Soluciones Para Una Vida Sexual Sana

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  • Words: 75,285
  • Pages: 322
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Directora: Olga Castanyer Serendipity: “la facultad de hacer –por casualidad– descubrimientos afortunados e inesperados” (Oxford Avanced Dictionary).

Esta colección pretende aportar ideas y reflexio­ nes, materiales y ejercicios que sirvan directamente para aquellas personas que trabajan en su propio crecimiento personal o que ayudan a facilitarlo en otros. Los contenidos serán variados, teniendo como punto de mira el de la divulgación de claves psico­ lógicas que estén al servicio de una mayoría lo más amplia posible. Desde la Psicología, la Corporalidad y la Espiritualidad encontraremos sugerencias para que este crecimiento pueda ser integrador de cuer­ po, mente y espíritu. El estilo “serendípico” pretende fomentar la lec­ tura reposada, la mirada interior, el asombro... y le invitará también a que transforme en vivencia lo leído, o a mantener una actitud de apertura hacia lo gratuito y –en definitiva– a poder vivir desde la acción de gracias la realidad del día a día.

La mayoría de los libros sobre sexualidad suele utilizar el recurso sensacionalista de pregonar que todos sin excepción podemos tener unos éxitos sexuales asombrosos. La verdad es que en la vida real son muchas las personas que sufren problemas sexuales en silencio. Existe una necesidad imperiosa de un libro como Soluciones para una vida sexual sana, que ofrece respuestas directas a aquellas personas que quieran una explicación plausible, unas directrices claras y unas estrategias prácticas. En este libro, la Dra. Hall incluye consejos prácticos para cambiar nuestra forma de pensar, aprender a dialogar, y solucionar los problemas sexuales. Con la ayuda de casos reales extraídos de su consulta, explica la manera de superar las ansiedades más frecuentes, los problemas relacionados con el miedo al fracaso o al rechazo sexual, los estilos procedentes del pasado que pueden bloquear la posibilidad de tener una relación actual más feliz, las diferentes creencias sobre la sexualidad, y las dificultades generadas por las libidos dispares o por los estilos de vida frenéticos y estresantes. Y lo que es más importante, la doctora ayuda a hombres y mujeres a tomar conciencia de qué es lo que la otra persona puede estar pensando o sintiendo en relación a estos problemas que tanto nos afectan. ISBN: 978-84-330-2548-7

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Desclée De Brouwer

Janet Hall

Directora: Olga Castanyer

SOLUCIONES PARA UNA VIDA SEXUAL SANA

Crecimiento personal C O L E C C I Ó N

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SOLUCIONES PARA UNA

Crecimiento personal

VIDA SEXUAL

SANA Janet Hall es psicóloga clínica, sexóloga e hipnoterapeuta, y cuenta con más de treinta años de experiencia en el trata­ miento de los problemas sexuales y de pareja.

Maneras sencillas de abordar y resolver los problemas sexuales cotidianos

Janet Hall Desclée De Brouwer

Es autora de diversos libros y audioguías sobre sexualidad, relaciones de pareja y vida familiar, incluidos Niños sin problemas, Familias sin peleas y Sabiduría sexual, este último dirigido a adolescentes.

soluciones para una vida sexual sana Maneras sencillas de abordar y resolver los problemas sexuales cotidianos

D ra. Jane t Hall

165 soluciones para una vida sexual sana Maneras sencillas de abordar y resolver los problemas sexuales cotidianos

Crecimiento personal C O L E C C I Ó N

© 2004 by Janet Hall Originally published in Australia and New Zealand as Sex-life solutions by Finch Publishing Pty Limited, Sydney Traducción: Francisco Campillo Ruiz

© EDITORIAL DESCLÉE DE BROUWER, S.A., 2012 Henao, 6 – 48009 Bilbao www.edesclee.com [email protected]

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Re­pro­grá­fi­cos –www. cedro.org–), si necesita fotocopiar o esca­near algún fragmento de esta obra.

Impreso en España ISNB: 978-84-330-2548-7 Depósito Legal: BI-358-2012 Impresión: RGM, S.A. - Urduliz

Índice

Reconocimientos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 Introducción: Qué aprenderemos en este libro . . . . . . . . . . . . 11 PARTE I: Problemas relacionados con las percepciones y ansiedades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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1. Mensajes contradictorios y malentendidos. . . . . . . . . . . . 19 2. Masturbación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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3. Ansiedad y problemas sexuales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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PARTE Ii: Mujeres. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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4. Por qué a algunas mujeres les genera ansiedad el sexo. 75 5. Orgasmos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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6. Miedo a las relaciones sexuales dolorosas . . . . . . . . . . . . 119

soluciones para una vida sexual sana

PARTE Iii: Hombres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131

7. Por qué a algunos hombres les genera ansiedad el sexo. 133 8. Dificultades de erección. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143

9. Eyaculación precoz o demasiado rápida. . . . . . . . . . . . . . 169 10. Eyaculación retardada o ausencia de eyaculación. . . . . . 195 PARTE Iv: Parejas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 205

11. Comunicación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 207 12. Libidos dispares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 237

13. Creencias limitadoras respecto del sexo. . . . . . . . . . . . . . 257 14. El estrés y el exceso de ocupaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . 273 Apéndice: Buscar ayuda profesional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 299 Lecturas recomendadas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 309

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reconocimientos

Soluciones para una vida sexual sana surgió a raíz de mi práctica y de mi experiencia clínica, y les estoy reconocida a todas aquellas personas que me confiaron detalles delicados e íntimos de sus vidas. Con objeto de que fuera fácil de manejar y de que encajara con una amplia variedad de lectores, el libro requirió una intensa revisión, y en razón de ello les estoy agradecida a Rex Finch y a Sean Doyle por su persistencia y su fantástica ayuda. Aprecio mucho el amor y el apoyo que siempre me han dado mis fabulosos hijos, Pam y Rob, mi querida madre y mis adorables hermanas. Le estoy agradecida a mi maravilloso marido y mi más fiable ayudante de investigación, el profesor John Sinclair, por su constante amor y por avivar mi corazón.

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introducción: qué aprenderemos en este libro

Este libro pretende satisfacer las necesidades de aquellas personas que quieran tener una información y unas ideas rápidas para solucionar sus problemas sexuales. Como sexóloga, me han pedido una y otra vez que recomendara algún buen libro que hablara de esto. Buscando en la literatura existente, he encontrado muchos libros que ofrecen una información excelente sobre el desarrollo de la sexualidad y los aspectos puramente físicos del sexo, además de una serie de técnicas y de estrategias que ayudan a tener una excelente vida sexual. No encontré demasiada información que ayudara a las personas cuando su sexualidad no era satisfactoria, o que explicara en detalle qué han hecho otras personas para resolver sus problemas en este terreno. El libro incluye los siguientes objetivos: • Ofrecer una serie de directrices prácticas que nos ayuden a tener una buena vida sexual. • Ayudarnos a identificar y a determinar el grado de importancia de las distintas influencias que están afectando a nuestra sexualidad.

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soluciones para una vida sexual sana

• Aumentar nuestra comprensión de la complejidad de las relaciones sexuales. • Ofrecer enfoques resumidos para abordar y solucionar “de manera rápida” los problemas sexuales. • Ofrecer ilustraciones breves de personas que han tenido problemas sexuales y cómo han logrado solucionarlos.

Las dos claves para solucionar los problemas sexuales 1 Conocer y controlar nuestro órgano sexual interno más importante –¡el cerebro! El hecho de tener una actitud positiva hacia la sexualidad –pensamientos y sentimientos positivos respecto de nuestro cuerpo y de nuestra pareja– puede potenciar la posibilidad de tener una buena sexualidad. 2 Conocer y controlar nuestro órgano sexual externo más importante –¡la lengua! Nuestra capacidad de comunicarnos y de hablar de nuestras creencias, necesidades y deseos sexuales, y de qué es lo que nos excita, puede permitirnos tener la mejor de las sexualidades.

Qué contiene cada una de las partes del libro Este libro se divide en distintas partes, en un intento de brindar una forma de acceder más fácilmente a un problema sexual específico y a su posible solución. La Parte I: Problemas relacionados con las percepciones y ansiedades analiza los mensajes contradictorios que suelen contribuir a la confusión y a los malentendidos respecto de la sexualidad. Tenemos que lograr tener unos pensamientos y unos sentimientos positivos

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introducción: qué aprendeREmos en este libro

hacia el sexo, si queremos tener una vida sexual satisfactoria y placentera. Esta parte del libro incluye las “estrategias sexuales esenciales”, que ofrecen una solución para la mayoría de los problemas sexuales. Dado que la masturbación constituye una estrategia fundamental para solucionar la ansiedad sexual y los problemas relacionados con el “rendimiento” sexual, recomiendo leer el capítulo 2 en primer lugar, aunque pensemos que nos sentimos muy seguros de nuestra información y nuestra actitud respecto de la sexualidad. El capítulo 3 analiza el hecho de que la ansiedad es la causa principal de muchos de los problemas sexuales. En la Parte II: Mujeres, las mujeres pueden aprender a potenciar la posibilidad de tener un orgasmo. Las mujeres que tienen miedo de sentir dolor físico al tener relaciones sexuales, aprenderán la manera de prevenir, abordar y superar este problema. En la Parte III: Hombres, los hombres pueden aprender a superar los problemas de erección y de eyaculación. La Parte IV: Parejas, aborda el tema de la comunicación, que es un aspecto clave para solucionar los problemas sexuales que afectan a las relaciones de pareja. El capítulo 14, “El estrés y el exceso de ocupaciones”, describe los muchos obstáculos para una buena vida sexual que aparecen en el transcurso de la vida cotidiana. La solución está en motivarnos, planificarnos y ordenar por prioridades –para potenciar al máximo las posibilidades de tener tiempo para el sexo y disfrutarlo plenamente. El apéndice, “Buscar ayuda profesional”, recomienda qué hacer cuando ya hemos probado a aplicar todas las estrategias anteriores pero seguimos necesitando asesoramiento profesional.

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soluciones para una vida sexual sana

Observaciones importantes • Se da por supuesto que ya tenemos un conocimiento realista de nuestra propia anatomía. En este libro no se incluye ningún diagrama de los aspectos externos o internos de los órganos sexuales. Si necesitamos revisar los datos objetivos respecto de la configuración de nuestros genitales o de nuestro sistema reproductor, podemos leer algún texto elemental sobre sexualidad (los libros Ser mujer y Ser hombre, de Derek Llewellyn-Jones, pueden ser un buen punto de partida; véanse también las “lecturas recomendadas” al final de este mismo libro). • El énfasis en relación con las distintas opciones de tratamiento recae en las soluciones psicológicas, porque soy psicóloga y sexóloga. • Puede haber muchas soluciones físicas útiles a los problemas sexuales, y que yo no he incluido en el libro; insto al lector a buscar las posibles opciones médicas procedentes de un experto en dicho ámbito. • Es probable que en la mayoría de las situaciones, la combinación de soluciones físicas y soluciones psicológicas constituya la mejor línea de acción. — Confidencialidad y privacidad de los pacientes Como sexóloga en ejercicio, me he servido de las historias de muchas personas que he tenido ocasión de conocer, con la idea de que ello pueda ayudar a hacer más real el contenido del libro y ofrecer a los lectores la esperanza de encontrar soluciones positivas. Les estoy sinceramente agradecida a mis pacientes por la sinceridad y la confianza que demostraron al compartir sus preocupaciones y sus problemas conmigo. Mi intención es respetar su

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introducción: qué aprendeREmos en este libro

privacidad y su confidencialidad, y protegerles de cualquier posible identificación. Todos los nombres, edades y detalles han sido modificados.

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I problemas relacionados con las percepciones y ansiedades

Orgasmo regular

Aquí viene el de las 10:14…

1 mensajes contradictorios y malentendidos

Los seres humanos aprendemos de la manera más rápida y mejor cuando observamos a otras personas hacer algo, y a continuación probamos a hacerlo nosotros mismos. A esto lo llamamos “modelado”. Es irónico que el sexo sea una de las conductas más importantes y más exigentes que jamás tengamos que aprender en la vida, pero no nos esté permitido aprender a tener relaciones sexuales… ¡a través del modelado! Tenemos que aprender partiendo de nuestra propia experimentación (no siempre fácil), de lo que nos dicen los demás (que con frecuencia suele ser auténtica basura) y de leer material escrito y ver videos (llenos de personas lozanas e ideales que tienen un sexo apasionado e ideal). Después tenemos que mezclarlo todo para aplicar nuestra propia receta sexual única de la manera que nos parezca mejor en nuestro caso. ¿Tiene algo de extraño que muchos de nosotros nos veamos aquejados por preocupaciones y problemas de índole sexual?

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soluciones para una vida sexual sana

Mi observación, después de más de veinte años ejerciendo como sexóloga, es que el problema más frecuente en relación con los pensamientos y los sentimientos negativos respecto de la sexualidad es lo que yo llamo “la confusión bueno/malo”: el sexo puede hacer que nos sintamos muy bien y darnos un montón de placer a nivel físico, pero al mismo tiempo nuestra percepción de la “inmoralidad” del sexo puede hacer que nos sintamos angustiados y culpables. La persona que tiene sentimientos encontrados respecto del sexo suele preocuparse por dos cuestiones: • ¿Está bien que haga esto? • ¿Es propio de buenas personas hacer algo así? La confusión bueno/malo Un buen título para un libro podría ser: “Todo lo que sé acerca del sexo, lo aprendí en el parvulario”. La verdad es que vamos empapándonos pasivamente de cosas sobre el sexo a lo largo de toda nuestra vida. Desgraciadamente, la mayoría acabamos confundidos por los mensajes contradictorios que recibimos de nuestros padres, de nuestra religión, de la sociedad y de los medios de comunicación. Por un lado, queremos creer que el sexo es algo hermoso que tiene lugar entre dos personas que se quieren. Por otro, podemos llegar a la conclusión de que el sexo es algo tosco, primitivo y chabacano –como en la pornografía y en la prostitución. Actualmente disponemos de contenidos sexualmente explícitos en casi todos los soportes o formatos, y para casi todo el mundo. La literatura pornográfica y los vídeos pornográficos son un negocio enormemente lucrativo.

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mensajes contradictorios y malentendidos

Mensajes contradictorios procedentes de los padres: falta de información Algunas personas no tienen una actitud clara respecto del sexo porque sus padres jamás les hablaron de ello. En mi práctica como sexóloga, llevo el recuento del número de personas que jamás supieron cuál era la actitud de sus padres hacia el sexo. La mayoría de las personas dicen no saber nada respecto de la sexualidad que tenían sus padres. La mayoría de las personas recibieron una educación formal en este ámbito a través de los programas de educación sexual del colegio, que se centraban principalmente en el aspecto reproductor de la sexualidad. Estos programas son útiles, pero lo mejor sería que complementaran las enseñanzas de los padres, en lugar de ser la única fuente de conocimiento sexual. ¿Por qué a los padres les da tanta vergüenza hablarles de sexo a sus hijos y se sienten aterrorizados ante la perspectiva de tener que hablar de su propia sexualidad? Ello sirve únicamente para perpetuar la doble moral y las actitudes contradictorias respecto del sexo. Si el sexo es tan bueno, ¿por qué hay que guardarlo en secreto?

Mensajes contradictorios procedentes de los padres: información errónea Muchas de las personas que vienen a terapia tienen problemas sexuales debido a la educación sexual que recibieron de sus padres. Éstos les habían dicho que el sexo era algo malo y que las personas que buscaban tener sexo por placer eran malas.

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soluciones para una vida sexual sana

Ejemplos de cómo solucionaron algunas personas sus problemas con los mensajes contradictorios y la información errónea La madre de Corinne le había dicho que las chicas buenas debían huirle al sexo El problema: Corinne tenía 27 años y estaba casada con Marvin. Su matrimonio era feliz en todos los sentidos, salvo en uno –el sexo. El marido se sentía herido, exasperado y frustrado por la falta de respuesta ante sus esfuerzos por complacer a su mujer. Marvin lo expresaba de la siguiente forma: “He probado a hacer todas las acrobacias sexuales que se me han podido pasar por la cabeza, pero nada de lo que hago parece entusiasmarle”. Corinne reconoció que jamás se había sentido interesada por el sexo. “Me gustaría complacerle, pero no puedo fingir que me gusta cuando verdaderamente no es así”. La causa: Corinne había recibido una educación sexual por parte de una madre muy reprimida sexualmente, quien había advertido a su hija del peligro que tenían los chicos y del terrible destino que le esperaba en el caso de que llegara a quedarse embarazada. La solución: Con ayuda de la hipnoterapia, Corinne pudo acceder a los recuerdos de las advertencias de su madre, y procedimos a revisar aquel período de su vida e instruir a su “yo” de aquel entonces para que se negara a aceptar la visión negativa que su madre tenía del sexo. Gradualmente, Corinne comenzó a permitirse disfrutar del sexo. ¡Entonces pudo ver lo que se había estado perdiendo!

El padre de John quería que su hijo, que era homosexual, fuera heterosexual El problema: George era un varón de origen griego que vino a verme porque se había enterado de que su hijo John, de 26 años de edad, era homosexual. George se sintió devastado por la noticia y me pidió que probara a hipnotizar a su hijo “para que volviera a ser una persona normal”.

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mensajes contradictorios y malentendidos

La causa: George tenía una información equivocada respecto de la sexualidad. Pensaba que su hijo estaba eligiendo su sexualidad. La solución: A George se le informó del componente genético de la homosexualidad, y de que no era simplemente una cuestión de que su hijo estuviera “eligiendo” ser homosexual.

Los padres de Steve estaban convencidos de que el sexo era exclusivamente para tener hijos La educación sexual que recibió Steve desembocó necesariamente en una serie de problemas sexuales, porque contenía mucha información errónea. El problema: Hasta los 34 años, Steve no tuvo una relación normal estable. Entonces conoció a una mujer más joven que él y se enamoró perdidamente, pero comprobó que era incapaz de mantener una erección estando con ella. La causa: Steve había sido educado por unos padres puritanos que pensaban que el sexo estaba exclusivamente al servicio de la procreación. Steve se rebeló contra sus padres y se fue de casa a los dieciocho años. A ello le siguió una exploración del lado más tórrido y lascivo del sexo, recurriendo con regularidad a prostitutas y llevando a cabo prácticas sexuales más extremas, como la “lluvia dorada” y el “fisting”. La solución: Sus creencias sexuales se reducían únicamente a dos ideas: el sexo es para procrear o para rebelarse. Steve procedió a desarrollar una creencia diferente en relación con la expresión sexual de su amor por esta chica a la que tanto deseaba.

La madre de Joan jamás le habló a su hija de sexo Si su madre le hubiera enseñado que el placer sexual no era algo malo, tal vez Joan no habría tenido una vida sexual tan atormentada y complicada. El problema: Joan era una mujer muy atractiva y voluptuosa de 32 años de edad, que estaba muy preocupada por su tendencia a enredarse en relaciones tormentosas.

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A los catorce años tuvo sus primeras experiencias sexuales con un chico, de los quince a los diecisiete mantuvo una relación abusiva violenta con un hombre mayor, y después vivió en pareja con otra mujer que también la maltrató físicamente y emocionalmente a lo largo de diez años. Después, Joan tuvo otra relación violenta (que duró dos años) con un hombre que la inició en el mundo de las drogas duras y de las orgías sexuales. Actualmente, Joan mantenía una relación con un hombre que no era violento, pero que recurría a las prostitutas y a la pornografía de forma habitual. La causa: Joan pensaba que su confusión sexual y la tendencia a elegir una pareja violenta se basaban en el modelo que había recibido de su madre, quien había cuidado de su padre, que era alcohólico y violento. Su madre no le había dado ningún fundamento sólido en el que apoyar su valía como mujer. Cuando llegó a la pubertad, le preguntó a su madre acerca del sexo. Su madre, avergonzada, le contestó que fuera a preguntarle esas cosas a su padre. La solución: Joan aprendió a poner límites en sus relaciones con los demás y asegurarse de que la tratasen con respeto.

Pensemos en los mensajes, tanto verbales como no verbales, que hemos recibido de nuestros padres en relación con la sexualidad. Las siguientes preguntas nos pueden ayudar a refrescarnos la memoria: • ¿Cómo se demostraban nuestros padres su afecto entre ellos? • ¿Nuestro padre hacía chistes sobre lo difícil que era tener relaciones sexuales con nuestra madre, o sobre las quejas de ella de que él “nunca tenía bastante”? • ¿Nuestra madre se comportaba como si la sexualidad fuera una carga que tenía que soportar, o se quejaba de que nuestro padre “nunca parecía tener bastante”?

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mensajes contradictorios y malentendidos

• ¿Cómo llevaron nuestros padres la cuestión de nuestra educación sexual? • ¿Cómo reaccionaron nuestros padres cuando empezamos a desarrollarnos sexualmente? ¿Lo vieron como un período positivo o como un período negativo? • ¿Nos pusieron en guardia nuestros padres contra las relaciones prematrimoniales? • ¿Hubo una doble moral para los chicos y para las chicas dentro de nuestra familia? (¿Estaba bien que los chicos tuvieran relaciones prematrimoniales, pero no estaba bien que las tuvieran las chicas?)

¿Tenemos algún sentimiento de culpa en relación con la sexualidad? Las preguntas anteriores pueden ayudarnos a valorar si estamos aquejados o no por algún sentimiento de culpa sexual. Las posibles causas del sentimiento de culpabilidad en este terreno incluyen: • Los mensajes negativos y contradictorios en relación con una doble moral, que recibimos acerca de la sexualidad durante nuestra niñez. • La inseguridad respecto de nuestra feminidad o de nuestra masculinidad. • El saber que somos homosexuales, pero negarnos a obrar en consecuencia, porque nos avergonzamos de nuestra homosexualidad. • El tener experiencias homosexuales, pero ocultarles este hecho a las personas más cercanas por miedo de que les parezca mal.

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La solución: pensamientos positivos y datos objetivos Cuando estudiaba en la universidad, recuerdo haber echado un vistazo en una librería y quedarme fascinada por el título de un libro: Tus zonas erróneas. Pensé equivocadamente que se trataba de un libro de autoayuda sobre sexo (había leído que ponía Tus zonas erógenas). En realidad trataba sobre el pensamiento positivo. El libro resultó ser una herramienta esencial para mi iniciación en la fuerza que tiene el hecho de pensar racionalmente, y de revisar y cambiar los pensamientos erróneos. Aprendí que el primer paso para resolver un problema es recabar la información correcta. Conocer la verdad objetiva sobre la sexualidad tendrá un efecto positivo muy fuerte sobre nuestros pensamientos, sentimientos y conductas. El conocimiento es poder, de modo que tenemos que leer y estudiar a fondo acerca de los hechos objetivos sobre la sexualidad y acerca de las técnicas sexuales. La información más importante reside en las cuatro áreas siguientes: • La maravillosa complejidad de la sexualidad; • La importancia de tener una sexualidad satisfactoria; • Los beneficios de la sexualidad; y • La importancia de tener unos pensamientos y unos sentimientos positivos respecto de la masturbación (véase el capítulo siguiente).

La maravillosa complejidad de la sexualidad La sexualidad es muy compleja. Podemos vivir la sexualidad en relación con muchos aspectos distintos de nuestra vida:

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• Nuestra sensualidad –recibimos sensaciones sensuales y placenteras procedentes de todas las zonas erógenas de nuestro cuerpo, incluidos los genitales, por supuesto, pero también los lóbulos de las orejas, los dedos de los pies, los dedos de las manos, el cuello, la zona de la parte inferior de la espalda donde comienza la separación de las nalgas, las axilas, y el dorso de la mano. Cada uno tenemos nuestras zonas sensuales o erógenas preferidas. • La sexualidad está al servicio de la reproducción y la supervivencia de las especies. • La sexualidad confirma nuestra identidad sexual y fortalece la autoestima. • Nuestras elecciones eróticas –nos reservamos el derecho de tener nuestras manías y nuestros caprichos respecto de con quién queremos tener relaciones sexuales y qué es lo que queremos hacer. No todo el mundo nos atrae. Siempre me he sentido fascinada por el elemento imprevisible de la química entre las personas. Jamás podemos predecir quién puede gustar a quién. A veces, es el hombre menos atractivo del grupo quien resulta valorado como el hombre más sexy por la mujer más atractiva del grupo. A saber por qué. • Nuestra sexualización (la asimilación de nuestra condición de seres sexuados) –unas personas utilizan las relaciones sexuales como una forma de dominar y de aplastar a los demás, otras buscan el sexo con objeto de sentirse amados, otras pueden transigir con el sexo únicamente porque piensan que ese es su deber. • La intimidad –tener sexo con alguien que sea especial para nosotros constituye el aspecto más importante de la sexualidad en el caso de los seres humanos.

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soluciones para una vida sexual sana

La importancia de tener una sexualidad satisfactoria El concepto más importante que debemos integrar es el de una sexualidad satisfactoria (que nos llene o nos haga sentirnos realizados). Ello tiene lugar cuando las personas disfrutan del placer que se deriva de sus cuerpos con ayuda de una comunicación abierta y sincera, sin daño ni perjuicio físico, mental, emocional, espiritual ni económico para ninguna de las partes, ya sea en ese momento o a la larga, en un futuro. Para disfrutar plenamente de la vida, tenemos que reconocer que somos mucho más que nuestro cuerpo. Es verdad que nuestro cuerpo es una obra de arte a nivel físico, pero también tenemos un corazón, una mente y un espíritu. La vivencia del máximo placer en la vida incluye los cuatro niveles de conexión –físico, emocional, mental y espiritual: • El nivel físico del sexo se relaciona con lo que yo llamo el factor “deseo”. El deseo es lo que sucede cuando se da una química sexual entre las personas. • El nivel emocional tiene que ver con el amor. Cuando tenemos sexo con alguien de quien estamos enamorados, la sensación es mucho más profunda que cuando tenemos sexo con alguien de quien no estamos enamorados. • El nivel mental de conexión se relaciona con todos los pensamientos y actitudes que tenemos respecto de la sexualidad y el cómo se lo comunicamos a los demás, especialmente a nuestra pareja. • Dado que la conexión espiritual es intangible, no nos es fácil explicar en qué consiste –pero sí podemos sentirla y reconocerla. Cuando tenemos sexo con nuestra alma gemela, con nuestra media naranja espiritual, la sensación es mucho más profunda que cuando tenemos sexo con alguien con quien no nos identificamos o no sintonizamos de esta forma.

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mensajes contradictorios y malentendidos

Pienso que cada uno de estos cuatro niveles de conexión contribuye en un porcentaje del 25% al éxito en nuestra vida sexual –ya sea a solo (sin pareja) o dentro del contexto de una relación. Por tanto, si no nos estamos responsabilizando, haciendo cargo y disfrutando de nuestra sexualidad, nos estamos perdiendo como mínimo un cuarto de nuestro potencial. Nos estamos engañando a nosotros mismos –¡y engañando a nuestra pareja si tenemos una relación! Pensemos en las consecuencias que se derivan de esta definición de la sexualidad satisfactoria. Este concepto permite la existencia de una gran diversidad sexual, incluidas las posibilidades que van mucho más allá de las expectativas “normales” habituales respecto del sexo. También autoriza la exploración y la experimentación en lo referente a distintas combinaciones, número y sexo de las personas implicadas… siempre que se cumplan las condiciones para una sexualidad satisfactoria. Por ejemplo, el sexo satisfactorio puede incluir evidentemente la masturbación, el coito y el sexo oral… Las dos claves principales para tener una sexualidad satisfactoria son: • Querer a nuestro “yo” sexual y tener la confianza sexual necesaria para potenciar al máximo nuestro placer sexual. • Amar y respetar a nuestra pareja, a fin de poder dar y recibir sexualmente, como personas de igual a igual. La sexualidad satisfactoria es un don que podemos compartir con otra persona para crear una cercanía y una intimidad que va más allá del mero acto físico, y que puede ser vivida en los cuatro niveles del ser –físico, emocional, mental y espiritual. La unión sexual puede trascender el terreno de lo cotidiano y ser una auténtica bendición.

