retira del mundo y se nos presenta como si existiera s61opor sl mismo y pot raz6n de la bel),eza, independientemente de toda clase de fines prdcticos t. Pero aun entonces, el arte cumple todavia importantes funciones sociales al ser expresi6n del poder y del ocio ostentativo n. Mris arin: el atte fomenta los intereses de un estrato social por la mera representaci6n y por el reconocimiento tdcito de sus ctiterios de valor morales y est6ticos. EJ 3q!iC!a._gqe, es mantenido po1 esle- estrato social y que pende de 6l con todas sus esperanzas y perspectivas, se convierte involuntaria e inconscientemente en portavoz de sus patronos y mecenas. El valor propagandlstico de las creaciones culturales y, muy especialmente,de las artlsticas se descubri6 y ha sido plenamente utilizado desde dpocas tempranas en Ia histotia de la humanidad. Han tenido, sin embargo, que pasar milenios hasta que se formuIalz en una teoria clarc y estricta la condici6n ideol6gica de la obta attlstica, es decir, hasta que se exptesara el pensamiento de que consciente o inconscientemente el arte persigue siempre un fin pr6ctico y es propaganda clara o encubierta. Los fil6so{os de la Ilustraci6n francesa,como ya antes los de la Ilustraci6n heldnica, descubrieron la relatividad de los criterios axiol6gicos, y en el curso de los siglos se repitieron una y otra vez las dudas sobre la objetividad e idealidad de las valoraciones humanas. Marx fue,. sin embargo, el primero que formul6 el pensamiento de A. Tovar: Historia socialde la Literaturay el Arte, EdicionesGuadatama,1956; 4.' ed., 1968.) 3 Ob. cit., pp. 79-8J,II, pp. 205, 259-62,3L4, 320. a Th. Veblen,The Theory of the LeisureClass,1899,p6gina 36.
t,t,,'ietiuosde la sociologia del Arte
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.e que los valores espirituales son armas pollticas. .,.' Segrin 61, toda obra del espiritu, todo pensamiento :ientifico y toda representaci6n de Ia realidad tienen s-: origen en un cierto aspecto de la verdad determi:ado por los propios intereses y desfigurado por la D€rspectiva,y mientas la sociedad siga dividida en :1ases,s61o serri posible esta visi6n unilateral y pers:rectivista de la verdad. Marx dej6, empero, de obser';ar algo, a saber, que nosoffos luchamos sin descanso contra las tendencias desfiguradoras en nuestro pensamiento y gue, pese a la inevitable parcialidad de nuesro espiritu, poseemos la capacidad de observar criticamente nuestro propio pensamiento y de corresir, en cierta medida, la unilateralidad y defectuosidad ie nuestra imagen del mundo. Todo intento sincero Ce encontrar la verdad y de exponer verazmente las cosas es una lucha contra la propia subjetividad y :arcialidad, contra interesespersonalesy de clase. los ,-;ales tratamos de entender conscientaa"nta aoto ::entes de errot, aun cuando no consigamos elimi:arlos totalmente. Engels sabia de estelsacarse del rozo tirando de nuesfta propia coleta>, cuando hablaba del <>en Balzac5. Estas :crrecciones de nuesmasfalsificacionesideol6gicas de l: r'erdad se mueven, desde luego, tambidn dentro Je los limites de lo pensable y representable desde :restro punto de vista, y no en el vaclo de una -:Sertad absfacta. Ahora bien, la existencia de estos -i-iites de la objetividad significalaiTtima y definitiva ::stificaci6n de una sociolog{a de la cultura; y estos lirnites son los que cienan el camino que pudiera :ermitir al pensamientoescapara la cnusuiidadsocial. 5 Catta a Miss Harknessde 1888,en Karl Marx-Friedrich Engels,Ueber Kunst und Literatur, ed. por L K. Luppol, 1937,pp. 53-54.
