Beatriz Senra - Rovira - Biografia

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PROLOGO ROVIRA – APUNTES PARA UNA BIOGRAFIA Tuve que leer mucho para poder escribir éste libro, y tuve el enorme privilegio de haberme podido comunicar con muchas personas, escuchando objetivamente a todos para lograr formar mi propio concepto. Dediqué muchas horas placenteras a escuchar su música, hasta que la entendí y percibí lo que permanecía invisible. Mirando para atrás, recuerdo que lo primero que escuchaba durante las numerosas entrevistas que tuve con personas de todas las áreas –sabiendo que pertenezco a la familia- era la recurrente pregunta de porqué habíamos esperado tanto, porqué nadie había hecho nada en 20 y pico de años. Encontré las respuestas y la responsabilidad que ello implica al tener que dar una explicación clara. Perder es ganar, contrariamente a lo que uno se imagina. No fue tiempo perdido, fue tiempo ganado. Escuché con la mente abierta a todos aquellos que piensan distinto, o bien porque no lograron captar la verdadera esencia roviriana o porque simplemente no les llegó su música porque aún no es el tiempo; tuve la oportunidad de esta manera de conocer otras miradas, otras sensaciones y me enriquecí internamente charlando con todas aquellas personas ligadas a él, por contacto directo como su familia y sus músicos o sus amigos o con todos aquellos músicos contemporáneos que dedicaron horas a estudiar la obra de Rovira, desmenuzándola técnicamente con los conocimientos y el fino oído de los que estudiaron para ello. Me tomé el tiempo necesario que fueron más de cinco años; como verán, no fue a la ligera y mucho menos parcialmente.

Tengo mi cabeza y mi corazón lleno de comprensión y gratitud, por tanta y tan rica información. Transité a lo largo de todos estos años por diferentes momentos, pero siempre abriendo más y más puertas que me condujeron inexorablemente a lo único que siempre busque: la verdad y el porqué de un misterioso enigma llamado Eduardo Rovira. Comprendiendo el todo, hoy valoro que él haya preferido ser desconocido, que mal conocido. Fue muy consciente de lo avanzado de su técnica y prefirió que su obra preservara su misterio ya que no le gustaba ni consideraba oportuna la publicidad, ni aceptar entrevistas como forma de promocionarse. Sostenía que los medios de comunicación masiva sostenidos por intereses creados, carecían de la pureza y la humildad que su música ameritaba. No buscó ni le importaban las oportunidades para surgir como músico, excepto aquellas muy intimistas o sinceras que tenían lugar en los 60’s y 70’s en lugares como los sótanos o café concerts, que le permitían manifestarse “mi música va a ser mejor comprendida dentro de 50 años, igual que la de Mahler”, y esta clara percepción no le dejo espacio para otras búsquedas. Sus concesiones cesaron el día que entró a trabajar en la Sinfónica de la Policía de la Provincia. El destino le hizo el mejor regalo que él necesitaba, que fue tener un sueldo seguro a fin de mes, tiempo para componer a raudales y 86 músicos para poder practicar y darle vida a lo que volcaba sobre un pentagrama, ya no como tango, sí, como música de cámara. Dios le hizo varios regalos más: se pudo comprar una casa y un auto, la ciudad de La Plata (ciudad Capital de la Provincia de Buenos Aires distante 60 kmts.) le dio el lugar y el reconocimiento en el mundo del arte que se merecía, y la paz provinciana que el necesitó a partir del momento que dejó la Capital Federal. Eduardo Rovira fue una persona de bien y pudo gozar en los 70’s de su buen prestigio en una ciudad

que todavía no lo reconoce como un hijo prodigo en su total dimensión. En La Plata, su espíritu más maduro, pudo finalmente conectarse con los más arraigados sentimientos de nuestra tierra y sus habitantes originarios, penetrando y captando su esencia, sus sufrimientos y sus perdidas, que pudo expresar con la guitarra en sus más de 100 estudios, ligándose aún más hacia lo autóctono. En sus últimas presentaciones, incorporo la poesía como una forma de sensibilidad artística elevada. Rovira es mucho más aún de lo que se conoce. Su obra cumbre aún no vio la luz, permanece impávidamente virgen esperando y madurando en silencio el momento de nacer. Tengo muy claro, que la música de Rovira va a ser mejor comprendida en esta nueva era. A su música hay que escucharla con el alma y los sentidos, ya que nos entregó imágenes en forma de música. Transmite emociones, llama a la paz y al silencio reflexivo. Al escucharla nos llega al corazón. Eduardo Rovira cumplió su misión con el Arte y la ejerció plenamente: logró que todas aquellas personas en contacto con las vibraciones espirituales de su música se sientan tocadas en su sensibilidad elevando de esta manera su carácter. Yo aquí los invito a ‘conocer’ a un músico preeminente, ya que a medida que me adentraba en los recovecos de su vida, me encontré con la certeza de que Eduardo Rovira –de oído absoluto- componía y ejecutaba utilizando simultáneamente ambos hemisferios cerebrales; característica esta sine qua non de los prodigios avenidos a genios. Su maestro de armonía Pedro Aguilar expresa que tuvo en él –durante 40 años- su mejor alumno y que era alta e inexplicablemente superior. Su lado técnico usaba las técnicas musicales avanzadas como el serial dodecafónico y la música serial, y su lado emocional

nos pintaba –casi como lo hubiese hecho un pintor sobre una tela- sus más vividas imágenes cargadas de sentimientos. Ambas características se encuentran yuxtapuestas, lo que avala aun más mi teoría de los hemisferios. En Rovira, la técnica y la emoción están en perfecto equilibro. Casi todos sus temas tiene un destinatario: era la única manera que conocía de comunicarse y poder agradecer y manifestar amor en sus diferentes circunstancias, utilizando técnicas musicales de frialdad matemática. Además, podía orquestar –una de sus virtudes más sobresalientes- para 5 o 50 instrumentos con la misma facilidad y celeridad, directamente sobre el pentagrama. Tocaba el bandoneón, utilizando ambas manos al unísono, como un espejo. Por eso el sonido de su instrumento no se parece a ninguno; es diferente y especial: suena envolvente y más próximo al sonido místico del órgano. Sólo él y Mabel (su segunda esposa) conocían éste secreto, pero no quisieron compartirlo, no era necesario. Por eso esa actitud de confianza en el futuro que acarreaba, “sabía” intuitivamente que alguien en el futuro lo iba a comprender para poder explicar al mundo el imperceptible placer de la percepción de la verdad de la virtuosa y bella música de Rovira. Este libro va ser mejor comprendido por los que creen en las cosas del espíritu y por los que saben sentir y reconocer la verdadera influencia del Arte de alto nivel. Los invito a un viaje del alma… Los invito a “descubrir” a un genio, al Maestro Eduardo Oscar Rovira.

CAPITULO I – HISTORIA DE VARIOS ENCUENTROS Conocí a Roberto Rovira un 13 de febrero de 1998. “Conocí” a Eduardo Rovira unos 2 meses después. Reconozco que por esa época el tango no era la música que más me gustaba escuchar, así que cuando Roberto colocó ’Sónico’ en el equipo de música que estaba en otro cuarto, me dispuse a escucharlo por respeto a él, pero con el desapego y la ignorancia de quién nada entiende. No conocía la historia familiar, habíamos hablado poco o nada del pasado, aún no habíamos tenido tiempo, pero al escuchar su música Roberto sintió la necesidad de contarme parte de su historia. Lo que más me impactó fue saber que se había enterado por el diario Clarín sobre la muerte de su padre, lo que lo llevó a una crisis emocional de la que tardó mucho en salir. Indagué sobre los motivos que llevaron a parte de su familia a no comunicarle que su padre había fallecido, y todas las respuestas parecían apuntar a Mabel Rodríguez, aunque sentí, y así se lo expresé, nadie es responsable del 100% de nada: bueno o malo. Supe que había algo más, menos visible…alguna razón divina detrás de los hechos. Acordamos visitar juntos la tumba de su padre en el cementerio de La Plata, en cualquier futuro viaje, ya que yo soy de allí, lo mismo que toda mi familia, como una forma de recoger la punta de un ovillo fatalmente enredado. Llegamos al cementerio un día miércoles lluvioso de invierno, a las 17:45 hrs. El no tenía idea de donde estaba su papá, ya que habían pasado 25 años de su última visita; sólo una imagen lejana de que era cerca de la puerta principal. La oficina de información había cerrado a las 17:30, así que no

nos quedó otra que buscar. Corrimos por escaleras y pasillos hasta que...allí estaba, él la había encontrado ya que nos habíamos dividido la tarea. Apenas un minuto porque cerraban a las 18 hrs. y yo quería visitar la tumba de mi primer marido, Jorge Musqui, padre de mi hijo mayor, que sabía estaba en la parte trasera, en la parte nueva. El nicho de el Gran Maestro Eduardo Rovira está situado exactamente al ras del piso, casi invisible...esa visión me estremeció. Lo sentí como un símbolo...con el tiempo comprendí que esa imagen de estar abajo había que revertirla, espiritual y físicamente. Notamos que había flores secas que reemplazamos por las que llevábamos y una cierta triste y oscura soledad, falta de chapas, brillo, no sé, algo más para alguien que, según los dichos de su hijo había sido un gran músico. Lo primero que hice, cuando conocí a Pedro Gaeta (Artista Plástico y amigo personal de Rovira, que aún vive), fue hablarle de la posibilidad de hacer algo en esa tumba, remediar esa oscuridad, ponerle algo. El me habló de diseñar algo en cerámica, lo que finalmente se logro casi 10 años después, el 29 de Julio de 2008. Corrimos bajo la lluvia hacia el fondo del cementerio. Alguien nos indicó que saliésemos por la puerta trasera, que nos iban a esperar para poner el candado. El mismo caso, corrimos por pasillos y yo la encontré. También un minuto, allí ni siquiera había flores secas, pero tenía luz y el brillo de las chapas que sus amigos y familiares hemos instalado. Llegamos a la salida mojados, transpirados, jadeando, pero con la sensación del deber cumplido...fue extraño, o tal vez debería decir inquietante visitar un cementerio buscando dos tumbas distintas, una en cada punta, en un atardecer oscuro y lluvioso. Ni siquiera se nos pasó por la cabeza, -sabiendo que alguien nos esperaba en la parte trasera para cerrar la puerta cuando nuestro auto había quedado adelante- dejar la segunda tumba para otro día, en definitiva habíamos ido allí por Eduardo Rovira.

Esta actitud nuestra inconsciente, me produjo una gran curiosidad. No pare hasta averiguar que muchas veces los cementerios ‘eran puntos de encuentro’... Hoy sé que fue un punto de encuentro con nuestro destino, ya que mi trabajo de investigación hubiese estado incompleto sin el aporte invalorable de la creatividad artística de mi hijo Federico Musqui.

4 años más tarde Para la Navidad del 2002 y luego de haber pasado por SADAIC (Sociedad Argentina de Autores y Compositores) a cobrar derechos de autor, caminamos por la calle Lavalle hacia la zona llamada ‘bajo’ (así llamada ya que se encuentra barranca abajo, cercana al margen del Río de la Plata). En una disquería que hay apenas cruzando la calle Florida sin consultarnos previamente, ambos decidimos que ya que teníamos esa plata, era hora de tener todos los CD’s que sabíamos se habían editado de Eduardo. El dinero que nos venía de la música de Rovira nos devolvía la música de Rovira... Allí, justo allí comenzó una ‘magia’ difícil de explicar y que me ha acompañado a lo largo de los años que llevo investigando a Eduardo Rovira, ‘magia’ que se repite con todas aquellas personas que se meten en mi mundo roviriano y lo hace con el sentimiento puro que emana del corazón. Roberto se dirigió hacia el fondo del local para preguntarle al encargado dónde encontrar los discos de Eduardo Rovira, y yo permanecí en el escalón de entrada. De pronto “algo” súbitamente me hizo girar la cabeza hacia la izquierda y allí entre muchos otros CD’s de diversos músicos, estaba gigante, aunque del mismo tamaño y con brillo propio, Eduardo Rovira.

Ansiosa me abalancé sobre la batea y tome los 3 CD’s que buscábamos. Entré con los $ 60 en la mano, mientras Roberto y el vendedor todavía hurgaban en la computadora. Transcurrieron 60 días antes de que yo conociese a Mabel Rodríguez, la segunda y última mujer de Eduardo. En esos días, Roberto escucho los CD’s varias veces...yo no. Es decir, los escuchaba porque estábamos en el mismo lugar, pero sin prestarle atención, es más, nunca se me ocurrió leer la información que contienen en su interior, evidentemente aún no me había atrapado, aun no lo había descubierto. Ese verano, nuevamente habíamos comprado en San Isidro (ciudad distante 30 kmts. de Capital Federal) los mismos 3 CD’s para regalárselos a nuestro dentista Román, fanático de Rovira... quien después de... “escucharlo y deleitarse con él, todo el fin de semana...” nos comentó que: “... investigadores habían hallado que la música de Mozart era sanadora y la de Rovira también...” Ese comentario quedó repiqueteando en mi cabeza por un largo tiempo. Román fue el instrumento transmisor que provocó que yo investigara porqué había dicho “sanadora”. Ahora que sé un poco más de la música de Eduardo comprendo porqué: los clásicos fueron sus maestros, adoptó técnicas y estilos, estudió y estudió hasta componer sinfonía y tango fusionados en sabia armonía más sus profundos estudios de armonía y contrapunto que lo llevaron a componer sonando a Mozart o Bach o Beethoven. Cómo él mismo expresa en un reportaje de radio: “el contrapunto va a sonar hoy, mañana o siempre como Bach…no es mi culpa…” Ese miércoles 12 de febrero de 2003 a las 12 del mediodía, habíamos viajado a La Plata, ante la posibilidad de un negocio que luego se frustró. Como estábamos en la esquina de las calles 7 y 48, sugerí ir a la confitería ‘La París’ para almorzar, ya que hacía mucho calor y allí había aire

acondicionado y además para mí, era un lugar lleno de recuerdos, ya que allí había vivido hasta 1972 y la confitería “La París” era un lugar clave para los jóvenes. Fue mi lugar de encuentro con mis amigos adolescentes y con el padre de mi hijo; invertí miles de horas sentada en sus reservados (lugar VIP), por lo que rindo ahora mismo mi pequeño homenaje a ese lugar y reavivo el dolor que nos causó a todos cuando la cerraron para remodelarla, habíamos perdido nuestro living, nuestro lugar, el lugar preferido de los ‘60 y ‘70. Estaba sentada adentro, exactamente donde habían estado los reservados. Me sorprendí a mi misma viviendo repentinamente una profunda emoción que me llevó hasta las lágrimas, ya que era la primera vez que volvía y me sentaba en una mesa. Ese lugar me producía una deja vu extraño, como una regresión a mi vida entera. En realidad ambos estábamos raros, ya que el motivo que nos había llevado hasta La Plata había desaparecido de manera extraña. En un momento, filosofé sobre que “por algo estábamos en La Plata y que ese algo había que encontrarlo”... Cuando terminamos de almorzar fuimos hasta la Catedral, cosa que hago sistemáticamente cada vez que vuelvo a mi ciudad. Amo su energía, su magnificencia, su belleza toda, además me trae enormes recuerdos, ya que cursé la primaria en el Colegio de la Sagrada Familia que esta detrás de la misma y por esas épocas, la Catedral era como nuestra casa, la conocíamos al dedillo, sus pasajes, sus puertas y lugares al que el público no tenía acceso. En los años ‘50/’60´ uno entraba a cualquier hora, y era raro ver a alguien fuera de los horarios de misa; hoy hay custodia por todos lados, puertas vidriadas, negocios. Me gustaba más aquella solitaria quietud, aunque verla terminada es fascinante. Estaba cerrada, ya que era plena siesta, por lo que atravesé por una nueva frustración.

Ya sin nada más que hacer, nos dirigimos hacia la salida de la ciudad. Ese día con gran emoción, había usado por primera vez la Autopista La Plata-Buenos Aires. Los platenses habíamos esperado años para verla terminada, igual que a La Catedral. Manejaba yo y por la fuerza de la costumbre busqué la vieja salida por la Avenida Calchaquí. Cuando llegamos a la esquina de la calle 7 y 520 (Barrio de Tolosa), me di cuenta de mi error al ver un cartel que me señalaba hacia la derecha el acceso a la nueva autopista, lo que me obligo a doblar por 520. De pronto Roberto, casi a la altura de la calle 3, me dice:” estamos en la esquina de la casa de Papá, me haces la pata? (*)...la quiero saludar a Mabel”. Reconozco que me extrañó, ya que habíamos pasado por allí innumerable cantidad de veces y jamás había dicho nada al respecto. Pero como me fascinan los ‘volver a vivir’ doblé y estacioné obedientemente sin hacer preguntas ni comentarios. Roberto Rovira volvía a la casa de su padre y Mabel por primera vez, después de 26 años. Curiosamente, si es que puede haber algo curioso en éste relato, Mabel estaba parada en la puerta de la casa apoyada sobre un bastón, había salido para ir a pagar una cuenta. Roberto la llamó por el nombre, le contó quien era, y yo como espectadora jamás olvidaré la cara de los dos: Roberto había cerrado un círculo, y ese día comenzaba una nueva etapa, se abría otro portal, aunque ésta vez conmigo como protagonista.

(*) “hacer la pata” = me acompañas en esta?

CAPITULO II – INTENTANTO EXPLICAR EL PORQUE DE UN LARGO SILENCIO No podría afirmar que fue un olvido, porque no se puede olvidar lo que no se conoce. Tampoco puedo decir que las pocas personas que pudieron haber hecho algo no lo hayan hecho por desamorados, ni puedo decir que quienes si hicieron algo hayan logrado el objetivo, en realidad ninguna de las dos opciones. La realidad es que había que llegar al siglo XXI, y tenía que ser yo, luego de conocer a su hijo menor Roberto. Tengo que hacer justicia por Eduardo Rovira y me atrevo a decir también, justicia en abanico para muchas otras personas; provocando que todo se coloque en el lugar correcto. Esta ardua tarea no la busque, se fue dando…a pesar de mi. El no trascender en su momento, sin ninguna duda al respecto, lo provocó Rovira mismo y según sus propias palabras “por la misma situación egoísta de mi parte, escribo para mi satisfacción personal”. No le interesaba llegar a un público masivo. El sostenía que las empresas grabadoras de origen extranjero eran ‘fábricas de chorizo’ y él no quiso eso para su música. Grabó en pequeños sellos porque le garantizaban el respeto, la admiración y el amor por su obra. El sentía cada una de sus piezas como “una obra de orfebrería” y de ninguna manera quería que la comercializase cualquiera que no supiese comprender su profundo valor, sus mensajes, sus conocimientos musicales allí volcados. Le dedicó su propia vida a su obra, porque era tanto y tan bueno lo que él tenía para transmitir, que tuvo que alejarse de todos y de todo para poder componer. Lo de adentro pulsaba por salir y no había forma de pararlo.

Amó tanto y tan desesperadamente su música que la sobreprotegió, perdiendo inclusive el sentido de su propia vida. Mi misterio personal es porqué el destino me eligió a mi…yo no lo pude elegir porque no tomé cabal consciencia de quien era hasta que la conocí a Mabel. Ella fue el canal que me permitió conocerlo, abriendo una compuerta que ya nunca más pude volver a cerrar. Concluí con el tiempo que era mi karma, la misión que traje desde los cielos. Fui llevada a transcurrir todas las mismas situaciones por las que él había atravesado. Pude ver y sentir lo mismo que el había visto y sentido, conocer a las mismas personas y vivenciar situaciones con ellas, lo que me permitió poder comprenderlo, ver su errores para no repetirlos, avanzar por donde no había avanzado, y básicamente encontrar los caminos idóneos limpiando las causas, ya que a nivel consciente no pudo dimensionar la envergadura del legado que dejaba para la Cultura Latinoamericana. Fue un adelantado para su tiempo y ese desfasaje de los tiempos, me obliga a mí a hacer lo que él no pudo, porque sencillamente no era el momento ni el tenía el conocimiento de cómo mover las piezas que le hubiesen permitido trascender y por otro lado, en esta era en que las comunicaciones parecen haber alcanzado su punto más alto, yo tengo las herramientas que me permiten llegar en red y en segundos a todo el mundo, para expandir y multiplicar, lo que antes era imposible. El no pudo en su tiempo… porque su tiempo es éste, y no otro. Porque en la evolución natural de la música ‘tango de vanguardia’ había un orden universal que cumplir: primero Piazzolla después Rovira.

Eduardo Rovira y Astor Piazzolla comenzaron casi simultáneamente con el “Tango Vanguardia”, pero aunque mucho se dijo al respecto, nunca fueron competencia, eran simplemente complementarios. Astor Piazzolla tuvo la misión de romper estructuras, de cambiar paradigmas, de voltear prejuicios, posicionando al nuevo tango a nivel mundial, preparando el terreno para que 50 años después, las nuevas generaciones de músicos del siglo XXI, comprendan mejor el lenguaje musical de Rovira, que cambiará para siempre, el concepto universal de la Música Clásica a partir de la unión de los clásicos europeos con los acordes y armonías típicamente argentinas y latinoamericanas. Rovira comenzó a trabajar hace cinco décadas en “LA IDENTIDAD LATINOAMERICANA” (aunque no con ese nombre… alguien se lo puso después), a lo que le sumó además, el tango electrónico, incorporando la guitarra eléctrica de Rodolfo Alchourrón primero y Salvador Drucker después, y colocando un pedal wah-wah a su bandoneón…el resultado esta magníficamente logrado en el CD “Sónico”, que a pesar de que Rovira no contó ni con computadoras, ni mezcladoras, ni consolas, ni nada, tiene el sonido electrónico que él imagino. El arte en si mismo tiene una misión espiritual: los artistas a través de la pintura, del teatro, del cine, de la música y otras artes, se comunican a través de estas disciplinas influyendo en el espíritu del pueblo, tocando la sensibilidad de la gente logrando que sean más felices. En el caso de Rovira, las vibraciones espirituales de alto voltaje que tiene toda su música, influirán elevando a aquellas personas que la escuchen, aunque racionalmente lo ignoren. El tiempo de la música de Rovira y su misión social es hoy. Muchas veces me pregunté porqué yo. Vengo de una familia y una vida totalmente opuesta. Al principio no lo podía soportar ya que perdí todas mis cosas materiales y fui sometida a

dolores y sufrimientos, pérdidas afectivas, encuentros con egoístas, resentidos, envidiosos, desconfiados, mentirosos y oportunistas; me sentí sola e incomprendida, y sobre todas las cosas, y la más insoportable de todas: al igual que él, pude conocer de frente cómo actúan los ignorantes: lo que para una persona que ama lo intelectual, es casi una blasfemia. Con los ignorantes somos altamente intolerantes y no lo podemos disimular, lo que me obligó –además- a tratar de corregir el error y aprender a ser más comprensiva desde el corazón, para poder comunicarme con todos. La música de Rovira no puede ser frenada por mis propios comportamientos equivocados. Al igual que él, tampoco hice concesiones con los que no me comprenden. Mantuve mi dignidad sin desmoralizarme y no vendí favores para comprar gratitud. Alguna vez, aún en contra de mis sentimientos, debí ‘delimitar territorio’ con el sólo fin de no ser subestimada y poder seguir. Me desmoralizaron hasta el hartazgo, pero, Dios siempre estuvo allí presente sosteniéndome para continuar y yo finalmente comprendí que estaba pagando una vieja deuda y que debía llegar hasta el final. Yo no sabia ni donde ni cuando estaba ese final, pero sentía que el mensaje iba a ser claro, solo debía continuar sin claudicar hasta ese último día. Todas estas situaciones –todas juntas en un corto periodo de tiempo- me provocaron híper ansiedad, angustia, miedo, bronca y depresión que sumaron 10 kilos de peso a mi cuerpo y muchos momentos de desequilibrio emocional. Sólo la practica de la fe y mis creencias me pudieron contener. Abandoné muchas veces, pero retomaba cuando me daba cuenta que abandonando a Rovira me abandonaba a mi misma, ya que perdía un eje y un rumbo que era el único que tenía y que sabía de antemano, que si no resolvía primero y buscaba la salida del laberinto después, algo me iba a enloquecer.

Rovira fue incomprendido por todo su entorno y también por los miembros de su familia. Nadie comprendió el rol de cada una de sus dos mujeres: el materialismo una y la espiritualidad la otra. El empezó su vida de una manera, pero fue mutando a medida que maduraba, sobre todo como músico. El no hubiese sido el músico que fue si su vida hubiese quedado estancada en la primera mitad. Fue Mabel, pero podría haber sido cualquier mujer con las mismas características espirituales. Su familia cercana fue mi mejor enemiga y mi mayor aprendizaje. Desde el vamos su primer mujer me miro con recelo –y nunca me aceptó- porque ella sabía que la verdad que yo buscaba no coincidiría jamás con la que ella había construido para sí misma y para su entorno. Nunca pudo resolver los celos y el despecho, y se victimizó ante los ojos de sus hijos y del resto de la familia. Al no resolver la situación desde la voluntad y la dignidad, engendró más dolor y resentimiento del aconsejado para poder criar –desde la unión y el amor- hijos sanos espiritualmente. Mabel, mucho más espiritual, nunca se entregó a nosotros del todo, lo que me produjo gran impotencia. Todas las personas las encontré yo sola. Nunca sabré si no quiso o no pudo, el hecho es que no me ayudó mucho. Comprendí lo que Rovira había sentido por ella y aunque no estuvo a la altura de las mismas circunstancias intelectuales que su marido, compensó por otro lado, con una dignidad envidiable y una eficiente actitud de servicio. Aprendí a quererla profunda y sinceramente y aunque ella nunca lo entienda, fue una participe necesaria…una musa, para Rovira y para mi. Cuando la necesité siempre estuvo y contestó cada una de mis preguntas y se dejo llevar cuando la convencí de que ella también tenia que ser parte de la justicia, ya que Rovira no hubiese sido el compositor que fue en otras circunstancias. Tímidamente algunas veces y enojada otras, se dejó convencer.

Al principio Roberto tampoco fue de gran ayuda. Sentía que así como “la música” había sido más fuerte que él mismo para el padre, ahora sentía que “la música” lo iba a separar de mí. Fue duro, ya que me sacaba mis papeles, se enojaba y me amenazaba. Mi primera lucha a vencer fue precisamente a Roberto Rovira. Los hermanos mayores de Roberto acompañados de sus mujeres y sus hijos, me han ignorado y combatido desde el vamos, investigando y desconfiando de cada situación nueva que yo originaba favorable al nombre y a la obra de su padre, creyendo ver lo que no existía, convirtiéndose en los típicos ‘perros del hortelano’. Varios años después, ambos tenemos el triste record de 4 o 5 abogados diferentes contratados por Carlos y Jorge Rovira, para investigar nuestro supuesto “sucio” amor por la obra de Rovira, el último, un intento de juicio a Gustavo Santaolalla por plagio por el sampler “No Pregunto Cuantos Son” – “Que lo Paren”, del CD ‘Mar Dulce’. Felizmente en 2010, supimos por boca del propio Gustavo, que el juicio no había prosperado, porque obviamente no hubo plagio. Desde el principio intente unir, ya que en mi personalidad no cabe la separación por cuestiones emocionales. Fue peor. Se sintieron invadidos, atropellados y hasta relegados. No fue mi intención, nunca me lo plantee de esa manera, pero sus comportamientos altamente emocionales, me obligaron a ocultar situaciones como una forma de protección de las mismas. Mi destino caminaba sólo y yo simplemente no lo podía parar. Así de simple, así de complicado. La misma celeridad que vivió Rovira y que tampoco nadie pudo comprender. Les faltó un padre y una madre ‘normal’ en el seno familiar. Eso los marcó a todos, les quito asidero, crecieron entre resentimientos y mentiras, buscando excusas y echando culpas y por sobre todas las cosas, no fueron educados dentro de un marco de amor, respeto y comprensión. Es tan

complicada la vida de los genios como la de su familia inmediata. Se rompen las reglas de lo establecido y nadie sabe cómo actuar. Con profundo dolor en mi corazón tengo que lamentar que al intentar unir a Carlos y Jorge con Mabel nuevamente, ella decidió –viendo que la situación se podría repetir- cortar definitivamente la relación con nosotros. O sea, con todos y conmigo también, por segunda vez en la historia. En los últimos años Rovira –como padre-, llegó a comprender la debilidad de algunas de sus conductas a nivel familiar, pero cuando intentaba recomponer mínimamente algún lazo quebrado, desde su particular óptica se sintió profundamente traicionado por sus hijos mayores, y ese fue el límite. Ya nunca más pudo equilibrar porque no tuvo fuerzas, ni tolerancia, ni le importaba demasiado, su mundo era la música. Eduardo Rovira le dejo una herencia espiritual a su hijo Roberto: a él le toca unir a su familia desde el respeto y el amor. Leyendo el magnifico capitulo escrito por Juan Bautista Duizeide “El Rovirao” perteneciente al libro “Doce Ventanas al Tango”, que termina diciendo...”veamos (imaginemos) al hombre. “armado de sonrisa gardeliana, teorías de Arnold Schoenberg (pero sin “dogmatismo) y un Bach bien sabido, se nos corre de cuadro otra vez. Como “quien se despide. Como si nos advirtiera, sin palabras, que él ya hizo lo “suyo, que las demandas pendientes nos convocan a nosotros. Sabremos ser “dignas de ellas?” Y miro el óleo de Rovira que me mira directamente a los ojos detrás de su amado bandoneón Doble AA y siento lo mismo que Duizeide, pero sabiendo que yo fui la elegida...sabré ser digna? Siento orgullo y temor a la vez. Desde el primer día, al escribir sus palabras me llegaban a través de su “silenciosa voz” y comprobé una y mil veces, que lo nuestro era de ida y vuelta, porque cada vez que tenía una

duda, rápidamente la respuesta me llegaba, de una u otra manera. Descubrí cosas, situaciones, momentos, por todos lados y casi sin querer y de menor a mayor. Esto tiene un claro propósito: se los tengo que transmitir a ustedes para que conozcan la verdad, una verdad que permaneció en silencio por 30 años…en el silencio y la oscuridad necesaria, como en el caso de los buenos vinos, para llegar al punto justo de maduración. Acepté a regañadientes que todas aquellas personas que ya no están en este mundo, dejaron algo o a alguien las respuestas que necesito. Muchos estuvieron dispuestos a contarme todo lo que sabían, ya que a medida que los iba llamando, me llovía información de todo tipo, fotocopias de notas, originales, fotos, tapas de discos, libros; muchos aliviados sintieron que por fin alguien cercano se estaba ocupando de su historia. En un sentido profundo, la historia de Eduardo Rovira como persona, es una historia triste. Pero es patrimonio de los genios vivir casi siempre involucrados dentro de historias tristes y complicadas. El estaba totalmente consustanciado con su verdad y su realidad. El sabía que su música era especial, sabía que algún día iba a tener el merecido reconocimiento. Orgullosamente sabía y lo expresaba, que no le importaba si no era reconocido en ese momento, pero que sí lo iba a ser más adelante…que la historia se iba a ocupar. Sus amigos se reían de su optimismo y de su ‘visión del futuro’, lo cargaban, pero él, sin intentar convencer con argumentos que nadie escucharía o creería, los dejaba correr. Yo actualmente estoy haciendo lo mismo. Mi paz y mi seguridad interior me dan la fuerza y confianza que necesito para seguir y sé que lo voy a lograr. Solamente la historia me va a juzgar, los necios de hoy me tienen sin cuidado. A mi también me ignoran y jamás en 6 años gané plata con mi trabajo con Eduardo Rovira. Siento amor por su maravillosa música y comprendo que alguien tenía que hacer

el trabajo difícil para que entrara la luz que va a iluminar para siempre la verdad. Rovira no estuvo para nada equivocado. No quería manejar su carrera con reglas sucias, tampoco le importaba, pues estaba más allá del bien y del mal. Conocía muy bien a sus contrincantes, tenía clarísimo quienes valían la pena como seres humanos y quienes no. Lo que no quiso fue entrar en ese juego perverso de sacarse los ojos para ganar un poco más de fama o dinero. Y tuvo la coherencia espiritual de jamás negociar con sus convicciones: creía obstinadamente en esta nueva música, en su gran capacidad como compositor erudito y en su sentimiento nacionalista y patriótico y nunca dio marcha atrás. Hizo algunas concesiones menores, muy menores. Todo lo que grabó fue como una muestra gratis para la posteridad y para poder vivir. Se enojaba mucho con sus hijos y su primera mujer, cuando le pedían plata. El no era un generador de plata, era un bohemio, un creador de arte, todo lo demás no existía. Los intelectuales sólo quieren ser comprendidos. Esa incomprensión lo enfurecía; y esa furia desaparecía en cuanto tomaba la lapicera y el pentagrama. El tema “Tango para un hombre solo” que puede dar lugar a malas interpretaciones sobre la soledad, es por el contrario de una felicidad y belleza poco común. Es un canto a su propia felicidad…estar sólo era encontrarse con su sabiduría y canalizar nota sobre nota para volver a engendrar y dar a luz a una pieza única, como son cada una de sus obras. Ellas fueron sus hijos perfectos. Sergio Pujol en un reportaje que le hiciera en Radio Provincia en 1979, expresa que lo notó desgastado, avejentado. Si...porque además era un enfermo crónico del corazón, había nacido con una arritmia/ disritmia congénita que se le manifestó en 1964 en forma de pre-infarto y luego en 1979 y finalmente en 1980. Además, hasta 1970 –año que Mabel

tomó las riendas de la salud de su marido-, fumaba hasta cuatro atados de cigarrillos por día. Durante 1980, su último año, sabía que tenía mucho para dar y muy poco tiempo. Componía hasta de noche –consumiendo anfetaminas de venta libre como el ‘actemin’ (droga de venta libre que usaban los estudiantes de la época para poder permanecer despiertos durante la noche) para dormir lo menos posible y así ganar tiempo. Al igual que Mozart, en sus últimos momentos de vida, compuso casi febrilmente. Obviamente los verdaderos creadores, los bohemios de alma, los que desarrollan su arte para la humanidad, no soportan la infamia, la deslealtad, la traición en ninguna de sus formas. Su música era clara y honesta y así tenía que llegar a aquellos que supieran comprenderla. Culturalmente también dio un salto en alto al compartir su arte con el mundo intelectual de los 60’s, lugar en el que se sintió cómodo y respetado como nunca antes. Esa realidad lo alejó aún más de muchas personas, ya que no supieron captar su sentir interior ni su evolución como persona y como músico. No pudieron o no supieron ver al intelectual que era, sólo lograban ver a un bandoneonísta tocando tango de vanguardia. Antes de morir dejó claras instrucciones a Mabel de que hacer con su obra, quien aún hoy siente el peso de ese compromiso. Todas los razonamientos son pocos, ella hizo una promesa y no piensa cambiarla, no importa cuán fuertes soplen los vientos, su palabra dada tiene peso propio; en los últimos momentos de vida, a Rovira le vibró que nadie tenía la capacidad “espiritual” de comprender en su justa medida su arte como para entregarlo al mundo, por lo que optó por resguardarlo hasta tiempos más oportunos. Sabía que sus partituras, en manos de quien él consideraba irresponsables, iban a ser vendidas o regaladas, y por otro lado, y lo expresó en varios reportajes: en los albores de los 80’s el

oído de la gente común no estaba preparado para entender su música. Ellas son diamantes en bruto. Jugó el juego de los cuentos de los aventureros buscadores: sólo el tiempo y la suma de buenas acciones de aquel o aquellos elegidos, llegarían a la llave que abre el cofre donde se encuentra el tesoro escondido. Gracias a muchos, rescaté fotocopias de varias partituras y me las arreglé para digitalizarlas y regalarlas. Intente no repetir el egoísmo de esconder, intente darles luz y brillo, darles trascendencia, intente que la mayor cantidad posible de músicos tuvieran acceso a su increíble obra, gocé y disfrute del placer de recibir como gratitud gran cantidad de grabaciones de distintos músicos del mundo que habían logrado arreglar esas partituras, llore de emoción ante esos hijos de Rovira que habían salido a la vida, gracias a mi perseverancia. Lo que fue escrito para la humanidad comenzaba a tener sonido y movimiento, en manos de los amantes rovirianos que pugnaban por ejecutar lo que era un misterio, algo inalcanzable, único, perfecto…No tengo oído musical, pero si tengo profunda gratitud hacia todos esos músicos de Italia, Francia, Dinamarca, Japón, Méjico, Brasil, Colombia, Portugal, EE.UU., Argentina y Uruguay que desafiaron sus propios conocimientos para tocar a Rovira, con sus arreglos, con sus propios códigos, con sus propios sentimientos, no importa si no son textuales, lo que importa es la intención de tocar la música de Rovira. Les estoy muy agradecida a todos los músicos. Mi trabajo no estaría completo sin todos ellos. Gracias desde el alma. Mis trabajos de investigación para llegar a escribir esta biografía, me llevaron hacia muchas personas. Coinciden quienes lo trataron de cerca, que era de una honestidad y una simpleza poco común. Muchos lo describen como introvertido, triste, pero al mismo tiempo cabrón (*) y frontal como pocos. La frustración que le

ocasionaba la soledad de la distancia intelectual con el resto del mundo, lo llevaba a actuar sin barreras a la hora de hablar, ignorando si hería o no a quien tenia enfrente o a algunos de sus pares. No se callaba nada y lo decía de la peor manera si así lo sentía. (*) Cabrón = de enojo fácil (del lunfardo argentino)

Sus rasgos de personalidad fueron forjados por su madre Pilar Gutiérrez –mujer de carácter y sobreprotectora- y con las reiteradas ausencias de su padre que por motivos laborales no estaba todo el tiempo con él. Más su primera mujer, que nunca lo comprendió en toda su dimensión, ni como hombre ni como músico. Ella sólo quería un marido normal para armar una familia normal. Ella consideraba que ser músico no era un trabajo, ya que el había vuelto de España después de tres años de separación, sin una moneda. En el año 1958 le pidió que buscara otra actividad. Puso una carnicería con un primo suyo matarife Tito Gutiérrez, quien se ocupaba de la venta y él en la Caja cobrando. La misma estaba situada en Parque Chacabuco (Barrio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires), casi al lado de la iglesia de la Medalla Milagrosa sobre la avenida Curapaligue, en un mercadito que aún existe. Esa presión de trabajar en un mercado –aunque fuera digno como trabajo- duró menos de un año. Eso no era para él. Era un creador y optó por seguir ese camino, aún en contra de todos. Llegó a ésta situación que él consideró una humillación, solamente por la responsabilidad de que su hijo Roberto había nacido en el mes de enero y se sentía responsable por ese bebé que había llegado al mundo, cuando su vida ya estaba tomando otro rumbo, ya que había conocido a Mabel Rodríguez en el año 1957, dando así, el primer paso hacia su nueva vida, un importante paso hacia el futuro.

Con ella se sintió contenido y feliz. Mabel le aportó la personalidad necesaria para desarrollar su parte espiritual. Era linda, joven, lo acompañaba a todos lados, le brindó un ambiente de silencio que Rovira anhelaba y no tenía, ya que en la casa de Parque Chacabuco –Pasaje del Progreso 1055vivía con su madre y unos primos, además de su mujer y sus hijos, mucha gente junta para alguien que lo único que anhelaba era quietud para dar a luz a toda esa creatividad contenida. Curiosamente él se alejó física y también emocionalmente, siendo como sabemos que era un tipo sensible. Algo más fuerte que el amor por sus hijos lo dominaba: el amor por la música y la imperiosa necesidad del lugar, el tiempo, el silencio y el respeto, que necesitaba para componer. Como nadie lo entendía, simplemente abrió la puerta y se fue sin dar explicaciones. No supo como hacerlo de otra manera, ni supo cómo explicar algo tan inexplicable como materializar notas musicales en un pentagrama sin obtener nada a cambio. Y esto yo lo comprendo muy bien. Tengo un universo de personas que no comprenden porque trabajo desde hace años con tanto ahínco en algo que no me reditúa nada material y además perdiendo todo lo material logrado a lo largo de una vida. Yo también me tuve que alejar, no hay explicación que los otros puedan entender…lo ven como una quimera, un absurdo, una locura. No pueden sentir lo que yo siento ni comprender lo que yo comprendo. Quiero resaltar una verdad: cuando esto comenzó en el mes de febrero de 2003, en ningún momento planee nada, mi única movilización fue la curiosidad y cierta necesidad de justicia…pero se abrió una caja de Pandora imposible de ignorar, y empezó a aparecer de todo. Un desorden generalizado de la obra de Rovira, muchísimas sin registrar ni en Sadaic (Asociación Argentina de Autores y Compositores),

ni en Aadi (Asociación Argentina de Interpretes), productores y grabadoras que avanzaron libremente por donde no debían, músicos que pusieron sus nombres en piezas de Rovira, más los miedos de algunos, manifestadas en las miradas bajas, me dieron la señal de alerta. Obviamente fui conociendo mucha gente, unos me conectaron con otros. Supe en el primer ‘hola’ quienes fueron auténticos admiradores de Rovira y se alegran del trabajo que estoy haciendo y quienes no. Sé que muchos me subestimaron, nunca pensaron que iba a perseverar y me ocultaron información o simplemente me mintieron, pensando que nunca iba a llegar a donde llegué. A muchos comprendiendo la situación, les ofrecí oportunidades de revertir, pero lamentablemente algunos necios quedaron en el camino. La caja de Pandora incluye que en el transcurrir de los años en que trabajé en Rovira y el manejo de la Prensa para el lanzamiento del primer material de la Universidad Nacional del Litoral, sentí que había un pacto sórdido en algunos medios para no hablar de ciertas cosas, entre ellas Rovira. Es más, Rovira en 1976 decía: "Yo sé que en canales o grabadoras se forma una orquesta y se prohíbe que toquen mis temas. Económicamente me perjudican. Pero artísticamente, gano más trascendencia si lo graban solamente músicos dignos. A mí me han grabado Pugliese –“A Evaristo Carriego”- y el Sexteto Tango –“El engobbiado”- Eso vale más que la guita”.(*) (*) Guita = plata (en lunfardo argentino) Obviamente que sé cuales son esos medios y cómo influyen para que Rovira no suene, aunque, de tanto insistir, Rovira duplico o triplico en los últimos tres años, su presencia en las distintas radios. Al comando se encuentra La Academia Nacional del Tango, cuyo presidente, el poeta uruguayo Horacio Ferrer (cuya capacidad intelectual no discuto), sobreprotege los intereses de Astor Piazzolla, ya que son socios en las regalías de varios temas.

Hace muy poco, durante el Festival de Tango 2010, el actual Vicepresidente 1º. de la Academia, Gabriel Soria, me dijo tímidamente antes de un reportaje, que deseaba tener una charla conmigo, aclarándome que la Academia “era de todos”. Será de todos, pero Rovira allí no existe y a mí nunca me recibieron. Somos muchos los que lo sabemos esto, y existen denuncias al respecto por parte de muchos músicos que no tienen cabida. La propia ‘luz espiritual’ de la música de Rovira va a iluminar lo que hoy esta en desequilibrio y dominado por el oscuro materialismo.