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soluciones para una vida sexual sana

Los beneficios de la sexualidad El sexo puede tener un montón de beneficios, incluidos: • Diversión: Tomémonos el sexo a la ligera de vez en cuando –riámonos abiertamente, o con risitas sofocadas, y retocemos. • Intimidad: Fortalezcamos la cercanía que sentimos con alguien en especial. • Placer: Disfrutemos de la magia de nuestros sentidos –por todo nuestro ser, ya no únicamente los genitales. • Amor: Demostremos el amor que sentimos por otra persona dando y recibiendo placer incondicionalmente. • Liberación de la tensión: El sexo hasta llegar al orgasmo puede ser una forma excelente de manejar el estrés. ¡Se sugiere incluso como tratamiento para las jaquecas y las migrañas! • Hijos: El sexo enfocado a la concepción planificada puede ser algo sublime –juntos, estamos dando vida a otro ser. • Antídoto contra el aburrimiento: El sexo puede ser una alternativa excelente a la opción de quedarse viendo la televisión un día de lluvia. • Una actividad recreativa flexible y portátil: El sexo es algo que podemos llevar con nosotros prácticamente a cualquier sitio (si bien no se recomienda… ¡hacerlo en traje de buzo al completo!) • Pérdida de peso y puesta en forma: Una larga y enérgica sesión de sexo puede ayudar a quemar calorías y mantener una tasa cardíaca sana. Tener relaciones sexuales dos veces por semana equivale, en términos cardiovasculares, a hacer unos 60 kilómetros de footing al año. (Un médico dijo una vez en una charla delante de una audiencia que un hombre

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mensajes contradictorios y malentendidos

normal quemaba unas 1.000 calorías por hora durante las relaciones sexuales. Un hombre de entre el público preguntó cuántas calorías se quemaban si la relación sexual duraba dos minutos…). • Buena salud: En el caso de los hombres, el sexo aumenta los niveles de testosterona, lo que a su vez incrementa la fuerza y la confianza. También reduce los problemas de próstata, el estrés y los problemas de corazón. En el caso de las mujeres, el sexo aumenta los niveles de testosterona, lo que protege el corazón y los pulmones, y mantiene la suavidad de los tejidos vaginales, reduciendo las menstruaciones irregulares y disminuyendo el dolor y el estrés asociados al síndrome premenstrual. • Una buena noche de sueño: El sexo es la mejor pastilla para dormir, la más barata y la más placentera que podemos tomar. • Bienestar: El sexo también es bueno para la salud mental; existe una clara relación entre la satisfacción con la propia vida sexual y el bienestar psicológico (véase Inteligencia sexual, de S. Conrad y M. Milburn).

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soluciones para una vida sexual sana

Resumen El problema más frecuente en relación con los pensamientos y los sentimientos negativos respecto del sexo es “la confusión bueno/malo”: el sexo puede hacer que nos sintamos muy bien y darnos un montón de placer a nivel físico, pero al mismo tiempo nuestra percepción de la “inmoralidad” del sexo puede hacer que nos sintamos angustiados y culpables. Muchas personas acaban por hacerse un lío con la sexualidad, debido a los mensajes contradictorios procedentes de los padres, de la religión, de la sociedad y de los medios de comunicación. Conocer la verdad objetiva sobre la sexualidad tendrá un efecto positivo muy fuerte sobre nuestros pensamientos, sentimientos y conductas.

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2 masturbación

La ansiedad y la culpa respecto del sexo suelen estar relacionadas con la masturbación. Los cuentos y patrañas incluyen la advertencia de que si nos masturbamos, se nos secará la mano y se nos desprenderá del brazo, o nos crecerá vello en el dorso de la mano, o se nos caerá el pelo. Al parecer, la enciclopedia más antigua que existe sobre la sexualidad advierte de que la masturbación puede hacer… ¡que nos quedemos ciegos! A continuación, tenemos algunos de los juicios negativos más ridículos: • La masturbación es una conducta sexualmente inmadura que una persona adulta debería haber superado ya con el paso del tiempo. • Masturbarse no es propio “de hombres” ni “de mujeres”. • La masturbación es un capricho egoísta, porque no “contribuye” a nada –a concebir un hijo o a mejorar la calidad de una relación, por ejemplo.

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• Algunas parejas, sobre todo las mujeres, se enfadan si se enteran de que su marido se masturba a solas –lo ven como un gesto egoísta y como un desaire o un rechazo personal. El hombre, por su parte, probablemente dirá que la masturbación a solas es algo sencillo y sin complicaciones –sobre todo si lo único que se busca es un alivio rápido. El hombre puede pensar que le está haciendo un favor a su mujer al no molestarla para echar un “polvo rápido”. ¿Nos suenan familiares todos o algunos de estos juicios sobre la masturbación? Me permito sugerir que los ignoremos sin más. ¡Quedémonos tranquilos! El sexo a solas es algo absolutamente normal y no constituye ningún problema.

¿Por qué no le cambiamos el nombre? Dijo un bromista en cierta ocasión: “Masturbación: ¡es más fácil hacerlo que decirlo!”. La sociedad, desde luego, no nos prepara para que nos sintamos bien disfrutando de la masturbación. Incluso el sonido de la palabra puede echarnos para atrás. Probemos a decirla en voz alta. “Masturbación”. Lo podemos decir diez veces y seguirá sonando desagradable… tiene un sonido áspero, ¿verdad? Suena un poco como si fuera una enfermedad grave. De hecho, la palabra es una corrupción de una raíz del latín y del griego que, juntas, significan literalmente “deshonrarse con la mano”. No sé los demás, pero eso no refleja precisamente ¡lo bien que me lo he pasado yo masturbándome! ¿Qué piensa el lector?

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Podemos llamarlo “sexo a solas”, pensar en ello como un placer que nos damos a nosotros mismos, y disfrutar de ello como un derecho natural universal. El sexo a solas es “la parte donde se hace pie” dentro de una buena vida sexual. La principal causa de ansiedad sexual es que la gente se lanza precipitadamente a lo que yo llamo “la parte donde cubre” dentro de la sexualidad. Es decir, piensan que el coito con la pareja es el no va más y la razón de ser de toda la sexualidad. En realidad, el coito es “la parte donde cubre”. Es decir, es la conducta sexual más delicada, la más complicada y la más exigente potencialmente. Para aprender a nadar no nos lanzaríamos de cabeza a la parte donde más cubre de la piscina, ¿verdad? Pues no, empezaríamos por la parte donde menos cubre, con la ayuda de todo tipo de apoyos o elementos accesorios, y exponiéndonos gradualmente a una profundidad cada vez mayor.

Ejemplos de cómo castigaron a algunas personas a causa de la masturbación A continuación podemos perfectamente hacernos una pregunta importante: si el sexo a solas es algo bueno, ¿por qué lo hacemos en secreto? Ocultamos el hecho de que nos masturbamos porque tenemos miedo de que nos juzguen –en el mejor de los casos, de que nos humillen y, en el peor de los casos, de que nos castiguen físicamente– si nos “descubren” o nos pillan in fraganti. A muchas personas les castigaron por masturbarse y, debido a ello, han desarrollado problemas sexuales de larga duración.

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La madre de John le pilló masturbándose El problema: A los 30 años de edad, John vino a verme debido a que seguía siendo virgen y ya no aguantaba más. Estaba traumatizado con la sexualidad y le atemorizaba la idea del sexo en general. La causa: John me contó que, cuando tenía trece años, había pasado unos días en una embarcación unifamiliar con sus padres. Los padres se fueron a pasear por el río y él se quedó en el bote, tomando el sol. Estaba masturbándose cuando de repente volvió su madre. Se puso a gritarle y a decirle cosas por el estilo de: “Eso que estás haciendo es malo, es ruin y es perverso, y te vas a ir al infierno de cabeza”. La solución: Jamás volvió a masturbarse… hasta que vino a verme. ¿Os imagináis cuál fue su primera tarea para casa? Aprender a masturbarse sin sentir culpa. Para ello hizo falta una sesión de hipnosis, a fin de poder cambiar radicalmente aquel terrible pensamiento negativo que su madre le había inculcado.

El padre de Ted le dijo que iría de cabeza al infierno por masturbarse El problema: Ted es informático, tiene 46 años y vino a terapia debido a su falta de interés por el sexo. Su mujer se puso a llorar mientras explicaba sus intentos por seducirle y excitarle, y la respuesta apática de su marido desde hacía ya muchos años. Al principio pensó que todo era culpa suya, y que estaba claro que ella no era lo bastante atractiva sexualmente para él, pero ya estaba harta de que su marido no hiciera el menor esfuerzo por solucionar el problema. La causa: Ted admitió que era incapaz de relajarse con los ejercicios de sexo a solas. Únicamente podía oír el disco invisible sonando dentro de su cabeza con la voz de su padre diciendo: “No te toques nunca por placer… o arderás en el infierno”. La solución: Ted respondió muy bien a las sugestiones hipnóticas de que borrara de su cabeza la voz prohibitiva de su padre a fin de poder empezar a asumir la responsabilidad de sus prácticas adultas de sexo a

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solas. Después de ello, siguió avanzando y pasó a tener relaciones sexuales placenteras con su mujer durante los pocos meses siguientes, incluida la masturbación mutua y el coito. La última vez que los vi, estaban emocionados por la noticia de que esperaban un niño. Todos sus deseos respecto de tener una vida sexual satisfactoria se habían hecho realidad.

Los niños y la masturbación Sin lugar a dudas, ¡el ser humano está hecho para masturbarse! Los niños se masturban de manera natural y espontánea. Podemos ver a niños muy pequeños jugando con sus genitales y disfrutando manifiestamente de ello.

Información fidedigna para los padres ¿Cómo les podemos decir a nuestros hijos pequeños, sin que se sientan mal, que la masturbación es algo que hay que hacer en privado? A continuación, tenemos un ejemplo. Jane y su hija de cuatro años de edad, Jasmine, estaban pasando unos días en casa de la abuela, durmiendo en la misma habitación en camas separadas. Se despertaron y se pusieron a hablar, cuando de pronto la madre se dio cuenta de que su hija estaba masturbándose. Jane respiró hondo y a continuación le dijo a su hija: “Cariño, lo que estás haciendo está muy bien cuando estás sola, pero puede que los demás no quieran verte haciendo eso delante de ellos”. La niña se quedó en silencio durante un momento y la madre dio un suspiro de alivio pensando que había logrado superar con mucho tacto aquella situación tan embarazosa. De repente, se oyó una vocecita diciendo: “Por favor, mami, ¿te importaría salir fuera de la habitación un momento?”.

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Los hombres y la masturbación Los hombres descubren su pene a una edad muy temprana. Al fin y al cabo, lo tienen a la vista (es un órgano externo), se lo tienen que tocar cada vez que van al baño, parece tener vida propia y es un juguete todavía mejor que ningún pato de plástico cuando se están bañando. Los chicos descubren cuál es el siguiente uso maravilloso del pene hacia los once años, cuando empiezan a tener una eyaculación después de masturbarse. Les gusta tanto que lo hacen todas las veces que pueden. La frecuencia de la masturbación real, por comparación con el deseo de masturbarse, es menor de lo que uno querría, porque siempre hay que hacerlo en privado y ello no es fácil cuando se vive dentro de un entorno familiar. También está el dilema práctico de encontrar una explicación convincente para las manchas que se puedan dejar. Por mi parte, recomiendo que todos los chicos empiecen a coger la costumbre de lavarse ellos mismos toda su ropa, especialmente las sábanas de la cama, a partir de los doce años. Esto les permitirá solucionar el dilema ¡al tiempo que les hará ganar un montón de puntos a los ojos de mamá! Los hombres no suelen hablar mucho de sexo, pero han inventado algunas expresiones “propias de chicos” que reconocen la universalidad de la masturbación. Entre ellas están los dichos como “Mrs. Palmer y sus cinco hijas” (un cinco contra uno), “pajearse”, “cascársela”, y la metáfora del clásico El lamento de Portnoy –“batir la carne”.

Las mujeres y la masturbación Las mujeres tienden a no admitir que se masturban, como evidencia la ausencia de expresiones definidas o características para referirse a ello. Las mejores que me vienen a la cabeza son tal vez

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“hurgarse” o “manosearse”, y no recuerdo a ninguna mujer que haya dicho nada parecido de buen grado delante de mí… ni siquiera en mi condición de sexóloga. En el caso de estar dispuesta a confesarlo, de lo único que una mujer hablará probablemente es de “jugar consigo misma”. Un hombre me contó que se quedó asombrado cuando su pareja, con la que vivía desde hacía tres años, reconoció que jamás se había masturbado. De hecho, admitió que ni tan siquiera se le había pasado por la cabeza “tocarse en semejante sitio”. El hombre estaba asombrado e impresionado. Y además tuvo que afrontar el hecho de que su mujer estaba muy inhibida sexualmente y tenía por delante de él un largo camino por recorrer si quería ayudar a su compañera a que aprendiera a quererse a sí misma lo bastante como para darse cariño mediante la masturbación con vistas al orgasmo (o, cuanto menos, al placer erótico). Puede que algunas mujeres no se masturben de forma habitual hasta que no salgan de casa de sus padres. La idea puede haberles rondado la cabeza, pero con frecuencia las mujeres tienen todavía más miedo que los hombres de que las puedan pillar. La incidencia menor de la masturbación femenina también puede deberse al hecho de que una chica tiene que poner cierta atención consciente para acariciarse los genitales –más que un chico, porque los genitales del chico le cuelgan por fuera delante de él. La chica, en cambio, suele sentarse sobre los suyos. Las mujeres pueden elegir masturbarse directamente, tocándose con las manos, o bien indirectamente, como en el acto de frotarse los genitales contra una superficie contra la que se presiona, como, por ejemplo, el mango de un cepillo del pelo, o bien poniéndolos debajo de un grifo abierto, donde el agua ejerce una presión constante.

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Las ventajas del sexo a solas A continuación tenemos cuatro buenas razones como mínimo para disfrutar del sexo a solas: 1. Nos masturbamos porque estamos programados para ello. Nuestros genitales están pensados para ser estimulados por placer. Parémonos a pensarlo… ¿no sería una broma muy pesada por parte de Dios que no nos estuviera permitido utilizar nuestros genitales para el placer después de que Él mismo los haya dotado de la capacidad de darnos placer? De hecho, ¿por qué habrá querido Dios que los seres humanos seamos de los pocos seres vivos que podemos disfrutar del sexo por placer y ya no únicamente para procrear? Como dijo un bromista muy agudamente –“Si de verdad Dios no hubiera querido que nos masturbásemos, ¡nos habría colocado los genitales entre los omóplatos!”. 2. Nos masturbamos por nuestra cuenta porque podemos hacerlo perfectamente y casi con toda seguridad ello nos garantizará un orgasmo sin tener que estar pendientes de las necesidades o del placer de ninguna otra persona. Puede ser rápido, sin complicaciones, y después de hacerlo no tenemos que mostrarnos amables con nadie más que con nosotros mismos. Los hombres, en particular, dicen que disfrutan masturbándose mientras se sumergen en un flujo de estímulos visuales – viendo imágenes o vídeos pornográficos. En relación con ello, está la sensación de que “puedo hacerlo a mi manera con esta mujer, dominarla y después dar media vuelta, sin oír ninguna recriminación. ¡Y se queda uno fenomenal!”. Utilizando indicadores como, por ejemplo, el aumento de la tasa cardíaca, los cambios en la presión sanguínea y medidas de la

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tensión muscular, los estudios de laboratorio han encontrado que, en el caso de muchos hombres y muchas mujeres, los orgasmos derivados de la autoestimulación son más intensos que los derivados del coito. Ello se debe probablemente a que la persona que practica el sexo a solas tiene un control absoluto sobre su estimulación y no depende del ritmo, los cambios en la presión ejercida o los movimientos de la otra persona. Saben qué sensaciones les resultan agradables y de esta forma pueden aumentar al máximo la posibilidad de tener un orgasmo. Advertencia: Simplemente, tengamos cuidado de no abusar de los estímulos visuales y de no volvernos unos adictos a ellos. Un hombre vino a terapia porque tenía que hacer un alto en el trabajo unas tres veces al día para masturbarse con “la carnaza” que encontrara ese día por internet. Este hábito estaba interfiriendo gravemente en su rendimiento laboral. 3. La masturbación nos permite practicar y explorar la variedad de músicas que nuestros instrumentos genitales son capaces de tocar, para que así más adelante podamos disfrutar más del sexo en pareja. ¿Cómo podemos esperar que nuestra pareja sepa cuáles son las mejores maneras de ponernos a tono y de mantenernos excitados con vistas a obtener el máximo placer, si nosotros mismos no lo sabemos? La información (el feedback) que recibimos de la autoestimulación puede fortalecer enormemente nuestro potencial para hacer el amor. De hecho, Kinsey, el mayor experto mundial en sexo, descubrió que las personas que habían empezado a masturbarse a una edad temprana tenían una vida sexual más vigorosa que los que no lo habían hecho –y seguían teniéndola pasados muchos años, cuando la persona normal ya ha dejado de tener relaciones sexuales.

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4. Otras razones adicionales para masturbarse incluyen la ausencia de riesgos y la liberación de la tensión. Un orgasmo puede hacer las veces de una pastilla para dormir, ¡sin tener ningún efecto secundario! La próxima vez que nos permitamos el capricho de tener sexo a solas, recordemos que con ello también nos estamos haciendo cargo responsablemente del manejo de nuestro estrés. Y por último… no perdamos jamás de vista que la capacidad de darnos un orgasmo a nosotros mismos supone una auténtica independencia sexual. Advertencia final: Algunos lectores que estén deleitándose en el arte de la masturbación, se pueden preguntar: y si es algo tan bueno, ¿cómo es que la gente no renuncia al acto sexual? Pues porque el sexo en pareja puede ser mucho más que la mera estimulación genital, el coito y el orgasmo. ¿Recordamos cuando hablamos del concepto de una sexualidad satisfactoria, que nos permite realizarnos? Cuando tenemos relaciones sexuales con una pareja que es nuestro compañero o compañera del alma, que comparte nuestras convicciones y nuestros valores, a quien amamos profundamente y con quien hemos compartido momentos buenos y momentos malos, el sexo en pareja puede generar una sinergia prodigiosa y mágica, imposible de alcanzar con el sexo a solas.

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Resumen La ansiedad y la culpa respecto del sexo suelen estar relacionadas con la masturbación. Ocultamos el hecho de que nos masturbamos porque tenemos miedo de que nos humillen y nos castiguen físicamente si nos “descubren” o nos pillan in fraganti. A muchas personas las castigaron por masturbarse y, debido a ello, han desarrollado problemas sexuales de larga duración. Hay algunas cosas que debemos recordar respecto del sexo a solas: • Nos masturbamos porque estamos programados para ello. Nuestros genitales están pensados para ser estimulados por placer. • Nos masturbamos por nuestra cuenta porque podemos hacerlo perfectamente y casi con toda seguridad ello nos garantizará un orgasmo sin tener que estar pendientes de las necesidades o del placer de ninguna otra persona. • La masturbación nos permite practicar y explorar la variedad de músicas que nuestros instrumentos genitales son capaces de tocar, para que así más adelante podamos disfrutar más del sexo en pareja. • Otras razones adicionales para masturbarse incluyen la ausencia de riesgos y la liberación de la tensión.

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3 ansiedad y problemas sexuales

La sensación de miedo que sentimos cuando nos encontramos en la vida real con algo aterrador como, por ejemplo, un tigre de Bengala o un perro rabioso, es desagradable. Cuando nos vemos ante una amenaza externa, nuestra sexualidad deja de funcionar (se apaga, se detiene, queda en suspenso) y nos concentramos en salvar la vida. Desgraciadamente, nuestro cuerpo puede responder de la misma manera cuando nos encontramos ante una situación sexual que nos inspira temor.

La respuesta de “ataque o fuga” El miedo y la ansiedad son emociones naturales normales. Liberan adrenalina, hormona que desencadena la reacción de “ataque o fuga”. Con cuál de estas dos opciones responderemos, dependerá de cómo interprete nuestro cerebro la situación. En ambos casos se libera la misma hormona (adrenalina), pero el resultado puede ser una serie de emociones, pensamientos y conductas diferentes.

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Un joven de diecisiete años puede ver su primera ocasión de tener relaciones sexuales con su novia como una oportunidad emocionante, en tanto que su amigo, que tiene menos confianza en sí mismo, puede ver la misma situación como algo que le da terror, porque no está seguro de que se le vaya a dar bien. Un cierto nivel de ansiedad o de temor puede ser útil –nos puede ayudar a dar lo mejor de nosotros mismos. Ante la perspectiva de tener que hablar en público, por ejemplo, la ansiedad puede manifestarse bajo la forma de la expectativa emocionada y entusiasta de que vamos a tener un éxito rotundo. Pero en el caso de la persona que se siente aterrada, insuficientemente preparada, o de la que se rieron en alguna otra situación similar anterior, la ansiedad y los síntomas nerviosos pueden hacer que se venga abajo, negándose histéricamente ni tan siquiera a intentar subir al estrado. La ansiedad contribuye a crear los problemas sexuales de una forma similar. Cuando la persona tiene algún pensamiento angustioso, los síntomas corporales incluyen todo tipo de señales de alarma, tales como la respiración acelerada (entrecortada), temblores, palpitaciones, sudores, mareos y boca seca. ¿Tiene algo de extraño que en tales circunstancias se apague el interruptor de nuestro funcionamiento sexual?

Fobia al sexo Son muchas las personas a las que les angustia la perspectiva de tener relaciones sexuales –ya sea porque es la primera vez que lo hacen o porque se trata de hacerlo con una persona diferente (una nueva pareja). Esta ansiedad puede contribuir a tener una experiencia sexual muy insatisfactoria. La mayoría de las personas acaban superando finalmente este obstáculo –con la pareja adecuada, y con el tiempo. Otros, en cambio, desarrollan una “fobia al sexo”.

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La definición de fobia incluye tres elementos: 1. Un temor de tal intensidad que incluso el solo hecho de pensar en acercarse a la circunstancia temida, no digamos ya al hecho real en sí, genera tanta ansiedad que la persona se bloquea y su cuerpo se queda paralizado. Lo que quiere es evitar el objeto de su temor sea como sea. 2. Ninguna explicación racional ni ninguna información objetiva pueden convencer a la persona fóbica de que no tienen por qué temer nada. 3. El mantenimiento de este miedo tiene un efecto desadaptativo sobre la persona –es decir, puede afectar gravemente al desarrollo de una vida normal. Los ejemplos de reacciones fóbicas incluyen el vaginismo en las mujeres (en donde la vagina se agarrota y no deja entrar nada –véase el capítulo 6), y los casos en los que el no lograr tener una erección desemboca en que el hombre evite todo contacto sexual y permanezca célibe durante el resto de su vida (véase el capítulo 8).

Ejemplos de una única mala experiencia que fue determinante ¿Nos acordamos de la primera vez que, siendo niños, pusimos la mano en una estufa encendida y nos quemamos? Yo sí me acuerdo, y es algo que he llevado mucho cuidado de no volver a hacer. ¡Duele un montón! Este es un ejemplo de lo que los psicólogos llaman “aprendizaje mediante un único ensayo”. Es decir, que no necesitamos repetir muchas veces la experiencia para aprender la lección –nos bastó con una sola vez. Desgraciadamente, la sexualidad humana también puede verse afectada por el aprendizaje mediante un único ensayo. Es decir, una sola experiencia negativa puede hacer que una persona se asegure de que jamás volverá a tener relaciones sexuales.

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A Rebecca, por ejemplo, la violaron cuando tenía ocho años. Nunca más tuvo relaciones sexuales. La primera novia que tuvo Gerald se burló de él –le dijo que tenía el pene demasiado pequeño; jamás intentó volver a tener relaciones sexuales. También, el hecho de descubrir la sexualidad de forma inesperada o prematura, puede tener un efecto desconcertante y perturbador en una persona muy joven. Por ejemplo, el niño que ve por la televisión una escena violenta de una violación, puede volverse ansioso en relación con todo aquello que tenga que ver con la sexualidad.

Tod pensaba que el sexo implicaba hacerle daño a alguien El problema y la causa: Cuando tenía seis años, Tod entró corriendo una mañana temprano en el dormitorio de sus padres y se los encontró teniendo relaciones sexuales. Se sintió espantado ante la visión de su padre echado encima de su madre y haciéndole algo que, según pensó –debido a los gemidos de su madre–, le estaba haciendo daño. Tod se puso a pedirle a gritos a su padre que dejara de hacerle daño a su mamá. Pillado in fraganti, el padre a su vez se puso también a gritarle al niño, diciéndole que se volviera a su habitación. Tod se quedó desconcertado y alterado, y jamás olvidó aquella experiencia. Pensaba que el sexo implicaba hacerle daño a alguien. La solución: Tod tuvo que reaprender que la sexualidad tenía sus cosas buenas –el concepto de sexualidad satisfactoria y los beneficios del sexo.

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Tipos de ansiedad Existen dos tipos principales de ansiedad que afectan negativamente a la vida sexual de muchas personas: 1. L a autoimagen negativa: el miedo al rechazo; y 2. La ansiedad de ejecución: el miedo al fracaso. 1. La autoimagen negativa: el miedo al rechazo La ansiedad relacionada con el miedo al rechazo se refiere al temor de que nadie nos encuentre atractivos ni sexys, o de que nadie nos desee sexualmente. Los sentimientos asociados a esta idea son la vergüenza y la inferioridad. A esto yo le llamo tener una baja autoestima sexual o una autoimagen sexual negativa. La mayoría de nosotros la padecemos cuanto menos en algún que otro momento de nuestra vida. El temor al rechazo puede desarrollarse partiendo de dos direcciones: 1. Internamente: Como resultado del “detractor interno” –la voz que oímos dentro de nuestra cabeza y que hace que muchas personas formulen juicios negativos respecto de ellas mismas. Nuestro detractor interno nos puede decir que somos demasiado gordos, demasiado flacuchos, demasiado feos, etc. La lista es interminable. 2. Externamente: A raíz de situaciones reales en las que otras personas nos juzgaron negativamente o nos rechazaron. Algunos ejemplos pueden ser el que alguien que nos gustara mucho nos ignorase, o ser el “patito feo” de un baile o una fiesta. Otro ejemplo bastante común es que nos deje nuestro novio y más adelante tengamos que verlo casándose con nuestra (ex) mejor amiga.

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Valoración de la autoimagen negativa La autoimagen negativa tiene que ver con el grado o la medida en que aceptamos nuestro propio cuerpo, con la percepción de nuestro atractivo sexual, y con la fuerza o la presencia que sentimos que tenemos como personas. Las siguientes dos preguntas pueden ayudarnos a valorar nuestra autoimagen sexual: • ¿Me considero una persona atractiva y sexy? • ¿Me considero una persona deseable? Ansiedad asociada al rechazo interior • ¿Nos sentimos acomplejados por el tamaño de nuestros pechos o de nuestro pene? • ¿Nos sentimos tan acomplejados por nuestras estrías o por alguna cicatriz, que nos pensamos que nuestra pareja va a sentir repulsión hacia nosotros? • ¿Nos estamos comparando sin cesar con los demás constantemente? • ¿Pensamos que los demás no nos ven atractivos sexualmente? • ¿Nos avergüenza el hecho de que nuestra pareja (o nuestro partenaire sexual) nos vea desnudos? Las personas con mayor riesgo de tener una autoimagen sexual negativa son: • Personas que tengan un herpes genital, verrugas venéreas, o alguna otra enfermedad de transmisión sexual; • Personas que han pasado recientemente por una mastectomía, una histerectomía, una operación de próstata,

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una vasectomía, o alguna otra operación o intervención que afecte a los órganos sexuales o a alguna otra parte del cuerpo que esté fuertemente relacionada con la sexualidad; • Personas que se están recuperando de la adicción al alcohol o a las drogas; • Personas que están viviendo la crisis de la edad madura (de los cuarenta o de los cincuenta) o bien la ruptura de una relación. Ansiedad asociada al rechazo exterior • Personas que han sido criticadas por su pareja o su partenaire sexual en relación con su atractivo físico. • Personas que han sido rechazadas o engañadas por su pareja.

— Tipología corporal ¿No es una vergüenza que no todos podamos tener el aspecto de Elle Macpherson o de Arnold Schwarzenegger? ¿Por qué no podemos? Porque no hemos nacido con su estructura corporal o su somatotipo. La “tipología corporal” se refiere a la configuración o constitución general de nuestro cuerpo –hay personas que son bajas, recias y anchas, otras son altas y flacas (larguiruchas), y algunas personas afortunadas están en el término medio. Desgraciadamente, es este “tipo intermedio” el que recibe la mayor atención por parte de los medios de comunicación y la aprobación oficial de la sociedad, razón por la cual todos nos obsesionamos con parecernos a ellos. Al llegar a la pubertad, el somatotipo que nos corresponde se nos hace dolorosamente más patente al empezar a compararnos

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con las referencias y los cánones de los medios de comunicación, y con nuestros iguales. Con ello comienza el estrés del autorrechazo, el cual puede inhibir enormemente nuestra capacidad de relajarnos y de disfrutar de nuestro cuerpo.

