Resumen Una Psicoterapia Por El Arte

  • Uploaded by: Luciana Hernnadez
  • 0
  • 0
  • January 2021
  • PDF

This document was uploaded by user and they confirmed that they have the permission to share it. If you are author or own the copyright of this book, please report to us by using this DMCA report form. Report DMCA


Overview

Download & View Resumen Una Psicoterapia Por El Arte as PDF for free.

More details

  • Words: 3,740
  • Pages: 7
Loading documents preview...
Una psicoterapia por el arte – Sara Paín Aunque la noción de "arte-terapia" incluye generalmente todo tipo de tratamiento psicoterapéutico que utilice como mediador la expresión artística (danza, teatro, música, etc.), nos limitaremos aquí a aquello que se refiera a la actividad plástica: pintura, diseño, grabado, modelado, máscaras, títeres. Estas actividades tienen en común la objetivación de la representación visual en el terreno figurativo, a partir de la transformación del material. El trabajo se centra sobre la búsqueda del sujeto para encontrar y para elaborar un universo de imágenes significantes de sus conflictos subjetivos. Este comportamiento obedece a la hipótesis de la importancia que tiene, para cualquier sujeto, obtener los medios para simbolizar los términos de un conflicto. Por otra parte, la obra plástica constituye un escenario privilegiado para permitir al sujeto vivir lo que S. Freud llama el principio de la realidad y el principio del placer, porque las leyes de la materia y las leyes de la ideación estética deben encontrar un lugar de acuerdo. Las estrategias del sujeto para obtener la articulación entre los dos órdenes constituye el punto central de la aventura artística. La insostenible posición del arterapeuta Para poder conducir un taller que tiene como objetivo el tratamiento psico-terapéutico a través de la representación, es necesario definir un profesional que tenga disposiciones y conocimientos específicos. En el terreno de la técnica El taller terapéutico no se presenta como un lugar de aprendizaje en el que debe trasmitirse un conocimiento bien delimitado. El papel principal del animador no es, entonces, ni mostrar ni explicar lo que debe hacerse. Pero sería un error creer que se puede separar la expresión de los medios utilizados para la realización; la ejecución de una obra es un trabajo de investigación en el que la subjetivación está marcada por la elección de los recursos utilizados para representar. Para poder comprender los comportamientos del paciente, para reconocer los obstáculos que le impiden llegar a crear los efectos de espacio o de color que imagina, para reconocer el trazo o el color que faltan en el orden de un cuadro como un lapsus, es necesario que el animador domine las reglas más generales del "simulacro" figurativo. Esta normativa, esencialmente técnica sólo puede adquirirse a través de una práctica individual dirigida. El conocimiento vivenciado de los diversos caminos de la representación no es un instrumento que el AA T utilice para enseñar al sujeto cómo hacer, sino para comprender sus estrategias. Esto permite ayudarlo a formular mejor sus intenciones y, en consecuencia, a aprovechar mejor la experiencia. Aunque cada arterapeuta tenga sus preferencias personales en cuanto a las técnicas plásticas, es necesario que le sea posible dirigir un taller pluridisciplinario, y motivar a los participantes para la utilización de todos los materiales. Para lograrlo, el AAT debe haber analizado a fondo en sí mismo su atracción exclusiva o su disgusto por una actividad precisa, para evitar que su subjetividad actúe sobre la del paciente En el arterapeuta la práctica del arte no debe concluir en la elección de un estilo demasiado definido; la atención "flotante" que permite al psico-terapeuta mantenerse permeable a las diversas formas de decir de sus pacientes debe traducIrse aquí en una disponibilidad constante para ver las producciones a partir de los proyectos plásticos de los sujetos, evitando Imponer soluciones que responden más a las inquietudes artísticas del animador que a los problemas claramente planteados por la dinámica creativa del paciente. Concretamente, es indispensable que el AAT conozca perfectamente todo lo que él propone: incluyendo los materiales, desde la pintura o la arcilla a las herramientas y los soportes. 1

