Regla Pastoral.pdf

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22

B¡blioteca de Patrística

G ¡o P VI (tr

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GREGORIO

MAGNO regla pastoral

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ISBN 84-97 r5-0i12-3

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C¡ udad Nueva

Gregorio Magno REGLA PASTORAL Aunque nos separan quince siglos de la vida de Gregorio Magno (540-604), es mucho lo que este maestro de síntesis de la patrística

Gregorio Magno

occidental nos puede enseñar a los cristianos del siglo XXI. Gregorio, el de familia senatorial, el prefec-

to de Roma, el monje, el diácono legado papal, el Papa, n¡vo que dar respuesta a interrogantes ineludibles que le presentaba su tiempo: el del nacimiento de Europa. Su pastoral se disdnguió siempre por su equilibrio, fidelidad, discernimiento pn¡dente, espíritu desprendido, sentido de la responsabilidad y oportunidad, amor al orden y a la justicia. Se le ha llamado "el Papa de la caridad" llegando a convertir los bienes de la Iglesia en los bienes de los pobres. Su humildad, nacida de una profunda armonía entre contemplación

REGLA PASTORAL Introducción, traducción y noras de Alejandro Holgado Ramírez y josé Rico pavés

y acción, le

hizo tomar el apelativo de ..siervo de los siervos de

Dios".

La Regh Pastoral, escrita entre 591-592 como respuesta al obispo de Rávena, se inserta en la misma línea que la Oratio secunda ad fugam de Gregorio de Nacianzo o el De sacerdotio de Juan Crisóstomo, que ante la

responsabilidad pastoral optaron

por

Segunda edición corregida )t adaptuda

la

huida.

Desde su composición ha servido como libro de formación pastoral para sacerdotes. Así lo aconsejaron los concilios de Reims, Maguncia, Tours y Chalon-sur-Saone (813). Juan XXIII confesaba que "este libro es el más precioso código de la acción pastoral, después del Evangelio y de las Cartas de los Apóstoles, parala santificación de las almas sacerdotales y la dirección de los fieles". Juan Pablo II nos ha recordado la perenne actualidad de esta obra: "Será sumamente útil y oportuno tomar de nuevo en la mano este libro verdaderamente áureo, para sacar del mismo enseñanzas todavía válidas e indicaciones prácticas de experiencia pastoral ¡ diría, los secretos mismos de un arte que es indispensable aprender para poder ejercerlo dcspués".

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Ciudad Nueva Ilogot:í

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- Móxico -

I\{or¡1g1.i11q,,¡ S.rrrti.rg.,

Segunda ediciírn: dicicmbre 2001

o

Alcjanrlro Ilolgarlo lJ.amírcz v José l{ico I).rvós

o

1991, l-clitori¿l Ciurl.td Nueva Andri's T:lnrit\'() 4 - 2u028 Madricl

ISBN:

84-9715-002-.1

Depósito Lcgal: M-52 I 5(r-2001 Imprcso cn Españrr

-

Printccl in Spain

Prcin.rprcsión: MCIr Tcxtos. M,rclricl Irnprirnc: Artes Gráficas Cucsta. M¡clricl

A cuantos ban formado parte del Seminario Mayor Santa Leocadia de Toledo.

PRESENTACIÓN

Tiene el lector en sus manos la segunda edición de la Regla Pastoral llevada a cabo por la Editorial Ciudad Nueva. Agotada la primera edición en algo menos de seis años, se publica ahora de nuevo esta obra clásica de la literatura cristiana primitiva. Respecto a la primera edición, la presente viene calificada con dos adjetivos ("corregida" I "adaptad¿') que merecen una aclaración. Ante todo, esta nueva edición es, ciertamente una edición corregida. La primera edición se realizó a partir del texto latino de la "Patrologia Latina" de Migne. Texto, que sin ser crítico, era el único disponible cuando emprendimos Ia tarea de traducción. Cuando nuestra versión se encontraba ya en la imprenta, la Colección Sowrces Chrétiennes publicaba en dos volúmenes una edición bilingüe con un texto latino críticamente fijado, establecido a partir del manuscrito más antiguo que se conserva de nuestra obra. La segunda edición de la Regla pastoral debía, necesariamente, hacerse a partir de ese texto, adoptando las variaciones respecto al texto de Migne y asumiendo la nueva numeraciórr y distribución. El lector paciente podrá, no obstante, c()nrprobar cómo estas variaciones son mínimas. Esta segunda edición es, además, una edición adaptadn. Desde que apareció la primera edición de la obrrr grcgor-i:rna hasta hoy, la colección "Biblioteca clc [):rtrístic:r' h:r rc-

corrido un importante trecho en cl cluc los volúrncncs que la conforman han ido adquiricndo un,r fisononrí:r c;lcla vez

Presentactón

más definida: introducciones proporcionad,ts ;r l:r olrt.t l r .t ducida, índices más completos, notas más ¡rrccis.ts... l'ttt's

bien, hemos considerado oportuno adaptar l,r sc¡¡trrl.l.r .'.li ción de la .Regla pastor.al al estilo de toda l:r (lolc.'t'i,irr. lrrr consecuencla, se ha reducido sensiblementc la Irttrotltl..'t'r.itr, omitiendo aquellas consideraciones que pcrtcrlcc('rr rrr,r\ ,r otro ámbito de estudios; se han simplificado lrts rt.)l.rs, \tr primiendo aquellas alusiones que sólo pueclcrr i¡rtt'r't's,tr .rl especialista; se han ampliado, en fin, los índiccs, ttlt't',.'i.'tt.l.' asi un instrumento de lectura útil a cualquier ti¡'ro tlc lt't'tor. Felicitamos, una vez más a la Editorial Ciutl.rtl Nt¡t'r'.t por Su valentía al promover el conocimiento y l,r lcctt¡¡'.t tlt' la literatura cristiana primitiva, y Por impulsar cst:l s('lltlrr da edición, corregida y adaptada., de una ol-rr:r (ltt(' ('sl)('r'.r mos siga entusiasmando a cuantos Se accrquctl .l t'll.r: l.r Regla pastoral de Gregorio Magno.

Alejandro Holgado Ramírez - Josi' ltit',, l'.tvtls Roma - Toledo, 3 de septicrrrbrt' tlt' 1000 Festividad de san (]rcgot'io IVl.tgrrtr

ABREVIATURAS Y SIGLAS'T

Obras de Gregorio Magno Dial Ep

Ex Cant

Hm Ev Hm Ez In I Reg Mor Reg Past

Diálogos Registro epistolar Exposición sobre el Cantar de los Cantares Homilías sobre los Eaangelios Homilías sobre Ezequiel Exposición sobre el Libro I de los Reyes Libros morales Regla pastoral

Fuentes generales

Acoll

Grégoire le Grand, Actes des Colloques Internarionaux du CNRS (Chantill¡ 15-19 septembre 1982), Paris 1986

BAC BPa

Biblioteca de Autores Cristianos (Madrid) Biblioteca de Patrística, Ed. Ciudad Nueva (Madrid)

CCL

Corpus Christianorum series Latina, Ed. Brcpols (Turnhout)

CSEL

Corpus Scriptorum Ecclesiasticorum

Latinorur¡n

(Vien) Fuentes Patrísticas, Ed. Ciudad Nucva (M.rdritl)

FuP

'f La .f

crusalén.

Sagrada Escritura se cita scgún las ¿rbrs'i,rtur';rs (le l.r llibli¿ dc

Abreaiaturas

10

PG

PL PLS

y

siglas

Patrologia Graeca, J. P. MrcNr', ([):rris) Patrologia Latina, J. P. MrcNr, (Paris) Patrologiae Latinae Supplemcntunr, ctl. A. I l.rrr¡nr,ur,

INTRODUCCIÓN

Paris 1957-1971 SC

TS

Sources Chrétiennes, Les Éditi.rr',r tlu ( ,r,r I (t'.rris) Teología del Sacerdocio, Colcccitin pulrli.',r,l.r ¡,,,r l.r

Facultad de Teología del Nortc clc I'.s¡'r.rrr,r, r...1,. .'r' Burgos

I. VIDA Y ÉPOCA DE GREGORIO MAGNO 1,.

Primeros años

y contexto bistórico

Gregorio nació en Roma hacia el año 540, en el seno de una familia patricia, cercana a los aniciosr. Del linaje de los

1. Para el estudio de la vida de san Gregorio Magno contamos con fuentes diversas. Las principales las constituyen sus escritos, especialmente el Registro de cartas. Existen también Vidas, algunas dc cllas con carácter legendario: biografía de

Vhitb¡

un monje anónimo de

escrira hacia el 213 (es

la

biografía conocid¿ más antigua), cxiste edición de A. Gnsqurr, ,4 Itft of Pope Gregory tbe Great, \üTestminster 1904 y otra más reciente de B. Colcn¡ve, Tbe earliest life of Gregory the Great, by dn anonymus monb of Whitby,

breves datos sobre Gregorio se han rccogido en la Historia francorum, de Gregorio de Tours (cf. PL 71, 527-529), en el De viris illustribus de Isidoro de Sevilla (cf. PL 83, 1102-llo3) y en cl propio de Ildefonso de Toledo (cf. PL 96, 197-199), así como en la Historia ecclesiatica gentis anglorum, de

Beda el Venerable (.f. PL 95). Entre las biografías generales modernas, ciramos: H. Dudden,Gregory the Great, his place in bistory

and tbought, 2 vols., Lonckrrr 19Q5, 1967; H. H. Howorrh, .\r. Gregory tbe Great, London l9l2;

de V. Stullfath, Gregor I. Lcl¡t,n bis Pablo Diácono, escrita hacia el zur Wabl zum Papsrc..., Hciclcl770-780, (cf. PL 75,47-60); otra de berg 1913; H. Grisar, .\an OrcgoDiácono escrita en Roma rio Magno, traduccitin dcl alcmiin Juan Cambridge 1985; biografía

enrre el 872-82 (cf. PL

75,59-242); al italiano clc A. rlc Santi, Roma

l.]

Introducción

Introducción

anicios fue también Boecio, I con él ()tr()s rttit'tttlr,,..l,'l,r nobleza y senado romanos. Entre sus ilrlt('¡r.ts,t.l. 'r \(' ('n cuentran el papa Félix III, el presbítero (]ortli.ln,', t't'l ¡r,r¡r,¡ san Agapito (535-536). Sus padres, Gortli.ur., r' Silvi.r, s,,n venerados en la Iglesia como santos, jurtto c,,ll tl,)s lt,ls l).r ternas que ejercieron sobre él un decisivo inl'luio tlt'(.u.r ,r su conversión, Társila y Emiliana. Siendt-r [)orttíl'it't', ( itt'1'. rio hablará de su conversión y de su inici:rl rcsistcrtt'i,t .r l.t gracia de Dios2. Sin embargo, podemos cst¿1r scgt¡r'()s (1..' ,¡rr..' ya en el ambiente familiar encontró un ejcnrpltt viv.' ,1.' t,' guimiento a Jesucristo. Cuando apenas contaba seis años, Grcgorit) tuv() (lu(' asistir al asedio y destrucción de Roma por p¿rrtc tlt'l.rt tr,, pas del rey godo Totila. Roma no era lugar pacíl'ico \' .tsr l,' recordaría en el futuro. Entre guerras, se i[-r:r ftr-rn.ttt.l() ('n Gregorio un corazón tan pacífico, como Anl:lrrtc tlt' l(()nr,l, s¡z Roma. Siendo yaPapahará frente a los brttt,tl..'t .tst'tlir¡s longobardos. A la destrucción respondió con p:r7 \' .un()r; el resultado fue la formación de una verdadcra sr)('t('/.n ('ntr (' bárbaros y romanos. El siglo vI es de singular importancia par:r l:r lrisr,,ri.t,l..' Europa. Con la deposición de Rómulo Augústult, ('lll') rlt'

saparecía para siempre el Imperio Romano de Occidente. Oc-

12

P. Batiffol, Grégoire le Roma 1994; .1. l(it lr,rr rls. ( ,,r'¡rl Grand, Paris 19281'E. M. Marin, of God. 'l'l¡c ltl,' ,trt,l Ittttt', ,,1 Gregorio I Papa della caritá, Gregory tbc ( )tt,tl, I .,rt.l.',' ¡')SOl Roma l95l; Ch. Chazottes, Gré- V. Parotlctt.,, (;,.'t'.t,ttt, ll,t,t',u,,. Un mat'slt',, ,tll,' t',tt'.utt (,t\!t.ut.' goire le Grand, Paris 1958; C. Dagens, Grágoire le Grand. Cultwre d'Euro¡t,t, l(r'rtt.t l')s5; ( ;.|t. et expérience cbrétiennes, Paris Ev:tns, 'l'l¡c tltttttvl¡l ,,1 ( irr',r'rr )' 1977; E. Gandolfo, Gregorio tbc Ort',tt, (,,rrrrl'ri.l¡',,' l(,ri'il,; r I l(. Magno, servo dei serzti di Dio, GoIrlrtN< ;, /lr/,/r,,r',¡,tlt,t tlt ( , t t .t',t, Milano 1980; reeditada con Pe- rio hldttto ( Ili')0 l'),\')), l(,'nt.t 1990, I l{ 2 I queñas variaciones con el título 2. (.1. IVl.'r, ( ,ttt,t tlt'tlt,,t!,,tt,t Gregorio Magno, Papa in un'epoca trar.tagliata e di transizione, I (lll'.r {2, r'l). 1928;

.

cidente se gobernará entonces desde Oriente. Los godos se habían extendido por los países mediterráneos, uniendo a su culrura las grandes aportaciones de la decadente Roma. Vándalos en el norte de África, visigodos en Hispania, ostrogodos en Italia... pretendieron rornanizar su culrura. Roma seguía ejerciendo su influjo, pero ahora, sin tener la iniciativa. Con Justiniano las aspiraciones imperiales renacieron. Desde Oriente quiso reconstruir el Imperio; la unidad religiosa sería uno de los medios empleados. Pero los tiempos lrabían cambiad o, yd no eran los de Constantino, y menos ¿rún los de Teodosio. Los pueblos godos iban siendo cada vez más fuertes; en ellos iba naciendo una idea que encontrará su plasmación en el Renacimiento, y que halló su primicia en España: la idea de nación, presupuesto del Estado rrroderno renacentista. En el III Concilio de Toledo (5S9), la unidad religiosa llevó a la unidad nacional. La conversión de Recaredo al catolicismo no significaba sólo el final de las controversias arrianas en Hispania, sino que supuso, ante todo, el triunfo de un proyecto común, nacional. El proyecto, asumido como vocación, fue la Cristiandad; el resultado, el nacirniento de un estado, la España visigoda, primicia de los estados europeos. El fruto se frustró con la invasión musulrnana; el proyecto permaneció como principio motor de la Reconquista y de la unidad lograda por los Reyes Católicos3. En Toledo, en efecto, se gestó Europa.

3. "El Concilio de Toledo ha crcado futuro; ha construido Europa, produciendo la unidad a par-

sentada en el Encuentro clc intclectuales sobre Catolicismo 7r (.t,1-

tura, cclebrado en Madricl .lur.rtr-

tir de la fuerza del espíritu": J. te los días 24 y 25 ,Jc fcbrcro clc IlnlzlxcpR, Perspectiaas y tareas 1990; recogida cn Catolic'ivno y Cultura, EDICI:, M:rrlricl 1990, tlal Catolicismo en la actualidad y ,lc cara al futuro, ponencia pre- 90.

Introduccirín

Introducción

En Occidente se estaba operandt) Lnr:1 unitl.rtl (lu(' n. l).1 ni sc rctlut'í.r ,r 1,, r,, manizado. La Cristiandad nacía com() pr()y('('t() ()( ('i.lr.'r¡t.rI; los pilares de Europa se estaban ponicntlo, v ('()nr() ('()r\ tructor perito aparecía la figura de Grcgorio M.r¡{n(), .,.rl,t' za de la Cristiandada.

cle los emperadores. Todo tenía fuerza de ley. Es sorprcndente que esta masa legislativa no fuese org Ár.^d^ y codi-

t4

saba ya por los cauces del Imperio,

2. Formación y estudios Gregorio fue educado en el clima dc l,r rcttt,r'.tt'i.,rr ., rrl tural promovida en Italia por Justiniano. Irl crnpt'r'.rtl,'r Iri zantino, deseando la unidad del Imperio, h:r['rí:l cnrl)r'('rr,li,l,, una magna labor renovadora. Conocemos las inici.rtiv.rs t'rn prendidas en materia religiosa (lucha contrrr l:rs lrt'r't'ir,r' )' controversias teológicas) y en política rrilit,rr. l,.rs rt'l()r nr,rs culturales son, quizás, mayores que las Antcriorcs, \' \(rr l,rt que le han valido más fama para la pt-rstcrirl¡ttl, s,,lt¡.'totlo en el campo jurídico. En efecto, Justiniano queriendo rcst¡cit.u' l,r l(,,rrr,r ,urti gua, mandó codificar el antiguo dercclr,r r'()nr,ur(). I .r .rrrti gua legislación romana se había fornr:rtlt, l)()r' .r('r¡nrul.r. i,,n de elementos muy diversos. Como núclt',) t('nr,r l.r lt'r .'1.' las Doce Tablas, arcaica, imposiblc, pcr() totl.tvr.r rrrir .r.l.r ('( )n veneración. A ésta hay que añadir l,rs lt'l'.'t ,rpr,'l',r.1.¡. p,,r' el pueblo en los comicios republican()s; los rr'r/,r/ tt¡ tru¡ul tws o decisiones del Senado, las ordcnrlnz.ls nruni. i¡',r1,'r ,, edictos de los pretores, eue cambirrb:ln t'.rtl,r.ur('; l,r...lt'..i siones de jurisconsultos célebrcs, y por. lirr, l,tr t('\( ril't,rt 4. "Por su accitln de gobernante responsablc, estc cónsul de Dios logró dar en catorcc años un impulso eficaz al devcnir de un Occidente empeñado cn su nrctir-

l'norlosis ('ur'P('rl.urrr',. I l , '^; , I ltt l,,tt,l,ttt'ttt tlt' l'l ttt,,¡,t'

'tAtNt

Orlrottt' lt'(,t,ttt,l1l'l1) nr.intit'.r l'f (lt,st), l/t

¡,11'l), I lr'l

l5

ficada hasta el siglo vI por Justiniano, cuand o ya casi no hacía faka. El emperador nombró una comisión encargada de hacer una primera compilación. Después de catorce meses apareció el llamado Código Justiniano. Satisfecho de cste primer fruto, Justiniano nombró una segunda comisión para codificar la legislación civil romana; esta comisión tardó tres años en redactar lo que hoy llamamo s el Digesto, o las Pandectas. Por fin, Justiniano hizo ordenar un tratadito sumamente práctico, resumen del Digesro, llamado Instituta, y fundó escuelas de derecho en Roma, Consrantinopla y Berito. Es probable que Gregorio visitara durante sus años de cstudiante alguna de estas escuelas. Los cargos y misiones, civiles y como legado pontificio, que años más tarde desempeñó invitan a pensar en ello. En cualquier caso no tenemos ningún testimonio directo que lo asegure. Sí sabernos, por el testimonio de Pablo Diácono, QUe Gregorio "de rriño se educó en las disciplinas liberales: gram ática, retórica y dialéctica; de modo que, aunque en aquel tiempo florecían en Roma los estudios literarios, sin embargo, ninguno tenía el prestigio de éstos,,s, y que desde joven dio muestras de inteligencia preclara6. 5. Vita Gregorii,2: PL 75,42. un tiempo proporcionado, 6. "Siendo de corta edad, re- de su garganta proferidos

¡lizaba ya estudios superiores; se rrnía a las enseñanzas de los ma\'()res, y si escuchaba algo digno .lc ser aprendido, no lo entregaba .rl olvido, sino que lo conservaba ('()n tenaz memoria. Apuraba, ya

dulce miel": P¡sLo

Gregorii, 2: PL 75, 42-43; cn l;r misma línea se sitúa Juan [)i;ict' no, el cual afirma dc Grcg.rrio t¡ut., a una edad prcmaturrr ((//rrt tt('('t'ba aetate) ya rcalizeb¡ cstutli.rs su-

('ntonces, en su sediento pecho, los periorcs; cf . Vit¿ t()rrcntcs de la doctrina, los cuales, 75, 64.

..lcspués

de haberlos asimilado en

salían conr() DrÁcc-lNr.l, Vir,l

Orrpttrit,3:

I)1.

l6

Introducción

Introducción

A

3. Prefecto en Roma

El año 565 Justino II sucedió a.fustin;;ln(t .rl lrcnrc tlt'l Imperio. Con Justiniano terminaba urt:t ['¡rot'.r; .lt'r¡rut's tlt' é1, el Imperio de Bizancio empezarii;t c()r'r'('r' l.r ¡r¡isnr.r \u('r' te que el Imperio Romano. Las rcfor¡n;ls (lu(' ('nrpr1'¡r.1r,,, sobre todo la jurídica, los esfucrzos p()r'l.r¡¡r'.u l.r u¡ri.l.r,l t..' rritorial del Imperio y su vigilanciir 1'ror l.t t'ut'sti,,rr r.'li¡ii,, sa serán todavía las líneas de fucrz.:r (lr,r('s('lluir,r¡r su\ \u('(' sores en el gobierno y dirección dcl lrrrpt'r'i'. En un ambiente de amenaz.a lorrgttlr.u'tl.t, ( irt'¡i,,ri,, in gresa en los funcionarios del gol-ricrno biz;urtirro tlc l(()nr,r, recibiendo hacia eI 572 la suprcrnrr nrrrgistr'.lrur'.r , ivil: lut' nombrado Praefectus urbi, c:lrl{() cn cl t¡tt.' .r.1.¡u¡n,, r tlr' mostró las actitudes desplegirclrrs nrris t.trrl('('n l.r r.',rr¡1.rrrr zación del Patrimonio dc satr l)cclro y cn l:t nrt'tli.r, r,,n lrt'n te a los lombardos. En este ticmpo prrsrrtlo cr) l,r ¡tlrrri¡rist r.rt'ior¡ irrr¡tt'¡ i.¡l aprendió a tcncr clcv,rrlo c()nc('l)t,r .1.'l ortlt'rr, l.¡ .1r., iltlrrr.r, el respcto a l:r lcy, ctc. I)r' lrt'r'1r.,, sit'tt.l.r l'.r¡).r, tt't,,rrri,'rr,l.t a sus ol'lisl'ros quc tcnl]iln r'()nl() nro.lcl,,.'rr l.¡t ¡1t'stror¡.',.', lt'. siásticas cl orclcn, l,r rliligr'rrt'i.r v t'l r('\l)('t,.r l,r lt'r',1.''l,,s buenos funci.,n¡r'ios t'ivilcs'. [ln cl cilt]lP() cclt'si.istit'o, lu\'() (lut' ot ulr.¡¡,r1' .1.'l ,,rrrllir'to origin¿tdo p'rol'cl cisnt.tr.lc l,rs'l'rt's (,.r¡rttttlor, ,rl (lu('\(' habían adhcrido :rlguttos .rlris¡t.rs ,1.' lr.¡lr.r \t'Pl1'¡rtr i,,rr.rl. Adernás, gracias a su gcstitirt, t'rt t'l .utr¡ 5/.1, stn. rilri,) (()n otros reprcscntantcs dc la Irolllcz..t r'()r'n.lrr.r,.''l .rr t.r t('n l.l (lu(' el arzobispo de Milán, Lorcnz.o, r'cconot'í.t Jrts ,1,'ltl'r'r,¡/,r tlt'l Concilio de Constantinopla dcl 55.1 v l,l ..'.,rr.1.'rr.r.l.'l,,s'l'rt's Capítulos, reconciliándose con l:r Sctlt' A¡rortolit .r".

7.

Cf

. Ep II,

139-140).

48 (CCL

17

140,

t{. (,1. 2r8-2re).

lV, .' (( (

I

pesar de asumir estas responsabilidades, hacia el año 570 había empezado ya Gregorio a sentir deseos de una vida más perf ec:.a y de una entrega del todo a la oración y contemplación de Dios. Estos deseos fueron aprovechados por algunos monjes gu€, arrastrados por las invasiones, llegaron a Roma procedentes de Montecasino. Al monje Constancio (f560), de la generación siguientc a san Benito, debió conocerle cuando Gregorio era bastantc joven; y a Simplicio ff575) debió tratarle cuando ya ocupaba altos cargos en la sociedad romana. También parecc quc influyó en él el monje Valentiniano, también de Montccasino y abad del Monasterio de San Pancracio de Letráne. Sin cmbargo, no quiso precipitar su cambio de vida ¡ después de reflexionarlo con

tiempo, decidió continuar su vida de seglar.

4.

Conztersión. Vida monástica

Gregorio experimentaba que en su interior se iba aquilatando una vocación realmente contemplativa; y aunque al principio no se atrevió a dar el paso definitivo, al fin un día cambió las vestimentas púrpuras de gobernante por el saco humilde de monjero. Hacia el añ,o 574 se produce su definitiva conversi ón a la vida contemplativa, tras una madura reflexión y un largo titubeo. Transformó la casa paterna -situada en el Cliztus Scauri- en el monasterio de San Andrés, donde ya el Papa Ag"pito había instituido la Biblioteca de exégesis bíblica, proyectada por Casiodoro y é1, cvya realización fue impedida por la guerra gótica.

9. Cf. Dial II, Prol., 2 t.t0,

(SC

260, 128).

10. Cf. GRnconro ou TouRS,

Historia francorum s27).

X, I (PL 7l,

Introducciórt

Introducción

Este cambio de vida, sin ser c()ttscctt('lt..'i.t .1,' l.¡ ¡rt,',1.t de entonces, sí que se vio favorcciclo tlr'.rl¡iurr tn,,.l, l)r)r' la desgraciada condición de aquellos.clí:ts. lirt'rttt' .r l,¡\ t('n siones y amenazas provocadas por lrrs ('()tlli¡tt¡,tt ttt\',t\t() nes, la interiorizacíón de la vida cristi¡rr.r s(' l)tt'st'trt.tl,,t como una tarea capaz de poner pa7. cll lttt',li,t .1,' l.r lrrr bación. Además del monasterio dc S¡rrt A¡t.lrt't, .,'l't.' ,'l monte Celio, instituyó y dotó otros scis ltt.)tt.t\l('lr()\ rrr.l\ en los terrenos que él poseía en Sicili:r, lrt'r'.',1.t.1,,.,,1.'stt

No se sabe con seguridad si Gregorio había asumido la clirección de la comunidad de Roma; lo cierto es que en los primeros momentos de su fundación era abad el monje Valencio (574-584) -qr. ya lo había sido en la provincia Valeria tt- y, durante la estancia de Gregorio en Constantinopla fue elegido abad Maximiano (584-589) -que después fue obispo de Siracusar4-; del 590 al S9S lo fue Mariniano. Tampoco se puede afirmar con certeza que Gregorio y

18

madre. Esta etapa es decisiva en la vida dc (it'('ll()rr,,; .r l.r lrrz ,lt'

ella podemos comprender mejor su obr:t litt'r.rrr.r v .s¡ri¡i rual. Formado en el Derecho y enam()l':rtlo .1.' ttt l,tt ('.1, t,,l,t tras una madura reflexión abandona los .tl.utcr nnnr(l.rtt,rs, inspirado por un deseo de eternidad. Lrr vitl,t rrr,rr.r,.¡l .,' ll,t maba senticio de Dios, y el monastcrio t't',t t'l lrr¡1,rr .1.'l ...'r' vicio del Señor. Tres objetivos llevab,r (irt'¡i,)rrr) ('rr',rr r()r.r zón cuando ingresó en San Andrés: clci.rt'.t rttt l,t,l' l.rr t.t reas exclusivamente mundanas, seguir tttl l)to( ('\r' .1.' ¡tttri ficación y mortificación de sus pasiorrt's \'¡',t/.rr ,1,'l.t .,'tt templación de Dios. "Me esforzab¿l p()t' \'('t ('\lttttttr.tltrt,'rt te los supremos gozos y, anhelandtl l¡ visi,,¡¡ ,1,' l)r.',. rl,'.. t.t no sólo con mis palabras, sino cttn totlo ttlt ,,)t.l/(,tr: l,'l,,t dicho mi corazón: "He bwscado tu roslnt"; ttt ttttltr¡ l'tttt,t ré, Señor (Sal 2Z,8)"". Esta fundación de San Andrés :ttlt¡t¡iri,r nru\' lrrnrrt, un,l gran fama entre los monasterios r()tll:ltlos. ( ,r,rr ,'l ¡t.tt.tr .1r.'l tiempo fue creciendo su influencirr, lr.tst,r .'l prn¡1,, ,1,' ,¡ttt' algún autor lo compara con el misrrto Montcr.run', urr. 111' los baluartes de la civilización occiclcrrt.tl''.

l1)

sus monjes hubieran profesado la Regula Benedicti. Aún se duda acerca de la consonancia de fondo entre el ideal monástico de Benito y el de Gregorio, e incluso, si esto no im-

plica necesariamente un preciso vínculo jurídico de la comunidad del Celio con los monasterios benedictinosrs. En cualquier caso, el aprecio de Gregorio por la Regla de san Benito sí parece suficientemente probador6. Los años vividos como monje en San Andrés marcarán definitivamente la espiritualidad de Gregorio y su solicitud posterior por la reforma monástica. Gregorio, QU€ podía haberse retirado a un monasterio ya existente, quiso, sin embargo, transformar la casa paterna en uno nuevo. No se trataba, pues, de renunciar a lo anterior despreciándolo, sino de asumirlo y transformarlo orientándolo definitivamente hacia Dios. Lo que hizo con el hogar familiar, lo había hecho previamente con su propia vida, de ahí que Gregorio pueda hablar de verdadera conversión al abrazar la vida de monjetT.

13. Cf. Dial

IV

22 (SC 26s,

78).

16.

Cf. Dial II, 36 (SC

260,

242).

V/ra 17. Paralas reformas mon¿ísti65). cas emprendidas por Gregorio v 15. Cf. O. Poncnl, La doctri- ambiente monástico de su ticnr¡'ro, na monástica de san Gregorio Mag- cf. G. JrNu, Grégoire lc Clr,utd ct tto y la "Regula monacborum,, la aie monastique dans l'ltrtlic dc Madrid 1951. son temps, en AColl, 147-155. 14. Cf. JunN DtÁcoNo,

()regorii,I, 6 (PL 75,

I,5 (CCL 140,5). A'l,tvt,,tl ( ,'1t,,, l.r ( r,tlr., ( ,,rr,, Gntsnn,llmonas- lil.'.r \Vlll, r,'l \'l (1"'r.'). 'll primitivo di S. Gre gorio tero 11. Cf. Ep 12. Cf. H.

e I

Introducción

20

Introducción

21,

5. Legado del papa Pelagio II

c,rba el principio c:rtólico.

Benito I18, pero más probablementc Pcl:r¡¡io ll, .,rtlt'rr.i diácono a Gregorio y lo envió, en el 579, contt, lt'g.r.l,) \ir\() a la corte imperial de Constantinopla, dontlc' l)('nrr.urt'r iri hasta fines del SgS o principios del 586. No crrltc l.r ¡rr,'rr,,r' duda de que, estando allí, echaba de mcn()s cl s.rsi.'¡ir¡ \ t'l silencio de sus años de vida monásticar". l)or t'st,, ¡titli,r r¡rrt' vinieran a Constantinopla un grupo de hcrrrr,lr'¡()s (lttt' lt' ¡rt'r' mitieron reconstruir, en el Palacio dc (l.rll.r l'1.r, i,li,r, un clima de recogimiento similar al del Cclio. A partir de las piadosas conversaciortcs nr.lntt'rri,l.rr .rt¡rrí con estos monjes y con todo prelado (lu('s('.ttt'rt.rlr.t.rl grupo2o, nació la Expositio in lob o Mortli,t ttt l,,l,,l,r ,,1,r'.r exegética más grande de nuestro aut()r, (lu(' tt'r'ir,, 1 ( ()ncluyó durante su pontificado. En Bizancio mantuvo cordiales rcl:rci.)n('s ( r,tr .'l .'nrJrt'rador Mauricio, su esposa Constantin:r y ulr.r l.rr¡1.r list.r tlc personajes: Teoctisa, Teodoro -médico .lc l.r t ortt' , l(ustictana, etc. Por otra parte, conoció a frrttl,r .'l ,'s¡tl,'rrrl,t ,lc la liturgia y canto bizantinos. De hccll,,, l.t r(',rl',.rn/.r( r()n de la scbola cantorum de Roma, el Kyric ,'|,'tr,,n \' t,tr,rs innovaciones llevadas a cabo durantc su po¡rt¡lit,¡rlo r,,rr ,'1,'mentos que recuerdan las celebraciortcs t' l.r. ,,,r."' ,l(' lti

Hacia el 586, Gregorio abandonó la corte imperial de lonstantinopla y volvió a Roma, donde desempeñó las funciones de consejero y secretario del papa Pelagio II hasta principios del 588. Siguiendo la inclinación narural de su es* píritu, se retiró al monasterio de San Andrés. Allí pasó ent()nces algunos años de vida tranquila y de profunda meditación. En este tiempo inició algunos de sus comentarios bílrlicos, como la Exposición sobre el Cantar de los Cantares, Homilias sobre Ezequiel y Exposición sobre el Libro I de los Reyes. Posiblemente se refiera también a este tiempo una tradición antigua que presenta a Gregorio recorriendo las calles de Roma y encontrándose con unos esclavos anglosajones, de ruda cabellera y talle esbelto; se informó sobre su procedencia y prometió hacer todo lo posible por su conversión. De hecho, consta que pidió a Pelagio II permiso para consagrarse a la conversión de los anglosajones y partir a la Gran Bretaña par^ evangelizarla. Había obtenido ya licencia para emprender esta empresa; pero, habiéndose entcrado el clero y el pueblo romanos, obtuvieron del Papa la revocación del permiso. Gregorio permaneció, .rrto.r.é, .r, Roma como consejero de Pelagio II. El prestigio de Gregorio se iba extendiendo. Durante este tiempo residió en San Andrés; hay datos suficientes como para pensar que fue abad de dicho monasterio desde el S89. Como secretario del Papa y en su rrombre, redactó la Epístola III de Pelagio sobre la cuestión ..lc los Tres Capírulos2r. En ella sostiene la legitimidad de la t'ondena de los Tres Capítulos emitida por el Concilio de ( lonstantinopla del 553, por iniciativa de Justiniano. Para é1,

zancro. se ocupó también de cucstio¡rcs tt''l,f'r(.r" rlt'lt'r¡ la tesis tradicional acerca dc l,t r'r''un r('( ( r'n ,1,' l,,s diendo cuerpos contra el Patriarca biz¿ulti¡lo l'.utir¡ttt, r, rlu,' ,r¡'li

Allí

18. Cf. Junr.r DtÁcoNo,

Vira

Gregorii, I,25 (PL 75,72). 19. Cf. Ep V 53 (CCL 140,

348). 20. Como Leandro de Sevilla, presente en la capital para implo-

rilt',rvu(l,r ctt l.tr,,t ,lr l.r l¡'l,.r.r

,1..'

l:s1t,¡¡¡.¡, p('r"('l',rrtrl.t ¡'r,r 1,," )',,,1,,r .rt'r'i.ttt,,s. l',tt,t.l .trl', n \ | r.rl'r', rl(' ('()ttll)(l\i( t(ltt ,1, 1,,', I tlttttr ttttt¡,t

/,'r, , l. lll',r '1.'. I I

t

I

del hilemorfismo aristotélico al dogma

(

21. Cf. PR¡lo DrÁcoNo, De "t'stis Langobardorum,

III, 20 (PL

95,522).

Introducción

Introducción

era airn una cuestión de derecho y ¡r.r tlt' ollotloxt.t, (lttc venía siendo sostenida por la Sedc l{ort't¡ur¡t, l)or ( r¡ltt'rt'rtt'i.t y uniformidad disciplinar :una vcz. qttc ósl.r lr,rltr.r ,l.t.l,' ttt

rlor Mauricio no confirmara el consensus del pueblo. Salre mos que desde Justiniano se necesirab a la praeceptio o iusio del emperador para ser consagrado Papa. Gregorio, (lue conocía esta norma, escribió a su antiguo amigo, el crnperador, pidiéndole que no confirmarala elección. Pero óste no aceptó su petición. Los historiadores, Pablo Diácono y Gregorio de Tours, nos hablan de los numerosos intentos de Gregorio por esconderse en las montañas más cercanas a Roma; todos fueron inútiles. El pueblo lo cogió y llevado a la fuerza fue consagrado Papa el 3 de sep-

22

asentimiento.

6. Gregorio,

Papa

A comienzos del año 590, Grc¡¡orio rlrslrtlt.rlt.r ,1.' l¡ paz del monasterio de San Andri's. At't,tttt't ilttt('ttto\ irtSospechados iban a cambiar la tr:tyt't'toli.t Itt,'¡'t.tlt,.t ,lc este monje, consejero y secretaritt tlt' I't'l.r¡ii,, ll. \ ('rr i'l de toda la Iglesia. En el otoño clcl ,rtto 5lltl, trn,r\ lltrvi.rs torrenciales provocaron varias irrtrrrtl.lt'i,ttt.'s ('r¡ .ltr'.'t's:ls campiñas italianas. La mayoría clc l¡s ('.ls.l\ \' l',t.rt¡('r.\ (lttc-

daron inservibles. Para colmo dc ¡lr,rlt's, .t.1.'rrr.t\ rl,' l.rt rlttcrras y el hambre, surgió un brtltc tlt'¡t.'ttr (r¡tt,tttt ttt,qtrinariarn 'I)ocant)22, Que se extenclitl pot' lotl.r l(,rltl.t, l)l ()\'()cando millares de muertos. [Jnrr tlt' l.rt l)ttlttr'l,t', \ rt lttll.ts fue el papa Pelagio II, que muriti t'l T rlr l,'l'r,'r,' l,r situación era crítica: Ia cátedra clc l'r'tlt,t lt,' ¡t,t,lt,, lt,'r rrl.tnecer vacante largo tiempo. Ctltt voz lll¡.lllllll(', r lt'l o, st'nado y pueblo romanos aclamrtl'o¡t ,tl .rlt.¡,1 ,1.' \.rtt r\rr,lrt's Sumo Pontífice. La noticia SOrprendió abruttl¡ltlt)t'.lttt('ltlr' .t ( rtr'|'r,t t,,: tll era indigno de tal puesto dc s¿rntitl.rtl. ¿llt.r ,r r('trrrrrt r.rr' .l la tranquilidad tantas veccs [ttts.',t.l.l ('lt ,'l ttt'r¡,trt.'ti,t? Gimió, protestó, rechazí la iclc,r, l)t't'o \tt\ I.¡/ort(". ttu l1¡q'ron atendidas23. Sólo había ultrl ('sl)('t.ttt/.t: (lttt' r'l lnrl)('r,l-

('l r¡r\r, r,I'rlr

22. Cf. Pa¡lt-r DtÁcONtl, Vit,r Gregorii, 10 (PL 75, 46). 23. Resuenan cn Grcg
,1.' I'r .'¡lrt tlttrl l,.t',l.t.tl '\t rrlr, .t.1,'nt.t'.,,'l tt,'1,1,',1, t,,r rl, urt.t r t,l.t

.rl

tr,ur(¡trl.r \ ,r¡r,¡¡t.lrl,r, 'lrr",rr'nrl,r('

palabras del Nacianccr.l(), quc

i¡',rr.rl ,¡rr.'

Lr ,.rr'.'.1

23

tiembre del 5902+. La elevación al Pontificado fue para Gregorio un duro golpe; el mundo se le venía encima. En octubre del mismo ;rño escribe a su amigo Narsés de Constantinopla: "Sabed que mi dolor es tan grande que apenas puedo expresarlo. 'friste es todo lo que veo, y todo lo que se cree consolador resulta lamentable en mi corazónrr25. Y en otra carta a Teoctisa, hermana del emperador, con la que había entablado amistad durante su estancia en Constantinopla, escribe: ,.He perdido el alto gozo de mi tranquilidad y rengo la impresión de andar disperso interiormente al haber sido elevado cxternamente. No deseando ni temiendo nada de este

cosa refugio de esa vida, se me lanzara a en medio de las complejidades del l,r oratoria. Añádase a esto que mundo',: Gn¡conlo NACIRNCr,No, cierta vez que me vi en grandes y Oratio adfugam (PG 35,410: BPa gravísimos aprietos, prometí a 35, 38). [)ios retirarme a la soledad. Como 24. "Y mienrras preparaba cl consecuencia de lo cual probé esa refugio donde esconderse, fue dcsvida y, aunque lo hice durante cubierro, cogido y a la Basílica dc nluy poco tiempo, sentí un muy san Pedro conducido": GRt,r;onrtr grande deseo de ella y ya no so- ot Touns, Historia franc.orum, X, ¡'rortaba que se me hiciera violen- 1 (PL 71,529). cra ni que, arrancado del sagrado 25. Ep I, 6 (CCL 140,7). rne había parecido atractiva,

¡roco común entre los dedicados

Introducción

Intrr¡ducciótt

24

Satisfizo con sus obras lo qwe de palabra enseñó, convirtiéndose en locwaz ejemplo de místicas palabras. Con magistral piedad, conairtió a los anglos a Cristo, adquiriendo para k fe mwltitudes de gentes nuel.)as. Este trabajo, este esfuerzo, estos cwidados corno pastor los hacías, para ofrecer al Señor los míthiples beneficios de la grey. Alegren estos triunfos al conztertido en cónsul de Dios, pues el premio de tws obras ya sin fe lo posees. Aquí descansa el papa Gregorio, que mwrió el año XIII, mes VI, día X de sw Pontificado. Enterrado el IV día despwés del idws de marzo27.

mundo, me pareció que estaba c()tll() ('ll l.t , rts¡tt.l,' rlr' tlll alto monte; pero ahora el torbcllillo tlt't'sl.t ¡rttt.'lt,t rn.'lt:t derrumbado. Me veo arrastrado ptlr la t'ol'l'it'lttr' rl. l'r ttcgocios y batido por la tempestacl,,r". Abierto, sin embargo, a seguir ltts r'lt's.',tt .1.'l llrt.rr l'.tstor, fue asumiendo con paz la rcsp()r'rs:llrili.l,r.l ,1,' Lr rrusi,iti que tenía que realizar en la Iglcsie y ('tr .'l rrrrrrrrl,' ,lt'su época. Así, en una carta dirigida:1 l.t'¡¡t.|t,,,,,lrt\lr,,lt'Scvilla, en abril de 591, se muestra ltt¿ís ('sl)('!.tttz.trlr¡ \ ()l)timista.

Lavoz de Gregorio era escuch¡l(l,r v l)lt\r,t(l.t ,'r¡ t,'tl.t lrr cristiandad. El 1,2 de marzo del fr04 ('()n(.lrr\,,r \u., (lr.rs r'n esta vida. Por fin colmó sus ansirrs tlt't't.'lltt.l,r.l \ .rrrr(,r'r.lc Dios. Su obra fue la de consolar, s.t..'.)t't'('t, .tvttrl.¡r, ('rr\('ll.ll; curar las heridas de una socicd:rcl c¡r ¡'tt i¡ t.t. N, , l t tt o t¡¡¡s

II. LA

luchar, principalmente, contra dcsvi,rci,)tl('\ tl,'¡'ttr.rlr( ,t\, pc't't'r sí con la desesperación de los vcncitl.,s t' l.r ',,,1,,'rl't.t ,1.'l,rs

t.

vencedores.

Su epitafio canta con acicrt() l;r lt.'1.'lt, l.t .1,' ttrr l',tpa Grande:

qut'dc l,t ltt'tt,t lttttt,t\lt', t'tlt'un día lo que el Dios,l,'l,t Yt,l,t l,,tl,,,t tlt't'o-

Reciba la tierra el cwerpo 'uueLua

bustecer.

Tu espíritu se dirija a las allur,tr, tl,,tt,l,','l ¡tttttt, ttt)t,\'tttt mal te prodwzca. Pwes la muerte de esta aida cs r'l (ttttttttt, ,1,'l,t t,lt,t. Qrt este sepulcro cubra kts tttit'tttl,t,,, ,1,'l \ttttt,, l'rttrttf ice que innumerables bicrtcs biz,t ttttt'ttlttt\ í'ti'tt' Venció el hambre proc'ut'ttttdtt ,tlttttt'ttlttt, ,'l ltt,, ,l,ttttlr¡ aestidos y a las almas pxtlt'gitt,lr'l l'ttt',ttt,t't, t(,tt \//r s¿tgrados consejos.

26. Ep I, 5 (CCL 140, 5-6).

25

R¿G

LA PASTORAL

Ocasión y fecha de composición

Cuando el obispo de Rávena, Juan, supo que Gregorio lrabía querido rehuir el Pontificado, le hizo llegar una bwmilde y benigna desaprobación. No podía imaginar entonces que el nuevo Papa le contestaría de la forma que lo hizo: cscribiendo la Regla pastoral. Con ello, quería Gregorio dar a entender que las responsabilidades recién asumidas no eran de poca monta, que acceder a las sagra das órdenes no se ha de hacer si no es buscando decididamente la santidad. ¡Dichosa reprensión, que dio tan buen fruto! No era la primera vez en la Historia de la Iglesia que una obra nacía en condiciones parecidas. En efecto, en el siglo Iv, Gregorio de Nacianzo, sabiendo que iba a ser ordenado obispo, huyó, temiendo las santas responsabilidades que le venían encima. Después dc unos

27. Es decir, enterrado el 19 de marzo.

26

I

ntrod

u ct

Introducción

i,itt

retiro en el desicrto, rcgt'csti, t'x¡tlir.rtttlo ¡r.r ('scrito cuáles habían sido las causas t¡trt'lt'lr.rltr.nr nr,r'¡,1,,.1 huir; nació entonces la Oratio st't'ttttrl,t, tttl lrtr,,trtt"'. ( ,ir'cunstancias parecidas vieron naccr cl l)r ,,ttt'ttlult,r rlt' r,l11 meses de

Juan Crisóstomo2e. Gregorio Magno se sitúa, pucs, c()n slr vi.l.r,'n un.r lrn.'¡ de tradición patrística que tcmc :lccr'('.lrs(' .r l.r. ',,r¡,r.rrl.rr ,r'denes, con el santo temor del cluc c()n()(('l.r ¡ir.urrl.z.r,lt'l don y la pequeñez del que lo rccillc. l',r¡ (irr'¡i,rn. n(,\ ('ncontramos, sin embargo, con un:t rtllr',1 (llr(' ltr'nr' .l( ('nt()s propios y personales. Las circunst:ln('i.rs lr.ur ( ,urrl,r.r.l.. Lrr Iglesia ejerce un influjo decisiv() cn l.t s,,. i,'.l.r.l; l,r', (()r)stantes invasiones bárbaras haccrr (lu(' s(' \'r\.r ('r un .lnrbiente de profunda tensión csc:rtolrigit'.r; .'l ',.'nnnu('nl() r'('ligioso marca incluso el nacimic¡tt.t r,1.' ¡rttt'ltl,,', ('nt('r()s il la fe; el monacato posee ya cn ()ct'itlt'¡¡tt' l.r nr.r , l,r,,l,i.rs, estables, decisivas para la configur':rt'ior¡ .1.' l.¡ I ,l.r,l l\lt'tli.r; el Patrimonio de Pedro es adn-rirtist¡'.t.1,) \' r('l',rr1,,,,,, ¡'1.¡¡¡teamientos que servirán de rcfcrcnt'i.r ,,ltlr¡i.r,l.¡ ,'r' ',rr .1r''r.rrrollo posterior; la CristiandAcl, t'rr tlt'lirritrr.r, r ,¡ .r , ,,rrf igurar-amalgamando bajo la cnscñ,r,1.'l.r lr'. n',tr.ur,r l,r tr'.rdición clásica grecolatina y las cr)stunrl,¡.'. ,1,' 1,,'. 1,,,.'l,los bárbaros (germánicos, sobrc totlo) t'st' (lu(' 1r,,1 ll,rrn.rmos Europa. La obra de san Gregorit) p:lrti..'i¡t.r .1.' r'rrt' l,rtrr ,lt' le Historia. El mismo título, Rcg/,r l)tttltn,tl, ,l¡nnt.r ('n ('stc sentido3o. Ha habido autores r¡uc lr.r¡r (lu('n,1,, r'.'r un Jr.l¡';128. PG 35,407-514; BPa 35. 29. PG 48,623-692;SC 272. 30. Manuel Guerra ha cstudiado el origen, uso y significatl.' de los términos regula y canln crl los tres primeros siglos dc la I lis toria de la Iglesia, notando cn su

ttsrt .lir.rltl¡rr,rt (tt yttl,t

,¡tt.' l,r r.'¡il.r "',r \ r l,,r ,r '

al,t trrt,,',,',1,',tr,r,',,,1,',, \(',r, \(' ',.r1.' ,1, I ( .rnrr, \

(ltt(' ll. r,rlr .r l,¡ | r,r'., ('lr'r rt,, ,lr I lt,,'., ,/,,t ¡',lttltl\ t \lt( ttltr,t,,lt

tlt'sl

trr( )

r

27

lclismo entre las Reglas monásticas (Regla de san Benito, l)or ejemplo) y ésta de san Gregorio Magno''. Existiendo coincidencia en el tírulo creemos, sin embargo, que en el Lrso de Gregorio regla está significando otra cosa. La Regla ,lc san Benito está destinada a la formación personal de los monjes; su ámbito se circunscribe a la comunidad que se rige por esa regla. Cuando un cristiano entra en un monasterio, sabe que ha de atenerse al estilo de vida especifico de una familia religiosa, significado en unas formulaciones bien determinadas. El uso de regla en las reglas morrásticas se asemeja más al sentido jurídico de cAnon, avn superando su alcance. Cuando Gregorio habla de regla pastoral, teniendo en cuenta la vida monástica que conoció por haberla vivido, cstá ofreciendo en primer lugar un contenido32, un modelo, que se expresa según un orden propio. Gregorio es consciente de que el ordenado, el que ha recibido el sacramento del orden, recibe una configuración nueva. El pastor posee ya un ser nuevo que le hace vivir según un orden (una regla) nuevo. Por eso, la regla pastoral antes que normativa, antes que dar normas de conducta, es des-

), "regula" en los documentos no c'ristianos y en los cristianos de los rres

primeros

TS 21

siglos de

la lglesia,

(1990),239.

en

31. Cf. la intervención de C. I)agens tras la ponencia de B. .f udic en el Congreso Internaciorral sobre san Gregorio Magno, publicado en AColl, 417. Cf. tam-

bién la Introducción de Melquía.les de Andrés a las Obras de san

tanto como un tratado dc pastoral. Fue acogida favorablemente y pronto llcgó a scr el código de los obispos, lo mismo que la Regla de

san Benito era el código de los

monjes".

Cf. B. AtlRNrn -

A.

Srulsn-x, Patrologie, Freiburg 1978

(8" ed.), 453' "[la Regla pastoral) represenraba para el clero sccular lo que la Regla de san Benito para los monjes". 32. "Yo pintor feo he pintado al hombre bello": Reg Past IV (SC

Gregorio Magno, BAC, Madrid 1958, 38: "La Regla pastoral es un código de sanridad sacerdotal 382,540).

Inlrotl tttt tt¡tt

Introducción

criptiva. En ella se delinca l:r f igur',r .1.'l lltrt'r¡ l'.¡rrr,r t¡rricn ha sido configurado a Él,.l.l'r" vivi¡'('()nr. r'ivr,, ll l)r'r'o esto, primeramente, como dirr,ultisrtt,, irrt.'r i,,r ,¡rr(' \(' r.'cibe, I no como norma de vicla s:tct'r'tl.rt,rl, l;s,1.¡r' (lut't'sto comPorta también precisioncs ¡to¡'nr.tt ir'.rs .1.' t onrlu('tiU pero éstas sc ven como critcrio ¡r.tr t'l .'r¡.¡l ,'l ,,r,1,'n,rrlo examina su fidelidad al don rccibitl.t t' no ( r,nr,, rn,'tlio para obtener ese don. Se pucdc tlccir' (lrr(' ('n l.r l,,r rnrrlrrción regla pastoral lo adjetivo (¡rrrstor',rl) tprctl.r \u\r.rrrlir,:rdo hasta el punto de informar (cl;n'lorrrr.r) .r 1,,.u\r,lntivo. Y es que, el Buen Pastor cs cl l)orr (lu('\('r,lrt',t'.r Sí mismo en el sacramento del ordcn,, conligtrr,ur.l,, un nr.rcvo ser, de cuyo dinamismo brotarán l'onrr.ls ,r'r,/, ttl,t¡ tl.'' .'.r'r-

nidad de juicio de quien ha experimentado en sus propias cspaldas los pesos de la solicitud pastoral pero ha encontrado ya en la atención a lo interior la foraleza para cargarlos sobre sí. Creemos, por tanto, que no pudo ser escrita antes de la primera mitad del año 591. Es decir, la Regla pastoral fue escrita entre el año 591 (finales) y el año

28

ducta.

Gregorio fue consagrado o[-rispo rlc l(,,rrr.r .'l I tlt' scl'rtiembre de 590. Poco después rccibi,i l.r tt'lrt1'¡¡r,,,,, .lcl obispo de Rávena. A raíz de la rnisnl,r, t'l nu('\'(, l',rP,r cscribió la Regla pastoral. La obra cst¡i tlt'rli,.r.l.r ,rl nrisnro obispo que le reprendió habcr irrtt'rrt.rtlo lruir; ,.rl,t'rnos que este obispo murió el año 595. l)or ono l.rrlo,.r linales del añ,o 593 Gregorio estaba ¡rrt'tlit',lrr.l,, srt: ll,,tnilías sobre Ezequiel,las cuales tuvo quc inl('r'r rrrrr¡tir .urr..' .'l .rsedio de Roma por parte de las tro¡r.rs,l.'A¡irrilrrll,,. I-a Regla pastoral no pudor por tant(), s('t' ('s('r it.r ,l('\l)r¡r.is clcl año 593. Sabemos, ademásr QU€ los prinrcr'()s rrr.'s.'s ,lt' l',,rrtificado fueron para Gregorio dc trcrttcrrtl,,r.1.'r.rs,rsit'¡io intcrior. Sus primeras cartas com() I)ontíf it't' r.'r'.'l.r¡r urr ,rlrna apenada, QU€ ha perdido la scrcrtirl¡ttl t'xtt'¡ior (lu(' t:lnto amaba para la contemplación. l,¿rs t¡lr'('.ls llr'.r\'.rrr s,,lrrr' ó1, haciéndole añorar los tranquilos rtrlt,s tl.'.1i..'.r.1,,s .r l.r ,rr¿rción en el monasterio33. La Rc'¡3/,t l,ttitttt',t/ r't'llt'j.r l.r scrc33. Ep I, 5 (CCL 140, s-7).

29

59234.

Cuando uno se acerca a esta obra descubre en ella una exposición ordenada y completa. A diferencia de las demás obras de Gregorio, el autor cumple en ella el proyecto inicialmente presentado. Puede uno entonces presuntarse ¿cómo es posible escribir un libro tan bien trabado, fruto de una reprensión? ¿No ha precedido ningún escrito previo del autor que preparase la Regla pastoralT La ocasión, en efecto, de la Regla pastoral fue la intervención del obispo de Rávena; sin embargo, Gregorio, antes de ser nombrado papa había expresado su intención de escribir una obra sobre el ministerio pastoral. En los Libros morales, cuya "primera edición" es anterior a la Regla pastoral, el monje Gregorio había escrito: ..Deseo en otra obra tratar sobre los que, por gracia de Dios, han sido elevados ,rl orden de exhortar,'35. Tal deseo lo cumple en la Tercera Parte de nuestra obra. No se trata, por tanto, de una obra que haya surgido espontáneamente tras una reprensión; Gregorio ya la había concebido con detalle tiempo antes. La ocasión surge al ser clevado al Pontificado, pero el contenido ya había sido pensado y meditado por Gregorio, eue al escribir demuestra tcner ideas bien claras y definidas.

34. Para B. Judic, las dos prinrcrAs partes, al menos, tuvieron (lr.rc cstar terminadas antes de fe-

brero del 591; cf. SC 3Ul, 22. 35. Mor 30, 13 (CCL 1438, 1

s00).

30

Introdutt ttttt

Introducción

2. Estructwra y contenidot" La Regla pastoral está enrn:trc:rtl:t t'n .l,rs r t'l('r ('n( r,r\ l)('r'sonales al obispo de Rávena, c()r't l.rs r'¡ut' t onn('nl,1 \ t('r'mina Gregorio su obra. Apartc .lc crt.ri r.'l('r('n( r,r', ,1,' t'stilo epistolar, no encontramos cn torl:r l,r,,ltr.r otr.r\ \('rrr.'j.rrrtes. Al igual que había hecho con los Lil,t,,, tttrt,tlt'r, r'l I'.ntífice abre su obra con una cscuctrl l)r'('s('nt.rt r,n ¡,',1.r, t.r..l,r a modo de carta dedicatoria. Sin scr l)r'o¡ri.rrn('nt(' nn,r (.u [.r, el recurso al género epistolar lc pcnnitc.rl .tutor ,'rrl.rl,l.rr trn diálogo más personalizado con cl lcct,rr', situ.rr¡,1,,r.' ,1.'.,1.'' cl principio en el ámbito concrcto clc l,r vi.l.r nu\nr,r r'.rl,.urdonando la abstracción. La estructur:t rlt' l.r,rlr¡.r Irr,'r',(' .ls('meja a un tratado, en el que los c()rtl('rtitlos \('lrrt",r'nl.rrr rlc forma bien ordenada <para quc pcn('lrt', ¡r.¡.,,.r lr.r'.', r'n cl ánimo del lector por medio dc raz.o¡r:r¡¡rit'ntos or,l.'rr.rrlos,, r'. La obra está dividida en cuatr() P:lrt('s. I .r ¡tnnr('r,r, l,r scgunda y la cuarta consideran la 1'rcrs.rt¡.¡.1.'l p.rrtr¡r r'l/ r/, SLI 36. Para este apartado, cf. B. Juulc, Structure et fonction de la

"Regula Pastoralis", en AColl, 409-417; J. Znwtzra., El ministerio y la aida sacerdotal en san Gregorio Magno, Claretianum 13

(1973) 81-186; CH. CHazottls, Sacerdoce et ministére pastoral d' aprés la correspondance de saint Grégoire le Grand, Lyon 1955; B. FtSCHen, Der niedere Klerus bei Gregor dem Grossen, Zeitschrift

Mdrtto, t'¡r 'l\ t 1l'l'l¡ l" 'rr; llr.,

lil sttt'ttlu!t' t'\n t'tutt\tt ¡tt¡ t l \,ut Ort'pt,tt,, ,4l,tt,tt,,, ('n l\ .l (l')22) 221 25): lt, . Lt l,t'!t'\t,ttl ,lt'l orrlrtt t'tt \,t,t ( 't.'t,t,nt' t/,r.r,1,r, t'rl 'l'S ¡l ( l',,/r') 1.", lli0, 1r,., l.,t ltrlt'tttn,tlttl,,r¡,t , ,, l,t tt¡tlt'tt,tt t(,tt ), prcrli,.ttt(ttt \!'t,tttt ,'l ¡,,r¡',¡ t,ttt ( ircgoritt il,tt'tt¡¡,.'rr'l'\ I '(l',s l) 154 190; V. l'Al(rt\rl ll,, ( t,,t,t(,!,t/t(,tt(' dt'l "l,,trt,,t,, tt,'ll't,l,t',,t ,lt ( itcto-

t lr¡,rrrr, llt'rtcfür Katolische Theologie 62 clictin.r ll (l',s,1) 1.", t,l t; I t,\ (1938) 37-75; L. D. HnuPLruaNN, I'tA¡'t,t, l',',,1,,v.t,t . ,tuttt\!. t,, ,1,'ll,t Tbe concept of ministry in Grc- p,rrol,t nt \,ttt ( ,t t ,t,t,t tr, ,ll,tt,ttt¡, gory the Great, St. Louis 198a; J. l',rlt'r'nr,) l(rS/ l/. l{t'¡i l}.rst, ( .tt!,t tlt'tltt,tttt HrRNRNoo, El arte de gobernar las almas según san Gregorio n,r (S( , ls l, ll.l). rirt

/ll,t¡,,rt,,. l,',,u,t

31

vocación, su vida de santid ad y su humildad. La tercera, que ocupa dos tercios del total de la obra, trata de los diversos modos de exhortar a los fieles según su condición. Esta tercera parte que versa sobre el ministerio del pastor, no se puede comprender sin las dos primeras y sin la cuarta. El ser y el obrar del pastor constituyen una sola realidad. San Gregorio se esfuerza en exponer en las dos primeras partes las características del nuevo ser del pasto r, para cargar luego cle sentido la actividad del mismo38. La primera parte (Vocación del pastor) presenta la grandeza del sacerdocio, la altura de su misión y la santidad de vida que requiere en el candidato. El que desee acercarse a las sagradas órdenes ha de medir sus propias fuerzas, ha de conocerse a sí mismo, para discernir si posee las cualidades y actitudes que tan alto ministerio requieren. En esta parte, Gregorio expone las señales de idoneidad atendiendo a las cuales puede uno ser admitido al orden sacerdotal. Concluye Gregorio esta parte analizando las señales de no-idoneitlad, tomando como base para su argumentación el pasaje clcl Levítico, donde se enumeran las imperfecciones naturalcs de que debía estar exento en la Ley mosaica el sacerdotc del Altísimo. La segunda parte (Vida del Pastor) la articula Gregorio cn torno al conocimiento que el pastor debe tener de la santidad del ministerio para llevar una vida santa. Es necesario que el pastor <sea puro de pensamiento, sobresaliente en el

38. Creemos un error

presen-

puede sacar un elenco de obliga-

t.rr aisladamente la Tercera Parte ciones que el pastor debe cumplir .'lc la Regla pastoral, como ha al amonestar a los fieles, con el pclrccho la edición alemana prepara- ligro de que éstas sean considcra.l.r por G. Kubis (Gnrcon DER das como normas externas y no (ittossl, Regula pastoralis, Verlag como explicitaciones dc un dinaStvria, Graz-Vien-Kóln 1986). De mismo interior. rrnrr

lectura aislada de esta parte

se

Introducción

Introducción

actuar, discreto con su silencio, útil al hablar, cct'cilrro 1r1¡¡' la compasión con cada uno, ante todos entregadtl :r l.l ,,rtttemplación, compañero por su humildad de los c¡ut' lr.r('r'n el bien, firme por el celo de la justicia contra los vici.'' tlc los pecadores, sin que la ocupación exterior debilitc su .rt('nción a lo interior, y sin que la solicitud por lo intt'r'i.,r lc haga abandonar Ia atención a lo exteriorr'¡". La scgurt(l:l l).u'te termina con una exhortación a leer continuamcntc l,r S.rgrada Escritura. Las virtudes enumeradas sc nlrlntt'rr,lr'.ín prontas y firmes, sólo si el pastor lleva en su scrl(), ¡r.r' l;1 meditación, las divinas Palabras como si se trAt:ls(' tlt'l Arca de la Alianza. La tercera parte (Ministerio Pastoral) es c()nr(t t'l ,lt's,rrrollo de las potencialidades del pastor dcscrit:ls ('n l.tt .urteriores. Con una sutilísima penetración psicologic.r, ( irt'sorio describe los diversos tipos de fieles a los r¡uc tlt'ltt' .rcomodar el pastor su exhortación. Esta tcrccr':l l).lrl(' ('s Lu'l canto a la dignidad de la persona, única c irrt'¡''r'tilrlt', t¡ue merece por parte del pastor un trato p€rsort:tliz.rtl,t, .tl tttoclo como Dios trata con ella. El primer ca¡rítul,, .lt' t'st,l l):lrte recoge toda una larga serie dé situaci.ri't", r's¡ririttt,tlt's t¡ue requieren una forma de amonestación 1'rro¡ri.r. l,os t'.tst)s se tratan dos a dos, según la relación dc.rl't.rsit'ir)lt (lt¡('t'xiste entre ellos; así, es distinta la exhortacitin (ltl('s('.1.''lt.''tlirigir a pobres y a ricos, a tristes y a alcgrcs,.t s.tlti,)s \' .r irrcultos, a los humildes y a los orgullos.)s, r'tt'. l)t'rrtr',t.lc los tipos indicados, se pueden hacer clivcrs,)s llrtrl)()\: rtrr ¡'tt'irtter grupo que refleja Ia condición natur':rl (t',rl'íttrl,,s I r' l2) y la condición sociológica (.tp. 2 y 4,rl r'¡; un s('llutr..l,, grupo en el que se incluye toda una seric tlc'..'.tr'.t..'tt't.''s ¡tsi,.'oltigicos (cap. 3,7 aI 11 y 13 al 19); si¡¡uc un lt'rtt'r I',rul)(' .'n .'l cu¿rl el carácter se examina más cx¡rlícit.ttrr.'rtt.' lr,ti,, ,'l ,rs¡rt't'to cle

l,rs relaciones con el prójimo (.rp. 20 al 23); el cuarto grupo considera a un grupo de destinatarios más espe ctalizados, en cuanto se dirige a los que han seguido una vocación especí-

32

39. Reg Past

II,

1 (SC

3tll, l/4).

33

y 25); por último, un quinto grupo que comun tipo de situaciones humanas que evocan la calificación de sabiduría de la carne (."p. 26 al 36). Continúa fica (cap . 24

p'rrende

csta parte considerando no ya la diversidad de hombres, sino Irr diversidad de pasiones en el mismo hombre (cap 37). En

los tres últimos capítulos de esta parte, Gregorio nos sorprende con consejos que revelan una magnanimidad propia sólo del hombre de Dios y del pastor santo: hay ocasiones cn que se han de permitir vicios menorcs cn los ficles para cvitar los mayores (cap. 38), de poco sirve predicar cosas clevadísimas a las mentes débiles (cap. 39), se ha de predicar tanto con obras como con palabras (cap. 40). En la cuarta parte (Humildad del Pastor), después de haber propuesto la grandeza del sacerdocio y la solicitud tlcl pastor por cada uno de los fieles, previene Gregorio al c¡ue llegare al magisterio de humildad que es el sacerdocio, contra el grave peligro de la soberbia. La actividad y espiritualidad del pastor de almas se encuentran en una zona media de lo que es propio de los seglares y de lo de los monjes; es decir, entre la dedicación a l;rs ocupaciones profanas y la pura contemplación. Aunque participen de unas y otra, no se confunden con ellas. Corrrentando Gregorio el versículo de Ezequiel 44,22 (Los saccrdotes no se raparán la cabeza ni dejarán crecer sw cabello), concluye: "Los cabellos en la cabeza equivalen a los pens;lmientos exteriores en la mente. Los que se producen sobre c'l cráneo insensiblemente designan los cuidados de la vida l)rcsente; pues, al surgir inoportunamente, por falta de advcrtencia, es como si crecieran sin nosotros sentirlo... El cui.l,rdo de la solicitud temporal debe ser atendido tanto como sc¿1 neces ario y, a un tiempo, ser cortado para que no crezc,r inmoderadamente. Y es que los cabellos se conservan en

Introducción

Introducción

cubrir su picl v s(' (''r't.trt P.tr;1 no taPar sus oios, cuando la vida de ltls cl.lcl'l)()s s('l)l'otctc con un providente cuidado de lo exterior, (lt.t('r'r() r'('strlt,t i¡trpedido gracias a una moderada vigilancirr .lt'l t'r,r',rztirt'ro. Estas mismas ideas las expone Gregoritl cll otros lttg,tt'r's'rr. Gregorior pues, considera normal quc cl s,r.'.'r'.l.tt', .t cliferencia de los monjes, se encuentre inmcrs() ctl l.ts ¡'tt't',rcttpaciones del mundo, participando de ellas rtl t'stil,t t,t,.'t'r'clotal, no seglar. Sin embargo, la verdadcra ttl()l'ir.l,r .1.''l silccrdote está en la cumbre de la contemplaci
dres demuestran gran veneración. El sacerdote se embarca en una delicadísima misión, transcendenhl como ninguna otra, cuya aceptación tiene mucho de temeridad+s. Por eso, Gregorio afirma: "Quien está libre de ellas [las cargas pastorales] no las desee imprudentementei / Quien imprudentemente ya las deseó, tema mucho haberlas conseguidorra6.

34

la

cabeza del sacerdote para

La pastoral tiene para Gregorio, coltt() ¡r.tr'.t l,rs l'.ttlr'('s prccedentes, mucho de arte. Requiere un cstll('t'.ttl. .rPr'.'rl.liz.,tie y un tacto equilibrado para llevarlo a l:r pr',i.'tit'.r. S.rrr (ircgorio recoge del Nacianceno la frase..cl Holrit'r'rr,r tlt'.tlrn:rs cs el arte de las artesrraa. Al hablar de cstc ¡lrt('s.lHr'.t.|,,, ltts Pa-

40. Reg Past

230).

II, 7 (SC 381,

l.'' ¡( rrrrrt,' llcgar al prirrr.r.l.'.1.'l,rr rlt'rrr.rs. I'.stt'rs, cios tlt'l .r¡iI,,, t.'

41. Cf. Ep VII,5 (CCL 140, p.tr l.r i¡irt,'t,rrr,r,r,.r(lu('ll,'. '.tbicntl., \' tt( ) lt.t. l.'tt,l, ', ¡'rt'r tlt'rt las 450). 42. I Rcg 3, 170 (CCL 144, irlln.ts .l.' 1,,r srrl'.lrt(,\: nr('n()sPrcci.ttt.l,r l,tttrlrit'tt l.tt , .r\.1\ ('\l)lr itu;r292). lcs r' ti¡irrr.'tt.l,, l.tt (,rrrr.tl('\ \' tc43. Igualmcnte, cuando Grcgorio da consejos a los obispos I'rctt.l\ 1...1 l)(' l.tl,r t'sl.s ,lf .lllcs para que seleccionen acertadamen- tlc tttt.l ttt('ttt(' .l. tr ¡.t.1.t, lrrtcdc te a los candidatos al sacerdocio, n¡lc('l' l.r rr.'¡ilt¡1,'n, r.r ¡r.t l,tr .tlnras rccalca la idca dc quc cl candidato .1.' l.rt rrrl'.lrt,,r, ,'l ,1.'r¡'r,'. i,r clc debe haber superado de antcman., (.r'ist., t l,r l.r¡'r.l.r( rt,rr (l( l,rt posibilitl.r,l.'.,1,'l.¡ l¡i1,",'.,": I l(t'[ lt, lJ5 la inclinación a dedicarsc, cottto lo hace rectamentc cualquicr scgl,rr,.r ((,(.l l'l'l , 'r')" 'rtr() 't'1. l(.'¡i l',r',t I, I 1 li{ I, l2ti); los negocios sccularcs: "Es lct.rl r' ()¡'tlitt mortífero, cuando, t'r cicgtls 1'tttt'l't (;l(l('()l(l(| Nr' tr^rt I\t " ,ttl lrtv,,tttt, lt' (ltl',r l''.'ll'). ignorancia o arrojados a ltts tt.'g,t

35

3. Influencia posterior La Regla pastoral dirigida inicialmente al obispo de Rávena, alcanzó pronto gran difusióna7. El año 594 enviaba Gregorio otro ejemplar de su obra al obispo Venancio de I-uni, precisando que iba dirigida al sacerdote Columbus, de forma que el obispo no debía guardárselapara sí, pues pronto le enviaría otro ejemplar+8. Aún en vida de Gregorio, el cmperador de Bizancio, Mauricio, encargó l" traducción al griego, asignando la tarea a Anastasio, Patrtarca de Antioquía. No fue muy larga la historia de la versión griega; en cl siglo IX ya había desaparecido. No ocurrió lo mismo con el texto latino. Gregorio crrvió, también en el año 594,|a Regla pastoral a san Leanclro de Sevilla, quien pronto la distribuyó entre los obispos .le la penínsulaae. Liciniano de Cartagcna, amigo de san Le45. Juan Crisóstomo emplca- Sacerdotio, III, 8 (SC 272, 160). comparación: "Si el capitán 46. Reg Past, Carta dedicato,lc un navío mcrcante, llcno dc rcria (SC 381, 124). l''.'r csta

mer47. Cf .Introducción dc B.J"al dic a Gn¡coln¡ t-¡ GnnNo, Rigle el pastorale,I, Paris 1992 (SC 381,88rnar Egeo o Tirreno, inmediata- 102). nrcntc saltaría negándomc, ¡ si al48. Cf. Ep V 17 (CCL 140, 284-285). sLrno me preguntara por qué, en 49. Cf . Ep. V 53 (CCL 140, 'csuida respondería: porque no (luicro echar a pique el navío": De 348; BPa 42, 25-26). nrcros y cargado de preciosas

mc hiciera sentar junto tirnrin y me mandara atravesar

(':urcías,

Introducción

Introducción

andro, escribía al Papa expresándole su aclltlir':tt'iti¡t ¡'t.tt' l,r obra y su preocupación de quedarse sin clcro si ,r¡'tlit'.rb.r el contenido de la misma5o. El hermano y succs()¡'tlt's.ttt l.candro en la sede de Sevilla, san Isidoro, sc l,r rt'rtrititi ¡ s:rn Braulio, aún arcediano de Zaragoza, y la rcctlcrtl¡l t'tr str /)e viris illwstribu.t como obra singularmentc aPrccieltlt' t'rttrc las del santo Pontífice5r. De esta obra extract(i stts rtt.'i,tt','s tltlcumentos Tajón, Sucesor de san Braulio, cll sl.ls r.'irt.',, librtls de las Sentencia.s dedicados a san Quirico tlt' li,rr,'t'lt)rrrl y remitidos también a san Eugenio de Tolcclo'''. Agustín, monie de San Andrés, la llcvti .t lrrgl.rt('r'r;l' a donde había sido enviado por el Papa crr cl ¡ttlo 5()(,. Iiue allí donde a fines del siglo tx el rey Alfrcclo .'l ( ir,rrrtlc hizo que se tradujera, junto con los Diálogos, :rl .trtgl,rs,t¡titt, ct'ttregando un ejemplar a cada obisposr. En el año 813, un año antes de la tttttct't('tlt'(,,rt'lorllrtgno, se celebraron, por mandato del empct'rttlol', l,,s ,'.tlrcilitls de Reims, Maguncia, Tours y Chalon-stll'-Sil()rl('. l',sttts ctlatro concilios aconsejan con unanimidatl il t'll(,ttit's, ..li'r'igcls y pastores de la Iglesia, la meditaciírrr )' l,r l)r,tt'li, ,r tlc la Regla pastoral. De los 44 cánones dccrct:ttl,,s .1.'.¡ttt,:s tlc ttn ayuno de tres días, por los padres y lrt'r'rrr,rlr()\ r('trrti.los a mediados de mayo en Reims, decía cl c,rtt,rtt,lt:,irtt,t: "Sc leyeron trozos del libro Pastoral dcl bi.'rr.l\'('rrlttt,t.l,r ( ircgo-

rio, para que los pastores de la Iglesia entendiesen cuál debe ser su vida y cómo deben amonestar a los súbditos"sa. El 9 de junio, después de otros tres días de ayuno, tuvo su aper-

36

50. Cf. J. M,rooz

, Liciniano

de Cartagena y sus Cartds. crítica y estudio histórico,

Edición Madrid

1948.

