Ramacharaka Y El Plano Astral.pdf

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RAMACHARAKA Y EL PLANO ASTRAL :

* EXTRORDINARIA JOYA DEL YOGUI RAMACHARAKA,UN TEXTO MUY POCO CITADO Y QUE ES UNA VERDADERA JOYA...EXCLUSIVO DE ESTE SITIO,EXTRAIDO DEL LIBRO "OTROS MUNDOS,OTROS UNIVERSOS",DE AUTORES VARIOS,AQUI LO OFRECEMOS Y SOLO TE PEDIMOS QUE LO MEDITES Y COMPARTAS CON OTROS...

Yogi Ramacharaka nació en la India alrededor de 1790. Durante gran parte de su vida viajó por el este visitando santuarios lamas y monasterios en busca de una filosofía apta para la vida. Hacia 1865 adoptó a un niño de ocho años, llamado Baba Bharata, para que fuese su discípulo. Juntos rehicieron los viajes que anteriormente llevara a cabo Yogi Ramacharaka, mientras éste ilustraba a quien sería su seguidor. En 1893, sintiendo que su existencia tocaba a su fin, Ramacharaka encomendó a su discípulo que predicara sus creencias por el mundo. Al llegar a Chicago, donde tenía lugar por entonces una exposición internacional, Baba Bharata alcanzó de inmediato gran éxito con sus conferencias. En Chicago conoció a cierto escritor inglés con cuya colaboración escribió varios libros, que fueron atribuidos por sus autores a Ramacharaka, como prueba de respeto. Hoy día se han transformado en libros clásicos de la literatura yogui. EL MUNDO ASTRAL : Al comenzar la presente lección nos enfrentamos a una seria dificultad, que resultará explicable para todos nuestros estudiantes que se encuentren en una etapa adelantada de sus estudios de materias ocultas. Queremos referirnos al problema de la descripción de los «planos» de la existencia. Estas lecciones pretenden ser sólo algo elemental y se destinan a que los principiantes obtengan una idea simple y sin complicaciones de los principios generales del ocultismo. No nos proponemos llevarles hasta los aspectos más complicados del tema. De ahí que hayamos evitado en lo posible utilizar términos de significado difícil o técnico. Consideramos que hemos logrado presentar los principios elementales de manera clara y nos consta que llegamos a interesar en estos estudios a muchas personas que hasta ahora se resistían a internarse en ellos a causa de la cantidad de descripciones y explicaciones técnicas o simplemente complicadas que abundan en otras obras sobre esta especialidad. De modo que, en esta lección sobre el mundo astral y en las tres que la siguen, nos veremos obligados a tratar sobre generalidades y a no internarnos en descripciones minuciosas de detalle, como sería del caso en una obra que pretendiera estar en la categoría de «grado superior». En lugar de esforzarnos por explicar lo que es un «plano» o un «subplano», trataremos de referirnos al tema que en conjunto se ocupa de los más altos planos de existencia, bajo la denominación general de «mundo astral». En él incluiremos no sólo las secciones inferiores del plano astral, sino también algunos de los más altos planos de la vida. Este planteamiento quizá merezca reparos por párte de personas que han seguido otros sistemas al estudiar esta disciplina y para las cuales sólo los planos astrales inferiores son denominados de tal modo. En tales sistemas, los planos superiores reciben otros nombres y son en realidad los únicos merecedores de especial estudio, ya que los inferiores no se reputan dignos de mayor consideración. Sin embargo, nosotros pedimos a

esas personas que recuerden el hecho de que muchos ocultistas de la antigüedad clasificaban a todo el grupo de los planos superiores (al menos hasta que se alcanzaran los planos espirituales más elevados) bajo el nombre general de «mundo astral» u otros parecidos. Nos apoyamos en las más altas autoridades en la materia al hacer esta división general. Hay tanta diferencia entre los planos astrales más bajos y los planos mentales o espirituales , más altos como entre un gorila y un Emerson; pero, con el fin de que el principiante no se confunda en un océano de términos, hemos preferido hablar de todos los planos que se encuentran por encima del físico (por lo menos de todos aquellos de que hablaremos) como perte-necientes al «mundo astral». Es difícil, sin embargo, hacer comprender con claridad y en términos simples el significado