En el terreno de la psicología El AAT debe poseer los elementos teóricos que le permitan observar los comportamientos de cada sujeto tanto desde el punto de vista funcional como evolutivo con el objeto de seguir su actividad y orientar sus investigaciones. Es Importante que tenga una apreciación simple pero operativa de las teorías psicológicas que informan acerca del proceso de formación de imágenes y de la construcción de las representaciones. Es necesario también un cierto hábito de escuchar todo aquello que en la producción de un sujeto puede ser del orden del inconsciente, no precisamente para "interpretar" o dar a los contenidos explícitos su significado implícito, sino más bien para no confundir los unos con los otros. Las experiencias psicoterapéuticas y psicoanalíticas personales conducen al arterapeuta a una lectura más rápida y más eficaz de la relación transferencial, es decir, del conjunto de sentimientos y de reacciones que talo cual paciente y su producción le inspiran. En el terreno del arte Para el observador AAT no se trata de interpretar un mensaje ni de admirar su realización, sino de reconstruir el camino de la investigación que permitió al autor encontrar al mismo tiempo aquello que tenía que decir y la forma de decirlo. El arte a través de su historia y de sus variaciones, presenta diferentes códigos de significaciones en los que las producciones individuales pueden encontrar su sentido. Cuanto mejor el terapeuta domina el código más fácilmente descubre los valores (luces, oscuridades, contrastes, pasajes, etc.) con los cuales trabaja el sujeto .Y puede ayudarlo mejor a enriquecer su lenguaje y su capacidad de simbolización. Se hace entonces necesario que se convierta en un habitué de los museos y exposiciones para enriquecer su vocabulario con las numerosas formas de las expresiones plásticas. Una cultura artística es tan necesaria como el saber-hacer técnico y la capacidad de comprensión psicológica El rol del arterapeuta El lugar del arterapeuta, una vez que han sido dadas las consignas de actividad, es seguir el comportamiento del paciente, ser testigo de su aventura, ayudarlo a salvar los obstáculos que pueda encontrar, considerándolos al mismo tiempo desde puntos de vista subjetivos y objetivos. Para ello es necesario tener normas, por una parte para observar a los sujetos mientras realizan una actividad creativa y por otra para decidir sobre la oportunidad y el contenido de las intervenciones.

El arterapeuta es una mirada, una escucha, una resonancia afectiva El trabajo del terapeuta exige una gran capacidad de concentración, toda vez que el proceso de construcción simbólica es considerado como una aventura continua en la que las sucesivas transformaciones son más importantes que el resultado final. El gusto personal del terapeuta en materia de arte, las críticas o la fascinación estética que pueda cultivar en las exposiciones deben ser puestas entre paréntesis. Acá no interesa la obra de arte en sí; el centro de gravedad es el sujeto en busca de imagen, de significación. Puesto que una parte de la adaptación al taller se hace sobre ciertos aspectos invariables -horarios fijos, distribución espacial estable, ritual de la puesta al trabajo- es interesante verificar cómo cada participante se apropia poco a poco de un espacio, un lugar donde sentarse, otro para colgar su abrigo, cómo se sirve de las etapas rituales para abordar los objetivos, cómo controla su tiempo para terminar el trabajo. Es imprescindible observar la necesidad que tiene el sujeto de moverse y cómo descansa. Se acumulan los signos que nos permiten seguirlo mejor en su ritmo propio y respetárselos. Los momentos de separación son también ricos en informaciones: nos dan la oportunidad de percibir cómo vive el sujeto el 2

