Libro 5 Leo

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Los signos del Zodiaco y el amor ...por qué se escribió

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Como descubriréis en este libro, los signos solares con los que tenemos potencial para una fácil compatibilidad, simpatía y comprensión son mucho más numerosos que aquellos con los que es posible que descubramos una cierta dosis de tensión, antipatía o falta de comunicación... y en la armonía de nuestro sistema solar hay más oportunidades para el amor y la compasión que para el odio y el recelo. Sin embargo, hombres y mujeres inquietos de todos los órdenes de la vida, desde geólogos y ecólogos hasta profetas y astrólogos, pronostican tenazmente la posibilidad de que se aproximen cataclismos, tanto de factura humana como naturales, que traerán consigo el peligro de la aniquilación antes de que haya transcurrido la próxima década crítica en este planeta menguante, que pierde tan rápidamente su luminosidad. Nos lo han advertido, pero son pocos los que han respondido. Es evidente que se necesita un milagro para que la Tierra vuelva a prosperar. Si aprendemos a utilizar la sabiduría de los planetas, la clave de la Verdad Universal de nuestros Co-Creadores, cada uno de nosotros podrá crear un fragmento del mensaje que abarca todo el espectro del arco iris, a saber, Paz sobre la Tierra a los hombres... y mujeres... de buena voluntad, mensaje que entonaron los cuerpos celestes sobre Belén hace dos mil años para inaugurar la era de Piscis del dulce Nazareno, que sólo nos pidió que nos «amáramos los unos a los otros», y que nos prometió que lo que él hacía, nosotros también podríamos hacerlo. No es demasiado tarde, pues el jubiloso mensaje de las huestes angélicas (aún no identificadas) sigue haciendo reverberar su clarinada... inaugurando ahora la era de Acuario... anunciando la esperanza para aquellos que observan los cielos y están atentos a la música. Creo que para un milagro tan necesario, que quizá se aproxima antes de lo previsto, no podría existir un preludio más formidable que el de emplear el arte de los sabios de antaño con el fin de allanar el terreno para su retorno con una nueva Búsqueda Estelar del amor... del amor del hombre por la mujer... y de ambos juntos por todas las plantas y criaturas vivientes. Porque sólo el amor tiene la facultad de traer la paz a los terráqueos de buena voluntad en la hora crepuscular de la historia.  

  En el Año de Nuestro Señor 1978 

 

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A todos mis lectores

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Los signos del Zodiaco y el amor contiene una serie de conceptos polémicos de naturaleza moral, filosófica e intelectual, en las áreas de la ciencia y la religión. A algunos de vosotros, estos conceptos os parecerán estimulantes, a otros os parecerán extraños y sorprendentes, y a otros más os podrían producir una profunda ofuscación. Aquí los presento como veraces, y así los interpretaréis muchos de vosotros... en tanto que es posible que otros les den una interpretación distinta. He compartido con vosotros mis descubrimientos personales respecto de la verdad porque creo que cualquier tipo de investigación implica el deber de intercambiar con los demás lo que se ha elucidado, para apresurar la génesis de la armonía en la Tierra, la paz definitiva. Sin embargo, no os pido —ni tampoco espero— que interpretéis mis conceptos como vuestra verdad, a menos que concuerden con vuestro esclarecimiento personal y vuestras convicciones particulares. La verdad parcial —la simiente de la sabiduría— se encuentra en muchos lugares. La verdad parcial se puede hallar en el instinto primordial... en el derecho terrenal, en la costumbre social, en la investigación científica, en la filosofía y en la doctrina religiosa. Las semillas de la sabiduría están implantadas en todo lo que se ha escrito a lo largo del tiempo... especialmente en el arte, en la música y en la poesía... y, sobre todo, en la Naturaleza. Pero la auténtica Verdad sólo se puede encontrar en un lugar, en la comunión de cada hombre y de cada mujer con una Fuente eterna de Conocimiento oculto que lleva dentro, y que cada individuo debe buscar y hallar por sí mismo. Podemos mostrar la senda a los demás, pero cada uno debe marchar solo por esta senda: hasta que cada «extraviado» haya realizado el viaje íntegro y hasta que todos hayamos alcanzado finalmente la Luz de la Sabiduría cabalmente formada que está en el final del Camino... de donde partimos en un Tiempo ha mucho olvidado.

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Prefacio Como la sombra de Peter Pan, la curiosidad acerca de la compatibilidad astral sigue al astrólogo «por el segundo lugar de la derecha y sin parar hasta la mañana». Es inevitable que en cada reunión alguien le formule una pregunta de esta índole: «¿Cómo se lleva Sagitario con Piscis?». Típicamente, en los programas de radio y televisión, y en las entrevistas periodísticas, el profesional de la astrología tropieza invariablemente con: «Mi marido es Leo y yo soy Acuario. ¿Por eso reñimos tanto?», o: «¿Con qué signo le conviene casarse a un Géminis?».

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Todos desean conocer las reglas básicas del juego de la combinación y el apareamiento de los signos solares. Incluso me he encontrado inerme en el sillón del dentista, en plena extracción de una muela, mientras el profesional me decía: «No se trata de que yo crea en la astrología, ¿pero qué posibilidades tengo con una mujer Capricornio?».

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Ahora bien, aquellos de vosotros que fuisteis jóvenes (y que, según espero, lo seguís siendo), sabéis lo que Campanilla de Bronce le advirtió a Peter Pan: «Cada vez que un niño dice que no cree en las hadas, un hada cae muerta en alguna parte». Asimismo, cada vez que alguien comenta que no cree en las estrellas, una relación humana cae muerta en alguna parte, pues le falta la comprensión que podría haber extraído del conocimiento básico de la astrología... y esto no es una fantasía. Es un hecho. El arte y ciencia más antiguo del mundo no tiene nada de misterioso, a menos que optéis por considerar «misteriosos» los milagros de amor y tolerancia que emanan de su empleo. Dejando de lado la semántica, da resultados, cualquiera que sea el calificativo que le apliquéis.

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En cuanto a esos conocidos personajes del País de Nunca Jamás, Peter Pan y Wendy, si bien he utilizado algunos de sus comentarios, a lo largo de este libro, para simbolizar, en diversas circunstancias, ciertas características de los doce signos astrológicos, el Sol natal personal de Peter Pan se hallaba en el elemento Aire mutable de Géminis cuando él fue creado. ¡Oh, sí! Peter era un signo solar Géminis... a pesar de que utilizo citas específicas suyas para simbolizar otros signos del libro. Era un signo solar Géminis que deseaba no crecer nunca, que buscaba algo que nunca podía terminar de hallar, que estaba eternamente destinado a sentirse seguro sólo de su propia sombra y nunca de otro ser humano... hasta que, confiemos en ello, aprendiera por fin la lección del amor mediante el esclarecimiento eventual.

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Wendy era evidentemente una Cáncer: maternal, posesiva, afable e imaginativa, y ensayaba sus alas en un vuelo de fantasía bajo la Luna llena, como a menudo lo hacen las doncellas lunares. Como veis, no estaban asociados por una sólida armonía de signos solares, de manera que reñían de cuando en cuando, y cada uno de ellos oía una melodía distinta. Wendy terminó en el último capítulo como terminan casi todos los Cáncer: a salvo y segura. Aunque su corazón anhelara ansiosamente volver a volar, optó por el hogar, el matrimonio y los hijos, como sueños finales, en tanto que Peter, como casi todos los Géminis, continuaba su búsqueda eterna de un arco iris más refulgente, allá lejos... aún obsesionado por dos deseos gemelos: el de sentar la cabeza junto a Wendy, y el no menos vehemente de seguir siendo libre... y fiel a sí mismo. Pero cuando Wendy nació, la Luna seguramente estaba en Acuario, en aspecto trígono (armonioso) con el Sol Géminis de Peter, y ésta fue la razón por la cual, al principio, voló con él... y prometió volver a limpiarle la casa todas las primaveras. Vale la pena invertir tiempo y esfuerzos en comparar dos horóscopos en busca de compatibilidad, porque cuando encontráis una relación en trígono, en sextil o en conjunción entre los respectivos signos solar y lunar (los signos transitados por el Sol y la Luna a la hora de ambos nacimientos), más un intercambio positivo de los signos situados en los ascendentes con las luminarias, el amor asume una dimensión más profunda. Todo amor es capaz de trasmutar los deseos en realidad, pero el amor entre dos seres cuyas auras personales se han amalgamado armónicamente, de esta manera, genera las vibraciones a las que se refieren los poetas, y puede manifestar una magia maravillosa. Entre los millones de parejas de la Tierra que procuran alcanzar (o han alcanzado) juntas una dicha y una

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realización satisfactorias, y entre aquellas que aún se debaten en medio de una difícil prueba sexual kármica, transitan aquellas otras, muy raras, que reciben la designación esotérica de «compañeros del alma» o «almas gemelas».

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A veces ocurre que un hombre y una mujer se encuentran, y reconocen instantáneamente a la otra mitad de su propio ser tras los ojos del otro. Los ojos han sido correctamente designados con el nombre de «ventanas del alma». Incluso sus voces les resultan recíprocamente conocidas, como un acorde musical recordado. Éstos son dos seres que captan enseguida el hecho inalterable de que han sido, son y deberán ser siempre uno, aunque hayan luchado contra su hado durante siglos y se hayan esforzado en vano por evadirse de su destino común. Casi desde el primer momento en que se encuentran y se miran el uno al otro, sus espíritus confluyen jubilosamente, reconociéndose, desdeñando todas las convenciones y costumbres, todas las reglas sociales de comportamiento, impulsados por un conocimiento interior que no pueden negar, pues es demasiado arrollador. Inexplicablemente, a menudo sin pronunciar una palabra, saben que sólo podrán alcanzar la integridad el uno mediante el otro... y que sólo podrán ser completos en todos los sentidos cuando estén juntos. De alguna manera se sienten inmortales, y lo son... porque este nivel de amor puede conferir el conocimiento inicial de la conquista de la longevidad multisecular en el mismo cuerpo carnal, en el plano de la Tierra, así como la materialización del cambio de cuerpos carnales (los templos del alma) en un estado plenamente consciente, sin el «coma» denominado muerte. La solución del problema de «superpoblación» que se planteará en el caso de que todos los habitantes de la Tierra logren este objetivo, será analizada con más detenimiento en un futuro libro. Tampoco intentaré describir aquí detalladamente el origen y el destino final de las almas gemelas, porque lo he hecho en otro libro, titulado Gooobers, que se publicará en el futuro próximo. Pero el tema de los compañeros del alma o almas gemelas despierta una curiosidad tan acuciante, que merece una explicación, aunque incompleta, en este mismo contexto. El hombre y la mujer que son compañeros del alma casi no necesitan pronunciar las palabras «Te amo», pues están seguros de que deberán ser el uno para el otro en la encarnación (ciclo vital) presente, o (como consecuencia de complicaciones kármicas) al cabo de muchos siglos. La fórmula de la ceremonia matrimonial —«que ningún hombre separe lo que Dios ha unido»— se refiere a estas personas. Sin embargo esta advertencia es innecesaria, y sólo se trata de un ritual simbólico, porque ningún hombre puede romper el vínculo entre las almas gemelas. Ni siquiera ellas mismas. Ni ninguna energía del Universo. La fuerza que las creó es todopoderosa e indestructible. Es posible que el lazo se debilite, que la unión y la consumación finales se aplacen, pero nada podrá separarlas definitivamente. Es infinita la dicha que podrán reivindicar —cuando lo deseen— según una tabla cronológica dictada por el libre albedrío de los ángeles superiores de sus propias personas. (La superconciencia o supraconciencia de cada uno.)

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A este tipo de atracción magnética instantánea se lo denomina a menudo «amor a primera vista», el cual no es un azar del destino, sino algo muy real. Es algo más que una curiosa coincidencia que las almas gemelas confluyan en el momento apropiado, en medio de la inmensidad del mundo. El entrecruzamiento de sus caminos ha sido predestinado en un nivel superior de conciencia. Es tan cierto que determinadas energías espirituales actúan para producir estos encuentros, como que la migración de las aves y el retorno de los cometas están gobernados por una ley universal análoga. Su confluencia es controlada por las operaciones del Karma, que no es más que la suma total de las causas movilizadas en el pasado... y éstas determinan infaliblemente las condiciones del presente. Cuando llega la hora de que las almas gemelas se encarnen, éstas son enviadas a la Tierra y revestidas de carne (una vez más, los cuerpos son los templos del alma) por la acción de determinadas fuerzas de tiempo-energía, en el momento de la Cronología Terráquea en que ciertas configuraciones planetarias generan las condiciones propicias. Estas fuerzas de tiempo-energía son de naturaleza electromagnética, pero más complejas de lo que esta palabra da a entender.

Ninguno de nosotros puede controlar los resultados finales de las causas que iniciamos o pusimos en acción en nuestras vidas pasadas, aunque sí podemos controlar nuestras reacciones a los resultados que estas causas pasadas producen en nuestra vida actual. La personalidad superior posee el «libre albedrío» para modificar estos acontecimientos kármicos, y nosotros podemos adquirir este poder si aprendemos a sintonizamos o comunicarnos con la personalidad superior (supraconciencia). Pero en el nivel consciente el «libre albedrío» sólo puede realizarse en el futuro, porque, en esa corriente siempre fluida que llamamos presente, ponemos en marcha, mediante acciones que iniciamos ahora y mediante reacciones a causas pasadas, las condiciones futuras con las que tropezaremos inevitablemente.

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En cuanto a las influencias planetarias específicas de las natividades (horóscopos o cartas natales) de dos personas, influencias éstas que le revelan al astrólogo que se trata de almas gemelas, lo cierto es que son demasiado complejas para explicarlas exhaustivamente en este libro, en toda su magnitud, y deberemos dejarlas para otro volumen programado, que se ocupará de este tema y otros afines. Pero suponiendo que dichas influencias planetarias estén presentes en las cartas respectivas de los enamorados, se revela un destino en el cual los dos se encontrarán involuntariamente y en el cual será imposible separarlos, incluso mediante la experiencia de la muerte, excepto durante intervalos de tiempo terráqueo, destinados a la verificación kármica de las almas. Durante estos períodos de separación, ya sean breves o prolongados, las dos personas se sienten solas, vacías e incompletas. Sin embargo, incluso durante estas interrupciones temporales de su convivencia, existe entre ellas una comunicación astral constante, pulsante, porque aun entonces se hallan unidas por un cordón que las conecta a través de la distancia. Recientemente una mujer que conozco se hallaba sumida en un estado de ansiedad emocional, y experimentaba una necesidad desesperada de conectarse con el hombre que amaba (un alma gemela), el cual se hallaba fuera del país. No tenían cómo comunicarse por teléfono o por carta. Una noche estaba postrada en la cama, en la oscuridad, e intuía marcadamente su presencia pero se sentía frustrada porque no podía verlo ni oírlo ni tocarlo, y de pronto exclamó en voz alta, involuntariamente: «¿Oh, por qué no me oyes cuando te llamo?». La lámpara colocada sobre el escritorio, en el otro extremo de la habitación, se encendió súbitamente. Al mismo tiempo, una gran margarita de papel que él le había regalado meses atrás, cayó al suelo. La mujer se sentó en el lecho, atónita, miró la lámpara y la margarita caída, y volvió a hablar en voz alta. «Si has sido verdaderamente tú quien encendiste la luz, ¿puedes darme una señal de que tu cuerpo astral está realmente aquí, apagándola ahora mismo?» Enseguida el interruptor de la lámpara chasqueó audiblemente y dejó la habitación a oscuras... e inmediatamente volvió a chasquear poblándola de luz. Antes del episodio la lámpara había estado apagada durante varias horas, de modo que no se trató de un corte de energía.

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Lo que sucedió no tenía absolutamente ninguna explicación científica. Ni la bombilla ni el interruptor estaban flojos, y tampoco había ninguna avería en la conexión o el enchufe. Todo fue minuciosamente comprobado. En cuanto a la margarita, había pasado muchos meses firmemente implantada en su lugar, adherida a un cuadro que colgaba de la pared, hasta ese momento imprevisto. Las leyes de la metafísica explican fácilmente semejantes «milagros». El alma gemela de la mujer había captado la necesidad de ésta, y había respondido, guiada astralmente por sus respectivas personalidades superiores, a través del cordón azul plateado que las conectaba: un hilo de luz capaz de impresionar materialmente la visión física de un parapsicólogo o un sensitivo experto. Más tarde la mujer se enteró de que exactamente a la misma hora él realizaba esfuerzos ansiosos para comunicarse con ella. Quienes aman lealmente, y quienes saben utilizar el cordón de energía eléctrica que los une, no necesitan de la Western Union, ni del correo, ni de la telefónica, para comunicarse. Siempre están en contacto mediante su «telégrafo» astral. Ha habido incontables casos análogos entre dos personas asociadas por todo tipo de relaciones de amor: padres e hijos, amigos íntimos, maridos y esposas... y amantes.

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Aún oímos los clamores de la ciencia: «¡Dadnos hechos, hechos, hechos!». La astronomía y la ciencia, son incapaces ambas de ver el gran bosque metafísico del conocimiento a través de los árboles de la baja matemática y la baja física, sin el prefijo «meta», en tanto que la metafísica podría explicar tantos misterios. «Meta» es una palabra griega que significa, sencillamente, «más allá». ¿La verdad reside más allá de la ficción del hecho? Einstein tenía conciencia de ello. Sí, el abstracto Albert lo sabía. Algún día muy próximo, en esta naciente era de Acuario, el descubrimiento de instrumentos suficientemente sensibles para medir la tremenda energía del campo magnético del amor demostrará cómo sus impulsos eléctricos pueden dejar en suspenso las leyes de la Naturaleza (pero no perjudicialmente), invertir la gravedad (y también el proceso de envejecimiento, mediante la regeneración celular), aumentar la comunión telepática y producir muchas otras manifestaciones milagrosas, incluida la evocación consciente de encarnaciones anteriores, lo cual por fin convencerá a la ciencia escéptica. Sí, el amor puede lograr todo esto, si el deseo es suficientemente vehemente y si la motivación no es egoísta... cuando se movilizan suficiente fe y suficiente voluntad. Ocurre todos los días. Testigos fidedignos han observado frecuentemente cómo una mujer de cuarenta y cinco kilos puede levantar las ruedas de un camión de dos toneladas si su hijo está atrapado debajo de ellas: una inversión total de las leyes físicas que concuerda empero perfectamente con las leyes de la meta-física. El amor es mucho

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más que una emoción o un sentimiento. El amor es un impulso eléctrico positivo. La ciencia aún no ha perfeccionado instrumentos suficientemente delicados o refinados para detectar estos impulsos, que, sin embargo, existen. Los «científicos» tampoco creyeron en las ondas electrónicas de la radio hasta que pudieron medirlas.-.. y sin embargo ahí estaban, siempre. Como escribió H. T. Buckle en su History of Civilization in England: «... habitualmente pasan unas pocas generaciones y entonces comienza un período en el cual estas mismas verdades son interpretadas como hechos comunes: y un poco después comienza otro período en el cual son declaradas necesarias, e incluso la mente más obtusa se pregunta cómo fue posible que alguna vez las negaran».

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Durante la trabajosa búsqueda del alma gemela habrá muchas desviaciones, muchas relaciones que al principio parecerán genuinas y después se diluirán en la indiferencia y el hastío. Incluso cuando por fin se descubre el alma gemela, a menudo se producen muchas complicaciones y verificaciones que causan sufrimientos temporales. Sólo la práctica continua y consecuente de la tolerancia y la clemencia puede aliviar el dolor. El intercambio de dolor por dolor sólo genera la certidumbre futura de una reacción análoga, de más dolor, por obra de la causa y el efecto kármicos.

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A veces, parece que los problemas de dos personas que se aman son insolubles, que el muro que los separa es tan alto que no podrán salvarlo. Pero sus problemas se disiparían, desaparecerían sencillamente, si sólo pusieran en contacto sus manos, o sus corazones, o sus mentes, o incluso sus narices, y susurraran una sola palabra: «¡magia!». Porque el amor es magia, el poder secreto que todos los que aman poseen sin saberlo. Aunque el trauma sea enorme, aunque las palabras sean crueles, el amor lo borrará todo, como si nunca hubiera existido. Pero no si quien ha infligido el dolor no lo desea y no se esfuerza... no si quien ha sido profundamente herido carece de la capacidad de perdonar. El deseo, el esfuerzo y el perdón, combinados, son necesarios para liberar la fuerza y el poder del amor.

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La legendaria búsqueda del Santo Grial implica una búsqueda doble. En el nivel material o terrenal, gira en torno de la copa concreta de la cual el Nazareno bebió en la Última Cena, y que según los antiguos fue enterrada cerca del lugar donde los sacerdotes druidas (descendientes de los esenios) celebraban sus ritos místicos... copa cuyo descubrimiento es inminente en la era del Aguador. En un plano más sublime, místico, cada ser humano concluye con éxito la búsqueda del Santo Grial cuando se reúne con el alma gemela. Porque sólo cuando todas las almas gemelas solitarias y separadas se reúnan por fin jubilosamente, las piezas del rompecabezas de la vida se ensamblarán para formar una imagen íntegra y completa dentro del Universo. La leyenda susurra que será durante el despuntar de la era de Acuario cuando los catorce fragmentos del alma de Osiris —que se esparcieron cuando su cuerpo fue dividido en catorce partes por su hermano Set (lo cual provocó la primera Puesta de Sol de la Tierra)— se reúnan en un solo hombre, «con todas sus partes dispersas completas». Un hombre, que se reencontrará con su propia alma gemela, Isis, después de millones de años trabajosos de búsqueda y de incontables encarnaciones que compartieron en el pasado sin comprender la verdad.

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Al mismo tiempo, las almas gemelas de Set y su Nepente, separadas hace mucho tiempo, se reunirán, para cumplir su destino de descubrir juntas el Grial del Nazareno, mediante el amalgama de sus auras. Entonces, dice la leyenda a través del milagro de la absolución recíproca por aquel crimen lejano. Set y su hermano, Osiris, junto con Isis y su hermana, Nepente, encontrarán de alguna manera, juntos, los anales perdidos de la Atlántida... así como el sepulcro de Osiris, que contiene las crónicas de la construcción de la Gran Pirámide de Gizeh, levantada por Osiris (y no por Keops, como se ha creído erróneamente durante siglos). Cuando estos hechos portentosos y sacrosantos se concreten, después de que estos cuatro (y uno más) reconozcan la verdadera identidad de sus personalidades superiores, otras muchas almas gemelas se reconocerán súbitamente las unas a las otras. Entonces por lo menos empezaremos a materializar nuestro sagrado derecho, tal como lo suplicamos en esos versículos del padrenuestro: «Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra, (como arriba, así también abajo), cambiando el esquema de la trinidad de energías solar, estelar y lunar en el cosmos. Quienes aman profundamente, y quienes están auténticamente apareados con la otra mitad de sí mismos, no experimentan deseos de desencadenar guerras ni de dominar a los demás. Así como la devoción de Romeo y Julieta, aun en la muerte, tuvo el poder de disipar la enemistad y de conciliar las diferencias entre los belicosos Montescos y Capuletos, así también la amalgama extática de todas las almas gemelas enamoradas

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tiene la misma facultad de unir a la humanidad, a todos los terráqueos para la Paz y el Bien permanentes. Pax et Bonum. No es una coincidencia (nada lo es) que el hombre que por lo menos dio un paso inicial hacia la paz en el Oriente Medio, Anwar el Sadat, sea auténticamente dichoso en su matrimonio y esté casado con una mujer que refleja los objetivos de su personalidad superior... y que lo mismo ocurra con Menajem Beguin, de Israel, quien por lo menos al principio aceptó aquel gesto con el mismo espíritu de buena voluntad y sinceridad. Tampoco es una coincidencia que Hitler fuera un hombre solitario, huérfano de amor. ¿Jesús... el carpintero de Nazaret? No estaba solo. No le faltaba el amor de una mujer. Aunque sólo se trate de un comienzo, el excelente y minuciosamente documentado libro The Sexuality of Jesus (Harper & Row, 1973), que Harper & Row reeditó en 1979 con el título de Did Jesus Love?, escrito por el reverendo William Phipps, un Escorpión, arroja la necesaria luz sobre el misterio largamente oculto de Jesús y su propia alma gemela. Porque él era sólo un hombre, aunque muy evolucionado... y ella, sólo una mujer. Como tú.

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La doctrina de la divinidad, como la del patriotismo, implica una vibración negativa, que sitúa a un hombre, una mujer, una nación, por encima de los demás. ¿Jesús, el Cristo? Sí, él era más que humano, un ente distinto, pero no diferente, no más sobrehumano o divino de lo que puede llegar a ser cada hombre y mujer durante esos períodos demasiado raros y breves de sintonización con la supraconciencia individual. Anwar, el Cristo... Menajem, el Cristo... Ruth, el Cristo... Robert, el Cristo... Thelma, el Cristo... Michel, el Cristo... Susan, el Cristo... Arthur, el Cristo, y así sucesivamente, incluyendo tu propio nombre. Cristo no es más que otro nombre para designar al Espíritu Santo, que puede introducirse en cualquiera. Todos somos hijos e hijas de Dios... y de Su Compañera, Su propia alma gemela. ¿Cómo habría sido posible que nuestro Creador no tuviera Su contraparte? La bipolaridad positivo-negativo, masculino-femenino, existe en todas las dimensiones, en todos los niveles de conciencia, dentro de las galaxias del Cielo... y en el Infierno de la Tierra (tal como se manifiesta actualmente). El mismo Jesús nunca pretendió ser divino. «Lo que yo he hecho, también podéis hacerlo vosotros, y más... id y haced lo mismo... te será hecho según tu fe... ». Éstas no son reivindicaciones de singularidad espiritual, sino sólo recordatorios de que las que se estaban exhibiendo eran manifestaciones de lo «divino» que hay dentro de cada uno de nosotros, milagros que todos podríamos ejecutar... aunque no sin sacrificios, no sin ciertas disciplinas necesarias para controlar la mente, el cuerpo y las emociones. Es extraño que la palabra «disciplina» abarque a la palabra «discípulo». O quizá no es extraño en absoluto.

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Los cataclismos pronosticados, si llegaran a producirse, si no pudiéramos evitarlos, habrán sido generados por muchas fuerzas de las tinieblas... por la experimentación subterránea de inmensas energías destructivas... por las vibraciones negativas de las olas actuales de promiscuidad sexual y lascivia que invaden las revistas y el cine, y que ultrajan y degradan el sexo a su nivel más bajo... por la feroz ambición de lucro... por la negativa egoísta a compartir nuestro dinero, nuestros alimentos o nuestro amor con nuestros semejantes. «Si todos comieran sencillamente, todos comerían.» La necesidad de sexo, como la necesidad de alimentos, es un apetito devorador que se extiende por todo el mundo. Pero compartir nuestro amor no implica compartir nuestros cuerpos en una sensual experiencia sexual de grupo. La glotonería no es la respuesta a ninguno de los dos tipos de apetito. El sexo no es un pecado; sólo el empleo incorrecto de su energía es un pecado contra el ángel superior de la propia personalidad. La unión sexual es el éxtasis de lo «profundo» descubierto por quienes aman, y simboliza la amalgama del hombre y la mujer con el Universo y con la totalidad de la Naturaleza, en la unidad. Es una simple cuestión de prioridades. Primeramente os enamoráis... con los ojos. Después con la mente, y después con el corazón (las emociones). Para entonces vuestra alma se ha sumado a la experiencia —os deis cuenta o no de ello, os habéis «enamorado» espiritualmente— y es hora de enamorarse con el cuerpo.

Cuando invertís el orden de este proceso, fracasáis. Porque sólo los ojos saben cómo introduciros en la mente de la persona que mira. Sólo la mente sabe cómo introduciros en el corazón de la persona con la que habéis descubierto una afinidad mental. Sólo el corazón sabe cómo introduciros en la unión con el alma del ser amado. Y el alma sabe muy bien... ¡oh!, sabe muy bien, creedme... cómo introduciros, entonces, en el éxtasis de la unidad denominada acoplamiento sexual, que os convierte en «una sola carne». Pero si empezáis por el cuerpo... el cuerpo no sabe a dónde conduciros, como no sea hacia más y más sensaciones de la carne, que por sí solas carecen de poder para materializar el anhelo de amor o alimentar el

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ansia de amor más profunda, sensaciones que en razón de ciertas leyes fisiológicas, deben determinar eventualmente que el cuerpo se inmunice a la sensación, y necesite cada vez más estímulos, hasta que finalmente, como en el caso de las drogas, se llega al nivel de tolerancia incluso para esto, y se prefiere toda sensación. Utilizar el cuerpo como un instrumento exclusivamente reservado a la sexualidad sin amor, es como escuchar una sinfonía con un equipo estereofónico pero utilizando un solo altavoz.

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Sí, es hora de que llegue un Mesías. Un Guía que nos recuerde una vez más las lecciones básicas de amor que nos impartió antes y que olvidamos tan rápidamente. Porque no importa hasta qué punto un individuo o una nación ha caído en el error; el amor generará una renovada consagración a la humanidad. Así como no importa cuánto nos hemos alejado, porque el amor producirá el retorno. Como lo señaló el poeta Emmet Fox, no hay distancia que el amor no pueda salvar cuando se lo proyecta con suficiente intensidad; no hay enfermedad —moral, mental, emocional o espiritual— que el amor no pueda curar. No hay victoria que el amor no pueda alcanzar. El amor es energía cinética concentrada, la fuerza más portentosa de la Naturaleza... y de más allá de ésta.

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Si sólo pudierais amar con suficiente profundidad y sustentar el amor durante suficiente tiempo, podríais convertiros en la fuente de vuestros propios milagros, y seríais tan poderosos como los «dioses y diosas» de la antigüedad. No habría ningún sueño que no pudierais materializar, ninguna ley que no pudierais cambiar, ninguna situación que no pudierais invertir... si sólo amarais suficientemente.

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No es fácil amar suficientemente. Amar suficientemente no implica amar sólo a aquellos que os aman a vosotros, a aquellos que son buenos y considerados y generosos. Amar suficientemente implica también amar a quienes «lanzan toda clase de vituperios contra vosotros», a quienes os odian y demuestran activamente ese odio, a quienes aparentemente carecen de toda compasión y sensibilidad. Cualquiera puede retribuir el amor de quienes lo aman... o la aman. Este tipo de amor no entraña mucha gloria ni poder. Estamos encarnados en estos cuerpos carnales, en la Tierra, para aprender la lección más profunda y difícil del amor, que consiste en amar a lo que no inspira amor. En esta hazaña reside toda la fuerza y la energía de la verdadera pasión. En la mayoría de los casos se trata de un esfuerzo penoso, pero cuando lo conseguimos las recompensas son... inimaginables. No os preocupéis por la innecesaria «canonización» religiosa —vosotros también podéis convertiros en «santos»— si conseguís amar suficientemente. En términos astrológicos, casi no se necesita esfuerzo para que un León y un Carnero se amen, para que un Toro y una Cabra se amen. Pero para que un Carnero armonice con un Cangrejo, para que el León armonice con el Escorpión, el Toro con el Aguador... deben desplegar un amor sublime. Los signos del Zodiaco y el amor, es un libro que procurará guiar a quienes tienen la fortuna de estar unidos por sus propios signos solares compatibles... y que también procurará marcar el camino de la tolerancia y la armonía a aquellas personas a las cuales su destino kármico actual les ha impuesto la prueba espiritual de entablar relaciones con personas de signos solares antagónicos.

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Incluso cuando se trata de dos individuos cuyos signos solares y lunares armonizan, siempre hay en sus respectivas natividades algunos planetas que chocan y que generan fricciones y tensiones periódicas. Superar esto implica sintonizarse con la frecuencia pulsátil de la personalidad superior, iniciar el ascenso por el sendero que conduce al esclarecimiento... y marchar en una atmósfera mágica, bajo una lluvia de milagros. Como una copa sin fondo, el Santo Grial de quienes aman nunca está vacío. En las matemáticas de la metafísica, que son las matemáticas del País de Nunca Jamás, veréis... que cuantos más milagros regalamos a los demás, tantos más quedan para vosotros y para mí. ¿Quién entre nosotros no es, a ratos, indigno de ser amado? ¿Y no son precisamente ésos los momentos en que secretamente anhelamos y necesitamos que más nos amen? ¡Oh!, la magia de que alguien a quien hemos maltratado nos retribuya con un trato amable; el milagro de oír, cuando hemos dicho: «Siento haber pronunciado esas palabras crueles», la respuesta: «¿Qué palabras crueles? Yo no las he oído».

Entonces el corazón estalla de júbilo y la copa se desborda. Porque este secreto antiquísimo de la alquimia es un secreto muy sencillo.

Si fue negativo, no sucedió... excepto en el mundo de la quimera.

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Y así, ojalá la fuerza... del amor... os acompañe. Ojalá ella evite los cataclismos naturales pronosticados, así como los cataclismos personales de la separación y el divorcio, mediante sus prismas de luz.

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...y en su seno llevará los corderos... ISAÍAS 40:11

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doce misterios del Amor

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El amor es la necesidad más profunda del hombre y la mujer. Lo que abruma al espíritu humano no es la amenaza de enfermedad o pobreza, sino el temor de que no haya nadie que se interese sinceramente por nosotros, nadie que nos comprenda realmente. Todos corremos desesperadamente en pos del amor, aunque seamos muy sanos, ricos o sabios, porque la otra alternativa es la soledad. Y así es como se busca el amor en el cielo y en el infierno, y lo buscan los santos y los pecadores, sin que importe a dónde los lleva la búsqueda, que en la era de Acuario los conduce a algunos extraños lugares, por el laberinto de la revolución sexual. Oye, ¿qué significa este trauma del sexo? toda esta gente que va a ver películas porno y la que no las va a ver...

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Los aficionados al intercambio de parejas y los idealistas, los puritanos y las prostitutas, las frígidas y las promiscuas, los machistas y las militantes feministas, ya lean a Browning o Playboy, ya vean películas de Walt Disney o las últimas producciones eróticas de Suecia, buscan lo mismo. Cualquiera que sea el camino por el que transitan en pos de la felicidad, la necesidad interior que los impulsa a seguir adelante es el amor. Y no se trata de darlo. Ni de recibirlo. Sino de compartirlo. Amar y ser amado en cambio. ¿Por qué el amor perdurable, mutuo, es tan esquivo? Para lograr una unión completa y permanente con la otra mitas (el alma gemela) el hombre y la mujer deben aprender la lección de los doce signos solar( s. Deben asimilar la sabiduría de estos doce misterios del amor antes de poder alcanzar una armonía definitiva, perfecta, entre sus naturalezas mental, física, emocional y espiritual. A medida que giramos en torno de la rueda astrológica o kármica de la vida, a través del renacimiento bajo la influencia de los diversos signos solares, a veces progresando deprisa, a veces retrasándonos, volviendo a menudo a la experiencia de determinado signo solar para repasar viejas lecciones... evolucionamos, cada cual a su propio ritmo. Nuestras propias personalidades superconscientes nos obligan a perfeccionar gradualmente las cualidades positivas de los doce signos y a purgar nuestra naturaleza de sus condiciones negativas, para que cada uno de nosotros se transforme eventualmente en el oro refinado de un ente totalmente evolucionado, digno de unirse a la otra mitad: la personalidad gemela. En nuestro anhelo de amor —por nuestra alma gemela o compañero del alma— reside nuestra sabiduría metafísica latente. El secreto de la vida misma. La verdad esotérica.

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Cada signo solar contiene una fuerza que puede revertirse en debilidad, y cada signo solar contiene una debilidad que puede revertirse en fuerza, merced a la ley de la bipolaridad positivo-negativo. ¿Qué es la obstinación de Tauro sino su paciencia invertida? ¿Qué es la naturaleza impulsiva de Aries sino el aspecto negativo del coraje positivo de Marte, típico del Carnero? ¿Leo optará por ejercitar el gran orgullo y la gran nobleza que le corresponden por derecho leonino-solar con el fin positivo de proteger a los indefensos, o con el fin negativo de convertirse en un tirano arrogante que oprimirá a los inermes? ¿La cautela de Cáncer se transformará en temores y fobias lunares? ¿La compasión y humildad de Piscis se trocarán en los aspectos negativos de Neptuno: la impostura, la introversión y la evasión? La elección de las bipolaridades de nuestro signo solar siempre corre por nuestra cuenta. Y si nos equivocamos al optar, deberemos revivir de nuevo la experiencia de ese signo solar, hasta asumir el control de su fuerza positiva.

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Las doce iniciaciones del amor En cada una de las experiencias siguientes, el hombre o la mujer es absolutamente capaz de conferir y enseñar a los demás la primera cualidad, pero para que la personalidad aprenda la segunda cualidad hay que hacer un gran esfuerzo. Cuando el individuo comprende esta segunda cualidad tan bien como la primera, ello implica que ha adquirido el dominio de un determinado signo solar. El alma debe pasar más de una vez por las seis primeras iniciaciones del amor como:

GÉMINIS CÁNCER

LEO

para enseñar que el amor es inocencia y aprender que el amor es confianza

«yo tengo»

para enseñar que el amor es paciencia y aprender que el amor es la capacidad de perdonar

el niño

«yo pienso»

el púber

«yo siento»

el adolescente

«yo haré»

el adulto

para enseñar que el amor es perspicacia y aprender que el amor es sensación para enseñar que el amor es devoción y aprender que el amor es libertad

para enseñar que el amor es éxtasis y aprender que el amor es humildad

para enseñar que el amor es «yo analizo» puro y aprender que el amor es !a realización

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VIRGO

el bebé

«yo soy»

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TAURO

el recién nacido

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ARIES

Después de alcanzar la madurez emocional en estas primeras seis etapas de desarrollo, el hombre y la mujer deben pasar por las seis últimas iniciaciones del amor (más de una vez) para descubrir su sentido espiritual más profundo en:

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LIBRA

matrimonio

«yo sopeso»

para enseñar que el amor «yo deseo» es pasión y aprender que el amor es entrega

ESCORPIÓN

sexo

SAGITARIO

conocimiento

CAPRICORNIO

experiencia

ACUARIO

idealismo

«yo sé»

para enseñar que el amor es tolerancia y aprender que el amor es unidad

PISCIS

sumisión

«yo creo»

para enseñar que el amor es compasión y aprender que el amor es TODO

«yo veo»

para enseñar que el amor es honestidad y aprender que el amor es lealtad

para enseñar que el amor «yo utilizo» es sabiduría y aprender que el amor es desinterés

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para enseñar que el amor es belleza y aprender que el amor es armonía ,

y para comprender así finalmente que … 

El amor es eterno

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Existe una razón profunda y significativa por la cual la meditación sobre los doce misterios del amor que figuran aquí es importante para ti y para el ser que amas. La clave es el número doce. Existen 12 sales minerales básicas que se emplean en homeopatía (la más útil de las ramas de la medicina). Estas 12 sales tienen un gran poder para fomentar un estado positivo de la salud humana en cada uno de sus doce signos solares correspondientes, hecho éste que sólo comprenden los homeópatas profesionales y no los médicos ortodoxos (exceptuando unos pocos casos raros entre estos últimos). Los minerales de la Tierra se ajustan al número 12, lo mismo que los sistemas métrico y duodecimal. Los diamantes, por ejemplo, tienen 12 caras o ejes, a lo largo de los cuales es indispensable cortarlos para que tengan brillo. Hubo 12 gobernadores en el sistema maniqueo, 12 divisiones del Templo de Salomón, 12 trabajos de Hércules, 12 altares de San Jacobo, 12 dioses griegos y así sucesivamente. Mucho antes de que los 12 hijos de Jacob fundaran las 12 Tribus de Israel, el número trece (13) tenía un importante significado místico. Por ejemplo, había 12 Caballeros de la Mesa Redonda, y el Rey Arturo era el decimotercero. El Rey-dios Osiris del antiguo Egipto estaba asociado a 12 reyes de menor jerarquía, y Osiris era el decimotercero. Igualmente el Rey-dios azteca Quetzacoatl tenía 12 seguidores, y él era el decimotercer miembro del grupo. En la Cristiandad, el Budismo Gautama y el Islamismo Shiita, también hay 12 seguidores (apóstoles o discípulos) y un Maestro. Los 12 discípulos representan las doce etapas de conocimiento de los signos solares, y el «Maestro» simboliza el número trece (13), o la pureza de la amalgama perfecta de los otros doce en un todo completo. Por ejemplo, los astrólogos esotéricos pueden identificar a cada uno de los 12 apóstoles de la Biblia cristiana con la cualidad del signo solar que se corporiza en la actitud particular de ese individuo respecto de las enseñanzas de Jesús. Esta verdad religiosa entrelazada, judeo-cristiano-islámica, se manifiesta en la armonía matemática y el bello sincronismo de la rueda del horóscopo. La ignorancia espiritual, o la ceguera, genera el miedo supersticioso al temido número «13». Los pisos de los hoteles saltan del «12» al «14», y pocas anfitrionas invitarán a trece comensales a una cena. Sin embargo, el verdadero significado de este número santo es la sabiduría. Si se lo utiliza para el mal puede provocar una gran destrucción. Pero si se lo utiliza para el bien puede provocar una gran regeneración. En sentido negativo, simboliza al «Maestro», que es la amalgama de las doce lecciones de los signos solares, transformado en un «ángel caído», como Lucifer. En sentido positivo, significa exactamente lo contrario: un «ángel» que se mantiene incólume, que ejerce el poder y la sabiduría eternos, atemperados por la justicia y la misericordia y, sobre todo, por el amor. La numerología es un componente inevitable de la astrología. El tema es demasiado vasto y complejo para abordarlo a fondo en Los signos del Zodiaco y el amor, y lo analizaremos minuciosamente en un próximo libro. Sin embargo, en el ínterin, es necesario hacer una breve referencia a los números planetarios para poder entender cabalmente los doce misterios del amor. Cada signo solar armoniza con un planeta o luminaria (Sol o Luna) determinado, y es regido por él. Y asimismo cada planeta armoniza con un determinado número y es gobernado por él. Por ejemplo: El Sol (que rige a Leo) vibra al son del número diez o uno (10=1), al que equivale cuando se lo suma siguiendo el procedimiento matemático normal. La Luna (que rige a Cáncer) vibra al son del número dos (2). Júpiter (que rige a Sagitario) vibra al son del número tres (3). Urano (que rige a Acuario) vibra al son del número cuatro (4). Mercurio (que rige a Géminis y temporalmente a Virgo, hasta que se descubre e identifica al planeta

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que rige auténticamente a Virgo. o sea Vulcano: véase el capítulo Virgo-Virgo) vibra al son del número cinco (5). Venus (que rige a Libra y temporalmente a Tauro, hasta que se descubre que el que rige auténticamente a Tauro es Pan-Horus: véase el capítulo Tauro-Tauro) vibra al son del número seis (6). Neptuno (que rige a Piscis) vibra al son del número siete (7). Saturno (que rige a Capricornio) vibra al son del número ocho (8).

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Marte (que rige a Aries) vibra al son del número nueve (9).

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Cada planeta y luminaria también vibra al son de lo que se denomina un número de «octava más alta», pero dejaremos la explicación de esto para el próximo libro ya mencionado. Quizás hayáis notado que en esta lista falta el número con el que vibra Plutón (que rige a Escorpión). Muchos astrólogos y estudiosos de la numerología os dirán que Plutón vibra al son del número nueve (9), y que comparte este número con Marte (que gobierna a Aries). No es cierto. Plutón, como todos los otros planetas, vibra al son de su propio «número» particular —cabal e individualmente suyo— y no lo comparte con ningún otro planeta o luminaria. Como ya hemos agotado los números desde uno (1) hasta nueve (9), y diez (10), como vibración del Sol que gobierna a Leo, volviendo así al uno (1) y completando el círculo, tal vez os preguntaréis cómo es posible que Plutón tenga su propio número. Ya lo veréis. En primer término, es importante comprender que la vibración nueve (9) de Marte es la vibración masculina del Universo, que representa y simboliza el principio MASCULINO último de toda la vida y el amor. La vibración seis (6) de Venus es la vibración femenina del Universo, que representa y simboliza el principio FEMENINO último de toda la vida y el amor. El seis y el nueve. El 6 y el 9. Los números vibratorios femenino y masculino, o el 9 y el 6. Macho y hembra. Positivo-negativo. Oscuridad-luz. (Bipolaridad.) Observad que cuando el número femenino de Venus, el seis (6), se coloca cabeza abajo (invirtiendo su polaridad) se transforma en un nueve (9). Asimismo, cuando el número masculino de Marte, el nueve (9), se coloca cabeza abajo (invirtiendo su polaridad), se transforma en un seis (6). El hombre y la mujer son, pues, inseparables. Cada uno es una parte igual del otro. Los principios masculino-femenino son totalmente intercambiables. Sin embargo, uno de ellos siempre apunta en dirección opuesta al otro. En la numerología hay muchos más niveles fascinantes y reveladores de estudio del seis y el nueve, pero aquí sólo nos ocupamos sucintamente de este tema, que analizaremos a fondo en un libro futuro. Observad que cuando se les quita la «cola», el seis (6) y el nueve (9) se transforman en un círculo. El círculo es el secreto de la fusión de las almas gemelas... el misterio más insondable del signo solar de Escorpión, y del planeta que gobierna a Escorpión, el portentoso y poderoso Plutón. Porque el número a cuyo son vibra Plutón es... el CERO. El círculo. El círculo (0) representa la eternidad, porque simboliza la serpiente que se devora su propia cola. De la cabeza masculina (positiva) de la serpiente fluye la energía masculinopositiva... hacia la cola femenina (negativa) de la serpiente. Simultáneamente, de la cola femenina (negativa) de la serpiente fluye la energía femenino-negativa hacia la cabeza masculina (positiva) de la serpiente. Éste es el secreto de Escorpión, el signo solar del «sexo»... y ésta es la energía que alimenta el enorme poder del planeta que gobierna a Escorpión: Plutón. El cero. El círculo. El O. La serpiente que devora su propia cola. El símbolo de la eternidad. Porque el auténtico poder sólo puede existir cuando todas las bipolaridades —macho y hembra, joven y anciano, oscuridad y luz, noche y día— se transmiten energía simultáneamente las unas a las otras, y fusionan sus energías en lugar de seguir oponiéndose entre sí. El cero vibratorio de Plutón también contiene el misterio secreto de la Santísima Trinidad de la Cristiandad. «El Padre-el Hijo-y-el Espíritu Santo». El «hijo» (humanos, de ambos sexos) es la energía masculina. El «Espíritu Santo» (el espíritu de Cristo) es la energía femenina. Cuando cada una fluye simultáneamente en la otra (en lugar de mantenerse en oposición) se genera una tercera energía, que es las dos, y sin embargo ninguna —neutral y TODOPODEROSA-, o sea: «El Padre» (Dios). Esta tercera energía, compuesta por la masculina y femenina combinadas, que fluyen la una en la otra, en lugar de oponerse, genera muchos milagros: El gran poder de la Divinidad. La concepción de un hijo. La concepción de una idea (que se transforma en ideal si se le agrega la «1» de love, la palabra inglesa que significa amor). La energía que mueve a las naves espaciales de otros sistemas solares.

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Kekule, que hizo el monumental descubrimiento de la estructura anular del benceno, descubrimiento éste que a su vez allanó el camino para el aspecto teórico de la química orgánica, no dijo por casualidad que antes de que se le ocurriera este concepto había soñado repetidamente con «una serpiente que se devoraba la cola». Por tanto, todo el misterioso «poder» de Plutón-Escorpión proviene de un conocimiento inconsciente de este principio del cero en virtud del cual la fusión perfecta entre lo masculino y lo femenino crea una tercera fuerza de energía, que es lo uno y lo otro, y sin embargo no es ninguno de los dos —neutra y TODOPODEROSA- porque no se opone, sino que hace que las bipolaridades se fusionen y fluyan simultáneamente la una en la otra. Otro testimonio, otro «secreto» del círculo CERO de Plutón, es el siguiente: ¿qué sucede cuando se agrega el CERO (0) a cualquier otro número? Cualquier banquero o estudiante de matemáticas os dirá que «aumenta» el poder del número. Evidentemente, el monto de un dólar crece (tiene más «poder») a medida que «se agregan ceros». Así, 1,00 dólar se convierte en 10,00 dólares o 100,00 dólares o 10.000,00 dólares y así sucesivamente. El CERO, pues, equivale al PODER. Esta noticia complacerá a todos los Escorpión... siempre que no olviden dónde reside el origen del poder. En la serpiente que se devora la cola... el secreto de la eternidad. Un factor importante para comprender los doce misterios del amor, relacionados con el secreto del círculo, es el siguiente. En el texto de este libro encontraréis a menudo el término «Co-Creadores». A los escépticos, a los que les resulta difícil imaginar al «Dios del Antiguo Testamento» con su propia consorte, les suministro esta información erudita, aunque los creyentes y las personas espiritualmente espabiladas no necesitan más pruebas que el conocimiento instintivo que procede de dentro, respecto de este o cualquier otro concepto sobre la veracidad de la creación.

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La cita siguiente proviene de una escrupulosa traducción de la Septuaginta, la versión más antigua (circa 250 a.J.C.) que se conoce del Antiguo Testamento (los manuscritos hebreos clásicos se remontan apenas al Renacimiento). La traducción fue publicada en 1960 por la Falcon's Wing Press, bajo la supervisión del doctor C. Musés. Extractos de Proverbios 8:3-31: Pues a las puertas de la Grandiosa, Ella ha tomado asiento, y en la entrada entona su canción:

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«En el principio, antes de que el Señor creara la Tierra cuando Él afirmaba los Cielos, yo estaba con Él, y cuando Él distinguió su trono sobre los vientos cuando Él puso límites al mar, y las aguas no trasponían el verbo de su boca yo armonizaba con Él. Yo era aquella en quien Él se regocijaba, y diariamente me alegraba su presencia en todas las ocasiones».

La Cristiandad eclesiástica, en la que el Antiguo Testamento hebreo sembró la deformación de la verdad mediante la imagen «patriarcal», ha enseñado durante demasiado tiempo la falacia de que la Santísima Trinidad es totalmente masculina. Esta superchería nos ha privado de una verdad sublime y enaltecedora. Pero el desarrollo de la era de Acuario, pronosticado por los profetas de todas las religiones, traerá la luz de la restauración consciente del equilibrio áureo entre las energías femenina y masculina sobre la Tierra. Este equilibrio áureo es la fusión eventual de todas las almas gemelas. El concepto está a punto de florecer dentro de todos los corazones anhelantes e indagadores. Le aplican muchos nombres, pero él auténtico es la REAL PERSONALIDAD, tal como se experimenta mediante la unión con la propia alma gemela. Y empieza con la admisión de la verdad masculino-femenina oculta en la Santísima Trinidad y el símbolo de la Eternidad, la serpiente que se devora la cola, el «conocimiento» secreto' que la serpiente le transmitió a Eva, quien se lo retransmitió a Adán. El hecho de que al acto de comer el «fruto prohibido» del «Árbol del conocimiento» lo llamaran más tarde «Pecado Original», revela la desesperación de las fuerzas oscuras por ocultar la Luz de la Verdad mediante una deformación bipolar, encauzada a través de los antiguos patriarcas que temían perder el pi incipio de la superioridad masculina en razón de la igualdad sexual. Pero las hijas de eva de la Era de Acuario le harán comprender por fin al mundo que el término «pecado original» es el Padre de todas las

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supercherías mayúsculas del dogma religioso. Y los hijos de Adán de la era de Acuario se dejarán esclarecer esta vez por la sabiduría de Eva. Ni siquiera los «padres» de la Iglesia pueden parar el rayo del despertar espiritual uraniano, predestinado y pronosticado, de la nueva era del equilibrio áúreo. Quizás Adán no pudo acomodarse a la verdad. Pero los Acuario de hoy sí pueden... y así lo harán. Bajo las poderosas vibraciones de Urano y el microscopio de Acuario, quedará al descubierto la verdadera naturaleza hipócrita de la patraña. Y a esto se lo denominará «Inocencia Original»... el comienzo de la Sabiduría. Cuando las gentes de todo el mundo empiecen a cooperar con estos principios divinos del equilibrio áureo de lo masculino y lo femenino, la nueva era de Acuario se manifestará finalmente en todo su esplendor y magnificencia a la Atlántida renacida y más sabia. Ni siquiera la suma de todos los locos chovinistas y atómicos y nucleares podrá detener la marea uraniana de la Verdad.

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A medida que el hombre y la mujer evolucionan alrededor del círculo kármico astrológico, asimilando en su propia individualidad las cualidades de otros signos solares, enseñando algunas, aprendiendo otras, cada uno de ellos tiene la obligación espiritual de conservar la integridad positiva de su propio signo solar en esta encarnación y también de respetar este derecho en los demás. El León debe tener su dignidad, así como el Cangrejo debe aferrarse a la seguridad. La Cabra debe honrar la tradición, y los Gemelos deben reclamar su libertad. Cada cual debe obedecer el adagio de la era de Acuario que exhorta a «vivir y dejar vivir», a ser uno mismo, y a comprender que los demás también deben ser como son. El primer paso que debemos dar para comprender el significado último del amor, para que finalmente nos permitan disfrutar de su realización absoluta, consiste en aprender a tolerar en lugar de condenar las cualidades de los signos solares que difieren de las nuestras.

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Al explorar las relaciones recíprocas de los doce signos solares, a través de sus rasgos armoniosos y antagónicos en la medida en que los unos y los otros se asocian con los nuestros, siempre debemos tratar de recordar que el objetivo final de cada alma consiste en dar las lecciones de cada signo solar a las otras personas con las que nos cruzamos en el camino, y recibir recíprocamente sus enseñanzas. Este viaje es una especie de desarrollo del espíritu, que empieza en la infancia del alma y continúa en la edad adulta del alma, en su edad mediana, su «vejez» y su muerte, y después en el renacimiento. El alma sólo podrá liberarse de este círculo interminable de nacimiento y .nuerte cuando aprenda a liberar también el cuerpo físico o denso de !a muerte, milagro que me atrevo a predecir que se producirá mucho antes de lo que actualmente creemos. El «problema» que crearía esta longevidad, respecto de la población general del mundo (nuevos nacimientos, junto con la derrota de la muerte —durante siglos— etcétera) tiene varias soluciones. Pero éste no es el lugar adecuado para tratar de concebir tales posibilidades. La discusión a fondo de lo que será este futuro en la «nueva era» que se aproxima deberá quedar aplazada hasta mi próximo libro.

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El viaje simbólico del alma a través de los doce signos solares se puede comprender imaginando a un hombre y una mujer que realizan un viaje análogo, con sus mentes y sus cuerpos. Al principio, el alma ingresa en la fase inicial, parecida al nacimiento terrenal, y después progresa a lo largo de varias etapas posteriores similares a la vida terrenal, y en cada una de ellas asimila experiencia espiritual, así como nosotros asimilamos experiencia mental y física durante un viaje análogo de nuestros cuerpos densos. El alma "nace" en el signo de Aries, el recién nacido simbólico, tal como se refleja a través de la alquimia magnética del Sol.

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El misterio de amor de Aries

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El alma, simbólicamente recién nacida en Aries (aunque no necesariamente en su primera estancia terrenal), se relaciona con la aurora, el amanecer, la primavera y la Pascua... o con la resurrección de su «muerte» en el signo anterior de Piscis. En esta primera incursión en el elemento Fuego —esta experiencia como primera de los tres signos cardinales— el alma simbólicamente «recién nacida» proyecta la vibración positiva, masculina, de las fuerzas diurnas a través de la vitalidad explosiva del regente planetario de Aries: Marte. Como un recién nacido humano totalmente absorto en sí mismo, el alma de Aries descubre con deleite sus propios dedos de los pies y de las manos, su propia esencia física. Para satisfacer todas las necesidades le basta un grito potente, que los mayores oyen y contestan inmediatamente. El auténtico recién nacido no desconfía, ni teme a nada ni a nadie, sencillamente porque nunca ha experimentado lo que es una negativa. Asimismo, el alma «recién nacida» de Aries deposita una confianza natural y una fe conmovedora en la fuerza invisible del bien que le concederá milagrosamente la satisfacción de todos sus deseos. En el plano terrenal esta fuerza benéfica está representada por los padres; en el sentido místico, por nuestros Co-Creadores. Y así éstos velan tiernamente sobre el alma «recién nacida» de Aries, así como los padres velan tiernamente sobre su criatura, protegiéndola cariñosamente de su propia ingenuidad, rechazando prudentemente algunas de las exigencias que formula mediante la excitada conciencia de que el alma es: él ha nacido y está aquí. El alma de Aries intuye: «YO SOY» o «Yo existo». Y como el recién nacido simbólico, los hombres y mujeres de Aries permanecen ajenos a las posibilidades de tropezar con accidentes, dolor o crueldad en el camino de la vida. Él o ella aprende estas experiencias negativas sólo de quienes han avanzado más, de quienes han acumulado rigor, recelo e instinto de supervivencia durante el proceso de crecimiento. Un adagio religioso postula que todos los recién nacidos, puesto que mueren en estado de pureza, se transforman inmediatamente en ángeles. ¡Por supuesto! Aún no han tropezado con el demonio de la tentación. Pero si el «recién nacido» Aries sobrevive, él o ella debe sufrir una y otra vez, como la auténtica criatura, el cruel desencanto de la confianza depositada en quien no correspondía. Víctima de la maldad, de la falta de compasión o del abandono, el recién nacido se siente sacudido, asustado, solo... y entonces grita con más fuerza aún para atraer la atención. De la misma manera (y por las mismas razones) el alma del hombre o mujer Aries, traumatizada y desilusionada, necesita y «busca aceptación, y sin embargo corteja el rechazo»... con una reacción emocional violenta ante el abandono.

Las cualidades positivas de Aries son una inocencia y un asombro conmovedores, una fe ciega y un coraje descarnado. Expresadas en forma negativa pueden transformarse en egocentrismo egoísta, desconsideración, agresividad y acción impulsiva que se desentiende de las consecuencias.

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Para el alma de Aries, el amor es una necesidad vital, que da por supuesta, porque para su conciencia en pañales el amor es sinónimo de la existencia misma. Por tanto espera instintivamente y acepta gozosamente la devoción, pero no sabe muy bien cómo retribuirla. Aries exige amor, porque sin amor muere, como el recién nacido. Cuando el abandono emocional puede implicar (simbólicamente) la muerte, incluso la insinuación del mismo puede producir un pánico desmedido y un terror inexplicable, que sólo se sosiegan con reiterados esfuerzos por apaciguarlo. Aries necesita que le recuerden siempre que «si llega el invierno»... el milagro de la primavera no puede estar lejos.

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El misterio, de amor de Tauro

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La conciencia espiritual en vías de desarrollo del hombre o la mujer entra a continuación en el elemento Tierra. A nivel de Tauro, el alma del recién nacido simbólico se ha convertido, alegóricamente, en un bebé sano, rollizo, y ahora se relaciona con las fuerzas nocturnas reflexivas femeninas y ha aprendido a dormirse a la hora apropiada, y a despertarse luego en un clima de comodidad prevista. Ya no grita sin razón, intimidado por el miedo o la soledad... ni vocifera para que satisfagan todas sus necesidades, como en la etapa ariana. Ha descubierto que los padres complacerán todos sus deseos. En la etapa de Tauro, el alma, como el bebé humano, se conforma con permanecer tranquila y pacientemente sentada en su sillita, aguardando el pan cotidiano con silenciosa, confiada y segura expectación. El Toro también ha aprendido a valerse del buen comportamiento para cosechar más placeres, más favores de los «padres» y otros adultos. Las sonrisas y la obediencia son recompensadas, y Tauro no olvida lo que ha aprendido, aunque el aprendizaje haya sido doloroso y lento. Todavía esencialmente ajeno a todo lo que está fuera del entorno inmediato, el hombre o .la mujer Tauro (como el bebé Tauro simbólico) encuentra la felicidad en el círculo de la familia y en lo tangible... en lo que conoce como familiar más que en-el mundo exterior extraño y bullicioso. A través de la experiencia de Tauro, el alma bebé descubre el deleite de emplear los sentidos del gusto, el olfato, la vista, la audición y el tacto. Huele y mastica simbólicamente, y escucha todos los juguetes, así como los toca en esta primera experiencia del alma como signo fijo del organizador. Como los bienes personales producen felicidad, este hombre o mujer se aferra a ellos, los acaricia y se complace en llamarlos propios. Tauro dice: «YO TENGO». Ésta es la etapa del osito o la manta reconfortante (que volverá a aflorar, fugazmente, en la vibración de Cáncer). En la etapa de desarrollo de Tauro, el «alma bebé» depende inmensamente del contacto físico con los seres queridos, que la alzan, la miman, la besan y la abrazan. Y el Tauro gobernado por Venus (guiado por Pan-Horus) responde con gorgoteos y risitas de éxtasis, y entiende el afecto sólo mediante la sensación de que lo tiene cerca. El bebé concreto es ferozmente posesivo cuando se trata de sus juguetes y de la atención de sus padres, se derrumba cuando cree haber perdido a los unos o los otros, se resiste tenazmente a compartirlos, y así es como el hombre o la mujer Tauro se comporta respecto de su cuenta bancaria y su consorte.

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Las cualidades positivas de Tauro son la tenacidad, la paciencia, la perseverancia y la convicción. Expresadas en su forma negativa se transforman en la obstinación, el prejuicio ciego y la sinrazón. Para el bebé jocundo, dogmático, que simboliza al alma de Tauro, el amor es el afecto físico, que se da y se recibe sin cuestionamiento. Como el bebé asocia el amor con todo el placer y la dicha, se regodea en él con una satisfacción desprovista de complicaciones, animal. Por tanto, Tauro acepta y retribuye el amor con los sentidos... pero aún no ha aprendido a analizar su auténtico mérito y valor.

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El misterio de amor de Géminis

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En la experiencia del alma de Géminis, el «bebé» simbólico de Tauro entra en el mundo del niño que hace sus primeros pinitos, y vuelve a experimentar, como en el nivel de infancia de Aries, las fuerzas diurnas positivas, masculinas. Por primera vez, el alma llega a la etapa del comunicador mutable, toma conciencia de su propia mentalidad, se da cuenta de que no está sola en el Universo. El alma niño de Géminis aprende a comunicar sus necesidades mediante el lenguaje, aprende a formar palabras y a hilvanarlas, en tanto los padres y las demás personas escuchan atentamente, disfrutando de cada nuevo sonido. Hablar le resulta divertido porque toda la atención se centra en él (o ella). Tiene una nueva aptitud para gatear o hacer pinitos hasta el bote de las galletas, sin gritar como Aries ni esperar como Tauro, y esta independencia que acaba de descubrir es embriagante. A los Géminis los emociona el conocimiento que ahora tienen a su alcance, y por eso le gritan « ¡YO PIENSO!» a todo el mundo, muy excitados. El nivel de conciencia del niño simbólico le enseña al alma de Géminis que el carácter tiene dos caras, una dualidad o bipolaridad que es necesario armonizar para poder entablar una relación afortunada con los demás. Experimenta el primer ramalazo de desdicha cuando choca violentamente con la disciplina, mientras intenta fusionar las personalidades gemelas dormida y despierta. Puesto que Géminis anhela súbitamente ciertos placeres que residen fuera del hogar y la familia, el alma niño es castigada a menudo porque intenta enfrentar simbólicamente ciertos peligros cuya existencia aún no sospecha. Asimismo, los hombres y mujeres Géminis sienten que el mundo los invita a emprender su exploración, ¡y quién sabe qué encontrarán en él! Dotado de la flamante capacidad mental de razonar y deducir —de relacionarse— el Géminis empieza a desear cosas que están más allá de las que ya ha visto, y a soñar con ellas. La mitad del alma de Géminis sigue siendo un bebé inseguro, que necesita el entorno familiar. La otra mitad es un niño anhelante, cuya curiosidad se encauza hacia las múltiples maravillas ignotas que están fuera del alcance tangible. El alma de Géminis ya ha experimentado el Fuego y la Tierra y aprende a lidiar por primera vez con el elemento Aire. Y así es como esta personalidad gemela experimenta las cosas, con ojos resplandecientes y el corazón desbordante de esperanza. Cada nueva jornada activa la mente de Géminis con su magia oculta, ahora más cautivante que los juguetes desechados y el cálido círculo del afecto parental. Lo que el hombre o la mujer Géminis ve por la ventana es un edén prohibido donde todos los anhelos yacen envueltos en el misterio, mientras el planeta regente Mercurio (el mago) muestra el camino seductor que se extiende más allá. Las cualidades positivas de Géminis son la versatilidad, la perspicacia mental, la rapidez de percepción, el razonamiento deductivo y la flexibilidad. Expresadas en su forma negativa se convierten en la impaciencia, la charlatanería, la superficialidad, la ambigüedad, la falta de fiabilidad y el autoengaño.

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Para el «niño» Géminis, el amor ha perdido parte de su primitiva naturaleza prodigiosa. En esta etapa sigue siendo necesario, más de lo que se piensa, pero ahora hay que buscar algo más emocionante que el amor. ¿Es el amor el que os retiene, el que os tironea y os impide salir disparados en dirección a la vida? Entonces el amor es placentero, pero también restrictivo. Los hombres y mujeres Géminis no han cesado de necesitarlo o desearlo, pero cuando el amor se convierte en una barrera para su libertad lo desechan apresuradamente, olvidan su tibieza y la seguridad que brinda... y no piensan que podrían extraviarse y no encontrar el camino de regreso al hogar.

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El misterio de amor de Cáncer

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El niño es ahora un púber, y el alma ha evolucionado hasta la etapa de Cáncer: flota entre la infancia y la madurez, anhela ser adulto y sin embargo vacila en pasar al otro lado. Cáncer vuelve a avivar la conciencia de las fuerzas nocturnas negativas, femeninas y reflexivas. Pero esta segunda experiencia de la noche está fusionada con una sensación nueva, más rica e incluso más sensual (que era sólo una inspiración poética, y todavía no una realidad auténtica, en el nivel anterior de Tauro), porque se ha producido un cambio de estación. El despertar de la primavera se ha ahondado en un sueño de una noche de verano con toda su belleza madura y fragante para estos hombres y mujeres, estos Oberón y Titania, de Cáncer. Ahora la melancólica y sensible alma «púber» vacila entre la dependencia infantil y el mundo enloquecedoramente seductor y tentador de los adultos (¿qué significa ser hombre o mujer?). Esto se expresa deliciosamente en los experimentos entre los mundos humano y feérico del famoso clásico del Tauro Shakespeare. Puck, el simbólico púber Cáncer, observa a los adultos (humanos) en el entorno, y es prodigiosamente sensible a todo lo que ve y oye. Pero este mundo adulto, material, que él espía con tanta vehemencia, exhibe vislumbres de frecuentes desilusiones. Y por ello los sueños de Cáncer están llenos de sobresaltos, hacen que el Cangrejo clame en la noche, y que a veces saque del armario el viejo y simbólico osito de Tauro y lo abra& fuertemente cuando nadie lo ve. Tal como les sucede a los hombres y mujeres de Cáncer, los estados de ánimo cambiantes de los púberes cabales los intrigan a éstos tanto como a sus familias. Pero estos terrores son muy concretos para los Cáncer, quienes temen que la madurez implique la pérdida de la seguridad de la que disfrutan junto a sus padres y sobre todo junto a la madre. ¿Los futuros extraños se preocuparán tanto por los Cáncer y los amarán tan incondicionalmente como la madre? Cáncer sospecha que no.

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Incapaces de explicar sus aprensiones, los Cangrejos se tornan reservados, sueñan a solas... o se esconden y se enfurruñan, imaginando que nadie los entiende. En el nivel de Cáncer, la posible pérdida de la protección parental obsesiona al inconsciente. Cáncer ya ha aprendido lo que es la pérdida. Quizá los amigos de la infancia se han mudado, la familia ha cambiado de residencia, el viejo barrio con el que estaba compenetrado ha desaparecido. El mundo ya no es tan emocionante ahora que el Cangrejo intuye sus trampas ocultas. Los hombres y mujeres Cáncer «púberes» saben que la maduración les producirá infaliblemente aflicciones inesperadas, y por ello se aferran a aquello en lo que saben que pueden confiar: el ayer. Como las nuevas sensaciones son muy agudas, Cáncer ve una combinación de tragedia y comedia en la Vida a medida que ésta se expande en su conciencia a lo largo de su primera incursión por el sensible elemento Agua. Igualmente a pesar de su timidez innata, el alma de Cáncer no se dejará relegar a segundo plano, porque ésta es la segunda experiencia como líder cardinal, que puede trocar el miedo ilógico en cautela sensata. Los Cangrejos desean tanto la Luna llena como la nueva, sólo tienen una conciencia parcial de lo que anhelan... y son renuentes a averiguarlo. ¿Qué reserva el mañana? El sentimiento empuja el alma Cáncer púber a las lágrimas. Impulsados por la necesidad de ocultar sus verdaderas emociones, los Cangrejos dicen: «yo SIENTO», y después para que nadie sospeche que sienten tan vehementemente, bromean, creyendo engañar a los demás. Si al hombre o mujer Cáncer no se lo trata con ternura en esta etapa crucial de la evolución del alma, desarrolla un caparazón permanente duro y protector para defenderse del mundo cruel. Las cualidades positivas de Cáncer son la imaginación, la tenacidad, la ternura, la sensibilidad. la solicitud y la cautela. Expresadas en su forma negativa se transforman en mezquindad, irritabilidad, melancolía, avaricia y cobardía, comportamiento posesivo y ánimo taciturno. Para el Cáncer, así como para el verdadero púber inseguro y sentimental, el amor ha vuelto a asumir importancia, por encima de todo. Pero ahora es sinónimo del hogar, que representa la seguridad emocional... y la necesidad de amor es tan grande que debe encubrirse tras las lágrimas afligidas y la risa lunar.

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El misterio de amor de Leo El alma púber de Cáncer se transforma con brillo súbito en un adolescente simbólico que la vibración de Leo transporta a la primera expresión de confianza en sí mismo y de orgullo por su individualidad. Ahora el alma sabe (o cree saber) quién es a medida que Leo siente la atracción de las fuerzas diurnas masculinas y positivas y del Fuego, con más intensidad aún que en el nivel de Aries. El mundo pertenece al León --o a la Leona— y por tanto el o la «adolescente» Leo contempla su imagen en el espejo, admira lo que ve y formula el noble juramento: «YO HARÉ». El verano ha hecho eclosión en un florecimiento de furiosa belleza, con tardes perezosas y sol radiante, a medida que Leo se desplaza hacia la conciencia de Si desde el significado bipolar de la afectación de Cáncer.

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El idealismo de la 'juventud excita el corazón del León e inflama su sangre con el naciente conocimiento de la sexualidad. Éstas son dos ansias poderosas que despiertan dudas íntimas y personales acerca del propio valor, dudas que a su vez se ocultan tras una fachada de vanidad. El alma de Leo sabe qué hacer con esta segunda experiencia en su condición de organizador fijo. y la utiliza con aparente confianza para aleccionar a los demás, para asumir el control de su propia vida y para gobernar a aquellos que necesitan la protección de Leo. Sin embargo, el hombre o mujer Leo, como el adolescente de carne y hueso, sigue buscando que lo tranquilicen con halagos, sigue encogiéndose de miedo cuando lo ridiculizan, porque aún no es un hombre cabal —una mujer cabal— a pesar de su aplomo exterior.

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El alma ya ha pasado por las dolorosas experiencias de la primera y la segunda infancia, de la niñez y la pubertad, así que Leo asume el mando con compasiva consideración para ayudar a los más vulnerables. En su configuración de Leo, el alma no desea realmente oprimir a los indefensos. Las lágrimas derramadas en los niveles de Aries, Tauro, Géminis y Cáncer han grabado en la memoria de Leo la generosidad de espíritu. Sin embargo, aunque los Leo han aprendido a tolerar y perdonar a los enemigos, aún no han aprendido a respetar la sabiduría de los mayores. El Leo, como el verdadero adolescente, cree saberlo todo, y no soporta a quienes ponen en tela de juicio su nuevo conocimiento mundano. El alma de Leo venera al Sol, porque el Sol es el que gobierna a Leo, es la fuente de toda la vida... y de su fuerza de León. Leo admira y es admirado, ama y es amado. Cuando comienza la vida social, brotan los pimpollos del romance... que finalmente florecen. El primer amor es cálido y refulgente, y le produce al «adolescente» Leo una mezcla de euforia y desencanto. El poderío vertiginoso de su virilidad (o feminidad) le produce a Leo una sensación de dignidad e importancia personales... a través del sexo opuesto. Los Leones y Leonas ya no deben vivir reprimidos por la sofocante autoridad de la orientación parental. Han atravesado el puente que une la infancia con la edad adulta. Intuyen las responsabilidades de la madurez, pero éstas aún no se han convertido en una carga. La vida es toda fulgor solar, el pasado tenebroso ha quedado atrás, el milagro del futuro continúa pendiente... y el presente es un momento ideal para la diversión y la distensión. Leo resuelve arrogantemente que el mundo necesita de su recién descubierta sabiduría, y está más que dispuesto a suministrarla. Sólo mediante el ejercicio de una autoridad indiscutida sobre los niños menores (las almas más débiles y aún no liberadas) el hombre o la mujer Leo puede conservar durante esta experiencia la imagen necesaria de superioridad y amor propio. Las cualidades positivas de Leo son el calor humano, la generosidad, la nobleza, la fuerza, la lealtad, el liderazgo y una mansa y sosegante ternura: el carisma protector del hermano o la hermana mayor. Expresadas en su forma negativa se convierten en la arrogancia, el falso orgullo, la vanidad, el despotismo, la soberbia... y la promiscuidad romántica. Para el Leo que se encuentra en la etapa simbólica de desarrollo adolescente, el amor es el romance radiante, el cantar de los cantares, la materialización de todos los ideales y de la belleza. Leo está «enamorado del amor» y de sí mismo... o de sí misma. Los Leones y Leonas dispensan afecto generosamente sólo porque experimentan un gran placer al ser tan soberanamente magnánimos, y exigen gratitud y respeto de los amados y se indignan si el amor los obliga a' comportarse a su vez con humildad... pues todavía no comprenden su profundidad, ni la belleza implícita en el sacrificio del «yo».

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El misterio de amor de Virgo El alma juvenil de Leo no tarda en intuir que el verano llega a su fin... y por primera vez toma conciencia, compungido, de la proximidad de la cosecha, todo ello cuando se expresa en su alma ese veranillo de San Martín que es Virgo, las fuerzas nocturnas, negativas y femeninas, vuelven una vez más, y le recuerdan a él o la Virgen (cuya personalidad más profunda ha sobrevivido intacta a los efímeros romances de la juventud) que la madurez trae consigo el deber austero y la responsabilidad. «YO ANALIZO», dice Virgo a la defensiva, mientras se esmera por alcanzar la perfección.

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Ahora el alma en desarrollo se ha convertido, por primera vez, en un adulto, que se siente frustrado porque lo obligan a ceñirse a las reglas y restricciones de la sociedad, pero que se somete mansamente, con innata cortesía. Estos hombres y mujeres han descubierto que para recibir lo que necesitan deben servir de alguna manera a los demás. La vibración de Virgo enseña que el individuo debe trabajar y ganar dinero, debe ser útil, para poder distraerse libremente. En esta segunda experiencia con el elemento Tierra, que también lo es con un comunicador mutable, los relojes y horarios asumen una gran importancia. El primer empleo es decepcionante. Las exigencias del trabajo o el estudio obligan a archivar las ideas y los ideales. Ahora no hay tiempo para soñar. El Virgo consagra todos sus esfuerzos a descollar en los estudios, a salir a flote en la feroz competencia del mundo empresario. El aprendizaje y la competencia son imperativos: la supervivencia se ha convertido casi en una obsesión.

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Las almas de Virgo, como los jóvenes adultos de carne y hueso que ellas simbolizan. ven muchas cosas criticables en torno, odian secretamente la pérdida de la inocencia infantil y no tienen ideas claras acerca de lo que les aguarda. ¿Acaso sólo es más trabajo, más estudio y más responsabilidad? De ser así, la vida es en verdad algo serio, que habrá que enfrentar lo antes posible con espíritu realista. Se hace tarde. En este nivel de Virgo, los defectos e imperfecciones humanos asumen una importancia exagerada. Porque, si Virgo no recoge una cosecha fructífera, ni ellos ni los demás podrán seguir viviendo. Estamos a fines del verano, a comienzos del otoño, y el frío invierno acecha a la vuelta de la esquina. ¿Por qué toda esa otra gente sigue riendo y jugando allí fuera? Virgo se inquieta y se preocupa, y se pregunta cómo podrá advertir a los irresponsables que la estación del placer se acerca a su fin. El corazón sigue siendo puro y está poblado de silenciosa esperanza, pero ahora la mente empuña las riendas.

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Los anteriores entusiasmos de Leo han sido sustituidos por la resignación y los ensueños silenciosos. El miedo a la dependencia genera en Virgo la obstinada determinación de no perder tiempo ni eludir deberes, con la conciencia siempre alerta y a la expectativa, con anhelos de progresar. Aunque regida nuevamente por Mercurio, el alma ya ha aprendido a no desperdigar las fuerzas vitales como lo hacía en el nivel de Géminis. Como la Virgen simbólica, Virgo se balancea sobre el filo de la conciencia, y pronto contestará a la estentórea llamada del auténtico regente de Virgo, Vulcano, que aún no ha sido «descubierto» por los astrónomos, pero que está suficientemente próximo al descubrimiento como para haber comenzado ya a irradiar débilmente su influencia pulsátil sobre todas las almas Virgo-Virgen. Las cualidades positivas de Virgo son la lucidez, el discernimiento, la cortesía, el comportamiento servicial, el espíritu práctico y la honestidad consigo mismo. Expresadas en su forma negativa se convierten en maledicencia, testarudez, timidez, pesimismo, complejo de inferioridad y bizantinismo. El alma Virgen ha llegado a su aspecto narcisista: recuerda a medias los fuegos candentes de la juventud, pero como aún no ha despertado sólo intuye vagamente la pasión que le aguarda, y que pronto le será revelada por Vulcano. Para los Virgo, el amor implica la entrega de la personalidad, un misterio que prefieren no resolver. Por tanto encauzan su energía hacia la preeminencia en el trabajo... y aunque estos seres brindan una mansa devoción, el auténtico significado del amor sigue latente en el corazón del Virgen.

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El misterio de amor de Libra

El alma en vías de desarrollo se aparta del sendero solitario de la autodisciplina de Virgo y se proyecta nuevamente hacia las fuerzas diurnas positivas, cuando la vibración de Libra la invita seductoramente a aceptar, por tercera vez, el desafío del liderazgo cardinal. En la conciencia de Libra, el alma ya ha madurado totalmente, y conoce el sol y la sombra. Mientras luchaba por alcanzar la madurez —lucha ésta que culminó en Virgo—aprendió que en el mundo (y en los seres humanos) existen la noche y el día, el bien y el mal, la oscuridad y la luz. Más allá de esto, a Libra lo consume la bipolaridad enigmática del macho y la hembra.

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La experiencia les ha enseñado a los hombres y mujeres Libra a juzgar equitativamente a sus semejantes. Hasta el nivel de Libra, el alma se preocupaba primordialmente por sí misma. Ahora su interés se expande para abarcar, por primera vez, la conciencia de que necesita relacionarse con otros seres humanos. Ahora el alma está pertrechada con las lecciones de cinco niveles anteriores, y se halla en condiciones de guiar con espíritu lógico y con fuerza. Libra se comporta con una amalgama de sabiduría compuesta por los conocimientos que adquirió al realizar una incursión por el AGUA y al experimentar dos veces el FUEGO, la TIERRA y el AIRE. «YO SOPESO», dice Libra, que se enorgullece de ver ambas versiones. Como la conciencia de Libra no soporta la injusticia, sus decisiones son difíciles y arduas. Nace un sentimiento de justicia social, y frente al prejuicio o la intolerancia, Libra entabla a menudo interminables discusiones, en las que emplea la fría lógica que aprendió en Géminis y aguzó en Virgo. Pero esta actitud es mitigada por una flamante conciencia del valor de la persuasión. Libra ha adquirido la cualidad de la simpatía, que según ha descubierto es un recurso seguro para triunfar, de modo que emplea sagazmente una voz melosa y una sonrisa deslumbrante para halagar a los demás y salirse con la suya.

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Libra tiene cada vez más conciencia de la belleza de la armonía... en la música, en el arte y en el romance. Como los Libra recuerdan inconscientemente su soledad de Virgo, experimentan el despertar de un profundo y primigenio anhelo de encontrar pareja. El alma de Libra, sentimental pero práctica, comprende instintivamente que necesita llevar a alguien a su lado, en el amor y los negocios, para equilibrar la vida y satisfacer el deseo de armonía del regente de Libra, que es Venus. Sin embargo, en el elemento Aire de Libra no es fácil encontrar pareja para el amor. Cuando se pesan y equilibran los vicios y virtudes de los posibles consortes en los platillos de la Balanza de Libra, a menudo se descubren carencias que generan la angustia de la indecisión emocional. Pero mientras tanto el hombre o la mujer continúa la búsqueda incansable de un ser con el cual compartir las alegrías y las penas. Algún día se disipará la estación tan amada del otoño, la primavera recordada con tanto cariño ha quedado muy atrás, y hay algo que Libra sabe: no deberá estar solo o sola, cuando llegue el invierno. Y así los Libra reaccionan ante la belleza del crepúsculo, tristemente, con la sensación simultánea de que, no obstante su magnificencia escarlata y dorada, anuncia la proximidad de otra noche del alma.