de la palabra «plano». Por eso la usaremos lo menos posible y preferiremos referirnos a «estados», puesto que un plano es, en realidad, un «estado» más bien que un lugar; es decir, que cualquier lugar puede ser habitado en diferentes y variados planos. Es como una habitación, que puede estar bañada por los rayos del sol, por la luz de una lámpara, por las radiaciones de un aparato de rayos X, por vibraciones magnéticas comunes, por aire, etcétera. En tal caso, cada cosa actúa de acuerdo con, las leyes que son de su propia esencia, sin afectar para nada a las otras. Pues bien: del mismo modo, varios y distintos planos del ser pueden actuar plenamente en un espacio dado, sin interferir con los demás. No podemos entrar en más detalles en esta breve exposición que sólo puede versar sobre lo más elemental. Nos limitamos a esperar que el lector llegue a obtener una concepción mental suficiente que le habilite para comprender los incidentes y fenómenos de los variados planos que llamamos en conjunto «el mundo astral». Antes de entrar en el tema de los diferentes planos del mundo astral, será mejor que consideremos algunos de los variados fenómenos clasificados como pertenecien-tes a lo astral. Hemos dicho ya que el hombre (en su cuerpo) tiene cinco sentidos astrales, aparte de los cinco ya conocidos: es decir, vista, oído, gusto, olfato y tacto. Los cinco sentidos astrales son como contrapartidas de los otros cinco sentidos físicos y funcionan en el plano astral. Mediante ellos, el hombre es capaz de recibir im-presiones sensoriales sin ayuda de los sentidos físicos. Poseemos asimismo un «sexto sentido», que es un órgano físico (es el órgano del sentido telepático) y que también cuenta con un sentido astral concordante. Estos sentidos astrales funcionan en el plano astral más bajo, es decir, en el más cercano a, lo físico y material. El fenómeno de la clarividencia obedece al uso de tales sentidos astrales. Hay, por cierto, formas más elevadas de la videncia, que se dan en planos situados muy por encima de los que se usan en la videncia común. Esas formas se dan; sin embargo, es sumamente raro que alguien llegue a poseerlas. Son contados los casos en que puede decirse con certeza que alguien las tiene. Se trata de personas que las han alcanzado como suprema conquista. Sólo habremos de referirnos a ellas con una mención breve. En el plano astral más bajo, el vidente ve; el clariauditivo oye y el psicométrico toca. En este plano, el cuerpo astral se mueve por los contornos y los «fantasmas» se manifiestan. Las almas que han abandonado sus cuerpos y viven en los planos más elevados del mundo astral, para comunicarse con quienes se encuentran en el plano físico han de descender al plano más inferior y cubrirse con materia astral basta si desean cumplir su objetivo. En este plano se mueven los «cuerpos astrales» de quienes vivieron en otro tiempo y que han

adquirido el arte de proyectarse a sí mismos en lo astral. Es posible que una persona proyecte su cuerpo astral y que viaje con esa apariencia a cualquier punto situado dentro de los límites de la atracción terrestre. De hecho, el ocultista experto logra hacerlo a voluntad, dadas ciertas condiciones. Otras personas son capaces ocasionalmente de llevar a efecto viajes parecidos sin saber con exactitud cómo se las arreglaron para lograrlo; una vez cumplido el viaje, el recuerdo que les queda se parece al de un sueño muy real. En verdad, muchos de nosotros viajamos de tal modo mientras nues-tro cuerpo físico está envuelto en sueños. Así nos enteramos de muchas cosas sobre personas que nos son afines por alguna razón: entramos en comunicación astral con gente que se interesa por lo mismo que nos interesa a nosotros. Y todo ello lo hacemos sin tener conciencia de ello. La adquisición consciente de conocimientos mediante esta vía sólo es accesible a las personas que han adelantado mucho camino en la búsqueda de lo supremo. El ocultista bien preparado se limita a colocarse en la condición mental apropiada, y luego desea intensamente encontrarse en cierto lugar en particular. Entonces su cuerpo astral viaja hacia allí con la rapidez de la luz o más velozmente. El ocultista no adiestrado carece, como