Irure, M. (et Al), Catequesis Biblicas Para Jovenes Y Adultos, Ccs, 2 Ed., 2014.pdf

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CATEQUESIS para jóvenes yBÍBLICAS adultos

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Colección RECURSOS DE PASTORAL ÚLTIMOS TÍTULOS PUBLICADOS 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31. 32. 33. 34. 35. 36. 37. 38. 39. 40. 41. 42. 43. 44. 45. 46. 47. 48. 49. 50. 51.

La orientación vocacional. José Sorando. La Biblia en las manos del pueblo. Lourenço Gauci. Catequesis Prebautismal. Emeterio Sorazu. Materiales para la clase de Religión en Primaria/1. Miguel Ángel Torres / Gemma Villar. Materiales para la clase de Religión en Primaria/2. Miguel Ángel Torres. Materiales para la clase de Religión en Primaria/3. Miguel Ángel Torres. Formación de jóvenes para la vida/1. AA.VV. Formación de jóvenes para la vida/2. AA.VV. Cristiano vivo. Cesáreo Fernández de las Cuevas. Hasta dar la vida. José Miguel Núñez. Ejercicios Espirituales. José María Rueda, S. J. Encuentros vocacionales con jóvenes. Secundino Movilla. Materiales para la clase de Religión en Bachillerato. M. A. Torres / J. L. Méndez. Catequesis del matrimonio. Eugenio Alburquerque. Convivencias para Adviento y Cuaresma. Álvaro Ginel. Hacia la Pascua. José Real Navarro. De Getsemaní a Pascua. Equipo Pasionista. ¿Quién decís que soy yo? José Miguel Núñez. Preparad el camino. José Real Navarro. Convivencias con mujeres. María del Carmen Cirujano. Encuentros sobre la Eucaristía. José Antonio Rivera. Convivencias con grupos. Miguel Ángel Lucea. Los cristianos en la Historia/1. Miguel Ángel Torres Merchán. Mejoremos nuestras reuniones. Enzo Bianco. Los cristianos en la Historia/2. Miguel Ángel Torres Merchán. ¡La vida de Jesús en juegos! José María Escudero. Claves de acción pastoral con los excluidos. Julio César Rioja. Apuntes de Pastoral Gitana. Sergio Rodríguez. Talleres de formación de evangelizadores jóvenes. Secundino Movilla. Educar: un compromiso cristiano. José María Escudero. Días mundiales. Almudena Colorado. Descubrir el templo cristiano. Miguel Ángel Torres. Un curso a ritmo de juego. José María Escudero. La Educación de la Interioridad. Elena Andrés. La Palabra de Dios, fuente de oración. Álvaro Ginel. Catequesis con dibujos. Álvaro Ginel. 3

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Celebraciones especiales para la catequesis de Primera Comunión. Álvaro Ginel. Preparándonos para el amor conyugal. Movimiento Familiar Cristiano. Gestos y dinámicas. José María Escudero. Educar en el silencio y en la interioridad. Mario Piera.

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RECURSOS DE PASTORAL

MARTÍN IRURE / JESÚS M. LARRAÑETA

CATEQUESIS BÍBLICAS para jóvenes y adultos

EDITORIAL CCS

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Cuarta edición: diciembre 2009.

Página web de Editorial CCS: www.editorialccs.com

© Irure /CCS, JesúsAlcalá, Miguel166 Larrañeta © 1997. 1997. Martín EDITORIAL / 28028 MADRID Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

Diseño de portada: Olga R. Gambarte Ilustraciones interior: Goyo ISBN (pdf): 978-84-9842-382-2

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ÍNDICE I. EL ANTIGUO TESTAMENTO 0. La Biblia. Historia y literatura, Palabra de Dios en palabra de hombre 1. Origen del mundo y del hombre 2. El mito de Adán y Eva 3. El primer pecado 4. Abel y Caín 5. Los Patriarcas antediluvianos 6. Del Diluvio a Babel 7. Abrahán 8. Jacob. José. Egipto 9. Liberación de Egipto. Moisés 10. La marcha por el desierto: El camino hacia la libertad 11. La Alianza del Sinaí 12. La Conquista de la Tierra Prometida 13. Los Jueces de Israel: De la federación tribal a la Monarquía 14. El período de la Monarquía y la escisión de Israel 15. El fenómeno del Profetismo 16. El Destierro babilónico 17. La Restauración postexílica 18. El Salterio 19. Los Libros Sapienciales 20. La apocalíptica judía II. EL NUEVO TESTAMENTO 21. 22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31. 32. 33.

Los Evangelios Jesús de Nazaret ¡Cristo ha resucitado! Orígenes de Jesús. Los relatos de la infancia Bautismo de Jesús Tentaciones de Jesús Los milagros de Jesús Las parábolas de Jesús El Reino de Dios Las Bienaventuranzas La ética de Jesús Pasión y muerte de Jesús Los Hechos de los Apóstoles 7

34. 35. 36. 37. 38. 39. 40. 41. 42. 43. 44. 45. 46. 47. 48. 49. 50.

Pentecostés La comunidad de Jerusalén: Dimensión comunitaria del hecho cristiano Apertura de la Iglesia al mundo pagano San Pablo, apóstol de Jesucristo San Pablo. Cartas 1 y 2 a los Tesalonicenses San Pablo. Cartas mayores (I): 1 y 2 a los Corintios San Pablo. Cartas mayores (II): a los Gálatas San Pablo. Cartas mayores (III): a los Romanos San Pablo. Cartas de la cautividad (I): a los Filipenses San Pablo. Cartas de la cautividad (II): a Filemón San Pablo. Cartas de la cautividad (III): a los Colosenses San Pablo. Cartas de la cautividad (IV): a los Efesios San Pablo. Cartas Pastorales: 1 y 2 a Timoteo; a Tito La Carta a los Hebreos Las siete Cartas Católicas: Santiago; 1 y 2 Pedro; 1, 2 y 3 Juan; Judas El Apocalipsis La Palabra de Dios en la vida y en la celebración litúrgica de la Iglesia

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CATEQUESIS BÍBLICAS para jóvenes y adultos Estas Catequesis Bíblicas han nacido como un sencillo intento de acercar, una vez más, la Palabra de Dios a cuantos desean cimentar su fe adulta y su compromiso cristiano en la única base firme que puede sustentar su realidad de creyentes. Se ha querido huir de exposiciones excesivamente simplistas, que no sirven más que para provocar comentarios superficiales y no llegan a plantear cuestiones fundamentales a la altura de lo que se puede exigir a una fe adulta en un mundo como el actual. Los temas pretenden ser eminentemente catequéticos. No quieren ser, por supuesto, un curso de Teología Bíblica. Están pensados para ser leídos primero individualmente y, más tarde, para ser reflexionados en grupo. Deben conducir a leer la Biblia, a amar la Biblia, a reflexionar sobre los principales momentos de la historia de la salvación y a que, desde esa Palabra dicha para nuestra situación actual, nazca el auténtico compromiso del creyente, perplejo frecuentemente en medio de un mundo secularizado. Por todo ello, el grupo de creyentes deberá reflexionar y vivir cada tema en clima de oración. A tal fin se sugieren, al final de cada tema, cuestiones para la reflexión y el diálogo, oraciones, textos y una sencilla ficha de respuesta personal. El material básico empleado puede resultar familiar, por lo menos en parte, para quienes se encuentran trabajando en Catecumenados de Adultos. Hemos utilizado, en cuanto a la orientación y contenido, la obra Biblia y Catequesis de Antonio Salas, el material que brindan los «Cuadernos Bíblicos» y otras publicaciones de la editorial Verbo Divino, diversos estudios monográficos y cursos bíblicos de reconocida aceptación y hojas catequéticas de varias diócesis. El total de Catequesis Bíblicas son cincuenta: veinte sobre el Antiguo Testamento y treinta sobre el Nuevo, y están pensadas para que sirvan de material básico para tres años de Catecumenado. Martín Irure

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TEMA 0 LA BIBLIA. HISTORIA Y LITERATURA, PALABRA DE DIOS EN PALABRA DE HOMBRE

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1. LA BIBLIA ES HISTORIA Los dos bloques, Antiguo y Nuevo Testamento, no están cerrados en sí mismos, sino abiertos el uno al otro. El AT culmina en la promesa que está por venir, en el Mesías. El NT afirma que esa promesa se ha cumplido en Jesús de Nazaret. El Vaticano II dice: «El Nuevo Testamento está latente en el Antiguo y el Antiguo está patente en el Nuevo» (DV 16). Hacia Jesús miran el Antiguo y el Nuevo Testamento: el Antiguo Testamento como a su esperanza; el Nuevo, como a su modelo. Ambos, como a su centro. El AT es como un telegrama divino cifrado a los hombres. La clave de interpretación es Cristo. El punto de partida de la Biblia no es una idea, sino un acontecimiento fundamental: — Para el pueblo de Israel, el acontecimiento es la liberación de Egipto y la Alianza del Sinaí. — Para las primeras comunidades cristianas el acontecimiento fundamental (el Kerigma) es la muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. En ambos casos, tanto Israel como las comunidades cristianas, irán descubriendo progresivamente el sentido de su historia a la luz de aquel acontecimiento que les dio origen. El acontecimiento recordado y celebrado es el que va creando al grupo, da sentido al presente y da fuerzas para encarar el futuro. Con el tiempo se ve la necesidad de poner por escrito lo que la comunidad había vivido. Así surgen los libros = la Biblia. Nace en la comunidad y crea comunidad, como fruto sazonado de la acción de Dios con su pueblo. Cada escrito, cuando surge, representa la madurez a la que ha llegado el grupo; pero, al mismo tiempo, es un punto de partida para caminar hacia adelante. Así pues, los escritos de la Biblia responden: — al acontecimiento fundante, como punto inicial; — a la vida concreta del grupo, que debe ir descubriendo cómo vivir de acuerdo con aquel acontecimiento; — a los especiales momentos que le obligan a cambios importantes, pero sin perder la fidelidad a los valores originales.

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2. LA BIBLIA ES LITERATURA Escritos por autores diferentes y en diversas épocas, ofrecen estilos diferentes y diversos géneros literarios. Tienen un sentido muy peculiar de entender la historia. Para un historiador moderno un relato es verdadero si narra datos objetivos, comprobados. Para los autores sagrados, el relato es verdadero cuando sirve para mover al lector, para comunicar un mensaje, para que el hombre se abra a Dios. Se utiliza la historia, «las historias», para transmitir mensajes teológicos abstractos, sin preocuparles para nada la historicidad del relato: en vez de hablar del pecado en abstracto se nos cuenta lo que les pasó a Adán y Eva; para explicar el sentido del dolor se inventa la historia de Job; el relato de Jonás ilustra maravillosamente un tema tan complicado como el del universalismo de la salvación. El resultado final es todavía más complejo porque frecuentemente la redacción supone la síntesis de varios documentos de diferentes épocas y con diferentes preocupaciones. Por este motivo, se advierten repeticiones y hasta contradicciones. En los grandes relatos del Génesis aparecen tres fuentes documentales mezcladas: el Documento Yahvista («J». Se le nombra a Dios como Yahvé desde el paraíso. Procede de los siglos X-IX, época de la Monarquía. Origen beduino); el Documento Elohista («E». Dios recibe el nombre genérico de Elohim. Siglos IX-VIII); el Documento de tradición Sacerdotal («P». Procede de círculos sacerdotales. Siglo VI). Además conviene tener muy presente los diversos tipos de literatura, «géneros literarios», del conjunto de la Biblia: «históricos», normativos, proféticos, poéticos, sapienciales, apocalípticos... con lenguajes muy diferentes y preocupaciones muy diversas.

3. LA BIBLIA ES PALABRA DE DIOS Actúa en la historia y se revela en ella. La historia es el lugar donde se verifica, se hace verdadera esa Palabra. En las obras y en las palabras intrínsecamente ligadas entre sí se manifiesta Dios y se realiza la historia de la salvación (DV 2). Es Palabra de Dios porque recoge la acción salvífica de Dios sobre el hombre y está inspirada por Dios porque ha intervenido para que se recogiese por escrito lo que el pueblo de Israel y las comunidades cristianas habían vivido.

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4. ES PALABRA DE HOMBRE Dios se manifiesta en la historia concreta del hombre, se encarna en la historia de unos hombres concretos, con una cultura y unas expresiones concretas. Dios habla «por medio de hombres y en lenguaje humano» (DV 12). La Biblia es, pues, Palabra de Dios encarnada en palabras de hombre y en la cultura de un pueblo. En el lenguaje bíblico, la palabra no es sólo un medio de expresar ideas, sino que es también un aspecto de la realidad, el acontecimiento. Detrás de la palabra está la fuerza de la persona: «Dijo Dios y se hizo». La palabra escrita es prolongación de la palabra hablada. San Juan dirá: «La Palabra se hizo carne» = Palabra de Dios en palabra de hombre.

5. LA BIBLIA ES REVELACIÓN Dios se nos manifiesta a través de hechos y palabras inseparablemente unidos entre sí, que se confirman y se explican mutuamente (DV 2). De este modo la historia es revelación y es historia de salvación. En todo hecho o acontecimiento se distinguen diversos niveles: — el nivel más elemental lo constituye la materialidad de lo sucedido. Cualquiera puede observarlo; — un nivel más profundo es el de interpretación del hecho: antecedentes, causas, repercusiones (por qué sucedió así y no de otra manera); — el nivel más profundo es el del sentido o dinámica que el hecho encierra. Si se descubre este nivel y se trasmite, ese hecho puede provocar una reacción, un movimiento de cara a la historia posterior. Ejemplo: Liberación de Egipto: a) unos oprimidos logran escapar; b) causas y efectos de ese hecho; c) el hecho da origen y razón de ser a un pueblo. Ejemplo: Muerte de Jesús: a) un ajusticiado en la cruz; b) causas religiosas y políticas que llevan a esa muerte; c) «murió y resucitó por nosotros = sentido salvador del hecho. En el nivel más profundo se da la revelación. El espíritu de Dios ayuda a descubrir el sentido de tales acontecimientos como fundamento de la historia posterior. Ante necesidades nuevas, Dios seguirá estando presente ayudando al pueblo a descubrir cómo debe vivir las exigencias que aquel hecho original encerraba.

6. LA BIBLIA ES HISTORIA Y ES VIDA La Biblia es testigo de su época; los escritores de los relatos narraron acontecimientos 13

que tenían sentido en sus vidas y les abrían horizontes de futuro. Los hechos narrados están abiertos al futuro y a nuevas lecturas desde situaciones nuevas. Nuestra vida actual entra a formar parte del relato, no para hacerle decir lo que nos interesa, sino para poder descubrir, siendo fieles al espíritu con el que fue escrito, la revelación de Dios para nosotros hoy. Dios se nos sigue revelando y comunicando hoy en su Palabra.

7. LA BIBLIA, PALABRA DE DIOS, EN LA CELEBRACIÓN LITÚRGICA La Biblia, como palabra de Dios dirigida al hombre, adquiere una total dimensión y significación cuando es proclamada en la asamblea de los fieles que se reúnen, en el nombre del Señor, para celebrar la liturgia, muy especialmente en la Eucaristía PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. ¿Qué consecuencias se siguen de afirmar que «la Biblia es literatura escrita por hombres»? 2. ¿Qué consecuencias se siguen de afirmar que «la Biblia es Palabra de Dios»? 3. ¿Qué disposiciones se requieren para que el estudio de la Biblia sea provechoso para cada uno y para el grupo? 4. ¿Recuerdas alguna parábola de Jesús alusiva a la Palabra de Dios? 5. ¿Qué señales de aprecio doy a la Palabra de Dios? 6. ¿Qué ha representado la Paladra de Dios hasta ahora en mi vida?

PARA ORAR Y CANTAR

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Tu palabra me da vida Tu palabra me da vida, confío en Ti, Señor. Tu palabra es eterna, en ella esperaré. Dichoso el que con vida intachable camina en la ley del Señor. Dichoso el que guardando sus preceptos lo busca de todo corazón. Postrada en el polvo está mi alma, devuélvame la vida tu palabra. Mi alma está llena de tristeza, consuélame, Señor, con tus promesas. Escogí el camino verdadero y he tenido presente tus decretos; correré el camino del Señor cuando me hayas ensanchado el corazón. Este es mi consuelo en la tristeza: sentir que tu palabra me da vida. Por las noches me acuerdo de tu nombre; recorriendo tu camino, dame vida. Repleta está la tierra de tu gracia; enséñame, Señor, tus decretos. Mi herencia son tus mandatos, alegría de nuestro corazón. (1) * Salmo 118

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_________ FICHA n. 0 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 1 ORIGEN DEL MUNDO Y DEL HOMBRE Todo pueblo, al reflexionar sobre su pasado, desea conectar con sus orígenes. Cuando no existen datos históricos (recuerdo histórico), conecta mediante el mito. Israel «demuestra» con su relato que Yahvé, al crear el cosmos, piensa ya en su Pueblo. El relato del Génesis es muy tardío y se compone de diversas fuentes escritas: una procede del s. X a. C. («Documento yahvista») y la otra es del s. V a. C. («Documento sacerdotal») con el fin concreto de impulsar el culto a Yahvé después de una grave crisis. Gran influjo en el relato de los mitos babilónicos, anteriores en el tiempo.

1. RELATO BÍBLICO (Gén 1-2,1-4) — Creación = paso de la tiniebla-confusión (caos) a la luz-orden (cosmos). Dios instaura el reino del orden y de la luz al proyectar su luz sobre las tinieblas. «Su espíritu aleteaba sobre las aguas del abismo» (Gén 1,2). — Proceso de creación: tres días de separación (luz y tinieblas, aguas superiores e inferiores, mar y tierra) y tres días de aparición (luminarias, animales acuáticos y aves, animales terrestres y el hombre). — Doble mentalidad en el relato. • Mentalidad de beduino: antes de la creación, el mundo era un desierto sin vida. Dios crea un manantial de agua y la tierra se convierte en un vergel (Gén 2,4). Yahvé mezcla el polvo (muerte) con el agua (vida), sopla su espíritu y crea al hombre. • Mentalidad de sacerdote: seis días para crear (= 6 días para trabajar) y el séptimo descansó (= el sábado se dedicará al culto). — El hombre fue creado a «imagen divina» (Gén 1,26) = el hombre es semejante a Dios porque, por su libertad, puede optar entre el bien y el mal, es capaz de amar y de odiar (y, por tanto, puede rendir culto a Dios).

2. EVOLUCIONISMO CIENTÍFICO — Desde Ch. Darwin (El origen de las especies) se ha ido imponiendo la teoría de la evolución de las especies, contraria al creacionismo (tal como se interpretaba el relato 17

bíblico). Teoría que se ha ido confirmando con los hallazgos arqueológicos de la Paleontología. La visión científica es dinámica - la visión bíblica es estática. — Evolución y Creación son conceptos que ni se excluyen ni se contradicen. La fuerza creadora de Dios se proyectó en el origen de la evolución cósmica y esa misma presencia creadora sigue presente hasta que el universo alcance su culminación.

3. ORIENTACIONES CATEQUÉTICAS Es preciso respetar el contenido teológico y desmitificar el precioso lenguaje mítico, traduciéndolo a categorías evolucionistas (más de acuerdo con la Ciencia actual). — Dimensión teológica • Dios es un ser trascendente, fuera del cosmos, que con su «acción» da origen al universo. • Todo lo material es creado y caduco. • Dimensión hacia la trascendencia del hombre: la fuerza creadora de Dios ha puesto en el hombre su dimensión religiosa, su tensión hacia Dios. — Lenguaje mítico • No hay que entender como verdad teológica ni histórica el lenguaje del relato de la Creación («género literario mitológico»), como: la creación en seis días, creación del hombre a partir del barro, orden de separación y de aparición de los elementos del cosmos, imagen de Dios sentado en su trono y llamando por turno a los seres para su existencia... PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. 2. 3. 4. 5.

¿Qué cuestiones más importantes se plantean en este relato? ¿Qué visión de Dios y del hombre nos da la Biblia en este relato? ¿Qué interrogantes nos plantea este relato? ¿Hay enfrentamiento entre Revelación y Ciencia? ¿A qué nos compromete la visión bíblica de la creación? ¿Cómo ves la visión de Francisco de Asís sobre la naturaleza?

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PARA ORAR Y CANTAR Señor, Dios nuestro Señor, Dios nuestro ¡Qué admirable es tu nombre en toda la tierra, en toda la tierra! Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para darle poder? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies. Rebaños de ovejas y toros y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar. Todo lo sometiste bajo sus pies. Señor, Dios nuestro ¡Qué admirable es tu nombre en toda la tierra, en toda la tierra! (2) Salmo 8

Cántico de las criaturas Omnipotente, altísimo, bondadoso Señor, tuyas son la alabanza, la gloria y el honor; tan sólo tú eres digno de toda bendición, y nunca es digno el hombre de hacer de ti mención. Loado seas por toda criatura, mi Señor, y en especial loado por el hermano sol, que alumbra, y abre el día, y es bello en su esplendor, y lleva por los cielos noticia de su autor. Y por la hermana luna, de blanca luz menor, y las estrellas claras, que tu poder creó, tan limpias, tan hermosas, tan vivas como son, 19

y brillan en los cielos: ¡loado, mi Señor! Y por la hermana agua, preciosa en su candor, que es útil, casta, humilde: ¡loado, mi Señor! Por el hermano fuego, que alumbra al irse el sol, y es fuerte, hermoso, alegre: ¡loado, mi Señor! Y por la hermana tierra, que es toda bendición, la hermana madre tierra, que da en toda ocasión las hierbas y los frutos y flores de color, y nos sustenta y rige: ¡loado, mi Señor! Y por los que perdonan y aguantan por tu amor los males corporales y la tribulación: ¡felices los que sufren en paz con el dolor, porque les llega el tiempo de la consolación! Y por la hermana muerte: ¡loado, mi Señor! Ningún viviente escapa de su persecución; ¡ay si en pecado grave sorprende al pecador! ¡Dichosos los que cumplen la voluntad de Dios! ¡No probarán la muerte de la condenación! Servidle con ternura y humilde corazón. Agradeced sus dones, cantad su creación. Las criaturas todas, load a mi Señor. Amén. San Francisco de Asís Liturgia de las Horas

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_________ FICHA n. 1 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 2 EL MITO DE ADÁN Y EVA 1. RELATO BÍBLICO (Gén 2,4-25) — Paraíso terrenal. El escritor quiso explicar cómo funcionaba el mundo antes de la aparición del mal, del pecado. Dios da como morada a Adán un jardín (lo más maravilloso para un beduino), después del pecado le castigará enviándole a «la tierra cultivable» (enfrentamiento entre el nomadismo de los beduinos y el sedentarismo agrícola). Gran influjo del Edén babilónico (zona de la alta estepa de tierra muy fértil pero carente de agua. Dios hace de esta estepa árida un jardín). El agua como sinónimo de vida (oasis). Frente a la ciudad (que siempre provocó relajación en Israel) y el duro desierto, aparece el Paraíso del Edén. Pero primero aparece como esperanza de una vida futura donde el hombre respirará paz y serenidad. Cuando el autor del Génesis escribe sobre los orígenes, coloca en este Edén a los primeros padres. Así pues, el Paraíso primero se vivió como símbolo de cara al futuro y más tarde pasó a ser mito en los orígenes del mundo. El Paraíso jamás llegó a tener entre los israelitas un auténtico valor histórico. — Creación de Adán y Eva. El relato sacerdotal afirma: «Creó Dios al ser humano a imagen suya, macho y hembra los creó» (Gén 1,27). No existe «hombre bíblico» sólo con el varón. El segundo relato (autor beduino) más adelante (Gén 2,18) dirá que Dios ve al hombre solo, incompleto y decide crear a la mujer. La mujer como complemento natural del varón. Adán + Eva = «hombre bíblico». La teologización de la pareja conlleva un juicio valorativo de la sexualidad, a pesar de que frecuentemente se afirmaba que el sexo era un mal menor, consecuencia del pecado.

2. MONOGENISMO BÍBLICO Y POLIGENISMO CIENTÍFICO La ciencia actual niega la existencia de una única pareja en el origen de la especie humana. El hombre es fruto de un larguísimo proceso de hominización y este proceso evolutivo no tiene un único origen.

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3. ORIENTACIONES CATEQUÉTICAS — No se puede seguir defendiendo la existencia histórica de Adán y Eva como los primeros padres de la humanidad. — Adán se convierte en el modelo simbólico para todo hombre, hecho a imagen divina, creado para la convivencia (muy especialmente en su comunicación amorosa) y en camino hacia ese paraíso, vivido ya en la tierra y que culminará al final de los tiempos. — Dios actúa en el proceso evolutivo de creación del hombre. — El autor no desarrolla una teología bíblica sobre el matrimonio, sin embargo afirma claramente que el matrimonio se funda en la relación amorosa y no en un contrato público. — Aplicar a Adán y Eva los criterios del mito plantea enormes problemas para explicar el origen y trasmisión del pecado original. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. 2. 3. 4.

Interrogantes que plantea el relato bíblico. Visión del hombre presentada en el relato del Génesis. ¿Cuál es el plan de Dios sobre el hombre? Mensaje de este relato sobre la pareja humana.

PARA ORAR Y CANTAR

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Gracias a la vida Gracias a la vida, que me ha dado tanto. Me dio dos luceros que, cuando los abro, perfecto distingo lo negro y lo blanco, y en el alto cielo, su fondo estrellado, y en las multitudes, al hombre que yo amo. Gracias a la vida, que me ha dado tanto. Me ha dado el sonido, y el abecedario, con él las palabras que pienso y declaro: madre, amigo, hermano y luz alumbrando la ruta del alma del que estoy amando. Gracias a la vida, que me ha dado tanto. Me ha dado el oído y en todo su ancho braman, noche y día, ríos y canarios, martillos, turbinas, ladridos, chubascos y la voz tan tierna de mi bien amado. Gracias a la vida, que me ha dado tanto. Me ha dado la marcha de mis pies cansados, con ellos anduve senderos y charcos, playas y desiertos, montañas y llanos, y la casa tuya, tu calle, tu patio. Gracias a la vida, que me ha dado tanto. Me ha dado la dicha, me ha dado el llanto, así yo distingo dicha de quebranto. Los dos materiales que forman mi canto y el canto de ustedes, que es mi propio canto. Gracias a la vida, que me ha dado tanto. (3) Violeta P ARRA

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_________ FICHA n. 2 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 3

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EL PRIMER PECADO 1. RELATO BÍBLICO (Gén 3) El autor del texto desea justificar un hecho incuestionable: todo hombre es pecador. El carácter universal del pecado ya había sido «explicado» anteriormente por otros relatos míticos. El autor tomará para el suyo poemas religiosos elaborados por otros pueblos orientales. La presencia del mal en el mundo es debida, no al enfado de los dioses, sino a la maldad de los hombres. El relato bíblico busca, no tanto explicar lo ocurrido, sino justificar que todos los hombres son pecadores. La escenografía, los personajes (incluida la serpiente) y el desarrollo de la acción son magistrales. La gran tentación: ser como dioses, conocedores del bien y del mal. En diferentes épocas de la historia se ha ido en busca del Árbol de la Ciencia, del árbol de la inmortalidad (el mítico Gilgamés en época anterior al relato y otros aventureros en época muy posterior). Despojado el relato del ropaje mítico, es claro que habla más del origen del pecado que del «pecado original».

2. ORIENTACIONES CATEQUÉTICAS «No se trata principalmente de que el hombre haya pecado (en Adán) y que esté corrompido, sino de que el hombre peca y se corrompe. Tenemos el pecado de Adán y Eva más próximo de lo que pensamos: está en nosotros mismos» (Nuevo Catecismo para Adultos). — El magisterio eclesiástico, basado en el relato del génesis y en la explicación de Pablo, ha creado una doctrina sobre el pecado y su trasmisión que no se ajusta a la realidad del poligenismo. — Son elementos míticos: los árboles del paraíso, la tentadora y locuaz serpiente, Adán y Eva, la caída al comer el fruto prohibido, el sentimiento de vergüenza al descubrir su desnudez (con la aparición del mal ven malicia donde antes había normalidad), la expulsión del paraíso. Son mitos cargados de gran contenido teológico. — Contenido teológico expresado en lenguaje mítico: todos acusamos el peso del pecado; esta condición de pecador se hereda por el hecho de ser hombre y desde el mismo momento de ser hombre; el hombre sin pecado tendrá su paraíso al final de los tiempos; al ser todos pecadores, todos necesitamos la liberación de Cristo. — Es más rico en contenido enfocar el pecado desde la «actitud de pecado», «situación 27

de pecado», «pecado estructural»... PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. 2. 3. 4.

¿Qué verdades pretende inculcar el escritor sagrado? ¿Qué elementos míticos hay en este relato? ¿Cómo hay que entender el «pecado original»? ¿Qué resonancias tiene este capítulo, proyectado en: — clave de la alianza, — clave de misericordia — clave cristiana (Rom 5,12)

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PARA ORAR Y CANTAR Camina, pueblo de Dios Camina, pueblo de Dios, camina, pueblo de Dios. Nueva ley, nueva Alianza en la nueva creación. Camina, pueblo de Dios; camina, pueblo de Dios. 1. Mira allá en el Calvario, en la roca hay una cruz: muerte que engendra la vida, nuevos hombres, nueva luz. Cristo nos ha salvado con su muerte y resurrección. Todas las cosas renacen en la nueva creación. 2. Cristo toma en su cuerpo el pecado, la esclavitud. Al destruirlos nos trae una nueva plenitud. Pone en paz a los hombres, a las cosas y al Creador. Todo renace a la vida en la nueva creación. 3. Cielo y tierra se abrazan, nuestra alma halla el perdón. Vuelven a abrirse los cielos para el hombre pecador. Israel peregrino, vive y canta tu redención. Hay nuevos mundos abiertos en la nueva creación. Camina, pueblo de Dios; camina, pueblo de Dios. Nueva ley, nueva Alianza en la nueva creación. Camina, pueblo de Dios; camina, pueblo de Dios. (4)

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_________ FICHA n. 3 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 4 ABEL Y CAÍN 1. RELATO BÍBLICO (Gén 4,1-16) Diversas interpretaciones para entender su mensaje y evitar los anacronismos históricos. Desde la Historia no se entiende que siendo hijos de Adán y Eva, Caín pudiera edificar una ciudad (Gén 4,17), temer ser matado por otros (Gén 4,14) y que, además, fuese agricultor (Gén 4,2). ¡Vida urbana, sedentaria y agrícola en los primeros momentos de la humanidad! — Para algunos, el autor yahvista (beduino) toma este relato por el que se quería explicar el maldito origen de una tribu enemiga (los quenitas que eran agricultores) y, viendo su contenido de presencia del pecado, lo coloca después de la Caída en el Paraíso. De esta forma, Abel y Caín se hacen, sin más, hijos de Adán y Eva. — El relato, como composición literaria que es, no pretende contar un hecho histórico del pasado, sino ofrecer un mensaje religioso a los hombres del s. X a. C.: la vida sedentaria (Caín) ha sido siempre fuente de maldad por haber puesto fin al ideal nómada (Abel). El nomadismo pastoril fue mucho más apto para servir a Yahvé que la vida sedentaria y relajada de la ciudad. Dios acepta las ofrendas del pastor y rechaza las del agricultor. — La tragedia de Caín: a lo largo del tiempo, se ha hecho de Caín el prototipo del mal; y de Abel, el paradigma del bien. No refleja esto el relato bíblico. Ambos hermanos quieren agradar al Señor, pero Dios acepta las ofrendas de Abel y rechaza las de Caín. El menor es preferido al primogénito, el pastor al agricultor, el débil al fuerte. El primogénito, orgulloso, se rebela contra el proceder de Dios y envidia a su hermano. Fratricidio. Queda simbolizada para siempre la lucha entre el bien y el mal entre los hombres. El pecado que comenzó siendo contra Dios (en Adán) se convierte en maldad contra el hombre (perspectiva social del pecado). A esta doble dimensión del pecado se opondrá el doble mandamiento que cifra toda la ley: el amor a Dios y al prójimo (Mt 22,40). — Castigo. Miedo de Caín a que alguien (¿quién?) vengara la sangre de su hermano. Yahvé prohíbe que nadie le mate (tal vez con esta afirmación se está pretendiendo acabar en el siglo X a. C. con la práctica de la «Ley del talión»). Maldición de Yahvé a cultivar la tierra (ya era agricultor). Dios no abandona a Caín. La «marca» de Caín será signo de marginación para los hombres y de protección de Dios.

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2. ORIENTACIONES CATEQUÉTICAS — El pasaje se entiende en el contexto de la universalidad del pecado. — Dios se muestra comprensivo siempre que el hombre acepte su culpa. — Mensaje de Abel: • Su único mérito es que Dios acepta sus ofrendas. Libre elección de Dios. Desdén por las grandezas terrenas y predilección por los humildes. Amor gratuito de Dios. • Abel vive en todos los que encarnan el bien. Esa es su historicidad. • Elogio del nomadismo pastoril. Esto invita a pensar sobre si los avances de la técnica producen la felicidad o, por el contrario, nos alejan de la relación con Dios (como a Israel). — Mensaje de Caín: • Caín no es pecador por ser asesino; llega a ser asesino porque era pecador. Autosuficiencia de quien confía en sus obras. • Caín simboliza la fuerza del mal. Su pecado es de rebeldía ante Dios. Compartimos su pecado: guerras, injusticias, opresiones. • Caín confiesa su culpa (es más débil que malo). Dios le castiga y le protege. «Dios nunca quiere la muerte del pecador, sino que se arrepienta y viva.» Pecar es propio del débil; reconocer la caída es propio del humilde. • Todos vivimos «al Este del Edén». • Sigue sonando hoy la frase de Yahvé: «Se oye la sangre de tu hermano clamar a mí desde el suelo». Y seguro que está sonando con excesiva frecuencia. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. 2. 3. 4. 5.

¿Qué afirmaciones catequéticas destacarías en este bello relato? ¿En qué aspectos aparece la dimensión social del pecado? ¿Cuáles son nuestros compromisos con la fraternidad? ¿Qué situaciones de pecado en el mundo actual son «la sangre del hermano que clama desde el suelo»? Si la sangre de Abel pide venganza, ¿qué pide la sangre de Jesús, según Hebreos 12,24?

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PARA ORAR Y CANTAR Señor hazme instrumento de paz; donde haya odio, ponga yo amor, donde haya ofensas, ponga perdón, donde haya discordia, ponga unión, donde haya error, ponga verdad, donde haya desesperación, ponga esperanza, donde haya tristeza, ponga alegría; haz que busque consolar, no ser consolado, compadecer, no ser compadecido, amar, no ser amado: porque es olvidándose como uno se encuentra, es perdonando como uno es perdonado, es dando como uno recibe, es muriendo como uno resucita a la vida. San Francisco de Asís

Las víctimas como lugar de revelación de Dios

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Las víctimas de este mundo son el lugar del conocimiento de Dios, pero lo son sacramentalmente. Dan a conocer a Dios porque lo hacen presente. Como en la cruz de Jesús, en ellos «la divinidad se esconde», como dice san Ignacio en las meditaciones de la pasión, pero allí está. Estar al pie de la cruz de Jesús y estar al pie de las cruces de la historia es absolutamente necesario para conocer al Dios crucificado. Pero si esto es así, el conocimiento de Dios en la cruz es realmente «revelación». Lo es no sólo porque en la cruz se desvela lo hasta ahora no conocido ni pensado, sino porque se manifiesta lo realmente impensable. Así lo afirma Pablo, al reconocer que relacionar esencialmente a Dios con la cruz es locura para gentiles y escandaloso para los judíos (1 Cor 1, 23). Podrá aceptarse o no la presencia de Dios en la cruz, parece decir Pablo. Pero, si se acepta, entonces no se ha alcanzado a Dios por extrapolación —racional o creyente— de lo esperado y anhelado, sino que el mismo Dios se ha mostrado sin base alguna en las expectativas humanas y el mismo Dios ha comunicado la fuerza para ser reconocido como Dios. La cruz de Jesús funge, entonces estrictamente como revelación de Dios, en su doble aceptación de desvelación de lo inesperado y fuerza graciosa para ser reconocido como Dios. Y desde esta perspectiva precisa hay que considerar la cruz como evangelio. Para reconocer a Dios en la cruz no hay ninguna receta, y en un primer momento, en la cruz no hay más que silencio y escándalo. Si en la fe, sin embargo, se acepta que ahí está Dios, entonces, hay que estar dispuestos a la gran sorpresa de que Dios no es como lo pensamos. Hay que estar dispuestos a encontrarlo no sólo a través de lo positivo, sino también de lo negativo. Hay que estar dispuestos a verlo no sólo como el Dios mayor, sino como el Dios menor. Hay que estar dispuestos a que esa sorpresa escandalosa cambie y trastrueque el propio interés por conocer a Dios. Y hay que estar dispuestos, sobre todo, a la encarnación al pie de la cruz y a bajar a los crucificados de sus cruces. Esta disposición no garantiza mecánicamente que encontremos a Dios en la cruz, pues muy razonablemente el ser humano puede seguir pensando que nada de Dios puede haber en ella. Pero sin esa disposición, ciertamente, no encontraremos a Dios en la cruz. (5)

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_________ FICHA n. 4 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 5

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LOS PATRIARCAS ANTEDILUVIANOS 1. RELATO BÍBLICO (Gén 4,16-6,4) — Objetivo. El autor pretende vincular los orígenes de la humanidad (Adán) con Israel (Abrahán), mediante una doble genealogía separada por el Diluvio. En la genealogía antediluviana se ofrece una doble línea: la descendencia de Abel (Gén 5,1-32), muy ordenada, que enlaza con Adán a través de su hijo Set (nacido «en lugar de Abel», muerto éste sin descendencia). Esta genealogía es del autor sacerdotal y procede del siglo V a. C. La descendencia de Caín (Gén 4,17-24), muy incompleta, es obra del autor yahvista (siglo X a. C.). — «Patriarcas buenos» y «Patriarcas malos». El doble árbol genealógico presenta la acción continuada del mal (cainitas) y la del bien (abelitas). Los descendientes de Caín serán los iniciadores de tres profesiones (ganaderos, músicos de cítara y flauta, y forjadores). Se cree que el texto insinúa una cuarta «profesión» (también muy antigua) con el nombre de Naamá (= «la linda», «la amada»). — La longevidad de los «Patriarcas buenos» se explica por la necesidad de cubrir un larguísimo espacio de tiempo con diez Patriarcas; por considerarse que la duración de la vida humana había disminuido con el progreso del mal y para expresar «la bendición del Señor» sobre el justo premiándolo con una vida larga y feliz. — Historicidad. Tales «Patriarcas» ni fueron personajes históricos ni tuvieron una vida tan larga. Se quiere expresar la idea religiosa de que Yahvé hace justicia con los que le son fieles (hasta el siglo II a. C. no aparece una doctrina coherente sobre la resurrección escatológica). Dios les premia en esta vida. — Inspiración en el mito babilónico. Son diez los patriarcas antediluvianos y serán diez los postdiluvianos hasta Abrahán. Antes de todos estos relatos fueron diez en el Poema babilónico de Gilgamés, antes de su otro diluvio. — Problema del justo que muere joven. Henoc, séptimo patriarca, desaparece joven (sólo contaba 365 años) porque Dios se lo lleva. Idéntica suerte corrió el séptimo patriarca del poema babilónico, Utnapistim, raptado por los dioses por su extrema bondad. El autor sacerdotal quiere expresar que el justo, aunque muera joven, no muere en realidad, Yahvé se lo lleva consigo. En el siglo V a. C., cuando se introduce este relato, preocupaba el problema de la muerte temprana de los justos frente a la larga vida de los malvados. Se está apuntando, ya en germen, la idea del cielo. — El mal y el bien. El pecado de Adán y el pecado de Caín continúa entre sus descendientes. El mal va ganando frente al bien. El mal clama ante Dios por un castigo universal. Es necesaria una intervención divina. Dios revoca su primera decisión de exterminar a toda la humanidad. Yahvé decide acortar la vida del hombre 38

(«sólo» 120 años) y, al no ver el arrepentimiento del hombre, manda el diluvio. Sólo se salvan Noé y su familia. Yahvé no abandona a quien le es fiel. Es como si Dios volviera a crear todo de nuevo.

2. ORIENTACIONES CATEQUÉTICAS — Los «Patriarcas buenos»: — Símbolo de la humanidad comprometida con el bien. Dios premia con una vida plena a quien le sirve. — El justo cuando muere joven, cambia el «más acá» por el «más allá». — A pesar de la abundancia del mal, siempre existe un «resto» fiel. — Los «Patriarcas malos»: — La descendencia cainita imita a Caín en el pecado, pero no en el arrepentimiento. Dios quiere castigar la insolencia del hombre. Lamek, con su «Canto de la espada», se jactará de sus propios crímenes. Es peor que Caín. — El pecado de «los hijos de Dios»: el hombre se hace carnal (nivel de animalidad), olvidando que había sido creado a «imagen de Dios». — Nuestro pecado, cuando el hombre se erige en el centro de todas sus aspiraciones. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. 2. 3. 4. 5.

¿Qué pretende decir el escritor del relato sobre la civilización urbana y el progreso tecnológico (4,17-22)? ¿Qué sentido tiene la longevidad atribuida a los Patriarcas? ¿Qué mensaje nos trasmite sobre el Culto a Dios (4,26)? ¿Cómo se entiende en el relato el premio del hombre justo? ¿Cómo vemos el enfrentamiento entre el mal y el bien en nosotros y en el mundo que nos rodea?

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PARA ORAR Y CANTAR Me fui, Señor, de tu lado Me fui, Señor, de tu lado, me fui muy lejos de Ti. Marché por sendas erradas, caminos que llevan, Señor, muy lejos de Ti. Busqué donde Tú no estabas. Miré, pero no te vi. Mas Tú saliste a mi encuentro, me diste tu mano, Señor, me llevaste a Ti. Y hoy camino a tu lado, yo sé que estás junto a mí. Y así no temo nada. Hoy sigo tus pasos, Señor, Tú vives en mí. (6)

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_________ FICHA n. 5 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 6 DEL DILUVIO A BABEL 1. RELATO BÍBLICO (Gén 6,5-9,27) El largo pasaje hay que leerlo a la luz de la creencia del pueblo de Israel de que Yahvé era un Dios enérgico y colérico (Ex 15,3; Jue 5,4), tardo a la ira y difícil de contener una vez enardecido (Núm 14,18; Sal 103,8). Sólo ahuyentando el pecado, evitará Israel la furia de Dios. Dios castigará a la humanidad, respetando el «resto» fiel. — El relato es la fusión, por parte de un redactor, de dos relatos diferentes (J = el yahvista y P = el sacerdotal), fusión realizada sin especial cuidado en evitar las repeticiones y aun contradicciones. Además, el relato coincide con varias narraciones babilónicas sobre el Diluvio, coincidencia que no es debida a que dependa de éstas, sino porque todos se nutren de la misma herencia cultural: el recuerdo, exagerado por el tiempo y por el mito, de una o varias inundaciones en el valle del Éufrates y Tigris. (El estudio de religiones antiguas ha descubierto hasta 68 relatos de diluvios: 13 asiáticos; 4 europeos; 37 americanos; 5 africanos y 9 oceánicos.) — El autor sagrado ha imbuido a este recuerdo del cataclismo de una enseñanza eterna sobre la justicia y la misericordia de Dios, sobre la malicia del hombre y la salvación concedida al justo. Es un juicio de Dios que prefigura el de los últimos tiempos (Luc 17, 26ss.; Mt 24,37ss.): la salvación concedida a Noé es figura de la salvación por las aguas del bautismo. — La tesis religiosa del relato es: a) Dios creó al hombre bueno; b) el hombre se hizo malo a causa del pecado; c) el pecado llegó a apoderarse de toda la tierra; d) sólo un «resto» permaneció fiel a su condición de «imagen divina»; e) Dios castigó a los malvados respetando a los justos. Invitación a los israelitas a seguir el ejemplo de los justos. — Después del diluvio se sientan las bases para la nueva humanidad (Alianza y nuevas normas), pero el pecado volverá a hacerse presente. De los tres hijos de Noé (Sem, Jafet y Cam), dos serán justos y el tercero, Cam, volverá a encarnar a Caín en su pecado (ante su padre borracho) y en el de sus descendientes. — La maldición de Cam caerá sobre su descendencia. Así, los Cananeos serán esclavos de los Semitas (Gén 9,26). De esta forma se legitima la conquista de la tierra 42

prometida, propiedad de los Cananeos (Jos 13,11), una vez que ha sido ya tomada y se ve amenazada por los mismos. El pueblo de Canaán cargará con el pecado de Cam (Cam es el nuevo Caín). (De paso se puede observar que de esta mentalidad es fácil entender la trasmisión de otro pecado, el de Adán y el pecado original.) — La «lista de los pueblos» supone la pretensión de entroncar a Abrahán con Noé, naturalmente que a través de su hijo Sem. Así se dignifica la raza semita frente a otras razas que procederían de Jafet y de Cam, el maldito. La conclusión de este racismo religioso es que Yahvé protegerá a su pueblo (semitas) contra el resto de razas y pueblos que no tienen a Yahvé por Dios, siempre que Israel sea fiel a su Dios. — Babel supone la vuelta al deseo innato del hombre de ser semejante a Dios. La insolencia, orgullo y presunción del hombre es la gran decepción de Dios. Envío del castigo divino ante la construcción de la torre «ziggurat»: confusión de lenguas y dispersión (diáspora) por toda la superficie de la tierra.

2. ORIENTACIONES CATEQUÉTICAS — Toda la dinámica del relato gravita en torno al eterno binomio «delito y castigo». La historia se convierte en un forcejeo entre Dios que estimula al bien y el hombre empeñado en el mal. — Tras el Diluvio, Yahvé se compromete a no repetir el cataclismo. Sin embargo, se han repetido aterradores cataclismos a lo largo de la historia, aunque ya no los envíe Dios sino que los provoca el hombre cuando no respeta el programa de la creación (guerras, hambre, amenaza de hecatombe nuclear, destrucción de la naturaleza...). Otros cataclismos naturales han sido vistos hasta fechas muy recientes, como castigo de Dios. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. 2. 3. 4. 5.

¿Cuál es el mensaje bíblico que subyace en el relato del Diluvio? ¿Cuál es el contenido de estos símbolos y signos: el arca, el arco iris, las aguas, los números 7 y 40...? ¿Cuál es el compromiso de Dios con la humanidad, una vez terminado el Diluvio (9,8)? ¿Qué pretende explicar el relato de la Torre de Babel? ¿Cómo explicamos actualmente los cataclismos naturales y los cataclismos provocados por el hombre?

PARA ORAR, REFLEXIONAR Y CANTAR

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Caminando voy Caminando voy sin saber muy bien qué sendero andar, hacia dónde ir... Hoy me pregunté si sé dónde voy, dónde comencé, cuál será mi fin, para qué vivir. Como el río soy que hacia el mar se va, donde va a morir y resucitar. Quiero hacer el bien en mi caminar, que a mi paso dé flores el jardín, panes el trigal. En mi corazón luchan sin cesar lo que quiero ser y la realidad. En mi corazón quiso Dios sembrar ansias de vivir, sed de plenitud y felicidad. Caminando voy sin saber muy bien qué sendero andar, hacia dónde ir. Hoy me pregunté si sé donde estoy, dónde comencé, cuál será mi fin, para qué vivir. (7)

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_________ FICHA n. 6 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 7 ABRAHÁN Los Patriarcas postdiluvianos (Gén 11,10-32) representan el nexo de unión entre la prehistoria y el inicio de los orígenes del pueblo de Israel. Patriarcas dedicados al pastoreo, cuya vida nómada fue el patrón que siempre se consideró como modelo. Con Abrahán culmina el largo proceso de precedentes y se inicia la protohistoria de Israel. La historia de los patriarcas está íntimamente ligada al acontecimiento (posterior en el tiempo) del Éxodo y de la conquista de la tierra prometida, mediante el tema de la promesa. El asentamiento de Israel en Canaán (después de la liberación de Egipto y de la prueba del desierto) es la realización de la promesa a Abrahán. Cuando se escriben las «sagas» de Abrahán, Isaac y Jacob, el pueblo de Israel ya está instalado en Canaán y ya es un hecho la concepción de una historia de salvación que va de Abrahán a la conquista de la tierra prometida.

1. RELATO BÍBLICO (Gén 11,31-25,18) — Migración, muy normal en la época, de una tribu beduina dedicada al pastoreo. Desde Mesopotamia (Ur de Caldea) se dirigen hacia Canaán, desviándose y parándose en Jarán (el Noroeste) donde tiene lugar la teofanía (Gén 12, 1-3): mandato de romper sus vínculos terrenos marchando a un país desconocido y promesa de convertir a Abrahán en padre de un gran pueblo (a pesar de que Sara, su mujer, es estéril). Abrahán se deja guiar por su «nuevo» Dios desconocido. No conoce ni el nombre (aunque en el relato ya se le llame Yahvé, por una aportación del Documento J = yahvista. Sólo a partir de Moisés sabrán los israelitas que su Dios se llama Yahvé). Abrahán, a partir de este momento, mantendrá en su comportamiento religioso una postura monolátrica (estado previo al monoteísmo), pues seguirá aceptando la existencia de otros dioses, pero sólo adorará al «suyo», al «dios del padre». Poco a poco, a través de los acontecimientos y de las manifestaciones de su Dios, Abrahán se irá haciendo su propia religión. — La Promesa de convertirle en padre de un gran pueblo exigía, de alguna forma, la sedentarización en el país de destino. Dios pide y justifica este cambio, esta traición al ideal nómada (se está escribiendo el relato cuando Israel ha terminado la conquista de Canaán, se ha asentado como pueblo y se rige por el sistema nonárquico). Israel interpreta su historia: la decisión de emigrar de su patria y de asentarse en tierras de Canaán obedece a una experiencia religiosa, a pesar de que hayan podido intervenir 46

otras razones de tipo económico. — El «ciclo de Abrahán» se esmera en mostrar qué fácil es para Dios lo que el hombre cree imposible. El lema de Abrahán: ¡Fiarse de Dios! Esperar contra toda esperanza. Abrahán será para siempre padre de todos los creyentes. — El episodio de Agar y de su hijo Ismael complica el cumplimiento de la promesa. Rompiendo los sentimientos del padre, Ismael será despedido por estorbar el cumplimiento de la promesa, pero será bendecido por Dios (Ismael será el padre de los ismaelitas-agarenos o árabes. Interés en mostrar el parentesco étnico-religioso entre israelitas e ismaelitas). — Isaac, el hijo de la promesa. Personaje anodino, cuya única grandeza estriba en ser hijo de Abrahán y padre de Jacob. Es un patriarca de transición, nexo esencial para demostrar que el pueblo de Israel fluye de los patriarcas, que es el pueblo de la promesa y que la tierra de Canaán (ya conquistada cuando se escribe el relato y amenazada por quienes han sido desplazados) es la tierra prometida por Dios a Abrahán y su descendencia (dueños de la tierra por derecho divino, por el mandato y auxilio de Dios). — Dios prueba. La promesa será sometida a una serie de pruebas, donde la justicia divina castiga la infidelidad y premia la confianza. Entre todas las pruebas, destaca «El sacrificio de Isaac», la más abismal y la mejor lograda de todas las historias de los patriarcas. Es una prueba heroica. Dios, tras separar a Abrahán de su pasado (Gén 12, 1-2), le obliga ahora a romper con su futuro, el futuro que da sentido a su vida. Abrahán supera la prueba y se le concede la gran bendición divina, donde su descendencia es presentada como portadora de felicidad para todos los pueblos del mundo (Gén 22,18).

2. ORIENTACIONES CATEQUÉTICAS — Abrahán será el modelo de creyente para el Antiguo y Nuevo Testamento. A Dios nunca hay que hacer preguntas. — Por encima del programa personal prevalecen siempre los designios salvíficos de Dios. — Abrahán no cree en base a lo que ve, actúa en base a lo que cree. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. ¿Qué aspectos del «Dios de Abrahán» resalta el escritor bíblico? 2. ¿Qué rasgos más característicos definirían la personalidad y la actitud de Abrahán? 3. ¿Recuerdas algunas referencias del Antiguo y del Nuevo Testamento sobre Abrahán? Por ejemplo, en Hebreos 11,8-12.

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4. Resume en qué consiste esencialmente la llamada (vocación), la promesa, la prueba y la respuesta de Abrahán. 5. ¿En qué sentido puede ser hoy Abrahán para nosotros «modelo de creyente»? ¿En qué o en quién se basa nuestra fe?

PARA ORAR, REFLEXIONAR Y CANTAR

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Iglesia peregrina Todos unidos formando un solo cuerpo, un pueblo que en la Pascua nació. Miembros de Cristo en sangre redimidos, Iglesia peregrina de Dios. Vive en nosotros la fuerza de tu Espíritu que el Hijo desde el Padre envió. Él nos empuja, nos guía y alimenta, iglesia peregrina de Dios. Rugen tormentas y, a veces, nuestra barca parece que ha perdido el timón. Miras con miedo, no tienes confianza, Iglesia peregrina de Dios. Una esperanza nos llena de alegría, presencia que el Señor prometió. Vamos cantando: Él viene con nosotros. Iglesia peregrina de Dios.(8)

¿Hacia quién voy a ir? «He nacido católico, porque nací y fui bautizado en un ambiente donde regía la fe de la Iglesia. Yo digo: en una situación como la mía, la de uno que ha encontrado la fe en su cuna, no encuentro, por de pronto, razón alguna para dejar de ser lo que soy. Después de todas las acometidas que, me parece, también se han referido a mi propia fe, en el fondo de mí mismo no ha dejado de brillar una certeza que me ha conservado fiel: hace falta algo más que el vacío de la vida cotidiana, la insensibilidad espiritual o las confusas tinieblas de la duda para volatilizar mi patrimonio espiritual y tradicional. Si éste tuviera que ceder su lugar a otra cosa, tendría que ser a una realidad más poderosa, a una promesa de libertad más profunda y de luz más inexorable. Indudablemente, la fe que he recibido siempre ha estado expuesta a toda clase de ataques: esa es incluso su naturaleza esencial. Pero siempre he tenido el sentimiento de que, desde lo más profundo, subía una voz muy conocida: ¿También vosotros vais a abandonarme? Y a esta pregunta no podía menos de responder: ¿Abandonarte, Señor? ¿Adónde iré? (Jn 6,67) Sí, una cosa me garantizaba el poder y el valor de mi fe, hasta el punto de 49

que lo único que me parecía legítimo para abandonarla era esto: la prueba de su no validez. Ahora bien, esta prueba nadie me la ha aportado, mucho menos la experiencia de mi vida.» (9)

En la Iglesia está nuestra raíz y nuestro sentido «¿Por qué, pues, quedarse? Porque, a pesar de todo, en esta comunidad de fe se puede aceptar, crítica y solidariamente a la vez, una gran historia de lo que uno vive junto con tantos otros. Porque, como miembro de la comunidad de fe, se es personalmente Iglesia, y porque no se debería confundir la Iglesia con el aparato y sus administradores, ni dejar en sus manos la tarea de configurar la comunidad. Porque en la Iglesia, pese a todas las fuertes objeciones, uno ha encontrado una patria espiritual, una base para afrontar los grandes interrogantes del de dónde y el adónde, del por qué y el para qué del hombre y del mundo, y no quiere abandonarla. ¿Por qué, pues, seguir en la Iglesia? Porque la fe puede nutrir la esperanza de que el programa y la causa de Jesucristo, como ha sucedido hasta ahora, son más fuertes que todos los abusos perpetrados en la Iglesia y con la Iglesia. Por eso vale la pena comprometerse decididamente en la Iglesia, comprometerse especialmente en el servicio eclesiástico, a pesar de todo. Yo no sigo en la Iglesia a pesar de ser cristiano. No me considero más cristiano que la Iglesia. Sigo en la Iglesia porque soy cristiano.» (10)

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_________ FICHA n. 7 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 8 JACOB - JOSÉ - EGIPTO Jacob se presenta como un héroe singular que garantiza a los israelitas el que las distintas tribus nómadas instaladas en Canaán tienen un entronque común, un mismo origen étnico. En el «ciclo de Jacob» persiste el elemento familiar. Los individuos son representantes de colectividades: la rivalidad entre Esaú y Jacob es rivalidad entre cazadores y pastores y entre campesinos y nómadas; Jacob-Israel y Esaú-Edom son los padres de israelitas y edomitas, respectivamente; cuanto se dice a los doce hijos de Jacob, ya en su nacimiento, sólo se explica desde el punto de vista de que son los padres de las doce tribus de Israel.

1. RELATO BÍBLICO

a) Saga de Jacob (Gén 25,19-37,1) Relata la idea religiosa de cómo el padre de la promesa (Abrahán), a través del hijo esperado (Isaac), engarza con el héroe (Jacob) del que fluyen las doce tribus, quienes, tras la esclavitud de Egipto (historia de José) y de la mano del libertador (Moisés) saldrán de la opresión, conquistarán la tierra prometida y serán un gran pueblo (promesa). El ciclo de Jacob tiene por objeto garantizar que el patriarca tiene derecho a heredar la promesa (frente a quien se le adelantó) y está estructurado en tres bloques de relatos: 1. Jacob y Esaú (primogenitura): suplantación y robo astuto de la bendición. Esaú puede identificarse con Edom, padre de los edomitas, ocupantes de la tierra de Canaán antes de la llegada de los israelitas tras la esclavitud en Egipto. En tiempos de David serán sometidos. Con el relato del robo de la primogenitura se justifica el derecho de los descendientes de Jacob a los territorios ocupados por los descendientes de Esaú-Edom. 2. Jacob y Labán: los relatos (Gén 28-31) desean garantizar, con el matrimonio de Jacob, que las doce tribus proceden de la región de Mesopotamia. El sueño de Jacob (escalera cuya cima tocaba los cielos) es como una invitación a que busque mujer y descendencia en el país de los ziggurats. Desde Canaán deberá ir a Mesopotamia (camino inverso al de Abrahán), en orden a proseguir la línea de la promesa. Los matrimonios de Jacob (Lía y Raquel, la preferida) y sus doce hijos (de las dos mujeres y de sus dos criadas, «nacidos sobre las rodillas de sus esposas»), origen de las doce tribus. Prosperidad de Jacob, celos de los labanitas y huida ingeniosa hacia la tierra de Canaán. 52

3. Jacob en Siquén (Canaán): el objetivo es presentarlo pastoreando en la región de Cisjordania. La línea de la promesa pasará a través de José (el predilecto), el nuevo hijo de la promesa. Todo está preparado para que se cumpla la promesa (tierra y pueblo), pero antes tendrán que experimentar la dura prueba de la opresión en Egipto. Yahvé sigue probando y acrisolando su fe. b) José el egipcio (Gén 37,2-50,26, dentro de la historia de Jacob) El relato difiere notablemente en estilo y contenido de todo lo anterior. Género literario muy cercano al de la literatura sapiencial: José es un sabio, cuya humildad en el ejercicio del poder, espíritu clemente y temor de Dios reflejan el ideal de todo Israel. No hay en todo el relato intervenciones directas de Dios ni revelación de nuevas verdades. El mensaje es el relato mismo: profunda enseñanza sobre los caminos de la providencia que, partiendo de acontecimientos nefastos, conduce a una conclusión feliz. Dos fuentes en el relato: J y E. El yahvista recoge tradiciones orales del Reino de Judá y durante el reinado de Salomón las pone por escrito en Jerusalén. El elohísta toma tradiciones del norte, más arcaicas. Está probada la verosimilitud sustancial de estos relatos. Vuelve a repetirse la historia: tampoco José, el protagonista de la descendencia, es el primogénito (como ocurrió con Isaac y Jacob). Actúa la promesa a través de José: el predilecto de Jacob; envidiado por sus hermanos; vendido como esclavo; en Egipto intérprete de sueños; honradez y favor del faraón; migración de las tribus de sus hermanos en busca de mejores pastos a Egipto; José les ayuda; comienza la opresión; prueba del cautiverio (donde se fragua la conciencia étnico-religiosa); clamor de libertad; Dios envía a su libertador, Moisés.

2. ORIENTACIONES CATEQUÉTICAS Se desprenden fácilmente de los relatos. Aplicaciones de enorme alcance para la teología de la liberación. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. ¿Qué aspectos sobre Dios destaca el escritor sagrado? 2. ¿Cómo se manifiesta la respuesta a la llamada de Dios en Jacob y José? 3. ¿Cómo aparecen en el texto bíblico los distintos elementos que más tarde conformarían al Pueblo de Dios (nombres, trayectoria, promesa, esclavitud en Egipto, doce tribus...)? 4. El clamor por la libertad de los oprimidos y la Teología de la Liberación. ¿Se puede y se debe leer este pasaje bíblico desde la opresión que sufre hoy el Tercer Mundo? ¿Nos sentimos interpelados y comprometidos? 4. El clamor por la libertad de los oprimidos y la Teología de la Liberación. ¿Se puede y se debe leer este pasaje

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bíblico desde la opresión que sufre hoy el Tercer Mundo? ¿Nos sentimos interpelados y comprometidos?

PARA ORAR, REFLEXIONAR Y CANTAR

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Somos un pueblo que camina Somos un pueblo que camina y juntos caminando podremos alcanzar otra ciudad que no se acaba, sin penas ni tristezas, ciudad de eternidad. Somos un pueblo que camina, que marcha por el mundo buscando otra ciudad. Somos errantes peregrinos en busca de un destino, destino de unidad. Siempre seremos caminantes, pues sólo caminando podremos alcanzar otra ciudad que no se acaba, sin penas ni tristezas, ciudad de eternidad. (11)

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O todos o ninguno Esclavo, ¿quién te liberará? Los que están en la sima más honda te verán, compañero, tus gritos oirán. Los esclavos te liberarán. O todos o ninguno. O todo o nada. Uno solo no puede salvarse. O los fusiles o las cadenas. O todos o ninguno. O todo o nada. Hambriento, ¿quién te alimentará? si tú quieres pan, ven con nosotros, los que no lo tenemos. Déjanos enseñarte el camino. Los hambrientos te alimentarán. O todos o ninguno. O todo o nada. Uno solo no puede salvarse. O los fusiles o las cadenas. O todos o ninguno. O todo o nada. Vencido, ¿quién te puede vengar? Tú que padeces heridas, únete a los heridos. Nosotros, compañero, aunque débiles, nosotros te podemos vengar. O todos o ninguno. O todo o nada. Uno solo no puede salvarse. O los fusiles o las cadenas. O todos o ninguno. O todo o nada. Hombre perdido, ¿quién se arriesgará? Aquel que ya no puede soportar su miseria, que se una a los que luchan porque su día sea el de hoy y no algún día que ha de llegar. O todos o ninguno. O todo o nada. Uno solo no puede salvarse. O los fusiles o las cadenas. O todos o ninguno. O todo o nada. (12)

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_________ FICHA n. 8 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 9 LIBERACIÓN DE EGIPTO MOISÉS El libro del Éxodo desarrolla dos temas principales: la liberación de Egipto (1,1-15,21) y la Alianza en el Sinaí (19,1-40,38); ambos están enlazados mediante un tema secundario: la marcha por el desierto (15,22-18,27). Moisés, que ha recibido la revelación del nombre de Yahvé en el monte de Dios, conduce a los israelitas liberados. Dios, en una teofanía impresionante, hace alianza con su pueblo y le dicta sus leyes. El pacto, apenas sellado, queda roto por la adoración del becerro de oro, pero Dios perdona y renueva la alianza. Una serie de disposiciones regula el culto en el desierto.

1. RELATO BÍBLICO (Éx 1,1-15,21) La experiencia del cautiverio en Egipto es el primer recuerdo histórico de Israel. Los relatos del Éxodo enlazan con el Génesis, cuando los hijos de Jacob se asientan en Egipto, recibiendo favorable acogida. Pero «se alzó en Egipto un nuevo faraón que nada sabía de José» (Éx 1,8). Esto habría sucedido en el siglo XIII a. C. Comienza la opresión. Esta opresión hay que entenderla más desde un punto de vista religioso que político; es la dificultad de poder dar culto a su Dios. «Deja ir a mi pueblo, dirá Moisés al faraón repitiendo la frase de Dios, para que me dé culto en el desierto» (Éx 7,16). Habrían sido pocos millares en cuanto al número (a pesar de que en Éx 12,37 se habla de 600.000 combatientes, que daría un total de unos dos millones con mujeres y niños). — La figura de Moisés. Muchos autores ven a Moisés no como un personaje histórico sino como una figura creada para aglutinar los recuerdos del cautiverio; como un prototipo simbólico, unificador de la experiencia religiosa-política de Israel durante su cautiverio. Sin embargo, otros defienden su historicidad (aunque sin los adornos de la leyenda) y hay quien afirma que «es tan decisiva su figura que si la tradición no dijera nada sobre Moisés, habría que inventarlo». Preciosa leyenda en todo lo referente a su nacimiento, salvación providencial (como en la leyenda mesopotámica de Sargón), adopción (similar a otro leyenda sumeria), educación esmerada (digna de un futuro líder en Egipto), muerte de un egipcio y huida a la estepa de Madián (en la estepa del desierto, el Dios de los Patriarcas tomará contacto con el libertador). — Revelación del monoteísmo (Éx 3,1-6). Moisés recibe el monoteísmo como don personal de Yahvé. Es Moisés el instaurador del Yahvismo, punto de arranque de la conciencia de pueblo de Israel. El Dios de Israel será para siempre el revelado a 58

Moisés y representado en el tetragrama YHWH. Entronca con la fe de los Patriarcas. «Yo soy el Dios de vuestros padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob» (Éx 3,16). Moisés se cubrirá el rostro, porque ver a Dios equivalía a morir. Dios revela su nombre («Yo soy el que soy», «Yo soy») a Moisés (de acuerdo al relato elohísta; el documento yahvista supone que ya los primeros padres conocían el nombre de Yahvé). Decir su nombre es mostrarse Dios tal como es. «Yo soy» = «el que actúa sin cesar (ya que el verbo ser tiene un sentido dinámico, el que está y se está haciendo). Es el Dios omnipresente, el que siempre estará presente para ayudar. El pueblo descubrirá a este Dios «que actúa» a través de sus acciones. Yahvé se deja encontrar en cada acontecimiento humano; se descubre, no a base de conceptos, sino de vivencias. El Dios que actúa rige los destinos del hombre y los destinos del Pueblo. Moisés entregará esta revelación a sus hermanos oprimidos para que conviertan su desesperación en esperanza. — Misión liberadora de Moisés. Dios le llama para esta difícil misión de reanudar el proceso de la promesa (interrumpido por la esclavitud en Egipto) de ser un gran pueblo en una tierra propia. Yahvé ofrece su ayuda. Moisés cree en Yahvé y se deja guiar por él, a pesar de considerarse incapaz para semejante misión (como en todas las llamadas-misión bíblicas). «No temas, yo estaré contigo.» Moisés ha sido elegido para formar el pueblo de Dios: debía dar una conciencia nacional a las tribus que iba a liberar y, después, conducirlas a un nuevo territorio. Las tribus, sin esa nueva conciencia de pueblo, se hubieran disuelto, una vez liberadas. — Las plagas de Egipto servirán para doblegar la resistencia del faraón y, sobre todo, para demostrar a los hijos de Israel que su Dios es superior a los dioses de los egipcios. Las nueve plagas primeras están en función y para realzar a la décima. Hay una progresión ascendente: el agua convertida en sangre, las ranas, los mosquitos, los tábanos, la muerte del ganado, la úlceras, el granizo, la langosta, las tinieblas, anuncio de la décima plaga —institución de la Pascua y de los Ázimos— muerte de los primogénitos de los egipcios-liberación de los judíos. — La Pascua. Dios protege a los hebreos gracias a su celebración religiosa. Dios «pasó», «saltó» las casas de los israelitas, selladas con la sangre de la víctima, matando a los primogénitos egipcios. La gran acción de Yahvé consiste, no tanto en exterminar a los egipcios, cuanto en liberar a los hijos de los hebreos. Liberación gracias a la sangre derramada con la que untan (y lo harán ya para siempre) las jambas y el dintel de sus casas (Éx 12,7). — Salida de Egipto y paso del Mar Rojo. Se ha supuesto siempre que el mar citado en el relato es el Mar Rojo (mar que separa a Egipto del desierto de Sinaí), algo en lo que no está de acuerdo gran parte de autores actuales. Por otra parte, el texto bíblico es el resultado de una síntesis redaccional de tres documentos diferentes, de ahí las repeticiones y aun las contradicciones. Sólo en el documento P se alude al aspecto 59

«milagroso» del paso del mar. Los tres relatos (y el texto final) resaltan por encima de todo la tesis teológica: sin una ayuda excepcional de Yahvé, jamás los israelitas hubieran salido de Egipto. Esta salida y este paso suponen el bautismo de Israel (antes les unía la sangre, ahora es la religión lo que les une). El pueblo pasa de la muerte a la vida: el mar (símbolo de la muerte y del caos) se convierte por la acción de Dios en vida. El pueblo experimenta una resurrección, una nueva creación (Yahvé, que creó el mundo convirtiendo el caos abismal en orden cósmico, domina ahora el ímpetu del mar y recrea a su Pueblo). Todo israelita tiene que pasar su propio mar rojo lanzándose confiado en brazos del Dios que actúa (aquí está el origen del bautismo por inmersión, el paso de una vida esclavizada por el pecado a una vida de liberación). Por encima de todo, la gran verdad: Yahvé nunca falla, Yahvé está al servicio de su Pueblo, Yahvé se manifiesta tal cual es en sus obras. Esta es la gran obra de liberación.

2. ORIENTACIONES CATEQUÉTICAS — Moisés, personaje de importancia singular para todo el Antiguo y Nuevo Testamento, guiado por Yahvé, libera al Pueblo y le muestra el camino que conduce a la libertad. Hoy la Teología de la Liberación mira al Éxodo a la hora de fraguar un espíritu de lucha frente al poder opresor. Si Dios ayudó a su pueblo en aquel trance, ¿abandonará hoy a los oprimidos por la explotación? • el cristianismo no puede invitar a la resignación; • hay que comprometerse en la lucha por la liberación de los oprimidos; • hay que partir de la «Teología del Cautiverio»: pobre es todo individuo o pueblo que, nacido para vivir libre, es explotado y marginado por la injusticia, el despotismo, la represión...; • la lucha contra la tiranía será válida si la conduce Dios, si se sirve al amor y se apoya en la fuerza del amor, si el Dios que actúa garantiza su éxito; • es imprescindible llegar a la acción política como vehículo de liberación. — ¿Cómo pasar hoy «el mar rojo»? Todo individuo quiere conquistar su tierra prometida. Tropieza con el peso de su cautiverio existencial (pobreza, angustia, marginación). Hay que fiarse de Dios que actúa. Atraviesan hoy «el mar rojo» quienes, cansados de servir a los intereses mezquinos de los faraones opresores, recurren a Dios para vivir en libertad. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. ¿Cuáles son las líneas maestras del relato bíblico sobre el acontecimiento fundamental del pueblo de Israel? 2. ¿Qué rasgos, personales y colectivos, de nuestra situación histórica actual son semejantes a los que vivió

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Israel en el cautiverio y la liberación? 3. En la Liturgia celebramos la Pascua. ¿Qué semejanzas tiene la Pascua cristiana con la Pascua judía? ¿Qué novedades aporta la Pascua cristiana? 4. ¿Cómo puede predicar realmente el cristianismo su mensaje liberador en medio de un pueblo oprimido (violencia, revolución, política...)?

PARA ORAR, REFLEXIONAR Y CANTAR Un pueblo que camina por el mundo gritando: Ven, Señor. Un pueblo que busca en esta vida la gran liberación. Los pobres siempre esperan el amanecer de un día más justo y sin opresión. Los pobres hemos puesto la esperanza en Ti, Libertador. Salvaste nuestra vida de la esclavitud, esclavos de la ley, sirviendo en el temor. Nosotros hemos puesto la esperanza en Ti, Dios del amor. El mundo por la guerra sangra sin razón, familias destrozadas buscan un hogar. El mundo tiene puesta su esperanza en Ti, Dios de la paz. Un pueblo que camina por el mundo gritando: Ven, Señor, Un pueblo que busca en esta vida la gran liberación. (13) Puede recitarse el canto triunfal de Moisés (Éx 15, 1-18).

Oración Mi corazón está contigo, Padre, mi corazón está contigo. En este momento mis ojos miran a tus ojos. en este momento, mis manos estrechan tus manos. En este momento mi voluntad busca tu voluntad. En este momento, me decido por tu Reino. Como Moisés, me levantaré y me echaré a andar. Como Moisés, mataré a todos mis dioses. Como Moisés, 61

escucharé tu voz. Mi corazón está contigo, Padre, mi corazón está contigo. Seguiré los pasos de tu propuesta. Hoy me decido por Ti. Y tú me dices «Ten valor». Yo voy contigo. (14) «Tal vez me he equivocado. Quizás el mundo hubiera necesitado, más que una revolución comunista, una docena de Franciscos de Asís.» LENIN

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_________ FICHA n. 9 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 10 LA MARCHA POR EL DESIERTO: EL CAMINO HACIA LA LIBERTAD 1. RELATO BÍBLICO (Éx 15,22-18,27) La intervención de Yahvé abrió la frontera del mar, pero antes de ser plenamente libres debían sentir el desencanto y la prueba del desierto, además de consolidarse ahí la conciencia religiosa del pueblo. Israel tuvo que atravesar un doble muro de agua: a) a través del Mar Rojo dejó la esclavitud para entrar en el desierto; b) a través del Jordán dejó el desierto para entrar en la libertad. La marcha por el desierto supone cambiar el cautiverio por la libertad. — Teología del desierto. La tradición bíblica esbozó una sugerente teología. Se asocia el desierto al itinerar errante hacia la libertad. Yahvé se deja encontrar en la soledad del desierto más que en el bullicio de la ciudad. El desierto en la Biblia es expresión de soledad, tinieblas y aridez, oscuridad, inseguridad, caos original, habitáculo de demonios y bestias salvajes, tierras terribles, expresión de muerte. En este desierto Dios acrisola la fe de su pueblo; por eso, el desierto será paradójicamente un signo de bendición. — La Nube. Yahvé jamás abandonó a su pueblo en el desierto, caminaba delante de ellos en forma de nube durante el día y de columna de fuego durante la noche. Les conducirá hacia la estepa de Horeb, donde recibirán la legislación, y más tarde hacia el Sinaí, donde pactará la alianza. Dios quiso que su pueblo naciera en el desierto. — La Prueba. La marcha por el desierto está jalonada por las murmuraciones de Israel: contra la sed, contra el hambre, contra los peligros de guerra. Israel es el pueblo recalcitrante que rechaza hasta los beneficios de su Dios. El pueblo prefería la mezquina seguridad del cautiverio a la zozobra de la libertad. Echaba de menos las pequeñas comodidades de la vida ordinaria. La tradición profética interpreta el itinerar errante como una «tentación» a la que Dios somete a su pueblo (Is 61,1). Es, también, un momento excepcional para depurar la fe de Israel del contagio religioso y cultural contraído en Egipto y anclarla definitivamente en el ideal nómada vivido desde los Patriarcas. Sirve, además, un período de tiempo tan prolongado (el dato de los cuarenta años tiene el carácter simbólico equivalente a una generación) para adiestrar al pueblo ante las nuevas necesidades de conquistadores de la Tierra Prometida. En medio de las pruebas y de las infidelidades de Israel, siempre prevaleció la misericordia de Dios sobre la inconstancia del pueblo. 64

— La Presencia «prodigiosa» de Dios. Para el israelita, todo viene de Dios. Dios interviene cuando el pueblo se halla en situación crítica (aunque las «intervenciones» divinas puedan tener explicación natural, como la tiene el maná, las codornices y el agua de Masá). La versión de P es más «milagrosa» que la de J. Hoy los beduinos siguen conociendo, como entonces, el arbusto «Tamarisco mannífero» de goma blanca resinosa comestible, las grandes bandadas de codornices que llegan agotadas a las costas de África después de abandonar Europa y los manantiales de agua bajo la roca de granito. Por encima de cualquier tipo de explicación destaca la verdad teológica de que Yahvé vela por su pueblo, especialmente en la necesidad. — Institución de los Jueces (Éx 18,13). Esta medida supone ya un pueblo numeroso y sedentario. Por esta razón, con toda seguridad esta descentralización de poder es posterior, pero se sitúa en el desierto porque la justicia es la base de la convivencia de todo pueblo (y está naciendo ahora el Pueblo de Israel). La justicia garantiza el derecho de los desvalidos frente a los prepotentes, de acuerdo a los designios de Dios. La institución de Jueces es el primer paso para elaborar el código religiosolegal, capaz de convertir a los israelitas en una nación consagrada a Yahvé.

2. ORIENTACIONES CATEQUÉTICAS — La travesía del desierto, vista desde la intervención divina, se convierte en modélica. La libertad tiene un precio. El hombre debe realizarse a través del desierto de su existencia. Aunque le asalten la duda y la angustia, siempre contará con la experiencia de Israel: Dios no falla, no abandona a quien lo elige como guía. Así ocurrió en el Éxodo y así sucederá con cuantos intenten encarnar aquella experiencia sublime. — El crisol de la prueba. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO ¿Qué resonancias tiene el desierto para el escritor bíblico. La «teología del desierto»? ¿Qué signos y momentos importantes vive el pueblo judío en el desierto? Para el cristiano de hoy, ¿sigue teniendo vigencia el simbolismo del desierto? Reflexiona y comenta este proceso: presencia permanente de Dios —prueba-tentación— triunfo de la misericordia de Dios sobre la infidelidad del pueblo. 5. ¿Cómo has reaccionado en los momentos de prueba? 1. 2. 3. 4.

