(autor - Arturo De Ascanio) - La Magia De Ascanio - Tomo Iii

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i Mi I |/ivl/i KU #l/\/if¥8v isrmos vi CABJMAÍHA Sí/S CLÁSICOS

ÍNDICE

Palabras de la Editorial

..

IX

Prólogo de Camilo Vázquez

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XI

Prólogo en tres actos Primer acto, de Toni Caehadiña Segundo acto, de Joan Font Tercer acto, de Manolo Tena

Esta obra está protegida por los derechos de la propiedad intelectual. Quedan reservados los derechos de traducción, reimpresión, uso de ilustraciones, radiodifusión, reproducción fotomecánica o de otro tipo y almacenamiento en equipos de tratamiento de datos, incluso en versiones reducidas o resumidas. © Jesús Etcheverry © Laura Aviles Páginas Silva, 13 3o A 28004 Madrid-España Tel./Fax: (34)915 411 611 \vw\v.librosdemagia.com © Páginas, de la obra de Arturo de Ascanio

V!

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Capítulo Primero: Sus clásicos La Dama inquieta Alternando los colores : Todo dorsos , Las diez cartas a través de la manga Mentalismo por eliminación Sequacious spades Cartas a través de la mesa La cartera de Freddy Fah El nueve mágico

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Capítulo Cuarto: La baraja nudista Cartas nudistas. Versión 1344 „ Cartas nudistas. Versión ?
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Capítulo Segundo: Ases para conocedores Ases para conocedores .'. _ Los Ases de mi examen Capítulo Tercero: La carta ambiciosa El As am bicioso _ La doble ambiciosa . La extraña ambiciosa .

X11 XIII XIV

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235 237 243

Capítulo QuiHto: Azul, rojo, blanco Azul, rojo, blanco. Ana'lisis de una construcción _

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25<7

Capítulo Sexto: Fuera de este mundo

Fuera de este mundo



'2.ES

Capítulo Séptimo: Juegos varios Ases nómadas Lo: Ases estilo Las Vegas El juego de los sabios El visitante (Los Reyes cazadores)

... _

2^(7 305 30*7 315

Capítulo Octavo: Técnicas y sus aplicaciones El enfile al tiempo

325

Mágicas coincidencias Cinco rojas y cinco negras

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Las acciones en tránsito en las cuentas Elmsley y Hamman Pensamientos sobre el dobla lift Transformaciones en belleza — Capítulo Noveno: Los días negros

......._.,

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327 3 31 334 337 342

353

PALABRAS DE LA EDITORIAL No tuve la suerte de conocer personalmente a Arturo. Pero, después de más de un año en contacto '"*" con sus teorías, juegos y concepciones, me declaro ascaniana hasta la médula. Ascanio cuestionóó icon verdadera pasión cada idea, concepto, creencia, hábito y formas de hacer en la magia, y con una capacidad creadora única en la historia del Ilusionismo en ¡España, elaboró y -quizás lo más importante- transmitió generosamente toda una!' doctrina. Es evidente -no hay más que leer los numerosos prólogos de LA MAGIA D ; ASCANIO- que ha dejado huella. Al encarar ¿1 proyecto de edición de la obra del Maestro, sabía que el recorrido sería complicadoi. Jesús Etcheverry, con una laboriosidad que nunca agradeceremos bastante, con rr ucha -'-- paciencia y confianza en mi trabajo, se encargó de allanarlo. Para la Ediiorial Páginas ha sido un esfuerzo importante -tanto en lo económico como de broducción- poder encarar en tan poco tiempo, una obra de esta envergadura. Como resu Itádo. estos tres tomos son a mi juicio un aporte inicial y comprometido, que hace posible) que las nuevas generaciones puedan estudiar al gran pensador que la magia española ha- tenido. A partir de aquí í, y gracias a este material, los cartómagos podrán analizar, criticar, mejorar, y en definitiva ■''■'-"- -tras un breve paréntesis de olvido- continuar y desarrollar la escuela de: Ascanio. El desafío pasa ahora a manos de los jóvenes. Ellos son los responsables de aprovechar tantos y tan profundos conocimientos. Y no sólo los de habla hispana, ya que nos proponemos otro difícil reto: traducir a Arturo de Ascanio a otros idiomas. Editorial Pág :nas.:, a través de su labor y de sus publicaciones, pretende contribuir en la formación db los magos, para que sean capaces de afrontar sin mediocridad la tarea que les toca. Una vez más Iquisiera dedicar esta obra a Queta. El mundo de la magia ha sido tambien su vida. Laura Aviles Agosto madrilleño de 2001

(X

PRÓLOGO DE CAMILO VÁZQUEZ Clásico es lo que está bien "arrematao " Rafael Gómez "El Gallo" Con un taurino "Va por ti ¡Maestro!" daba paso Jesús Etcheverry a la voz de Arturo en el primer tomo de esta obra, ya clásica, como decían premonitoriamente en aquella ocasión Juan y Miguel en sus Prólogos respectivos. Ahora, apenas un año más tarde, Jesús remata la "faena" con este tercer volumen subtitulado "Sus clásicos": los clásicos del Maestro. El resultado es una obra sorprendente y apabullante, esencialmente distinta, en mi opinión, a todo lo existente en la bibliografía mágica actual. Una obra inagotable que permite y requiere múltiples lecturas. Porque en ella están: No sólo el repertorio cartomágico, prácticamente completo de Arturo, sino también innumerables detalles de su gestación, antecedentes, variantes y versiones con indicación precisa de algunos de los momentos memorables en que fueron presentadas. No sólo las técnicas utilizadas por Arturo, sino también su origen, comentarios sobre su invención o descubrimiento, descripción detallada, con la precisión de conceptos y rigor de términos que caracterizaba sus explicaciones. No sólo los principios teóricos, reflexiones y conceptos que han clarificado y estructurado la cartomagia moderna, sino también su exposición coloquial en conferencias y entrevistas con sus comentarios circunstanciales o marginales que los enriquecen con esa componente cálida y humana del "directo". No sólo los aspectos objetivos referentes a su magia: efectos, técnica, teoría, sino también aspectos subjetivos, íntimos, de la actitud personal de Arturo con respecto a la magia; sirva de ejemplo su emocionante y sincero testimonio en una de las Jornadas de El Escorial: "Daley que estás en los cielos". En LA MAGIA DE ASCANIO no sólo está la magia de Ascanio; en LA MAGIA DE ASCANIO está Arturo vivo. Los que hemos tenido la fortuna de conocerlo, tratarlo, disfrutar de su amistad y magisterio, de experimentar la emoción mágica al contemplar por primera vez sus efectos y la emoción estética, de belleza y perfección de su manejo y de su discurso siempre; nosotros, veremos y oiremos a Arturo. Su voz y su presencia acompañarán nuestra lectura. Los que descubráis a Arturo a través de estos libros, creo que experimentaréis la sensación, mágica también, de haberlo conocido. Será la magia de Jesús Etcheverry. Maisons Laffirte, agosto de 2001 XI

PROLOGO EN TRES ACTOS Primer Acto, de Toni Cachadma Tuve la suerte de compartir la amistad, la magia y el cariño de Arturo sin apenas darme cuenta de los históricos momentos que estaba viviendo. Fue con el tiempo cuando empecé a apreciar la ventaja de haber madurado mágicamente cerca de él, aprovechando sus magistrales enseñanzas. Por ello, más que glosar sobre la figura de Ascanio, nada mejor que recordar aque­ llos ratos pasados juntos, contándome sus pequeñas cosas que eran tan grandes como su humanidad, así como sus ansias de transmitirnos su sabiduría mágica. Oí hablar de Arturo de Ascanio cuando llegué a la SEI, por el año 59. Para mí era como oír hablar de un extraterrestre; los magos consagrados le llamaban Maestro y para un novato como yo, no.había cabida para una valoración de tal significado en un momento en el que todo lo que descubría eran milagros. Después, ya introducido en el mundillo de la Magia de cerca, empezamos a re­ cibir información privilegiada desde Madrid. Ascanio nos mandaba algunas de las rutinas que él tenía ya estudiadas (en aquel entonces no era fácil.obtener informa­ ción ni recibir las novedades aparecidas en el mundo). Ahora nos damos cuenta: es­ tábamos muy aislados, pero bien relacionados: era una gozada recibir rutinas como "La caja Okito" de Mohammed.Bey o "La rutina de Ases" de John Hamman y tan­ tas otras. Pensad que hablo de 1960, año en el que nuestra ilusión tuvo el privilegio de estar alimentada de la mano del Gran Ascanio. Luego, mis grandes amigos y maestros Pablo Doménech y Ricardo Marré me ofrecieron asistir a la sobremesa de una comida en la que estaba Ascanio, creo que mi primera comida mágica, y ¡de qué nivel! ¡Qué descubrimiento! Los ojos se me abrieron como platos y allí empezó un nuevo mundo para mí. Con la perspectiva que da el tiempo, la fortuna de haber podido beber las ense­ ñanzas de una.de las grandes figuras de nuestro querido arte, es sin duda una de las mayores satisfacciones que me ha dado la Cartomagia. Espero que los que no hayáis tenido la suerte de estar con Arturo y de poder ma­ durar a su lado, podáis a través de esta colosal obra, llegar a conocerle a fondo y absorversus conocimientos. No quiero terminar sin resaltar la encomiable labor realizada por Jesús Etcheverry, demostrando su amor por la magia y en especial por la magia de Arturo de Ascanio. Tal devoción ha empujado a nuestro amigo Jesús a recopilar el legado que Arturo nos dejó, reuniendo sus enseñanzas en un compendio de tres tomos que quedará como un clásico de la teoría moderna de la Cartomagia.

XII

Segando Act|>, de Joan Font Cuando Jesús;Etcheverry me brindó el honor de colaborar en este Prólogo al tercer tomo de Lk MAGIA DE ASCANIO, me sentí halagado e ilusionado, sabiendo que eran muchas y|¡ muy buenas, las cosas que se podían decir de Arturo y de su magia; pero pronto cofnprendí que ni mi bagaje mágico ni mis escasas dotes de escritor, son los más adecu|dos para glosar unas cualidades merecedoras de la mejor de las plumas y del más lamplio conocimiento de un arte -la magia- en el que muy pocos han sabido profundizar "zar como lo hizo Arturo. Con todo, < a pesar de ser consciente de mis limitaciones, no quiero renunciar a este honor y, así'., aportar mi granito de arena en este homenaje. Hablaré pues, de Arturo como persona., ya que sus cualidades como tal nada tenían que envidiar a las del mago. Extrovertidib. D, amable y cariñoso, jamás regateaba un aplauso, una alabanza o un mérito a nadie. jTodo lo contrario: tenía la tendencia a exagerar su beneplácito si con ello fomentaba Una afición, o alentaba un afán de superación. Entregado ; la magia, no escatimaba esfuerzos para encontrar ocasiones propicias para volcarse a los demás, de poder "vaciarse" -como le gustaba decir/Vaciarse para volvers; a llenar con más sutilezas, con más detalles, con más perfección. Aportar. transmitir, itir, enseñar... eran verbos de su preferencia y vivía conjugándolos. Su contrólalo genio, que también lo tenía, .sólo hacía aparición para defender una causa justa, a amigo, o en alguna situación en la que la Magia, o los magos, eran menospreciados Sólo .viéndole como un trabajador constante y autoexigente, se pueden comprender sus logros y sus éxitos. ¡Cuántas horas de trabajo en soledad para pulir detalles, pases y movíimientos! Recuerdo que, en una ocasión, hablábamos de esta soledad con la que|| yo me identificaba y me dijo: Es una so/edad aparente, porque los aplausos que se yen durante el estudio y el trabajo, están ahí, en los magos que go-zan con mis logí is, de mis experiencias, en aquellos que tienen éxito con uno de los juegos que tú, Ji an, fabricas, o con las charlas de tus rutinas. Créeme, es una soledad aparente Ahora lo sé, Arturo. No estuviste ni estarás nunca solo. La magia te obsequió con muchos "hijos;esb ¡rituales", como te gustaba llamarles, y con multitud de amigos que estamos aquí para dar testimonio de tus enseñanzas, de tu generosidad y de tu amor a la magia. Entre sus aira gos, permitidme destacar a Jesús Etcheverry, autor de esta obra, quien, con constancia ia, minuciosidad y rigor, ha reunido todo cuanto a Arturo le hubiera gustado pu blicar, para que sirva de tributo a quien dedicó su vida entera a la magia.

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Tercer Acto, de Manolo Tena ¿Porqué leer a Ascanio? Y sobre todo... ¿Porqué estudiar a Ascanio? Pues por dos motivos fundamentales: por placer y por afán de conocimientos. Si por vacaciones o por trabajo'visito Cuenca, es paso obligado el.Museo Diocesano. La cola de visitantes que recorre la cámara acorazada, exige una aproximación lenta hacia la mirada inolvidable de un Cristo pintado por El Greco. La cercanía descubre paulatinamente la técnica, hasta que uno queda literalmente extasiado y encuentra un pequeño pegote de pintura blanca, allí donde emanaba un brillo sobrecogedor. La belleza cegadora de la magia de Ascanio, definida con absoluta precisión en "La concepción de la atmósfera mágica", esconde todo un mundo de técnicas a su servicio. Recorrer el camino desde la belleza a la técnica es un inagotable manantial de placer, y peregrinar en la dirección opuesta es alcanzar la fuente del conocimiento mágico. En la obra de Ascanio es posible caminar en las dos direcciones. No existe ningún otro caso igual o similar. Es puro placer y fuente de conocimiento. Es inevitable leer a Ascanio y es imprescindible estudiar a Ascanio. Es necesario felicitarte, amigo lector, por tener esta obra entre tus manos; a través de ella comprenderás la magia y a través de la magia comprenderás el arte. Yo inicié el camino, hace ya muchos años, con una larga charla alrededor de la "cinta" y el "abanico" de Zingone, y todavía me zumba en los oídos la presentación: Ascanio ven, que te voy a presentar a este chaval que está preñao contigo...

XIV

LA &AMA IWft^ICTA

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L^S Pizz. CAITAS A TU.AVCS P€ LA M A N ir A

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CAUTAS A T k A V r s Í C LA NMfSA

LA CA^TCRA P€ F f c m y FAH

CL Ni/rve MAfe-ico

SUS CLÁSICOS En este capítulo te ofrecemos nueve juegos: preciadas joyas que en manos de Ar­ turo de Ascanio eran magia pura. "La Dama inquieta" (cuatro versiones) y "Alternando los colores" han estado ce­ losamente guardados hasta hoy; aquí aparecen por primera vez en letra impresa. De "Todo dorsos", que ya se había publicado, ofrecemos dos versiones diferen­ tes, más evolucionadas, una de ellas impromptu. Completan el capítulo "Las diez cartas a través de la manga", "Mentalismo por eliminación" y "Sequacious Sapades", todos inspirados en trabajos del genial mago americano Dr. Jacob Daley; "Cartas a través de la mesa" y "El nueve mágico" ins­ pirados en juegos de Hamman, y por último, "La cartera de Freddy Fah".1 Confiamos que este material, por su novedad y categoría mágica, atraiga espe­ cialmente tu atención.

LA DAMA ÍNQUÍETA ¿Qué decir de "La Dama inquieta"? Era la niña bonita del repertorio de Arturo. Está inspirada en un efecto de Tenkai, "Card Flight",2 y Ascanio la consideraba el juego gemelo de la mítica "Homing Card" (el juego de las cinco cartas rojas), obra maestra de la Cartomagia moderna, de su amigo, maestro e ídolo, Fred Kaps. Para demostrar el cariño que le profesaba y lo estudiado que lo tenía, baste decir que fue el único juego que repitió en su ciclo de conferencias "Concepción estruc­ tural de la Magia" (Madrid, 1985),3 y lo repitió porque pensaba que en él se ejem­ plariza todo lo que debe tener un juego, en cuanto a presentación, construcción, co­ bertura y técnica. Este juego estuvo presente.en su repertorio ganador del Congreso de Amsterdam en 1970. Para que puedas entender su evolución, ofrecemos cuatro versiones. La primera se corresponde al efecto tal y como lo presentaba a finales de los años sesenta. Cree­ mos que fue la versión que Ascanio presentó a concurso en Amsterdam.

1. Freddy Fah (1925-1998). Conocido mago profesional francés, amigo íntimo de Fred Kaps y Ken Broke, especialista en magia con pañuelos. 2. La versión del maestro japonés está explicada en un pequeño folleto, "Six Tricks by Tenkai". 3. Las cinco conferencias están íntegramente recogidas en LA MAGIA DE ASCANIO de Ascanio/Etcheverry, Tomo 1. Editorial Páginas. 2000.

I
Pr'm&ra versiÓM (hacia 1*170) Requisitos Cinco cartas rojas de puntos y la Dama de Picas. Supongamos que utilizarás como rojas de puntos, el Ocho de Corazones, y el Nueve y el Diez de Corazones y de Dia­ mantes. Estos naipes eran los que usaba Arturo.

1.3 ...y cuatro cartas rojas.

Con la Daña (en la mano derecha), y haciendo un gesto de izquierda a derecha sobre el at anico., señala las cuatro cartas rojas. Luego, deja la Dama en el extremo derechb del abanico, que cierras y volteas cara abajo, girándolo lateralmente con la mano < derecha en el sentido de las agujas del reloj. Para ello, los dedos pulgar y rqayor derechos se-colocan respectivamente sobre las esquinas inferior y superior izquierdas de las cartas que sujetas cara arriba en la mano izquierda y las haces pivotar hacia la derecha.

Ordenación Con las cartas cara arriba, desde la parte superior hacia abajo, coloca: la Dama de Picas, el Nueve de Corazones, el Nueve de Diamantes, el Diez de Corazones, el Diez de Diamantes y el Ocho de Corazones. La Dama de Picas será la carta cara de este paquete.

1.4 ...Colocaré una carta... roja Con la mano derecha, da cara abajo la carta superior sobre el centro de la mesa. Una vez:qúe la hayas depositado allí, tomándola por su esquina inferior derecha, muéstrala frontalmente al público, al decir: ...roja.

Rutina

1.5 ...aquí, sol.re la mesa. Déjala carc abajo donde estaba.

1. En esta versión puedes actuar de pie. Con las cartas cuadradas, cara arriba, en la mano izquierda, sujetas en la posición de dar, dices:. Y ahora un juego... con una Dama negra, la Dama de Picas... y cuatro cartas rojas. Colocaré una carta... roja... aquí, sobre la mesa... y en la mano me quedan tres cartas rojas y la Dama negra. A la Dama hay que seguirla siempre con la vista... saber dónde está... la vamos a colocar al lado de esta carta de la mesa... la Dama... la colocaré me­ tida... asi. Entonces en la mano quedan... una... dos... tres cartas rojas... tres cartas rojas. 1.1 Y ahora un juego... Con el pulgar izquierdo vas pasando cartas, de una en una, de la mano izquierda a la derecha, y las vas cogiendo una debajo de otra (pulgar en la cara y dedos en el dorso) abiertas en abanico hacia la izquierda. Al contar la cuarta (o sea, la ter­ cera roja) haz un bucle sobre la carta inferior con el dedo mayor izquierdo y pasa dos (como una). Luego pasa la última, y colócala en el extremo izquierdo del aba­ nico, que inmediatamente pasas a sujetar en la punta de los dedos, entre las dos manos (fig. 1). 1.2 ...con una Dama negra, la Dama de Picas... Pasa, en abanico, las cuatro cartas rojas a la mano izquierda y quédate en la de■ recha con la Dama de Picas. Al nombrar ...la Dama de Picas... gesticula con ella; es decir, separada del aba­ nico e individualmente, muévela y muéstrala por su cara y por el dorso. 20

1.6 ...y en la n ano me quedan tres, cartas rojas... Con el pul ar izquierdo pasa, de una en una, de la'mano izquierda a la derecha, las tres cartas superiores. La mano derecha las va cogiendo cerca de lá esquina inferior derecha (pulgar en el dorso y dedos en la cara) abiertas en abanico hacia la izquierd y las va mostrando frontalmente. ...y la Dama negra. Con la manp izquierda haz el chasquido y muestra la Dama frontalmente (fig. 2). Es decir, despuíes de haber pasado tres cartas rojas a la mano derecha, la mano ¡zquierda mocjl ifica ligeramente la forma en que agarra sus dos últimas cartas (para el público sol mente una). La(s) desplaza(s) hacia la punta de los dedos izquierdos, que la(s) sujeta(rn) entre la yema del pulgar y el índice (que coloca su uña contra la cara de ¡a cd:rta) por el centro del lado izquierdo, y los dedos mayor, anular y meñihace presión hacia abajo (fig. 3). que por e ládo(derecho. Ahora la yema del pulgar 1 Cuando las |cartas estén curvadas y en tensión, abandona la sujeción de los dedos mayor, anular y meñique, y entonces, igual que un resorte, saltará(n) y se colocará(n) frontal mente de cara a los espectadores, sujeta(s) -como una- sólo por el centro del lado izquierdo, entre el pulgar, por el dorso y el índice, por la cara (fig. 2). La(s) carta(¡ ) al saltar (soltarse de los dedos izquierdos) como si fuesen un resorte, hará(n) un chasquido que sonará como si sólo estuvieses manejando una carta. El sonido y la soltura de este pase te ayudarán a dar la sensación de que en la mano izquierda sólo tienes una carta; la Dama. 1\

Al final del chasquido la(s) carta(s) queda(n) sujeta(s), como una, frontalmente cara al público, entre los dedos índice y pulgar en el lado izquierdo; el resto de los dedos quedarán extendidos hacia fuera y separados. Las manos, como se ve en la fig. 2, estarán una junto a la otra, mostrando frontalmente sus cartas. ! .8 ...Ala Dama hay que seguirla siempre con ¡a vista... saber dónde está... Un poco antes de comenzar esta frase, pasa (acción en tránsito) las cartas de la mano derecha a la izquierda. Colócalas en la horca que forman los dedos índice y mayor (fig. 4). Allí cuádralas contra la base de estos dedos, que se cierran in­ mediatamente para sujetarlas. Al hacerlo, pon las manos paralelas al suelo; la derecha, inmediatamente después de abandonar las cartas rojas, coge, desde arriba, en la posición de cortar (pulgar en el extremo interior y dedos en el extremo exterior) a la Dama (acción final). En este momento estás diciendo: A la Dama hay que seguirla siempre con la vis­ ta... Mientras dices: ...saber dónde está... la muestras al público en la mano de­ recha, que se voltea palma hacia arriba. Simultáneamente, la mano izquierda corrige la posición de sus cartas; ahora las sujetas, cara abajo, en la posición de dar. 1.9 ... la vamos a colocar al lado de esta carta de la mesa... Deja la Dama (acción en tránsito) cara abajo, sobre las cartas de la mano iz­ quierda; al hacerlo, obten con el meñique izquierdo una separación debajo de la Dama (y la carta roja encima de ella, sin que el público lo sepa). Al nombrar la carta de la mesa, la mano derecha, que ahora está libre, se dirige a ella y la señala (acción final). \.\0 ...la Dama... la colocaré metida... así. Con la mano derecha palma abajo coge por su lado derecho (en la posición de re­ partir cartas cara arriba) la(s) carta(s) de encima de la separación, muéstrala vol­ teando la mano derecha palma arriba (fig. 5) y, sin pausas, déjala(s) otra vez cara abajo sobre las de la mano izquierda, volteándola(s) lateralmente. Luego, con el pulgar izquierdo, da hacia la derecha la carta superior (una carta roja; la Dama para el público) y con la mano derecha (después de hacer un gesto sobre el lateral de­ recho de la carta de la mesa) colócala en lá mesa oblicua con respecto a la que ya estaba allí y con su esquina-inferior izquierda debajo de ella (fig. 6). 1.1 i .. .Entonces en la mano quedan... Con la mano derecha, coge por sus extremos exteriores (pulgar arriba y dedos debajo) las cartas que sujetas en la mano izquierda (fig. 6). 13

Balancéalas en la punta de los dedos e ininterrumpidamente colócalas otra vez en la mano izquierda, que ahora las coge desde arriba -preparada para hacer la carta corrida- por los laterales (pulgar sobre el lado derecho y resto de los dedos en el lado izquierdo). Aquí vemos cómo Arturo con su charla ha justificado el tener que coger las cartas en la mano derecha, y cómo al ponerlas otra vez en la izquierda, ya las coloca listas para el pase que viene a continuación: la carta corrida. 1.12...una... dos... Ya con las cartas en la mano izquierda, en la posición para hacer la carta corrida y mientras dices: una... dos... la mano derecha coge, por el extremo exterior (pul­ gar en el dorso y dedos índice, mayor y anular en la cara) la carta inferior y la muestra volteándose palma hacia abajo. Mientras la mano derecha muestra su car­ ta, el meñique y el anular izquierdos desplazan hacia atrás la segunda carta roja (fig. 7), es decir que haces con ella la carta corrida. Ahora la mano derecha pone la carta que sujeta cara abajo sobre las de la mano izquierda; colócala abierta hacia fuera como en unos treinta grados (fig. 8) y en esa acción coge las dos superiores, y muéstralas seguidamente como una carta roja al voltear otra vez la mano derecha palma abajo. Estás mostrando en la mano derecha dos cartas rojas abiertas en "V"; la de arriba es la doble.

Luego la nano derecha (acción en tránsito) volteaba cara abajo las cartas que sujetaba sobre la mano izquierda, las cuadraba, e inmediatamente con la dere­ cha, ahora libre, volteaba cara abajo la roja de la mesa (acción final). A partir dejeste punto sigue con el apartado 1.6. Pero basta\ simplemente un pequeño golpecito... para que la Dama inquietamente aparezca en la mano... la coloco entre las cartas rojas... está en medio de las cartas fojas... y la apartaremos a este otro lado... aquí sólo quedan cartas rojas... y aquí la Dama... ésta es roja... las cartas de aquí son rojas... ¿ Creéis... que aquí sigue la Dama?... ¡No! ¡No!... son las cuatro cartas rojas... y la Dama. Pero basta Con la marío derecha (pulgar en el extremo interior y dedo mayor en el extremo exterior) aqancia ligeramente las cartas por sus extremos, y en ese gesto, el pul­ gar levanta as dos cartas superiores por el extremo interior y el meñique izquierdo obtiene unal separación debajo de ellas. 2.2 ...simphemente un pequeño golpecito... Da un papirotazo con el dedo mayor derecho sobre el dorso de las cartas de la mano i zqui^rda. Éste es el gesto mágico para que la Magia ocurra.

1.13... tres cartas rojas... La mano izquierda gira palma arriba mostrando una carta roja: sin pausas, la mano derecha deposita sobre esa carta y escalonada hacia abajo la doble (fig. 9), y lue­ go coloca, también escalonada hacia abajo, la tercera roja. Ahora estás sujetan­ do en la mano izquierda tres cartas rojas abiertas en escalera. 1.14... Tres cartas rojas. Con la mano derecha cuadra cara arriba las cartas dé la mano izquierda y me­ diante un culebreo vertical de tres cartas 4 muéstralas inmediatamente otra vez como tres rojas. Luego cuádralas y voltéalas cara abajo sobre la mano izquierda. Voltéalas lateralmente, como antes, con la mano derecha. I bis El algunas ocasiones, Arturo, teniendo las cartas cara arriba y cuadradas en la mano izquierda, en la posición de dar, pasaba la Dama de Picas y tres rojas -ha­ ciendo el bucle en la tercera- a la mano derecha, y las sujetaba en abanico en esa mano, mientras con la mano izquierda daba sobre la mesa, cara arriba, la cuarta roja, diciendo: Colocaré una carta roja aquí... sobre la mesa. 4.

Culebreo vertical de tres cartas, en LA MAGIA DE ASCANIO, Tomo 2, pág. 30. 24

25

2.3 ...para que la Dama inquietamente aparezca en la mano... la coloco entre las cartas rojas... Tras el papirotazo, sin pausas y usando el pase de volteo de Tenkai, voltea los naipes cara arriba sólo con la mano izquierda. Luego, y por el ángulo que sobre­ sale hacia el lado derecho, coge con la mano derecha, como una, las dos cartas inferiores (aparentemente sólo la Dama) y muéstrala(s) al público. Ahora, inin­ terrumpidamente, introdúcela, también cara arriba, entre las dos rojas que suje­ tas cara arriba en la mano izquierda (fig. 10). El pase de volteo de Tenkai, en pocas palabras, se realiza así: Sujeta en la mano izquierda, en este caso, cuatro cartas; debajo de las dos superiores manten una separación con el meñique izquierdo. Este hace presión sobre el borde del lado derecho de las dos cartas superiores y las desplaza un poco hacia la izquierda; ahora la mano izquierda voltea todas las cartas. Colocando el pulgar debajo, las . hace girar hacia la derecha. Las dos superiores, debido a la separación y al des­ plazamiento que provocó antes el meñique izquierdo, al voltearse, se separan li­ geramente hacia la derecha, formando un cierto ángulo con respecto al resto de las cartas. Éstas, ahora cara arriba, quedan sujetas centralmente por el pulgar en la cara y los dedos índice, mayor, anular y meñique en el dorso. Sin pausas, la mano derecha (pulgar arriba y dedos debajo) coge, como una, las cartas ahora in­ feriores (las separadas en ángulo) y la(s) muestra al público.

2.6 .. .Aquísólo quedan cartas rojas... Con la mano derecha palma abajo (pulgar en la cara y dedos en el dorso) coge lateralmente las dos cartas que quedaron abiertas en abanico, cara abajo, en la mano izquierda, y volteándolas cara arriba hacia fuera, muéstralas al público como dos rojas; después de una breve pausa pásalas otra vez (acción en tránsito) a la mano izquierda, que las coge cara arriba. 2.7 ...y aquí la Dama. Con la mano derecha ahora libre señala la carta cara abajo del lado derecho de la mesa (acción final). 2.8 ...ésta es roja.,. Con la mano derecha voltea cara arriba la carta superior de las que tienes en la parte frontal de la mesa (la que está en posición vertical y que colocaste allí al principio del juego), y déjala cara arriba en su posición. 2.9 ...las cartas de aquí son rojas ... Ininterrumpidamente, coge con la mano derecha las dos rojas que sujetas en la mano izquierda y voltéalas cara abajo sobre esa mano,(fig. 12).

2.4 ...está en medio de las cartas rojas... Después de colocar la Dama entre las dos rojas de la mano izquierda, la derecha cuadra las cartas; inmediatamente muéstralas otra vez en abanico en ia mano de­ recha de la siguiente forma: con el pulgar izquierdo desplaza hacia la derecha la roja superior y tómala en la mano derecha; luego desplaza la siguiente, la Dama, que coges debajo de la anterior, pero desplazada hacia delante y abierta en aba­ nico hacia la izquierda; seguido coloca las dos cartas restantes, como una, en el extremo izquierdo del abanico (fig. 11). 2.5 ...la apartaremos en este otro lado. Pasa el abanico de la mano derecha a la izquierda, cuádralo y voltéalo cara aba­ jo lateralmente; sin pausas, vuelve a abrir ias cartas en abanico, como antes, en la mano derecha (ahora las dos primeras cartas que separas son rojas y la Dama queda como superior de la doble que colocarás en el extremo izquierdo del aba­ nico). Es decir, la carta que ahora sobresale cara abajo -para el público la Damaserá una carta roja. Pasa el abanico a la mano izquierda y con la mano derecha da -pinzada entre los dedos índice y mayor- cara abajo sobre la mesa (a la de­ recha de la misma) la carta que sobresale, supuestamente la Dama. 26

27

3.3 ...de aquí ha desaparecido la Dama.

2.10Tras una pausa, di: ¿Creéis... que aquí sigue la Dama?... ¡No! ¡No!... Con la mano derecha, primero señala la carta cara abajo (la ladeada) de la parte delantera del tapete, luego voltéala cara arriba y, así, colócala encima y hacia la izquierda de la roja de la mesa.

Tras unai paüsa.,: pon la Dama cara arriba - y la carta que oculta- debajo de la de la mano izquiejrda,i, déjala en salida interior (acción en tránsito), y con la mano derecha libre vo jtea cara arriba la carta de la derecha de la mesa; después de mostrarla (acción fina|A ponía encima de las rojas de la mesa, desplazada hacia la izquierda.

2.U ...son las cuatro cartas rojas... Mediante la doble extracción de abajo3 toma, como una, las dos cartas inferio­ res de las que sujetas en la mano izquierda y después de voltearla(s) muéstrala(s) en la mano derecha como una roja. Simultáneamente, la mano izquierda voltea entre sus dedos la carta que sujeta. Ahora la mano derecha y la mano izquierda se dirigen a las cartas de la mesa y allí se paran una a cada lado. Estarás mostrando claramente cuatro cartas rojas, dos sobre la mesa y dos en las manos (fig. 13).

4. El Nueve con la Dama... la Dama a un lado... y el Nueve en la mano. Vamos a

enseñar las huatro cartas rojas... de una en una, por delante y por detrás... una... dos... tres.... ¡y cuatro cartas rojas... por delante y por detrás... y la Dama encima de todas ellas, pero si se gira... queda debajo de este pequeño paquete... pero la Dama.. inquietamente aparece en el bolsillo... porque aquí... sobre la mesa... sólo hay, unk, "% dos, tres y cuatro cartas rojas.

4.1 El Nueve coy la Dama... Con la mano!(derecha coge las cartas de la mano izquierda, muéstralas unos instantes y voltéalas hlas lateralmente cara abajo sobre esa mano, luego cuádralas y sin interrupción mediante la extensión de D'Amico/Ascanio 6 muéstralas como un Nueve y la D,ama.

2.12...y la Dama Para dejar libre la mano derecha, pasa (acción en tránsito) la doble encima de la carta que sujetas en la mano izquierda (el pulgar izquierdo sobre la cara, las man­ tendrá en posición); luego señala con la mano derecha la de la mesa -la del lado derecho (acción final). Al hacerlo, si quieres, desplázala hacia el centro de la mesa. Luego coge cara arri­ ba con la mano derecha las dos rojas de la mano izquierda y voltéalas cara aba­ jo sobre esa mano.

4.2 ...laDama a pn lado... Después de una breve pausa, para que el público las pueda ver claramente, voltéalas cara ablj o sobre la mano izquierda y con la mano derecha da cara abajo la carta superior!Isobre la mesa (en el lado derecho).

3. Pero basta otra vez... un golpecitO;.. y la Dama aparece inquietamente junto al Nueve... de aquí ha desaparecido la Dama. 3.1 Pero basta otra vez... un golpecito... Acaricia las cartas por sus extremos con la mano derecha, como antes, y luego da un papirotazo con el dedo mayor sobre su dorso. Recuerda: es el gesto mágico. 3.2 ...y la Dama aparece inquietamente junto al Nueve... Tras el papirotazo y sin interrupción, la mano derecha coge lateralmente, palma ha­ cia abajo, desde arriba, como una, las dos superiores (en la posición de repartir car­ tas cara arriba). Es sencillo gracias al bucle que haces sobre la inferior con el dedo mayor izquierdo. Voltéala(s) hacia delante y muéstrala(s) como la Dama. Simultá­ neamente, la mano izquierda voltea su carta cara arriba y muestra un Nueve rojo.

5.

La doble extracción de abajo, en LA MAGIA DE ASCANIO, Tomo 2, pág. 198.

2?

4.3 ...elNueve en Modifica ligerafnente el agarre de Ia(s) carta(s) en la mano izquierda; sujétala(s) hacia la mitad de tas dedos (pulgar en el lado izquierdo, índice en el extremo exterior 6.

La extensión de D lAmico/Ascanio, en LA MAGIA DE ASCANIO, Tomo 2, pág. 39.

2<7

y mayor en el lado derecho; el pulgar y el mayor están bastante cerca de sus es­ quinas respectivas), e inclina la carta así cogida un poco hacia arriba, como unos treinta grados con respecto a la horizontal; esto facilita que la cojas por el lado derecho con la mano derecha, que coge la(s) carta(s) palma abajo (ñg. 14), y vol­ teándose la muestra. Sin pausas, dirígete hacia las rojas de la mesa y sirviéndo­ te del Nueve como de una pala "bárrelas", cogiéndolas en las manos. 4.4 ...Vamos a enseñar las cuatro cartas rojas... Comienza mostrando cuatro rojas en las manos; para ello extiende con el pulgar izquierdo hacia la derecha las tres superiores; en la mano izquierda quedan las dos inferiores sujetas como una. Luego pasa la tercera roja otra vez a la mano iz­ quierda y muestra unos instantes dos cartas en cada mano. Ahora pon las de la mano izquierda encima de las de la mano derecha; con este gesto habrás coloca­ do la Dama como carta del centro de este paquete. Cuádralas con la mano dere­ cha y voltéalas lateralmente cara abajo. 4.5 ...de una en una, por delante y por detrás... una... dos... tres... y cuatro cartas rojas... por delante y por detrás... Coge la superior, voltéala hacia delante y colócala cara arriba sobre la siguiente carta. Ten en cuenta que se coloca superponiéndose en la mitad de su longitud, es decir, la superior, cara arriba, estará escalonada hacia abajo respecto a la si­ guiente, en lá mitad de su longitud. El pulgar izquierdo desplaza ligeramente ha­ cia la derecha la siguiente carta (fig. 15). La mano derecha se separa y gira palma abajo, y luego coge las dos cartas y las voltea hacia delante. El pulgar izquierdo hace un push-off de las dos siguientes y la mano derecha coloca sobre ella las dos que sujeta, alineando la inferior con las del push-off (fig. 16). La mano derecha vuelve a cambiar de posición, coge las cartas palma abajo, gira palma arriba y las coloca sobre la que queda en la mano izquierda; ésta se alinea con las superiores de las de la mano derecha. Seguidamente, la mano derecha con todas las cartas gira palma abajo y las deja sobre la palma de la mano izquierda que se extiende para cogerlas (fig. 17). La posición ahora será: sobre la palma y más cerca de la muñeca hay dos cartas cara abajo, la segunda por debajo es la Dama, luego sobresaliendo hacia fuera una carta cara abajo, y arriba, hacia la muñeca, dos rojas cara arriba. 4.6 ...y la Dama encima de todas ellas... Con la mano derecha coge la supuesta Dama de la mesa, y colócala cara abajo (hacia el exterior) sobre las cartas de la mano izquierda (fig. 18). 30

4.7 .. .pero si se gira... queda debajo de este pequeño paquete... La mano derecha (pulgar debajo y dedos encima) cogen todas las cartas menos las dos últimas, que quedan empalmadas en la mano izquierda; (para facilitar esta forma de agarrarlas y el empalme posterior, puedes desplazar un poco en ángu­ lo todas las cartas menos las dos últimas); luego volteando la mano derecha lle­ va las cartas hacia la parte delantera de la mesa (fig. 19), donde las depositas. Si­ multáneamente, la mano izquierda se gira un poco hacia dentro con las dos cartas inferiores empalmadas: la Dama y una carta roja. La mano izquierda inicialmente permanece quieta, pero luego se desplaza, en zona penumbrosa, hacia atrás. 4.8 Tras una pausa, di: pero la Dama, inquietamente aparece en el bolsillo... La mano izquierda se dirige al bolsillo interior derecho de la chaqueta y de allí simula sacar la Dama. Descarga la carta roja que estaba empalmada junto a ella en este bolsillo. Muestra la Dama y déjala cara arriba sobre la mesa. 5. Porque aquí... sobre la mesa... sólo hay, una, dos, tres y cuatro cartas rojas. Con ambas manos separa lateralmente las cartas de la mesa, dos en cada mano (fig. 20) y voltea las de la mano izquierda que están cara abajo mostrando así cua­ tro cartas rojas sobre la mesa. AI final, empuja la Dama hacia delante, de forma que quede entre las cartas rojas cara arriba (fig. 21). 3!

Rutina Sentado a la níesa y con las cartas cara abajo en la mano izquierda en la posición de dar, comieiiza diciendo: Esta es la historia de una carta inquieta... ésta es la carta inquietaí.. intervienen además cuatro cartas rojas... La carta inquieta es la Dama de Picas.... una Dama negra... esta carta sirve sólo para despistar... realmentejuegan, la Dama de Picas y una... dos... tres cartas rojas. Aqid me que­ dan tres cartas rojas ...y la Dama de Picas ...A la que hay que seguir es a la Dama de Picas... colocaré aquí cara abajo la carta del despiste... A la Dama la deja­ ré... también cara bajo, junto a la carta del despiste. Aquí en la mano... sólo me quedan cartas rojas, una... dos... y tres cartas rojas... porque vosotros ya sabéis dónde está la Dama y la carta del despiste... aquí tenemos cartas rojas... l.l

Segunda versión (hacia H£!) La segunda versión de este magnífico juego -la que hacía Ascanio a comienzos de los ochenta- la hemos tomado de una cinta de vídeo que Jorge Haddad grabó en Las Palmas de Gran Canarias el 14 de abril de 1981. Gracias Jorge por tu colaboración. En esta versión vemos cómo ya estaba incorporada la dejada estudio, así como la avanzadilla flotante de Ascanio y la enseñada sincera. Lo que hay que recalcar durante el juego, la clave en su presentación, decía As­ canio, es la soltura y la ingravidez del manejo. Un manejo ingrávido es aquel que consigue que las cartas, manejadas por el mago, no pesen, floten al pasarlas de una mano a la otra. El mago no debe luchar con las cartas, debe manejarlas sin esfuerzo, el manejo debe ser suelto. Por otro lado, este juego debe ser presentado con un cier­ to ritmo interno. En alguna ocasión -concretamente en Viena- Arturo incluso lo pre­ sentó con música (el Danubio Azul). Evidentemente en este caso hay que hacer un pequeño esfuerzo de claridad, para asegurarse de que el público sabe exactamente dónde está la Dama y dónde no está.

Requisitos Cinco cartas rojas de puntos y la Dama de Picas. Supongamos que utilizas, y con la misma ordenación, las mismas cartas que en la versión anterior. 31

Ésta es la histqria de una carta inquieta... Con la mano d|erecha coge la carta de la parte inferior del paquete que sujetas en la mano izdiui erda y déjala cara abajo sobre la mesa, hacia el centro y delante de ti.

1.2 ...ésta es la ca.'íta inquieta... Luego, también con la mano derecha, arrástrala un poco más hacia delante, de forma que queqe centrada y en la parte delantera del tapete. 1.3 ... intervienen a demás cuatro cartas rojas... Con la mano defecha voltea una a una cara arriba las cartas de la mano izquierda (con la dada de ibpartir cartas cara arriba-método abierto), y colócalas en fila, de iz­ quierda a derecrla, sobre la mesa, cerca de ti. Es decir, con la mano derecha palma hacia abajo cogej las cartas por sus lados derechos (dedos en el dorso y el pulgar en la cara) y al darh s hacia delante, voltea la mano de forma que las cartas queden cara arriba y se puedan dar así sobre la mesa. Da de esta manera las tres superiores, y al dar la doble (que es la última) hazlo mediante la dejada estudio (fig. 22). • La dejada estudio: Sujeta la doble en la mano izquierda, con el pulgar en el lado izquierdo, el ínc jce doblado en el extremo externo, y el mayor en el lado dere­ cho. El pulgar y jel mayor sujetan la(s) carta(s) por los lados, cerca de las esqui­ nas exteriores izquierda y derecha. La(s) carta(s).estará(n) un poco inclinada(s) hacia arriba, sep&rada(s) de la palma de la mano izquierda. Ahora la mano dere­ cha se acerca y ¡ja(s) coge por el borde, y por el centro del lado derecho, pulgar debajo y dedos íhdice y mayor arriba (fig. 14, pág. 29). Con la doble así cogida, la mano derecha;se voltea palma arriba y la lleva hacia el extremo derecho de la fila, donde la deposita cuidando que no se descuadre (fig. 22). 33

1.8 ...y la Dama de Picas Haz el chasquido tal y como se ha explicado en el apartado 1.7 de la Primera Ver­ sión (fíg's. 2 y 3, pág. 22)

Para dar cobertura a esta dejada (y como misdirectiori) Ascanio recomendaba que en el momento de hacerla, la mano izquierda, ya libre, fuese hacia la Dama y la cogiese (fíg. 22) mostrándola. (Así, ofreces dos focos de atención al espectador: misdirecüon de segundo grado.) Lo hacía como cobertura y porque esta deja­ da no es segura cien por ciento, y en algunas ocasiones, al dejar la doble sobre la mesa, no queda perfectamente cuadrada. 1.4 .. .La carta inquieta es ¡a Dama de Picas.... tina Dama negra... Con la mano izquierda coge la Dama de la mesa, voltéala cara arriba entre los dedos y tómala desde arriba con la derecha, en la posición de cortar (pulgar en el extremo interior y el dedo mayor en el exterior; el dedo índice estará doblado sobre la cara de la carta). Esta cogida tiene su importancia, pues más tarde te fa­ cilitará la recogida de la doble de la mesa. Si al hacer la dejada de la doble, ésta quedaba perfectamente cuadrada, Arturo se recreaba en esta fase; es decir, cogía la Dama de la mesa con la mano izquierda, la volteaba entre los dedos y con am­ bas manos la lanzaba, cara arriba, girando en el aire, plana sobre la mesa. Luego la ponía cara arriba sobre la palma izquierda abierta y decía: A la que hay que se­ guir es a la Dama... la señalaba con la mano derecha y la cogía desde arriba (como antes hemos indicado) en esa mano. Si por el contrario la doble quedaba un poco descuadrada, abreviaba esta fase y pasaba rápidamente la Dama a la mano dere­ cha; con esta mano y parte del antebrazo procuraba dar cobertura a la carta lige-' ramente descuadrada del extremo derecho de la fila de cartas rojas. 1.5 ...Esta carta sólo sin>e para despistar... Con la mano izquierda empuja verticalmente hacia delante la roja del extremo izquierdo de la fila, dejándola cara arriba en la parte izquierda y en la zona de­ lantera del tapete.

1.9 ...a la que hay que seguir es a la Dama de Picas... Haz lo explicado en el apartado 1.8. de la Primera Versión (fíg. 4, pág. 22). 1.10. ..Colocaré aquí cara abajo la carta del despiste... Deja la Dama (acción en tránsito) cara abajo, sobre las cartas en la mano iz­ quierda; al hacerlo obten con el meñique izquierdo una separación debajo de ella (y la roja que le acompaña). Luego, adelanta la mano derecha, ya libre, coge la carta roja que está sobre la mesa, y voltéala cara abajo; déjala sobre la mesa en una posición centrada (acción final). 1.11 ...LaDama la dejaré... Aprovechando la separación que mantienes con el meñique izquierdo, con la mano derecha coge y voltea cara arriba la Dama (en realidad una doble) sobre las de la mano izquierda. Déjala cara arriba en salida exterior. 1.12 ...también cara bajo, junto a lácarta del despiste. Con el índice izquierdo inicia la avanzadilla flotante de Ascanio7 con la carta doble; luego con la mano derecha cógela por su esquina superior derecha y al voltearla para dejarla cara abajo sobre las de la mano izquierda haz el volteo so­ bresaliente de Tamariz8 (figs, 23 y 24).

1.6 ...realmente juegan, la Dama de Picas y una... dos... tres cartas rojas Deja caer la Dama plana sobre la carta roja del extremo derecho de la fila. Luego, con la mano derecha, recoge desde arriba estas dos (tres) cartas. Dada la forma en que has sujetado anteriormente a la Dama en la mano derecha, te resultará fácil, con el mismo agarre, recoger desde arriba la doble sin que se descuadre. Opera de la misma manera con las otras dos cartas rojas restantes, recogiéndolas, una des­ pués de otra, debajo de las que sujetas en la mano derecha. Llévalas a la mano iz­ quierda, y voltéalas lateralmente cara abajo, cuadrándolas con ambas manos. . 1.7 ...Aquíme quedan tres cartas rojas... Haz lo explicado en el apartado 1.6 de la Primera Versión (pág. 21). 34

7. 8.

La avanzadilla flotante de Ascanio, en LA MAGIA DE ASCANIO, Tomo 2, pág. 227.. El volteo sobresaliente, en SONATA de Juan Tamariz, pág. 56. Editorial Frakson. 1989.

35

Acaba este pase con la avanzadilla flotante de Ascanio. Es decir, adelanta con el índice izquierdo la única carta que ha quedado sobresaliendo. Cógela con la mano derecha y colócala cara abajo formando un cierto ángulo hacia la derecha debajo de la carta del despiste; sólo queda debajo de la carta de la mesa la es­ quina inferior izquierda de la supuesta Dama. 1.13...Aquí en la mano... Realiza las acciones del apartado 1.11 de la Primera Versión (fig. 6, pág. 22) 1.14 ...sólo me quedan cartas rojas, una... dos... Realiza las acciones explicadas en el apartado 1.12 de la Primera Versión (figs. 7 y 8, pág. 25) 1.15.. .y tres cartas rojas Realiza las acciones explicadas en el apartado 1.13 de la Primera Versión (fíg. 9, pág. 25) 1. 16.. .porque vosotros ya sabéis dónde está la Dama y la carta del despiste... Lleva la mano derecha hacia las cartas de la mesa y toca el dorso de la supuesta Dama y de la carta del despiste. 1.17.. .Aquí tenemos cartas rojas... La mano derecha se acerca a la mano izquierda; cuadra las cartas que allí suje­ tas y con ellas cara arriba haz un culebreo vertical de tres cartas. Al terminar­ lo, haz una ligerísima pausa y separa la mano derecha. Luego pasa las cartas a esa mano que las coge dedos en las caras y pulgar en el dorso; voltea esa mano palma arriba y pasa las cartas, cara abajo, otra vez, a la mano izquierda. Segui­ damente, cuádralas y haz otro culebreo vertical de tres cartas, pero esta vez con las cartas dorsos hacia ti, mostrando las caras frontalmente al público. Cuando acabes, cuádralas sobre la mano izquierda y como acariciándolas por sus extre­ mos con la mano derecha obten con la yema del pulgar derecho una separación debajo de las dos superiores; pasa la separación luego al meñique izquierdo. 2. Ahora basta que haga así y la Dama que estaba aquí, vendrá aquí, de aquí... a aquí... Y ahora la Dama está aquí... la colocamos entre las cartas rojas... porque aquí no está la Dama... ésta es una carta roja, la del despiste. La Dama de Picas está aquí entre las cartas rojas... entre las rojas... y la pondré aquí... ¿Creéis que está aquí?... ¡No! Aquí no está... la Dama está aquí. Fijaos... aquí sólo quedan cartas rojas... una y dos... ésta también es roja... aquí tengo cuatro cartas rojas.

Ahora bastí i que haga asíy la Dama que estaba aquí, vendrá aquí, de aquí... a aquí Separa la ir .ano derecha y adelántala hacia las dos cartas de la mesa. Con la mano abierta haz unos pases mágicos sobre esos naipes y luego llévala un par de veces, desde las CErtas de la mesa hacia las de la mano izquierda. Este es el gesto mágico. 2.2

...Yahora .'a Dama está aquí... y la colocamos entre las cartas rojas... Realiza las acciones del apartado 2.3 de la Primera Versión (fíg. 10, pág. 27).

2.3

...porque aquíí no está la Dama... ésta es una carta roja, la del despiste Con la mano derecha, ahora libre, avanza hacia las cartas de la mesa, y voltea cara arriba la carta del despiste; después de mostrarla déjala cara arriba en su po­ sición, sobrk la mesa.

2.4

...LaDamai de Picas está aquí entre las cartas rojas... Seguido, sir mostrar la otra -la que el público creíaera la Dama- lleva la mano derecha a la:; de la mano izquierda, cuádralas y sin pausas, ábrelas de nuevo cara arriba, en abanico; para ello pasa primero la carta superior de la mano izquierda a la mano derecha, luego pasa la Dama, colocándola en salida exterior, y segui­ do, pon dos como una en el extremo izquierdo.del abanico (fig. 11, pág. 27). Con ello estás mostrando un abanico de tres cartas en la mano derecha; la Dama de Picas Pírsc «.CÍO-A estará sobresaliendo entre dos rojas.

2.5 ...entre las ryjas.'.. y la pondré aquí. Realízalas acci íciones indicadas en el apartado 2.5 de la Primera Versión (pág. 26). 2.6 ...¿Creéis qi:e está aquí?... ¡No! Aquí no está... la Dama está aquí. 1-— ' ' . . . Con la mano derecha, desplaza (arrastrándola sobre el tapete) la carta cara abajo de la mesal hacía la derecha, levántala por su extremo interior y mírala tú solo. A .

-J

Luego gestic lia hacia la carta que acabas de poner a la derecha de la mesa (la su­ puesta Dama); si quieres puedes desplazarla hacia una posición más centrada. 2.7 ...Fijaos... a,guisólo quedan cartas rojas... una y dos... Coge con la mano derecha las cartas cara abajo de la mano izquierda, voltéalas cara arriba para ira mostrarlas durante unos instantes y luego voltéalas Iateralmente cara abajo ;obre la mano izquierda (fig. 12, pág. 27). 2.8 ...ésta también es roja. Coge con la mano derecha, la carta que has visto sólo tú hace un momento y voltéala cara arri ba. Ponía cara arriba sobre y a la izquierda de la carta del despiste.

3b 37

2.9 .. .aquí tengo cuatro cartas rojas Cuadra las cartas de la mano izquierda con la ayuda de la mano derecha, y me­ diante la doble extracción de abajo voltea con la mano derecha las dos inferio­ res (como una); después de voltearlas, muéstralas en la mano derecha como una roja. Inmediatamente voltea cara arriba la que te queda en la mano izquierda. En este gesto habrás mostrado dos cartas rojas en las manos. Sin pausas lleva estas cartas hacia las rojas de la mesa y ponías a sus costados, con lo que el público verá claramente allí cuatro cartas rojas cara arriba (fíg. 13. pág. 29).

4.1 ¡No sé qué voy hacer con esta Dama!... Ya sé qué voy a hacer... Mirad, la car­ ta roja está encima... La mano derecha va hacia la mano izquierda, cuadra las cartas y las voltea cara abajo; luego mediante la extensión D'Amico/Ascanio muestra las cartas en la mano derecha como una roja y la Dama. Después de hacer esta extensión, si quie­ res, dos veces, déjalas cara abajo sobre la mano izquierda. 4.2 .. .Ahora coloco la Dama aquí, sobre la mesa... Da la carta superior con la mano derecha sobre la mesa.

2.10... la Dama está aquí...

Coloca en salida exterior (acción en tránsito) y cara arriba la(s) carta(s) roja(s) que sujeta(n) la mano derecha encima de la roja de la mano izquierda; el pulgar izquierdo ayuda a que las cartas conserven su posición. La mano derecha al que­ dar libre se dirige a la supuesta Dama y la toca (acción final). 3. Pero basta que hagamos así... y así... y la Dama vuelve a estar aquí. Al decirlo la mano derecha cuadra las cartas de la mano izquierda y las voltea la­ teralmente cara abajo sobre aquella mano, (si quieres puedes voltearlas de una en una). Haz unos gestos mágicos con la mano derecha plana, yendo de la mano izquierda a la carta cara abajo de la mesa, y de ésta a las de la mano izquierda. Hazlo un par de veces. Luego haz un bucle con el dedo mayor izquierdo sobre la carta inferior y con una dada tipo "de repartir cartas cara arriba", voltea cara arri­ ba con la mano derecha la(s) carta(s) superior de las que sujetas en ¡a mano iz­ quierda; es decir muestras que la Dama ha regresado a las manos. Simultánea­ mente, voltea cara arriba en la mano izquierda la otra, mostrando que es roja. Pon esta carta encima de la Dama (carta doble) de la mano derecha, ponía en ángu­ lo, de forma que no tape totalmente a la Dama de debajo y luego pásalas a la mano izquierda, que las sujeta cara arriba. La mano derecha libre voltea cara arriba la carta de la mesa, para mostrar que la Dama ya no está allí, y luego la coloca des­ plazada hacia'la izquierda, encima de las de la parte delantera de la mesa. 4. ¡No sé qué voy hacer con esta Dama!... Ya sé qué voy a hacer... Mirad, la car­ ta roja está encima... mirad, está encima... ahora coloco la Dama aquí sobre la mesa... v a esta carta roja la pongo con las otras rojas... aquí tenemos las cua­ tro cartas rojas... y aquí la Dama. ¡Todo está claro! Colocaré las cartas rojas, unas cara arriba y otras cara abajo. Colocaré estas cartas así, en mi mano, y sobre ellas pondré la Dama. Ahora, si doy la vuelta a todo, y lo pongo sobre la mesa, la Dama quedará debajo y no se podrá escapar... Pero, ¿quépasa?... ¿Qué tengo aquí?... Aquí... ¡La Dama! 3?

4.3 ...y esta carta roja la pongo con las otras rojas... Coge la carta restante (en realidad una doble) también con la mano derecha, pul­ gar en la cara, dedos en el dorso (fíg. 14, pág. 29), voltéala cara arriba y llévala hacia las cartas de la mesa, y sirviéndote de ella como de una pala, recógelas, y luego pásalas a la mano izquierda. 4.4 ...Aquí tenemos las cuatro cartas rojas... Con las cartas cara arriba en la mano izquierda haz una enseñada sincera,9 mos­ trándolas como cuatro rojas, dos en cada mano. Al recogerlas, después de la en­ señada, pon las dos que tienes en la mano derecha debajo de las de la mano iz­ quierda y voltea lateralmente todo el paquete cara abajo sobre la mano izquierda (con lap mano derecha). 4.5 ... v aquí la Dama. ¡Todo está claro! Con la mano derecha toca el dorso de la carta de la mesa. 4.6 ...Las cartas rojas las colocaré unas cara arriba y otras cara abajo... Realiza las acciones explicadas en el apartado 4.5 de la Primera Versión (fi"s. 15, 16 y 17, pág. 31). 4.7 ... Colocaré estas cartas así, en mi mano, y sobre ellas pondré la Dama. Realiza las acciones explicadas en el apartado 4.6 de la Primera Versión (fi<* 18, pág. 31). 4.8 .. .Ahora si doy la vuelta a todo, y lo pongo sobre la mesa, la Dama quedará de­ bajo y no se podrá escapar...

9.

La enseñada sincera, en LA MAGIA DE ASCANIO, Tomo 2, pág. 223. 3
Con la punta de los dedos de la mano derecha (pulgar debajo y dedos índice y mayor arriba) coge las cartas de la mano izquierda menos las dos inferiores (que empalmas en la mano izquierda), y llévalas hacia la parte central y delantera de la mesa (fig. 19, pág. 32). En esta acción, voltéalas y déjalas sobre la mesa. Cuan­ do la mano derecha coge sus cartas, la mano izquierda (que empalma las dos in­ feriores, apartado 4.7 de la Primera Versión, pág. 31), gira un poco hacia dentro, pero permanece quieta, y cuando las cartas de la mano derecha están sobre la mesa, se retrasa hasta casi el borde de la misma. 4.9 ...pero, ¿quépasa?... ¿Qué tengo aquí?... Aquí... ¡la Dama! Haz un gesto con tu hombro derecho (el antebrazo debe estar posado sobre la mesa); entonces lleva la mano izquierda debajo de la mesa, descarga allí la car­ ta roja y, ya con la Dama únicamente, llévala debajo del brazo derecho y de allí sácala mostrando la Dama. Después de mostrarla frontalmente, déjala sobre la mesa en la parte central posterior.

Rutina 0. El mago estará sentado a la mesa, con las cartas cuadradas, aproximadamente, en el centre de la misma. Di: Como sabéis -por eso a mí me gusta la Cartomagia- las ca ■tas son como las personas, tienen vida... todos sabemos que entre las personess hay niños inquietos... y hay niños tranquilos.... hay mujeres inquietas... y hay mujeres tranquilas... Con la baraja pasa igual... hay cartas inquietas... y hay cartas tranquilas. Al acabar d|e decir esto, coge con la mano derecha las cartas de la mesa y colócalas, en la posición de dar y cuadradas, en la mano izquierda. Éste es el pi :queño monólogo.10 Continúa: Ésta es la historia, mejor dicho, las aventuras de una carta inquieta... ésta es la carna inquieta... y también intervienen cuatro cartas tranquilas... cuatro cartas nvjas, y la carta inquieta... La carta inquieta es una Dama, la.Dama inquieta... '7 Dama de Picas... Así pues, se trata de las aventuras de esta Dama ,na Dama huidiza... A la que hay que seguir es a la Dama... hay que inquieta saber dónde está... esta carta es la. del despiste... y ésta la Dama... y tres.cartas. rojas, una... dos... y tres. Recordad, hay que saber dónde está la Dama... a ¡a Dama.:, la dejaremos sobre la mesa.... a la izquierda de la carta del despiste... No os con/u,.idáis... Aquí la Dama y aquí la carta del despiste... y aquí tres cartas rojas...

5. Y aquí, ¿aquí qué tenemos? ...Pues ¡cuatro cartas rojas! Dirígete hacia las cartas de la mesa, sepáralas lateralmente (fig. 20, pág. 32), vol­ tea cara arriba las que están cara abajo y colócalas por separado sobre la mesa. Allí solamente hay cuatro cartas rojas. Luego con la mano derecha adelanta la Dama hacia las cartas rojas, y en la parte frontal de la mesa muestra cuatro rojas y la Dama (fig. 21, pág. 32).

Tercera versión (hacía NS'S) La tercera versión que ofrecemos es la que Arturo presentó en las cinco confe­ rencias de su ciclo "Concepción estructural de la Magia" (1985). Como podrás apreciar, desde el punto de vista técnico en esta versión hay varias mo­ dificaciones; entre ellas la introducción -en la fase final de la rutina- del culebreo Te­ nerife y la dejada tirada, pero sobre todo hay cambios importantes en la presentación. Al comienzo del juego Ascanio incorporó un pequeño monólogo; es lo que él lla­ maba una introducción verbal o prólogo. También están modificadas las apariciones de la Dama, que se realizan como efectos a destiempo: la Dama aparece inesperadamente en un lugar donde no debiera estar, y no hay un gesto mágico previo que lo justifique.

. 1 Ésta es la historia, mejor dicho, las aventuras de una carta inquieta... Con la mana! derecha coge la carta de la parte inferior del paquete que sujetas en la mano izquierda y déjala cara abajo sobre la mesa, hacia el centro, delante de ti. 1.2 ...ésta es la 'carta inquieta... Inmediatamente , también con la mano derecha, arrástrala un poco más hacia de­ lante, de tonina que quede centrada y en la parte delantera del tapete. .3

...ytambién intervienen cuatro cartas tranquilas... cuatro cartas rojas, y la carta inquieta.., Con la mancj derecha. voltea, una a una, cartas cara arriba y, con una dada tipo "de repartir darlas cara arriba", colócalas en fila, de izquierda a derecha, sobre la

Requisiios Cinco cartas rojas de puntos y la Dama de Picas. Supongamos que utilizas, y con la misma ordenación, las mismas cartas que en las versiones anteriores. 40

10. Para entender b|lien este concepto ver Esquema general de un juego, en LA MAGIA DE Tomo 1, pág. 240, 4!

ASCANIO,

mesa, cerca de ti. Al colocar la cuarta roja (en el extremo derecho de la fila) haz­ lo con la dejada estudio. Realmente deja allí una doble (fig. 22, pág. 32)."

Si quieres, al coger la doble en la mano derecha (en su movimiento otra vez ha­ cia la mano izquierda), haz el twist de la uña (figs. 25 y 26). En esta ocasión las cartas estarán cara abajo.

1.4 ...la carta inquieta es una Dama, la Dama inquieta... la Dama de Picas... Así pues, se trata de las aventuras de esta Dama inquieta... una Dama huidiza... A la vez que haces la dejada estudio de la cuarta carta roja, coge la Dama con la izquierda y juega con ella, pásala de una mano a otra, lánzala plana sobre la mesa, hazla girar en el aire mediante un movimiento que.le das con las dos manos... 1.5 ...A la que hay que seguir es a la Dama... hay que saber dónde está... Después de haber jugado y mostrado claramente la Dama, colócala plana sobre la palma de la mano izquierda; ten tu mano aproximadamente encima del extre­ mo izquierdo de la fila. Luego tómala desde arriba con la mano derecha (pulgar en el extremo interior y dedos en el extremo exterior) y desplaza esta mano ha­ cia la derecha, sobre la fila. Párala al llegar al extremo derecho. 1.6 ... esta carta es la del despiste... Con la mano izquierda, ahora libre, arrastra sobre la mesa, cara arriba, la carta del extremo izquierdo de la fila. Desplázala primero hacia delante y luego hacia la derecha. Al final de este desplazamiento tendrás una carta roja cara arriba apro­ ximadamente en el ángulo,.superior derecho del tapete. 1.7 ... v ésta... la Dama y tres cartas rojas, una... dos... y tres. Pon la Dama plana sobre la carta roja del extremo derecho de la fila (si quieres déjala caer allí plana); luego con la mano derecha (tomándolas desde arriba, en la posición de cortar) cógelas y colócalas sobre la siguiente. Finalmente, del mis­ mo modo, pon este montón de cartas sobre la tercera hacia la izquierda. Haz una pequeña pausa, luego coge, todas con la mano derecha y déjalas, cara arriba, en la mano izquierda. En el mismo gesto, con la mano derecha,, cuádralas y acari­ cíalas por los extremos, y en esa acción obten una separación debajo de las dos superiores con el pulgar derecho; traslada esa separación al meñique izquierdo. 1.8 ...Recordad: hay que saber dónde está la Dama... Con la mano izquierda (mediante el volteo de Tenkai) voltéalas cara abajo. Como consecuencia, las que estaban encima de la separación del meñique izquierdo que­ darán sobresaliendo en ángulo hacia la derecha; ahora con la mano derecha (pul­ gar en el dorso y dedos en la cara) coge las dos inferiores, como una, y sepáralas.

1.9 ...A la Dama... Con la mano derecha voltea lateralmente cara arriba la(s) que allí sujetas -de­ jándola^) en salida exterior- sobre las de la mano izquierda. \.\^...la'dejaremos sobre la mesa.... a la izquierda de la carta del despiste... Con la mano derecha coge la roja de la mesa y con su ayuda, sirviéndote de ella como de una pala, voltea cara abajo a la Dama sobre las de la mano izquierda; puedes hacerlo mediante la avanzadilla flotante de Ascanio.12 Ahora voltea en­ tre los dedos de la mano derecha la carta roja y, sin pausas, da (a la izquierda y con la mano izquierda) sobre la mesa la Dama (en realidad una carta roja), y a la derecha, con la mano derecha, pon la carta roja. Tienes sobre la mesa dos cartas: a la izquierda aparentemente la Dama (en realidad una carta roja), y a la derecha la carta de! despiste (una roja). 1.11 .. iNo os confundáis... aquí la Dama y aquí la carta del despiste... Acaricia las cartas de la mano izquierda con la mano derecha por sus extremos y, como antes, obten una separación debajo de las dos superiores (primero tómala con el pulgar derecho y después.trasládala al meñique izquierdo); luego señala con la mano derecha las cartas de la mesa, primero la del lado izquierdo y des­ pués la del lado derecho. 12. Ver este volteo, con la avanzadilla flotante de Ascanio, en las figuras 10, 11 y 12 de "Los Ases

11. Para más detalles ver los apartados 1.3 y 1.4 de la Segunda Versión, págs. 33 y 34.

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de la tía Enriqueta", en LA MAGIA DE ASCANIO, Tomo 2, pág. 184.

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1.12.. .y aquí tres cartas rojas... Haz el volteo de Tenkai para voltear cara arriba las cartas de la mano izquierda. Coge en la mano derecha la carta(s) que sobresale(n) en ángulo y muéstrala(s). Es­ tarás mostrando una roja en la mano derecha y dos en la mano izquierda. Tras una pausa, coloca la carta (doble) de la mano derecha entre las de la mano izquierda. El twist de la uña. Esta es una maniobra de soltura despistante que solía usar muy a menudo Ascan'io. Para realizarla toma la carta doble con la mano derecha, su­ pongamos que cara arriba, por ejemplo, por su centro. Para ello apoya la uña del pul­ gar derecho sobre el centro de la cara, y coloca los dedos índice y mayor derechos, en pinza de tres dedos, en el dorso (fig. 25, pág. 43). Sujetándola de esta forma, al desplazarla, si encoges y estiras un poco el mayor derecho, la carta realizará unos li­ geros movimientos de rotación, pivotando sobre la uña del pulgar derecho (fig. 26, pág. 43). Este movimiento será el que engañe a los espectadores, que no podrán sos­ pechar que una carta que se mueve con tal libertad sea una doble. En sus diferentes aplicaciones, no siempre se cogerá la carta por su centro. Aplica esta técnica al aga­ rre que tengas que realizar. En este juego se hace desde el agarre que resulta de co­ ger dos cartas desde el volteo de Tenkai. 2. Ahora voy a intentar intercambiar las posiciones de la Dama y la carta del des­ piste... Para ello hago así... así... y ya está... ¡Mirad! ¡Aquí ya no está la Dama!... Aquí tengo las cartas rojas... Si ahora a la Dama...¡Eh! ¿qué pasa aquí?... Aquí no está la Dama... está ahora entre las cartas rojas... Pero, ¡un momento!La dejaré aquí... éstas son cartas rojas... ¿Pensáis que está aquí? ¡No! Aquí no está... está aquí.... Mirad, aquí tengo las cuatro cartas rojas... la Dama está aquí. Ya sé dónde está la Dama, o por ¡o menos sé dónde no está. 2.1 Ahora voy a intentar intercambiar las posiciones de la Dama y la carta del des­ piste... Para ello hago así... así... y ya está... Con la mano derecha, haz un gesto mágico sobre las cartas de la mesa. 2.2 ...¡Mirad! ¡Aquíya no está la Dama!... Pasa las rojas que sujetas, cara arriba, en la mano izquierda a la mano derecha y lleva ambas manos hacia la carta del lado izquierdo de la mesa; allí, con la ayu­ da de las cartas que sujetas en la mano derecha y el índice izquierdo, voltea cara arriba la supuesta Dama; se verá una carta roja.

Seguido, adarícialas con la mano derecha por los extremos y como antes, obten una separación con el meñique izquierdo debajo de las dos superiores. 2.4 ...Si ahora a la Dama...¡Eh! ¿quépasa aquí?

Prestando teda tu atención a la carta del lado derecho de la mesa, haz el volteo de Tenkai con las cartas de la mano izquierda; luego con la mano derecha coge las que sobresalen en ángulo, como una, y dirígete con ella(s) hacia la supuesta Dama. En ese momento descubre que en la mano derecha tienes la Dama y muéstrate sorprendido y un poco molesto. Ininterrumpidamente, deja la Dama entre (en medio y en salida ejxterior) las rojas de la mano izquierda (fig. 10, pág. 27). 2.5

...Aquíno esta yla Dama... La mano de|recha libre se dirige hacia la carta de la mesa (la del lado derecho); levántalai por el extremo interior, y viéndola exclusivamente tú, dices lo de Aquí no está la Dama.

2.6 ...está ahon entre las cartas rojas... Con la manq» derecha cuadra las cartas de la mano izquierda y ábrelas en abanico de tres cartas., con. la Dama en medio y en salida exterior;.la última de este abanico será una doble (fig. 11, pág. 27). Es igual que en el apartado 2.4 de la Primera Ver:;¡ón 2.7 ...Pero, ¡un momento!... La dejaré aquí... Con la mane derecha cuadra estas cartas, voltéalas cara abajo y luego ábrelas de nuevo en un abanico de tres cartas -igual que antes, sólo que ahora la que sobresale es una roja; con la mano derecha da la carta roja (supuestamente la Dama) cara abajo scibre a mesa, a tu derecha. Es igual que en el apartado 2.5 de la Primera VersióA pág. 26. .éstas son cartas rojas... Con la mano derecha coge (pulgar sobre las caras y dedos en el dorso) las cartas cara abajo de la mano izquierda; voltea la mano derecha hacia delante, con lo que muestras dosicartas'rojas; luego deposítalas, una a una, cara abajo sobre la mano izquierda (fi¡;. 12, pág. 27).

2.3 ...Aquí tengo las cartas rojas... Pasa, volteándolas cara abajo, las cartas'.de la mano derecha a la mano izquierda.

2.9 .. .¿Pensáis cue está aquí? ¡No! Aquí no está... está aquí... Con la mano derecha libre dirígete hacia la carta cara abajo de la mesa, voltéa­ la, muéstrala y dala cara arriba sobre la roja del ángulo superior izquierdo del ta­ pete. La mispia mano señala la carta cara abajo (la de tu derecha) de la mesa.

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2.10...Mirad, aquí tengo las cuatro cartas rojas... la Dama está aquí. Ya sé dónde está la Dama, o por lo menos sé dónde no está. Con la mano derecha haz la doble extracción de abajo y muestra una carta roja; en el mismo gesto, la mano izquierda, entre sus dedos, voltea la carta que suje­ ta. Inmediatamente dirígete hacia las cartas cara arriba de la mesa y colocando ambas manos a sus costados muestra claramente allí cuatro rojas (fig. 13, pág. 29), luego pon la doble (que sujetas en la mano derecha) sobre la roja de la mano izquierda (déjalas solapadas) y con la mano derecha señala la carta cara abajo de la mesa. Al acabar la frase, con la mano derecha voltea, cara abajo, sobre la mano

Da con el pulgar izquierdo hacia la derecha la carta superior y cógela en la mano derecha (pulgar en el dorso y dedos en la cara). Sin pausas, la mano izquierda voltea lateralmente cara arriba (colocando el pulgar debajo y empujando hacia la derecha) la doble que sujeta (se ve el Nueve rojo) y la deposita cara arriba so­ bre la que sujetas cara abajo en la mano derecha; el pulgar derecho colocado so­ bre su lado derecho las sujetará en su posición (fig. 27). A continuación, lleva la mano hacia el centro de la mesa, deposita allí la carta roja cara arriba con una de­ jada en tránsito13 (fig. 28), y luego deposita en la parte derecha y delantera del tapete la carta cara abajo —aparentemente la Dama (fig. 29).

izquierda, las rojas que allí sujetas. 3. La Dama está aquí... Pero... ¿quépasa? ¡Aquí no debiera estar!... Con toda tu atención dirigida hacia la carta cara abajo de la mesa, con el pul­ gar izquierdo haz un arrastre lateral (push-off) y empuja hacia la derecha como una las dos cartas superiores de las que allí sujetas; luego mediante el volteo de Stuart Gordon voltea cara arriba la doble en la mano derecha. En el gesto de llevarla hacia la que está cara abajó sobre la mesa, finge advertir que en la mano derecha estás sujetando la Dama y di, algo enfadado: Pero... ¿quépasa? ¡Aquí no debiera estar!... Ál mismo tiempo voltea entre los dedos de la mano izquierda la que allí sujetas; luego coloca la Dama (uña carta doble) sobresa­ liente hacia abajo, debajo de la carta de la mano izquierda.

4.4 ...y aquí tengo cuatro caí-tas rojas... Con la mano derecha coge el Nueve que estará en el centro de la mesa cara arriba y con él barre las rojas del ángulo superior izquierdo del tapete; luego mediante la enseñada sincera muestra cuatro cartas rojas entre las manos, dos en cada mano; pon las cartas que sujetas en la mano derecha debajo de las de la mano izquierda.

4. Aquí ya no está... Aquí tengo la Dama y el Nueve... la Dama y, el Nueve... la Dama la dejo aquí... y aquí tengo cuatro cartas rojas... Ahora ¡ya te tengo!... aquí cuatro cartas rojas... 4.1 Aquí ya no está... Con la mano derecha libre voltea cara arriba la carta cara abajo de la mesa, mués­ trala, y déjala cara arriba en el ángulo superior izquierdo del tapete sobre las ro­ jas cara arriba, que están allí. 4.2 ...Aquí tengo la Dama y el Nueve ...la Dama y el Nueve ■... Con la mano derecha toma las cartas que sujetas en la mano izquierda, muéstra­ las y voltéalas cara abajo sobre la mano izquierda. Ininterrumpidamente, haz la extensión D'Amico/Ascanio mostrando la Dama y el Nueve; si lo. deseas, repi­ te esta extensión dos veces. Después de la segunda extensión coloca las cartas cara abajo sobre la mano izquierda. 13. Esta dejada es creación de Miguel Gómez.

4.3 ...la Dama la dejo aquí... 46

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4.5 .. .Ahora ¡ya te tengo!... aquí cuatro cartas rojas... Mediante el culebreo Tenerife14 y la dejada tirada15 deja sobre la mesa cuatro cartas rojas cara arriba (figs. 30 y 31).

Haz un gesto con tu hombro derecho (el .antebrazo debe estar posado sobre la mesa); entonces la mano izquierda se retrasa, va debajo de la superficie de la mesa, allí descarga la carta roja, y con la Dama se dirige debajo del brazo derecho y sale mostrándola. Después de mostrarla frontalménte, déjala en la parte central posterior, ¿ara arriba, sobre la mesa. 5.4 ...porque &quí sólo tengo... una, dos... tres y cuatro cartas rojas... y la Dama. Dirígete hacia las cartas de la mesa, sepáralas lateralmente (fig. 20, pág. 32), voltea cara arrji ia las que están cara abajo y ponías por separado sobre la mesa, La mano derecha errtouj ■••ja hacia delante la Dama; las cartas acaban como se ve en la fig. 21.

Cuarta y última v&rsión (hacia 1^45)

5. Cuatro cartas rojas... que mostraré por delante y por detrás... una... dos... tres... y cuatro... ahora colocaré encima a la Dama... y vueltas coloco las cartas sobre ¡a mesa... Pero... ¿quépasa aquí?.;. Aquí..: tengo ¡la Dama!... ¡La Dama inquieta!... porque aquí sólo tengo... una, dos... tres y cuatro cartas rojas... y la Dama. 5.1 Cuatro cartas rojas... Recoge las cartas rojas de la siguiente forma (la doble es la segunda por la iz­ quierda): con la mano izquierda coge la carta del extremo izquierdo de la fila y déjala caer sobre la doble; al mismo tiempo con la mano derecha recoge la car­ ta del extremo derecho, barre con ella la siguiente, y finalmente con ellas barre las restantes. Con esta recogida la Dama quedará en tercera posición desde arri­ ba. Luego voltéalas cara abajo sobre la mano izquierda. 5.2 ...que mostraré por delante y por detrás... una... dos... tres... y cuatro... ahora colocaré encima a la Dama... y vueltas coloco las cartas sobre la mesa... Realiza las acciones de los apartados 4.5, 4.6 y 4.7 de la Primera Versión (figs. 15, 16, 17, 18 y 19,págs. 31 y.32). 5.3 ...Pero... ¿quépasa aquí? Aquí... tengo ¡la Dama!... ¡La Dama inquieta!...

14. Culebreo Tenerife, en LA MAGIA DE ASCANIO, Tomo 2, pág. 31. 15. Dejada tirada, en LA MAGIA DE ASCANIO, Torno 2, pág. 53.

4?

Como ya hemos indicado, Arturo consideraba la dejada estudio aleatoria; es decir, por experieric ia, tenía constatado que había ocasiones en las que la carta doble, al dejarse sobre la mesa, podía quedar algo descuadrada. A fin de evitar este riesgo, después de su JlItimo viaje a Bogotá, decidió remediar este problema. La solución que halló -haci¡i 1995- más la incorporación de algunas de sus técnicas para resaltar la soltura de11 manejo en este magnífico juego, se encuentran en esta versión, que es la que presen!taba al final de su vida.

Requisitos Las mismas ¡cartas y en el mismo orden queen las versiones anteriores,

Rutina Prólogo. Estas sentado a la mesa con el paquete de seis cartas, cuadrado y cara abajo, en la mano izquierda, en la posición de dar. Sin decir nada relativo a las cartas (hablas de otra cosa) da cara abajo, con la mano derecha, hacia el centro de la mesa, | más bien adelantada hacia los espectadores, la inferior de ese pa­ quete (la Dama). A continuación, mediante la extensión descuidada,16 deposita cara abajo sobre la mesa, delante de ti, como cuatro, las cinco cartas que te que­ dan en la mano izquierda. Ahora di: Éste es eljuego de ¡a Dama inquieta. Como sabéis... a mí por eso me gusta la Cartomagia... las cartas son como las perso­ nas, tienen vida... todos sabemos que entre las personas hay niños inquietos....

16. Ver esta técnica en "Ases con amor", en LA MAGIA DE ASCANIO, Tomo 2, figs. 1 y 2, pás. 22

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V hay niños tranquilos... que hay mujeres inquietas... y hay mujeres tranquilas... con la baraja pasa igual... hay cartas inquietas... y hay cartas tranquilas. 1. Continúa: Ésta es la historia, mejor dicho, las aventuras de una carta inquieta... ésta es la carta inquieta... y también intervienen cuatro cartas tranquilas... cua­ tro cartas rojas... y la carta inquieta... La carta inquieta es una Dama negra... la única carta negra que interviene en el juego... la Dama de Picas... Asi pues, se trata de las aventuras de esta Dama inquieta... huidiza... más bien ubicua... A la que hay que seguir es a la Dama... hay que saber dónde está... ésta es la carta del despiste... y ésta la Dama y tres cartas rojas, una... dos... y tres. Re­ cordad, ¡a Dama y tres cartas rojas... colocamos la Dama aquí... sobre la mesa, junto a la carta del despiste... Recordad, la Dama y la carta del despiste sobre la mesa... ahora sabemos claramente dónde están la carta del despiste y la Dama. 1.1 Esta es la historia, mejor dicho, las aventuras de una carta inquieta... Con la mano derecha (cogiéndolas desde arriba) recoge las cartas de la extensión descuidada y colócalas encima de la Dama; luego recógelas a todas y pásalas, cara abajo, a la mano izquierda. Voltéalas cara arriba sobre la mano izquierda (ha­ ciéndolas girar hacia atrás, extremo con extremo) con la mano derecha. Colóca­ las en la posición de dar cartas modificada de Ascanio." ...ésta es la carta inquieta.^.. Da sobre la mesa, cara arriba, en el centro y más bien adelantada hacia los espectadores, la Dama. Sin pausas, da (detrás de la Dama) las cuatro cartas rojas. Hazlo de la siguiente forma: da la primera roja, so­ bre ella, ligeramente descuadrada hacia la derecha la siguiente, luego sobre ellas (sobre su eje central, pero descuadrada hacia abajo en la mitad de su longitud y hacia la derecha en la mitad de su anchura) da, mediante el push-off de Asca­ nio, una carta doble -para el público sólo una (fig. 32). Da la última, a la altura de la doble, pero descuadrada hacia la izquierda en la mitad de su anchura. Al hacerlo estás diciendo: ...y también intervienen cuatro cartas tranquilas... Añade: ...cuatro carias rojas... y para acentuar este hecho, pon la mano derecha plana sobre las cartas rojas (fig. 33), y apoyando los dedos índice y mayor sobre la segunda carta dada, ábrela hacia la derecha (fig. 34). Seguido y mientras ade­ lantas la mano derecha para señalar a la Dama de Picas (fig. 35), di: ... y la car­ ta inquieta... Al desplazarse lateralmente las cartas rojas en el gesto anterior, la doble no tiene porqué descuadrarse; sin embargo, si ocurriese, nadie notaría nada anormal, pues la mano derecha al señalar a la Dama, cubre las cartas.

17. Ver en la fig. 1 de "Agua y aceite sin manipulaciones", LA MAGIA DE ASCANMO, Tomo 2, pág. 207. 50

1.2 Al decir: ...La carta inquieta es una Dama negra... la única carta negra que in­ terviene en el juego... recoge con la mano derecha las cartas rojas, pásalas cara arriba a la mano izquierda e inmediatamente haz un culebreo vertical con presa del anular.IS Muestra por unos instantes dos cartas rojas en cada mano (para ello coge la inferior y superior de las de la mano izquierda en la mano derecha), y seguido, mediante la dejada frotada19 coloca sobre la mesa, cerca de ti, en fila, de izquierda a derecha, cuatro cartas rojas cara arriba. La segunda por la derecha es doble. Si deseas puedes usar en este momento la dejada frotada y pisada.20 En este caso, luego, como en un gesto posterior, desplazarás hacia la izquierda (con la mano izquierda) las dos cartas de la izquierda de la fila. La dejada frotada: después del culebreo vertical, pon la doble en la presa del anular y después de frotarlas brevemente mostrándolas, con la mano derecha coge la carta inferior cuando se desplace hacia la derecha; luego toma la superior de la mano izquierda (debajo de la que acabas de coger), muéstralas por un momento, dos en cada mano, y deja la inferior de la mano derecha otra vez encima de las cartas de la mano izquierda (de donde, hace unos instantes, las has tomado). 18. Culebreo con presa de! anular, en LA MAGIA DE ASCANIO, Tomo 2, pág. 29. 19. Dejada frotada, en LA MAGIA DE ASCANIO, Tomo 2, pág. 48. 20. Dejada frotada y pisada, en LA MAGIA DE ASCANIO, Tomo 2, pág. 50.

51.

Seguido, sin interrupción, deja la carta de la mano derecha sobre la mesa, en el extremo izquierdo de la fila que comienzas a formar; luego coge desde arriba (pul­ gar en el extremo interior y dedos mayor y anular en el extremo exterior) la su­ perior de las de la mano izquierda y déjala en la fila a la derecha de la primera; coge la doble que dejas sobre la mesa, más a la derecha, con la técnica de 1$ dejada quemada.21 Finalmente, coloca la última en el extremo derecho, ejecutan­ do antes con ella una doble voltereta entre los dedos derechos (es simplemente una especie de fioritura). La doble estará la segunda desde el extremo derecho. 1.3 Al decir: la Dama de Picas... Así pues, se trata de las aventuras de esta Dama in­ quieta... huidiza... más bien ubicua... A la que hay que seguir es a la Dama... hay que saber dónde está... coge con la mano izquierda la Dama de Picas, juega con ella en las manos; colócala plana y cara arriba sobre la mano izquierda y mueve esta mano de un sitio para otro, siguiéndola y señalándola con el índice derecho. 1.4 Tras jugar un poco con la Dama, y haber transmitido subliminalmente que las únicas cartas que hay son cuatro rojas sobre la mesa y la Dama en la mano; con la mano derecha adelanta hacia el ángulo superior derecho del tapete la roja del extremo izquierdo de la fila. Para lograrlo, simplemente arrástrala sobre el tape­ te y di: Esta es ¡a carta del despiste... 1.5 Una vez adelantada la carta del despiste, coge la Dama (que está sobre la mano iz­ quierda) con la mano derecha por el extremo exterior (pulgar en la cara y dedos en el dorso) y colócala o déjala caer sobre la carta roja del extremo derecho de la fila. Después de una pequeña pausa recoge estas dos cartas como antes -por su extremo exterior-y llévalas hacia la siguiente (la doble). En el trayecto, con una acción con­ junta del pulgar y los dedos derechos, desplaza lateralmente hacia la derecha, la roja inferior, y hacia la izquierda, la Dama. En esta posición deja caer ambas cartas so­ bre la doble; el lado izquierdo de la Dama queda alineado con el lado izquierdo de la doble (fig. 36). Inmediatamente vuelve a coger, de la misma manera con la mano derecha, este montón de cartas y déjalo caer sobre la carta que está más a la izquierda de la fila. Recógelas a todas y colócalas cara arriba en la mano izquierda (fig. 37). Al cuadrarlas con ambas manos obten una separación con el meñique izquierdo de­ bajo de la carta en salida lateral derecha (es decir, la segunda desde arriba). Antes la descuadraste al recoger las dos primeras cartas de la fila para facilitar ahora la ob­ tención de esta separación con el meñique izquierdo. Al hacer todo esto di: ...y ésta la Dama y tres cartas rojas, una... dos... y tres. 2\.

La dejada quemada, en LA MAGIA DE ASCANIO, Tomo 2, pág. 47.

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Sujétalas, eti la mano izquierda, y mientras di: Recordad: la Dama y tres cartas rojas... voltíalas cara abajo con e! volteo de Tenkaj.y, sin pausas, con la mano derecha (mayor e índice en la cara y pulgar en el dorso) coge -como una- por las esquinas jinferiores derechas, las dos cartas inferiores; muestra frontalmente la Dama en ]||a mano derecha; en el mismo gesto la mano izquierda muestra tam­ bién frontalr ¡tente tres cartas rojas (fig. 38). Ahora la mano derecha deja caer, vol­ teándola cari arriba, y en sali'da exterior sobre las cartas, cara abajo, de la mano izquierda a la Dama (una carta doble). 1.7

Al decir comeamos ila Dama aquí... sobre la mesa, junto a la carta del despiste... Recordad,I, la Dama y la carta del despiste sobre la mesa, la mano derecha, una vez que ¡ha soltado la Dama, coge la carta roja de la mesa y la voltea cara abajo entre l|s dedos. Con la avanzadilla flotante de Ascanio, realiza la fase de volteo (devo ¡ución) del doble flotante con la ayuda de la carta de ía mano derecha, que usa| como una pala para voltear la Dama (una carta doble) cara abajo, sobre las cartas " de la mano izquierda (fig. 39). Adelanta ambas manos hacia la mesa y deja Uí, cara abajo, la carta de-la mano derecha, a la derecha. A la ízquierda da, conn el pulgar izquierdo, simultáneamente, la superior de las cartas que sujetasi en la mano izquierda (supuestamente la Dama, en realidad una roja), y di: Ahora JF- sabéis dónde está la Dama y dónde está la carta del despiste. 53

1.8 Comenta: Ahora sabemos claramente donde está la carta del despiste y la Dama, acaricia las cartas de la mano izquierda con la derecha y por el extremo interior le­ vanta con el pulgar derecho las dos superiores; ahora con el meñique izquierdo ob­ ten una separación debajo de ellas. Te resultará más fácil si antes has biselado ha­ cia ti el extremo interior de las cartas. De inmediato voltéalas cara arriba mediante el volteo de Tenkai. Seguido, coge con la mano derecha las dos inferiores (como una); muestra en la mano tres rojas, e introduce la doble que sujetas en la mano de­ recha entre las dos de la mano izquierda; déjalas desplegadas. Luego cógelas en la mano derecha (y con ellas), mientras hablas, señala las cartas de ambos lados de la mesa, primero la del ángulo derecho (fig. 40) y después la del izquierdo (fig. 41). En estos desplazamientos de la mano, el pulgar derecho puede mover las cartas un poco. Observa cómo entre las figs. 40 y 41 las dos cartas superiores se han des­ plazado hacia la izquierda, la doble entre la de arriba y la de abajo (o sea, en el cen­ tro) no se descuadra. Ésta es una de las expansiones estudiadas por Ascanio. Tras una pausa voltea estas cartas cara abajo sobre la mano izquierda y cuádralas. 2. Continúa: Ahora basta que haga así... y así, y la Dama intercambiará su posi­ ción con la carta del despiste..: Mirad, aquí ya está la carta del despiste... y aquí debe estar la Dama. 2.1 Al decir: Ahora basta que Haga así... y así, y la Dama intercambiará su posición con la carta del despiste... haz un gesto mágico con la mano derecha sobre las car­ tas cara abajo de la mesa, como indicando que las estás cambiando de lugar. Luego haz un culebreo vertical de tres cartas con presa del anular con las cartas cara abajo de la mano izquierda. Una vez que tengas la doble en la posición de la presa del anular (fig. 42) voltea la mano izquierda palma arriba y sujeta sólo las cartas con el Índice en la cara y el pulgar en el dorso (fig. 43). (Si ahora quitases las cartas, los dedos Índice y pulgar izquierdos deberían formar una O. Arturo le llamaba el vol­ teo en O.) Coge estas cartas lateralmente con la mano derecha (pulgar en la cara y dedos en el dorso). La yema del pulgar derecho se apoya en los bordes de las dos cartas superiores y sobre el índice de la carta inferior (fig. 44). En esta posición el pulgar derecho se puede avanzar y con él las dos cartas superiores; la doble no se descuadrará (fig. 45). Ésta es otra de las expansiones estudiadas por Ascanio. 2.2 Ahora con la ayuda de la mano izquierda y de las cartas cara arriba que sujetas en la mano derecha (fig. 45), voltea cara arriba la carta del ángulo izquierdo del tapete, la supuesta Dama (se ve que es una carta roja) mientras dices: Mirad, aquí ya está la carta del despiste... Luego voltea cara abajo sobre la mano izquierda las cartas de la mano derecha y cuádralas. 54

2.3 Lleva la mano derecha libre hacia la carta cara abajo del ángulo derecho de la mesa; tócala y desplázala un poco hacia el centro del tapete y mientras di: y aquí debe estar la Dama. 3. Si ahora a la Dama... ¡Eh! ¿qué pasa aquí?... 'Si aquí está la Dama, aquí ya no está... efectivamente ésta no es la Dama... la Dama está aquí... entre las cartas. rojas... ahora la colocaré aquí sobre la mesa... estas son cartas rojas... ¿Pen­ sáis que ésta es la Dama? ¡No! Esta no es la Dama... la Dama está aquí... aquí tengo cartas rojas... cartas rojas... la Dama ¡ya te tengo!

Luego, con las cartas cara arriba de la mano izquierda haz un culebreo vertical de tres cartas al decir: la Dama está aquí... Seguido, coloca la doble en la presa del anular 3' voltéalas cara abajo haciendo el volteo en O; cógelas lateralmente ahora con 11 mano derecha (dedos en las caras y pulgar en el dorso) y colocán­ dolas fronta lmente al público, muéstralas mientras dices: entre las cartas rojas... Pásalas cara abajo a la mano izquierda y cuádralas (aquí puedes hacer una ex­ pansión similar a la explicada en el apartado 2.1, pág. 54)

3.1 Al decir: Si ahora a ¡a Dama... ¡Eh! ¿quépasa aquí?... con la mano derecha aca­ ricia por los extremos las cartas de la mano izquierda, e igual que antes,- obten una separación con el meñique izquierdo debajo de las dos superiores. Sin pausas, vol­ téalas cara arriba mediante el volteo de Tenkai; inmediatamente coge con la mano derecha las dos inferiores como una, y muestra la Dama de Picas en la mano dere­ cha. A la vez, voltea cara arriba las dos cartas rojas de la mano izquierda. Simula extrañeza y pon la doble entre las dos cartas de la mano izquierda (fig. 10, pág. 27) y seguido, voltéalas lateralmente cara abajo en la mano izquierda. 3.2 Al decir: si aquí está ¡a Dama, aquí ya no está... con la mano derecha haz un cule­ breo Tenerife de tres cartas. Para ello primero desplaza la inferior hacia la izquier­ da con el índice izquierdo y luego desplaza también hacia la izquierda la superior con el pulgar izquierdo; una vez que tengas sujeta la doble en la mano derecha haz el movimiento de giro del culebreo Tenerife y después de girar ciento ochenta gra­ dos, súbela hasta que quede al mismo nivel que las otras dos, pero sobresaliendo ha­ cia la izquierda como en la mitad de su anchura con respecto a la inferior. Abando­ na ahora la sujeción de la mano derecha y cambiando de postura vuelve a cogerlas con el pulgar en la cara de la carta inferior y dedos sobre el dorso de la superior (fig. 46). La posición de las yemas de los dedos derechos, aunque sobre las cartas supe­ rior e inferior, deben corresponderse al borde del lado derecho de la doble del cen­ tro. En esa posición voltea la derecha palma arriba (fig. 47) y adelanta hacia la iz­ quierda el pulgar derecho; con este movimiento se desplazarán hacia la izquierda las dos cartas superiores (la doble y la superior); la doble no se descuadrará (fig. 48). Haz este gesto al llevar lá mano derecha hacia la carta cara abajo sobre la mesa. A esta maniobra Ascanio le llamaba la pinza de deslizamiento. Tras señalar el naipe de la mesa, pasa las cartas cara arriba a la mano izquierda (fig. 48), y cuádralas.

3.4 Inmediatamente en la mano derecha ábrelas en abanico de tres cartas. Primero pasa una caria de la mano izquierda a la derecha, luego pasa la segunda, que pones debajo d ; la primera pero en salida exterior con respecto a ella. Finalmente coloca en e extremo izquierdo la doble (a nivel con la primera). Sin interrupción, pasa el abanico, cara abajo a la mano izquierda, y mientras dices: ahora la . colocaré aqi í sobre la mesa... con la mano derecha coge la carta que sobresale hacia fuera y deposítala cara abajo sobre la mesa en el lado derecho, más bien hacia el ángil o inferior derecho del tapete.

3.3 Con la mano derecha libre, levanta el extremo interior de la carta de la mesa, y mirándola sólo tú di: Efectivamente, ésta no es la Dama...

3.5 Al decir: estás son cartas rojas... con la mano derecha, palma abajo, cógelas la­ feralmente, pul gar en la cara y dedos en el dorso, voltea esa mano hacia delante

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para mostrar dos cartas rojas, y luego, de una en una, voltéalas cara abajo sobre la mano izquierda (fíg. 12, pág. 27). 3.6 Al decir: ¿Pensáis que ésta es la Dama? ¡No! Esta no es la Dama... con la mano derecha (ahora libre) coge la carta cara abajo del centro de la mesa, voltéala cara arriba y así, déjala sobre la carta roja del ángulo izquierdo. Luego la mano dere­ cha señala y desplaza hacia el centro del tapete a la supuesta Dama al decir: la Dama está aquí... Ininterrumpidamente voltea cara arriba las cartas cara abajo de la mano izquierda; para ello con la mano derecha haz la doble extracción de abajo con las dos inferiores (como una) y casi simultáneamente voltea cara arri­ ba entre los dedos izquierdos la superior. Mientras dices: aquí tengo cartas ro­ jas... cartas rojas, desplaza las manos hacia las cartas rojas cara arriba del án­ gulo superior izquierdo del tapete y colocándolas a sus lados muestra claramente cuatro rojas (fig. 13, pág. 29).

4.2 Con la derecha voltea lateralmente las cartas de la mano izquierda cara abajo. Sin pausas y mientras dices: Aquí tengo el Diezy la Dama... sujétalas cuadrándolas con ambas manos; arrastra hacia la izquierda la inferior y voltéala cara arriba con solo la mano izquierda y un poco después mediante el volteo de Stuart Gordon voltea la doble con la mano derecha. Pon la Dama debajo de la de la mano iz­ quierda, pero déjala sobresaliendo hacia la derecha como en un tercio de su an­ chura. Al decir: la Dama y el Diez... pon ambas perpendicularmente a los dedos de la mano izquierda (ñg. 49) y voltéalas cara abajo (fig. 50). Se voltearán sobre la mano izquierda sin que se descuadre la doble (Ascanio le llamaba el volteo con cojín de aire). Cuádralas, y mediante la extensión de D'Amico/Ascanio muéstralas de nuevo como un Diez rojo y la Dama de Picas. Tras una breve pau­ sa,- voltéalas cara abajo sobre la mano izquierda.

3.7 Tras mostrar claramente las cuatro rojas en el ángulo superior izquierdo del ta­ pete -dos sobre la mesa y dos en las manos- pon la de la mano izquierda deba­ jo (y sobresaliendo hacia abajo) de la doble de la mano'derecha y con ellas se­ ñala y toca la carta cara abajo de la mesa mientras dices: La Dama. ¡ Ya te tengo! Aquí puedes desplazar con el pulgar derecho la doble hacia la izquierda: es otra expansión. Después, voltéalas cara abajo sobre la mano izquierda y cuádralas. 4.

Di: Pero basta que haga así y... ¡Eh! ¿Pero qué está pasando? ¡Otra vez!... la Dama está aquí... entonces, ésta no es la Dama... Aquí tengo el Diezy la Dama... la Dama y el Diez... la Dama y el Diez... dejo la Dama sobre la mesa... y aquí tengo las cartas rojas... la Dama está aquí... aquí una y dos... cartas rojas... Aquí la Dama, no os confundáis, aquí tengo cartas rojas...

4.1 Al decir: Pero basta que haga así y... ¡Eh! ¿Pero que está pasando? ¡Otra vez!... con la mano derecha haz un pase mágico sobre la carta cara abajo de la mesa, y seguido, lleva la mano hacia las cartas de la mano izquierda y, haciendo un bu­ cle con el mayor izquierdo sobre la inferior, coge lateralmente las dos superio­ res, pulgar en la cara y dedos en el dorso; voltéalas cara arriba hacia delante al ir hacia la carta de la mesa y muestra otra vez la Dama. Simultáneamente, la mano izquierda voltea su carta cara arriba entre sus dedos. Mientras dices, algo sor­ prendido y enfadado: la Dama está aquí... entonces, ésta no es la Dama... pasa la Dama debajo de la carta de la mano izquierda (sobresaliendo hacia abajo) e inmediatamente lleva la mano derecha a la carta de la mesa, voltéala y déjala cara arriba sobre las rojas del ángulo superior izquierdo del tapete.

4.3 Al decir: dejo la Dama sobre la mesa... separa la carta superior con el pulgar iz­ quierdo hacia la mano derecha, cógela en esa mano, y abriendo las palmas de am­ bas manos, adelanta las cartas hacia el público (enseñada sincera con dos cartas). Muéstralas, deposita la de la mano derecha cara abajo sobre la mesa, a la derecha, y sin interrupción, voltea cara arriba la doble en la mano izquierda; para hacerlo el pulgar izquierdo se dobla debajo de la carta y la voltea sobre los dedos (fig. 51).

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Mientras dices: y aquí tengo las cartas rojas... la mano derecha ya libre, por el lado derecho, coge la carta de la mano izquierda y se desplaza hacia las rojas de la mesa y con la ayuda de este naipe las recoge y las coloca cara arriba sobre la mano izquierda, mientras añades: aquí las cartas rojas...

5. l Mientras dioes: Ya sé lo que voy a hacer, os mostraré las cartas rojas por delante y por detlrás, ís, de una en una..., recoge las cartas rojas de la fila, comenzando por la del extremo emo derecho (usa la recogida tipo picoteo: LA MAGIA DE ASCANIO, Tomo 2, pá( 178) y luego colócalas cara abajo sobre la-mano izquierda.

4.4 ...La Dama está aquí... Haz un gesto con la mano derecha hacia la carta cara abajo de la mesa. Al mismo tiempo, haz un bucle con la inferior de las. que tie­ nes en la mano izquierda; luego al cogerlas con la mano derecha desde arriba, el pulgar derecho obtiene una separación encima de la inferior. Al decir: aquí una y dos... pasa la superior a la mano izquierda con el pulgar izquierdo; en el mis­ mo gesto también pasa la inferior (ñg. 52); luego pasa la siguiente. Déjalas un poco abiertas en abanico. Seguido di: cartas rojas... y con el pulgar derecho se­ para las que sujetas en la mano derecha; así estarás mostrando cuatro rojas en las manos (fíg. 53). Voltea simultáneamente cara abajo las cartas de ambas manos y coloca las de la mano derecha sobre las de la mano izquierda. Luego, sin pausas, voltéalas cara arriba, y cuádralas en la mano izquierda,

5.2 Repite la maniobra explicada en el apartado 4.5. de la Primera Versión (figs. 15, 16 y 17, pág 31)¿ mientras dices: Mirad, una... dos... tres... y cuatro.