se comprende, de tal grado de control sobre su cuerpo astral y se muestra más o menos pesado en su manejo. El cuerpo astral se encuentra siempre vinculado al cuerpo físico (mientras dura la vida de éste) gracias a un hilo delgado parecido a una hebra de seda. A través de él se efectúa la comunicación entre las dos entidades. Si el hilo se cortara, el cuerpo físico moriría de inmediato, puesto que la vinculación del alma con él terminaría. En este plano astral muy bajo es posible asimismo percibir los áureos colores de los hombres... Y del mismo modo, es en este plano donde las emanaciones del pensar pueden ser observadas por el clarividente o por alguien que se encuentre en ese plano dentro de su cuerpo astral. La mente emite permanentemente radiaciones, las cuales se extienden hasta cierta distancia de la persona poseedora de esa mente; y si dicha persona es lo bastante fuerte, las emanaciones gradualmente llegan más allá, atraídas por otras mentes atareadas con pensamientos correlativos. Estas radiaciones de la mente se parecen a las nubes, porque en algunos casos son delicadas y encantadoras, mientras en otros resultan oscuras y tenebrosas. Para , la visión psíquica o astral, los lugares se ven llenos de esa materia mental que cambia de carácter y apariencia según la calidad y naturaleza del pensamiento original que la produce. Algunos lugares se ven llenos de brillante y atractiva materia mental que muestra como carácter general un optimismo y una jovialidad muy acentuados, todo lo cual corresponde a los pensamientos de los que allí se encuentran reunidos. En cambio, otros recintos aparecen llenos de una masa triste y como neblinosa, la cual denuncia que quienes allí viven (o los que se encuentran de visita) se rigen por los planos más inferiores del pensar, con lo cual han llenado el ámbito de pensamientos deprimentes al pasar por allí. Quien pudiese ver durante unos pocos minutos la atmósfera pensante que preside el aire en las tabernas, salones de juego y locales de ese tipo, no se interesaría en apreciarlos de nuevo. Porque no sólo se encuentra saturado de pensamientos degradantes; las almas sin cuerpo correspondientes a las más bajas clases se apiñan por allí en grandes cantidades buscando una atmósfera afín, tratando de romper los delgados vínculos que las separan del plano físico propio de lugares como aquéllos. Tal vez el mejor modo de que el lector comprenda claramente los aspectos generales y los fenómenos propios del mundo astral sea describirle un viaje imaginario que él mismo hará bajo la guía y custodia de un diestro ocultista. De modo que le enviaremos,

imaginariamente, a un viaje de ese género junto a un guía competente. Partimos de la base de que el lector ha hecho antes progresos con-siderables en materia espiritual, pues de otro modo el guía no podría llevarle muy lejos, por bueno que fuera. Si no, tendría que poner en práctica métodos poco habituales y en ciertos casos verdaderamente heroicos, que tal vez no estuviese dispuesto a emplear en beneficio del lector. Bien. ¿Está usted listo para el viaje? Pues aquí está su guía. Ha entrado usted en el silencio y de pronto advierte que se está saliendo de su cuerpo físico para pasar a ser sólo un cuerpo astral. Se halla junto a su cuerpo físico, que está dormido en el lecho; y constata que está unido a él por una hebra delgada que parece de plata y que brilla. En cierto modo, recuerda un hilo de una brillante telaraña. Usted tiene conciencia de que su guía se halla cerca. También él ha dejado atrás su cuerpo físico y se encuentra bajo forma astral, cuya apariencia hará que el lector le vea como algo vaporoso que se parece al cuerpo humano, pero que permite mirar a través y que puede desplazarse entre objetos sólidos y atravesarlos sin apa-rente esfuerzo. El guía le coge a usted las manos diciéndole simplemente: «Ven». Un instante después, ambos dejan la habitación en que se encontraban y pueden advertir que sobrevuelan la ciudad, como una ligera nube en un cielo de verano. Es probable que el lector sienta miedo de caer desde aquella altura; y de hecho, apenas lo piensa le parecerá que empieza a precipitarse. Pero el guía coloca una. mano sobre la suya y le