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Las cualidades positivas de Libra son la justicia, la inteligencia, la simpatía, la dulzura y el equilibrio emocional. Expresadas en su forma negativa se convierten en pereza, morosidad, indecisión, espíritu polémico, hedonismo y comportamiento temperamental.

Para Libra, el amor es una unión de las mentes y los corazones, ni demasiado apasionada ni demasiado desapegada: un feliz término medio que se debe compartir equitativamente. Pero estas almas se hallan tan cautivadas por la belleza superficial del amor que no pueden sondear cabalmente sus implicaciones más profundas. Sólo comprenden que aman. Aún no se les ha ocurrido preguntarse por qué.

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El misterio de amor de Escorpión Al entrar en su segunda experiencia en el elemento Agua, el alma ahora madura recibe con beneplácito la oportunidad de meditar mediante un retorno de las fuerzas nocturnas negativas y femeninas de la conciencia de Escorpión. A nivel público, Escorpión es inmensamente capaz de cumplir con sus deberes ahora harto conocidos, en su condición de organizador fijo. A nivel personal, a Escorpión le inquieta descubrir que enfrenta por primera vez el portentoso misterio de su propia existencia. ¿De dónde ha venido? ¿A dónde va? ¿Por qué está aquí? Escorpión debe desgarrar el velo de la vida, a cualquier precio, para apaciguar su espíritu desasosegado, súbitamente emancipado de su anterior preocupación exclusiva por las necesidades terrenales, en tanto clama: «YO DESEO!».

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El alma de Escorpión sabe mucho... pero es más aún lo que intuye y todavía no puede definir. La vibración de Escorpión genera una necesidad tan apremiante de explorar lo desconocido que hay que sepultarla bajo profundas capas de manso raciocinio, pues de lo contrario consumiría la mente y devoraría el alma. Las lecciones muy presentes de la placidez y el juicio imparcial de Libra han determinado que Escorpión se cuide mucho de expresar opiniones a quienes podrían descalabrarlas. El fuerte instinto de supervivencia de Escorpión procede de un arraigado temor a que lo destruyan si no se pertrecha de antemano. Cada derrota que sufre Escorpión no hace más que reforzar la íntima convicción de que ante todo debe ser leal a su propia integridad personal. Porque Escorpión intuye que si pierde su personalidad, lo pierde todo. En el nivel de conciencia de Escorpión, el alma descubre por primera vez la relación que existe entre el nacimiento, la muerte, el sexo y la verdad religiosa. Escorpión sabe que, de alguna manera mística, todos estos elementos se hallan entrelazados. Por tanto, el sexo se convierte en algo íntimamente explorado con una pasión que no conocen quienes se encuentran detrás o delante de la etapa de desarrollo de Escorpión. Aunque Escorpión sólo confía en el amor después de que éste ha demostrado ser digno de semejante confianza, cuando se consagra a otra persona su lealtad es inamovible y eterna. Escorpión siente la necesidad vehemente de protegerse a sí mismo y de proteger a quienes ama de todo daño, y por ello se siente obligado a reclamar «ojo por ojo y diente por diente» como garantía de que no volverán a maltratarlos. Mediante la sutil influencia del planeta regente Plutón, el alma de Escorpión asimila la experiencia de la muerte a medida que desaparecen amigos y parientes, y esto acrecienta la necesidad de buscar aún más a fondo el conocimiento sepultado en el inconsciente silencioso. En tanto que el espíritu de Escorpión se remonta por las alturas como el águila, desafiando la gravedad, los deseos y las pasiones mundanas se intensifican y lo obligan a poner en tela de juicio su propia dignidad. Ultrasensible, pero ya capaz de disfrazar totalmente esta sensibilidad, Escorpión descubre ahora el poder asombroso de su propia mente, la voluntad silenciosa, y la emplea secretamente, para que los demás no aprendan a ejercitar el mismo poder sobre él... o ella. La conciencia de Escorpión es el período de prueba del alma.

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Las cualidades positivas de Escorpión son la lealtad, la fuerza de voluntad, el magnetismo, la amabilidad, la clarividencia y un autocontrol prodigioso. Expresadas en su forma negativa se convierten en crueldad, fanatismo, venganza, sadismo, recelo y autoaborrecimiento. Para los hombres y mujeres Escorpión el amor es una llama devoradora, digna de cualquier sacrificio... y deben triunfar sobre su desafío. Sexualmente desinhibidos, pero con temores emocionales y recelos mentales, se esfuerzan desesperadamente por fusionar las vibraciones físicas y espirituales del amor, con una extraña mezcla de erotismo y pureza. Sin embargo, la satisfacción del deseo no hace más que dejar al alma de Escorpión con la apetencia de algo más trascendente.

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El misterio de amor de Sagitario El alma en vías de desarrollo sale de la larga noche de la meditación de Escorpión y se vuelve nuevamente esperanzada hacia las fuerzas diurnas positivas y masculinas, en tanto une el otoño con el invierno mediante la conciencia de Sagitario. Ahora experimenta por tercera vez las vibraciones del comunicador mutable, y responde por última vez al elemento impulsivo del Fuego. En Sagitario, el hombre o la mujer se ha convertido en un filósofo escéptico, en un profeta renuente, que aún no conoce con certeza las respuestas definitivas al enigma de la vida. De modo que el Arquero indaga más a fondo, con lógica penetrante y candor embarazoso, para convalidar el aserto de Júpiter: «YO VEO».

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Ya es hora de que el alma tome conciencia una vez más de su propia dualidad. Sagitario experimenta el deseo compulsivo de explorar su propia mente y de tratar de desentrañar los secretos del comportamiento humano en la etapa filosófica del estudio avanzado. Sin embargo, una parte de esta alma aborrece los implacables requisitos de una educación cada vez más compleja y anhela hacer novillos y evadirse de la exigente escuela kármica de la vida. Él —o ella— se zambulle desde las alturas del supremo optimismo y de la fe ciega hasta los abismos del cinismo sarcástico. Primeramente frívolo y alegre, después serio y solemne, Sagitario es el Centauro, mitad hombre y mitad caballo, que enfila las aguzadas flechas de la curiosidad directamente hacia la diana del conocimiento buscado. La búsqueda sagitaria de la verdad transporta a esta alma por el laberinto del concepto religioso, virando del ateísmo descarnado al fanatismo espiritual, hasta desnudar el baluarte del dogma eclesiástico... que acepta o rechaza, parcial o totalmente.

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A veces Sagitario retoza como un payaso torpe, con una despreocupación irresponsable por el futuro. 'A veces medita seriamente, muy por encima de sus pares, y más allá de éstos. En la etapa sagitaria, el alma ha llegado al trance simbólico del retiro. Movidos por su planeta regente, Júpiter, los Arqueros ansían viajar, calentarse bajo soles extraños, ver y aprender de otros países, pueblos e ideas. Aunque se someten a regañadientes a las obligaciones del trabajo, el deber y la responsabilidad, esta restricción fastidiosa a la materialización de sus sueños los pone muy impacientes.

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Para encubrir su constante inquietud espiritual, los Sagitarios adoptan una pose histriónica, teatral, que les permite distraer a los demás con una mezcla de farsas divertidas y trágicas, mientras permanecen en condiciones de seguir aplicando su método de indagación socrática respecto de sus propias almas, detrás de sus máscaras. En este nivel queda poco tiempo para proceder con tacto, mientras Sagitario arremete para descubrir las verdades antes de que termine la «Vida». El otoño toca a su fin, soplan los primeros vientos invernales... y el clima estimulante invita al Arquero a tentar al destino, para demostrar que el hombre es más fuerte que la Naturaleza. Aún no se ha impuesto la reclusión propia de la estación invernal. Y por ello Sagitario disfruta de cada copo de nieve, mientras se interroga sobre su intención y su origen... y después los comprime en una bola que arroja sin aviso previo para derribar la solemnidad de las almas más circunspectas. Aunque intuye que le aguarda la «vejez», con sus prometidas recompensas de sabiduría y paz, el alma recuerda con demasiada nostalgia los tiempos despreocupados de la juventud perdida... la primavera y el verano... y no puede resignarse de buen grado a su madurez inevitable. Las cualidades positivas de Sagitario son el optimismo, el candor. la alegría, la lógica, la honestidad, la audacia y el entusiasmo. Expresadas en su forma negativa se transforman en la temeridad, la confusión emocional, la negligencia, la falta de tacto, la grosería y la inconstancia. Sagitario, que ha llegado a la edad intermedia simbólica del alma, debe descubrir el amor ahora... o lo perderá para siempre. Cuando los Arqueros buscan una pareja para todos los tiempos, se dejan cegar por el idealismo y el desafío del amor, y por tanto los hiere la realidad de éste, pues su indagación ansiosa aún no los ha llevado a buscar el amor donde en verdad se encuentra: dentro de sus propios corazones.

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El misterio de amor de Capricornio Ahora las ráfagas heladas del invierno se hacen más insistentes, y obligan al alma harta de experiencias a replegarse simbólicamente en el refugio del círculo familiar, y a someterse de nuevo a las fuerzas nocturnas meditativas, negativas y femeninas. En el nivel de conciencia de Capricornio, el alma siente por cuarta y última vez las poderosas vibraciones del liderazgo cardinal. Pero esta vez dicho liderazgo la conduce a través del elemento Tierra estable, desde una posición de fuerza en el interior del hogar, junto al fuego de la chimenea. ¿Por qué la Cabra habría de exponerse a las gélidas temperaturas exteriores, sólo para hacerse ver y oír... aplaudir y alabar?

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Las almas de Capricornio, que ahora están seguras de su capacidad y su derecho para asumir el mando, ya no sienten la necesidad de exhibir u ostentar agresivamente su poderío... para conquistar la adulación pública o la seguridad interior. En esta etapa, el alma ha aprendido que la auténtica paz emana de adentro. El título de líder implica una responsabilidad que hay que manejar con la mayor cautela posible, sin que la ejecución de lo que es obviamente el propio deber merezca un reconocimiento especial. Ahora los parientes (y sobre todo los padres) del Capricornio asumen una marcada importancia, para bien o para mal, porque ha llegado la «vejez» simbólica del alma... y junto con ella la conciencia de las prioridades de la vida, entre las cuales sobresale la seguridad de pertenecer al grupo. Las emociones del romance y las libertades de la juventud ya no son ni remotamente tan tentadoras para la Cabra como la comodidad y la satisfacción que uno encuentra junto con aquellos en cuyos cuidados puede confiar.

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Capricornio está preparado para comunicar la sabiduría de Saturno, trabajosamente acumulada, y también está bien predispuesto para ello, pero sólo cuando se lo pidan. Como las Cabras saben que es un desatino obligar a la gente a madurar prematuramente, sonríen con la benévola indulgencia de un abuelo cariñoso (cualquiera que sea su edad cronológica) ante las travesuras de quienes aún son jóvenes de corazón. Secretamente, el alma de Capricornio anhela renunciar al deber, pero ya está resignada a la certidumbre de que el idealismo puro no es práctico... y de que el entusiasmo espontáneo nunca puede sustituir a la experiencia. Muy consciente de los peligros de la acción impulsiva, el alma se ha hecho más conservadora... y la negativa de la Cabra a diseminar sus esfuerzos o a incurrir en sentimentalismos determina que quienes nacieron en los elementos de Fuego y Aire la acusen de frialdad emocional. Los Capricornio respetan la autoridad porque interpretan que la ley es necesaria para proteger los derechos y la seguridad humanos. Veneran tímidamente a los famosos y los triunfadores porque el regente de Capricornio, Saturno, les enseña a reverenciar el éxito, cuyo precio conocen muy bien.

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Aunque las almas más liberales puedan pensar que Capricornio es austero e inflexible, la vida también les ha enseñado a las Cabras su lado humorístico, y sus bromas sutiles están teñidas por la ironía de la existencia. Como los nuevos deberes saturnales que les impone su condición de consejeros de los necios descansan pesadamente sobre sus hombros, a veces intentan beber la última dosis de los raros placeres de la Vida, que aceptan serenamente, sin falsa vergüenza ni inhibiciones superfluas. Sólo después, cuando vuelve a imperar la influencia atemperante de la madurez, el Capricornio experimenta una vaga sensación de remordimiento y melancolía por haber sucumbido a la tentación de pasiones prohibidas. En la vibración de esta alma existe la compulsión de reconocer la necesidad de ser prácticos, como lo confiesa Capricornio: «YO UTILIZO». Pero la benevolencia espiritual atenúa la severidad de la adustez superficial que impone Saturno, porque la conciencia del Capricornio trae consigo la comprensión de los errores humanos, nacida de la sabiduría que asimiló durante diez etapas de los misterios de la vida... y del amor. Las cualidades positivas de Capricornio son la tenacidad, la estabilidad, la prudencia, la fiabilidad, la seguridad y la tranquilidad. Expresadas en su forma negativa se convierten en egoísmo, intolerancia, ambición despiadada, rigidez, esnobismo, depresión y soledad. Para Capricornio, el amor es un intercambio apacible y noble de satisfacciones personales. Las Cabras han aprendido cabalmente la valiosa lección de que el amor no se mide por el exceso de emociones. Pero como lo equiparan sólo con las exigencias de la necesidad y el deseo mutuos, aún no han experimentado la liberación de sus anhelos interiores.

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El misterio de amor de Acuario Al llegar a la iniciación de Acuario, el alma en vías de desarrollo siente que debe devolver a la vida mucho de lo que cosechó en el camino. Y así comienza una «segunda infancia» a nivel del Aguador, que vierte su conocimiento, resuelto a compartirlo, y ansioso por compartirlo, antes de abandonar este planeta para explorar el excitante mundo de lo desconocido en el más allá.

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Acuario siente por última vez como organizador fijo las conmociones de las fuerzas diurnas masculinas y positivas, en la experiencia final del desapegado e imprevisible elemento Aire. El hombre o mujer Acuario, que es un enigma para sus amigos y parientes, retoza de manera peculiar con los jóvenes de corazón, y decimos peculiar porque su sabiduría y experiencia entran en contraste directo con esta conducta liberal y excéntrica. En el pasado dejó relegados muchos misterios porque no tuvo tiempo para investigarlos. Ahora los Acuario deben saborearlos a todos, deben examinar todos los matices por arriba y abajo, a izquierda y derecha, de buena o mala gana. Les encanta dejar pasmados a quienes los rodean, y súbitamente toman conciencia de una inexplicable capacidad para atisbar en el futuro. Asombrosamente intuitiva y erizada de imprevistas vislumbres de imágenes telepáticas, el alma de Acuario examina a las personas y las ideas sin sentimentalismo, y descubre la verdad sin una lógica visible ni un esfuerzo identificable.

En este nivel, el alma tiende a menospreciar la ley y la autoridad porque el espíritu vive realmente en el mundo del futuro. El Acuario sabe que tarde o temprano habrá que modificar y adaptar las normas rígidas de la sociedad actual. Por tanto él (o ella) no ve ninguna razón sensata para respetar lo que seguramente se transformará mañana en algo nuevo y diferente. Si es necesario sublevarse violentamente para implantar la tolerancia, la fraternidad y la comprensión, el Acuario piensa que el resultado será digno de semejante conflicto. Sin embargo, si bien los Aguadores postulan cambios para el mundo (y para sus amigos y familiares), ellos siguen fijos en sus opiniones personales, códigos privados y formas de vida, lo cual refleja la naturaleza contradictoria de su planeta regente, Urano.

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Ahora el alma ha adquirido un auténtico enfoque humanitario. Para el desprejuiciado Acuario todo ser humano es un amigo, cualesquiera que sean los valores personales de dichos individuos, porque el Aguador ha aprendido que él —o ella— está integrado dentro de la totalidad del género humano... y de la Naturaleza. Sin embargo puede descuidar las relaciones personales, porque estos hombres y mujeres corren en pos de un idealismo que está relacionado con el bienestar de la sociedad en general. Al igual que la era de Acuario, de la que ella es un reflejo, el alma imagina en esta etapa un futuro radiante y glorioso que sólo se podrá alcanzar si se demuelen las viejas costumbres y las ideas anacrónicas para abrir paso a la conciencia espiritual, mediante la embestida de la masa acelerada del Karma. Cuando la conducta de Urano ofende a los más conservadores, el Acuario individualista desecha su desaprobación con una carcajada. Los Acuario se sienten seguros merced a su conciencia intuitiva del futuro, responden «YO SÉ» a todas las preguntas, y después se niegan maliciosamente a explicar cómo lo saben... excepto a los niños, que entienden merced a su propia inocencia el estado inocente de sencillez al que el alma retorna en la vibración uraniana de la «segunda infancia». Las cualidades positivas de Acuario son la visión, la individualidad, la tolerancia, la cordialidad, el espíritu inventivo, la originalidad y el genio. Expresadas en su forma negativa se convierten en excentricidad, neurosis, desapego, distracción y negativa a cooperar.

Para Acuario, el amor es una emoción autónoma y desprovista de egoísmo, que hay que explorar y disfrutar. El Aguador entiende la envergadura del amor e investiga todas sus dimensiones, pero lo derrocha negligentemente confundiéndolo con la amistad. La satisfacción física deja al Acuario emocionalmente vacío y aún anhelante, pues no comprende el misterio de la unidad con la pareja, la verdad última del amor. Ésta espera silenciosamente, en las sombras, que la descubran. Es el secreto custodiado por Neptuno, más allá de la comprensión de Urano.

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El misterio de amor de Piscis Así como el alma «nace» simbólicamente en la inocente irreflexión de Aries, así también «muere» simbólicamente —o deja el doloroso plano terrenal— para ingresar en la compasiva humildad y la sensibilidad mística de Piscis. En la etapa del signo solar Piscis, el hombre y la mujer en vías de desarrollo empiezan a comprender vagamente el secreto del tiempo como un eterno AHORA, capaz de ver (en distinta medida) el pasado, el presente y el futuro como una sola cosa. Esta es la tercera y última incursión del alma en el elemento Agua sensible —su cuarta y última vibración como comunicador mutable— y la última experiencia bajo las fuerzas nocturnas negativas y femeninas.

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En términos ideales, cuando el alma ha llegado a la etapa de Piscis, ha alcanzado el esclarecimiento espiritual en el largo viaje a través de los misterios del amor que ha experimentado en los once signos solares precedentes. Si no ha sido así, debe volver a las experiencias vibratorias de determinado signo solar del círculo astrológico, para aprender las lecciones que no asimiló en razón de haberlas pasado por encima con demasiada prisa en las anteriores etapas de encarnación. Pero cada uno de estos retornos comunica una nueva vulnerabilidad a la lección de ese signo solar... una nueva avidez interior por aprender su esencia positiva y desechar la negativa. Desde luego, algunas almas superiores o avanzadas resuelven volver a la Tierra, por su propia voluntad, después de haber llegado a la etapa de Piscis, para rescatar a quienes aún permanecen en las tinieblas. Sin embargo, aquí nos ocupamos de la obligación y la configuración del Piscis medio.

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En el nivel de Piscis, el hombre y la mujer han pasado al menos una vez por las doce etapas de iniciación, y muchos han tenido que remontarse atrás y volver sobre sus pasos centenares de veces en el curso de esta experiencia, porque Piscis es el más difícil de comprender y conocer a fondo, entre los doce signos solares. Generalmente esta hazaña no se logra la primera vez que se recorre la rueda de la vida, excepto cuando se hace un vehemente despliegue de deseo y voluntad, lo cual tampoco significa que la proeza sea impracticable. Pero éste es un camino que, hasta ahora, sólo han elegido unos poquísimos individuos. Por ello la astrología enseña que Piscis es un «alma vieja»... y ésta también es la razón por la cual no todo hombre o mujer Piscis es el paradigma de la gracia espiritual, y por la cual algunos nadan por aguas peligrosamente próximas a las llamas del Infierno de Dante. El Pez vive en dos mundos, y experimenta simultáneamente el cielo y el infierno.

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Merced a la sabiduría secreta de su planeta rector, Neptuno, los Piscis saben que la aflicción y la fealdad no forman parte del plan divino. Han vislumbrado la belleza de la verdad, y el fulgor de esta visión mística genera el anhelo de apartarse de las vibraciones negativas del plano terrenal. Por tanto Piscis elude a menudo la confrontación y la tensión y se evade por la ruta de las drogas, el alcohol, los ensueños diurnos, la creación artística, la elaboración de teorías filosóficas, la meditación o el retiro religioso. Los Piscis pueden convertirse en maestros, monjes, monjas, místicos, artistas, músicos, compositores, matemáticos abstractos y matemáticos muy intuitivos... o pueden optar por zambullirse en las aguas cenagosas del alcoholismo y la drogadicción, e incluso de la locura. Se trata de una vibración difícil y complicada para el alma, porque la experiencia de este signo solar está preñada de tentaciones para el hombre o la mujer Piscis. Como los Peces han «pasado por todo» en el nivel inconsciente, sienten una compasión natural por los problemas de quienes los rodean. El alma de Neptuno está íntimamente familiarizada con las vicisitudes de la vida, comprende las debilidades de la naturaleza humana, y por consiguiente tiende a apiadarse de las flaquezas del hombre y la mujer, en lugar de condenarlas. Ello explica por qué estas «viejas almas» se convierten tan a menudo en las receptoras de los secretos, tribulaciones, preocupaciones y aprensiones de todos los demás. Sin embargo, su instinto inicial consiste en volver la espalda a las complicaciones engorrosas, en todas sus formas. Sólo cuando el Pez encuentra el coraje necesario para enfrentar sus propios problemas con la misma sabiduría espiritual que suministra a los demás, se pueden sondear los misterios de Neptuno.

Mediante esta «iniciación por la muerte» (muerte del yo humano) el alma se hace más condescendiente, más benévola, y adquiere la capacidad de entender mejor su auténtica relación con los Co-Creadores... a medida que Piscis afirma: «YO CREO». Para materializar la gloria y la verdad cabales del amor, el Pez puede recurrir, si así lo desea, a la inocencia de Aries, a la paciencia de Tauro, a la perspicacia de Géminis, a la percepción de Cáncer, a la nobleza de Leo, al discernimiento de Virgo, al criterio de Libra, a la agudeza de

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Escorpión. a. la honestidad de Sagitario, a la sabiduría de Capricornio... y al humanitarismo de Acuario. Pero a veces estos múltiples fragmentos de conocimientos y talentos secretos sólo sirven para confundir a Piscis, y lo impulsan a seguir el camino más fácil de la no resistencia pasiva. Las cualidades positivas de Piscis son la humildad, la compasión, la sensibilidad, la agudeza espiritual, la comprensión psíquica, la clarividencia filosófica y el potencial terapéutico. Expresadas en su forma negativa se convierten en timidez, aprensión, masoquismo, ociosidad, proclividad al embuste y falta de voluntad.

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Para Piscis, el amor implica una sumisión generosa del yo a los deseos de la persona necesaria para alcanzar la Totalidad. El Pez experimenta más placer cuando da que cuando recibe, se siente más feliz cuando sirve que cuando es servido. Sin embargo el enigmático Neptuno pone a prueba el alma de Piscis con la tentación de múltiples experiencias sexuales y románticas... flotando de un amorío a otro.

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El receloso Pez se vale de este comportamiento promiscuo se convierte en un recluso romántico— para rehuir al peligro de que lo «pesquen» mediante un compromiso emocional profundo o permanente. Pero el hombre o la mujer Piscis que se resiste a la tentación de buscar sólo el placer del amor para evitar su dolor, recibe una valiosa recompensa cuando desentraña el misterio último del amor. Entonces él o ella vislumbra por primera vez, en el curso del cansador peregrinaje del alma, la auténtica pasión de fusionar en una trinidad la mente, el corazón y el espíritu, de lo cual resulta un raro éxtasis físico: la lejana promesa primaveral de un milagro, que el amor formuló en Aries, se cumple por fin en Piscis.

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Los planetas hemos librado una guerra prolongada y cruel mi alma gemela y yo

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perdidas y solitarias, ángeles caídos, desterradas de una brumosa, semiolvidada galaxia de estrellas atrozmente heridas por la dolorosa arremetida de Marte atrapadas en la red enmarañada de Neptuno conmocionadas y desgarradas por la súbita, tremenda violencia de Urano

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torturadas por los inteligentes embustes de Mercurio trituradas bajo el peso helado del severo, inflexible Saturno que prolongó cada hora transformándola en día .cada día transformándolo en año cada año transformándolo en eternidades de espera chamuscadas y casi cegadas

por los estallidos de arrogancia y orgullo del Sol como Eva y Adán, inmovilizadas e inermes, en lo más hondo llorábamos...

igualmente luchábamos con implacable furia trocando golpe por golpe... impulsadas por el redoble de las gigantescas, palpitantes pasiones de Júpiter tropezamos en el precipicio de la tentadora demencia de la Luna

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para caer, al fin, trémulas de miedo ante la amenaza del ominoso silencio sepulcral de Plutón consumidas por la pena inconsolable, y la desolación de la angustia ostentamos. .

las heridas y cicatrices de la furiosa batalla yo y mi alma gemela

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pero ahora marchamos en sosegada paz con todos nuestros fragmentos dispersos íntegramente fusionados, cogidas de la mano... completando el círculo de la serpiente de vuelta en el arco iris piramidal del más radiante edén del mañana coronadas por la dulce Venus con la Victoria del Amor que no murió sino que sobrevivió a la noche de la búsqueda egoísta para aguardar el tierno perdón de la mañana y el amanecer de la comprensión*

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Su signo solar

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El término «signo solar» significa que si usted es, por ejemplo, Géminis, cuando usted nació el Sol ejercía su poderosa influencia a través de la ZONA DEL ZODIACO (no la constelación) llamada Géminis... desde el 21 de mayo hasta el 21 de junio inclusive (en todas las zonas horarias de los Estados Unidos durante las últimas décadas; con un día de diferencia, por ejemplo, en Greenwich, Inglaterra). Usted notará que las fechas que abarcan los períodos de los doce signos solares varían en función del libro de astrología que lee, lo cual puede confundir al profano. Esta variación se debe a que la mayoría de los astrólogos no quieren desconcertarlo con la información de que el Sol «cambia de signo» por la mañana, la tarde o la noche de un día determinado. Y entonces le «roban» ese día de cambio a un signo solar consecutivo y se lo pasan a otro... para emparejar las cosas. Esto no hace más que aumentar la confusión. Es muy agradable y fácil fingir que el período de cada nuevo signo solar comienza exactamente a medianoche. Pero no es cierto.

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Por ejemplo, si se exceptúan las variaciones de los años bisiestos, el Sol (tanto durante las últimas décadas como actualmente) DEJA Aries y ENTRA en Tauro en algún momento del 20 de abril, en todas las zonas horarias de los Estados Unidos (pero el 21 de abril en Greenwich, Inglaterra). Es importante que usted sepa que el 20 de abril contiene AMBOS signos. De lo contrario usted podría pasar toda su vida pensando que es un Toro, cuando en realidad es un Carnero.

De modo que recuerde siempre que si nació en el PRIMER o el ÚLTIMO día de cualquiera de los períodos de los signos solares que enumero en este libro, deberá averiguar la HORA exacta de su nacimiento, más la longitud y latitud del lugar donde nació, para determinar si el Sol había «cambiado de signo» o no a esa hora y en ese lugar.

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El término «signo lunar» se refiere a la zona del zodíaco (no la constelación) por donde «pasaba» y ejercía su influencia cuando usted nació. El término «ascendente» (a veces llamado «signo naciente») identifica al signo del zodiaco que «ascendía» sobre el horizonte oriental en el momento exacto de su nacimiento. El ascendente depende del lugar de la Tierra donde usted nació (longitud/latitud de su lugar natal). Quienes deseen saber algo más acerca de estas cuestiones podrán consultar la lista de materiales bibliográficos que figura al final del libro.

Una acotación acerca de los «nacimientos registrados en la fecha de una cúspide»: A menudo, quienes han nacido en una «cúspide» astrológica (aquel día durante el cual el Sol cambia de signo) dicen (y creen) que sus personalidades contienen las cualidades de ambos signos solares. E imaginan que esto se debe a que nacieron en una «cúspide».

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Por ejemplo, una persona nacida el 20 de enero puede pensar que a veces se comporta como capricorniana, y a veces como acuaria. Lo mismo vale para todas las «personas cúspides». Algunos astrólogos os dirán que ello se debe a que el «nacimiento en cúspide» determina que la persona así nacida exhiba los rasgos de ambos signos. En mi larga y variada experiencia personal como astrólogo profesional, me he convencido de que esto sencillamente no es cierto. En todos los casos, sin ninguna excepción, la persona que cree que su comportamiento refleja una combinación de ambos «signos solares cúspides», se comporta así porque su Luna o ascendente está en el «segundo» signo.

Por ejemplo, la persona arriba citada que nació el 20 de enero por la mañana es un signo solar Capricornio. Si este capricorniano se comporta a veces como una Cabra... y en otras ocasiones como un Aguador de Acuario, ello siempre se debe a que la Luna o el ascendente del capricorniano estaba en Acuario a la hora del nacimiento... Y NO PORQUE HAYA NACIDO EN UNA «CÚSPIDE». Si una persona nacida el 19 de enero se comporta siempre esencialmente como una Cabra —y nunca como un Acuario— la Luna o el ascendente NO estaba en el «signo cúspide» de Acuario a la hora del nacimiento. Usted pertenece a un signo solar u otro. Su personalidad no puede compartir y no comparte los dos signos solares porque usted haya nacido en una «cúspide». Es cierto que cada uno de los tres «decanatos» de todo signo solar (cada signo astrológico tiene una envergadura de 30 grados y a cada «decanato» le corresponden 10 grados) confiere su propia variación a la cualidad del signo solar específico. Pero ésta es una cuestión

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aparte. Si usted es Capricornio, es Capricornio. No es un signo solar Acuario «parcial» por el hecho de haber nacido en una «cúspide». Si de vez en cuando siente que se comporta como un Acuario, puede estar seguro de que ello se debe a que la Luna o el ascendente estaba en Acuario a la hora de su nacimiento (o también es posible que sólo se imagine sus características acuarias porque lo ha impresionado exageradamente el error que repiten tan a menudo los astrólogos equivocados).

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Es posible que esta imagen le aclare más las cosas. El Sol que ejercía su poderosa influencia a través de la zona del zodiaco llamada Capricornio (por ejemplo), grabó las características de Capricornio en su personalidad cuando usted respiró por primera vez (al programar los miles de millones de células eléctricas de su cerebro más o menos en la forma en que se programa una computadora). Este proceso (que crea su signo solar personal) es una fuerza tiempo-energía. A falta de un vocabulario más preciso, el proceso es relativamente electromagnético. Entonces, para ayudarse a forjar una imagen, usted puede preguntarse si es posible que en determinado momento una luz eléctrica esté mitad encendida y mitad apagada. Por supuesto que no. Una luz eléctrica está ENCENDIDA o está APAGADA. No puede estar encendida y apagada al mismo tiempo. Tampoco el Sol puede ejercer (por razones análogas) su poderosa influencia a través de DOS SIGNOS simultáneamente.

Cuando el Sol hace vibrar su fuerza a través de Capricornio, la hace vibrar a través de Capricornio. En el momento cósmico exquisitamente cronometrado (que en realidad se puede cronometrar en la Tierra en un lapso de minutos, utilizando los actuales medios astronómico-matemáticos), en ese momento en que el Sol «entra» en el signo de Acuario, pasa a irradiar sus poderosas vibraciones a través de Acuario, y ya no a través del signo de Capricornio. Y punto final. La luz no puede estar encendida y apagada al mismo tiempo. El Sol no puede estar imprimiendo al mismo tiempo las características de Capricornio y Acuario. Esto es imposible, tanto desde el punto de vista cósmico como desde el astrológico. La racionalización de la «órbita de influencia» utilizada por los astrólogos que hacen hincapié en los rasgos «combinados del día cúspide» no se aplica en relación con el signo solar. Sí se aplica en relación con muchas otras fases y facetas de la astrología (incluyendo la actual «órbita de influencia» de la era de Acuario) tales como los aspectos, etcétera, etcétera. Pero NO en el caso de un signo solar.

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En cuanto a la «Astrología 13», la humorada del astrónomo contra la santidad y validez de la astrología, no hagáis caso de ella. Por razones que no puedo detallar aquí por falta de espacio, este concepto de los «trece signos solares», con todas sus connotaciones, es completamente falaz. Os ofrezco la prueba última de ello, mitad en serio y mitad en broma. La Astrología 13 convertiría a la autora de este libro en un signo solar Piscis en lugar de un Aries. Todos mis amigos y parientes Os dirán que la hipótesis en virtud de la cual yo sería Piscis es tan falaz que termina por ser hilarante. Tampoco Nelson Rockefeller es un Géminis (en lo cual lo convertiría la Astrología 13) sino un Cangrejo de Cáncer hasta sus últimas consecuencias. Tampoco Billy Graham es un Libra (en lo cual lo convertiría la Astrología 13) sino un Águila de Escorpión hasta sus últimas consecuencias. Y esto es ESTO, queridos amigos y estudiosos de la astrología. ¡Lo dice un Carnero testarudo (y no un Piscis discreto y afable)! Amén. Os exhorto a no permitir que esta deliberada semilla de confusión, plantada por los astrónomos que desean enlodar la cuestión astrológica, crezca hasta convertirse en uno de los inmensos baobabs de tinieblas y falsedad negativa de los que nos habla el Principito.

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SAGITARIO CAPRICORNIO ACUARIO PISCIS

20 de marzo al 20 de abril 20 de abril al 21 de mayo 21 de mayo al 21 de junio 21 de junio al 22 de julio 22 de julio al 23 de agosto 23 de agosto al 23 de septiembre 23 de septiembre al 23 de octubre 23 de octubre al 22 de noviembre 22 de noviembre al 21 de diciembre 21 de diciembre al 20 de enero 22 de noviembre al 21 de diciembre 21 de diciembre al 20 de enero 20 de enero al 19 de febrero 19 de febrero al 20 de marzo

 

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ARIES TAURO GÉMINIS CÁNCER LEO VIRGO LIBRA ESCORPIÓN

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Períodos natales de los signos solares

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Combinaciones

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de los signos del amor

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Fuego - Cardinal - Positivo Regido por Marte Símbolo: el Carnero Fuerzas diurnas Masculino

Fuego – Fijo - Positivo Regido por el Sol Símbolos: el León y el Gatito Tímido Fuerzas diurnas Masculino -

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La relación ARIES-LEO —Así que eres un flan cobarde. —No tengo miedo. —Yo tampoco. —Entonces cógelo. —Bueno, entonces cógelo tú.

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Casi todos saben que a Leo lo simboliza el León. En cuanto a los Carneros arianos, una vez que se les ha enseñado (Leo) los plácidos goces de la sumisión, se convierten en perfectos corderos. Ahora bien, la Biblia insinúa que cuando «el cordero more con el león» deberemos esperar ya sea el Gótterdámmerung... o mil años de paz. Los teólogos y metafísicos discuten si la profecía tendrá un final feliz o trágico. Tal vez haya un poco de lo uno y de lo otro. Así ocurre en la mayoría de los casos. Esperemos, sin embargo, que el hecho de que el cordero more con el león traiga la paz permanente y no el Gótterdámmerung (fin del mundo). Por supuesto, se podría argüir que una tregua en las reyertas entre estos dos parecería el fin del mundo. Una relación mansa, somnolienta, entre ellos implicaría el fin concreto... de algo. Quizá de lo mucho que se divierten incitándose a correr hasta la meta, y compitiendo por las aclamaciones de los animales menores. Los Carneros son triunfadores. Indiscutiblemente. Su ocupación primordial consiste en triunfar. Así figura en sus currículums. Ocupación: ¡TRIUNFAR! Cualquiera que sea el juego —el del amor, el de la amistad, el de los negocios o el- de la vida familiar—triunfarán en él. Esto coloca a Aries en la cúspide.

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Los Leo no pierden su tiempo valioso esforzándose por triunfar en algo. No necesitan competir. Nacen superiores a todos los demás, y son evidentemente los más importantes en cualquier competición amorosa, comercial, amistosa o familiar. Esto también coloca a Leo en la cúspide... con mucho menos esfuerzo y energía. El interrogante es: ¿habrá espacio en la cúspide? Bueno, sí... en un vasto estadio con mucha capacidad, cada uno de ellos podría apropiarse de una parte de los focos y de las reconfortantes salvas de aplausos. Pero en un escenario de menores dimensiones, como el que suministra un despacho, un aula, un apartamento o una casa... podrían estar un poco hacinados. Algo debería ceder. Concretamente, el ego descomunal de uno de los dos. No andaré con rodeos ni con tacto. El mensaje dolerá menos si es directo y rápido. Es el ego del Carnero el que debe doblegarse y rendirse a la majestuosidad de Leo, porque el León y la Leona han nacido para dirigir, han nacido para mandar, han nacido para ser los primeros... ¡HAN NACIDO LIBRES! O sea libres de la dominación de cualquiera, incluidos el gobierno, los recaudadores de impuestos, los astrólogos... y sobre todo los agresivos Carneros. El Aries que forma la mitad de este equipo deberá conformarse con saber que él o ella puede combatir con cualquiera de los otros signos solares y triunfar... (bueno, quizá no con Escorpión).

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Pero no todo está perdido. (Aries considera que nada se pierde, sino que sólo se extravía temporalmente.) Cuando dije que Aries no puede triunfar sobre Leo, lo dije en el sentido de ganar trofeos frente a un auditorio. En privado, el Carnero puede ganarle prácticamente cualquier torneo al Gran Gato, con sólo escuchar respetuosamente esas largas disertaciones del León, cubriéndolo de lisonjas... y reservándose sus intenciones y opciones personales. La primera parte es fácil. A Aries le encanta levantar el ánimo de la gente y elogiar pródigamente a cualquiera que estimule la admiración de Marte por el poder y la fuerza (dos elementos que Leo tiene en abundancia). Sin embargo, a la mayoría de los Carneros les resulta difícil silenciar sus objetivos últimos. A los Aries les gusta presumir cuando ganan una elección, una muñeca en un parque de diversiones, o una discusión. Hay un exceso de jactancia en esta doble combinación de signos solares, y es posible que la mitad felina del equipo se retire con la dignidad herida cuando salte a la vista que a él (o a ella) lo están manipulando o eclipsando sobre el escenario, dos alternativas que quebrantan su orgullo. No es por coincidencia que, en inglés, a un grupo de leones se lo denomina, técnicamente, pride, o sea, «orgullo».

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Si un León o Leona se encuentra en una posición en la que no puede alejarse con su dignidad herida (por ejemplo, si es un menor de edad o un cónyuge legal), se sentará enfurruñado en un rincón, y mirará desde allí con expresión de reproche, triste, mientras acaricia su vanidad. También existe siempre la posibilidad de que Leo ruja como el León de la M.G.M. y que denuncie ferozmente la injusticia perpetrada por un simple plebeyo. Esto puede ser tremendamente estruendoso. El Carnero estará más seguro si deja que el Leo de uno u otro sexo piense que ha ganado la partida que los dos pueden haber estado jugando. Nadie, dentro o fuera de la jungla, puede ser tan magnánimo, alegre y sencillamente digno de un abrazo como un Leo al que han halagado emocional y físicamente. Sin embargo, el Aries no sobresale en absoluto por su talento para las lisonjas. En sus fábulas, Esopo destaca cuán fácil es que un animal de menor cuantía, el chacal, maneje al León. Cuando el León se enfurece con él y ruge coléricamente, el astuto chacal recupera sin ningún esfuerzo la buena voluntad del soberano. Le basta con recordarle al León, en el trance culminante de su ira, que él es el Rey de la Jungla, el Monarca de Todas las Bestias, y que por tanto no debe esperar demasiado de un vil chacal. Esto es tan eficaz como un embrujo.

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El problema consiste en que el Carnero no es un chacal. Es más probable que Aries le ordene a Leo, en el apogeo de la batalla (¡y vaya si habrá batallas!), que capitule... o se vaya. Esto creará inmediatamente una situación emocional sin salida. Puesto que es absolutamente imposible que un Leo se rinda... y puesto que irse es un acto de cobardía, indigno de un monarca (¿qué rey auténtico se retira jamás?), al León o la Leona no le queda otra alternativa que rugir con más fuerza, con creciente arrogancia. Finalmente, cuando el Aries descubra que ni siquiera los duros cuernos de un Carnero pueden con el espléndido coraje y vigor del León (emocional, mental y físico), todo terminará menos la vociferación, que podrá prolongarse durante un lapso agotador, porque estos dos signos solares son bastante aficionados a los discursos y posturas teatrales.

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«¡Cómo te atreves!» «¡A mí no me levantes la voz!» «¡No me des órdenes!» «¡No te saldrás con la tuya!» «¡No haré lo que me mandas!» «¡Oh, claro que lo harás!» «¡Esto ya ha durado demasiado!» «¿Sabes con quién te has metido? «¡Harás lo que te digo!» «¡Nunca! ¿Me oyes? ¡NUNCA!» Esto continúa... y continúa... y continúa. Si vendieran entradas, habría un lleno total. Ninguna de las obras que se representan dentro o fuera de Broadway tiene el impacto dramático, el suspense y la acción que estos dos consiguen insuflar en cada acto de la teatralización de sus egos... y el final reclama inevitablemente un bis. Conozco a una pareja Aries-Leo que se turna para levantar el volumen de su tocadiscos y fraccionar así sus turbulentas sesiones. Incluso el crítico de Broadway John Simon, tan difícil de conformar, catalogaría esa pieza como una comedia musical de éxito.

Sin embargo, aunque Leo deba triunfar en última instancia, este signo solar no es un conquistador que inspire miedo, listo para apoderarse del botín de guerra y para triturar al vencido (o la vencida) bajo sus botas. Tanto los Leones como las Leonas se destacan por su generosidad y por la nobleza de su actitud respecto de los derrotados. Por supuesto, hay que admitir que los Carneros no son buenos perdedores. Pero si existe la posibilidad de que los Aries pierdan alguna vez decorosamente, ello ocurrirá en un enfrentamiento con un Leo. Estos signos solares son astrológicamente trígonos (armoniosos) y están influidos por la configuración mágica de signos solares 5-9 (véase la sección de configuraciones de signos solares en el final de este libro).

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Por consiguiente, cada uno de ellos intuye las cualidades superiores del otro, cuando las compara con las de cualquier persona conocida. Puesto que pocas veces dejan de experimentar una auténtica admiración recíproca, cuando se concierta la paz y se firma el armisticio, éste se halla a menudo lleno de juramentos (dramáticos, por supuesto) de lealtad y devoción eternas. Hasta la próxima batalla. Entonces todo vuelve a empezar.

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En el círculo familiar, en el aula o la oficina, o entre amantes o cónyuges legales, la relación puede ser tierna y feliz, siempre que Aries esté dispuesto a aceptar a Leo como guía, preceptor, consejero o maestro... y siempre que Leo continúe envolviendo a Aries en la confortable tibieza de esa benevolencia y esa protección cariñosas que quienes están regidos por el Sol pueden suministrar con tanta naturalidad. En general, ésta será una asociación afortunada, aunque no siempre tranquila, porque la relación Aries-Leo está agraciada por la vibración mágica de la configuración de signos solares 5-9. Leo brindará una plétora de halagos sinceros y extravagantes, cosa que Aries necesita como las flores necesitan de la lluvia. Y viceversa. Totalmente viceversa. Aries y Leo no sólo buscan estima, la reclaman perentoriamente. Si uno de ellos tiene un signo lunar o ascendente en un aspecto adverso, es posible que sus reyertas sean más crueles y agraviantes. Sin embargo, aun en estos casos, el desenlace final consiste generalmente en un acto de magnanimidad. Un motivo de fricción serán esas largas disertaciones sabihondas de Leo que empiezan a menudo con la frase: «Ahora escúchame, y te explicaré cuán equivocado estás». Como el Carnero tiene suficientes dificultades para lidiar con otra gente autoritaria en su vida cotidiana, es posible que la obligación de soportar el mismo sermón todas las noches a la hora de la cena inflame la mecha muy corta de la ira marciana... Pero os confiaré un secreto. En realidad, Aries le reconocerá muchos méritos a Leo, en privado, y respetará sinceramente —mucho más de lo que dejará entrever— los consejos que le da con tanta prodigalidad y frecuencia. Quizás esto se explica por el hecho de que los consejos que un Leo le da a un Aries están amortiguados muy a menudo por un afecto y una consideración muy sinceros. Los Carneros necesitan desesperadamente de una orientación cariñosa, y existe una probabilidad mayor que la media de que la reciban del León... o la Leona. Siempre que sea netamente «cariñosa» y no arrogantemente autoritaria.

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Si por lo menos el Carnero pudiera aprender a pedirle a Leo que haga las cosas, en lugar de ordenárselo — «Hazlo ahora, sin chistar»--- la relación entre ambos sería más apacible. Nadie da semejantes órdenes a los monarcas, ni siquiera los primeros ministros. El Carnero regido por Marte deberá hacer grandes esfuerzos para comportarse con más cortesía cuando quiera que Leo haga algo, pero valdrá la pena que los haga, porque si no la lucha por la hegemonía degenerará en una contienda permanente.

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Cuando se tratan con consideración mutua, ésta puede ser una relación singular y extraordinaria, porque Leo intuye las inseguridades y la dependencia que se ocultan detrás de la personalidad espectacular y valerosa de Aries, y sabe que la fachada de certidumbre del Carnero no está respaldada por la convicción interior... en tanto que Aries se acostumbrará a depender de Leo, que le aportará no sólo su mente bien organizada y su equilibrio en horas de tormenta, sino también la capacidad de su naturaleza soleada para impartir calor y significado a cada momento de la vida. El Carnero sabe que en realidad el corazón de Leo es trémulo y sensible, a pesar de que se oculta tras una máscara de superioridad y jactancia. Entre estos dos existe una gran simpatía natural, que salta a la vista cuando se sonríen. Se trata de una sonrisa extrañamente íntima, una sonrisa reconocida que dice: «Gracias por entenderme... yo también te entiendo a ti». Aries y Leo encontrarán el uno en el otro la emoción que buscan continuamente. Ambos tienen personalidades esencialmente dinámicas, impulsadas por el deseo de vivir plenamente la vida, sin perderse nada. Saben que las estrellas se alborotan, como un campo de margaritas, en las alturas, más allá de lo trivial y mundano. Y aunque sus metas puedan diferir, a menos que al nacer uno de ellos haya tenido la Luna o el ascendente en un signo de mayor cautela financiera, como Cáncer, Escorpión o uno de los tres signos de Tierra, ambos serán partidarios de llegar a destino viajando en primera clase, no sólo en el sentido material sino en todos los otros. Es posible que para entender esto haya que reflexionar cuidadosamente. Podemos aceptar el mundo que crearon otros o imaginar un mundo nuevo. Aries y Leo preferirían materializar uno nuevo con su imaginación, quizá semejante a los que soñaban cuando eran niños. Tal vez sea éste, musitan cuando se encuentran. O por lo menos el germen de ese nuevo mundo. Nadie sabe a dónde llevará... pero no será aburrido.

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Mujer ARIES Hombre LEO —Qué inteligente soy —graznó él extáticamente- Oh, mi inteligencia! Wendy se horrorizó. —Engreído —exclamó ella—. ¡Claro que yo no hice nada! —Hiciste un poco —dijo Peter indiferentemente, y continuó bailando.

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El romance entre un León y un Carnero, si bien puede representar una experiencia cálida y maravillosa, también producirá frecuentes tempestades emocionales... especialmente cuando ellos hayan congelado y convertido en carámbanos su considerable orgullo. Pero los carámbanos se derriten rápidamente en presencia de dos signos de Fuego, y las tormentas sirven para despejar la atmósfera, de manera que después todo vuelve a parecer fresco y verde.

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A menudo las cosas empiezan así: él promete telefonearle a las cinco, después no la llama hasta medianoche y se niega a pedir disculpas. Le dice a ella que no sabe escribir correctamente y que usa demasiado maquillaje. Después le ordena que se calle y que, para variar, lo escuche a él. ¿Cómo?

Bueno, esto colma la medida. Ella ya está harta de su despótica arrogancia y resuelve impulsivamente que lo arrojará fuera de su vida. ¿Al fin y al cabo quién lo necesita, con esa autoritaria política napoleónica? Ella lo necesita.

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No obstante sus aires independientes de «yo puedo apañarme sola», por fin ha tropezado con alguien que sabe que no es así, y que la desenmascara. De nada sirve decirle que «desaparezca de su vida». Esto es precisamente lo que él no hará. Luego ella recordará cuán cálida sonó su voz cuando le telefoneó finalmente, aunque fuera muy tarde. Recordará con cuánto afecto la regañó porque usaba una sombra de ojos purpúrea y porque había escrito «hacer» sin hache. Quizá sólo pretendía ser tiernamente protector y no insufriblemente condescendiente y... quizá debería perdonarlo. (Esto es lo mejor que puede hacer. Ha sido conquistada. Ahora sabe lo que sintió Josefina, para no hablar de Francia.)

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No pasará mucho tiempo antes de que él le enseñe toda clase de cosas que ella ni siquiera sabía que desconocía hasta que él apareció para hacerle notar su ignorancia. Más aún, se asombrará al descubrir que se siente muy feliz y disfruta mucho con esa situación. Por supuesto, después de que pase la novedad, ella bajará de las nubes y lo aventajará unas cuantas veces, sólo para evitar que se desequilibre la balanza... y su Gran Gato descubrirá cómo se siente un León cuando está en la jaula con el domador. Primeramente sorprendido, luego resentido... después indignado. y finalmente sojuzgado. O por lo menos, finalmente dispuesto a suavizar las aristas ásperas de su complejo de superioridad. En realidad, el temperamento fogoso de ella no le desagrada, mientras no llegue al punto en que se interfiera con el suyo o lo eclipse. Esto no ocurrirá nunca. En realidad él se preocupa injustificadamente. ¿Desde cuándo Marte puede eclipsar al Sol? Que lo interfiera es harina de otro costal.

Ésta es la configuración de signos solares 5-9, poderosamente magnética, de modo que cuando estos dos signos de Fuego ven juntos a Venus, la escena romántica es explosiva, pero también actúa como una luz cegadora enfocada sobre un jardín hechizado. Quizás aquellos viejos sueños que él archivó no son tan imposibles, después de todo. Son sus sueños, ¿verdad? Esto basta para convencerla a ella de que se materializarán... ¡y la fe de Marte mueve montañas! En cuanto a los modales autoritarios y la llamativa independencia de ella, no son más que señales de socorro con las que pide que alguien la guíe en la dirección correcta. ¿Acaso no es ésta la especialidad de los Leones: organizar vidas ajenas y salvarlas de sus propios errores? Ciertamente ella implica un desafío, ¿pero cuándo rehuyó Leo un desafío? Es posible que ella aseste algunos fuertes golpes a su masculinidad, pero los Leones no son blandengues. Él deberá limitarse a devolvérselos (figuradamente) y le hará saber que es él quien lleva la batuta. Después de enderezar la energía marciana de ella hacia su propio canal, él podrá descansar, mientras ella le suministra toda la energía que necesita, cuando la necesita... y claro que la necesita. Como él es más práctico y sensato (recordad que Leo es un signo fijo) ella lo acusará a veces de ser tedioso y remilgado. Finalmente, ella lo distenderá, y él la frenará, de modo que saldrán equilibrados y ambos

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progresarán. De todas maneras la mayoría de sus reyertas serán instigadas deliberadamente, en un nivel inconsciente (a veces consciente), por el solo placer de reconciliarse y de ratificarse su amor. Las reconciliaciones suministrarán la emoción reiterada de sentir nuevamente el hechizo. Es posible que sus amigos se pregunten por qué viven juntos, riñendo como riñen, pero ellos sabrán el porqué.

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Para empezar, no ocupan en disputas todo el tiempo que pasan juntos. Influidos como están por la vibración 5-9, disfrutarán de muchos momentos maravillosos y delirantes, jubilosos y mágicos, llenos de lilas y gotas de lluvia, de polvo druida, de violetas y de tiovivos embrujados. La auténtica candidez de ella lo conmueve extrañamente, y hace vibrar tina cuerda consonante en su propio corazón idealista. La chispeante excitación de ella es contagiosa, y concuerda con sus propios entusiasmos solares. Aries es el recién nacido simbólico del Zodiaco (tal como explicamos en la sección de los doce misterios del amor, en el comienzo de este libro), y por consiguiente su ingenuidad y su aire de inocencia activan en él una recóndita reserva de ternura. Él se siente obligado a proteger a este espíritu rutilante, valeroso, que, como el verdadero recién nacido, no tiene la menor noción de los múltiples abismos que acechan a su paso, esperando que caiga en ellos... en las tinieblas. Él la ayudará a eludirlos, afectuosamente, con su juicio más sensato, más maduro, porque Leo está delante de Aries en la rueda kármica de la vida.

Una vez que ella haya experimentado la cálida seguridad que le suministra la devoción del León, dejará de exigir la satisfacción de sus necesidades y perderá el miedo a caer sin que nadie la coja en sus brazos... ciñéndose así a la «esencia infantil» de su signo solar. Los robustos brazos de él la sostendrán si cae, y evidentemente está en condiciones de satisfacer... cualesquiera necesidades... que ella pueda experimentar. Entonces ella se relaja, se siente más serena, más tranquila... plácidamente apaciguada por la leal endecha de amor del León. Una mujer regida por Marte admira la fuerza, tanto moral como física, y a este hombre no le falta. Ella no depositará su confianza en ningún otro tipo de hombre, por mucho que se resista a la sumisión.

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Aries y Leo activan una vibración poderosa de respuesta física recíproca, intensificada por el constante estímulo emocional. Su mutua expresión sexual puede ser prodigiosamente terapéutica, porque cada uno de ellos suministra lo que el otro reclama de la unión: pasión, combinada con afecto. Ésta no es una necesidad tan común corno podríais pensar. La mayoría de las personas desean —y están en condiciones de brindar— sólo una de las dos cosas, y no ambas. El corolario podría ser un despertar de sentimientos que los dos creían definitivamente sepultados junto con los ideales perdidos de la infancia. Este es un elemento muy embriagante, el tipo de felicidad que ambos perseguirán juntos casi a cualquier precio a la hora de las lágrimas o de las aflicciones temporales... o del orgullo herido. Pero Leo no pagará por ello el precio de dejarse subyugar. Desea rondar por la jungla, sin que lo aprisionen las cadenas de los celos. Y otro tanto le sucede a ella. Por consiguiente, ¿la «libertad» es un bien del que disfrutan el uno y el otro?

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No. Ella tendrá que aflojarle mucho la cuerda, en tanto que él sólo se la aflojará lo justo para que se ahorque. Aunque a la mujer Aries le resulte muy frustrante volver la otra mejilla a su amante o marido Leo, al orgulloso León le resulta infinitamente más doloroso tener que humillarse. La humildad es una virtud que él predica constantemente pero jamás practica. Ella tendrá que perdonar primero, y deberá esforzarse por entender. Le deseo suerte y coraje. Los necesitará. Su compatibilidad sexual no se desarrollará sin fuertes dolores de crecimiento. La chica Carnero tiene -un extraño capricho. Sabe que es muy difícil encontrar un hombre virgen, pero esto sólo lo comprende con la cabeza. Su corazón regido por Marte alimenta otras ideas. Aunque parezca increíble, le gustaría pensar que es la primera mujer que él ha tocado, a la que le ha susurrado, o que ha conquistado sexualmente. Como para los hombres Leo el romance es tan natural como la respiración, semejante ideal no pasa de ser una vana esperanza. Ella así lo entenderá cuando lo instigue a confesar todos los suspiros apasionados que exhaló en su pasado, incluyendo nombres, fechas y lugares. Está bien, así que ha hecho el amor a otras mujeres. Ella lo aceptará, aunque le duela. (Los Carneros siempre enfrentan las verdades desagradables con valor, una vez que las han aceptado como inevitables.) Pero otro radiante ensueño ariano debe someterse a las frías y duras realidades de la naturaleza humana. No se infiere necesariamente que él lo haya disfrutado, ¿verdad? Quizá lo sedujeron. Quizás una casquivana lo engrilló o lo maniató mientras él se resistía desesperadamente, y él aún tiene pesadillas en las que aparecen todos aquellos horrores. Bueno, es inútil pretender que un hombre Leo alegue frigidez. Es demasiado Orgulloso y veraz. No, no lo ataron a la cabecera de la cama con nudos marineros, ni lo esposaron. (Recordad que hablamos de

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experiencias románticas previas a su encuentro, en tiempo pasado. Ella jamás podrá aceptar o perdonar una infidelidad en tiempo presente o futuro, no después de haberse entregado el uno al otro y de haber concertado un compromiso. No se trata de que ella no perdone, sino de que no puede perdonar. Así es Aries.) Sea como fuere, después de que ella lo haya engatusado e inducido a narrar sus amoríos anteriores, tocando su vanidad henchida, él se apresurará a explicarle que no le entregó su corazón a ninguna de esas chicas, antes de haberla conocido a ella. Pero es posible que ella no lo escuche. Estará demasiado ocupada imaginando orgías desenfrenadas. El no le pertenece realmente, como dijo. Todo fue una ilusión. Su caballero de armadura deslumbrante tiene los pies enlodados; su corcel blanco se ha convertido en un asno salpicado y gris.

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Estos ensueños de pureza brumosa que se descalabran son los que pueden destruir la armonía sexual entre la idealista Aries y un León con una larga historia romántica a sus espaldas. ¿Y la vida amorosa pasada de ella? Esto es distinto. La racionalizará con una docena de excusas distintas. Ella no la disfrutó, veréis. (No me canso de repetiros que los Carneros son involuntariamente egoístas.)

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Hay dos soluciones posibles. La primera consiste en que ella madure emocionalmente y comprenda que el ayer, ya pasado y olvidado, no puede ensuciar el presente, si éste es sólido y bello y bueno. Sin embargo, a la luz del temperamento marciano típico, esta solución es muy improbable. Choca con su naturaleza básica, a menos que ella tenga un signo lunar o ascendente más desapegado y objetivo, como Géminis o Libra. (Una Luna o ascendente Acuario también servirá, pero probablemente la hará demasiado desapegada y objetiva para el gusto de él, y creará otros problemas.) La mejor solución será que el León le repita frecuente y periódicamente que sus experiencias sexuales pasadas y desechadas le produjeron reacciones negativas (hasta que ella sienta que ya no corre peligro de precipitarse en las tinieblas de la soledad)... y que después le enumere todos los aspectos de la dicha sexual que experimenta con ella, aspectos éstos que son no sólo superiores a los otros sino también «originales», compartidos únicamente entre ellos dos. No es necesario explicar aquí el significado de la palabra «originales». Cualquier pareja Aries-Leo lo entenderá inmediatamente.

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La franca admiración de ella por el coraje y la confianza y la sabiduría de él estimula toda la masculinidad del Leo (aunque también es posible que ella la amortigüe considerablemente, de cuando en cuando, con sus otras cualidades). La categórica negativa de él a dejarse dominar aviva en ella una feminidad latente que nunca imaginó tener, y que quizá no tenía... hasta que apareció él. Sin embargo, aunque es posible que se someta emocional y sexualmente a su León, nunca renunciará a su individualidad e independencia, ni siquiera por él. Él necesita una cuantiosa devoción para alimentar su ego hambriento, y para ella la devoción es análoga a la mansedumbre, cualidad ésta que nunca adquirió. Leo le dará múltiples oportunidades para cultivarla. Ella sabe que él es más fuerte, y esto la excita. Pero si él utiliza esta fuerza para hacer valer su autoridad como un machista arrogante, ella volverá a enfriarse inmediatamente. Una chica Aries nunca se someterá a ninguna forma de servidumbre femenina feudal. Sin embargo, será mejor que proceda con tacto si quiere que este Amo y Señor la deje en libertad. Cuando ella reivindique sus derechos, él rugirá, frustrado, una «gran y poderosa verdad»: «¡Sólo podré permitir que seas mi igual si tú reconoces antes mi superioridad!». A una chica Aries inteligente no le resultará difícil interpretar esta orden. Sólo implica que un orgulloso rey Leo, cuya soberanía suprema ha sido formal y debidamente reconocida, tendrá entonces la confianza y el poder necesarios para sentar a su reina Aries en un trono tan alto como el suyo, y para permitirle reinar a su lado. (Ella podrá lucir la tiara de diamantes, pero él retendrá el cetro.) Ella lo admirará, respetará y amará vehementemente. También seguirá muy aficionada a sí misma, y a hacer lo suyo... aunque tal vez permita que él le enseñe a hacerlo. Habrá momentos en que él sofocará su entusiasmo y la regañará con espíritu práctico para hacerla desistir de sus esperanzas. Habrá otras circunstancias en que ella lastimará su orgullo al interrumpirlo, o al olvidarse de pedirle consejo. Entonces él la dejará helada con su solemnidad mayestática, y ella lo ultrajará con su cólera tempestuosa. Pero cuando se derrita la gélida soberbia de él, y se aplaque la furia de ella, los dos siempre volverán a sumirse en la dicha. Después de que las llamas de la indignación hayan fulgurado y se hayan consumido, la necesidad abrumadora de volver a echarse el uno en los brazos clementes del otro creará el milagro de la primavera... la magia eterna. Como les sucede a todas las parejas con la configuración de signos solares 5-9, el Carnero y el León descubrirán que su devoción recíproca se expande en un amor y una compasión de mayor envergadura,

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porque sobre la poderosa vibración de sus soles trígonos influye la benevolencia del regente de la novena casa, Júpiter. Toda asociación de signos solares 5-9 en la cual las dos personas implicadas actúan realmente en serio, experimenta en su relación, hasta cierto punto, el efecto de los rayos benéficos de Júpiter. Cuando realmente amáis a alguien sin reservas, o sea cuando lo amáis (o la amáis) tanto que todo parece formar parte de todo lo demás, entendéis mejor cómo se sienten los otros. Sabéis lo que le pasa a la gente cuando está dolorida, cuando está sola. Inexplicablemente, deseáis compartir con los demás vuestra propia paz y alegría. Y de alguna manera encontráis la forma de lograrlo, juntos.

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El amor es una bendición para Aries y Leo en razón de lo que ven cuando se miran recíprocamente al fondo de los ojos. Él ve a una mujer suficientemente vulnerable como para necesitar de su sabiduría, pero suficientemente independiente como para desafiarlo y estimularlo. Ella ve a un hombre suficientemente afable como para tratarla con ternura, pero suficientemente fuerte como para protegerla y conquistarla. Y ambos ven... algo más... un misterio del ayer, una promesa para el mañana... algo que no pueden definir, acompañado por la música de la memoria. Entre Aries y Leo existe una relación química correcta. Cuando se tocan, y después le formulan juntos un deseo a Venus que flota en el firmamento matutino, las galaxias de estrellas expectantes los contemplan con portentoso regocijo, y les formulan un deseo a ellos... previendo que el nacimiento del amor entre estos dos puede ser el presagio de las lejanas profecías de paz prometidas al mundo... «cuando el cordero more con el león».

Hombre ARIES Mujer LEO

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...y volvemos a ellos cuando sus bocas se cierran, y sus brazos caen a los costados. El pandemónium de arriba ha cesado casi tan súbitamente como comenzó, extinguido como una feroz ráfaga de viento; pero ellos saben que al extinguirse ha sellado su suerte.

No es fácil vivir con la Leona, y a veces es sencillamente imposible manejarla. Puede ser orgullosa, retraída, vana, egocéntrica y arrogante. También puede ser una mujer fuerte, vital, cálida y generosa, si se reconoce y respeta su obvia superioridad. Aunque nunca capitula fácilmente, puede ser inesperadamente dócil con el hombre Aries que tiene la precaución de no destruir nunca su dignidad, y que expresa claramente cuánto la admira. Nadie que la conozca lo creerá posible, porque nunca la han visto someterse a los deseos ajenos tan gustosamente como a los de él.

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La astrología garantiza prácticamente la armonía y la dicha a esta relación de configuraciones de signos solares 5-9, abril-agosto, especialmente si existe un buen aspecto entre sus luminarias. En este caso, el amorío o el matrimonio casi podría estar forjado en el Cielo. Incluso cuando el aspecto Sol-Luna de sus respectivos horóscopos es desfavorable, estos dos se tolerarán bastante bien. La prodigalidad de ella no lo fastidiará tanto como fastidiaría a un hombre nacido bajo otro signo solar. En verdad, incluso es posible que él la aliente. Probablemente concuerda con la suya propia. Por supuesto, a las mujeres Leo no les gusta confesar que son derrochadoras. Os dirán que son muy ahorrativas, y hasta cierto punto algunas de ellas lo son. Los Leo pueden ser sensatos y prácticos en el contexto de los gastos normales, pero parecen entrar en trance cuando se trata de lujos, y a menudo escatiman en los gastos pequeños y después despilfarran en los grandes. El hombre Aries generalmente despilfarra en los gastos pequeños y grandes. Es posible que todo esto no se aplique si uno de los dos tiene un signo lunar o un ascendente ahorrativo, pero aun así, tarde o temprano los dos exhibirán la esencia de su signo solar con arranques de generosidad. A ambos les encanta dar y recibir regalos. No es demasiado sorprendente que el hombre Aries que ama a una Leona la aliente a vivir a la altura de su orgullo y dignidad natales. Él piensa que una actitud majestuosa le sienta bien. (También le confiere a él la imagen de un auténtico triunfador, pues ha logrado conquistarla.) Aunque el Carnero pretende que las otras mujeres lo atiendan y vivan sólo para satisfacer sus deseos, a menudo exhibirá con esta mujer una faceta más tierna de su personalidad, y será más considerado con los deseos de ella. Quizá la coloca sobre un pedestal

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para ganar y conservar sus favores reales, pero es más probable que proceda así porque piensa sinceramente que ella merece un poco de veneración, dado que es tan especial... tan parecida a él (!).

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Uno de los matrimonios más felices que conozco es el de una Leona y un Carnero, Rosemary y Norman. Durante años, él cocinó alegremente para ella, mantuvo la casa en orden y la mimó cariñosamente para asegurarse de que ella disfrutaba de un descanso suficiente, mientras completaba sin sobresaltos sus estudios de medicina, y después de postgrado, hasta convertirse en psiquiatra de mucho éxito. La experiencia sirvió para mitigar considerablemente su propensión ariana al «yo primero», sin lesionar su masculinidad. Como Norman adora a su bella Leona, ella lo trata con una afabilidad que no deja dudas acerca de quién es Tarzán y quién es Jane en su matrimonio. Cuando Rosemary no trabaja, ella sirve las comidas. Cuando lo mira, sus ojos castaños irradian sincero afecto, y sus modales destilan la serena dulzura de una mujer que siente totalmente realizada su feminidad. Él la mira con franca admiración, e incluso permite orgullosamente que ella sea el centro de atención cuando reciben visitas, pero uno siempre tiene la clara impresión de que él es el hombre de la casa.

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No se trata de que estos dos no tengan su cuota de desacuerdos. Los psiquiatras no son inmunes a las tensiones emocionales esporádicas, así como los dentistas no lo son al dolor de muelas. Pero un choque circunstancial de personalidades entre signos de Fuego pone el condimento de la excitación... y genera la muy anhelada reanimación que acompaña a la reconciliación. Una reyerta ocasional evita que Aries y Leo den por supuesto el amor, lo cual puede ser aburrido y soso. Estos amantes experimentan la necesidad básica de recargar periódicamente su pasión inicial.

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Los hombres Aries siempre corren activamente en pos de una meta, y existe la posibilidad de que el Carnero esté tan obsesionado por llegar allí que olvide alabar suficientemente a su compañera. Cuando la mujer Leo intuye que no la valoran como corresponde, se torna fría, indiferente... incluso perezosa. Descuida su feminidad, y no se interesa por su aspecto (un triste y serio síntoma premonitorio de su sufrimiento interior), o experimenta la reacción diametralmente opuesta: pone excesivo énfasis en su belleza y busca sin disimulo las atenciones de otros hombres. Aún no ha nacido el Aries que acepte los coqueteos o una relación concreta de su mujer con otro hombre. La menor insinuación de infidelidad generará una feroz escena de celos. A la larga, esto puede resultar útil, si lo induce a comprender que ha omitido rendirle el homenaje romántico que ella siempre anhelará mientras viva. En realidad, no se puede decir que ninguno de estos dos sea inmune a los celos. De cuando en cuando, a uno de ellos se le puede ocurrir la idea de que tal vez sería «divertido» azuzar un poco a su pareja fingiendo interés por otra persona. La batalla campal resultante, entre estos dos signos de Fuego, es generalmente tan «divertida» como hacer cosquillas debajo del mentón a un gorila furioso, con una pluma.

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La mujer Leo necesita que le digan frecuentemente cuánto —y por qué— la aman. Entonces no desconfiará tanto del tiempo que él pasa fuera. El Carnero que malcríe a su majestuosa consorte no lo lamentará. Es posible que ella sea un poco exigente, pero esto no es tan difícil de soportar como el mal carácter que exhibe cuando la descuidan. Cuando esta mujer sospecha que la desatienden, empieza a conceder una importancia desorbitada a las trivialidades. La misma reacción se puede esperar del Carnero preterido. Cuando piensa que no lo aman o atienden como corresponde, basta una provocación mínima, real o imaginaria, para que formule exigencias casi infantiles, y para que el resentimiento lo haga adoptar una actitud francamente petulante. La ingratitud lo sumirá a él en una cólera furibunda... y la sumirá a ella en un gélido rencor. Los dos tienen un apetito exagerado de adulación, y necesitan de ésta para salvaguardar su amor propio. Cuando no encuentran una dosis suficiente en el mundo exterior —y casi nunca la encuentran— pueden concederse recíprocamente este valioso don, para compensar su carencia en otras partes.

Desde el punto de vista sexual, generalmente están bien avenidos. Su necesidad compartida de afecto tierno atempera sus respectivas tendencias instintivas a hacer el amor con pasión desenfrenada. Aunque los dos son amantes, en el sentido más cálido de la palabra. también son idealistas. Un beso cariñoso en la mejilla es tan importante para ella. y para él, como las expresiones más eróticas de la unidad sexual. La personalidad del hombre Aries encierra una plétora de sentimientos y de pasión, que nunca dejan de arrancar una respuesta

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a la Leona. Cuando se trata de la satisfacción física, lo que ambos buscan es la delirante entrega de Lady Chatterley y su amante, mezclada —por partes iguales— con la ternura poética de Elizabeth Barrett y Robert Browning. Existen muchas más posibilidades de que encuentren esta rara amalgama emocional entre ellos que con la mayoría de los otros seres. Lo único que puede perturbar su relación sexual idílica es el resentimiento de él contra los antiguos amoríos de ella. Cuando se trata de una mujer Leo, los rescoldos de dichos amoríos no se extinguen nunca. Las brasas siguen incandescentes, muchos años después, no porque ella desee reavivarlas sino porque se resiste a desprenderse de los recuerdos de la veneración y la adoración pasadas. Estas remembranzas nunca se opacan en su mente.

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Si el Carnero llega a tropezar con alguna de las viejas cartas de amor que posiblemente ella ha guardado, y que relee periódicamente para nutrir su apetito romántico, probablemente se sentirá tan agraviado y furioso como si la sorprendiera en un acto flagrante de infidelidad. También es probable que la interrogue en tono de reproche acerca de sus amores pasados, haya guardado o no los mensajes románticos. Como ella ciertamente se jactará un poco, y quizás incluso exagerará respecto de todo lo ocurrido, él perderá la acariciada ilusión de que fue el único hombre que estuvo próximo a conquistarla... y la pérdida de esta ilusión puede perjudicar seriamente la armonía sexual de la pareja. Aries debe ser el primero (y el último) en el juego del amor, como en todos aquellos otros en los que participa. También le gusta ser el primero al que le prestan atención en las fiestas. y por tanto es posible que no se desentienda de las mujeres que lo miran a él con admiración e interés. (Los Carneros no son egoístas, sino sólo imprudentes, a veces.) ¿Qué sucede entonces? ¿Cómo podéis preguntarlo? Recordad que la Leona quiere que todos sepan que es adorada por el hombre al que le ha permitido que la ame. El cometería una insensatez si la humillara así delante de los demás, por muy inocentes que fueran sus intenciones, porque esta mujer no tolerará semejante afrenta a su dignidad. Tal vez confíe suficientemente en sus propios encantos como para sentirse segura de que su amante o marido la adora, pero para ella es importante que los otros lo sepan igualmente.

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Si él le quita el hollejo a una uva en público, para ofrecérsela a otra mujer, verá cómo su consorte espabilada, radiante y afectuosa se transforma delante de sus ojos en una gata agresiva... o peor aún, en una estatua de mármol, imagen de la fría desaprobación. Más tarde, cuando estén a solas, se producirá un estallido emocional.

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Pero se reconciliarán, casi antes de que las lágrimas de ella se hayan secado... y él tendrá otro motivo para decirle cuánto la ama, y para decirlo en serio. Ella, a su vez, tendrá otra oportunidad para confesarle cuánto lo necesita. Y ambos tendrán otra oportunidad para asegurarse recíprocamente que encuentran muy superficiales a las demás personas después de haber experimentado la hondura de su propia variante del amor y la amistad. Porque el Carnero y el León han sido agraciados con la más deseable de todas las bendiciones de los dioses: la aptitud para ser amigos, además de amantes. Es posible que se turnen para infligirse agravios emocionales involuntarios, pero en todo lo demás confían el uno en el otro más que en cualquier extraño. Cuando concluye el desacuerdo entre ellos, quedan más convencidos que nunca de esta dichosa verdad. Esto es lo que tienen de hermoso las reyertas entre Aries y Leo, a diferencia de las que se producen entre los otros signos solares. Así como cuando transitáis entre los vientos invernales la mordiente frialdad del aire convierte en un milagro portentoso el advenimiento de la primavera, así también la desolación producida por el orgullo herido determina que la felicidad de reencontrarse después de haber estado a punto de perderse el uno al otro sea aún más deliciosa que antes. El Carnero impulsivo e impetuoso encontrará un cálido hogar en el corazón de la mujer Leo, y ésta pondrá por las nubes a su consorte Aries. Como recompensa, él la hará el precioso don de sí mismo, de todo su ser, y esto es algo que nunca le concedió a nadie... hasta que la conoció a ella.

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TAURO

LEO

Tierra - Fijo Negativo Regido por Venus (también por el planeta Pan-Horus) Símbolo: el Toro Fuerzas nocturnas Femenino

Fuego - Fijo Positivo

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Regido el Sol Símbolo: el León y el Gatito Tímido Fuerzas diurnas -Masculino

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La relación TAURO- LEO

«Ninguno de nosotros ha sido arrebujado jamás por la noche.

Los Toros necesitan mucha lealtad y mucho afecto para estar seguros de que los aman y aprecian. Los Leo necesitan mucha veneración y muchos halagos para estar seguros de que los aman y admiran. Ni los unos ni los otros reciben suficientes pruebas de que los adoran, ni siquiera de las personas compatibles que nacieron en sus propios elementos (Tauro es Tierra, Leo es Fuego), y cuando los unos les reclaman a los otros, a cada rato, que los «arrebujen» emocionalmente, pueden terminar verdaderamente frustrados.

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Estos dos signos solares están en cuadratura, lo que significa que no armonizan muy bien, a menos que el Sol y la Luna de sus respectivas cartas estén en signos mutuamente bien avenidos. Como sucede en todas las configuraciones de signos solares 4-10, el aspecto en cuadratura (Tauro está a 90 grados de distancia de Leo) es un generador de tensiones. Sin embargo, la vibración 4-10 suministra colosales recompensas de paz y armonía cuando las dos personas implicadas han demostrado la paciencia y el desinterés necesarios para superar esta prueba kármica de almas en una relación de amor humano.

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La tensión entre Tauro y Leo empieza así: Leo es demasiado egocéntrico para brindar a los fuertes y silenciosos Toros la devoción y la obediencia absolutas que éstos reclaman durante la mayor parte del tiempo. Tauro es demasiado testarudo para brindar a los vanidosos y altivos Leo la veneración incondicional que éstos reclaman constantemente. Ambos son signos fijos, de manera que los dos son buenos organizadores, y tanto el uno como el otro disfrutan de una dosis inusitada de fiabilidad emocional. Pero también son capaces de ser... bueno, fijos. En inglés, «fijo» (fixed) es sinónimo de «terco». (Para que conste, los otros dos signos fijos son Acuario y Escorpión.) A veces, el fogoso Leo recurrirá al Tauro más sereno y estable para enfrentar una situación desagradable, y después le quitará todo el mérito de la hazaña al Toro. Sin embargo, esto no fastidiará a Tauro tanto como fastidiaría a un signo más egoísta. Lo que menos les interesa a los Toros es la gloria personal. No le volverán sus anchas espaldas, si se la ofrecen, pero pueden vivir sin ella. A Tauro le interesa más la recompensa monetaria y el sosiego emocional. Conozco a un hombre Leo que estuvo tiernamente consagrado durante muchos años a su esposa Tauro inválida. Ésta sobrevivió a la mayoría de los médicos que pronosticaban su muerte más o menos cada seis meses, y siguió administrando su hogar desde el lecho durante un período que triplicó su expectativa de vida. Fue al León a quien le atribuyeron el mérito de la formidable resistencia de su esposa. Al fin y al cabo, ¿no era él quien le suministraba los mejores cuidados posibles, cuidados tiernos, cariñosos y expertos, en condiciones que habrían abrumado a un hombre más débil, o le habrían provocado un colapso mental? Sí, era él. Pero la voluntad de hierro taurina también fue al menos parcialmente responsable del milagro médico.

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Curiosamente, aunque reñían y discutían constantemente por muchas otras cuestiones, ella aceptaba en silencio y sin un asomo de resentimiento que los méritos de su coraje los acaparara él. Sabía muy bien cuánto le debía a él, y también sabía cuántos esfuerzos le habían costado a ella, a lo largo de los años, su vigor y su vivacidad. Pero Tauro casi nunca protesta ni polemiza cuando lo eclipsa el ego de Leo. Ella le permitía monopolizar los aplausos, incluso lo alentaba a monopolizarlos, y sonreía para sus adentros. Sin embargo, se negaba a rendirle pleitesía, lo cual lo convertía en un monarca muy desdichado, que quizá nunca le perdonó esa reticencia. Pero los aplausos se los cedía.

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En una oportunidad conocí a un hombre Tauro que trabajaba como archivero y asistente del presidente de una Escuela de Peluquería de New Jersey. El presidente (el superior del Toro, desde luego) era un Leo afectuoso, brillante, magnánimo, típicamente orgulloso y arrogante... un doctor que se llamaba Andrew Julián. En verdad, se sigue llamando así. ¿Por qué habría de cambiar su nombre, cuando está escrito en oro, grabado, bordado o estampado como monograma en todos sus gemelos, camisas, maletines, prendas interiores (presuntamente), toallas y vajilla de plata? Mi amigo Tauro y el doctor Julián disfrutan de un armonioso aspecto Sol-Luna entre sus cartas natales, de modo que continúan admirándose y respetándose cordialmente el uno al otro, a pesar de que ya no trabajan juntos. Sin embargo, su trato laboral estuvo erizado de testimonios cotidianos de la relación 4-10 Leo-Tauro, con sus ayudas recíprocas... y sus peligros latentes.

En una oportunidad el doctor Julián tuvo una entrevista privada con un inversor que deseaba asociarse a la Escuela de Peluquería. El inversor era un millonario inusitadamente pródigo y generoso con su fortuna. Estaba dispuesto a invertir cualquier suma, con tal de poder convertirse en el director visible de la operación... y con tal que la escuela ostentara su nombre (a pesar de que no tenía experiencia en peluquería). Por supuesto, el León rugió estentóreamente ante esta amenaza a su autoridad y esta afrenta a su prestigio. Durante varias horas, las voces coléricas continuaron subiendo y bajando detrás de la puerta cerrada de la lujosa madriguera del León... única frase capaz de describir el despacho de cualquier Leo: una madriguera lujosa.

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Finalmente, la puerta se abrió y el doctor Julián ordenó imperiosamente: «¡David! ¡Ven aquí inmediatamente!». (Los Leo casi nunca piden, sino que ordenan, como cuadra a la realeza.) Cuando el cauteloso Toro se introdujo lentamente en el frente de batalla, el León hizo un ademán desdeñoso en dirección al enfurecido inversor y volvió a ordenar: «¡Háblale tú, David!». Después., el Leo se desplazó sobre su costoso sillón giratorio, con una mueca de dignidad herida, y miró por el ventanal de su madriguera... como si los otros dos hombres no estuvieran. (El Rey no se dignó prestar atención a los plebeyos.)