5.]. I'l rrri.rrr,, r ,.r

r\ llr t't10, cn

los vt't'r,)\ ('rr l,,t ,¡tt.' 1",'l,tg,r la

tt'irrlttt'r'iotr

.trt¡',1.".t¡t

'tt.¡,

.tlirrn¿1.:

'l'.stt't's.til,r ll.ll() t\¡',trstl"

tlr.'l tnc,1.'l l.r,l., ,1,' ,rll,r ,1.'l r,rl,rdo 1,rr lt.tl,tl.rttlt ., .1,' l.r isla,

51. Cf. IStoctRct I)E St.vll.l.n, tli,t.lí.r, rtrirr' .t De piris illustribus,40,53 (PL ti3, scgtitl s.' l,' ltt.ttt'|" ''l lrt'r'rltltt clc 1102). l)ios, t.l ¡',r¡',r ,lc l(,,rrr.r, ,'l s.rbio 52. Cf. La Introducci<1n dc l{.

AncoNno¡ a Regla Pastoral tlt's,ttt

(irt'¡¡r,ti,,, r'.'tt,t,l,, , tr l,r , it'¡l,.i.l t'

Gregorio Magno, Barcelona 1930,

.1.' .t.ltttu,tltl.' u.tl,t,lt¡¡t.t" , it.ttltl ¡ror l(. At,,trt,t.l.t, rl'r'l , \ l\'

XXI.

37

tura el Concilio de Maguncia, dividiéndose sus miembros en tres secciones: la primera, la de los obispos, leyó y discutió el Evangelio, las Epístolas y los Hechos de los Apóstoles, los cánones y la Pastora/ de san Gregorio. Cincuenta cánones aprobó el Concilio de Tours, y sesenta y seis el de Chalon-sur-Saone, de los cuales el tercero y primero, respectivamente, ordenan que ningún obispo ignore el libro Pastoral del bienaventurado papa Gregorio, en donde cada cual debe mirarse como en un espejo y vivir y predicar según la forma allí descrita55. Todavía más calurosas y encarecidas son las recomendaciones de otro Concilio reunido en Aquisgrán en febrero de 836, por Luis el Bondadoso. Los obispos congregados, respondiendo a las varias cuestiones de reforma propuestas por el emperador, declaran en la introducción de las actas, su propósito de sujetarse en sus respuestas a las enseñanzas de los Padres, especialmente de san Gregorio. Según Hincmaro, obispo de Reims (806-882), se solía poner en las manos del obispo que iba a ser consagrado, el libro de las Sagradas Escrituras y la Regla pastoral, recomendándole que en su vida procediese tal como allí se describía. En la Edad Media, pues, la Regla pastoral fue uno de los libros más estimados por los pastores de la Iglesia; fuente en la que se formó el clero durante siglos. Hoy, sigue siendo un libro de perenne actualidad. El bombre bello delineado por Gregorio en su obra sigue sirviendo a los pastores de hoy. Su enseñanza brilla todavía con 54. Cf. R. AncoNADA,

XXIII.

o. c.

nones o el Libro Pastoral dcl Papa

Gregorio. En estos libros sc han permitir -en de mirar como en un cspcjo": l,r medida de lo posible- que haya canon 3" del III Concilio Turo.rlgún obispo que ignore los Cá- nense (813), citado cn PL 77, 10.

55. "No

se ha de

38

Introducción

Introducción

el esplendor que en siglos pasados; pues, alirlrcrtt.írt,l,tsc

cn

la Escritura, no hace sino ofrecer doctrina sicnr¡rrc viv,t sttbre la vida y actirudes del Buen Pastor. Juan XXIII cottlcsrrba que <este pequeño libro ha hecho a Nos comp:rñí,t tlttr':'t11te casi medio siglo procurando a Nos alegrías incf,rblt's :ll rccl rtr,ís prcleerlo en todas las circunstancias de la vida (...) "t cioso código de la acción pastoral después dcl l',vrrrruclio y

de las Cartas de los Apóstoles Para la santificrrcitirr ,lc las almas sacerdotales y la dirección de los fielcs,,5". .ltt¡¡l l':r[rlo I, en los cortos días de su Pontificado, tuvo trrltrbii'rl pelabras conmovedoras sobre la Regla pa.storali "(Jtlisicr':l tl'rltar -dice el Papa- de imitar al segundo [a san Grcgorio M:tgno], que dedica todo el libro tercero de su Regula lttsttrtlis al tema qualiter doceat, es decir, cómo el pastor tlcb.' cltscñar. A lo largo de 40 capítulos, Gregorio indica c()r'rcr'('t:rrncnte varias formas de instrucción, según las divcrs:rs t'irct¡tlst¿ll-lcias de condición social, edad, salud y tempcrilt't'tcrlt() Illoral de los oyentes. Pobres y ricos, alegres y tristcs, sttl'tt't'i.,r'cs y súbditos, doctos e ignorantes, descarados y tírltitlos, ctc... todos están en ese libro". Y en la misma honlilí4, rtlirrlt;t: .l:n Roma, estudiaré en la escuela de san Grcgtlr-io Mrlgtlo"i/. Por último, Juan Pablo II, sucesor dc l)ctl¡t) ('()r'llo (lrcgorio, con motivo del XIV Centenario clc stl t'lt'r'.r.'itirr al Pontificado, nos ha recordado la percnnc rlcru¡litl,r,l tlc csta obra: ..Transcurridos veinticinco años clcstlc l:l t'l:tttsttr'.r del Concilio Vaticano II, que no ya por un itrici.t t't'tltlt'tivo ni superficial, sino por una concreta tl¡'tcitirr o¡rt't'.ttir'.t t'll rcspuesta a las instancias de los tiernpos ¡'¡l.rtlt't'rl,,s, lt,t sitlo dc-

56. Discurso a la 3" Sesión del Sínodo Romano, 27 de enero dc 1960 en Acta Apostolicae Sedis 52 (1960) 246. Cf . también Pnuro Vl,

Audiencia general, 8 dc julio dc

1970, ('n l ,'t )1,,r.'' \'.rl( )t (' l(otll¡trt't (ctl. r's¡'t.) l.l rlt' irrlr, ' tlt' l')/0. 57. llot¡ttl!tt t'u .\,ttt lrt,ttt dc l.clt',tn,.l l tlt' rt'¡rl ¡¡'¡¡¡l¡¡.' rlt' lt)7t1.

](/

l'inido pastoral y, por tanto, dirigido propiamente al servicio del Evangelio de la salvación, será sumamente útil y ()portuno tomar de nuevo en la mano este libro verdaderarnente áureo, para sacar del mismo enseñanzas rcdavía válidas e indicaciones prácticas de experiencia pastoral y, diría, los secretos mismos de un arte que es indispensable apren-

.ler para poder ejercerlo después"s8.

4. La presente edición

La aparición de un texto crítico latino de la Regla pastoral es un hecho reciente. La prestigiosa colección francesa Sowrces Chrétiennes, de ..Les Éditions du Cerf", publicaba cn 1992 la primera edición crítica de la Regwla pastoralis, :rcompañada, como es habitual, de la traducción francesa. lrxisten más de quinientos manuscritos latinos catalogados cle nuestra obrase. Para la colección francesa los editores se l-ran conformado con fijar un texto definitivo que se apoya cn el manuscrito más antiguo60, incorporando un reducido ¿lparato crítico. Los mismos editores anuncian, para un futuro indeterminado, una edición crítica completa que incorpore las referencias a toda la traducción manuscrita6r. 58. JunN Paslct II, Carta con pal de toyes, cuya fecha se sitúa XIV Centenario de la a finales del siglo VI y principios t'lc¡tación de san Gregorio Magno del VII. Se trata, por tanto, de un al Pontificado, en L-Osservatore manuscrito contemporáneo a GreI{omano (ed. esp.), 4 de julio de gorio Magno, que pudo incluso 1990. ser modificado por él mismo; cf. 59. Cf. R. \í. CLn,nl,NT, A R. \í. Ct-t rltNl, Tz¡to Contempo-

¡notiao del

Ilandlist of Manuscripts

Contai- rary

Gregorian editions

of

Popa

ning Gregory's Regula Pastoralis, Gregory tbe Great's "Regula pas-

(1984),33-44. toralis" in Troyes ms. 504, Scripto60. Se trata del manuscrito rium 39 (1985), 89-97. ms. 504, de la Biblioteca Munici61. Cf. SC 381, 103. Manuscripta 28

Introducción

40

Nucstra traducción se ha realtzado a partir cl.'l tr'xto lrttino publicado en 1.992: GnÉcotnE LE GRANtr, /tt;t/( l),tstr¡rale, Introduction, notes et index par B. Judic; 'lt'xtc' o'itique par F. Rommel; Traduction par Ch. Morcl, *Sourccs Chrétiennes>> 381,-382, Les Éditios du Cerf, Prrris l()91. Sc ha respetado la división de la obra y la numcr:rci
el Grande Gregorio

Papa,

trad. del Licenciado Moya de Contreras, Zaragoza 1547, 89 fols.; Pastoral de san Gregorio Papa, trad. P. Fr. Gregorio de Alfaro, Madrid l6Q4; Gobierno eclesiástico y seglar que contiene el Pastoral del gloriosísimo..., trad. P. Fr. Grcgorio de Alfaro, Valencia 1769; Pastoral de san Gregorio Papa, trad. Fr. Grcgorio

Alfaro, Apostolado

la

Prensa, Madrid 1944; Regla Pastoral de San Gregorio Magno, trad. Gor-rzalo San c-le

Martín, Introd. P. Ric¿rrdo de Arconada, Barcelona 1930; Obrrts de san Gregorio Magno, incluye "Regla pastoralo, "Holnilías sobrc la profecía cle Ezcquielo, oCuarc¡lta homilías sobre los Evangclios",

trad. Paulino Gallardo,

Introd.

notas e índiccs Melquiades Andrés,

BAC, Madrid 1958. 63. Gnl-c;oR l)t:R Gnosst'.

1i¿'-

gula pastoraái, übcrs. u. ¡nit c. l.inl.

vers. von G. Ktrbis, ( ir..rz VicnKóln, Styria 198(, IStil., irt..'lt¡rt' l¿ Tcrcera Partc]; Gnl t,, rtttt , l\l \(,\( ), Rcgola pastoralt'. tt'. irttr. (' rr()t(' .l cura di A. Canclcl,rr',rsi, Ltlizr,rri I).roline, l9Z8; Grrl<;oltto l\1,\r,\r ,, /-4 Regola pastorult'. tl'. llltl. (' ll()l(' rl cura di M¿rria'IL'r'cs.t Lor'.r1., l{o¡]r.1,

Citt) Nuov,r, lgtil; (;l(l(,(,li\ llll: Gnl'xt',

Prtstt¡t'¿l ( ..tt t',

'li ,r rrr. u ith

introd., I'l()tcs.ul(l ilt.li,. t lrt I lt'tlrr'

Davis, Wcstnlrnst.'r l\l,rrr l.rrr..l. 'l'hc

Ncw Press, l')50;

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Gnl,,r'1,'l'11¡ lttxt/r',,1 l',t't,,t,tl rulc antl sclt'rlt'd c¡,¡r¡1,',, 'li.trr'. uitlt ill-

trtlcl., tlotcs ,ttttl rrr,,lir..'t Itr .l.trrtcs Barnlbr', ( ir'.urrl l(.r¡'r.l', l\lr, lrig.rn, l()S l; ( ;lil (,' )ll(l l l /ict/, l,,trl,,t,tl,', lrrltotlrtction, ttolcs t't irr,l,'r ¡'.rr li..ftrrlic;

l'.crclllt.trts.

(]H,rNt,,

'll'xtc'

t'r'it r.¡tr.' l),rr l'. li, 'rn¡ttt'l: I't'rttluclr.tn P,rr ( .lr. l\1,'r.'1, St tttt'ccS

(llr¡'t'ticrrn..s.. \SI tSl, rltr (.t'r'1. I),trrr l')')1.

It' Irlitios

Gregorio Magno

REGLA PASTORAL

SAN GREGORIO MAGNO, PONTÍFICE ROMANO

LIBRO DE LA REGLA PASTORAL1 a JuRN2, Osrspo DE LA cruDAD or RAvrNn CARTA DEDICATORIA

Gregorio, al reverendísimo y santísimo bermano Jwan, compañero en el episcopado

Querido hermano, con benigna y humilde intención desapruebas el que, ocultándome, haya querido rehuir las car-

1. Tal es el título que encon-

2. Isidoro de Sevilla (De viris

tramos en los más antiguos códices de nuestro libro (Codex Corbeiensis, Sancti Petri Belaacensis, etc.).; por lo demás, el mismo Gregorio cmplea este título refiriéndose a su

illustribus,40,53: PL 83, 1102) e

libro en cartas posteriores a su aparición. Así, en Ep V 53 (CCL 140, 348) se lee: ut librum regulae pas-

toralis, quem

in

episcopatus mei

cxordio scripsi (para la traducción completa al castellano de esta carta, cf. BPa 42,25-26). En códices postcriores se lee: Liber curae pastora/is, título que se apoy^ en la lectur,r del comienzo de la obra: Pastoralis curae me pondera...

Ildefonso de Toledo

(Dt

ztiris

illustribus, 1: PL 96, 198) identifican este Juan con Juan el Ayunador, Patriarca de Constantinopla (532-595). La primera biografía de san Gregorio, compuesta por un monje inglés de Vhitby hacia el 713, es la primera fuente en la que se indica que la Regula pastoralis se dedica al obispo de Rávcna (cf.

B. Corcn avr, The earliest

ltf, ,tf

Gregory tbe Great, by an dnonymous monb of Wbitby, Tcxt, trans-

lation and notes, Crrmbridge 1e85).

Carta dedicatoria

Gregorio Magno

44

gas de la solicitud pastoral.

A fin de que éstas no prlrczcan

a algunos que son livianas, expongo por escrito clt cl ¡rresente libro todo lo que considero sobre su importanci:r. De modo que quien está libre de ellas, no las desee impnrclcntemente; y quien imprudentemente ya las dcscít, tcma mucho haberlas conseguido3. Este libro se divide en cuatro partes, para quc pcrlctre, paso a paso, en el ánimo del lector por medio dc r¿1zonamientos ordenados. Pues, cuando lo pide la necesiclacl, hay que pensar mucho con qué cualidadesa debe uno llcgar ala cima de este gobiernos; y habiéndola alcanzado dcbidamente, cómo debe enseñar. De forma que enseñanclo rectamente, reconozc a día a día su propia flaquez¿1, p:lrrl que ni

3. Ya en el primer párrafo notamos una apertura de intencionalidad por parte de Gregorio: clirigido el libro al obispo clc Rávcna, cxpondrá Grcgorio t¡lr:t cloctrirt:t válida no sírlo parir cl clc l{rívcn.r sino para toc{rt cl quc sc irccr(luc .l las sagraclas tirclcncs. L:r ocrrsititr de cstc libro surgc, pucs, tlc ttn.r puntual reprcnsirirr; l,r ,rrn¡rliturl tlc la respuesta invita a pcnsirr cn un:r obra previamentc conccbida ¡ror cl autor. Cf. Mor 30, 13 (CCL l4lll, 1

s00).

4. Hemos traducido qualitcr

quc invitrrn il pun(u;lliz.u- cn l¿ di-

rcccitin que n()s()tt'.,s 1., h.rccnros; cf. por cjcnrl'tlo, 1't.rr'.r cl uso dc r¡udlitt'r: ln I ltcg l, 55 (SC 151, 272), I)i.rl lV s6 (S(.265, 182), Mor XVl, 54 (S( . 221, 220); para

la humildad le impida llegar a ella, ni la vida contraclig,r t.l lraberla alcanzado, ni la enseñanza descalifique su vida, ni la presunción ensoberb ezca su enseñ anza. Por tanto, lo primero es que el temor modere el apctito. Después que la vida acredite el magisterio, aceptado sin haberlo buscado. Luego,fs necesario que el bien que manifiesta el pastor con s/rrida, lo proclame también con su palabra. Queda, por último, que la consideración de la propia flaqu eza rebaje la posible perfección de sus obras, para que la hinchazón del orgullo no la apague ante los ojos del .luez invisible Como son muchos los 9ue, faltos de sabiduría -al igual que yo-, sin conocerse todavía, pretenden enseñar lo que no han aprendido, y consideran la carga de este magisterio tanto más liviana cuanto más ignoran la fuerza de su grantleza, desde la misma Introducción de este libro queden reprendidos. Al inicio mismo de nuestro discurso sean ya rechazados por la osadía de su precipitación aquellos indoctos e imprudentes que apetecen poseer la cumbre protegida de la doctrina6.

e l. I)i.rl IV 47 265, 166), l'.x ( .,t¡rt l t (SC .114, Sti), lrr I l(cg l, 1l (SC 351,

c'l t¡s,, ,lr' ,¡tt,,ttt,,r/o, (S(

2.lri

l

).

5. ( .'ttltttctt t t'titnini-r: cs frecr.rcnl('

t'tt ( it't'got'i() t'sl.t cx¡lrcsión

p.tr,t tlcsigtt.tt'

.'l

t.t.'r.'t'r'1.t.'i,t como

cur,rr'1.' .tlln.tt. (.)u.' r.' tretc del nríxilno g.rbit'r'rt.t (lu(' un ltrlmbre

rlrt't' l.r t icrra

(

6. Con arx doctrinae designa ircgorio la dignidad episcopal.

para designar la sede episcopal; cf.

nancio Fortunato, obispo de Poitiers contemporáneo de san Gregorio (530-600), en Vita s. Martini I, 210 (PL 88, 372); y lrnrrorlio, obispo de Pavía (mucrto cr.r cl 521), en Dictiones I (cf. PL (r3,

por qué cualidades siempre que el

pucrl,t cjcrccr

no por

texto lo ha permitido, y cómo. Esta conjunción contiene

algo t¡uc nl.ís .r.lt'l,ultc rlt's.tt'rolla-

( .orno más adelante dirá, el pastor ('s

un m¿tiz cualitativo que lo dife-

r:í. Jurrrr ( lrististo¡n,r, ll.tlrl.utclo de Ios s:rccrrl,)tcs \'.1 .tlir rn,i: ,. I l;trt rc-

s.

es

rencia del quomodo, gue no existe en castellano. En general, Gregorio utiliza qualiter y quomodo

cibiclo Llnil p()t('st.t,l, .¡tt.' ni l)ios misnro tli
indistintamente, si bien hay textos

sc 272, 148).

arcárrgclcs

" (l)c

stt
Ill,

5:

como el Arca de la Alianza, que l)()rt¿ dentro de sí la presencia de

[)ios para su Pueblo, principal-

por la Sagrada Escritura (cf. l{es Past II, 11). Ya otros autores lr.rbían empleado el término arx r)rcrlte

p.ei. Honorio Clemenciano Vc-

267).

Regla pastoral

Pnrunnn Pnrn, PAS'I'OIT

VOCACIÓN DEL

1,.

El que no sepa, que no

enseñe

Ningún arte se asume para ser enseñado, si .lntcs rt() se ha aprendido con atenta reflexión. Puesto quc l¡ rlirccción de almas es el arte de las artes', iQué grandc cs l:t tcnrcridad de los que reciben el magisterio pastoral carcntcs tlc sabiduría! Pues, ¿quién no sabe que las heridas clcl .rlnl:r cstán más ocultas quc las dc la carne? Los que no c()n()cc¡r lrt fuerza curativa de los medicamentos se avergüenz.irrt tlc scr tenidos por médicos del cuerpo, en cambio, los r¡uc tro han conocido en absoluto las leyes del espíritu, nt, tcntcn hacer de médicos del alma2. Dentro de la Santa Iglesia hay algunos quc coclician la gloria de estc honorr, bajo apariencia dc nrinistcrit,,, ahora 1. "Ars est artium regimen usada a nrcnu(l() ¡'r.,r' cl N,tcianceno; cf. ()r¿titt tl lttg,trtt 16-34 animarum" (arte dc las artes es el (BPa 35, 46-61). gobierno de almas). Gregorio Na3. (lrnvienc n()t.ll'ctitntl Grecianceno expresó el mismo pensagorio rlistirrguc cntr'(' l¿ ¡¡loria miento al escribir: "Tengo para mí que el gobierno de almas es el arte (tcrnporrrl) t¡uc c.,rtllc!'il .rsurnir el de las artes, y la ciencia de las cien- ¡¡obicnr,t pilst()r'rll, ), cl scrvicio gi¿s" (Oratio ad fugam, 16: BPa -c()r'n() rlrn dc l)ios rccilritlt,- quc sup()ttc. Acc¡rtrrr lo lrrirttertt bajo 35,46). 2. La comparación entre el prctcxt() tlc rc¡liz,r¡' lo scgurtclo, es médico del cuerpo y el del alma es lo c¡uc (ircgorio rccrirlrirt.t.

I, 1

47

que los grandes de este m¡rndoa -por iniciativa de Diostienden a reveren ciar la rel(ión. Desean ser renidos por doctores, anhelan sobresalir por encima de los demás y, poniendo por testigo a la Verdad, quieren el primer puesro en los banquetes, los primeros asicr-ltos en las sinagogas y que se les salude en primer lugar en la plazas. En la medida en que éstos llcgaron sólo por orgullo a esta cátedra de humildad, en csa misma medida, son incapaces de desempeñar dignarnente el ministerio de la solicitud pastoral que han recibido. Se cae en contradicción en este magisterio cuando se enseña una cosa y se vive otra. El Señor se queja mucho contra ellos, diciendo por el profeta: Reinaron sin contar conmigo; han establecido príncipes ignorándolo yo6. Estos, pues, que no se apoyan en virtud alguna -de ningún modo llamados por Dios- reinan por su cuenta y no según la voluntad del Rey Supremo. Movidos por su pasión arrebatan, más que alcanzan, la cima de este gobierno. Con todo, el Juez interior los eleva, p€ro los ignora. Porque aunque los tolera permitiendo que sean elevados, ciertamente los ignora por un juicio de reprobación7.

4. Gregorio piensa especial- ta a la que Gregorio desea resen el emperador y los ponder. La respuesra no deja de

mente

miembros de la corte bizantina, a ser misteriosa: Dios lo permite, sí, los cuales había conocido perso- pero en el mismo hecho de pernalmente siendo apocrisario del mitir que sean elevados tales homPapa en Constantinopla. bres, son ya juzgados, pues, Dios

5. Cf. Mr 23,6-7. 6. Os 8, 4. 7. La expresión es fuerte y :rpunta al secreto juicio de Dios sobre la historia y sobre los hom-

mismo los ignora.

Espantoso

drama el del hombre que guiado por su egoísmo es ignorado por Dios, según las palabras que el amo dice, en la parábola, a las vír-

Dios

genes necias: amen dico nobis nes"¿Cómo es posible que p'rermita que lleguen al episcopado cio vos (Mt 25, 12). Comentando 11¡s5.

tluiénes sólo buscan alimentar su un texto que más adelantc cita (Lc .rnrbición?>, p2Í€ce ser la pregun- 13, 27), Gregorio afirma: <para

Gregorio Magno

48

Regla pastoral

Por eso, a algunos que acudían a El, incluso clcspr-ri's dc rcahzar milagros, les dijo: Apartaos de mí, los r¡u.c obráis la iniqwidad; no sé qwiénes sois9. La voz misma de la Verdad echa en cara l:r incptitucl de los pastores, al decir por el Profeta: Los mismos pdstores están faltos de inteligenciae. IJna vez más cl Scñor los detesta, diciendo: Ni los depositarios de la Ley mc cotto('it'ront0. La Verdad se lamenta de que por culpa de éstos rro lc h,ryan conocido y da fe de que no reconoce la autoriclacl clc los faltos de inteligencia. De lo cual da testimonio s,rn l)rrblo diciendo: Si alguien la ignora, será ignoradorr. l)orcluc' ciertamente, esos que ignoran lo que es del Scñr>r, son ignorados por el Señor. Por lo demás, la ineptitud de los pastorcs cstí cn proporción con los méritos de los fieles: porquc, cn rigor, aunque carecen de la luz de la ciencia -sin tot:rl culp:r 1'rropiasin embargo, sucede que por la ignorancia clc :tquó'llos, también pecan éstosr2. De ahí, quc la misma Vcrtl;rcl clig,r cn el Dios "ignt)rar> cs rcpnrlrar" (Mor 2, 6: SC 32bis, 262; IlP.t 42, 132). Obsérvcsc la rclrrcitin clc cs.r rlr.,ctrina con lir clc srrn Agustín cuilr)do afirnra: "¿Qui' siqnil'icrt, [)()r' tanto, no os t'onozt't¡? ( )s

rl.'s.r-

pruebo, os rcprucbo. No ()s c()nozco en mi artc; rni ilrtc (lcsc()noce los vicios. Cos:r ¡¡rirndc óst,t: desconoce los vicios I, sin ernb,rrgo, los juzga. Los dcsconocc p()rque no los hace; lo juzga cuando los reprueba. Así, pues, no os conozco>> (Sermo 93, 16 PL 38, 579;

BAC

441,620).

8. Lc 1.3,27. Probablementc, Gregorio cita de memoria o ha manejado en la elaboración de

sus

r'l ir',.'l t.r. r't'l'sio¡rcs dc la llibli.r, l)ttt's ('n ()tr'()s cscritos

cscritos

su\'()s,.rl ,.'it.rr'('st('t('\t(), rlifiere de l.t vt'rsirirt t¡ttr'.tt¡rtí t'rttl'rlcrr;.f.p. cj. M,rr J, 6 (SO .]2bis, 262: BPa

41,

I .]2 ).

(). ls 5(r,

ll.

r 2, li. ll. I (.or 14, .ll{. 12. -(Jtricrl vivt' r)r.rl:r¡nente cn prcs('n('i.¡ rlr' ,t,¡ucllos rr cuyo lO.

.f

h'cntc t'sl.i, t'n ('u.lnt() tlc i'l clcpenrli,, lnucrt('t.rrrrlritln:r los fucrtcs. Quicrr lt' irnit.r r)rucrc; quicn no lc inrit.r siguc vivicnrlo. Sin cmblrgt,, cn cu.lnt() tlc¡rcnrlc rlc i'1, ha cl,rrl,, llrucr-tt' .r rrnrbos.: At;ttsl'ÍN, St'nno 46, '.) ((.(.1. 41, 536). clc,

I,

1-2

l

Irvangelio: Si un ciego guía a otro cieg/, los dos cacn cn t,l boyor3. Por eso, también el salmista-zno por capricho, sirro por su ministerio profético- anuncia: oscurézcanse sus ojos para que no ,(.)eAn, y dóblense siempre sus espaldaíra. En verdad, ojos son los que puesros en lo más honorable del propio rostro han asumido el ministerio de atisbar el camino. Y espalda.s se llama a los que de algún modo los siguen. Así pues, cegados los ojos se dobla la espalda; porque, cuando los que van delante pierden la luz de la ciencia, enronces sus seguidores se encorvan para llevar las cargas de sus pecados.

2. Para enseñar, bay que viztir lo que

se

predica

H^y también algunos que, con mucha curiosidad, sondelas leyes del espíritu, pero desprecian con su vida lo que penetran con el entendimiento. Enseñan a la ligera lo que aprendieron no con sus obras sino sólo con el estudio; y lo que predican con sus palabras lo contradicen con sus acciones. De ahí se sigue gue, cuando el pastor se encamina por despeñaderos, el rebaño lo sigue al precipicio. Por eso, el Señor se lamenta de la despreciable ciencia de los pasrores, diciendo contra ellos por el profeta: Vosotros mismos, cuando bebéis agua limpísima, enturbiáis el resto con los pies; mis ovejas han de pa.star lo que ,uuestros pies han pisoteado y beber lo que ztuestros pies ban entwrbiadots. En verdad, los pastores sí que beben agua limpísima cuando se sacian de los manantiales de la verdad y la entienden correcramenre; pero enturbian con sus pies esta misma agua cuando corrompen con su mala vida lo estudiado en la santa meditación. Y, por supuesto, las ovejas beben agua ensuciada por ¿rn

13.

Mt

15, 14.

14. Sal 68,24.

15. Ez 34, 18-19.

Regla pastoral

Gregorio Magno

50

sus pies. cuando algunos. fiele.s no siguen las palabras que oyen, slno que sólo imitan los Inalos ejemplos que .ven. Értor, cuando sienten sed de la Palabra, al beber toman lodo -como si bcbieran de fuentes corruPtils-, porque con sus obras se pervierten16. Por eso, tambió'n está escrito por el profeta: ínto de la rwina de mi pucblo, sac'crtlotes malostT. be ahí que el Señor diga de nuevot Hdn sido para Ia casa de Israel ocasión de culPats. En realidad, nadie hace más daño :r l:r lglcsi:r quc quien, teniendo nombre y Puesto de santidad, :rctú:r pcrvcrsalnentere. Porque a éste, cuando obra mal, n,rclic sc iltrcvc a reprenderlo; y así, cuando se honra al pccaclt)r P()r rcsPeto a ia jetarquía, ese pecado se extiendc con vchclnctrcirl ctlnvirtiéndosé en ejemplo2o. En cambio, todos cstos irtclisrros cvitarían el peso de un castigo tan grandc si l'llcclit,rr:rn cn su corazón con oído atento la frase dc la Vcrcl:rtl t¡trc clicc:,4/ que escandalice a uno de estos pequcños quc crccn cn m[ *¿t It vale qwe le cwelguen al cuclk¡ und ¡tic'tlr¡ dc molino, de asno, y le hundan en lo profwndo dt'l tttttt"tt.

l.

17. Cfr. Os 5,

l; 9, 8.

18. Ez 44, 12. 19. Gregorio comicnza cstil frase con la fórmula Nemo quiPPc ("En realidad, nadie"). Er-r el Decretum Gratiani (293 Friedberg),

el recopilador atribuyc csta scntencia a san Agustín, añadicndo .Y así, cl obispo quc tales delitos no corrigc, mcior quc obispo h,r

.lt' sc't' ll.rrtr.t..l,, " l)('l'l'() irrr¡rúdico"". 'f',rnrlltitr t'rl .'.), t¡.2, c..12: Qui nec r(tnttnu\ (4') 1 lir it'tlbt'r'g) rcpite la .rtls.'r'i¡',,.'i,,n .l s,lrl Agtrstítl clcl térnrirr,, r .utr\ ntl,ntlr( trs. lO. ..( .t¡.ut.lr' tttl.l ovcj:t, xurl(lu(' \('.1 .1('' l.tt lt¡t'l tt's, r e f't'cCUcnstt¡rt't io¡' 1¡tl3 vive nt.rl, .tl't.tl't.t 1,,, .tj,ts tlt' l.ts tlormas

tctll('tll(' .l sl'l

rlcl Scnttr t' lttir.r .tl lt,tttt[trc, conlicnz.t .t tlt't'il ('ll \tl r'ot'.tztitl: *Si

nli sttpct'i,,t' r'ir'.'r.1.' ('\l.l i()l'lna' ¿quii'rt sor' \'( ) l).lt'.t '1. t ll.rccr lo quc ól hrrct'?"": At,trsllr, .t¿'rrno 4(r, 9 (()()L 'l I, 5.]5). 21. Mt lli, 6.

51

Soportar las adztersidades, temer las prosperidades

Hemos dicho todo esto brevemente, para poner de manifiesto la importancia que tiene la responsabilidad de este rninisterio2r; de modo que quien no esté preparado, no se

ovcjas rnucr-

dus amoris: gravit:rr dcl eros clc la

Ac;us'tíN,

con otras accpcioncs (como pcso clc

22. "Dios rcclama sus

rc clc las mAnos de cllos": cst:í cl plrst()r clc .rllll.ts .r p, ttt.'t' ..1r'' manificsttl ltls llr.ttt.tttti.rles ot'ultos para darlcs a sus sctliclrt.rs ovcj.ts un agua pura e ittllocLt:t': A<;tls¡lx, Sermo 128,5,7 (PL 3t'1, 716).

2-3

Con piedra de molino se expresa muy bien el ajetreó y la fatiga de una vida mundana. Y con lo profundo del mar sc designa el castigo definitivo. Por consiguiente, si quien lr,r llegado a este puesto de santidad escandalíza a los demás con su palabra o con su ejemplo, preferible le hubiera sido c¡ue las acciones mundanas las realizara como seglar hasta lrl muerte, antes que mover a los dernás a imitarle en la culpa ir causa de su sagrado ministerio. Porque si sólo cae é1, la pena del infierno -sea corno fuese- le atorm entará de modo más soportable22.

..lc los pastorcs, 1' reclam,r su

l(r. "Y¡t vcis... ctt.íll rtblitl.ttl,t

I,

criatura cristian¿r

h¿rci¿r

Dios), jutrt.-,

41,546). la carnc, dc la corrupción, dc los por golpcs dcl destino, cle la virtud, y lati- cspccialmcnte dc l,r autoridad: ponn
23. taducimos pondus ,.r'csponsabilidad". El término

nrcrlte nutrido por su expcriencia historische Untersuchungcn zur ,'ristcncial y sólo periféricamente Frómmigbeit Papst Grcgor tlt's .rjrrstirdo al uso augustiniano (pon- Grossen, Diss., Bcrn 1941.

Gregorio Magrut

52

y tl() rlccptc, por el la pcrclicitin. l)c ahí a llevado ser dignidad, esta de deseo No queclicicrrtlo: lo prohiba, que Santiago piadosamente atreva a recibir los sagrados ministerios;

ráis mwcbos ser hechos md'estros, bermanos rníos)'tPor eso, el mismo Mediador entre Ditls y l1ls htrtnl-rres, que excede en conocimiento y comprensiorr dc lo humano y de lo divino a los mismos espíritus cclcsti:tlcs, y rcina en los Cielos desde toda la eternidad, evitó quc lc nonrl-rraran rey en la tierra. Ciertamente está escrito: Dándosc cuenta Jesús de qwe iban a ir a prenderlo por la J'ucrza y hacerle -rey, huyó de nue,no al monte Él solo25. Pucs, ¿t¡r.rión hubier" gobé.nado tan libre de culpa como É1, .1.'. htrl-ricra regido a los que Él mis-o había creado? Para cs(), prccisamente, había venido en carne: no sólo Para redilnirrl()s P()r su pasión, sino también para enseñarnos coll sLl ¡rrcdicación dando ejemplo a los que le siguen^. N.g quis() (Frc lc hicieran rey, slno que voluntariamente fue llcv:rclo ,rl patíbulo de la cruz. Rechazó la gloria del poder quc sc lc ofrccía y prefirió la pena de una muerte vergonzosa. Y cst(), cl,rro está, para que sus miembros aprendieran a rcchr'rz.,rt' ltls halagos del mundo, a no temer en abSolUto SUS :1lllclll17,i1s, a amar las adversidades por causa de la Verdacl; ,'r trt, confiar -temerosos- en las prosperidades, Porquc óst:ts, c.rtl frecuencia, manchan el corazón con la vanagloria., nlicntras que las adversidades lo purifican con el dolor2". En las prosperidades el alma se cngríc; cll c:lllll'rio, en las otras, aun cuando estuviera engrcída, sc htllllill:r. F.n aquéllas, el hombre se olvida de quién cs; pcr() ctt ó'strts, aunque 24. St 3, 25. Jn

6,

l. 1'5.

26. uEn Su pasión,

nucstro

Señor Jesucristo pone ante nucstros ojos las fatigas y los dolorcs del mundo presente; en su rcsu-

rrcccititt, l¡ r'itl.r ctcrrl.l v fcliz del Irlulltlo l'utttro. 'lirlcrclltos lo presctltc V cs[)crcll'l()s lo futuro": A<,tls'ltN, ,\t'rt¡ttt. 2llA (PL 47, ll77; BA(" +47. l+2)'

Regla pastoral

I,

53

3

no lo quiera, se ve obligado a recap^citar sobre sí mismo. l'.n las primeras frecuentemente se pierden las buenas obras hcchas en el pasado; en las segundas, por el contrario, se corrigen las malas cosrumbres admitidas desde hace mucho tie mpo27.

Y

es gue, generalmente, en la cscucla dc las contrariede la vida, el corazón sc sorncte a csta disciplina; y cuando alguien alcanza la dignidad de este estado, por la rálrida costumbre que genera la gloria, se llena de soberbia2s. l)el mismo modo que Saúl: al principio, considerándose incligno, huyó; pero tan pronto como aceptó el gobierno del rcino, se ensoberbeció2e. Por su deseo de honor ante el pueblo, no quiso ser reprendido públicamente y apartó de sí al tlue lo había ungido reyio. Así también David, que en casi tt-rdos sus actos agradaba al juicio del Creador, tan pronto como careció del peso de sus obligaciones, manifestó violcntamente la hinchazón de su herida3r. Y por su debilidad sc volvió disoluto, por el deseo de una mujer y, con cruel.l,rd, se hizo inflexible en la muerte de aquel varónr2. El que :ultes sabía perdonar con piedad a los malvados, después .rprcndió, sin retactarse, a desear incluso la muerte de los cl,rdes

27. Nos encontramos ante un .lrrro ejemplo de contraste o antír¿'sis:

dos ideas contrarias

(prospe-

ritl,rd y adversidad) se alternan en ..'l cliscurso del autor por medio de l.r fórmula in istis... in illis. Con .'llo, se da mayor realce a lo que

sos de la lengua para mejor exponer el mensaje cristiano.

28. "¡Ojalá que nosotros pu-

diéramos ser deudores dignos para poder pagar todo lo que hemos recibido, sin que nos ensoberbezca el

don del sacerdocio o del ministe'c cluiere decir, guiando al lector al rio!": At'4snoslo or MILÁN, Exposilt,irr,rfo que sigue como conclu- tio evangelii secundum Lucam,YII, 'r.in de lo que se ha ido expo- 83 (CCL 1,4,241; BAC 257,384). rrir.'rrc1o. No se trata de un caso ais29. Cf . I S 10, 1; 15, 30-35.

Edu-

t,rtlo en la cultura clásica, sabe

30. Cf. Hch 13, 20-22. 31. Cf. 2 S 1I,2.

(

32. Cf.2 S 11,

l,rtlo cn la obra de Gregorio.

ircgrrrio hacer uso de los

recur-

15.

54

Gregorio Magno

buenos. Al principio, ciertamente, no tluiso hcrir rrl ¡'rerseguidor que tuvo en sus manos; pero lucgr,, :rLnl con daño del extenuado ejército, acabó con la viclrr tlc su obccliente capitán. Su culpa le habría llevado muy lcjos tlcl núrncro de los elegidos, si sus penitencias no lc ht¡bicsc¡r tlcvuclto el perdón.

4. Gobierno y

serenidad de juicio

Con frecuencia, cuando se accpt:l un l)ucst() clc gobierno, el corazón se agita con divcrs:ls t:lrc:ls; \' corno la mente confusa se dispersa en much:rs c()s:rs, cl t¡uc gol'lierna se encuentra incapacitado para atctrclcr :r c:rrl:l un:l rlc cllas. Por eso, cierto sabio lo prohibc ¡rrcviso¡':uncntc, cliciendo: Hijo, no te metas en multiplcs asunlo-t ". l)t)r'(luc cstá claro que nunca se puede uno conccntrilr' plcrt:u'n('ntc crt cl sentido de cada una de las t:rrc,rs, si l¡ r'nc'ntc sc rlisp'rcrsa en muchas de ellas. Siemprc t¡uc l,r nrclttc cs:ltl-:tírl:t,rl cxterior por la curiosicl:rcl,, sc vilcí:l ..lc l,r srlirlt'z..lc st¡ temor ir-rtcrior; sc cntrcg,t,t lrrs tr'.r[l.rj()s ('\tcrrtt)s c()rt st,lícita disposicitin y pcns:uldrt stil.t rlc sí c()s.ls igttot.ls, sc clcsconoce ¿r sí rtrisrno'r. l)Ltcs, c()r)r() s('('(,rrr¡'tlir'.t rn.is.lc lo necesario ctr lo cxtct'ior', 1,sc rlistr'.tc cn cl t'.ultin(), sc olvida de aquello a lo cluc tcn(lí.r. l)r't.rl rrr.ur('r'.1 (lrrc', t'rr.ricn,rcla por la afición c{c sLl cLrriosirl.ttl, rri sit¡rrit'r',r t'll.r nrisrrr:t considera los daños qLrc sufrc, ) rlcsc,rtt,rcc cn ctt.ínt:ts obras peca.

Tarnpoco Ezcquías crcyti pcciu' ct¡rutrlt) n'r()strti lrt cámara de los perfumes a los cxtr,rnjcros (luc vinit'r'.,rr.r ['1. Pero

33. Si 1 l, 10. 34. "Toda curiosidad ilícita no cs otra cosa quc una pcstilcntc

Regla pastoral

I,

3-4

cayó bajo la ira del Juez en el castigo de su futura clcsccndencia, porque pensó que había actuado lícitamentei5. A menudo, mientras tienen por delante muchas tareas y pueden llevarlas a cabo, por el hecho de hacerlas -cosa quc admiran los fieles- el alma se engríe en el pensamiento y provoca totalmente la ira del Juez, aunque ésta no se muestre externamente por medio de acciones desfavorables. En verdad, el que juzga está en lo interi or y es lo interior lo que se juzga. Por tanto, cuando pecamos en el corazón, lo que hacemos se esconde a los hombres; sin embargo, tenemos al mismo Juez como testigo de nuestro pecado. De hecho, tampoco el rey de Babilonia se mostró entonces culpable de soberbia, cuando dijo palabras orgullosas36. Ért., ciertamente, cuando acabó de decirlas, oyó de la boca del profeta una sentencia de reprobación. Y es que, el que predicó al Dios omnipotente a todas las gentes, al cual se dió cuenta que había ofendido, ya había antes limpiado la culpa cometida por soberbia. Pero, después de esto, ensoberbecido por el éxito de su poder, cuando se alegraba de haber realizado grandes hazañ,as, primero se prefirió a sí mismo antes que a los demás, y después, aún engreído, dijo: jl/o es ésta la gran Babilonia que yo he edificado como mi residencia real, con el poder de mi fuerza y para la gloria de mi majestadirT. Evidentemente, esta expresión puso de manifiesto la venganza de aquella ira que la oculta soberbia encendió. El Juez severo ve primero invisiblemente lo que después reprende con un castigo público. Por eso, lo convirtió en un animal irracional, lo separó de la comunidad hur-nana y, transtornada su razón, lo asoció a las bestias clcl campo; para 9ue, por estricto y justo juicio, el que se h:rbí:r

c:rrcnciir .lc l.r vcrtl.trl -: A( ,t,s t'iN, Scrrno, ll2A, ,l (l'l.S 2, -l2li; BAC

35. Cf.

'141, tiO(r).

36.

Is 39,4;2 R 20,

Cf. Dn 4,

16ss.

13.

37. Dn 4,27,

Regla pastoral

Gregorio MdSnl

56

estimado por encima de los dcn-r:ís hombres, perdiera incluso el ser hombre. Así pues, al decir esto, no rcprcnclcmos la potestad, sino que fortalecemos la flaqueza del cor:rz.rin ante la codicia de aquélla; a fin de que cualquier inrpcrfcct() no se atreva a aIcanzar por empeño la dignidad dc cstc cstado, y los que titubean, mientras están en camino ll,uro, no pongan su pie en el precipicio.

5. No rehwsar el gobierno por propia comotlidad si se pwede dar buen testimonio

Hty algunos que recibieron excelcrrtcs virtudcs y están enriquecidos con grandes cualidades p:rrrr l:r forrnación de los demár. Éttor, en su celo por la casticlrrcl rrnte el mundo, fuertes en la constancia de su abstirrcnci:l, colmados de abundante doctrina, humildes en la cntcrczil clc su paciencia, levantados en la foraleza de l,r autoriclacl, son buenos en la gracia de la piedad y estrictos cn l:r rcctitucl clc su justicia. Si llamasen a éstos a la dignidad dc cstc cst¿rdo, renunciarían aceptarla, perdiendo para sí l:r ¡n¿ryorírr rlc los dones que habían recibido no sólo para ellos nrisnros sino en favor de los demás. Mientras piensan en sus c()sils y n() cn el bien de los otros, ellos mismos, que dcscrln c()nscrv:rr tales bienes para sí, se privan del Bien. Por cso, clijo la Vcrdad a sus discípulos: No puede ocultarse una c'iud,tcl ¡tucst,t cn la cima de wn monte, ni tampoco enciendcn una lámpd"tLt y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candc'l('ro, pdr(t quc alwmbre a todos los que están en la casrl\s. Y t:rnlbió'n :r Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amasii". Pcclro, cu,rnclo respondió 39. Jrr 21, 16.

57

irrrnediatamente que le amaba, oyó: Si mc dm^s, apacienta tttis ovejasao.

Por consiguiente, si el apacenrar es un tcstimonio de .unoÍ, el que teniendo abundancia de virtudcs rchusa apaccntar el rebaño de Dios, convénzase de que no .-, .l ,rl)rcmo Pastor. Por eso dice Pablo: si cristo ba mwerto por trdos, entonces todos ban mwerto. Y si ha muerto por todos, no queda más que los qwe viven, ya no viaan pira sí, sino l¡ara aqwel que murió y resucitó por ellosat. También Moisés dice que el hermano vivo reciba a la r'ujer sin hijos del hermano difunto y engendre hijos en rombre de su hermano. Si él rechaza-recib]rla, l. QU€ cscupa a la cara, le descalce un pie y que su .rr. ,. "ll. llame casa del descalzado+2. El hermano difunio es el gue, después rlc su resurrección, aparece en gloria diciendo, id, otrir)d o mis bermanos+3. Él murió, .., rn sentido, sin hijos porque rr. había completado el número de sus elegidos. Ei aeci., ,¡r-re el hermano vivo ha de aceptar a la muje. del otro por(llre es necesario que se le imponga el cuidado de la Santa Iglesia de Dios a quien más vále p^t^ regirla bien. Si él no t¡rriere aceptarla, QUe la mujer le escupa ál^ r^r^; porque a (lulen no procura aprovechar a los demás con los dones que h¿r recibido, la Santa Iglesia le reprocha por los doner qu. ticnc, como si le escupiera en la cara. ya éste se le qri," un calzado para que su casa se llame casa del descalz'ado, l)ues está escrito: calzados los pies en preparación del Eztan40. Jn 21,

16. 14-15.

+1. 2 Co 5,

42. cf . Dr 25,5; cf. historia ,lt' Noemí y Bt>z: Rt 4, l-lt. En , l tiempo de vigcncia dc la ley nr()saica, el zapato era símbolo ,1,'

38. Mt 5, 14-15.

I, 4-t

.lonrinio y posesión, cf. Sal 60,

lJ rlonde se arroja el calzado

pa-

ra romar posesicin; el rexro dc Rut atcstigua, sin cmbargo, quc ya cn tiempos de su .o-p,-,ri.i,i,.,

cl rito de descalzarsc halí.r ,i.1,, sustituido por cl rcsrinr.ni. cscrito. 43. Mt 2u,

lO.

t;

Gregorio Mdgnl

58

gelio de la Paz'o.Por tanto, si cst¿llllos atentos al prójimo como a nosotros mismos, protcgclll()s lluestro pie con el calzado. Pero quien desatiende :1 sLts ¡'rríriirnos, Pensando en su propio beneficio, es como el quc pricrclc desgraciadamente el calzado de un pie+5. Así pues, h^y algunos -cortto clijirrtos- quc, dotados de grandes dones, mientras están cntttsi:rstll,rcltls mirándose a Sí mismos, rechazan poner sus dolrcs ,rl sct'vicitl del prójirno por medio de la predicación. Alrrrttr cl ensitlrisnlarse en la quietud y desean la soledad p,rr,t stt rlrctlit¡citln. Pues bien, Sl por esto Se les juzga estrict:ltttctttc, silr tltlcl:l., son culpablás de la perdición de todos ,'tt¡uclltts ,r l.,s .'¡uc pudieron aprovechar apareciendo antc cl ¡rtrclrl.t. I'.1 t¡trc 1'rucclc beneficiar notablemente a sus prójitttos, ¿c()rt t¡tre' rrlzírn antcPone su soledad al beneficio dc los clcrtl,is, cttrrtrclo cl rnismo Unigénito del eterno Paclrc clcsccrrcliti tlcsclc cl seno del Padre hasta nosotros a fin tlc ,t1rt',,vccll,ll' rr llltlchos?

6. Son humihlcs los r¡ut'lto s('olott('tt ¿ lrts juicios de Dios

H.y

rrlgultos rlttc rclrttvcrl ('st.l I'('sl)()lls:lbilidad sólo por hu¡lilcl:rd, p:11':1 tl() sct'prcl'critl.,s,t l,rs tlclllás, pues Se con41. Ef 6, 15.

r'.t1,

¡'t,)\('\'('ll(l(t l,ts clt,tlcs quc Dii-rs

45' Cf' Ar;ustÍx' ('tttttr¿ ()t()l'!l'l l)'rr''l t'll.' cs rcchrlT-ar lo más Faustum Manicbacum, 32, lO írttitrr.t ,1..' l.t r',.'l.rcitirl rrupcial a la (CSEL 251,769). Nos sorprcnclc t¡uc l)i,'s ll.un.r crttt'c cl p,rstor v la cn este párrafo Grcgorio corl u11 lglcsi.r. l{r't'lr.tz,tr tlichrr rclacitln es, ejemplo claro de lectur,r alcgriric:r c()nsce u('nlr'nl('ltl(', t¡ttccl.rr irrfccunclt" ccll'rtltlt''t Pt'r'tlct'ltts tlotlcs quc de la Escritura' Entrclazando tcxl)ios otor'¡¡ri .l ttrro err i.rvt,r clc los tos del Antiguo y del Nuevo Tcsramenro, con la sabiduría propia dcnrás. [)¡clrr l.t lccci,irr, Grcgorio s:'tc.r l¿1 c()rtscctlctlci.r ttt()r.tl cn el del quc lcc nrás allá clc l,r lctra, nos párrafo qtrc siutrc. I )c cst¿ i,,rrrta, ha prescnt,rclo una sugcrcntc lccciciÁ: no accprar la solicitud pasto- al scntido :rlcgorico sistlc cl ntoral.

Regla pastoral

I,

5-7

siclcran inferiores. Su humildad es verdadera anrc los ,j.s tlc Dios si se rodea también de las demás virtudes; es dccir, r'u:rndo no se obstina en rechazar lo que se le manda accpt:u'. Pues, no es verdaderamente humilde el que sabe quc ,lcbe asumir el gobierno por un juicio de Dios ¡ sin emlrrrrgo, lo rcchaza. Ahora bien, el que es fiel a las disposiciones divinas y cs ajeno al vicio de la obstinación, cuando se le impone la ,lignidad de este gobierno, si ya esrá provisto de dones con Ios que puede aprovechar a los demás, debe huir de su inclinación y obedecer contra su deseo.

7. (Jnos desean rectamente el ministerio de la predicación, a él

t¡troS rectamente son obligados

A veces, algunos desean laudablemenre el ministerio de le prcdicación, micntras otros, no menos laudablemente son llcvados a él ala fuerza. Esto se ve claramente si pensamos t'n la conducta de dos profetas: uno de ellos se presentó vo-

Itrntariamente para ser enviado a predicar, mientras el otro llevar a cabo esre ministerio por miedo. En efecro, 'c'cl-razó lsrrías se ofreció voluntariamente al Señor que se pregunralrrr a quién enviaría, cuando le dijo: heme aquí, enpíAmea'. I',rr cambio, Jeremías fue enviado y, no obstante, como si no ,lclriera ser enviado, se resistió humildemente diciendo: Ab \cñor Dios, mira que no sé hablar, que soy un niño+7. La r.z de cada uno de ellos se expresó externamente de distirta forma, pero no procedía de una fuente de amor disti.ta. Dos son los prcccpros de la caridad: el amor a Dios r cl amor al prójimo. Isaías deseó la vida acriva en el mi'ristcrio de la predicación a fin de aprovechar a los próji-l(;. Is 6,

8.

47.

Jr l,

6.

60

Gregorio Magno

mos. En cambio, Jeremías, dese¿rnckr la vida contemplativa, unido exclusivamente al amor dc su Crcador, se resiste a ser enviado a predicar. Por tanto, uno l,ruc{ablemente deseó que le enviaran, mientras el otro se espantír cle ello. Ést e, para no perder los beneficios de la contcnrplación silenciosa cuando hablara; el otro para no scr-ltir- los prejuicios dcl trabajo del contemplativo cuando callar:r. Ahora bien, esto hay que considcr,rrlo con agud eza en cada caso, porque el que se resistió, no kr hiz.o totalmen¡e, y el qy9 quiso ser enviado se vió antes purificacl() por un carbón del altar. De modo que quien no cstó ¡rurific;rcl() no se atreva a aceptar los sagrados ministerios, v a quicrr h,'ry,r clcgido la gracia de lo alto no se oponga orgullos:uncnLc l'r:rjo rrpariencia de humildad. Pero como es nruy difícil rcc()noccr si se está purificado, en principio, niégL¡csc :1 tockrs cl nrinisterio dc la predicación, si bien -como hcrn,rs clichtp n() sc nicgue cuando se sabe que la voluntad dc [)ios cs qLrc lo rccib,r. Moisés adn-rir,rblcmcntc puso cn pr':íctic,r :unbas tareas: no quist) poncrsc :rl f:rcntc rlc ,tt¡ucll,r cn.,r'nlc nruchedumbre ¡ sin cnll'r:trgo, obcclcciti. I'urlo h¡lrcr siclo soberbio si hubicsc rrccpt:tclo sirr tcnror cl gobicnr() tlc urr ¡rucblo innurncrablc. Y, :tclcnlrís, sc lrubicsc nr()str-:rtlo sobcrlrio si se hubiesc ncg,rdo ,r obcdcccr cl rrriln(lilt() clcl (lrc:rdor. En ambas ocasioncs fuc hunlilclc y dticil, Pucs tcnrii'rrclt)sc :1 sí mismo no quiso ponersc ¿rl frcntc dcl 1rr"rc[rlt, y, sin enllrargo, consintió confiando cn quicn lc diri cl nr:rrrrlrrto. Deduzcan de cstos ejcrn¡rlos los inrprudcntcs lo grande que es su culpa si por amor propio n() tcnrcn scr preferidos a los demás, viendo que aqucllos s:lnt()s v:lr()ncs ternieron aceptar el gobierno, incluso h¿rbicrrclo siclo ¡ll,rnclado por Dios. Moisés, alentado por Dios, tcnrt'rki. ¡Y tocl:rvía estos imprudentes desean recibir el misrno honor'! Sc clisponen con ello a ser aplastados por poncr sus honrbros bajo las cargas ajenas. ¡No pueden con su propi¿r c:1rg:l y :lunlcntan la que llevan!

Regla pastoral

8. I{o hay que desear

I,

7-8

este gobierno

ocurre con frecuencia que los que apetecen estar al frentc del pueblo de. Dios por caprichó, roman como argumento las palabras del apósrol, cuando dice: Si alguno árrro ,l cpiscopado, buena cosa deseaas. Pero é1, a pesai de alab ar al deseo,. en .seguida convirtió en morivo de iemo, lo que acalraba de elog-iar, añadiendo a conrinuación: es, pues, necesario que el obispo sea irreprensiblea'). y enumeiando a renglón seguido las virtudes que le son necesarias, pone en claro cr-r qué consiste el ser irreprensible. Aprueba .1 d.r.o, pero hace temer con su precepto, como si dijera .la.ame.rte: "alabo que lo busquéis, pero anres, sabed bien qué es lo que buscáis; no sea que descuidando el conocimiento d. ,rorotros mismos, lleguéis a ser más dignos de corrección, cuant¿r más prisa os deis para que los demás os vean en la cumbre de este honorr'. El gran maestro en el artc de regir les urgc co. su elogio, pero les advierre con precauciones a fin ác alejar- a sus ()\'cntes de la soberbia. ! alabando el mir-risterio que se busca, los dispone para tal clase de vida. No obstrr,ü, d.bcmos observar_que esro lo dijo en aquel tiempo, en el que ,¡uien presidía al pueblo de Dios, era el p.i-eio ..r ,., üer',rdo a los tormentos del martirio. Consiguientemente, ent()nces fue elogiable buscar el episcopado, cuando por ejerr'cr este ministerio, no había duda en encont.r.r. con los rrrás graves sufrimientos. De ahí que el mismo ministerio del .'lriscopado se defina con la expresió n buena cosa, cuando ,liio: si algwno desea el episcopado, buena cosa desea5o. por r.rnto, quien busca el episcopado, no por ser buena cosa este rrrinisterio, sino por la gloria terrena de este cargo, da tes+8. 49.

I Tm 3, l. I Tm 3,2.

50.

I Tm 3, 1.

Grcgorio Magno

62

timonio contr:l sí rnisnro clc cluc no lo desea. Pues, aquel que anl-rcla la cligrriclacl clc cstc cstado, deleitándose en la oculta mcclit,rcion clc pcnsar cn cl dominio de los demás, alegráncl()sc cn su propi¿r al,rb:rnz.r1, ¿lpoyando su corazón en los hont)rcs y rc¡¡ocijiindosc crr la al-runclancia de bienes, no

sólo no iun¿1 cn al-rsoluto el r¡inistcrio s:rgrado, sino que no lo cor-rr-rcc. Sc busca el lucro mundano bajo l:r apariencia de cstc honor cuando debieron haber dcstruiclo dicho mundano lucro. Y así, cuando el alma piensa cn alcanzar lo más alto de la humildad, por ensoberbecerse, nlezcla en su interior lo que deseó en apariencia.

9.

ha de desear presidir, prometiéndose en su imaginación realizar bwenas obras .A/o se

Generalmente, los que anhelan alcanzar el ministerio pastoral, también proponen a su alma algunas obras buenas; y aunque las aperezcan con la intención de vanagloriarse, sin embargo, sc crcen quc tiencn que hacer grandes obras. Por cso, una cos:l cs lr intcnci
Regla pastoral

I,

B-9

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l'icl. Así, sabrá al instante si podrá reahzar como superior I. que se había propuesro. Porque de nada le vale , uro .rprender humildad en un puesro de superioridad, si no dejó ,lc ensoberbecers-e en un puesto de sumisión. eui.n ,p..nclió a desear el elogio cuando no lo renía, no rrb. .eÉuirlo cuando lo tiene a- mano. El que no ha podido bastarsc por sí mismo, no puede de ningún modo vencer la avaricir.unnclo_pretende sustentar a muchos. Por consiguiente, descubra cirda uno, desde su vida pasada, qué clase de hombre es, a lin de que el aperito de un p,r.rto de gobierno no le engañc con un falso propósito. Mry a menudo, cuando se acepra esra responsabilidad, sc renun cia a la práctica de las buenas obras qu. r. hacían cuando la vida era rranquila; porque mient.r, .i mar esrá en c,rlma, hasta el_inexperto maneja bien una barca, pero rurbado por las olas de la tempestad, incluso el marinero experto se confunde. ¿Qré es, pues, el poder en un puesto de sobierno, sino una tempestad para el alma? En ella, la barca .lcl corazón se conmueve siempre por las tormentas de los lrcnsamientos y es zarandeada de aquí para allá, de modo rlue, por repentinos excesos del hablar y del actuat se resquebraja con las rocas que le salen al pasosr. En medio de estas adversidades, ¿qué se ha de seguir?, qué hay que arenerse sino a que acceda al gobiernJ-in¿a cluso a la fuerza- quien es apreciado por sus ü.tudes, y no .rcceda -ni siquiera coaccionado- quien no renga virtuies ? l'.1 primero, si se resiste del todo, i.-, q,,r. poi guardar el t.rlento recibido en su pañuelo, sea juzgadó poi su ómisión52. (]uardar el talento en el pañuelo significa esconder los dones bajo un perezosa y persistente desidia. El otro, 'ccibidos

51.

Por propia expcricncia

'.rirc Grcgorio que un pucsto de r',rbicrno cs colno una tcmpcstad

para el alma. 52. Cf . Mt 25, lgss.

ll 64

Ragla pastoral

Gregorio Magno

por el contrario) como era costumbre dc los fariseos, si ape-

i... .l gobicrno,

renga cuidado de que aquello que- deset 1o sea ob;áculo para enrrar en el Reino, a causa del ejemplo de sus rnalas accio.tes. Pues, según la palabra del Maestro53,

ni ellos rnismos entran, ni dejan entrar a los demás. Además, éste dcbe considerar que, cuando el obispo elegido

aceptó el cuidado del pueblo, vino a ser como el médico que Se acerca al enfermo. Por tanto' si en Su actuar están aún vivas las pasiones, ¿con qué derecho se apresura a curar' mientras él lleva una herida abierta en la cara?

10. Señales de idoneidad

Aquel que haya muerro a todas las pasiones de la carne, qr. ,rirra yt .tpititualmente, que haya pos.Puesto los bie,r., d. est! mundo, que no tema ningun:r adversidad, y que sólo desee los bienes interiores, dcbc scr Puesto' por todos los medios, como ejcmplo dc vicla. lJno tal, siendo coherente con su bucna irrtclrrcitill', no sc rcsiste ni por una debilidad total clc str cLtcrP()., ni ¡rtlr ull:1 cxceslva contumacla de su cspíritu. No sc dcj,r llcv:tr p()r cl dcseo de lo ajeno' Sirro qua cl,r gclrcl-()S:lttlctltc clc ltl sttyo. Con entrañas de ternura, pront() se lrltlttll.l,r 1t,rr,r 1'rct'cltltrirL Pero nunca tolerando más dc lo ncccs,lrio, ¡r:tr:l ctrc:ltlrillarse hacia la perfección de la rectitud. No conrctc lr:'rcl:'t ilícittl, sino que deplora como si fuese propio lo corlrc'titlo por otros. Desde .l fottdo de su corazón, sc c()lllp,r,lccc .lc l,r cnfermedad ajena y se alegra con el bicn clcl prtiiimo cotrlo con el suyo p."piá. Se -ú.s ffa a los dcmás ctr totlo lo qttc h¿rcc de tal rnoá" que no tiene que avergoltT.arsc :rntc cllt)s por nada del prrrdo. Desea vivir de tal rl-lrlllcr:1 qLlc scil c:1paz de

53. Cf. Mt 25,

13.

I, 9-l t

/

65

rcgar los corazones áridos de los demás con abundancia de .loctrina. Sí, el que así vive, por la práctica y la experiencia de ,ración, ya ha aprendido que puede obtener de Dios 1o ..1ue le pida. De él dijo precisamente el profeta: Hasta en ,'l momento que bables, diré "he aquí que te ayudo"5+. Si .rleuien quisiese llevarnos a interceder en favor suyo ante .rlgún hombre poderoso que estuviese enfadado con él y ['ste nos fuera desconocido, en seguida responderíamos: . no podemos ir a interceder porque no tenemos amistad írrtima con é1". Por tanto, si un hombre se avergüenza de .¡ue le hagan intercesor ante otro en quien no confía de rringuna manera, ¿con qué razón se arroga el papel de intcrcesor del.pueblo antc Dios quicn no está familiarizado con su gracta en la conducta de su vida? O, ¿cómo pide perdón a Dios en favor de los demás, quien no sabe si está rcconciliado con Él? En esto hay además que atender seriamente otra cuestión: el que se cree capaz de aplazar la ira de Dios, él rnismo sc hace merecedor de ésta por su propio pecado. Todos sabemos muy bien que, cuando se envía para interceder a aIguien que desa grada, se provo ca al irritado a resoluciones peores. Por tanto, el que aún está atado a los deseos terrenos, tenga cuidado de no encender más gravemente la ira del Juez justo, no sea que por complacerse en el puesto de gobierno se convierta en el autor de la ruina de sus fieles.

I

1. Señales de no-idoneidad

Por tanto, que cada uno se conozca diligentemente a sí rnismo, de modo que no se atreva a aceptar el ministerio

54. Is 58,

9.

I

Grcgorio Magno

66

Regla pastoral

de pastor, si cr-r sí mismo el vicio reina aún vergonzosamente; y no dcsee h¿rccrsc intercesor de las culpas ajenas, aquel a quicn su propia culpa le afea. Por eso, la voz de lo alto dijo a Moisés: Di a Aarón: descendiente tuyo Por 8eneraciones, que tenga mancha, no ofrezca los panes a Dios sw Señor, ni acceda a su ministeriott. Y, a renglón seguido, añade: Ni ciego, ni cojo, ni de nariz grande, pequeña o torcida; ni que tenga roto el pie o la mano; ni jorobado, ni legañoso, ni el que tenga unt nube en el ojo, ni una sarna incurable, ni infección cutánea en el cuerPo, ni sea de peso extremo56.

Está cicgo el que no ve Ia luz de la contemplación divina. Envuelto en las tinieblas de la vida presente, cuando mira la luz venidera, no la ama y,, por tanto, no sabe hacia dónde dirigir los pasos de su conducta. Por eso, se dice en la profecía de Ana: Gwarda los pies de sus fieles, y los malos perecen en las tinieblassT.

Está cojo quien ve el camino que debe seguir, Pero

a

causa de la debilidad de su ánimo, es incap az de seguir el

camino de la vida que ve. Porque mientras no levante su costumbre debilitada -en la que se apoya su deseo- hasta una actitud virtuosa, no sc sigue cl camino del obrar eficazmente. Consccucntctncntc, dicc Pablo: Leztantad las manos caídas y las rodillas cntumccidas y enderezad para ouestros pies los caminos tortuosr¡s, para que el cojo no se descoyunte, sino que más bicn sc curcls. Es de nariz pequcña cl quc no cs icltinco para discernir. Por la nariz distinguirnos los bucnos olores de los malos. Por eso, la nartz simboliza dircctarnentc cl buen juicio; ya que por él elegimos las virtuclcs y rcprobamos los vicios. De ahí que en alabanza dc la It spos:r se diga: Tw

55.

56.

Lv 21, 17. Lv 21,18-20.

57. 58.

I s 2,9. Hb 12,t2-13.

I,

I

11

67

nttriZ como la torre que está en el Líbanose. Porque, en ver.lrrd, la santa Iglesia, que avanza sobre las teniaciones de ..ad1 caso singular, percibe por su discernimiento y divisa, .lesde lo alto, las guerras de vicios que han de venir. Sin crr-rbargo, h^y algunos gu€, disgustándoles ser tenidos por t()rpes, a menudo se dejan engañar por excesivas sutileias, v se meten, más de lo necesario, en ciertas disquisiciones. l)or eso también se añade: Ni de nariz grande o torcida. La nariz es grande y está torcida debido a la inmoderada suuleza de sus distinciones, de modo gu€, cuando crece más de lo que conviene, le distorsiona la rectitud de su propio ,rbrar. Tiene roro el pie o la mano el que de ningún modo puede seguir el camino de Dios y es roralmente ajeno a las buenas acciones. Pero en esto, él no es como el cojo, que las hace aunque con dificultad, sino que éste está totri-..rt. clesprovisto de ellas. Además, está jorobado aquel a quien oprime el peso dc l,rs preocupaciones terrenas de tal modo que nun., ii..r. ..t consideración las del cielo, sino que sólo atiende a las cosas que aquí abajo se pisotean.o. Si en algún momenro, él oye ,rlgo bueno de la patria del cielo, de hecho, no lo lleva a la presencia del alma, porque está sobrecargado con el peso cle los malos hábitos; y no puede lerrantai la actitud d. r, ¡rensamiento, quien está encorvado por el hábito de la pretrcupación mundana. En verdad, acerca de estos tipos, ái.. cl salmista: estoy encoraado, bwmillado en toda ocisión'r. y la Verdad, por sí misma, también reprueba su culpa, diciendo: La semilla que cayó entre espinos, son los qi, oyrron la palabra, pero al caminar son sofocados por iot pito-

59. Ct 7, 5. 60. Sobrc el sacerdocio y las ,,cupaciones mundanas, Grcgorio

volvcrá

a

hablar más

mentc en la parte

61. Sal 37,7.

dctcnid¿r-

II, capítulo

2".

--t

Gregorio Magno

68

cuPaciones, las riquezas

Regla pastoral

y los placeres de la r.tida, y no pro-

ducen frwto62.

Es legañoso aquel cuyo ingenio brilla para el conoci-

miento dé la Verdad y, no obstante, le oscurecen las obras de la carne63. En los ojos legañosos, las pupilas están sanas Pero' puesro que no se ha echado ningún líquido, los párpados se entumecen; y al frotar fuertemente con alguna infusión, se de las pupilas. Así, hay algunos cuya daña hasta la superficie -debilitada por las obras de una vida carnal. percepción está Hrbri".t podido discernir con agud eza y corrección, sin embargo, están cegados por el hábito de sus malas acciones. Por trnó, es legañoso aquel a quier-r la naturaleza le afinó el sentido, pero ló pervirtió el camino de una vida depravada. Con razón se le dice a éste por medio del ángel: [Jnge tus ojos con colirio para que 'IJeas6a. Ungimos nuestros ojos con colirio para ver, cuando asistimos a los ojos de nuestro entendi-i.trto con los medicamentos de las buenas acciones a fin de percibir la claridad de la \uz de la Verdad. poder ^ Tiene una nube en el ojo el que no puede ver la luz de la Verdad, porque está cegado a causa de la arrogancia de su sabiduría o justicia. I-a pupila del ojo, si es ncgra' ve; pero si ticnc una nul'rc, cntonccs lto ve nada. Cuando un hombre reconocc quc cs nccitt y pccaclor, su facultad de entendimiento percibc cl conttcirlricr-rtc-r dc la luz interior. En cambio, si se atribuye a sí misrno cl esplendor dc su sabiduría o justicia, se priva de la luz. dcl conocimicnto divino y no llega jamás a alcanzar la cl,rridad de la luz. vcrdadera. Pues se e*alta a sí mismo con su arr()gancia, c()lllo se dijo acerca de algunos: jactándose de sabios, se ztolzticron csttipidos6s.

62. Lc 8,

14.

Sl. "¡Elimina la vanidad si quieres escuchar la verdad ! ": Ac;ustÍN, Sermo, l1'3, 6 (PL 38,

65 1;

BAC

44

1

, u25).

64. Ap 3, lll. 65. Rm 1,22.

I,

11

(t()

un hombre tiene una sarna incurable cuando constrr'tcmente es dominado por los desenfrenos de la carne. Er-r cfecto, en la sarna el ardor de las vísceras brota hasta la piel; con ello se esrá expresando claramente la lujuria, porque así como el ardor interno hace que brote la sarna hasta ia piel hiriendo al cuerpo exteriormente, así también la ,..rrr.ió., l'rrota siempre desde el corazón hasta las obras, de modo que cuando el placer no se domina en el entendimiento, tampoco se domina en la acción. Pablo, en cierta manera, procuraba hacer desaparecer el picor de la piel, cuando dijo: l/o habéis sufrido tentación que no sea humanA66. como si diicse claramenre: <es propio del ser humano sentir la tentación en el corazón y es diabólico si en la batalla con la tentación uno es vencido en el intento,,. Tiene una infección cutánea en el cuerpo quien en su ,rlma es devastado por la avaricia. Si ésta .tt ,.^domina en detalles pequeños, crece desmesuradamente. En verdad, la infección, invade el cuerpo sin dolor y se exriende en el afectado sin producir molesrias, mientras afea la belleza de los rniembros. Así, la avarjcia, una vez cautivada el alma, forma úlceras, mientras parece deleitar. Del mismo modo, cuando r-rno llena el pensamiento con la adquisición de una cosa rras ()tra, enciende enemistades sin provocar dolor en la llaga, ya que el alna con fiebre le promete la abundan.ir .o-o prgo por su pecado. La belleza de los miembros se pierde p.. que por la avaricia, también se afea la belleza de las demás Y casi todo el cuerpo se irrita, porque todos los 'irtudes. arrargan en el alma, como afirma pablo,-diciendo: La 'icios raíz de todos los males es la avaricia6T. 66. 67.