La solución a la autovaloración negativa Lo malo es que no tenemos más remedio que aceptar lo que no podemos cambiar. Por mucha dieta o por mucho ejercicio que hagamos, no podemos transformar unas piernas cortas en unas piernas largas, ni ensanchar los hombros ni reducir los huesos de las caderas. Practiquemos la autoaceptación de nuestra tipología corporal poniéndonos delante de un espejo y elogiando nuestros puntos fuertes (por ejemplo: “Tengo las piernas cortas, pero bien proporcionadas”; “Soy estrecho de hombros, pero tengo bien definidos los músculos de esa zona”). Y si bien no podemos cambiar nuestra constitución general, sí podemos cambiar algunas características físicas que pueden aumentar enormemente nuestro atractivo. Si no estamos contentos con nuestra nariz, orejas, mandíbula o dientes, tenemos la opción de recurrir a la cirugía correctora. Es asombroso la confianza que puede generar el saber que cada vez que sonriamos, van a quedar al descubierto unos dientes parejos; no tiene sentido que sigamos teniendo una nariz demasiado larga o de patata, cuando se puede corregir. En la medida que llevemos cuidado con las posibles complicaciones y peligros de la cirugía, ¿por qué no podemos aprovecharnos de la ciencia y de la medicina moderna, y fortalecer nuestra autoestima mejorando nuestro atractivo físico?

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Ahora bien, por encima de todo, la solución a la autovaloración negativa está en pensar en unos términos positivos respecto de nuestra autoimagen sexual. Si pensamos que somos feos o poco deseables, nos sentiremos feos y poco deseables, y ¿cuál será entonces la consecuencia? –pues el rechazo, o a veces incluso peor, la “invisibilidad sexual” (el que nadie nos vea con un posible interés sexual), que es lo que más tememos. Lo bueno es que podemos cambiar cómo nos sentimos en relación con nuestro cuerpo. Para cambiar nuestros pensamientos y sentimientos negativos respecto de nuestro cuerpo tenemos que pensar de forma positiva y racional. Ello incluye la autoevaluación realista, la aceptación de lo que no podemos cambiar, y el asumir la responsabilidad realista de cambiar lo que sí podemos cambiar. Podemos ser unos muy buenos amantes, tanto a nivel de técnica sexual como emocionalmente, al margen de nuestro atractivo físico. Acordémonos de cuestionar a nuestro detractor interno. Hagámosle la siguiente pregunta: “¿Atractivo (o no) comparado con quién?”. ¿Comparado con Brad Pitt o con Elle Macpherson? Las cosas como son –la razón de que estas personas tengan un aspecto tan magnífico es porque se dedican a ello todo el tiempo. Los actores dependen de su apariencia física para sobrevivir económicamente; tienen expertos que les entrenan y asesoran, y probablemente tengan que pasar por unos padecimientos y una disciplina extrema para mantener ese aspecto. Así pues, hagamos todo lo que podamos por tener buen aspecto, pero también quedémonos tranquilos y aceptémonos tal y como somos. Uno de mis dichos preferidos es: “Lo importante no es el envoltorio externo que recubre el regalo. Lo que verdaderamente tiene valor es lo que lleva dentro”.

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Las mujeres y el problema del tamaño o la forma del pecho Las mujeres suelen preocuparse con frecuencia por el tamaño y la forma de sus pechos (e incluso por la disposición de los pezones). Ciertamente, hay pechos de todas las formas y tamaños, y con frecuencia la ciencia médica puede ayudar a cambiarlos fácilmente. Las mujeres preocupadas por el pecho pueden optar por corregirlo. Unas quieren aumentarlo y otras quieren reducirlo, pero el resultado final en ambos casos es una mejora de la autoestima. En el caso de las mujeres que tengan unos pechos muy grandes, la reducción del pecho también les brindará un gran alivio físico respecto de tener que cargar con tanto peso.

2. La ansiedad de ejecución: el miedo al fracaso La mayoría de los problemas sexuales que la gente expone en la consulta del sexólogo tienen que ver con la ansiedad de ejecución –el miedo a que la cosa no salga bien. Los pensamientos negativos obsesivos asociados a la ansiedad de ejecución son: “¿Y si no lo sé hacer bien?”. “¿Y si decepciono a mi pareja?”. La ansiedad de ejecución puede afectar a: • Las personas sexualmente inexpertas; • Las personas extremadamente ansiosas por complacer a su pareja; y • Las personas que han sido criticadas por su pareja o por su partenaire sexual en razón de su incapacidad de satisfacerles sexualmente, por su falta de deseo o de respuesta sexual, o por cualquier otro aspecto de su sexualidad.

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— ¿Tenemos ansiedad de ejecución? • ¿Nos asusta tener relaciones sexuales porque tenemos miedo de que vayamos a decepcionar a nuestra pareja? • ¿Nos cuesta llegar al orgasmo? • ¿Llegamos al orgasmo con tanta rapidez que nos da vergüenza? • ¿Tenemos dificultades en lograr y mantener una erección? • ¿Tenemos problemas de eyaculación, ya sea precoz o retardada? Si pensamos que tenemos ansiedad de ejecución, lo primero que tenemos que hacer es leer la siguiente sección que aparece dentro de este mismo capítulo: “Las estrategias sexuales esenciales”. Y después iremos a las soluciones para los problemas específicos, ya sea en el caso de las mujeres, que figuran en la Parte II, o en el caso de los hombres, que figuran en la Parte III.

Exagerar la importancia del coito El problema: La “teoría del big bang”. La creencia más extendida sobre el sexo y la que genera más ansiedad es la obsesión por el sexo entendido ante todo como el coito. Se da por supuesto que el coito es la “mejor manera” de tener relaciones sexuales porque el pene y la vagina son las zonas sexuales más importantes y el “big bang” (la gran “corrida”) es lo único que le interesa al hombre. La solución: Pensemos en el sexo como un repertorio que incluye cinco posibilidades u opciones: 1. Los pensamientos eróticos (lo que hacemos con nuestro cerebro);

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2. El lenguaje erótico (lo que hacemos al hablar: los elementos verbales [las palabras y el tono de voz] y los elementos no verbales [gemidos, quejidos y exclamaciones]); 3. El sentido del tacto (lo que hacemos con nuestra capacidad táctil, y ya no únicamente con las manos: tocar con las manos, con los dedos de las manos, con los dedos de los pies, con los codos y con otras partes del cuerpo); 4. La lengua y el sentido del gusto (modalidades orales de sexo: los besos y la exploración oral con los labios, los dientes y la lengua a lo largo de todo el cuerpo, incluida la boca y los genitales); y 5. La copulación (el coito –el pene en la vagina o la penetración anal).

Las estrategias sexuales esenciales Las estrategias sexuales esenciales son: • Los diálogos internos positivos; • El sexo a solas sin miedo; y • El sexo en pareja sin miedo. La ansiedad se puede superar con ayuda de la práctica –los resultados positivos fortalecerán la confianza. La idea es avanzar gradualmente pero de forma sistemática desde las situaciones sexuales menos exigentes en las que no tenemos ansiedad, a las situaciones en las que nos exponemos a aquello que tememos, pero siempre a una velocidad a la que nuestro nivel de ansiedad se mantenga bajo y sea, por tanto, manejable.

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Los diálogos internos positivos: ser nuestro propio entrenador sexual personal Los diálogos internos son una técnica psicológica muy potente que puede cambiar nuestra forma de pensar. Los “diálogos internos” son los pensamientos que no dejan de darnos vueltas por dentro de la cabeza, diciendo las mismas cosas una y otra vez. Algunas personas son unos verdaderos maestros en el arte del pesimismo y de darle vueltas en la cabeza a toda una serie de profecías autocumplidas negativas: “Si pensamos que algo malo va a pasar… probablemente pasará”. Este es el tipo de pensamientos negativos que mantienen activa la ansiedad durante las relaciones sexuales. De forma característica, las personas que tienen ansiedad sexual se ponen desquiciadas, padeciendo anticipadamente con toda una serie de diálogos internos negativos. En general, los diálogos internos positivos para solucionar los problemas sexuales deben seguir las siguientes directrices: Prepararnos para tener la experiencia sexual • “¿Qué es lo que tengo que hacer? Simplemente relajarme. Se me ocurre algo que sí puedo hacer para ayudarme”. • “Siempre será mejor que angustiarme. Nada de decirme cosas negativas a mí mismo: tan sólo pensar de forma racional. No te preocupes. El hecho de preocuparte no te va a ayudar en nada”. • “¿Pudiera ser que lo que me parece ansiedad en realidad sea más bien emoción y entusiasmo?”. Pasar a la acción y desenvolvernos en la situación real • “Puedo hacerle frente a esto. Puedo relajarme y echar el miedo fuera”.

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• “Voy a ir paso a paso: puedo manejar la situación”. • “No pienses en el miedo. Piensa sólo en que vas a disfrutar”. Sobrellevar las experiencias fallidas • “Puede que no haya podido alcanzar el objetivo que me había propuesto, pero disfruté de la experiencia e hice todo lo que estuvo en mi mano por aumentar al máximo las probabilidades de tener éxito. Tal vez la próxima vez saldrá bien”. — Aprender a utilizar nuestro órgano sexual más importante: nuestro cerebro Nuestro cerebro es nuestro órgano sexual más importante, y tenemos que aprender a hacer uso de él para eliminar cualquier pensamiento o sentimiento negativo respecto de nuestra capacidad o de nuestra habilidad sexual. El problema: ¿Cómo podemos deshacernos de nuestros pensamientos negativos respecto de nosotros mismos y de la sexualidad en general? Tenemos que ser muy firmes con nuestro “detractor interno” –con la voz dentro de nuestra cabeza que ve las cosas de forma negativa. El detractor interno juzga negativamente la masturbación. Por ejemplo, nos dice que debemos sentirnos culpables si nos masturbamos (sobre todo si tenemos una pareja estable, porque en ese caso podríamos estar “engañándole”). El detractor interno también socava nuestra autoestima sexual y nos pone unos listones poco realistas. De forma característica, el detractor interno en el caso de los hombres nos dice que somos feos, que estamos demasiado flacos o demasiado gordos, que estamos demasiado calvos, que nuestro pene es demasiado pequeño o

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demasiado feo –y es posible que también nos diga que deberíamos tener un pene enorme y constantemente bien duro y con ganas de guerra. De forma característica, el detractor interno en el caso de las mujeres nos dice que somos feas, que estamos demasiado flacas o demasiado gordas, que somos demasiado viejas y tenemos demasiadas arrugas, que estamos mal hechas y que tenemos el pecho o el trasero demasiado grande o demasiado pequeño… etcétera, etcétera, en el caso de la mayoría de las mujeres acomplejadas. El detractor interno nos vuelve acomplejados y angustiados, razón por la cual no nos salen bien las relaciones sexuales. El hombre puede ser capaz de masturbarse y de tener una erección, pero pierde la erección al estar con una mujer. La mujer puede ser capaz de relajarse y de tener un orgasmo cuando se deja seducir por su pareja, pero le aterra la perspectiva de ser ella la que tenga que tomar la iniciativa. La solución: ¿Cómo podemos controlar este disco negativo que suena una y otra vez dentro de nuestra cabeza? En primer lugar, hay que decirle a nuestro detractor interno… ¡que se calle de una vez! • Tenemos que combatir nuestra actitud negativa cambiando las palabras que no cesan de rondarnos por la cabeza. Dejemos de utilizar etiquetas condenatorias –no somos un desastre, unos cobardes, unos negados, unos inútiles, unas personas no lo bastante buenas, o cualquier otra de las cosas que podamos decirnos a nosotros mismos para rebajarnos o menospreciarnos. • Somos unas personas valiosas, que tenemos unas cualidades espirituales, mentales, emocionales y físicas. • Dejemos de pensar que somos unos incompetentes sexualmente. • En lugar de ello, pensemos que somos unas personas que, al igual que le sucede a la mayoría de la gente, tenemos

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algún que otro problema conductual ocasional que en este caso resulta ser de índole sexual. No nos dejemos llevar por nuestro detractor interno. La mayoría de las veces, el detractor interno no lleva razón. Aprendamos a cuestionar este disco rayado lleno de negativismo y a cambiarlo por unas creencias positivas y optimistas. Uno de mis dichos preferidos es: Puede que el pensamiento positivo no siempre funcione… ¡pero el pensamiento negativo sí!

— Fomentar al máximo los pensamientos eróticos positivos Una de las quejas más frecuentes que formulan las personas que tienen problemas sexuales es que no encuentran la forma de estimularse (el humor o las ganas necesarias) para tener relaciones sexuales. Esta cuestión se abordará con más detalle en el capítulo 14: “El estrés y el exceso de ocupaciones”. Las siguientes son directrices importantes que figuran en dicha sección, pero se incluyen aquí porque también forman parte de las estrategias esenciales para solucionar cualquier problema sexual. Asegurarnos de que vamos a tener una privacidad Elijamos el momento ideal y un lugar tranquilo –tenemos que estar libres de la presión asociada a las prisas, y también necesitamos tener privacidad. Prevengamos las posibles interrupciones – cerremos la puerta con llave y descolguemos el teléfono. Relajar nuestro cuerpo y crear la atmósfera adecuada Podemos encender una vela perfumada o utilizar la aromaterapia. Podemos poner alguna música sensual o relajante, y tener a

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mano aceite para masajes y lubricante. Démonos primero un baño o una ducha, y concentrémonos a fondo en las sensaciones sensuales asociadas al agua caliente y al jabón suave en contacto con la piel. Dejar de prestar atención a aquellos pensamientos que no sean sexualmente estimulantes Para excitarnos sexualmente tenemos que desterrar de nuestra cabeza todos los pensamientos que no sean eróticos y concentrarnos exclusivamente en las cosas que nos exciten. Decididamente, la vida cotidiana no es demasiado “sexy” que digamos. Pensar en el memorándum que nos olvidamos de redactar en la oficina o en que la cocina está patas arriba no nos va a poner a tono. Como tampoco lo va a hacer el ponernos a pensar en la declaración de la renta o en los problemas que tenemos con el jefe. Concentrarnos en pensamientos que nos estimulen sexualmente La excitación sexual requiere una disciplina mental y una concentración sostenida. La excitación máxima acontece cuando nos abandonamos totalmente al placer de la experiencia sexual y el resto del mundo desaparece por completo de nuestra cabeza. Nos podemos concentrar en el placer asociado a nuestros sentidos (los aspectos visuales, olfativos, gustativos, táctiles y auditivos del sexo), en nuestras fantasías sexuales o bien en recuerdos eróticos, en algún material erótico que nos excite, o en nuestro amor por nuestra pareja. Sortear las distracciones externas Desde el momento en que nuestra mente se desvíe de los estímulos eróticos, la excitación se puede evaporar. Esto es algo absolu-

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tamente normal. Distracciones tales como el teléfono que suena, los niños que tosen o los ruidos del tráfico son imprevisibles. Si vemos que nuestra mente divaga durante la relación sexual, no nos sorprendamos de que nuestro cuerpo deje de responder. Volvamos a concentrar nuevamente nuestra atención en el placer del momento actual.

Practicar por fases Debemos practicar el sexo a solas y el sexo en pareja hasta que podamos confiar en que nos sale bien y con facilidad todas las veces. Existen tres posibles fases o niveles dentro de esta práctica gradual: Fase 1: Practicar en la imaginación Ensayos imaginarios –donde la persona se representa mentalmente la conducta sexual que le genera ansiedad. Ello se puede hacer con ayuda de la visualización guiada o de la hipnosis. Fase 2: Practicar a nivel verbal Comunicación y role-play verbal –donde se analiza en detalle la conducta sexual en cuestión con la pareja o con un terapeuta, pero sin pasar a la conducta real. Fase 3: Practicar en la vida real Realización de ensayos prácticos –experiencias sexuales reales. Las personas que padecen ansiedad grave deberán empezar por la fase 1 e ir avanzando con cuidado hasta llegar a la fase 3 sin sentirse ansiosos. Las personas que sienten únicamente una ansiedad leve, pueden empezar por la fase 3 correspondiente a practicar en la vida real.

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Sexo a solas sin miedo El sentirnos cómodos con nuestro propio cuerpo y entender sus mecanismos para generar placer sexual a través de la masturbación, constituye el elemento clave de muchos de los programas que tienen por objetivo ayudar a la persona a sentirse bien en relación con la sexualidad y a superar la ansiedad sexual. — Superar los pensamientos y los sentimientos negativos Si tenemos la impresión de que somos unos ignorantes y unos estúpidos en materia de masturbación, puede que necesitemos simplemente leer algunos textos básicos que traten sobre el tema. Si nos sentimos nerviosos o tensos en relación con la práctica del sexo a solas, probemos a utilizar alguna técnica de relajación y los diálogos internos positivos para ayudarnos a ver el sexo a solas de una forma positiva. Si sentimos sensaciones o sentimientos muy fuertes de vergüenza o de culpa en relación con la masturbación, puede que sea buena idea consultar con un sexólogo experimentado; el sexólogo nos pueden ayudar a superar nuestras inhibiciones y a que podamos darnos “permiso” conscientemente para autoestimularnos como parte del programa a seguir para aumentar nuestra capacidad para el placer sexual. — Ejercitarnos en el sexo a solas Dispongámonos a mimarnos un poco. Recordemos que el sexo a solas tiene que ver con la autoestima sexual, de modo que debemos tratarnos a nosotros mismos como el instrumento sensual que de hecho somos –ya no solamente por lo que respecta a los genitales, sino a nuestro sistema erógeno en su totalidad.

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— El sexo a solas en el caso del hombre El objetivo es averiguar a qué cosas responde nuestro cuerpo y cuáles nos resultan placenteras. Revisemos las principales razones para que un hombre se masturbe a solas. En primer lugar… ¡porque le hace bien! Con ello, el hombre aprende las tres habilidades básicas de la sexualidad masculina: • Cómo ponerse a tono (tener una erección): • Cómo seguir a tono (mantener la erección); y • Cómo aguantar (eyaculación) hasta sentir que ha llegado el momento oportuno. El sexo a solas brinda la oportunidad de aprender y de practicar nuevas técnicas, al tiempo que elimina la presión asociada a tener que hacerlo bien o dar la talla, dado que no hay nadie más a quien haya que satisfacer. Un efecto secundario positivo es que la masturbación puede aliviar parte de la tensión sexual que podamos estar sintiendo, lo cual nos ayudará a sentirnos mucho mejor en todos los sentidos. Pero, lo que es más importante, la masturbación puede ayudarnos a concentrarnos en nuestro propio placer. Muchos hombres que tienen problemas sexuales, se preocupan tanto por complacer a su pareja que no se concentran en disfrutar ellos. La masturbación nos ayuda a concentrarnos en nuestra propia respuesta sexual, para que así podamos aprender a cambiarla o a modificarla. Digámosle “hola” a nuestro cuerpo –saludémosle como algo “especial” que es. Dediquemos unos momentos a contemplar nuestro cuerpo… delante de un espejo, si podemos –y sin tener

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que contener demasiado la respiración para meter el estómago. No lo olvidemos: si nuestro estómago constituye un problema real, vayamos inmediatamente a tomar unas clases para “quemar barriga”, lo que ayudará a los hombres a perder la grasa del abdomen y los “michelines” de la cintura. Asegurémonos de concentrarnos en las características positivas de nuestro cuerpo, y no en aquellas con las que no estamos tan satisfechos. Recordémonos a nosotros mismos que nadie absolutamente es perfecto. Seamos tan positivos y tan amables con nosotros mismos como tratamos de serlo con nuestra pareja cuando nos apetece tener relaciones sexuales… pero esta vez, se trata de seducirnos a nosotros mismos. Exploremos la totalidad de nuestro cuerpo. No lo hagamos precipitadamente, pensando y dando por hecho que ya sabemos cómo tenemos que hacerlo. Habitualmente, los hombres se conforman con el solo hecho de estimularse los genitales. No saben que pueden aumentar sus niveles de placer si amplían su foco de atención incluyendo la totalidad del cuerpo –cuero cabelludo, cabeza, cara, cuello, brazos, pezones, pecho, espalda, abdomen, muslos, pantorrillas y pies. Toquémonos el cuerpo explorándolo, de todas las maneras que queramos –con suavidad, con fuerza, sobándonos sensualmente los músculos, acariciándonos la piel y masajeándonos por todas partes. A los hombres les suele dar vergüenza acariciarse. Tratemos de superar esta resistencia y acariciarnos por todo el cuerpo, para que realmente podamos descubrir qué es lo que nos hace sentirnos bien. Concentrémonos en todos los cambios que acontecen en nuestro cuerpo a medida que se va excitando a través de nuestro propio tacto. Exploremos todas las distintas partes de nuestro

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cuerpo y advirtamos qué es lo que nos estremece sensualmente y qué es lo que nos excita sexualmente en nuestro caso. Estimulación genital A continuación, sentémonos o tumbémonos en algo blando como, por ejemplo, un cojín, un sofá o una cama. Finalmente, tenemos el visto bueno para concentrarnos en explorar nuestros genitales. Por supuesto, lo más probable es que los veamos como unos viejos amigos, pero de momento los trataremos como si fueran una novedad absoluta y como si lo estuviéramos haciendo por primera vez en toda nuestra vida. Un posible truco consiste en comportarnos como si fuéramos un niño enfrascado en la experiencia del autodescubrimiento. Sintamos el asombro y vivamos el placer como si fuera una delicia novedosa. No caigamos en una rutina mecánica. Tomemos plena conciencia de lo que estamos haciendo y de lo que estamos sintiendo. Al cabo de un rato, añadamos lubricante y advirtamos la diferencia entre la estimulación sin lubricante y la lubricación. La lubricación es importante, porque permite que la estimulación se prolongue durante largos períodos de tiempo (sin provocar “erupciones granulares” en el pene), además de favorecer las sensaciones vaginales lúbricas y húmedas. Eyaculación La eyaculación puede tener lugar siempre que sintamos que es un buen momento. Lo mejor probablemente es variar el tiempo que aguantamos, para así tener confianza en que podemos alargarlo a voluntad y en que no estamos “programados” para eyacular dentro de ningún tiempo fijo.

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—El sexo a solas en el caso de la mujer Aprender a darnos placer a nosotras mismas es la mejor manera de lograr el dominio sobre nuestra propia excitación. Tenemos que saber cómo y por qué las diferentes sensaciones asociadas a la excitación sexual alcanzan su nivel más elevado y comienzan a decaer en distintos momentos. Tenemos que ser el director de nuestra propia orquesta corporal, si pretendemos tener el control y permitirnos perder el control. Explorar la totalidad de nuestro cuerpo Comencemos por deslizar suavemente las manos por todas las partes de nuestro cuerpo además de los genitales, y por acostumbrarnos a la idea de acariciarnos con suavidad. Relajémonos simplemente. El objetivo de acariciarnos no es necesariamente el de excitarnos –sino el de familiarizarnos con las diferentes partes de nuestras zonas erógenas y sentirnos más cómodas con la idea de tocarnos nuestros propios genitales. Acariciémonos suavemente los pechos y juguemos con los pezones hasta lograr que se pongan erectos. Deslicemos los dedos ascendiendo por los muslos y después suavemente a lo largo del vello púbico. Haciendo un poco más de presión, toquemos suavemente la piel de debajo del vello. Separemos los labios vaginales, y a continuación localicemos la entrada vaginal. Localicemos el clítoris y procedamos a tocarlo suavemente. Comencemos a acariciarnos suavemente en la zona genital de la manera que nos resulte más placentera. A unas mujeres les gusta hacer movimientos en círculo, y a otras les gusta acariciarse una y otra vez en la misma dirección. Comencemos suavemente, y procedamos a aumentar gradualmente la presión. Podemos probar a introducir y sacar suavemente el dedo a lo largo de la entrada vaginal –tomémonos el tiempo necesario, y disfrutemos de ello. Si la

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estimulación directa del clítoris (el glande) nos desagrada, limitémonos a acariciar los laterales (el cuerpo y el capuchón clitoridianos) y a variar el placer y el ritmo. Relajémonos y sumerjámonos en nosotras mismas. No tenemos por qué llegar al orgasmo, pero en el caso de que así sea… ¡disfrutémoslo!

Sexo en pareja sin miedo El siguiente ejercicio, dividido en tres fases, es divertido y es sensual. Puede que nos recuerde los comienzos de la relación con nuestra pareja, la forma en que fuimos conociendo nuestros cuerpos respectivos y lo emocionante que nos resultó. Con demasiada frecuencia, nuestra vida sexual se “anquilosa”. Ya es hora de que volvamos a disfrutar verdaderamente del sexo –sin ansiedades y sin temores. — Fase 1: Zonas erógenas, a excepción de los genitales En la primera fase, nos concentramos en todas las zonas erógenas…¡a excepción de los genitales! Lo que se pretende con este ejercicio es descargarnos de todas las posibles presiones que nos puedan influir, a nosotros y a nuestra pareja. Lo único que tenemos que hacer es tumbarnos y disfrutar. Busquemos un momento en el que podamos disponer de un mínimo de unos 30 minutos sin interrupción. Los dos necesitamos estar relajados, descansados y sintiendo nuestro cariño mutuo. Podemos crear una atmósfera sensual con la ayuda de un poco de música, velas, incienso… cualquier cosa que nos ayude a ponernos a tono. Lancemos una moneda al aire para ver quién va a empezar siendo el “dador”.

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Desnudémonos el uno al otro lentamente. A continuación, el “receptor” deberá tumbarse y relajarse. El “dador” tocará al “receptor” a todo lo largo del cuerpo de este último –a excepción de los pechos, el pene o la vagina; estas zonas erógenas están vetadas en esta fase del ejercicio. El “dador” deberá explorar el cuerpo del otro, sirviéndose de diferentes tipos de estimulación como, por ejemplo, acariciar, cosquillear, lamer, chupar, tantear y frotar. El “receptor” informa al “dador” de cómo le gusta que le toquen. Dice: “más fuerte, más suave, con más cuidado, más rápido, más lento”. Es importante que los comentarios que hagamos sean siempre positivos. Por ejemplo, podemos decir: “Me gustaría que me acariciaras los pezones con suavidad”. Evitemos ser bruscos o negativos. Por ejemplo, no digamos: “¡No me toques así!”. Cada uno de nosotros deberá hacer de “dador” durante unos diez minutos largos, y otros diez minutos como “receptor”. Hagamos el ejercicio un mínimo de dos veces por semana. Cuantas más sesiones hagamos, más rápidamente nos sentiremos relajados estando juntos, e inclinados a intimar de verdad el uno con el otro. En esta fase 1, debemos tener tantas sesiones como nos sean necesarias hasta que nos sintamos plenamente cómodos con la experiencia de dar (y recibir) placer sexual. Proseguiremos hasta que los dos tengamos la impresión de que ya no nos quedan más cosas que aprender en esta fase del ejercicio. Es importante que evitemos mostrarnos negativos, o quejarnos o enfadarnos el uno con el otro. No olvidemos que es imposible adivinar el pensamiento, de modo que tenemos que decir qué es lo que queremos… amablemente, y con respeto. Después de cada ejercicio es importante que hablemos entre nosotros de la experiencia que acabamos de tener. Informemos res-

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pecto de qué fue lo que aprendimos, qué fue lo que nos gustó y qué fue lo que nos encantó a propósito de la experiencia de explorar nuestros cuerpos respectivos.

— Fase 2: Todas las zonas erógenas, pero sin llegar al coito La segunda fase de la profundización en el placer erótico incluye tocar los genitales. La idea es no obsesionarse con llegar al orgasmo o con eyacular –sino en disfrutar juntos de las sensaciones sexuales sin la presión de tener que dar la talla. Un efecto secundario estimulante es que ambos nos embarcaremos en una experiencia placentera de descubrimiento mutuo. Muchas mujeres no saben masturbar a un hombre –y muchos hombres no saben masturbar a una mujer hasta llevarla al orgasmo. Este ejercicio brinda la oportunidad de aprenderlo todo respecto de tocarse mutuamente los genitales concentrándonos plenamente en dar placer a nuestra pareja –y el orgasmo puede aparecer cuando menos lo esperemos. Los elementos claves a recordar son practicar nuestros diálogos internos positivos, mantenernos en un nivel óptimo de excitación sexual, y no dejar de comunicarnos. El objetivo es no sentir ninguna ansiedad.