reconforta, tranquilizándole. Dice: «Debes comprender que no puedes caer, a menos que temas. Hazte a la idea de que estás flotando en aguas apacibles y así te lo parecerá». Usted sigue el consejo y, efectivamente, se encuentra con que puede flotar a voluntad, moviéndose de aquí para allá de acuerdo con su deseo. Puede usted ver grandes masas de nubes pensantes que surgen de la ciudad como humo. Se desplazan en todas direcciones y de vez en cuando se detienen en uno u otro lugar. También verá otras nubes pensantes más finas y vaporosas que salen de ciertos barrios. Parecen poseer la facultad de dispersar las nubes oscuras cuando entran en contacto con ellas. Por doquier observará asimismo líneas ligeras y brillantes de luz que lanzan destellos parecidos a chispas eléctricas y que viajan rápidamente a través del espacio. Su guía le informará de que se trata de una red de mensajes telepáticos que corren de una persona a otra. La luz obedece al «prana» (2) con que se carga el pensar humano. Luego verá, mientras desciende hacia el suelo, que cada persona está rodeada por una especie de huevo; es decir, que está como inmersa en una atmósfera que tiene esa forma. Es su aura, que refleja sus pensamientos y sus estados mentales prevalentes. Los caracteres de los pensamientos determinan sus variados colores, de modo que algunas personas están envueltas en colores maravillosos, mientras que otras tienen un aura oscura y parecida al humo negro dentro de la cual pueden a veces divisarse rápidas llamaradas de luz roja. Algunas de estas auras pueden dar náuseas o malestar en el corazón, pues dan cuenta de pensamientos zafios, perversos y de carácter animal. De ahí que puedan llegar a causar dolor en quien contempla el espectáculo, pues el que se encuentra viajando dentro de su cuerpo astral es más sensible que cuando se halla dentro de su cuerpo físico. Pero no pierda usted más tiempo. Su viaje ha de ser necesariamente corto y su guía ya le hace señas para que le siga. ************************************************************************ *********************** (2) Forma de energía no física que, según la tradición yogui, es la base de la fuerza vital. (N. del E.) ************************************************************************

************************ Le parecerá que su lugar en el espacio no cambia, sino que es cuanto le rodea lo que está sujeto a metamorfosis. Se diría que se ha levantado el telón de un teatro de pantomimas y que ya no ve el mundo físico con sus fenómenos astrales, sino que parece encontrarse en un mundo nuevo, en una tierra de formas extrañas. Puede apreciar «conchas» astrales flotando en torno suyo; se trata, en realidad, de cuerpos astrales que han sido abandonados por sus dueños. No se trata de espectáculos agradables de contemplar, de modo que acuda presurosamente junto a su guía. Sin embargo, antes de dejar atrás este segundo vestíbulo que lleva al verdadero mundo astral, su guía le solicitará que relaje sus pensamientos y olvide la dependencia que mentalmente le tenía unido a su cuerpo astral. Para su sorpresa, se encontrará saliéndose de él, deslizándose fuera y dejándolo detrás, en el mundo de las conchas, aunque quedará un delgado hilo que le parecerá como de seda, parecido al que a su vez vincula a la concha con el cuerpo físico, cuerpo que a esta altura usted ya casi había olvidado pero al cual sigue unido por delgados y casi invisibles lazos. Ahora ha adquirido usted una nueva forma o cuerpo, que es más bien una prenda interna de materia etérea. Sin embargo, son apariencias o ideas, porque en realidad usted sigue siendo el mismo, al margen de las apariencias que asume. Se reirá al pensar que en otros tiempos consideraba que su cuerpo era usted. El plano de las conchas astrales se desvanece en la distancia y usted cree penetrar en un gran recinto lleno de formas durmientes, que yacen en actitud de descanso y de paz. Las únicas formas que se mueven son las situadas en las esferas más elevadas, que han descendido hasta este plano para llevar a cabo tareas en bien de sus hermanos menos afortunados y más humildes. En ocasiones, alguno de los durmientes parece que fuera a despertar, lo cual atraerá a las formas más altas, que acudirán