4.5 Con la mano derecha libre, señala la carta cara abajo de la mesa y di: Aquí la Dama. Al decir: No os confundáis, aquí tengo cartas rojas... una... dos...tres... y cuatro... haz un culebreo vertical con presa del anular. Muéstralas entre las manos, dos en cada una e, ininterrumpidamente, ponías sobre la mesa mediante la dejada frotada (igual que en el apartado 1.2. de esta versión). La doble es la segunda desde el extremó derecho de la fila. 5. Di: Ya sé lo que voy a hacer, os mostraré las cartas rojas por delante y por de­ trás, de una en una... Mirad... una... dos... tres... y cuatro. Ahora colocaré la Dama, cara abajo aquí encima... pero si doy la vuelta a todo... y lo dejo sobre la mesa... basta que dé un golpecito... y la Dama inquietamente, huye... y está aquí debajo de mi brazo. 60

5.3 La mano derlecha coge de la mesa la carta cara abajo, y en esta condición, la pone sobre las de la mano izquierda, mientras dices: Ahora colocaré la Dama, cara abajo, aquí e\ncima... Es lo mismo que el apartado 4.6. de la Primera Versión (fíg. 18, pág. 31).| 5.4 La mano derecha coge las cartas de la mano izquierda por los lados interiores (índice y mayor encima y pulgar debajo) excepto las dos inferiores que quedan empalmadas en lai mano izquierda (apartado 4.7 de la Primera Versión, fig. 19, pág. 32) y las adelanta hacia la parte central y delantera de la mesa; en ese trayecto voltea la mano y coloqa las cartas volteadas sobre la mesa. En el mismo gesto la manoizquierda-con Idos cartas empalmadas- que inicialmente se quedó quieta, se retrasa hacia el bordé de la mesa y allí, en una zona penumbrosa, se apoya sobre el tapete unos instantes Mientras dices: pero si doy la vuelta a todo... y lo dejo sobre la mesa... 5.5 Da un golpe con la mano derecha sobre las cartas de la mesa, al decir: basta que dé un golpeci,\o...yla Dama inquietamente, huye... y está aquí debajo de mi bro­ zo. Haz un ge; to con el cuerpo, como si notases algo debajo de tu brazo derecho; entonces la mano izquierda se dirige hacia allí, y cuando está debajo de la superficie de la knesa deja sobre el regazo la carta roja que tiene empalmada. Luego, como de jo del brazo derecho, saca la Dama, muéstrala y déjala cara arriba sobre la m$sa, más bien cerca de ti. Di: ¿Yaquíiqiée hay?... Pues cuatro cartas rojas ...y ésta es la historia de la Dama inquieta... ub \cua. Al decirlo, lleva las manos hacia las cartas de la mesa, separa las que estáft cara abajo con la mano izquierda, y las que están cara arriba con la mano derec ía (fig. 20, pág. 32); voltea cara arriba las de la mano izquierda, y colocándolas Caramente individualizadas sobre la mesa, deja dos en el lado izquierdo y dos ;n el lado derecho. Al acabar la frase, con la mano derecha y aparentando estar un poco enfadado, empuja hacia delante a la Dama de Picas, que quedará en mddlio de las cartas rojas (fig. 21, pág. 32). Tras una pequeña pausa, mira a! públUCffl de frente, y sóndeles con aire risueño y de complicidad. 61

ALTERNANDO LOS COLORES

En definitiva, haz una buena falsa mezcla que deje las cartas como las ordenas­ te. Aquí también podrías usar una mezcla "pulí through".5 Después de la mezcla y del corte falso, extiende la baraja sobre la mesa, cara arri­ ba, en cinta, de izquierda a derecha (ñg. 1). Hazlo con una extensión más bien ce­ rrada y un poco irregular; de esa forma no habrá peligro de que el público vea que las cartas están ordenadas en rojas y negras alternativamente. No tengas miedo de hacer esta extensión, si al mismo tiempo que la haces les hablas, mirándoles direc­ tamente a los ojos; nadie prestará atención a las cartas, que siempre.quedarán de­ senfocadas, en segundo plano.

Este es un juego que Ascanio nunca desveló. No lo explicó ni en sus conferen­ cias ni por escrito; sólo lo compartió con un grupo muy reducido de amigos. Es in­ dudable que le tenía una gran estima y lo consideraba una de sus creaciones de ma­ yor impacto. Prueba de ello es que lo incluyó en su repertorio ganador de Sevilla (1959), donde obtuvo el máximo galardón-Gran Premio-y de Amsterdam (1970), donde obtuvo el Primer Premio FISM en Cartomagia. También era uno de los que acostumbraba presentar —sin explicar-.en sus conferencias, dentro de un apartado -que a él tanto le gustaba- de actuación-exhibición, y que le servía de prólogo a la conferencia propiamente dicha. Su inspiración y punto de partida se encuentra claramente en el juego de Bill Si­ món "Cali to the Colors",1 que a su vez está basado en una idea de John Scarne, "The Scarne Puzzle".2 Es uno de los pocos juegos que hay en Cartomagia basados casi exclusivamen­ te en la dada en segunda y que no constituye una demostración de juego, y por con­ siguiente, un descubrimiento de técnicas de tahúres. Esta versión tiene una presen­ tación agradable, entretenida y mágica (el público no tiene ni la más.mínima sospecha de que se ha usado la dada en segunda). Entre los magos, por requerir repetida y se­ cretamente de la dada en segunda, tiene fama de difícil. ■

Requisitos Una baraja normal.

Ordenación Ten la baraja ordenada alternativamente en rojas y negras. La carta superior será una negra y la segunda (para seguir nuestra presentación) debe ser el Rey de Diamantes.

Rutina Primera fase: Conseguir que las cartas estén en alternancia de una en una, de dos en dos, y de tres en tres. Comienza haciendo una buena falsa mezcla seguida de un buen corte falso. Arturo solía hacer una mezcla "strip-out"3 o una mezcla Zarrow.4 1.

EFFECTIVE CARD MAGIC, de Bill Simón, pág. 79 y ss. Taimen. 1952. •

2.

CONTROLLED MIRACLES, de Bill Simón, pág. 21 y ss.

3.

Mezcla falsa por extirpación, en EXPERT CARD TECHNIQUE, de Hugard y Braue. Para estudiar en

profundidad la mezcla "Strip-Out", consultar "The Pulí Out Shuffle", en DAI VERNON'S MORE INNER

Recoge la extensión y pon la baraja sobre la mano izquierda, que mantienes pal­ ma arriba y abierta; como prueba de que no haces nada tramposo, di: Con esta ba­ raja así mezclada... como está, os voy a demostrar que una de las propiedades que tienen las cartas es la de obedecerme... Desde luego, tengo que hacer algo, tengo que usar una fórmula... Mirad, hago blablabla... bla... y las cartas se ordenan en... de una en una... es decir están ordenadas en... negra... roja... negra... roja y asi su­ cesivamente... todas están ordenadas de una en una. Mientras hablas, haz lo siguiente: cierra la mano izquierda sobre la baraja y al de­ cir blablabla, abre y cierra los dedos izquierdos y, al decir: ... bla, cambia un poco el tono de voz y baja la mano ligeramente. Seguido, comienza a dar, cara arriba, cartas so­ bre la mesa, para que el público vea que la baraja ahora está ordenada en rojas y negras alternativamente; los naipes, al darlos sobre la mesa, van apareciendo en orden negro y rojo, es decir, de uno en uno. Haz esta dada formando una columna hacia abajo, sobre el lado derecho del tapete, de modo que cuando hayas dado unas doce, llegues al borde inferior del mismo, razón por la que te detienes; nunca des más de dieciséis cartas.

SECRETS OF CARD MAGIC, de Lewis Ganson, págs. 47 y 48. L&L Publishing. 1996. 4.

GRAN ESCUELA CARTOMÁGICA, de Roberto Giobbi, Tomo 3, pág. 633. Editorial Páginas. 1995.

5.

La mezcla falsa empujando a través, en G.E.C., Tomo 3, pág. 637 o "The Pulí Through Shuffle",

en DAI VERNON'S MORE INNER SECRETS OF CARD MAGIC. de Lewis Ganson, pág. 43 y ss. L&L. 1996.

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1 ,-,s una pausa, cuando el público haya apreciado este primer efecto mágico, con i . J " délos dedos derechos recoge la extensión arrastrando Las cartas sobre la me , J PZ 'extremo inferior hasta el superior, sin alterar el orden de los na,pes (fig 2), K ra^ ue ac bes con un montón irregular de cartas sobre la primera que diste p e l a r a ' deliberadamente, para que nadie piense que durante la recog.da.de las ^::aíaeÍ8o° S X W Por la cara y dedos ^ o ) r e c o g e ^ , = 7< n ,\e cartas cuádralo ligeramente con sólo la mano derecha (fig. 3) y luego vol T ' t ^ S ^ l n L o lateralmente hacia la izquierda, como si cerrases la tapa de ^ l ' ^ T s o b r e lis que sujetas en la mano izquierda, que está palma arriba y-abierta. W c S r a las a ^ s con ambas manos, deliberada y. cuidadosamente, y di: Si ahora. fsTracoZestán... de una en una... hago blablabla... bla... bla... las cartas T Z a Z dedos en dos, es decir... dos negras... dos rojas... dos negras... dos f'Z Z^'esL de dos en dos. Igual que antes, al decir blablabla abre y cierra los rctfS- ÍÜCtas^ . , ■ a l d e c i r bia... bla..., cambia el tono de la voz y sube f ^ ¿ X u i S a t Z L e S Z da cartas cara arriba sobre la mesa mostrando que ^ "í S r S l S a d a de dos en dos. Para conseguirlo, la dada se realiza de sií S Ü r S ¿ • p r m í o k s ,a carta superior,al dar la segunda la das en segunda,' lueTZ$. es cartas normalmente, das una en segunda, tres normalmente, en segunda, etc. f ^ d e s p u é s de dar una carta normalmente, las siguientes las das siguiendo el moS l S ' ^ Í u n d a , tres normales, una en segunda, tres normales, etc." As , las cara l e n d e dos en dos En esta ocasión da sobre la mesa diec.sé.s cartas (s. das dieci„ I b a s la dada en una pareja de cartas rojas, la baraja, que te queda en la mano, ¿ t a f í de una en una, comenzando por una carta negra).

Í [..\ dada en segunda p.-.r doble empuje, en GRAN ESCUELA CARTOMÁGICA, de Roberto Giobbi, Tefi*» 1. \r¿&- 869 - Editorial .- Í-LV-ÍS. 1995. La dada en segunda por arrastre, en G.E.C., Tomo 4, pág. /1 i.unbién La dada en ser.:-jii por arrastre, en EXPERT CARD TECHNIQUE, de Hugard y Braue. 64

Al dar las caras forma una columna, igual que antes,'-a la derecha de tu tapete, y al final de la misma haz una pequeña curva hacia la izquierda, dirigiendo la exten­ sión ligeramente hacia arriba; es decir, sobre la mesa formas desde tu posición una "J" (fig. 4). Da, c Dtno hemos dicho, dieciséis cartas (el dar cuatro grupos de dos ro­ jas te puede servir de control), fíjate en la última carta que das y recuérdala. Diciendo: Fijaos, como están... no hago nada... recojo las cartas como están... las coloco encimo, mirad, no debajo... claramente encima... luego hago blablabla... bla... v las cartas vuelven a estar de una en una, mirad... Al decirlo, con la punta de los dedos derechos, como antes, recoge la extensión, arrastrando las cartas sobre el tapete hasta que todas estén encima de la primera dada, formando un montón irre­ gular; ahora con la mano derecha recoge las cartas de la mesa y como si cerrases la tapa de un libro (hacia la izquierda) voltéalas cara abajo sobre las de la mano iz­ quierda; luego abre y cierra los dedos, baja la mano y cambia el tono de voz al decir bla..., y después de una ligerísima pausa, da cartas sobre la mesa mostrando que aho­ ra la baraja está oirá vez de una en una. Para conseguí r que las cartas salgan otra vez de una en una, en tu dada debes se­ guir el mismo modelo que utilizaste para darlas de dos en dos, es decir: primero da una carta normalmente, luego da la siguiente en segunda, tres normales, la siguien­ te en segunda, etc Da así dieciséis cartas; cuando salga la.carta en la que te fijaste, la que ocupaba la posición décimo sexta en la dada anterior, sabes que ya han salido dieciséis cartas. A partir de la diecisiete da normalmente, pues la baraja está ya en al­ ternancia de una en una. Da veinticuatro cartas. Sigue en tu dada el modelo de la "J", pero alarga el extremo corto hasta que las cartas lleguen otra vez al borde superior del tapete; o sea, 1 is cartas estarán formando más bien una "V" (fig. 5). Fíjate en la carta que ocupa la posición vigésimo cuarta y recuérdala. Di: Fijaos... recojo las cartas sin alterar ninguna... como están... las coloco en­ cima de la baraja. Ahora ¿cómo queréis que salgan?... de Ken K... ¡No! Eso serla demasiado... lo he remos para que salgan de tres en tres. Basta que haga blablabla y bla... bla... bla... y ya están de tres en tres. Recoge como antes las cartas, y una vez que las tengas <:n la mano izquierda en la posición de dar, dando en segunda, coge en la mano derechs. la segunda desde arriba, la K de Diamantes (por esta razón la co­ locamos al hacer la ordenación en segundo lugar. Si no hiciste esta preparación, mira qué carta sale y di de X en X... ¡No! Eso serla demasiado). Así pues, mírala, di lo de Ken K... y ponía cara abajo debajo de la baraja; luego haz lo de abrir y cerrar los dedos y, a continuación, da las cartas cara arriba sobre la mesa demostrando que aho­ ra su alternancia es de tres en tres. Para conseguir esta alternancia debes dar de la siguiente forma: primero das dos cartas normalmente, al dar la tercera la das en segunda y luego vas dando dos nor­ males y una en segunda; da veinticuatro cartas cara arriba sobre la mesa siguiendo 65

el modelo de la V (fig. 5). Para dar veinticuatro cartas, das hasta que salga la que vis­ te como la vigésimo cuarta en la fase anterior y das una más; recuerda que has qui­ tado la K. En esta dada habrás mostrado cuatro series de tres cartas negras y cuatro series de tres rojas, alternadas. • Recoge las cartas como siempre y deposítalas sobre las cartas de la mano iz­ quierda, y di: Fijaos que no importa que mezcle... si yo digo la fórmula, las cartas se colocarán como yo quiera... mirad, voy a mezclar... cortar... cortar como lo ha­ ría un borracho... ¿veis? mezclo las cartas... ya veo que nadie me cree... os lo voy a demostrar... ¿veis? las cartas están mezcladas.... ¿veis? no siguen ninguna alter­ nancia, aquí hay tres rojas, dos negras, una negra.... están bien mezcladas, ¿de acuer­ do? Acompañando a la charla, primero haz una mezcla Zarrow (también podrías ha­ cer una "pullthrough" o una "pulí out"), luego da una serie de cortes falsos, y cuando dices: cortar como lo haría un borracho, haz la mezcla barullo: Coge las cartas des­ de arriba (pulgar en el extremo interior y dedos en el extremo exterior) lleva la mano derecha hacia la izquierda de la mesa (al punto A del diagrama) y deposita allí más o menos el tercio inferior de la baraja; luego lleva la mano derecha hacia la derecha (punto B) y deposita allí, de abajo, otro tercio; finalmente, vuelve a desplazar la mano hacia la izquierda (punto C)y deposita delante del primer montón el último tercio de la baraja. Simultáneamente, coge con la mano izquierda el primer montón -el del pun­ to A- y llévalo hacia el centro de la mesa (puntó D) y allí lo arrojas más que depo­ sitarlo; luego la mano derecha coge el montón de la derecha -el del punto B - y lo echa encima del montón central; seguido, la mano izquierda coge el tercer montón -el del punto C - y lo echa encima de los dos anteriores. Tras estas acciones, hacia el centro de la mesa, debe quedar un montón irregular con todas las cartas; con ambas manos, simulando cierta torpeza, cuadra la baraja.

la tercera (3), la novena (9) y la décimo octava (18) das en segunda; da veinticuatro cartas sobre la mesa (fíg. 5). Para tu control, si das veinticuatro cartas, éstas estarán en el siguiente orden: dos negras, una roja, una negra, dos rojas, dos negras, una roja, una negra, dos rojas, tres negras, dos rojas, una negra, una roja, dos negras, tres ro­ jas. Haz que los espectadores aprecien el caos en el orden de las cartas. Recoge las cartas como antes, pero en esta ocasión haz la recogida de forma que quede la primera carta (una negra) separada, y luego todo el resto, en un montón de­ sigual, sobre la segunda (fíg. 6); ahora con la mano derecha coge la primera carta (fig. 7), deposítala encima del montón, y recoge todo; cuadra estas cartas y deposí­ talas cara abajo sobre las de la mano izquierda. Con esta maniobra habrás desplaza­ do la primera carta desde su posición primera a la vigésimo quinta. Sujetando la baraja sobre la mano izquierda plana di: Las cartas están mezcladas, todos lo hemos visto, ahora hago blablablá.... bia... y las cartas vuelven a estarde una en una. Al decir blablablá... bia..., abre y cierra los dedos sobre la baraja, luego cam­ bia el tono de la voz y baja la mano ligeramente, y tras una pausa, da cartas sobre la mesa demostrando que la alternancia ahora ha vuelto a ser de una en una. Esta vez la dada tiene las siguientes características: das las cartas en dos colum­ nas, una a la izquierda y otra a la derecha del tapete (fíg. 8).

Diagrama de la mezcla barullo D C A B

Al decir: ¿ Veis... ?mezclo las cartas, haz una mezcla usual por arrastre en las ma­ nos; para ello sujeta las cartas en la mano derecha, dorsos hacia la izquierda, y con el pulgar izquierdo pela, de una en una, sobre la mano izquierda, nueve cartas; lue­ go pon estas cartas encima de las de |a mano derecha. Coloca la baraja en la mano izquierda en la posición de dar y demuestra que las cartas están mezcladas dando car­ tas, cara arriba, sobre la mesa. En esta dada darás las cartas normalmente, pero al dar 66

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Comienza dando una carta (negra) en la izquierda, luego una en la derecha y con­ tinúa dando alternativamente a la izquierda y a la derecha hasta que hayas dado vein­ ticuatro cartas, doce en cada columna. Para que las cartas salgan de una en una, es decir, para que la columna de la izquierda esté compuesta por cartas negras y la de la derecha por rojas, debes dar en segunda la quinta (5), la décimo primera (-11), ladécimo cuarta (14), la vigésima (20) y la vigésimo tercera (23). Haz una pausa para que el público pueda apreciar el efecto. Segunda fase: Dar las cartas en la alternancia que pidan los espectadores. Con la mano derecha -si quieres, ayúdate con la mano izquierda- recoge prime­ ro la columna de cartas de la derecha (las rojas) y déjalas cara abajo sobre las cartas de la mano izquierda; en esta acción obten una separación con el meñique izquierdo debajo de ellas; luego por doble corte pásalas a la parte inferior de la baraja. Reco­ ge ahora las cartas de la columna de la izquierda (las negras) déjalas cara abajo so­ bre las de la mano izquierda, y de igual forma que antes, separación con el meñique izquierdo y por doble corte, pásalas a la parte inferior de la baraja. Como control examinaremos la situación actual de la baraja. En la parte superior tienes dos cartas negras, luego tienes un grupo de veinticuatro cartas en alternancia roja/negra, luego catorce cartas rojas y finalmente doce negras. Anuncia que darás las cartas como te las pidan. Ahora daré las cartas según me lo pida Antonio (dirígete a un espectador en concreto) tú me dirás cómo quieres que dé las cartas, si de dos en dos o de tres en tres, y cuando quieras, me dirás que me detenga; entonces yo haré una cosa y las cartas pasarán a estarde una en una. Dime ¿cómo quieres que estén las cartas? ¿de dos en dos, o de tres en tres? El espectador te indica qué alternancia desea y tú das las cartas de acuerdo a ello: las vas dando en dos columnas, las negras a la izquierda y las rojas a la derecha (fig. 8). Cuando el espectador te diga "alto", haz el gesto mágico, diciendo al mismo tiem­ po, blablabla... bla..., y tras una pausa da las cartas de una en una. En total darás, según los casos, veintiséis, veintisiete o veintiocho cartas. a) Si te piden de "tres en tres": da las dos primeras normalmente en la columna de la izquierda y al dar la tercera, da en segunda, luego das dos normalmente en la columna de la derecha y al dar la tercera da en segunda, es decir: das primero dos normalmente, y luego sigues el modelo: "en segunda, dos normales, en segun­ da", etc. Cuando te digan "alto" tendrás dos cartas negras o dos rojas arriba; así pues, si­ gue dando con el ritmo: normal/segunda, ahora las cartas saldrán de una en una, hasta que hayas dado, según el caso, las veintiséis o las veintiocho cartas que an­ tes hemos mencionado. 6?

b) Si te piden | e "dos en dos": da dos cartas normalmente, dos negras, y luego si­ gue el modsjlo: "una normalmente, otra en segunda, tres normales, en segunda, tres normales, en segunda", etc. Si te dicen 'alto" al dar las rojas, haz como si no hubieses oído, y da dos más en la columna de las cartas negras, luego haz el gesto mágico y comienza a dar car­ tas normalmente empezando por la columna de las rojas; las cartas van saliendo de una en usía; detente cuando hayas dado veintisiete cartas en total. Si te paran después de dar dos cartas negras, haz el gesto mágico y comienza a dar cartas de una en una, comenzando por las rojas; detente cuando hayas dado veintisiete cartas en total. Haz una pausa para que.el público aprecie este efecto.

Fase final: Separación de rojas y negras Con la mano derecha recoge la columna de cartas rojas (la de la derecha) y de­ posítala, naipes cara abajo, sobre las de la mano izquierda; luego recoge la columna de cartas negras y al depositarlas cara abajo sobre las de la mano izquierda obten una separación debajo de ellas con el meñique izquierdo, y luego por doble corte pá­ salas a la-parte inferior de la baraja. Explica que ahora llega el efecto final, deposita la baraja sobre k mesa (bordes de arribas paralelos), y haz una falsa mezcla de mesa que mantenga les colores separados. Arturo hacía la "To Keep the Colours Separated",7 mezcla de Dai Vernon: con la baraja colocada paralela al borde de la mesa, con el pulgar izquierpo separa como un cuarto de la misma (trece cartas) desde arriba, y con la mano dere :ha corta las tres cuartas partes de abajo hacia la derecha, luego pon este paquete ene ma del de la izquierda pero sobresaliendo por el extremo izquierdo como en unos qu ince milímetros. Con el pulga - derecho separa como veintiséis cartas desde arriba del paquete su­ perior y desplaza ese grupo (de veintiséis cartas) hacia la derecha hasta que los extremos derechos de ese grupo estén al mismo nivel que los extremos derechos del paquete inferior (te queda, rá un paquete central de unas trece cartas sobresaliendo de la baraja por los extremos zquierdos). Corta hacia la derecha el paquete superior (veintiséis car­ tas) y el inferior (i rece cartas), pero manten una separación entre ellos con el pulgar de­ recho. Ahora tencjrás en la izquierda, sobre la mesa, un paquete de unas trece cartas, y en la mano derec jia-un paquete con las tres .cuartas partes de la baraja, donde mantienes una separacic n con el pulgar derecho encima de unas trece cartas. Pon el paqueie de ¡a mano derecha encima del de la izquierda pero obten con el pulgar izquierdo lina separación entre ellos; ininterrumpidamente separa hacia la de­ recha el paquete que está encima de la separación del pulgar derecho. 7.

DAI VERNON'S MORE INNER SECRETS OF CARD MAGIC, de Lewis Ganson, pág. 34. L&L. 1996.

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Deja los paquetes sobre la mesa listos para una mezcla de mesa, el pulgar iz­ quierdo mantiene una separación aproximadamente por la mitad del paquete iz­ quierdo. O sea que el paquete de la mano izquierda se compone de trece cartas ne­ gras, separación del pulgar izquierdo y trece cartas rojas, y el paquete de la derecha, de trece cartas negras debajo y trece cartas rojas arriba, pero sin ninguna separación. Comienza la mezcla soltando cartas con ambos pulgares. Ahora el pulgar izquierdo debe soltar cartas con mayor rapidez para acabar sus cartas negras antes que el pulgar derecho agote las suyas, una vez que el pulgar iz­ quierdo haya soltado todas sus cartas de debajo de la separación, para el hojeo de esa mano hasta que estés seguro que el pulgar derecho ha empezado a soltar cartas ro­ jas, en ese momento haz el hojeo normalmente, es decir suelta cartas con ambos pul­ gares. Es decir, a partir de ahora mezcla normalmente, sin ninguna precaución. Es­ tarás mezclando sólo carta rojas entre sí. Si al hacer el hojeo levantas un poco las cartas con las yemas de los respectivos pulgares puedes tener fácilmente un control visual de la mezcla. Acabada la mezcla, junta un poco los paquetes, pero no los imbriques más que has­ ta la mitad de la longitud. Para que el público se convenza de que la mezcla es genuina, extiende la baraja en esa condición (telescopada) sobre la mesa (fig. 9), luego con ambas manos imbrica las cartas (fig. 10) dejando sobre la mesa una extensión senci­ lla. El público habrá visto cómo las cartas se mezclan claramente unas con otras.

tapete hasta en ángulo inferior derecho. Las cartas muestran que los colores se han separado.

Comentarios Como puedes apreciar, en este juego hay que recordar muchas cosas. Para que la ejecución sea más suelta, puedes ayudarte con ciertos ardides. (Estos comentarios, aunque basados en pautas discutidas con Ascanio, no se corresponden con la orde­ nación que él usaba, debido a que no la hemos podido recuperar.) Comienza ordenando toda la baraja (desde arriba hacia abajo, cartas cara abajo): 7TKD - 2P - 7C - 3P - DD - 8T - 4C - 2T - 10C - 4T - JC - 5P - 6D - JT - 8C - 10T - 2CAP-7D-JP-4D-8P-QC-9P-KC-6P-9C-5T-3C-6T-5C-QP-2D-7P-6C4P - 5D - 9T - 9D - AT - AC - KP - 8D - 3T - 10D - 10P - 3D - QT - AD - KT - JD. En la Primera Fase del juego, de acuerdo a la presentación propuesta, tienes que hacer once dadas en segunda; entonces busca once cartas que te avisen que en la si­ guiente tienes que hacer una "segunda". Estas cartas serán siete cartas negras y cua­ tro rojas y son: 7T - 3P - 2T - 5P - 2P - 2C - JC - QD - QC - JP - JT. Además, sabes que la carta décimo segunda es la JC, la décimo sexta es el 8C, la vigésimo cuarta es la DC y que la vigésimo sexta es la KC, La segunda es la KD, la carta 52 es la JD y la 51 (última carta negra) es la KT. También sabes que la ante­ última negra, la 49, es la QT. En la Primera Fase opera así: 1. Sabrás que has dado doce cartas, de una en una, cuando des sobre la mesa la JC. 2. Para conseguir la alternancia de dos en dos debes seguir el modelo "dar una nor­ mal, una en segunda, tres normales, una en segunda, tres normales", etc. Tienes que dar dieciséis cartas sobre la mesa, y hacer cuatro dadas en segunda -en la se­ gunda (2), en la sexta (6), en la décima (10) y en la décima segunda (12). Las cartas que te avisan que en la siguiente debes dar una segunda son: el 7T, el 3P, el 2T y el 5P. No das más cartas cuando ves sobre la mesa el 8C, es decir, cuan­ do das la cuarta pareja de cartas rojas Sabes que tienes que dar en segunda des­ pués de ver una negra que esté precedida de una roja. Esta regla no se cumple en la primera dada en segunda; das en segunda después del 7T.

Recoge con cuidado la extensión, cuadra la baraja, y colócala sobre la mano iz­ quierda que sujetas palma arriba y abierta. Di: Ahora hacemos jimias las fórmulas bla (baja la mano) ...bla, bla (sube la mano por encima del nivel de donde empe­ zaste) v bla, bla, bla (baja la mano al nivel inicial).. .y miradlo que ocurre... las car­ tas, ellas solas, se separan en... ¡rojas y negras! Al decirlo, coge la baraja en la mano derecha, voltéala cara arriba y extiéndela, en una amplia cinta, en diagonal, cara arriba, desde el ángulo superior izquierdo del 70

Para recuperar la alternancia de una en una debes dar en segunda después de que veas las cartas que acabamos de nombrar. Todas son negras y ocupan un lugar impar, es decir, son la primera, tercera, quinta y séptima de las cartas negras dadas. Cuando veas aparecer el 8C sabes que ya no tienes que hacer más segundas, sigues dando de una en una, y para dar veinticuatro cartas debes detenerte cuando salga la QC. 71

Para dar de tres en tres. Primero tienes que quitar la KD (hazlo con la broma ...deKenK, ¡no!). Luego, si das veinticuatro cartas, tienes que hacer ocho dadas en segunda siguiendo el modelo "dos cartas normales, una en segunda, dos normales, una en segunda", etc. Las cartas que te avisan que en la siguiente debes hacer una se­ gunda son cuatro negras y cuatro rojas: el 2P - la DD - el 2T - la JC - la JT.- el 2C la JP -la QC. Fíjate que las segundas se dan después de los dos Doses negros y de las dos Jotas negras, y también se hacen segundas detrás de las dos Damas rojas, el 2C y la JC. Es decir, se da en segunda detrás de un Dos o una figura. Para dar veinti­ cuatro cartas, detente una después de haber dado la QC (que es la KC). . Para demostrar que las cartas han sido bien barajadas, haces tres dadas en segunda, en la tercera (3), la novena (9) y la décimo octava (18); las cartas que te avisan son tres Doses, (el 2P, el 2T y el 2C). Das veinticuatro cartas, hasta que salga la QC y una más (la KC). Para recuperar la alternancia de una en una dando las cartas en dos columnas, tie­ nes que dar cinco segundas: la quinta (5), décimo primera (11), décimo cuarta (14), vigésima (20) y vigésimo tercera (23); te avisan las figuras que salgan: la QD - la JClá JT - la JP - la QC. Es decir, das en segunda después de una figura. Das veinticua­ tro cartas; la QC y una roja más (la KC). La fase de "servir a la carta", se hace siguiendo las fórmulas siguientes: • para dar de tres en, tres: "dos normales, en segunda, dos normales, en se­ gunda", etc. • para dar de dos en dos: "tres normales, en segunda, tres normales, en se­ gunda", etc. Cuando en esta fase veas que has dado la QT (aviso) y la KT en la columna de las negras, sabes que tienes que parar en la siguiente roja. Evidentemente, el juego tiene su complicación, no es para principiantes, ni por su complejidad técnica, ni por las dificultades de presentación. Pero creemos que es­ tas guías te ayudarán a hacer una presentación más suelta. Arturo tenía toda la baraja ordenada, pero no hemos podido encontrar su orde­ nación. Hemos elaborado una por nuestra cuenta, siguiendo los comentarios que en su día nos hizo Arturo. Si has cogido la idea, y nuestra ordenación te parece muy com­ plicada, no te resultará difícil hacer tu propia ordenación.- ¡Ánimo! El juego merece la pena.

TODO DORSOS En la primer a versión publicada de esta rutina -ILUSIOMSMO N a 3 01, febrero de 1984— Ascanio escribía: "De entre todos los juegos de mi repertorio, sólo de dos o tres tengo la esperanza de ;que pasen a la posteridad y se hagan clásicos. Este es uno de ellos". Con esta valoración, no es de extrañar que figurase en su'repertorio ganador del Primer Premio ele Cartomagia del Congreso de la FISM del año 1970 en Amsterdam. La presente ¡versión, que cómo veremos Arturo definía como barroca y sofisti­ cada, está basada en ei.'Todo dorsos" de Dai Vemon,1 aunque podría decirse que su inspiración más ¡directa la recibió de la versión de Alex Elmsley.2, Es interesan íe y didáctico lo que el propio Ascanio decía del juego en ILUSIONISMO para compro par la evolución que sufrió en su composición. Haciendo un poco de historia decía: "Recuerdo, domo si fuera hoy, cuando el elegante mago italiano, Denis Moroso, allá por 1951, mp hizo la primera versión que conocí.del efecto "Todo dorsos". Se trataba de una rujina muy elemental, pero suficiente para dejarme absolutamente des­ lumhrado. Poco ¡lespués, hacia 1953, David Bamberg (Fu-Manchú) y yo, intercam­ biamos ideas sobire el efecto, analizándolo y estudiándolo a fondo. En 1955 pude ha­ cerme con la traducción francesa del EXPERT CARD TECHNIQUE, editada ese mismo año por Payot. Allí comprobé que la versión que yo poseía, aunque elemental, tenía algunas mejoras sobre el método original de! padre del efecto, el gran Dai Vernon, que el libro publicaba. Pasaron unoslpocos años, y apareció el libro ROUTINED MANIPULATION FINALE, de Lewis Ganson ¡Apesar del extraordinario contenido, riquísimo, de esa obra, Harry Stanley, su editor,|basó la publicidad de la misma en la revolucionaria versión de Alex Elmsley sobre est| efecto: "Compre Finale: contiene «All Backs de Elmsley». Y únicamente la foto d< I este genio de la Cartomagia ilustraba el anuncio... Pues me hice con FINALE y, al lado del inolvidable Jean Caries, estudié el barroco "modus operandi"1 de Elmsley. Esa versión, que me hizo olvidar todas las anteriores, fi­ guró en mi repertorio durante muchos años, y la presenté decenas y decenas de veces. La fabulosa rutina de Elmsley tenía, sin embargo, un único inconveniente: exi­ gía el empleo de ijna carta preparada, de doble dorso. "¡Ay! Si se pudiera conseguir una rutina así, pero con cartas normales", me decía a mí mismo, mezclando mi ad­ miración con cierta frustración...

1 • "Todo dorsos", er EXPERT CARD TECHNIQUE, de Hugard y Braue. 2. "Aíexander E!m: ley's-All Backs Routine", en ROUTINED MANIPULATION FINALE, de Lewis Ganson, pág, ¡93 y ss.ÍTannen Magic Inc. 1976. 72 13

Por otro lado, tras tanta experiencia con este efecto, me iba dando cuenta de que la fase más eficaz y convincente del mismo se conseguía con la mezcla india que he bautizado "por detrás y por delante", en la que, de una en una, se arrastran cartas al­ ternativamente de una y otra cara de la baraja, mostrando siempre dorsos. Nació en mí el deseo de potenciar ese pase. La lectura de THE CARDICIAN, de Mario, por último, completó mi modesta in­ formación sobre el efecto. Con toda esta mezcla de conocimientos, de experiencias y de ansias y deseos de mejorar y perfeccionar, empecé, hacia 1962, a buscar mi propia versión. Para facili­ tarme las cosas, partí del mismo montaje inicial de Elmsley: cuatro Ases, más una carta, vueltas cara arriba en el fondo del paquete, y la carta de doble dorso (en mi versión, dos naipes normales cara contra cara) en la parte superior de la baraja. Des­ pués de innumerables titubeos, insistencias, abandonos y nuevas tentativas, logré, unos meses más tarde (hacia 1964 ó 1965, ya no recuerdo), la versión que he tenido celosamente guardada hasta ahora. El estreno internacional de la misma tuvo lugar en el Congreso FISM del año 1970 (Amsterdam), donde me valió un Primer Premio de Cartomagia. Desde entonces la he presentado por todo el mundo, tanto a profa­ nos como a entendidos, lo mismo por ejemplo en Buenos Aires que en el Castillo Mágico de Hollywood o en Londres. El comentario de los magos al ver esta versión coincide siempre con lo que me dijo Jean Jacques Sanvert en una reunión íntima, en Bruselas, con Schvvarzman, Bernard Biliis y Dai Vernon: "¡C'est la meilleure!" Aunque hago uso en mi versión de algunos pases de diferentes autores (cuyo nom­ bre citaré puntualmente), la construcción global de la rutina es completamente nue­ va, en particular, la idea del "tejer y destejer" que contiene, será bien paladeada, es­ toy seguro, por los cartómagos exigentes y apreciativos. La rutina es muy barroca y sofisticada, ¡pero no es difícil! No debe confundirse lo complejo (opuesto a lo simple) con lo difícil (opuesto a lo fácil). La marcha del juego es internamente compleja, quizás no apta para principiantes, pero no hay en él técnicas difíciles; con un bagaje de mezclas indias, dobles, manejo de las separacio­ nes ("breaks" en inglés) y. hábito de tener una baraja en las manos, puede acometer­ se inmediatamente, con éxito rápido, el estudio de este modus operandi." Pasados los años, (recordad: "nunca hay que dar un juego por acabado"), Artu­ ro revisó este efecto. En lugar de sacar al final cuatro Ases sacaba una Escalera Real de Corazones; y además comenzaba con una baraja guardada y precintada dentro de su estuche; también se podía hacer impromptu. Así pues, las versiones que aquí publicamos, parten de una baraja precintada y por lo tanto cerrada. Una es impromptu (puede presentarse con una baraja presta­ da); la otra requiere conocer una técnica para manipular una baraja que luego se pre­ senta sellada y dentro de su celofán (con su precinto intacto). Arturo aprendió esta 14

técnica, conservando el sello y el precinto intactos, de Joan Font; con su permiso, y porque es necesario para este efecto lo añadiremos al final como un apéndice.

Requisitos Se necesita una baraja normal, cerrada y precintada, por supuesto, con borde blan­ co en los dorsos. Es conveniente usar cartas americanas (por ejemplo, de la marca Bicycle o Talíy-Ho, que suelen tener, desde fábrica, el bendito defecto de no ser en­ teramente planas, sino que presentan una ligera concavidad por el lado de las caras, lo que hace que, cuando los naipes están dorso contra dorso, se forme entre ellos, es­ pontáneamente, una pequeña separación (lo que en el argot mágico se conoce como "separación (break) natural"). Si empleas barajas de fabricación española, que no for­ man la "separación natural", basta que las arquees previamente un poco; por ejem­ plo, mediante un simple abanico de presión.

Montaje La preparación es muy sencilla. Una vez abierta la baraja siguiendo el método de Joan Font, prepara las cartas de la siguiente forma, desde arriba hacia abajo, car­ tas cara abajo: Carta superior el Diez de Picas cara abajo, segunda carta el Diez de Tréboles cara arriba, resto de la baraja cara abajo, As de Corazones cara arriba, Rey de Corazones cara arriba, Dama de Corazones cara arriba, Jota de Corazones cara arriba, Diez de Corazones cara arriba. Coloca la baraja así montada en su estuche, lado dorso (mayoritarios) hacia arriba, cierra el estuche y su sello. Colócalo dentro de su celofán que también cierras, siguiendo el método de Joan Font. Aparentemente tendrás una baraja sin abrir en tus manos. El juego puede presentarse tanto sentado como de pie. Ascanio prefería hacerlo de pie, pues opinaba que la visibilidad mejora y se facilita la amplitud y el empaque de los movimientos.

Nota Es de destacar que, los diez o doce naipes inmediatamente contiguos al As de Co­ razones, increíblemente, no se desordenan a pesar del ajetreo de la rutina. Este "pa­ quete invariable" puede servirte para poner en él las cartas que necesites para juegos posteriores, con lo. cual te evitas el tiempo muerto de tener después que buscarlas.

Rutina 0. Con el estuche de cartas, sin abrir, en las manos, haz una pequeña introducción. Habla de lo mucho que te gusta usar ese tipo de cartas, di que son fantásticas, 75

pero que últimamente has tenido algunos disgustos con ellas, pues en la fábrica, en Cincinnati (USA), hace un par de meses hubo una huelga y no pararon la fa­ bricación, como debieran de haber hecho. Y como consecuencia de esto han sa­ lido al mercado barajas con algunos defectos; tú ya has encontrado cartas con los Tréboles rojos, los Corazones negros, naipes sin imprimir, etc. Acaba tu mono­ logo así: Confio que este paquete no presentará ningún defecto. Desprecinta el celofán que envuelve el estuche y luego rompe el sello de seguridad. Aquí pue­ des comentar la característica de este tipo de sellos, que sirven para asegurar la inviolabilidad de la baraja, pues se pueden rasgar, pero nunca despegar y volver a pegar; aclara que si se intenta despegarlos se rompen automáticamente. Con toda esta charla estás sugiriendo, sin decirlo directamente, que lo que vas a usar es una baraja tal y como viene de fábrica. Entonces extrae las cartas con los dorr sos hacia arriba.

Ininterrump idamente con el corte bascular haz unos cortes manos / mesa: Con la mano derecia corta las cartas de encima de la separación (fíg. 2) y déjalas sobre la mesa, lúe go corta aproximadamente la mitad del paquete que te queda en la mano izquierda y colócalo encima del paquete de la mesa; finalmente pon, pero descuadradf A J - J I h a c i a i a derecha respecto a los anteriores, el resto de las cartas (fig. 3). Es decir, coloca el último paquete sobre las cartas de la mesa, pero formando un escalón Aacia la derecha. Haz estos cortes con la mano derecha.

1. Comienza extendiendo los naipes entre tus marios, cuida que no se vean ni las car­ tas de la parte inferior, ni la segunda por arriba, que como sabes, están cara arri­ ba. Al hacer esta extensión y hacia la mitad de la baraja coloca una carta en sali­ da interior (fíg. 1) y obten una separación con el meñique izquierdo debajo de la siguiente; luego cierra la extensión y al cuadrar la baraja.en la mano izquierda ob­ ten una separación primero con el pulgar derecho encima de la carta en salida in­ terior y transfiérela (inmediatamente) al anular izquierdo. Con estas acciones ha­ brás conseguido una doble separación (en el centro de la baraja) entre dos cartas. La de debajo con el meñique y la de encima con el anular. Al mismo tiempo haz algún comentario pertinente. Di, por ejemplo: Estas cartas parecen normales. 2. Pasa la baraja a la mano derecha, y al cogerla desde arriba, en la posición de cor­ tar, transfiere la separación superior al pulgar derecho, y seguido, con la mano izquierda corta por la separación inferior; inmediatamente, casi en el mismo ges­ to, mediante un corte bascular (con el índice derecho), corta de la parte superior, sobre las cartas de la mano izquierda, como una cuarta parte de la baraja y lue­ go deja encima de todo el resto de las cartas que sujetas en la mano derecha. AI hacerlo transfiere la segunda separación (la que mantenías con el pulgar derecho) al meñique izquierdo. Con estas acciones habrás colocado dos cartas indiferentes del centro de la ba­ raja encima de las dos cartas, cara contra cara, que inicialmente estaban en la par­ te superior. La situación ahora es: Un grupo de ocho a diez cartas cara abajo, una separación con el meñique izquierdo, dos cartas cualesquiera, el Diez de Picas cara abajo, el Diez de Tréboles cara arriba, resto de la baraja cara abajo, Escale­ ra Real de Corazones cara arriba. 76

También con la mano derecha (desde arriba) recoge la baraja de la mesa y al colocarla en la ijnano izquierda, obten una separación con el meñique izquierdo por donde quedó Si escalón. Ahora mediante una serie de tres cortes con extensión, sube todas las cartas de debajo de la separación a la parte superior de la baraja. Los cortes coni extensión se hacen de la siguiente forma: coge la baraja desde arriba con la ilnano derecha, en la posición de cortar. El pulgar derecho por el ex­ tremo interiof coge la separación que sujetaba el meñique izquierdo; ahora con los dedos de i mano izquierda extiende hacía la izquierda algunas de las cartas dé la parte in férior de la baraja (fíg. 4), de modo que se vean los dorsos de alguñas de ellas, corta por esas cartas y pásalas arriba (fig. 5). Ten cuidado de que al hacer el tercelr """ corte con extensión, no se vea el Diez de Tréboles cara arriba. 77

Como consecuencia tendrás en la parte superior de la baraja dos cartas indife­ rentes y luego los dos Dieces negros, cara contra cara. 5. Después de los cortes con extensión, habrás acabado con la baraja en la mano de­ recha, cogida desde arriba, en la posición de cortar. Ahora mientras hablas, voltea esa mano palma arriba, mostrando un dorso en la parte inferior de la baraja (fíg. 6); maquinalmente y como si no hubieses visto el dorso, con la maiio izquierda haz un corte deslizante, con lo que pasas la carta superior al medio de la baraja. Sin inte­ rrupción, vuelve a voltear la mano derecha palma arriba y enseña de nuevo un dor­ so en la parte inferior de la baraja; repite, maquinalmente, un corte deslizante con la mano izquierda, con lo que pasas otra vez la ahora carta superior al medio. (Con estos dos cortes deslizantes habrás quitado de la parte superior de la baraja las dos cartas indiferentes que habías puesto allí). Voltea-la mano derecha palmaarriba y enseña de nuevo un dorso en la parte inferior de la baraja.

6. Simula darte cuenta de que en la parte inferior de la baraja hay cartas de dorso, pero no digas nada; inmediatamente, con la baraja cogida en la mano derecha des­ de arriba, en la posición de cortar, voltea esa mano palma abajo, y después, len­ ta y deliberadamente, voltéala palma arriba para mostrar otra vez la parte infe­ rior de la baraja; con el índice izquierdo señala el dorso que ahora muestras (fig. 7). Es decir habrás enseñado que tanto por un lado como por el otro de la baraja se ven dorsos. La acción de señalar es muy importante; ahora la mano izquierda está vacía, pero sirve para dar naturalidad a la misma acción cuando se realice, con cartas, en la mano izquierda (fíg. 12). En definitiva, la postura de la mano izquierda en la fíg. 7 "condiciona" al público para que encuentre natural la posición de la fíg. 12; re­ cuerda la teoría de Ascanio sobre la naturalidad condicionada.3 7. Mientras arrugas el entrecejo, con perplejidad o sorpresa, por la aparición de un dorso en el fondo de la baraja, y poniendo cara de "¡Eh, un momento! ¿Qué pasa aquí?" voltea la mano derecha (la mano vuelve a estar palma abajo) y deja la ba­ raja en la mano izquierda -el dedo pulgar izquierdo estará doblado sobre la pal­ ma izquierda y la baraja se coloca sobre él (fig. 8). Ahora la mano izquierda gira palma abajo, y en el mismo gesto voltea la baraja pasando a cogerla con el pul­ gar por debajo -por el lado en que está la Escalera Real de Corazones- y los de­ dos por encima -por el lado en el que están los dos Dieces cara contra cara, lue­ go voltea la mano palma arriba (fig. 9). Volteando la mano izquierda rápidamente palma abajo y palma arriba un par de veces, muestra dorsos por ambos lados, lue­ go voltéala lentamente palma arriba mostrando, lógicamente, un dorso. Acaba es­ tos gestos en la posición en la que el pulgar está arriba y los dedos debajo (fig. 9). Ahora la mano derecha vuelve a coger la baraja desde arriba (fíg. 10) y la vol­ tea como antes, lenta y deliberadamente, mostrando un dorso en la parte inferior (fíg. 6); luego déjala en la mano izquierda, en la posición de dar. Con todas es­ tas acciones habrás dado secretamente la vuelta a la baraja. Di: Debe de haber cartas vueltas, cara arriba. Haz un gesto gráfico con la mano derecha vacía, extendiéndola plana, palma abajo, y gírala (a! decir "vueltas") pal­ ma arriba. Esta es una acción de lenguaje no verbal. (Psicológicamente, cuando el espectador ve un dorso en la parte inferior de la baraja, lo primero que piensa no es que las cartas sean de doble dorso, sino sencillamente que alguna carta nor­ mal está en sentido contrario a las demás... Tú debes seguir esta línea de pensa­ miento, para refutarlo a continuación).

3.

78

La naturalidad condicionada, en LA MAGIA DE ASCANIO, Tomo I, págs. 36, 54, 246.

7
8. Como buscando las figuras o caras de las cartas, la mano derecha toma desde arri­ ba, en la posición de cortar, aproximadamente, unos dos tercios de la baraja (fig. 11), inclinando ligeramente hacia ti su parte delantera, de forma que no se vean las caras de las cartas que sujetas en la mano izquierda. Separa las manos y gí­ ralas simultáneamente por sus muñecas: la izquierda palma abajo y la derecha palma arriba. El paquete de la mano derecha mostrará un nuevo dorso en su par­ te inferior, y el índice izquierdo señalará hacia él. Este giro de la mano izquier­ da para señalar, junto con la elevación previa o inclinación hacia atrás de la ba­ raja, es lo que hace que no se vea la cara de la carta de la parte superior del paquete de esa mano (fig. 12). Deshaciendo o invirtiendo exactamente el movimiento (fig. 11), reúne los dos paquetes en la mano izquierda, que toma toda la'baraja en la posición de dar. Deja que el público vea el dorso de la carta de la parte superior de la baraja. Con impaciencia, al no encontrar figuras, repite todos los mismos movimientos, pero tomando primero en la mano derecha media baraja (en lugar de dos tercios) y luego un cuarto de baraja (figs. 11 y 12).

Haz concienzudamente los movimientos anteriores, dejando ver con claridad los dorsos de las cartas en cada fase. Es conveniente (las manos están separadas como se ve en la fig. 12) que gires en alguna ocasión sólo la muñeca derecha, mostrando SO

los dorsos de ambos lados del paquete que sujetas en esa mano. Toda tu atención debe dirigirse a dicha mano; la izquierda debe quedar en un segundo plano, como limitándose señalar. Por cierto, observa la dejadez natural de la mano izquierda, al hacerle,, en las figs. 7 y 12; el índice izquierdo no debe ser un puntero rígido de una jnano en forma de garfio. (Los movimientos anteriores se deben a Mario y estáh descritos en su THE CARDICIAN). TU actitud, durante esos movimientos, debp demostrar perplejidad y cierta impaciencia: piensas que tiene que haber cartas normales) colocadas cara arriba, y te impacientas al no encontrar las caras de l
10. Sin pausas extiende más o menos la mitad de la baraja mostrando dorsos (ten cui­ dado de no mostrar la segunda carta, que como sabes, está cara arriba); luego haz un doble volteo desde la extensión con las dos cartas superiores (fig. 44, pág. 102). Para voltear esta carta doble usa el volteo de Stuart Gordon. Di: ¡Un momento... Ya sé lo que pasa! Ésta es una de las barajas fabricadas durante la huelga, viene de imprenta sinfiguras, sólo con dorsos por los dos lados. Entonces, por cualquier lado que se corte, aparecen siempre dorsos. Toma la carta doble como una en la mano derecha e introdúcela en medio (fig. 14), pero sólo hasta la mitad de su longitud, de modo que medio naipe (carta doble) quede sobresaliendo por el extremo exterior de la baraja (fig. 45, pág. 102). Aparta la mano derecha, voltea la izquierda palma aba­ jo y muestra el conjunto (la baraja con una carta sobresaliendo por su extremo ex­ terior) por el otro lado (fig. 46, pág. 102). Voltea de nuevo la mano izquierda palma arriba, con lo que todo queda como al principio. Termina de meter la carta doble; empújala hacia el interior de la baraja con los dedos derechos; al hacerlo, obten una separación con el meñique izquierdo por debajo de ella (carta doble). Recuerda que si la introduces con la mano derecha oblicuamente, sobresaldrá por el lado derecho de la baraja, y por allí será fácil obtener la separación del meñique izquierdo. 11. Con las cartas en la mano izquierda en la posición de dar y sujetando la separa­ ción con el meñique izquierdo, ahora puedes realizar los siguientes cortes: con la mano derecha corta más .o menos la mitad de las cartas de encima de la sepa­ ración, levanta las cartas y muestra un dorso en la mano izquierda (fig. 15), lue­ go junta las cartas y bisela hacia la derecha entre las manos todas las cartas de encima de la separación; ahora corta por ahí y voltea las cartas de la mano dere­ cha mostrando un dorso debajo de ese paquete; recompon la baraja, mantenien­ do la separación. Coge toda la baraja, desde arriba, en la posición de cortar, con la mano derecha (manteniendo con el pulgar derecho la separación), gira la mu­ ñeca derecha y muestra el dorso de la carta de la parte inferior (fig. 16). 12. Vienen a continuación unos movimientos muy conocidos, de Dai Vernon, expli­ cados en' su primitiva rutina del EXPERT CARD TECHNIQUE. Mediante ellos, darás secretamente media vuelta al paquete inferior de la baraja, que quedará al fina­ lizarlos caras (mayoritariamente) hacia arriba. A partir de la posición de la fig. 16. Ja muñeca derecha se voltea palma abajo para depositar en la mano izquier­ da sólo el paquete inferior de la baraja (es decir, el paquete por debajo de la se­ paración); inmediatamente, el pulgar izquierdo se coloca debajo de este paque­ te, y empujándolo hacia arriba y hacia la derecha, a la vez, lo voltea sobre la mano izquierda. La derecha, que se ha separado de la mano izquierda, se voltea palma arriba para mostrar el dorso del fondo del paquete derecho (fig. 17). SZ

Simultáneamente el pulgar izquierdo habrá terminado de voltear el paquete de su mano. (Debe parecer, simplemente, que has enseñado de nuevo los dorsos de la parte inferior de los dos paquetes).

La mano derecha se voltea de nuevo palma abajo, como deshaciendo los movi­ mientos hechos, y el paquete derecho se coloca sobre el izquierdo -secretamen­ te invertido (fig. 18). La .yema del meñique izquierdo mantiene una separación entre ambos paquetes. Ascanio decía: "Todos estos cortes, mucho más rápidos de hacer que de descri­ bir, se han de realizar con agilidad y despejo y, sobre todo, con decisión, sin aso­ mo de vacilación, ni de agarrotamiento. Mediante ellos, debe darse la impresión de que, por cualquier lado que se divida la baraja, sólo aparecen dorsos. En esta fase del juego, convencido el mago de que tiene entre las manos una baraja 'todo dorsos', no se debe dar ya sensación de impaciencia o de perplejidad (como su­ cedía al principio), sino de seguridad y conocimiento de lo que está pasando".. 3. Di: Si. estas cartas se han fabricado durante la huelga, con esto no se puede ju­ gar. ¿Os imagináis que en el momento culminante de una partida, alguien anun­ cie que tiene Escalera Real... de dorsos? Es decir, cinco de estas cartas... de dor­ so por un lado... 23

Manteniendo la separación del meñique izquierdo, despliega las cartas entre las manos; en realidad, lo que despliegas son las cartas del paquete superior; el que está encima del meñique izquierdo; este dedo y también el índice izquierdo, su­ jetan suave, pero firmemente, el paquete inferior y lo mantienen bien cuadrado, pero sin agarrotamientos. Después de exhibir los dorsos de las cartas desplegadas, ciérralas y cuádralas, manteniendo siempre la separación del meñique izquierdo. Eleva ahora todo el paquete, hasta sujetarlo entre la punta de los dedos izquierdos (fíg. 19, en la que se ve la baraja bien separada de la palma de la mano izquierda). Vas ahora a vol­ tear o dar media vuelta a la baraja entera, pero manteniendo (o no perdiendo) la separación entre sus dos mitades. Hay diversos y distintos procedimientos para lograrlo (de Dai Vernon, de Tenkai y el del propio Ascanio), que, en un momen­ to dado, fueron usados sucesivamente por Arturo. A continuación explicamos el método Ascanio, que era, al menos en sus manos, el más fluido y sencillo.

En la posición que muestra la fíg. 19, el meñique izquierdo.abandona la separa­ ción (puede verse en dicha ilustración cómo el meñique está extendido), separa­ ción que se mantiene mediante la yema del pulgar derecho. Viene ahora el vol­ teo de la baraja. Mientras la mano derecha permanece inmóvil en la posición que muestra la fíg. 19, en contacto siempre con la baraja, la mano izquierda la voltea ágilmente de izquierda a derecha (fíg. 20). 84

Para el éxito de la operación, es preciso que, antes de empezarla, te cerciores bien de que la baraja está sujeta entre la punta de los dedos de ambas manos (fig. 19). Si no es así, la vuelta o volteo de la baraja no puede hacerse sin tropezones o in­ terferencias de una mano con otra, que se obstaculizarán recíprocamente. Al fi­ nal del volteo, las manos llegarán a la posición de la fíg. 21 (vista desde atrás). Puede observarse que el pulgar derecho no ha abandonado suposición en el cen­ tro del borde del extremo interior, recuperando ahora la separación inicial. La mano izquierda se apartará en cuanto el volteo haya concluido, mientras que la mano derechi coge o mantiene por un momento toda la baraja; la mano izquierda, casi sin perdsir contacto con las cartas, se vuelve palma arriba y, desde abajo, toma la baraja e inmediatamente el meñique izquierdo recupera la separación entre am­ bos paquetes. La mano derecha se aparta. La charla sigue ininterrumpidamente. ...y de dorsos por el otro. Despliega las cartas del paquete superior ampliamente en­ tre ambas manos, mostrando sus dorsos (sólo los del paquete superior). El meñique izquierdo reti sne suavemente todo el paquete inferior, y el índice izquierdo, a la vez, retiene las últimas cartas del paquete superior, que son la Escalera Real de Corazo­ nes cara arrib i. Mediante un ensayo continuado de estos movimientos, debes evitar los agarrotamientos que inevitablemente se producen.en la fase de aprendizaje. ■ De repente, nientras miras hacia las cartas, tu expresión cambia. Tu voz se lle­ na de agradable sorpresa al hacer el siguiente descubrimiento: ¡Ah, un momen­ to! Por este lado de la baraja, creo que... ¡las cartas están marcadas!... ¡Sí, pue­ den distinguirse claramente las marcas! Esta, por ejemplo, es el Ocho de Picas... Separa en do; la extensión que enseñabas entre ambas manos, cogiendo con la mano derecha unas diez o doce cartas desplegadas. Sirviéndote de la última de estas cartas do la mano derecha como de un puntero, señala con ella las esquinas exteriores derecha e izquierda de la carta siguiente, sostenida en la semiextensión de la mano izquierda, afirmando con aplomo que es el Ocho de Picas (o la que se te ocuira). Cerrando la extensión, devuelve las cartas de la mano derecha sobre las de la mano izquierda, y cuadra la baraja (manteniendo siempre la se­ paración del meñique). Aparta la mano derecha. (Incidentalmente, este "descubrimiento" de que las cartas están marcadas justi­ fica que te detengas en tu acción de desplegar los naipes, de modo que, atendiendo a este nuevo incidente de la "marca" de las cartas, el público no echa de menos que no despliegues los naipes hasta el final...). 14. Lo que sigue continuación es la primera parte de la acción de "tejer y destejer", es decir, la fase que podríamos llamar tejer. Se realiza mediante ¡a mezcla Hindú "por detrás y por delante", y en la que, se pelan cartas, alternativamente, de una y otra cari de la baraja, mostrando siempre dorsos. ES

Para abreviar y aclarar, llamaremos "cara norte" del paquete (que sostiene la mano derecha, desde el cual son arrastrados los naipes) a la cara superior cuando la mano derecha está dorso arriba (así, por ejemplo, en la fíg. 23, la mano izquierda arras­ tra cartas de la "cara norte" del paquete de la mano derecha). Y llamaremos "cara sur" a la cara de) otro lado del paquete, es decir, a la que se exhibe cuando la rnano derecha está palma arriba (ver, por ejemplo, la fig. 22).

lado norte", una detrás de otra, tres cartas (fig. 23); estas tres cartas se apilan direc­ tamente sobre el Rey de Corazones.

Antes de seguir con el hilo de la explicación, recapitulemos la situación actual: tie­ nes la baraja en la mano izquierda, en la posición de dar, dividida en dos paquetes con una separación mantenida por la yema del meñique izquierdo. De arriba a abajo: - El paquete superior está formado por veintitantas cartas cara abajo, seguidas del As de Corazones y las otras cuatro cartas de la Escalera Real de Corazones; es­ tas cinco cartas están cara arriba. -

El paquete inferior está formado por una carta cara abajo y veintitantas cara arriba.

Para separar ambos paquetes y realizar la mezcla Hindú que sigue, introduce en­ tre uno y otro la punta del meñique izquierdo, y coge con la mano derecha el paque­ te superior en posición para la mezcla Hindú (con el pulgar derecho en el lado iz­ quierdo de las cartas y los dedos en el derecho, cerca de las esquinas interiores. Mira esta forma de sujetar en la fig. 23, por ejemplo). Separa ambas manos, cada una con su paquete. La charla sigue, ininterrumpidamente: Si... ésta es un Cinco... ésta un Seis... un Siete... Arrastra de la "cara norte" tres cartas (ni una más ni una menos), sirviéndote el pulgar izquierdo (fig. 23), pasándolas del paquete de la mano derecha al de la mano izquierda. Para facilitarte esta maniobra, puedes humedecer la yema del pulgar izquierdo en tus labios; al hacerlo, dejarás ver el fondo del paquete izquierdo, en el que el es­ pectador verá también un dorso. Para no equivocarnos al contar estas tres cartas, elegimos números correlativos (cinco, seis, siete). Continúa: ...ésta es un As... gira la muñeca derecha, y arrastra una carta "del lado sur" (fig. 22), contando mentalmente "Uno". Gira de nuevo la muñeca y arrastra una carta "del lado norte" (fig. 23), sin contar mentalmente. ...ésta es un Dos... Gira la muñeca y arrastra una carta "del lado sur", contando mentalmente "Dos". Gira de nuevo la muñeca y arrastra (en silencio verbal y men­ tal) otra carta "del lado norte". ...ésta es un Tres... nuevos giros de la muñeca, arrastrando una carta "del lado sur" (cuenta mentalmente "Tres") y otra "del norte" (silencio). ...y ésta un Cuatro... y ésta un Ocho, un Nueve, un Diez, del mismo modo, arras­ tra una carta "del lado sur" ("Cuatro"). ¡Ojo! Ahora gira la muñeca, y arrastra "del ?6

Antes de seguir el curso de la acción, es bueno hacer algunas observaciones: Tu actitud, ahora, es la del que busca o escudriña las marcas de las cartas, y logra encontrarlas e identificarlas. Para el espectador, tu intención no es en­ señar dorsos por todos lados, sino verificar que las cartas están marcadas por alguno de los lados del paquete; la exhibición de dorsos es algo que se da por añadidura. Así como conviene hacer los cortes de la primera parte de la rutina con ritmo vivo, más bien rápido, la actual mezcla "por detrás y por delante" debe realizarse len­ tamente, acentuando bien los giros de muñeca y el arrastre de las cartas. Cuanto más aplomo y sinceridad muestres al nombrar las presuntas cartas, me­ jor. No importa que el público piense que, al "identificar" los naipes, estás fin­ giendo. El caso es que den por supuesto que la baraja es de doble dorso. Es in­ diferente para ti que crean que se trata de una divertida comedia de final incierto. La mezcla clasificadora que acabas de realizar en esta fase de tejer es fácil de recordar: tres naipes del norte, luego cuatro (10, J, Q y K. de la Escalera Real de Corazones) del sur, alternadas de una en una con cartas indiferentes del nor­ te y, por último, tres del norte otra vez. Para evitar equivocaciones, observa que dices en voz alta el número que piensas mentalmente (ésta es un As. di­ ces, y piensas "Uno", etc.). Pero bien puedes hacer la mezcla en silencio, o di­ ciendo cualquier otro nombre de las cartas que identificas; el caso es no per­ der la cuenta mental. S7

Continúa: Si las cartas están marcadas, entonces podemos... barajar. (Estába­ mos en la fíg. 23: acabas de arrastrar las tres últimas cartas "del lado norte".) Mientras hablas, mirando hacia las cartas, gira la muñeca derecha (para exhibir así el lado sur del paquete derecho), luego deposita este paquete -con la "cara sur" hacia arriba- sobre el de la mano izquierda (fíg. 24), cuadra brevemente toda la ba­ raja (sin mantener ninguna separación), y comienza una mezcla en las manos (la usual por arrastre) por la parte inferior de la baraja (fíg. 278). .Es preciso que estas acciones se hagan con continuidad (y claridad), mirándote a las manos. El arrastre de las tres cartas de la fig. 23, el giro de la muñeca derecha y el depósito del paquete derecho sobre el izquierdo (ñg. 24), y el comienzo de la mezcla de las cartas de la parte inferior (fíg. 27), son acciones que deben realizarse todas seguidas y a plena mirada. Se consigue así uno de los momentos más bellos de la rutina porque se han ido depositando cartas (dorsos) sobre la parte superior del paquete de la mano izquierda y, al mezclar, se siguen viendo dorsos por la parte inferior de la baraja. El efecto "todo dorsos", es muy bueno. Detengamos de nuevo la acción en la fíg. 27, para aclarar algunos puntos. Una vez depositado el paquete de la mano derecha sobre el de la mano izquierda (fig. 24), se llega al máximo embrollo en la ordenación de la baraja, aunque es un em­ brollo controlado. Si extendieses ahora (sólo a efectos de comprobación y compren­ sión) la baraja de izquierda a derecha, te encontrarías con la ordenación que muestra la fig. 26, en la que, de derecha a izquierda, podemos distinguir tres zonas correlativas: a) "Zona invariable". Está formada por el As de Corazones cara abajo -señalado con una flecha en la ilustración- y unas diez o doce cartas cara arriba. La ampli­ tud de esta "zona invariable" depende de! lugar por el que se introdujo, al co­ mienzo, la carta doble en la baraja (fig. 14, pág. 80). Cuanto más cerca de la par­ te superior hayas introducido la carta doble, más amplia será esta "zona invariable". Como dijimos, las cartas de esta zona no se desordenan al hacer la rutina; es útil saberlo para colocar allí las cartas que te interesen para los juegos subsiguientes de tu sesión. b) "Zona de Escalera Real de Corazones". Está formada exactamente por las si­ guientes cartas, todas cara abajo: tres indiferentes, Rey de Corazones, una indi­ ferente, Dama de Corazones, una indiferente, Jota de Corazones, una indiferen­ te, Diez de Corazones, y tres indiferentes (en la ilustración se han marcado con flechas las cartas de la Escalera Real de Corazones), seguidas de uña indiferen­ te (o "tapadera" de la tercera zona). En la fase destejer, separarás precisamente las cartas de la Escalera Real de Corazones. S?

c) "Zona ban|jable'". Está formada por unas veintitantas cartas, todas cara arriba. Estos naipes Ise pueden mezclar libremente entre sí, y de ello se sacará buen partido. Es con /eniente que te familiarices con esta ordenación, para comprender me­ jor y asimi| ar con mayor rapidez lo que viene a continuación. Por otro lado., insistimos en que, al depositar el "paquete invariable" sobre el "paq uete de la Es<Sal'era Real de Corazones" (fig. 24), no se mantiene separación alguna entre ambo: sin embargo, es preciso que, más tarde, puedas cortar la baraja por este punto. Lo jconseguirás gracias a la separación natural que se forma entre estos dos paquetes,
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Separa las manos. Como si te dieras cuenta de que algo ha ido mal, di: ¡Oh, per­ dón! Estoy barajando deforma incorrecta; nunca se debe barajar con las caras o figuras hacia el público, como lo he estado haciendo. Al mezclar, sólo deben verse los dorsos... Ahora, ahora sí que estoy mezclando correctamente. Pomposamente, con solemnidad, usando la mano derecha, voltea la baraja ex­ tremo con extremo, y abandónala de nuevo en la mano izquierda. De inmediato y sin vacilar, el pulgar izquierdo, colocado debajo de la baraja, la bascula hacia la derecha, y la mano derecha la toma para realizar una mezcla (fíg. 27) en la que se barajan las cartas de la parte inferior, es decir, de nuevo los mismos naipes de la "zona barajable". Mezcla (con aire de,.auto aprobación por hacerlo correcta­ mente) durante unos instantes, y vuelve a colocar las cartas mezcladas (las que has ¡do arrastrando a la mano izquierda) en el mismo lugar de procedencia. Deja sin vacilar la baraja en posición de dar en la mano izquierda, "zona barajable" arriba, y cuadra bien las cartas. (La ordenación es la misma que muestra la fig. 26, pero al revés: la "zona barajable" arriba, y la "zona invariable" en el fondo). La maniobra de esta doble mezcla (cuyo autor Arturo ignoraba) es muy engaño­ sa; pero, aparte de la finalidad de mostrar (como una divertida excusa) dorsos por ambos lados, cumple en la rutina otras importantes finalidades: Supone una nota de especial soltura en el manejo de las cartas: la baraja se mez­ cla libremente, se cuadra sin separaciones ni movimientos sospechosos, se vol­ tea y se vuelve a mezclar con desparpajo.

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Se destierra con ella cualquier idea de control o de ordenación especial.

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Se ha logrado sutilmente dar media vuelta secreta a la baraja: se empieza la ma­ niobra con la disposición de la fig. 26, y al final de ella, insospechablemente, la ordenación es la inversa.

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Sobre todo, se ha introducido un paréntesis de olvido entre la mezcla clasifica­ dora para tejer y la que va a seguir para destejer, las cuales, de ese modo, apare­ cen completamente desconectadas una de otra.

¿Por aquí? No; están un poco más allá... Corta por la cuarta parte superior de la baraja, dejando ver el dorso del paquete de la mano izquierda (fíg. 28; obser­ va la separación natural en dicho paquete). Devuelve el pequeño paquete de la mano derecha sobre la baraja.

17. Corta de nuevo, ahora por la separación natural (fig. 29). Gira la muñeca dere­ cha, para dejar ver el dorso de la parte inferior de su paquete; gira a continuación la muñeca izquierda, para enseñar también la parte inferior del suyo (fig. 30). Revierte el giro de ambas muñecas (es decir, pasa de nuevo a la fig. 29), y de­ vuelve el paquete de la mano derecha sobre el de la mano izquierda, pero al ha­ cerlo, introduce la punta del meñique entre ambos. Aparta de momento la mano derecha, que de inmediato toma el paquete superior, pero ahora en posición de la mezcla Hindú (fig. 31, vista de lado), mezcla Hindú que inicias inmediatamente arrastrando un pequeño paquete desde la parte superior del de la mano derecha

16. Y barajar, ¿para qué? ¡Para qué va.a ser: para buscar una buena jugada de pó­ quer! Puedes aprovechar este momento para dividir en dos, ligeramente, la baraja, por la separación natural (situada más o menos a un cuarto del grosor de la baraja, desde la parte inferior) y convertirlo secretamente en una separación normal suje­ ta por la yema del meñique izquierdo.4 Pero, si tienes seguridad de cortar en su mo­ mento por la separación natural, puedes prescindir ahora de esa precaución. Porque yo ya sé dónde están las cartas de ¡a jugada que quiero... más o menos. 4.

Véase "Transformación de un puente en separación" en EXPERT CARD TECHNIQUE.



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al de la mano izquierda (fig. 31: se ve que el arrastre se consigue cogiendo la pe­ queña porción de cartas entre el pulgar izquierdo por un lado y los dedos mayor y anular izquierdos por el otro). Es evidente la disposición de las cartas en la fig. 31. En la mano izquierda, tie­ nes el "paquete invariable" cara abajo (con el As de Corazones cara arriba en la parte inferior del mismo). En la mano derecha está, en la parte superior-o nor­ te- el "paquete barajable" cara abajo y, en la inferior o sur, él "paquete de la Es­ calera Real de Corazones" cara arriba. Estás, pues, en una magnífica situación para la impresionante mezcla "por delante y por detrás" que realizarás a conti­ nuación, en la fase destejer. Después de arrastrar el primer paquete desde la mano derecha a la mano izquierda (fig. 31), gira la muñeca derecha para mostrar el dor­ so de la carta inferior o sur. Gira de nuevo la muñeca derecha para arrastrar con los dedos izquierdos otro pequeño paquete desde el norte del paquete de la mano derecha. Separa las manos y después gira despacio ambas muñecas, enseñando los cuatro dorsos que así se dejan ver. Repite varias veces el arrastre de peque­ ños paquetes, hasta que el de la mano izquierda sea aproximadamente igual - o algo menor- que el de la mano derecha (es decir, hasta que haya unas veinte car­ tas en la mano izquierda y unas treinta en la mano derecha). Pero recuerda que, si enseñas dorsos, lo haces sólo para escudriñar en ellos las "marcas" que te de­ nuncien dónde está la jugada de póquer que deseas encontrar. Sí, por aquí creo que está-el Rey de Corazones... Aquí empieza la mezcla "por delante y por detrás", arrastrando cartas de una en una -no por pequeños paque­ tes- usando la yema del pulgar izquierdo: Arrastra una carta del norte (fig. 33).

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Arrastra una carta del sur (fig. 32), y cuenta mentalmente "Uno".

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Arrastra una carta del norte (fig. 33).

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Arrastra una carta del sur (fig. 32), y cuenta mentalmente "Dos".

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Arrastra otra del norte, y luego otra del sur ("Tres").

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Arrastra otra del norte, y otra del sur ("Cuatro", fig. 32). Esta última carta es el Rey de Corazones. Dilo: ¡Esta carta es el Rey de Corazones! Apártala con el pul­ gar izquierdo, depositándola sobre la mesa, ¡naturalmente sin enseñarla! (fig. 34). Cuida el tono de tu voz y tu expresión al afirmar que sabes que se trata del Rey de Corazones. Habla con convicción, pero fingiendo percibir que no te creen. Nombras la carta pero nadie puede contradecirte (sólo tú "ves" las marcas, en las 42

cartas que, ¡por supuesto, "son" de doble dorso). El público, claro, se da cuenta de ello, piensa isa que la identificación es un camelo, pero se divierte (pero el que más se divi rte eres tú,porque la carta es realmente el Rey de Corazones).

34 La mezcla " >r delante y por detrás" continúa: 'Pt Arrastra, una jcletrás de otra, tres cartas del lado norte. Arrastra, una letras de otra, dos cartas del sur. Da la segunda sobre la mesa con el pulgar izqu lerdo, mientras de nuevo anuncias: ¡Esta es la Dama de Corazones. Deslízala con el pulgar izquierdo, hasta depositarla sobre el tapete junto al Rey de Corazdjn-es (fig. 34. La mezcla con|t:inúa: Arrastra una c .ría del norte (fig. 33). Arrastra una d 1 sur (fig. 32),.contando mentalmente "Uno". Arrastra una d4l norte (fig. 33). «73

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Arrastra una del sur (fig. 32), contando mentalmente "Dos". Entonces di: ¡Ésta es IaJota.de Corazones! Deposítala sobre la mesa (fig. 34).

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Continúa la acción: Arrastra una carta del sur (fig. 32), contando mentalmente "Uno"

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Arrastra una carta del norte (fig. 33).

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Arrastra una carta del sur (fig. 32), contando mentalmente "Dos". Ahora proclama: ¡Y ésta el Diez de Corazones! ¡Ya tenemos casi la Escalera Real de dorsos, digo de Corazones! Desliza el Diez de Corazones sobre el tapete (fig. 34), junto con las otras tres cartas que allí aguardan.

Antes de seguir con la acción, puntualicemos lo siguiente: a) No hace falta ir deprisa al hacer, la mezcla"por delante y por detrás"; de pecar de algo, debe pecarse de lentitud, lo cual favorece la claridad de los giros de mu­ ñeca y permite que se grabe en la retina del espectador la aparición de dorsos por todos lados. Además, la lentitud te permite llevar bien la cuenta mental, sin ries­ go de equivocaciones. b) Realiza los an-astres, si lo.prefieres, en silencio, para no fallar, llenando la acción con una cuidadosa "atención" al escudriñar las cartas en busca de las supuestas marcas.

e) Entre arrastre y arrastre conviene, de vez en cuando, girar ambas manos, mos­ trando dorsos por todos lados, siempre como si buscases las marcas. Sigamos con la acción. Después de depositar el Diez de Corazones sobre la mesa, en la mano derecha te quedará un paquete de unas seis u ocho cartas. Ignoras cuántas cartas hay con exactitud por su lado norte, pero por el lado sur sabes que puedes arrastrar toda­ vía tres (la cuarta, que está también cara arriba, sólo sirve de "tapadera", y no debe arrastrarse jamás). Esta situación te permitirá culminar brillantemente la mezcla. La prueba de que estas cuatro cartas son el Diez, J, Qy K de Corazo­ nes (te refieres a las cartas de la mesa) está en que aquí (te refieres al paquete de la mano derecha) como puede verse, ya no quedan esas cartas. Gira alternativa­ mente la muñeca derecha y, con displicencia, entre las risas del público, arrastra cartas de una en una, ora del norte, ora del sur, pero llevando "in mente" la cuen­ ta de las cartas que arrastras desde el sur, y estimando los naipes que te van que­ dando en la mano derecha. Por lo general, después de arrastrar las tres cartas (úni­ cas posibles) del lado sur, te quedarán aún dos o tres arrastrables del lado norte. Arrástralas una detrás de otra, hasta que, por tacto, sepas que en la mano dere­ cha te quedan sólo dos, cara contra cara (fig. 35). Cuando así sea, sin vacilar, muéstrala (a la doble) por el otro lado, haciendo un chasquido o "snap", como si fuera un sola carta (figs. 35 y 36).

c) Siempre que sea necesario, cuadra bien las cartas golpeando con aparente negli­ gencia el extremo exterior del paquete de la mano derecha (inclinando este pa­ quete hacia la derecha) contra el extremo interior del paquete de la mano izquierda (plano). Pero hazlo sólo de vez en cuando y, sobre todo, sin que se te note preo­ cupado porque los paquetes estén cuidadosamente cuadrados. d) La secuencia propuesta para los arrastres es sólo indicativa. Fíjate en que, a di­ ferencia de lo que sucedía en la fase tejer, ahora sólo necesitas contar mental­ mente las cartas del lado sur, mientras que del norte puedes extraer improvisa­ damente más o menos cartas. La secuencia que proponemos tiene de'bueno su arritmia o aperiodicidad (cada carta de la Escalera Real viene precedida de arras­ tres diferentes), para que el público no se percate de que estas cartas aparecen, una sí y una no, siempre por la cara sur. Pero, respetando este punto, dado que conoces exactamente dónde están las cartas de la Escalera Real, puedes alterar sobre la marcha (corno hacía Arturo) la secuencia de los arrastres. 44

Detengamos la acción en la fig, 36 para matizar. El chasquido final constituye un instante brillante de la rutina. Para no desperdi­ ciarlo ten en cuenta que puedes vacilar durante los últimos arrastres, con la ex­ cusa de enseñar las cartas por detrás y por delante, para "demostrar" que no se trata de las cartas altas de Corazones, excepto cuando te queden dos cartas (o sea la carta doble, pretendidamente una sola). Supongamos que en un momento dado <75

estimas que en la mano derecha te quedan cinco cartas, de las cuales sabes bien que una es arrastrable, segura, por el lado sur; en efecto la arrastras; y arrastras a continuación otra del lado norte. Compruebas entonces, por el tacto y por la vis­ ta (mirando al canto del paquetito), que tienes en la mano derecha tres cartas so­ lamente. Ahora, todavía, puedes vacilar hasta asegurarte de que son tres .cartas, como dudando si arrastrar alguna carta más y de dónde. Arrastras por fin una car­ ta del lado norte, y a partir de aquí ya no puedes dudar: inmediatamente, sin va­ cilación alguna, debes hacer el chasquido. El arrastre de la última carta es una ac­ ción en tránsito: arrastras para hacer el chasquido. Es así como se crea la ilusión perfecta de que la carta última (doble) es una carta sencilla. Si realmente lo fue­ ra, tu tacto lo denunciaría inmediatamente, y no dudarías para chasquearla. Pero si, cuando te queda en la mano derecha sólo la carta doble, pierdes el tiempo mi­ rándola, girando la muñeca, palpándola hasta estar seguro de que no debes arras­ trar ni una más y, después de todas esas vacilaciones, haces el chasquido, has per­ dido esta batallita. En resumen: puedes vacilar (siempre, claro, lo menos posible) cuando te queden dos o más cartas arrastrables; pero cuando arrastres la última, el chasquido de la carta doble debe seguir inmediata y decididamente. Ascanio recomendaba prac­ ticar aislada e insistentemente esta fase de la rutina. Sigamos con la acción del juego. Después del chasquido (figs. 35 y 36) deja la carta doble sobre la baraja (sepa­ ración debajo de ella con el meñique izquierdo), diciendo: Este es el As de Corazones. No se ve por este lacio, pero por el otro se advierte claramente. Nombra, por supuesto, la carta que está cara arriba en el fondo de la baraja; en nuestro caso, el As de Corazones. Mientras afirmas que se trata de tal carta, me­ diante un doble volteo suelto enséñala por uno y otro lado. 18. Cuando, para ser más explícito, indicas que sólo están las marcas por un lado y no por el otro, actúa así: vuelve a voltear ágilmente la carta doble sobre la bara­ ja, pero logrando que quede en salida exterior. Toma toda, la baraja en la mano izquierda, en disposición para hacer una carta corrida; girando la muñeca pon la mano izquierda dorso arriba; corre la carta del fondo, mientras la mano derecha coge la carta (ya, sencilla) que quedó sobresaliente. Vuelve a girar la mano iz­ quierda palma arriba; aparentemente se ve el mismo dorso de la baraja que an­ tes, que queda en posición de dar en esta mano izquierda. La mano derecha, por último, deposita sobre la baraja el pretendido As de Corazones (ahora una carta sencilla). Aparta la mano derecha.
Ascanio, en vez de la "carta corrida", empleaba una técnica sustitutiva, descrita en el libro de faul LePaul.5 Mediante toda ésta última parte de la rutina (la fase destejer) sin duda la más fuerte, has logrado a) Enseñar dorso:;i, por uno y otro lado de la manera más eficaz, potenciando al máximo una larga mezcla "por delante y por detrás", realizada para otro fin aparente. b) Separar cuatro |artas de la Escalera Real de Corazones, haciendo comedia de ello, y logrando quel nadie te crea. c) Mostrar, otra vfez, como al principio, una carta como inequívocamente de doble dorso. d) Ir "arreglando' la baraja. En efecto, las cartas arrastradas se han ido agrupando y apilando en \k mano izquierda todas en el mismo sentido. Del "embrollo má­ ximo" de lafig!26 se ha pasado al embrollo mínimo: toda la baraja está ahora cara abajo, exajpto el As de Corazones, cara arriba, en la parte inferior de la ba­ raja. Y el públicjo, en la inocencia. Pero sigamos. Fiecuerda, la baraja en la mano izquierda en posición de dar. Pero creo notar una cierta incredulidad general. Nadie me cree. Me parece que es el ángulo en que viene la luz lo que impide ver que esta carta es el As de Co­ razones; no lo veis bien, ¿verdad? Probemos así... ¡Ahora sí, ahora tenéis que ver que es el As de Corazones! Mientras lo dices , realiza la transformación de la siguiente manera: La mano derec ha toma toda la baraja en la posición de cortar. a) b) El pulgar izquiej|do arrastra hacia la izquierda la carta superior (el presunto As de Corazones), ue viene a caer sobre la palma de la mano izquierda. Lá muñeca derecha gira, bara mostrar, una vez más -¡la última!- el dorso que se ve en el fondo de la bara ¡a (fig. 37). A la vez, los dedos izquierdos alzan o separan de la palma la carta sancí lla.que en ella estaba, de modo que cuando la muñeca derechag¡radenuev(¡ para colocar la mano dorso arriba, la carta de la mano izquierda está sujeta entre la punta de los dedos izquierdos (fig. 38).

"¡Vtistaken identity' en THE CARD MAGIC OF LE PAÚL, de Paúl Le Paúl, pág. 139.


c) Toda la baraja se abate sobre el supuesto As de Corazones, pero dejándolo en sa­ lida exterior un tercio de su longitud, aproximadamente (fig. 39). d) La punta del índice izquierdo (fig. 40) empuja hacia dentro la carta sobresalien­ te; que pasa (túnel) por debajo de la baraja para aparecer por el otro extremo. La mano derecha (dedos por debajo, pulgar encima) la recibe y, enseñando siempre su dorso, repite su colocación en salida exterior, tal como indica la fig. 39 (has hecho una simple finta).

Pero ahora no sólo este As es visible, sino también... el Diez de Tréboles... Coloca el As de Corazones, cara arriba, sobre las cartas cara abajo que antes se­ paraste sobre la mesa. Adelanta la mano izquierda con la baraja en la mano y, lenta y dramáticamente, voltéala cara arriba, extremo con extremo, con la mano derecha, y nombra la carta que aparezca en el fondo, (supongamos, por ejemplo, el Diez de Tréboles). Y también el Rey de Picas... el Cinco de Corazones... el Siete de Diamantes... Corta sucesiva y repetidamente por diversos lugares, nombrando las cartas que aparezcan. Ésta es una fase que, generalizando, Arturo llamaba de atisbo del efecto final. So­ bre ella Ascanio decía que, en muchos casos, es positivo no desplomar súbitamen­ te sobre la sensibilidad del espectador el efecto final en su demostración plena (corno sería en este caso extender inmediatamente la baraja cara arriba), sino permitirle "atisbar" ante sus incrédulos ojos lo que se le viene encima. Se trata de una fase en la que el espectador piensa típicamente: "no puede ser posible... no me digas que va a ser... no puedo creerlo, pero parece que..." y, en esa tensión, se le arrolla con la demostración plena del efecto final que, de ese modo, causa mayor impresión, al caer sobre una situación psíquica ya caldeada y predispuesta. ...porque, ¡toda la baraja ha recuperado sus figuras! Extiende enfáticamente la baraja cara arriba en una larga cinta (lo más extensa posible), a todo lo ancho de la mesa. Ligera pausa. Pero esta baraja está incompleta. ¡Si, incompleta! ¿Por qué está incompleta? ¡Porque lefaltan las cinco cartas de la Escalera Real de Corazones... que están precisamente aquí! Coge las cartas que están cara abajo sobre la mesa y, haciendo un floreo, volté­ alas cara arriba, júntalas al As de Corazones y muestra que es la Escalera Real de Corazones. Déjala sobre el tapete cara arriba.

Observaciones finales e) Otra vez la punta del índice izquierdo empujará hacia dentro la carta sobresaliente (fig. 40), pero antes de sumergirla, la yema del pulgar derecho se apoya en el fon­ do de la baraja, según se aprecia en la misma ilustración. A la vez que el índice izquierdo empuja, el pulgar derecho tira de la carta del fondo de la baraja (fig. 40): la carta se ha transformado al pasar por el "túnel" de la baraja (y no sólo eso: en la mano izquierda tienes ahora la baraja con todas las cartas cara abajo). Haz coincidir la frase: ¡Ahora sí que se ve que es... el As de Corazones! con la aparición de este naipe. Toma el As en cuestión en la mano derecha, y muéstra­ lo triunfalmente. 9S

Tras las primeras lecturas del "modus operandi", estarás de acuerdo en que aun­ que esta rutina no es para principiantes, no contiene sin embargo técnicas especial­ mente difíciles, por lo que es asequible, desde el punto de vista manipulativo, a un "bachiller" en Cartomagia. El éxito proviene, una vez aprendida correctamente la sucesión de movimientos, del empaque, facilidad y fluidez de manejo, de la claridad y del ritmo de su realización. Realza cada dorso inopinado que aparezca, y presenta toda la rutina sin agarrotamien­ tos, antes al contrario, con despejo, aire y agilidad en el manejo de las cartas. Cuida especialmente la versación -sea un tanto humorística, según el ejemplo dado, sea en otro tono que vaya mejor con tu estilo- ciñéndote a la marcha del juego.

m

La presentación se basa en que tengas, previamente, la rutina aprendida a la per­ fección, verdaderamente "en la punta de los dedos", lo cual no es fácil, ni se consi­ gue en pocos días. En ese sentido te proponemos lo que Ascanio llamaba "la prueba del ciego". Con­ siste en hacer con rapidez los movimientos y pases de la rutina entera "sin versación ni presentación", literalmente a ciegas, con los ojos cerrados. Es un verdadero gozo abrir los ojos al terminar y encontrarse en la mano con el As de Corazones, prueba inequívoca de que todo ha ido bien. Arturo hacía esta "prueba del ciego" como re­ paso de la rutina, el día antes de la sesión, en un minuto y veinte Segundos... Cuando domines la marcha del juego, entonces, y sólo entonces, debes buscar lo realmente importante: brío, soltura, empaque, versación...

TODO DORSOS IMPROMPTU La siguiente es una versión de "Todo dorsos" en la que se utiliza una baraja presta­ da y sin abrir. Para ello Ascanio estudió el orden que traen las barajas, siempre, de fá­ brica. Esta explicación está adaptada a la americana Bicycle. (Entendido el principio y con las modificaciones oportunas, se puede realizar con cualquier tipo de baraja). En la parte superior, lado dorsos, de las americanas Bicycle, vienen dos Comodines y luego el palo de Corazones de As a. Rey. Excluyendo los Comodines, el As de Corazones es la carta superior y el Rey de Corazones la décimo tercera desde arriba.

Con la mane derecha coge las ocho cartas de encima de la separación y extién­ delas horizontalmente (es decir, sus lados paralelos al borde de la mesa) en ex­ tensión vertical o columna desde la parte delantera de la mesa hacia el borde pos­ terior (el máf cercano a ti). Deja la última desplazada hacia la derecha (fig. 41). Con el pulgí izquierdo, desplazándolos hacia la derecha, extiende cinco naipes n e superior de la baraja. Cógelos en la mano derecha, escudriña sus más de lai paite dorsos y lúe, ;o, como viendo algo raro entre las primeras cartas extendidas, deja 2S al final de la extensión (fig. 42) para, con el índice derecho, molos cinco naipes ver y escarbalr entre las primeras y ver mejor sus dorsos . Di: Son normales... me había parecidt¡o ver algo raro. 7. Con la mano ¡derecha, barriendo las cartas de afuera hacia ti, recoge la extensión de la mesa; ponías sobre la baraja en la mano izquierda y en la acción de cuadrarla -gracias a la carta desplazada hacia ía derecha (relee el apartado 5) te resultará fácil obtener una separación con el meñique izquierdo debajo de las seis cartas superiores. Mediante doble corte baja esas seis cartas a la parte inferior de la baraja, pero man­ tenías separadas del resto. Al hacer el corte para bajarlas puedes dejarlas ligeramente desplazadas hacia lá derecha (fig. 43). Al cuadrar la baraja obten una separación por encima de ellas y voltéalas cara arriba mediante el volteo de Henry Christ.6

1. Toma una baraja nueva -cerrada y precintada- tal y como se compra en las tien­ das. Abre claramente el precinto de la envoltura de celofán y rompe el sello de seguridad; luego saca las cartas dorso hacia arriba. 2. Retira, si hay alguna, las cartas de publicidad y luego, mediante dos cortes des­ lizantes, pasa al centro de la baraja los dos Comodines.

41 3. Refiriéndote a la calidad de las cartas, a la huelga de hace unos meses, etc., ex­ tiende entre las manos, contándolas mentalmente, ocho cartas. Cuádralas obte­ niendo en la misma acción una separación con el meñique izquierdo debajo de los ocho naipes. 4. Viene ahora una maniobra despistante. Pasa la mano derecha sobre la baraja que sujetas en la mano izquierda. La mano se mueve en círculos sobre las cartas, como acariciándolas y éstas lógicamente se mueven. El público ni se imagina que man­ tienes una separación. Al hacerlo di: Qué gustito da manejar estas cartas. 100

"The Christ Twisí , en THE CLASSIC MAGIC OF LARRYJENNÍNCS, pág. 98. MixMaxwell. 101

L&L. ¡986.

baraja cogida en la punta de los dedos izquierdos, el índice se coloca plegado con­ tra la cara de la carta inferior-la parte carnosa detrás de la uña en contacto con la cara de la carta inferior. Si ahora mueves el índice izquierdo hacia dentro-ha­ cía ti- esa carta se desplazará también hacia ti, sobresaliendo por el extremo in­ terior. En ese momento la mano derecha coge la baraja desde arriba (pulgar en el extremo interior y dedos en el extremo exterior); en la misma acción -tirando de ella con el pulgar derecho hacia abaje— te resultará fácil obtener con este dedo una separación encima de la carta inferior. 12. La mano derecha baja la baraja hacia la palma izquierda, y en la acción de ver otra vez su parte inferior, (la mano derecha) la desplaza hacia la derecha y la vol­ tea; en el mismo gesto, con el pulgar izquierdo, arrastra sobre la mano izquierda la carta superior que caerá sobre la inferior que, gracias a la separación del pul­ gar derecho, la conservas allí. La carta inferior estará cara arriba, pero no se ve porque la carta superior la tapa inmediatamente. Fíjate que las dos cartas que es­ tán ahora en la mano izquierda han sido retenidas allí mientras tú has hecho un gesto (volteo de la baraja) para mirar (acción en tránsito) si en su parte inferior hay cartas de dorso.

9. Coge la baraja en la manp derecha, desde arriba, en la posición de cortar, y vol­ teando esta mano palma arriba advierte que en su parte inferior se ve un dorso (fig. 6, pág. 78). Deja la baraja en la mano izquierda y dale la vuelta secreta que se explica en el apartado 7 de la versión anterior (pág. 79). Gracias a esta ma­ niobra, ahora tendrás en la parte superior de la baraja las seis cartas vueltas. 10. Extiende hacia la derecha, con el pulgar izquierdo, las tres cartas superiores y pá­ salas a la mano derecha; esta mano las.frota entre sí, mostrando los dorsos, y si­ multáneamente el pulgar izquierdo desplaza hacia la derecha una cuarta carta (fig. 13, pág. 80). Como pensando: "dorsos por aquí y ¿por el otro lado?...", devuel­ ve las tres cartas de la mano derecha a la parte superior de la baraja, cuádrala y voltéala, extremo con extremo, y comienza a extenderla entre las manos, mos­ trando también dorsos por este lado. 11. Ahora con la baraja cuadrada en la mano izquierda y sujetándola en la punta de los dedos obten una separación encima de la carta inferior. Este pase, que FuManchú mostró a Ascanio, es una sutileza ideada por Sam Horowitz. Arturo la tuvo guardada durante mucho tiempo para su propio uso, y sólo la desveló a sus más íntimos amigos. La llamaba "la joyita de Horowitz" y se realiza así: con la 102

13. Voltea la mano derecha (con la baraja) dorso arriba, pasa las dos cartas de la mano izquierda encima de la baraja y obten una separación con el meñique izquierdo debajo de ellas. Con la mano derecha (dedos encima y pulgar debajo) coge la car­ ta doble de encima de la separación, voltéala hacia delante, y sin interrupción, introdúcela hacia el centro de la baraja por el extremo exterior como en la mitad de su longitud (fig. 45). Para ello el pulgar izquierdo hojea cartas por su esquina superior izquierda como hasta la mitad de la baraja. En otras palabras, coloca la carta doble en el centro de la baraja dejándola sobresaliente hacia fuera en la mi­ tad de su longitud. 14. Voltea la mano izquierda para mostrar que la carta que acabas de introducir tie­ ne dorsos en sus dos caras (fig. 46); luego acábala de meter y obten una separa­ ción con el meñique izquierdo debajo de ella. Ahora puedes hacer tres cortes mos­ trando dorsos. Por ejemplo, corta con la mano derecha por un cuarto por arriba, luego corta por la separación (aquí puedes, si quieres, voltear las manos) y des­ pués pasa la baraja a la mano derecha, manteniendo la separación con el pulgar derecho, y voltéala mostrando un dorso en el fondo (fig. 16, pág. 83). A partir de aquí continúa con la vuelta de Dai Vernon y las fases de tejer y des­ tejer. Acaba con la Escalera Real de Corazones sobre la mesa. 103

APÉNDICE Abrir una baraja sin que. el paquete pierda el aspecto de precintado (Joan Font)

Este trucaje te permitirá abrir, como si fuese nueva, una baraja en la que puedes haber manipulado las cartas, ordenándolas, marcándolas, disponiendo cartas guía, ex­ tras o especiales. Necesitarás una baraja nueva, no sólo con su estuche sino también con su en­ voltorio transparente, un "cutter" y un trozo de papel poco poroso. Por ejemplo, son prácticos los papeles siliconados, los couché o los muy satinados. Los dibujos mues­ tran un billete de papel moneda, que funciona muy bien, pero cualquier otro papel de los citados funciona igual. Un encendedor o unos fósforos completan el equipo requerido.

Fig. 1. Con la ayuda de un "cutter" levanta la funda. Ésta puede estar algo pega­ da en sus vértices interiores. Tirando con suavidad se consigue despegarla. Fig. 2. Da cuatro cortes en los pliegues interiores sin dañar el estuche. Estos cor­ tes deben llegar totalmente hasta el vértice. Fig. 3. Una presión en el fondo del estuche permite que éste salga de la funda transparente. Bastará que asome unos tres centímetros. En ningún caso debe sacar­ se el estuche de la funda. Fig. 4. La presión del pulgar y del índice izquierdo permiten que el "cutter" en­ tre. Éste debe cortar el precinto de forma limpia. Al mismo tiempo, haciendo palan­ ca, separa el precinto de la solapa. Fig. 5. L.a baraja sale sola del estuche. Ya se puede realizar el trucaje deseado. Después devuelve la baraja a su sitio, y cierra el estuche. Fig. 6. Encuadra bien el precinto de modo que coincida su dibujo. Frota con un poco de presión sobre el precinto para.que se adhiera de nuevo sobre la solapa a tra­ vés del uñero. 104

Fig. 7. Haz subir la.funda y dobla las solapas siguiendo los pliegues originales. Los cortes no djeben preocuparte; nadie podrá detectarlos. Fig. 8. Cok ca un papel o un billete sobre la parte abierta de la funda. Debe quedar muy tensad D haciendo presión sobre los pliegues correctamente doblados. . Fig. 9. Aplii a el calor de un encendedor al papel tensado, mueve constantemente la llama para que no arda el papel. Bastarán cuatro o cinco segundos de calor. Retira la llama y e|I papel o billete. El estuche estará perfectamente cerrado y sin pistas que delaten. Los detalles En los dibu os a veces se escapan detalles que son difíciles de plasmar. Intentaremos aclarar a gunos de estos matices. La primera: lustración muestra un "cutter" levantando la pestaña de la funda, que viene dé la cara! del estuche que tiene escrito el número 505. Ésta es la pestaña que siempre va enci ma.en este modelo de baraja: El "cutter" sólo se usa para levantar, no hay más cortes m la funda que los indicados en la segunda ilustración. En la cuarta ilustración la palanca que hace el "cutter" para separar el precinto de la solapa, dése ser como si iniciara un movimiento de rotación, esto es, como.si se empezara a desatornillar algo. Así se consigue ir despegando el precinto mientras el "cutter" avanza lentamente cortando, no rasgando. 105

Al pegar el precinto debe procurarse que las dos partes del mismo encajen lo me­ jor posible, y sobre todo, que queden bien pegados a la solapa (fig. 6). Cuando se abra el estuche frente al público, deberá costar igual que si no se hubiese desprecin­ tado. Para disimular el corte practicado en el precinto, una vez que esté pegado, fro­ ta suavemente con la yema del dedo el vértice donde está el corte. Así sé produce un minúsculo aplastamiento que completa el camuflaje del elemento encargado de ga­ rantizar que la baraja no ha sido abierta.

Mgo más Algunas barajas llevan debajo de la funda transparente una tira, igual que la que llevan los paquetes de cigarrillos, que sirve para facilitar la rotura del envoltorio. Su uso a veces ofrece dificultades, porque se ve muy poco y no asoma la punta. Unos pequeños detalles (figs. 10 y : l 1) facilitarán su conveniente utilización.

Fig. 10. Haz un corte de aproximadamente un centímetro a cada lado de la men­ cionada tira, por donde ésta empieza. Fig. 11. Dobla.hacia atrás el trocito cortado. Cuando vayas a usar la baraja, bastará que pases los dedos a "contrapelo" para detectar esta punta. Tira de la misma. La imagen de que se está desprecintando, su­ pera a cualquier otra forma de romper la funda.

Para terminar Habrás visto que se trata de algo muy fácil. Pruébalo.

106

MLEY Ascanio admiró profundamente la magia del Dr. Jacob Daley y la manera en que construía sus juegos. Era uno de sus magos preferidos. A continuación ofrecemos tres creaciones de Arturo inspiradas directamente en efectos de este gran mago americano: "Las diez cartas a través de la manga", "Men.talismo por eliminación" y "Sequacious spades". A propósito de la devoción que sentía por Daley (y gracias a la colaboración de Armando Gómez) hemos recuperado una breve intervención que Arturo hizo duran­ te Las Jomadas de El Escorial del 94, cuando se estaba estudiando a este autor. Ascanio dijo: ¿Os acordáis de aquella película que se titulaba "Gary Cooper que estás en los cielos "? Pues yo digo: "Daley que estás en los cielos ". Para mí Daley es un dios, es algo extraordinario. Los dos o tres efectos que os haré mañana, que son verda­ deras joyas mágicas, están inspirados enjuegas de Daley. En varios aspectos me he sentido muy especialmente unido a Daley. Uno de esos aspectos a los que me refiero es el hecho de que ambos somos aficionados... él tam­ bién fue aficionado, igual que yo lo soy. El hecho de que élfuese aficionado y el que yo haya luchado siempre contra la vergüenza de ser aficionado, es lo que me hacia sentirme unido a él. Porque cuando estaba con los profesionales, compartiendo nuestras magias, yo me hacía perdonar el hecho de ser aficionado. Debo aclarar que este sentimiento siempre nacía de mí, nunca era debido a la actitud de los demás, ¡todo lo contra­ rio!... siempre era debido a una actitud mía, que ante los profesionales me sentía un poco avergonzado... me sentía un poco el niño bonito, pensaba, claro vosotros sois profesionales y por eso hacéis esto... pero ello para mí es sólo un hobby... aunque como sabéis la Magia para mi no es eso, porque es mi vida. Entonces cuando tenia estos pensamientos, cuando me acomplejaba con mi vergüenza de ser aficionado... me acordaba de Daley y pensaba en él rodeado de ¡os grandes de su época, Dai Vernon, Horowitz, Leipzig... y él haciéndoles sus juegos. Siempre he pensado que Da­ ley me entendería bien... Pero el aspecto que quería destacar es que Daley era un artista. Todos tenemos que ser artistas. Todos tenemos que sentir que somos artistas, porque el que hace música y el que hace poesía se siente artista; pero el que hace Magia no siempre se siente artista y, ¡todos lo somos! El arte se manifiesta de distintas formas: igual que algunos componen música, aunque nunca la toquen, pues en Magia pasa lo mismo: está el que crea juegos y el que los interpreta: porque en el arte hay diversos aspectos: está el rompedor, el poe­ ta, el compositor, el sutil... y, ¡todos son artistas! 107

Pero en Magia se dice: es que no presenta bien... es que no comunica. ¡Pues no señor! Todos somos artistas, y hay que tener conciencia de ello. Ha habido grandí­ simos magos que no han comunicado bien y eso no ha quitado para que hayan sido considerados como grandes magos. El ser artista obliga al perfeccionismo, a la meditación... aunque no esté paga­ do, obliga al cariño... a la dedicación... no pagada. Y es que como dije el otro día, el artista es un ser que no es de este mundo. No­ sotros tenemos que ser seres no enteramente de este mundo... aunque no nos lo agra­ dezcan, aunque no nos lo paguen, aunque no sirva para nada, aunque no sea co­ mercial. ¡Tenemos que ser artistas! El artista hace lo que le gusta, es siempre un perfeccionista interno... aunque no se lo paguen. Trabaja durante días, quizás años, oasta su tiempo para mejorar su arte... va detrás de un sonido, como Pablo Casáis, que estuvo persiguiendo la perfección toda su vida. ¡Y cuando encontró aquel soni­ do especial... a los ochenta años... vete a decirle que aquello no era comercial! Y Daley era un artista, un artista interno, que amaba lo que hacía y sentir que era perfecto. Eso es lo que tenemos que sentir todos... aunque no nos lo paguen. En Dalev pienso así, como en un hermano que tengo en el más allá, como en un alma gemela... como "Daley que estás en los cielos. "

Enla realización de este efecto hay que tener un gran sentido del timing y de la misdirection. Re pecto a la misdirection -"diversión" en palabras de Arturo- el Maestro Ascanio dijo ¿Cuáles son los principales medios de "diversión"? Desde un punto de vista generál pueden señalarse Ios siguientes: a) Las expiesiones de la cara del mago... La cara del mago es el centro de atraeción de la mirada del auditorio, como el Director de Orquesta lo es en una Sinfónica de noventa fesores. Si el mago sonríe, los espectadores tienden a sonreír. Si el rostro del ilusiorfista está pensativo, el público le mira a la cara, en espera de lo que va a pasar. Y, siempre , el diálogo que se entabla entre mago y espectador se desarrollará mirándose mutuamente a los ojos, a la cara. Durante este proceso, las manos del mago estarár libres de la vigilancia del público..." 2

Rutina

Como muchos otros, en su día Arturo leyó entusiasmado el juego "Cards up the Sleeve"1 del Dr. Jacob Daley. Allí se decía que este efecto era un favorito de los grandes cartómagos y que era la paieba de fuego de los verdaderos artistas en la manipulación con cartas. Con el tiempo, también se convirtió en su favorito. Ascanio lo hacía en las oca­ siones especiales, sobre todo cuando el público era más bien numeroso y debía ac­ tuar de pie o las condiciones bajo las que iba a trabajar no eran adecuadas para pre­ sentar sus grandes sinfonías cartomágicas sobre una mesa. Arturo siempre dijo que hacía este juego según se describe en ESTRELLAS DE LA MAGIA. En 1981, en sus Notas de Conferencia sobre "Psicología del empalme", pu­ blicó un artículo, "La cobertura de los empalmes en el juego Cards up Sleeve, de Ja­ cob Daley", donde sólo estudió la cobertura que usaba para los empalmes que tienen lugar en este efecto. Este artículo -con algunos añadidos- nos servirá magníficamente para esta descripción.

