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El malestar de la cultura. Sigmund Freud “Tal como nos ha sido impuesta, la vida nos resulta demasiado pesada, nos depara excesivos sufrimientos, decepciones, empresas imposibles” En todo ser humano existe un sentimiento de eternidad, infinitud y unión con el universo, asi el hecho de creer en algo más allá de lo tangible nos vuelve religiosos, sin importar que religión o credo se profetice. Nuestro “Yo” es algo definido exteriormente y el limite interno se continua con el ello. El “Yo” que originalmente abarcaba todo va escogiendo objetos, y se empieza a distinguir en el mundo exterior, sin embargo las delimitaciones hacia los objetos no placenteros marcan una distancia de “Yo” con el universo. El ser humano debe distraerse en alguna actividad, buscar satisfacciones, como el arte, y la religión busca respuestas al sentido de la vida. Así mientras el hombre conoce que le satisface y que no, rebaja sus pretensiones de felicidad, mientras también busca como evitar el sufrimiento. La sublimación por ejemplo es una técnica para evitar el sufrimiento, donde eludes frustraciones del mundo exterior, canalizas lo instintivo hacia satisfacciones artísticas o científicas que te apartan del mundo exterior. La religión impone un camino único para ser feliz, reduce el valor de la vida. La naturaleza y su poder, la caducidad de nuestro cuerpo y nuestra insuficiencia para regular nuestras relaciones sociales son fuentes de sufrimiento humano, las primeras dos inevitables y la ultima poco entendible el hecho de que algo que debe darnos placer puede generar hostilidad hacia lo cultural (suma de producciones que nos diferencian de los animales) Surge un conflicto entre el amor y la cultura: el amor se opone a los intereses de la cultura, y ésta lo amenaza con restricciones. La familia defiende el amor, y la comunidad más amplia la cultura. La mujer entra en conflicto con el hombre: éste, por exigencias culturales, se aleja cada vez más de sus funciones de esposo y padre. La cultura restringe la sexualidad anulando su manifestación, ya que la cultura necesita energía para su propio consumo. La cultura busca sustraer la energía del amor entre dos. Pero sin embargo, también existen tendencias agresivas hacia los otros, y además no se entiende por qué amar a otros cuando quizá no lo merecen. Así, la cultura también restringirá la agresividad, y no sólo el amor sexual, lo cual permite entender porqué el hombre no encuentra su felicidad en las relaciones sociales. La libido es la energía del Eros, es la tendencia agresiva el mayor obstáculo que se opone a la cultura. Las agresiones mutuas entre los seres humanos hacen peligrar la
misma sociedad, y ésta no se mantiene unida solamente por necesidades de sobrevivencia. Entonces llega el sentimiento de culpa debido al miedo a la autoridad y el miedo al “super yo” obligando a renunciar a los instintos, pero al super yó no se le puede eludir y es donde entra la conciencia moral. Asi el progreso cultural va aunado a la perdida de felicidad incrementando el aumento de culpabilidad que reside de una tendencia agresiva, al verse impedido de satisfacer sus necesidades. El destino de la especie humana depende de hasta qué punto la cultura podrá hacer frente a la agresividad humana, y aquí debería jugar un papel decisivo el Eros, la tendencia opuesta.