CAPITULO III – MILONGA PARA MABEL Y PELUCA Mabel Rodríguez, aunque no canta, es una mezcla rara de Adriana Varela y Tita Merello. (*) Presencia dominante. (*) Dos cantantes argentinas de distintas épocas. Ambas de voz gruesa y actitud varonil más que femenina. Dueña de la “Sinfonía Opus 10 nro. 1” que la recibió como regalo cuando festejaban 7 años juntos y en la que Eduardo trabajó todo un mes; de una milonga: ‘Milonga para Mabel y Peluca’ -peluca... porque Eduardo la imaginaba como ‘una dama’ con peluca blanca, bailando en mágicos castillos franceses de la época de los Luises y de una dulcísima pieza única para guitarra “5 Valses sentimentales para Mabel”, ya de sus últimos años, cuando había decidido estudiar guitarra. El la llamaba cariñosamente “mi chona” por lo lunfarda (*) “Chona” fue un personaje de TV de los años ‘70s, vulgar y mal hablada, pero divertida. Simpática y alegre, pero muy desconfiada. Nuestro primer hola estuvo cargado de sorpresa y estupor por parte de ella. Nunca lo hablamos, pero sé que ese preciso día a esa precisa hora se le paró el mundo...hizo un viaje hacia el pasado, volvió a vivir momentos olvidados. Seguramente tuvo miedo, había supuesto que después de 26 años ningún Rovira iba a pasar por su casa. El miedo se relaciona siempre con algún tipo de supervivencia…esta relacionado con cierta ansiedad de perder o de no poder perseverar en algo. Inocentemente activamos esos mecanismos. Con el tiempo –al cabo de tres años- le confesó a Roberto, que había sentido desde el vamos mi sincero amor y comprensión por su persona y la de su marido, y eso le había permitido bajar un poco las defensas. También le aclaro a Roberto, que él no estaba dentro de sus “miedos y rechazos”

pero, no quería saber nada con Carlos y Jorge Rovira, la habían defraudado…les temía. La casa, el cuarto donde componía Eduardo, el jardín, las jaulas vacías donde otrora vivieran cientos de pájaros, el cedro, la guitarra en un rincón, las fotos, los cuadros...el loro Cary que aún vive y que silbaba La Cumparcita (fue bautizado Carina, hasta que notaron que era un macho). (*) “La Cumparcita” es un tango tradicional argentino. Todo estaba quieto. Como en un museo. Como en las casas que describía Gabriel García Márquez en ‘Los Funerales de la Mama Grande’ o ‘Cien años de Soledad’. Todo muy quieto, muy limpio. Fresco adentro, muy caluroso afuera. El tiempo detenido, aunque Mabel esté muy viva viviendo en la casa, con sus perros, el loro, los recuerdos y Eduardo...porque Eduardo esta en todas partes. Lo que no está es su presencia física. Mabel nos provoca emociones encontradas y también una inexplicable intuición de que algo no está bien. Nos quedamos con ella toda la tarde. Todo fue charlar y charlar. A veces no escucha por esa necesidad que tiene de contar todo sobre ‘su gordo’ como le gusta llamarlo. Roberto había vivido con ella dos años en Lanús (*), por lo que dio lugar a miles de anécdotas, cuentos, recuerdos, risas y lágrimas. (*) Lugar de nacimiento de Eduardo Rovira en la Prov. de Buenos Aires y lugar donde se fue a vivir con Mabel después de separado de su primera mujer. No peleábamos entre nosotros para tener la palabra...Roberto preguntando sobre su papá: 23 años antes se había enterado de su muerte al abrir el diario Clarín y encontrarse con un gran titulo: ‘Murió Rovira’, pero no sabía muy bien cómo o porqué...nunca había juntado el coraje necesario para volver a esa casa y a esa mujer. Durante años lo había sentido como una traición a su madre. Pero

definitivamente, el quería saber la verdad, el 50% de una verdad que ya tenía, pero que no le alcanzaba. A su rompecabezas le faltaban muchas piezas y había llegado el momento de comenzar a encontrarlas para ponerlas en su correspondiente lugar. Yo tratando de entender toda la vida de muchas personas en un rato, Mabel tratando de contar todo, guardando muchas otras, preguntando a su vez por otros. Todos llorábamos y reíamos de a ratos. Fue gratamente Fellinesco... (*) (*) Federico Fellini Anonadada vi y comencé a entender muchas cosas. Comprendí su desconfianza. Sentí su miedo. Me dolió su soledad y su falta de recursos. Me llené de dudas, y fue en ese exacto momento que supe que había que buscar el porqué de todas las cosas…algo no me cerraba. Ese primer día, viendo que yo no tenía clara la verdadera dimensión de Rovira, me regaló recortes, fotos, notas. Durante el viaje de regreso los leí ávidamente y durante unos días, me encerré en mi cuarto y me dediqué a escuchar su música. Rápidamente tomé conciencia de quién tenía ante mi. Y dentro de mí se gestó una semillita emparentada con la necesidad de justicia, que luego sería una idea y más tarde éste libro, que es nada más y nada menos que la materialización de esa idea. Lo que más me intrigaba eran todos los ¿porqué?, sí según ella con sus cuidados le había regalado a Eduardo 10 años de vida; sí ella era la custodia de los tesoros de su marido; si ella era la proveedora de primera mano de información a periodistas de todos los medios gráficos y programas de radio… no tenía nada, excepto un trabajo de medio día. Nos confió que vivía del amor de sus vecinos y de sus empleadores y compañeros de trabajo, no pudo tener hijos y sólo le quedan parientes lejos de Tolosa.

No puedo dejar de mencionar su alto sentido de la dignidad mostrando abiertamente de que ella es quién es... más allá de las cosas materiales, de las ausencias o de las pérdidas. Con envidiable y estudiado desapego y ausencia de crítica, nos cuenta que reconocía que Eduardo, sabiéndose un enfermo delicado del corazón y habiendo tenido dos infartos, no había tomado los recaudos necesarios -habiendo estado juntos más de 23 años- para que ella quedara protegida. Nos contó que él le había solicitado el divorcio a su primera mujer en incontables ocasiones, pero –caprichosamente Blanca Defina- se había negado una y otra vez, impidiendo así, que ellos finalmente se casaran, lo que era su mayor anhelo. No tuvieron tiempo; el orden universal quiso que ella fuese la amante hasta el final. Entender esto es un verdadero desafío a la razón para todos, pero hay una razón para todo bajo el sol y esa razón es siempre inteligente. Tampoco hubo tiempo para cobrar el préstamo solicitado en Sadaic para remodelar la casa. Se fue de repente haciendo la maniobra de marcha atrás mientras Mabel le abría el portón de su cochera. Fue un 29 de Julio de 1980. El 29 de Julio de 2010 se cumplieron 30 años de ese último momento juntos y 53 años de haberse conocido. Ese primer día le prometimos arreglar el desarreglo. Desde el alma, Roberto y yo estábamos decididos a ayudarla. No teníamos dudas al respecto, pero ella orgullosamente, se negaba rotundamente a recibir esa ayuda. Se las había arreglado sola durante 23 años…y atribuimos esa negativa a los desenfrenados momentos de emoción que acabábamos de vivir. Por otro lado era comprensible que dudara de nuestro sincero altruismo, cuando ningún Rovira se le había acercado antes. Todos habían brillado por su ausencia. Mabel le comunicó a Roberto, que él simplemente quedaba excluido, ya que siendo el menor no había sido parte de ninguna historia, ya sea con el padre o con ella.

Mabel lo había invitado a sentarse en el mismo lugar que siempre ocupaba Rovira en la cocina, y que ella jamás utiliza, de espaldas al cuarto donde solía componer. En un momento Roberto abrió esa puerta con el único fin de mirar cómo se conservaba. Ella corrió hacia la puerta, impidiendo que mirásemos. A partir de ese día, siempre que volvemos, la puerta permanece cerrada con llave. Lo siente como un santuario propio y no desea compartirlo. Nosotros entendimos su sentimiento, y jamás en cuatro años, se mencionó ese cuarto. Simplemente para nosotros, dejó de existir. Volvimos a comer un asado (*) con ella dos meses más tarde. (*) (Típica comida argentina de carne cocida a las brasas del carbón). La actitud fue otra. Si bien se la notaba contenta de vernos, había ‘algo’. Su desconfianza estaba intacta…creo que esperaba que le pidiésemos algo. No le pensábamos pedir nada. Faltaba mucho tiempo para armar un rompecabezas que tenía todas las piezas revueltas, algunas incluso perdidas. Por lo pronto me tomé el trabajo de llevarle el óleo que cuelga en mi living, pintado por mi hijo Federico, y apenas si lo miró de soslayo. Me frustró su actitud, había imaginado que iba a saltar de alegría o a llorar de emoción al ver el cuadro con la cara de Eduardo detrás del bandoneón…que por otro lado te mira directamente a los ojos. Ahora, mientras escribo, me doy cuenta que a esa mirada hay que poder sostenerla’…ella vive un profundo, eterno y doloroso duelo. Su amor se fue dejando solamente recuerdos…soledad, lágrimas y resentimiento. Le habíamos pedido la primera vez que fuimos, que pidiese un presupuesto para arreglar unas goteras que tenía en el techo para pagarlas nosotros, ya que nos había dado pena esa situación. Nos dijo que no era importante, que había otras prioridades. Deseábamos hacer justicia también con ella, reivindicar a esa mujer que había cuidado y acompañado a Eduardo 23 años de su vida. Roberto íntimamente, sentía

que la había comprendido, y no sólo se lo dijo, sino que además se lo quería demostrar. Hubo mucha grandeza por parte de Roberto en ese acto. Desde la familia, ella había sido señalada como la responsable absoluta de muchos dolores y tristezas; él comprendió que lo que había provocado tanto dolor no había sido ella, había sido toda una situación cargada de exceso de egoísmo, silencios cómplices y apego, lo que provocó conflictos y tormentos, que se podrían haber evitado de haber existido más diálogo, comprensión, respeto y sobre todo amor. Sin embargo, Roberto, buscó el propósito superior que era reivindicar a su padre músico y resolver antiguas peleas porque estaba cansado. Roberto buscaba paz, no conflictos. Había empezado a cuestionarse que era lo que él quería, en lugar de seguir con una guerra del que era participe involuntario, ya que todo había comenzado cuando aún no había nacido. Puso a funcionar la compasión y el perdón en aras de “ese” propósito superior. Nos quedamos todo el día, casi hasta las 12 de la noche. Nos habló largamente de su constante comunicación con Eduardo. Curiosamente me encontré pensando que si eso sucedía, era porque Eduardo no descansaba en paz, había cosas pendientes. No le presté demasiada importancia, pero quedó fijado en mi memoria. Todas esas horas, que fueron realmente amenas, me permitieron sin saberlo, casi sin darme cuenta, que mi intuición estaba haciendo de las suyas. La intuición es una sensación que proviene del lado emocional, creativo e intuitivo de nuestro cerebro, aquel que está en mayor contacto con nuestro ser espiritual. Sin buscarlo me puse en manos de esa silenciosa y sutil fuerza que rige nuestras vidas sin que nosotros sepamos cómo ocurre. A Roberto, y esto lo charlamos en el viaje de vuelta, le pasó algo similar. Ambos coincidimos, ya que el mensaje nos llegaba con toda claridad, que las cosas no debían quedar

como estaban, que había que hacer algo. No sabíamos aún qué. Estuvimos semanas y meses, tratando de desentrañar el misterio. Yo tenía mi teoría y él la suya, cuando empezamos a juntar las partes…lo que sucedió con el tiempo y muy suavecito, ahí nos dimos cuenta. Para Roberto fue una larga jornada que le tomó 45 años. Como hijo y como persona se sintió siempre frustrado y dolido. Estaba financieramente gastado y física y emocionalmente agotado –y yo con él, porque desde el minuto cero de conocernos sentíamos que hacíamos todo por nadaAhora sabemos que era sólo una sensación, porque al mismo tiempo durante esos 12 prolongados y difíciles años juntos, estábamos permitiendo que nuestros antiguos principios fueran destruidos para dar lugar a algo nuevo, para que una nueva realidad espiritual pudiese ser construida. De no haber sido así, jamás hubiésemos llegado a Mabel y yo por ende, jamás hubiese conocido a Eduardo Rovira. Siempre supimos que juntos teníamos algo que hacer, y que ese algo tenía un precio elevado, una gran dedicación, aunado con un tremendo esfuerzo y fuerza de voluntad, sobre todo para levantarse y ver la vida que uno una vez conoció, la cual literalmente se derrumbaba ante nuestros propios ojos. Sentimos muchas veces, que si bien estábamos atravesando la puerta que habíamos escogido, lo hacíamos tan sólo con la ropa que vestíamos y nos preguntamos muchas veces porqué ¿por qué tiene que ser tan difícil? Agotados y gastados, renunciamos muchas veces, pero siempre algo nuevo y bueno sucedía que nos alentaba a comenzar de nuevo. Estos aparentes fracasos fueron crecimientos personales que son difíciles de explicar a quienes viven otra realidad. Ambos mientras tanto manteníamos largas charlas telefónicas con Mabel. Yo ya estaba escribiendo esta biografía y cuando sentía o suponía algo, la llamaba para consultarle si estaba bien encaminada, o bien, le contaba que había encontrado tal o cual persona y le pedía su opinión y la de Eduardo con

respecto a él o a ella. Tuve que armar un rompecabezas compuesto por miles de situaciones y personas, cuyos roles ignoraba en su momento. De un día para el otro, nuestra vida comercial simplemente se derrumbó. Perdimos nuestros ingresos, mi auto y otras cosas. Caímos en un profundo stress y ya no volvimos a verla, y aunque queríamos hacerlo, no lo lográbamos. Alguien, desde arriba, decidió que no era el momento, que había que esperar. Yo seguí con el libro debiendo trasladarme hasta la computadora y el teléfono de la casa de mi hijo y muchas veces para entrevistar a alguien debía caminar ya que no contábamos ni con la plata para un medio de transporte. Durante varios meses juntamos toda la información para AADI, y gracias a los montos retroactivos que conseguimos, más el incremento de los ingresos de SADAIC pudimos movernos durante casi un año, aunque no pagábamos ninguna cuenta porque simplemente no teníamos trabajo. Eduardo Rovira era nuestro trabajo y él desde el mundo espiritual nos proveía solo lo mínimo necesario. Supimos siempre que estábamos siendo probados. Hicimos todo lo que hicimos por amor, no había ningún dinero en el medio y muy a pesar de ello, claudicábamos sólo de a ratos, siempre volvíamos a empezar o continuar con lo que fuere. A partir de 2005, Roberto volvió a tener algo de trabajo, lo que me permitió volver a tener teléfono y una computadora usada. Cuando Pedro Gaeta me avisó de la emisión de un programa en Canal 7 sobre Rovira, con la intervención de sus hijos mayores y sus nietos, sentí que tenía que avisarle a Mabel. Esa fue la bisagra. Ella automáticamente, luego de ver el programa se unió a nosotros porque lo mismo que mucha otra gente, no entendió como había sucedido que desde una producción supuestamente seria, se habían dejado afuera a la mujer, a los músicos, a los amigos, al otro hijo, etc. El programa nos provocó a todos vergüenza ajena, yo me sentí responsable teniendo tanta información biográfica y superando el stress de todo un año decidí trabajar en levantar la página Web. No pude hacerlo con su nombre y apellido

como hubiese sido lo lógico, porque había sido bloqueado en la Web. Como mi ingenio no se da por vencido ni aun vencido, nació unos meses después: www.roviraxrovira.com.ar. El paréntesis con Mabel duró casi dos años, pero cuando nos reencontramos, todos habíamos cambiado para mejor. Ese día del reencuentro, la abrace y llore de emoción. Los hechos antes narrados me hicieron comprender cómo ella se había sentido en su momento. Viví su misma impotencia, su falta de recursos, su soledad y la misma injusticia. Comprenderla en su verdadera dimensión como persona primero y como mujer de Rovira después, fue nuestro trabajo espiritual, nuestra madurez. También nos dimos cuenta, Roberto y yo, que juntos somos la continuación en ésta etapa de la vida, de Eduardo y Mabel. Que debíamos continuar y realizar lo que ellos no habían podido hacer por muchos motivos; básicamente trabajar para sacar a la luz toda su obra. Nos pusimos un orden que respetamos sin claudicar y que incluía no generar conflictos, no negociar con nada ni nadie ni otorgar concesiones, siguiendo la clara y honesta línea de Eduardo Rovira; sumado a mi conocimiento personal del uso de las herramientas modernas necesarias para que Rovira fuese conocido mundialmente. Para Roberto, reencontrarse con Mabel le hizo comprender toda la trama, del derecho y del revés; ver todo los nudos y entender todos los porqué, inclusive, y lo más difícil de todo poder auto perdonarse y comprenderse a sí mismo comprendiendo el todo. Mabel conoció a Eduardo en carencia no en abundancia, los unió el amor y la pasión, y se convirtieron en uno sólo para la lucha. Ella le dibujaba los pentagramas cuando no podían comprarlos y corría a comprar tinta china o cartuchos de tinta cuando se acababan y estaba en el medio de una partitura, y lo acompañaba a todos lados haciendo de perfecta secretaria, viviendo como viven todas las mujeres que están atrás de un gran hombre.

Tal vez ella haya tenido que realizar un esfuerzo intelectual para poder comprenderlo y estar a la altura de la circunstancia de vivir con un genio, pero puso una gran voluntad y sacrificó su familia y momentos personales acompañándolo en su bohemia. El verdadero amor por Rovira lo transformo en concesiones no en caprichos. No pudieron tener hijos –perdió trece embarazos- pero construyeron un hogar poblado de pájaros, perros, plantas, amigos y música. Ella lo cuidó como nadie porque fue y es una guerrera obstinada. El, simplemente, se dejo cuidar mientras creaba. Desborda alegría y no tiene pelos en la lengua para gritar su verdad. Mabel es como el agua que corre entre las piedras. Serena y clara por momentos, burbujeante, veloz y saltarina en otros. Para mi fue un lujo conocerla. Me enriqueció el alma. No juzgo sus acciones buenas o malas, porque nunca estuve en su lugar y espero que nadie lo haga, ya que la única que estuvo allí junto a Eduardo Rovira fue ella... nadie más. Roberto rescató a su padre a través de Mabel y puede por primera vez en su vida, volcar todo ese amor y esa admiración contenida a la mujer que Eduardo eligió, que supo sobre todas las cosas, cobijarlo. El domingo 7 de Mayo de 2006 tuvimos el enorme privilegio de recibirla en nuestra casa en Núñez (*) Barrio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires Había salido de La Plata después de 16 años, para visitarnos. Cuando partió después de largas y amenas horas hablando sobre “su gordo”, de risas compartidas, de mate (*) bebida típica argentina con pastelitos, de espontáneas risotadas nacidas de las entrañas por sus graciosos comportamientos, nuestros corazones se inundaron de paz y gratitud...sentimos que habíamos cumplido con nuestra palabra dada a Eduardo Rovira: buscar justicia también para Mabel Rodríguez.

CAPITULO IV – CURRICULUM Eduardo es el hijo mayor de tres hermanos: Eduardo, Julia y Nelly. Sus padres Eduardo Marcial Rovira –empleado en los ferrocarriles ingleses de otrora- y Pilar Gutiérrez eran un matrimonio de Lanús, de un hogar humilde pero digno, como solía ser por esas épocas. Eduardo padre fue un padre ausente por el tipo de trabajo que hacia, y su hijo se refiera a él ‘como mi hermoso padre’, mostrando de esta manera el amor y el respeto que por él tenía. Sus padres cumplieron los deseos de su hijo de tocar el bandoneón; ambos lo apoyaron sin condiciones y ella fue quien durante 2 años hizo el trayecto entre Lanús y la Ciudad Autónoma, para que su hijo tocara con la orquesta Infantil de Francisco Alessio y luego en la de Vicente Florentino. Su hermana Nelly me cuenta que no había manera de pararlo, que su decisión de tocar el bandoneón y de participar en esas orquestas era tan fuerte, que a su madre no le quedó otra que llevarlo, esperarlo y traerlo. De tanto en tanto, cuando llegaban inspectores o policías, se tenía que esconder en los baños porque era muy chico para estar en esos lugares, aún estando con la madre. De no haber ido ella, él se las hubiese ingeniado para ir igual…fue obcecado desde el vamos. Eduardo fue un ‘pequeño’ genio en todo el sentido de la palabra: a los 9 años ya tocaba el fueye (*) Lunfardo para definir el bandoneón como los dioses, había compuesto el vals “A tu lado” y nunca creció mas allá del metro cincuenta (sus íntimos sostienen que eso lo tenía muy acomplejado, aunque con auto humor no se definía asimismo como ‘petizo’ sino como ‘chiquito’). La familia cercana, su hermana Nelly quien aún vive, sus primos y sus sobrinos lo llaman ‘el pibe’, nunca pregunté el porqué, pero me imagino que en una casa de dos hermanas mujeres… no había otra opción que ser el ‘pibe’ (*) Pibe = niño varón

Tuve la maravillosa fortuna de conseguir un inédito currículum manuscrito por Rovira para Rodolfo Schelotto Sergio (*) Periodista del diario El Día de La Plata y amigo personal y a quien le dedicara el tango “Taplala” = La Plata al revés. con comentarios personales, donde encontré información que no se encontraba disponible. El mismo había sido escrito en 1971 con 46 años, luego de llevar un año radicado en La Plata. Al mismo, le agregue información para enriquecerlo y completarlo. Se lo entregó a Rodolfo Schelotto Sergio con el fin de conseguir trabajo, ya que él era periodista del diario El Día y ambos eran amigos de Horacio Carballol, que era Secretario de Cultura en la Provincia de Buenos Aires: Año 1934 – 7 años – Comenzó a esa temprana edad a estudiar teoría, solfeo y bandoneón con Francisco Alessio. Año 1934 – 9 años - Eduardo Rovira, con la orquesta infantil de Francisco Alessio debutó como primer bandoneonísta en el escenario del Café Germinal en la calle Corrientes en el horario de la matinée. Es muy poco lo que se sabe sobre el aporte que el Café Germinal hizo al tango, aunque allí en 1927 –en el horario nocturno- había debutado como 2do. bandoneón del Sexteto de Juan Maglio: Aníbal Troilo (*) Un importante bandoneonista argentino. Quedaba en la Avenida Corrientes 942 (entre las calles Carlos Pellegrini y Suipacha). A esta edad hizo su primera experiencia como compositor: el vals “A tu lado”, cuya partitura de Editorial Ricordi, impresa en 1938, con música de Eduardo Rovira y Dionisio Delgado y letra de Ángel Ayala me fue entregada por el coleccionista de la ciudad de Rosario Jorge Bustos. Año 1936 – 11 años- Vicente Fiorentino Ya como profesional toca con Vicente Fiorentino y su ‘barra brava’, participando en vivo en Radio Splendid y en diversos

bailes de clubes. Vicente Fiorentino fue violinista y compositor hermano de Francisco Florentino. Estuvo en las orquestas de Juan Canaro y José Martínez. Acompaño a Oscar Alonso y formó un cuarteto junto a su hermano. Compuso “En el Montón”, “Palermo Viejo”, “Como la Mariposa”, “Yo sé tu drama” “Del Tiempo Guapo”, entre otras. Simultáneamente, Eduardo Rovira, tocaba con el ‘Cuarteto Los Ases’, que integraban los músicos de Roberto Firpo, bajo la dirección de Jerónimo Bongioni. Juntos tocaban en el antiguo cabaret Imperio y también en Radio Belgrano, sin contar todos los bailes en los que participaban. Año 1937 – 12 años – Forma su primer conjunto A la temprana edad de 12 años forma su primer conjunto: un cuarteto típico y eran acompañados por un cantor apodado “Leoncito”, hermano del actor Marcos Zucker. Según sus propios dichos, este cuarteto duró muy poco, pero juntos trabajaron en diversos bailes y en Radio Belgrano. Año 1939 – 14 años – Florindo Sassone Con esta orquesta Eduardo Rovira encuentra la oportunidad para realizar su primera gira por el interior del país. Mas allá de los recuerdos que le pueda haber dejado la experiencia de viajar con una orquesta, a él le quedaron grabados dos grandes recuerdos: “cuando mi hermoso padre le dijo a Sassone ‘cuídeme al pibe’”y haber conocido al que consideraba el más grande pianista con mayúscula que dio la música popular de todos los tiempos: Osvaldo Manzi. En esa misma época comenzó sus estudios de perfeccionamiento de bandoneón con Francisco Requena. Florindo Sassone fue violinista, director y compositor. En 1930 había debutado profesionalmente en un conjunto que dirigía Antonio Polito que actuaba en Radio Belgrano. Al año siguiente pega el gran salto y pasa a ser violinista en la orquesta de Roberto Firpo. Pero es con Osvaldo Fresedo que Sassone abreva su manera de sentir el tango, que lo

marcará para siempre. En 1935, ya desvinculado del “Pibe de la Paternal”, Florindo forma su primera orquesta, debuta el 1 de enero de 1936 en Radio Belgrano y actúa en el café Nacional y el cabaret Marabú, con la voz de Alberto Amor. Tiempo más tarde pasa a Radio El Mundo donde hace un programa, todos los mediodía, con una gran orquesta que tenia percusión, arpa y otros exóticos instrumentos. En 1940 abandona la radio y la música para dedicarse a negocios particulares hasta el año 1946 que regresa y forma una modesta formación, con músicos noveles, para actuar en cafés y escenarios barriales.

1940 – 15 años Ese año comenzó sus estudios de armonía, contrapunto, dodecafonismo, formas musicales, composición e instrumentación con Pedro Aguilar, con quien continúo estudiando hasta su muerte. Al escribir su currículum dijo: “a éste maestro quisiera expresar mi eterno agradecimiento, puesto que mi obra, de tener algún valor, se debe a su talento para la enseñanza”. Una copia de dicha nota se la entregué a Pedro en mano en el año 2003. Con ojos cálidos y tiernos sostuvo mi mirado y sólo balbuceó un tímido ‘gracias’…él ya sabia lo que Eduardo pensaba de él, sólo que verlo escrito en puño y letra lo dejó sin palabras.

1941 – 16 años - Antonio Rodio Violinista diplomado concertista en el conservatorio ThibaudPiazzini y profesor superior de violín egresado del Conservatorio Rossengger. Luego de ganar un concurso se incorporó a la Orquesta Clásica del Teatro Colón, de la que llegó a ser violín concertino. Contribuyó como instrumentista, compositor y director, a desarrollar y jerarquizar las formas evolucionistas del tango.

En 1941 formó su propia orquesta integrada por los siguientes músicos: Héctor Stamponi, Carlos Parodi, Antonio Ríos, Titi Rossi, Mario Demarco, Eduardo Rovira, Luis Bonnat, Tomas Cervo, Juan José Fantin, Máximo Mori, Jaime Gosis, y los cantantes Alberto Serna y Mario Corrales. Con su orquesta debuto en Radio Splendid y durante los carnavales ocupó el octavo lugar entre las orquestas más solicitadas y mejor pagadas. Actuó también en el Café El Nacional, Café Germinal y en diferentes locales nocturnos de la Avenida Corrientes. 1943 – 18 años - Orlando Goñi Pianista y director, tuvo una mítica y efímera orquesta recién al final de su vida y no llegó a la grabación comercial ni a destacarse mayormente en sus actuaciones en público. Sin embargo, despertó una enorme devoción entre la gente de tango. De sonido suave, fraseo limpio y pausado, inagotable imaginación creadora, tenía una forma inimitable de “llevar” a la orquesta. Adoptaba una extraña posición frente al piano, sin posturas académicas, con las piernas abiertas extendidas, sin utilizar por lo general los pedales. Una actitud informal con su bordoneo grave, cansino, con una marcación cerrada y acordes ligados en “tempo rubatto”. Tenia influencias de pianistas de jazz de su tiempo y el uso de la sincopa le daba una personalidad distinta a sus interpretaciones. En 1937 Anibal Troilo decide formar su agrupación y convoca a su amigo Goñi para ser el pianista de la orquesta, con quien permanece hasta 1943. Ese mismo año forma su propia orquesta completada por los bandoneones de Antonio Ríos, Roberto Di Filippo, Eduardo Rovira y Luis Bonnat; en violines: Rolando Curcel, José Amatriain, Antonio Blanco y Emilio González; Domingo Donaruma en contrabajo. Pasaron como vocalistas: Francisco Florentino, Antonio Rodríguez Resende, Osvaldo Cabrera y Raúl Aldao. Con esta formación actuó en radio Belgrano, Café el Nacional y la casa de baile Palermo Palace.

Rovira nos cuenta que esta era la orquesta que recordaba con más cariño, ya que había sido la primera orquesta en la que había actuado con verdaderos arreglos e instrumentaciones: los que pertenecían a quienes el consideraba los primeros orquestadores serios con que contó el tango: José Maria Artola y Argentino Galván. El sentía que Orlando Goñi había sido sin duda alguna, un creador al que todos los pianistas de ese momento, habían tomado como punto de partida: “Goñi es el punto de partida del pianista moderno de tango”. Según Rovira en esa orquesta se habían juntado un cuarteto de bandoneones, que dudaba que se volviesen a poder juntar: Antonio Ríos, Luis Bonnat, Roberto Di Filippo y Eduardo Rovira. Junto a Argentino Galván, José Maria Artola y Astor Piazzolla le hacían los arreglos a Aníbal Troilo. En el año 1949 le dedica una milonga a Orlando Goñi; S. M. Bontempi le pone sus versos: “Bordoneo” – A la memoria del que fuera gran interprete del tango Orlando Goñi. Respetuosamente. Los autores. Música E. Rovira, Letra S.M. Bontempi. Pediste que te cantara y canto como lo siento, sencillo y apasionado mi canto se hace lamento. Y mi lamento tiene pena y amargura porque mi amargo canto, gritara… que mi pasión esta matando mi pobre corazón… Morocha de ojazos negros criollita que robas calma,

,

la sombra de tus ojeras es sombra que llevo en mi alma. Y bordoneo la milonga de mis sueños soñando que me quieres, pero sé… que tú mirar me va diciendo que no será jamás… Al paso de tu figura si habrás encendido amores, y abrá envainado rencores el mozo de más postura. Pero el desdén de tu sonrisa va dejando, una profunda huella, al saber… que tu querer es una estrella de imposible llegar…

1944 – 19 años - Miguel Caló Bandoneonísta, compositor y director. En su historia artística se distinguen dos etapas: de 1934 a 1939 la primera. El cuarenta nos revela la madurez de este gran director, capaz de convocar a un conjunto de músicos jóvenes de extraordinaria capacidad y solvencia, que con el tiempo pasaron a formar, todos ellos, sus propias agrupaciones. En esta segunda etapa, Caló desarrolla y profundiza todo un estilo que une el tango tradicional con la renovación de su época, si estridencias, con una destacada presencia de los violines, una línea de bandoneones rítmica y un piano, espectacular, ejecutado el primer año por Osmar Maderna, quien fuera reemplazado después por Miguel Nijensohn, en su regreso a la orquesta.

Entre los músicos que formaron en su orquesta se destacan: En bandoneón: Domingo Federico, Armando Pontier, Carlos Lazzari, Eduardo Rovira, Julián Plaza, José Cambareri; en violín: Enrique Francini, Antonio Rodio, Nito Farace; en Contrabajo: Ariel Pedernera y Juan Fassio. Miguel Caló no sólo promocionó grandes músicos, sino también grandes cantantes que debutaron profesionalmente en su orquesta: Raúl Berón, Alberto Podestá y Raúl Iriarte. El 30 de Octubre de este mismo año se casó en primeras nupcias con Blanca Rosa Defina, quien era su vecina en la calle Varela, detrás del cementerio de Flores (*) Barrio de la Ciudad Autónoma. 1945 – 20 años - Osmar Maderna Músico, pianista, director, compositor y arreglador. Pianista de marcada inclinación romántica, es considerado el Chopin del tango. De toque sutil y casi etéreo, ligero y sugerente, opuesto a cualquier énfasis, ampulosidad o marcación enérgica, creo todo un estilo orquestal basado en las mismas líneas. Con esquemas armónicos simples y transparentes, sus arreglos concebían fantasiosos solos alternados de piano, bandoneón y violín. Su modalidad, surgida hasta 1940, impregnó toda aquella década, contrastando tanto con la variante populista (ejemplo saliente de la cual fue Juan D’Arienzo) como con la académica (Aníbal Troilo). Su tango huye de la reciedumbre y del trazo grueso, pero también de cualquier pretensión sinfónica. Prefiere la emoción austera y la expresión precisa, en un ejercicio de permanente autocontención. En 1945 formó su propia orquesta con Iriarte, para integrar un binomio. Pero éste tuvo poca vida. El vocalista volvió con Caló y Osmar siguió adelante con su propia orquesta. Debutó con ésta en el mítico Marzotto, uno de los legendarios cafés tangueros de la avenida Corrientes, eje del downtown porteño, que sucumbirían en la década siguiente. Fue estrella también de otro de ellos, el Tango Bar, y de las dos principales emisoras de radio de la época, El Mundo y

Belgrano. Maderna grabó en 1946 para el sello uruguayo Sondor sus dos primeros discos de pasta. Sobresale allí el instrumental “Chique”, un clásico de Ricardo Luis Brignolo que el pianista tamiza con su estilo. Pero se destaca también, en dos temas, el cantor Orlando Verri, que seria el de mayor gravitación en la historia de esta orquesta.

1946 – 21 años – Servicio Militar En el sorteo del servicio militar le tocó hacerla en la Montada. Este hecho le impidió su ingreso a la orquesta de Aníbal Troilo, cuyo lugar vacante fue ocupado por Astor Piazzolla. El 22 de Junio nació el primero de sus hijos: Carlos Eduardo Rovira.

1947 – 22 años – Juan Esteban Martínez (Pirincho) Todo ese año lo transcurrió en Montevideo – Uruguay trabajando con Juan Esteban Martínez (Pirincho) como bandoneonísta y arreglador. Allí viajó con su mujer y su hijo mayor. Según nos cuenta ella, fue un año altamente prolifero para él, trabajo mucho, grabó y además conoció a Julio Sosa, a quien, años más tarde -ya en Buenos Aires y siendo el Varón del Tangoacompañaría en una grabación. 1948 – 1950 Alberto Castillo –Realizo con él varias grabaciones y películas, siendo el Director de la Orquesta por dos años. Fulvio Salamanca, quien tenía una estrecha vinculación con Rovira, ya que eran vecinos de Parque Chacabuco, había dejado la orquesta de Rodolfo Biagi. Rovira estaba dirigiendo la de Alberto Castillo. Cuando se fue el bandoneonísta Nicolás Parasino, lo invitó a ocupar ese lugar a Salamanca. El 4 de Junio de 1950 nació el segundo de sus hijos varones: Jorge Luis Rovira.

1951 – 26 años – Roberto Caló Trabaja con la orquesta de Roberto Caló, hermano de Miguel Caló, como pianista. 1952 – 27 años Forma orquesta propia actuando en Radio Splendid. 1953 al 1955 Con orquesta propia viaja a Europa, actuando en Portugal y España. 1956 - 31 años – Alfredo Gobbi Violinista, compositor y director, nació en Paris, el 14 de mayo de 1912, donde se hallaban sus padres ‘los Gobbi’, uno de los duetos vocales más celebrados de la época. Aquerenciado luego en la porteña barriada de Villa Ortúzar, inicio sus estudios de violín a los 6 años, llegando a convertirse en ‘el violín romántico del tango’. Su trascendente contribución a la estilística del genero, encierra ese ‘algo’ tan suyo, y a la vez tan difícil de definir, ese ‘algo’ de la escuela de De Caro, ese ‘algo’ de Di Sarli (que tampoco es la refundición de dos tendencias tan dispares), ese ‘algo’ del tango de siempre. Del tango de Alfredo Gobbi, que en el expresivo lenguaje del jazz se llamaría ‘swing’, y que no tiene equivalente verbal entre nosotros. En mayo de 1947, la orquesta de Alfredo Gobbi, definitivamente incorporada a las más representativas expresiones del tango moderno, inició su labor discográfica en la RCA Víctor, que habría de prolongarse hasta 1957, en cuyo periodo están comprendidas las realizaciones interpretativas que mejor definen la manera de expresar el tango. Existe un LP con 14 obras instrumentales que en su momento el Dr. Luis Sierra tuvo el privilegio de seleccionar para la empresa grabadora, que constituyen indudablemente, la mejor síntesis y el claro testimonio de una de las expresiones musicalmente más interesantes de todas las épocas del tango.

Las obras seleccionadas fueron las siguientes: La viruta (V. Greco); Jueves (R. Rossi y U. Toranzo); El Incendio (A. De Bassi); Orlando Goñi (A. Gobbi); Racing Club (V. Greco); Chuzas (A.Bardi); Pelele (P. Mafia); La Catrera (A. de Bassi); El Andariego (A.Gobbi); Nueve Puntos (F. Canaro); Camandulaje (A.Gobbi); El Engobbiao (Eduardo Rovira) y esas dos verdaderas joyas instrumentales, modelos de interpretación y arreglo que son Puro apronte (D. Platerote) e Independiente Club (A. Bardi), esta última una de las más bellas páginas de Bardi, que casi todos ignoran.

1957 – 32 años Orquesta Eduardo Rovira con Alfredo del Río Con esta orquesta: Eduardo Rovira (bandoneón), Osvaldo Requena (piano), Aquiles Pedro Aguilar (violín) grabaron: Lado 1 Frente al Espejo (voz del Río) Bandó Yo quería ser feliz (voz del Río) Lado 2 El novio (voz del Río) Junto a tu corazón (voz del Río) Quejas de Bandoneón 1958 – 33 años Orquesta Eduardo Rovira con Jorge Hidalgo y José Berón Con esta orquesta graba un simple: Lado 1 Madre de los cabellos de plata Lado 2 Por quererlo así El 11 de Enero de ese año nace su tercer hijo: Roberto Horacio Rovira.

1959 – 34 años – Trío Osvaldo Manzi - Octeto La Plata. Osvaldo Manzi organizó una orquesta musical-bailable de vigorosa personalidad y corta trayectoria. Entre sus músicos se destacaron Eduardo Rovira en bandoneón y Reynaldo Nichele en violín. Fue Nichele quien tentó a Rovira para trabajar con él en el Octeto La Plata, lo que seria para ambos una larga carrera juntos. Allí ingreso como arreglador y algunas veces como bandoneonísta. El cantante era Juan Carlos Ousset. Allí se incorpora ese mismo año Fernando Romano. A fines del mismo año formaron un conjunto llamado “Los Cuatro”: Osvaldo Manzi en el piano, Eduardo Rovira en bandoneón, Kicho Díaz en contrabajo y Silvia del Río la voz femenina que interpretaba los temas cantados. “El Grupo” como también lo llamaban se presentó en televisión y también en la boite ‘Le Mans’ de Suipacha y Córdoba. Osvaldo Manzi, nació en el Barrio de Boedo, el 31 de Agosto de 1925 con el nombre de Osvaldo Ramón Manzione. Estudio música con Eduardo Velisone y en el Conservatorio Nacional, piano, acústica y contrapunto. Debuto como pianista en una orquesta de barrio, pasando a formar parte en el conjunto estable de Radio del Pueblo, durante 1941 y 1942. Posteriormente integro las agrupaciones de Florindo Sassone, Miguel Zabala, Elvino Vardaro, Edgardo Donato, Manuel Buzón, Joaquín Do Reyes y Enrique Alessio. En el año 1955 reemplazo a Carlos Fuigari en la orquesta de Aníbal Troilo. Durante 1959 formó su propia orquesta con el cantor Fontán Reyes. Más tarde, luego de su actuación en el conjunto “Los Cuatro”, fue requerido en varias oportunidades por Astor Piazzolla. Grabó discos con su propio trío e integró el conjunto de Quique Lannoo. Falleció en 1965. Kicho Díaz –notable músico considerado en su época como el primer contrabajo del tango por la proyección integral de su

estilo, calidad sonora, sentido del apoyo orquestal, jerarquía interpretativa y notable instinto del tango. Nació en Buenos Aires el 21 de enero de 1918 y fue bautizado con el nombre de Enrique Díaz. Inicialmente fue guitarrista, integrante del trío “Los Niños Díaz”, junto a sus hermanos David y José. Luego estudio el bandoneón, con el cual toco en la orquesta de Juan de Dios Filiberto cuando actuaba en el ‘Pabellón de las Rosas’. Su hermano José lo introdujo en los secretos del contrabajo, instrumento que adopto definitivamente. Con él actuó en los conjuntos de Anselmo Aieta, Aníbal Troilo, Troilo-Grela, Lucio Demare, Los Cuatro, Astor Piazzolla, el Quinteto Real, Mariano Mores, el Cuarteto Musical Buenos Aires y el Sexteto Mayor. Kicho Díaz fue Académico de Honor en la Academia Nacional del Tango. 1960 – 1967 - 35 años - Eduardo Rovira y su Agrupación de Tango Moderno y simultáneamente Los Solistas del Tango bajo la dirección de Reynaldo Nichele como bandoneonísta y arreglador. 1967 – 42 años – Corno Ingles y Orquestador de la Banda de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Cumplo en: ‘agregar elogios y algunas gracias al jovato (*) Lombardo’ de parte de Eduardo Rovira. (jovato = expresión del lunfardo que significa viejo al revés) El maestro Lombardo –quien había tocado con Fresedo- fue quien creó esta inusual formación. El convocó a cantidad de músicos que pese a haber nutrido las filas de las grandes orquestas, se encontraban por entonces sin trabajo. 1970 – 45 años - Quinteto de Vientos Ya radicado en La Plata, continúa en la Banda de la Policía como arreglador hasta su muerte. Simultáneamente forma un quinteto de vientos y bandoneón, que integran: Julio Pardo en flauta y clarón; Enrique García Mayer en oboe y saxo tenor; Salvador Pace en clarinete; Víctor Valledor en fagot;

Armando Issi en corno; Eduardo Rovira en bandoneón, corno inglés y piano. 1971 – 46 años Termina aquí su currículum de puño y letra y declara lo siguiente: OBRAS: Tangos: 80 Música de Cámara: 50 Música Sinfónica: 25 En los próximos 9 años triplicaría su obra.

CAPITULO V – 1954 – 1956 PORTUGAL Y ESPAÑA Al comienzo del año 1952, Eduardo Rovira, había formado una orquesta propia con José Luaces y Juan Carlos Fabri –entre otrosque debutó en Radio Splendid, teniéndolo esta vez a Eduardo Rovira como pianista. Nada duraba, los tiempos no eran buenos. El 17 de diciembre de 1951, su padre Eduardo Marcial Rovira, había muerto de un cáncer de garganta, lo que lo había deprimido intensamente –había permanecido al lado de su padre, tres días con sus noches sin moverse, esperando ese último momento-; más algunas situaciones cotidianas que no le permitían crecer, de acuerdo a lo que él necesitaba. Decidió probar suerte en Europa, poniendo así la suficiente distancia, para poder aclarar su mente y su corazón. Deja a su mujer y sus dos hijos y con “Eduardo Rovira y su Orquesta”, integrada por 11 músicos, uno de ellos el bandoneonísta Ángel Álvarez y el cantante Juan Carlos Fabri, se embarcan en el ‘Santa Maria’ en Enero de 1954 contratados por el empresario José Miguel para debutar en la boite ‘Miami’ en Lisboa. En la misma boite actuaba Alfredo Alaria con su Compañía de Baile Sud Americana. En la revista “La Cumparsita” del 17 de Diciembre de 1953 aparece una nota, bajo el titulo: “Eduardo Rovira, a Portugal – Han firmado contrato”: “Eduardo Rovira es un valor promisorio. Su carrera, iniciada en la orquesta que formara el malogrado Orlando Goñi, lo llevó luego, sucesivamente, a los conjuntos de Miguel Caló y Osmar Maderna, hasta que finalmente, a mediados del año 1952, formó su orquesta propia, con la que debutó en Radio Splendid. Es interesante destacar, en torno a Rovira, que habiendo sido bandoneonista durante muchos años, abandono últimamente la ejecución de este instrumento para revelarse como un consumado pianista.