a auxiliarlo. Todas ellas se fundirán en una sola forma y desaparecerán en otro plano, llevándose al que necesitaba auxilio. En general, lo más maravilloso de esta ,región es observar que mientras el durmiente despierta lentamente, su cuerpo astral se desliza a un lado, como el del lector se deslizara poco antes, para juntarse con el resto de las conchas astrales, donde muy despacio comienza a desintegrarse; es decir, a resolverse en sus elementos originales. La concha descartada no se conecta al cuerpo físico del alma que duerme, pues el cuerpo físico ha sido incinerado o enterrado, ya que está «muerto». Tampoco se conecta la concha con el alma, la cual se ha ido. Las cosas difieren en el caso del lector, pues la ha dejado en el vestíbulo y no tardará en volver al lugar para recuperarla. El escenario cambia de nuevo y se encuentra usted en la región de las almas despiertas, a través de la cual usted y su guía viajan de un lado a otro. Advierta que, al pasar, las almas despiertas parecen dejar caer como vainas sucesivas sus cuerpos mentales (que así se denomi-nan las formas más altas de revestimiento etéreo) y comprenda que, a medida que se mueve adelante, camino de los planos más altos, su sustancia se va haciendo más y más etérea; y que, cuando vuelve a los planos más inferiores, por el contrario, se va haciendo más gruesa y basta, aunque siga siendo mucho más etérea irrcluso que el cuerpo astral. En cuanto a la relación con el cuerpo físico, éste es infinitamente más grosero. Notará usted asimismo que cada alma que despierta es dejada, para que despierte del todo, en algún plano concreto. Ya le dirá su guía que el plano escogido lo es en función de los progresos y los logros conseguidos por dicha alma en sus sucesivas vidas previas (pues ha llevado a cabo muchas visitas a la tierra, que es como decir que ha vivido mu-chas vidas) y que

resulta prácticamente imposible que un alma llegue más allá del plano que le corresponde y le pertenece. Esto no reza para los situados en esferas más elevadas, los cuales pueden visitar las inferiores con entera libertad. Tal es la norma en el mundo astral. Y no se trata de una norma arbitraria, sino natural. Si el estudioso nos permite una comparación tópica, tal vez pueda comprender esto imaginando una gran pantalla, o una serie de ellas, de esas que tienen agujeros y que sirven para clasificar las piedras de carbón según sus tamaños. La piedra grande queda en la primera panta-lla; la próxima, es decir, la que le sigue en tamaño, queda en la segunda, y así sucesivamente hasta que las piedras más pequeñas quedan por fin en la pantalla que les corresponde. Como es lógico, la piedra grande no puede llegar hasta el receptáculo de las pequeñas; pero éstas podrían pasar fácilmente a través de la pantalla correspondiente y unirse a las grandes si una fuerza las impulsara ligeramente. Del mismo modo, en el mundo as-tral el alma con mayor cantidad de materialidad y naturaleza más grosera queda en el plano de cierta pantalla y es incapaz de continuar su camino hasta llegar a planos más elevados, mientras que la que ha llegado a éstos dejando detrás sucesivas vainas que la estorbaban, puede ir de atrás hacia adelante y viceversa, atravesando planos muy diferentes y llegando sin dificultad a los más inferiores. De hecho, las almas hacen frecuentemente esto para visitar a otras que se encuentran por debajo de ellas, otorgándoles así fortaleza y alegría. Cuando se trata de un alma altamente desarrollada, puede otorgar mucha ayuda espiritual usando este sistema para ofrecer a la inferior consejo e instrucciones, siempre que, claro está, el alma situada en el plano inferior se encuentre en condiciones de recibir ambas cosas. En realidad, todos los planos tienen ayudas espirituales; y no sólo provienen del plano inmediatamente inferior, sino que, como hemos dicho, el auxilio y la visita pueden llegarle desde los más altos y constituir un alma que prefiere dedicar su tiempo a ayudar al mundo astral en lugar de entregarse a un bien ganado descanso en las alturas o a dedicar el tiempo a aumentar sus posibilidades de perfeccionamiento. El guía explicará esto con más detalle al lector mientras recorren las regiones de