— Fase 3: Sexo en pareja con coito incluido Una vez que hemos desarrollado la confianza en nuestra capacidad para disfrutar mutuamente de nuestros genitales respectivos, ha llegado el momento de disfrutar del coito. Hagamos uso de todo aquello que hayamos aprendido: de todas las modalidades de estimulación erótica, oral o manual, y, si así lo queremos, de las fantasías eróticas que creamos oportunas. Dejémonos llevar, abandonémonos, soltémonos.

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Resumen Existen dos tipos principales de ansiedad que influyen negativamente en la vida sexual de muchas personas: 1. La ansiedad asociada al temor al rechazo; y 2. la ansiedad de ejecución: el miedo al fracaso. Los elementos claves a recordar son practicar nuestros diálogos internos positivos, mantenernos en un nivel óptimo de excitación sexual, y no dejar de comunicarnos entre nosotros. El objetivo es no sentir ninguna ansiedad. Listado de soluciones de autoayuda 1. Tener pensamientos y sentimientos positivos • Comprometernos a luchar por un cambio positivo. • Comprender el problema e informarnos bien. • Comprender, aceptar y aprender de nuestro pasado, y averiguar qué es lo que mejor nos funciona en nuestro caso con vistas a mejorar nuestro futuro. • Asegurarnos de que nuestros pensamientos y nuestra actitud sean positivos, racionales y realistas. • Tener sentimientos positivos que fomenten nuestros progresos y fortalezcan nuestra autoestima y nuestra confianza. 2. Tener conductas positivas • Practicar nuestras estrategias y potenciar al máximo los elementos positivos de nuestro entorno. • Mantener nuestro cuerpo en forma, sano y relajado. • Priorizar nuestros objetivos. Reservar un tiempo para el sexo, como sea, pero equilibrarlo con el resto de nuestra vida.

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• Tener una buena comunicación con el otro y cumplir nuestros acuerdos. • Buscar la ayuda de un sexólogo, si pensamos que necesitamos asesoramiento y guía profesional.

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II MUJERES

“Rosa frígida” o “rojo putona”

¡Son los dos colores que tienen más aceptación!

4 POR QUÉ A ALGUNAS MUJERES LES GENERA ANSIEDAD EL SEXO

Las personas podemos sentir ansiedad en relación con el sexo por toda clase de razones. A lo largo de los años, vamos acumulando una serie de ideas y de actitudes que acaban por tener vida propia –pueden crecer de forma desproporcionada respecto de su fuente original o de cualquier posible objetividad o veracidad. Veamos cómo se desarrolla este proceso en el caso de algunas mujeres.

La doble moral Se supone que las chicas buenas no deben tener relaciones sexuales. La doble moral hace referencia a la contradicción existente entre la idea de que está bien que los hombres tengan relaciones sexuales, pero no así las mujeres. Durante mucho tiempo, el sexo ha sido aceptado socialmente únicamente con fines de procreación, pero también existía un acuerdo tácito respecto de que “los hombres tienen sus necesidades”. “La profesión más antigua del mundo”, la prostitución, estaba al servicio de dichas necesidades.

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Con la reciente emancipación sexual de la mujer, junto con el reconocimiento de las necesidades sexuales de las mujeres –de las que se habla con frecuencia en la amplia variedad de revistas para mujeres que existen actualmente– la visión que la sociedad occidental tiene de la sexualidad se ha vuelto más permisiva. Pero la actitud tradicional continúa teniendo mucha fuerza, y a muchas mujeres les queda todavía un largo camino por recorrer antes de poder expresar verdaderamente su sexualidad sin sentirse ansiosas e inhibidas. Preguntémosle a un hombre qué piensa de una mujer que se acostó con él la primera vez que quedaron. Preguntémosle a sus amigas qué piensan de ella. Preguntémosle a esa mujer qué es lo que piensa de ella misma. Muchas mujeres que tienen una relación estable continúan obsesionadas con la idea de que “las chicas buenas no deben tener relaciones sexuales ni disfrutar del sexo”. Muchos hombres se me han quejado de que sus mujeres parecían estar muy interesadas en el sexo antes de casarse, pero después del matrimonio se han apagado totalmente. Les he preguntado a muchas mujeres sobre esto, y lo que sale a relucir es que en realidad tampoco les interesaba demasiado el sexo antes de casarse, pero consentían en ello para así “mantener el interés de él”. Una vez casadas y enfrascadas en sus carreras profesionales y/o en los hijos, el sexo se convierte en una lata y lo desean muy escasamente. Este fenómeno de “apagón” les genera pesar a muchos hombres. Éstos me preguntan, con un tono de frustración en la voz: “¿Cómo me pudo engatusar de aquella forma antes de casarnos? ¿Dónde ha ido a parar aquella sirena tan seductora y tan sensual?”.

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El síndrome del donjuán/la puta Un ejercicio de vocabulario que demuestra de una manera elegante la existencia de la doble moral consiste en hacer un listado de todas las palabras que se suelen utilizar habitualmente para hablar de los hombres, las mujeres y el sexo. Las palabras para referirse a los hombres que muestran y ejercen abiertamente su sexualidad están todas ellas asociadas favorablemente a la fuerza, el deseo y el saber hacer. Las palabras utilizadas para referirse a las mujeres que muestran y ejercen abiertamente su sexualidad son todas ellas despectivas: ¿Qué palabras se suelen asociar generalmente con los hombres que son sexualmente provocativos? Donjuán, semental, machote, chulo. ¿Pero cómo ve la sociedad a la mujer que muestra abiertamente su sexualidad (que tiene una vida sexual activa)? Puta, guarra, furcia, ramera. ¿Y qué palabras se asocian con la mujer que no muestra interés por el sexo? Frígida, fría. Cuando a un hombre no parece interesarle demasiado el sexo (contrario), se le califica de una forma que también denigra a las mujeres: Marica, mariposón, reinona. De modo que, tanto si tiene relaciones sexuales como si se retrae sexualmente, la mujer se ve menospreciada o denigrada.

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Se trata de un proceso en dos fases: Fase 1: Al principio, la mujer parece estar decidida a hacer todo lo que esté en su mano para interesar sexualmente al hombre –lo seduce con su atractivo visual y con toda clase de insinuaciones no verbales. Fase 2: Después, una vez que tiene al chico donde ella quería, la mujer apaga su atractivo sexual y se prepara para criar a su camada. Alguien –supongo que debió de ser un hombre, porque utilizó una de esas palabras absolutamente antifemeninas con las que ninguna mujer quiere que la asocien (“puta”)– le ha llamado a este fenómeno el “síndrome de la Virgen/prostituta”. En la fase 1 la mujer despliega todos sus encantos sexuales (como una prostituta que buscara el dinero). En la fase 2 se convierte en la Virgen santa a la que le resulta inconcebible tener relaciones sexuales. La verdad es que las chicas buenas también pueden ser “traviesas” y disfrutar del sexo. Podemos hacer varias cosas para desterrar la ansiedad asociada a la doble moral y al síndrome de la Virgen/prostituta.

— 1. Llamarle al dilema de otra forma Yo prefiero llamarlo “la disyuntiva de la chica buena/la chica traviesa”. Al enfocarlo de esta forma, es más probable que la mujer vea el reto que tiene por delante como un “soltarse” de la chica buena para poder darle a la chica más desenvuelta y más atrevida la oportunidad de “salir a escena”. Otra denominación útil que he utilizado con éxito para hablar de estos dos registros es “la dama aristócrata/la amante lozana”.

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— 2. Utilizar los diálogos internos positivos durante las relaciones sexuales Véase la sección “Las estrategias sexuales esenciales” del capítulo 3, y “Plan de acción para llegar al orgasmo femenino” en el capítulo 5. — 3. Por lo que respecta al hombre: no agobiar a la mujer Algunas mujeres se retraen cuando las bombardean con vibradores y con películas porno. Si una mujer está estancada en la fase de la niña buena, necesita que la instruyan y la ayuden a avanzar con mucho cuidado. A medida que vaya aumentando su confianza, aprenderá a relajarse y abrirse a su lado más travieso y a disfrutar de lo que constituye su derecho natural universal –tener una vida sexual sana.

Algunas mujeres se han quedado estancadas en el “dar” Otro de los problemas es la idea de que las chicas buenas deben limitarse a dar, porque recibir es de egoístas. Algunas mujeres siguen estando muy estancadas en el “dar” durante las relaciones sexuales. Es decir, en que lo correcto es complacer al hombre y “dar, dar, dar”, en tanto que el recibir placer nosotras queda en un segundo plano y debe limitarse a esperar. En Australia, a esto le llamamos “el síndrome de la chuleta quemada” –cuando a la hora de comer la mujer elige quedarse con el peor trozo de carne porque sus necesidades no cuentan o están en último lugar. En realidad, no hay absolutamente nada malo en recibir placer. Ya es hora de que frenemos esta tendencia a “dar exclusivamente”. Ya es hora de que todas las mujeres sintamos que nos merecemos tener una buena sexualidad. Está muy bien recibir, al igual que dar, en las relaciones sexuales, y es maravilloso disfrutar de los orgasmos.

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Ejemplos de cómo lograron algunas mujeres superar su ansiedad sexual Jean aprendió a disfrutar del sexo El problema: Jean era una mujer de 53 años de edad que había tenido únicamente unas pocas relaciones sexuales en toda su vida, y no había disfrutado de ellas. La causa: Después de su última experiencia sexual desastrosa –una aventura de una sola noche cuando tenía 39 años– se juró a sí misma que no quería volver a saber nada del sexo ni de los hombres. Actualmente, un compañero de trabajo, Arnold, le ha declarado amor eterno y le ha pedido a Jean que se case con él. Arnold quería tener una relación de pareja en la que tuvieran cabida las relaciones sexuales. Jean se sintió avergonzada y asustada ante la perspectiva de confesarle que no tenía ninguna confianza en ella misma a nivel sexual y que tampoco le hacía demasiada gracia el sexo. La solución: Jean “dejó que su lado travieso saliera a escena” y confió en que Arnold la quería y la deseaba de verdad.

Voula no se atrevía a perder la virginidad El problema: Voula tenía 30 años, seguía siendo virgen y ello le preocupaba. La causa: Voula tuvo unos padres muy estrictos de origen griego. Éstos querían que su hija llegara virgen al matrimonio. A Voula le aterraba la idea de que sus padres la rechazaran en el caso de que se decidiera a tener relaciones sexuales. La solución: Cuando tenía 25 años, Voula hizo un viaje a Grecia y por primera vez en su vida vivió el placer de la verdadera independencia. Ahora, con 30 años, se sentía dispuesta a tener relaciones sexuales a pesar de las objeciones de sus padres.

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Cassie estaba obsesionada con que tenía el culo muy gordo El problema y la causa: Cassie tenía 28 años y llevaba cinco años casada con Jeremy. El marido se sentía frustrado porque le encantaba hacer el amor con su mujer, pero ella se negaba a dejar que la viera desnuda –sobre todo de espaldas, porque estaba convencida de que él sentiría rechazo hacia ella porque tenía un culo enorme. En realidad, Cassie disfrutaba de una silueta envidiable. Pero se negaba a creer a su marido, aun cuando éste le elogiara su figura una y otra y otra vez. La solución: Cassie registró por escritos sus pensamientos negativos respecto de su cuerpo y a continuación le pidió a Jeremy que le ayudara a volver a escribirlos de una forma positiva. Después de redactarlos nuevamente, el marido se los leía a su mujer en voz alta todas las noches durante la cena, y a continuación hacía que ella los leyera en voz alta también. Al principio Cassie se sentía avergonzada, pero al cabo de dos semanas se reía a mandíbula batiente. ¡Y su marido igual!

A Sally le aterraba el sexo El problema: Sally jamás había dejado que se le acercara ningún hombre, y mucho menos que coqueteara con ella. La causa: Sally tenía 20 años y nunca se había sentido querida dentro de su familia. A los doce años, su padre dejó a su madre por una mujer más joven. Su madre se había vuelto muy resentida y le decía a su hija constantemente que los hombres sólo querían una única cosa y que jamás se podía confiar en ellos. Su madrastra rechazó a Sally y a sus otras dos hermanas, y volvió a su padre en contra de ellas para que favoreciera a sus hijastros por encima de sus propias hijas. Sally se fue de casa a los quince años y vivió en un piso compartido hasta que pudo permitirse económicamente el vivir sola. Jamás había tenido ningún amigo varón, y le aterraba la idea de tener alguno por si acaso ello pudiera acabar desembocando en la posibilidad de tener relaciones sexuales.

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Irónicamente, Sally era el clásico bellezón, rubia platino y de pechos prominentes, y los hombres siempre trataban de captar su atención. Entonces, a Sally le entraba un ataque de pánico y salía corriendo. Solía actuar igual incluso en el caso de que algún chico intentara ligar con ella en una fiesta después de habérselo presentado sus amigas. Esto le valió ganarse la fama de “estar chalada”. La solución: Sally se esforzó por tener una imagen más positiva de sí misma y aceptar el hecho de que era atractiva. Ingresó en un club en el que se labró algunas amistades masculinas que no le resultaban amenazantes. Al final, se enamoró de un chico del club y lentamente fueron dando forma a una vida sexual en común.

Resumen Existen tres razones principales por las que a las mujeres les genera ansiedad el sexo: 1. La doble moral (la contradicción existente entre la idea de que está bien que los hombres tengan relaciones sexuales, pero no así las mujeres); 2. El síndrome de la Virgen/prostituta; y 3. La idea de que las chicas buenas deben limitarse a dar, porque recibir es de egoístas. Para desterrar esta ansiedad podemos: • Enfocar el dilema de otra forma y llamarlo “la disyuntiva de la chica buena/la chica traviesa”. • Utilizar los diálogos internos positivos durante las relaciones sexuales. • Por lo que respecta al hombre: tener cuidado de no agobiar a la mujer.

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5 orgasmos

Me gusta describir el orgasmo como una sensación muy intensa de placer que puede venir acompañada de una liberación involuntaria de la tensión muscular. El placer puede estar localizado en los genitales o bien lo podemos sentir por todo lo largo del cuerpo. Suele venir acompañado de contracciones musculares, respiración rápida, sonidos involuntarios y una sensación como de “derretirse”. De forma característica, la mujer orgásmica tiene orgasmos de manera consistente independientemente de las variaciones de momento, lugar, posición y técnica sexual. Es importante que comprendamos y seamos realistas respecto de la expresión “de manera consistente”. “De manera consistente” no quiere decir que todas las veces la mujer vaya a tener un orgasmo acompañado de un placer espectacular que se lo lleva todo por delante, junto con el sonido de campanas, pajaritos cantando y la sensación de verse transportada, como Alicia, al país de las maravillas. “De manera consistente” quiere decir que la mayoría de las veces, al ser estimulada

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sexualmente, la mujer tiene un orgasmo –la calidad del cual puede ser extremadamente variable. He oído a mujeres hablar de que han tenido orgasmos “calientes”, y también “fríos”, “largos”, “cortos”, “deliciosos”, “intensos”, “uniformes”, “sordos”, “fuertes”, “penetrantes”, “sutiles”, etc. He oído incluso a una mujer decir que sus orgasmos eran… ¡“predecibles” y “monótonos”!

— La eyaculación femenina Algunas mujeres tienen una especie de eyaculación –asociada habitualmente a un orgasmo excepcional. La mayoría de ellas eyaculan tan sólo una cantidad pequeña de fluido, pero unas pocas de estas mujeres afirman eyacular un fluido abundante que deja empapadas las sábanas. Es importante saber que la eyaculación femenina no es lo mismo que un flujo de orina. Al parecer, dicha eyaculación procede de las glándulas que rodean el orificio vaginal o bien del llamado punto G.

¿Qué tipo de estimulación puede llevar a una mujer al orgasmo? El mundo de los orgasmos femeninos es muy variado y emocionante. De hecho, la diversidad de formas en que las mujeres pueden autoestimularse hasta llegar al orgasmo es considerablemente mayor que en el caso de los hombres. ¡Menuda ventaja! Muchas mujeres (el 80%) llegan al orgasmo a raíz de una estimulación intensa del clítoris. Las mujeres que tienen orgasmos procedentes del punto G (el 60% de las mujeres que llegan al orgasmo a raíz de la estimulación clitoridiana) dicen sentir unas profun-

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das contracciones vaginales y, según algunas, un orgasmo mucho más intenso. (Para más información sobre los orgasmos asociados al punto G, véase el libro de Tracey Cox: Hot Sex). Únicamente el 20% de las mujeres dicen tener orgasmos habitualmente mediante el coito –dicho lisa y llanamente, la penetración vaginal no es el mejor estímulo para llegar al orgasmo en el caso de la mujer. Prácticamente cualquier tipo de estimulación puede conducir al orgasmo: • Masturbándose directamente, con la estimulación del clítoris mediante el dedo, un vibrador, un consolador o algún otro objeto; • Con una corriente de agua sobre el clítoris –las mujeres que utilizan esta técnica disfrutan aplicándose sobre la vulva la alcachofa de la ducha o el chorro del spa; • Frotándose los genitales contra algo que tenga una textura suave, sedosa, como por ejemplo un cojín; • Sentándose sobre los talones y ejerciendo una presión constante sobre la zona pélvica, o bien apretando firmemente los muslos; • Utilizando algún estímulo sensorial como, por ejemplo, algo que excite visualmente (imágenes eróticas) o algo que excite auditivamente (una cinta de cassette o bien una película con sonido, pero sin imágenes), o simplemente una fantasía; • Algunas mujeres tienen un orgasmo simplemente con los besos o con que les toquen los pezones.

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Ejemplos de mujeres que tenían dificultades para llegar al orgasmo A lo largo de este capítulo encontraremos las soluciones para los siguientes tipos de dificultades:

Cuando jamás hemos tenido un orgasmo, de ninguna de las maneras Linda tenía 22 años, estaba prometida y quería aprender a tener orgasmos para darle una sorpresa a su marido la noche de bodas. Susanna tenía 45 años, había estado soltera toda su vida y quería informarse sobre el sexo y los orgasmos.

Cuando únicamente podemos tener un orgasmo mediante la masturbación, pero no con nuestra pareja Margit tiene 25 años y puede llegar al orgasmo con el sexo a solas, pero no en presencia de su marido. Finge tener orgasmos durante el coito para contentar a su marido. Michelle tiene 36 años y sólo tiene orgasmos si utiliza un vibrador. June tiene 48 años y sólo puede tener orgasmos frotándose el clítoris con el extremo redondeado de un lápiz.

Cuando no podemos tener un orgasmo mediante el coito vaginal, y queremos tenerlo Lena tiene 24 años y dice que su novio la dejará si no es capaz de llegar al orgasmo durante el coito. Trish tiene 32 años y quiere mejorar el sexo con su marido y hacer que su marido se sienta bien. Grace tiene 45 años y quiere tener orgasmos mediante el coito ahora que su marido ha superado el problema que tenía de que no podía mantener las erecciones.

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¿Por qué son importantes los orgasmos? La principal razón para tener orgasmos es por nuestro propio placer. Nuestro cuerpo es un don muy preciado, y el saber cómo utilizarlo para llegar al orgasmo constituye uno de los beneficios naturales asociados a este don. Toda mujer puede tener un orgasmo –todas nosotras hemos nacido con un instrumento en condiciones y podemos aprender a tocar músicas muy hermosas con él. Los orgasmos tienen algunos beneficios verdaderamente asombrosos para la salud y el bienestar: además de ser deliciosamente placenteros, también son gratuitos, divertidos, fortalecen el sistema inmunológico, proporcionan una sensación de bienestar, son un gran sustitutivo de las pastillas para dormir, y pueden incluso quitar las migrañas, los dolores de cabeza y los síntomas premenstruales gracias a la liberación de la congestión pélvica. Mi objetivo consiste en animar a todas las mujeres a que averigüen en qué medida quieren tener orgasmos –tanto en calidad como en cantidad– y animar a los hombres a informarse sobre los orgasmos femeninos. A los hombres les encanta ver la cara de su pareja rebosante de placer, y les resulta extremadamente gratificante saber que han contribuido a la satisfacción sexual de la mujer. Advertencia: No pretendo sugerir que los orgasmos sean el no va más. Es perfectamente posible disfrutar de experiencias perfectamente satisfactorias, sensuales y sexuales, sin necesidad del “big O” (el gran orgasmo). De hecho, obsesionarse con los orgasmos, esforzarse en tenerlos a base de fuerza de voluntad, e insistir en ellos, puede generar alteración emocional e incluso dolor físico.

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Problemas con los orgasmos Más del 20% de los casos tratados en mi consulta de sexología corresponden a mujeres que no tienen orgasmos. El nombre técnico para la incapacidad de tener orgasmos es “anorgasmia”. Puede haber razones fisiológicas o psicológicas que expliquen esta ausencia de distensión orgásmica en la mujer.

Razones fisiológicas Hasta hace poco, era escasa la evidencia médica respecto de las dificultades físicas (los problemas médicos) que podían generar alteraciones en la capacidad orgásmica de las mujeres. El interés actual en la investigación de las bases fisiológicas del orgasmo femenino y de la responsividad sexual de la mujer está abriendo nuevas vías. Las causas físicas de problemas tales como la anorgasmia pueden incluir la diabetes, las anormalidades hormonales como, por ejemplo, la deficiencia de estrógenos o de testosterona, y los problemas ginecológicos graves tales como la vaginitis recurrente. Otros problemas que afectan a la vida en general y que pueden limitar la capacidad orgásmica incluyen el estrés, el alcoholismo, las drogadicciones y las enfermedades crónicas.

— Opciones de tratamiento El tratamiento hormonal suele ser eficaz para ayudar a las mujeres a excitarse más físicamente. Existen algunos fármacos que facilitan el flujo sanguíneo en los genitales. Vienen en forma de gel que se aplica frotando en el clítoris, e incluye vasodilatadores tales como la prostaglandina, el alprostadil y la fentolamina. Nuestro médico puede ayudarnos a obtenerlos, pero es posible que todavía no estén plenamente comercializados.

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Desgraciadamente, los médicos no siempre son unos expertos en orgasmos femeninos. Muchas mujeres me han contado que su médico les había dado una visión muy pesimista respecto de los orgasmos. De modo que nos corresponde actuar a nosotros –el público, la gente. ¿Cómo podemos educar a los médicos para que asesoren a las mujeres con objeto de ayudarlas a tener orgasmos?

Ejemplos de mujeres a las que los médicos disuadieron de la posibilidad de tener orgasmos Lara perdió la capacidad de tener orgasmos a raíz de una lesión de espalda Lara era una mujer de 50 años que había tenido un accidente grave de coche. Las lesiones físicas le dejaron un dolor crónico en la parte inferior de la espalda. También se sintió muy frustrada al ver que además había perdido la capacidad de tener orgasmos, de los que antes del accidente había disfrutado de manera habitual. Su médico no fue capaz de darle ningún consejo útil, por lo que Lara solicitó la ayuda de una experta ginecóloga, con la esperanza de recibir de otra mujer alguna orientación más comprensiva. Se sintió muy desilusionada cuando la experta le dijo: “Bueno, a su edad ya va siendo hora de que deje de pensar en el sexo como en algo sobre lo que podamos trabajar con la pretensión de cambiar nada”.

A Francesca le dijeron que los orgasmos estaban sobrevalorados Francesca tenía 28 años de edad y quería aprender a tener orgasmos para complacer a su prometido, Giorgio, que estaba obsesionado con que ella tuviera orgasmos. Cuando le pidió consejo a su médico, éste le dijo: “Los orgasmos están sobrevalorados; ni lo intente siquiera”. Francesca se sintió sumamente desalentada ante semejante respuesta, lo que le hizo ver el problema de una forma todavía más pesimista. Me dijo: “¿Cómo es posible que la hipnosis me vaya a ayudar a tener orgasmos cuando mi propio médico me ha dicho que no les tengo que dar ninguna importancia?”.

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— Combinar el tratamiento médico y el psicológico Ha habido algunos progresos interesantes en el ámbito de las opciones médicas para potenciar la excitación física en el caso de las mujeres, pero habitualmente lo mejor es combinar dichos remedios físicos con las estrategias psicológicas para que la mujer logre excitarse verdaderamente.

Kelly necesitaba ayuda médica y ayuda psicológica El problema: Kelly era una mujer muy atractiva de unos 40 años de edad, cuyo marido, Ralph, la había tenido que traer prácticamente a rastras a la consulta de sexología. Kelly estaba furiosa: se había hecho todas las debidas pruebas hormonales, las cuales habían revelado que tenía un déficit de testosterona y en consecuencia había procedido a hacerse un implante hormonal subcutáneo. Pero a pesar de haber tratado la causa física, seguía sin sentir interés por el sexo y se mostraba resentida ante los esfuerzos de su marido por lograr que se excitara. Kelly se quejaba de que ella era incapaz de excitarse sexualmente, independientemente de lo que su marido pudiera hacer. La solución: En las sesiones de psicoterapia, Kelly reveló que jamás había logrado superar el trastorno emocional que le había generado el que su novio la obligara a tener sexo oral cuando tenía 19 años. Tampoco le perdonaba a su marido que abusara del alcohol durante los primeros años de su matrimonio. Kelly recibió orientación psicológica para abordar estas emociones perturbadoras. Gradualmente, volvió a recuperar nuevamente su deseo sexual.

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Las mujeres y la intimidad Al principio de comercializarse los fármacos para fortalecer el rendimiento sexual masculino tales como, por ejemplo, la Viagra, comenzaron a circular muchos chistes sobre la necesidad de descubrir una pastilla equivalente para las mujeres. La verdad es que incluso en el caso de que existiera una pastilla que garantizara el orgasmo femenino, no por ello necesariamente la mujer va a querer tener relaciones sexuales –las mujeres necesitamos intimidad para sentirnos verdaderamente excitadas. Las mujeres alegan otras muchas razones además de la satisfacción sexual y de la distensión orgásmica para querer tener sexo, incluidas: fortalecer la cercanía y el compromiso emocional, aumentar la sensación de atracción y de atractivo, y compartir el placer físico por el mero hecho de compartir.

Razones psicológicas Existen muchas razones psicológicas para explicar los problemas que tienen las mujeres para tener orgasmos. La base de la mayoría de estos problemas reside en la incapacidad, por parte de la mujer, de relajar la mente y el cuerpo, y ello suele deberse habitualmente a la ansiedad de ejecución o al estrés de la vida cotidiana.

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Ejemplos de mujeres a las que les gustaría tener orgasmos pero no pueden… de momento Algunas mujeres todavía no pueden tener orgasmos, pero están sumamente interesadas en aprender a tenerlos.

Nadia, la fanática del fitness Nadia tenía 30 años y parecía diez años más joven. Entrenaba todos los días en el gimnasio y actuaba en una compañía de danza los fines de semana. Nadia había tenido varios novios, pero jamás había tenido ningún orgasmo. Cuando vino a verme para tratamiento, comenzó con un programa de autoestimulación porque admitió que jamás se había permitido “jugar consigo misma”.

Mujeres que solían tener orgasmos, pero le han perdido el tranquillo Algunas mujeres dicen que solían tener orgasmos de forma bastante habitual, pero parecen haberle “perdido el tranquillo”. Es como si el interruptor que en otro tiempo encendía la chispa, se hubiese apagado. Algunas de estas mujeres se sienten exasperadas y frustradas; otras no se sienten especialmente alteradas, y apenas les preocupa. La razón más frecuente del apagón suele ser el “factor maternidad”. El instinto femenino hacia la crianza de los hijos puede hacer las veces de anticonceptivo y de antídoto sexual. Dicho lisa y llanamente: “Los niños no son ningún afrodisíaco”.