Pide prestad; una baraja (si quieres) y a un espectador que te indique uno de sus palos; retira las diez primeras cartas de ese palo (la secuencia que va del As al Diez), y arréglalas en si orden numérico, con el As encima (cartas cara abajo) y el Diez de­ bajo. Sujeta esta: cartas cara abajo en la mano izquierda y deja aparte el resto. De pie (normalmente) y frente al público, saca un estuche de cartas y de él la ha­ raja y mientras d ces: Este es un juego con diez cartas... del Uno al Diez... una es­ calera del misma palo del Uno al Diez... se puede hacer con cualesquiera cartas... dirigiéndote a un espectador, pregunta: Tú mismo, ¿con quépalo quieres que lo hagamos? ¿Picas, Corazones, Diamantes o Tréboles?... ¿Cuál eliges?... ¿Corazones?... Muy bien, lo haremos con Corazones. Extiende las cartas entre tus manos; como están ordenadas, encontrarás rápidamente el palo ele *¡do. Da, de una en una, las diez primeras sobre la mesa. La charla que acompaña a estas acciones es: Corazones... como veis tengo las cartas ordená­ das para buscarUis rápidamente... no has querido Picas, ni Tréboles... has elegido Corazones... Aqi í están... As, Dos, Tres, Cuatro, Cinco, Seis, Siete, Ocho, Nueve y Diez... Usaremos], esta escalera... esta secuencia de diez cartas. Tras sacar las diez cartas elegidas, rátira el resto a un lado. Continúa: La.'; cartas están en orden... lo primero qiie hay que hacer es com¡vqv a enseñar... Mirad: As, Dos, Tres, Cuatro, Cinco, Seis, Siete, Ocho, NueveyDiez. Recoge las cartas de la mesa y colócalas cara abajo sobre la mano izquierda, en la posición de dar. A continuación, pasándolas de la mano izquierda a la mano derecha, enseña frontalmente las caras de las diez cartas.

1. "Cartas a través de la manga", en ESTRELLAS DE LA MAGIA, pág. 111. Editorial Páginas. 2000.

Del artículo "Concepción de la atmósfera mágica", en LA MAGIA DE ASCANIO, Tomo 1, pág. 43.

LAS DIEZ CARTAS A TRAVÉS DE LA MANGA

10?

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pela primero dos cartas con el pulgar izquierdo sobre la mano izquierda y sobre ellas coloca el resto (que sujetas en la mano derecha), luego pela una y coloca el resto so­ bre ella, finalmente pela tres y coloca el resto encima. Esta mezcla debe ser realiza­ da con fluidez y estar fundida, toda ella, en prácticamente un solo movimiento, de forma que parezca hecha al azar. El nuevo orden de las cartas es, de arriba hacia aba­ jo: 1 - 2 - 3 - 4 - 6 - 5 - 7 - 1 0 - 9 - 8 . El Ocho será la carta inferior. Voltea el paquete caras hacia ti, extiéndelo entre las manos y secretamente obten una separación con el meñique izquierdo entre el Seis y el Cinco (es decir entre la quinta y sexta, carta desde arriba). Di: El juego consiste en que tengo que memorizar... con un vistazo rápido... el desorden de las cartas... Veamos.... Siete... Cua­ tro... Tres... Seis... Siete, Cuatro, Tres, Seis... Siete, Cuatro, Tres, Seis... ya sé el de­ sorden. Cuadra el paquete, pero manten la separación; para ello introduce profundamente el meñique izquierdo entre el Cinco y el Seis (fig. 4); luego, al si­ mular cuadrar las cartas, bájalas a una posición profunda dentro de la mano izquier­ da, listas para el empalme en la mano izquierda. Empalma entonces las cinco cartas inferiores así: sujeta las cinco cartas de encima de la separación (pulgar derecho en el extremo interior y el resto de los dedos en el extremo exterior); el índice derecho se coloca en el lado izquierdo, justo en la esquina superior izquierda (fig. 5) y al des­ plazar las cartas hacia la derecha, las cinco inferiores, por la acción del índice dere­ cho, pivotan sobre el meñique izquierdo hacia la derecha quedando empalmadas en la mano izquierda. Luego la mano derecha vuelve hacia la izquierda y deja sus car­ tas en la mano izquierda, que las coge en la posición de dar. Estas cartas dan cober­ tura a las cinco inferiores que están empalmadas. I. Cobertura para el empalme de las tinco primeras cartas en la mano izquierda Tienes las diez cartas en tus manos, desplegadas, y estás diciendo que con una simple ojeada debes memorizar su orden (o, mejor dicho, su desorden, porque aca­ bas de mezclar). El empalme se hace invisible obrando así: Ésta es la demostración de que has separado las diez primeras cartas del palo ele­ gido y de que las tienes en orden. Al pasarlas de mano, deja en salida interior la quin­ ta desde arriba -el Cinco- (fig. 1), de forma que al cuadrarlas sobre la mano izquierda puedas obtener una separación con el pulgar derecho (por el extremo interior) enci­ ma de ella. Ascanio además del Cinco también dejaba descuadradas el Siete, y el Nue­ ve (fig. 2), luego, al cuadrar las cartas cara abajo en la mano izquierda, obtenía una separación encima del Cinco (fig. 3). Di: Ahora hay que desordenarlas... mezclaremos... mezclo... mezclo... Comienza cortando por la separación; haz un corte completo, con lo que pasas de arriba abajo cuatro cartas -o como Ascanio hacía, por doble corte, pasa las seis cartas de abajo arriba. Luego mediante una mezcla en las manos, dorsos hacia la izquierda, 110

a) Mira hacia las cartas desplegadas y di el orden (imaginario) de algunas de ellas, como queriendo fijarlo en tu memoria: Siete... Cuatro... Tres... Seis... por ejemplo. b) Alza la mirada hacia el público diciendo en ritmo más vivo: Siete, Cuatro, Tres, Seis... c) Cien-a la extensión (e inmediatamente empalma las cartas); mientras, el ritmo de la dicción se ha hecho, de repente, más vivo: Siete-Cuatro-Tres-Seis; dilo y re­ pítelo como un escolar que repasa la lección, atropellando las palabras en tu boca, de la que salen casi ininteligibles, como un balbuceo ininterrumpido. Esto hace ¡I!

que la atención del auditorio abandone tus manos, para mirar a tu cara, de cuya boca salen, un poco grotescamente, los sonidos en tu tentativa de memorización. Es importante un cambio brusco en la dicción. Empiezas diciendo lentamente, con seriedad: Siete... Cuatro... Tres... Seis, corno si realmente quisieras memorízar el orden de las cartas. Luego sigues con un ritmo vivo y, de pronto, te lanzas al bal­ buceo inesperado y llamativo: en ese momento cierras la extensión y empalmas las cartas. Así, la misdirection es doble: física (el público mira a tu cara) y mental (el balbuceo inesperado mueve a la sonrisa, cuyo mecanismo ocupa la mente del es­ pectador). Las manos, sin llamar la atención (zona penumbrosa), han llevado a cabo en secreto (insospechablemente) su cometido. Cuando el empalme esté hecho, di: Ahora tengo que hacer que las cartas pasen de una en una a través de la manga y que suban al hombro... de una en una... y ¡en orden! Para ello tengo que soplar. Haz un gesto apropiado con la mano izquierda ha­ cia el hombro derecho; ten cuidado de no mostrar las cartas empalmadas, mientras explicas que soplando irán pasando las cartas, de una en una, y en orden numérico, a través de la manga hasta el hombro derecho. Di: Primero el As. Coge el paquete visible, de cinco cartas, en la mano derecha, sujétalo verticalmente por sus extremos (entre el pulgar en el extremo interior y los dedos en el extremo exterior, fig. 6), y deja caer la mano izquierda, con las cartas em­ palmadas, a tu costado izquierdo. Lleva las cartas de la mano derecha a tu boca, so­ pla ligeramente sobre ellas y di: Ahí va el As (fig. 6). Separa tu brazo derecho hacia la derecha; tu chaqueta se abrirá ligeramente por ese lado; entonces lleva la mano izquierda, por debajo de la chaqueta, aproximada­ mente a la altura del estómago y luego desplázala hacia arriba, hacia el hombro de­ recho, aparentemente con el propósito dé sacar el As que acaba de viajar. En reali­ dad, deposita allí las cinco cartas que tienes empalmadas. Saca la carta superior, muestra el As y déjalo caer cara arriba sobre la mesa. Pasa las cartas a la mano izquierda y di: Como veis, hay una relación entre las cartas y la manga, siempre... no sé qué pasa... hay una querencia de las cartas a la manga... al soplarlas van a la manga... como digo, hay una querencia... Esto es lo que me contaron que decía un tahúr la semana pasada cuando, en una par­ tida de póquer, le cogieron con cuatro Ases en la manga... decía que los Ases... siempre... tienen una querencia por la manga... ahí es cuando le dieron la terce­ ra bofetada... (La charla, con esta pequeña broma, sirve para crear un paréntesis de olvido respecto al empalme). Pon las cartas otra vez en la mano derecha y di: El Dos, ¿dónde está el Dos? Mira hacia los naipes y di: Si, ya sé. Llévalos hacia la boca y sopla de nuevo sobre ellos. Separa el brazo derecho hacia la derecha, otra vez, mientras llevas la mano izquierda, 112

claramente vacia, por debajo de la chaqueta, hacia el hombro derecho, y saca la si­ guiente carta (e!l Dos). Di: La número dos. Arturo solía sacar esta carta y la siguiente sólo con dos dedos. Introducía debajo de la chaqueta el pulgar e índice izquierdos, y exclusivamente con ellos, sacaba con absoluta limpieza las cartas. Sopla por tbrcera vez para que viaje la tercera carta. Haz los mismos movimien­ tos de antes y. s acá con la mano izquierda el Tres del hombro derecho. Cuando est ís a punto de soplar por cuarta vez, detente y di: Si han viajado tres cartas, ¿enantes tengo que tener aquí? ...Siete. Cuéntalas. Ejecuta uns falsa cuenta (cuenta cinco como siete). Ascanio usaba la falsa cuenta que se explica e n "Ases con amor", pág. 236, Tomo 2. Contaba en falso al contar la ter­ cera y la quinta, Al hacer esta cuenta, las cartas deben quedar en su orden original. Vol­ tea las cartas cara abajo y obten una separación con el pulgar derecho bajo la segunda desde arriba, m entras cuadras el paquete. Las cartas deben estar sujetas en la punta del pulgar en el extremo interior y demás dedos en el extremo exterior (fig. 7).

6

V_y) 7 ,r Sopla.otra ez para pasar la cuarta carta, pero manten la separación del pulgar (fig. 6). Deja eser la mano derecha al costado derecho y saca el "Cuatro" del hom­ bro derecho coi la mano izquierda, muéstralo y déjalo caer sobre la mesa. Ascanio, después de soptar, preguntaba: ¿Me dejáis repetir? He soplado mal. Entonces apro­ ximaba las cartas a su boca, simulaba absorber su soplo, y tras una pausa, volvía a soplar y decía:. ¡hora si, y sacaba la carta del hombro derecho.

2. Cobertv ra para el empalme del "Cinco" y del "Siete" en la mano derecha Acabas de : acar el "Cuatro" desde el hombro derecho. Tienes en las manos el paquete de cart; s, el Cinco y el Siete están separados del resto de las cartas. Soplas sobre las cartas Dará "empujar" al C.inco, explicas. Las cartas están en la mano dere­ cha en posición de pre-empalme; sistema de De Gago3 (fig. 7). Entonces:

3.

El empalme a i||na mano, en G.E.C.. de Roberto G'iobbi.Tomó 3, pág. 67S. Editorial Páginas. 1995.

113

a) Introduce con aire triunfal la mano izquierda vacía en la americana, hacia la par­ te superior del pecho. Busca, sin perder tu sonrisa (fig. 8). b) Prosigue la búsqueda con la sonrisa algo congelada y baja la mano izquierda has­ ta ponerla debajo del brazo derecho, cerca de la axila. c) De pronto, la expresión de tu cara cambia: de sonriente pasa a seria, desconcer­ tada, incluso preocupada: no encuentras la carta. d) El brazo derecho, a la vez, se mueve, como para facilitar la búsqueda: en ese mo­ mento, empalmas (fig. 9).

9 La expresión de la cara del mago sirve una vez más de misdirection. La repenti­ na seriedad y desconcierto (que sigue al inicial propósito de extraer triunfalmente la carta) es motivo de irresistible atracción de la mirada del público hacia la cara del mago (zona "iluminada"), mientras la mano derecha queda en la penumbra, hacien­ do su secreto trabajo. El empalme ("One Hand Spring Palm")4 se realiza como sigue: primero presio­ na todo el paquete curvándolo, luego el pulgar suelta las dos cartas superiores por el extremo interno, que muelleando saltan automáticamente a la palma (fig. 10). En­ dereza el pulgar de forma que el paquete visible esté un poco girado y sujeto con na­ turalidad (fig. 11, vista desde el lado del mago).

Transfiere el paquete visible de tres cartas a la mano izquierda, sujétalo por los lados y coloca la mano derecha con las dos cartas empalmadas bajo la chaqueta y en el hombro izquierdo. Deja una carta allí mientras retiras el "Cinco". Muéstralo y di: Debo haber soplado demasiado fuerte y lo he mandado hasta el otro hombro. (En este momento, el Diez, Nueve y Ocho están en la mano izquierda. El Seis está en el hombro derecho y el Siete en el hombro izquierdo). Pasa el paquete de tres cartas a la mano derecha y sopla para hacer viajar al "Seis". Deja caer la mano derecha al costado derecho y retira el "Seis" del hombro derecho con la mano izquierda. Di: Si de diez han viajado seis, ¿cuántas me quedan por pa­ sar?... cuatro. Ejecuta la misma falsa cuenta de antes, contando tres cartas como cua­ tro. Cuenta en falso en la cuenta de dos. (En esta falsa cuenta inviertes el orden de las cartas). Al finalizar la cuenta, cuadra el paquete y secretamente obten una sepa­ ración con la parte carnosa de la base del pulgar izquierdo bajo el Diez (fig. 12) lis­ to para ejecutar el "Left One-hand Bottom Palm".5 Continúa: También puedo pasar las cartas desde mi mano izquierda, la mano de la verdad. El "Left One-hand Bottom Palm" se realiza como sigue: el empalme se ejecuta al presionar con el dedo anular izquierdo sobre las cartas de forma que pivoten las de abajo de la separación. Esto se consigue ejerciendo la presión en la esquina infe­ rior derecha (fig. 13). El empalme se completa cuando el índice izquierdo ejerce pre­ sión sobre la esquina superior izquierda de las cartas a empalmar (fig. 14).

4. Empalme de resorte con una sola mano, en el juego "Cartas a través de la manga", en ESTRELLAS DE LA MAGIA, pág. 114. Editorial Páginas. 2000.

5. Empalme por abajo con la mano izquierda, en el juego "Cartas a través de la manga", ESTRELLAS DE LA MAGIA, pág. 115. Editorial Páginas. 2000.

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de tu cara (acompañado de las pequeñas risitas o quejidos propios del cosquilleo) tiene un seguro efecto cómico, que obnubila la mente del espectador. c) Timing: El movimiento de los hombros y el balanceo de tu brazo izquierdo, ade­ cuados al cosquilleo, termina de ocultar la acción del empalme. Así pues, tienes ahora empalmadas dos cartas en la mano izquierda que está en su costado y con la mano derecha sacas y muestras el Siete del hombro izquierdo. La mano derecha coge el Diez en sentido longitudinal, como si fuese un paque­ te de tres cartas. Deja caer la mano izquierda con las dos cartas empalmadas a tu cos­ tado mientras sof las sobre el paquete sujeto en la mano derecha. La mano izquierda ahora va a buscaij en el hombro derecho, extrae el Ocho y deja el Nueve. Repite la maniobra'de soplar y saca el Nueve. 3 . Cobertura para el empalme del "Ocho" y del "Nueve" en la mano izquierda Las cartas están en la mano izquierda en posición de pre-empalme. Eleva esta mano hasta tu boca. Sopla. Deja caer el brazo izquierdo, extendido hacia abajo. a) Sin sonreír, explica que la carta está subiendo a lo largo del brazo izquierdo; con el índice derecho indica la imaginaria trayectoria de la carta (fig. 15), moviendo la mano derecha de abajo hacia arriba, a lo largo y paralelamente al brazo iz­ quierdo, diciendo: Sube, sube, sube. b) Cuando el índice derecho esté señalando aproximadamente hacia tu axila iz­ quierda, como si la carta te hiciera irresistibles cosquillas en su ascensión por el interior de la manga, tu expresión cambia, tu cara se relaja y tu sonrisa se extiende como si no pudieras aguantar las cosquillas; a la vez, tu hombro se mueve como lo haría ante un cosquilleo real (fig. 16). c) En el mismo movimiento (en pleno "ataque" de cosquillas) la mano izquierda se mueve y balancea, primero hacia atrás (y entonces las cartas van a la palma) y luego hacia delante (y el empalme se termina-de completar) (fig. 17). La cobertura del empalme se consigue mediante un triple expediente: a) Misdirection física: el índice derecho, señalando de abajo arriba el brazo iz­ quierdo, conduce la mirada del espectador y la aleja de la mano izquierda. b) Misdirection mental: resulta normal, encajado al caso, que la carta ascendente te haga cosquillas; el escalofrío que por ello experimentas y el cambio de expresión 116

4. El ewpalw J del "Diez" (original de Aseanio) a) La finta a. 1 Toma el Diez tomo muestra la fig. 18. Observa que el extremo interior coincide con el pliegue! de la articulación de las falanginas-falangetas de los dedos anular y mayor derechos. a.2 La mano izqui!jarda, palma al público, se apoya detrás de la carta, la curva hacia de­ !ante(elpulga| derecho se aparta o retira), y se cierra sobre la carta curvada que que­ da presa en la ftiano izquierda (figs. 19, 20 y 21) entre la palma y el anular.

a.3 La mano izquierda termina dorso al público. La mano derecha se coloca debajo de la chaqueta y va hacia el hombro izquierdo, pero no encuentra nada. Al mis­ mo tiempo, el anular se retira y por efecto de resorte, la mitad de la carta apare­ ce a la vista, súbitamente, por el costado superior de la mano izquierda. Di: Cuando dije arriba no quise decir hacia ahí, quería decir arriba por la \nanga. Repite esta finta si lo deseas. b) El empalme Los movimientos son aparentemente idénticos, pero la carta termina empalma­ da en la mano derecha. b.l Colócate en la posición que muestra la fig. 18. Cuando la mano izquierda curva la carta de atrás hacia delante, dicha mano termina dorso al público, como se ve en la fig. 20. En este momento, la mano derecha está horizontal, extendida, con la palma hacia arriba. La carta, curvada, está sujeta entre la mano izquierda y la yema de los dedos anular y mayor derechos (fig. 22).

b.2 En esa postura, la mano derecha avanza hacia el fondo del escenario (el índice izquierdo y el pulgar derecho entran en contacto), con lo cual, la carta se "des­ curva" o extiende y queda, plana, sobre la mano, derecha (fig. 23). II?

b.3 La mano izquierda se cierra un poco, como si cogiera la carta. A la vez, la mano derecha gira, hasta colocar el pulgar derecho señalando hacia el techo (fig. 24). Los dedos anular y mayor derechos, sujetan la carta y la colocan contra la pal­ ma, en posición de empalme. b.4 La mano derecha sigue girando (el pulgar derecho termina señalando hacia tu mu­ ñeca izquierda), con la carta ya empalmada (fig. 25), y por fin se separa o aleja de la mano izquierda, mientras esta mano se termina de cerrar en forma de "caja", adoptando la misma postura que tendría si contuviese realmente la carta (fig. 25). El empalme está hecho. c) El viaje de la última carta Para Ascanio, el hacer viajar esta carta al hombro izquierdo, era una solución po­ bre. Él pensaba que era más engañoso, y más coherente con la estnictura interna del juego, hacerla aparecer del hombro derecho con la mano izquierda, después de ha­ ber mostrado esta mano vacía. La secuencia de movimientos es la siguiente: c. 1 Una vez hecho el empalme, desde la posición que se ve en la fig. 25, la mano de­ recha se dirige por debajo de la chaqueta hacia el hombro izquierdo otra vez. Allí deja la carta empalmada. (Como en los casos anteriores, tu cara y gesto expre­ san que la carta no ha viajado todavía.) Saca la mano derecha vacía de debajo de la chaqueta, ahora abre la mano izquierda y muéstrala vacía. Simula extrañarte y murmura: Se ha debido atascar en algún sitio. Con la mano derecha palpa el puño y la manga misma (recuerda: la mano izquierda está claramente vacía y abierta). Coge ahora con la manó izquierda el borde izquierdo de la solapa de la chaqueta; la mano derecha, que continúa palpando, va por debajo de la chaque­ ta hacia el hombro izquierdo, coge la carta que está allí y siempre por dentro, la baja hasta descargarla en la mano izquierda (esta mano coge la carta con los de­ dos que están dentro de la chaqueta en el gesto de abrirla por su borde). Saca la mano derecha vacía, palma hacia el público. En esa posición extiende el brazo y murmura: Quizás en el otro hombro. Rápidamente con la mano derecha ábrete la parte derecha de la chaqueta, al tiempo que giras el cuerpo hacia ese lado, y que la mano izquierda abandona su posición sobre el borde izquierdo y con la carta empalmada, se dirige por debajo de la chaqueta hacia el hombro derecho. Cuan­ do la mano izquierda llegue al hombro derecho, refleja satisfacción en tu cara, y luego, con gesto triunfal, sácala con el Diez visible. ¡La última carta también ha viajado a través de la manga!

Il
MENTALKMO POR ELIMINACIÓN "El juego ese" Orígenes y anecdotario Éste es uno de los juegos más complejos que Ascanio creó. En sus manos era un verdadero milagro. La atmósfera mágica que conseguía era increíble; auténticamen­ te se respiraba magia: de otra forma su desenlace era imposible de explicar. Fue publicado por primera vez en 1986, en el número de septiembre de la Cir­ cular de la Escuela Mágica de Madrid. No lo consideraba apto para ser presentado en conferencias o en sesiones ante magos; sin embargo pensaba que era ideal para efectuarse en "petit comité", ante profanos. El origen de estejuego se remonta a 1953, cuando, en una sencilla habitación del desaparecido Hotel Luxor, en la Gran Vía de Madrid, Kaps y Ascanio hablaban del efecto "Mental Card Miracle" de Dai Vernon1 y de su maravillosa construcción. En­ tonces Kaps le dijo a Arturo: "Hay otro efecto parecido del Dr. Jacob Daley. La car­ ta que va a adivinarse entre cinco se pierde en la baraja; es una carta extra, claro. Cuan­ do el público la nombra, se demuestra que es la que falta en la escalera de cinco. De las cuatro cartas, se pierde otra (que es la primera pensada) en la baraja, y cuando el público la nombra, falta también en las cartas que restan... Y así hasta que quedan dos cartas. Se pide al espectador que "olvide" una de ellas. El mago se desprende de un naipe (doble) y la restante es la que culmina el juego, cualquiera que sea la con­ testación del espectador". Con esta sucinta explicación, con este débil apoyo, Arturo reelaboró todo el jue­ go por entero. Ascanio, que casi idolatraba a Daley, oyó este comentario de boca de Kaps cuando ya conocía dos de sus joyas fragantes, inefables: "Sequacious Spades", descrito por Milbourne Christopher en M.U.M., y "Cards up the Sleeve", de ESTRE­

Para su descripción basta reproducir la versación completa. Por supuesto, puedes citar cualq'luier carta. Las que se mencionan son un ejemplo, nada más. Lee despació, imag inándjote el ambiente que se crea: Porfavor, tú \simplemente vas a pensar, sólo pensar, una de estas cartas. Hay un As, un Dos, un Tres, un Cuatro y un Cinco de Tréboles. No trato de sugerirte niñ­ gima de las cmco earlas. Tú, libre y espontáneamente, cambiando de elección mental si quieres, vas a pensar en una de estas cartas. Puedes pensar el As, o el Dos, o el Tresl o el Cuatro o el Cinco. ¿De acuerdo? 2. Además, como ésta es una experiencia de consciente a subconsciente, vamos a mezclar las certas, para que ni yo mismo sepa la ubicación de ninguna... Voy a quitar ahora una carta, sin verla. Si mirara los naipes, estaría perdido, porque entonces elegiría de una manera consciente; pero ni las miro. Dejo que mi subconsciente me guíe... y cojo una carta cualquiera... ésta misma, y laperdemos en la baraje'a. 4. En las manos, por lo tanto, me quedan cuatro cartas. Falta una carta... y tú has pensado una cfyrta. 5. Dime: ¿qué ca, ■ta has pensado? ¿El Tres? No tengo ni idea de lo que habrá pasacio. Veamos h que tengo aquí. Está el Dos, está el As, está el Cinco y el Cuatro, pero no estái el Tres. ¡El experimento ha funcionado! Pero, claro, la primera vez puede sé\r casualidad... 6. Por favor, vuel \>e a pensar una de estas cartas: el Cuatro, el Cinco, el As o el Dos. Una cualq uiera, y sólo pensarla... ¿Ya está? 7. Mezclamos, me. clamos, pero esperemos que mi subconsciente trabaje...

LLAS DE LA MAGIA.

Así pues se lanzó a meditar sobre la lacónica descripción de Kaps, seguro de que si triunfaba, hallaría al final otra perla mágica. Y así... pasito a pasito, poco a poco, trabajando no como el arquitecto -que hace de una vez sus obras!., y ahí quedan para el resto de los días-, sino como el jardi­ nero -que quita con amor la mala hierba, poda las ramas, levanta las florecillas, rie­ ga día a día, con solicitud y cuidado- así surgió al fin la versión que vas a leer. 1.

Efecto

8. Retiro sin saber sin ver nada, una carta cualquiera...-ésta misma... 9. Sólo quedan tresk cartas. De nuevo falta aquí una carta y tú has pensado en una. ¿Cierto?- "Cierto

"Milagro mental con cartas", en ESTRELLAS DE LA MAGIA, pág. 91. Editorial Páginas. 2000.

10. ¿Qué carta has pensado? ¿El As?... No sé; veamos. Está el Cinco, el Cuatro... y ¡el Dos! ¡De mievo ha funcionado!

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\Z\

11. Pero vamos a seguir. Piensa otra vez una cualquiera de estas tres cartas: el Dos, o el Cuatro, o el Cinco, sólo piénsala... 12. Mezclamos... todavía más... Ahora ¿qué carta, Dios mío, tendré que separar? ¡Yo que sé! ¿Esta? j Venga, ésta misma! 13. ¡Quedan dos cartas! ¿Qué carta pensaste? ¿El Cinco? ¿Mira que si faltara aquí... ¿Cuál has dicho?... ¡El Cinco!... Veamos. Están el Dos y el Cuatro. ¡Sa­ lió! 14. Y ahora, por favor, mucha atención. Entre el Dos y el Cuatro, olvida una carta; ¿Estamos? Olvida una de las dos... el Cuatro o el Dos. 15. Mezclamos... Me quedo en las manos con una sola carta... ¿Será el Dos o será el Cuatro?... 16. "Alea jacta est": la suerte está echada. ¡Emoción! Por favor: ¿Qué carta olvi­ daste? ¿El Dos? Si olvidaste el Dos, esta otra carta debiera ser,.. ¿El Cuatro? ¡Claro el Cuatro! Pues veamos... ¡Emoción! Esta carta es ¡El Cuatro! ¡Ahíestá! Ideas generales en ia ejecución El orden y la claridad debe presidir la ejecución del juego. El espectador (y tú mismo) deben saber en cada momento qué hacer, y qué esperar. Por eso, empezamos ofreciendo un modelo de charla completa. Como puedes comprobar, en la presenta­ ción se producen cíclicamente, cuatro veces, estas cinco etapas o fases: Fase a. Se enseñan las cartas, nombrándolas, para que el espectador elija mental­ mente una de ellas. Fase b. Las cartas se mezclan dorsos al público. Fase c. Se enseñan las cartas por los dorsos; se quita una (sin mostrarla) y se pierde en la baraja. Fase d. Se enseñan dorso al público las cartas que quedan, diciendo su número. (Hay una menos). Fase e. Se pregunta cuál es la carta pensada. Se enseñan inmediatamente las cartas que quedan en las manos: están todas menos, precisamente, la pensada.

Otra idea, otra ley que debe guiar el juego, es la emoción "in crescendo". Debe buscarse un desconcierto creciente y emocionante en el público. Para ello, tú debes sentir, también de forma creciente en cada carta pensada, las emociones de la duda de si acertarás o no, el temor de fallar, la sorpresa al comprobar que aciertas y el triunfo al culminar con éxito el experimento... Porque es un juego que no "haces" tú: lo hace tu subconsciente en complicidad con las cartas. Tú "asistes" a los sucesivos aciertos contemplándolos desde fuera, vi­ viéndolos como un espectador más, con emoción contagiosa. Sólo tu sonrisa fina! y tu guiño de complicidad con el público revelará, para re­ gocijo de todos, que tú (y sólo tú) has sido el taumaturgo...

Modus operandi Vayamos al grano. En la parte superior de la baraja tienes, de dorsos a caras, y de arriba a abajo, estas cartas, todas de Tréboles: As, Dos, Tres, Seis, Cuatro, Cinco. (El Seis actúa de carta extra: puede ser otra cualquiera, pero Arturo tenía el capricho de usar el Seis de Tréboles). Si tienes que improvisar el juego, puedes actuar así para lo­ grar ese montaje: antes de empezar a hablar, despliega la baraja, (en plan de examen superficial previo) y corta.por el primer Cinco que te encuentres, que queda en.la par­ te superior. Pequeña pausa. Medio dices, medio musitas para ti: Necesito una escale­ ra del Uno al Cinco; aquí está el Cinco... (busca el Cuatro del mismo palo, nom­ brándolo como Cinco: sólo tú ves las cartas, claro. Pasa ese "Cinco" a la parte superior de ¡a baraja)... v el Cuatro también... (pasa a la parte superior una cualquiera, que será la carta extra; cuádralas un poco y, como sin querer, baja, las manos dejando ver a los espectadores la cara de las cartas, sin interrumpir la acción de buscar) ...Ahora viene el Tres... (busca realmente el Tres del mismo palo y pásalo a la parte superior, junto a la carta extra) ...y el Dos... y el As. (Haz lo mismo con estas dos cartas). De este modo, ocultando casualmente la cara de las dos primeras y dejando ver la de las tres últimas, consigues el montaje necesario de forma improvisada (y astuta). Toma las seis cartas en tu mano izquierda, en un paquete caras abajo. Dirígete a un espectador cercano y amistoso. (La baraja quedó sobre el tapete, al alcance de tu mano derecha, extremos paralelos al borde de ia mesa).

Primera caria pensada Fase a.i.

Respetando y delimitando con claridad, en la presentación, cada una de esas cin­ co fases, se evita el gran peligro de la confusión (por ejemplo, que olviden la carta pensada, que te digan por segunda vez la misma, etc.) y el desperdicio de que el es­ pectador no "entre" en el juego...

Porfavor, tú simplemente vas a pensar, sólo pensar, una de estas cartas. Hay un As, un Dos, un Tres, un Cuatro y un Cinco de Tréboles. No trato de sugerirte ningu­ na de las cinco cartas. Tú, libre y espontáneamente; cambiando de elección mental si quieres, vas a pensar en una de estas cartas. Puedes pensar el As, o el Dos, o el Tres, o el Cuatro, o el Cinco. ¿De acuerdo?

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1. Repartir cara arriba-método abierto, en GRAN ESCUELA CARTOMÁGICA, de Roberto Giobbi, Tomo 1, pág. 29. Editorial Páginas. 1994.

O sea, arrastra con el pulgar izquierdo sucesivamente, invirtiendo su orden, una, dos, tres y cuatro cartas; la última (que es doble) se lanza sobre las cuatro anteriores. Para hacerlo, cuenta mentalmente "un, dos, tres, cuatro", y a la última (la doble) arró­ jala sobre las anteriores sin contarla mentalmente: así sale mejor y sin errores. Haz dos vece; esta mezcla doble la última con tu mejor aire concienzudo y for­ mal. (Las cartas c uedan al final en este orden, de dorsos a caras: 2 - 1 - 3 - E - 5 - 4 ) . Lógicamente, puedes añadir entre mezcla y mezcla, o después de las dos mez­ clas, otra falsa mezcla total por arrastre. Por ejemplo, la que Arturo denominaba "con cambio y marcha atrás". Te recordamos telegráficamente su mecanismo: se arrastran, de una en una, tres cartas, supongamos, que forman el paquete "A" en la mano izquierda, quedando en la derecha el paquete "B"; al pretender arrastrar la cuarta, se cambian de mano ambos paquetes, y se arrastran por último, de una en una, las tres c irtas del paquete "A", ahora en la mano derecha. Hay un "cam­ bio" y una "marcha atrás". ; Después de las mezclas, el paquete queda cara abajo en la mano izquierda. Fase e l . Voy a quitar chora una carta, sin verla. Si mirara los naipes, estaría perdido, porque entonces eligiría de una manera consciente; pero ni las miro. Dejo que mi subconsciente me guíe... y cojo una carta cualquiera, ésta misma, y la perdemos en la baraja. Se despliegan cara abajo las cartas entre las manos, dejando ver claramente que hay cinco (la última es doble). Mientras hablas, juega, con pequeños frotamientos y toqueteos, con esas cinco cartas visibles. Después de titubear, extrae con la mano de­ recha la cuarta desde arriba (la extra), déjala con decisión en la parte superior de la baraja que está sobre la mesa y, usando sólo la mano derecha, corta, completa el-cor­ te y cuadra la baraja, de modo que la carta separada quede perdida. Para cortar, coge las cartas por sus extremos (entre los dedos, por delante y el pulgar, por detrás), de manera que al fine I puedas cuadrar acariciando con el índice y el meñique los lados de la baraja, que permanecerá con los extremos paralelos al borde de la mesa, apta para recibir los sucesivos descartes ulteriores con un mínimo de movimientos. Fase d.l. En las manos, oor lo tanto, me.quedan cuatro cartas. Falta una carta... y tú has pensado una. Fíjate que tú nunca dices que la carta que retiras es la carta que piensa el espec­ tador (para evitar la reacción inmediata: que te pidan que la enseñes en el momento de retirarla). El espectador piensa una carta. Punto. Y tú retiras una carta. Punto. Des­ pués se cotejan los resultados y sucede, a posteriori, que retiraste la carta pensada, puesto que es la ún ca que falta. (Es el espectador quien, al contar luego el juego, dirá lo que ha visto: qu; tú retirabas cada vez la carta que él sólo pensaba...)

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Enseña dos veces, mientras hablas, las "cinco" cartas. La primera vez, con cuen­ ta de bucle (manejo Ascanio, es decir, usando la forma de repartir cartas cara arribamétodo abierto)1: toma la primera carta (As) con la derecha palma abajo, el pulgar debajo (lado cara) y los dedos arriba (por el dorso del naipe), separa la mano dere­ cha, gira la muñeca y el As queda a la vista. El pulgar izquierdo hace avanzar la se­ gunda carta, de dorso. La mano derecha hace un giro de muñeca y coge esta segun­ da carta del mismo modo que la primera, junto a la que queda semidesplegada. Nuevo giro de muñeca y exhibición cara arriba del Dos (y bajo él puede verse también el As). Lo mismo para enseñar el Tres. Detallito: las cartas, según se enseñan, se fro­ tan entre sí con los dedos derechos. Todo se hace más bien despaciosamente. Mientras se enseña y semifrota el Tres - y tras él y con él, el Dos y el A s - el ma­ yor izquierdo hace un bucle sobre la carta inferior del paquete. La mano derecha hace su giro de muñeca para tomar la cuarta carta, el pulgar derecho se introduce por el hueco del bucle, y la muñeca gira exhibiendo el Cuatro (carta doble) y las demás car­ tas. Seguido, el Cinco se voltea grácilmente con y en la mano izquierda (sin fioritu­ ras), y se deposita cara arriba sobre el resto de las cartas que, también cara arriba, aguardan en la mano derecha. Se cuadra el paquetito, que permanece cara arriba, pa­ sándolo a la mano izquierda. Sigue inmediatamente la segunda "enseñada" de las cinco cartas, que se realiza mediante un culebreo vertical, aunque de cinco cartas: los dedos izquierdos des­ pliegan hacia la izquierda las tres cartas del fondo del paquete (el As, Dos y Tres); el pulgar izquierdo tira después también hacia la izquierda la carta superior (el Cinco) y los dedos mayor y pulgar derecho (en la posición de cortar), desplazan la carta do­ ble (el Cuatro), la cual, en movimiento de vaivén, queda por fin entre el Tres y el Cinco, viéndose las cinco cartas abiertas en semiabanico. Cierra las cartas, y coloca el paquete cara abajo en la mano izquierda, dispuesto a mezclar. Y recuerda: al en­ señarlas, di en voz alta el nombre de cada una. No importa que lo hagas dos, e in­ cluso tres veces. Procura que todo sea claro y evidente para el espectador. Fase b.l. Además, como ésta es una experiencia de consciente a subconsciente, vamos a mezclar las cartas, para que ni yo mismo sepa la ubicación, de ninguna. Haz una mezcla usual por arrastre en las manos, dorso al público. Se trata de una mezcla especial, aunque muy sencilla. En vez de "mariquita el último", la llamare­ mos mezcla doble la última (ahora sabemos que no se te va a olvidar el nombrecito). Consiste en arrastrar, de una en una, tantas cartas como pretendes tener en las manos (en este caso, cinco), siendo la última una carta doble.

Bien, en este momento repasa mentalmente el orden de las cartas que tienes en las manos. Es una secuencia fácil de recordar: Dos, As, Tres, Cinco, Cuatro, de arri­ ba a abajo. Si comparamos esa secuencia con el orden primitivo, tenemos: Orden primitivo: Secuencia actual:

1 \^/ 2 2>'Xl

3i 3Y

4\ / 5 5>A<4

La regla mnemónica no puede ser más sencilla: - El Tres no ha cambiado de posición; sigue siendo la tercera carta desde los dor­ sos o desde las caras. - El As y el Dos han intercambiado entre sí su lugar: el Dos es la primera carta de la parte superior del paquete, y el As la segunda, al contrario de lo que sucedía en el orden primitivo. - Lo mismo sucede con el Cuatro y el Cinco. El Cinco ahora es la segunda car­ ta desde abajo, y el Cuatro es la carta inferior. Mientras hablas, pues, repasa mentalmente la situación real de los naipes: 2 - As3 - 5 - 4, de modo que, en cuanto oigas el nombre de la carta pensada, sepas instan­ táneamente el lugar que ocupa;con las manos, enseña por los dorsos que sólo tienes cuatro cartas ("culebreo", "cuenta de bucle", o cualquier otra técnica). Cierra las cartas, que quedan cara abajo en un paquete en la mano izquierda. Fase e.l. Dime: ¿qué carta pensaste? ¿El Tres? No tengo ni idea de lo que habrá pasado. Ve­ amos lo que tengo aquí: está el Dos, el As, el Cinco y el Cuatro... pero no está el Tres. ¡El experimento ha funcionado! Pero, claro, la primera vez puede ser casualidad... Finge cierta indiferencia al oir el nombre de la carta pensada, recuerda inmedia­ tamente el lugar que ocupa en el paquete y empieza sin vacilación ni interrupción el manejo ocultativo que la carta pensada requiera. En este caso, el 1.3.a. en la relación que más adelante se indica, en epígrafe aparte. El primer ciclo de las cinco fases ha terminado; inmediatamente empieza otro ciclo. Segunda carta pensada Fase a.2.

público, desaparece al ver de nuevo las cuatro cartas exhibidas con un manejo dife­ rente (conceptualmente hablando, claro). El paquete termina, cara abajo y cuadrado, en la mano izquierda, listo para ser mezclado. Fase b.2. Mezclamos, mezclamos, pero esperemos que mi subconsciente trabaje... Vuelve a realizar dos veces la mezcla doble la última, como si se tratara de cua­ tro cartas (es decir, arrastra, de una en una, tres cartas y arroja encima la cuarta, que es doble). Puedes también realizar, si quieres, otra mezcla con "cambio y marcha atrás". Al final, si miras las cartas, encontrarás esta maravillosa secuencia: As - 2 3 - 4 - 5 (fácil, ¿eh?) Fase c.2. Retiro sin saber, sin ver nada, una carta cualquiera... ésta misma... Despliega como cuatro, dorsos a la vista, las cartas de las manos (por ejemplo, mediante "la cuenta de bucle", o con la enseñada sincera) donde con ambas manos palma arriba, tienes dos cartas descansando en cada una. Ojo: no digas que son cua­ tro cartas. Esto es obvio, y se da por supuesto (y esta observación vale para todas las "fases c" de la rutina). Sujeta por un momento todas las cartas en la mano izquierda y, sirviéndote de la mano derecha, separa sin enseñarla la primera carta pensada (que no debes haber ol­ vidado). Esta primera carta pensada, en nuestro caso, ha sido el Tres. Como las cin­ co que tienes en las manos (para el público, cuatro) están, según sabes, en este or­ den, de arriba abajo: 1 - 2 - 3 - 4 - 5 , la carta que tienes que separar y retirar es la tercera desde arriba. Es fácil de realizar en este caso, incluso teniendo las cartas desplegadas, (siendo doble la última o cuarta carta), porque al retirar la carta en cuestión no revelas la exis­ tencia de una carta de más. Pero, ¿y si la carta pensada en primer lugar es el Cinco o el Cuatro, es decir, alguna de las dos componentes de la doble? Puedes seguir en­ tonces estas fáciles reglas: - Si la carta que debe ser extraída es la inferior (en este caso, se trataría del Cinco, que sería la carta que el espectador pensó en primer lugar), para extraerla basta cuadrar el paquete de las "cuatro" cartas, y extraer con los dedos derechos la inferior.

Por favor, vuelve a pensar una de estas cartas: el Cuatro, el Cinco, el As o el Dos. Una cualquiera, y sólo pensarla... ¿Ya está? Enseña, con otro manejo ocultativo (por ejemplo, con el 1.3.b) las cuatro cartas en cuestión, sin desordenarlas, nombrándolas, una a una, para que así plantees cla­ ramente al espectador qué es lo que tiene que hacer. Así como la anterior (e. 1) es la fase final del primer efecto, esta nueva enseñada de las cartas actúa de fase de corroboración de aquélla. Si le queda alguna duda al

- Si la carta que debe ser extraída es la penúltima desde abajo (o sea, si la carta pensada en primer lugar fue el Cuatro), para extraerla cuadra las cartas en la mano izquierda, haz un bucle sobre la inferior, mete la punta de los dedos derechos -ye­ mas hacia arriba, claro- en el hueco dejado por el bucle, y extrae la segunda carta desde abajo como si fuese la inferior. (Otro método: usa la "carta corrida" con la in­ ferior y extrae la siguiente).

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Y otro sistema, que sirve tanto para el Cuatro como para el Cinco: el abanico del meñique,2 en el que la carta doble estará formada por el Dos y el As, siendo senci­ llas el Cuatro y el Cinco, que pueden ser extraídas sin problemas. No hay inconveniente en conseguir pequeños frotamientos, toqueteos de las car­ tas, etc., porque, para el público, estás dudando qué carta separar, hasta que te.decides por una. Tienes ya en tu mano derecha la carta extraída, el naipe que separas de las "cua­ tro" (para el público) que tienes en la mano izquierda. Sin enseñarla, deposítala en la parte superior de la baraja; con la misma mano derecha corta y completa el corte (la carta en cuestión queda perdida), cuadra y acaricia la baraja con los dedos dere­ chos y déjala sobre el tapete al alcance de la mano (para la próxima). Fase d.2. Sólo quedan tres cartas. De nuevo falta aquí una carta; y tú has pensado tina. ¿Cierto? Cierto. Enseña por el dorso las (cuatro) cartas que tienes en las manos como si fueran tres. La técnica que se emplea aquí es, siempre, un culebreo vertical de tres cartas, a veces acompañado de una presa del anular izquierdo, que sujeta la carta doble central mien­ tras el pulgar y el índice frotan contra ella, brevemente, la de arriba y.la de abajo. Insistimos en que es psicológicamente importante que los espectadores tengan claro y evidente estos aspectos "cuantitativos" de la marcha del juego. Si había cin­ co cartas, y con claridad se retira una, quedan como es lógico cuatro, como se ve; y si de esas cuatro se quita una, por supuesto que lo que resta son tres, como también puede verse. El público debe saber siempre cuántas cartas se están manejando en cada mo­ mento (sin sospechar siquiera que está errado). Ello hará más fáciles y convincentes, por otro lado, los respectivos manejos ocultativos, porque, por ejemplo, si el espec­ tador está convencido de que tienes tres cartas en las manos, apenas le enseñes tres caras, no buscará cinco pies al gato, y quedará más rápidamente persuadido de que su carta, la pensada, ya no está en tus manos... Después del culebreo vertical de tres cartas, cuádralas, sosteniéndolas en la mano izquierda. Antes de hacer al espectador la siguiente pregunta, repasa mentalmente el orden de las cartas. Si has extraído el Tres en la secuencia 1 - 2 - 3 - 4 - 5 , está claro que tienes ahora, de arriba a abajo, y de dorsos a caras, un orden de 1 - 2 - 4 - 5. Graba de modo intenso e intermitente este orden en tu mente, para pasar a la acción, sin pausas ni titubeos, tan pronto como el espectador te de su respuesta.

2.

El abanico del meñique, en LA MAGIA DE ASCANIO, Tomo 2, pág. 66.

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Fase e.2. ¿Qué carta pensasU'e?'... ¿El As? No sé, veamos: está el Cinco, el Cuatro... y ¡el Dos! ¡De nuevo hh funcionado! Localiza de inmediato, mentalmente, el lugar que ocupa la carta que te revela el espectador en el paquete, y realiza sin vacilación (y sin desordenar las cartas) el manejo ocultativo qufe ese lugar requiere. (En este caso -la primera carta.de la parte superior del paquete sería el 2.1 .a) No desordenes las cartas. Después del manejo ocultativo, el orden ddbe ser el mismo que al principio (en nuestro caso 1 - 2 - 4 - 5 ) . Termina así el [segundo ciclo. Empieza inmediatamente el siguiente: T&rc&ra carta ¿ensada Fase a.3. Pero vamos a seguir... Piensa otra vez en una cualquiera de estas tres cartas, el Dos, o él Cuatro, del Cinco... Sólo piénsala... Enseña de nuevo nombrándolas de una en una, las tres cartas en cuestión (fase "inicial" de un nuevo efecto y fase "de corroboración" de! efecto anterior). Usa, aho­ ra, a ser posible, un manejo ocultativo distinto al empleado en el apartado anterior; sin desordenar las cartas, cuádralas en la mano izquierda, presto para Ja mezcla que viene a continuacicn. Fase b.3. y c.3. Mezclamos... todavía más... Ahora, ¿qué carta, Dios mío, tendré que separar? ¡Yo que sé! ¿Esta? ¡Venga, ésta misma! En los casos anteriores había que hacer dos veces la primera mezcla doble la úl­ tima, igual que la segunda mezcla. Bueno, pues ahora, cuando aparentemente tienes tres cartas en las menos (en realidad "cuatro") debes realizar cuatro veces la mezcla doble la última (o sea, arrastra, de una en una, las dos primeras cartas y arroja la do­ ble encima. Y así cuitro veces). Para no equivocarte, puedes proceder así: haz la mez­ cla, primero dos veces; haz una pausa; meditativo, di: ...todavía más... y vuelve a realizar la mezcla oirás dos veces. Si miras e! orden en el que quedan las cartas después de esas cuatro mezclas, po­ drás comprobar que ¡el orden inicial se ha recuperado! (En nuestro caso, sigue sien­ do: As - 2 - 4 - 5. ¡Fácil! ¿Verdad?) Y eso porque, en esas circunstancias, la mezcla doble la última es lo que podemos llamar una "mezcla cíclica", que repite o recu­ pera el orden inicial;de las cartas tras un número determinado de mezclas -en este caso, cuatro- como .sucede con la "mezcla faro (exacta)" por ejemplo). Dado que conoces el orden de las (cuatro) cartas, te resultará sencillo desplegar­ las (como tres, por supuesto) en tus manos (recuerda: que se vea el dorso de tres car­ tas), y separa precisamente la última carta pensada (el As en nuestro ejemplo) es de­ cir, la carta superior del paquete en este caso. \2Q

Como en las ocasiones anteriores, coloca esta carta, con la mano derecha, sobre la parte superior de la baraja, corta y completa el corte, y cuadra la baraja. Repasa inmediatamente el orden en que quedan las cartas en la mano: si estaban en esta secuencia: 1 - 2 - 4 - 5, y retiras el As, es evidente que las tres cartas reales que quedan serán, por este orden, de arriba a abajo, el Dos, el Cuatro y el Cinco. Las cartas están cuadradas en un paquete, en la mano izquierda. Te dispones a hacer un extensión D'Amico/Ascanio. Fases d y e. 3. ¡Quedan dos cartas! ¿ Qué carta pensaste? ¿El Cinco? ¡Mira que sifaltara

aguí...

¿Cuál has dicho?... ¡El Cinco! Veamos... ¡Están el Dos y el Cuatro! ¡Salió! Haz la extensión D'Amico/Ascanio, desplegando las cartas, como dos, dorso al público. Para ello la mano derecha se dirige hacia la mano izquierda, coge todo el paquete de cartas por el extremo interior (pulgar derecho por debajo, dedos por en­ cima) y, mientras la mano derecha se separa y se eleva, se realiza el despliegue de las dos cartas aparentes; al final del movimiento, la mano derecha, a la altura de tu vista, muestra al público por el dorso, inmóviles, las dos cartas desplegadas, cuya ca­ ras tú puedes ver entonces perfectamente. El hecho de que tú puedas ver la cara de estas cartas (en nuestro ejemplo, se ve­ rán el Cuatro, que será doble, y el Cinco) es muy tranquilizador y cómodo: te evita tener más trabajo mental (salvo el de recordar que detrás del Cuatro tiene que estar el Dos), te hace comprobar que todo va bien, y te facilita lo que va a seguir. Mientras preguntas cuál fue la carta pensada, haz el frotamiento ascaniano con el que se culmina la extensión D'Amico/Ascanio, y toma desde atrás las dos cartas (aparentes) con la mano izquierda (palma hacia el público), que las cuadra en un pa­ quete que queda cara abajo cuando la mano gira hasta ponerse palma arriba, en la posición de dar. En cuanto nombren la carta pensada, haz el manejo ocultativo que corresponda, el 3.3.b. en este caso, demostrando que la carta pensada es la que falta en el grupo que tienes en las manos. Fíjate que el manejo ocultativo es ahora especialmente convincente y eficaz. Esa téc­ nica objetivamente más clara te permitirá una mayor dramatización y emoción gestua!. Cuarta (y última) carta pensada Fase a.4. Y ahora, por favor, mucha atención. Entre el Dos y el Cuatro, olvida una carta; ¿de acuerdo? Olvida una de ¡as dos..., el Cuatro, o el Dos... Enseña una vez más las dos cartas en cuestión (ver los manejos ocultativos 3.1 .l.b y c). Observa, en la charla propuesta, cómo para referirte a las cartas utilizas siempre su nombre (el Dos, el Cuatro). Esto se debe a que el espectador debe conocer sin titu­ beos ese nombre, para poder luego intervenir correctamente en lo que sigue. 130

Por último, algo muy importante: no es preciso, en esta ocasión, mantener el orden inicial de las cartas al jugar con ellas mientras las enseñas para que el espectador "olvi­ de" una. El orden puede alterarse; lo que sí es esencial es que te fijes en la carta que al final queda en la posición inferior del paquetito. Supongamos que es el Cuatro. Termina el breve jugueteo-exhibición de las "dos" cartas con ellas cuadradas cara abajo en un paquete en la mano izquierda, en posición de dar (la carta inferior es el Cuatro, según hemos dicho). Te dispones a mezclar. Fases b, c y d.4 Mezclamos... Me quedo en las manos con una sola carta... ¿será el Dos o será el Cuatro? Haz, como dos cartas, la mezcla doble la última tres veces. O sea: partiendo de que las tres cartas están perfectamente cuadradas, arrastra una carta y pon o arroja la doble encima (cuadra bien otra vez); pela de nuevo una carta y arroja la doble enci­ ma. Fin de las tres veces. Resultado: se ha completado un ciclo, y las cartas vuelven a estar en el orden del comienzo. Lo que nos interesa, es que el Cuatro vuelve a ser la carta inferior. Hacer una mezcla por arrastre con sólo dos cartas resulta algo peregrino e inu­ sual. Por ello no llaman la atención los movimientos de cuadrar "el paquete" duran­ te la mezcla (tan necesarios para que no se sospeche que en la mano tienes más de dos cartas). Terminada la mezcla, quedan las cartas, en un paquete, cara abajo, en la mano izquierda. Haciendo un levísimo bucle en la carta del fondo con los dedos de la mano iz­ quierda, toma desde arriba con la mano derecha las dos cartas de encima como una, asida por los dedos derechos por el extremo de delante y el pulgar por detrás; te des­ haces de esa carta (doble) dejándola sobre la baraja, y la pierdes con el consabido corte. Ya sabes que "maestro" no es el que hace lo difícil, sino el que hace muy bien lo fácil. Para deshacerte de la carta doble de manera "magistral", ten en cuenta estos detalles: Lo que dices Me quedo con una carta, no, me desprendo de una carta. Llamas la atención pues, con la palabra, sobre la carta sencilla que te queda en las manos, no sobre la doble que abandonas en la parte superior de la baraja. Lo que haces Hecho el bucle, la mano izquierda, con su carta (única) sobre la palma de la mano, inicia el movimiento de separación de las dos manos moviéndose hacia la izquierda; la mano derecha queda inmóvil hasta que, habiéndose ya separado la mano izquier­ da, la mano derecha se pone en movimiento (en zona penumbrosa) para dejar su car­ ta (doble) sobre la baraja (Ley ascaniana del movimiento prioritario). 131

Lo que miras Tus ojos siguen a tu mano izquierda cuando inicia el movimiento hacia la iz­ quierda, y casi no atienden a la mano derecha cuando deja su carta sobre la baraja y la corta a continuación, mecánicamente. Lo que destacas gestualmente Cuando la mano izquierda se ha desplazado a la izquierda, sus dedos se estiran al máximo (la palma se hace casi convexa), destacando gestualmente la única carta que queda, plana, sobre la palma (diversión física). Lo que destacas verbalmente ¿Será -dices, refiriéndote a la carta de la mano izquierda- el Cuatro o el Dos? (diversión mental). Con la repetición de los nombres de las dos cartas refrescas ade­ más la memoria del espectador acerca de los términos del problema, y aseguras su correcta intervención en las vicisitudes que siguen. Fase e.4. y "Climax" Alea jacta est: la suerte está echada. ¡Emoción! Por favor: ¿Qué carta olvidas­ te? ¿El Dos? Si olvidaste el Dos, esta otra carta debería ser... ¿El Cuatro? ¡Claro, el Cuatro! Pues veamos... ¡Emoción!... esta carta es... ¡El Cuatro! ¡Ahí está! Lógicamente, tú sabes que la carta que tienes en la mano es el Cuatro (la carta inferior del paquete de tres, de antes y después de la mezcla explicada en las fases b, c,y d.4, pág. 131). El espectador, evidentemente, puede contestar que la carta "olvi­ dada" es el Cuatro o que es el Dos. Hallar las palabras adecuadas para lograr que el propio espectador sea quien deci­ da que la carta (única) que tienes en las manos es el Cuatro (en nuestro ejemplo) es una de las mayores dificultades que Ascanio tuvo que vencer en la recreación de esta ruti­ na. Tanta fue la dificultad, que durante años abandonó el juego, porque no lograba con­ ducir con la-palabra al espectador a que le "exigiera" que laearta de la mano fuera la que en la mano estaba. (Incluso el espectador avisado se daba cuenta de que, con el ca­ melo del "olvide" en vez de "recuerde", se trataba de un caso más de "pseudo-elección" o "elección del mago" para la que serviría cualquier contestación). Pero, por fin, Arturo encontró las frases precisas. En todo caso, se trata de que sea el espectador quien diga (casi exija) o al menos admita positivamente que la carta de la mano debería ser la que en realidad es. En nuestro caso, el espectador debe decir: "Esa carta de la mano izquierda, que desco­ nocemos, tendría que ser-o admito que tendría que ser-precisamente el Cuatro". El espectador, no tú, debe decir eso, o algo parecido. Para lograr tal cosa, una baza inicial importantísima es tu actitud. Tú desconoces la carta .que queda en la mano, y por lo tanto, te da igual la respuesta del espectador, porque vas a limitarte a constatar imparcialmenté si acierta o no. Esas notas de (apa­ rente) desconocimiento, indiferencia e imparcialidad son la primera clave del éxito. 132

Pero ello es compatible con el hablar con pasión, con emoción: ¿Será el Dos o será Cuatro? ¡La suerl e está echada! ¡Emoción! Por favor, ¿qué carta olvidó? Veamos cada lina de las dos respuestas posibles: a) El espectá|dor nombra la carta que no tienes en la mano. (En nuestro ejemplo dice: "El Dos"). Entonces argumenta en una sola frase: Si olvidaste el Dos, ésta otra carta debería ser.. \■ y deja que él mismo concluya: "debería ser el Cuatro". ¿Comprendes ahora por qué es ti iportante que el espectador conozca el nombre de las dos. cartas en juego? Si tienes di das acerca de la memoria del espectador, machaca la "argumentación" así: Si entre ú Cuatro y el Dos, olvidaste el Dos, esta otra carta debería ser... (Observa también 1 sutileza verbal, para este caso, de hablar de la carta de la mano como de "esta otra carta' si dices el Dos, la otra carta es obligadamente el Cuatro). b) El es;pectajior nombra la carta que tienes en la mano. (En nuestro ejemplo, dice: "El Cuatro") Inmediatamente responde: ¿La carta olvidada es el Cuatro? Y al decir "carta olvidadla" señalas con el índice derecho estirado la carta cara abajo de la mano izquierda. Y repites: ¿La carta olvidada es el Cuatro? ¿Ésta? ¿Ésta debería ser el Cuatro? Cuando el espectador asienta, habrás vencido. (No olvides que tú ña­ ees las preguntas para saber, no para "llevar al huerto" al espectador). A veces, en este supuesto, sucej de que el propio espectador "pica" de lleno, y llega a decir: "Si, sí, la carta olvidada (¡y señala él la carta de la mano!) debe ser el Cuatro". Cuando, en cu Jlqtuiera de los casos (a - b), consigues que el espectador exija o admita sin reservas que la carta de tu mano izquierda debiera ser la que en verdad es (en el ejemplo, el (Cuatro), llegas a la fase "todo está hecho". En ella tienes la responsabilidad de conseiguir el máximo impacto en el público, rematando bien tu obra, sin desperdiciar de |nodo estéril, todo lo conseguido). Se deben provej ar e intensificar las emociones. De ahí el tono y dramatización de lo que dices y h Ices: - ¡Claro, el Cu •tro!: Nada de tono triunfalista, sino todo lo contrario: temeroso. (Como diciendo: "; ¡a me lo temía yo, pero tengo que admitirlo: el Cuatro"). - Pues, veamos tono de duda temerosa, pero esperanzada, - ¡Emoción! Est i carta es...: sincera curiosidad por conocer la carta, que te muestras a ti mismo lent imente, muy lentamente, volteándola despacito sólo hacia ti... - ¡El Cuatro!:] bilosa autosorpresa, enorme sorpresa... (La cara de la carta debe quedar inmóvil y m ly visible en tu mano izquierda). -¡Ahí está! Triunfalismo gozoso. Coge la carta con la mano derecha y arrójala cara arriba contra el tapet|:, con la misma fuerza y aires de "¡Ahí queda eso!" con que un jugador de tute arroja, |a un triunfo mientras dice: "¡Arrastro!" (Fase de corroboración). 133

El público y, sobre todo, el espectador-colaborador, queda estupefacto. Mientras aplauden, si las circunstancias permiten el aplauso, descarga tu energía, y "coréate": ¡Esto no puede ser casualidad! ¡Aciertas hasta la última! ¡Qué cosas, Dios!.. ¿Es o no es este juego una verdadera perla mágica? Arturo admiraba especialmente dos cosas en él: desde el punto de vista de la cons­ trucción, el hecho de que la carta pensada antes, que sobra una vez revelada, sirva de carta extra en la fase subsiguiente. Y dramáticamente, la repetición del efecto, que consigue que la estupefacción del espectador vaya "in crescendo", hasta que queda una sola carta: final natural y prueba bellísima y palpable de todo lo sucedido. La primera vez, puede ser casualidad. La segunda vez, quizás suerte. La tercera es costumbre, pero la cuarta es... Magia.

idéntica manera. Más natural resultará, sin duda, exhibirlas de diferente forma en cada ocasión. Y, sobre todo, en la fase final (fases e), debe irse a una exhibición más di­ recta, concreta, sobria y convincente; nada de fiorituras, ni movimientos que huelan a truco, ni preciosismos: "Pensaste el Tres", y aquí no está el Tres. Punto. En cam­ bio, en la fase expositiva (fases a), en la que se enseñan las cartas para su selección mental, pueden estar justificadas pequeñas insistencias, reiteraciones, aperturas, vueltas y toqueteos, como queriendo dar tiempo y ocasión al espectador para que re­ alice silenciosamente su elección. En todo caso, no caigas, en el error de "rizar el rizo". No estás exhibiendo técni­ cas, sino enseñando cartas. Ofrecemos sólo tres soluciones (a, b y c) -las que creemos más selectas- para la ocultación de cada carta (puede haber muchas más, incluso sin salimos de lo descri­ to en esta obra). La solución explicada en "a" es la que Arturo estimaba más directa y apropiada para'ser usada en las fases e; las otras dos son variantes, quizás más ap­ tas para las fases a. Pero no olvides que la selección de soluciones se realiza con cri­ terios muy subjetivos. Por otro lado, las cartas se enseñan y despliegan en dos posiciones de las manos, que llamaremos baja y alta. En la posición baja las cartas están horizontales y cara arriba, y los espectadores (y, a la vez, el mago) las contemplan de arriba a abajo. En la posición alta, las cartas están verticales y a la altura de los ojos, y mientras el es­ pectador puede ver sus caras, el mago ve el dorso de las mismas. No olvides que, al ser exhibidas, las cartas no deben desordenarse (o, mejor di­ cho, al final de la exhibición deben presentar la misma ordenación que al principio). Así podrás efectuar las mezclas especiales subsiguientes con eficacia, (con excep­ ción de las últimas "dos" cartas, según se explicó). Se supone que al comienzo las cartas están en un paquete, en la mano izquierda, caras abajo. Has lanzado la gran pregunta: ¿Qué carta has pensado?, y te dispones a actuar inmediatamente, realizando el manejo ocultativo que deje eclipsada preci­ samente la carta pensada.

5 . Manejo ocultativo de (a carta pensada Enumeremos ahora las distintas técnicas que pueden emplearse en la ocultación de la carta pensada en las diferentes fases a y e. Todas están explicadas en esta obra, por lo que nos limitaremos a hacer al final la referencia correspondiente. Puede pa­ recer inabarcable al principiante. Pero, también en esta ocasión, el problema de la técnica es más de calidad que de cantidad. El aprendiz deberá empezar por los mo­ vimientos más sencillos, y lanzarse al estudio de la construcción y presentación del efecto en cuanto tenga una solución técnica mínimay suficiente para cada situación. Por otra parte, aunque aparentemente sea complicado, los mismos movimientos se repiten constantemente para solución de varias hipótesis, de todas las cuales sólo una se dará en la práctica. Sin embargo, se supone que has aprendido y asimilado los movimientos ya ex­ plicados. Y es que este efecto es como la catedral del refrán, con la que uno no debe estrenarse. No es, precisamente, el juego adecuado para aprender partiendo desde cero, pero sí para aplicar lo aprendido y, sobre todo, para hallar nuevos matices en el manejo de la carta doble. Recomendamos incluso que, antes de entrar a fondo en los entresijos de este efec­ to, estudies o repases el "Mental Card Miracle" (Milagro mental con cartas), de Dai Vernon, descrito en el libro ESTRELLAS DE LA MAGIA, pág. 91. La mayor variedad técnica que ahora sugerimos tiene sus ventajas. Las cartas se exhiben al espectador en dos momentos o fases (que se repiten cíclicamente), con dos finalidades distintas. En las fases "a" las cartas se muestran para que el especta­ dor elija mentalmente una (fase expositiva). En cambio, en las fases "e" los naipes se enseñan para demostrar que entre ellos ya no está la carta pensada, es decir, que la pensada es la que se retiró previamente (fase final de cada efecto). Esa finalidad distinta aconseja también un manejo diferente. Ante todo, porque no es lógico, si se enseñan unas cartas en varias ocasiones, enseñarlas cada vez de

1.1. Ocultación de la primera carta (el Dos) 1.1.a. El paquete se vuelve cara arriba. Posición "baja"; técnica: cuenta cuatro cartas, siendo la última doble. También puedes usar la enseñada sincera.

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I. Manejos ocultatfvos para la PRÍMERA CARTA pensada En las manos, cinco cartas, que van a enseñarse como cuatro (ver apartados e. I y a.2). El orden de estas cartas, de dorso a caras y de arriba a abajo, es siempre el si­ guiente: primera carta: el Dos; segunda: el As; tercera: el Tres, cuarta: el Cinco, y quinta: el Cuatro.

l.l.b. Paquete cara abajo, posición "baja". Obten una separación debajo de las dos cartas superiores, volteo de Tenkai. Después de mostrar las cartas, coloca la car­ ta (doble) de la mano derecha debajo de las tres de la mano izquierda. l.l.c. Paquete cara abajo, posición "baja". Obten una separación debajo de las dos cartas superiores, abanico del meñique, y pasa a posición "alta", en la que exhi­ bes las cartas. 1.2. Ocultación de la segunda carta (el As) 1.2.a. Cartas cara arriba, posición "baja". Cuenta de bucle, haz el bucle al con­ tar la tercera carta. 1.2.b. Cartas cara arriba, posición "baja". Culebreo Las Palmas-5, con una se­ paración debajo de la segunda carta desde arriba. 1.2.c. Cartas cara abajo. Posición "alta": Culebreo normal o el vertical. 1.3. Ocultación de la tercera carta (el Tres) 1.3.a. Paquete cara abajo, posición "baja". Cuenta de bucle, variante de Ascanio. Recuerda, das las cartas cara arriba con el método abierto (Ver apartado fase a. 1). Haz el bucle al contar la tercera carta. 1.3.b. Paquete cara arriba, posición "baja". Culebreo normal o el culebreo vertical. 1.3.c. Paquete cara abajo, posición "baja". Obten una separación debajo de la se­ gunda carta superior; mientras se alzan las manos hasta la posición "alta", culebreo Las Palmas-5. Si quieres ahora puedes hacer el volteo en O (las cartas quedarán cara arri­ ba en la mano izquierda en posición "baja"); luego reviertes el volteo (las cartas que­ dan otra vez cara abajo en la mano izquierda) o las pasas cara arriba a la mano dere­ cha, que tras mostrarlas, las voltea lateralmente cara abajo sobre la mano izquierda. 1.4. Ocultación de la cuarta carta (el Cinco) 1.4.a. Paquete cara arriba, en posición "baja". Obten una separación debajo de las dos cartas superiores, volteo Tenkai, muestra las cartas, tres en la mano izquier­ da y una en la derecha, en posición "alta". Luego coloca la carta de la mano derecha (doble) debajo de las de la mano izquierda. 1.4.b. Paquete cara arriba, posición "baja". Obten una separación debajo de las dos primeras cartas: luego muestra las cartas mediante el abanico del meñique. 1.4-c. Paquete cara abajo, posición "baja". Muestra primero en posición "alta" tres cartas, que pasas de la mano izquierda a la derecha, y muestra la cuarta (doble) mediante el chasquido. 1.5. Ocultación de la quinta carta (el Cuatro) 1.5.a. Como única solución específica, Arturo no conocía otra que la misma que 136

diera Dai Vemonien su "Mental Card Miracle": el empalme rápido del tahúr (el "gambler's palm"). Esta solución tiene dos grandes ventajas. Una vez empalmado el Cua­ tro en la mano izquierda, las cartas se enseñan abriéndolas en abanico del pulgar, con indudable soltun , con la mano derecha, en la que realmente hay sólo cuatro cartas. Y, sobre todo, se cumple con la regla "no escrita" de este juego: la de que, una vez que el espectadoi i nombra la carta pensada, el mago no debe hacer con las cartas otra cosa que enseñarlas. Pero esta solución tiene también graves inconvenientes: ángulos muy indiscretos, si se trabaja, como es bastante usual en este juego, completamente rodeado de público; disponer sólo de la mano derecha para enseñar las cuatro cartas en las fases e y a, etc. Si hemos de lecir la verdad, cuando Arturo decidió prescindir del empalme, al menos para la pri pera carta pensada (e incluso para la segunda y a veces hasta para la tercera), el juego se volvió mucho más práctico y factible en cualquier circuns­ tancia. Sin olvidar, entonces, esta solución, bellísima desde el punto de vista de la construcción y muy engañosa si está bien utilizada, veamos otros procedimientos. 1.5.b. Pasa el Cuatro desde su quinto lugar a la parte superior del paquete (y apli­ ca a continuación pualquiera de las soluciones 1.1, puesto que el Cuatro ha pasado a ser la primera canja). Realizar ese traspaso sin que el público sospeche lomas mínimo acerca de su ineludible necesidad, y que lo tome como un toqueteo o jugueteo más con las cartas, representa un problema de cobertura. He aquí algunas observaciones al respecto: Después c e lanzar la gran pregunta (¿ Qué carta has pensado?) no separes o apartes la mano derecha lejos de las cartas. Antes bien, manten la mano derecha cer­ ca, casi tocándolas!, incluso (si tuvieras el palpito de que te van a decir: "El Cuatro") sin dejar de jugar y mover las teóricas cuatro cartas. De ese modo, las acciones si­ guientes saldrán rrjás disimuladas. Primera regla, pues: mano derecha cerca del pa­ quete, incluso quisas tocando las cartas. En.cuanto el espectador dice: "El Cuatro", juguetea con las cartas con aire de indiferencia, copo si no hubieras atendido a'la revelación de la carta pensada; el jugueteo consiste en abrir las cartas, por ejemplo, con una cuenta de bucle. Trata de desconectar el jugieteo con las cartas de la palabra del espectador, o sea, que no pa­ rezca que te pones én acción al oírle. Dirígete a otro espectador diciendo: ¡Mira que sifaltara el... ¿El Cuatro has dicho, no? Mientra,; mueves la cabeza para dirigirte con esta última pregunta de nue­ vo al espectador, pasa la cuarta carta visible (la que sostiene la mano izquierda) so­ bre las tres cartas niás o menos desplegadas que están en la mano derecha. Deja to­ das las cartas en la mano izquierda con la intención (o para: preposición de la acción en tránsito) de volver el paquete cara arriba -el Cinco de la parte inferior del paquete se hace visible. Ya fstá hecha la maniobra. 137

Conviene añadir alguna frase que actúe de paréntesis de olvido, teniendo ya el paquete cara arriba en la mano izquierda, del estilo: Resultaría entonces que mi subconsciente es el mago, o simplemente que la casualidad me favorece, y aplicas la técnica explicada en 1.1.a., ó l.l.b. Muy importante: no te olvides, antes de hacer la mezcla doble la última que si­ gue, de restituir el Cuatro a su primitivo lugar. Para ello,, al iniciar la mezcla, arras­ tra una sola carta (el Cuatro) y arroja sobre ella el resto del paquete; y continúa sin interrupción la mezcla doble la última. Z. Manejos ocúltateos para la SEGUNDA CARTA pensada En la manos o, mejor, en la mano izquierda, en un paquete cara abajo, tienes cuatro cartas reales, que vas a enseñar como tres, de las cuales ninguna será la carta pensada, cuyo nombre te dice el espectador. Llamaremos primera carta a la superior del paque­ te, y las demás, por su orden de arriba a abajo, serán la segunda, la tercera y la cuarta. 2.1. Ocultación de la primera carta 2.1.a. Paquete cara arriba. Posición "baja". Cuenta, pasándolas a la mano dere­ cha tres cartas, la última es doble. 2.1.b. Paquete cara abajo, separación debajo de las dos cartas superiores, volteo Tenkai. Cogida de la doble y twist de la uña con despliegue de la otras dos cartas, la doble la colocas debajo. . 2.1.c. Paquete cara abajo, posición "baja". Separación debajo de las dos cartas superiores; abanico del meñique, pasando al abrirlo a la posición "alta". 2.2. Ocultación de la segunda carta 2.2.a. Paquete cara arriba, posición "baja". Cuenta de bucle. Se hace el bucle al contar la segunda carta. 2.2.b. Paquete cara arriba, posición "baja". Culebreo normal o vertical de tres cartas, con o sin presa del anular de la doble. 2.2.C Cartas cara abajo, posición "alta". Culebreo norma! o vertical de tres cartas. 2.3. Ocultación de la tercera carta Las siguientes variantes a, b y c pueden realizarse una a continuación de otra. 2.3.a. Cartas cara abajo, posición "baja". Pasa dos cartas a la mano derecha, muéstralas en posición "alta" y con la de la mano izquierda haz el chasquido. 2.3.b. Cartas cara arriba, posición "baja": Extensión, hacia la izquierda, con el índice izquierdo de las dos cartas inferiores. Introduce la doble que sujeta la mano derecha entre las dos cartas de la mano izquierda y seguido, realiza un culebreo ver­ tical de tres cartas con presa del anular. 13?

2.3.C. Cartas cara arriba, posición "baja". Obten una separación debajo de las dos cartas superiores, y haz el volteo de Tenkai. Para mostrarlas pasa a posición "alta", tomando la doble con mano derecha, que hace el twist de la uña con ella. Lleva de nuevo la doble a su lugar (debajo de las de la mano izquierda) y cierra la extensión. 2.4. Ocultación de la cuarta carta 2.4.a. Cartas cara abajo, posición "baja". Empalme rápido del tahúr en la mano izquierda y abanico del pulgar de tres cartas en la mano derecha (solución de Dai Vernon en su "Mental Card Miracle", ver "Ocultación de quinta carta", 1.5.a). 2.4.b. Pasa la cuarta carta (la inferior) a la parte superior del paquete (ver co­ bertura de este gesto en 1.5.b), y aplica las soluciones ya referidas para la primera carta (2.1 .a, b, c). Al final de la exhibición, al empezar la mezcla subsiguiente, pasa, arrastrándola, la carta de la parte superior del paquete al cuarto lugar; y sigue la mez­ cla doble la última correspondiente. 3. Manejos ocultafwos para la TERCERA CARTA pensada En las manos, un paquete de tres cartas, que van a. enseñarse como dos. Como ya hemos adelantado, en los manejos que siguen no es preciso mantener ■ el orden de las cartas. Pero sí es necesario recordar la carta que, al final, queda en la parte inferior del paquete. 3.1. Ocultación de la primera carta 3.1.a. Cartas cara abajo, posición "baja". Coge ¡as cartas en la mano derecha y al voltearla haz la extensión D'Amico/Ascanio. 3.1.b. Cartas cara abajo. Con la mano derecha, usando la dada de repartir cartas cara arriba, método abierto coge como una, previo bucle de la inferior, las dos cartas superiores; luego voltea la mano derecha hacia delante mostrando la doble (como una) y volteando la otra carta en la mano izquierda, muestra dos cartas cara arriba. Reúne ambas cartas en la mano derecha (la de la mano izquierda debajo) y usando el volteo con colchón de aire voltea ambas cartas cara abajo sobre la mano izquierda. 3.1.c. Cartas cara arriba, posición "baja". Pasa dos cartas (la última es doble) de la mano izquierda a la derecha. 3.2. Ocultación de la segunda carta 3.2.a. Cartas cara arriba, posición "baja". Extensión D'Amico/Ascanio, pasan­ do a la posición "alta" una vez desplegadas las cartas. En esta posición haz el des­ plazamiento ascaniano de la doble. 3.2.b. Cartas cara abajo, posición "baja". Doble extracción de abajo de una car­ ta doble con la mano derecha, luego voltea esa carta hacia delante mostrando su cara 13
y haz un volteo simultáneo en la punta de los dedos de la carta de la mano izquier­ da; pon este naipe, cara arriba, sobre la doble de la mano derecha (se altera el orden, pero no importa); vuelca todo cara abajo sobre la mano izquierda, y continúa con una extensión D'Amico/Ascanio. 3.2.C. Parecido al manejo anterior. Cartas cara abajo, posición "baja". Despla­ zamiento hacia la izquierda, con el pulgar izquierdo de la carta superior, volteo con la mano derecha de la carta doble (mediante el volteo de Stuart Gordon) y twist de la uña con el mismo naipe doble. Simultáneamente voltea la carta de la mano iz­ quierda. Pon esta carta, cara arriba, sobre la de la mano derecha. Volteo de estas dos cartas sobre la mano izquierda con colchón de aire. Puedes seguir con una extensión D'Amico/Ascanio. 3.3. Ocultación de la tercera carta 3.3.a. El empalme rápido del tahúr de la carta inferior es ahora especialmente atractivo, porque la mano derecha puede frotar (para mejor "diversión") las dos car­ tas que toma con inequívoca claridad. Tanto es así, que quizás convenga hacerlo -a poco ángulo de que se disponga- en medio y como complemento de otros manejos. 3.3.b. Pasa la carta inferior sobre la doble, y realiza los manejos 3.1. (Eso es lo que se supone sucede en el ejemplo. De ahí la peculiar versación que se propuso. Ver, también, 1.5.b. Ahora no es necesario recuperar orden alguno de los naipes, pero sí recordar el que queda en la parte inferior, como sabes.

6. Las dejadas y el «anejo ocultativo Dominada el arma de las dejadas, es inmediato pensar en la aplicación de esas técnicas al juego que nos ocupa. La incomparable fuerza demostrativa y convincen­ te que se obtiene con las dejadas parece insustituible para evidenciar que la carta pensada no está entre las demás... Arturo estudió las posibilidades de las dejadas en este juego y virtualmente te­ nía soluciones para todas las hipótesis. Pero no las dio a conocer, por estas razones: 1. Es discutible que el juego gane en fuerza convincente ante profanos. 2. La rutina se hace poco práctica porque, en vez de un rincón de una mesa, en cual­ quier superficie, las dejadas exigen cierto espacio (tapete o similar); porque esa téc­ nica requiere que el público no esté encima (distancia mínima, un metro) y porque es frecuente que con las dejadas se dificulte la conservación del orden de las car­ tas, con lo que las diferentes soluciones se complican extraordinariamente. 3. No tenía bien experimentadas y contrastadas sus soluciones ante el público. 140

Sin embargo, reconocía que se trata de un tema muy interesante, que merece la pena ser estudiidó. . Para animarte, explicaremos a continuación su solución con la "enseñada" ini­ cial de seis cartas como cinco a fin de que el espectador elija mentalmente la prime­ ra carta pensada (ver fase a.l de la explicación). Las seis ca:1as deberán ordenarse previamente así, de dorsos a caras y de arriba a abajo: A - 2 4 - 6 - 3 - 5 ; siendo el Seis la carta extra. I. Vuelve el paquete de cartas cara arriba. Harás una dejada tirada con seis cartas como cincc. Sostén el paquete con la mano derecha (posición de cortar). La mano izquierda palma arriba despliega hacia la izquierda, con la yema de los dedos, el As, Dos y Cuatro de la parte inferior; el pulgar izquierdo posa su yema sobre el Cinco en h. cara del paquete, retiene esta carta y los dedos de la mano derecha desplazan r acia la derecha la carta doble, que inmediatamente gira con gracia (culebreo Tenerife) sobre sí misma. La mano derecha se separa y coge (pulgar en­ cima, dedos debajo) la pinza de deslizamiento que forman el Cinco y el Cuatro; la carta doble (el Tres) se desliza de entre ellas y suavísima cae sobre el tapete sin desplegarse; moviéndose simultáneamente, la mano derecha deja el Cuatro y el Cinco a a derecha del Tres, y la mano izquierda hace lo mismo con el Dos y el As, a su izquierda: la escalera ordenada del As al Cinco resplandece con sus cinco naipes, únicos, separados, solos, sobre el tapete. 2. Pide al es;potador que piense una carta. Cuando lo haya hecho, la mano derecha recoge (pi J I C O tteo) las cartas de derecha a izquierda, colocando el Cinco sobre el Cuatro, estfis dos sobre el Tres, etc.; y pasa el paquete cara arriba a la mano izquierda 3. Puedes enseñar de nuevo estas cartas: 3.a. En las manos: Obten una separación debajo de dos cartas superiores, que mantiene el pulgar de­ recho por t\ extremo interior. Los dedos izquierdos desplazan a la izquierda la carta de ab ijo (el As). Con el resto de las cartas haz un culebreo Las palmas-5, que oculta la carta extra y exhibe todas las demás. 3.b. En la mesa: Vuelve el p aquete cara abajo. Obten una separación encima de las dos cartas in­ feriores, qt.e mantiene el meñique izquierdo. Deja las cartas cara arriba, de una en una, de derecha a izquierda, sobre la mesa, solapando parcialmente la que das sobre la qu2 está en el tapete. Da con la dejada estudio, por supuesto, la tercera carta que e:> doble. Recoge "en cuchara" la fila de cartas, de derecha a izquierda. 14!

4. Después de hacer, como corresponde, dos veces la mezcla doble la última (apar­ tado b.l), las cartas quedan en este orden, de arriba a abajo, de dorso a caras: 2 1 - E -3 - 5 - 4. Por lo tanto, la carta que debes retirar y perder en la baraja es la tercera desde arriba (y no la cuarta, como se dice en el párrafo c. 1 del texto). He­ cho eso, el orden de los cinco naipes es: 2 - 1 - 3 - 5 - 4 (el mismo que el del pá­ rrafo e. 1) Puedes continuar la rutina. Valga lo dicho de botón de muestra. No cabe duda de que la solución "por deja­ das" merece ser estudiada. 7. "Trucos" para ensayar En este juego, el ensayo y la práctica persiguen, además del creciente domi­ nio de la técnica, lograr la agilidad mental necesaria para elegir el manejo ocultativo correspondiente inmediatamente (y sin error) después de que el espectador revele su carta. Pero ese ensayo es virtualmente imposible si no te ayuda otra persona (o si no recurres a los "trucos" que Ascanio sugería). Y es imposible el ensayo a solas por­ que tienes que desdoblar la mente demasiado; debes recordar, a la vez, no sólo las mezclas y la ordenación resultante, sino la carta pensada antes, la pensada ahora y lo que queda después... un lío mental imposible de abordar. Trata de hacerlo y lo comprobarás. . ■ El truco, si no tienes un ayudante por los alrededores, consiste en "construir" un espectador... con una escalera del As al Cinco de cualquier palo, mezclar es­ tas cinco cartas de verdad, y dejarlas cara abajo sobre la mesa. Ya está construi­ do tu eficaz espectador. Tú sólo te preocupas del juego, y cuando llegue el mo­ mento, "le" preguntas a tu silencioso montón de cinco cartas: ¿Qué carta pensó?, y descubres como respuesta la carta de encima de ese paquete, te fijas en ella y la ocultas bajo el mismo montón. Ensayas tus movimientos ocuitativos y mezclas, pides a tu "espectador" que piense otra carta y, en su momento, vuelves a descu­ brir su carta de encima. Y así puedes practicar sin más embrollos mentales que los propios del jueguecito... Para los estudiosos y metódicos -para los que progresan deprisa-Ascanio con­ feccionó el cuadro anexo, en el que se representan todas las combinaciones posi­ bles de la sucesiva elección mental de las cinco cartas (hemos rodeado con un rec­ tángulo la combinación de cartas pensadas que se ofrece en el texto de esta explicación: Tres - As - Cinco - Dos - Cuatro). Las soluciones posibles son "sólo" sesenta, y no ciento veinte, puesto que las dos últimas cartas representan una úni­ ca posibilidad. Ese cuadro te facilitará la práctica de combinaciones rebuscadas e imprevisibles. 142

El mejor modo de usarlo es hacer una pequeña escotadura en forma de "U" en el borde superior de una cartulina o carta vieja, y tapar con ella una combinación cualquiera, descubriendo en la ventanita de la escotadura la primera carta "pen­ sada". Deslizando sobre los números hacia abajo la cartulina, se van descubrien­ do, de una en una, las sucesivas cartas "pensadas". Pero la mejor y más agradable manera de practicar es contar con la ayuda de otra persona. lililí 2 22222 3 34 4 55 4 55334 5 4 3 5 4'3

lililí 3 3 3 3 33 2 2 4 4 55 4 52524 5 45242

2 2 33 55 3 5 2 5 23 5 35232

2 22222 lililí 3 344 55 4 5 3534 .545343

2 22222 3 33333 114 4 5 5 • 4 5 15 1 4 5 4 5 3 4 1,

4 44444 113 3 5 5 3 5 15 13 5 3 5 13 1

lililí

4 44444

2 22222

lililí 5 5 5 5 5 5223344 3 4 24 23 4 34232 2 22222 5 55555 113 3 4 4 3:4 14 13 4 3 4 13 1

3 3 3 3 .3 3 lili 1 1 2 24 455 4 52524 5 4 5242

3 2 1 4 5

3 3 333 2 2 2 2 2. 14 4 5 5 5 15 14 4 5 14 1

4 44444 I 12 2 5 5 2 5 15 12 5 2 5 12 1

3 5 1 2 4

4 44444 lililí 2 23355 3 5 2.523 5 35232

4 2 1 3 5

44444 22222 13 3 5 5 5 15 13 3 5 13 1

4 3 1 2 5

44444 3 3 3 33 12 2 5 5 5 15 12 2 5 12 1

4 44444 5 55 555 112 2 3 3 2 3 13 12 3 2 3 12 1

5 55555 3 33 333 112 2 4 4 2 4 14 12 4 2 4 12 1

4 44444 112 2 3 3 2 3 13 12

5 555 55 lililí 2 23344 3 4 24 23 .4.3 4 2 3 2

3 3 3 3 33

5 55555 2-2 2 2.2 2 1 13 3 4 4 3 4 14 13 4 3 4 13 1

143

3 3 333 555 55 12 2 4 4 4 14 12 2 4 12 1

5 5 5. 5 5 5

3 2 3 12 1

£i manto de ía noche "Sequacious Spades" figuró en su repertorio ganador de Sevilla (en 1959). Es otro de los clásicos de Ascanio. Lo aprendió en los años cincuenta cuando leyó la des­ cripción que del juego del Dr. Jacob Daley hizo Milbourne Christopher en M.U.M. Con su versión (Arturo decía que era simplemente el juego de Daley con algunos cam­ bios) maravilló a la España mágica de los años 50. También es el primero de una rutina que Arturo llamaba "A través de la mesa". Los otros dos juegos que la componen son: "Los Reyes de Hamman/Kaps" y "La cartera de Freddy Fah", que también explicaremos en este capítulo. Lógicamente, como era su costumbre, este juego fue sufriendo a través de los años diversas transformaciones; le fue añadiendo nuevas técnicas y movimientos ascanianos. Aquí presentamos lo que creemos era su última versión. Incluimos también unas variantes porque es interesante que queden recogidas.

Requisitos Una baraja normal y una plancha de cartón o plástico (Arturo usaba una plancha de plástico) de aproximadamente 25x30 centímetros. También puedes usar una re­ vista de esas dimensiones o una hoja de periódico doblada en cuatro. En nuestras ilus­ traciones hemos usado una alfombrilla de ordenador.

Pela con el Pttgar izquierdo tres cartas sobre la mano izquierda y deposita encima la última (ésta es ^na carta doble). Como hemos dicho haz esta mezcla dos veces. Luego, usando la extensión descuidada ("Ases con amor", pág. 222, Tomo 2) deja las cinco cartas; extendidas como cuatro sobre la plancha de plástico, hacia su centro. Habla con el1 público; tus manos están libres y sobre la mesa está la plancha de plástico y encim^ de ella cuatro (cinco) cartas extendidas cara abajo; todavía no has dicho cuántas Di: Concreta,\nente, estejuego, lo haré con cuatro cartas. Al decirlo, con la mano derecha barre hacia atrás las cartas de la plancha y pásalas a la mano izquierda; cuádralas, y seguido uéntalas, de una en una, pasándolas sin alterar su orden, de la mano izquierda a la manto derecha; la última que pasas es doble (fig. 1). La mano derecha las sujeta abiertas en abanico (fig. 1). Cuando las tienes en la mano, el pulgar sé mueve hacia delante desplazando descuidadamente la superior sobre las otras (fig. 2). Este es uno de los típicos movimientos de Ascanio; era una característica de su magia: la soltura con que manejaba los naipes o soltura despistante. Para que al hacer este tipo de movimientos la carta doble no se descuadre es preciso estudiar el grado de presión con el que se agarran las cartas. En este caso la presión que se hace debe ser más bien poca. La doble, que es la última que se ha tomado, permanece quieta jy es la superior la que se desplaza hacia delante y hacia la izquierda, por encima del resto ¡to de cartas. Pasa las cartasl a la mano izquierda, cuádralas y vuelve a repetir dos veces la mezcía en las manos pe doble la última. Di: Recordad que este juego se hace sólo con cuatro cartas.

Ordenación A fin de no perder tiempo en la presentación, lo mejor es que tengas preparadas en la cara de la baraja las siguientes cartas, desde la cara hacia abajo: 2T - 3T - 5T AT - 4T. Rutina Coloca la plancha de plástico sobre la mesa, en el centro, un poco adelantada ha­ cia los espectadores, pero dejando sitio suficiente delante de ella para dejar allí so­ bre el tapete las cartas, como se explicará más tarde. Toma la baraja y sin que el público sepa cuántas retiras, coge, sin alterar su or­ den, las cinco primeras (las de la ordenación). Deja la baraja a un lado. Mientras di­ ces: Este es un juego con pocas cartas... a mí me gustan ¡os juegos con pocas car­ tas porque son muy claros, realiza dos veces la mezcla en las manos doble la última. Brevemente: con las cartas en la mano izquierda, en la posición de dar, tómalas en la mano derecha, desde abajo, por sus extremos (pulgar en el extremo interior y de­ dos en el exterior) con los dorsos hacia la izquierda (arriba).

Después de la doble mezcla, voltea lateralmente las cartas cara arriba y haz un culebreo vertical con presa del anular y sin pausas haz la dejada frotada.

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Con estos manejos ascanianos habrás dejado sobre la mesa, en'su parte delantera y de izquierda a derecha el 4T, el 3T (debajo oculto el 5T), el 2T y el AT. Para dejar la doble sobre la mesa usa la dejada quemada. Al colocar las cartas sobre la.mesa deja que el 3T y el 2T estén parcialmente apoyados sobre la plancha de plástico (fíg. 6). Di: Estas cuatro cartas son fáciles de recordar pues son el 4, 3, 2 y As de Tréboles. Añadiendo: También interviene esta.plancha de plástico, que es como el manto de la noche... (Arturo citaba aquí unos versos de Pablo Neruda). Al decirlo retira, con am­ bas manos, hacia atrás y luego hacia arriba la plancha de plástico. Al retirar la plancha las cartas que estaban parcialmente apoyadas sobre ella caerán a la mesa; la doble no se separará (fig. 7). Muestra claramente, la plancha, y vuélvela a colocar sobre la mesa, detrás de la fila de cartas. En este punto tenemos lo que Ascanio llamaba un falso pun­ to departida. Si el público lo acepta, si creen que sólo tienes cuatro cartas y una plan­ cha de plástico, lo que vendrá después les parecerá un verdadero milagro. Recoge las cartas, de derecha a izquierda, con la mano derecha, usando la recogida el picoteo. Cuádralas, cara arriba en la mano izquierda y di: Colocaré una carta sobre las cuatro esquinas... el As aquí. Al decirlo, señala con tu dedo índice derecho un pun­ to de la mesa que esté situado hacia la esquina superior izquierda del tapete. Ahora contarás una vez más las cartas mediante la cuenta que Arturo llamaba con desplazamiento y golpecito. Con las cartas, cara arriba, en la mano izquier­ da, cuéntalas, pasándolas, de una en una, a la mano derecha. Primero pasa la pri­ mera (el As), luego cuenta eIrDos, que coges debajo del As y desplazado hacia la izquierda; luego pasa por empuje (push-off) una doble, aparentemente el Tres. Ar­ turo daba un pequeño golpecito con el abanico sobre su palma izquierda (fig. 3); con ello pretendía cuadrar la carta doble por si se hubiese descuadrado algo al ser desplazada a la mano derecha. Luego pasa el Cuatro, colocándolo debajo en el aba­ nico y en el extremo izquierdo. Con las cartas abiertas en abanico en la mano de­ recha. la mano izquierda va a cogerlas para mostrarlas entre las dos manos (fíg. 4). Apoya el pulgar izquierdo sobre el borde izquierdo de la doble y los dedos iz­ quierdos en el dorso del Cuatro (fig. 4). Arturo hacía una expansión, al mostrar las cartas: las manos avanzaban hacia los espectadores, y en ese gesto, el pulgar izquierdo empujaba la doble hacia la derecha, y la mano derecha desplazaba ha­ cia la derecha, abriéndolas, sus dos cartas (fig. 5). Con esta expansión las cartas que Arturo mostraba quedaban más abiertas. Ahora cuádralas cara arriba sobre la mano izquierda. Como ves, es un manejo con soltura despistante. Coge el As con la mano derecha y voltéalo, como a las páginas de un libro, ha­ cia la izquierda, sobre las cartas de la mano izquierda. Luego colócalo cara abajo so­ bre la mesa en la esquina superior izquierda del tapete. Di: El Dos... ¡No! ¡Esperad! Para la buena organización del juego el As tiene que estar cara arriba. Parece que vas a dar el Dos sobre otra esquina de la mesa, pero 146

te detienes antes de cogerlo, y haciendo el comentario anterior sobre el As, llevas la mano derecha a la esquina superior izquierda del tapete y volteas el As cara arriba. Hay que destacar aquí el uso que de la palabra hace Ascanio. ...para la buena orga­ nización del juego el As tiene que estar cara arriba; al decir "el As" ya está sugi­ riendo que el resto de las cartas estarán cara abajo. La colocación de las cartas cara abajo sobre la mesa es una de las modificaciones de Ascanio. En el original que leyó sólo el Tres (el Cinco en realidad) se ponía cara abajo sobre la mesa. Ahora el Dos, Tres y Cuatro... Al decirlo, con la mano derecha voltea lateralmente cara abajo las cartas de la mano izquierda, y haz un culebreo de tres cartas, luego coloca la doble a la presa del anular y haz el frotis. 147

Cuando las cartas se están frotando libremente, voltea la mano izquierda dorso arriba mostrando sus caras al público, luego vuelve a voltear la mano palma arriba y, seguido, coge con la mano derecha (dedos encima y pulgar debajo) la carta supe­ rior (el Cuatro) y volteándolo en el trayecto cara arriba, llévalo a la esquina inferior derecha del tapete y deposítalo allí como si cerrases un libro hacia la izquierda (fíg. 8), volteándolo cara abajo. Di: El Cuatro aquí... Las cartas de la mano izquierda se han quedado separadas al hacer el frotis (ver la posición de las cartas de la mano izquierda en la fíg. 8). Entonces, la mano dere­ cha puede coger (anular en la esquina superior derecha y pulgar sobre la esquina in­ ferior derecha) la carta superior (la doble) de las cartas de la mano izquierda (fíg. 9). Ininterrumpidamente, adelanta la mano izquierda, volteando cara arriba su carta, gi­ rándola entre los dedos; luego (casi al mismo tiempo, pero un poco después) mediante el volteo de Stuart Gordon, voltea cara arriba la doble mostrándola como el Tres. Di: Ahora colocaremos el Dos y el Tres... Pon la doble (el Tres) debajo del Dos, el Tres sobresaliendo hacia la derecha. Coge ambas cartas en la mano derecha (pulgar arriba y dedos debajo) y colocando las car­ tas perpendiculares sobre los dedos de la mano izquierda voltea estas cartas cara aba­ jo sobre la mano izquierda (figs. 49 y 50 de "La Dama inquieta", pág. 59). La doble en este volteo no se desplazará. Arturo le llamaba el volteo con cojín de aire. Cua­ dra las cartas y voltéalas, mostrándolas como el Dos y el Tres mediante la extensión D'Amico/Ascanio. Voltéalas cara abajo sobre la mano izquierda, cuádralas y da cara abajo sobre la esquina superior derecha del tapete el supuesto Tres (en realidad el Cinco). Al hacerlo, la mano izquierda se ha volteado palma abajo mostrando el Dos (fíg. 10). Vuelve a voltear la mano izquierda palma arriba y coge en la mano dere­ cha, cara abajo, el Dos, y desplázalo hacia la derecha para dejar sitio para que la mano izquierda coja la plancha de plástico (si es necesario ayúdate con la punta de los de­ dos derechos para hacer tope sobre el lateral derecho de la plancha de plástico; esto hará que la mano izquierda pueda coger la plancha con mayor facilidad). En ese des­ plazamiento lá mano derecha puede hacer con el Dos el twist de la uña (pág. 44). Algunos magos colocan aquí el Dos... pero eso es erróneo... es mucho más bo­ nito hacerlo así... Al decirlo, coloca el Dos debajo de la plancha de plástico, por su lado derecho (fíg. 11). Cuando el Dos está oculto, los dedos de la mano derecha lo empujan hacia laizquierda, y los dedos izquierdos, el mayor principalmente, lo su­ jetan debajo de la plancha (fig. 12; hemos girado las manos para que veas la coloca­ ción de las cartas debajo de la plancha de .plástico. No es lo que ve el público). Si­ multáneamente, la mano derecha se retira con el Tres, mostrando su dorso (para el público el Dos) fuera de la mesa y a tu costado derecho (fig.' 13). La mano izquier­ da deja caer la plancha (y el Dos debajo de ella) sobre el As del ángulo superior iz­ quierdo del tapete. 14?

Pasa la c a J de la mano derecha a la izquierda y colócala cara abajo' luego vol tea la mano, cor el dedo índice cubre el índice de la carta; la palma tapa cas! tota mente la carta, sólo se verá un poco del Trébol superior, ¿ t a visión es igua Qu t

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Voltea la mano izquierda cara abajo, y coge la carta con la mano derecha por el extremo interno (pulgar en el dorso y dedos en la cara). Con la carta agarrada en esta posición (cara abajo) la mano derecha se aleja de la mesa por el costado derecho. Mete esta mano debajo de la mesa (fig. 15) y llévala diagonalmente hasta que esté debajo del punto donde está el As y frota con ella contra la parte inferior de la mesa. . Mientras la mano derecha se ha desplazado hacia la derecha y friera de la mesa, el pie derecho se pega a la pierna izquierda, que se repliega hacia atrás. Como con­ secuencia de llevar la mano derecha hacia atrás y hacia la derecha y balancear el cuer­ po, la mano izquierda, para sujetar el cuerpo que tiene tendencia a desequilibrarse al no tener el apoyo del pie derecho sobre el suelo, se apoya -para darle estabilidad— en el borde de la mesa, en tu costado izquierdo, dedos sobre la superficie superior y pulgar debajo (fig. 15). La parte derecha de la mesa la podemos dividir en dos zonas, A y B. La B es la más próxima al centro y la A la más alejada hacia la derecha. La entrada de la mano derecha debajo de la mesa se realiza por A (fig. 15). Cuando la mano llega al punto (por debajo) donde está el As, pega el brazo derecho al borde de la mesa, inclina tu cuerpo hacia la derecha, y apoya tu codo derecho sobre el muslo derecho. Tu vista ha seguido todo el rato la trayectoria imaginaria que describe la carta debajo de la mesa. Después de haber frotado la carta contra la parte inferior de la mesa, dobla el brazo derecho hacia atrás y colócala en la mano izquierda, sujétala con el pulgar iz­ quierdo en una posición similar al empalmé de Tenkai, es decir, sujeta entre la yema del pulgar y la palma izquierda (fig. 16). Dada la posición de tu cuerpo, nadie rela­ cionará la mano izquierda con la derecha, y nadie sospechará que puedes traspasar la carta de una mano a la otra. Lleva, otra vez, la mano derecha (ahora vacía) deba­ jo del punto donde está el As y la plancha, y frota allí una vez más (frotarás con las uñas de tus dedos derechos) y da unos golpecitos con los nudillos. Saca la mano de debajo de la mesa por B (fig. 24. En esta ocasión la mano no lleva carta alguna) y endereza el cuerpo. Con la mano derecha claramente/vacía levanta la plancha de plás­ tico y muestra que sobre el As hay una carta cara abajo. Para descubrir esa carta re­ trasa la mano derecha con la plancha hasta la mano izquierda que la coge en el bor­ de de la mesa (fig. 17). Con la mano izquierda carga debajo de la plancha el Tres que tenías empalmado en el pulgar izquierdo.

muéstralo unos instantes y devuélvelo cara abajo a la esquina inferior derecha del ta­ pete; déjalo en esta esquina pero colocado horizontalmente. Di: ¡No!El Cuatro no... ahora le toca a! Tres. Con la mano derecha arrastra el supuesto Tres hasta el borde de la mesa, cógelo como cogiste el Cuatro unos segundos antes (dedos sobre el dor­ so y el pulgar en la cara) simula mirarlo (verás el Cinco), e introdúcelo como antes debajo de la mesa. La introducción de la carta se hace por A. Al pasar sobre las ro­ dillas deja allí el Cinco, colocándolo horizontalmente. Roza la mesa con las uñas, da los golpecitos... y saca la mano derecha vacía de debajo de la mesa por B. Ayudándote con la mano izquierda levanta la plancha de plástico mostrando una carta cara abajo junto al As y al Dos (fig. 20).