Va a Portugal

Rovira, con los integrantes de su conjunto, esta prácticamente con un pie en la escalerilla del avión, que ha de conducirlo a Portugal, donde debe cumplir una serie de importantes contratos. Posteriormente tiene programadas presentaciones en Madrid y Barcelona, culminando la gira con una actuación en uno de los más importantes cabarets de París. Las gestiones para éste viaje de Rovira, lo ha realizado un muchacho argentino, residente en Portugal: Carlos Gómez, que habiéndose trasladado hace muchos años a Lisboa para jugar al fútbol, se radicó definitivamente en el bello país lusitano. Rovira y por circunstancias especiales, desde Buenos Aires se le ofreció a cambio de esta orquesta, otra que iba a ser formada por el bandoneonista Eduardo Corti. Los empresarios portugueses insistieron en contratar a Rovira y ante ese reclamo, éste ha accedido a realizar el viaje, y la partida, como decimos, es ya inminente. Deseamos vivamente a Eduardo Rovira que su estada en Lisboa le sea particularmente grata, y que su actuación, tanto en ésa como en las demás ciudades mencionadas, constituya un gran éxito artístico.” Después de cumplir su contrato de tres meses en Lisboa pasan a Madrid para actuar en la “Bodega del Calderón”. José Luaces, funcionando como corresponsal, escribe a la revista “La Cumparsita” lo siguiente: Tengo el agrado de enviarles nuevas noticias, esta vez desde Madrid, la maravillosa capital de España. Después de los éxitos obtenidos en Portugal por la “Orquesta de Eduardo Rovira”, con

un plantel de excelentes músicos y las interpretaciones vocales de Juan Carlos Fabri, pasamos a España, donde fuimos recibidos con general simpatía y de inmediato comenzamos nuestra labor, que tiene varias facetas. Actuamos en televisión y luego de la pausa establecida por la celebración de la Semana Santa, debutamos en “Casablanca”, lujosa y muy importante casa de fiestas, como llaman aquí a los dancing. Tenemos el orgullo de haber debutado como atracción y nos presentamos a diario, constituyendo un verdadero suceso cada interpretación de nuestros tangos, que en realidad es una música bien conocida desde hace muchos años. En cuanto a las actividades futuras, pasaremos nuevamente a las tierras lusitanas, donde actuaremos en los mejores casinos del país. Además tenemos propuestas para ir a Barcelona y a Beirut, donde según nos han dicho, el tango gusta mucho, para actuar en el casino ‘Líbano’. El 10 de Agosto de 1980, Hilda Guerra publica en La Opinión Cultural un reportaje póstumo de Eduardo Rovira, en el que, unos días antes de su muerte, le cuenta de sus experiencias en Europa: “Me tuve que ir en 1954 -tenía 27 años- estuve dos años y tres meses. Si tuviera que hacerlo otra vez, lo haría, aunque no me fue bien. El tango no gusta en España. Me fue mal desde el punto de vista comercial, no así en cuanto a experiencias. Partí los primeros días de enero de 1954, con una orquesta de 14 músicos, el cantante era Juan Carlos Fabri, que cantaba con Caló. Nos fuimos en el viaje inaugural de regreso del barco portugués Santa Maria. Allí escuché un fado que se llamaba ‘Canción del Mar’, saqué la melodía y la transcribí para Tango. La estrené en Lisboa. Es la canción central de la película ‘Los Amantes del Río Tajo’. Trajé también de España ‘Madre de los cabellos de Plata’ hecha en tiempo de Tango.

Cuando llegamos a Lisboa, durante el carnaval, trabajamos en una boite llamada ‘Miami’. También trabajamos en un teatro con 14 orquestas más. En todos los pisos del teatro había una. A nuestro show lo llamamos ‘Conciertos de la Orquesta Argentina”. Cuando llegamos a Madrid, nos contrataron en una boite de la Gran Vía: ‘La Parrilla de Rex’. El dueño, sabiendo que con la orquesta no iba a pasar nada, igual nos contrato para estar con él un mes. Tocábamos hasta dos tangos seguidos –y eso que interpretábamos los más conocidos- al tercero la gente nos miraba mal. El patrón a los 15 días nos pidió que hiciéramos música brasilera. Escribí 15 ó 20 temas. Corral tocaba en los pitos del bandoneón, bien arriba e imitaba la flauta, yo tocaba la batería, algunos músicos tocaban instrumentos de percusión y el resto instrumentos de cuerda. Aprendí los ritmos escuchándoselos a un músico de jazz que estaba allí. Hacíamos las prácticas en la pensión, tomando como batería la caja del bandoneón. De allí fuimos a Barcelona, luego pasamos otra vez a Portugal. Recorrimos todos los casinos y playas de Portugal, es donde más gusta el Tango.” . En el ‘Grande Casino Peninsular’ anuncian el 25 de septiembre de 1954 a las 22:30 hrs. “Festa a Portuguesa” y a Eduardo Rovira como la ‘Mejor Orquesta Argentina’ (“A Melhor Orquestra Argentina”). Tuvimos contrato para Casablanca. No pudimos ir por el estado de guerra y volvimos a España. Allí comencé mal. La radio era del Estado. Tuvimos que dejar cintas grabadas para que las distribuyeran, tuve la mala fortuna de grabar ‘Como abrazado a un rencor’…nos miraron bastante mal…era la España de Franco. Quedamos solamente 3 o 4 muchachos. Hicimos un conjunto de música popular que duro muy poco. Nos fuimos a Mallorca y luego me quede sólo en Barcelona, con la idea de poder llegar a Paris para seguir estudiando.

Vivía en una pensión del Barrio Chino y vinieron a verme de una compañía de teatro ambulante porque se les había muerto el acordeonista. Recorrí con ellos 174 pueblos de toda Cataluña. Teníamos que subir a algunos pueblos con el camión playero que llevaba la leche. No había otro medio. En los cafés se armaba un tablado y actuábamos. Se rifaba por ejemplo una botella de vino y se vendían números, de allí sacábamos el sueldo. Eso lo hice durante un año largo. Cuando llegábamos a un pueblo debíamos pedir permiso al párroco del lugar; ese día en la Costa Brava sobre Los Pirineos al medio día hacia 14 grados bajo cero, por la noche bajaba a -30. Después de conseguir el permiso –por un solo día nomás- no se podía hacer la función porque el payaso se había quedado sin voz. Yo que lo acompañaba en el bandoneón y con el saxofón interpretando pasos dobles, lo tuve que reemplazar. Fue terrible…creo que comencé a hablar conmigo mismo en voz alta, la gente comenzó a reír. De la impotencia se me cayeron las lágrimas…y la gente aplaudía cada vez más” Estas vivencias de Eduardo, que son poco conocidas, nos ayudan a conocer al hombre. Rovira, dueño de sus silencios, terriblemente introvertido, en ningún momento menciona sus emociones, o el porqué de las cosas. Curiosamente no le cuenta a Hilda Guerra nada personal. Tampoco le habla de su madre o de su mujer y de sus dos hijos pequeños que habían quedado en Buenos Aires; ni tampoco cuenta que para volver –lo que se había convertido en una necesidad- su suegro Felipe Defina, le tuvo que girar la plata para el viaje (plata que había ganado sacándose ‘la grande’). (*) El premio mayor de la Loteria. Tenía un perfil muy humilde. No le importaba el cómo, sino el porqué. Podía vivir en pensiones, trabajar de cualquier cosa para ganar algo de plata y al mismo tiempo adquirir conocimientos. Eduardo Rovira regresó con 30 años en Abril de 1956, sin haber

podido llegar a Paris que fue el gran objetivo de este viaje. De haberlo logrado se hubiese encontrado con Astor Piazzolla.

CAPITULO VI – 1961-1968 EDUARDO ROVIRA Y SU AGRUPACION DE TANGO MODERNO

Al comienzo de los 60’s se produce un momento crítico para el tango típico, para la llamada música ciudadana. Buenos Aires estaba viviendo un terremoto cultural con importantes cambios para nuestra historia. Rovira se inserta dentro de un importante sector cultural que adhiere a la vanguardia tanguistica, y que rechaza cualquier propuesta que huela a reiteraciones nostalgiosas del pasado. Su ‘Agrupación de Tango Moderno’ nace en Septiembre de 1961, casi como una continuación del ‘Octeto La Plata’ con quien se había vinculado en 1959, dirigido por Omar Rufino Luppi y en la que Rovira hacia los arreglos. Rovira ya lo había incorporado un año antes a Fernando Romano en el contrabajo, y ante la firma de dos contratos para tocar en vivo en Radio Splendid y Radio Belgrano, le puso su nombre además de su bandoneón y sus arreglos. Estaba formado por: Reynaldo Nichele en violín solista, Leopoldo Soria en piano, Ernesto Citón y Héctor Ojeda en violines, Mario Lalli en viola, Enrique Lanoo en violonchelo y Fernando Romano en contrabajo. El autor de tangos Eduardo Parula era en 1960 representante artístico de Piazzolla. Al separarse poco después de Piazzolla, Parula se convierte en promotor de los trabajos de Rovira. Poco después Parula forma y preside el “Circulo Amigos del Buen Tango”, propulsor del nuevo tango, con realización de festivales de Tango Contemporáneo en Facultades y Teatros. El ‘Circulo Amigos del Buen Tango’ en un espectáculo llamado ‘Sesión de Tango’, presentó a la “Agrupación de Tango Moderno”

en público por primera vez el 1 de Diciembre de 1961, en un impresionante recital en el Aula Magna de la Facultad de Medicina - Paraguay 2155. El programa comenzaba a las 21:30 hrs. con una Conferencia a cargo del periodista Enrique Ducca: “Con el Tango en la Vanguardia”. A las 22 hrs. anuncian la actuación de Eduardo Rovira interpretando 12 temas. A las 23 hrs. “Improvisaciones sobre temas de Tango” Por segunda vez en Buenos Aires se realizaba una sesión de improvisaciones en tango, que estuvo a cargo de prestigiosos interpretes de nuestra música popular. Todo el espectáculo fue transmitido por LR3 Radio Belgrano. Todos los temas interpretados por Eduardo Rovira y su Agrupación ya habían sido llevados al disco por el sello Record. 1961 – L.P. “Tangos en una Nueva Dimensión” Eduardo Parula escribió en la contratapa del disco: “Eduardo Rovira alentó por años la inquieta esperanza de ver concretadas en realidad sus aspiraciones, amasadas en el rigor de largas esperas y permanentes postergaciones. Dotado de una sutil imaginación y de profundos conocimientos musicales, se abría camino duramente en la actividad “comercial” del tango, mientras paralelamente ensanchaba el núcleo de sus admiradores con la incuestionable valorización de sus grandes obras. Había encontrado un estilo y un sentimiento, y a ellos se abrazó con el fervor de un esteta. Claro y categórico, no acepto jamás insinuaciones ni enmiendas en su línea trazada…sentía así la música popular. Volcaba así sus emociones. Nunca pretendió suplantar a la canción ciudadana por la que siente profunda admiración, con su particular disposición vanguardista. De allí que se resiste a enmendar la plana cambiando la estructura melódica del autor.

Sostiene que todo lo realizado hasta ahora, debe permanecer sin alteraciones como expresión determinante de una etapa en cuyas fuentes él mismo se nutrió y que respeta, pero viviendo el momento actual, se identifica con la nueva sensibilidad musical y la proyecta a través de sus originales creaciones. Por eso es que Rovira no orquesta otros tangos que no sean los que se adaptan a su estilo. Por eso es que Rovira toma únicamente tangos modernos… En ese permanente trashumar con su verdad aceptada por pocos (robustecida ahora por muchos) bregaba incansablemente. Encontró calor en un grupo orientado hacia una corriente evolucionada y formo su conjunto con el que hizo exitosas incursiones radiales y presentaciones rubricadas con sostenidas muestras de adhesión. Actuó en el “Círculo de Amigos del Buen Tango” e inmediatamente todos los diarios importantes del país ponderaron en extensas crónicas la repercusión lograda, señalando que configuraban una excelente y nueva expresión, avalada por una gran calidad interpretativa. Eduardo Rovira gano tácitamente una consideración especialísimo entre todos aquellos que entienden que el tango tiene diversas fórmulas. Estaba haciendo impacto en la emoción popular, pero hacía falta el disco que registrara el indiscutible valor de sus magnificas interpretaciones… …y aquí en este L.P. están amalgamadas las ilusiones de Rovira, las obras de vanguardia, y la paciente y tesonera labor de cada uno de los integrantes de su agrupación…” Integran esta agrupación: Eduardo Rovira – bandoneón, director y arreglador Reynaldo Nichele – Violín solista Ernesto Citón – Violín Héctor Ojeda – Violín Mario Lalli – Viola Enrique Lannoo - Violonchello Fernando Romano – Contrabajo Leopoldo Soria – Piano.

Los temas grabados fueron doce: Sónico – E. Rovira Baile de Etiqueta - R. Nichele Melancólico Buenos Aires - A. Piazzolla Preludio de la guitarra abandonada – E. Rovira Patético – Jorge Caldara Febril – E. Rovira Edición Extra – J. A. Moreno A Horacio Paz – E. Lannoo Tristoscuro – E. Rovira Tango del Ángel - A. Piazzolla Abril – E. Duca/M. Francini A los amigos – A. Pontier

1962 – L.P. ” Tango Buenos Aires - Opus 4”, Suite de Ballet (para 8 instrumentos) -serie de movimientos- en dos partes: seis cuadros en la primera y cinco en la segunda. En Junio de 1962, en un concierto que tuvo lugar en el Aula Magna de la Facultad de Medicina, se escucharon los primeros cuatro movimientos de la suite, precedidos por lo poemas de Guibert dichos por el mismo poeta y presentada por Luis Sierra. En marzo de 1962, Parula gestionó la grabación en Microfón de la Suite con el octeto Eduardo Rovira y su Agrupación de Tango Moderno, con un cambio: Hugo Baralis como violín solista reemplazando a Nichele; según me cuenta Fernando Romano, Rovira y Nichele solían pelearse asiduamente por cosas generalmente menores, aunque no ignoraban que tocando eran el uno para el otro. En el momento de grabar la suite, transcurrían los tiempos de una de esas peleas y Eduardo no tuvo otra alternativa

que colocar a Baralis en su lugar. Según Romano, el espacio de Nichele era imposible de llenar…aunque reconoce que Baralis no estuvo mal, pero que Nichele hubiese sido mejor’. Fue grabada en dos L.P.: Eduardo Rovira en bandoneón, dirección y arreglos; Hugo Baralis (violín solista); Ernesto Citón (violín); Héctor Ojeda (violín); Mario Lalli (2do. Violín); Enrique Lannoo (violonchelo); Fernando Romano (contrabajo); Leopoldo Soria (piano). Primera parte Primer Cuadro Segundo Cuadro Tercer Cuadro Cuarto Cuadro Quinto Cuadro Sexto Cuadro

Pasos en la Noche Pájaro del alma Las casas de las Chinas Hombre Tango Centenario (Recuerdos de Viaje) Conventillo (Fiesta)

Segunda parte Primer Cuadro Segundo Cuadro Tercer Cuadro Cuarto Cuadro Quinto Cuadro

Músicos (El violín de mi Ciudad) Trilogía Sonata Baja Ciudad Tango Supersónico

La portada fue ilustrada por Diego Mújica y Carlos Claiman. Eduardo Parula, Presidente del ‘Circulo de Amigos del Buen Tango’, escribió en la contratapa del disco: “Todas las inteligentes posibilidades renovadoras caben dentro de la temática del tango, cuando la tarea creativa la afronta quienes lo han cultivado aportando, además de la genuina sensibilidad ambiental, una

sólida preparación musical. Así piensan los que alientan el movimiento evolutivo, que ya ha dejado su etapa experimental, para proyectarse hacia una definitiva y consagrada realidad. Es a Eduardo Rovira –elevado exponente de esta corriente innovadora- a quien le corresponde la paternidad de componer “Tango Buenos Aires - Opus 4” Suite de Ballet, primer Suite con temas de folklore ciudadano, en una cuidadosa exaltación de la esencia, los tipos y las situaciones del inspirado libro de poemas “Tango” de Fernando Guibert. Una obra de esta magnitud en la que aparece Eduardo Rovira en su múltiple condición de compositor, arreglador, director y ejecutante, tuvo necesariamente que repercutir por cuanto ya estamos en presencia de un verdadero acontecimiento, como es el llevar el tango a las etapas superiores de la música, para abarcar todos los sectores ávidos de expresiones elevadas, dentro y fuera del país de origen. Un anticipo señalador del gran espectáculo que se prepara con la inclusión coreográfica a cargo de la Asociación Amigos de la Danza, en el Teatro General San Martín, fue brindado en el acto realizado en el Aula Magna de la Facultad de Medicina por el ‘Circulo de Amigos del Buen Tango’, donde una numerosa audiencia rubricó con sostenidas muestras de adhesión la impresión que produjo, a la que se asociaron el periodismo y la crítica con verdaderas ponderaciones hacia éste avanzado paso, consagratorio del esfuerzo tenaz de un músico joven de indiscutido talento y de bien probada sensibilidad. Al ‘Circulo de Amigos del Buen Tango’ le corresponde el honor de haber propiciado este acto trascendental, y al sello Microfón el plasmar en la placa sonora en un cuidadoso registro, el contenido de una obra valiosa que ya tiene ganado el legitimo derecho de ser la primera en su género y de perdurar en la discoteca del más exigente cultor de la buena música o del más fervoroso admirador del buen tango.” A pesar de existir el proyecto de estreno para septiembre u octubre de 1962 en el Teatro San Martín bajo la dirección coreográfica de

Oscar Araiz –talentosisimo bailarín vanguardista y coreógrafo de danza moderna- Rovira en persona le entrego su disco y le pidió a Araiz que elaborara una coreografía para su suite, reconociendo de esta manera un par talentoso, el único capaz de ponerle movimiento a su obra. ‘Tango Buenos Aires’ nunca subió a escena en versión completa, es decir como suite de Ballet. Apenas comencé esta investigación, lo busqué a Oscar Araiz, ya que yo era una admiradora suya desde los 70’s. No tengo muchas palabras para explicar mis sentimientos cuando fui recibida en su casa. Le lleve todo la música que tenía grabada en ese momento de Rovira y obtuve lo que había ido a buscar: su promesa de que lo que Rovira había deseado en su momento y que había quedado trunco en el tiempo, se hiciera realidad. Acordamos que el le pondría su coreografía a la Suite y que yo lo produciría. Nos vimos muchas veces, compartimos momentos juntos y cultivamos una amistad que me llena de orgullo. Finalmente a fines de 2007, una lucecita se encendió en la vida de Araiz y la mía. Sentíamos que aún no era el momento para la suite, recién ese año, se había comenzado a gestar la suma de talentos de Cesar Stroscio/Pino Enriquez/Saúl Saks, que con la Sinfónica de la Universidad del Sur de Dinamarca, comenzaron a arreglar y ejecutar música de Rovira, en una escala antes nunca ejecutada; excepto por Rovira mismo en su etapa de La Plata. Araiz fue convocado por una empresa japonesa que realiza giras de tango por Japón, para que eligiese una obra para ponerle coreografía y sumarse de esta manera a dicha gira. Araiz encontró su oportunidad de poner uno de los temas de la suite: “Trilogía”. Conociendo mi ansiedad, me llamó cuando ya estaba listo para el ensayo final. Los primeros días de diciembre de 2007, Roberto y yo, nos sentamos a ver esa coreografía bailada por 4 parejas. Nunca olvidaré los profundos y emocionados momentos que vivimos. No nos importaba mucho lo que estábamos viendo, estábamos sumergidos en emociones tan intensas…mínimamente habíamos alcanzado el deseo conjunto de Rovira/Araiz con la suite.

Oscar manifestó sus sentimientos cuando le puso nombre y texto a su coreografía, para que esta fuese colocada en los programas de mano en Japón: Tango Reo “Si nos atenemos al Diccionario, la palabra REO está relacionada con lo delictivo, la traición, el crimen. Pero también existe una forma de hablar, un andar, un movimiento, que por sus orígenes oscuros el tango adopta como estilo. TANGO REO está coreografiado sobre el tema TRILOGÍA de Eduardo Rovira. Conocí a éste compositor, hoy desaparecido, en la década de los 70, cuando me propuso hacer un ballet sobre su suite TANGO BUENOS AIRES. En ése momento el proyecto no prosperó por falta de producción. De éste modo, quedó una deuda personal que hoy intento amortizar con ésta coreografía sobre TRILOGÍA, que forma parte de TANGO BUENOS AIRES, y que, como un "work in progress", puede ser el embrión de un futuro espectáculo. Es por lo tanto un pequeño homenaje a Eduardo Rovira, un prolífico autor de bajo perfil y en su momento eclipsado por el brillante Astor Piazzolla, con el deseo de colaborar en el rescate de su obra” Oscar Araiz – Diciembre de 2007 Deseo aclarar lo siguiente: en el CD de Sony que existe actualmente en el mercado, existen puntos a tener en cuenta: El nombre completo de la obra es precisamente ‘Tango Buenos Aires - Opus 4’ Suite de Ballet y estuvo basado en el poema ‘Tango’ de Fernando Guibert. José Daniel Viacava elaboró el argumento para la coreografía, que nunca se utilizó. La explicación del argumento y de la técnica musical de la misma, estuvo firmado en su momento por Eduardo Parula –como representante de Rovira y porque él no quería poner su nombre también allí porque le parecía redundante- pero fue escrita por el

mismo Rovira. Entre las personas que conocí admirador y coleccionista de Rovira, hay un señor de nombre Horacio Domínguez –quien durante años condujo un programa en Radio Municipal- que tuvo el privilegio de estar presente en una de esas presentaciones del Círculo. No se acuerda bien si fue en la Facultad de Medicina o en la de Derecho, pero había concurrido a escucharlo a Rovira. Su recuerdo incluye el haber visto a Alfredo Gobbi –ya mayor- sentado entre los jóvenes viendo y escuchando a su otrora músico. El miércoles 4 de diciembre de 1963 a las 21:30 hrs. el “Circulo Amigos del Buen Tango” invitó al Teatro Santa Maria del Buen Ayre – Montevideo 842 a un recital de tango, presentando las dos máximas figuras del sello Microfón Argentina: Atilio Stampone y Eduardo Rovira. Los temas interpretados por su agrupación fueron los ya grabados como: 1963 – L.P “Tango Vanguardia” grabado como serie de las producciones “Circulo Amigos del Buen Tango” utilizando el septimio: E. Rovira (bandoneón y arreglos); R. Nichele (violín solista); E. Citón (violín); M. Lalli (2do. Violín); E. Lannoo (violonchelo); F. Romano (contrabajo); O. Manzi (piano). Los tangos elegidos fueron: Simple (O. Manzi): Contrariamente a lo que señala su título, esta obra pone de relieve un complejo tratamiento basado en superposiciones rítmicas. Bandomanía (E. Rovira): Para bandoneón y cuerda. Inspirada en el instrumento más representativo del tango: el bandoneón. Su desarrollo contrapuntistico ofrece la novedad de destacar recursos totalmente desconocidos que aportan al compositor moderno la posibilidad de usar un nuevo timbre en la elaboración de cualquier género musical. Solista: Eduardo Rovira. Elegía para el amigo negro (E. Lannoo): El tema dado por el

violoncello, autor de la obra, es desarrollado en forma contrapuntistica por la agrupación. Solista: Enrique Lannoo, a cuyo cargo queda la comprometida cadenza. Contrapunteando (E. Rovira) Para 5 instrumentos. Esta obra, elaborada contrapuntisticamente para cinco instrumentos, no utiliza el piano. Para Piano y Orquesta (E. Rovira): Obra dedicada al piano. Hasta ahora, y dentro de las formaciones de tango, se le dio al piano prácticamente el carácter de instrumento de percusión. Esta composición de Rovira lo ubica en su verdadero lugar con el notable concurso de Osvaldo Manzi, uno de los pocos músicos capaces de afrontar la responsabilidad de solista, en páginas de tan dificultosa interpretación. Monotemático (E. Rovira): Como su nombre lo indica, consta de un sólo tema, en el cual están explotadas las posibilidades armónicas y contrapuntisticas, que el autor ha creído conveniente introducir. Serial Dodecafónico (E. Rovira): Por primera vez en el tratamiento de una obra de tango, se emplea la técnica Serial Dodecafónica, ordenada y reglamentada por Arnold Schonberg. Corresponde este honor a Eduardo Rovira como autor e intérprete y al resto de los músicos como eficaces ejecutantes. Gente (José M. Moreno): La obra y el tratamiento orquestal rico en matices y sonoridades, describen musicalmente el transitar incesante de las personas sobre la ciudad febril, moderna y pujante. Nostálgico (Julián Plaza): Su elevada construcción y emotivo desarrollo, quedan evidentemente expresados en el quinteto de cuerdas de la agrupación. Triálogo (E. Rovira): Construída en base a un preludio y una fughetta tiene, como lo exige su forma musical, su correspondiente stretto. El diálogo lo mantienen tres instrumentos: Reynaldo Nichele (violín), Osvaldo Manzi (piano) y Eduardo Rovira (bandoneón) y la cadenza de piano corresponde al Concierto en la mayor Kochel Nro.488 de W.A. Mozart. Dos Imágenes (Carlos Buono): El tema lo da el bandoneón y se desarrolla luego en forma contrapuntistica integral con el resto de la

agrupación. La primera imagen musical es totalmente rítmica y ha sido tratada a cuatro voces, y la segunda la desarrolla el piano en un andante sobre el pedal de dominante. La portada del disco lleva una reproducción de Pedro Gaeta, titulada ‘El Bandoneonísta’, dedicada a Eduardo Rovira, y el análisis musical es del mismo Rovira. Eduardo Parula, Presidente del ‘Circulo de Amigos del Buen Tango’ escribe en la contratapa: “Una de las características que más definen la vigorosa personalidad musical de Eduardo Rovira es su inquieto espíritu renovador. Entiende que quedarse aprisionado en moldes tradicionales es retroceder. Pero esta preocupación que lo impulsa a la búsqueda de lo nuevo o distinto, no es la resultante de una afán exhibicionista para ubicarse en una caprichosa actitud combatiente, sino la consecuencia del desborde poco común de conocimientos musicales que, aplicados al tango, lo obligan a manifestarse en esa multiplicidad de facetas que se observa en su obras, arreglos e instrumentaciones. Como no entra en sus cálculos la conquista masiva del público, se da sin reservas y sin concesiones a la labor inteligente y tesonera de volcar en el pentagrama cuanto conoce y siente, despreocupándose de satisfacer la demanda tradicional, si ella conspira con la elevada calidad de la que ha hecho un verdadero culto. Sin regateos ni contenciones para su fecunda inspiración que ya viene elaborada tras permanentes estudios, crea su obra o embellece la ajena, con el sabor característico que le da el Buenos Aires actual; que es su tónica, con sus ajetreos, vivencias, fisonomía y problemas. La ciudad ha cambiado, y el tango también. Por eso es que Rovira lo expresa en otro lenguaje. De otra manera no se explica que habiendo integrado populares formaciones orquestales de tango, emerja de ellas a través de algunos años independizado de esa época, para discutir palmo a palmo su verdad que nace de sus íntimas convicciones. Estas son las razones para el nuevo L.P. ‘Tango Vanguardia’,

elaborado y construído, aplicando por primera vez la técnica contrapuntistica en forma integral y no parcial como ha sido dable observar. El empleo de esta técnica, como es natural, convierte virtualmente a cada ejecutante en un verdadero solista, puesto que el discurso musical exige una independencia absoluta entre los instrumentistas y demanda una probada y minuciosa capacidad. Por eso es que cada banda contiene las obras sometidas al mismo proceso técnico, salvo las variantes incidentales que aconsejan las circunstancias, y así, siete músicos, incluido Eduardo Rovira, “dialogan” permanentemente y lucen sin reservas su virtuosismo en el clima de un conjunto de cámara presentado por primera vez para el tratamiento del tango moderno. Reinaldo Nichele y su impecable maestria. Ernesto Citón, Mario Lalli, Enrique Lanoo, Fernando Romano y el incomparable Osvaldo Manzi se anotan otra vez junto a Eduardo Rovira –director y autor de todos los arreglos e instrumentaciones de la agrupación- para la posteridad del tango de vanguardia, por sus excelentes ejecuciones, y el apasionante entusiasmo con que abordaron las dificultades técnicas e interpretativas, indisolublemente unidos por la amistad y el talento”. Un recorte del diario Clarín del 9.1.64 bajo el titulo “El Disco y su Comentario”, firmado por F.M.J. anuncia: “Tango Vanguardia” Microfón 1 - 48: “El notable bandoneonísta y director Eduardo Rovira y su ‘Agrupación de Tango Moderno’ realizan en ésta placa algunos de sus últimos éxitos:…..Se trata, sin duda, del más serio exponente del denominado tango de vanguardia, en nuestro país, que pone de manifiesto una vez más la notable calidad de sus arreglos a través de un manejo armónico depurado. Tal vez nuestra reticente “guardia vieja” decida finalmente prestarle el apoyo que necesita y merece” Cuando grababan este disco y en un alto para tomar café, Quique Lannoo, una vez que salieran todos y sabiendo lo escrupuloso que era Rovira, decide hacerle una broma: cambió notas en dos o tres

partituras del tema que tenían que grabar después. Cuando ya estaban tocando, el músico que estaba tocando se equivoca porque tocó lo que estabas escrito. No, No, No, dice Rovira. No es así. Pero acá dice así –dice el músico-. No, no puede ser. Va Rovira, ve, me equivoqué, dice. Seguían tocando y otra vez, No, No, No, al piano. Ese acorde no. Rovira va, mira y dice: que boludo, cómo me pude equivocar. Y Lanoo muerto de risa. Le había cambiado algunas notas, pero Rovira se daba cuenta al vuelo… 1964 – Simple “A Roberto Arlt” Eduardo Rovira y su Agrupación de Tango Moderno, graba con el sello discográfico ‘La Rosa Blindada’, Corrientes 2565, piso 9 of. 11 de Capital, tres temas de Rovira sobre arreglos propios: “A Roberto Arlt” - “A Luis Luchi” – “A Evaristo Carriego”. En cuanto me enteré que el dueño de la Editorial “La Rosa Blindada” José Luis Mangeri, no sólo vivía sino que además esta en plena actividad, reeditando libros y otras publicaciones, me contacté lo más rápido posible. Como me pasó en casi todos los casos –de los que admiraron a Rovira desde las entrañas- nos peleábamos por hablar. Escuché muchas anécdotas interesantes, opiniones jugadas y me prometió enviarme una gran cantidad de valioso material de su editora, para que yo pueda adquirir y sumar conocimientos. Conocerlo me enriqueció. El nexo había sido Oscar del Priore que les propuso grabar un disco con los temas antes mencionados y que Rovira –sin cuestionar a la editora que era de marcada tendencia izquierdistahabía accedido a hacerlo. Había originalmente un cuarto tema: “A José Ingenieros”, pero debido a la métrica de “A Evaristo Carriego” no entró. En la portada del simple, Oscar del Priore dice: “Este disco encierra tres temas, que presentan un significativo homenaje al tango de Rovira –música de Buenos Aires- a la literatura de Buenos Aires, a través de tres representantes de distintas épocas: la de Carriego, que ya se pierde entre brumas de tiempo y rechinar de organitos

entumecidos; la de Arlt, cuya presencia y sus rabiosas y descarnadas demostraciones de la soledad y la injusticia que acompaña al hombre de la ciudad –como entonces Erdesain- se nos muestran hoy en una enorme dimensión; y la época de hoy a la que cantan poetas como Luis Luchi, que nos ayudan a advertir que no estamos viviendo como deberíamos vivir. Significativo encuentro entres dos manifestaciones vitales de la ciudad: el tango y su poesía.” Eduardo Parula: 19 de septiembre de 1964 - Se fue un Amigo del Buen Tango Eduardo Parula se nos murió de pronto. Sin tiempo siquiera para medir la angustia por amigo perdido. La noticia llegó a media mañana entre el apremio de la redacción y el ruido de las máquinas de escribir. Y los agrandados gestos de sorpresa de quienes la fueron recibiendo. Muchas cosas en común, compartidas durante muchos años, ligan a los hombres del periodismo con Eduardo Parula. Y una, principal, traducida en fervor del tango. Desgranada, al cabo de los días en nobles empresas de promoción, conciertos, polémicas, publicaciones. Con Parula como protagonista central, gestor incansable, entusiasta, arrimador de voluntades y, sobre todo, cosa poco común en nuestro medio, realizador de verdad. Cuando el tango –el buen tango, por supuesto- yacía arrinconado en el olvido de casi todos, cuando nuevos ritmos imponían su dura ley al mercado musical, Parula supo galvanizar los ánimos con el aporte decisivo del “Circulo de Amigos del Buen Tango”. Y ya, desde antes, al lado de los renovadores, Piazzolla primero, Rovira después, militó en la línea de una nueva y valiosa concepción estética. Músicos, poetas, periodistas, todo el lírico mundo ligado a la música popular siente hoy, en lo hondo, la pérdida de Eduardo Parula que también fue, además de constante animador de valiosas cruzadas por el tango, un espíritu creador de la más alta calidad. Y un gran amigo de todos, en todas las horas.

Eduardo Rovira, encontró en Eduardo Parula, no sólo un representante sino también un amigo al que admiraba profundamente. Le dedicó dos temas: ‘Monroe 3307’, correspondiente a la dirección del domicilio de Parula y el lugar donde funcionaba el Circulo y también, y esta es la más valiosa a nivel erudito: ‘Tango Concertante en tres movimientos’, que fue tocada en varias oportunidades en el Teatro Colón bajo la dirección de Pedro Ignacio Calderón. Durante estos años juntos, por pedido de Mario Kaminsky –dueño de la grabadora Microfón- y su representante Eduardo Parula, Eduardo Rovira y su agrupación de Tango Moderno habían armado un conjunto al que bautizaron “Cuarteto Lorenzo”, donde grabaron temas para vender en el interior, bajo ese seudónimo. Romano me cuenta lo graciosas que eran esas jornadas de grabación. Lo hacían de noche para que nadie se enterara y tocaban chamames, rancheras, litoraleñas, etc. Tocaban y de pronto se escuchaba a Rovira: ‘...paren, paren, salió demasiado bien…grabemos de nuevo pero traten de equivocarse, porque se supone que somos un grupo de bajo nivel…’. Cada vez que Fernando me cuenta esta anécdota, llora de risa y nos transmite a todos ese momento hilarante. Mario Kaminsky tuvo la gentileza de bajarme a CD ese disco, suponiendo que después de 40 años de guardar el secreto, lo podía hacer. Los temas incluidos son: Lado 1: Quitapenas (pasodoble) – O:A. Manduca Madrugada (vals) – Eduardo Rovira Japonesita (fox trot) – Retana/Bodalo Milonga del 900 (milonga) – Piana/Manzi 5 de Abril (ranchera) – Eduardo Rovira El viejito del Acordeón (polca) – Aiello Lado 2: Yerba Nueva (ranchera) – Eduardo Rovira

Isabel (fox trot) – Battistela/Russo La Brava (milonga) – Eduardo Rovira La pulpera de Santa Lucia (vals) – Blomberg La Pepa (polka) – Eduardo Rovira Arza (pasodoble) – Eduardo Rovira

El tema “Cinco de Abril” grabado por el Cuarteto Lorenzo, tiene el mismo nombre del que figura en “Tango en la Universidad” de O. Tarantino, pero son temas diametralmente diferentes. Blanca, la madre de Roberto, me cuenta que el tema 5 de Abril del Cuarteto Lorenzo en realidad se llamaba “La hija del Boticario” y que la letra –porque la tiene- la había escrito el padre de Eduardo. Ignoramos porqué le cambió el nombre, intuyo que para que su familia no supiese que él y los integrantes del Cuarteto Lorenzo eran los mismos. “Gente de Tango”: Un recital de ‘Tango Moderno’ en la Facultad de Ingeniería en 1964 es el punto de partida de “Gente de Tango”, junto a Luis Sierra, Nélida Rouchetto, Eduardo Rovira, Enrique Francini, Osvaldo Manzi, Alberto Caracciolo, entre otros, para la difusión alternada de intérpretes y repertorios consagrados y de nueva generación, realizando recitales, editando libros y discos. “Caño 14” – Mayo de 1964: Comienza a trabajar en el recientemente inaugurado “Caño 14” de Atilio Stampone, el ex futbolista Reynaldo Martino y el actor Pedro Aleandro. “Caño 14” fue un lugar trascendente para los amantes del tango que se encontraba en la calle Uruguay entre Paraguay y M.T. de Alvear. El cantante era Hector Petroi. Rovira permaneció en el lugar sólo 6 meses.

1964 - L.P. “Circulo de Amigos del Buen Tango”: Microfón y la distribuidora RCA Víctor Argentina llevan al disco, seis de los más

importantes exponentes del buen tango, que caracterizan la línea musical que alienta. “Un verano, en un instante del latir porteño, el ‘Circulo de Amigos del Buen Tango’, abrió un camino para que transitara la auténtica calidad creadora e interpretativa, de los cultores más representativos y preparados que puede ofrecer la música ciudadana, en éste auspicioso momento de un Buenos Aires renovado. Recorrió un trecho y entresacó valores ocultos, entre nombres y adjetivos amurallados en una historia que no quería ser juzgada; revitalizó factores que fueron y son pilares inconmovibles de la más elevada expresión musical y puso en vigencia, enfrentando hostilidades, un tango fortalecido por la concurrencia del conocimiento y avalado por la garantía del estudio. …seis de los más serios exponentes de la línea del buen tango, que significan seis estilos y seis oportunidades, para elaborar un juicio definitivo de las tantas facetas de nuestra música popular, tal como la sienten y como la viven los que ahora sueñan y la interpretan. Son ellos: ANIBAL TROILO: Nombre consular, suya sola enunciación señala la presencia del tango. Íntimamente entrelazado con el fervor nacional. Con su orquesta ejecuta dos obras: “Responso” (Troilo – arreglo Astor Piazzolla) y “A mis viejos” (O. Bellinghieri – arreglo Julián Plaza). EDUARDO ROVIRA: Prestigioso interprete, compositor, arreglador y director, dotado de amplios conocimientos musicales. Espíritu renovador e inquieto en el plano de la música popular. Es un abanderado del tango de vanguardia. Grabó con el siguiente conjunto: Piano, Atilio Stampone (en colaboración especial); Violín solista, Reynaldo Nichele; Violín, Ernesto Citon; Viola, Mario Lalli; Violonchello, Enrique Lannoo; Contrabajo, Fernando Romano – cuerdas extras: violines Alfredo

Rouco, Rolando Curzel, Pedro Aguilar; viola, Ernesto Blum; Violoncello, Víctor Pontino. Bandoneón, dirección y arreglos: Eduardo Rovira. Obras: “Monroe treinta y tres cero siete” y “Policromía”. ATILIO STAMPONE: Notable interprete, compositor y arreglador de sólida preparación. De larga y exitosa trayectoria en el panorama del tango. Actuó con una orquesta de 17 músicos, con Eduardo Rovira en bandoneón en colaboración especial. Las obras fueron: “Adiós Nonino” (Astor Piazzolla); “La Bordona” (Emilio Balcarce). REYNALDO NICHELE: Músico culto, integrante de formaciones calificadas, se coloca al frente de un cuarteto integrado por los siguientes solistas: Bandoneón y arreglador: Eduardo Rovira – Piano: Orlando Trípode Contrabajo: Fernando Romano – Violín Director: Reynaldo Nichele. Las obras ejecutadas fueron las siguientes: “Inspiración” (Paulos y Rubinstein) y “Tierrita” (Agustín Bardi). ALBERTO CARACCIOLO: Eficaz exponente del tango evolucionado; su labor se caracteriza por los distintos estilos que exhibe en el tratamiento orquestal. Bandoneón, director y arreglador: Alberto Caracciolo. Grabó dos temas suyos: “Tema de Tango en Re Menor” y “Templo 59”. HECTOR ARTOLA: Maestro de la mayor parte de los arregladores del país. Fecundo en ideas y formaciones instrumentales. Agrupa en este disco a 16 músicos y como bandoneón solista a Eduardo Rovira. Director y arreglador Héctor Maria Artola y las obras fueron: “Plegaria para un drama de Tango” (Artola) – “Fantasía sobre Griseta” (Delfino – Artola).