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lntroducci|n
Ademr{s de los limites externos, la sociologia del arte tiene tambi6n determinadoslimites internos. Todo arte estd condicionado socialmente,pero no todo en el arte es definible socialmente.No 1o es, sobre todo, la calidad artistica, porque 6sta no posee ningrin equi valente sociol6gico. Las mismas condiciones sociales pueden producir obras valiosas y obras completamente desprovistasde valor, obras que no tienen en comrin entre si mds que tendencias artisticas mds o menos importantes. Lo mds que puede hacer la sociologia es referir a su origen real 1os elementos ideo16gicos contenidos en una obra de arte; pero si se tfata de la calidad de una rcalizaci6n artistica, 1o decisivo es la conformaci6n y la relaci6n reclproca de estos elementos. Los motivos ideol6gicos pueden ser los mismos en las mds diversas calidades artisticas, de igual manera que los caracteres cualitativos pueden ser los mismos bajo el supuesto de las mds diversas ideologias. No es mds que un deseo ilusorio y una resonanciade la idea de la > pensar que puede haber una coincidencia de la justicia social y el valot artistico, y que partiendo de las condiciones socialesbajo las cuales se produce una obra de arte, pueden extfaerse consecuenciasfespecto a su perfecci6n. La gtan alianza entre progfeso polltico y afte autdntico, entre convicciones democrdticasy sentido artistico, intereses humanos generalesy reglas artisticas de validez universal, tal como 7a acariciaba el liberalismo de mediados del riltimo siglo, era s61ouna fantasia privada de toda base real. Es incluso problemdtica aquella conexi6n entre verdad en el arte y verdad en la politica, aquella identificaci6n de naturalisrno y socialismoque, desde sus oiigenes, fue uno de los princioios fundamentaies de la teoria del arte
Objetiuos de la sociologia del Arte
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socialistay todavia es hoy uno de sus dogmasu. Constituirla, desde luego, una gran satisfacci6nsaber que la iny'usticiasocial y la opresi6n politica se pagan con esterilidad espiritual; pero no es 6ste siempre el caso. Ha habido periodos como, por ejemplo, el del segundo Imperio francds, en que el predominio de un estrato social despreciable se hall6 bajo el signo del raal gusto y de la imitaci6n decadente. Pero incluso entonces nos sale al paso junto a un arte infimo un efte valioso, y junto a Octave Feuillet tenemos a un Gustavo Flaubert, como junto a los Bouguereau y Baudry tenemos a artistas como Delacroix y Courbet. Y es muy caracteristico que, en el aspecto social y politico, un Delacroix no se hallaba mris pr6ximo a un Courbet que a un Bouguereau, y que la comunidad artlstica entre ellos no respondia a ninguna especie de solidaridad polltica. En el segundo Imperio, sin embargo, la burguesia dominante tenfa, en tdrminos generales,los artistas que merecla. Ahora bien, 1qu6 decir del hecho de que en el antiguo Oriente o en la Edad Media, el mds terrible despotismo y 7a m6s intolerante dictadura espiritual, no s6lo no hicieron imposibles, sino que incluso crearon condiciones bajo las cuales los artistas no tenian que sufrir mris que lo que sufririan -al msnos .1 5u ssn1i1- bajo el orden polftico m6s liberal? 4No indica esto que las presuposicionesde la calidad artistica se encuentran mds all6 de la alternativa enre libertad y opresi6n politica, y que esta calidad no es susceptible Je comprensi6n con criterios sociol6gicosP 4Y qu6 ocurre desde el otro punto de vista? 1Qu6 clecir del arte del clasicismo heldnico, que apenas si 8 A. Hauser,ob. cit., II, p, 308.
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Intuod.acci6n
tenia que ver algo con el pueblo real y muy poco con la democracia?2Qu6 decir de la democraciadel Renacimiento italiano que no era en absoluto una democractaT iO qu6 decir de los ejemplos de nuestra 6poca, que tan claro testimonio nos ofrecen de las relaciones de la amplia masa con el arte? Segin ciertas noticias, una editorial inglesa public6 hace algrin tiempo una obra ilustrada en la que se reproduclan pinturas de 1a mris diversa clase: buenas y malas, de gusto poptlar y selecto, cuadros religiosos, de g6nero y i"lenticas obras artisticas. La editorial se dirigi6 a los compradores del libro, pididndoles que indicaran las pinturas mds de su agrado. Y aunque los preguntados pertenecfan a la clase mr{s elevada del piibiico, es decir, a la que compra libros, y aun cuando el ochenta por ciento de las ilustraciones reproducian <<arte autdntico>, y tenian ya s6lo por eso mayores probabilidades de ser escogidas,ninguna de las seis obras que figuraban con mayor nrimero de votos a la cabeza de la encuestapertenecia a las calificadascomo <arte aut6ntico)>. Si este ejemplo pudiera interpretarse en el sentido de que el gran priblico se pronuncia en principio conffa el arte mejor y en pro del peor, ello nos permitiria establecer una ley sociol6gica -aunque s6io negati va- entre calidad y popularidad. Pero tampoco aqui, sin embargo, puede hablarse de una actitud estdtica consecuente. Enue calidad y popularidad en el arte eriste siempfe una cierta tensi6fl, y a veces incluso, como por ejemplo en el arte moderno, una abierta contradicci6n. El arte, es decir, el arte valioso cualitativamente, se dirige a los miembros de una comunrdad cultural y no al <>de Rousseau; ! -r co.nprensi6n estr{ vinculada a ciertas oresuoosicio_ r:. de formaci6n, y su popularidad, ptr eso, .rtd