los planos inferiores. (La razón de que usted no pueda llegar más arriba le será expuesta en algún momento del viaje.) El guía también se dedicará a informarle de que la única excepción a la regla del libre tránsito hacia las zonas situadas debajo del plano de un alma es que se previene a las almas si-tuadas en planos inferiores de que no pueden penetrar en el plano de los «durmientes», pues a él no pueden entrar las almas que han despertado en un plano bajo. Sin embargo, las almas puras y exaltadas que han alcanzado un plano alto pueden hacerlo. El plano de los durmientes es sagrado para quienes lo ocupan y para quienes pueden visitarlo. En realidad, se trata de algo distinto y separado, más que de un plano perteneciente a la sucesión. de aquellos a que nos hemos referido. El alma despierta exactamente en el plano que le corresponde, que es el inmediatamente inferior al que sus más altos deseos y gustos parecían ambicionar. Se encuentra rodeada por mentes con las que congenia, y puede dedicarse a lo que el corazón del hombre anheló durante la vida terrenal. Durante la vida astral estará en condiciones de hacer progresos considerables, de modo que, llegado el momento de la reencarnación, puede dar un gran paso adelante en relación al sitio en que quedó tras su encarnación previa. Los planos y subplanos son innu-merables; pero cada uno encuentra su oportunidad para desarrollar y aprovechar al máximo las potencialidades que tiene durante el período de que tratamos. Como hemos dicho, puede perfeccionarse y desarrollarse de tal manera que podría renacer bajo condiciones infinitamente más favorables y en un ambiente muy superior al que tuviera en la vida sobre la tierra. Pero, ay, tampoco en ese mundo más alto las personas viven sólo para mejorarse. En lugar de aprovechar la oportunidad que se les presenta para

ampliar su espiritualidad, permiten que la parte más abyecta de sus naturalezas las impulse hacia abajo, y pasan gran parte de su tiempo en planos inferiores; y no para auxiliar y asistir a otras almas, sino para vivir la existencia más materialista y menos espiritual propia de dichos planos. En tales casos, el alma no se beneficia de los dones que le ofrece su estancia en el mundo astral y renace en las mismas condiciones que rigieron su vida previa. Al final, vuelve al plano correspondiente, y así tiene otra oportunidad de aprender la lección. Los planos más bajos del mundo astral están atiborrados de almas de la más baja especie: las menos desarrolladas espiritualmente y las más parecidas a las del mundo animal, que desean vivir esta nueva etapa de manera parecida a la que caracterizó su vida anterior en la tierra. (Casi, la única ventaja que llegan a obtener es saciar sus zafios gustos y hartarse, con lo cual es probable que se desarrolle en dichas almas un anhelo de esencias más elevadas, que, al renacer, podría hacerlas cambiar de conducta, pues lograrían una «nueva oportunidad».) Estas almas subdesarrolladas no son capaces, como es natural, de visitar planos más elevados; y, como el umco plano que se encuentra por debajo de ellas corresponde al de las conchas astrales, es decir, el que está en el subplano inmediatamente superior al plano material, lo que hacen es acudir a él, que es en realidad una de las llamadas antecamaras o vestibulso del mundo astral propiamente dicho.De tal manera,dichas almas se situan lo mas cercanas que pueden al materialsimo de la tierra,y de tal modo,saben lo que por alli sucede,particularmente cuando lo que sucede se acerca de alguna manera a lo que a lo que ellas le atañe.Puede decirse que son capaces de vivir en un plano casi material.Lo unico que las separa e el es un velo delgadisimo que hace que las cosas que suceden en la tierra les resulten aun mas agradables y tentadoras.Pero el velo llega a impedirles participar activamente en los asuntos mundanos,excepto en raras ocasiones.Pueden ver,pero no unirse a lo que sucede en el plano mateial de la tierra:y entonces vagabundean por alli;es decir,por el que fue escenario de sus vidas degradadas.A veces llegan a posesionarse del cerebro de alguien de su propia especie que podria hallarse bajo la influencia del alcohol,siendo de tal modo presa de los deseos