GOTAN – 25 de Noviembre de 1965 – Junio 1966 Reducto tanguero de la época, se hallaba en el sótano de la calle Talcahuano 360, propiedad de Juan ‘Tata’ Cedrón: “De Rovira tengo los mejores recuerdos como músico, pero también a nivel humano. Yo era un pibe que recién empezaba y él un compositor experimentado que me ayudó. Con el trío que formó junto al guitarrista Rodolfo Alchourrón y el bajista Fernando Romano, inauguró Gotán, algo que tiene un significado emocional muy fuerte para mí. Yo seguía mucho lo que él hacia desde los tiempos en que tocaba en el Aula Magna de la Facultad de Medicina. Lo respetaba y admiraba porque hacía un tango para escuchar, muy abierto, pero además porque tenía inquietudes muy personales respecto de la música. Por ejemplo, superó ese complejo de inferioridad inherente al tango, e introdujo el chelo en el género. Es cierto que hubo cosas con las que no estuve demasiado de acuerdo...” Allí se presenta por primera vez el ‘Trío Eduardo Rovira’ con una innovación destacable: el trío será totalmente ‘electrónico’. Ocasionalmente adicionará el oboe a cargo de Pedro Cocchiararo para el placer auditivo de todos. A propósito de su debut en Gotán con Romano y Alchourrón, se publicó la siguiente nota: ”Eduardo Rovira – Tango y, a veces, oboe” Menudo, nervioso y morocho. Eduardo Rovira –su historia de Buenos Aires, su bandoneón, su melancolía- hace un tango personal. “Mi tango es esta ciudad, que yo siento así. El otro tango –ese que llaman clásico- es pura intuición; nosotros le agregamos estudio, perseverancia, espíritu critico, modernidad.” Tras la afirmación, inevitablemente polémica, busca recuerdos: “Empecé a los nueve años, en el café Germinal con la orquesta de Francisco Alessio; ahí también debutaba entonces Aníbal Troilo. Cuando años después

quise pasar a su orquesta, la ‘colimba’ me lo impidió. El resto es una historia de pases: estuve con Sassone, Orlando Goñi, Maderna, Basso, Gobbi, Stampone. Ahora tengo mi propio conjunto, con Alchourrón y Romano.” Cuando se le pide una definición de su tango aclara: “Nuestro tango y el ‘otro’ no se oponen; se complementan. No existe contradicción, ni tiene sentido discutir tendencia. Aquel es un tango para bailar, pensado ‘para los pies’; el nuestro es para escuchar; está más allá del puro compás y melodía, tiene armonía y contrapunto.” Pero la verdad es que Eduardo Rovira apunta también a otros horizontes. Su carpeta incluye sonatas, cuartetos y atisbos sinfónicos. Y cuando puede –como ya ocurriera este año- se encierra en una casa de Lanús para perfeccionar sus conocimientos de oboe (N.A.: tuvo que dejar de tocarlo con el tiempo porque se le perforó el tímpano). Mañana lunes, con su pequeño conjunto intentará convencer nuevamente al público de Buenos Aires desde un flamante local llamado precisamente “Gotán”. El lugar se puso de moda, y el lleno era total todas las noches. El 13 de marzo de 1966, el periodista Julio Lagos firma la nota con que el diario El Mundo encabeza una de sus páginas en grandes letras: LA NOCHE DEL ENCUENTRO y el copete aclara: Después de 20 años de enfrentamiento los dos gigantes del tango vanguardia actuaron juntos por primera vez. Fue el pasado martes 8, y, esa noche, Astor Piazzolla y Eduardo Rovira produjeron uno de los capítulos inolvidables de la historia musical de Buenos Aires. Esta es la crónica de todo lo que pasó esa noche: “El local –sótano en Talcahuano al 300- estaba lleno. Todo el mundo quería ser testigo en el momento en el que –después de varios años de enemistad- Eduardo Rovira y Astor Piazzolla comparten el mismo escenario. En una mesa el poeta y ex boxeador Juan Carlos Lamadrid. En otra el bandoneonísta Julián Plaza… Y enseguida subió al palco, el quinteto de Piazzolla. Lo presentó el comentarista de tango Oscar del Priore: Al piano, Jaime Gosis; violín, Antonio Agri; Oscar López Ruiz en guitarra; Kicho Díaz en

contrabajo y Piazzolla en bandoneón. El primer tema fue “Adiós Nonino”. Después, un tema tras otro. La gente se rompía las manos aplaudiendo. El que más aplaudía era Rovira; Lamadrid se paraba y gritaba: Maestro, ‘Berretin’…un tango para los pobres, maestro… A los tres cuartos de hora, Piazzolla bajó del palco. Era el turno de Rovira. En el camino se abrazaron. Con Rovira iban a actuar Ruiz en guitarra y Romano en bajo. Se ubicaron. Entonces Rovira tomó el micrófono y dijo: “Esta noche de tango es inolvidable para todos nosotros. Porque esta noche tenemos el honor de que Astor Piazzolla esté aquí.” Y a partir de ese momento se oyeron los mejores aplausos de la noche. La gente se paraba, gritaba. Lamadrid también: ¡Mucho Rovira! ¡Tocá todas! ¡’La Bordona’! Piazzolla se había ido en cuanto Rovira terminó de tocar el primer tango; los músicos de su quinteto también. En cambio, el periodista Nakanishi se quedó: -“Esto es música más difícil para mí.” La gente estaba inmóvil, silenciosa. Y de pronto reventaba en aplausos. A las tres menos cuarto, y luego de interminables ‘otras’, el trío de Rovira dejó de tocar. El poeta Luis Luchi lo abrazó: “Te pasaste, Eduardo.” Le susurró. En una charla telefónica que tuve con el Tata Cedrón y luego en una entrevista personal para el Director de Cine Enrique Muzio, me comentó que Piazzolla y sus músicos se habían retirado porque tenían otro compromiso previo, que no había sido de ninguna manera para desairar a Rovira. La prensa o alguien lo habia convertido en algo que en realidad nunca existió y el tiempo hizo lo suyo, alimentando una rivalidad y “desaires” entre artistas a quienes solo les interesaba su arte y la lucha que juntos sostenian para que el tango vanguardia ganara el lugar que se merecia. Esta Agrupación tuvo una agenda sobrecargada: de Canal 7 a las radios, del café-concert a los locales nocturnos, de la Facultad de Medicina al teatro, ciudades del interior de la Provincia de Buenos

Aires: Pinamar, Tapalque, entre otras. Estas giras, muy movidas por cierto, tienen cientos de anécdotas. En una ocasión, Rovira en bandoneón, Atilio Stampone en piano, Reynaldo Nichele en violín y Fernando Romano en contrabajo con Oscar del Priore como presentador, cayeron en cierto pueblo polvoriento. Nadie los esperaba. Desde el andén desierto, con sus instrumentos en manos esperaron entre insultos que alguien los viniese a buscar. Alguien, representante del Presidente del Club Social los vino a buscar, los llevo al restaurante el pueblo. Los dejo allí para cenar –mientras hacían los últimos preparativos- no sin antes aclarar que comieran y tomasen de todo que estaba todo pago. Siguieron estas instrucciones al pie de la letra, comiendo y tomando sin límite. Cuando llegó el presidente –apresurado- y los carga en su ‘Rambler’ porque había llegado el momento de tocar, ellos no se podían ni parar por todo lo que habían comido. Le piden a Del Priore, que estaba más fresco, que se hiciese cargo de la situación entreteniendo al público. Este improvisó una conferencia de casi 45 minutos mientras ellos caminaban por la zona ‘bajando’ la comida.

1966 – “Tango en la Universidad” Trío Eduardo Rovira Eduardo Rovira – Bandoneón Rodolfo Alchourrón – Guitarra Fernando Romano – Contrabajo Pedro Cocchiararo - Oboe EDUL, Editorial Discográfica de la Universidad del Litoral incluye las formas musicalmente evolucionadas del tango, dentro de un plan discográfico de difusión cultural, y le encomienda la distribución a EUDEBA (Editorial Universitaria de Buenos Aires). La cubierta reproduce “El Bandoneón”, óleo de Julio Vanzo pintor argentino, nacido en Rosario, Santa Fé- perteneciente a la colección del señor Domingo Eduardo Minetti, también de Rosario. Luis A. Sierra explica en la contratapa: “Rovira parece haber

encontrado ahora, en la reducida integración de un trío –bandoneón, guitarra y contrabajo- el medio más adecuado para expresar, a manera de síntesis podría decirse, todo ese acopio de jerarquización músical del tango, pacientemente elaborado a través de sus distintos intentos de experimentación instrumental de los últimos años. Y las versiones contenidas en el presente L.P., son precisamente lo mejor de esa decantada labor interpretativa. A la impecable técnica bandoneonísta de Rovira, se agrega el virtuosismo de Rodolfo Alchourrón -guitarrista de reconocido prestigio y larga experiencia en nuestro medio-, y de Fernando Romano – contrabajista de la Banda Sinfónica Municipal-, plenamente consubstanciados en una labor tan lograda, como que acaso no pareciera superable dentro de las formas de realización abordadas. En la fina sensibilidad de Rovira los instrumentinos ejercen un raro encanto, que puso ya de manifiesto en distintas ocasiones, determinando ahora la inclusión del oboe en dos temas suyos “Sólo en la Multitud” y “Al Invitado”, que trata con verdadera maestría, y confiando la ejecución a Pedro Cocchiararo, eximio solista de la Orquesta Estable del Teatro Colón.” Los temas seleccionados fueron ocho: “Tango en Tres” – E. Rovira; “Esquina” A. Alchourrón; “Sólo en la multitud” – E. Rovira; “Sanateando” – E. Rovira; “A Evaristo Carriego” – E. Rovira; “Al Invitado” - E. Rovira; “Ciudad triste” – O. Tarantino; “5 de Abril” H. Vitale. Los arreglos son todos del mismo Rovira y “Sólo en la Multitud” se lo escribió y dedico a Pedro Cocchiararo.

1966 - Pedro Ignacio Calderón Ese año Pedro Ignacio Calderón fue designado Director Musical de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires y Director del Ensamble Musical de Buenos Aires. Es precisamente ese año que Eduardo Rovira con la “Segunda Sinfonía Concertante” recibió el “Premio de Honor Bellas Artes” y fue estrenada bajo la dirección de Pedro Ignacio Calderón en el Teatro Colón.

Abril de 1966 – “Susana Rinaldi canta al estilo de Eduardo Rovira” Cuarteto Eduardo Rovira Eduardo Rovira – Bandoneon Rodolfo Alchourrón – Guitarra Fernando Romano – Contrabajo Pedro Cocchiararo - Oboe Roberto y yo tuvimos el enorme placer de conocer a éste ser humano, a ésta Mujer con mayúscula. Parece la dueña del sentido común…lo que es grita tan fuerte, que a veces no hace falta tanto escuchar sus palabras, sino solamente observarla; ella me escuchaba a mi con el respeto y la humildad que sólo poseen los que tienen grandeza de espíritu. De entrada me sorprendió con una pregunta: porqué había decidido hablar con ella de Rovira? Me tomó tan de sorpresa que me quedé sin palabras…no pude explicarle el verdadero motivo, se lo explico ahora, creo que en ese momento no hubiese sonado convincente, seguramente hubiese parecido una excusa vulgar. Cuando conocí a Gaeta, entre las cosas que me regaló de Eduardo, me dio la funda del disco que ella y él habían grabado juntos en Abril de 1966. Estaba todo roto, pegado con cinta scotch. Me llamó mucho la atención el nombre: ‘Susana Rinaldi Canta al Estilo de Eduardo Rovira’. Adentro mío, conociendo a Eduardo y su forma de tocar, no me podía imaginar como él habia aceptado que alguien cantara “a su estilo”, siendo como era tan celoso de su propio estilo, que no compartia con nadie. A fines del mes de Julio 2003, caminando por Corrientes, veo que en el Teatro Broadway se estaba montando la obra ‘Vino de Ciruela’ que la contaba como actriz. Sentí un aleteo de casualidad dentro mío y decidí que era la oportunidad para contactarme con ella, la tenía al

alcance de la mano. No encontramos ni papel ni lápiz ni nada como para dejarle una nota. Volví a pensar lo mismo cuando la ví un día con Mirta Legrand hablando justamente de la obra. Al mes, apróximadamente volvimos a pasar por la puerta del Teatro, y otra vez el aleteo, algo me insistía que tenía que hablar con ella. Esta vez sí, no pare hasta encontrar una librería y le dejé la nota en la boletería explicándole el motivo de porqué quería verla. Pasó más de una semana –yo ya había abandonado la esperanza de su llamado- cuando apareció Mercedes, su asistente para arreglar una entrevista. La espere con mucha ansiedad, sentí a través de su asistente que ella también tenía ganas y curiosidad por conocer al hijo de Eduardo. Hablé largamente de mis motivos para escribir esta biografía y me sorprendió cuando me felicito por hacer por el arte y la música, lo que en nuestro país muchas veces no sucede. Rescatar los valores olvidados que habían hecho un aporte importante a la cultura del país sobre todo en la época de los ’60-70’s que muchas cosas de la cultura habían quedado tapadas por los eventos políticos de esa época. Este es un país sin memoria, me recalcó… Lo primero que me preguntó fue: “vos de mi relación con Rovira qué sabes? En la realidad no sabía nada, creía conocer algunos hechos pero estaban más cerca de la mera suposición que de la verdad. Después de escucharme, directa, sincera y clara como es, me dijo: ‘bueno, hiciste bien en venir a verme porque nada que ver lo que estas diciendo, lo siento, pero la verdad es otra’ (me asusté, porque fue muy firme…pensé: ahora me manda a pasear…no pasó nada. Es una persona que sabe apreciar la verdad y no admite otra cosa). “Tuve la suerte inmensa de grabar en una gran compañía llamada Trova que luego se transformó en una pequeña gran compañía Argentina que se llama Madrigal – en realidad era la misma genteque pasó de una a otra. Esa gente había venido a ofrecerme inaugurar la compañía leyendo un poema, yo era actriz, nada más. Lo único que había cantado profesionalmente era música de cámara, música clásica o lírica, ya

que soy egresada del Conservatorio Nacional de Música y luego me metí en la Escuela Nacional de Arte Dramático. Cuando me recibí, me puse a trabajar como actriz. Nunca más canté nada. A finales de 1965 o febrero de 1966 se crea la “Botica del Ángel”, de Bergara Leumann, que fue un centro cultural importantísimo, el primer café-concert de la Argentina. Que me invita a mí, por el lado de la plástica a Berni, por el lado de la música a Piazzolla y Troilo, por la literatura a Ernesto Sábato y Maria Elena Walsh. Yo acababa de grabar para Trova mi primer disco, pero lo había hecho por placer, por diversión, nada más. En realidad me vinieron a proponer que grabara un disco con unos poemas, pero como recientemente Maria Casares gran actriz española, había grabado un disco de poemas en homenaje al poeta Miguel Hernández y las comparaciones siempre son odiosas, les dije que no, que si querían, grababa un disco cantado. Yo, en el viejo canal 7 había cantado un tango, y había gustado mucho, así que me animaba. Finalmente aceptaron. Gracias a ese primer disco, yo había ingresado al mundo “intelectual” de Buenos Aires, que se concentraba en la Bótica. Aceptaron mi propuesta de cantar, pero propuse elegir un arreglador diferente, con la idea de grabar lo que se usaba en ese momento, un disco de 4 temas. Cuando me preguntaron a quién elegía, pedí que fuese Eduardo Rovira, porque yo lo había escuchado y había hablado además sobre Rovira y muy bien, con Leopoldo Marechal, ya que en esa época era fácil hablar con todos, discutir, intercambiar opiniones, era simple. Cuando se lo propusieron a Rovira, en principio él lo rechazó. Porque cómo todo machista -porque era machista- no le gustaba la idea de hacerle un arreglo a una desconocida…una especie…de “quien es ésta para yo le haga mis arreglos?” Supongo que debe haber escuchado mi disco y se dio cuenta que yo era diferente, así que se decidió y se vino con una propuesta que a mí me encantó (frase que reafirma y recalca con su propia voz), era una propuesta muy interesante pero, los cuatro temas no se podían hacer, porque los arreglos habían excedido los tiempos habituales, la métrica que

se estilaba. Pero Rovira hacía los arreglos a su manera, y si a uno no le gustaba, él no hacía la grabación, así de simple. Se debe haber sorprendido, no sólo porque que a mí me encantaron sus arreglos, sino que me encantó además la participación de Pedro Cocchiararo en oboe, porque yo estaba acostumbrada a esa música, cosa que él no sabía, no tenía porque saberlo. Llegamos al estudio de grabación, donde se grababa en vivo, así que si te equivocabas en una nota o en un compás, tenías que empezar todo de nuevo, era toda una historia, además de la responsabilidad con el Empresario. Hicimos la grabación, el arreglo era larguisimo, uno de los temas era de 5 minutos, no tenía nada que ver con la métrica acostumbrada, pero a mí no me importaba, porque yo concientemente quería lo mismo, uno hace lo que hace, como le gusta, como le parece. Grabamos lo que para mí son tres joyas. Y lo que para mí son tres joyas, porque vivimos en el país que vivimos, esas tres joyas quedaron guardadas en un cajón… Terminamos de hacer la grabación, y como era de mal carácter, y no lo disimulaba, seguía poco convencido de haber grabado conmigo, yo era una chica joven y no le representaba una garantía para su obra. Yo le propuse –puesto que estaba en condiciones de hacerlo ya que había saltado a la palestra con mi primer disco, y estaba realmente encantada con éste- poner en homenaje al trabajo que él había hecho, en lugar de Susana Rinaldi en grande y más chico arreglos de Eduardo Rovira: “Susana Rinaldi canta al estilo de Eduardo Rovira”, a mí me parecía toda una cosa… se puso furioso, pero realmente furioso, que de ninguna manera, que ese no era su estilo. Entonces me enojé yo, y cuando me enojé yo, nos enfrentamos, y cuando nos enfrentamos, me respetó. Le dije perdóneme Maestro, esto es porque usted es estupendo, diferente y yo creo que es su estilo del cual yo me sirvo para cantar lo que canto, posiblemente yo ésto lo pueda cantar de otra manera, pero lo canto a su estilo, así que el nombre del disco va como yo digo.” Les quiero reproducir lo que Madrigal escribió en el adverso del disco, ya que me parece interesante:

“Este disco es el resultado de un compromiso entre dos artistas que, sin deponer sus armas ni arriar sus banderas, acercan sus estilos para demostrar que en la música popular, hasta los extremos pueden tocarse. Un día cualquiera, antes de que este testimonio fuera grabado, Susana Rinaldi y Eduardo Rovira se encontraron, seguramente discutieron defendiendo con ardor sus principios y, finalmente, descubrieron que lo que en apariencia eran dos pasiones por la música ciudadana, en realidad eran una sola. Sí se los escucha con atención, se advierte que ninguno de los dos, ni Susana ni Rovira, renuncian a nada de lo que es esencial en sus estilos interpretativos. Susana sigue trayendo su voz desde lo más profundo de sí misma, su acento rebelde, su timbre acongojado, su actitud enérgica, su ritmo que reconoce antecedentes en los primeros ritmos tangueros. Rovira, no se limita sólo a acompañar a una cantante: teje densos tapices, apoya con su propia emoción la emoción de la vocalista, y lo envuelve todo con un ritmo y un clima de actualidad que llena de interés musical sus versiones. Nadie podrá ver aquí una imagen del tango de ayer y de hoy emparentadas. Esto es otra cosa: es el tango que esencialmente no ha cambiado, que esencialmente, sigue siendo el mismo de siempre.” Eduardo Rovira (bandoneón y arreglos) – Pedro Cocchiararo (oboe) – Eduardo Alchourrón (guitarra) – Fernando Romano (contrabajo) Temas: Madame Ivonne - Cadicamo y Pereyra 3:50 De mi barrio – Roberto Goyheneche 2:40 Martirio - Santos Discépolo 5:08

TANGO 66: En Julio de 1966, Eduardo Rovira decide independizarse y abre su propio local tanguero al que llamó “Tango 66”, asociándose con Enrique Lanoo. El mismo estaba ubicado sobre Av. del Libertador 310 casi esquina Esmeralda. En ese local, según una invitación que obra en mi poder: ‘El 21 de Julio a las 23 hs. tocaron juntos Eduardo Rovira y Rodolfo Mederos -en lo que

fue su debut- con sus respectivos conjuntos. El 1 de Octubre se mudan al Pasaje Seeber, 9 de Julio y Libertador (antes de la demolición y el ensanche de la 9 de Julio). Lamentablemente duró poco, lo cerró el 27 de Octubre. Si bien fue corto el tiempo, pasaron por su escenario, figuras de primera línea: Mercedes Sosa, Osvaldo Piro, Roberto Goyeneche. Para Rovira fue importante haberla conocido a Mercedes Sosa, a ella le dedicó un tango homenaje “Rosa del Tucumán – Aires Nacionales” con letra de Alba Mújica. Eran épocas muy pesadas en Buenos Aires, había “razzias” y el moralismo de turno, decidió que cuando encontraban a un hombre sólo se lo comunicaban a su esposa o viceversa. Resumen: la gente comenzó a no salir de noche, por lo que Rovira se vio obligado a bajar la cortina, no había forma de resistirlo. Se cierra de esta manera el efímero ‘Tango 66’ . Eduardo Rovira se recluye en su casa de Lanús con todo el peso del fracaso comercial. 25 de Septiembre de 1967 –‘Lunes entre Barrocos’ – Club Español Bernardo de Irigoyen 172 a las 21 hrs. El diario El Mundo del 24 de septiembre anuncia al Maestro Eduardo Rovira, ese pianista y bandoneonísta que ya acostumbró, tras larga lucha, muchos oídos porteños a la perfección de un fraseo musical difícil y a las reminiscencias tangueras de la música barroca. Pero no es, esta vez, uno de sus delicados tangos evocativos ni esas matemáticas construcciones contrapuntisticas con eco esquinero. Ahora es una pieza para cuerdas y oboe, que interpretara el Conjunto ‘Pro Música de Buenos Aires’ –ocho violines, con Alberto Varadi y Félix Marafioti como solistas; dos violas; dos violonchelos, y un contrabajo -y Pedro Cocchiararo, solista de oboe invitado. Todos ellos dirigidos por el propio Eduardo Rovira, estrenarán su “Concierto Opus 20 Nro. 1 para Oboe y Cuerdas”. El programa incluye, en su primera parte, una obra de Dall’Abaco, otra de Vivaldi y otra de Corelli. Este concierto tiene una significación para Rovira. Y seguramente

habrá de emocionarlo la cercanía de esos maestros como Vivaldi o Corelli, a quienes tan bien conoce y con quienes guarda una afinidad que introdujo en la música de Buenos Aires, una modalidad nueva y propia. Pero quienes conocen la obra de Rovira, quienes han escuchado seriamente sus tangos y han percibido detrás de su perfección como ejecutante la vibración espiritual de esa familiaridad con la gran música, no pueden sorprenderse de este paso dado por ese puntal del tango-vanguardia. En todo caso, es lo que ya se podía comprender desde hace tiempo: el tango esta alumbrando, en sus músicos de avanzada, una indiscutible corriente composicional argentina. Y si una generación de nuestros autores ‘serios’ se nutrió en el folklore, tratado con los elementos técnicos provenientes del clasicismo, ahora aparece otra generación, que estudió profundamente la amplia gama universal de tendencias y técnicas, para producir esta nueva música nuestra, seria, sin comillas y bien de hoy”.

CAPITULO VII – AGRUPACION DE TANGO MODERNO – SUS MUSICOS “…y si a Romano se le nublan los ojos vamos Rovira todavía. Te cuento, piba. Antes de venir acá un pianista joven, que hablaba de Bella Bartok, de Schonberg y me quedo corto, no podía entender como un violinista como Reynaldo Nichele, un histórico de Troilo, era capaz de ir gratis a Unidos de Olmos, a Defensores de Cambaceres, a Berisso, a Chascomus, al fin del mundo si él otro le pedía que lo acompañara…” Fragmento de un cuento de Jorge Montagnaro

Luego de recorrer año por año los sucesos que se sucedieron entre 1959 y 1967 y sin temor a equivocarme, estaba escrito que estos tres grandes Eduardo Rovira - Fernando Romano - Reynaldo Nichele tenían que encontrarse en algún punto de sus vidas, exactamente en la ciudad de La Plata, para juntar sus talentos, su amistad y su energía para llevar adelante la época más dorada del Tango Vanguardia que desarrolló Eduardo Rovira. Nichele ya había tocado con Eduardo en el efímero trío de Osvaldo Manzi y fue el quien lo presentó en el ‘Octeto La Plata’ como arreglador y bandoneonísta. Allí conocieron a Fernando Romano. Los otros músicos que intervinieron en la Agrupación de Tango Moderno –todos buenos- fueron más circunstanciales, aunque no por eso menos importantes. Rovira-Romano-Nichele: triálogo entre violín, contrabajo y bandoneón. Para Rovira ‘su formación mas importante’. Con estos músicos, ya sea con el trío, con el cuarteto, con el séptimino o con el octeto logró que cada uno de ellos fuese un solista. Leí escrito por Sergio Pujol que Rovira conservaba aires camperos un tanto melancólicos (las secciones melódicas de sus tangos) y los confrontaba a una rítmica excitada y diseños quebrados o en espiral. Superponía acordes aumentados y alterados con los

giros tradicionales y espesaba la textura con pasajes contrapunteados que sus músicos tardaban un tiempo en aprenderse… Le va a contestar el mismo Rovira: “lo que nosotros descartamos es el abuso o la obstinación del machaque sobre cada tiempo, el marcado…no harían falta aerófanos, entonces, ni cuerdas. Directamente pondríamos un bombo y listo”; y agrega: “Cuando doy conciertos afuera, hay mucha gente que no entiende ni medio. Pero viene y pregunta: ‘Maestro, ¿qué quiere decir esto, o aquello?’. Se interesan. Yo les pregunto: ¿usted que sintió? ‘Y…tristeza, todas cuestiones así, anímicas, alegría, emoción, todo eso’. ‘Y eso lo sintió con D’Arienzo?’, les pregunto”. El componía para el bandoneón, y los arreglos para los otros instrumentos. Y sus músicos todos de la misma escuela académica, y esto me lo cuenta Romano, llegaban a tocar o a grabar y ensayaban 15 minutos, como mucho. Las grabaciones de esta época son un constante dialogo entre músicos. Por momentos entra el bandoneón y la orquesta es arrastrada. Muchas veces son tres o cuatro, y parecen 10. Si a estos tres músicos le sumamos la intervención de Eduardo Parula y Luis Sierra y con ellos el “Círculo de Amigos del Buen Tango”, que fue el escenario perfecto puesto a disposición para entregar su música al público, más Mario Kaminsky y Parula en Microfón que llevó al disco parte de la obra, el círculo cierra de manera perfecta. Gracias a que Microfón grabó lo que grabó, hoy Sony Music puede tener en el mercado los cd’s que existen. Enrique Lannoo, Pedro Cocchiararo, Rodolfo Alchourrón, Osvaldo Manzi, Atilio Stampone fueron exquisitos músicos que aumentaron y aportaron más a lo que ya de por sí, era perfecto. Pedro Gaeta y luego “Gente de Buenos Aires”, son simultáneamente los soportes intelectuales dentro del mismo segmento del tiempo. Rovira no fue el mismo después del 67 –cuando se separaron- ni lo fue Romano -lo digo en el sentido personal-. Puedo percibir a

través del tiempo y la distancia lo que le pasó a Rovira, pero sé lo que le pasó a Fernando Romano, aunque tampoco lo exprese con palabras. Luego del inesperado cierre de Tango 66, a Romano le quedó esa sensación de algo inconcluso. Perdió la alegría de tocar y crear en simultáneo…hoy toca. No puede evitar emocionarse al recordar a Eduardo. Le pasa todo el tiempo... guarda en su fuero más íntimo esa sensación llena de dudas y frustración de que no hay marcha atrás, de algo que se fue para nunca más volver. Fernando es un tipo sensible, me imagino la gran impotencia que habrá sentido cuando se dio cuenta de que estaba sólo…desprotegido, ante un gran vacío imposible de llenar. Eduardo Rovira era el Tango Vanguardia, juntos hacían Tango Vanguardia y de repente sólo…aún hoy lo siente así. Fernando Romano falleció en Buenos Aires el ………………….. Gracias Fernando, este libro no seria lo mismo sin tu invalorable ayuda!!!

Fernando Romano “Contrabajista de raza, supo con innegable talento y solvencia musical, recorrer su vida entre el tango y la música sinfónica, vinculándose a lo largo de su prolija, clara y sostenida carrera con músicos como Eduardo Rovira, Enrique Mario Francini, Alfredo Gobbi, Héctor M. Artola, Rodolfo Mederos, Osvaldo Pugliese, Mariano Mores, etc. En el año 2001 grabo su primer CD ‘Fiebre Otoñal’ dirigiendo su propia orquesta de tango. En él incluye un muy buen logrado ‘Homenaje a Eduardo Rovira’ donde rescata algunos momentos de la Suite ‘Tango Buenos Aires Opus 4’. ” Romano habla de su maestro Rovira con inocultable admiración y respeto. Se emociona recordando momentos vividos juntos... me cuenta anécdotas hilarantes, me transmite su ansiedad –la misma que

yo tengo- cuando hablamos de la lejana posibilidad de rescatar partituras inéditas, armar una orquesta y darles vida. Romano fue el responsable directo de que Rovira se fuese a vivir a Lanús a la calle Pringles, ya que Emma (hoy su esposa) y su familia, vivían cruzando la calle de la casa que después alquiló Eduardo. Durante casi todos los años que trabajaron juntos también viajaron juntos, compartiendo cantidad de horas en el tren hacia la Estación Constitución y luego en el primer auto de Romano: un Heinkel (esos con las dos ruedas de atrás juntas y la puerta adelante). Me contó cuando una vez llegaron con Eduardo a un lugar y bajaron ellos, el contrabajo y el bandoneón: la cara de los que allí estaban…no podían creer todo lo que cabía. No va a ser igual, porque Rovira no esta, pero sé, que este músico, éste vecino de Lanús de Eduardo ‘que siente interiormente que cuando un músico se va de un conjunto éxitoso es irremplazable’, que viajó a La Plata en el año 1979 para decirle mirándolo a los ojos: ‘yo no sé sí tocaremos juntos alguna vez...pero igual quiero decirte que fue una linda experiencia el haber trabajado contigo” a lo que Rovira contestó, parco como era: ‘también yo digo lo mismo’. Viéndolo a la distancia, fue una despedida, ya que Rovira falleció poco después... Emma, la mujer de Fernando tuvo el raro privilegio en el año 1962, cuando eran vecinos en Lanús, de que en las vísperas de su casamiento, antes de convertirse en la Sra. Romano, la Agrupación Tango Moderno –Rovira en bandoneón, Romano en contrabajo y Nichele en violín-, le ofrecieran una serenata desde la calle y la luz de la luna, como despedida de soltera. El tema elegido fue “Desde el Alma”. Fernando Romano y Eduardo Rovira se conocieron por casualidad en LS11 Radio Provincia de La Plata en una audición del “Octeto La Plata’, a la que Fernando concurrió como reemplazo de Rafael Del Bagno, en septiembre de 1960.

Romano en ese momento, pertenecía a la orquesta de Osmar Maderna: “La Orquesta de las Estrellas” Después de la Audición, Rovira le propone a Romano quedarse con él. Tardó muy poco en dejar la otra orquesta y sumarse al ‘Octeto La Plata’…sólo un mes.

Reynaldo Nichele Rovira tenía alta estima por su violinista estrella: ‘es como un hermano para mi. No sé si me puedo apartar de todo lo que siento por él. Si no es el mejor violín de Buenos Aires quiero que me digan quién se le puede acercar.’ Reynaldo Nichele pertenece a esta nueva corriente de tango para concierto. Escribió su propia música y organizó formaciones destinadas a un nuevo público, menos interesado en la danza pero más ambicioso respecto de arreglos, armonizaciones y sutilezas timbricas. Nació de casualidad en Zarate en 1918 y vivió buena parte de su vida en Montevideo - Uruguay. Allí estudio violín con Carlos Giucci y debutó en la nochebuena de 1931 en el Casino de Carrasco con la orquesta de Carlos Warren y con sólo 13 años. Se hizo amigo de Héctor “Quico” Artola, que se vino a Buenos Aires –por un tema de polleras según cuentan- y al poco tiempo él también lo hizo. Debutó en el Club Marabú el 1 de Julio de 1937 con la orquesta de Aníbal Troilo. Esa fue, sin dudas, su mejor escuela. Los casi 20 años que trabajó junto a Aníbal Troilo “Pichuco” lo marcarían musicalmente para siempre. En los cincuenta, entró por concurso en la Orquesta Sinfónica Nacional Argentina. Estuvo cerca de 20 años hasta su jubilación.

Con el ‘éxodo’ de varios artistas hacia otros lenguajes, decidió independizarse y formó parte de “Octeto La Plata” y luego de la ‘Agrupación Tango Moderno”. Cuando en 1962 se graba la suite de ballet, Nichele no participa de la grabación -por cuestiones personales con Rovira- y es reemplazado por Hugo Baralis (violinista de Astor Piazzolla). Como había poco trabajo, encuentran otra forma para unir sus trabajos: Rovira en bandoneón, Nichele en violín, y como pianista Atilio Stampone. Entre ellos llegan a una interesante combinación: Rovira se convierte en el primer bandoneón de la orquesta de Stampone y Nichele su solista de violín. Por su parte Stampone y Nichele tocan en la agrupación de Rovira, con Romano en el contrabajo. Para no repetirse van cambiando el nombre, así fue el ’Cuarteto de Rovira’, el ‘Cuarteto de Stampone’ y también el ‘Cuarteto de Nichele’ (de este último existen dos grabaciones de Microfón: ‘Tango’ – Reynaldo Nichele y los Solistas del Tango y ‘Tango de Etiqueta’ – Reynaldo Nichele y su Agrupación de Tango Moderno). También alternaron Orlando Tripodi y José Colangelo. Hicieron varias giras y bastante radio. Cuando le tocó el turno al ‘Cuarteto de Nichele’, llegaron unas grabaciones para varios casetes que fueron comercializados en el Japón, quedando con su nombre, pero en realidad es Rovira con sus músicos. Hizo muchas giras a Europa, Japón y otros países de Asia, fue con Osvaldo Requena, con Carlos García, con Néstor Marconi. Nichele se enfermó estando en Japón –se le declaro un cáncer de pulmón- . Cuando llegó a Buenos Aires, comprendió la gravedad de su enfermedad. Exactamente al mes debían emprender un nuevo viaje a Japón con Requena, pero falleció la madrugada del 25 de abril de 1998. La mañana del 27 el conjunto musical partió hacia Japón, esta vez sin Nichele.

Rodolfo Alchourrón Rodolfo Alchourrón ha desarrollado una extensa actividad dentro de la música popular. Su desempeño como compositor, arreglador, director y guitarrista con profusión prácticamente en todas las áreas: conciertos, discos, televisión, cine, etc. proporcionándole merecido renombre. Estudió con distinguidos maestros como Ginastera, Sinopoli, Ficher y Kropfl, y habiendo obtenido algunas de sus obras clásicos varios premios. Mas tarde, efectuó un viraje hacia la música popular. Entre 1970 y 1974 su conjunto “Sanata y Clarificación” se constituyó en la expresión local más relevante entre los grupos evolucionistas que intentaban la integración del jazz y el rock. Como consecuencia de frecuentes incursiones en el tango –esto con Eduardo Rovira- y la música de raíz folklórica, y en combinación con un creciente interés por la canción popular como forma artística de calidad, Alchourrón des-jazzifico su grupo reemplazando los instrumentos de viento por un bandoneón y conformando un repertorio de canciones propias fuertemente impregnadas de elementos de la música argentina. A partir de 1996, Rodolfo Alchourrón se presenta frente a su sexteto de música original argentina contemporánea “Tango a Destiempo”. Fallece en 1999. Pedro Pablo Cocchiararo Pertenece a una familia de notables instrumentistas. Inició sus estudios con su padre, Francisco Cocchiararo, prosiguiéndolos en el Conservatorio Municipal “Manuel de Falla”, donde fue alumno del maestro Edmundo Gaspart, siendo al poco tiempo solista de la Sinfónica Juvenil de Radio “El Mundo”.

En 1950 conquistó por concurso el cargo de solista suplente de la Sinfónica Nacional y en 1954 el de solista de oboe de la Orquesta Estable del Teatro Colón. Integró el Quinteto “Pro-Arte” y el Conjunto “Philarmonia”. En 1961 fue contratado por la Orquesta Filarmónica de Chile, donde realizó relevante labor con el Cuarteto “Santiago”. En Agosto de 1966 fue contratado por la Orquesta Filarmónica de Sao Paulo, Brasil, interpretando con gran éxito el “Concierto en Do Mayor para Oboe y Orquesta” de W. A. Mozart, bajo la dirección del maestro Félix Prohaska. Por la calidad de su sonido, precisión técnica y sensibilidad interpretativa, fue considerado en su momento entre los primeros oboes en el orden mundial. Rovira la convocó cuando grabó “Tango en la Universidad” y también para “Cantares de Madres”, arreglos que realizara para la mezzo soprano Susana Naidich.

CAPITULO VIII - POLICROMIA “Policromia” - Tango (15/4/64) Dedicación en la partitura original: Pedro: Cuando todo termine continuaremos de la mano en éste, mi pequeño presente a tu obra. ..Eduardo Rovira Apenas comencé con éste trabajo, sentí la necesidad de conocer a Pedro Gaeta, ya que se lo mencionaba en varias notas y ‘sentí’ que no era simplemente ‘alguien’ más. Opté por el 110 y lo encontré. Le dejé un mensaje en su contestador y el mismo día más tarde nos llamó a nuestra casa. Temblaba de emoción y con la calidez que le es propia me relato cómo sus emociones se le habían disparado al escuchar mi mensaje. Recordaba muy bien a Roberto de la época de Lanús, cuando tenía 5 o 6 años; “Rovirin o Robertin”, lo habían bautizado él y su mujer Magda. Ambos –Roberto y Pedro- muy emocionados también hablaron unos momentos y acordaron verse al día siguiente en el atelier de Pedro, el Taller “Expresión”. Roberto y yo al principio, buscábamos distintas cosas. El buscaba las piezas perdidas de su rompecabezas personal y yo reconstruir toda la historia desde el nacimiento hasta la muerte, de uno de los dos mejores vanguardistas que nos dio la música hasta hoy, tratando de conservar el mayor de los desapegos, sin juzgar, y proyectando ser lo más justa posible. Porque en definitiva, lo que busco y siempre busqué de manera obstinada es justicia y verdad. Roberto esperó ansioso la entrevista con Pedro. Yo decidí no interrumpir esa emoción y esa primera vez no fui. Mi momento tenía que ser otro. Volvió cargado de emociones compartidas, papeles, recortes, fotos y algunas verdades.

Una o dos semanas después Pedro nos invitó a cenar a su casa, exactamente el 26 de marzo de 2003 (13 días después de conocer a Mabel) a las 21 hrs., en su cálida casa de Villa Ortúzar, llamada “La Viña del Pintor’. Es complicado describir a Pedro...es mágico, tiene una casa mágica y un atelier que hace vibrar el alma de los seres sensibles. Pedro no tiene arcos iris olvidados...pinta, ama el tango y se dio el gusto de juntar sus dos amores el tango y la pintura... Eduardo le dedicó un tango: ‘Policromia’...donde si se lo escucha atentamente, nos imaginamos a un Pedro con ‘pintor y boina a la francesa’, dando vertiginosas pinceladas sobre la tela, mucho color, mucha bohemia, mucho arte plasmado sobre la tela. Trasluce claramente la personalidad de Pedro, activo…activísimo. Joven con canas, canchero, transparente, sensible...vive y confiesa que lo hace. Todo alrededor de él y él mismo, es más cómodo y cálido que un edredón de plumas. Su casa cargada de bohemia nos recibe con un patio techado por un parral (no hace asados para no molestar a la parra...). Sus tres ambientes, incluyendo el baño, tienen las paredes tapizadas de recuerdos: pinturas, fotos, afiches, esculturas... Dejó para el baño todas las fotos o afiches de desnudos “...allí están como corresponde... ya que de noche cuando duermo, se bajan de sus cuadros para bañarse” nos transmite Pedro con pícaro guiño. Desorden ordenado por doquier. Todo atrapa. Es difícil no quedar atrapado en un lugar fascinante donde seguramente recibe la visita de Eduardo Rovira, Luis Luchi , Roberto Santoro, Osvaldo Soriano, Astor Piazzolla y otros ilustres amigos que han partido, pero no del todo... Tuve una noche “Gaeta”… ya saben lo que quiero decir. Nos cocinó pollo al horno con papas y cenamos en esa cálida noche del

principio de otoño bajo la parra, rodeados de diversas plantas que se sienten cómodas y dueñas del espacio. Para mí, Villa Ortúzar fue Paris. Pedro es Buenos Aires, pero también es Paris. Nos sirvió una ensalada de lechuga, tómate y cebolla. Preparó in situ un aderezo bien francés -cuya receta se la tengo que pedir- y volamos...tanto volamos, tan profunda y fascinante fue la noche con historias que me sonaban al oído como cuentos de las ‘1000 y Una Noches’, que me olvidé de grabar y todos nos olvidamos de descorchar el vino blanco espumante, que habíamos llevado para el brindis (y que guardó largamente, hasta encontrar otra ocasión). A raíz de algo que dijo, le pregunté si había conocido a Osvaldo Soriano (escritor que admiro y que sabía había vivido en París). Todavía hoy me dura el impacto de escuchar a Pedro diciéndome con la simpleza que lo caracteriza ’...si, estuvo aquí sentado en el mismo lugar que estas ocupando... vos ahora’...Y lamentablemente para él, murió sin haberle podido escribir el prólogo del folleto de su última muestra en Paris en 1997. Pedro esa noche, entre las cosas que nos dio de Eduardo, me regaló el libro original de los poemas de Guibert “Tango”, sobre los que se basó Rovira para componer su maravillosa ‘Tango Buenos Aires Opus 4 - Suite de Ballet’. Tesoro de Tesoros. En el fondo de mi alma, sé que ésta obra va a tener su coreografía y va a ser bailada por alguien de renombre...voy a trabajar para ello.

Los 60’s – Arte, militancia, compromiso Pedro pertenece al mundo intelectual de Buenos Aires y sobre todo, perteneció a la bisagra histórica de los 60’s, aunque en 1976 se tuvo que exiliar como muchos otros artistas, con la llegada de los militares al poder. Los músicos, los pintores, los escritores, los actores y todos lo que tuvieran que ver con el arte, conformaron las

formaciones intelectuales por excelencia, creando espacios propios para poder acceder a las discusiones vanguardistas. Se comprometieron interviniendo en cuestiones públicas y los intelectuales fueron progresistas y de izquierda. Fue una época maravillosa, donde todo pasaba de golpe y al mismo tiempo, nacía la vanguardia en la música, en la literatura y en todas las artes. Gaeta organizó un grupo llamado ‘Bermellón’, integrado por pintores y poetas que se reunían en el café ‘Paulista’ en La Boca, no porque fueran de La Boca, sino porque había un poeta llamado Roberto Laganá -el apollinaire del grupo-, que sí era de allí. Me cuenta que por las vueltas de la vida, éste poeta se casó con el tiempo con su ex mujer Magda. De esos vernissages, de esos eventos intelectuales, participaban siempre como invitados Rovira, Parula y otros. Fue en uno de esos encuentros que Rovira conoció a una pintora que lo movilizó. Me guardo el nombre de la pintora, pero a ella le dedicó un tango: ‘Azul y yo’. El destino encontró dos caminos diferentes para que Eduardo y Pedro se conocieran en 1960: por Atilio Stampone en la grabadora Microfón –sello donde Eduardo grabó varios discos, uno de los cuales ‘Tango Vanguardia’, grabado en 1963, llevó una obra de Gaeta en la tapa- y porque ambos frecuentaban el ‘Circulo Amigos del Buen Tango’ cuyo presidente era Eduardo Parula, ex representante de Piazzolla y en ese momento representante de Rovira. Pero quien los presentó oficialmente fue Jorge Lagos (hermano de Julio Lagos – conocido periodista y locutor de la radio argentina), quién trabajaba en publicidad. El le habló por primera vez a Pedro, de los problemas familiares de Eduardo y juntos fueron al primer encuentro con él socialmente hablando, ya que rápidamente iniciaron una relación de amistad- a un hotelito en la zona de Constitución, donde se había mudado con Mabel después de la complicada separación de su primera mujer. Le había impresionado, dolido ver a Rovira allí, ya que sólo lo conocía como músico y le tenía gran admiración. No tenía nada y tomaron

mate con agua calentada en una pava sobre un calentadorcito. Tanta impresión le causó a Pedro, que cuando llegó a su casa le pintó un cuadro que tenía que ver con ‘ese mate y ese calentadorcito’. A partir de allí comenzó una entrañable amistad. Se veían mucho en Microfón donde trabajaban Atilio Stampone, Eduardo Parula y Eduardo Rovira. También se encontraban muy seguidos en ‘El Círculo de La Prensa’ donde se reunían los que pertenecían al ‘Círculo Amigos del Buen Tango’. Pedro también frecuentaba asiduamente la casa de Eduardo y Mabel en Lanús. Pedro Gaeta y el Grupo Gente de Buenos Aires fueron para Rovira un trampolín cultural que lo marcó para siempre. Se sintió entre pares, pudo expresarse más cómodamente y crecer, ya que de esa época es su mayor producción discográfica. La temprano muerte de Eduardo Parula primero y la llegada de un gobierno militar después, le cercenaron su escalada hacia otro nivel de presencia en el mundo cultural de Buenos Aires. Estos últimos hechos motivaron que su vida cambiara de rumbo y La Plata fuera su siguiente destino. Pedro, de una cultura exquisita, es dueño de una humildad poco común. Es organizador por naturaleza y jamás se olvida de nadie, mucho menos de sus amigos. Tiene un admirable poder de convocatoria, no conoce el egoísmo, al contrario comparte todo, invita a todos a todas partes y vive hiper ocupado haciendo presentaciones y homenajes a sus amigos, alumnos, conocidos que van o que vienen, que se lanzan a hacer algo o que terminan algo. Guarda todo, programas de espectáculos, recortes, fotos, volantes, y cuanta cosa mencione a alguien de su entorno o de su amistad. Cuando conoció mi proyecto, prolijamente se tomo el trabajo de sacar fotocopias de todo lo que tenía de Eduardo y prolijamente me lo colocó en un sobre. Ese primer día que nos vimos, lo tenía preparado para dármelo. Ya me consiguió una correctora, me busca una editorial y hasta es probable que me organice la fiesta de lanzamiento de éste libro o lo que es más seguro, lanzamientos por

los barrios al más puro estilo Gente de Buenos Aires, y sus 1000 amigos, seguramente, compraran una de las tiradas de esta edición. Cuando tengo una duda, sólo tengo que llamarlo y sí no conoce la respuesta, seguro que conoce a la persona que sí…y simplemente me conecta. Suficiente que él ame o admire a alguien para que lo incorpore a su lista de personas a homenajear que es interminable, porque interminable es el amor que fluye de su corazón. Si Pedro viviese mil años más, nadie caería en el olvido. Nunca se olvidó de su amigo Eduardo. Lo recuerda todo el tiempo y su música es el fondo de cualquier evento que organiza. Masterizó y bajó a compacto la música desde los vinilos originales, y los regala a quienes conocieron a Rovira para que lo recuerden y a quienes no, para que lo conozcan. Lo mismo con los poemas de Luchi o los de Santoro o Raúl González Tuñon. Admirable ser humano. Jamás juzga. Jamás agrede de ninguna manera, ni verbal ni gestualmente. Pedro…te quiero. Gracias en nombre mío, de Roberto, de Eduardo, del tango vanguardia. Gracias por tu arte y el arte todo. Sabemos que podemos contar con vos…ya que todavía queda mucho por hacer por el Maestro Eduardo Oscar Rovira.