PARA ORAR, REFLEXIONAR Y CANTAR Peregrino, ¿a dónde vas? 65

1. Peregrino, ¿a dónde vas? Si no sabes a dónde ir, peregrino, por un camino que va a morir. Si el desierto es un arenal, el desierto de tu vivir, ¿quién te guía y te acompaña en tu soledad? Sólo Él, mi Dios, que me dio la libertad. Sólo Él, mi Dios, me guiará. (2) 2. Peregrino que a veces vas sin rumbo en tu caminar. Peregrino que vas cansado de tanto andar. Buscas fuentes para tu sed y un rincón para descansar. Vuelve, amigo, que aquí en Egipto lo encontrarás. Sólo Él, mi Dios, que me dio la libertad. Sólo Él, mi Dios, me guiará. (2) 3. Peregrino sin un porqué; peregrino sin una luz. Peregrino por el camino que va a la cruz. Dios camina en tu soledad, ilumina tu corazón. Compañero de tus senderos buscando amor. (15)

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Romero Ser en la vida romero, romero sólo que cruza siempre por caminos nuevos. Ser en la vida romero, sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo. Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo, pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero, ligero, siempre ligero. Que no se acostumbre el pie a pisar el mismo suelo, ni el tablado de la farsa ni la losa de los templos para que nunca recemos como el sacristán los rezos, ni como el cómico viejo digamos los versos... Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo... (16) LEÓN FELIPE

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_________ FICHA n. 10 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 11 LA ALIANZA DEL SINAÍ 1. RELATO BÍBLICO (Éx 19,1-40,38) La diversidad de tradiciones literarias (yahvista, elohísta y sacerdotal) dificulta la recta valoración de la alianza sinaítica. Las alianzas o pactos eran comunes entre los pueblos nómadas para crear nexos familiares entre tribus: llegaban a tratarse como hermanos, prometiéndose ayuda y amistad. Terminaba la celebración con un banquete comunitario y, frecuentemente, se dejaba un símbolo visible del pacto. En el Sinaí se sella un pacto de amistad entre el pueblo desvalido de Israel y Yahvé libertador. Supone la culminación del pasado reciente, desde Abrahán, y el acontecimiento salvador, como punto de partida, que dará sentido, para siempre, a Israel como Pueblo de Dios. La Alianza es: a) Bilateral: Dios extiende las promesas hechas a Abrahán a todo el pueblo; lo exigido antes a Abrahán (fe y obediencia) se exige ahora al pueblo (obediencia a la ley mosaica). b) Condicional: puede ser rota por la conducta del pueblo y, por ello, revocada por Dios. c) Legal: Dios revela su ley y el pueblo la acepta (Decálogo y Código de la Alianza, que se convertirán en la «Carta del judaísmo»). d) Familiar, pues el mismo Dios habitará desde entonces en medio de su pueblo (Tabernáculo y Arca de la Alianza). — Compromiso del pacto: la iniciativa parte de Yahvé; se manifiesta en una teofanía de rasgos apocalípticos; el pueblo en bloque se alía con Yahvé; compromiso por ambas partes, estableciéndose un nexo vital entre Dios y el pueblo; Israel se compromete a vivir, no sólo a actuar, de acuerdo a los designios de Yahvé. — En el Decálogo se plasma el compromiso de vida por el que Yahvé se convierte en líder indiscutible del pueblo. Dios exige un culto exclusivo, es la condición de la Alianza (aunque la negación de la existencia de otros dioses no vendrá hasta más adelante). — El Código de la Alianza. Aunque está colocado en el Sinaí, esta colección de leyes y de costumbres es posterior y supone la existencia de un pueblo sedentario y agrícola 69

(data de los primeros tiempos del asentamiento en Canaán, antes de la Monarquía). Se aplica el espíritu del Decálogo. Se han observado múltiples parentescos con otros Códigos antiguos orientales (Código de Hammurabi, código hitita y otros), pero parece que más que tratarse de una dependencia respecto a ellos, hay que verlos como procedentes todos de una fuente común. — Ruptura y renovación de la Alianza. Israel mantiene una extraña conducta de fidelidad en la infidelidad. El episodio del Becerro de oro es el prototipo del comportamiento infiel. Posiblemente, el autor del relato para luchar contra la permanente tentación de idolatría, de adorar a otros dioses más a su medida, materializa con gran lujo de detalles la infidelidad de Israel convirtiéndolos ya en el desierto en improvisados orfebres. Los israelitas, creyéndose abandonados por Dios, fabrican un ídolo (semejante al dios Apis de los egipcios) para que los proteja. Yahvé reacciona como un Dios celoso, pero depone su actitud encolerizada ante la intercesión de Moisés y renueva el pacto (Éx 34, 1-4; 10-28). Algunos autores ven en este relato la versión J de la Alianza. Esta Alianza renovada introduce nuevos elementos: se realza la indiscutible hegemonía de Yahvé; se ponen las normas en tablas de piedra; se apunta la urgencia de construir un santuario en «tienda nómada» con el Arca; los sacrificios reflejarán la postura del pueblo ante Yahvé (con un complejo ritualismo). Y, para siempre, el Arca evocará a la Alianza y el Santuariotienda a la presencia de Dios en medio del pueblo.

2. ORIENTACIONES CATEQUÉTICAS — La Alianza del Sinaí encierra un mensaje válido para los creyentes de hoy. La Alianza hizo de Israel propiedad personal y sagrada de Yahvé, un pueblo elegido, un pueblo de sacerdotes. La promesa tendrá su plena realización cuando Cristo selle la Nueva Alianza con su sangre en el Israel espiritual de la Iglesia, en la que los fieles serán «santos» (Hch 9,13) y, unidos a Cristo Sacerdote, ofrecerán a Dios un sacrificio de alabanza. — El Cristianismo no debe definirse sólo ante el Decálogo sino que debe comprometerse en todo con el Dios que actúa. Al final del Éxodo se interrumpe la narración de los sucesos. El Levítico contiene el ritual de sacrificios y tradiciones cultuales (mucho más tardío). Números reanuda los hechos desde el punto de vista sacerdotal (los levitas mandan) y Deuteronomio recoge leyes y discursos atribuidos a Moisés. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. ¿Qué aspectos teológicos sobre la Alianza pretende resaltar el escritor bíblico? 2. ¿Qué consecuencias tiene para el pueblo el cumplimiento o transgresión de lo pactado en la Alianza?

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3. ¿Cómo conecta la línea teológica de la Antigua Alianza con la Nueva Alianza? 4. ¿Qué aplicaciones podemos extraer para hoy?

PARA ORAR, REFLEXIONAR Y CANTAR No adoréis a nadie No adoréis a nadie, a nadie más que a Él. (bis) No adoréis a nadie, a nadie más. (bis) No adoréis a nadie, a nadie más que a Él. No pongáis los ojos en nadie más que en Él. (bis) No pongáis los ojos en nadie más. (bis) No pongáis los ojos en nadie más que en Él. Porque sólo Él nos puede sostener. (bis) No adoréis a nadie, a nadie más. (bis) No adoréis a nadie, a nadie más que a Él. No sigáis a nadie, a nadie más que a Él. (bis) No sigáis a nadie, a nadie más. (bis) No sigáis a nadie, a nadie más que a Él. (17) Salva al hombre, Señor, en esta hora horrorosa, de trágico destino; no sabe a dónde va, de dónde vino, tanto dolor que en sauce roto lleva. Ponlo de pie, Señor, clava tu aurora en su costado, y sepa que es divino despojo, polvo errante en el camino; mas, que tu luz lo inmortaliza y dora. Mira, Señor, que tanto llanto, arriba, en pleamar, oleando a la deriva, amenaza cubrirnos con la Nada. ¡Ponnos, Señor, encima de la muerte! ¡Agiganta, sostén nuestra mirada para que aprenda, desde ahora, a verte! (18) BLAS DE OTERO

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_________ FICHA n. 11 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa).

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TEMA 12 LA CONQUISTA DE LA TIERRA PROMETIDA 1. RELATO BÍBLICO El libro de Josué relata el asentamiento israelita en Canaán. Se divide en tres partes: a) la conquista (Jos 1-12); b) el reparto del territorio entre las tribus (13-21); c) el fin de la jefatura de Josué, su último discurso y la Asamblea de Siquem (22-24). El autor no es Josué, a pesar de lo que tradicionalmente se ha opinado. El autor utiliza fuentes diversas. La crítica actual ha llegado a las siguientes conclusiones (que contradicen la historicidad de gran parte de los relatos): no todos los israelitas que se asentaron en Canaán procedieron de Egipto; hubo diversas oleadas migratorias bajo diversos líderes; gran parte del asentamiento se produjo pacíficamente; los relatos de las conquistas no hay que entenderlos como históricos sino como leyendas etiológicas (= sobre las causas) que tratan de explicar el origen de ciertas ciudades y monumentos por la intervención de Israel, protegido por Yahvé; la convivencia pacífica entre los llegados (pastores seminómadas) y los habitantes en Canaán (asentados en ciudades-estados) se rompió al disputarse la hegemonía del país, triunfaron los seminómadas del campo (= israelitas) y dedicaron la gesta a Yahvé (por creerle auténtico artífice de la conquista); Josué, jefe de la tribu de Efraín, será considerado como el líder común que enlaza con Moisés y con la Promesa, cuando siglos más tarde se haya conseguido la unificación de las tribus. La tradición bíblica presupone una «unidad nacional» ya antes de la conquista, cosa que es imposible de acuerdo con la historia. Cada tribu o grupo nómada tuvo su historia propia e independiente hasta que, una vez conquistada Canaán, se procedió a la unificación tribal. Para la Biblia, sin embargo, «todo» Israel protagonizó la conquista guiado por Yahvé. — Teología de la Conquista. La finalidad del Libro de Josué es hacer una síntesis redaccional de los diversos relatos existentes de la ocupación y de sus consecuencias jurídico-religiosas, delimitar los territorios tribales y resaltar que es Yahvé quien entrega el territorio en cumplimiento de la promesa. Los relatos no son una crónica periodística de guerra, son una teología de la «historia» (o una visión teologizada de los acontecimientos que pudieron darse). Los relatos proceden fundamentalmente de la tribu de Benjamín y de Efraín. Todas las gestas se atribuyen al poder de Dios (y es claro que Dios muestra mejor su poder si el asentamiento se presenta como una invasión tremenda e incontenible). Sus guerras santas servirán a los intereses divinos. Ir a la guerra era igual a comprometerse con el Dios de la Alianza, hasta el punto de dar la vida en defensa de sus intereses. 73

Desde este enfoque religioso se puede entender la «ley del herem»: la condena al anatema de las ciudades conquistadas (casas, animales y personas eran quemadas en honor de Yahvé) servía para frenar la codicia de los vencedores y para afirmar que lo conquistado era propiedad de Yahvé. El botín era, así, consagrado a Yahvé. — El paso del Jordán (Jos 3, 1-17). Carácter «portentoso» del acontecimiento, más parecido a una procesión cultual que a una acción militar (protagonismo de los sacerdotes-levitas que portan el Arca). Clara evocación al paso del Mar Rojo. Los dos momentos teológicos se complementan: fin del cautiverio (Mar Rojo) y comienzo de la libertad (Jordán). — El santuario de Guilgal. Probablemente era un antiguo santuario cananeo que la tradición bíblica quiso unir al paso del Jordán, por eso afirma que Josué levantó este santuario donde se celebró la primera Pascua en la tierra prometida (Jos 5,10-12), después de purificarse el pueblo con el rito de la circuncisión. Así, el pueblo demuestra su propósito de fidelidad a Dios, propósito nacido en el Sinaí. Además es la impresionante preparación para la «guerra santa» de la conquista. — Caída de los muros de Jericó (Jos 6, 1-25). El relato se inspira en diversas tradiciones escritas (de ahí las incongruencias que se aprecian). Jericó, una de las ciudades más antiguas del mundo, estaría posiblemente en ruinas en la época de la conquista (siglo XIII a. C.). El relato pretende «explicar» por qué Jericó era desde entonces una ciudad en ruinas. Caso de que la hubieran destruido los israelitas, el mensaje teológico sería el mismo: el poder cananeo se desploma, no ante las armas, sino cuando Yahvé interviene. Las trompetas tocadas por sacerdotes + el Arca = armamento de Dios. — Josué detuvo el sol. Galileo fue condenado por la Iglesia por rechazar el literalismo de la frase bíblica. Hoy se ve como una manera de explicar, una vez más, que la mano de Yahvé es poderosa y es capaz de alterar el orden de la naturaleza con tal de cumplir sus designios hasta el fin. Lo único importante es su contenido teológico. — La Asamblea de Siquem: supone la renovación de la Alianza entre las tribus de Dios. Esta asamblea se habría ido repitiendo en tiempo de los Jueces (una vez asentados en la nueva tierra) para reafirmar sus lazos con Dios y los lazos entre las diversas tribus. En este pasaje se están fijando las bases de la unidad nacional y religiosa de las 12 tribus, en un santuario común y bajo un único Dios (aunque la historia parece demostrar que es imposible que se unieran allí las 12 tribus ni que en Siquem todos los pueblos que más tarde darían origen a Israel se pusieran bajo Yahvé. Esto sucederá muchos años más tarde). El relato de la Asamblea de Siquem refleja para todo israelita que la organización política debe fraguarse sobre una base religiosa. Por eso, se conmemora y ratifica la Alianza del Sinaí. El pacto sinaítico será la base de un espíritu nacional cuyo lema es la libertad. La Asamblea de Siquem culmina en una nueva Alianza: compromiso religioso con Yahvé (profesión de fe en la hegemonía indiscutible de Yahvé, al proponer este único Dios a todas las tribus y éstas aceptarlo) y compromiso socio-político entre las tribus de Israel y con relación 74

a los otros pueblos. Josué escribirá las nuevas cláusulas en una gran piedra-estela (la «Ley de Dios», semejante a la «Ley de Moisés»). Ha terminado la Conquista, realizada mediante la «guerra santa». Ahora se impone la convivencia entre las tribus y con los pueblos vecinos. El «Pueblo de Yahvé» llegará a convertirse en el «estado de Israel», de carácter teocrático, cuando, pasando por el período legendario de los Jueces, se llegue a la Monarquía.

2. ORIENTACIONES CATEQUÉTICAS — La conquista de la tierra prometida contiene los elementos necesarios para que el creyente de hoy se adentre en su propia «tierra de promisión»: • es necesario un espíritu de lucha y de inconformismo contra toda situación injusta; • hay que forjar un pueblo de hombres libres, donde el hombre deje de caminar a la deriva para asentarse en el lugar que le asigna Dios. — La lucha por la libertad (la «guerra santa» del cristiano) exige, ante todo, una plena confianza en el Dios que actúa. Dios debe estar al frente de todas las luchas en favor del débil y del oprimido. — La reflexión sobre la crueldad de la «guerra santa» y del «anatema» deberá servir para recapacitar sobre las atrocidades de las guerras actuales (aparentemente menos bárbaras por ser más sofisticadas, pero mucho más mortíferas) y sobre la injusta y permanente condena al «anatema» con que el mundo del desarrollo castiga al Tercer Mundo. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. ¿Qué dificultades encuentras al leer el Libro de Josué? 2. La Teología de la Conquista y la Guerra Santa. ¿Qué puedes decir sobre la «moralidad» de la conquista en contra de los intereses de los otros pueblos? 3. Desde la fe, ¿cómo planteas el tema de la guerra, la objeción de conciencia, la insumisión, el «Dios está con nosotros para aplastar al infiel»...? 4. Si estuvieras viviendo en el Tercer Mundo, ¿cómo entenderías que el cristiano debe comprometerse en la lucha por la libertad? Y aquí, ¿a qué te compromete?

PARA ORAR Y CANTAR Sólo le pido a Dios Sólo le pido a Dios 75

que la guerra no me sea indiferente. Es un monstruo grande y pisa fuerte toda la pobre inocencia de la gente. Sólo le pido a Dios que el dolor no me sea indiferente, que la reseca muerte no me encuentre vacía y sola sin haber hecho lo suficiente. Sólo le pido a Dios que lo justo no me sea indiferente que no me abofeteen la otra mejilla después de que una garra me arañó a esta suerte. Sólo le pido a Dios que lo injusto no me sea indiferente. Si un traidor puede más que unos cuantos que esos cuantos no lo olviden fácilmente. Sólo le pido a Dios que el futuro no me sea indiferente, desahuciado está el que tiene que marcharse a vivir una cultura diferente. Sólo le pido a Dios que la guerra no me sea indiferente. Es un monstruo grande y pisa fuerte toda la pobre inocencia de la gente. (19) ANA BELÉN

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Luz para el camino Hoy, en medio de la noche del mundo, y en la esperanza de la buena nueva, afirmo con audacia mi fe en el porvenir de la humanidad. Me niego a creer que las circunstancias actuales incapaciten al hombre para hacer una tierra mejor. Me niego a compartir la opinión de quienes pretenden que el hombre está tan cautivo de la noche sin estrellas, del racismo, de la opresión y de la guerra, que la aurora radiante de la paz y de la fraternidad no podrá nunca llegar a ser una realidad. Me atrevo a creer que un día todos los habitantes de la tierra podrán hacer tres comidas para mantener la vida de su cuerpo y podrán recibir la educación y la cultura necesarias para la salud de su espíritu, y la igualdad y la libertad para la vida de su corazón. Creo, igualmente, que un día toda la humanidad reconocerá en Dios a la fuente de su amor. Creo que este amor salvador y pacífico será un día la ley. El lobo y el cordero podrán descansar juntos, todos los hombres podrán sentarse bajo su higuera, en su viña, y nadie podrá tener motivos para tener miedo. (20) Martin LUTHER KING

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_________ FICHA n. 12 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 13 LOS JUECES DE ISRAEL: DE LA FEDERACIÓN TRIBAL A LA MONARQUÍA Terminada la Conquista, lo que se impone es salvaguardar la supervivencia de unas Tribus frente a sus enemigos, intensificando sus lazos de unión. El elemento religioso que les une y los vínculos etnológicos (con tradiciones orales comunes) les llevará a tratar de agruparse en torno a un santuario común (como ocurrirá en las «Anfictionías» griegas siglos más tarde, en el VI a. C.). En un largo proceso, el «grupo religioso» se irá convirtiendo en «nación organizada» (a pesar del gran apego que han mostrado los beduinos siempre a su propia autonomía). Se llegará a la Federación Tribal (= sistema de las 12 tribus) en un tiempo mucho más prolongado que lo que reflejan los textos bíblicos, ya que frecuentemente hablan de Israel cuando en realidad habría que hablar más propiamente de acciones de tribus concretas. La toma de conciencia de ser un pueblo y el compromiso posterior de defender a la tribu que estuviera en peligro (bases de la Federación de tribus) serán obra del «espíritu» de Yahvé (el «ruah»). El «ruah» de Yahvé suscitará héroes que defiendan a su pueblo y que afiancen la unión. Son los Jueces de Israel. «Entonces Yahvé suscitó Jueces que los salvaron de la mano de los que los saqueaban. Cuando Yahvé les suscitaba Jueces, Yahvé estaba con el Juez y los salvaba de la mano de sus enemigos mientras vivía el Juez, porque Yahvé se conmovía de los gemidos que proferían ante los que los maltrataban y oprimían. Pero cuando moría el Juez, volvían a corromperse más todavía que sus padres, yéndose tras otros dioses, sirviéndoles y postrándose ante ellos, sin renunciar en nada a las prácticas y a la conducta obstinada de sus padres» (Jue 2,16; 2,18-19). Este esquema se repetirá innumerables veces: infidelidad de Israel - Yahvé lo entrega a sus enemigos - gemidos del pueblo - Yahvé suscita un libertador. El «ruah» de Yahvé pasa a ser el gran protagonista en esta fase de asentamiento y de consolidación religiosa y sociopolítica. Ya en el Génesis el «ruah» divino aleteaba sobre el abismo del caos. Es el viento o brisa de Dios. Los «hombres del espíritu» son auténticos carismáticos a los que Dios infunde su fuerza y su astucia para realizar sorprendentes hazañas. El «ruah» tomaba las decisiones y sancionaba el proceder de las tribus (a falta de estructuras sociopolíticas más complejas). De seres normales (algunos con incalificables defectos) pasaban a ser héroes. Todos poseían ciertas cualidades personales que sus compatriotas interpretaban como signo de que el «espíritu de Yahvé» estaba con ellos. Esto era propio de la mentalidad religiosa de la época, donde los hombres se sentían dominados por fuerzas esotéricas del bien y del mal que regían sus destinos. 80

Los Jueces, hombres de «ruah», son, en realidad, posesos de Dios. Deciden según el «espíritu». Política y religión se van uniendo en un régimen teocrático. Si Yahvé había sacado a su pueblo de Egipto, conducido a través del desierto, guiado en la conquista de la Tierra prometida... es lógico que siga siendo Yahvé quien cuide de su supervivencia frente a los enemigos. La simbiosis entre el «ruah de Yahvé» y los «hombres de ruah» constituía el auténtico carisma de la teocracia. Estos Jueces lograron convertir a Yahvé en una divinidad tan cercana que se iba encarnando en la trayectoria misma del pueblo. Esta fase de los Jueces habría durado unos 200 años. La función del Juez no era ni hereditaria ni vitalicia. Dios los suscitaba y les comunicaba su ruah, recibían la autoridad del Consejo de los Ancianos y eran los líderes religioso-políticos y portavoces directos de Yahvé. Con el paso del tiempo, la figura del Juez se irá cargando de más contenido. Samuel, el último de los Jueces, asumirá las funciones de jefe político (administrador), jefe religioso (profeta) y jefe cultual (sacerdote). Los JUECES fueron los artífices de un proceso que comenzó con el pluralismo tribal, llegó a la federación por necesidades de defensa y culminó en la unidad nacional con la monarquía.

1. RELATO BÍBLICO (Jueces, Rut y 1 Samuel 1-7) a) Jueces La redacción definitiva del Libro de los Jueces se supone posterior al destierro de Babilonia, aunque se basa en tradiciones muy cercanas en el tiempo a los hechos narrados. Estas tradiciones son poemas épicos que celebran las gestas de los héroes, cantadas por «juglares», y que pasaron al fondo folclórico-cultural del pueblo. Tradicionalmente se agrupa a los Jueces en «mayores» y «menores», de acuerdo a las gestas relatadas, aunque tendría más sentido agruparlos en Jueces del Norte y Jueces del Sur. En el relato bíblico, lo único importante es la gesta protagonizada a impulsos del ruah de Yahvé, no la biografía del personaje (muchas veces, impresentable) ni su comportamiento en la hazaña (frecuentemente vergonzoso). Son héroes por la gracia de Dios para salvar a su pueblo. — Otoniel, el león de Dios. Primer Juez bíblico que salva a su pueblo. — Ehud, el facineroso, hizo todo menos «juzgar». Mediante su alevoso homicidio libró a su pueblo de los moabitas. — Débora (= abeja), profetisa-juez de encanto excepcional, salva a Israel de los cananeos, a través de Baraq. La balada de Débora es una de las piezas más arcaicas. — Gedeón, el astuto, desbarata a los madianitas «con el clamor de cántaros y 81

trompetas», lucha por la unidad de culto y, al final, le proponen como rey. No acepta: «Yahvé será vuestro Rey» (Jue 8,23). — Jefté, hijo de prostituta y salteador de caminos, consigue que su tribu sea respetada por sus vecinos. Ha pasado a la historia por su controvertido voto de sacrificar, si Yahvé le concedía la victoria, al primero de su familia que le saliera a su encuentro después de la batalla. Sacrificó a su única hija, que además era virgen. Nunca Israel consideró el «voto de Jefté» como modélico. — Sansón, pintoresco personaje que odia tanto a los filisteos como le encantan las filisteas. Era «nazireo», consagrado por su madre a Yahvé, y por este voto no podía cortarse la cabellera. Su fuerza no brota de su largo cabello, sino de su voto a Yahvé. Historia tragicómica. El Libro de JUECES termina con una serie de Apéndices donde se analiza la situación religioso-política de Israel en el período promonárquico. Peligro de cisma religioso y de división de «reinos de taifas». Se relata el avance hacia la unificación cúltica y política, a pesar de las luchas fratricidas (con la historia más tétrica de toda la Biblia, la de la mujer descuartizada, Jue 19-21).

b) Rut Todo el desencanto de cismas y luchas fratricidas se torna en ilusión esperanzada con la historia de Rut, que se proyecta hacia la monarquía. La providencia de Yahvé se manifiesta en una moabita, una extranjera, que llegará a ser la bisabuela del rey David. El relato de Rut es una invitación al aperturismo religioso-político, a agrupar otros pueblos en la misma unidad, siempre que estos quieran servir a Dios.

c) 1 Samuel 1-7 Se da el paso de la inconsistente federación teocrática hacia la monarquía. Redacción tardía (siglo VI a. C.), pero a base de material arcaico. Samuel será el profeta-juez, auténtico artífice del cambio. Concepción extraordinaria, «consagrado» desde niño, «llamado» por Dios para una gran misión, sacerdote en Silo (donde reside el Arca y centro de culto de todo el pueblo), profeta que transmite los designios de Dios, Juez liberador de filisteos, Juez ambulante por las tribus de Israel. Después de consolidar la unidad religiosa, conducirá a la unidad monárquica. Se le presenta en unos relatos como ferviente defensor de la monarquía, mientras que en otros la acepta como un mal menor. El primer rey, Saúl, es elegido como los antiguos Jueces, por el ruah de Yahvé, para ejercer su autoridad en nombre de Dios. (Los profetas vigilarán y denunciarán a los reyes que no conformen su gobierno al «espíritu divino».) 82

2. ORIENTACIONES CATEQUÉTICAS

— La comunidad cristiana debe aprender que las grandes gestas se logran sólo cuando Dios toma la iniciativa. — No se puede repetir la historia de los «Jueces bíblicos», no son modelos. Pero también hoy se necesita la ayuda de «hombres del espíritu» con actitud de servicio y honradez. — Por encima de las limitaciones de los instrumentos que Dios se elige, brilla el poder de Dios que actúa. — Dios se ha servido y se seguirá sirviendo de los hombres carismáticos a lo largo de la historia, en el Antiguo y Nuevo Testamento, siempre que estos han actuado en favor de la comunidad eclesial y no de sus intereses personales o de grupo. — Cada pueblo debe forjar su propio futuro y todo pueblo debe saber que cuenta con la ayuda de Dios.

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PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. ¿Qué te sugiere el hecho de que Dios elija «personajes poco modélicos en sus costumbres» para manifestar su poder en favor de su Pueblo? 2. ¿Cuáles son las principales tentaciones que sufren los israelitas en los territorios conquistados? 3. Dios sigue suscitando, a lo largo de la historia, «hombres del Espíritu», hombres carismáticos. ¿Quiénes destacarías del pasado y del presente? 4. ¿Qué rasgos negativos destacarías de quienes dicen hablar y actuar «en nombre de Dios» y, sin embargo, se puede pensar que no es Dios quien les ha llamado para esa misión? 5. En el período de los Jueces, política y religión se van identificando. ¿Qué te sugiere esta realidad en el pasado de Israel y en el mundo actual?

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PARA ORAR Y CANTAR Tú eres el Dios que nos salva, la luz que nos ilumina, —la mano que nos sostiene y el techo que nos cobija. (2) Te damos gracias, Señor, te damos gracias, Señor. (2) Te damos gracias, Señor, porque has depuesto la ira —y has detenido ante el pueblo la mano que lo castiga. (2). Y sacaremos con gozo del manantial de la vida —las aguas que dan al hombre la fuerza que resucita. (2) Entonces proclamaremos: «¡Cantadle con alegría, —el hombre de Dios es grande, su caridad infinita. (2) Que alabe al Señor la tierra, cantadle sus maravillas —¡Qué grande en medio del pueblo el Dios que nos justifica! (21)

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_________ FICHA n. 13 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 14 EL PERÍODO DE LA MONARQUÍA Y LA ESCISIÓN DE ISRAEL 1. LA UNIDAD MONÁRQUICA Durante el período de la Monarquía se fija la experiencia religiosa acumulada por la trashumancia y el asentamiento. Supone la realización de un largo sueño donde se armonizan los ideales sociopolíticos con las exigencias del yahvismo. El Rey velará por los intereses del pueblo y por los intereses de Yahvé (de quien es representante). El rico material de relatos de la Monarquía se recoge en 1-2 Sam; 1-2 Re y 1-2 Cro, con muchos documentos contemporáneos de la época. Estos Libros expresan la evolución desde un exagerado optimismo (la monarquía como solución de todos los problemas) hasta el desencanto más amargo (pues la libertad continuaba siendo un sueño y se había sacrificado en favor del imperialismo). La tradición bíblica narrará el período desde un punto de vista fundamentalmente religioso. Siempre estará presente la advertencia de que la figura del Rey no excluyese la hegemonía de Yahvé. a) Reinado de Saúl. Para los relatos bíblicos, todo gira en torno a David. Por eso, se sacrifica la memoria histórica de Saúl (valiente hasta que se enfrentó a David) y la de Salomón (magnífico rey hasta que se apartó del camino marcado por David, su padre). Saúl jamás aspiró a ser rey, lo aceptó como designio divino al ser propuesto por Samuel. Se convertirá en el portavoz de la divinidad, el «ungido» = mesías de Yahvé (1 Sam 10,1). Con el «ruah» de Yahvé derrotará a los enemigos de Israel. Saúl irá anulando a Samuel y este enfrentamiento provocará el rechazo de Yahvé (1 Sam 15,10-23). A través de Samuel, Yahvé decide ungir a un nuevo rey (1 Sam 16,113), es el joven David. Cortesano y fugitivo ante los celos de Saúl («Saúl mató a mil, pero David ha matado a diez mil»). Depresión de Saúl, consulta a la Pitonisa de Endor (no se fía de Yahvé), tragedia de Gelboé. No se puede vencer sin contar con la ayuda divina. b) Reinado de David. Es el rey por antonomasia. Primera mitad del siglo X a. C. — Máximo esplendor de Israel. — Reinado de profunda carga teológica: David fue el elegido de Dios que supo crearse un reino. — Figura contradictoria y hasta paradójica, pero siempre grande por su fidelidad a Yahvé. Siempre contará con el beneplácito divino (hay que tener en cuenta que la tradición bíblica reflexiona «a posteriori» sobre David, en quien ve 87

prefigurado al Mesías futuro). Es el arranque de la expectación mesiánica, la esperanza de un sucesor de David que recogiera la unción, participara de su espíritu y fuese capaz de dar al pueblo la confianza, la unidad y el progreso que David había sabido crear. Así nació la idea del Mesías-Rey, que se cumplirá en Jesús, el «hijo de David», aunque de una manera muy diferente a la esperada. — Unificador del territorio (siempre victorioso) y gran estadista al afianzar su política sobre la religiosidad del pueblo y al organizar el sistema administrativo y judicial de acuerdo a los mandatos de Yahvé (en el que los desvalidos no quedan marginados). — Jerusalén será el centro político y religioso. Traslado del Arca y proyecto de construcción del Templo. — Grande, incluso en sus flaquezas (idilio con Betsabé). Supo granjearse el perdón divino. c) Reinado de Salomón. Deberá consolidar la unidad del imperio logrado por David. Dos fuentes escritas, con diferentes objetivos político-religiosos: el Libro de los Reyes (1 Re 1,28-11,43) recoge crónicas de la época, redactadas por los escribas del Rey, con poca objetividad y gran sentido apologético; los Libros de las Crónicas (1 Cro 28,9-21; 2 Cro 1,1-9,31) que se redactan después del exilio de Babilonia y en los que el cronista pretende, no tanto registrar los acontecimientos históricos, cuanto interpretar la historia para reestructurar política y religiosamente la situación del momento. Así se convierte la época de Salomón en modélica para la restauración postexílica. — Salomón, hábil y astuto, dotó al imperio de un esplendor singular. Política exterior a base de alianzas, en vez de guerras. — Poderío económico al dominar las principales rutas comerciales. — Imperialismo interno: fortificación de enclaves estratégicos, ejército poderoso como disuasorio de posibles guerras, paz prolongada, desmesurado centralismo (que a su muerte provocó la escisión de Israel). — Consolidación de la unidad religioso-política con la construcción del Templo de Jerusalén (Casa de Yahvé y Palacio del Rey). — Con la fusión del culto y política se sacraliza la realeza y se olvida la hegemonía de Yahvé. Esto provoca descontento y oposición ortodoxa. Salomón se fue alejando gradualmente de los compromisos con el pueblo y con Yahvé, dejándose dominar por sus mujeres extranjeras que le exigían altares para sus dioses.

2. LA ESCISIÓN: EL REINO DE ISRAEL Y EL REINO DE JUDÁ A la muerte de Salomón (931 a. C.) estalló el descontento, reprimido hasta entonces: presión desmedida de impuestos para soportar el Imperio, marginación sociológica de las tribus del Norte, centralismo que imposibilitaba toda autonomía, mediocridad de su hijo 88

Roboán. Se separa el Reino de Israel (al Norte, capital Samaria) del Reino de Judá (al Sur, capital Jerusalén). Se debilita el poder político y económico de ambos reinos, lo que es aprovechado por los pueblos dominados para independizarse. Ambos reinos quedan a merced de sus enemigos y viven una historia paralela, a veces enfrentados, que terminará sucumbiendo ante el poder asirio (el reino de Israel) y, más tarde, ante el imperio babilónico (el reino de Judá). El Reino de Israel duró dos siglos (931-721 a. C.), destacando el cisma cúltico al erigir nuevos santuarios, la amenaza del poder asirio, la destrucción de Samaria por Salmanasar y la conquista del reino por Sargón. El Reino de Judá permanecerá en la línea ortodoxa, encarnó el ideal de esperanza mesiánica, conservó el fuego sagrado de las promesas abrahánicas. Según la Biblia, Yahvé estuvo más con el Reino de Judá que con el Reino de Israel. Gracias al profetismo comenzaron a revivir, especialmente después de la caída del Reino de Israel, los antiguos sueños monárquicos: un mesías futuro que aventajaría a David. Para alcanzar esta promesa era imprescindible una profunda reforma religiosa (que se realizará bajo Ezequías 2Re 18,3-6; 2Cro 29-31): nueva centralización del culto en Jerusalén, inspiración de la organización política en el yahvismo más puro, recuperación del espíritu nacional inspirándose en la Alianza del Sinaí. Muerto Ezequías, el Reino de Judá cae en total decadencia, con el paréntesis de la reforma del rey Josías (2Re 22,3-23,25; 2Cro 34,1-15,19) de carácter cúltico-social en torno al Templo de Jerusalén. A merced de las ambiciones de Egipto y de Babilonia. En el 587 Jerusalén será destruida por Nabucodonosor y convertido el Reino de Judá en provincia del Imperio Babilónico. Trágico final de un reino que había luchado por revivir la grandeza de David, alimentando la esperanza de una futura restauración protagonizada por un «mesías» a quien Yahvé colocaría al frente de su pueblo. Será durante el destierro de Babilonia donde, con la aportación del profetismo, lograrán acrisolar su conciencia de pueblo para seguir suspirando por una ayuda divina, capaz de convertirles, de nuevo, en una gran nación.

3. ORIENTACIONES CATEQUÉTICAS Ventajas del régimen monárquico: — Se consolidó la identidad étnica de las diferentes tribus, se llegó a la identidad nacional y a la identidad religiosa (especialmente con el centralismo cúltico en torno al Templo de Jerusalén). — Se entra en contacto con otras culturas: valoran más sus peculiaridades y aceptan algunas aportaciones nuevas. — Reflexionaron sobre su propio pasado y pusieron por escrito su propia historia. — 89

Aparece un fenómeno decisivo para el pueblo: el profetismo. — Se desarrolla la idea de Dios como rey o «el reino o reinado de Dios», con sentido de Justicia y de camino hacia la paz (especialmente en favor de los pobres. Reino mesiánico de Jesús). Desventajas: — Se olvidan valores esenciales. — Predominio de valores paganos. — Pérdida de identidad personal por el totalitarismo. — La figura del rey frecuentemente ocultó la hegemonía de Yahvé. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. Interrogantes que plantea el relato bíblico. 2. ¿Qué virtudes y defectos destaca el relato bíblico en David y Salomón? 3. Reflexiona y comenta sobre los aspectos teológicos del «Rey ideal» (Salmo 72), reinado de Dios, mesianismo, justicia con los más débiles, culto a Dios (Templo)... 4. David es pecador y arrepentido. ¿Cuál es la trayectoria de su conversión? Aplicaciones a nuestra vida concreta. 5. Al fusionarse culto y política, en tiempos de Salomón, se pierde la hegemonía de Yahvé. ¿Qué te sugiere esto?

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PARA ORAR Y REFLEXIONAR Salmo 72 (71) El Rey prometido Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. Que los montes traigan paz, y los collados justicia; que él defienda a los humildes del pueblo, socorra a los hijos del pobre y quebrante al explotador. Que dure tanto como el sol, como la luna, de edad en edad; que baje como lluvia sobre el césped, como llovizna que empapa la tierra. Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna; que domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra. Que en su presencia se inclinen sus rivales; que sus enemigos muerdan el polvo; que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo. Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres; él rescatará sus vidas de la violencia, su sangre será preciosa a sus ojos. Que viva y que le traigan el oro de Saba; que recen por él continuamente y lo bendigan todo el día. Que haya trigo abundante en los campos, y susurre en lo alto de los montes; que den fruto como el Líbano, y broten las espigas como hierba del campo. Que su nombre sea eterno, 91

y su fama dure como el sol; que él sea la bendición de todos los pueblos, y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, el único que hace maravillas; bendito por siempre su nombre glorioso; que su gloria llene la tierra. ¡Amén, amén!

Salmo 51 (50) Miserere Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces. En la sentencia tendrás razón, en el juicio resultarás inocente. Mira, en la culpa nací, pecador me concibió mi madre. Te gusta un corazón sincero, y en mi interior me inculcas sabiduría. Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve. Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados. Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa. Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso: enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti. Líbrame de la sangre, oh Dios, Dios, Salvador mío, y cantará mi lengua tu justicia. 92

Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza. Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias. Señor, por tu bondad, favorece a Sión, reconstruye las murallas de Jerusalén: entonces aceptarás los sacrificios rituales, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar se inmolarán novillos.

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_________ FICHA n. 14 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 15 EL FENÓMENO DEL PROFETISMO

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1. EL PROFETISMO Frecuentemente se piensa que los profetas bíblicos fueron hombres de Dios con la misión de predecir el futuro. Es un error confundirlos con unos adivinos. El fenómeno del profetismo se enmarca, como fenómeno histórico-religioso, en las antiguas culturas orientales. Todas coinciden en querer descubrir los deseos de la divinidad sobre los hombres y todas contaron con unos carismáticos comprometidos, supuestamente más cercanos al mundo divino. En Egipto tomaron forma de adivinos, en Fenicia eran extraños visionarios de profesión y en Mesopotamia se ocuparon de predecir el futuro, escrutar los designios de los dioses y ser el portavoz de la divinidad. El profetismo bíblico tiene algunas semejanzas con el de las religiones orientales, pero sólo la tradición bíblica vincula la depuración religiosa (con las implicaciones de tipo social) a la misión de profeta. El «Nabi» (= anunciador) y los «Nebiim» transmiten al pueblo los designios de Yahvé, son los profetas porque «hablan en nombre de otro». Durante la etapa del desierto y el período de asentamiento en Canaán reciben la llamada divina y son impulsados por el «ruah» divino. Durante la Monarquía se convierten en la boca misma de Yahvé que habla por ellos. Gracias a los profetas perdurará la fe en Israel. — Los Profetas estimularon la conciencia del pueblo luchando por mantenerle fiel a su compromiso con Yahvé. Siempre defendieron los intereses de la divinidad. Defendieron la integridad del yahvismo frente al culto de otros dioses y convencieron al pueblo de que sólo acrisolando su religiosidad podría afrontar el futuro. Fueron los «mantenedores de la Alianza». — Se enfrentaron a los reyes y a cuantos pretendieron camuflar con hieratismo cultual su falta de honradez. Será durante la Monarquía cuando el profeta comience a suplantar al rey como verdadero representante de Dios. — Defendieron los derechos de los hombres, especialmente de los pobres, frente a los abusos y atropellos. Fueron la voz de los que tenían la boca cerrada y el estómago vacío. No provocaron revueltas, sino que invitaron a instaurar una justicia que engendrara amor, ya que sólo practicando la justicia entre los hombres podía garantizarse la ortodoxia yahvista. — Sus mensajes sirvieron para depurar la vivencia religiosa. Interpretaban el presente con los ojos de la fe, a la luz de la historia pasada y desde la seguridad de creer en un futuro de liberación y de paz. Siempre afirmaron la realidad de la promesa con una llamada a la esperanza, a una esperanza fundada en un Dios que llama a los hombres a seguir adelante y que nunca olvida la promesa que les hizo. El profeta llama a los hombres a confiar en un Dios fiel, que sigue confiando en que el hombre responderá a la Alianza. Las características que presentan los profetas son: 96

— La llamada directa de Dios los constituye en profetas. De ahí la importancia de las narraciones de su vocación. (Lectura de Isaías 6: ¿Qué siente Isaías? ¿Qué le pide a Dios? ¿Es contradictoria la misión del profeta, ya que «hablará y no le escucharán»?) — Todo profeta vive su misión en su época y en su momento concreto. De ahí las peculiaridades de cada uno y la dificultad de entender, para nosotros, muchos de sus oráculos. Texto y contexto. — Proclaman siempre las exigencias de Yahvé en la historia de la Alianza. Exigencias que se concretan en el abandono de Dios y del hermano (en la idolatría y la injusticia). Exigencias que les lleva a denunciar las falsas seguridades: confianza en los medios humanos, confianza en el templo, en el culto, en los actos religiosos y hasta en la presencia de Dios como algo mágico que les librará de las situaciones difíciles. (Lectura de Is 5,1-7 y Amós 5, 21-27: ¿Qué denuncian en estos textos? ¿Qué pide Dios de verdad a su pueblo?) — Con la mirada hacia el futuro. A pesar de las infidelidades repetidas, el horizonte no está cerrado: el «resto» que se salva, el hijo de David que restablecerá la justicia y la paz, el Dios fiel que no abandona a su esposa, la nueva Alianza, la efusión del espíritu, el siervo de Yahvé, el profeta nuevo que Dios suscitará... (Lectura de Jeremías 31, 31-34: ¿En qué consiste la «nueva Alianza» que Dios promete?)

2. PROFETAS DEL REINO DE ISRAEL A raíz de la escisión, se erigieron santuarios en diferentes lugares de tradición cúltica, lo que provocó un debilitamiento del culto yahvista que, además, se fue adulterando con la llegada desde Fenicia del culto a los «baalin». Estos cultos servían a los reyes del Norte para distanciarse de Judá y consolidar la nueva identidad nacional frente a Jerusalén. Pronto se alzaron los profetas para denunciar la actitud heterodoxa de Israel que caminaba por la tolerancia y el sincretismo religiosos. Entre los «Profetas Carismáticos» destacan Elías y Eliseo. En ambos el carisma se enfrentó a la institución (primacía de los valores ético-religiosos frente a la tolerancia permisiva de los reyes). — Elías (1Re 17,1; 2Re 12,12) es el profeta que lucha por la religiosidad genuina yahvista, con espíritu abierto y con proyección de futuro en horizonte de esperanza. Muchos siglos más tarde será considerado por el judaísmo tardío y por los escritores del Nuevo Testamento como la expresión de la ortodoxia y de la fidelidad a Yahvé, el precursor de los tiempos mesiánicos. Hombre del «ruah» divino que legará su «ruah» a su discípulo predilecto, Eliseo. Numerosos paralelismos con Moisés. Se enfrentará al rey Acaz, a su esposa Jezabel y a los sacerdotes de los «baalin». Llega a encarnar el ideal de persecución. Solitario en el Monte Carmelo o predicador, siempre será la voz de la justicia en favor del débil (relato de Nabot 1Re 21,1-16). Será arrebatado al cielo en un carro de fuego (el justo no desaparece, es llevado a Dios en apoteosis). 97

— Eliseo. A pesar de las denuncias de Elías, Israel no abandonó el culto a los «baalin». Eliseo será el continuador profético de la lucha en favor de Yahvé durante el reinado de seis reyes diferentes. Su predicación tendrá un carácter más conservador, casi exige un retorno al pasado para tener garantías de futuro. Su nombre significa «Yahvé es quien salva», y este poder salvífico se mostrará a través de Eliseo en sus portentosos milagros en favor de los necesitados. Es el profeta del humanismo. Mensaje universalista de salvación, más allá del pueblo elegido (relato de Naamán 2Re 5, 1-27), mensaje que aparece por vez primera y que se afianzará en el profetismo posterior. Entre los «Profetas Escritores» (a quienes el canon bíblico atribuye la redacción de algún Libro) destacan Amós y Oseas, empeñados en reactivar la dinámica aliancista. Elaborarán una doctrina escatológica del reino mesiánico de paz y felicidad, un universalismo de salvación para todos los pueblos a través del pueblo elegido. Pero antes es preciso recorrer un duro proceso de depuración que sólo lo resistirá un «resto». Es la teología de la esperanza basada en la hegemonía de la justicia. Amós será el «profeta de la justicia social». Vaticina el fin trágico de Israel (no era difícil adivinarlo) si no cambia la actitud de las clases dominantes. Oseas, cuyo mensaje está cargado de simbolismo e imágenes expresivas, es el «profeta de la fidelidad» por su mensaje en clave de «relación matrimonial» entre Yahvé e Israel. Yahvé está harto de infidelidades (Os 1,6;2,6), por lo que el pueblo está caminando hacia su dispersión (Os 9,16-17) y muerte (Os 13, 4-15). Desarrolla una dimensión del pecado social. Ante su infructuosa predicación, lanza una mirada ilusionada hacia el futuro, «curaré su apostasía, los querré sin que lo merezcan» (Os 14,5). Es el Dios del amor, por encima del castigo.

3. PROFETAS DEL REINO DE JUDÁ Judá conservó mejor la tradición yahvista en torno al Templo de Jerusalén. Amenazados por los imperios de Asiria, Egipto y Babilonia, siempre confiaron en que Yahvé no les abandonaría hasta instaurar en su territorio un imperio más glorioso que el de David. El profetismo fue el forjador de tal esperanza, pero, también, el que denunció las falsas seguridades y las inconsecuencias de su comportamiento. — Isaías es el «profeta de la confianza». En su Libro se recopilaron las reflexiones y denuncias de tres profetas distintos: Isaías (Is 1-39), Deuteroisaías (Is 40-55) y Tritoisaías (Is 56); profeta de la segunda mitad del siglo VIII, profeta anónimo durante el destierro babilónico y profeta de la restauración postexílica, respectivamente. El mensaje del primer Isaías puede sintetizarse en las siguientes tesis y actitudes: — Enfrentamiento contra el rey Acaz y el rey Ezequías por sus políticas equivocadas de pactos políticos con asirios y egipcios (desatinos políticos y aberración idolátrica).

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— El pueblo no debe desalentarse ante el peligro de los poderosos imperios que le amenazan. Dios los destruirá y Yahvé nunca abandonará a su pueblo. — Más allá del castigo (ve inminente la invasión asiria) hay un horizonte de esperanza. Yahvé se sirve de los imperios extranjeros para acrisolar a su pueblo. Isaías se mueve entre la amargura y la confianza. — El caos sociopolítico en el que están hundidos se debe a la postura de pecado, pero el designio salvífico de Yahvé anuncia la expectación mesiánica a través de un «resto» fiel para el conjunto de las naciones. Yahvé irrumpirá en la historia aniquilando el pecado y entronizando la felicidad paradisíaca, a través de su mesías «padre del mundo futuro» y «príncipe de la paz» (Is 9,5), que heredará el trono y el imperio de David (Is 9,6; 16,5). — Ante la convicción de que Judá camina hacia el desastre político, Isaías no pierde su confianza en Yahvé. Espera que un «resto», fiel a Yahvé, se salve de la invasión asiria y que este «resto» sea el que inicie, después del castigo, el proceso de reconciliación con su Dios (Is 10, 20-22), naciendo así su nuevo pueblo elegido del «resto fiel». Más tarde, la reflexión profética identificará al «resto» con el reino mesiánico (ante el hecho de que todos sufrieron la invasión babilónica). El mensaje de Isaías, como el del resto de los profetas, no fue escuchado en su época («clamaron en el desierto»), pero sirvió en el siglo siguiente (VII) para crear una teología nacional basada en la inviolabilidad de Jerusalén. Pensaron que era indestructible y que bastaba con multiplicar los sacrificios en el templo (con gran beneficio para los sacerdotes) para aplacar la ira de Dios, sin preocuparse de que su comportamiento estuviera de acuerdo con lo pactado con Yahvé. Contra esta falsa seguridad clamará el último de los grandes profetas, Jeremías, antes del desastre final. — Jeremías. Es el testigo de excepción de los últimos cuarenta años del Reino de Judá. Recibe la vocación profética muy joven y comprende con claridad que Dios le elige (Jer 1,4-19), siente vivamente su incapacidad para llevar adelante la misión recibida y se opone a aceptarla. Será profeta a la fuerza, forzado por Dios. Dios estará presente en su vida y nunca lo podrá evitar. Asiste a la prometedora reforma religiosa del piadoso rey Josías (que resulta efímera, por la temprana muerte del rey), ve el hundimiento del poder asirio (que había acabado con el Reino de Israel y que amenazaba al de Judá), el despertar del poderío egipcio y el empuje amenazador del Imperio babilónico. Será perseguido por reyes, sacerdotes, falsos profetas y hasta por sus parientes; conoce la cárcel, la tortura y la deshonra de ser acusado de traidor a la patria. Sufre los asedios y la caída de Jerusalén (587). Murió en el destierro forzoso de Egipto, al que huyó por temor a las represalias y ante las masivas deportaciones de judíos a Babilonia. A pesar de una vida marcada por la tragedia, es el «profeta de la ternura». Las palabras de Jeremías van envueltas en imágenes rurales; su obra rezuma la ternura recordada con 99

nostalgia de la vida en el campo. Jeremías es el profeta comprometido que invita a apoyarse en la fe y encarnar la esperanza necesaria para conectar con el Dios que es amor. Jeremías denuncia: — La falsa seguridad en el Templo y en el culto (Jer 7,1-11; 21,8). No hay fe sin una actitud que respire honradez. — El olvido y abandono de Dios (Jer 2, 1-13). Sólo quien sitúa a Dios en el centro de su ser tiene estructura de creyente. — La injusticia (manifestación de que se han olvidado de Dios). La fe exige, por encima de ritos y normas, un compromiso personal. Jeremías permaneció firme a Yahvé (Oración de Jer 20, 7-13). Su palabra permanece. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. La misión esencial de los profetas fue la de velar, en nombre de Dios, por el mantenimiento de la Alianza. De acuerdo con esta misión, ¿cómo fue su comportamiento respecto a la divinidad, frente a los reyes y en favor de los pobres? 2. ¿Qué rasgos destacarías de la figura de los profetas? 3. ¿Por qué y cómo los profetas abrieron el horizonte de Israel hacia el «mesianismo», la «nueva Alianza» y el cumplimiento definitivo de las promesas? 4. ¿Cómo podríamos diferenciar a los verdaderos de los falsos profetas? ¿A qué profetas destacarías de nuestra historia y del momento actual? 5. ¿Cómo podemos ser testimonio profético para nuestro mundo?

PARA ORAR Y REFLEXIONAR La nueva alianza (Jer 31,31-34) «He aquí que días vienen —oráculo de Yahvé— en que yo pactaré con la casa de Israel (y con la casa de Judá) una nueva alianza; no como la alianza que pacté con sus padres, cuando les tomé de la mano para sacarles de Egipto; que ellos rompieron mi alianza, y yo hice estrago en ellos —oráculo de Yahvé—. Sino que esta será la alianza que yo pacte con la casa de Israel, después de aquellos días —oráculo de Yahvé—: pondré mi Ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Ya no tendrán que adoctrinar más el uno a su prójimo y el otro a su hermano, diciendo: “Conoced a Yahvé”, pues todos ellos me conocerán del más chico al más grande —oráculo de Yahvé— cuando perdone su culpa, y de su pecado no vuelva a acordarme.»

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Misión de profeta «El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar el año de gracia del Señor. Desbordo de gozo con el Señor y me alegro con mi Dios; porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novio que se pone la corona o como novia que se adorna con sus joyas. Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar las semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos, ante todos los pueblos.» Is 61,1-2; 10-11

«Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó.» En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él. «Esta Escritura que acabáis de oír, se ha cumplido hoy» Lc 4, 20-21

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_________ FICHA n. 15 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 16 EL DESTIERRO BABILÓNICO En el año 587 Nabucodonosor destruye Jerusalén (capital del Reino de Judá). Tradicionalmente se afirmaba que los judaítas fueron deportados masivamente a Babilonia. Más bien, parece que sólo fueron expatriados los líderes político-religiosos, una minoría, como lo sugiere Jeremías (52, 28-30). Pero esto fue suficiente para que todo el pueblo quedase hundido y a la deriva. Esta minoría en el exilio fue la protagonista de la reflexión teológica. Gracias a ellos se mantuvo viva la esperanza. Encarnaron la teología del «resto» que interpretaba el castigo divino (el exilio) como crisol depurador cara a una restauración cargada de plenitud y de felicidad. Su trágica experiencia les demostraba que se estaban cumpliendo los vaticinios de los profetas. La humillación de Babilonia les ayudó a lanzar una mirada hacia Yahvé y a comprender, una vez más, que mientras conservaran su religiosidad podían esperar que su Dios no les abandonase.

1. SITUACIÓN DE PUEBLO EN EL DESTIERRO: LAMENTACIONES 1 Y SALMO 136 (137) Echaban en falta su tierra y su Templo; humillados en todas sus ambiciones de carácter nacionalista. Pero no fueron tratados ni como prisioneros de guerra ni como esclavos. Este trato tolerante representó un grave peligro y para no ser absorbidos por la cultura y la sociedad de Babilonia se dedicaron con entusiasmo a remodelar sus convicciones religiosas avivando la fuerza del yahvismo.

2. TEOLOGÍA DEL CAUTIVERIO Los profetas de la cautividad (Deuteroisaías y Ezequiel) fueron los artífices de la teología del cautiverio: la destrucción de Jerusalén se ve como correctivo divino (falsa seguridad en la indestructibilidad de Jerusalén); los exiliados encarnan al «resto» de Israel; se reúnen en asambleas de culto (origen de las sinagogas) con la observancia del sábado como compromiso de fidelidad a Yahvé y a la Alianza (Is 56, 1-8); la circuncisión se convierte en expresión de fe yahvista y distintivo étnico (la circuncisión era desconocida entre los babilonios, no así en los pueblos vecinos de Judá); se impone recuperar los genuinos valores aliancistas no sólo a nivel colectivo, de pueblo, sino a nivel de comportamiento individual (en el corazón de cada creyente).

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— Ezequiel, «profeta de la esperanza», vive la suerte de su pueblo en el destierro y llega a ser el padre espiritual de los desterrados. Su obra está plagada de simbolismos (se habla de desequilibrio patológico en su personalidad). Logró cambiar el desencanto en esperanza. El exilio debía servir no para lamentar estéril-mente su infortunio sino para corregir sus errores, en base a una teología de la esperanza. Promesa de la restauración (visión parábola Ez 37, 1-14). Este plan salvífico se realizará dentro de cada individuo (Ez 36, 24-28): Yahvé quitará el corazón de piedra, dando a cada hombre de Israel un corazón de carne, en cuyo interior infundirá la fuerza del espíritu para que puedan observar todos los preceptos. Cada individuo quedará convertido en un santuario divino. Con la constitución de este nuevo pueblo, culminarán las promesas hechas a la dinastía davídica, hasta la llegada de aquel a quien pertenece el derecho (Ez 21,32). Esta teología del «nuevo» Israel rezuma universalismo, al presentar a Yahvé como dueño del universo. Ezequiel será presentado por la tradición posterior como «padre del judaísmo». — Deuterioisaías, «profeta de la liberación» (Is 40-55), el mejor poeta hebreo. Su acción se desarrolla durante los últimos años del destierro. Yahvé esta dispuesto a liberar a Israel, una vez purificado (Is 48, 9-11); Yahvé lo realizará a través de Ciro, el rey de los persas, quien permitirá que Israel regrese a Sión (Is 44, 24-45); los exiliados serán el nuevo pueblo de Dios (coincide con lo enseñado por Ezequiel, pero mientras éste mantuvo la esperanza a los desterrados, el Deuteroisaías les prepara para la libertad). A la libertad se llegará por un «nuevo éxodo». Yahvé se servirá de Ciro, a quien se le equipara con Moisés (Is 44,28) e incluso con el mesías (Is 45,1). Se recorrerán tres etapas (como en el primer Éxodo): Yahvé les sacará de Babilonia; les guiará a través del desierto (ahora un desierto idealizado y la marcha será triunfal) y les introducirá en la nueva tierra de promisión, Jerusalén (= la esposa abandonada que celebra la vuelta de su marido). Se está afianzando la tesis del sionismo: el retorno es el inicio del reino mesiánico (Is 55, 3b-5). PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. ¿Cuáles son las líneas fundamentales de la «Teología del Cautiverio»? 2. ¿Cómo pone en relación el «Profeta de la Liberación» la salida del exilio babilónico con el Éxodo de Egipto y con el inicio del Reino Mesiánico? 3. Después de leer Ezequiel 37, 1-14, reflexiona y comenta sobre la actualidad del mensaje en la Iglesia y en cada cristiano. 4. Después de leer Ezequiel 36, 24-28, comenta el texto en clave del nuevo Israel restaurado y de la Iglesia. 5. ¿Crees que la Iglesia y los cristianos somos, de verdad, «profetas de la esperanza»?

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PARA ORAR Y CANTAR Salmo 137 (136) Balada del desterrado. A orillas de los ríos de Babilonia estábamos sentados y llorábamos, acordándonos de Sión; en los álamos de la orilla teníamos colgadas nuestras cítaras. Allí nos pidieron nuestros deportadores cánticos, nuestros raptores alegría: «¡Cantad para nosotros un cantar de Sión!». ¿Cómo podríamos cantar un canto de Yahvé en una tierra extraña? ¡Jerusalén, si yo de ti me olvido, que se seque mi diestra! ¡Mi lengua se me pegue al paladar si de ti no me acuerdo, si no alzo a Jerusalén al colmo de mi gozo! Acuérdate, Yahvé, contra los hijos de Edom, del día de Jerusalén, cuando ellos decían: ¡Arrasad, arrasadla hasta sus cimientos! ¡Hija de Babel, devastadora, feliz quien te devuelva el mal que nos hiciste, feliz quien agarre y estrelle contra la roca a tus pequeños!

«Ni pocos ni muchos» Hay pocos que tienen mucho hay muchos que tienen poco, hay pocos que roban mucho 105

hay muchos que comen poco. Los pocos que saben mucho, son pocos, trabajan poco. Los muchos, que comen poco son muchos, trabajan mucho. Espero que poco a poco quisiera que mucho a mucho los pocos que sean muchos los muchos que sean pocos. Ni pocos pocos, ni muchos muchos (bis). Anónimo

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_________ FICHA n. 16 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 17 LA RESTAURACIÓN POSTEXÍLICA 1. LIBERACIÓN El debilitado imperio babilónico es conquistado por Ciro (538 a. C.) y los persas inician una política de tolerancia, permitiendo a los israelitas volver a su tierra y reconstruir Jerusalén. Muchos prefirieron permanecer en Babilonia (la idea del retorno perdió consistencia, una vez recobrada la libertad). Una minoría, un «resto» comprometido, decidió regresar. Tenían muy presente el modelo y la actitud con los que debían afrontar el regreso y la nueva etapa. Estaba recogido en los cuatro poemas del «siervo de Yahvé» (Is 42,1-4; 49,1-6; 50,4-9; 52, 13-53,12). Se han propuesto muchas hipótesis sobre la identidad del enigmático «siervo de Yahvé», sobre si se trata de un personaje individual o colectivo. Podría ser la idealización del nuevo pueblo elegido, el modelo al que debería ajustarse el «resto» en el exilio para poder disfrutar de las promesas. (La tradición judía posterior, al ver que no se habían cumplido las promesas, interpretará los «cánticos del siervo» en clave mesiánica: sólo se cumplirán estos objetivos cuando llegue el futuro Mesías. La comunidad cristiana primitiva verá realizadas estas promesas en Jesús de Nazaret, quien se ajustó al ideal del «siervo» y dio paso a una era universal de Dios, realizada a través de su «nuevo pueblo», la Iglesia.) Se calcula en unos 20.000 habitantes la población de Judá, tras la vuelta de los exiliados. Pronto se producen enfrentamientos entre los residentes y los repatriados, problemas entre los de Judá y los de Samaria (al Norte, antiguo Reino de Israel), ya que estos últimos serán excluidos de la restauración político-religiosa. Aprovechando la política tolerante de los Persas, que concede gran autonomía a los pueblos dominados, se ponen en Judá las bases de una nueva sociedad. Al carecer de independencia política, se unirán en torno a las instituciones que refuercen su conciencia de pueblo: Yahvé como único Dios y libertador, la Ley, el Templo, la circuncisión, la observancia del sábado... Varios son los profetas que influyen en esta toma de conciencia de nuevo pueblo: — El Tritoisaías (Is 56-66), «profeta del optimismo». No es un profeta de denuncias. Su máximo esfuerzo se cifró en estimular al retoño de Israel para que emprendiera con ánimo su proceso de restauración mesiánica, en favor de todos los pueblos, a través de Israel, para convertir el mundo entero en un paraíso de paz, armonía y felicidad. Esta restauración deberá realizarse en torno a un nuevo templo, que deberá 108

ser restaurado. — Ageo, el profeta del culto depurado. Yahvé jamás habitará en medio de su pueblo, si éste antes no le levanta un Templo. A pesar de las penurias económicas, se pusieron a reconstruir el Templo. Además, Yahvé exige como condición para el cumplimiento de las promesas que, en el nuevo templo y en cada uno de los israelitas, se viva una religión depurada, sin restos de sincretismo (Ag 2,14-19). — Zacarías, profeta de la esperanza escatológica. Llegará el día esplendoroso en que Yahvé ejercerá un imperio universal desde su santuario de Jerusalén (Zac 1,7-17). Hay que terminar de reconstruir el Templo (Zac 1,16; 6,15), hay que afianzar las convicciones de fe del pueblo, ya que Yahvé exige fidelidad absoluta al compromiso de la Alianza. — Esdras, padre espiritual del judaísmo. Llegó desde Babilonia para reavivar el espíritu religioso de sus hermanos (Esd 7,8-10). Reunió al pueblo y leyó solemnemente la Ley e inició una profunda reforma religiosa. Consiguió poner fin a los matrimonios mixtos y que se observara el sábado. Sólo la observancia de la Ley podía abrir el camino del futuro. Se llegó así a la conclusión de que el distintivo judaico, en adelante, no sería su nacionalidad sociopolítica ni su particularidad étnica, sino su adhesión a la Ley mosaica. Su antiguo racismo étnico debía transformarse en una pureza religiosa, donde la Torá (= la ley) ocupe un lugar de excepción.

2. LA RESTAURACIÓN a) Actividad literaria: A raíz de la reforma de Esdras (y contando también la de Nehemías), se fijaron por escrito las grandes codificaciones cultuales y religiosas. • Utilizando diversos Documentos se redacta el Pentateuco. Según la hipótesis documentaria, se realiza a partir de cuatro Documentos de épocas diferentes: — El documento yahvista (J), escrito al final del siglo X, durante la monarquía de Salomón. Se basa en tradiciones orales anteriores. Refleja las ideas e ideales de la corte de Jerusalén. — El documento elohísta (E), redactado a fines del IX o principios del VIII. Tradiciones paralelas a J. Compuesto en el Norte y refleja las preocupaciones de los ambientes proféticos de este reino. — El documento deuteronomista (D), emparentado con el elohísta. Procede del Reino del Norte. Parte es del siglo VIII y su edición definitiva tuvo lugar durante el exilio en Babilonia (entre 587 y 538). — La fusión de J-E se realiza, probablemente, hacia el 700, ocupando el primero el lugar más importante. — El documento sacerdotal (P = «Priestercodex»), compuesto en el siglo VI, durante el exilio. Fruto de los ambientes sacerdotales de Jerusalén. Se apropia tradiciones antiguas interpretándolas de forma que den luz a las necesidades 109

del momento. Este documento se fusionará con J-E a comienzos del siglo IV, añadiéndoseles una serie de «leyes complementarias» (Ps) impregnadas del espíritu sacerdotal. • Se redacta definitivamente Josué, Jueces, 1-2 Samuel, 1-2 Reyes, unificando las distintas tradiciones y dándoles consistencia. • Se escribe una nueva visión de la historia, centrada en torno al Templo, al culto, al sacerdocio, a base de la tradición cronística: 1-2 Crónicas, Nehemías, Esdras. Gran preocupación por afianzar la hegemonía de la Torá, síntesis del compromiso aliancista, en torno a la que el pueblo debía polarizar todas sus inquietudes. • Se integran los escritos proféticos en las grandes codificaciones religiosas, presentados por las escuelas rabínicas como material didáctico para depurar actitudes en orden a ser fieles al compromiso aliancista. • Se recoge literatura dispersa: Salmos y Proverbios. • Se reflexiona sobre diversas preocupaciones acuciantes: sentido del sufrimiento (Job), sentido de la vida (Eclesiastés) y apertura al universalismo (Jonás). Es lo fundamental de la literatura sapiencial, que será completada. • Se escriben obras que sirven de estímulo: Tobías, Judit y Esther. b) Realidad sociopolítica: Se conoce muy poco de la historia de la comunidad judía (a pesar de tanta riqueza en el aspecto religioso), especialmente a partir del 400 a. C. En el Mediterráneo oriental surge la figura del Filipo II de Macedonia (359-336) que irá apoderándose de los debilitados estados griegos. Su hijo, Alejandro Magno, acabará con el poder persa y, como consecuencia, Israel caerá bajo el influjo del helenismo. Los judíos recibirán a los griegos con simpatía. A la muerte de Alejandro Magno, sus generales se reparten el Imperio. c) Configuración del «judaísmo»: En esta época va a configurarse con estos rasgos: — Un sentido sacral de la autoridad. — Le ley y el Templo como catalizadores de la unidad. — Los Libros adquieren un carácter sacral. Se crean las Sinagogas donde se leían «la Ley y los Profetas». Judaísmo = pueblo organizado en torno a la Ley y al Templo, con una historia expresada en las Escrituras y con la esperanza de instauración del Reino de Yahvé. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. ¿Cuál es el mensaje esperanzador del Tercer Isaías (Is 56-66)? Lee y comenta los siguientes textos: — «La salvación para los débiles» (Is 57,15-21). — «El ayuno que agrada a Dios» (Is 58,1-14). — «Misión del profeta» (Is 61,1-3). 2. Se afirma que Esdras es el padre espiritual del judaísmo, ¿por qué? (reflexiona y comenta Nehemías 8,1-11). 3. La observancia de la ley se convierte en el distintivo judaico. San Pablo contrapone ley y fe en Jesucristo como fundamento de la justificación. Lee y comenta Gálatas 2,15-21 (el «evangelio de Pablo») y el capítulo 3 de la misma Epístola. ¿Han sido la Iglesia y la religiosidad de los cristianos fieles a este espíritu?

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4. ¿Qué conclusiones concretas se derivan para nuestro ser de cristianos?

PARA ORAR Y CANTAR Salmo 126 (125). Canto del regreso Cuándo el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares. Hasta los gentiles decían: «El Señor ha estado grande con ellos». — El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. Que el Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas, cosechan entre cantares. Al ir, iba llorando, llevando la semilla: al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas.

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La muralla Para hacer esta muralla tráiganme todas las manos (bis) los negros sus manos negras, los blancos sus blancas manos. Alcemos esta muralla juntando todas las manos (bis) los negros sus manos negras los blancos sus blancas manos. Una muralla que vaya desde la playa hasta el monte (bis) desde el monte hasta la playa allá sobre el horizonte. Tun, tun, ¿quién es? Una rosa y un clavel. Abre la muralla. Tun, tun, ¿quién es? El sable del coronel. Cierra la muralla. Tun, tun ¿quién es? La paloma y el laurel. Abre la muralla. Tun, tun, ¿quién es? El gusano y el ciempiés. Cierra la muralla. Tun, tun, ¿quién es? Al corazón del amigo abre la muralla. Al veneno y al puñal cierra la muralla. Al mirto y a la yerbabuena abre la muralla. Al diente de la serpiente cierra la muralla. Al corazón del amigo abre la muralla. Al ruiseñor en la flor... Abre la muralla. (22) NiCOLÁS GUILLÉN - QUILAPAYÚN

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_________ FICHA n. 17 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 18 EL SALTERIO Todo el proceso de la revelación bíblica aparece rodeado de poesía, de música, de dramas y danzas, de imágenes cargadas de realismo carnal y espiritual. El pueblo de Israel, al igual que los orientales de las culturas antiguas, acudió desde siempre a las canciones poéticas para expresar sus sentimientos más profundos y sus vivencias, acompañado de instrumentos. Los relatos históricos se interrumpen con cánticos de acción de gracias y elegías (frecuentemente son los documentos más antiguos y más contemporáneos del hecho relatado). Los relatos proféticos aparecen jalonados de composiciones poéticas. Es en la literatura sapiencial donde más se utilizan las imágenes y metáforas poéticas. Pero por encima de todos los Libros, destacan por su mayor contenido poético el Cantar de los Cantares y el Salterio. El Salterio es el tesoro de la lírica religiosa de Israel. Es el diálogo ininterrumpido con la divinidad para que siga guiando a la comunidad de Israel hasta instaurar el reino mesiánico. Oraciones hechas canción. Expresión de las distintas situaciones vivenciales de una comunidad viva, cuyo afán se cifra en conectar con su Dios. Los Salmos son 150.

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1. NOMBRE Al libro de los Salmos se le denomina «Salterio» por el nombre griego dado al instrumento de cuerda con que se acompañaban los cantos («Psalterion»). En hebreo se llama «Tehil-Lim» = himnos, aunque este nombre no sea apropiado más que en un cierto número de salmos.

2. FORMACIÓN DEL SALTERIO Es erróneo pensar que el Salterio es obra del rey poeta (David), como lo creía la tradición. El conjunto refleja el sentir de muchos autores anónimos a lo largo de casi un milenio, que quedará recopilado definitivamente en el período helenista. La comunidad fue asumiendo estas composiciones, las fue haciendo suyas: su grito de dolor o de esperanza.

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3. CONTENIDO La tradición judía clasificó el conjunto de Salmos en cinco bloques o libros (a imitación del Pentateuco), separados por doxologías (41, 14; 72, 18-20; 89, 52; 106, 48 y 150 como larga doxología final. El 1 hace las veces de prólogo). Esta clasificación se realizó con criterios totalmente subjetivos. Mejor clasificación se obtiene con el estudio de las formas literarias y, desde este criterio estilista, se distinguen tres grandes géneros (que se complementan con otros bloques, utilizando no su forma sino su contenido o función): a) Los Himnos. Su estructura es bastante uniforme: exhortación de alabanza - motivos de esta alabanza - conclusión, donde se repite la fórmula de la introducción o se expresa una oración. Su origen se asocia con la celebración de algún acontecimiento en la historia de Israel. Son Salmos de especial cuño litúrgico. Sal 8, 19, 29, 33, 46-48, 76, 84, 87, 93, 96-100, 103-106, 114, 117, 122, 135, 136, 145-150. En este conjunto se distinguen, según el tema, dos grupos de Salmos: — Los Cánticos de Sión (46, 48, 76, 87) que ensalzan, con una nota teñida de escatología, a la Ciudad Santa, morada del Altísimo y meta de las peregrinaciones. — Salmos del Reino de Dios (en especial 47, 93, 96-98), celebran con estilo profético el reino universal de Yahvé. b) Las Súplicas o Salmos de sufrimiento o lamentaciones. No cantan la gloria de Dios, sino que se dirigen a Él. Estructura: invocación confiada y petición de ayuda - se intenta conmover a Dios con metáforas estereotipadas (por lo que difícilmente se adivina la necesidad) - se concluye con la certeza de que la petición será atendida o con una acción de gracias. En todos domina una tónica de confianza porque la misericordia de Dios rebasa incluso a su justicia. Estas súplicas pueden ser individuales o colectivas: — Súplicas Individuales: numerosos y de variado contenido (peligro de muerte, persecuciones, destierro, vejez, enfermedad, calumnia...). Son gritos del alma y expresión de una fe personal (aunque algunos piensan que son «expresión en singular del yo colectivo» o que son expresiones colectivas que se ponen en boca del rey que habla en nombre de la colectividad). La lista de Salmos es muy numerosa y difícil de clasificar por grupos: 5, 6, 7, 9, 10, 13, 17, 22, 25, 26, 28, 31, 35, 36, 38, 39, 42, 43, 51, 54-57, 59, 61, 63, 64, 69-71, 86, 88, 102, 109, 120, 130, 140-143. — Súplicas colectivas. Acostumbraban a recitarse en funciones litúrgicas donde la asamblea solicitaba el favor de Dios ante una calamidad. Gimen ante Yahvé porque su Dios les ha retirado su protección. Mezcla de confianza y de reto a la divinidad para que sea atendida su súplica. Sal 12, 44, 58, 60, 74, 77, 79, 80, 82, 83, 90,106, 108, 123, 126. c) Las Acciones de gracias: el agradecimiento se convierte en lo esencial del poema. Rara vez son colectivos. Motivos variados: por la liberación de un peligro, por las buenas 116

cosechas, por los beneficios concedidos al rey... Los individuales evocan los males padecidos, la ayuda recibida, dan gracias a Dios y exhortan a los fieles a alabarlo. Tienen una estructura parecida a los Himnos. La conclusión se utiliza para introducir temas didácticos. Sal 18, 21, 30, 33, 34, 40, 65-68, 92, 116, 118, 124, 129, 138, 144. De acuerdo a otros criterios, no literarios, se distinguen: d) Salmos Reales. Hay «Cantos reales» que pertenecen a diversos géneros literarios. Giran en torno a la figura del rey, que ejerció funciones sagradas. El rey era, además, por el fenómeno de la «personalidad incorporada» el representante cualificado del pueblo, el intermediario nato entre Dios y el pueblo suplicante. Era el ungido y símbolo del mesías venidero. Por todo esto, es difícil saber si estos salmos se asociaban a la figura histórica de un rey en concreto o con su unción de tipo mesiánico. Estos Salmos alimentaron la esperanza de un Mesías individual, descendiente de David. Los cristianos vieron su realización en Cristo (= «ungido» en griego, como mesías significaba ungido en hebreo). Sal 2, 18, 20, 21, 45, 72, 89, 110, 132, 144. e) Salmos cúlticos. Aunque todos los Salmos tienen relación con el culto, y por tanto carácter litúrgico, algunos están más relacionados con el Santuario, el Arca y el Templo. Después de la Restauración postexílica, tras la construcción del segundo templo, se mira hacia la Jerusalén escatológica desde donde Yahvé ejercerá su dominio universal. Algunos de estos Salmos se relacionan con la liturgia procesional para cantarlos de forma dialogada, a dos coros, aunque tal vez no fueran compuestos para tal fin. Estructura: alabanza por las maravillas de la Ciudad Santa - motivos de esa alabanza - repetición de la alabanza introductoria. Sal 15, 24, 46, 65, 68, 81, 84, 87, 95, 96, 100, 118, 120, 121, 134, 136. (Algunos de estos se han citado entre los Himnos.) f) Salmos Sapienciales. Tienen una perspectiva didáctica en temas tan preocupantes como: pecado, dolor, retribución divina... Sal 1, 14, 15, 19, 32, 34, 37, 49, 50, 52, 73, 92, 94, 101, 105, 106, 110, 112, 113, 119, 127, 133, 135, 136, 138.

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4. EL SALTERIO HOY El mensaje religioso de los Salmos sigue vigente, pero hay que realizar una sana desmitificación para que sus expresiones, imágenes, metáforas y alegorías no choquen con la mentalidad del hombre actual. Por otra parte, la revelación neotestamentaria trastocó muchos planteamientos religiosos que el judaísmo consideraba válidos. Se pueden dar unos criterios para actualizar su mensaje, sin perder su genuina doctrina: — Los Salmos, expresión de la fe de un pueblo. Se entienden en su contexto históricocultural. No pueden leerse hoy al pie de la letra, sino desde una interpretación teológica actualizada. — Los Salmos, teología del temor. El hombre bíblico vivía en continua angustia; sus infidelidades provocaban la ira y el castigo de Dios: dudas, recelos, desconfianza. Esta actitud no sirve al cristiano que basa su relación con Dios en la teología del amor. — Los Salmos vistos desde el amor. El cristiano debe depurar los Salmos con el crisol del amor. Dios es amor, es providente, guía al hombre hacia su plena realización existencial. La Iglesia cristiana ha hecho de los Salmos, sin cambiarlos, su oración oficial.