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Después de un breve y sosegado interrogatorio, el Toro descubrió dónde residía el problema básico. El inversor potencial era un Aries. Un Carnero. Se trataba de su dinero. y por Dios, él iba a ser el mandamás, y la escuela llevaría su nombre. Nadie le daría órdenes a él. El Tauro explicó pacientemente que al doctor Julián lo querían mucho sus maestros y alumnos (realmente lo adoraban, a pesar de su orgullo, su arrogancia, y todo lo demás), y que asimismo era muy respetado por todas las compañías que mantenían relaciones comerciales con la escuela, compañías con las cuales había llegado a un armonioso entendimiento a lo largo de los años (también esto era cierto). Por supuesto, estos rotundos halagos no pasaron inadvertidos al Leo. Llovieron como rosas fragantes sobre la cabeza del León, que continuaba vuelto hacia la ventana. Entonces la secretaria oyó la fuerte voz taurina del Toro, profunda y reconfortante, que salía flotando por el montante, a medida que aquel le hablaba parsimoniosamente al inversor ariano. «¿No cree que será más sensato que el nombre del doctor Julián siga figurando en la fachada del edificio, en toda la publicidad, y en el membrete de la escuela? Puesto que tiene más de cuarenta años de experiencia como director de una Escuela de Peluquería, ¿no será mejor que continúe en su cargo? Sin embargo, será más lógico, y más práctico para usted, señor, que sea usted quien firme todos los cheques, para que el personal del banco sepa que usted es el sostén y asesor financiero de la operación. ¿Por qué habría de pasar usted doce horas diarias aquí, como el doctor Julián, cuando tiene cosas más importantes que hacer? Su tiempo es demasiado valioso para que usted se quede atado a un escritorio, como él, casi desde el amanecer hasta la medianoche, siete días por semana.» Después de esta manipulación magistral, el inversor ariano sonrió jubilosamente, como un niño al que le han dado un caramelo y le han dicho al mismo tiempo que puede hacer novillos. Le encantó que lo llamaran

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«sostén y asesor financiero», y lo regocijó enterarse de que sería respetado por el banco y los banqueros (por una extraña razón, los banqueros casi nunca respetan de veras a los Carneros, aunque éstos tengan un gran capital) y de que no tendría que pasar doce horas por día, y siete días por semana, trabajando. (No había pensado en eso: Aries nunca piensa en eso.) Entonces el León volvió a girar sobre su mullido trono y repartió sendos cigarros para celebrar el cierre del trato. Después de que se hubo ido su nuevo socio ariano, el doctor Julián, que ya había recuperado totalmente su compostura, se acercó al escritorio del atareado Toro y comentó, con su enorme cabeza leonina tan enhiesta como su orgullo: «Le di una buena lección y le hice -saber quién maneja la escuela. Creo que manejé bastante bien la situación, ¿no te parece?». El Toro le contestó, paciente y respetuosamente, que sí.

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Un área de acuerdo potencial entre Tauro y Leo es la de la promoción y la construcción. Leo se complace en promover planes grandiosos e ideas descomunales, y a todos los Toros les encanta contemplar los beneficios económicos de las que podrían ser las simientes del imperio taurino que siempre están edificando en sus mentes. La marcha de Tauro es estable, perseverante, implacable. Los obstáculos no turban ni ofuscan a los Toros como a Leo, porque los Tauro aceptan que la limitación y la demora forman parte del precio que deben pagar por el éxito final. Uno de los lemas favoritos de los Toros es: Si hay algo que merece ser hecho, merece que lo hagamos bien... y también merece la espera que hay que consagrarle. Los Leo, que son amantes fanáticos de la libertad, se niegan a aceptar, o incluso a reconocer, las limitaciones. Su actitud es siempre optimista y resuelta. Ni siquiera se les ocurre pensar que no pueden ganar todas las fichas con un majestuoso y glorioso tiro de dados, ya sea que el León o la Leona esté jugando a los negocios, la amistad, el romance, el matrimonio... o a un juego de azar. Los grandes felinos casi siempre correrán un albur, y para decirlo con las palabras de Kipling: «Juntarán todas sus ganancias, y las arriesgarán a cara o cruz / y perderán, y volverán a empezar desde el principio / sin soltar jamás una palabra que delate su pérdida».

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Los Leo nunca sueltan una palabra que delate su pérdida porque se convencen a sí mismos de que no han perdido. Todo es un espejismo. Tauro, para decirlo con circunspección, no es ni remotamente tan propenso a correr un riesgo, ya sea que esté en juego su dinero o su corazón. Y cuando pierde, el recuerdo de la perdida lo acompaña durante mucho, mucho tiempo... el suficiente para que el Tauro le saque provecho a la experiencia. Sin embargo, si la suerte no los acompaña, el Toro y el León o la Leona dan muestras análogas de desdén por su infortunio. Ninguno de ellos suele hacer mucha alharaca, aunque es posible que ambos derramen en privado algunas lágrimas de angustia. A Leo y a Tauro les disgusta por igual llorar en público o confesar francamente sus fracasos.

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A la larga, el Toro opina que el sistema más seguro para doblar el dinero consiste en hacerle un pliegue y volver a guardarlo en el bolsillo. Esta actitud sintetiza bastante bien la filosofía taurina sobre los juegos de azar, ya sea en el plano romántico o en el monetario. Cuando los Toros son jóvenes, piensan que lo más importante y vital de la existencia es la seguridad de tener fondos en el banco, asociados con el amor leal de una persona del sexo opuesto. Cuando maduran, están convencidos de ello. De lo único que están convencidos los Leo es de su propia capacidad para materializar este fenómeno. No es extraño que cuando la ternura y la nobleza espiritual de los Leo se fusionan con la fe de éstos en sí mismos, atraigan a los demás, incluida la diosa Fortuna, que a menudo los cubre con una plétora de amor y oro. Todos los Leo son grandes felinos, dotados de enormes corazones y de una fuerza prodigiosa, que a veces se ven a sí mismos como gatitos abandonados cuando los demás no les devuelven constantemente el reflejo de las imágenes de sus propios egos, y cuando no los alimentan con halagos desmedidos. (Pero los halagos deben ser sinceros: excepto cuando tiene un Sol natal «mal aspectado», Leo desenmascara las falsas lisonjas con tanta perspicacia como cualquier monarca al que pretenden embaucarlo con zalamerías.)

Aunque Leo quiera mandar, y aunque a veces los Leones o Leonas pongan involuntariamente a prueba la paciencia de los Toros, a estas personas orgullosas también les complace proteger a los seres amados, y cubrirlos de obsequios y de afecto. ¿No es ésta la actitud de todos los buenos reyes y reinas respecto de sus súbditos? A Tauro lo (o la) complacerán secreta y profundamente este talante protector y este afecto y preocupación demostrativos por su bienestar. Aunque lo nieguen empecinadamente, nadie necesita ni aprecia

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la bondad y el afecto más que los hombres, mujeres y niños Tauro. Sus corazones leales, fiables, están ávidos de la una y el otro. Ésta es otra hermosa similitud entre los dos. Los corazones de Leo y de Tauro son igualmente leales. A menudo, la cálida cordialidad y el interés que demuestra Leo harán que Tauro se sienta abrigado y seguro. Por ello ambos gravitan hacia el mismo círculo de empatía.

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El conflicto sólo se desencadena cuando Leo comienza a dar esas órdenes majestuosas que Tauro interpreta como un manoseo. Después de un tiempo, el Fuego refulgente de Leo puede chamuscar la resistencia del Toro, hasta que el Tauro sepulta al León o la Leona bajo una tonelada de terquedad terrena y de reacciones negativas. Pero Leo es gobernado por el Sol, que simboliza el calor y la luz, la gran fuerza vivificante del Universo. Los Tauro son mansamente gobernados (hasta que aparezca Pan-Horus para reivindicarlos e influirlos) por Venus, que simboliza la paz, el amor y la armonía musical de las Esferas. Estos dos cuerpos celestes hacen girar el mundo, entre ambos. Los demás sólo prestan una función de apoyo. El Sol es vida. Venus es amor. ¿Hay algo más?

Mujer TAURO Hombre LEO

Ella le había creído en aquella época, pero ahora que estaba casada y rebosante de sentido común, dudaba mucho que existiera semejante persona.

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Toda mujer Tauro tiene afinidad con la música. Su voz es sonora, musical, ya sea que esté cantando Carmen en la Metropolitan Opera House o que esté diciéndole al lechero, sencillamente: «Hoy me llevaré un litro más de leche». Algunos Tauro componen música, la dirigen o la cantan... y todos disfrutan de ello. Escuchar sus acordes sedantes apacigua a los Toros. ¿Cómo es posible, entonces, que se produzca una fricción cuando un hombre Leo, casado con una mujer Tauro, desea tocar una pieza musical? Pues sí, es posible. Y a esto se refiere la astrología cuando afirma que sus Soles natales están en cuadratura. Ésta es la difícil y tensa configuración de signos solares 4-10, que puede implicar un desafío, pero que es más rica en recompensas que todas las otras si uno enfrenta los desafíos con coraje y los vence. Episodios que nunca podrían asumir un cariz desagradable entre otras dos personas cualesquiera, fundados sobre situaciones que deberían ser armónicas por naturaleza, pueden entrar en erupción volcánica cuando se trata de un Leo y un Tauro, a menos que exista entre ellos un aspecto Sol-Luna inusitadamente favorable.

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Hace un par de años, estaba visitando el hogar de una pareja radicada en Carmel, California, que había sido excepcionalmente leal y cariñosa durante muchos años. Ella es Tauro. El es Leo. Ella es profesora de karate. El es poeta y se dedica a la venta de obras de arte orientales. Aquella noche, después de disfrutar de una cena deliciosa que había guisado la esposa Tauro, los tres entablamos una discusión sobre temas musicales, y el León y yo descubrimos que a ambos nos encantaba una versión particular del «Ave María». Cuando él colocó en el estéreo un long-play con la grabación del clásico, yo me arrellané en mi sillón, dispuesta a gozar de la música que retumbaba entre las vigas desde los múltiples altavoces que el León había fabricado e instalado personalmente por toda la casa. Pero cuando los acordes' iniciales llenaron el recinto, observé que la esposa Tauro había desaparecido. Súbitamente, oí un portazo... violento. El marido, ligeramente avergonzado, explicó: «Louise no soporta el estéreo, así que supongo que se ha ido a la cama». Esto me chocó tanto que no pude concentrarme en la música. ¿Que una Tauro normalmente cortés y hospitalaria fuera grosera con una invitada? ¿Que una mujer regida por Venus odiara la música? Astrológicamente imposible. A la mañana siguiente, a la hora del desayuno, la encontré tan cautivante y aplomada como de costumbre, y cuando le pregunté por qué aborrecía la música, respondió plácidamente: —Oh, si no la aborrezco. Adoro la música. Siempre la he adorado, desde que era niña. —¿Entonces por qué...? —empecé a preguntar. —Te refieres a lo que sucedió anoche —resolló fríamente—. Sencillamente no soporto estar presente cuando

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Larry hace funcionar el estéreo. Insiste en levantar tanto el volumen que ahoga todos los otros tonos, y me lastima los oídos. Creo que levantar tanto el volumen es realmente prostituir la música, pero es imposible razonar con él, así que ahí termina la discusión. —La resignación de Tauro a lo inevitable—. Dime —añadió--, puesto que eres astróloga... ¿su horóscopo indica que es sordo? (El humor taurino, nunca sutil.)

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No, él no es sordo. Sólo expresaba su anhelo leonino de hacerlo todo en gran escala, a pesar de que este León específico pertenece a la categoría del Gatito tímido. Cualquiera que sea su tipo, el hombre Leo no soporta hacer las cosas a medias, y esta compulsión está totalmente desvinculada de su idiosincrasia (si es un Leo con una personalidad exterior más plácida, menos extravagante). Si se trata de una casa, ha de ser vasta y lujosa, con una madriguera privada para él (la sala del trono, por así decir). Si se trata de una mujer, ha de ser simultáneamente bella e inteligente. Si se trata de una sortija debe ser deslumbrante, para que la vean desde el otro extremo de la habitación. Cuando el León llora, derrama torrentes copiosos de lágrimas. Cuando ríe, prorrumpe en largas y sonoras carcajadas. Cuando escucha música, necesita que ésta retumbe portentosamente, hasta llenar su corazón y su alma y sus oídos. Y cuando está herido, ruge dramáticamente, o se ruboriza furiosamente en un arrebato de humillada frustración... como Larry, mi anfitrión Leo, lo hizo con bastante frecuencia mientras los visitaba a él y a su esposa Toro, Louise.

Normalmente, una mujer Tauro nunca se opondrá a que su marido la haga escuchar música, cualquiera que sea el volumen. Sin embargo, conozco a otra mujer Tauro que suspiraba extasiada cuando su León la cortejaba con un ukelele, en West Virginia, mientras eran novios y concurrían a la universidad... hasta que empezó a aburrirse cada vez que él tocaba y cantaba para ella después de que se casaron. Veréis, lo que exhibían estas dos mujeres Toro no era una hostilidad taurina a la música. En ambos casos, la música era sencillamente la vía de desahogo para la cuadratura de tensión que existía entre ellas y sus consortes Leo.

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Tanto cuando el Leo individual posee el aplomo emocional necesario para merecer su comparación astrológica con un rey, como cuando no lo posee, ésta es igualmente su ambición íntima: gobernar a quienes lo rodean, incluyendo categóricamente a la consorte del León. La chica Tauro desea instintivamente someterse a su hombre, acompañarlo fiel y lealmente contra viento y marea. Pero ser gobernada le suena sospechosamente a ser apremiada, y ningún Toro tolera que lo apremien. Aunque las mujeres Tauro son capaces de manifestar una devoción profunda y perdurable y un tierno amor, no reparten cumplidos infundados, son totalmente reacias a lisonjear, y piensan que la veneración es algo en lo que sólo incurren los débiles mentales. Como todos los Leones necesitan y reclaman cumplidos, lisonjas y veneración, está claro qué es lo que le falta a menudo a la relación entre ambos. Los Leo son seres vehementemente orgullosos, fogosos, que blanden sus propias batutas y se niegan a ser segundones de los demás. Incluso el Leo que pertenece a la categoría de los Gatitos tímidos se siente .consumido por el rencor cuando le niegan el lugar que le corresponde al Sol, preferentemente unos kilómetros por delante y por encima de cualquier otro que pueda estar absorbiendo sus rayos. Al fin y al cabo, el Sol es su regente, y por ello es tan noble y generoso, a pesar de que de cuando en cuando se muestra arrogante y exhibe una actitud chocante de superioridad. Para él, el Sol no es el centro del Universo, alrededor del cual giran todos los otros planetas. Leo es el centro del Universo, alrededor del cual giran su familia (y, ojalá, sus amigos)... o será mejor que giren, si no quieren que los petrifiquen y los ignoren por haber cometido el pecado de no tributar el debido respeto a la corte. Aunque el talante de este hombre es innegablemente imperioso, y por tanto a veces un poco despótico, después de una reyerta es un amante dulce y magnánimo. Su nobleza de espíritu leonina determina que le parezca natural querer besar y reconciliarse. No sabe enunciar elegantemente las disculpas verbales. Éstas destruyen su vanidad. Pero demostrará que está sinceramente compungido mediante diversas proposiciones románticas. He aquí la razón por la cual estos dos captan a menudo más empatía y armonía mutua en su relación sexual que cuando intentan tocar juntos el banjo. A veces la única forma de poner fin a una discusión con un chica Tauro consiste en darle una muestra física y tangible de afecto. Ella se mantendrá impasible e inmune a las palabras floridas y los argumentos persuasivos. Las largas conversaciones la aburren, porque sólo siente a través de los sentidos. Tauro quiere acción, no palabras. Así que ella responderá estupendamente a sus actos apasionados de amor, y todo saldrá a

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las mil maravillas. A menudo se reconciliarán después de una pendencia sin que el orgulloso León deba perder su dignidad. Hacer el amor no está nunca por debajo de su dignidad, y poco importa que la riña con su amada haya sido muy violenta... o muy reciente. Él necesita una mujer capaz de aceptar y de abarcar el afecto y la pasión profundos que él está en condiciones de brindar, y ésta llena dicho requisito. Los talentos sensuales de ella para el erotismo ciertamente tampoco le desagradarán. Lo harán «sentir como un rey», expresión que muchos Leo emplean para describir su goce sexual con la mujer apropiada. Sin embargo, el laconismo de ella no es igualmente sedante para el León, fuera de la alcoba. Es posible que ella se muestre menos que estática cuando él se excite emocionalmente y necesite un público atento, aprobatorio. Es posible que ella incluso bostece en medio de sus arengas dramáticas, y nada puede destruir tan cruelmente el ego sensible de este hombre como el hecho de que un súbdito rebelde le dé una muestra evidente de aburrimiento... sobre todo cuando dicho súbdito es la mujer amada. Si ella realmente desea conservar a este hombre por siempre jamás (y toda mujer Tauro busca la certidumbre de la estabilidad romántica) le aconsejamos que beba jarras de café negro, y que tenga la precaución de mantenerse bien despierta mientras su León está en escena.

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La queja más común del León contra la chica Tauro consiste en que ésta carece de entusiasmo. A menudo él siente ganas de sacudirla para que reaccione, y de gritarle: «¡Di algo! ¡Haz algo! Haz cualquier cosa. Pero no te quedes ahí sentada». La queja más común de ella contra él se puede resumir en cinco palabras shakesperianas de uso doméstico: «Mucho ruido y pocas nueces».

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A él le encantarán la forma en que ella puede transformar una tienda llena de filtraciones en un castillo confortable, su talento para estirar un dólar como si fuera masilla, y su humor fecundo... aunque no apreciará los chistes que pongan en ridículo su majestuosidad leonina o que socaven su ego. Ella se enternecerá con los abrazos de oso de su León, y admirará vehementemente la capacidad de él para organizar sus propios sueños en una realidad de mármol y alabastro. Por supuesto, a ella no la hará nada feliz su propensión al despilfarro, ni su necesidad de salir a pasar revista a las tropas cada vez que experimente deseos de sentirse aplaudido por la multitud. Siempre tendrán crisis periódicas de tensión. Al fin y al cabo, ambos son signos fijos. Sin embargo, el respeto secreto que sienten el uno por el otro despliega a veces una alfombra inesperadamente mullida, apaciguadora, bajo sus diferencias de opinión.

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Esta dama no se da el lujo de exhibir a menudo una cólera visible. Es paciente, alegre, y está dispuesta a soportar una fuerte dosis de necedad, junto con las aflicciones de la vida. sin demostrar un exceso de emoción. Pero cuando se encoleriza de veras, sin medias tintas, es mejor no cruzarse en su camino. Conviene irse, por ejemplo, al otro extremo de la ciudad. O quizás incluso a otra ciudad o Estado, hasta que se sosiegue y se calme... cosa que nunca dejará de ocurrir, finalmente. La mujer Tauro siempre se avergüenza tremendamente de su propia debilidad, después de haberse dejado arrastrar por una pataleta emocional (durante la cual su voz de Venus, «cremosa y suave», se asemejará más a la de un sargento instructor que cuando era joven tomó clases para convertirse en cantante de ópera: potente y enérgica), y por ello es posible que más tarde se comporte como una amante excepcionalmente tímida y afectuosa, con el fin de compensar su berrinche. Pero el León no deberá dejarse engañar por la dulzura que seguirá a la reyerta. Ella recuerda qué fue lo que él hizo para exacerbar su cólera taurina, y seguirá recordándoselo durante años... y años... y años. Los Tauro sólo tienen accesos muy esporádicos de ira desenfrenada y furibunda... a veces no más de una o dos veces en toda la vida. Pero lo que importa no es la cantidad sino la calidad. Volcánica.

La dama Toro saca a relucir su temperamento más a menudo de lo previsto sólo cuando se siente constante y continuamente azuzada por los modales autoritarios de un Leo que la sermonea y regaña periódicamente, y que después, cuando ella no acata todos sus caprichos, le vuelve la espalda y está enfurruñado durante largas temporadas. Semejante conducta puede producirle una furiosa frustración a cualquier signo de Tierra, si se prolonga durante mucho tiempo. Esta mujer tiene algo más que su temperamento y su obstinación taurinas. Sus otros componentes son la entereza, el coraje, la ternura, la devoción inconmovible, la placidez, la serenidad y unas emociones profundas, muy profundas. Es inmensamente afectuosa y generosa, y su aptitud natural para reírse de sí misma es una de sus cualidades más cautivantes (a menos que tenga un signo lunar o ascendente Leo, Escorpión o Capricornio... en cuyo caso le resultará difícil forzar una risita cuando ella sea el blanco del chiste). Ésta es una mujer a la que hay que tomar en serio. Es sensata, práctica y nunca finge ser lo que no es.

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Es auténtica, genuina, veraz y de fiar... y vale la pena conservarla. En cuanto a él, tiene algo más que su orgullo, su vanidad y su egocentrismo. Sus otros componentes son el brillo del Sol, la esperanza y la confianza. Su sabiduría y su benevolencia no tienen par, cuando siente que lo necesitan de veras. El León enfrentará valerosamente a un ejército para defender lo que en el fondo del alma considera justo y verídico... así como luchará contra cualquier fuerza que amenace a la mujer que ama, aunque la batalla parezca desigual y aunque él no parezca tener ninguna probabilidad de triunfo. Cualquiera que sea el dolor que ella experimente —físico o emocional— dicho dolor es el enemigo jurado del Leo, algo que debe derrotar para demostarle a su dama lo que él vale. Más o menos como los caballeros que combatían a las órdenes del Rey Arturo. Con la diferencia de que el Leo es al mismo tiempo caballero y rey. En su imaginación, vive en la Época de la Caballería Andante, en la Era del Romance. Pertenece a otro siglo, a otro tiempo... en que aún quedaban mundos por conquistar, visiones en pos de las cuales marchar, y sueños para soñar. Se esfuerza por acomodarse de la mejor manera posible al hecho de haberse extraviado en algún tramo de la secuencia cronológica, en un país extraño donde no necesitan su liderazgo y donde no aclaman sus ideales. Incluso su blanco corcel ha desaparecido. Y el Santo Grial es sólo un recuerdo muy lejano. Leo, el Corazón de León, está por tanto más herido y más espiritualmente solo de lo que podrían sospechar quienes sólo ven su armadura superficial de arrogancia.

Aunque este hombre y esta mujer enfrenten muchos obstáculos para alcanzar la armonía emocional en su convivencia, se ayudarán el uno al otro, contra todo el mundo si ello es necesario. Cuando el destino les depare aflicciones o tragedias, ninguno de los dos fallará la prueba de lealtad. Y ésta puede ser la canción más perdurable de la vida... con o sin música de fondo.

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Ay, él no quería escuchar. Estaba resuelto a mostrar quién era el amo en aquella casa.

¿Un Toro puede aspirar a tener una reina? La mayoría de los Toros están más cómodos en un bazar de porcelanas que en presencia de la realeza, y ya sabéis lo ofuscados que se sienten en el bazar. No los asustan el boato y la ostentación, pero las reverencias y los pies que se arrastran y las idas y venidas de carrozas doradas, y las coronaciones que duran días, mientras todos se achispan y dejan de trabajar. implican sencillamente «demasiado ajetreo y pompa» para el sensato Tauro.

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No menosprecia la belleza. La mayoría de los Tauro poseen un talento latente (o manifiesto) por la forma artística, que se manifiesta en la pintura, la danza, la escultura o la música. Pero su mayor talento consiste en mirar el mundo a través del cristal del espíritu práctico. Guarda su dinero y sus emociones para una buena causa, y derrochar el uno o las otras en alfombras rojas y coronas no es, desde su punto de vista, una buena causa.

La chica Leo busca a un hombre que la vea como una reina, y que (además de venerarla adorarla) pueda suministrarle el tipo de vida que ella sabe que merece. Anhela un amante o consorte que le permita vivir en las condiciones a las que ella le gustaría acostumbrarse, rodeada de lujo y de amigos cultos... lo cual implica una existencia desbordante de ropas elegantes, fiestas y conversaciones sustanciosas, con sortijas en los dedos de sus manos, cascabeles en los dedos de sus pies, y quizás un ocasional safari fotográfico al África... o veraneos en la Riviera. «Julio y agosto son tan desagradables en Manhattan (o en Los Ángeles), ¿no os parece? Con todos esos turistas:» (Traducción: plebeyos.) Es comprensible, entonces, que se sienta un poco tensa e inquieta si el hombre Tauro que ama pretende que ella permanezca en un pequeño apartamento, sirviéndole cerveza y rosquillas saladas, mientras él mira la televisión y lee el Wall Street Journal con los calcetines a la vista. Qué mundano y vulgar. Así que una noche ella le da una sorpresa. Le trae una jarra de agua Perrier helada, con una rodaja de lima, y un plato

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de delicada porcelana lleno de galletitas untadas con caviar, y le alcanza la revista New York, abierta en las últimas páginas que corresponden a las listas de casas en venta (a partir de unos 200.000 dólares), y le calza amorosamente un par de abrigadas, confortables y modernas pantuflas de Saks. Él reacciona con un suave murmullo de gratitud y le sonríe afectuosamente. A la noche siguiente, cuando ella llega tarde de la peluquería (porque el Tauro no le dio dinero para el taxi, y el metro estaba abarrotado), él continúa sentado allí, gruñendo porque se ha retrasado, con su cerveza y sus rosquillas saladas, mirando el telediario de tac seis con los calcetines d la vista. Las pantuflas eran demasiado ajustadas, y además piensa que los hombres que usan pantuflas en casa son afeminados. ¿La revista New York? ¿Qué revista? ¿Las listas de casas? ¿Qué listas de casas? Más tarde, ella encuentra la revista pulcramente desplegada bajo el recipiente donde el gato hace sus necesidades, en la despensa. Evidentemente alguien tiene que ceder. Y no será el Toro. Los Toros no se repliegan. Se mantienen en sus trece... o arremeten. Será mejor que ella se resigne a que su amante o consorte taurino se mantenga en sus trece y que no lo provoque hasta hacerlo arremeter. Creedme. Igualmente, si ella está dispuesta a esperar, y no lo acosa, es posible que algún día le suministre todo lo que anhela, incluidas las sortijas en los dedos de las manos y los cascabeles en los dedos de los pies... y quizá hasta una hermosa casa en los suburbios, o un granero en el campo, deliciosamente cálido y maravillosamente remodelado, equipado con chimeneas y vigas, por cuyas ventanas se filtrará cada mañana el dulce aroma del heno recién segado. Es posible que él no alcance su meta de seguridad de la noche a la mañana, pero ella nunca encontrará un hombre con más probabilidades de poner algún día a sus pies (siempre que cuente con la impagable ayuda de ella) un reino de su exclusiva propiedad para que lo gobierne. Sólo hay que darle tiempo y no regañarlo.

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En 1971, cuando visité el «castillo» Hearst de California, propiedad del difunto William Randolph Hearst (un signo solar Tauro), la imagen del Toro estaba en todas partes. Un hombre Tauro resuelto, que había construido lenta pero perseverantemente un imperio periodístico, acumulando millones, y que luego había creado, inspirándose en un ensueño secreto de amor que anidaba en su corazón incurablemente romántico, un castillo de cuento de hadas, sólido, tangible, y en modo alguno imaginario. Los muebles de los varios centenares de habitaciones son descomunales. Todo lo que hay dentro y encima de la propiedad es más grande que en la vida real, más grande de lo necesario, y refleja fielmente la admiración taurina por la desmesura pura y simple. Para el Toro, cuanto más espectacular, mejor. Hacia donde mirara, me encontraba con la afición de Venus por los «lujos necesarios» de la vida, como los artefactos de baño de oro, los empapelados de seda pura, las espesas alfombras persas, y las ornamentadas y costosas estatuas de mármol (enormes, por supuesto). Todo Toro varón debería visitar el castillo Hearst para verificar qué aspecto asumen los sueños de Tauro cuando por fin se materializan. Si está enamorado de una Leona, ciertamente deberá llevarla consigo. Ella quedará hechizada, y ronroneará como una gatita en todo el trayecto de regreso a casa. Quizás entonces comprenderá que los pies de él, aunque sólo estén enfundados en los calcetines, lo llevan en la misma dirección, y que llegará a la meta si ella lo ayuda en su marcha parsimoniosa, en lugar de ponerle obstáculos. Éste podría ser precisamente el hombre que tal vez un día le regalará a la Leona su propio yate, para celebrar su cumpleaños. (Quizá será mejor que ella imagine que se lo regalará en su aniversario de bodas. Es probable que él se muestre mucho más sentimental respecto de la segunda fecha que respecto de la primera.)

Cuando el Toro haya cumplido finalmente la misión que tiene reservada en la vida —un hogar confortable, una abundante colección de Washingtons, Lincolns y Jeffersons (no cuadros sino dólares) — la Leona lo circundará con sus propios toques de riqueza. Cuidará que él esté cómodo y abrigado, que se pasee en calcetines sobre alfombras mullidas, bajo luces tenues, al son de violines estereofónicos, sofocado por atenciones constantes y sumido en una existencia plácida y serena. Nada podría hacerlo más feliz. Pero mientras él aún esté asentando los cimientos y excavando el hoyo para la piedra angular, no querrá distraerse en ceremonias palaciegas. Le disgustará que pretendan que asista a fiestas, que haga malabarismos políticos con las amigas de ella, y que se someta a los caprichos de su reina y que le pase el plumero al trono. La extravagancia de halagar constantemente su orgullo y de adular su ego le parecerá una bochornosa pérdida de tiempo, y a los Toros no les agrada derrochar el tiempo, así como no les agrada derrochar el dinero (no les agrada nada, como ya sabéis). Aunque estos dos signos solares están en cuadratura, y por tanto son capaces de chocar violentamente en razón de sus discrepancias, su relación será estupenda si tienen la paciencia necesaria para esperar que en las nubes aparezcan los ribetes plateados. Disfrutarán mucho haciéndose compañía el uno al otro mientras se

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pasean por los aposentos de las torres, les echan comida a los cisnes del lago, comparten cenas románticas a la luz de las velas, alzan el puente levadizo que atraviesa el foso, y tiran de los cordones de terciopelo para llamar a los criados que vendrán a descorrer las sábanas de raso de sus camas de dosel importadas. Sí, he dicho camas... en plural. Probablemente tendrán alcobas separadas, porque la Leona querrá disponer de su propio tocador. Al fin y al cabo, necesita un lugar donde guardar sus cremas, lociones, perfumes. aceites de baño y melenas (pelucas). Si son pacientes... bueno, Tauro es paciente, así que por lo menos la mitad del problema está resuelto. Sin embargo, ella es un signo de Fuego, y los signos de Fuego son un poco escasos de paciencia. Como consecuencia de ello, el período preliminar de edificación del castillo está un poco recargado de sobresaltos y de tensiones traicioneras, cuyas dimensiones oscilan entre las de pequeños hormigueros y las de montañas colosales. En el ínterin, mientras sueñan con sus dos monogramas entrelazados dentro de un corazón grabado en su platería y bordado en sus sábanas y estampado en sus porcelanas, podrán distraer las pocas horas de ocio de las que disponga el Toro, haciéndose el amor. Ésta podría ser una de las pocas circunstancias en que armonizarían totalmente. Por otro lado, podría no serlo. Depende mucho de la relación Luna-Sol entre sus horóscopos.

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En el lado positivo de la armonía luminaria de sus natividades, encontramos la compatibilidad física que pueden alcanzar juntos. La mujer Leo es orgullosa y altiva, incluso distante, con los desconocidos. Pero cuando la rodean los brazos del hombre que ama realmente, se convierte en una Leona apasionada, que en verdad rezuma afecto y sexualidad. El Toro no reñirá con ella cuando la Leona le pase sus manos delicadas por el cabello, le sobe la piel, le masajee la espalda, le bese la oreja y le acaricie la mano. El hombre Tauro es casi desoladoramente vulnerable al tacto, la voz y el aroma de esta mujer, y puesto que casi todas las mujeres Leo adoran el perfume, él lo inhalará satisfecho, como el pacífico Toro Ferdinando de Disney, en su estado de éxtasis más dichoso. La fuerza de este hombre es portentosa, pero siempre corre peligro de convertirse en un Sansón entre las zarpas de una Dalila sensual y leonina. Está regido por Venus, y nada le produce tanto sosiego mental y espiritual como el hecho de colmar sus profundos y terrenales deseos románticos con una Leona apasionada... excepto el hecho de contar un fajo de flamantes billetes verdes, o de olfatear un pastel de manzana casero, recién salido del horno. Por el lado negativo, si el intercambio de energías del Sol y la Luna de sus respectivas cartas natales está en cuadratura o en oposición, su armonía sexual necesitará grandes ajustes. Es posible que él se canse lenta y gradualmente, pero muy definitivamente, de hacer esfuerzos por satisfacerla y por alimentar su ego insaciable, si ella lo obliga a dormir frecuentemente solo —o a encontrarse con su espalda aburrida en el lecho—porque él no la ha hecho sentir suficientemente venerada durante el día como para que ella piense que se ha ganado el privilegio de disfrutar de sus favores regios durante la noche. O quizá será ella quien se cansará lenta y gradualmente, pero muy definitivamente, de desear secretamente que él ponga más empeño en satisfacer sus necesidades físicas haciéndola sentirse adorada y vehementemente deseada, en el aspecto sexual. Es posible que la técnica que emplea el Toro para hacer el amor, sensual, práctica y a veces poco imaginativa, la deje despierta a su lado, durante horas y horas, soñando con el Príncipe que nunca viene a conquistar su corazón anhelante... derramando lágrimas silenciosas que no le deja ver, por orgullo, y de las que tampoco le habla, por la misma razón. Y es posible que después de un tiempo la Leona cordial, entusiasta y afectuosa, se convierta en un ser totalmente frígido. La frigidez es un peligro que siempre acecha a la mujer Leo instintivamente apasionada. Si la descuidan continuamente, abandonará los ensueños y deseos fogosos de su juventud y se congelará hasta asumir el frío desapego de la idiosincrasia leonina, que es un mecanismo de defensa contra natura, siempre muy triste. Desapego porque... ¿qué reina dejará adivinar que no le rinden total pleitesía? Ni siquiera el príncipe consorte que la ha defraudado tan trágicamente tendrá derecho a vislumbrar su corazón destrozado, ni a descubrir que ella está tremendamente vacía y sola. El falso orgullo es el Waterloo de todo Leo. Es la combinación entre la terquedad de él y el falso orgullo de ella lo que los mantiene a ambos inquietos (o resignados) e insatisfechos. De alguna manera, no existe una comunicación sincera entre ambos. Así que nunca discuten los desencantos individuales que sufren a la hora de la posesión mutua, hasta que el amor se esclerosa transformándose en una especie de cómoda familiaridad y compañerismo... o se destroza y conduce al divorcio. A veces uno de estos dos amantes o consortes se evadirá mediante el alcohol. las drogas o las aventuras fortuitas. Pero en general, no. Ambos son básicamente demasiado honrados para ser desleales, demasiado conscientes de sus reputaciones para hacer papelones en público... y al mismo tiempo demasiado terco (él) y demasiado orgullosa (ella) para buscar una solución, tierna y afablemente... juntos. Sin embargo, nunca es demasiado tarde para que la confesión y la humildad recíproca forjen un milagro inesperado. Ambos

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deben empezar por recordar cómo eran sus relaciones cuando se enamoraron por primera vez. La evocación los enternecerá... y podrán avanzar a partir de allí.

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A este hombre no lo complacerá que su mujer le sirva comidas refinadas ni que lo obligue a comportarse remilgadamente en casa o en público. Ella lo descubrirá la primera vez que él le grite, durante la cena: «¿Dónde está el frasco de ketchup?». <<¿y tú dices que esto es un bocadillo? Llévalo de vuelta a la cocina y agrégale unas capas más de relleno». O: «¿Qué te parece si me sirves una jarra de café, mujer? Estas tacitas de porcelana me ponen nerviosillo». No preguntéis de dónde sacó la palabra «nerviosillo». Los Tauro se las apañan para inventar palabras que tienen un acento suave, mimoso, ya sean insultantes o elogiosas. ¿Alguna vez un Toro os llamó «Cariño»? Oírlo es una experiencia de sensualidad total, lo cual no debe extrañar a nadie, porque todos tienen esa voz profunda, melosa, pastosa, con la que no puede competir ningún otro hombre, excepto los Escorpión. Ella lo acusará de ser a veces un poco rústico, y casi siempre obstinado, como en verdad lo es. Él la acusará de ser altiva, soberbia y petulante, como en verdad lo es. ¿Qué hay que hacer, cuando las peores acusaciones contra el otro son justas y veraces? Es sencillo. (No fácil, pero sí sencillo.) Ella deberá comprender que la «rusticidad» de él no es más que un testimonio de su idiosincrasia mundana, bastante digna de fiar, y de su desprecio por lo frívolo y por lo que no es auténtico... o sea, por lo falso. Será bueno que ella lo imite. Ella también deberá admitir que la obstinación de Tauro es una prueba de la fortaleza de su carácter, y deberá dejar de estimularla deliberadamente con su comportamiento de reina consentida, que pone mala cara cuando no puede salirse con la suya. Ella siempre podrá vencer su obstinación, con asombrosa facilidad, si lo intenta, con sólo abrazarlo y besarlo y estrujarlo hasta dejarlo nuevamente conforme. Él debe comprender que la altivez de ella no es más que su protección innata contra el riesgo de exponer sus temores de ineptitud imaginaria, que la humillarían y la someterían a una penosa situación de ridículo, y debe cesar de generarla deliberadamente con su negativa a reconocer la superioridad muy concreta de ella como mujer... y su necesidad profundamente implantada de sentirse inmersa en halagos extravagantes. Él siempre podrá entenderse con ella muy fácilmente si la saca más a menudo a refulgir en público, y si le demuestra —sobre todo si le dice que sabe lo afortunado que ha sido al casarse con una dama excepcional, en todos los sentidos. (Toda mujer Leo es precisamente eso, sin que importen sus pequeños defectos.) Su Leona es inmensamente capaz de dar y de recibir amor, con la única condición de que la valoren debidamente... y la amen a cambio.

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Cualquiera que sea la edad del Toro, éste es en el fondo de su alma un osito de juguete, el bebé simbólico del Zodiaco, regordete, que aún está en la etapa de ocupar una sillita alta (tal como se lo describe en «Los doce misterios del amor», al comienzo de este libro). Una vez conocí a una mujer Leo que no podía ver a su marido Tauro como una especie de «osito» ni como un individuo que inspirara algún tipo de ternura. Sólo lo veía como un hombre terco, maduro, que creía únicamente en «las cosas prácticas» y que pensaba que todos los sentimientos eran una bazofia tonta y sensiblera. Un día, la exhorté a llevarle a casa un gran Toro relleno de crin, o peludo. Uno de esos juguetes que normalmente regalamos... sí, a los bebés. Él gruñó. Nada más. Ni siquiera dijo «gracias». Se desentendió totalmente de la imagen hirsuta de sí mismo... durante semanas. La Leona ofendida y agraviada lo colocó sobre el televisor, donde era inevitable que él lo viera constantemente, pero ni siquiera así le sacó una palabra al Tauro flemático. Entonces él se enfermó. Una mañana, mientras su marido enfermo dormía, ella quitó distraídamente el Toro de juguete de encima del televisor, al limpiar. Cuando el Tauro se despertó, su rugido retumbó por toda la casa. «¿QUÉ SE HA HECHO DE MI TORO? ¿DÓNDE HAS PUESTO MI TORO?!», vociferó. Así ella aprenderá. El Toro y la Leona tendrán que empezar a escuchar la voz de sus respectivos corazones silenciosos, suplicantes... cuando lo que ella dice realmente, detrás de su arrogancia, es: «Por favor, demuéstrame cuánto me amas»... y cuando lo que él dice realmente, detrás de su pétrea terquedad, es: «Por favor, prométeme que te quedarás conmigo y que no me abandonarás nunca».

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GÉMINIS

LEO

Aire - Mutable - Positivo Regido por Mercurio Símbolo: los Gemelos Fuerzas diurnas Masculino

Fuego Fijo Positivo Regido por el Sol Símbolos: el León y el Gatito Tímido Fuerzas diurnas Masculino -

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La relación GÉMINIS-LEO «Atrás, gemelos...

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Mientras Géminis estudia las brillantes pero a veces insoportables extravagancias del León, los Gemelos se preguntan: «¿El gran gato está realmente tan seguro de sí mismo? ¿O acaso Leo sólo intenta demostrar que la realidad es tan infalible y valerosa como la imagen?». Una típica alucinación geminiana. Mientras el León (o la Leona) estudia perezosamente a los mercuriales Gemelos geminianos, él (o ella) alimenta un pensamiento parecido: «Toda esta actividad mental y física debe de ser una forma de compensación. La sola supervivencia no basta para justificar tantas maniobras innecesarias. ¿Acaso Géminis intenta abarcar el este, el oeste, el norte y el sur, simultáneamente, para ocultar el hecho de que está extraviado (o extraviada) en el bosque con una brújula averiada?». Ambos' han adivinado la verdad respecto del otro. Sí, los Leo intentan demostrarse a sí mismos y al resto del mundo, mediante un despliegue de baladronadas arrogantes, que los Leones y Leonas son tan valerosos por dentro como parecen serlo por fuera. Y sí. Géminis procura demostrarle a la personalidad gemela y a todos los demás que corre rectamente, en la dirección justa, y que lo que hace en realidad no es dar vueltas en redondo. Como estos dos signos solares están en posición sextil, y generan entre ellos una vibración 3-11, son intuitivos el uno respecto del otro, son propensos a la amistad no obstante las diferencias que surgen entre ellos de cuando en cuando, y comparten el talento de silbar en la oscuridad para fingirse valientes. Cuando silban juntos, armónicamente, les resulta más fácil convencerse de que todo está en orden. A diferencia de los Escorpión (exceptuando los Lagartos Grises), que están profunda e inconmoviblemente convencidos de su superioridad, el León y la Leona creen que si rugen con suficiente fuerza nadie sospechará que su miedo interior de no estar completamente a la altura de todas las circunstancias que puedan presentarse los hace temblar de aprensión. El rey y la reina que son el orgullo de la jungla —o de cualquier reino, aula, oficina u hogar— nunca deben desprestigiarse delante de sus súbditos embelesados, que respetan y veneran la monarquía, sólo porque sus gobernantes son capaces de abordar cualquier emergencia grande o pequeña con majestuosidad sutileza y con solemnidad y sabiduría regias. La quintaesencia de la realeza consiste en proyectar la nobleza de espíritu y la fuerza de carácter a las masas más débiles. Curiosamente, y hasta cierto punto prodigiosamente, al simular todas estas virtudes Leo las adquiere de veras, y redescubre a través de todas las crisis humanas (para su sorpresa y deleite secretos) que el coraje del León es realmente tan portentoso y tremendo como lo sugiere su rugido. Los Géminis tienen una buena suerte análoga con su aparente autoengaño. Mientras los Gemelos venden a los demás la validez de sus propios sueños, se la venden simultáneamente a sí mismos. Géminis narra historias condimentadas con emoción, siempre divertidas, algunas de ellas con un final de doble cambio al

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estilo O’ Henry, que inyectan entusiasmo y estimulan a las almas más cautas y prácticas. Con el pincel de la imaginación, Géminis pinta maravillosos cuadros semánticos de cosas triviales y se las ingenia de alguna manera para hacer que les parezcan auténticos y lógicos a las personas cuerdas, y a sí mismos. Merced a esta convicción, los ensueños de Mercurio terminan por materializarse y manifestarse. Como Leo intuye íntimamente que los Géminis dicen la verdad tal como ellos la ven, el enorme corazón del León sale al encuentro de los Gemelos, en los cuales reconoce comprensivamente a un hermano, o hermana, de alma. Por supuesto. Leo entiende. Es como la canción de The King and 1: «Haz creer que eres valiente y la treta te llevará lejos. ¡Puedes ser tan valiente como haces creer que lo eres!». Lo que lastima y desconcierta a las aves mercurianas de Géminis es la forma en que otros, menos comprensivos que Leo, interpretan su talento para forjar imágenes. No entiende por qué cuando otras personas hacen eso mismo, las llaman creativas e imaginativas: traficantes astutos u hombres de negocios sagaces. Cuando lo hacen los Géminis, los consideran embaucadores y embusteros, o, en el mejor de los casos, engañosamente diestros y rápidos en la manipulación de los hechos. Los Géminis creen haber analizado hasta los mínimos matices del mundo y de todos los que lo habitan. Lo creen, esto es, hasta que tropiezan con las excepciones a la regla y finalmente llegan a la conclusión de que tal vez el mundo está compuesto únicamente por excepciones. Lógico. Los mismos Gemelos son una de ellas. Desde su infancia, los Géminis han tenido clara conciencia de que la ilusión es la más fiable de las riquezas. Ningún escenario de Broadway está tan lleno de dramatismo y pintoresquismo como el «teatro de la mente». Y por tanto, los Gemelos se sitúan en todos los papeles, y son desde característicos hasta ingenuos, desde estrellas hasta humildísimas comparsas, y a veces asumen las funciones de los tramoyistas y los músicos. ¿Por qué no? También han decidido que son los productores y directores, así que pueden ser lo que se les antoje. Sin embargo, cuando salen a escena con los grandes gatos, lo mejor que pueden hacer los Gemelos es cuidarse de arrebatar los títulos privilegiados de estrella, director o productor. Si se está desarrollando un espectáculo, en cualquier lugar o momento, ya sea real o ficticio, podéis apostar los afeites y las candilejas a que los Leo insistirán en dirigirlo y producirlo... y ciertamente en desempeñar el papel estelar. Nadie eclipsa con éxito a un León o una Leona, por mucho tiempo, y ni hablemos de descollar sobre un rey o una reina.

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Esto no preocupa a los Géminis etéreos y desapegados. En verdad, los Gemelos tienen mucho más interés en cambiar el decorado que en acaparar los bis. Valoran los comentarios periodísticos tanto como Leo, y son igualmente expertos, si no más, en el arte de conseguir que se hable o se escriba acerca de ellos. Pero si se trata de típicas aves de Mercurio, lo normal será que se desplacen elegantemente a un lado y que dejen que los Leo más vanidosos disfruten de la mayor parte de las reverencias ante el público. ¿Ello se debe a que Géminis es un signo mutable? No necesariamente. Los Gemelos tienen otro «método para su locura». Cuando estáis en primer plano, encabezando el elenco, sois vulnerables a la inspección de un atajo de extraños curiosos. Muchos Géminis que trabajan en el mundo del espectáculo se sienten incómodos cuando no pueden usar la capa multicolor de la identidad polifacética, que es tan útil para disfrazar una personalidad melliza —o incluso trilliza— que simula ser un solo ente. Se ha dicho que dentro de cada gordo hay un mellizo flaco, que anhela escapar. Esto vale sobre todo para los Géminis rechonchos, que han aumentado de peso en razón de un esfuerzo inconsciente por ocultar sus personalidades secretas, por dejar de correr tan deprisa, pues lo que los aburrió y los indujo a comer fue la falta de oportunidades para la actividad física y el estímulo intelectual, o una culpa y una frustración ocultas relacionadas con sus emociones embrolladas. Sin embargo, hay pocos Géminis rollizos, porque normalmente el Gemelo esbelto es el más perseverante, pues tiene conciencia de que la aptitud para pasear un cuerpo delgado, y por tanto menos visible, es un medio más eficaz para disfrazarse. Ésta es la verdadera razón por la cual los escasos pájaros de Mercurio gordos son mucho más desgraciados que las personas de cualquier otro signo sol (excepto Escorpión y Piscis) que han aumentado de peso. No les molesta demasiado el lastre de los kilos de más, y no se preocupan exageradamente por su salud. Se trata sencillamente de que así son muy visibles, lo cual les echa a perder tanto la diversión como los juegos. La diferencia entre la naturaleza de Géminis y la de Leo respecto de la visibilidad y la exhibición pública quedó demostrada de una manera bastante ejemplar cuando pronuncié una disertación en Washington, D. C., en mayo de 1971, ante una multitud, compuesta primordialmente por periodistas, durante un banquete de homenaje a Martha Mitchell, la esposa del procurador general durante la administración Nixon (que innegablemente les había suministrado material para algunos de sus artículos más jugosos).

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Cuando pregunté cuántos Leo había en el salón, un montón de manos se alzaron instantáneamente por todas partes... y permanecieron levantadas, a la mayor altura posible, en muchos casos agitándose frenéticamente para no pasar inadvertidas. Cuando pedí a continuación que los grandes gatos tuvieran la gentileza de ponerse en pie para que los viéramos, las cabezas empezaron a girar, a izquierda y derecha, a medida que todos los Leones y Leonas que estaban presentes esa noche en el salón de baile del Hotel Shoreham se levantaban majestuosamente. Entonces, mientras el público aplaudía estruendosamente, todos esos Leo, empezaron inmediatamente a hacer reverencias muy formales, aceptando cortésmente el merecido homenaje, como si así lo estipulara el libreto. Incluso los Leones que eran gatitos tímidos, y que por fin encontraban la oportunidad de subir al escenario y saludar repetidamente. El espectáculo fue en verdad hilarante, tanto desde el punto de vista astrológico como desde todos los demás. Mi grabación magnetofónica del episodio demuestra que los otros signos solares allí presentes se rieron a carcajadas durante tres minutos justos, lapso en el cual los aplausos aumentaron de volumen a medida que los grandes gatos repetían sus reverencias.

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A manera de prueba, poco después de que se hubiera acallado el tumulto, pedí que todos los Géminis presentes alzaran sus manos. «Vamos —los urgí—, quiero ver cuántos Gemelos hay aquí esta noche.» No se levantó ni una mano en todo el inmenso salón. Un murmullo circuló rápidamente por el auditorio, mientras todos se preguntaban por qué los Géminis no contestaban al pase de lista astrológico, especialmente porque yo acababa de señalar que, desde el punto de vista estadístico, en varios países, incluidos los Estados Unidos, se producen más nacimientos en junio que en cualquier otro mes. Obviamente, por una razón de porcentaje, debería haber habido por lo menos un Géminis entre semejante multitud. El público no entendía lo que pasaba, pero yo sí. Cualquier astrólogo lo habría comprendido. Los Gemelos prefieren observar, sin identificarse específicamente. Casi nunca los Géminis desean que los reconozca una muchedumbre. Además, era indudable que algunos de ellos habían concurrido al banquete después de decirle a un amigo, consorte o pariente que irían a otra parte. A continuación habían cambiado de idea, y no querían que los presentes comentaran posteriormente que los habían visto allí porque se habían exhibido ante toda la concurrencia. Los restantes se habían resistido a mostrarse por tantas razones distintas como Géminis individuales (o duales) había allí. Formulé todos estos comentarios en voz alta delante del auditorio, y repetí mi invitación a los Géminis. Entonces sólo tres o cuatro manos se alzaron parcialmente, con mucha lentitud y vacilaciones, en el atestado recinto. Súbitamente todos estallaron en una tempestad de risas mientras las cabezas giraban hacia el fondo del salón, donde lo que parecía una fila de bailarines de conga, integrada por doce o más Géminis, intentaba evadirse furtivamente por la puerta. A medida que arreciaban las carcajadas, y que la gente empezaba a llamar por sus nombres a los Géminis que conocía, todos estos salieron corriendo, literalmente, delante del estupefacto portero. Todos los presentes, incluida yo, nos desternillamos de risa. Y así encontré en forma completamente accidental lo que resultó ser un método muy ilustrativo, además de hilarante, para demostrar la validez de los signos solares a una numerosa concurrencia de escépticos y creyentes. No sé si ello tuvo alguna relación con la veloz partida de las aves de Mercurio, pero quizá deba hacer notar que aquella noche estaba sentado en el proscenio el difunto jefe del FBI, J. Edgar Hoover, que hacía una de sus rarísimas apariciones en público. Fue obvio que el señor Hoover manifestó mucho interés en el éxodo, y tuve la patente impresión de que estaba ansioso por hacerle señas a alguien para que verificara la identidad de los invitados que preferían escabullirse en lugar de dar la cara... y quizás incluso para que los siguieran hasta sus casas. Pero, como era un capricorniano, comprendió, por supuesto, que uno no debe comportarse tan incorrectamente en una reunión social. Eso trasgrediría las normas. Los dones gemelos de Mercurio —la simpatía y la locuacidad— convierten al Géminis típico en un experto domador de Leones, que engatusa astutamente a Leo para que salte con docilidad por sus aros dobles. Por ejemplo, es posible que Leo le pregunte a Géminis: «¿Cómo soy yo en realidad? O sea, ¿qué impresión le produzco a la gente?». Y Géminis contestará: «Bueno, eres increíblemente ególatra y arrogante. Pero también eres desprejuiciado, cordial y generoso». (Cuando se trata de los Leo, hay que sacudirles la verdad dolorosa al comienzo, y luego asestarles un cumplido como broche final.) Pero es posible que el León o la Leona persevere, acariciando su vanidad y preguntando: «¿Los demás ven mis virtudes con tanta claridad como tú? Y si las ven. ¿por qué siempre me subestiman?».

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GÉMINIS: «Claro que las ven. Todos saben que eres una persona fantástica, un poco engreída, y ensoberbecida, pero sabes organizar maravillosamente las cosas. Es obvio que eres más sensato y sereno que el individuo medio. Quien no te reconozca estos méritos debe de estar celoso, y no merece que le hagas caso».

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¿Veis cómo se hace? Cuando converséis con un León, intercalad la verdad cruda entre gruesas rebanadas de caluroso halago. Mercurio tiene una técnica para ello, que consiste, digamos, en mostrarse servil mientras habla con franqueza. En realidad, los Leo son excelentes organizadores, expertos en delegar autoridad, y suficientemente fijos como para esperar con compostura el éxito final de sus grandiosos planes y promociones. Pero es posible que no tengan la misma paciencia para soportar la inconstancia de Géminis. A los grandes gatos los indigna la tendencia de los Gemelos a cruzar velozmente por la vida, desechando las convicciones pasadas como si se tratara del periódico de ayer, desprendiéndose de hogares y empleos y amigos con pequeños defeca tos, demasiado pronto, sin la menor reflexión retrospectiva, y limitándose a correr extasiados en pos de los nuevos intereses que los fascinan. Para el León o la Leona más leal y más lánguido, lo rápido no es siempre lo mejor, ni lo justo. Entonces Leo se sentirá obligado a esclarecer a Géminis con uno de sus pomposos discursos. «Te las ingenias bastante bien para maniobrar en la lechería y recoger la crema acumulada al ras, pero ésta siempre se te agría. La agudeza mental de la que tanto te envaneces te llena de zanjas el sentido común, y cuando menos lo esperes tropezarás con ellas. Algún día me agradecerás esta advertencia.» Los Leo, eternos hermanos y hermanas mayores, no pueden resistirse a pronosticar que algún día las personas que guiaron con benevolencia querrán reverenciarlos y los buscarán para agradecerles sus sabios consejos espontáneos. Como si Géminis tuviera tiempo para detenerse y confeccionar una lista de estas obligaciones. Los pájaros de Mercurio están demasiado atareados vendiendo esa crema agria como suero de manteca. En cuanto a las zanjas contra las que los alertó Leo, los Géminis se limitarán a saltar fuera de ellas. Aterrizarán en pie y volverán a patinar sobre el mismo hielo frágil, mientras Leo se enfurruña y pregunta con tono petulante: «¿Es que nunca caes en la trampa?». Bueno, sí, a veces los Géminis caen en la trampa de su propia astucia. Pero, ¿por qué preocuparse, cuando el valeroso rey (o reina) los sacará de aprietos mediante un estupendo rescate de último momento, en tecnicolor? Entonces Leo se ruborizará y hará una (modesta) reverencia, mientras Géminis entona el halago favorito del León: «¡Caray! Todo lo que decías era muy cierto. Gracias por habérmelo advertido a tiempo. No sé qué haría sin ti», exclaman los Gemelos, muy probablemente con sinceridad, ahora que han conseguido disfrutar de lo mejor de ambos mundos (la protección regia, más la libertad). «No importa —responde modestamente el León o la Leona, ronroneando y revolcándose en el bálsamo de la simpatía geminiana—. El más fuerte y sabio tiene el deber de proteger al débil y tonto de sus locuras. En el futuro no te olvides de hacer lo que te digo, y no pasarás apuros.» «¡Está bien, lo prometo!», exclaman jubilosamente los Gemelos, mientras hacen un ademán de despedida y salen disparados. Pero Géminis sabe, en el fondo de su ser, que lo que ha dicho Leo es cierto. Frustrante, engorroso, a menudo indignante... pero cierto.

Mujer GÉMINIS Hombre LEO

...ella le cuenta historias acerca de él mismo, que él escucha ávidamente...

El hombre Leo negará a menudo su complejo de superioridad y procurará ocultar su exagerada necesidad de sentirse respetado, pero no podrá engañar a la espabilada mujer de Mercurio que lo ama. Una mujer Géminis que conozco juró una vez a un grupo de amigos congregados en la sala de su casa que su marido Leo no tenía ninguna de las características de su signo solar. —Philip no es vanidoso ni despótico —insistió ella—. Es un hombre modesto, que no se siente superior a nadie. —No deseo dominar a la gente —murmuró parsimoniosamente el modesto Philip—. No soy más que un hombre común y corriente. Oído lo cual su esposa Géminis se apresuró a agregar:

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—Es más que un hombre común y corriente. Es superespecial. Lo que quise decir es que no es autoritario, y ciertamente no es un exhibicionista egocéntrico.

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Esto embaucó a todos los presentes. El anfitrión benévolo, afable, de modales corteses, no era, obviamente, un León rugiente. Reposaba discretamente en un rincón, despidiendo una irradiación suave, cálida, y no trataba de controlar la conversación. Por supuesto, yo podría haber desengañado a sus huéspedes. Pero para entonces mi amiga Géminis había acariciado tan inteligentemente a su enorme León hasta hacerlo ronronear complacido, que no me atreví a desenmascarar su jueguecito típico de Mercurio. ¿Qué creéis que hace este Gatito tímido durante todo el día, cuando no está relajándose lánguidamente en casa y aceptando los cumplidos de su cónyuge con aire humilde? Se dedica a una rama especial, intrincada, del derecho: contratos petroleros en otros países. Gasta muchísimo dinero, que gana invirtiendo su tiempo muy valioso en explicar a industrias de muchísima magnitud qué es lo que pueden y lo que no pueden hacer. Cuando impartes consejos a multimillonarios y le das un coscorrón ocasional a compañías como Exxon y Standard Oil, no necesitas vías de desahogo adicionales para el ego de Leo. Un León que está en el proscenio de su trabajo, donde ejercita su vanidad y transmite su sabiduría, puede darse el lujo de ser un poco humilde en la vida social. Sobre todo si tiene una esposa Géminis, que sabe muy bien cómo regalarle el oído con bellas lisonjas. ya no necesita incurrir en vulgares jactancias respecto de sí mismo. Géminis y Leo vibran en una configuración de signos solares 3-11, así que a menudo su relación exige sacrificios, que a su vez rinden grandes beneficios, en razón del vínculo kármico que los une: el recuerdo de vidas pasadas. Como en todas las vibraciones 3-11, esta asociación suele estar predestinada, y es difícil de resistir, tanto en el ámbito de los lazos familiares o profesionales, como en el de la amistad y el romance. El hombre Leo se siente obligado a dictar a la chica Géminis lecciones que podrán modificar realmente la vida de ésta. Se siente más obligado a dictárselas a ella que a otras personas, y esto ya es mucho decir. Ella puede prepararse para que él le endilgue más discursos que los que habitualmente pronuncia Leo, pues se trata de un hombre que le señalará sin parar sus defectos y le dirá qué es lo que hace o piensa equivocadamente, ya sea en lo que concierne a su dieta y a su forma de vestir o a sus ideas políticas y sus conceptos religiosos. Pero el mismo recuerdo kármico que lo impulsa a aleccionar a Géminis genera un sentimiento inconsciente de gratitud por antiguos favores recibidos, y determina que el León también desee proteger a la chica Géminis. Él comprende instintivamente las limitaciones de ella, incluso mientras procura corregirlas.

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Asimismo, la mujer Géminis sale en defensa de su León. Quiere salvaguardarlo del dolor que le causan los demás cuando hieren involuntariamente su gran vanidad. Dentro de su corazón sensible hay algo que le advierte qué es lo que debe decir y hacer, en el momento justo, para que afloren la cálida ternura y la generosidad de él. Ella lo ve como un refugio seguro y cariñoso dentro de un mundo de escépticos que no la entienden. Naturalmente, esto halaga el orgullo masculino del gran gato, orgullo que está más desarrollado en él que en el hombre medio, y aumenta la adoración que siente por ella. Así puede gestarse lentamente una sociedad de admiración mutua. Sin embargo, esta compatibilidad básica no evitará que ambas partes tengan accesos de rebeldía. La despreocupación etérea de ella puede inflamar el carácter de Leo, que tarda en entrar en combustión, pero que una vez excitado y ardiente es difícil de sofocar. Es posible que ella aproveche entonces la reyerta para practicar su sintaxis y su ironía, que producirán una herida muy profunda en el ego de Leo. Si las múltiples fascinaciones mercurianas y actividades externas de ella la distrajeran del culto diario al León, éste se preguntará lo que todo otro monarca se pregunta cuando sus súbditos están demasiado atareados para congregarse a su paso y aclamarlo:. ¿acaso ya no son leales a su Rey? ¿Acaso ella ha encontrado a alguien a quien admira más que a él? La pobre chica sencillamente no imagina lo que arriesga. Todas las mujeres que él amó y abandonó, antes de conocerla a ella, quedaron francamente devastadas por la aflicción... tal como se lo explicó muchas veces. Será mejor que ella proceda con mucho tacto, porque si no Leo sacará su manoseada y voluminosa agenda negra y marcará algunos números comprendidos entre la «A» de Alice y la «Z» de Zelda. Sí, la mayoría de sus antiguas enamoradas se han casado, aunque un par de ellas se recluyeron en un convento. Pero Leo está convencido de que cualquiera de las esclavas que él desechó (incluidas las monjas) saltaría —¡chas! ¡tal cual!— si sospechara que existe la más remota posibilidad de que Su Majestad vuelva a ponerla a su servicio. Algunas mujeres saben reconocer su suerte. Como Leo es más fijo, y por tanto más práctico que la mutable Géminis, la conducta inestable de ella

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puede provocar en el León algunos estallidos de cólera. Es posible que, excitada por la lectura de un nuevo libro, olvide prepararle la cena; o que se ponga a parlotear por teléfono cuando él necesita un auditorio; o que desista de ir al teatro cuando él ya ha reservado las butacas; o que olvide dónde ha aparcado el auto, o extravíe las llaves, o ahogue el motor. Él nunca incurrirá en semejante negligencia. (Realmente no.) Resulta irritante, pero Leo es, en verdad, inmensamente capaz, un hombre a carta cabal que enfrenta las emergencias con espontánea naturalidad, con un regio encogimiento de hombros, y con la pregunta tácita: «¿A quién no?». Aunque a la chica Géminis le encantarán su tenacidad, su lealtad, su inteligencia y su integridad, es posible que se ponga melancólica e inquieta en presencia del León y que lo distraiga cuando él procura trabajar, estudiar, o simplemente relajarse. Es posible que lo haga sentir inferior al suplicarle que le pague unas vacaciones costosas cuando él está temporalmente en bancarrota, aunque su exagerado orgullo no lepermita confesarlo. Estas cosas lo harán rugir, pero probablemente la disculpará apenas ella saque a relucir sus zalamerías geminianas y sustituya rápidamente al Gemelo versátil, temerario y amargo, por el Gemelo sensible, femenino, cariñoso. En cuanto a las actividades externas de ella, a él no le molestará que tenga una carrera, que estudie danzas clásicas, que practique aerobismo, que coleccione momias o que cace mariposas... siempre que ninguno de sus empleos o hobbies asuma prioridad sobre él. Pero la chica Géminis nunca deberá provocar a su altivo hombre Leo recordándole que los grandes gatos machos de la naturaleza que viven en la jungla salvaje permiten que sus consortes salgan a cazar mientras ellos dormitan al sol... porque es posible que entonces él la retire de la cacería, la convoque a casa, y la recluya definitivamente al servicio de su vanidad.

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Además, esto vale para los leones-leonas, no para los Leones humanos. En su condición de Leo, él también tiene un derecho regio. ¿Acaso un rey permitiría que su reina se ocupara de los asuntos de Estado y manejara el Tesoro, allá en el castillo, mientras él sale de cacería o se hace probar una nueva corona? Bueno, sí, probablemente lo permitiría... si ella se comportara con la debida humildad. Al fin y al cabo, ella debe tener un objetivo válido en la vida, como el de cuidar que él se sienta feliz y contento. De todas maneras, la favorita del rey ciertamente tiene sus recompensas. El León es muy divertido, generoso con su tiempo y su dinero, fuerte y valeroso, e incluso manso, cuando le acarician suavemente el ego en la dirección apropiada. Por último, pero ciertamente no porque ello sea menos importante, es un amante maravilloso. El talento geminiano de ella para la fantasía llenará de emoción sus relaciones físicas, y si continúa evocando en él la sensación de que es un conquistador sexual, Leo seguirá siendo un monarca satisfecho y monógamo.

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Es posible que un Leo cumpla todas sus promesas románticas bajo el toque ligero, nada egoísta, de la mujer Géminis, cuya actitud vivaz respecto del sexo estimulará los deseos más fogosos de él, por lo menos al principio. Sin embargo, es posible que él empiece a sentir gradualmente que falta algo. Mientras él hace el amor a un Gemelo, el otro observa fríamente la escena. Esta participación parcial puede traumatizar al hombre Leo. Para un León de corazón ardiente, la sexualidad es sinónimo de afecto y pasión. En el amor de Géminis hay un elemento de vago distanciamiento. Él puede seducirla desde el punto de vista emocional y físico, pero la mente de ella se resiste a entregarse por completo al éxtasis sensual. La incapacidad para conquistarla totalmente puede destruir la imagen de virilidad que el Leo necesita tener de sí mismo. Entonces ella se quejará de que él no pone interés en el acto amoroso, cuando la verdad es que el frío desapego y el comportamiento dual de Géminis ha generado en él un temor a su posible incompetencia sexual, que es muy renuente a exhibir, porque nada aflige tanto al hombre Leo como la sola sospecha de que puede no ser el amante perfecto. Ella deberá recordar que este hombre es un idealista sexual, y deberá emplear su imaginación típica de Mercurio para inventar nuevas formas de saciar el anhelo de él por disfrutar del romance y el sentimentalismo como música de fondo de su intimidad física, en lugar de utilizarla para remontarse ella sola sobre una nube cuando él más necesita saber que la tienen cerca, descansando sobre su corazón. Puesto que Géminis es una lingüista nata, deberá saber traducir las órdenes arrogantes y regias de su León al lenguaje de la pasión y la necesidad. «Hablas demasiado. ¿Por qué no te callas un poco?», significa que la vanidad de él está herida, porque ella lo ha eclipsado nuevamente con sus talentos gemelos para mostrarse sagaz y espabilada.

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«Olvida la cena. Me voy a otra parte y cenaré solo», significa que ella lo ha descuidado más de lo debido, mientras corría sin parar en pos de ideas y personas interesantes, y que su orgullo necesita halagos. «Cancela el compromiso de asistir a la fiesta del sábado por la noche. Diles que no podemos ir. Inventa alguna excusa. Nos quedaremos en casa», significa que él prefiere estar a solas con ellas dos durante el fin de semana, en lugar de ponerse sus galas y solazarse con la admiración de la multitud. Y, señora, viniendo de un Leo, ¡esto sí que es amor!

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Hombre GÉMINIS Mujer LEO

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—Pienso que debe de ser una señora... una señora para ocuparse por fin de nosotros — dijo uno de los Gemelos.

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Debéis reconocer que toda Leona alimenta, con la mayor naturalidad, el deseo instintivo de domesticar al hombre que ama, de convertirlo en algo de su exclusiva propiedad. Necesita un hombre en quien pueda depositar una confianza absoluta, un hombre que sea obviamente más fuerte que ella y que, sin embargo, la venere sin reservas. Es mucho pretender. Sobre todo cuando se propone domesticar a un Géminis. En el juego del amor, como en el juego de la vida y el vivir, este hombre es lo que los tahúres llaman un mirón. Anda rondando, siempre con algunas bazas escondidas en la manga, y conoce las manos de todos y confía en que, si fuera necesario podría hacer pasar un par de sietes por un póker de ases. Sabe mucho de todo, pero no lo suficiente como para dar el gran golpe y poner fin al desafío que tanto lo desconcierta. Al Géminis le parece más razonable ser aprendiz de todos los oficios y oficial de ninguno. Veréis, es que una vez que te conviertes en experto en cualquiera de ellos, la gente tiene la fastidiosa costumbre de pretender que te quedes dónde estás, haciendo siempre lo mismo. Géminis es un signo de Aire, constantemente impulsado por la necesidad de cambio, de cualquier cambio con tal de que sea un cambio, pequeño o grande, que lo lleve al próximo garito con puestas interesantes. A diferencia de los otros dos tahúres astrológicos, Leo y Sagitario, los Gemelos siempre quieren entrar y salir deprisa, con una ganancia o una pérdida rápida, para después repetir la tentativa. Géminis piensa que si intervienes en suficientes partidas, al fin triunfas sobre los errores de criterio y la mala suerte. Para el hombre Géminis típico, nada de inversiones a largo plazo en una carrera, en vínculos familiares, en la amistad o el romance. Al menos, no mientras es joven. (Por supuesto, debéis comprender que esto puede abarcar mucho tiempo, porque Géminis nunca envejece.) Para el típico hombre regido por Mercurio, la vida consiste en una serie de dirigibles de juguete y frágiles pompas de jabón, que discurren entre un atajo de niños traviesos armados con alfileres punzantes. Hay que ser ágil para saltar por encima de ellos, para guiar los dirigibles y dispersar las pompas fuera de su alcance, en el momento justo, de dónde provienen los dirigibles y las pompas? Jamás se lo ha preguntado. Sólo sabe que nunca cesan de llegar. Hay que ser veloz: para seleccionar los mejores y detectar aquellos a los que hay que cortarles el cordel antes de que se desinflen. Aquellos dirigibles de juguete, se entiende. En cuanto a las pompas de jabón, es hermoso contemplaras y divertido inflarlas, pero Géminis no comete el error de pretender hacerlas durar. Los dirigibles son distintos. Son más resistentes, y es posible que uno de ellos lo lleve a donde él va... si supiera, al menos, qué lugar es ése. Tomemos a las mujeres, por ejemplo. Géminis sabe —o cree saber— cuál de ellas volará con él y no lo frenará colgándose de su manga, y cuáles son las que debe rehuir porque creen que el volar es para los pájaros. (Lo es, pero esto incluye a los pájaros de Mercurio, como él.) Al principio, pensará que la Leona pertenece a la primera categoría, porque ciertamente no se le colgará de la manga. Tiene otros recursos, más sutiles, para frenarlo. Ésta es, como tal vez el lector ya lo sepa, una de esas relaciones predestinadas de la configuración de signos solares 3-11, planeadas hace mucho tiempo por sus personalidades superiores. Termine en amor o amistad, está igualmente preñada de obligaciones kármicas, signadas a menudo por un extraño destino, que siempre impulsan a cada una de las partes hacia un sacrificio inusitado o una devoción excepcional... o hacia el uno y la otra. El que la vibración 3-11 (algunas, desde luego, implican negocios o vínculos con familiares

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consanguíneos) desemboque en un amor perdurable o en una relación platónica depende de muchas cosas, entre las que se cuentan los aspectos mutuos de sus soles natales, signos lugares y ascendentes, y otros intercambios planetarios entre sus cartas natales. Si la chica Leo se propone entablar una relación estable, antes deberá domarlo. Esta operación no se parecerá a la doma de ninguno de los otros animales machos del zoo astrológico. Es más complicada. El hombre Géminis es más escurridizo y evasivo. Además, recordad que son dos. Las compuertas de salidas de los Gemelos se hallan ocultas tras una locuacidad y unos modales tan cautivantes que este hombre es capaz de desaparecer mientras la chica aún desfallece bajo el velo de seducción con que él la envolvió, como si de una delicada telaraña se tratara, para disimular su partida y hacérsela más soportable. (Es un hombre de buen corazón.) Pero la Leona les lleva la delantera a estos ardides de Mercurio, porque la mujer Leo no desfallece por los hombres. Los hombres desfallecen por ella, y no olvidéis este detalle.

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Para domarlo, ella deberá salvar un obstáculo más peliagudo que el que implica no dejarse cegar por sus telarañas de seducción, y dicho obstáculo consiste en que para el hombre Géminis todas las mujeres son iguales: seres que amenazan su libertad, que recelan de su comportamiento imprevisible, que siempre exigen que él las ame hoy exactamente como las amó ayer. ¿Cómo es posible que las ame así, cuando sus emociones tienen tantas magnitudes distintas de profundidad y envergadura? Tarde o temprano, la mujer empieza a regañarte porque no tienes un objetivo concreto, ¿y a quién se le ocurre correr en pos de cosas sólidas? Como la mayoría de las mujeres aburren al hombre Géminis, que las encuentra a todas iguales, la chica Leo deberá convencerlo de que no se parece a las demás. Deberá entrenarlo, y domarlo... para que él aprenda a escuchar sus pasos, su risa, su voz... para que se dé cuenta de que su vibración es singular y sólo a él le suena a música, y de que su aura es distinta de la de cualquier otra mujer del mundo. Quizás incluso podrá enseñarle a ver que las vetas doradas y leonadas de sus ojos son idénticas a las de un fragmento precioso de ámbar, para que cada vez que ve una sortija o una pulsera de ámbar durante sus viajes recuerde... Entonces el ámbar siempre le parecerá bello, porque le hará evocar la imagen de su cálida sonrisa, de su espíritu orgulloso, del resplandor de sus ojos... y le tironeará del corazón para inducirlo a volver. No sólo a la sonrisa y el espíritu y los ojos de ella, sino a todas sus otras virtudes que echa de menos. Por ejemplo, a su inteligencia; a la forma en que marcha por las colinas junto .a él con su paso grácil de Leona, sin cansarse; a la forma en que se yergue sobre la silla cuando monta a caballo; a la forma en que se zambulle en el agua, en que se desliza por las pendientes sobre sus esquís, en que blande la raqueta de tenis o lanza la pelota de golf. Generalmente las mujeres Leo sobresalen en uno o dos deportes al aire libre, sin contar los que se desarrollan bajo techo: la representación teatral, el baile, el romance, y así sucesivamente... y, como las doncellas lunares de Cáncer, muchas de ellas son fotógrafos aficionados o profesionales.

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Ella deberá sembrar todos estos recuerdos en la cabeza de él y convencerlo de que es única. Esto forma parte de la domesticación de Géminis. La chica que ame a este hombre deberá mantenerse a la par de su mente y su cuerpo, para no hablar de sus dos personalidades independientes y de sus múltiples estados de ánimo. Al cabo de un tiempo empezará a verla como la mujer más singular que ha conocido en su vida. Pero sólo estará completamente domado cuando la vea como la mujer más singular que conocerá en su vida. Existe una marcada diferencia, y la Leona comprenderá enseguida a qué me refiero. En realidad, esta mujer es única. Es una «dama» innata, y ya no quedan muchas así. La mujer Leo puede revolcarse por la hierba, trepar a un árbol, cambiar un neumático o ejecutar una serie de actos que tradicionalmente pasaban por ser poco femeninos, pero su talante seguirá siendo tan espontáneamente garboso y aplomado como si estuviera avanzando por una alfombra roja hacia el lugar de su coronación. (Una chica debe tener mucha clase para conservar la tiara derecha mientras levanta el eje trasero de un auto.) El aura regia está siempre presente. Si alguien se ríe, se mofa de ella o comete el tremendo error de tratarla con excesiva familiaridad cuando ella no lo ha invitado a entrar en su círculo íntimo, la Leona se encerrará en una gélida torre de altivez tan imponente que el trasgresor huirá con el rabo entre las piernas o deseará que la tierra se abra y lo trague misericordiosamente. Al igual que la típica mujer capricorniana, la Leona típica irradia un aire patente e inconfundible de refinamiento. Este, ya sea real o sólo ilusorio, es tangible y visible. El único punto débil que existe en su armadura de majestuosa dignidad es la tendencia de Leo a ser obviamente vulnerable a las lisonjas. En cualesquiera otras circunstancias, empero, la sangre regia corre con un marcado tinte azul, y sus modales son altaneros, orgullosos, propios de una reina. El hombre Géminis que llama a su mujer «nena» o «pollita», literal o indirectamente, no tardará en aprender lo que significa el término «dama». Él deberá acostumbrarse (y probablemente se acostumbrará de muy buen grado) a dejar que ella coseche la mayoría —o todos— los aplausos en público. La Leona atraerá sobre sí casi toda la atención, aunque no la

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busque. Esto es producto del sutil manto de realeza que flota sobre todos los Leo que han nacido hasta hoy. Aunque ella le hable con la mayor dulzura, aunque ella lo mire con adoración, como si él fuera la estrella del espectáculo, casi todas las cabezas se volverán hacia ella y no hacia él, y esto ocurrirá independientemente de que él sea muy apuesto, vivaz, ingenioso e inteligente. En el porte de ella, en su forma de hablar lánguida y confiada, en la forma en que aparta descuidadamente la melena de sus ojos con un movimiento de cabeza, hay algo que sugiere la presencia de un carisma real. Ella lo hace sin mala intención. Una auténtica Leona noble, cariñosa y enamorada, nunca usurpa deliberadamente el puesto de su consorte (ni de ninguna otra persona). Pero no puede evitar que los nativos estén inquietos y claven los ojos en ella. Por suerte, el hombre Géminis casi nunca es exagerada o indebidamente posesivo, así que probablemente interpretará la popularidad de ella como otro elemento de su singularidad. (Ya veis, lo están domando gradualmente.) Quizá se consuele recordando que el presidente Géminis Jack Kennedy se presentó cáusticamente en Francia como «el hombre que acompañó a Jacqueline Bouvier a París». Jackie, como ya debéis saber, es una Leona.

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Estadísticamente, la compatibilidad sexual de los amantes de estos signos solares exige a menudo ciertos ajustes y compromisos recíprocos. Para empezar, nada puede enfriar el calor de una Leona tanto como un engaño o la deslealtad de su consorte, y esto lo incluye todo, desde un coqueteo inofensivo hasta una infidelidad sexual concreta. Al hombre Géminis le resultará más fácil perdonar los celos y el fogoso orgullo posesivo de la Leona cuando la situación se invierta, porque entonces ella le dará una idea clara de la sensación que producen la indiferencia y el rechazo. A él esto no le gustará nada, pero su indignación no será tan grande como la de ella, en la misma situación. Géminis lo toma todo un poco más a la ligera que el resto de la gente, y por cierto mucho más a la ligera que un signo de Fuego tan vehemente como Leo. Sin embargo, cuando ella lo haya domado realmente, es posible que los celos nunca sean un problema para ninguno de los dos. Entonces el problema será de simple técnica romántica. 1_,? Leona bien amada es una mujer excepcionalmente afectuosa y cariñosa. Puede desplegar una pasión exacerbada y una lánguida sensualidad. Pero una Leona amada con negligencia es extremadamente susceptible a los síntomas de frigidez. No es una mujer a la que le gustaría ser violada por un amante con aires de gorila (King Kong no es su fantasía secreta), ni es una mujer capaz de sonreír indulgentemente ante la torpeza de un escolar ruboroso, que la sofoca con su adoración canina. Pretende que el hombre le haga el amor con refinamiento. El Géminis sencillamente destila refinamiento, encanto y delicadeza. Pero a veces su toque puede ser tan sutil, y sus técnicas de seducción tan etéreas, que ella intuye que podría volatilizarse delante de sus ojos, antes de que se colme su amor físico. Para satisfacer las necesidades más profundas de ella, que son evidentemente más fogosas que las de él, tendrá que subyugarla de vez en cuando con una escena dramática de entrega frenética y extática. Por lo menos, él deberá hallar a menudo la forma de hacerle saber que no puede resistir la magnética alquimia sexual que se forja entre ambos. Para ella, la unión física es algo más que un desafío intelectual de Mercurio o un ejercicio emocional. La Leona aún oye el débil llamado de la jungla. Pero se desplegará tiernamente ante la acometida imaginativa de Géminis si él aumenta ocasionalmente su vehemencia, y si recuerda que ella necesita que le digan cuán bella y deseable es, para reaccionar cabalmente. «La mujer es bella sólo cuando es amada.» Especialmente la mujer Leo. Este hombre y esta mujer son pródigos con las palabras... y con el dinero. Comparten un gusto exquisito, les encanta acicalarse, son igualmente aficionados a los viajes, a la literatura y a las artes. También son igualmente expertos en conseguir lo que anhelan: ella merced a la adorable cualidad de reivindicarlo como un derecho, y él mediante su irresistible adulación. A la chica Leo le resultará más fácil domesticar al hombre Géminis si recuerda las reglas para domesticar a cualquier pájaro inquieto y activo, pero curioso. Se necesita mucha paciencia, y hay que empezar por sonreírle con los ojos, desde lejos... cuidando de no moverse demasiado aprisa, para no espantarlo. Al comienzo lo mejor es la comunión silenciosa, porque las palabras, sobre todo entre estos dos signos solares, contienen a menudo las semillas del malentendido. Entonces, si ella se le aproxima un poco más cada día y nunca le da motivos para pensar que su libertad está amenazada... El hombre Géminis necesita que le recuerden que en su existencia cambiante, mercurial, hay algunos elementos que son muy especiales —y únicos— en todos los mundos por donde anhela deambular. Por ello será más feliz después de que lo dome la orgullosa Leona, aunque no sea más que por la nueva belleza del ámbar que nunca podrá volver a mirar sin recordar las vetas doradas de sus ojos.