I Co 10, 13. I Tm 6, 10. San Agustín

('()rnenta:

"La avaricia es en efecto

l¡ raíz de todos los males. La ava-

ncla conslstc l'lo en ser rico, sino en querer serlo": Sermo,85, 6 (PL 38, 523; BAC 441, 502).

lr

Gregorio Magno

70

SecuNon Pnnrn

es de peso excesivo el que no realiza obras convergonzosas y, ,i., e-targo, .sob recarga el .alma con el

por último,

LA VIDA DEL PASTOR

. i,r,noderado pe.rsrmi.nto de aquéllas. Este de ningri; -"ao se lanza r l^ obras malvadasr pero su alma se en el deseo de la lujuria. El

tirrrio

á.l.it" sin ninguna repugnancia á.i..ro de la p"esadez .r irntrdo por el descenso

del humor

de las ,rísceras hacia las zonas genltales. Lo cual produc..t. irrriJioro y feo bulto68. Pues bien, es de peso excesivo quie.n

deja

flui. !. sí mismo todos los pensamientos lascivos,

de

,,'ádo que lleva en su coraz1n una carga de torpeza, Pugs ;;;;;.';o realice obras malas, no aparta su pensamiento de obras ellas. Y no puede remontarse hacia la reahzación de torpe' buenas porque, ocultamente'- carga con peso tan por tanto, ,. ha de prohibir a quie.t esté sometido a alguno de estos defectos que ofre zc^ panes . al Señor. Pues, aún ciertamenre, no puede ."pirt los pecados aienos quien está dominado por los suyos propios'

Hemos p.r.*o de manifiesto, en pocas palabras, con qué cualidad., ,. debe uno acercar dignamente al ministerio pastoral, y cómo el indigno debe temer mucho llegar ? él: Ahora'hablarcmos dc cómo debe vivir en este ministerio el que dignamcnte ha llegado a él'

l.

Cwalidades del pastor

La vida del prelado debe superar a la del,pueblo en la misma medida que la vida de un pastor dista de la de su grey. lrs conveniente, pues, que aquel por el cual el pueblo es llarr-rado gre\ se esfuerce en considerar atentamente lo obligaclo que está por la circunstancia de llevar una vida santa. Por consiguiente, es necesario que sea puro de pensanriento, sobresaliente en el actuar, discreto con su silencio, útil el hablar, cercano por la compasión con cada uno, ante todos cr-rtregado a la contemplación, compañero por su humildad de los que hacen el bien, firme por el celo de la justicia contra krs vicios de los pecadores, sin que la ocupación exterior de-

bilite su atención a lo interior, y sin que la solicitud por lo interior le haga abandonar la atención a lo exterior. Esto, no obstante, que al enumerar hemos tocado de pas,rda, lo trataremos con un desarrollo algo más extenso. 2. Pwreza de pensamiento

El pastorr debe ser siempre puro de pensamiento. Y 1. 68. Es decir, una grucsa y fca ptlnza'

El término

empleado por

es rector.

Como obscrva

(ircgorio

en

B. Judic (SC 381, 176; n. l), rr un latino esa palabra le cvoca la t¿rca

72

Gregorio Magno

Regla pastoral

tal grado que no haya inmundicia alguna que manche a quien asumió tal oficio, y pueda así limpiar en los demás Y es gue, es necesase dedica a limpiar impurezas Procure tener las manos limpias, no sea que teniendo lodo, al limpiar y estar sucias, manchen más. Por csto se dice por el profeta: Limpiaos los qwe lleaáis los ztasos del Señor2. Llevan, en efecto, los vasos del Señor aquellos a los que se les encarga concorazones las manchas de la impureza.

rio que quien

ducir, en la fe de su trato, las almas de sus prójimos a las moradas eternas.

Mediten, pues, dentro de sí mismo, con cuánta pvreza vivir los que portan en el corazón de su compromiso, los vasos vivos hacia el Templo de la eternidad. La Palabra de Dios ordena que se coloque, atado con cordones, el pectoral del juicio sobre el pecho de Aarón3, a fin de que pensamientos vanos no ocupen nunca un corazón sacerdotal, sino que éste se sujete sólo a la razóna. No

deben

de o simplcmcnte, la ractitudo quc sc debc exigir a la tarcit pastoral. 2. Is 52, ll. 3. cf. Ex 28, 15. Ratiottttlc iudicii (en hebreo bsn mspt = obolsa para cl oráculo"): era una bolsa iecta.tgular, semejant e al efod, con anverso y reverso que colgaba por dos cadenas de oro, abrochada a los ónices del efod. De los ángulos inferiores salían dos cintas quc los sujetaban a dos anillos. En cl anverso llevaba doce picdras preciosas colocadas en cuatro filas, con los nombres de las doce tribus grabadas en oro. Denrro del

de dirigir (regere) una Iglesia,

nlantcner su gobiern o (regimen),

pectoral estaban lo ítrím y tummín

(doctrina

y

verdad). Eran suertes

sagradas, varillas o piedras, que servían para avcriguar la voluntad

clc Dios

y dcscubrir la verdad

de

lrrs cosas. Consult¿rr la doctrina y

la x,t,rddd cr,r l,'r mismo que consult,tr ,r l)ios. I)ios había prometicl,r rcvcl,rr su vtllunt:rd por cste nlctlio irl surntt s,tccrdotc en asuntos clc ittrportrrncitr.

4. (ircgerio h,rcc aquí

un

iucgt, tlc p,rlabras crltrc rationale

iutlitii(clttc trosotrt¡s hctnos traducickr c,,trr'' "pcct,rt',rl clcl juicio") y ratio,

¡'r.rrrr

II, 2

73

ocurra que quien ha sido constituido para ejemplo de otrosn_. piense algo indiscreto o inútil, debiendo manifestar, por el contrario, con la gravedad de su vida, cuánra razón lléva en su pecho. cuidadosamente se añade que en esre pectoral se escriban los nombres de los doce patriarcas. Llévar siempre inscritos en e-l pecho a los padres, es meditar ininterrumpidamente en la vida de los antiguos. El sacerdore, por tanto, camina irreprensiblemente cuando contempla continuamente los ejemplos de los padres que le precedieron, escruta sin cesar las huellas de los santos y abate así los pensamienros ilícitos, no dando un paso al actuar que esré fuera del límite del orden. con razón se llama racional del juicio, porque con un examen agudo debe discernir lo bueno y lo malo, y pensar, además, cgn grll c9lo,. gyé y a quién, cuándo y cómo tal cosa convlene. No ha de buscar nada propio sino que juzgará como su provecho el bien ajeno. Por eso, encontramos ¿rllí escrito: Pondrás también en el pectorat det juicio la Doctrina y la verdad, las cuales estarán en el pecho de Aarón cuando entre en la presencia del Señor, y oti llevará siempre el juicio de los bijos de Israel en la presencia del Señors. Llevar en el pecho el juicio de los hijos de Israel a la presencia de Dios, signific a para el sacerdote analizar las causas de sus fieles de acuerdo sólo con la intención del Juez i.terior, de modo que nada de su condición humana se mezcle en aquello que administra haciendo las veces de Dios6. No vaya a ocurrir que el dolor personal haga ásperos los csfuerzos de la corrección. Así, siempr. qré se ieba e,r-

,rfirttt:tr qLtc cl cor¿rzón

sacerdotal, v¿rcío clc r'.ttrtts Pensamicntos, c'lcbc pr()curilr cn todo hallar la voluntad clc Dios.

5. Ex 28, 30. 6. "vosotros, hermanos,

pastores quc

lrilcc. l,rs veccs

dc

co- Dios, sicrv.s cll.s trrrlLrió' y rrro dijo é1, sois el pueblo de Dios mic¡nbros dcl pasror,: A<;usr.ÍN, r l,rs ovejas de sus pasros. Tenéis Sermo,24, S (CCL 41, j3O).

74

Regla pastoral

Grcgorio Magno

frentar a los vicitls :tjctrtts, pcrsígalos como si fueran Propios, para quc ni unx oculta cnvidia ni una ira precipitada perturbcn l:r tranquilidacl clcl juicio. Nt-r obstantc, cu:tnclt) sc considcra el temor producido p.or quicn todo lo gobicrna, esto es, el temor del Juez interlor, sc cornge a los fieles no sin gran sobrecogimientoT. Sobrccogimiento que al humillar la mente del pastor, la purifica, háciendo que su espíritu no se ensoberb ezca Por la presunción, no se mancille por el placer carnal, ni por la inoportunidad de un sucio pensamiento se oscur ezca deseando lo terrenal. Deseo de lo terrenal, sí, que aunque no incite al alma del pastor) es necesario vencer con Prontitud oponiéndole ,esiste.tcia, no sea que el vicio que tienta cautivando, le domine a causa de la molicie que engendra el placer, y cada vez que con perezalo rechace el alma, sucumba juzgado por la espada. 3. Sobresaliente actuar

El pastor dcbc destacar cn su acción, a fin de que, con su \rida, dé a conoccr a los ficles el camino de la vida; y la grey, que sigu e la voz y las costumbres del pastor, camine movido por el ejemplo más que por las palabras. Pues, quien está obligado por la necesidad de su cargo a exPoner con su palabra lós misterios supremos, está impelido, por.la misma .recesidad, a monstrarlos con su vida. Aquí, cuando la vida del que predica lo acredita, su voz Penetra en el corazín de

quie- ten!l() rlticclo a ti. No pucdes deúl- rrib¿r cl tribun,rl dc Cristo y consti-" inst"ncia, no quiere aquel que tituir cl tribunal dc l)onato": mc atemoriza... ¿Tengo que re- Acusr'ÍN, Sermo,46, l4 (41, 541). mcrtc a ti más que a él? No te

II,

2-3

75

los oyentes con mayor agrado, ya que al enseñarlo hablando, ayuda a que se cumpla monstrándolo. Por esto, ciertamente, se dice por el profeta: Súbete a un alto monte, tú que anuncias buenas nue,uas a Sión8. Es decir, quien se ocupa de la predicación del cielo, dejando al punto las obras terrenas, ha de manifestar que se mantiene por encima de ellas. Y tanto más fácilmcnrc conducirá a los fieles hacia los bienes mejores cuanro más los proclame con el mérito de su vida. Por eso, el sacerdote, según la ley divina, para que su acción además de útil sea singular, toma la pierna derecha, apartándola para el sacrificioe. Por tanto, quien es superior a los fieles, en virtud de la dignidad recibida en la ordenación, debe también superarlos por la santidad de sus costumbres; de modo que no haga lo que es bueno sólo según los pecadores, sino según los fieles que viven sanramente. Además, se otorga al sacerdote como alimento el pecho v la pierna,para que aprenda a inmolar en sí mismo al Cre,rdor lo que se le manda romar del sacrificio. No se limite, por tanto, a considerar en su pecho lo que es bueno; atraiga también hacia los bienes supremos a los que le observan por su santidad de vida. No desee, pues, prosperidad algude este mundo; no rema la adversidad. Atendiendo en lo 'a rnás íntimo al temor de Dios, menosprecie las seducciones clcl mundo; y al considerar el encanro de la dulzura interlor, tenga en poco sus temores. La Suprema Palabra ordena también que el sacerdore se sujete el velo del superhumeral en cada uno de sus hombrosr0, para que así el ornato de sus virtudes le proteja siemlrre contra la adversidad y la prosperidad. De modo que, .rl apoyarse sólo en lo interior, avanzando a dere cha e iz-

7. .Tú quieres crrar, tú

rcs pcrderte; yo no quiero. En

8. Is 40, 9. 9. Cf. Ex 29,22.

10. Cf. L,x 29,

5.

Crcgorio Magno

76

Regla pastoral

quierda con las armas de la justiciarr, como dice san Pablo, el pastor no vacile en ninguno de los extremos a que invita la más pequeña seducción. No le envan ezcan, pues, las prosperidades, no le perturben las advcrsidades. Las alabanzas no le ablanden nunca la voluntad, las asperezas no le hundan en la desesperación. De este modo, al no rebajar la intención de la mente con ninguna pasión, manifestará cuánta es la belleza del superhumeral con el que se cubre los hombros. En cuanto al humeral, se prescribe incluso, con acierto, que sea de oro, jacinto y púrpura, dos veces teñido de color escarlata, 1, de lino fino retorcido t p"ro, dar a entender la diversidad de virtudes que debe brillar en el sacerdote. Anté todo, brille de verdad, en el hábito de los sacerdotes, el oro, de modo que resplandezca en é1, principalmente, la comprensión de la sabiduría. Se añade el jacinto, que resplandece con el color dorado, para que todo lo que penetre con su inteligencia no le lleve a buscar ínfimos aplausos, sino que le conduzca al amor de los bienes del cielo; no ocurra que al dejars e atrapar por las alabanzas se pierda en él la comprensión misma de la Verdad. Al oro y al jacinto se agrega la púrpura. Sin duda, con el fin de que el corazón sacerdotal, al esperar las grandezas que predica, reprima e-n sí mismo las sugerencias de los vicios y se oponga a ellas cgTo con poder regio, de modo que siempre examine la nobleza de una regeneración interior y defienda, con sus costumbres, el hábito del Reino de los Cielos. Sobre esta nobleza de espíritu se dice por Pedr o: Sin embargo,,uosotros sois linaje elegido, sacerdocio real 12. A su vez, Juan nos confirma la existencia de esta potestad (potestad, sí, pues sometemos los vicios) al decir: Pero a todos los que

ll. Cf.2Co6,7.

t2. I

P 2,9.

II,

3

77

le recibieron, les.dig la potestad de ser hecbos bijos d,e Diost,. Asimismo, el salmista considera esra dignidad i. l, fortalcza cuando dice: Para mí, sin embargo,"tt¿s amigos ban sid,o bonrados en exceso, Dios, en exceso hla sid,o colsolid.ad,o su principador{. Y es que, la mente de los santos, cuando manifiesta en lo exterior sufrir vilezas, se levanta, como un príncipe, en los bienes supremos. . Al oro, a1 jacinto y a la púrpura, se incorpora una doble tintura escarlata t pxra qu. .i bien que prodri.r, las virtudes se realce ante los ojos del I,uez inteiioipor la caridad; y, todas las virtudes que brillan ante los htmbres, ,n^ráérr^n', "í, en la presencia del Juez oculto, la llama del amor interior. La c,aridad, porque ama a un tiempo a Dios y al pró¡i-o, resplandece como con doble tiniura. por conriguí.rr,., quien, anhelando la bell eza del creador descuida i, ,r.rrc.ión a.lo.s prójimos,^o, quien, ocupándose en atender al pró_ jimo, lo hace de tal forma qu. pr*liza su amor a Dios -porque en cualquier caso descuida uno de los dos-, flo ,rb. tener en el ornamento del superhumeral la doble ,ir,rrr" .rcarlata.

Aun cuando la mente tienda a los precepros de la cari-

dad, queda todavía que se mortifique ..r l, .á*. por la abstinencia. Por eso, a la doble tinturi escarlata se añade el lino fino retorcido. La belle za nírida del lino nace de la tierra. se. í,Qré designa, pues, con el lino sino la castidad, que bri-

lla con la bellez" {. la pureza corporal? por orro iado, el lino se une rerorcido a la belle z^ dei superhumeral, sin duda porque, al castigar la carne con la abstinencia, l^ ír^pl^o)^ conduce al perfecto candor de la pureza. y es qu., ,ü-pr. que enrre las demás virtudes camina el mérito i. urr, .rrrr. abatid.a, parece que brilla de forma especial el lino rerorcido del superhumeral.

13. Jn 1,72.

14. Sal 139,17.

78

4.

Regla pastoral

Grcgorio Magno

Discreto cn cl silcnc'io,

útil al bablar

El pastor dcbc scr discrcto cn cl silencio y útil al hablar, a fin d. qu. no diga lo quc dcl-rc callar, ni calle_ lo qu.e debe decir. Pues, así como hablar incautarnentc conduce al error, así también un silencio indiscreto deia en el error a quienes podían ser instruidos. Ocurre con frecucncia que los Pastoi.s i-prudenres, temiendo perder el aplauso de los hombres, tienen mucho miedo de decir con libertad lo que es rectors. Éstos, conform e a la voz de la Verdad'o' en modo alguno sirven ya con el celo que los pastores tienen por la cu"stodia de la greft sino que, al contrario, lo hacen con el de los asalariadót;-p.t.t, al esconderse en su silencio, huyen cuando llega el lobo. El Señór los amonesra -por el profeta diciend o: son perros mwdos que no sirzten para ladrartT. Y en otro lugar: No os elevasteis desde lo adaerso, ni constrwisteis ,tn muro en d,efensa de la casa de Israel Para qwe .resistierais en la bataItá el día del Señorr8. Elevarse desde lo adverso es ir contra los poderes de cstc n-rundo hablando libremente en defensa de la grey. Y estar en la batalla el día del Señor es resistir a los pei,re.sos combaticntcs desde el amor de la justicia. Por ,rrrü, que el pasror tema decir lo que cs recro ¿qué es sino dar la espalda callándose? Por cl contrario, tlpone un mulo para l, .rm de Israel en conrra de los encmigos quien sale ,l prro en defensa de la grey. De ahí que, al pecar e.l ¡yeblo, ,e diga en otro lugar: Tws profetas ztieron pdra' ti false-

lg. *¿cómo decir que son aquellos qr., te-i.ndo herir a los

do?...

¡oh pastor quc buscas

.4

18' Ez 13, 5'

/,,

dad y estwpidez, ! no pwsieron al descubierto tu iniquidad para inducirte a la penitenciate. En la Sagrada Escritura, alguna vez, se llama a los profetas "doctores>>, pues, al indicar que es fugaz lo presente, anuncian lo que ha de suceder. Sin embargo, la Palabra divina los refuta de ver falsedades porque cuando temen denunciar los pecados, favorecen en vano a los pecadores prornetiéndoles tranquilidad. Értor no ponen, en absoluto, al descubierto la iniquidad de sus pecados, puesto que callan la palabra de imprecación. En verdad, la llave para descubrirla es la palabra de corrección, porque con la increpación se patentiza el pecado, el cual, a menudo, el mismo que lo comete lo ignora. Por eso dijo Pablo: Para que sea capaz de exhortar conforme a la sana doctrina y de rebatir a los que contradicen2o. Por lo mismo se dice por Malaquías: Zos labios del sacerdote custodien la ciencia y busque la Ley en su boca, Porque es mensajero del Señor de los ejércitos2r. De ahí que el Señor amoneste, por medio del profeta Isaías, diciendo: Clama, no ceses, alza tu aoz como una trompeta22. Y es que todo aquel que accede al sacerdocio recibe el oficio de pregonero, a fin de que él mismo, claro está, marche clamando antes de la venida del Juez que llega terriblemente. Por tanto, si el sacerdote no sabe predicar, el pregonero rnudo ¿qué voz de clamor habrá de dar? Por esto, el Espíritu Santo se posó sobre los primeros pastores en forma de lcnguas23: porque a los que llena, los hace ininterrumpidarnente elocuentes de Sí. También por esto se ordena a Moisés que el sacerdote, al entrar en el tabernáculo, se rodee de campanillas2a; sin duda t para que entre con voces de predicación y no ofenda con su silencio cl juicio del Supremo

intereses, no los de Jesucristo!": Acus'tÍN, Sermo, 46, ll (CCL 41,

que hablan, no sólo no les preparan para las tentaciones inminen- 537). 16. Cf' Jn 10, 12' ,.r, iino que hasta les prometen la 17' Is 56, l0' felicidad de este mundo, que Dios

no prometió ni al mismo mun-

tus

II,

19. Lm 2,14. Tt 1,9.

20. 21.

Ml 2,7.

22. ls 58, l. 23. Cf . Hch 2, 3. 24. Cf . Ex 28, 33.

80

Grcgorio Mdgno

Espectador. Irstá cscrit(): Pard quc sc oiga cl sonido cuando entre y salga ('n t'l stntu,trio cn prcscnc'ia del Señor, y no muera25. Mucrc cl srrccrclotc quc cntra o sale si no se oye su sonido, porquc, al pcnetrar sin cl sonido de la predicación, hacc srrlir l¿r ira clcl .lucz. r-rculto contra sí.

Por otro l:rdo, muy oportunamcntc, se indica que las campanillas cstán insertas en su vestido. En efecto, iqué otra cosa dct'rcrnos entender por los vestidos del sacerdote sino sus l-ruer-ras obras? Lo atestigua el profeta que dijo: Tws sacerdotes se 'uistan de la jwsticia26. Las campanillas van pegadas a sus vestidos con el fin de que las mismas obras del sacerdote anuncien también, junto al sonido de la lengua, el camino de la Vida. Ahora bien, el pastor, cuando se disponga a hablar, atienda a la gran cautela con que lo ha de hacer, no ocurra que, lanzándose desordenadamente a hablar, hiera los corazones de sus fieles con el golpe del error. Atienda también a ella par.a no romper tontamente los lazos de la unidad cuando quiera acaso aparecer como un sabio. Por eso dice la Verdad: Tened en'uosotros sal y tened Paz entre eosotros2T. Con sal se designa la sabiduría de la palabra. Por tanto, quien se esfuerce por hablar sabiamente teng a gran temor, para que por su elocuencia no se vaya a alterar la unidad de sus oyentes. De ahí que Pablo dijera: no saber más de lo que conviene saber, sino saber tendiendo a la sobriedad2s. Por lo mismo, conforme ala Palabra divina, se unen granadas al vestido del sacerdote. ¿Qué se designa con las granadas sino la unidad de la fe? Porque del mismo modo que en una granada, con una sola corteza exterior, se protegen muchos granos en su interior, así también la unidad de la fe guarda a muchos pueblos de la Santa Iglesia conteniendo

Regla pastoral

27. Mc 9, 49. 28. Rm 12,3.

gl

dentro de sí diversidad de méritos. por tanto, para que el

pasror no se lance a hablar como un incauto, l, ü.rJrá, p* sí misma, clama a su: discípulos esro que ya hemos dicho: Tened en 'uosotros sal y ttnid paz entrr' ,oiorros2e. como si

figuradamente dijera refiriénáose al hábito del sacerdore: "unid granadas a las campanillas, para que, con cauta observancia' se manrenga la unidad i. la fe por todo t" qu.

0ecls>>.

Se ha de advertir con solícita intención c1ue, además de no. predicar cl nral baj.

a los pasrores .á,r."pro, 'ingún tampoco anuncien lo recto presuntuosa y desárdenrdr_.rr_

,.. I es que ocurre con f.eiuencia qr. Ír, palabras ;t;;J;; su fuerza cuando inoportunamenre se quiere a los corazones de los oyentes con la imprude'cia ^gr^dá, dJ la locuacil dad. Tal locuacidad deshonra a su mismo auror, pues ignoque se ha de servir a los fieles para su prove.ho. po.".ro 'i1 sc dice correcramenre por Moisés: E/ hámb* que padece lluio de semen, será iimundoio. En verdad, la óalijad del rliscurso .proferido es semen del pensr-;."io que se prorlr¡ce en la menre de los fieles; pu.r, cuando se concibe el scrmón por el oído, se genera el pensamiento en la mente3r. l'.r eso, incluso los sablos de esie mundo, lraman al predir'.rc{or egregio osembrador de palabras,,r;. Se declara in'rr-r'do al que sufre flujo de semen, porque dedicado a la r'.rl,rbrería se deshonra por ella, ya que si la expusiera or'1.'adamente podría enfendrar unr prol. d. buá;;;;";; en los ,or^tonás de sus oy.rrt.r. por el .orr'r.rrlo, 'ricrrtos r r¡.r'do el incauto se desmanda .omu locuacid"d, d.rrr-, 29. Mc 9,49. 10. I

25. Ex 28,35. 26. Sal 132,9.

II, 4

l.

Lv 15,2. L,r irnagen de Gregorio cs

,1, qr',rn cxprcsividad: del misnro

,,,,,,1,,quc por el semen sc conci_ un rrue vo ser, así por la palabra

l',

que enrra por el oído del interlo_ cutor, se engendra cn cl que escu_ cha el pensamiento. Esta imagen

es

Ia que lc pcrrnitc interpreta'r alegóricamentc cl texto del Levítico. 32. Cf . Hch 17, 18.

Gregorio Magno

82

semen, no para cngendrar, sino Para la inmundicia. Por eso Pablo, cuando amoncsta a su discípulo sobre la insistencia de la prcdicación, dijo Tc conjuro en la presencia de Dios y de Cristo Jesús, quc ha de juzgar a aivos y muertos, Por su ztenida y por su reino: predica la palabra, insta a tiempo y a destiempo33. Al decir a destiempo, antepuso a tiempo, pues

si la inoportunidad ignora ser oportuna, vilmente se destruye a sí misma la predicación en la mente de su oyente.

5.

Cercano por la compasión, entregado a la contemplación

El pastor debe ser cercano por la compasión con cada uno destacado sobre todos en la contemplación, para que por sus entrañas de piedad asuma las debilidades de los demás ¡

y

a un tiempo, por la misma altura de su contemplación, penetre los bienes invisibles apeteciéndolos. De modo que ni por apetecer los bienes eternos desprecie las debilidades de sus prójimos, ni uniéndose a estas debilidades lo haga de tal forma que abandone el deseo de los bienes supremos3a. Pablo, conducido al Paraíso y sondeando los secretos del tercer cielo, después de estar suspendido en la contemplación de lo invisible, vuclvc, sin embargo, al lecho de lo carnal y dispone cómo han de rclacionarsc en la intimidad conyugal, diciendo: Sin embargo, por razón de la fornicación, cada uno tenga su Propia mwjer, y cada wna tenga su proPio marido. El marido devuekta a su mujcr lo que le es debido, e igwalmente la mujer al maridors. Y poco después: .l1o os defraudéis el uno al otro, a no ser de comun acuerdo Por un tiempo, con el fin de dedicaros a la oración y lwego tornéis a juntaros no sea que os tiente Satanás36. Y es que, pene-

33. 2 Tm 4, l-2.

34. Cf.2 Co 12,

1.-6.

35. 1 Co 7,2-3. 36. 1, Co 7,5.

Regla pastoral

II,

4-5

83

trando.ya los secretos celestiales, examina, sin embargo, el lccho de lo carnal debido a sus enrrañas de miseri.o.ii". A li1, yez, estando elevado, lo levanta a lo invisible, y siendo nrisericordioso, inclina la mirada de su corazón a los secretos.de las. flaqu ezas. Traspasó el cielo con su conremplación, v sin embargo, no menospreció el estrato de las .oir, ."rrr,rles; ya que unido por el lazo de la caridad a lo más alto a lo más bajo a un mismo tiempo, también en sí mismo ' arrebatado cs con poder a las alturas por la fuerza del Espíritu y, por su piedad con los otroi, él mismo enferma ccuánimemenre. Por eso dice: ¿Quién enferma que yo no cnferme? ¿quién se escandaliza que yo no *, obrose-?37. y cn otro lugar: me bice judío como los judíos38. Evidenternente, no lo hacía abandonando su fe, sino dilatando su piedad, con el fin de gu€, al tomar la forma de los infieles, i'l mismo aprendiera en sí cómo había que rener misericorclia de los demás y cómo ofrecer a los áemás lo que él hubiera querido que le ofrecieran. Por esro, se dice también: si hemos perdido el juicio, ba sido por Dios; si somos sensato.s, lo es por-vosotrosse. Y es que, sabía con la contemplación trascenderse a sí mismo y, a la vez, moderarse .oná.rcendiendo con sus oyentes. Jacob' estando el Señor arriba, sobre la escalera, y la piedra ungida abajo, vio a sus ángeles subiendo y bajandooo. Lo cual significa que los buenos predicador., .d.-ái de anlrclar con la contemplación al sehor -Cabeza ya elevada de l¿ Iglesia-, descienden también por su miseiicordia a los nriembros que están en lo bajo. Por lo mismo, Moisés enrra y sale con frecuencia del Tabcrnáculo, significando con ello que quien es arrebatado a I. interior de la conremplación, ei también urgido a lo ex-

37. 2 Co 1,1,29.

38. 1 Co 9,20.

39. 2 Co 5, 13.

40. Cf. Gn 28, 11-18.

Regla pastoral

Grcgorio Magno

84

terior por lrrs fatigas dc los débiles. Por dentro' considera los miitcrios cscrriididor dc Dios, por fuera soPorta las pesaclas cargas dc los carnalcs{r. El rnismo Moisés, ante las 'farbcrnáculo y consula al Señor dudas, ,..u.r. siernprc al

.i

Arca de la Aiiauza. Con ello daba eiemplo a los pas-

".,,. rores, para que al discutir por fuera lo que han de disponer, lru.l,rm ,i.Ápre a su mente -como si fuera el Tabernáculo-

revolviendo dentro de sí las. páginas de la Sagrada Escriíir^, consulten al Señor, por décirlo así, ante el Arca de la Alianza aquello que dudan. También la -is-a Verdad, manifestada a nosotros al cargar con nuestra humanidad, permanece en el monte en ora!i¿" y realizamilagros en las óird"d.ta2. Así ofrecía a los bue,ro, p"r.ores el .rititto de la imitación; de modo que si por l" cónt.-plación apetecen ya los bienes eternos' se unan a los necesiádos .omptttiendo sus enfermedades. Cuando uno se abaja a lo más baio de sus projimos' entonces se eleva admirablemenre a h -er alta caiidad,ya que si con benignidad desciende a lo inferior, valerosamente reto rna a lo superior' Ahora bien, los pastores deben presentarse ante los fieles de tal forma que éstos no se avcrgücnccn de mostrarles sus secretosar; .on .l fin de quc los pcqucñuelos, cuando su-

¡

41. Preciosa formulación dc del pastor: Intus Dei arcavida la

na considerat, foris onera carntlium portat. 42. Cf . Lc 6, 12.

43. Aquí Parece que san Grcgorio se está refiriendo al sacrarn.nto de la penitencia. En la época de san Gregorio (s. vr), la disciplina penitencial de la Iglesia fue sustancialmente la misma quc en los siglos anteriores. Desde finales del siglo rv sabemos que sc

fuc fornr,rndo la práctica de

que

cada uno, p:rr:r la confesión de Pecados secrct()s v ocultos, se escogíir un srrccrtlotc v cjecutaba también cn privaclo la penitencia que se le irnponía. Tal práctica, iniciada en Oricntc, pirsó Pronto a Occidcntc. L,n cl siglo v, sc iue generalizanclo l¿ ct.rstumbrc cle dejar ordin,rrianlcntc ¿1 los rnonjes la administracicin clc la pcnitencia. La administración de la penitencia correspondía al obispo, que actuaba

II,

85

5

ran las sacudidas de las tentaciones, puedan recurrir a la nrente del pastor como al seno de su madre, y el pastor pueda además lavar, con el consuelo de su palabra y con las lágrimas de su oración, aquello que les haya manchado por los sucios impulsos del pecado. Delante de las puertas del Templo doce bueyes sujetan rrn Mar de bronce, esto es, una gran bañera para las purific¿rciones de los que entrenaa. Estos bueyes, además, muestran al exterior sus rostros, pero ocultan sus partes traseras. ¿Qué se designa con los docc bucycs sino cl orden univers,rl de los pastores? Pablo dice sobrc ellos, citando la Ley: l{o taparás la boca al buey qwe trillaa5. Podemos reconocer l,rs obras que manifiestan los pastores, pero ignoramos las .'¡ue qued an para el futuro, en la retribución oculta ante el .luez severo. Estos pastores, al disponerse condescendientes .r borrar con paciencia los pecados confesados de sus prójimos, es como si sujetaran la bañera que está ante las puert:rs del Templo, indicando que todo el que desee entrar por l:r puerta de la eternidad, ha de descubrir sus tentaciones a l:r ment€ del pastor y lavar sus manos, de pensamiento u obra, en la bañera de los bueyes. f

t.rrnbién por sus presbíteros. En euanto a penitencia pública o prit.rda, el principio seguido era éste: .r pecados públicos, penitencia púl'lica. Había casos cxcepcionales, t'r)rno el caso de los clérigos. San ( )rcgorio Magno sólo permitía ,rplicar

a los

clérigos penitencia

[''rivada, nunca la pública. En cual,¡uier caso, de esta época sabemos t't)n ceft€Za que la penitencia prir.rda ya estaba en uso junto con la ¡''Llblica, que correspondía al obis1'o (o a delegados por él) la admi-

nistración del sacramento

y

que,

en ningún caso se dudaba del poder de la Iglesia para perdonar los pecados. Para una exposición más detallada del problcma de la penitencia pública y privada, y sobre la absolución sacramental en

tiempos de san Gregorio, cf. E. GoElLl,R, Papsttum und Bussge-

walt in spátromiscber und frübmittelaberlicher Zeit, Freiburg 1933.

44.cf. 1P.7,23. 45. 1 Co 9,

9.

Grcgorio Magno

86

Regla pastoral

Sucedc con frccLlcncia quc cl ánimo del pastor' conociendo por su cttnclcsccndcncirr las tcntaciones aienas' se siente ren;do. L,l agurr clc la bañcra, con la cual se limpia todo. el pueblo, t.,,'tbión sc mancha. Al rccibir las impu r.ezas de. lo1 q.r. ," purificirn, cs como si ella misma perdiera la serenidad d. ,u pur"r^. por lo demás, estas cosas no deben asustar al prr,or, pues Dios, que lo ha pensado todo sutilmente, aparta i. lrs tentacion., .ótt más facilidad a los que más misericordiosamente se entregan a combatir las tentaciones ajenas'

6. Compañero de

los qwe bacen

el bien, firme frente a

los

vicios de los Pecadores

El pastor debe ser, por su humildad, compañero de los q.re hrcen el bien y, al mismo tiempo, ha de permanecer fir-., por el celo de la justicia, frente a los vicios de los pe.rdor.i; de modo que no se considere en nada superior a los buenos y pu.dr, a su vez, reconocer sin dilación l1 qotestad dc su pr.emincncia cuando lo cxijan las culpas de los malhccho..r. Pc-rr tanto, callando su dignidad' debe considerarse igual a los ficlcs quc vivcn rcctamente, y n9 ha de

temer que se practiqLlcn las lcycs dc la rcctitud con los perversos. Y es qu., .o,',-,o rccucrclo hirlrcr dicho en los Libros Moralesat, eS evidente quc l:r naturalcza ha hecho a todos los hombres iguales, Pero, según el clivcrso orden de sus méritos, la culpa pospone unos a otros. Esta misma diversidad que proc.¿l ¿.t ,ri.io, esrá re gulada por el. juicio divino, a fi" i. que unos rijan a orros, pues no- todos pueden permanece; igualmente firmesaT. Por eso' los Pastores no han

46. cf . Mor 2l , 22-24 143A, lO82); 26, 44-46

1438,

1291-1302).

(ccl(CCL

47. .Nosotros, a quienes

el

Señor .nos Puso' Porque T: lo quiso É1, no por nuestros méritos,

II,

¡i/

5-6

.lc considerar en sí la potestad del orden sino la igualdad dc condición, y no alegrarse de estar al frente de los hombrcs sino de servirlesas. También nuestros antiguos padres recuerdan haber sido, r1o reyes de hombres, sino pastores de rebaños. De modo .¡ue al decir el Señor a Noé y a sus hijos: Creced y muhi,uuestro temor ¡tlicaos, y llenad la tierraae, añadió enseguida: y .1, miedo sea sobre todos los animales de la tierraso. Temor y nriedo que al ordenar que sea sobre los animales de la tier-ra, se prohibe recaiga sobre los hombres. El hombre adelrrntz, por su naturaleza, a los animales salvajes, pero no a los demás hombres. Por eso mismo, se dice que sea temido por los animales y no por los hombres, porque querer ser tcmido por un igual es ensoberbecerse contra la naturaleza. Y, sin embargo, es necesario que los pastores, cuando descubran que sus fieles no temen a Dios, sean temidos por ellos, para que los que no temen los juicios divinos, al menos teman pecar por miedo a los hombres. Los pastores no se han de cn cste puesto del quc hcrnos dc los (cncontranros rcminiscencias (l.rr cuenta estrechísima, tenerrros de la Regla de san Benito, c. 64). (lLrc distinguir dos cosas: quc No cs la primera vez quc Grego\()nros cristianos y que somos su- rio se refiere a la dignidad del pasPcriores vuestros. El ser cristianos tor para explicar en qué consiste. cs en beneficio nuestro; el ser suEn su época, a la dignidad sacra¡'''criores es en el vuestro": Acus- mental, se había añadido una de nN, Sermo, 46,

i.10).

2 (CCL 41, 529- orden social: el pastor (obispo

48. Dignidad

o sacerdote) poseía ya un status so-

y servicio se cial clevado. No cxtraña por ello La que Gregorio se opusiera con

.rbrazan en la figura del pastor.

..lisnidad

no puede entenderse

r'()nlo distinta del servicio para el ,¡uc cl pastor ha sido elevado; en csto reside precisamente la digni.l.rd del pastor: en haber sido sac.rclo de entre los hombrcs, por el \.rcr¿mento del orden, para servir-

todas sus fuerzas a ser elevado

a

esta dignidad. Negándose a ser Obispo de Roma, rehusaba la dignidad social que conllevaba, no cl sacramento del orden. 49. Gn 9,

1.

50. Gn 9,

2.

88

Regla pastoral

Gregorio Magno

ensoberbecer en modo alguno a causa de este temor necesario, ya que cn él no han de buscar su gloria sino Ia santidad de sus fielcs. En esto, es como si dominaran a animales y no a hombres, porque, claro está, en aquello en que los fieles son como bestias deben también ser sometidos por el miedo. Sucede muchas veces que el pastor se ensoberbece arrogantemente pensando que está al frente de los demás. Como todos están sujetos a su servicio, como sus órdenes se cumplen prontamente según sus deseos, como los fieles le lle-

nan de alabanzas en aquello que hizo bien y no le reprochan lo que hace mal por no tener autoridad, como además le alaban incluso aquello que debieran reprochar, su ánimo se engríe porque tales cosas se le rinden. Y así, mientras por fuera anda rodeado de una gran estima, por dentro está vacío de la Verdad. Olvidado de sí, anda disipado en la palabrería ajena y llega a creerse tal como lo pintan por fuera y no tal como debiera descubrirse por dentro. Se considera superior.en sabiduría.a-aquellos que de forma manifiesta le aventa,an en autoridad. Se coloca a sí mismo en cierta altura y rehusa tratar a los demás col'l-lo a iguales, él que está unido a los demás por una misrna condición de natvraleza. De esta forma, sc asemcja a irqucl clel quc está escrito: Mira todo lo elevado, y ól mismo cs ray sobrc todos los hijos de la soberbia5t. El cual, descandt-, la curnbre extraordinaria y despreciando vivir en común con los ángeles, dijo: Pondré mi trono hacia el Norte y seré semcjante al Altísimo52. Sin embargo, mientras por fuera sc lcvantal-ra en el culmen del poder, en su interior se precipitaba a la fosa de la ignominia debido a ese razonamiento tan espantoso. Sí, el Pastor que siendo hombre rehusa ser semejante a los hombres se asemeja al ángel de la apostasía.

51.

del

Jb 41, 25; está hablando

Leviatán.

52. Lucifer.

Is

14, 13-14; se refiere

a

II, 6

89

Lo mismo ocurrió a SaúI, QU€ tras el mérito de su huse hinchó de soberbia por el culmen del poder. El 'rildad, Señor lo. puso_ al frente por su humildad y lo .epiobó por su soberbia. Él mismo ló atestigua al decii' sienio prqrrno ¿ tt4S ojos, ¿no te he constituido cabeza de las vibus de Is-

rael?n. Primero se veía pequeño anre sus propios ojos, pero lr-rego, afianzándose en su poder temporal, ,ró ,. consiáeró t¿rl. Se consideraba mayor a todos, pues al compararse con los demás, tenía más poder que ellos. Y, sin embargo, de rrrodo admirable, cuando para sí era pequcño, fue g.ande ante l)ios; mas cuando se creyó grandc, fue pcqueño para Dios5+. Y es gu€, sucede a menudo que el alma del pastor, engreída por la cantidad de fieles que tiene, se corrompe por l.r.soberbia que engendra la altura del poder. poder éite que s,rbe administrar bien quien, manteniendo la cantidad de fielcs, lucha conrra la soberbia. Gobierna bien el que sabe cr'rmo mantenerse firme frente a las culpas, gracias a su poder \/, a un tiempo, usa de éste para tratar a los demás como a iguales. Pues si la mente humana se engríe muchas veces in.'luso cuando no se apoya en ningún poder, ¿cuánto más se lrinchará si además se le suma éste? Por tanto, administra r'()rrectamente el poder quien con gran cuidado sabe tomar ,lc él lo que ayuda y rechazar lo que tient a y,, al mismo tiem¡'ro, sabe considerarse con él igual a los demás y anreponer'c a los pecadores por el celo de la retribuciónss.

I S 15, 17. 55. "Pertenecéis a una familia "[¡ las cosas visibles, y nosorros [los obispos] somos los administradores de esa misma famil'.r'',r alcanzar lo que está en lo alto lr.rr quc erguirse; a Dios, sin em- lia; todos perrenecemos a un únicc-r l'.rr-s., ¿lunquc es lo más alto dc Señor. Lo quc doy no lo doy de mi 53. 54.

rrr1f 1¡, 5g le alcanza no ensalzándo- propia cosecha, sino de la despcns,r '.t', sino humillándoseo: AcusrÍN, de Aquel de quien rambién yo r"\t't'tLtot 35l, 1 (PL 39, 1536; BAC cibo": A<;usr.ÍN, Sermo, lO1, 4 (pL

t6t. 174).

38,607; BAC 441, 682_688).

Grcgorio Md{rut

90

Regla pastoral

Reconoccrcl'ttos nrás plcrl:llllctltc t¿rl moderaclón Sl examinarnos los cjcn-r¡'rlos clc los ¡rrin-rcros Pastores. pcdro, qu. l...i[-rió clc DiOs cl Primado de la Santa Iglesia, rehusó [a cxccsiva vcrtcraci(rtl por Partc de Cornelio que crcía actuar bien al postrarsc humildcmcntc ante é1. Pedro se reconoció igual a él al decir: Levántate y no lo bagas, que también yo soy hombre56. Sin embargo, manifestó con cuánto poder habíá sido puesto al frente de los demás cuando descubrió el pecado de Ananías y Safira57. Con su palab-ra quitó la vida , értor; vida que puso al descubierto escudriñando con su espíritu. Así, se reconoció el mayor dentro de la tgl.sia contrt lot pecados, lo cual no considcró cuando le rendían honor vivamente los hermanos que obraban bien. Aquí, la santidad de vida mereció la comunión en igualdad; allí, el celo de la retribución descubrió el derecho de la potestad. Pablo mostró no tener conciencia de su preeminencia sobre los que obraban bien cuando decía: No es que vaya.mos a dominar vuestra fe, sino que somos colaboradores de

vuestro

gozo5tr.

Y añadió a continuación:

pwes estáis firmes

en la fr".Como si abiertamente diera a conocer qu9 revelaba ésto: oNosotros no dominamos sobre vuestra fe porque estáis firmc cn clla, y sabcmos que somos iguales a vosotros en aquello que estáis firmes". Y es como si ignorase estar al frentc de los hermanos cuando dccía: Nos bicimos en medio de vosotroscc. Y en otro lugar: I',los hipequeños ^cimos siervos auestros por Crisfot'r. Sin cml'rtrrgo, cuando encontró un pecado que debía scr corrcgiclo, al instante se reconoció magistrado, diciendo: ¿Qwó c¡ucróis, que vaya 4 aosotros con el palo?62

56. Hch 10, 26. 57. Hch 5, 3-5. 58. 2 Co 1,24. 59. 2 Co 1,24.

I Ts 2, 7. 61. 2 Co 4, 5.

60.

62. I Co'1,

21.

II,

6

Por tanto, la máxima dignidad es bien administrada cuando el que preside domina más sus vicios que a sus hernranos. Tras corregir a los fieles que pecan, es necesario torlavía que los que presiden atiendan cuidadosamenre a lo siguiente: por guardar la humildad, deben los pastores recorlocerse iguales a aquellos que corrigen, / eSto, en la misma nredida que castiguen las culpas con la debida disciplin a haciendo uso de su derecho poresrativo. Aunque muchas \,cces, también es muy digno que, en nuestro callado pens;1miento, prefiramos más a aquellos que corregimos que a nosotros mismos. Y es que, nosotros ya castigamos sus vicios con el rigor de la disciplina, pero nadie reprende con p;rlabras de censura lo que nosotros mismos cometemos. Por cllo, estamos tanto más obligados ante el Señor, cuanto más irnpunemente pecamos ante los hombres. Por otro lado, nuestra disciplina deja a nuestros fieles tanro más libres en cl juicio divino cuanto aquí no deja sin castigo sus culpas. Por consiguiente, se debe conservar la humildad en el corazón y la disciplina en las obras. Pero de tal forma que no vayan a desvanecerse los derechos del cargo por custotliar sin moderación la virtud de la humildad; no sea gu€, habiéndose humillado el pastor más de lo conveniente, la r ida de los fieles no pueda estar sometida bajo el lazo de la .lisciplina. Los pastores, pues, deben mantener por fuera lo ..1ue recibieron para provecho de los demás, y conservar en sr-r interior gran temor de ser estimados. Los fieles, por su l):1rte, deben descubrir por ciertos signos que se manifiesl:u'l oportunamente, que sus pastores Son humildes, de forma ,¡r-re puedan descubrir en ellos lo que deben manrener de su ,rutoridad y lo que han de imitar de su humildad. Así pues, esfuércense los pastores sin descanso en humill.ir su autoridad exteriormente, para que no venza a la reflcritin, ni arrastre al alma a complacerse en sí misma, no sc:l (lLrc no pudiéndola administrar ya con la mente, se apoclcre .'le clla el placer de dominar. Por eso, para que el áninro rlcl

Grcgorio Magno

92

pastor no sc cngría complaciéndose en su poder, se dice acertadamente por cl sal'rio: Te han nombrado jefe, no te engrías, sino sé entrc los demás como uno de ellos"3. Por lo mismo dijo Pedro: No dominando a lo asignado, sino hechos forma del rebaño,a. También la Verdad, llamándonos a las más altas cumbres de la virtud, dice por Sí misma: Sabéis qwe los príncipes de las gentes, las dominan, y los que son grandes ejercen su poder en ellos. No será así entre ztosotros, si algwno quiere ser becho grande entre 'uosotros, sea auestro servidor; y quien quiera ser el primero, será vuestro esclazto; porque el Hijo del hombre no ba venido a ser servido sino a serztir65. De ahí que indique los suplicios que le quedan para después al esclavo que se había engreído por el cargo recibido, diciendo Pero si aquel siervo malo dijera en su corazón: " Mi Señor tarda en venir,, y se pusiera a golpear a sus compañeros, y se pwsiera a comer y a beber con los borrachos; y ztiene el Señor de aquel siervo, el día que no espera y a k hora qwe ignora, lo separará y pondrá su suerte entre los bipócvitas66. En verdad, el que use el ministerio pastoral para dominar simulando disciplina será justamcnte considerado entre los hipócritas. Y, sin embargo, a veces se peca más gravemente si con los malhechorcs sc procura más igualdad que disciplina. Por eso, el estricto Juez castigó a Elí y a sus hijos con una rigurosa sentencia, porque llcvado dc una falsa piedad no quiso herir a sus hijos pccadorcs"T. f)e ahí que la palabra divina le diga: Honraste a tus bijos más q.ue a.mí68. Por esto mismo increpa a los pastorcs, por mcdio del profeta, diciendo: Lo que está quebrado no lo soldáis, y lo que está descarriado no lo recogé¿i6e. Se recogc lo descarriado cuan-

Regla pastoral

II,

6

93

,1. el que cae en el pecado es reconducido con fuerza al est.rdo de justicia gracias a la solicitud pastoral. y un vendaic' suelda lo quebrado cuando el pecado es abatido por la ,lisciplina, a fin de que la herida, si no la coarta la severi..l¿d del casrigo, no lleve a la muerte. con frecuencia, la fractura se quiebra más gravemente si se venda sin precaución, pues más se .esie.rte si las ven,las aprietan inmoderadamente. Por eso, es nccesario que .rl oprimir con la corrección la herida del pecado en ios l'icles, se aplique moderadamente la prohibición; de manerir que se ejerzan de tal modo los derechos de la disciplina contra los pecadores, que no se pierdan las entraRas de piedad. En verdad, el pasror ha do procurar ser para sus l'ieles como una madre por su piedad y como un prdr. po. su disciplina. Y, en ambos casos, prever con solíiita aünción que su severidad no sea rígida, ni su piedad remisa. )ues, como f dijimos en los Libros Mora[es7a, disciplina -ya rnisericordia pierden mucho si no va la una con la otra. 'l)or tanto, en los pastores debe hallarse, respecto a sus fielcs, tal misericordia que castigue justamente y tal disciplina que repruebe con piedad. Por eso, como enseña la Ver.lad7r, el samaritano llevó al que estaba medio muerto a la 1'rosada, y le aplicó vino y óieo a sus heridas, para gue, claro está, se cauterizaran por el vino y se calmr., ,, dólot ¡ror el óleo. Es necesario que todo el que esté al frente ^óleo para s¿lnar heridas añada al vino el escozor del dolor, y "lpuril;1 ternura de la piedad; de modo que por cl vino se l'ique lo pútrido y, por el ólco se defienda lo qu. i.be sanar.

Por c-onsiguiente, dulzura y severidad han de ir juntas, rrrezclándolas proporcionadamenre paraque ni por la mucha 63. si 32, t. 64. 1, P 5,3. 65. Mt 20,25-28. 66. Mt 24, 48-51.

67.Cf. 1S4,t7-18. 68. 1 S 2,29. 70. Mor 20, 14 (CCL

69. Ez.34,4. I

0 12).

143A,

71. Cf . Lc 10, 33.

Regla pastoral

Gregorio Magno

94

rcn los fieles, ni por la excesiva benignidad se hagan disolutos. El Arca del Tabernáculo es Para san Pablo muy bucn signo dc estoZ2. En ella, a un tiempo' se encuentran junto a las Tablas la vara y el maná. Así también, en cl pccho dcl buen pastor, junto a la ciencia de la Sagrada Escritura, han de ir Ia vara del castigo y el_maná de la áulzura. por eso dijo David: Tu ztara y tu ca.yado me sosiegantt; la vara nos golp ea y el cayado nos sostiene. Por trrrto, si se da el castigo con la vara que hiere, debe darse también el consuelo con el cayado que sostiene. En conclusión, haya amor' Pero que no ablande; haya rigor, pero que no exaspere; haya celo, Pero que no se exalaspereza se exaspe

te sin moderación; haya piedad, Pero que no tenga más consideración de la que conviene. Y así, el que está al frente, al temer con justicía y clemencia estar en la cumbre del ministerio, pueda cautivar, atemorizando, los corazones de sus fieles, y pueda moderarlos, cautivándolos' Por el respeto que produce el temor.

7. Atención a lo interior, solicitud por lo exterior El pastor no debe disminuir su atención a lo interior Por las ocupaciones exteriorcs, ni dcbe abandonar el cuidado de 1o e"teiior por la solicitud de lo intcrior; de modo que no se derrumbe interiormente al entregarsc a lo exterior, ni impida aquello que por fuera debe a sus prójimos ocupándose sólo en lo interior. A menudo, algunos, olvidándose de que son prelados en la causa de sus hermanos, Se entregan con todo el esfuerzo de su corazón a los cuidados seculares: cuando están Presentes, se ensoberbecen realizándolos y cuando faltan, los

4.

73. Sal 23,4.

6-7

(r5

,rnhelan día y noche con la agitación de una menre dcsor,lcnada. cuando hallan un respiro, quízás porque haya clcs.rparecido una oportunidad, se sienten más cansados por su ¡nisma quietud. Consideran una satisfacción estar oprimitl.s por las ocupaciones, y un infortunio el no trabajar en .lsuntos terrenales. Sucede entonces que mientras se alegran tlc estar agobiados por vanos esfuerzos mundanos, ignóran .rquellos secretos interiores que debieran enseñar a otros. A causa de esto, claro está, la vida de los fieles se debilita, por(lue cuando pretend-en. progresar espiritualmenre, tropiézan crl su camrno con el obstáculo que es para ellos el ejemplo clc su prelado. Y es que, languideciendo la cabeza,.n ,ráno crecen los miembros; e inútilmenre avanza un ejército para cxplorar al enemigo, si se equivoca el mismo guía del carnino. Ninguna exhorración eleva ya la menre de los fieles, ninguna amonestación castiga sus pecados. Porque cuando cl pastor de las almas se dedic a a ejercer el oficio de juez terreno, el cuidado pasroral por la custodia de la grey se debilita. Con ello, los fieles no desean ya alcanzar laluz de la Verdad, pues, al estar ocupada la mente del pastor en los .rfanes terrenos, el polvo provocado por el viento de la tentación, ciega los ojos de la Iglesia. El Redentor del género humano, reprimiendo en nosotros la voracidad del vientre, dice contra esto: Atended a uosotros mismos, para que no se os emboten ztuestros corazones en la glotonería y la borracherdT4, añadiendo ensesuida: o en las preocwpaciones de esta vida75. E insistiendo, agrega más adelante el remor: para que no venga -dijottQuel día de improviso sobre ,uosotros76. Anuncia, además, cómo será la venida de aquel día, diciendo: como un lazo, pues aendrá sobre todos los qwe habitan la faz de la tierra77.

74. Lc 21,34. 72. cf . Hb 9,

II,

7s. rbid.

76. rbid. 77. Lc 21,35.

Regla pastoral

Grcgorio Magno

96

Por eso clicc cn otro sitio: l',ladic puedc sentir a dos

se-

ñores7s.

por lo rnisrno, Pirlrlo, convcncicndo más que forzando, el aparta la mente clc las pcrson¿ls rclig.iosas. del trato con de Dios' se enlas -trndo, al clccir: Ninguno que milita fiQs a.l q.ue_\ h.a complacer para reda en los negocios á, to ói,Jo, la Iglesia alistad,oT'). De ahí que se ordené a los Pastores de esrar libres de afanes y se les enseñen remedios para go.b..."r, diciendo: Si twztiereis tribwnales P¡ra ¡suntos cotid;r;;r:, poned por jueces a los que no representan nada en ta lglisia*. Eé d.ti., que los qr. no están adornados de áon!, espiritualcs se d.iiq.t.tt a las tareas terrenas. O dicho más claramente: puesto que Son incapaces de escrutar los misterios íntimos, trabaien al menos por fuera en lo que

sea

necesario.

También Jetró, siendo extranjero, reprende a Moisés c.on un esfuerzo -que hablaba".on Dios- pues se ocuPabl .,r*o de los asunros terrenos del pueblo. Y le ofrece a continuación un conseio, para que nombre a otros que diriman i"t pf.i,os en ,u lúgt., y éi mismo, más libre' conozca los mrsterlos esprritualei pa.a instruir a los pueblos' Po. .onriguientc, los ficles deben encargarse de los asuntos inferiores y los pastores han de meditar los bienes suno premos, a fin-de que- el que está al frente p^ra Prever frenal están que Los ,ruble su mirada atendietrdt al polvo. te son cabeza de los fieles, y p^'^ que los pies puedan .recorrer rectos caminos debe la iabeza preverlos desde lo alto,

7g. Lc 16,

quc, destinaclos a las ocupaciones

13.

Tg.2Tm2,4.Ciprianodcrcligiosas,ntl'pucdcrrapartarsede los negoCartago, cr-,mentandn .ir. tcxtc), la Iglcsia y clcclic,rrsc a l' Epistula sislo?": dcl afirma: *Y si csta rccomcndación cios 364241' BAC l-2; (CCL 38' más cstá dicha para toclos, 1

¿cuánto

implicaciones y embarazos profanos, los

dcben alejirse dc talcs

365)'

80' 1 Co 6' 4'

II,

,)

7

/

no sea que la cabeza, doblado el cuerpo, se incline hacia ticrra y tropiecen los pies al avanzar en su caminosr. Si el director de almas está ocupado en los asuntos terrenos que él mismo debía reprender en los otros ¿cómo puede arrogarse entre los demás el honor de pastor? Por esto, cl Señor amen za con la ira de una justa retribución dicienclo por el profeta: El sacerdote será tal como sea el pweblo\2. Irn efecto, el sacerdote es como el pueblo cuando, debiendo .lesempeñar un oficio espiritual, se dedica a hacer lo mismo que los que andan todavía entregados a los afanes carnales. lrl profeta Jeremías contempló y deploró esto mismo, con sran dolor de su corazón, bajo la imagen de la destrucción clel templo, cuando dijo: Cómo se ba oscurecido el oro, ca,mltiado sw color supremo; las piedras del santuario están esparcidas por las esqwinas de todas las plaza.s83. Por oro, que sobresale sobre los demás metales, ¿qué hay que'entender sino la excelencia de la santidad? ¿Qué se expresa con color sLtpremo sino es la reverencia de la religión, amable para todos? ¿Qué se designa con piedras del santwario, sino es a l:rs personas del orden sagrado? ¿Qué se simboliza con el rrrrmbre de plaza.s, sino la anchura de la vida presente? En griego, anchura se dice platos; de ahí que, por su anchura, se llrrmen plazas. La Verdad dice por Sí misma: Ancho y espacioso es el camino que lleva a la perdición\+.

81. No quiere esto decir

que

l,ts fieles seglares no deban meditar l,rs bienes supremos de cara a la sanri.lrrd. Lo que se afirma claramente ('\ clue a los pastorcs (obispos y sar t'r'dotes) no les toca desempeñar tar('.rs seculares; realizarlas sería pria los fieles seglares del don del

'.rr

r.rccrdocio ministerial que es Propt(t' bomines. Sacerdotes y fieles

están llamados a la misma santidad,

pero no de la misma forma. Recordemos que la Iglesia venera como santos a los padres de san Grego-

rio, Gordiano y Silvia, que santamente vivieron en matrimonio. Sobre esto mismo, cf. infra

82. Os 4, 9. 83. Lm 4, 1. 84. Mt 7, 13.

III,

4.

98

Grcgorio Magno

Por tanto, cl ()ro sc oscurcce cuando la santidad de vida se mancha cor-l obras tcrrcnales. El color supremo se muda cuando disminuyc la cstirna dc aquellos sobre los cuales se creía llevaban una vida rcligiosa. Pues aquel que después de llevar una vida dc santidad sc metc cn obras terrenales, pálidece ante los ojos humanos, y se olvida su reverencia como si cambiara de color. Se dispersan, también, las piedras del santuario en las plazas, cuando los que debían dedicarse a los misterios internos para adorno de la Iglesia vagan por fuera, en los anchos caminos de las causas seculares. Para esto, ciertamente, fueron hechos piedras del santuario: para aparecer dentro del Sancta Sanctorwm con vestido de Sumo Sacerdote. Los ministros de la religión, cuando por el mérito de su vida son incapaces de hacer brotar de los fieles alabanzas a su Redentor, aunque tengan ornamento de Pontífice, no son piedras del santuario. Las piedras del santuario yacen dispersas por las plazas cuando las personas del orden sagrado se entregan a la anchura de sus placeres y se apegan a los asuntos terrenales. Hry que notar, además, que no se dice que estén dispersos en las plazas, sino en las esquinas de las plazas; porque incluso cuando se entregan a los asuntos terrenales desean que se les consideren sobrcsalientes para mantenerse, por la complacencia en sus placeres, en el camino ancho, y estar, sin embargo, en las esquinas de las plazas gracias a la dignidad de su cargo. Nada impide tampoco que tomemos por piedras del santwario a las mismas piedras con las cuales estaba construido. Éstas yacen dispersas en las esquinas de las plazas cuando los que han recibido las sagradas órdenes, en cuyo ministerio santo parecía antes encontrarse la gloria, se entregan a las obras terrenales movidos por el deseo. A veces se deben soportar por compasión ciertos asuntos temporales. Nunca, sin embargo, se han de solicitar por amor a los mis-

Regla pastoral

II,

7

1).)

mos; no sea que la mente del que se ocupa de ellos, solrrccargada y vencida por su peso, s. pre.ipite desde los cick>s a lo profundo. H?y orros a los que se les encarga el cuidado de la greft pero desean enrregarse de tal modo"a los asuntos espirlr;l.:, para.su propio provecho, bajo ningún .árr..p,o ¿rtienden los asunros exreriores. lue b.rpr..irrrdo"fo, ;;;ñ;: to los asuntos materiales, no ,o.orr.i las necesidrd., d.^ru, fieles. No debe asombra¡ que su- predicación sea d.rpr..i.da' pues, al corregir los h.iho, dé lo, pecadores sin ofrecer lo necesario para la vida presente, no son escuchados con agrado. Y es 9ue, la docirina prcdi cada no penetra e' la rnente del indigenre, si junto a iu ánimo no ü ,..o-;.rrJ, una mano misericordiosa. La ¡emilla de la palab* g.r-ir* fácilmente cuando la piedad del que predi [,^ h,i.;; .; ;l pecho Por eso, gy.tte. es .,...rrrio que el prlro. ,." Í.1 capaz de infundir bienes interiores y ,l..tr. d. la, ;;";;: zas exteriores. . lor pasrores deben, además, arder respecro a los afanes i'teriores de sus fieles, pero de tal -odo que no dejen el cuidado de sus vidas .., hr ocupaciones .^t..ior.s.'pues, como ya hemos dicho, el ánimo de la grey se debilita casi con r.azón para recibir la_predicación, siel'pasto, d.spr..i" 'rtender ay.udas externas. po. .ro, el primer'prrro, amonest¿1 con solicitud diciendo: A los prrrlítrro, q* están entre itosotros, viztamente os pido, yo copresbítero'y testigo de los sufrimientos de cristo y porúripe'de lo glo,río que se ba de manifestar en el k gTey de'Dios que os ,fu.tw12:'apaceitad cstá encomendada,'s. Él mismo .r.lrre.". íi t" que actnseja cs alimento para el corazón o para el cuerpo, al añadir enscguida: Gobernando no por'fwerza, ,iri grrrroromentc, ;cgún Dios; no por mezquino afán de gananiio, ,ino ,orunfl5. tP5,t_2.

Gregorio Magno

100

Regla pastoral

Con cstas palabras advierte fielmente a-lo-s pastores p^ra que al satisfáce r las necesidades de los fieles no se hieran con el aguijón dc la ambición t f para. que al recuperarse los ficlci gracias a sus_ ayudas .materiales, no se q,.r.d.., ellos ..r ,yrñas de-l pan de la iusticia. Pablo exhorá, ,d.- ás, a esra solicitud pastoral cuando dice: Quien no su cLsa'' se preocupa Por los suyos !, especialmente,-por los de se tanto, Por infiel87. un peor que es bi ,rntgadó dt k f, y vigiatenta con estary debe ,.i.r. siempre un santo temor lancia, para que al dedicarse al cuidado de lo exterior' no se debiliie la atención a lo interior. Y es gue, como ya hemos dicho, sucede muchas veces que los coraT.ones de los pastores .rrt..grdos incautamente a la solicitud temporal, se enfrían en el amor interiof, y, sumergidos en los asuntos de fuera, no remen olvidarse áe haber iecibido como misión la dirección de almas. Por consiguiente, es necesario que la solicitud exterior en favor de lás fieles se manrenga baio cicrta medida. De ahí que se diga por el profeta Ezequiel +?t sacerdotes no ,, ,iporán ti ,ibtto, ii dejarAn crecer libremente su ca'betti, sino que se cortarán cuidadosamente el pelot'. L9t qu. .stár, ,í fr..rte son llamados ..sacerdotes>, pue: están p^r^ administrar un mando sagradose. Pues bien, los cafellos en la cabeza equivalen a los pensamientos exteriores en la mente. Los q.t. t. producen sobre el cráneo insensiblemente designan los cuidados de la vida Presente'

tariamente

8('.

Ezecbielem

86. 1 P 5,2. 87. 1 Tm 5,8.

(ccl-

88. Ez 44, 20. RaParse la cabcza era signo de luto; dejar creccr el cabello era signo de lujuria

y barbaric; ninguna de estas

cosas

debía aparecer en el sacerdote. Cf.

Jl.nrlNtuct, Commentariorum in

libri XVI, 13,

44

75,658).

89. Gregorio hace aquí un

juego de palabras cntrc sacerdotes

y sacrum ducatum;

sacerdotes

Z-g

t0t

pues, al surgir inoportunamenter por falta de advertencia, es como si crecieran sin nosotros sentirlo. Rectamente sc prohibe a los sacerdotes raparse la cabe za y dejarse crecer el .pelo, - ya que los pasto..r, ,u.rque debér, ,.rr.. ciertas solicitudes exreriores, no deber, ,ü embargo, dedicarse a ellas con vehemencia. De modo que ,ro ,párten de sí totalmente los pensamientos crr.ralés de la de fie"i¿, por sus le.s, ni.se relajen dejándolos crecer en exceso. eso, se dice bien: se cortarán cuidadosamente el peloeo. Es d;.ir, el cuidado de la solicitud temporal deb. ,.i atendido ,r.,ro como sea necesario y, a un tiempo, ser cortado para que no crezca inmoderadamente. Los cabellos se conservan en la cabeza del sa.cerdote para cubrir su piel y se corr an para no tapar sus ojos, cuando la vida de los cuerpos se protege. con un _providente cuidado de lo .*t.rio., qrá ,ro resulta impedido gracias a una moderada "igilrrr.ia del corazón.

8. Buscando agradar a Dios y no a

los hombres

Junto a todo lo dicho, es necesario que el pastor esté alerta para.que.no busque, impulsado po, *, prriorr., agra_ ,

dar a los homb¡es más qu. r Dios, ii d.r.. que le ,ñ.., rnás a él que a la verdad cuando profundice los bienes interiores movido por el celo y atienda próvidamente las tareas exteriores. No ocurra que pa.eciendo ajeno al mundo por sus buenas obras, se haga exrraño a su Autor debido a su amor propio. Quien por las obras buenas que hace desea ardienterncnte que la. Iglesia le ame a él en lugar de a su Redentor, cs enemigo de éste. El joven por -ed1o del cual el .rporo

namque iure ,¿ocati sunt, qui ut sdcrum ducatum Praebeant, fidelibus prLesunt.

II,

90. Ez 44,20.

102

Gregorio Magno

transmite regalos es reo de pensamientos adúlteros si con esos regalos busc a agradar a la csposa. Cuando el amor propio sc apodera de la mente del pastor, unas veces le conducc a la blandura y otras a la aspereza. La mente del pastor se vuclca por su amor propio a la blandura cuando no se atreve a corregir a los fieles que pecan para evitar que el amor que éstos le tienen se debilite; llegando incluso en ocasiones a alabar con adulaciones los errores de los fieles que debiera reprender. Se dice muy bien por el profeta: Ay de aquellos que cosen almohadillas para ponerlas debajo de todo codo, y hacen almohadas Para ponerlas debajo de las cabezas de toda edad, para atra.par a las alma.ser. Poner almohadillas bajo todo codo es, ciertamente, adobar con persuasivas adulaciones las almas que decaen de su rectitud y se inclinan al placer de este mundo. Cuando se suprime la aspe reza de la corrección y se ofrece la blandura del halago al pecador, al cual para que permanezca blandamente en el error ninguna aspereza de contradicción le acusa, es como si se pusiera al abrigo el codo y la cabeza de uno que yace con almohadilla y almohada. Claro, que los pastores que se aman a sí mismo sólo tienen tal actitud con aquellos que piensan pueden dañar su deseo

de gloria temporal. Sin embargo, se fijan en aquellos que nada les pueden hacer, los oprimen con la aspere za de una rígida mordacidad, nunca los amonestan con clemencia, sino 9u€, olvidando toda mansedumbre, los aterran con su derecho de dominación. La Palabra divina increpa rectamente a estos pastores por el profeta, diciendo: Vosotros, sin embargo, los habéis dominado con violencia y dwrezae2. Los que se aman más a sí que a su Creador se erigen jactanciosamente sobre sus fieles, atendiendo no a lo que debieran sino a lo que es

91. Ez 13, 18.

92. Ez 34,4.

Regla pastoral

II, g

IOJ

para su provecho. No remen nada del juicio que ha de venir, se glorían malvadamente de su p"i;;;porar. Les gusta hacer libertinamenre ro ilícito y que ninguno de los fieles le contradiga. Al afanarse .tr hrá.i.r querer que anre esto callen los demás, él mismo se -ji cor,rriérre en testigo

y

que va en su conrra' pgrque al no querer que defiendan i, vl, dad contra sí, .rti d.r.ando qr. l. ,-á , él que a EIla. También es cierro que no i*y ,rrdi. -], de tal modo lu. gue nunca peque' Sin embargo, quien dér., "i", que se ame más inrensamenre a la verdaa qi. a é.1""-;;i;re que en favor ru{: .\^y^.quien escarime álgo . h v..árJ. por eso pedro recibió de buena gana ra incrépación d. prblo ,,3, y David escuchó humildemente ra .or....ión de ,, ,.iuai,;i. y;;;;;, los buenos.pastores, al no tener amor propio, consideran rcomo un obsequio de humildad la palab., i. ir;;;;^;;;;za de sus fieles. Junto a esto, es necesario que se gobierne con tanto arte que los fieles, movid.os por recto, ,..r1i-ienros, puedan acudir al pasror con liberiad de parabra. liu..rra que no se debe convertir en soberbia, no sea que al conceder una desmedida libertad de palabrr, ,. pierda en los fieres la humildad de vida. Es necesario saber también gue los buenos pastores, sin buscar agradar a los hombres, debe., los prójimos al amor a la verdad gracias a la dulzura^rr^ri-^ J.-;; traro. No para desear ser amado pá. ellos, ,irro pr* t *, de ese amor como un camino por el cual lo, .árazones d. *, oy;;;;; se introduzcan en er amor al creador. Es .i..tr-.nte difi cil que se escuche de buena.qr.l, al predicador que no se amal aunque enseñe cosas subidísimas. Por consiguiente' el pastor. debe procurar ,le amen que sus fieles Io suficie.rr. pr., que le .r*itr.rr, ,i uur.ando, sin 93. Cf. Ga 2,

lI.

94.Cf.2512,7.

104

Gregorio Magno

Regla pastoral

embargo, su aÍror por sí mismo; no sea que descubra estar enfrentándosc en la oculta tiranía de su pensamiento a Aquel a quien lc corrcspondc servir por oficio. Bien lo insinúa Pablo cuando nos manifiesta lo oculto de su a[án, diciendo: Como también yo en todo complazco a todoses. Y en otro lugar: Si todaztía tratase de complacer a los hombres, no sería siervo de Cristoe6. Por tanto, Pablo complace y no complace; porque en aquello que desea complacer, busca, no a sí, sino por medio suyo que la Verdad complazca a los hombres.

9. Distinguiendo los vicios de las ztirtudes

10, 33.

96. Ga 1,

8-10

10.

t05

al corregir

También

!^v qu€ saber que en algunas ocasiones sc disimular-prrd.nr.-..rr. los .,ricio's de los fi;i;;;;.;" dando a entend.i q.r. se disimulan. y ,rr* veces se deberán tolerar oporrunamenre los vicio,"ri á"rrifi.rr", y"árr* indagar agudamente incluso los o.ultor. ü'* habrá q;; r --' ¿lcusar con suavidad y otras increpar con vehemencia. efecto,,hay vicios que, .oÁo hemos dicho, se deben d.isimular prudeni.-.rrt., p.ro dando a entend., q.r. ;; d" simulan; de modo que el pe.ado, ,l d.r.ub.i, qu. fr, ,;á" sorprendido deben

pero no corregido, se avergüence de aumentar qug considera en ér calladam;;; ,ol..ráál r;i tnismo, que ha sido excusado con clem.rr.i, por la p..iJrr.i. del pastol se cor_rija justamenre. con el mismo disimulo corrige el Señor a Judea cuando dice por .i pror., Err, ,Ábusrcra y de mí no te has acordado,i-"o^, tríi refrexionado en tu corazón, porque yo, callando, bagó como que no ,eos7. Disimuló sus pecados y a un tiempo To, ini;.á, aunoue '""""' Ios silenció, sin. embargo, dijo por qué "^que ro, .ríJu;.*' Por otro lado, cuando el momento no sea oportuno para se corrüan abiertamente, los vicios claramente :u. manifiestos se deben tolerar oporrunamenre. si se sajan inoportunamente las heridas, se lrritan mucho más, y ,i lo, -.ai camentos no se aplican a su tiempo, es .rriáerrte que pier_ clen su eficacia. Mi.rrtr* se brrá .t -o-.rrro oportuno r)ara. corregir a los fieles, la paciencia del pasror se pone a ¡trueba bajo el peso de sus p.cador. Po, .io ,. dice rcctarnenre por el salmista: Sobri mis espaldas construyeron los pe.cados

El pastor también debe saber que los vicios muchas veces fingen ser virtudes. Y así, bajo el nombre de moderación se disimula la avaricia, y el derroche se oculta bajo la apelación de generosidad. Al perdón desordenado se le llama piedad y a la ira sin freno se la considera virtud de celo espiritual. Se llama eftcaz prontitud a la acción precipitada y deliberación de peso a Ia ardanza en el actuar. Por eso, es necesario que el director de almas discierna, con vigilante cuidado, las virtudes de los vicios. De modo que la avaricia no ocupe su corazón ni se ensob erbezca creyéndose parco en donaciones. No se gloríe al derrochar abundantemente como si fuera misericordiosamente generoso. No conduzca a sus fieles al suplicio eterno perdonando lo que debiera castigar, ni castigue los pecados tan brutalmente que él mismo peque con mayor gravedad. No se anticipe precipitadamente, debilitando lo que podía haberse hecho con rectitud y gravedad, ni aplace el premio de la obra buena convirtiéndola en mala.