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Con la mano derecha, ahora coge la carta, cara abajo, de encima del As, mués­ trala de dorso frontalmente ai público (fig. 18) y luego voltéala cara al público entre los dedos derechos. Deja esta carta cara arriba sobre el As. Otra vez con la manó de­ recha, coge la plancha (y el Tres debajo de ella) y con ella apunta al supuesto Tres (fig. 19) y al Cuatro; luego deja caer la plancha sobre el As y el Dos. Con la misma mano coge el Cuatro (dedos en el dorso y pulgar en la cara). Si­ mula ir a ponerlo debajo de la mesa, pero al hacer este gesto ves que es el Cuatro, 150

¡51

Como antes muestra que esta carta es el Tres. Pon el Tres cara arriba sobre el Dos y el As, y cierra un poco esas cartas. Comenta que para el paso del Cuatro imitarás a un mago novato. Con la mano derecha haz un gesto en la manga derecha, como si te la bajases y preparases algo para coger de allí (fig. 21). Toma la plancha con las dos manos. Lleva la izquierda hacia la manga derecha, simula sacar algo y colocarlo debajo de la plancha. Luego con arabas manos deposita la plancha sobre las cartas de la esquina superior izquierda del tapete (fig. 22). Toda tu actitud y tu forma de hablar, debe denotar un nerviosis­ mo fingido. Di: Ahora tengo que hacer desaparecer el Cuatro. Recuerden el Cuatro viajará debajo de esta plancha. Coge el Cuatro con la mano derecha (pulgar en el centro de la cara y dedos en el dorso) y voltéalo cara arriba (fig. 23) y agítalo así encima de la plancha. Luego pon­ ió cara abajo sobre la mano izquierda y voltea esa mano para mostrar una vez más el Cuatro. Voltéalo cara abajo, cógelo con la mano derecha por el extremo interno (pul­ gar en el dorso y dedos en la cara) y llévalo debajo de la mesa; en ese trayecto pue­ des dejar que el Cuatro se vea. Introduce la carta por A, diciendo: Ahora atravesará la mesa. Hasta aquí sigue hablando con un nerviosismo forzado. Cuando la mano esté debajo de la mesa coloca el Cuatro en el empalme de Tenkai; sujeto con el,pulgar iz­ quierdo contra la palma izquierda, como antes (fig. 16). Cuando la mano derecha vacía esté debajo del punto donde están las cartas y la plan­ cha, haz una pausa, mira al público y di: Pero no lo haré así, ¡o haré como lo hace un profesional. Al decirlo saca la mano derecha de debajo de la mesa (fig. 24); al pasar sobre las rodillas coge el Cinco. Después de sacar la mano a la vista deja la carta que sujetas, horizontalmente, cara abajo, en la esquina inferior derecha del tapete. Lógicamente aquí no ha pasado nada. Levanta con la mano derecha la plancha de plástico ...pues aquí sólo están el Tres, Dos y el As y para tocar estas cartas, re­ trasa la plancha hacia la mano izquierda, que la coge cargando debajo de ella el Cua­ tro. La mano derecha libre extiende un poco las cartas de la mesa (fig. 25). Luego, con ambas manos, coloca la plancha sobre las cartas. Ahora haré pasar el Cuatro. Con la mano derecha coge la carta de la esquina in­ ferior derecha (dedos en el dorso y pulgar en la cara). Con el pulgar oculta el punto central, voltea la carta (fig. 26) y muévela cara arriba rápidamente sobre la plancha. Si la mueves con rapidez, nadie se percatará de que esta carta es el Cinco. Luego ponla cara abajo sobre la mano izquierda, voltea esta mano simulando enseñar la carta. por última vez; el índice izquierdo y la palma de la mano sólo dejan ver una parte de la carta que se confunde con el Cuatro (fig. 14). Cuando la carta esté otra vez cara abajo cógela con la mano derecha por el extremo interior (pulgar en el dorso y de­ dos en la cara) y cuidando de que no se vea, introdúcela por A debajo de la mesa. Al llevar la mano al punto debajo de la esquina izquierda de la mesa deja caer la carta 152

(el Cinco) sobre las piernas, frota debajo de la mesa con las uñas, da unos golpecitos y di que la carta tta ya ha pasado. Ahora, saca por A la mano vacía Con ambas manos os levanta la plancha de plástico y muestra que allí hay una Gar­ ta cara abajo. Co fee la plancha con la mano izquierda y con la derecha, como antes muestra que la CÍ rta cara abajo, es el ¡Cuatro!

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Variante primera

CARTAS A TkAVÉS D£ LA MESA

Como comienzo alternativo puedes hacer lo siguiente: Con las cartas ordenadas (de dorso hacia la cara): 4 - 2 - 5 - 3 - A , sujétalas cara arriba y haz un culebreo Te­ nerife; luego mediante la dejada tirada (también llamada dejada Tenerife) deja en­ cima de la mesa, cara arriba, de izquierda a derecha, las cartas en el siguiente orden: 4 - 3 (5)-2-A. Mediante la recogida picoteo recoge las cartas de la mesa y colócalas cara arri­ ba cuadradas en la mano izquierda. Luego sigue como en la versión antes explicada.

Los Reyes de tíamman/Kaps La inspiración para este juego está en "Kings Through the Table" de Hamman.1 El nombre de Fred Kaps aparece aquí porque en el desarrollo del efecto se utili­ za una descarga maravillosa de cartas al regazo que Kaps enseñó a Arturo.

Ordenación En taparte superior de la baraja, si quieres abreviarla introducción del juego, ten los Ases de Corazones, Diamantes y Picas, y detrás de ellos el Cinco de Corazones, el Cinco de Picas y el Cinco de Diamantes. El Cinco de Tréboles, como recordarás, está en tu regazo desde el juego anterior.

Variante, segunda Si quieres hacer el juego impromptu, comienza abriendo la baraja caras hacia ti y, como jugando con ella, córtala de forma que el Cinco de Tréboles quede como car­ ta superior; luego busca y saca el As de Tréboles y déjalo cara abajo sobre la mesa, saca el Dos y también déjalo cara abajo encima del As, saca el Cuatro y finalmente el Tres. Al dejar la baraja a la derecha sobre la mesa, empalma (mediante el empal­ me a una mano u otro), el Cinco de Tréboles; luego al recoger las cuatro cartas de la mesa adiciona el Cinco encima de ellas. Voltéalas cara arriba y ábrelas en abanico; verás que el orden es: As, Dos.Cuatro y Tres. Coge con la mano derecha el Cuatro y pásalo a la parte inferior del paquete. El orden ahora será: As, Dos, Tres, Cinco y Cuatro. Sigue el efecto como se ha explicado. Dejando el As en la esquina superior izquierda, haz un culebreo de tres cartas con las cartas de la mano...

Rufina Al acabar el efecto "Sequacious Spades", retira de la mesa la plancha de plásti­ co y te quedarán sobre ella el As, Dos, Tres y Cuatro de Tréboles, (sin que lo sepan los espectadores, sobre las piernas, en el regazo, tendrás el Cinco de Tréboles). D i: Aprovechando que parece que esta mesa tiene rendijas, repetiré el efecto, pero esta vez lo haré con los Ases. AI decirlo, retira hacia el lado derecho de la mesa el Dos, el Tres y el Cuatro de Tréboles (déjalos cara arriba). En la parte central del ta­ pete quedará, cara arriba, el As de Tréboles. Coge la baraja con la mano derecha y colócala en la mano izquierda, en la posición de dar. Luego coge las tres cartas su­ periores -tres Ases- y lánzalas cara arriba sobre el As de Tréboles. Saca el bolígra­ fo de tu bolsillo interior derecho de la americana y entrégaselo a un espectador para que firme los Ases. Mientras lo hace, recoge el Dos, Tres y Cuatro de Tréboles del lado derecho de la mesa e introdúcelos dentro de la baraja. Cuando el espectador haya firmado los Ases, recoge el bolígrafo y ponió encima de la mesa, en el lado derecho. No lo guardes en tu bolsillo, lo vas a necesitaren el siguiente juego. Una vez que los Ases estén firmados, ordénalos, desde la cara, en Diamantes, Tré­ boles, Picas y Corazones. Voltéalos cara abajo, luego cógelos entre las manos (la iz­ quierda también sujeta la baraja), mostrándolos frontalmente al público. Di: El or­ den de los Ases no importa. Deposítalos cara abajo sobre la baraja y luego muéstralos frontalmente con la mano derecha. Muéstralos tres veces: la primera lentamente, lue­ go más rápido y la tercera muy brevemente. Tras la tercera vez, déjalos sobre la ba­ raja obteniendo una separación con el menique izquierdo debajo de ellos. 1.

LEPAUI PRESENTS THE CARO MACIC OF BRO HAMMAN S.M, pág. 18, Paúl LePaul. Don Lavvton.

1958 o THE SECRETS OF BROTHER JOHN HAMMAN. pág. 54, Richard Kaufman. Kaufman. 1989.

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155

Di: Ahora el efecto será más fácil, pues las cartas pasarán de arriba hacia aba­ jo, v la gravedad ayudará... hemos dicho que el orden de los Ases no importa, pero... los enseñaré una vez más... Aquí tenemos, un As, dos, tres y cuatro. Mientras lo dices, haz lo siguiente: gracias a la separación del meñique izquierdo, desplaza hacia la derecha (pulgar izquierdo encima y dedo mayor izquierdo en el l^do derecho de las cartas) las cuatro cartas superiores como si fuese una (es un pase de Dai Venion que hemos llamado avanzadilla lateral, pág. 392), y con la mano derecha có­ gelas en bloque al contar: Un As. La mano derecha coge las cartas planas sobre su pal­ ma y el pulgar las pinza por su esquina superior derecha. De la misma forma cuenta in­ dividualmente las tres cartas siguientes (tres Cincos) sobre la(s) contada(s) anteriormente. Deja la baraja cara arriba en la esquina superior derecha del tapete. Voltea las cartas cara arriba sobre la mano izquierda e inmediatamente cógelas en la mano derecha, desde arriba, en la posición de cortar. Ahora cuéntalas, pelán­ dolas con el pulgar izquierdo, sobre la palma de la mano izquierda. Pasa el As de Dia­ mantes, el As de Tréboles y el As de Picas, contando: Un As, dos, tres. Ahora suje­ ta, como el As de Corazones, cuatro cartas en la mano derecha en la posición de cortar (fig. 1). Pasa estas cartas a la mano izquierda al contar: cuatro; obten una separación con el pulgar derecho entre este bloque de cartas y los tres Ases contados antes. Aho­ ra levanta la vista para mirar frontalmente al público, y al hacer un gesto de cuadrar las cartas, lanza al regazo las tres inferiores (los Ases de Diamantes, Tréboles y Pi­ cas). Este movimiento es la descarga secreta en el regazo de Fred Kaps (pág. 389). Lleva las manos hacia el centro de la mesa y allí voltea las cartas entre las manos y, con la derecha, déjalas cara abajo sobre el tapete; luego, también con la mano derecha, extiéndelas hacia la derecha mostrando claramente que son cuatro cartas. Di: Colocaré los cuatro Ases aquí, encima de la mesa... ahora por radistesia encontraré el punto por donde deben pasar los Ases a través de la mesa... aquí, ahora coloco la mano izquier­ da debajo de la mesa... aquí... ya está... un As ya ha pasado. Cuádralas, cógelas con la mano derecha, en la posición de cortar, levántalas de la mesa, cómbalas y mueve la mano derecha primero hacia el lado derecho y luego otra vez hacia el centro. Toca varios'puntos de la mesa con las cartas y finalmente detente en uno y golpea más fuerte sobre ese punto. La mano izquierda que se muestra vacía y plana se lleva debajo de la mesa; allí coge un As -el de Diamantes- que se coloca cara abajo sobre la palma izquierda, y lue­ go va debajo del punto donde vas a golpear encima de la mesa con la mano derecha. Hazlo y saca la mano izquierda a la vista; sale plana y mostrando una carta cara abajo (fig. 2). Deja caer el As cara arriba sobre la mesa cerca del borde y en la parte izquier­ da, con cierto dramatismo (fig. 3). Pasa las cartas de la mano derecha a la izquierda y pon sobre ellas el As de Diamantes cara arriba. Haz un culebreo Tenerife y mediante la dejada tirada deja cuatro cartas en fila sobre la mesa. A la izquierda cara abajo esta­ rá el As de Corazones, luego una carta doble cara abajo, un Cinco cara abajo y el As de 156

Diamantes cara arftba iba (fig. 4). Mediante la recogida el picoteo coge las cartas de la mesa de derecha a izquierda i: y déjalas en la mano izquierda.

Cógelas con la mano derecha en la posición de cortar, cómbalas y muévelas por encima de la mesa.jEn uno de esos movimientos pon la mano cara al público, mos­ trando la carta de debajo del paquete, el As de Corazones. Pon la mano izquierda de­ bajo de la mesa, coge un As del regazo y lleva la mano a un punto debajo de la mesa; lleva la mano derecha con sus cartas al mismo punto, pero sobre la mesa, golpea allí y di: Ya ha pasado otro As. Saca, como antes, la mano izquierda de debajo de la mesa; Ja mano sale plana, y sobre ella una carta cara abajo; déjala caer cara arriba (es él As de Tréboles) cerca del borde y en el lado izquierdo, con aire dramático. Pasa las cartas de la mano derecha a la izquierda y coloca sobre ellas el As de Tréboles que acaba de pasar a través de la mesa. Mediante un culebreo vertical mues­ tra cuatro cartas. Al ¡ora puedes colocar la carta triple en la presa del anular y segui­ do mostrar dos cartis en cada mano, como intentando ser más claro aún. Para ello pasa las dos cartas inferiores -las que están cara abajo- a la mano derecha (fig. 5). 157

Después de mostrar claramente cuatro naipes, coloca los dos Ases cara arriba enci­ ma de las cartas de la mano derecha, cuádralas, y cógelas en la mano derecha en la posición de cortar y, repitiendo los pases anteriores, haz pasar a través de la mesa el As de Picas, el tercer As.

LA CARTERA DE FREDDY FAU Con "Los Reyes de Hamman/Kaps" la rutina no ha terminado. Falta todavía la reaparición de los Ases. Sobre la parte central delantera de la mesa están los cuatro Cincos cara arriba, en la esquina superior derecha, también cara arriba, está la bara­ ja, y al lado derecho de ésta tienes el bolígrafo. En tu regazo están los cuatro Ases.

Ordenación En la baraja, hacia el centro, hay cuatro cartas cara abajo. Las habías colocado allí con antelación.

Requisitos Una cartera tipo portafolios pequeño (con tres lados con cremallera) en el bolsi­ llo interior derecho de la americana. Dentro de la cartera, además de alguna otra cosa, tienes un fajo de sobres preparado como se indica en el Apéndice. La cremallera del lado superior de la cartera estará abierta, y por allí sobresaldrá hacia fuera el extre­ mo preparado del fajo de sobres. Como antes pasa las cartas a la mano izquierda y pon sobre ellas el As que acaba de pasar a través de la mesa. Cógelas en la mano derecha en la posición de cortar y pasa, pelándolos con el pulgar izquierdo, los tres Ases cara arriba a la mano izquierda; en la mano derecha te quedan cuatro .cartas cara abajo, sujetas como una. Colócalas cara al público (fig. 6); estarás mostrando frontalmente el As de Corazones. Di: Ahora haré pa­ sar el cuarto As, el As de Corazones. Pon estas cartas, como una, sobre las de la mano izquierda. Con el pulgar derecho suelta el As de Corazones y obten una separación con el mismo dedo encima de ese As; sobre la separación tendrás tres cartas cara abajo, tres Cincos. Ahora, mediante la descarga secreta en el regazo de Fred Kaps, al hacer un ba­ lanceo para cuadrar las cartas, lanza al regazo los cuatro Ases, ininterrumpidamente, ade­ lanta la mano derecha hacia la parte central delantera de la mesa y deja allí, cuadradas, las cartas que sujetas en esa mano. Lleva la mano izquierda debajo de la mesa y coge el Cinco de Tréboles, que colocas sobre la palma cara abajo. Luego lleva la mano debajo del punto donde están las cartas; la mano derecha se apoya sobre ellas y simula empu­ jar hacia abajo, y después extiende las cartas de encima de la mesa. Se ven tres cartas. Di: Ya ha pasado el cuarto As. Saca la mano izquierda de debajo de la mesa y llévala encima de las cartas de encima de la mesa, y allí déjala caer triun talmente, cara arriba. Se ve que es el Cinco de Tréboles (fig. 7). Muéstrate sorprendido momentáneamente, pero enseguida recupera tu aire triunfal y di: Si éste es el Cinco de Tréboles, eso quiere decir que éstas tres cartas son ¡los otros tres Cincos! Voltea con ayuda del Cinco de Tré­ boles las otras tres cartas de la mesa, y muestra que son tres Cincos. Ahora tienes sobre la mesa cara arriba ¡los cuatro Cincos! 15?

Rutina Mientras el público reacciona con e! efecto anterior, relájate, échate hacia atrás en tu silla y deja que los brazos caigan al regazo. Mientras miras y comentas con ei público algo sobre el efecto anterior, coge los Ases y colócatelos en la posición del empalme de la mano izquierda. Tras unos instantes, saca la mano derecha a la vista y con ella coge la baraja y pásala, cara arriba, a la mano izquierda (fig. 1), colócala sobre la mano justo en el momento que ésta sale de debajo de la mesa. En la mano izquierda están los cuatro Ases empalmados, pero la baraja les dará una cobertura perfecta. Seguro que todos os estaréis preguntando ¿dónde están los Ases? ¿Verdad?... pues los Ases que están mágicamente flotando en el aire... basta que sople sobre la baraja... y mágicamente regresan a ella. Al decir lo de soplar, lleva la mano izquierda hacia tu boca y sopla (fig. 2). Mirad ¡Aquí están! Coge la baraja con la mano derecha y extiéndela sobre la mesa cara arriba de izquierda a derecha; la mano izquierda (con las cartas empalmadas) se queda quieta y apoyada en el borde de la mesa, en el lado izquierdo, en la zona de pe­ numbra (fig. 3). En la extensión se verán cuatro cartas cara abajo. Di: Aquí hay cuatro cartas vueltas ¡Los Ases!... Nadie lo cree... mirad, no quiero tocar las cartas con las manos... La mano derecha primero apunta a las cartas vueltas, luego se separa en un gesto hacia arriba, con la palma abierta hacia el público; en ese momento la manó iz­ quierda ya hacia el bolsillo interior derecho como para buscar el bolígrafo. 15
Una vez en el interior de la chaqueta simulas buscar el bolígrafo; en realidad cargas los Ases dentro del sobre que hay en la cartera (ñg. 4) y luego cierras la cremallera.1

Después de la primera sorpresa dr.'Pero yo he notado algo... veamos qué es lo que tengo en mi cantera, veamos lo que os hubieseis llevado de haber hecho la apuesta. Coge la cartera entre las manos, muéstrala claramente cerrada, colócala adecúadamente, y abre trejs partes de la cremallera; luego dobla hacia atrás la parte superior de la cartera, menc iona lo que hay dentro y di: Mirad, aquí hay un sobre cerrado y precintado. Saca dtil interior un sobre cerrado y precintado y deja la cartera a un lado. (fig. 5. Estos sobreg deben estar dentro de la cartera). Palpa el sobre, y muéstralo por sus dos lados (fig. 6). Pide a un espectador que palpe y te diga qué |e parece que hay dentro del sobre; probablemente te dirá que son cartas. Comenta: Mirad,', el sobre está cerrado y precintado... ahora lo abro, no quiero abrirlo totalmente ... Mirad, aquí dentro hay cartas... son los Ases y están firmados. ¡Son tus cartas ! Manipula el sobre de la forma clásica para ocultar la abertura, luego simula abrir­ lo ( fig. 7) y extrae las cartas claramente de su interior (fig. 8).2

Simula darte cuenta de que el bolígrafo está sobre la mesa; saca entonces la mano izquierda del interior de la chaqueta, cógelo, sujétalo en la mano derecha y con su ayuda saca de la extensión las cartas cara abajo. Estos son los Ases (no los voltees). Como veis, no hay Ases aquí (hurga en la ex­ tensión con el bolígrafo). Luego... estos tienen que ser los Ases. ¿Queréis verlo? Os aseguro que son los Ases. Mirad, me apuesto todo lo que tengo en mi cartera a que estos son los Ases. Si algún espectador pica, juega con la situación pero no cierres ninguna apuesta. Con la mano izquierda saca rápida y claramente la cartera (si está abierta la cremalle­ ra, termina de cerrarla al mostrarla entre las manos); luego déjala sobre la mesa. Si fro­ to esta carta con la cartera... se convierte en... (coge con-la mano derecha la primera carta, frótala contra la cartera y voltéala; es una carta indiferente) ¡En! ¿Qué hapasado aquí? Voltea rápidamente las otras tres cartas, mostrando que son indiferentes. 1.

Ver la explicación de la preparación de los sobres en "Cards in a Sealed Envelope", THE CARD

MAGICOF PAÚL LEPAUL, pág.

2.

214.

160

Ver el manejo del sobre en THE CARD MAGIC OF LEPAUL, pág.

161

218.

APÉNDICE Preparación de los sobres3 Fig. 9. Los gimmicks A y B se hacen con dos sobres y se refuerzan con cartuli­ na. Las solapas C y D, que se pliegan hacia abajo, son parte de'Á y B y actúan como guías cuando se introducen dentro de la abertura hecha en el sobre marcado como E. Fig. 10. El sobre E se prepara, antes de ser cerrado, haciéndole una abertura a lo lar"0 de uno de sus extremos. La abertura se hace sobre la cara destinada a escribir la dirección, aproximadamente a seis milímetros del extremo. La solapa C del gimmick A se introduce dentro de la abertura del sobre E, tal y como se ve en la ilustración. Fig. 11. La solapa D se introduce también en la abertura del sobre E. Fig. 12. Se añaden varios sobres de cartas personales-dentro de sus sobres origi­ nales- en la parte posterior del gimmick A y se sujeta todo con un elástico. Parecerá un fajo de sobres de correspondencia personal que se coloca dentro de la cartera. Fig. 4. Indica cómo las cartas empalmadas se introducen dentro del gimmick antes de sacar la cartera del bolsillo. La cartera no está dibujada para mayor claridad. Fig. 5. Esta ilustración indica cómo, una vez abierta la cartera (se abren sus tres lados, con lo que quedará con el inferior hacia arriba), y sin sacar los sobres de ella, se extrae por el extremo inferior el sobre preparado.

EL HUEVE MÁGICO Este efecto está inspirado y basado en "The Mystic Nine" de Bro. Jahn Hamman.1 y consideramos que es la aportación ascaniana al tema de la Wild Card, hecha por supuesto con cartas normales. Arturo sentía cariño por este juego y lo presentaba con frecuencia en las grandes ocasiones. De la versión del maestro americano pensaba -como buen purista- que el final ado­ lece de un problema: aunque el juego queda muy redondo, muy bonito, y el mago que­ da "limpio", con todo a la vista, un observador perspicaz puede intuir su construcción. Con este pensamiento in mente Arturo elaboró su versión, tratando.de conseguir un efecto más engañoso, y que ni el más hábil analista pudiese, al observarlo, des­ cubrir la organización del juego; y desde luego lo consiguió, porque su versión es un modelo de buena construcción, entre otras cosas.

Presentación En su presentación, decía que las cosas mágicas existen, y hablaba de la lámpa­ ra de Aladino, del Santo Grial, de la espada de Escalibur, del agua de la eterna ju­ ventud... Basándose en un cuento de Rabindranatah Tagore, narraba una historia so­ bre una piedra rojiza, de extraña forma de Nueve, al contacto de la cual, el plomo se convertía en'oro; es decir, la versión oriental de la piedra filosofal de Occidente. En su relato, Ascanio contaba cómo había un hombre, un paria, en la India, que se pasó toda su vida buscando esa piedra mágica con la que frotar unos trocitos de plomo renegridos, que llevaba en la mano, para que se convirtiesen en oro. Este hom­ bre la tuvo, pero ignorándolo, la tiró. Días más tarde se dio cuenta de que había te­ nido aquella piedra soñada y largamente buscada, pues los trocitos de plomo que te­ nía en la mano se habían convertido en oro. Volvió sobre sus pasos, pero jamás encontró otra vez aquella piedra maravillosa. Acabado el cuento, Arturo afirmaba que, igual que existen cosas mágicas, tam­ bién hay cartas mágicas, y que él había encontrado una maravillosa, el Nueve de Co­ razones mágico, y hacía la rutina que a continuación se describe.

Ordenación Se necesitan dos grupos de cartas. Primer gaipo, desde la cara hacia abajo: 9T - 1OP - 8T - 8P - 1OT - JD - JC - 8D8C, y la carta mágica, el 9C. Estas cartas estarán cara abajo sobre la mesa, por ejem­ plo a tu derecha. 1. 3.

Extraído de THE CARD MAGIC OF LEPAUL, págs. 215 y 216.

162

LEPAUL PRESENTS THE CARD MAGIC OF BRO. JOHN HAMMAN S.M., pág. 40, Paúl LePaul. Don

Lawton, 1958. THE SECRETS OF BROTHER JOHN HAMMAN, pág. 213, Richard Kaufman. Kaufman.1989.

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Segundo grupo, desde la cara hacia abajo: 9P - 6C - 10D - 6D - 7C - 10C - 7D. Estas seis cartas rojas, con el 9P en la cara, se colocan, cara arriba, debajo de un plie­ gue que habrás cogido en el pantalón, encima de tu muslo derecho. A este pliegue Ascanio le llamaba el cargador (fig. 1). Como verás, las cartas que usas para este juego son todas las rojas del Seis a la Jota y todas las negras del Ocho al Diez. De este grupo descarta el Nueve de Dia­ mantes y con el resto haz los dos grupos mencionados.

Rutina

Así cuando se tenga que apoyar en el borde superior de las cartas del paquete de la mano derec aa para hacer el cambio (fig. 3), no se advertirá que cambia de posición, lo que ocuriría si hubiese estado pelando cartas con una posición casi horizontal. En este pur.to, lo que has dicho en tu charla, es una prementira, pues has dicho que usarás.también en el juego nueve cartas negras, cuando en realidad lo que tienes en la > manos son cinco cartas negras y cuatro rojas. Pero, gracias a tu pre­ sentación y a la .construcción del juego, los espectadores lo aceptarán sin sospe­ char nada en contra. Ya les llevas ventaja. Las mezclas que has realizado son lo que Ascanio llamaba acciones sedal;2 dejan ver al público, sin decírselo expre­ samente, se lo cartas negras.

1. Al hablar de la carta mágica y, mientras la mencionas, coge con la mano derecha la primera del paquete de cartas de la mesa, voltéala cara arriba entre los dedos, y muestra el Nueve de Corazones. Juega con él con ambas manos y finalmente déjalo, con la mano derecha, cara abajo, en el centro de la mesa y un poco ade­ lantado (más. bien cerca de los espectadores). 2. Con la mano derecha coge el resto de las cartas, y di: También usaré nueve car­ tas negras que quiero que estén bien mezcladas. Al decirlo coloca las cartas de la mano derecha preparadas para una mezcla del tipo usual por arrastre en las ma­ nos desde abajo. Haz dos veces la mezcla de cambio y marcha atrás. Se realiza así: con las cartas cogidas horizontalmente desde abajo en la mano derecha (pul­ gar en el extremo interior y dedos mayory anular en el extremo exterior) el ín­ dice sobre el lado superior (izquierdo), y con las caras de las cartas hacia la iz­ quierda, es decir, hacia los espectadores, con el pulgar izquierdo pela cartas de la cara de este paquete sobre la mano izquierda; inicialmente pela cuatro cartas negras individualmente; luego cambia, en la acción de la mezcla, todo el paque­ te de cartas de la mano izquierda por el de la mano derecha al simular pelar una carta, y luego continúa pelando cartas individualmente, con el pulgar izquierdo, del paquete de la mano derecha sobre el de la mano izquierda. Al acabar esta mez­ cla las cartas están como antes de comenzar. Es parecida a la mezcla Haniman; consigue lo mismo (enseñar todas las cartas como negras), pero hecha al estilo de mezcla por arrastre en las manos, y quizás fue su predecesora. Después de las dos mezclas antes citadas, pela simplemente cuatro cartas negras una a una sobre la mano izquierda con el pulgar izquierdo y lanza sobre ellas el resto del paquete de la mano derecha. Ahora el orden de las cartas será, desde la cara del paquete hacia atrás: N - R - R - R - R - N - N - N - N . Durante esta mezcla presta atención a la posición del pulgar izquierdo. Al pelar las cartas ponel pulgar izquierdo extendido y perpendicular a la mano izquierda, de forma que toque las cartas del paquete derecho cerca del borde superior (fig. 2). 164

3. Comenta que quieres que el público esté totalmente seguro de que sólo usas nue­ ve cartas... nueve. Para demostrarlo las dejarás claramente sobre la mesa en una fila, de izquierda a derecha.

2. Las acciones ;edal sirven para fijar un hecho en la mente de los espectadores sin mencionarlo ■ directamente, y si i que el espectador se entere de que lo está recibiendo. Arturo las llamaba así porque le recordaban a lo que le pasa a un pez cuando ha mordido el anzuelo, y el pescador, en lugar de tirar inmediatamente de la caña, en su lugar, le da sedal, entonces el pez cree escaparse... se siente libre... pero en ese momento está tragándose el anzuelo; eso le pasa al espectador con estas acciones, recibe tu mensaje ubliminalmente.

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Así pues, sujetando las cartas, cara abajo, sobre la palma izquierda bien abierta (su­ jeta las cartas con la posición de dar cartas modificada de Ascanio)3 y comenzan­ do por la izquierda, con la mano derecha, vas formando una fila de cuatro cartas. Coloca las cartas superpuestas ligeramente unas con otras; al ponerlas sobre la mesa puedes dejarlas ver como por descuido. A continuación, deja un espacio y conti­ núa dejando, a la derecha de estas cartas, otras cinco, también un poco superpues­ tas. Muestra la última con una graciosa pirueta en la punta de los dedos (fig. 4); para ello cógela con la mano derecha, voltéala cara arriba en la punta de los dedos y déjala finalmente, volteándola cara abajo como si pasaras la hoja de un libro ha­ cia la izquierda, en el extremo derecho de la extensión. Lógicamente, las cartas ro­ jas no pueden mostrarse. ,

4.

3.

Recoge con la mano izquierda el grupo de cuatro cartas de tu izquierda, y con ellas en la mano izquierda ayuda a que la mano derecha recoja las cinco de la.de­ recha. AI hacerlo puedes dejar ver, como por descuido, la cara de las cartas de la mano izquierda. Con la mano izquierda, sujetando sus cartas, voltea la carta má­ gica cara arriba sobre su posición. Aquí también puedes dejar ver la cara de las cartas de la mano izquierda (fig. 5). "Agua y aceite sin manipulaciones", en LA MAGIA DE ASCANIO, Tomo 2, pág. 206.

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Pon las cartas de la mano derecha, cara abajo, encima de las de la mano izquier­ da, cara abajo; cuadra el paquete y voltéalo cara arriba sobre la mano izquierda. Con la mano derecha coge en la clásica posición de cortar todas las cartas me­ nos la última -la inferior- que quedará en la mano izquierda, cara arriba. Con la punta de los dedos de la mano derecha, que sujeta sus cartas, arregla la posición de la carta mágica (fig. 6). Al volver hacia atrás, la mano derecha pone sobre estas cartas la de la mano izquierda. Con esta maniobra habrás consegui­ do pasar la carta inferior -una carta negra- a la parte superior del paquete. Explica para que quede claro que. además de que sólo usas nueve cartas, éstas son negras. Haz la cuenta Hamman; haz el cambio a la quinta carta. Al realizar la cuen­ ta obten una separación con el meñique izquierdo debajo de las dos superiores. Ascanio, realizó un estudio muy detallado de la cuenta Hamman y del ritmo con que debe hacerse. Brevemente: para este caso, él recomendaba un ritmo de 1 / 23 / 4 / 5 - 6 / 7 - 8 - 9 . En la cuenta de 1 hacía una "zambullida larga", al contar 2 hacía una "zambullida corta" y en 3 era una "zambullida larga", al contar 4 otra vez era una "zambullida larga", en 5 "zambullida corta" (y cambio), en 6 "zam­ bullida larga", y en 7, 8 y 9 "zambullidas cortas". Con el término "zambullida larga" o "corta", quería, indicar que la mano izquierda, una vez cogida una carta de la mano derecha, se inclinaba más acusadamente y hacía un recorrido más largo, hacia la izquierda. También en la zambullida "lar­ ga", la pausa que se hace es un poco más prolongada. Para corroborar que todas las cartas que usas son negras, haz la mezcla mema que Ascanio desarrolló especialmente para este juego. La mezcla mema (mesa/manos). Tienes que hacerla con un ritmo 1, 2, 3 y 4, y dejando caer las cartas bastante suelta y descuidadamente sobre la mesa, delan­ te de ti. La mezcla se-realiza de la siguiente forma: con las cartas, cara arriba, en la mano izquierda, la mano derecha las coge desde arriba (dedos en el extremo exterior y pulgar en el extremo interior) primero las dos cartas de encima de la separación, luego una carta, luego otra, y finalmente el resto del paquete. Con esta mezcla has pasado cuatro cartas negras debajo del paquete. Recoge el paquete de cartas, y mediante cortes con deslizamiento, sube primero dos cartas de abajo arriba (fig. 7). Al hacerlo, deja ver una tercera carta negra de­ bajo del paquete. Ahora desplaza hacia la derecha la carta superior, de forma que se vean dos negras en la parte superior del paquete, y sube por corte con desli­ zamiento dos cartas de abajo arriba. Con estos dos cortes con extensión habrás subido las cuatro cartas negras de abajo arriba. 167

Para realizar estos cortes con extensión las acciones son como sigue: con las car­ tas en la mano derecha en la posición de cortar, con la punta de los dedos de la mano izquierda desplaza hacia la izquierda, una a una, las tres cartas inferiores del paquete de la mano derecha, coge con la mano izquierda las dos cartas infe­ riores en s.u posición extendida y pásalas arriba. Desplaza con la mano izquier­ da hacia la derecha la carta superior y luego desplaza hacia la izquierda las dos cartas inferiores; coge esas dos cartas y súbelas con la mano izquierda. Ten cui­ dado en esta última fase de no mostrar ninguna carta roja. 9. Con las cartas en la mano derecha en la posición de cortar, levanta las cartas de forma que los espectadores no vean sus caras (fig. 8), y con la mano izquierda coge la inferior (la que está dando su dorso al público, una Jota roja) y deposíta­ la cara abajo sobre la carta mágica, un poco desplazada hacia abajo y hacia la iz­ quierda. Debido a la posición de las cartas el público nunca verá la cara de esta carta. Al hacerlo explica que pondrás una carta negra sobre la carta mágica.

Con los dedbs de la mano izquierda o mejor con el índice, golpea sobre la cara de ¡a carta rpjja sobresaliente (fig. 16, sólo que ahora la carta roja es una Jota). Ésta es una hcción sedal, pues estás hablando de la carta roja y aparentemente mostrándola! y lo que pretendes es que los espectadores vean las cartas negras. 14. Di que si'. baraj jas la carta roja con las negras, se volverá negra. Cuadra las cartas, sujétalas cara abajo sobre la mano izquierda y haz un corte, pero manten una separación entre los paquetes, de forma que mediante otro corte, puedes restablecer la situacipn inicial del paquete. Es decir, no has hecho nada. Ahora, con la cara de las hacia el público haz la mezcla de cambio y marcha atrás, pelando individualmente tres cartas, haciendo el cambio y volviendo a pelar tres cartas. Haz i mezcla dos veces. Afirma que por algún lado debe haber una Jota roja; al decidlo los dedos izquierdos empujan hacia arriba la carta inferior del paquete, la Jota[Ijroja (fig. 10). Cógela con la mano derecha y pásala delante. Ahora en otra mezc a , comienza pelando la carta roja, pásala detrás y realiza otra mezcía de cambid y marcha atrás, como antes.

10. Pasa las cartas cara arriba a la mano izquierda, cógelas en la punta de los dedos y comenta que en la mano te quedan ocho cartas... al decirlo comienza á pasar, una a una, tres cartas, cara arriba, de la mano izquierda a la derecha. Detente y como en un segundo pensamiento, di. que colocarás otra carta negra con la carta mágica. Mediante el volteo angular de Fred Kaps (fig. 9) y con la mano derecha pon cara abajo sobre la carta mágica la inferior del paquete de la mano izquier­ da (la otra Jota roja). 11. Di que ahora en la mano tienes siete cartas negras. Mediante la cuenta Hamman muéstralas como todas negras (haz el cambio en la cuarta carta). ELrit.mo que recomendaba Ascanio en este momento es: 1 - 2 / 3 / 4 - 5 / 6 - 7 . Recuerda que las zambullidas serán: corta - larga / larga / corta (y cambio) - lar­ ga / corta - corta. 12. Explica que las cartas negras al contacto con la carta mágica se han transforma­ do... en rojas... en las dos Jotas rojas. Con la mano derecha frota las dos cartas cara abajo sobre la carta mágica, voltéalas cara arriba y échalas encima de la car­ ta mágica; lánzalas cara arriba sobre la mesa, cerca o encima de la carta mágica. 13. Di que el fenómeno no es duradero. Voltea cara abajo las cartas de la mano izquierda y con la derecha coge una de las Jotas y colócala cara abajo, y en salida exterior, sobre las cartas de la mano izquierda. Coge las cartas con la mano derecha (pulgar en el dorso y dedos en la cara) y muéstralas frontalmente a los espectadores.

15. Coge la otra- Jota roja, deposítala cara abajo y en salida exterior sobre las car­ tas cara abajo de la mano izquierda, muéstrala frontalmente, golpéala con el dedo índice da! la mano izquierda, cuadra las cartas y haz los cortes igual que antes, es decir. sin alterar su orden. Cuando dices que mezclarás las cartas rojas con las negras coge el paquete preparado para la mezcla en las manos con

16?

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los dorsos hacia el público, pela cuatro cartas individualmente y lánzalas enci­ ma del paquete de la mano derecha. Con esta acción has invertido el orden de las cuatro cartas superiores (las cartas rojas) con lo que las has preparado para que en la segunda fase aparezcan los Ochos en lugar de las Jotas. 16. Declara que las cartas rojas al contacto con las negras se han transformado otra vez en negras. Coge el paquete cara abajo (pulgar encima y dedos índice y ma­ yor derechos debajo) por la esquina inferior derecha y golpea con él sobre la mesa. Al hacerlo, las cartas, dorso a los espectadores, se abrirán un poco en abanico; cuádralas, voltéalas cara arriba sobre la mano izquierda y mediante la cuenta Hamman muestra nueve cartas negras. El cambio se hace a la cuenta de cinco. El rit­ mo es como en la primera cuenta Hamman. Acuérdate, al hacer la cuenta, de ob­ tener una separación con el meñique izquierdo debajo de las dos cartas superiores. Tanto en esta ocasión, como en la primera, si te olvidas de obtener esta separa­ ción, puedes hacer lo siguiente: con las cartas cara arriba en la mano izquierda coge con la mano derecha la superior y gesticula con ella; al mismo tiempo des­ plaza con el pulgar izquierdo la superior del paquete un poco hacia la derecha y al retrasarla hacia la izquierda, obten la separación con el meñique izquierdo debajo.de ella; ahora deposita la carta de la mano derecha, cara arriba, encima del paquete. Tendrás así una separación debajo de las dos cartas superiores. 17. Haz la mezcla mema y los cortes con extensión subiendo cartas como se ha ex­ plicado en los apartados 7 y 8. Obten una separación con el meñique izquierdo encima de las dos cartas inferiores, los dos Ochos rojos.

hacia delante hasta acabar sobre los dedos izquierdos. En su desplazamiento (especialmente engañoso) la carta triple no se desalineará. 19. Cuadra las cartas de la mano izquierda con sólo esa mano y colócalas en salida exterior debajo del paquete de cartas de la mano derecha (fig. 12). Con la mano derecha voltea hacia ti el paquete cara abajo y seguido cuadra las cartas en salida ahora interior y da las dos superiores sobre la carta mágica.

20. Declara que como has dado dos cartas negras sobre la mesa, en las manos debes tener siete negras. Con las cartas cara abajo en la mano derecha pela con el pul­ gar izquierdo sobre la mano izquierda dos (hazlo al estilo de la cuenta Hamman). Luego echa el resto de las cartas de la mano derecha sobre las de la mano iz­ quierda, mientras dices: ¡No! ¡No! Con las cartas cara abajo no; lo haré con las cartas cara arriba, (Con esta acción has retirado de debajo del paquete las dos negras que antes contaste sobre la mano izquierda y que aparentemente colocas­ te sobre la carta mágica). Voltea cara arriba las cartas sobre la mano izquierda y mediante ¡a cuenta de Hamman muestra que son siete negras. Haz el cambio al contar cuatro.

18. Explica que quieres que quede claro que no pondrás las Jotas sobre la carta mágica. Con las cartas en la mano izquierda en la posición de dar y con la se­ paración del meñique izquierdo encima de las dos inferiores, la mano derecha coge el paquete desde arriba (pulgar en el extremo interior y dedos en el ex­ tremo exterior) en la posición Biddle o posición de cortar. Al retirar el paque­ te de la mano izquierda pela con el pulgar izquierdo la carta superior y al mis­ mo tiempo roba debajo de esa carta las dos rojas que están debajo de la separación del meñique izquierdo; estas cartas quedarán casi en la posición de dar en la mano izquierda. Luego pela la siguiente carta superior con el pulgar izquierdo y déjala sobresaliendo hacia la derecha sobre las cartas (tres) que sujetas en la mano izquierda. Ahora abre la mano izquierda y muestra apa­ rentemente dos cartas sobre su palma con el gesto que Ascanio llamaba la en­ señada sincera (fig. 11). Al hacer la enseñada, es decir, al abrir ampliamente la palma izquierda cara arriba, las cartas de la mano izquierda se desplazarán

21. Di que las cartas de la mesa al contacto con la carta mágica se transformarán en las dos Jotas rojas. Con la mano derecha frota las cartas cara abajo de la mesa contra la carta mágica y con aire triunfal comienza a levantarlas por el extremo interno. Míralas sólo tu y de repente ponte serio, mira a los espectadores como sorprendido, y recuéstate hacia atrás en tu silla. Mientras esto ocurre, las cartas cogidas en la mano derecha se arrastran sobre la mesa hasta el borde.

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Vuelve a mirar a las cartas, haz un gesto de no entender lo que está sucediendo, sonríe y di triunfalmente: Ahora, ¡son los Ochos rojos! y lanza casi desde atrás las dos cartas sobre la mesa, hacia el Nueve mágico. Con todas estas acciones, se está produciendo una misdirection emocional; el pú­ blico al ver tus reacciones está pensando "Pero ¿qué pasa aquí? ¿Por qué el mago está cambiando de actitud?" Y es muy importante porque su atención se desvia­ rá de lo que está a punto de ocurrir. 22. En el gesto de relajación, después de haber mostrado los Ochos rojos y de lan­ zarlos sobre la mesa cerca del Nueve mágico, la mano derecha caerá al regazo (fig. 13) y cogerá en el empalme del tahúr, las cartas que estaban, cara arriba, en el pliegue del pantalón -el cargador- sobre el muslo derecho desde el principio del juego. Inmediatamente la mano derecha con las cartas empalmadas sube a descansar sobre el bordé de la mesa (fig. 14). La mano izquierda primero va hacia los Ochos y los coloca bien sobre el Nueve y luego se retrasa y va a descansar, en la parte izquierda de tu cuerpo, al borde de la mesa. Haz una pequeña pausa para que el público digiera este efecto.

23. Ahora vi ne un cambio de paquetes. Como sostenía Ascanio, un cambio será insospechado si la carga previa ha sido hecha también insospechadamente, y en este caso así ha ocurrido. La mano izquierda, sujetando un paquete de car-. tas cara arriba, se mueve hacia el borde central de la mesa y cuando llega allí se inclina ligeramente hacia el interior y por gravedad deja caer su paquete al regazo. Al mismo tiempo, también la mano derecha va hacia ese punto de la mesa con sus cartas empalmadas; llega al mismo tiempo que la mano izquierda y simula voltear las cartas de esa mano cara abajo (fig. 15), pero en realidad voltea la!; que ella misma tiene empalmadas. Tras voltear.sus cartas, la mano derecha las deja sobre la mano izquierda fingiendo que las cuadra. El cambio ya se ha realizado. 24. Pon un Ocho rojo cara abajo en salida exterior sobre las cartas de la mano iz­ quierda, y cogiendo las cartas en la mano derecha muéstralas frontalmente y gol­ pea el Ocho con el índice izquierdo, como antes (fig. 16). Éstas son acciones se­ dal y también hay una acción de continuidad aparente, pues los espectadores, que sublirninalmente ven el Nueve de Picas -una carta negra- en la cara del pa­ quete, dan por supuesto que nada ha cambiado respecto a la situación anterior. Haz los cortes como antes y una mezcla (dorso de las cartas hacia la izquierda) en las mí nos, conservando la carta inferior; para ello al coger las cartas para la mezcla deja la inferior en su posición. 25. Toma las dos cartas de la mesa, y como por equivocación, colócalas en salida exterior, ara abajo, sobre las de la mano izquierda, muéstralas con la mano derecha ontalmente, golpéalas con el índice izquierdo,etc. (Aquí hay más acclones sédal.) Coloca las cartas cara abajo en la mano izquierda, en la posiy sube la inferior, mediante un doble corte, y como dándote cuención de ta de tu e "ror d¡: ¡No! La carta mágica debe estar siempre sobre la mesa. Haz el volteo de Stuart Gordon y muestra el Nueve mágico. Déjalo cara arriba so­ bresali erdo ltada la derecha y ahora, cogiéndolo por la esquina inferior derederecha (dedos índice y mayor arriba y pulgar abajo) voltea cha con Na mano i la doble ;ara abajo hacia delante; mediante la descarga de D'Amico 4 deja el Nueve en el paquete y da con la mano derecha la carta negra sobre la mesa, cara abaj , en la posición en la que siempre ha estado la carta mágica. 26. Haz los c artes y mezclas que quieras con las cartas cara abajo.

"Cambio d >ble de una carta", figs. 14 y 15, pág. 343 de este Tomo.

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27. Voltea la carta de la mesa cara arriba y descubre que es una carta negra. Mués­ trate sorprendido y a continuación di: Si esta carta es negra, las de la mano de­ ben ser... ¡rojas! Voltea las cartas cara arriba; se verá una carta roja. Coge las cartas por su esquina inferior derecha, golpéalas contra la carta mágica, y des­ plazando los dedos derechos, deja que las cartas se vayan abriendo en abanico y muestra lentamente que son todas rojas. Es lo que Ascanio llkmabafase de atis­ bo, pues el público se da cuenta, percibe la idea, de que puede ocurrir algo que es imposible y piensa "No puede ser..." y tú mientras tanto le estás desvelando lentamente que es así. 28. Una vez que has desplegado casi todas las cartas en abanico, y que se ve que son todas rojas, la mano izquierda avanza hacia la carta negra y la desplaza hacia atrás, dejando sitio en la parte delantera de la mesa para que tú coloques de izquierda a derecha, en grupos de tres, ampliamente abiertas, las ahora nue­ ve cartas... ¡rojas!

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tas Ases i r M I rxAMCw

ASEÉ PARA CONOCEDORES Saludo a Pred Kaps Recogemos en este capítulo dos versiones de este magnífico efecto inspirado di­ rectamente en los famosos "Ases de Stanley Collins". La primera, ya fue publicada por Ascanio. La segunda, que rebautizó como "Ases de mi examen", se correspon­ de básicamente al comienzo de los años noventa, y es la última que desarrolló. Has­ ta hoy permanecía inédita. La primera versión entonces, apareció publicada en las Notas de Conferencia que Ascanio preparó, bajo el título "El manejo de la carta doble" para el Congreso Magi Canarias-80, en Santa Cruz de Tenerife, 1980. En aquellas Notas Arturo decía: "En 1953 contemplé, por primera vez, la más espectacular, visual y mágica versión del juego de los Cuatro Ases que imaginarse pueda. Salió de las manos -vivas e inteligentes- del que sería mi maestro, el mejor mago de nuestros tiempos y de todos los tiempos, el gran Fred Kaps. La versión de Cy Endfield "Aces for Connoissseurs"1 es, en sus manos, de un efecto inenarrable. Me prometí (¡hace veintisiete años!) lograr algo parecido, pero distinto. Y éste es el resultado, que ofrezco en homenaje a mi Maestro".

Primera Parte: La desaparición de los Ases Sobre la mesa, los cuatro Ases cara arriba alineados de izquierda a derecha (Ar­ turo los ponía en este orden: Corazones, Picas, Diamantes y Tréboles), separados en­ tre sí unos cinco centímetros. Mientras hablas, como si el juego aún no hubiera comenzado (colocación de! de­ corado, según Ascanio) pon cuatro cartas cara abajo (para el público tres) sobre cada As. Para lograrlo, puedes realizar esta sencilla falsa cuenta: con la baraja cara abajo en la mano izquierda, pasa una carta a la mano derecha, después con el pulgar iz­ quierdo empuja dos como una (no es preciso que vayan igualadas) que la mano de­ recha toma, colocándolas debajo de la carta que ya sostiene; por último, pasa una "ter­ cera" carta, también debajo de las anteriores. Iguálalas con un golpecito sobre la parte superior de.la baraja, y deposítalas en la mesa cubriendo parcialmente el As respec­ tivo. No hace falta que la cuenta falsa sea perfecta; pero sí es preciso que el público no mire a rus manos, y entrevea tan sólo que mueves tres veces la mano derecha en gesto de coger o contar tres cartas. 1.

CY ENDFIELD'S ENTERTAINING CARD MAGIC, Part Tvvo, de Lewís Ganson, pág. 46. Supreme. I7
La versación (cualquier anécdota acerca de la leyenda de los Cuatro Ases y su poder mágico) que relatas mientras actúas, y la sensación de que el juego aún no ha empezado todavía (conseguida con tu actitud y con frases del estilo: "El juego que les haré a continuación...") son el secreto de la cuestión. Deja el resto de la baraja cara abajo, a un lado sobre la mesa.

Primer As: "El golpecito" (Aplicación de un movimiento de Tenkai) Coge el primer paquete, vuelve el As cara abajo (colócalo en la parte inferior del paquete) y haz una mezcla que lo lleve a ocupar el tercer lugar. A) Coloca el paquete cara abajo en la manó izquierda, en la posición de la carta co­ rrida (fig. 1). Extrae y enseña con la mano derecha la carta inferior y luego la si­ guiente. Ahora "corre" el As del fondo y "extrae" las dos de arriba como una (fig. 1: observa la forma de abanico de las cartas indiferentes). Vuelve o gira ambas manos y enseña el As en la izquierda y las tres indiferentes, en abanico, en la mano derecha. Deposita la doble sobre la cara del As, dejando que éste sobresalga unos dos centímetros por delante; sobre la doble, deposita de una vez las otras dos cartas de la mano derecha, alineadas o igualadas con la do­ ble. Empuja el As con el índice izquierdo hasta igualarlo con las demás cartas. Vuelve lateralmente todo el paquete cara abajo. (Como resultado, el As ocupa la parte superior del paquete; pero lo has hecho de forma que no resulta evidente, lo que conviene a los movimientos siguientes). Obten -acariciando las cartas con el pulgar derecho por el extremo interno- una separación que trasladas a la yema del meñique izquierdo debajo de las dos cartas superiores. B) Pausa de expectación. Da un golpecito o haz un castañeo de dedos sobre las car­ tas. Inmediatamente vuélvelas cara arriba (mediante el volteo de Tenkai) y en­ seña que el As ha desaparecido (figs. 3 y 4). Opera así: el meñique izquierdo em­ puja hacia la izquierda la carta doble, que se desplaza diagonalmente, sobresaliendo su esquina interior izquierda por la izquierda del paquete (fig. 2). A la vez, el pulgar izquierdo se coloca debajo de las cartas (fig. 2), obligando a todo el paquete a voltearse cara arriba de izquierda a derecha. La mano derecha espera este volteo, e inmediatamente toma la carta doble por el lado izquierdo, (el pulgar en la cara de las cartas y dos dedos, al menos, en los dorsos; ver la co­ gida del Siete de Picas en la fig. 3). Casi a la vez, el pulgar izquierdo abre en aba­ nico "alargado" las otras tres cartas (fig. 3: instantánea del momento en que las cartas no están desplegadas del todo). La mano derecha, en el mismo movimiento, inserta su carta (doble) en tercer lugar desde arriba de la extensión de cartas de la mano izquierda, mostrando que el As ha desaparecido (fig. 4). !?0

C) Cuadra las tartas, y enséñalas otra vez -mediante una cuenta bucle (pasas dos cartas en la cuenta de tres)- abiertas en abanico en la mano izquierda. Tómalas de una en una con la mano derecha, invirtiendo su orden. Esto sirve de corrobo­ ración de la iesaparición del As. Cuádralas, por último, y déjalas cara arriba, apar­ tadas, a la izquierda de la mesa. El As ocupa el tercer lugar en este paquete.

Segundo As: fl pincel" (Ascanio) Toma el seglilundo paquete (el del As de Picas), vuelve el-As de Picas cara abajo, colócalo en la p^rte inferior del paquete, y cógelo en la mano izquierda (cara arriba), dispuesto para Un culebreo vertical. A) Realiza un q ulebreo vertical, pero al hacerlo desplaza la doble hacia delante, de modo que S i cara sobresalga más de la mitad por delante y por la derecha (fig. 5), quedan do su esquina interior izquierda a la altura de la yema del pulgar izquierdo. Apri eta o haz presión sobre la carta de encima con la yema del pulgar izquierdo, npientras el mayor derecho, apoyado en el borde de la doble (fig. 5), obliga a est^ carta a dar un giro de ciento ochenta grados, hasta quedar sobresaliendo por 4\extremo interno, tal como muestra la fig: 6. Esto es: haz parcialmente el cu ebreo Tenerife.

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B) Coge la doble por el extremo interior (con el pulgar derecho, por debajo, y el índi­ ce y el mayor, por encima; fígs. 7 y 8), a la vez que la mano izquierda cuadra sus cartas, quedando encima el As de Picas. Mueve la doble frotando su extremo exte­ rior, de delante hacia atrás (fig. 7) y después de atrás hacia delante (fíg. 8), como si se tratara de un pincel o brocha. En una de esas, al mover el pincel de delante hacia atrás, el pulgar derecho suelta la carta que está debajo del supuesto pincel (fig. 9), carta que los dedos izquierdos encajan instantáneamente sobre el paquete, cuyo As ha quedado pintado o transformado. Da un par de pinceladas más con la "carta pin­ cel" después de la transformación. Deja esta carta encima de las de la mano izquierda. C) Toma las cartas en la mano izquierda en posición para un culebreo Tenerife. Haz­ lo, para corroborar que el As ha desaparecido. Sin alterar su orden, cuadra las car­ tas y colócalas cara arriba sobre el paquete del primer As.

Tercer As: "La brújula" (Aseante) Coge el tercer paquete, vuelve visiblemente el As cara abajo, ponió en la parte inferior del paquete y haz una mezcla que lo lleve al segundo lugar desde las caras. A) Haz un culebreo normal (cartas cara arriba), mostrando el As "culebreando" entre las otras cartas, lo que aprovechas para pasar la doble de segundo a tercer lugar des­ de arriba. Deten entonces el culebreo, y señala el As. Cierra y cuadra las cartas. B) Sujetando el paquete cara arriba con la yema del pulgar izquierdo (en el centro de su cara) y la del índice izquierdo (que, por debajo, se apoya en el centro de los dorsos), obliga al paquete (empleando para ello los dedos de la mano dere­ cha) a girar sobre sí mismo (en movimiento que recuerde al de la aguja de una brújula) hasta que quede en la misma posición del comienzo (ver pág. 258, figs. 3 y 4 de "Ases culebreantes", Tomo 2). Con las cartas en la mano derecha listas para un culebreo (ver la posición de la mano derecha en la fig. 10) haz una pe­ queña pausa de expectación. Realiza entonces un ágil culebreo normal que mues­ tre cuatro cartas indiferentes y. sin detener el movimiento de las cartas, deja caer sobre la mesa la doble (fig. 10) con el fin de dejar libre la mano derecha (acción en tránsito) que inmediatamente se dirige a la mano izquierda (fig. 11) para co­ ger con soltura una carta y depositarla sobre la que yace sobre la mesa (acción final). Libre otra vez la'mano derecha, toma rítmicamente otra carta de la mano izquierda y la deja caer sobre las del tapete, repitiendo lo mismo, con mayor sol­ tura si cabe, con la última carta de la mano izquierda (El público debe tener la sensación de que se ha enseñado las cuatro cartas indiferentes con una desen­ voltura tal que inequívocamente demuestra la inexistencia del As). ]Z3

C) Toma las "cuatro" cartas de la mesa en la mano izquierda y enseña en abanico que no hay As (que se oculta tras la última cartadel abanico). Al cerrarlas, pasa dos nai­ pes a la parte inferior del paquete, con lo que el As queda justo en medio del mis­ mo. Abandona el paquete colocándolo sobre el de los otros Ases desaparecidos.

Cuarto As: "La frotadita" (Ascam'o) Coge el cuarto y último paquete, vuelve visiblemente el As cara abajo y colóca­ lo en la parte inferior del mismo, que tomas en la mano izquierda en posición de dar. A) Coloca las cartas.en posición vertical (caras hacia el público, dorsos hacia ti). Sin alterar su orden, pasa las tres primeras cartas desde la mano izquierda a la mano derecha, que las va exhibiendo abiertas en abanico. Con la(s) carta(s) que te que­ dan en la mano izquierda (carta doble) haz el chasquido (ver la fig. 2 de "La Dama inquieta", pág. 22). La carta doble, con ello, termina pinzada entre la punta del índice y la yema del pulgar izquierdos (observa esa forma de coger la carta en la ilustración mencionada). Con soltura, la mano derecha cierra su abanico contra la axila de los dedos índice y mayor izquierdos, que se cierran para sujetar entre ellos las tres cartas (fig. 12). Inmediatamente, la mano derecha, ya libre, coge sin titubeos la doble como indica esa ilustración, es decir, con el pulgar en el extre­ mo inferior (interior) y el mayor en el superior (exterior). La mano derecha se aparta entonces y, volviéndose palma arriba y seguida de tu mirada, muestra el As cara arriba (ver la fig. 12 del juego "Agua y aceite por culebreos", pág. 70, Tomo 2). Mientras tanto, la mano izquierda, pasando el índice izquierdo debajo de las cartas, coloca sus naipes en posición normal de dar. Con todo ello has lle­ gado a la situación necesaria para la desaparición por "la frotadita". B) Empujando con la uña del índice-derecho en el dorso de la carta doble, abarquí­ llala (concavidad por el dorso) como indica la fig. 13. Frota visiblemente la con­ vexidad o "panza" de la carta sobre o contra el dorso de las cartas de la mano iz­ quierda (fig. 13: observa en esta ilustración cómo el pulgar izquierdo está apartado y no coge las cartas, que se sujetan en la mano sólo con los dedos índi­ ce y mayor, y la palma de la mano). Tras un par de frotaditas, separa la mano de­ recha, vuélvela palma arriba y enseña el As. Repite la acción de frotar, pero tan pronto como la carta doble entre en contacto (por su "panza") con los naipes de la mano izquierda, los dedos pulgar y mayor relajan su presión sobre el borde de la carta doble, y dejan escapar el As, que viene a unirse y confundirse con los naipes de la mano izquierda. Haz un par de frotaditas más ya con el As descar­ gado y, con un sonoro chasquido, muestra que el As se ha transformado en una carta indiferente (fig. 14). 1?4

14 C) Devuelve la carta transformada sobre la parte superior del paquete, vuélvelo cara arriba en la mano izquierda y corrobora la desaparición del As del modo ya ex­ plicado en el párrafo C del Primer As (pág. 181). Deja el paquete sobre el de los Ases anteriores.

Segunda Parte: La aparición de los Ases Toma el resto de la baraja (la parte no empleada) y deposítala cara arriba sobre el montón donde se encuentran los Ases. Haz una falsa mezcla, que no altere la posiciónde la itad superior de la baraja. Luego reparte en fila sobre la mesa cinco carm tas cara abaj 0;; sobre ellas da otras cinco, y as! hasta que cada uno de los cinco paquetes conteihga cuatro cartas. El paquete del centro estará formado por los cuatro Ases. Da a ell egir a un espectador uno de los cinco montones. A) Si eligen el del centro,-recoge los demás, extiende toda la baraja cara arriba en cin­ ta sobre la mesa, y muestra triunfalmente que los Ases están en el paquete elegido. B) Si eligen cualquier otro montón, recoge los demás colocándolos ora encima, ora debajjo de la baraja; el último paquete que recoges es el de los Ases: pon­ ió debajol\ previa separación que obtienes con la yema del pulgar derecho por |g"5

el extremo interior. Toma el paquete elegido en la mano izquierda y, sirvién­ dote de la baraja como de una pala, voltéalo cara arriba en la mano izquierda: decepción, no son los Ases. Voltéalo de nuevo cara abajo sobre la mano iz­ quierda, sirviéndote (igual que antes) de la baraja como de una pala y, al ha­ cerlo, deja caer los Ases y agrégalos secretamente al montón de la mano iz­ quierda. Deposita la baraja cara arriba sobre la mesa y vuelve cara arriba el paquete de la mano izquierda. Haz cuatro cuentas bucle seguidas (al contar tres, pasas un grupo de cartas) poniendo cada vez el As que. aparece en cuarto lu­ gar en la parte superior del paquete: con ello, las cuatro cartas indiferentes se transforman de una en una en los cuatro Ases. Abandona todos los Ases (y car­ tas indiferentes) sobre la parte superior de la baraja.

LOS ASES D£ MI EXAMEN Con el tiempo - a comienzo de los noventa-Ascanio modificó la versión ante­ rior, añadiéndole sus nuevos manejos, es decir, sus últimos culebreos, sus dejadas, sus expansiones... La siguiente versión es la última de las que presentaba.

Ordenación Para realzar la desaparición de los dos primeros Ases, ordena la baraja de la si­ guiente forma, comenzando desde arriba, cartas cara abajo: una carta negra, una car­ ta roja, dos negras, tres rojas (ÍN - IR - 2N - 3R) y en la cara de la baraja pon una carta negra. Es conveniente que en la cara de la baraja tengas dos cartas negras del mismo valor, o cartas negras confundibles; luego verás porqué. Los cuatro Ases estarán perdidos en la baraja.

Rutina I. Fase preliminar: colocación de los Ases sobre la mesa Toda esta fase, en sí misma, constituye lo que Ascanio llamaba trabajar antes de comenzar, pues para el público, todavía el juego no ha comenzado. Por otra parte esta fase es una prementira, porque el escenario colocado, en rea­ lidad, lo está de una forma diferente a lo que el público cree; es decir, constituye un falso comienzo de gran efectividad mágica. Con la baraja cara arriba en las manos, ordenada como se ha indicado, anuncia que para este juego -con el que pasaste tu examen de ingreso en la asociación de ma­ gos- necesitarás los cuatro Ases. Búscalos; cuando los encuentres déjalos en salida exterior. Pasa los cuatro a la cara de la baraja y allí ordénalos de la siguiente mane­ ra: As de Tréboles, As de Corazones, As de Picas y As de Diamantes. El As de Dia­ mantes estará ahora en la cara de la baraja. Extiéndelos entre las manos, hacia la de­ recha, mostrándolos al público; aprovecha este gesto para obtener una separación con el meñique izquierdo debajo de la carta negra que colocaste como carta cara. Al ce­ rrar y cuadrar los Ases añade debajo de ellos la carta negra.de encima de la separa­ ción; separa con la mano derecha, cogiendo las cartas desde arriba (pulgar en el ex­ tremo interior y dedos en el exterior) los Ases y la carta extra, y deposítalos ~o déjalos caer- cara arriba sobre la mesa. Como antes hemos sugerido, conviene que en la cara de la baraja desde el principio del juego tengas dos cartas negras del mismo valor, o confundibles. Así al robar la primera de ellas, no se notará ninguna diferencia en la posición inferior de la baraja. Extiende el resto de las cartas entre las manos para mostrar que en la baraja no hay más Ases; aprovecha esta extensión para obtener una separación con el meñique 1?6

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izquierdo encima de la cuarta carta superior (la primera negra de las dosque pusis­ te juntas en la ordenación); voltea la baraja cara abajo con la mano derecha sobre la mano izquierda, mediante la maniobra casi sin el meñique (ñgs. 21 y 22, pág. 385). Al realizar el volteo con este pase, como sabes, mantendrás la separación y por efec­ to de la misma las cuatro cartas superiores (las de debajo de la separación en este caso) se descuadrarán hacia la izquierda. Deja la baraja así descuadrada -según el argot mágico con un escalón- sobre la mesa, en la parte izquierda del tapete. Coge los Ases y muéstralos al público mediante la enseñada sincera. Los cuatro Ases con esta enseñada quedarán (dos Ases en cada mano) sobre las palmas de las ma­ nos que estarán ampliamente abiertas y avanzadas hacia los espectadores; en la mano izquierda debajo del As que está más a la izquierda tendrás una carta extra oculta. Cierra las manos cuadrando las cartas que en ellas sujetas. Cada mano cuadra des­ cuidadamente sus Ases y los voltea cara abajo. Pon los Ases de la mano derecha so­ bre los Ases de la mano izquierda. Con esta maniobra habrás colocado la carta extra en el centro del paquete que sujetas cara abajo ahora en la mano izquierda. (Si tienes dudas, observa las figs. 3 y 4 de "Ases con amor", pág. 224, Tomo 2, para entender claramente esta enseñada y el posterior volteo de las cartas entre las manos). Con la mano derecha, voltea las cartas lateralmente cara arriba sobre la mano iz­ quierda, y como jugando con ellas, muestra otra vez los cuatro Ases mediante un cu­ lebreo vertical. Seguido, pon la doble en la presa del anular y mediante la dejada frotada deja en fila, en la parte delantera de la mesa, individualmente, los Ases. Re­ capitulación: de izquierda a derecha, en fila y cara arriba sobre la parte delantera de la mesa, tendrás: el As de Picas, luego el As de Tréboles (debajo de él la carta extra oculta y desconocida para todos), a continuación el As de Corazones y finalmente el As de Diamantes). Fíjate en el orden de los Ases y cambia de posición el As de Corazones con el As de Picas. Ahora el orden de los Ases será: Corazones, Tréboles, Picas y Diamantes. Explica que, como en todos los juegos con cuatro Ases, ahora hay que colocar tres cartas indiferentes encima de cada As. En realidad agregarás cuatro cartas a cada As, usando ardides diferentes para cada uno de ellos. Coge la baraja de la parte izquierda de la mesa con la mano derecha (desde arri­ ba) y colócala en la mano izquierda, en la posición de dar, y al hacerlo, con el meñi­ que izquierdo recupera debajo de las cuatro cartas descuadradas una separación. Cuenta, de una en una, sin invertir su orden, empujándolas con el pulgar izquierdo hacia la mano derecha, aparentemente tres cartas (en realidad cuatro); la tercera que cuentas es una doble. La separación que sujetas con el meñique izquierdo, debajo de ella, te facilitará esta operación. Coloca con la mano derecha estas cartas así conta­ das, después de cuadrarlas, golpeándolas ligeramente contra el dorso de las cartas de la mano izquierda, sobre el As de Corazones en el extremo izquierdo de la fila. \ZZ

Colócalas de forma que se vea un poco del As por el lado izquierdo. Pasa a la mano derecha, de la misma manera, claramente tres cartas (de una en una, sin invertir su orden, empujándolas con el pulgar izquierdo). Cuádralas ligeramente y colócalas sobre el As de Tréboles; deja que el As de Tréboles sobresalga un poco, debajo de las cartas, por el lado izquierdo. Haz lo mism 'b con el tercer As, el de Picas. Pero después de tener colocadas las cartas sobre áX realiza las siguientes acciones: como si no te gustase el orden de los Ases, comlenta: Será mejor que cambie estos dos Ases (refiriéndote a los dos Ases de la derecha de la fila). Al hacer este comentario, con la mano izquier­ da, que está en penumbra -a la izquierda y apoyada sobre la mesa- obten una se­ paración con el meñique izquierdo debajo de la carta superior; simultáneamente, la mano derecha en la zona iluminada, se dirige hacia las cartas que acabas de poner encima del As de Picas y las coge. Y para poder intercambiar los Ases (acció ti en tránsito) Ipasa estas cartas a la mano izquierda; déjalas encima de las que allí sujetas (sobre a carta de encima de la separación). La mano derecha, ya libre, desplaza (sin levantarlo de la mesa) el As de Diamantes hasta colocarlo delante del As de Picas, j todo seguido, arrastra al As de Picas al extremo derecho de la fila (acción final)), La mano derecha va hacia la mano izquierda y coge todas las cartas dé encima. de la separación del meñique izquierdo, se dirige hacia el As de Diamantes, y con la punta de los dedos derechos, corrige su posición, bajándolo hacia ti, hasta que i queda alineado con el resto de los Ases de la fila. Luego deposita las cartas que isujeta sobre él. Deja que el As se vea por el lado izquierdo. El orden de los Ases ahora'será: Corazones, Tréboles, Diamantes y Picas, con-apa­ rentemente tres Certas indiferentes sobre ellos. Cuando estés acabando la operación de colocar cartas sobre el As de Diamantes, obten una separacíi bn con el meñique izquierdo debajo de las dos superiores de la baraja. Luego da hac::a la derecha las dos cartas de encima de la separación con la técnica de Da¡ Verno)ti que Ascanio llamaba avanzadilla lateral (figs. 28, 29, 30 y 31, pág. 393); coge es:.as dos cartas en la mano derecha, y luego coge debajo de ella(s) otras dos, que el pulgar izquierdo empuja individualmente hacia la mano derecha. Cuadra estas cartas; y colócalas sobre el As de Picas, ahora en el extremo derecho de la fila de Ases. Dejj: el resto de la baraja cara abajo en el lado izquierdo, sobre la mesa. Haz una larga pausa. Para ello mira de frente a los espectadores y como olvi­ dándote de las cartas habla con ellos. Arturo.les contaba que este juego era el de su examen para ingresar en la asociación de magos y que se necesitaban cuatro Ases, tres cartas cualesquiera sobre cada As, dos manos... gesticulaba con sus manos, y añadía: y una virtud... ¿Sabéis cuál era la virtud que yo ¡es dije que hacía falta?... Recordad que tenia entonces veinte años... ¡Quién los pillara ahora!... La virtud que yo dije en mi examen que hacía falta era... ¡la omnipotencia! i?q

En su charla, Arturo también dqcía que en el cuestionario que había que rellenar ponía: Si usted no es el inventor deljuego de los cuatro Ases, diga por qué. Con esta charla, Arturo pretendía crear un gran paréntesis de olvido sobre el he­ cho de haber colocado los Ases sobre la mesa, y de alguna forma sugerir que el jue­ go estaba a punto de empezar, y que lo hecho hasta entonces, había sido necesario, pero que no contaba para el efecto. De cualquier forma, si analizas la situación ac­ tual, verás que tenemos un punto de partida falso de gran eficacia mágica. El públi­ co cree que sobre la mesa tienes cuatro montones con un As cara arriba y sobre él tres cartas indiferentes cara abajo. En realidad tienes: tres montones con un As cara arriba y sobre él cuatro cartas indiferentes cara abajo, y un montón, el segundo des­ de la izquierda, con un As cara arriba, que oculta debajo de él una carta indiferente, también cara arriba y, encima de ellas, tres cartas indiferentes cara abajo.

cartas superiores, y las desplaza hacia la derecha; en la misma acción los dedos iz­ quierdos extienden las dos cartas inferiores también hacia la izquierda (fig 17 lo que ve el publico; y fig. 18, lo que se vería desde abajo). Al final de esta acción tienes las cuatro cartas ampliamente desplegadas entre las manos. Las dos superiores estarán sujetas por los dedos derechos índice, mayor y pulgar, y apoyadas sobre la tercera carta por la esquina inferior izquierda de la doble. Tras una pausa para mostrar las cartas al publico, cuádralas y haz parcialmente el culebreo Tenerife (fi^s 5 y 6 de la versión anterior, pág. 182). Coge la carta que sobresale hacia ti (la doWe) por su extremo interior con la mano derecha, pulgar debajo y dedos arriba (fig. 7 de la ver­ sión anterior), y usándola como un pincel (figs. 7 y 8 de la versión anterior), simula pintar el As, en la segunda o tercera pasada suelta la carta inferior de la doble del pul­ gar derecho (fig. 9 de la versión anterior) y el As habrá desaparecido como pintadoaparecerá una carta roja. '

Z. Desaparición de los Ases Primer As: "El pincel" Con la mano derecha, desde arriba (pulgar en el extremo interior y dedos en el exterior) coge el paquete de la izquierda de la fila deAses y deposítalo sobre la mano izquierda; cuadra las cartas y sin interrupción saca el As de debajo (cara arriba) y vol­ téalo cara abajo colocándolo otra vez en la'posición inferior de ese paquete. Con las cartas cara al público, haz un culebreo vertical: acábalo colocando la carta doble en la presa del anular. Haz frotar las cartas delante y atrás, y volteando la mano izquierda dorso arriba enséñate a ti mismo las cartas. Luego pon la mano izquierda horizontal, palma arriba, y con la mano derecha coge las dos cartas inferiores (el As y una indi­ ferente) y voltea las manos palmas hacia abajo mostrando dos cartas en cada mano. Voltea otra vez las manos palina arriba (ahora las cartas están cara abajo) y deja la carta indiferente de las de la mano derecha sobre las cartas de la mano izquierda, y coloca el As, cara abajo, debajo de todo; seguido, con la mano derecha, voltea late­ ralmente las cartas cara arriba, y cuádralas en la mano izquierda; Haz de nuevo un culebreo vertical; al acabar de extender las cartas pasa la do­ ble a la presa del anular y acaba mostrándolas claramente con una expansión. Apa­ rentemente en las manos tienes tres cartas negras y el As de Corazones. La expan­ sión mencionada consiste en lo siguiente: después de hacer el culebreo vertical y colocar la carta doble en la presa del anular, las cartas se frotan libremente delante y atrás, y cuando estén replegadas, la mano derecha se acerca a la izquierda y apoya la yema del mayor derecho debajo de la esquina superior derecha de la carta doble; a continuación, el pulgar derecho se coloca literalmente encima de la mencionada yema del mayor derecho, en la cara del As de Corazones (fig. 15, lo que ve el público; y fig. 16, lo que se vería desde abajo). En esta posición, la mano derecha coge las dos 1
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Para corroborar el efecto -la desaparición del As-haz: un culebreo vertical segui­ do del deshoje,' es decir, después de culebrear (extender las cartas) deja la doble sobre la mesa y luego sobre ella, de una en una, deja las otras tres cartas. Recógelas de la mesa con la mano derecha, pásalas a la mano izquierda y haz la enseñada sincera. Tras mostrar dos cartas indiferentes en cada mano, voltéalas cara abajo, y colo­ ca las de la mano derecha encima de las de la mano izquierda. Ahora voltea lateral­ mente las cartas cara arriba sobre la mano izquierda, y vuélvelas a mostrar median­ te un culebreo vertical; coloca la doble en la presa del anular, y haz la expansión que acabamos de describir; luego cuadra las cartas (con estas maniobras has mos­ trado claramente, tres veces, cuatro cartas indiferentes entre tus manos; el As de Co­ razones ha desaparecido). Después de cuadrar las cartas cara arriba en la mano iz­ quierda, haz un culebreo vertical, seguido del deshoje. Coge las cartas con la mano derecha, cuádralas y voltéalas cara abajo lateralmente sobre la mano izquierda y dé­ jalas así sobre la mesa (cara abajo) a la izquierda. (El As, sin que nadie lo sepa, es la carta superior de ese paquete). Segundo As: "Sota, Caballo y Rey" Como antes, con la mano derecha, desde arriba, coge el segundo paquete desde la izquierda de la fila de Ases, el del As de Tréboles, y pásalo a la mano izquierda. En este montón hay dos cartas cara arriba (la de abajo desconocida para el público; la que está a la vista es el As de Tréboles) y tres cartas cualesquiera cara abajo enci­ ma. En la mano izquierda abre las cartas en abanico hacia la derecha con la ayuda de esta mano, mostrando un As cara arriba (manten dos cartas como una) y tres cartas cara abajo. Coge las tres cara abajo con la mano derecha (dedos debajo y pulgar en­ cima) voltea la mano hacia ti para enseñar tres cartas indiferentes al público, llama la atención sobre su valor y orden; simultáneamente con el pulgar izquierdo voltea cara abajo la(s) carta(s) de la mano izquierda. Coloca las cartas de la mano derecha debajo de la(s) de la mano izquierda. Con las cartas en la mano izquierda en la posi­ ción de dar, saca la inferior, nombrándola antes, voltéala cara arriba entre los dedos derechos para mostrarla y ponía también cara arriba sobre la mesa; nombra la si­ guiente, sácala, voltéala para mostrarla y déjala cara arriba sobre la mesa encima de la anterior; nombra la tercera de las cartas sobre las que llamaste antes la atención, haz la doble extracción de abajo para cogerla y voltéala cara arriba (es una carta doble) como si fuese una, (puedes usar el.volteo de Stuart Gordon), muéstrala y dé­ jala cara arriba sobre la mesa encima de las anteriores. En la mano te queda una car­ ta cara abajo. Haz un gesto mágico y demuestra que el As ha desaparecido. Deja la carta cara arriba sobre las de la mesa. 1.

Coge el paquete de cartas cara arriba de la mesa, haz un culebreo vertical, pasa la doble a la presa del anular, y haz la expansión que se ha explicado. Cuadra las car as en la mano izquierda y seguido haz otro culebreo vertical, . luego mediante e . deshoje ve dejando cartas cara arriba sobre la mesa; como antes, comienza por a doble una vez que hayas culebreado suficientemente las cartas. Recógelas, vo3 teándolas cara abajo sobre la mano izquierda y pelándola con el pulgar izquierdoi, descuidadamente, pasa la superior (el As que acaba de desaparecer) debajo á¿\ paquete. Deja estas cartas, cara abajo sobre el primer paque­ te que está cara ab ajo sobre la mesa, a tu izquierda. Tras una pequeña pausa coge los dos paquetes juntos y di: Hasta ahora han de­ saparecido dos Ase i. Cuenta cuatro cartas cara abajo, sin alterar su orden, de la mano izquierda a la mano derecha y mantenías abiertas en abanico, cara abajo, en esa mano. Con ayuda de estas cartas voltea cara arriba el resto de las que sujetas en la mano iz­ quierda y muéstralas como cuatro extendiéndolas (sólo cuatro) descuidadamente, si puedes sólo con la i laño izquierda, mientras dices: ¿ Veis? Aquí no hay Ases. Haz una breve pausa; la sin. ación es; en tu mano izquierda tienes aparentemente cuatro car­ tas cualesquiera caí a arriba y en la mano derecha cuatro cartas cara abajo abiertas en abanico que no has|mostrado. Continúa después de esta breve pausa, refiriéndote a las cartas cara abaj J) de la mano derecha: ...y aquí tampoco. Después de una pausa, levanta frontalmen je las cartas de la mano derecha mostrando que son indiferentes. Coloca todas las c|rtas, cara arriba, sobre la mano izquierda, cuádralas y voltéalas cara abajo poniénd'cblas luego sobre la baraja. Las dos superiores son Ases. Arturo decía qi; e aquí se crea un mosqueo; el público pierde interés por las cartas de la mano izqu erda, que tú muestras libremente, y se interesa por las que no enseñas en la mano de echa, y quiere verlas, ya que aparentemente no quieres mostrarlas. Más tarde comprueban que allí tampoco hay Ases, pero ya no dudan de las cartas de la mano izquierda [\scanio comparaba la situación con la que se produce en la conocida desaparició| , en escenario, del pato en una caja. Para probar la desaparición del pato, el mago á|sarma la caja, y cuando un ayudante la retira desarmada, y apa­ rentemente vacía, alparece una pluma entre la estructura de la mesa, y el público, se olvida de la caja, y exige que el artista desarme la mesa. Lo hace y allí no hay nada; el pato está ya a sa yo entre bambalinas. Tercer As: "Poifl ocultación" Coge el tercer ¡jjaquete, igual que antes, voltea el As como hiciste con el As del primer montón y crj lócalo cara abajo debajo de su paquete. Haz un culebreo vertical; con las cartas h acia el público, pon la carta doble en la presa de anular, haz frotar libremente las cártas, cuádralas y con los dedos de la mano derecha pasa la carta posterior a la cara di paquete anunciando que ocultarás el As con esa carta. Cuadra

El deshoje, en LA MAGIA DE ASCANIO, Tomo 2, pág. 54.

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las cartas, mantenidas frontalmente hacia el público y luego voltéalas cara arriba en la mano izquierda. Coge las cartas en la mano derecha desde arriba (pulgar en el extremo interior y dedos en el exterior) en la posición de cortar. Con el pulgar izquierdo pela so­ bre la mano izquierda la carta superior, una carta indiferente; luego pela de la misma manera la siguiente, el As de Diamantes, y al hacerlo obten una separación con el me­ ñique izquierdo debajo del As; simula pelar una tercera carta y en esa acción haz' el mo­ vimiento Biddle; es decir, roba debajo dé las cartas de la mano derecha el As pelado en segundo lugar. Voltea cara abajo la mano izquierda y deposita sobre la mesa, cara aba­ jo, sus cartas. A continuación di: En esta mano me quedan dos cartas indiferentes... Vol­ tea lateralmente entre las manos cara abajo las cartas que tienes en la mano derecha, y mediante la extensión D'Amico/Ascanio muestra -sujetas por su extremo interior, en la mano derecha- las cartas, de la manos, como dos cartas indiferentes; inmediatamen­ te continúa: ...porque aquí... también tengo dos cartas indiferentes. Voltea cara arriba con la mano izquierda, después de hacer un gesto mágico, las cartas cara abajo de la mesa, mostrando que son dos cartas indiferentes. El tercer As ha desaparecido. Pon las cartas de la mano izquierda sobre las cartas de la mano derecha, haz una breve enseñada sincera de las cartas como cuatro indiferentes, voltéalas cara abajo y deposita las de la mano izquierda sobre las de la mano derecha. Al llevar estas car­ tas hacia la baraja desplaza la superior (un As) a la cara de ese paquete y luego co­ lócala en salida lateral izquierda; pon las cartas sobre la baraja, colocando el As (en salida lateral izquierda) al ras del resto de las cartas de la baraja, con lo cual las tres superiores del paquete de la rhano quedarán en salida lateral derecha (fig. 19).

19 Cuarto As: "La frotadita" Como antes, coge el cuarto y último paquete, vuelve visiblemente el As cara abajo y ponió en el fondo del mismo, que tomas en la mano izquierda en posición de dar. Haz la desaparición de este As como se ha explicado en la versión anterior (pág. 184 y 185).

Devuelve la carta transformada sobre la parte superior del paquete y voltéalo cara arriba en la mano izquierda; para ello, con las cartas en la mano izquierda en la po­ sición de dar, pon el dedo mayor derecho en la esquina superior izquierda y el pul­ gar en la esquina inferior izquierda (el índice derecho, doblado, se apoya en el dor­ so de la carta superior, hacia el centro del lado izquierdo) y tirando de las cartas hacia la derecha, voltéalas y, al mismo tiempo, adelántalas, de modo que acaben cara arri­ ba en la mano izquierda, que las sujeta por su esquina inferior izquierda (pulgar arri­ ba y dedos índice y mayor debajo). Los dedos mayor y pulgar derechos, ahora esta­ rán respectivamente en el esquina superior derecha e inferior derecha de las cartas cara arriba; el índice derecho, recogido, se apoyará sobre la cara de la carta superior del paquete. Sin pausas, y mediante la variante del culebreo Las Vegas,2 muestra que entre las cartas de las manos no está el As de Picas. Tras mostrar claramente cuatro cartas indiferentes mediante el culebreo Las Ve­ gas (variante), deposita las cartas de la mano izquierda encima de las de la mano de­ recha, cuádralas, voltéalas cara abajo sobre la mano izquierda y llévalas a la baraja. Con la mano derecha colócalas sobre la baraja y coge ésta en las manos. Al hacerlo cuadra las cartas en salida lateral y obten una separación debajo de ellas. Haz un cor­ te deslizante, reteniendo la carta superior en la acción de cortar con la mano derecha las cartas de encima de la separación hacia la derecha y sobre la mesa. Luego com­ pleta el corte colocando encima de esas cartas el resto de la baraja.

3. Aparición de los Ases Arturo usaba un efecto de John Banon para hacer aparecer los Ases. Coge la baraja de la mesa desde arriba, en la posición de cortar, con la mano dere­ cha y mientras la cuadras en la mano izquierda obten una separación con el meñique iz­ quierdo debajo de las dos cartas superiores. Traslada la separación del meñique izquierdo a la yema del pulgar derecho. Reteniendo la separación del pulgar derecho, desplaza ha­ cia la izquierda con la mano izquierda las cartas inferior (con los dedos izquierdos) y superior (con el pulgar izquierdo), inmediatamente, coloca estas dos cartas encima de la baraja (ahora la separación del pulgar derecho estará debajo de tres cartas); seguido y por doble corte, pasa las cartas de encima de la separación a la parte inferior de la ba­ raja. En este momento la situación es: en la parte superior hay dos Ases, y en la inferior un As, una carta indiferente, y otro As. Por corte deslizante, al cortar como una cuarta parte de la baraja hacia la dere­ cha con la mano derecha, retén la carta superior (un As) que cae sobre las cartas que quedan en la mano izquierda y di a un espectador: Quiero que cortes un paquete más o menos como éste. Variante del culebreo Las Vegas, en LA MAGIA DE ASCANIO, Tomo 2, figs. 1 a 8, pág. 37.

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El espectador corta como una cuarta parte de la baraja y le indicas que lo ponga sobre la mesa, en una posición adelantada, a tu derecha. Coloca el paquete de muestra, el que tú cortaste con la mano derecha hacia la de­ recha, encima de las cartas de la mano izquierda, y pide a otro espectador que corte otro paquete parecido al primero. El segundo espectador lo hace y deja empaquete que corta a la izquierda del que cortó el primer espectador. Por doble corte sube el As que está en la cara del paquete a la parte superior y le pides a un tercer espectador que corte otro paquete. Lo hace y deja el paquete corta­ do a la izquierda de los de la mesa. Voltea el paquete que te queda en las manos cara arriba, obten una separación de­ bajo de las dos cartas superiores y por doble corte pásalas debajo del paquete, luego voltea estas cartas y pide a otra persona que corte un cuarto paquete. El espectador deja su paquete a la izquierda de los de la mesa, tú tienes unas pocas cartas en las ma­ nos, muéstralas y di que entre ellas no hay ningún As, porque los Ases han sido cor­ tados por los espectadores como cartas superiores de los paquetes hechos al azar. Vol­ tea, de una en una, las cartas superiores de los paquetes de la mesa para mostrar los cuatro Ases. Arturo, como conocía el orden en que estaban los Ases, iba anunciando su aparición con su charla.

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Este es otro de los clásicos de la Cartomagia: "La carta ambiciosa". Ofreceremos tres versiones de Ascanio. La primera, "El As ambicioso", es un juego rápido, en el que el As de Corazones sube repetidas -cinco- veces (una de ellas visiblemente) a la posición superior de la baraja. Las otras, son ya dos sinfonías ascanianas comple­ tas: "La doble ambiciosa" y "La extraña ambiciosa". Las tres versiones son inéditas. ¡Disfrútalas!

EL AS AMBICIOSO Requisitos Una baraja normal.

Rutina Comienza con la baraja, cara abajo, en la mano izquierda, en la posición de dar. En la derecha de la mesa, sobre el tapete, hay una carta cara abajo (el As de Corazo­ nes). Comienza diciendo: Se trata de unas pequeñas maniobras con un As... elAs.de Corazones... Al decirlo, con la mano derecha, coge el As de Corazones por su es­ quina interior derecha (pulgar en el dorso y dedos índice y mayor en la cara) y con gracia, voltéalo cara arriba entre los dedos. Continúa: ...que vamos a introducir... cara abajo... por el centro de la baraja. Acompañando a estas palabras, voltéalo cara abajo y simultáneamente con el pulgar izquierdo, por la esquina exterior izquierda, hojea la baraja hacia abajo, hasta que lle­ gas aproximadamente al centro, allí abres una amplia separación, y por la misma in­ troduce el As de Corazones. Déjalo sobresaliendo por el extremo exterior en aproxi­ madamente la mitad de su longitud (fig. 1 del Apéndice, pág. 205). Comenta: Lo introducimos claramente por el centro... todos lo podemos ver. Lo pierdo... y basta que haga así... para que suba a la parte superior de la baraja. Con la mano derecha acaba de meter el As de Corazones, pero hazlo de forma que se introduzca oblicuamente, es decir, que acabe con su esquina exterior izquierda sobresaliendo por el lado izquierdo de la baraja (fig. 1). Al empujarlo hacia dentro con el pulgar izquierdo, su esquina interior derecha, sobresaldrá por el lado dere­ cho de la baraja (cosa que no ve el público, pues la mano derecha, que también su­ jeta la baraja, le da cobertura). Luego, con el meñique izquierdo empújalo hacia den­ tro y hacia abajo. También la yema del pulgar izquierdo, que no ha perdido contacto con el As, lo empuja hacia abajo. Como consecuencia de estas acciones, resultará que el As de Corazones quedará cuadrado con el resto de las cartas pero en salida interior. Haz tu gesto mágico, y a continuación, con la mano derecha, coge juntas 20!

la carta superior y el As de Corazones. Para ello la yema del pulgar se coloca sobre la cara del As y las yemas de los dedos índice, mayor y anular derechos, se posan sobre el dorso de la carta superior (fíg. 2).

Primero tira hacia dentro (hacia ti) de la carta superior, y cuando esté al ras de la del centro de la baraja (el As), juntos sus extremos interiores, tira conjuntamente de ellas hacia atrás; ¡nmediatamentee que hayas sacado la(s) carta(s) por el extremo in­ terior, voltéala(s) cara arriba haciéndola girar extremo con extremo hacia delante. Con esta acción de la.mano derecha coloca la(s) carta(s) cara arriba, mostrándola como el As de Corazones; al dejarla(s) sobre la baraja, obten una separación con el meñi­ que izquierdo debajo de ella(s). Continúa: Mirad... lo vuelvo a introducir en el centro... y como es ambicioso... el ambicioso As de Corazones... basta que haga así... y otra vez lo tenemos airiba. Mediante la avanzadilla lateral (ver figs. 28, 29, 30 y 31 de "Los días negros", pág. 393) desplaza hacia la derecha (como una) las dos cartas de encima de la separación: Luego con la mano derecha voltéala(s) cara abajo sobre la baraja, e ininterrumpida­ mente desplaza con el pulgar izquierdo hacia la derecha lasuperior (una indiferente); cógela con la mano derecha y de forma parecida a la anterior insértala, por la parte 202

delantera, clarariente en el centro de la baraja. Muéstrala allí por su dorso, luego cuá­ drala, haz tu geíto mágico, y volteando la superior cara arriba muestra que el As ha vuelto a la parte superior de la baraja. Al dejarlo cara arriba obten una separación con el meñique izquierdo debajo de la carta superior (cara abajo) de la baraja. Prosigue co:i tu charla: Lo volveremos a colocar en el centro... mirad... clara­ mente dentro de. la baraja... hago así... y otra vez sube a la.parte superior. Con la mano derecha, c.esplazándolo hacia atrás, coge el As de Corazones cara arriba; lue­ go, en una posición retrasada respecto a la baraja, voltéalo con gracia cara abajo; si­ multáneamente Don la carta superior de la baraja lista para realizar el Tilt (o pene­ tración óptica de Dai Vernoñ)1. Ahora, aparentemente, mete cara abajo en el centro, por la parte posterior, el As de Corazones en la baraja; pero gracias a la penetración óptica de Dai Vt;rnon, como sabes, lo insertas debajo de la carta superior (figs. 3 y 4). " Al " cuadrar ' e ' As con el resto de las cartas obten una separación debajo de él con el meñique izqu erdo. Haz tu gesto mágico, y mediante la avanzadilla lateral, y el posterior volteo |de las dos cartas desplazadas hacia la derecha (como una) muestra que el As de Corazones ha vuelto a subir a la parte superior. Al voltear el As de Co­ razones cara arr ba sobre la baraja obten con el meñique izquierdo una separación debajo de él y d<: la carta indiferente de debajo. Explica: Ahora lo vamos a hacer más difícil, lo haré subir visiblemente...■ Veréis... hago así y sube visiblemente... ya está otra vez arriba. Con la mano derecha coge, como una, las des cartas de encima de la separación e introdúcelas cara arriba (apa rentemente sólo ■■[ As de Corazones) por el centro; la(s) deja(s) sobresaliendo por el extremo exteriorj;como en la mitad de su longitud; ahora realiza el Twirl de Jerry Andnis (ver Apénd ice, pág. 204), y como consecuencia de esta fioritura, girando con gracia, saca por a parte superior de la baraja el As (y la carta indiferente); al acabar el movimiento, después de-haberlo mostrado, voltea el As (y una carta indiferente debajo de él) cari abajo sobre la baraja. l o haré otra vez... Con el pulgar izquierdo desplaza la carta superior hacia la dé­ recha ycógela con la mano derecha; luego introdúcela cara abajo, sin mostrarla, por delante, dentro d\z la baraja, aproximadamente en el centro. Continúa: Pero esta vez lo haré subir invisiblemente... Mirad... basta que haga asi y el As de Corazones ambicioso... sube una vez más. Cuádrala con el resto de las cartas; luego imitando con la mano derecha la acción del Twirl de Andrus-sólo haces el gesto- s :mula hacer ascender invisiblemente el As desde el centro a la parte superior de la Ibaraja. Cuando acabe el movimiento simulado, con la mano dere­ cha coge y voltea la carta superior, que es otra vez ¡el As de Corazones!

El Tilt o la ílusióh de profundidad, en G.E.C., de R. Giobbi. Tomo 4, pág. 903. Ed. Páginas. 1995.

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APÉNDICE The Twirl de Jerry Andrus2 Es una floritura que Ascanio realizaba con frecuencia. La hacía, indistintamen­ te, con una carta o con una doble. Aquí la explicaremos con un solo naipe. En el jue­ go anterior hay que hacerlo con una doble, el mecanismo de la maniobra no cambia. Supongamos que has mostrado una carta afirmando que es la elegida y que el es­ pectador te contradice. Entonces la cambias secretamente por la carta correcta, que todavía no muestras. Di: Si ésta no es tu carta, la colocaré en el centro de la baraja y ¡a haré girar sobre sí misma hasta que se vuelva tan loca que se transforme en el As de Corazones (o cualquiera que sea la carta en cuestión). Introduce por el extremo exterior, cara abajo, parte de la carta que sujetas en la mano; igual que en la fig. 1 -vista desde arriba- la baraja debe estar paralela al suelo. Obser­ va la posición de los dedos de la mano izquierda; el dedo índice y el meñique están cur­ vados sobre la baraja, mientras que los otros dos dedos están abiertos hacia fuera. La mano derecha, ahora, se coloca en la posición que ilustra la fig. 2. La mano y los dedos están paralelos a la baraja, con excepción del dedo índice, que está dobla­ do hacia abajo y tocando el lado izquierdo de la carta que sobresale. El índice dere­ cho empuja hacia la derecha sobre la carta que sobresale y, asila hace inclinarse, sa­ cándola de la baraja, como se ve en la fig. 3. Al hacer esto la carta pivota alrededor del índice izquierdo. El índice derecho continúa girando la carta sobre el índice iz­ quierdo (fig. 4). El índice izquierdo debe estar lo suficientemente alto como para que la carta pueda apoyarse sobre su parte carnosa y no sobre la uña. Cuando la carta al­ cance la posición que muestra la fig. 4, el dedo índice derecho se dobla un poco más y así hace que el extremo interior de la carta suba lo suficiente como para pasar so­ bre el, lado izquierdo de la baraja. Cuando la carta haya alcanzado la posición de la fig. 5 necesitará un nuevo pivote; entonces el dedo mayor izquierdo se posicionará convenientemente (enderezándose) para presionar sobre el lado de la carta opuesto al índice derecho (fig. 5). Con la carta ahora sujeta entre el índice derecho y el ma­ yor izquierdo, la mano derecha continúa su movimiento y la carta comienza a girar alrededor del mayor izquierdo (fig. 6). Tan pronto como el índice izquierdo se sepa­ ra de la carta, se extiende, apartándose (fig. 6). La carta girará en su totalidad hasta la posición de la fig. 7, y ahora la mano de­ recha la coge como se ve en la fig. 8. Luego, cuando la mano izquierda se retira, la voltea cara arriba mostrando que ha cambiado.

2.

The Twirl, en ANDRUS DEALS YOÜ IN, Jerry Andrus, pág. 99 y ss. Star Magic Co. 1956.

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LA DOBLE AMBICIOSA.

Este será entonces el tema en el siguiente juego. Al decirlo cogía la baraja de la mesa y hac :a un crimp o esquina doblada2 en la última carta. Para ello usaba un método suyo: con las cartas en la mano derecha, cogidas desde arriba (dedos en el extremo exterior y pulgar en el interior) primero separaba la última carta con el pulgar derecho y obtenía una separación encima de ella; luego al colocar la ba­ raja sobre la mano izquierda que la cogía, la clavaba contra la parte carnosa de la base del pulgar, y con esa zona de la mano presionaba con fuerza contra las cartas, separando hacia abajo y doblando la esquina inferior izquierda de la últi­ ma carta; n ¡ientras tanto hacía el gesto de adelantar ambas manos mostrando las cartas en laimano izquierda y vacía la derecha.3

£1 séptimo cielo Las dos versiones de "Carta ambiciosa" que presentaba Ascanio en sus últimos años eran, la que ahora vamos a describir y "La extraña ambiciosa". Este juego consta de cuatro efectos, el primero está basado en una idea de Mar­ io, y los dos siguientes son creaciones de Ascanio. El cuarto, y último, es lo que du­ rante mucho tiempo presentó, de forma aislada, como "Las cartas credenciales". . Ésta es la primera vez, que nos conste, que se publica el juego entero.1 2.

Efecto Un espectador firma dos cartas que se colocan, separadas, por el centro de la ba­ raja. Sin embargo, repetidas veces suben juntas a la parte superior. Esto se realiza tres veces, luego se producen una serie de rápidas transformaciones entre las cartas firmadas, y por último, como climax, una de ellas aparece, debajo de la chaqueta, en el hombro derecho, del mago.

Requisitos Una baraja normal.

Rutina 1. Durante sus últimos años Arturo hacía una presentación más bien poética de esta rutina. Comenzaba comentando: En el Cielo hay mucha gente... pero allí hay di­ ferentes sitios... se dice que los que más han sufrido aquí en La Tierra ocupan en El Cielo los mejores sitios. También se dice que en El Cielo hay un Séptimo Cielo... es el lugar que allíarriba ocupan los enamorados. Y a continuación recitaba -modificados- los siguientes versos de San Juan de la Cruz: ¡Oh! noche que guiaste, noche amable, hasta la alborada, amado en la amada... y en el séptimo cielo, pusiste su morada.

Entrega la mitad superior a un espectador y pídele que la mezcle. Al mismo tiem­ po, como p ira mostrarle lo que debe hacer, mezcla la mitad inferior (la que te ha quedado en las manos) con una mezcla usual por arrastre en las manos con desliza­ miento. Ha;: cualquiera que conserve como inferior la carta con la esquina doblada.

3. El espectador te devuelve la mitad que ha mezclado; ponía encima de la tuya y pregúntale: ¿Podrás acordarte de dos cartas a la vez? ...de todas formas te re­ sultará fácil identificarlas porque las vamos afirmar. Al decirlo extiende entre las manos, desplazando con el pulgar izquierdo hacia la derecha, las cinco supe­ riores (fig. I) y obten, al cuadrarlas, una separación con el meñique izquierdo de­ bajo de ellas. Seguido, da las dos primeras, cara arriba, sobre la mesa y haz que un espectador las firme. Mientras lo hace, empalma en la mano derecha las tres cartas de encima de la separación; una vez empalmadas sujeta la baraja, desde arriba, posi:ión de cortar, en la punta de los dedos, con la mano derecha. Pide al espectador que ponga las cartas ya firmadas encima de la baraja. Pasa ésta a la mano iijzquierda, colocándola sobre la palma izquierda que se extiende plana, y ofré cese a al espectador para que allí coloque las dos cartas firmadas. En este gesto ]á mano derecha (que tiene tres cartas empalmadas) se ha retirado al costado derfecho y se apoya sobre el borde de la mesa; esta mano queda fuera del foco de atejhciion, que está centrado sobre la mano izquierda (fig. 2). Si actúas sentado a mesa, consulta !a fig. 1 de "Los Ases estilo Las Vegas", pág. 307. Ifc

1. La tercera fase del juego fue publicada en la prestigiosa revista americana APOCALYPSE, editada por Harry Lorayne, bajo el título "Ambition forTwo", pág. 917, del Vol. 7, N° 5, mayo 1984.

2. La esquina doblada, en GRAN ESCUELA CARTOMÁGICA, de Roberto Giobbi, Tomo 2, pág. 336. Editorial Páginas. 1994. 3. Ver la fig. 1 de "Triunfo", en LA MAGIA DE ASCANIO, Tomo 2, pág. 315, asi como la explicación que allí se dio de ejsta esquina doblada o crimp. Cualquier sistema que uses vale.

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el extremo exterior); en la palma de esa mano tienes tres cartas empalmadas. Ahora, la mano izquierda se aproxima, con su pulgar cruzado sobre la palma, y los dedos extendidos hacia la derecha. La mano derecha deposita la baraja so­ bre la mano izquierda y encima del pulgar; los dedos izquierdos extendidos co­ gen las cartas empalmadas por sus lados derechos. Ahora, el pulgar izquierdo se endereza y hace voltear la baraja cara arriba hacia la derecha; en el mismo gesto las cartas empalmadas se adicionan a la parte superior de la baraja, y tam­ bién se voltean junto a ella. Luego extiende hacia la derecha unas cuantas car­ tas de la parte inferior. Así pues, con la llamada verbal - y visual- de mostrar la parte inferior de la baraja, has adicionado naturalmente a ésta las tres cartas que tenías empalmadas en la mano derecha.

5. Acerca la mano derecha y coge la baraja desde arriba, en posición de cortar (fig. 3), diciendo: Recordad que las cartas firmadas están arriba... no debajo. Al de­ cirlo voltéala (haciéndola girar lateralmente hacia la derecha) cara arriba con la mano izquierda (fig. 4) y adiciona en este gesto las cartas empalmadas en la mano derecha. Consulta también la fig. 3 de "Los Ases estilo Las Vegas" para ver la adición de las cartas empalmadas desde abajo. Inmediatamente, extiende entre las manos hacia la derecha una pocas cartas de la parte inferior. Ésta es una ma­ niobra de adición de cartas empalmadas original de Luis Hernández Trueba, y es muy interesante. Utilizamos esta adición de cartas también en "Ases cule­ breantes", pág. 264, Tomo 2. Insistimos en esta maniobra: tienes la baraja co­ gida desde arriba en la mano derecha (pulgar en el extremo interior y dedos en

6. Voltea la baraja lateralmente cara abajo y di: Recuerda que colocaste tus cartas... encima, extiende las cuatro cartas superiores hacia la derecha y obten una sepa­ ración con el meñique izquierdo debajo de ellas. Ininterrumpidamente y mien­ tras las cartas están todavía extendidas, coge con la mano derecha, cara abajo, las dos superiores, sepáralas hacia la derecha, muéstralas (sin enseñar sus caras), y luego colócalas cara abajo sobre la baraja; a continuación voltea, con la mano derecha (como una) las cuatro cartas de encima de la separación del meñique iz­ quierdo y déjalas caer cara arriba sobre la baraja. Se verá una carta firmada. Luego, desde arriba (pulgar en el extremo interior y dedos en el extremo exte­ rior) coge con la mano derecha las cartas volteadas, y ayudándote de ellas, con su lado izquierdo, voltea sobre la baraja la carta siguiente, que es la otra firma­ da. Ahora desplázala con el pulgar izquierdo hacia la derecha y ponía sobresa­ liendo hacia lá izquierda, encima de la(s) carta(s) de la mano derecha, y.mués­ tralas separadas del resto de la baraja. Ahora cuádralas, cara arriba, en la punta de los dedos izquierdos y voltéalas cara abajo con la mano derecha, hacia atrás (extremo con extremo). Seguido, voltéalas cara arriba y muéstralas otra vez mediante la extensión de D'Amico/Ascanio. Cuá­ dralas, cara arriba en la punta de los dedos izquierdos, luego voltéalas, extremo con­ tra extremo, cara abajo, con la mano derecha, y déjalas caer sobre la baraja. Ininterrumpidamente coge la carta superior con la mano derecha, por su extre­ mo interior, e introdúcela cara abajo, por la parte posterior de la baraja, hacia la parte inferior de la misma (como a las dos terceras partes desde arriba) y déjala en salida interioren aproximadamente la mitad de su longitud; luego coge la car­ ta siguiente y también cara abajo introdúcela por el extremo interior (como a un tercio desde la parte superior), y déjala también en salida interior; muestra al pú­ blico la baraja con las dos cartas sobresaliendo por su extremo interior, y para re­ calcar su posición golpéalas con la yema del dedo mayor derecho (fig. 5).

20?