CAPITULO IX – GRUPO GENTE DE BUENOS AIRES En 1965, por idea de Roberto Santoro, se forma el grupo “Gente de Buenos Aires”, integrado por el propio Roberto, el poeta Luis Luchi, el plástico Pedro Gaeta y el músico Eduardo Rovira, entre otros. “Gente de Buenos Aires” realizaba un complejo y completo trabajo de difusión del arte, arte entendido como integración y participación. Se trataba de popularizar el arte, de alejarlo un poco de las luces del centro e iluminar los barrios, ya que sus componentes pertenecían a Villa Ortúzar, Chacarita, Parque Chas y Lanús. Tomando como puntos de acción las cooperativas de crédito, en general vinculadas a las sociedades de fomento, y los clubes, se hacen muestras colectivas, recitales de música y poesía, proyección de audiovisuales, por ejemplo: “Expresión Buenos Aires” donde el fotógrafo y plástico Juan Carlos Malieni compagina sus fotografías con las pinturas de Gaeta, la música de Rovira y poemas ciudadanos leídos en off por Héctor Alterio. Se hacían funciones de títeres con la colaboración del titiritero Pepe Ruiz, charlas sobre pintura -Hugo Griffoi acerca del pintor Spilinbergo en la Cooperativa de Saavedra o Herminia Di Giorgio ‘Como mirar un cuadro’ en el SABER del barrio Agronomía – también charlas sobre poesía –Roberto Santoro ‘Paseo general por las capitales de los libros de Luis Luchi’ en la Galería Perla Marino. El sello “Gente de Buenos Aires” –porque tuvieron su sello propioeditó un disco simple ‘Tango de música a lo lejos’ con poemas leídos por Luchi y acompañados por el bandoneón y el piano alternativamente, de Rovira, y en la portada una ilustración de Pedro Gaeta: Lado 1 La muerte del poeta El lechero La Astrología La fe y la altura del hombre

Lado 2 La dama en la ventana Tango de música a lo lejos Los petitorios

También imprimen libros, pequeños, precarios, que ellos mismos confeccionan en la casa de Ángel Di Giorgio (Olleros y Forest) ya que Santoro desdeñaba el libro tradicional desde el punto de vista formal, pero lo respeta. Le gustaba hacer su propio libro, meter las manos en la tinta, doblar las tapas, encargar la linotipia, ordenar las hojas, copiar los textos con una maquina de escribir eléctrica para luego, mediante el sistema de rotaprint o lo que es mejor fotomecánica, arrojarlos al voleo y como contaba con amigos artistas plásticos, cada poema que traía al mundo iba acompañado de una interpretación grafica. “Gente de Buenos Aires”…una tarea continuada con sentido popular, Recitales y Exposiciones. Lecturas y conferencias. El arte para todos y el artista participando verdaderamente en la realización de su trabajo para toda la gente. Conformaban una movida donde Luchi era anarquista, Gaeta, Rovira y Santoro comunistas, por eso en la época del proceso, Gaeta y Luchi se fueron a Paris y Barcelona respectivamente, Rovira ya vivía en La Plata y pertenecía a la Banda de la Policía en La Plata y Santoro fue secuestrado y desaparecido. Pedro, entre risas y a modo de anécdota, me contó que alguien lo había llamado por teléfono, sabiendo de su amistad con Rovira, para preguntarle si el tango ‘Para Ernesto’ había sido escrito para el Che Guevara. Aproveché para preguntarle – ya que yo tampoco sabía quién era el destinatario de dicho tema- si se lo había escrito a Ernesto Sábato, con quien compartía largas charlas, y además yo lo había leído en alguna parte, y me aclaró que no. El tango se lo había dedicado a Ernesto Armus, un amigo y representante suyo que vivía en Méjico. Según dos invitaciones que obran en mi poder: El 27 de septiembre y el 5 de Octubre de 1965 a las 21 hrs. “Gente de Buenos Aires” había realizado sendos recitales poético-musicales a cargo de Luis Luchi y Eduardo Rovira con su Agrupación de Tango Moderno en la sala del Nuevo Teatro en Suipacha 927.

Allí Luis Luchi presentó: El Obelisco y Otros poemas; El Ocio Creador; Poemas de las Calles Transversales; La Vida en Serio; Vida de Poeta (Inédito).

Sintéticas biografías de los integrantes del “Grupo Gente de Buenos Aires” LUIS LUCHI - Poeta Nació en Buenos Aires un 11 de Octubre de 1921 y murió en Barcelona un 21 de Octubre de 2000. Un artista que conocía muy bien su ciudad porque la vivía, la sentía, porque la extrañaba y la sufría. Con su gente, sus poetas, sus próceres, sus calles, sus barrios, sus rincones, sus sentimientos, sus objetos, en síntesis, con su vida misma. Buenos Aires esta presente en todos los poemas de Luchi, quien comenzó a publicar por los años ’60. Por las noches, era socio vitalicio del bar Ramos (cuando el Ramos era el Ramos original) y asiduo comensal del ya desaparecido Bachin de Sarmiento y Montevideo; o el bar de Triunvirato y Pampa, usado a menudo como oficina. Su casa de Bauness y Cádiz, en pleno corazón de Parque Chas, era de puertas abiertas. Cualquiera que cruzara el umbral podía encontrar a Luchi allí, sentado en su escritorio, rodeado de una biblioteca gigantesca, leyendo o escribiendo, tarea que interrumpía en el acto para brindarse a charlas interminables que quizás empezaran por Dostoievski y siguieran con un nutrido anecdotario de variadísima temática. Siempre tenia mucho para decir quien se había consustanciado con el hombre, porque sabia que es en el hombre donde se encuentra lo valioso. Su temática era pluralista, ya que para él absolutamente todo era poetizable (convertirlo en poesía), y su sincera humanidad y humildad, lo unieron indisolublemente al ser humano. Luchi se preguntaba de manera nada retórica “…donde buscar lo que vale sino dentro del hombre…”.

En 1976 parte para Barcelona junto con Irene, su compañera inseparable, …y no me voy por nada falta la revolución. Luis Luchi fijando su residencia en la calle Bailén, con la esperanza de regresar algún día a su Parque Chas natal. En España publica dos libros: ‘Gracias, Gutenberg’ (1980) y ‘Resumen del Futuro’ (1984), cuyas copias fueron recibidas por Lilian Garrido, con una dedicatoria: “Aquí estoy, un sábado a la noche, y entre mis recuerdos, mis amigos. La calle Bailén podría pasar sin mi, pero Parque Chas no”. En un recorte del diario Clarín del jueves 18 de Abril de 1991 que me diera Pedro Gaeta, leo: Homenaje Una reunión de bienvenida y homenaje al poeta Luis Luchi, de regreso a su país después de largos años de permanencia en Madrid, y como una manera de retomar el camino artístico cultural iniciado por el grupo “Gente de Buenos Aires”, que fundaron, entre otros el músico Eduardo Rovira y el poeta Roberto Santoro, se llevará a cabo en el club social y deportivo El Trébol. El evento, organizado por la escritora Lilian Garrido, el músico Claudio ‘Pino’ Enríquez y el plástico Pedro Gaeta, tendrá lugar el 20 a las 21 hrs. en la sede de la institución, Gándara 2840, Capital. Actuarán, entre otros, el cantautor Carlos Andreoli, la agrupación de tango moderno Revolución 4 y el grupo de rock Ocio Creador. Además habrá una lectura de poemas en la voz del homenajeado. Roberto Rovira y yo fuimos invitados por primera vez a un homenaje llamado: ‘Luis Luchi en Parque Chas’, el 11 de Octubre de 2003, fecha del cumpleaños de Luis Luchi, organizado por “Ediciones Ultimo Reino” y Gente de Buenos Aires que presentaban la antología “Paseo por la Capital de Luchi”.

Luego de un magnifico audiovisual recorriendo la vida de Luchi con música de Rovira de fondo, el Dúo Cuesta Arriba con Mariano Gil en guitarra y Pablo Yanis (nieto de Luchi) en bandoneón ejecutaron 3 temas. El del medio fue “A Evaristo Carriego”…la magia había vuelto una vez más. Silencio total para una magnifica interpretación. Yo me había parado y mientras dos lagrimas me rodaban por las mejillas y un escalofrío me recorría el cuerpo, sentí que además de Pedro Gaeta, había dos Rovira –padre e hijo- y dos Luchi –Abuelo y nieto. Pablo Yanis, ahora con ‘Cuesta Arriba’ pero convertido en trío, me sirve de apoyo para lo que eventualmente organice de Eduardo Rovira. Sé que puedo contar con estos jóvenes y talentosos músicos, pues poseen la humildad y las ganas que se necesitan. Pablo me regaló un tesoro: copia de una partitura inédita de una obra que Rovira le dedicó a Luis Luchi: Op 16 Nro. 5 a Luis Luchi – “Sonata de las Calles Transversales” (Sonata para piano).

Roberto Santoro (Poeta) “Si mi poesía no ayuda a cambiar la sociedad no sirve para nada.” Nació el 17 de Abril de 1939 en el barrio de Chacarita, donde vivió hasta su secuestro y desaparición el 1 Junio de 1977. Difícil resumir una vida-obra-vida tan rica como la de este poeta porteño. Apelar a la síntesis. Seleccionar datos y recuerdos. Destacar su profunda humildad, su modestia, su simpatía, su coherencia, su hondo deseo de justicia, su carisma, su voluntad de trabajo, su labor con y para la gente, como hitos fundamentales de su corta existencia: su sensibilidad frente a todo lo humano lo llevó a participar en una lucha para mejorar la sociedad. Una lucha armada, pero en su casa, armada de palabras. Todo esto traducido en su quehacer literario. Roberto Santoro, en el sentido más literal del término, un trabajador de la literatura. Más aún, un obrero de la cultura. Un sabedor de que toda forma de arte

nace del pueblo y debe volver embellecida por el artista, para que aquel se identifique con ésta y la reconozca suya. Roberto es, tal vez, el mejor ejemplo de la integración de las artes entre si y con la comunidad, en un proceso de constante retroalimentación. Para combatir esa injusticia que lo preocupaba tanto, su arma mayor fue su poesía, su palabra dicha y escrita: Yo tomo una palabra Le cambio la camiseta La visto de Santoro La doy vuelta Su primera incursión en la industria de la literatura, por llamarlo de algún modo, la hizo con la revista ‘La Cosa’, que él mismo escribía y editaba ayudado por su madre, en su casa de Fraga al 500 y que luego salía a vender en la puerta de los cines. Del ’63 al ’67, dirigió los 13 números de la revista literaria ‘El Barrilete’, donde por primera vez se dio cabida a los poetas del tango: Carlos de la Púa, Celedonio Flores, Homero Manzi, secundado por un conjunto numeroso de poetas y narradores de su generación: Andrés Avellaneda, Daniel Barros, Ramón Plaza, Eduardo Romano, Miguel Rozzisi, Jorge Torres Roggero, Horacio Salas, Máximo Simpson, Alberto Szpunberg. Traspasando la labor revisteril, conductores y colaboradores de ‘El Barrilete’, editan también libros: “Informe sobre la Esperanza”, “Informe sobre Discépolo”, “Informe sobre el país…”, que llevan el sello de la revista. Editó otras revistas: ‘Papeles de Buenos Aires’, ‘La Pluma’ y ‘La Palabra’ Él mismo solía presentarse así: “la sangre grupo A, factor RH negativo, 34 años (en 1973), 12 horas diarias a la búsqueda castradora, inhumana, del sueldo que no alcanza. Dos empleos, escritor surrealista, es decir, realista del sur. Vivo en una pieza. Hijo de obreros, tengo conciencia de clase. Rechazo ser travestí del sistema, esa podrida máquina social que hace que un hombre deje de ser un hombre, obligándolo a tener un despertador en el culo,

una boleta de Prode en la cabeza y un candado en la boca”. (Reportaje concedido a la revista Rescate en octubre de 1973). Escribió varios libros, cuyos títulos ya vislumbraban un compromiso militante. Pero quizás el más original de todos sus trabajos fue ‘Literatura de la Pelota’, donde transcribió una serie de cantitos de las hinchadas de fútbol. El vivía con una libretita encima, siempre a cuestas, donde anotaba chistes (era un contador de chistes fabuloso) y cantos del tablón futbolero hasta las leyendas de los camiones, las de los paragolpes. Todo lo que tuviera un matiz popular iba a parar a esa libretita, que se fue transformando en un muestrario de las voces nacionales más interesantes. Los libro publicados fueron: ‘Oficio Desesperado’ (1962), ‘El ultimo tranvía’ (1963), ‘De tango y los demás’ (1963), ‘Nacimiento en la tierra’ (1964), ‘Pedradas con mi Patria’ (1964), ‘Desafío’ (1972), ‘Uno mas uno humanidad’ (1972), ‘Cuatro canciones y un vuelo’ (1973), ‘Poesía en General’ (1973), ‘Las cosas claras’ (1973) y ‘No negociable’ (1974). También será crítico con cierto tipo de intelectuales que pululan a principios de la década del ’70. Dice: ‘en general, el escritor argentino –hablo del intelectual que conozco- es un hombre que aprovecha cuanta discusión se le pone a tiro para demostrar o tratar de demostrar todo lo que cree que aprendió, citando a diestra y siniestra como si estuviera en una maratón interminable de demostración de ‘cultura general’. Por éste mismo vicio, vive enfrascado o enlitrado, no participando en las actividades de la sociedad. Por ejemplo y a veces –lo que es muy lamentableaislándose en una romántica como absurda y suicida actitud individualista a la espera que las luchas las encaren otros, para luego aparecer como critico de los errores que ‘esos otros’ cometieron mientras él se preocupaba de su currículum y ascenso dentro de la escala de valores impuesta por esta sociedad” (Crisis, numero 96, septiembre de 1980). Luego del golpe militar del 24 de marzo de 1976, redobló sus esfuerzos contra la dictadura, denunciando en el exterior las atrocidades de la misma, en una carta-denuncia el 3 de junio de 1976

ante la Confederación de Escritores Latinoamericanos con sede en México. Por su compromiso y su denuncia se debe parte de su desaparición. Roberto Santoro fue secuestrado y luego desaparecido de su lugar de trabajo (Escuela Nacional Técnica Nro. 25 Fray Luis Beltrán) el 1 de Junio de 1977 por la noche –alrededor de las 20 hrs.- por tres hombres de civil armados, que inmovilizaron a las demás personas allí presentes, y se lo llevaron para mas nunca saber de él. Desde el 14 de Julio de 1996 en Capital Federal, la plazoleta de Avenida Forest y Teodoro García –a dos cuadras de la casa de Santoro- lleva el nombre de “Poeta Roberto Santoro” gracias a la gestión, como era esperable, de Pedro Gaeta ante los Concejales Aníbal Ibarra, Raúl Puj y la Sra. Maronese.

Pedro Gaeta (Artista Plástico) Nació en Buenos Aires el 6 de febrero de 1930. Realizó sus primeros estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano. Luego comparte un taller con el pintor Osvaldo Borda. Hace su primera exposición individual en la Galería “Hache”. Por esa época participa del grupo de jóvenes poetas y surrealistas y comienza a exponer con el grupo ‘Arte Nuevo’. Es cofundador de la Agrupación ANFA (Arte No Figurativo-Nueva Figuración), con la que colabora participando con su obra en Buenos Aires e interior del país, Sudamérica, Centroamérica y Estados Unidos. A comienzos de la década del ’60, el poeta Raúl González Tuñón célebre por su generosidad hacia los artistas noveles, accedió de buen grado a prolongar una de las primeras muestras de éste joven pintor, cuyo estilo combinaba la dramaticidad del color con la vehemencia de la pincelada. También en esos años, interviene en la exposición rodante organizada por la Dirección de Cultura en homenaje al Sesquicentenario de la Revolución de Mayo y en 1962 es invitado a

la Primera Muestra Internacional “Forma y Espacio” en el Museo de Arte Contemporáneo de Santiago de Chile. Integró el “Grupo Bermellón” y ejerció la presidencia de la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos (SAAP), en dos periodos consecutivos: 1973 a 1975 y 1975 a 1977. En 1977 viajó con proyectos de estudio y trabajo a países del este y oeste europeo. Se radicó en España y luego decidió instalarse en la capital de Francia, donde produjo una vasta obra expuesta en Orsay y en Paris. En 1978 es invitado a la “Gran Exposición Imagen y Mensaje de América Latina” organizada por el Centro de Cultura Municipal de Villeparisis (Francia). Poseen obras suyas coleccionistas particulares, instituciones culturales y museos de Argentina, España, Alemania, Bélgica y Francia. Hace 20 años Pedro fundó, junto con los hermanos Verónica y Maximiliano Abbiati, ceramistas y escultores el Taller de Artes Plásticas ‘Expresión’, cuyo método de enseñanza se basa en impartir los principios de una técnica rigurosa y otorgar después una completa libertad expresiva para que aquélla pueda desplegarse. Chagall decía: “pintar es hacerle un corte de manga a la muerte”. Y es verdad, opina Gaeta, yo cuando pinto no tengo miedo de morir ni de nada. Esto me sucede porque la obra me trasciende. Mira ese cuadro que pinté en 1952, está como si lo hubiera pintado ayer, me va a sobrevivir. Es muy gratificante ser artista y cito a Berni, quien decía: “vale la pena ser pintor” En Agosto de 2003 fue inaugurada la Estación “Tronador” del subte B que llega hasta Villa Ortúzar. Los artistas de la zona fueron invitados por la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires a embellecer sus paredes con sus obras. Una de ellas, “Tango en Rojo” - Óleo 1988 fue reproducido en vitraux, pertenece al querido artista plástico Pedro Gaeta…el último eslabón del cuarteto fundador del Grupo “Gente de Buenos Aires”. Actualmente en 2011, Pedro Gaeta y un grupo de fieles artistas, sigue organizando eventos para el Grupo “Gente….

CAPITULO X – POETAS Y ESCRITORES ARGENTINOS – LUIS LUCHI – ROBERTO ARLT – EVARISTO CARRIEGO El “Trío Eduardo Rovira”, Rovira- Alchourrón - Romano, en el año 1966 con el sello discográfico “La Rosa Blindada” grabó tres tangos homenajeando a tres hombres que habían movilizado su espíritu y su corazón: “A Roberto Arlt”, “A Luis Luchi” y “A Evaristo Carriego” Este último tema también fue grabado por el Maestro Osvaldo Pugliese y eso le dio el vuelo que necesitaba para ser conocido. “A Evaristo Carriego” es de una belleza profunda y movilizante…al escucharlo sentimos toda la poesía y los fuertes ideales del “Grupo Gente de Buenos Aires”. Tuve que recurrir a muchas lecturas para conocerlos a fondo. Quería saber porqué Eduardo había escrito estos tres tangos. A través de estos tres hombres comprendí muchas cosas y conocerlos cambió radicalmente mi mirada anterior. Rovira soñaba con un mundo socialmente equilibrado, armónico, espiritual, rico pero sin excesos…tal como es toda la música que él compuso. Tomó a estos tres poetas, porque con su arte lucharon para que ese cambio fuese posible en distintas épocas de la literatura argentina y desde distintos lugares.

“A Evaristo Carriego” - Tango - 1966 El poeta Evaristo Federico Carriego nació el 7 de mayo de 1883, en la ciudad de Paraná, Entre Ríos. En 1887, luego de permanecer dos meses en la Capital Federal, sus padres y él se mudaron a La Plata hasta 1889, para luego radicarse definitivamente en la Capital Federal.

Luego de cursar los estudios primarios y secundarios, se dedicó a vagar y a leer a discreción sin guía ni método en su casa de Palermo. Sus lecturas, eran casi exclusivamente literarias e históricas. De historia, le cautivaba la vida de Napoleón; en literatura, tenía marcadas preferencias por la poesía y la novela romántica: Víctor Hugo, Dumas. Amaba a Don Quijote de la Mancha por el sello de heroísmo deslumbrante, y salvando las distancias entre uno y otro personaje, rememoraba con cariño a Juan Moreira, por gaucho diestro y corajudo. Entre los 18 y 20 años comenzó a escribir versos. A los veinte, lo vemos ya perteneciendo a los círculos intelectuales de la Capital. El primero que frecuentó, fue la redacción de “La Protesta”, que aún no era un diario anarquista, terrible y pavoroso, sino un simple diario de ideas, donde se hacía más literatura que otra cosa. En plena juventud, hablaba con un primitivo tono patriótico, escudado en un ideal americano ó criollo. En sus primeros versos va una implícita rebeldía social, la rebeldía del que ve pobres de cuerpo y alma por culpa de los malditos opresores a los pobres. Con todo, no sería lícito suponer en ninguno o casi ninguno de los tertulianos de ‘La Protesta’ una adhesión franca al credo socialista; y en Carriego menos aún. Era el suyo, más bien, un socialismo sentimental, cuyo móvil lo constituía el deseo de redimir a los pobres de su miseria, sin saber porqué medios. Con veintiún años, con un afán socializante muy noble, con Almafuerte (seudónimo del poeta argentino Pedro Bonifacio Palacios) como poeta supremo, ya estaba incorporado al ambiente literario porteño. Era la época de los cenáculos literarios, en cafés, en redacciones de periódicos, en viviendas particulares, en todos lados se formaban círculos de escritores, donde diariamente se fundaba alguna revista y se ejercitaba el ingenio en chistes de oportunidad. El café de los Inmortales, el sótano del Royal Séller, la Brasileña y el Bar Luzio, lo contaban como asiduo concurrente. Frecuentó la

redacción de los diarios “La Nación” y “Ultima Hora”. Más que sus versos, era su persona lo que atraía. En 1908, apareció su primer y único libro: “Misas Herejes”. La crítica le dispensó en general, una acogida favorable; sobre todo, a causa de su aparente sentido realista en oposición a las corrientes simbolistas que la poesía argentina había llevado hasta una exageración insoportable. Basándose en uno de sus poemas, Enrique Cadicamo (poeta y escritor argentino, autor de numerosas letras de tango), escribió en 1929 el tango “De todo te olvidas” grabado por Carlos Gardel en 1929. Continúo publicando versos en las revistas. También hizo periodismo anónimo, alguna que otra vez. En los últimos años de su vida, fue cediendo notablemente a la melancolía y al retraimiento espiritual. Son los años en que canta dulcemente y resignadamente a todos los que sufren en silencio. Ya no intenta castigar a los pecadores, prefiere sufrir por los tristes, haciéndose hermano de ellos en dolor. Ahora es cuando Carriego está en plena posesión de su espíritu. En sus versos, de continente sereno, hay un hálito de tragedia inquietante. Sólo el sentimiento de lo fatal los inspira. Adquirió fama con los poemas: ‘La costurerita que dio el mal paso’; ‘El alma del suburbio’; ‘La viejecita’; ‘Residuo de Fabrica’; ‘Los perros del Barrio’; ‘Intimas’. A fines de 1911 tuvo un ligero ataque de apendicitis. Este se renovó a mediados de 1912 y el 13 de Octubre a la madrugada falleció. Respecto de “La Costurerita que dio el mal paso”, fue espejo de pautas culturales y valores morales tristemente aún vigentes. Poesía, tango, folletín, teatro y cine son los caminos comunicacionales por los que anduvo aquella ‘costurerita’ porteña, protagonista de las primeras décadas del siglo XX. Este personaje de la poesía apropiado por el tango, fue un personaje paradigmático como víctima de las condenas

sociales que se ejercen desde el imaginario social de un argentino medio que padece temor, inseguridad, falta de autoestima y machismo. El 22 de noviembre de 2004 se cumplirán 85 años de la aparición del folletín ‘La costurerita…’ publicado en el numero 110 de “La novela semanal” de 1919. Dejó también una obra de teatro “Los que pasan”, estrenada en el Teatro Nacional, poco después de su desaparición. En 1927, vieron la luz sus cuentos, en un tomo titulado “Flor de arrabal”. El resto de su obra poética fue dado en el conjunto “Poemas Póstumos” (1913). Jorge Luis Borges trazó un penetrante ensayo sobre su vida y obra, comparándolo con Esteban Echeverría: éste por ser el primer espectador de la pampa; Carriego por ser el primero de los arrabales: Primer espectador de nuestros barrios pobres y que para la historia de nuestra poesía, eso importa. El primero, es decir, el descubridor, el inventor.

“A Roberto Arlt” - Tango -1966 El novelista, cuentista, dramaturgo y periodista Roberto Godofredo Cristophersen Arlt nació en Buenos Aires el 26 de abril de 1900. En 1916 inició su trabajo de periodista, tarea con la que intentaría resolver sus problemas económicos y que le permitió relacionarse con los círculos literarios porteños. En esa fecha dio a conocer su primer cuento, “Jehová”, con el que comenzó una carrera de escritor que se consolidaría desde que en 1926 dio a conocer “El juguete Rabioso”, novela sobre un adolescente que se inicia como delincuente y termina como traidor a los suyos. En un tiempo de aparente prosperidad para el país, esa obra parecía hablar de la crisis de los proyectos modernizadores del siglo XIX, que habían convertido a Buenos Aires en una babélica ciudad de inmigrantes, moradores de inquilinatos y conventillos cuya única realidad era la de las calles, en las que se desenvolvía

su lucha por la vida. Eran la cara oculta de una Argentina agitada por conflictos ideológicos y de clase, amenazada por una crisis económica inminente, observada por los militares que dominarían la escena política a partir de 1930. La excepcional lucidez de Arlt haría de ésta primera obra, interpretable como la voz de los postergados por el sistema social vigente, el punto de partida de la novela argentina contemporánea. Su capítulo más recordado es el de las diferencias reales o aparentes que enfrentaron a los grupos de Florida y Boedo (dos barrios de Buenos Aires. Uno en el centro donde vivía la clase adinerada y otro más alejado de gente más humilde). Aunque mantuvo relaciones con los escritores adscritos al primero (fue secretario de Ricardo Guiraldes, a quien dedicó “El juguete rabioso” y colaboró en la revista ‘Proa’), Arlt no dejó de sufrir el desdén de los martinfierristas, representantes de un arte minoritario y europeizado, jóvenes cultos que parecían detentar los derechos a la tradición literaria y a la renovación. Ese rechazo, inevitablemente habría de ser relacionado con el otro bando: con quienes desde el barrio popular de Boedo defendían un arte comprometido con los problemas del hombre, preferían el cuento y la novela a la poesía, y veían en la literatura una posibilidad de contribuir a la transformación de la sociedad. Las novelas “Los 7 locos” (1929) y “Los lanzallamas” (1931) ampliaron después esa indagación con un tratamiento alegórico que la convertiría en una reflexión sobre la sociedad argentina e incluso sobre la condición humana. Se perciben las consecuencias de una modernidad tecnológica tan fascinante como amenazadora, de unas prácticas revolucionarias tan esperanzadoras como grotescas, de la alineación social y psicológica que padece el hombre contemporáneo. La única salida (falsa) se concreta en la trasgresión, en la degradación que permite una absurda apariencia de ser, en la perversidad que al menos permite la certeza de existir en el mal. En “El amor brujo” (1932), Arlt

insistiría aún en la presentación de personajes obsesionados por la felicidad y a los que la fantasía permite evadirse de una existencia gris. En 1933 reúne nueve relatos en el volumen “El jorobadito”, mostrando una proclividad hacia lo fantástico que había de acentuarse progresivamente. En 1941 reúne los cuentos producto de sus viajes por España y Marruecos en “El criador de gorilas”. Estos relatos lo alejaban de Buenos Aires y parecían ajenos a las preocupaciones metafísicas que antes eran ingrediente fundamental. Las “Aguafuertes” del diario “El Mundo” constituyen la parte de mayor interés literario en una producción periodística que incluyó también las notas redactadas en 1926 para la revista “Don Goyo”, así como las crónicas policiales escritas en 1927 y 1928 para el diario “Critica”. Esa producción permite comprobar la gran capacidad de su autor para adentrarse en los problemas sociales y políticos de su tiempo, y para exponerlos con imaginación y rigor: no sólo los que afectaron a la Argentina de su época, sino también los que pudo observar en los países por los que viajó y los que determinaban la atmósfera internacional cada vez más enrarecida que llevó a la segunda guerra mundial.

“A Luis Luchi” - Tango – 1966 Como la biografía de poeta Luis Luchi está más detallada dentro del capítulo “Grupo Gente de Buenos Aires’, les quiero transcribir el prólogo de una amiga de Luchi, Lilian Garrido “Palabras porque sí” del nuevo libro “Paseo por la Capital de Luis Luchi” recientemente aparecido. Lilian Garrido, junto con Pedro Gaeta, mantienen vigente al “Grupo” en la actualidad.

“Decíamos con Luchi “la red funciona”, especie de guiño que en una amistad aprendida a construir a la distancia significaba que todo lo que sucediera de este lado del océano iba a ser enseguida comunicado al otro por carta, teléfono, fax o como fuera. Las señales de humo y las palomas mensajeras también estaban permitidas. Desde allá, a la reciproca. Así, durante años, fueron y vinieron cartas, fotos, libros, revistas, poemas casetes y cuantas cosas quieran imaginarse. En un sentido más profundo, “la red funciona” se traducía como la solidaridad existe, la amistad celebra, los compromisos asumidos se cumplen y una primera persona plural, todos nosotros, siempre imperante. Gracias al buen funcionamiento de la red editamos en Buenos Aires “Amores y Poemas en Parque Chas’, carpeta que homenajeaba a una red mas orgánica llamada “Grupo Gente de Buenos Aires” de la que Luchi en los años ’70 formaba parte. Cuando el 19 de mayo de 2001 presentamos la carpeta (Luchi había muerto unos meses antes), anunciamos que con el dinero recaudado con su venta editaríamos una antología. Cumplimos, a pesar de las adversidades. Las ediciones de los libros de Luis Luchi están rodeadas de curiosas anécdotas. Libros confiscados, libros milagrosamente salvados de la confiscación, libros aparecidos mucho después de lo previsto…Este no es la excepción. Habíamos juntado una buena suma, prolijamente convertida a dólares y guardada en un banco, que el “corralito” y la pacificación redujo a la mitad. Sin embargo, la antología aquí no está. Mucha gente trabajó y dio su apoyo de ambos lados del océano para hacerla posible. El Estado no funcionó; la red, en cambio sí. Si nos atenemos al diccionario, la palabra “antología” significa colección de piezas escogidas de, en este caso, literatura. Viene del griego anthos (flor) y legein (escoger). Algo así como un ramillete donde las flores son cuidadosamente seleccionadas. Claro que la selección es producto de una subjetividad y puede resultar, por consiguiente, algo antojadizo o caprichoso.

He escogido poemas que me parecieron representativos en tanto dan un panorama bastante completo de su obra, es decir, poemas donde se trasluce su humanidad, su visión del mundo, su posición frente a la vida, su sentido del humor, su ironía. Poemas donde puede verse, además, la variedad de tonos y el particular uso que hace del lenguaje. Pero he incluido otros porque sí. Sólo un ejemplo para justificar el capricho: Luchi y mi viejo habían organizado una serenata sorpresa a mamá. De pie en la vereda, Luchi leía a viva voz “La casa Canta” acompañado de dos guitarras y un grupo de amigos, mientras mamá saludaba desde la ventana. No era el balcón de Verona, pero casi. Me hubiera resultado imposible no incluir “La Casa Canta”, que para mí es esa noche, esa gente, esa historia, esa casa de la calle Cádiz… Y por último: fue maravilloso reencontrarme con Luchi durante todas las noches en que transcribí los textos. Pelearme por la puntuación y la sintaxis desordenadas, preguntarle por la ortografía o el significado de alguna palabra, discutir sobre la inclusión o exclusión de algún poema, decirle, cada tanto ¿“ves, Luchito, que la red funciona? y buscar, en el aire, su guiño cómplice.” El diario La Nación, el 10 de Octubre de 2003, anuncia el evento: “Mañana en Parque Chas, se presenta una antología de su obra” Solía decir que el dedo de la estatua de Colón en Barcelona señalaba hacia Parque Chas. Así, con una ironía a veces sutil, a veces áspera, Luis Luchi construyó una obra poética particular en nuestro medio. Anarquista, aventurero, caminador, nacido como Luis Yanischevsky, hijo de inmigrantes rusos, nació en Villa Crespo pero se crió y creció en ese barrio tan particular de Buenos Aires: Parque Chas, presente en su obra aún después de abandonar el país, a mediados de los años ’70. En la esquina dilecta de su barrio dilecto, en la escuela Petronila Rodríguez, Andonaegui 1532, se realizó ese homenaje del que hablaba el diario “La Nación”, y se

presentó una nueva antología: “Paseo por la capital de Luis Luchi” y también la reedición de sus grabaciones con música de Eduardo Rovira.

CAPITULO XI – LA VANGUARDIA EN EL TANGO – EDUARDO ROVIRA – ASTOR PIAZZOLLA Ellos llegaron a este mundo casi al mismo tiempo y con el mismo propósito que fue el de fundir de un modo nuevo y original un tango ya existente. El pensamiento creativo de ambos, les permitió efectuar asociaciones innovadoras, que no se basaron en la combinación de ideas viejas. Los dos estuvieron dotados de esa capacidad, los dos trabajaron y sufrieron por esas ideas. Rovira y Piazzolla cada uno como personalidad fueron diametralmente opuestos pero complementarios, y los resultados están a la vista. Fueron como la luz y la oscuridad. Aunque es imposible entender una sin la otra. Esta es la gran ironía, la gran dicotomía, porque en el momento que un individuo pinta una raya entre la oscuridad y la luz ha caído en la antigua trampa de emitir un juicio. La clave es trascender el juicio y reconocerlos a ambos como parte de un todo.

El todo se llama “Tango Vanguardia”. Astor Piazzolla, a quien le tocó entrar primero en escena, manejó su carrera con la garra que se necesita para romper viejas estructuras. Tuvo la fuerza y la valentía de mudarse de país para crecer y demostrar desde afuera que sí se puede, cuando el deseo y la capacidad van de la mano. Astor era un intuitivo a ultranza y dejó su vida por ese tango que pocos comprendieron en sus comienzos, a pesar de ser más tanguero para el oído de la gente de lo que es el tango de Rovira. El tango vanguardia tiene dos etapas claramente definidas: la primera con Astor Piazzolla que ya lleva 51 años de presencia, con sus luchas y sus éxitos a nivel nacional y mundial que abrieron la brecha al nuevo tango que se viene; esta segunda etapa diferente, de otra profundidad y característica, de la mano de Eduardo Rovira y cuyo momentum aún se encuentra en los albores. Estamos en un tiempo de no tiempo. Piazzolla no perdió su vigencia y Rovira aún es patrimonio de algunos pocos. Desde el primer día que decidí recopilar los datos biográficos de Rovira, escuché y leí cantidad de opiniones encontradas sobre uno u otro, pero me negué íntima y enfáticamente a tomar partido. No tenía claro por qué, pero si tenía claro que no debía instalar la competencia entre dos artistas que son valiosos instrumentos de la historia que aún se está escribiendo. Ellos dieron su tiempo y sus conocimientos para que el tango tradicional diera un salto evolutivo hacia delante al perfeccionarse a sí mismo. Desde una mirada humana, es fácil entender porque Rovira se sentía molesto en algunos momentos con la persona de Astor. Una cosa era la admiración que por él sentía como músico y otra era el hombre. Astor mostraba comportamientos desacordes con la personalidad de Rovira, que trataba siempre de causar buena impresión: salió de Gotán el 8 de marzo de 1966 durante la llamada “Noche del Encuentro”, de una manera poco caballeresca en lugar de quedarse hasta el final como hubiese hecho cualquier persona, repitiendo la misma actitud que había tenido cinco años antes en 1961 en la Facultad de Medicina, cuando fue descubierto entre el público y ovacionado, mientras Rovira tocaba a grada llena desdoblándose entre el bandoneón y el piano. Rovira en un gesto de grandeza lo invitó a subir al escenario y le cedió su bandoneón, en el que Astor improvisó durante unos minutos “Los Mareados” y… también se fue. Tal vez haya sido una ‘movida de prensa’. Tal vez siguiendo una moda que había traído de Estados Unidos generaba conflictos como una forma

de llamar la atención. Lo que sea, consciente o inconscientemente, cruzó con su actitud los límites marcados por la ética. Las internas de los músicos que conocieron a ambos, dicen que Astor llegó al infarto por el gran esfuerzo realizado para ser el número uno. Incluso, en algún momento Rovira ya harto, le había mandado a decir por Eduardo Parula que se dejara de hablar mal de él porque le iba a realizar un análisis musical a su obra y que éstas no iban a pasar la prueba. Piazzolla era inconformista. Sus actitudes rozaban el límite de la ansiedad descontrolada, quería ser el mejor del mejor incluso el mejor de sí mismo, lo que lo llevó a ser prisionero de una forma de idolatría y dependencia para mantenerse siempre arriba. El otro extremo fue precisamente Rovira. La igualdad de la diferencia. Tal vez le haya dolido la falta de humildad por parte de Piazzolla porque para él la música era algo solemne y no una marca de gaseosas. Seguramente le haya dolido hasta el último día, que durante un reemplazo cuando éste se había tomado vacaciones en Tucuman 676, una barrita tipo futbolera comandada por el Mono Villegas fue a hacer bochinche, provocar e insultar. La gente que se hallaba allí no entendía por qué un grupo de personas había concurrido a molestar y silbar a Rovira mientras tocaba. Tuve la oportunidad en el año 2005 de conocer a varios integrantes de aquel grupo. Natalio Gorin, Nisinman y otras personas se reunían los días martes, para charlar en la zona del Cid Campeador. Una especie de Polémica en el Bar, pero entre amigos y admiradores de Piazzolla. Uno de ellos, cuyo nombre no recuerdo, me pidió disculpas por aquellos comportamientos. Eran jóvenes, divertidos y fanáticos...no midieron sus consecuencias. Hoy al tiempo y la distancia sienten que no estuvieron bien. Leí todo lo que encontré sobre Piazzolla, incluyendo todo lo que existe en Internet. Me llamó poderosamente la atención que cuando se habla de él a Rovira lo ignoran, no lo nombran para nada, pero siempre que hablan de Rovira inexorablemente su nombre aparece en alguna parte. En este mundo existen cosas confusas y por ahora la verdad Piazzolla/Rovira es una de esas confusiones. Como aún falta toda la verdad es comprensible. No se puede hablar de lo que no se conoce, aunque muchos insisten en compararlos. La real y verdadera dimensión de Piazzolla/Rovira y su aporte a nuestra música ciudadana la tendrán las generaciones venideras.

Lamentablemente todavía existen muy pocas personas en los medios que pueden hablar de la música de Rovira con la debida comprensión. Quienes sí lo comprenden casi de forma natural, es una nueva camada de músicos de entre 20/40 años, que nacieron con otra evolución espiritual para comprenderlo e incluso para interpretarlo. Rovira humildemente, siempre aceptó que el cambio lo inició Piazzolla en 1955 con el ‘Octeto Buenos Aires’, pero también es cierto y esto no puede ser ignorado, Rovira no imitó la estética piazzollana. El creó su propia música de vanguardia. No fue un músico menor, no es el ‘otro Astor’ ni ‘el otro Piazzolla’. Eduardo Rovira fue un creador distinto que apuntó a un público minoritario, consciente de que el tiempo, sólo el transcurrir del tiempo, iba a lograr que cada cosa se colocara en el lugar correcto y jamás traicionó sus convicciones. Desde el comienzo hasta el final hizo lo mismo. Estudió para mejorar sus conocimientos y esos conocimientos los plasmó en su música. No aceptó asociaciones extravagantes porque fue fiel a sí mismo. Fue un bohemio de raza, le interesaba mejorar su creatividad estética y punto. El sabía que era para la posteridad y actuó en consecuencia. Me encontré a mi misma en medio de una forzada resignación al conocer personas que son el colmo de la ignorancia. Tuve que aceptar la falta de respeto y la vulgaridad de muchos que perdieron la reverencia por la obra musical de Rovira, que se convirtió involuntariamente en la gran víctima del egoísmo y la vanidad de muchos que basan las cosas sobre los intereses. Me hubiera gustado contarles que la reverencia por el otro significa tener la humildad de reconocer el lugar que ocupa en el mundo; conocer y obedecer las fronteras que no se pueden transgredir, que respetuosamente hay que aceptar y dejar de negar la bella y sublime música de Rovira… que no se parece en nada a la de nadie. Puedo entender viejas antinomias entre los protagonistas verdaderos: Rovira y Piazzolla. Ellos estudiaron música, ellos compusieron música maravillosa que los trasciende, ellos pasaron hambre jugándose por su arte... El arte es la gran manifestación de la belleza y ese debería ser el único eje movilizador a la hora de hablar de uno o de otro. En nombre mío y de Eduardo Rovira le quiero agradecer a mucha gente, el aprendizaje que significó para mí la discriminación y la critica ignorante desde variados frentes.

Entendí desde el fondo de mi alma lo que a él le pasaba. Si me lo hubiesen contado hubiese sido distinto. Sentí lo que él sintió, lo que me permitió trabajar en esos sentimientos hasta purificarlos. El no se quería mezclar con los que hacen de la música “una fábrica de chorizos” y mucho menos con los que usan la música para hacer negocios o trepar políticamente; o peor aún los que hacen música por dinero y vanidad. A él lo movilizó solamente su amor sincero por el arte. Se retiró para disfrutar de sus conocimientos y plasmarlos sobre un pentagrama; gozando plenamente de sus logros. No hay que buscar excusas ni explicaciones retorcidas porque no las hay. Sí a toda esta realidad, le pongo una mirada metafísica, todo se suaviza. Tenía que ser de ésta manera, con éstos tiempos, con éstos hechos, para dar lugar a una nueva época de comprensión y a una nueva generación de músicos más preparada para entender la música de Rovira desde el conocimiento y sobre todo desde las emociones, disculpando a todos los actores del pasado y poniéndole una mirada fresca y comprensiva al futuro, porque la verdad y la justicia se encuentran precisamente en el misterioso futuro. Rovira es ahora. Los próximos 50 años serán los suyos. Piazzolla abrió una importante puerta dentro del tango vanguardia y le toca a Rovira ahora entrar en escena. El oído musical de la gente es ahora más armónico por lo que va ha ser mejor comprendido y disfrutado. Rovira es la ultra vanguardia en el tango.

