La Escultura Colonial

  • Uploaded by: Alvaro Robles
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  • February 2021
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LA ESCULTURA COLONIAL El arte colonial en Guatemala abarco diversos campos: arquitectura, pintura, imaginería, retablos, platería, hierro forjado, entre otros; pero no cabe duda que la escultura es el arte que mejor repre-senta ese periodo. Cuando hablamos de escultura no estamos refiriéndonos exclusivamente a tallas en madera; también hay trabajos en marfil, e imágenes de estuco, en las fachadas y hornacinas de los templos. Aquellos primeros modelos –las famosas Conquistadoras – eran de estilo renacentista, con remanencias góticas, italianas y peninsulares. Del periodo de influencia renacentista se pasó al manierismo, cuyas características son la estilización, el alargamiento de las figuras, que se apartan de los cánones naturalistas para caer en la geometrización –en la abstracción a veces- en busca de un tipo de belleza ideal, aristocratizada para el gusto de una nueva clase: los colonizadores. Paralelamente, se dio también una corriente popular: imágenes toscas e ingenuas, en las que se violan los cánones renacentistas, mas por desconocimiento en las manos de los artistas del pueblo, que por la deliberada búsqueda de nuevas soluciones plásticas. Todo esto va a desembocar en el barroco. Los cambios de estilo no se dieron en forma de saltos. No se pasó bruscamente del manierismo al barroco, o del barroco al neoclásico. Hubo periodos de transición, bajo el común denominador del naturalismo. Ningún estilo muere repentinamente. Se da el caso de que coexistan dos o mas tendencias en un mismo periodo, hasta que, finalmente, una se impone a las otras. El Barroco Antigüeño: Numerosas investigadores, no solo en el campo de las artes plásticas, sino de la literatura y de las artes populares, coinciden en afirmar que el barroco es el estilo que mejor expresa nuestra identi-dad. Somos barrocos por temperamento –dicen-, la naturaleza americana es barroca: selvas densas, volcanes, ríos que se desbordan, fauna y flora exuberantes, catástrofes cíclicas, etc. Además, en nuestro espíritu se funden dos grandes tradiciones barrocas: la maya y la española. Se ha intentado definir lo barroco, a veces, con frases ingeniosas: el barroco es el horror al vació, o el barroco es el desorden mas ordenado. Las figuras barrocas se caracterizan, plásticamente, por su dina-mismo. Mientras las esculturas manieristas son alargadas y estáticas, las barrocas parecen volar. Los pliegues de las vestiduras ma-

nieristas son fines y lineales -sugieren reposo-; los pliegues barrocos se retuercen en el viento, buscan la redondez, parecen irradiar desde el centro de la imagen hacia fuera. Otra característica notable del barroco es la emoción , el pate-tismo, la gesticulación, que al final del periodo va a caer en la teatralidad. El escultor barroco ahonda en la madera, creando juegos de luz y sombra, que hacen más dramático el impacto visual de sus imágenes. El siglo XVII es el siglo del barroco en Guatemala. La Ciudad de Santiago de Los Caballeros –hoy Antigua Guatemala- es el centro difusor de los cambios estilísticos. En esta ilustre ciudad van a surgir grandes talleres en los que artistas especializados se dividen el trabajo creador. El escultor en-trega imágenes “en blanco”; luego, un maestro pintor hace el “encarnado” y mas tarde, otros especialistas hacen el “estofado” y las maravillas del dorado a fuego. Gracias a la especialización, el resultado final es ese acabado de filigrana en capas y vestiduras, orna-mentadas con delicados motivos florales. En los talleres hay grandes maestros. Oficiales aventajados y a-prendices que van en camino de alcanzar renombre. La evolución de la técnica escultórica ha ido en ascenso, desde la imitación de modelos importadas –de Italia, España y los Países Bajos- hasta el pleno desarrollo de una escuela netamente americana. Los cambios en el gusto artístico de cada época no son productos del azar ni del capricho. El genio de los grandes artistas interpreta el espíritu de cada siglo. Hay condicionantes históricas, culturales, económicas, sociales, que van determinando cada cambio. El barroco madura en Antigua, después que la Ciudad ha sufrido terremotos, destrucciones y traslados. Además, en ese periodo se han consolidado las instituciones coloniales y en lo social ha cobrado fuerza el mestizaje. El genio indígena deja su huella inconfundible, a la par de la mano experta de los grandes escultores, arquitectos, pintores, constructores de retablos. Es imposible mencionar, uno por uno, a los grandes realizadores de la escultura colonial. También es difícil ubicar con precisión sus obras; los terremotos y traslados de la ciudad borraron su rastro luminoso. Aún está por hacerse un inventario completo, hay grandes lagunas documentales, obras anónimas y otras de difícil adjudicación a tal o cual artista. No podemos dejar de recordar, sin embargo, a un Antón Rodas –primer artista nativo-, a Quirio Cataño, Alonso de la Paz y Toledo, Ma-teo de Zúñiga, Pedro de Mendoza, Juan de Chávez... ¡el solo nombre de cualquiera de ellos bastaría para llenar una época! Nos corresponde a nosotros los guatemaltecos, conservar ese rico

patrimonio, así como inculcar a las nuevas generaciones un amor y una admiración genuina hacia el mérito de nuestros grandes artistas. ¡Descubrir los tesoros desconocidos de Guatemala, es identificarnos con ella!

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