 

 

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CÁNCER

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Agua - Cardinal Negativo Regido por la Luna Símbolo: el Cangrejo Fuerzas nocturnas Femenino

Fuego Fijo Positivo Regido por el Sol Símbolos: el León y el Gatito Tímido Fuerzas diurnas Masculino

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La relación CÁNCER-LEO

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—Y sé que lo hiciste con buena intención...

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La doncella lunar y el León. El Cangrejo y la Leona. Cáncer y Leo. ¿Es así como os llamáis? Cometéis un grave error. Puede ser algo minúsculo, pero también lo es una semilla, antes de crecer y transformarse en una secoya. Corrijámoslo y empecemos bien. No os imagináis cuánto ayudará. El León y la doncella lunar. La Leona y el Cangrejo. Leo y Cáncer. Un poco de respeto protocolario rendirá grandes beneficios en esta asociación, y no os preocupéis por la natural secuencia astrológica de los signos solares en la rueda kármica. Ya he mencionado, más de una vez, los peligros latentes que acechan a dos individuos cualesquiera nacidos en los elementos Fuego y Agua, cuando combinan sus personalidades en la oficina, la escuela o el hogar, pero cuando se habla de Leo y Cáncer, es importante volver a recordarlos, por si pasasteis por alto las advertencias de otros capítulos, o de la Sección de elementos que figura al final de este libro. Si estos dos lo desean, pueden intercambiar tanta tolerancia y enseñanzas en su asociación como cualesquiera otras dos personas de la configuración de signos solares 2-12. Pero si no lo desean, cada uno de ellos posee, en el Fuego de Leo y en el Agua de Cáncer. el poder necesario para destruir al otro, y pueden utilizarlo sin siquiera darse cuenta de ello hasta que sea tarde y el daño ya haya sido causado a uno o al otro (o a ambos).

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Por razones que sólo conocen los planetas, la relación 2-12, cuando abarca a Cáncer y Leo, produce un efecto distinto del que tiene sobre otros signos solares de esta configuración vibratoria, y como consecuencia de ello Leo no es tan tolerante con la personalidad del Cangrejo como se podría suponer dado que Cáncer representa ante Leo la duodécima casa del pasado kármico. El Cangrejo tampoco está normalmente tan ansioso como otros signos solares que forman la mitad de las diversas configuraciones 2-12 por aprender las lecciones que le dictará el signo solar siguiente, Leo (aunque hay que admitir que probablemente Leo estará más ansioso por dictarlas). Sin embargo, dispuesto o no a aprender, Cáncer sabe secretamente (aunque tal vez el Cangrejo no lo confiese nunca) que la sabiduría solar de Leo encierra lecciones que es posible aprender, y cuanto más difiera Cáncer lo inevitable, tanto más difíciles de asimilar serán dichas lecciones. Imagino que a esta altura todos los Leones y Leonas sonríen y hacen ademanes de asentimiento con la cabeza, mientras todos los Cangrejos fruncen malhumoradamente el ceño o gimotean. Es cierto, criatura lunar. Tienes mucho que aprender de los grandes gatos, y si inconscientemente has estado tratando de enseñar y subyugar, en lugar de proceder a la inversa, has interferido tu propio destino kármico, y también el de Leo, lo cual no es muy sensato ni seguro, y ya sabes cómo te jactas de ser sensato y estar asegurado. No haces más que forjar una tétrica cadena de obligaciones kármicas para futuras reencarnaciones. Ahora los Leo pueden dejar de sonreír y de acariciar su vanidad porque la astrología también tiene una advertencia para ellos. ¿Habéis sido menos tolerantes y comprensivos con los rasgos lunares (por mucho que éstos os puedan fastidiar) de vuestros amigos, parientes o consortes Cáncer, de lo que os encontráis capacitados para ser, puesto que vuestra alma eterna experimentó a su vez la esencia canceriana? ¿Os habéis enfurruñado, en lugar de ser protectores y comprensivos? ¿U os habéis convertido en Gatitos Tímidos y habéis permitido que el Cangrejo os enseñara a vosotros, cuando debería haber sido a la inversa? Dejad que los Cangrejos le enseñen cautela al signo situado detrás de ellos, Géminis: ¡los Gemelos la necesitan! Ya conocéis inconscientemente la necesidad de lluvia que experimenta el alma (los cambios de humor de Cáncer)

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y ahora estáis aquí para enseñar a los Cangrejos el valor que encierra el brillo del Sol para el corazón humano. ¿Habéis permitido que un Cáncer extinguiera los rayos de fuego del Sol que os rige, que aplastara el espíritu orgulloso de vuestro derecho de nacimiento con un pesimismo acuoso o con una afable desaprobación... que es, a pesar de todo, desaprobación? ¿Es esto lo que habéis hecho? ¡Qué vergüenza! ¿Dónde está vuestro rugido? Sacude tu melena (si eres un León) o entrecierra tus sesgados ojos felinos (si eres una Leona) y compórtate como tu destino Solar quiso que te comportaras cuando respiraste por primera vez en esta Tierra. No es necesario que exageres y deshidrates por completo con tus llamas los elementos de Agua de tu amigo, pariente o amante Cáncer. Es útil tener cerca a los Cangrejos cuando necesitas que te sosieguen y te acunen y te alimenten con sopa de pollo... y ningún otro te relatará jamás sueños tan fascinantes ni te contará historias más graciosas, pero nunca permitas que estos seres ahoguen tu entusiasmo ni te extraigan tu adrenalina. Sé tú mismo. Tú también, Cáncer. Sé tú mismo y serás mucho más feliz. «Sé fiel a la esencia de tu signo solar» es la regla astrológica más sabia. Hay, lamentablemente, algunas asociaciones Cáncer-Leo en que los Cangrejos y los Leones (o Leonas) invierten sus papeles. Los Cáncer son almas afectuosas, sensibles, pero a veces ocurre que el goteo sistemático del elemento Agua a lo largo de los años extingue literalmente el fuego de Leo... y su confianza. Esto puede empezar con un Leo del tipo Gatito Tímido, que quizá no es suficientemente tolerante con la idiosincrasia y los objetivos de Cáncer, marcadamente distintos, y que permite que su fastidio por el hecho de no ser suficientemente respetado y adorado se trueque en letargo, hasta el punto en que el carisma de Leo queda totalmente sumergido.

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O la culpa puede recaer sobre el Cangrejo. Nunca se podrá repetir con suficiente insistencia que Cánceres un SIGNO CARDINAL DE LIDERAZGO, no obstante su mansedumbre superficial y su aparente reticencia lunar. Un Cangrejo cuyos Sol y Marte tienen un aspecto poderoso en su horóscopo, puede utilizar toda la paciencia, tenacidad, persistencia y perseverancia de Cáncer para degradar eventualmente a un signo de Fuego como Leo hasta una especie de fatiga espiritual, lo cual es muy triste y grave. Un largo asedio mediante la estrategia sutil pero tenaz de un Cangrejo inusitadamente obstinado, puede mitigar considerablemente incluso la naturaleza altiva de Leo. Es difícil saber en cuál de los dos signos solares se inicia esta inversión de papeles, pero generalmente ninguno de los dos individuos se da cuenta, en el plano consciente, de lo que está sucediendo. Casi nunca está motivada por la malicia o la crueldad deliberada de una u otra parte, sino por la falta de esa vigilancia permanente que es necesaria cuando uno mezcla el Fuego y el Agua durante un largo período. Nada es más penoso que un León o una Leona despojado de su orgullo y dignidad, como no sea un Cáncer al que lo obligan gradualmente a asumir una especie de autosuficiencia agresiva completamente ajena a la ternura y sensibilidad del Cangrejo. Esto también puede funcionar en sentido inverso. Leo puede abrasar toda la belleza de las emociones profundas y normalmente serenas de Cáncer. Un Cáncer sometido a las exigencias arrogantes de un Leo autoritario sufre mucho en silencio, y unas veces se repliega en la introversión (en los casos graves, en un estado casi psicótico), y otras veces se vuelve agresivo e irritable, pero casi siempre se evade en el último rollo. (Los Cáncer son expertos en el arte de la fuga.) Si el Sol y la Luna de sus cartas se encuentran «mal aspectados», Cáncer y Leo pueden herirse profundamente el uno al otro, aunque sin quererlo. Pero si estas luminarias de sus respectivos horóscopos se encuentran «bien aspectadas», los dos pueden convertirse en una pareja creativa, imaginativa, capaz de ampararse mutuamente. El León o la Leona protegerá las emociones sensibles de la persona lunar de los golpes que le asesta un mundo cruel, y como recompensa Cáncer mimará afectuosamente a Leo. Al fin y al cabo, el Sol y la Luna son sus regentes, y ellos se las apañan para coexistir pacífica y armónicamente en los cielos. En razón de sus influencias solar (paternal) y lunar (maternal) combinadas, Leo y Cáncer son a menudo padres excelentes, independientemente de sus conflictos o tensiones personales. Ambos deben recordar que el Cáncer cardinal nació para mandar, aunque silenciosa y discretamente, y Leo debe permitirlo (siempre que el nombre de Leo figure primero en la puerta). Como Leo es el organizador fijo, el Cangrejo debe permitir que Leo organice su vida, cosa que hace en la forma más admirable. Esto permitirá que Leo sea la persona resplandeciente que está destinada a ser, y hará aflorar, a la vez, toda la encantadora ternura lunar de Cáncer. Esto también estimulará el humor delicioso, insuperado, del Cangrejo, todo lo cual, sumado, genera una confortable cuna de compatibilidad, mientras Cáncer arrulla a Leo con cariño y risas, y el corazón generoso de Leo hace asomar el Sol después de la lluvia, al comprender y disculpar los humores cambiantes de Cáncer. Los dos están condenados a chocar, periódicamente, por cuestiones de dinero. Cáncer pensará interiormente que Leo es un poco alocado y derrochador. Es posible que Leo piense públicamente que el

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Cangrejo es innecesariamente frugal. «Quien no despilfarra no pasa necesidades», espeta el cauteloso y económico Cangrejo. «¡Si no colocas alfombras nuevas en esta casa, me iré!», ruge Leo. La realeza pretende la mejor calidad como corresponde a su derecho natural, y los grandes gatos se sienten muy deprimidos o muy coléricos cuando deben adaptarse a la sordidez o a la supresión de lo que Leo considera una necesidad (que es a menudo lo que los otros consideran un lujo). Hay, no dejemos de aclararlo, unos pocos (muy pocos) Leo que gastan con prudencia, incluso con verdadera tacañería, y estos escasos gatitos se entenderán «como reyes» con los Cangrejos, si me disculpáis el juego de palabras. Pero la gran mayoría de los Leo, ya sean varones o hembras, niños o adultos, no pueden resistir la tentación de agasajarse a sí mismos (y a los demás, porque Leo es generoso) con aquellas cosas que compra el dinero. Tienen todo el derecho del mundo a gastar lo que ganaron con su talento impresionante y su mente organizada. El conflicto empieza cuando Leo empieza a gastar, en los negocios o en la relación conyugal, lo que ha ganado Cáncer. Normalmente el Cangrejo típico se aferra tenazmente a todo: fotos viejas, viejos amores, antiguas pelotas y pantaloncitos de tenis, antiguos recuerdos, antiguas pesadillas, antiguas enemistades, antiguos temores, antiguos llaveros, antiguos televisores, antiguas facturas canceladas... pero no es selectivo cuando se trata del dinero. Ya sea viejo o nuevo, Cáncer considera que vale la pena guardarlo. Estas personas pueden ser conmovedoramente generosas con sus familias e hijos, y un Cáncer casi nunca le negará ayuda a un amigo necesitado. Pero les disgusta dilapidar o jugar con frivolidad sus reservas monetarias. Cosa curiosa, no son frugales en el comer. A veces un Cangrejo se transforma en el derrochador prototípico cuando está en un restaurante, y asombra a todos con su inesperada prodigalidad. A todos menos al camarero. La propina será suficiente, pero no justificará un festejo. No es probable que el camarero le escriba a su madre para comentarle el episodio. Si el otro comensal ha sido un Leo, es posible que el León (o la Leona) le pase sigilosamente al camarero un billete adicional de cinco dólares. Y ojalá sea sigilosamente, porque no es una buena idea humillar al Cangrejo en público. Una característica muy extraña de Leo y Cáncer consiste en que estos dos signos solares suelen gustar de la fotografía. Por supuesto, no todos los Cangrejos, Leones y Leonas del mundo tienen una cámara, pero aproximadamente el noventa por ciento de ellos sí la tienen. Probablemente la de Leo será costosa, y es mejor que admitamos que la afición del gran gato por la fotografía posiblemente estará asentada, en algunos casos, sobre el hecho de que a los Leo les encanta sencillamente que los retraten. Si tienen una Nikon a mano, siempre podrán pedirles a sus amigos que los fotografíen, mientras posan teatralmente. Quizás el Cangrejo sólo tenga una Brownie económica, aunque también puede tratarse de un modelo alemán con una lente de alta calidad, porque a Cáncer no le molesta invertir dinero en algo sensato y práctico. Desde el punto de vista de la personalidad lunar, la cámara es sin duda una compra sensata y práctica, porque capta el hoy, para poder atesorarlo mañana, cuando se haya convertido en el ayer. Para los Cáncer —cuyas mentes son como una película sensible que registra toda impresión con vívida nitidez— la cámara plasma el recuerdo en un molde perdurable. Cuando se produce una fricción entre estos dos signos solares, es posible que el León o la Leona se sienta estimulado a realizar hazañas cada vez más descomunales, sólo para probar su superioridad sobre el cauteloso Cangrejo. Cuando existe entre ambos una compatibilidad creativa, los instintos inequívocos y la tenacidad del Cangrejo guiarán al León para ayudarlo a emprender con éxito sus planes grandiosos, y a la Leona para ayudarla a materializar sus gloriosos sueños. En uno u otro caso, Leo podrá escribir luego a Cáncer una nota de agradecimiento: «Querido Cangrejo: Tú me has convertido en lo que soy actualmente, pero igual te estimo.»

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Mujer CÁNCER Hombre LEO No fue para recibir su agradecimiento, empero, que ella flotó allí en el cielo; ni siquiera fue para verlo entrar en el nido; fue para ver qué hacía con sus huevos, los de ella.

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A la doncella lunar y al León que se han enamorado les aguardan tres posibilidades, siempre que pretendan convertir su amor en una relación permanente: 1) Al cabo de pocos años, la dominará arrogantemente y ella estará sometida, trémula y lacrimosa, a sus caprichos soberanos, en razón de lo cual será aún más melancólica que cuando se conocieron. 2) Al cabo de pocos años, ella pulverizará la confianza de él con su afable pero perseverante hostigamiento, obligándolo a replegarse en silencios tristes y huraños. 3) Al cabo de pocos años, harán ajustes, transigirán en sus diferencias, y vivirán eternamente felices... amándose y riendo y llorando y aprendiendo. Convertir la tercera posibilidad en realidad no será una cosa de coser y cantar, ni tampoco será una tarea para los pusilánimes o los egoístas. La operación exige una conciencia sensible de las precauciones que es indispensable tomar cuando se combinan el Fuego y el Agua. Él tendrá que soportar la desconcertante melancolía de ella, y deberá tratar de descubrir la causa original de sus reflejos posesivos. Ella tendrá que pasar por alto las actitudes egocéntricas de él, sin perpetuarse en la autocompasión cuando él se desentienda desconsideradamente, alguna que otra vez, de sus sentimientos. Él deberá comprender que la mitad del espíritu posesivo de ella desaparecerá cuando tenga hijos a los cuales acunar y arropar, y que la otra mitad desaparecerá cuando él se tome el tiempo necesario para apaciguar sus temores y reforzar su seguridad emocional. Ella deberá comprender que gran parte de la arrogancia de él es producto de una duda interior en sus aptitudes (que, paradójicamente, aumenta en proporción directa a su éxito) y que ella no conseguirá nada de él si maltrata su orgullo, y que en cambio casi logrará hacerlo revolcar como un cachorro si valora verbal (y sinceramente) sus virtudes y le concede por lo menos la opción de tomar la iniciativa en casi todo. Pero ella debe tener la precaución de conservar al mismo tiempo su propia dignidad e individualidad. Si todo esto os suena como una guía para la santidad, estáis en lo cierto: se trata más o menos de eso. Se necesita mucha serenidad, amor y paciencia de santos para que un Cangrejo y un León aprendan a confiarse gradualmente el contenido de sus corazones, porque sus sueños son muy distintos. No os deprimáis. Existen esquemas astrológicos fiables para convertir esta relación en un diseño eterno, edificado sobre una sólida base de felicidad, brillantemente iluminado por las lámparas lunares de ella y provisto de calefacción solar suministrada por él. He aquí un ejemplo de uno de estos esquemas. Cuando conocí a mi buena amiga llene Goldman, ésta titilaba con su humor de Pájaro Loco. Ilene está casada con Bill Goldman, autor de varios best-sellers y teleteatros, y ganador asimismo de dos Oscars por sus guiones de Butch Cassidy and the Sundance Kid y All the President's Men. Bill es un Leo, pero no un Gatito Tímido ni un rugiente Gato de la Jungla. Es sencillamente un León. Un monarca. Un rey. Resulta ser un Leo excepcionalmente bondadoso y generoso, pero es un León. Él es llamativamente apuesto. Ella es fascinantemente bella. Ella prepara pasteles deliciosos. Él ronronea. (También gruñe, por supuesto, pero más a menudo ronronea.)

«¿Cuál es tu signo solar?», le pregunté a llene, pocos segundos después de haber intercambiado nuestros primeros saludos. (¿Fue hace casi una década? Sí, así fue. El tiempo vuela.) Entonces me miró con una expresión de fingida pena en sus grandes ojos de pestañas rutilantes, exhaló un suave suspiro de resignación. y respondió: «Soy Cáncer. Tengo dos hijos de signo de Fuego, un perro Leo, un gato Leo, varios familiares Leo, un ama de llaves Leo y un marido Leo... y lloro mucho». «Apuesto a que es así», contesté con un repentino arranque de compasión. Por supuesto, sabía que bromeaba (al decir que lloraba: los signos de Fuego eran auténticos). y que no hacía más que desplegar su humor lunar. Igualmente su comentario indicaba sutilmente que tenía conciencia de los sacrificios qué recaen sobre una doncella lunar cuando ésta vive con Leones y Leonas que son el orgullo de la jungla. La mujer Cáncer desempeña apaciblemente su papel con el signo solar de Leo, y asimila todas las lecciones beneficiosas que está astrológicamente destinada a aprender durante su actual vida de servidumbre... quiero decir, durante este ciclo vital presente. En serio (sólo me estaba chanceando), esta chica Cangrejo adora innegablemente a su León. Lo respeta, y nunca trata de eclipsarlo. A cambio de ello, él le ha permitido lucir la corona deslumbrante que la identifica como su reina... y que además le sienta muy bien. Pero no se humilla,

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ha conservado su independencia como mujer, y no es una esclava (quizás una lacaya, de vez en cuando). Como toda esposa y madre Cáncer, cuando sus hijos eran muy pequeños, ella se desvelaba quizás exageradamente por su cría: la ahogaba en ungüento Vicks y eh sopa de pollo, y la sofocaba con su preocupación y cariño maternales en una casa atestada de chanclos. termómetros, acuarelas y pasteles de cumpleaños sentimentalmente perpetuados. Pero después de un tiempo se ciñó firmemente la corona, se adelantó con paso majestuoso y se asoció con su amiga Lola Redford para fundar CAN (Consumer Action Now, o sea, Acción Inmediata de Consumidores), inspirada en un concepto enérgico y práctico que ha beneficiado inmensamente al movimiento ecológico. En el contexto de CAN, llene ha concedido casi tantas entrevistas como su Leo a la radio, la televisión y los periódicos. No he dicho más, sino casi tantas. La diferencia es vital. En 1974. con su nombre de soltera; Eileen Jones, esta doncella lunar realizó otro sueño selenita al convertirse en una sensible y muy exitosa fotógrafa free-lance en el campo del teatro y de otras artes. Sagazmente, nunca permite que su propia carrera afecte la pródiga atención que su gran gato pretende recibir y recibe. Es una anfitriona de ensueño, aún más bella y juvenil que cuando se conocieron, y tiene cien temas de conversación para abordar con su Leo, todos ellos mucho más estimulantes que los que se refieren a los detergentes, las bayetas y la depresión. Los dos admiran sinceramente sus respectivos intelectos, talentos y logros, y aunque la dama lunar tiene una agenda muy activa, encuentra tiempo para halagar como corresponde a su León. Si se concedieran los Premios de la Academia a la Felicidad, seguramente llene recibiría un Oscar por su papel auxiliar. No hace mucho tiempo, cuando una amiga suya pasó por una etapa pasajera pero angustiosa de indigencia y tragedia personal, llene la visitaba frecuentemente, como un ángel de misericordia, con los cestos de Cáncer rebosantes de frutas, mercancías, dinero... y lealtad. (Pero siempre volvía a casa a tiempo para preparar la cena y para alimentar a su León y sus cachorros hambrientos.) Ya tenéis un plan de instrucciones para la compatibilidad entre Cangrejos y Leones, damas lunares y gatitos, Cáncer y Leo. También para Leones y Cangrejos, gatitos y damas lunares, Leo y Cáncer. Es eficaz con cualquier combinación, pero probablemente dará resultados más rápidos con las tres últimas. A Leo le gusta ganar todas las batallas. Cáncer prefiere ganar la guerra. La chica Cáncer recibe la poderosa influencia de la combinación entre su signo solar femenino y su regente también femenina, la versátil Luna. Por tanto, personifica el misterio de la mujer, todos los anhelos complejos y el comportamiento inexplicable de la misma Eva. El hombre Leo recibe asimismo la poderosa influencia de la combinación entre su signo solar masculino y su regente igualmente masculino, el Sol. Por tanto, personifica el carisma conquistador del hombre, toda la sabiduría y la fuerza, la testarudez y el espíritu orgulloso del mismo Adán. Ya veis por qué ella consigue tentarlo al principio, y por qué él se deja seducir tan fácilmente por los pasteles caseros de ella. Sin embargo, Cáncer es cardinal, y esto la convierte en una Eva un poco autoritaria. Leo es fijo, y esto lo convierte en un Adán terco. Desde el punto de vista emocional, convivirán mejor si ella no trata de competir- con la personalidad más enérgica de él, y si en cambio deja que ésta saque a relucir todas las cualidades tiernas y serenas de ella. Es natural que la Luna (Cáncer) absorba los brillantes rayos solares del Sol (Leo) y que los devuelva reflejados en forma de la iluminación más suave y plácida de los rayos lunares. La imitación de la Madre Naturaleza nunca descarría la naturaleza humana, en tanto estos dos no exageren sus papeles solares-lunares y no caigan en la trampa de poner excesivo énfasis en ellos. Demasiadas parejas Cáncer-Leo se dejan arrastrar inconscientemente hacia este peligro. Una asociación con connotaciones sadomasoquistas no tiene nada de «natural». Pero éstos son los casos extremos. La mujer Cáncer y el hombre Leo deben esforzarse por atemperar sus respectivas personalidades divergentes mediante un intercambio sutil pero constante, y deben evitar que él sea excesivamente dominante y ella excesivamente sumisa. Para lograr este equilibrio, será muy útil que la Luna o el ascendente de uno de ellos, o de los dos, agregue una influencia de Géminis o Libra. La atracción química que experimentan la chica Cangrejo y el León cuando se enamoran por primera vez, puede sufrir posteriormente flujos y reflujos. Su magnetismo físico es poderoso, pero exige una fusión delicada de sus naturalezas. Si él es impulsivo, exigente y descuidado cuando hace el amor, y ella es demasiado sensible, pasiva y esquiva en esa misma circunstancia, es posible que la mente de él divague y que las emociones de ella se refugien en extrañas sombras. Cuando su compenetración física es buena, es muy buena, porque ella es maravillosamente receptiva, y él es prodigiosamente tierno y afectuoso. Como la actitud sexual de ella irradia una dulzura y una suavidad que complementa la vehemencia de él, la pasión intercambiada entre ambos puede ser muy profunda. Pero ella puede herirlo con su humor cambiante cuando está inquieta y él interpreta equivocadamente su actitud como una falta de respuesta... y él puede herirla con

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su distanciamiento cuando está preocupado y ella interpreta equivocadamente su actitud como una prueba de indiferencia. Las lágrimas forman parte, a menudo, de su convivencia, pero éstas pueden ser curativas, y en el caso de Cáncer y Leo pueden transformarse en lágrimas de regocijo cuando él apacigua y disipa las pesadillas de ella con su contigüidad familiar y reconfortante. Los ensueños de ella siempre son más hermosos cuando se duerme rodeada por los brazos de Leo, porque esto significa que su corazón está nuevamente a salvo, por un tiempo, del temor infantil a la soledad que recuerda inconscientemente. Es entonces cuando él comprende cuánto lo necesitan, y llora... pero ella no está despierta, y no lo sabe, y él no se lo dirá nunca. Ella tiene muchos secretos, pero él tiene sólo uno. Su vulnerabilidad. El León hechizado por una chica Cangrejo en una noche de verano, siempre se sorprende cuando la conoce mejor. Ella parecía una criatura tan indefensa, que buscaba la fuerza de él... suave como un gazapo, o igualmente tímida, con los ojos muy abiertos, con necesidad de que alguien la guiara. Experimentó un ramalazo de ternura. Más tarde aprendió que ella es más que femenina: es mujer. La feminidad es una cualidad cautivante. La condición de mujer es más profunda. Ella es reconfortante y maternal, lo arrebuja bajo mantas de seguridad perfumadas con espliego... y es tan intuitiva que adivina sus pensamientos y sentimientos sin necesidad de que él pronuncie una palabra. Más adelante él descubrirá algo más, ambiguo, difícil de definir. Esto lo turba, porque precisamente cuando se ha convencido de que controla la relación, ella lo elude, le hace sentir que al fin y al cabo no es realmente el amo y señor de esta dama. No totalmente, como antes creyó serlo. Ella nunca lo desafía, pero él sospecha que tal vez tiene un recoveco secreto en la mente donde se refugia cuando la ha agraviado, cuando han reñido. Le gustaría seguirla hasta allí para decirle que está arrepentido, pero no conoce el camino. -Y por tanto debe esperar que ella vuelva, cuando le plazca, de su recoveco secreto. Es imposible sacarla de allí con halagos, o azuzarla. Él siempre se' regocija cuando ella regresa y se convierte nuevamente en una mujer de carne y hueso, que ha recuperado su personalidad normal, divertida, espabilada y alerta... que tararea mientras hornea su pastel de manzana, que lo excita con el aroma de su cabello mientras le besa la mejilla. Es hora de sugerir impulsivamente un viaje. A ella se le despierta la fiebre trashumante y exclama: «¡Vamos!» Y él se hace cargo, confiadamente, de los planes de viaje. ¿Partirán mañana mismo por la mañana? ¿Por qué no? Cuando viajan juntos a algún lugar se sienten como si un viento fresco soplara por el amor que flota entre ellos. Entonces ella lo tiene totalmente a solas, para sí misma, como le gusta, y él puede inculcarle toda clase de nuevas lecciones. Fueran adonde fueren, él es un experto en las personas, el idioma, las tiendas y la geografía circundante, Ella, su dulce doncella lunar, escucha... fascinada. Y mientras escucha, recuerda por qué se enamoró de él. Él sabía mucho acerca de muchas cosas, y le confería a todo un aire excitante. Tenía tanta confianza, estaba tan seguro de sí mismo, como ella siempre había anhelado estarlo de sí misma, sin conseguirlo. Pero... en su certidumbre había algo que la inquietaba, y durante mucho tiempo no había podido determinar de qué se trataba. Hasta que un día lo comprendió. «Si se siente tan confiado —se dijo—. y sabe tanto, y está tan seguro de que siempre tiene razón... ¿por qué necesita mi aprobación constante?» De pronto, lo comprendió. «Sólo finge ser valeroso y fuerte y sabio. Excepto cuando sabe que yo le creo. Entonces lo cree él también.» Esta revelación le produjo una aguda pena de amor. Y derramó las mismas lágrimas que derramó Eva cuando ella aprendió por primera vez el secreto más recóndito de la mujer, gracias al Árbol de la Sabiduría del Edén.

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Hombre CÁNCER Mujer LEO —No te vayas, Peter —suplicó ella—. Sé muchas historias. Éstas fueron sus palabras exactas, así que es imposible negar que ella fue la primera que lo tentó. La Leona cavila. Este hombre Cáncer es... raro. Es un Cangrejo manso, un hombre sensible, más considerado con ella, como mujer, que cualquier otro que haya conocido.

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No es autoritario, y casi siempre que discrepan deja que ella se salga con la suya. Claro que tiene sus malos humores, pero... se preocupa por ella, y se interesa realmente por sus sentimientos. La protege cariñosa y afectuosamente de los seres insensibles, rudos, groseros y vulgares que la ofenden. En verdad, nunca se sintió tan segura y venerada en toda su vida, excepto cuando era muy pequeña. Por fin ha encontrado un hombre que la aprecia sinceramente. Sin embargo, la inquieta algo que intuye en su relación. Algo indefinible. Quién sabe por qué le hace sentir un ligero desasosiego, como una advertencia susurrada. ¿Pero una advertencia de qué? Este algo que intuye es la influencia de la esencia cardinal de él. Cáncer es un signo cardinal de liderazgo. Los astrólogos se lo recuerdan una y otra vez a los signos de Fuego, hasta el cansancio. Esto significa que, detrás de su tierna galantería y de sus modales corteses, detrás de sus risitas y de su humor jovial, se las apaña sutilmente para... bueno, para manejar las cosas, incluida la vida de ella. Nunca le grita ni tiene accesos de cólera violenta durante los cuales le formula exigencias machistas. Esto es algo que ella podría afrontar. Un desafío franco y directo estimula a la chica Leo, en lugar de asustarla o azorarla. Pero sabe, de una manera tácita, subliminal, que lo que se espera de ella es que acepte el apacible liderazgo de él. El reino que gobiernan, grande o pequeño, será administrado en forma conjunta. Ella podrá asistir a todas las fiestas que quiera, podrá iniciar todos los alegres festejos que desee, podrá vestirse regiamente, podrá agregar una o dos gemas a su tiara cuando esté deprimida y necesite un rubí adicional para animarse, incluso podrá ser la encargada de dar todas las órdenes al lechero y al cartero y al personal de limpieza del castillo, y de elegir los monogramas más adecuados para su ropa blanca y su platería. En los días de desfile, podrá sentarse adelante, sonriendo y saludando, en un trono con su nombre escrito con rosas. Pero él asumirá las verdaderas responsabilidades entre bambalinas, y quedará claramente convenido que, si bien en el noventa y ocho por ciento de los casos será afectuosamente indulgente con los caprichos y fantasías de ella, él ejercerá el poder de veto en aquellas cuestiones que componen el dos por ciento de las circunstancias en que el carácter impulsivo de ella choca de frente con la cautela de él. ¿Él es realmente así? Sí. Es realmente así. Ella esperaba que este hombre personificara las cualidades que, a su juicio, eran propias del elemento Agua: bondad, comprensión, mansedumbre, sensibilidad, y... esperad un momento. Él posee todas estas virtudes. Sin excepción. Bueno, sí; pero este problema del liderazgo es inquietante. ¿Qué pasa con él? Su majestad la Leona, querida amiga, si quieres un hombre con todas las cualidades del elemento Agua, pero desprovisto de la vibración de liderazgo, deberás buscar a un Piscis o un Escorpión. El Pez mutable no intentará gobernarte, ni siquiera con sutileza, pero tampoco es tan fiable como tu dulce Cangrejo, y aunque también es muy inteligente y sensible, es esquivo en el plano emocional. El Escorpión tampoco pasará su vida intentando dirigirte. Escorpión es un signo fijo de Agua. Sólo tratará de organizar las cosas para ti, pero por supuesto no deberás olvidar el aguijón del Escorpión, en el caso de que pisotees casualmente su orgullo o lo encolerices. Tu afable Cangrejo no te picará. Es posible que se enfurruñe un poco, y que se encierre bajo su caparazón por unas horas o unos días, pero no te picará cuando menos lo esperas. Piénsalo. Con tu hombre Cáncer tienes todas las cualidades positivas y bellas del elemento Agua, más la seguridad de la promesa astrológica de que nunca te picará para vengarse, y la convicción de que, en lo emocional, es considerablemente más fiable que sus hermanos regidos por Neptuno. Sus actos y su conducta son regidos por la Luna, así que reflejará suavemente sobre ti tu propia luz solar, y seguramente comprendes el valor de que reflejen tu luz solar. (¿Qué Leo no lo comprendería?) Tú misma has nacido bajo el signo fijo del organizador. ¿así que por qué no habrías de dejar que él mande, si tanto le interesa, mientras tú organizas su liderazgo? Él no ocultará tu luz. La refleja, ¿recuerdas? Tú eres el Sol. Él es la Luna. Tú gobiernas el día. Él gobierna la noche. No quería entrar tan pronto en el aspecto sexual de tu romance, pero aquí está, insinuándose y espiándonos, así que discutámoslo ahora.

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Es interesante esto de que el Sol (Leo) gobierna el día, y la Luna (Cáncer) gobierna la noche. Podría implicar que a la mujer Leo le complacerá permitir que el hombre Cáncer los conduzca a los dos a la expresión física del amor durante la noche. Y probablemente esto es lo que implica. Pero también podría implicar que tal vez el Sol que la rige a ella lo halagará para hacerle entender la cálida sorpresa, el tipo especial de intimidad que suministra el contacto físico compartido durante el día, a la luz del Sol. Las influencias solares-lunares combinadas, generadas por su relación, podrían hacerles disfrutar a ambos la experiencia regocijante de infringir la ortodoxia, y de cambiar las normas viejas, agotadas y absurdas, en todas las áreas de la vida. ¿Por qué la noche ha de ser la única circunstancia aceptable —o prevista— para hacer el amor? Una idea como ésta puede engendrar otras cien relacionadas con los códigos y costumbres restrictivos que impone la sociedad, y ella lo incitará a internarse en mundos originales y temerarios con los que él sólo se atrevió a soñar antes de que el Sol de ella se fusionara con su Luna. Él sólo soñó con viajar, antes de conocerla. Después de conocerla, y en compañía de ella, se ceñirá alas a los talones y al corazón, y volarán rumbo a nuevos horizontes, a lugares que él siempre anheló alcanzar surcando el cielo como una centella. Y esto es bueno. Bueno para él y para ella. Al mencionar la trasgresión de la ortodoxia no me refería a los nuevos estilos de promiscuidad sexual: amantes múltiples, experiencias de masaje colectivo, o cualesquiera de esas vibraciones de Sodoma-yGomorra, Decadencia-y-Caída-del-Imperio-Romano, Orgías-Alcohólicas-de-la-Acrópolis-Griega. Ésa es la ruta que lleva al remordimiento y la auténtica vacuidad... del corazón y el cuerpo. Me refería al descubrimiento recíproco de que la sexualidad entre el hombre y la mujer puede contener novedad y frescura, y no debe estar dictada necesariamente por insensatos esquemas de hábitos implantados en el inconsciente. Lo erótico y lo sensual pueden mezclarse con sentimientos especiales y evocaciones de graneros poblados de heno aromático, de copos de nieve en la mañana de Navidad, del brillo de las estrellas, de bosques espesos y frescos, de un arroyo plácido en las montañas, de puentes cubiertos en aletargados caminos rurales, de un amanecer de Pascua, de lirios en el valle, de caballos y gallinas, de la fogata de un campamento de niños exploradores... incluso de la fragancia que exhala el periódico cuando se lo recoge en el porche después de un chubasco estival, como si hubieran derramado ozono sobre el olor especial de la tinta de imprenta, que anuncia un nuevo día. O quizá del humo de la leña... y de las crías de ardilla. Así es la sexualidad cuando es apropiada y feliz y especial. La unión física entre un hombre Cáncer y su mujer Leo pueden implicar una experiencia conmovedora, porque los sentimientos sexuales de él son poéticos y sensibles, sosegados y profundos... y los de ella están inflamados por un deseo vehemente, pero a veces son tan serenos y apacibles como un día de verano. La hondura emocional de él y la calidez emocional de ella pueden convertir su unión en un trance feliz y reparador para ambos. Pero deberán estar atentos a los peligros del Fuego y el Agua. Ella puede helarse hasta el punto de frigidez cuando lastiman su orgullo, y él puede enfurruñarse y llorar —o volverse duro e impasible—cuando lo hacen sentir rechazado por cualquier razón imaginaria. Los Cangrejos son especialistas en imaginar ofensas involuntarias. Ella lo es aún más en alimentar su falso orgullo. Ambos tienen otros talentos que sería más sensato cultivar, en lugar de estos dos. La ternura es siempre la piedra angular de la intimidad entre Cáncer y Leo. Cuando está ausente, también faltan el sosiego y la satisfacción de su fusión sexual. Los cambios de humor de él, a medida que la Luna discurre en lo alto por sus fases, y se desplaza al mismo tiempo por su mente y sus emociones, la preocuparán unas veces, y otras la fastidiarán y encolerizarán. Pero su corazón de Leo es grande y generoso, perdona rápidamente cuando ama, y ella no es una mujer rencorosa. A menos que ella tenga a su vez la Luna o el ascendente en Cáncer, en cuyo caso serán muy compatibles como amantes, y ambos alimentarán rencores, pero generalmente no recíprocos, sino contra las personas situadas fuera de su círculo de amor, lo cual podría ser duro para sus amigos y parientes. Igualmente, la madre de él nunca será el blanco del rencor, ni aun del mínimo menoscabo. Su madre era, es y será siempre una santa, esté o no formalmente canonizada. Será prudente que la Leona lo recuerde siempre. En tanto que normalmente Leo no se aferra a antiguos agravios, infortunadamente Cáncer sí tiende a aferrarse a ellos con tenacidad, tanto si se han registrado hace pocas horas como si se remontan a varios años atrás. Si el Cangrejo emulara el espíritu magnánimo de su mujer Leo, sería un hombre más dichoso, y ésta es una de las cosas a las que se refiere la astrología cuando decreta que Cáncer debe asimilar lecciones de Leo. Cuando estos dos se casan —y es probable que se casen, porque los Cáncer trazan proyectos con carácter definitivo, y la Leona sólo se presta al papel de reina-esposa, y nunca de amante o de amiguita desechada— el Cangrejo debe saber lo siguiente acerca de su radiante y encantadora consorte: ésta debe gobernar algo. O intentará gobernar a alguien. Concretamente, a él. (Y a los hijos, por supuesto, ¿pero qué ocurrirá después de que éstos se vayan del hogar? Es posible que engendren una legión de jóvenes Sagitario, y que algunos de

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ellos dejen precozmente el hogar, entre los diez y los doce años.) El hombre Cáncer que ame sinceramente a su Leona —y todos saben que los Cáncer nunca aman de otra manera, sino sólo sinceramente, porque todos son muy sinceros— la alentará a seguir una carrera digna de sus talentos (no ha nacido la mujer Leo que no posea uno o más talentos descollantes) o la autorizará a ser la monarca absoluta, aunque benévola, de su hogar. Lo uno o lo otro. De lo contrario será tremendamente desdichada, y él será un Hombre-en-la-Luna muy desgraciado, frecuentemente chamuscado por el Sol regente de ella. Es posible que entonces deba recurrir a la bebida, o a otras evasiones líquidas, como la de nadar a medianoche durante un eclipse, en torno de los arrecifes de la playa... quizá flotando más allá de las rocas hasta la ciudad siguiente, donde tal vez permanecerá hasta que ella acceda a disculparse. Si se computa que Leo tiene mucha alergia a las disculpas, el asedio podría ser muy prolongado. ¿Qué clase de vida será ésta, en la cual él se instalará en una sórdida habitación alquilada, circundado de pilas de toallas baratas, con una caja de jabón que compró en una liquidación, y con una botella de vino para ahogar sus penas... mientras ella trata de ocultar valerosamente su angustia paseándose sola por el vasto, confortable, lujoso y elegante castillo que decoró para él? A ello se suma el problema del reparto de bienes. ¿Quién recibirá en custodia los artículos de él: el mullido edredón que le regaló mamá, su colección de autógrafos de Lincoln, su colección de antiguos distintivos electorales, su caña de pescar... y los artículos de ella: su secador de cabello, su tiara de rubíes, sus alfombras orientales, sus plumas de pavo real y su trono, con su nombre escrito con rosas marchitas... y los artículos de ambos: los perros y los gatos y el acuario, el lavavajillas y la cortadora de césped eléctrica... y el equipo estereofónico, el auto familiar y la casa en la costa que ella le regaló a él, y el pequeño amuleto de oro semejante a una Luna nueva que él le regaló a ella? (Estos dos hacen regalos distintos. Los de ella son más voluminosos, y han salido pródigamente de su corazón generoso. Los de él son un poco más pequeños, pero han salido cariñosamente de su corazón afectuoso.) En último lugar, pero no porque sea menos importante, ¿qué pasará con sus cuentas corrientes y de ahorros, sus pólizas de seguros, sus rentas y sus propiedades inmuebles? ¡Que Dios nos ampare en ese día de reparto! A ella le resultaría mucho más fácil tragarse ese enorme bloque de falso orgullo, y a él salir arrastrándose de su caparazón autoprotector. El Cangrejo y la Leona no están cómodos en el océano, donde ella se siente fuera de lugar, ni en la jungla, donde a él le ocurre lo mismo. Sólo están cómodos juntos, en el cielo, en el plano astral, donde sus espíritus pueden comunicarse... o el uno en brazos del otro, donde el Fuego y el Agua desafían la ley de los elementos y se fusionan... en ese tipo de comunión que nunca ha reconocido otra ley que no sea la suya propia.

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Fuego - Fijo Positivo Regido el Sol Símbolo: el León y el Gatito Tímido Fuerzas diurnas –Masculino

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La relación LEO-LEO

—,-Oh, qué hermoso! —1-0h, qué sensacional! —¡Mírame! --- ¡Mírame! --- ¡Mírame!

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Dos Leo juntos constituyen toda la concurrencia necesaria para formar una Sociedad de Admiración Mutua. ¿Las cuotas? Vaya, la veneración, por supuesto. Ésta vale más que el dinero, para los grandes felinos. Naturalmente, bajo los doce signos astrológicos nacen personalidades negativas y positivas. Pero sinceramente, nunca he conocido a un Leo de uno u otro tipo que no tuviera la espléndida aptitud leonina de iluminar un recinto. La vibración de Leo, regida por el mismo Sol, es casi tangible, es algo que podéis experimentar por todo vuestro ser en presencia de un León o una Leona. Es innegablemente relajante regodearse en semejante tibieza, como cuando uno yace en la playa y los rayos solares le bañan el cuerpo, impregnándolo de energía y luz radiante. Realmente, ¿nunca habéis captado la tibieza que emana de los Leo que conocéis, y que os envuelve... aunque se comporten como monarcas malcriados, os regañen por vuestros defectos y os den órdenes? Es difícil resistirse a los gatos y gatitos cálidos, cariñosos, afectuosos, juguetones. Y a los Leo cálidos, cariñosos, afectuosos y juguetones también. Casi todos los Leo ejercen una atracción misteriosa y magnética sobre los gatos. Uno de los Leo más sabios, nobles y venerables que conozco dice a menudo, con tono anhelante: «Los gatitos son lo único que vale». Mis propios gatitos semisalvajes de Colorado le permiten que les recorte las garras, pacíficamente y ronroneando. A cualquier otro que lo intentara le arañarían los ojos. Supongo que todos los gatos se entienden y se fían los unos de los otros, tanto si están apareados en la jungla de la Naturaleza como si lo están en el cobertizo del fondo o en el zoo astrológico. En pareja, los Leo se ofrecen recíprocamente no menos que lo que ofrecen al resto de la gente: una feroz protección contra los enemigos, más una lealtad y una devoción insuperadas. Estos dos poseen, entre ambos, todas las cualidades necesarias para forjar una amistad perdurable. En verdad, la amistad que va mucho más allá de la acepción vulgar de la palabra es un rasgo común de los grandes gatos, cuyos equivalentes felinos simbólicos imitan la lealtad del León (así como su independencia y su fría altivez). Ambos tipos de gatos son capaces de realizar sacrificios heroicos y de sufrir penurias en nombre de la amistad, del amor o de una confianza sagrada, y esta especie de devoción perseverante desmiente la reputación que les atribuye complejos petulantes de superioridad, y modales autoritarios.

En el siglo XV, el rey Ricardo III de Inglaterra condenó a prisión a Sir Henry Wyatt, leal al partido lancasteriano. Quién sabe cómo, una gatita curiosa se las ingenió para llegar a su celda oscura y húmeda, y entre los dos nació una entrañable amistad. El frío y el hambre que padecía ese hombre habrían sido insoportables si no hubiera contado con las visitas diarias de su leal amiga, la gata, que siempre que podía le

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llevaba un trozo de comida. Puesto que los gatos son, por naturaleza, animales aficionados a la comodidad, su única motivación era evidentemente el afecto, ya que la celda de Sir Henry era cualquier cosa menos un hogar cálido y acogedor. Todos los Leo llevan implícito el potencial necesario para esta lealtad y nobleza en las relaciones humanas.

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Se sabe que una y otra vez los gatos corren grandes peligros y soportan inmensas penurias cuando recorren cientos, e incluso miles de kilómetros para reunirse con los seres amados de los que los separó el destino, y los grandes gatos humanos de Leo son capaces de realizar idénticos sacrificios y de desplegar idéntica perseverancia para reunirse con la persona que alguna vez amaron, aunque los obstáculos que los separan parezcan insuperables. No obstante cierto aire irritante de afectación y altiva independencia, el gato es una criatura extraña y maravillosa... el gato de una y otra categoría. Si no me creéis, ¡preguntádselo a uno de ellos! Pocas veces Leo se siente embarazado por la modestia o el apocamiento. Es cierto que los Leones y las Leonas de Leo tienen otras cualidades no tan admirables. Así como pueden ser fuertes y valerosos en los momentos de crisis, también pueden ser insoportablemente arrogantes y pueden estar cegados a menudo por el falso orgullo. Su naturaleza cálida y su carácter radiante están sujetos a cambios imprevistos, que los transforman en ese tipo de frígida majestuosidad que asumen los monarcas cuando un plebeyo se atreve a salirse de su lugar y a criticar al rey... o a la reina. El León o la Leona lanzará un rugido de colérica advertencia contra cualquiera que amenace infringir el derecho del soberano a sentirse respetado y obedecido. Cuando estos 'dos unen sus vidas, generalmente riñen, se enfurruñan, gritan y se reconcilian más a menudo que los integrantes de cualquier otra configuración de signos solares 1-1 (excepto la de Aries). Se trata de una constante batalla interior o exterior por la supremacía. Se complacen confortablemente en convivir ronroneando, y comprenden recíprocamente sus vanidades exacerbadas, su falso orgullo y su necesidad de saberse admirados. Pero no pueden abstenerse de hacer proselitismo, ocasionalmente, para conseguir los votos de los animales de menor envergadura. Cuando están los dos solos en el escenario, durante la mayor parte del tiempo, consienten en ser iguales y consolidan su relación con el respeto mutuo. Pero cuando entra en escena una tercera (o cuarta, O quinta) persona, empiezan a disputarse el mando y la atención de un auditorio potencial. que debe terminar por reconocer, al fin y al cabo, que sólo uno de los Leo es el astro, en tanto que el otro no es más que un suplente o un partiquino. Esto vale tanto para los Leo que son Gatitos Tímidos como para los Leones y Leonas más dramáticos y extrovertidos, y la única diferencia consiste en que los primeros se emocionan con menos repiques de címbalos qué los segundos. Todos los Leo deben ser reverenciados y admirados hasta cierto punto, y un gato no puede venerar sinceramente a otro sin renunciar al cetro del poder. No están destinados a hacer genuflexiones, sino a que se las hagan a ellos.

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Dos Leo lo hacen todo solemnemente, tanto cuando están solos como cuando están ante un público fascinado de extraños. Cuando un político Leo resuelve postularse como candidato a gobernador de un Estado, generalmente se tratará de uno de los más grandes. Los Leo hacen los regalos de mayores dimensiones y más costosos, normalmente optan por conducir autos enormes, prefieren cenar en los mejores restaurantes, sueñan los sueños más colosales, y categóricamente tienen un ego más descomunal que el de nosotros los plebeyos. Cuando veis a un Leo que conduce un escarabajo VW, podéis pensar, sin riesgo de equivocaros, que este León específico ha conseguido controlar su sed de poder y su complejo de superioridad. Sin embargo, siguen durmiendo dentro de él, latentes. Si os atrevéis a burlaros de su escarabajo veréis cómo las comisuras sesgadas de sus ojos de gato se entrecierran a modo de advertencia.

Sydney Omarr, Leo de la categoría de los Gatitos Tímidos, un astrólogo indiscutiblemente competente, muy respetado, escribió lo que francamente considero la mejor guía para principiantes que desean aprender a confeccionar un horóscopo, el único libro que recomiendo para este objetivo específico por su combinación de claridad y precisión, el único que todo aprendiz de astrólogo valorará, después de haber desesperado de comprender la jerigonza de la mayoría de los otros. Puedo afirmar sinceramente que ningún otro libro enseña mejor al iniciado este arte y ciencia, subrayando lo que la mayoría de los textos elementales omiten: que tiene una perentoria importancia situar correctamente el. Sol en la carta, pues ésta no es sólo una condición indispensable para obtener resultados exactos, sino que es el primer paso de la técnica de rectificación de la hora de nacimiento, sin la cual la astrología no puede ser totalmente fiable ni en el análisis del carácter ni en el trabajo de predicción, por lo que concierne a un horóscopo completo. Obviamente, tengo una excelente opinión sobre este libro. Obviamente, también la tuvo su autor Leo, Omarr. ¿Cómo bautizó a esta guía tan útil? My World of Astrology. («Mi mundo de la astrología»). ¿Qué otra

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cosa se podía esperar? Sólo un Leo podía elegir un título de tan vasto alcance, que insinúa que el autor tiene un derecho soberano y exclusivo de propiedad sobre la ciencia más antigua que conocen los terráqueos, la madre de la astronomía, de la medicina, de las matemáticas y de la religión. Leo no puede imaginar la existencia de algo sobre lo que no impera. Comprendo que posiblemente busco el contraataque de Sydney, el León, al prestarme a la acusación de que el ego de Aries se refleja en el título de mi primer libro, Linda Goodman's Sun Signs («Los signos solares de Linda Goodman», traducido al castellano como «Los signos del Zodiaco y su carácter»), para no hablar del título del libro que estáis leyendo Linda Goodman's Love Signs («Los signos del amor de Linda Goodman»), tal como el ego de Leo se reflejó en su título My World of Astrology. Pero veréis, tengo un argumento para defenderme. De mi título sólo se infiere que soy la propietaria de los signos solares, y no de todo el campo de la astrología, pretensión aquella ciertamente más modesta que la del Leo Ornan... ¡lo cual debería demostrar que la egolatría del Carnero no se remonta a tanta altura como la del León! Me parece oír cómo llega desde Beverly Hills el rugido del gran gato, cuya dignidad ha sido ultrajada. Se presentará en TV y pedirá que le concedan un espacio igual al mío. Esperad y veréis. Hablando en serio, Sydney es un León realmente encantador, y es también absolutamente el único astrólogo por el que apostaría en una batalla de cerebros contra todos esos científicos y astrónomos prejuiciosos que odian la astrología. Sydney ha demostrado más de una vez su espléndida aptitud, propia de Leo, para participar dramáticamente en estas confrontaciones intelectuales, por radio, por televisión y en salas de conferencias, defendiendo brillantemente la astrología y obteniendo siempre una victoria deslumbrante. Éste es el problema que tenemos con los Leo. Por mucho que os disguste su altanería, generalmente se merecen con creces el homenaje respetuoso que pretenden y exigen.

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He dado este ejemplo de la vanidad de Leo con una intención específica. Se trata de una advertencia para todos los Leo que piensan entablar una relación estrecha con otros de su especie, y que, por tanto, no tardarán en competir, inevitablemente, por el estrellato, en el escenario de la sala familiar, de la oficina, o del nido de amor. Ambos ambicionarán mi mundo de... (lo que sea). Si no encuentran la manera de transigir y compartir el trono, designando sus iniciativas recíprocas con el nombre de NUESTRO mundo de... (lo que sea), alguien deberá llamar a los guardias. Los dos adjetivos mi y nuestro tienen significados marcadamente distintos, y la diferencia puede muy bien ser el factor decisivo del éxito o del fracaso en cualquier empresa conjunta que aborden los dos Leones, ya sea en el campo de los negocios, en el de la amistad o en el del amor. El Leo Napoleón Bonaparte fue uno de los grandes gatos más típicos que acecharon en la jungla política del planeta Tierra: un monarca nato de todo lo que divisaba, cuya arrogancia y grandiosidad soberana estaban claramente reflejadas en los óleos de todos los pintores que intentaron captar en el lienzo su porte majestuoso. Como muchos Leo, se rodeó de obsecuentes que reforzaban constantemente la imagen que tenía de sí mismo y confirmaban su opinión de que no podía equivocarse ni cometer errores, pecado de orgullo éste que lo llevó, por supuesto, a su inevitable Waterloo. Nunca existió la menor duda acerca de la identidad del hombre que controlaba a Josefina o a Francia, hasta que sobrestimó su poderío, como todos los Leo tienden a hacerlo en un momento u otro. Extravagante y dramático, con un talante engañosamente sosegado y aplomado, controlado, felino (como muchos Leo que tal vez conocéis, y que parecen Gatitos Tímidos aunque son Leones altaneros), Napoleón personificaba a su signo solar con cada acto y ademán. He tenido el privilegio de poder examinar una colección de valiosos tesoros antiguos e históricos en el hogar de mi amigo y asesor, el doctor Charles Musés. Uno de ellos era una fabulosa colección de cuatro libros sobre el tema de la cultura egipcia, que Bonaparte ordenó solemnemente que se imprimieran después de la conquista de Egipto. Dichos libros reflejan perfectamente el carisma de la magnífica prodigalidad de Leo. Cada volumen, lujosa y espectacularmente encuadernado en el color rojo anaranjado del Sol, mide aproximadamente noventa centímetros de ancho y un metro cuarenta de alto, y no se parece en nada a los libros que compraríais durante la pausa del almuerzo y llevaríais a casa en metro en la hora punta. Probablemente no fueron best-sellers en París, pero evidentemente eran MAJESTUOSOS y DESCOMUNALES y debidamente IMPRESIONANTES. Es innegable que la mayoría de los Leones y Leonas son superiores en muchos sentidos a aquellos con quienes tienen la condescendencia de codearse. Son inteligentes, a menudo apuestos o bellos cuando sacuden confiadamente sus hirsutas melenas, tienen un andar y un porte garbosos, son irresistibles desde el punto de vista romántico, afables y generosos, sabios y protectores, valerosos y nobles, leales y estimables. Pero pueden despertaros deseos de asestarles de tiempo en tiempo un puntapié afectuoso en los fondillos de sus reales pantalones cuando os endilgan uno de sus altivos y arrogantes asertos de que «El rey (o la reina) no puede equivocarse». Procurad hacerle confesar un error a un Leo. Vamos, intentadlo... y os deseo mucha

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suerte. Para reconocer los errores hace falta humildad, y los Leo están un poco escasos de esta virtud, para decirlo en términos indulgentes.

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La razón por la cual estos dos consiguen entenderse tan bien con sorprendente frecuencia es en realidad muy sencilla. Los soberanos siempre se sienten más distendidos en compañía de uno de sus pares que en la de un inferior (otros signos solares). Comprenden lo que siente otro León o Leona. Saben cómo suministrarse mutuamente la mínima dosis diaria de halagos aderezados con sinceridad, y desdeñan el empleo de falsas lisonjas a las que no asignan más valor que a la bisutería, cuando se las compara con las raras y preciosas gemas de la auténtica estima. Cuando pueden darse ese lujo, intercambian diamantes, y nunca chafalonías vulgares; primeras ediciones encuadernadas en tapas duras, y nunca libros baratos y antiestéticos encuadernados en rústica; así como un Leo nunca agraviará a otro con la imitación plástica de la adulación como subtitulo del genuino respeto. Su lealtad y devoción mutuas serán profundas y vehementes, porque sus naturalezas fogosas fueron forjadas para satisfacer sus desafíos y sus exigencias recíprocas de dignidad. Como todos los verdaderos monarcas, cuando dos Leo deben tratar con los de su misma alcurnia despliegan normalmente una capacidad instintiva para captar la delicadeza del protocolo personal, e intuyen con infalible perspicacia hasta dónde se puede llegar tranquilamente, sin infringir los límites de la etiqueta real. Dos Leo que pierdan el control durante una crisis, y que traspongan accidentalmente esta línea invisible en su relación mutua, casi siempre tratarán de encontrar un chivo expiatorio al cual achacarle la culpa. No es una buena idea merodear por el castillo cuando una pareja de Leones se declara la guerra. Después de concertar la tregua probablemente arrojarán a todos los espectadores inocentes a la mazmorra, acusándolos de fomentar la revolución... y podéis estar seguros de que el hecho de quedar congelado por la frígida desaprobación de Leo constituye un penoso cautiverio emocional. ¿No sabíais que nunca son los reyes y las reinas quienes inician las guerras? Quienes provocan todos los conflictos son esos súbditos descarriados y demagogos (por ejemplo, los amigos, vecinos o parientes). Desde luego, en la lucha inevitable por la supremacía, se infligirán mutuamente frecuentes (y a veces profundas) heridas de orgullo lesionado. De vez en cuando se rugirán coléricamente el uno al otro, y tendrán dificultades para dividir por partes iguales el gobierno de cualquier feudo que controlen. Pero la refulgente, cálida y clemente benevolencia del Sol regente brilla a través de todas las palabras y todos los hechos de Leo, y determina que cada uno de ellos desee aunque más no sea fingirse dueño de suficiente nobleza de carácter como para ser generoso en la victoria, e impávido en la derrota. Con tal que sus signos lunares no sean peligrosamente incompatibles, estas dos criaturas orgullosas casi siempre logran armonizar sus diferencias, cualquiera haya sido la cantidad de espinas agudas que se clavaron recíprocamente en las zarpas... porque Leo rige al corazón, donde siempre se puede hallar el Reino de la Dicha.

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Mujer LEO Hombre LEO —George —le suplicó la señora Darling—, baja la voz. Te oirán los criados. —Quién sabe por qué, se habían acostumbrado a llamar «los criados» a Liza. —Deja que oigan —respondió él temerariamente—. Que venga todo el mundo. Pero me niego a permitir que ese perro siga mandando una hora más en el cuarto de mis niños.

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Qué os parece. Pensadlo bien. Si un hombre Leo ruge con dignidad ultrajada (o pone mal gesto y se sume en un agraviado silencio) ante la humillación que implica sentirse eclipsado por un perro (¡y lo hará, oh, vaya si lo hará!), imaginad cómo reaccionará ante la humillación de sentirse eclipsado por un miembro de lo que se da en llamar sexo débil. En ese caso... bueno... pero me parece que me estoy adelantando. Empecemos por el principio.

Me pregunto, ¿debo ser descarnada y franca? Sí, la sinceridad es con creces la mejor política. Así que seré descarnada y franca. El papel de ama de casa es tan insignificante que la actriz Leo intermedia no puede interpretarlo en el escenario de la vida. Porque, como sabéis, o deberíais saber, es un hecho metafísico que «Todo el mundo es un escenario, y todos los hombres y mujeres no son más que actores».

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Una profunda verdad esotérica es que vosotros (sí, vosotros), en un nivel superior de percepción supraconsciente, escribís vuestra propia pieza teatral, la producís, la ponéis en escena y la dirigís, e incluso distribuís vuestro propio papel y los de todos los actores secundarios, y después olvidáis que lo hicisteis, cuando se levanta el telón. Vosotros, yo, cada uno de nosotros, todos los signos solares, sin excluir a los Leo. La única diferencia entre los terráqueos comunes y esos gurús, avatares, preceptores, maestros, seres celestiales y seres espaciales misteriosamente sabios que pasan entre nosotros, consiste en que estos últimos saben que están sólo en un escenario. Tienen conciencia de que interpretan papeles prefijados en el teatro de la vida, y los aflige y los divierte, al mismo tiempo, que los otros actores y actrices se tomen tan en serio cada escena, sin saber que cada uno de ellos tiene la facultad de cambiar el elenco de la tragedia o comedia y de rehacer el último acto en cualquier momento y de cualquier manera que se les antoje. Es como si las candilejas los hubieran hechizado, y no les permitieran distinguir la ficción de la realidad, como si tuvieran el poder de Mike Todd o de Flo Ziegfeld o de David Merrick y ni siquiera se diesen cuenta de ello. Sin embargo, casi todas las Leonas comprenden, por lo menos, que no es en el papel de ama de casa en el que se realizarán al fin como mujeres, aunque aún no comprendan el poder que ejercen sobre la producción íntegra, lo cual es probablemente una ventaja, porque los Leo tienden a perder la chaveta cuando lo tienen todo en un puño, ¡y semejante delirio de autoridad se les podría subir realmente a la cabeza! Veréis, yo sé lo que digo respecto de las Leonas, porque anoche me sumí en una profunda meditación, y tomé contacto (en el plano astral) con William Shakespeare en persona (que fingía ser simultáneamente Francis Bacon y Sir Isaac Newton... ya sabéis cómo son los sueños). El mismo bardo, nada menos, confirmó mi sospecha de que la Lady Katherine (Kate) de The Taming of the Shrew era un signo solar Leo (con la Luna en Aries), y me aseguró asimismo que ni siquiera él se habría atrevido jamás a situarla en el papel de vulgar ama de casa de Petruchio. (También me reveló otro secreto, pero éste me lo reservaré para el final del capítulo.) Las escobas y los recogedores de basura no son compatibles con las tiaras y el esplendor de la coronación. No olvidéis que Leo contiene la esencia de la realeza. El hecho de estar encadenada a la cocina y a la colada tampoco armoniza con el precepto astrológico de que todos y cada uno de los Leones (y Leonas) nace libre. La mayoría de las Leonas lo intuyen instintivamente, con o sin la ayuda de un horóscopo, y por eso más de los dos tercios de ellas ejercen alguna carrera. Y ya que hablamos en términos estadísticos, agregaré que un censo de afiliadas a los grupos de liberación femenina colocaría numéricamente al signo solar Leo cerca de la cabeza de la lista (seguido por Aries a no mucha distancia). Todo lo cual está muy bien: no objeto que las chicas Leo opten por competir en la jungla comercial con todas las otras criaturas rapaces. ¿Por qué habría de arrojar la primera piedra, cuando tengo mi propia carrera y mi propio resentimiento activo contra la

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esclavitud doméstica? ¿Quién quiere pasarse el día mirando cómo crecen los brotes de alfalfa en un frasco montado sobre el alféizar de la ventana? ¿Qué clase de estímulo es éste para una Leona espabilada, por amor de Dios? Además, probablemente los pone nerviosos que los miren. A mí me pondría nerviosa que me mirasen mientras broto.

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No, no objeto ni critico, sino que me limito a suministrar una amistosa advertencia astrológica. Lo de la carrera está muy bien excepto si la chica Leo se enamora por casualidad de un hombre Leo, llamado LEÓN. Entonces las cosas podrían ponerse un poco peliagudas. A ella no le resultará difícil identificarlo cuando él se introduzca sigilosamente en su vida —disculpad, quise decir en su pieza teatral— y recordad que ella misma eligió los personajes, incluido ÉL (en el papel estelar, esperamos, si es una productora, escritora y directora inteligente). Lo reconocerá, aunque no sepa su fecha de nacimiento, porque tendrá una espléndida melena, aún más abundante, acicalada y bien cuidada que la de ella. (Mirad la foto de la cabeza de un león de la Naturaleza, y entenderéis a qué me refiero.) Será valeroso, la protegerá tiernamente, y estará convencido de sus propios méritos, los haya reconocido o no el resto del mundo. Pronto los reconocerá. ¡Por el bien del mundo! Y será mejor que ella también los reconozca. Su sonrisa es deslumbrante, sus dientes son rutilantemente blancos, y su aplomo ronroneante esconde un carácter feroz y una voluntad poderosa. Es auténticamente generoso, afectuoso, deslumbrante, y es tremendamente orgulloso y extremadamente vulnerable a los agravios. Por ejemplo, a los ataques a su masculinidad. Ahora volvamos a la carrera de ella. Si cuando se conocen ella gana por casualidad más dinero que él, el León lo tomará a risa, con petulante confianza en el hecho de que sus ingresos no tardarán en equipararse a los de la Leona, y en superarlos. Un León embelesado, profunda y románticamente enamorado de una Leona bella, garbosa, sensual y seductora, no permitirá que una insignificancia como el dinero se convierta en un obstáculo a la hora de cortejar y conquistar a su compañera preferida. De ninguna manera. El aroma embriagante y las brumosas espirales de humo del incienso del amor harán entrar en un trance de ciego éxtasis a cualquier hombre Leo con sangre en las venas. Y no hay otro tipo de hombre Leo. Sólo los que tienen sangre en las venas, quiero decir. Pero desgraciadamente, esa «insignificancia», el dinero, puede hipertrofiarse en su relación después del primer disfrute delicioso de la fusión, cuando las precoces llamas excitantes y tremolantes de la pasión se hayan reducido a las apacibles brasas de un afecto sosegado, íntimo (que volverán a avivarse ocasionalmente, por supuesto, de cuando en cuando, si bien, en general se tratará de la llama más estable de la devoción, tan inextinguible como la tremolante, a menos que uno la rocíe deliberadamente con la manguera del jardín o con algo parecido).

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El dinero seguirá siendo una «insignificancia» dentro de su relación sólo si él acertó al predecir que no tardaría en equiparar o superar los ingresos de la Leona, para no hablar de los éxitos y/o los logros de ella en la jungla de las profesiones. Pero si-el programa de su carrera económica o personal se desfasa, el dinero se convertirá enseguida en un «gran problema», y apenas uno de los dos lo estimule un poco, se convertirá en un «enorme problema», y después en un «problema gigantesco», hasta que terminará por alzarse entre ambos como el monstruo de Frankenstein, amenazando con destruir su amor y con arrancarlos al uno de los brazos del otro como si fueran marionetas indefensas, enredadas en los hilos de sus respectivos egos y orgullos. ¿Cómo huir de un monstruo cuando las fibras del corazón están enmarañadas? Para decirlo en términos contundentes, si ella tiene más dinero que él (o fi tiene cualquier otra cosa en mayor cantidad), alguien deberá hacer un sacrificio heroico para salvar la relación. ¿Adivináis quién deberá hacerlo? Acertasteis. Ella. No él. ¿Veis como estáis aprendiendo astrología, eh? Es posible que la mujer Leo pueda controlar a los hombres de todos los otros signos solares, pero cuando se trata de los Leo varón y hembra, el León domina a la Leona. Así es en la Naturaleza, y no está bien enfrentar a la Madre Naturaleza. Ni siquiera es práctico intentarlo. ¿A qué tipo de sacrificio me refiero? Bueno, si hay algo a lo que ciertamente no me refiero es a una patraña. Por ejemplo, a que la Leona mienta acerca de sus ingresos o su posición social, y después done la mitad que le oculta a él para ayudar a los indios norteamericanos o para salvar a las crías de foca de Groenlandia. No se trata de que los indios y las crías de foca no lo necesiten, o no lo valoren (y más tarde los dos podrán estudiar seriamente, en común, la idea de esparcir la Luz por el planeta Tierra, convirtiéndose en militantes activos del movimiento ecológico, como corresponde a monarcas responsables por el bienestar de sus súbditos), pero lo importante, a esta altura, es que cualquier dosis de deshonestidad, por admirable que sea la intención, nunca salvará la relación entre los Leo. Sólo servirá para aniquilar su amor y su respeto mutuo.

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El tipo de sacrificio heroico al que me refería es aquel en virtud del cual la Leona coloca la felicidad de la pareja por encima de todo lo demás, y toma una decisión que puede ser la de pedirle a él que la ayude en su trabajo o su carrera, convenciéndolo luego de que sin su asesoramiento no podría ser ni remotamente tan próspera como es (lo cual será indudablemente cierto) y que por tanto el dinero que ella gana debe dividirse por partes iguales entre los dos. O su decisión puede ser, en el otro extremo, la de su empleo o su carrera, si el uno o la otra los mantiene geográfica o emocionalmente alejados. Cortar por lo sano y renunciar, si es necesario. Tajantemente. Tal cual. Si ella lo ama realmente (y lo amará, sobre todo si una de sus Lunas está en un elemento de Fuego o Aire o en conjunción con el mismo signo), ella preferirá retener su enorme zarpa tibia y protectora, pasear por el parque, y hurtarles algunas nueces a las ardillas durante las semanas de escasez, antes que languidecer sola en un lujoso apartamento, mascando caviar y preguntándose por dónde deambula el gran gato que ella ama tan apasionadamente, ocultando su dolor... o más concretamente, qué sirena compasiva estará restañando su orgullo masculino herido. Cuando ella lo hiera, a él le gustará hacerle creer que está viviendo un apasionado romance, así como cuando él la hiera, a ella le gustaría hacerle creer que ha encontrado un nuevo amante. Pero nueve veces de cada diez, ambos estarán solos y abatidos. y únicamente utilizarán la amenaza de infidelidad para darse una lección el uno al otro. Los Leo son así. Por supuesto, algunos son verdadera y técnicamente infieles durante una separación dolorosa respecto de su consorte, pero la mayoría de los Leones v Leonas no lo son. A menudo les resulta difícil encontrar otro rey (o reina) digno de compartir el trono, y se resisten a codearse con plebeyos... pero son demasiado orgullosos para confesarle al ser amado la soledad que están padeciendo.

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No todas, pero sí muchas de las reyertas entre este hombre y esta mujer tendrán su origen en un golpe al orgullo masculino de él, frecuentemente por los celos que despierta la rivalidad en la carrera y/o en el monto de los ingresos, en los logros materiales, etcétera. Pero la causa verdadera es la lucha por el predominio. El León debe triunfar. No hay otra solución. De lo contrario, el hombre Leo se sumirá hoscamente en un abatimiento patético, exhibiéndose ante el mundo como un Napoleón que se pasea de un extremo al otro de la isla de Elba, ¿y qué mujer puede ser verdaderamente feliz en compañía de un peripatético amargado y gruñón? Por cierto que una mujer Leo no. Como ya hemos dicho, el León nace libre, y es muy triste verlo encerrado en una jaula de desdichas porque ha perdido el control de la mujer que ama, y par- tanto también su altanera y espléndida confianza. La disputa por la posición de predominio en el hogar puede mitigarse de diversos modos: si trabajan juntos y comparten los mismos intereses y la misma carrera, si él está cabalmente satisfecho en la profesión que ha elegido. si los dos se retiran a criar gallinas en el campo y ella le deja recoger y vender por lo menos la mitad de los huevos, si ella se conforma sinceramente con quedarse en la madriguera y con acondicionarla para que él pueda roncar en paz... o posiblemente si se postulan como candidatos a Presidente (él) y Vicepresidente (ella) con una plataforma de Igualdad Sexual. Esto cubre más o menos todas las posibilidades. Bueno, supongo que los dos podrían convertirse en maestros, y turnarse por la noche para darse lecciones y conferencias, con el pretexto de estar al día con las nuevas teorías pedagógicas.

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Quizá será mejor que eliminemos esta última alternativa. Por la noche no dispondrán de mucho tiempo para otra cosa que no sea hacerse el amor, si están bien adaptados y han aplacado la tensión de la rivalidad recíproca. Entonces la demostración física de su amor puede convertirse en una experiencia tierna y hermosa, casi perfecta. Ambos pueden combinar el sexo y el afecto por partes iguales, y entienden cómo dar y recibir la satisfacción sexual sin sacrificar la magia del romance. La unión física, la consumación del auténtico objetivo del amor, o sea la fusión total, puede implicar una dicha profunda y una renovación constante de la devoción mutua para un León y una Leona bien apareados. Él abordará el sexo con dulzura y pasión, y ella descubrirá ese momento singular en que su sabiduría instintiva de la jungla le susurrará cuál es exactamente el papel que debe desempeñar, sometiéndose de buen grado, dejando que su hombre la domine y la conquiste con protectora ternura, lo cual puede transmutar la pasión común en éxtasis, para el uno y el otro. Sin embargo, si no han resuelto sus conflictos de rivalidad en otras áreas, el éxtasis puede convertirse en algo próximo a la agonía. El León al que no lo respetan debidamente, que siente herido su orgullo, no puede conservar la imagen de su propia masculinidad, y puede quedar reducido a la impotencia sexual durante breves períodos. La impotencia masculina empieza como una enfermedad emocional, pero puede transformarse progresivamente en una grave dolencia física, que pinta todos los arco iris con los tonos opacos y grises de la desesperación. Entonces él se calará las máscaras del sarcasmo y la fría indiferencia para ocultar su

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humillación, y destrozará el corazón desprevenido de ella. Asimismo, la Leona que no ha sido debidamente venerada y admirada, que siente herida su vanidad, no logra conservar la imagen de su propia feminidad, y puede sumirse en la frigidez durante breves períodos. La frigidez femenina también empieza como una enfermedad emocional, pero puede transformarse progresivamente en una grave dolencia física, que pinta todos los arco iris con los mismos tonos opacos y grises de la desesperación. Entonces ella se calará la máscara de la obstinación arrogante, del aburrimiento o del escarnio cáustico para ocultar su humillación, y destrozará el corazón desprevenido de él.

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Ahora bien, ¿no es ridícula la escena que interpretan estos dos seres... este hombre esta mujer que llevan implícitos en su naturaleza todo el poder y la gloria del mismísimo Sol, y que nacieron bajo la estrella de Leo, la cual representa el Amor y rige el corazón humano? (Especialmente cuando se piensa que ellos mismos escribieron la obra, y que pueden cambiar el argumento cuando se les antoja.) Sólo podrán librarse de este infortunio egoísta e innecesario si comprenden que el falso orgullo —o cualquier tipo de orgullo— mata cruelmente el amor, por inanición, al aprisionar la verdad que podría liberar dicho amor, sin dejar esperanzas para la reencarnación de la felicidad, sino sólo las cenizas solitarias del viejo orgullo. ¿Vale tanto el orgullo? Claro que no. ¿Entonces por qué estos dos se aferran desesperadamente a él? Dejaré que ellos contesten esta pregunta. Solos... juntos. Enfrentándose sinceramente, sin histrionismos... y leyendo la verdad en sus respectivos ojos. Es cierto que la veracidad total puede ser humillante, sobre todo para Leo, pero cuando se coteja la humillación pasajera con toda una vida de soledad, la opción correcta está clara... y a veces la simple verdad basta para devolver el amor al hogar, o sea adonde le corresponde.

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Los incidentes que desencadenan un impasse emocional entre un León normalmente enamorado y afectuoso y su Leona pueden asumir formas muy distintas: el hecho de que omitan felicitarse el uno al otro con suficiente frecuencia; unas acusaciones coléricas e imprudentes, inspiradas por episodios reales o imaginarios de deslealtad o infidelidad (poco importa que se trate de lo uno o lo otro, porque ambos agravios generan angustias igualmente dolorosas de celos y desconfianza que dejan hondas cicatrices, de curación muy lenta); o, para terminar, el mismo viejo y monótono conflicto: la carrera de ella versus la necesidad que experimenta él de obtener un éxito y un mérito mundano superior, o por lo menos comparable, al de ella.

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Y esto me trae a la memoria el otro secreto que Will Shakespeare me reveló en el plano astral, durante la meditación de anoche: el que prometí comunicaros al final de este capítulo, ¿recordáis? Will me confió, con un poco de persuasión, qué fue lo que sucedió realmente fuera de escena cuando cayó el telón sobre el último acto de The Taming of the Shrew. Según el mismo Shakespeare, después de que Petruchio hubo conseguido domar a Kate, la Leona (con su Luna en Aries, o viceversa, lo mismo da), para convertirla en una consorte mansa y sumisa, que lo admiraba, apreciaba, respetaba y obedecía como era debido, él la autorizó a aceptar un empleo de dedicación parcial como iluminadora de libros y manuscritos antiguos, arte éste delicado y raro. Más tarde, después de que ella hubo pasado por esta prueba, sin reincidir en su anterior comportamiento autoritario, él le permitió iniciar una carrera de dedicación exclusiva como diseñadora de joyas para las damas de Padua. Finalmente se hizo muy famosa y conquistó un gran éxito. lo cual no inquietó en absoluto a su amante-marido, porque, veréis, ella nunca volvió a impugnar sus derechos masculinos. Siempre acudía alegremente, con paso vivo, cuando su amo y señor ordenaba majestuosamente: «¡Ven aquí y dame un beso, Kate!». Cuando un León le da una lección a su mujer, ésta no la olvida enseguida. Oh, ¿no os lo conté? El bardo confirmó mi sospecha de que Petruchio era igualmente Leo. Por tanto. la pobre Kate estaba predestinada, desde el comienzo de la primera escena del primer acto. Pero «todo lo que termina bien está bien»... dentro y fuera del escenario.

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LEO

VIRGO

Fuego - Fijo Positivo -

Regido el Sol

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Símbolo: el León y el Gatito Tímido Fuerzas diurnas - Masculino

Tierra - Mutable - Negativo Regido por Mercurio (también por el planeta Vulcano) Símbolo: la Virgen Fuerzas nocturnas – Femenino

La relación LEO-VIRGO

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Algunos de ellos querían que fuera una nave honesta y otros eran partidarios de conservarla como nave pirata; pero el capitán los trataba como perros, y no se atrevieron a expresarle sus deseos ni en un memorial firmado.

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Cuando las luminarias y ascendentes de sus respectivas cartas natales tengan un aspecto armonioso, el León y el o la Virgen danzarán por el sendero de la felicidad, sonriéndose mutuamente y arrojando ramilletes, tan alegres y optimistas como podemos estarlo los mortales, y Leo rasgueará el ukelele y Virgo tocará el flautín, y entonarán con serenidad su canción al unísono. Si sonaran unas notas discordantes, Virgo hará vibrar inmediatamente las correctas en un diapasón, corregirá el desliz, y volverá a reinar la armonía entre ellos, mientras Leo luce una sonrisa radiante de afectuosa aprobación. Sin embargo, antes de seguir a estos afortunados hasta la Ciudad de Esmeralda, convendrá que nos detengamos y echemos una mano a las parejas Leo-Virgo que hayan tropezado en el camino y necesiten nuestra ayuda. No hay duda de que existen unas pocas asociaciones Leo-Virgo, dispersas y raras, que con bastante rapidez se lanzan de cabeza a forjar un vínculo sadomasoquista. Ahora no os pongáis a conjeturar de entrada que en estas esporádicas situaciones Leo es siempre el cruel sádico y Virgo el pobrecito masoquista indefenso. Cuando estos dos se embrollan como amigos, parientes, socios, amantes o consortes, los papeles pueden distribuirse de cualquier manera. Detengámonos por un momento a contemplar las dos caras del problema, como si fuéramos Libra.

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Tomemos primeramente al gran gato. Los Leo no son sádicos por naturaleza. En realidad, nadie lo es de veras. El sadismo es una forma tortuosa de comportamiento que aflora cuando las complejidades interiores de la confusión y el miedo retuercen emocionalmente a una persona hasta convertirla en un nudo intrincado. Y a la desgracia le gusta estar acompañada. Sin embargo, aunque los Leones y Leonas normalmente benévolos y benignos no son premeditada o intencionalmente sádicos, de cuando en cuando pueden comportarse, y se comportan, como si lo fueran, en razón de su tendencia a aguardar o exigir que los demás los consideren superiores. Cuando los «demás», ya sea en singular o en plural, han nacido por casualidad bajo el signo solar de Virgo, es comprensible que el gran gato sienta la tentación de exagerar un poco sus órdenes y mandatos. Los Virgo parecen someterse con tanta dulzura, mansedumbre y cortesía... al principio. Así como Leo no es un sádico nato, así tampoco Virgo es un masoquista nato. Sólo parece serlo. Es cierto que estas personas se comportan de una manera que a veces parece lindar con el masoquismo, vistos su lenguaje gentil y afable (cuando no están de mal humor), sus modales discretos, y su retraimiento. Como los Leo son tan a menudo autoritarios, y además un poco arrogantes, a veces puede parecer que están machacando a los Virgo más introvertidos dentro de un molde masoquista, a medida que se exhiben y se eclipsan, y que hacen genuflexiones ante el rey o la reina... al principio. Claro que puede haber unos pocos casos en que esta especie de síndrome del «Sí, su Majestad», que exhibe el Virgo, y en que el síndrome del «Haz exactamente lo que te ordeno, porque yo sé», que exhibe el Leo, se cristalizan en una rutina, y después se consolidan en una convención triste y permanente, pero, como ya he dicho, ésta es una situación rara y poco frecuente. Lo más probable es que al cabo de un tiempo se produzca lo que la gente llama «la rebelión de la oruga».