5. LOS SALMOS EN LA LITURGIA DE LAS HORAS. ORIENTACIONES CATEQUÉTICAS La más genuina orientación se encuentra, actualmente, en la Constitución Apostólica «Laudis canticum», por la que Pablo VI promulgaba el Oficio Divino reformado por mandato del Vaticano II, y la «Ordenación general de la Liturgia de las Horas». a) Constitución Apostólica «Laudis canticum» — La Liturgia de las Horas ha ido convirtiéndose gradualmente en oración de la iglesia local, como un complemento del sacrificio eucarístico, que se extiende a todos los momentos de la vida de los hombres: — La nueva ordenación de la Liturgia de las Horas: • Se ha reformado para que pueda ser utilizada por clérigos, religiosos y laicos, de tal forma que esta oración pueda adaptarse a su diferente condición y vocación. • La Liturgia de las Horas es santificación de la jornada; de ahí que se hayan adaptado las distintas Horas a lo largo del día, dando la máxima importancia a Laudes y Vísperas. • Se ha aumentado la variedad de textos y se han introducido diversas ayudas 118

para la meditación de los Salmos. • En la nueva distribución del Salterio se han omitido algunos salmos (57, 82 y 108 en los que predomina el carácter imprecatorio), desaparecen algunos versículos de extremada dureza (indicados al comienzo de dichos salmos) y se han añadido Cánticos del Antiguo Testamento en Laudes y del Nuevo Testamento en Vísperas. • Las Lecturas siguen una ordenación correspondiente a las de la misa, con una unidad temática que reproduce a lo largo del año los momentos culminantes de la historia de salvación. • Se han elegido los mejores escritos, para el Oficio de Lectura, de los autores cristianos, en particular de los Padres de la Iglesia. • Se ha eliminado todo lo que no corresponde a la verdad histórica, tanto en los textos de la Liturgia de las Horas como en las lecturas hagiográficas. • Se han añadido las preces de Laudes para consagrar la jornada y en Vísperas se introduce una oración de súplica con estructura de oración universal. Ambas concluyen con la oración dominical (y así se vuelve al uso de la Iglesia antigua de recitar solemnemente esta oración tres veces al Día: Misa, Laudes y Vísperas). — Renovada así la oración de la Iglesia, es deseable que «la Liturgia de las Horas penetre, anime y oriente profundamente toda la oración cristiana, se convierta en su expresión y alimente con eficacia la vida espiritual del pueblo de Dios». — La Liturgia de las Horas manifiesta la verdadera naturaleza de la Iglesia en oración, «sin interrupción», y aparece como su señal maravillosa. Es oración de toda la familia humana; expresa la voz de la amada Esposa de Cristo en sus deseos, votos, súplicas y peticiones en favor de todos los hombres. Es la «oración que Cristo, unido a su Cuerpo, eleva al Padre». Debemos reconocer en Cristo nuestras voces y su voz en nosotros. — Es necesario que florezca en todos «aquel suave y vivo conocimiento de las sagradas Escrituras», para que éstas se conviertan en la fuente principal de toda la oración cristiana. Para ello, es imprescindible una catequesis oportuna para todos los fieles. — Deben incrementarse las relaciones entre la oración de la Iglesia y la oración personal, de modo que esta última se alimente de la primera. Así se manifestarán mejor los lazos que unen a la liturgia y a la vida cristiana, y la vida entera de los fieles se constituirá en auténtica liturgia de ofrecimiento al servicio del amor de Dios y de los hombres, unida a Cristo. — La Liturgia de las Horas se propone a todos los fieles, sin distinción de mandato legal. 119

b) «Ordenación General» Resultan muy ilustradoras, en la línea de la Constitución Apostólica, las reflexiones teológicas del Capítulo I y que iluminan aspectos fundamentales de la Liturgia de las Horas, como: la oración de Cristo; la oración de la Iglesia (el mandato de orar, la Iglesia como continuadora de la oración de Cristo, la acción del Espíritu Santo, carácter comunitario de la oración); la Liturgia de las Horas (consagración del tiempo, función sacerdotal de Cristo, santificación humana, alabanza a Dios en unión con la iglesia del cielo, súplica e intercesión, cumbre y fuente de la acción pastoral); invitación y mandato de celebrar la Liturgia de las Horas. Orientaciones prácticas: • Los Salmos — Es necesario que todos «adquieran una instrucción bíblica más rica, principalmente acerca de los salmos» y desde esta formación «deduzcan de qué modo y con qué método pueden orar rectamente cuando los recitan» (102). — Los salmos no son lecturas ni preces compuestas en prosa. Son composiciones poéticas de alabanza. Son cantos para entonarse al son del salterio. Tienen carácter musical y, por tanto, tienden más a mover el corazón que la mente (103). — La salmodia debe realizarse «con alegría de espíritu y dulzura amorosa, tal como conviene a la poesía y al canto sagrado y, sobre todo, a la libertad de los hijos de Dios» (104). — El Salmo es un tipo de oración diverso de las preces o colectas compuestas por la Iglesia, que frecuentemente no se dirigen a Dios sino que se cantan ante Él. (105) Por eso, quien recita los salmos abre su corazón a los sentimientos que estos inspiran, según sea su género literario, ya sea de lamentación, confianza, acción de gracias u otros (106). — Aunque cada salmo tuvo un origen histórico concreto y unas circunstancias peculiares (que hay que tener en cuenta), «expresan, sin embargo, de un modo adecuado el dolor y la esperanza, la miseria y la confianza de los hombres de todas las edades y regiones, y cantan sobre todo la fe en Dios, la revelación y la redención» (107). — «Quien recita los salmos en la Liturgia de las Horas no lo hace tanto en nombre propio como en nombre de todo el Cuerpo de Cristo, e incluso en nombre de la persona del mismo Cristo.» Cuando no coinciden los sentimientos del que ora con los expresados en los salmos, al recitarlos en nombre de la Iglesia puede encontrar motivos de alegría o de tristeza universales que hagan concordar el corazón y la voz (108). — Hay que atender al sentido pleno de los salmos, en especial al sentido mesiánico que se manifestó plenamente en el Nuevo Testamento y en el que encuentran perfecto significado y cumplimiento. En los Salmos se escucha a Cristo que clama al Padre, al Padre que habla con su Hijo, la voz de la Iglesia, de los apóstoles y de los mártires. 120

Los Salmos, recitados en nombre de la Iglesia, cobran un sentido cristológico y eclesial (109). • Las Antífonas ayudan a poner de manifiesto el género literario del salmo, lo transforman en oración personal, subrayan la idea o frase esencial y dan al salmo cierta tonalidad peculiar de acuerdo al tiempo litúrgico o festividad (113). • El Gloria con el que se concluye el salmo «da a la oración del Antiguo Testamento un sentido laudatorio, cristológico y trinitario» (123). • La Lectura de la sagrada Escritura que se hace pública en el Oficio divino ha de ser tenida en máxima estima por todos los cristianos, ya que es propuesta por la misma Iglesia para expresar el misterio de la Esposa de Cristo a lo largo del año y porque va acompañada de la oración. De esta forma, la Lectura produce frutos más plenos y la oración se inspira y se entiende desde la Lectura (140). • El Responsorio añade nueva luz a la Lectura, la inserta en la historia de la salvación, la traslada del Antiguo al Nuevo Testamento y convierte la Lectura en oración o contemplación poética (169). • Los Himnos, principal elemento poético creado por la Iglesia, son cánticos de alabanza a Dios de contenido popular, que manifiestan el carácter diferenciador de las Horas o de las Fiestas y mueven a una celebración piadosa (173). • Las Preces son como una deducción de la alabanza divina, tanto en las intercesiones de Vísperas como en las invocaciones de Laudes que consagran el día a Dios (179 y 182). Las intenciones universales deben ir en primer lugar (197) y en las preces de Vísperas la última intención es siempre por los difuntos (186). La respuesta a las preces puede ser de tres formas: repitiendo la fórmula propuesta por el ministro, recitando la segunda parte de la intención o con una pausa de silencio (193). • El Silencio sagrado debe estar presente en la Liturgia de las Horas para «lograr la plena resonancia de la voz del Espíritu Santo en los corazones y para unir más estrechamente la oración personal con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia». Se recomienda este silencio después de la antífona con que se concluye el salmo y después de las lecturas. Pero, «se ha de evitar, sin embargo, que el silencio introducido sea tal que deforme la estructura del Oficio o resulte molesto o fatigoso para los participantes» (201 y 202). Mayor libertad puede tomarse respecto a los momentos y prolongación de las pausas cuando se recita por uno solo, sin que por eso el Oficio pierda su carácter público (203). • El Canto. «Se recomienda vivamente el uso del canto, como algo que responde mejor a la naturaleza de esta oración y que es, además, indicio de una mayor solemnidad y de una unión más profunda de los corazones al proferir las alabanzas divinas» (267). Sólo mediante el canto alcanzan un sentido más pleno las composiciones poéticas de gran parte de los salmos, de los cánticos, himnos y responsorios (269 y 278-282). Por esta razón, el canto no es un ornato extrínseco que se añade a la oración, sino algo que 121

dimana de lo profundo del espíritu del que ora y alaba a Dios, además de manifestar la dimensión comunitaria del culto cristiano (270). Se recomienda utilizar el canto: «al menos los domingos y días festivos» (271); en Laudes y Vísperas sobre el resto de las Horas (272) o adoptando el principio de la solemnidad «progresiva» con partes cantadas y partes recitadas de una misma Hora (273). • Algunos Ritos en la celebración comunitaria: — «Pertenece al sacerdote o diácono que preside dar comienzo al Oficio con la invocación inicial, invitar a recitar el Padrenuestro, decir la oración conclusiva, saludar al pueblo, bendecirlo y despedirlo» (256). Si quien preside no es ni sacerdote ni diácono, no saluda ni bendice al pueblo (258). — Las lecturas se leen de pie (259) y todos las escucharán sentados (264). «Todos los participantes estarán de pie: durante la introducción del Oficio y la invocación inicial; mientras se dice el himno; durante el cántico evangélico; mientras se dicen las preces, el Padrenuestro y la oración conclusiva» (263). En el resto, sentados o de pie según costumbre (265). — «Todos harán la señal de la cruz, desde la frente hasta el pecho y desde el hombro izquierdo al derecho: al comienzo de las Horas, cuando se dice «Dios mío, ven en mi auxilio» y al comienzo de los cánticos evangélicos de Laudes, Vísperas y completas. Harán la señal de la cruz sobre la boca al comienzo del Invita-torio, al proferir las palabras «Señor, ábreme los labios» (266).

«La Liturgia de las Horas no es contemplada como un monumento insigne de una época pretérita que casi exige ser conservado de un modo intangible para provocar la admiración del mismo, sino que, por el contrario, puede revivir e incrementarse con un sentido nuevo, y ser otra vez verdadero testimonio de la vida pujante de algunas comunidades» (273).

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_________ FICHA n. 18 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 19 LOS LIBROS SAPIENCIALES Se da el nombre de «Libros Sapienciales» a cinco Libros del Antiguo Testamento: Job, Proverbios, Eclesiastés, Eclesiástico y Sabiduría. Con bastante impropiedad se les suele añadir los Salmos y el Cantar de los Cantares. Representan una corriente de pensamiento que se halla también en una parte de los Libros de Tobías y Baruc.

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1. LA LITERATURA SAPIENCIAL Durante la restauración postexílica, la gran inquietud es la depuración del yahvismo y el encontrar unas nuevas bases que den consistencia al nuevo pueblo. La solución se encontró en la tesis profética sobre el reino mesiánico y en la fidelidad a la ley y al culto. Pero esta situación cambió radicalmente cuando desapareció la voz de los profetas. ¿Dónde encontrar la luz para iluminar el nuevo ideal religioso? La respuesta la encontraron en los Sabios y la Sabiduría que daban lecciones prácticas para la vida. Ya desde el período monárquico se habla de los sabios en Israel, pero hasta la época postexílica fueron postergados por la voz de los profetas, y hasta se les llegó a ver como una amenaza para el ideal yahvista. A raíz de la caída de Jerusalén y de la posterior diáspora, los judíos entran en contacto más cercano con otras culturas donde los sabios son especialmente considerados (Egipto, Mesopotamia, Persia). La conclusión: merece ser escuchada la voz de los sabios. Con el impulso del helenismo, a raíz de la conquista de Alejandro Magno, la filosofía griega se universaliza. Y el influjo del helenismo se dejará sentir, de forma decisiva, en el ambiente cultural y reflexión teológica de los judíos. Se va a dar un cambio radical en el proceso de reflexión: se admite el valor de la doctrina sapiencial (hasta entonces sólo se habían inspirado en categorías sagradas), dándole a lo sapiencial una proyección religiosa. Así, con excepción del Eclesiástico y Sabiduría, que son los más recientes, los libros sapienciales no abordan los grandes temas del Antiguo Testamento: la Ley, la Alianza, la Elección, la Salvación. No muestran inquietud por la historia y el futuro de su pueblo, sino que escrutan el destino de los individuos, como el resto de sabios orientales. Pero lo consideran desde un punto de vista más elevado, el de la religión yahvista. La oposición sabiduría - locura se cambia en oposición justicia - iniquidad, entre piedad - impiedad. La verdadera sabiduría es, efectivamente, el temor de Dios, y el temor de Dios es la piedad. Si la sabiduría oriental es un humanismo, la sabiduría israelita es un «humanismo devoto». — Fundamentos de la sabiduría. Para todo oriental, la sabiduría se encuentra en los dioses. Para los judíos, sólo Yahvé posee la sabiduría absoluta (Job 28, 12-27), de la que hace partícipes a los mortales (Job 12,13). No es sabio quien conoce las causas naturales o las motivaciones humanas, sino quien descubre en ello el eco de Dios y le sirve para su comportamiento ético: relaciones humanas, destreza artística manual, prudencia mesurada, discernimiento, solución de los problemas cotidianos, habilidad sociopolítica, educación cívica... Los sabios postexílicos serán, pues, moralistas laicos ante los problemas de sus hermanos (muerte prematura del justo, retribución y castigo divinos, sufrimiento del justo...). Para que esta sabiduría fuese útil, debía traducirse en la propia vida. Los sabios pretendieron sacar a la Ley de su anquilosamiento para situarla en el marco sociocultural de la época. Con ello, el yahvismo recibió un empuje decisivo al quedar 126

enriquecido con la aportación de la reflexión humana. Mensaje sapiencial — Antropocéntrico. Se preocupa por las inquietudes existenciales del creyente. La sabiduría, cuya fuente se encuentra en Dios, alivia las dolencias del hombre. Más que una teología de liberación, es un mensaje, no en todos los casos, de ilusión. — Afirma los valores del individuo. Himno a la dignidad humana. — Pretende una cierta desacralización del mundo, desnudándolo del anacrónico ropaje deificante más propio de una mentalidad primitiva. — Tiene una clara dimensión ética: la aspiración a ser feliz, por influjo del helenismo, pasa a tener un enfoque más personal. El programa ético consiste en: temer a Dios, cumplir la ley (acomodada ahora al sentir de cada creyente) y poseer la sabiduría. Esto equivale a obrar bien. En esto consiste la felicidad. Se impone, como medio, la moderación. (Se ajusta bastante al programa ético de la filosofía estoica.)

2. APORTACIÓN RELIGIOSA DE LA LITERATURA SAPIENCIAL Los cinco Libros coinciden en mostrar la sabiduría como el medio para alcanzar la felicidad del hombre. Cada uno hace su propio planteamiento de la vida y ofrece distintas soluciones. 1. Proverbios, una ética humanizada. Conjunto de «masalim» (refranes, máximas, adagios, dichos populares, comparaciones inspiradas en la vida cotidiana), de origen diverso y de diversa época. Redacción definitiva, posiblemente, a finales del siglo IV a. C. Muy próximo a la literatura sapiencial egipcia. No aborda una problemática concreta. Preocupación por resaltar las excelencias de la sabiduría y ofrecer un ideal ético que ayude a ser feliz. Cinco grandes secciones: — Proverbios de Salomón (Prov 10,1-22,16). Es la parte más antigua. Aforismos breves con paralelismos antitéticos: conducta y actitud del sabio frente a la del necio y malvado. — Máximas de los doctores (Prov 22,17-24,34). Doble colección de sentencias. Se inculca el espíritu de moderación. — Segunda colección salomónica (Prov 24,35-29,27). Aforismos breves sin paralelismos antitéticos. Son los más profanos. Filosofía popular para ayudar a explotar las posibilidades que ofrece la vida. — Palabras de Agur y Lemuel (Prov 30,1-31,9). Oráculos pesimistas los primeros y con un contenido más optimista los segundos, al mostrar cómo un monarca, si se rige por los sabios, puede vivir en paz y con ilusión. — Alabanza de la mujer virtuosa o «la perfecta ama de casa» (Prov 31,10-31). Elogio a la mujer ideal. La sabiduría se preocupa de la vida doméstica, trazando el ideal 127

ético para alcanzar la felicidad. 2. Job o cómo afrontar el dolor. Es la obra maestra de la literatura sapiencial. Redacción tardía, posiblemente siglo IV a. C. Se aborda en profundidad la problemática del sufrimiento del justo y la retribución divina. Yahvé siempre acaba premiando a quien le sirve con fidelidad. El dolor acrisola. El dolor no es consecuencia de haber pecado (como lo había afirmado la tradición bíblica). Dios permite que el Demonio tiente al justo (introduce a Satán como personaje opuesto a Yahvé). A Dios no se le pueden pedir explicaciones. Lo sabio es tener un temor reverencial y confiado ante Yahvé. Mensaje de ilusión y de esperanza, aunque no intuya la retribución ultraterrena. No hay perspectiva escatológica en Job. 3. Eclesiastés («Qohelet»), un escéptico ante la vida. Aparentemente es una obra rayana en la heterodoxia. Qohelet no es nombre propio («Palabras de Qohelet»), sino común a la función de «el que habla en la asamblea». Así, la obra puede ser el conjunto de respuestas dadas por un sabio ante los temas suscitados en la asamblea. Su contenido no enlaza con el sentir de la tradición bíblica. No hay cohesión en la obra. Son variaciones sobre un mismo tema, reflexiones en torno a «vanidad de vanidades y todo vanidad» (1,2). Invitación a adoptar la indiferencia ante la vida, como única postura para librarse del sufrimiento, de la angustia y de la frustración. Nada tiene remedio. Hay que conformarse con el sino; es absurdo todo empeño por alterarlo. Se distinguen dos bloques de reflexiones: a) Absolutismo de la vanidad (1,1-11; 12,9-14), es como un himno al absurdo absoluto, incluida la vida del hombre. Por eso el hombre ha de renunciar a dar sentido a su vida. b) Relativismo de la existencia humana (1,12-12,8): el trabajo carece de consistencia, la sabiduría no sirve (es también vana) (2, 13-17), es absurdo acumular riquezas, el futuro carece de sentido, tan dura es la vida que sería mejor no haber nacido... Sólo Dios queda fuera de este vacío cósmico. Como el hombre no puede alterar los planes divinos, lo mejor es acatarlos con docilidad (6,10). Conformismo resignado. Se aprecia un claro influjo de la filosofía escéptica griega, pero con perspectiva teológica: sólo el temor de Dios puede serenar la angustia del hombre (3,16). El Eclesiastés acaba siendo un grito angustioso de quien no acaba de ver sentido a la existencia humana (en la más pura línea existencialista, añadiríamos hoy). 4. Eclesiástico, consejos para vivir. Este Libro forma parte de la Biblia griega, pero no figura en el canon judío. Se redactó en hebreo, pero se conserva en la traducción griega. Se supone redactado por Ben Sirá (de ahí que se le dé también el nombre de «Siracida») hacia el año 180 a. C., bajo la dominación de los Seléucidas y bajo el intenso influjo del helenismo que amenazaba la genuinidad del yahvismo con los encantos de una cultura más profana y cercana. Invita a que el creyente se introduzca en lo profano sin perjuicio de su compromiso con Yahvé. Era el reto de la filosofía helénica frente a la integridad de la fe yahvista. Trata de 128

armonizar el nuevo marco sociocultural con las reivindicaciones tradicionales del yahvismo, mediante: a) Unas instrucciones éticas (Eclo 1,1-43.13), a base de sentencias que afirman el valor de la Ley mosaica en medio de una sociedad profana (identidad de sabiduría y Ley Mosaica), b) Panegíricos y alabanzas (Eclo 44,1-51,30), personajes-modelo de la historia de Israel. Visión optimista de la vida, en la línea de Proverbios. Orienta hacia una religión cargada de humanismo: de valores humanos y de proyección hacia la vida de los hombres (práctica de la justicia y de la misericordia). Quien consiga ajustarse a estos sanos valores (Eclo 4,20-6,17) y evite las sugestiones de la codicia (Eclo 18,14-23,27), se regirá por el parámetro de la sabiduría (Eclo 24,1-27), brindando así un servicio inestimable a la comunidad (Eclo 38,24-39,11). 5. Sabiduría, el secreto para ser feliz. Es el Libro más reciente del Antiguo Testamento. Redactado en griego, posiblemente en Egipto, algunos decenios antes de la Era Cristiana. Acusa el influjo de la filosofía helenista en su intento de mostrar el camino de la felicidad. Da ánimos a la comunidad judía en momentos de crisis. El autor comparte la mentalidad helénica, mientras su religiosidad se inspira en criterios yahvistas. Enlaza con las tradiciones religiosas de su pueblo y aporta la riqueza del pensamiento griego. Invita a explotar los resortes de la sabiduría, fuerza que fluye de Dios, pero una vez encarnada en el hombre se convierte en el centro de su interioridad. Quien se rige por criterios de la sabiduría adoptará un comportamiento digno (sin falacias ni hipocresías) y será premiado cuando se manifieste la justicia de Dios. El punto de partida es el tema de la retribución del justo, visto en perspectiva escatológica (están sufriendo persecución en ese momento): disfrute de una vida plena en el más allá. Su escatología coincide con Daniel y Macabeos. Se suelen distinguir tres partes en la obra, girando en torno al único tema de la sabiduría: a) Valor de la sabiduría (Sab 1,1-5,23). b) Naturaleza de la sabiduría (Sab 6,1-9,18). c) La sabiduría en la historia (Sab 10,1-19,22). La sabiduría siempre salva al justo. Cada creyente debe labrarse su propio destino (no basta, pues, con pertenecer al pueblo elegido). La sabiduría le llevará a cumplir estrictamente la ley. Yahvé retribuirá la fidelidad del justo con una vida plena.

3. ORIENTACIONES CATEQUÉTICAS DESDE LA LITERATURA SAPIENCIAL — Tuvo el mérito de saber ajustar la reflexión teológica al nuevo marco sociocultural. 129

(Es el gran reto de nuestro tiempo.) — Nueva valoración de las realidades profanas. (Hoy: fe en un mundo secularizado. Valoración de lo secular.) — Insistió en la plena realización del individuo. — Dio respuesta a las grandes interpelaciones de su época. — Sólo será sabio quien viva, entonces y ahora, con estas actitudes: fidelidad a Dios; encarnar el ideal de justicia; vivir un espíritu de lucha, en la esperanza de recibir el premio divino de una vida en plenitud (en el aquí y en el más allá); no dejarse engañar por las falsas filosofías. El hombre jamás podrá renunciar a su convicción religiosa si quiere ser feliz. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. ¿Qué enseñanzas señalan los Libros Sapienciales sobre: la muerte prematura del justo, sufrimiento del justo, retribución y castigo divinos, sentido de la existencia, la moderación y la indiferencia, la felicidad...? 2. Comenta las aportaciones de los Libros Sapienciales (que se señalan en las «Orientaciones catequéticas»). 3. ¿En qué sentido puede encontrarse cierta semejanza entre la época judía y nuestra sociedad actual? Cultura y fe en diálogo. Fe y secularización. 4. ¿Qué aspectos, positivos y negativos, señalarías en el proceso de secularización de la sociedad actual?

PARA REFLEXIONAR Y COMENTAR «No hay otro oficio ni empleo que aquel que enseña al hombre a ser un Hombre. El hombre es lo que importa. El hombre ahí, desnudo bajo la noche y frente al misterio con su tragedia a cuestas, con su verdadera tragedia, con su única tragedia... la que surge, la que se alza cuando preguntamos, cuando gritamos en el viento: ¿Quién soy yo? Y el viento no responde... Y no responde nadie. ¿Quién es el hombre?» (23) LEÓN FELIPE

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«Dios ha muerto —ha dicho Malraux—; luego, el hombre ha nacido.» Cierto, pero este hombre nacido de la muerte de Dios no da la sensación de encontrarse muy a gusto. Sartre declara que «el hombre también ha muerto». Pero de esta muerte del hombre, de esta tragedia que forma el entretejido de su condición, según todos los existencialismos, no se puede deducir la realidad de un Dios transcendente; la grandeza del hombre consiste en saberse «una expansión inútil». La única trascendencia, esa que nos «proyecta» hacia delante, hacia nuevos proyectos, también vacíos, pero a los que nos condena nuestra libertad. Una primera visión panorámica resulta, por lo tanto, negativa. Pero un segundo examen revela que esta visión de las cosas olvida un aspecto de la situación presente. Si el hombre se rebela contra Dios, Dios está presente en él como no lo estuvo nunca. Se habla demasiado actualmente en el teatro y en los libros para no adivinar que el cadáver de Dios preocupa e impide dormir. Reflexiónese sobre el extraño éxito de los libros, las películas, las obras de teatro que tratan problemas religiosos. Es un hecho tan innegable como el primero. Estamos muy lejos del anticlericalismo de M. Homais, de las capas de vida llenas de locura y de determinismo de la escuela naturalista. Dios provoca el odio o el amor. No permanece indiferente. Anatole France está muerto y bien muerto. Su sonriente epicureísmo sólo tiene un valor histórico. Ateísmo y obsesión de las cosas religiosas, esto sería lo esencial en la conducta del hombre moderno. Es necesario desenredar este nudo de ignorancia y de resentimiento y trazar algunos caminos a través de este bosque. (24)

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_________ FICHA n. 19 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 20 LA APOCALÍPTICA JUDÍA 1. EL FENÓMENO APOCALÍPTICO La apocalíptica como fenómeno sociológico tiene sus raíces en los escritos proféticos: Dios, en un futuro imprevisible, se hará presente, se revelará (apocalipsis en griego es revelación) para inaugurar una nueva fase de la humanidad. La literatura apocalíptica es la expresión de una manera de ser y de existir, una manera de entender la vida y de afrontar las desventuras del momento, de relacionarse con Dios y de encarar, con una esperanza muy peculiar, el futuro. La apocalíptica tiene bastante de fenómeno cultural y de reacción frente a la nueva situación: — A la vuelta del destierro se vive con entusiasmo la restauración nacional y religiosa. — En este primer momento, muchos creen que, por fin, se van a cumplir las promesas, pero pronto el entusiasmo decae. El pueblo sigue oprimido. La restauración es lenta. El helenismo aporta unas soluciones individuales e inmediatas. — Vuelve a sufrir el pueblo la opresión durante el dominio de los Seléucidas. Rebelión, guerra de la Independencia y triunfo de los Macabeos. Ha sido por la guerra y no por la paz por lo que se han visto libres de la opresión de los imperios extranjeros. — Se revisa la expectación mesiánica: vendrá un Mesías belicoso que, encarnando el ideal de los Macabeos, llevará al pueblo elegido a la conquista de los imperios extranjeros para implantar la hegemonía universal de Yahvé. — Una serie de escritos trató de convertir en doctrina religiosa el «día de Yahvé»: llegará acompañado de signos sorprendentes y su venida tendrá un marcado carácter político-religioso. Es la revelación (apocalipsis) del último día, escatológica, la del final de la historia. — Frente al Profeta que era optimista (descubre signos de esperanza en momentos difíciles), el Apocalíptico es pesimista, echa la culpa de los males a los poderes e influencias extranjeros (imperios y culturas griega y romana), acentúa lo judío y apela a la intervención espectacular de su Dios. (Dan 2, 1-45: todos los reinos de la tierra desaparecerán. La salvación viene de arriba, sin intervención de mano humana.) — La apocalíptica afirma, a pesar de su pesimismo y frustración, una fe en un Dios transcendente, esperanza en una revelación pendiente y el carácter conclusivo de la historia por parte de Dios. 133

2. APORTACIÓN TEOLÓGICA DE LA APOCALÍPTICA Los escritos apocalípticos fueron muy numerosos a lo largo de un período de unos cuatrocientos años (200 años antes y 200 después de Cristo). La ortodoxia judía decidió incorporar al canon sagrado de los Libros sólo la obra que respetaba los genuinos valores de la tradición semita. Se acepta el Libro de Daniel (tradicionalmente tenido como Profeta y modernamente como apocalíptico) y quedan dentro de la llamada literatura apócrifa un conjunto de escritos que tuvieron enorme influjo en su época, tanto para el Antiguo como para el Nuevo Testamento: Libro de Enoc, Testamento de los doce Patriarcas, Libro de los Jubileos, Asunción de Moisés, Cuarto Libro de Esdras, Vida de Adán y Eva, Salmos de Salomón, Martirio y asunción de Isaías, Apocalipsis de Baruc, Apocalipsis de Abrahán, Testamento de Abrahán. Esta doctrina, de claro signo nacionalista, chocó frontalmente con la política imperialista de Roma, a partir del año 64 a. C. en el que Judá pasa a formar parte de la provincia romana de Siria. Entonces más que nunca los judíos iban a suspirar por una venida espectacular, apocalíptica y triunfadora de su Mesías. Su mensaje teológico puede resumirse en: — Mesianismo: especial énfasis en la misión del Mesías escatológico, protagonizado por «el hijo del hombre» (Dan 7, 9-28), rey celeste, encarnación de la sabiduría. Aunque el mundo actual está bajo el influjo del mal, representado en las cuatro bestias (Dan 7, 1-28), todo cambiará cuando irrumpa Yahvé y declare la guerra al imperio del mal. En este combate contra el mal destacará el Mesías de Yahvé («hijo del hombre» = Mesías). La novedad del mesianismo apocalíptico estriba en encuadrar la intervención del Mesías en un marco de luchas y cataclismos: guerras, oposición del ser malévolo (el «Anticristo» o antiungido), todo tipo de fenómenos catastróficos que servirán para poner a prueba la fe de los creyentes. — Escatología (es la doctrina sobre las últimas realidades; ilumina «el más allá» y el sentido definitivo de la vida). La Apocalíptica sitúa el premio divino más allá de este mundo (Dan 12, 1-3), pero no en el cielo, sino en un «eón» distinto, un mundo natural diferente dominado por la justicia y el amor. (Los judíos no aceptaban la división griega de cuerpo y alma en el hombre, y por tanto un cielo para las almas. El «más allá» será otro mundo diferente al actual donde vivirán los salvados, sin las necesidades presentes.) Monismo semita frente a dualismo helénico. — Resurrección. El Libro de Daniel y 2 Macabeos desarrollan por primera vez la llamada «tesis resurreccionista». El proceso escatológico estará integrado por tres etapas: a) muerte individual; b) permanencia en el «sheol»; c) infusión de la nueva vida. 134

Sitúan la resurrección en un futuro escatológico, donde el poder de la muerte será quebrantado en virtud de la recompensa (= vida nueva) otorgada por Dios a los justos. No tienen claro si todos resucitarán (unos para el premio y otros para el castigo) o sólo resucitarán los justos que hayan muerto (pues los justos que estén vivos en ese momento, permanecerán vivos para siempre). Al mismo tiempo se va esbozando la doctrina sobre el infierno (por supuesto con lenguaje escatológico) como lugar de castigo: es el lugar destinado a los excluidos del futuro reino. — Ángeles y Demonios. Comienzan a aparecer por influjo del contacto con la cultura y religión babilónicas (Zac 1, 9-17; 2, 2-4; Job 5,1; 15,15...). Los ángeles se convierten en intermediarios divinos (encargados de comunicar mensajes a los hombres), defensores de los derechos de Yahvé, vigilan a los astros (los demonios son ángeles caídos del cielo), cuidan a los hombres y a las naciones. Reciben nombre los más importantes: Miguel (Dan 10, 13-21), Gabriel (Dan 8,16), Rafael y Uriel... Los Demonios defienden la fuerza del caos, dominada por Satán, enemigo de Yahvé. En la lucha entre ángeles y demonios intervendrá Yahvé y derrotará a Satán. También esto sucederá en «el último día». La literatura apocalíptica dio un impulso extraordinario a la angeología y a la demonología (y en este contexto apocalíptico y con su peculiar lenguaje de género literario habrá que entender toda esta compleja realidad).

3. INFLUJO DE LA APOCALÍPTICA EN EL CRISTIANISMO Los escritos del Nuevo Testamento ofrecen abundantes muestras de que el influjo fue enorme. Cristo, el Evangelio, el Cristianismo aparecen cuando se está viviendo con más intensidad el fenómeno apocalíptico y la esperanza mesiánica escatológica. — El anuncio del Reino de Dios se hace con la frase «el plazo está cumplido» (Mc 1,15) y se afirma que Jesús nace en la «plenitud de los tiempos» (Gal 4,4). El cumplimiento del Reino es descrito con un claro lenguaje apocalíptico (Mc 13; Mt 27, 45-54; 28, 1-8), la muerte y resurrección de Jesús son vividas como acontecimiento decisivo y son descritas con imágenes apocalípticas. — San Juan, sobre todo, utilizará este estilo literario para poner de manifiesto que continúa la lucha entre el poder del bien y el del mal, entre el Cordero y la Bestia. Más que un estilo literario, es una concepción de la vida, que implica una crítica radical a los poderes de este mundo apelando a lo totalmente nuevo. — Todo el Apocalipsis está escrito en esta misma clave. El futuro ya ha acontecido en Jesucristo. No queda una revelación pendiente sino únicamente la manifestación plena de lo ya acontecido. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO

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1. Comenta la aportación teológica de la apocalíptica, fundamentalmente: mesianismo, escatología, resurrección, angeología y demonología. 2. ¿Qué textos del Nuevo Testamento podrías destacar en los que se aprecia claramente la perspectiva escatológica apocalíptica (Evangelio, Cartas de Pablo, Apocalipsis...)? 3. ¿Cómo vivieron los primeros cristianos la creencia de la venida inminente del Señor? «Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ¡Ven, Señor Jesús!» 4. ¿Cómo se han vivido las verdades escatológicas (fin del mundo, juicio final, premio y castigo eternos, etc.) y qué siente el hombre actual sobre la última venida del Señor?

PARA ORAR Y CANTAR

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Un pueblo que camina Un pueblo que camina por el mundo gritando: ¡Ven, Señor! Un pueblo que busca en esta vida la gran liberación. —Los pobres siempre esperan el amanecer de un día más justo y sin opresión. Los pobres hemos puesto la esperanza en Ti, Libertador. Un pueblo que camina por el mundo gritando: ¡Ven, Señor! Un pueblo que busca en esta vida la gran liberación. —Salvaste nuestra vida de la esclavitud, esclavos de la ley, viviendo en el temor. Nosotros hemos puesto la esperanza en Ti, Dios del amor. Un pueblo que camina por el mundo gritando: ¡Ven, Señor! Un pueblo que busca en esta vida la gran liberación. —El mundo por la guerra sangra sin razón; familias destrozadas buscan un hogar. El mundo tiene puesta su esperanza en Ti, Dios de la paz. (25)

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_________ FICHA n. 20 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 21 LOS EVANGELIOS 1. ORIGEN Y FINALIDAD DE LOS EVANGELIOS El Evangelio fue primero vivido por la comunidad primitiva y después redactado. Los escritos evangélicos surgieron en la segunda generación cristiana: los primeros cristianos alimentaron su fe apoyándose en el mensaje predicado por Jesús y trasmitido por «testigos oculares». En un primer momento, la comunidad se limitó a vivir su experiencia pascual, expresada en la predicación apostólica. Gradualmente se irá viendo la necesidad de sistematizar las convicciones religiosas de la comunidad en torno a la persona y a la autoridad de Jesús. De esta forma, los Evangelios van a asumir las inquietudes de fe de la Comunidad. Esta condicionó con sus vivencias y con sus necesidades la forma de transmitir el mensaje. Antes de la redacción de los Evangelios, fueron apareciendo breves escritos en los que se recogían frases, sentencias («logia») de Jesús, que trataban de iluminar a las comunidades ante las nuevas situaciones que iban apareciendo. Los Evangelistas se inspirarán en estas primeras fuentes. Se redactan los Evangelios, con información de primera mano (testimonio de testigos, tradición oral, fuentes escritas...), donde Jesús ofrece a los cristianos las respuestas que necesitan y encuadran estas respuestas en el marco de su vida pública. Por esta razón, los evangelistas ven a Jesús dirigiendo su mensaje a la comunidad cristiana y el Evangelio se convierte en norma de vida. Las realidades más importantes a las que las comunidades debían responder, de acuerdo a la actitud que Jesús había mostrado en su vida y en su enseñanza, eran: — Actitud ante el judaísmo. — Actitud ante la riqueza. — Actitud ante las persecuciones. — Sentido de la autoridad. — Relación entre los diversos miembros de la comunidad. Aunque la pretensión de los evangelistas no es ofrecer una imagen puramente histórica de Jesús, es decir, una biografía, presentan lo fundamental del Jesús histórico, pero haciéndole hablar y actuar como «Cristo de la fe». Ni la Comunidad ni los Evangelistas 139

se inventaron al Jesús histórico de acuerdo a sus necesidades. Lo que hacen es «interpretar» el proceder de Jesús a la luz de la fe cristiana. Por todo esto, es esencial conocer los objetivos que se marcó cada Evangelista al redactar su obra, los presupuestos que le condicionaron (esta es la mejor aportación del método exegético «históricoredaccional»). Hay que estudiar cada Evangelio en particular, pero sabiendo que se trata de un único «Evangelio» (= mensaje de buena noticia), visto desde cuatro ángulos distintos (= libros), para cuatro situaciones diversas (= comunidades cristianas primitivas). Ningún evangelista pensó en nosotros al escribir su obra, ni intentaron realizar entre los cuatro, de forma complementaria, una obra de conjunto.

2. RASGOS CARACTERÍSTICOS DE CADA EVANGELIO En cada una de las comunidades no eran los mismos los centros de problemas inmediatos. De ahí la diferencia entre un Evangelio y otro material que recogen y a la orientación que le dan. De todas formas, mostrar la identidad del «Jesús de la historia» y el «Cristo de la fe», comunidades y confesado como Señor, Mesías, Hijo de Dios.

interés y los en cuanto al coinciden en creído en las

De los cuatro Evangelios, los tres primeros presentan entre sí tales semejanzas que pueden ponerse en columnas paralelas y abarcarse «con una sola mirada», de ahí su nombre de Sinópticos.

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A. La obra de Marcos Parece que es el más antiguo. El mismo Marcos lo presenta como «evangelio» (1,1) y abarca desde el bautismo de Juan hasta la orden dada a los discípulos por el Resucitado de trasladarse a Galilea (16,8). El resto (16,9-20) puede ser un apéndice añadido por un autor posterior. — Parece que fue redactado antes de la destrucción de Jerusalén (70). — La tradición atribuye su autoría a Juan Marcos, colaborador de Pedro, pero actualmente se pone en duda este dato (al menos en su redacción final). — Es el evangelio menos sistemático. Estilo rugoso; lleno de arameísmos; a veces incorrecto. Impulsivo y de gran vivacidad popular. — Se rige por criterios simples en su formulación cristológica; con todo, la investigación bíblica cada vez aprecia más la densidad teológica de este evangelio, que comienza como «el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios»: — Presenta un Jesús profundamente humano. — Marcos no se preocupa demasiado en desarrollar las enseñanzas de Jesús y relata pocas de sus palabras. — Le interesa la paradoja de Jesús: incomprendido y rechazado por los hombres, pero enviado y glorificado por Dios. — Jesús, cercano a los oprimidos y comprometido con los problemas de su tiempo. — Se cree que Mc es una obra pensada para definir la función de Jesús dentro de la Iglesia. — Tesis teológicas más propias: — Jesús afirma su autoridad por encima de los letrados de la Ley, denunciando la injusticia y proclamando un mensaje liberador que no concuerda con el legalismo de la autoridad religiosa judía. Será perseguido por los ricos y por los poderosos: por las autoridades de Israel. — Jesús, el Mesías oculto, siempre preocupado de ocultar su mesianismo. Se habla de «secreto mesiánico» en el Jesús de Mc (tal vez porque en el momento de la redacción se estaba preparando la revuelta de los judíos contra Roma. Peligro de mesianismo político). Por el contrario, el mesianismo de este Jesús conecta con el «siervo de Yahvé» (Is 42,1-53, 12): toda la vida de Jesús conectada hacia su pasión y muerte (8,27), no vista como fracaso, sino como la prueba para que el pueblo pudiera vivir en libertad. — Teología de la esperanza. La crítica situación de la Comunidad hace que Marcos presente un Jesús que dignifica el sufrimiento a base de esperanza: se solidarizó con el dolor y cambió el dolor en ilusión esperanzada. El creyente, como Jesús, obtendrá la vida plena después de su muerte. El sufrimiento (= pasión) es sólo un medio 141

inevitable de lograr la felicidad (= resurrección). El Evangelio de Mc se convirtió así en catequesis para su Comunidad y sigue siendo un mensaje alentador para cualquier comunidad cristiana que acuse la angustia, provocada por la injusticia y la opresión. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. Encuentra, reflexiona y comenta en el grupo tres textos del Evangelio de Marcos que presenten las tesis teológicas más propias de este autor. 2. Lee Mc 4,26-32. Dedica un rato de oración. Lee varias veces el texto, despacio. En oración personal, descubre la acción del Espíritu en la historia actual de cada día. 3. Haz una oración en la que resalte la esperanza por los valores que Jesús supone y trae a la humanidad.

B. La obra de Mateo Actualmente hay muchos escrituristas que defienden que no puede identificarse al autor con Mateo, el publicano, como se había opinado desde la tradición más remota. De todas formas, su autor es un buen conocedor de las Escrituras. Sigue la obra un plan muy elaborado, en cinco secciones homogéneas. (Hay quien ve una relación intencionada entre las cinco secciones y los cinco libros del Pentateuco.) Estilo arameizante, como el de Marcos, pero más cuidado; menos pintoresco y más correcto. Comienza con la genealogía y nacimiento de Jesús y termina con el envío de Jesús resucitado a los Apóstoles para que prediquen el Evangelio en todo el mundo. Parece que Mt conoció a Mc, ya que incorpora parte de su obra. Completa su información con lo tomado en alguna fuente escrita (Q) integrada por un conjunto de sentencias de Jesús («logia»). Parece que pretendió una catequesis eclesial, dirigida a abrir nuevos horizontes a una comunidad judeocristiana que no sabía cómo sacudirse el peso de la ley mosaica. — Jesús es presentado como predicador moralizante, con una ética superior a la judía. El estilo catequético de Mateo se presta a que los oyentes y lectores puedan captar en Jesús al predicador de la moral cristiana, con su ética distinta de los exigentes fariseos: es la ética nueva de Jesús. — Gran interés en Mt de reproducir la enseñanza de Jesús. — Insiste en el tema del «Reino de los Cielos». Su evangelio es como un drama en siete actos sobre la venida del Reino de los Cielos: 1-2; 3-7; 8-10; 11-13,52; 13,53-18,15; 19-25 y 26-28. — Escribe entre judíos y para judíos. En Jesús se cumplen todas las Escrituras (la Ley y 142

los Profetas). No sólo se realizan en Él las promesas, sino que las supera. — La Iglesia, fundada sobre Pedro, es la comunidad mesiánica que prolonga la de la Alianza Antigua, dándole una extensión universal. — Tesis fundamentales: • Universalismo salvífico. En el debate entre Iglesia y Sinagoga, Mt defiende un aperturismo que abarque a toda la humanidad (28, 16-20). Jesús se preocupa también de los no judíos (4, 23-25); promete estar presente donde dos o tres se reúnan en su nombre (el lugar, sinagoga o templo, no importa) (18,20); el paganismo, representado por los Magos, es invitado al nuevo programa liberador (2, 1-12)... Ataque frontal, pues, a todo enfoque partidista que favorezca sólo a los de procedencia judía. • La nueva ética de Jesús. Mt presenta la imagen de un Jesús legislador, cuya ley es más sublime que la mosaica. Compara a Jesús con Moisés, para resaltar que el nuevo ideal ético está por encima del antiguo. Esta nueva ética (expresada principalmente en el Sermón del Monte, 5,1 -7,29), más difícil de cumplir que la mosaica, debe ser vista no desde la ley sino desde el evangelio. La dinámica del amor inspira, dirige y da sentido a la ley. • El «Nuevo Israel», la Iglesia, continúa el proceso histórico-salvífico. En este nuevo orden, la autoridad es imprescindible (5,22), carácter jerárquico de los apóstoles (18, 15-20), sobre todo de Pedro (16, 18-19). Este «nuevo Israel» debe extender el reino mesiánico por todo el mundo. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. Según las tesis fundamentales del Evangelio de Mateo, Jesús se presenta como nuevo Moisés (legislador). ¿Qué rasgos descubres en Mt 5,1-11 que indiquen que Jesús es el nuevo Moisés? 2. Lee y medita Mt 28,15-20. Recibe ese mandato como dicho a cada uno y al grupo. «Somos enviados a evangelizar.» ¿Dónde? ¿Cómo? ¿A quiénes? 3. Los cristianos que tú conoces, ¿tienen como referencia de su conducta las Bienaventuranzas o los Diez Mandamientos? 4. Haz un recuento de las veces que dice Jesús: «Habéis oído que se dijo a nuestros antepasados... Pero yo os digo...» (Mt 5-7).

C. La obra de Lucas Tradicionalmente se ha atribuido la autoría del tercer evangelio a Lucas, médico y colaborador de Pablo. Hoy día también se pone en tela de juicio esta afirmación, aunque se está de acuerdo en que es el mismo autor el del tercer evangelio y el de Hechos de los Apóstoles. En toda la obra se transparenta la atractiva personalidad y el alma delicada de su autor. Estilo complejo; de gran calidad cuando no depende de nadie, acepta incorrecciones que están en las fuentes. 143

Su plan sigue las grandes líneas de Mc, con algunas trasposiciones y omisiones. El autor conoce a Mc, la fuente Q y posiblemente a Mt. Se dirige a un público helénico, obsesionado por la idea de la salvación. Parecidas tesis teológicas que en Mc y Mt; la originalidad está en la finura. Es el evangelista de la ternura. Pretende infundir un nuevo impulso a la reflexión teológica, enmarcando los hechos de Jesús en el marco sociopolítico de su tiempo (1, 5; 2,1 -2; 3,1...). — Jesús, centro de la historia. Durante mucho tiempo se ha visto al Jesús de Lc como portavoz de los marginados, preocupado por los débiles. Hoy día se cree que este enfoque no capta en toda su profundidad la intención teológica de Lc. Actualmente se opina que el tercer Evangelio y Hechos son como dos partes de una misma historia de salvación, de la que Jesús es el eje central. Jesús introduce una nueva dinámica en esta historia de salvación: la hegemonía del amor, la comprensión y el perdón entre los hombres. Sólo así resulta posible la instauración del reino mesiánico anunciado por los profetas (que enlaza con la esperanza de salvación, tan extendida en el ambiente grecoromano). Lc presenta un Jesús sencillo, abierto a todos los que buscan la salvación. La respuesta del hombre debe consistir en fiarse de ese Jesús y seguir su programa de vida (es el Jesús menos exigente en normas). Sobre «Jesús, centro de la historia» se tratará más detenidamente en el tema 33, los Hechos de los Apóstoles. — El compromiso cristiano. Está muy clara en Lc la postura que debe adoptar el creyente. Debe ser, como la de Jesús, de servicio (14, 7-11; 17, 7-10) y de compromiso contra toda injusticia y opresión (18, 1-5; 20, 9-19; 16, 19-31; 18, 2425). El Jesús de Lc es el más decidido frente a la injusticia y exige a sus seguidores esa misma actitud. Sólo así se instaura el Reino. La denuncia de la opresión se convierte en servicio al hombre, que gime suspirando por un mundo de armonía, de paz y de felicidad. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. Lucas ve a Jesús como el centro de la historia de la salvación. ¿Cuáles son las manifestaciones concretas de esa salvación (de acuerdo al tema expuesto)? ¿Cómo y dónde se ve que Jesús salva? 2. Lucas continúa su Evangelio en los Hechos de los Apóstoles. ¿Nos consideramos continuadores de la obra salvadora de Jesús? ¿Creemos que la Iglesia es sacramento de salvación para el mundo de hoy? 3. Lee, medita y comenta Lc 14,7-11. Haz revisión de tu propia vida a la luz de este texto. Haz lo mismo con Lc 18, 1-8. ¿Continuamos el estilo de Jesús?

D. La obra de Juan Parte de la crítica moderna rechaza que el discípulo Juan sea el autor del cuarto evangelio; otros siguen defendiendo la tesis tradicional. La obra se escribió a principios del siglo II y, posiblemente, circuló primero de forma 144

abreviada y, más tarde, se le añadieron secciones por el llamado «redactor eclesial» (15,1-17,26; 21, 1-25). A pesar de ser tardío, entronca con la predicación o «kerigma» de los orígenes cristianos: proclamación de la mesianidad y divina filiación de Jesús, partiendo de las «señales» o «signos», para desarrollar la fe en Cristo y obtener así la vida eterna. Parece claro que no se escribió en Palestina, ya que traduce lugares geográficos muy conocidos allí. Tal vez se redactó para alguna comunidad judeocristiana de Egipto o Siria. El autor parece que está muy influido por una corriente de pensamiento, que coincide con los documentos esenios encontrados en Qumran: importancia del conocimiento; dualismo a base de antinomias (luz - tinieblas; verdad - mentira; ángel de luz - ángel de tinieblas); insistencia con perspectiva escatológica en la mística de la unidad y en la necesidad del amor fraterno... El evangelista proyecta sobre la figura de Jesús sus propias convicciones de fe: este Jesús aparece en vida como si ya estuviera glorificado, en una total identidad con el Padre (14, 10-11; 15, 23-24...), entregado a liberar al mundo de las tinieblas para instaurar el reino de la luz (dualismo antropológico-cósmico). Pretende poner de manifiesto que los hechos y palabras de Jesús son «signos», cuyo sentido no se comprendió hasta que Jesús fue glorificado. — Los signos de Jesús. Jn es el evangelista de los símbolos. Ya en el Antiguo Testamento se presentaban los prodigios más sorprendentes como signos de la asistencia de Yahvé a su pueblo. El signo invita a pensar en la cosa significada. Para Jn los portentos de Jesús no tienen como finalidad el socorrer necesidades o demostrar un poder taumatúrgico, sino que se realizan por Jesús para invitar a un cambio de vida o para mostrar un nuevo camino, una nueva vida, una luz que se convierte en fuente de vida. Su muerte será el signo supremo de que su vida fue un acto de entrega para lograr otra vida, vida en la que debe imperar la armonía y comprensión. Jn presenta un cristianismo-vida para minorías. Como afirma en 6, 66: «Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él». — El amor de Jesús. «Amó a los suyos hasta el extremo» (13,1). Jn pone el amor como centro neurálgico de su evangelio y de la comunidad cristiana (15, 13; 13,34). El conjunto de normas debe inspirarse en los criterios del amor. Para ser cristiano es preciso no tanto observar reglas y normas, cuanto esforzarse en el amor, de acuerdo al amor de Jesús, cuya vida fue un acto de entrega para liberar al hombre de las tinieblas del pecado. — Dimensión cultual y sacramental. Está mucho más presente que en los Sinópticos. La vida de Jesús se desarrolla en el marco de la vida litúrgica judía, en conexión con las principales fiestas y, a menudo, en el Templo. Él es el centro de la religión renovada «en espíritu y en verdad», que se expresa y actualiza por medio de los sacramentos. El misterio pascual cristiano, que sustituye a la Pascua antigua, penetra 145

todo el Evangelio. La vida de Jesús está concebida, pues, con referencia al misterio cristiano, vivido en el culto y en los sacramentos. — Jesús, Verbo encarnado del amor del Padre. Jesús es, para Jn, el Verbo hecho hombre, que ha venido a dar la vida a los hombres. El misterio de la Encarnación domina todo el pensamiento del Evangelio de Jn. Se expresa en lenguaje de misión y testimonio: Palabra (= Verbo) enviada a la tierra y que debe volver al Padre cuando se cumpla su misión; misión que consiste en revelar a los hombres los misterios divinos. Jesús es el testigo de lo que ha visto y oído junto al Padre. Acredita su misión mediante «señales» o «signos», que son manifestación incompleta y discreta de la gloria divina, en espera de la plena manifestación el Día de su Resurrección. Esta manifestación culmina y eclipsa todas las teofanías anteriores de Yahvé. La gloria del «Día de Yahvé» se cumple en el «Día de Jesús», especialmente en su «Hora». Esta misión del Hijo está ordenada a una obra de salvación; por eso es manifestación suprema del amor del Padre. — Escatología. Se aprecia en Jn la tendencia a actualizar e interiorizar la escatología de la Venida del Hijo del Hombre: Jesús vino ya en la encarnación; se ha manifestado elevado en la cruz y resucitado; el juicio se realiza en lo íntimo de los corazones y la «vida eterna» (= «Reino» en los Sinópticos) se posee ya desde ahora en la fe. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. Lee despacio y comenta con el grupo Jn 2,1-12. ¿Qué contenido teológico quiere expresar Juan a través de este signo? 2. Repasa el Evangelio de Juan y haz una lista de las veces que Jesús se autoproclama: «Yo soy...». 3. Haz una breve oración, a modo de letanía, invocando a Jesús con las definiciones relatadas en el punto anterior. Por ejemplo: Tú eres la luz del mundo, Tú iluminas mis tinieblas...

3. ORIENTACIONES CATEQUÉTICAS En un primer acercamiento a los Evangelios, como el presente, se saca la impresión de que los Sinópticos realizan con sus evangelios una labor teológico-catequética para sus comunidades, mientras Jn se mueve en la línea de la reflexión puramente teológica. El evangelio es un proceso que nace con Jesús, se reorienta con su resurrección y es impulsado por el Espíritu en la vida concreta de aquellas comunidades. Los evangelios están abiertos al futuro, porque, anterior a los evangelios escritos, es el Evangelio, Buena Noticia del Reino anunciada por Jesús que continúa viva en el anuncio de la Iglesia y de cada creyente. Los evangelistas viven y escriben condicionados por la situación cultural de su época. Trasmiten un mensaje liberador, dirigido a todos los que ansiaban proseguir la obra de 146

Jesús de Nazaret. No se escribieron pensando sólo en la salvación espiritual del hombre, ya que existe sólo la salvación integral. Por eso los evangelios, siendo portavoces de mensaje salvífico, abarcan toda la esfera de los individuos, que no sólo gimen ante la angustia existencial, sino que suspiran también por vivir de acuerdo con las mínimas exigencias del hombre. Por eso, ni se puede entender el contenido de los evangelios desconectados de su entorno que les hizo nacer, ni su mensaje será de vida para el hombre de cualquier época si no implica a todo el hombre y a la realidad concreta en la que vive o malvive. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. ¿Cuál de los cuatro Evangelios te resulta más atractivo? ¿Por qué? 2. Los Evangelios se redactaron como una catequesis para las comunidades cristianas y se convirtieron en su norma de vida. ¿Qué te sugiere esto para la vida de la Iglesia y de nuestra comunidad? 3. El Evangelio es «buena noticia» de salvación para los hombres, comenzando por los más necesitados. ¿Se ha visto y vivido así el Evangelio? ¿De qué salvación se ha hablado exclusivamente? ¿Para quién somos «buena noticia»? 4. Hay una oración de nuestro tiempo que pide: «Enséñanos a leer sinceramente el Evangelio de Jesús y a traducirlo en la vida con todas sus revolucionarias consecuencias, en el espíritu radical de las Bienaventuranzas...» (Casaldáliga). San Francisco de Asís hizo del Evangelio, tomado al pie de la letra, su norma de vida. ¿Qué ocurriría en la Iglesia, en nosotros y en el mundo si los cristianos nos decidiéramos a vivir el Evangelio?

PARA ORAR, REFLEXIONAR Y CANTAR 1. Evangelio es decir amigo, es decir, hermano. Evangelio es darte tiempo, es darte mi mano. Evangelio es mirarte a los ojos, es reír contigo, es compartir tu pena, es llevarte a Cristo. 2. Evangelio es llevar la paz siempre contigo. Evangelio es amar de balde hasta caer rendido. Evangelio es decir «te amo» a tu enemigo. Abandonar tu vida en manos de Cristo. 3. Evangelio es vivir como un pobre que todo lo espera. Evangelio es mirar al cielo con ojos de niño. Evangelio es dar gracias al Padre al nacer el día y continuar cantando haciendo camino. 4. Evangelio es sembrar libertad, es vivir unidos. Es llevar la esperanza a un mundo que llora perdido. Evangelio es romper cadenas, es abrir sepulcros. No lo busques muerto, que está entre los vivos. (26) 147

Un quinto Evangelio ¿Jesús no da más de sí? No. Pero no podemos transmitir nuestra fe como se trasmiten las viejas fotos familiares amarillentas por el tiempo, o una libreta de la caja de ahorros empobrecida por los derechos de sucesión. No trasmitimos nuestra fe como se trasmite un libro, un «bagaje» de conocimientos, de palabras... Trasmitimos lo que vivimos. La vida nunca se pierde, siempre es fecunda, aunque sus caminos sean a veces subterráneos. ¿Pero es cierto que trasmitimos? El niño recibe la vida, pero pronto su personalidad se afirma, se hace original. Si queremos que los jóvenes tengan la fe «como nosotros», ¿no es por la preocupación de pro—longarnos, de rechazar la muerte, de fijar el porvenir? Transmitir la fe, es una fórmula ambigua. Lo importante, lo esencial es que los hombres de mañana vivan en la fe, a su propia manera. A Dios no le gusta repetirse. En cada edad histórica, en cada constelación humana, suscita en el individuo, lo que Pouget llamaba «un quinto evangelio», el de la vida en el seguimiento de Jesús. Igual que en épocas pasadas, el futuro verá nacer en contextos nuevos un nuevo evangelio. Será tanto más asombroso cuanto que surgirá en un mundo completamente diferente del que Jesús conoció. Para reinventar el evangelio hoy, bajo el peso de los condicionamientos que aplastan a los hombres de nuestra sociedad, se precisa mucha audacia. ¿Quién desea caminar hacia la inmensidad del destino del hombre, más inaccesible que las órbitas de los satélites? Aquel a quien el Padre «atraiga»... (27)

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_________ FICHA n. 21 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 22 JESÚS DE NAZARET 1. JESÚS, PERSONAJE HISTÓRICO Jesús de Nazaret: judío de Galilea que actuó proclamando un mensaje de paz y denunció situaciones injustas y opresoras. Judío comprometido con la situación sociopolítica de su tiempo, como otros judíos que encabezaron movimientos en favor de los oprimidos. Se apoyó en el ideal mesiánico, ya que el pueblo tenía en la religiosidad su única esperanza de liberación. Si no hay documentos históricos sobre Jesús, es porque fue uno más entre los judíos comprometidos. Sin embargo, los datos que aportan los evangelios sobre la actuación de Jesús y su época coinciden con lo relatado por el historiador judeo-romano Flavio Josefo, años antes de la rebelión antirromana. — Jesús, galileo. Los galileos vivían a su aire la religiosidad hebrea, apartados (y despreciados) de Jerusalén. Frecuentemente se caracterizaban por su fanatismo. Soportaban el mayor peso de los impuestos, frente a la casi exención de la aristocracia de Jerusalén (tenida por colaboracionista con Roma). El ambiente galileo vibraba ante todo mensaje que hablara de acabar con la opresión. Según la tradición sinóptica, Jesús se limitó a predicar en Galilea y sólo subió a Jerusalén para culminar su misión. — Jesús, profeta. Se mantiene siempre en la línea profética proclamando la instauración del reino mesiánico. Pero este reino no se instaurará mediante una revolución política. Para recobrar la libertad es preciso adecuarse a la doctrina profética que va en contra de la colaboración con el opresor y de toda opresión. Colaboración interesada porque garantizaba el mantenimiento de privilegios. Jesús chocó con los intereses grupales de la clase dominante religiosa, más que con la política.

2. JESÚS, PERSONAJE EVANGÉLICO — La «cristianización» del Jesús histórico. Jesús nunca fue cristiano. El cristianismo surge después de su muerte y de su resurrección. Jesús es un judío, que vive el ambiente judío y practica la religiosidad judía, que en los evangelios queda «deformado» al proyectar sobre su persona la luz que fluye de la fe pascual de la Comunidad. Los evangelistas, que no tuvieron pretensiones históricas, resaltan los aspectos del Jesús histórico que pueden ayudar más a su comunidad, pero no 151

inventan ni su persona ni su mensaje. Para recuperar la identidad de Jesús de Nazaret habrá que dar un salto y, por así decir, mirarlo en su época y en su entorno, cuando había «discípulos», pero no «cristianos». — La «divinización» de Jesús. La profesión de fe en la divinidad de Jesús precede a la redacción de los evangelios. Estos presentan, después, una imagen divinizada del Jesús histórico. Imagen bastante diferente a la que Jesús mostró en su vida y en su actuación. — Jesús, el Dios-hombre. Es el misterio central de la encarnación. Los evangelistas se creen obligados a buscar una justificación: Juan esboza la tesis de la preexistencia; los sinópticos, la concepción virginal. — Jesús, el hombre-Dios. Hoy día se va avanzando en este enfoque resurreccionista de nuestra religión. Ya no se apoya tanto nuestra fe en la sangre derramada en la cruz, sino en la fuerza del resucitado. Este enfoque subraya la dimensión humana de Jesús, ya que sólo puede resucitar en cuanto hombre, porque en cuanto hombre murió. La novedad del cristianismo consiste en proclamar la humanización de Dios. — Jesús, el nuevo rostro de Dios. Siempre ha sido peligroso dar una visión unilateral de Jesús. Si se exagera lo humano, se cae en el racionalismo; si es lo divino, en el fideísmo. Si Jesús es el nuevo rostro de Dios, la auténtica liberación del hombre comienza con su proceso de humanización, a nivel personal y estructural: cuanto más humano se haga un individuo y más humana una sociedad, se acerca su liberación. Con excesiva frecuencia se ha pensado y trabajado sólo en lo «divino». Hay que remontarse al plano de la transcendencia sólo después de haber profundizado en el plano de las realidades humanas. Con gran acierto, González Faus apunta lo siguiente: «Karl Rahner ha dicho en más de una ocasión que en las cabezas de casi todos los cristianos existía una especie de ‘monofisismo latente’. Esto quiere decir que la mayoría de los cristianos, allá en el fondo de su corazón, no llegan a concebir a Jesús como un hombre auténtico. Le atribuyen quizás un auténtico cuerpo de hombre, pero no una auténtica psicología y una auténtica vida de hombre. Yo me he encontrado bastantes veces con gente que, después de escucharme, me dice con cierto gozo, pero también con cierto miedo: ‘ése es un Jesús muy humano’. Y lo dicen con cierto temor, como si el ser ‘muy humano’ implicase necesariamente que era ‘poco’ o ‘menos’ divino. ¿Ven? Pues eso es exactamente monofisismo: creer que Jesús, para ser verdadero Dios, tenía que ser un poco o mucho menos hombre de lo que somos nosotros y, por tanto, creer que Dios sólo puede ser totalmente Dios a costa de que el hombre sea menos hombre» (Acceso a Jesús. Ensayo de Teología narrativa, Sígueme, p.13). PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. ¿Cuál es tu imagen preferida de Jesús? ¿Crucificado, resucitado, cercano al que sufre, orante, empuñando el látigo, acogiendo a los niños...? ¿Como hombre? ¿Como Dios? Piensa. ¿Por qué prefieres ver así a Jesús?

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2. Cuando le hablas, ¿qué nombre le das? ¿Jesús? ¿Señor? ¿Jesucristo? 3. ¿Qué consecuencias se siguen de ver a Jesús como hombre o como Dios? 4. Podríamos hacer entre todos un «credo» en Jesús. Prepara tú un pequeño «credo» para compartirlo con el grupo.

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PARA ORAR Así: te necesito de carne y hueso. Te atisba el alma en el ciclón de estrellas, tumulto y sinfonía de los cielos; y, a zaga del arcano de la vida, perfora el caos y sojuzga el tiempo, y da contigo, Padre de las causas, Motor primero. Mas el frío conturba en los abismos, y en los días de Dios amaga el vértigo. ¡Y un fuego vivo necesita el alma y un asidero! Hombre quisiste hacerme, no desnuda inmaterialidad de pensamiento. Soy una encarnación diminutiva; el arte, resplandor que toma cuerpo: la palabra es la carne de la idea: ¡encarnación es todo el universo! ¡Y el que puso esta ley en nuestra nada hizo carne su verbo! Así: tangible, humano, fraterno. Ungir tus pies, que buscan mi camino, sentir tus manos en mis ojos ciegos, hundirme, como Juan, en tu regazo, y —Judas sin traición— darte mi beso. Carne soy, y de carne te quiero. ¡Caridad que viniste a mi indigencia, qué bien sabes hablar en mi dialecto! Así, sufriente, corporal, amigo, ¡cómo te entiendo! ¡Dulce locura de misericordia: los dos de carne y hueso! Himno de la Liturgia de las Horas

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_________ FICHA n. 22 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 23 ¡CRISTO HA RESUCITADO! La Resurrección de Cristo es la piedra angular de la fe cristiana. «Si Cristo no resucitó, vana es vuestra fe» (1Co 15,17).

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1. FE Y EXPERIENCIA PASCUAL El cristianismo surge cuando la fuerza del Resucitado penetra en un grupo de discípulos decepcionados y les convierte en hombres ilusionados, dispuestos a dar la vida por la causa de Cristo. Son los mismos Discípulos quienes justifican su cambio: la fuerza vital de Cristo Resucitado les llena a rebosar. La resurrección de Jesús nunca es presentada como la reanimación de un cadáver (que volvería así a la misma vida de antes), sino como la experiencia de la vida que a Jesús le corresponde junto a Dios. Vive ya una existencia nueva, escatológica (en el sentido más pleno de la palabra). Y esa existencia nueva de Jesús resucitado constituye, para quienes creen en él, una especie de «verificación en promesa» de que Dios hace suyos los valores que presenta la historia concreta de Jesús. Desde el primer momento, la primitiva Comunidad de creyentes vio la Resurrección más que como una esperanza de futuro (visión de los fariseos), como una realidad de presente, porque Jesús ha convertido la resurrección en una palpitante realidad. A este resurreccionismo se llegó no tanto por una reflexión religiosa, cuanto por una experiencia vivencial. ¡Jesús sigue vivo! La resurrección ya no es una esperanza, sino la razón de vivir. El Acontecimiento de la resurrección de Jesús, experimentada desde la fe, es lo que transforma la existencia de los Discípulos. La experiencia del Jesús resucitado, el encuentro con él, la cercanía de su presencia... es lo que les transforma: pierden el miedo, se lanzan a predicar, dan testimonio. Llegan al convencimiento de que los nuevos tiempos ya han comenzado; que la vida plena no pertenece al futuro, sino que es presente: presente en Jesús y, en él, garantizada ya para todos. Esta experiencia Pascual es experiencia del Espíritu. Experimentan al Espíritu presente en medio de la Comunidad, transformándolos, «convirtiéndolos» en hombres nuevos: en su manera de ser y de pensar, en sus actitudes, en sus valores y horizontes. Se sienten perdonados y convertidos (el perdón y la conversión van siempre unidos) y aceptan los valores del reino predicado por Jesús, reino de los pobres y sencillos, frente a sus pretensiones anteriores de poder y grandeza (Mt 20, 20-28; Hch 2, 22-41). Los primeros cristianos sólo exigían a quienes querían acompañarles que aceptasen que Dios había resucitado a Jesús y seguía vivo. Pero esta aceptación no era teórica, sino que exigía un compromiso de vida. Profesaban públicamente que la muerte había sido vencida por la vida; se comprometían a extirpar de su existencia todo lo que sonara a muerte (egoísmo, envidia, celos, avaricia, lujuria...) y a explotar sólo los valores que fluyen de la vida (entrega, generosidad, servicio, ayuda, amor, diálogo...), tal como Jesús ofrecía a sus seguidores. Así compartían ya la vida del Resucitado; experimentaban en el «más acá» el encanto del «más allá». El «futuro reino mesiánico» se había hecho ya presente. Jesús había 157

convertido en realidad lo que el pueblo hebreo siempre alimentó como ilusión. El cristiano compartía la vida del Resucitado tanto a nivel particular como comunitario, integrado en la comunidad.

2. LA RESURRECCIÓN, PASCUA (= PASO) DE LA MUERTE A LA VIDA — Israel nace en el Éxodo. No es Israel quien se salva de la opresión, sino Dios quien le ha salvado y le ha creado como pueblo. Y se entabla el diálogo entre Dios y el Pueblo, diálogo de amor, tiempo de noviazgo en el que el pueblo vive únicamente de la Palabra de Dios (Os 2,16). Los relatos del Éxodo permiten a Israel descifrar su propia historia y gracias a los Profetas descubrir la promesa de liberación plena. La religión de Israel será la religión de la promesa que culminará al final de los tiempos. — La Resurrección de Cristo realiza de manera anticipada la promesa de Dios. La Resurrección no es un acontecimiento que cierra, cumpliendo la profecía, sino un acontecimiento que abre, ya que refuerza la promesa confirmándola. «La espera del cristiano se realiza únicamente con Cristo, que ya vino, pero espera de él algo nuevo que todavía no se ha realizado: espera la realización en todo de la prometida justicia de Dios, la realización de la resurrección de los muertos prometida en su resurrección, la realización del señorío de Cristo sobre todas las cosas, prometida en su elevación gloriosa» (Moltmann). Jesús vive lo que Dios había prometido para el final de los tiempos. En su resurrección tenemos ante nuestros ojos, hecho realidad, el acontecimiento del fin. En el resucitado contemplamos el término hacia el que caminamos, todo el sentido de nuestra existencia de hombres, personal y colectiva. Su resurrección constituye la anticipación de la nuestra, aunque todo quede aún por hacer. Y esa espera nos empuja a trabajar para que la promesa se realice. Si tomamos en serio la resurrección de Cristo, nuestra esperanza es, al mismo tiempo, exigencia de transformación histórica de la vida; urgencia de combatir el presente para hacer presente el futuro, ya que el cristiano debe ser testigo de la promesa de salvación que supone no solamente la salvación del alma (consuelo exclusivo de almas angustiadas), sino además y sobre todo la realización de una esperanza escatológica de justicia, de humanización del hombre, de socialización de la humanidad, de paz en toda la creación (Cl. Geffre). Por su resurrección, Jesús es constituido señor sobre el mundo entero. Y lo es efectivamente por su Espíritu. Mediante su Espíritu, el Señor prolonga en el presente de la Iglesia el hecho histórico del pasado, su muerte-resurrección, reviviendo constantemente su eficacia salvadora. Esta acción del Espíritu se concreta particularmente en dos aspectos de la vida eclesial: dando vida a la palabra del que anuncia el evangelio (dotándole de eficacia y logrando así que la proclamación de la 158

resurrección alcance a todos los hombres) y, en segundo lugar, haciendo el Espíritu suya la palabra del celebrante en el corazón de la Eucaristía, para que, gracias al memorial del misterio pascual, éste pueda estar presente efectivamente y saquen provecho de él todos los que participan. La resurrección no es «historia pasada», sino acontecimiento siempre posible y siempre real en nosotros, en el mundo y en la historia. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. En la experiencia personal de los apóstoles hay un «acontecimiento» que cambia el sentido de sus vidas. ¿Qué acontecimiento está cambiando el sentido de la tuya? 2. Frecuentemente hemos unido la idea de conversión a los tiempos de Adviento y Cuaresma. ¿Cómo entiendes ahora la conversión después de haber descubierto el sentido de la Resurrección de Jesús? ¿De qué manera puede repercutir en tu vida? 3. El haber captado el sentido de la Resurrección de Jesús hizo de los apóstoles «hombres nuevos», cambió la perspectiva de sus vidas. ¿Cuál crees que va a ser el cambio radical en tu vida como exigencia de la resurrección?

PARA ORAR, REFLEXIONAR Y CANTAR Cristo, alegría del mundo, resplandor de la gloria del Padre. ¡Bendita la mañana que anuncia tu esplendor al universo! En el día primero, tu resurrección alegraba el corazón del Padre. En el día primero, vio que todas las cosas eran buenas porque participaban de tu gloria. La mañana celebra tu resurrección y se alegra con claridad de Pascua. Se levanta la tierra como un joven discípulo en tu busca, sabiendo que el sepulcro está vacío. En la clara mañana, tu sagrada luz se difunde 159

como una gracia nueva. Que nosotros vivamos como hijos de luz y no pequemos contra la claridad de tu presencia. Himno de la Liturgia de las Horas

Vivir la experiencia pascual ha de ser para nosotros acoger el Espíritu vivificador del Resucitado, escuchar sus palabras, que son «espíritu y vida» (Jn 6,63), y experimentar en nosotros la fuerza que Cristo posee de «resucitar lo muerto». Entramos en la dinámica de la resurrección cuando, enraizados en Cristo, vamos liberando en nosotros las fuerzas de la vida, luchando contra todo lo que nos deshumaniza, nos bloquea y nos mata como hombres y como creyentes. Vivir la dinámica de la resurrección es vivir creciendo. Acrecentando nuestra capacidad creativa, intensificando nuestro amor, generando vida, estimulando todas nuestras posibilidades, abriéndonos con confianza al futuro, orientando nuestra existencia por los caminos de la entrega generosa, el amor fecundo, la solidaridad generadora de justicia. Se trata de entender y vivir la existencia cristiana como un «proceso de resurrección», superando cobardías, perezas, desgastes y cansancios que nos podrían encerrar en la muerte, instalándonos en un egoísmo estéril y decadente, una utilización parasitaria de los otros o una indiferencia y apatía total ante la vida. La adhesión a Cristo resucitado introduce una dinámica de crecimiento en la vida cristiana. Las cartas deuteropaulinas insisten en este crecimiento dentro de la existencia cristiana. La Carta a los Efesios lo resume así: «Siendo sinceros en el amor, crezcamos en todo hacia Aquel que es la Cabeza, Cristo» (Ef 4,15). No se trata solamente del crecimiento individual del creyente, sino del crecimiento de toda la Iglesia, «el crecimiento del Cuerpo para su edificación en el amor» (Ef 4,16). Así lo afirma también la Carta a los Colosenses: «Unidos a la Cabeza, de la cual todo el Cuerpo... recibe nutrición y cohesión, para realizar su crecimiento en Dios» (Col 2,19). Este crecimiento no consiste en un incremento en número, extensión, poder, sabiduría, prestigio. Se trata de «revestirse del Hombre Nuevo, creado según Dios en la justicia y santidad de la Verdad» (Ef 4,24). «Revestirse del Kyrios Jesucristo» (Rm 13,14). Crecer en el Resucitado. Constantemente repetimos que el «tener» va sustituyendo al «ser» en la experiencia cotidiana del hombre contemporáneo, pero tal vez no advertimos hasta qué punto esta «neurosis de posesión» está impidiendo hoy el crecimiento de las personas, el 160

crecimiento de la vida, del amor y la amistad, de la autenticidad, de la ternura y la solidaridad. La «filosofía del tener» ha penetrado tan profundamente en nosotros que está incluso deformando sustancialmente la vida de fe de bastantes cristianos. Hay creyentes que entienden la fe como algo que se tiene. Unos la poseen y otros no. Felizmente, ellos están en posesión de la verdadera religión. Todo se reduce ahora a «conservar la fe» sometiéndose a la autoridad de la Iglesia. Pero, cuando la fe se entiende como «un depósito de verdades» que hay que asegurar y conservar, es difícil vivir aquella dinámica de crecimiento que Jesús promete para el tiempo pascual: «Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa» (Jn 16,13). Lo más sencillo es instalarse interiormente. Entender la fe como algo ya poseído de una vez para siempre y sentirse dispensado de irse abriendo día a día al misterio de Dios. De la misma manera, cuando la moral se reduce a «conservar las buenas costumbres», cuando las comunidades cristianas poseen ya un estilo hecho e inamovible, cuando las parroquias funcionan «por cursos» y cada año se vuelve a repetir invariablemente lo del curso anterior, sin enriquecer la experiencia cristiana al ritmo de cada día, cuando se entiende el ministerio pastoral como una posesión o beneficio, entonces hemos de decir que nos falta esa dinámica de crecimiento que implica la vida pascual. La experiencia pascual que tal vez necesitamos consiste precisamente en descubrir que la fe no es simplemente algo que se posee, sino una vida que crece en nosotros; que la moral cristiana no se reduce a cumplir unos preceptos, sino que es seguimiento fiel de Cristo y expansión de toda nuestra persona habitada por el Espíritu del Señor. Vivimos la experiencia pascual cuando pasamos, de «tener fe», a dejarnos transformar por la presencia vivificadora del Resucitado. (28)

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_________ FICHA n. 23 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 24 ORÍGENES DE JESÚS. LOS RELATOS DE LA INFANCIA Hasta fechas recientes, los llamados «evangelios de la infancia» (Mt 1-2; Lc 1-2) se han entendido como sendas introducciones a los respectivos evangelios y se han leído como si se tratase simplemente de un conjunto de relatos biográficos sobre los primeros años de Jesús. Desde hace medio siglo, los exegetas coinciden en atribuirles un gran contenido teológico, semejante en pretensión al profundo y elaborado prólogo de Juan y al título de Marcos («Comienzo del evangelio de Jesús, Cristo, Hijo de Dios»), aunque Mateo y Lucas utilicen diferente género literario. Los cuatro evangelistas pretenden presentar al Hijo de Dios, hecho hombre, en quien creen después de que ha resucitado y a quien siguen sus respectivas Comunidades. Los evangelios de la infancia, como la totalidad del evangelio de Juan, sólo usan la «narración» con fines teológicos. Estas «presentaciones» se entienden sólo desde el resto de cada evangelio y, además, aportan ya las claves teológicas para comprender todo el contenido posterior. No sirve, como método, entremezclar los datos aportados por Mateo y Lucas y crear así una especie de «super-relato» de la infancia. Hay datos imposibles de armonizar, ya que cada uno de los dos evangelistas se rige por intenciones teológicas personales y utiliza criterios diferentes, aunque ambos pretendan exponer una tesis general semejante: «Jesús viene de Dios». (A pesar de lo afirmado, generalmente mezclamos los relatos de cada evangelista y hasta añadimos nuevos datos de origen popular. Por eso, no es extraño ver el desengaño y hasta escándalo de gentes piadosas cuando comprueban que en los relatos evangélicos no existe ni mula ni buey, que los Magos no son ni tres ni reyes y que los pastores no van a adorar a nadie.) La crítica actual pretende conocer el objetivo concreto que persigue tanto Mateo como Lucas, analiza el género literario utilizado, compara estos relatos con los relatos de infancia del judaísmo antiguo y los encuadra en el complejo marco teológico de cada Evangelio. Por todo esto, se estudian por separado la visión de Mateo y la de Lucas.