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En este momento puedes hacer un poco de comedia; ofreciendo y retirando la mano izquierda mientras dices: Coloca las cartas encima, no debajo... colóca­ las encima... no en e¡ medio... colócalas encima ¿Eh? Claramente encima.

el extremo exterior); en la palma de esa mano tienes tres cartas empalmadas. Ahora, la ma: 10 izquierda se aproxima, con su pulgar cruzado sobre la palma, y los dedos extendidos hacia la derecha. La mano derecha deposita la baraja sobre la mano iz
En este momento puedes hacer un poco de comedia; ofreciendo y retirando la mano izquierda mientras dices: Coloca las cartas encima, no debajo... colóca­ las encima... no en el medio... colócalas encima ¿Eh? Claramente encima. 5. Acerca la mano derecha y coge la baraja desde arriba, en posición de cortar (tig. 3), diciendo: Recordad que las cartas firmadas están arriba... no debajo. Al de­ cirlo voltéala (haciéndola girar lateralmente hacia la derecha) cara arriba con la mano izquierda (fig. 4) y adiciona en este gesto las cartas empalmadas en la mano defecha. Consulta también la fig. 3 de "Los Ases estilo Las Vegas" para ver la adición de las cartas empalmadas desde abajo. Inmediatamente, extiende entre las manos hacia la derecha una pocas cartas de la parte inferior. Ésta es una ma­ niobra de adición de cartas empalmadas original de Luis Hernández Trueba, y es muy interesante. Utilizamos esta adición de cartas también en "Ases cule­ breantes", pág. 264, Tomo 2. Insistimos en esta maniobra: tienes la baraja co­ gida desde arriba en la mano derecha (pulgar en el extremo interior y dedos en 20?

Voltea la bara a lateralmente cara abajo y di: Recuerda que colocaste tus cartas... encima, extiende las cuatro cartas superiores hacia la derecha y obten una separación con el meñique izquierdodebajo de ellas. Ininterrumpidamente y mientras las cartas están todavía extendidas, coge con la mano derecha, cara abajo, las dos¡ superares, sepáralas hacia la derecha, muéstralas (sin enseñar sus caras), y luego colócalas cara abajo sobre la baraja; a continuación voltea, con la mano derecha (cornp una) las cuatro cartas de encima de la separación del meñique tequierdo y déjalas caer cara arriba sobre la baraja. Se verá una carta firmada. Luego, desde arriba (pulgar en el extremo interior y dedos en el extremo exte­ rior) coge eos la mano derecha las cartas volteadas, y ayudándote de ellas, con su lado izquiejírdo, voltea sobre la baraja la carta siguiente, que es la otra firmada. Ahora des! plázala con el pulgar izquierdo hacia la derecha y ponía sobresaliendo hacia li izquierda, encima de la(s) carta(s) de la mano derecha, y muéstraías-separad lis del resto de la baraja. Ahora cuadral as, cara arriba, en la punta de los dedos izquierdos y voltéalas cara. abajo con la ni ano derecha, hacia atrás (extremo con extremo). Seguido, voltéalas cara arriba y ni uéstralas 1 otra vez mediante la extensión de D'Amico/Ascanio. Cuádralas, cara a. iba en la punta de los dedos izquierdos, luego voltéalas, extremo contra extremo, cara abajo, con la mano derecha, y déjalas caer sobre la baraja. IninterrumpL amenté coge la carta superior con la mano derecha, por su extremo interior, e introdúcela cara abajo, por la parte posterior de la baraja, hacia la parte inferior ¡tie la misma (como a las dos terceras partes desde arriba) y déjala en salida inte, or en aproximadamente la mitad de su longitud; luego coge la carta siguiente y cambien cara abajo introdúcela por el extremo interior (como a un tercio desde 1 parte superior), y déjala también en salida interior; muestra al público la baraja1 con las dos cartas sobresaliendo por su extremo interior, y para recalcar su pos ión golpéalas con la yema del dedo mayor derecho (fig. 5). 2oq

Luego con la mano derecha levanta las cartas de encima de la carta superior en salida interior, muestra esta posición al público (ñg. 6) y vuelve a colocar esta mitad en su posición. Tras una pausa, introduce las cartas en salida interior len­ ta y deliberadamente dentro de la baraja, primero la superior y luego la inferior. Estas son acciones de naturalidad condicionante, pues condicionan al público a aceptar luego, como igual a ésta, una posición tramposa posterior.

toa de ITJ , T ( T ° m e n ° S P ° r , a m i t a d ) y P ° n e s a ™«*¿ - la almíerfor déla h3 ™ **»****> ^ S » d e r e ^ a (fig. 10). Recuerda que la carta inferior de la baraja tiene una esquina doblada -la inferior izquierda- y que dada su posición honzontal, será ahora la esquina inferior derecha Con Ja m a n o j 2 q u i e r d a ( p u l g a r e n e l d o f s o d e d Q s ^ dedos izquierdos entran debajo de la carta por el lado delantero^ coge la m í e trasada y llévala encima del paquete más adelantado (fia " f) ' g

7. Haz tu gesto mágico, y demuestra que las dos cartas firmadas, y supuestamente introducidas por diferentes lugares de la baraja, han subido juntas a la parte su­ perior de ésta. Haz esta demostración mediante el doble Hft desafiante. Doble lift desafiante. Con el pulgar izquierdo hojea dos cartas por la esquina su­ perior izquierda; una vez que el dedo las haya dejado escapar empújalas hacia la derecha, y en su desplazamiento deja que se apoyen (una sola para el público) en la yema del mayor izquierdo; en ese momento inclina aproximadamente treinta grados la mano izquierda hacia la derecha. La mano derecha apoya la yema de los dedos índice y mayor en el lado derecho de las dos cartas separadas y continúa apartándolas hacia la derecha como una carta (fig, 7). Lascarías separadas se deslizarán sobre el dorso de la carta superior, y cuando el borde de sus lados izquierdos llegan al lado derecho de la carta superior de la ba­ raja, los dedos índice y mayor derechos (sin ayuda de ningún otro dedo) las vol­ tean cara arriba sobre la baraja. En ese momento la mano izquierda recobra su po­ sición horizontal. Arturo le llamaba doble lift desafiante porque le parecía que era realmente un desafio la posibilidad de hacer algo tramposo con un movimiento tan claro y etéreo. Aprovéchate de la separación natural de las dos cartas vueltas, (para acentuarla puedes apoyar el dedo pulgar izquierdo sobre su esquina superior izquierda) y cógelas, en la mano derecha, desde arriba (pulgar en el extremo interior y dedos en el extremo exterior); sepáralas hacia la derecha, y con su ayuda voltea la si­ guiente, la otra firmada; desplázala hacia la derecha y ponía, sobresaliendo ha­ cia la izquierda, encima de la(s) carta(s) de la mano derecha. Muestra durante un instante que son las cartas firmadas, que han subido juntas a la parte superior de la baraja. Fin del primer efecto mágico. 8. Cuadra estas cartas, cara arriba, en la punta de los dedos izquierdos; con la mano derecha voltéalas hacia atrás (extremo con extremo) sobre la baraja, y da sobre la mesa, en posición horizontal, con los lados casi paralelos a su borde, las dos supe­ riores. La primera más adelantada (fig. 8), y detrás de ella (más retrasada) la siguiente. Sin pausas, deja sobre la mesa la baraja; colócala también con los lados paralelos al borde de la mesa y a la altura de la carta más retrasada y a su derecha (fig. 9). 210

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Al llevarla hacia esa mitad deja ver su cara (déjala ver, no la enseñes; no es lo mis­ mo), y déjala un poco descuadrada; luego con la mano derecha completa el corte y pon la mitad más retrasada sobre la carta que acabas de colocar; ahora con ambas manos cuadra la baraja y más tarde extiéndela, cara abajo, sobre el lado derecho de la mesa (fig. 12). Recoge la extensión y deja la baraja más o menos donde estaba antes, relativamente cerca de ti y con los lados paralelos al borde de la mesa. 9. Con la mano derecha corta por la esquina doblada (crimp) y deja este paquete a la derecha y algo más adelantado que la carta que está sobre la mesa. Tienes que devolver la otra carta (aparentemente firmada) a la baraja pero no puedes dejar ver su cara (porque es una carta indiferente), pero por la forma en que realizas la devolución a nadie le chocará que no la enseñes. Atención a estos movimientos, porque son de gran belleza y de una eficacia mágica probada. La mano izquierda coge la carta de la mesa, desde atrás, por el lado interior (con los dedos en el dorso y el pulgar en la cara). Con este agarre levántala de la mesa, dorso al público (fig. 13), llévala encima del paquete superior y deposítala allí sobresaliendo en la mitad de su longitud hacia la izquierda; pero... un poco des­ pués de que hayas cogido la carta con la mano izquierda, con la mano derecha coge la mitad inferior de la baraja y completa el corte. Tanto la mano izquierda, con su carta dorso al público, como la derecha, con la mitad inferior de la bara­ ja, llegan casi al mismo tiempo sobre la mitad superior, completando así el cor­ te con la carta sobresaliendo hacia la izquierda por el extremo izquierdo. Extiende las cartas hacia ti, mostrando una sobresaliendo en la mitad de su lon­ gitud, aproximadamente, en el centro de la baraja (fig. 14). Introdúcela claramente dentro, con la ayuda de la mano izquierda, y recoge la extensión; cuadra la ba­ raja y déjala cara abajo sobre la mesa. 10. Haz tu gesto mágico, y volteando las dos superiores, de una en una (las volteas • y las das sobre la mesa), muestra que nuevamente las cartas firmadas han subi­ do a la parte superior de la baraja. Fin del segundo efecto mágico. 11. Tienes la baraja, cara abajo, y las dos cartas ambiciosas, firmadas, cara arriba, sobre la mesa. Coge la baraja con la mano derecha y ponía sobre la mano izquierda en la posición de-dar; luego con la mano derecha arregla las cartas firmadas de la mesa, coloca la inferior sobresaliendo hacia la izquierda: mientras lo haces ob­ ten una separación con el meñique izquierdo debajo de la carta superior de la ba­ raja. Lleva la mano izquierda hacia las cartas de la mesa y cógelas; seguido, la mano derecha se desplaza hacia la mano izquierda y desde arriba (pulgar en el extremo interior y dedos en el extremo exterior).coge las dos cartas cara arriba y Z\Z

roba debajo] de ellas la carta de encima de la separación del meñique izquierdo. Una vez se¿aradas, instantáneamente, las cuadra un poco contra el pulgar izquierdo y sq- aparta; luego golpea (como cuadrándolas) su lado izquierdo contra el dorso de i carta superior de la baraja. La acción de coger estas cartas de la baraja con la ano derecha debe parecer instantánea.

12

Con la mano dj recha curva un poco las cartas y llévalas hacia la mano izquier-da; con el pul .r izquierdo pela la superior sobre la baraja y con la ayuda de la(s) carta(s) de la m| no derecha voltéala cara abajo; luego deja la(s) carta(s) de la mano derecha (para público sólo una) cara arriba encima de la baraja. Ahora con el pulgar izquierd] desplaza la carta superior hacia la derecha y con la punta de los dedos derecho j voltéala cara abajo. Con estas acciones has puesto una carta indiferente entre as dos firmadas. 12. Desplaza con e|I pulgar izquierdo hacia la derecha las dos cartas superiores, cógelas (pulgar enh el dorso y dedos debajo) con la mano derecha, y desplazandolas hacia la derecha muéstralas al público por sus dorsos; mientras lo haces, 213

con la mano izquierda obten una separación con el meñique izquierdo debajo de la carta superior de la baraja. Deposita, desplazadas hacia la derecha, las dos que mostrabas en la mano derecha (supuestamente las dos firmadas, pero en realidad una firmada y una indiferente). La mano derecha ahora coge desde arri­ ba (en la posición de cortar) la superior de las dos que sobresalen hacia la de­ recha y mientras la muestras volteando la mano derecha palma arriba, la otra carta se iguala con las del resto de la baraja. Voltea palma abajo la mano dere­ cha y llévala otra vez hacia la baraja. Coge ahora, como una y sobresaliendo hacia la izquierda, las dos cartas de encima de la separación del meñique iz. quierdo; como antes, voltea la mano derecha palma arriba y muestra al públi­ co las dos cartas firmadas. Voltea otra vez palma abajo la mano derecha y deja la carta inferior (la doble) sobre la baraja, pero sobresaliendo en la mitad de su anchura hacia la derecha; luego voltea cara arriba entre los dedos derechos su carta cara y sirviéndote de ella como de una pala voltea, cara arriba, sobre la baraja la carta (doble) que sobresale hacia la derecha. Entre los dedos voltea cara abajo la carta que sujetas en la mano derecha, luego haz la avanzadilla Ascanio con la carta (doble), que cara arriba tienes sobre la baraja, y con la ayuda de la carta de la mano derecha, utilizándola como pala, voltéala cara abajo; sin pausas con el pulgar izquierdo da la carta superior hacia la derecha y có­ gela, descuadrada hacia delante, debajo de la carta que sujetas en la mano derecha. 13. Introduce hacia las dos terceras partes de la baraja desde arriba, por la parte pos­ terior, la inferior de las cartas de la mano derecha -la indiferente- que acabas de dar con el pulgar izquierdo (fig. 15), y déjala en salida interior. Muestra la carta de la mano derecha llevándola hacia la parte delantera y a la de­ recha del tapete (fig. 16), y mientras la atención se centra en ella, con sólo la mano izquierda desplaza la superior de la baraja con el pulgar izquierdo y prepárala para el "Tilt" (o penetración óptica) de Dai Vernon. Brevemente: desplaza la carta su­ perior hacia la derecha y luego hacia la izquierda y obten una separación entre esta carta y el resto de la baraja con la ayuda de la parte carnosa de la base del pulgar izquierdo. La carta superior debe quedar separada de la baraja por su ex­ tremo interior y paralela al suelo; para ello debes inclinar ligeramente la mano izquierda desde la muñeca. Ahora con la carta de la mano derecha cara abajo haz el "Tilt" o penetración óptica de Dai Vemon y simula colocarla hacia el centro; déjala en salida interior en aproximadamente un tercio de su longitud. Gracias al "Tilt" en realidad habrás colocado esta carta la segunda desde arriba. Una vez que simulaba insertarla por el centro de la barajaren realidad se coloca en la separación sujeta por la parte carnosa del pulgar izquierdo), Ascanio subía la mano derecha de modo que la carta se curvaba; luego la introducía manteniendo 214

esta curvatura mediante la presión del índice derecho sobre su dorso. La sensa­ ción de que el naipe entra por el centro.de la baraja es total. Tienes la baraja en la mano izquierda y dos cartas sobresaliendo por su parte pos­ terior. Éstas son las acciones que Arturo condicionó en la primera fase del efec­ to (apartado 6, pág. 209). Ahora con el mayor derecho golpea sobre las cartas que sobresalen, para recalcar su posición, y con un gesto parecido al bluffpass* mues­ tra que están en el centro de la baraja. Para ello, la mano derecha, simula levan­ tar media baraja (ocultando su grosor) pero levanta verticalmente hacia arriba sólo la carta superior (fig. 17). Llama la atención sobre la posición de las cartas que sobresalen en salida interior. Simula devolver a la baraja el paquete que sujeta la mano derecha y luego empuja la carta superior dentro. Haz lo mismo con la in­ ferior pero, al introducirla sácala por el lado izquierdo; luego deja la baraja so­ bre la mesa y allí cuadra las cartas con las dos manos. Haz el gesto mágico y, tras una pausa, voltea las dos superiores y muestra que una vez más las cartas firma­ das han subido juntas. Fin del tercer efecto mágico.

4.

El corte simulado, en G.E.C., de Roberto Gíobbi. Tomo 3, pág. 505. Editorial Páginas. 1995.

215

14. Como cuarto efecto mágico, Arturo presentaba lo que durante mucho tiempo cons­ tituyó un juego independiente y al que llamaba "Las cartas credenciales". En esta parte del efecto se suceden una rápida serie de transformaciones entre dos car­ tas. En su presentación Arturo decía: ...Pero los entendidos cuentan que San Juan de la Cruz había escrito otra versión de estos versos que decía... "¡Oh! noche que guiaste, noche amable, hasta la alborada, amado en la amada, amada en el amado, transformados." Transformados. La idea de la transformación... hay una anécdota de Unamuno que dice que cuando eres joven y pones la mano sobre la pierna de la amada, toda tu sangre te hierve, pero si la pones cuando eres mayor, pues... no sientes nada, es como si tocases tu pierna. ¡Ahí Pero si a ella le amputan la pierna, el amado ¡o sien­ te como si a él se la amputasen... porque con el tiempo, ha habido una transforma­ ción del amado en la amada, una transformación... Se ve que San Juan de la Cruz sabía mucho... Veamos la ¡dea de la transformación. Como recordarás, tienes la baraja y las dos cartas firmadas cara arriba sobre la mesa. Coge la baraja y ábrela, cartas cara abajo, con la mano derecha, en abanico, sobre la mano izquierda; al abrir este abanico haz una reserva de aproximadamente la mitad, en la parte inferior; luego coloca las cartas firmadas en el abanico por dos lugares al azar (pero por encima de la reserva), cara abajo, claramente separadas una de la otra, y sobresaliendo hacia arriba. Cierra el abanico dejando que las cartas si­ gan sobresaliendo, y muestra que los naipes que acabas de insertar están separados; simula introducirlos dentro de la baraja y cortar. Al realizar estos gestos haz el con­ trol múltiple de Neil Elias,5 con lo que después del corte tendrás las dos cartas fir­ madas en la parte superior de la baraja. Si quieres ahora puedes hacer una mezcla Hindú obteniendo una separación con el meñique izquierdo encima de la carta su­ perior al comenzar a echar montones sobre la-baraja. Luego corta por la separación dejando las cartas firmadas arriba; mediante el doble lift acrobático vuelve, como si fuese una, las dos superiores; una carta firmada aparecerá a la vista del público so­ bre la baraja.

5,

Doble lift acrobático. Con el pulgar izquierdo cuenta, hojeando por la esquina superior izquierda de la baraja, dos cartas; presionando con ese dedo sobre la esquina superior izquierd;'a de esas dos cartas arquéalas; esto te permite colocar el índice izquierdo, doblado», debajo de ellas y usarlo como un gatillo: al extenderlo las dos cartas separadas | saltan hacia arriba, haciendo una doble pirueta en el aire, y caen sobre la baraja arriba. Al hacerlo di: Basta que suba uno... porque el amado en la amada, la amafia en el amado... transformados. Coge con la mano derecha, por la esquina inferior jizquierda (dedos índice y mayor en la cara y pulgar en el dorso) las dos cartas volteadas ' J_ i; voltéalas primero; hazlas girar hacia la derecha haciéndolas pivotar por su ext; jemo exterior contra el índice izquierdo y luego voltéalas hacia de­ lante. En ese momento, descarga sobre la baraja la inferior, luego coloca la carta in­ dividuaí que ah|ora sujetas con la mano derecha cara abajo dentro de la baraja, introduciéndola por el extremo exterior y dejándola en salida exterior, y al decir ...transformado baliza el Twirl de Jerry Andrus y muestra que la carta firmada que ! mostraste antes ;¡e .ha transformado en la otra carta firmada. Como recordarás tienes, cara abajo, encima de la baraja, la otra carta firmada. Deja la carta transformada icara arriba sobre la baraja, voltéala cara abajo con la mano derecha y al miisrno tiempo obten una separación con el meñique izquierdo debajo de la cartai superibr.\ Coge como una las dos cartas de encima de la separación con la mano derecha e jntrodúcela(s) cara abajo por el extremo exterior en el centro de la baraja y déjalas en salida exterior. Si quieres, para darle mayor movilidad, puedes usar el twistdel uña mientras manejas la carta doble. Otra vez mediante el Twirl de Jerry Andrus; saca la(s) carta(s) que sobresale(n) de la baraja y al voltearlas muestra que de nuevo se tía producido una transformación de una carta en la otra. Al hacer­ lo, vuelve areciitdr los versos del amado en laamada, la amada en el amado... trans­ formados. Eni este caso has efectuado el Twirl de Jerry Andrus con una carta doble. Pon otra vez as dos cartas cara abajo, en salida exterior, en el centro de la baraja; voltea la mano izquierda palma abajo y muestra la carta firmada que sobresale. Vuelve a volltea r la mano izquierda palma arriba y con la mano derecha saca la(s) carta(s) que sobresale(n), (en realidad dos cartas, para el público sólo una). Cuando la vayas la introducir otra vez en el centro por el extremo exterior, empalma la inferior en jla mano derecha e inserta sólo la superior (figs. 41, 42, 43 y 44 de "Las cartas crejdenc ¡ales", pág. 352). Tras una breve pausa y mientras recitas los versos, realiza el ¡Twirl de Jerry Andrus y muestra que nuevamente se ha producido una transformác ión entre ¡as dos cartas firmadas. Esta vez haz el Twirl de Jerry Andrus modificaclo (fig. 45 de "Las cartas credenciales, pág. 352) mientras tienes una carta empalrr'ada la en la mano derecha. Deja sobre la mesa cara arriba la carta transformada, una pausa y lleva la mano derecha debajo de la chaqueta, hacia e! hombro'izquie:rtío.

Control múltiple con corte bascular, en G.E.C., de R. Giobbi. Tomo 3, pág. 564.. Ed. Páginas. 1995.

2i6

217

La mano izquierda deja la baraja sobre la mesa, se muestra vacía, y seguido agarra la solapa izquierda, a la altura del pecho, y abre la parte izquierda de la cha­ queta para facilitar la entrada de la mano derecha; ésta entra debajo de la parte iz­ quierda de la chaqueta y cuando está dentro deja su carta en la mano izquierda y va hacia el hombro izquierdo; en ese gesto arrastra parte de la tela de la chaqueta hacia arriba, con lo que la mano izquierda, sin aparentemente moverse, ahora co­ gerá la solapa izquierda desde más abajo. La mano derecha no encuentra nada en el hombro izquierdo (cosa que refleja tu rostro). Mientras di: Aquí no. La mano sale vacía de debajo la chaqueta; muéstrala al público y seguido coge la solapa derecha (a la altura del pecho). Abre la parte de­ recha de la chaqueta; entonces la mano izquierda va desde su posición por debajo de la chaqueta hacia el hombro derecho, con la carta empalmada, busca algo y de allí saca la otra carta firmada. Fin del cuarto efecto mágico.

Comienzo alternativo Durante mucho tiempo Ascanio comenzó este efecto de la siguiente forma: Coíoca en la parte superior de la baraja unas veinte cartas, todas diferentes, que tengan un cierto contraste entre ellas. La inferior de la baraja tiene una esquina dob lada (crimp) en su esquina inferior izquierda. Comienza pidiendo al espectador que coja un pequeño paquete de cartas de la parte superior de la baraja, que lo mezcle y que te lo devuelva encima de las cartas que sujetas en la mano izquierda, que acercas hacia él. Como ilustrando al especta­ dor cómo tiene que mezclar, mientras él lo hace, realiza con tus cartas una mezcla usual por arrastre en las manos. Recuerda: la única precaución durante esta mezcla ■es mantener en la parte inferior de la baraja la carta con la esquina doblada. Te de­ vuelve su paquete mezclado, sobre las cartas de tu mano izquierda. Mientras preguntas al espectador: ¿Serás capaz de acordarte de dos cartas a la. vez, con el pulgar izquierdo, sobre la esquina superior izquierda, cuenta cuatro car­ tas y realiza un cuádruple volteo, volteando estas cuatro cartas como una sobre la ba­ raja; luego cógelas desde arriba con la mano derecha, sepáralas hacia la derecha y con su ayuda voltea la ahora carta superior; luego coloca esta carta, sobresaliendo hacia la izquierda, encima de la(s) carta(s) de la mano derecha. Continúa como se ha explicado (apartado 6). Con este comienzo alternativo, entonces no realizas ningún empalme al princi­ pio y las cartas ambiciosas no están firmadas.

21?

LA EXTRAÑA AMBÍCIOSA Este juego es una idea del fecundo y creativo mago inglés Alex Elmsley. Arturo conoció su versión y quedó prendado de ella, la estudió y le aplicó sus propias téc­ nicas, y aquí tenemos el resultado. ¡Una verdadera joya mágica!

Efecto El conocido de la carta ambiciosa, es decir, una carta introducida repetidamente por el centro de la baraja sube a la parte superior; pero en este caso, esto se hace con una carta de dorso diferente al del resto, una "extraña". En el climax se produce un cambio de color, inesperado, de los dorsos de toda la baraja.

Requisiios Un estuche de cartas azul, y una baraja compuesta por cincuenta cartas de dorso rojo y dos de dorso azul. Además, una carterita de plástico con una carta de dorso rojo, gemela de una de las cartas de dorso azul de la baraja: ésta será la carta ambi­ ciosa. En definitiva, si las cartas de dorso azul de la baraja son, por ejemplo, el Diez de Diamantes y la Jota de Tréboles (conviene que sean dos cartas con un claro con­ traste entre ellas) la carta de dorso rojo en la carterita de plástico será el Diez de Dia­ mantes. La Jota de Tréboles de dorso rojo, descártala, que no esté entre las cincuen­ ta cartas de dorso rojo en la baraja que usarás. Se eligen dos cartas de dorso azul contrastantes entre sí porque casi al final del juego, se realiza un cambio de carta en la mesa, en la que intervienen ambas, y si son claramente diferenciables, este cambio se apreciará con mayor facilidad.

Ordenación Pon el Diez de Diamantes de dorso rojo en la carterita de plástico, y ésta en un bolsillo interior de tu chaqueta. Coloca las dos cartas de dorso azul encima de las cincuenta de dorso rojo, cons­ tituyendo aparentemente una baraja de dorso azul; el Diez de Diamantes como car­ ta superior y la Jota de Tréboles, la segunda desde arriba. Estas cincuenta y dos car­ tas están dentro del estuche de color azul. Ya estás listo para presentar el juego.

Comentario Una alternativa puede ser, comenzar la sesión con una baraja normal de dorsos azules, realizar una serie de juegos con ella y simular en un momento dado que has terminado. Guardas la baraja azul en su estuche y éste en un bolsillo de la chaqueta (donde tienes la baraja azul preparada). Luego, como cambiando de idea, propones hacer otro juego, sacas la baraja preparada y presentas "La extraña ambiciosa". ZK?

De este modo, al comienzo de la rutina, los espectadores tendrán sus retinas lle­ nas de cartas de dorso azul, y el mazazo final será mayor. Rutina Saca el estuche de cartas de color azul, y de éste la baraja; deja el estuche sobre la mesa, en el lado derecho, en un lugar accesible (fig. 1). Ten la baraja, cara abajo, en la mano izquierda, en la posición de dar, y di: Os voy a presentar un efecto de Carta Ambiciosa... este juego, normalmente, consiste en que una carta se introduce repetidamente por el centro de la baraja y ella... que se siente ambiciosa, poderosa... siempre sube a la posición superior... sin cortar... ni hacer nada en la baraja. Al decirlo, coge el Diez de Diamantes -la carta superiory con la mano derecha, y sin enseñarlo, introdúcelo hacia el centro de la baraja, por la parte delantera (fig. 2). Déjalo de momento, sobresaliendo hacia fuera en la mitad de su longitud; luego termina de meterlo oblicuamente, es decir, empuja la carta en diagonal (con la mano derecha), de forma que sobresalga por el lado izquierdo de la baraja y te resulte fácil obtener una separación con el meñique izquierdo encima de ella, al cuadrarla con el resto de las cartas.

Al decir: ...sin cortar ni hacer nada..., corta la baraja por la separación del me­ ñique izquierdo, pero al completar el corte recupera la separación con el meñique iz­ quierdo, ahora, encima de la que era la carta superior; a continuación vuelve a cor­ tar por la separación y manten otra vez la separación del meñique izquierdo entre los paquetes transpuestos, al completar el corte. Has hecho dos cortes y has enseñado siempre como carta superior una carta de dor­ so azul; es decir.en esta serie de dos cortes, has intercambiado dos veces los lugares de las dos mitades que tenías (y que tienes) separadas por el meñique izquierdo. Continúa: La carta elegida sube a la posición superior... nuevo corte por la se­ paración del meñique izquierdo, que se mantiene al completarlo ...pero este efecto, siempre sepresmta con una carta de la misma baraja... nuevo corte ...es decir se usan sólo cortar... nuevo corte ...de una baraja... nuevo corte. Haz los cortes como sin darle importancia a la cosa, como si estuvieses jugando con la baraja, y como si maquinalmente estuvieses cortándola. Estos cortes consti­ tuyen un ejemplo magnífico de acciones sedal. Continúa: Pero hoy yo lo voy a hacer con una carta de otra baraja. Deja la bara­ ja sobre la mesa, pero haz el escalón de Daley por la separación del meñique izquier­ do; es decir, la m ;tad superior de la baraja queda desplazada angularmente con respecto de la mitad inferior, por el punto donde tenías la separación del meñique izquierdo (fig. 3). Entonces, al colocar la baraja sobre la mesa, se forma un escalón entre las dos mi­ tades. Saca la caiterita de plástico de tu bolsillo y de ella el Diez de Diamantes de dor­ so rojo. Di: Esta será la carta ambiciosa... y realmente es ambiciosa y vanidosa... fi­ ^ — . — , „... jóos es de Diam 'antes, símbolo de riqueza y dinero... y además es el Diez... ¡a carta que más diaman, es tiene, y para distinguirse del resto de las cartas tiene su dorso de color rojo. Muestra su dorso y déjala cara abajo sobre la mesa Coge a baraja de la mesa y al colocarla en la mano izquierda (en la posición de dar) recupera, gracias al escalón de Daley, ¡a separación del meñique izquierdo. Di: Re„—I„J i '^-ambiciosa, extraña... introducida por el centro... sincortes, niñada, ... jijóos cómo se distingue de las demás. AI decirlo puedes, al prin­ cipio, dar otro par de cortes y luego con la mano derecha coger la carta de dorso rojo e insertarla, cara ibajo, dentro de la parte inferior de la baraja (fig. 2, sólo que la carta : que es de dorso rojo). Al decir: ...fijóos cómo se distingue de las demás, para ■"introduces -*~~ J dar más realce a este hecho, corta con la mano derecha por la separación, y lleva esta mitad superior hacia arriba (el dedo pulgar derecho se coloca en el extremo interior y los dedos en el extremo exterior), y luego retira la mano hacia atrás (fig. 4) Los espectad sres verán un paquete en la mano derecha con una carta azul en su parte superior; y en la mano izquierda, un paquete con una carta azul encima, y sobresaliendo pore ' centro de ese paquete, una carta de dorso rojo. Tras una pausa pon as cartas de Ja mano derecha sobre las de la mano izquierda. y

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Con la mano derecha, saca el Diez de Diamantes rojo de la baraja y déjalo cara arriba sobre la mesa. Di: En la baraja azul debe haber otro Diez de Diamantes. Extiende de izquierda a derecha cara arriba sobre la mesa la baraja. Hacia la mi­ tad de la extensión encontrarás el Diez de Diamantes de dorso azul; sácalo con la mano derecha, cogiéndolo por el extremo exterior (pulgar en la cara y dedos en el dorso) y muéstralo claramente, voltéalo cara abajo en los dedos y con él voltea cara abajo el Diez de Diamantes de dorso rojo de la mesa; luego déjalo sobre la carta de dorso rojo, inclinado (oblicuo) en el sentido contrario al de las agujas del reloj, hacia la derecha (fig. 5). Recoge la extensión y pon la baraja cara arriba en la posición de dar en la mano izquierda. Mientras manipulas con los Dieces, obten una separación debajo de la car­ ta superior con el meñique izquierdo. Di: Ahora vamos a usar el Diez dé Diamantes rojo... el azul, no... no usaré el azul... usaré el rojo. Al decirlo, realiza las siguien­ tes acciones: la mano derecha introduce los dedos índice y anular debajo de los Die­ ces por sus extremos exteriores, coloca el dedo pulgar y el mayor encima, en el dor­ so de las cartas (fig. 6; cartas vistas desde abajo). Voltea los Dieces cara arriba entre los dedos índice y mayor derechos, y cuando hayan girado cara arriba, el pulgar de­ recho desplaza primero hacia la izquierda y luego sobre la mesa al Diez de Diaman­ tes superior (el de dorso rojo) y quédate con un Diez de Diamantes (el de dorso azul) cara arriba entre los dedos derechos. En este momento estás diciendo: ...vamos a usar el Diez de Diamantes rojo.,. La mano derecha va hacia la mano izquierda y deposi­ ta encima de la baraja, cara arriba, el Diez de Diamantes que sujeta (el de dorso azul), y luego va hacia el Diez de Diamantes de la mesa (que está cara arriba) y lo despla­ za sobre la mesa mientras dices: ...el azul. no... Aquí hay una clara acción en trán­ sito: la mano derecha deja su carta sobre la baraja sostenida en la mano izquierda para señalar (cosa que hace desplazándolo) el Diez de Diamantes de la mesa (supuesta­ mente el de dorso azul). Desde arriba, con la mano derecha (pulgar en el extremo interior y dedos en el extremo exterior) coge el Diez de Diamantes de la mesa y mientras dices: ...no usa­ ré el azul... voltea la mano derecha, de forma que sólo tú puedas ver el dorso de esta carta (fig. 7). Al decir: ...usaré el rojo... desplaza la mano derecha sobre la baraja y coge las dos cartas de encima de la separación del meñique, sobresaliendo hacia la izquierda de la carta que sujetas en la mano derecha, y seguido, voltea la mano en­ señándote el dorso de las cartas (fig. 8). Sólo tú podrás ver sus dorsos; concretamente ahora estarás viendo dos dorsos rojos. Mientras lo haces, pon el pulgar izquierdo de­ bajo de la baraja y voltéala cara abajo en la mano izquierda (fig. 8). Lleva las cartas de la mano derecha hacia la mano izquierda y cuádralas en la punta de los dedos izquierdos; ahora mediante la extensión D'Amico/Ascanio vol­ téalas y muestra dos dorsos, uno azul y otro rojo (fig. 9). 222

Di: Azul y rojo, cuadra las cartas, otra vez, sobre la punta de los dedos, voltéalas cara arriba y luego deposítalas (cara arriba) sobre la baraja en salida lateral derecha; el pulgar izquierdo sujeta las cartas en posición mientras que la mano derecha cam­ bia de posición. Con la mano derecha (pulgar en la cara y dedos en el dorso) coge el Diez de Dia­ mantes superior (el de dorso rojo) y con su ayuda, úsalo como una pala, voltea la car­ ta doble, cara abajo, sobre la baraja. Di: Usaré el rojo, el azul lo dejaremos aquí. Al decirlo deja cara arriba el Diez de Diamantes que sujetas en la mano derecha (el de dorso rojo) sobre el estuche azul, que está en el lado derecho de la mesa (fig. 10).

10 223

Mediante un doble volteo muestra otra vez el Diez de Diamantes. Al voltearlo otra vez cara abajo, haz otro doble volteo, y deja la(s) carta(s) en salida exterior (fig. 11). Coge sólo la carta de dorso rojo superior mediante el pase de descarga de Jerry Andrus. Los dedos derechos índice, mayor y anular se apoyan en el dorso de la car­ ta-la de dorso rojo (fig. 11), y simulan arrastrarla hacia atrás, hacia ti; en realidad el desplazamiento de las cartas cuando están todavía sobresaliendo hacia delante se pro­ duce porque el índice izquierdo, apoyado en el extremo exterior (ver la posición de ese dedo en la fig. 11), las empuja hacia atrás, hacia la baraja; y cuando las cartas es­ tán al ras con el resto de la baraja, los dedos derechos arrastran sólo la superior (fig. 12). La apariencia del conjunto es que has tirado de la carta roja sólo con la acción de la mano derecha. Con la carta roja, cara abajo, en la mano derecha introdúcela parcialmente por de­ trás dentro de la baraja, hacia el centro, más o menos. Luego desplázala hacia delante por la derecha, deja que se vea por el lateral derecho, y acaba de insertarla clara y de­ liberadamente en el centro. Coge la baraja con la mano derecha (pulgar en el lado iz­ quierdo y dedos en el lado derecho, cerca del. extremo interior) y deposítalo cara aba­ jo, húrizontalmente (lados paralelos al borde de la mesa) en el centro de la mesa. Di: Y ahora la carta extraña, se siente vanidosa y... pugna por subir. Haz ges­ tos, moviendo el cuerpo, que indiquen que la carta sube. 224

Coge la baraj;i con la mano derecha desde arriba (pulgar en el ahora extremo iz­ quierdo y dedos en el extremo derecho) gira la mano extremo con extremo y coló­ cala dorsos al público (mientras tú te giras hacia el lado, izquierdo y subes la mano izquierda hasta casi la altura del hombro); en la mano izquierda, coge las cartas con el pulgar (por el extremo en el que estaba el pulgar derecho) y los dedos (por el ex­ tremo donde estaban los dedos derechos); el índice izquierdo quedará doblado de­ trás (sobre la cara de las cartas). Realiza el cambio de color de Ascanio el poder (pág. 380). Al realizarlo aparecerá de repente una carta de dorso rojo como carta superior de la baraja. Esto causará una fuerte reacción en el público. Coge la baraje, con la mano derecha (pulgar en el lado inferior y dedos en el lado su­ perior) y con un a nplio giro del brazo derecho llévala a la mano izquierda, que la coge en la posición de ciar, cara abajo. En este giro tú te habrás vuelto a poner de frente al pú­ blico. Mediante u i doble volteo muestra que la carta de dorso rojo de encima de la ba­ raja es el Diez de Diamantes; no lo dejes sobre la baraja, déjalo en la punta de los dedos izquierdos (fig. L¡); ahora la mano derecha coge la doble por la esquina inferior dere­ cha (pulgar debajo y dedos índice y mayor arriba; fig. 13) y la voltea cara abajo; al apo­ yar el extremo ahara interior de la(s) carta(s) al ras con la baraja, mediante una acción combinada de los dedos derechos (el pulgar tira hacia fuera y los dedos hacia dentro) descarga la carta inferior (el Diez de Diamantes de dorso azul) sobre la baraja, mientras la mano derecha avanza hacia delante con una carta de dorso rojo (indiferente) cara aba­ jo (fig. 14). Coge a entre ambas manos, abarquíllala y enderézala con los dedos de las dos manos, y lue|;o introdúcela aproximadamente por el centro de la baraja. Pasa la mane derecha (curvada como si mantuviese las cartas en la posición de cortar) sobre la b iraja, como esperando que tras este gesto la carta de dorso rojo apa­ rezca otra vez en su parte superior. No pasa nada, mira con aire interrogante al pú­ blico, coge la ba 'aja en la mano derecha en la posición de cortar y di: Ya sé lo que pasa, este extraño es tímido, y en lugar de subir (mientras lo dices, con el meñique izquierdo separa hacia abajo la carta inferior y obten una separación encima de ella con la yema del pulgar derecho) ...baja. Haz un gesto con la mano derecha, desde la muñeca, como de mandar algo hacia abajo (mediante un golpe seco de muñeca), so­ bre la mano izquierda, y en ese gesto suelta la carta inferior, la de debajo de la sepa­ ración del pulgar derecho. Sobre ía mano izquierda caerá una carta de dorso rojo (fig. 19, sólo que la carta de la mano izquierda está cara abajo). Inmediatamente, con la mano izquierda, pon la carta de dorso rojo en la parte su­ perior de la baraja y mediante el doble lift de Paúl LePaul muestra que es el Diez de Diamantes (fig. 13), deposítala en su devolución cara arriba sobre la punta de los de­ dos izquierdos -no sobre la baraja (fig. 14), y seguido cógela con la mano derecha por el extremo ir.terior, voltéala, e insértala (la doble) por el centro de la baraja. Dé­ jala sobresaliendjo como en un tercio de su longitud. 225

Voltea la mano izquierda para que se vea que la carta introducida por el centro de la baraja es el Diez de Diamantes (fig. 15). Vuelve a voltearla cara abajo, y con la mano derecha simula arreglar la carta que sobresale; en ese gesto, mediante la maniobra de descarga de Dai Vernon, con el índice izquierdo, bajo la pantalla que proporciona la carta sobresaliente y la mano derecha arreglándola, introduce la inferior de la doble dentro de la baraja. Ahora te queda sobresaliendo en el centro de la baraja una carta

indiferente de dorso rojo. Sin pausas, empuja hacia atrás con el índice izquierdo la mi­ tad inferior de la baraja (la de debajo de la carta que sobresale) y coge este paquete desde arriba (pulgar en el lado izquierdo y dedos en el lado derecho, cerca del extre­ mo interior) con la mano derecha (fig. 16). Como carta dorso de este paquete se ve una carta de dorso azul. Retira este paquete hacia atrás; el índice izquierdo se coloca doblado debajo de la carta que sobresale, para mantenerla en su posición (pues de otra forma, al haberle retirado la mitad inferior, se caería). El índice izquierdo, desde abajo, empuja la carta de dorso rojo, que sobresale hacia fuera, y ayudándote del paquete que sujetas en la mano derecha, que apoya su extremo externo sobre el dorso de la carta que sobresale (fig. 17) pasa esta carta encima de la mi­ tad de la mano izquierda. La carta de dorso rojo ahora quedará cogida, como en sand­ wich, entre la mitad antes superior (ahora inferior) y la inferior (ahora superior); es de­ cir, has cortado la baraja, manteniendo una carta sobresaliente de dorso rojo, aproximadamente, en el centro (fig. 18). Con la baraja en una posición horizontal, in­ troduce clara y deliberadamente la carta de dorso rojo dentro, con la mano derecha. Esta es una secuencia muy engañosa, pues con un manejo muy suelto y natural se han visto siempre dorso azules en la baraja. Estas acciones son también un mag­ nífico ejemplo de acciones sedal. Sacude la baraja, como antes, con la mano derecha, que la coge en la posiciónde cortar, sobre la mano izquierda, y no cae ninguna carta; muéstrate perplejo y tras una pausa di: ¡Ahí ahora hay que hacerlo con la baraja cara arriba. Voltea la baraja cara arriba, extiende entre las manos algunas cartas, al mismo tiempo separa hacia abajo la carta inferior y al coger la baraja en la mano derecha en la posición de cortar, ob­ ten una separación encima de la inferior.con el pulgar derecho. Sacude la baraja cara arriba sobre la mano izquierda y el Diez de Diamantes caerá, cara arriba, sobre la mano izquierda (fig. 19), pásalo a la cara de la baraja, y seguido y mediante un do­ ble volteo muestra que su dorso es rojo. Mediante otro doble volteo deja el Diez de Diamantes cara arriba sobre la baraja. Di: Vahíos a repetir este efecto, pero esta vez voy a introducir el Diez de Diaman­ tes cara arriba dentro de la baraja, que estará también con todas ¡as cartas cara arri­ ba, extendida en cinta sobre la mesa. Extiende en cinta la baraja, cara arriba, sobre la mesa, de izquierda a derecha. Aproximadamente hacia el centro, quizás un poco des­ plazada hacia la derecha, verás la Jota de Tréboles. Coge el Diez de Diamantes de la cara de la baraja, y sin mostrar su dorso azul, introdúcelo en la cinta debajo de una car­ ta más hacia la izquierda que la Jota de Tréboles. Para meterlo, cógelo del extremo de­ recho de la cinta, con la mano derecha (fig. 20), pásalo, cara arriba, a la mano izquier­ da, y luego desplaza la mano derecha al punto por donde lo introducirás; separa las cartas por una carta más a la izquierda de la Jota de Tréboles, y con la mano izquierda inser­ ta el Diez de Diamantes en la cinta, dejándolo en salida exterior (fig. 21).

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Con ambas manos a la vez cierra la extensión de cartas, empujando desde am­ bos extremos, cuadra la baraja lateralmente, deja que el Diez de Diamantes sobre­ salga hacia delante; luego levanta la baraja de la mesa con la mano derecha, pásala a la mano izquierda, y termina de introducir diagonalmente dentro de ella el Diez de Diamantes, que sobresalía hacia fuera. Al hacerlo, obten una separación con el me­ ñique izquierdo debajo del Diez de Diamantes. Ahora, mediante un doble corte, pasa todas las cartas de debajo de la separación a la parte superior, cuadra las cartas en la mano izquierda, y con la mano derecha voltéala cara abajo; obten una separación con el meñique debajo de la segunda carta superior y realiza el corte que Arturo llamaba corte uno contra cincuenta y uno; en este caso con la mano derecha coge las dos cartas de encima de la separación del meñique, corta y llévalas (como si fuese un pa­ quete) a la parte inferior de la baraja. Al completar el corte, obten una separación con el meñique izquierdo encima de estas dos cartas, y sin pausas, con la mano izquier­ da, corta y lleva (esas dos cartas) a la parte superior de la baraja. Di: Ahora haré subir a la carta extraña, no a ¡aparte superior de la baraja, pues parece que es tímida, sino a la segunda posición. Como para demostrar dónde apare­ cerá la carta de dorso rojo, mediante un doble volteo levanta y separa de la baraja las dos cartas superiores como una, retíralas hacia atrás (fig. 22) y luego ponías en la pun­ ta de los dedos izquierdos. Debajo de está carta de dorso azul se verá otra también de dorso azul; cambia la posición de los dedos de la mano derecha y coge ahora la carta doble con la mano derecha por su extremo interior (pulgar debajo y dedos encima); desplaza estas cartas así cogidas unas cuantas veces hacia delante y hacia atrás. Cuan­ do hayas realizado este.movimiento de "va" y "viene" dos o tres veces, descarga la inferior sobre la baraja y al retrasar la carta superior haz aparecer repentinamente como carta segunda, una carta de dorso rojo (Ftg. 23). En estos movimientos hacia delante y hacia atrás, el índice izquierdo en el extremo exterior de la baraja hace de tope y fa­ cilita la operación de descarga. Al hacerla, obten una separación con el meñique iz­ quierdo debajo de la carta de dorso rojo; seguido, la mano derecha mediante el "Tilt" introduce la carta de dorso azul que sujeta -z\ Diez de Diamantes- aparentemente por el centro de la baraja; en realidad ponía como segunda carta desde arriba (fig. 24). Gra­ cias al efecto óptico de profundidad que proporciona el "Tilt" lo conseguirás. Inme­ diatamente haz un doble volteo mostrando el Diez de Diamantes como la carta de dor­ so rojo superior. Voltea luego la carta doble otra vez cara abajo.

cartas y luego, al dejar la baraja sobre la mesa, sólo con la mano izquierda producía automáticamente: el desplazamiento de la carta superior hacia la derecha que antes se ha mencionado Cuadra las c rtas sobre la mesa, cógelas con la mano derecha y pásalas a la mano izquierda, separa] hacia la derecha con el pulgar izquierdo las dos cartas superiores y obten unai separacio ' 'n con el meñique izquierdo debajo de ellas. Luego coge estas dos cartas como una on la mano derecha en la posición para el volteo de Stuart Gordon (fig. 26, en la qu^ se ha inclinado hacia delante la baraja para que se vea el agarre de la mano derecha en realidad, la mano izquierda estará algo inclinada hacía ti, y el dorso de la segumda carta no se verá) y mediante esta técnica voltéalas cara arriba. Al mismo tiempo);, la mano izquierda sujetando la baraja gira palma abajo (con lo que el público no ver i el dorso rojo de la carta superior) y la deposita cara arriba sobre la zona izquierda de la mesa. Deja la carta Hoble ahora cara arriba en el centro de la mesa, pero cerca del borde próximo a ti,,eh una clara acción en tránsito, pues con la mano derecha vas a arreglar la baraja de a zona izquierda de la mesa (muévela y cuadra meticulosamente con ambas manos1 ■)■

Di: Volveremos a repetirlo. Avanza hacia delante la carta superior de dorso rojo, cógela con la mano derecha e introdúcela por la parte frontal en el centro de la bara­ ja. Di: Esta vez lo haré sobre la mesa. Deja las cartas sobre la mesa; al hacerlo pro­ cura desplazar un poco hacia la derecha la carta superior; así se verán dos dorsos azu­ les en taparte superior de la baraja (fig. 26). Arturo cogía una separación de tahúr (la que se obtiene con la parte carnosa de la base del pulgar izquierdo) entre estas dos Zlt

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Ahora di: La carta ambiciosa debe saltar desde aquí hasta aquí... de aquí has­ ta aquí... aquí... Mirad. Haz gestos desde la baraja a la carta cara arriba sobre la mesa con ambas manos, gesticula sobre la carta, y ahora con una transformación original de Matt Corin cambia la carta de la mesa. La Jota de Tréboles se transforma visible­ mente en el Diez de Corazones. Para ello pasa ambas manos bien abiertas sobre la

carta un par de veces; primero la mano derecha va por debajo de la mano izquierda cuando ambas se cruzan planas sobre la carta. Luego va por arriba, y en la tercera ocasión.(fig. 27) que también va por debajo, la yema del pulgar se apoya sobre la cara de la carta superior (fig. 28). Arrástrala hacia el borde de la mesa (fig. 29) y dé­ jala caer al regazo. Al abrir las manos se ve la transformación que parece instantá­ nea y muy visual. Tras una pausa, di: Aquí no está. Con la mano derecha, de izqueirda a derecha, extiende las cartas sobre la mesa. Estás en una de esas situaciones que Arturo denominaba "todo está hecho". De­ bes actuar con mucha responsabilidad para sacar todo el provecho posible. El públi­ co piensa que las cosas son de una forma y en realidad son exactamente lo contrario. Las sorpresas que ahora se producirán son extraordinarias. El público cree que so­ bre la mesa tienes extendida una baraja de dorso azul; la baraja extendida es de dor­ so rojo. Cerca del borde de la mesa (piensa el público) tienes el Diez de Diamantes de dorso rojo; esta carta es de dorso azul. Y sobre el estuche, en lugar del Diez de Diamantes de dorso azul (creencia general) está el Diez de Diamantes de dorso rojo. Tras Una pausa di: Si a la única carta roja... coge con la mano izquierda por su es­ quina superior izquierda el Diez de Diamantes de la mesa, e inclínalo hacia delante, mos­ trándolo frontalmente a! público. Dale un papirotazo con los dedos derechos sobre su dorso (fig. 30), ponió en posición horizontal y luego cógelo con la mano derecha (pul­ gar en la cara y dedos en el dorso), y llévalo hacia la extensión ...lafroto sobre la ba­ raja de cartas azules... también esta carta... se transformará en azul. Pasa la carta so­ bre la extensión (fig. 31), haz una pequeña pausa y luego voltéala mostrando su dorso azul. Tras una ligera pausa, déjala cara abajo sobre la mesa, cerca del borde. Busca en la extensión desplazando cartas con los dedos de la mano izquierda y continúa: ¿Pero dónde estará el Diez de Diamantes de dorso rojo? Pues el Primer Principio de la Conservación de la Energía dice que la energía no desaparece, se transforma. Mientras lo dices, la mano derecha se coloca junto al estuche y cerca del Diez de Diamantes, cara arriba, golpeando nerviosamente con el índice derecho so­ bre la mesa, como queriendo indicar algo. Voltea el Diez de Diamantes de encima del estuche azul y muestra que su dorso es rojo y di: Si al Diez de Diamantes de dorso rojo... ponió cara abajo sobre el Diez de Diamantes de dorso azul en la mesa y voltéalos juntos cara arriba; luego coge el de arriba, y así cara arriba llévalo a la extensión ...lo froto contra la baraja de dor­ sos azules... se convierte también... Voltea entre los dedos el Diez de Diamantes y muestra que sigue siendo de dorso rojo. Muéstrate sorprendido y di: Pues yo he no­ tado algo... si no ha cambiado el dorso del Diez de Diamantes... eso quiere decir que... han cambiado los dorsos... ¡de toda la baraja! Al decirlo, con la ayuda del Diez de Diamantes de la mano izquierda, voltea sobre la mesa la extensión que mos­ trará ahora cartas de... ¡dorso rojo! (fig. 32).

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ÍAtíWLó ÍVAKTO

En este capítulo ofrecemos tres versiones de la "Baraja nudista", otro clásico de la cartomagia. La primera es la que, con el nombre de "Cartas nudistas", le mostró a Ar­ turo, en 1949, el mago alemán Kalanag. Las versiones posteriores que Ascanio ideó son un refinamiento de aquélla, que vio la luz por primera vez en los libros encuadernados con "canutillo", que el propio Ascanio editó. La segunda versión apareció publicada en Ilusionismo N° 140, en julio de 1956. La tercera, la más elaborada y llena de técnicas ascanianas, es la que Arturo hacía en sus últimos años, y ha estado inédita hasta hoy.

CARTAS NUDISTAS Versión 1343 Requisitos A) Veintiséis cartas dorso normal/cara blanca "largas" (son normales, pero por com­ paración con las del otro grupo, les llamaremos "largas"). La carta cara (o vigé­ simo sexta desde el lado dorsos) llevará una marca imperceptible, hecha con un lápiz de punta fina, en su cara, sobre dos esquinas diagonalmente opuestas. B) Veintiséis cartas cara normal/dorso blanco "cortas". Se preparan cortando como un milímetro (o milímetro y medio) sus lados. Estos dos grupos de cartas se colocan "besándose" por el lado de sus caras blan­ cas (o sea, que la baraja se compone desde arriba hacia abajo, de veintiséis cartas dor­ so normal/cara blanca, dorsos viéndose, seguido de veintiséis cartas cara normal/dor­ so blanco, caras normales hacia abajo). Si extendemos por los dorsos esta baraja, veremos veintiséis dorsos normales seguido de veintiséis dorsos blancos; y si la vol­ teamos cara arriba, veremos veintiséis cartas normales, seguido de veintiséis cartas de cara blanca. Rutina 1. Enseña la baraja cara arriba, extendiendo entre las manos como máximo las vein­ tiséis primeras cartas. Pide a un espectador que toque, para elegirla, una carta cual­ quiera (supongamos, el As de Corazones). Sácala de la extensión, y déjala cara arriba sobre la mesa. Cuadra la baraja y luego introduce la elegida, cara arriba, por la zona de dorso normal/cara blanca. Cuadra todo. 235

CARTAS NUDISTAS

Voltea la baraja dorso arriba. Mientras simulas cuadrarla con la mano derecha, con la yema del pulgar derecho (por el extremo interior) obten una separación por de­ bajo de la última carta "larga". Mediante un medio salto voltea secretamente, ca­ ras hacia arriba, las veintiséis cartas "cortas" de debajo de la separación.

Versión 1356 Efecto

Voltea la baraja y muestra, extendiéndola entre las manos, que ¡todas las cartas son blancas, a excepción de la elegida! Deposita sobre la mesa, a un lado del ta­ pete, todas las cartas que están encima de la elegida. Mediante un doble volteo (de ésta y la siguiente) muestra que la elegida es normal, es decir, que tiene cara y dorso. Por último, deja la carta elegida cara arriba sobre la mesa. Recompon la baraja, colocando las cartas de la mesa sobre las de la mano izquierda. Con la excusa de que en la cara blanca de las cartas quedan "huellas" de sus figu­ ras, despliégalas entre las manos, buscando secretamente la señal imperceptible de lápiz en la primera de dorso normal. Al cerrar la extensión, introduciendo el meñi­ que izquierdo por encima del naipe marcado, obten una separación entre las dos mitades; luego mediante un medio salto voltea secretamente la mitad inferior.

Se elige uní carta y se devuelve a la baraja, que repentinamente, tiene todas las caras de sus caijtas blancas; sólo permanece completamente normal la carta elegida, que se muestra por ambos lados y se deposita en la mesa. A continuación, la elegida pierde su dorso j que se transforma en blanco. Se deja entonces otra vez sobre la mesa, con el dorso blanco hacia arriba. Se enseña la baraja, que resulta ser completamente blanca, tanto por los dorsos como por las caras; ejemplo que es seguido por la carta elegida, que ahora es blanca por ambos lados. Colocada esta carta otra vez en la ba­ raja, basta un pequeño chasquido para que todos los naipes se vuelvan normales, tan­ to por un lado como por el otro.

Requisitos y níoHtaje A) Veintiséis c artas de dorso normal y cara blanca.

Voltea la baraja, mostrando que ahora también los dorsos son blancos (no des­ pliegues, de la parte superior, más de veintiséis cartas). Volteando alternativa­ mente la baraja en un sentido y en otro, repite la operación una o dos veces más, mostrando que las cartas son blancas ¡por ambos lados! Detente cuando las car­ tas "largas" estén encima. Cuadra la baraja. Muestra que el As de Corazones también ha perdido su dorso, que ahora es blan­ co. Devuelve esta carta a la baraja, insertándola cara arriba en la mitad inferior. Obten secretamente, por el extremo interior (con el pulgar derecho) una separa­ ción entre las cartas "largas" y "cortas"; haz un salto... y muestra, extendiendo las cartas entre las manos, que ahora la baraja es normal ¡por uno y otro lado! Lógicamente, cada vez, enseñas sólo las primeras veintiséis cartas de arriba.

B) Una carta t lanca por ambos lados. Marca esta carta, con un lápiz de punta fina, en ambas caras, por dos esquinas opuestas, con una señal imperceptible para to­ dos menos para ti. C) Veintiséis darías de cara normal y diferente, y dorso blanco. Estas veintiséis car­ tas han de ser un milímetro y medio más cortas que las del grupo A y B. Puedes cortarlas fá|cilmente con una guillotina. En cuanto i su colocación o montaje, pon sobre la mesa las veintiséis cartas de dorso blanco, caras normales hacia abajo, encima coloca la carta blanca marcada, y sobre todo este; grupo, pon las veintiséis cartas de cara blanca, dorso normal hacia arriba. Así la b|raja está preparada para la:

Rutina y presentación Saca la baraj a de su estuche, colócala dorso hacia arriba en tu mano izquierda, y sin decir nada,, como si estuvieras jugando con las cartas, haz una mezcla Hindú usando só li> as cartas de la mitad superior (la mitad de dorsos normales). Para ello, coge don la mano derecha quince o veinte cartas de encima, y ve arrojándolas en pejqueños paquetes sobre las cartas de la mano izquierda. 236

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2. Voltea la baraja, y siempre en silencio, y como si estuvieras mezclando maquinalmente, haz otra mezcla Hindú usando sólo las cartas de la mitad superior (la de caras normales). Con todo esto, como sin querer, has demostrado que la ba­ raja es completamente normal. (El montaje, naturalmente, permanece inaltera­ do. Sólo se han mezclado entre sí las cartas de cada uno de los grupos parciales). 3. Pon de nuevo la baraja cara abajo en la mano izquierda y, haciendo correr las car­ tas entre tus manos, como para dar a elegir una carta, pídele a un espectador que señale una. Ten cuidado de mostrar sólo los diez o quince primeros dorsos. Cuan­ do el espectador se disponga a señalar una carta, interrúmpele diciendo: Mejor, señala por el otro lado; así nos enteramos todos de tu carta. Cierra, al decir esto, la baraja y voltéala cara arriba y deja que el espectador señale la carta que quie­ ra. .. (de entre las veintiséis primeras, que son las únicas que enseñarás); De esta manera, has vuelto a mostrar la baraja como normal, por ambos lados, y siem­ pre, como sin querer. (Desde el primer momento di: señala una carta y no coge una carta, aconsejaba Ascanio). 4. Separa de la baraja la carta señalada, y ponía sobre la mesa, cara arriba; supon­ gamos, que es el As de Corazones. Para lograr más naturalidad di, por ejemplo: El As de Corazones, pues... será tu carta... lo has elegido entre todas las car­ tas... veamos qué es lo que sucede con el As.de Corazones. 5. Cuadra la baraja, y mantenía cara arriba en tu mano izquierda. Coge el As de Co­ razones, y prepárate para insertarlo en la mitad inferior (es decir, en la mitad de dorsos normales), diciendo a la vez: Por de pronto, ¿te parece bien que lo intro­ duzcamos por aquí? Hazlo lentamente, cuadrando con cuidado las cartas. Vuel­ ve la baraja dorso hacia arriba.

la ejecución del medio salto; y, c) si al terminarlo, la baraja se sujeta (por los ex­ tremos) con la mano derecha únicamente, y la mano izquierda se retira apenas se haya ejecutado el medio salto. 7. En cuanto hayas hecho el medio salto, pasa la baraja a la mano izquierda y con­ tinúa: No será fácil, naturalmente, conseguir encontrarla por aquí, por los dor­ sos... (muestra cinco o seis dorsos)... sino por el otro lado. Voltea la baraja, co­ locándola lentamente dorsos hacia abajo. Pon cara de enorme y cómico asombro al ver que la carta superior ¡es blanca! 8. Murmurando: ¿Qué ha pasado aquí? ¡Esto no me lo esperaba! Abre las cartas entre tus manos; al ver que todas son blancas, di, sonriendo: Me parece que va ser difícil encontrar ahora el As de Corazones. Las exclamaciones y las risas de asombro del auditorio sonarán como suave música a tus oídos. 9. Continúa pasando cartas, mostrando que todas son blancas, hasta que llegues al As de Corazones, cuya figura destacará luminosamente entre tanto blanco. Di: ¿ Veis qué fácil es encontrar el As de Corazones? Para mostrar mejor el As sepa­ ra las manos, retirando en la derecha todas las cartas que están sobre aquel. Has dividido así la baraja en dos mitades; la carta elegida ocupa el primer lugar del paquete de la mano izquierda. Pasa entonces el As al paquete de la mano dere­ cha, a la posición inferior del mismo, sin ocultarlo del todo. 10. Girando la muñeca izquierda, muestra el dorso (normal) de las cartas, sostenidas en la mano izquierda y semiabiertas en abanico. Di: Menos mal que los dorsos permanecen normales. Vuelve a girar la muñeca izquierda, para poner de nuevo las cartas dorso (normal) hacia abajo. Pasa el As de Corazones al.paquete de car­ tas de la mano izquierda, poniéndolo en primer lugar, y deja las cartas de la mano derecha sobre la mesa, con el lado blanco hacia arriba.

6. Comenta: A mi me resultará muy fácil encontrar ahora tu carta porque... sé que es el As de Corazones. Mientras lo dices, con convencimiento y mirando a los ojos de los espectadores, separa (hojeando cartas, de abajo hacia arriba, con el pulgar derecho por el extremo interior) la mitad de cartas cortas de las largas, in­ troduciendo entre ambas mitades el dedo meñique izquierdo, y seguido, haz un medio salto que haga voltear el paquete inferior, que se colocará con la cara (nor­ mal)'de las cartas hacia arriba, y el dorso (blanco) hacia abajo. Este medio salto se disimulará más: a) si antes de hacerlo, la baraja está cogida por el extremo ex­ terior entre las falanginas (no las yemas o falangetas) de los dedos derechos jun­ tos y la yema del pulgar derecho por el extremo interior (de esa manera los de­ dos ofrecen mayor cobertura); b) si se avanzan las dos manos en el momento de

11. Con la mano derecha, cuadra el paquete de cartas que permanece en tu mano iz­ quierda; luego (también con la derecha) cogiendo las dos primeras cartas como una, por los extremos (cosa fácil de hacer, ya que la segunda carta es más larga que la primera), volteando la mano, muestra el As de Corazones por ambos la­ dos; subraya bien que es el As de Corazones. Di: Es la única carta normal con caray un dorso. (Es importante pronunciar la palabra "dorso"). Vuelve a dejar esta(s) carta(s) en la parte superior de las cartas de la mano izquierda y deposita a continuación el As de Corazones sobre la mesa, con la cara hacia arriba. Para el público, ésta es la que acabas de enseñar como normal por ambos lados.

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12. Coge con'la mano derecha el paquete de cartas blancas que dejaste en la mesa, y colócalo sobre las que han permanecido en la mano izquierda. Extiende y abre las cartas, al tiempo que dices: Todavía se notan ¡as huellas de lo que fueron las cartas;por ejemplo... (parándote en una carta, y como buscando su brillo)... ésta debió ser el Dos de Picas... esta otra el Cinco de Diamantes... ¿No veis una li­ gera huella? Mientras haces esta pequeña pantomima, busca la carta marcada que, como recordarás, estaba en el centro mismo de la baraja. 13. Cuando la hayas encontrado, hazla sobresalir un centímetro y medio por el ex­ tremo interior. Cierra entonces la baraja, pero introduciendo la punta del dedo me­ ñique izquierdo por debajo de la carta marcada que permanece sobresaliendo por el extremo interior. 14. Vas ahora a dividir la baraja en dos mitades, obteniendo, a la vez, una separación entre la carta blanca y la mitad superior. Para ello, procede de la siguiente for­ ma: apoya la yema del pulgar derecho en el extremo interior de la carta sobresa­ liente; las yemas de los dedos derechos se apoyan, a su vez, en el extremo exte­ rior de la baraja; empuja la carta sobresaliente con el pulgar, hacia abajo y hacia delante, hasta qué esté al mismo nivel que las demás cartas; la yema del pulgar derecho, entonces, habrá conseguido mantener separada esta carta blanca del res­ to de la mitad superior; y ahora sólo queda lo más fácil: dividir en dos la baraja por la separación del dedo meñique izquierdo, manteniendo la separación con­ seguida por el pulgar.

17. El movimiento en cuestión es éste: Con el pulgar izquierdp empuja hacia la dere­ cha el As de Corazones (primera carta del paquete de la mano izquierda); vuelve esta carta cara hacia abajo, sobre este paquete, elevando su lado derecho con ayuda del lado izquierdo del paquete de la mano derecha. (Ambos paquetes se mantienen siempre horizontales). Así, muestras ahora el dorso blanco del As de Corazones. Eje­ cuta la totalidad de los movimientos muy lentamente, y con toda limpieza. 18. Repitiendo les mismos pases, vuelve a colocar el As cara hacia arriba sobre el paquete de la mano izquierda. En los movimientos que se explican en los dos apartados sigíuierjtes vas a cambiar este As por la carta totalmente blanca. Vuelve de nievo el As cara hacia abajo, elevando, como antes, su lado derecho con el lado izquierdo del paquete sostenido por la mano derecha, con lo que, de modo natura, vienes a colocar el paquete derecho encima del izquierdo. Cuan­ do el paquete de la mano derecha se encuentre bien encima del de la mano iz­ quierda, deja caer la carta blanca retenida por el pulgar derecho (previamente se­ parada de la demás) y así, pones secretamente esta carta blanca sobre el dorso (blanco) del As que acabas de enseñar. 20. Diciendo: Penemos el As sobre la mesa, con su nuevo dorso blanco hacia arri­ ba, desliza sobre el tapete, con el pulgar izquierdo, la carta blanca de la parte su­ perior del paquete de la mano izquierda. Para los espectadores, esta carta es el As, que acaba de ser vuelto dorso blanco hacia arriba sobre aquel paquete. De hecho, se'tra:a de la carta totalmente blanca proveniente del fondo del otro pa­ quete, mientras que el As ha quedado, cara hacia abajo, en la parte superior del paquete de la mano izquierda.

15. (Aclaratorio). La situación actual es: En la mano izquierda (palma hacia arriba) tie­ nes el paquete de dorso normales/caras blancas con los dorsos hacia abajo; en la mano derecha, sosteniéndolo con la mano dorso hacia arriba por los extremos, el • paquete de caras normales/dorsos blancos, con las caras hacia abajo; además, esta mano sostiene también la carta blanca, que está debajo de las demás, y ligeramen­ te separada de ellas (por detrás) con la yema del dedo pulgar derecho. Sobre la mesa descansa el As de Corazones (dorso blanco), con la cara hacia arriba.

21. Pon el paquete de la mano derecha sobre el de la mano izquierda, pero al hacer­ lo, empuja un poco con el pulgar izquierdo el As (que muestra su dorso) hacia la derecha e introduce por debajo de esa carta la punta del meñique izquierdo; ter­ mina de colqcar el paquete de la mano derecha sobre el de la mano izquierda.

16. Explica lo que haces, mientras das unos golpecitos sobre el As de Corazones con el lado blanco de las cartas de la mano izquierda. Sirviéndote del pulgar y mayor izquierdos, coge este As de Corazones procurando no dejar ver su dorso blanco y colócalo, cara arriba, sobre el paquete de cartas blancas sostenido en la mano iz­ quierda. Di, entonces: Con estos golpecitos, resulta que el As, que era la única car­ ta que tenía caray dorso, sigue teniendo su figura, pero ahora... (vuélvela con el movimiento que se explica a continuación)... el dorso es completamente blanco.

22. (Aclaratorio)),. La baraja está ahora en la mano izquierda, y dividida secretamente en dos por el meñique izquierdo; la mitad inferior está constituida por las veintiséis cartas de dorso normal, con el dorso hacia abajo; la mitad superior, a su vez, está formada] por las veintiséis cartas de cara normal, con la cara hacia abajo; la última carta |le esta mitad superior, en contacto directo con el meñique, es el As de Corazonei ; sobre la mesa está la carta totalmente blanca, que el público cree el As de Corazones

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23. Di: Francamente, no sé qué es lo que se puede hacer con cartas sin caras; ¡si lo que hubiera desaparecido fueran ¡os dorsos, todavía podría hacer algo! Mien­ tras lo dices, haz un medio salto y voltea el paquete inferior, teniendo en cuenta, las advertencias indicadas al final del apartado 6. 24. Después de hacer el medio salto, muestra las caras blancas (pasando las cartas de una mano a otra) de la mitad superior de la baraja. Como si se te ocurriera una idea, di: Pero los dorsos a lo mejor tienen marcas, y entonces podríamos hacer algún juego, ¡vamos a veri Con mucha lentitud y muy visiblemente, voltea la ba­ raja; repite tu cara de asombro al ver aparecer los dorsos también blancos. 25. Haz correr las cartas entre tus manos, y muestra que son blancas. Ten cuidado de operar siempre con la mitad superior. Voltea la baraja y muestra las caras tam­ bién como blancas; repite estas demostraciones de la blancura de las cartas (vol­ teo y extensión) un par de veces; detente en una de estas ocasiones, cuando el bloque de cartas largas está encima. 26. Comenta entonces: Si la baraja es blanca por aquí y por aquí... (gira sencilla­ mente la muñeca para mostrarla por ambos lados)... eso quiere decir que la car­ ta elegida es blanca también por las dos partes. Muestra limpiamente la carta blan­ ca que estaba sobre la mes,a, haciéndola "rodar" varias veces sobre el tapete. 27. Coloca esta carta sobre la baraja (así, viene a ser la primera carta larga). Con la yema del pulgar derecho separa el paquete de cartas largas del de las cortas, e in­ troduce la punta del meñique izquierdo entre ambas mitades. Di: Para materia­ lizar el As que se ha desvanecido, basta un chasquido... y el As ¡aparece! Al de­ cirlo, ejecuta el salto más rápido que sepas, con lo que el As, aparecerá espectacularmente en la parte superior de la baraja. 28. Termina: Y no sólo esto, sino resulta que ahora la baraja es normal, tanto por aquí... (pasa rápidamente de una mano a otra las cartas de encima que muestran sus caras; voltea la baraja, colocándola dorso hacia arriba)... como por aquí, mues­ tra los dorsos normales. Detente antes de llegar a la mitad de la baraja, y cuida sobre todo que el público no note que obras con precaución. Cuadra la baraja y guárdala; está en posición apta para la próxima demostración.

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CARTAS NUDISTAS Versión últimos años Ordenación y preparación Con las cartas dorsos hacia arriba, desde la parte superior hacia abajo, pon vein­ ticuatro cartas dorso normal/cara blanca (1, 2, 3... 24); luego cuatro cartas blan­ ca/blanca (25,26,27,28). Estas veintiocho cartas estarán abarquilladas, con un puen­ te longitudinal, con la concavidad hacia el lado caras (fig. 1). La carta vigésimo séptima, en su lado equivalente a las caras, tendrá sobre dos esquinas diagonalmente opuestas -las que se corresponderían con las esquinas de los índices de las cartasuna marca del tipo barra "/" (fig. 2), hecha con un lápiz de punta fina. La carta vigé­ simo octava, también sobre dos esquinas diagonalmente opuestas, tendrá una marca de tipo barra invertida "\" (fig. 2). Completa el montaje con veinticuatro cartas cara normal/dorso blanco (29... 51, 52, 53), cara normal hacia abajo. Entre estas veinti­ cuatro cartas hay un Comodín normal. Estas veinticinco cartas también estarán abar­ quilladas, pero su concavidad será opuesta a la de las veintiocho anteriores (las de dorso normal/cara blanca y las cuatro blanca/blanca); es decir su concavidad estará hacia el lado dorsos (ver otra vez la fig. 1). Aproximadamente en la décimo cuarta posición desde la cara de la baraja estará el Comodín (única carta normal). Es interesante saber qué cartas ocupan, por ejemplo, la tercera y la cuarta posi­ ción antes de que se acaben las cartas cara normal/dorso blanco. Así, sabrás dónde acaba este grupo de cartas, y cuando llegues a ellas, durante la presentación (en los apartados 1, 4 y 5), ya no extenderás más naipes. En nuestro caso, pueden ser: el As de Diamantes y el As de Picas.

J 2 Rutina 1. Con las cartas cara arriba en la mano izquierda, en la posición de dar, comien­ za extendiendo con el pulgar izquierdo hacia la mano derecha unas cuantas car­ tas, nunca más de veinticuatro. Luego cierra la extensión y en esa acción obten con el meñique izquierdo una separación hacia la carta décimo quinta, e inme­ diatamente con la mano derecha corta por encima de la separación, pasando esas 243

cartas a la parte inferior de la baraja. Seguido, con la mano derecha coge las car­ tas desde arriba, en la posición de cortar, y con la izquierda haz dos o tres cor­ tes con extensión, con los que vas subiendo las cartas cara normal/dorso blan­ co que acabas de bajar desde la parte inferior de la baraja a la superior. En cada corte sube sólo tres o cuatro cartas. El corte con extensión es una técnica ascaniana, mediante la cual, con la mano izquierda, se extienden hacia ese lado unas cuantas cartas de la parte inferior de la baraja, con lo que muestran sus caras, e ininterrumpidamente, se cogen tres o cuatro de ellas y sin cuadrarlas se suben a la parte superior (figs. 4 y 5 de "Todo dorsos", págs. 77 y 78; aquí las'cartas están cara arriba). Como después de estos dos o tres cortes con extensión te quedarán todavía al­ gunas cartas cara normal/dorso blanco en la parte inferior de la baraja, corta con la mano izquierda -extendiéndolas primero- todas esas cartas y sepáralas hacia la izquierda; te resultará fácil de hacer, pues las cartas están abarquilladas en sen­ tido contrario; ininterrumpidamente la mano derecha, que sujeta el resto de las cartas desde arriba, en la posición de cortar, se voltea palma arriba y muestra el dorso de la carta inferior al señalar con el índice las caras de las cartas de la mano izquierda. A este último movimiento Arturo le llamaba corte con extensión y en­ señada de la carta inferior (fig. 3). Deshaciendo los movimientos del corte con extensión y ensenada de la carta inferior recompon la baraja, colocando las cartas de la mano izquierda en la par­ te superior de la misma; luego cuádrala. (Como alternativa podrías poner las car­ tas de la mano izquierda otra vez debajo de las cartas de la mano derecha y por cortes con extensión subir a la parte superior de la baraja todas las cartas cara normal/dorso blanco que quedaron en la parte inferior). Mientras tanto comenta: Os haré un juego... en este juego... lo que es muy im­ portante considerar son las caras de las cartas... las caras... las caras de las cartas jugarán un papel fundamental, ya lo veréis. 2. Con la baraja cara arriba y cuadrada entre las manos, corta por abajo con la mano izquierda (aproximadamente por la mitad de las cartas cara blanca/dorso normal). Al hacer el corte, la mano izquierda gira palma abajo por la muñeca; por lo que no se verán las caras blancas de las cartas del corte. Ininterrumpidamente deja estas cartas delante de ti, cara abajo, sobre la mesa (fig. 4). La mano derecha se voltea palma arriba y otra vez palma abajo, mostrando el dorso y la cara de las cartas que sujeta, y luego las pasa y voltea lateralmente cara abajo sobre la mano izquierda. Con la mano derecha -ahora libre- coge las cartas de la mesa (fig. 5) y colócalas cara abajo sobre las de la mano izquierda, recomponiendo así la ba­ raja. Haz una mezcla Hindú, por el lado dorsos (cogiendo con la mano derecha 244

un paquebe de cartas sólo de las del grupo de cara blanca/dorso normal); cuando acabes la mezcla Hindú cuadra la baraja y extiende unas cuantas cartas entre las manos m|ostrando dorsos. Corta con la mano derecha unas doce o quince cartas de arriba a abajo, luego haz con ellas un corte con extensión y enseñada de la carta intjerior, mostrando doce o quince dorsos en la extensión de la mano izquierda y¡ una cara en la parte inferior del paquete de la mano derecha (fig. 3), re­ compon lalbaraja y mediante cortes con extensión -dos o tres- sube a la parte su-perior, ot a vez, todas las cartas dorso normal/cara blanca que habías bajado. Al hacerll|o, di: Antes de elegir una carta libremente, mezclaré bien las cartas... las coi-tare para que nadie conozca la identidad de ninguna... las cortaré... cortaré y recortaré.

3. Continúa: Ahora... simplemente tocando una, elige la carta que quieras. Para que el espectador haga esto extiende unas cuantas cartas, cara abajo, de mano a mano. No dejes c|ue toque ninguna. Di: Quizá sea mejor que la elijas con la mercancía a la vista. Cuadra la baraja y voltéala cara arriba sobre la mano izquierda, luego extiéndela entre ambas manos y deja que elijan, tocándola, una carta. Mientras el espectador lo hace, puedes estar mirando hacia otro lado, como desentendiéndote de elección, y decir: Toca ¡a que quieras... la que quieras, con completa libertad. (Ten cuidado de no mostrar ningún naipe de cara blanca). Cuando el espe j:tador haya tocado una carta con la mano derecha, separa la extensión por encim de la carta elegida (supongamos que es la Jota de Tréboles) y con la 245

mano izquierda, déjala cara arriba, delante de ti y en el centro de la mesa. Re­ compon la baraja colocando las cartas de la mano derecha sobre las de la mano izquierda y di: Podrías haber elegido cualquier carta, podrías haber elegido ésta, ésta, o ésta... cualquiera. Al decirlo ve pasando cartas hasta llegar al Comodín y obten una separación con el meñique izquierdo debajo de él, cuadra las cartas y mediante un corte (o doble corte, si quieres y tienes cuidado de no cortar por las cartas de cara blanca/dorso normal), pasa todas las cartas de encima de la se­ paración a la parte inferior de la baraja. Haz un cuadrado basculante y deja la baraja cara arriba sobre la mesa, detrás de la carta elegida. El cuadrado basculante es otra técnica ascaniana que consiste en: sujetando la baraja en la mano izquierda, en la posición de la punta de los dedos, con la mano derecha, en la posición de cortar (dedo pulgar en el extremo interior y dedos ma­ yor y anular en el extremo exterior), hacer bascular a la baraja hacia delante y hacia atrás rápidamente dos o tres veces. Con este vaivén, alternativamente, se irán formando biseles en el extremo exterior y en el interior de la baraja. En esos biseles sólo se verán los bordes blancos de las cartas, pero la apariencia que ten­ drá el movimiento es que has enseñado libremente todas las cartas. Lo hecho hasta ahora, han sido los prolegómenos del juego, éste propiamente di­ cho empieza ahora. Pero es de destacar la cantidad de acciones sedal que. has rea­ lizado para que subliminalmente se grabe en la mente del espectador que estás manejando una baraja normal. Se ha visto, repetidas veces, cómo coges, con sol­ tura, cartas de cara normal (o dorso) de cualquier parte de la baraja. Estudia con detenimiento esta primera fase del juego.

menos por el centro de la baraja (debajo y lo más cerca posible de las cuatro car­ tas blanca/blanca); déjala sobresaliendo lateralmente. Acentúa el bisel de las car­ tas (fig. 6), y luego extiende cartas de la parte superior. Tus cartas-control (recuer­ da, el As de Diamantes y el As de Picas), te indicarán dónde debes detener esta extensión. A continuación extiende también cartas de la parte inferior. Estarás mos­ trando la carta elegida en el centro de lo que parece una baraja normal cara arriba (fig. 7). Al hacerlo di: Porque de eso se trata, primero perderé ¡a esperanza, colo­ caré claramente la Jota de Tréboles, la carta elegida... la de la esperanza, perdidapor el centro de la baraja... observad que ¡apodemos ver hasta el final, clara­ mente en el centro... pero finalmente la perdemos.

6. Cuadra la baraja en la punta de los dedos de la mano izquierda, y realiza, breve­ mente, el cuadrado basculante con la mano derecha. Ahora con esa mano corta por la separación inferior creada por los puentes. La mano izquierda muestra la carta cara de las que sujeta, luego se vuelve dorso arriba y las deposita cara aba­ jo sobre la mesa, (el dorso que se ve de este grupo de cartas es el del Comodín). La mano derecha muestra el dorso y la cara de sus cartas, las volteas cara abajo entre las manos y las coloca sobre las cartas de la mesa. Ahora coge la baraja de la mesa y ponía en la mano izquierda cara abajo en la posición de la punta de los dedos. Haz el cuadrado basculante y luego baja la baraja a la posición de dar. Tu charla puede ser: Tenemos tu carta perdida... por los dorsos me resultará muy difícil encontrarla, extiende rápidamente algunos dorsos de la parte superior.

5. La situación ahora es la siguiente: tienes sobre la mesa cara arriba, en el centro, la carta elegida, en nuestro caso la Jota de Tréboles, y detrás de ella la baraja, cua­ drada y cara arriba. La baraja tendrá unas diez cartas cara normal/dorso blanco arri­ ba, luego las cuatro cartas blanca/blanca, el bloque de caras blanca/dorso normal (cara blanca hacia arriba), luego unas catorce cartas cara normal/dorso blanco (cara normal hacia arriba), y finalmente el Comodín normal. Di: Estejuego se llama "La esperanza "... cuando perdemos la esperanza, morimos. El juego se basa en eso, en no perder la esperanza... recordad aquello de que, aunque las nubes son ne­ gras ...la lluvia es blanca... Tú has elegido la Jota de Tréboles... (tómala en tu mano derecha y muéstrala sólo por su cara) va a representar ¡a esperanza... la solución (déjala otra vez, cara arriba, en el centro de la mesa).. .ella resolverá todos los pro­ blemas... cuando hayamos perdido ¡a esperanza... Coge con la mano derecha la baraja y pásala a la mano izquierda que la sujeta cara arriba en la posición de dar pero formando un ligero bisel hacia la derecha; coge luego con la mano derecha la carta elegida e introdúcela lo más descuidadamente que puedas, cara arriba, más o

7. Cuadra la baraja y voltéala cara arriba en la izquierda; haz el cuadrado basculante. Busca, extendiendo cartas, hasta llegar al Comodín; ahora obten una do­ ble separación por el lado derecho de la baraja, una con el meñique izquierdo de­ bajo del Comodín y otra con el anular por encima. Luego, con la mano derecha, pasa todas las cartas de encima de la separación del meñique debajo de la bara­ ja; en la misma acción el pulgar derecho (por el extremo interior) sujeta la sepa­ ración que mantenía el anular izquierdo. Ininterrumpidamente, corta con la mano

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izquierda, y pasa el Comodín a la parte superior de la baraja. Luego coge el Co­ modín con la mano derecha, míralo, por delante y por detrás, y para librarte de él ponió, cara abajo, a un lado de la mesa; ahora, mediante rápidos cortes con extensión-dos o tres- sube todas las cartas cara normal/dorso blanco que haya, de abajo a la parte superior de la baraja. Obten una separación por el extremo in­ terior con el pulgar derecho, por el espacio creado por los puentes. La charla puede ser: Pero por aquí me resultará muyfácil encontrarla... esta car­ ta, el Comodín... la eliminaremos, para que no estorbe... por aquí me resultará fácil porque sé qué carta es... la Jota de Tréboles... 8. Entre las manos, sin perder la separación del pulgar derecho (ver figs. 19, 20 y 21 de "Todo dorsos", pág. 84), voltea lateralmente cara abajo la baraja; después de hacerlo, con la mano derecha agranda la separación y mediante el medio sal­ to de Henry Christ voltea la mitad de debajo de la separación. Luego extiende entre las manos varias cartas, obten una separación debajo de las seis superiores, y mediante un corte o doble corte (con cuidado de no cortar por cartas de cara normal/dorso blanco) pásalas a la parte inferior. Di: .. .pero por el dorso será di­ fícil... por el dorso me resultará mucho más difícil. 9. Pide a un espectador que esté a tu izquierda que extienda su mano izquierda pal­ ma arriba, luego ponía baraja cara abajo sobre su mano y tápala con tu mano de­ recha encima. La baraja está entonces en "sandwich" entre la mano izquierda de un espectador y tu mano derecha; tú además estás sujetando su mano con tu mano izquierda. Ahora, guiándole, ayúdale a voltear su mano, y cuando la retire de en­ cima de la baraja, se verá en la parte superior una carta blanca. Al hacerlo di: Por favor, ayúdame a desarrollar la imposibilidad de encontrar tu carta, porfavor extiende tu mano izquierda... coloco la baraja sobre tu mano... ¡a tapo... volteamos las manos... concéntrate con toda tu energía... me tienes que ayudar a desarrollar la imposibilidad de encontrar tu carta... yo creo queya está, prepárate para una sorpresa... retira tu mano... ¡Eh! ¿qué ha pasado? 10. Pasa la baraja cara arriba a la mano izquierda y extiende las cartas mostrando car­ tas de cara blanca, cuádralas y como, sorprendido y para verlas tú solo pon la ba­ raja vertical, frente a tu cuerpo, dorsos hacia público. Luego con la mano derecha bisélala y extiende unas cuantas cartas de la parte inferior; los espectadores verán dorsos. Luego extiende unas cuantas (cuatro) cartas de la parte superior. Coge una de ellas en tu mano derecha y examínala individualmente. Comenta que parece que han desaparecido las figuras. Di: Es extraño... ahora son blancas. La impre­ sión es muy buena... realmente parecen blancas... Z4Z

11. Pon las manas horizontales y ve extendiendo cartas, para mostrar que son blan­ cas. Al llega: a las cartas con las marcas pasa en grupo unas cuantas juntas (en­ tre ellas irá 11 Jota de Tréboles, con lo que no se verá) y luego ve pasando cartas de la parte inferior. Sólo se verán cartas blancas; cuádralas. Veremos si puedo en­ contrar tu certa... me parece que va a ser difícil ¡Todas, son blancas! Continúa: Esperad. Haz un gesto mágico y vuelve a extender las cartas entre las manos. Di: Recordad, lo último que se pierde es la esperanza... las nubes son negras, pero\la lluvia es blanca. Al llegar a las cartas marcadas deja a partir de ellas las cartas separadas del resto. Para ello haz un escalón (fig. 8; la flecha in­ dica este escalón), y continúa pasando cartas hasta llegar a la elegida y separa la extensión poi| allí. Deja las cartas que ahora sujetas en la mano derecha, cara arri­ ba, sobre la riesa, dejando una clara separación por el escalón (fig. 9).

10 12. Separa hacia !a derecha un poco (como una) dos cartas, la elegida y la siguiente (fig. 9). Voltea ' i la mano izquierda palma abajo y las cartas que sujetas en esa mano mostraran sus dorsos (fig. 10). Repite: ...la lluvia es blanca. Recordad, no hayqueperde, la esperanza. La dejaremos aquí sobre la mesa. Vuelve a voltear la izquierda¿p£:l ma arriba, cuadra las cartas con la mano derecha y obten una separación con e| meñique izquierdo debajo de las dos cartas superiores, y mediante el volteo de Stüart' Gordon muestra que la única carta con cara y dorso es la carta elegida. Déjal ais) cara abajo sobre el paquete de cartas de la mano izquierda y con el pulgai- izquierdo da la superior, cara abajo, sobre la mesa (fig. 11). Z41

Es una carta dorso normal/cara blanca, pero para el público será la elegida. Casi si­ multáneamente con esta acción, la mano derecha coge de la mesa las cartas de en­ cima del escalón (fig. 11) y el meñique izquierdo, obtiene una separación debajo de la ahora carta superior-la elegida, cara abajo- de las cartas que sujeta la mano izquierda. Junta las manos y pasa la carta de encima de la separación (la elegida) a la parte inferior del paquete de la mano derecha. Luego, la mano izquierda va ha­ cia la carta de la mesa, supuestamente la elegida, la toca, la mueve (fig. 12) y se­ guido se dirige a las cartas que quedan, en un montón, sobre la mesa y las coge (fig. 13). Recompon la baraja colocando las cartas de la mano derecha sobre las de la izquierda. Haz con la mano derecha un rápido cuadrado basculante. Al hacerlo di: Ahora la tínica carta normal es la Jota de Tréboles... la carta de la esperanza. 13. Con la mano derecha, pon las cartas en bisel sobre la mano izquierda; corta con la izquierda, paquetes de cartas -siempre por la parte inferior de la baraja- y gira las manos para mostrar dorsos normales y caras blancas (fig. 14). Haz esto tres o cuatro veces mientras dices: Ahora las cartas son blancas por la caray tienen dor­ so normal... Con la mano derecha corta las cuatro superiores y voltea las manos (fig. 15). Mediante doble corte pasa cinco cartas de arriba a la parte inferior de la baraja. Di: Pero me parece que todavía se pueden ver marcas de cartas por aquí... no se ven bien los palos... pero, mirad, ésta parece que era un Dos. Extiende las cartas entre las manos mostrando caras blancas; al llegar a las marcas (estarán ha­ cia el centro de la baraja) te indicarán cuáles son las cartas blanca/blanca; coloca la cuarta blanca/blanca en salida interior, y continúa pasando naipes. Cuádralos cogiéndolos desde arriba, en la posición de cortar, con la mano derecha, y corta por la carta en salida interior (es decir, déjala como carta inferior del paquete de la mano derecha). Prepara ahora la última carta blanca/blanca para el cambio por caída (el mismo que has usado en los apartados 19 y 20 de la versión de 1956, pág. 241); para ello con el pulgar derecho, obten por el extremo interior, una se­ paración entre ella y el resto del paquete. Di: Si estas cartas son blancas... vea­ mos si la esperanza nos puede ayudar... ¿Eh? Recordad, ella es la solución... pero ¿quépasa? ¡ahora también es blanca! Con la mano izquierda (que sujeta un gru­ po de cartas) recoge la carta de la mesa y muestra que la supuesta carta elegida ha perdido su figura porque ahora es blanca. Al corroborar que aunque es blanca tie­ ne dorso, voltéala sobre las de la mano izquierda, con la ayuda deípaquete de car­ tas que sujetas en la mano derecha. Primero voltéala cara abajo y al voltearla cara arriba deja caer sobre ella la carta blanca/blanca de debajo de la separación del pulgar derecho. Deja cara arriba el paquete de la mano derecha sobre la mesa. Al hacerlo di: Ahora, tu carta es blanca... aunque igual que las otras, tiene dorso. Vuelve a decir: ¡Qué curioso, es blanca! Menos mal que tiene dorso.

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Muestra con el doble volteo de Sruart Cordón que la carta elegida es blanca por su cara, pero que su dorso es normal y déjala cara abajo sobre las cartas de la mano izquierda; al manejar la doble acentúa el abarquillamiento sobre ella con la punta de los dedos izquierdos (fig. 16), con lo que luego la podrás coger con mucha más soltura.

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4. Coge con la mano derecha, desde arriba (pulgar en el extremo interior y mayor y anular en el extremo exterior) la doble y déjala en la mesa, cerca de ti, cara aba­ jo. Muestra cortando y volteando ambas manos que las cartas que tienes en la mano .zquierda tienen dorso normal y caras blancas (fig. 17). Acaba con todas estas cartas cara arriba en la mano izquierda. Di: Ahora todas son blancas me­ nos mal que todavía tienen dorso. 251

15. Recompon la baraja colocando con la mano derecha las cartas de la mesa enci­ ma de las de la mano izquierda. Coge la superior con la mano derecha, muestra su dorso, y con ella cara arriba, como si fuese una pala (y ayudándote, si quie­ res, de la mano izquierda, que coloca la punta del mayor sobre el lado izquierdo de la carta doble) barre la doble de la mesa (fig. 18). Deja las tres cartas (dos-para el público) sobre la baraja. Aprovechando el abarquillamiento, que antes refor­ zaste, ahora cogerás, fácilmente, desde arriba, con la mano derecha la carta do­ ble; voltéala cara arriba entre los dedos derechos y déjala cara arriba sobre la ba­ raja; luego ininterrumpidamente da la carta superior (una carta blanca/blanca) con el pulgar izquierdo cara arriba sobre la mesa. Al hacerlo di: Ahora tenernos per­ dida la esperanza... aunque todavía se ve algo de ella... y tiene dorso... la de­ jaré aquí separada, sobre la mesa.

18 16. Mediante doble corte pasa las dos cartas superiores (dos cartas dorso normal/cara blanca) a la parte inferior de la baraja. Sin pausas, extiende las cartas entre las manos, busca las marcadas y obten una separación encima de la primera carta con marcas. Haz el medio salto de Henry Christ (voltearás el paquete inferior). Haz un bisel hacia la derecha en el borde izquierdo de la baraja y extiende car­ tas de la parte superior y también las tres últimas de abajo; se verán caras blan­ cas. Di: Por aquí las cartas son blancas... pero por el otro lado tienen dorso 17. Voltea la baraja sobre la mano izquierda mostrando cartas blancas por ambos la­ dos, extiende cartas entre las manos -sólo las superiores- y cuadra la baraja. Lue­ go, con la mano derecha corta y lleva cartas del paquete superior a la parte infe­ rior de la baraja. Mediante dos o tres cortes con extensión súbelas otra vez a la parte superior. Coge las cartas desde arriba en la mano.derecha y voltea esa mano. Con estas acciones habrás mostrado las cartas como blancas por ambos lados. Acaba con la baraja en la mano izquierda, de modo que las cartas que tienen ca­ ras normales estén (aunque no se vean) cara arriba. Muestra, separándolas y vol­ teándolas libremente con la mano derecha, que las tres cartas superiores son cla­ ramente blancas por ambos lados. Di: Pero, ¿quépasa? ...ahora todas las curtos 252

son blancas.!*, | blancas por aquí... blancas por aquí... ¡Todas son blancas! ¡He­ /nos perdido ila esperanza! Al manipular las cartas, mediante el pulgar derecho, que hojea las cartas por el extremo interior!, pasa una carta dorso normal/cara blanca al paquete inferior de cara normal/dorso blanco. A esta operación Ascanio la llamaba colocar tapas. Coge la carta de la mej>a con la mano derecha y muestra que ahora es blanca por ambos la­ dos;1 la carta edegida ha perdido progresivamente su cara y ahora su dorso. Ponía encima de la baraja con su curvatura invertida y mediante un corte desli­ zante pásala a centro de la baraja, sobre la carta tapa que acabas de colocar; vol­ téala con la a) uda del paquete que sujetas en la mano derecha y luego obten una separación cop e l meñique izquierdo debajo de ella. Recompon la baraja -lleva cnamí-iAn nr.li las cartas que sujetas en la mano derecha encima de las de la mano izquierdapero manten l i| separación del meñique izquierdo. Aclaratorio: ahora, empezan­ do desde la parte inferior de la baraja, tienes en la mano izquierda las cartas cara normal/dorso blanco (lado blanco hacia abajo) con una carta dorso normal/cara blanca encim (lado blanco hacia arriba), luego la separación, una carta blanMnn~, ~~~;~ca/blanca, y e grupo de cartas dorso normal/cara blanca (lado blanco hacia arriba), y tres cartas blanca/blanca. IS. Corta por la separación del meñique izquierdo con la mano derecha y voltea esa mano pan '"' mostrar una carta blanca en el fondo del paquete que sujeta. Con las cartas de la mano izquierda haz el movimiento de volteo de Vernon de "Todo dors:Ibs" (apartado 12, pág. 82) y luego.muestra -volteando ambas manos al misn 0 tiempo- que las cartas, en los dos paquetes, son blancas por ambos lados ñ\1 recomponer la baraja, pon, volteándolo, el paquete de la mano izquierda encimaa de las cartas de la mano derecha, de modo que aunque no se vean, las carta, queden con el lado cara normal hacia arriba. Manten una separación con e meñique izquierdo entre ambos paquetes. Di: Esto está cada vez peor, ahorc todas las cartas son blancas... blancas por todos lados. 19. Pasa la separaci >n del meñique izquierdo al pulgar derecho y corta (levantando sólo verticalmente laj i cartas) varias veces, con la mano derecha, por el paquete inferior. Haz los cortes c .da vez más arriba; al.llegar a la separación del pulgar derecho, la mano derecha p tede volver el paquete que corta, mostrando allí una carta blanca.

'• Como alternativa, pfiedi _ les coger una o dos cartas de la parte superior de la baraja (son blancas por ambos lados) y con ellas ¡voltear la carta blanca/blanca de la mesa. Así los espectadores verán claramente "■« cartas blancas por ai ibas caras.

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Finalmente corta con la mano derecha una a una las tres cartas blanca/blanca su­ periores del paquete de la mano izquierda, muéstralas libremente por ambos la­ dos (figs. 19 y 20).

Ahora con los dedos de la mano derecha saca la carta inferior del paquete de la mano izquierda (figs. 21 y 22) y colócala en medio después de haberla mostra­ do como blanca por ambos lados. Has retirado una tapa. Cuadra la baraja. 20. Mediante el cambio de color de Jerry Andrus2 haz aparecer la carta elegida (es­ taba la segunda desde arriba) en la parte superior de la baraja. Di: Pero recordad, aunque las nubes sean negras, la lluvia es blanca... aquí tenemos a la esperan­ za, ¡la Jota de Tréboles! Si no conoces el cambio de Andrus, haz otro; por ejem­ plo, mediante el salto pasa la carta superior abajo. 21. Muestra que todas las cartas tienen caras; para ello extiende las cartas superio­ res entre las manos, luego haz varios cortes (corta por la mitad superior varias veces), pasa cartas de la mitad superior a la parte inferior y súbelas mediante cortes con extensión, etc. Haz lo mismo por el lado dorsos y así demostrarás que todas las cartas son normales, es decir tienen cara y dorso. Di. Y como la espe­ ranza es la solución, aquí tenemos el Diez de Corazones, todas las cartas han regresado... por la cara y por el dorso... 22. Acaba con la baraja cara arriba en la mano izquierda, mediante un doble corte pasa unas ocho cartas de la parte superior a la inferior. Haz con ellas un corte con extensión y enseñada de la carta inferior: Coloca la mano derecha dorso arriba, pero no recompongas la baraja; luego deja las cartas de la mano izquier­ da, con sus lados casi paralelos al borde delantero, sobre la mesa, e ininterrum­ pidamente extiéndelas en arco, hacia el centro de la misma, hacia abajo (fig. 23). 2.

"Sidewinder Shift", en ANDRUS CARD CONTROL, de Jerry Andrus J.A. Vol. I, pág. 27. Enterprises.

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Vuelve a cortar, aproximadamente por la mitad de las cartas cara normal/dorso blanco, completando el corte, y luego deposita la baraja sobre la mesa, sobre el extremo de las cartas allí extendidas y extiende las cartas, cara arriba hacia ti (figs. 24 y 25). Ten cuidado de que no se vean más que cartas con cara. Por último, con ambas manos, endereza verticalmente la extensión (fig. 26); la apariencia es que sobre la mesa, cara arriba, en extensión vertical, tienes una ba­ raja normal. Acaba adelantando algunas de las cartas superiores (fig. 27). Al ha­ cerlo di: Ahora la baraja es normal, ¡esta baraja está loca! Pero la esperanza es lo último que se pierde.

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AZUL, ROJO, BLANCO Análisis de una construcción Ascanio guardaba en su memoria un maravilloso efecto de cambio de color del dorso de una baraja. Se lo había mostrado, en 1948, el hijo del Dr. Azpeitia, presti­ gioso médico radiólogo en el Madrid de aquellos días, quien fuera su padrino en el ingreso a la Sociedad Española de Ilusionismo (SEI). Sobre aquel jueguecito, Arturo edificó una "majestuosa" rutina de unos ocho o diez minutos de duración (larga, pues), muy profesional, con mucha arquitectura in­ terna y, lo que es más importante, de gran y progresiva eficacia mágica. Se trata, en definitiva, de una rutina muy práctica y segura que, además, es técnicamente fácil de hacer (la dificultad -opcional-puede estar en algunos aspectos de los juegos que la componen). En conjunto es lo que sé llama un número agradecido, que cumple muy bien esa aspiración de todo buen efecto de convertirse en un clásico; al menos en un clásico de nuestro repertorio. Efecto El efecto mágico de la rutina resulta original para el público profano. Se empie­ za la secuencia con un "Todo dorsos", efecto en el que las cartas, sin figuras, sólo con dorsos (de color azul) se transforman en cartas normales. Tras dos jueguecitos de arte menor, el color del dorso (azul) de la baraja cambia repentinamente a rojo. Enorme impresión. Pero... ¿dónde está entonces la baraja azul? Ha ido a parar a un bolsillo interior de la americana, de donde se saca a la vista. Con esta baraja azul se realiza un novedoso y solidísimo efecto de "Cartas nudistas", con el que se culmina clamorosamente la rutina. En pocas palabras: de sólo y todo dorsos azules se pasa a baraja azul, de ésta a baraja roja, y luego a baraja blanca. El objeto mágico de la transformación son las superficies de las cartas -sean dorsos (que cambian de color) o caras (que se vueK ven blancas). Eso le da unidad temática (o "externa", que diría Camilo) a la rutina, reforzada, como se verá, por algunos efectos coincidentes o paralelos. Por otra par­ te, la visualidad colorista de la magia demostrada es máxima.

Requisitos y montaje El nombre de la rutina pone en evidencia que se necesitan tres barajas. Para hacer el primer efecto (Azul) Necesitas una baraja normal de dorso azul. Ordénala según se indica en "Todo dorsos" (pág. 75). Como únicas exigencias en el montaje, para hacer este juego como parte de la rutina, ten en cuenta lo siguiente: 25<7

a) La sexta carta desde el fondo debe ser el Ocho de Corazones (que queda "be­ sándose", o cara contra cara, contra el Tres de Corazones). De esa manera, al fi­ nalizar el juego, ese Ocho de Corazones estará en segundo lugar desde la cara de la baraja, lo que te permitirá pasarlo rápidamente a la parte superior de la mis­ ma, para forzarlo. b) Las cinco cartas vueltas en la parte inferior de la baraja serán los cuatro Ases y el Tres de Corazones. El As de Picas será la tercera desdé abajo. De ese modo, al final, en lugar de descubrir una Escalera de color, descubrirás cuatro Ases como climax del juego; el tercer As desde los dorsos será el de Picas, que es lo que ne­ cesitas para el forzaje al modo Kaplan que vas a hacer del mismo. Otra diferen­ cia con respecto al "Todo dorsos" original es que, en lugar de la aparición del As de Corazones, te aparecerá el Tres de Corazones, que pones sobre la baraja cuan­ do demuestras que ha recuperado todas sus caras. Repetimos y aclaramos: desde la parte superior hacia abajo, la previa ordenación completa de la baraja de "Todo dorsos" será: Carta 1: indiferente, cara abajo. Carta 2: indiferente, cara arriba. Carta 3 a 46: indiferentes, cara abajo. Carta 47: Ocho de Corazones, cara abajo Carta 48: Tres de Corazones, cara arriba. Carta 49: As (rojo, por ejemplo), cara arriba. . Carta 50: As de Picas, cara arriba. Carta 51: As (rojo, por ejemplo), cara arriba. Carta 52: As (de Tréboles, por ejemplo), cara arriba. La baraja así ordenada está guardada dentro de su estuche (azul, por supuesto), dorso mayoritarios hacia.arriba. Con esta baraja empieza la rutina. Para hacer el segundo efecto (Rojo) Necesitas: a) Un sobre o un rectángulo de cartulina de unos 14x10 cm., que sirve como pared divisoria improvisada y secreta en el interior del bolsillo exterior lateral derecho de la chaqueta, con lo cual dicho bolsillo queda dividido en dos compartimentos.

calavera -también de plástico— a la que se le encendían los ojos al apretar un bo-, ton, que fon na parte de un llavero; como no sujetaba ninguna llave, le llamaba el "llavero solitario". Coloca este "talismán" en el bolsillo derecho del pantalón. c) Un Ocho de Corazones de dorso azul (o sea, del mismo dorso de la baraja "Todo dorsos"). Se trata evidentemente de un Ocho duplicado. d) Una carta de! doble dorso, azul por un lado y rojo por otro. e) La baraja dejdorso rojo (no es necesario que tenga el mismo dibujo del dorso de la baraja azijl), con algunas particularidades: Separa el Oqho de Corazones de esta baraja, y destruyelo. Separa los cuatro Ases de dorso rojo. Pon el As de Picas en el bolsillo superior exterior izquierdo (o "de pecho") de la americana, cara del As hacia fuera. Los otros tres Ases, en orc;en conocido (por ejemplo, Corazones, Diamantes y Tréboles, el or­ den jerárquico eh el juego del bridge), ponlos en el bolsillo interior izquierdo de la americana, dorsos hacia el cuerpo y "de pie", es decir, apoyados en el fondo del bol­ sillo sobre un extremo del paquetito. Sobre la parte superior del resto de la baraja roja coloca el Ocho de Corazones duplicado y la carta de doble dorso, en este orden, de la parte superior hacia abajo: - Carta superi br primera: Ocho de Corazones de dorso azul (duplicado), dorso ha­ cia arriba. Carta superi br segunda: carta de doble dorso, lado azul hacia arriba. Carta superi br tercera y siguientes: resto de la baraja de dorso rojo, dorsos hacia arriba. Pon esta bailaj a "tumbada" y caras hacia el exterior, en el compartimento exterior o más alejaJlo del cuerpo de los dos que la cartulina "a" ha formado en el bolsilio exterior dere|cho de la chaqueta. Al decir "tumbada", queremos decir que se apobolsillo sobre uno de sus lados. (Se trata de la baraja "ad quem" ya en el fondo en el cambio o tjrueque que más tarde tendrá lugar).

b) Un pequeño "talismán", como una patita de conejo u objeto similar. Cualquier cosa puede servir. Arturo usó durante mucho tiempo un hueso de taba de plásti­ co, al que llamaba "la taba mágica". Cuando se le perdió, empleó una pequeña

Para hacer <íl tercer efecto (Blanco) Necesitas: is cartas especiales que forman la "baraja nudista", en el orden que se explica en la descripción de este efecto (pág. 243). Pon esta "h ¡raja nudista" en el bolsillo interior izquierdo que a la altura de la cintura suelen tenei jlas americanas (el llamado bolsillo "del encendedor"). Algunas chaquetas no lo poseen,, o resulta demasiado pequeño. No hay gran inconveniente en co­ locar entonces nsta baraja en el bolsillo exterior lateral izquierdo de la americana.