taller y, si se trata de un niño, nos sirve para observar de qué manera los adultos le dan la seguridad de su permanencia y la expresión del interés por su trabajo. En arte-terapia, se coloca al sujeto cada vez en situación de tarea, en consecuencia lo observamos en el momento de vivir una nueva experiencia. Es posible entonces observar sus reacciones vinculadas las consignas de la sesión, es decir, la exigencia de hacer algo con un tipo definido de materia. Cada vez que nos aproximamos a un miembro del grupo, la diferencia nos señala la progresión, las representaciones se complican, se empobrecen, se enriquecen; los problemas plásticos encuentran soluciones más o menos buenas, hay zonas de conflicto que permanecen, propuestas que han encontrado un desenlace. El interés sostenido del terapeuta sobre lo que sucede sostiene el del sujeto para progresar, para arriesgarse a encontrar un camino. Al finalizar la sesión, es interesante ver finalmente cómo el sujeto se separa de su obra, la saca de la pared o la acomoda, con qué actitud se aproxima a ella cuando la recupera para sU Es interesante prever un tiempo en el que puedan circular los comentarios y con ellos las ansiedades frente a las novedades. El momento del balance de la actividad está consagrado especialmente al diálogo nos sirve para observar tanto la capacidad para tomar la palabra como la actitud de escucha de cada participante con respecto al grupo. La recepción de la consigna desencadena también reacciones que encuentran una resonancia en el AAT. Al conocer previamente la significación posible de la consigna dada, el arterapeuta puede apreciar mejor los prejuicios que los participantes puedan tener con respecto a la tarea a realizar y tratar de comprender tanto la idealización como el rechazo a la propuesta, porque las dos reacciones obstaculizan el buen desarrollo de la actividad. La atención afectiva del arterapeuta se dirige luego a la relación que cada sujeto establece con la manipulación de la materia, las herramientas, los movimientos eficaces. Es interesante constatar el placer o el disgusto del contacto sensorial del sujeto con la materia, la amplitud de sus gestos, el goce ante el dominio progresivo de la técnica. Es cierto que las emociones más profundas que puede sentir el arterapeuta provienen de la observación de la producción del sujeto: de la calidad emocional del mensaje traducido en la armonía o la agresividad de las formas, por la exactitud o la desviación de las proporciones, la calidad de los trazos, el tema abordado, los colores y los contrastes utilizados, los ejes de diferenciación elegidos. Pero también es importante para él captar el impacto afectivo que las intervenciones de cada participante producen sobre el grupo y las reacciones de cada uno frente a las imágenes de sí que dicho grupo le devuelve. En la relación de transferencia el terapeuta posee otro instrumento para determinar las emociones del paciente: son sus propios sentimientos frente a ellos. El arterapeuta debe adquirir la facultad de esperar sin sentirse angustiado ni por el silencio ni por la lentitud del desarrollo del proceso plástico y poder enfrentar de una manera constructiva los comportamientos de resistencia, de agresión, de pasividad, y soportar tanto la extrema dependencia de los sujetos como sus tentativas de autonomía.

Los espacios El taller ideal sería un taller claro, cuyas ventanas dieran hacia un espacio verde, tranquilo, un lugar tanto de relajamiento como de observación. La luz es un elemento fundamental de la actividad artística, es importante que conserve su carácter natural. El taller debe ser un lugar privilegiado, diferenciado de los otros pero no totalmente separado del mundo exterior, lo que ahogaría la generalización de las adquisiciones. Los espacios de trabajo y los lugares de exposición o de secado de las piezas constituyen las partes permanentes del taller; la parte variable del decorado está representada 3

por las producciones que se suceden. El paso de otros, marcado por el depósito de sus piezas, obliga a cada uno a respetar a los demás tanto como al mismo lugar; la certidumbre de que sus propias obras, serán vistas por otros, si él lo desea, es la contrapartida. El espacio de entrada, bien delimitado en relación con los lugares en que se desarrollan las actividades, es indispensable aunque sea de dimensiones reducidas pues debe llenar la función de intermediario entre la familia, la escuela o el trabajo y la calle por una parte y el taller por la otra; es el lugar donde puede dejarse un objeto familiar, hacer una confidencia o una pregunta sin formalidades. Pero, al mismo tlempo, este lugar constituye un límite que protege la propiedad y la intimidad de los participantes, por lo menos durante la sesión. El taller debe servir para la práctica sucesiva de diversas técnicas en el transcurso del año, lo que requiere la organización de diversos espacios: el reservado a la pintura de una manera permanente en el que los participantes trabajen de pie frente a las paredes y otro consagrado a las diferentes técnicas que se practican alrededor de una mesa. El tiempo de un tratamiento terapéutico La unidad mínima sobre la que puede hacerse un proyecto terapéutico en un taller plástico es de alrededor de un año (que se hace coincidir con el año escolar para garantizar la coherencia del grupo) a razón de una sesión semanal Desde el punto de vista psicológico, cada sujeto tiene un tiempo más o menos largo de adaptación al taller cuyas reglas de funcionamiento y relaciones personales son diferentes de todo lo que le era familiar. Debe comprender qué es lo que aquí se espera de él, debe aprender a aceptar los límites impuestos por el lugar, el tiempo, el grupo, los AAT y los materiales, al mismo tiempo que debe trabajar sus inhibiciones, sus resistencias y sus propios límites para llegar a aceptarlos. Solamente cuando el sujeto ha recorrido este camino puede aceptar colaborar con el AAT, identificase con él para finalmente separarse. La organización temporal de una sesión Nosotros optamos por sesiones de una hora para los más pequeños, dos horas para los niños y dos horas y media para los adolescentes y adultos. Cada sesión se desarrolla en varias fases: 1) La primera se desarrolla en el lugar intermediario donde se suceden las últimas recomendaciones de los padres y el encuentro con los otros participantes. Reina entonces un Cierto clima de excitación, energía necesaria para la ruptura antes de la adaptación al taller. Luego cada uno comienza por colocarse su blusón, depositado en la caja correspondiente a su grupo, lo que constituye un símbolo de su pertenencia al mismo. 2) En la segunda fase todos los participantes y el AAT se sientan alrededor de una mesa situada en el “espacio-técnicas". Es el momento en el que cada uno puede ver a todos los demás, presentarse al grupo y contar, de una manera poco comprometedora, un hecho que lo ha tocado y que podrá ser retomado más tarde individualmente, en el curso de la sesión, por el AAT. 3) Cuando el clima se hace favorable, se pasa a la organización de los grupos que representa la tercera fase de la sesión. Se proponen entonces dos o tres actividades y los subgrupos se constituyen teniendo en cuenta los deseos de cada sujeto, sus necesidades, pero también un buen equilibrio entre los participantes. 4) La cuarta fase es la del trabajo propiamente dicho.