Bridget no era capaz de tener orgasmos por miedo a que sus hijos pudieran oírle Bridget quería a sus hijos por encima de su marido, de su matrimonio y de sus orgasmos. Había disfrutado de sus orgasmos con Geoff, si bien la mayoría de las veces se contentaba con un polvo rápido y tampoco era demasiado lanzada en la cama. Cuando tuvo su primer hijo, pareció apagarse sexualmente por completo. Por muchos mala-

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barismos que pudiera hacer Geoff, Bridget no era capaz de correrse. Jamás rechazaba a su marido, pero él siempre tenía la sensación de estar teniendo relaciones sexuales con su mujer exclusivamente por puro trámite. Era como si Bridget estuviera en dos lugares a la vez –su cuerpo estaba en la cama con él, pero su mente y su corazón estaban pendientes de la habitación de al lado donde estaba el niño. El problema: La forma de pensar propia de la “chica buena”. A veces, la mujer no puede tener orgasmos debido a sus pensamientos negativos respecto de la sexualidad. No se permite sentir placer porque tiene miedo de soltarse la melena y de volverse demasiado “traviesa”. La “chica buena” nos envía mensajes del tipo de: “¡Lo que tenemos en la entrepierna es una guarrería!”. “¡Las chicas buenas no debemos disfrutar del sexo!”. “Únicamente debemos tener sexo cuando estamos enamoradas”. “El sexo debe limitarse al coito y sólo para complacer al hombre”. Muchas mujeres jamás han tenido ningún modelo a imitar que les muestre el camino y les enseñe cómo se hace. Cuando les pregunto a las mujeres qué es lo que su madre les enseñó en materia de sexualidad, la mayoría se desternillan de la risa. Dicen: “Me consta que mi madre lo tuvo que hacer sin más remedio por lo menos unas tres veces, porque tuvo tres hijos, pero jamás en la vida me habló de eso”. La solución: Dejemos de ser tan buenas y de aferrarnos al control –permitamos que la chica traviesa (más atrevida, más desenvuelta) que llevamos dentro salga a escena. ¿Qué puede pasar si nos soltamos? ¿Qué nos estamos diciendo a nosotras mismas que nos está frenando? Algunas mujeres piensan que el soltarse sexualmente no es propio de una dama; otras piensan que se volverán más vulnerables o que perderán el control. ¿Qué tiene de malo perder el control mientras estamos disfrutando del sexo? Lo único que verdaderamente nos puede pasar si nos decidimos a soltarnos más es… ¡que nos sentiremos mejor! No van a hacernos daño porque nos soltemos –en realidad lo que haremos será sentirnos más satisfechas y más realizadas.

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— Trauma y culpa Los traumas pueden hacer que una mujer se cierre a su potencial orgásmico. La mayoría de las mujeres que han sido víctimas de abusos sexuales dicen que les resulta difícil llegar al orgasmo aun cuando estén absolutamente “coladas” por su pareja actual. El trauma de Ellie El problema: James y Ellie vinieron a terapia debido a que él estaba harto de la falta de interés sexual de ella. La causa: A nivel superficial, la razón de su desinterés era el “síndrome de la superwoman”. Ellie tenía dos hijos, de cuatro y de dos años, y estaba haciendo un curso de asistente social a jornada completa. Pero había además otras razones para explicar su apatía sexual. A James siempre le había extrañado que su mujer jamás hubiera parecido disfrutar verdaderamente de los besos. Hacía poco, Ellie le había contado que en esos momentos le venían a la memoria los besos absolutamente improcedentes que le daba su padrastro –besos largos y sensuales en los labios– de los nueve a los quince años de edad. Aunque su padrastro jamás llegó a violentarla sexualmente de hecho, sí había controlado su privacidad y jamás le había dejado que cerrara la puerta de su dormitorio. Cuando Ellie se quejó a su madre de esto, ésta no le hizo el menor caso. James escuchó mientras Ellie me contaba esta historia y después interrumpió diciendo: “¿Y no debería haberlo superado ya a estas alturas? Vamos, que en realidad no llegó a ser un caso de abusos sexuales, digo yo”. La solución: ¡Comprensión por parte de su marido! ¿Qué hubiéramos dicho nosotros en su lugar? Le dije a James que se mordiera la lengua. Pues claro que fue un caso de abusos sexuales, y su mujer no iba a superarlo por el mero hecho de que le dijeran que tenía que “reaccionar”. James necesitaba aprender… ¡a tener mucha más sensibilidad!

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— Resentimiento La mujer que se está sintiendo presionada por la sociedad o por su pareja para que tenga orgasmos, puede resistirse a tenerlos con una determinación feroz. Algunas mujeres se “cierran” deliberadamente a su potencial para la distensión y el placer sexual que se derivan de los orgasmos, debido a que están resentidas con su pareja actual. El resentimiento puede deberse a muchos motivos: cosas que el hombre hace o deja de hacer, ya sea dentro o fuera del dormitorio. Janine, la mujer de carrera El problema: Janine llevaba casada siete años y era una empedernida mujer de carrera. Le dejó bien claro a su marido, Jay, que su trabajo era más importante que cualquier otra cosa en la vida. Se iba a trabajar bien temprano y volvía tarde a casa, e incluso iba al despacho los sábados y los domingos por la mañana, porque no había ruido y entonces rendía más. Jay siempre estaba tratando de hacer que su mujer llegara al orgasmo durante las relaciones sexuales, pero ella jamás parecía dejarse llevar. Janine se negó a hace nada para llegar a una solución: Janine dijo que para ella las cosas estaban bien como estaban, y si su marido seguía presionándole para que tuviera orgasmos, ella probablemente acabaría pidiendo el divorcio y así se podría concentrar todavía más y mejor en su trabajo.

— Intentarlo con demasiada fuerza Imaginémonos tratando de recoger la pastilla de jabón que se nos acaba de caer al suelo mientras nos estamos duchando –cuanto más lo intentamos, más parece escurrirse el jabón y más frustrados

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nos sentimos. El esforzarse por tener un orgasmo funciona de la misma forma. Cuanto más nos esforcemos, menos probable será que lo tengamos. El fenómeno de “intentarlo con demasiada fuerza” es algo con lo que todos nos podemos identificar. Yo le llamo el síndrome del “tapón de la botella”. ¿Recordamos lo que se siente cuando tratamos de abrir una botella con tanta fuerza que nos duelen las manos? Después de haber estado apretando los dientes haciéndonos polvo hasta casi llegar a la raíz, y de darnos por vencidos, viene una amiga y saca el tapón con tan sólo un leve tirón. ¿Cómo lo ha hecho? Porque estaba relajada y no había invertido ninguna energía emocional en sacar el tapón de la botella.

— Ansiedad de ejecución Las mujeres que tienen “ansiedad de ejecución” tienen miedo de no ser capaces de llegar al orgasmo. Se piensan que esto las convierte en un fracaso y una decepción a los ojos de su pareja. Diálogos internos negativos La mujer está escuchando únicamente los diálogos internos negativos procedentes de su detractor interno, que le sugiere cosas tales como: “Si verdaderamente se me diera bien el sexo, debería ser capaz de tener un orgasmo”. “¿Me correré? ¡Me tengo que correr! ¿Cómo podría hacer para correrme?”. “Él tiene que tener la sensación de que la mano se le está cansando tanto que se le va a partir en dos”.

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“¿Por qué no me puedo correr tan rápido como él?”. “¿Pero qué es lo que me pasa?”. “Él debe de estar hartándose”. “Él debe de sentirse frustrado o incapaz porque yo no me he corrido”. “Me siento como una inútil por no haberme corrido”. “Mi cuerpo no responde. Él debe de tener la mano hecha polvo”. “Me siento culpable por el hecho de que otra persona esté dándome placer”. “Debería estar dándole placer yo a él”. “No me puedo relajar. Le estoy decepcionando”. “No soy capaz de disfrutar porque estoy tan estresada que no puedo llegar al orgasmo y casi tengo ganas de llorar”. Este tipo de observaciones se repiten una y otra vez dentro de su cabeza, desembocando en una tendencia a la “autoobservación”. Es decir, que la mujer se convierte en una espectadora de su propia actividad sexual –se queda literalmente “flotando fuera de su cuerpo”. Se contempla a sí misma teniendo relaciones sexuales y formula toda clase de apreciaciones negativas y críticas respecto de sí misma. Al ser su crítico más implacable, se considera una fracasada como amante.

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Un ejemplo perfecto de autoobservación y de apagón sexual me fue descrito por Danielle, que me había sido derivada por su médico porque jamás había tenido un orgasmo y estaba ansiosa por experimentar este placer.

Danielle, la prostituta de lujo El problema: A los diecinueve años, Danielle salió del campo para irse a la gran ciudad a “hacer fortuna”. Una amiga la convenció para que trabajara en uno de los prostíbulos más grandes y más prestigiosos de la ciudad. Danielle tuvo mucho éxito como prostituta y se retiró del “negocio” al cabo de tres años, con el dinero suficiente para comprarse una casa y establecerse de por vida. La secuela negativa que la experiencia le dejó, sin embargo, fue su incapacidad para tener orgasmos. La causa: La autoobservación –Danielle recordaba que cuando estaba con sus clientes, solía tomarse unas “vacaciones mentales”. Venía a ser como si su cuerpo estuviera en el burdel teniendo relaciones sexuales, mientras su mente y su corazón estuvieran en otra parte, como en un teatro, contemplando la función. A pesar de que actualmente estaba trabajando como contable y tenía un novio que estaba muy ansioso por ser el primer hombre en llevarla a tener un orgasmo, Danielle era incapaz de permanecer dentro de su cuerpo ni de relajarse lo bastante y sumergirse en la vivencia del momento a fin de permitirse tener un orgasmo. La solución: Danielle comenzó con el plan de acción para llegar al orgasmo (véase más adelante en este mismo capítulo), utilizando una cassette de hipnosis para “reprogramar” su mente a fin de que permaneciera dentro de su cuerpo con objeto de poder disfrutar verdaderamente del sexo. Al cabo de seis meses, fue capaz de tener orgasmos.

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Los orgasmos fingidos Ante la presión de quedar bien, muchas mujeres fingen tener orgasmos. Puede que lo hagan para que su pareja se sienta bien… o por lo menos para que no se sienta mal. A veces, las mujeres fingen tener un orgasmo para de esta manera “quitarse el sexo de encima” y poder dormir de una vez. A veces, la falta de satisfacción sexual de la mujer puede deberse de hecho a la falta de experiencia de su pareja. A la larga, el fingir no resulta recomendable porque más tarde o más temprano nuestra pareja lo puede descubrir y entonces sí que sentirá una auténtica y enorme decepción.

Cómo dejar de fingir Si hasta la fecha hemos estado fingiendo los orgasmos, es importante que se lo digamos a nuestra pareja, para que así podamos empezar a tener una relación diferente y más honesta. El mejor lugar para hablar de ello no es desde luego el dormitorio, ni tampoco durante ninguna relación sexual. Elijamos un momento en el que estemos hablando de nuestra relación en general. Comencemos por asegurarle a nuestra pareja que le queremos y que necesitamos que nos ayude a superar cierto problema. Aleguemos algunas posibles razones que hayamos podido tener para fingir los orgasmos –por ejemplo, que verdaderamente no conocíamos bien nuestro propio cuerpo o que nos daba vergüenza o apuro decir la verdad. Si nuestra pareja no se pone agresiva, oigamos lo que tiene que decir y tratemos de comprender lo que siente. En definitiva, por muy buenas que hayan podido ser nuestras intenciones, lo cierto es que hemos estado engañándole emocionalmente.

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Las mujeres y el deseo El deseo consiste en tener pensamientos eróticos –en pensar en el sexo con interés y con entusiasmo. Basson (2001) informa de que el 50% de las mujeres mayores de 40 años pensaban en el sexo una sola vez al mes, o menos todavía… ¡o incluso nunca! Muchas mujeres me han contado que jamás sienten deseos de tener relaciones sexuales (principalmente porque están demasiado atareadas en su papel de superwoman). Las mujeres y la excitación sexual El término “excitación sexual” hace referencia a las sensaciones físicas como, por ejemplo, el cosquilleo en los genitales. Muchas mujeres dicen que pueden llegar a excitarse con facilidad a raíz de que su pareja les estimule sexualmente. Carrie tiene tres hijos y lo expresa de la siguiente forma: “No pienso jamás en el sexo, pero una vez que mi marido empieza a besarme y a acariciarme por el cuerpo, me puedo poner cachonda y tener un orgasmo. Entonces me pregunto cómo he podido estar para ocurrírseme perderme una cosa semejante”. La mente y la excitación sexual Basson también señala que incluso en el caso de estimular los genitales femeninos –por ejemplo, con algún vasodilatador– y de producirse una congestión genital, si la mujer no se siente psicológicamente inclinada a disfrutar del sexo, dirá que “no siente nada en sus partes”: aunque su cuerpo sí pueda estar inclinado a disfrutar del placer sexual, su mente borrará las señales de la excitación.

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Qué quiere decir esto Esto quiere decir que si una mujer no se quiere poner cachonda, no se va a poner. Ni tan siquiera va a registrar mentalmente su excitación sexual.

Cómo reaccionan los hombres cuando la mujer no tiene orgasmos A continuación tenemos algunas reacciones bastante comunes en los hombres: El hombre ignorante Algunos hombres “no se dan cuentan” –es decir, que ni tan siquiera se enteran de que su mujer no está teniendo ningún orgasmo. El hombre que se echa la culpa él Muchos hombres se echan la culpa a ellos mismos; se sienten unos incompetentes. El hombre que lo sabe, pero no dice nada En diez años de matrimonio, Madeleine jamás había hablado con su marido de que era incapaz de tener orgasmos. Decía que él era el típico hombre “reservado, duro” que piensa: “si no me pide ayuda, es porque no es asunto mío”. El hombre avasallador El hombre más difícil es el que lo ve como un problema exclusivamente de la mujer. He tenido algunos casos de

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hombres que han venido a mi consulta de sexología pidiéndome que les “arregle” a su mujer. “Está inhibida, tiene una baja autoestima y necesita mejorar su técnica sexual”. Algunos de estos hombres avasallan a su pareja: por ejemplo, desbordándola con libros de autoayuda, películas X, juguetes sexuales o aceites para masaje. Una cosa es segura: el ponerse agresivo no es bueno, porque la agresividad no es ningún afrodisíaco. El hombre ansioso Otro verdadero antídoto sexual para la mujer es el hombre que no para de preguntar: “¿Te has corrido ya?”. Esto hace que la mujer se sienta más como una muestra vista al microscopio que como participante en un juego sexual espontáneo que fluye libremente. Es importante ver la cuestión de la ausencia de orgasmos como un problema de relación –como algo que afecta a los dos. Es una oportunidad de estar más unidos y de tener más confianza, de explorar los límites de la intimidad y de aprender a darnos placer verdaderamente el uno al otro. La recomendación que les doy a los hombres es que no podemos pretender ser el sexólogo de nuestra pareja. Será mucho mejor para ella que lo consultemos con un sexólogo comprensivo. Nuestra pareja tiene que aprender a soltarse. La responsable en última instancia de sus orgasmos es ella misma.

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Plan de acción para llegar al orgasmo femenino Paso 1 Tener una información objetiva y unas expectativas rea­ listas. Paso 2 Tener unos pensamientos positivos: Aceptar nuestro cuerpo y cuidar bien de él; y Aceptar nuestros genitales. Paso 3 Reorganizar nuestro estilo de vida y reservar un tiempo para el placer. Paso 4 Aplicar las “estrategias sexuales esenciales” (capítulo 3).

Paso 1: Tener una información objetiva y unas expectativas realistas El plan de acción para que las mujeres lleguen al orgasmo se basa primeramente en haber leído la Parte I de este libro: • ¿Hemos aclarado todos los mensajes contradictorios y todos los posibles malentendidos? ¿Nos sentimos entusiastas y positivos respecto del sexo a solas? • ¿Conocemos verdaderamente los aspectos técnicos de la cuestión? ¿Hemos leído algunos buenos libros sobre sexo y nos sentimos absolutamente cómodos con nuestra propia fisiología? Una buena forma de comprobar esto es saber exactamente dónde tenemos el clítoris y que por lo menos nos hayamos echado un buen vistazo delante del espejo. Deberíamos ser capaces de dibujar y de decir el nombre de todas las zonas erógenas de nuestro cuerpo por propia experiencia. En primer lugar, leamos un buen libro como, por ejemplo, Disfrutar el orgasmo, de J. Heinman y J. Lo Piccolo.

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Después, seamos realistas respecto de qué es lo que nos puede funcionar en nuestro caso. Sólo unas pocas mujeres alcanzarán el orgasmo a través del coito únicamente. La mayoría de las mujeres necesitarán de la estimulación del clítoris antes, durante y después del coito o en lugar del coito, ya sea manualmente, oralmente, o bien sirviéndose de un vibrador. Algunas mujeres responden a la estimulación realizada por su pareja, otras deben estimularse y darse placer ellas mismas. A continuación, asegurémonos de que entendemos perfectamente cómo funciona la excitación sexual y la respuesta sexual en la mujer:

­— Fase de la excitación A medida que nos excitamos, el clítoris se repliega o se esconde debajo del capuchón del tallo clitoridiano; esto sucede de forma automática, dado que durante las fases ulteriores de la excitación el clítoris se vuelve extremadamente sensible al tacto. También puede que en este primer momento notemos algunos cambios en los pechos –es posible que los pezones se pongan erectos o que los pechos parezcan aumentar de tamaño. Algunas mujeres sienten una sensibilidad extrema en los pechos durante esta fase y únicamente les gusta que les toquen en esta zona con mucha suavidad. Además de estos cambios visibles, tienen lugar otros cambios internos. Durante la fase de la excitación inicial, el útero se dilata y se eleva respecto del estado de reposo, y la vagina también se dilata –a fin de prepararse para acoger al pene durante el coito.

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— Fase de la meseta Puede que veamos que nos aparecen manchas o rojeces en la piel. Ello se debe a los cambios en el flujo sanguíneo durante la excitación sexual. Puede que notemos que la respiración y el pulso se vuelven cada vez más rápidos, y que el color de los labios menores o “labios internos” se vuelve más oscuro, y podemos sentir una sensación de tensión o de pesadez en los genitales, las piernas, el estómago o los brazos. Problema a evitar: Algunas mujeres llegan a esta fase de la meseta y no pueden seguir avanzando en dirección al orgasmo. Si este es nuestro caso, probablemente nos hayamos sentido muy frustradas y muy molestas físicamente debido a la falta de progresión hacia la distensión orgásmica. Si esto nos sucede con frecuencia, puede que acabemos aprendiendo a enfriarnos a la primera señal de excitación sexual, debido a que asociamos los componentes físicos de la excitación a la sensación de molestia o incomodidad.

— Orgasmo El clítoris se retrae bajo la cavidad formada por los labios menores. La vagina se contrae varias veces, de una forma intensamente placentera. La duración de las contracciones orgásmicas varía de una mujer a otra, y de una experiencia a otra.

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Aumentar las posibilidades de tener un orgasmo con ayuda de los desencadenantes orgásmicos Los desencadenantes orgásmicos son gestos físicos que podemos hacer para aumentar las posibilidades de tener un orgasmo. Éstos incluyen: • Arquear los pies; • Combar los pies; • Contraer los músculos pubocoxígeos –tirando hacia arriba. Los músculos pubocoxígeos son los músculos de la región pélvica que necesitamos aprender a apretar y a sujetar para adquirir el control de esfínteres, así como para controlar nuestro potencial orgásmico; • Empujar hacia afuera con los músculos pubocoxígeos; • Elevar y “bombear” con la pelvis; • Contener la respiración y presionar hacia abajo sobre el diafragma; y • Tirar de la cabeza hacia atrás para desplazar la glotis –la campanilla que está en el fondo de la garganta. Podemos probar a hacerlo echadas en la cama con la cabeza colgando hacia atrás por el borde de la cama.

Paso 2: Tener unos pensamientos positivos • Aceptar nuestro cuerpo y cuidar bien de él. • Aceptar nuestros genitales. Tenemos que sentirnos lo bastante cómodas como para mirarnos los genitales delante del espejo y tocarnos mientras nos miramos. Una idea estupenda para ayudarnos a disfrutar de nuestros genitales además de quererlos y apreciarlos es escribir una descripción de nuestros genitales “como si fueran una flor”.

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• Reafirmar nuestra autoimagen y hacer algo para reforzarla. Pongamos por escrito cuáles son nuestras características físicas más positivas. Vayamos a ver a un asesor de imagen y averigüemos cuál es el color y el estilo que más nos favorecen. Si nos atrevemos, cambiemos totalmente de vestuario. Concentrémonos en comer alimentos sanos y en hacer ejercicio con regularidad. Utilicemos los diálogos internos positivos para reforzar nuestras expectativas positivas. Adoptemos actitudes diferentes y más positivas hacia nuestro cuerpo, por ejemplo, diciendo: “Acepto mi cuerpo. Me encanta el potencial sexual que tiene mi cuerpo”. Algunas mujeres necesitan revisar su historial sexual y redefinir sus experiencias pasadas. Puede que tengamos algunos secretos vergonzosos, pero no por ello tenemos por qué juzgarnos negativamente. Redefinamos nuestros antiguos juicios formulándolos de una manera positiva. Digámonos cosas tales como, por ejemplo: “Me merezco tener una buena vida sexual. Tengo unos orgasmos fantásticos”.

Paso 3: Reorganizar nuestro estilo de vida y reservar un tiempo para el placer Véase el capítulo 14, “El estrés y el exceso de ocupaciones”, para que podamos sacar algunas ideas con objeto de elaborar un plan a seguir. Planifiquémonos para tener un “tiempo reservado para el placer” sexual unas tres veces a la semana. Elijamos cuidadosamente nuestros “mejores” momentos para nuestra excitación sexual y para garantizarnos una privacidad. Relajémonos y disfrutemos de nuestros “momentos reservados para el placer”. Acordémonos de utilizar los diálogos internos positivos –nos ayudarán a manejar la ansiedad y a prevenirla. Digámonos: “Me libero de la necesidad imperiosa de llegar al orgasmo. Si me viene

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un orgasmo, fenomenal, y si no, lo aceptaré y me interesaré por averiguar las causas de por qué no me ha venido”.

— Evitar la ansiedad focalizando la atención en el placer La ansiedad es un poderoso antídoto contra la pasión. La ansiedad que precede a las relaciones sexuales (“ansiedad anticipatoria”) puede impedir totalmente que nos excitemos. La preocupación por dar la talla o por quedar bien durante el acto sexual desviará rápidamente nuestra atención alejándola del placer sexual. Únicamente podemos tener en mente una sola cosa a la vez. La preocupación respecto de nuestra capacidad para complacer a nuestra pareja, la aprensión respecto de la celulitis de las caderas o respecto de si vamos a ser capaces o no de llegar al orgasmo, ya no sólo nos va a enfriar, sino que tampoco nos va a dejar concentrarnos en los estímulos sexuales. Cada vez que, durante las relaciones sexuales, identifiquemos una preocupación, descartémosla inmediatamente. Dirijamos nuevamente la atención en dirección a nuestros pensamientos y sensaciones eróticas preferidas.

Paso 4: Aplicar las “estrategias sexuales esenciales” (capítulo 3) Tres son los pasos del plan práctico para tener orgasmos: 1. Sexo a solas; 2. Sexo en pareja sin penetración; y 3. C oito con nuestra pareja. Recordemos: Tomémonos el tiempo necesario en cada uno de los tres pasos con el fin de reducir la ansiedad al mínimo. La mejor manera de evitar la ansiedad es siguiendo las tres fases o niveles de experiencia sucesivos en cada uno de los tres pasos:

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— Fase 1: Practicar en la imaginación Ensayo imaginario –donde la mujer se representa la conducta sexual en su imaginación, sin correr ningún peligro. Ello se puede hacer con ayuda de la visualización guiada o de la hipnosis.

— Fase 2: Practicar a nivel verbal Comunicación y role-play verbal –donde la conducta sexual se analiza junto con la pareja, o con el terapeuta, pero todavía no tiene lugar ninguna conducta real. — Fase 3: Practicar en la vida real Realización de ensayos prácticos –experiencias sexuales reales. Utilicemos los diálogos internos positivos para guiarnos a nosotras mismas: Prepararnos para tener la experiencia sexual “¿Qué es lo que tengo que hacer? Simplemente relajarme. Se me ocurre algo que sí puedo hacer para ayudarme”. “Siempre será mejor que angustiarme”. “Nada de decirme cosas negativas a mí misma: tan sólo pensar de forma racional”. “No te preocupes. El hecho de preocuparte no te va a ayudar en nada”. “¿Pudiera ser que lo que me parece ansiedad en realidad sea más bien emoción y entusiasmo?”. Pasar a la acción y desenvolvernos en la situación real “Puedo hacerle frente a esto. Puedo relajarme y echar el miedo fuera”.

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“Voy a ir paso a paso: puedo manejar la situación”. “No pienses en el miedo. Piensa sólo en que vas a disfrutar”. Si nos ha salido bien, ¡celebrémoslo! Podemos tomarnos un vaso de vino, decírselo a una amiga, o… ¡comernos un trozo de chocolate! Sobrellevar las experiencias fallidas “Puede que no haya podido alcanzar el objetivo que me había propuesto, pero disfruté de la experiencia e hice todo lo que estuvo en mi mano por aumentar al máximo las probabilidades de tener éxito. Tal vez la próxima vez saldrá bien”.

— 1. Sexo a solas Simplemente, permitámonos relajarnos –no nos demos por vencidas a los pocos minutos. No nos desanimemos si no tenemos un orgasmo de inmediato. Puede llevarnos unos 45 minutos o incluso una hora –o varios intentos repetidos durante unos pocos días– pero al final aparecerá… ¡si dejamos que aparezca! Repasemos las instrucciones para los ejercicios de sexo a solas en el caso de la mujer, en la sección “Las estrategias sexuales esenciales” del capítulo 3. Utilizar vibradores Deberíamos ver el vibrador sencillamente como una extensión de nuestra propia mano. Apliquemos el vibrador suavemente al principio. Gradualmente, podemos ir aumentando la presión en las zonas que nos resulten más estimulantes –utilicemos la cabeza del vibrador de distintas maneras imaginativas y estimulantes, sin dejar de presionar.

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Ayudarnos de los músculos internos y de la respiración Es importante que controlemos la posición y el movimiento del cuerpo, y que aprendamos a trabajar los músculos pélvicos. Los músculos pubocoxígeos son unos músculos que podemos mover sin que nadie más que nosotras pueda saber jamás que los estamos moviendo. (Podemos probar a hacerlo en este mismo momento). Lo único que tenemos que hacer es simplemente tirar hacia arriba en la región pélvica. Si nos atrevemos, podemos introducirnos un tampón, o un lápiz, y comprobar que la vagina es capaz de sujetarlo mientras tiramos hacia arriba con los músculos. Algunas mujeres comprueban que el tumbarse en la cama con la cabeza colgando por fuera genera una cierta presión hacia abajo en la región pélvica. Si esto lo combinamos con las contracciones de los músculos pubocoxígeos y con la respiración profunda, puede que veamos que nos excitamos enormemente. Algunas mujeres me dicen que les gusta hacer experimentos con la respiración, empujando con la pelvis y contrayendo los músculos pubocoxígeos. Una mujer me dijo que ella tiraba de los músculos pubocoxígeos hacia arriba y contenía la respiración mientras contaba hasta tres, después empujaba hacia afuera y exhalaba mientras contaba otra vez hasta tres –y jugaba con ella misma a un juego según el cual no se permitía llegar al orgasmo hasta que no hubiera estado haciendo esto durante unos cinco minutos. Decía que le resultaba de lo más erótico y excitante, y que cuando al final llegaba al orgasmo, ¡era de los que hacían época!

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Fingir orgasmos para nosotras mismas La autoestimulación es el único momento en el que está muy bien que finjamos tener un orgasmo. De hecho, el fingirlo hasta tenerlo –con sus sonidos, sus movimientos corporales y su respiración correspondiente– nos puede servir para entrenarnos en dejar que aparezca cuando nos venga de verdad. Nos podemos permitir agrandar lo que puede suceder durante un orgasmo real –imaginemos que estamos teniendo un orgasmo alucinante, increíble, superintenso. ¡Exagerémoslo! No paremos, movamos los brazos y las piernas sin cesar, gimamos, gritemos, chillemos, empujemos con la pelvis, combemos los pies, tensemos los músculos de los muslos, echemos la cabeza hacia atrás. ¡Perdamos el control! Y a continuación relajémonos, respiremos y pensemos en la experiencia que acabamos de tener. ¡No nos ha pasado nada! Animo a que hagamos esto mismo varias veces –es decir, a que sigamos fingiendo tener un orgasmo hasta que dejemos de sentirnos tensas y avergonzadas, y hasta que seamos capaces de hacerlo delante de un espejo.