1. ORÍGENES DE JESÚS SEGÚN MATEO El prólogo del Evangelio de Mateo está formado por tres bloques, de forma literaria diferente: — una genealogía; 163

— un relato de anunciación a José; — un relato de tipo aggádico (en Jesús se repite la historia «ejemplar» de Moisés) que abarca: persecución de Herodes, magos, huida a Egipto, exterminio de los inocentes e instalación en Nazaret. Mateo se propone contestar a dos preguntas fundamentales: ¿Quién es Jesús y de dónde es? La Genealogía responde a la primera: hijo de Abrahán, hijo de David, Salvador y Emmanuel. El resto responde a la segunda. Mateo parte del supuesto teológico de que Jesús es el Mesías vaticinado por los profetas y en cada escena de Jesús-niño ve cumplido algún oráculo del AT. Desde el principio (y a lo largo de todo su evangelio) insistirá en afirmar su condición divina de Mesías enviado para la salvación universal. Encuadre muy personal: José es el protagonista (María queda en un segundo plano); no parece que se afirme que Nazaret sea la patria de José y María; aureola de prodigios donde se manifiesta la mano providente de Dios... Se advierte poco interés por la precisión histórica (ya que su preocupación primera no es contar los hechos que ocurrieron) y, por el contrario, se advierte que pone gran énfasis en desarrollar dos ideas cristológicas fundamentales para su comunidad cristiana: Jesús es Hijo de Dios y Jesús es descendiente de David. a) Jesús, el Hijo de Dios La comunidad primitiva se preguntaba ¿cómo fue concebido Jesús y cómo fue su nacimiento si Jesús era la presencia de Dios encarnado? Mateo responde con la verdad teológica de «la concepción virginal de Jesús»: concebido en el seno de María sin intervención de varón, al que suplió la fuerza del espíritu divino. No se describe cómo ocurrió, de hecho, tal concepción. Esta tesis cristológica no admite réplica para quien confiesa la divinidad de Jesús. Mateo afirma que José comenzó a vivir con María desde que el ángel así se lo ordenó y que ambos se abstuvieron de todo encuentro sexual hasta que el Niño nació (1,25). ¿Y después? Mateo nada dice al respecto, ya que sólo se limita a describir el proceso generacional de Jesús. La teología protestante, apoyándose sólo en textos bíblicos, niega que María permaneciera virgen después del parto y considera como hijos suyos a los «hermanos de Jesús», citados en el Evangelio. La teología católica ha convertido en doctrina de fe la perpetua continencia de María. El nacimiento de Jesús da cumplimiento al vaticinio de Isaías que alude a la gestación del Emmanuel en el seno de una doncella, que será interpretado como de una virgen. «Sin embargo, cuantas especulaciones se han hecho sobre un nacimiento virginal de Jesús no se ajustan en absoluto a la economía del relato mateano. Este deja bien sentado que su concepción se llevó a cabo de un modo virginal. Mas, en lo que concierne al nacimiento en sí, el evangelista lo supone ajustado a las leyes biológicas. Y es que para él, toda la fuerza del misterio debe vincularse con la concepción y no con el nacimiento» (A. Salas). 164

b) Jesús, descendiente de David Mateo 2 sitúa a Jesús en el espacio y en el tiempo: es de Belén y de Nazaret. Además cita otros lugares, como Jerusalén, Egipto, Roma, aludidos en las cuatro profecías que cita el evangelista. Pretende justificar cómo Jesús, aun naciendo en Belén por ser descendiente de David, termina instalándose en Nazaret, ya que así lo había vaticinado el profetismo bíblico (2,23). Mateo sitúa a Jesús en tiempo de Herodes el Grande y en el de su hijo Arquelao. Jesús habría nacido, por tanto, unos siete años antes del inicio de nuestra era según nuestro calendario actual (ya que se produjo un error de cálculo en el cambio de calendario, por obra de Dionisio el Exiguo, en el siglo VI). La principal preocupación de Mateo es presentar a Jesús como descendiente de David: el Mesías davídico libertador del pueblo, pero no sólo de Israel, sino del universo entero. Todo el evangelio de Mateo respira universalismo soteriológico como tesis teológica más acentuada. Jesús abre ya desde Belén su salvación hacia toda la humanidad (relato de los magos) y Mateo presenta a Jesús como el definitivo Libertador, tomando como ejemplo los elementos didácticos que le brinda la infancia de Moisés. Emplea el género midrásico que consiste en presentar una gesta de un héroe del presente con los elementos de otra gesta de otro héroe del pasado. La correspondencia de situaciones, en ambos personajes, es ésta: MOISÉS — El faraón se entera por los magos de que ha nacido el futuro libertador de los hebreos. — Teme el faraón y con él todos los habitantes de Egipto. — El faraón ordena matar a todos los niños hebreos menores de dos años. — Se ejecuta la orden. — Moisés se libra de forma providencial (cesta en el Nilo). — Moisés, después, tiene que huir de Egipto para evitar que le maten. — Muerto el faraón, el ángel ordena a Moisés: «regresa a Egipto pues han muerto los que buscaban tu vida». — La acción termina: «Tomó Moisés a su

JESÚS — Herodes, nuevo faraón, se entera por los magos de que acaba de nacer el nuevo libertador (rey de los judíos). — Teme Herodes y con él todo Jerusalén. — Herodes ordena matar a todos los niños de Belén menores de dos años. — Se ejecuta la orden. — Jesús se libra de forma providencial (aviso del ángel y huida a Egipto). — Jesús tiene que huir a Egipto para evitar que le maten. — Muerto Herodes, el ángel ordena a José: «regresa al país de Israel, pues han muerto los que buscaban la vida del niño». — La acción termina: «Tomó José al

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mujer y a su hijo, y regresó».

niño y a su madre y regresó».

Aprovechando el patrón literario de la infancia de Moisés, Mateo presenta a Jesús como la superación del más grande libertador hebreo, abriéndose al mundo pagano (ya que se sirve de los magos como de hilo conductor de toda la historia). Dios providente le salva de todas las pruebas y, a la vez, envía su estrella para que guíe a los gentiles hasta Jesús (llegará al Jesús de Belén, pero antes habrá pasado por Jerusalén = judaísmo que la rechaza). Esta es la tesis teológica de Mateo: Jesús, aun siendo descendiente de David, reivindica un mesianismo universal (continuidad y superación). El cristiano sólo debe cumplir el requisito de dejarse guiar por la luz de la fe. En conclusión: — Mateo precisa claramente el origen divino de Jesús. — Convierte la infancia de Jesús en modelo ejemplar donde la comunidad cristiana admira la grandeza de su libertador y debe depurar sus actitudes. — El cristianismo es una religión abierta a toda la humanidad. — El gran pecado del pueblo judío fue rechazar a Jesús. — El cristiano debe dejarse guiar por la luz de la fe que afirma la filiación divina de Jesús, mediante su concepción virginal. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO Interrogantes que plantea el relato bíblico: 1. ¿Cuál es para nosotros hoy el sentido profundo de la encarnación de Jesús? 2. ¿Qué significa que el cristiano tenga que «encarnarse», hacerse hombre? ¿Tendrá esto alguna repercusión en el estilo de vida de los cristianos y de la Iglesia? 3. ¿Cómo habrá que presentar en las catequesis y en las homilías el hecho de que Jesús se ha hecho hombre? En Navidad se le cantan villancicos al Niño Jesús. ¿Habrá que rectificar este lenguaje?

2. ORÍGENES DE JESÚS SEGÚN LUCAS El prólogo cristológico de Lc 1-2 no puede separarse del conjunto de su evangelio. En toda la obra nos encontramos con la misma mano, el mismo estilo y los mismos temas. Lc 1-2 es una auténtica confesión de fe, cuya fundamentación y fuerza se encuentran en el acontecimiento pascual que ilumina los comienzos de la vida de Jesús. Lc 1-2 está escrito a la luz de la Resurrección. — Descripción menos fantástica que Mateo, con un enfoque más sobrio que evita los elementos portentosos. — Presenta las actuaciones de Jesús como modélicas para la comunidad cristiana, en vez 166

de ver cumplidas en ellas (como insistentemente lo hace Mateo) los vaticinios proféticos. — Afirmación, muchas veces repetida, de que Jesús es el salvador de la humanidad doliente, que libera de la fuerza del mal. — Destaca el protagonismo de María (José queda en un segundo plano). Es María quien contacta con los emisarios divinos y quien toma las decisiones. Lucas utiliza el procedimiento literario del «paralelismo» (de moda en el mundo helenístico de la época), que consiste en presentar, en forma de antítesis comparativa, situaciones similares de dos héroes de la misma época. Lucas pone en paralelo a Juan el Bautista y a Jesús. De esta forma, afirma la continuidad entre la persona y acción del Bautista y la de Jesús y, especialmente, la superioridad de este último. Desde Juan, por comparación, se entiende mejor la figura de Jesús. Los siguientes momentos se presentan en paralelo: BAUTISTA — El ángel Gabriel anuncia al padre el nacimiento del futuro héroe, por intervención excepcional de Dios.

JESÚS — El ángel Gabriel anuncia a la madre el nacimiento del futuro héroe, fruto de una intervención singular de Dios. — Nacimiento, circuncisión e imposición — Nacimiento, circuncisión e imposición del nombre, acompañados de signos del nombre, acompañados de portentosos. prodigios. — Importancia del Bautista en el proceso — Importancia de Jesús en el proceso salvífico, como atestigua la profecía salvífico, como atestiguan las de Zacarías. profecías de Simeón y Ana. — Indicaciones concretas sobre la forma — Indicaciones concretas sobre el de crecer de Juan. crecimiento de Jesús. — Encuentro de la madre de Jesús con la madre del Bautista, donde se resalta la supremacía de Jesús. Tanto Juan como Jesús provienen de los grupos llamados «movimientos bautistas» (movimiento de resurgir religioso con tendencia escatológica que predica la conversión, el perdón de los pecados y la llegada de la salvación, cuyo signo es el bautismo en aguas vivas). Juan bautizará a Jesús, pero Jesús estará por encima de Juan: frente al anuncio de Juan de que el reino está próximo, Jesús proclama que el reino ya está presente en su misma persona. Entre los dos personajes hay continuidad y ruptura. Lucas no pretende devaluar la figura y función de Juan, sino que lo integra en la misión de Jesús al convertirlo en precursor de Jesús, el único Mesías pascual. Todo el relato de Lucas pretende precisamente esto: valorar el Bautista, pero únicamente de cara a la figura y misión de Jesús. El Bautista sin Jesús carecería de sentido. 167

— Los anuncios de nacimiento de Juan y de Jesús. Lucas utiliza el esquema de relatos de anunciación del texto bíblico y de las tradiciones judías (Isaac, Gedeón, Sansón, Samuel...). Se insiste particularmente en el tema del nombre y de la misión. Estos son sus elementos: 1. Situación de los personajes. 2. Aparición del ángel. 3. Miedo - asombro. 4. Anuncio del nacimiento, mención del nombre y de la misión (todo esto previsto por Dios). 5. Pregunta que plantea una dificultad y petición respetuosa de una señal. 6. Se concede el signo. 7. Ejecución del signo y realización de lo anunciado. Lucas difiere de Mateo en que el anuncio se hace a María y no a José. Además, Mateo quiere mostrar cómo, estando ya María encinta del Espíritu, Dios consigue que José acepte su función paterna que asegura a Jesús su filiación davídica. Lucas, por el contrario, muestra cómo Dios, a pesar de que María estaba ya dada a José, hizo que ésta se decidiera a aceptar ser la madre del Hijo de Dios. Así, es de enorme transcendencia el «hágase de acuerdo a los planes de Dios». María se entrega incondicionalmente al plan de Dios. Se fió de Dios, sin medir ni conocer sus consecuencias. Aquí reside el gran protagonismo de María en Lucas. Este evangelista da más detalles que Mateo sobre la concepción virginal de Jesús y proclama su fe, como Mateo, en la divinidad y origen divino de Jesús. — Visita de María a Isabel. Es el relato de la primera manifestación del espíritu en Juan, que inaugura su misión y también en María, cuyo «espíritu se llena de alegría». Es la señal dada por el ángel a María. Aquí se da la primera designación de Jesús como Señor. A la primera manifestación de Juan sigue el Magnificat; a la primera manifestación de Jesús en el Templo seguirá el Nunc dimittis; al nacimiento de Juan seguirá el Benedictus y al de Jesús, el Gloria cantado por los ángeles. Lucas introduce los cuatro cánticos en su relato en un perfecto paralelismo. — Nacimiento y circuncisión de Juan y de Jesús. Cuando se utiliza el procedimiento del paralelismo, es muy conveniente observar y valorar el diferente tratamiento empleado en cada uno de los personajes en la misma situación. Pues bien, Lucas da menos importancia al nacimiento de Juan que a su circuncisión e imposición de nombre (que ya indica su misión). Lo opuesto totalmente ocurre con Jesús. Su nacimiento es lo más importante, aunque esté descrito con suma sencillez y sobriedad: «dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo puso en un pesebre». La expresión «primogénito» anuncia el relato de la presentación. Contrasta la pobreza de su nacimiento con la resonancia cósmica y gloriosa que le sigue, junto con su designación mesiánica. El anuncio a los pastores revela la dimensión social y 168

cósmica (ángeles) del acontecimiento divino que acaba de realizarse: llega este anuncio desde los ángeles a los pastores (una de las capas sociales más despreciadas). Los pastores serán los primeros en anunciar la nueva palabra encarnada. Todos somos llamados a la salvación, ya que a todos ama Dios. La Paz mesiánica se ofrece a todos. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. Lee Lc 1,5-25 (anuncio del nacimiento de Juan) y Lc 1,26-38. Observa las diferencias que hay en los dos relatos, tanto en la actitud de los personajes, como en su presentación. 2. Dialoga en el grupo sobre tus impresiones en cuanto a lo importante y lo secundario de estos relatos. Es decir, subraya las líneas teológicas o catequéticas que se encuentran entre el ropaje literario. 3. Haz un rato de oración personal en casa, adoptando la actitud de María ante los planes de Dios. Prepara una breve oración litánica, siguiendo, por ejemplo, esta línea: Ante mis problemas y mis sufrimientos, «Hágase en mí según tu palabra». Ante...

3. ORIENTACIONES CATEQUÉTICAS Y EXEGÉTICAS 1. El centro neurálgico de los «relatos de la infancia» se fija en el Origen Divino de Jesús, mediante su concepción virginal, y la localización en el espacio y en el tiempo de la llegada de Dios hecho hombre, dando puntual cumplimiento a las Escrituras. 2. Mateo y Lucas no pretenden redactar una crónica de la infancia de Jesús. Su objetivo es plasmar unas reflexiones teológicas, llenas de verosimilitud, donde se reflejen el origen y la condición divina de Jesús, el hombre excepcional que el judaísmo esperó para instaurar el reino de paz y de justicia. La comunidad cristiana debe ver a Jesús como culmen y realización de la promesa. 3. El carácter tardío de la documentación, el género midrásico de los relatos impregnados de elementos maravillosos, las contradicciones y desacuerdos entre los dos relatos evangélicos crean una serie de dificultades si pretendemos reconstruir una historia de la infancia de Jesús (pretensión que no tuvieron ni Mateo ni Lucas). 4. La imposibilidad de armonizar todos los datos aportados por Mateo y Lucas, nos indica que ambos evangelios son literariamente independientes. Así, los raros elementos comunes obligan a pensar que reflejan el pensamiento de las antiguas comunidades cristianas. • Mateo y Lucas concuerdan en los siguientes datos: una virgen llamada María estaba casada con José, hijo de David (Mt 1,16.18.20; Lc 1,27; 2,4). El ángel del Señor anunció la venida, el nombre y la misión del niño salvador, que es hijo de David (Mt 1,18s; Lc 1,26s. 32). María concibió por obra del Espíritu Santo (Mt 1,18-20; Lc 1,26-38), antes de que hubieran vivido juntos (Mt 1,18-24-25; Lc 1,27; 2,5); dio a luz a Jesús en tiempos de Herodes (Mt 2,1; Lc 1,5) en Belén (Mt 169

2,5-8; Lc 2,4-5. 11), lo que originó una «inmensa alegría» (Mt 2,10; Lc 2,10). Finalmente, se instalaron en Nazaret (Mt 2,23; Lc 2,39). • Mateo y Lucas están de acuerdo en los temas teológicos: revelación de la verdadera personalidad de Jesús, hijo de Abrahán e hijo de David (Mt 1,18s; Lc 2,5); es el Cristo, el mesías esperado y que realiza las escrituras. Los dos revelan los estrechos lazos entre Jesús, engendrado por el espíritu, y Dios. Ambos insisten en la virginidad de María y subrayan el tema de la universalidad (Mt 2,1s; Lc 2,31-32). • Mateo y Lucas concuerdan en cuanto a los procedimientos literarios utilizados en tres puntos: utilización de una genealogía con el fin de situar a Jesús en la historia; la utilización del mismo esquema de relato de anunciación a José, Zacarías y María; la utilización de un mismo tipo de escritura midráshico basándose en citas (Mt) o en alusiones (Lc) y empleando prácticamente los mismos textos bíblicos. La tradición comunitaria, de la que dependen Mateo y Lucas, era portadora no sólo de una serie de elementos referentes a la infancia de Jesús, sino también de los métodos de lectura y comentario del acontecimiento de Jesús partiendo de la Escritura (algo que a nosotros nos falta). El género midráshico y los paralelismos eran familiares para la primitiva comunidad judeo-cristiana, más preparada e interesada en captar el contenido teológico que en conocer los pormenores anecdóticos que hoy tanto valoramos como «históricos». 5. Las principales peculiaridades teológicas y literarias, a modo de resumen, son las siguientes:

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En los relatos de Mateo — Empleo del género midráshico aplicado a Moisés. De ahí los elementos míticos que sirven de soporte a la realidad teológica de Jesús como Libertador de la humanidad. — Se afirma que «antes de empezar a estar juntos ellos (José y María), se encontró encinta por obra del Espíritu Santo». Apenas ahonda en el tema de la virginidad de María. — Claro protagonismo de José. — Fenómenos sobrenaturales fantásticos después del nacimiento de Jesús (magos, estrella). La luz de la fe (= estrella) se brinda al paganismo. — Los relatos de Mt 2 (magos, huida e Egipto, inocentes, regreso y residencia en Nazaret) exigen ser interpretados con cautela.

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En los relatos de Lucas — Marco literario a base de paralelismo entre Juan y Jesús. — Pocos elementos fantásticos. — María es la gran protagonista humana del relato. — Gran interés en señalar que la concepción virginal de Jesús se realizó de forma sorprendente (sorpresa de María ante el anuncio) y por aceptación expresa de María. — Explícitamente se afirma la virginidad de María antes de la concepción de Jesús. — El Bautista ocupa un lugar de privilegio, en función de Jesús.

PARA ORAR Oración de alabanza y de acción de gracias En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, Señor, y proclamar tus maravillas en la perfección de tus santos; y, al conmemorar a la bienaventurada Virgen María, exaltar especialmente su generosidad inspirándonos en su mismo cántico de alabanza. En verdad hiciste obras grandes en favor de todos los pueblos, y has mantenido tu misericordia de generación en generación, cuando, al mirar la humillación de tu esclava, por ella nos diste al autor de la vida, Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro. Ella, al aceptar tu Palabra con limpio corazón, mereció concebirla en su seno virginal, y al dar a luz a su Hijo preparó el nacimiento de la Iglesia. Ella, al recibir junto a la cruz el testamento de tu amor divino, 172

tomó como hijos a todos los hombres, nacidos a la vida sobrenatural por la muerte de Cristo. Ella, en la espera pentecostal del Espíritu, al unir sus oraciones a las de los discípulos, se convirtió en el modelo de la Iglesia suplicante. Desde su asunción a los cielos, acompaña con amor materno a la Iglesia peregrina, y protege sus pasos hacia la patria celeste, hasta la venida gloriosa del Señor. Prefacio de Santa María Virgen

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_________ FICHA n. 24 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 25 BAUTISMO DE JESÚS El relato del bautismo de Jesús nos lo han transmitido los cuatro evangelistas. Los cuatro tienen conciencia de que este acontecimiento constituye un comienzo, el punto de arranque de la actividad de Jesús. Durante los tres primeros siglos del cristianismo no se celebró expresamente el nacimiento de Jesús. Este acontecimiento quedaba englobado en la Fiesta del Bautismo, momento en el que Jesús «nació» a su misión pública salvadora.

1. EL BAUTISMO DE JESÚS Es imprescindible diferenciar entre la «situación ambiental» y el «contenido religioso cristiano». El hecho del bautismo de Jesús se enmarca en los ambientes bautistas del judaísmo palestino, pero el contenido religioso se entiende sólo desde los textos evangélicos redactados a la luz de la Pascua y como catequesis doctrinal dirigida a la comunidad cristiana. Encuadre judío y mensaje cristiano. a) Movimiento bautista y bautismo de Jesús En torno a los comienzos de la era cristiana, se desarrolló en el judaísmo un amplio movimiento de renovación religiosa, con estos elementos: rechazo de los sistemas religiosos dominantes; recelo ante los grupos tradicionales; desconfianza respecto al culto oficial; propuesta de salvación directa y sencilla, fuera de las mediaciones oficiales como la ley y el culto en el Templo; propuesta de camino de salvación para los marginados del judaísmo, a quienes sólo se exigía el bautismo de arrepentimiento y la conversión del corazón (metanoia); el bautismo como invitación al cambio de vida para lograr, así, el perdón de los pecados. Cada vez son más numerosos los historiadores que buscan por este lado el punto de partida del movimiento de Jesús. Salido de este movimiento y bautizado en el Jordán, pronto manifestó su propia originalidad: radicalizó las intuiciones bautistas, como la crítica al culto exterior; la llamada a la conversión del corazón; la apertura a lo universal. Incluso se enfrentó a los gritos vengadores del Bautista proponiendo un Dios misericordioso y llegó a ser acusado de relajado por no vivir con el rigorismo del Bautismo y de sus discípulos. Jesús acude al Jordán en su condición de judío comprometido personalmente con Dios y sale como un predicador decidido a luchar sin tregua por convertir en realidad el mensaje mesiánico del profetismo, que él colmará de sentido. El paso del anonimato de Nazaret a su misión pública de denuncia y liberación viene marcado por el bautismo en el Jordán. 176

b) Teología cristiana del bautismo de Jesús Resulta difícil reproducir la escena del bautismo. Los textos evangélicos coinciden en los puntos esenciales y discrepan en la forma de presentar el hecho y, sobre todo, en el modo de entenderlo en profundidad. Los evangelistas no son recopiladores de noticias. La resurrección de Jesús inundó de nueva luz los episodios de la vida de Jesús (entre ellos, su bautismo), añadiéndoles un riquísimo contenido cristiano. «La descripción del bautismo constituye en los cuatro evangelios una página grandiosa, de un tono solemne, de una densidad excepcional, una especie de frontispicio que aureola con su gloria misteriosa al personaje del que se va a narrar la historia. Este retrato del Hijo de Dios en comunicación directa con el cielo, acogiendo al Espíritu, oyendo la palabra de su Padre, no puede proceder del acontecimiento en sí mismo ni de los primeros contactos de Jesús con los suyos. Ese retrato es cristiano, es obra de un creyente y de un bautizado. No cabe duda de que en ninguna parte aparece tanto como en esta escena la distancia entre el acontecimiento inicial y la descripción cristiana» (J. Guillet). Si hacemos una lectura comparada de los cuatro textos evangélicos (algo, por cierto, totalmente indispensable), percibiremos el desnivel existente entre el acontecimiento y sus diversas interpretaciones. • Juan parece estar bien informado sobre las primeras actividades de Jesús en Judea. No describe, sin embargo, el bautismo de Jesús, aunque Juan Bautista da el testimonio de su bautismo diciendo: «He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre él» (Jn 1,32). Juan Bautista contrapone a su bautismo con agua el bautismo con Espíritu Santo de Jesús. Y dice que ese es, en concreto, el testimonio de que Jesús es el Elegido de Dios. Más adelante (Jn 3,22), vemos a Jesús bautizando en el Jordán (bautismo análogo al que realiza Juan, porque el bautismo en el Espíritu sólo se dará a partir de su Resurrección-Glorificación), aunque en 4,1-2 se contradiga afirmando que «no era Jesús quien bautizaba, sino sus discípulos». El segundo testimonio del Bautista (3,27-36), ante el hecho de que «todos se van a él (Jesús)», expresa con gran profundidad teológica el fin de la era judaica y el comienzo de la era mesiánica cristiana. • Los sinópticos refieren el hecho y este relato perteneció desde un principio a la médula misma del kerigma evangélico. Así lo atestiguan Hch (1,22; 10,27) y la teología joánica (1,6-8.15.19.-21). — Marcos (1,9-11) da la versión más sobria del hecho, con unas inquietudes cristológicas muy definidas. No aclara las intenciones de Jesús al dirigirse al Jordán. Lo sorprendente ocurre después del bautismo, cuando sale del Jordán: Jesús vio rasgarse los cielos, al espíritu que bajaba hacia él en forma de paloma y escucha la voz que se dirige a él: «Tú eres mi Hijo amado...». Se trata de una visión clara donde el único protagonista es Jesús. Marcos ve en el bautismo de Jesús la llegada del Mesías, tal como vaticinaron los profetas, especialmente Isaías. — Mateo (3,13-17) es mucho más explícito. Presenta a Jesús en el Jordán, adonde va 177

desde Galilea para bautizarse. El Bautista se resiste a bautizar a Jesús (inferioridad frente a superioridad); Jesús quiere «cumplir toda justicia», se ajusta así a los planes trazados por Dios para restaurar en el mundo esa justicia quebrantada por el pecado. Después se abren los cielos (sin señalar que esto fuera visto por Jesús) y ve bajar el espíritu que se posa sobre él. Es el encuentro directo entre Jesús y el espíritu. Además, Mateo supone auditorio, porque la voz celeste se dirige a los presentes diciendo: «Este es mi Hijo amado...». Tal vez esta frase va dirigida, con intención catequética, a la comunidad eclesial. — Lucas (3,21-22) expresa de forma original el carácter inaugural del bautismo de Jesús, colocando al Bautista en la cárcel por orden de Herodes antes de que fuera Jesús a bautizarse. Así, con Juan terminaría la historia de Israel y con el bautismo de Jesús comenzaría el tiempo de salvación por excelencia. «El más pequeño en el reino de Dios es mayor que él (Juan)» (7,28). No se dice de dónde viene Jesús, no se nombra el Jordán ni quién le bautizó. Jesús se bautiza junto con otros, en medio del pueblo (esto es una constante en la teología de Lucas: Jesús es el primero. Detrás de él está, comprometiéndose, el pueblo de los salvados, sucesor del pueblo en marcha del éxodo). Una vez bautizado, Jesús «se puso en oración» (3,21). Sólo Lucas da este dato característico de su evangelio: la actitud orante de Jesús en los momentos decisivos de su misión, su relación con el Padre. Claro mensaje catequético a la comunidad de que el bautismo de Jesús y el bautismo cristiano conllevan un encuentro personal con Dios. Jesús, absorto en la oración y ajeno a lo que ocurre, se deja llenar por el espíritu «que baja en forma corporal, como de una paloma» y la voz celeste proclama: «Tú eres mi Hijo, hoy yo te he engendrado» (hay una variante en manuscritos: «me ha agradado escogerte»).

2. ORIENTACIONES CATEQUÉTICAS 1. En los relatos evangélicos domina un interés catequético-cristológico que intenta mostrar a la comunidad cristiana cómo Jesús, a partir de su bautismo, encarna el auténtico ideal mesiánico, mediante los tres elementos esenciales del relato (respuesta y cumplimiento de lo anunciado y esperado por los profetas): se rasgan los cielos («¡Oh, si tú rasgaras los cielos y bajaras...» Is 63,19); desciende el Espíritu sobre Jesús (el «ruah» de Yahvé le posee y le unge como profeta para anunciar su mensaje de liberación) y la voz celeste proclama que Jesús es el Elegido (el «siervo de Yahvé» queda convertido en «Hijo amado», revelación que sólo tendrá sentido pleno con la Resurrección). 2. El bautismo de Jesús como compromiso mesiánico. Jesús toma conciencia en el Jordán de que su mensaje debe situarse en la línea del profetismo bíblico: llamada a la conversión y proclamación de la llegada del reino. En el Jordán Jesús tomó conciencia de su misión y recibe el espaldarazo divino para iniciar su labor mesiánica. 178

3. El bautismo que recibió Jesús no es el bautismo cristiano. Este es un sacramento que otorga la fuerza del Espíritu e inunda la presencia del Resucitado. Tal bautismo, es evidente, no lo pudo recibir Jesús. Sin embargo, hay elementos comunes que, vistos a la luz de Pentecostés (auténtico bautismo de la Iglesia), pueden ayudar a valorar nuestro bautismo, especialmente si se tiene en cuenta el lenguaje significativo del bautismo en agua por inmersión: el agua como fuente de la vida, más la inmersión (muerte) y emersión (nacimiento a una vida nueva): • El bautismo supone un cambio de vida; un deseo de ajustarse el programa salvador de Dios, repudiando la vida de pecado. • El bautismo cristiano supone el compromiso de compartir con Jesús la vida y proclamación del mensaje del Reino, que él inició en el Jordán. • El cristiano bautizado queda penetrado, como Jesús, por el Espíritu y recibe la fuerza para luchar por el Reino. Es el mismo Espíritu el que descendió sobre Jesús en el Jordán, bautizó a la Iglesia en Pentecostés y sigue actuando en quienes, por el bautismo, deciden llamarse y ser cristianos. De esta manera, el cristianismo continúa el compromiso de revivir el ideal de Jesús. Como creyentes, nuestro Jordán está en el bautismo. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. Lee los cuatro relatos del Bautismo de Jesús y trata de ver en cada uno de ellos los rasgos que cada evangelista destaca. 2. ¿Qué semejanzas y qué diferencias encuentras entre el bautismo de Juan y el bautismo cristiano? 3. Reflexiona un momento en tu casa sobre lo que debes renunciar en este momento de tu vida y en lo que más necesitas creer. 4. Prepara una breve proclamación de tu fe: — Renuncio a... — Creo en...

PARA ORAR Y REFLEXIONAR Oración de alabanza y de acción de gracias En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque en el bautismo de Cristo en el Jordán has realizado signos prodigiosos, para manifestar el misterio del nuevo bautismo: 179

hiciste descender tu voz desde el cielo, para que el mundo creyese que tu Palabra habitaba entre nosotros; y por medio del Espíritu, manifestado en forma de paloma, ungiste a tu siervo Jesús, para que los hombres reconociesen en él al Mesías, enviado a anunciar la salvación a los pobres. Te alabamos, te bendecimos y te glorificamos por el sacramento del nuevo nacimiento. Tú has querido que del corazón abierto de tu Hijo manara para nosotros el don nupcial del Bautismo, primera pascua de los creyentes, puerta de nuestra salvación, inicio de la vida en Cristo, fuente de la humanidad nueva. Del agua y del Espíritu engendras en el seno de la Iglesia, virgen y madre, un pueblo de sacerdotes y reyes, congregado de entre todas las naciones en la unidad y santidad de tu amor. Por este don de tu benevolencia tu familia te adora. Prefacios del Bautismo y del Bautismo del Señor

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Renuncias • Renunciamos a creernos superiores a los demás, a cualquier tipo de abuso, discriminación, fariseísmo, cinismo, orgullo, egoísmo personal, desprecio. • Renunciamos a inhibirnos ante las injusticias y necesidades de las personas e instituciones, por cobardía, pereza, comodidad, ventajas personales. • Renunciamos a los criterios y comportamientos materialistas, que consideran el dinero como la aspiración suprema, el placer ante todo, el propio bien por encima del bien común. Ritual del Bautismo

Profesión de Fe Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. 181

Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén. Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia, que nos gloriamos de profesar en Cristo Jesús, Señor nuestro. Amén.

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_________ FICHA n. 25 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 26 TENTACIONES DE JESÚS Hay creyentes que se resisten a aceptar que Jesús pudiera verse sometido a la tentación. Piensan que la tentación es algo malo. No es así: la tentación en sí carece de moralidad. Las tentaciones de Jesús, descritas y escenificadas en una ejemplar catequesis, suponen el optar, de acuerdo o no con los planes de Dios, entre las diversas posibilidades que se le ofrecen al comienzo de su empresa mesiánica. Suponen poner en juego su compromiso adquirido con el Padre (en este sentido, bien pudiera ser que Jesús fue tentado más a fondo que al resto de los hombres y no sólo en el desierto, sino a lo largo de toda su vida). «Las tentaciones de Jesús» son sinónimo de «la opción de Jesús».

1. LOS RELATOS DE LAS TENTACIONES El cuarto evangelio, aun sin dedicar ningún relato concreto a las tentaciones, esboza una teología de la tentación, según la cual Jesús siente el peso de su propia debilidad ante el duro compromiso mesiánico. «Ahora mi alma está turbada. Y, ¿qué voy a decir? ¡Padre, líbrame de esta hora! Pero, ¡si he llegado a esta hora para esto!» (Jn 12,27). Una voz del cielo le dará ánimos, como más tarde sucederá en Getsemaní. Los Sinópticos redactan un relato concreto. Los tres colocan la escena en relación con el bautismo de Jesús, con un doble vínculo: cronológico y temático. «Entonces Jesús fue conducido al desierto por el Espíritu» (Mt); «Y a continuación el Espíritu lo impulsó al desierto» (Mc); «Jesús, lleno del Espíritu Santo, dejó las orillas del Jordán...» (Lc). La unión temática es más importante: el mismo Espíritu recibido en plenitud en el bautismo le conduce al desierto para poner a prueba su compromiso mesiánico. Jesús fue tentado no sólo en cuanto hombre, sino también en cuanto Mesías. La visión de los Sinópticos supone tres miradas distintas sobre un mismo hecho. Se inspiran en dos tradiciones: una, la más sobria, representada por Mc; la otra, atestiguada por Mateo y Lucas, caracterizada por la triple repetición de la tentación. Parece que la de Mc sería la versión más antigua; expresa, como los otros dos relatos, lo esencial (Jesús fue conducido por el Espíritu al desierto —permaneció cuarenta días— y fue tentado por Satanás). Curiosamente añade algo que no aparece en los otros dos relatos: «Estaba entre los animales del campo y los ángeles le servían». (La compañía de animales evoca el ideal mesiánico, anunciado por los profetas, de una vuelta a la paz paradisíaca; el servicio de los ángeles expresa la protección divina.) Mateo y Lucas utilizan una pedagogía más catequética: la repetición, el recurso a las 184

Escrituras, la escenificación. Esto denota una etapa más evolucionada. Comparados los dos relatos, se percibe una actitud personal distinta al citar las Escrituras de forma diferente y al cambiar el orden de la segunda y tercera tentación. Para analizar su contenido, nos centramos en el texto de Lucas. a) Contexto El relato parte del bautismo (3,21-22) y de la genealogía de Jesús (3,23-35), es decir, del doble rostro de Jesús: Hijo de Dios e hijo del hombre. Sobre esta dualidad recaerá la tentación. Confesado como Hijo de Dios por la voz del cielo, inscrito en la historia humana por la genealogía, es conducido al desierto. El relato termina con el anuncio de un nuevo asalto, el definitivo, por parte de Satanás. b) Drama en tres actos No se hace la presentación de los personajes, pues Jesús es conocido por el creyente y el demonio forma parte del universo familiar del judío del siglo I. El nombre de Satanás (en hebreo) y Diablo (en griego) designa al adversario, a quien por naturaleza se opone. ACTO I (vs. 1-4) La acción transcurre en el desierto. Este lugar evoca el tiempo del éxodo, cuando Dios puso a prueba a su pueblo; lugar y tiempo de enfrentamiento permanente y doloroso entre Israel y Dios. Jesús, como «nuevo Israel» ayunará cuarenta días en el desierto (40 años anduvo errante Israel) y será un «nuevo Moisés» libertador (referencia a los 40 días de Moisés en la montaña). En el lugar donde fracasó el antiguo Israel, triunfará Jesús y será capaz de conducir al nuevo pueblo hacia una nueva tierra prometida. Ayuno - hambre - tentación («Ordena a estas piedras que se conviertan en pan»). Tentación de ponerse en situación de autoridad y recurrir a lo excepcional para satisfacer una necesidad material. Frente al poder milagrero de fácil y brillante solución, Jesús opta por aceptar los planes de Dios. De él se fía e insinúa una respuesta que se entiende desde Dt 8,2: «Acuérdate de todo el camino que Yahvé tu Dios te ha hecho andar durante estos cuarenta años en el desierto para humillarte, probarte y conocer lo que había en tu corazón: si ibas o no a guardar sus mandamientos. Te humilló, te hizo pasar hambre, te dio a comer el maná que ni tú ni tus padres habíais conocido, para mostrarte que no solo de pan vive el hombre, sino que el hombre vive de todo lo que sale de la boca de Yahvé». Israel se había comprometido a dejarse guiar por Yahvé, pero ante las dificultades clama por un poder colectivo. Jesús no hará uso de ningún poder excepcional para cumplir su cometido mesiánico. ACTO II (vs. 5-8) Cambio de decorado. El escenario es «un lugar más alto» (en Mateo será «un monte muy alto» y, con toda intención, colocará esta tentación en último lugar). Se plantea la escena inspirándose en Dt 34,1-4, cuando Moisés ve desde el monte Nebo toda la tierra 185

prometida. Jesús, ahora, ve la posibilidad de adquirir esa nueva tierra de promisión sin necesidad de luchar y sufrir por conquistarla. La tentación consiste en ejercer un dominio absoluto, un mesianismo político (y era fácil caer en la tentación, porque era lo esperado por el pueblo oprimido). Jesús recuerda al demonio que no se puede adorar más que a un solo Señor (cfr. Dt 6,13) y señala la distancia radical que existe entre el poder terreno y el mundo de Dios. (Se aprecia el marcado carácter catequético del relato: entonces como ahora, el ansia de poder, la gloria y todo tipo de ídolos pueden poner en peligro la integridad del compromiso con Dios.) ACTO III (vs. 9,12) La escena se desarrolla en el alero del Templo de Jerusalén. Después de la tentación económica y de la política, viene la tentación religiosa: granjearse la admiración y veneración del pueblo con la ayuda de lo portentoso, de la intervención divina espectacular. Jesús rechaza la tentación (al pueblo le habría encantado que hubiera cedido), porque tiene que someterse al tiempo propicio fijado por el Padre y porque el camino marcado por el Padre supone ocultamiento en su condición humana, paciencia y hasta correr el riesgo de fracasar. EPÍLOGO (v. 13) «Habiendo agotado así todas las formas de tentación, el demonio se alejó de Jesús hasta el momento fijado.» Este momento definitivo se desarrollará, como la última tentación, en Jerusalén, en el tiempo de la pasión, cuando «Satanás entró en Judas» (22,3). Será la última tentativa por parte del «adversario» de frustrar el plan liberador mesiánico de Jesús.

2. HISTORICIDAD DE LOS RELATOS. ¿HISTORIA O TEOLOGÍA? Parece evidente que estos relatos no deben tomarse al pie de la letra. «Pero esto no quiere decir que se trate de una creación a partir de la nada. Cabe imaginar dos hipótesis. La primera considera que los evangelistas hicieron una creación literaria y teológica a partir de las diversas tentaciones, muy reales, que Jesús sostuvo durante su vida pública. Los judíos utilizan el lenguaje de la tentación cuando invitan a Jesús a bajar de la cruz; Pedro recibe el mismo reproche que el tentador (“Aléjate de mi Satanás. Eres un peligro para mí”) y a lo largo de todo el evangelio Jesús denuncia el afán insaciable de signos y prodigios que tienen algunos judíos. Pero esta interpretación puede muy bien compaginarse con otra hipótesis que situaría al comienzo de la vida pública de Jesús un tiempo de retiro en el que Jesús habría considerado las diversas opciones. Después de su bautismo, que señala un giro en su 186

vida, Jesús tiene que elegir. Ante él se abren caminos fáciles que llevan a un mesianismo triunfal, movilizando a las gentes a base de milagros y de signos. Jesús se traza un camino difícil, solitario, a contracorriente de las ansias populares. Sabe ya desde el comienzo que todo acabará con el rechazo y la muerte» (Alain Marchadour).

3. ORIENTACIONES CATEQUÉTICAS 1. Los relatos de la tentación no tienen como objeto narrar simplemente una posible experiencia histórica de Jesús. Los Sinópticos quieren expresar cómo la instauración del Reino mesiánico es fruto de lucha y esfuerzo para mantenerse fiel a ese ideal. Estos relatos se convierten en catequesis para la comunidad cristiana al mostrarle el camino que debe seguir. 2. Los relatos demuestran que la tentación, tal como la encarnó Jesús, puede convertirse en estímulo. Sólo quien carece de compromiso carece también de tentación. Ningún creyente puede vivir al margen de la tentación. 3. Jesús sintió el deseo, la tentación, de llevar a cabo su obra utilizando sólo métodos portentosos, espectaculares. Optó por lo sencillo, lo natural, por el lento germinar de la semilla, por la paciencia de la espera, por la libertad del hombre. 4. Jesús sintió la tentación de acomodar su compromiso mesiánico a una situación donde «el poder y la gloria» personal se armonizaran con las exigencias de Dios. Con su opción demostró que son irreconciliables. La Iglesia, a lo largo de la historia, ha sufrido (o gozado) de idéntica tentación. Su opción no siempre ha sido la misma de Jesús. 5. La actitud de Jesús se presenta como modélica para quien quiera optar también entre su compromiso con Dios y las exigencias de su conformismo y de los numerosos ídolos que, tal vez hoy más que nunca, son adorados por la sociedad secularizada en que vivimos. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. 2. 3. 4.

Destaca los datos novedosos que has encontrado en la lectura de este tema. ¿Cuáles son las tentaciones que nuestra sociedad nos pone delante? ¿Cuáles son las tentaciones que la Iglesia, como institución, ha tenido en el pasado y sigue teniendo hoy? ¿Cuál es la actitud de Jesús ante las tentaciones?

PARA ORAR Y CANTAR

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Libertador de Nazaret Libertador de Nazaret, ven junto a mí, ven junto a mí. Libertador de Nazaret, ¿qué puedo hacer sin Ti? Yo sé que eres camino, que eres la vida y la verdad. Yo sé que el que te sigue sabe a dónde va. Quiero vivir tu vida, seguir tus huellas, tener tu luz. Quiero beber tu cáliz, quiero llevar tu cruz. Quiero encender mi fuego, alumbrar mi vida y seguirte a Ti. Quiero escucharte siempre, quiero luchar por Ti. Busco un mensaje nuevo, te necesito, Libertador, no puedo estar sin rumbo, no puedo estar sin Dios. (29)

Hoy que sé que mi vida es un desierto, en el que nunca nacerá una flor, vengo a pedirte, Cristo jardinero, por el desierto de mi corazón. Para que nunca la amargura sea en mi vida más fuerte que el amor, pon, Señor, una fuente de alegría en el desierto de mi corazón. Para que nunca ahoguen los fracasos mis ansias de seguir siempre tu voz, pon, Señor, una fuente de esperanza en el desierto de mi corazón.

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Para que nunca busque recompensa al dar mi mano o al pedir perdón, pon, Señor, una fuente de amor puro en el desierto de mi corazón. Para que no me busque a mí cuando te busco y no sea egoísta mi oración, pon tu cuerpo, Señor, y tu palabra en el desierto de mi corazón. Amén.

Himno de la Liturgia de las Horas

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_________ FICHA n. 26 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 27 LOS MILAGROS DE JESÚS «Quizás en otros tiempos se creyó por causa de los milagros; hoy más bien se creería a pesar de ellos. Los milagros nos molestan. La ciencia nos ha hecho reticentes ante todo “lo que escapa de las leyes de la naturaleza” (pero, ¿será así como hay que definirlos?)... Los milagros son, ante todo, un mensaje, una palabra de Jesús y sobre Jesús. Y, también, una invitación a interrogarnos: ¿cuáles son hoy los “milagros” que van a repetir al mundo esa misma palabra?» (Etienne Charpentier).

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1. EL CONCEPTO DE MILAGRO Dos son, de entrada, las dificultades que se presentan a la mentalidad del hombre actual referente a los milagros. Resulta difícil de compaginar fe y ciencia cuando se define a lo milagroso como aquello «que está por encima del orden natural de las cosas» y, en segundo lugar, no se termina de ver claro que el milagro pueda ser una prueba de fe. La cultura del progreso y del dominio de la naturaleza por el hombre, que vive la sociedad actual, es muy diferente de la que vivió la mentalidad bíblica y piensa que antes de aplicar a un hecho el carácter milagroso («al margen», «fuera de» o «sobre» las leyes de la naturaleza) debería conocer todas las leyes de la naturaleza, ya que puede tener explicación natural lo que en otro tiempo se explicó como resultado de la intervención divina. Tradicionalmente se ha hecho del milagro una «prueba» irrefutable, algo científicamente comprobable por todos. Se afirmaba: «Jesucristo demostró que era Dios cumpliendo las profecías y realizando numerosos milagros». Sin embargo, el milagro, más que una prueba, es un «signo» percibido sólo por la fe del creyente. El suceso milagroso tendría dos niveles de significación: el hecho extraordinario visible por todos y el sentido religioso del mismo. En el primer nivel, la ciencia dirá que el hecho, en la actualidad, no tiene explicación; en el segundo, el creyente reconocerá la intervención divina en forma de «milagro». Así pues, el milagro como tal no puede ser reconocido más que por el creyente. Si lo esencial del milagro es que constituye un signo, se comprende que el propio hecho (su nivel visible para todos) puede variar de una época a otra, que el signo tiene un valor relativo y con sentido en una época concreta. Hay hechos que en una época pudieron ser considerados como extraordinarios y en otra dejan de ser llamativos. Si el milagro es un signo, una cuestión que pone en camino, no tiene tanta importancia el que algún día pueda explicarse el hecho, ya que no se cree por causa de él, sino por la verdad del mensaje. (Así se entiende que la crítica actual busca una explicación razonada a cuantos hechos presentan los evangelistas como milagros. Pero ésta no es la cuestión fundamental; lo esencial siempre será captar el mensaje, la significación de esos hechos que fueron descritos como milagros.) Nuestra fe no se basa en los milagros, en lo que aparentemente no tiene explicación, sino que es adhesión a Jesús resucitado. El centro de nuestra fe es la Resurrección de Cristo. Y este acontecimiento no es un milagro: es un misterio percibido por la fe. A la luz de este misterio, ciertos hechos extraordinarios de la vida de Jesús y de la vida de la Iglesia pueden resultar «signos» de la presencia activa de Dios en favor del hombre necesitado.

2. EL MILAGRO EVANGÉLICO

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Pretender separar hoy lo milagroso de lo científicamente posible, aun en el caso de que esto fuera viable, alejaría la exégesis del contexto real donde se desarrolla la historia de Jesús: una cultura donde no se distinguía lo «extraordinario» de lo «milagroso». Jesús, de acuerdo a los relatos evangélicos, tuvo poderes extraordinarios para aliviar males y sanar enfermedades, poderes que usó de un modo especial con los más pobres y necesitados; lo hizo, además, para anunciarles la cercanía y aun la presencia del Reino de Dios. Los milagros forman parte de la predicación o enseñanza de Jesús. Son imágenes en pequeño, pero enormemente vivas, de lo que el Reino generalizará con su venida. Es el «hacer y enseñar» (Hch 1,1) con que Lucas compendia el ministerio de Jesús o el «predicar con poder para expulsar demonios», como Jesús define la actividad de los apóstoles, en continuidad con la suya (cfr. Mc 1,27; 3,14-15). Lo importante es que los evangelistas desearon que se pusiera el acento menos en lo prodigioso y más en su contenido significativo y pedagógico. Así, los milagros serán considerados no tanto como prueba de una condición preternatural de Jesús, sino como señales de la presencia y del poder del Reino inminente. Forman parte del mensaje profético de Jesús. Pertenecen intrínsecamente a su enseñanza y no a una presunta, innecesaria y prematura apologética. a) Los Sinópticos ven a Jesús actuando, en nombre del Padre, con sus «poderes» (dynameis) para brindar al débil y necesitado confianza en Dios. Son las «fuerzas» que trae el Reino sobre el mal y que empiezan a liberar. Con su poder Jesús se enfrentará a las fuerzas del mal, a la hegemonía del pecado y a sus consecuencias (ya que la enfermedad, en la mentalidad judía, era considerada como consecuencia y manifestación del pecado y del dominio del Mal). Los relatos sinópticos de los milagros serán, en un segundo momento, una catequesis dirigida a las comunidades cristianas para infundirles ánimo y garantizarles que el poder de Jesús siempre estará al servicio del necesitado, para empujarles a un encuentro directo con Jesús y hacerle a él partícipe de sus necesidades, mediante los dos requisitos: fe y oración. Cada uno de los sinópticos da su visión particular sobre los milagros de Jesús: MATEO — Jesús enseña y obra. «Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda enfermedad y dolencia en el pueblo» (Mt 9,35). Los milagros son otra forma de enseñar. — La fe no sigue al milagro, sino que lo precede. La fe se manifiesta en confianza en el poder milagroso de Jesús y sirve para «acercarse» a Jesús. Esta fe Mateo la explica en los «diálogos de súplica», característica literaria de sus relatos. — Mateo está pensando en su comunidad y se dirige a ella. Jesús es el Señor de su comunidad eclesial. Mateo tiene la convicción de que lo que Jesús hizo, lo sigue haciendo también hoy. El Señor glorificado no es distinto del hombre Jesús de 193

Nazaret. MARCOS — Los milagros, como llamada a la fe. Los «actos de poder» de Jesús significan que, atacando a la enfermedad, quiere destruir el pecado. Pero, descubrir este poder en Jesús, no es todavía creer. — Jesús viene para salvar. A través de su «poder» viene la salvación. LUCAS — El milagro es un acto de Jesús salvador. Es un acto salvador con muchas limitaciones todavía, pero es promesa de la salvación definitiva, victoria sobre el mal que alcanzará a todo el ser del hombre y para siempre. El milagro es anticipo de la verdadera y definitiva salvación. Pero el mismo Jesús indicará, con gran énfasis en Lc, que hay un signo de salvación más importante que los milagros: su predicación, el evangelio anunciado a los pobres, el mismo Jesús predicando. b) El evangelio de Juan. Mientras los sinópticos hablan en términos de poder, Juan les llama signos (semeia): son signos o señales de una realidad más profunda que tratan de manifestar. Sólo relata siete portentos, que los presenta como signos de la misión de Jesús, enviado por el Padre para aliviar al hombre de sus dolencias. Todos sus signos son expresiones de amor, de la fuerza liberadora del amor. — Dos aspectos del signo en Juan: a) El signo es un gesto realizado por Jesús para manifestar así su «gloria». b) Juan pone este gesto en referencia a su «hora», en la que Jesús manifestará plena y definitivamente su gloria. Su «hora» es la muerte en cruz, donde el Hijo será glorificado. Los «signos» manifiestan ya su gloria y anuncian la manifestación suprema. «En Caná dio Jesús comienzo a sus signos, y manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él» (2,11). — La gloria, que se vislumbra en los signos, se manifestará plenamente en la cruz. La atracción de la gente a causa de los signos («todo el mundo se ha ido tras él»: 12,19) se convertirá en atracción universal («Cuando sea levantado, atraeré a todos hacia mí»: 13,32). La liberación, presente ya en los signos, se convertirá en definitiva. Los signos debían preparar para comprender el extraño misterio de la cruz. Para unos fue camino hacia la fe; otros se cerraron ante el misterio. — No todos entienden y acogen los signos de Jesús. Jn presenta prototipos de las diversas actitudes ante la fe: muchos se quedaron en una visión superficial; los sacerdotes y fariseos vieron el signo y no creyeron (11,47); la gente vio en Jesús a un agente de milagros, pero no llegó a creer (12,37; 6,26); otros, en cambio, vieron en los signos la gloria de Cristo y creyeron en él. Estos signos quedarán convertidos en signos permanentes y Jn los cuenta «para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre» (20,31).

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— Del costado abierto de Jesús brotará una fuente que hace nacer y mantiene la vida según el Espíritu. De Jesús nacerá la comunidad que deberá reproducir los signos (y sobre todo «el signo») de Jesús. Así seguirá manifestándose el gran amor que Dios nos tiene, ya que «envió a su Hijo único para que vivamos por medio de él» (1 Jn 4,9).

3. ORIENTACIONES CATEQUÉTICAS Han ido apareciendo a lo largo de la exposición. A modo de resumen: 1. Ante los relatos de milagro, la actitud fundamental de todo creyente y de toda comunidad es la de intentar descubrir el profundo significado del mensaje, más que cuestionar lo «milagroso» del hecho relatado. 2. La tradición evangélica ve los hechos portentosos de Jesús con un evidente cariz milagroso, válido para suscitar en la comunidad cristiana un sentimiento de confianza plena en Jesús, auténtico libertador de sus conciencias y de sus vidas. 3. La fe cristiana no se apoya en los milagros de Jesús. Aunque Jesús no hubiera realizado ningún milagro, no por eso dejaría de ser Hijo de Dios y seguiría siendo para el creyente el Jesús resucitado a quien se adhiere. 4. Los milagros de Jesús van ligados a su vida y a su enseñanza. La venida del Reino anunciada por la palabra está ya, en parte, presente en la acción. No podemos proclamar el Reino de Dios ni aun pedir «venga a nosotros tu Reino», si en la vida de los creyentes y de la misma Iglesia no hay «signos» o «milagros» que ya manifiesten, aunque de forma limitada, la realidad de ese mensaje de liberación. 5. Los relatos de milagro nos remiten a nuestra existencia de hoy. Si no somos signo, si la vida de nuestras comunidades cristianas ni interpela ni significa nada para nuestros contemporáneos, es inútil que intentemos proclamar la buena nueva de Jesucristo. Hoy el estar al lado y al servicio de los pobres es más «signo», más «milagro», que dominar a la naturaleza y a la enfermedad (la ciencia ya se encarga de ello). Hoy también, como en tiempos de Jesús, el signo más significativo de salvación es que el Evangelio es anunciado, con palabras y con hechos, a los pobres (Lc 4,18). PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. ¿Qué signos se dan en la actualidad que puedan interpretarse como «signos» de la presencia del Reino de Dios? 2. ¿Estamos dando los cristianos y la Iglesia, como institución, signos auténticos para el mundo de que Cristo resucitado vive y está presente entre nosotros? 3. Hay personas a las que les atrae todo lo milagroso: apariciones, visiones, curaciones... ¿Crees que esto es importante para el cristianismo?

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PARA ORAR Y REFLEXIONAR María en el Magnificat alaba al Señor por los prodigios y maravillas que Él ha realizado y realiza en su pueblo. Recitemos el Cántico de María: Lc 1,46-55. Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia —como lo había prometido a nuestros padres— en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. ¿Enfermos o posesos? Nos choca la relación que se establece entre enfermedad y posesión diabólica; nos parece que esto «proviene de una mentalidad precientífica que no ha distinguido todavía entre las leyes biológicas y las posesiones del demonio» (LeónDufour). Sin embargo, aquí se expresa una intuición religiosa muy profunda: Dios ha querido que el universo y los hombres fueran buenos y felices; por tanto, el mal, bajo todas sus formas, no puede ser obra suya. Jesús comparte esta convicción, pero se guarda de aplicarla de una forma estrecha. Cuando sus discípulos le preguntan: «¿Quién pecó, él o sus padres, para que este hombre haya nacido ciego?», él contesta: «Ni él pecó ni sus padres; es para que se manifiesten en él las obras de Dios» (Jn 9,2-3). Sus milagros son signos de su obra, que consiste en restaurar la creación en su bondad original. 196

Por consiguiente, no hay que preguntarse si estas «posesiones» se explicarían quizás por cierto complejo psico-somático, sino más bien: «¿Trabajo yo realmente en vencer el mal, en mí y en el mundo? ¿Trabajo yo, animado por el espíritu, para que este mundo sea efectivamente aquello en que se ha convertido en la resurrección de Cristo, de la que eran signos sus milagros?». (30)

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_________ FICHA n. 27 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 28 LAS PARÁBOLAS DE JESÚS La tradición evangélica recoge las enseñanzas de Jesús, cuyo mensaje se centró en el Reino de Dios. Entre todas las enseñanzas de Jesús, los evangelistas realizaron una selección, de acuerdo con sus propios fines teológicos y las necesidades concretas de su comunidad. Es en las parábolas, más que en el resto del evangelio, donde mejor se recogen las líneas básicas del programa de Jesús en torno al Reino y los requisitos que deben cumplir los que quieren pertenecer a él. De ahí que las enseñanzas del Maestro se convertirán en normas de vida para quienes redactaron los evangelios. Resulta difícil determinar hasta qué punto las enseñanzas recogidas por los evangelistas responden, de hecho, al programa evangelizador que Jesús predicó a los judíos. Este predicó el Reino y se ajustó a la mentalidad semita; mientras que los evangelistas se dirigen a cristianos con una cultura helénica. Se produjo, pues, un trasvase ideológico y literario para adaptarse al nuevo medio en que las enseñanzas de Jesús son proclamadas. Originariamente, las parábolas no fueron trozos dispersos de enseñanzas morales, puestas en relatos ejemplares para comodidad de los oyentes. Parece que la mayoría fueron dichas en un contexto de polémica, que se olvidó después de Pascua (y, en especial, después de la destrucción de Jerusalén). Así, lo dicho contra las autoridades de Israel fue luego predicado en la Iglesia como una exhortación a las virtudes cristianas. Es sintomático el hecho de la diversa selección de parábolas en los cuatro evangelios y la diversa organización de las mismas: Juan sólo recoge dos parábolas (10,1-30; 15,1-10); los sinópticos relatan unas cuarenta, algunas de ellas conservadas en los tres evangelios (5), otras en dos (8), mientras el resto es exclusivo de Mt (9), de Lc (16) y de Mc (2). Antes de redactarse los evangelios, las parábolas de Jesús (y todo el conjunto de enseñanzas) habrían circulado por las comunidades como «formas» independientes, que quedaron fijadas por cada evangelista con su matiz peculiar.

1. LA PARÁBOLA EVANGÉLICA En todas las lenguas y culturas existen formas de expresión inspiradas en imágenes y comparaciones, donde, partiendo de algo concreto tomado de la vida cotidiana, se elabora una enseñanza general. Esto es propio de la sabiduría popular y más común en los pueblos orientales. Entre los judíos era muy familiar el «mashal», especie de proverbio popular hecho enseñanza, que podía ser sentencia lapidaria, refrán, acertijo, principio de vida. Siendo esto así, no deja de sorprender grandemente el observar que la 199

parábola sea algo muy original de Jesús. Fuera de los evangelios, en el Nuevo Testamento no encontramos ninguna parábola. Y el mejor especialista en las parábolas, Joachim Jeremías, afirma que en la literatura rabínica no se han encontrado parábolas. Por tanto, las parábolas son un rasgo típicamente original de Jesús, donde se contiene con toda pureza su mensaje. La parábola es más metáfora o comparación que alegoría. Por eso, no es preciso interpretar cada palabra o detalle concretos (como, por el contrario, es propio de la alegoría). Basta con dar una explicación de conjunto a la idea central, aunque, frecuentemente, esta explicación está de sobra porque la idea esencial se impone claramente sin necesidad de aclaración. Por eso resulta curioso que se afirme (Mc 4,1112) que Jesús hablaba a los judíos en parábolas para que no le entendieran, mientras a sus discípulos les hablaba abiertamente. Tal vez se esté indicando la dificultad que encuentran los nuevos destinatarios helénicos y el esfuerzo que esto supuso a los evangelistas a la hora de tener que explicar su contenido. A veces, la explicación alejará el mensaje de la parábola del genuino anuncio de Jesús y lo acercará a las necesidades concretas de la comunidad cristiana. Ej.: en la parábola de la oveja perdida, Lucas la dirige a los adversarios de Jesús (15,3-7), mientras Mt (18,12-14) la restringe a los discípulos, advirtiéndoles que no deben dejar que se pierda ni uno sólo. Es un aviso a los líderes de la comunidad y se convierte en enseñanza eclesiólogica Jesús se inspiró en temas y términos del Antiguo Testamento, muy familiares para los judíos de su época: Dios se presenta como padre, rey, juez, propietario, huésped y cabeza de familia; los hombres vienen calificados como hijos, siervos, deudores e invitados; el pueblo de Dios se equipara a la viña y al rebaño; la cosecha se ve como el juicio; el fuego y las tinieblas como el infierno; las bodas y el banquete como el tiempo de salvación. La tradición cristiana ajustó estas imágenes y comparaciones a su propia situación y, a veces, las somete a un proceso de alegorización, con lo que se pierde con frecuencia el marco ambiental original («Sitz im Leben») para recibir uno nuevo.

2. TIPOLOGÍA Y CLASIFICACIÓN DE LAS PARÁBOLAS Se han realizado diversos intentos de clasificación en bloques. La clasificación temática puede ser útil, aunque encuentra la dificultad de que en una misma parábola pueden confluir diversas ideas que giran en torno a un tema central. Una clasificación de acuerdo al tema, podría agrupar a las parábolas en tres bloques: a) Parábolas del Reino (que desarrollan directamente aspectos concretos del mismo); b) Parábolas de crisis (para situaciones difíciles y en las que se apuntan soluciones); c) Parábolas para la realización personal (en el proceso de seguimiento de Jesús para compartir el Reino). Los tres bloques fomentan una teología de la esperanza. a) Parábolas del Reino

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El anhelo del pueblo de Israel se centraba en la espera del tiempo mesiánico en que Yahvé ejercería una soberanía absoluta, inaugurando una égida de paz y prosperidad. La predicación de Jesús se enmarca en esta espera cargada de esperanza. Pero la comunidad cristiana sabe y confiesa que Jesús es el Mesías, que Jesús ha convertido en realidad la expectación judaica. Esto les llevará a un cambio de situación y de perspectiva, en un proceso de tres fases: 1. Jesús habría anunciado el Reino como algo futuro (tal vez no muy lejano), en dimensión escatológica. Las parábolas del Reino, originariamente, apuntarían a un futuro y enseñarían que es necesaria la entrega a los demás, la denuncia de las fuerzas del mal, la renuncia al propio interés, se alaba al que vende todo para adquirir el tesoro o la perla, se aplaude la actitud del que sabe construir una torre, brinda un mensaje a los enfermos y alaba a quien, a pesar de la negativa inicial, acaba ajustándose a las exigencias del Reino. La llegada definitiva del Reino está condicionada a la actitud que los hombres tengan frente al mismo. 2. La tradición cristiana primitiva vinculará, en un primer momento, el Reino mesiánico con el triunfo y glorificación del Jesús Resucitado. El Reino ya se ha hecho realidad. La Iglesia es el nuevo Israel, el nuevo Reino. Y las palabras de Jesús sonaban en clave de presente. 3. Las comunidades cristianas, en un momento posterior, al ver que la situación de injusticia y opresión continuaba, que el Reino no se hacía visible, lanzan su mirada a la segunda venida de Jesús, rodeado de poder y de gloria, para instaurar con su «parusía» el Reino en su fase de esplendor. En esta perspectiva se fraguan los relatos de las parábolas: presente y futuro son dos aspectos de una misma realidad. El Reino, en cuanto anunciado por Jesús, es futuro; en cuanto encarnado por Jesús, es presente; para el cristiano es una invitación a luchar por la extensión del Reino en una nueva expectación de la venida del Señor. b) Parábolas de crisis Todas invitan a adoptar una postura concreta ante un futuro incierto y amenazante. Jesús inculcó a los judíos que es posible el cambio de actitud en una mayor fidelidad a Yahvé, por encima del frío cumplimiento de la ley (Mt 23,23). La tradición cristiana convertirá estas parábolas en avisos que ponen alerta a los creyentes ante la segunda venida de Jesús. En este bloque de parábolas se encuentran: los siervos fieles e infieles; el ladrón nocturno; los siervos vigilantes; las diez vírgenes. Ser cristiano, salvado, lleva el riesgo de caer en la indolencia, de dormirse. Es preciso fomentar el espíritu de diligencia y vigilancia para que Jesús, en su segunda venida, los encuentre preparados. Jesús pide a sus seguidores que sean fieles a su compromiso (el Señor se ausenta y vuelve para pedir cuentas). c) Parábolas de crecimiento y realización personal Hacen referencia a las exigencias del Reino, que se concretan en el crecimiento sin descanso y con paciencia en valores y actitudes personales y comunitarias. 201

Se agruparían en este bloque: el sembrador; la semilla que crece; la red del pescador; el grano de mostaza; la levadura en la masa. Jesús indica en todas que el Reino ya se ha iniciado y la manera de integrarse en la vida del Reino. Las comunidades cristianas las convirtieron en normas de comportamiento para el creyente. Se insiste en que el Reino experimenta un largo proceso, que hay que saber esperar con paciencia e ilusión. Este conjunto de parábolas desarrolla, aún más que el resto, una teología de la ilusión esperanzada, aunque se den las disensiones (= cizaña), no todos respondan a las exigencias del Reino y al final se haga la selección definitiva. d) Otra clasificación (elegida como muestra significativa) es la que propone Juan Luis Segundo («La historia perdida y recuperada de Jesús de Nazaret») Parte del convencimiento de que Jesús se propuso con las parábolas desenmascarar a las autoridades religiosas de Israel y hacer comprender a los pobres, los beneficiarios del Reino, el plan divino que el mismo Reino encarnaba. Divide el conjunto en cuatro series. Las dos primeras versarían sobre la falsa seguridad opuestas al Reino y sobre los pecadores y la alegría de Dios. Supondrían una reafirmación y explicación de las Bienaventuranzas. Las dos series últimas se referirían a los verdaderos pecadores de Israel y a la auténtica lectura de la Palabra de Dios. Jesús habría mostrado quiénes eran los auténticos pecadores y que su pecado, el de deshumanizar y oprimir, proviene de (o se cubre con) una lectura defectuosa e inhumana de la Ley de Dios. De esta forma las parábolas acusaban a los representantes oficiales de Dios de usar de su poder delegado para crear marginados y justificar, blasfemando de Dios, el que así permanecieran. Resulta sugestiva la lectura de gran parte de parábolas según esta clave interpretativa, aportada desde la Teología de la Liberación.

3. ORIENTACIONES CATEQUÉTICAS 1. Urge captar el mensaje de las parábolas evangélicas, que sigue siendo válido hoy día para las comunidades cristianas. Ya la propia tradición evangélica ajustó a sus necesidades concretas las enseñanzas de Jesús sobre el Reino, presente ya en Jesús y hecho de algún modo realidad en quienes se comprometen en su misma obra liberadora. 2. La Iglesia, desde sus inicios, sufre la crisis. Desde el principio, ha intentado basar sus convicciones en el mensaje de Jesús, debidamente asimilado y encarnado. Hoy también las parábolas evangélicas son respuesta esperanzada y luminosa para quien apuesta por el Reino, aun en medio de dudas y dificultades. 3. La lucha por el Reino, a la que invitan las parábolas, no puede limitarse a fomentar actitudes pietistas y conformistas. Exige, más bien, revisar nuestras posturas de cara a la vivencia de un cristianismo más comprometido. Sería muy conveniente que reflexionáramos sobre nuestros criterios y conducta a la luz de parábolas, como: el buen samaritano (Lc 10,25-37), el tesoro escondido por el que se renuncia a todo (Mt 202

13,44-46) y la del siervo sin entrañas (Mt 18,23-35). 4. La dimensión escatológica de las parábolas fomenta en el creyente una teología de la esperanza, donde la activa paciencia es la antítesis de la indolencia resignada. La ilusión en un futuro mejor no es escapatoria para ilusos frustrados por un negro presente (por ahí andan los que suspiran por el cielo, y no hacen más que suspirar, desde «el valle de lágrimas»), sino compromiso activo contra toda forma de opresión y de injusticia para acercar ese futuro al presente.

PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. Escoge una parábola; medítala y comenta, después, con el grupo sobre el tipo de parábola de que se trata (del Reino, de crisis, de crecimiento personal) y los rasgos más destacados para comunicar el mensaje. 2. Para nuestra tarea de evangelizadores en nuestro ambiente, ¿qué parábola nos orientaría mejor y por qué? 3. ¿Crees que el método utilizado por Jesús, al hablar en parábolas, debiéramos emplearlo en la catequesis y en

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las homilías?

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PARA ORAR Y CANTAR Se marchó, se marchó en busca de otras tierras. Se marchó, se marchó, un día se marchó. 1. Desertó de los suyos de sus campos y olivos, recorrió mil caminos, llegó a la gran ciudad. Encontró la extrañeza de no tener amigos y comenzó a pensar. Hijos pródigos somos, es nuestro Padre Dios y vamos por la vida mendigando calor. 2. Al caer de la tarde – un día volvió, su padre le esperaba – con el perdón. Le dio vestido nuevo – y una cena caliente, hubo fiesta entre la gente – y otra vez pensó: Hijos pródigos somos, es nuestro Padre Dios y vamos por la vida mendigando calor. (31)

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_________ FICHA n. 28 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 29

EL REINO DE DIOS

Jesús proclama el Evangelio del Reino de Dios, la buena noticia del Reino (Mt 4,23; 9,35). «Reino de Dios», según Marcos; «Reino de los cielos», según Mateo. Las dos expresiones son equivalentes. «El Reino de Dios está cerca», predica el Bautista y es la predicación de Jesús (Mt 3,1; 4,17). Esta realidad misteriosa que Jesús viene a instaurar en la tierra hunde sus raíces en el Antiguo Testamento, que anuncia y prepara su venida.

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1. LA REALEZA DIVINA EN EL ANTIGUO TESTAMENTO El concepto de realeza divina se encuentra en todas las religiones del antiguo Oriente. Las mitologías utilizan este concepto para conferir al rey humano un valor sagrado y hacerlo así el lugarteniente en la tierra del Dios-rey. Pero en Israel la realeza divina adquiere un contenido muy diferente y muy particular. Israel, reino de Yahvé A partir del asentamiento de Israel en Canaán, y no antes, se comienza a afirmar que Yahvé reina sobre Israel, que el culto tributado a Yahvé es imagen del que le tributan los ángeles en el cielo. Yahvé reina sobre los cielos y sobre la tierra, sobre todas las naciones y, especialmente, sobre el Pueblo que Él se escogió como propiedad particular (constituido por la Alianza «reino de sacerdotes y nación consagrada», Éx 19,5). Yahvé quiere que su reinado sea reconocido en su pueblo por la observancia de su Ley. La exigencia de su reinado es moral, no política. El Reino de Dios y la realeza israelita Cuando Israel instaura el sistema monárquico, el rey debe subordinarse a la realeza de Yahvé y reina en nombre de Yahvé. Las dos funciones atribuidas a la realeza de Yahvé, asegurar la libertad de su pueblo frente a sus enemigos y ejercer la justicia velando por los más pobres, pasan al rey de Israel. Los profetas vigilarán y hablarán en nombre de Yahvé a los reyes cuando la ambición de estos no coincida con la causa del reinado de Dios, especialmente en lo referente a la protección y defensa de los indefensos. En los tiempos de la decadencia de Israel, se juzgará la caída de la dinastía davídica por la ruptura de los reyes con el Rey del que tenía su poder (Jer 10,21). En espera del reinado final de Yahvé En los tiempos del exilio y época siguiente, se vuelven los ojos, por encima de la época monárquica, hacia la gloriosa teocracia original. Los profetas anuncian su restauración en los últimos tiempos. Yahvé volverá a ocuparse de su pueblo para reunirlo y salvarlo, el reinado de Yahvé se extenderá a toda la tierra y de todas partes acudirán a Jerusalén para adorar al Rey-Yahvé (Zac 14,9). La buena nueva que se anuncia a Jerusalén es: «Tu Dios reina» (Is 52,7). Se crean o modifican antiguos salmos que cantan el reinado escatológico de Yahvé: reinado universal, proclamado y reconocido por todas las naciones, manifestado por el «juicio» divino (Sal 47; 96-99). La realeza será dada para siempre al Hijo del Hombre y al pueblo de los santos del Altísimo (Dan 7,14.27). El reinado de Yahvé tomará la forma concreta de un Reino para este pueblo, aunque el reino «no será ya de este mundo». El pueblo de Israel vivirá la espera y la esperanza de 209

la restauración del reino davídico por el Mesías.