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limitada desde un principio. Los estratos incultos del priblico se manifiestan en forma igualmente inequ{voca por el arte <<malo>> que por el <>. El dxito de las obras de arte en este priblico se rige por puntos de vista extra-artisticos.El gran priblico no reacciona a 1o valioso o no valioso artisticamente, sino a motivos por los que se siente tranquilizado o inranquilizado en su esfera vital. Por e;o acepta tambi6n 1o valioso artisticamente,cuando para dI sienifica tunvalor vital, es decir, cuandor.rponl. n ,u, d.r.or, fanrasiasy ensoffaciones,cuando apaciguasu angustia vital e intensifica su sentimiento de seeuridad. Todo ello sin olvidar que 1o nuevo, desacostr]mbradoy dificil, tiene siempre un efecto inttanquilizador sobre un pdblico inculto. La sociologia no nos ofrece, pues, ninguna respuesta al problema de la relaci6n entre calidad artistica y popularidad, mientras que respecto al problema del origen de Ia obra de arte a partir d; la realidad material nos ofrece respuestas qu. no ,on totalmente satisfactorias. La sociologia tisne ciertos limites, comunes tambidn a las dem6s ciencias del esplritu que se ocupan de problemas gendticos, como por ejemplo la psicologia, limites impllcitos ya en el mismo mdtodo de estas disciplinas. Tambidn Ia socioTogia apana, a veces, de su campo visual la obra de arte en cuanto tal. Pues de igual manera que los elementos psicol6gicos decisivos en Ia crea.ci6nartistica no son id6nticos a los elementos artisticamente decisivos en la obra, asi tampoco coinciden necesariamente los rasgos sociol6gicamentedeterminantes de rrna obra de arte o de una direcci6n atlstica con lo_" caracteresest6ticamente fundamentales de la una o de la otra. Es posible ocupar socioldgicamenteuna posici6n clave dentro de un movimiento artistico v
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Introducci1n
set, sin embargo, un artista de segunda o tercera categofia. La historia social del arte no sustituye ni desvirtria la historia del arte, de igual manera que tampoco dsta puede ni sustituir ni desvirtuar aqu€Ila. Ambas disciplinas parten de distintos hechos y valores. Si se juzga, por eso, la historia social del arte con los criterios de la historia del arte. se tiene fdcilmente la impresi5n de que aqudlla tergiversa los hechos. A quien asi juzga deberia recordr{rsele que tambi6n la historia del arte se gula por otros criterios que la pura critica artistica o la espontrinea vivencia artistica, y que tambidn entre el valor hist6rico.artfstico y el estdtico se da, a menudo, una gran tensi6n. El punto de vista sociol6gico s6lo debe rechazarse en relaci6n con el arte, alli donde se presenta como la tinica forma legitima de consideraci3n,confundiendo la significaci6n sociol6gica de una obra con su valor artistico. Ademris de este desplazamientode los acentosaxiol6gicos -que induce, a menudo, a effor, pero que siempre es coregible-, \a sociologia del arte tiene tambidn en comfn con el m6todo gendtico de investigaci6n en el campo de las ciencias del espiritu otra insuficiencia arin mds grave para el amante del arte. La sociologia del arte ttata, en efecto, de deducir rasgos rinicos y particulares del arte partiendo de una .esfera completamente distinta, de un campo general y artisticamente neutro. Como el mds craso ejemplo de este m6todo se aduce, de ordinario, el intento de hacer depender de condiciones econ6micas la calidad o el talento artistico. Seria una fdcil defensa de este m6todo alegar que la deducci6n directa de formas espirituales de hechos econ6micos s6lo ha sido emprendida por dogmdticos ignorantes y que la constituci6n de ideologias es un proceso largo, complicado