La Vanguardia desde la mirada de Eduardo Rovira “A Piazzolla y a mí nos llamaban locos. Ahora nos llaman Maestros” Rovira a Piazzolla lo reconoce expresamente y lo ubica como el mejor músico del país, pero aclara: “somos distintos, pero necesarios recíprocamente, aunque sea en el terreno del estímulo. Yo quiero mejorar lo que él hace, como quizá él quiera mejorar lo que hago yo. Ojalá hubiera más “Piazzollas’, pues la competencia nos haría rendir mucho más a los dos”.

“Yo estoy en una línea contemporánea, en la que estamos varios y en la que Piazzolla es importantísimo. Hacemos música para la ciudad, que escribiría cualquier hombre de Buenos Aires de hoy si supiera componer”. “Le voy a señalar un hecho curioso: en los programas de TV, para todo lo que tenga que ver con el espíritu de Buenos Aires se escoge música de Piazzolla o de Rovira. Esto se observa en cualquier teleteatro. Pareciera que solo nuestra música identifica la imagen de Buenos Aires de hoy. Y para los ‘jingles’ publicitarios se contrata a músicos para que hagan música que imite a la de Piazzolla, como ocurrió con un conocido aviso de vinos” “Si Piazzolla pudo imponer su música, por ejemplo, fue luchando contra todos los obstáculos, contra todos los criterios empresarios, que se negaban a darle difusión. Yo me pregunto: ¿Qué hubiera pasado si a Piazzolla le hubiesen dado la difusión que se le dio, por ejemplo a Palito Ortega o a otro ídolo similar? No nos engañemos: al público no se le da la oportunidad de elegir. Se le imponen los gustos” “La vanguardia creo que la representamos solo dos músicos: Piazzolla y Rovira. Lejos atrás, vienen Stampone y Salgán. Todo lo demás es burda imitación. Por supuesto que el bache permanece, y seguramente hay muy buenos creadores que no se difunden, y por eso no los conozco. O aparecen otros como Orlando Trípodi, que se dedicó a estudiar como lo hicimos nosotros pero que recién ahora puede salir con su long play. A él le daría un consejo: que se largue con todo, porque está haciendo algo serio, y a la larga tiene que ganar. Los discos nuestros son como la gota de agua, esa es la sensación que me dan”.

LA VANGUARDIA POR EL PERIODISMO Nélida Rouchetto: Eduardo Rovira utiliza la estructura de la música de cámara aplicando una constante en sus tratamientos que eran complejos, con superposiciones rítmicas tonales y atonales. Introdujo por primera vez en el género la combinación estructurada de las seriadas dodecafónicas…En sus tratamientos el “contratiempo” no existe, algo que fuera tan utilizado por Astor Piazzolla…En Rovira tiene principal significación los efectos del contrapunto.

Más allá de lo técnico, Rovira es un músico distinto como lo es también Piazzolla. Entre ellos no hay elementos en común, ni influencias del uno con el otro. Son dos búsquedas que se desvinculan de casi todo lo anterior, pero que transitan caminos diferentes. Miguel Ángel Scenna: (Una historia del Bandoneón – 1974): “Aceptó y adoptó las pautas creativas propuestas por Astor, pero no se “apiazzolló”, manteniendo intacta una personalidad nítida, claramente diseñada y en muchos aspectos curiosísima, También reconoce influencias de sus estudios superiores. En él es más clara que en Piazzolla, la presencia de Mozart y Vivaldi en su concepción musical de intérprete y autor, llevando en su bandoneón un barroquismo de fluida soltura. Desde ya, estos elementos lo han apartado mucho más que a Piazzolla de la contextura clásica del tango, llevándolo a ejecuciones que sólo mantienen una remota relación con la expresión primera del autor. Por ejemplo, en la interpretación de “A Los Amigos” de Armando Pontier, “La Bordona” de Emilio Balcarce, “Mi Refugio” de Juan Carlos Cobián y “Nunca Tuvo Novio” de Agustín Bardi, sólo resta una reminiscencia de la melodía, sumamente trabajada y burilada, asentada sobre un ritmo muy atenuado de marcada lentitud. Es casi obvio señalar que preferimos escuchar a Rovira en sus propias composiciones que no en la de otros autores, ya que repite agravadas, las tendencias que en ese sentido hemos señalado en Piazzolla. Sin embargo, y con tales caracteres, que en el caso de Astor casi provocaron una guerra civil, en el de Rovira no ha levantado ni la décima parte de polvareda. Desde ya, es acerbamente combatido e incluso negado tanto o más que el otro, pero con una oposición mantenida en un plano de mesura y hasta de respeto como jamás los conoció Piazzolla”. Juan Bautista Duizeide: ‘Los dos tuvieron como programa estético elevar el tango usando recursos de la música de tradición escrita. Los dos abrieron su forma. Los dos amaron la fuga y el contrapunto, amaron a Bach y a Stravinski. Los dos experimentaron con nuevos colores instrumentales. Por todo eso compartieron las críticas del conservadurismo. Se los acusó de amanerar el tango con galas impropias. Se les achacó carencia de talento melódico, imprescindible para un género tan lírico. En el mejor de los casos les admitían buena técnica bandoneonistica, sentido rítmico y formación musical…’ ‘Sin embargo sería erróneo considerar a Rovira un mero epígono, un segundón. Piazzolla componía con el piano pero pensaba con el bandoneón, que marca toda su música. En cambio el pensamiento de Rovira, aún componiendo para pequeños conjuntos, es orquestal. Piazzolla probó varios formatos instrumentales, pero el

suyo fue el quinteto. Rovira tendió a la búsqueda perpetua, lo cual hace aún más inasible su estilo en comparación con el de Piazzolla, identificable en segundos. Piazzolla, pese a que grabó una inmensa cantidad de clásicos, prefería tocar composiciones propias. Rovira creía que se puede hacer un nuevo tango a partir de viejas piezas, como hacen los músicos de jazz con los estándares. Llego a atrevérsele con caleidoscópica inventiva y humor a ‘La Cumparsita’, que su ídolo denostaba (aunque, contradictorio como era, lo grabó en más de una oportunidad). Rovira tocó y grabó obras de Piazzolla, quién nunca se dignó a la reciprocidad. Piazzolla se quejaba pero estaba siempre en el candelero, tuvo éxitos de crítica, de ventas y aparecía en los medios masivos como ningún otro músico de vanguardia en el mundo. Vivió sus últimos años como héroe nacional, mientras el otro sobrevivió en la melancolía del presentido olvido. Hoy, una legión de connacionales entrañables u oportunistas, interpretan a Piazzolla…Rovira es una ausencia’

José Gobello de su libro: Salgán, Rovira y Piazzolla son los caudillos de la cruzada renovadora del tango…los tres se arrimaron, en incursiones audaces y felices, a la gran música de escuela, pero nunca se fueron del tango, más bien siempre estaban volviendo…Por lo demás, lo mismo que Piazzolla, se mantuvo fiel al bandoneón, padre o hijo adoptivo del tango, según se lo mire… El tango no debería ser un sistema de exclusiones o menosprecios. El mismo Rovira menospreciaba el tango-danza, y en lo que a Piazzolla atañe, su menosprecio se desparramaba en abanico… Enrique A. Balduzzi en un informe especial de ‘Buenos Aires Tango y lo Demás’ en Noviembre de 1996, bajo el titulo “Rovira el Olvidado’, respecto de Rovira/Piazzolla, dice: ‘Algunos especialistas prestigiosos, aún reconociendo sus indudables valores musicales, lo han calificado como cerebral, temporalmente frío, calculadoramente matemático. Admito que su propuesta no es visceral, ni temporalmente torrentosa como lo es la de Piazzolla. Nadie pone en duda las cualidades inigualables del creador de ‘Libertango’. Pero rescato en Eduardo, en oposición a Astor, un estilo más coloquial, introspectivo, introvertidamente expresado, aunque no llegue a la vibración exultante que transmite la propuesta piazzolesca. La estética rovireana no es fulgurante ni es propensa a las explosiones colectivas en los recitales; transmite cierto equilibrio emocional, incita a la paz y no a la guerra, está encaminada a producir placer estético, goce espiritual, que es en suma también una significación válida para el Arte’.

Sergio Pujol: “Sí Piazzolla pagó la osadía de sus comienzos con una andanada de agresiones e insultos, lo de Rovira fue más módico, y por eso mismo más cruel: el silencio… Ajeno a todo estrellato, Rovira en momentos en que se discutía febrilmente sobre el tango y el no tango, el caminaba tranquilo por las calles de La Plata, parándose a conversar con los músicos de la facultad de Bellas Artes. Sutil forma de heroísmo, después de todo, la de éste músico que no entró en el juego perverso de la oferta y la demanda culturales. Tachado por algunos de ‘cerebral’, término peyorativo en la moral tanguera, visto siempre bajo la sombra de Piazzolla (a pesar de las diferencias), sus escasos discos y su inmensa obra nunca generaron el interés que merecían”. René Vargas Vera de la Sección Espectáculos de La Nación en una nota publicada el 2 de noviembre de 1997, nos dice: “A pesar de los años, subsiste todavía el inútil empeño en confrontar las figuras de Eduardo Rovira y Astor Piazzolla. Inútil porque, pese a cultivar ambos el tango de vanguardia, sus estilos no compitieron ni en arrojos ni en audacias. Lo que sí ocurrió es que Piazzolla avanzó como un tornado de inspiración y Rovira que admiraba a éste y lo proclamaba con notable modestia, siguiendo pasos estéticos menos atrevidos, menos desafiantes, prefirió replegarse.

Diego Bagnera para el diario La Nación ‘La Herencia de Rovira’: “…y si bien su música podría enraizarse en una misma tendencia que la de Astor no es, bajo ningún punto de vista, una imitación de Piazzolla.” Su amigo Pedro Gaeta, expresó: “Rovira nunca quiso entrar en polémica con Piazzolla, algo a lo que los entornos de ambos empujaban. “Es bueno que te enfrentes”, le decían sus amigos, pensando en la difusión como rédito de una virtual divergencia con el otro renovador del tango. “Pero Eduardo era un tipo muy sensible que admiraba a Astor. Una de las cosas que más atraían de Rovira era su candor, su humildad.” En una charla conmigo sobre el tema, Pedro Gaeta, dulcemente me ordenó: “pone que el Arte no es un deporte…que no había ninguna animosidad entre ellos y que se admiraban mutuamente. Hubo manejo por parte de la prensa, pero la verdad es otra y yo fui testigo ya que pertenezco al selecto grupo de 12 personas que íbamos a ver a Astor cuando todos los criticaban…éramos amigos…yo era amigo de los dos y

conozco la interna. Piazzolla era un tipo especial que se peleó hasta con Borges...” Piazzolla, según Gaeta, “a los tipos de valor, a los tipos talentosos, a los tipos creadores, los valoraba y los respetaba muchísimo. Con Rovira podía tener actitudes seudamente competitivas o de aparente ignorancia…además sabía que esas actitudes eran leña para el fuego de algunos periodistas que no podían evitar el ‘chusmerío’ y que a él le servían como movida de prensa, pero, puertas adentro, reconocía que lo que había hecho Eduardo era excelente. Lo que no hizo fue reconocerlo públicamente…” “Decí, me recalca, que digo yo, que una cosa son los gustos y otro el juicio de valor. Nadie puede desvalorizar a Piazzolla porque le gusta más Rovira ó viceversa. Poné que el tango terminó con Piazzolla y con Rovira. Todo lo demás es “manierismo… a la manera de”…todos tocan tango instrumentado pero ninguno hizo un cambio importante…vos no sabes si escuchas a Piazzolla o a Rovira, tocan sin personalidad…” A esta altura había levantado los decibeles hasta la pasión. Curiosamente en una de las paredes del estudio que tiene en su casa cuelga una foto de un sonriente Astor firmada por él con una dedicatoria de puño y letra: ‘para mi admirador número 1’ y en la pared opuesta otra de un sonriente Eduardo.

CAPITULO XII - PEDRO ARTURO AGUILAR Piazzolla & Rovira: Habilidad vs. Talento “La verdad es que de Piazzolla no hablo porque no lo considero un músico completo, no tienen comparación, y lo que hace, lo vuelve a hacer y lo vuelve a hacer, le falta decisión. Vale decir que no tiene tampoco un estilo propio. Rovira comenzó a escribir antes que Piazzolla y Piazzolla tomó de Rovira para hacer la música de él. Quien conoce de música, quien ha hecho música sabe que Rovira comenzó con la música de vanguardia. En 1948 se encerraba con Julio Ahumada hasta 48 hrs. seguidas, a trabajar en las fugas de Bach (*) Que Rovira comenzó no lo discute nadie. No fue Piazzolla y después Rovira. La base de Piazzolla esta en Rovira y no a la inversa como se dijo siempre. Eduardo era muy especial, como compositor, como alumno y como ser humano. El comenzó conmigo cuando tenía 15 años y termino conmigo cuando murió a los 55 años. Yo soy testigo directo de que él comenzó a componer tango vanguardia en el año 1945 y los sacó a la luz recién en 1960, cuando estaban dadas las condiciones –después de volver a componer, porque muchas partituras se las robaron cuando estaba en España (**) Eduardo Rovira era personal, era él. Vale decir, no imitaba a otros. Hacia lo que sentía, no se fijaba en lo que hacían los otros. No tengo buenos recuerdos de Piazzolla que sólo era habilidoso y muy charlatán, sabía venderse, tenia contactos políticos y sociales importantes. A él me lo presentó Mederos y pidió tomar clases conmigo. Yo le pedí mucho dinero para ir a su casa como el pretendía, pues me haría perder la tarde y abandonar a muchos otros alumnos. Ante la alternativa que le ofrecí de venir a mi casa me respondió despreciativo: “yo a los barrios no voy, no está a mi nivel”; “los barrios son los que le hicieron a Ud. Piazzolla” le contesté, para que entrara en razones. No lo entendió. Recuerdo que tocaba en los prostíbulos del bajo y después Eva Perón los hizo cerrar para que el nombre de Piazzolla no se ensuciara en esos lugares”. Maestro de Armonía Pedro Aguilar (*) Rovira/Ahumada grabaron juntos con la orquesta de José Basso en 1949 “Se han sentado las carretas” de A. Bardi. Julio Ahumada grabó en 1966 para el sello Tini, junto a Pedro Aquiles Aguilar y Carlos Parodi con el cantante Carlos Olmedo. (**) Le pregunté quién o quienes se las habían robado, qué sabía él al respecto. Me contestó que no sabía exactamente quién, pero que sí

sabía quién las había comprado...pero que era inútil dar nombres, ya que todos los protagonistas habían muerto. Por otro lado, me señaló, que Piazzolla había querido ser su alumno, como una manera de tener información idéntica a la que recibía Rovira. Que en el fondo no lo quería como profesor, que era sólo una excusa. Estaba tan obsesionado con Rovira....como Salieri con Mozart. Conocer al Profesor Pedro Aguilar –un Maestro de Maestros- , fue como tocar el cielo con las manos. Tuve su teléfono en mi poder desde marzo de 2003, pero recién lo llamé el 15 de enero de 2004. ¿Por qué? supongo que destino no quiso. Conociendo gente fui de menor a mayor. Cuanto más tiempo transcurre, mejor calidad de información es la que recibo; por otro lado, estoy también mejor preparada para comprender. Pedro y Eduardo se conocieron en 1940 –Eduardo con 15 años y Pedro 20. “Toco muy bien el bandoneón…pero de música no sé nada, me podrías enseñar?” le preguntó Rovira a Aguilar. Y allí comenzó una larga historia juntos que duró 40 años: como músicos, como amigos y como profesor y alumno. Eduardo vivía con sus padres en Parque Chacabuco y Pedro en la calle Chilavert 1629 del barrio de Nueva Pompeya. Religiosamente una vez por semana se sentaba con Pedro a estudiar. En el año 1960, él y su esposa Ibis, se mudaron a la casa que actualmente ocupan en Barragán 1827 – Ciudadela Norte, donde nació su única hija. Eduardo viajaba primero desde Parque Chacabuco, después desde Lanús y más tarde desde La Plata a tomar sus clases. “Eduardo era especial, me dice Pedro: “talentosisimo…tan talentoso era que yo terminé aprendiendo algunas cosas de él”. “Me dio muchas satisfacciones como alumno”. Ambos compartieron su amor por los pájaros. Pedro tiene aún en su casa una especie de mini-zoológico con tortugas, gallinas, palomas, pájaros de distintas especies diseminados por doquier, loros…bajo la sombra de innumerables árboles que crecieron durante 44 años en absoluta libertad. Pedro Aguilar es un estudioso de la música y autodidacta por excelencia. Sigue entre nosotros un único y talentosisimo ‘maestro de maestros’. Con 84 años esta escribiendo su libro de estudios numero 23: “Miscelánea musical”, que con envidiable lucidez y claridad me explica – utilizando términos comprensibles inclusive para una lega como yo. Pedro exhala paz. Su sereno rostro guarda una semi sonrisa permanente. Su mirada frontal nos invita a hablar porque sabe escuchar. Cuando le pregunté sobre mi teoría de los hemisferios

cerebrales, me clavó su mirada y simplemente me confirmo lo que yo ya sabia: “si, era especial. Tenía un don para aprender, para componer y para ejecutar”, “no hay otro como él”. No pude evitar preguntarle por qué Eduardo no se había promocionado, si bien yo ya conocía la respuesta; pero su opinión me importaba mucho. Me dijo que “simplemente no le interesaba, y que si había grabado y tocado en lugares públicos, había sido solamente porque para vivir se necesita plata y además quería dejar algo para la posteridad”, “aunque sus mejores obras, sobre todo las de música de cámara, aún no se han conocido”. Aproveche para preguntarle como había sido la relación con Alberto Castillo y porqué había terminado. Me contestó que mal...pésimo. El ya había comenzado a escribir la música de vanguardia y había comenzado a sentir que el tango tradicional lo aburría. Necesitaba otros horizontes, pero no sabia por donde buscarlos. Se quedó con Castillo por Aguilar primero y por la paga después. Tenía hijos pequeños a los que alimentar. Por otro lado ese tipo de tango y esa forma de cantar de Castillo, a Rovira simplemente lo agotaban; terminó en buenos términos porque ambos fueron respetuosos del otro. Fueron sus alumnos: Eduardo Rovira, Héctor Artola, Osvaldo Pugliese, Alfredo Gobbi, Osvaldo Piro, Armando Pointier, Orlando Tripodi, Rodolfo Mederos, Daniel Binelli, Osvaldo Berlingieri, J. Libertella, José Colangelo, G. Gardelin, J. A.Pugliano, G. Fedel, Fulvio Salamanca, entre otros. Cuando me dijo que Mederos había sido alumno suyo, le pregunté su opinión sobre él; me contestó “que le gustaba mucho Mederos, pero también le gustaba mucho Binelli”. Le conté lo que había opinado Mederos sobre Rovira en una note del diario Página 12 y puso cara de signo de interrogación: “Que Rovira no tiene estilo?...Mederos es quien no tiene un estilo definido, aunque toque muy bien”. Nació el 18 de diciembre de 1920 y su principal medio de vida desde 1936 hasta 1975 fue el violín, instrumento que ejecutó en varias orquestas de tango, entre ellas R. Zerrillo, E. Vardaro, A. Gobbi, E. Donato, Miguel Caló, R.Rufino, A. Modesta y Alberto Castillo, con quien se desempeño durante 24 años y realizó giras recorriendo todos los países latinoamericanos. Su última actuación como violinista fue en la gira que compartió con su ex alumno Fulvio Salamanca y su Orquesta por Japón en 1975.

Hasta el año 1942 fue alumno regular del “Conservatorio Nacional de Música y Declamación” donde tuvo entre otros maestros a Athos Palma (armonía), José Torre Bertucci (contrapunto), Carlos Suffern (Historia de la música). En ‘Pedagogia’ tuvo notas sobresalientes con los maestros R. Peacan del Sar, P. De Rogatis y Alberto Ginastera. Luego no conforme con la enseñanza ortodoxa tradicional que se impartía y que solo brindaba una escasa cantidad de informaciones, muchas de ellas anticuadas, continúo auto educándose y aún hoy persiste. Orgullosamente me muestra los libros escritos por el: son 23 * Clave * Escalas simétricas * Intervalos * Cadencias * El Tango * El Jazz * Folklore musical argentino * Métrica y rítmica * Teoría de la Expresión * Vanguardismo musical * Polifonía y contrapunto * Progresiones * Intro e Inter tonalidad * Armonía tradicional * Armonía no tradicional * Armonía hiperdiatónica * Armonía cromática * Música serial * Música serial dodecafónica * Dodecafonismo no dependiente de equisonancias armónicas * Sonidos accesorios y de adorno * Cuadrados mágicos * Misceláneas musicales Me parecieron muy didácticos y muy ricos en todo tipo de información y ejemplos. Le pregunté porque no los editaba –porque sólo se los vende a sus alumnos- y me contestó que en la Argentina no hay interés. Me ofrecí para comercializarlos y me autorizó a hacerlo. Todavía no puse a funcionar esa maquinaria por falta de tiempo y sincronisidad de situaciones...pero está en mis planes de futuro inmediato, ya que considero que también se merecen una oportunidad tantos conocimientos valiosos.

CAPITULO XIII - 1967 – 1972 EDUARDO ROVIRA Y SU AGRUPACION DE TANGO MODERNO II ...Nosotros los mayores tenemos que apoyar a talentos superlativos como el “chiquito” Rovira. Don Alfredo Gobbi

Inmediatamente después del cierre de “Tango 66” y finalizada su relación de largos años con Fernando Romano y Rodolfo Alchourrón, se retira sin trabajo y muy deprimido a su casa de Lanús. Después de algunos meses, realizando diversos contactos en busca de trabajo y de músicos, se contactó con músicos platenses que habían tocado con él en el Octeto La Plata. Les propone tocar con él a Salvador “Bocha” Drucker en guitarra eléctrica y Néstor “Tucuta” Mendy en contrabajo, y conserva el nombre de “Agrupación de Tango Moderno”. Comenzaron tocando juntos en una época que en Buenos Aires se hicieron famosos los sótanos: en un local nocturno llamado “La Calle” café concert en Talcahuano 360 y en otro llamado “La Cebolla”; lugar al cual según las palabras de “Tucuta” “iba gente medio intelectual…porque fue la época medio del intelectualismo”. Ernesto Sábato era una de esos intelectuales, quien más de una vez como le gustaba conversar con Eduardo, se lo llevaba a algún bar y meta charla. Néstor “Tucuta” Mendy se había dedicado más al jazz que al tango, pero tocar con Eduardo lo había considerado un salto; aunque a Rovira había que adivinarle la intención, el estilo. Sus partituras muy concienzudas, estaban escritas y explicadas hasta el más mínimo detalle. “El mismo se escribía muchísimo para el bandoneón”, recuerda Néstor “Tucuta” Mendy; “protestaba porque había cosas que ni él las podía tocar, y eso que tocaba muchísimo.

Pese a la compulsión obsesiva por colmar de indicaciones las partituras, según quienes fueron testigos, sus improvisaciones eran extraordinarias”. Como suele suceder con muchos tímidos, Rovira era hombre de salidas intempestivas. “Tucuta” Mendy recuerda: “Una vez nos hicieron un reportaje por radio, no sé si era Belgrano o El Mundo. Le preguntaron sobre Salgán y él dijo que era medio cobarde porque no se animaba a hacer todo aquello de lo que era capaz”. En otra oportunidad durante una gira por la provincia, le pidieron su opinión al cumplirse el décimo aniversario de la muerte de Francisco Canaro. “Tendría que haberse muerto diez años antes”, contestó. Según testimonio del baterista Mingo Martino: “Un día fuimos a tocar a la casa de un amigo. A las 12 de la noche empezó el día de mi cumpleaños. Entonces me dedicó el cumpleaños feliz. Se mandó una improvisación que duró más de media hora, una cosa de locos. Tenía una forma medio jazzeada de tocar. Le gustaban Duke Ellington y Bill Evans”. En esa misma época, comenzó a tomar clases de oboe con Pedro Cocchiararo, vecino suyo de Lanús, lugar en el que aún vive con 80 lúcidos años. Pedro se ríe cuando recuerda que Eduardo hablaba de él como su ‘maestro de oboe’, dando una imagen de persona mayor, cuando en realidad tenía sólo 40 años y era menor que Rovira. Habla con gran respeto por su amigo y alumno Eduardo: considera aún hoy que tenía un corazón enorme, que otras personas no tuvieron. Él y Roberto De Filippo, le compraron a la viuda del Maestro Edmundo Gaspar su oboe y juntos se lo regalaron a Eduardo. Si bien tenía algunos trabajos en distintos lugares, éste era escaso, y su situación económica estaba deteriorada. Pedro Cocchiararo, conociendo la situación, habló con Antonio Mancuso del Teatro Argentino de la Plata y le ofrecieron la posibilidad de tener un trabajo fijo, servicio médico y aportes jubilatorios en La Plata como arreglador y orquestador de la Banda de la Policía de la Provincia de

Buenos Aires. Obviamente que Rovira aceptó. Al principio viajaba de Lanús a La Plata, hasta que decidió radicarse definitivamente. Pedro Cocchiararo fue el gran responsable del traslado de Rovira a la Ciudad de La Plata.

1968 – SÓNICO Entre el 23 de agosto y el 14 de Octubre graban “Sónico”, producido por Oscar del Priore y grabado en Phonalex en las siguientes fechas: 2 septiembre: “Opus 16” (E. Rovira) – “Sónico” (E. Rovira) y “Ritual” (O. Berlingieri) 3 septiembre: “Azul y yo” (E. Rovira) 23 septiembre – “A fuego lento” (Horacio Salgán) y “Preludio de la Guitarra Abandonada (E. Rovira) 14 octubre: “Bobe” (Salvador Drucker)/ “A Don Alfredo Gobbi” (Rovira)

Se grabaron ocho obras, pero debido a la duración de las mismas hubo que dejar una sin publicar, ya que los discos L.P. tenían otra métrica. Por primera vez en el tango se grabó con un conjunto en el que todos los instrumentos tenían amplificación electrónica. Es más, él agregó un pedal distorsionador al equipo, lo que le permitió lograr novedosos efectos reverberantes, especialmente a su bandoneón. Para Enrique Balduzzi la resultante son tangos con más osadas enunciaciones. Podríamos definirla como una nueva vanguardia. Esto es, una conjunción compositiva, armónica y tímbrica, aunque fundamentalmente ejecutiva, más intrépida que todas las anteriores. Para mi humilde entender, Rovira fue el visionario creador de lo que hoy llamamos “tango electrónico”, aunque más artesanal ya que no existían las computadoras, ni los sofisticados equipos actuales. Esto lo convierte en una osadía aún más destacable.

Cuenta Oscar del Priore: “Un día me dijo de ser su representante, a lo que le contesté que estaba loco. Que con la personalidad de él y la mía nos iban a comer las ratas Insiste argumentando que los representantes eran medio ladrones y que a mí me conocía. Le dije que no. Pero un día, charlando, le pregunté sobre cuánto tiempo hacia que no grababa. El sentía que a nadie le interesaba. Que nadie lo llamaba. Entonces yo le ofrezco la posibilidad de grabar algo. Rovira me aclaró que él no quería cobrar nada, que sólo me pedía que le pagase a los músicos que eran sólo dos, y solicitó no tener limites en lo que él quería hacer, además de elegir personalmente el estudio de grabación. Como estuve de acuerdo, grabamos así ese longplay ‘Sónico’; la primera vez que se uso el bandoneón amplificado y con un pedal de efectos. Fue en un estudio de la calle Santa Fe que no existe más. “Grabamos a la noche tarde, para que no hubiera nadie esperando, entonces si él estaba ‘caliente’ por sacar algo podía seguir. Lo grabamos en seis noches: los músicos, el operador y yo, nadie más. Ni se armó un escándalo ni fue un gran éxito. A los hinchas de Rovira les gustó. Por la radio no lo tocaban. Y puedo decirte que mucho no vendí. Las críticas que tuvo, eso sí, fueron todas muy buenas. Después estuvo dormido mucho tiempo, hasta que me pidieron hace poco reeditarlo y salió por primera vez completo, porque había quedado afuera “A Don Alfredo Gobbi” que no entraba”.

1968 – “LA HISTORIA DEL BANDONEÓN” – L.D Eduardo Rovira y su Agrupación de Tango Moderno, sobre arreglos propios. Rovira en bandoneón, Salvador Drucker en guitarra eléctrica y Néstor Mendy en contrabajo.

“A Don Alfredo Gobbi” por Nélida Rouchetto Nélida Rouchetto en “Escuchando a Alfredo Gobbi”, hace un notable y sentido estudio a ésta obra de Rovira: “Réquiem por la ausencia”. “No pudo ni quiso escapar Eduardo Rovira de la influencia de Gobbi. La fortuna de pasar como bandoneonista por su orquesta le dejó imborrable el andamiaje grupal. Su primer voto de admiración lo volcó escribiendo el tango “El engobbiao” que el mismo Gobbi, sobre arreglo del autor, tocó y grabó en 1957 con su orquesta. Nos confió Don Alfredo que era una simbiosis “enrovirada”, y que él aceptó “porque nosotros los mayores tenemos que apoyar a talentos superlativos como los del ‘chiquito’ Rovira”. También en 1968 (¿será coincidencia cósmica?) necesitó Rovira escribir y tocar un réquiem por la ausencia de éste artista tan profundo que por esos años estaba siendo tan injustamente olvidado. Rovira logra la triste circunstancia desde el bandoneón y como una gran armonía alcanza el carácter litúrgico con el soporte cadencioso de la guitarra y el bajo eléctrico. Se revela poniendo ritmo criollista –aquí malambeado- que Gobbi mantuvo siempre presente en su estilo, aún siendo ciudadano y compadre. Con una oración que va al final, cierra con un punteo de guitarra, como diciendo Amén.”

1968 – “QUIMICA ARGENTIA” Grabó un simple con distintas formaciones:

1. A los amigos (A. Pontier) – Sexteto 2. La Bordona (E. Balcarce) – Trío 3. Mi Refugio (Cobián-N. Córdoba) – Septimino 4. Nunca tuvo novio (Bardi-Cadicamo) – Trío

Los cuatro temas fueron grabados por Rovira para un disco de promoción preparado para ser distribuido entre los médicos.

1969 –El 30 de octubre se radica definitivamente en La Plata en la Diagonal 80, en una casa que le facilitó el mismo Antonio Mancuso. Además del trío, había formado un quinteto: Eduardo Rovira, bandoneón; Reynaldo Nichele, Violín; Salvador Drucker, guitarra eléctrica; Néstor “Tucuta” Mendy, contrabajo y Oscar Mendy. Juntos tocaban en La Plata en un lugar que estaba de moda por entonces: “El Almacén San José”, sobre la diagonal 74 y que aún existe.

Agosto de 1971 – Teatro Regina: En el diario “La Razón” del 29 de Julio de 1971 anuncian para todos los martes de Agosto en el Teatro Regina un ciclo de recitales. El periodista sostuvo con Rovira una charla, de las que salieron algunas cosas dignas de tener en cuenta: “Sabido es que Eduardo Rovira pertenece a la “vanguardia”, pero no pasó de ser conocido solamente en mini círculos. Tampoco sus piezas se convirtieron en las más divulgadas del nuevo repertorio tanguero”. Rovira fue categórico: “Mucha de la culpa la tengo yo” afirmó. “Me dejé estar, no busqué la forma de dar a conocer lo que componía y en cambio prefería otras cosas. Pero ese estado de aparente apatía no era en todos los órdenes –reflexiona y se justifica- sino que en ese sólo aspecto. Por ejemplo en el terreno autoral no me pasó lo mismo. Tengo en total 107 piezas entre obras sinfónicas y de cámara, y más de un centenar de tangos”. “Por otro lado, recientemente gané el primer premio del concurso de Música Sinfónica que efectuó la Municipalidad de Buenos Aires, y creo que se puede tomar como índice de una dedicación nada superficial”. “Si, es cierto que tengo una fuerte formación de música clásica o culta, como la suelen llamar. Eso se explica porque

quería conocer más sobre la técnica musical y comencé a estudiar. A medida que iba aprendiendo, iba volcando ese conocimiento al tango. ¿Qué algunos puristas dicen que lo que hago no es tango…? Yo digo que sí. Lo que pasa es que el mío es un tango que ha ido evolucionando a medida que pasó el tiempo. También un día, y a propósito de las obras “Caminito” y “Flores Negras”, se le preguntó a Filiberto y a De Caro si eran tangos o canzonetas o romanzas, respectivamente. El tiempo cambia, el tango –para mí- evoluciona. En cuanto a lo de decadencia, considero que es un término mal empleado…considero que se acabó la época de los intuitivos para darle paso a los técnicos”. El diario El Día de La Plata también le realizó un largo reportaje, con motivo de su presentación en el Teatro Regina: “¿Se acuerda? A Piazzolla y a mí nos llamaban locos. Ahora nos dicen maestros… Así, con esas palabras entre irónicas y amargas, Eduardo Rovira evoca, ya próximo a presentarse en el teatro Regina, donde ofrecerá desde esta noche una serie de conciertos. La sucesión de escollos y la encarnizada resistencia que Astor Piazzolla y él, los dos grandes ‘irreverentes’ del tango, debieron vencer a los largo de los años, en su esfuerzo por abrirle nuevos rumbos a la música de Buenos Aires. Aunque alejado en los últimos años de toda actuación en público, Eduardo Rovira no ha permanecido inactivo. La Banda de la Policía de la Provincia de Buenos Aires lo ha contado –y lo sigue contando- como instrumentador. Es también arreglador e instrumentador del Teatro Argentino de La Plata. Por otra parte, ha trabajado intensamente en composiciones para música de cámara, renglón en el cual recibió el primer premio de la Municipalidad correspondiente al bienio 1969/1970. En el concierto con que hoy a las 21:30 hrs. efectuará su presentación en el Teatro Regina, interpretará sus composiciones “Tango en Tres”, “Azul y yo”, “Cita con nadie” (compuesta hace 15 años y aún no presentada en público),

“Sanateando”, “Sónico”, “A Evaristo Carriego” (un tema que juzga lánguido, taciturno), “A José Ingenieros” (una obra, en cambio, contrapuntística, elaborada) y otras más. También ofrecerán temas de otros autores: Por ejemplo: “Ritual” de Berlingieri; “A Fuego Lento” de Salgán y “A los amigos” de Pontier. El Tango y los jóvenes: Rovira piensa que no puede hablarse de que el tango vive horas de declinación o decadencia, aunque reconoce que la juventud se siente poco atraída por el género. “Creo que la falta de vigencia del tango en la gente joven obedece, principalmente, a la ausencia de un sentido de actualidad en los autores. Esto se observa particularmente en los tangos con letra: los jóvenes no pueden verse identificados con canciones que siguen hablando de un Buenos Aires mitológico e inactual: Hansen, el farolito de barrio, el tambito… Al tango le haría falta hoy un poeta que dijera las cosas de ahora (con más cultura, tal vez con otro lenguaje) como dijo las de su tiempo Celedonio Flores”. -Esa falta de interés de los jóvenes ¿no es acaso un índice de declinación? “No creo que deba hablarse de declinación. El tango (el buen tango, entendámonos) mantiene su nivel. Si algo presenta signos de decadencia, en cambio, es más bien la otra música popular, la que fabrican masivamente ciertas empresas editoriales. Hoy se fabrica música con la misma mentalidad con que se vende pan, chorizos o azúcar. Si Piazzolla pudo imponer su música, por ejemplo, fue luchando contra todos los obstáculos, contra todos los criterios empresarios, que se negaban a darle difusión. Yo me pregunto: ¿Qué hubiera pasado si a Piazzolla le hubiesen dado la difusión que se le dio, por ejemplo, a Palito Ortega o a otro ídolo similar? No nos engañemos: al público no se le da la oportunidad de elegir. Se le imponen los gustos, se lo dirige”. Señala Rovira, sin embargo, que hay más de una contradicción en la actitud de quienes conducen los grandes medios de difusión. “Le voy a señalar –nos dice- un hecho curioso: en los programas de TV, para todo lo que tenga que ver con el espíritu de Buenos Aires se escoge música de

Piazzolla o de Rovira. Esto se observa en cualquier teleteatro. Pareciera que solo nuestra música identifica la imagen de Buenos Aires de hoy. Y en los ‘jingles’ publicitarios, se contrata a los músicos para que hagan música que imite a la de Piazzolla, como ocurrió con un conocido aviso de vinos…” -¿Ha experimentado alguna evolución su música en estos últimos años? -“Mas que evolución yo hablaría de madurez. Me interesa menos que antes mostrar qué cosas sé hacer. Me importa más, en cambio mostrar que cosas siento… Me gusta escribir sobre imágenes: toda mi música nace de mi necesidad de expresar las imágenes que me persiguen. Y en esa imagen esta siempre Buenos Aires: sus calles, su vida y sobre todo, su gente….”

“...ya no le interesa demostrar lo que sabe, sino lo que siente...” (Nélida Rouchetto). Nélida Rouchetto firma una nota en la que nos dice: “El Teatro Regina presentó a Eduardo Rovira en Bandoneón, dirección y arreglos con su trío integrado por Salvador Drucker en guitarra eléctrica y Néstor Mendy en contrabajo, con el vocalista Juan Carlos Ousset. Eduardo Rovira cultor fundamental del “tango vanguardia”, demostró en el Recital del Regina que todo mensaje de esa corriente estética puede expresarse sin estridencias, distorsiones de sonido, y muchos menos ‘improvisando’ efectos de percusión, con instrumentos agregados gratuitamente, por el sólo hecho de “innovar” y porque se utiliza en las agrupaciones mal llamadas “modernas” de la música comercial. Rovira, logró toda la escala de matices con sonidos estéticamente bellos, sin la demagogia de los ruidos arbitrarios y desagradables. La perfección en la manera de tocar el bandoneón, fuera de toda discriminación estilística, la riqueza de los matices con una prodigiosa digitación tanto en los “fortísimos” como en los “pianísimos”, y un impecable

manejo superando admirablemente la toma de aire del fuelle, que está reservada a los grandes intérpretes. Rovira ha entrado en una madurez interesante, como músico y como hombre: “ya no le interesa demostrar lo que sabe, sino lo que siente”. Ello lo puso en evidencia en el gran equilibrio rítmico logrado en cada una de las interpretaciones con su trío. Lo ideal aún, a nuestro entender, sería que Rovira después de 16 compases de libre creación musical, nos “engrupiera” con alguna insinuación milonguera, que pienso lograra hacerlo en esta etapa suya de maduración, porque a medida que se preocupa por expresar más el “tango que mamó” en las propias fuentes, le saldrá a flor de piel y los transmitirá con la magia de sus dedos. Negándose todo “camelo” y toda “sofisticación”, fue brillantemente secundado por Drucker y Mendy, el primero en ‘Preludio para la Guitarra Abandonada’ logró una intima comunicación debido a la mesurada utilización de la púa; Mendy en su casi constante ubicación rítmica supo dar calidez ambiental cada vez que utilizó el arco. Y finalmente digamos que la voz de Juan Carlos Ousset cuyo timbre no siempre es parejo, dijo con sobriedad vocal y física, los versos del poeta Julio Camilloni pertenecientes al tema ‘Cita con Nadie’ de lírica, puro y romántico vuelo, y ‘Mensaje’ el conocido tango de E. Discépolo y Catulo Castillo. La coordinación estuvo a cargo de Arturo Carvallo, que presentó la escena con fondos proyectados en montaje de diapositivas que ilustraban pasajes de nuestra ciudad”.

CAPITULO XIV - 1969 - 1980 CIUDAD DE LA PLATA En 1967, viviendo aún en Lanús, comienza como orquestador y ejecutor del corno inglés, en la Banda de Música de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, lugar al que viajaba diariamente hasta 1969, año en el que se instaló definitivamente en su primera casa en la diagonal 80, a dos cuadras de la estación, pegado al Hipódromo de La Plata. Hacia fines de 1966 había cerrado su propio café concert “Tango 66” por la irrupción de los militares en el poder y se había retirado profundamente deprimido a Lanús. Esos fueron sus peores momentos, en 1966 estaba en la cúspide de su carrera y de la noche a la mañana sin nada. Mabel Rodríguez, comprendiendo la situación, durante un año trabajó afuera mientras él daba clases particulares en su casa. Cuando le propusieron integrarse al proyecto de una sinfónica en La Plata, que pasó a ser subvencionada por el gobierno a través de la Policía de la Provincia, tocó el cielo con las manos. El destino lo premió con una sinfónica de 85 elementos para desarrollar todos sus conocimientos de música erudita y un sueldo a fin de mes. Era todo lo que necesitaba. En la casa de diagonal 80 vivió casi dos años (esta casa pertenecía a Antonio Mancuso que se la había alquilado a muy bajo precio), hasta que se compró la casa de Tolosa, en la calle 3, en la que vivió hasta su muerte en 1980. El crédito que le posibilitó la compra de su casa, fue gestionado por su amigo uruguayo Alberto “Charrúa” Placeres, a quien le dedicó un tango “Tango para Charrúa” y también, como prueba de su agradecimiento y amistad, cuando Rita Placeres en 1974 estaba embarazada de María Julia, le dedicó un tango pensado para órgano a ambas hijas: María José y María Julia “Majo Maju”. Fue allí y su cercanía con el Hipódromo de La Plata lo que lo llevo a conocer a Pedro Santillán, alguien muy relacionado con el turf y con quien Rovira mantuvo una cercana amistad. A él le dedicó el tango “A Don Pedro Santillán”. 1969 – Por su obra “Veinte Preludios Intersemitonales” fue galardonado con el primer premio de la Categoría Música de Cámara para piano, del concurso para obras musicales correspondientes al año 1969 por la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.

1970 - Obtuvo el primer premio categoría C, por 20 preludios para piano, otorgado por la Municipalidad de Buenos Aires. 1971 – El Fondo Nacional de las Artes y la Subsecretaria de Cultura de la Provincia de Buenos Aires, le adjudicaron el Primer Premio por su obra “Sinfonía Nro. 5, concertante”. El pianista Omar Valente, que tocó con él en la Banda de la Policía, nos cuenta que: ”Habían entrado a la banda con la condición de no usar la ropa. Rovira no. Salía vestido de policía con la gorra y todo. Como músico hizo cosas muy lindas. Tuvo esa banda a su disposición, que eran ochenta y siete músicos. No tenía cuerdas, era el único problema. Tenía tres filas de clarinetes que venían a suplantar a los violines, pero clarinetes no son violines. En vez de tener chelos tenía fagots, que no son lo mismo. Tenía que pelear contra eso. Pero como la hacía sonar!...Así y todo, decía ‘esto es a pedido, lo otro me lo pido yo’. Jazz, tango, charlestón, todas esas macanas hacíamos. Era medio cabrón. No era de aceptar muchos consejos. Pensaba que él era el máximo. Muy frontal, donde se podía agarrar con alguien, se agarraba. Tenía discusiones con todos . Muy serio. No le gustaba andar haciendo bromas. Pero sí le gustaba que las hiciéramos los que andábamos alrededor. Los cuentos que contaba “Tucuta” eran ya asquerosos de tan buenos. El petizo era infantil, dentro de todo. Tuvo la idea de hacer el “Bandoelectroneón”; que constaba de un aparato que largaba aire de abajo y con los dos teclados del bandoneón puestos para arriba, entonces no hacía falta abrir el bandoneón ni nada. Resulta que fueron a hacer la demostración a la Caja de Ingenieros de La Plata…..no se podía parar el ruido ¡Era una turbina eso! Entonces pensaron en hacer una caño largo que venía de otro cuarto…pero al final igual venia el ruido”. El baterista Mingo Martino recuerda muy bien a Rovira, aunque nunca haya tocado con él ya que nunca utilizó percusión. “Sí lo iba a escuchar con el Quinteto al Almacén San José. Era una persona de carácter que si tenía que decir algo a un tipo se lo decía. Yo escuché lo que le chantó al gobernador que lo invitó a comer cuando dirigía el Teatro Argentino de La Plata. Estábamos un día en una reunión y cuando terminó dijo “a ver muchachos si algún lunes se vienen a comer un pucherete, ahí en la residencia”. Y a Rovira le dijo: usted Maestro a ver si se trae el fueye para tocar unos tanguitos. Y le contestó serio el tipo “mire Gobernador, yo no toco por la comida”.