4

Desde su ingreso al taller cada sujeto es acompañado en sus diferentes actitudes. Las exigencias del AA T son progresivas e intermitentes. El trabajo pictórico, gráfico y de modelado pasa insensiblemente de la expresión libre en la que los conflictos se proyectan sobre el papel o en la materia, a la elaboración de obras en las que el sujeto toma consciencia de la forma de resolver los problemas plásticos en relación con sus propios problemas psicológicos Para favorecer la construcción de imágenes nuestra actitud es hacer prevalecer un principio de realidad, aun para subvertirlo. Cada vez que el entorno nos lo permite estimulamos las capacidades de observación induciendo a los sujetos a observar aquello que puede constituir una respuesta a las vacilaciones en la representación. Los estímulos del AAT están vinculados tanto a la técnica plástica como a la expresión de las ideas del paciente, hasta ese momento auto-censuradas. Controla también que la ansiedad no desborde los límites de la capacidad de elaboración. El AAT, al sugerir que se observe la obra a distancia para ver si los planos son "legibles" y conformes a los deseos del autor lo conduce a tomar distancia en relación con el objeto representado, que pierde entonces su fascinación simbiótica. El objetivo de estas intervenciones es que después de un itinerario suficiente en el taller de arte-terapia el sujeto pueda introyectar las palabras del terapeuta para expresarse por sí mismo y producir una imagen en la que pueda reconocerse. Cada paciente, por caminos diversos, trata de encontrar su lugar frente al otro, según los esquemas previos de relación que constituyen sus estructuras, y que es necesario hacer repetir para poder reorientarlas hacia una forma de relación más feliz. Es decir que las intervenciones del AAT, ya sean de orden técnico o psicológico, se sitúan siempre en el espacio transferencial. Cuando un sujeto se instala en la repetición, es necesario que seamos capaces de evaluar si se trata de una repetición creadora o -por el contrario- de una expresión patológica. Se puede tratar de una actitud de resistencia frente a la aventura plástica, o bien de una inhibición motivada por el temor de salir de una forma de expresión ya experimentada. La variación de las técnicas puede ser útil para ciertos sujetos instalados en el estereotipo, vinculado eventualmente a estados psicóticos. 5) El momento siguiente es aquel en el que el autor declara su obra terminada. Es interesante analizar entonces tres aspectos: la suspensión del trabajo, la firma y el título. Suspensión del trabajo Decidir que una obra está terminada es una cuestión importante y difícil de determinar para todo artista. Nos encontramos con sujetos rápidos e impacientes, que se contentan con “tirar” espontáneamente una idea sobre su hoja, sin encontrar placer en llevar adelante la producción pintada. Puede tratarse de un problema de ritmo particular, del sentimiento de que cualquier esfuerzo es inútil teniendo en cuenta las dificultades técnicas encontradas. En el primer caso el AAt acepta ese ritmo aunque conduce progresivamente al sujeto a interesante más en la imagen que produjo que en los gestos liberadores; en el segundo caso se trata de devolverle al sujeto la confianza, para hacerle descubrir sus capacidades expresivas. En cambio, otros sujetos trabajan con una gran paciencia, pero jamás profundizan sus ideas. El AAT interviene conduciéndolos a precisar, tratando de descubrir los obstáculos ante la de-finición. El AAT debe intervenir no en relación con sus gustos personales sino en relación con las necesidades del paciente en cada momento de su historia, es decir, que debe tener en cuenta las capacidades plásticas y de concentración del sujeto, su edad, su ritmo personal, sus necesidades kinestésicas, su actividad de ideación, sus posibilidades de aprendizaje; debe 5