2. JESÚS PREDICA EL EVANGELIO DEL REINO DE DIOS El Reino de Dios es el núcleo esencial del mensaje evangélico, en él se cifra el proyecto de Jesús. El anuncio del acontecimiento salvador se sitúa en la línea de los profetas. Los milagros que acompañan a la predicación de Jesús son los signos de que lo anunciado se ha iniciado, de la presencia del Reino, y manifiestan su significado. Con el inicio del Reino se pone fin al dominio de Satán, del pecado y de la muerte que oprimían a los hombres. El Reino de Dios es una realidad misteriosa que Jesús revela sólo a los humildes y pequeños, no a los sabios y prudentes de este mundo (Mt 11,25); a sus discípulos, no a las gentes de fuera (Mc 4,11). Por medio de parábolas irá revelando Jesús progresivamente los misterios del Reino y en las Bienaventuranzas anunciará el programa del nuevo Reino. En Jesús el Reino de Dios se hace presente: los pobres son evangelizados, se libera a los que sufren de su opresión, a los pobres se les atiende, se les escucha, se les valora, se les hace justicia. Dios se ha acercado a los pobres y pequeños de la tierra: son los preferidos en el Reino (Mt 20,16; 21,31; Lc 10,21). Rasgos del Reino anunciado e instaurado por Jesús • Es un Reino que ha de llegar, que se acerca. Lo que está aconteciendo en Jesús y por Jesús es su anuncio, como los brotes de la higuera anuncian la primavera. • Es, al mismo tiempo, realidad presente. Los demonios son expulsados, como una señal de que el Reino ya está ahí (Mt 12,28; Lc 17,20). • Será implantado por la acción de Dios y no por la fuerza de las armas o por el cumplimiento de la Ley. El hombre puede pedir su venida (Mt 6,10) y esperar con paciencia y confianza, como reflejan las parábolas del grano de mostaza (Mc 4,30-32), de la levadura (Mt 13,33) o de la semilla que crece sola (Mc 4,26-29). El momento de su llegada es imprevisible y hay que estar en vigilante espera (Lc 17,20). • Por ser un don de Dios, el hombre debe buscarlo como un tesoro escondido; debe trabajar en él como en la viña; debe cultivar lo que se le ha confiado y hacerlo producir. Quien se decida por la persona de Jesús, en quien se manifiesta el Reino de Dios, debe hacerlo con una radicalidad absoluta: «Si tu mano derecha te pone en peligro…, córtatela» (Mt 5,29s); no hay que volver la vista atrás (Lc 9,62) y siempre con la alegría de quien ha descubierto un gran tesoro. • Es un Reino que procede de Dios y no es como los reinos de este mundo (Jn 18,36) que se imponen por la fuerza y oprimen. Quien quiera ser del Reino de 210

Dios no debe ambicionar los primeros puestos, sino que debe hacerse el servidor de todos (Lc 22,25-27). • Se realiza en este mundo. Cuando llega, los hambrientos quedan saciados, los tristes consolados, se ama a los enemigos… • Es un acontecimiento de salvación, de buena noticia (Mc 1,15) y no de condenación (Jn 3,17). Adversarios y beneficiarios del Reino Se oponen al Reino quienes, con su llegada, van a ver reducidos sus bienes, sus privilegios, su prestigio y su posición de dominio. Son los «adversarios naturales» de Jesús. Esta oposición forma parte de la conflictividad instrínseca del mensaje profético de Jesús. A éstos se les exige una conversión en la estructura de valores que poseen. La llegada del Reino se convierte para estos en «mala noticia». Los beneficiarios del Reino, a quienes se anuncia la Noticia como buena, también deben convertirse porque es Noticia demasiado buena. No se les exige que cambien de valoración, sino que se dejen penetrar por la increíble noticia de que Dios está en camino para liberarlos. Que esto no fue fácil se advierte en la actitud de las multitudes, más interesadas en Jesús taumaturgo que en Jesús profeta, más en Jesús ayudador que en Jesús crítico, buscadoras de «señales» que sacian de forma inmediata, sin esperanza de poder pasar a una salvación definitiva. Jesús siempre insistió en la necesidad en una conversión que pusiera las propias opciones en síntonía con las prioridades del corazón de Dios. Para ello, mostró cuáles eran esas prioridades y que la sintonía con el corazón de Dios valía más que cualquier otra actitud religiosa. De esta manera, hacía ver cómo el hombre encuentra la transcendencia, no escapando a un terreno religioso o al interior del corazón, sino encontrando a Dios en el hermano necesitado. Las fases del Reino La implantación del Reino no es de forma fulgurante e inmediata, como pensaba el judaísmo tomando al pie de la letra los oráculos escatológicos del AT. Desde el Bautista está abierta la era del Reino. Se han cumplido ya los tiempos y el Reino está ya presente. Es el tiempo de las nupcias (Mc 2,19) y de la siega…, pero hay un espacio entre la inauguración histórica del reino y su realización perfecta. En este espacio, el Reino «padece violencia» (Mt 11,12) pues se quiere impedir que triunfe. Después de la Resurrección de Jesús y hasta su Venida gloriosa se prolonga el tiempo del testimonio (Hch 1,8; Jn 15,27), el tiempo de la Iglesia. La Venida gloriosa de Cristo, al final de los tiempos, supondrá el advenimiento del Reino en su plenitud (Lc 21,31); entonces se consumará la Pascua (Lc 22,14s) y tendrá lugar el 211

banquete escatológico en el que los invitados, venidos de todas partes, tendrán fiesta con los patriarcas (Lc 13,28s; Mt 22,2-10). El acceso al Reino, como tarea El Reino es un don de Dios; el Señor contrata libremente a los trabajadores de su viña. Pero, aunque todo sea gracia divina, los hombres invitados deben responder a esa gracia, a esa invitación. El Reino se convierte, así, en tarea para los seguidores de Jesús. Las exigencias para pertenecer a él son: un alma de pobre (Mt 5,3), una actitud de niño (Mt 18,1-4; 19,14), una búsqueda activa del Reino y de su justicia (Mt 6,13), soportar las persecuciones (Mt 5,10), sacrificar todo lo que se posee por él (Mt 13,44), cumplir la voluntad del Padre (Mt 7,21) especialmente en lo que se refiere a la caridad fraterna (Mt 25,34). Para los seguidores de Jesús, la vida se convierte en un don y en la tarea de extender el reinado de Dios mediante el amor. Es la empresa de hacer posible un mundo justo y fraterno, de acuerdo al proyecto inicial de Dios. El Reino de Dios se manifiesta allí donde los seguidores de Jesús dan fe con sus obras de que él vive. Es significativa la evolución, el cambio de perspectiva y de acento que sufre la predicación del Reino. Jesús predicó el Reino de Dios como tema y eje central de su Evangelio. A partir de Pascua, este término desaparece prácticamente del Nuevo Testamento (frente a 60 citas en Mateo, se pasa a 4 en Jn, a 8 en Hch, 7 en Pablo, y además citadas como expresiones estereotipadas). La primera generación cristiana vio que en Jesús, muerto y resucitado, había llegado el Reino de Dios. Identificaron el Reino predicado por Jesús con Cristo resucitado. A partir de esta nueva visión, y ayudados porque la Parusía del Reino no acababa de llegar y por las condiciones adversas del imperio romano, dejarán de predicar explícitamente la venida del Reino y predicarán a Jesús Salvador, exhortando a vivir «en Cristo Jesús». Es evidente que este cambio de perspectiva y de acento fue legítimo, aunque también es cierto que se benefició un aspecto en perjuicio de otro y que nos queda un largo camino por recorrer para realizar en la historia el Reino de Dios predicado y vivido hasta sus últimas consecuencias por Jesús. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. ¿Crees que actualmente el Reino de Dios, la Iglesia, responde al proyecto que Jesús tuvo de él? Señala lo que piensas que responde a ese proyecto y lo que no es expresión del Reino. 2. El Reino de Dios está dentro y fuera de nosotros. ¿Cómo o en qué aspectos se manifiesta esa doble dimensión del Reino? 3. ¿En qué rasgos del Reino estás colaborando más directamente para hacer que se implante en tu ambiente? 4. ¿Crees que los pobres y oprimidos de la tierra podrán afirmar que ha comenzado ya el Reino de Dios?

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PARA ORAR Y REFLEXIONAR Oración a nuestra Señora del tercer mundo Hermana peregrina de los Pobres de Yahvé, Profetisa de los pobres libertados, Madre del Tercer Mundo, madre de todos los hombres de este mundo único porque eres la Madre del Dios hecho hombre. Con todos los que creen en Cristo y con todos aquellos que de algún modo buscan su Reino, te llamamos a TI, Madre, para que le hables por todos nosotros. Pídele, a Él que se hizo Pobre para comunicarnos las riquezas de su Amor, que su Iglesia se despoje, sin subterfugios, de toda otra riqueza. A Él, que murió en la Cruz para salvar a los hombres, pídele que nosotros, sus discípulos, sepamos vivir y morir por la total liberación de nuestros hermanos. Pídele que nos devore el hambre y la sed de aquella Justicia que despoja y redime. A Él, que derribó el muro de la separación, pídele que todos los que llevamos el sello de su Nombre busquemos de hecho, por encima de todo lo que divide, aquella unidad reclamada por Él mismo en testamento, y que sólo es posible en la libertad de los hijos de Dios. Pídele, a Él, que vive Resucitado junto al Padre, que nos comunique la fuerza jubilosa de su Espíritu para que sepamos vencer el egoísmo, la rutina y el miedo. Mujer campesina y obrera, nacida en una colonia y martirizada por el legalismo y la hipocresía: enséñanos a leer sinceramente el Evangelio de Jesús y a traducirlo en la vida con todas sus revolucionarias consecuencias en el espíritu radical de las Bienaventuranzas y el riesgo total de aquel Amor que sabe dar la vida por los que ama. Por Jesucristo, tu Hijo, El Hijo de Dios, nuestro Hermano. (32) P EDRO CASALDÁLIGA

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_________ FICHA n. 29 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 30

LAS BIENAVENTURANZAS

La proclamación de las Bienaventuranzas nos llena de desconcierto y nos lleva a preguntarnos: ¿Qué hemos hecho de las Bienaventuranzas? — Jesús proclama la dicha, la felicidad. Quiere hacer de sus discípulos hombres dichosos. Y, frecuentemente, hemos hecho del cristianismo un conjunto de obligaciones y de ritos tristes. — Jesús proclama la buena noticia de que Dios viene a liberar a los desventurados de su miseria, que ha comenzado su dicha ya y, sin embargo, demasiadas veces se les ha prometido esa felicidad para el más allá, si aceptaban con resignación su desgracia en este «valle de lágrimas». Ha sido un recurso fácil para abandonar a los pobres a su suerte.

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1. LAS BIENAVENTURANZAS a) Las bienaventuranzas antes de los evangelios Es probable que Jesús proclamara las bienaventuranzas en diferentes momentos de su predicación. En la Comunidad primitiva se habrían agrupado esas bienaventuranzas. Actualmente, utilizando el método histórico-crítico, se ha intentado reconstruir la primitiva versión, poniendo así de relieve la «evolución de las tradiciones» desde la primera versión hasta las dos interpretaciones diferentes transmitidas por Lucas y Mateo. Jacques Dupont reconstruye la versión primitiva de la Comunidad, a partir de situaciones del Evangelio con un transfondo similar al de las bienaventuranzas, especialmente cuando Jesús presenta sus signos como cumplimiento de los anuncios proféticos de la venida del Reino (Mt 11,2-6; Lc 7,18-23 respuesta a Juan Bautista. Y Lc 4,16-44 en las sinagoga de Nazaret al inicio de su vida pública). Jesús, en esos momentos decisivos, proclama que en él y con él se inaugura la llegada del Reino de Dios y que, como lo habían anunciado los Profetas, actuará en favor de los pobres y necesitados. Las palabras de Isaías se hacen realidad en Jesús: «Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren…» (Lc 4,16-22). De esta forma, las bienaventuranzas de Jesús habrían sido, ante todo, teológicas: Jesús hablaba en ellas de Dios, del «Dios de los pobres» que viene a establecer su Reino. Comienza la esperanza dichosa para los desvalidos, no porque éstos sean mejores que los demás, sino porque Dios quiere velar por quienes se encuentran desamparados de toda ayuda humana. Las tres primeras bienaventuranzas ofrecen el punto de vista de Jesús. La cuarta asegura a los cristianos perseguidos su recompensa final, no porque estén sufriendo, sino por sufrir por Cristo (es el punto de vista de la Comunidad cristiana). Se puede, probablemente, reconstruir así el texto anterior a los evangelios (J. Dupont): «Dichosos los pobres porque tienen a Dios por rey. Dichosos los que sufren porque serán consolados. Dichosos los que tienen hambre (y sed) porque serán saciados. Dichosos seréis cuando os odien y os expulsen, cuando os insulten y calumnien por causa de este hombre; estad alegres y contentos, que Dios os va a dar una gran recompensa, porque lo mismo persiguieron a los profetas que os precedieron». b) Textos comparados de las Bienaventuranzas en Lucas y Mateo Lucas y Mateo transmiten las Bienaventuranzas pensando, como en el resto de sus evangelios, en sus comunidades. Son como dos relecturas cristianas, con un corrimiento doctrinal: las bienaventuranzas de Jesús eran ante todo teológicas; las de Lucas y Mateo son más bien cristológicas (insisten en Jesús, aquel por quien se ha inaugurado el Reino) 216

y se hacen (especialmente en Mateo) catequéticas, exhortando a los cristianos a que tengan los mismos sentimientos y las mismas actitudes que su Maestro Jesús. CONCORDANCIAS • Ambos emplean el mismo término de «dichosos». • Ambos las colocan al frente del discurso programático de Jesús, al inicio de su ministerio (aunque en diversa situación). • En ambos relatos, dos grupos: las primeras son breves y precisas: la última, amplia y vaga. DIVERGENCIAS • Mateo pone 9; Lucas sólo 4 (más 4 sentencias contrarias, «Ay de vosotros…»). • Respecto al contenido: Lucas hace referencia a situaciones de vida penosas; Mateo habla de actitudes y disposiciones del espíritu. Son dos planos distintos. TEXTOS EVANGÉLICOS — Mateo 5,3-12 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9.

Dichosos los que eligen ser pobres porque ésos tienen a Dios por rey. Dichosos los que sufren, porque ésos van a recibir el consuelo. Dichosos los no violentos, porque ésos van a heredar la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ésos van a ser saciados. Dichosos los que prestan ayuda, porque ésos van a recibir ayuda. Dichosos los limpios de corazón, porque ésos van a ver a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque a estos los va a llamar Dios hijos suyos. 10. Dichosos los que viven perseguidos por su fidelidad, porque ésos tienen a Dios por rey. 11. Dichosos vosotros cuando os insulten, os persigan y os calumnien de cualquier modo por causa mía. 12. Estad alegres y contentos, que Dios os va a dar una gran recompensa, porque lo mismo persiguieron a los profetas que os han precedido. — Lucas 6, 20B-23 20b. Dichosos vosotros los pobres, porque tenéis a Dios por rey. 21. Dichosos los que ahora pasáis hambre, porque os van a saciar. Dichosos los que ahora lloráis, porque vais a reír. 22. Dichosos vosotros cuando os odien los hombres y os expulsen y os insulten y propalen mala fama de vosotros por causa de este hombre. 23. Alegraos ese día y saltad de gozo, mirad que os va a dar Dios una gran recompensa, porque así es como los padres de estos trataban a los profetas. — Lc 6,24-26 24. Pero, ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya tenéis vuestro consuelo! 217

25. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados, porque vais a pasar hambre! ¡Ay de los que ahora reís, porque vais a lamentaros y a llorar! 26. ¡Ay si todo el mundo os halaga!, porque así es como los padres de estos trataban a los falsos profetas.

2. LAS BIENAVENTURANZAS SEGÚN LUCAS Las cuatro bienaventuranzas van seguidas, en perfecto paralelismo, de otras tantas lamentaciones que se les contraponen. a) «Dichosos vosotros…» Las cuatro están escritas en segunda personal de plural. Jesús las dirige a sus discípulos: «Y él, alzando sus ojos hacia sus discípulos, decía…» (Lc 6,20). Un momento antes, Lucas cuenta quién es el auditorio de Jesús: los doce elegidos, una multitud de discípulos y gran muchedumbre del pueblo (6,13-17). Por tanto, estas Bienaventuranzas de Lucas van dirigidas a los seguidores de Jesús (a los cristianos) que son pobres, desvalidos y perseguidos. En dos de ellas se refuerza la inmediatez con el adverbio «ahora», que hace referencia al tiempo de la prueba, mientras el consuelo queda para más tarde. ¿Para cuándo? (J. Dupont opina que, dada la mentalidad de Lucas, el consuelo llegará después de la muerte individual de cada cristiano, sin tener que esperar a la parusía final.) b) «Ay de vosotros…» Los destinatarios de estas maldiciones o lamentaciones ya no serían los discípulos. Parece indicarlo la frase siguiente a las cuatro maldiciones: «Pero, en cambio, a vosotros que me escucháis os digo…» (Lc 6,27). Para Lucas entre los seguidores de Jesús (los primeros discípulos y los cristianos de su Comunidad) no puede haber personas de esa categoría a que hacen referencia las tres primeras. — Son desdichados, en las tres primeras, porque: • La riqueza impide al hombre ver más allá de la vida material presente. • La riqueza encierra al hombre en sí mismo y le impide preocuparse por las necesidades de los demás. • La riqueza tiende a ocupar en el corazón del hombre el lugar que corresponde a Dios. — «Ay de vosotros si todo el mundo habla bien de vosotros (os halaga).» La opinión de los hombres no es criterio válido para los cristianos. Lo que importa al cristiano es todo aquello que pueda acercarle a su Señor, empezando por la humillación por causa de Cristo.

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3. LAS BIENAVENTURANZAS SEGÚN MATEO — Se presentan como un programa de vida cristiana, una tarea. No pretenden indicar tanto quién es dichoso, cuanto cómo hay que obrar para participar de esa dicha. — Mateo presenta 9 bienaventuranzas, pero algunas son variaciones o desdoblamientos de otras. — Dos grupos de cuatro, más la novena que es el elemento de transición para precisar el papel de los discípulos ante el mundo. — Cada bienaventuranza es una exhortación a actuar con la actitud que se requiere para participar de la dicha de la salvación que ofrece el Evangelio. a) «Dichosos los que eligen ser pobres» y «los no violentos» (= pobres de espíritu y mansos). Son dos aspectos de una misma actitud de espíritu. b) «Dichosos los que prestan ayuda» y «los que trabajan por la paz». Miran más al obrar que al ser. Son las bienaventuranzas del amor al prójimo. Ser misericordioso no es sólo tener sentimientos de compasión por la desgracia ajena, sino comportarse de dos formas muy concretas: perdonando y ayudando a quien se encuentra en apuros. (Esto es algo muy peculiar del evangelio de Mateo.) «Trabajar por la paz» no es sinónimo de «pacífico» (= el que vive en buenas relaciones con los demás), ni tampoco de «pacificador». Se trata de algo intermedio: el que ayuda a reconciliar a los demás. (Obra de misericordia muy importante en el mundo judío del siglo I y más aún entre los esenios, que insistían en trabajar por la paz y en la pobreza del espíritu.) c) «Dichosos los limpios de corazón: ésos van a ver a Dios»: — Corazón puro no es simplemente tener buenas intenciones. Es tener un corazón de donde procedan los actos buenos, la conducta de vida que permita presentarse ante Dios y entrar en relación íntima con Él (sin necesidad de prescripciones rituales externas). — Ver a Dios, algo de enorme resonancia en el Antiguo Testamento, resume la felicidad que tendrá lugar en el mundo venidero. Pero esta dicha no es sólo futura. Promete y asegura, desde ahora para los limpios de corazón, una experiencia íntima con Dios.

4. ORIENTACIONES CATEQUÉTICAS Las Bienaventuranzas de Jesús • Anuncian la llegada del Reino de Dios, como una buena noticia para quienes actualmente son los más desgraciados. • Nos manifiestan quién es Dios: no es neutral; está del lado de los pobres. Son los predilectos de Dios, no por mérito de ellos, sino porque así es Dios. Ama 219

gratuitamente a quien lo necesita. • Con esta noticia se inaugura en Jesús el Reino de Dios. En Jesús, Dios muestra a los hombres el espíritu y la actitud con que desea ejercer su realeza. Así deberá ser el comportamiento de sus seguidores que se comprometan a extender su Reino. • Comprometerse en la causa de Cristo trae problemas. Parecida debe ser la suerte del discípulo y del maestro. Las Bienaventuranzas como norma de vida Mateo hace de las palabras de Jesús norma de vida, exigencias para quien quiera pertenecer al Reino. No habla ya de pobreza material, no importan demasiado las condiciones sociales y económicas ni el mismo hecho de llamarse seguidor de Cristo. Lo que importan son las disposiciones del corazón: hambriento y sediento de justicia, pureza de corazón, entregado a la caridad en el perdón y en las obras de misericordia, preocupado por lograr la paz y concordia entre los hombres… Estas disposiciones del corazón encuentran su fuente en Jesús; las bienaventuranzas se desprenden de la vida y del ejemplo del Maestro, «manso y humilde de corazón» (Mt 11,29). El don anunciado se convierte en tarea El mensaje de las Bienaventuranzas es la proclamación de un don (el amor, gratuito e incondicional, de Dios por los más desvalidos, que se hace presente y real en Jesús) y se convierte en tarea para los seguidores de Jesús, empeñados en establecer ya su Reino. Allí donde se elige ser pobre y se opta por los pobres, donde la comunidad cristiana vive la fraternidad, crea un estilo no violento, construye la paz, vive la sinceridad de corazón, tiene hambre y sed de la justicia evangélica, es perseguida por causa de Cristo…, allí se está gestando el Reino. Las Bienaventuranzas como proclamación de felicidad Las Bienaventuranzas son ante todo fórmulas de felicitación; proclamación de felicidad y no solamente promesas. La religión de las Bienaventuranzas no puede ser más que una religión de la esperanza. De los apuros del presente brota la gozosa esperanza que transfigura la existencia del creyente, porque Dios, en Jesús, está cerca del que sufre. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. Compara las Bienaventuranzas según Mateo y según Lucas: ¿cuántas son?, ¿cuáles son las comunes?, ¿qué añade Lucas y qué añade Mateo?, ¿de qué pobreza se trata en Mateo y Lucas? 2. Si se sitúan las Bienaventuranzas en el contexto evangélico de los «signos» que Jesús da al Bautista (Mt 11, 2-6 y Lc 7, 18-23) y de su primera predicación en Nazaret (Lc 4,16-21), ¿qué sentido teológico y

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cristológico tienen? 3. Las Bienaventuranzas son el centro del programa de Jesús. ¿Crees que son también el centro del programa de los cristianos? ¿Y el centro del programa de tu vida? 4. ¿Qué ocurriría si, de verdad, la Iglesia como institución y los cristianos comprometidos «optaran por los pobres»? ¿En qué aspectos del ser y de la actividad apostólica se manifestaría?

PARA ORAR, REFLEXIONAR Y CANTAR Bienaventurados seremos, Señor. Seremos, Señor. 1. Seréis bienaventurados los desprendidos de la tierra. Seréis bienaventurados los que tenéis alma sencilla. Seréis bienaventurados porque tendréis el Cielo. Seréis bienaventurados. Vuestra será la tierra. Bienventurados seremos, Señor. Seremos, Señor. 2. Seréis bienaventurados los que lloráis, los que sufrís, seréis bienaventurados porque seréis consolados, seréis bienaventurados los que tenéis hambre de Mí. Seréis bienaventurados porque seréis saciados. Bienaventurados seremos, Señor. Seremos, Señor. 3. Seréis bienaventurados porque tenéis misericordia, seréis bienaventurados porque seréis perdonados. Seréis bienaventurados los que tenéis el alma limpia, seréis bienaventurados porque veréis a Dios. Bienaventurados seremos, Señor. Seremos, Señor. 4. Seréis bienaventurados los que buscáis siempre la paz. Seréis bienaventurados. Hijos seréis de Dios. Seréis bienaventurados los 221

perseguidos por mi causa. Seréis bienaventurados porque tendréis mi Reino. (33) La justicia evangélica es la respuesta justa a Dios — Es justo y necesario darte gracias, Señor, por haber decidido la instauración de tu reinado definitivo. — Es justo que en él la justicia social ocupe el primer plano, porque has decidido que, en tu reinado, los más pobres sean los preferidos. — Es justo que el amor sin fronteras sea el fundamento de tu reinado, porque es tu propio amor divino su verdadero motor interno. — Es justo que la pobreza evangélica sea el estilo de vida propio de los hombres, porque —en tu reinado— has destinado las cosas para el bien común de todos. — Es justo que el hacer tu voluntad sea el criterio supremo de tu reinado, porque tú conoces mejor que nosotros el misterio de la vida y sabes cuál es el camino que nos conviene a cada uno. — Es justo que superemos la justicia legalista, porque, amparándonos en ella, dejamos a zonas de nuestro ser sin la fuerza vivificante del amor. — Es justo que hagamos de tus bienaventuranzas nuestro programa, porque Tú, que actúas a través del instinto de vida, conoces mejor que nosotros dónde está el secreto de la felicidad. — Es justo que la justicia evangélica no sea una ética casuística generadora de una obediencia ciega, ya que nos quieres activos agentes de un constante progreso moral. — Es justo que la justicia evangélica sea nuestro estilo de vida, porque Tú, Señor, resides en el corazón del hombre: seguir tus caminos es encontrarnos, hacer tu voluntad es amarnos, dejarnos llenar por Ti es plenificarnos, organizar nuestra convivencia humana según tus designios es vivir en fraternidad. (34)

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_________ FICHA n. 30 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 31

LA ÉTICA DE JESÚS

La ética pretende regular el comportamiento moral del hombre. La ética puede fundamentarse sobre la religión (moral religiosa) o sobre la razón humana (ética filosófica). En ambos casos, se fijan unos valores que hay que intentar alcanzar y traducirlos en actitudes y comportamientos. Jesús marcó un ideal ético a sus seguidores. Los evangelistas, en su reflexión de fe, lo aplican a sus comunidades cristianas.

1. JESÚS ANTE EL JUDAÍSMO Jesús aparece en los evangelios como un judío piadoso y observante de la ley. A pesar de lo cual, los más graves enfrentamientos frente al puritanismo de los líderes religiosos se suscitarán por este motivo. Toda la enseñanza ética de Jesús será una invitación a fundamentar el comportamiento moral sobre bases diferentes a las de la ortodoxia judía. a) Exigencias morales del judaísmo ortodoxo Ética basada en la obediencia a Yahvé. La voluntad de Dios y sus designios se manifiestan a través de las leyes y de las normas. La consecuencia es doble: por un lado, la ley se convierte en lo esencial de la religión y, por otro, se crea una disciplina colectiva de todo el pueblo al servicio y bajo el poder religioso. Nace un auténtico culto a la norma. (El fenómeno del profetismo será una excepción.) Planteamiento ético basado en el temor a Yahvé. Si el pueblo no cumple los más mínimos deseos de Yahvé (= normativa legal), pierde el apoyo de su Dios y queda a merced de sus enemigos. Dios se muestra misericordioso con los justos (los piadosos y observantes de la ley) y amenaza con el juicio a los pecadores. b) Fundamento de la ética de Jesús 225

«Jesús no fue un moralista» ni propuso una «moral» concreta. La ética de Jesús se revela a través de su vida. Jesús muestra quién es Dios, cómo actúa y cómo, en consecuencia, debe obrar el creyente en ese Dios que se manifiesta en Jesús. Jesús revela a Dios como Padre («Abba»). Es un Padre misericordioso y cercano a todos, pero muy especialmente amoroso con quienes necesitan misericordia y perdón. Para éstos (pobres, incultos y pecadores) el Evangelio se convierte en Buena Noticia. A quienes hasta ese momento se les cerraba la puerta de la salvación, se les va a proclamar dichosos y amados preferencialmente por el Padre Dios. La reacción de los fariseos ante el comportamiento y palabras de Jesús es de indignación y de escándalo. Jesús es un blasfemo y va en contra de las reglas de piedad de la época, que exigían a los justos separarse de la compañía de los pecadores. «No era simplemente imperdonable el que Jesús se ocupase de los enfermos, tullidos, leprosos y posesos, que tolerase junto a sí a las mujeres y a los niños, ni siquiera que estuviese de parte de los pobres y humildes. Lo imperdonable era que se mezclase con los moralmente fracasados, con los descreídos e inmorales públicos: con la gente con moral y política reprochable, con existencias dudosas, equívocas, perdidas, desahuciadas, que anidan al margen de la sociedad cual plaga inevitable e inextirpable. Este fue el verdadero escándalo» (Hans Küng, «Ser cristiano»). Jesús responde a los fariseos y justifica la buena nueva dirigida a los marginados de la sociedad, en nombre del amor gratuito de Dios: — Los enfermos son quienes más necesitan del médico y son más agradecidos aquellos en quienes más se ha manifestado el amor que perdona (Lc 7,36-50). — La piedad de quienes están seguros de sí mismos aleja del amor de Dios (Lc 18,9-14); no siguen el mandato de Dios (Lc 14,16-24) porque son despiadados con sus hermanos que han caído (Lc 15,25-32) y hablan de perdón sin saber lo que esto significa (Lc 7,47ss). — La radical y más decisiva justificación de la buena nueva para los pobres pecadores es la bondad de Dios (Mc 20,1-5); Dios es el Padre que corre a abrazar al hijo que se había perdido y que vuelve a casa (Lc 19,19). Desde el Evangelio de Jesús, la base ética del cristiano será la «teología del amor». La realización del hombre no estará en función del cumplimiento de normas legales, sino en el compromiso vital con un Dios que es amor, que ama y que desea ser amado. Jesús, «amigo de publicanos y pecadores», hace visible el amor de Dios hacia los débiles y muestra la actitud que debe tener el creyente hacia aquellos en quienes debe expresar el amor que tiene a Dios. Jesús no intenta idealizar a los pobres por el mero hecho de serlo. Admite que pueden ser pecadores, pero afirma que la alegría de Dios consiste en reintegrarlos a ese Israel que, bajo pretexto de que son pecadores, los ha marginado haciéndoles objeto de las pesadas 226

cargas de la sociedad. E indica, además, que a los ojos de Dios quienes oprimen y marginan a esos pobres son mil veces más pecadores.

2. LA MORAL DEL SERMÓN DEL MONTE (Mt 5-7) Mateo recoge un conjunto de normas fraguadas por el cristianismo, dentro de un marco judío del que se intenta desmarcar. Es una visión cristianizada del mensaje de Jesús. Jesús se presenta en parangón como Moisés (es la nueva Alianza). Este discurso se habría escrito teniendo muy presente la polémica antifarisaica que existía en la época. — Jesús no se limita a denunciar la ineficacia del sistema moral farisaico, sino que además brinda un nuevo programa de vida, donde el hombre se compromete con Dios. — La ética de Jesús es mucho más exigente que la judía. El cristiano debe situarse más allá del marco legal. Muchas normas de comportamiento son heroicas (y algunas no habrá que entender en su sentido literal): amor meticuloso al prójimo y castigos aparentemente desproporcionados (Mt 5,21-25); reconciliación inmediata con el adversario (5,25): «extirpación» de miembros que conduzcan al pecado (5,29-31); se comete adulterio con sólo desear a una mujer al mirarla (5,27-28); amor a los enemigos (5,43-48). Más que una normativa completa, estamos ante el ideal de comportamiento hacia el que hay que tender. Son normas de vida y, por tanto, programa de vida. No se trata tanto de observar leyes, cuanto de ajustar la propia existencia a la vida y programa de Jesús, para compartir con él el Reino mesiánico, donde impere la justicia y el amor. La moral evangélica se sitúa más allá de la ley. — Jesús exige una actitud de entrega y compromiso; que la vida sea coherente con la actitud del que se ha entregado a Jesús. Desde esta perspectiva, la ley y, sobre todo, la casuística quedan en un plano secundario. Hoy se habla de una moral de actitudes, donde importan más las actitudes que los actos.

3. EL AMOR, NORMA SUPREMA DE LA MORAL EVANGÉLICA La entrega y compromiso nacen del amor que une al creyente con Dios y con sus semejantes. Es la doble dimensión del amor. — Dimensión vertical. El creyente debe mostrar una sincera actitud de confianza ante Dios, porque, según la «teología del Padrenuestro», Dios es Padre (= abba) que conoce la necesidad del creyente, que perdona (si el creyente perdona a su hermano) y se brinda a ayudar en la necesidad. Frente al temor, el cristiano debe relacionarse con Dios por el amor. Jesús, Dios encarnado en el hombre, es el ejemplo a seguir. «Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es 227

Amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él. En esto ha llegado el amor a su plenitud en nosotros: en que tengamos confianza en el día del juicio. No hay temor en el amor…, quien teme no ha llegado a la plenitud en el amor. Nosotros amemos porque él nos amó primero» (1 Jn 4,16-19). — Dimensión horizontal. El Dios humanizado en Jesús proyecta sobre el amor cristiano una profunda carga de horizontalidad. El amor al prójimo es la manifestación del amor a Dios. Dios se manifiesta en el prójimo necesitado. «Si alguno dice: Amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve. Y hemos recibido de él este mandamiento: quien ama a Dios, ame también a su hermano» (1 Jn 4,20-21). El cristiano debe regirse por criterios capaces de convertir la ley en amor. Esto será así, cuando la relación con Dios conlleve una entrega comprometida, donde las necesidades del prójimo polaricen la existencia del cristiano. Sólo es cristiano quien cumple la ley amando. Amor al hombre, opción por el hombre frente a las leyes, estructuras e intereses particulares. Amor que comparte el dolor del que sufre y el gozo del que se alegra, encarnándose en su situación para, desde allí, intentar humanizarla. «En esto hemos conocido lo que es amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar la vida por los hermanos» (1 Jn 3,16). «Si falto al amor o si fallo a la justicia, me alejo infaliblemente de ti, Dios, y mi culto no es más que idolatría. Para creer en ti, debo creer en el amor y en la justicia, y vale mil veces más creer en esas cosas que pronunciar tu nombre» (Henri de Lubac).

4. ORIENTACIONES CATEQUÉTICAS 1. El creyente tropieza frecuentemente con una normativa tan aferrada a la ley que no siempre consigue distinguir entre ética judía y moral cristiana. Por eso no es de extrañar que haya quien se crea buen cristiano porque cumple los Diez Mandamientos (cuando a lo más que habría llegado es a ser buen judío). 2. Las leyes y normas de la Iglesia son necesarias para canalizar la vida que fluye del Evangelio. Pero el mero cumplimiento de las leyes no puede ser criterio de calidad cristiana. No ama necesariamente quien cumple la ley; pero, quien ama cumplirá la ley. Dar culto a la ley es tan absurdo como despreciarla. 3. Es más fácil regirse por la ley que por la ley del amor. La ley indica lo que se debe evitar; el amor, lo que en cada momento se debe hacer. Por eso, no es extraño que se haya caído en el legalismo y en la casuística. Por un lado, algunos encuentran así esa «seguridad» que buscan en la religión y, por otro, es la manera más fácil (y más antigua) que tiene toda institución para controlar (y aun dominar mediante el temor) a sus fieles. Habrá que preguntarse si no fue ésta la situación denunciada por Jesús. 4. La ética cristiana clama por una profunda revisión de criterios desde la hegemonía del 228

amor. Algunos como éstos: — El creyente debe ajustar su vida, ante todo, al patrón del amor. Un amor traducido en compromiso y en obras. (Esto que suena a elemental, no lo es, ante tanto cristiano «observante», «practicante» y aun «piadoso». Parecido comentario se podría hacer ante muchas homilías.) — Cuando hay litigio entre ley y amor, éste debe tener la primacía. — Hay que atender y respetar (como el mismo Dios lo hace) la situación concreta de cada creyente. — Todo cristiano deberá crearse un proyecto de vida, donde el comportamiento moral no consista en cumplir obsesivamente las leyes, sino que le lance a un compromiso de vida, donde lo esencial sea el amor a Dios y la entrega amorosa al necesitado. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. Lectura de Jn 13,4-16 y Mt 18,22-35. ¿Cuál es el auténtico fundamento del amor al prójimo? 2. Lectura de Lc 15,11-24 y Mt 5,44-45. ¿Cuáles son los rasgos que describen a Dios como Padre? 3. ¿Qué sentido tiene afirmar que la moral cristiana debe insistir más en las actitudes que en los actos? ¿Ha sido siempre así? ¿Qué consecuencias se derivan? 4. Quien busca la seguridad en la religión se aferra a la norma. ¿Es fácil regirse por la ley del amor? ¿Es más fácil regirse por la norma en una religiosidad infantil? ¿Es actitud cristiana adulta buscar la seguridad dirigida? 5. ¿Qué decimos de los «observantes», los «practicantes», los «piadosos», etc.?

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PARA ORAR Y CANTAR 1. Aunque yo dominara las lenguas arcanas, y el lenguaje del Cielo supiera expresar, solamente sería una hueca campana, si me falta el amor. Si me falta el amor no me sirve de nada. Si me falta el amor nada soy. 2. Aunque todos mis bienes dejase a los pobres y mi cuerpo en el fuego quisiera inmolar, todo aquello sería una inútil hazaña, si me falta el amor. Si me falta el amor no me sirve de nada. Si me falta el amor nada soy. 3. Aunque yo desvelase los grandes misterios y mi fe las montañas pudiera mover, no tendría valor, no me sirve de nada, si me falta el amor. Si me falta el amor no me sirve de nada. Si me falta el amor, nada soy. (35)

No me mueve, mi Dios, para quererte el cielo que me tienes prometido; ni me mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte. Tú me mueves, Señor; muéveme el verte clavado en esa cruz y escarnecido; muéveme el ver tu cuerpo tan herido; muévenme tus afrentas y tu muerte. Muéveme, al fin, tu amor, y en tal manera que, aunque no hubiera cielo, yo te amara, y, aunque no hubiera infierno, te temiera.

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No me tienes que dar porque te quiera; pues, aunque lo que espero no esperara, lo mismo que te quiero te quisiera. Himno de la Liturgia de las Horas

— Tú, que has sido enviado a anunciar la salvación a los pobres y a sanar los corazones afligidos. — Señor, ten piedad. — Tú que viniste a llamar no a los justos, sino a los pecadores. — Señor, ten piedad. — Tú, que perdonaste mucho a quien amó mucho. — Señor, ten piedad. — Tú que no rehusaste convivir entre publicanos y pecadores. — Señor, ten piedad. — Tú que pusiste sobre tus hombros la oveja perdida y la llevaste al redil. — Señor, ten piedad. — Tú, que no condenaste a la mujer adúltera, sino que le concediste ir en paz. — Señor, ten piedad. — Tú, que llamaste a la conversión y a una vida nueva a Zaqueo, el publicado. — Señor, ten piedad. — Tú, que prometiste el paraíso al ladrón arrepentido. — Señor, ten piedad. — Tú, que estás sentado a la derecha del Padre, para interceder por nosotros. — Señor, ten piedad. Del Ritual de la Penitencia

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_________ FICHA n. 31 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 32

PASIÓN Y MUERTE DE JESÚS

Los relatos evangélicos de la Pasión y Muerte son historia hecha por creyentes, interpretada y releída a la luz de la fe pascual. A la luz de la Resurrección, la comunidad primitiva llega a reconocer plenamente la identidad de Jesús, el sentido de su vida, de su sufrimiento y de su muerte. Son recuerdos y testimonios transfigurados por la fe pascual, más interesados en el profundo sentido de los hechos que en su exacto desarrollo. Se ha de tener muy clara esta perspectiva en la lectura y escucha de la Pasión. probablemente, los relatos de la Pasión y Muerte de Jesús son los núcleos más primitivos en el nacimiento gradual de los evangelios, pero no son «actas» notariales de un martirio. Nacen en el medio ambiente del anuncio cristiano y en la celebración del culto. Por ello, en los signos portentosos que acompañan a la muerte de Jesús, el cristiano se sentirá mejor si se mete dentro del culto y celebra la muerte del Señor como cumplimiento de las Profecías que si pretende hacer de historiador y cronista de unos hechos difícilmente inteligibles.

1. PASIÓN Y MUERTE DE JESÚS EN LOS EVANGELIOS Los evangelistas parten del presupuesto de relatar la muerte cruenta y los pasos de la Pasión de Jesús como puntual cumplimiento de los vaticinios proféticos sobre el Mesías. a) Jesús ante su muerte — Jesús llega a intuir su muerte violenta (según el testimonio de los evangelistas: Mt 8,31-32; 9,30-32; 10,32-34), como un acto de entrega que terminará en triunfo. En el Bautismo, Jesús tomó conciencia de su compromiso mesiánico y, desde ese momento, consagró su vida, en la línea de los profetas, a la proclamación de la Buena Noticia del Reino, que pondrá al descubierto las injusticias e intereses de la sociedad judía. Su vida quedaba a merced de su ideal. — La causa de la muerte de Jesús hay que buscarla en su misma vida. «Su muerte es incomprensible sin su vida, y ésta lo es sin aquél para quien él vivió: su Dios y 233

Padre» (Moltmann). Jesús anunció el Reino de Dios, la liberación total y definitiva; llamó a la conversión no sólo exterior sino en profundidad; actuó con libertad; increpó a los externamente «piadosos» y «buenos»; mostró predilección por los pobres y pecadores; antepuso el servicio al poder, la justicia al culto; fue poco formalista en su observancia de la ley, amigo de los que no la observaban, abierto a los que no la conocían… Por todo ello, por su radical libertad y su enfrentamiento con los poderes, sobre todo religiosos, Jesús molestaba y decidieron quitárselo de en medio. La muerte fue la consecuencia lógica y prevista de su estilo de vida. — Jesús no buscó la muerte. En la angustia de Getsemaní («Pase de mí este cáliz») vivió la profundidad del fracaso humano, la angustia de la soledad y el abandono de quienes le habían acompañado. Jesús, confortado por el Padre, supera el peso de su muerte y se levanta respirando una serenidad que no le abandonará hasta el final. Esta serenidad, hecha de entrega y confianza en su Padre, hará exclamar al Centurión: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios» (Mc 15,39). b) El proceso de Jesús — Condenado por la autoridad religiosa por blasfemo. — Condenado por el poder civil por sedicioso y agitador de masas que pone en peligro la seguridad del imperio (Jn 19,12). (La crítica actual pone de manifiesto, una vez más, que los evangelistas sacrifican la verosimilitud histórica en todo el proceso en favor de sus preocupaciones teológicas, especialmente en lo que se refiere al tiempo que duró el proceso, al día en que se produjo y a la dificultad de compaginar los diversos detalles de los evangelios.) c) Crucifixión y muerte Relato de violencia singular que contrasta con la actitud de Jesús. Relato inundado de luz pascual, expresado en lenguaje simbólico cargado de intención teológica y tejido a base de lo anunciado ya por los profetas (siguiendo paso a paso los cánticos del «Siervo de Yahvé», del Deuteroisaías: siervo doliente, cordero que expía los pecados…).

2. LA MUERTE DE JESÚS, ¿FRACASO O TRIUNFO? La tradición evangélica presenta todo el proceso de la Pasión como el final de una vida entregada a proclamar el Reino (= fracaso) y como comienzo de la instauración de este Reino en cuantos integran la comunidad de los creyentes (= triunfo). a) El presunto fracaso Jesús de Nazaret, visto desde la pura historia, termina en rotundo fracaso, aun para quien admire su entrega incondicional y heroica a su utópico ideal. Todavía resulta más fracaso 234

si se tiene en cuenta que Jesús comprometió su vida a implantar el amor y la justicia entre los hombres. Idealista empedernido que pagó con su vida la defensa de su programa; gran incomprendido al que abandonaron hasta las gentes humildes que le habían seguido. Predicó lo que ni romanos ni judíos querían escuchar. b) La cruz, nuevo signo de esperanza — El sentimiento de decepción y fracaso se transforma en gozo esperanzado tras la noticia de que el crucificado ha resucitado. Con el impulso del Espíritu en Pentecostés, comprendieron los seguidores de Jesús el sentido de su muerte y se lanzaron a proseguir la obra iniciada por el Maestro, predicando que «a quien vosotros asesinasteis colgándolo de un madero, la diestra de Dios lo exaltó haciéndolo jefe y salvador» (Hch 5,30ss). Jesús sigue vivo y presente en medio de la comunidad. Su muerte no ha sido un fracaso. — La muerte de Jesús cobró pleno sentido y deberá verse, para siempre, desde la Resurrección. La muerte de Jesús sigue actuando hoy en la historia humana no porque su sangre derramada continúe surtiendo efecto salvífico, sino más bien porque su muerte prosigue hoy su eficacia liberadora a través de su Resurrección. — Jesús en su Resurrección es liberado de la muerte y se convierte en liberador para la comunidad de creyentes, que Pablo identificará con el Cuerpo del Resucitado (Ef 1,23). — Jesús, muriendo en la cruz, expía los pecados de la humanidad (Rm 3,25); resucitando, venció a la muerte (secuela del pecado) y restauró la vida. Cuantos creyentes compartan la muerte de Jesús se integrarán también en su vida plena (= Resurrección). — Desde esta perspectiva postpascual, vivida con entusiasmo, la comunidad primitiva vuelve su mirada al calvario y la cruz se convierte en signo de esperanza y salvación para la humanidad.

3. ORIENTACIONES CATEQUÉTICAS 1. La catequesis tradicional basaba la esencia de la religión cristiana sobre el calvario. Durante muchos siglos, el cristianismo ha estado dominado por una teología de la cruz, anclada en el concepto de redención: la muerte de Jesús reconciliaba al hombre con Dios. Esta visión ha llevado a la teología del sufrimiento, a querer compartir los dolores de Jesús mediante la ascesis (sacrificio, mortificaciones y todo tipo de renuncias). Es preciso insistir en una catequesis cristológica, donde la muerte de Jesús sea contemplada desde su triunfo pascual y haga del cristianismo una religión ilusionada, capaz de animar y empujar a los creyentes al compromiso de lograr la 235

auténtica liberación del hombre y de instaurar el reino mesiánico. Esto es lo que aconteció en el seno de la Comunidad cristiana primitiva. 2. La actitud de Jesús ante el sufrimiento ilumina y transforma el sufrimiento del hombre. Jesús sufrió y murió por alguien, no por algo: por obedecer la voluntad de Dios («…obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz») y por solidaridad con los más necesitados («tomó la condición de esclavo» y murió la muerte de los más pobres, reservada a los esclavos). Jesús fue un ser-para-los-demás, en su doble proyección: vertical y horizontal. 3. La actitud del cristiano ante el sufrimiento y ante la muerte, si tiene como referencia la actitud de Jesús, excluye una serie de comportamientos: • Ni masoquismo: El sufrimiento no tiene valor por sí mismo. Jesús no corrió hacia el sufrimiento, no buscó la muerte. La Primera Carta de Pedro (el escrito del Nuevo Testamento que más habla del sufrimiento) no dice: busquemos el sufrimiento para imitar al Señor; sino, más bien: puesto que tenemos que sufrir, suframos como el Señor. Entonces reinaremos con él. • Ni dolorismo: Los evangelistas no pretenden describir la intensidad del sufrimiento de Jesús en su pasión. Los momentos que más ha exagerado la devoción popular, o «cuentan» lo anunciado ya por los profetas (los «ultrajes») o tienen un sentido simbólico profundo (costado abierto por la lanza como fuente de Vida). No es valor cristiano la intensidad o cantidad de sufrimiento. • Ni resignación: La actitud cristiana ante el sufrimiento, si mira a la de Jesús, no será tampoco una actitud de resignación o de sumisión pasiva porque no se puede hacer otra cosa. Jesús aceptó su pasión y su muerte. Su obediencia al Padre consistió en no renunciar a una misión difícil, exigente, incomprendida y que le llevaba a la muerte. • Ni evasión: Jesús no corrió hacia la muerte; pero, cuando ésta se presentó, tampoco retrocedió ante ella. Y no tuvo una muerte fácil. Cuando Dios, en Jesús, quiso compartir la experiencia y la condición humana, no lo hizo a medias; no vino a rozar de lejos lo que nosotros somos y tenemos que vivir: «…se despojó de su rango…, haciéndose uno de tantos…, presentándose como simple hombre» (Flp 2,7). Dios no fingió estar con nosotros, «fue probado en todo igual que nosotros, excluido el pecado» (Heb 4,15). Entonces, la actitud cristiana ante el sufrimiento no puede consistir, tampoco, en evadirse para olvidarlo y hacer como si no existiera. El mal y el sufrimiento pueden convertirse, misteriosamente, para el cristiano en un lugar de gracia. «Si hacéis el bien y además aguantáis el sufrimiento, eso dice mucho ante Dios. De hecho, a eso os llamaron, porque también Cristo sufrió por vosotros, dejándoos un modelo para que sigáis sus huellas…» (1 Pe 2,20-21). • Ni explicación: A pesar de todo, ante el misterio del mal y del sufrimiento, el cristiano se ve tan desvalido como los demás: no tiene explicación. Dios, en Jesús, no ha venido a traer una explicación, sino una presencia. «El Hijo de Dios no ha venido a destruir el sufrimiento, sino a sufrir con nosotros. No ha 236

venido a destruir la cruz, sino a tenderse en ella» (Paul Claudel). No hay respuestas al porqué del sufrimiento. Lo que sabemos es que Jesús pasó también por allí, que dio sentido a su sufrimiento viviéndolo por los demás en el servicio a Dios y en la solidaridad con los hombres que sufren. Y creemos que esa manera de vivir el sufrimiento recibió de Dios el sí de la Resurrección. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. La muerte proyecta su sombra sobre la vida: ¿merece la pena vivir, afanarse, ilusionarse… para tener que morir?, ¿tiene sentido la muerte?, ¿lo tiene la vida? 2. A Jesús se lo quitaron de en medio los poderosos porque les estorbaba. Denunciaba la opresión, las injusticias, la hipocresía… y anunciaba la igualdad, el amor… ¿Qué te harían a ti los poderosos? 3. Cuando los apóstoles reflexionan profundamente sobre la muerte de Jesús, el Espíritu les ayuda a abrirse a la esperanza y a ser testigos del Resucitado. ¿Qué crees que ocurre con nuestro modo de ser cristianos? 4. ¿Qué sentido han tenido y tienen los sacrificios, las mortificaciones, las abstinencias? ¿Se puede hablar de que en las prácticas del cristianismo ha habido y hay algo o bastante de masoquismo, de dolorismo, de resignación y de evasión? 5. ¿Qué te dice la imagen del Crucificado?

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PARA ORAR Y REFLEXIONAR En esta tarde, Cristo del Calvario, vine a rogarte por mi carne enferma; pero, al verte, mis ojos van y vienen de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza. ¿Cómo quejarme de mis pies cansados, cuando veo los tuyos destrozados? ¿Cómo mostrarte mis manos vacías, cuando las tuyas están llenas de heridas? ¿Cómo explicarte a ti mi soledad, cuando en la cruz alzado y solo estás? ¿Cómo explicarte que no tengo amor, cuando tienes rasgado el corazón? Ahora ya no me acuerdo de nada, huyeron de mí todas mis dolencias. El ímpetu del ruego que traía se me ahoga en la boca pedigüeña. Y sólo pido no pedirte nada, estar aquí, junto a tu imagen muerta, ir aprendiendo que el dolor es sólo la llave santa de tu santa puerta. Himno de la Liturgia de las Horas

El dolor extendido por tu cuerpo, sometida tu alma como un lago, vas a morir y mueres por nosotros ante el Padre que acepta perdonándonos. Cristo, gracias aún, gracias, que aún duele tu agonía en el mundo, en tus hermanos. Que hay hambre, ese resumen de injusticias; que hay hombre en el que estás crucificado. Gracias por tu palabra que está viva, y aquí la van diciendo nuestros labios; gracias porque eres Dios y hablas a Dios de nuestras soledades, nuestros bandos. Que no existan verdugos, que no insistan; 238

rezas hoy con nosotros que rezamos. Porque existen las víctimas, el llanto. Amén. Himno de la Liturgia de las Horas

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_________ FICHA n. 32 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 33

LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES

1. TÍTULO Aunque es antiquísimo (citado así por san Ireneo y Clemente de Alejandría), parece que no es el original. No responde al auténtico contenido del libro: no se habla de todos los apóstoles; se habla de otros que no son apóstoles… Quizás se le diera este título hacia el año 150, siguiendo la moda de la literatura helenística que conocía los «Hechos de Aníbal», los «Hechos de Alejandro», etc., cuando se separó el Libro del Tercer Evangelio.

2. RELACIÓN CON EL EVANGELIO DE LUCAS Hechos no tiene consistencia en sí mismo. Es la continuación del tercer evangelio, como lo indican sus Prólogos y su parentesco literario. Se trata de un mismo autor para ambas obras. La tradición de la Iglesia coincide en identificar a este autor con Lucas y jamás se ha propuesto seriamente, ni en la antigüedad ni en nuestros días, ningún otro nombre. El autor parece ser un cristiano de la generación apostólica, judío muy helenizado o, mejor aún, griego de amplia instrucción, conocedor a fondo de las cosas judías y de la Biblia griega, con conocimientos de medicina y, sobre todo, compañero de viaje de Pablo.

3. TIEMPO Y LUGAR DE SU COMPOSICIÓN No hay datos seguros para fijar la fecha y el lugar en que se escribió (¿en Acaya después de la muerte de Pablo?, ¿en Roma antes de la conclusión del proceso?). Algunos autores, tomando la fecha del año 70 para el tercer evangelio, indican la fecha del año 80 para los Hechos. Otros la adelantan al 60 (antes de la muerte de Pablo) y otros la colocan, basándose en datos de su contenido teológico, ya dentro del siglo II. Parece que lo más 241

aconsejable es colocarla entre el 70 y 80.

4. DIVISIÓN O PLAN DEL LIBRO La obra no presenta una clara estructuración. Entre las muchas posibilidades de división propuestas, presentamos tres: 1. Consta de dos partes que giran ambas en torno a su principales protagonistas. Pedro (1-12); Pablo (13-28). 2. Se aprecian dos partes, de acuerdo a su contenido teológico: a) Predicación y expansión del Evangelio «comenzando por los judíos» (1,15 15,35). b) Extensión del Evangelio a los gentiles, llegando hasta Roma (15,36-28,31). Según esta estructuración, el capítulo 15 sería el momento álgido del Libro. 3. División en cinco partes, centrada cada una en un punto geográfico: Jerusalén (1,158,3); Samaria y zona costera (8,4-11,18); Antioquía (11,19-15,35); regiones del mar Egeo (15,36-19.20); de Jerusalén a Roma (19,21-28,31). Esta división se asienta en el encargo de Jesús: «Seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines de la tierra» (Hch 1,8).

5. FINALIDAD Se han dado, a este respecto, opiniones muy dispares. Sin entrar en detalles, sí se puede apuntar lo que no pretende y lo que pretende:

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No pretende — Armonizar dos tendencias opuestas existentes en la primitiva comunidad cristiana (entre judeo-cristianos y cristianos procedentes del paganismo). Es una excesiva simplificación, a pesar de la existencia del problema. — Defenderse de toda sospecha política, frente a Roma. Aunque en el Libro hay bastante contenido apologético en este sentido, no parece que ésta sea su finalidad. — Defender a Pablo ante el proceso de Roma. No es posible, pues fue escrito más tarde y no tendrían ningún sentido los 12 primeros capítulos. — No es una obra de Historia. No es esa la pretensión de Lucas, aunque afirma «haber investigado diligentemente todo desde los orígenes» (Lc 1,3). No se le puede exigir rigor histórico en detalles, cronología e interés biográfico. Su propósito es teológicocatequético: «Para que conozcas (Teófilo) la solidez de las enseñanzas que has recibido» (Lc 1,4).

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Pretende — Predicar. El verdadero protagonista de los Hechos no es ni Pedro ni Pablo, sino el Espíritu de Jesús que sigue presente en su Iglesia, rige su vida y empuja la expansión del Evangelio. — Dar testimonio de la veracidad de las palabras de Jesús: el Evangelio se va extendiendo por todo el mundo. Es la proclamación gozosa de este acontecimiento de salvación.

6. GÉNERO LITERARIO Características generales Es una forma literaria original, que debe encuadrarse en los siguientes principios generales: — Narración de tipo misional. — Íntimamente relacionada con el tercer evangelio. — Presenta «cuadros singulares» dentro de un marco general. Selecciona, tomando y prescindiendo, aquello que le sirve para sus propósitos. Los sumarios y los Discursos a) Los sumarios son afirmaciones o sentencias que, en forma de resúmenes, generalizan algunos aspectos de la vida de la primitiva comunidad cristiana. Son elementos de transición entre los episodios de la primera parte. Destacan tres: vida cultual de la comunidad (2,42ss); posesión de los bienes en común (4,32ss) y hechos milagrosos de los apóstoles (5,12ss). La imagen del tiempo original de la Iglesia es totalmente idílica: es la comunidad ideal. b) Los Discursos ocupan casi una tercera parte del libro. Son el soporte espiritual de toda la obra. No son informes sobre la predicación cristiana, sino que ellos mismos son la predicación cristiana. Se distribuyen a lo largo de toda la obra y, por su brevedad, se les ha llamado «discursos-miniatura». Lucas los utiliza como un medio literario: — Todos siguen el mismo esquema: introducción o exordio tomando como motivo la circunstancia concreta; mensaje de Jesucristo; apelación a las Escrituras; llamada a la conversión con el anuncio del perdón de los pecados. — Todos se encuentran profundamente impregnados de la teología de Lucas. — Pretenden destacar determinados acontecimientos programáticos y orientan hacia su sentido más profundo. No son «actas» de lo predicado en cada momento, aunque tampoco se puede concluir 244

que son exclusivas invenciones de Lucas. (Era muy generalizado el uso literario de los discursos para relatar hechos con profundo contenido. Lucas tendrá más motivo para hacerlo, ya que lo que está narrando es una historia de salvación.) Los episodios Son unidades narrativas completas en sí mismas y con significado propio. En todas alienta una creencia común: Dios ha revelado su poder y es El quien guía la expansión del cristianismo.

7. CONTENIDO TEOLÓGICO Lucas ni es un teólogo sistemático ni pretende desarrollar una doctrina unitaria. A pesar de esto, presenta su propia teología ante cuestiones que van surgiendo. a) Problemas teológicos: el cristianismo reflejado en Hechos se mueve en torno a dos cuestiones fundamentales: 1. Relación del cristianismo con Israel. Se plantea con ocasión de la apertura del cristianismo a los paganos y ante la hostilidad del judaísmo frente al cristianismo. 2. Relación del cristianismo con el mundo pagano. El cristianismo no rechaza la cultura pagana, sino que la utiliza corrigiéndola (sobre todo, en sus manifestaciones de filosofía y poesía); trata de entenderse bien con las autoridades romanas (apología de la inocencia y legitimidad del cristianismo). b) Presupuestos teológicos: 1. Dios Padre ocupa la posición preeminente. Cristo aparece siempre subordinado al Padre. Dios Padre es quien trazó el plan y conduce la historia de la salvación. 2. Jesús — Es el Señor (Kyrios). Se le da este título unas 40 veces. Este mismo título se da también a Dios Padre. — Jesús es el Cristo (27 veces). Dios le ha hecho Señor y Cristo. El título de Hijo aparece en lugar más secundario. — Jesús es el principio o autor de la vida. Tiene, por la resurrección, la vida en plenitud y puede comunicar esa vida divina. Es, por su resurrección, causa de nuestra esperanza. De ahí la importancia de aceptar a Jesús como Señor y de pertenecer a su Comunidad, la de quienes invocan su nombre para ser salvados. Dentro del esquema teológico de Hch no entra el pensamiento de la muerte expiatoria de Cristo en lugar de los pecadores. La teología de la cruz (tal como aparece en Pablo) ha sido sustituida en Hch por una teología de gloria. 3. Espíritu 245

— Se comunica a cada cristiano en el bautismo y se manifiesta a través de diversos efectos (incomprensibles para los no creyentes). — Se da para poder cumplir una misión concreta en un momento determinado. — Interviene en las decisiones más comprometidas. Es el verdadero protagonista del Libro de los Hechos. 4. La Iglesia — Continuadora de Cristo y de su acción salvadora. Esta continuidad se acentúa con la presentación de los Doce como testigos de excepción: testigos de Cristo, de su vida, ministerio y resurrección. Capacitados para dar testimonio de la identidad del Jesús de Nazaret y del Jesús de la fe que vive en la Iglesia y que es el Señor, exaltado a la gloria. — La Iglesia descansa sobre los Doce y a ellos se remonta la misión cristiana. Las grandes decisiones sobre esta misión las toman ellos (siempre asistidos o empujados por el Espíritu): Pedro predica el primer discurso de misión (2,14ss); Pedro y Juan llevan adelante la misión en Samaria; Pedro abre la puerta a los paganos, con el reconocimiento de los demás apóstoles y de toda la Iglesia de Jerusalén; Pablo se lanza a la misión de la diáspora, buscando su punto de apoyo y unión con la iglesia madre de Jerusalén. 5. Ser específico del cristiano No se encuentra definido ni sistematizado, aunque se pueden deducir sus rasgos: — Se exige la conversión (metanoia): arrepentimiento, bautismo, perdón de los pecados y recepción del Espíritu Santo (2,38). — Nadie queda excluido de la invitación a la salvación. Invitación a abandonar la vida anterior, entrega a Dios y compromiso de conducta nueva de acuerdo a la nueva situación. — Fe en Cristo, junto con la conversión a Dios. Creer es sinónimo de ser cristiano. Cristianos son «los que creen» o «los que han creído». Creer significa «aceptar la palabra» (4,4), oírla (10,44), recibir la palabra (2,41). Como actitud, creer significa «confiar en el Señor» (5,14), aceptarlo como Señor (9,42). Mediante la fe Dios purifica los corazones (15,9), es la exigencia de la nueva conducta moral, de los frutos dignos de penitencia. c) Preocupaciones específicas de su época: Existen dos cuestiones inquietantes: el final inminente y el tratamiento con los que proceden del paganismo (actitud frente a la Ley). 1. La cuestión de la inminente parusía. Los cristianos de la primera generación esperan la inminente segunda venida del Señor y la implantación definitiva del Reino de Dios. El tiempo, corto, entre la Resurrección de Jesús y su parusía debía aprovecharse para predicar la Buena Noticia de que sólo la fe en Jesús salvaría a los hombres en el juicio próximo. 246

Pero el fin no llega. El final esperado se prolonga indefinidamente. Dos son las soluciones aportadas al problema: a) La del cuarto evangelio: se traslada la esperanza desde el futuro al presente, al «ahora». La realización del Reino de Dios es ahora; ahora tiene lugar la presencia del Espíritu y el nuevo nacimiento; ahora tiene lugar el juicio; ahora se realiza la vida… Es la escatología realizada, aunque todavía no consumada. El último día deja de ser preocupante en cuanto al tiempo. b) La de Lucas: quita importancia a la urgencia o inminencia del fin y trata de explicar el cómo y el cuándo con una nueva concepción de la historia salvífica, dividida en tres períodos: — Primer período: la era de la Ley y los Profetas, que termina con el Bautista (Lc 16,16). — Segundo período: vida terrena de Jesús, hasta su exaltación. — Tercer período: tiempo de la Iglesia, desde la Ascensión del Señor hasta su segunda venida. Es el anuncio proclamado al principio de Hch: «Este Jesús que ha sido llevado de entre vosotros al cielo vendrá del mismo modo que le habéis visto subir» (1,11). Entre los dos momentos se encuentra el tiempo de la misión de la Iglesia. El período de Jesús (2º) y el de la Iglesia (3º) están íntimamente unidos, ya que Cristo sigue presente en su Iglesia y los apóstoles son los testigos de esa continuidad. El tiempo último ha comenzado con la presencia y la predicación de Jesús que inaugura el Reino de Dios que había de venir. Tiempo último que camina hacia su consumación en la esperanza de la segunda venida de Cristo, que ahora se mira con mayor seguridad y certeza, aunque ya con menos impaciencia. La Parusía será la culminación de la historia, que es el tiempo de la Iglesia. 2. Actitud frente a la Ley judía De la actitud que se tome, se derivan dos consecuencias gravísimas: una es doctrinal (renunciando a la Ley se separa el cristianismo del judaísmo y se rompe la continuidad de la historia de salvación); la otra es de orden político (separándose del judaísmo, el cristianismo podía perder el régimen de tolerancia que disfrutaba la religión judía por parte de Roma). Lucas niega que haya tal ruptura (a pesar de que los nuevos cristianos que proceden del paganismo no deben pasar por el judaísmo-circuncisión ni ya cualquier cristiano esté bajo el peso de la Ley). — La resurrección de Jesús aconteció de acuerdo a las Escrituras, pero los judíos no han querido aceptar que en Jesús se ha cumplido lo anunciado por los Profetas. — La historia de Hechos comienza en Jerusalén y el Evangelio fue predicado en primer lugar a los judíos. — Por iniciativa e impulso directo de Dios se abre la Comunidad de los creyentes a los 247

gentiles. A Dios nadie le puede tomar en exclusiva: «Ahora reconozco que no hay acepción de personas ante Dios, sino que es propicio a quien le tema y lleva una vida virtuosa, de cualquier nación que sea» (10,34-35). Lucas, por otra parte, defenderá que los creyentes no van contra ninguna ley romana (aspecto apologético que presenta la obra).

8. ORIENTACIONES PARA LA LECTURA DE «HECHOS» 1. Los Hechos, un evangelio esencial Lucas, después de habernos instruido sobre los hechos de Jesús, narra los hechos de los apóstoles. Pero estos Hechos siguen hablando de Cristo: son un verdadero Evangelio. Nos trasmiten lo esencial de la Buena Noticia, que podía resumirse en la formulación de Pedro: «A este Jesús, Dios le resucitó, de lo cual todos nosotros somos testigos. Y exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido y ha derramado lo que vosotros veis y oís» (Hch 2,32-33). Si no tuviéramos los evangelios, desconoceríamos la historia de Jesús, sus palabras, sus milagros…, pero tendríamos en los Hechos lo esencial de Jesús: su muerte, su resurrección, su exaltación al lado de Dios; y lo esencial de quien cree en él: el perdón de los pecados, la exigencia de conversión y la efusión del Espíritu. 2. Los Hechos, evangelio permanente del Espíritu Desde Hechos nos situamos en el presente. Cristo resucitado está hoy vivo y actuando entre nosotros a través de su Espíritu. Por la presencia de este Espíritu, la historia de Hechos no es narración de acontecimientos del pasado, sino modelo (con sus problemas) y espejo en el que debe mirarse nuestro presente. Leer los Hechos es descubrir lo que hoy vivimos: la misma presencia y acción del Espíritu. No es conveniente ni acertado leer Hechos haciendo de la Iglesia primitiva una especie de tiempo idílico, con el consiguiente desencanto al mirar a nuestra Iglesia. Esa lectura indica una falta de fe en Cristo y en su Espíritu, que siguen actuando en el presente con la misma intensidad que en los comienzos. 3. Los Hechos, el libro de nuestros hechos Puede y debe ser la historia de los hechos de todos los apóstoles, del pasado y del presente. Lucas, a través de los hechos narrados, nos comunica una enseñanza que sigue viva. Si leemos su obra desde la cercanía de lo que sigue aconteciendo en esa misma Iglesia, nos puede sorprender ver qué cerca está de nuestra vida de hoy y cómo nos interpela sobre nuestra fe en Jesús, en el Espíritu, en el porvenir… No es extraño que para muchos creyentes sea esta obra, después de dos mil años, la carta de su vida 248

cristiana. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. De acuerdo a los «Discursos» de los apóstoles, que relata el Libro de Hechos, ¿cuál es el contenido básico de la fe cristiana? Ver, por ejemplo: Hch 2,14-36; 3,12-26. 2. ¿Qué signos del Espíritu de Jesús podemos descubrir en la sociedad de hoy, para comprobar que él sigue vivo y actuando entre nosotros? 3. ¿Cuáles serían los capítulos fundamentales del Libro de los Hechos de mi vida, desde la óptica de mi fe en Jesucristo resucitado? 4. ¿Quién es el auténtico protagonista de los Hechos de los Apóstoles? ¿Qué reflexiones nos sugiere la respuesta, si es acertada, para el pasado y el presente de la Iglesia?

PARA ORAR El mundo brilla de alegría. Se renueva la faz de la tierra. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Esta es la hora en que rompe el Espíritu el techo de la tierra, y una lengua de fuego innumerable purifica, renueva, enciende, alegra las entrañas del mundo. Esta es la fuerza que pone en pie a la Iglesia en medio de las plazas y levanta testigos en el pueblo, para hablar con palabras como espadas delante de los jueces. Llama profunda, que escrutas e iluminas el corazón del hombre: restablece la fe con tu noticia, y el amor ponga en vela la esperanza, hasta que el Señor vuelva. Himno de la Liturgia de las Horas

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_________ FICHA n. 33 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 33

PENTECOSTÉS

1. ORIGEN PENTECOSTAL DEL CRISTIANISMO La tradición cristiana asoció el nacimiento de la Comunidad con un acontecimiento histórico concreto: Pentecostés. Desde una perspectiva teológica, el cristianismo se pone en movimiento a partir de la resurrección de Jesús, cuando infunde a sus discípulos la fuerza capaz de cambiar su desencanto en ilusión. La Iglesia nace cuando Jesús resucita. El Cuarto Evangelio indica con toda claridad que fue el mismo día de Pascua cuando el Resucitado envió su «pneuma» a sus discípulos, confiriéndoles los atributos para poner en marcha la nueva Comunidad (Jn 20,19-23). Lucas desea que la comunidad cristiana asocie sus inicios a una fecha exacta y a una fiesta (algo, por lo demás, esencial en la tradición bíblica). Hará comenzar a la Iglesia en la fiesta de Pentecostés, cristianizando una festividad judía íntimamente relacionada con la Pascua del Sinaí. Desde este punto de vista teológico, Pentecostés y Pascua encierran una misma realidad. Y Pentecostés no es un día de 24 horas, sino un acontecimiento histórico que inició Jesús, el Resucitado, y que terminará al final de los tiempos. Pentecostés sigue aconteciendo hoy en medio de la Iglesia.

2. LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO EN PENTECOSTÉS (Hch 2) Lucas pretende describir el acontecimiento más importante desde la despedida de Jesús y debía hacerlo de modo gráfico para que sus lectores pudieran entenderlo. Al mismo tiempo, debía dar la explicación de aquel acontecimiento. El relato de Pentecostés, con la interpretación de Pedro, presenta la clave de lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles: lo que precede tiene como finalidad preparar la llegada del Espíritu; lo que sigue es el despliegue y la actuación del acontecimiento fundador. Es la presentación del personaje en torno al cual gira el libro. 252

a) El relato en Hechos — Las palabras de Jesús preparan para el acontecimiento que va a suceder. Ordena a los apóstoles que «esperen en Jerusalén la promesa del Padre, la que habéis oído de mis labios» (Hch 1,4). — En la descripción del acontecimiento se multiplican los términos que indican plenitud, cumplimiento, totalidad, unanimidad: «Cuando se cumplieron los 50 días…, quedó llena toda la casa; todos se llenaron del Espíritu Santo… Estaban todos juntos, en un mismo lugar». Plenitud en el tiempo, en el espacio, en el número (hubo que elegir rápidamente al sustituto de Judas) y en el corazón. Es un acontecimiento ideal, perfecto. — Las imágenes (ruido como de viento impetuoso, lenguas como de fuego) siguen la tradición bíblica para las manifestaciones de Yahvé. Dios irrumpe en el mundo de los hombres y éstos se quedan perplejos. Lucas hace referencia a la profecía de Joel: «Derramaré mi Espíritu sobre toda carne. Entonces vuestros hijos e hijas profetizarán, vuestros jóvenes tendrán visiones y vuestros ancianos sueños. Y yo derramaré mi espíritu sobre mis siervos y siervas». Si Lucas destaca este texto en su relato es porque encuentra en él tres ideas muy queridas para él y presentes a lo largo de Hechos: la universalidad del don del Espíritu; la importancia de los carismas (sirven a la misión apostólica de la Iglesia y mantienen una atmósfera de entusiasmo) y la perspectiva escatológica (la predicación apostólica es el último ofrecimiento de salvación dirigido a la humanidad). — «Cada uno los oía hablar en su propia lengua.» Frecuentemente se ha pensado en el fenómeno de la glosalalía (que se dará en las primeras comunidades). Hay quien piensa que la acción del Espíritu tiene el efecto no ya de permitir a los oyentes comprender lo que dicen los apóstoles, sino el de hacer a los apóstoles capaces de hablar a los asistentes en su propio idioma. Sería un nuevo rasgo que caracterizará a la Iglesia: su universalismo. Pentecostés, entonces, no es lo opuesto a Babel (Gén 11,1-9), ya que no se les da una lengua única. Más bien, se estaría sugiriendo que la nueva Iglesia debe asumir todas las lenguas de los hombres y todas las culturas. Debe transmitir el mensaje de Cristo, retraducirlo si es preciso, a través de la cultura, lengua y forma de pensar de cada pueblo. — Estaban doce pueblos, diferenciados por el idioma, que son invitados a constituir el nuevo Israel. Referencia clara al antiguo pueblo elegido constituido por las doce tribus. Ahora la Comunidad cristiana hereda los privilegios del judaísmo. Las doce regiones describen la universalidad del nuevo Israel, pero todavía sin ninguna referencia al mundo pagano, ya que son judíos los llegados a Jerusalén procedentes de esas doce regiones. La misión a los gentiles será más tarde (caps. 10, 11 y 15). b) Pentecostés en la obra de Lucas Hay correspondencias entre su Evangelio y los Hechos: 253

1. En el Evangelio: Jesús inicia su vida pública con su bautismo. Se abrió el cielo y el Espíritu Santo bajó sobre Jesús «con una apariencia corporal, como de una paloma». En los Hechos, los apóstoles quedan llenos del Espíritu Santo, antes de iniciar su misión y en el comienzo del tiempo de la Iglesia. 2. Lucas divide la historia de la salvación en tres períodos: el primero comprende todo el AT y termina con el encarcelamiento del Bautista (antes del bautismo de Jesús); el segundo es el tiempo de Jesús, lleno del Espíritu Santo, en el que se reanuda el diálogo entre Dios y el hombre, después de 150 años de silencio de Dios (desde la muerte de los profetas Ageo, Zacarías y Malaquías); el tercero se inicia en Pentecostés que es el cumplimiento de la Pascua, la efusión del Espíritu sobre todos los creyentes. Este Espíritu conducirá a los primeros creyentes por todos los caminos del mundo. Jesús es la figura que une los tres períodos: el anunciado por los Profetas y por el Bautista; el que llena el período central y el que da la clave de interpretación de Pentecostés (como lo atestigua el discurso de Pedro). c) El Pentecostés judío Fiesta en sus orígenes de carácter agrícola (para celebrar la cosecha de trigo), acabó en el siglo V asociándose al acontecimiento de la Alianza del Sinaí. En el siglo III se comenzó a celebrar en esta fiesta la renovación de la Alianza. En tiempos de Jesús es el día de incorporación de nuevos miembros a la comunidad, de renovación de sus juramentos (entre los esenios) y tiempo de la manifestación de Dios (en la tradición rabínica), con la utilización de imágenes similares a las de Lucas. Pentecostés, por tanto, era una fiesta judía, a los cincuenta días de la pascua, asociada a la Alianza y celebrada como una manifestación de Yahvé, con un sentido virtualmente universal. Lucas cristianiza la fiesta: — Cristo, resucitado en Pascua, lleva a cabo el universalismo presentido por la tradición rabínica. — La efusión del Espíritu significa la Alianza nueva con el nuevo Israel. Pedro utiliza estas claves en su interpretación del acontecimiento. d) La interpretación de Pedro (2,14-36) 1. La Comunidad del Espíritu — En tiempos del Éxodo, el Espíritu se derramó de forma provisional y momentánea sobre los 70 ancianos agrupados en torno a Moisés (Núm 11,24-25). — Más tarde, Moisés suspiró: «Ojalá todo el pueblo de Dios fuera profeta y le diera el Señor su espíritu». Israel imaginará los últimos tiempos como una efusión universal del Espíritu sobre todos los creyentes. «Después de eso, derramaré mi Espíritu en toda carne» (Joel 3,1). 254

— En Jesús se realiza la promesa de Dios Padre (Hch 1,4). — Pedro confirma que Pentecostés es el cumplimiento de esa promesa, citando la profecía de Joel, sobre la Comunidad del nuevo Israel. 2. El acontecimiento de la Resurrección Pedro une e identifica Pascua y Pentecostés. Lo que acaba de suceder es consecuencia natural y prevista por Dios, desde toda la eternidad, de la muerte y resurrección de Jesús (Hch 2,22-24). Es la nueva Alianza con los hombres; el cumplimiento y superación de la revelación del Sinaí. El don del Espíritu derramado sobre todos, en la muerte y resurrección de Jesús, da nacimiento a la Comunidad de la Alianza nueva.

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3. El nuevo Israel El Espíritu derramado no transforma de forma exterior y arbitraria. Para recibir de verdad el Espíritu hay que convertirse y agregarse a la nueva comunidad mediante el bautismo: «Convertíos; que cada uno de vosotros reciba el bautismo en nombre de Jesucristo para el perdón de sus pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo» (Hch 2,38). Si quisiéramos resumir la intención de Lucas, expresada en el discurso de Pedro, diríamos: El Espíritu que vive en la Iglesia y la dirige no ha brotado de la comunidad; ha venido de Dios, quien nos ha comunicado su Espíritu a través de Jesús, resucitado y exaltado. Este Espíritu no se halla encerrado entre fronteras, sino que es universal. Y esta acción de Dios exige una reacción por parte del hombre.

3. EL PENTECOSTÉS DE LOS PAGANOS (Hch 10) En Pentecostés había nacido la comunidad de los últimos tiempos, con carácter y vocación universal, pero pasará tiempo hasta que se rompa el círculo judeo-cristiano. El encuentro de Pedro con Cornelio marcará este paso decisivo y será la prolongación del día de Pentecostés. a) El relato — Es el más extenso de Hechos (clara expresión de la importancia que le da Lucas). — Relato agitado, con desplazamientos verticales (del cielo a la tierra) y horizontales (entre los apóstoles y creyentes). Los primeros preceden y provocan a los segundos. — Relato repetitivo de revelaciones (de Dios) y comunicaciones (de los hombres). Cada vez se va ampliando más el círculo de la comunicación: Lucas narra la visión de Cornelio; éste se la cuenta a los criados; estos la comunican a Pedro; Cornelio se la repite a Pedro; Pedro pone en conocimiento a los apóstoles y a los hermanos de Judea. — Se repite el primer Pentecostés: desciende el Espíritu, don de lenguas, acción de gracias y bautismo. El bautismo sustituye al rito de la circuncisión y mediante él se pasa a formar parte en la comunidad, abierta a todos aquellos que confiesan que Jesús es el Señor. — Clara oposición al universalismo por parte de los cristianos que proceden del judaísmo, que pretenderán para los que vienen del paganismo que, antes de ser bautizados, sean circuncidados. b) Sentido y significación

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Para Lucas, la conversión de Cornelio no es un simple caso individual, por las características apuntadas del relato y, muy especialmente, por la relación que el autor establece entre este acontecimiento y las decisiones del «Concilio de Jerusalén». Allí, «después de una larga discusión», Pedro dijo: «Hermanos, vosotros sabéis que ya desde los primeros días me eligió Dios entre vosotros para que por mi boca oyesen los gentiles la Palabra de la Buena Nueva y creyeran. Y Dios… dio testimonio en su favor comunicándoles el Espíritu Santo como a nosotros, y no hizo distinción alguna entre ellos y nosotros» (Hch 15,7-9). Dos lecciones se desprenden del relato: 1. Dios mismo ha abierto la puerta a los gentiles, a quienes no habrá que imponer las prescripciones de la Ley. 2. Dios ha mostrado a Pedro que debía aceptar la hospitalidad de un incircunciso. (Problemas en la relación de los judeo-cristianos y los venidos de la gentilidad.) Lucas quiere hacer visible, una vez más, la mano de Dios en los acontecimientos de la naciente Iglesia. Decisión divina que se pondrá en práctica con violentos enfrentamientos.