mas bajos,que el alcohol estimula.Este es un tema desagradable,de modo que no seguiremos regiriendonos a el.Felizmente,se trata de algo que no inquieta ni interesa a los que siguen estas lecciones,personas que han hallado el camino que lleva al desarrollo espiritual...añadiremos olo que esas almas se ven atraidas por lo que sucede en la vida terrestre,que cediendo a sus urgentes deseos,desean reencarnarse en seres parecidos a los que ellos mismos fueron a su paso por la encarnacion anterior.sin embargo,aunque asi les suceda,siempre podra notarse una ligera mejora,porque nunca la reencarnacion colocara al sujeto en una posicion inferior a la que tuvo en su vida previa.Un alma puede hacer lo posible por progresar en la senda de la espiritualidad,llevando a cabo ligeros avances a pesar de lo que sus instintos le dicen;y por eso nunca se vuelve atras. Las almas situadas en los planos superiores sienten,naturalmente mucha menor atraccion por la vida terrenal,de modo que aprovechando las oportunidades de descanso y elevacion.Pero,tarde o temprano,la leccion resulta del todo sabida y el alma ansia el nuevo paso que solo la experiencia y la accion de otra vida terrenal pueden deparar.Asi,por obra de la fuerza de sus deseos (nunca contra su voluntad) el alma se incorpora a la corriente que lleva a la reencarnación. Sobreviene una sen-sación de sueño y el alma es auxiliada para llegar al plano de los durmientes, donde «muere» para el mundo astral y renace a una nueva vida física de acuerdo con sus de-seos y gustos y con lo que corresponde a su particular grado de

desarrollo. No despierta del todo al nacer físicamente, sino que se limita a existir en un estado somnoliento que va decreciendo lentamente durante los años de la niñez. Su despertar es evidenciado por el pausado amanecer de su inteligencia, y su cerebro comienza entonces a responder a las exigencias de que es objeto. En los próximos capítulos explicaremos este proceso con más pormenores. El guía que acompaña al lector en su viaje le va seña-lando todo lo que acabamos de exponer, mostrándole ejemplos de lo que afirma. Usted se ha encontrado con viejos amigos y ha podido conversar con ellos. También le ha sucedido algo parecido con seres amados que han dejado sus cuerpos físicos en este mundo para ocupar algunos de los planos por los que usted ha viajado. Sin duda no habrá pasado desapercibido para el lector que todas esas almas han hablado y se han comportado como si el mundo en que ahora se encuentran fuese el único posible y sus vidas las únicas vidas naturales. En realidad, han mostrado en sus gestos y palabras que es usted quien realmente procede del otro mundo o de algún mundo extraño y exterior. También habrá usted notado que, mientras los ocupantes de cada plano parecían hallarse en relaciones más o menos cordiales con los ocupantes de los planos inferiores, a menudo mostraban una total ignorancia de lo que sucedía en los superiores, con excepción de los casos en que algunos ocupantes de los planos más elevados llegaron a comprender conscientemente el significado de todo aquello; es decir, comprender que se encontraban simplemente en una clase que se afanaba por abrirse camino hacia planos más elevados. Los que ocupaban los planos más elevados. Los que ocupaban los planos más bajos, en cambio, parecían en general no advertir en modo alguno el verdadero sentido de sus existencias. Esto se explica, porque ellos no habían accedido aún al estado espiritual consciente. Tampoco habrá escapado a la comprensión del visitante el hecho de que estas almas han cambiado realmente muy poco y que siguen sabiendo muy poca cosa, tan poco como cuando estaban en la Tierra, sobre lo -espiritual y lo oculto. Tam bién habrá podido encontrar el lector en los planos inferiores a algún viejo amigo que, cuando vivía en la Tierra, era un notable materialista. No parecía haberse dado cuenta de que estaba «muerto» y pensaba que debido a alguna catástrofe natural había sido trasladado a algún plano o satélite, a un nivel simplemente físico. Por lo mismo, ese individuo sigue afirmando que sus creencias son verdaderas y que «la muerte es el fin de todas las cosas». No, es de extrañar, pues, que se enfade cuando