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Las delicias de la variedad Además de masturbarnos, con la mano o con un vibrador, podemos utilizar la estimulación visual –mirar libros, revistas, fotos o incluso vídeos eróticos. La estimulación auditiva –tal vez simplemente una música hermosa o los sonidos naturales– puede ser extraordinariamente erótica. Si nos gustan las fantasías, pero necesitamos un poco de ayuda para estimularnos a pensar en ellas, podemos leer los libros de Nancy Friday donde encontraremos algunas ideas sugerentes. Este puede ser también un buen momento para utilizar un lubricante, a fin de evitar las irritaciones y aumentar el placer. Si nos gusta la estimulación sensorial, probemos a utilizar la aromaterapia, las sábanas de satén, champán y ostras, etc. A algunas mujeres les resulta extremadamente excitante vestirse de una manera especial, poniéndose lencería exótica o incluso disfrazándose. El hecho de hacer todo esto delante de un espejo también puede ser sumamente excitante.

— 2. Sexo en pareja sin penetración Es el momento de que intervenga nuestra pareja. Seguro que nuestra pareja está deseando de participar y se sentirá entusiasmado ante la perspectiva de poder ayudarnos. El objetivo es dejarnos llevar y disfrutar. Se trata de que recibamos placer. La mejor posición para empezar en esta fase de la estimulación realizada por nuestra pareja es la que Masters y Johnson denominan la posición “no exigente”. Nuestra pareja se sienta apoyándo-

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se contra la pared con las piernas extendidas, y nosotras nos sentamos entre sus piernas con la espalda apoyada contra su pecho. De esta forma, nuestra pareja puede llegar con facilidad a todas las zonas de nuestro cuerpo y acariciarnos los pechos y los genitales. Las mujeres que se atrevan, pueden masturbarse y enseñarle a su pareja la manera de hacerlo. Si no nos sentimos cómodas haciendo esto, entonces simplemente recostémonos, cerremos los ojos y dejemos que nuestra pareja nos estimule como quiera. Por supuesto, si nuestra pareja nos hace algo que no nos gusta, es importante que se lo hagamos saber con amabilidad. Podemos elegir una palabra-clave como, por ejemplo, decir: “¡cambio!” –que nos permita comunicarle a nuestra pareja que es el momento de cambiar de estrategia. No necesariamente porque lo que nos estaba haciendo estuviera “mal”, sino tal vez simplemente porque nos gusta que nos sorprendan con alguna novedad. Es importante que informemos amablemente a nuestra pareja. Véase el capítulo 11, donde encontraremos algunas ideas respecto de cómo dar feedback. Si nos sentimos verdaderamente incómodas con este ejercicio, probemos a hacerlo a oscuras las primeras dos o tres veces, y después vayamos aumentando gradualmente la cantidad de luz. El proceso de la “mano guiada” Le pediremos a nuestra pareja que ponga la mano encima de nuestra mano mientras nos damos placer a nosotras mismas. De esta manera, se puede acostumbrar al tipo de caricias y al ritmo y la presión que más nos gustan. Gradualmente, permitámonos ir retirando nuestra mano y sustituirla por la suya, para después simplemente abandonarnos al placer que ello nos proporciona y dejar que nuestra pareja nos lleve al orgasmo.

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— 3. Coito con nuestra pareja Advertencia: Si tan sólo el 20% de las mujeres llegan al orgasmo con el coito, este puede ser un objetivo que jamás logremos alcanzar. De modo que tomémonos esta fase como algo preferible, pero no como algo que tengamos que hacer necesariamente. La posición que aumentará al máximo las posibilidades de que lleguemos al orgasmo durante el coito es la posición de “la mujer encima”. Montémonos encima de su pene y disfrutemos de la sensación de sentirlo dentro de nosotras. A continuación, movámonos hacia arriba y hacia abajo con lentitud y con suavidad. Si con ello nuestra pareja se siente sobreestimulada y tiene la sensación de que la eyaculación es inminente, nos lo debe hacer saber para que ambos dejemos de movernos. Es importante que seamos capaces de seguir haciendo esto durante un período de tiempo prolongado –hasta que lleguemos al orgasmo, o bien hasta que nos sintamos “sencillamente extenuadas”. El “puente” La técnica del “puente” consiste en esperar (mientras nuestra pareja nos estimula sin penetrarnos) hasta el momento inmediatamente antes de sentir que vamos llegar al orgasmo –ya sea a través del sexo oral o del sexo manual– y entonces ayudamos al hombre a introducir el pene mientras uno de los dos continúa estimulando el clítoris con la mano. Si estamos verdaderamente excitadas, el orgasmo nos puede venir prácticamente de inmediato. Si no, sigamos practicando hasta que seamos capaces de llegar al orgasmo de manera habitual. Gradualmente, podemos ir disminuyendo la cantidad de estimulación manual y sustituirla por la penetración y la estimulación procedente de su pene y de su pelvis.

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Una de las posiciones más eficaces para hacer este “puente” es la posición lateral o de costado –pero es importante que hablemos con nuestra pareja de las distintas posiciones y elijamos la que mejor nos vaya a los dos. No nos preocupemos si no somos capaces de llegar al orgasmo con la técnica del puente. En realidad es mucho más difícil de lo que parece.

Ejemplos de cómo solucionaron algunas mujeres el problema de la ausencia de orgasmos Cuando nunca en la vida hemos tenido un orgasmo El problema: Amy había sido una buena esposa y una buena madre para los suyos. Debidamente, tenía sus relaciones sexuales con su marido unas dos veces a la semana cuando él tomaba la iniciativa. Se sentía orgullosa de que su marido jamás pudiera decir que ella le había rechazado, pero siempre tuvo la sensación de que su vida sexual era más bien monótona. Jamás había tenido ningún orgasmo y le intrigaba el que diera tanto que hablar. Cuando su marido tuvo una crisis nerviosa y se fue de casa, Amy decidió que iba a aprender a tener orgasmos. La causa: Amy siempre había pensado que a las chicas “buenas” no debía gustarles verdaderamente el sexo, y que jamás debía tocarse sus partes íntimas. La solución: Todas las noches, al irse a dormir escuchaba una cinta de cassette explicando las distintas maneras de llegar al orgasmo, y utilizó los diálogos internos positivos para cambiar sus pensamientos negativos sobre la masturbación. Tres veces a la semana, Amy tenía una cita especial consigo misma, en la que se daba un buen baño de espuma, se aplicaba aceite para masaje, se ponía alguna música agradable y practicaba el sexo a solas. Al cabo de cinco sesiones de tratamiento, tuvo un orgasmo y le encantó.

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Resumen Puede haber unas razones fisiológicas o psicológicas que expliquen la ausencia de distensión orgásmica en la mujer. La base de la mayoría de los problemas psicológicos reside en la incapacidad, por parte de la mujer, de relajar la mente y el cuerpo, y ello suele deberse habitualmente a la ansiedad de ejecución o al estrés de la vida cotidiana. Los obstáculos más habituales para que la mujer pueda llegar al orgasmo incluyen: • La insatisfacción con la propia imagen corporal (la baja autoestima sexual); • No estar correctamente informadas respecto de nuestra fisiología sexual y del proceso de excitación sexual; • Sentirnos incómodas mirándonos o tocándonos nuestros propios genitales; • Sentirnos ansiosas o tensas –“intentarlo con demasiada fuerza”; • Llevar un estilo de vida demasiado ajetreado; • Tener la cabeza llena de pensamientos negativos respecto del sexo, del tipo de “Las chicas buenas (las mujeres decentes) no deben…”; • La presión por parte de nuestra pareja, lo cual nos genera tensión; y • Sentirnos descontentas con nuestra relación de pareja. El plan de acción para llegar al orgasmo femenino comprende: • Tener una información objetiva y unas expectativas realistas; • Tener unos pensamientos positivos;

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• Aceptar nuestro cuerpo y cuidar bien de él; • Aceptar nuestros genitales; • Reorganizar nuestro estilo de vida y reservar un tiempo para el placer; • Aplicar las “estrategias sexuales esenciales” (capítulo 3). Y recordemos que, aun en el caso de que no lleguemos al orgasmo, podemos perfectamente seguir disfrutando du­­ rante las relaciones sexuales.

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6 miedo a las relaciones sexuales DOLOROSAS

La expresión “relaciones sexuales dolorosas” (dispareunia o sexo doloroso) se refiere al dolor en la región pélvica durante o después de la penetración. Causas primarias: Se piensa que la dispareunia está provocada por factores físicos cuanto menos el 75% de las veces. Los factores psicológicos suelen estar asociados a traumas sexuales anteriores (violación o abusos sexuales), sentimientos de culpa o actitudes negativas hacia la sexualidad. Causas secundarias: La alteración psicológica puede aparecer como consecuencia del dolor, de la autovaloración negativa o del miedo a padecer futuros dolores.

Causas físicas Las causas físicas del sexo doloroso en la mujer son muchas, desgraciadamente. Estas incluyen: vaginitis (infecciones vaginales), endometriosis, cistitis o uretritis, problemas de espalda o de

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cadera, útero en retroversión (o útero invertido), además de estreñimiento crónico, relaciones sexuales prematuras después de una intervención quirúrgica (episiotomía) o de un parto, hemorroides, infecciones del tracto genitourinario (como, por ejemplo, una infección de la vejiga) y llagas o ampollas por herpes. Falta de lubricación El dolor que tiene lugar al principio de la penetración pero después va disminuyendo, suele estar provocado por una lubricación inadecuada. Ello se debe con frecuencia a una falta de excitación sexual y de estimulación adecuada, y a veces se debe también a medicaciones que disminuyen la lubricación vaginal (como, por ejemplo, los antihistamínicos). Las mujeres que tienen más riesgo de padecer dispareunia incluyen aquellas que están tomando medicaciones que producen el efecto de una sequedad general a nivel de todas las secreciones corporales (efectos anticolinérgicos asociados, por ejemplo, a los antidepresivos) y las mujeres postmenopáusicas (y que tienen sequedad vaginal debida a la disminución de los niveles de estrógenos).

Soluciones físicas Algunas soluciones físicas pueden ser sencillas y de una utilidad inmediata a fin de evitar el dolor en las relaciones sexuales: • Una buena higiene y unas revisiones médicas rutinarias pueden ayudar en cierta medida. • Para el coito doloroso después del embarazo son cruciales la amabilidad y la paciencia. Esperemos como mínimo unas seis semanas después del parto antes de volver a retomar las relaciones sexuales.

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• Para el coito doloroso después de la menopausia, utilicemos lubricantes y cremas que contengan estrógenos o fármacos recetados con este fin. • Los juegos preliminares y la estimulación adecuada ayudarán a garantizar la debida lubricación de la vagina. El uso de algún lubricante hidrosoluble como, por ejemplo, el gel K-Y, también puede ayudar. La vaselina no se debe utilizar como lubricante sexual. No es hidrosoluble y puede favorecer las infecciones vaginales. • Para el coito doloroso provocado por estomatitis aftosas (micosis vaginales) y endometriosis, existen algunos medicamentos disponibles.

Dificultades de diagnóstico y de tratamiento El sexo doloroso ha sido un filón para los diagnósticos erróneos –los cuales, irónicamente, han generado un trauma psicológico innecesario en muchas mujeres. La naturaleza del tratamiento dependerá de cuál sea la causa del dolor. Entre las preguntas que debemos formularnos, están: • ¿Cuándo empezó? • ¿El coito nos genera dolor todas las veces que lo intentamos? • ¿El coito ha sido siempre doloroso en nuestro caso? • ¿Es doloroso también para nuestra pareja? • ¿El dolor aparece en el momento de la penetración? • Concretamente, ¿dónde se localiza el dolor? (labios vaginales, vagina, toda el área pélvica, etc.)

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• ¿Qué hemos hecho (qué remedios hemos utilizado) para intentar hacer que el coito nos sea menos doloroso? • ¿Ha dado resultado? ¿Qué otros síntomas, además del dolor, están presentes? El tratamiento médico constituye el primer paso para solucionar el problema del sexo doloroso. El tratamiento psicológico también suele ser igualmente necesario, porque el dolor ha generado miedo asociado a la anticipación de futuros dolores y de experiencias sexuales fallidas. Exceso de fricción A veces, el sexo doloroso puede estar provocado por el exceso de fricción. Ello puede deberse a que el amante de la mujer es agresivo o impaciente o sencillamente un ignorante respecto de lo sensibles que pueden ser los genitales femeninos. A veces, el dolor sexual puede venir provocado simplemente… ¡por el exceso de algo bueno! Una cistitis en plena luna de miel: un dolor agridulce El problema: Melinda y Craig eran vírgenes cuando se casaron a los 23 años de edad y se sentían orgullosos de haberse abstenido de tener relaciones sexuales antes del matrimonio. Su luna de miel en un paraíso tropical se convirtió en una pesadilla cuando Melinda contrajo una cistitis grave (escozor uretral y sensación de quemazón al orinar). La causa: Una Melinda abochornada tuvo que escuchar de labios de su médico que probablemente la cistitis había sido provocada por el exceso de fricción derivado de practicar el coito unas cinco veces al día. La solución: Melinda alivió su dolencia mediante una medicación por vía oral adquirida en la farmacia y la abstinencia sexual durante unos pocos días.

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Las infecciones del tracto urinario de Molly El problema: El marido de Molly vino a pedirme ayuda porque ésta se negaba a tener ningún tipo de contacto sexual con él desde hacía más de seis meses. Ni siquiera le dejaba besarla porque tenía miedo de que entonces él se excitara y le presionara para que tuvieran relaciones sexuales. Molly habló de que llevaba diez años padeciendo infecciones urinarias recurrentes, que la ponían tan enferma que se veía obligada a quedarse en la cama con fiebre durante tres días seguidos. Molly dijo que la irritación derivada de la actividad sexual debía estar provocando un brote de infecciones bacterianas. Estaba sencillamente harta del dolor y harta de la enfermedad. Si la abstinencia sexual era el precio que debía pagar para sentirse bien, estaba absolutamente dispuesta a pagarlo. Había consultado a una serie de especialistas, todos los cuales le habían recetado antibióticos, ninguno de los cuales había solucionado el problema. La solución: Una combinación de: 1. Ayuda psicológica, incluida la hipnosis, para la alteración emocional y para la ansiedad anticipatoria. 2. El programa en tres fases de sexo a solas, sexo en pareja sin penetración, y sexo en pareja con penetración. 3. Ayuda médica a base de remedios de hierbas recetados por un naturópata. Al cabo de seis meses, Molly había retomado su vida sexual normal sin tener ninguna infección.

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Vulvodinia “Vulvodinia” es un término médico (derivado del griego dynos, dolor), sugerido para describir las molestias o el dolor crónicos en la vulva de origen incierto. Dado que casi el 90% de las mujeres que padecen este síndrome tienen la tez blanca y una piel muy sensible al sol, parece probable que el proceso mórbido de base pueda ser la hipersensibilidad o la propensión a las inflamaciones dolorosas –es decir, que pueda estar relacionado con la constitución genética individual. Algunos médicos sospechan que el factor desencadenante puede ser una infección leve por hongos o por un virus. El dolor suele ser similar al de una infección por hongos (una micosis genital), pero la medicación que se suele recetar o no hace nada en absoluto, o bien actúa sólo durante un período de tiempo muy breve. No se transmite sexualmente. No se sabe exactamente cuántas personas padecen vulvodinia, pero la mayoría de las pacientes son mujeres entre los 20 y los 40 años de edad. El dolor puede impedir ponerse vaqueros y pantys, o incluso sentarse en una postura normal. Cualquier presión mecánica puede amplificar los síntomas pasando de un malestar leve a un dolor agudo. Este dolor suele ser lo bastante grave como para imposibilitar o interrumpir el coito vaginal. Incluso en el caso de que sea posible el coito, la vulva puede permanecer enrojecida e irritada durante días. Es preciso subrayar que el problema de la vulvodinia no está “todo en la cabeza de la mujer”. Muchas mujeres con vulvodinia también muestran evidencias de alteración psicológica, pero ello constituye una reacción ante la enfermedad. El dolor es real y exis-

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te una sensación constante de “irritación”. Sin embargo, la exploración con un espejo de mano no suele poner de manifiesto ninguna anormalidad visible. Como mucho, la zona aparecerá un poco reseca y un poco inflamada, y tal vez muestre pequeñas hendiduras que tienen el aspecto de los cortes producidos por el borde de un papel. Normalmente, los finos vasos sanguíneos situados bajo la piel vulvar no son fácilmente visibles. Sin embargo, en las mujeres con vulvodinia la inflamación crónica de la piel vulvar genera una hipertrofia constante de los pequeños vasos sanguíneos de los tejidos conectivos subyacentes. A simple vista, la totalidad de la zona vulvar suele aparecer enrojecida. En pacientes con vulvodinia grave o de larga duración, las glándulas secretoras de mucus situadas en torno al orificio vaginal pueden estar intensamente inflamadas, lo que suele ofrecer una razón física identificable para el dolor. Aunque las causas de la vulvodinia continúan siendo desconocidas, las características diagnósticas son relativamente constantes de una persona a otra –incluyendo sequedad e irritación en la piel de la región vulvar, y la presencia de manchas rojas sumamente dolorosas y a veces ulceradas en la entrada vaginal. Alrededor del 10% de las mujeres con vulvodinia desarrollan una contractura de la vulva y de la musculatura del tercio inferior de la vagina, probablemente como consecuencia de la inflamación constante de dichos tejidos. Esta secuela añade una dificultad más al problema de poder practicar el coito vaginal sin sentir dolor. El diagnóstico y el tratamiento de la vulvodinia requieren de una orientación médica y psicológica profesional.

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La odisea de Sandy con un diagnóstico erróneo Sandy y Carl no lograron practicar el coito en la noche de bodas. A ella le generaba demasiado dolor y él no pudo forzar para que el pene acabara de entrar en la vagina debido a los espasmos musculares. Ulteriores intentos de tener relaciones sexuales se vieron frenados debido a la presencia de una micosis vaginal grave que Sandy cogió en la isla tropical donde pasaban su luna de miel –debido probablemente al calor y a llevar puesto un bañador de lycra. La micosis vaginal se curó, pero el dolor continuó. Al cabo de dos meses, fue a ver a su médico, que la derivó a un especialista. Sandy no dejó que éste la examinara bien debido a que sintió miedo y dolor. El especialista sugirió que la apertura vaginal era demasiado pequeña de cara a poder tener relaciones sexuales y que él lo podía arreglar con ayuda de una intervención quirúrgica. Después de la operación, el especialista le recetó una pomada anestésica y le dijo a Carl: “Esto la ayudará a no sentir nada –y si eso no funciona, ¡pruebe a hacerla beber hasta que se emborrache!”. Carl relató: “A las dos semanas volvimos otra vez, porque el remedio no funcionó. Sandy no bebe. Se pone verdaderamente enferma, en lugar de relajarse. La solución fue más cirugía para agrandar la apertura vaginal, pero las cicatrices únicamente sirvieron para que la irritación fuera todavía mayor”. Carl estaba furioso. “Lo curioso es que fuimos a ver a un total de cuatro médicos, y los cuatro coincidieron en decirme lo mismo –que todo el dolor estaba dentro de su cabeza. Pero ninguno de ellos sugirió que Sandy fuera a ver a un terapeuta, para ver qué tenía en la mollera. Nos podríamos

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haber ahorrado un montón de dinero, de dolor y de angustia en relación con toda esta historia si nos hubieran derivado a un terapeuta desde la primera vez”. La solución: Terapia sexual, orientación psicológica e hipnosis. Sandy le habló a la terapeuta de los abusos sexuales que había sufrido a manos de un chico de su barrio cuando tenía ocho años. A lo largo de varias sesiones de orientación psicológica –que incluyeron hablar de los abusos, perdonarse a sí misma de niña por haber sido una víctima, e hipnosis con vistas a la programación positiva de la experiencia de placer y de relajación durante las relaciones sexuales– Sandy fue capaz de practicar el coito con su marido por primera vez, y de disfrutar de ello. Es probable que el dolor que sentía Sandy en las relaciones sexuales se debiera al vaginismo, en cuyo caso no habría tenido necesidad de pasar por aquellas intervenciones quirúrgicas. Vaginismo El vaginismo se refiere a cuando los músculos de la vagina se contraen involuntariamente y se cierran firmemente como una forma de autoprotección para evitar el dolor anticipado. El vaginismo está provocado por el miedo intenso a la penetración sexual. Se ha descrito como si “la vagina tuviera un ataque de pánico”. El diagnóstico y el tratamiento requieren de una orientación médica y psicológica profesional. Causas primarias: El vaginismo puede aparecer cuando la mujer jamás ha sido penetrada vaginalmente por nada en absoluto. En este caso, probablemente sea la consecuencia de problemas psicológicos.

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Causas secundarias: La mujer ha tenido la experiencia de la penetración vaginal, pero después de un trauma físico como, por ejemplo, una vulvodinia o bien un parto sumamente doloroso que requirió la aplicación de puntos de sutura y dejó cicatrices, desarrolla un cuadro de vaginismo. En este caso, el vaginismo estaría provocado por un problema físico que más adelante deriva en un problema psicológico. El vaginismo de Joanna El problema: Joanna siempre se angustiaba ante la perspectiva de tener relaciones sexuales. Se asustaba ella misma con sus “ideas locas” –pensaba que si algo entraba en ella se podía quedar “perdido” ahí dentro permanentemente. Permitía que su novio le tocara los genitales y le hiciera sexo oral, pero no le dejaba introducir sus dedos ni su pene dentro de ella. Joanna podía masturbarse ella misma y tener un orgasmo clitoridiano, pero era incapaz de introducirse un dedo, cuanto menos un tampón. La causa: Joanna era una aprensiva nata. Se “provocó” ella misma mentalmente su vaginismo con sus preocupaciones. La solución: Una combinación de ayuda psicológica (incluida la hipnosis para la alteración emocional y la ansiedad anticipatoria); y las tres fases de ejercitación: • Sexo a solas con introducción gradual de insertores de distintos tamaños (facilitados por su ginecólogo), después de su propio dedo, y finalmente de tampones. • Sexo en pareja con penetración (sin coito) utilizando las mismas fases que en el sexo a solas descritas en el párrafo anterior. • Sexo en pareja con inclusión del pene. Joanna únicamente logró la penetración exitosa mediante el coito vaginal después de una larga lucha –le llevó más de dos años. Las claves para el éxito fueron su propia determinación a practicar y va plantarle cara a su miedo, y el apoyo y la paciencia constante y amorosa de su pareja.

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Resumen El tratamiento médico constituye el primer paso para solucionar el problema del sexo doloroso. El tratamiento psicológico también suele ser igualmente necesario, porque el dolor ha generado miedo debido a la anticipación de futuros dolores. Para el tratamiento psicológico, puede que necesitemos seguir las “estrategias sexuales esenciales” que se describen en el capítulo 3.

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III hombreS

Ya sabes lo que dicen de los hombres: “pies pequeños…”

“…técnica descomunal”

7 por qué A algunos hombres les genera ansiedad el sexo

Mientras que las mujeres tienen más probabilidades de padecer a causa de una autoimagen negativa y de la ansiedad relacionada con el dilema de la chica buena/la chica traviesa, los hombres tienen más probabilidades de sufrir ansiedad de ejecución. Ello es así porque el amor propio masculino depende principalmente en gran medida de que logren hacer las cosas bien. En lo referente a la autoestima sexual, las mujeres tienen la ventaja respecto de los hombres de que siempre tienen la posibilidad de fingir sus sensaciones sexuales y sus reacciones físicas –no se exponen a quedar “públicamente” en ridículo. Los hombres, en cambio, dependen de cómo rinda su órgano sexual. Cuando el pene no funciona como es debido, el fracaso sexual del hombre queda de manifiesto. Las dos preocupaciones más frecuentes de los hombres en lo relativo a rendir sexualmente son las erecciones (capítulo 8) y las eyaculaciones (capítulo 9). Tener una buena erección y un autocontrol sobre el momento de la eyaculación le da al hombre confianza sexual y fuerza personal. El no tener dicho control suele hacer que se sienta un fracasado sexualmente, y puede hacer que tanto él como su pareja se sientan frustrados física, mental y emocionalmente.

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A continuación tenemos un ejemplo de cómo puede desmoralizar a un hombre la ansiedad de ejecución. La causa específica en este caso era un problema de erección, pero también podría haber sido perfectamente algún problema de eyaculación. El problema y la causa: Kelvin era un exitoso agente inmobiliario y en su tiempo libre un entusiasta aficionado a la vela. Cuando su mujer le dejó y se negó a permitirle ver a su hijo de tres años, se deprimió mucho. Se sintió un poco más esperanzado respecto de su futuro cuando advirtió que por lo menos cuatro de las mujeres que solían ir a los actos que se celebraban en el club de vela, iban detrás de él con mucho interés. Ahora bien, una detrás de otra, las cuatro fueron descubriendo que Kelvin no era capaz de tener una erección que permitiera practicar el coito. Empezaron a hablar de él entre ellas, como suelen hacer con frecuencia las mujeres, y al poco Kelvin vio que se había convertido en el hazmerreír del club de vela. Kelvin describió lo que sentía de la siguiente forma: La principal consecuencia del fracaso sexual recae sobre la propia autoestima. Empiezas a sentirte un inútil porque piensas que deberías ser capaz de poder hacer una cosa que habitualmente se produce “de manera natural”. Los compañeros jamás te hablan con sinceridad de sus propios problemas sexuales. Pretenden dar la impresión de que son unas sirenas y unos sementales, y uno piensa que debería ser igual que ellos también. Empiezas a perder la confianza en ti mismo. La vergüenza y la preocupación te llevan a pensar que las cosas no van a mejorar jamás. Puedes incluso empezar a cometer errores o a tomar malas decisiones en el trabajo que normalmente no harías. Piensas que la gente no va a entender lo difícil que es vivir con un problema así. Los demás pueden notar incluso que algo nos tiene preocupados, pero tenemos que aparentar que no es nada o bien dar cualquier excusa. La solución: Kelvin recibió orientación psicológica para el dolor y la frustración que le generó su ruptura matrimonial. También siguió el plan de acción para lograr tener erecciones y mantenerlas (capítulo 8), y se abstuvo de seguir picoteando en el club de vela para de esta forma evitar el fracaso, la ansiedad y el aumento de los rumores.

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POR QUÉ A ALGUNOS HOMBRES LES GENERA ANSIEDAD EL SEXO

Ansiedad y erección A continuación tenemos un ejemplo de cómo un hombre que tiene dificultades de erección puede evolucionar a lo largo de tres fases o niveles de ansiedad: Fase 1: Angustia Por alguna razón (por ejemplo, porque estábamos agotados o porque habíamos bebido un poco más de la cuenta), un día no somos capaces de tener una erección. La siguiente vez que tenemos relaciones sexuales, intentamos cada vez con más y más fuerza conseguir tener una erección. Desgraciadamente, cuanto más desesperadamente lo intentamos, más flácido permanece nuestro pene. Al poco tiempo, la ansiedad generada por estas experiencias conduce a una incapacidad constante de tener una erección. Seguimos poniéndonos cada vez más angustiados y el hecho mismo de estar pensando en ello y preocupándonos por tener una erección impide que ésta se produzca. Fase 2: Evitación Empezamos a evitar el sexo en general por miedo a parecer unos idiotas, unos desastres, o que “no somos lo bastante hombres”. Nos convertimos en unos “maestros de la evitación”, poniendo todo tipo de excusas para eludir el sexo. Nos resulta más fácil alegar cansancio o ponernos a discutir con nuestra pareja, para así evitar la posibilidad de volver a comprobar una vez más que no se nos levanta. Cuando nuestra pareja nos pregunta: “¿Pero qué te pasa? Da la sensación de que ya no quieres hacer el amor conmigo. ¿El problema soy yo? ¿Es que ya no te gusto?”, respondemos con un enorme sin sentido: “No me pasa nada. Déjame en paz”. Lo que realmente queremos decir

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es: “Me repugna todo esto que me está pasando. Me veo incapaz de solucionarlo y me siento como un inútil”. Fase 3: Fobia al sexo Apagamos totalmente el interruptor del sexo. Ni siquiera nos acordamos de que hubo un tiempo en el que solíamos tener relaciones sexuales, y mucho menos todavía de que solía gustarnos. La sensación de terror ha quedado atrás y ahora nos sentimos simplemente entumecidos (aletargados, anestesiados).