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Ya estás dispuesto para la realización y presentación del espectáculo que la ruti­ na supone. La preparación de la secuencia, con tanta carta y tanto bolsillo, es cierta­ mente engorrosa. Pero el éxito que con ella se consigue lo compensa con creces.

Primer efecto: Azul No es otro que el "Todo dorsos" de Ascanio. Saca, pues, la baraja A (Azul) de su estuche, y... actúa. Como únicas exigencias específicas derivadas de la inclusión de este efecto en la rutina, ten en cuenta: 1. Al final de la rutina, inmediatamente después de la aparición del Tres de Cora­ zones, para mostrar todas las figuras (gran final) procede así: a) Voltea el Tres de Corazones cara abajo sobre la baraja. Toma ésta por un lado con los dedos de la mano izquierda y deposítala sobre la mano derecha^ estirada pal­ ma arriba y dedos juntos para recibirla (fig. 1). Exhibe dramáticamente la bara­ ja sobre la mano, mientras la mano izquierda se aleja despacio (cuida la estética y "la plástica" de las actitudes y posiciones de las manos). r

b) La mano izquierda regresa y cubre la baraja (fig. 2). Las dos manos, moviéndo­ se al unísono, giran sobre sus muñecas; la baraja se exhibe "en sandwich" (fig. 3), por un momento; inmediatamente, el giro de las manos continúa hasta que la izquierda queda estirada palma arriba; sobre ella, la baraja (ahora cara arriba), y sobre la baraja, la mano derecha palma abajo.

d) Pronuncia el nombre de la carta que aparezca en la cara de la baraja. Corta su­ cesivamente y repetidamente, nombrando las cartas que aparezcan. Extiende la baraja entera en gran semicírculo, caras arriba sobre la mesa, la parte abierta del semicírculo hacia el público: en su centro quedarán cara abajo los cuatro Ases. Cuádralos y haz con ellos el "volteo mágico" rápidamente, para no perder el rit­ mo del climax, y deposita esos Ases abiertos en abanico cara arriba en el mismo sitio del tapete. Deja que el auditorio paladee el efecto.

c) Al llegar a esta posición, haz una pequeña pausa de expectación. La mano dere­ cha, cuyos dedos se entreabren plásticamente, se retira de la baraja con lentitud y dramatismo, dejando ver poco a poco la superficie de la baraja (fig. 4). Ascanio era partidario de dar a la fase del "gesto mágico" toda su importancia, que es mayor de la que suele creerse. El gesto anterior, dibujado en las figs. 1 a 4 -al que llamaremos "volteo mágico"- hace que la aparición de la superficie de la otra cara de las cartas sea maravillosa. El gesto se repetirá exactamente igual más ade­ lante, para descubrir el prodigio del color rojo inesperado del dorso de las cartas, o el de sus todavía más inesperadas caras blancas. Tiene la función de dar unidad a la rutina, revelando su maravilla creciente; cada vez que el gesto se inicia, el pú­ blico se pregunta: "¿Qué demonios va a pasar ahora?" Tensión expectante, terre­ no apropiado para la eficacia mágica... y siempre "in crescendo", se le sorprende.

4. Mientras hablas, lleva el Ocho de Corazones a la parte superior de la baraja, dis­ puesto para ser forzado...

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2. Si todo ha ido bien, la segunda carta desde las caras en la gran cinta de la baraja es el Ocho de Corazones. A su vez, la segunda carta desde las caras en el abani­ co de los cuatro Ases es el As de Picas. 3. Recoge, por último, la baraja. Deja los cuatro Ases sobre la mesa, desplazándo­ los distraídamente al rincón exterior derecho del tapete, donde, hasta nuevo avi­ so, permanecerán como olvidados, cara arriba y abiertos en abanico.

Referencia a la teoría de la acentuación de la situación inicial La elección de "Todo dorsos" como primer efecto de una rutina de "cambio de co­ lor" es especialmente oportuna. El gran efecto, la gran sorpresa que se persigue en la primera parte de la rutina, es la inesperada aparición de los dorsos rojos en la baraja que un instante antes era de dorsos azules: la conversión o cambio de color de la baraja, de azul a rojo, es la sorpresa que va a desplomarse bien pronto sobre los espectadores. Se comprueba otra vez que el esquema del efecto mágico consiste en un contraste entre dos situaciones: la inicial (la baraja es de dorso azul) y la final (es de dorso rojo). Un aspecto importantísimo de la eficacia mágica de cualquier efecto consiste en lograr que ese contraste sea "evidente", obvio (en nuestro ejemplo,.que sea eviden­ te que la baraja era azul y luego es roja), y que sea "máximo", tanto por la contigüi­ dad de la situación inicial y final (sin paréntesis que las separen o distancien: los ne­ fastos paréntesis anti-contraste), como por la diferencia visual (o intelectiva) entre ambas situaciones. Para que el contraste sea evidente, según se ha dicho en mil li­ bros y mil veces, se debe "explotar", evidenciando, engrandeciendo el efecto o si­ tuación final. Pero lo que Ascanio propugnaba, magistralmente, y con bastante ori­ ginalidad, es que, sin perjuicio de lo anterior, esa explotación se consigue de forma más... mágica, más impactante, y también con mayor facilidad, subrayando, acen­ tuando la situación inicial. En la rutina que nos ocupa, esa acentuación consiste en dejar bien claro que la baraja es azul. Y eso es precisamente lo que persigue y consigue el efecto "Todo dor­ sos": después de él, sin necesidad de pronunciar ni una vez la palabra "azul", resul­ ta obvio para todos que la baraja es azul. La retina del espectador ha sido sometida a una constante y martilleante demostración de lo "azul" de los dorsos de las cartas. "Todo dorsos" no es más que una gigantesca acentuación de la situación inicial del cambio de color que se producirá.

Segundo efecto: Rojo Vienen, antes del cambio de color, dos jueguecillos de "arte menor" que van a servirte para cambiar insospechadamente, mientras los haces, la baraja azul por la roja, y los Ases de dorso azul por los de dorso rojo. Desde el punto de vista de su efecto en el público, son dos juegos corrientes, nada extraordinarios. Precisamente por ello, deben ser reforzados con una presentación lo más briosa e imaginativa posible, cuyas líneas Ascanio te sugiere en la explicación. Desde el punto de vista de la construcción de la rutina, los juegos en cuestión, en opinión de Ascanio, son un buen ejemplo de las teorías de los paréntesis de olvido, de la continuidad aparente de la situación inicial y de las acciones sedal. Z64

Por eso merecen ser estudiados con especial atención. Pueden abrirte los ojos acerca de la iimportaijcia sustancial de la construcción mágica.

Primer juego pj-eparatorio: "Cuando yo era un principiante" Este juego te| servirá para cambiar secretamente la baraja azul que está a la vista (baraja "a quo") Dor la de dorso rojo que aguarda en el bolsillo derecho de la americana (baraja "ad quem"). 1. Una vez que hayas llevado a la primera posición desde arriba al Ocho de Corazones de la bc.raJE ja azul con la que acabas de hacer "Todo dorsos", fuerza este Ocho a un especiado:r. Pídele que recuerde bien esa carta y que, para mayor seguridad, la enseñe a íes espectadores cercanos (una precaución que nunca está de más). Dices entoneles, más o menos: Este es unju^go que me recuerda a mis tiempos de principiante. ¿No habéis visto nunca actuar h un mago novato? Os haré ahora una imitación, tal como era yo mismo hace unos años... Porfavor, pon la carta en cualquier sitio, por ejemplo, ¡aquí! Adopta el esti lo de una divertida comedia en la que haces, entre las risas del público, una caricatura exagerada de los defectos de algunos principiantes, uniendo una "técnica" abe, Tante a un aire de cómica suficiencia...). Toma la baraja entre las dos manos agarroladas, Para dividirla en dos, haz un tenso chasquido con los naipes, coge media baraja j;on cada mano y avanza la mano izquierda, que sujeta con fuerza visibie su mitad . Ordena militarmente al espectador que ponga su carta precisamente encima de ese paquete. El espectador lo hace, entrando en el juego. Ahora la car ta iestá perdida en la baraja. Yo no hago nada... En cuanto el espectador deposita su carta, pon encima de ella, groseramente, la punta de los c edos meñique y anular izquierdos, sin ningún disimulo. Coloca encimae paqiu te de la mano derecha, lo que no oculta la introducción de aquellos dedos i zquierdos. Haz a continuación con las cartas un grosero y exageradísimo salto (te lim itps a transponer obviamente ambas mitades) justo cuando dices: yo no hago ñadí , entre las risas del público. Además, voy \i barajar a fondo... Descaradamejnte , haz una mezcla por arrastre que deje la carta de la posición superior en s i sitio. Para ello, sujeta con firmeza (con las yemas de los dedos izquierdos en eídorso de la baraja y del pulgar en sus caras) la primera y última carta de 1: baraja, mientras la mano derecha tira-del resto hacia arriba. Repite una o do fe veces la caricatura de mezcla. 265

5. Y no sólo eso, sino que tú mismo puedes mezclar... Anunciando con tus gestos lo que vas a hacer, tras echar aliento en el interior de la mano derecha, finge empalmar descaradamente la carta de la posición supe­ rior de la baraja, en un delirante empalme de "pata de elefante". En realidad no empalmas nada... lo qué no impide que la mano derecha, engarfiada, agarrota­ da, se coloque en primer término (como si llevara empalmada la carta), mientras la mano izquierda alarga la baraja para que el espectador la mezcle. Tu interlocutor baraja realmente (lo que, por cierto, ocasiona que el Ocho de Co­ razones se pierda de verdad por la baraja). Mientras el espectador mezcla, man­ ten la mano derecha agarrotada. De pronto, como si te dieras cuenta de algo: 6. ¡Un momento! ¡Me ha fallado un poco la técnica! Vuelve palma arriba la mano derecha, que sigue agarrotada... hasta que se vea que está completamente vacía; estira y mueve los dedos. 7. Entonces, tu carta va a estar realmente mezclada entre las demás... ¡Es igual, termina de mezclar! El espectador puede buscar, si quieres, su carta, para comprobar que está perdi­ da en la baraja. Cuando la mezcla termine, coge la baraja en tus manos. 8. Ahora voy a encontrar titearía en el momento en que tú me digas y, además, a cie­ gas... Como no es cosa de vendarme los ojos, lo que haré es vendárselos a la ba­ raja, ocultándola de mi vista, metida así en elbolsillo... Mira, se nota que está ahí... Lleva la baraja al bolsillo derecho de la americana, y métela en el compartimen­ to, que está vacío, más cercano a tu cuerpo. Saca la mano del bolsillo. Desde fue­ ra, moldea el pequeño bulto que forma la baraja roja (baraja "ad quem") que aguardaba en el compartimento exterior del bolsillo (olvídate de la baraja azul "a quo", que ya no intervendrá más en la rutina). 9. Voy sacando cartas y cuando quieras me dices "ahora ", v la siguiente carta será la tuya. Esta no es... ¿verdad? Esta otra, ¿tampoco?... ni ésta... ¿ni ésta? Con el cuerpo ligeramente ladeado (hombro derecho adelantado), ve retirando cartas de una en una de la cara de la baraja roja ("ad querh"), la que estaba en el compartimento exterior del bolsillo. Naturalmente, la mano derecha saca las cartas cara al público. Y, a continuación, pasa cada carta a la mano izquierda, que las deposita (con soltura, medio arrojándolas o dejándolas caer) cara arriba sobre el centro del tapete, en el que caen desordenadamente. La acción es faci­ lísima, y el público no debe ni siquiera sospechar que existe la menor "trampa" en ella. Habla y actúa despreocupado acerca de la manera de sacar las cartas del 266

bolsillo y de ponerlas o dejarlas sobre la mesa, y pendiente sólo de que ningu­ na de las cartas es la elegida... El espectador te dice, por fin, ¡ahora! 10. ¿Ahora? La próxima tiene que ser tu carta, sin fallar ¡Atención! Lleva la mano derecha al bolsillo, haz con el pulgar un sordo pero audible chasqui­ do, como si buscaras en medio de la baraja; por fin, llévala directamente a coger la carta de la parte superior de la baraja roja (que es, recordarás, un Ocho de Corazo­ nes de dorso azul), y sácala a la vista sin dejar ver su cara ¡dorso hacia el público! Me parece, decía Ascanio, que el momento es de una sutileza bellísima. El ex­ traer la carta elegida con su dorso (azul) hacia el público, "hace buena" la ex­ tracción de las cartas anteriores, implícitamente azules, y a la vez resulta lógico, por tratarse precisamente de la carta elegida, cuya revelación deseas teatralizar... Llegas a la fase todo está hecho. Recuerda la regla: responsabilidad para sacar el máximo partido a lo conseguido, para no desperdiciar la magnífica posición a la que has llegado. Pasa la carta elegida, siempre dorso al público.a la mano iz­ quierda. Eleva esta mano a la altura del pecho (la carta quedará de dorso, frontalmente al público) y mira, de frente, al espectador que eligió la carta. 11. ¿Cuál es tu carta? Haz la pregunta con un tono muy triunfalista y sonriendo. Cuando el espectador dice "el Ocho de Corazones", la sonrisa desaparece súbitamente de tu rostro. Mi­ rándole a los ojos, pregúntale alarmadísimo: 12. ¿El Ocho de Corazones? ¿No será el Siete de... Tréboles? Pregunta en tono ansioso y preocupado; inicia la pregunta mirando a los ojos del espectador. Cuando dices: Siete de... sin mover la cabeza, moviendo sólo los ojos, echa una rápida pero visible ojeada a la carta que sostiene la mano izquierda, como para asegurarte de que su palo es Tréboles, y vuelve enseguida a mirar al espec­ tador. Éste, claro, insistirá en que su carta es el Ocho de Corazones. En cuanto lo diga una vez, atájale diciendo: 13. ¡Menos mal! Y, con una sonrisa o guiño de complicidad, con un floreo, vuelve la carta de la mano izquierda cara al público, dale un papirotazo, y mantenía inmóvil en alto para que todos puedan ver que es realmente el Ocho de Corazones. Mientras celebran el efecto y tú sonríes por tu pequeña travesura, arroja el Ocho de Corazones cara arriba sobre la mesa, en la parte delantera del tapete (separado de las cartas desordenadas que están allí) y, tranquilamente, mete la mano derecha en el bolsillo derecho de la americana con intención de recoger el resto de la baraja. 267

Saca, en efecto, con las cartas cara arriba, el resto de la baraja (roja) que quedó en el compartimento exterior del bolsillo, cuya carta superior es ahora la carta de doble dorso azul (y rojo). Pasa ese paquete a la mano izquierda, que lo mantie­ ne también cara arriba. Recoge a continuación en pequeños paquetes las cartas que, desordenadas, están cara arriba sobre el tapete. Para ello, la mano derecha coge un montón desorde­ nado de esos naipes, lo pasa encima del paquete de la mano izquierda; cuadra con las dos manos. Ahora, la mano derecha recoge otro montón de cartas del ta­ pete, las pasa encima del paquete (cuadrado) de la mano izquierda, y las iguala, y así hasta terminar de recoger y agrupar las cartas (de secreto dorso rojo) en la mano izquierda. Cuadrada toda la baraja (menos el Ocho de Corazones, que si­ gue cara arriba en la parte delantera del tapete), vuélvela cara abajo: se verá así el dorso azul de la carta de doble dorso, que ahora pasa a ser la carta superior. Deja así la baraja en la mano izquierda; la mano derecha se adelanta entonces, coge el Ocho de Corazones, lo voltea y lo pone cara abajo sobre la baraja. Fi­ nalmente, deja toda la baraja sobre el tapete, cerca del borde de la mesa. Pero, al depositarla, descuadra un poco, como sin querer, la carta superior, de modo que, diabólicamente, la baraja queda sobre el tapete y en ella se ven los dorsos (azu­ les, ambos) de la primera y (parcialmente) también de la segunda carta... (Ascanio decía: Siempre que, ante un auditorio, ejecuto los movimientos an­ teriores, siento un especialísimo placer, dada su lógica irreprochable, incluso be­ lla. Se saca del bolsillo, a la vista del público, la baraja roja, y el público ni si­ quiera cuestiona que es azul). Antes de seguir con el "modus operandi", analicemos dos aspectos muy impor­ tantes de la construcción de la rutina. Nos referimos a lo que Ascanio llamaba con­ tinuidad aparente de la situación inicial, a fin de evitar un paréntesis anti contraste, y las acciones sedal.

Referencia a la teoría de la continuidad aparente de la situación inicial En un esquema puramente conceptual, una vez lograda la evidencia -la acentua­ ción de la situación inicial- lo ideal es que inmediatamente sobrevenga la situación fi­ nal, para que el contraste entre ambas fases sea mayúsculo. Sería óptimo que, inmediata­ mente después del "Todo dorsos", se realizara el cambio de color de la baraja, de azul a rojo. Entonces el contraste de colores entre el "antes" y "después" sería máximo. Sin embargo, en esta solución del efecto (porque, desde luego, podría haber otras), el juego "Cuando yo era un principiante" lo que hace es separar, distanciar la situación inicial de la final: constituye, en definitiva, un indeseable paréntesis anti contraste. 26?

Cuando se p roduce este problema, relativamente frecuente, las salidas pueden ser muy variadas. En nuestro caso concreto se han adoptado estas dos: una acentuación particularmente intensa de la situación inicial (el juego "Todo dorsos", según vimos), y un engaño su :il y convincente para hacer creer al público que la situación inicial no ha cámbiadd , para hacer insospechable el cambio que se ha producido. En otras palabras: un engaño para que el público no sospeche que la baraja ya no es azul; se ha producido entonces una continuidad aparente de la situación inicial. Esai continuidad se ha logrado con toda la lógica de los movimientos del trueque de barajas: el hicho de hacer el cambio cuando parece que lo que se quiere es hacer un juego, el extraer idel bolsillo las cartas (rojas) que no son la elegida (apartado 9) con despreocupación y desgaire, el sacar la carta elegida con el dorso (azul) hacia el el resto de la baraja con acciones rutinarias y lógicas, que se público, el recuperar < el público (¡y tú!) ríe tu broma para la revelación de la carta eleproducen. mientras |2), el que se vean diabólicamente, a la postre, los dorsos azules de gida (apartado de la baraja y las acciones de continuidad aparente que van a selas primeras caitas jen fin, hace que el público no tenga ni la menor idea de que la situaguir, todo esto, cpimbiado. Para ellos, la baraja es tan azul como al terminar "Todo dor­ ción inicial ha an// contraste que el juego "Cuando yo era un principiante" sos". El paréntesis neutralizado por la continuidad aparente que de la situación inicial supone, ha sidoj . (¡Ay, la magia!: ño sé si será una ciencia, pero no cabe duda de se ha conseguí do. \mo saber... sentenciaba Arturo). que es un bellisl

Referencia a lk teoría de las acciones sedal Esas mismas acciones de continuidad, actúan a la vez como acciones sedal. Para definir estas acciones, recuérdese que Ascanio tomaba como punto departida la distinciqn entre juegos "de suspense" (en los que el espectador adivina con facilidad e dése nlace del truco, que en cuanto tal no guarda sorpresa para él, que asiste tenso, pero impotente, a las ¡nocentes vicisitudes que, sin embargo, conducen a la realiidad indudable del final esperado) y juegos "de sorpresa", en los que el espíritu del efe¡pectador choca de bruces con un desenlace cuyo advenimiento no podía ni imag linar.' En estos jué^ gos'"de sorpresa" es importante alimentar el espíritu del espectador con vicisitudes que le tranquilicen acerca del "cómo están las cosas", que no le hagan ni barrunta \. lo que se le vendrá encima. Ascanio llamaba acciones sedal a esas vicisitudes que él mago va provocando inteligentemente y que llevan al espectador a una situación tal que la sorpresa le "destroza". I.

Véase el inte jente artículo de José Carrol titulado "Conflictos", en 52 AMANTES, Tomo I, pág

II. Editorial Fraks bn. ib*

En esta rutina, son acciones sedal, todas las que el mago hace para confirmar im­ plícitamente al espectador, una y otra vez, que la baraja es de dorso azul, todo lo que hace para que el inesperado cambio de color a rojo sea una sorpresa real y estremecedora. Y, como comprobarás, esas acciones o vicisitudes son las mismas que hemos llamado acciones de continuidad, de las que sólo se diferencian por la intención con que se realizan. Esa coincidencia, por cierto, es muy frecuente. Modus operandi: La situación de cartas y manos es: has dejado la baraja (secre­ tamente roja, con dos cartas azules en la parte superior) cuadrada, cerca del borde de la mesa y, al hacerlo, has tenido la astucia infinita de descuadrar la primera carta azul de la parte superior de la baraja.

Segundo juego preparatorio: "El travieso As de Picas" Mediante este juego, vas a cambiar los cuatro Ases (de dorso azul) que descan­ san, olvidados, sobre un rincón de la mesa, por los cuatro Ases (de dorso rojo) que están en los bolsillos (interior izquierdo y superior exterior izquierdo) de la ameri­ cana (lo cual te proporcionará más tarde un "encoré", como climax de esta parte de la rutina). 14. Vamos a hacer ahora algo parecido, pero empleando sólo cuatro cartas, estos cuatro Ases... los mezclamos... Toma casi sin mirarlos los cuatro Ases del tapete (recuerda, el As de Picas es el segundo desde las caras). Cuádralos e inicia inmediatamente, mirando al pú­ blico, una mezcla maquinal y distraída, por arrastre, con las cartas dorso al pú­ blico. Sencillamente, arrástralas de una en una: un, dos, tres, cuatro, y vuelve a empezar: un, dos, tres cuatro. (El resultado es que el As de Picas permane­ ce en su lugar: nadie lo sospecharía). Inmediatamente, casi sin mirarlas, abre las cartas en abanico, en la mano iz­ quierda (a la altura del pecho), naipes verticales, dorso al público, brazo iz­ quierdo ligeramente extendido. El público ve los cuatro dorsos (azules) de los Ases netamente separados, individualizados. (La mano derecha, con el dedo índice que va a ser extendido, se dispone a entrar en acción). Dirígete a un es­ pectador cercano y, mirándole a la cara, pídele: 15. Por favor, dime "alto "cuando quieras. Alza la mano derecha, estira el índice y ponió apuntando verticalmente al suelo, justo por encima del borde superior (sin tocarlo) del As extremo izquierdo del abanico. Mueve circularmente, despacio, la punta del índice por encima del bor­ de del abanico, de izquierda a derecha, y haz coincidir el "alto" del espectador con el paso del índice sobre el As de Picas (tercera carta desde la izquierda). 270

Esta manera de forzar (que es una aplicación del conocido método de Kaplan;2 tiene dos grandes ventajas. Una, que es un buen forzaje: simple, nada sospecho­ so, seguro. Y otra, que los dorsos azules resplandecen en silencio en esa exhibi­ ción abanicada. No olvides que la baraja, de dorso rojo (aparentemente de dorso azul) descansa sobre la mesa; por encima de ella, el abanico de las cuatro cartas azules... (Se producen así más acciones sedal y de continuidad aparente). Por cierto, no es mala idea servirse del estuche azul (del que se extrajo, al prin­ cipio, la baraja "Todo dorsos", y que habrá quedado en algún lado sobre la mesa) para usarlo como un puntero en sustitución del dedo índice derecho, haciendo que una esquina de esa funda azul sea la que dibuje en el aire el semicírculo so­ bre el borde superior de los Ases. Así se deja ver sutilmente la correlación entre el color del dorso de las cartas y el color del estuche. 16. Bien, el As de Picas va a ser tu As. Recuérdalo, y baraja todos los Ases, por favor. Saca del abanico con la mano derecha el As de Picas, muéstralo al público, de­ vuélvelo a su sitio y acerca los cuatro Ases al espectador para que los mezcle a su gusto. El espectador lo hace. 17. Cerciórate de que el As de Picas no ha quedado en elfondo del paqitetiio. El espectador lo comprueba. Si estuviera en la cara del paquete el As de Picas, pídele que baraje un poco más, hasta que el As en cuestión quede perdido. 18. Voy a hacer algo parecido aljuego anterior con el As de Picas... Toma de manos del espectador el paquete de las cuatro cartas. Como para com­ probar, mira el As que ha quedado en el fondo, y deja que el espectador lo vea también. (Supongamos que es el As de Diamantes). 19. A ciegas, lo voy a extraer del bolsillo en último lugar: ni la primera, ni ¡a se­ gunda ni la tercera carta que saque será tu As. ¡Será la últimal ¡Sin error! Introduce el paquete de los cuatro Ases, caras hacia fuera, bien cuadrado (paquete "a quo") en el bolsillo interior y superior izquierdo de la americana, es decir, en el mismo bolsillo en el que están los tres Ases de dorso rojo (paquete "ad quem") "de pie" en orden conocido, Corazones, Diamantes y Tréboles. Deja allí los cuatro Ases de dorso azul, pero "rumbados" en el fondo del bolsillo, para así distinguirlos al tacto de los Ases rojos, que están "de pie". Saca a la vista la mano derecha.

2. "Localización alto en abanico", en EL ARTE DE LA MAGIA, de Kaplan, pág. 78. Editorial Páginas. 1998.

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20. Empiezo, pues. El As que voy a sacar no es el As de Picas. Mete la mano derecha en el bolsillo y saca el As de Diamantes (de dorso rojo), cara al público. Es fácil, puesto que conoces el orden de los Ases rojos "de pie". Déjalo cara arriba sobre la mesa. 21. Ya sé que el primer As es fácil, porque yo vi que el As de Picas no quedó en el fondo del paquete después de tu mezcla. La dificultad empieza ahora. ¡Atención! Toda esta pequeña pantomima no tiene otra finalidad que mantener la idea de que estás sacando del bolsillo los mismos Ases (azules) que antes has metido: si el As de Diamantes era la carta inferior del paquete de los Ases azules mezclados (ver el apartado 18), y es el primer As que sacas, es "evidente" que son las mismas cartas. 22. ¡Éste... no es el As de Picas! Mete la mano derecha en el bolsillo, finge alguna vacilación y extrae, del mon­ tón de Ases de dorso rojo "de pie", cualquiera de los dos Ases que quedan. Dé­ jalo cara arriba sobre el tapete, junto al As de Diamantes. 23. Y ya sólo quedan dos Ases. ¡No tiene que haber fallos! Introduce la mano derecha en el bolsillo (donde sólo queda un As "de pie", de dor­ so rojo). Finge ir de un As a otro (supuesto que debiera haber dos) mientras dices: 24. ¿Esta... o ésta? ¡Esta... ésta...! ¡Esta no es el As de Picas! Saca, triunfalmente, el tercer As (de dorso ignorado rojo) y déjalo cara arriba jun­ to a los otros dos, sobre el tapete. 25. Y, en efecto, como habla anunciado, el último As es precisamente el...Pero ¿dón­ de está el As de Picas? ¡No está! Un momento... El As de Picas travieso, quiere hacer las cosas a su modo. Sale en efecto el último, pero... ¡de aquí! Dada la escasa fuerza del efecto, cuida el brío de la presentación: rostro sonriente de triunfo al introducir la mano derecha en el bolsillo para "culminar" el efecto... cambio súbito de expresión (de sonriente y triunfal a serio y desconcertado) al "no encontrar" el As en el bolsillo... movimientos perceptibles de la mano derecha en el bolsillo "buscando" el As... hasta que se te enciende la bombilla... sacas la mano del bolsillo. ..Un momento... y nueva sonrisa al extraer visiblemente, del bolsillo exterior del pecho de la americana, el As de Picas cara al público. Deja este As cara arriba junto a los tres anteriores, y traslada el abanico de los cua­ tro Ases al rincón exterior derecho del tapete. Déjalos allí como olvidados. No los toques ni aludas a ellos hasta el "climax" del efecto. Por supuesto, los Ases de se­ creto dorso rojo han de ser manejados, al sacarlos a la vista, con despreocupación. 272

O sea, no corr o una "patata caliente" que estás deseando soltar sobre el tapete. Extrae los Ases con la mano derecha, bascúlalos verticalmente "cabeza con pie" con esta mane. Manteniendo siempre el plano más o menos vertical del naipe, avanza la maro hacia el público, pasa la carta a la mano izquierda, da un papi­ rotazo sobre eJ naipe con los dedos de la mano derecha, vuelve a cogerlo con esta mano y déjale;medio caer, cara arriba, sobre la mesa... todo eso puede hacerse ¡sin enseñar o dejar ver el dorso de la carta!

El cambio de color 26. Voy a cambia,' de tercio, os mostraré ahora una curiosa propiedad de las car­ tas. Yo la lian o... ¡revelación por pasiva! Coge la baraja que está sobre el tapete (baraja roja con dos cartas azules enci­ ma). Mientras hablas, haz, como jugueteando, un distraído corte una contra cin­ cuenta y una; Como sabes, se trata de un doble corte por debajo en el que una mitad de la baraja (A) está formada por una carta, y la otra mitad (B) por el res­ to de cartas: de ahí el nombre con que Ascanio bautizó a esta maniobra. Opera así: obren una separación bajo la carta superior (paquete A) con el meñi­ que izquierdo i Corta el resto de las cartas (paquete B) y pásalas encima de aquel naipe (sin acabar de cuadrarlos); inmediatamente, corta el paquete A, y llévalo encima del paquete B. El doble corte debe realizarse casi sin mirar las manos, con agilidad y despejo (que es algo parecido a velocidad, pero diferente); un án­ gulo oblicuo o inclinado de las cartas (para que se difumine el canto o grosor de los paquetes) y la realización del corte, no frente a tu cuerpo, sino más bien ha­ cia la zona izquierda del tapete, favorecen la invisibilidad de cualquier anomalía en la maniobiá. Pero la cobertura principal está constituida, una vez más -decía Ascanio- porjtu actitud de despreocupación (hablas de otra cosa, casi no miras a los naipes), y la soltura con que las manos hacen los cortes (agilidad fácil). El corte una contra cincuenta y una es ascaniano. Después del ebrte todo queda igual, claro. Pero lo que se ha pretendido es reali­ zar una importante acción de continuidad aparente, porque parece que, cortes por donde co [tes, se exhiben dorsos azules (se muestran, y son vistas por el es- ' pectador subliminalmente). Coge la baraja, bien cuadrada, en posición de "preempalme" (enseguida empalmarás en la mano derecha la carta de encima). 27. Pero antes os enseñaré, por primera vez, un nuevo personaje de estejuego: ¡un talis man, mi.. 'llavero solitario "... que necesitaré para la Revelación por pasiva... Mientras lo dic ices, empalma en la mano derecha la carta superior de la baraja (es el Ocho de C orazones). Al realizarse este empalme en una fase del juego en el 273

que su ejecución no tiene aparentemente propósito alguno (total disociación en­ tre la "vida externa" e "interna" del juego), los espectadores están con la "guar­ dia baja", por lo que el empalme, a poca cobertura que tenga, resultará totalmente insospechable. Dicha cobertura, tanto si se realiza el empalme con una sola mano -lo que parece preferible- como con dos, consiste en la adecuación o acompasamiento entre gestos de las manos y frases habladas (timing).1 Con la carta ya empalmada en la mano derecha, sigue hablando un poco más, mientras sostienes la baraja con la misma mano (paréntesis de olvido). Pasa la baraja a la mano izquierda y luego lleva la mano derecha, en posición natural semicerrada, al bolsillo derecho del pantalón; mira al público al hacerlo, hablando, hasta el instante en el que la mano empieza a entrar por la boca del bolsillo, mo­ mento en el que mirarás hacia la mano: desfase de la mirada. Deja la carta empalmada en el bolsillo, saca tu talismán, enséñalo al público y déjalo en la mesa.

30. Devolvemos la carta perezosa a la baraja; mezclamos... Coge la carta elegida cara arriba con la mano derecha. Desplaza esta mano hacia la izquierda (y hacia la mano izquierda) como para enseñar a los espectadores de esa zona el Diez de Tréboles. Aprovecha este desplazamiento para coger la carta de modo que resulte fácil pasarla a la presa que ilustra la fig. 5. Gracias al desplazamiento de la mano derecha, ésta queda cerca de la mano izquierda, por lo cual resultará natu­ ral introducir sin más la carta perezosa en medio de la baraja (fig. 6). Lo que haces en realidad es insertarla en segundo lugar desde la parte superior, es decir, al lado de la carta de doble dorso que está encima de la baraja. Para ello, la yema del pul­ gar izquierdo (un instante antes del encuentro entre la carta de la mano derecha y la baraja) aparta o curva hacia fuera la esquina de la carta superior (fig. 7), formando por un momento un intersticio (entre esta carta y el resto de la baraja) en el cual se introduce el Diez de Tréboles de la mano derecha (fig. 6).

28. Para la "revelación por pasiva" hace falta también la colaboración de an es­ pectador especial: alguien que sea muy tranquilo, muy pasivo, más bien pere, zoso, de esos a los que les encanta el trabajo... cuando lo hacen los demás... ¿Tú? Escoge un espectador (o espectadora) cercano y, cuando en la charla hayas ju­ gado con buen humor con la idea de su actividad o pasividad, dile: r'

29. A ti te va a caber el honor de escoger la carta más perezosa de la baraja. Di "alto " cuando quieras; o, mejor, a ¡a vista, señala una carta cualquiera... ¿ésta? ¿el Diez de Tréboles? Por el hecho de haber sido escogida por ti, esta carta será la perezosa, la pasiva de la baraja. Para dar a elegir una carta, aparenta o simula que vas a emplear algún sistema de "alto cuando quiera" (por ejemplo, un "vistazo"), pero antes de comenzarlo, cam­ bia de opinión, vuelve la baraja cara arriba, y da a elegir un naipe desplegando y deslizando las cartas, en cinta, de una mano a otra (recuerda que la carta supe­ rior es la de doble dorso, y no debes dejar que se vea). La elección es.completamente libre. Extrae de ¡a cinta la carta elegida, deposítala cara arriba sobre el ta­ pete, pronuncia su nombre, y comenta algo sobre su "pasividad". Mezcla brevemente la baraja, dejando en su sitio la carta de doble dorso. Toma la baraja cara arriba en la mano izquierda, y ladéate para colocarte muy cercano a la posición que muestra la fig. 5.

3. "La cobertura del empalme" en e! articulo "Psicología del empalme", en LA MAGIA Tomo 1, pág. 76. 274

DE ASCANIO,

Esta mano se aparta por un momento, y el público ve el Diez de Tréboles medio metido en la baraja; inmediatamente, la mano derecha termina de insertarlo del todo; las dos manos (con la baraja cuadrada, cara arriba) se desplazan hasta co­ locarse frente al cuerpo para iniciar seguidamente una mezcla Hindú. Por el ángulo en que se realiza la maniobra, por la poca importancia que la actitud del mago le concede, por la soltura ágil del conjunto de gestos -incluida la mezclapor todo eso, el público no da la menor muestra de disconformidad (o "amoscamiento") en la maniobrilla descrita. A más de un lector, técnico exigente y experto en cartas, le parecerá pueril o demasiado simple el método descrito. Pues sí, lo es 275

(es el mismo sistema que aprendió Ascanio del hijo de Azpeitia, en 1948) pero fun­ ciona, es simple y práctico y, además, Arturo disfrutó de él durante cerca de cua­ renta años al notar que el público comulgaba con esa medita de molino... Los puristas, a los que de momento y por una vez no se adhería Ascanio, pueden, sin embargo acudir a otros sistemas más "correctos". Por ejemplo, a un "Control versátil", realizado inmediatamente después de desplegar las cartas entre las ma­ nos para que el espectador señale la elegida (apartado 29). Al cerrar las cartas, la señalada, mediante la acción de los dedos derechos, es primero arrastrada (ocul­ ta por la extensión que se cierra) hacia la derecha y empujada luego hacia la iz­ quierda, hasta ser introducida por encima de la carta del fondo (la de doble dor­ so), sobre la que previamente habrás hecho un bucle con el dedo mayor izquierdo.4 Sigamos con la acción. En cuanto las dos manos (con la baraja) se colocan fren­ te al cuerpo, se inicia enseguida una mezcla Hindú, cartas cara arriba. Al final de la mezcla, la carta azul y la contigua a ella deben continuar ocupando la misma posición (la primera y la segunda desde arriba). Para ello, por ejemplo, puedes arrastrar "a la hindú" paquetes desde la cara de la baraja (cara arriba) a la mano izquierda, hasta que tengas en cada mano media baraja. Deja caer o coloca el pa­ quete de la mano derecha (donde están las dos cartas que debes controlar) sobre el de la mano izquierda, manteniendo una separación entre ellas. Corta a su vez varios paquetes sucesivos, para trasladar encima la mitad de abajo. Inmediata­ mente, y puesto que las dos cartas en cuestión están ya en su sitio, voltea de de­ lante hacia atrás toda la'baraja: la carta azul aparecerá en la posición superior (con­ tinuidad aparente de la situación inicial). 31. La carta perezosa liará ahora su aparición; me voy a servir también, además del llavero, del estuche... Lo colocamos aquí, sin que toque la baraja... Doy unos pases con el talismán... Deposita la baraja dorso (azul) arriba en el centro del tapete. Coge el estuche (azul, naturalmente), y ponía unos quince centímetros separado de la baraja. Actúa con cierto misterio. Finge preocuparte por la posición y distancia milimétrica entre la baraja y el estuche. Corrige minuciosamente esta distancia, dando, dubitativo, unos golpecitos sobre la funda, que la desplacen un poco; mira el conjunto y, como diciendo: ahora, creo, es cuando todo está listo, coge el llavero y da con él unos pa­ ses entre estuche y baraja (estableciendo un invisible, cordón que los una). Toda esta secuencia es una acción sedal; el estuche se usa, además, para destacar subliminalmente su color azul (real) correlacionado con el (aparente) de la baraja,

4.

"Versatile Spread Control", en VERSATILE CARD MAGIC, de F. Simón, pág. 12, Magical Publications.

276

32. Nopasp nada... Un momento, es que pasa algo... Veamos ahora... Los pales mágicos con el "llavero solitario" son importantes. Coge la baraja, y vuélvela cara arriba para buscar "lo" que falla desplegándola entre las manos {ac­ ción en tránsito: la coges y la vuelves para desplegar las cartas cara arriba en busca del supuesto fallo). Cambia de sitio alguna carta, visiblemente, como si con eso arreglaras todo, y cuadra la baraja. A continuación, haz una mezcla Hindú, de modo que, al final, la carta azul y la elegida vuelvan a ocupar insospecha­ damente su anterior ubicación en la parte superior de la baraja. Sin pausas, vuel­ ve, de delante hacia atrás, la baraja (aparentemente azul) para colocarla y depo­ sitarla Jn el centro del tapete (otra pequeña acción en tránsito). Lo que se persigue con ello es otra silenciosa acción de continuidad aparente de la situación inicial: la baraja es azul a pesar de las mezclas. Pero atención: si la bara­ ja .estaba dorso arriba sobre el tapete, lo lógico sería mezclarla dorsos arriba. Para que resulte natural mezclarla caras arriba, fíjate que no coges la baraja del tapete para mezclarla, sino para "buscar" la causa del aparente fallo (para lo cual la volteas en tus maní >s cara arriba, la despliegas, cambias dé lugar algún naipe, etc.) y ya que la tienes c¿ ra arriba, resulta normal mezclarla con las figuras a la vista... Repite l )s pases mágicos con el "llavero solitario"; No pasa nada, claro (salvo la percepc; ón sublimina! de "lo azul" por parte del público). Si lo deseas, repite to- ' das las a cciones de este apartado. 33. Sigue sin\ pasar nada... ¡ Ya sé! Recurriremos a los grandes remedios... ¡Atención! Coge la baraja entre tus manos para volverla cara arriba (acción en tránsito). Seguido, á\spliega las cartas y míralas como buscando en ellas la causa del fallo. Levanta la miirada, cierra las cartas y, mirando al público al decir ¡ya sé!, da unos dis­ traídos y despreocupados cortes que coloquen la carta azul hacia el centro de la baraja. L¡ egas así a la fase "todo está hecho". Manteniendo la baraja cara arriba, cógela entre la punta de los dedos izquierdos (fig. 1); extiende dramáticamente la mano derecha iplana, horizontal palma arriba; la mano izquierda deja sobre ella la baraja ca a arriba y se aleja, plástica y pausada. La "bandeja" de la mano derecha avanza y se eleva un poco, con tus ojos clavados en la baraja, en expresión tensa de emoci contenida. La mano izquierda regresa para colocarse, palma abajo y estirada,-1Iqbre la baraja. Las dos manos, con la baraja en "sandwich" entre ellas,. giran juntas y se detienen por un momento en la posición que se ve en la fig. 3; cuando Ial manos, completando su giro, han invertido su posición y el "volteo mágico" ha doncluido, la emoción dramática llega al máximo. (Esfuerza] íe, en especial en este momento, en "sentir" intensamente la maravilla de lo que se está produciendo: trata de que se te haga un nudo en la garganta: tus ojos se empañarán y adquirirán brillo, tu mano derecha temblará, tu respiración 277

se hará casi perceptiblemente entrecortada. Esos son "gestos" -en el sentido marañoniano del término- que se contagiarán al público y les harán sentir también la emoción de lo maravilloso...5 Llegadas las manos a la posición que muestra la fig. 4, tras una pausa, la mano derecha, temblorosa de emoción, empieza a retirarse; sin descubrir la baraja, se detiene (expectación máxima), sus dedos se entreabren lentamente, y se retira ha­ cia atrás poco a poco; ¡el color rojo del dorso de la baraja se deja ver, resplandeciente! El público está mudo de estupor. La sorpresa es absoluta. Pasea en el aire la mano izquierda, con la baraja en ella, de izquierda a derecha (la de­ recha, dejando ver su palma, acompaña plásticamente a la mano izquierda en es­ tos paseos de corroboración). 34. Sin hablar, coge con la mano derecha la baraja (desde arriba, en la posición de cor­ tar), gira la muñeca y deja ver la carta de la parte inferior. Invierte el movimiento y lleva otra vez la baraja sobre la mano izquierda palma arriba, sin que la mano dere­ cha la suelte. Con ayuda del pulgar izquierdo despliega tres o cuatro naipes de la parte inferior de la baraja, sujétalos en la mano izquierda. Separa la mano derecha girando su muñeca. Enseña por ambos lados, girando para ello ambas muñecas, tres o cuatro cartas en la mano izquierda, y la baraja (no muy bien cuadrada) en la mano derecha. Esta mano devuelve la baraja, invirtiendo los movimientos, sobre las car­ tas de la mano izquierda. Cuadra la baraja. La mano derecha coge las seis o siete primeras cartas de la parte superior, desplegadas hacia la derecha con el pulgar izquierdo, se separan de nuevo las manos, y cada una, girando atrás y adelante las muñecas, muestra sus respectivas cartas, que se frotan entre sí en esta exhibición... Estos movimientos, un tanto personales de Ascanio, obedecen a su idea de lo que él llamaba "atisbo" de la realidad del final que sobreviene. Cuando aparece el pri­ mer dorso de color rojo (ver el apartado 33), el público no piensa "toda la bara­ ja es roja". Suspende su juicio, mientras los ojos parecen salirse-Íes de sus órbi­ tas. Según opinaba Ascanio, es preferible enseñar poco a poco el nuevo color de los naipes, para que el espectador tenga tiempo a "deglutir" la mágica realidad... 35. S/, resulta maravilloso, pero ahora toda la baraja es roja... ¡toda es roja! Despliega la baraja entre las manos, en larga extensión. Procura que todavía no se vea la carta de dorso azul que anda enmedio. Llega, enseñando su color rojo, hasta el final de los naipes; si aparece el dorso azul, haz como si no lo vieras, en un principio... hasta que: 5.

Ver "La psicologia.de la emoción", en la conferencia dedicada a la Presentación, en LA MAGIA DE

ASCANIO, Tomo 1, pág. 207.

36. ¡ Un momento: una carta sigue siendo azul! Todos los naipes han "trabajado ", convirtiéndose en rojos, pero sólo uno permanece azul. ¿Cuál será esta carta? ¡No puede ser otra que la "carta perezosa", tu carta... el Diez de Tréboles! ¡Esta es la "conversión por pasiva "! Habiendo advertido que una carta es azul, hazla sobresalir ligeramente hacia de­ lante de la extensión. Sujeta esa carta azul con la yema del pulgar izquierdo apo­ yada en su dorso, mientras la mano derecha traslada todas las que están por enci­ ma del naipe azul al fondo de la baraja. La carta azul queda por último sobresaliendo hacia la derecha de la baraja casi cuadrada, lo que consigues me­ diante breves intervenciones de la mano derecha (procura que siempre se vean parcialmente dorsos rojos, es decir, que el naipe azul no oculte por completo las cartas que están debajo suyo). Ininterrumpidamente haz, coordinando la acción con la charla, un doble volteo que muestre la carta azul como el Diez de Trébo­ les (carta elegida). Deja posarse la carta doble -el Diez de Tréboles- a la vista sobre la parte superior de la baraja. 37. Pero una carta azul en medio de la baraja roja estropea ¡a baraja. Lo único que se me ocurre es recurrir una vez más al talismán... ¡y hasta la carta perezosa se hace... roja! Inmediatamente después de posarse la carta doble sobre la parte superior de la baraja, coge la carta de encima (Diez de Tréboles cara arriba) con la mano dere­ cha, mientras la mano izquierda se separa hacia la izquierda con la baraja dorso arriba en ella (se verá el dorso rojo de la carta de encima, que es lado rojo del naipe de doble dorso), despreocupadamente descuadrada. La manó derecha, con el Diez de Tréboles (de dorso rojo, para el público azul azulísimo) en ella, frota esta carta sobre el llavero que había quedado sobre la mesa.!, y la voltea con-un papirotazo, entre los dedos, para que se vea su inesperado dorso rojo. (Segunda sorpresa que conmueve al público: parece el final, la guinda del pastel, pero tú no les dejas respirar). Haz revolotear el Diez de Tréboles entre los dedos de la mano derecha. Introduce este naipe, dorso arriba, en medio de la baraja roja... 38. Y ahora sí, la baraja es roja, totalmente roja... Pero... ¡maldición! Extiende dorso arriba la baraja, en una larga cinta en forma de "L" (o sea, desde e! rincón exterior izquierdo del tapete, al rincón interior izquierdo, y sin inte­ rrupción desde éste al interior derecho). Mira intensamente a la cinta de cartas (sólo a la cinta de cartas), como si hubieras descubierto algo horrible en ella, de ahí tu exclamación... 39. ¡En esta baraja faltan cartas!... ¡Está incompleta!... ¡Sí, está incompleta!

27?

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Escarba con los dedos en la cinta de cartas, de derecha a izquierda, como com­ probando así lo que has dicho. Aquí Ascanio aconsejaba: "Mira únicamente, por Dios, mira sólo a la extensión de cartas sobre la que escarbas. ¡No se te ocurra mirar al "lejano" rincón exterior derecho, donde están olvidados los cuatro Ases, cara arriba!" El público, cortado en su emoción de lo que creía la culminación del juego, contiene perplejo sus aplausos. Sin darle descanso, ahora lo tienes en tu poder, continúas, señalando por fin con tu índice extendido hacia los cuatro Ases que permanecen en el rincón exterior derecho del tapete: 40. ¡Me había olvidado de los cuatro Ases de la baraja azul, que están ahí, desde el principio! ¡Precisamente hoy! ¡Ahí están! ¿Qué hago yo ahora? Dilo muy pesaroso, como abrumado por tu fallo. Recurre a toda tu capacidad para mentir y de histriónismo para lograr que, por un momento, el público se estre­ mezca, contagiado por tu "tragedia" y tu enfado contigo mismo. Una sonrisa, ines­ peradamente, se esboza en tus labios. En transición gradual, continúa: 41. Pero tengo que seguir. ¡Recurriré al talismán! ¡No he tocado los Ases para nada! Pero... ¡ahora son rojos! ¡Ahora sí, toda la baraja es roja! Da un apresurado "pase mágico" con el llavero-talismán sobre los Ases, y vuél­ velos, de uno en uno, cara abajo, sobre el centro del tapete/Apoteosis. En medio de la catarsis del público, aplauda o no, coréate murmurando para ti:: Y son ro­ jas de verdad, de imprenta! ¡No lo entiendo! ¡No hay ni una azul!, mientras des­ cargas tu energía con gestos de "¡esto es demasiado para mí!", escarbando en la cinta de cartas o volviendo sobre el tapete una y otra vez los Ases... Para no perder el ritmo en este final, lo principal es ir siempre un poco por de­ lante del pensamiento del público. Después del zambombazo del cambio de co­ lor de la baraja (que coge a los espectadores totalmente con la guardia baja, apar­ tados 34 y 35), tras la "guinda", que parece culminar el pastel, de la única carta azul (la "carta perezosa", según se comprende a posteriori) que bellísimamente, mágicamente, cambia de forma instantánea de color, el público cree que el jue­ go ha terminado (con la extensión de la cinta de cartas rojas). Cuando el mago dice que faltan cartas, que la cinta está incompleta (las mismas palabras del final de "Todo dorsos") antes de que los espectadores comprendan que te refieres (la historia se repite) a los Ases que están en un rincón de la mesa, destacas en una sola frase la vieja situación de esos Ases intocados, e inmediatamente demues­ tras que ahora son rojos. Queremos decir que el público debe darse una palma-. da en la frente (figuradamente, claro) cuando le explicas que si la baraja está in­ completa es porque los Ases están apartados "desde el principio" y ha de pensar que, naturalmente, esos Ases "que no se han tocado" deben ser azules... 2?0

De ahí que :1 ritmo de la presentación del climax en cuestión deba ser rápido, para que el pensamiento del público no se adelante a los acontecimientos... Aunque lo que ahora propone Ascanio resulta innecesario en el caso de que culmines la rutila con el efecto de "Cartas nudistas", puede ser interesante para des­ hacerte de la|| carta de doble dorso azul-rojo. Como arreglindo las cosas, pasa el llavero-talismán a la izquierda del tapete, donde lo dejas ' momento. Recoge la baraja roja (cuya carta superior es la de doble dorso) y fcuadra. Tómala en la mano derecha, en posición de pre-empalme de una mano dé la carta superior de la baraja. Sonriendo triunfalmente por el desenlace apotiós ico del juego, coge el llavero con la mano izquierda y mientras di: ¡ElUalisnán ha cumplido! Llévatelo hacia tus labios... (en este momento, en un. encogimiento de hombros, la mano derecha empalma la carta trucada)... para dar un. comido beso a tu talismán... Avanza la mano izquierda, mostrando el llavero, sonriente. La mano derecha de­ ja sobre la m¡esa la baraja (por un instante queda únicamente con la carta empal­ mo izquierda pasa el llavero a la mano derecha que, mientras sonmada). La mano ríes mirando jal público, guarda el talismán en el bolsillo derecho del pantalón (donde deja la vez la carta empalmada). El "beso al llavero" y tu chusca expresión sonriente ha actuado de eficaz cobertura.

Principio á& ¡ tratiaj ]ar para el futuro y Uoría del paréntesis de oMdo Con el nombjje de trabajar para elfuturo, como sabéis, Ascanio aludía al principió constructivo íonsistente en realizar una determinada incidencia de un juego o rutina, no por el (p o mucho) valor que de inmediato tiene (aunque el público lo crea así) sino para su lútilización -potenciada- posterior, como preparación psicológica o práctica de un e fdcto imás grande que sucederá después. En virtud de este principio se consiguen alguno| de los más asombrosos e indecibles momentos mágicos que se dan en nuestro arte (■ver sin ir más lejos, los "climax" de las portentosas rutinas de "El número de París" de Juan Tamariz, o del "Show de los Dados" de Camilo). En esta rutina I. ya desde el efecto "Todo dorsos" se está' "trabajando para el futuro". Todo está diispuesto, subordinado, para lograr la catarsis final. El público está tragando anzuelo (t s sedal) con la "baraja incompleta", a la que faltan los Ases en el final de "Todo porsos", con lo azul de esta baraja, con los secretos cambios de ha­ raja, primero, y dé los cuatro Ases, después, hechos con la excusa de presentar sendos juegos que parece i tener finalidad en sí mismos. Y también, en cierto modo, con el encadenamiento de bsparéntesis de olvido a los que Ascanio alude a continuación. Los paréntesk de olvido son, como recordarás, las incidencias que debe haber o que deben sucede \ entre el momento de la "trampa" ("trabajo sucio") y el del "efecto" de un truco.,As í, después del cambio de la baraja azul por la roja (apartado 13), 2*1

no se hace el efecto "Cambio de color" (apartados 26 y 55), sino- que se intercala el efecto "El travieso As de Picas" (apartados 16 y siguientes), estirando la situación inicial al máximo (apartados 26 a 33). Estas incidencias hacen de paréntesis de ol­ vido, de modo que, cuando aparece la baraja roja (apartado 34), ya nadie se acuerda de que, por ejemplo, esa baraja hasta se ocultó en el bolsillo y todo... A su vez, después del cambio de los cuatro Ases en el juego "El travieso As de Picas" se intercala un largo paréntesis (estiramiento de la situación de "baraja azul", cambio de color a rojo de la baraja, incidencia de la rebeldía y sometimiento de la "carta perezosa") hasta que los cuatro Ases se revelan como de dorso rojo... En resumen: "El travieso As de Picas" es„un paréntesis de olvido del cambio de color de la baraja; y éste último sirve a su vez de paréntesis de olvido para el cam­ bio de color de los cuatro Ases, climax del juego. Este encadenamiento de paréntesis de olvido fue empleado por Ascanio más de una vez, como tantos magos constructores de sus rutinas. Estudia, por ejemplo, su rutina de navajas "Navajas y Daltonismo".6 La densidad conceptual y teórica de esta rutina es lo que explica, supuesta una briosa presentación, la especial eficacia mágica de los juegos que la componen.

Tercer efecto: Blanco Una vez que el efecto del cambio de color de la baraja ha sido oportunamente paladeado y apreciado, pregunta (apartando de la vista o guardando la baraja roja): 42. Bueno, pero ¿dónde está la baraja azul? Porque no cabe duda de que había una baraja azul... ¿No sabéis dónde está? Pues ha ido a parar aquí, a este bolsilüto... ¿No se vio el cambio, verdad? Lo hice en un momento en que me estiré así el borde de la chaqueta... ¿No os Jijasteis? Con frecuencia, es algún espectador el que pregunta; ¿ Y la baraja azul? ¿Dónde está? Si fuera así, tómale la palabra, y aprovecha su espontaneidad en tu favor. Saca claramente la baraja "azul" que tenías en el pequeño bolsillo "del encendedor" de tu americana. (Por supuesto, es la que hemos llamado "baraja nudista"). 43. Ya que tenemos aquí la baraja, puedo continuar con algún otro efecto... Realiza el juego de "Cartas nudistas", explicado en el. capítulo anterior. Redon­ dea así, con belleza, esta excélente rutina.

6.

NAVAJAS Y DALTONISMO,

de Arturo de Ascanio. Editorial Páginas. Reedición, diciembre de 2001. 1Z2

Cuando Artu|ro publicó este juego en ILUSIONISMO, N° 158, en enero de 1958, escribió: "Este es ) de los primeros grandes juegos que aprendí; hoy en día, a pesar del tiempo transcurrido , sigue siendo uno de mis efectos favoritos. Al correr de los años he ido agre gándole pequeños detalles, modificando movimientos, y creo que después de ello >a he encontrado 'mi' versión definitiva, que es la que descubro detalladamente en éste artículo al amable lector."

Efecto Muy sucintamente , por si hay alguien que no lo conozca: el mago va cogiendo cartas (cara abaj o) de la parte superior de la baraja, y pregunta a algún espectador si esas cartas son rojas o negras. Según la contestación, las coloca sobre la mesa y siempre ;ara abajo, en un lado o en otro. Se procede de este modo hasta terminar la baraj a. Se vuelven cara arriba los distintos grupos, y el público puede comprobar entor ees, con indecible estupor, que las cartas se han separado por colores según la erjitera voluntad de los espectadores. Es decir, son rojas todas las que el espectado|r quiso que fuesen rojas, y negras las que como tales quiso. Ascanio escr, ibió que había contado hasta cuarenta y cinco procedimientos distintos para conseg uir este efecto y que seguramente existirían algunos centenares más, partiendo todos de la genial idea de Paúl Curry. Luego señalaba que había visto que entre tanta variante era frecuente la confusión y falta de limpieza para el espectador y la complicaciór para el mago. Su versión, tiene de bueno la enorme sencillez para el ejecutante y la claridad e impacto en e! efecto para el espectador.

Preparación Es necesarios eparar, previa y secretamente, las veintiséis cartas rojas de las veintiséis negras. Puedle hacerse de los siguientes modos (amén, desde luego, de tenerlas previamente separadas): a) Por el procedí miento de Al Baker, explicado por Hilliard en su obra GREATER MAGic, "Red-Blí ck Detection", pág. 542 de la edición de Kaufman. Alma explica también este íjhétodo en su obra NOVEDADES CARTOMÁGICAS (editada en español por Editorial Sintes), en el epígrafe titulado "Acerca de un efecto de Al Baker". b) Por el procedí miento descrito por Hugard y Braue en su EXPERT CARD THECHNIQUE, Capítulo 14, epígrafe "Separación de colores". Bernat y Fábregas explican este mismo sistema en la pág. 141 (número 239) de su excelente CARTOMAGIA. c)

Empleando una baraja biselada. Las cartas rojas están en sentido opuesto a las negras. Se puede entonces dar a barajar las cartas y después, como acabando dis­ traídamente \s mezcla, separar las cartas negras de las rojas.

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que algunos sujetos son, en toda la acepción de la palabra, verdaderos clarivi­ dentes. Para esos experimentos se ha empleado, por lo general, una baraja espe­ cial, de veinticinco cartas, con sólo cinco figuras distintas: una estrella, un rec­ tángulo, un círculo, una cric y unas lineas onduladas. Después de mezclar dicha baraja, ha habido sujetos que, en setenta y cinco pasadas, han marcado un pro­ medio de dieciocho aciertos sobre veinticinco; en algunos pases se acertaron las veinticinco cartas completas (lo cual es rigurosamente cierto). Vamos a hacer, con la baraja normal, un experimento parecido, por probar (dirigiéndote a alguna per­ sona en particular) tus cualidades de clarividencia.

Arturo decía que él personalmente, empleaba casi siempre, el segundo de los tres procedimientos indicados. Ya tienes separados los colores. Supongamos que, caras abajo, las cartas de arri­ ba son las rojas y las de abajo son negras. Con esta disposición es necesario, en la versión de Ascanio, que la segunda carta desde arriba sea negra. Para conseguirlo, estando la baraja dorso arriba en la mano izquierda, no tienes más que tirar hacia de­ lante (apoyando la yema del pulgar derecho en la parte superior de la baraja y las de los dedos en la inferior) de la primera y última cartas, y colocarlas en la posición su­ perior. El orden contando desde arriba es, entonces, el siguiente: una carta roja, una negra, el resto de las cartas rojas, el resto de las cartas negras. Debe haber un Co­ modín perdido en cualquier punto de la baraja.

4.

Coge la carta superior de la baraja con la mano derecha y, sin enseñarla, pregunta: Por ejemplo, esta carta ¿es roja... o negra? (Haz una pequeña pausa después de decir "roja"). Si te responden "roja", que es lo más probable, vuélvela, mostran­ do que efectivamente es roja; felicita calurosamente al "clarividente" y coloca esa carta, cara arriba, en la zona izquierda de la mesa y a unos treinta centíme­ tros del borde. Si te responde "negra" enséñala también y colócala en el mismo lugar, pero haciendo un cómico gesto de duda acerca de las facultades como cla­ rividente de tu interlocutor.

5.

Repite toda y la misma pantomima con la carta siguiente (negra). Coloca esta car­ ta, cara arriba, a la derecha de la carta roja y separada de ella unos quince centí­ metros. (El público ve que siempre coges las cartas de la parte superior de la ba­ raja, y que unas veces es roja y otras negra; eso destruye toda sospecha de orden preparado alguno).

Rutina 1. Haz cualquier falsa mezcla total. Existen mezclas especiales para esta disposi­ ción de las cartas, las llamadas "falsas mezclas para los colores", que son parti­ cularmente aconsejables. Martín Gardner hace una recopilación magnífica de dis­ tintos procedimientos en el Volumen VIII de HUGARD'S MAGIC MONTHLY. Pero cualquier falsa mezcla total sirve para el caso. Una de las mejores y más fáciles, es la descrita por Bernat y Fábregas en la pág. 130 de su CARTOMAGIA. r

2.

Mientras comentas que el Comodín no es necesario, extiende los naipes entre tus manos con los dorsos hacia el público, busca y quita el Comodín. Al cerrar las car­ tas introduce la extremidad del meñique izquierdo entre las rojas y negras; cuadra las cartas, que quedan cara arriba en la mano izquierda. Pasa la separación a la yema del pulgar derecho (que la obtiene por el extremo interior de la baraja) y, sin que este dedo pierda la separación, voltea con la mano izquierda a la baraja, colocándola dor­ so arriba (puedes consultar la maniobra casi sin el meñique, en el juego "Los días negros", pág. 383 de este tomo). Pasa de nuevo la baraja a la mano izquierda (que la toma en posición de dar), y vuelve a recuperar la separación con el meñique iz­ quierdo, pero empleando ahora sólo la pulpa carnosa de su yema, sin llegar a intro­ ducir la punta entera entre los dos paquetes. Manten esta separación durante toda la primera parte de la rutina. La colocación de las cartas es ahora, desde arriba: una carta roja, una negra, el resto de las cartas rojas, separación con el meñique, el res­ to de las cartas negras. (Toda la baraja dorso arriba).

3. La presentación del juego empieza ahora. Como es sabido, la clarividencia es el conocimiento de objetos o de hechos sin la intervención de los sentidos. La pa­ rapsicología ha estudiado seriamente elfenómeno de la clarividencia, demostrando 2Zb

6. Anuncia que continuarás el experimento, pero sin enseñar los naipes. Coge la car­ ta siguiente, pregunta su color y, si te dicen "roja", colócala cara abajo tapando parcialmente la carta roja que está cara arriba y que, sirviendo como carta guía, está sobre la mesa. Si te dicen "negra" ponía cara abajo igualmente sobre la car­ ta guía negra que también está sobre el tapete. 7.

Obra del mismo modo con tres o cuatro cartas más. Para dar mayor agilidad al experimento, coge después las cartas de tres en tres o de cuatro en cuatro. Una o dos veces -no más- cuando te digan "roja", puedes mostrar la carta en cuestión, enseñando asombrado que, efectivamente, es roja. Actúa siempre con mucha se­ guridad y obedeciendo ciegamente las instrucciones del espectador.

8. Cuando té quede sólo una carta encima de la separación del meñique (la última carta roja), dirígete a un segundo espectador diciéndole: No vayáis a creer que 2K1

este señor (por el primer espectador) y yo estamos compinchados; el experimento puede hacerse con cualquier otro, por ejemplo, contigo mismo. Esta carta, ¿qué es? (coge la última carta roja) ¿roja... o negra? cualquiera que sea la respuesta, con felicitaciones o con cómica y silenciosa censura, según el caso, muestra la carta y colócala cara arriba (como nueva carta guía roja) a la derecha y al lado de la carta guía negra que está sobre la mesa. 9. En la mano izquierda te queda ahora todo el lote de veinticinco cartas negras. Coge la carta superior, pregunta al segundo espectador su color, enseña la carta co­ mentando su éxito o fracaso, y ponía cara arriba (nueva carta guía negra) entre las primitivas cartas guías; es decir, a la derecha de la primera carta guía roja y a la izquierda de la primera carta guía negra. 10. Repite las indicaciones de los apartados 6 y 7, distribuyendo las cartas en las nue­ vas cartas guías según la voluntad del nuevo "clarividente" y enseñando emocionadamente una o dos veces, cuando el espectador dice "negra", la verdad de su afirmación. Distribuye así las cartas hasta que se terminen. 11. La disposición final de las cartas es la que muestra la figura. Fíjate que el color de las cartas cara abajo de las dos hileras de la izquierda concuerdan con el co­ lor de sus respectivas cartas guías y que, por el contrario, las dos hileras de la de­ recha tienen sus colores cambiados con respecto a sus cartas guías. Primer espectador

Segundo cspccludnr

12. Viene ahora el momento crucial del juego: enseñar las distintas hileras de cartas. Estudia cuidac osamente estas instrucciones. He aquí lo que dices: Pero nada de lo hecho tendría la menor importancia... si no resultara que... todas las cartas son rojas (ahoia extiendes las cartas rojas) .. .y aquí todas las cartas son negras... (extiende las cartas negras) .. .y, del mismo modo... (sigue sin pausa con lo que se explica en el apartado 14). Mientras dices esto, haz lo siguiente: a) Recoge las cartas de la hilera de la derecha (naipes negros) de este modo: apoya la yema de los dedos izquierdos en la carta superior de la hilera, o sea en la más próxima al borde de la mesa; introduce los dedos índice y mayor derechos de­ bajo de la carta del otro extremo de la hilera de naipes (sin incluir la carta guía, que queda sobre la mesa) y lleva la mano derecha hacia la mano izquierda, man­ teniendo las certas cara abajo. Coge este paqjiete de cartas negras con la mano derecha (cuidado: no enseñes nunca la carta del fondo) y ponió dorso arriba en la mano izquierda, en contacto ''- esta mano. con la palma.de Recoge las caijtas. (rojas) de la hilera contigua del modo siguiente: apoya levemente la uña del índice de la mano izquierda (palma arriba) en la carta superior de la hilera, o sea, en la más próxima al borde de la mesa. Reúne las cartas empleando la maíllo 10 derecha como pala, del mismo modo que en la hilera anterior, dejando, tambi én, la carta guía negra sobre el tapete. Coge este paquete (de cartas rojas) con la mano derecha y pásalo, también, a la mano izquierda, cuyos dedos lo sujetan con sólo las yemas; así se impide que es­ tas cartas se mezclen con las del paquete anterior, que descansa en la palma. (Los dos paquetes están ahora en una posición casi idéntica a la que resulta después de realizar la primera fase del corte "Charlier").1 La mano derecha avanza y desliza hacia delante las dos cartas guías que han qu'edado solas sobre la mesa, como si desearas agrandar el espacio que las separa del borde de la mesai para poder extender a continuación los paquetes. (Este movimiento es muy mportante, aunque parezca una banalidad; tiene por objeto crear una pequeña confusión y hacer que el público se olvide de la exacta colocación de los paquetea en la mano izquierda.

El corte Charlier, en G.E.C., de Roberto Giobbi. Tomo 1, pág. 170. Editorial Páginas. 1994.

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f) La mano derecha regresa hacia la mano izquierda, coge el paquete superior (sos­ tenido por la yema de los dedos izquierdos) y, sin vacilar, lo extiende cara arri­ ba ante la carta guía roja (de la derecha), entre ésta carta y el borde de la mesa. g) Sin pausa, la mano derecha coge el paquete que queda en la mano izquierda y lo extiende cara arriba, paralela a la hilera de cartas rojas, entre la carta guía negra y el borde de la mesa. Nota Todos estos movimientos deben hacerse sin la menor vacilación; no debe haber rapidez antinatural en ellos, pero sí agilidad, brevedad de movimientos y soltura. Se ha de hablar, por otro lado, con seguridad y con acento decidido, creyendo firmemente en el prodigio que se opera. (Se debe subrayar ligeramente además -indicaba Artu­ ro en su artículo- la palabra "todas" y no la palabra "aquí"). Obrando de este modo el público no advierte jamás que los paquetes se colocan cambiados al extenderlos cara arriba sobre la mesa. 13. Queda lo más fácil: mostrar las cartas de las hileras de la izquierda, que son las qué están bien colocadas. Vas a hacerlo, aparentemente, con los mismos movi­ mientos qué acabas de ejecutar. Todas las acciones, sin embargo, serán, como sin querer, un poquito más limpias y claras, y eso terminará de convencer al públi­ co de la realidad total def milagro. 14. Continuando sin ninguna pausa la frase anterior, di: ..:>', del mismo modo... re­ sulta que... aqui todas las cartas son rojas... ¡y aquí todas las cartas son negras! Mientras lo dices, haz lo siguiente:

cara abajo. (Al obrar así, la mano izquierda se vuelve dorso arriba, ofrecien­ do de nuevo una vista "involuntaria" de la carta inferior de su paquete de nai­ pes negros). Cuadra las cartas rojas, ágil y despreocupadamente, apoyando igualmente su lado dercho sobre la mesa, de modo que el público vea que, efec­ tivamente, son rojas. d) Pon este paquete en la mano izquierda, sujeto entre la punta de los dedos. e) Con la mano derecha aleja un poco las dos cartas guías, que han quedado sobre la mesa. í) También con la mano derecha extiende cara arriba los naipes rojos sobre la car­ ta guía roja. g) Haz lo mismo, ante los estupefactos ojos de los espectadores, sobre la carta guía negra con el paquete de cartas negras. . Ascanio sinceramente creía que, para el público, éste era uno de los juegos de mayor efecto de toda la Cartomagia moderna. Bendigamos a Paúl Curry. A los no manipuladores les recomendaba: "Quizás resulte incómodo mantener la separación del meñique izquierdo durante toda la primera parte de la rutina. Esto pue­ de evitarse teniendo vuelta cara arriba la última carta roja (después de la cual sigue el resto de las cartas negras). La presentación es la misma (apartados 3, 4, 5, 6, 7). Cuando aparezca la carta vuelta, ello se atribuye a un accidente y, sin darle más im­ portancia, se continúa la presentación con el otro espectador (apartado 8) emplean­ do el naipe vuelto como nueva carta guía. Pero creo que es mucho mejor el procedi­ miento con separación del meñique."

a) Recoge la hilera de naipes de la carta guía negra, del modo indicado en el apar­ tado 12.a. Sin embargo, cuando tengas las cartas reunidas, cuádralas maquina! y brevemente sobre la mesa apoyándolas verticalmente sobre su lado derecho, de modo que las caras de las cartas, como sin querer, queden a la vista del público; el auditorio podrá ver entonces, como si no fuera ese tu propósito, que ese pa­ quete se compone, efectivamente, de cartas negras. b) Coloca ese paquete en la mano izquierda, en contacto con la palma. c) Recoge la hilera de naipes de la carta guía roja. Para ello, apoya la yema del índice izquierdo en la carta más cercana al borde de la mesa y, empleando la mano derecha como si fuera una pala, reúne hacia ti todas las cartas que están 230

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A£BS NÓMADAS Esta es una de las variantes clásicas del juego de "Los cuatro Ases". Existen co­ nocidas versiones de diferentes magos; entre las más afamadas están las de Charlie Miller, Dai Ven on y Ed Mario. La primera versión que se conoce fue la publicada en el libro EXPERT CARD TECHNIQUE de Ilugard y Braue (1940); allí aparecen dos versiones de Charlie Mi 11er, una bajo el título de "Los Ases nómadas" (The Nomad Aces), y la otra con el nombre de "Lo ; Ases de Charles Miller" (The Charles Miller Aces). A pesar de ¿ue Hugard y Braue al introducir "Los Ases nómadas" dicen: "Esta ingeniosa versic n del clásico de "Los cuatro Ases" es la invención de Charlie Miller, el brillante mago califomiano", encontramos posteriormente, en los BRAUE NOTEBOOKS una brev; versión llamada "The Nomad Aces", con la siguiente nota: "Mos­ trado por Charlie Miller, 16/7/39; creó que él lo atribuye a Dai Vemon". Este co­ mentario y la ex¡ stencia de la segunda versión de Miller en el EXPERT CARD TECHNIQUE hacen pensar qJ e el primero de los arriba mencionados es de Dai Vemon. Sea de Vernon o de Miller, lo cierto es que la versión que apareció en el EXPERT CARD TECHNIQUE como de Charlie Miller gustó a Ascanio. . A continuación ofrecemos su adaptación tomada de una cinta.de vídeo que Jor­ ge Haddad grabó en abril de 1981 en Las Palmas de Gran Canarias.

Efecto El clásico de los cuatro Ases, es decir: se colocan sobre la mesa, en fila y cara abajo, los cuatrc Ases; un espectador elige uno, que se voltea cara arriba, y sobre cada As se depositan, cara abajo, tres cartas indiferentes. El mago extiende la baraja cara abajo sobre la nesa y allí, por diferentes puntos que eligen los espectadores, va in­ troduciendo los montones de Ases no elegidos, y coloca el montón seleccionado a un lado. Recoge la extensión de cartas y dice que intentará cortar por un As. Lo prueba varias veces sin éxito. Finalmente extiende, sobre la mesa, cara arriba, la baraja y se ve que allí no hay Ases. Estos se encuentran reunidos ¡en el montón elegido!

Requisitos Una baraja normal

Rutina Retira clard y deliberadamente los cuatro Ases de la baraja y déjalos cara arriba sobre lames Í; deja también sobre ella, a tu izquierda, cara abajo, la baraja. Mientras anuncias qUe harás un juego con los cuatro Ases, jugando con ellos entre las manos, ordénal os en As negro, As rojo, As negro y As rojo, y déjalos otra vez cara

ton

arriba sobre la mesa. Un As rojo encima. Esto sirve para establecer claramente que sobre la mesa sólo tienes los cuatro Ases. Recoge la baraja y ponía cara abajo en la mano izquierda en la posición de dar. Di: Coloco claramente los Ases sobre la baraja... muy clarito, de uno en uno. Está claro, ¿verdad? Los Ases en ¡aparte superior de la baraja. Al decirlo, con la mano derecha, coloca, sobre la baraja, de uno en uno, cara abajo, los cuatro Ases. Luego cógelos abiertos en abanico con la mano derecha (sujétalos por la esquina inferior derecha con el pulgar por los dorsos y los dedos por las caras) y muéstralos frontalmente al público. Después ponlos claramente, cara abajo, otra vez, encima de la ba­ raja. Si quieres, puedes volver a decir: Recordad, los cuatro Ases los coloco encima de la baraja, y como antes vuelve a mostrarlos. Esta fase sirve para establecer claramente que los Ases están encima de la bara­ ja, pero también para hacer efectiva la "finta" que vas a realizar a continuación, pues los espectadores de alguna forma empiezan a sospechar que hay algo raro en todo esto, principalmente debido a tu persistente machaconería de que los Ases están en la parte superior de la baraja; cosa que por otra parte es obvia. Di: Si coloco las cuatro primeras cartas de la baraja sobre la mesa, ¿qué cartas coloco?... Los cuatro Ases... ¿verdad? Ahora, antes de poner los Ases en fila sobre la mesa, de izquierda a derecha, haz algo que despierte las sospechas del público. Ascanio con la baraja en la mano izquierda, en la posición de dar, adelantaba la mano derecha y usándola de puntero decía: Colocaré los Ases de izquierda a dere­ cha sobre la mesa en una fila horizontal; en ese gesto la mano derecha se cruzaba sobre la izquierda y con el índice derecho señalaba cuatro puntos, de izquierda a de­ recha, sobre la mesa. Al hacer esto, movía la mano izquierda, que quedaba oculta de­ trás del antebrazo derecho (simulaba hacer el corte Chaiiier a una mano). Luego de­ cía: Asi pues, recordad, coloco los cuatro Ases de izquierda a derecha, en Jila, sobre la mesa. Estas acciones y lo obvio y repetitivo de la.charla, generan dudas acerca de la veracidad de lo que se dice. Al dar las cartas sobre.la mesa en fila, de izquierda a derecha, da primero tres Ases y al dar el cuarto da una carta indiferente usando la dada en segunda. Arturo usaba una dada en segunda tipo strike.1 Lo bien construida que está esta fase hace que nadie se percate de esa dada en segunda. Ahora mira al público y di: Recordad, los cuatro Ases sobre la mesa. AI decirlo pasa la baraja a la mano derecha, caras hacia la izquierda, en la posición de la mez­ cla usual por arrastre en las manos y, por arrastre, pelándolacon el pulgar izquierdo, pasa una carta de la parte inferior de la baraja a la superior; luego vuelve a dejar cara abajo la baraja en la posición de dar en la mano izquierda. 1.

La dada en segunda por arrastre, en G.E.C., de Roberto Giobbi. Tomo 4, pág. 871. Editorial

Páginas. 1994. Ver también en EXPERT CARO TECHNIQUE, de Hugard y Braue.

24?

Haz una pausa, sonríe y di: Quiero que estéis seguros de que esto es asi. Al de­ cirlo coge con la mano derecha, desde arriba, en la posición de cortar (dedos en el extremo exterior y pulgar en el extremo interior) la carta indiferente del extremo de­ recho de la fila -supuestamente un A s - y sin dejarla ver colócala, sobresaliendo en la mitad de su anchura hacia la derecha, sobre la segunda carta de la derecha-un As(fig. 1). Luego coge, de la misma forma, estas dos cartas y déjalas sobre la tercera hacia la izquierda. La primera carta cogida -el supuesto As, pero realmente una car­ ta indiferente- debe caer justo encima de esta tercera carta; la otra sobresaldrá hacia la izquierda (fig. 2). Coge ahora todas estas cartas de la misma forma que antes y ponías sobre la del extremo izquierdo, de manera que ésta última quede sobresaliendo hacíala derecha (fig. 3). Mientras dices: Os hice una broma para ver si estabais aten­ tos... pues realmente he colocado los Ases sobre la mesa, coge, desde arriba, con la mano derecha, en la posición de cortar (dedos en los extremos exteriores y pulgar en los extremos interiores) las cartas de la mesa yvolteando la mano palma arriba mués­ tralas a los espectadores (fig. 4). Debido a su posición sólo se ven tres Ases, pero puesto que miras al público a los ojos, y a que no das demasiada importancia al hecho de enseñar las cartas, nadie enfocará suficientemente su atención sobre ello. Después de enseñar breve pero cla­ ramente los Ases en la mano derecha palma arriba, voltea esta mano palma abajo, y

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Separa de la misma manera otras tres cartas y tras mostrar la de la cara depo­ sita este paquete sobre el As cara arriba y comienza a coger otras tres, simula dar­ te cuenta de que algo va mal, detente, recoge las cartas dadas sobre el As cara arri­ ba, déjalas so are la baraja, y voltea ese As cara abajo. Al hacerlo di: ¡No! ¡No! Perdón. Todo, los Ases deben estar cara abajo. Simula coger tres cartas de encima de la baraja, como las veces anteriores, pero coge sólo dos (cuando finges tomar la tercera ¡ho coges ninguna). O sea, haces una cuenta falsa de dos cartas como tres. El ritmo y los ruidos que se producen harán que nadie advierta que no has cogido tres caitas en esta ocasión. Haz todos los gestos exactamente igual que si cogieses tres (¡artas.2 i Cuenta tres cartas de la parte superior de la baraja y ponías encima del tercer As. De igual forma, pon otras tres sobre el cuarto As (realmente una carta indiferente).

deja caer cara abajo los supuestos cuatro Ases sobre la baraja que sujetas en la mano izquierda. Di: Ahora, sí, en serio, recordad que coloco los Ases... cara abajo... en fila sobre la mesa. Al decirlo da las cuatro cartas superiores de la baraja cara abajo de izquierda a derecha sobre la mesa. Realmente al dar la cuarta das en segunda, con lo cual sobre la mesa tendrás de izquierda a derecha: una carta indiferente, un As, otro As, y una carta indiferente. Para los espectadores habrás colocado sobre la mesa los cuatro Ases. Pasa la baraja a la mano derecha, en la posición para la mezcla usual por arras­ tre en las manos, caras hacia la izquierda y pela, individualmente, de la cara, sobre la mano izquierda, tres cartas, y sobre ellas echa el resto de la baraja: luego coloca ésta cara abajo en la posición de dar sobre la mano izquierda. Con esta operación ha­ brás pasado tres cartas indiferentes desde la parte inferior a la parte superior de la ba­ raja. Al hacerlo di: Ahora colocaré tres cartas indiferentes sobre cada As. La situa­ ción es: sobre la mesa tienes una fila de cuatro cartas cara abajo, las de los extremos son cartas indiferentes y las del centro son Ases (para el público son cuatro Ases). En la mano izquierda tienes en la posición de dar cara abajo la baraja con tres cartas indiferentes encima y luego dos Ases (desconocidos para el público). Comenta: Pero primero quiero que me indiquéis un As. Al decirlo dirígete a un espectador, y pon las manos encima (pero sin tocarlas) de las cartas de los extremos, tapándolas (fig. 5). Normalmente este gesto bastará para que el espectador te indi­ que uno de los Ases del centrp de la fila. Si esto no ocurriera y te indicase una de los extremos, sepárala un poco hacia delante y pídele que te indique otra carta, y luego otra, de modo que individualices uno de los dos Ases que están en el centro de la fila. Voltéalo cara arriba y di: Este será el As elegido. Anuncia que pondrás sobre cada As tres cartas indiferentes. Con el pulgar iz­ quierdo empuja hacia la derecha la carta superior de la baraja y cógela con la mano derecha, dedos en la cara y pulgar en el dorso. Luego desplaza de la misma forma la segunda carta y cógela en la mano derecha debajo de la contada anteriormente. Al cogerla, deja que la primera carta se coloque sobre el pulgar izquierdo de modo que al separarlas, arrastrándolas con la mano derecha hacia delante, la de arriba, al aban­ donar el pulgar, salte sobre la de abajo y haga mido. En la cuenta de tres, al coger la tercera carta debajo de las otras dos, repite los mismos movimientos y ruidos que al coger la segunda. Cuadra-estas tres cartas en la punta de los dedos izquierdos, y luego cógelas desde arriba con la mano derecha, en la posición de cortar, muestra la inferior volteando la mano derecha palma hacia el público y .colócalas sobre el As (carta indiferente) del extremo más cercano al As que está vuelto cara arriba en la fila. Es decir, si eligieron el segundo As por la derecha, comienza por el extremo derecho; pero si eligieron el tercer As, comienza por el ex­ tremo izquierdo.

2. Esta falsa c nía se usa en "Ases con amor", en LA MAGIA DE ASCANIO, Tomo 2, pág. 236 y también en "De paquete a otro", del mismo Tomo, pág. 110.

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Explica que insertarás los montones no elegidos dentro de la baraja; para ello ex­ tiéndela cara abajo sobre la mesa delante de la fila de los Ases. Empieza a coger los montones por is! extremo más alejado al paquete del As elegido, e introdúcelos dentro de la extensión Coge el-primer montón, ábrelo cara abajo entre las manos mientras di­ ces: Recordad, un As y tres cartas indiferentes. ¿Por dónde queréis que lo introduzca en la extensiór, ? ¿Por aquí? Al decirlo oierra la pequeña extensión de cuatro cartas que sujetas entre las manos, cuádralas y suj átalas lateralmente en la punta de los dedos izquierdos (pulgar en el dor­ so y dedos en li cara) y con la mano derecha (cogiendo las cartas desde arriba, por sus extremos) abre la extensión de la mesa por el punto que te hayan indicado los espec­ tadores. Ahoraila mano derecha debe adoptar una posición idéntica a la que adoptará más tarde, con bl siguiente paquete, cuando tenga una carta empalmada (acción de na­ turalidad condicionante). Por el punto indicado por los espectadores introduce en la extensión el pij mer paquete con la mano izquierda (fig. 6).

Una vez que hayas perdido el primer paquete en la cinta, coge con la mano de­ recha el segundo montón. Ahora al decir: También aquí tenemos un As y tres car­ tas indiferentes, muestra las cartas como antes —puedes incluso enseñar el As y las tres cartas cualesquiera— luego cuádralas, muestra el As en la cara de este montón (fig. 7) y empálmalo. Arturo usaba el siguiente empalme. Cogía las cartas en la mano derecha por sus extremos, desde arriba, en la posición de cortar (dedos en el extremo exterior y pulgar en el extremo interior) fig. 7; una vez mostrado el As al público, y cuando la mano de­ recha estaba ya dando el dorso al público (fig. 8), con la punta de los dedos derechos desplazaba hacia la derecha la carta inferior, en este caso un As (fig. 41 de la pág. 352). Este desplazamiento hacia la derecha es similar al movimiento que se produce en el pase de Kelly.3 Con un ligero movimiento de ajuste del pulgar y de los dedos, coloca­ ba esta carta en la posición de pre-empalme (ver otra vez la fig. 41). Ahora con los de­ dos de la mano izquierda cogía las tres cartas superiores, por su esquina inferior iz­ quierda (dedos en la cara y pulgar en el dorso) fig. 9. Al apartar esas cartas la mano derecha empalmaba la carta inferior (figs. 43 y 44, pág. 352). El índice derecho que­ daba ligeramente dobladó.y la mano derecha tenía una apariencia muy natural. La mano derecha, como antes (acción condicionada), se desplaza hacia la cinta y la abre por el punto que los espectadores hayan indicado (fig. .10). Arturo decía que esto es usar la mano -que tiene la carta empalmada- para lo que está-hecha: "utili­ zación inocua de la mano que tiene la carta empalmada", le llamaba. La mano iz­ quierda, como antes, introduce sus cartas en la cinta (fig. 10). Al llegar al tercer paquete di: Este es el As elegido; a este montón lo dejaremos aquí. Al recogerlo de la mesa con la mano derecha, añádele la carta empalmada, cuá­ dralo, muestra sólo el As inferior, volteando palma arriba la mano derecha, cuádra­ lo y déjalo sobre la mesa, retrasado, a la derecha o la izquierda, según sea conveniente. Coge el cuarto montón y con acciones similares a las anteriores insértalo en la extensión. Recoge la baraja, cuádrala y déjala cara abajo sobre la mesa. Di: Ahora intentaré cortar por una As... no creáis que es fácil, pues sólo hay tres Ases en la ba­ raja; si estuviese el cuarto seria diferente. (Uso subliminal del lenguaje muy intere­ sante: estás creando una acción de continuidad aparente de tipo verbal, pues al de­ cir "el cuarto", refuerzas la ¡dea de que tres de los Ases están en la baraja, cosa que no es cierta). Corta la baraja con la mano derecha por su centro (coge las cartas des­ de arriba), voltea la mano y advierte que has fallado: la carta de corte no es un As, es una indiferente. Recompon la baraja y vuelve a cortar, tratando de encontrar un As. Vuelve a fallar e inténtalo por tercera vez.

3.

Frank Kelly's Bottotn Placement, en TARBELL COURSE IN MAGIC, Vol 3, pág. 184. 302

Después del tercer fallo di: Aquí pasa algo raro, esto no es normal... Recoge la baraja y extiéndela cara arriba sobre la mesa. Di: ¡Aquí no hay Ases! Seguid mis de- — dos... Con el índice de la mano derecha ve separando cartas de ia extensión para mos- trar que no hay Ases y al mismo tiempo desplaza la mano de un extremo al otro. Cuan- do llegues al segundo extremo sigue moviendo el índice sobre la mesa y dirígete hacia el montón del As elegido, que estará cara abajo sobre la mesa (en el extremo dere­ cho o en el izquierdo) detente y di: Porque los Ases están ¡aquí! Voltea, cara arriba, triunfalmente, el montón de cartas cara abajo, mostrando los ¡cuatro Ases! Arturo también tenía algunas variantes. En una de ellas simplemente empleaba un empalme di ferente. A veces usaba el empalme a una mano conocido como el em- palme de De Gago.4 Para justificar este empalme hay que cambiar ligeramente el ma- _ nejo de los paquetes. Veámoslo. Después de coger el primer paquete anuncia que mezclarás las cartas, cosa que ha­ ces desplazándolas entre las manos. Luego cuadra el paquete, pásalo a la mano izquier­ da y como antes (fig. 6) introdúcelo en la extensión por el punto que te hayan indicado. ~

4. El empalme a una mano, en G.E.C., de Roberto Giobbi. Tomo 3, pág. 678. Editorial Páginas. 1995. También en el juego "Las diez cartas a través de la manga", pág. 108 del presente Tomo. 303

Al coger el segundo paquete -el del As a empalmar- y al mezclar las cartas, man­ ten la pista del As y por fin ponió como carta superior, pero desplazado hacia delante. Al cuadrar y coger las cartas en la mano derecha, desde arriba, en la posición de cortar, obten una separación debajo del As con la yema del pulgar derecho, y al pe­ dir que te indiquen un punto por el que introducir las cartas en la extensión,, haz un gesto con la mano derecha indicando hacia la extensión de cartas; en este gesto pre­ siona con la punta de los dedos hacia abajo sobre los extremos de las cartas, con lo que la carta de encima de la separación saltará al empalme; luego pasa las cartas in­ feriores a la mano izquierda e introdúcelas en la extensión (fig. 10). El resto del jue­ go es igual que en la versión anterior.

Otra variante Una vez colocadas las tres cartas indiferentes sobre cada As coge la baraja (en esta vanante no se extiende sobre la mesa) y sujétala en la mano izquierda, ladéate un poco hacia la izquierda en tu silla, y coge el primer paquete de la mesa con la mano derecha, desde arriba, en la posición de cortar; abre con el pulgar izquierdo una se­ paración hacia el centro de la baraja (para ello hojéala hacia abajo sobre la esquina superior izquierda) y por allí introduce el paquete de la mano derecha como en la mi­ tad de su longitud. Luego, también con la mano derecha arregla (cuadrándolas) las cartas del paquete que acabas de insertar, separa las manos (la derecha cae a la mesa) e introduce claramente las cartas que sobresalen dentro de la baraja con la punta del índice izquierdo. Acaba de cuadrar la baraja con la ayuda de la mano derecha, y en un gesto gírala trescientos sesenta grados entre las manos. Para ello haz dos giros -en el sentido de las agujas del reloj- sucesivos de ciento ochenta grados. Coge el pa­ quete con el As, colócalo en la posición de pre-empalme -como en el primer caso(figs. 7 y 8; y 41 de la pág. 352) e introduce sólo tres cartas por la separación que ob­ tienes con el pulgar izquierdo por la esquina superior izquierda de la baraja (ver fig. 42, pág. 352). Al retirar la mano de la baraja empalma el As (ver figs. 43 y 44, pág. 352). Seguido, la mano derecha, en una aplicación inocua y apropiada, cuadra el pa­ quete que está por encima del de las cartas que acabas de insertar. El dedo índice iz­ quierdo introduce las cartas que sobresalen en la baraja. Haz el gesto de cuadrar la baraja y gírala trescientos sesenta grados con ayuda de la mano derecha, que lógica­ mente tiene empalmado el As. Luego al recoger el montón del As elegido, añádele el As que acabas de empalmar; cuadra, y coloca este paquete a un lado. El cuarto paquete se manipula como el primero. Acaba con la fase de los cortes, la extensión cara arriba de la baraja, y encuentra los Ases en el montón elegido. Para Ascanio estas modificaciones son una demostración práctica del valor de la técnica, pues la diversidad técnica permite al mago elegir la variante de realización que mejor se adapta a su personalidad. 304

LOÉ AÉEÉ ESTILO LAS VE6AS Ascanio des irrolló este juego basándose en una idea de Gerald Kosky, "Los Ases desaparecen", qae leyó en las MAGIFICHAS que editó, en 1981, la Asociación Mági­ ca Aragonesa, con traducción de Ángel Díaz Crespo. Puedes encontrar el original en MY BEST de Janies G. Thompson, "Vanishing Aces". La MAGIFICHA mencionada ofrecía una sucinta explicación del juego: Efecto: Los Ases se desvanecen de una baraja mezclada y aparecen en el bolsi­ llo de un espectador. Método: Cuatro Ases duplicados y utilización del empalme. Material. Una baraja y otros cuatro Ases. Con estas escasas explicaciones, un poco ampliadas —en total una hoja—Ascanio preparó su versión. La bautizó "Los Ases estilo Las Vegas", en recuerdo de Johnny Paúl, al que había visto actuar en aquella ciudad. Arturo quedó maravillado al ver al mago americano que, con unas cartas empalmadas, manejaba con una naturalidad asombrosa sus manos, mientras colocaba a los espectadores en sus sitios.

Requisitos Una baraja normal con dos juegos de Ases duplicados (cuatro Ases más del mismo tipo y color del dorso que la baraja que se emplee).

Ordznaclón Ten preparados en la parte superior de la baraja cinco Ases, por ejemplo el As de Picas, el As de Diamantes, el As de Tréboles, el As de Corazones y el As de Picas. Los otros tres Ases estarán perdidos por el centro.

Rutina Pide a dos espectadores que te ayuden. Ai que se siente a tu derecha, le comunicas que será el "vigilante", ya que el otro espectador es un peligroso y hábil "tahúr", muy conocido en el mundillo del juego. Por lo tanto debe vigilarlo para evitar que haga cual­ quier movimiento tramposo. Al de la izquierda, pregúntale si no le importa represen­ tar el papel del' tahúr". Mientras haces el reparto de papeles empalma las cinco cartas superiores de la baraja en tu mano derecha. Usa cualquier método de empalme.1 Entrega al espectador de tu izquierda -el tahúr- la baraja para que de ella saque los cuatro Ases. La mano derecha después de depositar la baraja delante del mencionado espectador, se a eja y se apoya en el borde de la mesa, en tu lado derecho (fig. 1).

1.

Empalme por jrriba, en G.E.C., de Roberto Giobbi. Tomo 2, pág. 244. Editorial Páginas. 1994. 305

Lo que apoya sobre la mesa son los dedos, la palma queda inclinada hacia abajo y debajo del nivel de la superficie superior de ésta. Inclina tu cuerpo ligeramente hacia la izquierda y hacia delante, y centra toda tu atención en el espectador de la izquierda, que comienza a buscar los Ases en la baraja. También puedes pedirle al "vigilante" que no pierda de vista al "tahúr", pues cuando tienen las cartas en sus manos son muy peligrosos. El espectador de la izquierda busca los Ases y los va sacando, Al cabo de unos instan­ tes te informará que en la baraja sólo hay tres Ases, o sea, que falta uno. Si tardase en buscar los Ases y sientes que tu postura está siendo muy estática, pue­ des apoyar tu mano derecha -la que tiene las cartas empalmadas-, en el brazo izquier­ do del espectador de la derecha y preguntarle si está controlando bien al "tahúr". Mien­ tras apoyas la mano derecha sobre el brazo del espectador de la derecha, como para llamar la atención, gesticula también libremente con la mano izquierda, que todo el mundo pue­ de ver vacía. Cuando el espectador de la izquierda te diga que falta un As, mírale con recelo y pregúntale: ¿No será que me has hecho alguna jugada, eh? Dirígete al de la derecha y dile: ¿Le has visto hacer algo? Mientras te contestan dirige tu mano derecha (con las cartas empalmadas) al antebrazo derecho del espectador de tu izquierda y có­ gelo, diciéndole: ¿Mepermites? Cógele la solapa izquierda de su chaqueta con tu mano izquierda, ábresela e inmediatamente lleva tu mano derecha hacia su bolsillo interior iz­ quierdo, allí descarga los cuatro Ases y saca el As superior -el As de'Picas- y con cara entre guasón y enfadado di: ¿Conque haciéndome bromas, eh? Arturo prefería llevar la mano al hombro izquierdo del espectador y dejar allí los Ases duplicados. Deja el As de Picas sobre la mesa junto a tos otros Ases y dirígete al espectador de la derecha y dile: Ya te dije que era un tahúr muy peligroso. Ascanio optaba por hacer varios juegos con el espectador "cargado", y al cabo de un rato, seguía con "Los Ases estilo Las Vegas". Con esto pretendía crear un parénte­ sis de olvido para la acción de cargar los Ases en el bolsillo del espectador. Cuando lue­ go los Ases aparecían, nadie lo relacionaba con la broma que acabamos de relatar. Pide al "tahúr" que mezcle los Ases. Mientras ¡o dices, con la baraja que tienes en las manos, mecánicamente pela cuatro cartas con el pulgar izquierdo sobre la mano iz­ quierda, como enseñándole cómo debe mezclar; luego vuelve a ponerlas sobre la bara­ ja, pero obten una separación con el meñique izquierdo debajo de ellas. Esta acción te facilitará el posterior empalme de esas cuatro cartas. Aprovecha para recordarle al "vi­ gilante" que controle al "tahúr" en todos sus movimientos. Empalma las cuatro cartas de encima de la separación en la mano derecha. Puedes usar cualquier empalme. Cuando el espectador te informa que ya ha mezclado los Ases a su entera satis­ facción, con la baraja en la mano izquierda, ofrécesela para que coloque sobre ella los cuatro Ases. Al acercarle la mano izquierda lleva la mano derecha con las cua­ tro cartas empalmadas al borde de la mesa, en tu costado derecho, donde se apoya 306

y descansa (en la fig. 1 puedes ver la posición de esta mano, apoyada sobre el bor­ de de la mesa). Como ves, la mano derecha, con las cartas empalmadas, siempre queda en segundo plano, en una zona penumbrosa.

Cuando el espectador de la izquierda se disponga a colocar los Ases encima de la baraja, haz algo de comedia; por ejemplo, retírale la baraja y di: Encima, no de­ bajo. Acércale de nuevo la baraja y retírasela otra vez justo cuando vaya a dejarlas cartas, mientras agregas: No en el medio, encima. Vuelve a ofrecérsela y déjale que ponga las cartas claramente encima de ella. Mientras dices: Recordad, el tahúr ha colocado las cartas encima... no debajo... ni en el medio... encima, lleva la mano derecha hacia la baraja -a la vez que la mano iz­ quierda que la sujeta la trae hacia ti- y pósala desde arriba en ella (pulgar en el extremo interior y dedos en el extremo exterior) fig. 2. La mano izquierda voltea la baraja cara arriba; en ese gesto añade las cartas empalmadas en su parte superior (fig. 3); cuádrala entre las manos, voltéala cara abajo, y ponía en la mano izquierda en la posición de dar. ' Explica que darás los Ases, uno a uno, en fila sobre la mesa, lo que haces dando en fila, cara abajo, las cuatro cartas superiores -cuatro indiferentes- de izquierda a derecha. Di: Ahora daré tres cartas indiferentes sobre un As. Dirígete al espectador de la izquierda y pregúntale qué As prefiere. Cuando te indique uno, coge las tres cartas superiores de la baraja y simula ir a colocarlas sobre ese As. Al hacer este gesto des­ plaza con el pulgar izquierdo la carta superior de la baraja y obten una separación debajo de ella con el meñique izquierdo. 307

Continúa: Pero casi. será mejor que tú mismo me indiques tres cartas cualesquie­ ra. Al decirlo, devuelve las tres cartas de la mano derecha a la parte superior de la ba­ raja y, mediante un doble corte, pasa las cuatro de encima de la separación -los cuatro Ases- a la parte inferior, manteniendo entre estas cartas y el resto ima separación; sin pausas empalma estas cuatro cartas en la mano izquierda. Con ellas empalmadas en la mano izquierda haz una extensión de cartas entre las manos, y ofrécela al espectador para que te señale tres cartas cualesquiera contiguas. Corta con la mano derecha por el punto que te indique y pon las tres cartas señaladas sobre el As elegido (fig. 4). Todo está claro, tú has elegido un As y sobre él hemos colocado tres cartas que también has elegido tú... mira en la baraja, no hay más Ases. Al decirlo, haz dos co­ sas: coge la baraja con la mano derecha y llévala a la parte delantera de la mesa, don­ de la extiendes cara arriba de izquierda a derecha; al mismo tiempo la mano izquierda cae al regazo y coloca las cuatro cartas empalmadas detrás de tu rodilla izquierda o simplemente las deja en tu regazo (depende de las condiciones en las que actúes). Ahora voy a hacer desaparecer los Ases. Mirad, los pongo aquí, hago así y... ¡han desaparecido! Esta es una carta indiferente. Coge el paquete de cartas del As elegido, cuádralo, y colócalo en la mano izquierda; toma con la mano derecha una de las cartas de la mesa, supuestamente un As, y ponió debajo del paquete en la mano izquierda; coge el paquete desde arriba (en la posición de cortar) con la mano dere­ cha y con la mano izquierda saca hacia la izquierda la carta inferior -el supuesto Asy deja el paquete de la mano,derecha en su posición sobre la mesa; luego haz un ges­ to mágico y voltea la carta de la mano izquierda, para mostrar que el As ha desapa­ recido. Deja esta carta donde estaba, cara arriba. Haz lo mismo con los otros dos su­ puestos Ases. Ahora tendrás sobre la mesa, la baraja extendida cara arriba en la parte delantera, tres cartas cara arriba en una fila y en ella un montón de cuatro cartas cara abajo. Pregunta al espectador: ¿Dónde crees que están los Ases? Normalmente te dirá: "Ahí" y señalará el paquete cara abajo de la fila. Con la mano derecha extiende hacia abajo en extensión vertical o columna esas cartas y di: Bueno, la pregunta no era muy difícil... aquí no hay Ases (señala hacia la extensión) y de aquí han desaparecido (señala las cartas cara arriba en la fila) .. .pues si... aquí están los Ases... Coge la extensión de cuatro cartas cara abajo en­ tre las manos, cuádrala en la mano izquierda y voltea cara arriba con la mano dere­ cha una carta sobre la mesa: es una carta indiferente. Como sorprendido por la apa­ rición de esta carta indiferente voltea cara arriba rápidamente las otras tres en la mano izquierda, para mostrar cartas indiferentes, que dejas caer sobre la mesa. Mira al es­ pectador de la izquierda con aire interrogante y enfadado y pregúntale: ¿Ésta es otra broma de las tuyas? Te dirá que no ha hecho nada; entonces dile que te entregue los Ases. Tras un poco de comedia pídele que busque en el bolsillo interior de su cha­ queta. Deja que sea el propio espectador quien saque los Ases de su bolsillo. 30?