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Cuando ocurre esto, Leo se queda perplejo al descubrir que el genuflexo y obediente Virgo tiene un límite de tolerancia para dejarse pisotear, y que cuando se llega a ese límite, el resignado y silencioso Virgen se vuelve asombrosamente locuaz. De pronto, él (o ella) desgrana una lista de los defectos y carencias de Leo, con hiriente precisión, y después se aleja sosegada (y cortésmente) del palacio real con un aplomo y una determinación irritantes (como sabéis, Virgo es un signo de Tierra), abre en alguna parte un taller de remendón... y a continuación se niega a clavetear las botas o las pantuflas para los pies de Su Majestad, y más aún a volver a besarlos servilmente. Luego tenemos el caso inverso: el infortunado León o Leona (este Leo pertenecerá invariablemente a la categoría del Gatito) que se convierte en la víctima masoquista de un largo asedio encarnado en el muy sutil trato sádico de un Virgo frío, materialista, que disputa incesantemente (y poco importa que también sea cortésmente) cada pelillo de la melena de Leo, hasta que el pobre León (o Leona) queda casi calvo, en un sentido simbólico; que censura y menoscaba continuamente todos los logros o esfuerzos del Gatito Tímido; que analiza interminablemente los sueños de Leo para demostrar que son poco prácticos y que están tan llenos de agujeros como un queso suizo; y que critica cada palabra y cada gesto de Leo atribuyéndoles excesivo dramatismo. Al cabo de un tiempo, el Leo, despojado de toda dignidad, desprovisto de orgullo, y desposeído de su confianza en sí mismo, deambulará abatido por la casa o el aula, por la oficina o el cuarto de juegos, como el León plañidero del País de Oz, retorciendo nerviosamente su cola, protegiéndosela debajo del brazo, derramando cataratas de lágrimas... y buscando lastimosamente el don del coraje. No puede haber un espectáculo más patético que el que brinda un orgulloso Monarca de la Jungla así reducido a una trémula mole de maullidos masoquistas.

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Aunque éste es un caso extremo, puede ocurrir. Sin embargo. es probable que esta historia tenga el mismo tipo de desenlace, al estilo O. Henry, que la escena que utilizamos anteriormente como ejemplo, cuando se rebeló la oruga Virgo. Es raro que semejante situación se prolongue indefinidamente. El final más previsible es que la oruga Leo (no sé si me atreveré a llamar oruga a un Leo, aunque sólo sea en un sentido alegórico, pero hoy me siento inusitadamente audaz), es que la oruga Leo, repito, se rebele también, se transforme en un gato monstruoso y gigantesco, gruña... lance un rugido ensordecedor... se abalance sobre el desprevenido camorrista Virgo como cualquier felino se abalanza sobre un ratón... deje escapar magnánimamente al ahora asustado y ululante Virgo... y finalmente salga por la puerta (o sortee la valla del parque infantil), majestuosamente victorioso, envuelto en el manto de su cólera soberana, para no volver jamás.

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Todos éstos son los finales desdichados, los peligros contra los que debe precaverse esta configuración de signos solares 2-12, Tierra-Fuego. Ahora que saben cuál es el capricho deletéreo que podría tentarlos, y que podría presentarse con algunas variantes si el aspecto Sol-Luna entre ellos está en cuadratura u oposición, o si sus ascendentes son recíprocamente desfavorables —y espero que les hayamos enseñado a prevenir semejante desgracia— podemos pasar a la faceta más luminosa de la asociación Leo-Virgo. Y ciertamente existe una faceta luminosa. El Gatito y la Virgen de uno u otro sexo que han vencido sus diferencias y creado una atmósfera compatible, alegran la vista. Por fin Leo habrá encontrado un compañero afable, devoto, que valora sinceramente sus doradas virtudes de León... un súbdito que lo admira, inteligente, que le servirá y que a cambio será lealmente protegido (o protegida). Por fin Virgo habrá encontrado a alguien realmente digno de respeto (y Virgo es muy exigente), un amigo cordial y generoso, al mismo tiempo sagaz y cariñoso... suficientemente fuerte como para contar con él (o ella) en una emergencia, y al mismo tiempo suficientemente vulnerable como para necesitar los ajetreos y atenciones constantes de la (o el) Virgen. (La conciencia de sentirse necesitado suministra un estímulo embriagante al espíritu del solitario Virgo.) Cuando esta asociación es buena, es en verdad muy buena. Una vez que Leo le ha enseñado a Virgo que sencillamente no se dejará regañar y criticar constantemente, y una vez que Virgo le ha enseñado a Leo que el (o la) Virgen no tiene el propósito de convertirse en el esclavo de sus arrogantes exigencias y caprichos, entre estos dos puede generarse una comunicación cálida y vibrante, que es algo mágico. Mágico porque Virgo es lo que la astrología denomina un signo solar «humano», simbolizado por la Virgen, que cosecha mieses, y Leo es lo que la astrología denomina un signo solar «animal», simbolizado por el impávido amo de la jungla, el León (o su compañera, la sensual e igualmente confiada Leona). Alegórica o literalmente, nunca es fácil que un ser humano y un animal se comuniquen verdaderamente, y sin embargo cuando lo consiguen, uno evoca lugares como el Edén... o los bosques por donde transitaba tan gozosamente San Francisco de Asís, en compañía de lobos y aves y corderos... y de toda clase de bestias que confiaban en él.

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Si bien los Leo pueden ser muy dramáticos y efusivos y pomposos, también son organizadores muy idóneos y equilibrados. Excepto en aquellas circunstancias en que el orgullo y la vanidad de Leo se convierten en obstáculos, los Leo tienen una reserva asombrosa de sentido común. El práctico Virgo admira esto, pero debe adquirir el hábito de decírselo a Leo. Así como Leo aprueba complacido el esfuerzo sincero de Virgo por desempeñarse en la mejor forma posible, a menudo en condiciones tensas y difíciles, pero pocas veces le tributa al Virgen (o la Virgen) el halago de valorarlo francamente por ser tan sensato y fiable durante la mayor parte del tiempo (por lo menos, con más frecuencia que muchas otras personas en las que Leo confía, sólo para sufrir desencantos).

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Cuando intento analizar la asociación Leo-Virgo, desfila por la pantalla de mi mente una serie de imágenes disociadas, sin ninguna secuencia lógica o cronológica: un chiquillo Virgo, menudo, de ojos oscuros, llamado Gary, que permaneció en pie durante un lapso interminable, pacientemente y sin quejarse, silenciosamente humillado porque sus hermanos mayores, más fuertes y autoritarios, un signo de Fuego Aries, y un vigoroso León, lo habían obligado a enfundarse, en la víspera de Todos los Santos, en un disfraz de conejo, con unas enormes orejas fláccidas... pero en el último momento el pequeño y dócil Virgo se rebeló, y se negó a dar un paso fuera de su dormitorio, vestido de una manera tan ridícula; un orgulloso padre Leo, de una pequeña ciudad del oeste de los Estados Unidos, que leyó con lágrimas en los ojos unos delicados versos, un poema que había escrito en su homenaje su hijo Virgo, ausente durante demasiados años infaustos... pero que no tardó en olvidar sus lágrimas cuando el chico volvió a casa, mientras dictaba arrogantemente todos los movimientos de su vástago y le exigía estricta obediencia, sin expresarle ni una vez afecto o estima, en tanto que el Virgo olvidaba la tierna poesía que había escrito como sincero tributo a su progenitor, y veía sólo la vanidad y la altanería de Leo y se resistía tercamente a reconocer el cariño tácito y la vehemente preocupación que se ocultaban detrás de las órdenes implacables de su padre y de las expectativas que éste alimentaba respecto de él; la estrella Leo, Mae West, que concedió una entrevista acerca de un hombre Virgo que ella conocía bien, y que había sido durante años un amigo afectuoso que la había ayudado mucho, pero que pasó los treinta minutos que le había asignado al reportero hablando exclusivamente de sí misma, como lo hacen a menudo las Leonas, con una absoluta inconsciencia de su egocentrismo, inconsciencia ésta que era al mismo tiempo divertida y enternecedora; la inefable dulzura reflejada en los ojos de un León del oeste de Virginia cuando mira a su inteligente, afable y bella esposa Virgo, la cual aportó a su existencia la nueva promesa de un veranillo de San Martín y una nueva razón para vivir, después de que hubo perdido a dos esposas anteriores sucesivamente, víctimas de la misma enfermedad desquiciante, al cabo de décadas de un karma abrumador, preñado de deberes agotadores que él afrontó valerosamente con la leal e inquebrantable devoción de Leo por los indefensos, por lo cual fue recompensado con la canción que su apacible enamorada Virgo entona ahora en homenaje a su gran corazón de León que no se había atrevido a esperar un nuevo amor, hasta que ella llegó, flotando en el aire como un milagro con acompañamiento musical. Fragmentos de imágenes, pequeñas partículas y elementos que giran en torno de la rueda astrológica de la vida, coloreadas por el brillante y soleado amarillo dorado y púrpura real de Leo... combinándose con el blanco, puro y chispeante, el azul sereno y el verde más oscuro de los bosques perfumados, que son los colores de Virgo. Como sucede en el caso de todos los signos solares, las tonalidades de sus auras contienen las armonías que plasman sus destinos.

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Mujer LEO Hombre VIRGO Peter también podía ser extraordinariamente cortés... ...se levantó y le hizo una bella reverencia. Ella quedó muy complacida y le hizo una bella reverencia a él desde la cama.

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¿Pensáis, tal vez, que es exagerado pedir que el amante-amigo-consorte-marido le haga una reverencia a la Leona que yace lánguidamente en la cama? (En un buen matrimonio se aplican los cuatro términos, que además son intercambiables.) Volviendo a la pregunta: posiblemente sea exagerado pedírselo a él, pero nunca será un homenaje exagerado para ella. Intuyo que algunos de vosotros sonreiréis, u otros os reiréis estentóreamente, incrédulos. No importa. La astrología tendrá, como siempre, la última palabra. A aquellos hombres de cualquier signo solar que estén leyendo esto. y que tengan una esposa Leo, los desafío dos y tres veces a ensayarlo mañana por la mañana. No la sobresaltéis, súbitamente. Empezad por llevarle el desayuno a la cama, en una bandeja, aunque sólo consista en zumo de fruta y té o café. Es posible que ella demuestre su sorpresa, arqueando discretamente una ceja, pero lo agradecerá afablemente. En ese mismo momento, hincaos de rodillas en el suelo junto a ella, con un aire mitad jocoso, mitad serio, cogedle la mano, apoyadla contra vuestra mejilla, y decid en voz baja: «Ésta es la única forma que se me ocurre de demostrarte lo que significas para mí».

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Poco importa quién sea ella. Si se trata de una mujer Leo (a menos que la hayan adoptado, y que en realidad sea capricorniana, en cuyo caso pensará que os habéis vuelto locos), aunque esto suene muy «histriónico» o teatral, la dama sonreirá radiantemente, sus ojos brillarán, sus mejillas se sonrojarán de placer... y os mirará con tanto cariño que os dejará momentáneamente alelados, y ya no os sentiréis ridículos. Ensayadlo y comprobadlo personalmente. No hay en el mundo una sola Leona a la que la abochorne semejante escena. En realidad es asombroso comprobar con cuánta informalidad y donaire un Leo acepta cualquier tributo de veneración como algo natural y justo. Algunos Leo lo exigen, y todos lo desean... y absolutamente ninguno lo rechazará jamás. Éste es un hecho incontrastable. Ahora podéis imaginaros a una mujer que experimenta una necesidad abrumadora de ser adorada, y que está enamorada de un hombre Virgo, el cual bien la ama, pero no atina a escoger una tarjeta sentimental para felicitarla en el día de su cumpleaños, es demasiado tímido incluso para mirarla con afecto delante de otros, para no hablar de cogerle la mano o rodearla con el brazo cuando miran los demás... un Virgo que sólo le dice a su Leona «te amo» quizás una vez por año, que siempre la regaña por sus derroches, que le exige que sume y reste en la calculadora los cheques cancelados, mientras ella permanece valerosamente plantada delante de él, demasiado altanera para llorar, luciendo un suéter nuevo, un nuevo peinado, otro color de lápiz labial, y suplicándole en vano con la mirada que elogie su belleza. ¿Os lo habéis imaginado? ¿Os lo habéis imaginado y os entristece? Esperad. Os pintaré otro cuadro desolador. Preparad el pañuelo.

Un hombre Virgo puede sufrir vértigos e hipertensión arterial cuando lo obligan a vivir en medio del caos y la confusión. Este hombre debe conservar el orden en su existencia y su entorno, pues de lo contrario su sistema nervioso se desquicia. Práctico y conservador por naturaleza (a menos que la Luna o el ascendente de su natividad esté en un signo de Fuego o de Aire), aborrece la disipación y el despilfarro. Se preocupa por su salud, se ofusca por los detalles, y cuando se rompen sus esquemas, o incluso cuando se alteran momentáneamente, se marea y experimenta una opresión en el pecho. Lo acomete el pánico cuando sus bienes personales se extravían o son destruidos. Los gritos y las escenas dramáticas y emocionales desbaratan su sosiego. Es afable, y un poco introvertido y sensible, y por tanto cuando algo lo humilla casi desea estar muerto. (O por lo menos misericordiosamente desvanecido.) Ahora imaginaos a un hombre con hábitos tan rutinarios, con costumbres tan metódicas y una estabilidad emocional tan delicada, enamorado de una Leona, que también lo ama, y que sin embargo insiste en gastar el doble de lo que ganan los dos juntos para comprar todos los lujos que ve y que la atraen, que reordena periódicamente el escritorio y la cómoda de él y arroja a la basura sus calcetines y corbatas favoritos si por casualidad no la complacen sus colores, sin tomarse el trabajo de comunicárselo. Agregad unas cuantas

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pinceladas más al cuadro. Imaginad que esta Leona tierna y cariñosa deja distraída e involuntariamente sobre el lavabo sus artículos de maquillaje, que desparrama descuidadamente sus camisones por el dormitorio como si esperara que una legión de criados restaurase la pulcritud y el orden, que se irrita con su hombre Virgo cuando éste ofende su dignidad de alguna manera insignificante, y que lo castiga con un sermón propio de Leo delante del fontanero o de su periquito. ¿Podéis imaginaros lo que experimenta este hombre sensible cuando por la noche ella le cuenta historias de todos sus antiguos novios, justo antes de acostarse, mientras él está plantado humildemente frente a ella, luciendo el pijama que ella manchó con lejía, y que ostenta en el costado un desgarrón que él mismo intentó zurcir torpemente, en razón de lo cual una pierna es diez centímetros más corta que la otra... nervioso y consciente, mientras ella recita los episodios románticos de antaño, de que el reloj despertador está averiado, lo cual implica que es posible que él se quede dormido y que a la mañana siguiente llegue tarde al trabajo... procurando olvidar que esa tarde ella abolló el guardafango posterior del auto, y que el mes anterior no pagó el seguro del coche porque estaba totalmente consagrada a redecorar el cuarto de juegos, en razón de lo cual él tuvo que constituir una segunda hipoteca sobre la casa para pagar los gastos?

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No necesitáis más imaginación para saber qué sucederá después de la escena precedente, cuando se apaguen las luces. La Leona se sentirá herida porque su cónyuge se habrá dormido instantáneamente (como le corresponde a alguien que ha sufrido un colapso nervioso total) sin darle las buenas noches con un beso. Incluso es posible que ella esté aún más ofendida por la mañana, porque el pobre hombre habló en sueños durante toda la noche, lo cual le impidió disfrutar de su apropiado descanso embellecedor. Él tiene la culpa de todo, le informa la Leona, cuando se mira en el espejo y ve sus ojeras. Sí, todos estos son casos extremos, pero los extremos son útiles para alertar a un hombre y una mujer que deben cuidar mucho sus respectivos talones de Aquiles si desean nutrir, en lugar de matar por inanición, el amor que experimentaron al conocerse. El egocentrismo, la vanidad y el orgullo de la Leona se transforman por arte de magia en afable consideración y cariñosa generosidad cuando la miman y la adoran, cuando respetan sus sentimientos... sí, e incluso los veneran. Así como las críticas obsesivas y el frío desapego del hombre Virgo se transforman por arte de magia en tierno afecto y en un comportamiento extrovertido, más sereno y al mismo tiempo más cordial, cuando lo tratan con cortesía y lo valoran sinceramente, en lugar de hostigarlo a cada rato. Si él desea hacer prosperar esta relación, deberá comprender desde el vamos que tendrá que reprimir, si no desechar por completo, su propensión natural a ser criticón. Criticar a esta mujer es una garantía de que habrá problemas. Su orgullo de Leo determina que le resulte más difícil de lo que él jamás podrá comprender (o de lo que ella jamás podrá demostrar) el aceptar aunque sólo sea la censura más insignificante. Cualquiera pensaría que le resultaría más fácil recibirla del hombre que la ama. No es así en el caso de la mujer Leo. La ofende más que sea el hombre que le interesa, y no cualquier otro, quien desaprueba algo que ella hace o dice. A la Leona sólo se la puede corregir mediante insinuaciones sutiles, utilizando el mayor tacto, y nunca con críticas directas menos aún con sermones. Hay que dejarle conservar la ilusión de que está más o menos por encima de todo reproche. No se le dice a la reina que está equivocada, sino que se le sugiere prudentemente un plan mejor. Al principio, el hombre Virgo se sentirá frustrado por el hecho de tener que reprimir por completo su instinto crítico, pero deberá acostumbrarse sencillamente a ello o resignarse a que la Leona que capturó se evada inevitablemente de la jaula restrictiva de sus censuras para volver a deambular en libertad. La opción es tajante, y recae sobre él. Aunque a un Virgo nunca le resulta fácil tributar cumplidos con gracia, él deberá aprender a satisfacer el hambre y la sed de admiración que experimenta esta dama. Asimilará más rápidamente este arte cuando descubra hasta qué punto los halagos frecuentes y sinceros pueden endulzar y suavizar el carácter de ella, y pueden transformar su rugido colérico o su enfurruñamiento orgulloso en un ronroneo satisfecho. Una o dos palabras afectuosas, pronunciadas en el momento oportuno, harán aflorar con todo su esplendor la personalidad fulgurante de la Leona. Ésta es un animal «noble», y cuando el hombre estimula sus cualidades regidas por el Sol, y no las sepulta bajo toneladas de conservadurismo materialista de Virgo, la Leona puede ser una eterna fuente burbujeante de esperanza y dicha, cuya compañía es maravillosa en todo sentido... y capaz de crear exactamente el tipo de atmósfera armoniosa que él necesita. Se torna perezosa y negligente sólo cuando está aburrida y no se siente apreciada. Por supuesto, ella deberá bajar de su trono y encontrarse con él a mitad de camino. Nunca deberá discutir con el Virgo a la hora de la comida, mientras éste ingiera sus lentejas y garbanzos, porque las emociones tensas convierten los alimentos en ácidos, que producen una fuerte indigestión. Si ella lo ama tanto como para tomarse el trabajo de tratar de entender su metabolismo emocional personal, y el hecho de que se sienta

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obligado a resolver todos los pequeños y grandes problemas que se le presentan porque piensa que si todo no está en orden y en perfectas condiciones su mundo se vendrá abajo, el corazón generoso de la Leona encontrará la forma de hacerle desarrugar el ceño y de mitigar muchas de sus tensiones. Ella podrá recordarle que la perfección misma es una imperfección, porque le quita a la vida el encanto del contraste y todas las texturas excitantes formadas por la luz y la sombra, dejando sólo una superficie lisa, monótona y tediosa. Pero todo esto deberá explicárselo afablemente, sin arrogancia, cuidando de respetar también las opiniones de él... y escuchando realmente lo que le dice mientras conversan, en lugar de limitarse a esperar que le llegue a ella el turno de hacerse oír. Si no existe una comunicación mental y emocional entre ambos, que no esperen que su unión sexual sea todo lo que debe (y puede) ser. Habrá momentos en que el acto amoroso de él será demasiado insensible y mecánico para los deseos más espontáneos de ella, y entonces la desaprobación ostensible de la Leona aumentará la humillación y el desaliento del Virgo. La fría soberbia de ella puede actuar como un sedante sexual, y la silenciosa crítica de Virgo tampoco es precisamente el afrodisíaco más eficaz de la Naturaleza. Él debe permitirse más libertad y entusiasmo en su expresión sexual para descubrir que el acto amoroso está destinado a ser algo íntimo y compartido, sin temor de rechazo, y no simplemente un desahogo cauteloso y parcial de sentimientos, y también que la desbordante experiencia de la fusión física entre un hombre y una mujer es algo más que un simple intercambio controlado de afecto. Ella necesita verificar que la pasión puede ser a veces apacible, como un susurro. A menudo, lo único que les hace falta para unir sus corazones y transportarlos a la realización total que pueden alcanzar juntos es un cambio de actitudes... y un pequeño esfuerzo adicional para comprender sus respectivas necesidades más intrínsecas, que no son tan diferentes como podrían parecer. Como están influidos por la vibración 2-12, es posible que él represente para ella, de alguna manera, una seguridad material o emocional, en tanto que ella intuye que de este hombre inteligente, escrupuloso, puede aprender muchas lecciones de felicidad. A medida que se familiaricen el uno con el otro, es indudable que él aprenderá a tolerar con más ternura su temperamento independiente, impulsivo. Si ella es paciente, notará que él se enorgullece tímidamente de su belleza y sus éxitos. El amor entre Leo y Virgo se parece a una llama que arde lentamente, pero con un brillo que aumenta progresivamente de año en año, si la alimentan cuidadosamente y la protegen de los vientos del egoísmo.

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Él es un hombre extrañamente remoto, a veces exageradamente sensible, y en otros momentos tercamente insensible, con una implacable simetría en sus pautas emocionales. Pero su espíritu vive en un clima de pacífico sosiego. Los fríos recintos marmóreos de sus meditaciones son un lugar de reposo que el espíritu de ella puede visitar... y a veces él hace cosas, con su típica parsimonia, que resultan realmente conmovedoras al máximo. Cuando su vida en común amenaza volverse quizá demasiado ordenada y precisa, corre por cuenta de ella abrir impulsivamente las ventanas para que el sol pueda entrar a raudales, y para darle a su amor un aire más trajinado. Me pregunto qué sucedería si ella le diera a él la sorpresa de llevarle una mañana su desayuno a la cama. Deberá ser muy temprano, antes de que amanezca, porque tal vez a él se le ocurrirá una forma especial de agradecérselo, una forma que podría implicar mucho tiempo... y ella deberá cuidar que esto no lo haga llegar tarde al trabajo.

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—¿Cómo te llamas? —preguntó él. —Wendy Moira Ángela Darling —respondió ella con cierta satisfacción—. ¿Cómo te llamas tú? —Peter Pan. Ella ya estaba segura de que él debía ser Peter, pero le pareció un nombre relativamente breve. —¿Eso es todo? —Sí —contestó él con tono un poco tajante. Por primera vez le pareció que era un nombre más bien corto. —

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Lo primero que sucede cuando el León conoce a la Virgen es que él se siente conmovido por una fuerte necesidad de proteger a esta dama encantadora y primorosa de las feas y desdichadas experiencias de la vida, con su extraordinario vigor y su corazón amante. Lo que sucede en segundo lugar, después de un tiempo, es que él empieza a experimentar una ligera sensación de inquietud. Al mirarse en el espejo descubre, incómodo, que quizá necesita un corte de cabello. Entonces observa en su mejor americana unas pequeñas manchas que hasta ese momento le habían pasado inadvertidas, y se apresura a enviarla a la tintorería. De pronto sus zapatos le parecen bochornosamente maltrechos, y decide comprarse varios pares nuevos. Mientras hace las compras, se le ocurre pensar que a su guardarropas también le vendrían bien algunas camisas nuevas, quizá de colores ligeramente más mitigados que los muy chillones que está usando. O los muy monótonos que está usando. Lo que sea. Gradualmente, se le infiltra en el cerebro la sospecha vagamente inquietante de que tal vez su vocabulario no es el modelo de perfección que siempre creyó que era, hasta ese momento, y por tanto se sume en circunstanciales períodos de silencio (SILENCIO... un LEO? Sí.) Y empieza a echar ojeadas al diccionario, cuando está seguro de que ella no lo mira, para verificar si la palabra que acaba de emplear mientras conversaban significa lo que siempre pensó que significaba.

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No se trata de que ella haya dicho algo concreto, entendedlo. Es demasiado amable para criticarlo verbal o directamente (por lo menos hasta que lo conozca mejor). Pero sí se trata de la forma en que lo mira... de esa fría expresión de sus ojos despejados y hermosos... de la apenas perceptible sugerencia de desaprobación que cruza por sus rasgos serenos, compuestos. No llega a ser de disgusto, pero está tan próxima a serlo que su vanidad ya no puede descansar en paz. El León corre peligro de que lo domestiquen. Y ella ni siquiera empuña un látigo, o una pistola cargada con balas de fogueo. Dicen que la música amansa a las fieras. Y la suave música de la naturaleza puntillosa de Virgo, de su discernimiento, y de su exquisito sentido de la belleza, acompañada por los modales afables y corteses de Virgo y por su forma cautivante de expresar el respeto y la admiración que le inspiran las virtudes de él, puede transformar al hombre Leo más egocéntrico y rugiente en un gatito dócil y juguetón, que ronroneará complacido y se revolcará extáticamente en el bálsamo de la seducción de Virgo. Si ella tiene la precaución de no exagerar, su técnica hará prodigios con el gran gato. Él la adorará por hacerlo sentirse tan venerado, y no sospechará que ella es la responsable de los cambios graduales de su estilo de vida. Después de un tiempo, él perderá su desasosiego, y empezará a sentirse más relajado, más complacido con su nueva imagen, más confiado que nunca. No hay duda de que persuadir a un Leo de que debe perfeccionarse, reforzando su amor propio en lugar de destruirlo durante la operación, es una proeza rara y meritoria, por la cual habrá que dar unas palmaditas de aprobación a la chica Virgo en su pulcra y bien peinada cabeza. Pero si ella se dejara entusiasmar por su éxito hasta el punto de emprender alguna crítica seria y de regañarlo, habrá traspasado el límite de seguridad. Éste es un límite sutil, difícil de determinar, pero como las Virgo son expertas en trazar y definir sus límites sutiles, existen muchas probabilidades de que ella tenga el sentido común necesario (todas las Virgo son ricas en sentido común) para conformarse con la ventaja obtenida y adoptar otra política de elogios a los magníficos cambios que él introdujo en sí mismo. Si al menos todos tuvieran tanta capacidad para autoperfeccionarse. Él es tan introspectivo, y tiene una autodisciplina tan increíble. ¡Es realmente asombroso! Sí, no es menos que asombroso el hecho de saber transformar lo que fácilmente podría haber sido un menoscabo del gigantesco ego de Leo en otra razón genuina para decirle que es muy fuerte e inteligente. Eres

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portentosa, dama Virgo. Ahora por favor no lo eches todo a perder. Una vez que lo hayas moldeado y reestructurado para adaptarlo más o menos a tu ideal de la perfección masculina, reprime tus críticas. Deja que conserve unos pocos defectos, para que siga siendo humano. De lo contrario, no tardará en descubrir lo que has hecho (si sigues haciéndolo), y una vez que se haya asentado todo el serrín de su dignidad ultrajada volverás a encontrarte convertida en una virgen literal, y no simbólica... por así decir. Sola, sin tu consorte otrora afectuoso, cariñoso y leal. No polemices conmigo, por favor. Eso se parece bastante a la virginidad material. No hay mucha diferencia. Si insistes en analizarlo hasta las últimas consecuencias, es realmente peor: una virgen literal no sabe lo que ha perdido porque no ha experimentado la realización del auténtico amor. Tú lo sabrás. Y sufrirás... al recordar la dicha pasada. Será mejor que le permitas cometer un error de cuando en cuando, usar ocasionalmente una camisa deportiva de colores chillones, calcular erradamente el saldo de la cuenta bancaria... y que sonrías cuando deforme un poco una anécdota al contarla, que le dejes creer que es tan buen conductor como él supone, y que nunca le recuerdes que a veces se equivoca de autopista cuando es él quien consulta el mapa de carreteras... todas esas cosas. ¿No te parece? ¿Por qué decirle que la jalea que prepara cuando hace chapuzas en la cocina es demasiado blanda, que su guiso de tallarines es demasiado duro, que su voz de barítono desentona más de lo que entona, cuando canta en la ducha? ¿Qué ganarás así? Nada. Pero podrás perder mucho. A él, por ejemplo. Y eso es mucho.

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Cuando esta relación prospera, es estupenda. No obstante la tendencia de la mujer Virgo a criticar desmedidamente a los demás —y a criticarse casi con crueldad a sí misma— las vibraciones que se intercambian la Virgen y el León en su configuración de signos solares 2-12 permiten que ella sea excepcionalmente prudente y tolerante al juzgar a este hombre. La comprensión que manifiesta respecto de sus actitudes, por muy ajenas que éstas sean a las suyas propias, se explica por el hecho de que su alma kármica recuerda haber experimentado recientemente las motivaciones de Leo (Leo representa para Virgo la duodécima Casa del Karma). Siempre existe la posibilidad (sobre todo si se produce un intercambio negativo entre las posiciones del Sol y la Luna de sus respectivas cartas natales) de que ella cometa uno que otro desliz, y lo regañe un poco, pero en general es probable que él reaccione bastante bien. Cuando ella pise con demasiada fuerza su susceptible cola de León, él lanzará un rugido intermedio de advertencia, y ella se disculpará dulcemente. Sin embargo, en términos generales, la armonía entre los dos se restaura con bastante facilidad, después de los pequeños malentendidos. En última instancia, Leo se saldrá con la suya. Es posible que ella deslice insinuaciones sutiles, y a veces él se dejará llevar por sus sugerencias, pero sólo cuando le convenga. Él lo decidirá. Leo es la autoridad indiscutida, y la última palabra sensata respecto de todas las decisiones y cuestiones importantes será la suya. (Será mejor que lo sea, a menos que ella quiera cuidar de él durante períodos deprimentes de vanidad herida y enfurruñamiento.) Lo realmente reconfortante es que como ella se somete con tanta mansedumbre y buena voluntad a las preferencias de su real majestad en la mayoría de los casos, él se sentirá facultado para recompensarla, agradecido, con todo el cálido fulgor de su naturaleza de Leo, y tratará a esta mujer afable, inteligente, de ojos despejados, con una benevolencia casi tangible. Ella disfrutará más que nadie de la verdadera nobleza y generosidad del León, y por tanto la ostensible veneración que le tributará no será fingida, sino que le brotará del corazón. Todos los Leo del mundo están «enamorados del amor», virtud ésta que convierte al León típico en un amante insuperado. Es innegablemente sensual, pero es igualmente sentimental. Aunque sus deseos son a menudo eróticos, sus actos amorosos siempre tienen una dimensión adicional de honestidad y naturalidad, lo que permite que la mujer Virgo confíe en él en la medida suficiente para relajarse en sus brazos y para entregarse más de lo que normalmente suele hacerlo. En el comportamiento sexual del hombre Leo hay algo inconfundiblemente placentero y confortable. Éste se las apaña para trocar la demostración física del amor en un gesto de ternura, creando un sentimiento de seguridad emocional que convierte el sexo en una manifestación de pasión y en algo cálido, protector. En un nivel inconsciente, esto hace aflorar todo lo que hay de virginal y puro dentro de la naturaleza de la mujer Virgo, y entonces ella responde con entusiasmo y con una fe conmovedora en la dulzura de él. Leo abre su mente y su corazón cuando alimentan su confianza en sí mismo, y por ello los Leones inspiran tanto cariño y deseos de abrazarlos (y también por ello es tan fácil perdonar sus accesos de orgullo y arrogancia insoportables). Por otra parte, la cautivante sencillez de la actitud sexual de Virgo despierta en él lo mejor de sus talentos eróticos, que son considerables. Un elemento que podría sofocar su armonía física es la posibilidad siempre presente de que ella elija un momento en que él piensa silenciosamente en el romance para abordar con innecesaria crudeza una cuestión secundaria, lo cual hará que su León la mire con glacial altanería y se repliegue ofendido... quizá hasta el extremo de llevarse la almohada y la manta hasta el sofá de la sala donde fruncirá el ceño como un monarca expatriado y dormirá

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solo. Pero volverá por la mañana, cuando se le enfríen los pies y esté nuevamente de humor para acurrucarse junto a ella.

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Curiosamente, es posible que ambos duerman mucho. Comparten un tipo de metabolismo que necesita más de ocho horas de sueño por noche (si son representantes típicos de sus signos solares). Generalmente se acostarán temprano y se levantarán temprano. Leo necesita un largo lapso de sueño nocturno para reponer su espléndida energía física. Ella necesita el descanso extra para reponer la energía mental que utiliza copiosamente durante toda la jornada cuando se preocupa por las cosas y procura disimularlo. Es posible que el León también se eche unas siestecitas a última hora de la tarde, en razón de lo cual ella pensará, al principio, que es holgazán. Pero el hombre León, como el León de la jungla, sólo parece ser indolente. Después de un rato bostezará, se desperezará lánguidamente, como un gato, y se pondrá muy activo: hará reparaciones, aserrará objetos, remodelará algo, sugerirá con gran excitación un viaje o una nueva aventura... en síntesis, se ocupará de las cosas. La mujer Virgo quedará encantada con la habilidad de su hombre Leo para reparar todo lo que está roto (incluidas las pequeñas grietas que aparecen en el corazón de ella cuando se siente agraviada), y con el hecho de que normalmente él no remolonea cuando algo —incluida ella— necesita de su atención. Así como él se sentirá encantado con la escrupulosidad de ella, con su aspecto pulcro, y con la imagen aplomada y atractiva que irradia siempre en público. A los Leo les gusta poder exhibir con orgullo a sus damas (así como sus logros). Él se sentirá particularmente complacido de la perspicacia de ella. Muchos hombres Leo tienden a casarse con mujeres que no son superiores ni iguales a ellos desde el punto de vista intelectual, pues así el rey tendrá una súbdita y admiradora a la que podrá adiestrar, educar y sermonear. Pero el León más dichoso es aquel que encuentra en su amiga o esposa un desafío mental estimulante. Y esto es algo que la mujer Virgo ciertamente le suministrará. La personalidad de él está regida por el poderoso Sol en persona, y por ello la mujer Virgo se siente a menudo agradablemente tostada en su presencia (y a veces un poco chamuscada). La personalidad de ella está moldeada e influida tanto por su regente temporal, Mercurio, como por el verdadero planeta regente de Virgo, Vulcano, que no tardará en ser descubierto. Mercurio determina que sea, en la superficie, sagaz, alerta, versátil y casi constantemente activa. En un nivel más profundo, el atronador Vulcano ya activa en su corazón un extraño tipo de música, que promete liberar su espíritu de restricciones pasadas, y que se atreve a insinuar que algún día será tan valerosa y audaz, y tan independiente, como el mismo Leo. La presunción de semejante metamorfosis, quizá no muy lejana, es embriagante. Tal vez sea esta misma promesa del futuro la que le entona a la noble personalidad solar de él una canción del mañana, ¡cuando los dos se remontarán juntos a alturas aún mayores!

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Pero mientras tanto, en el reconfortante ahora, él se siente agradecido por la serena presencia de Virgo, por los sueños prácticos que ésta le aporta, satisfecho de sentirse agraciado por su fresca dulzura, por su fascinante combinación de Tierra y Cielo... bendecido por su risa, semejante a los cascabeles de un trineo. El obsequio que él le hace cada radiante y nueva mañana que despiertan el uno en brazo del otro es una tajada del Sol... envuelta en las felices cintas doradas de su optimismo inconmovible, de su confianza en que ése será un día hermoso. Como de costumbre, él tiene razón... ¿acaso no la tiene siempre? Cualquiera que sea el estado del tiempo, será un día hermoso, porque incluso la lluvia mansa y límpida es una bendición fragante... la nieve centelleante y fría es un milagro... cuando estás enamorado y sabes que a la vez eres amado.

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Fuego - Fijo Positivo Regido el Sol Símbolo: el León y el Gatito Tímido Fuerzas diurnas -Masculino -

Aire - Cardinal - Positivo Regido por Venus Símbolo: la Balanza Fuerzas diurnas - Masculino

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La relación LEO-LIBRA

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—Entonces dile... que apague la luz. —No puede apagarla... Sencillamente se extingue sola cuando ella se duerme, como sucede con las estrellas. —Entonces dile que se duerma inmediatamente —casi ordenó John. —Sólo puede dormir cuando tiene sueño.

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Sucede que las personas cuyo diálogo acabamos de reproducir hablaban de Campanilla de Cobre, el hada. Pero cuando se trata de Leo y Libra, el tema de la conversación importa muy poco. Cualquiera que sea el asunto que está sobre el tapete, podéis tener la certeza de que Leo se mostrará amablemente autoritario, y de que Libra discutirá, a menudo tomando partido por los dos bandos al mismo tiempo, para asegurarse de que no se le escapa ningún dato sobresaliente. Esta combinación genera un intercambio bastante copioso de brisas dialécticas que van desde lo tibio hasta lo caliente. Leo espera que sus dictámenes sean recibidos con una aprobación más o menos ciega, si no con franca admiración, y con algunas genuflexiones respetuosas intercaladas de vez en cuando, y a Libra le encanta debatir (los Libra lo llaman discutir) cada ítem al que se le pueda atribuir la menor posibilidad de opción. Pero la opción ya ha sido hecha (sabiamente, por supuesto) antes de que Leo haya hablado. ¿No os disteis cuenta? No. Libra no se dio cuenta. ¿Cómo es posible optar inteligentemente entre dos alternativas sin discutir los pros y los contras durante un lapso razonable? El problema consiste en que, para Libra, el «lapso razonable» se puede prolongar durante mucho tiempo. Leo no debería enfadarse e impacientarse. Tanta indecisión es más dolorosa para el Libra que para quienes son forzados a participar en la pesada de la balanza, en la recolección de los haces —de sentido común— y así sucesivamente.

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Leo debe aprender que cuándo Libra habla de «discutir» no piensa en escenas dramáticas ni en accesos de cólera. Por amor de Dios, ese comportamiento es antipático. Impide entablar una relación afable, equilibrada, y destruye toda posibilidad de armonía. Como la armonía, el equilibrio y la paz son una santísima trinidad para todo hombre, mujer o niño Libra, hay que comprender que en verdad ellos no inician todas estas controversias con el fin de reñir, sino sólo para despejar la atmósfera y para que todos tengan un enfoque equitativo y lógico del problema. ¿Lo veis? Leo no siempre lo verá, pero quizá lo vea con más frecuencia que la mayoría de las otras personas. La equidad es una virtud sagrada para Libra. Es interesante observar cuántos escritores que no saben nada de astrología captan las características de los signos solares sin darse cuenta de ello. Por ejemplo, el anuncio de un artículo de Gloria Steinem sobre el Libra Jimmy Carter, impreso en la cubierta de la revista Ms. en llamativas letras rojas, informaba a las lectoras que: CARTER ENCUENTRA INJUSTA LA VIDA. Pobre hombre. No dudo que es así. En un número de 1978 de la revista People, las palabras finales de un artículo sobre la Leona Jacqueline Onassis eran las siguientes: «... pero hay algo seguro. Todo lo que haga Jackie, lo hará majestuosamente, y esto es lo único que el público reclama». (Y lo único que reclama su signo solar, podríamos agregar.) Como ésta es una configuración de signos solares 3-11 (descrita detalladamente en la sección sobre «Configuraciones de signos solares» del final de este libro), existirá una magnitud desusada de comunicación

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entre ellos en diversos niveles, por parte de uno u otro de los dos, y generalmente de ambos. Leo y Libra entablan con más facilidad que muchas otras personas una auténtica amistad. La suya es una vibración sextil, y por tanto la vida les brindará una sucesión casi interminable de oportunidades, y el uso que hagan de ellas es cosa que dependerá de sus signos lunares individuales y de otros aspectos planetarios entre sus natividades. Cuando Leo y Libra suman sus fuerzas pueden lograrlo casi todo: desde un amorío o un matrimonio afortunado hasta una sana amistad o una buena transacción comercial. Sus elementos son el Aire y el Fuego, y cuando el primero aviva al segundo y lo hace brillar con más intensidad, los dos se benefician... siempre que Leo tenga la precaución de no consumir todo el oxígeno de los etéreos procesos mentales de Libra. Las exhibiciones desagradables del mal genio de Leo pueden determinar que al fin Libra se aleje flotando. Cualquier tipo de conflicto desequilibra los platillos de la Balanza de Libra. y deja la mitad de la pareja regida por Venus en un estado de depresión, sentimiento éste que es ajeno a un signo solar normalmente vivaz, optimista y alegre. Sin embargo, concordarán en suficientes temas como para que su relación tenga más tramos llanos que escabrosos. Ambos comparten el mismo sentimiento de indignación respecto de las injusticias de toda índole. Leo es afectuoso y magnánimo; Libra es justo e imparcial. Cuando combinen estas características, no dejarán pisotear a muchos desheredados, y pocas «causas perdidas» seguirán siéndolo. Los desheredados y las causas perdidas ejercen una extraña atracción sobre ellos dos, y sin embargo su idealismo es más práctico que soñador, lo cual probablemente explica por qué tienen tanto éxito. Nadie mejor que Leo y Libra para transformar en victoria la derrota de un aparente perdedor. Ambos son buenos aliados en un mal trance. El Leo regido por el Sol os defenderá, y el Libra regido por Venus derramará un bálsamo tan sedante sobre vuestras heridas que éstas cicatrizarán casi instantáneamente.

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A Leo le resulta tan difícil decir «sí» como a Libra decir «no», y ésta es una de las razones por las cuales se llevan tan bien. Será mejor que lo explique. La orgullosa personalidad del Leo de uno u otro sexo dirá normalmente «¡No!» en lugar de «sí» cuando le ordenen hacer algo. Los reyes y las reinas nacen para dar órdenes, no para obedecerlas. Libra sabe instintivamente cuál es la forma justa de manejar el ego de Leo, y por tanto puede transformar un rugido en un ronroneo mediante el simple recurso de hacer pasar la orden por una petición. Esto se llama halagar. Los Libra casi nunca ordenan. Lisonjean, engatusan y «sugieren» tan dulce y afablemente que Leo nunca sospecha que lo o la están manipulando para que haga exactamente lo que Libra quiere. ¡Oh, estos Libra son melosos! Maravillosamente melosos. Como los Libra aborrecen la tensión que genera el hecho de contestar las órdenes majestuosas de Leo con un «no» categórico, prefieren capitular con un. melodioso «sí» antes que provocar un altercado (a menos que se trate de una cuestión candente). lo cual deja complacidos a los grandes gatos. Pero recordad que la artimaña en virtud de la cual Venus finge no ser autoritario cuando manipula una situación, y su norma de contestar con un jubiloso «sí» más a menudo que con un colérico «no», a pesar de sus atractivos, no impiden que Libra ejerza su derecho natural de «discutir» brevemente antes de ceder. Confío en que todos ya hayáis entendido que «discutir» es el eufemismo que emplea Libra para designar el acto de controvertir. Pero una controversia no desemboca necesariamente en una trifulca, ¿verdad? Sólo se trata de un agradable y simpático intercambio de ideas. Esta sutil estrategia despistará a Leo más a menudo de lo que podríais imaginar, y muy pocas veces se dará cuenta de que lo están encauzando precisamente hacia donde Libra desea, mediante la técnica del halago y mediante el talento de Venus para imponer.. se telepáticamente a la naturaleza humana. Hay momentos en que el optimismo permanente de Libra (¡Que tenga un día estupendo!), fastidia a otros signos solares, pero a los grandes gatos más bien les gusta. Estas dos personas reflejan las vibraciones de las fuerzas diurnas, masculinas y positivas, así que las veréis más a menudo esparciendo la luz y el sol que sumiéndose melancólicamente en la oscuridad. Hasta cierto punto, todo León o Leona experimenta el deseo de proteger a los débiles e indefensos, y hasta cierto punto, todo Libra alimenta el anhelo vehemente de ver cómo se hace justicia. Estas intenciones muy afines constituyen la base de su relación de simpatía. También comparten una gran necesidad de dar rienda suelta a su expresión creadora, preferentemente en las artes, pero los dos pueden dedicarse con igual regocijo a administrar un hospital, una zapatería o un hogar, siempre que ello estimule el libre desahogo de su creatividad. Sin embargo, cada uno de ellos está más conforme cuando lleva la batuta, y esto puede generar fricciones esporádicas. A Libra le gusta mandar porque el suyo es un signo cardinal de liderazgo. A Leo le gusta mandar porque... bueno... ¿cómo es posible que un rey o una reina no mande? Los Leones y Leonas no nacieron bajo un signo solar cardinal, pero sí nacieron bajo un signo solar fijo, y un «egocéntrico fijo» no difiere de un líder. Si se coartara alguna de estas necesidades

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básicas de Leo y Libra, el primero puede convertirse en un gato enfurruñado o gruñón, y el segundo en un cocodrilo malhumorado, confundido y frustrado. Es posible que entonces se interrumpa su armonía, y que la normal benevolencia sonriente de Leo se trasforme en exigencias arrogantes, y que las amables discusiones de Libra degeneren rápidamente en reyertas. Aunque siempre existe la posibilidad de que el orgullo y la vanidad de Leo, combinados con la fuerza y el autoritarismo del signo, se tornen insoportables para el Libra regido por Venus, más delicado y afable, generalmente la inmensa capacidad de Leo para avivar el entusiasmo latente de los demás equilibrará con creces la Balanza de esta relación. Libra deberá acordarse de tributar al hombre, mujer o niño Leo una dosis apropiada de respeto y admiración. No es fácil. Igualmente, Libra puede movilizar toda la simpatía de Venus para lograrlo. Nadie puede formular un cumplido con más dulzura que Libra, y nadie puede valorarlo con más regocijo que Leo.

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Estos individuos Libra adoran todo lo bello. Los Leo prefieren lo más grande y lo mejor. Así que juntos pueden ser más que un poco despilfarradores, a menos que uno de ellos, o ambos, tengan la Luna en un signo más cicatero y económico, como Tauro, Capricornio, Virgo o Cáncer. Con ambas Lunas en Aire o Fuego, como sus soles, estos dos pueden dilapidar el dinero pródigamente y volcarse a los lujos. Mientras derrochan. es posible que entablen algunas discusiones acerca de dónde deben hacerlo. Libra admira el coraje y la voluntad de Leo para mover montañas, si es necesario, y a veces siente la tentación de edificar unas cuantas, sólo por el gusto de ver cómo el gato majestuoso las derriba. Es posible que las montañas las construya con palabras, y no con rocas, pero éste es un juego que los dos sienten la tentación de jugar. Les encanta desafiarse recíprocamente a una competición de ingenio. Hay que destacar una diferencia capital entre ambos. El sentido del humor de Leo se agota a menudo cuando la broma recae sobre él (o ella). Libra acepta ser el blanco de la broma con espíritu más equitativo. No hay duda de que el Sol y Venus armonizan en la galaxia, así que una asociación de cualquier tipo entre el León y el o la Libra deberá iluminar el firmamento que se despliega sobre sus cabezas. Casi todas sus cualidades y los rasgos de su carácter se compaginan bien. Ambos son artísticos y sentimentales. A ambos les gustan los halagos y la emoción. Leo más o menos exige la felicidad de la vida y el amor... y Libra la espera como algo natural. Existe una diferencia neta entre «exigir» y «esperar». No mucha, pero existe. Si Leo ruge demasiado a menudo, e insiste en reivindicar su derecho a todos los «bis», es posible que Libra se sienta finalmente obligado a recordarle al León o la Leona que una banda de goma se estira en ambas direcciones, que lo que sube debe bajar, que las luces rojas y las luces verdes son igualmente necesarias para evitar los accidentes de tránsito, y... bueno, ya sabéis... todos esos actos de equilibrio lógico que practica Libra. Cosa curiosa, es posible que en verdad Leo escuche mansamente, que se disculpe y que vuelva la hoja. Ningún otro signo solar puede conducir tan apaciblemente al gran gato a la pista del circo para que se revuelque y haga piruetas. El secreto de los domadores de animales está en los ojos y el látigo. Los ojos de Libra son dulces y afectuosos. Su látigo es invisible, y cuando azota, parece de terciopelo. El Gatito ronronea. «¡Eres tan superior!», exclama Libra, luciendo sus hoyuelos. Y parten los dos, en la carroza real. ¿A dónde van? Oh, no lo sé. A algún lugar adonde Leo no quería ir... a hacer algo que Leo se negaba categóricamente a hacer. ¿Podéis creerlo? Los portentos que es posible lograr con un poco de amable persuasión y un látigo de terciopelo son maravillosos.

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Mujer LEO Hombre LIBRA Así que les dijeron que podían bailar, pero que antes debían ponerse sus camisones.

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Es cierto. Esta pareja descubrirá que su relación tiene más probabilidades de perdurar si ambos se quedan juntos en casa, no todas las noches, entiéndase bien, pero por lo menos más a menudo de lo que salen. Aunque sus naturalezas son armoniosas, un exceso de fiestas puede crear las condiciones apropiadas para cualquier cosa: desde la fricción hasta la furia. A la mayoría de los hombres Libra les encanta asistir a cualquier clase de festejo: desde un paseo en trineo hasta una mariscada. Este hombre también se siente atraído por las veladas intelectuales, como las que se organizan con el fin de recolectar fondos para la nueva biblioteca de la escuela, o como los banquetes de proselitismo en homenaje a su candidato político favorito... sobre todo si él resulta ser dicho candidato.

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También es raro que la Leona rehúse una invitación de tipo social. Nada le gusta más que las atenciones y la excitación, en dosis iguales, así que cualquier reunión numerosa o incluso mediana la fascina. Es una cuestión de cantidades. De simples cantidades. Cuantos más invitados, tantos más halagos posibles. Todo hombre Libra tiene una pizca de playboy en su naturaleza: toda mujer Leo tiene una pizca de playgirl. He dicho una «pizca». No se trata de que no tengan sus momentos de seriedad. Ambos son capaces de trabajar afanosa y enérgicamente. Pero no nos engañemos: ninguno de los dos nació para vivir eternamente en el páramo. sin más compañía que la de un búho sabio. No digo que deban quedarse en casa y leer libros de Tolkien todas las noches. Sólo se trata de que el exceso de fiestas genera el riesgo de que escuchen las notas discordantes de la sinfonía de sus signos solares. ¿Cuáles son los problemas? Los celos de ella, y la atracción que él ejerce sobre las mujeres. Quizá lo puse al revés. Primero, la atracción que él ejerce sobre las mujeres. Después, los celos de ella. Al fin y al cabo, una chica Leo no se pone celosa sin motivo. Tiene que haber un motivo. Este hombre le suministrará varios. Hay algo en él que parece hacer que toda mujer se sienta Cleopatra. Sólo se lo puede definir como un «algo carismático». (Lo más probable es que el culpable sea su planeta regente, Venus.) Su sazonado encanto tiene este extraño efecto romántico sobré él género femenino, aunque lo único que diga sea: «¿Quieres pasarme los encurtidos, por favor?». Si él exhibe una sonrisa adornada con hoyuelos por cada encurtido, la proveedora de encurtidos no tarda en palpitar de interés, y ésta no es la escena ideal para hacer ronronear a su Leona. ¡Es la escena que puede hacerle mostrar sus pulcras y pulidas uñitas de gato... y arañar! Además, tenemos el problema planteado por el cortejo de admiradores que se congrega alrededor de ella cada vez que salen juntos, escena ésta que trae reminiscencias de Scarlett O'Hara en la barbacoa de los Wilkes. Es innegable que ella los alienta con su tez leonada y su porte garboso, y con la luminosidad radiante de sus miradas. Una vez más, el peligro reside en los celos. No en los celos de su hombre Libra por su popularidad... Lo que le preocupa es su falta de celos. Veréis, la mayoría de los hombres Libra piensan que es injusto ser celoso. Miran ambas caras de la medalla. ¿Qué derecho tiene él (se pregunta) a criticarla porque coquetea inocentemente en las fiestas, cuando todas esas proveedoras de encurtidos empiezan a acicalar sus plumas apenas él entra en una habitación? Este tipo de tolerancia bienintencionada no complacerá a su mujer Leo, porque ésta tiende a sentirse halagada por una dosis de celos saludables. Cualquier mujer de un signo de Fuego lo entiende. Esta es la prueba de que a él le importa. Cuando la única respuesta que obtenga sea: «Vete a bailar con ese interesante campeón de esquí, cariño. Yo estoy hablando de arte griego con esta encantadora escultora. Quiero decir que esculpe el cuerpo humano en mármol. ¿No te parece emocionante?», los ojos de la Leona irradiarán un fulgor de advertencia feroz, su sonrisa majestuosa se congelará en un rictus felino... y si él tiene un poco de sensibilidad (y si desea conservar a su Leona), no perderá un momento en formar pareja con ella en la pieza siguiente, después de decirle al esquiador que se vaya a abrochar sus botines. Por supuesto, hay momentos en que la Balanza del hombre Libra se desequilibra un poco, y en que su talante normal, alegre, está descentrado. Entonces incluso es posible que las atenciones que ella recibe de otros hombres lo indignen hasta el punto de hacerle asestar un puñetazo a uno de ellos... pero estos casos son la excepción y no la regla. Afortunadamente, este hombre tiene la cura para los pequeños problemas que les pueda causar su vida social. Su talento de pacificador no tiene parangón, aunque la riña en la que interviene como mediador sea la suya propia con su cónyuge. De alguna manera se le ocurrirá decir algo conmovedor o sentimental, algo

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apasionado o que será deliciosamente delirante y maravilloso hacer. Lo hará con tanta gracia, lo murmurará con tono tan melodioso, que la Leona lacerada olvidará sus heridas y se derretirá... nuevamente entre sus brazos. Y el amor conquista otra victoria. En realidad, podríamos haberlo pronosticado, desde el principio. Ésta es una configuración de signos solares 3-11, que tiene unas pocas posibilidades de entablar contienda, pero muchas más oportunidades de reconciliarse. Cuando prestamos suficiente atención, las figuras públicas nos dan a menudo lecciones patentes sobre la compatibilidad de los signos solares. Puesto que esto lo escribo en el Año de Nuestro Señor 1978, podemos utilizar como ejemplos al presidente Jimmy Cartel y a su esposa Rosalynn. Él nació con el signo solar Libra y ella es Leo. Por un lado, Jimmy Carter piensa que el adulterio es incorrecto, y que está categóricamente vedado a todo buen marido (o esposa, suponemos). El sincero amor que siente por su Leona es inconfundible. Le es fiel y sigue románticamente enamorado de ella. Por otro lado, piensa que no tiene derecho a juzgar a quienes sí cometen adulterio, porque él mismo, dice (esforzándose desesperadamente por ser equitativo), «ha deseado, en el corazón, a otras mujeres». Por un lado, comparte sinceramente los objetivos de la Enmienda de Igualdad de Derechos, y en julio de 1976 afirmó: «Seguiré oponiéndome a cualquier enmienda constitucional encaminada a abrogar los fallos del Tribunal Supremo sobre el aborto». Por otro lado, pocos meses después manifestó públicamente: «Nunca dije que me opondría activamente a cualquier enmienda constitucional posible que se proponga respecto de la cuestión del aborto». ¡Sólo quería ser equitativo, y ver ambas caras de la medalla! Gloria Steinem rechinó los dientes, y es posible que Rosalynn Carter lo haya regañado majestuosamente, en la intimidad de la jungla de la Casa Blanca. Cuando le preguntaron si él y su esposa Leona, Rosalynn, habían tenido alguna vez altercados, discusiones o incluso discrepancias, contestó eufóricamente a la prensa, con la franca alegría y el total (y quiero decir total) optimismo de Libra: «Nunca. Nunca jamás. Nuestro matrimonio es tan perfecto que resulta difícil imaginar siquiera que alguna vez ocurra algo negativo». ¡Vaya, vaya, vaya! Qué perfección, qué maravilloso equilibrio de la Balanza de Venus, qué enfoque de color rosa típicamente Libra. (Qué mentirijilla inocente.) Así como su marido es un típico especialista en equilibrar la Balanza, la señora Carter es una típica mujer Leo independiente, que sonríe a las cámaras junto con las otras líderes del siglo XX en el primer Congreso Feminista de Texas, como cualquier Leona orgullosa que desea ser algo más que la sombra de su marido. Mientras corrían los rumores sobre los comentarios de su consorte Libra acerca de los deseos que había alimentado en el corazón, y mientras él se esforzaba por ser justo y objetivo, ella mantenía un silencio majestuoso, distante. Ningún periodista se atrevió a preguntarle a esta reina orgullosa qué opinaba de las ideas de su marido sobre la cuestión del «deseo» (aunque no habrían vacilado en formularle esa misma pregunta a la extrovertida y campechana Sagitario Barry Ford). Ni la Leona Rosalynn Carter ni la Leona Jacqueline Kennedy Onassis ventilarán jamás sus sentimientos personales o sus vidas privadas delante de las masas. Esto es algo que la realeza sencillamente no hace. Los súbditos pueden chismorrear todo lo que quieran, pero el monarca no enaltece los rumores, ya sea confirmándolos o desmintiéndolos. Esto es totalmente plebeyo. Dejad que los campesinos murmuren. La monarquía no se complica en estas sordideces. El hombre Libra no necesita ser Presidente de los Estados Unidos para meterse en aprietos con la mujer Leo que ama. Las opiniones de ella son un poco menos ecuménicas, y también menos ambiguas que las de él. Sabe en qué cree, no tiene dificultades para definir claramente sus ideas, y puede irritarse cuando su amante Libra intenta hacerle ver que todas las cosas son, después de todo, en última instancia... iguales. ¿Los plebeyos iguales a quienes los gobiernan afectuosamente y cuidan de ellos? ¿Iguales a sus gobernantes? ¡Qué disparate! Existe una contradicción clásica entre esta actitud y su posición favorable a la liberación femenina, pero quizá será mejor no recordárselo.

Es probable que ocasionalmente el hombre Libra le haga regalos a su mujer Leo, que se sentirá reconfortantemente amada, placenteramente adorada." Esto es realmente importante para la Leona, ya se trate de una estrella de ópera que actúa en el Metropolitan o de una domadora de mulas que vive en las cumbres de los Andes peruanos. Le gustan los regalos. El hombre Libra posee el talento de conseguir que esta mujer se sienta inmensa y afectuosamente valorada (a menos que él tenga un ascendente o signo lunar Virgo o Capricornio). Por esto la afinidad física entre los dos puede oscilar entre una magnitud considerablemente más que satisfactoria y una euforia embriagante. Cuando ella se siente totalmente deseada y adorada. es capaz de desarrollar una pasión muy selvática y lujuriosa, y al hombre Libra le encanta una mujer a la que le gusta hacer el amor.

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El hombre regido por Venus sabe que la forma de liberar las sustanciosas emociones de ella consiste en prometerle por lo menos la Luna y las estrellas. (El Sol no lo necesita pues ya le pertenece, por derecho de nacimiento.) Es más fácil que deje de lado su altanería con él que con la mayoría de los otros hombres. y por tanto su interacción sexual les suministrará al fin una cálida y maravillosa intimidad. Incluso sus discusiones aumentan el encanto de su acto amoroso. Él puede excusarse por haberla ofendido, como un contrito Lord Essex... y ella puede disculparlo con la gracia benévola de una reina Isabel, cuyo amante ha cometido una trasgresión contra su dignidad soberana. Pero él no debe dejar que sus pensamientos divaguen distraídamente en alas del viento mientras le hace el amor, porque entonces será culpable de asumir esa expresión lejana que los signos de Aire adoptan a menudo en medio de la pasión... en un instante trémulo en que la Leona necesita saber que él tiene la mente fija en ella... y sólo en ella. Es posible que él se quede petrificado cuando ella le ordene, inesperada y coléricamente, que se vaya a dormir permanentemente con sus ensueños remotos, mientras ella duerme sola. Ella no quiere suministrar el acompañamiento musical a sus ensueños diurnos. Y menos aún a sus ensueños nocturnos. Ni a su carrera. Ella es la número uno. Será bueno que él lo recuerde. Ella interrumpirá infaliblemente todas las expresiones soñadoras y distraídas que vea cruzar por los rasgos de este hombre etéreo con una orden: «Dime en qué piensas. Ahora mismo». (¿Habéis oído la historia de la curiosidad y el gato? No olvidéis que ella es el gran gato.) —Sabes muy bien que pensaba en ti, cariño. —No. No lo sé. Dímelo. —Pensaba en un bello día de primavera que, según creía, sería igual a todos los otros días. Entonces te vi por primera vez, y el Sol brilló como nunca lo había visto brillar antes. Ella frunce el ceño. —Estábamos en enero. No nos conocimos en primavera. Había una borrasca. (Ahora sí que él está en un verdadero aprieto.) —Bueno, la primavera estaba a la vuelta de la esquina. Yo la olfateaba en el aire. Tú hacías que pareciese primavera, y por eso la recuerdo así. A veces pienso que podrías hacer florecer jacintos en la nieve. Los haces brotar en mi corazón cuando es invierno allí.

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(Él exhibe los hoyuelos.) Ella sonríe, suspira... y se despereza sensualmente... ronroneando como una gatita. El encanto de Libra ha vuelto a triunfar. Pero él deberá cuidar su alfabeto. Si no recuerda que las iniciales de reina orgullosa son la «r» y la «o», también podrían serlo de riñas y oprobios.

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Hombre LEO Mujer LIBRA ¡Qué dulce! —exclamó Wendy. —Sí, soy dulce, oh, qué dulce soy! —respondió Peter, olvidando de nuevo sus buenos modales.

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Ella puede formular sus cumplidos tan deliciosamente, que casi imaginaréis oír música de arpas en el fondo. También puede ser autoritaria y dominante, con modales afables y delicados. Pero el autoritarismo es el autoritarismo, y la dominación es la dominación, con o sin edulcorantes. El León lamerá sus halagos como un gato lame la crema, pero sacudirá la melena y la mirará con expresión ofendida, si ella se excede en sus sutiles manipulaciones de Venus. Traducidas, éstas son la tentativa de controlar su vida, el hecho de decirle que ella sabe qué es lo que más le conviene a él, y la pretensión de hacerle ver las cosas de manera lógica y justa... o sea, a menudo, como ella las ve. A él le gusta ver las cosas a su manera. ¿Qué otra manera hay? Bueno, admitamos que pueda haber otras, pero la suya es obviamente la única sensata y correcta. Él intentará enseñárselo, tiernamente al principio, y después con energía. Ella fingirá aprender, pero detrás de su talante recatado no cederá nunca ni admitirá que él lo sabe todo. porque siempre estará convencida de que ella sabe qué es lo justo por lo menos la mitad de las veces. Ella es Aire cardinal, él es Fuego fijo. Y por tanto, siempre estarán empatados a la hora de decidir quién marcha a la cabeza del desfile. Lo menos que ella puede hacer —refunfuña él—, es permitir que él sea tambor mayor porque el redoble marca el paso de la parada. Si el hombre Leo no conserva una apariencia exterior de autoridad, se enfurruñará en un rincón y se negará a marchar. Ni siquiera enarbolará el gallardete que ella pintó tan primorosamente para él, con la leyenda: AMAR ES TRANSIGIR. A él no lo convence esa jerga emancipadora de Libra. La chica Libra se presenta por lo general mansamente, con voz almibarada, sonrisas refulgentes y un atisbo, en su aura, de los tonos dorado escarlatas del otoño. Os hace pensar en partidos de fútbol, suaves pulóveres de Cachemira, bombones de gelatina tostados en una fogata al aire libre, caminatas sobre hojas secas, el veranillo de San Martín... la puesta del sol... la estación brumosa. Os hace pensar en... bueno... en los telediarios. (¿Sabíais que Bárbara Walters, la directora del telediario, es Libra? Ahora lo sabéis.) Escuchad y mirad. En medio de la bruma se ve fluctuar un inconfundible aire de mando. Quizá no es inconfundible para el León. Es posible que éste lo pase por alto, al principio. En verdad, es posible que lo pase por alto durante un tiempo. Los hombres Leo se dejan cautivar muy fácilmente por la belleza, y cuando se oyen todos esos acordes de arpa cada vez que ella sonríe, ¿quién capta la estática del fondo? Sólo otra mujer puede intuir lo que se oculta detrás de los modales untuosos de la chica Libra. Las mujeres son más sensibles a estos detalles. Una mujer Aries se da cuenta enseguida. Esto se debe a que: a) la chica Carnero también es un poco mandona, y entre ellas se reconocen; y b) los signos solares de Libra y Aries son opuestos o están en oposición en la rueda astrológica del Karma.

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Si bien uno se siente fuertemente atraído por una persona de sexo opuesto y del signo solar opuesto al propio, uno también está muy alerta a los matices admonitorios de una persona de su mismo sexo y del signo solar opuesto. Estudiad esto, por favor. Es un aserto impregnado de una antigua verdad. Ésta es la razón por la cual la mujer Libra a la que nos estamos refiriendo probablemente imaginó alguna vez (aunque sea hace mucho tiempo) que estaba enamorada de un hombre Aries, en tanto que generalmente (no siempre, pero sí generalmente) se mantiene alejada de las mujeres Aries... y no sólo porque éstas tienen un aspecto trígono armónico con el aura de su León. Ésta es la razón por la cual el hombre Leo pudo haber pensado alguna vez (aunque sea hace mucho tiempo) que amaba a una chica Acuario, en tanto que generalmente se mantiene alejado de los hombres Acuario... y no sólo porque éstos tienen un aspecto trígono armónico con el aura de su mujer Libra. Si su propia Luna estuvo en el signo opuesto a su propio signo solar en su propio horóscopo a la hora del nacimiento, todas estas reglas de «oposición» se anulan. Bueno, quizá no se anulan, pero se modifican... acentuándose unas veces, diluyéndose otras, o negándose, esto depende. La astrología puede ser equívoca cuando tratáis de practicar la lectura veloz de los planetas. Pero si procedéis parsimoniosamente, no dejaréis de ser agraciados por la sabiduría y la clarividencia. La mujer Libra recibe su encanto, sus hoyuelos, su voz melosa, su figura curvilínea y su belleza general (también sus modales atractivos) de su regente Venus. Su signo solar masculino es responsable de su aire latente de «macha» femenina. (Sí, Virginia, la «macha» femenina existe. Lucy la tiene. Preguntádselo a Charlie Brown.) El símbolo de la Balanza le transmite a la chica Libra sus traumas y tormentos de

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indecisión. (Quizá no la atormenten a ella, pero traumatizan a todos quienes la rodean cuando delibera respecto de una de sus decisiones duales.) La regencia solar del hombre Leo es la fuente de su orgullo y su pasión, así como de su generosidad, su calidez y su benevolencia. La influencia astral del Sol es la más poderosa en el sistema que ostenta su nombre, él sistema solar. De su signo solar masculino recibe su coraje, su propio machismo masculino. El símbolo del León es el responsable de su sensualidad y de su sentimiento de superioridad, así como de su arrogancia majestuosa. Y también le infunde la debilidad de revolcarse en el bálsamo de los halagos. Pero, por otra parte, lo convierte en un amante sensacional. Venus le presta el mismo servicio a ella. Ambos son inmensamente afectuosos y recíprocamente demostrativos con sus sentimientos. Si Leo y Libra se casan, sobre todo en la sociedad emancipada de hoy, es posible que ambos trabajen (incluso en la época victoriana las esposas Libra se las ingeniaban para administrar algo más que el hogar, los maridos y los hijos). Ya sea que se orienten hacia el derecho o la arquitectura, o hacia el teatro, las ediciones o el comercio, ambos optarán por ser independientes o por ejercer algún tipo de autoridad sobre los demás. Preferentemente lo primero. Ella se sentirá abatida y frustrada si debe pasar demasiados meses en un equipo de mecanógrafas temporales, o como asistente de lo que sea, aunque intentará sacarle jovialmente el mayor provecho... y él nunca se conformará con encabezar giras guiadas por Disneylandia. Lo que lo estimula es crear una Disneylandia, y no pasear a los demás por la que soñó otro hombre. El León que no es su propio amo ni ejerce el mando en el trabajo, impondrá a veces su autoridad exageradamente en el hogar, sobre su mujer. ¿A qué otra persona podría manejar, si no? Si ella analiza la causa, lo encontrará menos arrogante. No la perjudicará que le permita ser rey por un día, de cuando en cuando, en su propia madriguera. Pero nunca deberá dejarle sospechar que su docilidad y su humildad son un medicamento que ella le administra deliberadamente para aplacar su maltratado sentimiento de importancia.

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No debería haber graves tensiones financieras entre estos dos. Básicamente, tienen la misma filosofía del dinero Éste sirve para comprar la belleza y la comodidad que les gusta a ambos y que ambos necesitan. Es posible que él sea un poco más tacaño que ella... no con el dinero de los dos sino con el de ella. Hay que aprender de memoria las leyes de la jungla que Leo ha promulgado respecto de las compras. Funcionan así: Si se trata de algo que ella desea, es una extravagancia innecesaria. «No nos hace falta un par de candelabros antiguos de bronce, cariño. Además, cuestan demasiado.»

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Si se trata de algo que él desea, cualquiera que sea su precio, es «práctico» y, por supuesto, «economizará dinero a la larga»... como por ejemplo una luz tricolor, centelleante, que él se ceñirá al tobillo mientras practica «jogging» por la noche; un Rolls Royce ligeramente usado; o un proyector de cine nuevo más una sala flamante con paneles de madera para la exhibición doméstica de grandes éxitos cinematográficos. ¿Comprendéis? Cualquier otra mujer se sentiría frustrada hasta el punto de echarse a llorar de cólera frente a una conducta tan consecuentemente (¿diremos egoísta? Sí. Digamos egoísta)... frente a una conducta tan consecuentemente egoísta. La mujer Libra estallará cuando su Balanza esté desequilibrada, uno que otro jueves, pero por lo general se limitará a lucir una sonrisa radiante, asentirá alegremente y salvará la paz. «Tienes toda la razón del mundo, querido.» Más tarde volverá sola a la tienda y comprará los candelabros de bronce. Él no se enterará en seguida. Será durante una velada mágica en que algunos invitados (preferentemente personas importantes) admirarán entusiasmadas la forma en que refulgen a la luz de las velas. Entonces él se dará cuenta. (Ella los sacó del lugar donde estaban escondidos, en el lavadero, para esta ocasión especial.) Él sonreirá, mientras comenta: «Su gusto exquisito es una de las razones por las cuales me enamoré de ella». Ella le sonreirá a su vez, con una de sus sonrisas de mantequilla derretida, embellecidas por los hoyuelos. Él suspirará. Oscurecimiento gradual en la pantalla. Éste no es más que uno de los muchos ejemplos que os doy constantemente en este libro acerca del «puño de hierro» que la mujer Libra oculta bajo un «guante de seda». Si exceptuamos las escaramuzas que librarán para resolver cuál de los dos subirá primero por la escalera mecánica, y cosas por el estilo, ella es una compañera apropiada e inteligente para el León, y su refinado talento para conservar la armonía es el atributo más importante que tiene en su condición de dama de este caballero. Ella se las ingenia para saber exactamente cómo desarrugar el ceño fruncido de Leo. Es una mujer extraordinariamente aplomada, excepto cuando está alterada. Entonces puede ser absolutamente intratable. Sin embargo, está bien dotada para el matrimonio. Las Libra sienten tanta necesidad de casarse que a menudo se desposan precipitadamente con el hombre equivocado. Pero se perfeccionan con la práctica.

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La mujer Libra necesita hacer el amor en un clima muy romántico, a pesar de su «machismo» femenino, y esto es algo que el León puede suministrarle, si quiere. Los Leo tienen mucho en común con Valentino. Su lánguida sensualidad satisface la necesidad de pasión voluptuosa que experimenta ella, mediante la eterna compatibilidad cósmica del Sol y Venus. Ella es una compañera intuitiva y sensible para el León impulsivo, y sabe prever sus deseos fogosos. También sabe satisfacerlos. Cuando dos personas se aman, las mismas anomalías de carácter que pueden generar problemas en otras áreas de su relación, se trasladan a su vida sexual, aunque en condiciones más disimuladas y abstractas. ¿Recordáis la ley de la jungla respecto de las compras? También se aplica, muy sutilmente, al acto amoroso. Cuando ella lo necesita a él, una noche en que está físicamente más extenuado que de costumbre, la acusa de ser una insaciable sexual que no respeta su descanso. Cuando él la necesita a ella, una noche en que ella está más exhausta que de costumbre, se trata de una demostración normal y saludable de su amor, que los hará dormir mejor a ambos y después de la cual se sentirán más descansados por la mañana. Sin embargo, aparte de esto, su química sexual está correctamente equilibrada, y su acoplamiento puede ser una experiencia deliciosa para ambos.

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Los hombres Leo son siempre más fieles, afables y relajados después del matrimonio que antes. Necesitan un castillo, alguien a quien proteger, y la seguridad de que alguien que los ama los espera todas las noches. Las chicas Libra se sienten magnética e irresistiblemente atraídas hacia la compañía recíproca, y por tanto el casamiento es bueno para estos dos enamorados. Muy bueno. La vida no será monótona, y ésta es siempre una ventaja. Así el amor sigue siendo excitante. Habrá momentos en que ella aceptará con una serenidad maravillosa toda clase de necedades. Habrá otros momentos en que se enfurecerá o se entablará una discusión con el menor pretexto. Su equilibrio emocional estará alterado, quizá porque le gustaría que su cabello fuera más oscuro (o más claro), porque la pata de la mesilla está torcida y él no la reparó, porque el color de la colcha la pone nerviosa... o tal vez lo que catalizó su contrariedad fue que se hubiera desconchado su jarra de cristal tallado. No importa. Él la mimará afectuosamente hasta apaciguarla, con su cálido y reconfortante estilo de Leo... hasta que ella luzca su sonrisa brillante y vuelvan a ser felices como tontos. (Los tontos son siempre más felices que el resto de la gente.) Un hombre y una mujer enamorados se vuelven apáticos, en el plano romántico, cuando sólo les interesa el juego del apareamiento sexual. Estos dos nunca serán apáticos el uno respecto del otro. Siempre tendrán algo de qué hablar. Por supuesto, ella se sentirá debida y encantadoramente agradecida por la sabiduría que le dispensa su León, y se lo demostrará. Por otro lado, aunque ella pasará toda su vida educándolo a él, lo delicioso es que probablemente él nunca lo notará. No es bueno que un hombre sepa cuánto necesita aprender de su mujer... sobre todo si se trata de un rey.

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LEO

ESCORPIÓN

Fuego Fijo Positivo Regido por el Sol Símbolos: el León y el Gatito Tímido Fuerzas diurnas Masculino -

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Agua - Fijo - Negativo Regido por Plutón Símbolos: el Escorpión y el Águila Fuerzas nocturnas - Femenino

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La relación LEO-ESCORPIÓN

—Joven orgulloso e insolente —dijo Hook—, prepárate a encontrarte con tu perdición.  —Hombre torvo y siniestro —respondió Peter—, ¡pobre de ti! 

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Empecemos con un elemento positivo. Algo que Leo y Escorpión comparten es un sincero respeto mutuo. Como he dicho antes, todos los signos de Fuego (y los Leo no son la excepción a la regla) comprenden instintivamente que los abismos líquidos de Escorpión pueden ahogar su rutilante entusiasmo... así como todos los signos de Agua, incluido Escorpión, comprenden instintivamente que si permiten que las llamas de Leo ardan incontroladamente, dichas llamas podrán estar peligrosamente próximas a deshidratar su sensibilidad, hasta hacerlos desaparecer parcialmente... si no por completo. Un Escorpión preferirá partir arrastrándose por la oscuridad de la noche con tal de no enfrentar la deshidratación final a manos de un consorte, pariente o amigo Leo. Los Escorpión tienen instinto de conservación. Mucho.

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Ambos signos solares son de naturaleza fija y alimentan un deseo secreto de dominar. Bueno, por lo menos en el caso de Escorpión, el deseo es secreto; en el del León es más o menos obvio, excepto cuando se trata de un Leo que sofoca su ego natural, lo cual es muy insalubre. Los observadores informales de esta pareja reciben la impresión de que Leo deberá asumir finalmente el control, porque el León o la Leona no oculta en absoluto que se propone dominar la relación. Pero no todos los observadores informales son astrólogos. Si lo fueran, tendrían la precaución de no subestimar las tácticas sutiles, a largo plazo. de Escorpión el poder que se conquista ocultando las propias intenciones, la eficacia del ataque por sorpresa en el momento menos esperado. Aconsejamos realizar cálculos cuidadosos antes de pronosticar el desenlace de una asociación entre estas dos criaturas astrológicas: en la oficina, en el círculo familiar o en la escena conyugal.

El Escorpión es sensible, y por tanto intuirá cuándo está herido el orgullo de Leo. Entonces será inmensamente reconfortante y protector... si el que lo ha herido ha sido un ajeno. Cuando la lesión la ha infligido el mismo (o la misma) Escorpión, es posible que Leo piense que Atila el Huno sería más compasivo. El único culpable eres tú, Leo. Te he repetido hasta el cansancio que cuando los Escorpión se enfadan, se enfadan en serio. Clavan el aguijón, como represalia. Cuando Escorpión está furioso, está furioso, y es imposible aplacarlo con Magos. Tampoco servirá de nada alejarse hasta que amaine la tormenta. La cólera seguirá bullendo cuando vuelvas. Como los Escorpión no son muy tolerantes, la única forma segura de tratar con uno de ellos sin que te pique consiste en tener la precaución de no hostigar a la persona regida por Plutón hasta el límite de su paciencia ni con demasiada frecuencia. Infortunadamente, Leo no aceptará a menudo este consejo. Sólo los cobardes pisan con cautela cuando andan cerca de los Escorpiones. El carácter orgulloso y temerario de Leo desprecia tamaña prudencia, y por eso el León se desenfrena a menudo, y al diablo con todo. Una sugerencia amistosa: Mucho ojo. Es posible que efectivamente el diablo se lo lleve todo.

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Paradójicamente, la relación entre niños y adultos, emparentados o no, en esta configuración 4-10 específica, es a menudo muy estrecha, incluso conmovedora. Hay un« elemento obsesivamente paternal o maternal en la actitud del Leo o Escorpión mayor respecto del Escorpión o Leo menor. Es regocijante presenciarlo y delicioso experimentarlo. Quizás esto se debe a que el Leo joven aún no ha tenido tiempo de adquirir su feroz orgullo, y por tanto no lo irritan los vehementes gestos protectores del Escorpión adulto. Y también es posible que las Águilas jóvenes aún no hayan desarrollado plenamente la naturaleza vengativa de Plutón, y por tanto pueden aceptar con más benevolencia el histrionismo de Leo. Sin embargo, a medida que pasen los años, estos dos tendrán que hacer un mayor esfuerzo para entenderse armónicamente. Conozco a un chico Escorpión que entabló una estrecha relación con un hombre Leo. Éste último era como un hermano mayor para el muchacho, cuyo propio hermano mayor Acuario capeaba en esa época las tormentas de la adolescencia, y por consiguiente lo trataba con desapego. Cuando un Escorpión encuentra algo o a alguien digno de respeto, nadie puede ser más respetuoso que un Águila joven, y Mike, el chico Escorpión, encontró mucho para respetar en su compañero Leo de más edad. Bob, el León, le enseñó paciente y afectuosamente al chico cómo se caza una lagartija con un cordel, para luego soltarla cerca de un estanque con peces; cómo se remonta una cometa y se la hace revolotear entre las nubes cual si fuera... bueno... ¡cual si fuera un águila! Le contaba historias de los personajes de Tolkien, con efectos sonoros; contestaba con mucha seriedad sus preguntas acerca de la forma en que funciona la manija de la puerta de un auto; e incluso advertía severamente a la madre del chico que éste no era su esclavo por el solo hecho de ser menor que ella, que merecía ser tratado con consideración,, y que debía pedirle —y no ordenarle descomedidamente— que le hiciera los mandados. Todo esto se implantó lenta pero inexorablemente en el inconsciente de Plutón. Hasta que llegó el día en que, cuando se hallaban juntos sobre una roca a orillas del océano, en Pismo Beach, California, apareció súbitamente una ola gigantesca, que los rodeó por completo. Si el León no hubiera retenido fuertemente al chico, éste, que no sabía nadar, habría sido arrastrado. El episodio selló su relación. El chico estaba convencido de que su amigo Leo le había salvado la vida, y se mostró dispuesto a venerarlo por los tiempos de los tiempos. (¡He aquí algo de lo que los Leo no se hartan nunca!)