4. ORIENTACIONES CATEQUÉTICAS 1. Pentecostés, génesis de la Comunidad de los creyentes en Jesús El fundamento del cristianismo estriba en aceptar que Jesús, después de muerto, ha resucitado y sigue vivo en medio de su Iglesia, brindando a los creyentes la posibilidad de compartir su vida. El prodigio de Pentecostés, y de todos los pentecostés que han acontecido desde el primero, se manifiesta en la transformación de unos hombres, sin esperanza y abocados al fracaso, en una comunidad con tal plenitud de vida que se lanza a difundirla y a compartirla. Su lenguaje (en palabras y obras) fue comprendido (y lo será siempre) por todos. La religión cristiana, nacida al calor de la Resurrección de Jesús y empujada por su Espíritu, será para siempre una religión de vida, de ilusión, de entusiasmo y de liberación. 2. Pentecostés, invitación a la convivencia amorosa El cristianismo no es el resultado de planteamientos éticos ni fruto de complicadas estructuras. Es la expresión comunitaria de un encuentro vivencial entre la fuerza del resucitado y los discípulos temerosos. El reto de Pentecostés es primordialmente comunitario: compartir y reproducir en comunidad la vida plena del Resucitado. No se trata de cumplir individualmente normas 257

y leyes, sino de vivir intensa y comunitariamente la dinámica del amor. Hoy la comunidad cristiana constata que en la Iglesia sobran normas y falta comunicación; que sobran estructuras y falta el aliento del Espíritu. Hoy se clama por una comunidad menos hierática y jerarquizada y más pentecostal (más pueblo de Dios). Se intenta conseguir que el viento de Pentecostés barra y libere a la Iglesia de tantos añadidos dejados por el tiempo y se antepongan los valores resurreccionistas a las exigencias de orden estructural. 3. Pentecostés, base de toda revisión eclesial Los movimientos pentecostales genuinos ansían entronizar en la Iglesia la hegemonía de la fuerza amorosa del Espíritu. Tienden a compartir esa vivencia amorosa con el resto de la comunidad cristiana (sin intereses de grupo), sin enfrentamientos entre base y jerarquía, ni entre estructura y vida. Es preciso que toda la comunidad del Pueblo de Dios viva más de acuerdo con las exigencias del «espíritu pentecostal», portador de la Buena Noticia que lucha y se compromete a instaurar en el mundo el reinado del amor, el auténtico y único Reino de Dios. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. La Iglesia nace al calor de la resurrección de Jesús y por el impulso amoroso de su Espíritu, en Pentecostés. El Cristianismo es una religión de vida, de amor, de liberación. ¿En qué aspectos de la vida de la iglesia se palpa esta realidad y en cuáles otros, por desgracia, está lejos de sus orígenes y de su auténtica misión en el mundo? 2. A la luz del Espíritu, vida de la Iglesia, ¿qué sentido tienen los siguientes datos?: — Normas, leyes y estructura. — Pueblo de Dios y jerarquía. — Iglesia/institución - Iglesia/carisma. — Evangelización y culturas diversas. 3. Haz un breve repaso de tu historia. Recuerda que el sacramento de la Confirmación es el «memorial» de Pentecostés, el sacramento de la madurez en la fe y de la misión. ¿Reconoces la acción del Espíritu en tu vida? ¿Eres fiel a sus dones?

PARA ORAR Y CANTAR Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. 258

Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén Liturgia de las Horas

Siempre es Pentecostés Cuando rezamos, cuando cantamos, cuando la fiesta es un celebrar gozosos el día grande: Pentecostés. Cuando llevamos en nuestras manos un resplandor de luz en nuestro pecho vive y palpita el que murió en la cruz. (2). Cuando el Señor alienta en nosotros siempre es pentecostés, siempre es Pentecostés. (2). Cuando queremos comprometernos en una misma fe, un tarea, un compromiso… siempre es Pentecostés. Cuando decimos sí a la Iglesia con plena lucidez, soplan de nuevo vientos del cielo, porque es Pentecostés. Cuando los hijos ya van creciendo y dicen que quieren ser 259

miembros de Cristo y de su Iglesia, siempre es Pentecostés. No nos separan lenguas ni razas, nuestra consigna es ser en el mundo un testimonio, porque es Pentecostés. Cuando la fuerza que estaba oculta vence con su poder nuestros temores, nuestro egoísmo, siempre es Pentecostés. Cuando aceptamos ser levadura y llama que quiere arder, nos vinculamos más a la Iglesia, porque es Pentecostés. (36)

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_________ FICHA n. 34 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 35

LA COMUNIDAD DE JERUSALÉN: DIMENSIÓN COMUNITARIA DEL HECHO CRISTIANO

Lucas sugiere, basado en intenciones teológicas más que en fundamentos históricos, que la Iglesia nace en Jerusalén; que la primera comunidad cristiana se reúne y vive su fe en la Ciudad Santa de los judíos, como cumplimiento de las palabras de Jesús: «Seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria y hasta los confines de la tierra» (Hch 1,8). La crítica actual opina que muy probablemente existió una comunidad galilea paralela o incluso anterior a la de Jerusalén (que habría estado ligada a la tradición que transmiten Marcos y Mateo en lo referente a las apariciones de Jesús y a la actividad del Resucitado en Galilea, de las que no habla Lucas por centrar todo el acontecimiento del nacimiento de la Iglesia en Jerusalén). Se aprecia, por tanto, una intencionalidad teológica (nada menos que garantizar la continuidad de la Historia de Salvación de Israel y afirmar que el cristianismo no supone ninguna ruptura, sino su consumación) en la localización de la primera comunidad, donde tendrá lugar además el Pentecostés de Lucas. Parecida intencionalidad teológico-catequética se advierte cuando describe los rasgos comunitarios de la fe pascual, hechos vida y modelo en la comunidad de Jerusalén.

1. QUÉ ES SER CRISTIANO La predicación del kerigma, a partir de Pentecostés, expresa que para integrarse en la comunidad de los creyentes, sólo se exige confesar que Jesús, muerto en la cruz, fue resucitado por Dios y sigue vivo, comunicando su vida plena a cuantos creen en él. La nueva religión nace de un acontecimiento, vive su experiencia pascual y anima a que todos compartan esta vivencia. No se presentó, por tanto, como una ideología o un programa ético de comportamiento, sino como un encuentro en la fe con Jesús 263

resucitado (kerigma), que más tarde se complementará con el conocimiento de la vida, obras y enseñanza de Jesús de Nazaret (didajé). El rasgo diferenciador entre los seguidores de Jesús y el judaísmo estriba en que para los cristianos la esperanza mesiánica del Reino ha dejado de ser un anhelo de futuro y se ha hecho realidad presente en Jesús resucitado. Esta creencia llevará a los seguidores de Jesús a un cambio total de vida y a ajustar su comportamiento a las exigencias del nuevo Reino (justicia, paz, alegría, comunión…) proclamadas por los profetas (Is 11,1-2; Jer 31,31-32). Esta nueva forma de vida, la del Reino, sólo puede vivirse en comunidad. El cristianismo se presenta, desde el principio, como experiencia religiosa existencial, que se vive en comunidad y es impulsada por el Espíritu. La fe de la propia comunidad se convierte en criterio supremo de identidad cristiana y en vínculo de unión de los hermanos. La vivencia comunitaria de la fe pascual alimentará en los primeros creyentes su conciencia de pueblo, herederos del «resto fiel» (Is 8,16-18) en quien se haría realidad el Reino mesiánico prometido por Yahvé (Zac 8,11-15). Eran el «nuevo Israel», la culminación de la historia salvífica «en los últimos tiempos» que ya habían comenzado. La comunidad de los creyentes contará con la garantía y la autoridad de quienes fueron testigos de la muerte (3,15), resurrección (2,32), apariciones de Jesús (13,31) y del acontecimiento de la venida del Espíritu.

2. LA COMUNIDAD DE JERUSALÉN, COMO MODELO Lucas en dos «sumarios» (Hch 2,42-47 y 4,32-34) esboza la imagen idealizada de la comunidad cristiana, presentándola encarnada en la de Jerusalén. Su descripción servirá, para aquella primera época y para siempre, de modelo de convivencia comunitaria cristiana (no tanto para conocer con rigor histórico la vida de las primeras comunidades). La comunidad de Jerusalén, de acuerdo al relato de Lucas, se caracterizó por ser: unidad y comunión de fe, de vida y de bienes. a) Unidad de fe — Unidos en la enseñanza apostólica: Todos acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles (Hch 2,42) que habían conocido a Jesús desde su bautismo hasta su ascensión (1,22). Les instruían en el mensaje de Jesús. Así se inicia la fase catequética. La comunidad no hubiera podido subsistir, sin haber cimentado su fe pascual sobre el firme pilar de la enseñanza histórica de Jesús. — Unidos en la «fracción del pan» (2,42). Después de escuchar la enseñanza, terminaban con una comida fraterna (= ágape) a base de los alimentos aportados por 264

los presentes. Según la tradición judía, el presidente pronuncia una bendición antes de partir el pan. Con estas palabras se está aludiendo al misterio eucarístico, evocando la Cena del Señor y suspirando por la venida triunfal de Jesús («maranatha: ven, Señor»), para que instaure su reino de paz y de amor en toda la humanidad. En la comida fraterna de la «fracción del pan» se encuentran las raíces de la celebración eucarística. b) Comunidad de vida Lucas afirma que los primeros cristianos perseveraban en la «koinonía» (= comunión). Es la unión de los miembros de la comunidad, que fluye de la propia experiencia pascual y logra crear una comunidad de vida donde se llega incluso a compartir los bienes para aliviar la penuria de los más necesitados (2,44). En este modelo de comunidad se han inspirado, a lo largo de la historia, todos los movimientos cristianos comunitarios y muy especialmente las comunidades de vida religiosa consagrada, en su propósito de constituir en la Iglesia la presencia permanente del nuevo Reino, vivido ya en su radicalidad. Comunidades de signo profético que quieren ser lugares de utopía y esperanza por el Reino. Dos precisiones al texto de Hechos: 1. Se está presentando como comportamiento general lo que tal vez sólo fuese caso excepcional. Así se entiende que se alabe y se describa el gesto de Bernabé que «tenía un campo; lo vendió, trajo el dinero y lo puso a los pies de los apóstoles» (4,37). 2. ¿Comunidad de pobres o comunidad de amor? El ideal presentado no puede ser el de pobreza, llegar a ser una comunidad de pobres, porque para la Biblia la pobreza es un mal. La Buena Noticia de la venida del Reino es que ya no habrá pobres, ni afligidos, ni oprimidos… (Is 40,9; 52,7). Entonces los pobres serán bienaventurados: todos se esforzarán en socorrerlos. Este es el ideal que vive la comunidad de Jerusalén: es el ideal del amor que les lleva a compartir los bienes. «La multitud de creyentes no tenía sino un solo corazón y una sola alma» (4,32). Pero en esta comunidad ideal también existe el pecado. El episodio de Ananías y Safira (5,1-11) se presenta como el primer pecado de la nueva comunidad. Es como «el pecado original» de la comunidad de la nueva Alianza, de esta nueva creación.

3. ORIENTACIONES CATEQUÉTICAS 1. La comunidad ideal. La imagen que presenta Hechos: — Es una Iglesia en tensión hacia la realización del ideal. — Está amenazada por el pecado. 265

— Será para siempre utopía o realidad del porvenir hacia la que se tiende, que pone en movimiento, aunque se sabe que, como tal, no se alcanzará jamás. — Se presenta como modelo idealizado, al que deben ajustarse cuantos ansían encarnar comunitariamente la vitalidad del cristianismo. — Comunidad encantadora, pero cerrada en sí misma (vive en Jerusalén, predica a los judíos…). No será Iglesia hasta que no se lance a ser una Iglesia para el mundo. 2. Dimensión comunitaria. El cristianismo nace como una vivencia comunitaria de fraternidad, que fluye de Pentecostés. La comunidad de Jerusalén se presenta como la historificación de esta vivencia colectiva: han tomado conciencia de «pueblo», herederos como el «resto fiel» del reino mesiánico y viven las exigencias del Reino, instaurado ya en Jesús Resucitado. 3. Criterios normativos para nuestras comunidades: — Preeminencia de los valores que brotan de la Resurrección por encima de leyes y normas. El espíritu (carisma) sobre la estructura. — El signo visible de la vivencia cristiana será la «comunión» fraterna que nace del amor. — Se debe alimentar en el seno de la comunidad la teología de la esperanza, cifrada en el Reino, vivido en testimonio profético para el mundo. — Comunidad abierta a la misión y no cerrada sobre sí misma. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. Una comunidad cristiana: Lectura de Hch 2,39 Iglesia es la reunión de los que han sido convocados. ¿Quién convoca? ¿Alrededor de quién se reúne? ¿Cuál es la función de la «fracción del pan» y de la proclamación de fe en Jesús resucitado? ¿Quién da el dinamismo a esa comunidad? 2. Los ejes de la vida de la comunidad cristiana: a) La oración Lectura de la celebración que describe Hch 4,23-31 ¿Qué partes se destacan? ¿Es fácil percibir el esquema?: brota de un hecho de la vida - invocación - texto de la Escritura - oración sobre el texto para relacionarlo con la vida - oración final. b) La enseñanza de los apóstoles Lectura de alguno de los Discursos de Pedro (2,14-39; 3,12-26; 4,9-12 y 19-20). Destaca el contenido esencial de sus tres partes esenciales: el acontecimiento Jesucristo; cumpliendo las Escrituras; nos interpela. c) La comunión fraterna Lectura de Hch 2, 42-47 y 4, 32-35. ¿Qué significa «comunión» en este contexto? ¿Qué es lo que hay que compartir? ¿En qué signos se advierte cuál es el ideal que guía a la comunidad? ¿Está cerca tu comunidad del modelo ideal presentado en Hechos?

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PARA ORAR, REFLEXIONAR Y CANTAR

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Iglesia peregrina Todos unidos formando un solo cuerpo, un pueblo que en la Pascua nació. Miembro de Cristo en sangre redimidos, Iglesia peregrina de Dios. Vive en nosotros la fuerza del Espíritu que el Hijo desde el Padre envió. Él nos empuja, nos guía y alimenta, Iglesia peregrina de Dios. Somos en la tierra semilla de otro reino, somos testimonio de amor. Paz para las guerras y luz entre las sombras, Iglesia peregrina de Dios (2). Rugen tormentas y a veces nuestra barca parece que ha perdido el timón. Miras con miedo, no tienes confianza, Iglesia peregrina de Dios. Una esperanza nos llena de alegría, presencia que el Señor prometió. Vamos cantando, Él viene con nosotros, Iglesia peregrina de Dios. (37) Fórmula para un posible examen de conciencia comunitario Una comunidad dice mucho cuando es de Jesús. Cuando habla de Jesús y no de sus reuniones. Cuando anuncia a Jesús y no se anuncia a sí misma. Cuando se gloria de Jesús y no de sus méritos. Cuando se reúne en torno a Jesús y no en torno de sus problemas. Cuando se extiende para Jesús y no en su propia fuerza. Cuando vive de Jesús y no vive de sí misma… Una comunidad dice mucho cuando es de Jesús. Una comunidad dice poco cuando habla de sí misma. Cuando comunica sus propios méritos. Cuando anuncia sus reuniones. Cuando no da testimonio de su compromiso. Cuando se gloria de sus valores. Cuando se extiende en provecho propio. Cuando vive para sí misma. Cuando se apoya en sus fuerzas… 268

Una comunidad no se tambalea por los fallos, sino por la falta de fe. No se debilita por los pecados, sino por olvido de Jesús. No se queda pequeña por carencia de valores, sino porque Jesús dentro de ella es pequeño. No se ahoga por falta de aire fresco, sino por asfixia de ausencia de Espíritu de Jesús. Una comunidad sólo se pierde cuando ha perdido a Jesús. Una comunidad convence y llena cuando es la comunidad de Jesús. Una comunidad es fuerte, cuando Jesús dentro de ella es fuerte. Una comunidad pesa, cuando Jesús dentro de ella tiene peso. Una comunidad marcha unida, cuando Jesús está en medio. Una comunidad se extiende, cuando extiende a Jesús. Una comunidad convence y llena, cuando es la comunidad de Jesús. (38)

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_________ FICHA n. 35 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 36

APERTURA DE LA IGLESIA AL MUNDO PAGANO

El judaísmo es el punto de partida de la primera comunidad cristiana. Jesús fue judío, los apóstoles son judíos, los primeros cristianos serán judíos. Es natural, por tanto, que en los comienzos de la nueva fe se hiciera lo posible por compaginar la religiosidad del judaísmo con las nuevas exigencias del cristianismo. Pretendían ser cristianos, sin dejar de ser judíos. Sin embargo, pronto aparecen las dificultades y se plantean, de forma violenta, tres cuestiones: 1. El reino mesiánico de Jesús, ¿es sólo para los judíos? La primera respuesta de los líderes de la Comunidad de Jerusalén será: sólo el auténtico Israel heredará las promesas del Reino. La integración del paganismo supondría la desintegración del cristianismo. El objetivo es lograr que todo el judaísmo acepte el mensaje de la resurrección de Jesús y así se instaure definitivamente el reino mesiánico. 2. Si la nueva fe se predica fuera del judaísmo, ¿es necesario que los nuevos cristianos se sometan previamente a las exigencias étnico-religiosas del judaísmo? 3. Si se abre el cristianismo al mundo pagano, ¿se constituiría la nueva comunidad sin condiciones previas, a impulsos del Espíritu? Las respuestas, lo mismo que las preguntas, no fueron teóricas sino prácticas. El proceso hacia la apertura será doloroso, según el testimonio de Hechos.

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1. PROCESO DE APERTURA a) Pentecostés Pedro, el día de Pentecostés, proclama el kerigma a los judíos de Jerusalén y a los judíos que proceden de la «diáspora», extendidos por las principales regiones del Imperio romano. «Aquel día se les unieron unos tres mil» (Hch 2,31). Desde ese primer momento aparecen dos grupos de cristianos: los «hebreos» palestinos y los «helenistas», que hablan idioma diferente y aportan una cultura no semita. b) Primera Comunidad de Jerusalén A pesar de la imagen modélica que Hch ofrece de la primera comunidad, en 6,1 se da noticia del primer enfrentamiento entre «hebreos» y «helenistas», ya que las viudas de este grupo no reciben la misma atención que la que se dispensa a las de los «hebreos». La denuncia de dicha discriminación provoca la intervención de los «Doce», la participación de toda la asamblea y se decide la designación de siete «diáconos» que se encarguen de las necesidades de la comunidad. c) Persecución contra los «helenistas». Predicación del Evangelio en Samaria y Antioquía Los hermanos de Jerusalén, agrupados en torno a Santiago, siguen fieles a la ley judía (15,1-5; 21,20s); los «helenistas», cuyo portavoz es Esteban, sienten la necesidad de romper con el culto al Templo (al proceder de la diáspora, fuera de Jerusalén, se había aminorado su veneración y culto al Templo de Jerusalén). A Esteban le acusarán de «pronunciar palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios» (6,11) y de «no parar de hablar en contra del Lugar Santo y de la Ley» (6,13). Esteban (y los «helenistas», por su boca) defiende en su discurso la ruptura entre Iglesia y Sinagoga. Lo pagará con la muerte. Es sintomático el claro paralelismo en el relato entre el proceso y muerte de Esteban y la pasión y muerte de Jesús. La persecución desatada contra los «helenistas» provoca su huida de Jerusalén y la predicación del Evangelio en otros lugares, comenzando por el pueblo samaritano y consolidándose en la influyente Antioquía. Estos primeros misioneros del Evangelio se sienten libres de las ataduras del judaísmo (8,4-13; 8,26-40). Un nuevo factor decisivo se añade en favor de la apertura del cristianismo con la conversión de Saulo. Lo que no había encontrado en la ley judía, lo va a encontrar con creces en Jesús resucitado (Flp 3,5-11). d) Acercamiento al mundo pagano La expansión del cristianismo fuera del ámbito judío es atribuida en Hechos al protagonismo de Pedro y Pablo, oscureciendo la labor de los «helenistas», con una 273

evidente intencionalidad. Pedro será el puente entre el radicalismo de la comunidad de Jerusalén y el aperturismo de los «helenistas» y de Pablo. Pedro jamás será intransigente, aunque sí vacilante, respecto a los gentiles. Impulsado por el Espíritu, recibirá al primer pagano en la Iglesia (Cornelio) y su conducta se convertirá en modélica para todo cristiano: «Dios no hace acepción de personas» (10,34). e) «Concilio de Jerusalén» Los judeocristianos, sin embargo, trataron de seguir imponiendo las cargas de la Ley Mosaica (15,2) y llegarán a enfrentarse con la comunidad paganocristiana de Antioquía, especialmente con Pablo y Bernabé. Se convocará la «asamblea» o «concilio» de Jerusalén, donde «por boca de Pedro» se acuerda que no hay que imponer a los paganos ninguna carga de la ley judía. La salvación viene por la gracia del Señor Jesús (15,1-12). La decisión ni fue sencilla de tomar ni fácil de aplicar, como lo demuestra el incidente entre Pablo y Pedro en Antioquía (Gal 2,11-14). La consecuencia más transcendente de este proceso crítico fue que las comunidades cristianas llegaron al convencimiento de que la salvación no viene por la observancia de la ley mosaica, sino por la fe en Jesucristo, que invita a todos sin distinción a formar parte de su Iglesia. En esta situación, urgía esbozar el fundamento teológico de la nueva religión, entroncando la fe en el Resucitado con la historia salvífica del pueblo elegido. Esta labor estará reservada a san Pablo.

2. ORIENTACIONES CATEQUÉTICAS 1. El proceso de apertura del cristianismo naciente ofrece criterios válidos para adentrarse hoy en un mundo secularizado y pagano. Es la «nueva evangelización». El cristianismo no debe cerrarse en sí mismo. El mundo pagano y descristianizado puede sintonizar con el kerigma cristiano, a condición de que no se le ofrezca sólo normas y leyes, sino respuestas a las inquietudes de quienes ansían una auténtica liberación. 2. La postura de los «hebreos» representa, por lo menos en parte, la actitud integrista de quienes apoyan la religión en un criterio de ley, fomentando un rigorismo religioso que busca más la fidelidad a lo ordenado que el bienestar del creyente. Son los portavoces exclusivos de la ortodoxia. 3. Sin el arrojo arriesgado de los «helenistas», la comunidad cristiana no hubiera sintonizado con el mundo pagano. Pero, a su vez, el vanguardismo de los «helenistas» aceptó someterse a la decisión de Pedro, de la «asamblea» de Jerusalén y de toda la comunidad. 274

4. El pluralismo eclesial, el debate y la crisis de crecimiento son factores positivos si son fruto de una búsqueda sincera en el modo de entender y de plasmar la vivencia cristiana. El pluralismo cristiano libera de toda opresión de grupo a quienes optan por vivir a Cristo más desde la vida que desde la ley. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. En el discurso de Esteban se encuentran los momentos decisivos de la Historia de la Salvación (Hch 7,253), ¿puedes señalarlos? 2. Lectura de Hch 6,8-15 y 7,55-60. Destaca los puntos de coincidencia entre el proceso y muerte de Esteban con la pasión y muerte de Jesús. 3. Según Hch 10,44-48, para Dios ningún hombre es «impuro», el Evangelio es para todos. ¿Qué te sugiere este texto? 4. La «asamblea» de Jerusalén decidió abrirse al mundo pagano. ¿No crees que la Iglesia debe hacer constantemente esfuerzos de apertura a mundos y grupos sociales alejados, marginados, etc.? ¿Cuáles serían hoy esos grupos? 5. ¿Qué reflexión te sugieren los términos «integrismo» y «vanguardismo» hoy en la Iglesia? ¿Crees que se dan hoy en la Iglesia? 6. La misión es consustancial en la Iglesia. No hay Iglesia sin misión, «reunión» sin «proyección». ¿Qué consecuencias se derivan para la Iglesia, para la parroquia y para tu grupo de creyentes?

PARA ORAR, REFLEXIONAR Y CANTAR Id y enseñad Sois la semilla que ha de crecer, sois estrella que ha de brillar, sois levadura, sois grano de sal, antorcha que ha de alumbrar. Sois la mañana que vuelve a nacer, sois espiga que empieza a granar. Sois aguijón y caricia a la vez, testigo que voy a enviar. Id, amigos, por el mundo anunciando el amor, mensajeros de la vida, de la paz y el perdón. Sed, amigos, los testigos de mi resurrección. Id llevando mi presencia, con vosotros estoy. Sois una llama que ha de encender resplandores de fe y caridad. Sois los pastores que han de guiar al mundo por sendas de paz. Sois los amigos que quise escoger, sois palabras que intento gritar. Sois reino nuevo que empieza a engendrar justicia, amor y verdad. (39) El poder de Cristo y los otros poderes Para la evangelización, acción liberadora del hombre, contamos con el poder de Cristo, a quien el Evangelio llama «el más fuerte», en contraposición al demonio, 275

enemigo número uno del Reino, al que, sin embargo, el mismo Jesús llama «el Fuerte» (cfr. Lc 1,18-23). Para evangelizar y liberar hemos de ser evangelizados y liberados, y somos liberados y evangelizados cuando evangelizamos y liberamos. Nos dejamos esclavizar y nos convertimos en institución de poder cuando descuidamos, rebajamos el celo misionero u olvidamos nuestra misión. Liberamos y evangelizamos cuando salimos al paso del encuentro del hombre, sobre todo en presencias y servicios liberadores de caridad profética, que hoy se multiplican, como un signo claro del Espíritu, en las periferias de las grandes ciudades, en los países del Tercer Mundo, en acciones con marginados, drogadictos, personas en soledad, enfermos, jóvenes sin rumbo, niños abandonados, transeúntes, habitantes de las zonas rurales… A la luz de estas verdades, hemos de escuchar la voz del Espíritu para revisar en qué medida nuestras propias instituciones y quienes las formamos nos hemos adentrado o no en la dirección desviada de un desarrollo y consolidación institucional de poder, a costa de la misión. Piense cada cual en su diócesis, parroquia, instituto de vida consagrada, movimiento apostólico, grupo o comunidad. Y podemos valernos de algunos criterios elementales de discernimiento que os ofrezco: En la institución de Iglesia a la que, de manera más directa e inmediata perteneces, en la que participas, trabajas… — ¿Cuál o cuáles son las preocupaciones que tienen la prioridad? ¿Son los otros? ¿Quiénes son esos otros? ¿Los alejados, los marginados? ¿La propia institución?; — ¿Hacia dónde se orientan principalmente los esfuerzos, energías, recursos humanos y materiales: a tener más cosas, mejores, para funcionar mejor, con holgura?; ¿a compartir? — La formación y compromisos de las personas, ¿hacia dónde tienden prioritariamente: hacia la propia institución, comunidad, grupo?; ¿hacia los ambientes de la sociedad, con miras a su transformación?; ¿hacia los sectores de marginación?; ¿hacia el Tercer Mundo?; ¿hacia las Misiones en otros continentes? Diría que, si la orientación de la institución y de las personas no es, sobre todo, hacia los llamados alejados, a grupos marginados, a ambientes del Tercer Mundo, Misiones; si los recursos humanos y materiales no tienen esa dirección prioritaria; si no se comparte, o se comparte poco, con los que tienen verdadera necesidad; si no hay compromisos de transformación hacia una sociedad más justa, en esa institución se va generando un poder que aísla, que se reafirma, que no libera y que deja —pecado de omisión— a los otros en su esclavitud. 276

Y pienso que, dentro de una amplísima gama de variedades y matices, todavía muchas de nuestras instituciones están en esta situación negativa que acabo de señalar. (40)

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_________ FICHA n. 37 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 37

SAN PABLO, APÓSTOL DE JESUCRISTO

1. PABLO DE TARSO Es la figura más rica y fascinante de todo el Nuevo Testamento. De él se ha escrito que «es el primero después del UÚnico». A él se debió que el cristianismo se sacudiera el peso del particularismo judío; extendió el mensaje de Cristo hasta los confines del mundo romano y fue el primer teólogo cristiano y el primer escritor, cronológicamente hablando, del Nuevo Testamento. (Cuando Pablo murió, aún no se habían redactado los evangelios.) a) Pablo, el hombre De personalidad compleja: temperamento fuerte, de reacciones bruscas y violentas. La prudencia no fue su principal virtud. Abierto, lanzado e impulsivo. No fue fácil la convivencia con Pablo (choque con Pedro en Antioquía; tensión con Bernabé a propósito de Juan Marcos; violenta polémica contra los judaizantes y falsos doctores de Corinto…). Apasionado y lleno de ternura con sus amigos fieles, necesita sentir la confianza de quienes le siguen y es tremendamente sensible ante la ingratitud. Es consciente del peligro de un amor demasiado posesivo. Entregado en cuerpo y alma a su misión; luchador empedernido por un ideal; modelo de persona comprometida. Con la misma vehemencia persiguió cristianos que, después, fundó comunidades de Cristo. En ambos casos le movía su coherencia religiosa. b) Pablo, apóstol Pablo se siente llamado, atrapado, «alcanzado por Cristo Jesús» (Flp 3,12) en su encuentro (Cristofanía) del camino de Damasco. Desde ese momento, vivirá la experiencia del «llamado» a realizar una misión salvadora. No se siente un convertido, ya que no reniega de su judaísmo. Siempre se sentirá judío y entenderá el cristianismo como la plenitud del judaísmo. Pablo reivindicó el origen inmediato de su llamada por Cristo y no querrá depender más 280

que de Cristo, del que será su servidor. Será consciente de que su vocación no es más que una conquista de la gracia de Dios por Jesucristo (Ga 1,13-16). Pablo llega más tarde que los «Doce» a descubrir la presencia del Resucitado en su Iglesia («Y en último término se me apareció a mí, como a un abortivo», 1 Co 15,18). El núcleo de su teología será diferente del de los Doce: sus reflexiones se centran en el misterio de la muerte de Cristo (escándalo de la cruz) y en la irradiación pascual de su resurrección, en vez de reflejar las enseñanzas de Jesús. Pablo, por tanto, se preocupó más de señalar cómo hay que vivir en Cristo que de recordar el relato de los orígenes. La experiencia pascual de Pablo le llevó a sentirse penetrado del incomprensible y perdonador amor de Cristo. De ahí que Pablo sea, a partir de esa experiencia vivencial, un enamorado de Cristo y un loco por Cristo. A pesar de que Pablo siempre subrayó el carácter específico de su llamada y de su misión, declarará que no hay otro Evangelio que el proclamado por los Apóstoles (1 Co 15,1-11; Ga 1,6-9); su Evangelio no es cosa suya, es el Evangelio de la fe común (Col 1,5-7) y acudirá a Jerusalén para manifestar la solidaridad apostólica (Ga 2,2). Lo anteriormente expuesto, bien merece una reflexión: sorprende e intriga el que a menos de treinta años de los acontecimientos que más tarde narrarán los Sinópticos sobre la vida y predicación, muerte y resurrección de Jesús, Pablo se permita hacer largas exposiciones sobre lo que Jesús significa, reteniendo sólo los dos hechos puntuales del fin: la muerte y la resurrección. No se citan las palabras o enseñanzas de Jesús; no se relatan sus milagros; han desaparecido los términos clave que Jesús empleó para designarse a sí mismo y su misión, así como a los destinatarios de ésta: el Hijo del hombre, el Reino de Dios, los pobres… c) Pablo, rabino y griego Por origen y formación pertenece a dos mundos culturales de los que nunca renunció. Supo fecundar una cultura con la otra. Acertó a trasvasar el mensaje cristiano de formulaciones semitas al mundo conceptual griego. «De raza israelita y perteneciente a la tribu de Benjamín» (Flp 3,5), aprendió «a los pies de Gamaliel» a leer y a interpretar las Escrituras. Puso su ciencia exegética al servicio de Cristo, que Pablo ve presente a lo largo de la historia de Israel. No parte de la Escritura para llegar a Cristo, sino que, desde su fe en Cristo resucitado, busca los anuncios de su venida y los signos de su presencia oculta en el Antiguo Testamento. Interpreta cristológica y eclesialmente el AT: todo es figura de Cristo y de su Iglesia. Pablo será, también, griego con los griegos. En Atenas parte de la veneración al dios desconocido para llegar al Dios de Jesucristo. En todo momento afirmará los valores humanos y sabrá apreciar lo que hay de hermoso y positivo en la cultura de su tiempo (Flp 4,8). La influencia grecorromana se manifiesta en su modo de pensar, en su lenguaje y en su estilo. Cita a autores clásicos, toma conceptos del estoicismo, utiliza recursos 281

retóricos (como la «diatriba», mediante breves preguntas y respuestas)… Pablo, en su doble condición de semita y griego, sufrirá el drama de la incredulidad de Israel (Rm 9,1-5) y antes de predicar a los gentiles comenzará haciéndolo en las sinagogas. d) Pablo, un santo apasionado Pablo dirá: «sed imitadores míos» (1 Co 11,1). Lo expresa desde la humildad de quien ha perseguido a la Iglesia y desde el reconocimiento del milagro obrado en él por la gracia de Dios y el amor de Cristo. Humilde y legítima satisfacción de quien se proclama obra de Dios. Su santidad fascina por la fortaleza de sus rasgos y por sus fundamentos: — Santidad cristológica: se apoya en Cristo, espera todo de Cristo, vive en Cristo, sólo «pretende ganar a todos para Cristo» y difundir «el buen aroma de Cristo». — Santidad apostólica: para eso ha sido llamado y para eso vive. Capaz de aceptar «convertirse en objeto de maldición, separado incluso de Cristo, si eso redundara en favor de sus hermanos de raza» (Rm 9,1-5). Asombrosa exageración de amor. — Santidad luchadora: vive la vida como carrera, como combate, y se prepara con toda clase en entrenamientos, esfuerzos y renuncias (1 Co 9,27). — Santidad profundamente humana: la gracia no ha destruido al hombre. Siguen aflorando sus virtudes y sus defectos temperamentales. Es en su vida de oración donde mejor se expresa la santidad de Pablo. Heredero de la oración judía, recoge frecuentemente sus fórmulas y las transforma, haciéndolas «pasar» por Cristo. La acción de gracias ocupa un lugar importante: Pablo contempla el progreso de sus comunidades y encuentra en ello un motivo para su «eucaristía» (cfr. Rm 1,8; 1Co 1,4; Flp 1,3; Col 1,3; 1 Ts 1,2; 2 Ts 1,3…). La «solicitud por todas las iglesias» alimenta sus plegarias de petición. El secreto de la vida de Pablo lo descubrimos en su confidencia: «Por él (Cristo) perdí todo aquello y lo tengo por basura con tal de ganar a Cristo e incorporarme a él. Sólo una cosa me interesa: correr hacia la meta para coger el premio al que Dios llama desde arriba por el mesías Jesús» (Flp 3,8-14). En este texto explota la tensión entre la acción primera de Cristo, que ha atrapado a Pablo en el camino de Damasco, y el esfuerzo de Pablo por alcanzar a su Señor. Texto en que se expresa la tensión entre el ya para quien vive en Cristo, caminando en la fe y «no en la visión clara» (2Co 5,7), y el todavía no de quien aguarda el encuentro pleno en el reino de la caridad (ágape) que no acabará jamás (1 Co 13,13). e) Pablo, misionero Se entregará, en cuerpo y alma, a una doble misión: la proclamación del kerigma al 282

mundo pagano (viajes apostólicos, relatados minuciosamente en Hechos) y la consolidación en la fe de las comunidades cristianas recién creadas (mediante sus cartas catequéticas y teológicas). Si se hubiera limitado sólo a predicar, posiblemente su obra se habría desmoronado en poco tiempo, ya que las comunidades encontraban obstáculos imprevistos, a la hora de consolidar sus convicciones de fe en medio de un ambiente hostil. Pablo revisaba periódicamente las iglesias que había fundado, seguía de cerca sus progresos y sus caídas (2 Co 11,88s), les enviaba sus «colaboradores» confiándoles numerosas responsabilidades. Pablo preparaba el porvenir de una Iglesia que tenía que ser en el mundo «columna y base de la verdad» (1 Tm 3,15). Sus Cartas carecen de todo objetivo sistemático, ya que Pablo parte de problemas concretos de sus comunidades y trata de ajustar su vida comunitaria a las exigencias del kerigma predicado. Su preocupación es primordialmente pastoral. Sin embargo, gracias a estos escritos catequéticos se formularán los criterios esenciales de la identidad cristiana y se dará consistencia teológica al anuncio del kerigma, hecho vida en las comunidades. Su obra literaria fue el complemento necesario a su actividad misionera.

2. ORIENTACIONES CATEQUÉTICAS 1. La figura de Pablo se presenta, de acuerdo a sus datos autobiográficos y al testimonio de Hechos, llena de luces y de sombras. Cautiva su figura por su entrega a un ideal. Es lo opuesto a un mediocre y a un conformista. No realizó tan impresionante obra por ser fuerte, sino que fue su obra la que le engrandeció. 2. Las virtudes de Pablo, puestas al servicio de su ideal, respiran normalidad y sencillez; virtudes que todo creyente puede imitar. Destacan, entre otras: — La honradez. Siempre jugó limpio: como judío, en defensa de la ley mosaica (Hch 9,1-2) y como cristiano, entregándose a la causa del Evangelio (2 Co 11,22-29). Nunca se doblegó ante su ideal (Ga 1,10), ni camufló su mensaje (Hch 9,29). «¡Ay de mi si no evangelizare!» (1 Co 9,16). — Su compromiso de vida. Su vida se cifró en encarnar a Cristo (Flp 1,21). «Vivo, pero no yo, sino Cristo en mí» (Ga 3,20). Todo lo «perdió» por Cristo. — La tenacidad. Siempre combatió entre dificultades (2 Co 7,5), principalmente enfrentándose a quienes trataban de oponerse a su visión abierta y liberadora del Evangelio. 3. Los defectos de Pablo nacen de su apasionamiento, muchas veces descontrolado. Se pueden apuntar los defectos que no son fruto de la malicia, sino limitaciones de su debilidad que él reconoce (2 Co 12,7). 283

— Carácter impulsivo y violento. Le llevó a posturas drásticas y poco prudentes (Hch 19,30). Se enemistó con quienes no compartían su punto de vista (Ga 1,6-10) y llegó a justificar sus imprudencias. — Acritud: Se indispuso con sus colaboradores al adoptar posturas intransigentes (Hch 15,39-40). Insultó a sus adversarios (Ga 5,12) y llamó «insensatos» hasta a los mismos destinatarios de una de sus Cartas (Ga 3,1). — Temeridad. No siempre midió las consecuencias de sus impulsos y esto le llevó a tener que retractarse. A veces, en vez de rectificar, justificó la temeraria acción apelando a órdenes recibidas de Dios (Hch 18,9b-10). Otras veces mostró una temeridad arrogante (2 Co 13,2b). 4. El ejemplo vital de Pablo es digno de ser imitado por todo miembro de la comunidad cristiana que, a pesar de sus limitaciones y de sus defectos, trata de entregarse, como Pablo, a la causa del Evangelio. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. ¿Qué es lo que más te impresiona de la figura de Pablo? Señálalo, apoyándote en una cita bíblica. 2. Pablo se siente «atrapado y alcanzado» por Cristo. ¿Crees que esa vivencia es generalmente compartida por la mayoría de los cristianos? ¿Y por ti? 3. ¿Qué consecuencias sacas para tu compromiso como cristiano, si te miras en el ejemplo de Pablo?

PARA ORAR Y REFLEXIONAR Estáte, Señor, conmigo siempre, sin jamás partirte, y, cuando decidas irte, llévame, Señor, contigo; porque el pensar que te irás me causa un terrible miedo de si yo sin ti me quedo, de si tú sin mí te vas. Llévame en tu compañía, donde tú vayas, Jesús, porque bien sé que eres tú la vida del alma mía; si tú vida no me das, yo sé que vivir no puedo, ni si yo sin ti me quedo, 284

ni si tú sin mí te vas. Por eso, más que a la muerte, temo, Señor, tu partida y quiero perder la vida mil veces más que perderte; pues la inmortal que tú das sé que alcanzarla no puedo cuando yo sin ti me quedo, cuando tú sin mí te vas. Himno de la Liturgia de las Horas

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Manifiesto de la solidaridad Mantener siempre atentos los oídos al grito de dolor de los demás y escuchar su llamada de socorro es solidaridad. Mantener la mirada siempre alerta y los ojos tendidos sobre el mar en busca de algún náufrago en peligro es solidaridad. Sentir como algo propio el sufrimiento del hermano de aquí y del de allá, hacer propia la angustia de los pobres es solidaridad. Dejarse transportar por un mensaje cargado de esperanza, amor y paz, hasta apretar la mano del hermano es solidaridad. Convertirse uno mismo en mensajero del abrazo sincero y fraternal que unos pueblos envían a otros pueblos es solidaridad. Compartir los peligros en la lucha para vivir en justicia y libertad arriesgando en amor hasta la vida es solidaridad. Entregar por amor hasta la vida es la prueba mayor de la amistad, es vivir y morir con Jesucristo, es solidaridad. LEÓNIDAS P ROAÑO. Obispo ecuatoriano

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_________ FICHA n. 37 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 38

SAN PABLO. CARTAS 1ª Y 2ª A LOS TESALONICENSES

1. CARACTERÍSTICAS GENERALES — Son las primeras Cartas escritas por Pablo (finales del 50 y primeros meses del 51). Las escribe desde Corinto a sus fieles de Tesalónica, que había evangelizado durante el verano del 50. — Son más pastorales que doctrinales. No tienen la profundidad de las Cartas Mayores o de las Cartas de la Cautividad. — 1 y 2 Ts se complementan, fundamentalmente en el tema central de la Venida gloriosa del Señor, aunque la escatología de 2Ts es notablemente diferente a la de 1 Ts. — Tratan ambas Cartas de responder a dos cuestiones que obsesionaban a la comunidad de Tesalónica: • ¿Cuál es la suerte de los que mueran antes de la venida gloriosa del Señor? • ¿Cuándo será la fecha de esta venida? — Parece que 1 Ts logró tranquilizarles sólo respecto a la primera cuestión. Con 2 Ts pretende Pablo calmar sus ardores escatológicos, ya que muchos habían dejado de trabajar y se preparaban para el inminente gran «día» (2 Ts 1,3; 6,12). — Pablo da sumo valor a su Carta: «Os conjuro por el Señor que esta carta sea leída a todos los hermanos» (1Ts 5,27). — Aparecen ya, en germen, los temas que desarrollará en Cartas posteriores, aunque su tratamiento tiene bastante de inseguro, inmaduro y hasta de provisional. — Presentan el encanto de poder conocer a una comunidad joven y fervorosa, sólo veinte años después del Acontecimiento Pascual. — Son dos Cartas escritas con alegría y consuelo.

2. DOCTRINA O TEMÁTICA FUNDAMENTAL 288

a) La Parusía Pablo responde a las dos cuestiones y aprovecha la ocasión para hablarles de lo que es verdaderamente decisivo: la Salvación. — El objeto de la esperanza de la Iglesia y de cada cristiano es la plenitud de la salvación, inaugurada ya por Cristo muerto y resucitado (1 Ts 1,10). Salvación ya real en el presente, pero que se espera su consumación en el futuro. Hay que esperar confiados la Venida del Hijo que «nos salva de la ira venidera» (1 Ts 1,10). — La participación en la salvación será plena, tanto para los que hayan muerto en Cristo como para los que vivan el día de su Venida. — En cuanto al tiempo y escenario de la Venida gloriosa, Pablo utiliza el género apocalíptico judío y no concreta nada (aunque da a entender, en 1 Ts 4,15, que puede ser inminente). Lo decisivo no es saber cuándo se consumará la salvación, sino la salvación misma, «el estar siempre con el Señor» (1 Ts 4,17). b) La Iglesia En ambas Cartas aparece una eclesiología embrionaria. — Los cristianos forman una Iglesia de hermanos, una comunidad fraterna y han sido «elegidos» (1 Ts 1,4), «escogidos» (2 Ts 2,13), «destinados» (1 Ts 5,9) para formar una comunidad de salvación. Pablo está evocando al Antiguo Testamento, cuando Yahvé «escoge» a su Pueblo. Esto implica una iniciativa de Dios y una respuesta activa de los interpelados. — La dimensión comunitaria, eclesial, del cristianismo es esencial para Pablo, ya en los inicios de su misión apostólica. No es un «convertidor de almas, sino un fundador de iglesias» (P. Rigaux). Es un contrasentido imaginarse un «individualismo cristiano». Para Dios, desde la Biblia, salvar a los hombres es reunirlos. — Las diversas comunidades forman el nuevo Israel. — Se advierte una comunidad eclesial elementalmente organizada, con presidentes que ejercen la tarea en nombre de Cristo y que deben ser obedecidos (1 Ts 5,12-13). — Es una Iglesia que nació de la proclamación de la Palabra de Dios, que se hizo acontecimiento, y por la fuerza del Espíritu Santo. El kerigma predicado por Pablo es la muerte y resurrección de Cristo, interpretadas como acontecimiento de salvación. c) La condición cristiana — El cristiano debe ser imitador del Señor, como fueron, antes que los de Tesalónica, los Apóstoles y las Iglesias de Judea. — La respuesta al anuncio del Evangelio se concreta en tres disposiciones interiores: «la actividad de vuestra fe, el esfuerzo de vuestra caridad y la tenacidad de vuestra esperanza en Jesucristo nuestro Señor» (1 Ts 1,3): • La fe introduce al cristiano en el mundo de la salvación y de la luz. Es una fe 289

activa porque le empuja hacia la conversión (1 Ts 1,9) y le lleva a manifestarse en obras de amor. Pablo es un buen modelo para los de Tesalónica. • El amor exige entrega, desprendimiento y generosidad. • La esperanza proyecta al cristiano hacia un futuro glorioso: «Vivir siempre en el Señor» (1 Ts 4,17). Es la fuente de la alegría cristiana, frente a la tristeza de quienes no tienen esperanza (1 Ts 4,13).

3. EXHORTACIONES PASTORALES (c. 4 y 5) Tres son los aspectos que se destacan en 1 Ts y que serán recordados genéricamente en 2 Ts (exhortación a la perseverancia en lo aprendido oralmente o por carta, 2,13-15): — Moral sexual y matrimonio cristiano (1 Ts 4,3-8). Es una llamada a la santidad: • Apartarse del libertinaje. • Casarse y vivir respetuosamente. • Respetar el matrimonio de los demás. — Amor fraterno, activo y concreto (1 Ts 4,9-12). Exhortación a progresar en el amor; ya son un ejemplo para todos «por su preocupación por los demás». — Normas para la vida comunitaria (1 Ts 5,14-22). Dos grupos: • Normas para el comportamiento cristiano cotidiano: «corregid…, animad…, sostened…, sed pacientes…, no devolváis mal por mal (1 Ts 5,14-15). • Exhortaciones para las reuniones de la comunidad: que sean reuniones alegres (pues se reúnen por la Palabra de Dios acogida en la fe, experimentan la acción del Espíritu Santo y sienten el gozo de perseverar en la esperanza y de amarse fraternalmente); que su oración sea constante; que su oración sea sobre todo de acción de gracias y, por último, que revisen los fenómenos espirituales para ver si son de Dios. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. Lee despacio y medita una de las Cartas a los Tesalonicenses. Subraya alguna parte que te impresione en relación a la vida de la comunidad, a la predicación del Evangelio o a la vida de cada uno. Comparte en el grupo lo que has meditado. 2. ¿Das gracias a Dios por el grupo, por tu familia, por los hermanos en la fe? Lee y medita 1 Ts 1,1-10. Destaca los motivos de Pablo para dar gracias a Dios. 3. ¿Cómo llama Pablo a los cristianos? ¿Y a la Iglesia? ¿Cómo ve Pablo la conducta del cristiano? ¿Qué dice de la esperanza?

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PARA ORAR Y REFLEXIONAR Oración de alabanza y de acción de gracias En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro. Quien al venir por vez primera en la humildad de nuestra carne, realizó el plan de redención trazado desde antiguo y nos abrió el camino de la salvación; para que cuando venga de nuevo en la majestad de su gloria, revelando así la plenitud de su obra, podamos recibir los bienes prometidos que ahora, en vigilante espera, confiamos alcanzar. Tú nos has ocultado el día y la hora en que Cristo, tu Hijo, Señor y Juez de la historia, aparecerá, revestido de poder y de gloria, sobre las nubes del cielo. En aquel día terrible y glorioso pasará la figura de este mundo y nacerán los cielos nuevos y la tierra nueva. El mismo Señor que se nos mostrará entonces lleno de gloria viene ahora a nuestro encuentro en cada hombre y en cada acontecimiento, para que lo recibamos en la fe y por el amor demos testimonio de la espera dichosa de su reino. Prefacios I y III de Adviento

«Existe otro peligro más sutil para nuestra fe: imaginar que Cristo ha regresado 291

aquí o allá, de forma distinta de la de todos los días. Dicen que ha vuelto a casa de Fulano, o a determinada secta. Por encima de todo, dice San Pablo, no acudáis a tales reclamos, pues lo triste en todos esos casos es que, según pretenden los interesados, el Señor no regresa nunca si no es para alejar a los hombres de sus tareas humanas. ¡Gran tinglado de hipnosis religiosa! El peligro es grave para la fe, porque ésta sólo tiene sentido en el seno del mundo. Mejor es para la salud del mundo y de la religión un padre de familia que trabaja afanosamente, o una madre que vive plenamente su vida de mujer, que un campamento de ociosos en torno a un Cristo vacío de sentido… Sí, el Evangelio es realista. Por eso insiste en que no sabemos el día ni la hora; no hay más hora que ésta, con su peso de vida humana. ¡Lo demás es un sueño estúpido, cuando no desequilibrio mental!» (40)

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_________ FICHA n. 38 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 39

SAN PABLO. CARTAS MAYORES (I) 1ª Y 2ª A LOS CORINTIOS

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1. DATOS GENERALES Mientras escribía 1 y 2 Ts, Pablo evangelizaba Corinto (empresa que le llevó más de año y medio: de finales del 50 a mediados del 52). Había llegado a Corinto «débil, tímido y tembloroso» (1 Co 2,3), después de haber fracasado en Atenas. Corinto era famosa por su puerto, ciudad densamente poblada, punto de influencia para toda Acaya y tristemente célebre por su relajación de costumbres. Pablo fundó una comunidad numerosa de cristianos que pertenecían a las clases sociales más bajas de una ciudad portuaria (1 Co 1,26-28). Ninguna comunidad causó a Pablo tantos problemas como ésta. Su esfuerzo se orientó, a través de sus visitas y cartas posteriores a la evangelización, a convertir definitivamente un grupo cosmopolita rodeado de paganos en una verdadera comunidad cristiana. Hay datos suficientes para afirmar que el intercambio epistolar entre Pablo y su comunidad supera a las dos Cartas canónicas. En 1 Co 5,9-13 se hace referencia a la llamada Carta «precanónica», anterior a 1 Co, donde responde a los problemas de inmoralidad reinante en la ciudad. Más tarde, durante su estancia en Éfeso, se producen graves disensiones en la comunidad de Corinto. Pablo les envía a Timoteo y después les escribe 1 Co (año 57), pero no logra solucionar la crisis. Se duda sobre su posible breve visita a Corinto donde habría prometido volver con más calma. Es la «visita amarga» de 2 Co 2,1. Una nueva crisis se abre en la comunidad, donde se ofende gravemente la autoridad apostólica de Pablo y a la que contesta con una carta severa «escrita con muchas lágrimas» (2 Co 2, 3.4.9.), que produjo un efecto saludable, a juzgar por las noticias que le lleva Tito. La comunidad se ha serenado; han desaparecido las divisiones; ha quedado restablecida la autoridad de Pablo. Entonces decide escribir 2 Co. (Hay autores que afirman que 2 Co 6,14-7,1 es un fragmento de la Carta «precanónica» y 2 Co 10-13 es parte de la Carta «escrita con lágrimas». Es difícil demostrarlo, aunque hay que admitir que ambas secciones desentonan en su contexto actual.)

2. CARACTERÍSTICAS GENERALES — Son dos cartas circunstanciales, provocadas por problemas concretos. — A pesar de ser ocasionales, poseen un gran valor teológico. (Fueron tantos los problemas suscitados y tan variados, que Pablo tuvo que escribirles sobre casi todo lo fundamental, para suerte posterior del cristianismo.) — En 1 Co Pablo escribe sereno y concentrado. Su estilo es limpio y vigoroso. Ningún 296

escrito suyo es tan completo y luminoso (aunque Rm sea más profundo; Ga más vibrante y 2 Co más dramático). — 2 Co es el escrito de Pablo que mejor revela su carácter, gracias a su estilo patético. Por esta razón es la carta, también, más enigmática. (Tal vez sea tan confusa por ser una mezcla de tres cartas.) — Describen la cruda realidad de una primitiva comunidad cristiana: dificultades, discordias, envidias, celos, pecado…; pero también, el gozo del Espíritu, la efusión de carismas, el amor cristiano, nos dan noticias sobre la Eucaristía, sobre el comportamiento con los hermanos que pecan, sobre el orden en las asambleas litúrgicas…

3. DOCTRINA O TEMÁTICA FUNDAMENTAL a) La auténtica sabiduría — El origen de las discordias fue el orgullo intelectual, propio de las gentes de Corinto. Este hecho le lleva a reflexionar a Pablo sobre un tema tan bíblico (y tan griego) como la Sabiduría. — La sabiduría humana (= «prudencia de la carne») y la sabiduría de Dios se mueven en planos diferentes. La primera no salva. La segunda es Cristo mismo en el misterio de su cruz (1 Co 1,23-24). La sabiduría divina se personaliza en Cristo salvador, a pesar de la aparente locura de la cruz (1 Co 1,18-23). Se han invertido los valores: la muerte es ahora vida; la debilidad, fuerza (en la debilidad de Pablo actúa la fuerza del Espíritu, 1 Co 2,4-5; 2 Co 12,9-10); los insignificantes han sido elegidos por Dios para confundir a los fuertes y sabios (1 Co 3,18-19). Y todo, para que nadie confíe en sus fuerzas. b) Los problemas de una Iglesia joven — Frente a los desórdenes sexuales existentes, Pablo les recuerda que todo bautizado es «nueva criatura» y «templo de Dios» (1 Co 5,6-8). — Ante la alternativa celibato-matrimonio, Pablo decide que lo que importa de verdad «es el cumplimiento de los mandamientos de Dios» (1 Co 7,19), es decir, cumplir con la voluntad de Dios en el estado que uno elija libremente. — A la cuestión de comer o no carnes sacrificadas a los ídolos y a la asistencia a banquetes paganos, Pablo responde con una magnífica lección de moral práctica sobre la primacía del amor (1 Co 8,1-13; 9,19-22). — Los abusos en las asambleas litúrgicas le dan ocasión a Pablo para una catequesis sobre la Eucaristía. Ya que se reúnen olvidándose de lo que les reúne, es preciso que vuelvan a recordar el origen, la última Cena. Será el primer relato sobre la Eucaristía, más cercano en sus elementos a Lucas que a Mateo-Marcos. En su instrucción 297

catequética destaca: • la institución de la Eucaristía (1 Co 11,23-25); • actualización y memorial permanente de la muerte redentora de Cristo (1 Co 11,26); • dimensión de sacrificio de la Nueva Alianza; • proyección escatológica (1 Co 11,26); • exigencia de disposiciones interiores para celebrarla dignamente (1Co 11,27-28). c) Jerarquía y carismas — La Iglesia es una comunidad organizada, dirigida por aquellos a quienes el Espíritu Santo ha escogido como «vigilantes del rebaño de Dios» (Hch 20,28). Pablo defiende con todas sus fuerzas el origen divino de la autoridad eclesial. Con parecidas fuerzas defenderá su condición de apóstol (en toda su segunda Carta, pero en especial en los capítulos del 10 al 13). Pablo ordena y manda en nombre del Señor. — En esta Iglesia, Dios concede sus carismas, sus dones especiales, a sus fieles, con independencia del lugar que ocupen en la institución eclesial. Son el fruto de la acción del Espíritu Santo que se desborda. — Para discernir los carismas verdaderos de los falsos, Pablo da estos criterios: • deben contribuir a la unidad (1 Co 12,4.11s); • deben ser utilizados para el bien común (1 Co 12,14.26: 14,12s). Entonces no habrá oposición entre ministerio jerárquico de servicio y carisma; • la primacía de los carismas se encuentra en el apostolado (1 Co 12,28). También la autoridad eclesial de los apóstoles es de orden carismático y a ella está encomendada la vigilancia del resto de los carismas. d) El primado del amor — En 1 y 2 Co el amor aparece como el valor supremo de la ética paulina, tanto en sus actitudes como apóstol como en el comportamiento de la comunidad cristiana. — El capítulo 13 de 1 Co es el sublime canto al amor, una de las cumbres líricas de toda la Biblia (el «Cantar de los Cantares» de la Nueva Alianza). En el centro de ese amor está el amor de Dios manifestado en Jesucristo. • Sin amor, hasta las mejores cosas se reducen a la nada (v.1-3). • El amor es el manantial de todos los bienes (v.4-7). • El amor es ya, aquí y ahora, lo que será eternamente (v.8-13). e) El ministerio apostólico — Pablo, a través de su difícil experiencia con los Corintios, estructuró una teología sobre el ministerio apostólico. En 1 Co 3-4 escribe sobre la misión del apóstol en la comunidad; en 2 Co se hace tema central. Desarrolla las contradicciones que encierra la grandeza de la misión con la miseria del soporte humano («en vasija de barro», 2 Co 4,7). Un ministerio hecho de alegrías y sufrimientos, de fracasos y esperanzas. El 298

apóstol es un nuevo Moisés. — Grandeza del ministerio apostólico: llevamos un tesoro, somos depositarios del Evangelio de Cristo, ministros de la reconciliación, servidores de la Nueva Alianza, portadores de la luz en medio del mundo, proseguimos y completamos la misión de Cristo, asociados a la obra salvífica de Cristo, obligados a «expandir el buen olor del mensaje divino» (2 Co 2,14). Y Pablo exclama: «¿Quién estará a la altura para esto?» (2 Co 2,16). — Riesgo y miseria del apóstol: «en vasija de Barro» (2 Co 4,7). Aquí radica la eficacia del ministerio apostólico. Así como la vida gloriosa de Cristo arranca de la muerte, los apóstoles deben saber que sus limitaciones, sus sufrimientos, sus aparentes fracasos y su muerte dan vida, porque «van reproduciendo en su cuerpo la muerte dolorosa de Jesucristo, para que en ese mismo cuerpo resplandezca la vida de Jesucristo» (2 Co 4,10). «La fuerza de Dios se manifiesta en lo que es débil» (2 Co 12,7-10). f) Resurrección de Cristo y Parusía — Pablo, al responder a la cuestión de la resurrección de los muertos, completa su mensaje del comienzo de la Carta: Cristo es la sabiduría salvadora de Dios «en el misterio de la muerte» (1 Co 1,23) y, añade ahora, «sobre todo en su resurrección» (1 Co 15,14-19). En su carta a los Romanos lo expresará más claramente: «Fue entregado a la muerte por nuestros pecados y resucitó para ser nuestra salvación» (Rm 4,25). — La resurrección de Cristo es objeto de fe. «Esto es lo que habéis creído» (1 Co 15,11). Es un acontecimiento histórico-salvífico que sigue siendo eficaz. Es capaz de seguir convirtiendo en hombres nuevos a quienes lo aceptan. — «Cristo ha resucitado y él es el anticipo de quienes duermen el sueño de la muerte» (1 Co 15,20). También nosotros resucitaremos, porque Cristo fue constituido «principio de la nueva humanidad». — Resucitaremos revestidos de incorruptibilidad. «Se siembra un cuerpo natural, se resucita un cuerpo espiritual» (1 Co 15,44). Pablo no afirma que sea el mismo cuerpo que tuvimos en la tierra. — La resurrección de los muertos será el día de la Parusía del Señor (1 Co 15,23), es el momento de la consumación escatológica. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. ¿Qué es lo que más te ha impresionado de las dos Cartas a los Corintios? 2. Los problemas de la comunidad de Corinto, ¿se parecen a los problemas de nuestra comunidad? ¿Cuáles? ¿Por qué? 3. ¿Cuál es la finalidad de los carismas dados por el Señor a un cristiano? Lee 1 Co 12,4ss y 14. 4. Lee despacio 1 Co 13 y déjate impresionar por este canto sobre la primacía de la caridad. 5. ¿Qué se sigue para nosotros y para la sociedad del hecho de que Cristo ha resucitado? Lee 1 Co 15.

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PARA ORAR, REFLEXIONAR Y CANTAR ¡Mirad bien, hermanos! Abrid los ojos a vuestra comunidad, a vuestra parroquia, a vuestra asamblea… No os dé vergüenza miraros unos a otros… ¡Mirad bien, elegidos de Dios! ¿Qué veis? ¿Unas personas a las que el mundo llama inteligentes? Quizá, pero, si son verdaderamente inteligentes, os dirán que no lo son tanto… ¿Personas a las que el mundo considera poderosas? ¡Podría ser, aunque nosotros esperamos que sean las primeras en experimentar la debilidad de su poder! ¿Personas de alta cuna? A lo mejor; pero, evidentemente, nosotros no formamos un club noble o aristocrático… ¡Es evidente! ¡Seguid mirando! ¿Qué veis? Personas de origen modesto, e incluso, algunas de ellas ignoradas por el mundo; pobres, económica y moralmente débiles, pecadores, marginados; hombres y mujeres a los que la «buena sociedad» debe considerar un tanto locos. ¡Y hay que estarlo para hacer lo que hacemos nosotros! En pocas palabras, somos poca cosa, y quien adujera aquí su orgullo, su poder o su riqueza, se habría equivocado de puerta. No se nos podrá recriminar que menospreciemos nuestros talentos; no tenemos más que uno, y muy pequeño, por lo demás… A no ser que… A no ser que el Señor decida colmarnos con su gracia, con su amor, con su vida. Esta es la auténtica fortuna, y en este sentido somos ricos y responsables. El amo nos ha confiado sus bienes; tiene derecho a exigir cuentas a nuestra pobreza, a nuestra indigencia, pues no nos faltan ni su fuerza ni su luz. La Iglesia no se rige por el poder humano; en ella vive el Espíritu, y nosotros somos responsables de él. Responsables de los frutos que Él quiera producir en nosotros. (42)

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TEMA 40

SAN PABLO. CARTAS MAYORES (II) A LOS GÁLATAS

1. DATOS GENERALES A pesar de su relativa brevedad, ocupa un lugar destacado entre las Cartas de Pablo. Por ella conocemos, además, las etapas de su vida apostólica. Es un escrito polémico, vivo y directo, que se opone violentamente a sus adversarios, los judaizantes; nos entrega «su Evangelio», centrado en la cruz de Jesucristo; proclama su carácter apostólico con los mismos títulos o más que el resto de los apóstoles y, sobre todo, es la Carta de la libertad y de la apertura. Pone todas sus fuerzas en defender la libertad del cristianismo frente a la ley judía. Por su tono polémico, que le lleva a exagerar, se presta a erróneas interpretaciones, sobre todo si no se complementa su contenido con Romanos, más serena y más ordenada, donde queda fijado definitivamente el pensamiento de Pablo. Lutero vio en Gálatas «la esposa de su alma», el fundamento para sostener la justificación (= salvación) por la «sola» fe contra la religión de las obras. No hay acuerdo en fijar la fecha de su redacción, aunque generalmente se la coloca hacia el año 57, después del «concilio de Jerusalén» que, por lo visto, no dejó zanjada la cuestión de la sumisión o no a la ley judía. Los destinatarios son las comunidades de la región de la Galacia (en el Asia Menor), evangelizadas ocasionalmente por Pablo cuando, por enfermedad, tuvo que detenerse entre ellos. Le acogieron con solicitud extraordinaria como a un «ángel de Dios» (Ga 1,8), es decir, como a un mensajero que hablaba en nombre de Dios. Se formaron pequeñas comunidades (parece que un tanto inmaduras) que pronto serán amenazadas por cristianos judaizantes que apelan a Santiago en sus enseñanzas y en su exigencia de que se hagan circuncidar. Su argumentación es simple: Abrahán recibió la ley de la circuncisión como signo de la Alianza para siempre entre Dios y sus descendientes (Gén 17,9-14). Sólo los circuncisos pueden pretender la herencia de Abrahán. 303

Además, los judaizantes ponían en entredicho la bondad del anuncio evangélico de Pablo, ya que rompe con la observancia de la Ley de Moisés.

2. CARACTERÍSTICAS GENERALES — Expresa, como ninguna de sus Cartas, al Pablo apasionado y al apóstol celoso de su ministerio. Se defiende, ataca, maldice, amenaza, recrimina (hasta llama «insensatos» a los destinatarios de la Carta)… — Esquema de la Carta: 1. Histórico-apologética: • Tesis: no hay otro Evangelio distinto del que Pablo ha predicado (1,6). • Origen divino del Evangelio de Pablo (1,11-2,14). 2. Doctrinal: • Por la fe en Cristo, Dios justifica a judíos y a paganos (2,15-21). • Demostración por la Escritura (cap. 3 y 4). • La libertad cristiana: vida según el espíritu. Cristo nos ha redimido para la libertad (5,1-6,10). 3. Exhortativa: • Últimas recomendaciones. • Saludo final (6,11-18).

3. DOCTRINA O TEMÁTICA FUNDAMENTAL a) Salvados por Dios en Cristo Jesús — Mientras 1 y 2 Co contraponían el Cristo-Sabiduría de Dios a la vana sabiduría humana, en Ga y Rm Pablo contrapone el Cristo-Justicia salvadora de Dios a la justicia (= salvación) que los hombres pretenden conseguir por sus propios esfuerzos con la observancia de la ley. — La justificación-salvación del hombre viene por Dios a través de Cristo y no por la ley que, según los designios de Dios, fue provisional y para un tiempo determinado (3,23-25). La Ley ha servido, en este tiempo que ya ha pasado, para hacer consciente al hombre de su pecado y de la necesidad de la ayuda de Dios (Ga 3,1922). La ley no salva porque no da ella misma las fuerzas necesarias para cumplirla. — «Llegada la plenitud de los tiempos», «Cristo ha entregado su vida por nuestros pecados para liberarnos de esta era infestada de maldad» (Ga 1,14). Jesucristo es la verdadera Ley, la superación y recapitulación de la Ley antigua, no su negación. — La justificación-salvación es un diálogo entre Dios y el hombre. Dios toma siempre la iniciativa. Dios llama con la gracia; el hombre responde con la fe. La fe es el punto de 304

encuentro entre la impotencia del hombre y el poder salvífico de Dios. No salva, tampoco, la fe del hombre, sino Dios por Cristo Jesús en quien se cree, se acepta y se abandona a él. La fe no nace del hombre; es don de Dios. — La respuesta de la fe debe darse en el seno de la comunidad, en una mutua y misteriosa interdependencia de todos los miembros, dentro de la «casa de la fe» (Ga 6,10). Es la dimensión eclesial de la fe. La fe activa, bajo el protagonismo de Dios, es una tarea esencialmente eclesial. b) La condición del cristiano — «Hombres nuevos en Cristo Jesús» (Ga 5,6); creados por Dios a imagen de Jesucristo (una nueva creación del Génesis); hombres de la fe práctica que actúa a través del amor (Ga 5,6.16-25), apoyada en la fuerza poderosa de Dios. «Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión tienen valor, sino solamente la fe que actúa por la caridad» (Ga 5,6). No existe en Pablo, como se ve, la pretendida antítesis fe obras (base de la controversia entre protestantes y católicos). La fe implica una ética (actuar a través del amor), pero no una ética autosuficiente (basada en las buenas obras realizadas), sino humilde, porque se apoya en la fuerza todopoderosa de Dios. — «Hombres libres», no sólo del pecado y de la muerte, sino también de la Ley, la mosaica y cualquier otra que esclavice al cristiano. Gálatas será llamada «la Carta Magna de la libertad cristiana». «Para ser libres nos libertó Cristo…, porque, hermanos, habéis sido llamados a la libertad» (Ga 5,1.13). Cristo nos ha rescatado para la libertad. — Pablo, para evitar equívocos, añade: «¡No utilicéis esa libertad como tapadera de apetencias puramente humanas! Al contrario, haceos esclavos los unos de los otros por amor» (Ga 5,13). La libertad que Cristo nos ha conquistado es la más fuerte exigencia de esfuerzo y de generosidad, que brota de dentro del cristiano y no de algo externo a él, como la ley. — El hombre libre en Cristo es hombre espíritu, en oposición al hombre carne. «No estáis bajo la ley, sino bajo la gracia», dirá más tarde en Rm 6,14. Las exigencias morales para el hombre libre en el espíritu, en vez de hacerle un «libertino», le llevan a hacerse esclavo de los demás por el amor. La esclavitud del amor es la suprema libertad. Sólo es auténticamente libre quien puede regalar, por amor, su libertad. Pablo lo había hecho y había tenido el valor de ponerse como modelo a sus fieles de Corinto: «Soy plenamente libre; sin embargo, he querido hacerme esclavo de todos para ganar a todos cuantos pueda» (1 Co 9,19-22).

4. LA CARTA A LOS GÁLATAS EN LA IGLESIA — Ha sido, con frecuencia, signo de contradicción y base teológica del enfrentamiento y 305

división del cristianismo. — En otras épocas, Gálatas ha supuesto el redescubrimiento del cristianismo original. Gálatas es un grito apasionado contra todo lo que significa hipocresía y formalismo en el seno de la comunidad cristiana. Su mensaje permanece actual, frente a la amenaza de legalismo. «Cada vez que las estructuras eclesiales, llevadas más allá de lo justo, amenacen con asfixiar el dinamismo de la vida cristiana, habrá que abrir de par en par la Carta a los Gálatas para que un viento fresco y reconfortante penetre en el interior de la Iglesia» (M. Salvador). PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. La Carta a los Gálatas es «la carta de la libertad cristiana». ¿En qué fundamenta Pablo esa libertad? ¿Cuáles son los peligros de la verdadera libertad? 2. ¿Crees que hay hoy en la Iglesia cristianos que son verdaderamente libres? ¿Hay involucionismo, integrismo, legalismo? 3. ¿Cuál sería el retrato de un cristiano libre? Describe algunos rasgos.

PARA ORAR, REFLEXIONAR Y CANTAR

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Cristo nos da la libertad Cristo nos da la libertad, Cristo nos da la salvación, Cristo nos da la esperanza, Cristo nos da el amor. 1. Cuando luche por la paz y la verdad, la encontraré; cuando cargue con la cruz de los demás, me salvaré. Dame, Señor, tu palabra, oye, Señor, mi oración. 2. Cuando sepa perdonar de corazón, tendré perdón; cuando siga los caminos del amor, veré al Señor. Dame, Señor, tu palabra, oye, Señor, mi oración. 3. Cuando siembre la alegría y la amistad, vendrá el amor; cuando viva en comunión con los demás, seré de Dios. Dame, Señor, tu palabra, oye, Señor, mi oración. (42)

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Cristo nos ha hecho libres Más o menos en tiempos de Tiberio. Nadie nos sabría decir exactamente ni dónde ni cuándo, un personaje del que sabemos bien pocas cosas abrió una brecha en el horizonte de los hombres. Seguramente no era ni un filósofo ni un tribuno, pero debió vivir de tal forma que toda su vida nos decía que cualquiera de nosotros puede en cualquier momento de su vida volver a empezar de nuevo. Decenas y quizás centenares de narradores populares han cantado esta buena nueva. Conocemos tres o cuatro. El impacto que ellos habían recibido lo han expresado con las imágenes de la gente sencilla, los humillados, de los ofendidos, de los apaleados, cuando éstos se ponen a soñar que todo ha sido posible: el ciego ve, el cojo anda, los hambrientos en medio del desierto se hartan de pan, la prostituta descubre que es toda una mujer, el hijo muerto vuelve a la vida. Para gritar la buena nueva era preciso que él mismo, por su resurrección, nos anunciase que todas las barreras habían sido quitadas, incluso la barrera suprema: la muerte. Algunos eruditos pueden poner en duda cada uno de los hechos de esta existencia, pero esto no hace cambiar en nada esta certeza que transforma la vida. Se acaba de encender una luz nueva. Ha sido por esta chispa, es la llama inicial que dio origen a la hoguera. Esta luz nueva fue primero en favor de los más pobres. Si no hubiese sido por esto, de Nerón a Diocleciano, el «establisment» no los hubiese tratado tan duramente.

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En este hombre el amor debió ser incendiario, subversivo, si no, no lo hubieran hecho morir en una cruz. Hasta este momento, todas las sabidurías se basaban sobre el destino, la necesidad que tenía el mundo de la razón. Él, Él, Él, Él,

por el contrario, nos ha convencido de la locura, que era todo lo contrario del Destino, que era la libertad, la creación, la vida misma, que ha derrumbado al fatalismo de la historia.

Él daba cumplimiento a las promesas de los héroes y de los mártires de la gran revelación de la libertad. No sólo las esperanzas de Isaías y las llamadas de Ezequiel, también Prometeo rompía sus cadenas y Antígona dejaba de estar amurallada. Estas cadenas y estos muros, imágenes míticas del destino, delante de Él se esfumaban. Todos los dioses son muertos, el hombre nace. Era esto: como si el hombre volviese a nacer. Yo miro esta cruz, que es el símbolo, y pienso en todos aquellos que han agrandado la brecha; desde Juan de la Cruz, que, a fuerza de no ligarse a nada, nos enseña a descubrir al que lo es todo, a Karl Marx, que nos ha enseñado cómo se puede cambiar el mundo, a Van Gogh, y todos aquellos que nos han hecho ser conscientes de que el hombre es demasiado grande para bastarse a sí mismo. Vosotros, los que os habéis apropiado de la gran esperanza que nos robó Constantino, ¡devolvédnoslo! Su vida y su muerte son nuestras, son de todos aquellos para los cuales tiene un sentido, son de todos aquellos que hemos aprendido de Él 309

que el hombre ha sido hecho creador. Poder de creación, atributo divino del hombre. Es aquí donde Él está realmente presente cada vez que algo nuevo está a punto de nacer para engrandecer la forma humana, ya sea en el amar más ciego, o en el descubrimiento científico, ya sea en la poesía, o en la revolución. (43) ROGER GARAUDY

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_________ FICHA n. 40 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 41

SAN PABLO. CARTAS MAYORES (III) A LOS ROMANOS

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1. DATOS GENERALES Escrita por Pablo poco después de Gálatas. Pablo se encuentra en Corinto (invierno del 57-58), a punto de partir para Jerusalén, de donde espera poder dirigirse a Roma y de allí a España (los confines del mundo). Pablo no ha fundado la Iglesia de Roma. Es una comunidad cristiana floreciente, aunque con problemas de entendimiento entre los convertidos del judaísmo y los provenientes de la gentilidad. Decide enviarles una carta de presentación para preparar su llegada y en la que expondrá su solución al problema cristianismo - judaísmo. El tema lo tiene ya maduro, después de la crisis de los gálatas. Va a utilizar similares ideas y razonamientos, pero sin necesidad de emplear la polémica. En Rm expone el contenido de Ga, ordenándolo y matizándolo.

2. CARACTERÍSTICAS GENERALES — Un escrito de circunstancias y de presentación va a convertirse en la exposición de las ideas centrales del Evangelio de Pablo, que es el de Dios. — Es la obra de madurez de Pablo, dirigida a una comunidad de adultos en la fe (Rm 1,8). Es la mejor síntesis del pensamiento de Pablo y el escrito del Nuevo Testamento que más ha influido en la teología cristiana de todos los tiempos. Aunque es su mejor síntesis, no se trata, sin embargo, de una síntesis completa, no contiene toda la doctrina de Pablo. Hay que completar Rm con las otras epístolas (algo que no se hizo en la controversia protestante). — Comparándola con Ga, se advierte que Ga es un grito salido del corazón de Pablo, donde se mezcla la apología personal con la doctrina; Rm es una exposición doctrinal ininterrumpida que avanza no en línea recta, sino en espiral. Algunas grandes secciones se entrelazan por medio de temas que se anuncian anticipadamente para ser desarrollados más tarde.