los visitantes procedentes de «esferas más elevadas» le digan quién es y de dónde proviene. Responderá llamándoles bribones y embusteros y exigirá que le demuestren que realmente vienen de esas «altas esferas». Sostienen en general que las súbitas apariciones y desapariciones que pueden ver ellos mismos son simples fenómenos físicos, propios del nuevo planeta sobre el que están viviendo de momento. Al dejarlos atrás, el lector les oirá burlarse de él por secundar el punto de vista de los «impostores» y «visionarios» que, para usar las palabras que ellos emplean, «apenas son mejores que los espiritistas del viejo mundo» en que vivían. El lector habrá sin duda solicitado a su guía con cierta tristeza que le llevara a las más altas esferas. Pero la respuesta habrá sido una sonrisa y estas palabras: «Te llevaré tan lejos como puedas ir». Acto seguido, el lector se habrá encontrado en un plano tan acorde con sus más fervientes deseos, aspiraciones, gustos y grado de desarrollo, que sin duda habrá suplicado a su guía que le permita permanecer allí en vez de volver a la Tierra. Eso es que usted creerá haber hallado el «séptimo cielo» del mundo astral. Pero el guía habrá insistido en la necesidad de que usted volviese al mundo terrenal. Antes de salir de allí le habrá hecho notar que se encontraban en uno de los subplanos de las categorías comparativamente más bajas, cosa que usted

difícilmente habrá aceptado como cierto; de modo que, con actitud materialista, le habrá solicitado que le enseñe esas cosas más elevadas de que habla. Entonces él replicará: «No, hijo mío. Has progresado hasta donde tus limitaciones te permitían progresar; has llegado a esa parte de la "otra vida" que será la tuya cuando te separes de tu cuerpo físico, a menos que llegues a desarro-llarte aún más y consigas pasar a un grado más elevado. De momento no puedes ir más lejos. Tienes unas limitaciones, como yo tengo las mías, aunque las mías se encuentren un poco más arriba. No hay almas que puedan sobrepasar sus propias fronteras espirituales». «Sin embargo», continuará diciendo el guía, «más allá de tu plano y más allá del mío hay otros planos que están vinculados a nuestra Tierra. Sus esplendores son tales que el hombre no es capaz de concebirlos en toda su plenitud. Y hay, además, más planos en torno a los otros planetas de nuestra cadena. Y hay millones de otros mundos. Y hay cadenas de universos como hay cadenas y cadenas de planetas, y más allá, grupos más numerosos de,,cadenas. Y más y más, hasta llegar a cifras inconcebibles para el hombre. Y también más y más altas esferas que llegan a alturas inverosímiles. Una infinidad de mundos infinitos se extiende ante nosotros. Nuestro mundo, nuestra cadena planetaria, nuestro sistema solar y los sistemas solares vecinos no son más que granos de arena en una playa.» «¿Qué puedo ser yo, que apenas constituyo una partícula mortal perdida en esta inconmensurable grandeza?», exclamará entonces el lector. «Tú eres lo más precioso: eres un alma viviente», responderá el guía. «Si fueses destruido, todo el sistema de universos se trastornaría, ya que eres tan necesario como la parte más importante del conjunto. Ese conjunto sería inconcebible sin ti. No puedes, pues, perderte ni destruirte, porque eres una parte del todo y porque eres eterno.» «Y más allá de todo cuanto me has descrito», preguntará el lector, «¿qué es lo que hay? ¿Cuál es el centro de todo?». El rostro del guía tomará una expresión extasiada: «Lo Absoluto». Y al volver a encontrarse en su cuerpo físico, poco antes de que el guía se desvanezca, el lector preguntará: «¿A qué distancia, a cuántos millones de kilómetros de la Tierra hemos llegado? ¿Y cuánto tiempo hemos permanecido lejos de aquí?». «Nunca has dejado la Tierra», le responderán, «y tu cuerpo físico se quedó solo apenas unos segundos. Ni el espacio ni el tiempo pertenecen al mundo astral».

* EXTRORDINARIA JOYA DEL YOGUI RAMACHARAKA,UN TEXTO MUY POCO CITADO Y QUE ES UNA VERDADERA JOYA...EXCLUSIVO DE ESTE SITIO,EXTRAIDO DEL LIBRO "OTROS MUNDOS,OTROS UNIVERSOS",DE AUTORES VARIOS,AQUI LO OFRECEMOS Y SOLO TE PEDIMOS QUE LO MEDITES Y COMPARTAS CON OTROS...

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