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Más tarde, el León debió partir, por razones ajenas a su voluntad. Su ausencia se prolongó durante casi siete años. A medida que transcurrían los años, el chico Escorpión dejaba atrás su infancia, pero en todo ese tiempo su ferviente lealtad por el León lejano no flaqueó ni una vez, Aunque no hubo absolutamente ninguna comunicación entre los dos, el Escorpión no aceptaba que hablaran mal de su amigo. Sabía que tenía un buen motivo para permanecer lejos, así como sabía que volvería. Y un día... volvió. Escorpión casi nunca se equivoca al juzgar el carácter de las personas.

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También conozco a una chiquilla Escorpión de Falls Village, Connecticut, que siente lo mismo por su auténtico hermano consanguíneo, un León al que le tributa una total adoración. Esto le encanta al gran gato, por supuesto, y el cariño es mutuo. Lo mismo sucede cuando Leo es el menor y Escorpión el mayor. Ambos signos solares protegen instintivamente al más débil. Entre los regidos por el Sol y los regidos por Plutón existe una relación de «todo o nada». Ni el Águila ni el León o la Leona pueden abordar el afecto con displicencia. Estarán apasionadamente unidos... o se desentenderán el uno del otro. Para estos dos no existen los términos medios, cualquiera sea la naturaleza de su relación. Siempre es o todo o nada. En las combinaciones Leo-Escorpión menos afortunadas, es posible que la atracción inicial dure menos de lo que ambos previeron al principio. El desencanto no tardará en hacerse sentir si uno de ellos tiene un signo lunar incompatible, porque la actitud del «siempre tengo razón», propia de Escorpión, aunque sea tácita, frustrará primero, e irritará después, a Leo. Escorpión no necesita expresar verbalmente su superioridad. Basta una larga y dura mirada de frío aplomo para proyectar muy claramente el mensaje. Entonces el resentimiento de Leo podrá parecer injusto, porque éste es un experto igualmente reconocido en lo que concierne a la convicción de que tiene el privilegio de la infalibilidad... de que siempre tiene razón en tanto que los demás siempre están equivocados. (Sin embargo, quién sabe por qué, el León o la Leona nunca está tan seguro de ello como el Escorpión.) Las petulantes actitudes de superioridad de estos dos son tan parecidas que se podría pensar que deberían ser más tolerantes con sus respectivos egos, pero no siempre es. así. En una relación humana, sólo queda margen para que una sola persona tenga siempre razón como siempre la tienen (o creen tenerla) Leo y Escorpión. La fijeza de ambos signos no ayuda. Fijeza es sinónimo de empecinamiento. La primera palabra es quizás un poco menos cruda que la segunda, pero igualmente hace que sea difícil desviar o apartar a Leo o Escorpión de una posición u opinión tomada. Intentadlo, cuando dispongáis de mucho tiempo. Enseguida entenderéis a

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qué se refiere la astrología cuando habla de un signo fijo. (Los signos fijos son Leo, Escorpión, Tauro y Acuario.) Es posible que Escorpión permanezca callado durante el monólogo de Leo, pero no os engañéis. Ningún Escorpión aceptará las opiniones de Leo si no está totalmente convencido de su validez. El Escorpión se resistirá de entrada, con una negativa contundente, a aceptar las opiniones que Leo pretende imponerle arrogantemente, o encontrará la manera de eludir por completo la cuestión. Furtivamente. Ésta es la palabra. Por lo menos ésta es la palabra que Leo elegiría para describir la forma en que Escorpión se evade, deslizándose y arrastrándose, para no cumplir las órdenes de Su Majestad. Leo no tiene nada de furtivo. Incluso Escorpión lo reconocerá. Estos reyes y reinas les comunican claramente a todos los plebeyos lo que desean y exigen. No, los Leo no son furtivos... sólo un poco autoritarios. Y consentidos. Y están acostumbrados a salirse con la suya desde que eran cachorros. Sin embargo, a pesar de estos aires prepotentes, son tan tiernos y radiantes, tan generosos y cordiales, que es posible que incluso el Escorpión normalmente sensible no intuya inmediatamente el peligro de deshidratación... o de cosas peores. Asimismo, los Escorpión están tan dotados de ese sutil talento en virtud del cual parecen ceder cuando en realidad no aflojan ni un palmo, que puede transcurrir un tiempo antes de que Leo se dé cuenta de que la situación es propia de otro Waterloo.

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Cuando un Leo se siente herido, se enfurruña o ruge. Este último comportamiento turbará al principio la psiquis susceptible de Escorpión y provocará una aparente retirada... pero si el enfurruñamiento o los rugidos se repiten con innecesaria frecuencia, al fin lo único que Leo obtendrá de Escorpión con su histrionismo será esa larga, dura y fría mirada de Plutón. Que un Escorpión os menoscabe con su mirada es más o menos tan agradable como levantar castillos en un cuadro de arena lleno de arañas venenosas. Esto no refuerza en absoluto el sentimiento de autobombo del León. Si estos dos mitigan el elemento personal y hacen girar sus respectivas actividades en torno de metas abstractas ajenas a ellos mismos, pueden funcionar como un equipo bien avenido, y encierran un peligro formidable para todos los ajenos que intenten subyugarlos sofocando el fuego de Leo o levantando olas en el agua de Escorpión. Pero si los ideales impulsivos y el espíritu generoso de Leo son sumergidos con tanta frecuencia que los espléndidos sueños del León se humedecen hasta el punto de derrumbarse, Escorpión será expulsado del reino... o Leo se irá por su cuenta a otro castillo donde le parezca que tributarán el debido respeto a la realeza. A Leo también le convendría controlar esa actitud autoritaria respecto de Escorpión. Porque el León o la Leona no recibirá de ningún otro signo solar una lealtad y una devoción tan profundas. Debe ganárselas. Igualmente, valdrá la pena que se trague de cuando en cuando un poco de orgullo a cambio de que le rindan pleitesía con la vehemencia que sólo Plutón puede brindar.

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Mujer LEO Hombre ESCORPIÓN ¿Cuál de estas aventuras elegiremos? Lo mejor será echarlo a suertes. Lo he echado a suertes y ha ganado la laguna. Esto casi hace desear que hubiera ganado la quebrada o el pastel o la hoja de Campanilla. Por supuesto, podría volver a intentarlo, y optar por lo mejor de los tres. Pero quizá lo más justo será atenerse a la laguna.

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La profunda laguna de la naturaleza interior del hombre Escorpión triunfará inevitablemente y empañará la defensa llameante de la Leona en cualquier conflicto grave que los enfrente. El es un signo de Agua, y el agua es el más fuerte de los elementos. El fuego consume, ¿y qué queda por conquistar después de que el adversario ha sido consumido? Pero el agua sencillamente cae gota a gota, y horada incluso la superficie de la roca y el granito, ciñéndose estrictamente a sus planes. Ni siquiera un peñasco arrojado al cauce de un arroyo cambiará el curso de éste. Pero lanzad una tea ardiente al océano, ¿y cuánto duran las llamas? Por supuesto, la dimensión de la masa de agua puede modificar el resultado. Una inmensa hoguera hará crepitar, y luego desaparecer, a unas pocas gotas de agua. Pero la mayoría de las mujeres Leo y los hombres Escorpión están mejor concertados, y en las asociaciones más comunes entre las Leo y los Escorpión cuyas vibraciones individuales están equilibradas, triunfará la laguna (el agua). Escorpión tiene mucha más experiencia espiritual que Leo, porque marcha delante de éste en la rueda del horóscopo. Es útil saberlo desde el comienzo. Esto puede complicarse, empero, porque nadie sabe con certeza cuál de los dos signos solares le lleva la delantera al otro en el número de viajes alrededor de la rueda. Sin embargo, podéis estar seguros de que incluso una Leona que describe su millonésima vuelta alrededor del círculo ha sido situada por su propia personalidad superior, en determinada encarnación, dentro de la vibración del signo solar de Leo porque aún no ha asimilado por completo todas las lecciones de los siete signos siguientes. Como Escorpión se encuentra astralmente más adelantado —aunque sólo realice su milésimo viaje circular, comparativamente— en esta relación especial, dentro de esta existencia particular, el Karma le ha encomendado la misión de enseñarle a ella algunas cosas que necesita aprender, le guste o no... y puedo garantizaros que la idea no la entusiasmará. Lo mismo vale cuando se invierten los sexos y se trata del hombre Leo y la mujer Escorpión. Leo no puede luchar contra este Kismet predestinado, estrellado, y ganar, así que lo más prudente será que se relaje y lo acepte.

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Es posible que los modales visibles de la chica Leo sean cálidos, generosos, gregarios y amistosos. Pero esto no significa que le regocije descubrir que está siendo disecada como si fuera una mariposa, bajo la mirada increíblemente penetrante y fija de un Escorpión que intenta sondear las profundidades de su mente, de su corazón y de su alma, para no hablar de su cuerpo. Si los ojos del Escorpión se vuelven demasiado íntimos en demasiado poco tiempo, ella no vacilará en transmutar su elemento Agua en hielo con su glacial majestuosidad soberana, aunque se sienta magnéticamente atraída por él. A la Leona le disgusta que los extraños la traten con familiaridad, así que esperad a conocerla mejor antes de hacerla entrar con la mirada en un trance hipnótico de Plutón. Uno no mira fijamente a la reina. Este comportamiento puede determinar que ella os haga expulsar del baile con un ademán despectivo y altanero.

Es posible que el primer conflicto se desencadene por cuestiones de dinero. A ella le gusta gastarlo, aunque pueda demostrar un espíritu sorprendentemente práctico a la hora de resolver cómo y dónde lo distribuirá, incurriendo sólo esporádicamente en derroches estrafalarios. De vez en cuando él también puede ser conmovedoramente generoso, pero pondrá mala cara cuando ella intente controlar los gastos de él. Al mismo tiempo, él no tendrá escrúpulos en controlar los gastos de ella, e infortunadamente ambos comparten esta contradicción de carácter que es algo más que un poco egoísta. Es rara la Leona que se somete a este tipo de arreglo sin lanzar rugidos periódicos de indignación femenina. Un presupuesto conjunto siempre les traerá problemas a los dos. Ella gastará pródigamente, pero adoptará una actitud petulante o francamente hostil cuando él alegue que se han agotado los fondos del mes. El hombre Escorpión sólo tolerará esta situación durante un lapso muy limitado. Después se replegará en una atmósfera de silencios amenazadores y miradas pétreas, que no es precisamente la más apropiada para que florezca el amor. Podrán instaurar la armonía si resuelven operar con cuentas bancarias separadas, sin formularse preguntas ni pedirse cuentas respecto de lo que cada uno gastó en esto o aquello, aunque él haya tenido que regalarle una

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porción de sus ingresos para que ella pudiera abrir su cuenta corriente. Sin embargo esto casi nunca será necesario, porque la mujer Leo típica ya tendrá algún dinero ahorrado cuando conozca a su Águila y se enamore de él. El noventa y cinco por ciento de las Leonas trabajan. Es posible que después de aparearse dichosamente con el hombre que adora le encante empaparse durante un tiempo en la vida doméstica, pero no tardará en sentir la apremiante necesidad de esparcir sus rayos luminosos, y entonces empezará a anhelar una actividad extrahogareña que refuerce su sentimiento de importancia personal.

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A la mujer Leo sólo le basta administrar una casa para sentirse feliz cuando ésta es la Casa Blanca, un castillo gigantesco levantado en lo alto de una colina barrida por el viento, o el vasto imperio de, digamos, un magnate naviero griego... como en el caso de Jacqueline Kennedy Onassis, cuyo apellido de soltera era Bouvier. Jackie no necesitaba ponerse a trabajar para asegurar su subsistencia cuando tuvo la gran desdicha de enviudar por segunda vez. Pero cuando ya no tuvo un hogar en el cual enseñorearse, su sangre astrológicamente azul le ordenó demostrar al mundo que valía realmente como ser humano, así que saltó a una oficina, un escritorio y una carrera literaria... de la que aún no se ha dicho la última palabra.

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El entendimiento sexual entre una Leona y un Águila podría ser delicado. La forma apasionada y un poco mística de hacer el amor que lo caracteriza a él deleitará al principio a la romántica que hay en ella... pero a medida que transcurra el tiempo, esta mujer necesitará más declaraciones verbales de afecto, y demostraciones más sustanciosas, imaginativas y tangibles de su adoración. El Escorpión encontrará irresistiblemente excitante la extraña combinación de altivez y fuego que caracteriza a la Leona, y pocas veces se cansará de la forma en que lo desafía eternamente a la conquista. Pero si él se siente rechazado con demasiada frecuencia por su fría majestuosidad, perderá aquel magnetismo animal que la hizo desfallecer al principio, y quizás incluso la castigará quedándose dormido mientras ella yace a su lado, sintiéndose vacía y sola. Una de las tácticas más crueles de defensa y represalia que emplea el Escorpión como método de venganza cuando lo han herido, aunque la utilice inconscientemente, consiste en la negación del placer sexual. Si este hombre y esta mujer se esfuerzan realmente, pueden crear juntos una atmósfera bellísima, a pesar del obstáculo que implica su configuración de signos solares 4-10 en cuadratura. Tienen muchos elementos en contra desde el principio, pero tienen a favor su libre albedrío recíproco. Imaginad un lago sereno, despejado, a la luz de la luna, sobre cuya superficie discurren mil llamas refulgentes que despiden chispas de color brillante hacia el cielo aterciopelado de la medianoche. ¿Cómo es posible que las llamas permanezcan sobre el agua sin apagarse? Es que están encendidas sobre troncos flotantes que las sostienen. Para el signo de Fuego Leo y el signo de Agua Escorpión, estos troncos flotantes pueden simbolizar un objetivo común. Cuando el Águila y su Leona encuentran este objetivo (o carrera) común, acorde con los sueños de ambos, y marchan juntos en pos de él, pueden ejecutar el hechizo alquímico de combinar la pasión y el poder para transmutar la desdicha en milagros. La pasión de él... el poder de ella. O la pasión de ella... el poder de él. No importa, porque los dos disfrutan de la una y el otro. Sus aflicciones empezarán cuando él leve anclas rumbo a una aventura emocionante, sin llevarla consigo, dejándola sentada bajo la tabla de planchar... o a la inversa, cuando ella se vaya a bailar impulsivamente bajo el sol de agosto, y lo deje a él celebrando solo el Día de Acción de Gracias durante un frío mes de noviembre. Debajo de la personalidad rutilante y valerosa de la mujer Leo yace sepultada una profunda inseguridad. Si su consorte le niega el derecho a la individualidad, puede volverse tan resentida e inquieta como una Leona enjaulada en el zoo. En cuanto a él. la vehemente necesidad que experimenta el Escorpión de la refulgencia de ella, para que le ilumine la vida, puede generar algunos accesos violentos de celos y espíritu posesivo, típicos de Plutón. El tendrá que comprender que esta mujer sencillamente debe regodearse de cuando en cuando bajo el foco de la admiración... pues de lo contrario se consumirá casi literalmente. Si a veces sus adoradores son hombres, ello no implica que sea promiscua, sino que ejerce su derecho real a ser venerada. El Águila posesiva no soporta ver cómo otros hombres cortejan a su mujer, pero esto es lo que debe prever que pasará si la deja sola. La Leona nunca se conformará con sentarse junto al fuego, haciendo calceta para su consorte, puliendo las pasiones de éste por la noche, y espolvoreando talco sobre el complejo de superioridad del Escorpión cada mañana antes de que éste se pierda en el mundo tentador velado por la bruma. Por tanto, si estos dos enamorados no hacen las cosas juntos, a veces su camino podrá estar erizado de piedras. Pero... ¿sabéis qué se hace con las piedras? Se las elimina. Basta levantarlas y arrojarlas al costado. Si ella puede aprender a valorar la seguridad emocional y la devoción excepcional que él le ofrece... y si él

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puede aprender a valorar auténticamente el espíritu cálido, generoso y radiante de ella, lograrán transmutar la cuadratura astrológica de tensión y conflicto entre sus soles natales en la energía igualmente poderosa del cuadrado, para crear un vínculo de unión asombrosamente fuerte. Porque el amor, como un barco, siempre es más seguro y resistente después de que se ha probado su capacidad marinera. La Leona, aunque fue coqueta en su juventud, será leal y fiel a su consorte una vez que éste la haya domado... siempre que la mano del domador sea suave, y no demasiado implacable. Y aunque entre los desconocedores de la astrología tenga fama de estar obsesionado por el sexo, el hombre Escorpión siente la compulsión interior y concreta de explorar sus misterios, para después elevarlo a la pureza de una experiencia espiritual. Si este hombre y esta mujer se miraran profundamente a los ojos, sondeando sus auténticas personalidades, verían que no tienen necesidad de celarse ni de competir entre ellos.

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A menudo otras parejas no consiguen consolidar una relación con los niños. Pero en el caso de Leo y Escorpión, el Destino ha decretado misteriosamente que si la necesidad y el deseo son suficientemente intensos... «un niño señalará el camino que conduce a la unidad».

Hombre LEO Mujer ESCORPIÓN

—¿Debo hacerlo? —preguntó Wendy, radiante—. Claro que es tremendamente fascinante, pero ya ves que sólo soy una niña. No tengo verdadera experiencia. —Eso no importa —respondió Peter, como si fuera la única persona presente que lo sabía todo, aunque en realidad era el que menos sabía.

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Ella miente, como a veces lo hacen los Escorpión, esforzándose desesperadamente por ocultar sus sentimientos más íntimos. ¿Que no tiene verdadera experiencia? Tiene la experiencia de infinitas encarnaciones en la sabiduría de Plutón. No hagáis caso de esta deliberada denigración de sí misma. Curiosamente, es la consecuencia del ego de él. No. Quizás ego no es la palabra correcta. Es su confianza en sí mismo, exhibida con tanta naturalidad e informalidad, lo que primero influye para que la chica Escorpión se deje fascinar por el León carismático. Ella también tiene confianza en sí misma (en verdad, muchísima más que él), pero es incapaz de proyectar su confianza con tanta confianza. Sé que esto parece confuso, pero releedlo y le encontraréis sentido. De modo que la mujer Escorpión encuentra en el Leo muchos rasgos dignos de admiración, e incluso de respeto. A diferencia de ella, él ha descubierto la forma de hacerle saber al mundo cuán seguro de sí mismo se siente por dentro... aunque no se sienta tan seguro. A ella le parece a menudo que su confianza en su propio conocimiento interior, del que ella está siempre segura, permanecerá eternamente encerrada dentro de ella. Quizás él tiene la llave... y si es así... ¡qué jubilosa libertad puede conferirle a ella!

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Ella lo atrae a él por razones casi idénticas. Generalmente la Escorpión no tiene conciencia del sereno aplomo y de la sabiduría interior que proyecta sobre los demás con sólo urja mirada profunda, profunda. La mayoría de los, destinatarios de su mirada sencillamente se acoquinan y giran la cabeza para eludir... no saben muy bien qué... sólo están seguros de que se trata de algo que quieren eludir. Al León valeroso, audaz, no le sucede lo mismo. La mirada de ella lo fascina. A veces siente que se ahoga en las aguas frescas y plácidas de sus ojos, y a veces siente que aprende misterios místicos mediante una silenciosa transferencia de conocimientos. En otras ocasiones se siente peligrosamente próximo a ser absorbido por la tempestad de las olas bullentes y arrolladoras que se ocultan detrás de la mirada de Escorpión. y para Leo esto no es horripilante ni aterrador... sino que es francamente excitante. Ella le envidia su capacidad para irradiar tanta calidez. Como ella pertenece a un signo de Agua, por mucho que desee otra cosa, la tibieza que experimenta se trueca en cierto grado de frialdad y desapego, incluso con aquellos que más ama. Pero al hombre Leo lo rige el Sol ardiente, incluso cuando está encolerizado o de mal humor. Es imposible estar cerca de un León y no sentir cómo el calor de los rayos del Sol se infiltra en todo tu ser. Como si te regodearas frente a un hogar confortable, cuando el León está contento; como si te entibiaras frente a unos carbones incandescentes, cuando no siente nada especial; o como si experimentaras la emoción de presenciar un colosal incendio de bosques, cuando está excitado. Si al menos ella pudiera desahogar sus propias emociones, mucho más profundas, con tan pródiga despreocupación. Ella

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no cesa de esforzarse en vano por exhibir más abiertamente sus sentimientos, y entonces aparece este hombre espectacular, que es capaz de demostrar su orgullo y sus prejuicios con tan poco esfuerzo y con tanta gracia. Incluso marcha garbosamente, como si fuera un gran gato que está al acecho en la jungla, con una inconfundible majestuosidad soberana en su paso. No es extraño que ella se enamore apasionadamente de él. No es extraño que lo adore. Y tampoco es extraño que la chica Escorpión magnetice al hombre Leo. No hay nada en el mundo que le produzca más placer que sentirse adorado. A menos que sea sentirse venerado. Cuando la serpiente se introduce furtivamente en su Edén verde y fresco ambos quedan sorprendidos, heridos y desencantados. ¿Qué pudo haber ocurrido? Tantas cosas siguen estando en orden... ¿qué pudo haber fallado?

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No es difícil identificar los problemas. Recientemente visité en Cripple Creek, Colorado, a dos buenos amigos que son los propietarios del Gasthof Restaurant local: Carroll (un Leo) y su esposa, Bárbara (una Escorpión). Por pura diversión, pero con un poco de método en mi locura, sugerí que jugaran conmigo un juego de telegrafía astrológica. (Yo tomaba notas.) — ¿Puedes resumir —le pregunté a la Escorpión—, todas las cosas que más te disgustan en Carroll, todas las cosas que más te fastidian y que causan más tensión en tus relaciones con él... en una sola palabra?

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Ella reflexionó momentáneamente y después clavó en su consorte Leo una de esas miradas frías, duras, mientras dictaminaba clara y enfáticamente: —Arrogancia. (Durante los últimos días los dos habían tenido algunas pequeñas dificultades, como les sucede a todas las parejas, de tiempo en tiempo.) Como no me entusiasmaba el riesgo de encontrarme en medio de un conflicto Fuego-Agua, procuré no prestar demasiada atención al talante del León mientras le formulaba, con la mayor jovialidad posible, la misma pregunta. —¿Cómo resumirías en una sola palabra todo lo que objetas en los hábitos y el carácter de Bárbara, Carroll? Sin vacilar un segundo, él la miró con el ceño fruncido y gruñó coléricamente: —Silencio. —¡Perfecto! —exclamé—. ¡Realmente perfecto! —Se volvieron hacia mí, perplejos. Entonces me apresuré a explicar—: Lo que quiero decir es que vuestras respuestas sintéticas fueron un ejemplo perfecto de la discordancia entre Leo y Escorpión... o sea, entre todos los Leo y todos los Escorpión —me corregí apresuradamente. Después le formulé mi segunda pregunta a Carroll, el León—: Ahora, ¿puedes resumirme la cualidad de Bárbara que más te atrae, lo que más admiras y amas en ella... en una palabra? Su cólera trémula, apenas controlada, se derritió súbitamente, tal como el hielo se derrite en una jornada soleada, a mediodía, y la miró con auténtica ternura, mientras decía dulcemente... algo maravilloso. —Supongo que esa palabra sería... devoción. —Hizo una pausa, y después continuó con una eclosión impetuosa de sentimientos—: Cuando estuve en el hospital el mes pasado, tan dolorido por mi fractura de pierna, postrado con una escayola desde los dedos de los pies-hasta la cadera, y atontado por los sedantes, cada vez que abría los ojos la veía a ella. Sentada sencillamente a mi lado, por si necesitaba algo. Hay un largo trayecto desde Cripple Creek hasta el St. Francis Hospital de Colorado Springs, y ella tiene mucho ajetreo con el restaurante y los niños (cuatro varones) y la casa y todo lo demás, y no sé de dónde sacaba tiempo y energías para estar allí. Pero estaba siempre. Siempre está allí... cuando la necesito. —Entonces se ruborizó, consciente de que su declaración romántica tenía público, y concluyó, un poco balbuceante—: Supongo que es... bueno, tal como dije... no se me ocurre otra palabra que no sea devoción. Mientras él hablaba, los ojos de la mujer Escorpión se anegaron de lágrimas, y tragó con dificultad. La tensión que antes había palpitado entre ellos se había disipado milagrosamente, y se miraron breve pero significativamente mientras las lágrimas brillaban, también en los ojos del León. Aunque no tenía ganas de interrumpir este singular trance de intercomunicación armoniosa, proseguí, empero, el juego, y le pregunté a Bárbara: —¿Y tú? ¿Qué palabra elegirías para describir las cualidades positivas de Carroll que hacen que tú lo ames a él? Se quedó callada. Durante un minuto. Después pasó otro minuto. Cuando hubieron transcurrido varios minutos, continuaba muda. Finalmente, turbada y obviamente incómoda por su incapacidad para expresar lo que pensaba, murmuró con tono compungido, dirigiéndose a nosotros dos: —Lo siento. Quiero decir... hay cualidades... pero... sencillamente no se me ocurren... No sé.

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El silencio se prolongó durante varios minutos más, que seguramente le parecieron una eternidad al León. Sin embargo, como él era Leo, y en consecuencia no pecaba por falta de locuacidad, llenó el vacío con un comentario típico de su signo: Vamos, Bárbara, no seas vergonzosa. ¿Por qué no confiesas que la palabra es «adorable»? —La Escorpión siguió callada—. ¿Ésta es la palabra que buscas, verdad? ¿Adorable? ¿O acaso la palabra «perfecto» me describe mejor? Nos reímos, nerviosos. Mejor dicho, Leo y yo nos reímos. Su esposa Escorpión trató de forzar una sonrisa, y después se excusó y fue a la cocina a buscar más café. Entonces incluso el León se quedó mudo. Y me pareció que era mejor que yo también permaneciera callada. Dentro de la habitación, la atmósfera de incomodidad crecía sin cesar. Hasta que Bárbara salió inesperadamente de la cocina, con el paño de la vajilla en la mano y con una sonrisa en el rostro.

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—Acaba de ocurrírseme la palabra —anunció, evidentemente aliviada—. «Fiabilidad». Es tan... digno de confianza. Siempre puedo contar con el hecho de que cumplirá con su palabra cuando pueda. Nunca me desengaña ni desengaña a nadie. Sé que una vez que ha prometido algo. se esforzará por cumplir. Realmente es la persona más digna de confianza que he conocido en mi vida. Creo que... bueno, creo que la palabra que elegiría es fiable. Vaya avalancha de palabras de labios de una mujer que, minutos antes, había parecido condenada al mutismo. Y vaya expresión de dicha la que se reflejó en sus rasgos ahora que tenía la tranquilidad de poder expresar, al fin, sus auténticos sentimientos. El León sonrió de oreja a oreja, como lo hacen los Leo cuando se sienten complacidos. pero un poco tímidos, y comentó jovialmente: —¿No quieres agregar las palabras «adorable» y «perfecto» a «fiable»? Se revolcaba en la hierba, flotando en un éxtasis visible. Por fin su consorte le había servido una porción para reyes del alimento que tanto le faltaba: un halago sincero. Durante la media hora siguiente quedaron envueltos en una atmósfera tan rica de afecto que me excusé y partí temprano, dejándolos a solas con su nueva comprensión mutua, nuevamente convencida de los milagros que puede generar la astrología cuandose la emplea como es debido.

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Es cierto que los silencios de la mujer Escorpión pueden frustrar y enfurecer al hombre Leo. Éste es más gregario en lo que concierne a sus gustos y disgustos, necesita expresar verbalmente sus dichas y desdichas. A un hombre Leo nunca se le ocurre pensar que son su dominación constante y sus aires de superioridad los que empujan al silencio a su mujer regida por Plutón... y tampoco se le ocurre pensar a Leo que él posee el mismo rasgo que objeta en su compañera Escorpión. En el caso de él se llama enfurruñamiento. La mujer Escorpión se siente hondamente herida y encolerizada por la insufrible arrogancia del León, y sin embargo pocas veces comprende que lo único que se necesitaría para acabar con ésta sería el esfuerzo que le costaría a ella tributarle un halago sincero (los Escorpión no pueden tributar otros) en medio de uno de los altaneros sermones que él le endilga... y entonces él ronroneará complacido, olvidando por completo el motivo de sus rugidos. Basta un poco de introspección. Claro que Escorpión es más experto que Leo en introspecciones, pero Leo es más magnánimo que Escorpión así que están bastante bien equilibrados... 'o podrían estarlo, si quisieran. La relación sexual entre un León y un Escorpión hembra puede ser un poco intermitente. Puede inflamarse y enfriarse, por turno. Ella siente que la cálida fuerza de él es erótica, de una manera confortable y afectuosa. Él siente que la vehemencia secreta y silenciosa de la pasión de ella implica un desafío sensual para su naturaleza romántica e impulsiva. Con cierta consideración mutua —por ejemplo, un poco más de expresión verbal por parte de ella, y un poco más de miramientos sensibles por parte de él— podrán salvaguardar el deseo que experimentaron cuando se encontraron y se amaron por primera vez. Pero si ella exagera sus silencios, y él exagera su arrogancia, es posible que la poderosa afinidad química que los unió inicialmente se reduzca a un afecto mitigado y aburrido, y que los auténticos acoplamientos se produzcan cada vez con menos frecuencia... hasta llegar a la frigidez en ella y a la impotencia en él. La mujer Escorpión ya sabe lo que todo hombre Leo necesita aprender: que la vida sexual feliz no emana de los apetitos pasajeros del cuerpo. Emana de la mente y el corazón, y después se transforma gradualmente en ese tipo de deseo físico que desemboca en la paz y la satisfacción emocionales. Algo que a menudo produce un enfriamiento sexual entre estos dos es el resentimiento a veces vehemente

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de ella contra el séquito de admiradoras que rodean al hombre Leo y que lo siguen como cachorrillos reverentes y ávidos de cariño... y que él se niega a alejar con un frío rechazo. En verdad disfruta con ello, ¿podéis imaginarlo? Sí. Yo puedo imaginarlo. El León necesita revolcarse de vez en cuando en el bálsamo de la adoración, pero esto casi nunca desembocará en la infidelidad. Nunca, en verdad, si su consorte combate esta amenaza con la más poderosa de las armas: la fuerza tremenda del AMOR. El hombre Leo que encuentra suficiente adoración y emoción en su casa, en su propia madriguera, nunca se alejará del orgullo de la jungla que comparte con su consorte. Así es como se distingue a las mujeres de las chicas. Ella debería desecharlo con una risa. Esto es lo que él hace, interiormente, si queréis saber la verdad. El instinto más recóndito de Leo es la lealtad. Se necesitan muchos celos injustificados para modificar su naturaleza básica. La deducción lógica puede hacerle pensar a la mujer Escorpión que si el séquito femenino de su León lo admira y lo desea a él, él debe admirar y desear igualmente a sus seguidoras. Pero la «deducción lógica» es a veces una de las hermanas más engañosas de la mentira. Es muy probable que, empujada por el agravio y el resentimiento, justificados o no, la mujer Escorpión incurra, personalmente, en una infidelidad. Deberá analizar muy cuidadosamente esta reacción drástica ante la frustración que le producen sus problemas, porque el Leo no podrá perdonar una deslealtad física, sea lo que fuere lo que ha hecho o dejado de hacer para merecerla. Sí, sé que esto es egoísta, pero así son los Leo. Con muy raras excepciones, si un León descubre que su pareja lo ha traicionado con otro hombre, ahí terminará todo. Y Leo debe- saber esto: hace falta un gran despliegue de lo que tal vez él no reconoce en sí mismo como arrogancia, mucha insensibilidad respecto de las necesidades más intrínsecas de ella, para empujar a esta mujer a los brazos de otro hombre. Si esto llegara a suceder alguna vez, él deberá preguntarse qué era lo que ella anhelaba con tanta vehemencia y él le negó, quizás inconscientemente. A lo mejor era un hijo... una carrera... o sólo un poco más de compasión y dulce comprensión de sus sentimientos... un poco más de ternura a ratos.

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Cuando el abismo del orgullo y el mal humor se ensancha tanto que ambos se resisten a correr el riesgo de franquearlo, casi siempre es ella quien debe tomar la iniciativa. Aunque él desee ávidamente la reconciliación, a un León le resulta doloroso humillarse con una disculpa. Teme que semejante confesión de arrepentimiento le haga perder el control de su hogar, de su mujer y, peor aún, la imagen de superioridad y autoridad que él tiene de sí mismo. Y así, pugnando por conservar su identidad como amo de la relación, él cargará a menudo la culpa sobre los hombros inocentes de ella, con la ansiosa esperanza de que ella la acepte, para entonces poder perdonarla majestuosamente... después de lo cual todo volverá a ser luminoso y cálido entre ellos. Lamentablemente, muchos hombres Leo no conocen otro medio para renovar la armonía. A su mujer Escorpión le resultará más fácil tomar la iniciativa de la reconciliación, si recuerda la letra de la canción que la Primera Esposa del Monarca de The King and le entonó a Ana, cuando quiso hacérselo ver a ésta tal como realmente era. No siempre dirá... lo que tú querrías que diga,

pero de cuando en cuando dirá... ¡algo maravilloso!

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Sus actos desconsiderados... te lastimarán y preocuparán, hasta que de pronto hará... ¡algo maravilloso! Él sueña mil sueños que no se materializarán, tú sabes que cree en ellos, y esto te bastará. Siempre lo acompañarás... lo defenderás cuando se equivoque, y cuando sea fuerte le dirás... ¡que es MARAVILLOSO! Él siempre necesitará tu amor, y así tu amor tendrá. Un hombre que necesita tu amor... puede ser... maravilloso.

Siempre habrá momentos luminosos en que él dirá o hará... algo maravilloso... para compensar su desconsideración y arrogancia ocasionales. Y tú, Leo, Su Alteza, podrías tratar de grabarte en la memoria unos pocos versos de otra canción:

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Es posible que esté harta... las mujeres se hartan de usar siempre el mismo vestido raído; cuando ella esté harta, ensaya tú un poco de ternura. Es posible que esté esperando, sólo previendo cosas que tal vez nunca tendrá; mientras espera, ensaya tú un poco de ternura.

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Ésta no es una mujer común, sino extraordinaria, con sentimientos muy profundos. Para un León, cualquier dosis de afecto es preferible al silencio y la soledad. En cambio, la mujer Escorpión prefiere estar sola antes de que le den a compartir sólo la mitad de un corazón. Y en esto consiste el inmenso océano de diferencia que separa a los controlados por la cuadratura de la configuración de signos solares 4-10, océano éste que sólo puede ser franqueado por un puente de amor.

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LEO

SAGITARIO

Fuego – Fijo - Positivo Regido el Sol Símbolo: el León y el Gatito Tímido Fuerzas diurnas -Masculino

Fuego - Mutable – Positivo Regido por Júpiter Símbolos: el Arquero y el Centauro Fuerzas diurnas – Masculino

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La relación LEO-SAGITARIO

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Cuando jugamos a Lo que hace el Rey...

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Leo es un signó fijo. Sagitario es mutable. Como ninguno de los dos nació bajo un signo cardinal de liderazgo, es lógico pensar que tarde o temprano deberían darse cuenta de que ninguno de los dos puede ganar definitivamente en el juego competitivo encaminado a resolver quién ha de mandar y quién ha de obedecer, y que deberían desistir por tanto de un conflicto extenuante que les quita mucho tiempo que en otras condiciones podrían dedicar a hacer muchas cosas placenteras, juntos, solidariamente. Es lógico pensarlo, pero aunque hay muchos Leones, Leonas y Arqueros que adoptan esta actitud sensata respecto de su asociación, hay muchos otros que insisten en consagrar todas sus llameantes energías (ambos son signos de Fuego) a determinar cuál de los dos debe recibir (o no recibir) órdenes del otro. Igualmente, aun en estos casos, los desafíos mutuos que se intercambian tienden a ser cordiales y benévolos, porque sobre Leo y Sagitario influye la configuración de signos solares 5-9 de la empatía natural y la armonía fácil de alcanzar (no siempre, pero sí la mayoría de las veces), de modo que las chispas que se arrancan al rivalizar suelen generar no tanto un resentimiento envidioso como una especie de euforia refrescante. Si les gusta tanto competir, ¿por qué no dejar que se diviertan? Será mejor que les concedamos nuestra autorización personal y astrológica, porque de todos modos estos dos harán a la larga lo que se les antoje. Ambos son independientes, y prefieren aprender mediante la experiencia que les dan sus propios errores y no mediante los consejos de personas bienintencionadas.

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Cuando estos dos signos masculinos hacen chocar sus temperamentos, ya sea por decisión propia (en una amistad o relación amorosa) o por designio del Destino (como parientes dentro del círculo familiar o como socios forzados a la contigüidad profesional) los espectadores disfrutan casi tanto como los dos participantes. Leo nació para mandar, enseñar, guiar y aconsejar. Nació libre. Sagitario nació para rebelarse contra las órdenes, y se niega a que le enseñen, lo guíen o lo aconsejen... ¡y también nació libre! Evidentemente, aunque su relación sea plácida durante la mayor parte del tiempo, habrá momentos en que alguien deberá ceder. No será Leo. Y no será Sagitario. Es lícito decir que los Leones y los Centauros representan el colmo del empate eterno. Si sus luminarias están en un aspecto favorable entre sus cartas natales, la fusión de sus auras superbrillantes crea a menudo un arco iris casi visible en torno de estos dos, y colorea sus choques con los tonos suaves del perdón y el recomenzar. A Sagitario lo rigen y lo marcan la generosidad y el idealismo expansivos de Júpiter. A Leo lo rige y lo marca la calidez benévola del mismísimo Sol. De modo que disponen de una plétora de entusiasmo contagioso y de afecto genuino que afortunadamente pueden intercambiar, si lo desean, con fuerza suficiente para propulsarlos a chorro hacia cualquier meta o ambición aparentemente inalcanzable que anhelen como individuos o como equipo. Descontando sus reyertas acaloradas, Leo y Sagitario pueden suministrarse el uno al otro, y pueden suministrar al mundo, mucha felicidad, estimulados por sus personalidades igualmente fogosas. Cuando están juntos fluye un cúmulo de actividad y energía vibrantes, más una dosis considerable de benevolencia. El nombre del dragón belicoso más feroz que amenaza el sosiego de esta compatible combinación 5-9 estará escrito en letras llameantes de fuerte color rojo: ORGULLO. Por lo general el Sagitario típico ignora beatíficamente el significado de esta palabra. Es posible que los Arqueros sean quisquillosos y valientes; es

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posible que no se dejen atropellar por los mandones, pero la verdad es que no están obsesionados por el falso orgullo. ¡Festejan alegremente los chistes que recaen sobre ellos, y a menudo son ellos mismos quienes los cuentan! Gracias a la actitud filosófica de Júpiter, los Sagitario no ven ningún motivo para sentirse culpables o avergonzados, sólo porque la casualidad quiere que tengan algunos defectos. ¿Acaso no todos los tienen?

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No. Todos no. Los Leo no tienen absolutamente ninguno. Bastará con que se lo preguntéis. Ningún defecto. Ninguna imperfección. Los Leones y las Leonas no pueden cometer ningún traspié. Todo lo que dicen o hacen es correcto. Siempre. Los monarcas son infalibles, están a salvo del error. Los juicios de Leo son siempre cabales, sensatos y sabios. También prácticos. Y naturalmente, superiores a todos los otros juicios. Esto lo saben todos. Todos menos Sagitario. Al Arquero le encantará machacar los mullidos cojines aterciopelados del orgullo de Leo con poderosos ganchos verbales de derecha, una y otra vez. Cuanto más maltrecho esté el orgullo de Leo, tanto más fuertes serán los rugidos del León o la Leona. Como ocurre siempre en que el fuego aviva al fuego, los rugidos arrogantes de Leo inflamarán entonces el carácter «expansivo» de Júpiter, y la situación podrá tornarse explosiva. Las posibilidades de compatibilidad armoniosa entre Leo y Sagitario son potencialmente tan ricas y gratificantes, que es en verdad una pena que los Arqueros las estropeen al negarse a entender la necesidad de pensar constante y cuidadosamente que cuando se clavan demasiadas espinas en la zarpa del León, es posible que éste se aleje definitivamente, herido e indignado.

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Un ejemplo clásico del riesgo que significa hacer caso omiso del susceptible orgullo solar de los regidos por el Sol lo encontramos en un incidente que vivieron unos conocidos míos, cuando una broma aparentemente inofensiva, típica de Sagitario erró el blanco, y se volvió como un bumerán contra el Centauro juguetón que la había perpetrado. El León implicado asistía al tercer curso de la Facultad de Derecho, y tenía una relación platónica con una chica Arquero alumna de Bellas Artes, que concurría a la misma universidad. Nada romántico. Sólo una amistad de matrícula, por así decir. El Leo había reñido recientemente con su esposa, y ambos, encolerizados, habían decidido ensayar una separación de prueba. Él se sentía comprensiblemente desconsolado y abatido, y encontró en la cháchara entusiasta y optimista de la chica Arquero un alegre estímulo para su soledad. (No hay un espectáculo más desolador que el que brinda un León afectuoso separado de su compañera, tanto cuando merodea entre la hiedra de la jungla natural, como cuando merodea entre la hiedra que recubre las paredes de las mejores universidades, en la jungla «civilizada».)

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En la radiante tarde de un sábado, el León resolvió tomar un poco de sol en la playa (un pasatiempo favorito de Leo), y la Sagitario lo siguió complacida, para hacerle compañía. Más o menos una hora después de que hubieron llegado, la chica Arquero descubrió que la esposa separada del estudiante de Derecho Leo estaba tomando baños de sol cerca de allí. El León no notó la presencia de su consorte (una Leona, entre paréntesis). Sin verdadera intención de fomentar desavenencias, y movida sólo por el espíritu juguetón de Júpiter, la Sagitario le pidió a su amigo que la transportara hasta el agua cargada sobre sus espaldas, para así poder zambullirse en una de las grandes olas. Tomado por sorpresa, él se agachó, y dejó que ella se montara sobre sus hombros con su sintético biquini, y que le rodeara fuertemente el cuello con las piernas. De pronto, la mitad equina del Centauro hembra tuvo una idea poco feliz. Cuando iban rumbo al borde del agua, azotó los hombros de su amigo Leo, como un jockey fustiga a su caballo para hacerlo galopar más deprisa, consciente de que la consorte del León los estaba mirando. Un orgulloso y noble León que juega al «caballito», que transporta sobre sus espaldas a una divertida amazona, que obedece mansamente cuando ella lo azuza ostensiblemente, y que en ese trance está a punto de tropezar con una piedra, ofrece (como os imaginaréis), un espectáculo muy poco edificante. Pero los Leo son benévolos y afectuosos, de modo que se sometió de mala gana a la humillación, para que no lo consideraran un aguafiestas. (Los dioses se compadecieron de él y no permitieron que cayera de bruces con su jinete, lo cual habría implicado un bochorno insoportable.) Más tarde, cuando se dio cuenta de que la escena montada por la Sagitario había sido observada por la mujer que amaba, y la había herido profundamente, el León... bueno, limitémonos a decir que este episodio fue uno de los elementos que alejaron cualquier posibilidad de que se forjara una amistad perdurable entre este León y esta Arquera específicos. Afortunadamente, la experiencia grotesca y humillante no impidió que el León y su Leona igualmente orgullosa terminaran por reconciliarse, pero antes él debió someterse a una expiación que le pareció eterna y debió dar una explicación muy completa, que fue otro golpe para el ego de Leo. El León macho no soporta

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que lo coloquen en la posición mortificante de tener que explicar su conducta a los demás. Ni siquiera a su esposa. A los Leo de uno y otro sexo les duele tener que disculparse, sobre todo cuando la trasgresión fue provocada por «la travesura inocente» de terceros y él o ella debe cargar con la culpa inmerecida. Si el hombre o la mujer Sagitario tiene cuidado de no cruzar el límite de seguridad en su trato con un amigo, pariente, socio, amante o consorte regido por el Sol, la propensión de Júpiter a colocar un espejo delante de las imperfecciones y los errores ocasionales de Leo (sí. incluso los Leo pueden tenerlas y cometerlos, a pesar de toda su superioridad) constituye un hábito saludable. Ayudará gradualmente a que el León y la Leona distiendan un poco sus modales altaneros y adquieran la indispensable cualidad de la autoevaluación realista. Siempre que Sagitario lo haga con una pizca de tacto (lo cual probablemente requerirá algo más que un poco de práctica). La sinceridad contundente de Sagitario, cuando está razonablemente controlada, es una bendición encubierta para los Leo. Los grandes gatos se hacen más tolerantes y más tratables, una vez que han relajado su envarado orgullo, y pueden convivir más afablemente con los animales inferiores del zoo astrológico.

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Por supuesto, los Arqueros son culpables de lodos los desatinos cometidos en esta asociación. Los Leo también son responsables de algunos pocos errores de juicio, en el trato con los joviales pero decididamente tercos Sagitario. Por ejemplo cuando pronuncian esas largas disertaciones, recitadas con un aire muy petulante y pagado de sí mismo. El Arquero típico se muestra ostensiblemente fastidiado cuando lo obligan a soportar las reiteradas sesiones de asesoramiento de un Gatito pedante, hasta que después de un tiempo, ¡ZING!. sale disparada una de esas certeras flechas impregnadas de verdad que hace blanco en el vulnerable ego del León o la Leona. «Si eres tan listo, ¿por qué casi te dieron calabazas en la escuela secundaria? Sólo te diplomaste en la universidad porque tu padre era amigo del decano.» O quizás: «Es posible que yo no sepa mantener equilibrada una cuenta bancaria, como dices, pero por lo menos no me fui tres veces a la quiebra, como tú». A lo mejor: «¿Y a mí qué me importa si te avergüenzo cuando hablo demasiado delante de tus amigos? Casualmente, tú también me avergüenzas, con esos chistes gastados que cuentas una y otra vez, hasta hastiar a todos, con esa forma de fanfarronear constantemente... y con esas ropas' llamativas que usas. Pareces un pavo real posado en un granero. Y realmente deberías dejar de comer alimentos con tantas grasas. Se te empieza a formar un rollo de gelatina alrededor de la cintura. Si no puedes dejar de llenarte el buche, por lo menos deberías correr unos kilómetros cada día, como yo. O jugar de vez en cuando al tenis conmigo. A tu edad, no puedes darte el lujo de ponerte tan fofo». Leo no tardará en aprender a respetar el sentido de individualidad del Arquero, y a reconocer que éste necesita expresarse libremente, sin la restricción de los consejos constantes. Los Leones y las Leonas aprenden rápidamente, y Sagitario es un domador implacable y dotado de gran agilidad verbal. Leo, por ser un signo fijo, es más terco que Sagitario. Y por eso, después de que uno de ellos ha despertado emociones melancólicas en el otro, casi siempre debe ser el Arquero quien inicia la reparación de una grieta temporal que ha aparecido en la relación. De lo contrario, aquella puede trocarse en una creciente frialdad que tardará bastante en fundirse. Los Leo tienden a congelarse en un bloque de fría dignidad cuando los agravian, pero finalmente el calor de dos signos de Fuego derretirá sus corazones helados, sobre todo cuando se trata de dos corazones tan grandes y tan entibiados por el Sol y por Júpiter como lo son los de Leo y Sagitario. Cuando sus heridas hayan cicatrizado, Sagitario adquirirá la virtud de dirigir la flecha de la verdad de Júpiter hacia un blanco más meritorio, como puede ser el conferir a Leo el muy anhelado don de la valoración sincera y el respeto justo... en tanto que el León o la Leona comprenderá en forma lenta pero segura que, si bien es posible que los Arqueros se compliquen impulsivamente en un sinfín de líos por no hacer caso de los consejos, también están dotados de asombrosas rachas de buena suerte, en razón de lo cual se apañan a menudo inesperadamente para encontrar un final feliz a sus propias historias... si les dispensan lo que ellos más anhelan. O sea, sencillamente, confianza. Los Sagitario desean secretamente el asesoramiento práctico y benévolo de los Leo (cuando no asume la forma de órdenes), y también necesitan la red resistente de la protección de Leo para que los sostenga cuando caen de los trapecios voladores, así como los nobles reyes y reinas de la jungla (y de otras partes) se sienten secretamente emocionados por las pintorescas acrobacias del Arquero, admiran la integridad de Sagitario... y reaccionan cálidamente ante la fe inconmovible de Júpiter. Cuando estos dos signos solares valientes y generosos eslabonan sus ideales en una cadena de cooperación, y después los sueldan con el paciente reconocimiento de sus respectivas necesidades de independencia, nunca lloverá sobre el desfile de su circo.

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Mujer LEO Hambre SAGITARIO —Me divertiré mucho —dijo Peter, con un ojo fijo en Wendy. —Por la noche me sentiré un poco sola, sentada junto al fuego —comentó ella. —Yo tendré a Campanilla. —Campanilla no puede recorrer ni la vigésima parte del camino —le recordó ella, con un poco de acritud.

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Bueno, ahora presta atención, Arquero, porque te daré un consejo astrológico que no me has pedido, y que probablemente te fastidiará recibir, pero que no por ello es menos sano. Vuelve a meter tus flechas provocativas, agresivas en... bueno, allí de donde las has sacado, y no sigas tratando de conquistar el amor de esta mujer con fútiles tentativas de hostigar su naturaleza celosa. Es una locura cabal, nada menos, provocar deliberadamente la furia de una Leona. En cuanto a la idea de despertar sus celos, no podrías haber elegido un peor sistema para enternecer su corazón y salirte con la tuya. Tus chistes pesados, un poco torpes, aunque simpáticos, tampoco te llevarán muy lejos. Ni te servirá embromarla, como si ella fuera tu hermana menor y tú fueras su hermano mayor, incorregible pero adorable y protector. Ella sabe que eres incorregible. También sabe que eres adorable (esto es lo que la frustra). Y no necesita ni quiere que la protejan. La realeza no necesita protección. La realeza concede protección. Ella no es tu hermana menor ni tú eres su hermano mayor. Vuestra relación es diferente, y tú lo sabes muy bien. Así que deja de hacerte el inocente. Puedes ser increíblemente ingenuo (otra cualidad que te hace adorable) pero también eres sabio y filosófico, virtudes éstas que adquiriste cuando machacaron mil veces tu inocencia, tiñéndola con una pizca de escepticismo, aunque casi sin malograr tu candidez. Esta dualidad de tu naturaleza (ya sabes que eres un signo solar dual o doble, mitad caballo, mitad humano) es la que la hizo gravitar al principio hacia tu sonrisa infantil, hacia tus travesuras de payaso y hacia tu aire de sabio ilustrado, todo ello reunido en una pelota de independencia y generosidad que anda botando. Esto la dejó totalmente fascinada. Estudia tu astrología. O por lo menos vete a la biblioteca y lee la descripción de los hábitos felinos de los grandes gatos que son el orgullo de la jungla, si quieres enterarte de lo que debes hacer para que esta dama Leo te ronronee. Continúa metiendo la pata, sigue atormentándola hasta convertirla en una Leona furiosa, y es posible que en lugar de ronronear te muestre sus garras de Gatita, las cuales podrían producirte unos tremendos arañazos emocionales que dejarán en tu ego unas cicatrices más dolorosas de lo que podrías adivinar... y a esta altura olvida que eres un campeón para las adivinanzas. Hasta haberlo experimentado en carne propia no podrás adivinar lo que siente la víctima del orgullo ultrajado de una mujer Leo. Y créeme cuando te digo que entonces desearás estar en alguna otra parte. Si la amas realmente, claro está. Y la amas. (Puedes engañarla a ella, pero no a un astrólogo.)

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La amas realmente porque la afortunada y benéfica vibración de la configuración de signos solares 5-9 influye sobre vosotros y os guía. Por supuesto, no todos los Arqueros y Leonas se benefician con los soles en trígono de Leo y Sagitario. (En el comienzo de la próxima sección de este capítulo explicaré por qué, así que aquí no derrocharemos el tiempo hablando de ello.) Pero muchísimos Centauros y Leonas sí aprovechan maravillosamente las vibraciones 5-9, e indudablemente vosotros dos os encontráis entre ellos. porque de lo contrario ni siquiera estarías leyendo este capítulo. Estarías en alguna parte con tu arco de Júpiter, apuntando con tu entusiasmo en todas las direcciones al mismo tiempo, esparciendo ideas originales como si fueran polvo rutilante de estrellas sobre los insípidos y pelmazos del mundo, viajando alrededor del globo (o dentro de tu propia cabeza) en busca de un hombre o mujer honesto, como Diógenes, pero sin su linterna... en busca de alguien que, sin ser un niño, no sea hipócrita. Por eso eres tan bueno con los niños, y éstos a su vez te quieren tanto. Respetas su honestidad y su integridad, su ingenuidad y su fe, que concuerdan con las tuyas. Los entiendes y ellos te entienden a ti. Pero, aunque los niños son encantadores, con su risa cantarina y los festones mágicos en sus ojos, llega un momento en que te gustaría poder compartirte con alguien de tu misma talla, poder respetar y admirar igualmente a un adulto capaz de comunicarse contigo y de intrigarte con toda clase de temas por los que los niños aún no han empezado a preocuparse (si por lo menos pudieran conservarse en ese estado beatífico), pero que te preocupan constantemente a ti. Necesitas intercambiar ideas con un igual que te inspire confianza: confianza en el hecho de que es veraz y no un farsante. Y quizá necesitas jugar algunos juegos más complejos que los infantiles. Así que ahora has encontrado a la persona ideal para satisfacer todas estas necesidades. Es una mujer noble y leal y... quizá no tan capaz como tú de ser totalmente sincera, pero

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ciertamente no falaz. También le gusta jugar. Y lo hace bien. Ya se trate del tenis, del ajedrez mental, del Monopoly, del bridge o del béisbol, es capaz de ganar, y esto la convierte en una pareja más estimulante. Siempre te gusta más jugar con un adversario que te obliga a hacer un gran esfuerzo para salir victorioso, y por fin lo has encontrado. Esta mujer puede superar incluso tu promedio de jogging, si concibe perezosa y lánguidamente semejante idea. Tendrás que sacarle el jugo a tu cronómetro. Bueno, ahora que la tienes, ¿qué harás con este premio soberano? Sí, es cierto que a veces se comporta más como un dolor soberano en tu mitad equina que como un premio soberano. Pero es muy, muy especial. La feminidad en flor. Lo primero que deberás hacer con ella será dejar de tratarla como si fuera tu hermanita pequeña. Y deja de hacer todo aquello por lo que la astrología acaba de asestarte un puñetazo Zen en la mandíbula (simbólicamente). Los Sagitario son inmensamente afortunados, gracias a la colosal suerte de Júpiter (cuando éste está de humor para conferirla), pero tal vez el arco iris de la bienaventuranza más gigantesco de todos consista en lograr que la orgullosa Leona se enamore de ti. Ya sabes lo que les sucede a los jugadores en Las Vegas. Ganan... y después pierden hasta el último dólar, al apostar contra sí mismos. Ahora que has ganado una chica Leo, no apuestes contra tu amor al ensayar hasta dónde puedes estirar tu suerte con ella. Porque la verdad es que ella puede sacarle mucha ventaja a Campanilla, o a cualquier otra dama que se te ocurra. Como ella misma dijo, Campanilla no puede recorrer ni la vigésima parte del camino, y la Leona sí puede dar la vuelta a cualquier pista de carrera en tiempo récord antes de que las otras mujeres hayan recorrido los primeros cuatrocientos metros. Tómalo como quieras, pero esto es cierto. No es la Mujer Prodigio, pero está en mejores condiciones que la mayoría de las otras chicas, damas o lo que fueren, de tu pasado, para ser la compañera ideal de Superman.

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La mujer Leo es tan esbelta y garbosa como cualquier caballo de pura sangre que haya ganado el Derby de Kentucky. Es juguetona, tierna y radiante... y es generosa, prudente y sensata. También tiene un ego muy susceptible, un orgullo inusitado (en parte falso, en parte genuino), y puede ser más que un poco altanera, arrogante y exigente. La palabra, si queremos hablar claramente, como supongo que debemos hacerlo con Sagitario, es: malcriada. Todos los monarcas lo son. Recordad que ella es la reina de la jungla... y de todo lo que contempla. (En su propia mente ligeramente egocéntrica, lo es.) El Arquero saldrá ganando si siempre tiene conciencia de esto mientras lo contempla a él... preguntándose si es digno de convertirse en su príncipe consorte. Es posible que la Leona también necesite una respetuosa amonestación astrológica. Tiende a pretender demasiado del hombre que la ama, y le arroja inconscientemente desafíos regios que ningún simple mortal podría satisfacer. El hombre Sagitario es intrépido y valeroso, y probablemente está más próximo que cualquier otro signo solar a ser impávido (incluso más que los Leo, que envuelven sus temores en una confianza de terciopelo y armiño, para ocultarlos). Hará descomunales esfuerzos para traerle rubíes y esmeraldas, ya se trate de los auténticos que se venden en Tiffany's, o de las gemas más valiosas de su rutilante honestidad. Por ella triunfará sobre legiones de problemas, será su victorioso explorador de nuevos mundos e ideas, ganará el Premio de la Academia por su interpretación de Essex en relación con Isabel de Inglaterra, de Colón en relación con Isabel de Castilla... le probará su lealtad e inteligencia mientras le demuestra que tiene el fervor de un cruzado y esa fe asociada con el Santo Grial que es digna de Arturo y Lancelote. Pero el único tributo que tal vez le resultará difícil conferirle será una devoción rastrera. Este hombre es sencillamente incapaz de postrarse a los pies de alguien, en la actitud tradicional de pleitesía y veneración (en la corte, en el Vaticano o donde sea, incluidas la sala, la cocina... y sobre todo la alcoba). Le tributará con gusto el respeto de un igual absoluto (y sabrá que algunos hombres ni siquiera llegarían a esto). No la mirará desde arriba, pero tampoco desde abajo. No la tratará como un ser inferior o superior a él, sino con el mismo afecto cariñoso, la misma calidez, lealtad apasionada y ternura que les confiere a su perro o su caballo. (La dama Leo no deberá resoplar despectivamente: este hombre adora a los animales con más vehemencia y sincera emoción que las que muchas personas ponen en el trato con sus semejantes.) Y así, ella recibirá todos estos dones impagables de su alegre y chispeante bufón de la corte, de su intrépido soldado de fortuna... pero es posible que falte la veneración, en el auténtico sentido de la palabra. Y poco importa que Sagitario sea mutable (la mayoría de los signos mutables son dóciles y humildes), porque su «mutabilidad» está considerablemente atemperada y modificada por su elemento Fuego, y por el hecho de que él nació bajo un signo solar masculino, regido también por un planeta masculino: Júpiter. «Atemperado» es ciertamente el término correcto. Porque me recuerda que debo recordarle a ella que el Arquero tiene un genio muy irritable, de la magnitud que Júpiter utiliza para forjar todos sus modelos: supergigante. Pero la cólera de él, como la de ella, aunque se despierta fácilmente, no tarda en ser sustituida (como la de ella) por un sincero

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remordimiento que lo hace arrepentir de las palabras impulsivas, y él (como ella) casi nunca guarda rencor. Siempre es suficientemente magnánimo como para perdonar y olvidar, si la otra parte procede de la misma manera. Ella es notablemente más remisa en perdonar y olvidar un agravio, porque nació bajo un signo fijo, pero si él consigue convencerla de que está sinceramente compungido, la Leona se descongelará, y le concederá otra oportunidad, con la gracia y la benevolencia innatas que le inculcó su Sol regente.

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Si estos dos sólo tuvieran que preocuparse por su atracción química, no habría ni una nube en sus cielos. Uno de esos magníficos y gloriosos dones que el gran Júpiter y el poderoso Sol derramaron, no sobre todos los Leo y Sagitario pero sí sobre aquellas Leonas y sus Arqueros que están sinceramente enamorados, es la capacidad de fusionarse en la unidad con una profunda pasión que el corazón evoca de un ensueño remoto. La expresión física de su apetito corporal es alternadamente juguetona, sensual, fresca, suave y mansa como las gotas de lluvia, acariciada por tibias brisas estivales... y después salvaje, desenfrenada y feroz, como si ambos se hubieran extraviado en un bosque primigenio. El acto amoroso de estos dos también puede ser un remanso plácido y sereno de paz y sosiego. El único rumor de advertencia relacionado con su dicha sexual es una señal de precaución astrológica para el hombre Sagitario, que es capaz de decirle a ella, como de costumbre, algo un poco exageradamente veraz y franco en un momento inoportuno (el Arquero pocas veces tiene muy desarrollado el sentido de la oportunidad) y esto la lastimará más de lo que él imagina. La reina Leo herida es una mujer que, como las de otros signos solares, puede retraerse en algún lugar, a solas (como la leona de la jungla), sumida en un frío y altanero silencio, para esperar que sus lesiones cicatricen gradualmente... y durante este lapso suele ser tremenda y penosamente frígida en el plano sexual.

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Este hombre es un payaso. Esta mujer es una bella Leona. Juntos, crean la imagen de un pintoresco y emocionante desfile circense. La sonrisa bufonesca de él, sus piruetas, su cháchara y sus movimientos acrobáticos... y la leonada belleza de ella, y su gracia lánguida y sensual, sus ojos cálidos e inteligentes, generan, al sumarse, la impresión abstracta de todos los grandes espectáculos de circo que os emocionaron en vuestra infancia hasta dejaros sin aliento. Introducid en la escena imaginaria algunos globos rosados, la música de un organillo (Sagitario desempeñará el papel del trapecista temerario, y le resultará fácil cambiar su disfraz de payaso por la malla tachonada de lentejuelas, gracias a la dualidad de su signo), y comprenderéis por qué esta relación se transforma a menudo en El Mayor Espectáculo del Mundo. (Tanto Leo como Sagitario son francamente histriónicos.) Ella lleva el teatro en la sangre, y él lleva el serrín del circo. Juntos, lo pasarán en grande: recorrerán el circuito, se detendrán en todos los pueblos, pero soñarán con Europa y el gran desafío. Mas ella nunca deberá olvidar la tristeza doliente y las lágrimas copiosas que se ocultan detrás de la ancha sonrisa pintarrajeada de todos los payasos, desde Pagliacci hasta Emmett Kelly, y deberá comprender que, si bien él puede fingirse un Gran Explorador, un Valiente Domador de Leones, un Caballero montado en Blanco Corcel, un despreocupado e informal Soldado-de-Fortuna... papeles y más papeles... su verdadera identidad es la de Don Quijote. Y al fin, necesita que la mujer amada le recuerde una vez más que él tiene realmente el coraje necesario para materializar el sueño imposible, aunque lo haya perdido durante un tiempo. Y el Arquero no deberá olvidar nunca que, una vez que él y su Leona se hayan amado cabalmente, entregándose por completo el uno al otro, no importará que riñan, y que él decida recoger coléricamente su arco y su carcaj lleno de flechas... y se lance a recorrer el mundo, dejándola atrás. Por muy lejos que llegue, llorará cuando comprenda finalmente que sus palabras imprudentes le causaron tanto dolor a su orgullosa y susceptible dama Leo. Y la echará tremendamente de menos. Recordará su fulgor y su tibieza, su extraña combinación de trémula vehemencia y de sereno y frío aplomo. Y recordará otras cosas. Porque ella le enviará un mensaje silencioso, pero elocuente y poderoso, que latirá por el cordón dorado que ciñe a todos los auténticos enamorados unidos por la vibración 5-9, aunque estén separados por kilómetros de distancia. El mensaje susurrado de ella palpitará dentro de él una noche, en un sueño profundo, perfumado por el recuerdo de la cabellera y los ojos de la Leona. Entonces él saltará de su extraño y frío lecho, caminará hasta la ventana, y contemplará la negrura aterciopelada, donde titilan pequeños y refulgentes diamantes estelares... hasta el amanecer. El Sol también le recordará... la sonrisa de ella, que despuntaba parsimoniosamente al comenzar el día. Entonces sabrá que es hora de volver a casa, a reencontrarse con el orgullo de su Leona. No hay manera de resistir la verdad de sus palabras astrales. Ninguna manera, en este mundo. cierra tus oídos al sonido de mi voz y entre el estruendo

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de mil cañones me oirás clamar tu nombre ciégate a la luz de mis ojos y sentirás que horadan tu alma a través de las tinieblas de la noche eterna aísla tu cuerpo contra mis manos y a través de bloques de hielo temblará respondiendo a mi toque

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aparta su mejilla de mi aliento y a través de estratos de roca lo sentirás contra tus labios ardiente y húmedo como la hierba de la jungla.

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Hombre LEO Mujer SAGITARIO Muchos aplaudieron. Algunos no. Unas pocas bestezuelas silbaron.

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Naturalmente, como la Tierra es una bola de respetables dimensiones, no todos los hombres y mujeres que la habitan y cuyos signos solares forman la configuración 5-9 son amantes extáticos o de otro tipo. Algunos no son más que amigos excepcionalmente tolerantes, afectuosos y platónicos, que comparten experiencias con una rara coincidencia de opiniones. Algunos no son más que conocidos fortuitos, que se saludan alegre y afablemente. La mayoría son desconocidos, cuyos caminos nunca se cruzan en esta vida. También hay otros Leones y Arqueras que, no obstante las magníficas oportunidades para entenderse armónicamente que por lo general les dispensan sus soles en trígono, comparten graves desavenencias planetarias y aspectos negativos de las luminarias o ascendentes entre sus respectivas cartas natales, y cuyas cuerdas kármicas y colores aurales discordantes vibran de una manera tan turbadora que nunca se acercan en la medida suficiente para causarse el uno al otro una dicha extrema o una aflicción extrema. Como dice la vieja canción de cuna:

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Ahora escúcheme, y escúcheme bien usted no me gusta, doctor Fell no sé exactamente el porqué pero usted no me gusta, doctor Fell

Esto vale, por supuesto, para todas las configuraciones 5-9. y no sólo para Leo y Sagitario. De una manera análoga, pero opuesta, hay hombres y mujeres cuyos soles forman la configuración 4-10, tradicionalmente tensa y difícil, pero cuyas otras configuraciones natales son poderosamente benéficas, y que por tanto descubren juntos una fácil compatibilidad. Igualmente, hay que recordar que éstas son las excepciones que prueban la regla. Por consiguiente, no toda chica Sagitario bate palmas deleitada y admirada ante la inteligencia y superioridad del León. Algunas Arqueras se negarán a aplaudir, o en verdad a rendir cualquier tributo a las virtudes de Leo, y unas pocas incluso se atreverán a abuchear al Rey de la jungla cuando éste exhiba sus talentos. De nada servirá que nos ocupemos de estos hombres Leo y mujeres Sagitario ocasionalmente incompatibles y evidentemente desavenidos, derrochando espacio. No sólo se aburrirían ellos, al leer sus respectivas historias, sino que debemos pensar en todas esas Centauros femeninas que se sienten magnéticamente atraídas y que están predestinadas a acoplarse tempestuosa pero apasionadamente, y en los encantadores Leones que las adoran. De modo Ole será mejor que concentremos nuestra atención en estas parejas Leo-Sagitario, y que les aconsejemos a las restantes que busquen la felicidad y la armonía en otra parte.

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Aunque no todos los hombres Leo y las mujeres Sagitario están predestinados a encontrarse y enamorarse auténticamente, quienes sí lo están forjarán un vínculo que no es fácil de romper. ¡Pero lo intentarán! Es posible que, en varias ocasiones, estos dos parezcan compartir un solo atributo: el deseo de machacarse recíprocamente sus egos saludables hasta reducirlos a trémulos complejos de inferioridad. No os dejéis engatusar. Las apariencias engañan más a menudo de lo que se supone. Lo que hacen en realidad es poner a prueba su relación, mediante una extraña combinación que consiste en buscar simultáneamente una afirmación y una negación. Una afirmación de su lealtad y devoción recíprocas... y una negación de su temor igualmente recíproco a ser defraudados por la fe mutua que exige eternamente el amor. Éste es un juego muy natural para los signos de Fuego, y Leo y Sagitario aprenden rápidamente las reglas porque nacieron en elementos de Fuego. Si tienen suerte (y hay que agradecer que la mayoría de los Leo y Sagitario, aunque no todos, sean inusitadamente afortunados), aprenderán en un lapso razonable que derrochan una plétora de horas felices al jugar este juego de verificaciones. Si no tienen tanta suerte, y si sus soles individuales normalmente afortunados fueron menoscabados a la hora del nacimiento, desperdiciarán mucho tiempo, e intercambiarán muchas magulladuras emocionales, antes de comprender que su comportamiento es muy necio. Por ejemplo, el León se excederá de lo que sabe muy bien que es justo y tiranizará arrogantemente a la chica Arquero que ama, exigiéndole que obedezca sus deseos si no quiere que la prive de su sonrisa radiante y de sus cálidos y fuertes abrazos, con la pretensión de que ella le sirva como si fuera una fregona, mientras la sermonea o la regaña implacablemente por la menor insubordinación, y no le permite "una libertad de opinión ni actividad exterior en la que ella podría igualar o eclipsar de alguna manera los logros de él. No es realmente un dictador, y tampoco desea ni se propone ser cruel o despótico. Sólo juega silenciosa, desesperadamente (a menudo inconscientemente) al juego de la verificación, buscando un testimonio de su lealtad, una prueba de su devoción... y para ello necesita comprobar hasta qué punto está dispuesta a someterse, hasta dónde puede llegar él antes de que ella confiese que no lo ama tanto como juró al principio. (Pero rogando fervientemente durante todo este tiempo que ella sí lo ame.)

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Luego la pondrá a prueba buscando no una afirmación positiva sino una negación. Él se enfurecerá o rugirá, o se enfurruñará y pondrá mala cara por el menor «hola» que ella le dirija a otro hombre, y la acusará de todo menos de un adulterio concreto (o aun incluso de éste), sin el menor fundamento o causa, mientras experimenta el anhelo secreto V la necesidad torturante de que ella niegue reiteradamente que haya podido pensar siquiera en traicionarlo con otro. Cuanto más ultrajada e indignada se muestre ella. más clara será la negativa... y más seguro se sentirá él. Entonces le tocará a ella el turno de mover sus fichas en el tablero del Monopoly romántico. Como tiene plena conciencia (su inteligencia es brillante y rápida) de que este hombre siempre está ávido de cumplidos sinceros, ella lo matará deliberadamente de hambre, le negará incluso la mínima migaja de admiración aunque él se esfuerce desmedidamente por impresionarla. Lo pone a prueba, veréis, para saber cuánto empeño pondrá en triunfar, qué alturas escalará, qué hazañas imposibles realizará para conquistar su atención y su aplauso. ¿Cuánto valen éstos para él? Si dejara de importarle lo que ella piensa, ya no la amaría como juró amarla al principio. Luego, como también sabe perfectamente cuánto sufre él cuando pisotean su orgullo masculino delante de sus amigos, ella lo abochornará deliberadamente cuando tenga testigos, menoscabándolo, o contando alguna historia íntima suya que lo ponga en ridículo. Secretamente (a menudo inconscientemente), la Arquera desea que después, cuando estén solos, él descargue sobre ella una cólera y una furia estentóreas, que la someta a una exhibición de su ferocidad, como sólo un León exacerbado puede hacerlo, demostrándole así que la ama, que ella es la única que tiene el poder de inflamar sus emociones hasta producir semejante conflagración. En cuanto al juego de las negaciones, las reglas son las mismas para ella y para él. Ella asumirá un tono cáusticamente irónico y acusador cada vez que él la deje para ir a alguna parte solo, y dejará patente que no la engaña, que ella conoce el comportamiento promiscuo que tiene con sus admiradoras cuando se pierde de vista, porque una mujer no le basta para satisfacer su apetito erótico propio de la jungla... aunque interiormente sabe que no le es infiel, ni de palabra ni de hecho. Pero necesita vehementemente oír su negativa apasionada, leerla en sus ojos. ¿No es éste un juego inmaduro, frustrante e inútil para un hombre y una mujer que se aman? Como ella es mutable (más adaptable) y él es fijo (terco), ella es la que deberá comunicar primero que está harta de la verificación, que desea empezar de nuevo y que las cosas vuelvan a ser como antes, cuando se cogían confiadamente de la mano, como niños dichosos... cuando se tocaban tiernamente, desbordantes de júbilo al descubrir juntos un nuevo milagro cada mañana... cuando todo lo que él hacía era maravilloso y la llenaba de adoración... cuando todo lo que ella decía era mágico, valioso y entretenido. Cuando bastaba la proximidad de

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la cálida fuerza y la serena sabiduría de él para hacerla estremecer... cuando la valerosa sonrisa bufonesca de ella hacía que él sintiera un vuelco en el corazón y un nudo en la garganta, mientras se juraba a sí mismo que la protegería eternamente y que nunca permitiría que nadie lastimara a esta mujer alegre y generosa, pero tan tremendamente vulnerable. Nunca más, como la habían lastimado antes de que él la conociera. Esto es lo único que ella debe hacer: tomar la iniciativa para discutirlo. Y decir exactamente lo que siente. Sagitario nunca puede fingir con éxito. Él dará el segundo paso, y hará algo que nunca haría con otra que no fuera ella. Le confesará cuán equivocado estuvo, cuántos errores cometió, cuánto, cuánto lo lamenta... cuán falible y humano y temeroso es por dentro en el preciso instante en que proyecta exteriormente tanta confianza y tan frío desapego. Entonces ella también se disculpará... por todas las espinas que hincó en su enorme y adorable zarpa de León y que lo hicieron sufrir tanto, y por todas aquellas veces en que fingió dudar de su lealtad.

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Ambos admitirán que durante todo ese tortuoso período de prueba, siempre podían leer la verdad en sus respectivas miradas, sin que importara lo que ambos decían. Las palabras son lo de menos. Después de un rato, cuando ya no tengan nada que comunicarse de una manera u otra, se dormirán juntos en la oscuridad, y por la mañana despertarán convertidos en extraños íntimamente unidos, y oirán la misma música que oyeron la primera' mañana' en que los despertó la luz del saber que la búsqueda solitaria había terminado... pero que la exploración de sus respectivos misterios apenas comenzaba. Esta vez, la música es más dulce, los acordes son más profundos, porque conocen de memoria el ritmo y la melodía. Lo mejor de todo es que han aprendido la letra de una nueva canción de sinceridad, que tal vez algún día podrá evolucionar hasta trocarse en una sinfonía. Casi se perdieron el uno al otro, pero interrumpieron el juego antes de que la verdad desapareciera de sus ojos. El hombre Leo y la mujer Sagitario se cuentan entre los afortunados cuyos momentos de pasión y afecto son intercambiables, cuyas necesidades son primeramente sosegadas, y después vehementes... ya sea que fusionen sus cuerpos, sus espíritus o sus mentes. Aquellos cuyas auras chocan entre sí (como los que mencionamos en el comienzo de esta sección) no se tocarán nunca, ni mental, ni espiritual ni físicamente, y siempre se mirarán con apatía. Pero para los Leones y las Arqueras que están destinados a amarse, la vida es una feria mágica de ideas e ideales, de ensueños y descubrimientos. Se estimulan, el uno en el otro, el deseo físico, la exploración intelectual y la búsqueda espiritual. Una vez que han derribado las barreras del falso orgullo de él y del escepticismo de ella, y una vez que han suministrado a su relación la luz solar suficiente para alentar el cálido entusiasmo de él y la renovada fe de ella en el futuro, no tendrán tiempo para jugar. Sus días y noches estarán poblados con un millar de aventuras, tanto si viajan juntos a alguna parte (cosa que harán con frecuencia) como si se tumban sencillamente en el jardín trasero de su casa en una noche estival para contar las estrellas y escuchar el coro de los grillos. Sin embargo, ella deberá precaverse para no caer en la astuta trampa del León, y deberá abstenerse de corregirlo cuando él le señale a Espiga, en el firmamento, y ella sienta la tentación de decirle que en realidad se trata de Arturo. Él lo sabe. Sólo pone a prueba sus conocimientos de astronomía. Cuando ella sepa finalmente... que él sabe siempre... estarán a mitad de camino de la meta.

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Si han de jugar, hay centenares de juegos más entretenidos que el de la verificación. Ella deberá regalarle uno para su cumpleaños, en agosto, ceñido con cintas anaranjadas y amarillas y doradas, del color del Sol... y tal vez deberá garrapatear un poema en la tarjeta, para insinuarle cómo deberán ser sus relaciones a partir de ahora, cuando piensen que están a punto de debilitarse y de volver a las andadas. los enamorados juegan los juegos del No y el Sí una fugaz caricia, un suspiro... adiós y ¿por qué? los enamorados juegan los juegos del Sí y el No del Alto y el Sigue... de la espera y el destino demasiado tarde ríen cuando desean llorar parten cuando preferirían quedarse capitulan cuando necesitan intentar y mienten... cuando se alejan los enamorados juegan juegos para salvar las apariencias así que te diré qué es lo que haremos jugaremos al Monopoly, tú y yo

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sólo para cambiar de rutina tú arrebatarás las vías férreas y comprarás Boardwalk y yo me quedaré con Park Place.

CAPRICORNIO

Fuego - Fijo - Positivo Regido el Sol Símbolo: el León y el Gatito Tímido Fuerzas diurnas -Masculino

Tierra - Cardinal - Negativo Regido por Saturno Símbolo: la Cabra Fuerzas nocturnas - Femenino

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La relación LEO-CAPRICORNIO

—Si los pieles rojas han triunfado... harán redoblar el tam-tam. Ésta siempre es su señal de victoria.

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Ahora Smee había encontrado el tam-tam y en ese momento estaba sentado encima de él. —Nunca volveréis a oír el tam-tam —murmuró, pero con voz inaudible, desde luego, porque habían impuesto un silencio estricto.

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Como siento una estima especial por los Leo, me apena tener que transmitirles una información astrológica desagradable, que sé por anticipado que será como una espina puntiaguda hincada en sus zarpas enormes y acolchadas. Pero soy astrólogo, y por tanto estoy consagrada a la verdad, a toda la verdad, y a nada más que la verdad, y que Saturno me ayude. Bueno, listo, «¡ayúdame, pues, Saturno! Vamos, ayúdame. No te quedes ahí en el cielo, titilando con tu helada luz azul. Ayúdame a explicar a los grandes gatos que, por alguna extraña ley intergaláctica, tú estás destinado a sentarte sobre sus tam-tams. Saturno acaba de hacerme un guiño. Esto significa que ha accedido a encauzar por mi intermedio las palabras que escriba en este capítulo, en un tono severo y sesudo, pero afectuoso. Así que recordad, por favor, que no soy la autora de lo que estáis a punto de leer. El autor es Saturno, cuya inmensa fuerza granítica nunca se deja intimidar, ni siquiera por el brillo enceguecedor del regente de Leo, el Sol.

Saturno es el regente planetario del signo solar Capricornio, y como ya he mencionado sucintamente en otra sección de este libro, el signo solar Capricornio representa, en astrología, al pueblo hebreo, toda la rica tradición monoteísta judía y el indomable espíritu judío. En razón de ello, los capricornianos, que contienen la esencia hebrea, ya sean escoceses, irlandeses, italianos o indios hopis, respetan todas las formas de educación y estudio. La mayoría de las Cabras son estudiosos natos, y su actitud respecto de los diplomas, los títulos y cualquier elemento de naturaleza escolástica es casi reverente. También veneran el círculo familiar, aunque éste tenga una configuración cuadrada u oblonga. Y el dinero. Sí, junto con Tauro y Cáncer, veneran el dinero. Capricornio considera que el dinero es la única garantía contra el sufrimiento humano. Para la Cabra, una de las necesidades absolutas de la vida es una cuenta de ahorros. Los capricornianos tienden a ser un poco engreídos respecto de sus árboles genealógicos, de su reputación

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en la comunidad, de su status social y de cuestiones parecidas, y es triste confesar que hay algunos capricornianos dispersos (afortunadamente sólo muy pocos) que sustentan una pizca de prejuicio contra el pueblo judío. Si conocéis a algunas de estas Cabras, recordadles que su símbolo solar representa al «Pueblo Elegido», ¿queréis hacer el favor? Machacadlos en sus karmas con hechos contundentes. Será bueno que aprendan a respetar a las cosas y personas dignas de respeto, en lugar de los hipócritas valores materiales. Todo capricorniano debería sentirse orgulloso de estar asociado astrológicamente a la grandeza de carácter y al coraje implantados en los genes de aquellos que Moisés guió hasta la Tierra Prometida... de compartir el rutilante legado espiritual de aquellos millones de almas valerosas que fueron condenadas a un indescriptible infierno en la Tierra durante el demencial holocausto nazi. Por muchas razones, en mi condición personal de ariana irlandesa, me sentiría orgullosa de haber nacido bajo el signo solar Capricornio. Tan orgullosa como me habría sentido de nacer judía. Tranquilo, Leo. Enseguida te abriremos la jaula y te dejaremos salir. ¿Veis? Apenas se menciona la palabra «orgulloso», Leo salta como una ansiosa rebanada de pan en la tostadora. Pero para ser justos con los Leones y las Leonas, también saltan y se sienten convocados por la mención de la crueldad y la injusticia. Rugen con majestuosa indignación, alzando sus nobles cabezas, siempre listos para defender a los inermes, para proteger a los desheredados... y para liberar el espíritu humano aprisionado. Aún' no, Leo. Pronto. Estamos explicando la motivación de Capricornio para que vosotros y las Cabras os entendáis mejor, único fin de este capítulo. También os estamos dictando una lección indispensable para inculcaros la paciencia de Saturno. Dado que (como habréis notado en la sección «Los doce misterios del amor», del comienzo de este libro) el mantra de Capricornio es «yo utilizo», las Cabras pueden ser, de vez en cuando, un poco egoístas. A esto lo llaman defensa propia. Exactamente la misma justificación que Leo da para ser insoportablemente arrogante. Defensa propia. Contra todos esos seres inferiores. Ésta es una configuración de signos solares 6-8, donde Leo representa para Capricornio las cuestiones de la octava Casa, y Capricornio representa para Leo las cuestiones de la sexta Casa. Se trata de una asociación interesante. Si Leo está dispuesto a tolerar algunas observaciones dolorosas, explicaré por qué. Hay que admitir que es imposible zafarse de la influencia restrictiva que Saturno ejerce sobre el chispeante entusiasmo y la cálida y radiante personalidad de Leo... y que es difícil que los capricornianos se sientan exageradamente impresionados por el redoble de los tam-tams que los grandes gatos baten orgullosos de sus colosales hazañas. No hay manera de que Leo supere finalmente a las Cabras, porque Capricornio está delante de Leo en la rueda astrológica y kármica de la vida. Leo es innegablemente sabio, pero la Cabra lo es aún más. Leo es un signo fijo, y por tanto un poco terco, pero la Cabra terrenal es más terca. y para colmo es autoritaria, porque Capricornio es un signo cardinal. Aún más autoritaria que Leo, pero con mucha más discreción, con menos aparatosidad. Leo es un organizador práctico reconocido, pero Capricornio lo es aún más.