EL MEGO DE LOS SABIOS Estejuegí de Ascanio está basado en "Penetration of Thought", de Dai Vernon;1 Según una anécdota que Bernat relató en la CIRCULAR de la EMM, la versión de Vernon le llegó a !Arturo a través de Fred Kaps. Rutina Sóbrela njiesa tienes cara abajo y abiertas en abanico ocho cartas, cuatro de dor­ so azul, y encima de ellas cuatro de dorso rojo. Estas ocho cartas son, los Reyes de dorso azul y tas de dorso rojo. El orden de estas dos series, desde la cara, es el co­ nocido CHaSeD, es decir, las cartas están ordenadas en Tréboles, Corazones, Picas y Diamantes, siendo el Rey de Tréboles, de dorso azul, el que está en la cara. Antes de c omenzar el juego propiamente, dicho, haz una introducción verbal. Ar­ turo empezabí diciendo: Este juego está basado en Un proverbio de Confucio, que dice: "para ir entre los sabios, primero, hay que ir detrás de los sabios... Es decir, caminando detrás de los sabios, llegará un momento en el que camines entre ellos ". Al decirlo, toca el dorso de las cartas con las yemas de los dedos de la mano de­ recha, abrienco así el abanico un poco más. Al acabar la charla inicial, con la mano derecha, recoge las cartas de la mesa y colócalas cara arriba en la mano izquierda. Luego extiéndelas entre las manos y di: Estos son los sabios... mejor dicho, estos cuatro son lo¡ sabios, y estos otros cuatro son los aprendices, Separa cuatro cartas, cara arriba, en cada mano, muéstralas abiertas en extensión, y luego voltéalas cara abajo, cerranco al mismo tiempo ambas extensiones. (Para hacerlo, repliega los ín­ dices de ambas manos debajo de las cartas que ellas sujetan, y con las cartas cogidas entre los índices y mayores, voltéalas cara abajo, simultáneamente. Las cartas de la mano derecha pivotan hacia la izquierda, y las de la mano izquierda hacia la dere­ cha). Ahora coloca las de dorso rojo encima de las de dorso azul, y pasa todas a la mano izquierca. Con esto, dejas claramente establecido que sólo tienes en tus manos ocho cartas... ocho Reyes, cuatro de dorso azul y cuatro de dorso rojo. Con las cartas en la mano izquierda, cuadradas y cara abajo, continúa: Cuatro cartas de dorio rojo... y cuatro de dorso azul... cuatro rojas y cuatro azules. Al de­ cir esto, pasa las cuatro cartas rojas de la mano izquierda a la derecha, muéstralas abiertas en extensión, cuatro en cada mano (las de la mano izquierda no estarán abier­ tas en extensión); si quieres, para reforzar esto, puedes pasar el pulgar izquierdo por el dorso de la:; cartas rojas. Pasa otra vez las cuatro rojas a la mano izquierda y, sin pausas, cuéntalas hacia la mano derecha, de una en una, una debajo de la otra.

THE DAI VEJWON BOOK OF MAGIC, de Lewis Ganson, Capítulo 4, pág. 51. L&L. 1994.

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Al contarlas, pon tu meñique derecho entre la tercera y cuarta carta de dorso rojo (fig. 1). Este es el pase de Dai Vernon conocido con el nombre de la "cuña".2 Da un golpecito, perpendicularmente, con las cartas rojas (que sujetas en la mano derecha) contra el dorso de las cartas de dorso azul que sujetas en la mano izquier­ da; golpea con el borde del lado izquierdo de las cartas de dorso rojo sobre el dorso de las cartas azules (fig. 2). Ininterrumpidamente, comienza a contar las cartas de dor­ so azul hacia la mano derecha. Coloca las tres primeras, abiertas en extensión, den­ tro de la separación que el meñique derecho mantiene entre la tercera y cuarta carta de dorso rojo. Saca el meñique una vez que hayas hecho esto, y casi en el mismo ges­ to. pon la última de dorso azul detrás de todo el paquete de la mano derecha, y abier­ ta hacia la izquierda. Las cartas de dorso azul quedarán en salida lateral con respec­ to a las de dorso rojo y aparentemente detrás de ellas (en realidad tres cartas de dorso azul están detrás de tres de dorso rojo, luego hay una de dorso rojo yfinalmenteuna de dorso azul).

Entonces, al hacer este encuadramiento, las cartas quedarán escalonadas (las ,.-. rojas arriba y hacia el interior, y las azules detrás y hacia fuera). Ahora la mano- ,_. derecha separa oblicuamente y hacia la derecha las cartas de dorso rojo pero, en esta acción, el pulgar derecho introduce la última carta roja -la que está debajo \ de tres azules- entre las cartas de dorso azul, con lo que sólo separas hacia la de­ recha las tres cartas de dorso rojo superiores, que dejas caer, cuadradas, sobre la " mesa, a tu lado derecho. Por medio de la dada suelta,3 da sobre la mesa, con la mano derecha, como cuatro, las cinco cartas que sujetas en la mano izquierda. La tercera dada es en realidad una doble (la carta de abajo de la doble es la de dorso rojo), que das como una, gracias al push-off del pulgar de Ascanio. Al hacerlo di: Estas cartas... Recógelas de la mesa y haz, inmediatamente (cartas cara abajo) un culebreo :~~ vertical con presa del anular seguido del deshoje. Mientras lo haces di: ...las ~ cuatro cartas azules se quedarán aquí sobre la mesa... ¿quieres poner tu mano ; — sobre ellas, por favor? O sea, haz el culebreo con la presa del anular. Luego ,~ con la mano derecha coge la carta inferior y seguido, debajo de ella, coge la su­ perior; al hacerlo deja que las cartas froten una contra otra y que se desplace ha­ cia la mano derecha la carta que corresponde coger. Separa las manos frotando las cartas y muestras dos en cada mano. Haz una breve pausa, y luego deja la inferior de las dos de la mano derecha sobre las de la mano izquierda para dejar caer la " carta de la mano derecha sobre la mesa, hacia tu izquierda, y cerca de un espec- ~tador; luego coge la carta superior de las de la mano izquierda y déjala caer sobre ~ la de la mesa. Sin pausas, coge la doble y con la dejada quemada déjala caer so­ bre las dos de la mesa. Finalmente coge la última carta de la mano izquierda y dé­ jala caer sobre las de la mesa. Así es este deshoje.

Realizarás ahora una acción con doble efecto, Mientras dices: Ahora separamos las cartas azules de las rojas, la mano izquierda aparentemente retira hacia la iz­ quierda las cartas de dorso azul, pero en la misma acción, roba dentro de estas, la roja que quedó intercalada entre las azules como consecuencia del pase anterior (la yema de los dedos derechos, debajo del paquete, desplazan esa carta roja hacia la izquier­ da y dentro de las azules; para ello también tendrás que desplazarla un poco hacia arriba). Cuádralas con la mano izquierda. Separa las manos y deja caer sobre la mesa, al lado derecho, las de dorso rojo de la mano derecha. Variante. Si te resulta complicado el método de Ascanio, puedes lograrlo de este otro modo: Cuadra lateralmente las cartas (en este caso, aparentemente, las de dor­ so azul estarán detrás de las de dorso rojo y en salida exterior).

Con la mano derecha, empuja estas cartas hacia el espectador y haz que colo­ que sus manos (o una mano) sobre ellas. El orden de estas cartas de dorso azul es, ' desde la cara: Diamantes, Tréboles, Tréboles (de dorso rojo), Corazones y Picas. — Coge el paquete de cartas de dorso rojo de la mesa y mézclalo en las manos, ^ con la mezcla de cambio y marcha atrás, dos veces. Es decir, coge las cartas en la mano derecha lista para una mezcla usual por arrastre, y pela con el pulgar iz­ quierdo sobre la mano izquierda dos cartas. Al simular pelar la tercera, realiza el cambio de esta carta por las dos ya peladas. Pela individualmente, con el pulgar izquierdo, sobre la carta de la mano izquierda, otra vez, estas dos cartas, de una ;" ' en una. Realiza esta mezcla dos veces.

2.

3. La dada suelta, en "Agua y aceite sin manipulaciones", en LA MAGIA DE ASCANIO, Tomo 2, pág. 207 y 208.

Tienes una explicación de este pase en el juego "Penetration ofThought", en THE DAI VERNON

BOOKOF MAGIC, pág. 53. L&L. Publishing. 1994.

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Ahora la mano derecha, que sujeta tres cartas con una separación del pulgar de­ bajo de la primera, se desplaza hacia la izquierda, hasta que la esquina inferior izcartas choque contra la palma de la mano izquierda y deja allí, cogi­ da entre la base del pulgar y el anular (que ahora se ha colocado sobre la esquina inferior derecha de estas cartas) la doble. Sin pausas, desplaza individualmente ha­ cia la derecha la superior de las tres, que ahora es la única que sujeta la mano derecha: así habrás desplegado cuatro cartas. Ininterrumpidamente, con la mano derecha desplaza todas menos la doble hacia la izquierda, hasta que queden oblicuas y hacia ese lado y te d y'en visible la esquina superior derecha de la doble; verás una esqui­ na de color rojo (fig. 3). Con la mano derecha (pulgar en el dorso e índice debajo) coge la carta d bble, aparentemente la de dorso rojo (por la esquina superior derecha) arriba (fig. 4), dejándola caer en salida exterior sobre las de la mano izquierda; se viera que es el Rey de Tréboles. Tras una pausa más larga que las ante­ riores, di: Cono veis, yendo detrás de los sabios, se acaba caminando entre los sa­ bios. Con la mano derecha voltea esta carta doble cara abajo, sobre las de la mano izquierda y luego coge, con la mano derecha, y echa encima, las de dorso rojo de la mesa, mientras dices: ...se acaba caminando entre los sabios.

Al hacer esto, di: De estas cartas vas a elegir una... (después de las mezclas, haz el gesto de ofrecerlas-al espectador para que elija una, pero antes de que pueda co­ ger alguna, retíralas) ¡Mejor todavía! Para que la elección sea más libre, de estas cartas vas a pensar una. Cógelas en la mano derecha desde arriba, en la posición de cortar y di: Porque la forma más libre de elegir un Rey, es pensando uno. Puedes pensar... Picas, Dia­ mantes... Corazones, o... Tréboles. Al decirlo, pasa, cara abajo, una carta de la mano derecha a la mano izquierda, pélala con el pulgar izquierdo, luego pela la siguiente, pero al hacerlo, roba debajo de la carta de la mano derecha la que pelaste primero (que está en la mano izquierda); luego, pela normalmente, la tercera, y finalmente, coloca la carta robada, como cuarto y último Rey, encima de todo. Es decir, haz la cuenta de Biddle, robando la primera carta contada. Al hacerla, nombra seguidos los dos primeros palos, luego haz una pequeña pausa y nombra Corazones, y antes de nombrar Tréboles, haz una pausa un poco más prolongada. Con ello, las probabili­ dades de que te digan Corazones o Tréboles será más alta. Pregunta al espectador qué Rey ha pensado, y explícales que ese Rey desapare­ cerá del paquete de la mano y viajará al montón de debajo de la mano del especta­ dor. Supongamos que ha pensado el Rey de Tréboles. Coge el paquete de la mano izquierda con la mano derecha por la esquina infe­ rior derecha (pulgar encima, en el dorso de las cartas y dedos debajo). Con la mano izquierda simula sacar una carta imaginaria y lanzarla hacia la mano del espectador que está encima de las cartas de la mesa. Golpea suavemente el dorso de la mano del espectador con las cartas de la mano derecha. Tras una pausa, ábrelas en abanico, dra­ máticamente, y se ve que sólo hay tres. Después de otra breve pausa, déjalas cara abajo sobre la mesa, en tu lado derecho. Pide al espectador que retire su mano de encima del montón de cartas de la mesa y con tu mano derecha extiéndelas, hacia la derecha, para mostrar que ahora sobre la mesa hay cinco cartas, cuatro de dorso azul, y en el medio, una de dorso rojo. Demostrarás ahora que esa carta de dorso rojo se corresponde con el Rey elegido por el espectador. Si el espectador nombra el Rey de Tréboles. En ese caso ha elegido la mejor so­ lución -has realizado casi un milagro- pues la carta de dorso rojo es precisamente el Rey de Tréboles de dorso rojo. De todos modos, para ser congruente con otras posi­ bles soluciones (es probable que haya espectadores que te vean hacer este juego más veces), muéstralo de la siguiente manera. Recoge las cartas dé la mesa, pásalas a la mano izquierda y cuádralas. Luego extiende las dos primeras de dorso azul y la de dorso rojo hacia la derecha, ciérralas y al hacerlo, obten una separación con el pulgar derecho (por el extremo interior) debajo de las dos superiores. Seguido haz un cule­ breo Las PaImas-5. O sea, separa hacia la izquierda, primero con el índice izquier­ do la carta inferior y, luego con el pulgar, también hacia la izquierda, la superior.

Si el es pechador nombra el Rey de Picas. Después de haber mostrado que a las cartas de la mesa se les ha unido una de dorso rojo, recoge las dos superiores con la mano derecha Y pásalas a la mano izquierda, luego recoge la carta roja y, finalmente, las restantes dos cartas de dorso azul. Ahora extiéndelas tres primeras, como hemos explicado ciérralas obteniendo la separación del pulgar debajo de las dos superiores, y haz «il(culebreo Las PaImas-5. Saca la carta de dorso rojo (una carta doble) con la mano derecha (fig. 3), voltéala sobre las de la mano izquierda (fig. 4) y di: Como veis yendo detrás de los sabios, se acaba caminando entre los sabios. Voltea la carta de dors o rojo (una doble) sobre las de la mano izquierda, y luego coge y echa'

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EL VISITANTE

encima, con la mano derecha, las de dorso rojo de la mesa, diciendo: ...se acaba ca­ minando entre los sabios. Si el espectador nombra el Rey de Corazones. Después de haber mostrado que una carta de dorso rojo ha viajado al montón de cartas que estaban debajo de la mano del espectador, con la mano derecha, recógelas de la mesa, de una en una, y colóca­ las sobre la mano izquierda, cuádralas, y extiende las tres superiores hacia la dere­ cha, ciérralas, obten la separación con el pulgar debajo de las dos superiores, y haz el culebreo Las Palmas-5... Si el espectador nombra el Rey de Diamantes. Después de mostrar que una roja ha viajado al montón de cartas azules, recógelas todavía abiertas en extensión y co­ lócalas sobre la mano izquierda; ahora, como jugando con ellas y mientras las cua­ dras, con la mano derecha coge la segunda por abajo y pásala al último lugar. Abre las tres primeras hacia la derecha, ciérralas, obten la separación del pulgar, y haz el culebreo Las Palmas-5... Tréboles y Corazones son, por ese orden, los palos elegidos con mayor frecuen­ cia. Recuerda entonces que justo antes de la elección, cuando pasas cartas de dorso rojo (pase de Biddle) de la mano derecha a la izquierda, el orden verbal fue: Picas, Diamantes... Corazones o Tréboles. Los puntos suspensivos simbolizan las pau­ sas que hicimos al nombrar los diferentes palos.

Los Reyes cazadores Esta es la versión de Ascanio de ese gran juego de Larry Jennings1 que estuvo muy de moda en España durante los años 70, especialmente por la versión de Frank García "A Surprise Package", de su libro SUPER SUBTLE CARD MIRACLES, pág. 182. Arturo estudió este tema popular y nos dejó este magnífico efecto.

Requisitos Una baraja normal.

Rutina Saca de la baraja (y déjalos, cara arriba, sobre la mesa) los cuatro Reyes. Colo­ ca la pareja de Reyes rojos a la derecha, y la de Reyes negros a la izquierda. Mezcla el resto de la baraja, haz una extensión sobre la mesa, de izquierda a de­ recha, cartas cara abajo, y pide a un espectador que elija libremente una. Mientras lo hace, saca un rotulador para que la firme. Una vez que la carta elegida esté firmada haz algún comentario sobre la misma, y recalca que ahora esa carta es única en el mundo, pues es, supongamos, el único Diez de Corazones con la firma del especta­ dor. Arturo solía decir, mirando a la carta firmada: este naipe cumple la Ley de la Unicidad, pues de los 17.4 3 S millones de Dieces de Corazones, contando los fabri­ cados hoy, según.mis datos, es el único con la firma de... (por ejemplo) Javier. Mientras hablas, recupera el rotulador y guárdalo en tu bolsillo (o déjalo aparta­ do a un lado de la mesa) y recoge la extensión de cartas. Deja la baraja, cuadrada y cara abajo, en el centro de la mesa (pero cerca del borde más próximo a ti). Con la mano derecha coge la pareja de Reyes rojos y ponlos cara arriba, de uno en uno, en la mano izquierda (muéstralos por su cara y por el dorso). Pide la carta elegida - o cógela de encima de la mesa- y con la mano derecha, colócala cara aba­ jo entre los Reyes rojos. Di: Colocaré tu carta elegida y firmada, a modo de sand­ wich, entre los Reyes rojos. Haz un breve culebreo vertical con tres cartas y con­ tinúa: ...está aquí... Con la mano derecha voltea las cartas en la mano izquierda y di: ...entre los Reyes rojos... Al decirlo, coge con la mano derecha la carta superior-un Rey rojo cara abajo- por la esquina superior derecha (pulgar en el dorso y dedos en la cara) y enséñalo frontalmente a los espectadores.

1.

"The Vistor", pág. 159. TME CLASSIC MAGIC OF LARRY JENNINGS, Mike Maxwell. La primera

versión de este juego de Jennings flie publicada en el libro de Aitón Sharpe, EXPERT CARD MYSTERIES.

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Deposita este Rey cara abajo sobre la carta elegida (pero superponiéndolo hacia la derecha en la mitad de su anchura) e igual que antes, enséñalas frontalmente (fig. 1). Pon en el lado izquierdo el otro Rey y muestra frontalmente las tres cartas al público en la mano derecha. Estas son acciones de naturalidad condicionante, pues de esta manera muestras claramente dos Reyes rojos y la carta elegida entre ellos, yjnás tarde, de idéntica manera, mostrarás tres cartas, pero entonces serán un Rey negro cara arriba,.la elegida cara abajo, y un Rey rojo cara arriba -que muestras como si fuese negro porque con la mano derecha tapas su índice. Coloca nuevamente las cartas en la mano izquierda, Reyes cara abajo, haz un bre­ ve culebreo vertical con tres cartas y extiende las cartas sobre tu mano izquierda. Di: Colocaré los Reyes rojos, con la carta elegida entre ellos... así... sobre la.mesa... ¡No! Mejor así, con la cara de los Reyes visible. Al decirlo, cierra la extensión de las tres cartas, voltéalas, y vuélvelas a extender con los Reyes cara arriba, y ponías abier­ tas en extensión sobre el centro de la mesa, delante de la baraja. Ahora colocaremos los Reyes rojos y la carta elegida aproximadamente en el centro de la baraja. Coge la baraja en la mano izquierda, corta con la mano derecha unas doce cartas y ponías bien extendidas (para que ocupen el mayor espacio posible) en el lado derecho (desde tu posición) de la extensión de tres cartas; pon la. primera de esta extensión encima del Rey de la derecha. Con el resto de la baraja haz una ex­ tensión de aproximadamente la misma longitud (como hay más cartas, la extensión será más cerrada) y colócala a la izquierda de los Reyes y de la carta elegida (pon la primera de esta parte de la extensión debajo del Rey de la izquierda. No sueltes esta parte de la extensión. Di: Aproximadamente en el centro. Haz una pausa y recoge la extensión, cuadra la baraja, y sujétala en la posición de dar en la mano izquierda. Cortaré la baraja, pero quizás los Reyes rojos estén muy arriba... Si, tienen que estar más abajo. Al decirlo, extiende las cartas entre las manos hasta llegar a las car­ tas cara arriba, como para comprobar tus palabras, luego obten secretamente una se­ paración con el meñique izquierdo encima de la carta elegida y, por doble corte, pasa arriba todas las de debajo de la separación. Continúa: Los Reyes rojos deben estar más bien hacia abajo, veamos... Al decirlo, coloca la baraja sobre la mesa, y con la mano derecha córtala aproximadamente por la mitad; deja la mitad inferior sobre la mesa y con la mitad superior, que ahora pasas a la mano izquierda, haz un abanico de presión con la mano derecha. Procura que no se vea el Rey rojo, cara arriba, que está como segunda carta desde arriba, y di: ...si, aquí no es­ tán. Cierra el abanico, cuadra las cartas y colócalas en la posición de dar en la mano iz­ quierda. No sé dónde estarán los Reyes rojos, pero sé que están por algún lado en esta mitad. Con la mano derecha coge la mitad.que está sobre la mesa y pásala al ángulo su­ perior derecho del tapete. Aprovecha este momento para obtener una separación con el meñique izquierdo debajo de las dos cartas superiores del paquete que sujetas. 316

Coge ahora los] Reyes negros, cuádralos con la mano derecha, y luego llévalos hacia la mano izqu jerda, y con el pulgar izquierdo pela sobre la mitad de cartas que allí sujetas el Rey njtegro superior. Separa la mano derecha con el otro Rey, voltea esta mano mostrando sii dorso (fig. 2), luego colócalo sobresaliendo hacia la derecha, cara arriba, encima de 1$ s cartas de la mano izquierda; seguido, simula coger ambos Reyes (en realidad co ;e todas las cartas de encima de la separación) con la mano derecha, desde arriba, J! sepáralas hacia la derecha, y en ese gesto muestra sus dorsos. Lleva la mano Üerecha, otra vez, hacia la mano izquierda, y coloca sobresaliendo hacia la derecha sl Rey negro de la izquierda -y debajo de él las dos cartas extras, la elegida cara.abajj > y un Rey rojo cara arriba; el pulgar izquierdo sujeta estas cartas en su posición. ,a mano derecha se separa hacia la derecha, se voltea y muestra el dorso de la carta ue sujeta, luego regresa, coge las cartas que sobresalen de la ba­ raja.hacia la derec^jejía, las sujeta como antes, en la posición de cortar, y se vuelve a voltear mostrando §tra vez los dorsos de-dos cartas. Deposita estas cartas sobre la punta de los dedos de la mano izquierda, cuádralas y con la mano derecha voltéalas hacia atrás, es decir extremo con extremo, depositándolas sobre las cartas que sujetas en la mano izqu lerda. Haz una pausa; di: Ahora haré viajar mágicamente tu carta, que recuerda, es única en el mundo p ■
Con la mano izquierda, coge el paquete del lado izquierdo de la mesa y deposi­ ta sobre él las cartas de la mano derecha, con los Reyes negros cara arriba y di: Aho­ ra haré que la carta elegida regrese al otro paquete, entre los Reyes rojos. Haz los gestos correspondientes.

cartas, luego el pulgar izquierdo empuja hacia la derecha la superior (un Rey rojo cara abajo); cógelo en la mano derecha, por la esquina superior derecha (pulgar en el dorso y dedos en la cara) e inclínalo para mostrar frontalmente su dorso. Coge la carta elegida desplazada hacia la izquierda y muestra, como antes frontalmente al público, una carta de dorso y debajo la elegida cara arriba. Seguido, coge la car­ ta siguiente, desplazada hacia la izquierda, y muestra estas tres cartas, como antes (frontalmente al público). Voltea la mano derecha dorso hacia el público para mos­ trar las caras de los Reyes y el dorso de la carta elegida (fíg. 3). Esta acción está condicionada por las acciones realizadas anteriormente al enseñar los Reyes rojos con claridad. El índice del Rey rojo queda tapado por los dedos de la mano derecha (fig. 3). Mientras enseñas así -abiertas en extensión- tres cartas en la mano derecha, la mano izquierda obtiene una separación con el meñique izquierdo, debajo de la superior, de las cartas que sujeta. Después de volver la mano derecha a su posición inicial (o sea, dos cartas cara abajo y entre ellas la elegida cara arriba) deposita la carta del extre­ mo izquierdo de esta extensión sobre las de la mano izquierda, pero en salida lateral derecha. Después separa la mano derecha con sólo dos cartas y volteándola como an­ tes, muestra al público dos cartas -la elegida de dorso y una parte de un supuesto Rey negro (rojo en realidad) cara arriba- (fig. 4). Debido a la posición de los dedos de la mano derecha no se verá el índice rojo del Rey! Mientras haces esto, cuadra la carta (un Rey negro) que dejaste sobre la baraja, con el resto; ahora sobre la separación del meñique tendrás dos cartas (los dos Reyes negros). La mano derecha se vuelve a voltear y se acerca a la mano izquierda para coger otra vez la carta superior y en esta acción coge las dos de encima de la separación. Sin pausas, desplaza este blo­ que hacia la derecha y volteando la mano derecha vuelve a mostrarlas al público (fig. 3). Luego lleva este grupo de cartas hacia la punta de los dedos de la mano izquier­ da y cuádralo allí. Coge con la mano derecha, desde arriba (pulgar en el extremo interior y dedos en el extremo exterior) el bloque de cartas que sujetas en la punta de los dedos izquierdos y muéstralo frontalmente a los espectadores; al mismo tiempo la mano izquierda deja su paquete de cartas sobre la mesa, en el lado izquierdo, cerca del borde. Ahora la carta elegida está entre los Reyes negros. Estás mostrando en la mano derecha frontalmente un Rey negro en la cara de un grupo de cartas. Al decir lo ante­ rior bájalas hacia la mano izquierda, y en un plano casi horizontal (realmente, un poco inclinado.hacia los espectadores, para que puedan ver las cartas) haz un culebreo vertical con tres cartas (la central -la elegida- es la doble) mostrando dos cartas de dor­ so y la elegida (fig. 5). Ciérralas, voltéalas y haz un culebreo vertical con tres cartas, frontal al público (fig. 6). En estos culebreos los espectadores sólo verán dos dorsos y la carta elegida entre ellos. Acaba con las cartas cuadradas en la mano derecha.

Con la mano derecha, separa el Rey negro superior (debajo de él se verá otro Rey negro) separa ambos Reyes; mientras lo haces obten con el meñique izquierdo una separación hacia la mitad de este paquete. Separa los Reyes negros, cara arriba, con la mano derecha y muéstralos, luego pásalos a la mano izquierda (pulgar en la cara y la punta del índice y mayor en el dorso) y luego la mano derecha se separa; ahora sin casi pausa, lanza con la mano izquierda a los dos Reyes negros cara arriba hacia la parte delantera izquierda de la mesa, hacia la esquina superior izquierda del tape­ te (el cuerpo y los brazos se adelantan también). La mano derecha, en su movimien­ to de acompañamiento del gesto anterior, va hacia y coge el paquete de cartas del lado superior derecho de la mesa, y cuando te relajas hacia atrás, lleva ese paquete encima del de la mano izquierda y roba todas las cartas de encima de la separación

31?

3I
del meñique, y seguido, avanza la mano izquierda (con lo que queda de su paquete de cartas) hasta donde están los Reyes negros, cara arriba, los tocas con los dedos iz­ quierdos, corrigiendo su posición y luego regresa hacia tu cuerpo. Coloca el paque­ te de la mano derecha cerca del centro de la mesa. Haz una ligerísima pausa, y luego extiende las cartas de la mano derecha, de iz­ quierda a derecha. Procura que los Reyes rojos queden en medio; así en el centro se verán los Reyes rojos, cara arriba, con una carta cara abajo entre ellos. Muestra que esta carta es la elegida yfirmada.Un segundo e increíble viaje mágico ha tenido lugar.

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MAfe-ICA* (O I N CIENCIAS CINCO kOjA* y CINCO N«%R.AS

L A y ACCIONA CW TRANSITO CW LAS CVCNTAS CLMSLfy y H A M M Á N

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EL ENFILE AL TIEMPO Técnica Ascanio cotaenzó así este escrito, cuando lo publicó en ILUSIONISMO, N° 159, en febrero de 1951>: "Ciertos gestos, ciertas acciones, tienen únicamente por objeto fa­ cilitar lo que en prestidigitación se llama "un tiempo". Un tiempo es el momento opor­ tuno para ejecutar un pase desconocido por el público. En este caso, el gesto o el he­ cho que constituye el "tiempo" tiene por fin llamar la atención del auditorio hacia un objeto alejado del lugar donde se opera el truco..." Así habla Robért-Houdin en su famoso libro COMMENT ON DEVIENT SORCIER, des­ tacando por primera vez el mecanismo psicológico de la diversión (misdirection). Hugard y Braue, siguiendo la terminología de Houdin, llaman "enfile al tiempo" al si­ guiente cambie de cartas, que es invisible e insospechable gracias, precisamente, al hallazgo de un instante -un tiempo- en el que la atención de los espectadores está fatalmente alej ida del lugar donde el enfile tiene lugar. Se trata de cambiar tres cartas por otras tres; la acción tiene lugar inmediatamente después de volver cara arriba una. cuarta carta que está sobre la mesa. 1. La baraja e,jiiá en la mano izquierda, en la posición de dar. El meñique izquierdo mantiene una separación debajo de las tres cartas superiores. La mano derecha, dorso arriba, sostiene (pulgar por el extremo interior y mayor por el ex­ terior) otro] paquete de tres cartas. Sobre la mesa, cara abajo, hay un cuarto naipe, (Como es obvio, estas condiciones iniciales son un tanto particulares. Pero a ellas se a dapta exactamente la aplicación de este enfile, en el juego que veremos después) Despierta p curiosidad del auditorio acerca de la identidad de la carta que está sobre la masa , y disponte a volverla cara arriba. Es entonces cuando ejecutas el enfile del qjue depende el éxito del juego. 3. Pon la yerrja del mayor izquierdo sobre la esquina exterior izquierda de la carta que está sejbre la mesa, como gesto natural para facilitar la acción de volverla. Esto hará la baraja sostenida en la mano izquierda se coloque caras arriba, ocultándos'^ así por completo la separación mantenida por el meñique izquierdo. 4.

Sin soltar iks tres cartas entre los dedos pulgar y mayor derechos, desliza el lado izquierdo ce este paquete debajo del lado derecho de la carta que está sobre la mesa (fig. '.), y vuelve esta carta cara arriba, de forma parecida a la ejecución del 325

"Enfile mejicano".1 (Los espectadores pondrán por un instante, de un modo irre­ sistible, toda su atención en esta carta, deseosos de conocer su identidad). Con­ tinúa entonces con calma el movimiento hacia la izquierda iniciado por la mano derecha, a la vez que la mano izquierda se desplaza en la misma dirección y vuel­ ve la baraja caras hacia abajo. Estos desplazamientos se hacen y se conjugan sin ninguna pausa ni nerviosismo y terminan cuando el paquete sostenido por la mano derecha está directamente encima de la baraja sujeta en la mano izquierda. 5. Coge entonces por sus extremos (con el pulgar derecho en el extremo interior y el anular derecho en el extremo exterior) los tres naipes de la parte superior de la baraja, separados del resto de las cartas por la yema del meñique; al mismo tiempo, abandona sobre la parte superior de la baraja las tres cartas que llevaba la mano derecha; desplaza después, con naturalidad, la mano derecha hacia el fren­ te (fig. 2), y con el mayor izquierdo empuja hacia delante la carta vuelta, haciendo algún comentario sobre la misma. En los apartados 4 y 5 nos hemos limitado a traducir, generalizándolos a cartas cualesquiera, la explicación (referida a un efecto con Ases) que de este enfile hacen Hugard y Braue en su EXPERT CARD TECHNIQUE. Ascanio profundizaba en el punto -crucial- no aclarado por estos autores, a su entender, dé modo suficiente: el cam­ bio de las tres cartas. He aquí el modo de proceder de Ascanio, que es instantáneo y completamente silencioso. Cuando el paquete de tres cartas de la mano derecha se coloca sobre la baraja de la mano izquierda, los dedos derechos lo empujan hasta la posición que se aprecia en la fig. 3 (vista al nivel de las cartas; la fig. 4 muestra una vista desde arriba y des­ de atrás de esa misma posición. En esta última ilustración no aparece la mano dere­ cha, para mayor claridad). Fíjate que la esquina exterior izquierda del paquete de la mano derecha sobrepa­ sa francamente el extremo exterior de la baraja. Observa también que ese paquete no está plano, sino inclinado con relación a la parte superior de la baraja. Advierte, por último, que el pulgar izquierdo se apoya sobre la esquina exterior izquierda de dicho paquete, haciendo presión, a través de él, en la arista misma del extremo exterior de la baraja. En esa posición (adoptada por una fracción de segundo) es muy fácil tirar (con el anular y el pulgar derechos) del paquete de tres cartas que están por encima de la separación del meñique izquierdo.

1.

Procediendo así, el cambio de las cartas se consigue de un modo rapidísimo, sin nin­ gún forcejeo ni roce; una vez dominado, además, el cambio en cuestión es muy seguro. Este es el enfile al tiempo. Para ejecutar las siguientes aplicaciones del enfile, necesitarás saber además: a) Forzar una carta obligando psicológicamente a un espectador a decir "alto" en un momento determinado. b) Controlar cuatro cartas. Para ello Ascanio aconsejaba los procedimientos expli­ cados por Bernat en su excelente CARTOMAGIA, en la pág. 71.

MÁGICAS COINCIDENCIAS Efecto

Enfile mejicano, en G.E.C., de Roberto Giobbi. Tomo 4, pág. 773. Editorial Páginas. 1995.

Cuatro espectadores eligen libremente cuatro cartas, que luego devuelven a la ba­ raja. Después de mezclar se van arrojando cartas sobre la mesa, de una en una, has­ ta que el primer espectador dice "alto"; esta carta se retira y, sin ser enseñada, se deja aparte; se repite lo mismo con los otros tres espectadores, hasta que sean cuatro las cartas separadas. Estos cuatro naipes resultan ser, precisamente, las cartas elegidas.

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Rutina 1. Da a elegir cuatro cartas. Abre la baraja, cara abajo, en abanico, e inserta en dis­ tintas partes de la misma (por orden y empezando por el espectador de la iz­ quierda) las cuatro cartas elegidas también cara abajo. Por medio del "Salto múl­ tiple"1 de Dai Vernon, pasa estas cartas al fondo de la baraja.2

Entrega, por úHmo, lo que queda de la baraja al cuarto y último espectador y haz que él sea quiei arrójelos naipes y se detenga cuando quiera, separando enton­ ces una carta. Fon las cartas que quedan en manos de tu "víctima" sobre el mon: io espectador ha formado. Los naipes ofrecerán entonces la dis­ posición que se ve en la fig. 5 (el número en los naipes representa el espectador al que perteneqe),

2. Haz una mezcla usual por arrastre en las manos; arrastrando, de una en una, las cuatro últimas cartas, pásalas a la parte superior de la baraja. El orden de estos cuatro naipes quedará invertido; es decir, la carta superior será la del primer es­ pectador, y la cuarta será la del cuarto. 3. Continuando la mezcla, coloca las cuatro cartas elegidas en las posiciones sépti­ ma, octava, novena y décima (es decir, añade seis cartas encima de ellas). 4.

Dirigiéndote al primer espectador, ve arrojando cartas sobre la parte izquierda de la mesa, y haz que diga "alto" al depositar el séptimo naipe.3 Empuja esta sépti­ ma carta (que es precisamente la del primer espectador) hacia delante, separán­ dola de las otras seis.

5. Como queriendo dar toda clase de garantías al espectador, dile: Fíjate que yo he depositado las cartas de una a una. Al decirlo, arroja, también de una en una, y sobre el montón de seis que ya está sobre la mesa, las tres primeras cartas de la parte superior de la baraja (o sea, las otras tres cartas elegidas). 6. Dirígete al segundo espectador. Formando un nuevo montón a la derecha del pri­ mero, arroja cartas hasta que te diga "alto". Insiste en que es completamente li­ bre de pararse cuando quiera. Separa la carta que te indique (indiferente) y coló­ cala al lado del naipe del primer espectador. 7.

Repite lo mismo con el tercer espectador.

9. Coge los montones de cartas colocando el de la izquierda sobre el de su derecha. Pon todas las cartas en tu mano izquierda. Las tres cartas superiores son, res­ pectivamente, las elegidas por el cuarto, tercer y segundo espectador. 10. Haz un repase de todo lo que has hecho; mientras hablas, cuenta secretamente las tres primeras cartas de la parte superior e introduce entre ellas y el resto de la baraja, la pulpa carnosa de la yema del dedo meñique izquierdo. 11. Termina tu paTafada diciendo: Naturalmente, seria una casualidad muy grande que alguna de estas cuatro cartas fuera precisamente uno de los cuatro naipes elegidos. Me parece, sin embargo, que esa Casualidad se ha dado hoy. Esta carta (señalando a del primer espectador, y dirigiéndote á él) es precisamente tu car­ ta; ¿quieres aecirnos cuál era?

1. "Las cartas viajeras", en ESTRELLAS DE LA MAGIA, pág. 107. Editorial Páginas. 2000. 2. CARTOMAGIA, de Bernat, pág. 28, número 31. G. Gili. 1958 Puede emplearse cualquier otro método de control. Ver por ejemplo: Controles múltiples, en G.E.C., de Roberto Giobbi. Tomo 3, pág. 562. 3. CARTOMAGIA, de Bemat, pág. 71, número 118. Ver también El forzaje numérico, en G.E.C., de Roberto Giobbi. Tomo 4, pág. 748. Editorial Páginas. 1995.

12. Mientras hablas, has reunido en un solo montón las tres cartas (indiferentes) que están al lado del naipe del primer espectador. Para ello, empleando únicamente la mano derecha, coloca la carta de la derecha sobre su contigua de la izquierda, y estas dos sobre la siguiente. Coge estas tres cartas por los extremos (dedo ma­ yor por el extremo exterior y pulgar por el interior).

Z1X

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13. Cuando el primer espectador nombre su carta, da unos golpecitos con el peque­ ño paquete de la mano derecha sobre la carta que queda dorso arriba sobre la mesa, repitiendo cabalísticamente el nombre del naipe que te haya dicho el espectador. Di entonces". Desde luego, seria un milagro si resultara ser tu carta. Todo este "cuento" es muy importante; buscas despertar al máximo la curiosidad del audi­ torio acerca de la identidad de la carta que está sobre el tapete, requisito psico­ lógico indispensable para lograr la invisibilidad del enfile al tiempo que realiza­ rás enseguida. 14. Cuando veas que todo el auditorio está impaciente por conocer la carta en cuestión, desliza lenta y dramáticamente el paquete de la mano derecha bajo dicho naipe y, sirviéndote de aquel como de una pala y moviendo la mano derecha hacia la iz­ quierda, vuelve la carta de la mesa cara arriba. Realiza entonces el enfile al tiempo, tal como se ha explicado. Si dominas la técnica de este movimiento y si has prepa­ rado psicológicamente a tu auditorio, el enfile es del todo insospechable. 15. La mano derecha sostiene ahora el paquete formado (de abajo a arriba) por las car­ tas del segundo, tercer y cuarto espectador. Deja caer la carta de abajo sobre el ta­ pete y pregunta al segundo espectador cuál es su carta. Vuelve esa. carta del mismo modo que la vez anterior, ayudándote de las dos cartas de la mano derecha.

amo ROJAS y CINCO UEGMS Este juego fue publicado en AMA, N° 4, en septiembre de 1958, y está inspira­ do en uno de Daley, "Rouge et Noir", PHOENIX N° 287, de agosto de 1953.

Efecto El mago separa de la baraja cinco cartas negras y cinco rojas, que deposita cara abajo, en dos grupos, sobre la mesa; para facilitar la identificación de cada grupo, una de las cartas rojas se vuelve cara arriba, y lo mismo se hace con una de las car­ tas negras. Un espectador mezcla las cuatro cartas negras que quedan cara abajo con las cuatro rojas; después de mezcladas las ocho cartas, vuelve a separarlas, a peti­ ción del mago, en dos grupos de cuatro cartas cada uno; es el mismo espectador quien forma a su voluntad, caprichosamente, los dos nuevos grupos de naipes, sin mirar­ los en ninguna ocasión. Y resulta... ¡que uno de los grupos contiene exactamente las cuatro cartas rojas, y el otro, las cuatro cartas negras!

Preparación Ten preparados en la parte superior de la baraja cuatro naipes rojos; es preferi­ ble que sean cartas altas (del Seis al Diez).

Rutina 16. Repite lo mismo con la carta del tercer espectador. 17. Antes de enseñar el último naipe, recuerda al público que el cuarto espectador separó él mismo la carta que quiso, teniendo la baraja en sus manos. Pregunta el nombre de la última carta, vuélvela lentamente, fingiendo miedo, y muéstrala asombrándote tanto como el público. Según Ascanio, este efecto -publicado en ILUSIONISMO, N° 160, en marzo de 1958- es un misterio absoluto para los espectadores. Los subterfugios empleados -el "stop psicológico" y el enfile al tiempo- combinados de esta manera, producen un efecto desconcertante. Como te confesarán a menudo, los espectadores no tienen ni idea de cómo se ha producido el milagro. Arturo decía que algún espectador le ha­ bía preguntado, confidencial y seriamente, si se trataba de verdaderas coincidencias.4

4. Arturo ideó este juego inspirándose en el efecto que el Padre Ciuró, por un lado, y Bernat, por otro, titulan, respectivamente. "Casualidad inexplicable" y "Justicia y libertad", descritos en la pág. 402 de la obra MÁS DE 200 JUEGOS DE MANOS y en la 458 de CARTOMAGIA.

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1. Separa de la baraja, arrojándolas sobre la mesa, cinco cartas negras, entre las cua­ les es preferible que haya alguna carta baja, como el As de Picas o de Tréboles. Ponías cara arriba y hacia la zona derecha de la mesa. 2. Separa a continuación cinco cartas rojas, que depositas también cara arriba so­ bre la mesa, a la izquierda de los naipes negros. Es conveniente que estas cartas rojas sean valores altos. (Al separar estos dos grupos es fácil, desde luego, poner secretamente en la parte superior de la baraja las cuatro cartas rojas que se men­ cionaron en la Preparación). 3. Vuelve la baraja cara abajo, y sostenía en tu mano izquierda en la posición de dar. Diciendo despreocupadamente: ¿o mismo da esas cartas que otras; el caso es que sean negras y rojas, despliega las cartas superiores entre tus manos, y al cuadrarlas introduce la punta del meñique izquierdo entre la cuarta y la quinta (es decir, por de­ bajo de las cuatro rojas). Naturalmente, puedes obtener esta separación contando se­ cretamente las cuatro cartas de la parte superior. Una vez obtenida, manten la sepa­ ración con sólo la pulpa carnosa de la yema del meñique izquierdo. 33i

4. Coge las cinco cartas negras que están cara arriba sobre la mesa y colócalas, tam­ bién cara arriba, sobre la parte superior de la baraja. Empleando la mano derecha, cuadra las cartas con soltura e, inmediatamente, eleva y separa (con la misma mano) las nueve cartas que están por encima de la separación del meñique izquierdo. El orden de estas cartas a contar desde arriba: cinco cartas negras cara arriba, cuatro cartas rojas cara abajo. Para lograr este "robo" de las cuatro cartas cara abajo de un modo limpio e insospechable, procede.así: la mano derecha, con el dorso ligera­ mente hacia la derecha, coge las nueve cartas (pulgar por el extremo interior y los dedos mayor, anular y meñique por el extremo exterior) colocándose la yema del mayor (y, por su extremo, la del pulgar) cerca de la esquina izquierda de las cartas; de ese modo los dedos ocultan el grosor de esas "cinco" cartas. En cuanto la mano derecha sostenga este paquete de naipes, separa un poco la mano izquierda y da, con la parte superior de la baraja, un ligero golpe en el lado izquierdo del paquete sostenido por la mano derecha, como terminando de cuadrarlo; este golpecito tie­ ne, además, otra finalidad: mediante él puedes colocar ligeramente en bisel el pa­ quete de nueve cartas, con lo que el grosor, un poco exagerado, pasará desaperci­ bido incluso para los espectadores situados a tu izquierda.

Pide ü espectador que, sin mirar el valor ni el color de las ocho cartas que acaba de mezclar, haga con ellas, a su capricho, dos grupos de cuatro cartas cada uno Flon con la mano derecha uno de los grupos hacia la izquierda de la mesa y dellaníe de la carta roja que quedó cara arriba, y al otro grupo colócalo a su vez delaníje de la carta negra que permanece cara arriba hacia la derecha del tapete.

5. La mano izquierda, que sostiene la baraja, se acerca a la derecha; la yema del pul­ gar izquierdo desliza hacia la izquierda la primera carta negra de encima del paquete de la mano derecha; este paquete se emplea para voltear cara abajo esa primera carta negra, dejándola caer sobre la baraja sostenida en la mano izquierda. Ejecuta a continuación la misma maniobra con la segunda, tercera y cuarta cartas negras.

Adelaita con la mano derecha una carta cara abajo del paquete de la izquierda y di: Existe las mismas probabilidades de que esta carta sea roja que de que sea negra dirígete a alguien en particular y pregúntale: ¿Tú que crees? ¿Qué es roja o que es negra? (Mientras, has cuadrado con la mano derecha el paquete de cuatro cartas que está sobre la mesa, a la derecha, delante de la carta negra descubierta).

6. Te quedará entonces en la mano derecha la última carta negra cara arriba y, bajo ella, las cuatro cartas rojas "robadas" (para el público sólo la última carta negra). Deja caer enseguida esta(s) carta(s) encima de la baraja, cuadrándola a la per­ fección inmediatamente; vuelve, con la mano derecha, la última carta negra cara abajo sobre la baraja. Comprueba ahora el orden de las cartas, que de arriba aba­ jo es: una carta negra, cuatro cartas rojas, cuatro cartas negras.

12. Cualquiera que sea la respuesta del espectador, di: De modo que tú crees que es negra (o roja)... ¿Nos apostamos algo? El espectador, desde luego, no acepta la apuesta, ni tú se la propones en serio. Pero con todo ello se despierta la curiosi­ dad del auditorio acerca de la carta en cuestión, lo cual es imprescindible para la invisiljilidad del enfile que realizarás.

rojas, enséñalas, de una en una, volteándolas sobre la baraja, y deposítalas cara abajo sobre el tapete. Vuelve cara arriba la carta de encima de este paquete de cinco naipes rojos, como testimonio de que este grupo está formado por cinco cartas rojas (como así es en realidad). Pides un espectador que mezcle, como sifueran fichas de dominó, las cuatro car­ tas roj as que están cara abajo con las cuatro cartas "negras" (rojas realmente) que quedapron también cara abajo. El espectador mezcla "a lo dominó" las ocho cartas (ti rojas); mientras lo hace, tienes tiempo sobrado para contar secretamente las cu|atro cartas (negras) de la parte superior de la baraja y obtener, por debajo de! ellas. una separación con el meñique izquierdo.

7. Pasa de la mano izquierda a la derecha, sin alterar su orden, las cinco primeras cartas (cinco negras para el público) y deposítalas a la derecha sobre la mesa; vuel­ ve cara arriba la carta de encima de este paquete (una negra) y déjala así, como prueba de que ese montón está formado por cartas negras.

13. Coge paquete de cuatro cartas que está a la derecha, delante de la carta negra cara. ainiba y, sirviéndote de él como de una pala, vuelve cara arriba la carta "de la apuesta Al hacerlo, ejecuta también el enfile al tiempo de las cuatro cartas (rojas) que te sirvieron de pala, por las cuatro cartas negras que están separadas por la yema del meñique en la parte superior de.la baraja.

8. Repite aparentemente con las cinco cartas rojas que aguardan en la izquierda de la mesa, los mismos movimientos explicados en los apartados anteriores; sin em­ bargo, ahora no hagas "robo" alguno; realmente coge de la mesa las cinco cartas

14. Las cuatro cartas que tienes en la mano derecha son ahora negras. Deja estos naipes delante de la carta negra guía, haciendo alguna observación acerca de la "apuesta". El .]ueí;o j está hecho, pero no conviene enseñar inmediatamente las cartas negras.

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15. Separa un naipe del grupo de las cartas negras y, refiriéndote a él, repite la pre­ gunta anterior: Y esta otra carta ¿es roja o negra? "Apuéstate" algo también, y descubre que es negra. Termina diciendo: Lo que ha sucedido es increíble; pero lo cierto es que tú has separado en un grupo exactamente las cuatro cartas ro­ jas... (vuelve cara arriba las tres cartas rojas que quedaron cara abajo hacia la iz­ quierda de la mesa)..; y en el otro grupo las cuatro cartas negras. Vuelve cara arriba las tres cartas que están a la derecha del tapete. El As de Picas aparecerá entre estos naipes; si alguien se fijó en él (cosa muy probable) quedará tácita­ mente convencido de que se trata de las mismas cartas. Ascanio ejecutaba casi siempre este juego como preámbulo del efecto "Fuera de este mundo".1 Encadenaba un juego con el otro con una charla parecida a ésta: Pero, en fin, vosotros podéis creer que esto ha sido obra de la casualidad. No es así, y la prueba está en que puede hacerse exactamente lo mismo con toda la baraja. Las car­ tas se mezclan bien, se cortan (todo ello en falso, naturalmente)... y, después de ello, añades: ¿qué crees tú que es esta primera carta, roja... o negra?

LAS ACCIONES EN TRÁNSITO EN LAS CUENTAS ELMSLEY Y HAMMAN

Como todos sabemos, una de las aportaciones más importantes de Ascanio a la Magia, ha sido el estudio y sistematización de conceptos teóricos, haberlos recono­ cido -que no inventado- y haberles dado nombre. Sin lugar a dudas, una de sus más celebradas teorías es la de las acciones en trán­ sito. Habrás disfrutado de ella si has leído LA MAGIA DE ASCANIO, Tomo 1 ("El timing y su fundamento"). Ahora volvemos sobre el tema, para estudiar su aplicación a dos conocidas ma­ nipulaciones: la cuenta Elmsley y la cuenta Hamman. Ascanio, en su deseo de profundizar y desmenuzar el mecanismo del timing, co­ menzó preguntándose: ¿Por qué engaña el timingl ¿Cuál es el elemento de engaño en el que se basa? Es evidente por qué engaña la misdirection -que Ascanio deno­ minaba "diversión"; si la mirada del espectador se dirige al punto donde no se hace la trampa, o sea, si mira a un punto distinto de donde se realiza la acción tramposa, es obvio que no la verá. Pero, ¿y el timing? ¿Por qué engaña el timing, dónde reside el mecanismo de su engaño? 1. "Fuera de este mundo", pág. 285 en este Tomo.

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¿Por qué unos movimientos, unas acciones, hechas con una determinada cadei. cia... con un determinado ritmo... con un determinado acompasamiento... bajo ' ~ atenta mirada del espectador... le engañan, y hechas con otra cadencia, ritmo, acón* ~ pasamiento... no le engañan? ~. En definitiva, las mismas acciones, bajo la mirada atenta del espectador, reah-_ zadas con un determinado acompasamiento no se ven, y hechas con otro acompasa­ miento, ritmo, cadencia, levantan sospechas... simplemente, se ven y apenas engi. ñan, o no engañan en absoluto. En su intento de dar respuesta a estos interrogantes, Ascanio sostenía que las ar ~ ciones, pequeños gestos que conforman una acción o gesto global, tienen un deter­ minado relieve, son diferentes. En un conjunto gestual, hay acciones de paso haciaotras, hay acciones fuertes y acciones débiles; unas y otras tienen distinto rango den-_ tro del mecanismo de la atención de un espectador. Una de esas distinciones son las de acciones en tránsito. Las acciones en tráu sito, para Ascanio, son las que se hacen de paso hacia una acción principal, que es I acción final. ~" Esta diferencia en la relevancia de la acción, unida a la dirección de un movirmiento, explican por qué el timing engaña. Como sabemos, las acciones tienen dirección; porque si queremos coger un-a„ mota de polvo.de la mesa...al ir a cogerla, creamos una dirección hacia la mota..._ la mirada... el gesto... la mano... todo, se dirige hacia aquel punto. La atenció.' está dirigida hacia la mota. La acción principal (final) es coger la mota de p o l v ~ de la mesa. Si ahora resulta que tenemos las cartas en la mano derecha, y quere-" mos coger la mota de polvo con esa mano... es necesario que primero vaciemosla mano... hay que pasar primero las cartas a la otra mano para que quede l a m ­ para que pueda finalmente coger la mota de polvo de la mesa. La acción de pasa._ las cartas de mano constituye una acción secundaria, es una acción en tránsih para la acción final. En un conjunto gestual entonces, siempre hay gestos de rango diferente, hay uno'~ que se distinguen más que otros, que destacan en función de su importancia. El ojr" del espectador recoge sólo los principales, los que necesita para hacer su traduccióndel gesto global, las acciones clave que le sirven para elaborar el gesto global a par-~ tir de un proceso de comparación con los gestos que conserva en su "archivo". (As., canio vio confirmadas estas ideas en el libro CEREBRO Y MENTE). Por lo tanto, si queremos que las trampas -los pases, las manipulaciones- no sf vean, debemos hacerlas en una acción en tránsito, que tenga justificación para uní'" acción final. Veremos a continuación cómo estos conceptos no son mera teoría -ampulosa yhueca- sino que tienen aplicación en la práctica. ^ 335

CUENTA ELMSLEY

Al hacer una cuenta Elmsley, hay que lograr que los gestos que se empleen ten­ gan relieve, sean diferenciables. Si hacemos una cuenta atolondrada en la punta de los dedos, pasando cartas de una mano a otra, en el mismo plano y a toda velocidad, el espectador no sabrá dón­ de mirar. Mira al conjunto, pero allí no hay dirección que guíe su mirada. El espectador no sabrá si mirara la mano derecha... a la mano izquierda... ten­ drá dudas de si hemos contado tres o cuatro cartas. Hay que diferenciar las acciones principales de las acciones en tránsito. La ac­ ción principal, será contar y la acción en tránsito, será coger para contar. También dotaremos de dirección al movimiento. Así la mano izquierda, que será la que cuenta, se moverá hacia delante; la mano derecha, que será la que sujeta las cartas, estará quieta. La cuenta entonces debe realizarse así: Las cartas están en la mano derecha; la mano izquierda va hacia la mano derecha, coge la carta superior y avanza hacia de­ lante. Dices: Una. Haces una pequeña pausa. La mano izquierda va otra vez hacia la mano derecha, coge la segunda carta, se desplaza hacia delante. Dices: Dos. Haces una pequeña pausa. Haces lo mismo para contar Tres y Cuatro. Como ves, ahora, las acciones tienen relieve. Unas son acciones de coger y otras de contar; el espectador ve claramente como has contado cuatro cartas. En la acción de contar hay una pequeña parada, pausa, que recalca la cuenta. En la acción de co­ ger no hay parada, sólo absoluta continuidad. La trampa, el movimiento Elmsley, lo haces al coger-acción secundaria, acción en tránsito- y el espectador no lo ve. CUENTA HAMMAN

Veamos ahora cómo la teoría de las acciones en tránsito, resulta clave para ocul­ tar la trampa en la cuenta Hamman. Podemos hacer la cuenta con las manos juntas, en el mismo plano. Así no hay re­ lieve, el espectador mira al conjunto, no sabe dónde mirar. No hay dirección. Si hacemos la cuenta con las cartas en la mano derecha y las pasamos a la mano izquierda, moveremos esta mano en diagonal hacia delante y hacia atrás. La mano derecha quedará quieta. La mano izquierda ejecuta la acción de contar y la mano de­ recha, la acción de sujetar las cartas. Igual que antes, haremos una pequeña parada después de contar cada carta. De esta forma el movimiento es más engañoso. 336

Otra vez, 1 a acción principal es contar y la acción secundaria es coger cartas para ser contadas. La cuenta Hamman se puede hacer con ritmo: 1 - 2 - 3 - 4 - 5 - 6 - 7 - 8 - 9 (si es­ tás contando nueve cartas); o con falta de ritmo, por ejemplo: 1 - 2 - 3 / 4 / 5 / 6 — 7 - 8 - 9. Las r ayas (-) indican una pausa corta, y las barras (/) una pausa más larga. Ascanio estud ó profundamente los ritmos que se podían aplicar a la cuenta de Ham­ man. Los indicados no son más que dos ejemplos de los muchos posibles. El especta< or prestará atención a la acción principal, la acción de contar, y el cam­ bio Hamman Ip haremos en la acción en tránsito, la acción de coger; entonces nun­ ca se verá. '

PENSAMIENTOS SOBRE EL DOBLE LIFT Ascanio opinaba que el doble lift es una manipulación de la que quizás se abusa demasiado. La jconsideraba una maniobra preciosa, que conviene reservar para el mo­ mento oportuno. Según Arturo, es importante contar con una variedad de técnicas para realizarlo, de modo que pueda emplearse el doble lift más adecuado a las circunstancias: según venga la baraja .. según la economía de movimientos que exija el juego... según la combinación del manejo de una u otra mano... convendrá coger la carta por detrás, por delante, de derecha a izquierda, hacia delante... Cuando se dominan varias técnicas el juego adquiere una belleza especial, por­ que se puede decidir cual es el camino más corto para coger las cartas... y se pue­ de aprovechar el momento fina! de un movimiento como fase inicial del movi­ miento siguiente. Esa forma de proceder proporciona una especial y oculta belleza a la rutina. Cuando temimos que hacer movimientos ilógicos (si tenemos que coger la bara­ ja así e ir hasta este ángulo; si tenemos la carta de una determinada forma y queremos desplazarla ara i ue go cogerla de esta otra manera) estos afean la rutina, y transmn? rípcniarmrigL miten al espectaj apor, que allí se está produciendo la trampa. Analicemos¡entonces algunos de los dobles lift que Ascanio usaba.

Dobíe fíff [por contaje secr&to con la yema del índice derecho ¡i

Este es un dipbl e lift muy simple, pero muy eficaz, con el que pueden comenzar los principiantes? También es bueno para cuando hay que hacer un doble lift con un pequeño paqueíJ de cartas en las manos. 337

El índice derecho apoya su yema hacia la mitad del lado derecho de la baraja, y levanta primero una y luego otra -dos cartas- y se desplaza hacia atrás, hacia la es­ quina interior derecha. El pulgar izquierdo haciendo presión sobre el dorso de las car­ tas impide que se desplacen o descuadren. El índice derecho hace sólo el movimiento de acariciar hacia abajo sobre el lado derecho de la baraja, y en ese gesto levanta primero una carta, y luego otra. No in­ tentes levantar las dos a la vez. Luego, al llegar a la esquina interior derecha, sepá­ ralas y coloca los dedos derechos índice y mayor en la cara de la(s) carta(s) separa­ da^) y el pulgar en el dorso. Ahora con pinza de tres dedos (dos dedos debajo y uno arriba) levanta y separa la carta doble (fig. 4).

Comienza con la baraja en la mano izquierda, sujeta en la punta de los dedos (pul­ gar en el lado izquierdo y dedos en el lado derecho) el índice está curvado debajo del extremo exterior (fig. 1). Ahora, basculando las cartas entre los dedos haz un bisel hacia la derecha en los lados de la baraja (fig. 2). Ascanio comentaba que en ningún lugar se explica cómo hacer el bisel, y que siendo una maniobra muy sencilla, a los principiantes no les suele salir un bisel uni­ forme. Para hacerlo, basta partir de una posición de baraja cuadrada en la punta de los dedos izquierdos (fig. 1) y hacer una ligera presión hacia la derecha con la yema del pulgar izquierdo sobre los bordes del lado izquierdo de la baraja. El bisel enton­ ces sale solo (fig. 2). Ahora cambia de cogida. Con la ayuda de la mano derecha, la baraja, conservando el bisel, se coloca sobre la palma izquierda, en la posición de dar; el pulgar izquierdo se pone diagonalmente sobre la esquina exterior izquierda de la carta superior, el dedo mayor en el lado derecho de la baraja, el índice en el ex­ tremo exterior y el anular y el meñique sólo se apoyan en el lado derecho, junto al dedo mayor; luego, cuando venga el índice derecho a coger las dos cartas superiores (como una) se apartan (fig. 3). 33?

Enseñada Para enseñarla, la(s) carta(s).se voltea(n) lateralmente sobre la baraja. La car­ ta (doble) al caer, cara arriba, puede quedar cuadrada con la baraja, o quedar en salida interior, o en salida exterior. No conviene enseñar la carta sobre la mano derecha; es mejor enseñarla vuelta sobre la baraja. El movimiento de coger y vol­ ver debe ser fluido. Aquí se puede usar un detalle de Vernon; al desplazar la doble para enseñarla, hazla rozar contra el dorso de la baraja (fig. 4); como consecuencia de ese roce, la carta se comba (coge una cierta concavidad) y luego, al estar cara arriba sobre la ba­ raja, gracias a esa concavidad (que ahora se manifiesta como convexidad, al estar cara arriba) se puede coger con la mano derecha, desde arriba (pulgar en el extremo inte­ rior y dedos en el extremo exterior) fácilmente y sin titubeos. Las acciones en un doble liñ deben ser aéreas, no se debe luchar contra las cartas, no hay que agarrarlas; hay que acariciarlas. El último volteo debe ser suelto, no acom­ pañar a la carta; la mano no debe estar rígida, ni poco suelta; el movimiento debe ser ingrávido. La ingravidez en las manipulaciones es primordial. En el manejo de una car­ ta doble, su movilidad es lo que engaña al público, sentenciaba Ascanio.

Volteo de Ascanio Coge, la carta doble, que está cara arriba sobre la baraja, desde arriba, con la mano derecha (pulgar en el extremo interior y dedos en el extremo exterior) y desplázala hacia la derecha, deja que su lado izquierdo se apoye sobre el lado derecho de la ba­ raja y, con el dedo anular derecho doblado y apoyado en el dorso de la carta doble, impúlsala hacia la izquierda (fig. 5) y haz que se voltee cara abajo sobre la baraja. Deja que la carta se vuelva sola, no la acompañes. En este volteo también interviene el im­ pulso que se le da a la carta al hacer bascular la mano derecha desde la muñeca. La fig. 6, a efectos descriptivos, muestra la posición de los dedos de la mano de­ recha, sobre el dorso de la carta doble. 33Q

rueda sobre su lyema hasta que la carta doble se voltea; el pulgar que comenzó contra el índice derecho se aleja de este dedo y gira hacia el mayor; la carta (doble) queda co­ gida con la pinza de tres dedos (fig. 8). Muéstrala y seguido, voltéala lateralmente cara abajo sobre la Ijaraja. El depósito debe ser suelto.

Este doble lift se realiza con separación previa de las dos cartas a voltear como una, lo cual puede ser considerado como una desventaja, pero hay casos en los que es muy adecuado. Tiene las siguientes fases: preparación (separación de dos cartas), cogida, volteo para enseñar (o de exhibición), y volteo de devolución. Para la preparación, la baraja se sujeta en la mano izquierda (pulgar a lo largo del lado izquierdo, índice en el extremo exterior, dedos en el lado derecho). El pulgar derecho acaricia y hojea la baraja por el extremo interior, de abajo hacia arriba, y al acabar este hojeo retiene las dos últimas cartas (por tacto); debajo de ellas se obtie­ ne una separación con el meñique izquierdo. La separación del meñique se logra empujando las cartas de debajo de la sepa­ ración hacia abajo, nunca empujando las cartas superiores hacia arriba. Si hiciéra­ mos esto último, las cartas se doblarían hacia arriba y el público lo vería; las cartas superiores deben estar totalmente planas. La cogida la haremos por extensión del ma­ yor izquierdo, es decir, mediante la avanzadilla lateral (ver las figs. 28, 29, 30 y 31 dé la pág. 393). Afloja la presión de-la mano izquierda y la separación del meñique se abrirá y extenderá a lo largo del lado derecho de la baraja; entonces el dedo ma­ yor izquierdo se apoya en el borde del lado derecho de la carta doble, el pulgar en­ cogido en el dorso. Ahora el mayor y el pulgar izquierdos se estiran y la carta doble se desplaza lateralmente hacia la derecha. Este desplazamiento es muy práctico y en­ gañoso. Es, como ya hemos mencionado, un movimiento de Daí Vernon.

La cogida La mano derecha coge la carta doble. El índice y el pulgar derecho la toman por su esquina interior derecha (el índice en el dorso y el pulgar en la cara). El mayor se apo­ ya en el dorso de la carta un poco más arriba, y la yema del anular lo hace exactamen­ te sobre el borde mismo de lado derecho de la carta (doble), un poco más arriba que la mitad de ese lado (fig. 7). Ahora la mano derecha se voltea palma arriba y el pulgar 340

boble ííff reinveniado Éste es un doble lift original de Ascanio; puedes ver una descripción completa y detallada del mismo en la pág. 392. Sólo añadiremos a aquella explicación otras mañeras de hacer el volteo de devolución de la doble. Una vez mostrada, falta devolverla, cara abajo, sobre la baraja. Cógela con la mano derecha (pulgar en el extremo interior y dedos e ji el extremo exterior) y voltéala cara abajo,como hemos explicado antes, con la ayucja del anular derecho (figs. 5 y 6). Otra forma: poge la carta doble con la mano derecha por su esquina interior de­ recha (pulgar en la cara, índice y mayor en el dorso) fig. 9. Separa ahora la carta con la mano derecha, fiero al hacerlo deja que haga un audible "clic" al abandonar su lado izquierdo el pulgír izquierdo (fig. 10), luego voltéala lateralmente sobre la baraja. Todos los movimientos del doble lift deben estar soldados unos con otros. Re­ cuerda: ingravidez; movimientos naturales... cotidianos... normales. Que la carta bai­ le en los dedos, qie no pese... no luches contra ella. 341

TRANSFORMACIONES EU BELLEZA Aquí tienes varias transformaciones de cartas que Arturo hacía, en las que verás cómo su manejo -siempre suelte— buscaba la belleza; las cartas bailaban entre sus dedos. La primera transformación en belleza es un cambio triple de la identidad de .una carta; la segunda se puede aplicar a una rutina de Carta Ambiciosa; la tercera es una transformación casi instantánea de una carta; la cuarta consiste en la desaparición de un As y su brillante aparición (se la puede considerar como un antecedente del "pin­ cel" que habrás leído en "Ases para conocedores" y en "Los Ases de mi examen", pero realizada con técnicas diferentes); y la quinta y última, es la que Ascanio lla­ maba "Las cartas credenciales".

arriba, sobre la punta de los dedos izquierdos (figs. 32,33,34 y 35 págs. 395 y 396). Ha tenido lugar la primera transformación: el Ocho de Corazones se ha transformado má­ gicamente en el Rey de Tréboles. Tras una pequeña pausa, con la mano derecha, coge las cartas, de la punta de los dedos izquierdos, por su esquina interior derecha (índice y mayor derechos juntos en la cara y pulgar en el dorso) fig. 14. Voltea las cartas, su­ puestamente una, hacia delante (fig. 15) y colócalas cara abajo cuadradas con el resto de la baraja (el extremo ahora exterior todavía está al aire, porque la carta sigue cogida, por la ahora esquina exterior derecha, entre el pulgar derecho en el dorso de las cartas y el índice y mayor en la cara). Una vez alcanzada esta posición, la mano derecha tira de la carta superior hacia delante y deja sobre la baraja la inferior, el Rey de Tréboles.(fig. 16). Esta es una descarga muy eficaz de una carta desde un doble liñ.

Cambio doble de una carta Ten tres cartas que contrasten fácilmente entre sí en la parte superior de la bara­ ja; por ejemplo, el Ocho de Corazones, el Siete de Picas y el Rey de Tréboles; en ese orden desde arriba. Con la baraja en la mano izquierda, en la posición de dar, obten una separación con el meñique izquierdo debajo de las tres superiores;'para hacerlo, simplemente extiende estas tres cartas hacia la derecha al decir que mostrarás algo interesante con la carta superior,-y al cuadrarlas, obten la separación con el meñique izquierdo debajo de la tercera. Da -con la forma abierta de dar cartas- con la mano derecha, la superior (el Ocho de Corazones) cara arriba, sobre la mesa. Coge el Ocho de Corazones en la mano derecha, cara abajo y por su esquina in­ ferior derecha (pulgar en el dorso y mayor e índice en la cara) acércalo a la mano iz, quierda, y con el pulgar izquierdo acaricia su dorso y juega con ella entre las manos. Mientras acaricias el dorso de la carta pon el índice y el mayor derecho (por la es­ quina interior derecha) dentro de la separación del meñique izquierdo. Al hacer otra vez el gesto de acariciar la carta de la mano derecha con el pulgar izquierdo (el Ocho de Corazones) déjala sobre la baraja cuadrada con las dos de encima de la separa­ ción (fig. 11) y luego, como acabando el gesto de acariciar (fig. 12), voltea dorso arri­ ba la mano izquierda, llévate las dos cartas inferiores de encima de la separación pinzadas por su esquina interior derecha (entre el pulgar, arriba, e índice y mayor, debajo) y deja secretamente sobre la baraja la carta superior (el Ocho de Corazones) fig. 13. A continuación deposita estas dos cartas como si fuese sólo el Ocho de Corazones, cara abajo, en la punta de los dedos izquierdos. Este es el enfile de Hofzinser y con él habrás cambiado una carta por dos, sujetadas como una. Con los dedos pulgar, índice y mayor derechos, colocados en la esquina interior de­ recha, voltea las cartas como en el doble Hft reinventado y ponías oblicuamente, cara 342

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Coge ahora la carta que sujeta la mano derecha cara abajo, también con el índi­ ce y pulgar izquierdos, y mantenía claramente separada del resto de la baraja; des­ pués de flexarla un poco entre las manos, muéstrala de nuevo, y enséñala como el Siete de Picas. Acabas de realizar el segundo cambio. Deposítalo cara arriba sobre la mesa. Has cambiado mágicamente dos veces la carta que tenías entre las manos. Hechos con fluidez, estos cambios, tienen una belleza extraordinaria y son incom­ prensibles para el público.

carta sobresa. iente, pero cuadrada con la mitad inferior. Tendrás otra vez una carta so­ bresaliendo en la mitad de la baraja, supuestamente el Dos de Picas.

Movimientos de carta ambiciosa Con la baraja en la mano izquierda, en la posición de dar, obten una separación con el meñique izquierdo debajo de las cuatro cartas superiores. Para hacerlo, si quie­ res, puedes hojear la baraja sobre la esquina exterior izquierda con la yema del pul­ gar izquierdo y dejar escapar cuatro cartas; luego empuja hacia la derecha con la yema del pulgar izquierdo esas cuatro cartas. Las cartas separadas se desplazarán hacia la derecha formando un cierto ángulo con el resto de la baraja. Las cartas pivotan en la esquina interior izquierda, que está apoyada en la base del pulgar. Cógelas, como una, con la mano derecha, por la esquina exterior derecha (pulgar arriba, e índice y ma­ yor debajo) y después de desplazarlas hacia la derecha voltéalas sobre la baraja, mos­ trando, supongamos el Dos de Picas. No dejes que las cartas caigan sobre la baraja, cógelas en su caída y mantenías separadas del resto por la acción del pulgar izquier­ do (fig. 17). Coge ahora las cartas vueltas por su esquina interior izquierda con la mano derecha (dedos índice y mayor juntos en la cara y pulgar en el dorso) fig. 18, y voltéalas hacia delante -extremo con extremo- cara abajo. Cuando las cartas estén cara abajo y casi cuadradas con la baraja, haz girar la superior, en el sentido contra­ rio al de las agujas del reloj (fig. 19), con lo que se quedará saliendo hacia delante y sujeta en la mano derecha por su esquina exterior izquierda (fig. 20). Sepárala de la baraja e introdúcela, por la parte delantera, claramente por el centro; deja esta carta sobresaliendo hacia delante en la mitad de su longitud. Después de una pausa, para que el público aprecie que la carta mostrada está cla­ ramente en el centro de la baraja, cuádrala y después de un gesto mágico haz un triple liñ mostrando que el Dos de Picas ha regresado a la posición superior de la baraja. Pue­ des hacer el triple lift usando la misma técnica que para el cuádruple anterior/es decir, hojeando las cartas con la yema del pulgar izquierdo por la esquina exterior izquierda, etc. Voltea el triple cara abajo, volteando las cartas hacia delante -extremo con extre­ mo- con la mano derecha, como antes. Ahora, con la yema de los dedos derechos, em­ puja hacia delante la carta superior, pero déjala sobre la baraja; y luego, también con la mano derecha, corta la mitad superior de la baraja (fig. 21) y colócala encima de la 344

Tras una ¡Jausa, cuadra la baraja, haz el gesto mágico, y mediante un doble lift demuestra qu12 el Dos de Picas ha regresado a la posición superior de la baraja. Repite una vez riás los mismos movimientos, y tras otro gesto mágico, harás que nueA vamente el Dos " de Picas esté en la parte superior.

Cawbio de una carta Esta es una rápida y bonita transformación de una carta. Con la baraja en la mano izquierda en a punta de los dedos, coloca- la mano derecha cerca del extremo interior (pulgar eni el lado izquierdo, mayor en el lado derecho, e índice doblado sobre el dorso de la carta superior). Di: Os mostraré algo con esta carta. Hojea las cartas, 345

de abajo arriba, con el pulgar derecho, por el lado izquierdo, cerca de la esquina in­ terior izquierda; deten el hojeo cuando, por tacto, detectes que el pulgar sólo sujeta dos cartas. Ahora voltea lateralmente, con un chasquido (el mayor derecho suelta las cartas) esas dos cartas, que quedan cara arriba, en la mano derecha, sujetas por su es­ quina interior derecha (pulgar arriba e índice y mayor debajo). Es decir, hazel "The Snap-Over Double Lift de LePaul'V Pasa la carta doble, corno una, a la punta de los dedos izquierdos y muéstrala, di­ ciendo: Mirad, el (supongamos) Nueve de Tréboles... lo colocaré aquí, sobre la mesa. Con la mano derecha ponía, delante de ti, lados paralelos al borde de la mesa (fig. 22). Di: Basta que la volteemos... y haga así..,, y ahora es el Rey de Corazones. Con la mano izquierda que sujeta la baraja en la posición de dar, voltea la carta de la mesa cara abajo, cogiéndola por el lado exterior (pulgar en la cara y dedos en el dorso). Du­ rante ese volteo el pulgar izquierdo arrastra la carta superior sobre la baraja (fig. 23), y los dedos extendiéndose ponen, cara abajo, sobre la mesa, la carta inferior (fig. 24). Basta que ahora hagas un gesto mágico y muestres que la carta ha cambiado de identidad. Sobre la baraja, en su dorso, te queda una carta vuelta. Corrige su posi­ ción en un momento oportuno, o úsala para algún juego en el que precises tener una carta vuelta en Ja baraja.

Desaparición y aparición del As de Corazones Este es un juego bonito, rápido y tiene una brillante reaparición del As que unos instantes antes había desaparecido. Se necesitan cinco cartas. El As de Corazones, el Dos y Cinco de Picas, y el Cin­ co y el Siete de Tréboles. Ordénalos de la siguiente forma, con las cartas cara arriba, desde la parte superior: As de Corazones, Dos de Picas, Cinco de Tréboles, Cinco de Picas y Siete de Tréboles. Aquí tenemos un As... el As de Corazones y tres cartas más. Con el pulgar iz­ quierdo pasa a la mano derecha las dos primeras cartas, luego haz un bucle con las dos siguientes (que pasas como una), y finalmente pasa la cuarta y última. Después de mostrarlas, cara arriba, entre las manos (fig. 25), cuádralas en la mano izquierda. Aunque las mezcle... sólo podré cambiar el orden de las cartas... no su identidad... así pues, aquí tengo, una... dos... tres cartas negras y el As. El As y tres cartas negras. Voltea las cartas cara abajo y cógelas en la mano derecha listas para una mezcla usual por arrastre, pela dos cartas sobre la mano izquierda con el pulgar izquierdo y

1.

"The Snap-Over Double Lift", en THE CARD MAGIC OF LEPAUL, pág. 73.

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sobre ellas echa las cartas de la mano derecha. Con ello habrás puesto el As de Co­ razones la tercera por abajo. Ahora haz una mezcla en las manos que no cambie la posición de las cartas, por ejemplo la mezcla con cambio y marcha atrás. Pela dos cartas, haz el cambio y pela otra vez dos cartas. Coloca las cartas, cara abajo, en la mano izquierda en la posición para la carta corrida. Con la mano derecha, por el extremo exterior, coge la carta inferior y mués­ trala; luego coge de la misma forma la siguiente, pero desplázala hacia dentro, for­ mando un cierto ángulo con respecto a la primera y muéstralas; haz la carta corrida y coge las dos superiores como una (ver la fig. 1, pág. 181, cartas vistas desde aba­ jo) debajo y más hacia dentro que la anterior; con ello tendrás abiertas en abanico en la mano derecha tres cartas negras; muéstralas; luego, volteando la mano izquierda palma arriba, muestra el As. 347

Sin interrupción alguna, pon sobre el As y escalona hacia abajo el Dos de Picas (al modo que se hizo en la fig. 9 de "La dama inquieta", pág. 25), el Cinco de Picas y finalmente el Siete de Tréboles (las cartas que sujetabas en la mano derecha). Pero basta voltear las cartas y hacer así... para que el As desaparezca. Des­ plaza hacia delante con la mano derecha las dos cartas inferiores de la escalera y luego voltea todas cara abajo sobre la mano izquierda; se verán dos cartas abier­ tas en escalera. Coge la superior de las que están en salida interior con la mano derecha (fig. 26) y, sin mostrarla, pásala debajo del conjunto (fig. 27). Al cuadrar el paquete (con la mano derecha) obten una separación debajo de la segunda carta (la que quedó en salida interior) con el meñique izquierdo; las cartas estarán sujetas sólo con la mano izquierda. Haz un gesto mágico, por ejem­ plo chasquea los dedos sobre las cartas y, seguido, voltea con sólo la mano iz­ quierda cara arriba las cartas que allí sujetas. Haz el volteo de Tenkai, con lo cual las dos inferiores (las que estaban por en­ cima de la separación antes del volteo) quedarán sobresaliendo en ángulo. Toma con la mano derecha estas dos cartas como una (fig. 28) y muéstrala: es el Dos de Picas; simultáneamente extiende en la mano izquierda las otras tres cartas. El As habrá desaparecido. En las manos tendrás cuatro cartas'negras. Inmediatamente coloca el Dos de Picas (la carta que sujeta la mano derecha, con el As de Corazo­ nes oculto debajo) cara arriba, en tercer lugar, dentro de las que tienes en la mano izquierda; lu-.-.o cuádralas. Con este Dos... basta que haga asi... así... y el As aparece.... Aquí tengo tres cartas y el As. Con las cartas cara arriba en la mano izquierda y mediante la cuen­ ta de bucle (coges dos en la cuenta de tres) muestra cuatro cartas negras entre las manos; al contarlas deja la doble en salida exterior. Después de mostrarlas brevemente pásalas abiertas en abanico a la mano iz­ quierda. Al nombrar el Dos, con los dedos derechos (pulgar en la cara y dedos ín­ dice y mayor en el dorso) hazle girar primero hacia la derecha y luego hacia aba­ jo, hasta que quede sobresaliendo hacia fuera por debajo del abanico. Después cógelo con la mano derecha por el extremo ahora interior (dedos en la cara y pul­ gar en el dorso) fig. 29, y usándolo como una brocha (fig. 30), simula pintar la carta superior. En uno de esos movimientos suelta el As de Corazones sobre las cartas de la mano izquierda, y parecerá como si con el Dos de Picas lo hubieses pintado sobre las cartas de la mano izquierda (fig. 31). Cuadra las cartas, y para corroborar el efecto, muéstralas mediante un culebreo normal, mostrando el As y tres cartas negras.

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Las cartas cr&áendahs Éste es un juego rápido, de gran belleza estética -parece una pieza de ballet- y durante mucho tiempo Ascanio lo presentó como "Las cartas credenciales". Era uno de los primeros juegos que hacía cuando le presentaban a algún mago. Con él, por ejemplo, comenzó su conferencia en Graz (Austria), en 1980. La última fase de "La doble ambiciosa" es precisamente este juego. Pero se ex­ plican por separado porque aquí se aplican algunas técnicas diferentes. Con la baraja en la mano derecha, cogida desde arriba, en la posición de cortar, deja caer cartas (dríblalas) sobre la mano izquierda, que se coloca abierta plana y de­ bajo de la derecha. Pide a un espectador que te diga "alto". Cuando lo haga, no de­ jes caer más cartas de una mano a otra, y pon las que te quedan en la mano derecha debajo de las de la izquierda. Me has parado en ¡a Jota de Tréboles, supongamos. Para mostrar la carta en la que te han parado, con el pulgar izquierdo cuenta secretamente sobre la esquina su­ perior izquierda dos cartas (fig. 32); luego con la ayuda del índice y del mismo pul­ gar coge estas dos (una para los espectadores) cartas y voltéalas cara arriba (fig. 33). Tras una pausa, para que el público vea la carta elegida, cógela con la mano de­ recha por la esquina inferior izquierda (pulgar en el dorso y dedos índice y mayor en la cara) fig. 34. Separa y voltea la mano derecha palma arriba y pon la carta doble cara abajo (fig. 35). Ahora acércala a la-baraja, colócala al ras con el resto, pero cuan­ do estés a punto de depositarla sobre la baraja, abandona allí la.inferior de la doble y avanza la superior, haciéndola giraren el sentido contrario al de las agujas del re­ loj (fig. 36). Todo seguido, introduce esta carta, cara abajo, hacia el centro de la ba­ raja. Para ello hojea por la esquina superior izquierda con el pulgar izquierdo y, por la separación que se crea, introduce la carta de la mano derecha. La situación ahora es: la mano izquierda sujeta la baraja con una carta cara aba­ jo sobresaliendo por el centro; para los espectadores es el la Jota de Tréboles. Di: Pero basta que haga así... y la carta se transforma en el Dos de Corazones. Realiza el twirl de Jerry Andrus y cuando, después de girar sobre sí misma, volteas la carta que sobresalía, la muestras como el Dos de Corazones. Mientras muestras el Dos de Corazones, obten una separación con el meñique izquierdo debajo de la carta superior de la baraja (la Jota de Tréboles). Coloca el Dos de Corazones cara abajo sobre la baraja y di: Mirad, basta que haga asi... para que vuelva la Jota de Tréboles. Coge las dos cartas de encima de la separación (como una) e introdúcelas, como antes, cara abajo, por el centro. Haz el twirl de Jerry An­ drus con estas dos cartas y muestra, al final de esta maniobra, la Jota de Tréboles en la mano derecha. Deja la Jota de Tréboles (y la carta que ocultas debajo) cara arriba sobre la baraja, pero obten una separación con el meñique izquierdo debajo de ellas. 350

33

Coge ahora la Jota de Tréboles (y la carta que está debajo), voltéala(s) cara aba­ jo sobre la baraja, pero en esta operación déjaia(s) separada(s) del resto mediante una separación con el meñique izquierdo. Vuelve a cogerla(s) desde arriba con la mano derecha, en la posición de cortar, muéstrala(s) volteando palma arriba la mano dere­ cha (fig. 37) y coloca la carta superior de la doble dentro de la baraja (fie. 38, visto 351

desde abajo); después, al retirar la mano derecha, haz el empalme explicado en la pág. 302 (figs. 39,40 y 41). Ahora la situación es: en la mano izquierda tienes la ba­ raja con una carta sobresaliendo, cara abajo, por el centro de la misma y en la mano derecha tienes la Jota de Tréboles empalmada. Haz otra vez el cwirl de Jerry Andrus. Modifica ligeramente su final, pues ahora coge la carta que gira sobre sí misma, cara arriba, entre los dedos índice y mayor iz­ quierdos (fig. 42), y muestra que el Dos de Corazones ha vuelto a aparecer. Di: ¿ Y la Jota de Tréboles?... ¡Está aquí! Acompasando tu charla con la acción, lleva la mano derecha debajo de tu chaqueta, al bolsillo interior del lado izquierdo de la america­ na, y de allí saca la Jota de Tréboles.

352

LOS DÍAS NEGROS (Mi versión) "El juego del enamorado" (Texto corregido) En este último capítulo, te ofrecemos íntegramente la versión de Ascanio de "Los días negros", escrita por el propioArturo en 1996, un año antes de su fallecimiento. Podrás gozar del estilo ascaniano en uno de sus mejores textos; nunca fue tan ex­ tenso y prolijo en detalles. El juego, como verás, se divide en tres partes: el "modus operandi", donde ex­ plica el juego en sí; la técnica, donde incluye todas las que se emplean en el efecto; y la psicología, donde analiza el efecto desde tres perspectivas: la construcción, la presentación y la cobertura. Seguramente, si Arturo hubiese podido escribir esta obra completa, habría des­ crito todos sus juegos como lo hace a continuación con "Los días negros"; no pudo ser. Así que disfrútalo e imagina cómo hubiesen sido los demás. El ejercicio puede ser muy enriquecedor. En el original, publicado por Ascanio, este juego estaba dedicado a Juan Tama­ riz. "Dedicado al Gran Juan. Él me llama su maestro; yo, mi hermano le llamo".

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íumcB EL "MODUS OPERANDI" ._ -, I. Orígenes y anecdotario II. Montaje _... _ III. Marcha del juego _ IV. Cómo proceder si se acierta, a la primera, la carta pensada V. Cómo soslayar la descarga en el regazo __ VI. Cómo proceder si te olvidas de cuál es la carta pensada LA TÉCNICA ' -— _ I. La mezcla de Arnaldo .

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Voy a enseñarte un juego nuevo. Lo acabo de aprender ayer mismo. - No ¿ne enseñes ese juego nuevo, no me interesa. Enséñame el juego que presentas desjde hace años, el juego que has estudiado, reformado, pulido... ¡ése! ¡Ése es el que me interesa!" Pablo Doménech

I. Orígenes y an&cdotario

II. Mezcla "Mema" {que lleva dos cartas de en medio a la parte superior de la baraja)

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lli. Pintaje "el poder" _ IV. Maniobrilla "casi sin el meñique" _ V. El enfile ai tiempo VI. Corte "tino contra cincuenta y uno" Vil. Descarga secreta en el recazo __ VIII. Mi "doble ¡ngrávido-1" (el reinventado) LA PSICOLOGÍA I. Construcción I. I Fases de un juego 1.2 Otros aspectos constructivos

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1.3 Acciones de continuidad aparente

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1.3.1 Estructura de las acciones de continuidad aparente 1.3.2 Características y requisitos

333

de las acciones de continuidad aparente ' 1.3.3 Efectos de las acciones de continuidad aparente 1.3.4 Cómo "fabricar" las acciones de continuidad aparente II. Presentación _ 11.4 Otros versos del desamor ¡II. Cobertura _... 111.1 Fgación mental. Grados de convencimiento _ 111.2 La cobertura en las "acciones en tránsito" _ _ IÍL3 La cobertura en la descarga secreta en el regazo III.3.1 La cobertura en la descarga secreta en el regazo líl.3.2 La cobertura de este movimiento secreto 111,4 La cobertura del enfile al tiempo _ 111.4.1 La cobertura por "bajón de la atención" 111.4.2 La cobertura por efecto tubo

"SUUMCUIQUETRIBUERE"...

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4 OI 402 402 404 405 405 403 407 407 40? 403

Creo que eljefecto nació buscando aplicaciones al enfile al tiempo. ¡Unas cartas negras se convierten en rojas, obedeciendo a una maravillosa historia! Ese es el "es­ píritu" del juegp. Cierto que cosa parecida sucede también en el final del juego que he llamado "El Nueve mágico" (Variaciones sobre un tema de Hamman). Por eso no conviene, quiz; s, presentar estas dos rutinas en la misma sesión, aunque no hago esa afirmación con total seguridad... Sea como s a, el origen próximo del juego está en el que mi hermano, el admi1 rado Juani Tamariz publicó, primero, en la revista española MISDIRECTION, bajo el título "Con la ayuda del Comodín" (merece la pena ir al lugar citado, aunque sólo sea por ver la foto de un desconocido y recortado Juan) y2 que años después aparece, con algunas variaciones., en el prodigioso libro SONATA, con texto escrito por Fred Robinson, bajo el : ítulo de "Días negros" (ambos artículos son de lectura y estudio obligados; yo prefi e ro el texto de Juan). Tengo la sospecha de que el magnífico efecto se n (poseídas las técnicas del "cambio" de Paúl Curry y del enfile al le ocurrió a JUE de mi "Cinco rojas y cinco negras" (pág. 331 de este libro). Pero el tiempo) a raíz completamente distinto, y de mucha más entidad y sustancia... (Carjuego de Juan e: i'ietamente española: efecto nuevo y no sólo variante en la ejecución). tomagia, pues, :omp!etamente olvidado, y ha sido Alberto Álvarez, mi amigo gran­ Yo lo tenía en hizo que me acordase de él y de su fragancia mágica. Han seguidon y sabio, qu > de estudio, el alumbramiento de "ideícas", el comentario en los "juedo unas jornada :on mis asiduos amigos (y con Juan Font y Quique Tortajada)... ves ascánicos la práctica cálida,, la práctica que pulimenta, la experimentación ante La práctica, meditación y más práctica... elpúblico, más

403 403

412

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N " 3 , 1964, pág. 110. Juan Tamariz, pág. 107.

MlSDIRECTION SONATA, de

357

Gracias le sean dadas a Juan Tamariz, que me ha permitido tanto. La estructura de. la rutina es ahora, más o menos, la misma, pero he añadido unas acciones de con­ tinuidad de gran eficacia (a lo que creo), y he sustituido el cambio de Paúl Curry por un -más asequible y hacedero- "doble", que permite además algo que siempre he perseguido: la transformación de la carta en la mismísima mano del espectador (que nunca dejó de "agarrar" el naipe). Sin duda, el entendido degustará también de la coherencia y lirismo de la versa­ ción y de la elegancia de la construcción...

Los dos Seises mencionados, estarán en la parte superior de la baraja, en el orden en que te vayan saliendo o apareciendo. Por las buenas, o mediante un nuevo "debex"3 (al buscar un tercer Comodín, o al cerciorarte de que ya no hay más Comodines, por ejemplo) coloca esas seis cartas en el orden requerido. Consigues, pues, ordenar las sie­ te primeras cartas de la parte superior de la baraja como se ha explicado. Pon los dos Comodines felizmente buscados a la izquierda (u "oeste") del tape­ te, cerca de un rotulador o bolígrafo que allí ya esté. (Si la baraja no tiene Comodi­ nes, usa como "Carta mágica", nombrándola así, otra que te guste: por ejemplo, la Dama de Corazones). Estás presto para comenzar la...

II. Montaje

III. Marcha del juego

Ordena las siete primeras cartas de la parte superior de la baraja del siguiente modo: 1.

"SUP-1" (Conveniente). Una carta de número (no figura), roja, alta. Por ejem­ plo, un Nueve rojo. 2. (Conveniente). La carta roja homónima de la "SUP-1". Por ejemplo, el otro Nueve rojo. 3. (Necesaria, en parte). El Seis de Picas. 4. (Necesaria, en parte). El Seis de Corazones. 5. (Conveniente). Por ejemplo, un Nueve negro. 6. (Conveniente). Por ejemplo, el otro Nueve negro. 7. (Conveniente). Cualquier otra carta negra; por ejemplo, una figura negra.

1. Haz con la baraja una mezcla -maquinal y perezosa- que te deje intacto el mon­ taje de las siete cartas de la parte superior (la mezcla, dado el pequeño grupo de cartas cuyo orden debe respetarse, puede ser muy convincente). Huye de las mez­ clas - o cortes- que "huelan" a técnica (o sea, a manipulación de mago). Termi­ na el barajuelo bajando, sin desordenarlas, las tres primeras cartas desde la par-; te superior de la baraja a la inferior (la SUP-1 es ahora un Seis rojo, y la INF-1 el Seis negro). Puedes hacer a continuación, desganadamente, una mezcla de Arnaldo (pág. 377) o similar. Deja la baraja, apaisada y cara abajo, en el centro del tapete. Aparta las manos, habla soñadoramente y cuenta con sentimiento la si­ guiente historia: 2.

El juego que voy a hacerles se originó en una historia de amores desgraciados que hace tiempo me pasó, digo, que protagonizó un amigo mió. Estallamos, un

Las cartas 5 y 6 tienen que cumplir únicamente la condición de ser confundibles entre sí. Colocada cada una de ellas en la cara de sendos paquetes, el espectador que los mire con vaguedad y sin fijeza ha de poder confundir los dos paquetes. Práctica­ mente, bastará no contraponer una carta baja y una Figura, por ejemplo, como cartas en las caras de esos paquetes. Si se sigue la lectura, más adelante ei lector me entenderá mejor. Baste saber aho­ ra que los dos Nueves negros son perfectamente confundibles entre sí, y que pueden buscarse en la baraja con facilidad al localizar los dos Nueves rojos. El montaje en cuestión puede conseguirse en los breves instantes en los que'estés a solas con la baraja (por ejemplo, mientras los espectadores parlotean, antes de empezar el juego) o mientras separas los Comodines de la baraja, haciendo la mani­ pulación que Juan Tamariz, con mucho acierto terminológico, llama "Debex" ("Des­ lizamiento bajo extensión"), que se ha erigido en una técnica muy práctica y de múl­ tiples aplicaciones.

3. Está descrito este movimiento en el impagable libro GRAN ESCUELA CARTOMAÜICA, de Roberto Giobbi ("Esta obra monumental va a revolucionar la cartomagia moderna"', me decía hace poco el inteligente mago portugués Vasco Eloy). Ver la pág. 326 del Tomo 2, "El control por debajo de la extensión". Véase, también en español, en el juego "Pensamientos idénticos" en LA CARTOMAGIA DE HOKZINSER, pág. 38. Editorial Páginas, Madrid, reedición. 2000. Al parecer, Hofzinser fue el inventor de esta maniobra, conocida en inglés por el nombre de "culi". Hay en España excelentes magos especialistas de la misma, como Alberto de Figueiredo, Miguel Gómez. Gabi, Javi, aparte del propio Tamariz, por supuesto. En la literatura internacional puede consultarse en inglés: THE CLASSIC MAOIC OF LARRY jENNiNGS.de Mike Maxwell, I9S6, pág, 17, artículo "A Problem with Hofzinser". THE COMPLETE WORKS OF DEREK DiNGLE.de Richard Kauiman. 1982, pág. 17, artículo "The Universal Card",

35?

353

verano, en Valencia, en la playa de El Saler en un día luminoso ("Dios está azul", decía Machado), hacia las cinco de ¡a tarde, ¿aplaya interminable es­ taba casi desierta, y el cielo, sin una nube, estaba radiante y con esa luz me­ diterránea que tan bien pintó Sorolla. No se oía más rumor que el del mar, pe­ rezoso. Mi amigo hablaba por teléfono encerrado en una cabina solitaria, situada justo al borde de la arena. Le veo salir de la cabina pálido, demuda­ do, con el rostro desencajado: "Alicia, mi novia, me ha dejado, y se ha ido con otro... ", me explicó, casi sollo­ zando. Yo me acordé de su novia, una linda muchachito, menudita, de ojos aca­ riciadores... el noviazgo duraba ya dos o tres años... Mi amigo, cuitado, me de­ cía (y se notaba que su corazón sangraba): "¿ Ves ese cielo tan azul? Para mí ahora es negro, negro, negro... " Yo le conforté como pude, diciéndole que ella volvería... Es lo imico que le consolaba: "Desde ahora, no habrá un instante de mi vida en que ella no esté, o no esté el recuerdo de cuando estuvo, o la espe­ ranza de que regrese...;pero las cosas son.como son ", y repetía: "las cosas son como son, y mis días serán negros, negros, negros... " Por mi memoria ronda­ ban unos versos de Ibn Zaydun, un poeta cordobés (de cuando Córdoba era ára­ be), que decían casi lo mismo: "Tú eres: el arrayán de mi vida. Desde que te fuis­ te, mis días son negros, y'antes, cuando tú estabas, hasta mis noches eran claras... ". Yesos versos arábigos, del siglo XII, se enlazan con los de una co■ pía moderna, que dicen: "Para qué quiero estrellas si ya las tengo en las noches tan claras que hay en tu pecho... "

4. Enseña kls manos vacías, diciendo: Aquí, el poder y nada más, refiriéndote en especial Í. tu mano derecha (humedécete, en gesto maquinal, la yema del índice izquierdo). Toma desde arriba la baraja con la mano derecha (asiéndola por los lados), y llévala hacia la mano izquierda. Haz tu cambio de color-o "pintaje"-preferido, que, llevando el Seis de Cora­ zones de ía parte superior de la baraja a la inferior, cambie o "pinte" el Seis de Picas en sil Seis de Corazones (que procede secretamente de la parte superior de la baraja)! Te sugiero que emplees mi "pintaje" que. llamo el poder (explicado en la pág, 380) pero, cualquiera servirá, siempre que sea del mismo mecanismo (figs. 16: 20). A la vez que realizas la transformación del Seis de Picas en el Seis de Corazo­ nes, termina el recitado... y antes, cuando tú estabas, hasta mis noches eran cla­ ras; en corroboración del "pintaje", haz un revoloteo del Seis de Corazones (car­ ta doble), I que introduces, para perderla, hacia la quinta o sexta posición de la baraja, aproximadamente. 5. Pero la di\•ra realidad es que los días son negros. Vamos a separar las cartas bien negras . Dbspliiiega las cartas cara arriba entre tus manos (dejándolas ver, más o menos) y deposiita de izquierda a derecha, conforme aparezcan, los naipes negros, desplegadas , sobre el tapete. Ve contándolas secretamente ("baxito", diría Minguet) y, culándo llegues a contar unas quince cartas negras esparcidas sobre la mesa, di re firiénpote a ellas: Usted puede ir pensando una cualquiera de estas cartas negras. A proceder así, se irán juntando (como sin querer y sin mencionarlo) cartas rojas eití la cara de la baraja (nadie lo sospecha): naturalmente, no llamas la atención sobrd¡ ese hecho. En este momento, las tres primeras cartas de la parte superiordelarJ ¡áraja son los dos Nueves negros (cartas "confundibles") y la figura negra (o sea, las (cartas número 5, 6, y 7 del montaje inicial de la baraja, ver pág. 358).

De esos versos nació el juego que les voy a hacer... Pausa, dejando flotar la poesía, para, de nuevo, entrar en acción. 3. Coge la baraja entre tus manos. Diciendo: Lo primero, mezclar, haz una mezcla falsa total (que te deja toda la baraja tal cual). Yo suelo hacer ahora una mezcla mema, para subir dos cartas de en medio a arriba, que culmina con dos cortes deslizantes. Cuando estás terminando la mezcla, repite el recitado: Desde que te fuiste, mis días son negros... y voltea dramática y lentamente la baraja, de ade­ lante a atrás, dejando ver maravillosamente el Seis de Picas (negro) en la cara de la baraja. Deposítala así, cara arriba, sobre el tapete, pero en posición apaisada (nadie se extrañará, puesto que así apaisada ya estuvo la baraja). 360

Cierra o q badra la baraja, cara arriba y, por estimación, traslada unas quince cartas (rq as) de arriba a abajo, realizando para ello un despreocupado doble corte Pocemos poner más cartas negras, dices, mientras sigues desplegando cartas de a baraja (que has ido poniendo en posición vertical, de modo que se oculte a mirada de los espectadores el mogollón de cartas rojas que están en la partf superior). Se ponen, juntas, la figura negra y bajo ella, semicuadrada, el Nueve negro contiguo, sobre el tapete, como últimas cartas negras allí depos tadas. Cierra o cuadra la baraja que tienes en las manos, obteniendo una seüaración del meñique sobre el Nueve negro que queda en la baraja. Voltea ést í dorso arriba, pero al hacerlo, un instante antes de depositarla, realiza mi ntlaniobrilla casi sin el meñique, de modo que, cuando la depositas 361

en el borde próximo del tapete, obtienes al desgaire un "escalón diagonal" que distinga el paquete de la parte superior, formado por unas quince cartas rojas y el otro Nueve negro. Este depósito de la baraja sobre el borde del tapete, ade­ más, has de realizarlo en tránsito hacia la acción (final) de coger las cartas negras desplegadas en el centro de la mesa. 7. Coge en efecto todas las cartas negras que hay cara arriba en el tapete, cuádralas brevemente en las manos, y vuélvelas a desplegar o extender cara arriba de iz­ quierda a derecha, en cinta, sobre el centro del tapete, pero cuidando al hacerlo de que el Nueve (que está en segundo lugar desde arriba) no se vea (fig. 1: en ella aparece un Ocho de Picas en lugar de una figura negra: pero lo mismo da). Es fácil. (No interesa que el espectador pueda pensar el Nueve, repito).

1

9 negro

8. Di a tu espectador: Usted ha pensado una carta ¡cualquiera! de entre todas es­ tas negras, pero la digo además una cosa: si quiere, puede cambiar de carta; ¡yo no me VOY a enterar!... ¿Hapensado una carta?... Pues mezcle, además. Reco­ ge de izquierda a derecha todas las cartas negras y se las alargas y entregas al es­ pectador. Mientras él mezcla, di: La carta pensada simboliza la mujer soñada, la noviecita, aquella de la que nunca se pierde la esperanza de que regrese... Toma las cartas mezcladas de la mano del espectador y, mirándole a la cara, des­ pliega las cartas entre tus manos, cara arriba. ¡Cualquiera sabe cuál es! Echa un vistazo a las cartas y localiza visualmente el Nueve negro que está entre ellas; le­ vanta la mirada, y mira de nuevo a la cara del espectador. Cierra las cartas sin mirarte las manos y, por medio de mezclas o de cortes (desganados o hechos maquinalmente) lleva él Nueve negro a la cara del paquete. (Por ejemplo: en el vis­ tazo aludido compruebas que el Nueve negro está en cuarto lugar desde las ca­ ras; separa la mirada de las cartas y mira al espectador; sin prisa, cierra las cartas y ponías caras hacia la izquierda; sin mirarte las manos, haces una mezcla pere­ zosa por arrastre, "pelando" tres cartas; el Nueve queda en la cara del paquete, como se requería). 362

Deja el paquete de cartas, cuadrado y cara abajo, en el rincón exterior derecho del tapete (al hacerlo, te resultará fácil asegurarte de que el Nueve negro es la carta que está en el fondo de ese paquete). 9. Di, alejando las manos de las cartas: Yo no quiero tocarlos naipes. Usted mismo esparza las cartas hacia su derecha, en una hilera, de modo que se vea al me­ nos una pequeña parte de todas las cartas cara abajo. Como el espectador duda de lo que le pides que haga (o finges que duda), le aclaras con un ejemplo lo que quieres decir tomando, para ello, toda la baraja (que está, recuerda, frente a tu es­ ternón con un escalón diagonal que tú distingues) con la mano derecha, desde arriba y, pasándola a la mano izquierda, cuyo dedo meñique recupera la separa­ ción por donde está el escalón diagonal. La mano derecha, continuando con su ejemplo, toma ahora sólo el paquetito que está por encima de esa separación (for­ mado por tinas quince cartas rojas y como naipe de la cara, un Nueve negro) y lo extiende.(cara abajo, claro) de derecha a izquierda, en cinta, en el centro del ta­ pete. Una vez comprendido el ejemplo, mientras el espectador extiende cara aba­ jo hacia su derecha la pila de cartas negras, recoge de izquierda a derecha la fila de cartas rojas, cara abajo, del ejemplo (lo que puedes hacer fácil y cómodamente) con sólo la mano derecha, y deposítalas a continuación, ya reunidas, en la parte superior de la baraja que está en tu mano izquierda (manteniendo una separación con el meñique izquierdo entre ese paquete y el resto de la baraja). 10. Manteniendo esa separación coge, cara abajo, la "carta mágica" (un Comodín) que está desde el principio en el "oeste" del tapete, hazle marcar con el rotula­ dor e instruye a tu espectador: Sujetando esta carta mágica con el pulgar enci­ ma, como hacen los radiestesistas o zahones que encuentran agua subterránea en mitad del campo, paséela por encima de la fila de naipes negros, hasta dete­ nerse y tocar una carta, la que a usted le parezca. Entrega el Comodín (marca­ do) cara abajo a tu espectador para que toque con él una carta cualquiera de la fila de cartas negras que está cara abajo en el tapete. El espectador (en medio de la expectación general) toca con el Comodín una carta cualquiera de la fila de las negras cara abajo. Separa claramente esa carta así tocada, sacándola sin verla de la cinta y dejándola aislada y cara abajo en el centro del tapete. Coge el Como­ dín de manos del espectador y, para perderlo, introdúcelo cara abajo, algo lla­ mativamente, en la baraja cuadrada, por su parte de atrás, por la separación que mantiene el meñique izquierdo. Manten la separación encima de ese Comodín marcado. Los Comodines restantes, inservibles, introdúcelos, en la mitad infe­ rior, en la baraja, por delante, con soltura que excluye la idea de algo extraño en la manera de coger la baraja. 363

11. Recoge, agrupa y cuadra cara abajo todas las cartas de la fila de cartas negras del tapete (excepto la elegida, claro) sin utilizar para ello (o utilizando lo menos po­ sible) la mano izquierda. Al hacerlo, es conveniente dejar ver que las cartas que recoges son negras. Cuando estén reunidas en un paquete,.cógelo casualmente cara abajo con la mano derecha en posición para hacer un enfile al tiempo, es decir, con el dedo mayor en su extremo exterior y el pulgar en el interior (fig. 23). Éste es el paquete "a quo" del cambio que va a seguir, y el paquete "ad quem" es el que "separa", en la parte superior de la baraja, la yema del meñique izquierdo. Uno y otro paque­ te tienen a m o cartas inferiores sendos Nueves negros, lo que es base de las ac­ ciones de continuidad aparente que van a seguir al cambio. 12. La técnica del enfile al tiempo está explicada enlapág. 325 de este libro. Más adelante, en el apartado "Técnica", pueden verse más precisiones acerca de este procedimiento. También, en el apartado "Psicología" (pág. 397) explico la razón de la cobertura del movimiento. 13. Sigue la acción. Apoya la yema del mayor izquierdo en el lado largo izquierdo de la carta separada. Introduce, con expectación, lentamente, el lado izquierdo del paquete "a quo" por debajo del.lado derecho de la carta separada (si el gro­ sor del paquete dificulta esta introducción, lo podrás "biselar" fácilmente apo­ yándolo por su borde contra el mismo tapete). Disponiéndote a volver cara arri­ ba la carta separada, pregunta al espectador cuál es el nombre de la carta pensada. El Cinco de Picas, supongamos que responde. No va a salir, pero... A continua­ ción, cuando la expectación y el interés por conocer la carta separada sean má­ ximos, voltea esa carta cara arriba, realizando el "cambio" inmediatamente, cuan­ do el dorso de la carta separada y volteada toque el tapete para ponerse cara arriba. Importante: escuchas con aparente indiferencia el nombre de la carta pensada (Cinco de Picas) y solapas tus palabras con las del espectador, en actitud pen­ diente de cuál vaya a ser la identidad del naipe que te dispones a voltear (no va a salir, pero...). Sin embargo, en cuanto escuchas (aparentando indiferencia) el nombre de la carta pensada por el espectador, la grabas profunda y centelleantemente en tu memoria, para recordarlo mucho más tarde (el público hasta se ol­ vidará de que tú sabes cuál es y creerá, probablemente, que además, has adivi­ nado una carta pensada). Hecho el cambio, cuando la mano derecha vuelve o regresa (sujetando ya el pa­ quete "ad quem") desde la izquierda al centro del tapete, haz algún comentario acerca de la carta recién vuelta cara arriba: ¡Casi ha salido! Se me olvidaba que, una vez que se ha ido, nunca regresa la mujer soñada... 364

(Porque, claro, doy por supuesto que la carta que se voltea no es la pensada. Si fuera así lo que entra dentro de lo posible, diré luego cómo hay que proceder). 14. Pero, dejando por un momento los simbolismos aparte, ya sé lo que pasa... Des­ de que empiezas a hablar y mientras hablas, son Varias las cosas que haces (y las debes ha ;er con ritmo rapidito y ágil, sin vacilaciones ni tardanzas). En primer lugar, impides que el paquete (ex "a quo") de cartas negras que, ahora, está en la parte superior de la baraja que sujeta tu mano izquierda, se confunda con el res­ to de ella (cuya SUP-1 es el Comodín marcado) manteniendo una separación en­ tre esas c irtas negras (antiguo paquete "a quo") y el resto de la baraja con la yema del meñique izquierdo. Llevas maquinalmente a tu rostro, además, la mano de­ recha para poner en posición las gafas que se te descolocan (fig. 2) o para ras­ carte (con el nudillo del índice derecho) la frente, en acción que deja ver el Nue­ ve negro :de la cara del paquete ("ad quem")'que sostiene la mano derecha. No hagas "pausa para aplausos" ni mucho menos, mires con complicidad al audito­ rio. Sólo si haces el gestito maquinal y despreocupadamente contribuirá a la "fi­ jación mental" (ver pág. 405) de que el paquete de cartas de la mano derecha si­ gue siendo el que está formado por cartas negras.