95. 1 Co

10. Discreto

II,

Y es q-ue, ciertamente, sostenemos sus cargas sobre nuestras .rprldrr, de ahí gu.9 se q.r.¡. d. qr.f"r^i"_ cadores hayan construido sobre'ella. ¡, .á-o si claramen-

pecadoreses.

97. Is 57,17.

98. Sal 129,3.

Regla pastoral

Grcgorio Magno

106

los sostengo como te dijera: oA los quc no puedo corregir' a una carga sobrc mí>>' Sedebcntambiénindagaralgunospecadosqueestá.''''-tl ptttbt' guiado por ciertas tilmente ocultos, de fot'na que lo-que.late escondidaseñales qu. ,p*...t', dt"9ült 'oáo así, cuando llegue menre en la -."r. ¿. sus fieles y pueda;i ;;-.nto de corregir, conocer lo mayor qor lo pequeno'

PorestosedicerectamenrcaEzeq.uiel:Hijodebombre,, enseguid^t Yatra'uiesa la pared,'e. Y el mismo ptoitt" ^i,?!' puerta; Y wna allí habiendo atra,e:sado la pared, ipareció que éstos me d,ijo: oEntra y ,ue .lai terriblis abominaciones de reptiles y animales hacen abí,. Y eínando zti rcda clase de Israel estaban Casa la de reDupnantes, y-il¿"t llos ídolos designando aquÍ p.or oEze-

;i"";;;;;--r"' ú panedloo'.St está la dureza q"i.f" " l" p..ion, dt los pastores' Por "pared' sino abrir la durede los fieles. ni.r',.'"t l' p"td, ¿qué es za del ,or^róÁ.o" 'gud"t ittdtg"iiotttt? Despuét--dt ^traprr.d, a Ezeq"uiel le apareció.una Puerta' Y es 9ü€' yt t.t con afanocuando la dtrler^ de:'corazón se quiebra,

;t;;t

es como sr sas indagaciones ya con oportunas correcclones' desde la cual se ven los pensase presen r^r^- rrrí,,

mientos

pt""' interioret á aquel a quien - se corrige' Por eso'

Entra y ve las terribles abominaciones que para contemplar .las abomiéstos bacen ahírct L,ntra como exte,,r.ion., el que, después de considerar ciertos signos

;;J.

enseguid a:

rioresquesemuestran'penetradetalmodoenloscorazo-

todos los Pennes de sus fieles que es c apaz de descubrir aiada: Y que ahí De samientos ilícitos qtt t" tliot hay' ',:-

,li*

reptiles'y animales repugnantesta2' teóot "r.ptiles' se designan'plenamente los pensamientos elevados rrenos' con "ani-.ltJ" los que ya están un Poco

trando ,i toio

99. Ez 8,8. 100. Ez 8,9-10.

d,e

1Ol. Ez 8, 9-10. lO2. Ez 8, 9-10.

II, 10

l0/

sobre la tierra pero anhelan todavía como premio el h,rl,rgt, terreno. Los reptiles están pegados con todo su cuerpo a l,r tierra y los animales, aun teniendo gran parte de su cuerpo elevada sobre ella, se inclinan siempre por su deseo de gula a la tierra. Y así, cuando se revuelven en la mente pensamientos que nunca se elevan sobre los deseos terrenos es como los reptiles que están entre las paredes. De igual forma, es como si los animales estuvieran entre las paredes cuando, teniendo pensamientos justos u honestos, se desean sin embargo ganancias y honores temporales. Por aquéllos, ya se estaba sobre la tierra, por éstos, se sumen en lo profundo como por deseo de gula. De ahí que se aiada acertadamente: Y todos los ídolos de la Casa de Israel estaban pintados en la paredro3. Ciertamenre esrá escrito: Y la aztaricia, que es una esclavitwd de ídolosro4. Se describen los ídolos después de los animales porque algunos, aunque ya casi se levantan de la tierra, se precipitan a ella debido a su deslronesta ambición. Acertadamente se dice: Estaban pintados, porque.cuand.o las figuras exteriores atraen interiormente es como si se pintara en el corazón todo lo que se piensa al reflexionar con falsas imágenes.H^y que notar además que ¡-rrimero está la abertura de la pared, luego se presena la puerta y sólo entonces se manifiestan las abominaciones ocultas. Y es que, ciertamente, primero se presentan exteriormente los signos de cada pecado, luego la puerta de la iniquidad descubierta, y sólo entonces aparece todo lo malo c¡ue late en el interior. Hty también pecados que deben ser acusados con suavidad, pues, cuando se peca, no por malicia sino sólo por isnorancia o debilidad, es necesario atemperar con gran morlcración la corrección al pecador. Todos estamos sornctidos .r las debilidades de nuestra corrupción rnicntr¿ls permane-

103. Ez 8,

10.

104. Col 3, 5.

Gregorio Magno

108

cemos en esta carne mortal. Por eso, cada uno deb e juzgar por sí mismo con quó miscricordia se debe presentar ante la debilidad ajcna, no sca que, lanzándose con enardecida increpación contra la debilidad ajena, parezca que se olvida de sí. Por esto Pablo amonesta acertadamente, diciendo: Si fuere sorprendido un bombre en algún delito, aosotros que sois espiritwales, instruidle en espíritu de mansedumbre de tal manera, que considerándote a ti mismo, no seas tentado tú tambiéntos. Como si claramente dijera: ..Cuando te desagrada la debilidad ajena que observas, piensa lo que tú eres, para que se tempere tu espíritu en el celo de la increpación al temer también para ti aquello que increpas". Otros pecados, sin embargo, deben ser increpados vehementemente para que el autor, cuando no reconozca su culpa, descubra por boca del que increpa su graved ad y para 9u€, si hay alguno que suavice el mal cometido por la dureza de la corrección, tema seriamente que ésta misma se vuelva contra é1. Es deber del pastor manifestar a sus fieles la gloria de la patria celestial con la palabra de su predicación, exponer cuántas tentaciones del viejo enemigo laten en

el camino de sus vidas y del celo, los males que no se deben tolerar con suavidad; de modo que no sea tenido por reo de todas las culpas que no se atreve a atacar. Por eso, se dice acertadamente al profeta Ezequiel: Toma para ti wn ladrillo, y ponlo delante de ti, y traza en él la ciudad de Jerusal¿nrce . Y añade enseguida: Y ordenarás contra ella wn asedio, y edificarás trincberas, levantarás terraplenes, darás contra ella campamentos y pondrás arietes a sw alredsf,lrroz. Agregando inmediatamente después para su defen sa Toma wna sartén de bierro y colócala como muro entre ti y la ciwdadt)s.

corregir con gran aspereza, nacida

105. Ga 6, 1. 106. Ez 4, l.

107. Ez 4,2-3. 108. Ez 4,3.

Regla pastoral

II,

I0

l0e

cuando se dice: ?*o ?ara ti un radriilo y ponro derante y traza en él la ciudad d,e Jerusab;, id. q.rie; .; fi gura. el profeta Ezequiel sino d. io, -rgirtrrdos ? Los santos doctores roman para sí un ladrillo .ürrdo .rpr* .r-., razón rerreno de sus oyenres con el fin de instruiiles. ponen el ladrillo delante de si porque custodian dicho ,or^rón ,Án toda la intención de ru -.nt.. Se ordena, adem ár, t ,n de ti,

él la ciudad de Jerusalén porque cuando se p.edica ^r^, a los corazones terrenos se procura con el mayor cuidado mostrar la visión de la paz suprema. .Sin emb ^igo,.nrd. op"rirrrr_ mente: Y ordenarás contra ella wn orrño, y ,dtfiárá;;r;;

ch1ras.,.ya que se reconocería

.r y1.9 ra'gíoria de la p^t i^

celestial si no se admiriera la cantidad d. i.rrt".iones qr. .l astuto enemigo p"l9 aquí. Los santos predicadores orá.rr' un asedio conrra el ladiillo en el que árú t la ciudad ^rada de Jerusalén, cuando muestran a l, terrena, que desea -..rt. va la patria celestial, cuántas dificultades ofrecen los vicios para alcanzarla durante su vida. pues cuando se pone al descubierto cómo. cada-pecado acecha a los que progresan es

como si, con la .palabra del predicador, * oigrn"i zara un cerco alrededor de la ciudad de Jerusalén. . . El pasror no sólo debe dar a conocer cómo acechan los vlclos' sino también cómo nos robustecen las virtud., q,.r. guardamos' por eso se añade recrarnenre: Edificará, ,i¡ncberas. En verdad, el.r_ltrro predicado, .o.rrouye trincheras cuando p-one de manifi.r,o ,quellas virtudes .á., l* qr. ,. rcsiste a los vicios. como sucede también que muchas veces, al crecer la virtud, aumentan los ataquer ie l, tentación, ,. ,g..ga ahora: I'cvantarás terraplenes, darás contra ella campamenrcs y pon,lrás arietes a su alrededor. Se levanra un tirraplén .1";"Jo cl predicador denuncia el peso abrumador de i, ,.n,r.iJ' (lre crece. se emplaza uncampamento contra Jerusalén cuan,1. el predicador previene la ,..,. intención ¿. ,u, ,lc las ocultas y cási incomprensibles asechanzas "r.";;, del asruro

110

Regla pastoral

Gregorio Magno

nos da a coenemigo. Instala arietcs a su alrededor cuando todas ,rá.., ia, ,util.zas dc una tentación que nos rodea por virtud' el muro de la partes Í-. en esta uiJ, y.atravicsa,. inclusb, con un espíritu de arde no Sin embargo, ;i'.1 predicador aunque. explique uno' combate .onr.r'lo, pét'dos de cada i"¿. esto con habilidad, no adquirirá par^ sí absolución alguna o par^ la eternidad. se añada: Toma wna sartén de bieDi ahí que recramenre <sartén>> ,ro y ,otócok como muro entre ti y la ciud,a.d' Con fortalela od. hierro" ;i.r;*a el fervor de la mente, .ot con sufrir hace za de Ia corrección. Pues ¿qué enfervoriza y eso Por Dios? más ardor la mente del doctot que el celo de pablo ,. ,brrr"ba con el ardor^ de su sartén cuando decía: se escandaliza ¿úl¿"- ri¡rr*o que yo no enferme? se¿qw.ién como colócala dice: que yo no me.abrase?'tan. Rectamente en el muro entre t;-; ¡, c,iud,od, ya que quien se enciende no sea que se celo de Dios ,. d.fi.nde con fuerte custodia' negligente' Se pone yt". sartén de hierro l" .o.td.n. Por 'férrro;";. el profet a y la ciudad, porque los como muro u., fuátte celo,-pueden.luego irrior.r, al manifesrar "ho., si fuera una fuerte trinchecomo celo conservar ese mismo disora entre sí y sus oyentes, no_ ocurra que siendo ahora castigo. al arrojados lutos en la'.orr..áón, sean luego que la.mente del doctor' cuanJunto a esto, se debe saber se le escado se .t"rp.., ,l .o,"gir, es muy difícil que no menudo que la lengua del oe t-;;;decir also indebido. sucede a exageradas cuando corrige t."á*rira con palabras cuando lt :oasí' Y fielés' mordazm.nr.lo, p..'dá' de los de los corazones rrección se enciende sin moderación, los

log. 2 Co 11, 29' Este mismo texto ha sido citado Por

cercanía del Pastor. Aquí sin embargo, se aduce Para exPresar el

misÁa parte para demostrar la

debe haber.

Gregorio en el caPítulo V de esta

celo de Dios que en el

Pastor

II, 10

II

I

pecadores se abaten en la desesperación. Por eso, es ncccsario que el pastor exasperado recurra siempre dentro de sí a la penitencia cuando crea haber golpeado la mente de sus fieles más de lo debido, para que obtenga por sus lamentos, en presencia de la Verdad, el perdón en aquello que pecó

rnovido por el afán de su celo. Esto mismo preveyó el Señor figuradamente por Moisés al decir: Si uno se introduce en la sel'ua con un amigo para cortar leña, y se le escapa el hacha de la mano por el árbol y saha el hierro del mango y le da a sw amigo y lo mata, éste huirá a una de las ciudades citadas y viairá. No sea que algún pariente de aquel cuya, sangre fue derramada, arrebatado de dolor, le persiga, le dé alcance y acabe con su ztidarro. Vamos ,rl bosque con un amigo siempre que nos volvemos a considerar las faltas de los fieles. Derribamos árboles, cuando con piadosa intención atajamos los vicios de los que pecan. Pero se nos va el hacha de la mano cuando corregimos con más aspereza de la necesaria. Salta el hierro del mango cuando las palabras de la corrección se exceden en dureza. Y da y mata ,rl amigo porque con la afrenta mostrada hace morir en su oyente el espíritu de amor. Y así, si la corrección proferida uolpea más de lo debido la mente del corregido, ésta se hunde ;rl momento en el odio. Ahora bien, es necesario que quien ha golpeado el árbol incautamente y ha matado a su prójirno huya a las tres ciudades, para que viva protegido en una cle ellas; porque si, entregado en la unidad del sacramento al llanto de la penitencia, se refugia en la esperanza y la caritlad, no será considerado reo del homicidio perpetrado. Y el ¡rariente del fallecido no le matará, pues el estricto Juez, que sc unió a nosotros al tomar nuestra naturaleza, cuando venga, no reclam ará Ia responsabilidad de una culpa protegida, por srr perdón, con la fe, la esperanza y la caridad.

110.

Dt

1,9,5-6.

112

11. Atento a Ia Sagrada LeY

El

Regla pastoral

Gregorio Magno

pasto

r

podrá llevar a cabo debidamente todo 1o que

hemos dicho si, inspirado Por el espíritu de dilección y remor sagrado, -editt todos los días la -sagrada Escritura con verdld.ro celo. De modo que las palabras de amonestación divina restauren en él el vigor de la solicitud Pasto.;i y de la providente considerróión de la vida celestial. Vigár q.r. ,. destruye constantemente en el habitual trato humanollr. Así ,r-bién, el que simpatizando con el mundo se conduce a la anrigua vida, se renovará siempre en el 1m91 a la patria espiritual gracias al aliento de la comPunción. Y ., q.r., el corazó.r t. disipa mucho cuando anda entre palabras humanas. por tanto, cuando conste sin duda, el pastor que_cae por sí mismo ante el impulso que produce el ajetreo de las ocupaciones exteriores.debe procurar resurgir .incesantemente por .1 deseo de instrucción. De ahí que ?ablo amoneste a lu discípulo y prelado de la greft diciendo: Mientras llego, aplícate a la'liccióntt2. Por lo mismo dijo David: Cuánto i*o tu Ley, Señor, todo el día es mi meditaciónll3. Y,- por eso, el Señár dio órdenes a Moisés sobre el modo de llevar .l Ár.r, diciendo: Harás cuatro círcwlos de oro que pondrás en los cuatro ángulos del Arca, y harás u1as barras de mad,era d.e acacio I lot cubrirás de oro, y lf .meterás por los cwatro círcwlos que están en los ángwlos del Arca, para que pweda ser llevaáo po, ellas que están en los círcwlos y nu:nc.a 'rr r*,noigan d,e rliotrr4. ¿De qué es figura el Arca sino de la 111. Afirmaciones de este mejor, nunca el texto sagrado se te tipo son frecuenres en la Literatu- caiga de las manos, : Epistula 52,7 ra crrsüana pnmitiva. Recordemos (PL 22,533; BAC 530' 473)' 112' I Tm 4' 13' únicamente la exhortación de san 113' Sal 118,97' muy a Nepociano: "Lee Jerónimo '" 114' Ex 25, 12-1'5' las Divinas Escrituras, o

-".tudo

II, 11

IIl

Santa Iglesia? Se manda poner cuatro anillos de oro en los cuatro ángulos precisamente porque la Iglesia, extendida por las cuatro partes del mundo, declara estar sostenida por los cuatro Libros del Santo Evangelio. Y se hacen barras de ma-

dera de acacia que se introducen en los anillos para llevarla, porque se han de buscar doctores fuertes y perseverantes como barras incorruptibles, de modo que siendo siempre fieles a la enseñanza de los Libros Sagrados, proclamen la unidad de la Santa Iglesia y lleven el Arca como introducidos en los anillos. Llevar el Arca con las barras es llevar la Santa Iglesia con la predicación de los buenos doctores a las rudas mentes de los infieles. Se ordena también que las barras se cubran de oro, para que los pastores, al hacer vibrar a los que están entregados al oficio de la predicación no abandonen el estudio de la Sagrada Escritura. Para esto, pues, se ordena que estén siempre las barras en los anillos: para que no se produzca mnguna tardanza al introducir las barras cuando la ocasión exija llevar el Arca. Es ignominioso que el pastor, cuando es requerido por los fieles en algo espiritual, se ponga entonces a esrudiar debiendo ya saber aclarar la cuestión. Por tanto, deben introducir las barras en los anillos, para que los doctores, meditando siempre en su corazón las Sagradas Palabras, alcen el Arca de la Alianza sin demora cuando sea necesario enseñar algo repentinamente. El primer pastor de la Iglesia amonesta correctamente a los demás pastores, diciendo: Estad siempre preparados para dar satisfacción a todo el que os pida razón de aquello que en aosotros es esperanzAtls. Como si claramente dijera: <<no se retiren nunca las barras de los anillos, para que ninguna demora impida llevar el Arca".

115.1P3,15.

Regla pastoral

Tt,nc;nnn Pnnrr,

MINISTERIO DEL PASTOR MODO DE EXHORTAR Y ENSEÑNN A LOS FIELES

III, I

cmiten una melodía armoniosa porque son rocadas con unrr misma púa, pero no con un mismo tipo de pulsación. por tanto, un maestro, a fin de edificar a todos en una misma virtud de caridad, debe tocar los corazones de sus oyentes con la misma doctrina, pero no con la misma y únicaexhortación.

l. Diversos modos de exhortar De un modo hay que exhortar a los hombres y de orro Prólogo

Ya que hemos expuesto cómo debe ser el pastor, expondremos ahora cómo debe enseñar. Pues, como ya enseñó mucho antes que nosotros Gregorio Nacianceno -de venerable memoria-, ro es conveniente una misma exhortación para todos, puesto que no todos están sujetos al mismo modo de vidar. Porque, con frecuencia, lo que aprovecha a uno, perjudica a otros. Y así, generalmente, las hierbas que alimentan a unos animales causan la muerte a otros; el suave silbido que amansa a los caballos, excita a los cachorros; la medicina que a unos alivia la enfermedad, a otros se la agravai y el pan que robustece la vida de los fuertes, estropea la de los recién nacidos. Por consiguiente, la palabra de un maestro debe adaptarse a la condición de los oyentes, de modo que a cada uno le venga bien; ¡ sin embargo, no deje de ejercer el arte de la edificación de la comunidad. ¿Qué son las almas atentas de los oyentes, sino -por así decir- unas cuerdas de arpa, tensadas de distinta manera, que el artista toca de modo diferente, para que no produzcan sonidos disonantes? Las cuerdas

1. Cf. Oratio ad fugam 15 (BPa 35,45-46).

a las mujeres2; de un modo a los jóvenes y de orro a los ancianos; de un modo a los pobres y de orro a los ricos; de un modo a los alegres y de orro a los tristes; de un modo a los fieles seglares y de orro al clero; de un modo a los siervos

y de otro a los señores; de un modo a los sabios de este

rnundo y de orro a los rorpes; de un modo a los imprudende un modo a los impetuosos y cle otro a los cobardes; de un modo a los impacientes y de otro a los pacienres; de un modo a los bondadosos y de otro ,r los envidiosos; de un modo a los sinceros y de otro a los rnentirosos; de un modo a los fuertes y de orro a los débiles; de un modo a los que viven inocentemente por temor al c.astigo y 4. otro a los que no se corrigen ni con casrigos; cle un modo a los que son muy callados, y de orro a los que so.n muy charlatanes; de un modo a los perezosos y de oi.o a los precipitados; de un modo a los mansos y de otro a los coléricos; de un modo a los humildes y de orro a los soberbios; de un modo a los testarudos y de orro a los inconstantes; de un modo a los golosos y de orro a los abstinentes; de un modo a los que reparten lo suyo misericorcliosament€, r de otro a los que intentan robar lo ajeno; de run modo a los que ni se quedan con lo ajeno, ni reparten lo

,:t y de otro a los tímidos;

2.

Cf

. Mor 30, 13 (CCL 1438,

1499).

116

Grcgorio Magno

suyo, y de otro ,r los quc rcparten lo que tienen sin renunciar a robar lo ,rjcno; cle un nrodo a los que viven en discordia y dc otro a los quc vivcn en paz; de un modo a los sembradorcs clc cliscordia y cle otro a los pacificadores; de un modo a los que no conlprenden bien la Ley santa, y de otro a los quc la enticndcn, pero la enseñan sin humildad; de un rnodo a los que no predican por humildad, y de otro a los que se precipitan para predicar; de un modo a los que prosperan y de otro a los que fracasan; de un modo a los esposos y. de otro a los célibes; de un modo a los que tienen experiencia de pecados carnales, y de otro a los que no la tienen; de un modo a los que deploran los pecados de obra, y de otro a los que deploran sólo los de pensamiento; de un modo a los que no se abstienen de los pecados que deploran, / de otro a los que no los deploran cuando se abstienen; de un modo a los que aprueban lo ilícito deliberadamente, y de otro a los que lo condenan pero no lo evitan; de un modo a los que son vencidos por una concupiscencia repentin a, y de otro a los que se entregan a la culpa deliberadamente; de un modo a los que pecan impulsivamente, y de otro a los que lo hacen deliberadamente; de un modo a los que repetidas veces caen en pequeños pecados, y de otro a los que librándose de estos, alguna vez caen en los graves; de un modo a los que ni siquiera comienzan obras buenas, y de otro a los que emp ezándolas no las terminan; de un modo a los que hacen el mal ocultamente y el bien a la vista de todos, y de otro a los que actúan al contrario. Pero ¿de qué sirve haber enumerado toda esta serie de formas de exhortación, si no las desarrollamos una a una, con la brevedad que nos sea posible?. 1,a.

A

los bombres

y a las mwjeres

De un modo hay que exhortar a los hombres y de otro a las mujeres. Porque a ellos hay que proponerles las tareas

Regla pastoral

III, l-2

|tl

rrás difíci.les,

y a ellas las más leves3; de modo que los h.'r_ puedan realizar obras grandes, y ellas, e., cr-bio, sc r'onvierran tratando con duliura las á.eas más sencillas.

l'cs

ll'¡. A los jóvenes y

a los ancianos

De un modo hay que exhortar a los jóvenes y de orro .r los ancianos. Pues, por lo general, u.r, ,du.rt.i.i, seria rlis.pone a. aquéllos. para que avancen, mienrras que una perición cariñosa induce . érto, a obrar mejor. pues, está esr'r'ito: No reprendas al más anciano, sino'exbórtati como a tu padre+.

). A

los pobres

ya

los ricos

De un modo hay que exhortar a los pobres y de orro a A los pobtes renemos qr. ofricerles .t ,tirrio ¿. .nr consuelo a su tribulación; mientras que a los ricos de_ l''cmos infundirles miedo a su soberbia. É" efecro, el Señor lc dice al pobre por medio del profeta: No temas porque no t.:' avergonzaráss. Y, más abajo, le dice con cariñ ó, pábreci_ l11, a?tada por los vientos6.'y además, le consuela, dicien,lo: Te be recogido en el camino de tu pobrezaT. l,rs ricos.

3. Grcgorio participa de .

ra fi".rlcs del siglo vr. Por tanto, sóro ( ()'oce mujeres_que no acostuml,r'.rn á trabajar fuera de casa, sino rlr.rc sc dedican habitualmcnre a las l,r('nas del hogar. Por otro lado, lr.rv que indicar que él sólo dedit

rrrcepción social de su época,

.r cstas breves líneas al tema de

cómo habrar a los hombres y a ras mujeres; por eso, podemos'ruponer que .n época ,ro'r.

^qu.li, probl.-" d. esta cuestión. 4. I Tm 5, l. 5. Is 54, 4. 6. Is 54, ll.

hacía

Z. Is 4g,

10.

Regla pastoral

Grcgorio Magno

118

Por el contr¿lrio, lt:rt-rltl lc dice a su discípulo acerca de las riquc z.as: A los ric'os dc cstc mundo mándales que no sean ri,obrr^bios, ni pongan su cspcranzT en Io pasajero de sus quezast. Aqui l-,r"y qu. ,',,-,r,.. qu.e cl maestro de la humilárd, refirióncl.rr. á los ricos, no dijo a su disclpllg <' ,iná *orr)a; pctrque si la compasión hacia la debilidad tiene qr. ,"r. i,-rn-,i,-,.r-rt., .ro debe sei así la atención a la soberbia. Éo. ,rr,,o, se 1., ái.. 9u€, en la medida en que se ensoberÉ...r, por la altanería d. ,r, pensamientos acerca de los bienes pasa)eros, en esa misma medida, se les manda estricta-

*.rri. ,qu.ll" recrirud. De ahí que el Señor les diga en el

Evangeliá: ¡Ay de vosotros, los ricos!, que.ya tenéis auestro ,onrirloe. Estos, como no saben qué son los gozos eternos' prese consuelan con la abundancia de los bienes de la vida sente.

que ofrecer consuelo a los q.ue atormenta el camino de i, pobt. za; y hay que infundirles temor a los que adorna el consuelo'de la gioria remporal; a fin de que los pobres caigan en la cuenra de que poseen las riquezas que '^o ,r.rr, y iot ricos sepan que no puede.n tener por siempre las riquáas que ,r..t. Si., embargo, suele.Pasar que, la ttllidad moral de la gente afecta a iu actitud personal, cuando el rico es humild." y el pobre soberbio. De ahí que el lenguaje del predicadtr d.ba amoldarse con inmediatez al 3yá,., de ial modo, qY. golfiia la soberbia del pobre con .í -ir-o rigor que no le doblega su misma pobr eza, y halague la huáildad del rico con la misma suavidad con que él"no se exalta apoyado en su abundancia' No obstrr,,., a veces, al rico soberbio también hay que aplacarle con una amable exhortación; pues, frecuentemente, las penas y las heridas se arenúan pol medio de un suave que por el halago del médico se calma .orrr.r.io, lo

H.y

-ir-o

8.

1 Tm 6, 13.

9. Lc 6,24.

III, 2

I

l',

cl furor de los dementes. Así, cuando se condesciendc con clulzura, se mitiga la enfermedad. No hay que olvidar, por negligencia, que, cuando el m¿rl cspíritu invadía a SaúI, David tocaba al arpa y calmaba su rlelirio'0. ¿Q.ré se quiere significar por medio de SaúI, sino la soberbia de los poderosos?, y ¿qré, por David, sino la vida humilde de los santos? Cuando a Saúl le atacaba un espíritu inmundo, David templaba su delirio entonando un canto. Pues, cuando la disposición de los poderosos -por su soberbia- se convierte en delirio, es necesario que se restablezca la salud de su alma con palabras amables, como si fr-rera con la suavidad de un arpa. Cuando los poderosos de este mundo se resisten, prinrero hay que persuadirles por medio de algunas comparacrones, como si se tratase de un caso ajeno al suyo. Y así, cuando hayan dado a conocer su recto juicio contra este ()tro, entonces hacerles reconocer de modo convincente su ¡rropio pecado. Y esto, a fin de que su alma, hinchada por e I poder temporal, no se levante contra quien le corrig e; ya (lue, por su propio juicio ha pisado la cabeza de la soberbia, y no puede hacer nada en su defensa, pues a esto le compromete la sentencia que ha salido de su boca. El profeta Natán, fue a denunciar al rey, procurando que pronunciase su juicio en el caso de un pobre contra un ricort; para que, antes que nada, el rey pronunciase su sentcncia ¡ después, oyera su delito. De modo que no contra,.lijese la justa sentencia que él mismo había pronunciado .rrrtes. El santo varón, considerando al rey como pecador, e()n un asombroso orden, Quiso primero atarle con su conlcsión -como a un reo audaz- y después, herirle con su acus:rción. Brevemente, mantuvo en secreto lo que pretendía, [)cro de repente hirió a quien tenía delante. Pues, si hubie10. Cf. 1 S 18, 10ss.

11. Cf. 2 S 12, lss.

Regla pastordl

Crcgorio Magno

t20

se querido dcnunciarlc su culpa claramente desde el principio'de su discurso, qui7.ás ftat-rría ido más lento; Pero, emp.rrttdo por una ..r,r-tprrrción, cxpuso inmediatamente la

acusación quc mantcuía cn sccrcto.

Al iguai quc un médico cuando va a operar la herida de

.r., ..rf.i-o, y duda de la paciencia de éste. Esconde el cuchillo bajo el'vestido ¡ de repenre, lo saca y l.. g.P.la la herida. De modo que el enfermo sienta que el cuchillo le corta, antes de verlo; .to t.t que si lo ve antes' no se deie operar'

3.

A

los alegres

y a los tristes

De un modo hay que exhortar a los alegres y de otro a los tristes. A los alegrés hay que Presentarles las Penas que acompañan al castigó't; en cambio a los tristes hay que.ha..rl.r^ caer en l" cué.,t, de las alegrías que están Prometidas con el Reino. Los alegres deberían aprender, por la severitristes dedad de las amen azas.,Io q.t. deben temer; y los'confían alque premios los berían escuchar los gozoi ¿. abora qwe canzar. A los alegres te les dice: ¡Ay de'uosotros' reís!, porque lloraréis'r; y los tristes-oigan al mismo Maes,ro q.r. di.., Volveré a 'ueros y s.e alegrará vuestro corazón y vwestra alegría nadie os la podrá qwitarta' ' Alg.rnos átán alegres o tristes, no Por las circunstancias mismai, sino por el temperamentors. Tanto a unos como a

12. Por el contexto se deduce que se está refiriendo no a la alejría cristiana, sino a un modo ale[.. (rrp..ficial e irresponsable) de

la vida cristiana' 13. Lc 6, 25.

io-"rr.

16, 22. 14. Jn -Gregorio utiliza el 15.

término

III,

2-4

t2l

otros debemos decirles que, en efecto, ciertos vicios están 1.'rr relación con ciertos temperamentos. Los alegres son prol)cnsos a la lujuria y los tristes a la ira. Por tanto, cada uno ,lcbe considerar no sólo lo que soporta a causa de su teml)cramento, sino también los males peores a los que se apro\rma; no sea que por no luchar contra cl vicio, caiga cn ó1, ,rl ceder ante el mal contra el cual se cree inmune.

+.

A

los fieles seglares

y al clero

De un modo hay quc cxhortar a los ficles seglares y de otro 2l cleror6. A los primeros, para que la sumisión no les ,rgobie; a los otros, para que no se ensoberb ezcan en su l)uesto superior. A aquéllos, para que cumplan no menos de Itr que se les manda; a éstos, para que no manden más que l. justo. Los fieles, que obedezcan con humildad; los clériri()s, que prcsidan con moderación. Así, puede entenderse metafóricamente que se les diga a l,,s seglares: Hijos, obedeced en todo a ouestros padres en el \cñor't; en cambio, a los otros les manda: Y los padres no l,ruuoquéis con ira a vuestros hijosts. Los fieles aprendan ,'tirno mantener en orden sus disposiciones interiores ante l,r ¡nirada del Juez interior; y el clero, cómo ofrecer exteriormente a sus encomendados el testimonio de una vida s.r rt

tá.

Sepan los clérigos que si alguna vez hacen algo que está ,rr.rl son responsables de tantas muertes como ejemplos de

conspersio, que suele significar "ac-

ción de desparram¿¡"; pero aquí tiene el significado de "temPeramento o carácter"; cf. A. BI-Rtsl,, Dictionnaire Latin-Frangais des Au-

teurs Cbrétiens, Turnhout

1958,

208. Vuelve a aparecer con el mismo

sentido en el capítulo XXXVII.

16. Podía haber dicho, siel ritmo habitual de antí-

r',rrrr'ndo

r,.srs,.lgs fieles"

I..los clérigos".

crnbargo, éstos aparecen casi "," r( nrprc nombrados o bien en su

,,,¡rirrr-lto

"el

cleroo (los

"elegi-

dos', llamados a prolongar el ministerio de los apóstoles...), o bien, para significar cada uno de ellos, .

17. Col 3,20. 18. Col 3,21.

Regla pastoral

Grcgorio Magno

t22

perdición dieron a sus fielcs. De ahí que sea necesario que ie guarden de dar ,rrrtitcstimonios, con tanto más cuidado, cuanto que -por los quc clcn- no sólo mueren ellos, sino también sc haccn rcsponsablcs dc la muerte de las demás almas a las quc rnatAron con sus malos ejemplos. De mancra quc hay que amonestar: a los fieles, Para que al mcnos no sean castigados más severamente si en su conciencia se ven como culpables; y a los clérigos, Para que no sean juzgados por los errores de los fieles, aunque ellos se encuentren ya seguros. A los primeros; para que vivan tanto más pendientes de sí mismos, cuanto más libres están de atender a los demás; y los otros, para que lleven a cabo su solicitud por los demás, sin olvidar cuidarse también a sí mismos. De este modo sean tan fervorosos en el cuidado de sí mismos, que nunca descuiden lo más mínimo atender a los que se les ha encomendado. Pues, al que no se tabaia a sí mismo, se le dice: Vete donde la bormiga, perezoso, considera sus caminos y aprenderás sabidwríAte. En cambio, al otro se le amonesta, cuando se dice: Hijo mío, si has salido fiador de tu amigo, si has ligado tu mano con un extraño, si te bas comprometido por las palabras de tw boca y Por ellas te has dejado prender2c. Salir fiador del próiimo significa cargar con el alma de otro obligándose a salvarla. Su mano queda ligada con un extraño, Porque el alma queda obligada a soportar la c^rga de una resPonsabilidad que antes no tenía. Y comprometerse por las palabras de su boca, dejándose prender por ellas, significa que, cuando piense dar buenos consejos a sus fieles, antes, es necesario que él mismo viva lo que ha dicho. Por tanto, se compromete Por las palabras de su boca, cuando por exigencia de la recta raz6n, se reprimepara que el camino de su vida no se desvíe a otro que no sea el de su enseñanza. En presencia del Juez justo,

19. Pr 6,6.

20. Pr 6, l-2.

III,

l2]

4

el se ha comprometido a cumplir, en su propia conducta, l. (lue prescribe a los demás con su palabra. De ahí que en seguida se añada oporrunamente la cxhortación que dice: Haz esto que digo, hijo mío, y quedarás libre, pues bas caído en manos de tu prójimo: coire de¡trisa, importuna a tu amigo; no concedas sueño a tus ojos, ,i duerman tus párpados2r. A todo el que está puesto al frentc de los demás para darles ejemplo, hay que exhortarle no stilo a que él mismo se cuide, sino también a que importunc a su prójimo. No es suficiente que se cuide é1, viviendo srlntamente, si no despierta de la rcrpeza del pecado a aquel .r quien preside. Se le dice con razón: No concedas sueño a tus ojos, ni duerman tus párpados22. Conceder sueño a los ,,jos significa que, una vez cesada la atención, se desentien..lc uno totalmente de sus fieles. Duermen los párpados cuantlo nuestros pensamientos, oprimidos por la pereza, hacen l¡ vista gorda a lo que saben que tienen que decir a los fieles. Estar dormido profundamente es no conocer ni corregir las acciones de los que le han sido encomendados. No ('star dormido, sino desentendido, es saber lo que hay quc rcprender ¡ sin embargo, no enmendarles -por desidia- con l.rS rner€cidas amonestaciones. Y, descuidarlos, se apodc"l de ordinario, cuando cl r',r de los ojos un sueño total que, (lLre preside no ataja el mal que conoce, por su ncgligencia, llcga incluso a ignorar los pecados de sus fieles. Así pues,h^y que exhortar a los que presiden, para quc a 'irando su alrededor rengan los ojos despiertor por dór,tr'o y por fuera; y procuren hacerse como los animales clcl .'iclo23, que son presentados y descritos como llenos de ojos lr,rr dentro y por fuera2+. Es necesario que todos los t¡trc ¡''r'esiden tengan ojos por dentro y por fuera; puesro quc clc-

l, ltl;

21. Pr 6,3-4.

23. Cf . Ez

22. Pr 6,3-4.

24. Cf . Ap 4,

6.

lO,

12.

Regla pastoral

Gregorio Magno

124

sean agradar en sí mismo al Juez interior, Pre-sentando al exrerior ij.-plos de vida, dcbcrían descubrir lo que hay que

corregir a los demás. y a los fielcs hay que exhortarles para que no juzguen temerariarnentc l, uídn^de sus Pastores' si ven que éstos tal vez actúan reprensiblement.. i). modo que no hablen de sus defcctos, aun con buena intención; no sea que, Por eso mismo, caigan en males mayores, a causa de la precipitación de su soberbia. Hry que exhortarles a que, cuando consideren las faltas de sus'prrror.r, Do sean tan mordaces contra ellos; antes bien, si algunas cosas de ellos son demasiado malas, sePan juzg'ar..t ,., interior, de tal modg que, movidos por el temor i. bior, no rechacen obedecerles con reverencia. Esto se aclara más si recordamos lo que hizo David25. Cuando SaúI, su perseguidor, entró en la cueva a evacuar su O.i'id con sus hombres. Étte ya hacía vienrre, estaba "tii mucho tiempo que aguanraba aquella persecución. Sus hombres le habían itr.itJo par^ q.r. hiti.se a Saúl; pero él los reprendió, diciéndoles que no debía levantar su mano contrá .1 ungido del Señoi. No obstante, se levantó sigilosamente y L .ot,ó el borde del manto. ¿A quién representa Saúl sino a los malos pasrores? y ¿a quién David sino a los buenos fieles? Que Szul euacue-su vientre significa que los malos pastores e*tienden la maldad concebida en su corazón haita obras de mal olor, mostrando en sus actos externos el mal que hay en sus Pensamientos' David temió herirle, poiqu. los corazones piadosos de los fieles, absteniéndose áe todo pecado de murmuración, no hieren, con una lengua que es como espada, la vida de sus pasrores, aun cuaná" lor atrapen en alguna imperfección. Y si esros fieles, apenas pueden, por flaqueza, abste-

25. Cf. 1 S 24,

4ss.

III, 4-t

l.l5

nerse de criticar, aunque sea débilmente, ciertos exccsos clc sus pastores, es como si cortaran sigilosamente el borde clc sus mantos. Mientras tiran por tierra la dignidad del pastor, sin daño y ocultamente, es como si cortaran la vestidura supe.rior del rey. Sin embargo, reflexionan y se reprenden a sí mismos muy severamente, aun por la palabra más leve con

que han murmurado contra ellos. Por eso, también está escrito allí, sabiamente: Después de esto, a Daztid le latía su corazón fuertemente, porque cortó el borde del manto de Saú126.

No

herir la conducta de los pastores con la espada de la lengua; aun cuando se juzgue, con buena intención, que deben ser reprendidos. Y si, algunayez,la lengua resbala criticándoles aun en lo más mínimo, es necesario que cI corazón sea dominado por medio de una fuerte penitense debe

cia. Debería reflexionar sobre sí mismo ¡ después de haber ialtado a la dignidad de un pastor, tema mucho el juicio de Aquel que le ha puesto como pastor. Pues, cuando faltamos contra los pastores, nos oponemos a Aquel que nos los da para que vayan delante. Por eso mismo, también Moisés,

cuando supo que el pueblo había murmurado contra él y contra Aarón, dijo: Pwes, ¿qué somos nosoÚos? No van contra nosotros vwestras murmuraciones, sino contTa el Señor27.

5. A los sierztos y a los señores De un modo hay que exhortar a los siervos y de otro a A los siervos, por supuesto t pa.Ía que vean siempre en sí mismos la humildad de su condición; en cambio, ,r los señores, para que no se olviden de su propia naturalcza, por la que han sido creados iguales a los siervos. los señores.

26.

I

S

24,6.

27. Ex 16,

8.

para que_-no desprecien a los ,éñoi.t, ni ofcndan ¿r Dios por su orgullosa oposición a lo que Ét hr dispucsto. Y hay que amonestar a los seño.., ..r"ndo no rccon()zcan quc la naturaleza de aquellos a los que por la circuustancia mantienen como siervos, es igual a lr'rrya; porque por culpa dc sus riquezas se ensoberbecen contra Dios. A los siervos hay que decirles que sepan ser verdaderos siervos de sus señores; y a los señores, que caigan en la- cuenta de que ellos son de sus siervos. De hecho, se les dice: Sierrtos, obedeced a awestros señores de este mwnd.o2n. Y de nuevo: Todos los que estén como sierztos bajo el yugo de la seraidwmbre, consideren a. sus señores como d;g";, de honor2e. En cambio, a los señores se les dice: Y a pisotros, señores, obrad de la misma manera con ellos, dtjand.o a un lado las amenAzAs, sabiendo qwe está en los cielos vwestro Señor y el de ellos3o.

Hry que exho rt"ar a los sicrvos

6.

Regla pastoral

Gragorio Magno

126

A

los sabios de este mundo

y a los torPes

De un modo hay que exhortar a los sabios r.gútt .tte mundo, y de otro r t"r rorpes. A los sabios hay que ha2g. 2g.

30.

col 3, 22.

I

Trn 6,

l.

Ef 6, 9. En tiempos de

Grcgorio,

los esclavos ,eg.rían

,i.náo la columna vertebral de la

economía, agrícola e industrial, del mundo ,ó-"no. Tan-rbién trabajaban las tierras pertenccientcs P"t.in-tonio de la lglesia. Ahora "l bien, dcsdc sus orígc,res, la Iglesia inculcó el .erpcto a los csclavos y facilitó en lo posiblc su li-

beración. Grcgorio, al dcfender la igualdad de todos los hombres (aequaliter conditi, aequales. per naturae consortium), es sólo heredero de una tradición que se re-

monta al mismo Jesucristo. l"l" una visión sir-rtética del papel de la Iglesia en la cucstión social de los primeros siglos dc nuestra cra, cf. H. Jt,t>tN, Manual de Historia de la lglesia, II, Barcelona 1980, 547-574'

III,

5-6

l)/

ce¡les saber que deben prescindir de saber lo quc sa[-rc.; r, ¿r los torpes, que deben desear saber lo que ignoran. Lo p'irnero que hay que eliminar en los sabios es que se crean quc son sabios; y a los rorpes, hay que formarlos en lo quc sc conoce de la sabiduría divina; pues, ya que no se ensobcrbecen, sus corazones están bien preparados para recibir esta

formación.

En los sabios, hay que trabajar para que se hagan más sabiamente necios, abandonen la sabiduría tonta y apretrdarl lir sabia necedad de Dios. En cambio, a los torper, hry qr. predicarles para que pasen más pronram.nt. á. lo que se considera necedad a la verdadera sabiduría. A los primeros sc les dice: Si algwno entre ztosotros se cree sabió en este mundo, bágase necio, para que sea sabioir. Y a los otros: l/o ltay mwcbos sabios según la carne32. Y de nuevo: Ha escogido Dios a lo necio del mundo para confundir a lo sabio33. Lo sabios, normalmente, se convierten por argumentos r'¿rcionales. Los torpes, sin embargo, se convierten mejor por I.s buenos testimonios. A aquéllos, más les aprovecha ,rá.r. r''cncidos en sus razonamientos; mientras que a éstos, les lr:rst2 con que alguna vez cono zcan las acciones encomiables de alguien. Por eso, el gran maesrro decía: Soy deudor de sabios y ,lc ignorantes3a, cuando exhortaba a algunos sabios hebreos v también a algunos más lentos en comprender, acerca del eumplimiento del Antiguo Testamento, superando con su .rrgumentación la sabiduría de aquellos sabios, al decirles: l.o qwe está anticwado y ztiejo está a punto de cesar35. pero vcía que a algunos sólo les podía atraer con ejemplos, y ent()nces añadió en la misma cartai Los santos soportaron bwr-

31.

Co 3,

32.

Co 1,26.

13.

Co 3,27.

18.

34. Rm 1,74. 35. Hb 8, 13.

Gregorio Magno

128

y azotes, y hasta cadenas y prisiones; son apedreados, torturados, mutilados, mucrtos a espada36. Y de nuevo: Acordaos de aucstros dirigentcs, que os anunciaron la palabra de Dios y contcrnplando el l-inal da su vida aquí, imitad su fe37. Así, el r¿lzonilnricntt> victorioso convierte a los sabios, y la influcr-rcia clc un l-rucn testinronio levanta a los torpes hasta los bicr-res nr¿ís clcv¿rc1os. las

7. A los imprudentes y a los tímidos

De un modo hay que exhortar a los imprudentes y de otro a los tímidos. Los primeros, por su vicio de imprudencia, no se contienen si no es por una firme increpación; y los otros, se disponen para lo mejor con una modesta exhortación. Los imprudentes no saben que obran mal hasta que muchos les increpan; mientras que a los tímidos suele ser suficiente para su conversión quc el maestro les haga recordar sus errores con suavidad.

Al imprudente se le corrige mejor si se le reprende directamente. Al tímido se le convence más provechosamente si se le habla dc aquello que se le reprende como incidentalmente. De hccho el Señor claramente increpó la imprudencia del pueblo juclío, dicicndo Tu tenías rostro de mwjer meretriz, no quisiste avergonzarte". Y, por otro lado, reanima al pueblo tírnido, al decirle: De la confwsión de tu mocedad te olvidarás, 1, los oprobios de tu viwdez no recordarás, porque el qwe te hizo te poseerá3". También Pablo increpa claramente a los gálatas que obran descaradamente: ¡Oh insensatos gálatas! ¿Quién os fascinó?|a. Y de nuevo:

36. Hb tt, 36-37. 37. Hb 13, 7. 38. Jr 3, 3.

Regla pastoral

III,

6-B

129

¿Así de insensatos. sois que comenzando

por el espíritu termináis abora en la carne?at. Sin .-br.gá, las culpas de los tímidos las reprende como compadeciJndose de ellos: Me alegré mucho en el S.eñor, porqr) ya al haya" fin ft"rrriúá 'uuestros buenos sentimientos para'ror*igo, ,o'*o yo lo, trníais;.sólo que estabais. ocupa'dosa2. o. .it. prro J. manifiesto las culpas de loi imprudenres con-odoj una firme increpació n,, y advirtió la negligencia de los tímidos con un lcnguaje más suave. 8. A los insoleües y

a

los cobardes

De un modo hay que exhortar a los insolentes y de otro a los cobardes. Pues, aquéllos, mientras presumen r'ucho de sí mismos, derp.ecün a los demás; y értor, ,l scr demasiado conscientes de su flaqueza suelen caer." .r

tlesaliento.

Los insolentes estiman muchísimo todo lo que hacen, 9r. los .otros piensan convencidos qr. lo qu; 'rientras hacen despreciable y, por eso mismo, caen en el desáni_es r'o. Hay que discutir con los insolenres por medio de sutilcs argumentos' para que comprendan qu. d.rrgradan-a l)ios en aquello en_ que se ag.adan a rí -is-os. Les correilmos mejor cuando les mostramos que, lo que creen que lricieron bien, está mal; a fin de que, en lo que creen contcguir la gloria, encuenrren una p.ou..ho* io.rfrsión. Alglrnas veces, cuando no se dan cuenta en absoluto de que lr,rn caído en el vicio de la insolencia, llegan antes a correqirse si indirecramenre se les presenra .r.r, Jrlp a ajenamucho rrrís grave. Así, puesto que eso no pued.tr rproúarlo, recor()cen que sostienen sin razón lo que defienden.

39. Is 54,4. 40. G¿r 3, l. 41. Ga 3,

3.

a2. Flp 4,

I O.

130

Gregorio Magno

Regla pastoral

Pablo, cuando vio que los corintios estaban enaltecidos por la insolencia, en contra unos de otros, de tal modo que ,no r. decía de Pablo, otro de Apolo' otro de Cefas' otro de Cristoas, declaró abiertamente el pecado de incesto que entre ellos se había cometido y aún no se había corregido, diciéndoles: llo se oye bablar entre vosotros de otra cosa más que de inmoralidad, y una inmoralidad tal, que no se da ni entre los gentiles, basta el pwnto de que wno de aosotros vhte con la mwjer de sw padre. Y ¡vosotros andáis tan hincbados! Y no babéis becho más bien duelo para que fuese expwlsado de entre vosotros qwien bizo tal accióna+. En otras palabras: ..¿por qué en vuestra insolencia decís que sois de éste o de aquel, cuando demostráis en vuestra negligencia que no sois de ninguno?". Por el contrario, a los cobardes les hacemos entrar más fácilmente en el camino del bien, si les referimos indirectamente algunas obras buenas que hayan hecho. Corrigiendo y desaprobando unas, alabando y aprobando otras' se palia su sensibilidad por el elogio que han oído; aunque su falta sea reprendida con una suave exhortación. Pues, generalmente, nosotros conseguimos un progreso mejor con ellos, si les hablamos también de sus buenas acciones. Si hicieron algunas desordenadas, corrijámoslas, desaprobando que en adela.tte se lleguen a cometer. El elogio que les hacemos les estimulará su celo por lo que aprobamos, I la exhortación amable será más eficaz, en los cobardes, contra lo que reprendemos. El mismo Pablo, al enterarse que los tesalonicenses, que permanecían fieles a la predicación recibida, estaban turbados por la cobardía, pues creían que el fin del mundo estaba muy cerca, los alaba primero por la foraleza que ve en ellos ¡ después, exhortándolos con prudencia, robustece su 44.

I

Co 5, l-2.

III,

8-9

t.lt

debilidad, diciéndoles: Debemos dar gracias a Dios en todo tiempo Poruosotros, berma.nos, como es jwsto, porque TJuestra fe progresd mwcbo, y abunda la mwtua ,o'ridoi de todos y cada uno de 'uosotros; hasta tal punto que nosotros mismos nos gloriamos de ,uosotros en las iglesiai de Dios, por ,ruestra paciencia y ftot. También Pablo, despu-és de pronunciar las palabras que lralagaban sus vidas, añade: os rogamos, brrrionor, poi lo aenida de nuestro Señor Jesucristo,-y nuestra rewnión'en É1, que no os dejéis alterar tan fácilmente en ,uuestros ánimos, ni os amedrentéis ni por algún espíritu, ni por algwna palabra, ni por alguna carta present)da como nuestrt, como si os instasen que está presente el día del Señora|. como verdadero maestro, hizo que primero oyeran en su elogio lo que debían recordar ¡ d.rp"és, en ,u .rhortación, lo que debían hacer. De modo qr. el elogio primero les robusteciera el corazón y no le domin Ií -ridrd d. la que habló después. Y aunquc él sabía^t^ que estaban inquietos por la sospecha de un fin cercano, ,rb los reprendió por haberse inquietado, sino que, como ignorando dicha inquietud, les prohibió inquierarse de ahoá en adelante. Así, ¿l sentirse conocidos por el predicador mediante aqr.llá suave exhortación, se consideran más dignos de reprensión cuanto más temen ser conocidos por é1.

9. A los impacientes y

a los pacientes

De un modo ha_y que hablar a los impacienres y de otro .r.los pacientes. A los primeros hay que d.ci.l., i.r. si se rriegan a refrenar sus ímpetus, se verán arrastrado, , ot.o, rruchos abismos de maldad que no desean. porque, cierta45. 2 Ts 1, 3-4.

46. 2 Ts 2, l-2.

Regla pastoral

Gregorio Magno

132

no mente, la impetuosidad empuia al. pe.nsamiento a donde qué saber sin da, acrúa Ñ;. ü uotuntad; y ésta, pertutbl de darse cuenta después sólo lamentándose está haciendo, de -- lo que ha hecho. también a los impacientes 9u€, cuando Hü que decirles actúan andan p.é.ipit"dos bajo el impulso de sus pasiones' reaPenas y como ,i f.r.r.n otros distintos a ellos mismos, .árro..., el mal que han hecho. Cuando no resisten su Pe.r;;ú;l¿n, desfiglrr' el bien que con la mente serena p"qítodo an haber h..ho;"y por un i-pulso rep€ntino destruyen mucho durante 1o q.r. habían .otrtr.tido .o" gtlt ttft"t'o' de ;i.ñ;. po, .l vicio de la impáciencia se pierde Ia virtud lr.rridrd, que es la misma madre-y protectora de las virPor tanto' tudes. Pues, está escrito: La caridad es pacienteaT. caridad' de nada it"y .,rr"¿" no hay nada de paciencia, "o ditambién por otra parre, .ste ,ricio de 1a impaciencia, ,ip, l" doctrina, que susrenta a las ,rirtudes. Como dicep4-1a Eicritura; La docirina de wn bombre se conoce por su ser menos cienciaas. consiguientemente, uno demuestra verdad, En Jo.ro en la -.dld, en que es más impaciente. si bueno, es que ;;; ;"ga. impartir la enseña nza de lo con ecuanimidad en su propla ,rida no sabe cómo soportar los males ajenos. También el vicio de la impaciencia suele trasPasar el alma no .ort .l pecado de la ,.,og""ia' Porq.ue'. cuando alguien que ,oporr, ser despreciado en este mundo, intenta mostrar llega hasta tiene buenas ..rrlidrdes; y así, por su rmpactencia' s.e desprecio, el y, soportar ya que no pu.de l^ manide ^rrog^ncia. mismo sí gio.i" E. l" orr.árr.ión, poniéndose a el sofiesto. por eso, está escriá: Es mejor el paciente. que mal, antes que berbto+e. El pr.i.rrr. prefiere sufrir cualquier

47.

I Co

13, +.

48. Pr 19,

11.

49. Qo 7,

8.

III, 9

113

por el vicio de la ostentación. Por el contrario, el arrogante, prefiere presumir de buenas acciones, aunque sean falsas; de tal modo que no puede sufrir la más mínima contrariedad. De ahí que cuando se pierde la paciencia, también se estropean las sean conocidas sus buenas obras interiores

demás obras buenas que se hayan hecho. Sabiamente se manda a Ezequiel que abra una fosa en el altar de Dios, para que en ella se guarden los holocaustos colocados sobre el altarso. Porque si en el altar no hubiera una fosat', el viento esparciría toda la ofrenda que hubiera allí. ¿Q.ré entendemos por el altar de Dios, sino el alma del justo, que pone ante los ojos de Dios todas las buenas acciones que ha realizado, como un sacrificio? Y ¿qué signi-

fica la fosa del altar, sino la paciencia de los buenos gu€, humillando el alma para soportar las adversidades, la muestran como si fuese una fosa colocada en lo bajo? Por tanto) que se haga una fosa en el altar para que el viento no disperse la ofrenda colocada sobrc é1, significa que el alma de

los elegidos conserve la paciencia para que, cuando sea agitada por el viento de la impaciencia, no pierda el bien que había realizado. Acertadamente se prescribe que esta fosa tenga un codo de anchott; porque si no falta la paciencia se conserva la medida de la unidad. Por lo que dijo Pablo: Aywdaos mutuamente a lleztaruuestras cargas, y así cumpliréis la ley de Cris-

50. Cf. Ez 43, 13. metro o el pie en los sistemas mo51. Esta.fosa'es un hueco o dernos de medida. Gregorio aprocavidad, de un codo por un codo vccha cste sentido para afirmar clc ancha, que había en el altar, que, así como el codo cs la unidad l)ara quc el viento no csparciera las patrón entre las diversas medidas, .rfrendas, según Ez 43,73. así también la paciencia es el cle-

52. Cf . Ez 43,14. Un codo es mento patrón y unificador de l.r medida patrón entre los hebre- todas las virtudes. Cf. también ()s, de la misma forma que el Hm Ez II,9, 14 (SC 360, 457).

Regla pastoral

Gregorio Magno

134

to53.Laley de cristo es la caridad en unidad; y ésta sólo,la les alcanzanqui.n., no la quebrantan, ni siquiera cuando se ataca.

lo- que está escrito: Mejor es el Oig.n los irnpacicntcs 'qwc cl hombie fw.erte,.el dueño de sí qwe bo*bri paciente ,l ,orqr'irrodo, di ciwdad.es5a. La victoria sobre ciudades es ,lgo i. menos importancia, Porque lo.que se somete es ,t[o ."rerno. En cambio, es -tttho meior que el.alm.a se .áq.rirte y se someta a sí misma, cuando la paciencia la 1o lleva a dominarse en su interior. oigan los impacientes

En ztwestra pacienr:o p2almas55. En verdad, hemos sido crcados de seeréis tal modo 9ue, la raz6n Posee al alma y el alma al cuerp-o' Pero el alma no Posee ,i .t"'po, si antes no s-e posee ella oor la razón. Po, .ro, el Señor puso de manifiesto que la pr.i.n.i, es el guardián de nuestra naturaleza, pues _nos enPor señó a poseernos a nosotros mismos mediante ella. impala es grande .o.trigui..,t., sabemos qué culpl tan .i*i"r, po. Í, cual perdÉ-or iniluso la posesión de lo que la Verdad a sus elegidos: f.r. di..,uuestras

somos.

oigrn los impacientes lo que dijo Salomón: El necio da lo apyigua'.y .resalida"a 'r;;r; todo su espíritu, el que es sabio impulso de la imporo despuési. Ci..,..n..rt., bajo el y saca a fucra su perfr.i.n.i, ,. dirp.rsa todo el espíritu. ninturbación lo ,ná, rápidamente posible, porqu: to hay El reserve. la qu. inte.ioi il;, disciplina de ia sabiduría y r:sel:a moPara -otro Jabio, por el contrario ,la apa,cigYt

venmento. De esta manera, cuando él está herido, no desea ;rrr; inmediatamenre; porque tolerando prefiere perdonar,

ritum ticnc aquí un sentido rnuY amplio, predominando cl asPccto

53. Ga 6,2. 54. Pr 16,32.

55. Lc 21,19. 56. Pr 29, ll. El tórmino

psicológico (soplo vital, pasiírn,"') sPi-

sobrc cl religioso.

III,

9

I l5

¿lunque no por eso ignora que todo tendrá su compensrrcirirr

cn el juicio final. Por otro lado, hay que exhortar a los pacientes, a quc no se quejen en su interior por lo que sufren externamcnte, ni desvirtúen, por la infección de una malicia interior, cl sacrificio de tan gran valor que ofrecen íntegramente. Pues, ¿runque esto no lo sepan los hombres, se peca delante dc Dios; y llegará a ser peor, en proporción a la fama de virtud que quieran aparentar ante los hombres. Hry que decir a los pacientes que procuren amar a los que tienen que soportar, no sea que si el amor no sigue a la ¡'raciencia la virtud manifestada se convierta en un pecado peor, de odio. Por eso, dijo Pablo: La caridad es paciente, y r'r renglón seguido añadió: Es benigna5T. Con lo que dernuestra, efectivamente, que no cesa de ama\ por la benigniclad, a los que soporta por la paciencia. De ahí que el mismo maestro aconsejara la paciencia a sus discípulos diciendo: Toda amdrgura, irA, enojo, gritos, blasfemia desaparezca de oosotros5s. Como si ya estuviese todo bien dispuesto hacia lo cxterior, se dirige a lo interior, cuando añade: Toda maldads',; porque en vano se quitan del exterior el enojo, los gritos, la blasfemia, si en el interior está dominado por la maldad, nr¿rdre de los vicios. Como también en vano se corta por iucra la enfermedad de las ramas; ya que si ésta perdura dentro de la raí2, brotará de nuevo, incluso con más fuerza. La misma Verdad dice: Amad a vuestros enemigos, haced c'l bien a los que os odien, y orad por los que os maldigan y ¡,or los que os calwmnien60. Si ante los hombres es virtuoso soportar a los adversarios, ante Dios, la virtud está en amarIos. Ya que Dios sólo acepta este sacrificio, QUe ante sus ojos

57,

I Co 13, 4.

58. Ef .+, 31. 59. Ibid. Sc sobrcnticndc de-

sdparezca de aosotros.

60. Lc 6,27-28.

Regla pastordl

Gregorio Magno

r36

esquemadoporlallamadelacaridad,enelaltardelasbue-

A quienes tienen paciencia y' tl"

embargo'.tro nas obras. qwe bay mota ves Ia aman, d. nrr.,ro les dice: ¿Cómo es que que bay en tu ;';'-;í o¡o A, ru bermoró, y no nes la viga es como una mota' oio?6t La perturbación de la impaciencia viga 91 el ojo. una ::;" ñ;ü;á .n et coraz'n es como conÉ;^;;,;;. i, ,;;tación agita la mora, pero.la maldad ahí eso, el ojo. Por sumada hace ,.".r-?¡"-.."t. l, viga en primero k yiga dY tu se añade ,on ,^tOni U'pa"ita, sica la mota del oio de tw ojo, y entonces podrás ó" po,'o sacar que se queja inte hermanour. Coáo si dijera al alma débil por su Paclenriormente y que se muestra al exterior santa u'ol" it ti la viga.de la, maldad' y descia: ..ant., qt."n ^i^, la ligerezt dt tt' impaciencia; no ;;t,;;r.i¿. , lor' dt-á' vencer tu hipocresía ¡ sea que no te J.diqt"s to" afátt a entonces, sea peor Par.a ti.soportar los -it:: "itltj:':^ ^..^ pactentes.que' También, es experiencia común entre los reciben i"iYo adversidad la sufren en el -o-.rrrJ ;;'q". su. paciencia, de rias o no sient"e"^"ügri" dolor y muestran de su corainocencia Ia modo que no olrridañ salvagua r'dar mismas estas zón; pero .rr"ndo ,.t"t'dJ", poco. después' del fuelo. con el cosas que h.;-;;porrado, ,. .nt.d....t de la dolor, buscan excusas paravengarse ¡ arrepintiéndose la'cont'lerten en maldad' mansedumbre q.,. "'ít" se les "''"ieron A éstos, prorrro se les remedia por la. predicación' si demuest ra cuál es la causa de su cambio' una guerra Aquí, de hecho, el astuto enemigo provoca que sea la primecontra dos personas' A una la incita para y ala otra Par' 9üe.' sintiéndose ofenfrof.ri. mientras que 9l dida, se las de,rúel"a' Pero, to" f"tuüci"' lanzase el insulenemigo ,r.n.. al que persuadi ó para que .ott ecuanimidad' ro, es ''.rcido po, it q.r. tol.r, .f i.,r.rlio

;;;;

iffitt

62. Mr 7,5.

III,9

lt/

Después, el vencedor del primero, al que sometió incitándole, se levanta con todo su poder contra el otro y se rcquema contra el que le ha resistido valientemente y le ha vencido. Y, ya que no pudo incitarle cuando le lanzaba el insulto para que lo devolviera, cesa entonces de luchar abiertamente contra é1. Acosando su pensamiento por medio de secretas sugestiones63, busca el momento oportuno para en-

63. El mecanismo de la tentación, cuyos momentos se concatenan unos a otros, ha sido muy L'rien analizado por los padres espirituales orientales, sobre todo ¡ror aquellos de la espiritualidad

"sinaítica", como Evagrio, Nilo,

producido por una larga serie de consentimientos puntuales); cf. T. SptoLIr, La Spiritualitá dell' Oriente Cristiano, Roma, 1985, 211ss. Gregorio, por su parte, fiel expo-

nente de la patrística occidental,

.fuan Clímaco, Esiquio, Filoteo... lrstudiaron los momentos que se suceden antes de consentir al pecado y de los cambios psicológi-

distingue tres momentos o dimensiones de la tentación y lo expresa, respecto de Jesucristo y de no-

cos que siguen a esta decisión voluntaria: primero, la sugestión

"Debemosr pu€s, saber que la tentación se produce de tres maneras:

(prosbolé, una simple idea o imar:cn sugerida al espíritu o al corat.ón por el enemigo); después, la .rproximación para conv ersar (sündiasmós, conversación con el obje-

por sugestión, por delectación, por consentimiento. Nosotros, cuando

to sugerido, ¿lo hago o no?);

le

sigue el consentimiento (süghatát/.rcsri, consentir al placer prohibido

propuesto constituye

al el

pensamiento, esto pecado). Se habla

t:rmbién de la lucha interior (palé, .'s el momento decisivo, inmediat() al consentimiento). Y como eonsecuencia, el aprisionamiento, l.r esclavitud, o también, la pasión (¿ichmal6sía, páthos, la atracción violenta del corazón, un hábito vie ioso como una segunda naturale-

sotros,

de la siguiente manera:

somos tentados, comúnmente nos deslizamos en la delectación y también hasta el consentimiento; porque, engendrados en el pecado, llevamos además en nosotros el campo donde soportar los combates. Pero Dios, que, hecho carne en el seno de la Virgen, había venido al mundo sin pecado, nada contrario soportaba en sí mismo.

Pudo, por tanto, ser tentado por sugestión, pero la delectación del pecado ni roz6 su alma; y así, toda aquella tentación diabólica fue cx-

terior, no de dentro": Hm Ev 16, 1 (CCL l4l, 110-lll). En nosotros, por tanto, la facilidad de in-

Regla pastoral

Grcgorio Magno

138

gañarle. Y, en

algql rnomcnto tranquilo' vuelve al alma

del

lós daños sufridos, o bien ü". f. venció y, 3 L-,i.n lc recucrda soio, dr.dos dc ias i,-,iu'ias ¡ exagerando mucho 1o que tu Y.perturbt portO lc prcsc',. ,oá., .rt., .o,',-tJ intol..able. el hombre de alma con ran gran aflicciírn quc, lnuchas-veces, pr.i..,.i, ..uiiurdo ya sc avergüenza' después de su victoarrepleniir, d. lo que había soportado pacíficamen.te; y sebusca oca,. á. ro hrb., derruelto los insuitos que recibió, y quién' pues' sión oportuna paradevolver daños mayores. ¿A venvalientes como ,. prré..n érto'r, sino a lgt ql: quedaron d:tt'ii:' J. utátta' pero después'.pgf cedores en el ;;d á.",ro de lo' -t"os de la ciudad? ¿A quién ;;;;;do, grave enferse aseme¡rn, ,ito , fo, que, invadidos Por.una una Permata les embargo' y, sin -.Jrd, io pierden la "ida ,irt.ntá fiebrecilla que les acomete suavemente?' a los que tienen p.aciencia Por tanto, hay qt"

coraz6n; O:-:L' pensamiento' Procuren vlglq"., a.uae las altas torres del Y teman más a abierta. iu ^tenemigo vencido en la baialla enemigo astuto el la enfermedad q.r. r. insinúa, no sea que t:Tfl ,. ..go.ije con mayor exultación' cuando P?t "11 durante mucno subsi[uiente pise el cuello de los que ¿ntes' él' ante ,i.rnp"o, habían sido inflexibles

que, desp.r¿,

lO.

A

"o"sejar foáifiqttttt tu d.lá,,'i.toti',

los bondadosos

ya

los enaidiosos

Deunmodohayqueexhortaralosbondadososyde primeros que otro a los envidiosor. Éry que aconseiar a los clinaciónhacialadelectación,ybatalla.Yvivirdescuidados'coalgo sin imporpor al.rí, al conscnrimiento, na- mo si esto fuera plante-

.f pecado o.riginal. Por é1, en nosotros mlsmos está el campo dc

ce cle

l" h".ll; ;;;-'."t

J.¡O

tancia en nuestra vida, es ar dicha batalla sin csperanza de vencer'

III, 9-10

I l')

modo que-las consiclcl'ctt como propias. Deberían aplaudir con afecto las accioncs clc los demás, de suerte que las multipliquen imitándolas. l)cl mismo modo, si en este estadio de la vida presente no asisten al combate ajeno como entusiastas defensores, sincr como espectadores aburridos, permanecerán sin premio divino después del combate; porque no lo trabajaron con afán. Entonces, contemplarán afligidos las palmas de victoria de aquéllos, en cuyos trabajos, ellos no participan perezosos. Pues, efectivamente, nosotros pecamos mucho si no nos complacemos. en las buenas acciones de los demás; y "?l^ merecemos, sl no las imitamos, en la medida de lo posible. Así pues, hry que decirles que si no se apresuran en imitar las buenas acciones que aprueban con su complacencia, el gozo que sienten por la santidad de las virtudes es igual que el de los necios espectadores por la vana destreza de los juegos públicos. Éstos ensalzan con aplausos las actuaciones de aurigas y actores, pero no desean ser como aquéllos ¿r los que aplauden. Se admiran de que hayan realizado actuaciones bonitas y, no obstante, evitan agradar igual que éstos. H"y que decirles que cuando contemplan las acciones de los demás, deberían examinar su propio corazón y no presuman de las acciones de los otros, ni alaben lo que está bien, mientras se niegan a hacer lo mismo. Serán más severamente sancionados los que no quisieron imitar aquello que tanto les agradó. Por otro lado, hay que exhortar a los envidiosos, para que consideren qué grande es la ceguera de aquellos a los que les duele la prosperidad de los demás y se mueren de pena por el gozo ajeno. ¡Qué infelices, los que empeoran con la mejora del prójimo y se afligen amargamente dejándosc rnatar por la maldad de su corazón, al ver cómo crece la prosperidad del otro! ¿Quién puede ser mas desgraciado quc cstils pcrsonas que, cuando ven la felicidad, sufren y llegan :1 scr' rnás desdichados a causa de este tormento que padcccn ? se gocen en las vir_tudes ajenas,_de

Gregorio Magno

140

Si se complacieran en los bienes de los demás, que ellos no pueden tener, los harían suyos. Pues, todos los que están unánimes en la misrna fe son como miembros de un mismo cuerpo. 9uc, aunquc ticncn diferentes funciones, se hacen una mlsrna cosa cn aqucllo que concuerdan mutuamente. Sucede que cl pie ve gracias al ojo y los ojos andan gracias a los pies. La función de oír de las orejas sirve a la boca y la lengua coopera en la función de las orejas. El estómago mantiene a las manos y las manos tabajan para el estómago. Consiguientemente, en la misma composición del cuerpo vemos lo que debemos hacer. Es totalmente vergonzoso no imitar lo que somos nosotros mismos. De hecho, lo que amamos en los demás es nuestro, incluso si no podemos imitarlo; y lo que en nosotros es amado, llega a ser posesión de los que lo aman. Por eso, piensen los envidiosos qué eficaz es la caridad, que hace nuestras, sin trabajarlas, las obras del esfuerzo ajeno. Por tanto, hay que decir a los envidiosos que, si no se guardan de la envidia, se hunden en la antigua maldad del astuto enemigo. Acerca del cual está escríto: Por enztidia del diablo entró la muerte en el orbe de la tierra6a. Como éste perdió el cielo, tiene envidia del hombre, que está creado para el cielo; y ya que se ve perdido, quiere extender su condena perdiendo a los demás. H^y que exho rtar a los envidiosos a que sepan a cuántas caídas y mayores daños se someten, ya que, cuando no arrojan del cora z6n la envidia, se precipitan abiertamente hacia obras malvadas. Si Caín no hubiese tenido envidia de que la ofrenda de su hermano fuese_ agradable a Dios, de ninguna manera hubiera llegado a darle muerte. Por eso está escrito: El Señor miró propicio a Abel y sus dones, pero no miró propicio a Caín y sus dones; por lo que se irritó Caín

64. sb 2,24.