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Arriba ese ánimo. Gatitos tímidos, Leones y Leonas. Comprendo que todo esto ha sido como arrojar pasteles de crema contra vuestro ego, pero. ¿recordáis que dije que vuestra configuración de signos solares 6-8 con Capricornio es interesante? He aquí a qué me refería. A pesar de que la Cabra es una pizca más sabia y más terca que vosotros, más práctica... e incluso más autoritaria, en cualquier relación estrecha con una persona regida por Saturno, la Cabra representará, para Leo, la sexta Casa astrológica. La sexta Casa astrológica representa el servicio. Por consiguiente, los planetas decretan que de alguna manera, aunque ésta sea sutil o marginal, los capricornianos deben prestar algún tipo de «servicio» a cualquier Leo con el que estén estrechamente asociados. ¡Listo! ¿Esto os reconforta? Es como, bueno... veamos... es como el hecho en virtud del cual la madre y el padre saben más que su pequeño, y sin embargo están obligados a «servirlo». Veo que los Leo me fulminan con la mirada, heridos en su orgullo. Lo siento. No ha sido una buena alegoría. Quiero decir, ha sido buena, pero no apropiada para mitigar el dolor de las zarpas del León, todavía martirizadas por la restricción que Capricornio le impone a Leo. (¿Me atreveré a declarar la superioridad de Capricornio sobre Leo? No, no me atreveré.) Qué tal si imaginamos a los capricornianos (cualquiera que sea su edad cronológica) como abuelos bondadosos, pero enérgicos, que sirven a los Leo aconsejándolos desde la atalaya de la sabiduría, en virtud de que ven las cosas desde la cima de la montaña. Quizás esto le resulta más fácil de tragar, al Leo. Es como tomar el aceite de ricino o comer las espinacas y los espárragos cuando eres niño. No es agradable, pero te conviene capitular y dejar de resistirte, por tu propio bien y en aras de tus propios intereses. Leo y Capricornio experimentan una curiosidad mutua. Los Grandes Gatos fascinan a los capricornianos,

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a los que les encantaría saber qué es lo que los hace ser como son. Normalmente, las Cabras no son curiosas, pero Leo les plantea un enigma que no les desagradaría resolver, aunque no perderán el sueño por esto. Por otro lado, Leo intuye interiormente que los consejos de Capricornio son bien intencionados, y es posible que los escuche de vez en cuando. No siempre, pero sí de vez en cuando. Capricornio observa un poco divertido las extravagancias en que incurre Leo al hablar y al vestirse. Posiblemente, en el fondo del corazón, a la (o el) Cabra le gustaría tener una dosis de la temeridad del León. A menudo, el capricorniano se siente extrañamente conmovido por la inmensa envergadura de los objetivos de Leo, intrigado por su generosidad y por su despreocupación respecto de la seguridad financiera, y quizás un poco envidioso ante el coraje con que Leo sueña sueños tan gigantescos y luego tiene la soberbia de ordenar vanidosamente que se materialicen. ¿Cómo se atreven a no materializarse? A menos que en el horóscopo del León o la Leona haya un signo lunar o ascendente cauteloso, estos seres no manifestarán una preocupación exagerada por los días lluviosos. ni los alterará demasiado la posibilidad de empobrecerse o fracasar. Ésta es una actitud totalmente opuesta a la de cautela y preocupación por el mañana que manifiesta la Cabra típica. Estos dos son muy distintos. En lo que concierne a sus peinados y su indumentaria, a su aptitud para ser pacientes (Capricornio puede serlo, Leo no), a sus comportamientos bancarios (Capricornio es un poco tacaño, Leo un poco manirroto), a su lenguaje (Capricornio es un poco tímido y afable. Leo es elocuente e histriónico), y a su método para coger la anilla de bronce del tiovivo (Capricornio es observador, cauteloso y calculador, Leo es temerario e impulsivo), a veces parecen provenir de dos universos diferentes.

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Si el Sol y la Luna de sus horóscopos están en cuadratura u oposición, cada uno hará que el otro se sienta notablemente incómodo: Leo pensará interiormente que Capricornio es frío, egoísta, insensible y soso, y la Cabra pensará interiormente que Leo es despilfarrador y descuidado, egocéntrico y presuntuoso... pues ambos se «verán a través de un cristal oscuro» y sólo captarán la cara negativa de la medalla de sus respectivos caracteres. En cambio, si dichas luminarias están en posición favorable la una respecto de la otra en sus cartas natales, Capricornio suministrará una sólida base intelectual y emocional sobre la que Leo podrá encender algunas hogueras perdurables, hablando en términos simbólicos. Hablando en términos realistas, la Cabra se beneficiará si imita la visión de Leo y su fe en el futuro, así como el León o la Leona encontrará en la lealtad de un amigo, socio, pariente, amante o consorte capricorniano un refugio seguro y confortable. familiar y fiable, cuando los fuegos de artificio se extingan con un chisporroteo en los días lluviosos. El comportamiento competitivo puede convertirlos en enemigos declarados o secretos. Pero la cooperación puede generar entre ellos una relación sólida y duradera, nutrida en la Tierra fecunda de la paciencia silenciosa de Capricornio y entibiada por la fuerza vivificante del Sol benévolo de Leo... cuando son considerados con sus respectivos sentimientos, y cuando se turnan en sus esfuerzos por ser tolerantes con sus respectivos puntos de vista aparentemente ajenos.

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Leo representa para Capricornio, extraña y obsesivamente, como en todas las configuraciones de signos solares 6-8, la octava Casa del misterio sexual, la muerte, el nacimiento, la reencarnación, la regeneración... y «el dinero de los demás». Esto asume a menudo formas inusitadas en su relación, una de las cuales consiste a veces en el hecho de que la asociación le suministra a Capricornio, por intermedio de Leo, alguna experiencia de muerte o de asuntos afines a la muerte, conectados con su encuentro. Capricornio penetrará mucho más a fondo en la verdad si escudriña periódicamente la vida con los poderosos binoculares de Leo. Éste verá la verdad más claramente si mira de vez en cuando el mundo a través de los ojos serenos y equilibrados de Capricornio. El hecho de entender súbitamente los verdaderos ideales que mueven a alguien completamente distinto de uno mismo implica siempre una sorpresa mágica, que confiere el poder de abrir una mente cerrada al aire refrescante de la comprensión, comprensión ésta que conmueve el corazón con un inesperado acceso de ternura... y con el despertar de la compasión. Leo tiene una necesidad desesperada de asimilar e imitar la afable humildad y paciencia que Saturno le inculca a Capricornio con tanta severidad, pero también con tanta sabiduría y tanto acierto. Capricornio tiene una necesidad igualmente desesperada de sentir cómo los cálidos rayos del Sol de Leo brillan sobre la soledad espiritual de Saturno, porque nadie puede liberar los anhelos prisioneros de la Cabra tan milagrosamente como un Leo, que afortunadamente nació libre. Creo que el Viejo Saturno manejó la canalización de las palabras de este capítulo con bastante sensatez aunque con un poco de pomposidad, ¿no os parece? Deberíamos agradecérselo, y quizás incluso deberíamos

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darle un abrazo de oso... porque si bien Saturno tiende a eludir las alabanzas con un tímido rubor de turbación, como los hombres, mujeres y niños capricornianos que rige, su sosegado corazón late más deprisa, y casi estalla de júbilo silencioso, cuando recibe la bendición de una estima sincera y afectuosa. Sí, los planetas también se pueden ruborizar, como las Cabras humanas. Observad esta noche a Saturno en el cielo, y comprobad si ese antiguo astro no parece titilar con un poco más de brillo que de costumbre, con su fulgor de color azul glacial teñido por un ligerísimo tono rosado... por el amor. Sabed que Venus no es el único astro al que podéis impetrar vuestros deseos. Rogadle algo a Saturno. Tal vez la espera y las pruebas a que será sometida vuestra alma durarán más tiempo, antes de que lo que deseasteis se materialice. pero cuando se materialice. la dicha durará... y durará... y durará.

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Mujer LEO Hombre CAPRICORNIO

Nunca era más siniestro que cuando era más cortés, lo cual debe ser, probablemente, la mejor prueba de buena crianza: y la elegancia de su dicción, incluso cuando blasfemaba. no menos que la distinción de su porte, demostraban que era de otra

casta...

...lo hacía con tanta altivez, era tan tremendamente distinguido. que ella estaba demasiado fascinada para gritar...

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Siempre se produce algo parecido a una conmoción cuando un hombre Capricornio y una mujer Leo se asocian emocionalmente o se casan: es una sorpresa desconcertante para amigos y desconocidos por igual. e incluso para sus familiares. Esta es la reacción común, tanto si los nombres de la Leona y la Cabra son Jacqueline Bouvier Kennedy y Aristóteles Onassis, como si son Emmylou Dreyfuss y Patrick Plato, Susan Auberjonois y Rudolph Fingall o Gertrude Franz y Cassius Pendleton. Cualquiera que sea su credo religioso, su nacionalidad o su condición social, a estos dos se los reconoce como personas marcadamente diferentes. Tanto si el Capricornio es propietario de un depósito de chatarra, de una flota de barcos cisterna o de una agencia de venta de autos usados, como si preside un gobierno, una zapatería o una compañía cinematográfica... tanto si la Leona es la Reina del Ejército de Salvación, de un imperio, de un país o del departamento de limpieza de un motel, como si lo es de una firma de cosmética, de una casa de diseño de etiquetas de moda o del puesto de venta de zumo de coco en la isla micronesia de Truk... la gente se extrañará, murmurará y tejerá conjeturas. Pero no les servirá de nada, porque ni Leo ni Capricornio se rebajarán a discutir sus vidas personales ni a explicar su conducta privada. Estos dos signos solares consideran que es vulgar prestar la menor atención a los chismes. Sin embargo, la gente seguirá extrañada. ¿Cómo es posible que un capricorniano conservador se sienta atraído por una Leona extravagante, tan impulsiva, tan histriónica al hablar y al actuar, que exige que le satisfagan todos los caprichos, que pretende que la reverencien y la admiren, pero que se niega a admirar o reverenciar a un hombre? (La mujer Leo mirará a los demás desde arriba, o al mismo nivel, pero nunca desde abajo, nunca los admirará, característica ésta de Leo que ya he explicado antes en este libro, pero que constituye una faceta vital de su personalidad sobre la que vale la pena reflexionar más de una vez.) Asimismo, ¿qué puede ver una Leona afectuosa y magnánima en un capricorniano cauteloso, más silencioso y caviloso que seductor y gregario, que atesora los céntimos que ella arroja como confetti, que sólo formula cumplidos muy raramente, que generalmente aborrece las fiestas (a menos que tenga una razón práctica para acudir a ellas), que le pone mala cara al lujo (a menos que tenga un fin práctico), y cuyas emociones y cuyos sentimientos son singularmente poco demostrativos y dramáticos? Es una buena pregunta. O mejor dicho, son dos buenas preguntas. Pero la astrología tiene las respuestas. El capricorniano y la Leona tienen más elementos en común que los que capta el ojo desprovisto de capacitación astrológica. Poseen más cualidades y rasgos mutuamente fascinantes que los que los no iniciados en el esoterismo podrían sospechar o reconocer sin un pequeño estudio de la metafísica.

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Considerad la naturaleza y las necesidades de la Cabra: El capricorniano típico prefiere casarse con una persona de rango social superior y no inferior. Se siente secreta y tímidamente maravillado por la fama y el éxito —que incluso le producen un temor reverencial—, ya se manifiesten éstos en el plano comunitario, nacional o mundial. La posesión de elementos de buena calidad y valiosos (ya se trate de objetos inanimados, de propiedades o de mujeres) que otras personas admiran y envidian, le produce una gran satisfacción interior. El capricorniano se siente conmovedoramente atraído por el tipo de mujeres que prometen proyectar un poco de sol en sus corazones merced a su habilidad para inducirlo a expandir sus horizontes emocionales, cosa que íntimamente desea hacer, aunque lo niegue hoscamente.

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Considerad las cualidades de la Leona: La mujer Leo típica conquista, en una etapa relativamente temprana de su vida, cierto grado de prestigio y status, cierta medida de notoriedad pública o de distinción social. Esta chica puede ser desde reina de su promoción, animadora de su equipo, jefa de los bomberos voluntarios de un pequeño pueblo... hasta terminar en líder política, actriz famosa, dirigente educacional, pionera científica, o profesional de éxito en diversas carreras. Casi siempre es admirada y envidiada por sus pares y sus inferiores (no tiene superiores). Es un dechado de luminosidad, y le encanta guiar a las personas conservadoras hacia horizontes más emocionantes, en todas las direcciones, en todos los niveles.

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Ahora, considerad la naturaleza y las necesidades de la mujer Leo: La Leona invierte la ley de la oferta y la demanda emocionales, y necesita vivir dentro de una aureola radiante de éxito. Debe tener un compañero al que pueda respetar (es posible que coquetee con un trashumante, pero no se quedará con él), un hombre que no sea haragán y que sí sea un auténtico triunfador. Se siente conmovedoramente atraída por esa clase de hombres que soportan con tranquilidad y paciencia su arrogancia desconsiderada y su talante dramático. Busca un hombre que nunca la humille en público con su falta de urbanidad o buenos modales. Necesita un hombre capaz de ganar suficiente dinero para mantenerla con relativo lujo (relativo en comparación con la forma en que vivimos la mayoría de los plebeyos) y que, además, le conceda una libertad de acción total y no le niegue la satisfacción interior que siente al tomar posesión definitiva de sí misma, para lo cual debe expresar su feminidad impresionando al mundo de alguna manera.

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Considerad las cualidades de la Cabra: Quizás el capricorniano tiene más probabilidades que cualquier hombre de otro signo solar (con la posible excepción de los Cáncer, Tauro u otro Leo) de conquistar el prestigio mundano y la seguridad material que admira la chica Leo, ya sea ésta de Ohio o de Australia. Su serena ambición y su tenaz determinación de alcanzar la cumbre de la montaña más próxima o más alta lo harán acreedor a la estima de la reina. Ésta valorará el hecho de que la cabeza fría y dura de él compita con el talante frío y lánguido de ella. Como él nunca es perezoso, ella puede serlo periódicamente (las Leo necesitan muchísimo descanso para estar bellas y recargar su poderosa energía solar). La conducta normalmente altiva de él contará con la aprobación soberana de ella, y la tímida dulzura que él revela a unas pocas personas (ella es una de las afortunadas) estimula la cálida y protectora ternura de la Leona. El espíritu de lealtad de él es idéntico al de ella. Además, la paciencia aparentemente interminable de Saturno que él manifiesta ante el temperamento fogoso de ella hace aflorar en la Leona un sentimiento distendido de seguridad emocional. Hasta ahora, todo se desarrolla plácida, maravillosa y melodiosamente entre ellos. Sin embargo, si existe un aspecto desfavorable entre el Sol y la Luna de sus horóscopos, deberán luchar tenazmente para lograr la compatibilidad. Él la acusará de ser vanidosa, petulante, malcriada y egoísta... y ella lo acusará de ser frío, cruel, tacaño, insensible y egoísta. (El egoísmo es un rasgo que tienen en común.) Incluso si existe un aspecto favorable entre sus Luminarias deberán enfrentar unas pocas tensiones, como todos los demás. El problema mencionado cerca del final del penúltimo párrafo, el que comienza con las palabras «y que además», es el que origina muchos de los conflictos que se producen entre ellos. No todos, pero sí muchos. Volved atrás y releedlo, por favor. ¿Veis el problema? Si no lo veis, os lo explicaré.

Esta dama, que es tan sensual y garbosa, tan grácil y generosa, tan radiante y alegre y orgullosa..., es seductora y gregaria, como toda Leo. No sólo necesita fiestas periódicas y veladas de gala ocasionales (donde pueda lucir su corona o tiara y mezclarse con las masas), sino que siente una necesidad igualmente vehemente de disfrutar de libertad, de tiempo en tiempo, para seguir al Sol sin compañía... de libertad para optar

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espontánea e impulsivamente por asistir sola a un bautizo, a una coronación, a una subasta benéfica o a una exposición de caballos, o quizá para esquiar sola a campo traviesa (no lejos, apenas en el linde de la ciudad) sin permiso formal de nadie, ni siquiera de su novio o del hombre al que le permitió formar pareja con ella para toda la vida y engendrar sus cachorros. El capricorniano que piensa que ésta es una exageración deberá consultar a los sufridos padres de la Leona. Ellos lo esclarecerán. Ella también reclamará dramáticamente (o deseará privadamente, con una vehemencia tácita, peligrosamente reprimida) la oportunidad de abrirse su propio camino a la gloria en una ocupación creadora o una profesión estimulante. Desde la revolución sexual de Acuario, las mujeres Leo tienden a conservar sus apellidos de soltera después del matrimonio (aunque a veces esto les hace sufrir pequeños traumas respecto de las iniciales que habrá que bordar en las fundas de raso y en los cortinados de seda, y que habrá que grabar en los grifos de oro del cuarto de baño y en artefactos por el estilo). Como el capricorniano medio tiende a ser más que un poco posesivo respecto de su amiga o compañera conyugal del hogar y la lumbre, es posible que se rebele. Además, a la Cabra le disgusta la competencia abierta o activa, para no hablar de la sutil (de la cual desconfía realmente). La vida en común podrá tornarse un poco cataclísmica cuando él insista en saber con certeza cuáles son el paradero y las actividades de su amada, para asegurarse de que ésta no hace nada capaz de deshonrar el nombre de la familia. La única salida consiste en llegar a una transacción. Él deberá concederle, sencillamente, cierta dosis de libertad, si desea mantener la dicha y la armonía del hogar. Deberá confiar en que ella tendrá la dignidad y el orgullo suficientes (creedme, los tiene de sobra) para no deshonrarse ni deshonrarlo a él, y para no ser desleal, mientras merodea sola por la jungla, por así decir. Si ella desea asistir un par de noches por semana a clases de diseño o de cría de animales, él deberá demostrar visible y elocuentemente su aprobación entusiasta, y no renuente. Es importante que su aprobación sea entusiasta, porque si es renuente anulará la tranquilidad emocional que podría introducir en su relación. Cuando ella quiera visitar a amigos que viven a algunas calles o algunos kilómetros de distancia, o quiera ver una película que él no tiene interés en ver, él deberá telefonear a uno de sus tres viejos amigos e invitarlo a su casa (mejor que no sea una «amiga»), o deberá tomar él la iniciativa de visitarlo sin esperar una invitación impresa. O podrá salir a dar unas vueltas en el auto mientras ella esté ausente. En el auto de él, porque ella pilotará el suyo propio. Éste es otro detalle: necesitarán dos vehículos. El nuevo, aerodinámico e impresionante para ella; el jeep, furgoneta o camioneta de segunda mano para él. Así son las áreas de compromiso.

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Ella deberá tratar de abordar su parte de la transacción con gallardía. ¿Acaso no es así como la realeza lo aborda tradicionalmente todo? Cuando ella le informe altaneramente que no ve ningún motivo para solicitarle permiso, aunque sólo sea esporádicamente, para hacer lo que se le antoja, él deberá explicarle, serena y afectuosamente, con ese extraño brillo de Cabra en los ojos, que no se trata de pedir permiso, sino de consultar, y que es lícito esperar que incluso las reinas consulten por lo menos con su Primer ministro y su Rey... y a continuación citará unos pocos ejemplos históricos, para demostrarlo. Deberá recordarle que la realeza hace periódicamente estas consultas para evitar que las grandes decisiones sean poco prácticas e impulsivas, hasta el punto de poder poner en peligro el castillo o el reino. Si ella se propone callejear durante algo más que unas pocas horas, será más cortés que le comunique sus intenciones generales. Este será el comportamiento más bondadoso y considerado. Y esta mujer es auténticamente bondadosa. Le regocija hacer feliz a la gente. Una vez que comprenda que puede dejar mucho más dichoso y conforme al hombre que ama si demuestra algún interés por sus sentimientos, será más comprensiva y solicitará más a menudo su sabio consejo respecto de sus planes. No es cortés que ella compre un criadero de pavos reales sin advertírselo a la Cabra, ni que canjee su colección de trofeos por un helicóptero sin insinuárselo previamente. Él es un amante afable, pero sus pasiones son más profundas de lo que aparentan ser en la superficie. Sólo la mujer que conoce íntimamente al capricorniano tiene conciencia de la verdadera magnitud de sus emociones, del poder latente de su sexualidad. Es posible que hasta que haya sido sazonada por varios años de amor, la Leona sea demasiado egocéntrica para expresar físicamente el amor con todo su ser, y es posible que al principio haya en su conducta sexual un elemento ligeramente egoísta y superficial. Pero él es paciente, y está dispuesto a esperar que la riqueza que yace debajo de su vanidad femenina se transforme en ese tipo de experiencia mutua que ahondará su relación. Su apacible aire de espera, el silencio elocuente con que la toca, la conmoverán gradualmente y le permitirán demostrar la rara mezcla de afecto, ternura y sensualidad que se esconden dentro de la altanería de toda mujer Leo. Ella es una Leona. El éxtasis cabal y feroz del acto amoroso forma parte de su naturaleza, y a menudo el hombre regido por Saturno tiene la combinación justa de cualidades masculinas que se necesitan para estimular estos sentimientos de ella hasta su última expresión. La clave es el obvio deseo que él experimenta por ella, porque Leo representa para Capricornio (entre otras

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cosas) la octava Casa del misterio sexual, y la mujer Leo siempre se siente irresistiblemente excitada por la conciencia de que la adoran, la necesitan, la desean y la anhelan sinceramente. Si existe un aspecto negativo entre las luminarias de sus natividades, es posible que tengan dificultades de adaptación, pero la mejor forma de enfrentarlas será mediante la paciencia de Saturno (el mayor don que él le hace a ella), y mediante la capacidad del Sol para disipar las nubes y las sombras por el solo hecho de brillar (el mayor don que ella le hace a él).

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Él la admira por su élan natural y por la nobleza de su porte, pero la ama por la nobleza de su carácter. La inmensa generosidad y misericordia de ella mitigan la melancolía del capricorniano e incluso diluyen gradualmente su cautela. Él necesita su calor y su coraje, y ella necesita su fuerza y su estabilidad. Estos dos son muy distintos, pero cuando se produce un «casamiento entre iguales» el amor tiene poco que enseñar... ¿y quién desea quedarse eternamente en la escuela primaria? Al hombre y la mujer les resulta excitante la aventura de aprender y madurar juntos. La jungla fragante y lujuriosa de Leo puede ser un nuevo terreno seductor y emocionante para la Cabra acostumbrada a la monotonía continua de las cornisas, rocosas. las «purpúreas montañas majestuosas» de Capricornio atraen a la Leona curiosa con la promesa de un panorama magnífico desde la cumbre. Ésta es la llamada eterna e irresistible de lo desconocido para el espíritu humano.

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Él bullía de vitalidad y también estaba embriagado de petulancia. ¡Acaso no soy un prodigio, oh, sí soy un prodigio! —le susurraba a ella, y aunque ella pensaba lo mismo se alegraba realmente de que nadie lo oyera, en bien de su reputación. La de él.

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El hombre Leo cree ser, con creces, el hombre más práctico que se conoce. Sea cierto o no, esto es lo que cree. Se mira en el espejo, y la imagen que ve reflejada es la de un héroe apuesto, sereno e impávido, que evidentemente reúne todas las virtudes. Ésta es la imagen lisonjera de sí mismo que tiene presente en todos sus tratos con los menos agraciados por la suerte. Entonces se enamora de una chica capricorniana. Súbitamente, sin advertencia previa, se siente torpe, desmañado, patoso, impulsivo, poco práctico... quizás incluso un poco ridículo. Para un León, ésta es una mezcla de sentimientos muy desagradable. Naturalmente, no confiesa enseguida que está muy ofuscado en su presencia. ¿Qué, preocuparme yo? Como Alfred E. Neuman, el prototipo de la revista Mad, sigue sonriendo, y pretende zafarse de su embarazo fingiendo que controla la situación, simulando un aplomo que no siente realmente. La ofuscación empieza cuando intuye esta extraña «actitud didáctica» de ella. ¿O acaso es una actitud crítica? No termina de saber si lo hace sentir como si estuviera tratando con su madre, con su maestra de cuarto grado, o con su hermana mayor, que siempre lo subestima. ¿Acaso le recuerda a su padre cuando...? No, claro que no. Qué tontería. ¿Cómo es posible que una chica tan dulce le recuerde a su padre? Pero vacila, a medida que ella empieza a confiarle plácidamente sus opiniones acerca de la contraposición entre el arte abstracto y los clásicos, las razones por las cuales está resuelta a visitar Europa, cuáles son los defectos de los sistemas educacionales modernos, los motivos por los cuales piensa que construir tu propia casa es una experiencia más apasionante y completa que comprar o alquilar una concepción ajena de la vivienda... y posiblemente lo que piensa sobre el aborto legal. Él irradia un aire reconfortante y entonces su corazoncito sabía que la estimaban, seguridad ésta que los niños buscan tan desesperada y silenciosamente. Saturno les enseña a todos los capricornianos, desde la infancia, a comportarse correctamente en público, y nunca olvidan la lección. La mujer capricorniana intuye que si incurre en un despliegue público de emoción, la regañarán y se convertirá en blanco de la repulsa. Por tanto, el hábito del autocontrol se implanta cada año a mayor profundidad, ofendiendo a algunos... de modo que ella se pregunta penosamente, a solas, qué es lo que ha hecho mal. Ella no es la única. El León de nuestro ejemplo también se tortura al preguntarse qué es lo que él ha hecho mal. Si recapacita con escrupulosa introspección, comprenderá que cometió varios errores comunes con la

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chica Cabra: creer que podría metérsela en el bolsillo con la sola fuerza de su presencia; no demostrar el debido respeto por sus ideas muy sensatas y ya bien elaboradas acerca de cuestiones que revisten vital importancia para ella; y pretender que la complazca su oferta de moldearla, como si fuera un trozo de arcilla húmeda, para acomodarla a su imagen de la mujer ideal. Esta mujer no es un trozo de arcilla húmeda, a la espera de que el Svengali Leo la moldee. Está hecha de roca sólida, combinada con montículos de tierra (pero recordad que la tierra también puede ser cálida y segura y protectora). Un cincel, o quizás unos cartuchos de dinamita, podrían cambiar (ligeramente) la estructura de sus pautas y hábitos mentales, pero estos elementos son los que menos hay que emplear. Ciertamente no la cambiarán los sermones imprudentes y arrogantes de un León presuntuoso, aunque en todo lo demás éste la estimule magnéticamente. (Leo representa para Capricornio la octava Casa del misterio sexual, entre otras cosas.) Ella no está dispuesta a modificar su indumentaria, su peinado o sus opiniones por ningún hombre, ni siquiera por aquel del andar garboso y el fuerte atractivo de la jungla, que innegablemente hace que se le aflojen las rodillas cuando le sonríe, y que le contagia su depresión cuando ella intuye que está triste, ya sea que en razón de ello la Cabra exprese su compasión verbalmente o que no la exprese. Quizás él logre transformarla gradualmente —muy gradualmente— paso a paso. Pero puede olvidarse del cambio instantáneo. La chica capricorniana no hace nada instantáneamente. y las órdenes regias, aunque sean cariñosas, hacen aflorar toda su obstinación y refuerzan su voluntad que ya es de acero. Sin embargo, el carácter risueño y el aire de confianza del Leo la derriten más a menudo de lo que él supone, y al mismo tiempo la estimulan y disipan su melancolía de Saturno más de lo que ella confiesa. La Cabra lo escuchará atentamente cuando él hable de sus metas colosales y de sus ambiciones futuras. Ella está a favor de lo bueno y lo justo, así que su idealismo la complacerá... y está francamente a favor de la ambición de todas las formas y magnitudes. Cuanto más grandiosos sean los objetivos de él, más lo apoyará, aunque no vacilará en identificar cualesquiera defectos que amenacen quitarles valor práctico. Él deberá agradecer sus consejos sensatos y deberá hacer caso de su sabiduría instintiva, en lugar de resentirse. Las capricornianas tienen un don maravilloso para convertir los sueños en realidad. A la inversa, ella deberá dejarse guiar más a menudo por la valerosa personalidad de él, y escucharlo cuando le dice que atempere su cautela si no quiere que el pesimismo los sofoque a ambos. Hay placeres que sólo los conocen aquellos espíritus libres que siguen el canto de la alondra y que comprenden que la vida es más lírica cuando se corre un riesgo ocasional. El León nació sabiendo que el Reino de la Felicidad no está pavimentado con pólizas de seguro contra posibles desencantos y desastres. Él es un rey, y por lo tanto puede enseñarle los matices de la nobleza. Pero deberá conducirla desde las tenebrosas mazmorras del abatimiento hasta la luz del sol con ternura, y no con un fuerte empujón.

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El León enamorado de una chica capricorniana deberá grabar en su memoria la fábula de la tortuga y la liebre, aunque su desenlace pueda fastidiarlo, recordando que ella es la tortuga y él es la liebre. Él disfruta de la magia y el poder necesarios para asumir la forma y el comportamiento de una tortuga si realmente desea ganar la carrera. Pero la tentativa de azuzar a la tortuga no hace más que demorar su propio progreso, y no interrumpe la marcha lenta y deliberada de la capricorniana para cruzar la meta final. El tiempo es amigo de ella. Saturno. El Viejo Padre Cronos. Aún nadie le ganó. Es casi seguro que estos dos tendrán aproximadamente una discusión semanal por cuestiones de dinero. Qué derroche de horas de amor, y tan fácil de evitar. ¿Por qué discutir? Realmente a él no le incumbe saber cómo maneja ella su dinero, y a ella no le incumbe saber cómo lo gasta él. La solución sencilla consiste en que el León y la Cabra tengan cuentas totalmente separadas, por siempre jamás. Es posible que ella desee ganar su propio dinero, y él será tremendamente egoísta si se disgusta por ello. Si él quisiera compartir sus ingresos con ella después de casarse o comprometerse (porque Leo es generoso, a menos que tenga la Luna o el ascendente en Capricornio, Cáncer o Virgo), ella deberá aceptar la oferta con él mismo talante con que se la hacen, en lugar de adoptar una actitud petulante e independiente. Cualquiera que sea el sistema que elijan, ella deberá gozar de libertad para atesorar su dinero, para invertirlo como se le antoje, para contar los intereses de sus ahorros todas las noches si esto es lo que le place, sin que él la torture con sus sermones sobre la tacañería. Asimismo, él deberá gozar de libertad para confeccionar una corneta con billetes de un dólar, para repartir su dinero entre los necesitados, para comprar regalos extravagantes para sí mismo y los demás, para perder una fortuna en aras de un sueño o de una causa desahuciada, o para encender con papel moneda la lumbre en las heladas noches de invierno si esto es lo que lo hace feliz, sin tener que soportar las implacables miradas de desaprobación de la Cabra. No hay otro recurso. La locura por el dinero asesina el amor. Sin embargo no es más que papel verde, ilustrado con

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retratos de antiguos presidentes, chocantes piezas de metal, o cheques con imágenes de ocas silvestres y crepúsculos pintorescos, que también son... sólo papel. Únicamente el amor es auténtico. El dinero es una ilusión, un espejismo. Deberían repartírselo en la forma más equitativa posible, para luego olvidarlo. Hacer caso omiso de él. No discutirlo nunca.

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Como sus naturalezas son distintas, su relación física depende de los aspectos recíprocos que tienen sus luminarias, ascendentes y otros planetas en sus horóscopos. Si son desfavorables, es posible que a él le parezca que ella no responde a su apetito de afecto y sentimiento durante el acto amoroso... y es posible que ella no pueda expresarle su amor físicamente cuando él la haga sentir incompetente mediante las críticas que formula a su comportamiento sexual, que quizá no es suficientemente fogoso o demostrativo para el gusto del León. Esto producirá dos efectos infortunados: destrozará el corazón de la capricorniana y congelará sus emociones. Hay unas pocas (muy pocas) capricornianas cuyos hábitos sexuales han quedado patéticamente desquiciados después de que sus familias les hicieron sentir alguna forma de rechazo, el cual siempre implica una grave lesión psicológica para la Cabra. Este tipo raro de capricorniana insensible acepta el acto sexual con la misma naturalidad con que acepta un apretón de manos, actitud ésta generada por el lado negativo de la influencia de Saturno, que endurece simultáneamente sus emociones y su conciencia. Ejecuta los movimientos mecánicos de la conducta erótica y deja a sus compañeros con una sensación de frío y vacuidad, aunque no de tanto frío y vacuidad como los que experimenta ella. Inconscientemente, recurre al sexo para obtener favores, o algo que necesita, y genera una distorsión del sentido práctico positivo de la esencia del «yo utilizo», típica de Saturno.

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Pero es difícil que este tipo de chica Cabra atraiga al León orgulloso y celoso, y la gran mayoría de las capricornianas simbolizan lo opuesto de la promiscuidad: la timidez romántica y la fidelidad sexual. Si existe un aspecto armonioso entre determinados planetas, incluidas las luminarias, de las cartas de un hombre Leo y una chica Capricornio, su expresión sexual puede convertirse en un éxtasis perdurable cuando él aguarda que las emociones reprimidas por Saturno se liberen gradualmente, a medida que ella aprende a confiar en él. Entonces su unión física tendrá una nueva y trémula dimensión de ternura. v él será recompensado con la certidumbre de que ha avivado la asombrosa magnitud de la pasión 'latente de ella, que a partir de ese momento sólo será compartida con él. Para el León no hay un bálsamo tan sedante como el saber que sólo él posee la sexualidad secreta de su mujer, una parte de su personalidad íntima que no le ha revelado a nadie más que a él.

Ella debería insertar una tarjetita en su libreta de ahorros (donde seguramente la verá a menudo) con la inscripción: No ahogues su entusiasmo y generosidad con un exceso de pesimismo, depresión o cautela innecesaria, y nunca hieras su dignidad y orgullo con críticas frías, que él interpretará como un rechazo.

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Él debería insertar una tarjetita en el espejo de su auto (donde seguramente la verá a menudo) con la inscripción: Sé amable y respetuoso con su familia, reprime tus sermones y trata bondadosamente su manso corazón. Comprende que su conservadurismo emana del miedo interior a la pobreza y la soledad: un obsesivo recuerdo kármico. No olvides que necesita aún más que tú los cumplidos y la estima sinceros, y recuerda que sólo finge disgusto por el sentimentalismo y los abrazos de oso. Pensándolo mejor, la tarjeta del León deberá ser muy grande. Quizá de veinte por veinticinco. Con un marco de oro. Oro de veinticuatro quilates, para dejarlo contento. Antiguo, para dejarle contenta a ella. La capricorniana se siente más segura en contacto con antigüedades de una época más estable, confeccionadas por maestros artesanos que amaban su trabajo. Esto da a entender cuál es el tipo de regalo que él podrá hacerle en el aniversario del día en que se conocieron. Es posible que ella nunca lo mencione, pero recuerda la fecha. La anotó en su diario, que después ocultó bajo el colchón junto con la primera carta de amor de él. De la que él cree que se deshizo. Debería conocerla mejor. La capricorniana nunca se deshace de nada auténticamente valioso. De él depende que su amor por ella se cuente entre las cosas de valor.

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LEO

ACUARIO

Fuego - Fijo - Positivo Regido el Sol Símbolo: el León y el Gatito Tímido Fuerzas diurnas -Masculino

Aire - Fijo - Positivo Regido por Urano Símbolo: el Aguador Fuerzas diurnas - Masculino

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La relación LEO-ACUARIO

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Entonces recibieron la sorpresa más extraña de esta Noche entre las Noches.

Nunca son las sorpresas típicas de Urano que dan los Aguadores las que generan problemas en esta feria de polaridad-oposición 7-7, llena de elementos ridículos y sublimes, entre Leo y Acuario. Los problemas provienen de otras causas. Abordemos el tema cautelosamente, de «culata», dando marcha atrás, por así decir. Creo que será inesperadamente útil consagrar más o menos una página de este capítulo sobre compatibilidades a la ejecución de este retroceso. Es posible que los Leo gruñan un poco, resentidos, al ver que los desplazan unos párrafos más abajo, pero si se someten ganarán puñados de estrellas kármicas para sus coronas reales y diademas por su paciencia y humildad... aunque en realidad no tengan otra alternativa. listaríamos aviados si les diéramos una opción!)

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En el verano de 1978 recibí una carta de un lector Acuario llamado Richard Ellsberry. Al principio pensé que debía de tener el matasellos de Espiga o de Arturo... o quizá de Sirio (que en realidad se debería escribir Sirios, por el misterio del anagrama de Osiris, como sabéis, pero ha sido deformado y sin duda lo corregirán en el futuro). Sin embargo, el sobre tenía el matasellos de Phoenix, Maryland. Lo de Phoenix, o Fénix, se entiende. Lo de Maryland es casual. El Aguador Richard escribió, en parte, lo siguiente:

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Estimada Linda Goodman... Las observaciones que hace en su libro Sun Signs acerca de las extravagancias de la personalidad de Acuario son notables. En el capítulo dedicado al Niño Acuario, dice: «Como exhibe cierta inclinación hacia los relojes de todos los tamaños, es posible que tenga algo que ver con una Máquina del Tiempo (una obsesión común entre los Acuario)». Ahora, lo que deseo saber es lo siguiente: ¡¡¿¿Cómo diablos se enteró de que me estoy ocupando de una Máquina del Tiempo??!! Hace mucho que trabajo en ella. Se trata de una tentativa de tomar contacto con Seres del Futuro. El razonamiento es que... si nosotros no podemos ir hasta ellos, ellos tendrán que venir hasta nosotros. Al fin y al cabo, es SEGURO que ELLOS tienen Máquinas del Tiempo, ¿no le parece?

(Adelante, Richard! La lógica perfecta de Urano.)

Este concepto empezó a cobrar forma en mi cabeza cuando tenía 17 años, hace aproximadamente 7 años. Estará en gestación durante otros 4 años, hasta 1982. Lo denomino La Sociedad Crononáutica. Me gustaría invitarlos a usted y a todos sus amigos interesados a nuestra primera reunión con los Seres del Futuro, que se celebrará el martes 9 de marzo de 1982 d.J. C. No se trata de una broma. Organizaremos la recepción más espectacular que se haya tributado jamás a los Seres del Futuro. Como éstos se hallan EN el futuro, ya habrán tenido noticias de nuestros esfuerzos, y volverán atrás en el Tiempo para asistir. Les ofreceremos regalos tales como obras musicales, y de arte... y voluntarios.

(¡¡¿¿Voluntarios??!!)

La probabilidad de entablar contacto en este audaz experimento... (¿Audaz? ¡Ahora

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Leo nos presta atención!)

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...en este audaz experimento aumenta a medida que acumulamos más documentación (literaria, fotografías, cintas magnetofónicas, etcétera). Actualmente no sabemos dónde se celebrará el encuentro. La mantendré informada. Es posible que las condiciones obliguen a formar una red de congregaciones alrededor de la Tierra, intercomunicadas mediante radio y vídeo. Se ha elegido la fecha del 9/3/82 porque en ella coinciden acontecimientos celestes excepcionales, como EL EFECTO JÚPITER, siendo un raro momento en que todos los planetas del Sol están del mismo lado; en que se produce el advenimiento de la era de Acuario; en que se superponen temporalmente las órbitas de Neptuno y Plutón; en que se registra el intervalo de doce años entre los cometas Kohoutek y Halley... y en que tenemos Luna Llena. La Sociedad Crononáutica es una alianza sin fines de lucro, abierta, de artistas, científicos, ocultistas y visionarios. Su emblema es la Serpiente Bicéfala, que simboliza la Doctrina de la Arborescencia. Esta tesis especulativa sostiene que el Tiempo no es exactamente lineal, sino que se ramifica: lo que los cristalógrafos denominan «crecimiento dendrítico». Esto no implica, empero, que estemos constreñidos por algún dogma ideológico. Alentamos vehementemente todas las críticas y sugerencias. Apartado de Correos 231, Phoenix, Maryland 21131, Estados Unidos de América. Infortunadamente aún no nos financia el Congreso ni nos respalda la Fundación Rockefeller, así que si desea una respuesta, tenga la gentileza de enviar un sobre con su nombre y dirección, y un sello.

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¡Bendito seas, Richard Ellsberry! Eres mi rutilante respuesta a todos aquellos que me preguntan: «¿Los Acuario son realmente tan excéntricos como usted dice?». A lo cual respondo ahora con un resonante ¡sí! (Más excéntricos, en verdad.) He completado una «verificación de datos» sobre este Aguador, y puedo aseguraros que habla muy en serio. Tiene relaciones y contactos personales con varios eruditos y con hombres muy respetables, cuyos logros, conocimientos y prestigio científicos son impresionantes... así como con una multitud de terráqueos «comunes», perceptivos y precognitivos. aunque aún ignorados, igual que usted. Así que ésta es la hora de los milagros para todos los Aguadores del mundo que sueñan con una Máquina del Tiempo. ¡Adelante! Escribidle a Richard y convertíos en camaradas espaciales del Mañana. (O del Ayer. Es lo mismo. Recordad vuestros principios dendríticos.)

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Tengo un par de excelentes razones para hacer pública esta información sobre la Máquina Acuaria del Tiempo. En primer lugar, me parece una idea maravillosa, porque astro-lógicamente, astronómicamente, y desde todo otro punto de vista, la década comprendida entre 1982 y 1992 contendrá muchas conmociones (sobre todo para los no iniciados) y será mejor estar preparados. En segundo lugar, nos permite reflexionar acerca de la relación Leo-Acuario. Estoy segura de que la Sociedad Crononáutica será inundada por tantas solicitudes de afiliación de Leones como de Aguadores. La audacia de la idea es la que fascinará a los grandes gatos, cuyo segundo nombre es Coraje. Por supuesto, espero que comprendáis que todos los socios Leo incluirán en los currículums enviados a la S.C. sus ideas personales acerca la forma en que se deberá organizar y celebrar la recepción de 1982 para los Seres del Futuro en este «encuentro muy próximo». Obviamente, el Orador de Fondo del Encuentro Próximo del 9/3/82 deberá ser alguien calificado para desempeñarse como líder de una empresa cósmica tan distinguida, de tanta envergadura, y de tan evidente trascendencia galáctica. A saber, un Leo. ¿Al fin y al cabo no está sincronizada, en parte, con el raro momento en que todos los planetas del sol, están del mismo lado... y acaso no es el mismísimo sol_ el regente de Leo? ¿Qué podría ser más apropiado? Ciertamente una iniciativa regia como la que planea la S.C. no puede quedar librada a las torpezas y los errores de plebeyos y campesinos. Sólo la nobleza está en condiciones de cargar con la grave responsabilidad de un esfuerzo de esta magnitud. Ésta es más o menos la actitud que asume cualquier León o Leona respecto de los individuos de Acuario y respecto de los proyectos de Acuario de todas las formas y dimensiones, grandes o pequeños, ya se trate de llenar el cuadro de arena para los niños. de construir una casa para los pájaros, de decorar un despacho, de organizar una fiesta escolar, de planificar una campaña publicitaria o política, de producir una película o una pieza teatral... o de decidir la fusión de dos inmensos monopolios. No importa. Leo asumirá el mando. O Leo cogerá su cubo de arena, sus resguardos de las acciones, sus rollos de tela, sus globos, su casa para abadejos, su guión de cine o lo que sea... y buscará otro reino donde gobernar, un reino en el que acepten de buen grado y valoren la superioridad. En el que la respeten y la veneren.

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Normalmente, esto no fastidiará en absoluto a los Aguadores típicos. En realidad éstos no tienen demasiado interés en ser los grandes jefes de la reserva india. Les interesa más la invención de nuevas danzas para invocar la lluvia y de cosas parecidas. La forma de diseñar un Tótem mejor. Sin embargo. cuando estos dos signos solares sí chocan por algo —por lo que fuere— el resultado se puede comparar con la embestida frontal entre un rebaño de búfalos y otro de elefantes. Entre un edificio de ladrillo y un muro de cemento. O entre dos asnos que se encuentran morro con morro. Una competición de terquedad en la que ambos protagonistas están empatados. O sea que tanto Leo como Acuario son fijos. Los Aguadores. los Leones y las Leonas comparten el dudoso honor de haber nacido bajo signos fijos. Esto significa que son porfiados como la cola de pegar, y que no cederán un ápice en sus posiciones cuando crean que tienen razón y que sus opiniones y actos están justificados. Leo y Acuario adoran las sorpresas. Ambos tienen mentalidad progresista, son generosos y magnánimos; ambos defienden a los desheredados y las voces minoritarias de las tórtolas que se hacen oír por todas partes. Ambos tienden a ser altos y apuestos (o bellos). Ambos son muy inteligentes, cordiales, gregarios... y son conversadores fascinantes. A ambos les gusta proteger a los débiles, y ambos aman y respetan la Naturaleza. Hasta aquí, ¡estupendo! Todo es tierno, con suaves ronroneos y felices maullidos de los grandes gatos... y una plétora de fresca y chispeante cooperación que desborda de los pequeños cántaros marrones de los Aguadores regidos por Urano.

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Sin embargo, estos dos signos ocupan lugares opuestos en la rueda del horóscopo. Uno tiene lo que le falta al otro. y a su vez este otro no se resigna a admitir que necesita aquello de lo que carece. Normalmente. (A menos que los ascendentes y las luminarias de sus cartas natales tengan una relación plácida y armoniosa, en cuyo caso no les importará confesar sus necesidades individuales y compensar sus carencias mediante el trueque.) ¿Qué es lo que Leo tiene y le falta a Acuario? Calor personal. Un cierto sentido de la dignidad. Estabilidad y fiabilidad. 4* ¿Qué es lo que Acuario tiene y le falta a Leo? Sé que es difícil imaginar que a los Leones y Leonas les falte algo, puesto que han heredado todas las virtudes que existen bajo el Sol (su regente). Pero, ay, carecen de un don de los dioses: la humildad necesaria para reconocerse culpables de una o dos faltas dispersas, para admitir que entre los rubíes y esmeraldas de sus refulgentes cualidades y rasgos positivos puede haber uno que otro diamante desconchado. En síntesis, no están generosamente dotados de la capacidad de confesar sus errores ni de la capacidad de aceptar de buen grado las críticas. A Leo le conviene tomar en préstamo de los Acuario una pizca de su humildad, de su objetividad respecto de las críticas y de su excelente disposición para confesar sus defectos. Decidles a los Acuario que son todos genios y se encogerán de hombros, impertérritos. Decidle a un Acuario que está loco, y el Aguador hará un complacido ademán de asentimiento, regocijado por el análisis... y no se ofenderá en absoluto. Generalmente el elogio lisonjero le entrará por un oído y le saldrá por el otro. Pero insinuad, aunque sólo sea tímidamente, que los Leo son un poco menos que superiores en algún contexto, y la reacción será: «¡Decapitadlo!». Rugen o se enfurruñan, pero ni lo uno ni lo otro le sienta a la realeza. A la inversa, los Acuario se beneficiarían inmensamente si adoptaran parte de la radiante y cálida benevolencia que Leo manifiesta en las relaciones personales (a veces el Aguador puede mostrarse un poco frío, incluso con los seres queridos), si imitaran la fiabilidad de Leo (sería agradable saber que se puede contar con que los Aguadores cumplirán el jueves lo que el miércoles se comprometieron a hacer, mediante un juramento de sangre), y si asimilaran una miaja del aplomo y la altivez de Leo. Ojo, no es necesario que lleguen al extremo de sosegarse, pero a lo mejor bastará que copien la gracia felina de Leo cuando anden por ahí, para no tropezar tan a menudo con los postes de teléfono: que desistan quizá de ponerse cabeza abajo mientras asisten a un concierto; que mitiguen el tono purpúreo de su pelo; que dejen sus quetzales en casa cuando van a la iglesia... cosas por el estilo. Sólo un poco de aplomo y altivez. No demasiado. Entonces no se los reconocería, y ciertamente queremos que sigan siendo reconocibles, porque ya es bastante difícil identificarlos como miembros de la raza humana. Como Leo y Acuario nacieron bajo los signos solares del «Organizador Fijo», deberán compartir las responsabilidades organizativas de una empresa comercial, de una relación romántica, de un «Viaje» Mental o de un «Viaje» en el Tiempo. Cada uno de ellos deberá renunciar a algo más que una mínima parte de su fijeza personal, mientras retiene su fijeza de intención. Sin embargo, aunque Leo no es un signo cardinal de liderazgo (Leo es un organizador), el León deberá gobernar la tarea de organización... de alguna manera que aplaque el ego gigantesco de los grandes gatos. Dadle a Leo el título. Eso es todo. Jefe Hacedor de Lluvia. Diseñador Jefe de Tótems. Comunicador Jefe con los Se, es del Futuro. Peluquero Jefe. Apóstol Jefe. Jefe de

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Bomberos. Jefe de Aguas. Jefe de Aire. Jefe de Tierra. Oberon, Rey de los Genios. Titania, Reina de las Hadas. Rey de la Jungla. Reina de las Empresas Galácticas. Sultán del Harén. Monarca del Castillo. Ésta es la idea general. Entonces el Aguador descubrirá que en ningún lugar de esta Tierra, ni de ninguna otra galaxia ni Sistema Solar pasado, presente o futuro, encontrará un «camarada» más brillantemente creativo, inteligente, valeroso y leal que el León o la Leona. Realmente vale la pena cultivar un poco la elasticidad de la fijeza de Acuario con el fin de conquistar semejante amigo para todas las estaciones... todas las Barreras del Tiempo y todos los Niveles Astrales. Los Acuario que no me crean podrán limitarse a esperar el Encuentro Próximo de Richard Ellsberry que se celebrará el 9 de marzo de 1982 d.J.C. Del futuro llegan, puntualmente, los S.d.F.. El Líder de la Atlántida resucitado en Phoenix que saludará a los terráqueos con una combinación de lenguaje hopi por señas, swahili y sánscrito será una orgullosa, noble y majestuosa Leo. (¡Sí, ella lo será!) Poco importará que la mismísima Máquina del Tiempo haya sido diseñada por un S.d.F. Aguador. A los Acuario les importa un bledo quién se lleve el mérito... siempre que ellos puedan realizar el vuelo y llegar a la meta elegida. Leo podrá hacer todo el viaje en primera clase, ¿pero adivináis quién irá sentado en la carlinga del Rayo Láser? «Damas y caballeros, os habla vuestro piloto. Me complazco en daros la bienvenida a bordo del LeoOsiris Phoenix XIV. Volaremos a una altura de cuatrocientos cincuenta billones de kilómetros por hora terrestre, millón de kilómetros más o menos, según la magnitud de las caídas de polvo en Maldek, y a una velocidad de varios años luz. Las azafatas pasarán entre vosotros para explicaros cómo se usa la cabeza. Llegaremos a destino exactamente a las tres y cuarto del sábado, en el año previo al anterior, justo a tiempo para celebrar el cumpleaños de Amory Lovins. En mi nombre y en el de mis copilotos gemelos, Howard y Robard, os deseo un buen viaje. Tomad la precaución de mantener abrochados y asegurados vuestros cinturones Nader cuando pasemos por las Torsiones Espaciales... y no olvidéis de disfrutar del paisaje por vuestros ojos de buey, pues en los días despejados se ve la Eternidad. ¡Buena suerte! ¡Salud! ¡Cambio y fuera!»

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Mujer LEO Hombre ACUARIO Durante poco tiempo Peter continuó... tocando alegremente su gaita. Sin duda fue una tentativa bastante infeliz de demostrarse a sí mismo que no le importaba. Entonces resolvió no tomar su medicamento, para afligir a Wendy. A continuación se tumbó en la cama fuera de la colcha, para fastidiarla aún más.

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Al comienzo ella se sintió atraída hacia él como un imán propulsado a chorro. Quién sabe cómo, el Aguador parecía succionarla casi literalmente hasta los abismos de sus ojos soñadores, como si ella fuera un jirón de nube que desaparecía en el espacio de su expresión. Por tratarse de una Leona, ella, naturalmente, se resistió. Pero fue inútil. Se sintió remontada por la mansa brisa de su carisma del elemento Aire, acunada por la música reconfortante de su gaita. (Es posible que al resto de nosotros la gaita nos parezca un poco estridente y chillona, pero para el Leo es reconfortante, porque trae reminiscencias de cambios de guardia, desfiles de coronación y todo eso.) Durante un tiempo, todo fue color de rosa, plumas de pavo real, maravillas sobre maravillas. Él se comportaba como un verdadero santo. A veces, ella estaba segura de que incluso veía su halo, aunque parecía tener una forma muy rara. (Era su aura, y todas las auras de Urano tienen una forma rara. Parecen una pirámide invertida con un rayo que traza los tres planos que componen las caras triangulares. Insólito. También lo son los colores. Una especie de azul eléctrico, surcado por vetas de trueno negro y centelleantes conceptos blancos.) Curiosamente, al principio a él le sucedió casi lo mismo. Sintió la necesidad apremiante de caminar descalzo sobre la cola de su vestido de terciopelo púrpura, de besar los diamantes de su tiara. Las melodías perfumadas que exhalaba su nariz francamente divina lo hicieron levitar repetidamente varias decenas de centímetros. La misma languidez de ella apaciguaba sus pies y sus oídos incansables... mientras su porte perfecto lo dejaba alternadamente mudo y vibrante. Él también estaba seguro de que periódicamente podía ver, con su Tercer Ojo, el halo rutilante y rojo-dorado de ella. (Era su aura, en forma de Sol, brillante y enceguecedora, que lo dejaba hechizado e hipnotizado.) Ella se comportaba como la Reina de todos los ángeles. Ronroneaba como un gatito y zumbaba como un colibrí. Sonreía como un gato bronceado de Cheshire y como su quetzal favorito. Era un hálito del Cielo, llameante de pasión, pero fresca como un helado de limón. De pronto, el cielo viró al gris, y Rip Van Winkle empezó a derribar bolos como un marinero borracho. Relámpagos de calor. Retumbar de truenos. Inmensos Niágaras de aguas desbordadas, que habrían hecho abandonar el arca al mismísimo Noé, fluían del cántaro de Urano, en tanto que la esencia de Aire de él gestaba un tornado y el elemento Fuego de ella ardía como el incendio de Pompeya. En síntesis, había empezado la estación ventosa, calcinada y aguada del romance. El se convirtió en un individuo presuntuoso, insípido, tacaño y sarcástico. Ella se convirtió en una mujer descomedida, majestuosa, colérica y resentida. Él resolvió que ella era una pelma y ella resolvió que él era un palurdo. Era todo muy triste. ¿Qué había sucedido?

Lo que había sucedido era que sus polaridades se habían enredado y retorcido. Leo v Acuario ocupan lugares opuestos en la rueda kármica de la vida. Estas dos son personalidades antagónicas, influidas por la configuración de signos solares 7-7, al principio magnética, y después repelente. Pero los opuestos se atraen, cuando los sexos también son opuestos, y ésta es la clave de la maratón del apareamiento: la oposición. Por lo menos, esto es lo que la mayoría de las personas creen que es. Pero se equivocan. El verdadero objetivo del amor y del apareamiento y de la complementación de las auras no consiste en conservar eternamente actitudes y deseos opuestos, sino en fusionar las fuerzas opuestas armonizándolas mansamente, en combinar lo mejor de cada uno y en descartar o diluir lo peor, con el fin de eliminar así el poder que tienen los rasgos negativos para atormentar su relación. En términos sencillos, ella no deberá envidiarlo sino que deberá tratar de imitar las características que él posee y que a ella le faltan, y cuya asimilación la beneficiaría. Asimismo, él deberá comprender que ella posee ciertas virtudes que serían una bendición para su propia personalidad si se esforzara un poco más por adquirirlas. Esto es lo que significa el concepto de oposición, que no significa enfrentarse. Significa fusionarse en un clima de dicha beatífica. Pero siempre existe el riesgo de que la Leona y su Aguador pierdan toda la emoción potencial y la promesa estimulante de su relación amorosa o de su matrimonio si se empeñan continuamente en superarse el uno al

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otro cada vez que dan un paso por el camino. La respuesta es el toma y daca. No dar demasiado y no tomar demasiado. Cuando se mezclan las dosis justas de sumisión y mando, aunque sea en un imprevisible tubo de ensayo de Acuario, surge un elixir llamado igualdad. Igualdad entre los sexos... y entre la majestuosa Leona y su amante o esposo Acuario, tan parecido a Rip Van Winkle.

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La mayoría de las Leonas se mantienen alejadas de las mujeres Acuario, pero una chica Leo puede sentirse inexplicablemente atraída por un hombre Acuario. Él acepta la vida y acepta a la gente con la misma naturalidad con que le gustaría hacerlo a ella (y con que finge hacerlo), pero que quién sabe por qué no logra materializar cabalmente. Secretamente, ella tiene conciencia de que su falso orgullo aprisiona con demasiada frecuencia su auténtica ternura interior, y a veces desea poder distenderse y sumergirse en las margaritas del deleite, sin preocuparse por lo que piensan los demás... tal como lo hace él. Él le inspira deseos de soltarse la cabellera, literalmente, y de correr a su lado por praderas estrelladas, en un sentido alegórico y real. Ella le envidia su libertad de expresión, su capacidad para mostrarse indiferente y sereno. Las pasiones de la Leona, aunque generalmente controladas, consiguen imponerse a veces sobre su razón, y esto es algo de lo que después debe arrepentirse. ¿Cómo hace él para mantenerse tan impasible e insensible a la tragedia y al desencanto? Quizá si ella se convirtiera en una parte del Aguador, entendería su magia y podría parecerse más a él. Al hombre Acuario siempre le ha intrigado el hecho de que aparentemente no puede contar con los hombres Leo como amigos (excepto en el caso de un par de raros Leones. cuyos signos lunares tienen un aspecto armónico con el Sol natal de él). Sin embargo, he aquí la enigmática contradicción de esta mujer Leo, de esta orgullosa y altiva criatura felina que le ha hecho preguntarse si el contacto humano no podría consistir en algo más que la sola comunicación intelectual. Ella le ha hecho pensar, mal que le pese, en el amor, y le ha hecho decidir que quizá se equivocó cuando desechó las emociones como «puerilidades», indignas de la atención de un hombre adulto. Más tarde, él se sintió irresistiblemente impulsado con fusionarse a ella tanto como se lo permitió la Naturaleza, lo cual fue una nueva experiencia para su corazón... y no hablemos de su cuerpo. El Aguador no lo entiende, pero como se trata de un misterio, ciertamente no permitirá que quede sin resolver. Su instinto detectivesco (junto con otros más primitivos) hace que se empecine en hallar la explicación del hechizo que esta mujer ejerce sobre él. La manera más sensata de empezar —suspira y se confiesa finalmente— consiste en poseerla en esa forma que, según dicen siempre todas las personas sentimentales, es tan regocijante, tan increíble, tan explosiva y tan satisfactoria.

Así que lo hizo. Y lo era. Regocijante. Increíble. Explosiva. Satisfactoria. Los sentimentales tenían razón. Qué asombroso. Por supuesto, no la poseyó apenas resolvió hacerlo. Al fin y al cabo, ella es una Leo, y una Leona no se entrega antes de que el hombre que ama le pruebe su adoración en incontables formas durante un lapso razonable. Igualmente, cuando ella por fin optó por honrarlo con el cálido don de todo su amor y de todo su ser, su placer sexual fue exquisito.

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A menudo, el hombre Acuario es más demostrativo y afectuoso con una mujer Leo de lo que cualquiera, incluido él, habría creído posible. Así como la Leona descubre a menudo que puede disfrutar del acto amoroso con el hombre Acuario que ha conquistado su corazón sin reservarse majestuosamente una parte de su ser, por temor a que la consideren indigna y ello le haga perder el amor propio que necesita para conservar su identidad ante sus ojos, para no hablar de los ojos del resto del mundo. La Leona intuye que este hombre no la escarnecerá ni la despreciará si ella se manifiesta sinceramente tal como es durante sus intimidades. Y por tanto su unión física puede ser un vínculo sólido entre ellos, que los reconcilia una y otra vez después de que han reñido. El deseo mutuo, cuando es suficientemente profundo y persistente, se convierte en un bálsamo poderoso contra agravios y frustraciones triviales. Sin embargo, aunque la feliz compatibilidad sexual es una hermosa faceta del amor entre cualquier hombre y mujer, el sexo por sí solo no basta para garantizar la dicha. Estos dos deberán transigir y adaptarse en otras áreas de su convivencia, porque si no su pasión inicial se congelará lentamente... y la reacción originalmente tierna y espontánea de él ante la personalidad tierna y radiante de ella revertirá a su indiferencia soñadora típica de Urano. Es indispensable que a la mujer Leo la halaguen periódicamente, le confirmen que es adorada por el hombre que ama. La Leona hambrienta de admiración y valoración es tan patética (y finalmente tan peligrosa) como una leona de la Naturaleza que está hambrienta de carne. El hambre es el hambre, y puede hacer que la gente se comporte de manera extraña. La tendencia innata del hombre Acuario consiste en jugar a las

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adivinanzas con la mujer de la que está locamente enamorado. Le insinúa. Le sugiere. La invita a introducirse en su mente (un lugar donde la mayoría de las personas encuentran un cartel que reza Se prohíbe la entrada) y cree que esto debería convencerla de que es muy importante para él, de que él la necesita más de lo que se puede traducir en palabras. Pero será inútil. A ella no le gustan las adivinanzas. Las sutilezas la irritan, porque ella a su vez es muy franca y expansiva. Es posible, en verdad, que él la necesite más de lo que se puede traducir en palabras, pero si desea conservarla deberá aprender a expresarlo. No le resultará fácil, porque generalmente el Aguador típico tiene problemas para dominar la ciencia de los cumplidos y los halagos. Se siente incómodo cuando vierte en palabras sus sentimientos y emociones más profundos. Está más a gusto cuando los transforma en un chiste o un estribillo humorístico. Es posible que le escriba un poema o una canción, pero se ofusca —a veces dolorosamente— cuando tiene que formular directa y personalmente una declaración de amor. Ella deberá esforzarse un poco más por comprender que este hombre, con su idiosincrasia imprevisible y excéntrica, es un ser humano especial. No brinda su amor despreocupadamente. El mismo hecho de que le haya dicho «Te amo», aunque sólo sea una vez, debería convencerla de que se toma su relación en serio. No deberá tratar de hacerle repetir declaraciones que él considera intrascendentes, como prueba de que su amor es sincero. Para él, lo dicho conserva su valor... hasta que se retracta de ello. Reiterar un aserto, un acto, una idea, o lo que sea, se le antoja un tremendo derroche de tiempo. Éste es un hombre cuya mente siempre está fija en el futuro, no en el pasado. Como cuando su madre pretendía obligarlo a decir «gracias» y «por favor» y «de nada» cien veces por día. Le parecía ridículo. Hay otras formas de expresar el agradecimiento y la cortesía. Aprendió que los hipócritas que rinden falsa pleitesía a las normas sociales o románticas son los mismos que infringen las que él interpreta como reglas básicas del decoro y la bondad, de la honestidad y la lealtad... y odia la hipocresía con todas las fibras de su ser.

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Es posible que intente explicárselo a ella alguna medianoche o algún mediodía. Tumbado junto a ella en la cama, o mientras cruzan una calle ajetreada, cogidos de la mano al mediodía. Sencillamente se le ocurrirá de pronto, y entonces se lo dirá. «Sabes —murmurará afable, parsimoniosamente—, lo que vale no es lo que la gente dice. Lo que vale es lo que la gente hace.» A continuación le clavará una de esas miradas de Urano que penetran hasta el fondo y que parecen taladrarle el alma. Si ella es tan sagaz como los regidos por el Sol pueden serlo, le sonreirá con la mirada, responderá simplemente: «Lo sé»... y nunca jamás olvidará el momento atemporal en que él se esforzó tanto por hacerle ver, comprender. Porque es probable que nunca lo repita. Los Acuario sólo desnudan su alma raramente, por un instante. Si estás muy ocupado o muy lleno de autocompasión para escuchar, ese trance se perderá definitivamente. Es posible que elijáis un perro como animal doméstico (o incluso una ardilla o un hámster, tanto da) y el animal quedará conmovedoramente agradecido de que lo hayáis adoptado y le hayáis dado un hogar. Pero ya sabéis lo que se dice de las gatas. Nadie «elige» a una gata como animal doméstico. Es la gata la que elige a su propietario. Y sólo después de decidir que sois dignos de que os honre con su presencia. Pretenderá que os mostréis debidamente complacidos, que la miméis y le deis frecuentes palmaditas en la cabeza... si queréis que se quede con vosotros y os ronronee y adorne vuestra casa. El Aguador deberá tomar en cuenta de que su Leona sustenta parecidas ideas. En cuanto a las dudas que la mujer Leo pueda alimentar acerca de la estabilidad básica de su hombre Acuario imprevisible, excéntrico y poco convencional... bueno, es posible que esté un poco chalado, pero esto es lo que lo salva de volverse loco en un mundo al que realmente le falta un tornillo. Cuando ella lo piense mejor, lo comprenderá. Y recuperará su sonrisa radiante. Justo a tiempo. Él se estaba congelando ahí fuera, solo, sin ella. Pero nunca se lo habría confesado. Sencillamente habría dado media vuelta y se habría ido, silbando valerosamente una canción solitaria, simulando indiferencia. Más tarde, se habría preguntado por qué lo acusó de ser olvidadizo en razón de que nunca se acordaba de llevarle un regalo en el día de su cumpleaños o de su aniversario. Ella era la que olvidaba... que un día él le dijo que la amaba.

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Hombre LEO Mujer ACUARIO

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No era su coraje, no era su aspecto atractivo, no era... es inútil andarse con rodeos, porque sabemos muy bien lo que era, y debemos decirlo. Era la petulancia de Peter... —No he dicho un beso —manifestó ella—. He dicho un dedal. —¿Qué es eso? —Es así. —Ella lo besó. -Qué curioso! —comentó Peter seriamente—. ¿Ahora debo darte yo un dedal?

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No os engañéis. El León quedará tan perplejo y confundido como un hombre «común» ante el lenguaje inusitado y el comportamiento singular de la chica Acuario. Pero su reacción será típica de Leo. Simulará no haberlo notado. Una franca manifestación de desconcierto podría indicar debilidad, así que aparentará tomar sus excentricidades como si tal cosa, con un aire sereno e imperturbable, un poco benévolo (aunque ligeramente condescendiente).

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Si ella opta por llamar «dedal» a un beso, él hará otro tanto. Y su lánguida naturalidad será tan convincente que ella no sospechará jamás que el León se quedó alelado, un momento antes de recuperar el control de sí mismo. El León nunca puede dejar entrever que lo tomaron desprevenido, y menos aún que se quedó alelado. Si ella le informa que desea cultivar chirimoyas en el jardín del fondo, él bostezará, y le dirá que lo va a pensar y que le contestará más tarde. Al día siguiente, será un experto en chirimoyas. Cuando la Acuario le pida que no olvide comprar yogur en el viaje de vuelta a casa porque necesita llevarlo consigo cuando vaya al estudio del fotógrafo, es posible que él se muera de ganas de saber qué relación existe entre el yogur y la cámara, pero no se lo preguntará. Al día siguiente, antes de que él la lleve a sacarse la foto, ella le pedirá su opinión. «¿Debo usar el yogur antes de llegar allá?» Su respuesta será displicente. «¿Por qué no?», comentará parsimoniosamente, sin revelar su total desconcierto. (¿Usarlo?) Exhalará un suspiro secreto de alivio cuando descubra que lo usa como crema facial. Había empezado a preguntarse si ella necesitaba realmente un tratamiento psiquiátrico. Tampoco arqueará la ceja cuando encuentre en el congelador de la nevera un jarrón oriental, lleno de lápices recientemente afilados. Para entonces ya habrá aprendido por lo menos una parte de la clave de la combinación que protege sus procesos mentales, y le resultará bastante fácil descifrar el enigma. Supondrá que ella cree que los lápices escriben mejor cuando el grafito está helado. Ha empezado a conocerla. Así es. Dejan un trazo más limpio y nítido sobre el papel. Él nunca se delatará y no se pondrá pálido cuando ella se arroje entre sus brazos, llorando desconsoladamente y gritando: «¡Ha muerto! ¡Joe ha muerto!». La tranquilizará lo mejor que pueda, con la esperanza de que ella no sienta los latidos frenéticos de su corazón, hasta descubrir gradualmente que «él» es la lagartija del jardín que ella bautizó con el nombre de Joe, y con la que se había encariñado mucho. No importa que ella pegue con cola el dobladillo de sus faldas, ni que se enjuague el cabello con cerveza para hacerlo brillar, ni que disfrute de la sensación mística de ducharse con la luz del baño apagada —y con una vela solitaria prendida en el lavabo—, ni que corra a la cocina para coger el frasco de extracto de vainilla y se lo frote detrás de las orejas antes de que salgan a cenar porque ése es su perfume favorito. Él no hará caso de nada de esto. Manifestar una sorpresa espontánea está por debajo de su dignidad. Implica que puede haber algo que él ignora, y puesto que un Leo lo sabe todo, lógicamente, ¿cómo es posible que alguien le sorprenda? Esta chica puede sorprenderle, lo demuestre él o no. Lo deja turulato. Nunca ha conocido a alguien como ella. La chica Acuario infringe todas las reglas, no se ciñe a un modelo previsible y lo mantiene en suspenso casi continuamente. Por supuesto, el hecho de que él se niegue a manifestar abiertamente su desconcierto, sólo servirá para redoblar el empeño de ella en encontrar la forma de asombrarlo... pues desea saber cómo es él cuando pierde el aplomo. La fascina que un hombre pueda ser tan imperturbable, tan apáticamente confiado, tan inmune a que lo tomen desprevenido. No es extraño que la astrología lo llame el gran gato, musita. Este apodo lo describe perfectamente. Siempre alerta, siempre vigilante. Consciente del menor atisbo de peligro para su bienestar y su «orgullo», y pronto a abalanzarse el primero sobre dicho peligro, antes de que éste se precipite sobre él. Me parece que el León merece el título de Rey de la Jungla.

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Ella no puede dejar de admirarlo, pero esto no detendrá sus tentativas de hacerle perder la compostura, de alterar su dignidad y de desbaratar su porte majestuoso. Ha oído decir que él pertenece a un signo de Fuego, y sabe que hay rescoldos ocultos debajo de su plácido autocontrol y de sus movimientos garbosos. Le gustaría avivar las llamas para hacerlas saltar a la vista. Podría ser emocionante, piensa. También podría ser imprudente. Él no es un gatito sino un gato, y existe una gran diferencia entre los dos. Aunque este hombre puede ser juguetón, aunque su naturaleza es cálida, radiante y adorable... se trata de un sobreviviente. Cualquiera que intente ponerlo en ridículo recibirá una fulminante y tremenda lección acerca de lo que es la ley personal de Leo en la jungla de la sociedad humana. Noble, generoso y afectuoso, a menudo afable, hará valer empero su autoridad, remontándose a las cumbres feroces de su regencia Solar, cuando lo amenacen. Y nunca se someterá a la derrota o el fracaso. Al fin, triunfará. Leo no es cruel, pero tampoco es blando ni humilde, apocado o sumiso. No malgasta inútilmente su magnífica energía, pero cuando tiene una causa justificada, disfruta de la fuerza necesaria para imponer su voluntad, y en esas ocasiones se torna decididamente dramático. El León no retrocede jamás, aunque desdeñe derrochar sus emociones en asuntos que considera demasiado minúsculos y triviales para merecer su atención. Durante la mayor parte del tiempo, organiza sus reacciones emocionales tan bien como organiza todo lo otro que lo rodea. Este hombre y esta mujer se encuentran bajo la influencia de la vibración polarizada de la configuración de signos solares 7-7, de modo que sus ideas son a menudo diametralmente opuestas... y es posible que muchas veces se sitúen en los dos extremos del termómetro emocional. Sin embargo, esta oposición de sus signos solares en la rueda del horóscopo puede contribuir a equilibrar el doble e idéntico desafío masculino de sus personalidades. Ambos nacieron bajo signos fijos (obstinados) y masculinos. Además, el Sol regente de él es masculino (¡y mucho!) y el planeta regente de ella, Urano, también lo es. Esto genera en torno de ellos muchas vibraciones positivas, agresivas y tenaces... y exige patentemente que ambos se esfuercen por incorporar a su relación algunas de las cualidades llamadas «femeninas», como la pasividad, la ternura, la paciencia y la tolerancia. Ella no entiende por qué él está tan vitalmente preocupado por su propia imagen, cuando ella lo está por toda clase de cosas ajenas a su persona, como corresponde a su elemento Aire. La vanidad de él la deja atónita. Lo mismo que la forma en que se enfurruña cuando no le tributan el respeto del que se cree acreedor. Ella es considerablemente más informal en su aspecto... y pocas veces se le ocurre preguntarse lo que piensa la gente. y menos aún inquietarse por ello. No necesita que la respeten. Ella se respeta a sí misma. ¿y acaso no es esto lo único que importa: lo que piensas de ti mismo, y no lo que los otros piensan de ti? Ésta es una de las diversas lecciones impagables que ella podría dictarle a su León si él olvidara su orgullo durante el tiempo necesario para comprender que sería mucho más feliz si asimilara parte de la sabia filosofía de Urano. Ella también puede aprender de él cosas importantes. La principal es el autocontrol. Sus súbitos impulsos y ciclones de emoción pueden determinar que la fogosa naturaleza interior de él estalle, hasta que ninguno de los dos pueda discutir nada con serenidad. El Aire tiene la facultad de avivar el fuego hasta el frenesí, pero también puede hacerlo arder con más brillo, y es indudable que ella lo estimula igualmente de una manera positiva. La mujer Acuario típica parece buscar exteriormente sólo la tranquilidad, la paz y el sosiego. Muchas Aguadoras son damas parsimoniosas, de modales apacibles. Hasta que de pronto, sin la mínima advertencia, y sin siquiera una provocación concreta, desencadenan una escena tormentosa, arrojan algo a través de la habitación o por la ventana, o cuanto menos, cierran violentamente la puerta, le echan llave, corren las cortinas y viven como ermitañas durante un lapso que oscila entre algunas horas y algunos días. Pero es un error que se enfurruñen, porque en esto nunca le ganarán al León. El hombre Leo es un experto imbatible en la estrategia del enfurruñamiento cuando lo agravian o lo hieren. Ella no puede superarlo en este contexto. Es el campeón. Como a menudo el León asocia inconscientemente las emociones poderosas (tanto positivas como negativas) con el deseo sexual, uno de los elementos más sorprendentes de esta relación puede ser la forma en que una reyerta, incluso violenta, renueva sus anhelos recíprocos, y culmina con la consumación de la necesidad tácita. Hay algo de feroz y primitivo en el tipo de acto amoroso que exige silenciosamente que la pasión de la mente y las emociones se rinda a la pasión del cuerpo. Después, parece reinar la calma que sigue a la tempestad, cuando todo está nuevamente en paz y sosegado... más fresco y dulce que antes. Por mucho que sus personalidades forcejeen y choquen en otras áreas de su convivencia, estos dos pueden contar casi siempre con el hecho de que la armonía renacerá entre ellos cuando la expresión sexual del amor le devuelva al hombre Leo su personalidad de León... y cuando ella deje de ser su adversaria para convertirse en su compañera: la criatura desafiante a la cual él debe demostrarle su igualdad o su superioridad. Él preferiría que fuera esto último, pero ahorrará muchas energías para otros intereses vitales si se conforma con aspirar a

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lo primero, en su relación con esta dama. La química sexual que comparten es tan magnética que generalmente resiste indemne las otras tensiones de su relación (a menos que existan aspectos muy negativos entre los ascendentes y las luminarias de sus cartas natales). Por supuesto, habrá ocasiones en que el orgullo de él se sentirá profundamente herido por la periódica incapacidad de ella para ser tan afectuosa como al León le gustaría que fuera. Leo necesita que sus actos amorosos se combinen con una fuerte dosis de calor y ternura... y es posible que a veces ella sea involuntariamente fría o desapegada. La personalidad interior de ella vibra en concordancia con el elemento Aire, que nunca puede competir que el ardor o el fulgor de las influencias del Fuego solar que guía las pasiones sexuales de su hombre Leo. Pero el León puede consolarse con la idea de que probablemente ella es más cálida con él de lo que podría ser con cualquier otro, porque su oposición 7-7 hace aflorar toda la entrega vehemente que ella es capaz de aportar a la unión física.

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Es probable que estos enamorados se cubran recíprocamente de regalos valiosos y de sorpresas demenciales en los momentos más inesperados. Ambos se sentirán refrescados y estimulados y excitados por el cambio, los viajes y los proyectos creativos que puedan planear juntos. Ambos deberán cuidar que la tendencia de ella a congregar multitudes de amigos de ambos sexos en su círculo privado no ofenda al León. Leo arde interiormente de celos durante mucho, mucho tiempo, antes de que éstos se desahoguen en forma de cólera. Él nunca podrá reprimir la necesidad de ella de ser como es. A esta mujer hay que permitirle que obedezca a sus impulsos, y hay que estimularla a ello, porque si no se desquiciará su carácter normalmente alegre. Tiene un espíritu libre y espontáneo, como todos los Acuario, y el hecho de sofocar esta cualidad de Urano puede generar una grave neurosis. El León también puede convertirse en un ser neuróticamente apático, si no recibe con regularidad la atención que necesita. Ella tiene su mente ocupada con tantas cosas, que puede olvidar de vez en cuando que él está allí. Será mejor que lo recuerde. Desentenderse demasiado a menudo de un Leo implica perderlo con certeza. Él se congelará hasta convertirse en un carámbano... y siempre hay alguien que espera ahí fuera para deshelarlo con su sincera estima.

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Como los entendidos dicen que al sabio le basta con una palabra, y como la astrología nos dice que Leo es sabio, he aquí unas pocas palabras que bastarán para aconsejar al Leo que ama a una Aguadora. En varios capítulos sobre Acuario les he advertido a diversos signos solares que es prudente que, si pueden, procuren ser el primer amor de un Acuario. Los Acuario siempre recuerdan con nostalgia su primer amor (que probablemente fue una amistad platónica). Pero hay otras buenas razones. La siguiente letanía surgida de la pluma de Dorothy Parker describe en forma bastante concisa el aprieto romántico, típico de Urano, de una Aguadora: Oh, qué galante fue el primer amor... y refulgente y bello el segundo amor fue agua... en una blanca copa translúcida el tercer amor fue suyo, el cuarto fue mío y a partir de allí, siempre los confundo a todos.

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Pensándolo mejor, el Leo debe tratar de ser el tercer amor de esta dama. Sí, categóricamente, el número tres para el León. Y punto final. A partir de allí se vuelve muy peligroso. La refulgencia y la copa blanca son éxtasis pasajeros. Y el número cuatro está fuera de cuestión para cualquier Leo. El tres es el número mágico. Lo que debe hacer después es encerrar bajo llave el ábaco chino de ella... y deshacerse de la llave.

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PISCIS Agua - Mutable - Negativo Regido por Neptuno Símbolo: el Pez Fuerzas nocturnas - Femenino

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Fuego - Fijo - Positivo Regido el Sol Símbolo: el León y el Gatito Tímido Fuerzas diurnas -Masculino

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La relación LEO-PISCIS —Di «sí, señor». —;Sí, señor! ...no es necesario aclarar quién era el capitán.