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v rico en transiciones que el matedalismo vulgar no valora debidamente. Pues por muy complicado, dispar y contradictorio que sea el camino que lleva de ia realidad social al valor espiritual -del capitalismo burguds en Holanda, por ejemplo, a las obras de Rernbrandt-, en fin de cuentas es necesario decidirse en pro o en contra de la trascendencia de esta relaci6n. Es posible demorar la decisi6n, es posible velar la propia posici6n, hablando de dualismo y dial6ctica, de influencias reclprocasy dependenciamutua entre espiritu y materia: en el fondo, sin embargo, se es realista o se es espiritualista. En riltimo t6rmino hay que plantearsela cuesti6n de si el genio nos cae del cielo o se forma aqul en la tierra. Sea cual sea, sin embargo, la decisi6n, la transformaci6n de las condiciones econ6micas en ideologlas continuard siendo un proceso imposible de revelar plenamente, un proceso que siempre nos aparecer6 vinculado a una soluci6n de continuidad, a un salto. Seda, eso si, un error pensar que este salto s6lo se da en el trdnsito de 1o material a lo espiritual. No menos comprensibles plenamente y con no menos ,,saltos> se nos presentan la transformaci6n de una {orma espiritual en otra, un cambio de estilo o de moda, la desaparici6n de una vieja tradici6n y ei nacimiento de una nueva, la influencia de un artista sobre otro, e incluso las fases de la evoluci6n de un soio artista. Vista desde fuera, toda modificaci6n parece abrupta y, en el fondo, incomprensible. EI cardctel paulatino y sin lagunas de una transformaci6n es una experiencia subjetiva y puramente interior que no puede ser reconstruida con obietividad. El salto de lo material alo espiritual es inconmensurable, pero tiene ya lugat en el campo de Io social, mds arin, en el mismo campo de la economia. Incluso
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lntroducci6rc
la economia mrls primitiva es ya economla organizada y no un estado natural. Ahora bien, una vez que se ha abandonado la mera natutaleza ya no se enfreuta uno nunca con la nuda materia. El salto a lo espiritual ha tenido lugar cuando uno cree enconttarse todavia en el campo de lo material. La distancia que separa al estado natural de Ia forma mr4s primitiva de la economia es, por tanto, en cierto fespecto' ma]ror que la que media entre esta economia y las formas mds elevadas del espiritu, si bien el camino est6 jalonado de abismos y saltos en cada fase del desarrollo. Una de las meissensiblesinsuficienciascompartidas por la sociologia del arte con la explicaci6n gendtica de las obras del espiritu se halla implicita en el.:intento de reducir a elementos simples un obieto cuya esencia lntima estd constituida por una cornplejidad. Toda erplicaci6n cientifica est6 unida naturalmente a una simplificaci6n del fen6meno que se rata de explicar. Una explicaci6n cientifica significa descomponer algo compiejo en sus elementos y, a la vez, en elementosque se dan tambi€n en otras conexiones. Fuera del arte, este procedimiento no destruye nacla decisivo en el cardcter de1 obieto, mientras qtte en e1 arte, en cambio, al proceder asi se aniquitra la finica forma de manifestaci6n valiosa en que nos es clado el objeto. Si se destruye o ignora, en efecto, la complejidad de Ia obra artfstica, el entrelazatniento de los motivos, la multivocidad de los slmbolos, la polifonia de las voces, la interacci6n de los elementos sustancialesy formales y las misteriosas vibraciones en el tono de un artista, puede decirse que se ha renunciado a 1o mejor de 1o que el arte puede ofrecer. Y, sin embargo, serla injusto hacer s61o responsable a la sociologia de esta pdrdida. Toda indagaci6n cien-
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tifica del afte paga el conocimiento adquirido con la destrucci6n de la inmediata y, en riltimo t6rmino, insustituible vivencia artistica. Esta vivencia se pierde tambi6n en la historia del arte mris sensible y mris comptensiva; un hecho que, desde luego, no atenrta en nada la responsabilidad de la sociologia por sus propias insuficiencias,y que no la libera de la obligaci6n de coriegir en 1o posible sus errores o de descubrir, al menos, las fuentes de donde 6stos Dfoceoen. La complejidad de la obra de arte se expresa, no s61o en la multiplicidad de su vivencia, sino tarnbidn en el hecho de que se encuentra en el punto de intersecci6n de toda una setie de diversas motivaciones, La obra de arte est6 condicionada de ffes maneras: desde el punto de vista de la sociologia, de la psicologia y de la historia de los estilos. El individuo no s61o tiene la libertad psicol6gica de escogerenue distintas posibilidades dentro de la causalidad social, sino que se crea tambi6n constantementenuevas posibilida.des que, si bien se hallan limitadas por las condiciones sociales del momento, no estdn de ninguna manera predeterminadas. El sujeto creador se inventa nuevas formas de expresi6n, no se las encuentra ya conclusasa su disposici6n. Lo que encuentra ya hecho es algo m6s bien negativo que positivo, a saber: aquello que en el momento hist6rico dado aparece como imposible, como imposible de pensar, de sentir, de expresar o de entender. Lo que a una 6poca le estd vedado no puede determinarse, desde iuego, mds que <(a posteriori>>: el presenre parece siempre andrquico y entregado siempre al arbirio del individuo. 56lo >se dibuja la ley social que da a las decisiones individuales una direcci6n unitaria. 56lo >se disefia tambi6n la