Regla pastoral

III,

10-l

l

t41

cn gran manera y se abatió su rostro65. La envidia al sacrificio del otro fue la semilla del fratricidio. Le dolió qr. Áb.l fuese. mejor que él f, para que no lo fuera, lo mató. También hay que decirles que, mienrras se consumen con este vicio interior, matan en sí mismos cualquier otra cosa buena que parecen rener. por lo que está esc.iio: vida de los cue.rpos es la salud del corazón, podredumbre de los hwesos cs la envidia66-.¿Qué se entiend. po. el cucrpo, sino las obras débiles y frágiles, y qué por los hr.ror, ,i,rá l^ acciones valientes? con frecuenlia, sucede que, unos, con inocencia de corazón, parecen débiles en algunas de sus obras; mientras otros, aunque realizan acciones valientes a los ojos de los hombres, sin emb.rlgo, se mueren de pena interiormente por cl vicio de la envidia que sient.n hrcia las buena, obr", de los demás. Por lo que se dice con razón: vid.a de los cuerpos es la salud del corazón. si se mantiene la inocencia del corazón, incluso -las acciones que externamente son endebles, alguna,vez se robustec erán. y también se añade con razón': Podredumbre de los huesos es la envidia. porque, debido al vicio de la envidia, incluso aquello que, a los ojos de los hombres' aparece como eficaz-., ,,rlt a los ojo, d. Dios. Q.r. los huesos tengan la_ podredumbre de la envidia significa que, incluso cieitas obras buenas, se echan , p..d.rl

ll. A los sinceros y a los mentirosos De un modo !1y qu. exhortar a los sinccros y de orro a los mentirosos..Hay que alabar a los sinccros, porque se csfuerzan en no decir nunca f,rlsccl:rc.lcsi l.rcr. hry ir.'r;;_ nestarles para que sepan ocultar lir vcrd..l .n .igrrr* ocasiones. Lo mismo que siempre cs ¡rcrjuclicial decii cosas fal65. Gn 4, 4-5.

66. Pr 14,30.

Grcgorio Magno

142

oír la verdad. Por eso, el Señor, mocleranclo con el silencio su discurso, dijo a sus discípukrs: Mucbas cosas tcngo que deciros, pero abora no podéis czn cllas"'. Por tanto, hay quc exhortarles a que, así como siempre les aprovcch¿r cvitar la falsedad, dcl mismo modo, también sas, a veces, también hacc daño a algunos

decir la vcrdad oportunamente. H^y que decirles que añadan a la virtud de la sinceridad, la de la prudencia; a fin de que puedan tener esa seguridad que viene de la sinceridad, sin perder la salvaguarda de la prudencia. Por eso, dice el apóstol de los gentiles: Quiero qwe seáis sabios para el bien e ingenuos para el malot. Y la Verdad misma aconseja a sus elegidos: Sed prudentes como serpientes y sencillos como palomast'. En verdad, en los corazones de los elegidos, la prudencia de la serpiente debe afinar la sencill ez de la paloma, y la sencillez de la paloma debe moderar la prudencia de la serpiente; con el fin de que, ni caigan en la astucia seducidos por la prudencia, ni se hagan perezosos en el ejercicio de aprender a causa de la sencillez. Por otro lado, hay que exhortar a los mentirosos, para que sepan lo grave que es el negocio de la doblez, que ellos Ilevan culpablemente; ya que, temiendo que les sorprendan, buscan siernpre argumentos engañosos y están inquietos con temerosas sospechas. Nada es nr¿ís defcndido que la sinceridad, ni nada es rnás fácil dc dccir quc la verdad. Pero, cuando un hombre se esfuerza por defender su mentira,, [atiga su corazón con un trabajo muy duro. Por eso, está escrito: Ahógwelos la labor de sus mismos labiosTa. Pues, la maldad que ahora les satisface, después, les descarga su peso;

porque al alma de la que brota ahora con una suave inquietud, la oprime después con un suave castigo. Por lo cual,

67. Jn 16, 12. 68. Rm 16, 19.

69. Mt 10, 16. 70. Sal 139, 10.

Regla pastoral

III, ll

|

.t l

dice Jeremías: Enseñaron a su lengua a hablar la mcrttir,t, trabajaron en hacer el marTt co-o"ri dije;;claramenrc: ,.r.s que sin esfuerzo alguno podían haber siáo amigos de Ia vcr._ dad, se esfuerzan por pecar rehusando vivir en sinceri¡ dad, cargan de trabajos para morir,,. _se Normalmente, aunque sean descubiertos en su falta, huyen de ser conocidol q9. lo que ;.rl;;"re son, se esconden. baig un velo de ?alsed y r. .rrr.. zan por disimular el mal que comeren. D. ^d que, rrr, .rr.rdo se ve -oio con toda claridad su falsed ad, a u...r,'.1 intenta corre_ !r. gir sus faltas, engañado por la niebla de la'frlr.d"J-;*r;; ta, casi l.lega a creer que no es verdad la convicción q;;',;;, acerca de éstos_. por eso, dice el profeta, bajo L fi;r; J; Judea, contra el alma que peca y se excusa a sí misma: Allí tendrá su cue'ua el eri)o?2: Er ío-br. J.i .¡ro d.ri;"; l; doblez del alma menrirosa que se excusa sagazmenre. El erizo, al ser sorprendido, aú'se le ve la ,^6ri^,1* prtrrl todo el .cuerpo; pero en el momenro en que se f. J"i., ,i hace todo él una g9lr, guarda sus paras en su interior y'.r_ conde su cabeza. ! así1omo ,.rt.i se le veía entero, ahora desaparece en las manos del que lo sostiene. Tal es, por tanto, el caso á. l* almas , cuan_ do son sorprendidas en su rransgresión. Se-.rrti.oras ve ra cabeza dcr ertzo porque un-o percibe desde el principio al pecador quc se acerca a su delito. También se.r.., l* prr* a.i ..ir", p.-rque por las huellas se conoce el mal .á-.rido, y, .Jtirr¡r, al exponer de repente sus excusas, recoge dentro sus pilt:rs., porque esconde todas las huellas de su"pecadn. cu.r.t" L. cabeza., porque muestra, mediante admiábrcs cXCr¡^:r.s, quc no ha intentado cometer nada malo. y p;.,;.,rccc co'() L¡na bola en las manos.de quien ro sostie.., p.,..¡,,. qr¡ic¡r rc corrige, pierde de vista iodo lo que ,rlrí,,'¿" ¿,1 y sostiene al 71. Jr 9,5.

72. ls 14.

15.

Regla pastoral I I I, I 1- 12

Grcgorio Magno

t44

pecador, envuclto clt su propia conciencia. Así, el que había uirro el erizo enter(), cr-r cl illo-.ttto de cogerlo, engañado con la tergivers¿rcit'rn dc ur-ra falsa defensa, se queda igual que si lo dórc,rt-l
tienc su cucv:t ctr los tllcntirosos' Porque la doblez de un

alma rnalicios:r, QUC sc mete der-ltro de sí, se esconde en las tinicblas dc sus excusas. oigan los mentirosos lo que esrá escrrto: Qwien anda ,o, siicrridad, anda seguro73. En la sinceridad de la acción está la confianza de .r.rt gttt seguridad. Digan lo que dice el sabio: Pues el Espíritw Santo que nos edwca, huye (e! engaño7a. De nuevo oigan lo que la Escritura les dice: El Señor lirn, su con'uersación íntima con los sencillosTs. La conversación íntima de Dios consiste en revelar sus secretos a las almas humanas, ilustrándolas con su presencia. Se dice que tiene su conversación íntima con los sencillos' porque con laluzde su visita revela los misterios divinos a las almas de aquellos que no están ensombrecidos con ninguna doblez. Es un mal particular el de los falsos, porque, mientra.s engañan a otros con su perversa y torcida acción, se glorí,.r1. ser más prudentes que nadie; y, al no tener en cuenta lo riguroso áel juicio, estos pobres desgraciados se regocijan en sus propios daños. por .ro, óig* cómo el profeta Sofonías carga sobre cllos la luerza dc la'i"dignación divina, diciendo He aqüí e! d,ía d,el Señor que ttegá grande y borrible,.... día de ira el día aqwel,... üá de ürieblas y de oscwridad, día de nwblado y de ¡itrnio niebla, día de trompeta y de clamor, sobre todas las ciwdad,es fortificadas y las- excelsas torres de los ángwlos76. 73. Pr 10, 9. 74. sb 1, 5. 75. Pr 3,32.

76. So 1, 14-16. Grcgorio omite algunas expresiones que ha-

brían hccho nrás terrible la reprensitin dcl profeta. El presente pasajc cs el quc serviría a Tomás de celano parir iniciar su inmortal Dies irae, dics illa'

¿

QuÍ

se entiende

por

las.

t45

ciudades fortificadas, sino las almas

suspicaces y cercadas siempre por una defensa falsa 9uc, cuando se reprende su culpa, no se dejan alcanzar por los dardos de la verdad? ¿Qué se entiende por las torres de los ángulos, sino la doblez del alma mentiros a, ya que la pared es siempre doblc cn los ángulos? Y ¿qué se entiende por los ángulos de la pared, sino los corazones impuros que, al huir de la sinceridad de la verdad, en cierto modo, se repliegan

dentro de sí por la perversidad de la doble z y, Io que

es

peor, se enorgullecen en sus conciencias de este mismo pecado de doblez, apareciendo como prudentes? Por tanto, viene el día del Scño r, día llcno dc vcnganza y de ira contra las ciudades fortificadas y contra las torres de los ángulos, porque la ira del juicio final destruye los corazones humanos que se han cerrado a la verdad, y pone al descubierto a los que están envueltos en dobleces. Entonces, caen las ciudades fortificadas, porque Dios condena a las almas suspicaces; y se desploman las torrcs dc los ángulos, porque los corazones que se ensoberbecen por la prudencia de la mentira caen a tierra por sentencia de la justicia.

12.

A

los fuertes

y a los débiles

De un modo hay que exhortar a los fuertes y de otro a los débiles. A los primeros, para que empleen la salud corporal en beneficio de la salud espiritual. No sea que sc l-ragan peores, si utilizan la gracia de la salud que han rccil'riclo cn provecho de la maldad; pues, entonces, se harán nrcrcccdores de los castigos más graves, por no habcr tcnriclo hacer rnal uso de los bienes que Dios las había c{ac{o ,rlrundanternente.

H^y que exhortarles para que no dcsprccicn lir oportunidad de la salud de que gozan, a fin clc quc scrrn dignos de clla en la eternidad. Pues, está escrito: He aqwí ahora el

Grcgorio Magno

146

Regla pastoral

tiempo aceptable , he aquí ahora el día de salvación77. Hty qu. r.ottsejarlcs quc si no quieren agradar a Dios ahora que pueden, más tardc, cu:tndo quieran hacerlo, no podr.án. La iabiduría abandon¿l ¿1 los que había llamado antes durante mucho ticrnpo y lto quisicron prestarle atención, cuando dice: Os bc llamado y no habéis querido; be tendido mi muno, y nadie ha prestado atención; habéis despreciado todos mis consejos, no habéis hecho caso de mis reprensiones; también yo me reiré de ztwestra destrucción, me burlaré cwando llegue 'uuestro espantott. Y, de nuevo Entonces me llamaráñ, y no responderé; se leoantarán temprano y no me hallarán7". Al despreciar la salud corporal recibida para hacer el bien, una vez perdida es cuando se da uno cuenta de su valor. Y, tl final, se la busca en vano, cuando no se emplea con provecho el don que se ha recibido en tiempo oPortuno. Por eso, bien dijo Salomón: No des tu honra a' extraños, ni tws años a los crueles; no se barten de tws bienes los extraños, ni estén tws trabajos en casa del extranjero; no sea qwe gimas a la postre cwando tw cwerpo y tu carne se consumanto. ¿ Q.té hay que entender por extraños a nosotros, sino los malos espíritusr QU€ han sido separados de la patria celestial? ¿Qué, por nuestra honra, sino que' aunque creados colt cucrpos dc barro, sin embargo, hemos sido hcchos a imagen y semejanza de nuestro Creador? Y ¿quién es el cruel, sino aquel ángel apóstata gue, por soberbia, se buscó para sí mismo la muerte y, aun perdido, no cesa de buscar la muerte para el género humano? Así pues' da su honra a gente extraña quien, creado a imagen y semeianza de Dios, emplea los años de su vida en complacer a los cspíritus malignos. Además, entrega sus años a alguien cruel'

77. 2 Co 6, 2. 78. Pr 1,24-26.

79.

Pr 1,28.

80.

Pr 5, 9-11.

III,

12

147

quien hace uso del tiempo que ha recibido, para vivir segú. la voluntad del enemigo que le domina p^tá su mal. En el mismo lugar se añade con razón: No se harten de tws bienes los extraños, ni estén tus trabajos en casa del extranjeros'. Todo el que, haciendo uso de su salud corporal y de la sabiduría asignada a su inteligencia, no trabaja por -lucjercitar las virtudes, sino por cometer el mal obrando juriosamente o por soberbia, enriquece con el fruto de sus sudores, no su casa, sino la de extraños. Es decir, acrecienta las obras de los espíritus malignos, porque, al asociarse a ellos, aumenta el número de los que se pierden. También añade con acierto: No sea que gimas a la postre, cu.Ando tu cuerpo y tu carne se consumantr2. Y at qra, normalmente, los vicios gastan la salud de la carne; p.ro cuando ésta se pierde de pronto, cuando la carne se des[asta a causa de ciertas molestias, cuando el alma está a putrto d. salir del cuerpo, enronces se busca la salud, perdiáa y por tanto tiempo mal empleada, para vivir bien. Entonces los hombres gimen por no haber querido servir a Dios, cuanclo les es totalmente imposible servirle, ni pueden reparar los daños de su negligencia. Por lo que tr-tié.r se diie en otra parte: Cuando los castigaba, entonces le requeríans3. Por otro lado, hay que exhortar a los débiles, a que se clcn cuenta de que son hijos de Dios, por el hecho de que los flagela con eI azote de la corrección. No se entrerendría c'n enseñarles por medio de sufrimientos, a menos que renga dispuesto en sus planes darles su hered ad a los corregidos. I)or eso le dice el señor a Juan, por medio del ángel: yo a los que amo, los reprendo y corrijo84. Y también eitá escrirr>: Hijo mío, no desprecies la corrección del señor; ni te desanimes al ser reprendido por É1. Prtt, a qwien el Señor amt,

81. Pr 5, 10-ll. 82. Pr 5,12.

83. Sal 77,34. 84. Ap 3, 19.

Gregorio Magno

148

le corrige; y azota a todos

Regla pastoral

los bijos que recibe\s.

Y el sal-

mista: Muchas son las desgracias del justo, Pero de todas le libra el Señor86. El santo Job, exclamando en su dolor, dice: Si soy jwsto, no levantaré mi cabeza, saturado de aflicción y de miseriasT. lHay quc decirle s que, si creen que su patria es la del cielo, es necesario que padezcan trabajos en ésta, como si fuese extraña. Por eso, las piedras Para la construcción del

Templo de Dios fueron martilleadas fuera; pará' que pudieran ser colocadas sin ruido de martillo; y así nosotros, ahora somos martilleados fuera con el azote, Para que después, seamos colocados dentro del Templo de Dios, sin martillazos de corrección. Todo lo que en nosotros es superfluo se quita a base de golpes; y así, sólo la concordia de la caridad une el edificio. Además, hay que decirles, que tengan en cuenta cómo se castiga a los hijos con el azote de la disciplina, para que alcancen la herencia terrena. ¿Qué dolores de corrección divina nos son duros, si por ellos evitamos el castigo eterno? Dice Pablo: Teníamos a nuestros padres según la carne, que nos instruían, y les respetábamos. ¿l/o nos someteremos mejor al Padre de los espíritws para viztir? Y eso que ellos nos corregían segwn su voluntad y por poco tiempo; y esto para el que es provecboso recibir la santificación\8. Se les debe aconsejar que consideren qué importante es para la salud del alma, la molestia del cuerpo. Pues, llama ál rl-r, con insistencia, al conocimiento de sí misma. Y además, actualiza la memoria de la propia debilidad; lo cual se descuida, generalmente, cuando se goza de buena salud. Así, el espíritu que es llevado fuera de sí mismo hacia la soberbia, viene a acordarse de la condición a la que está sujeto, por las molestias que soporta en su carne.

85. Hb 12,5-6. 86. Sal 33,20.

87. Jb 10,

15.

88. Hb t2,9-t0.

III,

12

Esto fue indicado correctamente por Balaam en el nrisr.. retraso de su viaje (¡si hubiese tenido ganas de seguir obcclientemente la voz de Dios'"!). Vemos que Balaam intenr¿r llevar a cabo su propósito, pero se lo impide la bestia quc llevaba como ofrenda. El asno se para por un mandato y ve rl un ángel que el alma de hombre no ve; porque, por lo general, la carne detenida por sus molestias, hace con su dolor tlue el alma conozca a Dios a quien no veía el espíritu que lrr rige; y así, impide los deseos del espíritu gu€, como de paso, quiere el provecho de esre mundo, hasta que llega a conocer al que invisiblemente le sale al paso del camino. Por lcr que muy bien dice Ped ro: Fue corregido por su locura. Una bestia de carga muda, hablando con 1)oz bwmana, probibió la insensatez del profetaeo. un hombre loco es corregido por una bestia muda, cuando la carne afligida recuerda al alma ensoberbecida la virtud de la humildad que debía tener. Pero Balaam no recibió el don de la corrección; porque, maldiciendo, cambió sus palabras, pero no su intcnción. También hay que aconsejar a los enfermos que considelo grande que es el don de la molestia corporal: limpia 'cn Ios pecados y evita los que se podrían cometer; y, arrancilndo las molestias de las heridas exteriores, clava en el alma .rfligida las heridas de la penitencia. Está escrito: Las cicatrices de las beridas son remedio contra los males, los golpes ('urA.n basta el fondo de las entrañas"r. Las cicatrices de las lreridas remedian los males; es decir, Que el dolor de los castisos limpia los males, tanto del pensamiento como de las ,rl'rras. Y por entrañas suele entenderse el alma; porque así ('()mo el vientre consume los alimentos, del mismo modo el .rlma, al valorar las molestias, las purifica. Esto de que cl

89. Cf. Nm 22,

23ss.

90.2P2,15-16.

91. Pr 20,30.

Grcgorio Magno

150

vientre significa cl alma se cnseña por la sentencia que dice: Lámpara del Señor cs cl cspíritu del hombre qwe investiga todos los secrctos dcl vicntrc"r. Como si dijera: "cuando el espíritu divino ilurnina cl ¿rln-ra del hombre, hace que.se conozca a sí rnismir; ella que antcs de la venida del Espíritu Santo podía tcncr malos pcnsarrnicntos, pero no sabía expiarlos". Las penas de las heridas remedian los males con incisiones que llegan hasta las entrañas; porque cuando somos heridos exteriormente, callando y sufriendo, recordamos nuestros pecados y ponemos delante de nuestros ojos todo lo malo que hemos hecho. Y así, porque sufrimos por fuera, nos dolemos por dentro más de lo que hemos pecado. Con lo cual, sucede que, por medio de las heridas externas del cuerpo, nos purifica más la herida escondida del corazón; porque ésta sana el mal de la obra perversa. Además, hay que exhortarles a que conserven la virtud de la paciencia, de modo que tengan en cuenta, constantemente, cuántos sufrimientos soportó nuestro Redentor por aquellos que había creadoi icómo aguantó tantas injurias y reproches; cómo, Aquel que rescata cada día las almas cautivas de las manos del antiguo enemigo, recibió las bofetadas de los que le insultaban; cómo É1, que nos lava con cl agua de la salvación, no cscondió su rostro a los salivazos de los malvados; cómo É1, qr. nos libera del castigo eterno, toleró en silencio los latigazos; cómo É1, que nos concede honores permanentes entre los coros de los ángeles, soportó los puñetazos; cómo É1, q,.t. nos salva de las punzadas de los pecados, no rechazóla corona de espinas; cómo É1, qn. nos embriaga de eterna dulzura, aceptó en su sed l,r amargura de la hiel; cómo É1, q.r. adoró al Padre por nosotros, aún siendo igual r Él .n su divinidad, se calló cuan-

92. Pr 20,27.

Regla pastoral

III,

I2-13

do fue adorado con burla; cómo É1, que es la misma Vida y prepara la vida a los muerros, llegó irrt" la muerte! ¿Por qyé, pues, se cree que es rtg" muy duro, quc cl ,hombre tolere de Dios los azoter poi los Áaler, ,l á. lo, l'rombres soportó Dios rantos -r1., en vez de bienes ? o ¿quiérr, en su_:1no juicio, se mosrrará rngrato por sus cas_ tigos, cuando É1, que vivió aquí sin pecadó, ,,o salió a. ,q"r sin ser azotado? 13- A los que ztiaen inocentemente porque temen los castigos y a los que no se corrigen ni ,on costigo,

De un modo lay que exhortar a los que temen los castigos y por eso viven inocentemente, y d; orro a los que se han endurecido en la maldad y tri .oÁ castigos ,. .orrig..r. \^y que decirles a los temerosos, que nunca deseerr, .J-o algo grande, los bienes rernporal.r qL. ven poseer a los malvados. Y. qu9 huya' de los ,á-po.rles, como -rle, -nunca llgo intolerable, con loi que saben que tambi¿r, ,o.. ,fiigi.los los justos. H^y que decirles..que si de veras desean no tener males, ternan mucho los suplicios erernos; pero no se queden .r, .llos, sino que crezcan con el alimento de l" caridad hasta t^ gr^ri^ del amor. Pues, en verdad, está escrito: La caridaa pr'jrrt) cxpulsa el rcmorn', Y también, en otro lugar: pues, no recibisteis un espíritu de serztidumbre para recaer en el támor; ,ino un espíritu de bijos adoptiros, en el que exclamamos: ¡Abbá, Padrelea. Por eso, el mismo dice de nuevo: Donde -r.rtro cstá el Espíritw del Señor, allí está la libertad.,5. por ranro, si todavía es el temor del castigo lo que le aparta de hacer cl 93. I Jn 4, 18. 94. Rm 8, 15.

95. 2 Cct 3, 17.

()rcgorio Magno

t52

Regla pastoral

mal, verdaderanrentc no goza cle libertad de espíritu este alma que está tan dominacla por cl tcmor. Pues, si no temiera el castigo, sin duda, conrctcría cl pccado. El alma ignora la gracia de la libcrtad, cu,rndo sc somcte a la esclavitud del temor. El bien ticnc quc scr arnado por sí mismo, y no se debe practicar a impulsos del tcmor al castigo. El que hace el bien sólo porque tcmc los daños de los castigos, desea que no haya nada que temer para, así, poder cometer audazmente obras ilícitas. Por lo que se ve más claro que la luz, que se peca con el deseo, ante Dios, en cuya presencia se pierde la inocencia. Por otro lado, a los que se han endurecido en la maldad y ni con castigos se corrigen, hay que reprenderles con fuerza, tanto más aguda, cuanto mayor es la insensibilidad en la que han caído. Por lo general, hay que mostrarles desdén, pero sin despreciarlosi / también desc onfianza, p€ro sin deses peranza, sino de tal manera que esta desc onftanza los haga temer, y la exhortación que se les añada los haga volver a la esperanza. H^y que poner de manifiesto lo que las sentencias divinas dicen contra ellos, para que se reconozcan en ellas, al consid erar la eterna maldición. Oigan que en ellos se ha cumplido lo que está escrtto: Aunque machaqwes al necio en el mortero, como se machaca la cebada con el mazo, no se apartará de él su necedad''. También el Señor se queja contra ellos, diciendo por el profeta: Les trituraste a ellos, pero recbazaron la enseñanza')7. Y en otra parte: Hice estragos y mwertes en este pueblo y, sin embargo, no han retrocedido de sws caminosetr. Y de nuevo: El pueblo no se ha conztertido bacia quien le bieree". Se queja el profeta con la voz de los que castigan, diciendo: Dimos medicinas a Babilonia y no ba sanado r00. A

96. Pr 27,22. 97. Jr 5,3. 98. Jr 15,7.

III,

13

liabilonia se le dan medicinas ¡ sin embargo, no llega a esrar s:lna' cuando el alma, confundida por el mal ob.ri oye las g'ralabras y recibe los castigos de córrección y, no obrt.,rt.,

,lcsprecia volver a los recros caminos de la'salvaciórr. po, cso, el Señor reprende al pueblo de Israel, cautivo y no conpara mí, io casa d,e 'crtido aún de su iniquidad, diciendo: lsrael se ba convertido en escoria; todos éstos ,o,n ,o6re, estttño., Itierro, plomo en medio de un bornoror. como si dijer'¿r claramenre: "he querido purificaros por el fuego de la t.ibulación h. intentado haceros .o--o plata o como oro, -y pcro en el crisol os habéis convertido en iobre, estaño, hie'ro y plomo, porque en medio de la tribulación os enrregtrsteis a los vicios y no a la virtud,,. cuando se golpea el cobre suena más que los demás por eso, quien al ser golpeado prod'u.. el sonido 'retales; tlc la murmuración, se ha conrrértido en .ob... En cambio, cl estaño, cuando se elabora con arte, parece igual qu. lá plata; por eso, el que no se desprend. á.1 viciJde t, ¿irinrulación, en su tribulación, se h, .orrr.rtido en estaño. El hierro se usa para acechar la vida del prójimo; por eso, r¡uien no se desprende de la malicia de ^hr... ¿ánf, .r, ,, tribulación, se ha convertido en hierro. El plomo, por su Part€, es más pesado que los otros metales; por .ro, quien sc encucntra muy_ oprimido por el peso de su pecado, . i"cluso en su tribulación no se despega de lo, der.os rerrenos, se ha convertido en plomo.- pár lo que está escrito: Con mucbo trabajo ba sudado, pero no ba podido quitar sw ¡nucha berrumbre, ni siqwiera ion el frrgár02. El fu.go d. lrr tribulación nos remueve para limpiar Jn ,,oro,ro, la h.'rumbre dc los vicios; pero, ni poi el fuego perdemos la herrumbre, cuando aun en medio de los .rr"rigár no nos libramos de nuestros vicios. Por eso, el profeta"dice una vez

99. Is 9, 13. 100.

Jr 51,9.

153

lQl. Ez 22, 18.

102. Ez 24, 12.

Regla pastorctl

Grcgorio Magno

154

más: En ztano derritiri cl fundidor,, pues no han sido consu-

midas sws maldaclcstc\. Pero hay quc s:rbcr qr-rc, ;rlgu na vez, cuando Permanecen incorregidcls cn mcclio de la dureza de las pruebas, tienen quc scr amonest¿rdos con una cxhortación suave. Pues, a los que los sufrimicntos no corrigen, a veces, la amabilidad los aparta de sus malas acciones. Porque a la mayoría de los enfermos a los que no pudo curar la poción de hierbas, antes le devolvió la salud el agua templada. Y las heridas que no se pudieron curar por incisión, se curan con fomentos de aceite. El duro diamante de ningún modo se puede cortar con un cuchillo, pero se reblandece con la suave sangre de los machos cabríosrca.

14.

A

los mwy callados

y a los muy charlatanes

De un modo hay que exhortar a los que son muy callados, y de otro a los que están vacíos en su mucho hablar. Hry que decir a los primeros que, mientras huyen imprudentemente de ciertos vicios, se ven envueltos interiormente en otros peores. Pues, con frecuencia, por reprimir inmoderadarnente su lengua, hablan mucho y peor en su corazón; de modo que estos pensamientos fluyen en la mentc, en proporción a la rcprcsión que ellos se hacen por un violento e indiscreto silencio. Gcr-reralmente, estos pensamientos fluyen con mayor abundancia, en la medida en que sc creen más seguros de que no los ven quienes podrían re103. Jr

6,29.

12,

l,14 (PL 82,426).

Estos aut()-

cn- rcs, urlo ¿utcrior (f+:O¡ y otr'() poco postcrior (f636) ;r Grc¡¡orio, conrriutlos irtestiguirclo tambión cn ()tros Padrcs: cf. Ar;uslíx, Dc CiP¿lrcccn dcpcr-rclcr clircct,r o indi rcctamcntc de Pt.lxro, Historia na' (CCL 763); 48, 4 21, Dei, aitntc IsrutrRtr ul SLvtt t-n, Etl,rnologiac, tural 20, proernit'r; 37, 55. lO4. Este extratio uso l9

III,

13-14

t5s

1''r'cnderlos. Por lo que, algunas veces, el alma llevada por l,r t.berbia desprecia, como a gente más endeble, a los que oyc lrel'rlar. Al cerrar la boca de su cuerpo, no se da cuénta de euántos vicios pone de manifiesto por ensoberbecerse. Rep'rrimen su lengua, se ensoberbece su alma ¡ sin considerar ru maldad, acusan ranto más libremente a los dcmás en su 1'tropio corazón, cuanto más secretamente se quejan de ellos. Por tanto, hay que amonesrar a los qr. io.r demasiado e,rllados, para que procuren saber con todo cuidado, no sólo

etimo deben monstrarse al exterior, sino también cómo ,lcben comportarse interiormente. De tal modo, QUe teman nrás el secreto juicio acerca de sus pensamienros, quc la re¡''rensión a sus palabras por parre de los demás. Puesto que cstá escrito: Atiende bijo mío, a mi sabidwría, aplica tu oído ,t mi prudencia, para que guardes la reflexiónros. No hay en nosotros nada más fugaz que el corazón; porque se aleja de n()sotros tantas veces como se desliza por malos pensarrientos. Por eso, dice el salmista: Mi corazón me ha aban,lonado 106. Y, volviéndose a sí mismo, dice: Tu siento ba ent'r¡ntrado su corazón para orar a ¡iroz. Se encuentra el corazrin acostumbrado a huir, cuando se domina el pensamiento vigilantemente. con frecuencia, los que son demasiado callados, cuan,1,> sufren algunas injusticias, llegan a soporrar un dolor más ,rsudo; puesto que no hablan de lo que les hace sufrir. Si su lc'gua hablase tranquilamenre de las molestias que esrán pat.rndo, el dolor saldría de sus conciencias; pues, las heriáas t'crradas atormentas más. En cambio, cuando se expulsa la irfección interna, el dolor abre paso a la salud. Debén saber t'sto los que más callan, para que no aumenten el grado dc ,lolor, callando las molestias que sufren.

105. Pr 5, l-2. 106. Sal 39, t3.

107. 2

s 7,27.

Regla pastoral

Gregorio Magno

156

a sí deles mismos, ,ru.r.. les dc[-tc,-t ocultar lo que iustamente berían corregir. Así, con la mcdicina de la _palabra concu-

Hry que decirles quc, si aman a sus prójimos como

rren ambr, fr.,., cn la promoción de la salud; puesto que se corrige la mala acción en quicn la lleva a cabo, I :. -?dera el ár.lo, del dolor que ,opor," cl que tiene abierta la herida.

Por consiguiente, los que ven las malas acciones de los demás y, no Jbttt.tt., en silencio reprimen su lengua' a.ctú,. .o-o el que, viendo las heridas, no aplica el medicamento. y se ñr..r autores de esa muerre, porque, pudiendo curar el virus, no quisieron hacerlo. Por tanto' la lengua debe ser prud.nt.-.nt. moderada, sin dejarla totalmente amarrada. Pues, está escríto: El sabio guarda silencio hasta sw horaro8. De modo que, cuando lo considere oPortuno, dejando a un lado l, .e.rs.rra del silencio, se ocupa provecho,r*..rr., hablando aquello que sea conveniente. También esrá escrito en ot.o l.rg" r: Hiy tiempo de callar y tiempo de bablarroe. Es decir, q* hty que juzgar prudentemente las distintas ocasioner, á. rnrn.ru que cuando la lengua deba moderarse, no se deslice por pálrbr"r inútiles; ni cuando pueda hablar consrructivamenre, deje de hac.erlo por pereza. ^El sal-ista, teniendo esto bien en cuenta, dice: Pon, Señor, en mi boca un centinela, y wn vigía a Ia puerta de mis labiosuo. No pide que se le ponga a su boca una pared' sino una puerta que, evidentemente, abr-a y cierre. Por tanto' tenemos que aprender cuándo la palabra debe abrir la boca discretamenté y en tiempo oPortuno ¡ también, cuándo la debe mantene r cerrada en un oPortuno silencio' por otro lado, hay que e"hoitar a los que son -tl charlatanes, a que miren .on tt.ttción, cuántas veces se disper-

108. si 20,7. 109. Qo 3, 7.

srrn, cuando se apartan de la

III,

14

157

rectitud por la multiplicidad de

l,rs palabras. El alma humana se comporta como el agua: cuando está encerrada, se concentra hasta el nivel más alto, porque busca de nuevo la altura de la que había descenditlo; y cuando está suelta, se pierde, porque se desparrama

inútilmente por lo más bajo. Por tanto, todas las palabras superfluas disipan la censura de su silencio, como si se saliese de madre por diversos riachuelos. Por esto mismo, es incapaz de recogerse interiormente hacia el conocimiento de sí misma, porque, disipada por su mucho hablar, no ahoncla en lo profundo de una íntima consideración. En cambio, queda toda al descubierto a las heridas del enemigo que la .rcecha, porque no estaba rodeada por ninguna fortificación

rri vigilancia. Está escrito: Como una ciwdad abierta y sin murallas, es el bombre que, puesto a hablar, no puede contcner sw verborreAtrr. En efecto, la ciudad del alma sin las rnurallas del silencio, está expuesta a los dardos del enemigo; y cuando ella misma sale afuera por sus palabras, se encuentra indefensa ante el adversario. Y éste la vence con nruy pocos problem as, ya que el alma también lucha contra sí misma, debido a su mucho hablar. Como, normalmente, el alma es empujada paso a paso a lrr caída, cuando no evitamos las palabras ociosas, caemos en l,rs nocivas. De tal modo que, en primer lugar, le gusta hablar de cosas ajenas, después, morder con detracciones la t'ida de los que se habla ¡ finalmente, la lengua se precipit.r €r claras injurias. Por eso, se siembran los celos, nacen l;ls riñas, se encienden las pasiones del odio, se apagala paz .le los corazones. Por lo que, bien dice Salomón: El que pleitosr12. Soltar el agua signifi'uelta el agua es cabeza de c.l soltar la lengua en un torrente de palabras. Y, al contrarirr, se dice en otra parte: Las palabras en la boca del hom-

110. Sal 140, 3. II

l.

Pr 25,28.

112. Pr 17, 74.

I

158

Gregorio Magno

bre son agua profunda rrr. Por tanto, el que suelta el agua es causa de disputas, porquc quien no modera su lengua, rompe la concordia. Tambión cstá cscrito de otra man era El que impone silencio al nccio, mitiga las iras rra. Cuando el charlaún no quierc modcrar su lengua, tampoco puede mantenerse er-r la rcctitud dc la justicia, como atestigua el profeta: No ande más sobre la tierra el hombre deslengwadotr5. Y también Salomón: En la mwhiplicidad de palabras, no faltará peca6Jotrc. Además, dice Isaías: El silencio guarda la justiciatrl. Es decir, que la justicia del alma es desolada cuando no se priva de hablar sin moderarse. Por lo que dice Santiago: Si algwno se cree religioso, Pero no refrena su lengua, sino que engaña su proPio corazón, sw religión es 'uanatt\. Y en otra parte: Sea todo bombre rápido Para escuchar y tardo para hablar I re. X definiendo el poder de la lengua, añade: Es la lengua wn mal twrbulento, lleno de veneno mortíferona. Por lo que la Verdad misma nos advierte, diciendo: De toda palabra ociosa qwe bablen los bombres, darán cuenta en el día del juicio r2r. Es palabra ociosa la que no es justamente necesaria, o la que no tiene religiosa utilidad. Por tanto, si se ha de dar cuenta hasta de una palabra ociosa, consideremos qué pena tan grande tendrá el mucho hablar, por donde llegamos a pecar con palabras nocivas.

Regla pastoral

III, l4-l j

l5g

dcjen pasar las buenas accion es, aplazándolas para orro mornento. En cambio, a los otros hay que decirles, que no rebajen el mérito de las buenas acciorres, cuando se'adelantan

.rl momento oportuno, anticipándose imprudentemente. A los perezosos, hay que hacerles caer en la cuenta de gu€, rnuchas veces, cuando no queremos hacer oportun"-.rrta lo que podemos, .po:o después, si queremor, y, no podemos. ciertamente, el alma perezosa, cuando no ,. ercierde co' un fervor conveniente, le crece impcrceptiblemente la desiclia, por la que pierde todo sentidó d. i.r.o del bien. por cso, dice claramente salomón: La pereza bunde en el soport22.. El perezoso, cuando pietrsa correctamente, está como despiertoi pero, cuando no hace nada, se adormece. Se dice que la pereza hunde en el sopor, porque, cuando cesa. el afán.por hacer el bienr poco a poco ,e pi.rde incluso el cuidado de pensar bien. Por lo qu. r. a¡ade acertadarnente: Y el alma descuidada pasari f.7a2n[rrrzt. El alma, .'uando por negligencia no aspiia a las cosas superior.r, ,. rlispersa en bajos deseos. Mientras no se someta c on fuerza ¿r sí misma al deseo de lo más sublime, es herida por los de.seos de las bajas pasiones. consecuentement., .ó-o rechaz.a someterse a disciplina, está descuidada, hambrienta de ¡rlaceres. Por lo cual, escribe el mismo Salomón: Tod,o ocio-

so es codiciosot2a.

15.

A

los perezosos

y a los precipitados

De un modo hay que exhortar a los perezosos y de otro a los precipitados. A los primeros hay que decirles que no 113. I

Pr 18,4.

14. Pr 26, 10.

ll5. I

Sal 139,12. 16. Pr 10, 19.

t

17. Is 32,

17

.

118. St 1,26. 119. St l, 19. 120. St 3, 8. l2l. Mt 12,36.

La misma Verdad predica que la casa quedó limpia, cuando salió un sólo espíritu; pero que, cuanio está u^rí^', -la con otros muchos que ocúpan r2s. No.-rl-.r,t., 'uelve cl perezoso se niega a hacei lo que le correspondc; .lgun* cosas porque las ve difíciles, y orras, porque 1., t.-I i-prudentemente. Así, cuando encuentru rlgutr. razón aparcnte para temer, declara que no actuó tan mal p,r, ,-,-,rr.t.122. Pr 19, 123. Pr 19,

15. 15.

124. Pr 21,26. 125. Ct. Mt 12, 44ss.

Gregorio Magno

160

nerse inactivo. Sobre é1, dice Salomón con razón: Por el frío, no quiso arar el perezoso; por tanto, en verano mendigará, y no le darán nadarr6. El perezoso no ara a causa del frío,

cuando dejándose dominar por la desidia y la pereza, aI pensar lo quc debc hacer, se excusa o no lo hace. También deja de arar por el frío, cuando teme males pequeños dcl adversario y tolera que se cometan males mayores. Bien se dice: En verano mendigará, y no le darán nada; pues, quien no suda ahora por hacer el bien, cuando aparezca más ardiente el sol del juicio, en verano mendigará, y no le darán nada, puesto que en vano pedirá entrar en el reino. Dice en otro lugar Salomón: El que observa al viento, no siembra; el que mira a las nwbes, nunca siegar27. ¿Qué se entiende por el viento, sino la tentación de los espíritus malignos?, y ¿qué, por las nubes que mueve el viento, sino las adversidades de los malvados? En efecto, los vientos empuj^n a las nubes, como el soplo de los espíritus malignos mueve a los malvados. Por tanto, el que vigila al viento, no siembra; y el que mira a las nubes, no siega. Todo el que

teme la tentación de los espíritus malignos y todo el que teme la persecución de los malvados, ni ahora siembra los granos del buen obrar, ni después cosechará las gavillas de la santa rctribución. Por otra parte, a los precipitados hay quc aconsejarles gue, cuando se adelantan al momento oportuno de hacer una obra buena, echan a perder su valor; y, con frecuencia, llegan a caer en el mal, por no discernir de ningún modo el bien. Nunca consideran qué y cuándo actuar; pero, normalmente, reconocen que no debieron haber actuado así. A éstos, como si fueran sus oyentes, les dice Salomón: Hijo, sin consejo no hagas nada, y despwés de becho, no te causa-

126. Pr 2Q, 4; cf.

(ccl

143B, 1340).

Mor 27,

15

Regla pastoral

III,

I

t-16

l6t

rá arrepentimiento r2rr. y de nuevo: eue tu aista se ad.elantc a tus pasosr2e. Tu vista precede a tus pasos, cuando los consejos preceden a ru actuación^. El que rechaza 'cctos r'irar, considerando lo. que va a hacer, camin, *r, lo, ojos ccrrados y' conrinuando su camino, no ve delan,. i. ;i;, r)or eso mismo, cae antes, porque no atiende con l^ ..lcl consejo donde debía pó".i el pie de su acción. ^ir^áá 16.

A

los mansos

ya

los coléricos

De un modo. hay que exhortar a los mansos y de otro A vecei, cuando los mansos estár, al frente ..le la comunidlg, p_1d.cen algo parecido a la pereza que en_ qcndra la desidia. ! .ror-rl-enre, por una resolución exr'csiva de mansedumbre, suavizan de lo necesario el -;r i'igor de la severidad. Por el contrario, los coléricos, cuando desempeñan un t'.rrgo.de gobierno, empujados por la ira, se precipiian al frercsí de su menre, f así, int.oducen la iurbación .r, la vida ,lc sus fieles, disipando su paz. Éstos, cuando son arrebata,lrs por la ira, no se dan cuenta de todo lo que los airados Ir,rcen, ni todo lo que ellos sufren. En cambio, r esto sí que r's grave, algunas veces creen que el d. ,., i., ''ás .s celo por la justicia. Y, cuando rl ui.io se".r.báto le considera virt ucl, la culpa crece sin ningún miedo. .r los coléricos.

Por tanto, con frecuencia, los mansos se muestran débiles, l)()rque les repugna. reprender; y los coléricos se engañan .n .i .'clo. por la rectitud. Así pues , a la virtud de los pii-..or, ,. ,rri¿rde latente el vicio; y orros, el vicio les parece ferviente r i.tud. Por consiguiente,"lor hay que exhorta* lo, mansos a que lruvan de lo que está junto r.llo, mismo; y a los.ol¿.i.o],,

127. Qo 11, 4.

t28. Si 32,24.

129. Pr 4,25.

Regla pastoral

Gregorio Magno

162

que huyan de lo quc ticncn. Aquéllos, disciernan lo que no tienen; ér,or, lo quc ticncn. Los mansos, que se hagan más solícitos; los coléricor, quc condenen su irritabilidad. Hry que cxl-rortar a los mansos a _que deseen tener también .álo^ por la iusticia; y ,r los coléricos, QUe añadan la ..lo que crccn tener. Por esto mismo, el manseclumbre "l Espíritu Santo se nos É, -ortrado en forma de_ paloma y ,r,irbi¿r, de fuego. Porque, evidenterlente, a todo aquel a de la paloma, frri.r, Él ll..rr, T. prodúce tanto la sencillez modo lleno ningún de .o-o el fervor d.i fr.go. No está la mansede del Espíritu Santo, quién, en la tranquilidad du-br., no tiene .l i.rrro,- dcl celo; ni quien, con el ardor del celo, pierde la virtud de la mansedumbre' si preseneuizás podamos explicar meior esta cuestión dotados discípulos ,r-ot, el magisterio de Pablo que a dos. predicala J. ig"rt ."rü"d les da diferenies consejos para ción] Exhortando a Timoteo, le dice: Reprende, conjwr-a, in.;r;i, con tod,a paciencia y.doctrinat3c. Y a Tito: Así bas de bo'blor, exhortar y reprender con toda autoridaflrtt. ,Cómo es que el gran maestro en el arte de la enseñanza proPone' ..r ér,. .rñor,..ión, la paciencia a uno y la autoridad al otro, si no es porqu. ,r. qu. Timoteo es de _espíritu más colérico le modera con la suaf ri," .r rlgá -ás -anso? A Timoteo con el deseo del estimula íiar¿ d. l"'paciencia; a Tito le celo. A éste ü añade lo que le falta, y al otro le quita lo que le sobra. A Tito, procura estimularlo como con una esPuela; a Timoteo, -ód..ttlo como con un freno' De este modo, el gran cultivador de la Iglesia que ha tomado a su cargo, riegá a los sarmientos que deben crecer, y poda a los que ve creccr más de lo iusto; a fin de que ni á.j.., de dai fruto por no crecer, ni se pierdan los frutos producidos por crecer desmesuradamente'

131.

Tt 2, 15.

l(,.]

Es muy diferente la tra que brota bajo apariencia de celo, rlc la ira que arrebaa el corazón turbado, incluso sin ninuún pretexto de justicia. La primera se muestra desordena.la en lo que debe; pero la segunda, se enardece siempre en Io que no debe. Hry que saber que, a este respecto, los colóricos se diferencian de los impacientes: aquéllos, causan incluso la imposición que hay q,,r. ropo tt^r; ésros, no soport:rn la imposición de los demás. De hecho, los coléricos persiguen incluso a los que se lcs doblegan, promueven la ocasión para reñir, se divierren con el esfuerzo de una polémica. A los otros, sin embargo, nrejor les corregimos si nos doblegamos ante su misma irrit:rción; pues, una vez irritados, no se dan cuenta de lo que .veflr pero, cuando vuelven en sí, aceptan de muy buena s¿1na las palabras del consejo, en la misma medida en que sc avergü enzan de haber sido aguantados tan pacíficamentc. Y es que, al alma embriagada de furor, todo lo bueno (lue se le dice le parece malo. Por eso, Abigail, admirablcnrcnte se mantuvo en silencio ante la culpa de Nabal, cuan..lo éste estaba borracho; pero bien se la echó en cara cuan..lo se le pasó el efecto del vinor'. Así pudo reconocer la eulpa que cometió, de la que no escuchó nada mientras estLlvo borracho. Cuando los coléricos arremeten contra los demás, de tal nrodo que es imposible doblegarles, se les debe llamar la .rtcnción, no con un reproche por las claras, sino tratándolcs con cierta cortesía. Esto lo aclararemos mejor con el ,.'icrnplo de Abnerrr3. Cuando Asahel le perseguía con im-

132. Cf. 1 S 25,36ss. 133. Abncr, hijo dc Neq sol,r'ino dc Saúl (cf. t S 14, 50ss.) y

rey a Isbaal (cf.2 S 2,8-ll), hijo de SaúI. Suscitó la desconf tanza de éstc por casarse con Rispá, concubina de SaúI, y pretcndió llevar las

dc su ejército. Tras la r)ucrtc de Saúl cs quicn dirige a tribus dcl Norte a David; pcro fuc I s tribus dcl Norte v proclanra asesinado por el general de Davicl,

,.rpitán 130. 2 Tm 4, 2.

III, 16

164

Gregorio Magno

Regla pastoral

prudente prisa, dicc la Escritura: Habló Abner a Asahel, diciendo: "Aparta., no qwieras perseguirme, ni me pongas en trance de coserte con la lanza a la tierra,. Ésft se negó a escucbar y no quiso apartarse. Y Abner le birió en el vientre con la lanza del revés, le atravesó y murió r'r4. ¿A quién representa Asahel, sino a los que sc dejan llevar precipitadamente en un arrebato de ira? Éstos, cuando se hallan bajo el ímpetu de la .ra, deben ser doblegados, tanto más cuidadosamente, cuanto más locamente hayan sido arrebatados. Por eso, Abner, que en nuestra lengua significa ,.luz del padre"r35, huyó. Es decir, que si la lengua de los maestros, que da a conocer la suprema luz de Dios, cuando se da cuenta que el alma de alguno se deja llevar por los precipicios de.la íra, y no le lanza los dardos de su palabra, actúa como quien no quiere herir al que le persigue. Pero, cuando los coléricos no se tranquilizan con ninguna consideración, les pesa como a Asahel, QUe no cesan de perseguir y ensañarse, entonccs, es necesario que los que intentan calmarles, nunca se muestren furiosos, sino tranqui-

Joab. David lc cledicír una hcrmo- trata con un colérico, -v clcbe hasa lament,rción (2 S 2,3l-34). Pcro ccrlo así, corno con rcspcto al

fue Salomón quicn condcnír ;r muerte al asesino. Asahel, hcrmano rnenor de Joab, pcrsiguió cn l:r batalla a Abner v murió a rnan()s dc óste. Antes dc matarlo, Abner, con actitud noble -que contrasta con la de Joab al vengar a su hcrmano) cf. Z S 3,7- amonesta a Asahel; pero, al final, se ve empujado a darle muerte clavándole la punta de la lanza atravesándole el vientre. Gregorio resalta con estc ejcmplo la actitud noblc, c¿rballeresca dc Abner que sienifica el que

principio, pcro sin

doble garsc

hasta hacerle bajar de su ira. El quc sc dcja llcvar de la ir:r (Asahcl), sufrc las consccuencias de habcrsc prccipitado y dcbc rccibir las correcciones del pastor. 134. 2 S 2,22-23.

135. Cf. Jt,nóNtt'tr>, De nominibus hebraicis, 34, 16 (CCL 72, 102). "Ab-¡g¡", dcl hebreo 'abn|r

o 'ábínér, significa: "cl

III,

l6-17

los' sin embargo, no dejen de decir sutilmente algunas cosas que rebajen indirecramenre el ánimo J.i .orérico. por eso, Abner, al enfrenrarse, a su p.erseguidor, ,ro l. traspasó directamenre' sino con la lanza del rJvés. Á-.r* zar con Ia lanza es oponerse con el ataque de. un claro reproche, y i..1, ll que te persigue con la lanza del revés, ,igrrifi. íoL^, á;-ri_ guna manera.{ ."1 tranquilidad al ^ colérió y vencerle como con respeto. No obstante, Asahel murió enseguidr, .o-o i* rrlmas irascibles; cuando ,i..r,.n que se res tiene en conside_ ración y se les toca el coraz( i n m e d i á t, s e b a j a n a. r'," i Hil'r ll quienes se vuelven at.ás en el ímpetu ,1: su ue rra lonsiguienre, con un toque suave, mueren como ",1:: a golpe de rinza.

jl'ffi l,: i;?ij'

*,.

17.

A

los humildes

ya

los soberbios

De un modo. hay que habrar a los humildes y de orro

a Ios soberbios. A los p.i-..o, hry qu. d;;ü;; conocer cuánto vale la excelencia que .rp.rrrráo han .onr.guido. En

cambio, a los otros,,hay qu. hr..rl.; JJ;;ü vana es la gloria de esre mundo quá ambicion an y rroliJn.rr. oigan los humildes qué e_ternos son ros bienes que desean y qué pasajeros los. que desprecian; oigan 1", ,ou.ruio, qué pasajeros son los bienes qué ambicionln y qué erernos los que pierden. oigan los humildes la parabra del maes tro: Todo er que se humilla, será. ensarzado]tu; y ros soberbios, Todo er qwe se exalta, será fir*¡l/of,orsz. oigan los humildes: La humildad precede a ra groriats,. y los soberbios: Ante la ruina ,, ,*olto ,t ,:,rpiritr,r.

padrc

(Dios) cs antorch¿"; cf. HnRc;-vRN Il,N BonN-Aust'1o, Diccionario dc la Biblia, Barcelona, 1982.

165

136. Lc 18, 137. Ib;d.

14.

138. Pr 15, 33. 139. Pr 16, ltt.

166

Gregorio Magno

Oigan los humildes: ¿A qwién ,uoy a mirar, sino al humilde y pacífico, y al qwe tiembla a mis palabras?rao y los soberbios: ¿Por qué se ensoberbece el que es tierra y ceni24?

t+t

.

Oigan los humildes: Dios mira a los bwmildesra2; y los soberbios: Y a los soberbios los conoce de lejosta3. Oigan los humildes: Porqwe el Hijo del Hombre no ba venido a ser serztido, sino a servirtoo; y los soberbios: Porque el inicio de todo pecado es la soberbiata5. Oigan los humildes, que Nwestro Redentor se bwmilló a sí mismo, se bizo obediente hasta la mwertet46. Y los soberbios, lo que está escrito acerca de su jefe: Él mismo es el rey sobre todos los bijos de la soberbiat4T. La soberbia del diablo se convirtió en ocasión de perdición nuestra, y la humildad de Dios demostró ser la señal de nuestra redención. Nuestro enemigo, creado como las demás criaturas, deseó aparecer como superior a todas; en cambio, nuestro Redentor, que es mayor que todos, se dignó hacerse pequeño entre nosotros. H^y que decir, pues, a los humildes que mientras se abajan, ascienden a semejanza de Dios; y a los soberbios, que mientras se enaltecen, descienden a imitación del ángel apóstata. Así pues, ¿qué hay que sea más rastrero que la soberbia, que cuanto más se eleva, más se aleja del camino de la verdadera cima?, y ¿qué hay que sea más sublime que la humildad, que cuanto más se abaja, más se aceÍca al Creador, que vive en lo más alto? En esto hay algo que debemos meditar con arención. Muchas veces, a unos los engaña una apariencia de humil-

140. Is 66, 2. 141. si 10,9. 142. Sal 137,6. 143. rbid.

144. Mr 20,28. 145. si 10, 15. 146. Flp 2, 8. 147. Jb 47,25.

Regla pastoral

III,

17

rc7

d.td, y a orros' la ignorancia de su soberbia. por lo general, algunos que se .r.é., humildes tienen un remor que no debieran; mientras. que a los soberbios l.s ,uele caracterizar un gran atrevimienro en el hablar. cuando se les lh; ;;;; la corrección de ciertas faltas,.l"r p.r-..oi .rllr'p;; ;.il;; y, no obstantc..r..:tr que lo h"r.r, po, hu-ildad; -i."rr* que los otros' hablan áebido a la impaciencia de su sober\ia y, no obsta.r:, rj.creen que lo hr¿.; ;;, .l ,rrlor de de_ fender la rectitu.d. El ,.-or, bajo rp*iá.;, d. t r-ii¿rá, reprime a los primeros par? qr. ,.piendan lo que está mal, en cambio, la ir.rt. p.rturbriiór,, trj. ;;ri.r,.i, de valen_ empuja r r.pi..rder lo qr. ná d.b.,. o a reprender l3: 5

cxcesrvamente.

Por eso' hay que exhortar a los soberbios a que no sean lo convenier!.; y a los humilda, , q;;;; se abajen más de lo debido. con er fin de que no suceda que aquéllos conviertan la defensa de la justicia .r, .j.rri.io de soberbia, ni los otros, al dese". ,o-*..r. los más de lo conveniente, se vean en el .o-fro-iso " de<Jemás tener que respetar incluso sus vicios. H".y que tener en cuenta que, normalmente, podemos corregir con más provecho . lor soberbior, si mezclamos con las correcciones algunas alabanzas conciliacloras r4ri. Pues, hay que ponerlcs ,rri. ,r, ojos algurra, ..rrlidades bue_ rlas.que tengan o decirles que ciertamente podían t.rr.rlr, ,i ¡ro las tie.nen; y sólo .rrro.r.., hay que ,ápr.rrd.r lo malo g",lgr disgusta de ellos, una vez q.r. lo bu.no -que se les ha dicho que les agrada- les ha'dejado ui.r, dir;;;; I para escucharnos. También así, a lo, .ábdlos indó-ito, lo, tocamos primero con la mano suavemente, para d.rp.re, ,ujetarlos y con el látigo. al srboi J. h -.di.ir' r.jol -rl se le añade el dulzo. de Ia miel, con el fin de que, gusranrnás arrevidos de

148. Idea repetida cuando habra de los fuerres, cf. Reg past

III,

r2.

Regla pastoral

Gregorio Magno

168

su desado 1o que ha de aprovechar a la salud' no sienta con el

el gradable amargur". Dt este modo' engañad.o ^g"tl9 morinfección amargala dulzor, se expulsa mediante lo que

úfera.

de la coPor tanto, a los soberbios, en los comienzos rrección,selesdebeincluirunaParteProPorcionadadealaque aman' banza, Para que mientras aceptan los honores Generaldisgusta' les también ,..ib".r la corrección que meioi a los soberbios, para su -.*., podemos persuadjr probapropio prorr..ño,'ri le'- decimos que sus Progresos ellos que para blemente ,or, -e, beneficiosos para nosotros un favor como enmienden ;i;;;t, y si les pedimos qtt " se,les personas tales para nosotros antes que Para ellos' A cambio su que conduce más i;;ii-.;te al bien, si creen aprovech ará a los demás' Dios' caminaba Moisés, q";,"tig"ietdo -Éo,,á"tido el mandato de de nube' cuancolumna por una por el d.ri.rio pariente Jobab y do quiso ,r.r, i. t""t los gt''tiles a su deT Señor Dios iodopoderoso, le ;;";;i;lri" i, ou.¿i.ncia 'uen á¡o' .Poríirr*o, po,o el lwgar que el Señor nos dará; proba señor el biin' Po.rque con nosotros y te tratd'remos lt oqiAt Como "no ,iré Israel'. a bieneí metid.o

"tpo'd,ió: contigo,sinoqwezloltleréamitierraenlaqwehenaudo"; ono qwieras dejarnos, pues tú' conoces e: quÍ

el otro añadió: -debemos poner el camPamento' tw seras Irgor6 del desierto 1é preocupase desnuestro guo.>r4e. Y no es qt" " Moisés

conocerelcamino'puestoqueelconocimientodeladivinidad l. hrbi" J;;re" de la ciencia de profecí.a, y..llevaba su trato familiar y su delante l, ,rrrb. lr,. lt guiaba, además interiorconversación ínr'i-. .o". Dios le iba instruyendo verdadevarón el Pero' mente acerca de cualquier asunto' soberbio, le pidió ramenre p."i."r*-;": habló al oyente 149.

Nm 10,29-31.

III, 17-18

169

ayuda, para dársela él; lo requería como guía para el camino con el fin de guiarle a él en su vida. Y de este modo, consiguió que aquel oyente soberbio se rindiese ante la voz que le aconsejaba, porque pensaba aventajar a su consejero.

18.

A los testarudos y a los inconstantes

De un modo hay que exhortar a'los testarudos, y de otro a los inconstantes. A los primeros hay que decirles que presumen de sí mismos más de lo que son y, por tanto, no acogen los consejos que les dan los demás. En cambio a los otros, hay que decirles que se estiman por debajo de su propia dignidad, al desconfiar excesivamente de sí mismos ¡

debido a la inseguridad de sus pensamientos, cambian de parecer a cada momento. H^y que. decirles a los testarudos que, si no es porque se creen mejores que los demás, ciertamente, no pospondrían jamás los consejos de todos en favor de su propio juicio. Y a los inconstantes que, si tuviesen en cuenta lo que realmente son, nunca les agitarían los vientos de la mutabilidad por tantos sitios diferentes. A los primeros, les dice Pablo: No queráis ser prudentes pala con 'r)osotros mismos rs0. Por el contrario, oigan los otros: No seamos zarandeados por todo aiento de doctrinatst. Salomón dice de unos: Comerán el fruto de su camino, y se satwrarán de sws propios consejostt'; y de otros: El corazón de los necios será inconstanter5r. En verdad, el corazón del sabio es siempre constante, porque al estar inquieto por los rectos consejos, constantemente se dirige a obrar cl bien. En cambio, el corazón de los necios es inconstan-

150. Rm 12, 16. 151. Ef 4,14.

152. Pr 1,31. 153. Pr 15,7.

Gregorio Magno

170

te, porque al mostrarse variable y cambiante, nunca permanece tal cual era. Puesto que ciertos vicios engendran espontáneamente otros, cs muy importante tener en cuenta que podemos hacerlos desapareccr mejor, si con la corrección secamos la misma fuente de sus amarguras. Así, la tesarudez nace de la soberbia, y la inconstancia de la ligereza de carácter. H^y que aconsejar a los testarudos que reconozcan la soberbia de su pensamiento y que procuren vencerse a sí mismos; para que no suceda gu€, rechazando someterse externamente a los buenos consejos de los demás, se queden internamente prisioneros de la soberbia. Hry que decirles que consideren diligentemente que el Hijo del hombre, cuya voluntad era siempre una con la del Padre, nos dice, para darnos ejemplo en el dominio de nuestra voluntad: No bwsco mi voluntad, sino la volwntad del Padre que me ba enviaf,ots+. Para recomendar más el valor de esta virtud, declara que mantendrá lo mismo en el juicio final, cuando dice: Yo por mí mismo no puedo ltacer nada, sino que juzgo según lo que oigotss. ¿Con qué conciencia puede un hombre despreciar el consentimiento a la voluntad ajena, mientras que el Hijo de Dios y del hombre, cuando viene a manifestar la gloria de su poder, afirma que no puede juzgar por su cuenta?

Por otro lado, hay que decir a los inconstantes, que fortalezcan su juicio con seriedad; pues, si arrancan de sus corazones las raíces de su ligereza, en ese mismo momento se secan en ellos los brotes de la variabilidad. Es lo mismo que cuando se dispone de un lugar sólido en el que poner los cimientos, entonces se construye un edificio firme. Por tanto, mientras no se corrija la ligereza del juicio, no se vence la inconstancia de los inconstantes. Pablo, muy bien

Regla pastoral

lss. Ibid.

IB-19

t71

se muestra libre de todo esro, cuando dice: ¿Acaso obré con ligereza o lo que pienso lo pienso según lo'rornr, d.e modo que baya en mí 3l sí y el 776?rss. como si dijera-claramente: <no me dejo llevar por el viento de la irrcónstancia, porque no me domina el vicio de la ligereza,,.

19.

A los golosos y a

los abstinentes

De un modo. hay que exhortar a los golosos y de orro a los abstinenres. A los golosos acompañr la charlátanería superflua,. la hgereza en la conducta y la lujuria. En cambio a los abstinenres, muchas veces, l.r ,á- p^á^el vicio de la impaciencia y, orras muchas, el de la soberbia. Si a los golosos no los dominara la charlaaner.ía superflua, aquel ,i.J qr. diario banqueteaba espléndidr-.ri,., no- hrbiera seátido" 1d9r su lengua con una fuer za tal, que le llevó a exclamar: Padre Abraham, ten misericordia di mí, enztía a Lázaro ! qw.e.moje la punta de sw dedo e-n agua, para que refresque mi lengut, me atormentan estas llamásr5z.'con ár,r, prlrb.r, se demuestra que, al banquete ar diariamente, había p..rdo más a menudo con su 1.ng.rr; por lo qr., ,r., quemándose entero.' pidió que le refrescara especialmente la lengua. Además, a los golosos acompaña siempre la lifer eza en la conducra, como afirma la autoridad sa[, ad,a: Sí sentó el pueblo a, comer y a beber, )t se leoantarorioro d,ivertirsets,. Por lo general, su glotonería les lleva a la lujuria; porclue cuando el vientre aumenta por la saciedad,'r. .*Éirrn los estimulantes de la lujuria. por eso, la voz a. oio, ai;" ,rl astuto enemigo, eue despertó la concupiscencia del hoÁ['rre para que apereciera aquella fruta, r,.rjeiándole por el l^no Co l, 17. Lc 16,24.

156. 2 154. Jn 5, 30.

III,

157.

158. Ex 32,6.

172

Regla pastoral

Gregorio Magno

del peca do: Reptarás sobre tu P.ech? y tw .ztientrerse. Como si le dijera con toda claridad: ..dominarás los corazones humanos por medio del pensamiento y de la glotone.ríarrt'a. También el profeta afirma que la lujuria acompaña a los golosos, .rrndo narrando cosas claras, da a entender otras más o.ultrr, diciendo : El príncipe de los cocineros destruyó.los rnuros d,e Jerusalént6t. El principe de los cocineros es el vienrre, al qr. lot cocineros- hacen regalos con gran diligencia p^í^ qr. ,. llene agradablem€nre de manjares. En cambio, io, -.rros de ¡erusálén son las virtudes del alma, elevada para el deseo á. l" p'z que viene de lo alto. Por tanto, el j.f. de los cocin.ror destiuye los muros de Jerusalén, qo.qr., cuando aumenta el vientr..pgr .la glotonería, se echan abafo las virtudes del alma por la luiuria' 'po1. o,.o lado, si las almas de los abstinentes, normalmente, no perdieran la serenidad interior, a causa de la impacierrcia, Pedro, cuando dijo: Añadid a vwestra fe la virtnd, o la pirtud la ciencia, a la ciencia la abstinenciaro2, ro hubiese agregado: A la abstinencia la pacienci4t63. Se dio cuenta, pues, de que a los abstinentes les solía fakar la paciencia; por .ro se la recomen d6 para que la tuviesen. Además, si el vicio de la soberbia no se introdujese alguna vez en los pensamientos de los abstinentes Pablo tamno juzgwe al. q,ue io.o hubiera dicho, El qwe no come, de los las disposiciones io*rr64. En otra ocasión, óriticando Estas dijo: les que se gloriaban de su virtud de abstinencia,

15g. Gn 160. cf.

3, 14.

se interpreta mal la locución he-

Mor 21, 5 (ccl- brea y traduce "jefe de los cocineros>' Cf' también Mor 30' 59 tO67). 143A, 16l. 2 R 25, S-10. El texto he- (CCL 143B., 1530)' 162' 2 P 1, 5-6' breo original y la Vulgata hablan 163' 2 P 1, 6' Gregorio ¿sf "jefe de la escolta". 164' Rm 14' 3 ' que latina, Vetus la de aquí sirve sc traduce de la SePtuaginta, donde

III, 19

173

tienen apariencia de sabiduría en superstición y bwmildad, pero no para abstenerse del cuerpo, ni para otro bonor que la satisfacción de la carnet65. De este pasaje hay que destacar que en su discusión, el gran predicador equip ara Ia apariencia de humildad con la superstición; porgue, cuando se mortifica la carne por la abstinencia más de lo necesario, externamente se muestra humildad, p€ro internamente se ensoberbece más gravemente a causa de esa humildad. Y, a no ser que el alma se hubiera ensoberbecido por esta abstinencia, el fariseo arrogante no hubiera incluido esto entre sus grandes méritos, al dccir: Ayuno dos zteces en semanát('6. Por consiguiente, hay que recomendar a los golosos, que no se traspasen a sí mismos con la espada de la lujuria, entregándose al placer de la comida. Deberían considerar cuánta charlatanería y ligereza de juicio les acecha por medio de la comida; de manera que no se dejen amarrar cruelmente por los lazos de los vicios, por servir tiernamente al vientre. Y es que, tanto más nos alejamos de nuestro segundo Padre, cuanto más repetimos la caída de nuestros primeros padres, por el hábito inmoderado de extender las manos hacia la comida. Por el contrario, a los abstinentes hay que exhortarlos a que vigilen siempre con mucha atenciónt paro, no caer en vicios peores, con apariencia de virtud, cuando huyen de la ¡;ula. Y de este modo, al mortificar Ia carne, no vayan a parar a un espíritu de impaciencia. Pues, si la ira vence al cspíritu, entonces ya no hay ninguna virtud en dominar la carne. Sin emb argo, algunas veces, cuando el alma de los ,rbstinentes reprime la ira, surge cierto regocijo extraño, que ccha a perder y desvanece el mérito de la abstinencia; puesto que no se guarda en absoluto de los vicios del espíritu. cosAs

165. Col 2,23.

166. Lc t8, 12.

Regla pastoral

Gregorio Magno

174

por eso, bien dice el profeta: En los días de auestros Lyuabaio: Aywnáis ,or, burrobais rtuestro antoiot6T; Y poco má.s pl antojo se refieen'juicios y riñats, ! oS d,o,l pwñe'ta)o.rres.

t.goói;o, el pleito a la ira' Por tanto' en vano se moren los tifica el cuerpo .én l, abstinencia, si el alma se disipa ;;i;t, guiada por movimientos desordenados' mantengan t"ttibi¿tt hav que amonestarles par^ que se nunca crean que siempre en la ,bttin.ttcia, sin disminuirla'y el ante Juez invisible; de ésta es l, ',ri.tuJ -á, .troordinaria se creen. tene: grandes méritos' no se -"¿o que si, tai vez,en soberbia' Poi eso' dice el profeta: le, elerre ,l coratón qu.e yo be elegido? Más bien' parte ¿Acaso es éste el aywno 't, pon al hambriíntg, y- lteóa a tw casa a los pobres y 'u4qu-é P.tqytñ1 es la sabundo.,un. pn donde hry qn. descubrir

r. .l

Santifivirtudes. po, .ro, dice Joel: Santifiral ,l ayunorTo. de la carne car el ayuno ,ignifi., Áor,r", una abstinencia virtudes. demás las de ilg"; dá Dior, ácompañada H^y q.r. ."horrrrl., a los abstinentes a que t.tqtl. ofredel alimencer un ayuno agradable a Dios, -privándose ellos ,á i ¿eÁdolo generosamente , iot pobres. Pues, entendiénel dolo bien, tienSn que oír 1o que el Sé¡or reprende por Proqwinel en pecho el fea; Cuand.o oyriasteis y o; golpeasteis ayuno ese años' ¿aca'so to y séptimo mes, durante estos setenta no comisteis comisteis ¿acaso cu'and'o y pi, mí? Z !'b-i!'!s frí 'y bibirtris p'o,t)osotros mismos?r7r. IJn hombre ayuna por.sí lo que quita mismo y no por Dios, cuando no da a los pobres después' a para.tomarlo a su estómago' sino que lo guard

Portanto,.paraque''ielapetitodelagulahagaenunos d. su juicio, ni Ia carne mortificada pro-

decaer la fffmezr

167. Is 58, 3. 168. Is 58, 4. 169. Is 58, 5.

t7o.

t7l.

Il

2,

1,5.

Za 7, 5-6.

III, 19

I75

voque en los otros la soberbia, oigan los primeros lo que dice la misma Verdad: Atended ztosotros, para que no se hagan muy pesados'uwestros corazones en borrachera, en embriagwez y en preocupaciones de este mundot72. Y ahí añade un provechoso temor: Y ztenga aqwel día de improztiso sobre vosotros. Como un lazo ztendrá sobre todos los qwe se asientan sobre la faz de la tierratT3. Pero oigan los otros: No es lo que entra en la boca, lo que contamina al hombre; sino lo qwe sale de la boca, contamina al hombrel74. Y oigan los golosos: Pero lo uno y las otras destrwirá Diost75.Y de nuevo: Nada de comilonas y bo-

Y también: La comida no nos acerca a Diost77. Oigan los abstinentes: Porque todo es limpio para los limpios; Pero para los contaminados e incrédulos, nada bay limpiol78. Oigan los otros: cuyo dios es el vientre y cuya sloria está en su vergü enzatTe. Y oigan éstos: Algunos apostatarán de la fetto' y dice de ellos poco después: Hacen rracberastTí.

probibición del matrimonio, abstinencia de los alimentos que Dios creó para que fweran comidos con acción de gracias, por los creyentes y los qwe han conocido la verdadtst. Oigan otra vez los golosos: Es bweno no corner cArne, ni beber aino, ni bacer algo que sea escándalo para tu hertnanor82. Y oigan los abstinentes: Toma un poco de ztino a (düSd de tu estómago y de tus frecuentes indisposicionests3. Y así, los golosos aprendan a no apetecer desordenadanrcnte la comidapara el cuerpoi ¡ los abstinentes, a no atrevcrse a condenar a las criaturas de Dios que ellos no apel('ccn.

172. Lc 21,,34. 173. Lc 21, 34-35. 174. Mt 15, 11. 175. I Co 6, 13. 176. Rm 13, 13. 177. I Co 8, 8.

178.

Tt 1, 15.

179. Flp 3, 19.

I I

Tm 4, 1. Tm 4, 3. 182. Rm 14,21,. 183. 1 Tm 5,23. 180. 181.

176

Gregorio Magno

Regla pastoral

20. A los qwe reparten lo swyo misericordiosamente, y a los que intentan robar lo aieno

De un modo hay que exhortar a los que reparten lo suyo misericordiosamente, y de otro a los que intentan robar lo ajeno. A los primeros hay que decirles que engreídos en s_u pensamiento no se crean más que aqu.ellos a quienes dan de lo suyo; y, que no se tengan Por me;ores' porque ven que mantienen a otros. El dueño de una casa aquí en la tierra, al distribuir los cargos y servicios entre los criados) a unos los pone para que manden, y a otros Para que sean mandados; a unos, les manda que provean lo necesario para los demás, y a otros, que tomen lo que han recibido de aquellos. No obstante, muchas veces, los que mandan desagradan al padre de familia, mientras que los que son mandados le p.t-ttt.cen agradecidos. Luego, los administradores merecen la ira, y los que están bajo el mando de otros se mantienen sin caer en desagrado. Por tanto, a los que ya reparten lo suyo misericordiosamente hay que exhortarles a que Se reconozcan como administradores, puestos por el Señor del cielo, de los bienes remporales. Y provean con más humildad, en la medida en que saben que lo que administran son cosas ajenas'84. -Al considertt q.t. están puestos al servicio de aquellos a los que dan g...tottmente lo que han recibido, jamás se debe ensalzar la soberbia en sus almas; antes bien, que el temor la contenga. Por eso, es necesario que reflexionen atenta184. Pensamiento éste frecuente en los escritos patrísticos: Dios ha otorgado bicnes a ciertos hombres para que los custodien y dispensen a los pobres y necesita-

ideas más destacadas de los Padrcs

doi. En Gregorio se encuentran

sobre las riquezas y la propiedad. Para una selección de textos patrísticos sobre este tema cf. R. Slr-nnn, E/ mensaje social de los Padres de la lglesia' Ciudad Nueva,

recogidas, fundamentalmente,

Madrid,

las

1989.

III,

20

177

rnente, de manera que no repartan indignamente lo que han recibido; no sea que den algunas cosas a quiener .ro debierron dar trr$l .ni dejen de dár a quienes debieron dar algunas cosas; ni den mucho a quienes deben dar poco, ni Je., q9:" a.los.que deben dar mucho; a fin de que no desperdicien inútilmente- lo que reparren, debido r r.r precipitación, ni hagan sufrir a los que piden, debido al retrrrt .rt darles.