Ejemplos de hombres que padecían ansiedad sexual Jamás somos demasiado viejos para tener sexo El problema: Alfred tenía 72 años y seguía siendo virgen. La causa: Alfred se crió en una familia muy religiosa, que pensaban que el sexo era algo que se hacía exclusivamente cuando las personas estaban casadas. Siempre fue muy tímido y retraído, y jamás tuvo la más mínima confianza con ninguna mujer. Debido a ello, jamás cortejó a ninguna chica y por tanto obviamente nunca se casó. A los 60 años conoció a una mujer que se interesó por él, pero debido a que su exceso de timidez le impidió responder, ella se decidió por otro hombre, con el que finalmente se casó. Doce años más tarde, cuando Alfred tenía 72 años, la misma mujer en cuestión volvió a mostrar interés por él –su marido (con el que se había casado años atrás) había fallecido. Alfred estaba deseando aprovechar esta oportunidad de casarse ya de una vez, pero le aterraba el que pudiera desvelarse su virginidad y tampoco tenía ninguna confianza en su capacidad de complacer sexualmente a su mujer. La solución: Mediante la orientación psicológica, Alfred ganó más confianza en su valía como hombre. Su capacidad de tener una erección no era muy de fiar, pero seguía siendo capaz de besar, tocar, acariciar y gozar, ¡y ya era hora de que lo hiciera!

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POR QUÉ A ALGUNOS HOMBRES LES GENERA ANSIEDAD EL SEXO

La ansiedad de ejecución de Sam El problema: Sam tenía 30 años de edad, había perdido un testículo debido a una enfermedad y a raíz de ello evitaba tener relaciones sexuales porque se sentía inferior. La causa: Sam era el primogénito de una familia de inmigrantes que regentaban un comercio en una pequeña población rural. Lo educaron para que estudiara mucho y trabajara mucho en la tienda. No tuvo ninguna vida social hasta los veinte años, porque estaba siempre o estudiando o trabajando A los 21 años tuvo un problema con un testículo y tuvieron que extirpárselo. Sam tenía la sensación de que con ello había perdido parte de su masculinidad y estaba convencido de que ninguna mujer lo iba a desear sexualmente jamás porque no era un hombre “completo”. La solución: Sam aprendió a aceptar su situación física y a convencerse de que seguía siendo una persona sexualmente capacitada. Seguía pudiendo disfrutar del sexo, dar placer a una mujer y tener hijos.

A Don le daba pánico el sexo El problema: Don tenía 21 años de edad y tenía ideas de suicido debido a una antigua experiencia sexual fallida. La causa: Don había intentado tener relaciones sexuales con una chica cuando tenía diecisiete años. Ella ya había tenido relaciones sexuales antes con otros chicos y le tiró los tejos a Don, suponiendo que éste sabía lo que había que hacer. Don se excitó mientras besaba y tocaba a la chica, pero perdió la erección cuando ella se sentó encima de su regazo estando sentado en la silla. La chica reaccionó muy mal y le hizo sentirse como un verdadero inútil. Desde entonces, Don evitó ligar con ninguna chica. Se sentía tan deprimido y angustiado por aquella experiencia negativa que tenía tendencias suicidas. Tenía la sensación de que su vida entera era un fracaso porque no había sabido desempeñarse bien sexualmente. No era capaz de buscar ningún trabajo y se pasaba la mayor parte del tiempo sentado viendo la televisión y fumando marihuana.

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La solución: Con ayuda de la terapia sexual, Don se decidió a hacer algo de provecho. Desarrolló una mayor confianza en sí mismo tanto a nivel sexual como en su lugar de trabajo. Tenía mucho que dar y se merecía tener éxito.

La solución esencial: una información objetiva y unas expectativas realistas En su libro ya clásico, Men and Sex, Bernie Zilbergeld señala que el supuesto referente ideal masculino para poder quedar bien sexualmente es “tener un pene de más de dos palmos de largo, duro como una piedra, tieso como un garrote y que aguante así toda la noche”. ¿Cómo demonios es posible que haya nadie que se pueda ajustar a semejante expectativa tan poco razonable? — Erección Es normal que la erección suba y baje durante el transcurso de una relación sexual. Por ejemplo, muchos hombres pierden la erección mientras practican el sexo oral a su pareja. Si nos sucede esto, no nos preocupemos. Confiemos en que subirá otra vez inmediatamente, en cuanto el pene vuelva a ser estimulado directamente –por ejemplo, cuando nos llegue el turno… ¡de que nos hagan sexo oral a nosotros! — Momento de la eyaculación La mayoría de los hombres únicamente aguantan moviendo el pene con ímpetu dentro de la vagina de dos a seis minutos antes de eyacular.

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— Erección, orgasmo y eyaculación Si estimulamos el pene flácido durante un tiempo lo bastante largo, incluso aunque esté blando se producirá la eyaculación. De modo que si nos preocupa el perder la erección no tenemos por qué inquietarnos tanto, si sabemos que aun así podemos seguir disfrutando y llegar al clímax, más tarde o más temprano.

— Eyaculación y orgasmo Habitualmente, los hombres llegan al orgasmo cuando eyaculan después de estimular el pene. Pero no es necesario eyacular para tener la experiencia de un “orgasmo seco” que algunos hombres desarrollan la habilidad de alcanzar. Aproximadamente el 75% de los hombres suelen llegar al orgasmo siempre que practican el sexo (mientras que en el caso de las mujeres este porcentaje es sólo del 29%). Pero a pesar de llegar al clímax, no por ello el hombre tiene por qué quedarse sexualmente satisfecho.

— Llevar a nuestra pareja al orgasmo con ayuda de nuestro pene El creernos que tenemos la necesidad o la obligación de hacer esto nos creará una presión enorme para que “cumplamos” con el pene. La verdad es que el pene del hombre no es en realidad más que uno de entre los posibles estímulos erógenos y probablemente no el mejor para estimular el clítoris de la mujer. Solamente el 20% de las mujeres llegan al clímax con el coito. La mayoría de las mujeres (el 80%) alcanzan el orgasmo mediante la estimulación directa del clítoris con el dedo o con un vibrador (lo que a su vez puede funcionar todavía mejor si se añade un lubricante).

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Ansiedad y autoimagen sexual Muchos hombres se angustian por dos cosas –por la cantidad de pelo que les queda todavía en la cabeza y por lo grande o pequeño que tienen el pene. Pero la mayoría de las mujeres encuentran muy atractivos a los calvos. Y al margen de las proporciones que pueda tener cuando está flácido, la mayoría de los penes son de un tamaño perfectamente adecuado y normal cuando se ponen erectos. Los hombres no acaban de ser conscientes de esto, porque raramente tienen la oportunidad de ver en la realidad una gran variedad de penes erectos. Probablemente comparan el tamaño de su pene con el del compañero de habitación que de hecho tiene un pene enorme en estado de flacidez, y dan por supuesto que el pene de todos los demás hombres es igual de grande. También comparan su pene y su rendimiento sexual con los hombres que aparecen en las revistas o las películas porno. Estas imágenes suelen estar retocadas y a los “modelos” también los eligen por tener un tamaño excepcional. ¿Qué significa esto? Estamos de enhorabuena… significa que nos podemos olvidar de concentrarnos tanto en el aspecto que pueda tener nuestro “cabezal” externo, ya sea el “superior” o el “inferior”, y ponernos a trabajar en ser los mejores amantes que podamos ser –y para poder disfrutar del máximo placer posible hay que empezar por tener una autoestima sexual positiva.

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POR QUÉ A ALGUNOS HOMBRES LES GENERA ANSIEDAD EL SEXO

El pene de Peter El problema: Peter era virgen y tenía 29 años cuando vino a verme para que le ayudara con sus problemas de erección. Le preocupaba el que su pene fuera demasiado pequeño. Esta preocupación se basaba en compararse con otros chicos en los lavabos, lo cual era una costumbre que había adquirido de adolescente. No le había dado crédito a la opinión de un médico que le dijo que el tamaño de su pene estaba dentro de lo normal. A los 23 años, intentó tener relaciones sexuales. No logró tener una erección plena, pero a pesar de ello trató de llevar a cabo la penetración. Se quedó hecho polvo cuando se dio cuenta de que no tenía la confianza suficiente como para saber encontrar el orificio vaginal e introducir el pene él mismo. Le aterraba la posibilidad de que le volviera a suceder lo mismo en un futuro, de manera que evitó tener relaciones sexuales a pesar de que se sentía seguro de sí mismo en todos los demás aspectos de su vida. La solución: Peter acudió a una sexóloga. Se liberó de la preocupación de que tenía el pene demasiado pequeño y volvió a retomar su vida sexual.

Resumen Un hombre que tenga dificultades para rendir sexualmente puede evolucionar a lo largo de tres fases o niveles de ansiedad: angustia, evitación y fobia al sexo. La solución esencial para los hombres que tengan problemas sexuales es disponer de una información objetiva y unas expectativas realistas.

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8 dificultades de erección

Si hemos tenido o tenemos actualmente algún problema de erección, no nos preocupemos demasiado… no estamos solos. El Dr. Chew, del Keogh Institute de Australia Occidental, presentó una investigación que ponía de manifiesto que el 39% de los varones australianos de edades comprendidas entre los 18 y los 91 años decían tener problemas para lograr o mantener las erecciones. Las dificultades de erección podrían ser todavía más frecuentes de lo que revela este estudio, porque no abundan los hombres que estén dispuestos a admitir el hecho de que “no consiguen que se les levante”. Esto es de lamentar, porque estos hombres deberían recibir tratamiento para su problema cuanto antes. Si esperan demasiado, puede que con la edad el problema vaya todavía a más.

Causas de las dificultades de erección Existen dos posibles causas de los problemas de erección: fisiológicas o psicológicas. El 80% de las disfunciones eréctiles tendrán una causa fisiológica.

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En muchos casos, la presencia de un problema físico genera ansiedad, lo que a su vez genera un problema psicológico: el preocuparnos de que “se nos levante” prácticamente garantizará que no se nos va a levantar. Nota importante: Si nos preocupa la posibilidad de que podamos tener algún problema físico, o simplemente queremos asegurarnos de que no tenemos ningún problema a ese nivel, mi recomendación es que vayamos a ver a nuestro médico y nos hagamos un chequeo completo.

¿Debemos buscar ayuda? Probablemente es hora de que busquemos ayuda si: • Jamás tenemos una erección matutina. • No conseguimos tener una erección practicando el sexo a solas. • El problema se prolonga ya lo bastante en el tiempo como para preocuparnos, a nosotros o a nuestra pareja. • Parece ir a peor en lugar de a mejor, o bien nos ponemos cada vez más tensos y nerviosos cuando tratamos de hacer el amor o por el solo hecho de pensar en hacer el amor. • Estamos evitando (a causa de ello) tener relaciones sexuales.

Causas psicológicas Existe una amplia variedad de causas psicológicas relacionadas con los problemas de erección. En primer lugar, a veces un problema físico que genera dificultades de erección acaba derivando en un problema psicológico.

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DIFICULTADES DE ERECCIÓN

James tenía dificultades de erección debido a un problema de próstata El problema y la causa: James era un prestigioso dentista que trabajaba muchas horas seguidas durante seis días a la semana. Varios años atrás, había sufrido graves pérdidas económicas debido a la mala gestión de su ex socio. Tuvo además algunos problemas de salud y pasó por una operación de próstata. Pareció recuperarse bien, a excepción de una sola cosa –era físicamente incapaz de mantener una erección. Comenzó a evitar el sexo totalmente, para no tener que soportar la sensación de fracaso que tenía cada vez que trataba de satisfacer a su mujer. Se sentía frustrado y decidió invertir todas sus energías en su trabajo y en sus aficiones deportivas. Incluso empezó a jugar al billar dos noches por semana, y apuntó a su hija adolescente en el equipo para que así su mujer, Marie, no pudiera quejarse de sus ausencias. La solución: James vino a pedir orientación psicológica cuando Marie amenazó con dejarle. Se sentía confundido, alterado y avergonzado. Decía en tono de queja: “¿Por qué no me deja en paz con mi problema? Me hizo que leyera el libro ese de ‘Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus’. ¿Es que no sabe que los hombres “nos metemos en nuestra cueva” cuando tenemos algún problema que tenemos que solucionar por nuestra propia cuenta? Todo este asunto me está deprimiendo seriamente. Me siento como si hubiera perdido la mitad de mi hombría”. James tuvo que proceder a cambiar sus diálogos internos negativos, manejar su estrés y aprender a relajarse, a fin de superar su malestar psicológico. En lo referente al problema físico, utilizó las inyecciones que le recetó el médico; éstas le ayudaron a lograr una buena erección y de esta forma pudo desempeñarse sexualmente con éxito.

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Ansiedad de ejecución Existen tres tipos de problemas de erección que están provocados por la ansiedad de ejecución. Al final de este capítulo encontraremos algunos ejemplos extraídos de la vida real, junto con sus correspondientes soluciones. 1. Pérdida de la erección cuando la otra persona está delante –el pene se pone “demasiado nervioso como para poder cumplir” El hombre es capaz perfectamente de masturbarse cuando está solo y sentirse satisfecho con la intensidad y la regulación de la erección. Tan pronto como está en presencia de la otra persona, pierde la erección. 2. Pérdida de la erección en el momento de la penetración El hombre pierde la erección justo cuando intenta introducir el pene en la vagina de su pareja. Este es el momento en el que su ansiedad de ejecución es mayor, porque piensa: “A partir de ahora estoy obligado a rematar la faena –o de lo contrario no estaré cumpliendo como un hombre debería”. 3. Pérdida general de la erección –al hombre no se le levanta El hombre no consigue que se le levante en ningún momento –ni cuando está solo ni todavía menos estando con su pareja.

Otras causas psicológicas Existen a veces algunas razones inconscientes que explican el que un hombre tenga dificultades para rendir sexualmente. Dichas razones pueden incluso no tener ningún sentido aparentemente. El fenómeno en cuestión aparece ejemplificado de la mejor forma en la siguiente declaración: “A veces, nuestro pene es más inteligente que nosotros”.

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La situación en la que “algo no acaba de encajar” A veces, los hombres tienen relaciones sexuales con personas que no les atraen. Prueban a tener sexo con estas personas porque ello les da una sensación de poder o bien porque se supone que eso es lo que se espera de ellos. En tales circunstancias puede que nuestro pene nos haga saber que estamos teniendo relaciones sexuales por unas razones equivocadas y, en consecuencia, se niegue a cooperar. Si bien nuestra mente consciente nos dice que tenemos la oportunidad de tener sexo y que podemos hacerlo perfectamente, la que verdaderamente manda aquí es nuestra mente inconsciente: puede que nos sintamos obligados a cumplir, puede que no nos sintamos atraídos por la persona en cuestión, puede incluso que nos sintamos culpables, y la consecuencia en todos los casos es que el pene no se pondrá erecto. Janine no era el tipo de mujer que le iba a George George se consideraba un amante fogoso y se sentía orgulloso de la fama que tenía entre sus compañeros de ser un “fenómeno a nivel sexual”. Estaba contento de haber quedado para salir (dos parejas juntas) con su amigo Brian y la novia de éste, Mandy, además de una amiga de ésta. Desgraciadamente, la amiga, Janine, no era para nada el tipo de mujer que le iba a George. Era muy flaca, y a él le gustaban más rollizas. Cuando Brian y Mandy se fueron a su habitación, con la intención obviamente de tener relaciones sexuales, George se sintió muy incómodo. Se sintió todavía peor cuando Janine se acercó a él, le cogió de la mano y se lo llevó a otra habitación. George pensó que simplemente podía acceder para no incomodar a Janine, pero vio que no conseguía tener una erección. Se sintió como un auténtico fraude, y le preocupó el que Janine se lo pudiera contar a Mandy, y el que Brian se pudiera enterar y pensar que el supuesto fenómeno sexual era un desastre en la cama.

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— El síndrome de la diosa El “síndrome de la diosa” (la mujer ideal, “divina”, habitualmente de una belleza extraordinaria o excepcional, y revestida de un halo de inaccesibilidad) puede ser devastador para el hombre que está acostumbrado a ser un “superseductor” y de repente no es capaz de tener una erección. Suele suceder de manera característica en hombres jóvenes muy atractivos, que vienen a terapia sexual con la autoestima por los suelos. Llevan años acostándose sin ningún problema con toda clase de mujeres, cuando de repente conocen a la mujer de sus sueños y descubren con estupor que su pene no se pone “a la altura de las circunstancias”. ¡El amor interfiere con el deseo! El problema: Bill era un futbolista muy famoso que venía disfrutando de toda clase de favores sexuales por parte de sus ardientes seguidoras. Se jactaba de haberse acostado con una chica diferente cada noche durante cuatro noches seguidas después de que su equipo ganara la gran final. Cuando Bill conoció a Kate, se sintió desbordado por sus sentimientos. Se enamoró profunda y locamente de ella –ya no solamente de su belleza, sino también de su corazón, de su mente y de su alma. Le encantaba su sentido del humor y su capacidad para hablar con cualquiera. A Kate le interesaban las mismas cosas que a él le gustaban –incluidas las “cosas de chicos” como, por ejemplo, pescar y bucear. Al principio, cuando no consiguió tener una erección al intentar tener relaciones sexuales con Kate, Bill se sintió abatido. El abatimiento dejó paso al autodesprecio. Allí estaba él, en la cama por fin con aquella criatura tan fantástica, y no era capaz de tener una erección, ya no digamos de mantenerla. La causa: Bill logró entender que su ansiedad se debía a que su mente no acababa de darle permiso para “profanar a esta divinidad virginal” a través del mismo acto sexual que tan acostumbrado estaba a realizar con las seguidoras futbolísticas. La solución: Bill aprendió a pensar en términos de una sexualidad satisfactoria –véase la Parte I– y a disfrutar haciendo el amor, en lugar de tener sexo simplemente

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Complicaciones asociadas al síndrome de la diosa Las dificultades de erección pueden ser causa de una gran consternación y ansiedad ya no sólo para el hombre que las sufre sino también para la mujer excepcionalmente atractiva. La reacción de ella puede contribuir todavía más a la ansiedad de él. Anteriormente, esta mujer no había tenido el menor problema en atraer a los hombres. De hecho, es tan atractiva que los hombres siempre han ido detrás de ella, ansiosos por llevársela a la cama. Por esa misma razón, ahora se pregunta por qué demonios este hombre, que tan rotundamente afirma que la quiere, no lo demuestra teniendo unas relaciones sexuales fantásticas con ella. Al principio le preocupa lo que le pueda estar pasando a él, pero después (habitualmente de manera irracional, debido a sus propios temores asociados al miedo al rechazo –en el fondo, su belleza le ha servido en realidad para sentirse insegura respecto de sí misma), empieza a echarse ella la culpa. Enseguida se convence de que la impotencia de él no tiene más remedio que deberse a ella. La próxima vez que él no consiga tener una erección o evite tener relaciones sexuales, ella se echa a llorar y le cuenta su teoría –que eso debe ser que ella es demasiado fea como para ponerle a tono, y que esa es la razón de que él no tenga una erección. El hombre, entonces, se siente culpable de que ella se esté echando la culpa. Esto le hace sentirse todavía más ansioso por refutar la teoría de ella y, con toda esta presión, el hombre tiene todavía menos posibilidades de conseguir que se le levante. Qué comedia de equívocos, y todo ello debido, primero, a los pensamientos negativos y poco realistas de él y, después, y en consecuencia, a los de ella.

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— La catástrofe del condón Muchos hombres sienten una frustración enorme cuando pierden una erección magnífica porque tienen que seguir las normas del sexo seguro y ponerse un condón. Tener que interrumpir el torbellino de la pasión para ponerse a buscar frenéticamente en la cartera o en los bolsillos del pantalón, para después intentar rasgar con los dientes el plástico del envoltorio que se resiste a abrirse ya de una vez, puede ser el equivalente de “aplicar un cubito de hielo sobre el pene”. Craig era una leyenda… hasta que llegaba el momento de ponerse el condón y perdía la erección El problema: Craig tenía 28 años y se describía a sí mismo con orgullo como un “crápula”. Tenía fama entre sus compañeros de surf y sus amiguitas de poder “ligarse a cualquier chavala del bar”. Lo que no les decía jamás era que indefectiblemente acababa perdiendo la erección cuando finalmente se llevaba a la chica a un lugar a solas y en privado, y tenía que echar mano de un condón. Llegó a convertirse en un verdadero tormento y Craig vivía con el temor de que algunos de sus ligues lo pudiera contar. La causa: Craig se había quedado condicionado (por las leyes del aprendizaje) a sentir ansiedad cada vez que tenía que prepararse para ponerse un condón. La solución de Craig: (¡Nada recomendable!) Craig dejó de salir con sus compañeros. Se inventó una historia de que había entrado en un grupo religioso que insistía en que se quedara en casa y practicara la abstinencia. La solución recomendada: Craig tuvo que practicar el ponerse un condón teniendo sexo a solas, y avanzar a lo largo de las distintas fases de la práctica gradual –de la imaginación a la realidad– primero solo, y después con una pareja.

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El estrés Algunos hombres relacionan el inicio de los problemas de erección con las presiones procedentes del trabajo, la familia o la relación con su pareja. La solución está en recibir una orientación para manejar el estrés y obrar en consecuencia: planificarnos el tiempo, hacer ejercicio, meditación, moderar nuestra dieta y reducir el consumo de estimulantes.

El tratamiento de los problemas de erección Existen dos opciones para el tratamiento de los problemas de erección que obedezcan a causas psicológicas: 1. El tratamiento médico; y 2. El tratamiento psicológico. 1. Tratamiento médico Espero que llegados a este punto nos estemos haciendo la pregunta de rigor como, por ejemplo: “Un momento… pero si el problema es psicológico, ¿a qué viene lo de solucionarlo médicamente?”. La respuesta es porque el tratamiento físico tiene muchas probabilidades de generar una erección, y el hombre puede confiar en optar por este recurso. Más adelante, con el tiempo, puede que vaya recuperando su confianza psicológica. Existe una variedad de opciones médicas para el tratamiento físico de los problemas de erección –inyecciones en el pene y diversas pastillas. Para el tratamiento médico, debemos consultar

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con un médico cualificado. Para orientación sobre otros posibles recursos que pueden ayudar con las erecciones tales como, por ejemplo, las bombas de vacío y los implantes, consultémoslo con un urólogo.

— Inyecciones La terapia de las inyecciones autoinyectables puede provocar una erección en el 95% de los casos. La erección puede proseguir durante un tiempo después de la eyaculación. Las inyecciones son recomendables para aquellos hombres que estén extremadamente preocupados por satisfacer a su pareja, tengan un elevado nivel de ansiedad, se resistan a la orientación psicológica y prefieran un enfoque médico. El inconveniente de las inyecciones es que a muchos hombres (y/o a sus parejas) no les gusta la idea de una inyección en el pene. No les gusta porque duele –física, emocional y económicamente. Un efecto secundario adicional que puede ser extremadamente doloroso es el llamado “priapismo”. Derivado del dios griego Príapo, al que se muestra en un estado de erección permanente y desproporcionada, este fenómeno genera ocasionalmente un dolor extremo y puede ser peligroso para la salud del pene.

— ¿Una pastilla amarga? Al principio de aparecer en el mercado, muchos hombres recurrieron con avidez a la Viagra con la esperanza de encontrar una “varita mágica” para las erecciones, y es cierto que puede ayudar como mínimo en la mitad de los casos. Pero, la “magia” tam-

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bién tiene sus limitaciones. A algunos hombres les provoca efectos secundarios indeseados tales como, por ejemplo, dolores de cabeza y visión borrosa. Además, el consumo de alimentos y el alcohol pueden reducir la efectividad de la Viagra. Lo que es más importante, el éxito de la Viagra continúa dependiendo en gran medida de la presencia física real de una pareja sexualmente estimulante, a fin de que el hombre pueda excitarse. La investigación de otros fármacos que potencien el rendimiento sexual y que sean fáciles de utilizar está actualmente en curso. Estos fármacos pueden tener un efecto que se prolongue hasta llegar a un total de treinta y seis horas (por contraste con las cuatro a seis horas solamente que dura el efecto de la Viagra). Una vez más, para que estos fármacos puedan hacer su efecto es necesaria la estimulación sexual, y los posibles efectos secundarios incluyen, entre otros, náuseas y mareos. Se pueden tomar en las comidas o fuera de ellas, y junto con cantidades moderadas de alcohol. Preguntemos a nuestro médico o a nuestro sexólogo acerca de estos nuevos fármacos.

— Tratamientos a base de hierbas Existen muchos remedios de hierbas en las farmacias y los herbolarios que afirman potenciar el rendimiento sexual masculino. Dichos productos incluyen la avena sativa y la hierba del macho cabrío [yin yang huo, epimedium saggitatum]. Pueden ser más baratas y más fáciles de conseguir que las opciones médicas, pero los medicamentos a base de hierbas no siempre son efectivos y también pueden tener efectos secundarios, además de una posible interacción negativa con algunos medicamentos recetados.

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Potenciar nuestra capacidad de tener erecciones • Llevar una dieta baja en colesterol, baja en grasas y rica en fibra. • Mantener el peso, el colesterol y la tensión en consonancia con nuestra estatura y nuestra constitución (somatotipo), y hacer ejercicio de forma habitual. • No fumar nada; beber alcohol con moderación. • Conocer los medicamentos que se sabe que reducen la libido o que inhiben las erecciones (e.g., los antidepresivos).

2. Tratamiento psicológico La clave para lograr una buena erección consiste en tener una información objetiva, unas creencias positivas y unas expectativas realistas, y después, con la ayuda de los diálogos internos positivos y de la práctica, pasar sistemáticamente de las situaciones sexuales en las que no exista ninguna presión respecto de tener que dar la talla, a las situaciones en las que seamos capaces de tener una erección y disfrutar del coito sin sentir ansiedad.

— Paso 1: Tener una información objetiva El plan de acción para lograr y mantener las erecciones se basa en haber leído primeramente los contenidos que aparecen en la Parte I de este libro: • ¿Hemos aclarado todos los mensajes contradictorios y todos los posibles malentendidos? ¿Nos sentimos entusiastas y positivos respecto del sexo a solas? • ¿Conocemos verdaderamente los aspectos técnicos de la cuestión? ¿Hemos leído algunos buenos libros sobre sexo y nos sentimos absolutamente cómodos con nuestra propia fisiología?

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— Paso 2: Utilizar los diálogos internos positivos Combatamos nuestra actitud negativa cambiando las palabras que no dejan de darnos vueltas por dentro de la cabeza. Lo primero, modifiquemos las calificaciones condenatorias. Al hombre que tiene dificultades de erección se le ha venido llamando normalmente “impotente”. Esta palabra implica que carecemos totalmente de la más mínima capacidad sexual. ¡Pues no es así! No somos unos inútiles sexualmente solamente porque el pene no se nos levante o no se nos mantenga tieso. Somos unos seres espirituales, mentales y emocionales, además de físicos. Tenemos un valor intrínseco como hombres en cada una de estas cuatro áreas. Dejemos de pensar en nosotros mismos como seres impotentes. En lugar de ello, pensemos que somos unos hombres que, al igual que le sucede a la mayoría de los hombres, tienen algún que otro problema conductual ocasional que en este caso resulta ser de índole sexual. Lo segundo, cambiemos nuestros pensamientos negativos. Los hombres con problemas de erección habitualmente suelen tener una serie de pensamientos característicos antes y durante las relaciones sexuales tales como, por ejemplo: “Espero no perder la erección, me preocupa la posibilidad de que pueda perderla, sé que la voy a perder. No, por favor… la estoy perdiendo… ¡se va! Lo sabía. Se me ha ido”. Por si no tuviéramos bastante con ponernos de vuelta y media con toda clase de juicios condenatorios, a continuación seguimos regodeándonos en una condena futura que parece no tener fin. A estos pensamientos los llamamos “tremendistas” y “del tipo de blanco o negro” como, por ejemplo: “Soy un inútil a nivel sexual. Dado que no puedo satisfacer a mi pareja como es debido, no soy un hombre de verdad”… y al final… “Jamás seré capaz de lograr tener una

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erección y confiar en que pueda conservarla. Me repugna sentirme como un inútil. Lo mejor es que me mantenga al margen del sexo”. Esta clase de pensamientos hacen que los hombres se pongan más ansiosos y que con sus diálogos internos provoquen ellos mismos justamente aquello que pretendían evitar –un pene flácido. Para poder cambiar esta profecía autocumplida, tenemos que cambiar los “pensamientos catastrofistas”. Los pensamientos negativos que tenía Bob respecto de su rendimiento sexual Decía Bob: “Me siento presionado a tener que demostrar mi valía cada vez que tengo relaciones sexuales, demostrar que he superado mi antiguo problema y demostrarme a mí mismo que puedo hacerlo. Me odio a mí mismo por estar pensando constantemente en las relaciones sexuales –especialmente porque nunca antes les había concedido una importancia semejante– solía ser más un complemento en mi vida, y no algo esencial de lo que tuviera que preocuparme. Normalmente suelo ser una persona muy racional, pero no lo estoy siendo en relación con esto… “Una vez que me relajo y me concentro debidamente es fantástico, pero me cuesta lograr esta disposición de ánimo. No me puedo imaginar que llegue el día en el que ya no lo vea tan negativamente. No me siento seguro en este terreno, cuando habitualmente la seguridad en mí mismo suele ser mi rasgo más característico, y normalmente suelo ser una persona muy positiva –por eso me pregunto por enésima vez, ¿por qué? Me siento cada vez más ansioso y preocupado cuando lo pienso. Sé exactamente lo que tengo que hacer, pero mi cabeza me está suponiendo un obstáculo. Por primera vez en mi vida, dudo de mi fuerza y mi capacidad mental. Mis prioridades están todas trastocadas. Me siento estúpido por dedicarle a esta parte de mi vida tanta reflexión y tanta atención. Me repugna sentirme tan inundado de negatividad cuando me despierto por la mañana y me pongo a pensar aprensivamente en el sexo. Estoy harto de darle tantas vueltas a algo que supuestamente debería ser agradable, divertido y positivo”.