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3. TEMA CENTRAL — Pablo enuncia la tesis sobre la salvación por la fe para judíos y gentiles en Rm 1,16: «No me avergüenzo del Evangelio, que es una fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree: del judío primeramente y también del griego. Porque en él se revela la justicia de Dios». No se trata, según todo el pensamiento de Pablo, de una «justicia distributiva» que premia de acuerdo a las obras realizadas, sino de una «justicia salvífica» que cumple su promesa de salvar gratuitamente a quien crea la buena noticia de Cristo. — La Ley mosaica, buena y santa en sí (Rm 7,12), sirvió para conocer la voluntad de Dios, pero no salvó del imperio del pecado. — La ayuda de pura gracia, prometida a Abrahán antes del don de la Ley (Rm 4), acaba de ser concedida en Cristo: su muerte y su resurrección han obrado la destrucción de la vieja humanidad, viciada por el pecado de Adán, y han creado una nueva humanidad de la que Cristo es el prototipo (Rm 5,12-21). Antítesis Adán - Cristo (utilizada por Pablo para explicar la recreación de la humanidad y que ha servido más frecuentemente para defender el «pecado original», con todos los problemas que actualmente se derivan del poligenismo de la especie humana). — El hombre, unido a Cristo por la fe y animado por el Espíritu, recibe ya gratuitamente la verdadera justicia y puede vivir según la voluntad divina (Rm 8,1-14) en buenas obras realizadas por la fuerza del Espíritu (Rm 8,5-13). Es la fuerza liberadora de la acción de Dios en Cristo, frente al poder esclavizador del pecado. Cristo es el mediador de esta liberación, ya que en él se realiza el encuentro entre la humanidad pecadora y la presencia salvadora de Dios. Este encuentro se produce en el momento culminante de la existencia de Cristo: en su muerte y en su resurrección. La muerte como acontecimiento histórico situado en el pasado; la resurrección como realidad actual que llena la historia (cfr. Rm 1,4; 4,23-25; 6,6.10; 8,11.34). — La economía mosaica, que tuvo su valor como etapa preparatoria, ha caducado ya. Dios ha permitido la ceguera de los judíos, que rechazan la verdadera salvación, para hacer posible el acceso de los gentiles. Sin embargo, los judíos no perderán su vocación primera, porque Dios es fiel: el «pequeño resto» ha creído ahora, los demás se convertirán algún día (Rm 9,11). De esta manera, Pablo afirma la unidad de las dos Alianzas y la continuidad de la única historia de salvación. — Los fieles de Cristo, sean de origen judío o gentil, deben estar unidos en la caridad y en la ayuda mutua (Rm 12,1-15,13). (Este era el principal problema que presentaba esta comunidad antes de la visita de Pablo.) El supremo valor no es la libertad, sino el amor, que hace a los cristianos «esclavos los unos de los otros» (Ga 5,13) y que compendia, suple e interpreta toda la Ley (Rm 13,8-10). Por encima de todo, siempre la razón suprema será el Amor: el amor de Cristo «que nos quema» (2 Co 5,14) y «que nos salva» (Rm 5,4-9). 314

4. IDEAS COMPLEMENTARIAS — Pasado pecador de toda la humanidad (Rm 1,18-3,20). Judíos y griegos (es decir, todo el mundo) se encontraban bajo la ira de Dios. Pablo desarrolla toda una teología sobre la situación de pecado para que más tarde pueda resaltar mejor la acción justificadora de Dios en Cristo. Es el contraste provocado entre la sombra y la luz. — Lucha en el interior de cada hombre (Rm 7,14-25). Es la lucha para hacer el bien, que no evita hacer el mal. La ley no evita la caída. Es estéril, no salva, no libera. — La gratuidad de la salvación (Rm 3,24). — La eficacia de la muerte y resurrección de Cristo (Rm 4,24s), participadas por la fe y el bautismo (Rm 6,3-11). El bautismo introduce por la fe (y no por la magia del rito) al hombre en comunión con el Cristo que sufre, muere y resucita. Lo acontecido a Cristo en su muerte y resurrección se repite en quien se bautiza. El bautizado en un «con-crucificado», un «con-sepultado», un «con-resucitado», un «co-heredero», un «con-glorificado», alguien que vive en Cristo Jesús (Rm 6,4.6.8.; 8,17). Si el cristiano, por el bautismo, ha quedado injertado en Cristo muerto y resucitado, tiene que considerarse ya «muerto al pecado y vivo para Dios en Cristo Jesús» (Rm 6,11). Como testigos de Cristo resucitado, Pablo les recomendará: «que se hablen en Cristo» (2 Co 2,17), «que trabajen en Cristo» (Rm 16,12), «que se amen en Cristo» (Rm 16,22), «que se reciban en Cristo» (Rm 16,2), «que se saluden en Cristo» (Rm 16,12), y «que se duerman (= mueran) en Cristo» (1 Co 15,18). — Llamamiento a todos los hombres para que se hagan hijos de Dios (Rm 8,14-17). — El amor lleno de sabiduría del Dios justo y fiel que dirige todo el plan de salvación, con sus diferentes etapas (Rm 3,21-26; 8,31-39). — La dimensión escatológica: estamos salvados en esperanza (Rm 5,1-11; 8,24). La salvación ya ha comenzado, pues poseemos el Espíritu de la Promesa a título de primicias (Rm 8,23) y suspiramos por la liberación definitiva de nuestro cuerpo. La plena liberación es objeto de esperanza y de conquista (Pablo hablará de combate, carrera, premio…). PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. Señala lo positivo y lo negativo de la Ley mosaica, según el capítulo 7 de la Carta a los Romanos. 2. Lee el capítulo 8 y déjate empapar por su contenido sobre «La vida en el espíritu». ¿Qué es lo que más te impresiona en relación a tu vivencia como cristiano? 3. Demos gracias a Dios por el don de la fe. San Pablo opone a los que no tienen fe (Rm 1,18-32) los frutos del creyente (Rm 5,1-11), ¿cuáles son los rasgos que caracterizan a unos y a otros? ¿Se dan en ti, en tu comunidad y en la Iglesia los frutos del creyente?

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PARA ORAR Y CANTAR Oración de alabanza y de acción de gracias En verdad es justo darte gracias, Señor, Padre santo, Dios de la alianza y de la paz. Porque tú llamaste a Abrahán y le mandaste salir de su tierra, para constituirlo padre de todas las naciones. Tú suscitaste a Moisés para librar a tu pueblo y guiarlo a la tierra de promisión. Tú, en la etapa final de la historia, has enviado a tu Hijo, como huésped y peregrino en medio de nosotros, para redimirnos del pecado y de la muerte; y has derramado el Espíritu, para hacer de todas las naciones un solo pueblo nuevo, que tiene como meta, tu reino, como estado, la libertad de tus hijos, como ley, el precepto del amor. Por estos dones de tu benevolencia, te damos gracias, Señor. Prefacio Común, VII

Oración del pobre Vengo ante Ti, mi Señor, reconociendo mi culpa, con la fe puesta en tu amor, que Tú me das como a un hijo. Te abro mi corazón y te ofrezco mi miseria, despojado de mis cosas, quiero llenarme de Ti. Que tu Espíritu, Señor, abrase todo mi ser. Hazme dócil a tu voz, transforma mi vida entera (2). Puesto en tus manos, Señor, siento que soy pobre y débil. Mas Tú me quieres así, yo te bendigo y te alabo. Padre, en mi debilidad, Tú me das la fortaleza. 316

Amas al hombre sencillo, le das tu paz y perdón. (44)

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_________ FICHA n. 41 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 42 SAN PABLO. CARTAS DE LA CAUTIVIDAD (I) A LOS FILIPENSES INTRODUCCIÓN A LAS CARTAS DE LA CAUTIVIDAD — Se da este nombre al conjunto de Cartas en las que Pablo menciona su condición de prisionero en la que se encuentra: Filipenses, Filemón, Colosenses y Efesios. — Son Cartas fundamentalmente cristológicas. Contienen la doctrina más profunda en torno a la dignidad y excelencia de Cristo y de su papel en la historia de salvación. Lo más excelso se encuentra en: Flp 2,5-11; Col 1,15-20 y Ef 1,15-23. — Pablo nos conduce en estas Cartas: • a profundizar en el misterio de Cristo como Cabeza de la Iglesia, • a reflexionar sobre la unión misteriosa del cristiano con Cristo y de los cristianos entre sí, • a participar en los sufrimientos de Cristo, humillado por nuestros pecados, y en la gloria de Cristo, exaltado a la derecha del Padre. — La lectura de estas Cartas, hecha en clima de oración, debe provocar: • nuestra entrega radical a Cristo, • el testimonio del seguimiento de Cristo en el servicio fiel a los hermanos, allá donde esté nuestra misión.

CARTA A LOS FILIPENSES

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1. Datos generales — Filipos, ciudad al Norte del mar Egeo, fue evangelizada por Pablo hacia el año 50-51, después de la visión del joven macedonio que le indica a Pablo pase a Europa. — Excelente respuesta a la predicación del apóstol. Fue la comunidad más amante de Pablo y más amada por Pablo. — Parece que la mayoría de los cristianos procedía del paganismo. — Generalmente se afirma que Flp puede ser la suma de tres cartas diferentes. Su fecha de redacción, muy discutida, pudiera ser entre el 54 y el 57. 2. Características generales — Escrito poco doctrinal (aunque contenga uno de los himnos teológicos sobre Cristo más profundos). Es una conversación escrita de padre a hijos. Una «efusión del corazón», un intercambio de buenas noticias. Por todo esto, no hay un orden lógico preconcebido (aunque se respeten las partes esenciales de toda carta). — Es la Carta que mejor refleja el lado delicado y tierno de Pablo. — Dos objetivos se desprenden de la lectura de la Carta, además del riquísimo contenido de sus exhortaciones: • Alertarles sobre el peligro de los judaizantes que están dividiendo las comunidades. • Agradecerles su excelente acogida y la ayuda económica que acaba de recibir de ellos (y que acepta, como excepción de cariño y con la seguridad de ser bien comprendido).

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3. Temas fundamentales a) Cristo, razón de ser de Pablo (Flp 1,20-22) — Pablo, en prisión, tiene la firme esperanza de que nada ni nadie podrá separarle de Cristo y de la predicación del Evangelio. Cristo continuará siendo glorificado en su cuerpo: si sale con vida, todas sus energías las pondrá al servicio de la predicación del Evangelio de Cristo; si es condenado a muerte por causa de Cristo, con su martirio dará el mejor testimonio de su amor a Cristo. La serenidad de ánimo en Pablo nace de que «para él la vida es Cristo y el morir una ganancia» (Flp 1,21). Cristo es el fin, el término hacia donde se orienta toda su vida. Antes, Pablo afirmó: «no vivo yo, es Cristo quien vive en mí» (Ga 2,20), indicando que era Cristo lo que le empujaba y daba sentido a lo que hacía. Cristo es su principio (motor) y su fin. — Pablo no sabe qué es lo mejor: si morir y unirse del todo a Cristo o vivir y ser útil a sus hermanos. Presiente que el Señor elegirá, por él, lo segundo. b) Pablo modelo ante la amenaza de los judaizantes o el verdadero camino de la salvación cristiana — ¡Atención a los perros, malos obreros y falsos circuncisos! Llama Pablo perros a los judaizantes, utilizando irónicamente el término que los judíos empleaban para los paganos. Lo único que cuenta para entrar en el nuevo Israel es la fe en Cristo. «Los verdaderos circuncisos somos nosotros» (Flp 3,3). — En Pablo se ha mostrado el verdadero camino de la salvación: • Antes de su encuentro con Cristo. Pablo presenta todas las razones para «gloriarse en la carne»: circuncidado; del linaje de Israel (no prosélito); de la tribu de Benjamín (la que dio el primer rey a Israel y se mantuvo fiel al reino y al culto); fariseo (la secta más observante de la Ley); celoso de la Ley (que le llevó a perseguir cristianos); intachable cumplidor de la Ley (Flp 3,4-6). Puede gloriarse de su pasado, no se arrepiente de nada, pero… • Alcanzado por Cristo Jesús, lo que era antes ganancia lo considera pérdida, basura. Olvida lo que está atrás y se lanza a lo que está por delante (Flp 3,13). Sabe que lo que importa no es la justificación de la Ley, «sino la que viene por la fe de Cristo, la justificación que viene de Dios, apoyada en la fe» (Flp 3,9). Por eso puede decir sin ninguna inmodestia: «¡Sed imitadores míos!» (Flp 3,17). — El testimonio de Pablo rebasa el objetivo pretendido y se convierte en ejemplo acuciante para todo cristiano que haya sido, también, «alcanzado por Cristo». d) La humillación de Cristo, modelo para los creyentes — Pablo exhorta a sus fieles de Filipos a la unidad fraterna, teniendo un mismo pensar, un mismo sentir, un mismo amor y unos mismos sentimientos. Para llegar a esta unidad es necesario practicar la humildad y la abnegación por los demás. Y aquí ya 322

no se pone él como modelo. — Les propone el modelo supremo y estimulante de Cristo (Flp 2,5-11): «Tened siempre entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo: El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es SEÑOR para gloria de Dios Padre». — El Himno (para algunos, anterior a Pablo) presenta las diversas etapas del misterio de Cristo: • La preexistencia divina de Cristo. • La humillación de la Encarnación («kenosis»). «El primer salto de Dios», según san Gregorio Magno. El renunciamiento de sí mismo; se despojó, se vació. Tomó la condición de siervo, condición de sumisión y humilde obediencia. (Probablemente se hace referencia al «Siervo de Yahvé», de Isaías.) • La humillación de su muerte de cruz. La redención por la cruz fue «el segundo salto» de Dios. Obediente al Padre hasta la muerte, hasta la muerte más humillante y afrentosa conocida entonces. San Agustín dirá que la humildad de un Dios nacido de mujer y conducido a la muerte por hombres mortales en medio de tantos ultrajes es el remedio para curar nuestro orgullo (De Trinitate, VIII, 5). Y en otro lugar: «Si rehúsas imitar a un hombre humilde, imita al menos a un Dios que se humilla». • La exaltación a lo más alto. Dios le resucita y le exalta poniéndolo a su derecha (Hch 2,32-33; Ef 1,20-22). Y le da el Nombre que está por encima de todo lo creado. • La adoración del universo. • La proclamación del nuevo título para Cristo Jesús: es el SEÑOR, título que en el 323

Antiguo Testamento se da a Yahvé. Pablo señala el carácter divino del título de Señor. Será, para siempre, la profesión esencial del cristianismo. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. Lee Filipenses 1,12-26. Cuenta las veces que repite Pablo y los motivos que da para afirmar que «Cristo es lo único que importa». 2. Lee y medita Filipenses 3,8-11. ¿Qué supone Cristo en tu vida? ¿Cuáles son tus motivaciones? 3. Lee el himno a Cristo, Filipenses 2,5-11. Señala los contrastes de la humillación y exaltación de Cristo. Este abajamiento (kenosis) del Hijo de Dios se nos propone como modelo. ¿Damos como Iglesia y como cristianos una imagen creíble al mundo, de acuerdo al modelo de Cristo?

PARA ORAR Y CANTAR Jesús es Señor Jesús es, Jesús es Señor. Jesús es, Jesús es Señor. Jesús es, Jesús es Señor. Aleluya, aleluya. Aleluya, aleluya. Aleluya, aleluya. Gloria a Dios, gloria, gloria a Dios. Gloria a Dios, gloria, gloria a Dios. Gloria a Dios, gloria, gloria a Dios. (45)

En verdad es justo y necesario, darte gracias Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro. A quien hiciste fundamento de todo y de cuya plenitud quisiste que participáramos todos. Siendo él de condición divina se despojó de su rango, y por su sangre derramada en la cruz puso en paz todas las cosas; y así, constituido Señor del universo, es fuente de salvación eterna para cuantos creen en él. Prefacio Común I

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_________ FICHA n. 42 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 43 SAN PABLO. CARTAS DE LA CAUTIVIDAD (II) A FILEMÓN — Caso único, por su brevedad, en los escritos del Nuevo Testamento: un sólo capítulo, con 25 versículos. — Pablo escribe la carta durante su primera cautividad en Roma, hacia el año 61-63. — Filemón, convertido por Pablo a la fe, reside probablemente en Colosas y es de buena posición, ya que su casa es el lugar de reunión de la comunidad cristiana. Onésimo, el esclavo de Filemón, ha huido de Colosas a Roma y Pablo lo ha convertido a la fe. Onésimo significa «útil», «provechoso» (nombre común entre esclavos) y Pablo hará un juego de palabras con su nombre y su utilidad (v. 11). — Preciosa carta en cuanto a su estilo, obra maestra de tacto. — Pablo dirige la Carta a Filemón, a sus amigos colaboradores y «a la Iglesia de tu casa». No es, pues, una carta privada o personal. En su contenido posee la «acción de gracias» (v. 4) y la conclusión de carácter semilitúrgico (v. 25). Pablo está pretendiendo que este caso y su desenlace se conviertan en un «acto público», normativo, capaz de extender su influencia a otros casos similares y a otras comunidades. — Pablo no se plantea el problema de la existencia o posible abolición de la esclavitud. Hay testimonios del Nuevo Testamento donde, aceptando la esclavitud, se dan normas de comportamiento y hasta se exhorta a la sumisión a las víctimas del sistema (cfr. Col 3,22-25; Ef 6,5-8; Tt 2,9-10; 1 P 2,18-22). — Pablo no fue un revolucionario contra la esclavitud, ni sospechó que debiera serlo (porque entonces lo habría sido). Sin embargo, contribuyó al cambio predicando un mensaje de cambio interior, de lucha contra el egoísmo y de apertura a Dios y al prójimo, en actitud de amor y de servicio («hacerse esclavos de los demás por el amor»). Es la auténtica revolución del mensaje de Jesús de Nazaret. Para Pablo importaba menos el cambio de clase social que el cambio interior: da lo mismo, ante Dios y ante los hermanos, ser judío que griego, hombre o mujer, libre o esclavo. El esclavo Onésimo será un «hermano querido» (v. 16). Todos son hermanos, pues pertenecen a la misma familia de Cristo por la fe que les une. «Exigir a Pablo que se hubiera levantado contra la institución de la esclavitud sería como poner el carro delante de los bueyes, dictar unas reformas sin ofrecer antes al hombre la curación en lo más profundo de su ser» (Gabriel Pérez Rodríguez). — Desde la lejanía de los tiempos y desde la conquista de la abolición de la esclavitud, tal vez no valoremos suficientemente el mensaje de la Carta a Filemón o, lo que es lo 326

mismo, la revolucionaria novedad que el cristianismo supuso en la sociedad romana para los que se integraban en comunidades cristianas. El siguiente texto puede iluminarnos. «En Roma, el esclavo era una “res”: una cosa que se puede comprar. A aquellos desheredados la buena nueva se lo daba todo: el sentido de su dignidad, de su condición de personas humanas. Los había amado un Dios; había muerto por ellos. Les aseguraba el mejor lugar en su Reino. Las personas bien acomodadas no tenían en él ninguna ventaja. En las asambleas, tenían que mezclarse con aquella gente sucia, cuyo aliento apestaba a cebolla y vino barato. Aquellos seres de otra raza, a los que podía con una sola palabra hacer que fueran azotados y muertos, eran hermanos suyos. Que no diga nadie que este progreso es el resultado del tiempo o de los preceptos del estoicismo. Esa igualdad en la práctica no empezó más que con la Cena del Señor. Ese es uno de los mayores milagros de la religión cristiana» (J. Festugière).

— El mensaje de la Carta a Filemón, además de hacernos comprender el difícil ejercicio de la fraternidad en aquellas comunidades de esclavos y libres, debe interpelarnos sobre nuestra actitud y sobre el comportamiento de cercanía fraterna con quienes, hoy día, se encuentran marcados por todo tipo de esclavitud: marginados, minorías étnicas, drogadictos… La Carta a Filemón es también para nosotros. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. Lee y medita la Carta a Filemón y subraya las razones que da Pablo para recibir a un esclavo como hermano. 2. ¿Crees que la línea de pensamiento de esta carta aborda el verdadero cambio en la sociedad, en cuanto a justicia, paz y solidaridad? Razona tu respuesta.

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3. Piensa lo que pide progresivamente esta Carta al cristiano en la dimensión de «fraternidad» y haz una aplicación a tu familia y a la vida de tu comunidad parroquial.

PARA ORAR, REFLEXIONAR Y CANTAR Seamos Hermanos; Hermanos sin fronteras Oh Señor, desde hace cien años los hombres han hecho casi cien guerras. Enseña a amarse a tus hijos. Porque, Señor, no hay amor sin tu amor. Haz que cada día y por toda la vida, en la alegría y en el dolor, nosotros seamos hermanos, hermanos sin fronteras. Entonces nuestros hospitales serán también tus catedrales, y nuestros laboratorios serán los testigos de tu grandeza. Y en los corazones de los olvidados de un tiempo, resplandecerán tus tabernáculos. Entonces, no aceptando ninguna tiranía sino «aquella» de tu bondad, nuestra civilización, machacada por el odio, por la violencia y por el dinero, florecerá en la paz y la justicia. Como el alba se hace aurora y después día, quiera tu amor que los hijos del 2000 nazcan en la esperanza, crezcan en la paz y lleguen al final en la luz, descubriendo, Señor, que tú eres la Vida. R. FOLLEREAU

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_________ FICHA n. 43 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 44

SAN PABLO. CARTAS DE LA CAUTIVIDAD (III) A LOS COLOSENSES

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1. DATOS GENERALES Y CONTENIDO — El evangelizador de Colosas no fue Pablo, sino Epafras (colaborador suyo y con quien se encuentra Pablo mientras escribe la Carta). — La comunidad cristiana de Colosas se componía mayoritariamente de cristianos procedentes de la gentilidad y de un grupo influyente de procedencia judía. — Carta probablemente escrita durante la cautividad de Pablo en Roma (años 61-63), si fue Pablo quien escribió esta Carta. — La finalidad de la Carta: refutar ciertas doctrinas que amenazan la fe cristiana y que Pablo califica de «filosofía fundada en tradiciones humanas, según los elementos del mundo» (Col 2,8). Junto a esa filosofía, aparece la tendencia judaizante que trata de imponer a los nuevos cristianos la circuncisión (2,11-13), la observancia del sábado y fiestas judías (2,16) y la abstinencia de algunos alimentos (2,16.20-22). — Contenido. Comprende dos partes, además de la introducción y del epílogo. Parte dogmática — Cristo frente a los errores de Colosas. Supremacía de Cristo en la creación y en la redención. — Participación de Pablo en la obra de Cristo: las tribulaciones padecidas y el anuncio del «misterio escondido». Parte moral — La unión con Cristo resucitado, como punto de partida. — Despojarse del hombre viejo y revestirse del hombre nuevo, con sus consecuencias morales.

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2. TEMAS FUNDAMENTALES a) Supremacía absoluta de Cristo — La doctrina que amenazaba a la Comunidad era de base judaica y de influencias helénicas. Concedía importancia capital a las «potencias celestes» que dirigen la marcha del cosmos. Este protagonismo compromete la soberanía de Cristo. — Pablo acepta el planteamiento de la doctrina, sin discutirlo. Acepta la existencia y misión de estas Potencias, las equipara con los Ángeles de la tradición judía y las sitúa dentro del plan de salvación de Dios: • Las Potencias celestes han servido de intermediarias y administradoras de la Ley, pero ya ha concluido su papel. • En el orden nuevo establecido, Cristo el Señor ha tomado en sus manos el gobierno del mundo. Su exaltación celeste le ha colocado por encima de las Potencias cósmicas y les ha arrebatado sus antiguos atributos (Col 2,15). • Cristo ya las dominaba desde la creación, por ser Hijo e Imagen del Padre; ahora, las domina definitivamente al asumir la Plenitud del Ser por la redención (= recreación) y por la exaltación gloriosa. • Los cristianos, liberados de esos «elementos del mundo» (2,8.20) por su unión con la Cabeza de la Iglesia y por la participación de su Plenitud (2,10) ya no deben someterse a las prácticas anticuadas e ineficaces (2,16-23). • Los cristianos, unidos por el bautismo con Cristo muerto y resucitado (2,11-13), son miembros del Cuerpo de Cristo y de él reciben su nueva vida (2,19). • Pablo quería llegar a estas conclusiones finales, pero la polémica le ha conducido, por los razonamientos de la doctrina filosófica, a afirmar la ampliación cósmica de la obra de Cristo. El cosmos, junto con la humanidad salvada, se encuentra bajo la supremacía de Cristo, único Señor. b) Himno sobre la primacía de Cristo «Él es la imagen de Dios invisible, Primogénito de toda la creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades: todo fue creado por él y para él, él existe con anterioridad a todo, y todo tiene en él su consistencia. Él es también la Cabeza del Cuerpo, de la Iglesia: Él es el Principio, el Primogénito de entre los muertos, para que sea él el primero en todo. 332

Pues Dios tuvo a bien hacer residir en él toda la Plenitud, y reconciliar por él y para él todas las cosas, pacificando, mediante la sangre de su cruz, lo que hay en la tierra y en los cielos» (Col 1,15-20). — Pablo expone, en forma de díptico, la primacía del Cristo pre-existente, pero considerado en la persona histórica y única del Hijo de Dios hecho hombre por su Encarnación. — En el orden de la creación natural: • Cristo encarnado es la «imagen de Dios», el rostro de Dios invisible. El Hijo es la imagen del Padre. «Quien me ve a mí ve al Padre» (Jn 14,19). • Cristo es el Primogénito de la creación, con una primacía de excelencia y de causalidad más que de tiempo, ya que todo lo terrenal y lo celeste (incluidas las Potencias) fue creado en él, por él y para él. — En el orden de la Recreación sobrenatural: • Cristo es Cabeza del Cuerpo que es la Iglesia (Col 1,24). Es el Primero, es el primer resucitado de la Iglesia («Primogénito de entre los muertos») y es la fuente que comunica la vida a los fieles. Los penetra con ella y los une como miembros de un organismo viviente. (Esta realidad será más extensamente desarrollada en la Carta a los Efesios.) • En Cristo reside toda la Plenitud del ser. La Encarnación y Resurrección-Exaltación han colocado a Cristo no sólo a la cabeza del género humano, sino también de todo el universo, asociado ahora a la salvación, como lo había estado antes al pecado (Rm 8,19-22). El pecado rompió la armonía de los seres creados. El cosmos y la humanidad participan de un mismo destino. (Idea que toma Pablo de la Biblia: el universo «lleno» de la presencia creadora de Dios; e idea que también está presente en el mundo grecorromano por el panteísmo estoico.) • Cristo reconcilia todo lo creado. Es la salvación colectiva del cosmos por la vuelta al orden y a la paz en que Dios los creó, realizada por el único mediador: por la «sangre» de Cristo. • Hacia Cristo converge todo lo creado. c) Plan de vida cristiana — El punto de partida y fundamento de la vida moral cristiana es Cristo: la unión, por el bautismo, del cristiano con Cristo resucitado. — Cristo es el ideal: unido a Cristo, el cristiano debe ir realizando en su vida esa unión, hasta reflejar en él la imagen de Cristo. — La imagen de Cristo, a través del hombre nuevo que muere al pecado y renace a una vida nueva, se manifiesta en: • La renuncia al pecado. • La práctica de las virtudes cristianas, sobre las que destaca el amor, «que es el vínculo de la perfección» (Col 3,14). 333

• El cumplimiento de los deberes familiares (Col 3,18-4,1): sumisión de la esposa al marido; amor y respeto del marido a su mujer; obediencia de los hijos a sus padres; amor, y no rigor, en la educación de los hijos; obediencia de los siervos a sus señores; justicia y equidad de los amos respecto a sus esclavos. • La oración perseverante, especialmente de acción de gracias. • El compromiso apostólico, que nace de la entraña del Evangelio. Quien se contente sólo con evitar el pecado, practicar virtudes, cumplir con sus deberes familiares, buscando su salvación personal, no habrá entendido el mensaje de Cristo y no será auténticamente cristiano. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. ¿Ocupa Cristo el lugar de primacía en tu vida? En tus valores, actitudes, preocupaciones, etc. ¿Reflejamos los cristianos, la Iglesia y nosotros, la «imagen de Cristo»? 2. Dios «llena» todo lo creado. En Cristo reside la Plenitud del ser. ¿Qué principios y consecuencias se derivan de esta realidad teológica para una Ecología Cristiana? En Francisco de Asís y su Cántico a las Criaturas tenemos un buen ejemplo. 3. Las relaciones interfamiliares y aun el concepto de familia han cambiado considerablemente desde los tiempos de Pablo. ¿Cómo habrían sonado entonces sus exhortaciones? ¿Cómo suenan ahora? ¿Qué consejos de comportamiento familiar daría ahora San Pablo para que en la familia cristiana se refleje la imagen de Cristo y de su Evangelio?

PARA ORAR Y REFLEXIONAR Recitemos lentamente, en oración, el himno a Cristo, de Col 1,15-20. Alabanzas al Señor Alabado seas, Dios creador de todas las cosas: ¡que te canten los astros y las estrellas, la luna y el sol, las aves del cielo y los peces del mar! ¡Que te bendigan los frutos de la tierra y los animales que la pueblan, las flores que la adornan y las fuentes que sacian su sed! ¡Que los hijos de los hombres den honor a tu nombre; que alegren tu corazón y bendigan tu grandeza! 334

¡Bendito seas, Dios del cielo y de la tierra, por tu designio de benevolencia! Desde el primer día hiciste por nosotros lo que es bueno, y lo que Tú deseas es nuestra felicidad. ¿Qué es el hombre para que te preocupes de él?; ¿el hijo de Adán para que lo hagas rey de la creación? Bendito seas, Dios, padre nuestro, por tanto honor como nos has concedido! ¡Alabado seas por el más hermoso de los hijos de los hombres, Jesús, tu Hijo desde toda la eternidad! En Él se revela tu proyecto y se realiza tu amor; Él es el hombre según tu corazón, el Adán nuevo, fiel a tus designios. En Él tu creación descubre su destino y por Él todas las cosas te dan gloria. En Él nuestra tierra pasa a la eternidad y por Él todas las cosas se integran en la construcción de un cuerpo inmenso, cuerpo salvado, transfigurado, resucitado. Por Él, que es la Plenitud de tu Gracia y el Primogénito del mundo nuevo, Te alabamos a Ti, Dios, creador nuestro. (47)

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_________ FICHA n. 44 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 45

SAN PABLO. CARTAS DE LA CAUTIVIDAD (IV) A LOS EFESIOS

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1. DATOS GENERALES Y CONTENIDO — Es opinión generalizada que Pablo no dirigió esta Carta a los fieles de Efeso. No aparecen en la carta ni saludos ni despedida; se da a entender que no se conocen Pablo y los destinatarios, aunque Pablo haya tenido «noticia de vuestra fe en el Señor Jesús y de vuestra caridad» (Ef 1,15). Muchos dudan de la «autenticidad» de esta Carta. — Los destinatarios pueden ser los fieles de Laodicea o, mucho más probablemente, se trata de una carta circular para varias Iglesias cercanas a la ciudad de Efeso. — Se aprecia una gran semejanza entre Efesios y Colosenses, explicable por el breve espacio de tiempo transcurrido entre ambas y porque en Ef Pablo expone, con calma y de forma más sistematizada, lo que con urgencia escribió a los de Colosas para salir al paso de doctrinas peligrosas. De esta forma, Ef se convierte en la culminación del pensamiento de Pablo, el desarrollo maduro de su teología. — Conseguido en Col su objetivo, ahora su mirada se dirige a la Iglesia, Cuerpo de Cristo, que se dilata con las dimensiones del Universo Nuevo, «Plenitud del que lo llena todo en todo» (Ef 1,23). — Para el desarrollo del tema central, vuelve a tomar temas antiguos y los ordena sistemáticamente. Fundamentalmente recoge de Rm (la otra cumbre de su primera etapa) sus reflexiones sobre el pasado pecador de la humanidad y sobre la gratuidad de la salvación por Cristo (Ef 2,1-10). Vuelve a considerar el problema de los judíos (que tanto le angustia) y su situación con los gentiles (Rm 9-11). Pone a ambos pueblos a la luz de la escatología ya presente en el Cristo celeste: en adelante, los dos pueblos unidos y reconciliados en un solo hombre nuevo caminarán hacia el Padre (Ef 2,11-22). El «gran Misterio» es el acceso de los gentiles a la salvación de Israel en Cristo. — Pablo, al atardecer de su vida, rebosa confianza y gratitud a Dios: • Por la sabiduría divina desplegada en este misterio (Ef 3,9s). • Por la caridad insondable de Cristo que se manifiesta al haberle escogido gratuitamente a él, el último de todos, para ministro de este ministerio (Ef 3,2-8). — El Plan de Salvación se ha desarrollado en diversas etapas, conforme a los designios eternos de Dios con la humanidad salvada, por Cristo, que es la iglesia. Este es el tema medular de Ef: plan de salvación - Iglesia como Cuerpo de Cristo Comportamiento de los miembros de este Cuerpo místico. Todo ello referido a toda la humanidad (judíos y gentiles) y a todo el universo, que comparte su mismo destino.

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2. TEMAS FUNDAMENTALES a) El plan divino de salvación (Ef 1,3-14) — Pablo, desde el comienzo de su Carta, se eleva al plano celeste. De este plano han partido, desde toda la eternidad, las sucesivas «bendiciones espirituales» que componen el Plan de Salvación de Dios. «Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo: (1) por cuanto nos ha elegido en él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor; (2) eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia con la que nos agració en el Amado. (3) En él tenemos, por medio de su sangre, la redención, el perdón de los delitos, según la riqueza de su gracia que ha prodigado sobre nosotros en toda sabiduría e inteligencia, (4) dándonos a conocer el Misterio de su voluntad, según el benévolo designio, que en él se propuso de antemano, para realizarlo en la plenitud de los tiempos: hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra. (5) A él, por quien entramos en herencia, elegidos de antemano según el previo designio del que realiza todo conforme a la decisión de su voluntad, para ser nosotros alabanza de su gloria, los que ya antes esperábamos en Cristo. (6) En él también vosotros, tras haber oído la Palabra de la verdad, el Evangelio de vuestra salvación, y creído también en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la Promesa, que es prenda de nuestra herencia, para redención del Pueblo de su posesión, para alabanza de su gloria» (Ef 1,3-14). — Las «Bendiciones» del Padre son espirituales (en contraposición a las del Antiguo Testamento, que eran de carácter más terrenal); se nos han concedido en Cristo, Cabeza del Cuerpo, que es la Iglesia, por quien los miembros tienen vida; tienen su origen en los cielos, donde habita el Padre y Cristo, a su derecha, y a donde nos conducen como a su término, porque ya somos «ciudadanos del cielo» en espera de la consumación. Parten del cielo y vuelven al cielo, donde tendrá lugar la realización plena al fin de los tiempos. — Las Bendiciones de Dios provocan nuestra alabanza y nuestra acción de gracias. Nosotros bendecimos a Dios con palabras; Él nos bendice con gracias y dones. — Etapas del Plan de Salvación: • Primera Bendición: la elección, el llamamiento de los elegidos a la vida bienaventurada, iniciada ya de forma mística por la unión con Cristo glorioso. 340











Por el amor de Dios para con nosotros hemos sido elegidos y llamados a la «santidad». Nuestra respuesta debe ser «en el amor», que deriva del de Dios y a él vuelve. Segunda Bendición: la adopción filial. Dios nos elige y adopta como hijos por Cristo, fuente y modelo de toda santidad. Elegidos para ser hijos de Dios, por pura gracia de Él y para la exaltación de su gloria. Todo procede gratuitamente de Él y a Él debe volver. Tercera Bendición: la redención. Dios nos bendice redimiéndonos por la cruz y por la sangre de Cristo. El Padre escoge este medio, siguiendo la línea del Antiguo Testamento donde las alianzas se rubricaban con la sangre de los sacrificios. Esta voluntad del Padre, que Cristo obedecerá, demuestra el amor sin medidas de Dios. Cuarta Bendición: la revelación del Misterio que se propuso Dios realizar en Cristo en la plenitud de los tiempos: recapitular todas las cosas en Cristo; que todo tenga a Cristo por Cabeza (lo que está en el cielo y lo de la tierra); Cristo regenera y agrupa todo bajo su autoridad, para llevarlo a Dios. (Este es el tema central de la Carta a los Efesios.) Quinta Bendición: la elección de Israel, el llamamiento a los judíos. Israel, «herencia» y «porción» de Dios, ha sido testigo en el mundo de la esperanza mesiánica. Pablo forma parte de este pueblo y puede decir: «nosotros». Elección por un acto libérrimo de la voluntad de Dios. Sexta Bendición: el llamamiento a los gentiles a participar en la salvación, reservada en otro tiempo a Israel. Pablo se dirige a «vosotros…» que habéis escuchado y creído en el Evangelio. Estos han recibido el Espíritu Santo prometido que pone el sello de certeza de participación en la herencia prometida. El don del Espíritu Santo culmina el plan divino de salvación. Este proyecto salvífico se consumará cuando, de forma gloriosa y definitiva, se establezca el Reino de Cristo en su Parusía, en favor del nuevo «Pueblo de su posesión», el nuevo Israel, la comunidad de los salvados que es la Iglesia.

(Puede ser conveniente señalar la exposición trinitaria que Pablo desarrolla en el Plan de Salvación de Dios). b) Cristo y la Iglesia — Cristo es constituido Cabeza de la Iglesia, por el triunfo y supremacía sobre todo lo creado (esta idea representa un avance respecto a lo expuesto por Pablo en Colosenses). «Bajo sus pies sometió todas las cosas y le constituyó Cabeza suprema de la Iglesia, que es su Cuerpo» (Ef 1,22-23). — «Plenitud del que lo llena todo en todo» (Ef 1,23). La Iglesia es «plenitud» de Cristo, en sentido activo, en cuanto realiza la misión redentora y salvadora de Cristo. Es parte complementaria de Cristo. La Cabeza necesita del Cuerpo para actuar y dar vida. Cristo es «plenitud» de la Iglesia, en sentido pasivo, en cuanto que como 341

Cabeza le llena de su vida desbordante. Ambos aspectos se complementan: Cabeza y Cuerpo forman una unidad orgánica. — La Iglesia, en cuanto expresión de la Plenitud de Cristo, integra, además de a toda la humanidad, al Universo y su destino. «Todo en todo.» El universo es el marco de la regeneración universal por Cristo, la nueva creación que se consumará al final de los tiempos: «Cuando hayan sido sometidas a él (Cristo) todas las cosas, entonces también el Hijo se someterá a Aquel que ha sometido a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todo» (1 Co 15,28). — La Iglesia es, además, Esposa de Cristo. En Ef 5,23-32, Pablo establece un paralelismo entre el matrimonio cristiano y la unión de Cristo con su Iglesia. Los dos términos de comparación se aclaran mutuamente: a Cristo se le pude llamar Esposo de la Iglesia, porque es su Cabeza y la ama como a su propio cuerpo, hasta dar su vida por ella. Ya en el Antiguo Testamento aparece Israel como Esposa de Yahvé (por ejemplo en Oseas 1,2). — La Iglesia es el edificio fundado sobre Cristo, piedra angular, y sobre el fundamento de los apóstoles y profetas. (Ef 2,20-22) Cristo da cohesión y firmeza a los fundamentos y une entre sí y con él a las partes del edificio. Sobre la predicación de los primeros testigos de la revelación del plan divino (apóstoles y profetas) se levanta el edificio de la Iglesia. c) Judíos y gentiles reconciliados entre sí y con Dios, por Cristo — Pablo parte del «estado de pecado» en que judíos y gentiles se encontraban en otro tiempo. Dios, llevado del gran amor con que nos amó, nos ha sacado del estado de pecado y nos ha dado vida en Cristo, por pura gracia. «Por gracia habéis sido salvados» (Ef 2,5). — Los gentiles vivían «lejos de Cristo (sin Mesías), excluidos de la ciudadanía de Israel, extraños a la Alianza de la Promesa, sin esperanza (mesiánica) y sin Dios en el mundo» (Ef 2,12). — Judíos y gentiles, antes enfrentados, han sido unidos en un solo Cuerpo (2,13-18) por Cristo, nuestra Paz, que derribó el muro que los separaba y anuló en su carne la Ley mosaica que hacía de los judíos un pueblo privilegiado frente a los gentiles. De los dos pueblos, Cristo hizo un «Hombre Nuevo». — Unidos ya en un solo Cuerpo, tenemos por Cristo acceso al Padre en un mismo Espíritu (2,18). Cristo es la puerta, el «aceso» que conduce a ser «familiares de Dios» (2,19). La acción salvadora universal es trinitaria: por Cristo al Padre en el Espíritu Santo. — Pablo se asombra de que Dios quiso revelarle a él, el último y «menor de todos los santos», este plan de salvación: el «Misterio de Cristo», la revelación de que los gentiles son «coherederos, miembros del mismo Cuerpo y partícipes de la misma Promesa en Cristo Jesús por medio del Evangelio» (3,6). Y Pablo será el ministro del 342

«Misterio de Cristo», por la gracia de Dios y la fuerza de su poder (3,7-8), aunque en estos momentos sea «embajador entre cadenas» (6,20). d) Exhortaciones a la unidad de los miembros del Cuerpo de Cristo Existe un marcado paralelismo entre estas exhortaciones y las que dirigió a los de Colosas (Col 3,5-4,6). La diferencia estriba en que ahora fundamenta sus llamadas a la unidad y armonía en la teología ya expuesta sobre las relaciones de Cristo (Cabeza) con su Iglesia (Cuerpo). Este es el modelo que tienen que imitar los cristianos en sus actitudes y en su comportamiento personal, familiar y comunitario. — Llamamiento a la unidad, a conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz, a vivir de acuerdo a la vocación a la que, como miembros de un mismo Cuerpo, han sido llamados (Ef 4,1-3). — Cuidado con las doctrinas erróneas que rompen la unidad de la comunidad. En la fe no pueden ser «niños, llevados a la deriva y zarandeados por cualquier viento de doctrina» (4,14). Hay que crecer en la fe; la fe debe ser adulta. — Los cristianos, como «hombres nuevos» en Cristo, debemos desechar todo vicio, ser imitadores de Dios y vivir en el amor que une, como Cristo nos amó. — La comunidad cristiana debe estar unida en y por la oración. Oración que es comunitaria («recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados») y nace del fondo del corazón de cada creyente («cantad y salmodiad en vuestro corazón al Señor»). Y Pablo repite la misma exhortación: dad prioridad a la acción de gracias. — El ámbito familiar expresa y se presta a realizar, como ningún otro, el espíritu de unidad y armonía tal como lo vive Cristo con su Iglesia y como lo deben vivir los miembros del Cuerpo de Cristo. De ahí que las relaciones entre los miembros de la familia deban estar reguladas por el respeto, la sumisión y el amor, a imagen de Cristo. En esta clave de respeto, para vivir en armonía, se leen en Efesios (5,21-6,9) todos los deberes familiares: sumisión y respeto de la mujer al marido (porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es Cabeza de la Iglesia); amor del marido a la esposa (como Cristo ama a la Iglesia, su esposa); obediencia respetuosa en el Señor de los hijos a sus padres; respeto en la educación de los hijos, según el Señor; obediencia de los siervos y esclavos a sus señores, como a Cristo; trato sin amenazas de los amos a sus siervos, porque Dios es el Amo de todos y en él no hay acepción de personas. Tal vez algunas de estas exhortaciones familiares puedan sonar actualmente sorprendentemente incompletas. No olvidemos que el propósito de Pablo era dar consejos para fomentar la armonía y evitar toda actitud que pudiera romper la unidad del Cuerpo Místico, en la comunidad cristiana y en la comunidad familiar. No es propósito de Pablo dar un programa completo de convivencia y moral familiar.

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PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. En momentos difíciles o de dolor, ¿nace desde el fondo de tu ser el dar gracias a Dios? ¿Cuáles son los motivos que aduce Pablo en esta Carta para agradecer a Dios desde la cárcel? 2. Para Pablo, la historia es un misterio de salvación. ¿Contemplamos los sucesos de cada día, de nuestra historia y la de los demás, como acontecimientos de salvación? ¿Sabemos orar desde la vida? 3. ¿Cómo ve Pablo el misterio de la Iglesia? En nuestras tareas ordinarias, ¿pensamos que somos extensión del mismo Cristo, complemento de su obra? 4. Pablo extrae unas consecuencias prácticas de su visión sobre la Iglesia. Revisemos nuestras relaciones comunitarias, de grupo y parroquiales.

PARA ORAR Y REFLEXIONAR Elevemos nuestra oración de alabanza al Señor, recitando el Himno sobre el plan divino de salvación: Ef 1,3-14.

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¡Señor Jesús! Mi fuerza y mi fracaso eres Tú. Mi herencia y mi pobreza. Tú mi justicia, Jesús. Mi guerra y mi paz. ¡Mi libre libertad! Mi muerte y mi vida, Tú. Palabra de mis gritos, silencio de mi espera, testigo de mis sueños, ¡cruz de mi cruz! Causa de mi amargura, perdón de mi egoísmo, crimen de mi proceso, juez de mi pobre llanto, razón de mi esperanza. ¡Tú! Mi tierra prometida eres Tú… La Pascua de mi Pascua, ¡nuestra gloria por siempre, Señor Jesús! (48)

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_________ FICHA n. 45 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 46

SAN PABLO. CARTAS PASTORALES: 1ª Y 2ª A TIMOTEO; A TITO

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1. DATOS GENERALES — Las dos Cartas a Timoteo y la Carta a Tito se hallan emparentadas por el contenido, la forma y la situación histórica que suponen. — No van dirigidas, como las anteriores de Pablo, a Iglesias particulares, sino a dos de sus colaboradores, para orientarles en la dirección de sus respectivas Iglesias, que él les ha confiado. Por este motivo reciben, desde el siglo XVIII, el nombre de «Pastorales». — Su finalidad concreta es dar instrucciones sobre la organización de las Iglesias, sobre la forma de combatir los errores y sobre las cualidades que deben tener los ministros de la Iglesia. Junto a estas orientaciones pastorales se intercalan recomendaciones morales y exposiciones teológicas sobre la fe, la esperanza en Cristo mediador, la redención por amor, la voluntad salvífica universal de Dios, la Iglesia como «casa de Dios», la Iglesia como «fundamento y columna de la verdad», y la Iglesia como Pueblo de Dios, con sus notas de unidad, santidad, apostolicidad y catolicidad. En 2 Tm las enseñanzas y exhortaciones se hacen apremiantes, ante la proximidad de la muerte de Pablo. — Respecto a su autenticidad, muchos autores, a partir del XIX, han negado que sea Pablo el autor de estas Cartas (basándose en su estilo, vocabulario empleado, contenido teológico y organización eclesiástica que manifiestan). Otros, aceptando esos datos, piensan en la paternidad de Pablo y en la intervención de un discípulosecretario al que Pablo habría permitido una iniciativa mayor que de ordinario. — Probablemente hayan sido escritas, si son de Pablo, cuatro o cinco años después de Colosenses y Efesios: entre el 63, en que sale Pablo de la primera cautividad romana, y el 67, año en que muere. Quienes niegan su autenticidad, retrasan su fecha.

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2. TEMAS FUNDAMENTALES a) La sana doctrina — Las Cartas Pastorales insisten en recordar la fidelidad a la sana doctrina, rechazar los errores y ser fiel depositario de la fe. En vez de presentar un cuerpo doctrinal, lo suponen ya conocido en Timoteo y Tito. — La verdadera doctrina se reconoce por su origen apostólico. Pablo ha recibido esa doctrina; él la transmite a Timoteo y Tito y estos deben conservarla intacta y transmitirla después de la muerte de Pablo. b) La Iglesia — Aparece como el nuevo pueblo de Dios, rescatado y purificado por Cristo. El nuevo Israel. — Como «Casa de Dios» (1 Tm 3,15), donde se evoca la presencia de Dios en medio de su Pueblo. Resonancias del Antiguo Testamento. — Como «Fundamento y columna de la verdad» (1 Tm 3,15). Cristo nos ha traído la revelación del Padre; es el mensaje de salvación transmitido por los Apóstoles y depositado en la Iglesia. — Se habla de la «misión docente de la Iglesia», como el poder más característico de todos. El gobierno y la misión de Timoteo y Tito tienen por objeto, sobre todo, la defensa y transmisión fiel de la sana doctrina. — Aparece la organización incipiente de la iglesia, con sus primeros ministerios (la imposición de manos; el epíscopo, que todavía no es el obispo en sentido actual; los presbíteros o ancianos; los diáconos). c) El Misterio Salvador de Dios «Mas cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor a los hombres, él nos salvó, no por obras de justicia que hubiésemos hecho nosotros, sino según su misericordia, por medio del baño de regeneración y de renovación del Espíritu Santo, que derramó sobre nosotros con largueza por medio de Jesucristo nuestro Salvador, para que, justificados por su gracia, fuésemos constituidos herederos, en esperanza, de vida eterna» (Tt 3,4-7). — Pablo presenta una síntesis de la salvación: • Es obra del Dios trinitario: el Padre, salvador y origen de la salvación; el Hijo es el Mediador y el Espíritu Santo es el agente de la regeneración y renovación. • El instrumento de la transformación es el bautismo, del que el cristiano nace a una vida nueva. • La causa o razón última de esta regeneración no se encuentra en las buenas obras, sino en la misericordia gratuita de Dios. 350

• El término final de este re-nacer es la vida eterna que nos corresponde como herencia por haber sido constituidos hijos de Dios. Esta herencia es ahora esperanza, pero esta esperanza es ya posesión verdadera, aunque solo inicial, de los bienes futuros. d) Exigencias de la vida cristiana — Las Cartas insisten en recomendar un conjunto de cualidades meramente humanas: dominio de sí mismo, dulzura y amabilidad en el trato, sencillez, sobriedad, hospitalidad… No se puede ser buen cristiano si a la vez no se es buen hombre o mujer. — Entre las virtudes cristianas que más se aconsejan, se encuentran: la fe (por primera vez considerada como virtud), la esperanza firme, la caridad que procede «de un corazón limpio, de una conciencia recta y de una fe sincera» (1 Tm 1,5), la oración perseverante, el espíritu de lucha para combatir el buen combate, la obediencia a las autoridades, la paciencia ante los sufrimientos, la piedad y la justicia, la fidelidad a la sana doctrina, la práctica de las buenas obras «cual conviene a los santos» (Tt 2,3). — El fundamento dogmático de estas exigencias es: «porque se ha manifestado la gracia salvadora de Dios a todos los hombres, que nos enseña a que, renunciando a la impiedad y a las pasiones mundanas, vivamos con sensatez, justicia y piedad en el siglo presente, aguardando la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo; el cual se entregó por nosotros a fin de rescatarnos de toda iniquidad y purificar para sí un Pueblo que fuese suyo, fervoroso en buenas obras» (Tt 2,11-14). Pablo, poco después de escribir sus Cartas Pastorales, moría decapitado, sellando con su sangre la fe que había predicado. Hay dos maneras de dar la vida por Cristo: una, gastarla y desgastarla cada día en la tarea de darle a conocer a las gentes; otra, derramar la sangre por su causa. A Pablo le cupo la suerte de darla de las dos maneras, respondiendo al gran amor que Cristo le tuvo: «Me amó y se entregó a la muerte por mí». Desde la prisión escribió su Testamento: «Estoy a punto de ser derramado en libación, y el momento de mi partida es inminente. He competido en la noble competición, he llegado a la meta en la carrera, he conservado la fe. Ahora me aguarda la corona de la justicia que aquel día me entregará el Señor, el Juez Justo; y no solamente a mí, sino también a todos los que hayan esperado con amor su Manifestación» (2 Tm 4,6-8).

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PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. Lee 1 Tm 1, 12-17. Trata de hacer tuyos los mismos sentimientos de Pablo. Da gracias a Dios por tu vocación y por la llamada a la fe. Comparte con el grupo tus impresiones. 2. Lee 2 Tm 1, 6-14. ¿Qué frase te impresiona más? ¿Cómo entiende Pablo su vocación? ¿De dónde mana esa gracia? ¿Qué consecuencias tiene en su vida? ¿Y en la tuya? 3. 2 Tm 3,16-17 es una afirmación valorativa de la Escritura. Analízala. ¿Podrías, de verdad, aplicar esta frase a tu vida concreta como cristiano?

PARA ORAR Y REFLEXIONAR Me has seducido, Señor Me has seducido, Señor, y me dejé seducir, desde que aprendí tu nombre balbuceado en familia. Me has seducido, Señor, y me dejé seducir en cada nueva llamada el alto mar me traía. Me has seducido, Señor, y me dejé seducir hasta el confín de la tarde, hasta el umbral de la muerte. Me has seducido, Señor, y me dejé seducir en cada rostro de pobre que me gritaba tu rostro. Me has seducido, Señor, y me dejé seducir, y en el desigual combate me has dominado, Señor, y es bien tuya la victoria. Me has seducido, Señor, en un desigual comercio y la victoria es bien nuestra. (49) «¡Sé de quién me he fiado!» Esta es, en definitiva, la última razón que tenemos para creer. No hay otro motivo para hacer el acto de fe que esa humilde convicción interior que nos hace decir: «Tú eres la roca de nuestra vida; ¿a quién vamos a ir? ¡Tú tienes 352

palabras de vida!». No hay nada que nos decida a creer más que esta secreta seguridad: ¡fuera de Cristo no podemos hacer nada! Todos tenemos la experiencia de que la fe conoce flujos y reflujos, de que unas veces es certeza serena, y otras duda asumida. La fe, ahogada por la prueba del sufrimiento, por el trabajo, por el placer o, simplemente, por la negligencia, puede adormecerse, padecer de anemia, dejar de influir en la vida. Pero también hemos de reconocer que, en nuestra vida y en la del mundo, la fe puede ser el motor de nuestros compromisos más radicales, el despertar de nuestra libertad, el coraje de nuestra fidelidad, la roca sobre la que edificar nuestra morada. ¿Acaso no son innumerables los hombres que, a pesar de ver —como todo el mundo— que se extienden sobre esta tierra la angustia y el sufrimiento, el odio y la falta de humanidad, la miseria, el hambre, la opresión y la guerra, creen, sin embargo, que Dios es poderoso incluso contra todas esas potencias? ¿No hay hombres que, a pesar de chocar —como todo el mundo— en su pensamiento, en su voluntad y en su sensibilidad, con la incertidumbre y la insuficiencia, con la duda y con la rebelión, con la arrogancia y con la inercia, creen, sin embargo, que el Espíritu de Dios puede determinar nuestro pensamiento, nuestra voluntad y nuestra sensibilidad? ¿No hay hombres que, a pesar de tener —como todo el mundo— la experiencia de que son otros los dueños que manejan nuestra vida (las enemistades y las agresiones, los prejuicios y las envidias, las convenciones y los sistemas y, sobre todo, las mil formas de egoísmo), creen, sin embargo, que Jesús es el verdadero Señor? Por mucho que se desencadenen los vendavales y las tempestades, nada podrá separarnos del amor que se nos ha manifestado. En el flujo y reflujo de nuestra fe, la certeza se impone sobre la duda: sabemos en quién hemos depositado nuestra fe. Y con el salmista podemos dar gracias: «Mi roca y mi ciudadela eres tú, Señor, Dios mío». (49)

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_________ FICHA n. 46 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 47

LA CARTA A LOS HEBREOS

1. DATOS GENERALES — Desde los primeros siglos del cristianismo se puso en duda la autenticidad de este escrito. Hasta el siglo IV, la Iglesia de occidente se negó a atribuirla a Pablo. El vocabulario empleado, el estilo cuidado y tranquilo, las transiciones suaves, la forma de citar las Escrituras, la doctrina central sobre el sacerdocio de Cristo, la ausencia de oposiciones enérgicas y un largo etcétera hacen que sea imposible atribuir este escrito a Pablo. Sin embargo, su estrecha relación en algunos puntos doctrinales con el pensamiento de Pablo inclina a identificar al anónimo autor con alguien cercano a Pablo. — Su fecha de redacción es imposible determinarla atendiendo a los datos de su contenido, aunque se opina que pudo redactarse un poco antes del 70 (año en que fue destruido el Templo de Jerusalén), ya que el autor describe la liturgia del Templo como actual (10,1-3,11), aunque afirma que está destinada a desaparecer. — No se puede denominar ni carta ni epístola. Por su estructura está confeccionado como un sermón, al que al final se le añade una nota de envío (13,22 y 13,19). Es un sermón compuesto magistralmente según las reglas de la oratoria. Podría denominarse, en vez de carta, «Predicación sobre el sacerdocio de Cristo» o «Sermón sacerdotal». — El nombre de los destinatarios, «a los Hebreos», data del siglo II. Tal vez se le hubieran dado estos destinatarios porque su contenido exige unos lectores muy informados sobre el Antiguo Testamento y todo su razonamiento se apoya en originales interpretaciones de las Escrituras. Sin embargo, el nombre dado confunde: los destinatarios son, sin duda, cristianos a quienes se les quiere animar en la vivencia de su fe. Logrará una síntesis de la fe cristiana, centrándola en el tema del sacerdocio de Cristo. Sería, pues, más acertado titularlo: «a unos cristianos». — Por tanto, «La carta de san Pablo a los Hebreos» no es una carta, no es de san Pablo y no se dirige a los hebreos.

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— Su canonicidad no se discute. La Iglesia reconoció este escrito como inspirado por el Espíritu Santo, como Palabra de Dios dirigida al pueblo de Dios y, por consiguiente, forma parte del Nuevo Testamento.

2. EL SACERDOCIO DE ISRAEL La originalidad de Heb consiste en ser el único escrito de todo el Nuevo Testamento que afirma explícitamente el sacerdocio de Cristo. Jesús es considerado «apóstol y sumo sacerdote de nuestra fe». El sacerdocio de Cristo será «el punto capital» de la enseñanza de Heb (8,1). a) El sacerdocio antiguo Los primeros cristianos al escuchar la palabra «sacerdote» pensaban espontáneamente en los sacerdotes judíos y en los sacrificios de animales en el Templo de Jerusalén. Por esta razón, más que identificar a Jesús con esos sacerdotes judíos, preferían marcar las diferencias entre aquellos y Jesús. Las funciones del sacerdocio antiguo: • Función de mediador: el sacerdote es un hombre que tiene la responsabilidad social de las relaciones con Dios; está al servicio del grupo para lo referente a las relaciones con Dios. Su papel es de mediación. • Para el servicio del culto: para entrar en relación con Dios es preciso impregnarse de «santidad», consagrarse, separarse para Dios. Y vivir de acuerdo con esa consagración. Este servicio cultual se realiza en un lugar sagrado, separado, consagrado: el templo. • Para el sacrificio: «sacrificar» significa hacer algo sagrado. Se entregan a Dios animales, que pasan, por su sacrificio, a ser totalmente de Dios. El sacrificio es el acto ritual por el que una ofrenda pasa del mundo profano al mundo sagrado de Dios. Los sacrificios se realizan «en lugar de» y «en favor de». Esta es la función culminante de la mediación sacerdotal. Cuatro son las separaciones sucesivas y ascendentes del sacerdote: separado del pueblo para el culto; deja lo profano y entra en el terreno de los sagrado; deja las actividades profanas y se consagra al culto sagrado; sus ofrendas dejan el mundo y suben a Dios. A este movimiento ascendente sucede otro descendente de favores divinos: serán escuchadas las plegarias del sacerdote; el pueblo recibirá el perdón de sus pecados; llegarán al pueblo las instrucciones divinas y las bendiciones de Dios. b) Jesús y el sacerdocio judío Los primeros cristianos no pudieron ver relación entre Jesús y la institución sacerdotal de 357

Israel. Jesús no fue sacerdote del templo; su ministerio no se orientó en esa dirección, sino en la del profetismo; ni siquiera perteneció a la tribu escogida para el servicio del templo; rechazó la concepción ritual de la religión (pureza ritual, descanso sagrado; «misericordia quiero y no sacrificio»…) y se enfrentó frontalmente con la institución sacerdotal de Israel. Por otra parte, ni la misma muerte de Jesús podía contemplarse sin esfuerzo como un sacrificio de acuerdo a la concepción del Antiguo Testamento: no tuvo lugar en el Templo; no se presenta como una ceremonia litúrgica (sino como todo lo contrario a un sacrificio sagrado: una ejecución); no se vio como un acto de glorificación de Dios para atraer sus bendiciones, sino como un acto de la «misericordia» de Dios, de amor infinito, en la línea de «misericordia quiero…».

3. EL NUEVO TESTAMENTO VE EN JESÚS MÁS LA VÍCTIMA DEL SACRIFICIO QUE EL SACERDOTE — En los Sinópticos, Jesús no se atribuye ni una sola vez el título de sacerdote. Prefiere llamarse Hijo e Hijo del hombre. Sin embargo, para definir su misión utilizará términos sacerdotales. Cuando habla de su muerte, la compara: con el sacrificio expiatorio del Siervo (Mc 10,45; cfr. Is 53); con el sacrificio de la alianza de Moisés al pie del Sinaí (Mc 14,24; Éx 24,8); la sangre derramada por él en la Pascua evoca la del cordero pascual (Mc 14,24). Cristo se ofrece como víctima para la expiación de los pecados, para la instauración de la nueva Alianza y para la salvación de su pueblo. Por tanto, aun sin aparecer el título de sacerdote aplicado a Jesús, hay suficientes referencias en los Evangelios para afirmar que Cristo es el sacerdote de su propio sacrificio. — Pablo presenta la muerte de Jesús bajo las figuras del sacrificio del cordero pascual (1Co 5,7), del Siervo (Flp 2,6-11), del día de la expiación (Rm 3,24s), sacrificio de la nueva alianza. La misma interpretación sacrificial aparece en las imágenes de la comunión en la sangre de Cristo (1 Co 10,16-22), de la redención por la sangre (Rm 5,9; Col 1,20; Ef 1,7; 2,13). La muerte de Jesús es para Pablo el acto supremo de su libertad, el sacrificio por excelencia, acto propiamente sacerdotal que él mismo ofreció. «Ha sido inmolado Cristo, nuestra Pascua» (1 Co 5,7). A pesar de todo, Pablo nunca dio a Jesús el título de sacerdote. Prefiere presentarlo como víctima del sacrificio que se ofrece por amor: «Cristo nos amó y se entregó por nosotros como ofrenda de sacrificio» (Ef 5,2). El Padre «no perdonó ni a su propio Hijo, antes bien le entregó por todos nosotros» (Rm 8,32), en oposición al sacrificio de Isaac. — El resto de escritos del Nuevo Testamento, con la exclusión de Heb, presentan la muerte de Jesús como el sacrificio del Siervo (Hch 3,13-26), del cordero (1 Pe 1,19); evocan su sangre…, pero no le llaman sacerdote. Sólo en los escritos de Juan 358

aparecen algunos rasgos sacerdotales en Jesús: vestidura sacerdotal (Ap 1,13), la «oración sacerdotal» como pórtico de la pasión (Jn 17), la «santificación» de Jesús para ofrecer su sacrificio… — El Nuevo Testamento necesita expresar la continuidad que existe con el Antiguo, aplicando a la muerte de Cristo el vocabulario e imágenes de los sacrificios del Antiguo Testamento que sellan una y otra Alianza; pero también necesita, con mayor urgencia, manifestar que la Alianza antigua ha terminado, que ya ha cumplido su papel, que ha sido superada por la originalidad absoluta de la ofrenda de Cristo y que el sacerdocio, en cuanto institución al servicio de la antigua Alianza, ha dejado de tener significado y función, porque otra alianza, la Nueva, ha comenzado.

4. EL MENSAJE DE LA CARTA A LOS HEBREOS Hebreos va a suponer una profundización en la fe y un descubrimiento de la dimensión sacerdotal de Cristo, que cumple las Escrituras y dota a la incipiente religión cristiana del carácter sacerdotal. La dificultad estriba en poder demostrar que lo anunciado en las Escrituras sobre el sacerdocio perfecto y eterno se ha cumplido en Cristo y que, por tanto, su sacerdocio es diferente y muy superior a cuantos han tenido antes la misión de mediación y de culto (ángeles, sacerdotes levíticos y sacrificios mosaicos). El autor de Heb parte de la distinción entre el proyecto fundamental de Dios sobre el sacerdocio y su plasmación concreta en el Antiguo Testamento. El proyecto era válido, pero la actuación fue insuficiente por la incapacidad humana. Cristo ha asumido el proyecto fundamental del sacerdocio y lo ha llevado a su consumación. Todo el largo discurso de Heb se concentra en el papel personal de Cristo en la ofrenda de su sacrificio. Jesús, el Hijo, es «sumo sacerdote». Es sacerdote en cuanto que es mediador. Por su glorificación ha alcanzado para su humanidad la glorificación filial ante Dios y se ha unido a los hombres. Es el mediador perfecto, «el sumo sacerdote misericordioso» (2,17). Por su pasión, establece la solidaridad con los hombres; por su glorificación asegura la relación perfecta con Dios. Cristo, como buen sacerdote, está «tomado de entre los hombres» y «puesto en favor de los hombres para sus relaciones con Dios» (5,1). Jesús, como antiguamente Aarón, y mejor que él, está llamado por Dios para intervenir en favor de los hombres y ofrecer sacrificios por sus pecados. El sacerdocio de Cristo estaba prefigurado en el de Melquisedec. El silencio del Génesis sobre la genealogía de Melquisedec le parece al autor de Heb un indicio de la eternidad del sacerdocio del Hijo de Dios (7,3). «Así es el sumo sacerdote que nos convenía: santo, inocente, incontaminado, apartado 359

de los pecadores, encumbrado por encima de los cielos, que no tiene necesidad de ofrecer sacrificios cada día, primero por sus pecados propios como aquellos Sumos Sacerdotes, luego por los del pueblo; y esto lo realizó de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. Es que la Ley instituye Sumos Sacerdotes a hombres frágiles; pero la palabra del juramento, posterior a la Ley, hace al Hijo perfecto para siempre. Este es el punto capital de cuanto venimos diciendo, que tenemos un Sumo Sacerdote tal, que se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, al servicio del santuario y de la Tienda verdadera, erigida por el Señor, no por un hombre» (Heb 7,26-8,2). El sacerdocio de Cristo está enraizado en su mismo ser. Es mediador de una mejor Alianza que la Antigua; penetró en el Santuario celestial como Sumo Sacerdote de los bienes futuros (9,11), no con sangre de animales sacrificados, «sino con su propia sangre, consiguiendo una redención eterna» (9,12) y selló con su sangre la Nueva Alianza (9,15-28). Cristo, como sacerdote, realizó su sacrificio de una vez para siempre, penetró en el Santuario una vez para siempre y ya es, también para siempre, el mediador e intercesor de la Nueva Alianza. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. La Carta a los Hebreos presenta a Jesús como Mediador y único Sumo Sacerdote. ¿Cómo argumenta el autor de la Carta para aplicar estos títulos a Cristo? 2. Las tres funciones esenciales del sacerdocio eran y siguen siendo: de mediación, de servicio para el culto y para el sacrificio. ¿Cómo realizó Jesús las tres funciones y cómo las sigue realizando? ¿Cuál crees que es la función del orden sacerdotal en la Iglesia? ¿Crees que los sacerdotes cumplen su misión? ¿En qué sentido afirmamos que la Iglesia es «Pueblo Sacerdotal»? 3. Lee Heb 5,5-10. ¿Cómo se entiende que Cristo «aprendió a obedecer» o «experimentó la obediencia»? 4. La Iglesia, de acuerdo a los planes salvíficos, realiza una misión de mediación. No es el fin, es el camino; no debe ser protagonista, es una mediación de servicio. Cuando la Iglesia realiza su mediación en la sociedad (en el campo educativo, sanitario, obras asistenciales, etc.), ¿piensas que debe hacerlo en obras propias (escuela católica, hospital católico, partidos políticos católicos…) o es mejor que los cristianos trabajen como tales en instituciones civiles? ¿Qué ventajas y desventajas se derivan en ambas posiciones? ¿Cuál sería la postura más evangélica?

PARA ORAR, REFLEXIONAR Y CANTAR

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Pueblo de reyes Pueblo de Reyes, asamblea santa, pueblo sacerdotal, pueblo de Dios, ¡bendice a tu Señor! Te cantamos, oh Hijo amado del Padre; te alabamos, eterna Palabra salida de Dios. Te cantamos, oh Hijo de la Virgen María, te alabamos, oh Cristo, nuestro hermano, nuestro Salvador. Te cantamos a ti, esplendor de la gloria; te alabamos, estrella radiante que anuncias el día. Te cantamos, oh luz que iluminas nuestras sombras; te alabamos, antorcha de la nueva Jerusalén. (51) Oración de alabanza y de acción de gracias En verdad es nuestro deber y salvación darte gracias Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro. Porque él, con la inmolación de su cuerpo en la cruz, dio pleno cumplimiento a lo que anunciaban los sacrificios de la antigua alianza y, ofreciéndose a sí mismo por nuestra salvación, quiso ser al mismo tiempo sacerdote, víctima y altar. Quien, por su misterio pascual, realizó la obra maravillosa de llamarnos del pecado y de la muerte al honor de ser estirpe elegida, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo de su propiedad, para que, trasladados de las tinieblas a tu luz admirable, proclamemos ante el mundo tus maravillas.

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Porque constituiste a tu único Hijo Pontífice de la Alianza nueva y eterna por la unción del Espíritu Santo, y determinaste, en tu designio salvífico, perpetuar en la Iglesia su único sacerdocio. Él no sólo confiere el honor del sacerdocio real a todo su pueblo santo, sino también, con amor de hermano, elige a hombres de este pueblo, para que, por la imposición de las manos, participen de su sagrada misión. Ellos renuevan en nombre de Cristo el sacrificio de la redención, preparan a tus hijos al banquete pascual, presiden a tu pueblo santo en el amor, lo alimentan con tu palabra y lo fortalecen con los sacramentos. Tus sacerdotes, Señor, al entregar su vida por ti y por la salvación de los hermanos, van configurándose a Cristo, y han de darte así testimonio constante de fidelidad y amor. Prefacios: Dominical I, Pascual V y de Jueves Santo

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_________ FICHA n. 47 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 48 LAS SIETE CARTAS CATÓLICAS: SANTIAGO; 1a Y 2a PEDRO; 1a, 2a Y 3a JUAN; JUDAS Las siete Cartas del Nuevo Testamento que no son de San Pablo (queda aparte la Carta a los Hebreos) fueron reunidas muy pronto en una misma colección, a pesar de sus diversos orígenes. Tenemos testimonios de que ya a finales del siglo II se denominan «Católicas» o universales, probablemente porque sus destinatarios, a excepción de 2 Jn y 3 Jn, no son ninguna comunidad o persona determinadas. Por los temas que tratan, van dirigidas a los cristianos en general. Tal vez el nombre de «Católica» se dio al principio a 1 Jn y, posteriormente, englobó esta denominación a toda la colección de Cartas: Santiago, 1ª y 2ª de Pedro, tres de Juan y la de San Judas.

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1. CARTA DE SANTIAGO — La aceptación de esta Carta en la Iglesia fue gradual: hasta finales del siglo IV no se impuso su canonicidad en las Iglesias de Oriente y Occidente. — Habitualmente se ha identificado al autor con el «hermano del Señor» (Mt 13,55). Por tanto, no sería ni el apóstol Santiago, hijo del Zebedeo, que murió en el año 44 a manos de Herodes, ni el otro apóstol Santiago, hijo de Alfeo. Este «hermano del Señor» sería el líder de la Comunidad de Jerusalén que sufrió el martirio en torno al año 62. (Sin embargo, si esto es así, no se entienden las dificultades de esta Carta para ser aceptada dentro del Canon, procediendo de una personalidad de primer orden.) — Se trata de una Carta muy vinculada al AT, sobre todo respecto a los Profetas, a los Salmos y a la Literatura Sapiencial. Lutero la calificó de «epístola de paja» porque solamente menciona dos veces al Señor Jesús (1,1; 2,1) y porque en el tema de la fe insiste más en la fe en Dios que en la fe en Cristo. Por esta vinculación con el AT ha habido quien se ha preguntado si no sería una homilía judía, adaptada por un cristiano mediante la intercalación del nombre de Jesucristo en dos ocasiones. Sin embargo, el autor se siente libre de la Ley antigua (1,25; 2,13) y depende en cuanto a su contenido fundamental de las enseñanzas del Evangelio. — Este escrito es más un sermón catequético que una carta; sólo la fórmula introductoria representa un elemento epistolar, ya que se dirige «a las doce tribus de la diáspora», es decir, a los cristianos de origen judío dispersos (especialmente en Siria y Egipto). Son cristianos convertidos del judaísmo y grandes conocedores del Antiguo Testamento. — Las exhortaciones morales están tomadas de los Libros Sapienciales y se suceden sin gran cohesión: • Advertencias sobre la paciencia en las tribulaciones (1,1-12; 5,7-11): «Considerad motivo de grandes alegrías el veros envueltos en toda clase de pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce constancia». • El origen de la tentación no es Dios, sino la propia concupiscencia (1,13-18). • El dominio de la lengua (1,19-26; 3,1-12). Es uno de los clásicos temas sapienciales del AT y de toda la sabiduría oriental. Santiago recomienda: que el hombre sea pronto para escuchar y tardo para hablar; advertencias contra la intemperancia en el hablar (son los pecados de la lengua); avisos contra la maledicencia («No habléis mal unos de otros, hermanos», Stg 4,11). • La importancia de la armonía mutua y de la misericordia (2,8-13; 3,13-4,2; 4,11ss). — Entre los temas teológicos destacan: • No sirve la fe estéril, sin obras. La sección 2,14-26 parece como si hubiera sido escrita contra Pablo o contra los cristianos que sacaban erróneas conclusiones de 366

una mala interpretación de Gálatas y Romanos. Sin embargo, desde posiciones diversas Pablo y Santiago se complementan y coinciden en lo fundamental. Es muy útil comparar la discrepante afinidad de Stg 2,24 con Ga 2,16 y Rm 3,28; y también Stg 2,21 con Rm 4,2 y Ga 3,6. Tanto Santiago como Pablo, se inspiran en el mismo texto de Gén 15,6 donde aparece la fe de Abrahán. Ambos dan una interpretación sólo aparentemente contradictoria. Se aprecia que el pensamiento de Santiago está más próximo al judaísmo que el de Pablo. • El sacramento de la Unción de Enfermos tiene, según el Concilio de Trento, su lugar teológico o fundamento dogmático en 5,14-15. • La necesidad de la confesión mutua de los pecados se encuentra en 5,16, aunque no se precisa nada sobre la confesión sacramental. — El tema profético más llamativo es el de la moral social. Santiago se inspira en los Profetas (Isaías, Jeremías, Ezequiel, Sofonías…) y en los Salmos para mostrar la gloria pasajera de las riquezas (1,9-11), para exhortar al debido respeto que se merecen los pobres sin que tenga que haber distinciones en las asambleas litúrgicas (2,1-9) y para lanzar las más violentas amenazas proféticas del NT contra los ricos que oprimen a los pobres y retienen el salario de los trabajadores. La perspectiva es de esperanza escatológica: Dios castigará en el Juicio a los opresores y elevará al pobre y desdichado. Pero no olvidemos que este Día está cerca, pues nos encontramos ya «en los últimos tiempos» (5,13).

2. 1ª Y 2ª CARTAS DE PEDRO — Ambos escritos, atribuidos al Apóstol San Pedro, no lograron en el mismo tiempo una aceptación universal respecto a su canonicidad de Escritura inspirada. — La Primera Carta fue aceptada como canónica sin ninguna oposición, desde los primeros tiempos. Va dirigida a los cristianos de la dispersión, repartidos en las cinco provincias del Asia Menor, y en su mayoría de procedencia pagana. Escrita en el más elegante griego del NT, a través de su discípulo-secretario Silvano (= Silas, el antiguo colaborador de Pablo, Hch 15,22). Su fecha de composición sería anterior al 64. — Es un escrito esencialmente práctico, con una considerable riqueza doctrinal. Se ha dicho de él que es la mejor introducción para la lectura del Nuevo Testamento, el código cristiano de la santidad, el microcosmos que compedia la confianza, la fe cristiana y sus obligaciones. Es un resumen de la teología cristiana común a la época apostólica, realizado con gran sencillez para unos cristianos «elegidos» que viven la experiencia del «destierro» en medio de un mundo hostil al cristianismo. • Perseverancia valerosa en las tribulaciones, con Cristo como modelo. • Los cristianos deben sufrir con paciencia. Felices si sus tribulaciones provienen de su fe y de su santa conducta. • En el recto orden social, los cristianos deben ser un buen ejemplo para los paganos, 367

no oponiendo mal por mal, amando al prójimo y obedeciendo a las autoridades. • En 3,18-4,6 se encuentran los elementos de un primitivo credo bautismal: muerte de Cristo; bajada a los infiernos; resurrección; asiento a la derecha de Dios y dominio sobre los espíritus celestiales; y juicio de los vivos y de los muertos. — Se ha pensado que el contenido esencial de la Carta pudiera haber sido previamente un sermón de carácter bautismal o que la Carta se hubiera enviado para hacer de auxiliar a la celebración del bautismo. — La Segunda Carta se presenta como de San Pedro, pero todavía hoy se sigue discutiendo su autenticidad. A partir del siglo V se le reconoció su «canonicidad» en todas las Iglesias. — Se considera como el testamento espiritual de Pedro, si es de él, y vuelve a escribir a los mismos cristianos para prevenirles contra los falsos doctores (cap. 2) y para responder a la inquietud causada por el retraso de la Parusía (cap. 3). Pero, este mismo contenido y los testimonios en que se apoya hacen afirmar que el autor no sea Pedro y que la fecha de su redacción es más tardía que la muerte del apóstol: lenguaje diferente a 1Pe; el capítulo 2 es una repetición de la Carta de San Judas; parece que cuando se escribe 2Pe ya está formada la colección de las cartas de Pablo. De todo esto se deduce que tal vez el autor sea un discípulo de Pedro, que se respaldó en la autoridad del Apóstol y se basó en algún escrito procedente de él, adaptándolo y completándolo con el material de San Judas. — En su contenido destaca: • La vocación cristiana a «la participación de la naturaleza divina» (1,4). • La definición del carácter inspirado de las Escrituras (1,20s). • La seguridad de la Parusía futura, a pesar del retraso y de la incertidumbre de su día. • El anuncio de un mundo nuevo donde habitará la justicia, después de que haya sido destruido éste por el fuego (género apocalíptico).