No los asalte la intención de recibir

recompensa, para que el aperiro de la alabanza pasajera no apagueialuz á. la limosna, ni tengan tristeza que anule .l áo" ofrecido. Así c.omo tampoco se regocije el alma, más de lo debido, por el don ofrecido con justicia; ni se atribuya a sí misma .ritrgrna cosa, cuando lo haya realtzado todo correctamente, no sea que después de haberlo hecho, al momenro, lo eche a perder.

con el fin de que no se atribuyan a sí mismos la virtud la generosidad, oigan lo que esrá escrito: si alguno sirzte, sffva como en ztirtud de Diosr8s. Para que no se regocijen clesmesuradamenre _por sus buenas accitnes, oigan I" qr. cstá escrito: cwando hayáis hecho lo que os fui mandado, decid: <somos sierztos inútiles, hicimás lo que debíamos bacer" rs6. Para que la tisteza no eche r p.rd., su generosidad, oigan lo que también esrá escrrtof Dios ama" al que rJa con ylegríat87.. Para que no busquen la alaban r^ p^r^irr^ por el favor realizado, oigan lo que esrá escrito: No s epa tu mano izquierda, lo que bace tu derecb- r88. Es decir, qr. .on tu generosa limosna jamás se mezcle el deseo de gloria mundanar, sino que la buena obra ignore el deseo de recompensa. Para que no busquen la vuelta del don dispensado, o1ga.t lo que está escrito: cuando des un almuerzo^o una cena, no d.e

185. 1 P 4,11. 186. Lc 77, 10.

187. 2 Co 9,7.

188.

Mt 6, 3.

178

/tt',qlr ldstt)nrl

Gregorio Magno

ni a tus pariclttcs'' llames a tus amigos, ni a tus hermanos' la inuidevuelaan rc ni a tws rtecinos ricos, no sea qwe ellos banun des cuando tución, y alcances recompensa'; sino- que ci'c'.los a cojos' llama o íot ioU'"t, a los débiies' a los au.ete, t8,". ,níi,'"r";;; recompensLrte frür,'porque no tienen pay, oigan l. 1""';"'o;T"'i;; irrdf lo que d.be" dar pronto, y rtueltte' ffid.
dolo como si fuera bíblico, cuando de hecho no lo encontramos en la Sagrada Escritura' Se cita como

texto bíblico en la Didaché

l,

40,2t35). 192. 2 Co 9, 6' 193. 2 Co 8, 13-14'

()ill¿lr'r

I,

20

179

lo que está escrito: A todo el que te

dcn ni siquiera algo a los que no deben dar crr,rl'rsoluto, oigan lo que está escrito: Da al bueno, y 'r,r..l.r trtt tt't'lttcs al pecador; haz bien al humildr, y no te des al tttt¡tir¡ re5. Y también: Coloca tu pan y tu vino sobre las sel,ttlturas de los justos, y de ello no comas y bebas con los pet,trlr¡rcs Ie6. Da su pan y vino a los pecadores quien reparte .rrs ,ruxilios a los inicuos, precisamente porque son inicuos. l'or cso, algunos ricos de este mundo, mientras el hambre ,rt()r'r'nenta a los pobres de Cristo, alimentan a comedianIt'srrz, dándoles con abundancia. Sin embargo, quien da su lr.rn al pecador indigente, no por ser pecador, sino por ser lr,rnrbre, en verdad, no alimenta al pecador, sino a un pobre irrsto; ya que en é1, no ama el pecado, sino su naturaleza. También hay que exhortar a los que dan de lo suyo mi,cricordiosamente a que, cuando por la limosna redimen los lrccados cometidos, se esfuercen con vigilancia para no conrcterlos más; y no consideren sobornable la justicia de l)ios, creyendo que se puede pecar impunemente si ya han .l,rdo dinero por sus pecados. Pues, es más el alma que los ,tlimentos, el cuerpo que el ztestidores. Por tanto, quien da a l,rs pobres alimento o vestido y,,no obstante, se mancha el .rlma o el cuerpo con la maldad, ofrece a la justicia lo que cs menos,y al pecado lo que es más; pues, dio cosas a Dios, l)cro se entregó a sí mismo al diablo. Por otro lado, hay que aconsejar a los que intentan robar Io ajeno, que oigan atentamente lo que el señor les dirá cuando llegue el día del juicio: Estuzte hambriento, y no me disl)rrr';r qLlc r-ro

6

(FuP 3, 85; BPa 50, 41) Y en AcustíN, Enarrationes in Psalmos 146' 17 (ccl-

l,'s r¡rrc tlcbcn, t"'t l,ttl,t d,t .

II

194. Lc 6, 30. 195. si 12,4. 196. Tb 4, 18. 197. El ejemplo de los cornctlirr.ntes,

tomado por Gregorio,

cs

caractcrístico del desprecio que la antigua Roma sentía por la gente quc sc dedicaba a las represcntaciones callejeras. 198. Lc 72,23; Mt 6, 25.

Gregorio Magno

180

Regla pastoral

y no me disteis de beber; fui forastero, y no me acogisteis; estu'ue desnudo, y no me 'uestisteis; enfermo y en la circel, y no me nisitasteistse. A éstos los re,h^t^, diciendo: Apartaos de mí, malditos, id al fytgo et:rno, que está prepirado para el diablo y sus ángeles2oo. Hay teis de comer; sediento,

q.r.

á.ttt.tt

q,.ré no se dice que comentan robos

u otras ac-

.iorr., violentas ¡ sin embargo, son entregados a los fuegos eternos del infierno. Por eso, hay que considerar a qué gran castigo serán condenados los que.se quedan con lo ajeno, si con tanta severidad son amonestados los que indiscretamente retuvieron lo propio. Piensen a qué los ata -lo que han robado por su p..rio, si lo que no han dado les somete a tal castigo. Refl&ionen qué merecerá la iniusticia cometida, si la piédad no ejercidr is digna de un casrigo tan grande.. oigan lo que esrá escriro, cuando pretende-n apropiarse

de lo ¡Áy det que multiplica lo ajeno.! ¿.basta cwándo "';.no' bará más pesaio, contra sí mismo, el denso lodo?20r. En verdad, ha.ei más pesado el denso lodo, contra el avaro, significa acumula, tiqurt^s rerrenas a costa del pecado. cuando quieran ampliar el espacio de su casa, oigan lo que está escrito: ¡Ay del que une casa con casa y campo con io*po, hasta orupo, todo-el lwgar! ¿Acaso.babitaréis sólo vosotrls en la tierra?2l2. Como si dijera claramente: "¿hasta dónde os extenderéis, los que no podéis tener en común la misma suerte que el mundo? Oprimís a los cercanos y s.iempre encontráis a otros contra quienes os podéis extender"' Cuando deseen ávidamente aumentar sus dineros, oigan lo que esrá escrito: El az)Aro no se barta de dinero; y el que o*) las riquezas, no cogerá fruto apenas2l3. Ciertamente' sacaría fruto de ellas, si quisiera distribuirlas bien, sin apegarse

199. Mt 25,35-36. 200. Mt 25,41. 201,.

Ha 2,6.

202. Is 5, 8. 203. Qo 5, 9.

III,

20

181

a ellas. Pero. quien las retiene con apego, peca sin excepción

y no saca ningún provecho. cuando, al mismo tiempo, se enardecen por estar repletos de toda clase de riqué zas, oigan lo que está escrito: Quien se apresura por ser rico, no será inolente2oa. En verdad, el que ambiciona poseer más riqu ezas, no se interesa por evitar el pecado, / cautivado por csta mala costumbre, se preocupa de las cosas terrenas y no se da cuenta que el

lazo del pecado les estrangula. cuando deseen cualquier ganancia del mundo presenre, y se olviden de.las pérdidas que sufrirán en el fr.rtrio, oigan lo que esrá escrito: Herencia-a la que uno se apresura ¿r7¿, el principi?, o la postre carecerá ie bendición^2'5. y es 9u€, cn esta vida iniciamos un camino que nos ha de llevar er, .l último día a heredar una bendición. por tanto, los que se :rpresuran desde el principio por heredar, aparran dé sí la herencia de bendición del último día; porq,r., cuando desean enriquecerse aquí por el pecado de arraiicia, se hacen allí desheredados del patrimonio eterno. cuando ambicionan mucho, o pueden conseguir todo lo que ambicionan, oigan lo que .rtá .r.rito: quá oprovecba ¿ al hombre si gana todo el mundo, pero boii detiimento a sH alma?zoo. como si la misma verdad dijera claramenre: "iq.rÍ aprovecha al hombre juntar todo lo que hay fuera de ól mismo, si se condena lo que él mismo .i?,. . -si" embargor por lo general, se corrige antes la avaricia cle los rateros si, en las palabras del q.t. l.r exhorra, se le rnuestra -lo pasajera -que es esra vida y, si les recuerda que los que han intentado enriquecerse en este mundo durante tiempo no han podido permanecer adheridos por 'rucho srempre a sus riquezasr pu€s una muerte repentina les ha

204. Pr 28,20. 205. Pr 20,21.

206.

Mt

16,26.

Gregorio Magno

182

quitado de una vez todo lo que su maldad había acumulado poco a poco; de forrna que no sólo dejan aquí lo quc han arrebatado, sino quc sc llcvan consigo para el juicio las causas de sus robos. Así pues, oigan estos ejemplos, Quienes sin duda condenan con sus palabras, para que, cuando las palabras lleguen al corazón, al mcnos se avergüencen de imitar a los que condenan.

A

los que ni se quedan con lo ajeno ni reparten de lo swyo, y a los que reParten de lo suyo sin renwnciar a quedarse con lo ajeno

21.

De un modo hay que exhortar a los que ni se quedarr con lo ajeno, ni reparten de lo suyo, y de otro a los que rcparten de lo suyo sin renuncíar a quedarse con lo ajeno. A los primeros hay que amonestarles para que aprendan con interés que lo que han tomado es tierra común para todos los hombres ¡ que, por los mismo, también produce alimentos para todos. Por lo tanto, inútilmente se creen inocentes los que reclaman para sí el don de Dios para todos. Los que, al no dar de lo que han recibido, llevan adelantc la matanza de sus prójimos, porque matan casi diariamentc a tantas personas como son los que mueren en pobreza, debido a que se guard an para sí los alimentos de los pobres. Pues, cuando repartimos cualquier cosa necesaria a los pobres, no damos generosamente de lo nuestro, sino que les devolvemos lo que es suyo: realizamos un deber de justicia, más que una obra de misericordia. Por eso, la misma Verdad, cuando habla de que hay que practicar prudentemente la misericordia, dice: Fijaos que vuestra justicia no la hagáis delante de los hombres2)7. De acuerdo con esta senten-

Regla pastoral e

i:r, también dice el salmista:

su justicia.permanece

20-21

r83

con largweza da a

siempre2o*.

los pobres,

Al hablar aquí de esta

l.rrgueza dispensada a los pobres, prefiere no llamarla misesino justicia; porque es una cuestión de justicia que 'icordia, I. que se ha recibido del Señor dc todas las .orrr, deberia

usarse par.a el bien común. Por cso, dice Salomón: El que t's justo, do y no cesArá2le. También hay. que decirles quc rncditcn con atcnción que,

cl severo agricultor se queja contra la higucra quc no'da lruto d¡ gue ocupa una parre de la ¡;..rr:rl. La higuera que da fruto ocupa la tierra, cuando el alma del avá.o grrr-

'o

,la inútilmenre lo que podría aprovechar a orros -r.ho"r. La higuera que no da fruto ocupa la tierra, cuando el lugar que

rrtro podía ocupar para ser cultivado bajo el sol ¿.1 Ui." ,r[rrar, lo cubre el necio con la sombra de su desidia. Sin embargo, se suele decir algunas veces: ..usamos de I. que se nos ha dado, no buscamós lo ajeno ¡ si no hacerrros nada digno de recompensa, no obsta.rt., rro hacemos n,rda malor'. Piensan esto, porque cierran el oído de su co,.:rtó\ a las palabras del cielo. Y es que, el rico del evangelio, el que se vestía de púrpura y linó, QU€ banqueterbr L1rlóndidamente cada día2tr, ro quitó nada a los áemás, pero ,1Tpg:" empleó fructuosamenre lo suyo. ! después de esta r ida, llegó a-l infierno; no porque hubiese he.ño positivarncnte el mal, sino porque se entrcgó del todo a obras lícitrls, pero usándolas sin moderación.

Try

que aconseiar a éstos que se de.r cucnta de que su

r'iuria, ante todo, se la hacen a Dios; porque mientias se ,l:rn a todos los placeres, no le ofrccetr nitrgutra víctima ex1''iatoria de misericordia. Por lo quc el Salmista dice: Nadie ,lará a Dios su propia propiciación, ni el precio de la reden208. Sal 111,9.

207. Mr 6, l.

por

III,

209. Pr 21,26.

210. Cf. Lc 13,7. 211. Cf .

Lc 16, 19.

184

ción de su alma2t2. Pagar el precio de la redención es devolver una obra buena por la gracia que nos anticipó lo quc tenemos. Por eso, Juan exclama, diciendo: Ya está el bacha Puesta a la raíz dcl árbol. Todo árbol que no dé buen fruto, será cortado y ecbado al fwego2rr. Por tanto, los que se creen inocentes porquc no roban lo ajeno, que se Prevengan antc el golpe del hacha que está ya cercana, y pierdan la torpcza de una seguridad desprevenida; no sea que por no producir frutos de buenas obras, sean cortados de raíz,los quc están plantados en la vida presente. Por otro lado, hay que exhortar a los que reParten ltr suyo, sin renunciar a robar lo ajeno, a que no deseen quc les tengan por muy generosos, haciéndose peores bajo aPariencia de buenos. Tales personas, al dar de lo suyo sin disci'eción, no sólo caen -como dijimos antes- en la impaciencia de murmurar, sino que, forzados por la escasez,llegan a caer también en la avaricia. Y entonces, ¿quién puedc ser más infeliz que el alma de aquellos en quienes la gencrosidad engendra avaricia y la virtud les produce una cosecha de pecados? Por tanto, hay que aconsejarles que, primero, sepan usar lo suyo razonablemente y, después, n() deseen poseer lo ajeno. Y es que, si no se destruye la raí2. de la culpa en su mismo brote, nunca se cortará la espina de la avaricia por las ramas exuberantes. Consecuentemente, se evita la ocasión de robar, si, en primer lugar, se ordena bien el derecho a poseer y se aPrende, después, a no mezclar las obras de misericordia con cl vicio de la avaricia que se le une. Pues, reclaman con violencia, lo que dieron con largveza. Una cosa es hacer miscricordia por los pecados, y otra, pecar. Y ésta, nunca puedc llamarse misericordia, porque no puede producir fruto dulcc lo que am^rga, debido a un virus maligno en su raí2. Por

212. Sal 48,

Regla pastoral

Gregorio Magno

8.

213. Lc 3,9.

III, 21-22

lg5

t'st), el Señor reprueba hasta los mismos sacrificios, dicienpor el pro{eta: Yo, el Señor, amo el derecho y odio la ral,iria en el holocausto2ta. Y en orro lugar de las Éscrituras se ,licc: Las víctimas expiatorias de los impíos son abominables, l,ts que se ofrecen desde la maldaf,zts. it¡os también quitan

tl.

l'ccuentemente a los pobres lo que ofrecen a Dios. pcro dijo cierto sabio, el Señor los recha za con mucha in,lisnación:-El qu9 ofrece sacrificio de la bacienda del pobre, ('s como el .que degüella a un hijo a la ztista de su pidre2t6. puede ser más intolerable que la muerte do un hijo ¿Qué_ ,ulte los ojos de su padre? Con esto, pues, se muestra con ,¡r-ré enfado contempla este sacrificio, que se compara con el ,lolor de un padre afligido por su hijo. Generalmente, ellos consideran cuánto dan, pero evitan l)cnsar en lo que roban. Llevan cuentas de los favores que Ir,tcen, pefo no de sus culpas. Así pues, oigan lo que está cscrito: ll q": iuntó los salarios, los metió á, toro )gujere,tdo2t7. cuando el dinero se mete en saco agujereadol s. ,r". l'cro, cuando se pierde, no se ve. Por tanto, los que están lrcndientes de cuánto dan, pero no de cuánto quitán, echan tr,rs limosnas en saco agujereado; porque las échatr con la r'-speranza de que estarán seguras, pero las pierden por no lijarse. r't)rno

)2. A los que vizten en discordia y a

los que

vhten en paz

De un modo hay que exhortar a los que viven en diserrrdia, y de orro a los que viven en p^r. A los primeros lr,ry que amonesrarles para que sepan .tn toda ,"rirt^ gu€, rrr>r más que quieran rener virtudes, no podrán de ningún

214. Is 61, 8. 215. Pr 21,27.

216. si 34,24. 217. Ag l, 6.

Gregorio Magno

186

modo hacerse espirituales,

Regla pastoral

si rechazan vivir unidos a los

demás en concordia. Está cscrito: Pwes el

fruto del espíritu la caridad, el gozo, la paz2rs. El que no se preocupa por mantener la paz, rechaza producir los frutos del espíritu. Por eso, dice Pablo: Mientras baya entre aosotros competencia y discordia, ¿no sois aún carnales?2re. Y cn otra parte: Procurad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadic zterá al Señor220. Y amonesta de nuevo) diciendo: Estad solícitos para conserr)ar la unidad en el vínculo de la paz: Un cuerpo, un espíritu, como una es la esperanza en la que babéis sido llamados a vuestra ztocación22r. Por tanto, no sc llega a la esperanza única a la que hemos sido llamados, si no se corre hacia ella con el alma unida a los demás. Con frecuencia, algunos que reciben ciertos dones especiales, se ensoberbecen y pierden el don de la concordia, que es más valioso. Así, por ejemplo, hay quien domina su carne refrenando la gula, pero tiene en menos vivir en concordia con los que supera en abstinencia. No obstantc, es

el que separa la concordia de la abstinencia debería atendcr al salmista que dice: Alabadle con el tamboril y A coro22. En el tamboril resuena la piel seca al ser golpeada. En cambio, en el coro, las voces son reunidas en concordia. Por tanto, todo el que mortifica su cuerpo y carece de concordia, alaba ciertamente a Dios con cl tamboril, p€ro no il coro. Muchas veces, algunos dotados de mayor inteligencia, sc ensoberbecen distanciándose del resto de la sociedad; y, tcniéndose por los que más saben, se equivocan en cuanto la virtud de la concordia. Por eso, oigan lo que dice la mismrr Verdad: Tened sal en'uosotros, y tened paz entre ztosotros22'. ¿r

218. Ga 5,22. 219. I Co 3, 3. 220. Hb 12, 14.

III,

22

l.,r sal sin paz no es un don de virtud, sino causa de con,lcnación. De hecho, peca más gravemenre quien más sabe; )', por eso mismo, merec erá el castigo sin excusa, porque si Prudenremenre hubiese querido, hubiese podido^ erriiar el lrecado. Bien les dice Santiago a éstos: Si tinéis amargrt ent'idia y contiendas en vuestro corazón, no os queráis {lorioa tti mintáis contra la verdad. Esta sabidwría ni ,t la qle desciende de lo alto, sino que es terrena, animat, d¡ab¿t¡ca. En cambio, la sabidwría de lo alto es primero pura y después pacífica224. Evidentemente es pura, porque pi.nrr casramente; v es pac ífica, porque de ningún modo ré d.r.rrre de l" ,o j ciedad de sus prójimos, .".rm de la soberbia. " También h^y que amonesrarles para que sepan gu€, nrientras no vivan concordes en caridad .o.t lor demás, ,ro ,,frecen ningún sacrificio de buenas obras a Dios. Está escrito: si llevas tu ofrenda al altur, y altí te acuerdas de que ttn bermano tuyo tiene algo contra ti, deja allí tw ofrrido ,tnt.e el ahar, y ve primero a reconciliartá con tu hrí*oro, .), luego ,uelve a lleztar tu ofrenda225. Debemo, drr'o, ruenta, por esta enseñanza, qué intolerable se ve su falta, cuando se rechazan sus sacrificios. ! sabiendo qr. todm l¡s obras malas se borran con las buenas siguierri.r, consideremos qué malas son las faltas de discoidir; pues, no Pcrmiten que siga el bien, si no han sido totalmenre exr inguidas. Hry que decirles también, que si cierran sus oídos a los del cielo, deberían abrir sus almas para ver lo que 'n¿rndatos ()curre en los seres más inferiores. A menuáo, las aves de rur mismo género no se separan unas de otras, sino que vuel.rr-r juntas; y las bestias también pacen juntas. Si considerarnc>s bien el caso, la naturaleza iiracional de acuerdo consigo misma indica cuánto mal comete la criatura racional por

221. Ef 4,3-4.

222. Sal 150, 4. 223. Mc 9,49.

187

224. St 3, 14-15. 17.

225.

Mt 5,23-24.

Regla pastoral

Gregorio Magno

188

discordia, cuando pierde, movida Por la razón226,1o que su instinto natural le lleva a conservar' por otro lado, hay que exhortar a los que viven en paz, a que no amen más de lo necesario esa paz que Poseen; no sea que no quleran alcan zar la perpetua' I tt que' generaltienta más gravemente las -.rr., l, t.rnq.rilidad de la vidaque cuando la vida que se aspiracion.r dél alma. Es decir, la que no se tiene; menos ama se tiÉne resulta poco molesta,

medio de

la

pues, cuanro más deleita lo temporal,. menos se Procura lo lr..no. Por eso, la Verdad misma, distinguió entre la paz terrena y la celeste, para estimular a sus discípulos desde la paz presenre a la futura, diciéndoles: La paz os de-jo, .mi paz L, dLyrrr. Es deci r, dejo la paz transitoria y os doy..la etern 22r." Si el corazón se apega a la que deja, nunca llegará.a la que da. Por eso, Ia p^, qu, se tiene aquí se debe tener dc y i t^ vez, se menospr€cie;.a fin.dc t"l',,,rrr.ra que ,.

"-i, que el alma q.r. Ir ama, no se deje coger por la culpa, si la ama sin moderación. 226. El tcxto latino dice a rationis intentione Perdidit' Ch. Morel, entiende la preposición "a"

con un valor privativo Y traduce

i la tcndance de la (.f. SC 382, 407; n. 1).

<se soustrayant

raison,,

Creemos, sin embargo' quc es más exacto conceder a la PrePosición

su valor habitual' Gregorio, en efecto, subraya la paradoja de la

jar (en la Vulgata relinquo) en cl sentido de oabandonaro, "desc-

char,,. En Libros Morales (Mor l''' 53: CCL 143, 322), se cxPlica quc la paz dejada por el Salvador cs sólo una paz inicial, consistente ctr la tranquilidad terrena del hombrc con su Creador; mientras que l,r paz dada es una paz Perfecta' coniirt..rt. en la visión beatífica en cl

condición humana, que siendo racional, puede utilizar su razón en contra del impulso natural que le lleva a la sociabilidad y a la con-

Cielo: *Nuestra p^z se inicia con

cordia. 227. Jn 14,27'

gada

228. Gregorio interPreta de-

el deseo del Creador, se comPlct,t con la visión manifiesta' Será plen.r cuando nuestra mente no esté cc-

por la ignorancia ni se vcrr

áftig;d. con los combates de

l.r

III,

22

189

También hay que amonestar a los aplacados, para que no .lejen de reprend.i h mala conducta de los ho-br.r, pt. d.scar demasiado la paz humana; ni se aparten de la paz del Cre.rdor, por consentir con los perversos; ni anulen la paz rnterior, 1'ror miedo exterior a las disputas humanas. Pues, ¿qué es la paz transitoria, sino un vestigio de la eterna? Por consiguientc, ¿qué puede haber más demencial que amar las huellas impresas en el polvo, y no amar a quien las dejó impresas? Por eso David, cuando lo restringía todo a los pactos de h paz interior, afirmó que no tenía concordia con los malvados, diciendo: ¿Acaso no odio, Dios, a los que te odian y nte consumían tus enemigos?22e. Haber odiado a los enemigos de Dios significa amarlos como criaturas suyas, pero increpar lo que hacen. Y es 9ue, reprobar la conducta de los n-ralvados es provechoso para sus vidas. Por tanto, cuando dejamos de reprender a los malvados, .lcbemos tener en cuenta qué gran culpa es mantenerse en [);rz con ellos, puesto que un profeta tan importante ofreció a Dios como sacrificio el haber excitado conrra sí la ene-

nristad de los malvados en nombre de Dios. Por esro, la tribu de Leví, cuando tomó las espadas y pasó por en medio .lcl campamento, no quiso perdonar a los pecadores que debían ser castigados; pues, sus manos habían sido consagrarl:rs a Dios230. Así, Pinjás, desdeñando el favor de sus cone iudadanos, castigó al que se juntó con la madianita; y por nredio de su ira, aplac ó la ira de Dios23t. La misma Verdad ,lice: No penséis que be venido a enoiar la paz a la tierra. i\'lo vine a enaiar la paz, sino la espadan2. Y es que, cuan229. Sal 138, 2l-22. 230. Cf. Ex 32,27ss. 231. Cf . Nm 25, 7ss. Pinjás, lri¡o de Eleazar, sacerdote israelita ,

()nternporáneo de Moisés,

partici-

l).lntc en la lucha contra los ma-

dianitas (cf. Nm 31, 6-12). Dcbido a su celo por Yahveh lc fuc garantizado un sacerdocio vitalicio (cf. Nm 25, 6-13; 1 M 2,26).

232.

Mt 70,34.

Regla pastoral I I I,

Gregorio Magno

190

do imprudenremenre hacemos amistad con los

malvados, eS reque. .ro, ..rr.damos en Sus culpas. Por eso, a Josafat,

p9, el testimo.io de su vida pasada, se 1e echa disen cara su amlstad con cl rey Acab, como si estuviese awPrestas p-rofeta: pot puesto a Pereccr. El Señor le dice .tl^ 'r¡t¡o amistad; tienes Siñor al impío, y con éstos qwe odi)n al por tanto, *rr:rres Ia ira del Señor, pero se ban ballado en

."-."¿rJo

ti obras buenas,

pues urrancaste los'bosques .s.agrldos de la prr;¿enremente, nuestra vida discrepa ya

tierra de Jwdátir' a causa de de una armonía .on É1, que es Sumamente iusto, nuestras amistades con los malvados' Tambiénhayqucdecirles,quenotenganmiedodeperturbar su Paz ,!-portl, por lanzarse a corregir.de palabra' se Deben guárdar interiormente esa pa? Ju: exterlormente guardahaber declara turba p3, l, corrección verbal. Oa"id Jo p..ra.nremenre las dos, cuando dice: Con estos que gdlan la paz, era pacífico, cuand'o les bablaba' me contrariaban graciosamente23a

.

He aquí que cuando él hablaba, se le oponían Y'. no "b:los equiranre, era'pac-ífico; porque ni dej1b1 dereprender a dicc también lár reprendidos. Por eso' ,ro.ráor, ,ri ¿. ^Á'r, prUi"' Siifrrro posible, ,n tá qu9 deplnla d.e vosotros' tened Con el fin de exhortar a sus fi) to" íod,o, ios bombres23s-. iiscípulos a quc tuvieran paz con todos los hombres, Ies Ji;o pr.rrir','.1-,-t.' Si fwera posible, y ademá.2: En lo qwe d.eera difícil que P"{i:i;"i, d'e vosot rr. P.,.,, tit"'-ente' malas acciones. Ntl sus corregían si ran tener paz contodos, confundida en los vea se obstante, cuando la paz t.-po'il es necccorrección' corazones de los -ai'urdos por nuestra dejti eso, Por ;;;i;q,.r. .n los nuestros se mantenga intacta. diiera: bien claro: En lo qwe d,ependa de ,ótonot. Como si

233. 2 Cro 19,2-3. 234. Sal I 19, 7.

235. Rm 12, 18'

22-23

l9l

paz subsiste por el acuerdo de dos partes, si la rech azan Ios que son corregidos, que se mantenga, sin embargo, en l,rs almas de los que hacen la corrección". Por eso, aconseie lo mismo a otros discípulos, diciéndoles: Si alguno no ,,bedece a nwestra palabra, escrita en esta carta; señaladle y no tratéis con é1, para que se aaergüengs236. Y en seguida .iñade: Y no le estiméis como enemigo, sino corregidle como ¿ bermano237. Como si diese a entender: <
2.3.

A

los sembradores de discordias

y a los pacificadores

De un modo hay que exhortar a los sembradores de paz, de l' otro a los pacificadores. A los primeros hay que decirles que se den cuenta de a quién siguen; pues, está escrito -cuando se halló ctzaña mezclada con el trigo- acerca del .Írrgel rebelde: Algún enemigo ha becbo esto238. Y Salomón ,lice de uno de sus cómplices: Un hombre apóstata, ztarón inutil, anda con la boca torcida, guiña el ojo, arrastra los ¡,ies, babla con los dedos) en su corazón malztado maquina ,'l ma[ y en toda ocasión siembra pleitos2re. He ahí que, prir)lcro, quiso llamar apóstata a quien siembra discordias; port¡ue si no hubiese caído interiormente como el ángel soberlrio ante la presencia del Creador, después no habría llega.'lo a sembrar discordias exteriormente. Bien se le describe ('()mo hombre que guiña el ojo, arrastra los pies, habla con Ios dedos. Puesto que es lo interior lo que mantiene en

236. 2 Ts 3, 237.2 Ts 3,

Mt 13,28.

14.

238.

15.

239. Pr 6, 12-14.

192

Gregorio Magno

orden los miembros externos, por tanto, el que ha perdido la estabilidad del alma, consiguientemente, se desparrama hacia fuera, movido por la inconstancia; y con su movilidad exterior da a entender gue, interiormente, no se mantiene en pie desde la raíz de la estabilidad. Oigan, pues, los sembradores de discordias, lo que está escrito: Bienaventwrados los pacífico¡ porque serán llamados bijos de Dios240. Deduzcan 9ue, si los que trabajan por la paz son llamados hijos de Dios, los que la perturban, sin duda serán confundidos con hijos de Satanás. De hecho, todos los que se separan por la discordia de la savia del amor, se secan. Aunque en su conducta produzcan frutos buenos, sin embargo, no valen nada; porque no nacen de la unidad de la caridad. Y, por eso, tengan éstos en cuenta que pecan de modo múltiple; pues, al cometer una maldad, al mismo tiempo, erradican del corazón humano todas las demás virtudes. Con un solo mal hacen muchos, porque al sembrar la discordia apagan la caridad gu€, de hecho, es la madre de todas las virtudes. Nada es más precioso para Dios que la virtud de la caridad; ni nada es más deseable para el diablo que extinguir la caridad. Por consiguiente, todo el que sembrando discordias destruye el amor al prójimo, sirve al enemigo de Dios, como si fuera su amigo íntimo. Y es que, por la pérdida de aquella virtud cayó el diablo; ¡ por eso, trata de quitarla de los corazones de aquellos a los que ha herido, cortándoles el camino de su ascensión.

Por otro lado, hay que aconsejarles a los pacificadores, que no rebajen el valor de su misión, si no saben entre quiénes deberían establecer Ia paz. Pues, lo mismo que hacc mucho daño la falta de unidad entre los buenos, también lo hace si esta unidad no falta entre los malvados. Por tanto,

24Q.

Mt 5,9.

Regla pastoral

III, 2J

t,,

r

si la paz asienta en la maldad de los perversos, c(). t()(l,l _se seguridad, aumenta el poder de sus -rlrr ,..iorrár, p,,r.¡,,.. :rl estar de acuerdo en la maldad, acometen más .fi.árnl..,, te, afligiendo a los buenos. Por esto, la palabra divina dice del bienaventurado J.[r, c'ontra los prcdicadores de aquel vaso de perdición, es d'ecir, clel anticristo: Los miembros- de su cuerpi están bien unidt¡s cntre sí24t. Y dice con el símbolo de lai escamas, acerca dc sus acompañantes: La una a la offa se une, que ni un soplo pasa entre ellas242. sus secuaces, por no estar ii"idido, ..rrr. sí -por eso mismo- se unen con más fuerza, en perjuicio de los buenos. Por tanto, un hombre que ,. con los mal"ro.i" vados en paz, añade gravedad a su maldad; porque empeo_ r';1 a los buenos, a quienes persigue unánim.-.rrr.. El gran-predicador, .o.pr.ttdido por una grave persecu.. ción entre fariseos y saducáos, viéndol.s firmemente unidos contra é1, intentó provocar una división entre ellos, dicien,lo: Herm,no' yo soy fariseo, bijo d.e fariseos, se me juzga p.or esperar la resurrección de lot murí¡652a3. como lá, Jrluceos negaban la esperanza de la resurrección de los muertos y -los fariseos creían en ella según las enseñanzas de la Sagrada Escritura, se inrrodujo la áiscordia en la unanimi,l¿d de los.perseguidores; y, dividida la multitud qrr. l. á.rrvo cuando estaba unida, pablo logró salir ileso. Así pues, h^y que exho rtar a los que se dedican a pro_ t'uÍár la.paz, a qu_e infundan antes el ,-o, de la p^. {*r_ 'ior en las almas de los malvados; a fin de que, des^pués, les ¡rueda ser provechosa la paz exterior. Mieniras sus corazorrcs aún están inseguros en la apreciación de la paz interior, ,lc ningún modo apresurarse a l, .deberían -rldrd, ,J"p_ t,rndo la paz exterior; y mientras están preparándose prrri,

241.

Ib

41,14.

242. Jb 41,7.

243. Hch 23,

b.

194

Gregorio Magno

paz del cielo, tampoco deberían poner la paz terrena al servicio de su perversión. Ahora bien, a algunos perversos, que son incapaces dc hacer daño a los buenos, aunque quisiesen, se les debe ofrecer primero la paz terrena, aun antes de que puedan conocer la paz del cielo. De modo 9u€, los que exasperan su malvada impiedad contra el amor de Dios, puedan -al menosdisponerse por medio del amor al prójimo. Y así, como pasando de lo peor a lo mejor, puedan alcanzar la paz que aún está tan lejos de ellos, Ia paz de su Creador. 24. A los qwe no comprenden bien la Ley santa, y a los quc la entienden pero la enseñan sin hwmildad

De un modo hay que exhortar a los que no comprenden bien la Ley santa, y de otro a los que la entienden bien, pelo no la enseñan con humildad. H^y que exhortar a los primeros a que tengan en cuenta que convierten un vas() de vino sanísimo en copa de veneno para ellos, y se hacen una herida mortal con un arma medicinal, cuando destruyen las cosa sanas de por sí, por mantener lo que debieron cortar en atención a su salud. H.y que aconsejarles quc consideren que la Sagrada Escritura está puesta como lámpara para nosotros en la noche de la vida presente; cuyas palabras, cuando no se entienden correctamente, se oscurecen en medio de Ia luz. Es decir, a éstos, una mala intención no les hubiese arrastrado a una mala comprensión, si no fuera porque se han inflado previamente de soberbia. Al creerse más sabios que los demás, desprecian seguir :r otros hacia una mejor inteligencia. Como quieren obtener para sí -a la fuerza- el nombre de sabios ante el pueblo ignorante, procuran por todos los medios desacreditar lo quc correctamente han entendido otros, y sostener sus perversos puntos de vista.

Regla pastoral

III,

23-24

195

, Bien dijo el profeta: Desgarraron a ras preñadas de Galaad,.para ensancbar su terriiorio244. Galaaá significa ..-ortón del testimonio>>24s. y como toda la comuni¿r, d. la Igle_ sia al mismo tiempo, sirve por su confesión como testimonio de la verdad, no es foizado entender por Gal aad, a la Iglesia, que p-or boca de todos sus fieles ,t.rtig,.r" acerca de l)ios lo que hay de verdad2a6. En cambio, poi preñadas se cntienden las almas que, por amor divino, .ár.ib.rr la comprensión de la palabra. Estar almas, si llegan a tiempo a su perfección, han de dar a luz la palabr, .8rr..biar, io"ierrdola de manifiesto en sus obras. Ensanchar sus territorios s.ignifica extender la fama de su propia opinión. no, ,"rrro, desgarraron a las preñadas de G"i".i p^riensanchar sus reporque, efectivamente, los herej., h.* p;;;; 'ritorios, por su perversa predicación, las almas de'los fieles qu. hr_ bían concebido algo de la verdad. y así, .*ii.rrd.r, ,,., fama cle sabios. Además, con la espada del .rro, .orrr' los coraz'ones de los niños fecundadór po.- la concepción d. h f"l;rbra, convirtiendo su opinión ér, do.trirrr. ' oor consiguiente, cuando intentamos enseñarles que no , l)lensen equivocadamente,-primero es necesario que l.r'r.orrsc,emos que no busquen la vanagloria. pues, si cortamos la r:líz'{e su soberbia, consecuentemente se secarán las ramas ,le sus falsas afirmaciones. Thmbién h"y qu. á..irl., q". i."qan cuidado de..ro .onrrertir, ..rg..rdránáo .rrores y discor..lias, la misma ley de Dios en iacrificio a Satanás; pues se ,lio para prohibir, precisamenre, los sacrificios a Satanás. por 244. Am 1, 13. de testigo en el pacro realizad,o 245. Cf. Gn 31, 47ss. Acentus L""bán y "r,tr"246 para Jacób. tt'stimonii significa literalmente el ó.egorio, la Iglesia,

nlontón del testimonio'. Se en- en cuanto .o-u.,ián, ti.:'de el montón de piedras sobre ria de la fe,

' l que comieron Labán, Jacob y 'r¡s hermanos. Ese montón sirvió

.,

d.p'or;o_

d.'l" r"u"i".iir.,, d" l; p.;r:ncia del que es ra lug"I rertigo

Verdad.

Gregorio Magno

196

Regla pastoral

eso, se queja el Señor, diciendo por el profeta: Les di 1rigo, ztin'o y iceíte, les muhipliqwé la plata y el oro, qu.e ofrecie-

,on

i

Baal247. Recibimos

el trigo de Dios, cuando, en

los

más oscuros pasajes, sustituimos Ia cáscara de la letra y- Per'

cibimos, a tra',rés de la fuerza interior del Espíritu, el más profundo significado de la Ley- Fl Señor. nos da su vino, irrndo .tos .-b riaga con la sublime predicación de su Escritura. Nos da su áceite, cuando ordena nuestra vida con suave ternura Por sus PrecePtos más llanos. Multiplica. la plata, cuando ,rt, ,.r.ni.ristra iu palabra llena del resplandor i. la rrerdad. Y nos enriquece con oro, cuando irradia a nuestros corazones la .ompiensión de su suPremo esplendor. Los herejes ofrecen todo esto a Baal, Porque pervierten los corazones de sus oyentes con todas estas materiasr QUc han entendido compleiamente al revés. Y tanto el trigo dc Dios, como su ,,ino y Su aceite, así como su plata y Su oro ofrecen en sacrificio a Satanás; Porque las palabras de paz' las desvían hacia el crror de la discordia.H^y que amonestarles para que se den cuenta de que, mientras la perversidad dá sus mentes engendre discordia a Partir de los preceptos de la paz, e\Ios mismos, ante el justo juicio de Dios, .rr.onrr" rán la muerte por las palabras de vida' Por otro lado, hay que exhortar a los que entienden correctamente la Lcy de Dios, Pero no la enseñan con humildad, a que anres á. q.t. elloi expliquen a otros la p-alabra de Dioi se examiner a sí mismos; no sea que, pendientes de las acciones de los demás, se abandonen ellos mismos y, aunque entiendan correctamente toda la Escritura, se olvid.n rólo de lo que ella dice a los soberbios. En verdad, les ocurre como .tt ímprobo e ignorante médico que -desctr " curar a alguienr p€fo á.r.otto.e su propia enfermedad. Pol' tanto, r l""t que no exPresan la palabra de Dios con humil-

247. Os 2,8.

III,

24

197

dad, hay que amonestarles para gu€, al aplicar remedios a un enfermo, cuiden el virus de su propia infección; no sea que, mientras intentan curar a otros, mueran ellos. También hay que decirles, que se fijen si está en desacuerdo su modo de expresarse y aquello que dicen. No sea que prediquen una cosa con sus palabras y otra con sus obras. Por eso, oigan lo que dice la Escriiura: si alguno babla, que lo baga como predicaciones de Dios248. por tinto, los que no tienen como propias las palabras que predican, ¿por qué se enorgullecen como si fueran suyas? Oigan lo que está escrito: como de parte de Dios y en presencia de Dios, hablamos en Cris¡s2ae. Como de parte dL Oios y en su presencia, habla el que entiende la palabra de predicación que recibe de Dios y, con ella, bus ca agradar a Dios y no a los hombres. oigan lo que esrá escriio: Abominación det Señor es todo arrogante2so. Pues, está claro güe, mientras se busca. la propia gloria en la palabra de Diós, se usurpa el derecho del Dad or,, y no se reme preferir los elogios para sí, antes que para El, de quien se ha recibido todo aquello por lo que los demás le alaban. oigan lo que dice Salomón a los predicadores: Bebe el lgua de tu cisterna, la qwe fluyt de tu pozo. Rebosen por f\rro tus fuent€s, ! se esparzan las aguas por las plazas. Tenly pya ti sólo, no participen contigo los-extrañós2sr. El predicador bebe el agua de su cisterna cuando, al examinr. ,., corazón, se escucha antes a sí mismo. Bebe el agua que fluye d.. t.r pozo, cuando se inunda con el riesgo á. r,.r propia palabra. Donde bien se añade: Rebosen poi frrro trí frirte.S,.y,se esparzan las aguas por las plazas. Pues, es justo que ól beba primero ¡ después, dé a los demás de beber .tr l" predicación. Rebosar por fuera las fuentes significa infundir

248. 1 P 4,11. 249. 2 Co 2, 1,7.

250. Pr 16,5. 251. Pr 5, 15-17.

Regla pastoral

Gregorio Magno

198

predicación. En exreriormenre en los otros la eficacia de su la ."-Ui", espacir las aguas por las p.lazas sig,nifica repartir pr1rU."'¿irrir,. entre li g"tt -t'"hüumbre dt :L::tt:'^i*tnormaliárrdor. a la condición de cada uno' Y' porque' de palabra. la mente, asalta el deseo de vanagloria'. tt""do desmuchos, Dios está corriendo como bu.á noticia para las'agwa: Pl.o!o, 2t oués que se ha dicho: Y se espa.rzan cont.t'go participen no i;;, bL; se sigue: Tenlas para ti sólo, extraños especialmenre a los espíritus los extraños. ilr-, de quienes iitt el profeta' por las.pamalignos, , "qrr.llos contra mí los labras de un tro-Ur. t.rrtrdot Se leztanioro, diiot ! !' eso' Por ,*tronor, brrroron con rabia mi alma252' sól'o.' p.ara telks ;;;;;rt^; to, o'gro, io, h' plazas, Perg que salgas ati realicomo si diiera'cla."m..rte: <<es necesario modo 9"t- 1o zar el servicio de la predicación' pero de.tal la soberbia' de medio pot te unas a los .rpirir,tt inmundot de la ministerio el en ni admitr, ,.rr'enemigo' ' p"titiPar las por " aguas t'p"ti-os,las ;;ltb;; áe Dios". Por tanto' nosotros' pl^r^r, y no obstante, ltl guardamos sólo para al extecuando dif.rrrdimo, abu.rdrñr.-.r,te la-predicación alambicionamos mundó il ; ,i.' .-ül;;;, ;"..nada del ,^n las alaba it^t de los hombres' ^', predican por hwmildad y pre ciPitan Para Pre dicar 25.

A

los qwe no

o

los qwe

se

prediDe un modo hay que exhortar a los que pueden' humildad' y car dignr-."* p;; ,'; lo hacen Por excesiva aunde otro a los q"J tt precipitación lés empuia 1 nre$icar' primelos A edad' su o l.r. ,. f" i-iiat tu ;-ptrfección cuenta de cuánto pierden se q.r. , J*hortarles ros hay qrr.

lc)9

.lcn en cuestiones más importantes, por preocuparse más de l¿s de menos importancia. Si éstos mismos escondieran el rlinero que tuvieran ante los prójimos necesitados, se harían -sin ninguna duda- cómplices de su calamidad. Por ranro, consideren de qué delito se hacen culpables los que escon.lcn los remedios vitales para las almas que se mueren, cuanrlo no les dan la palabra de la predicación a esos hermanos ¡recadores. Por eso, cierto sabio dice con razón: Sabiduría t'scondida y tesoro invisible, ¿qué utilidad ltay en ambos?253. Si el hambre acosara a los pueblos2sa y ellos mismos conservaran los trigos escondidos, indudablemenre acruarían como autores de su muerte. Consecuentemente, consideren con qué pena deben ser castigados los gue, mientras las ,rlmas se mueren a causa del hambre de la palabra, no adn-rinistran el pan de la gracia que han recibido. Por eso, bien dice Salomón: Qwien esconde el trigo, es maldecido en el pueblo255. Esconder el trigo significa retener uno mismo las ¡'ralabras de predicación. Y esto, lo maldice el pueblo, porclue por la sola faka de su silencio es reo del castigo de todos ,rquellos a los que pudo haber corregido. Los que conocen perfectamente la ciencia de la medici¡ra y reconocen la herida que hay que curar, pero rechazan sanarla, sin duda alguna, cometen pecado de homicidio por omisión. Por tanto, vean que se enredan en una gran culpa, quienes, conociendo las heridas de las almas, se niegan a curarlas con el filo de la palabra. Bien dice ,el profeta: Maldi-

253. Si 20, 30 según

LXX.

254. A Gregorio, siendo I)apa; le tocó proveer de alimentos

huían de los lombardos. En algu-

na ocasión pidió provisión de trigo a Sicilia p^ra paliar esros

.r la población romana, afcctada males. Este desvivirse por su pue[)or el hambre que siguió a la blo le mereció cl sobrenombre de [)cste; así como los problemas

252. Sal 53, 5.

III, 24-25

que

.rcarrearon las inmigraciones de pr-reblos del norte de Roma, que

"Papa de la caridad'. 255. Pr 11, 26.

,l

Gregorio Magno

200

to el que prive a su espada de sangre256.Privar la espada de sangre significa prohibir, a la palabra de la predicación, matar la vida carnal. Además, se dice de esta espada: Y mi espada comerá carne257.

Así pues, éstos, cuando escondan en sí mismos la palabra de la predicación, oigan las divinas sentencias en contra suya, a fin de que el temor de Dios arroje de sus corazones el temor de predicar258. Oigan, por ejemplo, que el que no quiso negociar su talento 1o perd ró, y además recibió su condenazsc. Oigan cómo Pablo no se creyó responsable de la sangre de sus prójimos y, por eso, no cesó de hablar contra los vicios de los que tenían que ser reprendidos, diciéndoles: Os testifico en el día de hoy, que limpio estoy de toda sangre; pues no me acobardé para impedir que os anunciara todo consejo de Dios26a. Oigan cómo una voz angélica amonesta a Juan: El que oiga, diga: ,,'uenrr26t. Es decir, que el que haya oído lavoz interior, eleve su propiavoz y llame a otro allí adonde él mismo es llevado. No sea que acercándose al que le llamó, le encuentre con las manos vacías. También oigan cómo Isaías, que interrumpió el ministerio de la palabra iluminado por una luz de lo alto, se reprende a sí mismo con un gran grito de arrepentimiento, exclamando: ¡Ay de mí, porque callétzoz. Oigan las palabras

256. 257.

lr 48, 10. Dt 32, 42.

258. En siete sentencias precedidas de audiant, se reprende a los pastores negligentes. Al res-

pecto comenta

G.

CRstutRscol-l:

"En siete sentencias, con frases bíblicas, se describe la culpa de los que se cierran en el silencio en lugar de proclamar la palabra de Dios. La estructura de cada sen-

tencia sigue esquemas prácticamentc idénticos, en un discurscr que tiene toda la fuerza del estikr profético": La Bibbia nella Regola Pastorale di San Gregorio

Magno, en "Vetera Christianorum> 6 (1969),49. 259. Cf . Mt 25, 24ss. 260. Hch 20, 26-27. 261. Ap 22,17. 262. Is 6,5.

Regla pastoral

III, 2i

201

de Salomón, cómo le promere multiplic ar ra ciencia de la predicación en aque] qL. no renga el vicio de la p,rr:rr^ aquello que ya consiguió, pues dlc.r Alma qu, br)dice "n será colmada, y el qu, toiio la-sed, también ét sirá ,or¡o¿o-*1. * cs gu€, el que bendice por su predicación, recibe un aumenro total de bienes interio..rf ¡ mientras no cesa de saciar el alma de.sus oyenres .o., Í" bebida de la palrbrr,-Zl rnismo es saciado con la bebida de una gracia -"tripti.rar. oigan cómo David ofreció esro a dior como áon. Es .dec.ir, .que_no escondió el don de la predicación q,.r. hrbi, recibido, diciendo: He aquí que no hi contenid.o *¡, t^il"r, Señor, tú lo sabes; no esconií tu justicia en mi corazón, há proglamado ru verdad tu salaa'ción26a. oigan cómo en el Z diálogo del esposo con la esposa, se dice: Tí qu, habitas en los huertos, te oyen mis ami[os; bazme oír tu voz265. En verdad,.la Iglesia habita .n lor huerros; pues, conserva en verdor interno las plantas frescas de las^,oirtúdes que ha cultilos amigos oy_en su voz significa qu. todos los "."d9.- Qr. clegidos desean oír las páhb*r de su iredicación. También cl esposo desea oír su iot, pues anhelá predicar a las almas de sus elegidos. oigan cómo Moisés, cuando vio a Dios airado con el pueblo y que le mandó romar la espada para castigarlo, advirtió g.r. r.. pusieran de. parte d. bio, io, qu. cástigaserr, sin vacilar, los crímenes dé los malvados, dicien d", sl'oi["] no es del Señor, se una a mí; cíñase el varón su espada ,ib* su pierna; id y repasad d.e pwerta en puerta, poi med,io der campamento, y mate cada uno d su hermano, o su amigo y a su ztecino266. ceñirse.la espada a la pierna signifi., pilJrir el celo por la predicación qre los plac.res" de la irrrr.; de manera que quien quiera Érbla, d. cuesriones ,r.r,rr, 263. Pr 11,25. 264. Sal 39, l}-tl.

265. Cr 8,

13.

266. Ex 32,26-27.

202

Regla pastoral

Gregorio Magno

tiene que vencer las tentaciones ilícitas. Pasar de puerta en puerta significa pasar de un vicio a orro, por los que la mueri. p.rr.rá en el alma. Pasar por medio del campamento sig,rifi." vivir en la Iglesia con una ecuanimidad tal, que sea capaz de repro.hrihr faltas de los pecadores, y no dejarse lle't at en fa.ro. de ninguno. Por eso, añade con raz6n: Mate cada uno a sw bermaro, o su amigo, a. su ztecino. Es decir, mata a su hermano, a su amigo, 2 su vecino, el que descubriendo en ellos algo que debiera ser corregid-": no usa la espada de la l-.pr.rriiólt con aquellos que ama debido al par..^nr.r.o. Por ü.t,o, si se dice que Pertenece a Dios quien, por el celo del amor de Dios se mueve a combatir los viiior; verdaderamenre, niega ser de Dios quien, siendo capaz de áecirlo, rehusa reprenáer la vida de los carnales. Por el contrario, deben ser amonestados los que se Precipitan a predicar a pesar del cargo, torpeza o edad; para q.r..rl ,^rg t precipiiadamente sobre sí el peso de tan gran mrnlsterlo, no ,. á..r.n en 1o sucesivo a una posible mejora.No sea que, por lanzarse inoportunamente a hacer algo 'p^r^ lo que r-rt ,rrj.n, echen a perder incluso -lo que podían ^h"b.. hecho a su tiemPo y pongan de manifiesto su ignorancia en lo que intentan exPoner a destiempo' H^y que amonestarles para que tengan en cuenta que lo, poil.r.io, d. aves, si quieren volar antes de que sus alas esré; preparadas, por q.rér.r alcanzar lo alto, caen precipitrdr-.nti al su.lo. Y que con las construcciones recién hechas y aún no consolidadas, si no se les pone encima los te.hor,'no se fabrica una casa, sino ruinas. Además, que si las hembras dan a luz los hijos que han concebido, antes de que esrén plenamente formadoi, no llenan las casas, sino las sepulturas. ' Por- esro, la misma verdad, que había podido perfeccionar en un momento a los que hubiese querido, una vez instruidos los discípulos aceróa de la eficacia de la predicación,

con el fin de qr. lot imperfectos no se atrevieran a predi-

III,

25

203

car, dijo a continuación: Vosotros, asentaos en la ciudad hasta que seáis inztestidos con la virtwd de lo al¡sz;t. Ciertamente, nos asentamos en la ciudad, cuando nos quedamos en el interior de nuestras almas y no divagamos hablando al pueblo, para gue, cuando seamos investidos perfectamente con la virtud de lo alto, entonces salgamos fuera de nosotros mismos, incluso para instruir a los demás. Por eso, dice cierto sabio: Adolescente, apenas hables en tu causa; si dos'ueces se te Pregunta, tenga sentido tw respwestA268. Por eso, nuestro Redentor, aunque sea el Creador y esté en el cielo,. es siempre el maestro de ángeles por la manifestación de su poder; ¡ sin embargo, no quiso ser maestro de nadie en la tierra, hasta los treinta años. Evidentemente, pará infundir ¿r los precipitados un sanísimo temor; ya que quien no podía perder la gracia de la vida perfecta, no predicó hasta tener una edad madura. Pues, está escrito: Cuando tenía doce años, se quedó el niño Jesíts en Jerwsalén26e. Y poco después se añade que, buscado por sus padres: Lo encontraron en el templo sentado en medio de los doctores, escuchándoles y pregwntándoles27o.

Así pues, h^y que considerar con aguda reflexión que, cuando Jesús tenía doce años, sentado en medio de los macstros, no enseñaba, sino que estaba haciendo preguntas. I'.ste ejemplo muestra que nadie debe atreverse a enseñar; puesto que aquel niño, que por su divinidad administró palabra de ciencia a los mismos doctores, euiso ser enseñado h,rciendo preguntas. Pues, como dice Pablo a su discípulo: Predica y enseña estas cosas; nadie menosprecie tu adolest'cnciaztt. 7^ loién hay que tener en cuenta que en la Sasrada Escritura alguna vez se llama a la juventud adoles-

267. Lc 24,49. 268. Si 32,10-11. 269. Lc 2,42-43.

270. Lc 2,46. 271. I Tm 4, 1l-12.

Regla pastoral

Gregorio Magno

204

cencia. Esto se demuestra en seguida, si se traen a colación las palabras de Salomón, QU€ dice: Gózate ioven en tu adoIescencia272. Si no juzgase que ambas cosas son la misma, no hubiera llamado joueñ al que aconsejaba en su adolescencia'

26.

A

los qwe prosperan

y 4 los que fracasan

que exhortar a los que prosperan en De un modo hay .t.gú.r el mund o, y de otro a los 9ue, aquello que dese"n deseando lo que es del mundo, se cansan por la contrariedad de ,r, .rTr. rzos. Hry que amonestar a los que Prosperan en lo que apetecen mundanamente, pafa -que no desiuiden b.rsc"i al óador, una vez que tengan todo 1o que desean, ni fijen su mente en aquello que se les da. No sea que' en lugar de la patria, amen el peregrinar, cambien lo Que son ,yr.rdit para e[ camitro en obstáculos para llegar, ó rehuyan .b.rt.-plar la claridad del sol deleitados Por la luz nocturna de lá l.ttta. Por tanto, se les debe aconsejar que consideren todo lo que consiguen en este mundo, como un consuelo para la fatiga y no como un premio de recompensa2T3. Alcen, pues, ,.r, -.tttes frente a los halagos del mundo para que no sucumban en ellos por la complacencia del corazón. 272. Qo !1, g. En la culrura romana se distinguían cinco edahumana: des o períodos de la "ida l) Pueritia, infancia: comprendía hasta los t5 (17) años; 2) Adoles-

centia, primera juventud:

com-

los 20 o incluso 30 3) Iuventu.s, juventud: com"not; pre.rdía desde los 20 (30) años ir"rt, lo, aO (a5); 4) Aetas seniorum, madurez: se consideraba la mejor edad, comprendía desde los

prendía

i"rm

40 (45) a los 60; 5) Senectus, vejez: comenzaba con los 61 años' En el Presente- pasaie Gregorio sugiere

que en la Vulgata no siempre se hace distinción entre adolescentia y iuaentus; Por eso, se pueden alrernar los términos. Cf. Hm Ez

2,3 (CCL

1,

III,

2t-26

205

'ltrdo el que en el juicio de su corazón no pone freno a la l)rosperidad de que disfruta, en favor del amor a la vida rnejor, convierte el halago de la vida pasajera en ocasión de llruerte PerPetua. De ahí que, figurados en los idumeos, se increpe a los (lue, vencidos por su propia prosperidad, se alegran de su ¡rrundana fortuna, diciendo: Se han atribwido mi tierra en beredad, con gozo, y con todo el corazón y toda el alma27a. [)e estas palabras se deduce que son heridos con severa re¡'rrensión, no sólo porque se alegran, sino además, porque Io hacen con todo el alma y el corazón. Por eso, dijo Salornón: Su aaersión a los pequeños los matará, ! la prosperitlad de los necios les perderá275. También Pablo amonesta diciendo: Los que compran, como si no poseyesen, y los que se sirven de este mundo, como si no se sirztiesen de é1276. Está claro esto se dice para que aquello que tenemos en -que ,rbundancia lo pongamos a nuestro servicio, en la medida en que no nos aparte, por el afán de placer, de los bienes supremos. No ocurra que, aliviando la fatiga de la peregrinación interior, se presenten tales bienes como un refugio para los que estamos en el destierro, / rros alegremos en lo que cs transitorio como si fuéramos felices; nosotros, que mientras estamos separados de los bienes eternos, nos reconocemos miserables. De ahí que la Iglesia diga por boca de los elegidos: Sz izquierda está bajo mi cabeza, y su derecha me abrazA277. [-a prosperidad d.. l.r yidl presente es como si Dios pusie.ra su mano izquierda bajo la cabeza, apremiando al deseo del rlmor supremo. Y la diestra de Dios la abraza, porque con toda entrega conserva a la Iglesia bajo la dicha eterna. Por cso, dice Salomón en otro sitio: Largos días en su derecba,

142, l9)'

273. Gregorio no cree que los bienes conseguidos en este mundo sean señal dc predestinación.

274. Ez 36,5. 275. Pr 1,32.

276.

I

Co 7,29-30.

277. Cr 2, 6.

Regla pastoral

Gregorio Magno

206

en su izquierda riqweza y gloria278. De esta forma enseñó io-o ,. d.b.n ,..,.i las riqué zas y la gloria, recordando que esrán a la ízquierda. Por lb mismo, diio el.salmista: Sálvame con ru díerVo27e. No dljo mano, sino diestra; sin duda, paf^ indicar que al decir diestra buscaba la salvación eter,rrzso. Por eso, también está escrito en otro sitio: Tw mano d,iestra, Señor apa.rta a los enemigos2st. Los enemigos de Dios, aunque avancen en su rzquierda, son aplastados en su d.r..hr; pt.qu. a menudo la vida presente eleva a los perversos, p.ro ia lrenida de la dicha ererna los condena.

y

que exho rtar a los que ProsPeratt :t este mundo a qrr. .oáriá.... profundamen; q.t., . ,r...r,.Ia prosperidad de la vida presenri se da para provocar una vida mejor, o PaTa una mayor conden. .n la eternidad. Por eso, se prometió la tierra de canaán al pueblo de Israel: para Provocar que espefafan siempre en la pat.i" ererna. Aquel pueblo terco no hubiera creído en las pio-.ms que Dios le hacía Pa:a el futu.ro, si no hubiera p.r.iÉido en el pt.t.ttt. algo de su Prometedor' Es decir, para que el pueblo se consolidara con mayor.certeza en la-fi de los bienes eternos, no lo avajo a dichos bienes sólo con la esperanza, sino con los bienes que le dio a la esprr^n Cla.a-ente lo atestigua el salmista diciendo: Les dio ^. pweblos; Tor rrgiores de los gentilrr, y fot,yer9n los vabajos de

Hti

para qwe gwarden-sus precePtos y obsenten su !'y"': . ' C.rarrio Ir mente humana no corresponde a Dios -que da en abundancia- con buenas obras, creyéndose piad-osamente nutrida de ellas, precisamente Por eso, se condena más. De ahí que el srl-irt" diga en otro lugar: Los derribaste, miertrá, se elepafionzat. Porque, evidentemente'

278. Pr 3, 16' 279. Sal 107, 7.

280. Es el sentido que ticnc diestra en Mt 25,33.

281. Ex 15,6. 282. sal 104,44-45.

283. Sal 72,18.

III, 26

207

Ios réprobos decaen en lo interior, cuando no correspon.lcn con obras buenas a los favores divinos y se abandonan totalmente aquí, dispersándose en las prosperidades .¡ue les aprovechan exteriormente. Por eso, al rico ator¡rrcntado en el infierno se le dice: Recibiste bienes en tu uida284. El malvado recibe aquí bienes para recibir allí -rnás plenamente- males, ya que aquí, ni por sus bienes sc convirtió. Contrariamente deben ser amonestados los que desean Ios bienes del mundo, pero la adversidad los fatiga; para que valoren con solícita consideración con cuánta gracia vela

sobrc cllos el Creador

y

Ordenador de todo, que no

les

,rbandona en sus necesidades. El médico que desahucia a un cnfermo, le permite tomar todo lo que le apetece. Sin emlrargo, al que juzga que puede sanar, lo aparta de muchas cosas que apetece. Por otra parte, también apartamos dine-

ro para los

hijos

t

paro, quienes,

al mismo tiempo, reserva-

nros como herederos todo el patrimonio.

Por tanto, aquellos a los que la adversidad de la vida tcmporal humilla, llénense de gozo con la esperanza de la herencia eterna; ya que la divina Providencia no refrenaría .r los que instruye bajo régimen de disciplina, si no supiera ..¡ue iban a ser salvados para siempre2ss. En definitiva, a los que se fatigan en estas cosas que descan según el mundo, por el esfuerzo que supone la adversidad, se les debe aconsejar que consideren que también la cr"rlpa atrapa en muchas ocasiones -como en un Iazo- a los iustos, cuando el poder temporal los eleva. Pues, como ya .lijimos en la primera parte de este libro286, David fue más rcctamentc amable con Dios cuando era siervo, que cuan-

284. Lc 16,25. 285. El pensamiento de Grcqorio en cuanto a la predestina-

ción es, como en otros problemas teológicos, agustiniano. 286. Ct. Reg Past I, 3.

Regla pastoral

Gregorio Magno

208

do llegó al herir í ,r,

reino2tiT.

El siervo, por

amo

r a.la justicia, temió

ya capturado: sin embargo, el rey,. P?r "d,,rersario mató al fiel soldado incluso bajo luiuria, la persuasión de la deseo de fraude2ss. Por consiguiente, ¿quién buscará, sin perjuicio, riquezas, poder o gloriá, si incluso se hicieron dañinas para aquel que

"rin

b.rr.arlas? ¿Quién, sin gran discernimiento, se ,.rlro salvará entre tales .orrr, si aquel que, elegido por Dios y preparado para ellas, se vio abrumado por las mismas, cuan-

ir,

áo interuino el pecado? En conclusián, hay que amonestarles para que consideren que no se ,...r.rd" que _Salomón, antcs de caer, tuviera adversid ad; y, sin embargo,.después de tanta sabidu-

"ig,rru ,íi ,. dice que ,^ya incluso en la idolatría. La sabiduría concedida abandonó su corazón, porque no la custodió ni con la más mínima disciplina de tribulación28e' 27.

A

los

esPosos

Y

a

los célibes

De un modo hay que exhortar a los unidos en matrimonio, y de orro a los que están libres de tal lazo. Hay que ,-orr.ríar a los unidos en matrimonio Para 9u€' al pensar

uno que es del orro, procure agradar a su cónyuge de tal mane." q,r. no ofenda al Creador; Para qüe.traten las cosas de erté mundo de tal manera que no olviden desear las que son de Dios; para que se alegren de los bienes presentes, de tal manera que tengan' con solícita intención' gr-an remor de los males át.rnor; para que lamenten los males temporales, de tal manera que fiien su esPeranza, con íntegr, .o.rolación, en los bienes Perennes; y así, reconozcan cada

287. cf . t s 24, 18. 288. cf.2 s 11, 17.

289.

cf.

1

R

III, 26-27

209

que, mientras lo que hacen es transitorio, lo que desean es cterno; que los males del mundo no desalientan el corazín cuando está fortalecido por la esperanza de los bienes eternos; que los bienes de la vida presente no defraudan, cuando los sospechados males del juicio futuro entristecen. De este modo, el ánirno débil y fiel de los cónyuges cristianos, que no puede menospreciar totalmente los bienes temporales, podrá unirse, sin embargo, por el deseo de los cternos. Y, aunque perman ezca entretanto en el goce de la carne, se restablecerá con el alimento de la esperanza suprema. Si posee las cosas que son del mundo como ayuda cn el camino, esperará las que son de Dios como fruto en la llegada. Y, para no decaer por completo en lo que debió esperar robustamente, no se entregará del todo a lo que lrace. Acertada y brevemente lo expresó Pablo, diciendo: Los qwe tengan mwjer, 'zttuan como si no la twztiesen; los qwe llorAn, como si no llorasen; los que se alegran, como si no se alegrasen2eo. Tiene mujer como si no la tuviese, el que t pa.ra consuelo de la carne, vive con ella de tal modo que con su rlmor nunca se aparta de la mejor rectitud de intención buscando obras perversas. No estar llorando ¡ sin embargo, llorar, es lamentarse de las adversidades externas, de tal modo que se sepa gozar con la consolación de la esperanza eterna. Estar alegre sin alegrarse es elevar el ánimo desde las cosas más bajas, de tal modo que nunca deje de temer las más altas. Allí mismo, añadió poco después: Pwes la apariencia de cste mundo pasará2er. Como si dijera claramente: "No queráis amar constantemente el mundo, pues ni el mismo rnundo que amáis puede permanecer. En vano fijáis vuestro corazón como si fuerais a permanecer, porque lo mismo que .rmáis pasa>.

11, 4.

290.

I

Co 7,29-30.

291. 1 Co 7,31..

'l,rrrrlti.'l¡ ll,l\' (ll¡(' ('rltoll.tt ,t l,t. r lll\ lll'ir'', |,ll.l (ltlr' trr l.'lt'rt ntttltt,t ,' 1r,,,, l('lll('lll('l1l(' .lrlrr,'11.,'r t n'.,1', ('ll l.¡" (lll(', 'l vcccs, s(, siclltt'lt rlt's.'.rnl('ttlosi tl.' tlt,,,l,, .llt(', .lltllll,lt¡.1, t'.,' ,'l ullo al ()tl'()., l.rs s.l)('l'cll. l'tlt's, t'rl,l t'rt l ll.' / I t';',ttl tttttltt't "". I 't mente'uuestras cdt'$cts, )t,tst ('tttttl)lttr't, l,t l,'.1' ,lr'(.tt:1o ley de Cristo cs' c11 cfccttl, l;r c'rl'itl'rtl; r 'r (ltl(' ¡l(t s.lt) ll." entregó en abundancia sus bicr-rcs clcsdc sí Irtisrlt,r, sitto t¡ttr' ademáS cargó Serenamente con nucStrOS lll:llcs. I)ol' trlllt(), .ll imitarla, cumplimos la ley de Cristo; cuandtt cntrcg:lll)(,s lt.' nignamente nuestros bienes y soportamos ficlrlrcrltc lltl('s tros males. Hay que amoncstarles además, a quc c:tcl,t t¡1t,, atienda, no tanto a lo que tiene que aguantar dcl otro, sirt,' a lo que el otro tiene que aguantar de é1. Si considcr:l l.ts cosas proplas que el otro Soporta, podrá soPortar coll ll-l:lv()l suavidad las que aguanta el otro. A los cónyuges hay que aconsejarles que recuerdcn cltrt' se han unido en matrimonio para engendrar hijos, y qrl(' transforman la ocasión de procreación en ejercicio de la v.t luptuosidad, cuando se hacen esclavos de una unión innltr derada. Han de considerar que transgreden los derechos clcl matrimonio en la misma unión conyugal, aunqu.e no se salgan fuera de lo permitido. Por eso, €S rl€c€sario que' coll reiteradas súplicas, limpien la pura imagen de la unión conyugal que manchan al añadir voluptuosidades. De ahí quc el Ápóstol, conociendo por experiencia l,a medicina celestial, diga, no tanto para instruir a los sancDs, como para enseñar la medicina a los enfermos: De Io Eue me babéis escrito: Bweno le es al bombre abstenerse de mwjer; No obstante, a causa de la fornicación, cada una tengt su mujer, y cada wna tenga su marido2e3. Al dirigir el precepto a los que no están firmes, avisó del peligro d e la fornicación. Ahora, para 9u€, quizás, no se estrellen contra el suelo,

292. Ga 6,2.

293.

I Co 7,1-2.

,,1r..,' ,'l l,'. lr,, .r 1,,. (llt(.(.tr.tt. lt,,t t'r,r, .1il.1(11,, .t,l..tu.tr ,t l,,t ,1, I'rlr',, I I nt,nttltt,lr, l,,,lr'1,t,1,,,t l,t ttttt¡t.t ),tlt't,t.tt,tl ttt,,rl,, 1,,,uttl('t,tl ttt,ttttltt"'t. Al,.,,rr..t.,lt.r,rlg,, tlt. r,,,luPttrositl.rtl

nl,,.l.'l,r rir.rrr lr.rrrt'stitl.rrl ,l.'l.r rnritirr c()nvt¡g¡1, ¡rl:rrliti: I't ttt t'¡ltt t,, l,, rlt,q,) (()nt() ittrlttlgt,ttt'id, llo colllo lnttntlalo)e1. 'rr' ul(li...r .¡trt' 1,, c.xtt'r'rlitlt, cs pcc:tclo; pcro c'lLlc sc pcrdon.r nr.r\ l.it'ilnrcnt(', yir (lr.rc n() consistc tanto en hacer algo rlr. rr., ('()nr() cn n() tcncr b:rjo c()ntrol lo que lícitamente se

,1,

lr.r. r'.

At'r'r't:rtl:ultcntc lo cxpresa Lot en sí mismo: huyó de Sorlr,rn.l (lLrc:rrdí:I, pcro al llegar a Soar, no subió en seguida .,1 nr,urtcr"r'. [{uir de Sodoma ardiendo es apartarse del ardor rlr, irr, .lc h carnc. La altitud del monte es, por otro lado, la Irur('/.:r dc los que se abstienen. O si se quiere, están como ., un nronte los unidos en matrimonio que, salvo para asu,',ir lrr:rclrnisión obligada de la prole, no dejan libre pasión .rllltrn:r dc la carne. Permanecer firme en el monte es no enrr('qilrsc a la carne, sino buscar el fruto de la procreación. l't'r'.rAnecer firme en el monte es no adherirse carnalmente .r l.r carne. Lot salió de Sodoma porque son muchos los que aban,l,rnAn los desórdenes de la carne ¡ sin embargo, al casar\c, no observan los derechos del rrato debido. No subió en :r'suida a la montaña porgu€, aunque ya dejaba la ida vers()nzosa, todavía no poseía con delicadeza la altura de la ('()ntinencia conyugal. La ciudad de Soar esrá en medio y '.ilva al débil que arde, porque cuando los cónyuges se unen 1',rrr la incontinencia, además de ahuyentar la caída desor,lcnada, se salvan también por el perdón. Y es gue, en tal crlso, el matrimonio es como si llegaran a una pequeña ciu..lad en la que se defienden de las llamaS, Ix que tal vida

294. 295.

I I

Co Co

7, 3. 7, 6.

296. Cf . Gn 19, 30.

Gregorio Magno

210

Regla pastoral

También hay que exhortar a los cónyuges para que toleren mutua y pacientemente aquellas cosas en las que, a veces, se sienten descontentos; de modo 9u€, animándose el uno al otro, las superen. Pues, está escrito: LLeztad mwtuamente auestras cargas, y así cumpliréis la ley de Cristo2e2.La ley de Cristo es, en efecto, la caridad; ya que no sólo nos entregó en abund ancta sus bienes desde sí mismo, sino que además cargó serenamente con nuestros males. Por tanto, al imitarla, cumplimos la ley de Cristo; cuando entregamos benignamente nuestros bienes y soportamos fielmente nuestros males. Hay que amonestarles además, a que cada uno atienda, .ro tr.rio lo q.t. tiene que aguantar áel otro, sino " a lo que el otro tiene que aguantar de é1. Si considera las cosas propias que el otro soporta, podrá soportar con mayor suavidad las que aguanta el otro. A los cónyuges hay que aconsejarles que recuerden que se han unido en matrimonio para engendrar hijos, y que transforman la ocasión de procreación en ejercicio dc la voluptuosidad, cuando se hacen esclavos de una unión inmoderada. Han de considerar que transgreden los derechos del matrimonio en la misma unión conyugal, aunqu.e no se salgan fuera de lo permitido. Por eso, es necesario que, con reiteradas súplicas, limpien la pura imagen de la unión conyugal que manchan al añadir voluptuosidades. De ahí que el Apóstol, conociendo por experiencia la medicina celestial, diga, no tant o para instruir a los sanos, como para enseñar la medicina a los enfermos: De lo que me habéis escrito: Bueno le es al bombre abstenerse de mujer; No obstante, a causa de la fornicación, cada uno tenga su mujer, y cada una tenga su marido2e3. Al dirigir el precepto a los que no están firmes, avisó del peligro de la fornicación. Ahora, para gue, quizás, no se estrellen contra el suelo,

292. Ga 6,2.

293.