Deja este| paquete ("ad quem") cara abajo sobre la mesa, cerca de la carta fallida (negra) q' .ie está cara arriba en el centro del tapete. Con la mano derecha coge, en la posic ion de cortar, la baraja que tiene la mano izquierda para dejarla o deposi365

tarla descuidadamente en la parte izquierda del tapete, obteniendo a la vez un es­ calón diagonal con la ayuda de la yema del meñique izquierdo (que empuja hacia la izquierda todo el paquete que está por encima de la separación). Recuerda: en la parte izquierda del tapete queda, pues, abandonada la baraja con un escalón dia­ gonal; el paquete escalonado (de arriba) está constituido por quince cartas negras (entre las cuales está la pensada, el Cinco de Picas), y la primera carta siguiente, la del escalón, es el Comodín marcado. La acción, ágil, continúa: 15. Con la mano derecha coge el paquete "ad quem", que está cerca de la carta fa­ llida. Con la mano izquierda (palma arriba) coge la carta fallida que está, cara arriba, cerca, en el tapete. La mano derecha, ayudada si hace falta por la mano izquierda, voltea cara arriba su paquete y así lo coloca encima de la carta fallida (que está en la mano izquierda, cara arriba); al voltear cara arriba el paquete "ad quem" se verá una carta negra en la cara del mismo: el Nueve negro. Preciosa acción de continuidad aparente: todo continúa igual, tranquilos. Lo que pasa... (sigues diciendo y, jugueteando con las cartas cara arriba de las ma­ nos, haces un corte uno contra cincuenta y uno que enseña subliminalmente car­ tas negras en el paquete que tienes en las manos) ...lo que pasa se explica por dos razones: una muy poética, y otra prosaica, pero más rea!. La razón poética es qué la mujer soñada, cuando se va con el viento, no regresa jamás; aunque no se pier­ de nunca la esperanza de que vuelva, lo cierto es que no regresa jamás ...Y la ra­ zón prosaica es que, con tantas cartas negras es difícil acertar (el corte uno con­ tra cincuenta y uno se explica en el apartado "Técnica". Véase también en la pág. 390 de este libro). Después de estos cortes,todo sigue igual: la carta de la cara del paquete de las manos es un Nueve negro, y la SUP- 1 la carta fallida. Vuelve todo el paquete cara abajo y, siguiendo el mismo movimiento, extiénde­ lo cara abajo sobre el tapete de izquierda a derecha. Sí, son demasiadas cartas negras, afirmas, refiriéndote a la cinta de cartas cara abajo (acción de continui­ dad aparente verbal, preciosa). Vamos a emplear sólo (res, dos... Bastan dos car­ tas; asila carta mágica puede elegir con más seguridad. Separa de la cinta cara abajo la segunda carta desde la izquierda, y la contigua a ella, también desde la izquierda; se trata de los naipes números l y 2 del montaje inicial (pág. 360): deja esas dos cartas (rojas y homónimas: los dos Nueves rojos, en nuestro ejemplo) cara abajo en la parte delantera (casi la más alejada) del tapete, frente a ti, una cerca de la otra. Haz ademán de ir a separar un tercer naipe, pero desistes: bas­ tan dos cartas. Recoge la extensión de cartas de la mesa y coloca este paquete cara abajo en la posición de dar en la mano izquierda. Al arreglar y poner en su sitio las dos cartas de la parte delantera de la mesa con ambas manos, lá mano izquierda deja ver, como sin querer, la carta (negra) del fondo del paquetito que 366

está en esa mano izquierda (fig. 3). Da relevancia, verbalmente, al hecho de que la elección la hace "la carta mágica", no tu espectador.

16. En silencio, como jugando con las cartas, haz un doble subcorte (con desplie­ gue) que traslada al fondo la carta de la parte superior del paquetito (la carta negra fallida). Sin dar importancia a lo que haces, vuelve cara arriba de delan­ te a atrás todo el paquete (aparecerá én la cara del mismo la carta negra falli­ da y detrás de ella está el Nueve negro) para hacer, seguido, un corte una con­ tra cincuenta y una que deje ver, al desgaire, siempre cartas negras (nueva acción de continuidad). 17. Acerca casualmente las manos al borde de la mesa (para facilitar la descarga que va a venir). Ahora, hemos reducido la dificultad. La "carta mágica " tiene que decidir o elegir sólo entre ésta o esta carta, y seguro que ahora acertará. (El público, claro, se da cuenta de lo divertidamente absurdo de tu afirmación, por muy serio que la hagas). Manteniendo la mano izquierda (con el paquete) cerca del borde de la mesa, coge con la mano derecha la carta negra (la fallida) que está, arriba, en el paquete cara arriba de la mano izquierda y, empleándola como un puntero, señala con esa carta, avanzando para ello la mano derecha que la suje­ ta, una tras otra las dos cartas cara abajo que están en la.parte delantera del ta­ pete -los dos Nueves rojos, desconocidos para el público. Arturo decía "inter nos" (entre nosotros). Al hacerlo, dejas ver que también la segunda carta del paquete de la mano izquierda es negra (el Nueve negro). Regresa con la mano derecha hacia el paquete, y deja la carta negra "puntero" cara arriba encima (en la cara) del paquete, donde estaba. Pero se aprovecha además esta acción de señalar (es decir, cuando la mirada del espectador vaya con el puntero desde el paquete ha367

cia las dos cartas que van a ser señaladas) para desplazar con el pulgar izquier­ do a la derecha, muy ligeramente, el Nueve negro y obtener una separación con el meñique izquierdo por debajo de ese Nueve negro, de modo que cuando la mano derecha regrese para depositar encima la carta puntero, lo hace sobre la car­ ta por encima de la separación, la cual ahora se convierte en separación de dos cartas cara arriba (negras). 18. Pasa esa separación a la yema del pulgar derecho y voltea cara abajo el paquete (ver, en pág. 383, la maniobrilla casi sin el meñique, para mantener la separa­ ción al voltear) y, ya con la separación de los dos naipes negros de abajo y es­ tando las manos próximas y cercanas al borde de la mesa, te bastará un ligero movimiento de vaivén de las manos para descargar en el regazo esos dos naipes negros (ver, en pág. 389, la descarga de cartas en el regazo). El resto de las car­ tas negras, dices un poco despectivamente, las dejamos aquí, y las colocas (en realidad son todas rojas), desplegadas hacia ti (en cinta de "norte" a "sur"), al "sur" de los dos Nueves (rojos) que están en el tapete (fig. 4).

la vista, rápido, un corte florituresco muy conocido... no recuerdo de quién es...). La yema1 del pulgar derecho, sin abandonar su presa sobre el paquetito superior (el de cartas negras) separa y divide en dos el "paquetón" inferior, alzándose hacia am­ bacon una ia mitad del mismo (dejando la otra mitad en la palma izquierda). La yema del pulg:ar i:izquierdo, orientada hacia delante, se apoya en el extremo interior del paquetit<j> de arriba (el de cartas negras) y le obliga a pivotar (hacia la izquierda y hacia de..-ante) girando sobre el mayor derecho (figs. 5 y 6), hasta caer sobre la poreión de naipes que está en la mano izquierda; y sobre él se abate el paquete que ■" los dedos de la mano derecha. sostiener. Comodín

ExAQuo

Ex A Quo Comodín

19. Ahora, para reproducir las mismas condiciones, vamos a usar también la carta má­ gica. Aquí tiene que estar ...aquí está. Coge, con la mano derecha en posición de cortar, la baraja que está olvidada en el lado izquierdo del tapete. Pásala a la mano izquierda, en la que el meñique izquierdo obtiene una separación por el escalón dia­ gonal que había en la baraja. A continuación, haz un corte que traslade el paquete superior (el "separado" por el meñique) desde donde está, a colocarse en medio del "paquetón" inferior (lo cual puede lograrse con un salto secreto, aunque yo hago a 36?

El resulta do es: a) que las cartas negras (entre las que está la pensada) se han venido acó ocar a partir de la carta décimo segunda o décimo cuarta de abajo, aproximadamjente y b) que la carta superior de la baraja es el Comodín marcado (este "corte fio rituresco" has de hacerlo de forma maquinal, sin darle la menor importancia., como una fioritura breve y caprichosa con que adornas impensadamente tu manejo de las cartas). 36q

20. Pon la baraja caras hacia ti, vertical, y busca rápidamente el Cinco de Picas (la carta pensada, ¿te acuerdas?; si no te acuerdas, ver el efugio que se explica en pág. 375) carta que, sin enseñarla, pasas y colocas visiblemente, "mintiendo" que es el Comodín, en la parte superior, de la baraja; merced al "corte floriruresco", el Cinco de Picas lo encuentras y lo sacas del mismo lugar aproximado en. el.que antes perdiste el Comodín -ver apartado 10- un tanto llamativamente). Cierra me­ cánicamente la baraja y, mirándola, vuelve a abrirla rápidamente como para cer­ ciorarte de que has colocado en la parte superior la carta adecuada (o sea, el pre­ tendido Comodín). Al cerrarla, obten una separación con el meñique izquierdo entre la segunda carta desde arriba -el Comodín- y el resto de la baraja. Vuelve toda la baraja cara abajo (ver, en pág. 383, la maniobrilla casi sin el meñique) manteniendo la separación de las dos cartas. Como resultado de ello, en la mano izquierda te encuentras con la baraja (cara abajo) en la que la yema del meñique izquierdo mantiene una separación bajo la segunda carta desde arriba. 21. Haz ahora el doble con volteo ingrávido-1, que se explica en el apartado "Téc­ nica" (u otro que prefieras) y abandona cara arriba las dos cartas (como una) en la parte superior de la baraja, imprimiéndoles, antes de hacerlo, la forma de teja (concavidad por el lado caras), que te permite hacer, en movimiento de vaivén, la avanzadilla flotante de la carta doble (figs. 7 y 8).

¡Usted mismo coja el Comodín! ¡Así, con el pulgar encima! ¡Y loque cualquie­ ra de las dos cartas... la que quiera! Voltea cara abajo con la mano derecha la carta doble sobre la baraja y, en tránsito para señalar uno cualquiera de los nai­ pes en cuestión, pasa a la mano derecha la carta superior de la baraja y señala con ella uno de los dos naipes; pásasela en seguida a la mano del espectador, que la coge, como le indicas, con el pulgar encima, y señala con esa carta-puntero uno de los naipes de la elección. Deja la baraja a un lado del tapete. 8

Comodín

23. Llegas a la fase consumatum est con un magnífico falso punto departida. Re­ cuerda: ¡responsabilidad! El espectador cree que tiene en la mano un Comodín -cuando en realidad es su carta; está en la creencia de que va a elegir entre dos cartas negras -que en realidad son los dos Nueves rojos- e ignora, asimismo que la hilera de cartas centrales está formada, no por naipes negros -como cree- sino por cartas rojas. ¡Eres el amo, si no desperdicias la situación!

Comodín

22. Realza este momento cúspide de la rutina diciendo: ¡La carta mágica es verda­ deramente mágica, aunque usted no lo crea! ¡Sólo juegan dos de las negras! ¡El resto de las negras no intervienen! ¡Toque usted mismo cualquiera de las dos! (Te has ido refiriendo con gestos de la mano derecha a los naipes -el Comodín, las dos "negras", el resto de "negras"- de los que sucesivamente has ido hablando). 370

24. El espectador, decíamos, señala una de las dos cartas elegibles tocándola con la carta-puntero que su mano sujeta. ¿Esa? ¡Pues ha acertado: está tocando la carta pensada!, le dices, cualquiera que sea-el naipe elegido. (Y fíjate, por cierto, que hablas de "carta pensada"). Toca, con tus manos ahora ya libres, el punto de contacto de ia carta que sujeta la mano del espectador con el dorso de la carta elegida. / Vamos a hacer una pequeña comprobación! Toque la otra carta. El espectador lo hace, trasladando la carta que sujeta su mano de uno a otro naipe, de modo que, ahora, su carta está en contacto con el otro naipe "ele­ gible". Tu sonrisa triunfal se congela;Finge desconcierto y extrañeza. ¡Un mo­ mento! ¡Algo pasa! ¡Sigue usted tocando, ahora también, la carta pensada! ¡Eso sólo tiene una explicación! ¡El contacto se produce aquí, en su pulgar!, dices, señalando a la uña del dedo pulgar del espectador; a la vez, le empujas 371

suavemente toda la mano, y la llevas a la zona (libre) del tapete al "norte" de los dos Nueves rojos que, dorso arriba, están en la parte delantera del propio tapete. ¡Porfavor, vuelve lentamente la mano! dices, y tú mismo acompañas esas palabras con la mímica adecuada, volviendo tu mano derecha palma arri­ ba. El espectador te obedece, y la carta pensada aparece gloriosamente^sujeta cara arriba en su propia mano. Gran sensación. Coréate: Y la tiene usted mis­ mo cogida, en su propia mano! Deja que el público aprecie y paladee el efec­ to. ¡No tengas prisa! Gracias a la magia, la carta pensada, es decir, la mujer soñada, la mujer siempre esperada, ha vuelto... Coge la carta pensada de ma­ nos del espectador, álzala en tu mano derecha (como si fuera el final) y mués­ trala (por cierto, no hace falta preguntar previamente, como suele hacerse, el nombre de la carta en cuestión). Déjala cara arriba en el mismo sitio sobre el tapete. Las cosas son como son, pero a veces, como quiere el corazón. 25. Y, entonces... los días ya no son negros. Vuelve cara arriba, uno tras otro, los dos Nueves rojos, lenta y dramáticamente (al público le coge desprevenido este "fi­ nal' inopinado del juego). Y hasta las noches, ahora, son claras... (habla lenta­ mente, dejando caer una a una las palabras en el ánimo del espectador, como go­ terones en estanque quieto). De la hilera central de cartas cara abajo -la que formaste diciendo (ver apartado 18) medio despectivamente el resto de las ne­ gras. Aquí... de esa hilera, digo, coge con la mano derecha el naipe más próxi­ mo a ti, vuélvelo (despacio y con cierto temor) de atrás hacia delante como para cerciorarte sólo tú y, comprobado que "ahora" es rojo, déjalo cara arriba cubriendo parcialmente el Nueve rojo de la derecha; haz lo mismo con las cartas siguien­ tes (siempre de una en una, "cerciorándote" antes de que, ahora, son rojas, cada vez más deprisa), cartas que depositas formando una hilera o cinta de "norte" a "sur", cada una cubriendo parcialmente la anterior. Coge y voltea, ñor último, con la mano izquierda, ahora de una sola vez todas las restantes cartas rojas que cara abajo quedan y, paralelamente, extiéndelas cara arri­ ba y despliégalas en cinta hacia ti, a la izquierda, a partir del otro Nueve rojo (fig. 9), mientras dices, emocionado: Para qué quiero estrellas si ya las tengo en las noches ¡tan claras! que hay en tu pecho. Quizás los espectadores no aplaudan. Pero se quedarán absortos y con los ojos húmedos y brillantes. Es su modo de aplaudir en presencia de la belleza... 372

IV. Cómo proceder sí se acierta, a la primera, a la carta pensada ¿Y si al volver cara arriba, al principio (apartado 13) el naipe que el Comodín eli­ gió resulta por ¡casualidad que es precisamente la carta pensada (el Cinco de Picas en nuestro ejempl ?)? El caso es posible, e incluso, dice Juan Tamariz, es más frecuente de lo que parece (aunque también es verdad que él emplea menos cartas elegibles). Por supuesto, eJ enfile al tiempo se hace. Pero las acciones de continuidad sub­ siguientes y elparéntesis de olvido (antes del descubrimiento de las rojas, al final) sufren algunas modificaciones. ¡Aquí está,] ¡La carta pensada, ¡a mujer soñada vuelve! Arréglate con la mano derecha las gafas o ráscate la frente (fig. 2, pág. 365), deja el paquete de la mano de­ recha cara abaj D sobre la mesa y, sin preocuparte ahora de escalón alguno, deja la ba­ raja cuadrada a un lado. Coge con la mano izquierda palma arriba la carta pensada, y con la mano derecha él paquete de naipes rojos con la carta negra en la cara; vuel­ ve cara arriba todo el paquete de la mano derecha y pásalo a la mano izquierda (de­ posítalo encima de la carta pensada que está cara arriba). Vuelve cara abajo todo el paquete. ¿ Y cómo ha sido posible? Porque son muchas las cartas negras para ele­ gir... Despliega entre las manos las cartas dorso arriba, acercando la mano izquier­ da al borde de la mesa e inclinando los naipes, como para enseñarlos mejor. 373

Al cerrar la extensión, obten una separación por encima de la última carta (el Nue­ ve negro), lleva las manos hacia el centro del borde de la mesa (frente a tu esternón), y descarga en el regazo esa carta negra (ver, en pág. 389 la descarga de cartas en el regazo). En tránsito, lleva las manos (con las cartas) hacia delante y hacia la dere­ cha, y deposita el paquete cuadrado y entero casi en el rincón derecho del tapete,. Ex­ tiende sobre el tapete todas sus cartas en cinta horizontal hacia la izquierda, como antes. Pues ha sido posible porque la elección la ha hecho la carta que es mágica... el Comodín... aquí está. Coge la baraja que dejaste aparte, busca rápidamente el Co­ modín, sácalo con la mano derecha y esgrímelo a la vista, y abandona con la mano izquierda de nuevo la baraja a un lado de la mesa. La magia sabía qué carta tocar para acertar entre todas... Pasa el Comodín "radiestésicamente" sobre la cinta de cartas. Toca con el Co­ modín la primera carta de la cinta (la pensada, que es la única negra). Echa a un lado el Comodín," y coge la carta pensada para volverla cara arriba y así depositarla de­ lante de la cinta de naipes (al "norte" del todo). Se está sugiriendo sutilmente que la cinta de naipes cara abajo es de cartas negras. Claro que, al regresar la mujer soña­ da y pasar la magia sobre las cartas, los días... los días ya no son negros, y hasta las noches son claras... para qué quiero estrellas, siya las tengo, en las noches ¡tan claras! que hay en tu pecho. Descubre las cartas rojas sobre su terreno como ya se ha dicho: primero de una en una, volviéndolas de atrás a delante, y las últimas de una vez, emocionado.

Sin llegar a deshacerte del Comodín, te inmovilizas, pensativo, en esta posición (para facilitar, después, la memoria del espectador) y de nuevo arrepentido, introdu­ ces por fin el Comodín, visiblemente, en la baraja y la cuadras. Cuando llega más tarde (apartado 18) el momento de la descarga, empalmas en la mano izquierda las (o la) cartas negras a descargar. Estás diciendo (apartado 19): Ahora, para reproducir las mismas condiciones, vamos a usar también la carta má­ gica... ¡En el bolsillo no está, claro! Había olvidado que puse el Comodín en la ba­ raja... Aquí tiene que estar... aquí está. Diciéndolo, introduce tranquilamente la mano izquierda (con las cartas empalmadas) en el bolsillo lateral izquierdo de la america­ na, deja allí los naipes empalmados y saca la mano vacía, para corregir en seguida tu momentánea distracción. El haber aparentado, antes, propósito de utilizar ese bolsi­ llo justifica tu despiste actual de querer buscar en él el mágico Comodín. Continúa la marcha del juego, según lo ya explicado (apartado 19).

Vi. Cómo proceder si te olvidas de cuál es la carta pensada

Si se pudiera suprimir la descarga (ver apartado 18) en el regazo, la maniobrabilidad del juego aumentaría, e incluso se podría presentar de pie... Para suprimir esa descarga en el regazo (sustituyéndola por un empalme en la mano izquierda y un deshacerse de los naipes empalmados en el bolsillo) puedes ope­ rar así (nos retrotraemos, en el apartado 10, pag. 363, al momento en el que el es­ pectador, con el Comodín en su mano, asido al "modo radiestésico", ha señalado una carta cualquiera de la cinta de cartas negras que están cara abajo en el tapete): Toma el Comodín de manos del espectador en tu mano derecha (la mano iz­ quierda, recuerda, mantiene una separación). Murmura algo así como que: el Comodín ya ha cumplido su misión; lo guardo en este bolsillo... o en éste... o, mejor, lo de­ volvemos a la baraja. Simula introducir el Comodín en el bolsillo superior y exte­ rior de la americana (o de la camisa) y de arrepentirte de bolsillo; luego finge querer guardarlo con la mano derecha en el bolsillo lateral izquierdo de la americana (la mano izquierda se aparta hacia la izquierda para facilitar la visibilidad del ademán).

A mí me ha pasado (claro que mi memoria no es muy buena). Pero el trance pue­ de resultar de lo más embarazoso: anuncias alegremente que vas a buscar la "carta mágica" (o sea, el Comodín marcado), con el designio secreto de buscar en realidad la carta pensada y, ¡horror!, al extender entre tus manos los naipes, resulta que te das cuenta de que no recuerdas en absoluto la carta pensada... (ver, en pág. 369, el apar­ tado 20 del "modus operandi"). Bueno, pues he aquí el efugio. Dices, con aplomo: Pero, naturalmente, para que el Comodín acierte su elección, una de estas dos cartas (te refieres a las dos cartas que aparecen cara abajo en la fig. 3) ha de ser la carta pensada. Un momento, per­ mítanle la comprobación previa. ¿Cuál dijo usted que era la carta pensada? Haces la pregunta sin darle importancia. El espectador contestará inocentemente, refrescando tu memoria: El Cinco de Picas. Con este precioso dato, para llevar a cabo "la com­ probación", pellizca, una detrás de otra, la esquinita más cercana de cada uno de los naipes y con cara de póquer agacha la cabeza para poder echarle una ojeada a esas cartas (verás un poquito de cada uno de los dos Nueves rojos, que te harán un guiño de complicidad, uno tras otro). Como resultado de tu "comprobación", anuncia: Sí, una de estas dos cartas es el Cinco de Picas. Pero ¿cuál de las dos? La carta mági­ ca lo va a acertar... Y continuamos actuando como se indica en los apartados 20 y siguientes del "modus operandi"... Como se ve, el efugio es muy convincente. Toda la operación es lógica y natu­ ral, y no levantará ninguna sospecha en el auditorio, si actúas con un mínimo de aplo­ mo y sinceridad...

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V. Cómo soslayarla descarga en el regazo

LA TÉCNICA "Practicar es: p racticar y practicar y practicar, y practicar y practicar y practicar, y practicar y practicar y practicar..." "La práctica vence siempre si el método es correcto" "Una técnica empieza a saberse cuando se practica después de haberla aprendido"

{. La M&zcla de Amaldo (ver, supra, apartado l del "modus operandl") Amaldo Curi i ha sido un inteligente mago de Madrid, que yo traté - y admiré mu­ cho- por los lejai ios años cincuenta, y a quien dediqué un capítulo en mi libro NA­ VAJAS Y DALTONISMO.

Aunque hace años que no veo al bueno de Amaldo, su mezcla, maravillosa, que ahora voy a expli :ar, sigue siendo ideal para un barajeo maquinal y distraído, hecho como con pereza y sin mirarse a las manos: actitud ésta muy sugerente que transmite, no sólo que las1 cartas se mezclan, sino (lo que es más importante) que al mago le preocupa poco el orden o desorden de la' baraja. maginemos 11 baraja idealmente dividida en tres tercios aproximados, el tercio superior (1), el de en medio (2) y el inferior (3). La mano dere :ha coge la baraja para iniciar una mezcla por arrastre; esta mez­ cla, como suele si ceder con las mezclas falsas, "se hace" y a continuación "se des­ hace", y a! final tcido queda igual: "se hace" en tres-dos golpes, y "se deshace" en dos. La baraja se one en la cavidad de la mano izquierda, sujeta por la mano derecha(fig. 10): fíjati que el índice derecho, encorvado, apoya su nudillo en la cara de la carta inferior de la baraja. El pulgar izquierdo retíeneen la mano izquierda el terció 1, aproximada ente (atención al meñique izquierdo que, con el índice izquierdo, aprisiona, floj este tercio) mientras la mano derecha se eleva y separa con el resto de la baraja ( ercios 2 y 3 juntos) para lanzar el tercio 2 sobre el 1, pero lo lan­ za en "salida interibr" (fig. 11, fíjate en el meñique izquierdo) y, a continuación, tras elevarse nuevamente, lanza también el restante tercio 3 sobre el 2, pero sin retraer, retirar o encoger el ndice derecho, que se mete abiertamente entre el tercio 2 y 3 (fig. _..,._. ,._.„ dere ho maniobra para pasara asir el tercio 1, contra el cual el índice 12). El pulgar derecho mantiene escalonado el tercio 2: la mano derecha se eleva y separa, mante­ niendo en su misma posición escalonada el tercio 2 y el 1 juntos (fig. 13), para lan­ zar sobre el tercio 3 que queda en la mano izquierda, primero el tercio 2, y después (tras volver á separarse y elevarse) todo el tercio 1, que cae sobre el 2 que está en la mano izquierda, recomponiéndose así, sin desordenar la baraja entera. 376

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El espectador, a quien se mira a los ojos, sólo entrevé una vulgar mezcla por gol­ pes de paquetes, oyendo "chas-chas...chas-chas" el sonido ordinario - y tranquiliza­ dor-de la mezcla simplona; el ruidito, el doble "chas-chas" es, pues, muy importante.

II. Mezcla mema (que lleva dos cartas de en medio a la parte superior de la baraja) (ver, supra, apartado 3 del "modas operandi")

La mezcla mema (de "mesa" y "manos',.') es un "invento" mío, para el que he encontrado muchas variantes. Aquí sólo explico una de ellas. La baraja está en la mano izquierda, que la mantiene en posición de dar. La yema del pulgar derecho abre secretamente una fisura por la mitad de la baraja en el bor­ de del extremo interior de la misma, y deja escapar dos cartas sobre la yema del me­ ñique izquierdo para, a continuación, depositar sobre el tapete el paquete superior (ter­ cio I); la mano derecha vacía regresa hacia la mano izquierda y coge, como si fuera el tercio 2, las dos cartas "separadas", que deposita sobre el tercio 1 que está en la mesa (cuadrado o igualado con él, o si prefieres, descuadrado hacia la derecha); la mano derecha regresa otra vez vacía hacia la mano izquierda, coge todo el restante tercio 3 de la baraja para, en el mismo movimiento de dejar y coger, dejar ese tercer tercio restante sobre el paquete, que hay en el tapete descuadradamente hacia la iz­ quierda y coger en el mismo movimiento todo ese paquete -el resto de la baraja- que está en la mesa, para llevar hacia la mano izquierda toda la baraja con el escalón for­ mado a su derecha. La mano izquierda recibe toda la baraja y el meñique izquierdo transforma el "escalón lateral" en separación. (La baraja, de arriba a abajo, está for­ mada así: el tercio 3, que en realidad es prácticamente media baraja; separación del meñique izquierdo; las dos cartas que estaban en medio de la baraja, o tercio 2; y, por último, el tercio 1, que está formado prácticamente por media baraja). Si ahora llevaras todo el paquete que está bajo la separación a colocarse encima de la baraja, recompondrías el orden primitivo de la misma excepto que las dos car­ tas superiores (tercio 2) son las dos que al principio estaban en el centro de la bara­ ja. Y eso es lo que vas a hacer, pero confundiendo a los espectadores con la aparien­ cia de una mezcla descuidada. Manteniendo siempre la separación de la yema del pulgar derecho, la mano iz­ quierda (extendida) toma como la tercera parte del paquete inferior (o sea, el que está debajo de la separación), y lo hace desplegando esas cartas hacia la izquierda (fig. 14); cuando las manos están separadas, la mano izquierda mueve y separa más las cartas que lleva, usando para ello el pulgar izquierdo (fig. 15; observa la pequeña por­ ción de cartas desplegadas que quedan en el fondo del paquete de la mano derecha); 37?

y por ultimo, a citada mano izquierda (siempre moviendo sus naipes) lleva esas car ta enema del paquete que, en posición de cortar, sostiene la mano de e c h a a d o s " manos cuadran los naipes, sin perder la separación del pulgar derecho (TuÚhdZ do temporalmente dicha separación al meñique izquierdo paVa luego r l c L v l Z el mismo pulgar derecho). Ai final, la mano izquierda queda debaToT e l a Z a y vuelves a repetir mismo ÍZ conerda un segundo del0 cartas; la manoTzquie da ex 683lohada COm k grupo m¡tad de

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Con el tercer y último grupo de cartas bajo ¡a separación del pulgar derecho se rP P.te lo mismo (fig, ,4 y ,5) dando (casi) por terminada la m c í l a ^ ^ l i d a l 3iq



es un corte; yo la llamo "Mezcla por cortes desplegados", y la empleo con frecuencia (ver, por ejemplo el apartado 16, en el que un vulgar "doble corte" se transforma en una despistante mezcla sólo por el hecho de desplegar o extender las cartas del corte por debajo). Para restaurar el orden inicial de las cartas superiores de la baraja, se necesita, ahora y en este caso, quitar de encima los dos primeros naipes que están allí, lo que consigues mediante dos "cortes deslizantes" que parecen completar y hacen más real la mezcla toda (suelo emplear el corte deslizante de Cy Endfíeld).4 Al final-nadie lo diría-todas las cartas superiores e inferiores de la baraja que­ dan igual que al principio. Sólo se han mezclado dos cartas; que inicialmente esta­ ban, juntas, en medio de la baraja y que, ahora, los dos cortes deslizantes han mez­ clado y han perdido por el centro de la baraja. Pero el "aspecto" de mezcla total es perfecto, y eso es lo que queríamos.

espectadores; les dedos derechos, por último, mediante un simple golpecito en el canto de la baraja, gualan las cartas (o las-cuadran) por la parte más próxima a la yema del pulgar, ai•podada en el extremo de la baraja.

16

El 6 de Corazones no debe verse

III. Pintoja "El poder" (ver, supra, apartado 4 del "hiodus operandi") Se trata de un "pintaje" (en la terminología usual española, que tiene su origen, creo, en el Padre Ciuró) o "cambio de color" (en la menos correcta expresión sajo­ na), por un método que pienso es mío, y que nació como consecuencia de la necesi­ dad que tuve de hallar un procedimiento que se limitara a depositar secretamente un solo naipe encima del que se transforma (véase en la pág. 219 de este libro, mi ver­ sión de la "Extraña ambiciosa"), lo que al fin conseguí. La baraja está, cara arriba y apaisada, en el centro del.tapete. Llama la atención hacia tus manos vacías y que sólo tienen el poder (te refieres, en especial, a la mano derecha, a la que miras mientras la abres y la cierras con poderío). Coge la baraja desde arriba con la mano derecha por sus lados, y pásala a la mano izquierda, que la toma entre la punta o yema de sus dedos pulgar (que se apoya en el centro del ex­ tremo izquierdo) y mayor y anular (en extremo derecho), permaneciendo el índice izquierdo semiencorvado detrás de la baraja. Con las manos en esta posición, la yema del índice izquierdo empuja hacia fuera la carta superior con la que contacta, e in­ mediatamente (para ocultar la "pestaña" que forma la carta superior) el pulgar dere­ cho bisela también hacia fuera los naipes de la cara de la baraja. A todo esto, la mano izquierda (seguida por la mano derecha) se ha ido elevan­ do hasta colocar la baraja (a la altura de tu hombro izquierdo) en alto y cara hacia los 4.

Al final, las «¡artas están como muestra la fig. 16; tendrás ia seguridad de empal­ mar una sola caria ia en los movimientos que siguen. Fíjate en esa ilustración cómo so­ bresale de la barajja solo una pestaña del naipe superior, pestaña que queda oculta para los espectadores nerced al casual biselamicnto de las cartas exteriores (o de la cara) de la baraja. Está(s ahora en posición para hacer un maravilloso "pintaje" (ver el conjunto de la posiqónen la fig. 17).

17

"The Endfield's Slip Cut", pág. 63 de la Part 1 del libro CY ENDFIELD'S ENTERTAINING CARD

MAGIC, de Lewis Ganson, editado por Harry Stanjey, en 1955. 3SQ

3g\

La mano derecha se acerca a la'mano izquierda (inmóvil en el aire, con la bara­ ja cara al público); con los dedos bien abiertos, la mano derecha se pasea verticalmente, arriba y abajo, delante de la baraja (fíg. 16); la mano derecha se alza o gira para enseñar su palma (fíg. 18; el codo derecho está bien levantado); en este momento, la punta del índice izquierdo y del índice derecho están casi juntas. La mano derecha vuelve sobre sus pasos y se abate o gira de nuevo para empe­ zar a poner su dorso hacia el público y es ahora cuando el dedo índice izquierdo, pre­ sionando con su yema sobre la carta superior que contacta y proyectándola hacia arri­ ba, la transfiere a la mano derecha, que la toma aprisionándola con el dedo índice derecho, entre su última articulación y la base del pulgar derecho (fíg. 19).

robada gira "abisagrada" en su lado izquierdo, colocándose sobre la carta inferior, a la qué tapa y "pinta". La yema del índice derecho viene a colocarse naturalmente en el extremo superior de la baraja, al que acaricia de fuera hacia dentro en toda su lon­ gitud, dejando ver, al hacerlo, el interior de la mano derecha totalmente vacía, en un gracioso movimiento. 20

La mano derecha se separa, a la vez que la mano izquierda bascula girando la ba­ raja hasta ponerla vertical. La mano derecha toma entonces por sus lados la baraja y la pasea y la muestra a los espectadores de tu derecha, como si ellos no hubieran vis­ to bien el pintaje. Una vez oí a Richard Ross comentar que cierta penetración de aros ganaba be­ lleza si se lograba hacer en total silencio, sin el menor "¡clink" delator. Eso mismo sucede ahora: toda la transferencia de la carta robada no ha de producir el menor rui­ do, ni siquiera el tan tenue del roce, cogida o devolución del naipe. Nada, ni un ruidito. La primera noticia (incluso levemente auditiva) de que algo va a suceder, es la súbita, silenciosa y maravillosa transformación o "pintaje" de la carta. Recuérdese lo que hace "algunos" años atrás decía acerca de la atmósfera má­ gica: la primera noticia de la trampa es el efecto (ver "La Magia de Ascanio"; tomo 1, pág. 43).

La mano derecha con la carta así "robada" se separa hacia arriba de la mano iz­ quierda, avanzando después hacia el público (el índice izquierdo se ha ocultado de­ trás de la baraja). La carta "robada" por la mano derecha nunca llega a alojarse en la posición del empalme en la mano derecha; se coloca horizontal, paralela al suelo, su­ jeta y aprisionada con el índice derecho y sustentada con el dedo mayor derecho (fíg. 20); los dedos anular y meñique derechos están bien estirados y separados, y el pul­ gar derecho, estirado, apunta hacia el techo. La mano derecha, con su carta secreta en esta posición, retrocede dramáticamente hacia la mano izquierda que, en el aire, ha permanecido inmóvil en su sitio: no del todo inmóvil, porque el meñique izquierdo, estirándose, se ha colocado en el lado inferior de la baraja (fig. 20). La mano derecha apoya la carta robada sobre el meñique izquierdo, cuya punta sobresale por la parte inferior de la baraja (fig. 19). Pausa de expectación (se ven los dedos meñique y anular derechos bien separados). La mano derecha sube, y la carta

El nombre proviene de cuando comentaba este movimientillo (porque no es más) con mi "hermano" el gran Johnny Thompson ("The Great Tomsoni").

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3Z3

IV. Mamobrilla "casi sin el meñique" (ver, supra, apartados 6, l£y 20 del "modus operandi")

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Johnny se empeñaba en usar el meñique izquierdo, y yo le decía: ¡No, no se emplea el meñique, no es necesario! Luego, al repasar la maniobrilla a solas, vi que el meñique interviene al principio, pero en muy pequeña medida. De ahí el nombre del pasecillo. En el texto de la explicación del juego, la maniobra casi sin el meñique se emplea con dos finalidades principales:

21

a) Para voltear la baraja y depositarla sobre el tapete logrando un "escalón lateral o diagonal" (ver el apartado 6). b) Para voltear la baraja en las manos (sin depositarla), conservando una previa separación (ver apartados 18 y 20). Veamos uno y otro caso: a) Tienes la baraja cara arriba en la mano izquierda: el meñique izquierdo mantie­ ne una separación (por encima de una carta negra "confundible", en el texto un Nueve negro). La yema del pulgar derecho sustituye al meñique izquierdo y toma en su lugar la misma separación (el meñique ha acabado su cometido y se sepa­ ra). El índice izquierdo se repliega bajo la baraja (su punta queda doblada, la uña en contacto, por debajo, con la esquina exterior derecha de la baraja; a la vez, la yema del p'igar derecho, manteniendo su separación, se ha deslizado a la parte izquierda de la baraja, que queda ahora en la posición que muestra la fig. 21; par­ tiendo de ella, la baraja se ya a voltear cara abajo, para lo cual e! índice izquier­ do presiona (con su punta), de abajo a arriba y a continuación se estira, obligan­ do a la baraja entera a voltearse cara abajo entre el índice y el mayor. La mano derecha acompaña a la baraja en este volteo (quiero decir que no la suelta) "obli­ gando" al paquete de la separación a colocarse en situación de "escalón lateral y. diagonal" (fig. 22). Inmediatamente la baraja se deposita sobre el tapete conser­ vando este "escalón lateral" y las manos, libres, avanzan vacías para hacer algún comentario sobre las cartas que están sobre el tapete (acción en tránsito). b) Si lo que se desea es, sencillamente, mantener la separación no obstante el vol­ teo que se dé a la baraja (sin depositarla sobre la mesa) la maniobra es la misma, con algún ajuste. Supongamos que están arriba las dos cartas cuya separación de las demás se quiere conservar no obstante el volteo de la baraja (es lo que sucede en el apartado 18 del texto). El meñique izquierdo mantiene la separación de dos cartas: esa separación se pasa al pulgar derecho; el índice encorva su punta debajo de la baraja (fig. 21) que a continuación se voltea (fig. 22). La yema del pulgar derecho y el meñique izquierdo recuperan la separación de las dos cartas, que ahora están en el fondo de la baraja.

posición *^ del índice bajo la baraja 22

O a la inversa: as cartas en cuestión (dos, o las que sean) están en el fondo del paquete (es lo que sucede en apartado 20 del texto). Obtenida la separación con el mefiiique izquierdo de esas cartas, se pasa al pulgar derecho y el índice izquierdo se encorva bajo las cartas separadas (fig. 21): la baraja se voltea (fig. 22) ly la yema del meñique recupera la separación por debajo de las cartas en cuestión. Sigue a continuación el "doble volteo" de las cartas así separadas, c| lo que corresponda.

384 3SS

V. El enfile "al tiempo" (ver, sapra, apartados 11,12 y 13 del "modus operandi") Para que el lector aproveche cumplidamente las nuevas puntualizaciones que ahov. voy a hacer, es preciso que estudie bien,' antes, las descripciones del pase, espe-.•¡alíñente las contenidas en la pág. 325 y siguientes de este libro. Con esa base, vayamos con las nuevas puntualizaciones. En primer lugar, he de recordar que el enfile se llama "al tiempo", porque se hace iprovechando "el tiempo" en el que los espectadores miran cuál es la identidad de la :arta que se vuelve cara arriba en el centro del tapete, y la miran porque se ha sabili" despertar su curiosidad acerca de esa carta que, una vez cara arriba sobre la mesa, ;s identificada instantáneamente por los espectadores. Esto es muy importante. ¡En .in instante! los espectadores saben si la carta cara arriba es o no la que se espera. En .•se mismo instante, en ese levísimo "tiempo", el enfile está realizándose. Cuando los .'spectadores separan su mirada de la carta vuelta (lo que hacen, repito, instantáneanente), el enfile debe estar hecho. Concretamente: atiéndase al momento en que la :spalda o dorso de la carta que se vuelve toma contacto con el tapete; una fracción Je segundo después, se está haciendo el enfile. En segundo lugar, la operación supone un movimiento de "va y ven" de la mano derecha, y sólo un movimiento de "va" de la mano izquierda; algo análogo, pero sólo análogo, sucede en mi "Travesía de'la cuarta moneda", en la que también se da un movimiento de vaivén de la mano derecha y sólo de retirada de la mano izquierda. Si tienes claras esas dos ideas, podemos pasar a la concreción de los detalles. Voy a referirme a tres momentos dekcambio, que reflejan, en instantánea, las fi­ guras 23, 24 y 25.

*

La fig. 23 corresponde al momento inicial del enfile. Observa la posición de los dedos de la mano derecha al coger el paquete "a quo" (se ha acentuado la posición del anular derecho, encorvado y curvado, paralelo al índice derecho, pero situado el anular a un costado del paquete "a quo"). Controla también que tu mirada esté fija en la carta que va a ser vuelta. En ese volteo, la carta todavía no ha tocado con su dorso el tapete (fig. 24) cuando la mano derecha, que se dirige célere a unirse con la mano izquierda, se dispone a hacer el cambio. Quiero decir que las manos se apar­ tan del lugar en donde se vuelve la carta al unísono (la mano derecha un poco más rauda o célere que la mano izquierda, por eso la alcanza y llega a su altura en esta fig. 24) y, casi por el camino más corto (y raudo), la mano derecha coloca su paque­ te tocando la baraja y haciendo el cambio para... deshacer el camino inmediatamente (ya cogiendo el paquete "ad quem") y dirigirse a la carta (hace un momento cara arri­ ba) y empujarla hacia delante (fig. 25), deslizándola sobre el tapete mientras, ale­ gremente, dices: ¡Casi!

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(A veces, con ese "¡casi!" optimista, se logra un resultado cómico no desdeña­ ble, cuando la carta pensada y la descubierta no se parecen ni por el forro...). La mano izquierda (recuerda, que sólo "va") se ha quedado atrás, a unos treinta centímetros, y tu mirada siempre se ha dirigido a la carta que se voltea. Quiero insistir en que el viaje de "va y ven" de la mano derecha es raudo y ve­ loz, y desde luego por el camino más corto. Sólo así se consigue que, en el instante en que el dorso de la carta volteada toque el tapete, esté teniendo lugar el cambio que, entonces, es invisible e insospechable. Ojo: el pase ha de ser totalmente silencioso. ¡Es importante! / (Compleméntese lo dicho, no sólo con lo explicado en la pág. 325, donde se por­ menoriza la labor de cada dedo en el enfile, sino con lo que, con más generalidad, digo, aquí mismo, bajo el epígrafe "Cobertura", en la pág. 411).

VI. Corte "uno contra cincuenta y uno" (ver, supra, apartados 15 y 16 del "modus operandi") Se trata de un corte ágil y aparentemente descuidado, que sirve como corrobo­ ración (que parece involuntaria) de que las cartas que se tienen en las manos son de un color o una superficie determinados. En realidad, no es más que fin "doble corte por debajo", o "doble subcorte". La baraja está en la mano izquierda, en posición de dar. La mano derecha coge la bara­ ja en posición de cortar. La yema del pulgar de la mano derecha divide en dos la ba­ raja (en dos partes, que ahora llamaremos "A" o mitad superior, y " B " o mitad infe­ rior). Permaneciendo ¡a mano derecha inmóvil, la mano izquierda extrae la mitad "B", la saca a la vista y la transporta encima de "A". El ciclo se repite (por eso se llama "doble corte"). El corte especial que ahora explico tiene dos variantes:

fácil) que se confunda esta carta (paquete "B") con el resto (o paquete "A"), aun­ que esa confu sión debe aparentarse. Todo seguido, la mano izquierda coge el ahora paquete inferior "A", lo saca a la vista y lo transporta encima del paquete " B " (formado por una sola carta). Las cartas, finalmente, se cuadran .(y todo queda como al principio: una carta negra arriba, otra abajo, y en medio las cartas desconocidamente rojas). Te recuerdo que la maniobra entera, juguetona, se debe hacer sin mirar a las ma­ nos, como si jugaras con las cartas, pendiente sólo de lo que estás diciendo y de la marcha del juego. b) Corte uno cqn tra cincuenta y uno, propiamente dicho (ver, en "modus operandi", el apajtado 16, al final, pág. 367). Fíjate que ha)} cierta simetría en los movimientos explicados al final del apartado 16. Pri D hay un doble corte "desplegado" (o mezcla para el público) con las cartas car^ abajo. A continuación las cartas se vuelven cara arriba, y tiene lugar otro corte, como simétrico del anterior: el corte uno contra cincuenta y uno. La mecánica de este corte ya te la imaginas: (partes de la existencia de dos car­ tas negras jun :as en la cara del paquetito, ahora cara arriba). Separas con la yema del pulgar deiecho la carta de arriba (ella sola es ahora el paquete "superior, o "A"). La man 3 izquierda saca a la vista todo el paquete " B " o inferior (formado por todos ios naipes menos uno) y lo traslada o transporta para colocarlo encima del paquete "A" y, en el mismo movimiento, coge este "paquete", lo saca a la vista y lo traslada y pone sobre el otro paquete (la mano derecha está inmóvil, a todo esto.) Las cartas, al final, están como al principio.

a) Corte uno contra cincuenta y uno (ver, en "modus operandi", apartado 15). En la mano izquierda tienes un paquete (de unas catorce cartas), cara arriba: la primera y la última son cartas negras (la carta "fallida" abajo en contacto con la. mano izquierda, y un Nueve negro en la cara del paquete): el resto central son ■ cartas secretamente rojas. Con los dedos izquierdos coges, previo bucle si quieres, la carta fallida (que cons­ tituye, ella sola, el paquete "B" o inferior) y la trasladas encima del otro paque­ te (el resto completo o paquete "A"), permaneciendo inmóvil la mano derecha, todo como si fuera un primer corte del paquetito. Tienes que evitar (lo que es muy 3gg

Ví?. Descarga secreta en el regazo (ver, supra, apartado \Z del "modus operan di") Este movimiehto es una joya. Engaña y desconcierta al máximo. Ha estado presenté en muchos |remios de muchos congresos. Sólo de memoria, puedo citar: mi "Número de Sevi la'" y, concretamente, mis "Ases a través de la mesa", en Sevilla en 1959; el fabuloso 'Número de París" de Juan Tamariz... Y siempre, cuando lo hago o lo explico en algjuna de mis conferencias, se erige en el pase estrella de la explica-' ción (por ejemplo en Vitoria...) 3gq

A mí me lo enseñó Fred Kaps, en cuyas manos era magia pura. Por cierto, que Fred sigue ganando batallas después de muerto, porque, en los videos que tengo del "mayor mago de nuestros tiempos y de todos los tiempos", en cuanto me descuido, Fred me vuelve a engañar con él hoy en día... El pase consiste, simplemente, en una descarga de cartas en el regazo, estando el mago sentado ante el tapete. Si resulta tan insospechable se debe principalmente a tres razones:

encima de las cartas que se desean descargar. El dorso de la mano izquierda se apoya o toca el tapete. El paquete que sostiene está alejado del borde unos nue­ ve o diez centímetros (es decir, entre el borde del paquete y el borde de la mesa hay, aproximadamente, la distancia de lo que mide una carta). La mano izquierda está enfrente de tu esternón, y los muslos, juntos y dispuestos a recibir las car­ tas que van a ser allí descargadas (fig. 26). En gesto mecánico y naturalísimo, la mano derecha imprime al paquete un mo­ vimiento de cuadrar, atrás y delante, de "va" y "ven" nervioso e inocente, durante el cual tiene lugar la descarga, de este modo:

a) Las descargadas son cartas procedentes del fondo del paquete.' ¡Bendito fondo! Sea en un "salto cubierto" o en un "medio salto", sea en un "empalme de las car­ tas de abajo", sea en un "enfile", sea en una "dada", sea en tantas y tantas técni­ cas, la misma baraja hace.de cobertura física del pase; la descarga de la(s) carta(s) de encima tiene sin embargo una ventaja: que puede hacerse con sólo la mano izquierda, es decir, con las manos separadas.

En la fase de "va", la mano derecha hace retroceder todo el paquete, horizontal o con el "trasero levantado", hasta que el extremo exterior del paquete, y con­ cretamente la esquina derecha de sus cartas de abajo, se apoyan en el dedo ma­ yor izquierdo (fig. 27).

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b) La descarga puede hacerse (y debe hacerse) con el paquete cuya(s) carta(s) del fondo se descargan en posición inclinada al revés de la dirección en que se mue­ ven las cartas descargadas. Es decir, con el extremo del paquete más próximo al borde de la mesa, más alto que el extremo opuesto (en pocas palabras, con el "tra­ sero" levantado).

27

c) El paquete y las manos están lejos del borde de la mesa por el que se precipitan las cartas descargadas. Véase la fig. 26. Téngalo en cuenta el estudioso.

26

La posición de partida consiste simplemente en tener el paquete en la mano iz­ quierda, con una separación que mantiene la yema del meñique izquierdo por 3
Y en la fase de "ven" (segunda de ese movimiento de cuadrar, nervioso y breve), la yema del pulgar derecho abandona - o suelta- el contacto con el paquetito por debajo de la separación del meñique izquierdo, levanta aún más el "trasero" de las cartas que forman la parte superior del paquete y avanza sólo con esas cartas, apoyando los naipes de abajo (a descargar) en el dedo mayor izquierdo, contra el cual tropiezan esos naipes, naipes que, al encontrarse sueltos y sin sujeción al­ guna, se precipitan sobre el borde de la mesa y caen secretamente en el regazo... 3R\

En pocas palabras: en la fase de "va", todo el paquete retrocede; en la fase de "ven" avanza sólo la parte superior del paquete y la inferior cae en el regazo. La descarga está hecha, pero ¡véase luego, en "Cobertura"! (pág. 409).

VIH. Mi "Doble ingrávido-!" (el reinv&ntaáo) (ver, supra, apartado 3 2 del "modus operaHdP)

que la fisura porj.'debajo de la carta doble se extiende a lo largo de todo el lado derecho del paquete. (El dedo mayor se apresta a apoyar su yema sólo en el lado derecho de la carta doble). Figura 30. La yema del mayor se apoya efectivamente en el canto de la carta doijhacia arriba. El pulgar izquierdo se retrae o encoge (su punta se apo­ ya casi en el mi'ímo centro del dorso de la carta). El índice apoya su yema, con fir­ meza, en el paquete inferior, y lo aprisiona contra la "axila" o base del pulgar.

Me viene a la memoria una pequeña anécdota, que sucedió allá por los años se­ senta, o antes. La SEI tenía entonces sede en "Puente Cultural", en la Gran Vía ma­ drileña. Un veterano aficionado, hombre ya mayor, me vio hacer, en un corrillo, el juego "Mentalismo por eliminación". El viejo mago (para el que realizar, por ejem­ plo, una "carta corrida" era de una dificultad, inalcanzable) me decía: Hace, tiempo que no vengo por aquí; quiero aprender cosas nuevas, pero sencillas y asequibles para mí; por ejemplo, ese juego que acabas de hacer... O sea, que "Mentalismo por eliminación" (ver pág. 120 de este libro) le parecía a mi buen veterano un juego super sencillo... Nunca me he sentido más elogiado... Con mi doble ingrávido-1 me ha sucedido algo parecido: que los demás lo ven tan simple y asequible que,, aunque se saben "no manipuladores", pretenden aprenderlo enseguida y me preguntan ingenuamente que cómo lo hago. ¡Parece tan sencillo! *■ Lo llamo "ingrávido" porque tiene mucha "unicartidad" (palabra que me he in.ventado y que significa cualidad de una carta; designa la característica de algunos manejos), sin pesadez ni agarrotamiento. (Los dobles "aéreos" son otra cosa). Y le llamo " 1 " para diferenciarlo del "doble ingrávido-2", basado en un volteo de Stuart Gordon, que ya explicaré cuando se tercie. El doble ¡ngrávido-1 supone dos técnicas distintas: una "avanzadilla" o despla­ zamiento lateral de la carta doble, y un volteo (exhibición) de esa carta doble.

a) "Avanzadilla" lateral Creo que es una técnica que se atribuye al gran Dai Vernon, conocida a veces con el nombre de la "ola"; pero sospecho que mi manejo es algo diferente. Figura 28. Es la "posición de partida" de la avanzadilla. Las cartas están en la mano izquierda (en el dibujo aparecen pocos naipes, pero la posición es la misma si se maneja una baraja completa). La yema del meñique retiene una separación por de­ bajo de la carta (doble) de la parte superior del paquete; los dedos mayor y anular mantienen "pegada" contra la baraja esa carta doble. Figura 29. Los dedos izquierdos aflojan su presión, e incluso el dedo mayor se aparta (el anular se apoya flojamente en el lado derecho de la baraja); el resultado es

Figura 31. Lbs dedos anular y meñique se apartan, estirándose. El pulgar y ma­ yor, sujetando fi "memente (pero con suavidad) la carta doble, la hacen avanzar o la

3
3R3

desplazan fuera del paquete, hacia la derecha; la punta del índice retiene firmemente el grueso de la baraja contra la base o "axila" del pulgar. La "avanzadilla" está hecha. Aunque, por desmenuzarla paso a paso, la explicación es lenta y parece que la maniobrilla lleva tiempo, lo cierto es que es tan breve como la acción que aparenta: simplemente, empujar hacia la derecha la carta superior, desplazándola con el'pulgar izquierdo. (Considero que el pase es una joyita muy práctica. Acógelo con mimo. Más de una vez me he de referir a él).

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b) Volteo (de exhibición) Como sabes, el "doble" implica dos volteos (o vueltas) de la carta doble (o dos cartas que se manejan como una, juntas). En el primer volteo, la carta (doble) se vuel­ ve, para enseñarla o exhibirla, cara arriba (es lo que llamo "volteo de exhibición", o simple enseñada de la carta, sin connotación alguna de brillantez o de alarde exhibi­ cionista). En el segundo volteo, la carta (doble), ya enseñada o exhibida, se vuelve cara abajo y se devuelve a la parte superior de la baraja: lo llamo "volteo de devolu­ ción". Esa terminología penetra en la esencia del mecanismo del "doble levanta­ miento", y es muy práctica. Antes de explicar el volteo que nos ocupa (lo que es muy difícil, preveo), un poco de anatomía. Si examinas al tacto tu dedo mayor derecho, oprimiéndolo para ello por los lados con los dedos de la mano izquierda, desde la base a la punta, notarás cla­ ramente los nudos o abullamientos de los huesos en las articulaciones entre las fa­ langes. Fíjate, concretamente, en la articulación entre la falangina y falangeta del ma­ yor derecho y en el acuitamiento (o nudo de los huesos del dedo) que allí hay. Me referiré a él enseguida. | Hecha la avanzadilla lateral, sin solución de continuidad (es decir, habiéndose la carta doble empezado a mover hacia la derecha, ya no para o no se detiene cuando la mano derecha la coge); hecha la avanzadilla, digo, la mano derecha, casi palma arriba (o palma hacia la izquierda) proyecta hacia la izquierda sus dedos índice y ma­ yor, para coger en la punta de los mismos la carta doble (fig. 32). Estudia esta fig. 32, porque en ella está la clave del volteo; se ve que la carta do­ ble está aprisionada entre la punta del pulgar y la del mayor (que hacen presión,, por arriba, de arriba a abajo) y la punta del índice derecho (que no se ve, aunque hace presión, por abajo, de abajo a arriba). v Mira bien el particular modo de coger la carta doble, cuyo extremo interior se clava, casi, en la punta del mayor derecho. Obsérvese también que, ahora, el pul­ gar derecho apoya o proyecta su yema sobre la yema del índice (a través de la car­ ta doble).

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Pasa ya a la fig. 33. El pulgar derecho se desplaza, haciendo voltear la carta do­ ble, desde la yema del índice hasta la yema del mayor y algo de la del anular. Esta fig. 33 es una "instantánea", es decir, que sorprende un instante del movimiento de la car­ ta en su volteo, movimiento que termina en la fig. 34. En ésta se ve que la carta, ya volteada, está sujeta, por arriba, por el índice derecho y el pulgar, que hacen presión de arriba a abajo, y por el mayor, por abajo, que hace presión de abajo a arriba. Mira también que la carta es por último asida entre el pulgar y el anular izquierdos.

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(Sospecho que mi explicación es insuficiente; súplala el buen lector con celo, práctica...) La mano derecha se aparta y la mano izquierda da ligera forma de teja a la carta doble, concavidad por el lado caras (fig. 35), aprisionada entre el pulgar izquierdo (por un lado) y los dedos mayor y anular (por el otro lado). La carta doble se deja 3
LA PÉlCQLOm

caer ya sobre la parte superior de la baraja y, enseguida, se hace con ella una "avan­ zadilla flotante" (figs. 7 y 8). Por supuesto, en este juego, la carta doble cuya cara muestran las figs. 33, 34, 35, 7 y 8 es un Comodín (o "carta mágica").

La naturaleza está "scritta in lingua mathematica". Galileo (¿Y la magia toda? ¿no está "scritta in lingua psicológica"?) "Fjay cosas que, para saberlas bien, no basta con haberlas aprendido". Séneca "El que me quiera escuchar tiene mucho que aprender. Pero el que me quiera entender mucho tiene que rumiar... Y mucho tiene que saber el que me quiera enmendar." José Hernández (MARTÍN FIERRO) Siempre he pensado que la explicación de uñ "juego" conceptualmente rico no se agota con la inscripción de su "modus operandi", técnica incluida. Hay infinidad de detalles psi ógicos o teóricos (quizás los más importantes, los más ilustrativos y aleccio nadore|s) que quedan fuera de aquella descripción. Séame permitido aludir a ellos, en el "j go" que nos ocupa. Distinguiré en esta parte psicológica las cuatro grandes ramas en que me gusta dividir la prob fmática de la magia toda (¿técnica aparte?).

I. Construcción I.f. Fases de un juego

(Enlaza esta acción con lo dicho en el apartado 22 de la explicación del "modus operandi"). Le llamo "reinventado" a este doble porque, después de haberlo concebido, me encontré, en 1955, con algo muy parecido (¡pero diferente!) en EXPERT CARD TECHNIQUE, pág. 8 de la 2" edición en inglés, o pág. 18 de la edición francesa, bajo el tí­ tulo, respectivamente, de "The double lift Turnover" y "Le Double-retournement". 346

Recordemos las notas que deben caracterizar a las distintas fases de una historia, según Fernandjp G. Toledo (véase CARTOMAGIA, de Benat y Fabregas, Barcelona, 1953, pág. 414¡ en el P anteamiento: claridad. • en el Nudo: intriga y fluidez. en el Desenlace: rapidez y solución concreta. Es ciertamente discutible, aunque a mí me ha servido mucho para empezar a pen­ sar. .. Por ejemplo, su Majestad la claridad es algo que debe iluminar todas las fases del juego (y ncj sólo su planteamiento). La claridad parece fácil pero, según creo, su ausencia es el pecado más extendido (especialmente entre los cartómagos). !

317

Entiendo que, en este juego, el Planteamiento comprende los apartados 1 a 4, in­ clusive. Además de la nota de claridad, creo que todo Planteamiento ha de reunir las de ser Sugestivo y Sugeridor. Un juego como éste, que empieza con una historia tan literariamente bella como la propuesta (en compañía, nada menos, de Ibn Zaidun, Antonio Gala, Quevedó o de la Copla) tiene que ser un juego importante y digno de seguirse. Además, la carta ele­ gida lo es mentalmente ("¿y la va a adivinar?", se pregunta el público). El "pintaje" de la carta negra es una "astutez" que he tomado de los clásicos (es frecuente en Cer­ vantes, en Shakespeare y en otros muchos clásicos, resumir o condensar, en unos po­ cos personajes secundarios o en un pequeño episodio, toda la novela o la obra...) Y eso es muy atrayente y sugestivo. Además, la historia (como sucede con tantas bellas historias) afecta a muchos... "Los amoriños primeiros son difíciles de olvidar", dicen en Galicia. ¿Quién no tie­ ne una noviecita que se fue con el viento, acerca de la que se mantiene, honda, se­ creta, la esperanza de que vuelva? ("¿Quién, que es, no es romántico?", decía Rubén Darío). "Somos, los humanos -dice el poeta José del Hierro- un iceberg del que emer­ ge una décima parte de su volumen: pero que se sostiene sobre la masa sumergida. La poesía palpita en estas nueve décimas partes invisibles". El tema trae ideas a la memoria (o al corazón) de los espectadores: es sugeridor, e invita, por ello, a prestarle atención, a seguir el juego en definitiva... "En las aso­ ciaciones emotivas hay una magia irracional", dice Fdez. de la Mora. El Nudo de! efecto está en lo que se explica en los apartados 5 al 18: el secre­ to entile al tiempo, los cortes uno contra cincuenta y uno, la "descarga" secreta de las dos únicas negras... o sea, desde el punto de vista de los espectadores, po­ sibilidad de un "milagro", fallo, absurdo, expectación... "intriga" en una palabra (como quería G. Toledo) y "fluidez", puesto que las acciones se encadenan sin di­ ficultad y con agilidad. De todos modos, no sucede ahora nada mágico, por lo que debe cuidarse especialmente el brío en la versación, y la seguridad y brevedad en la ejecución. Julián Marías dice: "Azorín recomendaba en literatura el 'detalle sugestivo'y donr de más se sigue este consejo es en la novela policíaca y en las películas de este gé­ nero (y en magia). El arte de ellas consiste principalmente en la selección de unos pocos detalles que prenden la atención (el interés, la curiosidad) del lector o del es­ pectador y que resultan significativos y aseguran la comprensión de la historia, con sorpresas que tienen al final su recompensa". Un mago no lo diría mejor. El Final (apartados 19 a 25) es lo que le da al juego su sustancia y altura... No me cansaré de encarecer que hay que cuidar especialmente los finales de las rutinas. No sin razón se dice que el verso más importante de un soneto es el úl­ timo (y ahí están los clásicos para demostrarlo; Quevedo: "polvo seré, mas polvo 3
enamorado"; Garcilaso: "por vos he de morir y por vos muero"; García Lorca: "no­ che del alma para siempre oscura": Miguel Hernández: "tanto sufrir para morirse uno"; Alberti: "silencio azul del agua transparente"...). Y es que a los seres humanos nos queda muy grabado el final de cualquier obra. Como dicen los boxeadores, "hay que lucirse más al final de la pelea que al princi­ pio". Hace poco oí en televisión: "si alguien te pregunta, cuéntales el final: es la par­ te que todos recuerdan". Cuídense, pues, los finales; que sean algo "climático, inesperado, distinto y apoteósico". El final que se consigue es, además, un "final limpio": es aquel en el que se llega al momento inmediatamente anterior a la culminación del juego de modo que, para lograr el final, no hay que "hacer" nada, sólo "presentar", (¿nada?; y ¿no es nada pre­ sentar? diría JRJ), porque ya está todo hecho; al final del apartado 22 se dejan las ma­ nos libres, y lo explicado en el apartado 24 lo haces sin utilizar "técnica" alguna, sólo preocupado en "presentar". (Recuérdese, como ejemplo de "final limpio", el de la be­ llísima rutina "No se puede hacer más lento", de Rene Lavand). Muchas veces,.una rutina puede alcanzar la cumbre de la excelencia sólo porque tiene un "final limpio"...

1.2. Otros aspectos constructivos Estoy seguro de que, también, el lector inteligente saboreará otros detalles del manejo constructivo: las "separaciones" vienen solas a los dedos, los grupos de can­ tas están donde deben estar, la baraja se coge o se deja sin anormalidad, la charla y las acciones forman un todo coherente; hay armonía constructiva, en una palabra.

1.3. Acciones de continuidad aparente (ACÁ) 1.3.1. Estructura de fas acciones de continuidad aparente Las acciones de continuidad aparente implican en primer lugar un problema constructivo, aunque encaminado a la mayor eficacia del efecto (si bien es verdad que todo, en un juego, tiene esa finalidad omnipresente de la Presentación...). Llamo acciones de continuidad aparente a las que el mago, inteligentemente, realiza cuando.la trampa del juego está medio hecha (o casi del todo hecha), para ha­ cer creer al público que todo "continúa" igual, que todo está todavía en aquella mis­ ma situación anterior que los espectadores ya conocen o suponen. Recuerdo cómo se fue, poco a poco, configurando en mi pensamiento el hallaz­ go de las acciones de continuidad aparente. Me tengo que retrotraer a 1949, cuando vi al mago alemán Kalanag. Hacía en su espectáculo escénico el siguiente efecto: Sa­ lía Gloria, su partenaire, que llevaba puesto un abrigo de pieles, y Kalanag le pedía que se lo quitase. No puede (abre y cierra el abrigo permitiendo un rápido vistazo), 349

porque debajo sólo tiene como una suerte de bikini. Se forma, enseguida, una espe­ cie de camarote, con paredes de papel blanco y opaco. Con un divertido diálogo, Glo­ ria, encerrada en el interior del camarote, se despoja del abrigo y de las dos piezas que le restan. Una bombilla que pasa por detrás permite ver, en sombra, la silueta de la chica. Inmediatamente el camarote cae y se abate: ¡no hay nadie! Gloria aparece ma­ ravillosamente por medio del patio de butacas... La explicación es sencilla. Apenas entra en el camarote, Gloria se escapa por su parte de atrás. El truco está casi hecho. Pero se hace creer al público que todo continúa igual mediante el diálogo con acento alemán y las piezas de ropa que vuelan desde dentro del camarote... Otro ejemplo: el truco, que creo es de Bautier de Kolta, que utiliza una silla en cuyo respaldo, opaco, se oculta una especie de casco (abatible), que se levanta se­ cretamente y cubre la cabeza de la chica que se'sienta en la silla cuando él mago, con una tela, la cubre, sentada. La silueta de la cabeza hace creer a todos (cuando en rea­ lidad se trata del casco) que la chica está debajo de la sábana, que "continúa" allí... En magia de cerca hay muchísimos ejemplos. Hay una acción de continuidad aparente clarísima, como siempre de gran eficacia, en "Three Queens Monte" (pág. 37 de EFFECTIVE CARD MAGIC, de Bill Simón): Se enseñan tres Reinas para que el espectador averigüe dónde está la Reina negra. El espectador acierta. Se introduce una dificultad suplementaria: Un As (rojo). Se mueven las cuatro cartas (todas cara abajo) ¿Dónde está ahora la Reina negra? No se acierta, y son ¡los cuatro Ases! (¿Te acuerdas, Juan? Los dos hacíamos ese magnífico juego). Véase también en "Azul, rojo y blanco", pág. 218. (No sé exactamente cuándo nació en mí la concepción de las acciones de conti­ nuidad aparente. Pero en el ciclo de conferencias que di en Madrid, en 1985, ya alu­ dí a ellas, dándoles ese mismo nombre). Pero veamos sus características y su eficacia.

1.3.2. Características y r&quis'ríos de las acciones de continuidad aparente 1. Las acciones de continuidad aparente se pueden dar cabalmente en aquellos ca­ sos en los que el efecto final requiere varias acciones tramposas. En el efecto que nos está ocupando, adviértase que son dos las acciones tramposas requeridas: el enfile al tiempo y la "descarga" en el regazo: sólo así se logra el efecto final de que todas las cartas sean rojas. 2. Cuando ya se ha hecho secretamente alguna de las trampas, se presentan las co­ sas como si todo "continuase" igual. Estas son las propias acciones de conti­ nuidad aparente. En el efecto que nos ocupa, cuando ya se ha hecho, insospechable, el enfile al tiempo, se "deja ver" que todo "continúa" igual mediante el gesto de arreglarse 400

las gafas (qjjiie muestra, como sin querer, el naipe negro de la cara del "ad quem"), la acción verbal ("demasiadas cartas negras"), los cortes uno contra cincuenta y uno, etc 3. Por último, se realiza después aquella parte de la "trampa" que queda por hacer (la cual, cuanto más pequeña sea, mejor)...

1.3.3. Efe ítos de. las acciones de continuidad apar&nte El efecto que inmediatamente se ve es que aumenta la eficacia mágica del "tru­ co"; o sea, que jimpacta más, que causa mayor efecto. Sí, pero, ¿por qué esa mayor eficacia? Se me ocuifen .estas razones a) Porque! las acciones de continuidad aparente aumentan o alargan el parénte­ sis de divido (ver la pág. 281 de este libro). En nuestro juego, cuando, al final, las cartas aparecen rojas ¡qué lejos está el enfilb al tiempo! b) Porque¡se acorta el paréntesis anticontraste Cuando al final se enseñan las cartas como rojas, se acaba de ver reciente­ mente que eran negras (en los cortes uno contra cincuenta y uno, etc.) Fue lo primero que advertí. Parodiando el rebuscado título de un trabajo del no­ tario Vállet de Goytisolo ("Cautelas testamentarias de opción compensato­ ria en li legítima"), yo hablaba de "acciones de continuidad aparente a fin de abreviar el paréntesis anticontraste" (¡Toma ya!) c) Porque favorece la producción de acciones sedal (ver la pág. 269 de este libro). Las cartas del paquete "a quo" se enseñan como negras y, después del enfi­ le, se siguen enseñando como.negras en el paquete "ad quem" una y otra vez (y e! pilblico tragando...) d) Porque |se favorece el final limpio El magb, como vimos, con las manos libres, vacías, sólo se tiene que preo­ cupar de la presentación, cuando muestra la "situación final" de que las car­ tas son rojas. e) Porque se aumenta la disociación o separación entre el "momento real" y el "momento aparente" en que se realiza el milagrito El "mo ¡nento real" se da con el enfile y la descarga; el "momento aparente", con la \juelta de la noviecita, de la mujer soñada, en la mano del espectador, que la £ garra al final (por eso es buena la acción de "cerciorarte" de que las cartas sbn, ¡ahora!, rojas). Uno y otro momento, para bien de la eficacia má­ gica, esjtán totalmente disociados o separados. 401

1.3.4. Cómo "fabricar" las acciones de continuidad aparente Para conseguir meter en nuestros juegos las estupendas acciones de continuidad aparente hay que tener primero muy claro en la cabeza y en la sangre su mecanis­ mo y su eficacia teóricos. Después, ver si la trampa única de un efecto puede desdo­ blarse en dos o más acciones tramposas (es el método que yo he seguido en el juego que nos ocupa) y, por último, examinar si cabe frente al público la sensación de con­ tinuidad, aunque la trampa esté casi hecha... (Y esto que digo es lo más importante de mi explicación...) "No es en Montaigne, sino en mí mismo, donde descubro todo lo que encuentro en él". Pascal "No basta adquirir la sabiduría: es preciso utilizarla ". Cicerón "Conocimiento es experiencia. Todo el resto es información". Einstein "Conocer es un tesoro. La práctica, la llave para abrirlo ". Bacón Por eso digo que la teoría hay que sentirla en la sangre, en las entrañas. No se co­ noce la teoría si sólo se conoce teóricamente. r*

II. Presentación HA. No hace falta resaltar la importancia de la versación que se propone. Aborda, nada menos, el tema del desamor juvenil, de "lo que el viento se llevó", de la virtud de la terca esperanza. La magia es la que proporciona un "final feliz"... Claro que, para sacarle todas sus posibilidades, la versación debe ser dicha ade­ cuadamente. Hay que ser actor. ¿Cuál es la relación del actor con el texto que debe recitar? Unos dicen: el actor debe sentir el texto ("si canto bien el Fado, es porque siento ganas de llorar": Amalia Rodrigues). Otros afirman que el actor debe creer aquello que dice (Alberto Closas), porque "convence quien está convencido", decía Unarñuno; otros, en fin, estiman que el actor debe fingir que siente o que cree lo que dice (oído por la radio: la actriz dice: "no puedo con este párrafo del texto; no sien­ to nada al decirlo"; replica el director: "no te pido que sientas, sino que finjas..."). Yo me inclino a coincidir con Amalia Rodrigues. El actor, el mago, debe sentir lo que dice (o quizás baste fingirlo muy bien). Decía un veterano actor: "soy capaz de hacer llorar a cualquiera; pero lo paso muy mal, porque debo llorar yo mismo...". ("Si vis mi flere dolendum est primum tibi ipse", decía ya Quintiliano). 402

Recuérdese la poesía de Fernando Pessoa (en "Fausto"): "O poeta é um fingidor que finge táo completamente que chega a fingir que e dor a dor que deveras senté ". Sólo es contagiosa la emoción. Como se dice en la película "ET": "¿Es que Elliot puede pensar sus pensamientos? -No; Elliot puede sentir sus sentimientos". Véase (pero ¡véase, por favor!) lo que dice Marañón en su "Psicología del gesto". (Está en el librito ENSAYOS LIBERALES, muy asequible en la "Colección Austral", de Ed. Es­ pasa Calpe). Sin duda, quien puede arrojar luz sobre este problema es el gran Arturo López.* Tenemos la suerte de que tan maravilloso actor sea también un gran aficionado a la magia; seguro que puede ilustrarnos con sus experiencias y sus consideraciones; ¿nos regalará escribiendo sobre la materia? Quiero insistir en la especial importancia de la versación propuesta en el "desen­ lace" del juego; recuérdese que, al final, se recita la copla que el público ya conoce: "Para qué quiero estrellas, si ya las tengo en las noches ¡tan claras! que hay en tu pecho... " La reiteración, al final, del momento especialmente bello que el público ya co­ noce es un expediente ya usado por los clásicos. Lope de Vega, en "El caballero de Olmedo", logra el mayor momento dramático de la tragedia al final, cuando cae, len­ to, el último telón; en varios pasajes de la obra se ha estado repitiendo el estribillo: "De noche lo mataron al caballero: la gala de Medina, lajlor de Olmedo ". Y esos versos son los que cierran la obra; el escenario está vacío; es de noche; sólo se oye la voz en "off' que recita, lenta y quejumbrosa, el estribillo, mientras cae despacio el telón... y todo el público llora, conmovido por la tragedia... (Hace poco, en la película "Amantes", su director, Vicente Aranda, utiliza el mis­ mo ardid: cuando, casi al final, la protagonista, la actriz Maribel Verdú, se suicida haciéndose matar por su amante, suena en ese momento -es Navidad- el viejo vi­ llancico: "La Nochebuena se viene/la Nochebuena se va/nosotros nos iremos/ y no volveremos más...")

Arturo López. Gran actor y mago, ya fallecido. 403

(1.2. Fíjese por otro lado el lector cómo se hace uso, en ese desenlace, de lo que he llamado "teoría del atisbo": las cartas rojas no se enseñan de golpe -salvo en la culminación- sino de una en una, para que los espectadores "vislumbren" lo que se les viene encima, de modo que el "climax" sobrevenga cuando ya la tensión anímica (con cierta apoyatura física) se ha visto intensificada... 11.3. Una última consideración. ¿Es apropiada para los jóvenesxla presentación en un registro lírico, poético? Los magos jóvenes a veces me dicen: Ese tono poético que tú les das a tus charlas puede estar bien parati, pero yo no me voy a poner a recitar versos para hacer juegos... ¡no va con mi edad! Partiendo de la base de que el mago (persona, personalidad) ha de exhibir su tipo y su personaje (modo de ser, de estar y de aparecer) de acuerdo con sus circunstancias, les contesto a los jóvenes diciendo que el "registro poético" no está reñido con la juventud, ni con la simpatía personal, ni con el sentido del humor. ¿Acaso no hay papeles en las obras teatrales saturados de lirismo y de poesía, y que han de ser representados por actores jóvenes? Desde Romeo y desde Don Juan, infinitos personajes me darán la razón... Si el mago joven y estudioso lo intenta, puede encontrarse con una sorpresa...

"Y sin embargo noto que te alejas,/que voy por tu camino de pasada,/que no te dejo cuando, ti'i me dejas,/que si me importas no te importo nada./Adiós, mi bien, mi dul­ ce amor pequeño,/ déjame el alma y llévate mi sueño." Rafael Alberti "Amor que en mi alma has vivido/nunca más lo olvidaré/ llorando estoy en mi huer­ to/ sin poderme contener. " S. de Madariaga "Sólo en sentir]\ne tan lejos/lejos del instante aquél/llorando voy en silencio/sinpoderme contene\. " S. de Madariaga "He visto vivir]a un hombre/ con un puñal a un costado/sin decirjamás el nombre/ de aquella que lo ha matado. " José Martí "Rápida, come un reflejo/ dos veces vi el alma, dos: / citando murió el pobre viejo/ cuando ella me dijo adiós. " José Martí "Dale una larga cambiada al toro del desengaño/ la pena no vale nada/ ¡la vida te está esperando /"(Copla)

11.4. Otros versos del desamor "Paraje en el cual reside el desengaño ". Quevedo

líf. Cobertura

f'

"El mundo está lleno de penas! y esas penas serán tu castigo" (Oído por la radio)

!((.!. Fijación mental. Grados de convencimiento "¡Qué desilusión!/ Yo creí que era para.siempre/ y qué pronto se acabó" (Copla)

"En la garganta/ tengo un te quiero/ que se me escapa/y no me entero" (Copla)

La "fijación mental" es un concepto muy estudiado por la Psicología. Aunque pue­ de llegar a serpitológico, en pequeñas "dosis" es algo completamente fisiológico. Con­ siste en la composición de lugar que uno se forja de una realidad, y a ella se aferra con tal fuerza, que ;io se advierten los indicios de que esa pretendida realidad es falsa. Por ejemplo: uno sabe que para ir a un determinado lugar de la ciudad tiene que llegar a tal parida de metro, salir a la superficie, y en la segunda bocacalle a la de­ recha, allí está su meta, el lugar a donde uno quiere ir. Lo hace así, pero ese lugar no está allí. Da vueltas, busca... y se da cuenta de que por error ha salido por la puerta norte del metro, en vez de la puerta "sur", que era lo correcto... Se percata, enton­ ces, de que ha cruzado una avenida muy ancha, que ha pasado por delante de un cine, o que había en su camino una plaza que no había visto nunca, ni la avenida ni el cine: indicios todos que han pasado desapercibidos cuando iba con la "fijación mental" de llegar a la segunda bocacalle a la derecha... Otro ejemplo. Anuncian por la radio que al día siguiente habrá una huelga de autobuses. Un empleado lo oye, y piensa: "mañana tendré que coger un taxi para ir a la oficina." Al día siguiente así lo hace. Al salir de casa. Tiene que dejar paso, al

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"Tres cosas le pido a Dios:/ que aprendas a.quererme,/ o la ventura de olvidarte,/ o que me dé pronto la muerte./Pero... pasan los días/y más me olvidas/y más te quie­ ro,/}' más muero... porque no muero " (Copla) "Conocerte fue una pena:/ quererte, una pena fue./ Y la pena de perderte.../ ¡la más grande de las tres!" (Copla). "Doce cubiertos de plata/ tú me diste de regalo./ Y yo me conformaría/ con la cu­ chara de palo/de cuando tú me querías... " (Copla) "Sólo a una mujer amaba,/y que es verdad veo yo/en que todo se acabó/y sólo esto no.se acaba... " Calderón

cruzar, a un autobús que casi le atrepella. Durante un trozo del trayecto, nuestro em­ pleado se impacienta porque el taxi en el que viaja ve taponado su camino por un parsimonioso autobús que le precede... Al llegar a la oficina, se entera de que la huelga de autobuses fue desconvocada por la noche,"y de que los autobuses circu­ laron libremente. Entonces, se percata del autobús que casi le atrepella al salir de su casa, así como el autobús que taponaba el camino de su taxi... ¡eran del disco de su autobús! Con la "fijación mental" de que había huelga, no había visto los indi­ cios de la realidad que le mostraban su equivocación...

las gafas (fig. 2), el bien colocar las dos cartas (fig. 3), después de haber dicho ato­ londradamente ("son demasiadas cartas negras") que son negras las cartas de don­ de se separan o apartan esas dos (apartado 15), y todas las acciones sedal que se describen en los apartados 14 y siguientes, etc. Ese convencimiento "sine questio" llega a ser una verdadera "fijación mental", que hace que pasen inadvertidos los pequeños indicios que demostrarían que la rea­ lidad es otra (la repetición de cartas una y otra vez ¡sólo hay dos negras! en los cor­ tes uno contra cincuenta y uno, la no extensión de las cartas como en la fig. 1, etc.). Todo ello es una suerte de "cobertura" general de cómo es el verdadero discurrir de las cosas. Veamos la cobertura en pases concretos.

Otra cuestión: grados de convencimiento. Para que exista "magia", el espectador debe estar convencido de algo que en realidad es falso (debe estar engañado). Se sue­ le hablar de un convencimiento explícito y de otro implícito. Creo que es más claro y más fecundo distinguir: Primer grado de convencimiento: convencimiento "de visu et auditu". El es­ pectador .está convencido de algo porque lo ve, o incluso lo oye ("yo sé que con el As hay tres cartas porque he visto cómo las contaba, e incluso, he oído el ruido que hacía la cuenta"). Segundo grado de convencimiento: convencimiento "de tactu" ("yo sé que con el As hay tres cartas porque yo mismo las he contado"). Tercer grado de convencimiento: convencimiento "sine previa questio". El lec­ tor que me lee por ejemplo sabe que, cuando está leyendo estas líneas, es de día (o de noche), y lo sabe sin plantearse previamente la pregunta de si es de día o de no­ che: lo sabe "sirte previa questio", de modo que quedaría atónito, asombrado, si de pronto lucieran las estrellas (o el sol) ("se están mezclando el As con las tres cartas": Se da por supuesto, sin cuestionárselo siquiera, de que al As acompañan tres cartas...) Este convencimiento "de tercer grado" es el ideal para la producción del efecto mágico. No siempre se consigue, pero hay que intentarlo. Creo que, para alcanzar­ lo, no bastan las apoyaturas físicas (lo que entra por los ojos, etc.), sino que debe recurrirse, también, a los engaños psicológicos o de "sugestión silenciosa", a ser po­ sible, en corroboración al engaño "de visu et auditu". Aquí es donde tiene su exac­ ta colocación aquella gran aseveración de Hilliard, que tanto me impresionó en años juveniles: "vale más un gramo de sugestión silenciosa que mil toneladas de pala­ brería vana". En el juego que nos ocupa, tiene categoría de "convencimiento de tercer gra­ do" el que posee al espectador de que las cartas del paquetera quo" y "ad quem" son siempre negras (hasta el final); Se basa ese convencimiento en la apoyatura fí­ sica de que las cartas son (al principio) incuestionablemente negras (fig. 1) y la apo­ yatura psicológica (o de "sugestión silenciosa") de que después (y siempre hasta el final) el paquete se maneja y se vislumbra como de cartas negras: el arreglarse

Recuérdese la diferenciación que suelo hacer: Llamo movimientos falsos a aquellos movimientos tramposos que pretenden du­ plicar, imitar o "falsificar" un movimiento genuino o no tramposo. Por ejemplo la mezcla falsa (cabalmente llamada así), las falsas cuentas (de Elmsley, de Hamman y tantas otras), el doble volteo (que los sajones llaman "double lift"), el enfile griego (o dada en segunda), el "culebreo" etc. Estos movimientos falsos plantean ante todo un problema de técnica (sin olvi­ dar que a la técnica siempre hay que envolverla en engaño), porque usualmente se

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III.2. La cobertura en las acciones en tránsito Como ya he dicho en otras ocasiones, toda acción en tránsito supone un previo discurrir del pensamiento (recuérdese a Stanislawski), mediante cuyo discurrir hay un "propósito" en tu actuar, que no es otro que la "acción final" (ver "Los elemen­ tos de las acciones en tránsito" en LA MAGIA DE ASCANIO, Tomo 1, pág. 65). Tomemos como ejemplo la acción en tránsito aludida en el apartado 6 (pág. 364). El discurrir del pensamiento empieza (o debe empezar creo) cuando, desplegando las cartas de la baraja cara arriba, llegas a la carta "confundible" -al Nueve negro- por la cual vas a obtener la separación. Es entonces (repito: entonces) cuando piensas como un relámpago: "quiero dejar la baraja cara abajo en la mesa para toquetear las cartas que hay en el centro del tapete". Y con ese pensamiento y con la mirada fija en el centro del tapete, obtienes la separación, volteas la baraja y la depositas, y alar­ gas las manos libres (en realidad primero la mano izquierda y quizás después la mano derecha, que está dejando la baraja en la mesa) para comentar algo acerca de la cin­ ta de cartas que hay en el centro del tapete. (Esta micro-cadencia es muy importan­ te para engañar, y espero haberme explicado bien).

ÍII.3. La cobertura en la descarga secreta en el regazo lll.S.f. En lá descarga secreta en ef regazo

hacen (para eso están concebidas a veces) bajo la más o menos atenta mirada del espectador: cuanto más perfecta sea la técnica, más perfecta será la imitación o fal­ sificación del movimiento genuino que sirve de modelo. Llamo, por el contrario, movimientos secretos, a aquellos que no imitan nada, pero que el mago hace secretamente, sin que el espectador los advierta, lo's vea o los sospeche. Por ejemplo: las "descargas" (de cualquier clase: en el regazo, en el faldón del frac, en el "servante") o las "cargas", los "enfiles", los "empalmes", los "saltos", etc. Como han de realizarse fuera de la mirada y de la sospecha del espectador, el prin­ cipal problema que plantean no es técnico, sino de cobertura (dicho sea con ánimo de ser bien entendido): se puede por ejemplo hacer un empalme muy malo, "de pata de elefante" (como me decía Vicente Alcalá) que, si no te lo ven, funciona maravi­ llosamente. En ese sentido es certero el consejo de Matt Schulien: "no te esfuerces en lograr la perfección en los pases: cuídate más bien de cubrirlos de misdirection". Pero (porque hay un gran "pero") "una discreta perfección técnica es imprescindi­ ble, sobre todo en juegos en los que apenas se dispone de una fracción de segundo para empalmar" (o para hacer el movimiento "secreto" de que se trate). Ver "La Psi­ cología del empalme", en La Magia de Ascanio" j Tomo l, pág. 75. Creo que esta diferenciación de los movimientos tramposos en "falsos" y "se­ cretos" es muy ilustrativa del fenómeno mágico en general y del mecanismo del engaño psicológico en particular. Con esa distinción, se me entenderá mejor en lo que sigue:

esta mano izquierda sostiene y avanza con ellas otra vez para extenderlas de "norte" a "sur" entre las dos cartas más avanzadas (fig. 4), mientras dices, medio despecti­ vamente: Aquí dejamos el resto de las negras... Lo que enmascara el conjunto de la operación es lo que llamo "vida exterior" du­ rante todo el contexto de la misma; es decir, actuar, hablar, alterar el ritmo de las fra­ ses, cambial la expresión de la cara, decir un chistecillo, algo interesante, etc., etc. (Ver "Psicobgía del empalme", ya citada). Y de modo que toda esa "vida exterior" sirva para cobijar o hacer natural el vaivén que envuelve la descarga...

Ul.4. La cobertura de! enfile a! tiempo Debo distinguir dos modos diferentes de lograr la cobertura del enfile al tiempo (y creo que es la primera vez que se hace esa distinción):

Sll.4.1. La cobertura por "bajón de la atención' La cobertura por bajón de la atención (empleo la terminología de Gary Kurtz) supone que, tras el volteo de la carta -que resultará fallida- (figs. 25 y 36) las dos manos evolucionan en el aire, y el mago logra (por su actitud y sus palabras) que, tras la comprobación del "fallo" (la carta vuelta no es la elegida) se.produzca un des­ censo marcedo de la atención de los espectadores, que en cierto modo se desentien­ den de lo que pasa en el tapete, momento que aprovecha el mago para cambiar el pa­ quete'"a qup" por el "ad quem"...

III.4.2. La cobertura por "efecto tubo" líl.3.2. La cobertura de este Movimiento sécreio Como suele suceder con muchos movimientos secretos -por ejemplo, el empal­ me- la cobertura es más difícil que la técnica: es más fácil hacer digitalmente el mo­ vimiento que lograr que no se sospeche nada. En la "descarga" que ahora nos ocupa, la cobertura está (una vez más) en un con­ texto del movimiento: en lo que sucede antes de él e inmediatamente después. (Ver apartado 18, pág. 370). Antes del movimiento, las manos están volteando cara abajo el paquete. Hazlo de modo que, sin parar, puedas enlazar con continuidad ese volteo con el vaivén atrásadelante (durante el cual realizas la descarga). Inmediatamente después de la descarga, las manos se separan, la mano derecha vacía, atrayendo la atención, avanza (segui­ da de la mirada), abierta palma abajo, por el centro del tapete, de "sur" a "norte", para hacer algún comentario acerca de las dos cartas que allí están, o incluso toque­ tearlas... La mano izquierda (con las cartas cara abajo) se ha dirigido mientras tan­ to al "oeste" del tapete. La mano derecha, después de toquetear las dos cartas que es­ tán al "norte" del tapete, se dirige a la mano izquierda ("oeste"), coge las cartas que

Implica,por el contrario, que los espectadores mantienen siempre toda su atención en lo que sucede en el tapete. Lo que pasa es que miran y atienden en la dirección equi­ vocada y, cuando quieren darse cuenta, ya es tarde, y el "cambio" está hecho. El primer sistema tiene un insigne representante: el legendario Juan Tamariz, pero el que yo hago y conozco es el segundo, y a él me tengo que atener en la explicación que sigue. Sin prever lo que me iba a deparar mi investigación subsiguiente, comentaba en cierta ocasión con Juan que él no hacía un enfile "al" tiempo (o sea, aprovechando la distracción causada por la diversión), sino que, en su "modus operandi", las dos manos evolucionaban en el aire para, en un momento ulterior, encontrarse y hacer entonces el cambio; como el público profano no veía nada, el sistema era bueno, aun­ que no fuera un enfile "al" tiempo. Juan me contestó que efectivamente era así. Pre­ fería provocar un "bajón de la atención", causante de un difuminamiento de todo el campo visunl (para hacer entonces el cambio), en vez de exacerbar la atención aun­ que fuera sobre un punto inocuo, porque la atención exacerbada percibe más de aque­ llo a lo que se está atento...

402'

4oq

Muy meditativo, reestudié mi enfile al tiempo, que realizaba de antiguo (ver la pág. 325 y siguientes de este libro). Incluso volví a ver el vídeo de Goshman, para estudiar qué medios de cobertura utilizaba el gran especialista. (Me refiero al vídeo tomado en el Hotel Kennedy, de Londres, el 7 de diciembre de 1985, ampliamente difundido. Por cierto, yo había actuado, en 1981 y en 1982, en el mismo lugar). Hallé que Goshman empleaba de todo, el "bajón de la atención", el "efecto tubo", una técnica a la fracción de segundo, naturalísima, instantánea y precisa, unos pa­ réntesis de olvido estudiados y muy dilatados... algo maravilloso, en fin. Y después de todo ello, concluí que el "efecto tubo" (y la cobertura consiguien­ te) que se obtenía con el enfile al tiempo era-para mí- preferible. Y, además, pues­ to que es el método que sigo, lo puedo explicar mejor... Ante todo, repase el lector los conceptos. Véase mi "Psicología del empalme", en LA MAGIA DE ASCANIO, Tomo 1, pág. 75, especialmente el concepto del "efecto tubo" en la pág. 78 del mismo volumen. Gustavo Otero ha logrado dibujar maravi­ llosamente el "efecto tubo" y la cobertura que proporciona.

En la fig. 36 (que es la misma que la fig. 23) se destaca, con un circulito en blanco "lo que queda dentro del redondelito del extremo del tubo", la "zona iluminada" por el interés de la mirada del espectador. (En la ilustración no se ve la mirada del actuante, pero por supuesto que mira hacia la carta que se voltea, lo mismo que en las figuras si­ guientes). El público debe estar interesado en conocer la identidad de la carta que se va a voltear sirviéndose del paquete "a quo". Ese interés (¡esencial!) proviene del contex­ to y de tus palabras (ver lo que se hace y se dice en el apartado 13 y en los anteriores). Imagínate un reloj que hace "tac-tic-tac'VEso te dará idea exacta del tiempo que transcurre entre las figs. 36, 37 y 38. 410

37

A QUO lJ WVJ • - .V.".'.'.'.'.*.'.'.'.".*..*.V"K ' 'T' • • 'V^* '

En las figs. 36 y 37 el reloj hace "tac-tic". Viene entonces el cambio de paquetes (técnica "a la fracción de segundo") y la mano derecha regresa, ya con el paquete "ad quem"; al círculo iluminado, para decir ei alegre: ¡Casi! (el reloj hace "tac"). El "efec­ to tubo" es perfecto; puedo asegurarlo; al hacerlo yo mismo no me veía el "cambio"; pensé al principio que, en la fig. 36, las manos estaban fuera de mi campo visual... ¡pero no es así! No me veo el cambio porque el "efecto tubo" funciona también para el actuante... ¿qué más puedo decir? "The misdirection used is so strong that even well informed magicians are taken ¡n by it" (EXPERT CARD TECHNIQUE). "The strong feature... is the conviction of the spectators that the hands do not approach one another..." (Traduzco: "la diversión empleada es tan fuerte que los magos más avisados no pueden sustraerse a ella... El punto fuerte de este juego está en la convicción que se establece en el espíritu de los espectadores de que las manos ni se han aproximado una a la otra...") Doy fe, (pue­ do hacerlo ¿verdad, Bebe]?)4.

4. Recientemente, lie tenido ocasión de hacer, en París, este efecto al maravilloso cartómágo francés Bebel. El asombro alarmado que inundó sus ojos, cuando vio que las cartas eran rojas, me pagó todos mis afanes... 411

38

En la fig. 38 el reloj hace el último "tic" y el "efecto tubo" continúa pero en la fig. 2 (pág. 365) el "efecto tubo" ha cesado, y de nuevo el ojo del espectador ilumi­ na la escena entera...

'SÜÜM COUQUE TRIBUERf En IJ edición original de "Los días negros" El diseño de portada lo hizo Rafa Picola. El tratamiento por ordenador corrió a cargo de Alberto Iglesias y Jaime Hortas. Los maravillosos dibujos se deben a Gustavo Otero. Y el "A modo de Prólogo", a Jesús .Etcheverry. ¡Gracias por tanta colaboración y tanta ayuda! Y debo expresar también mi reconocimiento, en cuanto al fondo y la sustancia de lo escrito, a Juan Tamariz ante todo y sobre todo, a Fred Kaps, Rene Lavand, Dai Vernon, Arnaldo, Johnny Thomson, Hugard y Braue, Goshman. Hago mías las palabras de Newton: "Yo he podido ver más allá que otros porque me he apoyado sobre los hombros de gigantes". 412

¡ Ya está! ¡S;e acabó! Lo que empecé a mediados de abril de 1997 lo acabo de ter­ minar. Tengo \Í sensación de estar soñando... me froto los ojos y veo que no, que es­ toy bien despierto y delante de mi ordenador... cansado sí, pero contento y satisfe­ cho, pues mi leseo del año 59, de leer algún día "Estudios de Cartomagia de Ascanio" lo acabo de ver cumplido. Y además, ¡soy el primero! No es el libro que soñé, pero se L: parece bastante. Estoy seguro que a él le gustarán allá donde esté. También alíora entiendo lo que decía: el que acaba de escribir un libro es maes­ tro del que lo ejipezó. Os puedo asegurar que he aprendido muchísimo a lo largo de esta maravillosa experiencia. Han sido muchas horas de planificar, buscar, recopilar, leer, ver, oír, h iblar, analizar, ordenar, seleccionar, escribir, releer, meditar, revisar, rescribir... hasta la imprevisible informática me dio el susto correspondiente (estu­ ve a punto de ¡ierder lo que había escrito para el tercer tomo)... horas de soledad, pero de trabajo¡apasionante... seguro que en adelante lo echaré en falta, pero siem­ pre me podré consolar cogiendo uno de los tomos y leyendo "La Magia de Ascanio". La obra aunque en tres tomos -por motivos formales evidentes, un solo libro hu­ biese sido algo monstruoso-debe ser considerada en.su conjunto, como una unidad. Es como una cbmida: tenemos los.entrantes, el plato principal y los postres... pero no es hasta hat^er degustado todo el menú que decimos que hemos comido. Esto es igual, hay que leer todo despacio, paladearlo, releerlo... sacar todo lo que hay en es­ tos tres tomos, para decir que se conoce La Magia de Ascanio. En el primar tomo habrás visto que te habla de su filosofía mágica. Su pensa­ miento teóricos creo que es fundamental leerlo primero para luego atacar la lectura de los otros des: los juegos. Para mí en este primer tomo está "La concepción es­ tructural de la Magia", "su concepción", y se puede decir que tiene dos partes. En la primera vemos! su pensamiento hasta el año 1970, cuando se retiró temporalmente de la Magia. Yo diría que hasta ese momento, dividía su teoría bajo dos principios: Principios en la concepción de un juego y principios en la ejecución de los mismos. Para mejor entender esta concepción, me permití ordenar el material que tenía-con­ ferencia inédita, artículos ya publicados, notas de conferencia- según mi criterio. Sé que alguien ha dicho por qué no están en orden cronológico. Las razones han sido tres: la primera fue simplemente subjetiva-a mí me gusta así, quería que lo leyeseis así; la segunda jera que al tratarse de artículos sobre temas diferentes, no había una evolución a seguir en ellos, por lo tanto el orden cronológico no aportaba nada; y la tercera, y más .mportante, fue que así pensaba se entendía mejor su concepción es­ tructural de su vlagia. Su pensamiento básico lo tenéis ya en esta primera parte, pero en la segunda -su ciclo de conferencias del año 8 5 - habréis visto cómo lo fue depu­ rando aplico aquello de que en Magia es mejor adoptar la labor del jardinero que 4\3

el trabajo del arquitecto.... y ahora su concepción era que todos los problemas que puede encontrar un mago al hacer Magia se pueden recoger bajo cinco grandes te­ mas: la presentación, la cobertura, la construcción, la técnica y cómo estudiar Ma­ gia. .. sus dos grandes grupos del año 70 crecieron hasta convertirse en cinco. Quedaba la aplicación práctica de todo eso, pues como Arturo propugnaba, toda teoría tiene que estar fundada en la práctica y toda práctica tiene que estar respaldada por una teoría. Así pues los otros dos tomos tratan de sus juegos (aunque también hay en ellos un montón de teoría), juegos fiíndamentalmente basados en el manejo de la carta doble (Arturo decía que el haber hallado el manejo de la carta doble había sido su venero), pero a su vez llenos de soltura despistante, de paréntesis de olvido, de pa­ réntesis anti-contraste, de naturalidad condicionada, de acciones en tránsito, de ac­ ciones de continuidad de la situación inicial, de acciones sedal... de misdirection y timing... en fin juegos llenos de misterio y entretenimiento... de belleza. Y había más, pero dada la extensión que ya tenía la obra hemos tenido que po­ ner el punto y final. Lo que ha quedado fuera estaba ya publicado, y puesto que ha­ bía que quitar algo hemos pensado que lo mejor era dejar fuera lo ya conocido... Qui­ zá en una próxima publicación;.. Por cierto, si alguien tiene material sobre la magia de Ascanio y lo quisiera compartir conmigo, acepto cualquier cosa relacionada con el tema... quizás sirva para las próximas ediciones. Gracias adelantadas. Arturo siempre tuvo muy presentes a los jóvenes, les dedicaba mucho tiempo. Decía que ellos pueden construir cantidad de castillos y luego destruirlos, para vol­ verlos a construir de nuevo... así pues esta obra está especialmente destinada a vo­ sotros jóvenes nobles y ambiciosos.... que queréis aprender Magia. Si la construís sobre las teorías de Ascanio seguro que será sólida y maravillosa. Y ya que no po­ demos aprender directamente de él, aprovechemos estos libros. Continuemos su obra, considerando la Magia como un saber y como una actividad artística. También quiero aprovechar este Epílogo para dedicar estos libros a Arturo y a Queta, mis amigos; y muy especialmente a mi familia: a mi mujer Carmen y a mis tres hijos Jon, Itziar y Xabier, y al mismo tiempo agradecer su comprensión: mi con­ tinuo autismo era debido a que estaba enfrascado en este proyecto. Como escribe Roberto Giobbi en su Prólogo del segundo tomo:.. .Arturo construyó un castillo, un castillo muy sólido al que otros fueron generosamente invitados para compartir su visión; y ocurrió que este castillo se transformó en la Academia del Arte de la Magia. Estos libros extraordinarios son los planos de ese edificio único. Efectivamente, son eso, pero sobre todo son un homenaje que a través de Páginas (Laura Aviles) hemos rendido unos cuantos amigos (todos los que han intervenido en su confección y elaboración, y ¡tú lector!) a un genio de la Magia: Arturo de Ascanio. ¡Arturo! Creo haber cumplido tu ruego de cuidar tu memoria. Jesús Etcheverry 414

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