analizar para cada uno y en cada estadio del trabajo si puede o no beneficiarse con sus exigencias comprometiéndolo todavía más a proseguir con su obra. La firma Es muy importante para analizar el significado profundo de la firma, tener en cuenta la edad, las adquisiciones al nivel de la escritura, el manejo de las herramientas (lápiz, marcadores, pinceles finos), la capacidad para calcular el espacio necesario para la ubicación de las letras del nombre. La firma es una marca yoica, las dificultades que el sujeto puede experimentar para realizarla es un síntoma del conflicto de identificación. El título Entre nuestros pacientes el título constituye la referencia verbal que a veces redefine la intencionalidad de la obra; se analizará especialmente si el mismo está de acuerdo o en ruptura con la representación misma. El niño no da, por sí mismo, título a sus obras; a veces, como mucho, incluye en la obra el nombre de aquello que le parece importante. 6) Se realiza el balance; las producciones de cada subgrupo son observadas dando la oportunidad de intercambios entre los mismos, luego se pasa al arreglo y limpieza del taller. Todas estas actividades forman parte integrante del marco; para ciertos sujetos constituyen el momento privilegiado para significar su pertenencia al grupo, mientras que sus dificultades de expresión plástica o verbal no le permiten todavía su integración en la actividad propiamente dicha. 7) La manera en la que los niños se despiden, en el momento de la separación hasta la sesión siguiente, es muy variada, por tanto será una fuente de información que el AAT no debe de dejar de tener en cuenta. 8) Para facilitar el análisis de lo producido la sesión se ubica en el tiempo gracias a la consignación escrupulosa de todas las obras, del orden y de la fecha de su realización. En cuanto al orden de ejecución en el interior de una obra, se trata de reconstituirlo inmediatamente después de la sesión complementándola con los comentarios del autor. Si se insiste sobre la necesidad de conservar estos datos es porque el proceso complejo de elaboración es más significante para nosotros que la representación final. Organización de los programas durante el año La diversidad de las técnicas tiene por objetivo evitar los estereotipos tanto en los temas como en las modalidades de expresión, porque cada materia provoca reacciones específicas cuyos efectos pueden trasladarse a otras. Tiempo con los padres y/o los terapeutas exteriores El tiempo de las sesiones pertenece exclusivamente a los sujetos. Aunque sea posible iniciar un tratamiento teniendo un mínimo de informaciones, llega un momento en el que se hace necesario tener una confirmación objetiva acerca de ciertas hipótesis. Cuando se trata de niños es generalmente el punto de partida de entrevistas regulares con los padres que se reciben fuera de las horas de las sesiones. Cuando se trata de adultos, las entrevistas individuales pueden quedar ya determinadas en el contrato del tratamiento. Se trata sobre todo para el AAT, de trabajar las hipótesis que pudo desarrollar observando al sujeto en el taller más que de tratar de intercambiar informaciones que son del dominio de la intimidad del mismo. No se trata ni de una parte ni de la otra, de develar secretos sino, de suscitar asociaciones en el paciente. En cuanto a los diálogos con el entorno, 6

puede tener efecto en los dos sentidos: no solamente ayuda al AAT a una mejor comprensión del sujeto sino que puede también mejorar la comprensión de los comportamientos del paciente por parte de su familia. La constitución de los grupos Si se trata de niños, conviene constituir grupos amplios de cinco a trece años lo que permite una elasticidad en la organización de los sub-grupos. Si se toma en cuenta la heterogeneidad de la población de un taller con objetivos terapéuticos, tanto a nivel de desarrollo intelectual como afectivo, el ATT puede encontrar ventajoso aceptar y aun favorecer el pasaje de un sub-grupo a otro. Esto permite analizar de manera más amplia las identificaciones con los mayores o los menores, las actitudes con respecto a sus pares así como los movimientos de rechazo de un grupo hacia un sujeto.

7

Related Documents


More Documents from "ronal Perez"