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Antes de seguir adelante, conviene dejar sentado desde el comienzo que no hay esperanzas de que el Pez macho o hembra conquiste jamás al León o la Leona. Es sencillamente imposible. Va contra todos los preceptos de la astrología y la naturaleza. ¿Entonces por qué vemos a tantos Piscis que andan en compañía de los Leo? Porque ser conquistado no es realidad tan desagradable para un Piscis cuando el triunfador es el gran gato, por eso. Los Leo son normalmente generosos con los vencidos, son monarcas benévolos que carecen de intenciones crueles o malévolas (aunque a menudo las compensan con su arrogancia), y los Peces prefieren secretamente que los dominen, siempre que sea con afecto, que es como dominan la mayoría de las veces los Leo. Veréis, la vida se le hace más fácil al subyugado. Alguien le dice lo que debe hacer, y así le queda mucho tiempo para soñar las quimeras de Neptuno, y menos tiempo para tomar decisiones obligatorias, responsables. El Piscis típico es francamente partidario de las asociaciones que le dejan abundante espacio para nadar libremente, mientras la próxima expedición aguas arriba o aguas abajo se la planea alguien que disfruta con esas actividades. Éste no es el caso de Piscis. Dominar y conquistar son, en el mejor de los casos, ocupaciones cansadoras, y requieren más energía y más ego que los que posee el Pez medio. Quizá haya uno que otro Piscis que sueña, a ratos perdidos, con conquistar al León o la Leona, y es posible que un Pez que al nacer tuvo la posición planetaria de Marte en Aries prefiera conducir, en lugar de seguir. Es muy cierto que Marte ejerce una influencia formidable a través de su propio signo natural de Aries, en razón de lo cual este Piscis es menos humilde y dócil. Pero Marte, a pesar de toda su fuerza, su coraje y su audacia, nunca derrotará ni dominará realmente al radiante Apolo, el dios Sol. Estudiad vuestra mitología griega. Ningún planeta, ni siquiera el temible Plutón ni el implacable Saturno, posee la pura fuerza vivificante del Sol, y si esta brillante luminaria ejerció su poder a través de la zona Piscis del Zodiaco a la hora del nacimiento, él o ella es Piscis, y basta... sin que importen las eclosiones periódicas de bravatas marcianas. Esencial y básicamente, cuando se cuentan las espinas y las escamas, un Pez es un Pez. La ubicación del Sol en el momento de exhalar el primer aliento es la clave de la auténtica esencia del individuo, por la sencilla razón de que la influencia del Sol es la más poderosa del cielo, y por tanto del horóscopo. Además, da la casualidad que el Sol también es el regente de Leo. Así que volvemos, completando el círculo, al tema de la dominación entre los dos. Poco importa cómo justipreciéis la escena: el León gobernará al Pez. Es posible que el Piscis con otras vibraciones más positivas en la natividad (como Marte-enAries, o Luna-en-Aries) desafíe un poco más a los Leones y Leonas, ¿pero qué futuro puede tener este impulso planetario, recibido a la hora del nacimiento, contra los soberanos reyes y reinas Leo, cuando incluso el nativo del signo solar Aries (yo misma) debe someterse finalmente a la superioridad del León para salvaguardar la paz? La valoración y la admiración nunca dejan de estimular la naturaleza radiante de Leo, y nadie es más

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cautivante que Piscis a la hora de valorar y admirar. Asimismo, los tibios rayos solares de Leo nunca dejan de hacer florecer los delicados pimpollos de la personalidad neptuniana de Piscis, que necesita tiernos cuidados, y nadie es más calurosamente protector y afectuoso que Leo. Por tanto, a menos que existan serios conflictos entre los aspectos de sus respectivos signos lunares, ascendentes o Sol y Luna, estos dos pueden promover, juntos, las mejores cualidades de cada uno, pueden complementar sus esencias y pueden formar una alianza considerablemente dichosa y cómoda. Esta no es una combinación poco frecuente, porque Piscis puede aportar mucha ternura y clarividencia a la vida de Leo, en tanto que éste puede aportar una fuerte dosis de seguridad emocional y de otro tipo a la vida de Piscis. Igualmente, un León puede tragarse al Pez cuando el gran gato se harta de jugar. Estos dos no son compatibles por naturaleza, y deben actuar en forma armónica. Leo se siente a sus anchas en el hábitat de la jungla, caluroso y seco, y Piscis en las aguas frescas y umbrías. Hay considerables diferencias básicas, y uno de ellos debe renunciar, simbólicamente, al entorno familiar, para que puedan permanecer juntos. Si el ascendente de Leo es un signo de Agua o si su Luna está en un signo de Agua, le resultará más fácil cambiar la vida en la jungla por una zambullida en las profundas aguas de Neptuno. Si el ascendente del Pez es un signo de Fuego o si su Luna está en un signo de Fuego, le resultará más fácil respirar libremente en tierra firme, y merodear por la jungla junto al noble León o Leona, sin anhelar evadirse nuevamente al océano del olvido emocional. La configuración de signos solares 6-8 de Leo-Piscis puede convertirse potencialmente en una relación satisfactoria, con todo el atractivo que la fuerza exterior tiene para la fuerza interior... y viceversa. Como el Pez tiene una noblesse oblige espiritual interior comparable a la majestuosa nobleza exterior de la personalidad de Leo, pueden desempeñarse muy bien, si se esfuerzan, en cualquier área de la vida, ya sea ésta la de los negocios, la amistad, la familia o el matrimonio.

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Leo es la sexta Casa zodiacal de servicios para Piscis. lo cual explica que Leo experimente la insólita necesidad de servir gustosamente, de alguna manera, a Piscis, a pesar de que ésta no es la conducta normal de los grandes gatos respecto de otros signos solares. Por supuesto. esto no anula el síndrome de superioridad, sino que sólo lo diluye un poco. Al fin y al cabo, los monarcas sirven generosa y continuamente a sus súbditos, sin dejar de ser monarcas. A la mayoría de los Piscis les resulta difícil decidir qué es exactamente lo que desean ser o hacer. Escucharán de buen grado los consejos de casi todos, y los seguirán sólo durante poco tiempo... o no harán nada. Allí es precisamente donde pueden empezar los conflictos. Leo debe saber que le obedecen, o se siente desconsolado. Como Piscis no soporta ver a nadie desconsolado, y como Leo no soporta ver a nadie deambulando sin rumbo, el impasse puede terminar con un León enfurruñado y un Pez lloroso. A menudo Piscis se siente tentado por dos posibilidades a la vez, que lo seducen y lo intrigan en igual medida. El León deberá permitir que el Pez corra las dos aventuras simultáneamente, si hace falta, porque Piscis necesita tiempo y tranquilidad para probar las cosas mediante experiencias múltiples, para así encontrarse a sí mismo (o a sí misma). El León (o la Leona) prudente le concede a Piscis este privilegio, y después de todo Leo tiene una dignidad y una sabiduría innatas. (He querido enunciar aquí algunos argumentos en favor de los Peces, porque éstos no son expertos en la materia.) En cualquier tipo de contacto cotidiano con un León, el Pez siempre deberá recordar que la valoración (la lisonja) sincera aplacará a la fiera salvaje más rápidamente que el mal talante, las lágrimas o el silencio. El León no deberá olvidar que la amabilidad es el señuelo más fiable para atraer al sensible Piscis, y los rugidos majestuosos sólo inducen al Pez a agitar frenéticamente las aletas y a esforzarse por respirar. A estos dos no les resultará difícil adaptarse el uno al otro y encontrar la felicidad, si ambos exhiben sus facetas positivas en lugar de las negativas. Leo exigirá (o por lo menos pretenderá) controlar el dinero, porque es un organizador nato. Pero Leo también es derrochador. Piscis es a menudo asombrosamente espabilado para abordar las complejidades de las finanzas, pero carece de un respeto básico por el dinero. Así que quizá será mejor que se turnen en el manejo de las entradas y salidas. La actitud de Neptuno respecto de casi todo es más intuitiva que racional. Esto desilusionará invariablemente al Leo regido por el Sol, a juicio del cual la racionalidad es la única base sensata para todas las opiniones y todos los actos. He aquí un punto escabroso. Y hay otros. Las virtudes de la rutina uniforme afloran naturalmente en Leo, signo del organizador fijo. En cambio, el orden y la disciplina indispensables para organizar las cosas con éxito no afloran naturalmente en Piscis. El Pez puede despertar la furia del León al hallar las respuestas correctas en una situación que a Leo le

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parece totalmente caótica. La misma regla se puede aplicar a los talonarios de cheques caóticos, los escritorios caóticos y los hogares caóticos. Quizá deberíamos emplear la palabra «confuso» en lugar de caótico. A Leo le gusta que haya un lugar para cada cosa y que cada cosa esté en su lugar. Piscis opina que toda una vida dedicada a organizar cuidadosamente cada elemento y cada hora dentro de un sistema rígido es una vida desperdiciada. El Pez se siente siempre más distendido cuando el entorno es confortablemente caótico y está un poco desordenado, y no es demasiado pulcro, gracias. Es raro que un Piscis enfrente agresivamente una situación adversa. Los hombres y las mujeres de Neptuno se ahogan en la inseguridad oculta. Es posible que aquellos individuos que hemos mencionado anteriormente, con alguna vibración positiva en su horóscopo, como la de Marte o la Luna en Aries, remonten durante un tiempo las olas de la mala suerte o el trato injusto. Pero incluso ellos terminarán por nadar rumbo a bahías y ensenadas más serenas. La evasión será inevitablemente la solución última, la acción final. Es difícil inmovilizar a los peces. Neptuno gobierna, entre otras cosas, el gas, que es imposible de encerrar cuando busca desahogo.

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La astrología susurra historias de Peces Piscis que se convierten en ballenas devoradoras. Esto es cierto. Neptuno experimenta algunas mutaciones inexplicables. Pero ni siquiera el raro Pez de la variedad ballena que devora a uno que otro Cangrejo o Virgen, podrá engullirse a Leo como si fuera Jonás. O el León sale triunfante... o el Pez se aleja nadando. Aunque en general Piscis parece esquivo, los Leones son expertos en acechar criaturas que se creen invulnerables... hasta que una inesperada zarpa de León las aprieta súbitamente contra el suelo. El desenlace de cualquier enfrentamiento serio entre Leo y Piscis es previsible. Los Leones que deseen vivir armoniosa y pacíficamente con los Peces deberán encontrar la forma de fusionar la dualidad de Neptuno, de consolarlos tiernamente, de aplicar un bálsamo reconfortante sobre sus inseguridades emocionales, y de conducirlos afablemente desde las brumas donde sueñan despiertos hasta la luz de la verdad y la realidad. ¿Veis qué sabias son las estrellas? Como dije al comienzo, el León será el guía en esta relación, y esto es lo que más les conviene a los dos. Piscis necesita una zarpa fuerte a la cual asirse, una mano a la cual aferrarse, mientras atraviesa los bosques tupidos de la existencia, por si un peligro invisible agazapado entre la maleza lo acomete por sorpresa. ¿Y quién es más fuerte que el León, frente al peligro? Leo protege. Piscis admira... con conmovedora gratitud. ¿Y no os parece que éste es un día hermoso? No llueve. Si lloviera, el Pez, espiritualmente maduro, podría enseñarle a Leo la forma de no empaparse con los chubascos inesperados de la vida. Al fin y al cabo, amor con amor se paga.

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Mujer LEO Hombre PISCIS Slightly fue el primero en hablar. —Esto no es un pájaro —dijo con voz asustada—. Creo que debe de ser una señora.

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Cualquiera pensaría que las actitudes frías, altaneras y majestuosas de la Leona típica respecto de los extraños que aspiran a su mano o a su corazón debería espantar al Pez Piscis de sexo masculino antes de que esta chica tenga tiempo de pescarlo. Cualquiera lo pensaría. Pero quien lo piense habrá olvidado la otra faceta de esta dama. Cuando ello la complace, la mujer Leo puede destilar un humor radiante y juguetón, tan tibio y benévolo como su regente, el Sol. Además, no todos los Piscis se echan a temblar en presencia de la realeza astrológica. Si recordáis lo que he dicho un poco más arriba, también hay Piscis tipo ballena, que engullen a la gente... simbólicamente, desde luego. La ballena nunca conseguirá devorar a una Leona. Pero tampoco se echará necesariamente a temblar y tiritar cuando ella rechace fríamente sus escarceos iniciales. De todos modos, la mayoría de los Peces varones no son ballenas, y necesitan un poco de ayuda cuando los pesca esta mujer, así que analizaremos la situación desde su punto de vista. Teóricamente, las ballenas pueden bastarse a sí mismas. Estudiemos el problema del hombre Piscis típico o medio cuando se enamora de una mujer Leo. Terrorífico. Francamente terrorífico. La Leona sana y bella irradia un aire de autoridad y vitalidad que casi desafía el coraje de todos quienes desean seducirla y conquistarla. «Comprobad si tenéis méritos suficientes para merecerme», dice el mensaje silencioso de la mujer leonada.

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El Pez no deberá dejarse intimidar por esto. Sólo se trata de la estratagema majestuosa que ella emplea para humillar y disuadir a cualquier plebeyo que tenga puestos los ojos en el trono. La forma de enfrentarla consiste en demostrarle que él no es un plebeyo. ¿Y cómo se le puede probar semejante cosa a esta dama? Bueno, para empezar, él puede invitarla a beber y cenar como una reina, en los mejores restaurantes, y hacerle regalos... si no costosos, por lo menos de buen gusto. Una botella de vino barato, una pulsera de bisutería comprada en Woolworth's que le tiñe el brazo de verde, o una muñeca de plástico ganada en un parque de atracciones, no son los regalos que ella considera de buen gusto. Visite Tiffany's, en la Quinta Avenida de Manhattan. No se necesita una fortuna para escoger un testimonio simbólico destinado a la Leona, en Tiffany's. No se deje asustar por el nombre. Tienen algunos artículos interesantes, a partir de diez o veinte dólares, y probablemente el Pez podrá juntar esa suma para impresionar a la mujer de la que teme haber empezado a enamorarse. Además, lo único que importa es el estuche. Si dice Tiffany's, ella lucirá su sonrisa más rutilante, y le dará las gracias afablemente, con una soleada promesa estival en los ojos. Puede hacerle otros regalos de idéntico buen gusto. Un gatito abandonado. Una foto enmarcada de él, a los seis años. Un ramo de margaritas con una rosa roja en el centro, que la representa a ella. El buen gusto no está necesariamente asociado con el dinero, sino con un corazón educado y un alma sensible. Sea lo que fuere lo que elija. no deberá regalárselo en un día festivo común. Los cumpleaños. la Navidad, están descartados. Eso es lo que hacen los plebeyos. El regalo deberá ir acompañado por una tarjeta que diga, sencillamente: «Porque es la mañana del jueves, y te amo», o que le informe que se lo envía para celebrar la hora y el minuto en que se conocieron, hace un año (o hace cinco años, o los que sean), o quizá para recordar el Día de Guy Fawkes (pero será mejor que antes pase por la biblioteca y averigüe lo que significa esto, porque la Leona pondrá mala cara si él no puede explicarle quién fue Guy Fawkes, y que éste no peleó con Joe Louis en Chicago)... o mejor aún, para conmemorar la coronación de la reina Isabel de Inglaterra. Esto le gustará. Es algo asociado con la realeza, y le parecerá divertido. La Leona tiene un cálido y maravilloso sentido del humor. (Pero de buen gusto, no lo olvide. Nada de retruécanos. Y nada de chistes verdes, por favor.) Es sentimental, y todas estas insignificancias la conmueven. El Pez no deberá descuidar el hecho de que ella necesita lo intelectual, lo romántico y lo insólito. Esta dama es una dama, literalmente, y lo mundano, lo vulgar, lo ordinario y lo insípido la aburren hasta hacerla llorar. Hay muchas maneras de probarle que él no es un plebeyo. de que pertenece a la nobleza, o a la clase gobernante, y que por tanto merece su atención y respeto. Él puede desplegar su talento natural de Neptuno para (o al menos su gusto por) la música o la poesía, lo cual a ella le parecerá sencillamente delicioso. Él puede recordar que la auténtica realeza nunca se sobresalta, que conserva siempre su dignidad en las situaciones más desquiciantes. Pero sobre todo, nunca deberá lastimar la idiosincrasia real de ella hablando o

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comportándose de un modo grosero, tosco, irrespetuoso, ni siquiera cuando ella merezca una buena paliza verbal y física... cosa que ocurrirá con frecuencia.

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En esas circunstancias, él deberá darle su merecido, pero no grosera y toscamente, sino como un caballero. Es bastante fácil, una vez que uno aprende... la diferencia, quiero decir, entre la clase baja y la clase gobernante. Sólo un noble que ya ha sido armado caballero por la reina se atreverá a ponerla en su lugar con unos azotes en el trasero cuando ella se porta mal, ¿me entendéis? ¿No? Bueno, lo explicaré en otros términos: la mujer Leo no se someterá nunca a un hombre que no sea su igual, que no pueda controlarla cuando ella lo necesita. Tampoco se enamorará definitivamente de un hombre del cual deba disculparse ante sus amistades, que la humille y la agravie, en público o en privado. El manejo y el adiestramiento de la nobleza es un arte. En realidad, el hombre Piscis tiene muchas probabilidades de aprender más rápidamente que el varón de la mayoría de los otros signos solares, no porque él también haya nacido con delirios de grandeza, sino porque aún no ha nacido el Pez que no tenga una misteriosa habilidad para hechizar a la fiera más salvaje con una amalgama de dulce compasión y resistencia pasiva. Además de lo cual, él es un excelente escucha, y en compañía de esta mujer sus oídos sensibles y comprensivos tendrán mucho ajetreo. A la chica Leo le gusta tener público, y el hombre regido por Neptuno sobresale cuando desempeña este papel, con auténtica fascinación por las piezas teatrales de la naturaleza humana que se interpretan sobre los escenarios de la vida y el amor. Si de cuando en cuando da un traspié con Su Alteza, no tendrá por qué temblar y esperar la ejecución. En verdad, uno de los matices más encantadores de la brillante aura irisada de la chica Leo es su capacidad para perdonar generosamente a quienes se disculpan sinceramente. Tiene una naturaleza tan rutilante e irradia tanto calor que, excepto durante algún acceso periódico de megalomanía (término psiquiátrico que designa la hipertrofia del ego), la gente se siente feliz por el solo hecho de estar cerca de ella. Si le tributan el respeto que reclama —y que muy a menudo merece— su talante florece en una espléndida e irresistible generosidad, como si fuera una rosa exuberante y aromática. Pero tiene la peculiaridad de congelarse en un bloque de orgullo silencioso si su amante o marido (o quien sea) pretende dictarle su comportamiento. Claro que esto es algo que el Pez no intentará hacer con demasiada frecuencia. Este hombre es más propenso a cortejar a su reina Leona con simpatía, ingenio, inteligencia, y una sensibilidad asombrosamente intuitiva para captar sus estados de ánimo. A veces la mujer Leo plantea exigencias amorosas realmente irrealizables en su afán de aparearse sólo con un hombre que esté dispuesto a satisfacer todos sus caprichos, pero que también tenga la inteligencia y el aplomo suficientes para ser su igual en todo momento. Éste es un complicado truco de dualidad, pero el hombre regido por Neptuno tiene muchas probabilidades de ejecutarlo con éxito. A la mayoría de los Peces no les molesta parecer superficialmente serviles, de modo que la humildad de Piscis se convierte en una ayuda más que en un obstáculo... y en cuanto a eso de ser su igual, sus talentos telepáticos y sus infinitas facetas de inteligencia (cosechadas por medios kármicos de los otros once signos solares) son suficientemente chispeantes como para cautivar la atención y la admiración de la Leona, y como para hacerle creer que ha encontrado la combinación perfecta que buscaba en un hombre... por un tiempo, al menos. Después de que palidezcan un poco el rubor y el sonrojo iniciales del romance, ambos empezarán a notar la diferencia entre sus elementos individuales de Fuego y Agua que, como os lo ha enseñado la física elemental, no se mezclan sin peligro de extinción para el uno o el otro, o para ambos. La naturaleza acuosa de él requiere mucho tiempo para reflexionar a solas, así que a veces la extroversión de Leo lacera un poco su delicada sintonía. La naturaleza fogosa de ella es más gregaria, y necesita muchas reyertas dramáticas para poder besarse y reconciliarse, de modo que la negativa de él a ser suficientemente demostrativo cuando ella está inflamada, puede lacerar su propia armonía. El repliegue taciturno en el que se refugia él cuando su espíritu ha sido maltratado sólo puede competir con el orgulloso enfurruñamiento que exhibe ella cuando la contradicen o la ignoran. Una de sus principales causas de conflicto será la renuencia natural de él a compartir con ella todos sus pensamientos íntimos. Leo desea saberlo todo. ¿y quién puede ocultarle secretos a la reina? Él puede. Y frecuentemente lo hace. Entonces ella se pondrá cuestiones espirituales profundas (excepto cuando existen aspectos planetarios negativos recíprocos en sus cartas natales, lo cual podría diluir la poderosa atracción sexual... sin llegar a eliminarla nunca, aunque sí a diluirla, y nada más). Ella representa para él la sexta casa astrológica de servicio (entre otras cosas). Es muy posible que el Pez espere demasiados «servicios» fanáticos

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de esta mujer orgullosa, y la Leona no será exageradamente servil durante mucho tiempo, sin lanzar un rugido de disgusto. Ambos deberán meditarlo.

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Si existe armonía entre el Sol y la Luna y otros planetas de sus respectivos horóscopos, o una conjunción recíproca de la Luna, todas sus tensiones se disolverán en una fusión hombre-mujer cadenciosa, lírica y encantadora, del Sol y Neptuno, y por tanto su unión sexual será enriquecida por la delicadeza, el romance y la ternura que él le brinda a ella, y por el cálido afecto y la pasión que ella le brinda a él. Si carecen de esta ayuda planetaria en sus cartas natales, ella deberá esmerarse en evitar que los poderosos rayos solares de su vehemente sexualidad (y su potencial para la frigidez) calcinen o congelen todos los deseos de este hombre... y él deberá esmerarse en evitar que la naturaleza soñadora de su sexualidad, típica de Neptuno, y su falta de entrega total al acto amoroso, enfríen la personalidad radiante de ella... y la dejen con una sensación de vacío, como si no la hubiera tocado la auténtica profundidad del amor... sino sólo una suave brisa, que apenas deja un vago recuerdo tras de sí.

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La raíz más fuerte y más fértil del movimiento de liberación femenina es la que se olvida en todos los discursos: la igualdad emocional entre hombres y mujeres. Esta será la recompensa final y perdurable para ambos sexos, cuando hayan terminado los desfiles bulliciosos, o sea, la certeza de que es bueno que el hombre posea algunas cualidades femeninas en el área del sentimiento, la percepción y la sensibilidad... así como lo es que la mujer posea algunas cualidades masculinas en el área del coraje, la franqueza y la independencia. Es muy bueno. Es algo divino y sacrosanto. Sin embargo, en una relación amorosa como ésta, donde la mujer ha nacido bajo un signo solar masculino, regido también por el mismísimo Sol masculino, lo cual le suministra una doble influencia masculina... y donde el hombre ha nacido bajo un signo solar femenino, regido también por un planeta femenino, Neptuno, lo cual le suministra una doble influencia femenina... habrá que prestar un cuidado consciente y continuo a la preservación del equilibrio emocional entre los enamorados. Femenino no significa «marica» ni «afeminado». Sin embargo, es posible que el hombre Piscis sometido a una doble influencia femenina irradie demasiada pasividad. Asimismo, masculino no significa «agresivo» ni «prepotente». Sin embargo, es posible que una mujer sometida a una doble influencia masculina irradie demasiada energía y fuerza... lo cual implica un exceso por parte de ambos. Pocas veces se reconoce la veracidad esotérica subyacente de los cuentos de hadas, y si se reconociera, la astrología y los cuentos de hadas harían innecesaria la psiquiatría. (Esto les parecerá lógico a los hombres de Neptuno.) Por ejemplo (un ejemplo vital), «Ricitos de Oro y los tres osos» encierra un significado mucho más profundo que el que sospecha la gente. La Leona y el Pez (y las parejas de todos los signos solares) deberían meditar sobre la moraleja de esta antigua fábula. La silla y la cama de papá oso eran demasiado duras (un exceso de energía masculina). La silla y la cama de mamá osa eran demasiado blandas (un exceso de pasividad femenina). La sopa de papá oso estaba demasiado caliente, y la sopa de mamá osa estaba demasiado fría. Pero el potaje, la silla y la cama del bebé oso eran... perfectos. El consejo de amor más sabio y más eficaz que las estrellas pueden ofrecerles a este hombre y esta mujer es que ambos recuerden el equilibrio perfecto de agresividad y furiosa o se congelará —lo uno o lo otro— hasta que él capitule v confiese. El Pez deberá cuidarse de no pasar por el aro demasiadas veces, en su trato con la Leona, si no quiere que a ésta se le suba el éxito a la cabeza.

El camino para llegar al corazón de ella en lo que concierne a la armonía sexual... pasa nuevamente por la música y la poesía. Así fue como César y Marco Antonio sedujeron y conquistaron a Cleopatra, que. era indiscutiblemente una Leona. («Si la música es el alimento del amor, seguid tocando.») A las Leonas les gusta que les entonen dulces –serenatas, aunque sólo sea simbólicamente. A la mujer Leo, como a la tentadora del Nilo, le encantan los aceites perfumados y todos los aderezos del romance... cuanto más exóticos, mejor. Que esto le sirva de advertencia al hombre Piscis: ella nunca encontrará la satisfacción cabal en un amorío pasajero. La mujer Leo típica casi nunca es promiscua una vez que ha elegido a un príncipe consorte digno de ella. Tan propensa a la monogamia como la leona de la Naturaleza, devorará con un rugido de celos al marido o amante infiel. Ella adora a su vez que todos los hombres que tiene a la vista la veneren y la admiren, pero argüirá que esto no es lo mismo. Veréis, ella tiene privilegios reales. La Leona es capaz de seducir a un hombre para arrebatárselo a otra mujer, por derecho real. y después se siente herida si él le es infiel como lo fue, por culpa de ella, a su -anterior compañera. La paja en el ojo ajeno. Si el

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hombre que ama se permite aunque sólo sea hacerle un guiño inocente a la mejor amiga de ella, lo lamentará durante toda su vida. (Por supuesto. como yo misma soy una signo de Fuego, Aries, no entiendo cómo incluso un guiño puede ser inocente, pero...) Esta mujer (Leo. quiero decir) no tolerará ni siquiera el coqueteo más frívolo. El debe consagrarle TODA su atención. El menor agravio de esta naturaleza determina a menudo que la Leona típica no pueda responderle a su compañero en la expresión física del amor, lo cual es triste, pero muy cierto.

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Los celos pueden transformarla instantáneamente en una diosa de hielo, a la que no le queda ningún calor, ni sexual ni emocional. Por otro lado, un exceso de sermones arrogantes de Su Majestad pueden generar la misma insensibilidad física en el hombre Pez, en razón de lo cual su vida sexual íntima virará del calor al frío, y viceversa. Él deberá agradecer la rara lealtad que le dispensará su mujer Leo si se la merece, y deberá tratar de no provocar su disgusto, su honda desdicha, con un comportamiento menos honesto y leal que el de ella. Es posible que falte algo en su vibración sexual. Tal vez él sea demasiado etéreo, místico e intangible, o demasiado esquivo en su manera de hacer el amor, hasta el punto de no satisfacer completamente a la hembra de la jungla que hay en ella. Tal vez ella sea demasiado exigente e insistente al expresar su necesidad de pasión arrolladora y de servidumbre romántica continua, hasta el punto de convertirlo a él en un ser aún más desapegado, etéreo, místico, intangible y esquivo durante el acto amoroso... y así se desarrolla un problema circular, sin principio ni fin. ¿Quién lo desencadena realmente? ¿Quién lo sabe? Cuando se trata de estos dos, hay por lo menos un indicio. Ésta es una vibración de signos solares 6-8, y en el caso de la mujer Leo y el hombre Piscis, esto significa que él representa para ella la octava casa astrológica del magnetismo sexual, del misterio, y las cuestiones espirituales profundas (excepto cuando existen aspectos planetarios negativos recíprocos en sus cartas natales, lo cual podría diluir la poderosa atracción sexual... sin llegar a eliminarla nunca, aunque sí a diluirla, y nada más). Ella representa para él la sexta casa astrológica de servicio (entre otras cosas). Es muy posible que el Pez espere demasiados «servicios» fanáticos de esta mujer orgullosa, y la Leona no será exageradamente servil durante mucho tiempo, sin lanzar un rugido de disgusto. Ambos deberán meditarlo.

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Si existe armonía entre el Sol y la Luna y otros planetas de sus respectivos horóscopos, o una conjunción recíproca de la Luna, todas sus tensiones se disolverán en una fusión hombre-mujer cadenciosa, lírica y encantadora, del Sol y Neptuno, y por tanto su unión sexual será enriquecida por la delicadeza, el romance y la ternura que él le brinda a ella, y por el cálido afecto y la pasión que ella le brinda a él. Si carecen de esta ayuda planetaria en sus cartas natales, ella deberá esmerarse en evitar que los poderosos rayos solares de su vehemente sexualidad (y su potencial para la frigidez) calcinen o congelen todos los deseos de este hombre... y él deberá esmerarse en evitar que la naturaleza soñadora de su sexualidad, típica de Neptuno, y su falta de entrega total al acto amoroso, enfríen la personalidad radiante de ella... y la dejen con una sensación de vacío, como si no la hubiera tocado la auténtica profundidad del amor... sino sólo una suave brisa, que apenas deja un vago recuerdo tras de sí. La raíz más fuerte y más fértil del movimiento de liberación femenina es la que se olvida en todos los discursos: la igualdad emocional entre hombres y mujeres. Esta será la recompensa final y perdurable para ambos sexos, cuando hayan terminado los desfiles bulliciosos, o sea, la certeza de que es bueno que el hombre posea algunas cualidades femeninas en el área del sentimiento, la percepción y la sensibilidad... así como lo es que la mujer posea algunas cualidades masculinas en el área del coraje, la franqueza y la independencia. Es muy bueno. Es algo divino y sacrosanto. Sin embargo, en una relación amorosa como ésta, donde la mujer ha nacido bajo un signo solar masculino, regido también por el mismísimo Sol masculino, lo cual le suministra una doble influencia masculina... y donde el hombre ha nacido bajo un signo solar femenino, regido también por un planeta femenino, Neptuno, lo cual le suministra una doble influencia femenina... habrá que prestar un cuidado consciente y continuo a la preservación del equilibrio emocional entre los enamorados. Femenino no significa «marica» ni «afeminado». Sin embargo. es posible que el hombre Piscis sometido a una doble influencia femenina irradie demasiada pasividad. Asimismo, masculino no significa «agresivo» ni «prepotente». Sin embargo, es posible que una mujer sometida a una doble influencia masculina irradie demasiada energía y fuerza... lo cual implica un exceso por parte de ambos.

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Pocas veces se reconoce la veracidad esotérica subyacente de los cuentos de hadas, y si se reconociera, la astrología y los cuentos de hadas harían innecesaria la psiquiatría. (Esto les parecerá lógico a los hombres de Neptuno.) Por ejemplo (un ejemplo vital), «Ricitos de Oro y los tres osos» encierra un significado mucho más profundo que el que sospecha la gente. La Leona y el Pez (y las parejas de todos los signos solares) deberían meditar sobre la moraleja de esta antigua fábula. La silla y la cama de papá oso eran demasiado duras (un exceso de energía masculina). La silla y la cama de mamá osa eran demasiado blandas (un exceso de pasividad femenina). La sopa de papá oso estaba demasiado caliente, y la sopa de mamá osa estaba demasiado fría. Pero el potaje, la silla y la cama del bebé oso eran... perfectos. El consejo de amor más sabio y más eficaz que las estrellas pueden ofrecerles a este hombre y esta mujer es que ambos recuerden el equilibrio perfecto de agresividad y pasividad del bebé oso. Repitamos una vez más el consejo planetario más importante para estos dos: habrá que prestar un cuidado continuo y consciente a la preservación de un intercambio emocional equilibrado.

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Es malo que la Leona ponga demasiado énfasis en la esencia del papá oso (aunque un poco le sienta maravillosamente, no sólo a ella sino a todas las mujeres). Es malo que el hombre Pez ponga demasiado énfasis en la esencia de la mamá osa (aunque un poco le sienta estupendamente. no sólo a él sino a todos los hombres). Puede parecer que esto plantea un problema insoluble entre ambos, pero no es así, de ninguna manera. En realidad es sencillísimo. Bastará que los dos recuerden... que no deben olvidar a Ricitos de Oro. En las sinfonías de las setenta y ocho combinaciones de enamorados de todos los signos solares se oyen variaciones del mismo tema de amor cuitado. El síndrome de Ricitos de Oro genera tensiones en -el amor entre un hombre y una mujer que tienen ambos «doble influencia masculina», así como las genera entre un hombre y una mujer que tienen ambos «doble influencia femenina». El mismo problema existe entre un hombre doblemente masculino y una mujer doblemente femenina (lo cual puede parecer ideal, pero en realidad crea riesgos de sadismo y masoquismo, respectivamente, en diversos grados). No existe más que una «solución sexual» y sólo una: la lección del equilibrio del bebé oso.

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El desafío de amar a una mujer Leo, y de ser amado como contrapartida, obligará al hombre Piscis a movilizar todo el conocimiento del corazón humano con el que ha sido agraciado. En determinado momento está lidiando con una tigresa de excesos mociona-les, que escupe y bufa como una gata rabiosa. Después, cuando su despliegue de fuegos de artificio la deja exhausta, se transforma misteriosamente en una dulce y mansa gatita, que ronronea seductoramente para pedirle afecto y una palmadita de aprobación en la cabeza. La Leona es una mezcla desconcertante y deslumbrante de helada majestuosidad, y de cálida y descuidada alegría y generosidad. Puede ser insoportablemente arrogante, y vehementemente leal. Sacude su espléndida melena de Leona con una saludable carcajada, y después se disuelve en el llanto del orgullo herido... siempre con la misma gracia escurridiza y felina. El Pez que ha sido ensartado por su cautivante y fría superioridad no se sorprenderá al enterarse de que el gato era un objeto de culto entre las culturas antiguas. Tal vez habrá momentos en que creerá que está de nuevo entre las pirámides, arrodillado frente al altar de la diosa con cabeza de gato, que los egipcios crearon porque identificaban los contornos del gato con los de la mujer... y eran muy inteligentes al identificarlos. La Leona es no sólo todas las mujeres, sino que también es toda mujer. (Pensadlo bien.) Y gobernará la jungla si él le concede aunque sólo sea una pizca de control. El desafío de amar a un hombre Piscis, y de ser amada como contrapartida, también requerirá toda la calidez y la sabiduría luminosa con que ha sido agraciada la mujer Leo. Si ella insiste en entremeterse en sus secretos o en su soledad, él desplegará su propia variante del mal genio y el frío desapego de Neptuno. Será afable y se pondrá gustosamente a su servicio si ella no lo consume con sus celos feroces y sus continuos sermones críticos. En este último caso él se alejará nadando, en busca de una plebeya, después de decidir que la realeza es demasiado sustanciosa para su gusto. Estos dos enamorados deberán aprender la lección que les dicta la triste e infortunada incapacidad de otra pareja Leo-Piscis para triunfar sobre los desafíos de sus dificultades e indiferencias: la formada por la princesa británica Margaret Rose, una típica Leona reina, y su marido, Anthony Armstrong-Jones, conde de Snowdon, un hombre Piscis. Para empezar, una princesa Leo no puede perdonarle a su noble familia que haya frustrado su primer amor. Me refiero al desdichado romance de la Leona Margaret Rose con Peter Townsend. Sin embargo, aun

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así podría haber tenido un final feliz en su matrimonio con el apuesto Pez «Tony». Éste es un sensible artista Piscis armado con una cámara, golpe de fortuna que desempeñó un papel nada desdeñable en su atracción inicial, porque las mujeres Leo adoran la fotografía, y les encanta aún más posar personalmente para las fotos. Pero este Pez fotografiaba a muchas modelos, además de su esposa con su tiara. Ahí empezó el conflicto con una celosa mujer Leo, que siempre debe igualar los puntos marcados en este doloroso juego romántico. Además, su trabajo lo obligaba a realizar muchos viajes solitarios alrededor del mundo, y como consecuencia de ello no podía acompañarla a todas las ceremonias reales. Aunque una interrupción de la contigüidad es útil y aconsejable para muchas parejas, no lo es para la mujer Leo y el hombre Piscis. Quién sabe por qué, sólo se transmuta en indiferencia. Los amantes o esposos Leo-Piscis que lean estas líneas deberán sacar conclusiones del final desdichado de un auténtico romance real de cuento de hadas, para no cometer los mismos errores en su propia relación. Nada de vacaciones independientes para estos dos.

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Como la Leona tiene una dosis excesiva de falso orgullo, y como su hombre de Neptuno tiene una dosis mínima, él podrá mitigar con delicadeza los sentimientos de ella frecuentemente heridos. Como el Pez tiene muy poca confianza, y su mujer Leo tiene mucha, ella podrá apaciguar tiernamente los temores secretos, íntimos, de él. Ésta es la mejor forma de amar —intercambiando fortalezas— siempre que ambos compartan también la compasión por sus respectivas debilidades.

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Ella era con mucho demasiado bonita para acoquinarse así, pero Peter pensaba que él merecía ese tributo, y le contestaría con tono condescendiente: «Está bien. Peter Pan lo ha dicho».

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Naturalmente, no todas las mujeres Piscis se acoquinan literalmente ante las órdenes de un marido o amante Leo, pero la mayoría de ellas sienten al menos un saludable respeto por el León y no están demasiado ansiosas por provocar su rugido, incluidas las chicas Pez con la Luna o Marte en Aries. Sí, incluidas las Piscis tipo ballena. Respecto de estas últimas, lo que las mueve a andar con pies de plomo no es tanto el miedo como la enérgica decisión de evitar a toda costa una escena extenuante: todos esos alaridos dramáticos y esos enfurruñamientos glaciales, por turno, que se producen habitualmente cuando el León siente que tiene clavada en la zarpa la aguda espina de la irrespetuosidad. La mujer Piscis típica (no del género ballena) que está enamorada de un Leo sabe intuitivamente que debe someterse a Su Alteza. Lo sabe, aunque diga lo contrario. y aunque sus amigos bienintencionados le aconsejen «enfrentarlo de una vez por todas». Piscis conoce muy bien las peculiaridades del corazón humano y no empleará métodos que sólo sirven para alejar el afecto. Pensad en Anna, la maestra inglesa que desafió con éxito al rey de Siam. Quizás era una mujer Pez con Marte-en-Aries, porque luchó con tesón para no doblegarse ante el arrogante aunque afectuosamente generoso monarca Leo. Pero de poco le sirvió, por lo menos superficialmente, en sus múltiples enfrentamientos con Su Majestad el León. El rey admiraba en secreto su audacia. Sin embargo, conservó hasta el fin el control de sus relaciones. Hace falta algo más que audacia para manejar a la realeza. Hay que intuir la conmovedora vulnerabilidad que se oculta detrás de la a veces patética necesidad de mando del Leo, como evidentemente la intuyó la probable-Piscis Anna. Siempre derramo torrentes de lágrimas al final de la película (o del libro), cuando el monarca Leo moribundo ordena que Anna se prosterne ante él para tributarle abyecta pleitesía y respeto, como uno de sus propios súbditos, mientras su corazón se proyecta hacia ella a través de sus ojos. Y ella se prosternó. Sí, Anna era seguramente una Piscis, con Marteen-Aries. Conservó su dignidad, pero comprendió la psicología del hombre orgulloso al que amaba. Se sometió.

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El León es un gran sentimental, un romántico incurable. Sólo un Toro de Tauro puede ser más sentimental, más romántico que Leo. Y así es posible que inicialmente el impacto de la feminidad cabal de la mujer Piscis seduzca y reduzca a la sumisión reverente al mismísimo gato enamorado. Pero sólo se trata de una capitulación pasajera. Él nunca abdicará definitivamente, ni cederá de buena gana el cetro de oro. Esto vale tanto para los Leo del tipo Gatito Tímido como para los Leones rugientes. Es posible empujarlos, o llevarlos, hasta cierto límite. A partir de allí, atacan. Conviene recordar que Leo es un signo de Fuego y Piscis un signo de Agua. Como señalo en el capítulo «Los elementos», al final de este libro, el Fuego teme secretamente que el Agua pueda extinguirlo. Por mucho que el Leo se empeñe en enseñorearse de la mujer Piscis que ama, sigue ofuscándolo interiormente la posibilidad de que ella arroje un cubo de agua sobre su entusiasmo fogoso. Y viceversa. El signo de Agua Piscis intuye que un exceso de Fuego puede deshidratarlo. Si el amor entre estos dos perdura, finalmente decantará en un sentimiento de respeto mutuo, como en todas las combinaciones Fuego-Agua, porque cada uno sabe que el otro puede destruirle su esencia. Sin embargo, en el plano emocional, apostad a que el gran gato sigue siendo el que lleva la batuta, por lo menos aparentemente. Pocas veces esta mujer intentará arrastrar o empujar a un hombre. Es más probable que lo persuada dulce, perseverantemente, con halagos sutiles. Si esto no resulta, es posible que recurra al silencio altanero para sugerir un agravio oculto, y la frustración consiguiente podrá enfurecer al hombre Leo, más extrovertido. Será mejor que ella se conforme con halagarlo sutilmente, porque de lo contrario habrá algunos ataques de cólera fogosa y torrentes de lágrimas acuosas. El León tiende a idealizar a su amada hasta endiosarla, y después pretende que ella esté a la altura de su imagen. A él le resulta difícil aceptar a su compañera como una persona específica e individual. En cambio, la considera un reflejo de sí mismo, transfigurada en su ideal, y a veces ella desespera de poder mantenerse sobre el pedestal donde él la colocó. ¿Y si se diera cuenta de que tiene pies de barro? Sólo un Escorpión o un ariano pueden pretender tanto como Leo de una mujer. Como todos los signos de Fuego, Leo es histriónico y en general tiene el don afortunado de poder expresar sus sentimientos verbalmente con mucho brío y placer. A la Piscis no le resulta tan fácil expresarse, y es posible que después de intentarlo repetidamente se dé por vencida y elija el camino de la menor resistencia: la evasión. La Piscis sometida a una desaprobación constante o a una fuerte presión emocional, tiende, sencillamente, a desaparecer. Más de un León ha mirado en torno después de pronunciar un sermón arrogante para comprobar si su víctima temblorosa ha quedado debidamente abochornada y compungida... y se ha encontrado con que en el lugar donde la chica Pez estaba sentada y encogida con una sonrisa paciente sólo hay ahora un espacio vacío. ¿A dónde se ha ido? Se ha ido lejos. Muy, muy lejos.

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Conozco a un Leo de Ohio cuya esposa Piscis, inteligente y afable, finalmente no pudo soportar otra reconvención, de modo que, con mucha pena y llanto, resolvió abandonarlo (aunque todavía lo amaba entrañablemente) en aras de su supervivencia. Casi antes de que él se diera cuenta de que su esposa había partido, ella ya estaba en Nueva York y había iniciado los trámites de divorcio. Lo que afligió al León casi tanto como la pérdida del bello «súbdito» femenino que tanto lo admiraba (y que él amaba sinceramente) fue la humillante comprobación de que ella no le había pedido su sabia opinión ni le había solicitado consejo antes de dar un paso tan importante. Era imposible no sentirse conmovido por su auténtico padecimiento. Nada puede ser más patético que un León herido al que lo ha abandonado su enamorada compañera, y que acaricia su orgullo maltrecho... triste, solitario y verdaderamente desconsolado... mientras se esfuerza desesperadamente por ocultar sus sentimientos. La añoraba más de lo que creía que ella podía suponerlo. Estaba equivocado, desde luego. Como ella era Piscis, sabía cuánto sufriría él, y esto —el hecho de saber— la atormentaba también a ella. Típicamente, el León no se quedó mucho tiempo solo. Después de un lapso respetable, la chica Pez fue sustituida por una larga cola de admiradoras que buscaban apoyo en su hombro y en su corazón cálidos y protectores. Sin embargo, sus amigos íntimos captaron, de alguna manera, que no era exactamente lo mismo. Su esposa Piscis, refinada, morena, condensaba la deliciosa combinación neptuniana de inteligencia, ingenio, dulzura y compasión, entrelazada con los hilos de oro de su sincera admiración y su respeto por el León... admiración y respeto que pasaban siempre por alto sus debilidades hasta que, al fin, no pudo seguir soportándolo.

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Poco importaba los posteriores romances esporádicos. Yo seguía esperando que el Pez perdido volviera nadando a sus brazos. ¿Veis cómo son los Leo? Consiguen agenciarse vuestra compasión, aunque no la merezcan. En este caso, mi serio deseo de que la magia de la felicidad acudiera en ayuda del León perdido y solitario fue satisfecho de una manera inesperada, y no mediante la reconciliación con su dama de Neptuno. Abracadabra... ¡milagro! Encontró otra mujercita refinada, morena, que tenía, curiosamente, casi la misma combinación de inteligencia, ingenio, dulzura y compasión, también entrelazada con los hilos de oro de la sincera admiración y el respeto por el talento, el carácter y el potencial de él. No era un simple reflejo de su antiguo amor, sino un rayo de sol vibrante y hermoso por derecho propio, individualmente... que se infiltró discreta y suavemente en su vida... y finalmente en su corazón... para curar todas las viejas cicatrices. Esperemos que él haya aprendido la lección, porque es un gran gato cálido y adorable. con una sonrisa que te ilumina el corazón y una plétora de coraje y creatividad. Se ha ganado, mediante un gran dolor, la bienaventuranza del amor que consiste en la paz y la satisfacción perdurables... y siempre también con una pizca de condimento: ¡el desafío sin el cual los Leo se marchitarían realmente! Su nueva dama está obviamente en condiciones de suministrarle todo esto... y algo más. En cuanto a su vivaz pero tierna chica Pez de hace mucho, mucho tiempo... ella también flotó hasta otras aguas refulgentes, y chapotea. dichosa. en los arroyos irisados de una nueva promesa para el mañana.

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Los finales felices son muy hermosos. Todos deberíamos rezar para que a cada León doliente que ha perdido a su compañera Piscis por culpa de su arrogancia y su orgullo desconsiderados, las sabias estrellas le concedan una oportunidad igualmente afortunada para aprender lo que es la humildad... lección ésta que Piscis dicta tan bien, y que Leo tanto necesita asimilar. O esperemos que este capítulo les advierta a sus lectores, los amantes o cónyuges Leo-Piscis, que deben abrir sus corazones a tiempo... si aún no es demasiado tarde para que el Sol de él y el Neptuno de ella empiecen a entonar armónicamente su canción. Un área en la que no habrá tantos conflictos entre estos dos es la del sueño. Quienes estudian estos asuntos afirman que el león de la Naturaleza duerme diecisiete horas de cada veinticuatro. Se puede decir más o menos lo mismo de los Leones humanos. En cuanto a Piscis, tampoco es precisamente de las que se levantan cuando amanece. A ambos les gusta pegar las pestañas. De modo que será raro que el reloj despertador se convierta en un factor de discordia entre ellos. sobre todo cuando el saludo matutino es habitualmente un tierno preludio para el acto amoroso, cosa que sucede a menudo entre estos dos. No sólo un preludio... sino muy probablemente también una reverberación de la misma música romántica que interpretaron la noche anterior. Piscis representa la octava Casa del sexo (entre otras cosas) para Leo, así que el León tiende a encontrar a la chica Pez inusitadamente atractiva, a primera vista. La vibración también puede causar una entrega casi a primera vista, y es posible que más 'tarde él empiece a alimentar dudas. La frase «frío como un pez» no se infiltró en el lenguaje por pura casualidad. En la naturaleza el pez no es, al fin y al cabo, un ser de sangre tibia o caliente. Esto no se debe interpretar en el sentido de que la mujer Pez es frígida, sino sólo en el sentido de que tal vez no estará a la altura del fervor apasionado del León con tanta constancia como a éste le gustaría... o con tanta constancia como la que exigirá. Pero Leo debe mezclar la sensualidad con el romance en la unión sexual, y la chica Pez le suministrará romance a mares. Ella está en condiciones de impregnar sus momentos íntimos de una atmósfera mística, trascendental. Los celos sexuales son comunes entre los consortes y amantes de esta combinación. La dama Piscis típica es un poco coqueta, y el León, por supuesto, ruge espantosamente a la menor insinuación de que un rival le ha echado el ojo a la compañera que tiene en su guarida. Sin embargo, pretenderá que ella pase por alto sus pequeños deslices (los de él), instigados por su vanidad y su apetito de admiración. La gama de mujeres Piscis abarca desde las francamente promiscuas hasta las esposas ingenuas, confiadas y enamoradas, absoluta y eternamente fieles a un solo hombre. Tampoco existen dudas de que la gama de los hombres Leo abarca desde los Casanovas que se jactan de tener varias nuevas conquistas sexuales por semana, hasta el noble marido León que coloca a su esposa sobre un pedestal y sigue siéndole tan fiel y leal como el mismísimo rey Arturo. Lo cual me recuerda que... mientras el rey Arturo era fiel, Ginebra flirteaba con Lancelote, ¿no es verdad? Quiero decir que tanto el León como el Pez deberán estar muy seguros de la magnitud de su amor antes de asumir compromisos a largo plazo. La infidelidad indignará al León y herirá profundamente al Pez. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre con Aries y Escorpión, es posible que estos dos toleren cualquier cosa que no llegue al extremo del adulterio concreto. Generalmente, la mujer Piscis y el hombre Leo podrán soportar los coqueteos superficiales, mientras que el Carnero o el Águila de uno u otro sexo considera que una sonrisa íntima esbozada a través de un salón es un acto de deslealtad tan doloroso como una auténtica infidelidad física.

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Tanto Piscis como Leo son capaces de abordar el amor como una sublime exaltación espiritual, o como una emoción que se puede degradar mediante aventuras informales, porque el amor mismo es muy importante para el uno y el otro. La forma en que reaccionan frente a su importancia es a menudo imprevisible. Las mujeres Piscis pueden ser monjas o prostitutas, aficionadas al intercambio de parejas o dulces consortes, casi increíblemente virtuosas. Los hombres Leo recorren más o menos la misma gama de posibilidades. En síntesis, el León y el Pez deberán dejar aclarada su actitud respecto de la fidelidad mediante una discusión sincera antes de comprometerse en serio.

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La mujer Piscis anhela y necesita una fusión emocional completa y un sentimiento de unidad mística en la consumación física del amor, junto con una pizca de misterio. El hombre Leo busca una satisfacción más tangible: calor, afecto y pasión. Necesita la expresión verbal de los sentimientos, tanto antes como después del acto amoroso. Sin embargo, la comunicación verbal excesiva no siempre es sinónimo de la idea que sustenta la mujer regida por Neptuno acerca de la naturaleza misteriosa del amor... así que el grado de armonía y felicidad que este hombre y esta mujer alcanzarán juntos dependerá mucho de la posición de la Luna en sus respectivas cartas natales. Si la Luna de ella está en un signo de Fuego, y la de él en un signo de Agua... o si ambas Lunas están en el mismo signo de cualquier elemento, probablemente entenderán y podrán satisfacer sus deseos mutuos en condiciones ideales. De lo contrario, necesitarán un poco de práctica y tolerancia.

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Tanto el León como el Pez necesitan disfrutar de libertad emocional (no es indispensable que sea geográfica)... montones de libertad siempre renovada. Cuanto más generosamente se concedan el uno al otro esté bien tan preciado, tanto más estrecha será su unión. Pero la libertad siempre deberá estar acompañada por la confianza y la lealtad... porque de lo contrario sólo se convertirá en una evasión por una parte y en una tremenda tortura por otra. La búsqueda alrededor del mundo nunca deja de terminar donde empezó, porque el mismo mundo es redondo. El amor también recorre un círculo, si se trata del verdadero amor... que es, al fin y al cabo, el único que uno echa realmente de menos cuando se va... y promete volver.

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Tipos de personalidad SIGNOS FIJOS

SIGNOS MUTABLES

(líderes)

(organizadores)

(comunicadores)

Aries Cáncer Libra Capricornio

Tauro Leo Escorpión Acuario

Géminis Virgo Sagitario Piscis

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SIGNOS CARDINALES

SIGNOS POSITIVOS (MASCULINOS)

SIGNOS NEGATIVOS (FEMENINOS)

Libra Sagitario Acuario

SIGNOS DE FUEGO

(inspirativos)

(reservados, estrategas reflexivos) Tauro Cáncer Virgo Escorpión Capricornio Piscis

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(agresivos, idealistas dinámicos) Aries Géminis Leo

(mentales)

Libra Aire cardinal Acuario - Aire fijo Géminis - Aire mutable -

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Aries - Fuego cardinal Leo - Fuego fijo Sagitario - Fuego mutable

SIGNOS DE AIRE

SIGNOS DE TIERRA

SIGNOS DE AGUA

Capricornio - Tierra cardinal Tauro - Tierra fijo Virgo - Tierra mutable

Cáncer Agua cardinal Escorpión - Agua fijo Piscis - Agua mutable

(sensibles) -

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(materiales)

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ARIES:

Fuego-Positivo-Masculino-Cardinal Líder inspirativo, agresivo, dinámico, idealista

LEO:

Fuego-Positivo-Masculino-Fijo Organizador inspirativo, agresivo, dinámico, idealista

SAGITARIO:

Fuego-Positivo-Masculino-Mutable Comunicador inspirativo, agresivo, dinámico, idealista

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CAPRICORNIO: Tierra-Negativo-Femenino-Cardinal Líder reservado Líder reservado, reflexivo, estratega

Tierra-Negativo-Femenino-Fijo Organizador reservado, reflexivo, estratega VIRGO:

LIBRA:

Aire-Positivo-Masculino-Cardinal Líder mental, agresivo, dinámico, idealista

ACUARIO:

Aire-Positivo-Masculino-Fijo Organizador mental, agresivo, dinámico. idealista

GÉMINIS:

Aire-Positivo-Masculino-Mutable

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TAURO:

Comunicador mental, agresivo, dinámico. idealista Agua-Negativo-Femenino-Cardinal Líder sensible, reservado. reflexivo, estratega

ESCORPIÓN:

Agua-Negativo-Femenino-Fijo Organizador sensible, reservado, reflexivo, estratega

PISCIS:

Agua-Negativo-Femenino-Mutable Comunicador sensible, reservado, reflexivo, estratega

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CÁNCER:

La misión kármica de los doce signos solares

ARIES: LIBRA: CAPRICORNIO: CÁNCER: LEO: ACUARIO: TAURO: ESCORPIÓN: SAGITARIO: GÉMINIS: VIRGO: PISCIS:

DIRIGIR de una manera inspirativa, agresiva, dinámica e idealista DIRIGIR de una manera mental, agresiva, dinámica e idealista DIRIGIR de una manera material, reservada, reflexiva y estratégica DIRIGIR de una manera sensible, reservada, reflexiva y estratégica ORGANIZAR de una manera inspirativa, agresiva, dinámica e idealista ORGANIZAR de una manera mental, agresiva, dinámica e idealista ORGANIZAR de una manera material, reservada, reflexiva y estratégica ORGANIZAR de una manera sensible, reservada, reflexiva y estratégica  COMUNICAR de una manera inspirativa, agresiva, dinámica e idealista COMUNICAR de una manera mental, agresiva, dinámica e idealista COMUNICAR de una manera material, reservada, reflexiva y estratégica COMUNICAR de una manera sensible, reflexiva y estratégica

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Y así, la santa misión encomendada a cada hombre y mujer consiste en personificar el sacrosanto atributo natal de su signo solar individual. Éste es el mensaje de sabiduría y amor de nuestros Co-Creadores, canalizado a través de Sus mensajeros e intérpretes, las estrellas, los planetas y las luminarias, a través de todo lo solar, todo lo lunar y todo lo estelar, hacia todos los hombres y mujeres de todo el mundo.

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Sólo si cada cual es fiel a la santa misión de su propio signo solar, será posible crear la unidad y la armonía a partir del caos y la confusión, y favorecer el advenimiento del día en que Su Voluntad se hará sobre la Tierra, como en el Cielo.

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Dentro del bello sincronismo del equilibrio astrológico, nuestros Co-Creadores dispusieron que los cuatro signos cardinales (líderes) estuvieran compuestos por partes iguales de la esencia positiva-masculina y negativa-femenina, y también por partes iguales de los cuatro elementos de Fuego. Tierra. Aire y Agua. El mismo equilibrio y la misma armonía perfectos existen dentro de las filas de los cuatro organizadores fijos y los cuatro comunicadores mutables.

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Cada parte del todo es diferente, como consecuencia de lo cual todas son iguales, y éste es el Gran Enigma Cósmico de la Sabiduría y la Verdad. El primer paso encaminado a resolverlo —y es sólo el primer paso, porque hay muchos más— consiste en que la Imperfección iguala a la Perfección. El primer paso encaminado a lograr el esclarecimiento está detallado en «Los doce misterios del amor», en el comienzo de este libro.

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La combinación de los elementos SIGNOS DE FUEGO Aries Leo Sagitario

El Fuego se combina fácilmente con el Fuego y el Aire pero necesita tolerancia para combinarse con la Tierra y el Agua.

El Aire se combina fácilmente con el Aire y el Fuego pero necesita tolerancia para combinarse con la Tierra y el Agua.

SIGNOS DE TIERRA Capricornio Tauro Virgo

La Tierra se combina fácilmente con la Tierra y el Agua pero necesita tolerancia para combinarse con el Fuego y el Aire.

SIGNOS DE AGUA

El Agua se combina fácilmente con el Agua y la Tierra pero necesita tolerancia para combinarse con el Fuego y el Aire.

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Cáncer Escorpión Piscis

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Libra Acuario Géminis

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SIGNOS DE AIRE

FUEGO Y FUEGO

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Cuando el Fuego se encuentra con el Fuego, las llamas más altas y calurosas que se forman pueden producir una conflagración, que se consumirá, y se apagará... o que iluminará las tinieblas, y derretirá el hielo y el miedo de las ideas negativas. La opción depende de ambos individuos por igual. AIRE Y AIRE

Cuando el Aire se encuentra con el Aire, la libertad de movimiento es total, y existen pocas restricciones o ninguna. Esta combinación puede desembocar en una gloriosa elevación mental, emocional y espiritual. Pero sin los vientos del cambio el Aire se vuelve rancio y se contamina, y en determinadas condiciones el Aire puede agitarse y trocarse en un tornado frenético. La opción también depende de ambos individuos.

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TIERRA Y TIERRA Cuando la .fierra se encuentra con la Tierra, esta combinación puede transformarse en una colosal montaña de fe y vigor... o puede convertirse en cambio en un desierto árido, según la dirección que tome. Cuando se agita, el resultado puede ser un terremoto, con repercusiones volcánicas. La opción también depende de ambos individuos. AGUA Y AGUA

FUEGO Y AIRE

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Cuando el Agua se encuentra con el Agua no hay resistencia, y surge un río continuo de inspiración, que fluye finalmente hacia un océano mayor de esclarecimiento... o. en condiciones negativas, puede gotear dentro de una caleta estancada, sin salida. El agua sacia la sed, pero cuando se descontrola produce inundaciones destructivas. La opción también depende de ambos individuos.

El Aire aviva el Fuego, y lo hace arder con más brillo, estimulando el entusiasmo y la emoción... o provocando la pasión y la cólera. El exceso de Fuego puede consumir el oxígeno del Aire, dificultando la respiración... y el exceso de Aire, por ejemplo en el caso de un vendaval, puede debilitar la llama. La opción también depende de ambos individuos.

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FUEGO Y TIERRA

Siempre resulta obvio cuál de los dos elementos es el más fuerte y perdurable. La Tierra permanece donde está, a menos que la mueva una explosión interior, o la acción de fuerzas exteriores. El Fuego traza su propio rumbo, elevándose siempre hacia los cielos. El Fuego puede chamuscar la Tierra, pero nunca puede destruirla por completo. La Tierra sustenta al Fuego, formando una base estable para sus llamas. Pero un exceso de Tierra puede sepultar al Fuego más refulgente. La opción también depende de ambos individuos. FUEGO Y AGUA

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Un Fuego de gran magnitud puede deshidratar o secar una pequeña cantidad de Agua, con su calor excesivo. Por otro lado, grandes cantidades de Agua pueden apagar el Fuego, extinguiendo sus llamas. Por tanto, el Fuego teme o respeta instintivamente al Agua, y viceversa. Pero ambos intuyen inconscientemente el peligro... de que cada uno de ellos destruya totalmente al otro. La opción también depende de ambos individuos. TIERRA Y AIRE

La Tierra contiene Aire y lo necesita, pero el Aire no contiene Tierra ni la necesita. La Tierra debe permanecer donde está, y sólo se mueve mediante terremotos o fuerzas volcánicas o exteriores. El Aire se ha emancipado de estas restricciones, se mueve por encima de la Tierra obedeciendo a su propio capricho, y no cambia la Tierra ni se queda mucho tiempo en un mismo lugar. La Tierra se mantiene distante del Aire, aparentemente ajena a su existencia. hasta que fuertes vientos turban las plantas y las flores que crecen sobre su superficie, arraigadas en su seno. El resultado lo determina la opción, que también depende de ambos individuos.

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TIERRA Y AGUA El Agua busca un hogar, que encuentra dentro de la Tierra, al penetrar en ésta y humedecerla, lo cual es una bendición para la Tierra... porque únicamente la penetración del Agua permite que la Tierra sea la «madre» de todo tipo de plantas vivientes, árboles y flores. Si no la enriquece el Agua, la Tierra permanece seca e inútil. Si carece de Tierra para humedecer, el curso del Agua está desprovisto de sentido y es igualmente inútil. Estos dos elementos están destinados a necesitarse recíprocamente. Pero un exceso de Agua puede convertir la Tierra en un lodazal o una ciénaga... y una dosis demasiado pequeña de Agua puede perderse, puede desaparecer dentro de las masas montañosas de Tierra. El resultado lo determina la opción, que también depende de ambos individuos.

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AIRE Y AGUA

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El Aire penetra en el Agua... la agita, la hace bullir en olas restallantes... y después se aleja... infiltración o ataque éste sobre el cual el Agua no ejerce ningún control. Cuando el Agua penetra en el Aire en forma de humedad, lo torna pesado. Pero, en el ínterin, también suministra a toda la Naturaleza el bienaventurado alivio de la lluvia, trocando mágicamente el Aire en su propio elemento, transmutación esta sobre la cual el Aire no ejerce ningún control. En última instancia, el desenlace no depende de la opción de ninguno de los dos individuos... sino sólo de la Voluntad del Destino Supremo.

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Configuraciones de signos solares Configuración de signos solares 2-12

Configuración de signos solares 3-11

Aries-Aries Tauro-Tauro Géminis-Géminis Cáncer-Cáncer Leo-Leo Virgo-Virgo Libra-Libra Escorpión-Escorpión Sagitario-Sagitario Capricornio-Capricornio Acuario-Acuario Piscis-Piscis

Aries-Piscis Tauro-Aries Géminis-Tauro Cáncer-Géminis Leo-Cáncer Virgo-Leo Libra-Virgo Escorpión-Libra Sagitario-Escorpión Capricornio-Sagitario Acuario-Capricornio Piscis-Acuario

Aries-Géminis Aries-Acuario Tauro-Cáncer Tauro-Piscis Géminis-Leo Cáncer-Virgo Leo-Libra Virgo-Escorpión Libra-Sagitario Escorpión-Capricornio Sagitario-Acuario Capricornio-Piscis

Configuración de signos solares 5-9

Con figuración de signos solares 6-8

Aries-Leo Aries-Sagitario Tauro-Virgo Tauro-Capricornio Géminis-Libra Géminis-Acuario Cáncer-Escorpión Cáncer-Piscis Leo-Sagitario Virgo-Capricornio Libra-Acuario Escorpión-Piscis

Aries-Virgo Aries-Escorpión Tauro-Libra Tauro-Sagitario Géminis-Escorpión Géminis-Capricornio Cáncer-Sagitario Cáncer-Acuario Leo-Capricornio Leo-Piscis Virgo-Acuario Libra-Piscis

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Aries-Cáncer Aries-Capricornio Tauro-Leo Tauro-Acuario Géminis-Virgo Géminis-Piscis Cáncer-Libra Leo-Escorpión Virgo-Sagitario Libra-Capricornio Escorpión-Acuario Sagitario-Piscis

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Configuración de signos solares 4-10

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Configuración de signos solares 1-1

Configuración de signos solares 7-7

Aries-Libra Tauro-Escorpión Géminis-Sagitario Cáncer-Capricornio Leo-Acuario Virgo-Piscis

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Como veréis en la Rueda Kármica de la vida que figura en la página opuesta, las configuraciones de signos solares se obtienen de la siguiente manera: Contando cada signo solar en sí mismo como número uno, Aries es la novena Casa respecto de Leo, y Leo es la quinta Casa respecto de Aries (contando siempre en dirección inversa al sentido de las agujas del reloj). Por tanto, Aries-Leo es una configuración de signos solares 5-9.

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Tauro es la novena Casa respecto de Virgo, y Virgo es la quinta Casa respecto de Tauro. Por tanto, TauroVirgo también es una configuración de signos solares 5-9. Como Tauro-Capricornio y Virgo Capricornio. El mismo método se puede emplear para identificar las diversas configuraciones de signos solares.

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Observaréis que los números de todas las configuraciones de signos solares suman la cifra de dos dígitos 14. Menos los de la configuración de signos solares 1-1. Esto implica un profundo misterio, y representa un importante simbolismo místico del principio Masculino-Femenino, relacionado con las almas gemelas.

El número 14 simboliza los catorce trozos de Osiris, que fue asesinado por su hermano, Set, y cuyo cuerpo fue cortado en catorce fragmentos, al mismo tiempo que su alma era dividida en catorce partes. La misión del alma gemela de Osiris —Isis— ha consistido en buscar estas catorce porciones de su consorte, durante muchos y extenuantes eones. La leyenda dice que, en la era de Acuario, los catorce trozos de Osiris se fusionarán en un hombre —«con la integridad de todas sus partes dispersas»— y éste se reunirá con su alma gemela, Isis. (Observad que el nombre Osiris contiene dentro de sí el nombre de Isis.)

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Todas las configuraciones de signos solares suman el número místico catorce, de Isis-Osiris, lo cual permite que cada combinación de signos solares busque la unidad, siempre dentro de su propio esquema vibratorio. Los amantes o consortes influidos por la vibración de la configuración de signos solares 1-1 sólo pueden reconocerse recíprocamente como almas gemelas —y satisfacer su Karma— si uno de ellos tiene la suficiente evolución espiritual como para «vibrar» sintonizado con la Octava Superior del «1», que es trece. Cuando se suma el «1» de la otra persona, esta combinación da como resultado el número místico catorce, de las almas gemelas Isis-Osiris. Si ambas personas colocadas bajo la influencia de la configuración de signos solares 1-1 vibran sintonizadas, con la Octava Superior de «1», que es el número 13, las dos estarán bajo la influencia vibratoria del número ocho (8). (Dos veces 13 suma 26, que, al sumarse sus dos dígitos, se convierte en el número ocho.) El número ocho representa el «misterio de amor del DOBLE Círculo de la Serpiente. Dos círculos o ceros, el uno encima del otro. (Véase la sección «Los doce misterios del amor», en el comienzo de este libro.) Por tanto, cuando los dos seres implicados en una configuración de signos solares 1-1 están igualmente evolucionados en el plano espiritual, es posible que experimenten el «Sendero del Rayo» del Karma (con algunos otros, en distintas circunstancias particulares) y que alcancen rápidamente el esclarecimiento juntos... aunque ésta es una rara hazaña mística.

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Compatibilidades de signos solares Configuración de signos solares 1-1 Si vuestro propio signo solar es:

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Aries............................ Aries Tauro ......................... Tauro Géminis ..................... Géminis Cáncer ....................... Cáncer Leo .............................. Leo Virgo ........................... Virgo Libra .......................... Libra Escorpión .................. Escorpión Sagitario.................... Sagitario Capricornio .............. Capricornio Acuario ...................... Acuario Piscis ....................... Piscis

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Sobre vosotros influye la configuración de signos solares 1-1 con los signos aquí enumerados frente a los vuestros, en la amistad, los negocios, la familia o las relaciones amorosas. En vuestra asociación con estas personas nacidas bajo vuestro propio signo solar, ambos os sentiréis tentados de magnificar vuestras propias virtudes y defectos. Aumentará la intensidad de todos los rasgos positivos de personalidad y carácter... así como la de los rasgos negativos. Deberéis hacer un esfuerzo constante para estimular recíprocamente las «buenas» cualidades del signo solar que ambos compartís... y para desalentar las «malas» cualidades del signo solar que ambos compartís, y para ser tolerantes con éstas.

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* Los aspectos recíprocos entre los otros planetas, las Lunas y los ascendentes de los dos horóscopos modificarán ligeramente la relación arriba descrita (en forma positiva o negativa), pero no alterarán fundamentalmente la base del intercambio de la configuración de signos solares 1-1, tal como ha sido reseñada.

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Configuración de signos solares 2-12

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Si vuestro propio signo solar es:

Sobre vosotros influye la configuración de signos solares 2-12 con los signos aquí enumerados frente a los vuestros, en la amistad, los negocios, la familia o las relaciones amorosas.

En vuestra asociación con estas personas, uno de vosotros sentirá que él (o ella) tiene que aprender muchas lecciones del otro (o la otra). El que tiene que impartir lecciones experimentará una compasión inexplicable por las debilidades y errores de la otra persona, y comprenderá de una manera extraña las motivaciones y el comportamiento marcadamente distintos del otro. Los aspectos recíprocos entre los otros planetas, las Lunas y los ascendentes de los dos horóscopos modificarán ligeramente la relación arriba descrita (en forma positiva o negativa), pero no alterarán fundamentalmente la base del intercambio de la configuración de signos solares 2-12, tal como ha sido reseñada.

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Configuración de signos solares 3-11 Si vuestro propio signo solar es:

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Aries ............. Géminis y Acuario Tauro .................. Cáncer y Piscis Géminis ........... Aries y Leo Cáncer .............. Tauro y Virgo Leo ..................... Géminis y Libra Virgo ................ Cáncer y Escorpión Libra.................. Leo y Sagitario Escorpión ............. Virgo y Capricornio Sagitario .................. Libra y Acuario Capricornio…….. Escorpión y Piscis Acuario ........... Aries y Sagitario Piscis .............. Tauro y Capricornio

Estáis implicados en una configuración de vibraciones de signos solares 3-11 con los signos aquí enumerados frente a los vuestros, en la amistad, los negocios, la familia o las relaciones amorosas.

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Experimentaréis un fuerte vínculo de amistad, cualquiera que sea la asociación que compartís con estos individuos. Habrá confianza mutua, y una gran fluidez de comunicación, en un sentido y otro. Sois muy diferentes, pero estas diferencias ejercen poco o ningún efecto sobre vuestra estima recíproca. Podría existir un sentimiento de responsabilidad, algún tipo de deber ineludible, que os hace confluir y que refuerza el vínculo que os une. Os resultará fácil conversar con estos individuos, y os estimularéis constantemente el uno al otro para haceros cambiar los hábitos y las situaciones existentes.

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Probablemente forjaréis amistades muy íntimas con estas personas, y seguiréis siendo amigos siempre. Generalmente toda reyerta se resolverá, perdonará y olvidará en seguida. Es posible que riñáis y discrepéis a menudo, y que os sintáis fastidiados por alguna obligación mutua que os ata el uno al otro, y que sin embargo no podéis eludir, e incluso cuando la asociación parezca ser un capítulo concluido, reaparecerá meses o años más tarde, para recomenzar nuevamente.

* Los aspectos recíprocos entre los otros planetas, las lunas y los ascendentes de los dos horóscopos modificarán ligeramente la relación arriba descrita (en forma positiva o negativa), pero no alterarán fundamentalmente la base del intercambio de la configuración de signos solares 3-11, tal como ha sido reseñada.

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Configuración de signos solares 4-10 Si vuestro propio signo solar es:

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Cáncer y Capricornio Leo y Acuario Virgo y Piscis Libra y Aries Tauro y Escorpión Géminis y Sagitario Cáncer y Capricornio Leo y Acuario Virgo y Piscis Aries y Libra Tauro y Escorpión Géminis y Sagitario

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Aries ................. Tauro ................ Géminis ............ Cáncer .............. Leo ................... Virgo ................ Libra ................. Escorpión ......... Sagitario .......... Capricornio....... Acuario ............. Piscis ................

Sobre vosotros influye la configuración de signos solares 4-10 con los signos aquí enumerados frente a los vuestros, en la amistad, los negocios, la familia o las relaciones amorosas.

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No siempre, pero sí con sorprendente frecuencia, experimentaréis una notable tensión o conflicto de personalidades en presencia de las personas nacidas bajo los signos solares aquí enumerados frente a los vuestros, ya sea porque las desaprobéis, o porque intuyáis que ellas os desaprueban de alguna manera. Es posible que una persona se ofusque en razón de que la otra intenta imponerle una disciplina estricta. Siempre existirá alguna magnitud de restricción mental y emocional, por diversas razones.

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* Si otros planetas (sobre todo las lunas y los ascendentes) tienen un aspecto mutuo armonioso (conjunción, sextil o trígono), vosotros y estas personas intercambiaréis una devoción, una lealtad y un respeto vehementes, en razón de lo cual las innegables diferencias básicas de motivación y personalidad serán menos frustrantes, menos irritantes, aunque las grandes diferencias de enfoque y de objetivos continuarán en pie. * Si los otros planetas de vuestros horóscopos (sobre todo las lunas y los ascendentes) tienen un aspecto en cuadratura u oposición (negativo), vuestras relaciones con estas personas serán en verdad tensas y difíciles, y necesitaréis tener casi paciencia de santos para superar las dificultades... aunque las recompensas que recibiréis por dicha superación serán inmensas.

163   

Configuración de signos solares 5-9 Si vuestro propio signo solar es:

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Aries ................... Leo y Sagitario Tauro.................... Virgo y Capricornio Géminis................ Libra y Acuario Cáncer ................. Escorpión y Piscis Leo ....................... Aries y Sagitario Virgo .................... Tauro y Capricornio Libra .................... Géminis y Acuario Escorpión ............ Cáncer y Piscis Sagitario .............. Aries y Leo Capricornio .......... Tauro y Virgo Acuario ................ Géminis y Libra Piscis .................... Cáncer y Escorpión

Sobre vosotros influye la configuración de signos solares 5-9 con los signos aquí enumerados frente a los vuestros, en la amistad, los negocios, la familia o las relaciones amorosas.

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No siempre, pero sí con sorprendente frecuencia, experimentaréis con estas personas una fácil empatía, estímulos mentales y afinidad emocional (o satisfacción romántica). Existirá una fuerte simpatía entre vosotros, y generalmente vuestros malentendidos no serán graves ni perdurables. Las posibilidades de armonizar son excelentes, y tendréis que hacer menos esfuerzos que con las de cualquier otro signo solar para entablar una relación feliz sobre una base permanente.

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* Si otros planetas (especialmente las lunas y los ascendentes) de los dos horóscopos tienen un aspecto mutuo en cuadratura u oposición (negativo), entre vosotros y estas personas se producirán algunos choques de personalidad y tensiones, que harán tambalear de cuando en cuando la compatibilidad que compartís, aunque la empatía y la comprensión básicas permanecerán inconmovibles.

* Si otros planetas (especialmente las Lunas y los ascendentes) de los dos horóscopos están en un aspecto armonioso (conjunción, sextil o trígono), vuestras relaciones con estas personas serán extraordinariamente dichosas, apacibles y comprensivas.

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Configuración de signos solares 6-8 Si vuestro propio signo solar es:

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Aries ........... Virgo y Escorpión Tauro .......... Libra y Sagitario Géminis ..... Escorpión y Capricornio Cáncer ........ Sagitario y Acuario Leo ............. Capricornio y Piscis Virgo ......... Aries y Acuario Libra ........... Tauro y Piscis Escorpión ... Aries y Géminis Sagitario ... Tauro y Cáncer Capricornio Géminis y Leo Acuario ........ Cáncer y Virgo Piscis ........... Leo y L ibra

Estáis implicados en una configuración de vibraciones de signos solares 6-8 con los signos aquí enumerados frente a los vuestros, en la amistad, los negocios, la familia o las relaciones amorosas.

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Tendréis algunos problemas para comunicaros con estos individuos. Pero os sentiréis misteriosamente intrigados por su enigmático carisma y poderosamente atraídos por su hechizo. Si el vínculo que os une es una relación amorosa, este individuo ejercerá sobre vosotros una irresistible atracción sexual. Si la relación no es amorosa, sino de amistad, de negocios o de familia, este individuo os atraerá, no mediante la química sexual, sino mediante un interés compartido en lo sobrenatural —la muerte, el nacimiento, la reencarnación, la adopción y todas las cuestiones espirituales—, o mediante situaciones asociadas con fondos que no os pertenecen a ninguno de vosotros, o sea, dinero ajeno. Habrá momentos en que este individuo parecerá innecesariamente reservado en vuestra asociación.

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De alguna manera, estos individuos desearán ayudaros, y vosotros desearéis ayudarlos a ellos. Uno de vosotros servirá de buen grado al otro, u os serviréis recíprocamente, con poco o ningún resentimiento, y uno protegerá a menudo al otro de quienes pretendan hacerle daño. Quizá habrá momentos en que los favores tributados inspirarán resentimiento, pero no habrá otra alternativa. En esta configuración de vibraciones, los servicios prestados siempre serán recompensados por la fascinación de la asociación misma. En cierta forma, el uno beneficiará inmensamente al otro mediante esta relación, y el que sirve generalmente seguirá siendo leal.

* Los aspectos recíprocos entre los otros planetas, las Lunas y los ascendentes de los dos horóscopos modificarán ligeramente la relación arriba descrita (en forma positiva o negativa), pero no alterarán fundamentalmente la base del intercambio de la configuración de signos solares 6-8, tal como ha sido reseñada.

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Configuración de signos solares 7-7 Si vuestro propio signo solar es:

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Aries ....................................... Libra Tauro ...................................... Escorpión Géminis ................................. Sagitario Cáncer................................... Capricornio Leo .......................................... Acuario Virgo ..................................... Piscis Libra ....................................... Aries Escorpión ................................ Tauro Sagitario ................................. Géminis Capricornio ............................. Cáncer Acuario ................................... Leo Piscis ..................................... Virgo

Estáis implicados en una configuración de signos solares 7-7 con los signos aquí enumerados frente a los vuestros en la amistad, los negocios, la familia o las relaciones amorosas.

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No siempre, pero sí con frecuencia, os sentiréis físicamente atraídos hacia los individuos de sexo opuesto aquí enumerados frente a los vuestros (y también situados frente a los vuestros en la Rueda kármica), o los admiraréis y respetaréis secretamente, porque dichos individuos poseen las cualidades de carácter y los rasgos de personalidad de los que vosotros mismos carecéis. La atracción y el deseo de emulación serán fuertes. Sin embargo, es posible que os sintáis incómodos con aquellos individuos de vuestro mismo sexo que nacieron bajo este signo solar, o que los envidiéis o experimentéis respecto de ellos un fuerte sentimiento de competencia.

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* Los aspectos recíprocos entre los otros planetas, las Lunas y los ascendentes de los dos horóscopos modificarán ligeramente la relación arriba descrita (en forma positiva o negativa), pero no alterarán fundamentalmente la base del intercambio de la configuración de signos solares 7-7, tal como ha sido reseñada.

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A todos aquellos que aman... ¡Esperad un milagro! Los milagros son posibles. Los milagros ocurren. No son «interrupciones» de las leyes físicas. No son «trasgresiones» de las leyes de la Naturaleza. Son confirmaciones de las leyes de la meta-física (más allá de la física) y afirmaciones de las mayores profundidades de la ley de la Naturaleza. Sólo el Espíritu, el Ángel Supremo de vosotros mismos, controla estas mayores profundidades... que aún no han sido descubiertas, ni siquiera por los científicos que buscan e investigan con más afán. Pero esto no niega su existencia, ¡porque serán descubiertas en la Nueva Era!

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Actualmente la ciencia sólo se ocupa de las fuerzas materiales, y omite reconocer a las fuerzas espirituales. Sin embargo, ¿qué es la fuerza material sino la manifestación visible de la fuerza espiritual que se oculta detrás de ella? Aceptar la manifestación material y negar la fuerza espiritual que la genera y la controla implica colocarse en la posición ilógica de aceptar un efecto... y de negar su causa.

Una vez que habéis aceptado que la causa fuerza espiritual y el efecto fuerza material conforman una unidad perfecta, ¿cómo os atrevéis a alimentar la pretensión de fijar un límite a las manifestaciones de cualquiera de estas fuerzas... y especialmente al poder de la causa y el efecto combinados? Vosotros —y vuestro supraconsciente— controláis vuestros milagros. Para producirlos, basta el enlace de la Verdad con la Fe. Pax et Bonum = Verum et Unum «¡Buscad la Verdad y ésta os hará libres!»i

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 Este libro fue digitalizado para distribución libre y gratuita a través de la red utilizando el software “OmniPage Pro Versión 14”.    Digitalización, Revisión y Edición Electrónica de Manuel.  Cochabamba ‐ Bolivia  14 de Agosto 2011 

  

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