I

Co 7, l-2.

III,

27

^2il

.frece el lecho a los que caen. Por eso, añadió además a los y de igual modr¡ mwier al marido2s4. Al conceder algo de ,rolriptuosidad \ dentro de la gran honestidad de la unién .o.ry.rgrl, añadió: Pero esto os lo digo como indulgencia, no como mandato2ts. Se indica que lo concedido .r pe.ado; pero que se perdorra más fácilmen te, ya que no consiste irnto .tr hr.á, algo ilícito, como en no rener bajo control lo que lícitamenr."r. débiles: El marido dé lo debido a la mujer

l-race.

Acertadamenre lo expresa Lot en sí mismo: huyó de So-

.l.o-" que ardíl qero al llegar a Soar, no subió en seguida ,rl monre2e6. Huir de sodomi ardiendo es aparrarse del irdor ilícito de la carne. La altitud del monre .t, po, orro lado, la

pureza de los que se abstienen. o si r. qri..., esrán como cn un monte los unidos en matrimonio qr., salvo para asur'rir la admisión obligada de la prole, no dejan libie pasión .rlguna de la carne. Permane..r li.-. en el Áo.rr. es no entregarse a la carne, sino buscar el fruto de la procreación. I)ermanecer firme en el monte es no adherirse carnalmente

.r la carne.

Lot salió de sodoma porque son muchos los que aban-

.lonan los desórdenes de la .á'. ¡ sin embargo, al casars.,, no observan los derechos del rraro debido. ño subió en scguida a la montaña porgu€, aunque ya dejaba la ida versonzosa, todavía no poseía con delicadeza la altura de la c.ntinencia conyrgll. La ciudad de Soar está en medio y s¿lva. al.débil que arde, porque cuando los cónyuges se unen Iror la incontinencia, además de ahuyentar l^ cí¡d^ desor,lcnada, se salvan también por el perdón. y es gue, en tal crlso, el matrimonio es como si llegaran a una pequeña ciu^q"; ..lad en la que se defienden de las llamaS, tal vida rx 294. 295.

I I

Co 7,3. Co 7, 6.

296. Cf . Gn 19, 30.

Regla pastoral

Gregorio Magno

2t2

conyugal, aunque no sea admirable en sus virtudes, al menos está exenta de suplicios. Por eso, el mismo Lot dice al ángel: Abí cerca está la ciudad, a la que puedo buir. Es Me salvaré en ella. ¿Acaso no es modesta y mi prqnino. 'alma aivirá en ella¿2e7. Se dice, en efecto, QU€ está cerca' y sin embargo, se presen ta a la vista como Segura .para salvarse. y ei 9u€, la vida conyugal ni está separada. a qr?n distancia del^mundo, ni es ajena al gozo de la salvación' Los cónyuges custodian su vida como si estuvieran en una pequeña'ciidrd, cuando interceden con asiduas súplicas por ellos mismos. De ahí que rectamente se diga por medio del ángel al mismo Lor: ife a.qu! que ta,m4iéry en esto admití tus preces, para no destruii Ia ciudad de la que- b7!las2e8. Es áecir, cua.rdo se profiere la súplica a Dios, tal vida conyugal no se condena. Pablo amonesta también sobre esta ,rifti.. al decir: No os defraudéis el uno al otro, 4 no ser d,i *utro acuerdo, por u-n cierto tiempo, pa'ra daros a la oración2ee.

Al contrario hay que aconsejar, a los que no están uni-

dos en matrimonio, que se pongan más rectamente al servicio de los precePt;s celestialis, y^ que.el ltgo de.la l.t hace tender a los cuidados del mundo' unión carnal "" el De modo que peso ilícito de la solicitud terrenal no oprima r los qr. ir carga lícita de la unión conyugal no incomoda, sinó que el último día los sorprenda tanto más preparados cuanro más libres esrán ahora. Y así, no merezcan un suplicio peor, Por su negligencia, estando libres para poderse^dedicar a ló mejor. Escu.lr:" que el apóstol, i.rrtráo instruía a unos sobre la gracia del celibato' no menospreció el matrimonio, sino que rechazó los cuidados del mundo que de él nacen, diciendo: Esto os digo para

297. Gn 19,20. 298. Gn 19,21.

299.

I

Co 7,5.

III,

27

lll

uuestro provecbo, no Para tenderos un lazo; sino para moLteros a lo que es honesto y a lo que es abundante y a poncr i)uestra atención sin impedimento en el Señor300. Las soli-

citudes terrenas nacen, ciertamente, de los matrimonios. I)or eso, el maestro de los gentiles persu ade a sus oyentes :r Qu€ tiendan a los bienes mejores, para que no se aten con la solicitud terrena. Por eso, el célibe, para quien los cuidados seculares son un estorbo, aunque no esté sujeto .rl matrimonio, sin embargo, no ha escapado aún de sus c:1rgas.

Los célibes deben ser amonestados para que no piensen (lue pueden unirse a mujeres no casadas, sin un juicio de condenación. Pues, cuando Pablo unió el vicio de la fornicación a tantos crímenes execrables, indicó que era pecado, ,liciendo: Ni fornicadores, ni los qwe siraen a los ídolos, ni tdúlteros, ni afeminados, ni homosexuales, ni ladrones, ni lr)Aros, ni borrracbos, ni blasfemos, ni rapaces poseerán el raino de Diosior. Y en otro sitio: En cambio, a los fornica,lores y adúlteros los juzgará Dios302. Por tanto, hay que exhortarles a solicitar el refugio del nratrimonio, si reciben la tormenta de las tentaciones con ¡'tcligro para su salvación. Está escrito: Mejor es casarse que (luemarse303. Así, si aún no se consagraron a algo mejor, lles;lrán sin pecado al matrimonio. Ya que, quien se propuso subir a un bien mejor, hizo ilícito el bien menor permitido. l'.n efecto, está escrito: Nadie que pone su mano en el arado, t' mira bacia atrás, es apto para el reino de los cielosso4. Por t.rnto, quien se haya determinado hacia un empeño más valicnte, queda convicto de volver la vista atrás si, dejados los lricnes mayores, regresa a los menores.

300. I Co 7,35. 301. I Co 6, 9-10. 302. Hb 13,4.

303. I Co 7,9. 304. Lc 9,62.

2t4

Gregorio Magno

28. A los qwe tienen exPeriencia de Pecados carnales y a bs que no la tienen

De un modo hay que exhortar a los que tienen expcriencia de pecados de la carne, y de otro a los que los ignoran. H^y que amonestar a los primeros para que al menos teman al mar después del naufragio, y aborrezcan los peligros de su perdición vna vez conocidos. De modo que los que se han mantenido fieles después de perpetrar el mal, no mueran improbamente al repetirlos. Al alma que peca y nunca deja de pecar se le dice: Rostro de mujer meretriz tenías, no qwisiste aztergonzarte3ol. Deben ser amonestados para que procuren resarcir las rasgaduras, ya que no quisieron conservar íntegros los biencs de la naturaleza recibidos. Es necesario además, que consideren cuántos ha¡ entre tan gran número de fieles, QUc se conservan intactos y convierten a muchos de su error. Pues, ¿qué han de decir, si estando otros firmes en su integridad, ellos mismos no se arrepienten después de comcter sus daños? ¿Qué han de decir, si ni siquiera se somcten al Señor que los espera, habiendo muchos que llevan consigo a otros al reino? Se les debe aconsejar que consideren las faltas pasadas y eviten las inminentes. Por eso, cl Señor trae de nuevo a la memoria de las mentes corruptas en este mundo las culpas pasadas; para que se avergüencen de mancharlas en el futuro, diciendo por el profeta: Fornicaron en Egipto, en su adolescencia fornicaron; allí fuerort sobados sws pechos y quebrantados sus senos en su mocef,of,too. Son sobados sus pechos en Egipto, cuando la voluntad de la mente humana se somete al infame deseo dc este mundo. En Egipto se quebrantan sus senos en su mocedad, cuando los sentidos naturales, hasta entonces íntc-

305. Jr 3,

3.

306. Ez 23,3.

Regla pastoral

III,

28

2t5

{r'()s en sí mismos, se corrompen por la perversión de la ncupiScencia incitadora. Hry que amonestar a los que rienen experiencia de pet'.rdos de carne; pzra que consideren con vigilante atención r'or cuánta benevolencia nos abre Dios las entrañas de su 1''icdad, haciéndonos volvet a Él después de nuestros delit()s, cuando dice por el profeta: Si un hombre despide a su tnujer, y ella alejándose se ,ua con otro bombre, ¿acaso se ¡,uelve a ella después? ¿Acaso no será aquella mujer impur.r y contaminada? Tú, en cambio, bas fornicado con mu, bos amantes y sin embargo, nuelves a mí, dice el Señor3o7. I Ie aquí que se propone un argumenro de justicia sobre la rnujer despedida que fornica, ¡ sin embargo, a nosorros que vt>lveremos después de la caída se nos ofrece, no justicia, sino piedad. Concluyamos de aquí, principalmenre, que si a n()sotros que pecamos se nos perdona con tanta piedad, qué srave es nuestro pecado si después del delito no volvemos ., É1, o cuál será el perdón que dará a los ímprobos, É1 que no cesa de llamarnos después del pecado. Tan misericordiosa llamada se expres a acertadamente por el profeta, cuando dice .rl hombre hostil: Y tus ojos verán al que te enseña, y con tus oídos oirás al que te aconseja tras tw espalda3os. El Señor amonestó al género hum ano cara a cara cuan.lo indicó al hombre, creado en el Paraíso y teniendo el libre .rlbedrío, lo que debía y no debía hacer. Pero, como era sobcrbio, menospreció sus mandatos. Sin embargo, Dios no .ibandonó al soberbio, sino que entregó la ley al hombre l)ara que se retracrase, envió ángeles exhortándole y Ét nrismo apareció en la carne de nuestra morralidad. Luego, l)ermaneciendo a nuestras espaldas, nos amonestó. ¡É1, que Ir:rbiendo sido despreciado, nos llam ó para que recuperásenros la gracia! t'o

307.

lr

3,

L

308. Is 3Q,20-21.

216

Gregorio Magno

Esto que a un tiempo se puede decir de todos en general, es necesario que sea sentido por cada uno en particular. Cada uno recibe las palabras de su amonestación como si estuviera ante el rostro de Dios, cuando antes de cometer los pecados considera los preceptos de su Voluntad; ya quc estar aún ante su rostro es no menospreciarle pecando. Cuando se ha abandonado el bien de la inocencia, el que escoge la iniquidad apeteciéndola, ya dio la espalda a su Rostro. Pero Dios, que sigue aún a su espalda, lo amonesta e incluso lo persuade para gu€, una vez que ha pecado, vuelv^ a É1. Lla-a al hostil, no mira lo cometido, y al que regresa, le abre sus entrañas de piedad. Por consiguiente, escuchamos detrás de nosotros la voz que amonesta si, después de pecar, al menos nos volvemos al Señor que nos invita. Debemos respetar la piedad del que nos llama, si no queremos temer la justicia; porque tanto más grave es la maldad con que se le desprecia, cuanto que El, aun despreciado, no para de llamar. Por otro lado, se debe exhortar a los que desconocerl los pecados de la carne, a que teman caer en la ruina tanto más solícitamente, cuanto más alto se encuentran. Hay quc amonestarles para que entiendan que por permanecer en lugar más elevado, el tentador los ataca con sus flechas más frecuentemente. Y es 9u€, el tentador suele erigirse con más ardor cuando considera que se le vence con más fuerza, y rehusa ser vencido cor más intolerancia cuando vc que se lucha contra él con la fortal eza de la débil carnc íntegra.

También hay que decirles que, aceptando ininterrumpidamente las gracias, desprecien las fatigas de las tentaciones que sufren. Pues, si se atiende a la felicidad sin fin que alcanz1 se hace suave lo que transitoriamente fatiga. Oigan lo que se dice por el profeta: Esto dice el Señor a los eunucos, que guardaron mi sábado, y eligieron lo que yo qwise', y mantienen mi alianza: les daré en mi casa y en mis muros

Regla pastoral

III,

28

2t7

un lugar y mejor nombre que el de hijos e bijas3oe. son eunucos los _que, conteniendo las mociones de la carne, cortan en sí la tendenci a a la obra perversa. y se indica qué lugar ocuparán junto al Padre, poiqr. en la casa del padre, csto es, en la mansión ererna, también se prefiere a los hijos. oigan lo que se dice por Juan: Estos son-los que no se mancharon con mujeres; pues son vírgenes, y sigien al Cordero a d.ondeq.uiera que.aaya:ro. 6¿.-ás, caÁtañ un cántico que tadie, salvo aquellos ciento cuarenra y cuarro mil, puÉde pronunciar. Cantar un canto singular al Cordero es "l.g.r.r. j" i;.o.r Él para siempre, delante dJtodos los fieles, por corrupción de la carne. cántico, sin embargo, q.r. pueden cscuchar ciertos ele-gidos, aunque no lo pu.Jrn prorrtrrr.ia.; 'a que por su caridad se alegran del privilegio de los orros, .runque no alcancen sus premios. Los que ignoran los-pecados de la carne oigan lo que la Vcrdad, por, sí misma, dice sobre esra integridld: No 'todos c(rPtan este lenguaje3t'. Al negar que fuera áe todos, daba a conocer que era algo_ sumo, y al decir que se capra difícilnlcnte, daba a entender a sus oyentes la cautel, .on que se lr,r de conservar cuando se tiene. Por tanto, los que desconocen los pecados de la carne lr,rn de ser amonestados par? que sepa.t preferir la virgini,lad al matrimonio; ¡ sin émbargo, no se ensob.rb.r.".r"po, t''cima de los có.nyuges. Hay que aconsejarles qu., pr._ "l d. lcrir la virginidad, deben colocarse en un s.grr.rdo pi"no, I.rma que no se descu.ide lo que tienen en i.ryo, estima, y ' Jruedan perseverar en lo que .to .r motivo de .ranagloria. También hay- que invitarles a considerar gu€, "-u.h* \ ('ces, la vida de los célibes se confunde con la acción de los ,nundanos, cuando asumen tareas que exceden su condición

109. Is 56,4-5. 310.

Ap 14,4.

311.

Mt

19, 17.

2t8

Regla pastoral

Gregorio Magno

y no mantienen

ardiente su corazón, precisamente, con lo que es propio de su estado. Por eso, se dice con razón por el profeta: Avergüenzate Sidón, dijo el mar3t2. Y es 9uc, cuando se comp ara la vida de los mundanos y la de los quc fluctúan en est¿ mundo, con la de quien se presenta com() protegido y perseverante, ésta última queda reprobada com() si Sidón fuera avergonzada por la voz del mar. Pues, a menudo sucede que, algunos que vuelven al Señor despr,rés dc pecar, se muestran tanto más ardientes en obras buenas, cuanto más merecedores de condena se ven por sus malas obras. Y, por el contrario, algunos que perseveran en la integridad de la carne, al considerar qu€- tienen menos que llorar, juzgan que la inocencia de su vida es ya más que suficiente para ellos, y no se inflaman de un ardoroso estímulo con un espíritu de fervorsrs. En consecuencia, más grat:r se hace a Dios la vida que arde en amor, tras el pecado, quc la inocencia que se entumece en su seguridad. Por eso, también se dice por boca del Juez: Quedan perdonados sus muchos pecados, porqwe mucbo amó3t+. Y: Más se alegrarán en el cielo Por un pecador que se arrePiente, que por noaenta y nueae justos que no necesitan arrepentimientos15. Verdad a la que llegamos en seguida desde la misma experiencia, si sopesamos los juicios de nuestra mente. Y es gu€, amamos más la tierra que produce frutos abundantes, después de haberle sacado los abrojos, que aquella que no ha tenido abrojot y da frutos vanos, a pesar de ser cultivada con esmero. H^y que decirles a los que desconocen los pecados dc la carne, que no se consideren superiores a los demás, por el privilegio de su situación superior; ya que desconocen 312. Is 23,4. 313. "En vano se hace el bien

si se abandona antes de terminar

la vida, pues de nada sirve correr velozmente si antes de llegar a la

meta se abandona la carrera": Mor 1, 56 (CCL 743, 57; BPa 42, 124).

III,

28-29

219

('Lrríntas obras hacen

mejor los que están en una situación irferior. Porque en el examen del recto Juez,la calidad de

l.rs acciones cambia los méritos de la situación. ¿Quién, QUe t'onsidere las imágenes mismas de las cosas, desconoce que t'n la naturaleza de las piedras preciosas el rubí se prefiere .rl jacinto? Sin embargo, el jacinto de color azul oscuro se

¡''r'efiere

al rubí amarillenro, porque lo que la naturaleza

le

rcsta a aquél, se lo añade su bello aspecro; y a éste, que el rrrden natural pone por encima, lo afeala cualidad del color. l'ues, así ocurre en el género humano: algunos son peores

t'stando en situación superior, y otros son mejores estando cn situación inferior; porque ésros, al vivir bien, trascienden l.r condición de su estado inferior, y aquéllos rebajan el mérito del puesto superior al no corresponder con su vida. 29. A los que detestan los pecados de obra dctestan sólo los de pensamiento

y a los que

De un modo hay que exhortar a los que detestan los pey de orro a los que detestan los de pensarniento. Los que detestan los pecados de obra deben ser .unonestados para que con llanto perfecto borren los peca..los cometidos, de forma que no se fijen ranro en la deuda .casionada por la obra perpetrada, como en expiarlos con lígrimas de reparación. Pues, está escrito: Nos das a beber l,ígrimas sin medida3t6. Es decir, el alma de cada uno, al hacer penitencia, bebe sus lágrimas dc compunción, en la nredida en que recuerda haber estado scdicnta dc Dios a r':ruSx de sus pecados. c,rdos de obra,

Se les debe aconsejar que traigan constantemente ante sus ,,jos los pecados cometidos y quc actúcn en su vida, de ma-

314. Lc 7,47. 315. Lc 15,7.

316. Sal 79,6.

Gregorio Magno

220

nera que tales pecados no sean vistos por el estricto Juez. Por eso, David, al orar, decía: Aparta tus ojos de mis pecadoftT, habiendo dicho antes: Tengo siempre Presente mi pecadút8. Como si dijera: "Te pido que no tengas en cuenta mi pecado, porque yo mismo no dejo de considerarlo". De ahí que también el Señor diga por el profeta: Y yo no bago memoria de tws pecados, tú, en cambio, haz memoria de ellofte. H^y que exhortarles a que consideren en particular los pecados cometidos, de modo que, al llorar por cada uno dc ellos, detesten la mancha de su error y se purifiquen con sus lágrimas ellos mismos y sus pecados. Por eso, al sopesar cada uno de los delitos de Judea, se dice acertadamentc por Jeremías: Divisiones de aguas derraman mis ojos320. Derramamos divisiones de aguas por los ojos, cuando damos equitativas lágrimas a cada pecado. Y es que, el alma no

siente el mismo dolor por todos ellos en un momento o el'l otro. Sin embargo, cuando con mayor dolor se conmuevc ahora de éste, luego de aquéI, por el recuerdo de cada pecado, conmovida por cada uno de ellos, se purifica a un tiempo de todos. H^y que aconsejarles que confíen en la misericordia quc imploran y no se hundan por la fuerza de una inmoderada aflicción. El Señor, si hubiera querido castigar severamentc a los pecadores) no hubiera puesto con dulzura ante sus ojos sus deplorables pecados. Consta que quis o apartar de su juicio a los que htzo jueces de sí mismo, previniéndoles corl su misericordia. Por eso, está escrito: Adelantémonos en con-

fesión a,nte el rostro del Señor32t. Por lo mismo, dice Pablo: Si nosotros mismos nos juzgásemoq ciertamente no seríamos sentenciaf,ottzz

.

317. Sal 50, 11.

320. Lm 3,48.

318. Sal 50, 5. 319. Is 43,25.

321. S¿l 94,2. 322. I Co 11, 31.

Regla pastoral

III,

29

22t

Por tanto, se les debe decir, una vez más, que confíen en su esperanza para que no se entumezcan con una incauta seguridad. Sucede con frecuencia que el temerario enemigo se"cu"nduce al alma con el engaño de una pesrífera seguridad, {o, afligida, considera su ruina, haciéndola caer en el pecado. Esto mismo se expresa, figuradamente, cuando r. r.cuerda el suceso de Dina323. Está escrito: Salió Dina para Trer las mujeres de aqwella región; quien al ser vista por siqwem, 1 bijo de Jamor el jivita, príncipe de aquella tierri, la amó, se la llevó y se acostó con ella, violando a la ztirgeni ! su alma sg apegó a ella; y con palabras lisonjeras sedujo a la afligidosz+. Dina sale para ver a las muieres de aquelh r.giJtr, cuando un alma, negligente en sus ocupacionei, anda de un lado.para otro fuera de su condición ¡ estado propios, metiéndose en las rareas ajenas. Siquem, el príncip. d-. aquella tierra, la viola, porque, claro esrá, el diabló pervierte r la que ¿rnda volcada en ocupaciones exteriores. Y: S¡z alma se apigó a ellal25, porque la considera unida a sí por la iniquidai. Ahora bien, cuando el alma se arrepienre de su- culpa, se cntrega con esfu erzo al llanto del pecado cometido. Sin emba.rgi, el corruptor coloca ante sus ojos esperanzas y seguque restan eficacia a su aflicción; pór eso, añád. á' 'idades razón: Y con palabras lisonjeras sedwjo a la afligida326. y así, 323. Dina (forma abreviada ,lc Adinam, .señora,,) aparece sólo ., dos de las listas de los hijos de .f ,rcob, como hija única, porque de-

para acomerer su empresa de engañar

y

matar

al asesino pagano

(|dt 9, 2-4).Se muesrra

q.r.'l"lr.-f.,.r.

sunción de los paganos ,ü-scmpeña un_ papel en Gn 34. sipre, orgullosos de su potencia mi(lrL'rn, hijo del y un "príncipe del país,, litar, para Israel .r.r r i.la a Dina y pretende hacerla su morivo para confiar"riár,d"lo en la d. "yuj" rrrujer. Los hermanos de ésta traDios. rn¡n una venganza desaprobada 324. Gn 34, I-3. 325. Gn 34, 3. ¡',rr Jacob. En el libro de Judit, se .licc que Judit (judía también) se 326. Ibid. ,rnirna con el recuerdo de Dina

222

Gregorio Magno

le dice que las acciones de los demás son más graves, que no es nada lo que ha cometido, que Dios es misericordioso, e incluso, le promete que en adelante se podrá dedicar a la penitencia. De esta forma, al ataer la mente con tales engaños, la aparta de la penitencia, logrando que en el futuro no reciba ningún bien, la que ahora no se duele de ningún malr / Que la que se alegra ahora incluso en los pecados, se abrume después con mayores suplicios. Por el contrario, a los que detestan los pecados de pensamiento, se les debe exhortar a que consideren solícitamente si en lo escondido de sus almas pecaron sólo con la complacencia, o si lo hicieron también con el consentimiento327.

Sucede, muchas veces, que el corazón es tentado complaciéndose en la disipación de la carne ¡ sin embargo, se opone con la razón a esa misma disipación; de modo que lo que agrada, contrista y lo que contrista, agrada. Otras veces, en cambio, el alma es absorbida por el abismo de la tentación, de tal manera que en absoluto la resiste, sino gu€, impulsada por la complacencia, la sigue deliberadamente; y si encuentra a mano ocasión externa, consuma en seguida los deseos interiores realizando el pecado. Entonces, claro está, si tiene en cuenta el justo castigo del recto Juez, no es ya pecado de pensamiento, sino de obra; porque si la lentitud del proceso difirió el pecado exterior, interiormente lo colmó la voluntad con ese acto de consentimiento. En el primer padre aprendimos que cometemos la maldad de toda culpa de tres modos, a saber: sugestión, complacencia y consentimiento328. El primero se comete por el 327. Gregorio expone aquí la doctrina de la concupiscencia, señalando los pasos que se dan hasta que se consuma el pecado. Cf.

también Mor 4, 49-54 (CCL

143,

193-199; BPa 42, 273-279) y Hm Ev 16, 1 (CCL l4l, 110-111). 328. F{ay tres etapas en el desarrollo de un pecado, llamadas sugestión (suggestio) o tentación

Regla pastoral

III, 29

223

cnemigo, el segu.ndo por la carne y el tercero por el espíritu. Pues, el instigador sugiere lo perverso, la ^.r.rr. ,.'."trega a la complacencia y, por último, el espíritu, vencido por ésta, consiente. Por eso, la serpiente sugirió lo p.*.rso; Eva, como si fuera la carne, se entreg a í ra.o-plr.*cia;, y Adán, vencido por ésta, de la -irri, forma q.r. .l .r_ píritu por la sugesrión, asintió. Reconocemos el pe.ado en la sugestión, somos vencidos por la complr..rrcia y encadenados por el consenrimiento. Por tanto, los que detestan las maldades del pensamien-

to deben ser amonestados paraque consideren, con toda solicitud, en qué grado de pecadá .ry"ron; de modo q.r. ,. alcen con un lamento proporciorrrdt al grrdo d. ,uirr-a interiormente sienten en sí mismos. N"o sea gue, d; al ,., menos atormentados por los malos pensamientos, cometan cl acto. Junto con esto, se les debe infundir un temor que, sin cmbargo, no los desaliente. A menudo, Dios misericordioso absuelve los pecados del corazón, no permitierrdo qu. ,.

conviertan en obras, al absolver las maldades pensadrr'rr.rro rnás pronto' cuanto con mayo.r rigor no se ligan a la ejecución de la obra. Por eso, se dice lon razón por el salmista: Dije: "pronunciaré ante el señor, contra mí, mis injusticias,, y tú absolztiste.la.impiedad de mi corazón32e. É., .f..to, quien sometió la impiedad del corazón, indicó q,.r. queríá confesar las injusticiis de sus pensamienros. por .ro,'dijo: liie: "p.ronunciaré,, y añadió: y tú absoraiste. Demosrranclo así, lo fácil que es el perdón sobre esro. euien promerlcl demonio, complacencia (delec-

tdtio)o concupiscencia de la carne, v consentimiento (consensus). Gre_

qorio añade un cuarto elemento: la ¿udacia defensionis per elationem, .'l atrevimiento a excusarse provo-

cado por la soberbia, por el cual, el pecador tiende a justificar su pecado (cf. Mor 4, 49: CCL 143,193; BPa 42,273). 329. Sal 31, 5.

Regla pastoral

Gregorio Magno

224

tió implorar, obruvo eso mismo que había prometido pedir. i.; ó"., d. la misma forma qu. .l pecado no llegó a la obra, ,sí tampoco la penitencia llegará.al castigo, sino. que dil p.nr"-i.nto purifiéará la mente, manchada i, "fÍi..i¿n sólo por la iniquidad Pensada'

A los que no se abstienen de los pecados qwe detesta'n y a los qrt ,o los detestan cuando se abstienen 30.

De un modo hay que exhortar a los que lloran los pecados cometidor, p.ro .o lot dejan, y de otro a los que-los llodejan, pero ,to 1o, lloran. H"y que amonestar a los que consla qu9 .ri lot pecados cometidos Pero no los deian, deren solícitamente que los que se manchan viviendo en el vicio, inútilmettr. .r-biarán-de vida si se lavan con lágridel mundo' Por eso' está -r, prra volver a las ruindades escrito: Como el perro que rtwelve a su vómito, y s.e laaa en ,i ,rrogal d.e toáo:ro. 91 perro, al vomitar,- expulsa el. aliá."," !.r. l. oprimía ,u pe.ho; Pefo,.al volver a su vómi;;; ,t ,irg^ d. ,-r.r.,ro d. io q.t. i9 había aliviado. También io, q.r. lláran los pecados cometidos expulsan, al confesarior, i, maldad .n Ir que se habían saciado y que oprimía lo í.rtímo de sus conciencias; maldad que vuelven a tragar. cuando, después de confesar, la repitén.. Por otro lado, el cerdo, al lavarse, vuelve al cenagal áe lodo, con más suciedad. Así también, el que llora lós pecados cometidos, pero no los abandona, se somere a una pena de mayor culpa;-poral llorar' 0"., no sólo menosPrecia el mismo perdón 9u€'

330. 2 P 2, 22; cf. Pr 26, ll. El ejemplo del perro que vuelvc a

citado repetidas veces por los Padres para explicar la rei-

,, .'ó-iio

es

III,

29-30

pudo impetrar, sino que además, se revuelca por su cuenta como en agua fangosa. Pues, convierte en despreciables, ante los ojos de Dios, las mismas lágrimas con las que eliminaba la suciedad de su vida. Por eso, está escrito en otro lugar: No repitas palabra en tw oración3rr. Repetir palabras en la oración es cometer, después de haber llorado, lo que es necesario volver a llorar. De ahí que se diga por Isaías: Laaaos, estad limpios332. Y es gu€, todo el que, vna vez que se ha lavado, no se preocupa por estar limpio, no custodia la inocencia de vida después de haber llorado. Se lavan sin quedar limpios los que no dejan de llorar los pecados cometidos ¡ sin embargo, cometen de nuevo lo que han de llorar. De ahí que se diga por cierto sabio: Quien se purifica de tocar a un muerto, y le vuehte a tocAr, ¿de qué le aprozte.cha su purificación?333. Se purifica de tocar a un muerto quien con sus lágrimas se limpia de pecado; y, vna vez purificado, toca al muerto, quien después de llorar, repite el pecado. H^y que amonestar a los que lloran los pecados, pero rro los dejan, para que reconozcan, ante los ojos del justo .luez, que son semejantes a esos que, cuando están en la prescncia de ciertos hombres, los halagan con gran sumisión, pcro al. revolverse, los atacan atrozmente con todo el odio v perjuicio posible. ¿Qué es, pues, llorar la culpa, sino mostrar a Dios la humildad que nace de consagrarse a Éll y qué es cometer lo perverso, sino ensañarse con soberbio ¿ ,,clio, después de haber llorado, contra aquel a quien se había r'..rgado? Ya lo atestiguó Santiago al decir: Qwienquiera ser ,tmigo de este siglo, se constitwye enemigo de Dios33a. También hay que decirles que consideren solícitamente, t¡uc así como los malvados, muchas veces se apenan inútil-

teración en el pecado: cf. AcusrÍN'

Enarrationes in Psalmos 83, (CCL 39, 1148)'

225

3

331. Si 7,15. 332. Is 1,16.

333. Si 34, 30.

334. St 4,4.

Gregorio Magno

226

mente para obtener justicia, así también los buenos muchas veces son tentados para la culpa. En efecto, se produce una admirable proporción cntre la disposición interior y los méritos que se exigen. De modo gu€, los que hacen algo bueno sin concluirlo, se sienten soberbiamente confiados, a pesar del mal quc sí cometen plenamente; mientras que los que son tentados y no consienten con el mal, aftanzan con mayor certeza la marcha de su corazón hacia la justicia, gracias a su humildad, ya que su debilidad les hace tirubear. Balaam, despreciando los tabernáculos de los justos, dijo: Muera mi alma con la muerte de los justos, sea mi úhima bora corno la suya335. Sin embargo, pasado el tiempo del arrepentimiento, maquinó contra sus vidas, a pesar de que había pedido tener una muerte similar aIa de ellos; y cuando encontró ocasión de ejercer la avaricia, al punto se olvidó de la inocencia que había pedido para sí33ó. De ahí quc el doctor y predicador de los gentiles dijera: Veo otra ley en mis miembros, que repugna a la ley de mi alma, y me llezta cautizto en la ley del pecado, que está en mis miembros337. Sí, para eso es tentado: para 9ue, al conocer su debilidad, se consolide con más fuerza en el bien. ¿Qué significa, por tanto, que Balaam se apene, pero no se acerque a la justicia y que Pablo sea tentado y no se manche con el pecado, sino esto que claramente se expresa: que ni las buenas obras sin concluir ayudan a los malos, ni las malas sin consumar condenan a los buenos ? Por otro lado, hay que exhortar a los que abandonaron los pecados cometidos sin llorarlos, para que no crean que ya los han superado; pues, aunque no los multipliquen cometiéndolos, tampoco los han limpiado con lágrimas. Dc igual forma, un escritor que haya terminado de escribir, no

335. Nm 23, 10.

336. Cf. Nm 24,

337. Rm 7,23. 14.

Regla pastoral

III,

30

227

por añadir otras cosas borra 19 va escrito. Ni uno que profiere ultrajes, queda perdonado .on sólo callrr, .u"irdo'h;biese sido necesario .o.rt.r.restar las palabras precedentes, fruto de su soberbia, con orras d. ,r-i* hu-ildad. Ni al deudor se le perdona una deuda, porque no adquiera orr* nuevas' srno porque paga aquellas que le tienen atado. pues bien, así también sucede cua.rdo ofendemos a Dios: no reparamos las ofensas con sólo aparrarnos de la iniquidad, sino que es necesario, además, detestemos las ,roirptuosida-QUe des que amamos, añadiendó el llanto338. y es que, incluso si ningún pecado de obra nos hubiere manchado .r, .rr" "id;; no sería aún suficiente para esrar seguros, viviendo rcdauíá aquí, que muchas cosas ilícitas inciian al alma. por ranro, ¿.91 q_ué menre estará seguro quien, habiendo cometido iniquidades, es él mismo teitigo para sí de no ser inocente? Dios no se goza con nuestros tormentos, sino que sana las enfermedades de nuestros pecados con medicamentos proporcionados., a fin de que lós que nos aparramos de Él seducidos por las voluptubsidade, ,roluamos afligido; p;; las lágrimas; quien.r .áí-os precipitándonos en jo ili.ito, nos levanremos apartándonos lnclr^o de lo que es lícito; eÍ corazón gye se había enfriado en sana se abrase en ^legría, una saludable sobriedad; y, lo que lh ,rrJgancia de la soberbia había herido, lo .uie el abatimiento á. ,r* vida hurnilde. Por eso, está escrito: Dije a los inicwos: *no bagáis

338. Gregorio anticipó la

res-

r)ucsta que tiempo después se dio .r los herejes que sosrenían que el

rrcro hecho de dejar de pecar o la 'cra dererminación de no volver .t pccar' eran suficientes para borr'¿r.un pecado cometido. A finalcs dcl s' rv' en uno de sus-primer'()s sermones'

ya había

afirmado

Agustín: .pues no es suficienre paralaconducra, el volverse mejor

y abando.,ar las -"1", obras realizadas, si a esto no se añade el dolor de penitencia, el llanto hu_ milde, el iacrificio de un corazón contrito y la limosna, rodo cll., q,.r. ,"tiri"ga a Dios": sermo 35r, 12 (pL 39, 1549; BAC 46l,2ol).

Gregorio Magno

228

Regla pastoral

iniqwidad"; ! a los impíos: <no exaltéis el crterno,33e. Los impíos exaltan el cuerno si, conociendo su iniquidad, no se humillan para hacer penitencia. De ahí que se diga en otra parte: [Jn corazón contrito y bwmillado, ob Dios, no lo desprecias34o. Todo el que llora sus pecados y no los deja, ciertamente, constriñe su corazón, pero desprecia el humillarse. Y, por el contrario, el que yaha dejado los pecados, Pero no los llora, ciertamente se humilla, pero rechaza constreñirse. Por eso, dijo Pablo: )' tales fuisteis algunos; pero habéis sido laztados, habéis sido santificados3'tr. Porque una vida más enmendada santifica a los que la aflicción purificadora de las lágrimas limpia por la penitencia. De ahí que Pedro, al observar a algunos que estaban aterrados Por la consideración de sus maldades, les ordenó: Haced penitencia y bautizaos cada uno de'uosotros342.Y así, antes de mandar el bautismo, anuncia el llanto de la penitencia, para que primero se introdrtzcan en el agua de su aflicción ¡ luego, se laven en el sacramento del bautismo. Por consiguiente, los que no se Preocupan de llorar las culpas que permitieron ¿con qué mente viven seguros de obtener el perdón, si el mismo Sumo Pastor de la Iglesia creyó que a este sacramento, que borra los pecados, se ha de añadir también la penitencia?

III, 30-31

229

ildemás, hacen, hay que exhorrarles para que consideren que, muchas veces, pecan más con la palabra que con la obra. Po. sí solos, comeren perversidades al obrar, pero alabando la iniquidad, la muestran y enseñan a todos los que le escuchan. Por tanto, se les debe amonest ar para que, si no se preocu-

pan por erradicar los males, al menos, teman mucho propagarlos. H^y que decirles también que cosideren suficiénte su propia perdición; de modo que si no remen ser malvados, al menos se avergüencen de ser tenidos por tales. Y es que, sucede a menudo, que el pecado, al ocultarse, se ahuye.tir, porque cuando el alma se avergü enza de aparecer como lo que no teme ser, siente vergüenza de ser lo que rehuye parecer.

Sin embargo, cuando un perverso se da a conocer descaradamente, comere las maldades más libertinamente en la medida en que las considera lícitas; y, en consecuencia, se l-runde de forma más reiterada en aquello que juzga líciro. Por eso, está escrito: Predicaron su pecado como Sodoma, y

lto se escondieron343. Sodoma escondería su pecado si, al rnenos, pecara con temor. Pero ésta, que ni siquiera buscaba las tinieblas para pecar, había renunciado totalmente a los frenos del temor. Por eso, está escrito en otro lugar: Se ba

multiplicado el clamor de los de Sodoma y Gomirra3aa. En verdad, pecar con clamor es pecar de obra, haciéndolo deliberadamente.

31. A los que aprueban lo ilícito deliberadamente y a los qwe lo condenan pero no lo evitan

De un modo hay que exhortar a los que aprueban lo ilícito que hacen, y de otro a los que reprochan lo que es perverso pero no lo evitan. A los que aprueban lo ilícito que,

339. Sal 74,5. 340. Sal 50, 19.

341.

I

Co 6,

1

Por otro lado, hay que amonestar a los que reprochan lo perverso pero no lo evitan, para que sopesen con pruclencia qué dirán en su defensa en el justo juicio de Dios; cllos que ni siquiera pueden excusarse de la pena de sus crímenes, mientras son jueces de sí mismos. ¿Qué otra cosa

son éstos, sino pregoneros de sí mismos ? Profieren palabras contra los pecados, pero ellos mismos, con sus obras, se declaran reos.

1.

342. F{ch 2,38.

343. Is 3,

9.

344. Gn 18, 20.

Regla pastoral

Gregorio Magno

230

Se les debe exhortar a que descubran que ya es indicativo de la retribución secreta del juicio, el que sus almas Po-

sean luz para ver el mal que cometen y no procuren vencerlo. Justamente porque ven mejor, más g-ravemente pecan; ya qu; además d. p.r.ibir la luz de la inteligencia, no abanáotr".t las tinieblas de la obra perversa. Y es gu€, al no tomar en consideración la ciencia recibida Para ayudarse, convierten esta misma ciencia en testimonio contra Sí, y aumentan sus suplicios con la \uz de la inteligencia que habían recibi-

do para borrar sus pecados. Rl dir..rnir el mal que realizan, anticipan ya aquí, con sus maldades, el juicio vénidero. Y así, mientras aquí,-al examinarse, no se considera absuelta' se sabe suieta a los suplicios eternos. El tormento q9. recibirá. allí será tanto mayor cuanto que aquí no abandonó el mal que ella misma cond.nó. Por .ro, di.. la verda d: El siervo que conoció la voluntad de su Señor, y no preparó nada, ni actuó según Sw voluntad,, recibirá *ríbot )toirtr+s. J"-[ién se dice por el salmista: Viztos desciendan al infiernoi46. Los vivos saben y sienten lo que se hace a su alrededor; los muertos' en cambio, no p.t.d.tt sentir nada. Pues bien, descenderán al infierno .ó-o muertos, si cometen maldades ignorándolo; pero, si éstos que viven y sienten, conociendo el mal, lo comeren, ,. pr..ipitarán al inficrno como miserables. 32. A los qwe pecan impwlsiztamente deliberadamente

y a los qwe lo hacen

De un modo hay que exhortar a los que son vencidos por una repenrinr -oóió.r de la concupiscencia, y de otro , lo, qr. r. enredan en el pecado deliberadamente. A los 345. Lc 12,47.

346. Sal 54,16.

III,

31-32

231

primeros se les debe exhortar a que se den cuenta del presente, I gue, por ello, deben proteger su corazón con el escudo de un solícito temor, ya que no se pueden prever qué heridas se produ cirán. De esta forma temerán mucho los dardos ocultos del enemigo instigador y se resguardarán con perseverante intención, ante tan sombría lucha, en la fortaleza del alma. Y es que, si se deja eI corazón sin un atento cuidado, se arriesga a ser herido, porque el astuto enemigo hiere el corazón con mayor libertad, cuando más al descubierto de la coraza de la Providencia lo encuentra. A los que vence una repentina moción se les debe aconsejar que dejen la costumbre de cuidar tan en exceso los asuntos terrenos; pues, al implicarse sin moderación en estas materias pasajeras, no se dan cuenta de los dardos del pecado que atraviesan su intención. Por eso, también por Salomón se expresa la voz del herido y dormido, al decir: Me' han golpeado, pero no me ba dolido; me han arrastrado, pero no lo be sentido, ¿cuándo me despertaré y hallaré vinos de nueao?347. El alma, cuando se duerme en el cuidado de su propia solicitud, es golpeada y no le duele, porque como no presta atención a los males inminentes, tampoco reconoce los que ha cometido. Y es arrastrada a palos y no lo siente, porque, llevada por la seducción de los vicios, no se despierta para su custodia. Prefiere, además, vigilar sin descanso para encontrar vinos de nuevo, porque, aunque su cuidado esté dominado por el sueño de la disipación, se afana en atender los cuidados del siglo, a fin de embriagarse siempre de voluptuosidades. Y así, al dormir en aquello que atentamente debiera vigilar, desea fijarse en esto otro, para lo que no hubiera podido dormir loablemente. Por eso, estaba escrito de antes: Estarás como durmiendo en medio del mar y como amodorrado timonel en un punto perdido348. Duer-

347. Pr 23,35.

348. Pr 23,34.

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232

me en medio del mar quien, entre las tentaciones de este mundo, descuida prever la insinuación de los vicios que atacan como si fueran cúmulos inminentes de olas. De modo que el alma, puesta para regir la nave del cuerpo, al abandonar el esfuerzo de la solicitud, se convierte en piloto que deja el timón. Dejar el timón, cuando se está en medio del mar, es no tener la intención precavida ante las tormentas de este siglo. Y es que, cuando el timonel agarra diligentemente el timón, dirige la nave entre movimientos adversos y rompe oblicuamente el ímpetu de los vientos. De la misma forma, cuando el alma dirige con vigilancia el ánimo, aplasta unas tentaciones venciéndolas y debilita otras previéndolas. No sólo somete con su esfuerzo las tentaciones presentes, sino que, además, se crece ante futuros enfrentamientos, al preverlas. De ahí que en otro sitio se diga, a propósito de los fuertes guerreros de la patria celestial: Cada uno se ciñe su espada sobre su pierna, por los temores nocturnos3ae. En verdad, uno se ciñe la espada sobre su pierna, cuando se somete a la perversa sugestión de la carne con la espada de una santa predicación. Con noche se expresa, la ceguera de nuestra flaqueza, pues, una adversidad que acecha en la noche no se ve. Por consiguiente, cada uno lleva la espada ceñida por los temores nocturnos, porque, claro está, los santos varones, al terner aquello que no ven, están siempre en pie, preparados ante cualquier enfrentamiento. Por esto, se dice en otra parte a la espo sa: Tw nariz como la torre que está en el Líbano350. Claro, porque lo que no percibimos por los ojos, muchas veces, lo advertimos por el olor. Además, por la nariz distinguimos los buenos olores de los fétidos. ¿Qué se quiere decir por <
349. Ct 3,

8.

350. Cr 7, 4.

Regla pastoral

III,

32

233

dencia de los santos está puesta en alto, para ver las asechanzas de las tentaciones, antes de que rréng.r y aguantar protegida cuando lleguen. Y es que, cuando se p..'oétr l"t tentaciones futuras, hacen menos fuerza; pues, al-volvernos contra el golpe más preparados, el enemigo, que se creía inesperado, justamenre por haber sido pre'nirto, se debilita. Por el contrario, a los que se enredan en el pecado deliberadamente, hay que amonestarles para que sopesen con prudente consideración que, al hacer el mal sabiénáolo, arraen contra sí un juicio más severo; y, que la senrencia les herirá con mayor dureza cuanto más estrechamente se enred.en en el pecado con los lazos de la deliberación. y es que, si sólo hubiesen pecado por una moción repentin a, quizás hubieran podido borrar sus pecados más rápidamente haciendo penitencia; ya que se absuelve más tardíamente el pecado que se ha consolidado por la reflexión previa. Por tanto, los que pecan sabiéndolo se diferencian de los que lo hacen por una moción repentina en que los primeros, al abandonar por su pecado el estado dé justicia, muchas veces, caen -al mismo tiempo- en los lazos de la desesperación. De ahí que el Señor, reprendiendo no tanto las perversidades de los precipitados, como las confabulaciones d-e los-pecadores, diga por el profeta: No sea que se encien(a el fwego de mi indignación, ! se inflamr, y io haya quien y, po, lo lo .apagu!, por la maldad de ztuestros afanes3st. mismo, dice indignado en orro lugar: os visitaré a aásoüos juntamente con el fruto de vuestros afanes3s2. Efectivamente, los pecados cometidos deliberadamente se diferencian de los ocrosi pues, el señor no reprocha tanto los pecados que se realizan perversamenre, cuanto las confabulaciónes de t"l.t maldades. Y es 9u€, en las acciones se peca a menudo por debilidad o por negligencia, sin embargo, en la confabula-

351. Jr 4,4.

352.

Jr 23,2.

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234

ción se peca con maliciosa intención. Frente a esto, con razón se dice por el profeta, describiendo al hombre santo: No se sienta en la cátedra de pestilencia353. La cátedra suele ser del juez o del que preside; sentarse, en cambio, en cátedra de pestilencia es cometer maldades deliberadamente; sentarse en cátedra de pestilencia es distinguir con el juicio las obras malas ¡ sin embargo, cometerlas. El que se erige con tanta arrogancia, fruto de la iniquidadr QU€ se esfuerza en cometer el mal, incluso sabiéndolo, es como si se sentara enla cátedra de un perverso consejo; de modo que, afianzándose en el honor de dicha cátedra, se convierte en prelado que asiste a los desórdenes. Por eso, los pecados cometidos deliberadamente superan a los que son fruto de la precipitación.

A

los qwe caen repetidas'ueces en pequeños pecados y a los que librándose de éstos algwna 'uez cAen en los gra'ues

33.

De un modo hay que exhortar a los que repetidas veces caen en pequeños pecados, y de otro a los que se libran de los pequeños, pero caen alguna vez en los graves. Los que con frecuencia se exceden, aunque sea en cuestiones mínimas, deben ser exhortados para que no consideren la calidad, sino la cantidad de pecados que cometen. Pues, si no temen sus obras al valorarlas, deben espantarse al contarlas. Pequeñas, pero innumerables gotas de la lluvia llenan las profundas simas de los ríos; y el pozo, creciendo en lo oculto, hace lo mismo que la tormenta que se desencadena manifiestamente; y pequeñísimas son las heridas que brotan en los miembros por la sarna, pero cuando se cubren de una multitud de ellas, hacen perecer la vida del cuerpo lo mismo que lo haría una grave herida en el pecho. Por eso, está escrito: Quien des-

353. Sal 1,

1.

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III,

32-33

235

precia lo pequeño, poco a poco swcumbirá354. En efecro, quien descuida llorar y evitar los pequeños pecados, pierde el estado de justicia, no de repenre, pero sí progresivamente. Quienes se exceden, con frecuencia, en los pequeños detalles deben ser amonestados para que caigan con solicitud en la cuenta de que no es verdad que se peque menos en lo pequeño que en lo grave. Pues, al reconocer más rápida-

mente la mayor gravedad de un pecado, lo enmendamos también con mayor prontitud; sin embargo, el pecado menor, justamente porque lo consideramos como si no fuera nada, se convierte en peor, pues lo mantenemos en uso con mayor tranquilidad. Por eso, sucede a menudo que, el alma habituada a males leves, no tiene miedo a los graves ¡ llega nutrida de culpas a cierta justificación de su maldad; de modo que, en la medida que aprendió a pecar, no temiendo a los menores, menosprecia el temor a caer en los mayores. Por el contrario, h^y que advertir a los que se proregen frente a los pecados pequeños, pero alguna vez se precipitan en los graves, que se entreguen con solicitud al propio conocimiento; ya que, al engreírse por haberse protegido de lo pequeño, el mismo abismo de su arrogancia los devora, llevándolos a cometer lo grave y, al dominar por fuera lo pequeño pero estar entumecidos por dentro a causa de su vanagloria, echan por tierra al alma, vencida interiormente por la debilidad que produce la soberbia y exreriormenre por las maldades mayores. Por tanto, hay que amonestarles a éstos para que no sucumban por dentro, en lo que por fuera juzgan que esrán firmes; no sea que, ante la retribución del justo Juez, la arrogancia de una justicia menor se convierta en camino para caer cn una culpa mayor. Y es que, los que se engríen en vano, poniendo todas sus fuerzas en custodiar los bienes pequeños,

354. Si 19,

L

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236

Regla pastoral

se sobrec argan precisamente por estar abandonados de pecados graves y, al caer, aprenden que aquello en que se man-

tuvieron firmes no ha servido para evitar que males inmensos opriman sus corazones, engreídos por bienes pequeños. Se les debe aconsejar que consideren que, por los pecados graves, no sólo se atan a una profunda pena, sino que, además, al protegerse de los pequeños, pecan muchas veces de forma peor; ya que, por aquéllos se convierten en inicuos, pero, por éstos, ocultan a los hombres su iniquidad. Al cometer grandes males, manifiestan ante Dios que son inicuos y, al proteger los bienes pequeños, simulan ante los hombres su santidad. De ahí que se diga a los fariseos: ltr¿ltráis un mosquito y os tragáis un camello35s. Como si dijera claramente: "distinguís los males menores y os tragáis los mayores". Por eso, en otro lugar, se increpa por la voz de la Verdad: Dais el diezmo de Ia menta, del a,neto y del comino; pero descwidáis lo más importante de la ley, el juicio, la misericordia y la fe356. No se nos pase gu€, al decir que pagaban el diezmo de cosas pequeñar-, lo nombró las peores, sino que prefirió mencionar las de buen olor; dando a entender, efectivamente, que los falsantes, al custodiar lo pequeño, buscan propagar sobre sí el olor de ser tenidos en santa consideración. De modo que, aunque menosprecien cumplir lo mayor, observan, en cambio, lo menor, gue, según el juicio humano, despide un perfume por todos lados. 34. A los que ni siqwiera comienzan obras bwenas que, ernpezándolas, no las terminan

ya

los

De un modo hay que exhortar a los que ni siquiera comienzan obras buenas, y de otro a los 9u€, empezán355. Mt 23,24.

356.

Mt 23,23.

III,

33-34

237

dolas, no las terminan. A los primeros hay que decirles que no se deben poner a realizar lo que en buenas condiciones hubieran querido hacer, sino que primero deben destruir aquello en lo que ellos mismor r. .nr.dan viciosamente. Ya que no desearán hacer lo que oyen, pues no tienen experiencia de ello, si antes no descubren lo pernicioso que es aquello en lo que sí están experimentados. El que no sabe que ha caído, justament. por .ro saberlo, ni siquiera desea ser levantado; lo mismo que el que no siente dolor en una herida, no pide los remedios para sanarla.

Por tanto, primero hay que poner de manifiesto lo vano que es aquello que dese an f,luego, se debe insinuar con interés lo provechoso que es aquello que pasan por alto. Es decir, hay que hacerles descubrir que deben ahuyen".ries tar lo que aman ¡ lueg o, ya sin dificultad, amar lo que ráh.ry.en. Pues, acepran mejor.aquello de lo que no tienen experlencla sr conocen la verdad de lo que sí han experimentado. claro, porque al comprender con cert eza qve era vana la falsedad mantenida, aprenden a buscar los ,reráaderos bienes, deseándolos plenamente. Oigan, por ranro, que el placer de los bienes presenres pasa pronto, pero la cuenta que de ellos deben rendir para su retribución, persiste y durará hasta el fin. Porque ahbra, .e quita incluso lo permitido a los que no quieren, lo que I duele se reservará luego para el suplicio a los que no q.ri.ran. Y así, deben remer, para su provecho, aquello miimo e1 lo que perjudicialmenre se complacen; de modo que, al abatir su mente considerando los profundos daños a lós que lleva su ruina y viéndose ya caídos cr-r cl precipicio, les den la espald a y, aterrorizado por lo quc habían amado, aprendan a amar lo que despreciaban. Por eso, a Jeremías, enviado a prcdicar, se le dijo: He aqwí que desde boy te pongo sobre las gentes y los reinos, para que extirpes y destruyas, para que pierdas y disip€l, !

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238

para. que edifiques

y plante{rs7. Claro' porque no

se.Puede

.difi.rt con provecho rectamente, sin destruir antes lo perverso. En efácto, en vano se sembrarían las palabras de una predicación muy santa, si antes no se hubiesen arrancado ios espinos del amor vano, de los corazones de los_ oyentes. Por eio, Pedro, cuando no advirti1 a los judíos de lo que iban a hacer, sino que los increpó por lo que habían hecho, primero destruye y luego edifica, diciendo: A Jesús Naza,rno, bombre acreditado por Dios entre l.)osotros, con poderes, prodigios y signos que Dios hizo por medio de El en *riio de-votótror, ,o*o sabéis; a éste, qwe fue entregado por determinado designio y prettio conocimiento de Dios, lo matasteis clavándolo por manos de unos inicuos, a éste, Dios lo reswcitó librándolo- de los dolores del infierno358. Sin duda, parague, destruidos por el conocimiento de su maldad, bus.rr"r^r.r edificados por la santa predicación, con un deseo proporcional al provecho con que la escuchaban. Por eso, i. ..rpondieron allí mismo: Lwego, ¿qué hemos de hacer, hermáno.si E inmediatamente se le dice: Haced penitencia, y bautizaos cada wno de'uosotros35e. Palabras edificantes 9u., ti..tr-.nte,

hubieran despreciado si antes' no hubiesen descubierto con provecho la ruina de su perdición. De ahí qui Saulo, al resplandecer sobre él la luz enviada del cielo, escuchara, no lo que a partir de entonces debía hacer con rectitud, sino lo que había hecho Perversamente. Cuando postrado preguntó: ¿Quién eres' Señor?, se le respondió en seguida: Yo soy Jesús Nazareno, a quiry !ú peisigues3lo. Y át añadir de repente: Señor, ¿qué debg 'horel?ror, allí mismo se le contesta: Leaántate y entra en la ciudad, allí se te dirá lo que debes bacer362. He ahí al Señor

357.

Jr 1, 10.

358. Hch 2,22-24. 359. Hch 2,37-38.

360. Hch 22, 8;9, 4-5. 361. Hch 22, 10. 362. Hch 9, 7.

III,

34

239

gu€, hablando desde el cielo, reprendió los hechos de su perseguidor ¡ sin embargo, no le mostró en el acto lo que debía hacer. He ahí que ya se había derrumbado todo el montaje de su arrogancia y pedía humilde, tras su ruina, ser edificado; ¡ sin embargo, destrui da ya la soberbia, aún se guardaban las palabras de edificación. Sin duda, con el fin de que el cruel perseguidor yaciera postrado largo tiempo, y se levantase luego tanto más robustecido en el bien, cuanto más plenamente derribado se encontrara de su error anterior. Por el contrario, h^y que amonestar a los que no culminan las buenas obras comenzadas, para que consideren con cauta circunspección que al no llevar a término sus propósitos, destruyen también lo que han empezado. Pues, como se ve, al no crecer con intención solícita lo que se debe hacer, también decrece lo que hasta entonces se hubiera hecho correctamente. Y es gue, el alma humana es como la nave que va corriente arriba: en ningún lugar le está permitido pararse, porque si no se esfuerza en ir hacia arriba, regresa aguas abajo. Por tanto, si la mano del que hace una obra no levanta con fuerza hacia la perfección las obras buenas comenzadas, la misma dejadez del que debiera actuar se enfrenta contra lo que ya ha sido hecho. Por eso, se dice por Salomón: Quien es perezoso y descuidado en su trabajo, es bermano del que destruye su obra363. Porque, evidentemente, el que no termina con rigor las buenas obras comenzadas, imita, con la languidez de su negligencia, la mano del que destruye. De ahí que se diga al ángel de la Iglesia de Sardes: Sé vigilante, fortalece a los restantes que estaban Para morir, pues no encuentro tus obras plenas en la presencia de mi Dios364. Así anunciaba que las obras restantes que ya habían sido hechas iban a morir, porque sus

363. Pr 18,

9.

364. Ap 3,2.

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240

obras no habían sido encontradas plenas en la presencia de Dios. Y es gu€, si lo que hay muerto en nosotros no se despierta a la vida, también se cxtingue lo que aún se conserva vlvo. También hay que amonestarles para que piensen que hubiera sido más soportable no tomar precipitadamente el camino de lo recto, que volver luego la espalda a lo emprendido; pues, no hubieran sentido pere za respecto al esfuerzo iniciado, si no hubieran mirado hacia atrás. Oigan lo que está escrito: Mejor les sería no conocer el camino de la jwsticia, qwe, despwés de conocerlo, volverse atrás36s. Y además: ¡Ojalá fueses frío o caliente!; pero porque eres tibio, ni frío, ni caliente, voy a ztomitarte de mi boca366. Es caliente el que culmina los buenos trab_ajos que- emprende, y frío el que ni siquiera empieza lo que ha de culminarse. Del mismo modo que se pasa del frío al calor por la ribieza, así también, se regresa del calor al frío por ella. Por tanto, todo el gu€, habiendo abandonado el frío de la infidelidad, vive sin crecer hasta arder superando la tibi eza, actúa enfriándose, al no buscar el calor y demorarse perjudicialmente en la tibíeza. Lo mismo que antes de la úbieza hay esperanza en el frío, así también en la ribieza, al llegar el frío, hay desesperación. Y es que, quien anda todavía entre pecados no abandona la espe ranza de la conversión; pero quien, después de la conversión permanece tibio, elimina incluso la esperanza que pudo tener siendo pecador. Se busca que todos sean fríos o calientes, a fin de no ser vomitados como tibios, para que quien aún no se ha convertido conserve la esperanza de la conversió. y, para que quien ya se ha convertido arda en vinudes; no sea que, volviendo por pereza al perjudicial frío desde el calor que prometió, sea vomitado como tibio.

365. 2 P 2,21.

366. Ap 3, 15-16.

Regla pastoral

III,

34-35

241

3?. A los qwe bacen el mal ocwltamente y el bien a la vista de todos y a los qwe actúan al contrario De un modo hay que exhortar a los que hacen el mal a escondidas y el bien públicamenre, y de oi.o a los que ocultan el bien que hacen y permiten que se opine -"i d. ellos públicamenre en ciertos hechos. A los primeros hay que exhortarles para que piensen cuánra es la velocidad con^la que vuelan los juicios humanos, r cuánta la inmutabilidad con la que perduran los divinos. Hay que amonestarles para que pongan los_ ojos del alma en el fin de las cosas, porque no sólo pasa el testimonio humano de alabanr", sinó q.rá, ,d.más, la suprema sentencia, que penetra incluso lo iscondido, recobra fuerza para la retribución perperua. De modo gue,-al poner anre el Juez divino los males bcultos y el bien que hacen públicamenre, éste queda sin testigo, pero no quedan sin el Testigo ererno sus ocultos pecadós. y así, esündiendo sus pecados a los hombres y manifestándoles sus virtudes, declaran, al ocultarlos, por qué han de ser castigados; y esconden, al manifestarlas, aquello por lo que podríán ser remunerados. La Verdad les llama a éstos sep;lcyos blanqweados, de buen aspecro por fuera, pero llenós de los huesos de los muertos por dentro367; poryue ocultan dentro los males de los vicios, pero ante los ojoi humanos se lisonjean mostrando ciertas obras que sólo por fuera tienen .oiot de justicia. También hay que amonesrarles para gu€, sin menospreciar 1o que hacen con recrirud, consideren sus obras aún iignas de mayor mérito. En balde aprecian sus obras bu..rás los que juzgan que, para ellas, son suficientes los aplausos humanos. Y es que, cuando a cambio de una obra bu.rra ,e busca la alaban za pasajera, se vende a un vil precio lo que 367. Cf .

Mt 23, 27.

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es digno de retribución eterna. La Verdad dice acerca de tal precio: En verdad os digo, recibieron su recompensa3's. H^y que aconsejarles que reflexionen en que, al mostrarse perversos en lo oculto y presentarse como ejemplo de obras buenas, declaran que se ha de seguir lo que tratan de evitar y proclaman que se debe amar lo que odian. Viven, en fin, para los otros y mueren para sí. Por el contrario,h^y que amonestar a los que hacen buenas obras a escondidas, pero permiten que públicamente se piense mal de ellos en ciertos hechos t pata 9ue, al vivificarse rectamente en virtud de la obra buena, no causen la muerte a otros por el ejemplo de una perversa estimación; no sea que amen menos a los prójimos que a sí mismo ¡ bebiendo ellos la saludable bebida del vino, viertan un pestífero brebaje envenenado a las almas que están atentas a su consideració.n. Al procurar hacer a escondidas lo que es recto, y esparcir en ciertos hechos una mala opinión sobre sí que sirve de ejemplo, ayudan, con lo primero, bien poco a la vida de sus prójimos, y, con lo segundo, ciertamente les producen gran daño. Todo el que ofrece al desprecio de los demás la complacencia de ser alabado, si oculta el bien que hace, está cometiendo un fraud e a la edificación de sus prójimos. Quien no da a conocer la obra que ha de ser imitada es como aquel que quita raíces, después de echar la semilla que ha de germinar. Por eso, dijo la Verdad en el Evangelio: Vean 'uuestras bwenas obras y glorifiquen a auestro Padre que está en el cielo36e. En el mismo Evangelio se ofrece otra sentencia que parece decir lo contrario: Cwidad de no hacer '(.)uestra justicia delante de los hombres, para qwe seáis ztistos por ellos370. Se dice que nuestra obra debe hacerse de modo que no sea vista

368. Mt 6,2. 5. 369. Mt 5, 1.6.

370.

III,

35

243

y, por otro lado, se prescribe que debe ser vista. ¿Qué significa esto, sino que tenemos que hacer las obras, ocultándolas, para no alabarnos a nosotros mismos, y manifestándolas, para acrecentar la alabanza al Padre celestial? Cuando el Señor nos prohibe practicar la justicia delante de los hombres , allí mismo añade: Para que seáis aistos por ellof71. Y, cuando manda en otra parte que nuestras buenas obras deben ser vistas por los hombres, en seguida añade: Y glorifiqwen a 'uuestro Padre que está en el cielo372. Por tanto, cómo han de ser vistas y cómo no han de serlo, lo expresó al final de las sentencias; de modo que, el alma del que act(ra, no obrara para ser visto t g d un tiempo, no ocultara su obra para dar, por medio de ella, gloria al Padre. Sucede muchas veces que, la obra buena, cuando se hace públicamente, queda en lo oculto y, al revés, cuando se hace a escondidas, se hace pública. Pues, quien habiendo obrado bien en público, no busca su gloria sino la del Padre Supremo, oculta aquello que hizo, ya que sólo tuvo como testigo a Aquel a quien procuró agradar. Y, po. el contrario, quien habiendo realizado su obra buena en secreto y deseó ser descubierto y alabado, actuó delante de los hombres, aun cuando nadie viera lo que manifestaba, ya que atrajo hacia sí tantos testigos como alabanzas humanas buscó en su corazón. Cuando la mala reputación, en cuanto que prevalece sin que se cometa pecado, no se elimina de la mente de los que observan, se ofrece la copa del pecado, por ejemplo, a todos los que piensan que sus obras son malas. De ahí que ocurra a menudo, que los que permiten que se opine mal de ellos, nada inicuo hacen por sí mismo, pero, por su medio, los que les hubieran imitado pecan más gravemente. Por eso, Pablo dice a los que comen ciertas cosas inmundas sin con-

Mt 6, 1,. 321.

Ibid.

372. Mr 5,6.

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244

taminarse, pero incitan por ellas a los que aún son imperfectos, al escándalo de la tentación: Mirad que vuestra licencia no sea tropiezo para el débiF73. Y también: Por tu conocimiento se pierde el débil, bermano, por qwien Cristo ba muerto. Y pecando así contra los hermanos, biriendo su débil conciencia, pecáis contra Cristo374. Por eso también, cuando dijo Moisés: No maldecirás a un sordo, añadió en seguida: Ni pondrás tropiezo delante de un ciego37s. Maldecir a un sordo es menospreciar al que está ausente y no oye. Y, poner un tropiezo delante de un ciego significa hacer algo discreto, pero ofreciendo la ocasión de escándalo al que no tiene Ia \uz de la discreción.

36. Cómo exbortar a la virtwd sin Provocar los zticios contrarios

Todo lo que hemos dicho es lo que el director de almas debe atender en su predicación, con el fin de presentar el remedio oportuno a la herida de cada uno. Es cierto que es trabajoso instruir a cada uno acerca de su propio problema y distribuirle la consideración adecuada, / Que es aún más trabajoso acomodar dicha consideración a cada uno de los exhortandos; sin embargo, mucho más trabajoso es todavía instruir a innumerables oyentes, entregados a diversos afanes, a un mismo tiempo y con un mismo sermón. En efecto, se ha de hacer, además, con tal arte, que se diga lo que es conveniente a cada uno con el mismo sermón, aun cuando los vicios de los oyentes sean diversos. Es decir, que se ataquen las pasiones en una sola dirección, p€ro cortando el tumor de los pensamientos carnales a un lado

373. 1 Co 8, 9. 374. 1 Co 8, 11-12.

375. Lv 79,14.

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III,

35-37

245

y a otro' como con

espada_ de doble filo. Y así, se predique a los soberbios de tal modo la humildad que .ro irezc, el miedo en los tímidos. Se infunda de tal -ódo la autoridad en los tímidos que no crezca el desenfreno en los soberbios. A los ociosos y disipados se predique la solicitud por las buenas obras, de tal forma que no aumente la licenci a para obrar inmoderadamente en los precipitados. se ofrezca -.sura a los precipitados, de tal forma que el ocioso y disipado no se sientan satisfechos. Se elimine la ira de lás i-prcientes, de tal modo que no crezca la negligencia en los ,rrrrquilones y remisos. Se encienda el celo etr lor tranquilones y remisos, de tal modo que no avive el fuego en los iracundos. Se infunda generosidad para dar en lo-ar,aros, de tal manera que no cedan los frenos de la efusión en los pródigos. Se predique la parquedad en los pródigos, de tal manera que no aumente el deseo de conservar las cosas perecederas en los avaros. Se alabe el matrimonio para los irrcontinentes, de. tal modo que los ya continentes no se precipiten en la lujuria. Se alabe la virginidad del cuerpo, de tal modo que no haga despreciable la fecundidad de la carne en los casados. Predíquense los bienes, de tal forma que no se fomenten, de paso, los males. se elogien los bienÉs mayores, de tal modo que no se desprecien los menores. y cuídense los menores, de tal modo gu€, por considerarlos suficientes, no se tienda a los mayores.

37. cómo predicar al fatigado por pasiones contrarias Es también arduo trabajo para el predicador atender en el mismo sermón a las mociones y causa ocultas en cada uno, y volverse, como luchador en la palestra, de un lado a otro. Sin embargo, se fatiga con más doloroso trabajo, cuanclo.se ve. obligado a predicar a uno que anda esclaviLado por vicios diversos.

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246

Y

así, sucede a menudo, que uno se manifiesta con un

carácter alegre en exceso y, en cambio, interiormente le opri-

me una tristeza surgida de repente. Por ello, el predicador debe protegerle dc la repentina triste za, de tal modo que la alegría, abundante por su carácter) no crezca en exceso; y, debe frenarle dicha alegría de carácter, de tal modo que no aumente la tristeza repentina. Ért. se cansa de actuar con inmoderada precipitación, y, sin embargo, encuentra una fuerza que se le opone, fruto de un temor repentino, en aquello que debiera hacer con prontitud. Aquél se cansa de actuar con un temor inmoderad o, y, sin emb argo, alguna vez se precipita a actuar temerariamente. Pues bien, en éste se debe reprimir la precipitación surgida de repente, de tal manera que no domine el temor que lleva impreso por su carácter; y en aquéI, se debe reprimir el temor repentino, de tal manera que no crezca la precipitación durante largo tiempo cultivada. ¿Qué tiene de admirable que los médicos de almas atiendan estas cosas, cuando los médicos se aplican a curar con tanto arte de discreción, no los corazones sino los cuerpos ? Sucede a menudo que una debilidad desmesurada oprime a un cuerp o ya débil de por sí. Se aplican fuertes remedios para su sanción y el cuerpo débil no los resiste. El que cura debe aplicarlos para eliminar la enfermedad persistente, dc tal modo que no aumente la debilidad reinante en el cuerpo; no sea que ésta termine con su vida. Es decir, debe aplicar el remedio con tal discreción, que a un tiempo se remedien la enfermedad y la debilidad. Por tanto, si una medicina para el cuerpo, aplicada indivisiblemente puede servir divisiblemente (pues decimos que es verdadera medicina si al aplicarse, puede sanar a la enfermedad y lo que es propio del carácter), ipor qué la medicina del alma, aplicada en la misma y única predicación, que actúa con mayor eficacia cuando se administra a

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III, 37-38

247

algo más invisible, no va servir para sanar enfermedades de orden diverso en las cosrumbrei?

38. omítanse los vicios leves para arrancar

los más grar)es

. H^y veces en que dos vicios debilitan y angustian a un tiempo, uno de forma más grave y otro más levemente. Lo correcto en estos casos es aplicar el remedio con más urgencia al vicio que puede conducir más rápidamente a la muerte. cuando, por orro lado, no puede reprimirse el que lleva a la muerre, sin que crezca el ,ri.io corit.ario yr ."irtente, se debe permitir al predicador gu€, con su predicación y arte de moderación, consienta que éste crezca de modo que pueda retener que el otro le llerra a una muerte inmediata. Haciendo esto no aumenta la enfermedad, sino que salva la vida de su enfermo, ya que aplica tal medicamento mientras encuentra la ocasión oportuna para alcanzar su salud. - Y es que, sucede a menudo, que el que no modera su glotonería con los alimenros y r. ii..rt., .d.-ás, oprimido por los estímulos de la lujuria que casi le super:^, it"rr^do con el miedo que le produce tal lucha, cuando procura contenerse con la abstinencia, se siente atacado por la tentación de vanagloria; y así, no sólo no exring.r. .rtr vicio, sino que crece orro. ¿Qué vicio se debe perseguir con mayor ardor, sino el que angustia con -ryo. peligro? por ,rÁro, -absiinen se debe tolerar gu€, por la virtud de la cia, crezca entretanto la arrogancia, aun a riesgo de su vida, no sea que la lujuria, a causa de la glotonería, acabe totalmente con su vida.

Por eso, Pablo, sopesando en su débil oyenre, por un lado, el querer todavía el mal, y, por orro, el alegra^. d. It ac_ción recta por la retribución de la alaban za himana, dijo: ¿Quieres no temer a la autoridad? Haz el bien y obtendrás

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de ella alabanza376. Es decir, que no se ha de hacer el bien por temor ala autoridad dc este mundo, ni por recibir como recompensa la gloria de una alabanza transitoria. Como pensaba que el alma enferma no podría alcanzar una foraleza tal que le permitiera evitar a un tiempo la maldad y la aIabanza, el predicador egregio, con su amonestación, ofreció y quitó algo: le concedió lo leve y le arrancó lo más grave, para así, poder quitar sin esfuerzo al alma algo suyo, dejando que se abandonara familiarmente en un vicio también suyo, ya que no podían ser arrancados todos al mismo tiempo.

39. No se deben predicar exclwsivamente los bienes eternos a las almas enfermas

El predicador ha de saber que no debe arrastrar el alma de su oyente más allá de sus fuerzas, no sea que, por así decir, al estirar más de lo que se puede, se rompa la cuerda del alma. A muchos oyentes habrá que ocultarles ciertos bienes eternos, mientras que sólo a unos pocos habrá que descubrírselos. Por eso, la Verdad dice por sí misma: ¿Quién piensas que es el administrador fiel y prwdente a quien pondrá como señor de sw familia, para que les dé a su tiempo la ración de trigo?377. Con ración de trigo se expresa la moderación en el hablar, para que al ofrecer algo al corazón sin capacidad, no se le derrame por fuera. De ahí que Pablo dijera: No pwde hablaros como a esPiritwales, sino como a carnales. Como niños en Cristo, os pude dar lecbe, no alimentos378. Por lo mismo, Moisés, cuando salió de la intimidad con Dios, se tapó ante el pueblo el rostro radiante3Te, pues, no quería mostrar los secretos de la íntima caridad a

376. Rm 13,3. 377. Lc 12, 42.

378. 1 Co 3,7-2. 379. Cf . Ex 34, 33.