1973- Director del Teatro Argentino de la Plata Fue nombrado Director del Teatro Argentino de la Plata durante el gobierno de Victorio Calabró y la presidencia de Héctor Cámpora. No fue consultado, lo nombraron y punto. No se cansaba de repetir que él no era peronista. La publicación en “El Argentino” del 29 de setiembre de ese año, reproduce palabras de Rovira: “Es de fundamental importancia que los autores argentinos se acerquen al teatro a traernos sus composiciones. El Teatro Argentino es del pueblo y de ahora en más tiene que ser para el pueblo”. Eduardo Rovira, conocido platense, es quien nos habla. La palabra del Maestro Rovira es muy importante, por toda su trayectoria como músico, como ser humano y como actual Director de nuestro máximo Coliseo. “Las estructuras del Teatro seguirán siendo las mismas: orquesta sinfónica, coro y ballet. Trataremos, como ya se está viendo, de modificar todo, dándole mayor impulso a lo que sea música argentina” “Quiero hacer un llamado a todos los autores argentinos en los tres temas mencionados a que traigan sus obras. No importa como se llamen, lo único que cuenta es lo que hacen. Lo que precisamos es ‘el mayor acopio de materia gris al servicio del país’. Necesitamos gente que trabaje y se mueva. Necesitamos honestidad e inteligencia en todos los campos”. Le tiraron una papa caliente, desordenada, sin dinero. Su nombramiento oficial se realizó en el Teatro Colón donde dirigió la Orquesta Estable del Teatro. Según me cuenta Pedro Aguilar no pudo hacer mucho por el Teatro Argentino porque no tenía presupuesto, porque estaba plagado de cuestiones políticas y según palabras textuales de Eduardo: “estaba lleno de maricones a los que había que solucionarles problemas menores todo el tiempo”. Presentó tres veces la renuncia hasta que le fue finalmente aceptada. En el Programa de la Temporada Oficial 1973 que figura en los archivos del Teatro Colón durante la Intendencia Municipal de Juan Debenedetti y siendo el Director el Prof. Bruno Jacovella, encontré con fecha 27 de agosto, la siguiente información, respecto a las actividades de Pedro Ignacio Calderón: “Eduardo Rovira – Tango Concertante en tres Movimientos” “Con su “Tango Concertante” en tres movimientos, Eduardo Rovira, actual Director del Teatro Argentino de La Plata, escribió un homenaje a Eduardo Parula. Utiliza una pequeña orquesta, que complementa al clásico cuerpo de instrumentos de cuerdas, con flautas, oboes,

clarinetes, fagots, trompas y trompetas, dobladas en pares, agregándole timbales y piano. Esta obra ya ha sido tocada con anterioridad por el ‘Ensamble Musical de Buenos Aires’, bajo la dirección de Pedro Ignacio Calderón. El primer movimiento (‘allegro’) se presenta como una especie de preludio en 3 secciones. Con carácter rítmico muy marcado, que ya establece de inmediato el clima típico de la danza suburbana. Su escritura revela un múltiple contrapuntismo bien equilibrado. El segundo trozo (‘allegro’) presenta un ritmo insistente, con una temática claramente dispuesta, que alterna de un grupo sonoro a otro, enriquecido con imitaciones contrapuntísticas, llegando a un elocuente y expresivo final.

1974 – Mar del Plata – Maestro Reynaldo Zemba Con la Orquesta del Teatro Argentino de La Plata el Maestro Zemba ejecuta la ‘Sinfonía Concertante para 8 Instrumentos Solistas y Orquesta’ de Eduardo Rovira. Octubre 31 de 1975 – Cine Teatro Avenida El cuarteto Eduardo Rovira y a total beneficio de ATRI: Asociación Taller de Rehabilitación del Invalido, ofreció un recital en dos partes: en la I Parte ejecutó: ‘A Fuego Lento’ (Salgán), ‘Taplala’, ‘Preludio de la Guitarra Abandonada’, ‘Temas’ (Pedro Aguilar) y ‘Sónico’. En la II Parte: ‘Sanateando’, ‘A Don Pedro Santillán’, ‘A Evaristo Carriego’, ‘El Violín de mi ciudad’, ‘Tango en Tres’ y ‘Que lo paren’. Los acompañaron Reynaldo Nichele en violín, Néstor Mendy en Bajo y Oscar Mendy en piano. Este cuarteto, cuando los que tocaban eran los hermanos Mendy, tomaba el nombre de “Agrupación de Tango Contemporáneo”, como para diferenciarlo del que incluía a Salvador Drucker.

Noviembre 1975 – Que lo Paren Esta grabación fue realizada por su “Agrupación de Tango Moderno “con Eduardo Rovira como arreglador, director y bandoneón y Reynaldo Nichele en violín, Oscar Mendy en piano y Néstor Mendy en contrabajo: Los temas elegidos todos de su autoría fueron: Que lo Paren Majo Majú Milonga para Mabel y Peluca Tango para Charrúa

Taplala Tango para Ernesto A Don Pedro Santillán

Leí en alguna parte que después de no grabar por un largo tiempo, había grabado “Que lo Paren”. Lo relatan cómo que había grabado ‘de última’. No es así. Aprovechó ese disco para rendirle su homenaje a La Plata y a su amigo Rodolfo, a su amigo criador de caballos de carrera Don Pedro Santillán, a su amigo charrúa , a Majo y Majú: las hijas de ese amigo, a su representante y amigo Ernesto Armus, y a su amor Mabel Rodríguez. En ese mismo momento grabó otro material, sin nombre, que no editó. También con perfume a la ciudad de La Plata: “Calle 6” (lugar de reunión de amigos); “La Depre” (dedicada al Dr. Hugo “Cacho” Spañol ‘el psiquiatra’); “Tango para Angelé” (la hija de una amiga de Mabel); “Tango para el Profe” (a Estudiantes de La Plata); “Nanim” (un amigo de Lanús); “A Marambio Catan” (poeta platense) y para sí mismo “Tema para un hombre sólo”. En un reportaje concedido por Rovira a Horacio del Prado en el año 1976 –redactor de Buenos Aires Tango -bajo el titulo “Que no lo Paren”, dijo cosas tales como: “En realidad, hacia como diez años que no grababa. “Que lo Paren” es un disco, que, digamos, continua un trabajo iniciado con el Septimino, al comenzar la década del 60: grabamos “Tangos en una Nueva Dimensión”. Después “Tango Buenos Aires Opus 4 Suite”, que eran dos discos largos. Y después, “Tango Vanguardia”. Años más tarde, entre el 65 y el 67, ya con el trío, grabamos “Tango en la Universidad” y “Sónico”. La charla es interrumpida por su loro que silbaba “La Cumparsita”, con perfección de colectivero a la madrugada. A Rovira la interrupción lo indigna. “! Otra vez este tipo! No…yo sé que es un fenómeno, porque al menos nunca le pifia a una nota. Pero ¿sabe que me da bronca? Que me hace acordar a los tipos que siguen con “La Cumparsita”, y con la temática del tango de siempre, y vienen y le hablan de ‘Ventarrón’ y de ‘La Vasca’…Y yo, que tengo cincuenta y un años, le puedo asegurar que nunca los ví, a esos personajes. Entonces, si lo escucha un pibe ¿puede entender algo?. ¡Si ni yo, con cincuenta y un años los entiendo! Y le digo más: le he preguntado a gente bastante mayor que yo, si era cierto que las mujeres usaban el tajito en la pollera para bailar, ¿vio ese tajito que usan en televisión? Y parece ser que nadie lo vio nunca, que no se usó nunca.. El loro repite su frase, sin olvidar una sola nota. Rovira prosigue: “Mire, yo toqué en varias orquestas. Pero más o menos por el año 50 me agarro un aburrimiento tan grande, que ya no podía seguir tocando así. Había una mecánica que respetar, que nos adormecía y estancaba: ahora viene el sólo del violín; ahora vos, che, el del piano; dale te toca

el sólo a vos…Yo había estudiado música, pero si lo que estaba haciendo era música, prefería irme a vender panchos en la cancha. Entonces me pregunté: ¿Qué hago?, ¿Vendo pan?, ¿me compro un taxi? No, estudio en serio, para ver si hay otras oportunidades”. “Yo tuve la desgracia de iniciar esta lucha en un momento muy difícil para el tango. Cuando se produce, a mediados de la década del cincuenta, un bache que todavía se prolonga y se consolidan varias empresas grabadoras que en su mayoría son sucursales extranjeras. Y comienzan a gestar y promover productos como el twist y a cortar la natural evolución de lo nuestro. Se instituyeron las ‘fábricas de música’, que editaban canciones como chorizos. Con el folklore quisieron hacer lo mismo, aunque más suave; y bueno –habrán pensado los tipos- algo nacional hay que difundir. Y trataron de enchufar todo el día la “López Pereyra’ y ‘La Vidalita’, pero les aparecieron talentos que ni se la esperaban. Siguieron fabricando chorizos; pero buenos”. 9 de Octubre de 1978: era nombrado vocal de la Asociación de Docentes de la Dirección del menor y la familia.

24 de Noviembre de 1979: en la ciudad de Azul hizo su última aparición pública, con una formación que incluía a Néstor Mendy en contrabajo, Carlos Gómez en guitarra y Elda Suárez como cantante. Allí presentó algunas de sus últimas composiciones: “Canciones Contemporáneas Argentinas”. En ellas Rovira comenzaba a incluir la poesía a su música con la colaboración de los poetas Alfredo Villata, Raúl Filgueira y Carlos Fiora.

Diario “La Nación” – jueves 31 de julio de 1980 “Toda mi música nace de la necesidad de expresar las imágenes que me persiguen y en esas imágenes esta siempre Buenos Aires, sus calles, su vida y sobre todo su gente”. En las propias palabras de Eduardo Rovira –cuyo fallecimiento, ocurrido en La Plata, enluta al medio musical en general y al tango en particularestán contenidos los rasgos de su obra. Se lo reconoce, junto a Astor Piazzolla, como uno de los creadores que se empeño en echar un soplo vivificador sobre la música porteña. Alguna vez se señalo que para él lo importante era, principalmente, el solitario acto de la creación. En ese terreno pudo dar rienda suelta a su espíritu innovador, sin buscar la fácil repercusión ni dejarse llevar por

otros intereses que no fueran los que nacían de su propia necesidad expresiva. Rovira fue una figura solitaria, muchas veces postergada, no siempre comprendida. Por las características de su obra, fruto de una prolija elaboración, en escasas oportunidades logró que sus creaciones trascendieran más allá de una minoría que acompaño con interés y fidelidad el desarrollo de su carrera. Compositor infatigable y de inusual fertilidad, buena parte de sus trabajos –sinfonías, cuartetos para cuerdas, poemas sinfónicos, sonatas para piano, preludios y piezas para banda, además de innumerables temas en ritmo de tango- permanecieron sin estrenarse. Más allá de las complejidades y las arideces de sus partituras, se reconocía siempre en ellas la mano de un creador de sólida formación, de oficio incuestionable y de generosa imaginación. Esos valores merecieron generalmente el aplauso de la crítica especializada y obtuvieron galardones como el “Premio de Honor de la Provincia de Buenos Aires” –trofeo que únicamente había ganada Alberto Ginastera- y el que la Municipalidad de Buenos Aires le otorgó a sus ‘20 preludios Intersemitonales’ a comienzos de la década del ’70. Eduardo Rovira había nacido el 30 de abril de 1925. A los 9 años hizo su primera experiencia como compositor: el vals “A tu lado”…. En el sepelio realizado ayer en el cementerio de La Plata se puso de manifiesto el hondo pesar causado por su temprana desaparición.

Concierto en el 1er. Aniversario de su Muerte 17 de Agosto de 1981 - Teatro Municipal 1ro. De Mayo El 17 de Agosto de 1981 a las 21 hrs. en el 50 aniversario de LT10 Radio Universidad del Litoral S.A., la Orquesta Sinfónica de Entre Ríos y el Coro del Consejo de Educación de la Provincia de Entre Ríos bajo la dirección del Maestro Reynaldo Zemba , en conmemoración del primer aniversario de la muerte del compositor, interpreta una obra que había sido compuesta en el año 1979 por el Maestro Eduardo Rovira, por pedido especial de los solistas que actuaban esa noche:“Concierto para Flauta, Oboe y Orquesta de Cuerdas” Andante – Allegro. Los solistas fueron: María Cristina Salsano Alzueta de Garreffa (flauta) y Hernán Cesar Garreffa (Oboe).

CAPITULO XV - “Taplala” Rodolfo Schelotto Sergio Taplala - Tango (1974) Dedico esta obra a mi amigo Rodolfo Schelotto Sergio…te quiero gordo!

Recorriendo las Editoriales, rescatamos varias partituras impresas. Encontramos lo que para nosotros eran tesoros ocultos. El corazón de Roberto y el mío corría acelerado, cuando nos iban entregando ese material de archivo. Descubrimos cosas. Más de las veces nos quedábamos estáticos, fluctuando entre saltar de alegría o llorar de emoción. Entre esas obras estaba “Taplala”, un tango a La Plata que amábamos escuchar; con una dedicatoria a quien para nosotros era un perfecto desconocido. No era un músico, ni un poeta…quién era? Lo primero que hice fue tratar de localizar a Rodolfo Schelotto Sergio en la Web. Navegué durante un largo rato, hasta que encontré su nombre; firmaba un artículo perteneciente a una revista “Plácet”. Busque esa revista, los datos llegaban hasta un determinado año. Temía lo peor… Me pasó tantas veces. De pronto…otra vez esa maravillosa ayuda. De pronto, ya agotada de leer y leer, miro y veo algo así como “Publicaciones Argentinas”. Lo tomé como una señal y comencé a leer, hasta que de pronto encuentro su nombre y dirección en Capital, aunque la revista ya tenía otro nombre: “La Revista Diplomática”. Cuanto más avanzaba, peor. No lo veía a Eduardo conectado con alguien de una revista diplomática. Me equivoque, estaban mucho más que conectados…cuerpo y espíritu.

Se lo cuento a Roberto que estaba un poco pendiente de mi búsqueda y allí mismo me dice: ‘dame el teléfono’. Lo marca, comienza a hablar. Vi cómo los ojos se le iban llenando de lágrimas. ¿Por qué Rovira le había dedicado un tema a alguien de La Plata que no pertenecía al ambiente de la música o del Arte? Obviamente fue lo primero que le preguntó: `porque me quería mucho`, le contestó. Rodolfo lo definió a Eduardo como ‘mi hermano’. Ansiosa por preguntar y llenar baches biográficos, tomé yo el teléfono y seguí hablando, y allí descubrí lo que tanto me intrigaba, de tan simple ni siquiera se me había ocurrido. Hay cosas que están por años delante de nuestros ojos y un buen día…las enfocamos y vemos lo que nunca vimos. Eran amigos, se querían y se admiraban mutuamente. Rodolfo es periodista y se habían conocido en la redacción del diario El Día de La Plata cuando Eduardo iba a verlo por las distintas notas que le hacían cuando se mudó a esa ciudad. De esas entrevistas y esos tiempos compartidos, nació entre ellos una profunda amistad. “Taplala” no es sólo el nombre del tango que Rovira le dedicó a la ciudad de La Plata y a su amigo Schelotto Sergio, es un maravilloso tema, que los platenses al escuchar ‘sentirán’ como el bandoneón describe la vertiginosidad de las diagonales y la pacífica calma de la Catedral, el bosque y la ciudad misma los fines de semana. Si prestan atención, el bandoneón repite: taplala, la plata, taplala, la plata, varias veces. También, conociendo a Rodolfo, hay algo de su paz interior y de su luz en ese tango: no es difícil querer a Rodolfo, ahora entiendo mejor porque es el dueño “espiritual” de ese tango. Lo visitamos varias veces. Prolijamente nos sacó copias de fotos personales y del diario El Día que tenia de Rovira y sus músicos, tomadas durante las diferentes entrevistas. Él fue quien me entregó el manuscrito del curriculum de Rovira y nos hizo una interesante nota en la “Revista Diplomática”, cuando la UNL lanzó en el Salón Dorado de la Municipalidad de Buenos Aires los cd’s “Tango en la Universidad” y “A Evaristo Carriego”. Juan Bautista Duizeide, escritor platense, en un ensayo llamado “El rovirao” publicado en un libro llamado “Doce ventanas al Tango”, ganadores del Premio Edenor 2001, se pregunta: ‘vale pensar entonces los años finales de Rovira en La Plata como un destierro?’ NO, por supuesto que no, para nada. En una charla que tuvimos con Juan, parecíamos no coincidir, porque ambos evaluábamos el tema desde el lugar de nuestras actuales

residencias. Evidentemente en su destino, la ciudad de La Plata, fue un lugar crucial. En 1959 estaba allí con El Octeto La Plata y allí conoció a Romano y a Nichele, personajes importantes para su historia musical. Allí se gestó la ‘Agrupación Tango Moderno’ con músicos platenses excepto RoviraRomano-Nichele; hizo cambios importantes en su vida personal, en su música, en su parte intelectual y regresó 10 años más tarde a sentar basa. Eligió un lugar lo suficientemente lejos y lo suficientemente cerca. La Plata le daba la paz provinciana que él necesitaba, seguridad económica, el reencuentro con sus anteriores músicos y sobre todas las cosas, la libertad y la paz necesaria para componer y estudiar, ya que se había ido de Lanús presionado por dolorosas situaciones familiares y laborales. Sergio Pujol, en una nota de Clásica, escrito a veinte años de su muerte, se pregunta o más bien filosofa en un momento sobre los motivos que lo llevaron hacia La Plata: “Quizá hubo algo más profundo, algo que tenía que ver con la naturaleza de la obra roviriana”. No sólo tiene que ver con la naturaleza de su obra, sino con la naturaleza del ser humano. A Rovira no le gustaba el ruido: ni el de la gente ni la de las ciudades, aunque haya sido de la noche y de la ciudad. A Rovira no le gustaban las presiones de ninguna índole: ni las familiares ni las sociales. A Rovira le molestaban las situaciones forzadas y sobre todas las cosas, le molestaba que la gente no comprendiese su total sumisión a la música, al estudio, a la composición. Le molestaba la gente trepadora y competitiva, y sobre todas las cosas, el chisme barato, lo vulgar, las intrigas y las mentiras. Le molestaba todo lo que no fuese natural: odiaba el manipuleo para un lado o para el otro, lo que lo hacía enojar frecuentemente, ya que sentía de cerca la injusticia de la incomprensión. El necesitaba pensar, componer. No entendía los reclamos de los ignorantes o pobres de espíritu, él estaba en otro nivel y no tenía tiempo para invertir en comprender a los otros. En la pacifica soledad de su casa platense ó en las reuniones con sus amigos del alma, era simple y dueño de sus silencios. Era un intelectual y estudiaba mucho para mejorar. Sus ideas humanistas eran muy profundas, sobre todo lo relacionado con la patria, América y la música telúrica de las distintas civilizaciones y regiones.

Sus amigos más cercanos, a quienes conozco bien, repiten ese patrón de personalidad. Son agradables y de pocas palabras. Sin estridencias sociales, pero con gran rectitud en sus comportamientos. Su honestidad como persona y como músico logró sostener un grupo de fieles amigos a su alrededor y agasajó a cada uno de ellos con un tango, ya que al no encontrar palabras se los agradeció a su manera y de la mejor forma que sabía hacerlo. Si no tenía nada en particular para agradecer, dejaba su testimonio musical de cómo determinadas personas, lugares o situaciones lo habían movilizado o que sentía o que opinaba respecto de algo. A La Plata y su gente, le dedicó muchísimos temas: En los 70’s preparó material para dos discos; uno de ellos lo grabó y lo llamó “Que lo paren” (utilizando una frase típica usada entre los amigos cuando veían a alguien bailando ‘embalado’ ..”que los paren ahora, si pueden…”), dedicó ese tango con ese nombre a todos los bailarines de tango. Tuvo la habilidad de ver el futuro, ya que actualmente son imparables en todo el mundo. El otro material, que dejó sin nombre, fue grabado pero nunca se editó comercialmente, ya que no tuvo ni el tiempo ni el dinero. “Tango para Charrúa” se lo dedicó a Alberto ‘Charrúa’ Placeres, a quien conoció casualmente cuando un día entró al Banco Provincia con la idea de ver la posibilidad de sacar un préstamo para comprarse una casa. A ‘Charrúa’ Placeres, le cayó bien Rovira y gestionó dicho crédito, lo que le permitió comprar la casa de Tolosa, donde aún vive Mabel. Con el tiempo compartieron amigos y lugares. Dos de esos amigos fueron Mataco Placeres, hermano de Charrúa, quien vivía en la calle 6. Todos los miércoles se reunían allí ese grupo de amigos y allí también conoció a Hugo ‘Cacho’ Spañol (médico psiquiatra). Al lugar de encuentro le dedicó el tango “Calle 6” y a Cacho “La Depre”. En el año 1974, cuando Rita Schuster de Placeres estaba en su segundo embarazo (10 años antes había nacido María José Placeres), además de tocarle cada vez que así lo sentía el ‘Arroz con Leche’ durante una hora en sus distintas variaciones, le preparó como regalo de nacimiento de su segunda hija, María Julia, un tango para órgano que llamó “A las dos Marías”. Cuando fue a registrarlo a SADAIC y se enteró que dicho nombre ya existía, lo rebautizó “Majo Maju”. Sobre la cubierta del LP “Que lo paren”, escribió una dedicatoria: “Para Charrúa Placeres de quien tanto le debe” – 10/9/74 No tuvimos la oportunidad de conocer a María José, sí a su hermana María Julia. Es un encanto de persona. Trabaja en la producción de un programa en Radio Provincia y estudia “Doblaje”.

Ésta altamente orgullosa de que un tema que da la vuelta al mundo, tenga su nombre incluido y ama a Rovira desde la panza….cuando a su alma le llegaban los acordes del Arroz con Leche. A el equipo ganador de Estudiantes de la Plata, cuyo DT era el profesor Kistenmacher, le dedicó “Tango para el profe” y a un cuidador de caballos del Hipódromo de La Plata “A Don Pedro Santillán”. “Tango para Angelé” se lo escribió a la hija de una amiga de Mabel. Recordó también a otras personas, como quien había sido un representante suyo Ernesto Armous en “Tango para Ernesto” y a “Nanim” un personaje de color de la época de Lanús que repartía carbón de casa en casa. Hoy decidí darle vida a ese material. Próximamente “Calle 6”. Una joya rescatada del arca pérdida…

CAPITULO XVI - Aproximación al mundo ético y estético de Eduardo Rovira por Nélida Rouchetto Personalidad compleja, auto exigido, sólido, defendiendo su ego sin extravagancias ni superficialidades, sin prisa y sin pausa. Dejó en sus breves 55 años de vida, toda la psiquis de sus vivencias espirituales escrita en el pentagrama y en la densa sonoridad de sus trabajos grabados. Su obra monolítica debe ser investigada y difundida. Esto es sólo una aproximación a ese mundo ético y estético que nos legó. Eduardo Rovira utilizó la estructura de música de cámara y la envolvió con su concepto moderno para la sonoridad del tango. Aplicó una constante en sus tratamientos complejos con superposiciones rítmicas tonales y atonales. Introdujo por primera vez en el género ‘tango’ la combinación estructurada de las seriadas dodecafónicas, que presupone quien no capto la intención de su uso atonal que lo de Rovira es una “repetición”. Sin embargo, imprimió libertad expresiva, superpuso los instrumentos y los juegos de cada tema cuando adaptó esa tendencia musical. Por supuesto que llegó a una especie de “encierro” con algo de fatiga de los doce sonidos, que resolvió siempre, retomando la tonalidad. También es observable en los tratamientos de Rovira que el ‘contratiempo’ no existe, detalle que fue muy bien utilizado por Astor Piazzolla, que tampoco resuelve con la sincopa de Horacio Salgán, tan única además. Diríamos que en Rovira tiene principal significación los efectos del contrapunto, pero no se parece a los métodos aplicados por otros colegas del genero ‘tango’; lo más cercano que él aceptaba como herencia lo ligaba a los ‘contraritmos’ de Orlando Goñi y de Alfredo Gobbi, con las caídas e inflexiones de éste último con mayor admiración. Los estados emocionales de Rovira son muy evidentes, pasando por etapas de alta temperatura: “Sónico”, “Tango en Tres”, “Supersónico”, y en otros de intenso lirismo: “Pájaro del Alma”, “Músicos”, o notoria introversión con lánguidas frases, excesivamente pausadas: “A Evaristo Carriego” y “Preludio de la Guitarra Abandonada”. Buscando comprender, con atenta audición, los climas “rovirianos”, se descubre la música del tango en su quintaesencia, y cómo los aportes de Rovira, con sus acordes nuevos, hoy están con naturalidad en las

composiciones, los arreglos y las interpretaciones de los músicos más jóvenes. Los desprevenidos oyentes se confunden y anulan la línea receptora aunque en sus tímpanos suenen los delirios de Rovira. Sin embargo, a medida que aceptan y reiteran la audición, descubren que son capaces de oír cada detalle de tanta buena música en las grabaciones de Rovira, y por supuesto y que también les sirve para aplicar a otros creadores, a los que tampoco se les entrega tanta atención como a Gobbi, Pugliese, Salgán y Tarantino. El auditor tanguero afiliado a las propuestas ‘decareanas’: Francisco de Caro, Pedro Laurenz, Julio de Caro, en éste caso especial, que tuvieron su desarrollo en Osvaldo Pugliese, Eduardo del Piano, Alfredo Gobbi, Argentino Galván, Horacio Salgán, Astor Piazzolla y el mismo Rovira; a ese auditor se le hace mas fácil adherirse a estas propuestas renovadoras de Eduardo Rovira, quien resaltó además los valores de sus atriles y logró particular eco musical de ellos en cada tema, sin modificar en absoluto su propio mensaje. Los cambios introducidos por Rovira que hacen a su estilo, llegaban a veces de la sugerencia original de cada obra cuando ésta era ajena a su autoría: “A los amigos”, “Patético”, “Abril” “Tango del Ángel”, “Baile de etiqueta”, “Nostálgico” “Simple”, “Dos imágenes”, “Esquina”, “5 de Abril”, “Ritual”, “A fuego lento”. A partir de la unidad en el enfoque de lo rítmico, lo armónico y lo melódico, consiguió Rovira, desde el dibujo de sus arreglos, que las obras ofrecieran mayor riqueza en contenido y forma. Armando Portier, habitual concurrente a radio Belgrano para escuchar a Rovira, solía señalar que: “el tratamiento y la ejecución de mi tango “A los amigos”, respetado al máximo, en la visión de Rovira recibió un clima de idealización. Además es elogiable, y lo digo como bandoneonísta, el resultado de la ejecución del bandoneón por Rovira, que se corporiza como si fuera el órgano de una catedral. Como compositor me enorgullece que mi obra cobre tal realce por sobre el origen popular, que él dignificó con su veta de gran músico universal”. Otro ejemplo de originalidad en Rovira luce en “Nostálgico”, aplicado a quinteto de cámara (2 violines, 1 viola, 1 cello, 1 contrabajo). Prescindió aquí del bandoneón y del piano, desarrollando con envolvente vestidura el tango de Julián Plaza, con los giros y las marcaciones tanguisticas del tema, unidas en perfección a la técnica clásica camaristica.

Eduardo Rovira como Horacio Salgán, Alberto Caracciolo, Osvaldo Manzi, Orlando Trípodi, Astor Piazzolla y Osvaldo Tarantino, alcanzó hasta iniciados los años 60 a elaborar y presentar en “vivo”, en recitales y por radio, sus conceptos musicales, sin un efecto masivo por supuesto, con el resultado de un personal modo de ‘tango moderno’, ‘contemporáneo’ o de ‘vanguardia’, como quiera denominárselo. Junto con estos creadores, Rovira fue sellando los lineamientos en donde los músicos posteriores a la década del 60 pueden y deber reflejarse. ¿Por qué? Porque ellos son “el modelo”. Cada uno de estos músicos fue creciendo y ‘mamando’ de la fuente de los creadores de su ayer y compartiendo las etapas con sus contemporáneos adheridos a esa idea de renovación. Rovira, igual que Salgán, Piazzolla, Tarantino y Carlos García, supo de la labor profesional desde puestos muy humildes, anónimos casi, llegando a preparar sus propias concepciones estéticas que hoy maravillan y son escuela. Damos por descontado que nada fue espontáneo, fue el fruto del aprendizaje en trabajos con diversos grupos y estilos para subsistir económicamente, al mismo tiempo que seguían con tenacidad aplicada en el estudio a fondo de la música, sus técnicas clásicas (Bach, Beethowen, Mozart, Chopin, Linz, Wagner) y luego las más actuales que venían revolucionando este siglo desde Europa (Bartok, Stravinsky, Scriabin, Strauss, Schonberg, Webern). Tal el resultado logrado sin claudicaciones en cuanto al tango que podían, estaban seguros y lograron ofrecer. La falta de continuidad en la relación músico-público en vivo, y luego la difusión por la mecánica de la grabación, a su vez controlada desde las empresas comerciales multinacionales de la música, abrió un ‘cráter’ entre la evolución técnica y estética de los artistas y la involución constante del público oyente del tango, para éste caso. Algunos se quedaron recordando y/o aferrados hasta la década del cuarenta, otros perdieron la identidad no escuchando mas música argentina (tango y folklore) y permitiendo el “vaciamiento musical argentino”, incluso en sus propios hijos; unos pocos en a la tarea poco o nada difundida de los creadores como Caracciolo y Rovira, por ejemplo. Con este panorama negativo, igualmente Eduardo Rovira no claudicó. Supimos que en una etapa trabajó en la caja de una carnicería, gracias a la generosidad de un pariente que lo quería, respetaba y admiraba y le dio ese lugar. No fue denigrante, pero sí muy penoso que así sucediera. Rovira, con orgullo, prefería esta situación pasajera a tener que claudicar de sus principios musicales.

Los diversos instrumentos y sus timbres no le fueron extraños, de tal manera que incursionó en la composición de obras sinfónicas y de cámara, algunas en la actualidad se están valorando en versiones de concierto. Ya había demostrado su pasión por el oboe cuando al conseguir, en 1967, la grabación de un disco con su trío (RoviraAlchourrón-Romano), convocó a Pedro Cocchiararo y su oboe para los tangos “Sólo en la Multitud”, de gran melancolía y el alusivo “Al Invitado”, ambos de su autoría. También incluyó como solista a Cocchiararo y la guitarra de Salvador Drucker, para grabar con orquesta de cámara, sobre arreglos propios, dando marco a la voz de la mezzo soprano Susana Naidich y sus “Cantares de madre”. Con canciones de cuna internacionales, de raíz netamente popular en sus idiomas y formas musicales, demostrando Rovira cómo dominaba las relaciones del canto de cada nacionalidad elegida. En un periodo, buscando una salida laboral, se dedicó al estudio del oboe con Cochiararo, como medio de expresión afín a su temperamento, con la intención de ‘colocarse’ en algún organismo sinfónico y tener un sueldito seguro para la familia. El destino le marcó otro límite, siendo muy joven aún, por deficiencias coronarias el medico le advirtió que debía “dejar de soplar el instrumento” y en lo posible de tocar el bandoneón. Historia muy singular sin duda alguna, muy rica para evaluar mejor a Eduardo Rovira en sus logros personales; que no consiguió la salida económica ideal para ser convocado para escribir arreglos orquestales para sus colegas del tango (como lo hicieron Galván, Piazzolla, Artola, Spitalnik) o ‘enganchar’ en alguna editorial de música. En 1968, post circunstancias y economía mediante, cambio el contrabajo acústico por el eléctrico que confió en Néstor “Tucuta” Mendy, dándole al instrumento, por primera vez en el tango, un espacio sonoro original, cantando, modulando, marcando y casi cumpliendo un rol natural del contrabajo tradicional tan interesante en el género. La ‘electricidad’ para Rovira no debía cumplir el papel de efecto comercial, debía estar al servicio de la música y eso también lo confió en sus colaboradores como en Salvador Drucker para la guitarra. Fiel a su pensamiento de no recurrir jamás a efectos ‘jazzeros’ para ser moderno en el tango, sus disonancias y efectos provenían de las escuelas clásicas: Debussy y Ravel. Para Rovira, la música debía surgir como elemento puro, ya fuera de lo clásico como de las raíces del tango y del folclore argentino.

Rovira armaba sus esquemas sobre un andamiaje interno, emotivo, y luego apoyaba todo en la técnica con ideas de orden camaristico, a puro contrapunto, bien claro en “Contrapunteando”, “Sónico” y “Tango en tres” o en la planificación seriada (“Serial Dodecafónico”). No faltó en sus realizaciones el formalismo clásico con solos de cello y violín: Enrique Lanno, Reynaldo Nichele o Hugo Baralis; en el uso con más violines: Ernesto Citón y Héctor Ojeda; en el piano Leopoldo Soria; en el sólo expresivo de Mario Lalli en “Sonata Baja”. No eludió lo ‘mozartiano’ en el tratamiento del piano con Osvaldo Manzi en el ‘divertimento’ logrado en “Triálogo”. Fue expresionista, clásico, tonal, atonal, dodecafónico, transiciones que le sirvieron para el lenguaje musical según el tema ó el tratamiento orquestal, para una atmósfera intimista como se necesita en el tango y al mismo tiempo fue ampuloso, grandilocuente. En el ámbito musical de Eduardo Rovira hay siempre un tiempo-espacio en estado de sugestiva levitación en movimiento. En pasajes que se reiteran se adelantan en masa grupal, pero sutilmente retroceden, un paso hacia delante y un medio paso atrás, tal si un resorte los retuviera y suavemente los volviera a soltar. El oyente recibe la sensación de un vaivén, un leve mareo, pierde la noción de ser y estar, pasa a otra ligereza del espacio y en otra virtual dimensión.

Gracias Nélida! Nélida Rouchetto es actualmente la Directora de “La Casa del Tango de Buenos Aires”, además de ser socia fundadora de la misma.

CAPITULO XVII - Aquellas Noches en La Plata…por Hugo Spañol (Dr. en Psiquiatría) Mi casa solía ser un lugar de encuentro de compañeros de circunstancias, eso era exactamente lo que compartíamos, las circunstancias. Con muy pocos de ellos habíamos establecido un vínculo más profundo que era la amistad y eso ocurría porque se daban otras afinidades. Por ese lugar de reunión desfilaron diferentes personas con las que compartíamos además del asadito, anécdotas, expresiones culturales, según lo que cada uno podría brindar; pasaron así jugadores de fútbol, poetas, políticos, músicos, etc. uno de los invitados de una de esas noches fue Eduardo Rovira. Él, la relación la había iniciado con Alberto “Charrúa” Placeres, unos de los pocos amigos que me brindó la vida. Rovira era conocido por casi todos los presentes, pero reconocido por muy pocos (así fue toda su vida). Participó de la reunión como era, tratando de no ser el centro de la conversación, respetuoso, callado y considerado con el resto. En alguna otra reunión trajo como compañía “el bandoneón”… entonces sí comenzó a “hablar” con el fueye. Con el tiempo fui entendiendo su dificultad: hablaba con el fueye como lo haría con la verba el literato más evolucionado, pero musicalmente le ocurría en el grupo lo mismo que en la sociedad, para entenderse con muchos de los presentes (musicalmente en kindergarten) tenía que hacer algo que no le gustaba “concesiones”. Después fui entendiendo que éste genio de la música, como todos los así dotados, tenía serias dificultades para comunicarse a pleno con el entorno y eso ocurría porque las personas en general necesitan emociones para sentirse vivas y los factores que comúnmente provocan esas emociones estarán a su alrededor. La escala emocional de Rovira lograba su máxima expresión desde la música, fundamentalmente desde aquella que él sentía y que podía compartir con muy pocos. Para entender esto, tenemos que entender que la misma emoción no provoca la misma respuesta en todos, algunos lograrán su máxima vibración en función de sus logros materiales, otros por su creatividad intelectual (así era Rovira); y otros por los afectivos. Si bien los tres factores estarán presentes en todos, serán distintos las proporciones y los objetivos, pero en base a esa característica se comunicarán con el entorno.

De esta manera podemos observar que los materialistas necesitarán que el otro les sirva, los intelectuales que el otro los entienda y los afectivos que el otro los ame. Podemos comprender así cómo los genios en sus diferentes épocas sintieron la incomprensión del entorno y como algunos reaccionaron enloqueciéndose (Van Goth); otros agrediéndola (Charly García) y otros aislándose, que fue el caso de Eduardo Rovira.

Gracias Hugo!

Dr. Hugo Spañol Nació en La Plata Doctor en medicina y especialista en psiquiatría y psicología médica desde hace más de 30 años. Psicoterapeuta de pacientes funcionales que identifica como “emocionales”. Dueño espiritual del tango de Rovira “La Depre”

CAPITULO XVIII - EL BANDONEÓN Y EL TANGO

EL BANDONEÓN “…pero el fueye, piba, el fueye. Al fueye de Rovira le encontras el origen al que fue destinado, un equivalente del armonio, del órgano. Algo pensado para las capillas de las cumbres, destinado a una religiosidad de altas cumbres y tampoco es eso…” Extracto de un cuento del Periodista y Escritor Jorge Montagnaro

No pensaba dentro de esta biografía incorporar otra cosa que no fuese la vida de Rovira misma, pero es imposible separar a la persona del instrumento que se valió para expresar sus sentimientos. Como él tenía un amor particular por su bandoneón Doble AA y yo encontré ésta nota, vaya este pequeño aunque sentido homenaje a tan maravillo instrumento y la esperanza que tuve – y Uds. seguramente tendrán al leerla- de que se vuelvan a fabricar. Posiblemente sea correcto comenzar esta nota haciendo referencia al destino; y más acertado sería hablar de un destino musical. Porque para hablar del bandoneón es necesario aceptar la intervención de cierta fatalidad para que esta historia tenga sentido. Y digo esto porque me resulta inimaginable pensar que cuando Heinrich Band inventó este instrumento, allá por 1835, sospechara que se convertiría en algo más que una especie de órgano portátil que llevaría la música religiosa fuera de las iglesias. Y sin embargo ese destino misterioso tenía reservado para el bandoneón un protagonismo fundamental en un lejano país como instrumento fundamental de una de las más nobles músicas populares. Desde su aparición el bandoneón recorrió un largo camino hasta que, alrededor de 1870, llegó a nuestro país. Y es muy posible que las historias que se cuentan sean ciertas y haya sido el negro José Santa Cruz (padre del mítico Domingo Santa Cruz) quien lo hizo sonar por primera vez para entretener a las tropas argentinas durante la Guerra de la Triple Alianza; y si la fantasía y la imaginación nos tienta un poco

más, podemos imaginar a algún oscuro marino que llegó al puerto de Buenos Aires con ese instrumento como único equipaje, y quien sabe cómo, fue a parar a las manos del negro Santa Cruz. Pero allí no se detendría su andar, debía aún transitar unas décadas más hasta incorporarse al tango, a fines de la primera década del siglo XX; y entonces sí se puede decir que el bandoneón había encontrado su lugar en el mundo, su destino. Los bandoneones que circulan hoy tienen entre 65 y 70 años y esto se debe a que no se fabrican desde la década del ’50. Entre todos los bandoneones existe uno que se eleva por sobre los demás, “el Stradivarius de los bandoneones”, el Doble AA, al que solían llamar “Jabón Lux” por aquello de que “9 de cada diez estrellas lo usan” (esta frase corresponde a una publicidad de jabón de tocador de la época); lo que no deja dudas sobre su calidad y su preferencia entre los músicos. Esos ya míticos Doble AA se fabricaban en una pequeña localidad de Alemania del este; en un establecimiento dirigido por Alfred Arnold; pero la explosión de la Segunda Guerra Mundial interrumpió su fabricación y más tarde la fábrica fue estatizada y se la destinó al armado de motores diesel. En los años ’50, uno de los descendientes de Arnold la reinstaló en el Oeste de Alemania pero esos Doble AA de posguerra no estaban a la altura de la tradición y dejaron de fabricarse en 1971. La nobleza y el sonido de aquellos Doble AA, que eran construidos por empleados que guardaban celosamente los secretos de su construcción, ya no estaban, no volvió a aparecer. Los Doble AA llegan a la Argentina entre 1911 y la Segunda Guerra Mundial; luego se interrumpió la producción y así los que hoy escuchamos son los sobrevivientes de aquellos años. Hubo otros bandoneones y otras marcas (Tango, Ela, Cardenal) pero ninguna llegó a la altura del Doble AA, salvo los ‘Premier’, que en realidad eran lo mismo, salían de la misma fábrica, pero llegaban bajo ese nombre porque el importador era otro. Estaban también los ‘Germania’ fabricados por Malthias Hohner que llegaron a estar bastante cerca de la calidad de los Doble AA. En nuestro país un tal Mariani encaró su construcción pero tuvo escaso éxito. Por el año 1920 un Doble AA costaba $ 160, según un catálogo de la Antigua Casa Núñez. Hoy en día se pueden conseguir entre $ 1800 y $ 5000, por supuesto todos usados; y hay también por $ 800 pero son de pésima calidad.