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3. CARTA DE SAN JUDAS — El remitente de la Carta es Judas «siervo de Jesucristo y hermano de Santiago». Durante mucho tiempo se le identificó con el apóstol Judas Tadeo, aunque en la Carta se distancia del grupo apostólico (v.17). Actualmente se rechaza que pueda ser el apóstol y se opina que probablemente pueda tratarse del pariente de Jesús al que se nombra en Mc 6,3. No tenemos grandes pruebas para identificar al autor de la Carta. — Como Escritura canónica era admitida por la mayoría de las Iglesias desde el año 200, a pesar de que utilice fuentes apócrifas, como el Libro de Henoc y La ascensión de Moisés. — La finalidad de la Carta es condenar a los perversos doctores que ponen en peligro la fe cristiana: se han infiltrado en la comunidad; caminan según sus impíos deseos; son estrellas fugaces que destruyen la unidad y no se someten a la comunidad, sino que se complacen en sí mismos. — La diatriba contra los falsos doctores está calcada en los modelos de las diatribas del AT contra los falsos profetas que se apacientan a sí mismos. Básicamente San Judas puede estar refiriéndose a las doctrinas que inducían al libertinaje por una mala interpretación de la libertad cristiana (que más tarde, siglo II, se generalizó con el gnosticismo), tendencias que ya existieron en la época apostólica. Por esta razón, algunos retrasan la fecha de esta Carta hasta el siglo II, siglo en el que sufrió el cristianismo las desviaciones heréticas del gnosticismo.

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4. LAS TRES CARTAS DE SAN JUAN — Las tres Cartas se han atribuido al Apóstol San Juan y evidentemente presentan un parentesco literario y de contenido con el Cuarto Evangelio. La Primera rara vez ha sido cuestionada en su autenticidad y desde los primeros tiempos formó parte del canon. Por el contrario, la Segunda y la Tercera encontraron gran oposición para ser aceptadas como apostólicas. Primera Carta de Juan • No es un escrito ocasional, sino una especie de encíclica regional para las comunidades cristianas del Asia Menor, en torno al año 100. Quiere oponerse a los errores de la filosofía gnóstica que amenazaba con destruir el misterio de la Encarnación, haciendo de la redención algo simbólico. • La gnosis cristiana herética eliminaba el acontecimiento redentor de la Encarnación y defendía que el camino de salvación para el hombre se encuentra en la dedicación a la sabiduría, en la profundización en el conocimiento del misterio de Jesús. Juan opone a los gnósticos la doctrina teológica de que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. Afirma así la plena historicidad de Jesús, «venido en la carne» (4,2), cuya actividad terrena comenzó con el bautismo y concluye con su muerte (5,6). De esta manera se enfrenta a quienes negaban la identidad de Jesús con el Hijo de Dios y el valor expiatorio de su muerte (5,6). • Existe una necesaria relación entre fe y vida moral. El conocimiento de Dios y el caminar en la luz (con la práctica de la justicia, del amor fraterno y de la ayuda a los necesitados) son inseparables. Solamente Jesucristo, venido en la carne, ha traído el amor de Dios que borra los pecados del mundo. • A los grandes peligros gnósticos, responde con tres exhortaciones muy concretas: al libertinaje, con la exhortación a la pureza; a la negación del hecho de la redención universal, con su invitación al amor al prójimo; y al peligro de una falsificación de la fe, con su insistencia a mantenerse fieles a la misma. Cada una de las tres exhortaciones se colocan bajo tres consideraciones teológicas: «Dios es nuestra luz» (1,5-2,29), «Nuestra vida lo es como hijos de Dios» (3,1-4,6) y «Dios es amor» (4,7-5,4). • En esta Carta, Juan condensa lo esencial de su experiencia religiosa: partiendo de temas paralelos sucesivos (luz, justicia, amor, verdad), muestra la unión esencial entre ser hijos de Dios y comportarse con rectitud moral. Esta recta actitud moral será la respuesta fiel al doble mandamiento de la fe en Jesucristo Hijo de Dios y del amor fraterno. Segunda Carta de Juan • Por su estilo, está emparentada con la Primera. El autor se califica como «presbítero» o anciano que escribe desde la máxima autoridad apostólica. • Tiene la dimensión de una carta de la época (la de una hoja de papiro) y consta tan 370

solo de 13 versículos. • Pretende poner en guardia contra los que negaban la realidad de la Encarnación y es una amonestación a caminar en la verdad y en el amor: manteneos en el mandamiento «que teníamos desde el principio: que nos amemos unos a otros» (v. 5); guardaos de los que niegan «que Jesús es Cristo venido en la carne» (v. 7); no saludéis al que vaya a vosotros con estas ideas, porque quien los saluda «comulga en sus malas obras» (vv. 10 y 11). Tercera Carta de Juan • Está redactada por el mismo autor que la Segunda («El Presbítero») y va dirigida a una persona concreta (Gayo) que «camina en la verdad». • Esta Carta revela peculiaridades sobre la organización de las Iglesias del Asia Menor, poco antes de finalizar el siglo I. • Intenta regular un conflicto de autoridad en una de las Iglesias que dependen de Juan. El tema central gira en torno a la hospitalidad caritativa con los hermanos que van de camino (vv. 5-12) y recrimina el comportamiento de Diótrefes (jefe de la comunidad) por no someterse a la autoridad del «Presbítero», con lo que la fe queda amenazada, y por no acoger con hospitalidad caritativa a los predicadores ambulantes enviados a las comunidades del Asia Menor. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. Lee algún pasaje de la Carta de Santiago. ¿Qué es lo que más te llama la atención? Para el autor, ¿cuál es la «religión pura»? ¿Qué dice contra los ricos? ¿Qué dice sobre la acepción de personas? Puede ser muy conveniente que hagas una revisión de tus actitudes a la luz de las orientaciones de esta Carta. 2. Lee 1 Pe 2,2-12. En este pasaje se apoya la teología del sacerdocio común de los fieles. Al celebrar los sacramentos, especialmente la Eucaristía, ¿vives la concelebración con el sacerdote y, por supuesto, con Jesucristo? 3. La 1 Jn, desde el capítulo 3 habla del amor: de la iniciativa de amor del Padre en Jesucristo y de la respuesta amorosa del creyente a ese amor. Haz oración con estos textos, leyéndolos muy despacio, y déjate sumergir en ese océano de amor del Padre. Después, comparte con el grupo lo que más te ha impresionado y hayas subrayado. ¿Crees que en tu grupo, comunidad eclesial, se vive así el amor comunitario?

PARA ORAR, REFLEXIONAR Y CANTAR Ser cristiano en la Iglesia del futuro Decisión personal del cristiano y experiencia de Dios

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Hasta hace poco, la fe del individuo se daba en un contexto, en una situación cristiana que se dejaba ver incluso en el marco de la sociedad civil. Uno podía manifestar su fe sin que la mayoría de los que le rodeaban considerasen eso como algo ridículo o sin sentido. Casi podía parecer que el creyente no ejercitaba su responsabilidad personal a la hora de hacer su decisión. Hoy todo ha cambiado. La fe vive en un mundo secularizado, ateo, técnicamente racionalizado; un mundo en el que, para aparecer como sensato, uno debe justificar racionalmente todos los pasos y decisiones personales que dé; un mundo en el que la expresión de la fe y la mística se ven obligadas a callar. Hoy es más necesaria que nunca la decisión personal. De ahí que pertenezca a la espiritualidad actual del cristiano el valor para la decisión personal en solitario, en contra de la opinión pública. Tal valor personal sólo es posible a partir de una profunda experiencia individual de Dios y de su Espíritu. Podemos decir, pues, que el cristiano del futuro será un místico o no será cristiano. Sólo a partir de esta experiencia de Dios, cobra sentido el mensaje teológico de la escritura y de la iglesia, y se hace digno de su fe. Auténtica comunicación humana en el Espíritu Santo Una nueva característica de la espiritualidad futura está en tensión dialéctica respecto a la ya mencionada de la experiencia personal e individual de Dios. Me refiero a la sociedad fraternal, comunitaria, que es un elemento también esencial para que se pueda dar una auténtica experiencia del Espíritu en el mañana. Yo sospecho, en suma, que en la espiritualidad del futuro el elemento de una comunidad fraternal-espiritual, una espiritualidad vivida en grupo, puede y debe jugar un papel mayor. No soy capaz de dar la fórmula mágica para llegar a ella. Se pueden ofrecer sin embargo algunas pistas, algunos caminos que, en parte, ya se siguen (dinámica de grupos, oración comunitaria a partir de la lectura de la Biblia, etc.), pero que deben ser clarificados y desarrollados. (52)

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_________ FICHA n. 48 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 49

EL APOCALIPSIS

1. EL GÉNERO APOCALÍPTICO La palabra «apocalipsis» es la transcripción de un término griego que significa «revelación». Todo apocalipsis supone una revelación hecha por Dios sobre sus planes futuros. El género apocalíptico tiene gran relación con el profético, pero mientras los profetas escuchaban las revelaciones de Dios y las transmitían oralmente, los autores de apocalipsis tienen «visión» de sus revelaciones y las ponen por escrito. Los autores de apocalipsis son «sabios», en sentido estricto, que se ocupan de problemas cosmológicos y del sentido de los acontecimientos de la Historia. Sus discursos se apoyan en las tradiciones sapienciales. De ahí que el género apocalíptico tenga más relación con la Literatura Sapiencial que con la Profética. La apocalíptica florece a partir del siglo II a. C. (con el precedente de las visiones de Ezequiel, Zacarías y Daniel) y perdurará dos siglos después de Cristo, coincidiendo con tiempos de crisis y de pruebas. Es literatura reconfortante que revela el plan de Dios y que anuncia que el dominio de las potencias del mal va hacia su fin y que la prueba dará paso al mundo futuro, celestial, que baja de lo alto iluminado por la gloria de Dios. Se escribieron numerosas obras apócrifas en las inmediaciones de la era cristiana. Algunas de ellas influirán en escritos canónicos del Nuevo Testamento y sólo una obra del género, el Apocalipsis de Juan, será reconocida como inspirada.

2. CARACTERÍSTICAS DEL GÉNERO APOCALÍPTICO — Visión universal de la historia. Proyectan la historia del pueblo de Dios sobre la historia universal y sobre el futuro definitivo del mundo. Todo sucede de acuerdo a los planes de Dios; las cosas últimas existen desde los orígenes. Para Israel, la historia es el escenario donde Yahvé realiza su experiencia de salvación, donde se revela 374

como Él es, actuando. — Concepción dualista. Dos fuerzas opuestas, y personificadas en el Bien y el Mal, actúan en el teatro de batalla, que es el mundo. Para Israel, el enfrentamiento no es entre iguales, pues Satanás es un ser inferior a Dios. Este dualismo tiene una dimensión cósmica, ya que el cielo, la tierra y el abismo se hallan envueltos en esta lucha. La visión es, además, pesimista por el protagonismo del mal, aunque el mensaje final sea de total optimismo. — Recurso a las «visiones». Se trata de un elemento descriptivo artificial, un recurso a visiones y éxtasis que sitúan al vidente en una posición superior. «Desde arriba» desvela los secretos de Dios y explica el significado profundo de los acontecimientos, a la vez que anuncia un futuro más tranquilizador y reconfortante. — Lenguaje simbólico. El empleo de «visiones» no tiene valor por sí mismo, sino por el simbolismo de las mismas. En un apocalipsis todo o casi todo tiene valor simbólico: animales, números, colores, astros, piedras preciosas, partes del cuerpo, etc. Así, por ejemplo, el blanco es símbolo de la divinidad, de la alegría y la victoria; el negro, de la muerte; el rojo, del lujo; los ojos expresan capacidad de conocimiento; los cuernos, potencia; el cuatro simboliza al mundo creado, los cuatro puntos cardinales; el siete es plenitud, totalidad; el diez, cantidad apreciable; doce es la cifra del Pueblo de Dios; mil es multitud; 144.000 (el cuadrado de doce por mil) significa, aplicado a los salvados, que el Pueblo de Dios es inmenso, sin medida. — Angelología y demonología muy desarrolladas. En torno al trono de Dios hay siempre multitud de ángeles que adoran a Dios y le sirven de mensajeros para los hombres. Por otra parte, los demonios están al servicio de las fuerzas del mal. Pero, quienes se encuentran entre Dios y los hombres sólo son criaturas. — Exposición dramática de la acción. Se sitúa en diferentes escenarios, con sucesión de actos y de escenas. La descripción teatral se refuerza con el empleo abundante y tremendamente realista del catastrofismo más imaginativo, donde aparece espectacularmente la intervención de Dios, el Juicio de Dios. — Difícil interpretación de su mensaje. Por su lenguaje plagado de simbolismos, el libro apocalíptico resulta de difícil comprensión, especialmente para culturas alejadas en el espacio, en el tiempo y en la problemática que lo motivó. — Pseudonimia. Generalmente los libros apocalípticos son anónimos o, mejor, los autores se esconden bajo nombres célebres de la antigüedad (seudónimos) para dar más autoridad a sus obras.

3. AUTOR Y TIEMPO DE COMPOSICIÓN DEL APOCALIPSIS En cuatro ocasiones el Vidente se autodenomina Juan; se trata de alguien muy relacionado con las Iglesias del Asia Menor, siervo de Dios y de Jesucristo; desterrado en 375

Patmos «a causa de la Palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo» (1,9). Desde el siglo II se pensó, con algunas excepciones, en el apóstol Juan como autor del Libro. Se aprecian semejanzas de contenido con el Cuarto Evangelio y también grandes diferencias, especialmente en el estilo literario. En la actualidad es opinión bastante generalizada que el autor puede ser alguien perteneciente al círculo de discípulos del apóstol Juan y que, aun no perteneciendo al grupo de los Doce, pudo haber convivido con Jesús. Esta última circunstancia no es aceptada como probable por muchos. En cuanto a la fecha de su composición, desde la Antigüedad se la situó a finales del siglo I, bajo el imperio de Domiciano. Por el contenido del Apocalipsis se desprende que los cristianos están viviendo tiempos difíciles; se ha derramado ya sangre de cristianos y se avecina una persecución que pondrá a prueba el testimonio de la fe cristiana: los cristianos deben oponerse al culto al emperador. Domiciano (81-96) introduce el culto imperial, partiendo de las regiones de Asia. Se nombra «Señor» y «dios». El culto al emperador pasó a ser signo distintivo del buen ciudadano y condición indispensable para ejercer ciertas funciones en la sociedad. A partir de este momento, se producirá la persecución y el martirio de los cristianos que obedecerán a la autoridad, pero se negarán a dar culto a nadie más que a su Dios. Ante esta amenaza se escribe el Apocalipsis donde se proclama a Dios como el único Señor y donde se desarrolla el culto al Cordero (Cristo Señor) enfrentado al culto al emperador (en la gran ramera = Babilonia = Roma). El Apocalipsis, escrito en este contexto de prueba, es el grito de la fe y de la resistencia apasionada frente al totalitarismo de un poder que va más allá de sus derechos. La fecha de composición del Apocalipsis se sitúa, pues, entre el 90 y el 95.

4. DESARROLLO ESQUEMÁTICO Se han dado innumerables divisiones que han tratado de organizar sistemática y estructuralmente el contenido del Libro. En lo único que frecuentemente se coincide es en afirmar que la estructura del Libro es la clave para su interpretación. (Tomamos, a grandes rasgos, el desarrollado por José Mª González Ruiz en Apocalipsis de Juan. El libro del testimonio cristiano, ed. Cristiandad.) INTRODUCCIÓN (1,1-20) a) La historia es un paréntesis entre Cristo-alfa y Cristo-omega. b) Por encima de la Iglesia siempre estará Cristo. PRIMERA PARTE: Las siete cartas a las siete Iglesias (2-4) Luces y sombras en las comunidades cristianas: buena organización, pero enfriada en el amor primero (Efeso); temerosa ante la persecución 376

(Esmirna); cansada de resistir (Pérgamo); inclinada a los oráculos mágicos y al compromiso (Tiatira); cristiana solo de nombre (Sardes); amenazada por los «falsos judíos» (Filadelfia); tibia y neutral con la idolatría circundante (Laodicea). (Estas cartas pudieron haber formado primitivamente un texto independiente.) SEGUNDA PARTE: propósito de Dios en la historia (4-8,2). Cristo es la clave de toda la historia humana. a) La historia humana vista desde Dios. b) El Cordero es el único capaz de dar sentido a la historia. c) Apertura de los siete sellos del Libro de la historia de la salvación. la calamidad que acompaña a cada acto forma parte del «Juicio de Dios»: Dios salva impartiendo su juicio. Todo lo que desestabilice el orgullo del Imperio sirve para afirmar los planes de Dios: la salvación de los elegidos que, a pesar de las opresiones, obtendrán el premio eterno. Se suceden las calamidades: guerras, epidemias, caída de los imperios opresores… TERCERA PARTE: Las siete trompetas. El Juicio de Dios a través de la Historia (8,3-14,20). a) Dios atiende las oraciones de sus fieles y cambia sus planes. b) Suenan las trompetas de la ira de Dios. c) El Evangelio es una buena noticia para los humillados y una mala noticia para el Gran Imperio. d) Enfrentamiento entre el Gran Imperio y la Iglesia: visión celestial; la Mujer y Dragón; la bestia marina, símbolo del emperador; la bestia de la tierra exige adoración; se prepara el Juicio de Dios. CUARTA PARTE: Las siete copas derramadas sobre la tierra. La ira del Dios justiciero tiene un límite (15,1-19,21). a) Dios, desde el cielo, se cuida de la historia. b) Los ángeles derraman sobre el mundo las siete copas de la ira de Dios. Los castigos están relacionados con las plagas de Egipto y con los de las siete trompetas. c) Roma, la gran prostituta, ante el juicio de Dios. Es la imagen del imperio idólatra que da culto al emperador. La ira de Dios se ha colmado. d) Caída de «Babilonia». Es la gran noticia. e) Alegría en el cielo por la caída de la Gran Ciudad. Es la fiesta de las bodas del Cordero con la Iglesia, porque, a pesar de todas las dificultades, la Iglesia se ha mantenido fiel a su prometido, Jesús. No se ha entregado al amor (culto) del emperador. f) Cristo cabalgará siempre por la historia como jinete justiciero y liberador. 377

QUINTA PARTE: La resurrección da sentido a la historia (20-22,6). a) La resurrección actúa ya a través de la acción de la Iglesia. b) La resurrección del hombre y del mundo llegarán a ser una realidad. Es la renovación total, la recreación, que afecta al cielo y a la tierra. La nueva Jerusalén, la Iglesia, que en su peregrinar terreno era la prometida del Cordero, aparece ahora como «una novia ataviada para su novio». La boda se celebrará en el umbral que separa la historia de la eternidad. CONCLUSIÓN: (22,6-21) — En la historia se mezclará el trigo con la cizaña. Sólo al final de la historia se realizará la gran cosecha. — La actitud de los cristianos ante la prueba y la persecución debe ser firme, sin concesiones ni vacilaciones. Si es necesario, deberán llegar a aceptar la tortura y la muerte. Es la respuesta del «martirio» al «testimonio de Jesús», una exigencia indeclinable. — Actitud de espera ante la Venida gloriosa del Señor, de espera, esperanza y optimismo. «Ven, Señor Jesús.»

5. REVELACIÓN DEL «TESTIMONIO DE JESUCRISTO» El Apocalipsis es «la Revelación de Jesucristo: se la concedió Dios para manifestar a sus siervos lo que ha de suceder pronto; y envió a su Ángel para dársela a conocer a su siervo Juan, el cual ha atestiguado la Palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo» (1,12). Es la Palabra de Dios que ha sido atestiguada por Jesucristo, el Testigo. En griego «testigo» y «mártir» son la misma palabra. En el Apocalipsis se da el paso de un sentido al otro. Dar testimonio de la fe se convierte en ser «mártir» por la fe. El testigo por excelencia es aquel que nos ama, «Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra» (1,5). El Apocalipsis subraya, no tanto el aspecto subjetivo del testimonio del cristiano (dar testimonio de Jesucristo), sino el contenido objetivo del testimonio: Cristo es el mensaje, la Palabra que da testimonio delante del mundo incrédulo mediante sus discípulos, testigos y profetas, que se configuran con él y que a través de su martirio siguen prolongando la pasión del Maestro. Los mártires se adhieren tan plenamente a la Palabra de Dios y al testimonio de Jesucristo que se dejan llevar hasta el fin, en seguimiento del Cordero, degollado y triunfante. El testimonio de Jesús es la afirmación que Jesús ha hecho sobre su filiación divina y sobre su tarea de salvar a la humanidad. Todos los cristianos poseen el testimonio de Jesucristo, pero de una manera muy especial lo tienen los profetas: los que tienen 378

encomendada por Dios la tarea de anunciar este «testimonio de Jesús». Son los «mártires» por excelencia. (El Concilio Vaticano II caracteriza la misión profética de la Iglesia en términos parecidos a los del Apocalipsis: «El pueblo santo de Dios participa también del don profético de Cristo, difundiendo su vivo testimonio sobre todo por la vida de fe y de caridad, ofreciendo a Dios el sacrificio de la alabanza, el fruto de los labios que bendicen su nombre». Lumen Gentium, n. 12.) a) Contenido del Testimonio de Jesucristo, revelado en el Apocalipsis • Dios es único y soberano. Transcendencia de Dios frente a las pretensiones del culto imperial. Es el Dios de la majestad, del poder y de la gloria; el tres veces Santo; el Señor de todas las cosas, pues les da el ser y las conserva; el principio y fin de todo, el alfa y la omega; el que interviene en la historia, sin privar de la libertad a los hombres. • Jesús es Dios: es el Juez enviado por Dios para vengarse de los enemigos de su Iglesia; es el Hijo del Hombre; es el Mesías-Rey; por ser Dios recibe la adoración de todo lo creado. • Jesús crucificado (el Cordero degollado) es el mismo Jesús resucitado y resucitador. Cristo es hombre que sufre y muere por los hombres; ha vencido al mal con su muerte y ha librado a los hombres de la esclavitud del demonio; por su muerte y resurrección ha obtenido el derecho de dominar sobre el destino de la humanidad y dirige su historia. Cristo fue primero «testigo fiel y verdadero» que hizo creíble su mensaje con la entrega de su propia vida. • La Iglesia es la realización histórico-escatológica del Pueblo de Dios. La Iglesia está amenazada por el Mal, pero Cristo la defiende, la anima y la constituye en el Reino de Dios, que será definitivo cuando sean derrotadas las potencias malignas. Este Reino se ha iniciado, es parte ya de la historia, pero su dimensión esencial y final es escatológica, de los últimos tiempos venideros, «no es de este mundo». Por esta doble realidad (la provisional y la definitiva), la relación entre Cristo y su Iglesia es de noviazgo, están prometidos en espera de la celebración y consumación de la boda definitiva. Pero, además de esta realidad de presente y de glorioso futuro, se da la otra dimensión ya actual entre la Iglesia terrena y la Iglesia celestial: todo lo que sucede y se celebra en la Iglesia peregrina tiene su eco en la del cielo, y todo lo que acontece en el santuario celeste repercute en la historia de la humanidad y del cosmos. • La Justicia de Dios. Difícil contenido teológico, por lo que tiene de semejante con la venganza humana. Sin embargo, presenta unas notas que pueden orientarnos en su interpretación: la Justicia de Dios se anuncia para que haya tiempo de arrepentirse; no es indiscriminada; es inexorable con los enemigos de las víctimas inocentes. b) Celebración cultual del testimonio Todo el Apocalipsis está montado sobre imágenes de un culto litúrgico ultraterreno ante 379

la presencia de Dios. Es en la celebración litúrgica donde el testimonio adquiere y manifiesta su plena significación; pero la acción litúrgica total y definitiva solamente se puede celebrar en el cielo. La Iglesia peregrina sólo podrá soñar con el futuro escatológico y deberá contentarse con celebraciones litúrgicas modestas, para expresar la actitud de espera y de tensión hacia una realidad más solemne, majestuosa y triunfal. (Es el mismo mensaje de la Carta a los Hebreos que intenta consolar a una comunidad de cristianos judíos que sienten nostalgia del solemne culto del Templo de Jerusalén y deben conformarse con la celebración de reuniones domésticas.) El más allá es todo él un templo inmenso, iluminado por Dios y por Jesucristo (allí «no hay templo, porque su templo es el Señor Dios todopoderoso y el Cordero»). Jesús, la víctima sacrificial (el Cordero degollado), será el Sumo Sacerdote de la liturgia escatológica que no tendrá fin. La Iglesia peregrina celebra en su liturgia lo revelado por Jesucristo, su Palabra y su Testimonio, pero lo celebra «de paso», mirando a lo definitivo, suspirando en un grito de esperanza y anhelo: «Ven Señor Jesús». Es la oración litúrgica de la esperanza y el deseo con que termina el Apocalipsis: «Maranatha».

6. EL APOCALIPSIS, CANTO DE ESPERANZA Y LLAMADA AL TESTIMONIO El mensaje del Apocalipsis nada tiene que ver con los terrores ante la venida del Señor, especialmente en el tránsito de un milenio a otro. El Apocalipsis es la gran epopeya de la esperanza cristiana y el canto de triunfo de la Iglesia perseguida. La revelación de Cristo como Señor de la Historia, que intenta confortar a la Iglesia, la exhorta a una fe más robusta y empuja hacia la esperanza. La Iglesia es la sociedad de los salvados y el instrumento de salvación de Dios para el mundo. El mensaje auténtico del Apocalipsis conduce al testimonio que todo cristiano debe dar de Jesús, su creador y liberador, a «ser su testigo», a «confesar», a «dar testimonio» de ese Señor, incluso, si es preciso, con la sangre del martirio. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. El Apocalipsis es la puerta a la esperanza en medio de la persecución. ¿Qué signos de esperanza damos los cristianos? ¿Cómo ves la sociedad de hoy? ¿Tienes una visión pesimista, optimista o moderadamente pesimista-optimista? ¿Por qué los cristianos hemos de ser portadores de esperanza? 2. Como Iglesia peregrina, ¿celebramos en la liturgia la tensión y espera de la Venida del Señor? ¿Vives la alabanza litúrgica en unión con la que Dios recibe en el cielo y en espera de la que celebraremos en la

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«Jerusalén celestial» «al final de los tiempos»? 3. Somos peregrinos del Reino, pero el Reino comienza ya aquí, en la tierra. ¿Qué hacemos para que el Reino de Dios se haga realidad? ¿Solamente rezamos «Venga a nosotros tu Reino» como si esperáramos que cayera del cielo? 4. ¿Qué sentido damos a nuestro padecer de cada día? ¿Cómo miramos a la enfermedad, a la incomprensión, al desprecio, a los reveses? ¿Nos ayuda el grupo a vivir más gozosamente nuestra vocación de testigos de la Resurrección?

PARA ORAR Y REFLEXIONAR «Este es el Sacramento de nuestra fe: anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ¡Ven, Señor Jesús!»

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Himno de los redimidos Eres digno, Señor, Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado el universo; porque por tu voluntad lo que no existía fue creado. Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado y con tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos para nuestro Dios un reino de sacerdotes, y reinan sobre la tierra. Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza. Ap 4,11; 5,9.10.12

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Madre de la esperanza Te ofrecemos, María, un canto de alabanza porque tú eres siempre nuestra alegría y tú eres madre de la esperanza (2). Esperanza del hombre que ha encontrado un camino, esperanza de aquellos que han perdido ilusión, esperanza de quienes ven oscuro el destino y esperanza de todos los que creen en Dios. Esperanza del hombre que, al caer, se levanta, esperanza de aquellos que han caído en error, esperanza de quienes han perdido la calma y esperanza de todos los que aman a Dios. Esperanza del hombre que se esfuerza y avanza, esperanza de aquellos que golpea el dolor, esperanza de quienes no hablan ya de esperanza y esperanza de todos los que esperan en Dios. (53)

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_________ FICHA n. 49 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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TEMA 50

LA PALABRA DE DIOS EN LA VIDA Y EN LA CELEBRACIÓN LITÚRGICA DE LA IGLESIA

El Concilio Vaticano II, en su Constitución Dogmática «Dei Verbum», quiso exponer la doctrina auténtica sobre la Divina Revelación para que (tomando las palabras de San Agustín) «todo el mundo, con el anuncio de la salvación, oyendo, crea; creyendo, espere, y esperando, ame» (DV1). La Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino redactó unos Prenotandos para la edición del nuevo Leccionario (21 de enero de 1981), sobre la celebración litúrgica de la Palabra de Dios. Extractamos de ambos documentos la palabra de la Iglesia sobre la Palabra de Dios.

1. CONTENIDO TEOLÓGICO a) Dios se revela y manifiesta su Plan de salvación Dios quiso revelarse a Sí mismo y manifestar el misterio de su voluntad de salvación. Dios, movido por su amor, habla a los hombres como amigos. Por Cristo, la Palabra hecha carne, y con el Espíritu Santo les invita a recibirlos en su compañía y a que participen de su naturaleza divina. Dios realiza su Plan de salvación a través de obras y palabras, unidas intrínsecamente, ya que sus obras manifiestan y confirman el significado profundo de las palabras, y las palabras proclaman las obras y explican su misterio. En Cristo resplandece la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre, que trasmite la revelación. Cristo es el mediador y la plenitud de toda la Revelación (cfr. D.V. 2). b) Cristo, Verbo encarnado, culminación de la Revelación y consumación del Plan de salvación En Cristo culmina la Revelación que se inició con la creación del universo y que continuó 386

a lo largo del Antiguo Testamento, con obras y palabras, como una preparación del camino del Evangelio. Cristo «habla las palabras de Dios» a los hombres y realiza la obra de salvación. Mediante sus obras y palabras, especialmente en su muerte y resurrección, con el envío del Espíritu de la verdad, Cristo lleva a la plenitud toda la Revelación y confirma, con su testimonio divino, que Dios está con nosotros para liberarnos del pecado y de la muerte y para resucitarnos a una vida nueva (cfr. D.V. 2 y 3). c) El Espíritu Santo ilumina y asiste al creyente en el diálogo con la Palabra de Dios El Espíritu Santo se adelanta y ayuda al hombre para que dé la respuesta a la Palabra desde la fe, entregándose entera y libremente a Dios, y pueda ir comprendiendo cada vez con más profundidad el contenido salvador de la Revelación (cfr. D.V. 5). d) La Iglesia contempla a Dios en el espejo de la Escritura y de la Tradición La Escritura y la Tradición Apostólica (que va creciendo en la Iglesia con la ayuda del Espíritu Santo) son el espejo en el que la Iglesia peregrina contempla a Dios, hasta que llegue el día de verlo sin verlos, cara a cara, como Él es. Ambas proceden de Dios, juntas van hacia un mismo fin y constituyen un solo depósito de la Revelación de Dios, confiado a la Iglesia: al pueblo cristiano entero, unido a sus Pastores, a quienes está encomendado el Magisterio, siempre al servicio y por debajo de la Palabra de Dios (cfr. D.V. 8-10). e) La Palabra de Dios, inspirada y encarnada La Palabra es revelación escrita inspirada por el Espíritu Santo que se sirve del lenguaje de los hombres, condicionado por la época, cultura, mentalidad, forma de vida y géneros literarios. Quien lea la Escritura debe hacerlo interpretando lo que los autores sagrados querían decir y lo que Dios quería revelar a través de ellos. Dios en su condescendencia quiso encarnar su Palabra en nuestro limitado lenguaje, como el Verbo del Padre se hizo carne de la débil condición humana. «Todo lo dicho sobre la interpretación de la Escritura queda sometido al juicio definitivo de la Iglesia, que recibió de Dios el encargo y el oficio de conservar e interpretar la palabra de Dios» (Vat. I, Dei Filius c.2), (cfr. D.V. 11-13). f) La Palabra de Dios, alimento de vida en la Liturgia de la Iglesia La Iglesia, en la Liturgia, toma y reparte el pan de vida que ofrece la mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo. «Es tan grande el poder y la fuerza de la Palabra de Dios que constituye sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual» (D.V. 21). g) La Liturgia actualiza la Palabra, acercándola al hoy de la Iglesia y de los creyentes «La misma celebración litúrgica, que se sostiene y se apoya principalmente en la Palabra de Dios, se convierte en un acontecimiento nuevo y enriquece esta palabra con una 387

nueva interpretación y una nueva eficacia. De este modo en la Liturgia, la Iglesia sigue fielmente el mismo sistema que usó Cristo en la lectura e interpretación de las Sagradas Escrituras, puesto que él exhorta a profundizar el conjunto de las Escrituras partiendo del «hoy» de su acontecimiento personal» (Prenot. 3). h) La Palabra de Dios actúa en la Liturgia de forma especialmente eficaz «La economía de la salvación, que la Palabra de Dios no cesa de recordar y de prolongar, alcanza su más pleno significado en la acción litúrgica, de modo que la celebración litúrgica se convierte en una continua, plena y eficaz exposición de esta Palabra de Dios. Así, la Palabra de Dios, expuesta continuamente en la Liturgia, es siempre viva y eficaz por el poder del Espíritu Santo y manifiesta el amor operante del Padre» (Prenot. 4). i) En la Liturgia, Dios sigue pronunciando su Palabra «Dios se vale de la comunidad de fieles que celebran la Liturgia para que su Palabra siga un avance glorioso. Siempre que la Iglesia, congregada por el Espíritu Santo en la celebración litúrgica, anuncia y proclama la Palabra de Dios, se reconoce a sí misma como el nuevo pueblo en el que la alianza sancionada antiguamente llega ahora a la plenitud y total cumplimiento» (Prenot. 7). j) Respuesta comunitaria y personal a la Palabra proclamada en la acción litúrgica El Espíritu Santo «va recordando, en el corazón de cada uno, aquellas cosas que, en la proclamación de la Palabra de Dios, son leídas para toda la asamblea de los fieles» (Prenot. 9). Así, «la Palabra de Dios, recibida con fe, mueve todo el interior del hombre a la conversión y a una vida resplandeciente de fe, personal y comunitaria, ya que es el alimento de la vida cristiana y la fuente de toda la oración de la Iglesia» (Prenot. 47). k) La Palabra de Dios, proclamada en la Liturgia, conduce a la Eucaristía «La Palabra de Dios, leída y anunciada por la Iglesia en la Liturgia, conduce al sacrificio de la alianza y al banquete de la gracia, es decir, a la Eucaristía, como a su fin propio» (Prenot.10).

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2. EXHORTACIONES PASTORALES 1. La Escritura debe ser el alma de la teología y el alimento de la predicación y catequesis — «Toda la predicación de la Iglesia, como toda la religión cristiana, se ha de alimentar y regir con la Sagrada Escritura» (DV 21). — «La escritura debe ser el alma de la teología. El ministerio de la palabra, que incluye la predicación pastoral, la catequesis, toda la instrucción cristiana, y en puesto privilegiado la homilía, recibe de la Escritura alimento saludable y por ella da frutos de santidad» (DV 24). — Que «por la lectura y estudio de los Libros sagrados se difunda y brille la Palabra de Dios; que el tesoro de la revelación encomendado a la Iglesia vaya llenando el corazón de los hombres» (DV 26). 2. Recomendaciones para la lectura y el estudio de la Palabra de Dios — «Los fieles han de tener fácil acceso a la Sagrada Escritura» (DV 22), en traducciones bien cuidadas y «provistas de comentarios que realmente expliquen» (DV 25). — La Iglesia, Esposa del Verbo encarnado, debe poner todos los medios oportunos para «que se multipliquen los ministros de la palabra capaces de ofrecer al pueblo de Dios el alimento de la Escritura, que alumbre el entendimiento, confirme la voluntad, encienda el corazón de los hombres en el amor de Dios» (DV 23). — «Los sacerdotes, diáconos y catequistas dedicados por oficio al ministerio de la palabra han de leer y estudiar asiduamente la Escritura… y han de comunicar a sus fieles, sobre todo en los actos litúrgicos, las riquezas de la Palabra de Dios» (DV 25). — Se «recomienda insistentemente a todos los fieles, especialmente a los religiosos, la lectura asidua de la Escritura», en la Liturgia, en la lectura espiritual y en todo tipo de acciones e instituciones que oportunamente se organicen. «Recuerden que a la lectura de la Sagrada Escritura debe acompañar la oración para que se realice el diálogo de Dios con el hombre, pues a Dios hablamos cuando oramos y a Dios escuchamos cuando leemos sus palabras» (DV 25). PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO 1. Lee Heb 4,12. ¿Qué ha supuesto para ti el conocimiento y la lectura de la Palabra? ¿Qué compromisos te fijas en relación a la lectura personal, reflexión y oración de y con la Palabra? Muy probablemente el camino recorrido en esta Catequesis Bíblica te resulta ya insuficiente y estás decidido a profundizar más en la Palabra de Dios. ¿Qué medios piensas poner? 2. ¿Nos ha ayudado la oración en torno a la Palabra y el esfuerzo por conocerla y apreciarla para vivir en el

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grupo como una auténtica comunidad eclesial? ¿Vamos a dar pasos para que de este grupo catecumenal nazca una comunidad? ¿Qué planes podemos precisar para el inmediato futuro? 3. ¿Nos sentimos mensajeros, evangelizadores, catequistas de la Palabra? ¿A qué grado de compromiso podemos llegar para difundir la Palabra y, mejor aún, para ser ministros de la Palabra en el servicio de animación de otros grupos? 4. Celebración en torno a la Biblia.

PARA ORAR Oración de alabanza y de acción de gracias Te damos gracias y te bendecimos, Dios santo y fuerte, porque diriges con sabiduría los destinos del mundo y cuidas con amor de cada uno de los hombres. Tú nos invitas a escuchar tu palabra, que nos reúne en un solo cuerpo, y a mantenernos siempre firmes en el seguimiento de tu Hijo. Porque sólo él es el camino que nos conduce hacia ti, Dios invisible, la verdad que nos hace libres, la vida que nos colma de alegría. Por eso, Padre, porque tu amor es grande para con nosotros, te damos gracias. Hoy, tu familia, reunida en la escucha de tu Palabra y en la comunión del pan único y partido, celebra el memorial del Señor resucitado, mientras espera el domingo sin ocaso en el que la humanidad entera entrará en tu descanso. Entonces contemplaremos tu rostro y alabaremos por siempre tu misericordia. Prefacios: Dominical X y Plegaria Eucarística V/b

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_________ FICHA n. 50 _________ (Pon una señal debajo de V o F, si juzgas que la afirmación propuesta es verdadera o falsa.)

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Celebración

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Entrega de la Biblia (Hay que preparar: — Un atril para una Biblia grande. — Las Biblias que se vayan a entregar, colocadas sobre una mesa. Pueden ser las que tienen ya los miembros del grupo: — Una sala, con sillas dispuestas en semicírculo. — El sacerdote irá revestido de alba)

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1. CANTO DE ENTRADA Alrededor de tu mesa venimos a recordar (2) que tu Palabra es camino, tu Cuerpo fraternidad (2). Hemos venido a tu mesa a recordar el misterio de tu amor, con nuestras manos manchadas, arrepentidos, buscamos tu perdón. Alrededor de tu mesa… Juntos, a veces sin vernos, celebramos tu presencia sin sentir que se interrumpe el camino, si no vamos como hermanos hacia Ti. Alrededor de tu mesa… (54)

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2. SALUDO DEL SACERDOTE Que la Palabra de Dios habite en vuestros corazones y esté siempre con vosotros. 3. MONICIÓN DE ENTRADA (Monitor) Convocados por el Señor, nos hemos reunido en torno a su Palabra. Él nos habla siempre. En estos últimos tiempos, nos habla por boca de su Hijo Jesús. Su Palabra resuena en el mundo, proclamada por la Iglesia. En esta celebración, recibiremos el Libro sagrado de los cristianos, el mensaje vivo que Dios Padre nos envía hoy a todos nosotros. 4. PETICIÓN DE PERDÓN (Celebrante) Reconocemos que no apreciamos la Palabra como luz y vida para nosotros, y pedimos perdón: — ¡Tú tienes palabras de vida eterna!, Señor, ten piedad. — Tu Palabra es camino, verdad y vida. Cristo, ten piedad. — Tu Palabra ha sido sembrada en nosotros. Señor, ten piedad. — Tu Palabra, por nuestra culpa, ha sido arrastrada de nuestros corazones. Cristo, ten piedad. — Tu Palabra yace marchita junto a las piedras de nuestro olvido. Señor, ten piedad. — Tu Palabra ha quedado estéril. Cristo, ten piedad. (Pausa de silencio. Se pueden expresar otras peticiones de perdón) 5. OREMOS (Celebrante) Tu Palabra, Padre, se ha hecho carne en Jesús, tu Verbo eterno. Por él cumples tu Palabra de promesas y recreas la faz de la tierra. Ya que hemos acogido tu Palabra, despliega en nosotros el poder de la Buena Noticia, hasta que llegue el día en que pronuncies la última Palabra sobre nuestra vida. 6. ENTRONIZACIÓN DE LA BIBLIA 395

(Uno del grupo trae la Biblia, desde el fondo de la sala, acompañado por otros dos que portan velas encendidas. La entrega al celebrante. Este la presenta abierta a la asamblea, que inclina la cabeza en gesto de veneración. El celebrante la coloca, después, en el atril) 7. LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS Un lector proclama Neh 8,1-12.

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8. SALMO RESPONSORIAL • CANTO: Tu Palabra me da vida, confío en Ti, Señor. Tu Palabra es eterna, en ella esperaré. (Se recita el Salmo 118, intercalándolo con el canto) Dichoso el que, con vida intachable, camina en la voluntad del Señor. Dichoso el que, guardando sus preceptos, lo busca de todo corazón. Tu Palabra me da vida… Postrada en el polvo está mi alma, devuélvame la vida tu palabra. Mi alma está llena de tristeza, consuélame, Señor, con tus promesas. Tu Palabra me da vida… Escogí el camino verdadero y he tenido presente tus decretos, correré por el camino del Señor cuando me hayas ensanchado el corazón. Tu Palabra me da vida… Este es mi consuelo en la tristeza, sentir que tu palabra me da vida. Por las noches me acuerdo de tu nombre, recorriendo tu camino, dame vida. Tu Palabra me da vida… Repleta está la tierra de tu gracia, enséñame, Señor, tus decretos. Mi herencia son tus mandatos, alegría de nuestro corazón. Tu Palabra me da vida… (55) 397

9. PROCLAMACIÓN DEL EVANGELIO El celebrante proclama Lc 8,5-15. 10. HOMILIA/REFLEXIÓN Nuestro Dios no está mudo, ¡no se parece a los ídolos, que tienen boca y no hablan! Su Palabra no se ha agotado; nuestro Dios no es el Dios de los escribas que encierran la Ley en sus libros muertos. Dios sigue hablando, pues Dios es Palabra. El Evangelio no es una historia de ayer; es semilla que se echa al surco cada día, palabra destinada a dar nuevos frutos hasta el final de los tiempos. Nunca se volverá a cerrar el Evangelio, pues es libro abierto a la vida. Palabra de Dios para el hombre de hoy, semilla arrojada en todos los terrenos, llamada a todos los corazones. ¡Dichoso el que oye la Palabra de Dios y la cumple! No para preservarla, sino para multiplicarla. Para el hombre, ¡hablar es vivir! Por la palabra da sentido a las cosas. Por medio de la palabra se hace hombre, al recibir de los otros el significado de los vocablos. A lo largo de su vida, el hombre se arriesgará a hablar de lo que vive, de lo que siente y de lo que es, sin llegar nunca a agotar la palabra capaz de expresar la totalidad de su existencia. El hombre intenta decirse a sí mismo: para él, ¡hablar es vivir! También para Dios ¡hablar es vivir! Desde el principio, Dios existe hablando. Palabra del Padre que, desde siempre, engendra una palabra que responde a su ternura. Verbo nacido en el mismo seno de Dios, Hijo único porque es la palabra que responde perfectamente a la ternura ofrecida. Dios es diálogo en su mismo ser: Padre e Hijo, palabra en concordancia tal que suscita una misma respiración, el Espíritu. Para Dios, existir es hablar. La «Palabra se hizo carne». Dios se hizo palabra de hombre. La fe nos introduce en el dinamismo de esta palabra. La fe es escucha, pues no hay palabra si no es largamente escuchada. La fe es meditación. No hay palabra si no es largamente asimilada, compartida. La fe es provocación, discusión, conversión. Es asombro, admiración, gratitud. Escuchar la palabra y no ponerla en práctica es forjarse ilusiones. La fe es respuesta. «Permanece en lo que has aprendido y se te ha confiado» (2 Tm 3,14). La vida del creyente es obediencia a una Palabra. Porque tiene que ser fidelidad a una revelación. Obediencia a una Palabra que se escucha… y a una Palabra que se acoge. (56) 11. PROFESIÓN DE FE Creemos en Dios, nuestro Padre. La tierra, nacida de su palabra creadora, ha dado su mejor fruto: Jesús, su Hijo, su Verbo eterno. 398

Creemos en Jesús, semilla de vida, grano hundido en la tierra, espiga gloriosa de la resurrección. Creemos en el Espíritu Santo, fuerza que fecunda la Palabra y que sostiene en la Iglesia la esperanza de la cosecha. Dios creador, concede a tus semillas que fecunden la tierra. Puesto que hemos compartido el pan de la vida, que tu palabra tome carne en la carne de cada día. Que la esperanza de la siega alumbre un buen futuro. Dios y Padre nuestro, tu palabra se ha cumplido en la venida de tu Hijo. Envíanos a llevar al mundo la buena nueva que libera desde ahora y para siempre. 12. ORACIÓN DE LOS FIELES CELEBRANTE: Es tu Palabra lo que deseamos, Señor. Que Jesús sea el secreto de nuestra vida. Escucha, Padre, nuestra humilde palabra, hecha oración. MONITOR: — Te pedimos, Señor, por todos los que en silencio reciben el soplo del Espíritu. Escúchanos Señor. — Te pedimos, Padre, por todos los que, a través de tu Palabra, te encuentran y se dejan llevar por tu ternura. — Te pedimos, Padre, por los que responden a lo que han escuchado. — Te pedimos, Padre, por los que encarnan hoy tu Palabra y por los que son incomprendidos y perseguidos por ser mensajeros de tu Evangelio. — Te pedimos, Señor, por todos los que son «servidores de la Palabra» en la comunidad, sacerdotes, diáconos, catequistas, y por los profetas que son portadores de tu mensaje. — Te pedimos, Padre, por todos los que buscan y por todos los que se dejan interpelar por los signos de los tiempos. 399

— Te pedimos, Padre, por los estudiosos de la Sagrada Escritura para que sean el eco fiel de tu Palabra. — Te pedimos, Padre, por todos nosotros que nos reunimos en torno a la Biblia. Haz que siempre estemos atentos a tu Palabra y sepamos encarnarla como buena noticia entre nuestros hermanos. (Otras peticiones espontáneas)

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13. ENTREGA DE LA BIBLIA (El celebrante va entregando a cada uno la Biblia, diciendo:) Recibe, hermano, el libro sagrado de la Palabra de Dios. Que sea para ti luz en el camino, consuelo en las penas y gozo permanente. (Se responde: Amén. Y se besa la Biblia) 14. ACCIÓN DE GRACIAS Con todo el Antiguo Testamento, que ha llevado la fe como se cuida la vida, proclamamos: «¡Escucha, Israel: El Señor es el Único; amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas!» Con Jesús, el Enviado de Dios, que vivió la fe como se da la vida, proclamamos: «Te doy gracias, Padre, Señor, del cielo y de la tierra, por haber revelado tu misterio a los pequeños. Nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquéllos a quienes el Hijo quiera revelárselo». Con la Iglesia, reunida por el Espíritu, que ha recibido la fe para dar testimonio de ella con su vida, proclamamos: «¡Si tus labios confiesan que Jesús es el Señor, estarás salvado! Pues el Señor es magnánimo con los que lo invocan». Ahonda nuestra sed de infinito, profundiza nuestra voluntad de comunión, sé tú mismo nuestro camino. Reaviva nuestra hambre, sé tú mismo nuestro pan, viático de nuestros caminos.

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Purifica los deseos de tu Iglesia con el aliento de la Pascua, que reciba las primicias de la tierra de la libertad, que mana leche y miel, en la que caen todas las barreras y se reducen las divisiones. Haz que tu pueblo, en la acción de gracias, conozca los beneficios del Reino y la alianza que tú estableces con nosotros por Jesucristo, tu Hijo amado. (56) (Un momento de silencio para la reflexión) (Cada uno puede expresar sus sentimientos con frases bíblicas alusivas a la Palabra, dejando breves pausas de silencio al final de cada frase) — «Tú tienes palabras de vida eterna». — «Tú eres el camino, la verdad y la vida». — «Tu palabra me da vida; confío en Ti, Señor». — «¿Cómo podrá un joven andar honestamente? Cumpliendo tus palabras». — «Cuando recibía tus palabras, las devoraba. Tu palabra era mi gozo y mi alegría íntima» (Jer 15,16). — «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». — «Dichoso el que con vida intachable camina en la Ley del Señor». — «Mi porción es el Señor. He resuelto guardar tus palabras». — «Me consumo ansiando tu salvación y espero en tu palabra». — «Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero». — «Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio, esperando tus palabras». — «Habla, Señor, que tu siervo escucha».

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15. CANTO Habla, Señor, Habla, Habla, Habla, Habla,

Señor, Señor, Señor, Señor,

que tu hijo escucha. te quiero escuchar. danos tu mensaje. danos tu verdad.

1. Señor, instrúyeme en tus sendas, haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y mi Salvador. 2. El Señor es bueno y recto y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes. (58) 16. BENDICIÓN FINAL El Señor os bendiga y os guarde, os muestre su rostro, y tenga misericordia de vosotros. Os mire benignamente y os conceda la paz. El Señor os bendiga: en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén Podéis ir en Paz.

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Celebración

Entrega del Credo 1. CANTO DE ENTRADA

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Si vienes conmigo Si vienes conmigo y alientas mi fe, si estás a mi lado, ¿a quién temeré? (2). A nada tengo miedo, a nadie he de temer, Señor, si me protegen tu amor y tu poder. Me llevas de la mano, me ofreces todo bien, Señor, Tú me levantas si vuelvo a caer. Qué largo mi camino… Qué hondo mi dolor… Ni un árbol me da sombra, ni escucho una canción. ¿Será que a nadie puedo mirar ni sonreír? Señor, Tú solo quedas, Tú solo junto a mí. (59)

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2. SALUDO La paz, la caridad y la fe de parte de Dios Padre, la comunión del Espíritu Santo y la gracia del Señor Jesucristo estén con todos vosotros. Y con tu Espíritu. 3. MONICIÓN En esta Celebración vamos a afirmar nuestra adhesión a Jesucristo, el enviado del Padre. Al confesar y proclamar nuestra fe, queremos afirmar con plena conciencia que Dios es nuestro Padre. Él, por amor, nos ha creado y nos ha hecho sus hijos. Nos ha dado a su Hijo Jesús como Salvador y Hermano Mayor. El Espíritu del Padre y del Hijo habita en nuestros corazones y nos ha hecho nacer a una vida nueva. Celebremos con gozo el sabernos hijos de Dios y hermanos en Jesús. 4. PETICIÓN DE PERDÓN Pedimos al Señor que perdone nuestra falta de fe. — Porque no confiamos plenamente en Ti. Señor, ten piedad. — Porque ponemos nuestro corazón en proyectos y tareas que no nos llevan a Ti. Señor, ten piedad. — Porque en medio de nuestros fallos y fracasos no hemos confiado suficientemente en Ti. Señor, ten piedad. — Porque ante los problemas y dificultades dudamos de tu bondad y de tu presencia bienhechora. Señor, ten piedad. — Porque no sabemos hablarte, tratarte y acudir a Ti como verdadero Padre. Señor, ten piedad. (Se pueden añadir otras peticiones de perdón)

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5. OREMOS En medio de los azares del mundo y las incertidumbres de la historia, sé, Padre, nuestro auxilio y fortaleza. Cuando nuestra confianza se vea golpeada por culpa de los fracasos, oh Jesús, sé Tú nuestra total esperanza. Dios de Abrahán y de los padres de nuestra fe, escucha nuestra oración, ilumina nuestra historia con tu promesa, fecunda nuestro futuro con tu poder, calma nuestros temores y afianza nuestro valor. Haz que nos mantengamos en pie, como si viéramos el futuro, para esperar siempre el día de tu Venida. Amén.

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6. LECTURA Un lector proclama Dt 26,1-11.

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7. SALMO RESPONSORIAL • CANTO

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Me refugio en Ti Protégeme, protégeme, Dios mío, protégeme que me refugio en Ti. El Señor es el lote de mi heredad, mi suerte está en su mano, con Él a mi derecha, no vacilaré. Por eso, se me alegra el corazón y se gozan todas mis entrañas, pues no me entregarás a la muerte, ni mis ojos verán la corrupción. Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, colmarás mi alma de alegría, sentado para siempre a tu derecha. • SALMO 15 Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: «Tú eres mi bien». Los dioses y señores de la tierra no me satisfacen. Multiplican las estatuas de dioses extraños; yo no derramaré sus libaciones con mis manos, ni tomaré sus nombres en mis labios. El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte está en tu mano: me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad. Bendeciré al Señor que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena: porque no me entregarás a la muerte ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha.

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8. LECTURA Un lector proclama Rm 1,16-17 y 5,1-5. 9. LECTURA DEL EVANGELIO según San Marcos 4,35-40 10. HOMILIA / REFLEXIÓN — «¿Por qué temer?» Jesús se levanta e impera a las fuerzas desencadenadas; el viento y la mar se calman. ¿Por qué temer como los que no tienen motivos de esperanza? ¿No navega con nosotros el Dueño de la vida? No es un pasajero en tránsito; se ha embarcado definitivamente y ha unido su suerte a la de la embarcación. «Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.» Hemos embarcado al Dueño de la vida, y éste es el fundamento de nuestra esperanza, a pesar de los peligros que amenazan a la nave. — Nadie puede descubrir el misterio de Jesús sino aquel para quien el Espíritu levanta el velo. Sólo es revelador el signo cuando una palabra da su medida cabal. Unas flores sobre una mesa pueden significar muchas cosas —la preocupación por hacer acogedor un hogar, la excursión del último fin de semana…—, sólo significarán ternura si la palabra de un esposo revela el significado oculto de esas flores. «Nadie puede confesar el nombre de Jesús sino aquel a quien el Espíritu se lo revele». A Jesús no se le inventa, se le recibe. «Y vosotros, ¿quién decís que soy?» Y añade Jesús inmediatamente: «El que quiera venir conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga». Nuestra vida entera no será bastante para decir de verdad: «Tú eres el Hijo de Dios». Actualmente, tan sólo vemos como en un espejo; para confesar de verdad y con admiración lo que hemos recibido por gracia, habremos de esperar a que llegue el cara-a-cara de la eternidad: «Tú eres el Hijo amado de Dios, a quien hemos estado buscando y a quien, al fin, descubrimos hoy». — «Por la fe»… Nuestro encuentro con Dios está tejido de pura confianza. Tener fe en alguien es entregarse a él, abandonarse a él, poner todo el ser en sus manos. Tener fe en alguien es creer suficientemente en su palabra para que ella se haga nuestra propia palabra: no tengo más que decir que lo que tú dices de la vida, me atengo a lo que tú digas. La fe es adhesión. «Por la fe»… Tener fe en alguien es —junto con ese abandono fundamental— un combate, una conversión. Yo te doy mi fe, es decir, uno mi suerte a la tuya, tu vida pasa a ser mía, tus normas dirigirán mi 412

vida, tus obsesiones serán ahora las mías. La fe es comunión: nos forja y nos modela; también de esta forma la fe es adhesión. «Por la fe»… El único fundamento, el único criterio, es la adhesión firme a Dios por Jesucristo en una fe confiada; en esa adhesión no hacen sumandos ni los fallos del hombre ni las obras buenas; sino que de ella brotan con toda naturalidad las obras del amor. «Por la fe, el justo vivirá». Tan sólo la adhesión podrá darnos toda la medida de nuestra libertad, de la sabiduría, del amor y de la esperanza que nos sostiene a través de las vicisitudes de la vida. No podemos olvidar que el evangelio es Buena Nueva… (60) 11. PROCLAMACIÓN DEL CREDO (El que preside entrega a cada uno la tarjeta de los dos textos oficiales del Credo, mientras dice:) Recibe la fe de la Iglesia. Si la vives con tus obras, serás bendecido/a para siempre.

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12. CANTO Creo en Jesús Creo en Jesús, creo en Jesús, Él es mi amigo, es mi alegría, Él es mi amor. Creo en Jesús, creo en Jesús, Él es mi Salvador. Él llamó a mi puerta, me invitó a compartir su heredad. Seguiré a su lado, llevaré su mensaje de paz. Ayudó al enfermo y le trajo la felicidad. Defendió al humilde, combatió la mentira y el mal. Enseñó a Zaqueo a partir su hacienda y su pan. Alabó a la viuda porque dio cuanto pudo ella dar. (60) 13. ORACIÓN COMUNITARIA TODOS RECITAN: Oh Dios, creador y dueño de todas las cosas, no permitas que el miedo invada nuestro corazón, sino aumenta más bien la fe de tus fieles, para que sean testigos valerosos del mundo que tu Espíritu hace surgir. No te duermas, Señor, cuando no sabemos adónde ir. Despiértate y salva nuestra esperanza: ¡ten piedad de nosotros! Cuando soplan los vientos contrarios y la noche nos aplasta, levántate, Señor, e infúndenos más coraje: ¡ten piedad de nosotros! Cuando perdemos pie y no hay nada que nos ate a la vida, escucha nuestro grito, Señor: ¡ten piedad de nosotros! 14. CANTO

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Vaso nuevo Gracias quiero darte por amarme. Gracias quiero darte yo a Ti, Señor. Hoy soy feliz porque te conocí. Gracias por amarme a mí también. Yo quiero ser, Señor amado, como el barro en manos del alfarero. Toda mi vida hazla de nuevo, yo quiero ser un vaso nuevo. (2) Te conocí y te amé. Te pedí perdón y me escuchaste. Si te ofendí, perdóname, Señor, pues te amo y nunca te olvidaré. (62) 15. BENDICIÓN FINAL El Señor os bendiga y os guarde, os muestre su rostro y tenga misericordia de vosotros. Os mire benignamente y os conceda la paz. El Señor os bendiga en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Podéis ir en paz.

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Celebración

Entrega del Padrenuestro

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1. CANTO DE ENTRADA No pongáis los ojos No pongáis los ojos en nadie más que en Él (bis). No pongáis los ojos en nadie más (bis). No pongáis los ojos en nadie más que en Él. Porque sólo Él os puede sostener (bis). No pongáis los ojos en nadie más (bis). No pongáis los ojos en nadie más que en Él. No adoréis a nadie, a nadie más que a Él (bis). No adoréis a nadie, a nadie más (bis). No adoréis a nadie, a nadie más que a Él. (62)

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2. SALUDO DEL CELEBRANTE El Dios, Padre de Jesucristo y Padre de todos los hombres que nos mantiene en la vida por el amor de su Espíritu, esté con todos vosotros. 3. MONICIÓN En esta Celebración queremos entrar en el círculo de amistad filial con Dios, nuestro Padre. Jesús nos ha revelado esta gran verdad que nos llena de gozo: Dios es Padre nuestro. Ojalá inunde siempre nuestra vida la alegría de sentirnos hijos del Padre Dios. 4. PETICIÓN DE PERDÓN CELEBRANTE Frecuentemente vivimos más bajo el temor que con el amor. Volvamos nuestro corazón al Padre de las misericordias. — Por las veces que no hemos confiado en Ti, Padre. Señor, ten piedad. — Por las veces que no hemos santificado tu nombre. Señor, ten piedad. — Porque no nos hemos entregado con todas nuestras fuerzas a construir tu Reino. Señor, ten piedad. — Porque muchas veces no hemos aceptado con paz y esperanza que se hiciera tu voluntad ni hemos colaborado a ello. Señor, ten piedad. — Por las veces que te hemos pedido ayuda en nuestras necesidades, sin preocuparnos del hambre de nuestros hermanos más necesitados. Señor, ten piedad. — Por las veces que no hemos perdonado de corazón a quienes nos han ofendido. Señor, ten piedad. — Por las veces que hemos sucumbido a todo tipo de tentaciones. Señor, ten piedad. (Se pueden añadir otras peticiones de perdón)

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5. OREMOS Padre y Dios nuestro, eres ternura y misericordia. No abandones la obra de tus manos. Que venga tu Reino y que los hombres descubran tu presencia, porque Tú eres el Dios fiel. Líbranos de toda adversidad, porque Tú eres nuestro Dios, el único, Dios santo y Padre de ternura. Amén.

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6. PRIMERA LECTURA Un lector lee: Os 11,1-9

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7. SALMO RESPONSORIAL • SALMO 22: El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. Preparas una mesa ante mí enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.

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8. SEGUNDA LECTURA Un lector lee: Rm 8,15-17. (Después de una pausa para la reflexión, todos recitan:) Padre, me pongo en tus manos. Haz de mí lo que quieras. Sea lo que sea te doy las gracias. Estoy dispuesto a todo. Lo acepto todo con tal que tu voluntad se cumpla en mí y en todas tus criaturas. No deseo nada más, Padre. Te confío mi alma, te la doy con todo el amor de que soy capaz, porque te amo y necesito darme, ponerme en tus manos sin medida, con una infinita confianza, porque tú eres mi Padre. CH. DE FOUCAULD 9. PROCLAMACIÓN DEL EVANGELIO Lc 11,1-4 10. HOMILIA/REFLEXIÓN «Enséñanos a orar»… El modelo de la oración será siempre esta humilde invocación: «¡Padre nuestro!» Con estas dos palabras penetramos en la oración más sencilla y más auténtica. Digo «nuestro», y ahí están todos los hombres; en esa palabra reúno a la totalidad de las criaturas. Digo «Padre» y, ante el despliegue de toda la humanidad, llamo a Dios para que nos engendre a su propia vida. Cuando en el recogimiento y en la hondura del corazón digo: «Padre 422

nuestro», provoco el encuentro vivificante de la humanidad entera y de un Dios que quiere ser totalmente Padre. En la actitud del acto de oración en que me pongo, la humanidad reunida se abre a la acción re-creadora de Dios, de ese Padre que incansablemente vuelve a tomar, en sus fundamentos más ocultos, la obra ya comenzada de su creación, cuyo amor no conoce término, ya que su paternidad quiere ser siempre actual, deliberada, querida. Paternidad fundamental siempre en acto, ya que Dios nos crea y nos modela en cada instante según sus designios, aunque los desgarros y las desfiguraciones de nuestro pecado nos separen de la obra dinámica de Dios, de su voluntad paterna de tenernos con Él, de mantenernos guardados en los secretos de su amor. «Padre nuestro»: Señor, enséñanos a ser hijos. Ese es el secreto de los hombres de Dios. No ya un montón de frases hechas, sino sólo esto: ser hijo. Si es escuela de oración, el padrenuestro es, sobre todo, escuela de vida. «Santificado sea tu nombre»: el Padrenuestro nos invita a salir de nosotros mismos. Saturados por nuestros deseos, desbordados por nuestras preocupaciones, sacudidos por nuestros interrogantes, nos vemos llamados a interesarnos por Dios. «Venga tu Reino»: el amor es nuestra vocación, y la llamada nos lleva hacia adelante. «Padre Nuestro»: ¿quién puede decirlo con toda verdad? ¿quién puede manifestar tanta unión, tanta intimidad, tanta familiaridad? «Nos atrevemos a decir.» Sí, rezar el Padrenuestro es un riesgo. Rezar así es aceptar el riesgo de Dios. El riesgo de la presencia del fuego, el riesgo del amor universal. ¿Qué podemos hacer, sino balbucear, arriesgarnos a decir las palabras de otro, lo mismo que el niño repite lo que dijo el hermano mayor, sin saber muy bien lo que significa? Jesús rezaba así: «¡Abba! ¡Papá!». No era la palabra segura del adulto, «Padre», sino las sílabas vacilantes del pequeño: «Papá». Nadie pude decir estas palabras sino en el Espíritu; es Él el que reza en nosotros: «Padre nuestro». Hermanos, el amor perfecto destierra el temor; quien permanece en el temor no ha llegado a la perfección en el amor. Sin embargo, es preciso decirlo, ¡cuántas angustias e incluso cuántas neurosis originadas por falsos sentimientos religiosos! Dios produce miedo, porque hemos ido en su busca atiborrados de prohibiciones, incómodos dentro de la propia piel, en pos de una seguridad imposible, pues lo primero que habría que hacer sería desbloquear el corazón. Y algunos se obstinan en hablar de un Dios que prohíbe, amenaza, persigue y castiga. El corazón del hombre sólo se puede curar mediante una prolongada relación con Jesús y una confianza inquebrantable en la libertad del amor. 423

Demasiados cristianos dicen el Padrenuestro como si a fuerza de repetirlo se fueran a realizar sus peticiones: «¡Venga a nosotros tu reino… y que nosotros pongamos de nuestra cosecha para que no tarde demasiado!». ¡No! Dios es Dios, y no nos ha esperado para manifestar su Reino: ¡resucitó a Jesús! Entonces, ¿para qué orar? Pues porque la presencia de Dios en nuestra tierra es una cosa tan grande que no podemos dejar de repetirla. Decimos también: «¡Venga tu Reino!» y «¡Bendito sea tu Reino que llega!». El Reino de Dios, si está aquí, está escondido, y sólo se deja ver por los que miran al mundo con «ojos nuevos», con «corazón nuevo». Tenemos que orar para que esa mirada se agudice y para someter nuestro corazón a la transparencia del Espíritu. Por eso, quien ora sin perdonar habla en el vacío. No ha pasado al mundo nuevo, no sabe que, en Jesucristo, Dios le ha perdonado todas sus ofensas. Y se obstina en no perdonar… La única oración que Dios escucha es el grito de la fe. (63)

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11. CANTO DEL PADRENUESTRO (Durante el rezo cantado, se puede formar un círculo de manos unidas) 12. ORACIÓN COMUNITARIA Vamos a rezar la oración compuesta por Francisco de Asís, en su «paráfrasis del Padre Nuestro». LECTOR: ¡Oh santísimo Padre nuestro… TODOS: creador, redentor, consolador y salvador nuestro! LECTOR: Que estás en los cielos: en los ángeles y en los santos,/iluminándolos para el conocimiento,/ porque tú, Señor, eres luz;/ inflamándolos para el amor;/ porque Tú, TODOS: Señor, eres amor;/ habitando en ellos/e inundándolos para la felicidad,/ porque tú, Señor, eres el sumo bien,/ eterno bien,/ del cual procede todo bien,/ sin el cual no hay ningún bien. LECTOR: Santificado sea tu nombre esclarézcase en nosotros la noticia de ti,/ para que conozcamos/ cuál es TODOS: la anchura de tus beneficios,/ la largura de tus promesas,/ la altura de tu majestad / y la profundidad de tus juicios. LECTOR: Venta tu Reino: para que tú reines en nosotros/ por la gracia y nos hagas llegar a tu TODOS: reino,/ donde existe la visión manifiesta de ti,/ el amor perfecto de ti, la feliz compañía de ti, el goce eterno de ti. LECTOR: Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo: para que te amemos/ con todo el corazón,/ pensando siempre en ti;/ con toda el alma,/ deseándote siempre a ti;/ con toda la mente,/ dirigiendo a ti todas nuestras intenciones,/ buscando en todo tu gloria;/ y con todas nuestras fuerzas,/ empleando todas nuestras energías/ y los sentidos del TODOS: alma y del cuerpo/ exclusivamente al servicio de tu amor;/ y para que amemos a nuestros prójimos/ en cuanto esté de nuestra parte,/ gozándonos de los bienes ajenos/ como de los nuestros,/ compadeciéndolos en sus males/ y no causando ofensa alguna a nadie. LECTOR: El pan nuestro de cada día, TODOS: tu amado Hijo, nuestro Señor, LECTOR: dánosle hoy: para recuerdo,/ inteligencia/ y reverencia/ del amor que ha tenido con TODOS: nosotros/ y de lo que por nosotros/ dijo, hizo y padeció. LECTOR: Y perdónanos nuestras deudas: LECTOR:

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por tu misericordia inefable,/ por el valor de la pasión/ de tu amado Hijo/ TODOS: y por los méritos/ y la intercesión/ de la beatísima Virgen/ y de todos tus elegidos. LECTOR: Así como nosotros perdonamos a nuestros deudores: y lo que no perdonamos del todo,/ haz tú, Señor,/ que lo perdonemos del todo,/ a fin de que amemos/ sinceramente a los enemigos/ por ti/ e TODOS: intercedamos devotamente por ellos ante ti,/ no devolviendo a nadie/ mal por mal/ y tratemos de ser útiles a todos en ti. LECTOR: Y no nos dejes caer en la tentación: TODOS: oculta o manifiesta,/ repentina o insistente. LECTOR: Mas líbranos del mal: TODOS: presente y futuro. Gloria al Padre… 13. ORACIÓN FINAL Padre de los hombres, Tú ofreces las riquezas de tu Reino a los que tienen un corazón de pobre. Al darnos el Espíritu de tu Hijo, nos has hecho nacer a una vida nueva. Dios y padre nuestro, que esta novedad sea la causa de nuestra esperanza, y tu amor, la fuente de nuestra paz y gozo. El pan, fruto de nuestra tierra y de nuestro trabajo, se ha hecho sacramento de tu gracia. Tú, Padre nuestro, nos das hospedaje en tu casa. Ya no somos extraños para ti. Que esta comunión en ti se haga fraternidad con el prójimo para que siempre entre todos los hombres podamos llamarte de verdad: ¡Padre! Danos la audacia de pedir para recibir, 426

de buscar para encontrar, y transforma todos nuestros deseos en uno solo: que venga tu Reino ahora y para siempre. Amén.

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14. CANTO DE DESPEDIDA Hoy, Señor, te damos gracias Hoy, Señor, te damos gracias por la vida, la tierra y el sol; hoy, Señor, queremos cantar las grandezas de su amor (bis). 1. Gracias, Padre, mi vida es tu vida; tus manos amasan mi barro, mi alma es tu aliento divino, tu sonrisa en mis ojos está. 2. Gracias, Padre, Tú guías mis pasos; Tú eres la luz y el camino, conduces a Ti mi destino como llevas los ríos al mar. 3. Gracias, Padre, me hiciste a tu imagen y quieres que siga tu ejemplo brindando mi amor al hermano, construyendo un mundo de paz. (64) 15. BENDICIÓN FINAL El Señor os bendiga y os guarde, os muestre su rostro y tenga misericordia de vosotros. Os mire benignamente y os conceda la paz. El Señor os bendiga en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Podéis ir en paz.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 1. JUAN ANTONIO ESPINOSA, Así Cantamos 3, Ediciones Paulinas, Madrid 1992. 2. FRANCISCO P ALAZÓN, Salmos al Creador. Cantos del pueblo de Dios, Ediciones Paulinas, Madrid 1970. 3. P ATXI LOIDI, Gritos y Plegarias, Desclée de Brouwer, Bilbao 1982, 3ª edición, 106. 4. CESÁREO GABARÁIN, Cantoral Litúrgico Nacional, Coeditores Litúrgicos, Madrid 1983, nº 726. 5. JON SOBRINO, Jesucristo Liberador. Lectura histórico-teológica de Jesús de Nazaret, Editorial Trotta, Madrid 319-320. 6. Cantad al Señor. Sereca, Madrid 1984, (edición privada). 7. CESÁREO GABARAÍN, La Fuerza del Espíritu, Ediciones Paulinas, Madrid 1984. 8. CESÁREO GABARAÍN, Cantoral Litúrgico Nacional, Coeditores Litúrgicos, Madrid 1983, nº 408. 9. KARL RAHNER, Sobre la posibilidad de la fe hoy. Escritos de teología, tomo V, Taurus, Madrid 1964, 12-13. 10. HANS KÜNG, en Patxi Loidi, op. cit., 411. 11. EMILIO VICENTE MATEU, Un pueblo que camina, Pax, 1973, Madrid. 12. BERTOLD BRECHT, Poemas y canciones, Alianza Editorial, Madrid 1995, 7778. 13. JUAN ANTONIO ESPINOSA, Cantoral Litúrgico Nacional, nº 7. 14. P ATXI LOIDI, op. cit., 266. 15. CESÁREO GABARAÍN, Dios con nosotros, Ediciones Paulinas, Madrid 1974. 16. LEÓN FELIPE, Antología poética, Alianza, Editorial, Madrid 1981, 27-28. 17. LUIS ALFREDO, Mundo Nuevo, Ediciones de la Raíz, Barcelona 1988. 18. P ATXI LOIDI, op. cit., 316. 19. FLORENCIO ULÍBARRI, Compartir III, Ediciones EGA, Bilbao 1988, 86. 20. Ídem, 86. 21 JUAN ANTONIO ESPINOSA, Canciones del Hombre Nuevo, EDAPSA, Madrid 1972. 22. FLORENCIO ULÍBARRI, op. cit. II, 13. 23. P ATXI LOIDI, op. cit., 368. 24. CHARLES MOELLER, Mentalidad Moderna y Evangelización, 2ª edición, 429

Herder, 1967, 23-24. 25. JUAN ANTONIO ESPINOSA, Adviento y Liberación, Apostolado de la Prensa, Madrid, 1970. 26. CARISMÁTICOS, Evangelio es decir amigo, Ediciones Paulinas, Madrid 1984. 27. GERARD BESSIÈRE, Jesús inasible, Ediciones Sígueme, Salamanca 1975, 2122. 28. JOSÉ ANTONIO P AGOLA, Creer en el Resucitado. Esperar en nuestra resurrección, Sal Terrae, Santander 1991, p 13s. 29. CARMELO ERDOZÁIN, Cristo Libertador, Ediciones Paulinas, Madrid 1976. 30. EDOUARD COTHENET, Los milagros del Evangelio, Cuadernos bíblicos, nº 8, Editorial Verbo Divino, Estella, 1984, 37. 31. FRANCISCO P ALAZÓN y JOSÉ ANTONIO OLIVAR, Parábolas 1, 5ª Edición, Ediciones Paulinas, Madrid 1984, 62. 32. P ATXI LOIDI, op. cit., 329-330. 33. EMILIO VICENTE MATEU, op. cit, 27. 34. Secretariado Nacional de Catequesis, Evangelio y catequesis de las bienaventuranzas, Edice, Madrid 1983, 185-186. 35. FRANCISCO P ALAZÓN, Camino, verdad y vida. Ediciones Paulinas, Madrid, 1984. 36. CESÁREO GABARAÍN, La fuerza del Espíritu, Ediciones Paulinas, Madrid1980. 37. CESÁREO GABARAÍN, Dios con nosotros, Ediciones Paulinas, Madrid 1974, 2425. 38. P ATXI LODI, op. cit., 472-473. 39. CESÁREO GABARÁIN, op. cit., 30-31. 40. JAVIER OSÉS, Profetismo e institución en la Iglesia, Sal Terrae, Santander 1989, 20-21. 41. MARCEL BASTIN, Ghislain Pinckers, Michel Teheux, Dios cada día, tomo 4, Sal Terrae, Santander, 1990, 393. 42. Ídem, 401. 43. CARMELO ERDOZAÍN, op. cit., 29. 44. P ATXI LOIDI, op. cit., 512. 45. KAIROI, Jesús es el Señor, Pax, Madrid 1987, 14-15. 46. Ídem, 4. 47. MARCEL BASTIN… op. cit., tomo 5, 39. 48. P EDRO CASALDÁLIGA, Al acecho del Reino, Nueva Utopía, 1989, Madrid 272. 430

49. Ídem, 234-235. 50. MARCEL BASTIN,… op. cit., 49-50. 51. LUCIEN DEISS, Pueblo de Reyes, Berit, Salamanca 1964. 52. KARL RAHNER, Ser cristiano en la Iglesia del futuro, Selecciones de Teología, vol 21, Octubre - Diciembre 1982, 283-284. 53. JOAQUÍN MADURGA, y J. A. OLIVAR, Madre de la esperanza, Ediciones Paulinas, Madrid 1987. 54. FRANCISCO P ALAZÓN, Alrededor de tu mesa, Ediciones Paulinas, Madrid 1986. 55. JUAN ANTONIO ESPINOSA, Así cantamos 3, Ediciones Paulinas, Madrid 1992, 9-10. 56. RENÉ BASTIN…, op. cit., Tomo 4. 18 y 243. 57. Idem, tomo 4, 166-167. 58. JOAQUÍN MADURGA, Venimos a tu mesa, Ediciones Paulinas, Madrid 1984. 59. CESÁREO GABARAÍN, Dios con nosotros, Ediciones Paulinas, Madrid 1974. 60. RENÉ BASTIN, op. cit., tomo 3, 210 y 215; tomo 5, 114. 61. CARMELO ERDOZÁIN, Cristo libertador, Ediciones Paulinas, 1975, 62. JUAN MANUEL MARTÍN -MORENO y MARTÍN VERDE, Vaso Nuevo, Ediciones Paulinas, 1984, 8-11. 63. LUIS ALFREDO, Mundo nuevo, Producciones de la Raíz, Barcelona 1988. 64. RENÉ BASTIN…, op. cit., Tomo 5, 100 y 306-307; tomo 1,119 y 29. 65. CESÁREO GABARAÍN, Nostalgia de Dios, Pax, Madrid 2-3, sin fecha.

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* Los números corresponden a la referencia bibliográfica de p. 385.

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