III,

38-40

241)

las multitudes. Y, po. eso, la Palabra divina, ordenó por su medio que si uno, aI cavar un pozo se olvidaba cubrirlo y caía en él un buey o un asno, debía pagar su precio como restitución380.

Porque, evidentemente, al llegar a las profundas fuentes de la ciencia y no ocultarlas a los corazones embrutecidos de los oyentes, uno se hace reo de castigo, si por sus palabras la mente, pura o impura,) cae prisionera en el escándalo. Por eso, se dice al bienaventurado Job: ¿Quién dio al gallo inteligensia?3sr. El santo predicador, cuando clama en este tiempo de tinieblas, es como el gallo que canta en la noche, al dccir: Ya es bora de levantaros del sueño382. Y en otro sitio: Despertaos justos y no pequéis3n3. Ahora bien, el gallo emite un canto profundo en las horas más profundas; pero, cuando se aproxima la hora matinal, emite pequeños y tenues sonidos. Y es 9u€, quien predica rectamente, proclama a los corazones entenebrecidos, lo que es manifiesto; no indicándolcs nada sobre los misterios ocultos, de modo que, al acercarse a la luz de la Verdad, puedan escuchar palabras más sutiles.

40. Predicar con palabras

y

obras

lo que hemos dicho, debemos volver fin de que todo predicador resuene m.ás por sus hechos que por sus palabras; de modo gu€, mejor que mostrar con su palabra por dónde avanza, Después de todo

a centrarnos en la caridad, a

deje, viviendo santamente, las huellas para que le sigan. También el gallo, tomado por el Señor para expresar la figura del buen predicador, al preparase a cantar, sacude pri-

380. Cf. Ex 21,33.

382. Rm 13,

381. Jb 38, 36.

383.

11.

I Co 15, 34.

2s0

Gregorio Magno

mero sus alas, ¡ golpeándose a sí mismo, se pone más vigilante. Claro, porque es necesario que los que mueven las palabras de la santa predicación trabajen primero sin descanso, deseando haccr bucnas obras; no sea gu€, estando ellos entumecidos para actuar, muevan a otros con su palabra. Por tanto, dedíquense primero a vivir, con solicitud, santamente. Golpéense primero a sí mismos con las alas de los pensamientos; descubran con atenta indagación todo lo que les entumece inútilmente; corríjanlo con severa animadversión ¡ sólo entonces, pongan en orden con su palabra la vida de los demás. Procuren castigar primero con sus lágrimas los defectos propios, y denuncien luego, lo que se ha de corregir en los otros. Y, antes de que suenen las palabras de la predicación, proclamen con sus obras todo lo que vayan a decir.

Cunnrn Pnnrr

HUMILDAD DEL PASTOR

Es necesario que el pastor procure cuidadosamente herirse con la laceración del temor. pues, sucede a menudo,

que_el alma del predicador, cuando la predicación ,. .rprrce abundante y convenientemente, se engríe consigo -isma de la propia osr.ntrción con una ocul a"alegría. No ocurra

que el mismo que devuelve la salud a orros, iurarrdo las heridas, se entum ezca al descuidar la propia salud, y se abandone a sí mismo el que ayuda a los projimor, o .áig, el que

levanta a otros. Muchas veces, la grand eza de virtud fue para algunos ocasión de-.perdición: sintiéndose desordenadamenre "seguros al confiar en sus fuerzas, perecieron inesperada-eite po. r..r. negligencia. Y-es_ que, cuando la virtud- se opone a los vicios, hace que el alma se lisonjee con cierta .á-plrcencia de sí; de modo que el alma del que obra .orr..,"mente, perdiendo el temor que produce 1a prudencia, descansa segura en su propia confianza. Entonces, entumecida ya Ia mente, el astuto seductor le enumera todo lo que hizo con rectitud y la exalta con el pensamiento dc r.r -.¡or que los demás. El resultado de esro es que anre los ojos del Juez justo, cl recuerdo de la virrud se convierre en trampa pir^.I rl-r, porque recordando lo que hizo al enaltecerse ante sí, se rebaja ante el Autor de la humildad. por eso, se dice al soberbio espíritu: Porque eres más bello, desciende y duerme

Regla pastoral

Grcgorio Magno

252

con los incircwncisost. Como si dijera claramente:
l.

Ez 32, 19.

2. Ez t6,

14-15.

3. Sal 77,61.

4.

Sal 29,7.

IV

253

gulleció confiando en su virtud, después de lo dicho añadió: Retiraste tu rostro de mí, y me dejaste desconcertados. Como si dijera claramente: ..Me creí fuerte entre las virtudes, pero, abandonado, reconocí cuánta es mi debilidad". De ahí que dijera en orro lugar: He jurado y he de guardar los juicios de tu justicia.. Ahora bien, como no estabá ..r ,r, fuerzas el mantener la custodia de lo que juraba, turbado, cayó en seguida en la cuenta de su debilidad. Por eso, al instante, se refugió en lafuerzade la súplica, diciendo: Estoy humillado por todas partes, Señor; ztiztifícame según tu palabraT. A veces, la suprema moderación hace volver a la mente

el recuerdo de la debilidad, antes de ororgar favores, para que no se entum ezca por las virtudes recibidas. Por esto, cada vez que se lleva al profeta Ezequiel a conremplar los bienes celestiales es previamente llamado hijo de hombres; como si el Señor le amonestara claramente: "a fin de que tu corazón no se engría en arrogancia por lo que ves, sopesa prudentemente lo que eres, para que al penetrar en lo sublime, reconozcas que eres hombre y, al ser arrebaado más allá de lo que eres, vuelvas a ti solícito por el freno de tu debilidad". Por consiguiente, es necesario que cuando nos lisonjeen la abundancia de virtudes, el alma vuelva su mirada ala propia debilidad, reba)ándose saludablemenre a lo más bajo. Considere así, no lo que hizo correctamente, sino lo que descuidó hacer; para que, al humillarse el corazón por el recuerdo de su debilidad, se consolide más rob.rsta-..rre en la virtud ante el Autor de la humildad. Y es que, sucede también muchas veces que, Dios Omnipotent e, a la vez que perfecciona el alma de los pasrores

5. Sal 29,8. 6. Sal 118, 106.

7. Sal 118,107. 8. Cf. Ez 2.

Gregorio Magno

254

en gran medida, las deja también imperfectas en otra pequeña parte; para que al brillar con virtudes admirables, se humillen con el hastío de su imperfección, y no se erijan como grandes quienes aún han de luchar con insistencia contra mínimos defectos. Así, puesto que no pueden vencer hasta el final, no se atreverán a engreírse por sus actos más destacados.

He aquí, buen hombre, que al intentar mostrar cuidadosamente cuál ha de ser la calidad del pastor, obligado por tu reprensión, yo, pintor feo, he delineado al hombre bello, dirigiendo a otros a las costas de la perfeccióni Io, que aún navego en las mareas del pecado. Ruego que en el naufragio de esta vida me sostengas con la balsa de ru oración, para que la mano de tu mérito me eleve, ya que mi propio peso me sumergee.

9. No es ésta la primera vez que Gregorio emplea una metáfora marítim a para expresar la condición del hombre en la tierra, cf. por ejemplo, Mor, Carta dedica-

Por lo demás, la imagen marítima es

frecuente en esta época para re-

ferirse a la vida: cf. FrusrrNo ol Rnz, Sermón 24 (CSEL 21,,3'19): el mar es el mundo; el monaste-

l; BPa 42, 67), en la que emplea incluso la misma

rio, es el puerto en el que

fórmula buius oitae naufragio.

su ancla.

toria 1 (CCL 143,

el

monje deberá fijar para siemprc

ÍNolcr,s

ÍNorcn nÍsuco

Génesis

3,

14

21,, 172.

4, 4-5:

t4t.

9, l: 9,2:

87. 87.

18,20:

19,20 19,21:

229. 212. 212.

19,30:

2tl.

28, 1 1-18:

83. 195.

31, 47: 34, 1-3:

Éxodo 15,6: 16,8: 21, 33: 25, 12-15: 28, 15:

28,30: 28,33: 28,35 29,5: 29,22: 32,6: 32,26-27: 32,27: 34, 33:

22t.

206. 125. 249.

tt2. 72. 73.

79. 80. 75. 75. 171.

201. 1

89.

248.

Levítico 15, 2:

19, 14

81. 244.

21,

17: 18-20:

66. 66.

Números

10,29-31:

168.

23ss.: 23, l0: 24, 14: 25, 7ss.: 25,6-13: 31,6-12: 22,

149. 226. 226. 189. 189. 189.

Deuteronomio 19,5-6:

llt.

25,5:

32,42:

57. 200.

Rut 4, l-11

57.

1 Samuel

2,9: 66. 2,29: 92. 4, 1.7-18: 92. 10, 1: 53. 14,50: 133. 15, 17: 89. 15, 30-35: 53. 18, lOss.: ll9. 24, 4ss.: 124. 24,6: 125. 24, 18: 208. 25, 36ss.: 163.

2 Samuel 2, 8-ll: 2,22-23: 2,31-34:

3,7: 7,27: 11, 2s.; 1

1,

15:

11, 17: 12, 1 ss.: 12,7: 1 Reyes 7, 23:

ll, 4:

163. 164. 164. 164. I 55. 53. 53. 208. 119. I 03.

20, 13

25,8-10:

55. 172.

2 Crónicas 19,2-3:

190.

r79.

I

1:

23,4: 27,8: 29,7: 29,8: 31,5: 33,20: 37,7: 39, 10-11: 39, 13: 48, 8: 50, 5:

228.

19:

53, 5: 54, 16:

68,24: 72, 18: 74,5:

98.

1

230. 49. 206. 228.

77, 34:

1,47.

77,61: 79,6: 94,2:

252.

104,44-45:

206. 206.

111,9: 118,97: 1 18, 106: 118,107: 119,7: 129,3: 132,9: 137,6: 138, 17: 138, 2l-22: 139, 12:

219. 220.

83.

1

tt2. 253. 253. 190. 105.

80.

166. 77. 1 89. 142. I 58. 1 56. 1

86.

89.

Cantar de los Cantares 205. 2,6:

Salmos

1,

50,

140,3: 150,4:

1 Macabeos

2,26:

220.

139,10:

Tobías 18:

50, I 1:

107, 7: 85. 208.

2 Reyes

4,

Índice bíblico

indice bíblico

258

234. 94. 18.

3,

8:

7, 4; 7, 5:

252. 2s3. 223.

8,

148.

2,

67.

3,48:

201.

4,

55. I 84. 220.

Job 10,15:

13:

232. 232. 67.

201.

Lamentaciones 14 7:

79. 220. 97.

1

148.

38,36:

249.

41, 7: 41, 14: 41, 25:

193. 193.

88,166.

Proverbios 1,24-26:

146. 146.

l, 28: l, 3l: l, 32:

169.

259

21, 27: 23, 34: 23, 35:

25,29: 26, l0: 26, 1l: 27,22: 28,20: 29, ll:

1

85.

231. 231. 157. 58. 224. 152. r 81. 134. 1

205.

3, 16: 3,29: 3,32:

206. 178.

Eclesiatés (Qo)

3,7:

156.

t44.

1

4, 25: 5, 7-2:

l6t.

5,9: 7,

132.

8:

80.

I 55. 1,46, 147.

ll, 4:

160.

11,9:

5, 12: 5, 75-17:

204.

147. 197.

Sabiduría

6, 1-2:

122.

6, 3-4:

123.

6,6: 6, 12-14:

122.

t9l.

Eclesiástico (Si)

10,9: 10,19:

144. I 58.

7,15:

11, 25:

201.

26:

199. 141. 169.

5,

ll,

9-ll:

14,30: 15, 7: 15, 33:

16,5: 16,19: 16, 32

17, 14: 18,4: 18, 9:

t65. 197.

165. 134. 157. 1 58. 239.

1, 5: 2,24:

10,9: 10, l5: 1 1, 10:

144. 140.

225. 166. 166.

54.

12, 4:

179.

19,

235.

1:

20,7: 20,30: 32, 1.: 32, l0-ll:

t56. 199. 92.

203.

32, 24:

t6l.

34,24.

I 85.

34,30:

225.

19, 1 1: 19, 15:

159.

20,4:

160.

1,

20, 21: 20,27: 20, 30:

181.

3,9:

1

50. 149.

21, 26:

159,193.

5, g: 6, 5: 6, 8:

132. Isaías 16:

225. 229. I 80.

200. 59.

indice bíblico

Índice bíblico

260

g, 13:

152.

2:

253.

Sofonías

14, 13-l4t

88.

4, l;

1

1,4-1,6:

23,4: 30,20-21:

218. 215.

32, 17: 34, 15

1

4,2-3: 8, 8: 8,9-10:

08. 1 08.

39,4:

55. 75. 220.

13,5:

78.

13,18: 16, 14-75:

102.

tl7.

22, 18: 23,3:

40,9:

43,25: 48, 10: 52,

rl:

54, 4:

54,

ll:

56,4-5: 56,10: 56, lt 57, ll: 58, 1: 58, 3:

58,4: 58, 5:

58.

t43.

72.

10,

12:

174.

2,7:

79.

78.

34,18-19:

48.

36,5:

243. 192.

56.

50.

5, 16: 5,23-24:

44,20:

100, 101.

6, l:

44,22:

3J,

6,

105.

79.

t74. t74. t74. 1

85.

2,8:

48.

3,

41 4:

215. 128, 214. 233.

5, 3:

152.

6,292

154.

9,5:

t43.

15,7:

ts2.

23,2: 48, 1O:

233. 200. 152.

1

33.

133.

4,

16ss.:

55. 55.

2,8: 4,9: 5,

1:

8,4: 9,

8:

t96. 97. 50. 47. 50.

2,

15:.

174.

1,

13:

Habacuc

Ezequiel 123.

2,6:

1

80.

80.

80. 57. 1

Marcos 80, 81, 186.

Lucas

6,24:

1

6,25:

120.

242.

6,27-28:

1

t87. 182,242, 243.

6, 30:

r77. 179, 242. 136.

7,47: 8, 14: 9,62:

2t3.

10, 33:

93.

10, 34: 12,44ss.:

136. 97. 142. I 89. 159.

13,28: 15, 1 1: 15, 14: 16,26:

3:

7, 3: 7, 5:

7,

13:

18,6:

ll

20,25-28: 20,28:

23,23: 195.

1

1 84. 84.

23, 6-7: Amós

206.

203.

19, Joel

63. 200.

3,9: 6, 12

10, 16:

Oseas

64.

2,42-43:

6,25: Daniel

25, 24s.: 25, 33: 25, 35-36: 25, 4l:

9,49:

5,6; 5,9: 5, 14-15

43, 1.32 43, 14: 44, l2z

18ss.:

Malaquías

49. 205.

1, 10:

1,18:

I 53.

25,

28,10:

217.

59. 238.

51,9:

2t4.

85.

Mateo

4, 27:

3, 3:

252. 1 53.

Zacarías 7, 5-6:

1

92,102.

66,2:

1:

1,6:

34,4:

tl7.

t66.

6:

Ageo

106, 107. 123.

252.

65.

l,

106.

25, 13: t44.

24, 12: 32, 19.21

117, L28.

58,9: 61,8:

Jeremías

l,

261

23,24: 23,27: 24, 48-51: 25, 12:

6,41:

18.

35. 179. 136.

2t8. 68.

12, 23:

179.

12, 42: 12, 47:

248. 230.

t9t.

13, 7: 13, 27:

47,48.

175.

14, 12-14:

178.

49.

15, 7: 16, 13:

218. 96.

50. 217. 92.

16, 19: 16,24:

17t.

16, 25

207.

166.

17, l0 18, 12: 18, 14: 21, 19: 21, 34: 21, 35

177.

181.

47. 236. 236.

241. 92. 47.

24,49:

1

r

83.

83.

173. 165.

t34. 95, 175. 95. 203.

índice bíblico

262

Índice bíblico

l, 26:

127.

77. 170.

3,

7-2:

248.

3,

3:

1

86.

3, 4;

1

30.

10, 12:

52. 78.

3,

18:

127.

14, 27:

I 88.

3,27:

127.

16, 12: 16,22: 27, 76:

142. 120.

4,21 5, l-2:

90. r 30.

56,57.

6, 4:

96. 213. 228.

Juan 1, 12:

5,30:

6,

15:

Hechos de los Apóstoles

2,3:

79.

2,37-38:

238. 238.

2,22-24: 2,38: 5,3-5: 9,4-5:

9,7: 10, 26: 1,3,

20-22:

17, 18.

20,26-27: 22,8: 23,6:

6,9-10: 6, ll: 6, 13: 7,1-2:

2lt.

71 5:

82,212.

238. 238.

7, 6: 7, 9;

2tl.

90. 53.

7,29-30:

205,209.

7,31: 7,35

209. 213.

200. 238.

8,

193.

8,

9,20:

175. 244. 244. 85. 83.

127.

10, l3:

69.

68. 226.

10, 33:

104.

l, 31:

220.

151.

13, 4:

132, 135.

80.

14,39:

48.

169.

15, 34:

249.

228. 90.

81.

8:

8, 9: 11,-1,2:

91 9:

l,

14; 22:

7,23: 8,15: 12, 3: 12, 16:

210. 82.

7, 2-3: 7, 3:

Romanos

l,

175.

I

213.

12, 18:

190.

13, 3:

248. 249.

2 Corintios

175.

l,

24:

172.

2, 3,

17:

171. 90. 197.

17:

151.

4,

5:

5, 5,

13:

90. 83. 57. 146.

13, ll: 13,13: 14, 3: 14,

2l:

16, 19:

175. 149.

1 Corintios

1,12:

130.

l,

17:

1,4-1,5:

61 2:

6,7: 13-14: 9,6: 9,7: 11, 29: 12, l-6:

76.

8,

l7B. 117.

104.

2,

1

ll:

3, 1: 3,3:

03.

128. I 1

86. 08.

134, 210.

Efesios I 86.

169. 1 35. 126. 58.

Filipenses

2,8: 3, 19: 4, l0:

166 175. 129.

Colosenses

2,23: 3, 5: 3,20: 3,21: 3,22:

10.

t29.

5,22:

4,3-4: 4, 14: 4,31: 6,9: 6, 15:

1

82.

Gálatas 1, 10:

6, 7: 6,2:

1 Timoteo

178.

83,

173. 107.

263

3, 1: 3,2: 4, 1: 4,3: 4, ll-12: 4, 73: 5, 1:

61. 61. 175. 175.

203. 112.

117.

5, g: 5, 23:

00. 175. 1

6,

1:

6, 6,

10:

126. 69.

13:

1

18.

2 Timoteo

)^.

96.

4,

82.

1-2:

a).

162.

Tito

l,

g:

79.

1,15:

175.

2,

162.

15:

Hebreos

8,13:

127.

9, 4: 17,36-37:

94.

12, 5-6: 12, g-10: 12, 12-13:

148.

128. 148. 66.

l2l. l2l.

12, l4:

l 86.

126.

13, 4:

213.

13, 7:

128.

1 Tesalonicenses

2,7:

90.

2 Tesalonicenses

Santiago

l,

lg:

l 58.

1,26:

58. 52. I 58. 187. 22s.

7, 3-4:

131.

2, l-2: 3, 14:

13t.

3, g:

191.

3,15:

t9t.

3, 14-17:

3,

1:

4, 4:

1

Índice bíblico

264

', )).

1 Pedro

2,9:

76.

3, 15:

1

4,

1,77, 197.

1'1:

13.

1 Juan

4,

18:

151.

5, l-2:

99.

5,2: 5,3:

100.

Apocalipsis

92.

3,2: 3, 15-16:

239. 240.

3,

68.

2 Pedro

l, 5-6: lr

6:

2, 15-16: 2,21:

t72. t72. 149.

240.

ÍNorca DE NoMBRES Y MATERIAS

224.

18:

3, 19: 4,6" 14,4: 22, 1.7:

147. r23. 217. 200.

Aarón: 66,72,73, 125.

África:

abatimiento: 227.

Agapito, papa: 12, 17.

Abel: 140, l4l. Abigail: 163.

agitación: 95.

abismo: 222,235.

Abner: 163-165.

agua: 49,86, 150, 154, 157, 158, 17l, 197, 225, 228.

abominaci ón: 197.

aguijón:

Abraham:

Aguilulfo:

13.

agricultor:

171.

183.

100.

28.

Agustín de Canterbury: 36.

absolución: 110. 1,86,

Agustín de Hipona: 48, 50-52, 54, 58, 68-69,73-74,78, 87,

abundancia: 57, 62, 65,69, 118, 154, 178-t79, 205-206, 2r0,

89, 154, 1.78, 224, 227. ajetreo: 51, ll2. alabanza: 62, 66, 168, 177, 241, 243,247-248, 252. albedrío:215. Alfredo el Grande: 36. alegría: 120, 177, 227, 246, 251. alianza: 32, 84, ll3, 216. alimento: 75, 99, 151, 174, 179, 209,224.

abstinencia 56, 77, 172-175, 247.

252-253.

Acab:

190

actitud/es: 1

'1.6,

31, 38, 66, 67, 102,

18.

actividad externa: 31, 33. acusación: l19,'120.

Adán 223. administración: 16. administrador 248. admiración: 36. adolescencía: 203-204, 214. adversario: '1,57, 160, 208, 252. adversidad 64,75, 136, 207-208, 232.

afán: 18, 95-97, 99, 1.04, lll, 136, 139, 159, 205,233, 244.

alivio: 1 17. alma: 28, 45, 52, 55, 62-63, 67, 69-70, 74, 89,97, ll9, 122, t32-134, 136, 138, 142-145, 147-15Q, 152-153, 155, 157159, 1,63-164, 172-t74, 177179, 181, 183-184, 186, 188,

afeminados:213.

t9t-1,92, 198, 201-202, 205, 212, 214, 219-222, 226-227,

aflicción: 138, 148, 220-221,224,

229, 231-232, 235, 239,

228.

243,246, 248, 251-253.

241,,

indice de nombres y materias

266

apostasía: 88. apóstata: 146, 166, l9l' apóstol/cs: 37 -38, 61, 142,210,212. aprendizaj e: 34. arca: 32, 84,94, ll2-113.

almohada: 102.

Altaner, B.: 27. altanería: 1 18. altar: 60, 133, 136, 187.

altirud: 211. amabilidad 154.

arcediano: 36. Arconada, R.: 36-37, 40. argumentacíón: 31, 127.

amargura: 135, 150, 168. ambición: 100, 107. Ambrosio de Milán: 53' amistad: 23, 65, 190.

ón amor: 12, 24, 45, 57, 59-60,76-

78,94, 98, 100-104, lll-112,

135, 151,, 192-195, 202, 205, 208-209, 218, 238. amor propio: 60, 101, 102, 103.

Ana: 66. Ananías: 90. Anastasio, patriarca: 35. Andrés, M. de: 27,40. aneto:236.

ángel/es:

68, 83, 88,

armonía: 190. arpa: ll4, ll9. arrebato: t61,164.

arrepentimiento: 1,61, 200, 218, 226.

arrogancia: 68, 132,227, 234-235, 239,247, 252-253. arte: 34, 39, 45,61, 103, ll4, 153, 162, 244,246-247. arte de las artes: 34, 45.

artista: 1 14. arzobispo:16. 146-147,

Asahel: 1,63-165.

149-150, 166, 180, 191, 203,

ascensión:192.

212,215, 239. anglos: 25.

asechanzas 109,233. asedio: 12, 28, 108-109.

anglosajón: 21, 36.

asentimiento 22.

angvstia: 247.

asno: 50, 1.49,249. aspcrcza: 94, 102, 108, 111.

anicios: ll-1,2. animadversión: 250. ánimo: 30, 44, 66, 86,88, 91, 99, 165,209, 232. ansias: 24.

Antioquia: 35. aparición: 39. apariencia: 45, 60, 62, 763, 166167, 173, 178, 184,209. apego:181. apelación:104.

apetito: 45, 63, 174,

Barmb¡ J.: 40. batalla: 69,78, 138. Batiffol, P: 12.

bendición:181. beneficio: 58, 145. bcncvolcncia: 215. benignidad: 84, 94, 135. Benito, abad: 17, 19-20,27, 87.

Berito:

15.

bestia:149. bienes eternos: 82,84,118, 165, 205-206, 209,248. bienes pasajeros: 118, 165. Bizancio: 16, 20, 35. blasfemia:135. boca: 55, 79, 85, 108, ll9, 722, 140, 155-157, 175, l9l, 195,

267

caridad: 59,77,83-84, 111,

115,

131-132, 134-136, 1.40, l4g, l5l, 1,62, 186-187, 192, 210, 217,248-249. Carlomagno: 36. carnal/es: 68,74, 82-84,97, 101, l16, 186, 200, 202, 212, 214, 244, 248. carne: 33, 45, 52, 54, 68-69,77, t08, t27, 129, 146-149, l7l, 173-175, 186, 200-201, 209, 211, 214-219, 222-223, 232, 245.

Cartagena: 35.

Casiodoro:

17.

castidad: 56, 77. castigo: 50-51, 55,91,93-94, ll0, 115, 120, 142, 148, 150-152, 180, 1 87, 1,99, 222, 224, 249. cátedra de humild ad: 47. Cefas:130. ceguera: 139,232. celibato, célibe: 212-213. celo: 24, 32, 56, 7 l, 73, 28, 86, 8990, 94, 701, 104, 108, 110-

l12, 130, 16l-163,

201-202,

245.

astucia:142. atrcvimicntol. 167. auriga: 139.

bosque:111.

charlatanería: 171, 173. Chazottes, Ch.: 12, 30.

autoridad: 48, 56, 88, 91, 162,

Boz: 57. Braulio de Zaragoza: 36.

cielo/s: 67, 75-76, 82-83, 123, 140, 148, 776, 183,187,794,

brebaje:242. buena intención: 64, 124-125.

203, 218, 238-239, 242-243. cicncia: 48-49, 79, 94, 168, 172,

auxilio: 190. avaricia: 63, 69, 1,04, 107, 184,226. aversión: 205. ayuno: 36-37, 1,73-174.

azote 147-148.

177.

aplauso: 78.

Baal: 196.

Apolo:

Babilonia: 55, 152-153.

130.

banquete: 178. bárbaros: 12,26.

205,218,240. Boecio: 12. borrachera:95, 175.

177, 245, 247-248.

Anticristo: 193.

Balthasar, H.U. von: 51. bañera: 85-86.

bautismo: 228. bebida: 201, 242. Beda el Venerable: I 1. belleza: 69, 76-77, 252.

arma/s:76, 194.

32, 95, I 1,2, 21'6, 248.

amonestaci

Índice de nombres y materias

181,

buey: 85,249. burla:151. Caín:

140.

calzado: 57-58. Canaán:206. Candelarasi, A.: 40. canon:26. carga pastoral: 45, I22.

199, 201, 203, 230, 249.

Cipriano clc Cartago: 96. clcnrcncia: 94, 102, 105. Clemcnt, R. V.: 39. clórigos/ clero: 2l -22, 36, 37, 1.15,

l2l,

122.

Colgrave, B.: 11, 43.

Columbus: 35. compasión: 24, 32, 71, 82,98, 118.

Índice de nombres y materias

268

indice de nombres y materias

-92, 94,

97,

99,

l0l,

complacencia: 98, 139, 204, 222223,242,251,.

83,

comprensión 52, 76, 194-196. compromiso:72, 167. compunción: 112,219.

t24-125, 131, 136, 138-142,

comunidad 19, 27,55, I14, 16l. comunión:90, 1,95. conciencia: 90, 122, 144, 170,

l9l-192, 197, 201,

244.

concordia: 148, 158, 186, 189. concupiscencia: ll6, 171, 215,

150, 154-155,158, 163, 165, 169, 174, 782-183, 187-188, 204-205, 208-209, 21,8, 222-223, 226228, 231,243, 248, 253.

181, 187, 200, 206, 212, 213, 218.

confesión: 119, 1,95, 220. confianza: 144, 251, 252. conocimiento: 8, 31,, 52, 61, 68, 148, 157, 168, 235, 238, 244. consagrado: 23,28, 37. consejero: 21,22, 169. consejo/s: 24, 33, 96, 122, 146, 1,60-163, 169-170, 200, 234. consentimiento: 170, 222-223. consideración: 45, 67, 94, 712, 157, 164-165, 207, 228, 230, 233, 236, 242, 244. consolació n: 208-2Q9.

Constancio

17.

Constantina:20. Constantino: 13. Constantinopla:

1

5, 16, 1,9-21, 23.

consuelo: 85, 94, ll7-118, 204, 209.

contemplación: I 7 -18, 24, 28, 3234, 60, 66,71, g2-94. continenci a: 211.

conversión: 12, 13, 17, 1,9,21, 128,240.

:

208-212, 217.

corazón: 12, 18,23,34, 50, 5256, 62-64, 69-70, 72, 74, 76,

Dagens, C.: 12, 27. daños: 54, 138, l4O, 144, 147, 152, 214, 237.

dardos: 138, 145, 757, 164,231.

David: 53,94,103,

1

1.2,

ll9, 124,

125, 7gg, 190, 201,207,220, 252.

Davis, H.: 40.

cordero:217.

debilidad/es: 53, 64, 66,82, lO7-

Cornelio: 90. corrección: 61, 68, 73, 79, 93,

109, 119, 131, 149, 226,233, 235, 246, 253. defecto/s: 70, 124, 250, 254. defensa: 78, 108, ll9, 144-145, 167, 229.

102-103, 107-108,

230.

condena/ción: 16, 21, 140, 145,

cónyuge/s

91

104-107, 109, ll2-1,1,3, 120,

110-111,

147-149, 153, 167-168, t70, 190-191,

costumbre: 53,64,66. Creador: 53, 60, 75,77,102-103, 146, 166, 189, 191, 194,203, 207-208.

Cremascoli, G.: 200. criatura/s: 166, 775, 187, 189. crímenes: 201, 213, 229.

Cristo: 25, 57, 82, 90, 99,

104,

130, 134, 179, 1,97,2r0,244, 248.

cruz: 52. cualidades: 24, 31, 44, 56,70, 77, 132, 167. cucrpo: 24, 56, 64, 66, 69, 97, 99, 107, 134, 140, 741, 143, 146148, 150, 155, 173-175, 179, 186, 193, 232, 234, 245-246.

culmen regiminis: 44. culpa/s: 48, 50-52, 54-55, 60,66-

86,

108,

1ll,

1,16, 120, 726, 129, 134, 745, 16l, 163, 184, 188-189, 199, 207, 221222,224-226, 235.

cumbre: 34,56,61, 88, 94. curiosidad: 49, 54. custodia: 78,95, 110, 225, 231, 253.

deseo: 18,29, 52-53, 59, 61, 64, 66,70,74,92, gg, 102, lo7, ll2, 152, 759, 162, 172, '177, 1gg, 205, 209-209,214, 239, 245,252. desesperación: 24, 76, lll, 233, 240.

crueldad: 53.

67,

delito/s: 108, 119, 143, 199,215. descanso: 91,231,250. desconfian za: 152.

169, 170-171, 174_175, 177,

l7g, lg2-t93, 195_197,

1gg,

192, lg4-1,99, 200_202, 205_ 209, 212-213, 215_216, 219_ 2lg, 222-223, 225, 227_229, 236, 239-240, 249, 253.

dirección: 16, lg, 38, lOO, 244. discerrrimi ento: 67, 208.

disciplina: 16, 53, gl-93, 134, 149,

l5g, 207-209.

discípulo: 82, l12, 118, 203. discordia: 116, 185-188, 191-193, 196.

discreción: 184, 232, 244, 246. disipación: 222, 231.

divinidad: 150, 168, 203. doblez: 142-145. doctor/es: 47,79, 109-110, 11J, 203,226.

doctrina: 38, 56, 65,73,79,99, 115, 132,162, 169, lg5.

dolor: 23, 52, 69,73,93,97,

136, 149-149,

l1l,

155_156, 1g5,

220,237.

desidia: 63, 123, 159-161, 183. desierto: 26, 768. designio: 238. deuda: 219,227. deudor: 127,227. Diablo: 140, 166, l7g, l8O, Ig2, 221.

diezmo236. Digesto: 15.

dignidad: 32, 52-53, 5G, 59,

75,77,96,91, gg,

62,

don/es: 26, 28, 146, 149, 177, lB2, 1 86-1 87, 201.

duda/s: 19-20,58, 61, 76-77,79, 112, 120, 152, lg2, 1.92, lgg, 206,238-239.

Dudden, H.: 11. dulzura: 75,93-94,103, I 17, l19, 150,220. durcza: lO2, 106, l08, lll, 154, 233.

125, 169.

dinero: 179-180, 185, 199,207. Dios: 12, 17 -19, 24-25, 29, 32-33, 47, 52, 55, 57-61, 65_67,72_

73,75,77, g2-94, g6_97, g0, 96, gg, 101,

269

ll0,

gg_

124, 126_

l2g, 131, 133, 135, 140_141, 144-149, l5l-152, 164, 166,

edad: 26, 37-38, lO2, lg8, 202203.

ll4, 239, 242. eficacia: l05, 198, 202, 221, 246. efod: 72. Egeo: 35. cdificirciírn:

Egipto: 214.

indice de nombres y materias

Índice de nombres y materias

270

ejemplo: 12,25,27, 50-52, 64,73-

74,84,95, 123, 163, 170,

186,

200, 203, 242-243.

elección: 23. elegido/s: 19, 54, 57, 6Q, 64,76, 133-134, 142, 174,201, 205, 208, 217.

elevación: 23, 38.

173, 186, 196, 198, 218, 223, 251-252.

Irspiritu Santo: 74, 144, 150, 162. csplendor: 20, 38, 68,196. csposa: 20, 66, 102, 201, 232. csposo: 101,201. cternidad: 18, 24, 52, 72, 85, 1 10, 145, 206.

elogio/s: 61,63, 130-131, 197. Emiliana: 12. enemigo: 24, 95, 101, 108-110,

Eugenio de Toledo: 36. eunucos: 216-217.

Eutiquio: 20.

136, 138, 140, 147, 150, 157, 166, 17l, 't9l-192, 221, 223, 225, 231, 233, 252. enfermedad: 64, ll4, ll9, 135,

Eva223.

138, 196, 246-247. enseñanza: 37, 45, ll3, 122, 132,

exhortación:

152,162,187.

entrega: 17, 54, 146, 205, 221,

183, 242.

32, 95,

l14-116,

118, 123, t28, 1,30-131, 152, 1,62.

experiencia 39, 65, 1,16, 136, 210, 214-215, 218, 237. cxposición; 9, 21, 29. Ezequías: 54.

Ezequiel: 9,21, 28,33, 100, 106, 109, 109, 133,253.

223,252. envidia: 74, 140-141, 187. episcopado: 43, 61. 128,

1,95-196, 214, 220, 239. escándalo: 175, 244, 249. esclavitud: 107, 152. esclavo/s: 27, 92, 210. Escritura: 10, 32, 38,79, 84, 94, 112-113, 132, 144, 164, 193194, 196-197,203. espada: 74, 124-125, 128, 173, 189, 195, 200-202, 232, 245. esperanza: 22, lll, ll3, ll8,152, 185-186, 193, 206-209, 221,

240.

espíritu/s: 21, 24, 45, 49, 52, 64, 74, 76, 79, 83, 90, 108, 110-

ll2, ll9,

118,

Evans, G.R.: 12.

154,

entendimiento: 49, 68-69. entrañas: 64, 82-83, 93, 149-750, 2r5-216.

errorles: 78, 80, 102, 122,

Evangelio: 37-39, 49, 113,

129, 1,31, 134, 144, 146-152, 159-160, 162, 165,

falsedad: 142-143, 237. fama: 14, 18, 135,'t95,252.

familia:

ll,

fariscc.r/s:

27, 176, 248. 64, 173, 193, 236.

fatiga/s: 84, 276. Faustino dc Riez: 254. favor/cs: 56, 65, 100, 103, 168169, 177,189,202,205. fe: 25-26, 48,72,80-81, 83, 90, 100, I ll, 1,28,

l3l,

140, 172,

fortaleza: 29, 56, 77, 1 10, 130, 216,231,249. futuro: 12, 39, 85, gg, 1,81, 206, 209,214,222.

271

herejías: 14. herencia: 24, 148, 181, 207. herida/s: 24, 53, 64,93,105,

1

120, l4g-150, t54-157,

18,

1,59,

lg4, lgg, 231, 234, 237, 244, Galaad: 195.

251.

Galla Placidia: 20. Gallardo, P.: 40. Gandolfo, E.: 12.

hermosura 252. Hernando, J.: 30.

Gasquet, A.: 11. generosidad: 104, 177, 184,245. gloria: 46, 52-53, 55, 57, 6l-62, gg, gg-gg, 102, 109-109, 119, 129, 165, 170, 177, 197, 206, 209, 243,249,252.

glotonería: 95, l7l-172, 247.

gobierno: 16,34, 44, 47, 53-54, 56,59-65, 16l. Godding, R.: 12. Goeller, E.: 85. Gordiano: 12,97. Gordiano, presbítero: 12. gozo: 23,90, 139, 186,205,207,

l0g, 132, 1,34, l3g, 140, 142, 149-151, 157-159, 166, 170171, 174-175, l7g, lg1, 1gl, 193, 1gg, 210, 215, 234, 239, 253-254.

1ll, 199. homosexuales: 213. homicidio:

honestidad:211. honor: 46, 53, 60-62, 90, 97, 126, 173, 234.

honra: 50,146.

Howorth, H. H.:

212.

gracia: 12, 29, 56, 60, 65, 145, 151-152,

Hincmaro de Reims: 37. hipocresía 136. hombre: 33, 37, 52, 56, 63, 65, 6g-69,91, gz-gg, 90,92, 106,

lg4, lgg, 201,

203,

207,212,215. Gregorio de Alfaro: 40. Gregorio de Tours: 11, 17,23. Gregorio Naciancen o: 23, 25, 34,

46, ll4. grey: 25, 71, 74, 78, 95, 99, 112. Grisar, H.: 1 1. Guerra, M:26. gula: 107, 173-174, 186.

175, 206, 236. felicidad: 1,39, 216. fervor: 110, 159, 1,62,218.

hábito/s: 67-68,76, 81, 173. halago/s: 52, 102, 107, 118,204-

Fischer, B.: 30. flaqueza: 44-45, 56, 124, 129, 232. Fontaine, J.: 14. fornicación 82, 21,0, 213,252.

hambre: 22, 24, 159, l7g, lgg. Hemplemann, L. D.: 30. herejes: 195-196.

205.

11.

humildad: 24, 31-33, 45, 47, 5860, 62-63,71, 96, gg, gl, I 03, 116, l7g, l2l, 125, l4g, t65167, I73, 176, lg4, 196, 225-227, 245, 251, 253.

I

98,

ídolos: 106-107,213. idoneid¿d: 31, 64-65. idumeos: 205. Iglcsia: 72, 22, 24-26, 36-37, 50, 57, 67,90, 93, 90,95-96, gg, 101, 1 13, 162, lg5, 201-202, 205, 229, 232, 239. ignorarrcia: 48, 107, 167, 202. Ildefonso de Toledo: 1.1, 43. imagen: 97, 146,210. impaciencia: 1,32-134, 136, 167, 171-173, 179, lg4.

indice de nombres y materias

272

imperfección 124, 198,

indice de nombres y materias

Jcnal, G.: 19. jcrarquía: 50.

25+.

ímpetu: 164-165,232. impiedad: 194,223. impío/s: 179, 185, 1,90,228.

Jeremías: 59-60, 97, 143, 220, 237.

Jcrónirno: 100, 112, 164.

imprudencia: 81, 128. rmpureza:72. inconstancia: 170-17 l, 192. incontinen cia: 2ll.

Jerusalén: 108-109, 172, 203, 252.

incorrupción

Job: 148, 193,249.

Jcsucristo: 12, 1,31. Jesús: 52,82,203,238. Jerró: 96.

21.7.

indignación: 144, 185, 233. infierno: 51, 180, 183, 207, 230, 238.

iniquidad: 48,79, 107, 153,216, 221, 224, 227-229, 234, 236. injuria/s: 136, 138, 150, 157, 183.

injusticia:180.

inocencia: 136,

l4l,

152,

158, 16I-163, 167, 177, 179, 1,82-183, 201, 208, 215-216, 226, 233, 235, 240-243, 253. justificación: 235. juzgar: 82, 108, 124, 156, 170.

216,

218,225-226. insolencia: 129-1,30. inteligencia: 15, 48, 76., 147, 186, 194,230, 249. intención: 29, 43, 62, 64,73, 76,

habod:51. Kubis, G.: 31, 40. La Piana, L.: 30. lágrimas: 85, 219-220, 224-228,

Jobab: 168.

loel: 174. Josafat:190. Juan Ayunador: 43. Juan Crisóstomo: 26, 35, 45. Juan diácono: 11, 15, 19-20. Juan, obispo de Rávena: 25, 43. Juan Pablo I: 38. Juan Pablo II: 38.

81, 109, 111, 124-125, 149,

Juan XXIII: 38. Judá: 190. Judea: 105, 143,220. Judic, B.: 27, 29-30, 35, 40,71. Justiniano I: 13-16, 21, 23.

177, 194, 208-209, 231-232,

Justino

II:

intimidad: 82,248. ira divina: 55, 65, 80,97, 144-145, 1.76, t89-190.

ira humana: 55, 74,104,121,,135, 161, 163-1,65, 173-174, 189, 245. Isaías: 59,79, 158, 200, 225. Isidoro de Sevilla: 11,36, 43, 154. Israel: 50, 73, 78, 89, 106-107, 1,53, 168, 206.

jueccs: 96,220,229. Juez: 55, 79, 218, 241; estricto:

92, 111, 220; invisible: 174;

85-86, 1.1.2, 116, 133-134, 144, 196, 206, 210, 215, 226, 236.

Líbano: 67, 232. libertad: 78, 103, 151-152, 231. Liciniano de Cartagena: 35. limosna: 1,77-179.

llanto:

lll,

219, 221,

227

-228.

locuacidad: 81.

Lorenzo: 16. Lovato, M. T.: 40.

16.

judío/s: 83, 128, 238.

234,239.

250.

Lázaro: l7l. Leandro: 20,24,35-36. leyles: 14, 16, 31, 48-49,75,79,

45,

interior 47, 73-74,

77, 121, 124; justo: 65, 122, 225, 235, 251; oculto: 77, 80; recto: 219, 222; severo: 55, 85.

Lot:2ll-212. Lucifer: 88. Luis el Bondadoso: 32. lujuria: 69-70, 121,, 77 l-173, 208, 245, 247.

luz: 18, 48-49, 66, 68,95, 144, 152, 164, I77, 194-195,200, 202, 204, 230, 238, 244, 249.

juicio: 24, 29, 38, 47, 53-55, 59,

iusio:23.

madianita: 189. Madoz, J.:36. madre: 18, 85, 93, 132, 135,157,

jacinto: 76-77,21,9.

174, 179, 182, 196, 205,209, 213, 220, 229, 230, 233-234,

Madrid:

Jacob: 83.

236.

16.

lamor:221. Jedin,

H.:

126.

justicia: 24,32, 56, 62, 68,71,76, 78, 80, 86, 93,94, 100, 145,

magisterio; 33, 45, 47, 162. mal/es: 24, 50,81, 88, 103, 108, 116, 119, 121, 123-124, l2g129, 132, t42-145,, 147, 150, 152-153, 158-160, 167, 193, 187, 19t-192, 21.4, 222, 226, 230, 233-234, 241-243, 247. Malaquías: 29. maldad: 124, l3l, 135-136, 739, 140, 142, 145, l5l-152, 155, 179, 182, lg5, lg2-193,216, 222, 224, 233, 235,,239,249.

malicia: 107, 135, maligno: 184.

1.53.

maná:94. mandato/s: 36,60, I49, 168,187,

2ll,

215.

mansedumbre: 1.02, 108, 136, t6t-162. mar: 50, 51, 63, 85, 214,218,231232.

Marin, E. M.: 12. Mariniano: 19. martirio:61. matrimonio: 175, 208, 210-213, 217, 245,252.

Mauricio, emperador 20, 23, 35. Maximiano, abad:

19.

mediación: 16.

Mediador: 52. medicamento 156, 247. medicina:

ll4,

156, 167, 199,210,

246.

meditación: 21, 32, 36, 49, 58, 62,

66, 72-74, 79, 83, 86, 91, 103, ll9, 1,25, 135, 144-145, l5l, 155, 158, 160, 169,170,173-

Italia: 13, 14,

273

192. 13.

maestro: 61, 64, 110, lt4-tr5, 118, 120, 127-128, 131,135,

l5l,

162, 165,203, 213.

112.

memoria:

ll4,

1,48, 214, 220.

mente: 33, 54, 62, 74,76-77, 8l82, 84-85, 89, 91, 95-96, gg-

100, 102, 1,06-107, 109-111, 132, 154, 16l, 177,204,206, 214, 2lg, 222, 224, 226-229, 237, 243, 249, 251-253.

indice de nombres y materias

274

mentira: 1,42, 1,43, 1,45. mérito: 75,77,89, 98, 159, 173, 219,241, 254. miedo: 59, 78, 87-88, ll7, 16l, 189-190, 235,245,247. milagros: 48, 84. ministerio; 29, 3l-32, 47, 49, 51, 59-62, 65-66, 70, 92, 94, 98, 11.4, 198, 200, 202.

mirada: 14, 83, 96,

1,21,, 16l,

Nabal:

indice de nombres y materias

163.

oyente/s: 38, 61, 75, 80-83, 99, 103, 109-111, ll4-115, 118, 160, 168-169, 196, 198,201,

narizt 66-67,232. Narsés: 23.

Natán:

119.

naturaleza: 68, 86-88, 111,, 125126, 134, 179, 187,214, 219. naufragio: 214, 254. necedad: 127,152. necesidad: 44,74.

negligencia: 1,1,9, 123, 129-130, 147, 159, 212, 233, 239, 245,

253.

misericordia: 83, 93, 108,

171,,

251.

misión: 24,31,35, 100, 192. misterios: 7 4, 84, 96, 98, 144, 249.

moción: 230,231,233. moderación: 90-91, 94, 1,04, 107, ll0, l2l, 183, 1 88, 231, 247-

Noé: 87. Noemí: 57. nombre: 21, 50, 57, 96-97, 104, 143, 189, 194, 217, 252.

norma/s: 23,27-28.

248,253. Moisés: 57, 60, 66,79,81, 83-84,

96, l'l,l-112,

1.25, 168, 201,

244,248. molestia/s: 69, 147-149, 155. Montecasino: 17-18. monte: 24, 52, 56,75, 84, 211.

Monte Celio: 18. Morel, Ch.: 40. mortificación: 18. Moya de Contreras: 40. muerte: 24, 36, 5l-53, 93,

225.

oficio: 72, 79, 95, 97, 104, ll3. ofrcnda: 133, 140, 149,187.

ll4,

214-215.

mundo: 23-24, 34, 47, 52, 56, 64, 75,78, 81, 96, l0l-1,02, ll2ll3, 115, 118, 119, 126-1,27, 130, 132, 149, 165, 175, 179181, 198, 204-209, 212, 214, 218,224, 232, 248.

murmuractón 124,

153.

43,61,64. ocupaciones externas: 33, 94-95, 99, 172, 221.

odio: 111, 135, 157, 185, 189,

122, 140, 146, 1,57, 156, 166, 181, 185, 196, 199,202,205, 226, 242, 247. mujer: 53, 57, 82, 128, 130,209-

ztt,

obedecer: 59-60. obediencia:168. obispo: 19, 24-25, 28-30, 35-37,

212, 225, 254.

orden: 16, 27-29, 31, 73,85-87, 97-98, 119, 1.21, 192, 219, 247,250. 45, 47.

oro: 76-77, 97-98, ll2-113, 196.

ostentación: 1,32-133, 251. ovejas: 49,57.

Pectoral del juicio: 72-73.

Padre (Dios): 58, 148, 150-151,

pecho: 72-73, 75, 94, 99, 172,

764, 170-171, 173, 217, 242243.

ll7,

130,

17

6, 185, 222.

palabra: 25, 45, 51, 79-80,

153,

119, 143-1,44, 1,79, 191, 218, 240.

174, 224, 234.

Pedro, apóstol: 16, 22, 26, 38, 56, 76,90,92, 103, 149, 172,228,

85,

238.

108-109, 114, 123, 1,25, t3l, 156, 158, 164, 190-19r, 195, 197-201,, 203, 225, 229, 250. Palabra de Dios: 50, 64, 67, 72, 74-75,79-80, 82,92, 99, 102, 128, 165, 193, 196-198,249,

Pelagio

2s3.

pan: 100, ll4, 174, 179,199. Pancracio: 17. Pandectas: 15. paraíso: 82, 215. Paronetto, Y.: 1,2,30.

pasiones: 78, 33, 64, 101, 132, 157, 159, 244-245.

80-82, 85-86, 88-89, 9l-95, 97, 99, 101-106, 108-109,

ll7-174, 125, 228,

Il:

20-22.

peligro/s: 33, 210, 21,3-214, 247. pelo:100-101.

pena/s: 51-52, I 18, 120, 139, l4l, 150, 158, 199, 224, 229, 236. penitencia:79, 17l, 125, 149,219, 222, 224, 228, 233, 238. pensamiento/s: 24, 31, 33, 55, 6263,67,69-74,91, 85, 91, 100702, 704, 106-107, 1,1,6, 118, 123-124, 132, 137-138, 149-

150, 154-155, 169-170,

pasión: 47,52,76,211.

45, 49, 57, 66, 71, 74, 76, 78,

opinión: 195,242. oración: 17, 28, 65, 82, 84-85,

orgullo:

pecador: 50, 68, 102, 105, 107,

pastor: 24-25, 27-28,30-33, 38,

óleo: 93. olor: 124,232,236.

153, 158, 166, 171,-172, 179181, 187, 199, 208, 211, 213, 2t5-216, 218, 220-227, 229231., 233, 235, 243, 254.

Pablo diácono: 11, 15, 2l-22,23. paciencia: 56, 85, 7Q5, 120, 737136, 138, 150, 1,62, 172, 178.

padre: 93,

noche: 95, 1.94, 232, 249.

1,82-184, 220, 236.

213, 217, 238, 244, 247-249.

275

251-252,

772,

776, 279, 222-224, 250-252. perdición: 52, 58, 97, 122, 766, 193, 214, 229, 238, 251. perdón: 54, 65, 104, 11,1, 21,1,, 21,5,

223-224, 228.

pereza: 74, 123, 156, 159-161, 201,240. perfección: 45, 64, 795,239,254.

perjuicio: 193, 208, 225.

254.

patria celestial: 108-109, 146, 232.

persecución: 124, 160, 193.

patrimonio: 16, 26,

perseguido r / es: 54, 124, 165, 193, 239. perturbación: 132, 134, 136, 1.67. pestilencia: 234.

181,, 207.

paz: 12, 18, 22, 24, 58, 80-81, 109, 71.6, 157, 16l, 172, 185-194, 196.

pecado: 50, 55, 65,69,79,85,90, 93, 107, 109, 1,19, 123-1,24, 130, 132, 135, 143, 145, 1,50-

piedad: 25, 53, 56, 82-83,92-94, 99, 104, 180, 215-216.

piel: 34, 69,707,

186.

indice de nombres y materias

indice de nombres y materias

276

pies: 49-50, 57, 66, 96-97,

140,

191,.

Pinjás:189. placer/es: 68-69, 74, 91, 98, 1.02, 159, 173, L83, 201, 205, 237.

Plinio:

154.

pobreza: ll7-118, 178, 182.

pontífice: 12, 22, 24, 28, 30, 36, 43,98. Porcel, O.: 19. potestad: 56, 76-77, 86-87, 90. praeceptio:23. praefectus: 16. predi\ció n; 52,58-60, 75,79-80,

92,\99, 108,

ll3,

130,

1.36,

162, 195-202, 232, 238, 244, 246-247, 250-251.

predicador:

8

1, 03, 1

1

09- I 1 0,

118, 131, 173, r93, 197,226, 245-249, 251. prclado: 20, 71, 95, ll2, 234. premio/s: 25, 104, 107,720, 139,

242,248. rectitud: 56, 64, 67, 86, 1,02, 1,04, 1,18, 157-1,58, 161, 167,209, 238,241, 251. redención: 166,184. Redentor: 95, 98, 101, 150, 166, 203.

reflexión:

17

-18, 91, 155, 203, 233.

122, 123,139, 153,192, 194. prosperidad: 75, 139, 205-206. providenci a: 207, 231.

prudencia: 130, 142, 1,45, 155, 229,251. pueblo: 14,21-23,50, 53, 58, 6061, 64-65, 71, 78, 86, 96-97, 125, 1,28, t52-153, r71, 1,94, 199, 201,203, 206,248. pvrezai 71,-72, 77, 86, 103, 21'1. purificación: 18,225. quietud: 58, 95. 36.

156, 1.69, 1.85, 199, 203, 225. sacerdocio: 10, 31, 33,76,79. sacerdote: 31., 34-35, 73, 75-76,

79-81,97-98, 101. sacramento: 27 -28, ll1, 228. sacrificio: 73, 133, 135, l4l, 185, 187, 189, 195-196. Safira: 90. Sagrada Escritura: 10, 32,79, 84, 94, 1t2-1,t3, t93-194, 203. sagrados ministerios: 52, 60. Salomón: 134, 146, 157-160, 169,

183, 191, 197, 199,201,204San Martín, G.: 40.

208,2t3-214. religión: 47, 97-98, 158. remedio: 149, 178, 244, 246-247. reprensión: 25, 28-29, l3l, 155, 202,205, 254. responsabilidad: 24, 51, 58, 63,

Santi, A. de: 11. Saúl: 53, 89, 119, 124-125.

rcsurrección; 20, 57, 193. 230, 235, 237, 241-242, 247.

retórica:

15.

Richards, J.: 12. rigor: 48,91,94,

11.8,

223, 239.

riqueza/s: 68, 118, 126, 180-181,

206,208.

Roma: 8, ll-I7, 19-23, 28,38. Rommel, F.: 40.

Rómulo Augústulo: 12. rostro: 1,8,49, 128, 1.41, 1.50,21'4, 21,6,220, 248,253. Rusticiana: 20.

Rut: 57. sabiduría: 33, 68, 76,80,88, 122, 1,27, 134, 146-1.47, 1.55, 173, 187,199,,208.

156, 168, 194,247,251. salvación: 39, 146,150, 153, 201, 206,212-213. Sancta Sanctorum:98.

sangre: l1l, 154,200. santidad: 22, 25, 31., 50-51., 75, 88, 90, 97-98,139, 186,236. santuario: 80,97-98. Satanás: 82, I92, 195-196. satisfacción: 95, ll3, 173. seglar: 17, 34, 51. seguridad: '1.9, 142, 144, 184,193, 218,221. semen:81-82. semilla: 67, 99, l4l, 242. sencillez: 142, 162. sentencia: 55,92,119, 145, 150, 233,241-242. sentimiento/s; 26, 103, 129. Señor: 18,25, 47-50,59, 66,70,

72-73, 78-80, 83-84, 87, 89, 11

1-1

l2l,

124-126, 128-129,

731, 134, 1,40, r42, 1,44-1,45, 147-148, 150-153, 156, 168, 174, 179, 183, 185-186, 190, 196-197, 201, 206, 213-216, 218,220, 223, 230,233, 238, 243, 248, 249, 252-253. serenidad: 28, 54, 86, 172. servicio: 18, 39, 58, 88, 176,194, 198, 205, 272. servidumb re: 126, 1.5'1.. severidad: 93, 120, 161, 180.

Sicilia:18. Sicrra, R.:

176.

142, 150, 154, 156-158, 163,

Saulo: 238. salud: 38, 119, 141,,1,45-148, 154-

9l-92, 97, 105,

118,

siervo: 91,104, t55,207-208, 230. silencio: 20, 24, 32, 71,, 78-79,

reino: 53, 64, 76, 82, 120, 1.60,

rctribución: 85, 89-90, 97, 160,

175.

presbítero: 12. profecía: 66, 168. prójimo: 33, 58-59, 64, 77, 1Ll,

sabio: 54, 80, 92, 127, 1.34, 1.44,

205, 208,231, 239.

regula:26.

1,11, 122.

204, 217.

preocupación/es: 34, 36, 67, 95,

Quirico de Barcelona:

Rationale iudicii:72. Ratzinger, J.: 12. razonamiento: 88, 128. rebaño: 49,57,92. Recaredo:13. recompensa: 177-178, 183, 204,

277

12,

tl7-

r99. Silvia: 12, 97.

Simón: 56.

Simplicio: 17. sinceridad 142-145. Sión: 75. Siquem:221. Siracusa: 19.

Soar:211. soberbia: 24, 33,53, 55, 61, 88-

89, 103, ll7-119, 124, 146148, 155, 166-167, 170-172, 174-176, 187, 194-195, 198, 227, 235, 239,252.

Sodoma: 211,229. Sofonías: 144. soledad: 58.

solicitud pastoral: 29, 44, 47,93, 100,

1

12.

solicitud temporal: 33, 100, Spidlik, T.: 137. Stuiber,

A:

101.

27.

Stullfath, V.:

1

1.

suavidad: I05, 107-108, 118-1 19, 128, 162,210.

indice de nombres

278

sufrimiento/sufrir: 77,

ll0, 132-

y

Índice de nombres y materias

materias

trabajo: 25, 60, t42, 153, 239, 245.

133,155,177. sumisión: 63, 121,225. superhumeral 75-77.

tradición: 21,26, 40. tranqtrilidad 22-23, 74, 79, 162, 165, 188,235.

superstición: 173. suplicio: 1,04, 212, 237.

tribulación: l17, 153, 208. tristeza: 177, 246.

Tajón:36. talento: 63,200.

tummín:72.

tareas: 18, 28, 54-55,60, 96, 101,

unidad: 13-14, 16, 80-81,

1,17,217,221.

Társila: 12. temor: 26, 45, 54, 60-61, 74-75, 80, 87-88, 1

15, I 18, 124\l

175-176, 200, 203, 208, 223, 229, 231, 235, 246, 248, 251. temperamento: 38, 1,20-121. templanza: 77.

templo: 72, 85,97, 1,48, 203. tentación: 69,95, 109-110, 136,

úrím:72.

tentador:216. Teoctisa: 20, 23. Teodoro, módico: 20. Teodosio: 13. ternura: 64,93, 196. testigo: 47, 55, 99, 103, 227, 241243.

testimonio: 15, 48, 56-57, 1,95,,

l2l,

230, 241.

tibieza: 240. tierra: 24, 52, 77, 87, 95, 97, 107, 125, 140,145, 158, 164, L66, 168, 175-176, 180, 182-183, 189, 190, 203,205-206, 218,

221,235. tinieblas: 66, l+4, 229-230,249. Tirreno: 35. Toledo: ll, 13, 36. tormento/s: 61, 139, 227, 230. Totila: 12.

103,

109-172,

l2l-

ll4,

118-119,

181, 183-184, 188, 190, 194, 1.96, 200, 202-203, 205-207, 209, 21,1.-212, 2t7-21,9, 224225, 227-228, 234, 240, 242, 246-247, 250, 254. viento: 95, 133, 136, 160, 1,69, l7l.

vientre: 95, 124, 149-150, 164, 1,7t-173, t75. viga: 136.

Valencio: 19. valentía: 8, 167.

Valentiniano: 17. Valeria:19.

vanagloria 52, 195, 198,217,235, 247.

ll9,

1.68, 191,201.

vehemencia: 50, 101, 105.

160, 222, 244, 2+7.

r28, 190,

111,

113, 133, 134,186,192. unión: 210-212,252.

varón: 53,

75, 80, 90-91, 95-101,

1,22, 1.24, 128, 132, 138, 141, 146, 151,, 153, 157, 16l, 169,

r\+-rS,

1oo, 112, 5l-152, 167,

vida: 1 l, 17-21, 24, 26-28,30-31, 33-35, 37-38, 45, 49, 51, 5354, 59-61, 63-66, 68, 71., 73-

Vcnancio de Luni: 35. vcneración 14, 35, 90. vcnganza: 55,145. vcrdad: 47-50, 52, 55-56, 67-69, 73, 76,78-81, 84, 88, 92-93, 95, 97, 101, 103-104, 109, lll, 132, 134-135, l4l-143, 145, l5l, 158-159, 169, 175, 179182, 186-189, 195-196, 201202, 217-218, 229-230, 232, 235-237, 241 -242, 248-249. vergücnza: t75,229. vestido: 80, 98, 1,20, 1,79. vicio/s: 24, 32-33, 59, 66-67, 69,

71, 74,76, 86,91, 104-105,

109, 1ll, l2l, 128-1,29, 132133, 135, 1.41, 147, 153-155, 167, 170-174, 184, 200-202, 213, 224, 231-232, 241, 244245, 247-248, 251-252.

vigilancia: 16, 34, 100-101 , 157, t79, 232.

vigor:

ll2,

virginidad:

279

16l. 217

,

245.

virtud: 47,75,91-92, 104,

109-

110, 175, 132, 135, 142, 149150, 153, 16l-162, 170, 1721,73, 177, 184, 186-187, 192, 203, 242, 244, 247, 251-253. visión: 18, 109. vocación: 13, 17,31, 33, 186. voluntad: 47, 60, 76, 132, 1,47-

148, 170, 214, 216, 230.

\Walther, M.: 51.

Vhitby: 11,43. Zabaleta, J.: 30.

222,

ÍNorcn cENERAL

Pn¡srNtncróN AnnrvrnruRAs Y

7 srcLAS

INTRODUCCIÓN I. Vron v EpocR oe Gn¡conro MncNo ............ 1. Primeros años y contexto histórico ............ 2. Formación y estudios 3. Prefecto en Roma 4. Conversión. Vida monástica 5. Legado del Papa Pelagio II ........... 6. Gregorio, Papa :............... II. L¡ Recln PRston¡l 1. Ocasión y fecha de composición 2. Estructura y contenido 3. Influencia posterior 4. La presente edición

9 11,

11 11 1,4 1,6

17

20 22 25 25 30 35 39

GnEconro MncNo REGLA PASTORAL

Cnnrn

DEDTcAToRTA

43

Primera parte

VocncróN

DEL Pnsron

1. El que no sepa que no enseñe ............ 2. Para enseñar hay que vivir lo que se predica 3. Soportar las adversidades, temer las prosperidades

46 49 51

4. 5. 6. 7.

8. 9. 10. 11.

Índice general

indice general

282

y serenidad

de juicio 54 No rehusar el gobierno por propia comodidad si se puede dar buen testimonio ............ 56 Son humildes los que no se oponen a los juicios de Dios . 58 IJnos desean rectamente el ministerio de la predicación, otros rectamente son obligados a él ........ 59 No hay que desear este gobierno ....... 6t No se ha de desar presidir, prometiéndose en su imaginación realizar buenas obras 62 Señales de idoneidad 64 Señales de no-idoneidad ....... 65

Gobierno

Segunda parte

Ln vro¡

DEL

8. 9. 10. 11.

12. 13. 1,4.

15.

16. 17. 19.

1. Cualidades del pastotl 7l 2. Pureza de pensamiento 7l 3. Sobresaliente actuar 74 4. Discreto en el silencio, útil al hablar 78 5. Cercano por la compasión, entregado a la contemplación ....... 82 6. Compañero de los que hacen el bicn, firme frente a los vicios de los pecadores 86 7. Atcnción a lo intcrior, solicitud por lo exterior 94 8. Buscando agradar a Dios y no a los hombres 101 9. Distinguiendo los vicios dc las virtudcs 104 10. Discreto al corregir 105 1 1. Atento a la Sagrada Ley tt2

Mooo

7.

18.

PASTo;\ \

Tercera Parte MrNrsrEnro DEL Pnsron.

6.

DE

EXr r()R.rAR

y

ENSENAR A

LOS FIELES

Prólogo 1. Diversos modos de exhortar 2. A los pobres y a los ricos 3. A los alegres y los tristes 4. A los fieles seglares y al clero 5. A los siervos y a los señores ...........

........

11,4

115 117

120 121

12s

20. 21.

1,26 A los sabios de este mundo y a los torpes 128 los imprudentes y a tímidos A los 129 los insolentes y a cobardes A los 131, A los impacientes y a los pacientes 138 A los bondadosos y a los envidiosos 141, A los sinceros y a los mentirosos ............ t45 A los fuertes y a los débiles A los que viven inocentemente porque temen los casti151 gos y a los que no corrigen ni con castigos 1,54 A los muy callados y a los muy charlatanes 158 A los perezosos y a los precipitados 161, A los mansos y a los coléricos r65 A los humildes y a los soberbios t69 A los testarudos y a los inconstantes 171 A los golosos y a los abstinentes A los que reparten lo suyo misericordiosamente, y a los

176 que intentan robar lo ajeno A los que ni se quedan con lo ajeno ni reparten de lo suyo, y a los que reparten de lo suyo sin renunciar a que-

darse con 22. 23. 24.

283

lo

ajeno

A los que viven en discordia y a los que viven en paz .. A los sembradores de discordias y a los pacificadores ... A los que no comprenden bien la Ley santa, y a los que

182 185

191

194 la entienden pero la enseñan sin humildad A los que no predican por humildad y a los que se pre198 cipitan para predicar ........ 204 26. A los que prosperan y a los que fracasan ......... 208 27. A los esposos y a los célibes los y a 28. A los que tienen experiencia de pecados carnales 214 que no la tienen los que dede obra y a 29. A los que detestan los pecados 219 testan sólo los de pensamiento que detestan y de los pecados no se abstienen 30. A los que 224 a los que no los detestan cuando se abstienen 31. A los que aprueban lo ilícito deliberadamente y a los que ............ 228 lo condenan pero no lo evitan 25.

32. A los que pecan impulsivamente y a los que lo hacen de.. 230 liberadamente .......

Editorial Ciudad Nueva

indice general

284

A los que caen repetidas

veces en pequeños pecados y a los que librándose de cstos alguna vez caen en los graves ...... 234 34. A los que ni siquiera comienzan obras buenas y a los que,

33.

236 empezándolas, no las terminan 35. A los que hacen el mal ocultamente y el bien a la vista 241 de todos y a los que actúan al contrario 36.

BIBLIOTECA DE PATRÍSTICA

1

-

2

-

244

24s 37. Cómo predicar al fatigado por pasiones contrarias 38. Omítanse los vicios leves par^ arrancar los más graves .. 247 39. No se deben predicar exclusivamente los bienes eternos

a las almas enfermas ............

40. Predicar con palabras y Cuarta

parte

Hurr,ur-oRD DEL

obras

.......\......

248 249

3

-

LAS CATEQUESIS BAUTISMALES,

Ed.,256 págs.

Gregorio Nacianceno, LA PASIÓN DE CRISTO,

- Jerónimo, COMENTARIO AL EVANGELIO DE SAN 2! 8d.,136 págs.

6

-

7

-

MARCOS,

Atanasio, LA ENCARNACIÓN DEL VERBO, 2.^

25t

págs.

5

)

......../......

Ed.,l54

2.^ F,d.,208 págs.

/

Pnsron

AL CANTAR DE LOS CANTARES,

págs.

- Juan Crisóstomo, 2.^

4

8d.,326

Gregorio Nacianceno, HOMILÍRS SOnnf LA NATIVIDAD, 2.^

Cómo exhortar a la virtud sin provocar los vicios contrarios

Orígenes, COMENTARIO 2.^

Ed,160

págs.

Máximo el Confesor, MEDITACIONES SOBRE LA AGONÍA Of JESÚS, 2." Ed., 136 págs.

8

-

Í¡'totcr,s 9

ÍNorcn BÍBLrco

ÍNucE DE NoMBRES Y MATERIAS

Epifanio el Monje, VIDA DE MARÍA, Ed., 192 págs.

2.^

257 265

-

Gregorio de Nisa, LA GRAN CATEQUESIS, 2.^ Ed., 172 págs.

10

-

Gregorio Taumaturgo, ELOGIO DEL MAESTRO CRISTIANO, 2.^

Ed,180

págs.

l1 - Cirilo

de Jerusalén, 3." Ed., ll2 págs.

12

-

EL ESPÍRITU SANTO,

Cipriano, LA UNIDAD DE LA IGLESIA - EL PADRENUESTRO A DONATO, 2.^

Ed.,l60

págs.

l3 - Germán de Constantinopla, HOMILÍAS MARIOLÓGICAS, 2.^

8d.,232

págs.

14

- Cirilo

15

- Juan Crisóstomo, HOMILÍAS

2.^

de Alefandría, ¿POR QUÉ CRISTO ES UNO?,

Ed.,184

págs.

SOBRE EL EVANGELIO DE SAN JUAN/I

2." Ed., 352 págs. 16

-

Nicetas de Remesiana, CATECUMENADO DE ADULTOS,

17

-

Orígenes, HOMILÍRS SO¡RE, EL ÉXODO,

148 págs.

228 págs.

18

-

Gregorio de Nisa, SOBRE LA VOCACIÓN CRISTIANA,

38 - Tertuliano, EL APOLOGÉTICO,

132 págs. 19

-

256 págs.

Atanasio, CONTRA LOS PAGANOS,

39 - Juan Crisóstomo, SOBRE LA VANAGLORIA, DE LOS HIJOS Y EL MMRIMONIO,

128 págs.

20

- Hilario

21

-

Ambrosio, LA PENITENCIA, 2.^ Ed., 152 págs.

22

-

Gregorio Magno, REGLA PASTORAL'

23

-

268 págs.

de Poitiers, TRATADO DE LOS MISTERIOS,

40 - Juan Crisóstomo, LA VERDADERA CONVERSIÓN, 232 págs.

122 págs.

41 - Ambrosio de MiIán, EL ESPÍRITU SANTO, 280 págs.

42 - Gregorio Magno, LIBROS MORALES /1,

2.^ F,d.,288 págs.

408 págs.

Gregorio de Nisa, SOBRE LA VIDA DE MOISÉS, 43 -

252 págs.

24

- Nilo

de Ancira, TRATADO ASCÉTICO,

- Jerónimo, LA

-

28

-

Cesáreo de Arlés,

-

Atanasio, 148 págs.

256 págs.

PERPETUA VIRGINIDAD DE MARÍA,

45 - Jerónimo, COMENTARIO 46

47 - Diadoco de Fótice, OBRAS COMPLETAS, 208 págs.

48 - orígenes, HOMILÍAS SOBRE EL GÉNESIS,

296 págs.

368 págs.

29 - Andrés de Creta, HOMILÍAS MARIANAS

49 - Gregorio de Nisa, LA VIRGINIDAD,

192 págs.

192 págs.

30 - Gregorio Nacianceno, LOS CINCO DISCURSOS TEOLÓGICOS, 50

288 págs.

de Nisa,

vlDA DE MACRINA - ELOGIO DE BASILIO,

176 págs. 32

33 - Juan Damasceno,

HOMILÍAS CRISTOLÓCICAS

640 págs.

51 - orígenes, HoMILÍRS SOBR¡ EL CANTAR DE LOS CANTARES, 52 - Minucio Félix, OCTAVIO,

y

176 págs.

MARIANAS,

232 págs. 34 - Juan Crisóstomo, COMENTARIO A LA CARTA A LOS GÁLATAS, 200 págs.

53 - Juan Crisóstomo, SOBRE EL MATRIMONIO ÚNICO, 160 págs.

54 - Juan Crisóstomo, HOMILÍAS SOBRE EL EVANGELIO DE

sAN JUAN/2,

- Gregorio Nacianceno, FUGA Y AUTOBIOGRAI'ÍA, 272 págs.

36 - Dídimo el Ciego, TRATADO SOBRE EL ESPÍRITU SANTO,

344 págs.

55 - Juan Crisóstomo, HOMILÍAS SOBRE EL EVANGELIO DE

sAN juAN/3,

208 págs. 37

- Máximo el Confesor, TRATADOS ESPIRITUALES' 256 págs.

- PADRES APOSTÓLICOS

128 págs.

- Basilio de Cesarea, EL ESPÍRITU SANTO, 280 págs.

35

- León Magno, CARTAS CRISTOLÓGICAS, 288 págs.

VIDA DE ANTONIO,

Evagrio Póntico, OBRAS ESPIRITUALES'

3l - Gregorio

AL EVANGELIO DE MATEO,

352 págs.

COMENTARIO AL APOCALIPSIS'

190 págs.

27

INICIACIÓN A LAS SAGRADAS ESCRITURAS,

44 - Pedro Crisólogo, HOMILÍAS ESCOGIDAS,

104 págs.

26

CASiOdOTO,

240 págs.

252 págs.

25

LA EDUCACIÓN

360 págs.

56

- Rufino de Aquileya, COMENTARIO AL SÍMBOLO APOSTÓLICO, 144 págs.

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