Hasta la Segunda Guerra Mundial entraron en nuestro país 25.000 bandoneones de los cuales una considerable cantidad volvió a salir y otro porcentaje termino su vida útil. Y otra vez volvemos a encontrarnos con el destino, y en este caso un destino oriental: José Estrada, especialista dedicado a la compra-venta da el siguiente dato: “Los japoneses y, paradójicamente, también los alemanes, se llevan muchos. Supongo que no menos de ocho mil salieron del país. Y otros están muy batallados o, por el contrario, abandonados durante largo tiempo y castigados por la humedad”. Y para reforzar la opinión de Estrada, en esta especie de éxodo de bandoneones, Julián Plaza comentó que: “Es común que los músicos, cuando van al Japón lo lleven para vender. Allá los compran –sean buenos o berretas- y muchas veces no los tocan, sino que los tienen de adorno”. Y agrega: “Conocí un cirujano japonés que tenía una colección de 37 instrumentos. Es una lástima”. Pero a pesar de todo parece que el Doble AA va a resurgir a partir del anuncio realizado por Uwe Staad, alcalde de Carlsfeld, sede histórica de la fábrica Arnold, quien prometió que en octubre de 2000 volverían a fabricarse estos incomparables instrumentos (No se tienen noticias sobre si éste proyecto se concretó). Dije al comienzo de esta nota que era forzoso hablar de destinos a la hora de referirse al bandoneón y me arriesgo a decir que con el mismo criterio debo finalizarla: seguramente el destino le tiene reservado al más porteño de los instrumentos, una nueva posibilidad para recuperar, en las manos de los músicos de hoy, aquel mítico e incomparable sonido del fueye Doble AA. Nota bajada de una página de Internet, firmada por: Carlos Hugo Burgstaller En la Plata, en la Casa del Tango, presidida por Carlos Bianchi, funciona uno de los pocos conservatorios de bandoneón del país, con alumnos de 12 a 72 años, que conserva en perfecto estado 10 instrumentos alemanes de la década del ’30. El docente, Juan Pablo Fredes, es integrante del Conjunto Municipal de Bandoneones de Tandil, el grupo de bandoneonistas más grande del mundo, conformado por 16 músicos dirigidos por el reconocido maestro Norberto Matti. Este grupo recorrió en 1998 el lugar donde antiguamente funciono la fábrica de bandoneones Doble AA. “Llevamos 16 instrumentos a la fábrica que los vio partir hace más de 60 años. Fue un momento muy emocionante y los alemanes no podían creer que estuvieran tan bien

conservados”, dice Fretes, quien propone un censo de instrumentos a nivel nacional, para rescatar del olvido a las “cajas mágicas” del pasado. Clubdetango.com.ar/foros – Laura Martínez

Transcribo a continuación parte de la semblanza que realizara Oscar Zucchi en su libro “El tango, el bandoneón y sus intérpretes”. Generación 1910 (primera parte): Minotto fue un perfeccionista del bandoneón, un estudioso de los más sutiles detalles de su técnica y siempre estuvo en la búsqueda de ampliar sus posibilidades musicales. Esa permanente inquietud lo movió a solicitar a Romeo Greatti “El xeneise”, que le agregara 16 teclas a su bandoneón “Ela” Standard medio nácar. El instrumento así modificado, contaba con 49 teclas en el lado derecho y 38 en el izquierdo, lo que hacía un total de 87 teclas. Posteriormente contó con un Doble AA original, que le fuera enviado desde Alemania con 50 teclas en la mano derecha y 44 en la izquierda. En 1934 ensayando en el teatro Buenos Aires con la orquesta de Canaro, Minotto tuvo un altercado con un músico de otra orquesta, que le costó que Canaro lo despidiera de su orquesta –aunque no por mucho tiempo- y que el otro músico se desquitara de la paliza recibida, haciendo trizas a puntapiés, al inocente bandoneón de Minotto. Allí surgió el temple de Minotto, naciendo la idea de diseñar el instrumento adecuado a las aspiraciones de promover al bandoneón a la categoría de concertante. Con su sapiencia técnica y perseverancia indeclinable, diseñó sus propios planos, y se encaminó con ellos a la casa Emilio Pitzer, Maipú 787, importador de los legítimos Doble AA y por medio de ella sus planos fueron enviados al fabricante Alfred Arnold. El diseño original de Minotto incluía el increíble número de 122 teclas. Por 1935 llegó por fin el anhelado bandoneón, pero Minotto vio con desencanto que en el teclado izquierdo faltaba el último “do” sobre agudo. Inflexible, hizo enviar el instrumento a su país de origen. Los fabricantes remitieron una carta a Minotto explicando las dificultades técnicas con que tropezaban en su construcción, por lo que finalmente el instrumento quedó con 118 teclas, 61 en el teclado derecho y 57 en el izquierdo, y una extensión total de siete octavas. Quienes han escuchado a Minotto ejecutar con éste instrumento han quedado maravillados. En 1937 en un reportaje a la revista “Radiolandia”, dijo: “Es el bandoneón más grande del mundo. Con él estoy preparando un repertorio más elevado que el actual: pienso ejecutar música de Falla; ya he arreglado la “Rapsodia en blue”

americana (sic) y creo demostrar que del bandoneón pueden sacarse matices magníficos. Si lo logro dentro de algún tiempo, cuando llegue la oportunidad, haré solos de bandoneón ante el micrófono. Clubdetango.com.ar/foros – Laura Martínez Según Enrique Balduzzi: “Rovira recorrió un largo camino ya que aprender a pulsar los 71 botones del instrumento nacarado es una tarea lo suficientemente compleja como para llegar a expresarse en un nivel destacado, aun habiendo tenido un profesor tan versátil como Paquito Requena. Integrando sus propios conjuntos o participando en calidad de solista con otros directores, surge la magia de sus recursos expresivos: ductilidad en el fraseo, ágil digitación, variabilidad armónica, diversidad rítmica. Este compendio de recursos técnicos y académicos, va engarzado con los sentimientos auténticos de una ejecutante sensible, aflorando todos los estados anímicos imaginables: melancolía, nostalgia, agresividad, nerviosismo, paz, conflicto, alegría, dolor, valores que respetan los ‘climas’ musicales desarrollados. Cada tango es un ‘mundo’ creativo e interpretativo. Para Rovira, será la pantalla fiel, que reflejará las posibilidades sonoras a las que arriba con su herramienta musical. Habrá un virtuosismo exultante en “A Fuego Lento”, destreza profesional en “A los Amigos”, resonancia profunda en “A Evaristo Carriego”, fraseo intimista en “Opus 16”, sonido de órgano en “A Luis Luchi”. Su ductilidad instrumental le permite integrarse al estilo de las batutas que lo dirigen. Respetuoso del compositor, desgrana la melodía original, aportando todas sus dotes interpretativas, y mimetizándose en el arreglo orquestal que el director ha impreso. Ejemplo representativo son sus versiones de “La Bordona” con Atilio Stampone, “Inspiración” con Reynaldo Nichele y “Uno” con Alberto Epelbaum. Aunque para algunos, el estilo de ejecución de Eduardo Rovira, resulte un tanto frío, no caben dudas que por su capacidad técnica y sensibilidad artística, estamos ante uno de los ‘fueyeros’ más importantes que ha dado el tango en toda su historia.”

EL TANGO - Breve comentario por Pedro Aguilar Danza de pareja enlazada, principal baile de salón de la Argentina. Aunque casi siempre se canta, el tango es esencialmente instrumental. Una particularidad de lo más curiosa es la transformación rítmica, armónica y en ocasiones melódica, que cada intérprete impone, así, un mismo tango suele escucharse de muy distintas maneras, más aún en la orquesta, a tal punto de desconocerse por momentos. El tango puede estar destinado a cualquier instrumento o a diversos conjuntos instrumentales, pero comúnmente su medio de presentación es el piano, existiendo transcripciones y “arreglos” para `dúos`, `tríos`, `cuartetos`, `quintetos`, sextetos’ y para orquesta, siendo su característica esencial la presencia del bandoneón, ya sea en la orquesta popular, conocida como “típica”, o en la gran orquesta. Hoy suelen escucharse conjuntos donde no participa el bandoneón, como por ejemplo, agrupación de instrumentos aerófobos con acompañamiento de piano y/o contrabajo. A veces, la ausencia del bandoneón es sustituida por un instrumento de timbre semejante. Un ejemplo de ello es el Concierto para Fagot y Orquesta que mi ex alumno J. Pardo, titulo “Gran Tango”, donde este instrumento imita el registro grave del bandoneón. Además, pequeños conjuntos u orquestas de tango pueden ser tomados como un gigantesco `solista` en la elaboración de un concierto con orquesta sinfónica. Por otra parte, el tango existe en la música de grandes maestros, entre ellos, el tango de I. Albeniz, el tango de I. Strawinsky en “La Historia de un Soldado”, etc., e influye e composiciones de Bizet, Saint Sáenz, Ravel, Millaud, Hindemith, Haba, Chaves y otros. En la Argentina varios compositores realizaron Movimientos Sinfónicos, Fugas, Sinfonías, Conciertos para Bandoneón acompañados de Orquestas de Cámara y de gran Orquesta, cabe citar a R. Fiorentino, G. Fedel, R. Garello, E. Rovira, A. Piazzolla, entre otros.

Según el contenido temático, se distinguen distintos tipos de tango, entre ellos: •

El tango “rítmico” en el que predomina el ritmo del baile

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El tango “melódico” donde predomina la melodía creada naturalmente, afectivamente. El tango “canción” compuesto de acuerdo con el contenido poético. Tango “estilizado”, escritura convencional haciendo resaltar solamente sus rasgos característicos.

También existen otros detalles que caracterizan el tipo de tango: •



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La utilización de recursos pertenecientes a otras danzas Tango habanera Tango milonga Tango valseado El lugar geográfico que manifiesta Tango argentino Tango criollo; gaucho; campesino; campestre Tango europeo. Tango español; parisiense Tango antillano o centro americano La época Tango de la Guardia Vieja Tango moderno Tango vanguardia Su elaboración basada en la música culta Tango barroco Tango fuga Toccata tango Tango para ballet Suite de tango u operetta, cuando posee un argumento El conjunto instrumental Tango de cámara Tango sinfónico

Pedro Aguilar terminó su carpeta “Tango” con la siguiente dedicatoria: “...No puedo dejar de mencionar a un grupo de ex alumnos, a quienes dedico este trabajo, que han dedicado y dedican su actividad al servicio del Tango, ya sea, como integrante de orquesta, como solista, como orquestador, arreglador o director: Artola – Berlingieri – Binelli – Carrasco – Colangelo – Dragone – Fedel Goñi Ulises – Lettera – Libertella – Madrigal – Maggi – Mederos – Palermo – Penòn – Perez Prechi – Piro – Pontier – Previniano – Pugliano – Pugliese – Rovira Eduardo – Salamanca – Torchia – Tripodi Ibars – Zarate”.

Yo creo que todos ellos le dirían al Maestro Pedro Aguilar Gracias Maestro de Maestros....!!!

CAPITULO XIX - El Dodecafonismo, el Politonalismo y la Música Serial Eduardo Rovira fue el único músico argentino en incorporar el dodecafonismo, el politonalismo y la música serial al tango

Después de TRISTAN en 1865, aparecieron compositores con ideas y música radicalmente nuevas y extrañas que hicieron pensar en un rompimiento de la continuidad lógica del arte. A comienzos del siglo XX, el compositor cree que su misión es la de hallar un nuevo fundamento a la música toda y el público exageró su temor, respeto y desorientación entre estas modernas tendencias. Los compositores saben que no alcanzara la adhesión inmediata del público, ni espera que el fruto de años de estudio y trabajo –nota a nota- alcance una rápida popularidad. Por ello, no es extraño que se encierre en la torre de marfil de “su estética” o concepto particular del arte y se enfrente con los músicos de ayer y de hoy. El politonalismo es una descomposición del principio de la tonalidad clásica, pero como tendencia intermedia antes de que el dodecafonismo procediera a elaborar nuevas bases para la técnica musical. Mozart en algunos pasajes en lugar de pasar limpiamente de una tonalidad a otra, prefiere gozar unos momentos de indecisión y hacer oír simultáneamente ambas tonalidades, la que se abandona y la que se introduce. Entonces es cuando se descubre que, como ya apuntó años antes Strawinski con su “Petrouchka” y la “Consagración de la Primavera”, se pueden enfrentar de manera permanente, a lo largo de una obra, dos o más tonalidades distintas. En realidad, empezaba a ser difícil demostrar, con la ciencia armónica académica, la corrección de los nuevos acordes, complicados y extraños; por el contrario, resultaba más sencillo confesar abiertamente la adopción de un sistema a base de la superposición de dos o más tonalidades claras y bien perfiladas.

El compositor politonal trabaja, casi siempre, tanteando sobre el piano los choques de acordes y armonías distintos para hallar las favorables. El resultado práctico consiste, por una parte, en una sensación agridulce muy agradable si son empleados por un buen compositor, y por otra en la conservación de cada una de las diversas líneas tonales respectivas. En definitiva, un excelente procedimiento para obras como las celebres “Saudades do Brasil” de Milhaud, o sea, estilizaciones de temas de fuerte sabor popular y ritmo sugestivo y colorista. Eduardo Rovira además de utilizar el politonalismo, tomó como nuevo punto de partida los 12 sonidos que el piano da en el espacio de una octava. De un ‘Do’ al siguiente, se encuentran en éste instrumento 12 teclas que representan otros tantos sonidos distintos: el dodecafonismo. Rovira construyó sus melodías y acordes con mayor libertad, según conveniencia. Ya no hay tonalidad propiamente dicha en una pieza o en un pasaje, sino a lo sumo algún sonido o nota ‘centro de atracción’. No podrá estar escrito en una tonalidad concreta, por ejemplo ‘la bemol mayor’, sino que a lo sumo ‘girara o estará’ orientada alrededor de dicha nota. Tan perfecto es el nuevo sistema que no contradice en nada lo que nos ha legado el pasado. Un andante de Mozart puede ser considerado bajo éste punto de vista, como una obra dodecafónica en la que se haya empleado uno de dichos centros de atracción persistente y definida, la tonalidad clásica, y un conjunto de acordes muy afines y característicos de dicho centro, la armonía tonal clásica. Existe una escuela extremista, también usada por Rovira, los dodecafoniotas puros o de la tendencia serial, que reclama otras restricciones y procedimientos más concretos. El músico dodecafónico creador de esta tendencia fue Arnold Schonberg, quien considero que era preciso romper con los procedimientos tradicionales. Según él, toda obra musical debe iniciarse con un tema o ‘serie básica’, al modo del comienzo de las fugas clásicas, serie que debe contener los doce sonidos según el orden que libremente elija el compositor. Además, el desarrollo de la obra debe llevarse por transformaciones de esta serie principal. Pero las consecuencias son aún más aparentes. El compositor deberá huir sistemáticamente de dar la impresión de una melodía y unos

acordes que recuerden una composición de tipo tonal clásico; la serie ha de ser algo estrictamente dodecafónico. La melodía procederá, pues, por saltos poco frecuentes y los acordes serán con preferencia muy ‘disonantes’, ya que dos o tres consonancias “a la antigua” serían suficientes para dar la sensación de estabilidad momentánea de una tonalidad. Todas las manifestaciones dodecafónicas han servido a sus enemigos para argumentar en contra de ésta tendencia y censurarla por su cerebralismo por su carencia de contenido emocional o por su frialdad. Pero la realidad demuestra que ello no es cierto. Una situación de absoluta atonalidad sólo se produce en pocos casos, puesto que no es difícil identificar abundantes “centros de atención tonal” al estilo de los descriptos en el epígrafe anterior. Una partitura de Schongberg, no ofrece ciertamente una melodía de tipo mozartiano, pero tampoco renuncia a una intensidad rítmica y colorista. La orquesta dodecafónica no deja de ser interesante, ya que debido a su organización por series ofrece un constante cañamazo de sonoridades irisadas. En Eduardo Rovira, surge un interesante hallazgo del equilibrio; un dodecafonismo aplicado de manera tal, que mantiene a la disonancia en un contexto de aparente consonancia, sin perder la tanguidad de la obra, lográndola no sólo por incluir el bandoneón, sino por un conocimiento de los cimientos que hacen al tango.

CAPITULO XX - Estética, estilo e idea por Julián Graciano

Eduardo Rovira, es en sí mismo un músico totalmente adelantado a su tiempo, con ideas nuevas y con una búsqueda personal. Para entender mejor como logra su síntesis y su estilo, debemos empezar por sus años de músico de orquesta; conoce todos los recursos y aspectos que a tango se refieran en su acercamiento a los grandes músicos del género. Entre sus primeras escuelas de tango se puede notar el paso por la efímera orquesta del pianista Orlando Goñi, donde conoce el manejo de la mano izquierda del piano en los bordoneos de los bajos, los cuales desarrollará en toda su escritura musical:

Preludio de la guitarra abandonada

Otro aspecto importante es su síncopa. De personal apronte, muy significativa, con un retraso más largo de lo normal en el arrastre al primer tiempo. Esta sincopa es otro elemento típico del tango el cual Rovira va a preservar hasta en sus obras de ultra vanguardismo como “Serial dodecafónico”. El origen de esta manera de sincopar, lo podemos encontrar de su paso por la fila de bandoneones de la orquesta de Osmar Maderna en 1946.

Que lo paren

Luego de tomar todas las dialécticas del género, vemos que su obra mantiene una coherencia, no realiza una tabla rasa, más bien construye sobre una plataforma tanguistica una elevada música con intervención de la mal llamada música culta, como si la música popular no lo fuera. Desde su primera obra, el vals “A tu lado” que edita Ricordi en 1938, es decir cuando el músico tenía 13 años, nos encontramos con un sólido conocimiento de la forma y el equilibrio armónico. Desarrollando una forma de minuet, con trío y reprise del minuet, en una llamativa tonalidad de Fa sostenido menor, por lo que notamos que no ha sido compuesta en el bandoneón, sino al piano, instrumento que Rovira manejaba con gran habilidad. El compositor agrega una variación para bandoneón la cual es desarrollada no como ejercicio técnico sino como desarrollo de la melodía principal: A tu lado Fragmento de la variación comparada con la melodía original.

A partir de finales de los años cincuenta, Rovira escribe una lista de tangos como “El engobbiao”, donde muestra por primera vez en el género una armonía de violín escrita sobre el modo Lidio: El engobbiao Armonía de violín sobre Do lidio

De la misma época tenemos “Febril”, con una insistente melodía cromática de corte Troileano: Febril

Melodía cromática.

Hacia el puente de la misma obra agrega un fraseo con un tímido acento en tres tiempos, recurso que Rovira va de ahí en adelante a utilizar, con una resultante de tango valseado o tango en tres como lo describe su maestro Pedro Aguilar:

Febril

Motivo en 4x4, con acentuación cada tres.

Sónico Motivo en 3x4.

Que lo paren Segundo tema.

Tango en tres Motivo

Otro gran sello de su estilo es la escritura de los bajos, que en la mayoría de los casos trabaja sobre tónica y quinta:

A Don Pedro Santillán

Es muy importante destacar que el contrabajo en el tango de tradición es tocado mayormente con arco, pero Rovira a partir de la formación de su trío en 1965 junto a la guitarra eléctrica, se acerca a una estética más jazzistica, y comienza a utilizar mayormente la forma de tocar el contrabajo pizzicato (es decir con los dedos). Siguiendo su obra aparece su más simbólico tango “Sónico”, año 1960, donde juega con la atonalidad, otro elemento ajeno, pero que hace de Rovira una personalidad única. Esta atonalidad queda demostrada en las pararmonias en cuartas: Sónico Pasaje en cuartas paralelas

Las líneas cromáticas que se cruzan al final de la obra creando un clima de inestabilidad armónica: Sónico Cromatismo final superpuesto.

y los dominantes sin resolución y de sorpresiva aparición, D7 (#9) y Bb7 (#9).

Otro recurso que Rovira toma de la música culta, más precisamente del compositor austriaco Arnold Schoemberg y supuesto inventor de la técnica, es el dodecafonismo y posterior serialismo. Como todo elemento nuevo, Rovira lo agrega primero en un fraseo de bandoneón en su obra “Supersónico”, la cual es parte de la suite de ballet “Tango Buenos Aires” Opus 4 de manera lineal, pero despliega todo su conocimiento un año más tarde al componer un tango íntegramente dodecafónico, estamos hablando de “Serial dodecafónico”. Crea una síntesis perfecta sin perder en ningún momento la narrativa de la música y la coherencia, con un manejo equilibrado de la orquesta, para el caso tres violines, viola, cello, bandoneón, piano y contrabajo. Despliega la serie original: sol-si-fa#-mi-do#-mib-re-fa-sol#-la-sib-do Sobre la cual en ciertos momentos la fragmenta y crea subdivisiones de la serie original, trabajando cada grupo en forma serial. Utiliza la serie original en forma melódica, en la primera aparición del bandoneón:

Despliega la serie de manera armónica en la cadenza de piano, en forma retrógrada, con permutación del orden y pedal sobre la nota si:

Y llega a utilizar la superposición de voces de la triada de Abmenor (la bemolsi-mi bemol), la triada de Dmenor (re- fa- la) y la triada de F#Mayor (fa sostenido- la sostenido- do sostenido), sobre Cmayor (do-mi-sol), totalizando los doce sonidos de la serie yuxtapuestos y alineados en similar relación a la descomposición armónica.

Desde el lado melódico, nos encontramos con una manera poco convencional de escribir las melodías, las cuales por lo general están desarrolladas antes de tiempo, o en forma irregular, con reiteraciones obstinadas en diferentes puntos del compás y traspasando la línea imaginaria de la métrica propuesta:

Sanateando

Pero también tenemos la contrapartida cuando busca con pocas notas en tiempos corrientes plasmar otro tipo de melodías, como el caso de su otro símbolo de composición” A Evaristo Carriego”, donde con la ayuda de cuatro notas en valores largos, crea una imagen sonora de la enigmática vida de poeta al cual le dedica la obra; notamos aquí como trabaja un concepto sinestésico para transformar las imágenes en hechos sonoros.

A Evaristo Carriego

Cabe aclarar que Rovira se nutre para lograr diferentes estados de ánimo de la dinámica. Sus obras poseen un gran manejo del plano sonoro, que va desde un pianissimo hasta un fortísimo, pasando por toda la gama de intensidades; sumado a esto, es inquietante como nos mueve abruptamente desde un pasaje calmo en tiempo Andante a un Presto. Este recurso, junto con los cambios de ritmo son conceptos que Rovira aplica a los tangos desde Sónico, y estamos hablando de final de la década del 50 y principios del 60, diez años antes que la misma utilización en el género que se dio en llamar “fusión” en Norteamérica e Inglaterra en los años 70.

Volviendo a lo melódico, hay momentos de extrema consonancia en líneas Mozartianas como en “contrapunteando”: .Contrapunteando Motivo desarrollado

Y la utilización de la tercera menor como nota de apoyatura real en tiempo fuerte, sobre un acorde mayor, otra característica del clasicismo:

Febril

Reminiscencias del barroco:

Milonga para Mabel y Peluca

Y extremos momentos de disonancia:

Sónico

También ha trabajado los motivos sobre escales no comunes al tango, como ser la escala pentatónica:

Policromía Escala de Bb menor pentatónica

y ha construido obras sobre melodías modales:

Que lo paren Modo de Re menor Dórico.

Hay momentos donde expone formulas melódicas o patrones, de neta índole tanguistica:

Cita con nadie

Febril

Muy comúnmente utiliza en momentos de alta velocidad, para variaciones melódicas o desarrollos melódicos, la repetición de una nota melódica pedal:

A Evaristo Carriego Nota pedal sobre la durante dos compases y repetición de dos notas en diferentes grados de la escala.

Su búsqueda de un sonido más interior lo encuentra utilizando las tensiones en tiempos fuertes, como es el caso de “Solo en la multitud”, donde reposa sobre la novena del acorde, creando un momento de espacio y reflexión: Sólo en la multitud

Pasando al aspecto de la rítmica, se notan tres tipos de influencia, por un lado el tango, por otro la práctica de ritmos quebrados y polirritmias de Bela Bartók e Igor Stravinsky, y el folklore Argentino. Dentro de esos tres aspectos Rovira crea “momentos” musicales, sobre los cuales sobrevuela su fraseo comparable técnicamente a bandoneonístas como De Filippo, Ciriaco Ortiz o Julio Ahumada, bandoneones admirados por el mismo Rovira. Del Folklore toma el 6 x 8, métrica base, incorporada como pinceladas dentro de alguna de sus obras:

Taplala Fragmento que representa por su rítmica la palabra tapla-la-la-pla-ta.

El malambo, antes de la recapitulación de “Que lo paren”:

Que lo paren

La milonga campera , en obras como “Preludio a la guitarra abandonada”,”Bordoneo” o el tango milonga lento en “A don Alfredo Gobbi”, aportándole a esta última obra un toque de vanguardismo al superponerle al bordoneo de milonga en el bajo pedal obstinado, armonías modales.

Es válido aclarar que la utilización de estos ritmos en ningún momento funcionan descolocados en la intención de la obra, insisto vuelven a crear la imagen que Rovira esta buscando en el material sonoro. Es interesante ver su aspecto poli rítmico, al yuxtaponer una melodía en corcheas contra una base rítmica en tresillos de negra, claro elemento Straviskiano:

Sónico

Rovira, utilizó todas las rítmicas del tango, ya sea el marcato, la sincopa, la doble sincopa, el arrastre, el marcato en dos, el 3+3+2, pero introduce una particular forma de marcación derivada del 3+3+2: Patrón rítmico de la marcación de Rovira.

Si tomamos su fraseo dentro de un aspecto rítmico nos enfrentamos a la libertad con la que maneja el factor tiempo, comparativamente a la manera de Coltrane, en acrobáticas formas escalísticas, acordes disueltos, saltos interválicos de sexta diatónica, cambio de registro y cromatismos de resolución esperada. Es altamente recomendable escuchar su manera de frasear sobre “A Fuego lento” en su versión junto a su agrupación de tango moderno o bien el final de “Sanateando” junto al trío.

Como hombre de estudios avanzados, no dudó en incorporar la técnica contrapuntística, trabajándola al extremo en imitaciones, canon, contrapunto florido, fugados y fugas, tanto en contrapunto tonal como atonal.

Contrapunteando Tratamiento contrapuntístico tonal

Serial dodecafónico Tratamiento contrapuntistico atonal por canon a la tercera.

Morfológicamente abordó todas las posibilidades brindadas por la historia de la música, desde la forma sonata, como ser en “Sonata baja”, la fuga escolástica en trabajos no tanguísticos, la forma rondó en “Supersónico” y se valió fuertemente de la forma libre, la cual se amalgamó a su fraseo, su búsqueda de la armonía pantonal y sus bruscos cambios de tiempo y carácter. A pesar de haber recalado su búsqueda en la forma libre, siempre mantuvo en su obra la coherencia y la destreza para la organización del material temático, pero sin caer en lo previsible ni obvio. Exposición-Desarrollo y Recapitulación, son también en Rovira un pilar de organización. Otro gran aporte de Rovira al género ciudadano, es animarse a probar con la electrónica, al proporcionarle, en el año 1968 al bandoneón dos micrófonos conectados a un pedal distorsionador, con el cual experimento nuevos sonidos y abrió otro campo a la exploración. Quizá esta fue una forma de trabajar al igual que los músicos contemporáneos como Boulez o Stockhausen, la búsqueda del sonido en si mismo, del espectralismo y las diferentes atmósferas sónicas. Desde el lado armónico, maneja un tandem entre las armonías clasicistas de tónica y dominante con sucesivas modulaciones a tonalidades vecinas, claro

ejemplo es contrapunteando; con las armonías en séptimas, tal el caso de Sólo en la Multitud, o bien la armonía modal, ya citada antes sobre A Don Alfredo Gobbi. Tiene realmente gran importancia en su música el acorde dominante alterado, que en muchos momentos, lo utiliza a la manera de Stravinsky, súper imponiéndole la séptima mayor:

A nivel orquestal ha experimentado con la orquesta típica, los grupos de cámara, los cuartetos de cuerda, su trío con guitarra y contrabajo, la banda sinfónica, la orquesta sinfónica, y en todos los casos mantuvo su lineamiento musical. Es de destacar su escritura para banda sinfónica sin sección de arcos; solo con instrumentos de viento, y trabajando dicha sección de una manera totalmente personal, llegó a crear la sensación de estar escuchando cuerdas. Este punto nos hace notar su conocimiento de la instrumentación. Como todo estilista, tiene siempre sus manierismos; me refiero a su “as” bajo la manga, y melódicamente hay fraseos que siempre los incorporó a diferentes obras o arreglos: La idea melódica de Febril:

los cuatro compases de El engobbiao:

A manera de cadencia final, me gustaría decir, que estamos frente a un músico de una amplitud incalculable, con visión, sin tradicionalismos obtusos ni autocensura; un compositor e intérprete que escribió música más allá de las modas, y que gracias a eso, hoy, comienzos del siglo XXI, su música es más actual que nunca, igual que lo es Stravinsky o Schoemberg, Parker o Miles Davis.

Hay tanta pasión y tanto conocimiento entrelazado, que son muchas las lecturas que cada uno puede hacer de la música de Eduardo Rovira, pero creo que hay un punto focal donde todos vamos a coincidir, nos guste o no su música, Rovira fue un compositor que demostró su amor y respeto a la música, su profundo amor al tango, y fue fiel, en todo momento, a su pensamiento musical.

Gracias Julian!

Curriculum Julián N. Graciano, nacido en Buenos Aires, Argentina, el 27 de Julio de 1974. Músico, guitarrista, compositor, arreglador y docente. Bisnieto, nieto e hijo de músicos de tango, completa sus estudios musicales a través de una beca en Berklee College of Music, Boston, Massachussets. Es actual docente del Conservatorio Argentino Galván dependiente de la Academia Nacional del Tango, en la cátedra de Análisis musical, Armonía y Guitarra. Ejerce la docencia también en forma privada. Ha escrito varios libros pedagógicos, entre ellos,”Método de guitarra tango”, “Análisis musical” y “El libro real del tango” dividido en tres volúmenes. Como compositor ha inventado una técnica que ha denominado “infinita”. En su catálogo de obras, se encuentran obras camarísticas, sinfónicas, exploraciones electroacústicas y trabajos microtonales. Ha recorrido muchos escenarios junto a su dúo de guitarras de tango contemporáneo “Graciano Sapir”. Recibió premios por sus interpretaciones en guitarra por parte del Centro Cultural del Tango ,Centro Cultural Ricardo Rojas, la fundación Octubre y la comisión de Bares Notables. Actualmente ha formado su trío “Tango en tres”, con quien interpreta obras originales y clásicos de la vanguardia del tango. Contacto: [email protected] Web: go.berkleemusic.com/jng

CAPITULO XXI - MISION CUMPLIDA! Mientras escribía el libro e investigaba y averiguaba cada cosa que se me cruzaba y me sonaba a señal, sucedieron muchas otras cosas que en un momento fueron casi un "secreto de estado”, ya que nos quedamos anonadados y sin aliento ante tanta cosa y no quisimos pecar de optimistas. Solamente seguimos adelante, cruzando los dedos y pidiendo que se aclarara todo pronto porque era agotador sostener tanta frecuencia positiva que sonaba a final feliz, sin compartirla, ni siquiera con los más cercanos.

Año 2005 Fue un año de caída y elevación. Arranqué, abandoné… y volví a arrancar. A mediados de año y como consecuencia de un muy desinformado programa de televisión sobre Rovira en Canal 7, sentí que ya que yo tenía tanta información, no podía permitir más de lo mismo, me sentí responsable. Allí fue cuando encaré la confección de una página web, tomando como punto de partida filosófico que hay que sacar algo de los acontecimientos o de las cosas que nos duelen, ya que por algo suceden...pretenden mostrarnos algo y si sabemos “ver” habremos logrado sincronizarnos con lo más alto. Tuve el mejor web máster: mi hijo Federico. El conoce y siente a Rovira tanto como yo, así que no fue difícil delegarle la tarea. Para él fue una experiencia enriquecedora desde lo más espiritual hasta lo más técnico de confeccionar una página. En un sentido yo tuve la peor parte. Fue complicado fragmentar lo que había sido pensado como un libro, ya que todo me parecía importante. La página me obligó a rever algunas cosas y algunas personas. A ésta altura tenía preguntas concretas que requerían respuestas concretas, y muchas de ellas las tenía Mabel. No fue fácil, porque si bien me respeta, del tesoro escondido sólo entrega las monedas. Viajé muchas veces a La Plata y conseguí algunas respuestas que necesitaba, otras, usando el camino del efecto contrario, también las conseguí. Mi teoría de los hemisferios era pura intuición, pero Mabel tenía la vivencia personal con Rovira. Si lograba juntar su vivencia con mi intuición, tendría la verdad, pero me faltaba el cómo demostrarlo,

porque no existe una forma práctica y tangible. Si todos creen en la genialidad de Bach y Mozart, porqué no en Rovira. En definitiva a Bach y a Mozart tampoco nadie los conoció personalmente. Ella me confirmó que tocaba con las manos como espejos y que esa ‘curiosidad’ no la compartían, aunque él sabía intuitivamente que lo anormal de su normalidad, era su secreto de rapidez y limpieza de sonido. A la hora de componer, los últimos años, escribía directamente sobre el pentagrama, logrando piezas extensísimas en muy cortos periodos de tiempo. Charlaba mucho con ella sobre lo curioso de lo que le pasaba a la hora de componer ó tocar. El sentía que su cabeza y sus manos eran manejadas por una energía superior, que “sus manos y su cabeza no eran de él”. Como no era creyente, Mabel trataba infructuosamente de explicarle que eso que le pasaba, era metafísico…que él era guiado por Dios y otros seres espirituales. Después de su segundo infarto, se quedaba pensando...ya no discutía esa existencia, ya que había pasado por la experiencia de la muerte y había visto algo que lo marcó para siempre y que sólo se lo había confesado a Fernando Romano un año antes de su partida definitiva. Sumado a que yo sabía que era ambidiestro (*), una característica ventajosa del cerebro que ya de por sí le da una rapidez especial a quienes la poseen, y que se da en muchos artistas y deportistas y que al componer tocaba el piano con la mano derecha y escribía con la izquierda, más ver sus partituras profunda y extrañamente ricas, sumado al hecho de que pocos manejan el dodecafonismo o la música serial magníficamente yuxtapuestas con el efecto descriptivo de la pura emoción. Esta es la síntesis de la música de Eduardo Rovira: complejamente técnica y bella al mismo tiempo. Este equilibrio de técnica + emoción es el efecto sanador que tiene su música o la de Mozart. El efecto Mozart y el efecto Rovira son lo mismo.

(*) Nota del autor: La explicación científica es menos clara cuando se refiere a los artistas que a los deportistas. Sandra Witelson, una investigadora canadiense, publicó recientemente los resultados de algunas de sus investigaciones, que aportan nuevas ideas sobre la zurdería, sobre las diferencias a nivel cerebral y sobre las causas de ésta. La investigadora advirtió que el cuerpo calloso de los zurdos y los ambidiestros era notablemente más amplio que el de los diestros.

Los ambidiestros están dotados de un cerebro en el que las funciones visuales, espaciotemporales, creativas y lingüísticas, no están estrechamente localizadas en un solo hemisferio, sino que se hallan difundidas entre las dos mitades del cerebro. Rovira nació superdotado. Los niños prodigio aparecen esporádicamente desde la antigüedad. Rovira a los 8 años compuso una estupenda obra musical, el vals “A tu lado” en sociedad con Dionisio Delgado y letra de Ángel Ayala. G. Ricordi & C. – Impresores, le publicaron ese tema dedicado “Con todo cariño a nuestros queridos padres” en 1938, cuando sólo tenía 13 años. Todos los seres humanos a medida que evolucionemos, tendremos esta característica. Es el equilibrio entre el espíritu y la materia a nivel cerebral, dentro del cuerpo físico. Ya están naciendo muchos niños con esa particularidad. Lo que ocurre es que aún no estamos preparados para “verlos”, aunque lo tengamos delante de nuestros ojos. Sabía que al inaugurar la página estaba dando luz a un hijo luego de tres años de embarazo y al mismo tiempo me metía en la posibilidad de que me trataran de ridícula o falaz. Por suerte, hoy, varios años después, eso todavía no sucedió, aunque el silencio de muchos hace ruido. Lo que son suena tan fuerte, que no hace falta que me digan nada. Conté hasta diez y me tiré a la pileta. Vio la luz los primeros días de diciembre, y oficialmente el 1.1.2006 y tal como yo suponía, me sirvió de tester primero y para encontrar una Editorial para mi libro, después. No encontré una, fueron varias… Todas me movilizaron espiritualmente por motivos diferentes. Traté de ser equilibrada al decidir por cual, ya que en ningún caso había propuestas comerciales, pero seguí mi intuición y decidí seguir esperando, no comprometerme con ninguna…algo me decía que faltaba aún mucho por hacer. La noticia de que existía esta biografía ya era pública y quedé “mal” con aquellas personas que esperaban su aparición para aquella fecha, pero necesite éste tiempo para corregirla y enriquecerla. Además necesitaba encontrar una respuesta digna para cuando me preguntaran por las partituras. Ellas son básicas; todo sería inútil si no tenía una respuesta a la hora de los pedidos. Opté por la verdad y dejar fluir, si Dios me había dado esta misión, Dios me iba a dar las partituras en el momento exacto. Las respuestas de los músicos fueron siempre las mismas y me gratificó la comprensión de todos: comprendían mis

palabras aunque no las actitudes ajenas, pero se conformaban, no había otra salida. Falta mucho aún, pero el sitio de Rovira en Internet, me otorgó la mágica posibilidad de rescatar fotocopias de varias partituras, de corregir datos, de saber la cantidad de gente en el mundo que lo admira, de conocer –entre otros- a Regina de Brasil que me regaló toda la música de Rovira bajada a CD, a Carlos Artime y a Carlos, de Flores, dos coleccionistas, que colaboraron conmigo dándome cosas que yo no tenía y ayudándome sinceramente en cualquier cosa que les pido, a Jorge Bustos de Rosario, que me regaló la primera partitura editada de Rovira del vals “A tu Lado” y muchos otros... El 7 de Julio de 2006 en el Salón Dorado de la Legislatura Porteña, la Universidad Nacional del Litoral, presentó en sociedad dos CD’s: la reedición de “Tango en la Universidad” y “A Evaristo Carriego”. Yo me había comunicado con ellos con el sólo objetivo de lograr datos biográficos, ya que tenía poca información sobre la EDUL o sobre que había pasado con ella. El Prof. Damián Rodríguez Kees, Director de Cultura de la Universidad se comunicó conmigo y juntos, de manera natural, acordamos sacar a la luz ese magnífico material que es “Tango en la Universidad”, más los tres temas de la Rosa Blindada sumados a ocho temas de “Tangos en Una Nueva Dimensión”; que pasó a llamarse “A Evaristo Carriego”. Rovira me llevó hasta el mismo punto en el que él había estado. Su obra debía ser tratada con respecto y sin pretensiones económicas. La UNL persigue un fin cultural, sin fines de lucro y esa fue nuestra mayor satisfacción. Previo a todo esto, Roberto y yo, habíamos conocido a Iván Cosentino, a quien le entregamos cintas originales grabadas por Rovira, que nos había entregado Mabel para su desgravación. Estas estaban en pésimo estado de humedad, pero Iván, entendiendo el todo, trabajó sobre ellas artesanal y pacientemente. Cuando tuvimos esas cintas, se nos abrieron otros conocimientos, pudimos escuchar su voz en dos reportajes y seguir juntando piezas para nuestro puzzle personal. Con el material de CD's que la UNL nos regaló, hicimos una gran tarea de prensa y difusión. Llevo más de 1000 juegos de CD’s regalados más las copias que son bajadas diariamente de la web. A esto le debo sumar más de 100 copias de las pocas partituras que poseo enviadas a todo el mundo, más las 7000 personas que ya entraron al sitio web.

Cuando llegan las liquidaciones de Sadaic desde remotos lugares de la tierra donde se ejecuta a Rovira, siendo que mi misión está siendo cumplida. Cuando diferentes directores de cine piden autorización para utilizar obras de Rovira en sus películas, cuando Gustavo Santaolalla y Bajofondo hacen un “sample” a partir de Que lo Paren y lo convierten en la música electrónica que Rovira soñó cuando grabó “Sónico” agregándole un pedal distorsionador wah-wah; cuando músicos jóvenes pertenecientes a la Sinfónica de la Universidad del Sur de Dinamarca bajo la dirección de Saúl Zaks, con la genial colaboración y arreglos del bandoneonista Cesar Stroscio y Pino Enríquez ejecutan a Rovira con un sentimiento casi argentino; cuando en 2007/ 2008/ 2009 y 2010 más de 10 jóvenes estudiantes de música argentinos, algunos viviendo en el extranjero, me piden información para escribir sus Tesis Universitarias basados en Rovira; cuando diversos grupos musicales se le “atreven” y orgullosamente lo comparten conmigo y con Roberto; cuando músicos de la actual Agrupación Sinfónica de la Policía de la Provincia de Buenos Aires comparten su arte con nosotros y su amor por aquel hombrecito que en la década del 70 los elevó con sus composiciones, arreglos y locuras musicales… …cuando llevamos flores a su tumba que ya no está triste y oscura…un dibujo de Gaeta ahora lo acompaña; cuando una plaza de Nueva Pompeya ahora lleva su nombre; cuando el Director de Cine Enrique Muzio me envía copia del guión escrito por Cernadas Lamadrid para una película sobre él, para mi lectura y opinión… …cuando la Sinfónica de Mendoza, la Sinfónica de San Martín la Sinfónica de Bahía Blanca, la Sinfónica del Chaco, y sinfónicas de distintas universidades italianas me piden partituras; cuando las ‘cosas que se desean’ se realizan con el sincero deseo de cumplir ‘la misión’, cultivando la fuerza del espíritu para estar protegida de las adversidades repentinas……en fin, amigos míos…siento humildemente que todo lo sufrido valió la pena… ”Mantén el interés en tu propia carrera, por humilde que sea, ella es un tesoro en el fortuito cambiar de los tiempos, sé cauto en tus negocios; pues el mundo está lleno de egoísmos. Pero no te cierres a la virtud que hay en ella, mucha gente se esfuerza por alcanzar nobles ideales, y en todas partes la vida está llena de heroísmo, sé tú mismo…” …”Muchos temores nacen de la fatiga y la soledad. Junto con una sana disciplina, se benigno contigo mismo.” Desiderata (Anónimo).

En Abril de 2010, finalmente Gustavo Mozzi –Director Artístico del Festival de Tango y Mundial de Baile- se comunicó conmigo para juntos armar “La Noche Rovira” en Agosto 2010. En nuestra primer reunión de producción, convergimos –casi mágicamente- Enrique Muzio, el Director de Cine que próximamente comienza a filmar la película sobre Rovira; el músico Nicolás Guerschberg –Director Musical de la Noche de Rovira, quien efectuó magníficamente los arreglos y dirigió a las formaciones que tocaron esa noche; Pino Enríquez en representación del Trío Esquina, quienes abrirán la noche; y para los “Talleres Rovira”: Saúl Zaks, quien habló sobre “el estilo Rovira” y el historiador Juan Peña y yo, que hablamos de su vida y su obra. En coincidencia con el Festival de Tango de la Ciudad, Sony Music aceptó re-editar Tango Buenos Aires - Opus 4 - Suite de Ballet, con una nueva portada, ya que los nuevos tiempos requieren de una imagen con más vida y luz. El diseñador elegido fue una vez más mi hijo Federico. Además, nos auspiciaron la confección para “La Noche Rovira” de un video de 4 minutos. Roberto participó de la masterización del material de la suite conjuntamente con un técnico de Sony y yo con un técnico compaginador, le dimos forma y movimiento a las fotos originales utilizadas para el video. La Orquesta Sinfónica del Chaco –por intermedio de su Director Prof. Víctor Carlos Falkenmeyer- nos invitó para el 15 de Mayo 2010 a escuchar la Sinfonía Opus 38 Nro. 4 – “Chaco” - en la ciudad de Resistencia y gentilmente nos enviaron una copia de la partitura original para nuestro uso. Y mi premio mayor me lo otorgó Roberto De Prisco (30in Tango) de la Associazone Musicateneo de la Universidad de Salerno – Italia, quien me propuso tres años después de conocernos a través del sitio web, la edición en italiano de esta biografía. En este momento y en esta hora siento que la rueda de la justicia universal para Eduardo Rovira y para mi, ha comenzado finalmente a ganar velocidad…seguramente, para nunca más detenerse.

Beatriz Senra Junio de 2011 www.roviraxrovira.com.ar

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