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— Identificar y cambiar nuestros diálogos internos negativos El siguiente ejercicio de ensayar el coito mientras practicamos el sexo a solas nos ayudará. Pensemos en tener sexo con una pareja. A continuación, masturbémonos y fantaseemos con el hecho de ser deseados por nuestra pareja. Imaginemos que tenemos unos juegos preliminares, después imaginémonos en el momento justo antes de la penetración, y finalmente el coito. Tomemos conciencia de cualquiera de los pensamientos negativos que tengamos respecto de que “no vamos a ser capaces de lograr tener una erección o de mantenerla”. Procedamos a identificar estos pensamientos. Después de masturbarnos, registremos por escrito todos los pensamientos que hayamos logrado identificar. Seamos honestos y sinceros con nosotros mismos. No nos pensemos que nuestros pensamientos negativos son ridículos y que en realidad no les damos absolutamente el menor crédito. Revisemos nuestros pensamientos negativos y procedamos a tacharlos dibujando una cruz bien grande. Cojamos una hoja de papel en blanco y escribamos unos pensamientos diferentes, más positivos –o por lo menos que favorezcan el afrontamiento. No pensemos negativamente “Espero que no se me vaya la erección”. “Si se me va, no la recuperaré jamás”. Pensemos de una forma positiva “Voy a disfrutar y a no preocuparme de la erección”. “Confío en que si pierdo la erección, la podré recuperar”.

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“Por si acaso fuera una de esas pocas veces en las que no se me vuelve a levantar, puedo seguir perfectamente disfrutando estimulando el pene placenteramente y confiando en que al final tendré un orgasmo maravilloso”. Ahora disponemos de una serie de pensamientos diferentes que podemos utilizar en nuestros diálogos internos positivos. Debemos utilizarlos durante el transcurso de todas las modalidades de actividad sexual –a solas o con una pareja. No dejemos que la ansiedad nos impulse a eyacular antes de tiempo No pensemos: “Tengo que correrme cuanto antes en el caso de que consiga tener una erección, ¡no vaya a ser que deje pasar la ocasión y se me baje!”. Algunos hombres tienen miedo de dejar pasar la oportunidad de eyacular en el caso de que pierdan la erección. Se han condicionado ellos mismos a eyacular lo más pronto que puedan, no vaya a ser que si dejan pasar más tiempo, pierdan la ocasión.

— Paso 3: Pasos prácticos Como ya dijimos en las “estrategias sexuales esenciales” que figuran en el capítulo 3, tres son los pasos de la práctica gradual aplicada en este caso al plan de acción para lograr tener y mantener las erecciones: 1. Sexo a solas; 2. Sexo en pareja sin penetración; y 3. Coito con nuestra pareja. Recordemos: Nos tomaremos el tiempo necesario en cada uno de los tres pasos con el fin de reducir al mínimo la ansiedad. La

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mejor manera de evitar la ansiedad es avanzando a lo largo de las tres fases o niveles de experiencia: practicar en la imaginación, practicar a nivel verbal y practicar en la vida real (véase el capítulo 3). Utilicemos los diálogos internos positivos para guiarnos a nosotros mismos a lo largo de los distintos niveles prácticos. Prepararnos para tener la experiencia sexual “¿Qué es lo que tengo que hacer?”. “Simplemente relajarme. Se me ocurre algo que sí puedo hacer para ayudarme. Siempre será mejor que angustiarme”. “Nada de decirme cosas negativas a mí mismo: tan sólo pensar de forma racional”. “No te preocupes. El hecho de preocuparte no te va a ayudar en nada”. “¿Pudiera ser que lo que me parece ansiedad en realidad sea más bien emoción y entusiasmo?”. Pasar a la acción y desenvolvernos en la situación real “Puedo hacerle frente a esto. Puedo relajarme y echar el miedo fuera”. “Voy a ir paso a paso: puedo manejar la situación”. “No pienses en el miedo. Piensa sólo en que vas a disfrutar”. Si nos ha salido bien, ¡celebrémoslo! ¡Podemos tomarnos una cerveza o ver un poco la televisión! Sobrellevar las experiencias fallidas “Puede que no haya podido alcanzar el objetivo que me había propuesto, pero disfruté de la experiencia e hice todo lo que estuvo

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en mi mano por aumentar al máximo las probabilidades de tener éxito. Tal vez la próxima vez saldrá bien”.

1. Sexo a solas Véase el ejercicio de sexo a solas para hombres en el capítulo 3, sección “Las estrategias sexuales esenciales”. Dado que la primera fase para solucionar los problemas de erección se basa principalmente en sentirnos cómodos con el sexo a solas, es importante que el hombre se sienta bien con todo aquello que dijimos en la sección sobre la masturbación. Tenemos que masturbarnos a solas, un mínimo de tres veces a lo largo de la próxima semana, y en días diferentes. El objetivo es que aprendamos la manera más sencilla y más fiable de lograr que el pene se ponga erecto lo más rápidamente posible. Habrá hombres que conseguirán una erección en menos de un minuto, con tan sólo una estimulación leve y lenta –otros necesitarán varios minutos de estimulación y de concentración muy intensas. En las primeras fases del entrenamiento, sobre todo si estamos seriamente desentrenados o jamás lo hemos practicado anteriormente, podemos servirnos de alguna estimulación adicional –podemos utilizar la fantasía, un vibrador, o revistas o vídeos eróticos. Idealmente, sin embargo, lo mejor es que sepamos que podemos conseguir tener una erección en cualquier circunstancia –tanto si estamos rodeados de una abundancia de estímulos sexuales como si estamos en una isla desierta. La técnica de parar/empezar Tenemos que practicar una técnica que los libros sobre sexo llaman “parar/empezar”:

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1. Démonos placer a nosotros mismos hasta conseguir po­­nernos empalmados, excitados y disfrutando del mo­­ mento. 2. A continuación, dejemos de tocarnos el pene durante un momento. Es importante que dejemos de tocarnos con la suficiente antelación, para prevenir que lleguemos al punto de inevitabilidad (en el que inevitablemente no podamos dar marcha atrás) y tengamos una eyaculación. Dejemos que el pene se ponga blando, pero no totalmente flácido, y centrémonos en lo que sucede a nivel del pene, del cuerpo, y de la sensación de excitación sexual. El objetivo es que aprendamos a identificar qué sentimos cuando estamos medianamente excitados: ni mucho, ni poco. 3. Comencemos a estimular el pene nuevamente, hasta recuperar una erección plena. Paremos otra vez y concentrémonos en lo que sucede en el pene y en el cuerpo. 4. Repitamos los pasos 1, 2 y 3 una y otra vez, para que podamos desarrollar la confianza en nuestra capacidad de hacer que se nos levante tanto al principio como después de dejar que vuelva a bajar. A continuación, masturbémonos hasta eyacular, si así lo deseamos. Podemos practicar esta técnica todas las veces que queramos, porque se trata de un ejercicio para aprender a identificar la respuesta de nuestro cuerpo y la forma de controlarla. Es muy importante que advirtamos qué sentimos cuando estamos excitados, y después cómo salir de dicha excitación y confiar en que la podemos recuperar.

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2. Sexo en pareja sin penetración Es el momento de practicar la “focalización sensorial” y el dar placer sexual con una pareja. Revisemos nuevamente la sección sobre “Las estrategias sexuales esenciales” del capítulo 3 para una exposición detallada de este ejercicio. Paso 1: Todas las zonas erógenas, a excepción de los genitales Véase el capítulo 3. Paso 2: Sexo con nuestra pareja Todas las zonas erógenas incluidos los genitales, pero sin llegar al coito. La idea es no obsesionarnos por llegar al orgasmo ni por eyacular, sino disfrutar del sexo juntos, sin el agobio de tener que cumplir o dar la talla. Las cosas esenciales que el hombre debe recordar hacer son practicar los “diálogos internos” positivos y no dejar de comunicarnos con nuestra pareja. El objetivo es que dejemos de sentir cualquier posible ansiedad –de manera que no nos preocupemos de si estamos consiguiendo tener una erección o no. La estimulación en el caso del hombre debe ser similar a los pasos correspondientes a los ejercicios de masturbación en la fase del sexo a solas. Dejemos que baje un poco la erección y a continuación retomemos la estimulación nuevamente –respiremos hondo y relajémonos. Advirtamos de qué forma estamos sintiendo la excitación por todo el cuerpo –no nos centremos exclusivamente en las sensaciones procedentes del pene. Probemos a hacer el “parar y empezar de nuevo” un mínimo de unas tres veces cada vez que practiquemos el sexo en pareja sin penetración.

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DIFICULTADES DE ERECCIÓN

Acostumbrémonos a que nuestra pareja nos toque el pene indistintamente tanto cuando se ponga blando y cuando esté duro. Si no acabamos de excitarnos plenamente, probemos a echar mano de alguna fantasía erótica –pensemos en imágenes que nos pongan muy cachondos, tumbémonos y cerremos los ojos.

3. Coito con nuestra pareja Una vez que hemos desarrollado la confianza en nuestra capacidad de tener una erección, el siguiente paso (llegar al orgasmo con el coito) no tiene mayor dificultad. Hagamos uso de todo lo que hemos aprendido previamente: la estimulación erótica, ya sea oral o manual, la “focalización sensorial” y el masaje, además de, si queremos, las fantasías eróticas. Dejémonos ir, soltémonos. El paso 3 consiste en permitirnos realizar el acto sexual de manera gradual y sin dificultad. La idea es practicar el mantenernos en un nivel óptimo de excitación durante la penetración y una vez dentro de la vagina.

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Pasos prácticos para empalmarnos y mantenernos empalmados Paremos como mínimo unos diez segundos antes de que eyaculemos inevitablemente. Persistamos en cada una de las fases hasta lograr tener tres éxitos consecutivos, antes de pasar a la fase siguiente. Nuestro objetivo es mantenernos empalmados y, si perdemos la erección, recuperarla. Fase 1: Nosotros solos 1. Con la mano húmeda (utilizando un buen lubricante) uno solo, sin parar –movimiento continuo. 2. Con la mano seca, como en 1. 3. Con la mano húmeda uno solo, parando y empezando nuevamente (usando un buen lubricante). 4. Con la mano seca uno solo, parando y empezando otra vez de nuevo. Fase 2: Con la mano de nuestra pareja 1. Pasos 1 a 4, como en la fase anterior. Fase 3: Con la boca de nuestra pareja 1. Movimiento continuo. 2. Parando y empezando otra vez de nuevo –indicándole a nuestra pareja cuándo debe parar. Fase 4: Con la vagina de nuestra pareja 1. Húmeda –lubricación adicional, repitiendo los pasos 1 y 2 (de la fase 3). 2. Normal –inserción continuada del pene. 3. Penetración normal –retirar el pene y cambiar de posición y de técnica antes de proceder definitivamente a consumar el acto sexual.

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Ejemplos de cómo solucionaron algunos hombres sus problemas de erección El hombre puede tener erecciones cuando practica el sexo a solas, pero no cuando la pareja está delante El problema: Kim tenía 30 años y era muy tímido con las mujeres por naturaleza. Se masturbaba todos los días un mínimo de dos veces y tenía fuertes erecciones que le duraban todo el tiempo que quería. Pero en cuanto estaba con una mujer que se mostrara interesada en tener relaciones sexuales, el pene jamás se le ponía erecto cuando él quería. Aunque la mujer lo masturbara o le hiciera sexo oral, Kim no era capaz de tener una erección. Si se masturbaba por su cuenta para conseguir que el pene se pusiera lo bastante erecto como para poder introducirlo en la vagina, más tarde o más temprano perdía la erección durante el coito. La causa: Kim padecía una ansiedad de ejecución grave generada por sus pensamientos negativos. Le aterraba la perspectiva de no poder complacer a su pareja. La solución: Kim escuchó una cinta de cassette que trataba sobre la manera de lograr y mantener las erecciones. Concibió unos diálogos internos positivos que reafirmaban su capacidad de mantener la erección estando con su pareja.

El pene se pone flácido en el momento de la penetración El problema: John tenía 39 años y estaba felizmente casado con Susie. Venía teniendo dificultades de erección durante las relaciones sexuales. Solía tener una erección si Susie le hacía sexo oral, pero cuando procedía a introducir el pene en la vagina de su mujer, el pene se le ponía blando. John pensaba que ello podía ser porque se estaba haciendo cada vez más mayor. La causa: Susie señaló que John se esforzaba mucho por rendir al máximo tanto en el trabajo como en casa, y que se presionaba a sí mismo enormemente para tener éxito en todo lo que hiciera. No soportaba fracasar. Le resultaba difícil admitir que en casa no fuera capaz de hacer lo que a cualquier hombre debería venirle “de forma natural”.

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La solución: John comenzó a llevar una vida un poco más equilibrada y aprendió a relajarse. Dejó sus presiones a un lado y reconoció que no tenía por qué rendir excelentemente en todo. Se concentró en la experiencia de las relaciones sexuales como algo placentero y sus erecciones reaparecieron.

Pérdida general de la capacidad de erección –el pene no se levanta de ninguna forma El problema: George tenía 45 años, se había hecho un examen médico y no tenía ninguna causa fisiológica que pudiera explicar sus dificultades crónicas de erección. Su ex mujer se le quejaba amargamente cuando ocasionalmente perdía la erección durante las relaciones sexuales. Esta mujer le exigía practicar el coito cada vez que ella quisiera. Ahora que estaba divorciado, vio que era incapaz de tener una erección en ningún momento, ni tan siquiera practicando el sexo a solas, cuanto menos con las mujeres desenvueltas de su misma edad que estaba conociendo. Todo este asunto le estaba resultando demasiado alarmante, de manera que al final optó sencillamente por evitar tener relaciones sexuales. La causa: George se había quedado condicionado por las críticas de su mujer a evitar el sexo y había perdido la confianza en su capacidad de tener erecciones. La solución: George siguió el plan de acción para lograr tener erecciones y encontró a una mujer que era muy cálida, cariñosa y paciente.

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Resumen Hechos constatados sobre las dificultades de erección: • Es probable que las dificultades de erección tengan una causa primariamente médica. • Las dificultades de erección conducen a la ansiedad de ejecución, lo que constituye un problema psicológico. • Si podemos tener una erección en cualquier otro mo­­ mento que no sea el coito, por ejemplo, al despertarnos por la mañana o durante la masturbación a solas, el problema es probablemente psicológico. Tres consecuencias habituales de las dificultades de erección: • Evitar el sexo “por si acaso” el pene se negara a responder. • Sentirnos avergonzados, rabiosos, inútiles y frustrados. • Tratar de obligarnos a que “se nos levante”. Obstáculos para lograr y mantener las erecciones: • Ansiedad respecto de nuestra relación de pareja. • Vergüenza de no responder sexualmente como es debido. • Miedo de ser demasiado viejos como para poder disfrutar del sexo. • No sentirnos como un “verdadero” hombre. • Nuestra pareja se muestra crítica y exasperada. • Pretender que el problema se pase sin más y dejarlo para más adelante. • No tener tiempo o estar demasiado ocupados como para poder hacer algo para solucionar el problema. • Miedo a la terapia o al tratamiento con medicaciones o inyecciones.

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• Vergüenza y reticencia a masturbarnos. • Estrés, enfermedad, y/o llevar un estilo de vida poco sano. Lograr y mantener las erecciones: • No evitar el sexo. • Disfrutar de las alternativas al coito: tener sexo sin pe­ne­tración, explorar los cuerpos del uno y del otro y divertirnos. • Adoptar un estilo de vida sano. • Reducir el consumo de alcohol y aumentar el ejercicio físico. • Aprender la técnica de “parar/empezar de nuevo”. • Leer algún libro de autoayuda. ¡En la vida real, los hombres también leen! No dejemos esto a cargo de nuestra pareja. • Escuchar alguna cassette sobre la manera de lograr y mantener las erecciones. • Aprender a relajarnos y a respirar hondo de forma continuada. • Utilizar los diálogos internos positivos y concentrarnos en sentirnos bien y en pensar de una forma positiva. • Pedir la colaboración de nuestra pareja con objeto de excitarnos y de mantenernos excitados. Por ejemplo, le podemos informar de que los hombres suelen ser más visuales por naturaleza –tal vez la mujer podría “disfrazarse” o vestirse de determinada forma para despertar nuestro interés sexual.

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9 eyaculación precoz o demasiado rápida

La eyaculación precoz se refiere a cuando no podemos controlar el momento de la eyaculación y nos “corremos” demasiado pronto. Algunos hombres eyaculan demasiado pronto mientras intentaban disfrutar del coito. Otros eyaculan antes incluso de introducir el pene en la vagina.

Causas de la eyaculación precoz La eyaculación precoz es más probable que aparezca en hombres jóvenes que no tienen demasiada experiencia sexual. La eyaculación precoz se ha descrito como “la maldición del joven y la pesadilla del viejo”. Imaginémonos al adolescente que se corre en los pantalones mientras está besando a su novia que vive enfrente, parados delante de la puerta de la casa de la chica. ¿Cómo explica el joven la mancha en el pantalón cuando los padres de la chica abren la puerta y le invitan a tomar un café? Los hombres mayores también pueden sufrir inesperadamente de eyaculación pre-

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coz después de que nunca antes hubieran tenido ningún problema sexual –en la mayoría de los casos, debido a la ansiedad relacionada con el inicio de una nueva relación.

Hipersensibilidad física La eyaculación precoz puede comenzar siendo un problema de origen físico. En el caso de muchos hombres, empieza por ser una hipersensibilidad a la estimulación. Dicha sensibilidad suele ser habitualmente manejable cuando el hombre practica el sexo a solas. Está acostumbrado al tacto de su propia mano y al ritmo de sus movimientos. Cuando está con una pareja, esto mismo es mucho más estimulante y el hombre se excita más. Algunos hombres se pueden correr tan sólo con pensarlo –imaginándose el coito con la pareja que tienen delante. Otros se corren con la estimulación de los besos y de las caricias. Otros se corren cuando la pareja les acaricia el pene o les hace sexo oral. Otros se corren nada más introducir el pene en la vagina de la mujer, y otros tienen la suerte de poder aguantar unos 30 segundos –la calidez, la humedad y la acogida favorable que demuestra el cuerpo de la mujer se combinan juntamente para generar una sobrestimulación física y psicológica, y el hombre eyacula.

Tiempo de eyaculación aprendido Con frecuencia, los hombres “se ejercitan en tener una eyaculación precoz” a una edad temprana. Los hombres tienen muchas más probabilidades de masturbarse que las mujeres que las mujeres, porque tienen que tocarse el pene un mínimo de unas cuatro veces al día con objeto de orinar. Y la mayoría de los hombres tienen también la dicha de tener erecciones matutinas –lo que puede

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ser una señal más que suficiente para prestarle atención al pene y para el inicio de una distensión placentera a través del orgasmo. El inconveniente de las indicaciones tan fáciles para la masturbación que reciben los hombres son las prisas y el secretismo con los que de forma característica proceden a darse un “alivio manual”, debido a la creencia de que no tienen “permiso” para hacer una cosa así. Muchos adolescentes se masturban a todo correr debido al temor de que los pillen o debido al sentimiento de culpa asociado a lo que están haciendo. Debido al miedo de que los descubran, con frecuencia el objetivo de la masturbación se convierte en: “deprisa, venga, córrete lo más rápido que puedas”. En el caso de muchos chicos (¡y también chicas!), las primeras experiencias del acto sexual tienen lugar en circunstancias que distan mucho de ser ideales –en espacios sumamente apretujados (los asientos traseros de los coches pequeños son poco propicios para una relación sexual prolongada) o en lugares peligrosamente públicos donde pueden ser violentamente interrumpidos, por lo que se acostumbran a correrse rápido. Ejemplo de cómo el castigo de los padres generó un problema de eyaculación precoz El problema: Un hombre de 40 años de edad y que llevaba 20 años de casado, vino a consultarme porque llevaba todos esos años padeciendo de eyaculación precoz. La causa: Cuando era un adolescente, le aterraba la posibilidad de que le pillaran mientras se masturbaba. Su peor pesadilla se hizo realidad a los quince años de edad. Se estaba masturbando en el cuarto de baño cuando su padre lo vio por la ventana. El padre irrumpió en el cuarto de baño chillando y gritando: “¡Eso que estás haciendo está muy mal y además es peligroso!”. El padre se puso a pegarle al chico con una toalla mojada (y ya sabemos lo mucho que eso puede escocer).

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Este hombre venía padeciendo de eyaculación precoz a lo largo de toda su vida de casado y prácticamente había acabado por desarrollar una fobia sexual –evitaba tener relaciones sexuales siempre que podía, porque le removía todos los sentimientos de culpa que su padre le había inculcado tantos años atrás. La solución: Se sometió a hipnosis y aprendió a liberarse de la orden tan fuertemente arraigada que su padre le había imbuido respecto de que el sexo era algo malo.

Ansiedad de ejecución y eyaculación precoz La ansiedad de ejecución asociada a la eyaculación precoz se centra en el pensamiento de: “¿Y si no soy capaz de aguantarme y eyaculo demasiado pronto?”. Para controlar la eyaculación precoz, primero tenemos que comprender la totalidad de la situación –el conocimiento es poder. ¿Qué sucede verdaderamente durante la excitación sexual y de qué forma la ansiedad se interrelaciona con la excitación para provocar la eyaculación precoz? El varón y la eyaculación Lo que se expone a continuación es el proceso que siguen los hombres que no tienen problemas de eyaculación precoz. Al inicio del ciclo de la respuesta sexual, el pulso y la respiración son normales. Comienzan a elevarse a medida que nos excitamos. Nos ponemos a sudar, es posible que se nos suban los colores, empezamos a pensar más rápido y a sentirnos agitados, y el pene debería ponerse erecto. El aumento de la activación puede ser muy rápi-

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do, dependiendo de la edad y del nivel de excitación. Puede que sintamos ganas de bombear con las caderas y puede que veamos aflorar un poco de líquido en el pene –a esto se le llama “preeyaculación”. Advertencia: Existe el viejo mito sexual que dice que no podemos quedarnos embarazadas con esta preeyaculación. No nos engañemos –el líquido preseminal contiene cierta cantidad de esperma. Y recordemos: ¡tan sólo hace falta que un único espermatozoide consiga llegar al óvulo de la mujer para que salga un bebé! Nuestro deseo de entrar en la vagina es muy fuerte y estamos sumamente concentrados en nuestras sensaciones placenteras. Presionamos con el pene para introducirlo en la vagina y comenzamos a empujar hacia adentro y hacia afuera. (Si no padecemos de eyaculación precoz, por lo general podremos aguantar entre dos y seis minutos haciendo estos movimientos de bombeo). La excitación va a más y a más, hasta llegar a un punto en el que tenemos la inconfundible sensación de que falta muy poco para que se produzca la eyaculación. A esto se le llama el “punto de inevitabilidad” o punto de no retorno, y habitualmente tiene lugar unos tres segundos antes de llegar al orgasmo y eyacular. El orgasmo y la eyaculación suelen acontecer generalmente de forma simultánea, y llegados a este punto nuestras sensaciones son intensamente placenteras. Puede incluso que nos sintamos muy exaltados al ver el semen saliendo a borbotones. Algunos hombres gritan o gimen o dicen cosas en voz alta. Puede que nos veamos resollando y empapados de sudor, y es posible que con la cara enrojecida. Entonces es cuando sentimos esa maravillosa combinación de alivio y de satisfacción.

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— La eyaculación en el caso del hombre con eyaculación precoz En el caso de los hombres que padecen de eyaculación precoz el ciclo de la respuesta sexual es diferente –no tanto físicamente, cuanto mentalmente. Pasan por el mismo ciclo físico de excitación, orgasmo y eyaculación, pero todo va más rápido –demasiado rápido para su gusto. Si no han tenido sexo desde hace algún tiempo, pueden sentirse incluso todavía más excitados sexualmente y, desgraciadamente, todavía más ansiosos. La ansiedad se apodera de ellos y los pensamientos negativos se vuelven irrefrenables. La mente discurre a toda velocidad con la preocupación respecto de cómo les va a salir la cosa. Siempre tienen la esperanza de que: “Esta vez voy a durar más. Esta vez voy a satisfacer a mi pareja”. Se preocupan: “¿Saldrá bien?”. Tratan de “darle ánimos” al pene –“Por favor, aguanta… aguanta, por favor… aguanta, por favor…” y empiezan a tener pensamientos negativos del tipo de: “No, por favor… que no me aguanto… que se me va… que no lo puedo controlar… me corro… ¡mierda!”.

— La reacción de la pareja ante la eyaculación precoz Muchas mujeres se muestran comprensivas. Aunque puede que se sientan frustradas por el problema de la eyaculación precoz, les interesa más la intimidad y la cercanía emocional que un coito de larga duración. Por ello, cuando dicen que “durar (aguantar sin correrse) no lo es todo” lo dicen de verdad. Ahora bien, hay algunas mujeres a las que sencillamente no les interesan los hombres que se corren demasiado pronto. Decididamente, estas mujeres quieren que sus hombres aguanten más tiempo para así ellas poder disfrutar más del coito. Desgraciadamente, esto agobia al hombre.

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Evaluación del problema de eyaculación precoz • ¿Tenemos diferentes tipos de control sobre la eyaculación según las diferentes actividades sexuales como, por ejemplo, la masturbación y el coito? • ¿Nuestra capacidad de retardar el momento de la eyaculación o el hecho de corrernos enseguida ha sido algo que haya cambiado recientemente? • ¿Podemos lograr el control adecuado sobre la eyaculación con determinadas parejas, pero no con otras? • ¿Tenemos diferentes tipos de control sobre la eyaculación según los diferentes lugares o situaciones? • ¿Seguimos un esquema diferente cuando conocemos a una nueva pareja? • ¿Nuestro control de la eyaculación varía dependiendo de cómo nos sintamos o de lo que hayamos hecho antes de la actividad sexual?

Lo que no va a funcionar Existe una variedad de estrategias que los hombres suelen probar, en vano, con el fin de controlar la eyaculación precoz. Desgraciadamente, la mayoría de dichas estrategias suelen ser contraproducentes a la larga. Dejar que se “corra” ella primero En un intento de eludir la vergüenza asociada a la eyaculación precoz, algunos hombres proceden por sistema a hacer que su pareja alcance o se aproxime al orgasmo antes de introducir el pene en la vagina. Entonces saben que pueden lograr o han logrado ya de hecho que la mujer se corra, de manera que ya no tienen necesidad

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de seguir aguantándose ellos mismos demasiado tiempo. Por un lado, estos hombres me merecen un respeto por el hecho de tomar en consideración las necesidades de su pareja –lo que me parece fantástico. Pero el hecho de estimular sexualmente a la mujer y de ver que está emocionada y que quiere que la penetremos es muy emocionante y muy estimulante también para el hombre, al que con frecuencia le será difícil “contenerse” (a la vista de semejante espectáculo). De manera que el hombre que utiliza esta estrategia puede estar creando él mismo las condiciones para “fallar” de manera habitual.

Convertirlo en una rutina predecible Otra forma habitual de asegurarse el autosabotaje en el caso del hombre que tiene eyaculación precoz, es cuando nuestra vida sexual se “anquilosa” y se convierte en algo rutinario, y nuestras relaciones sexuales son siempre absolutamente predecibles. Algunos hombres piensan que el hecho de convertirlo en algo predecible es más seguro que aventurarse a hacer experimentos. Dado que la novedad es la sal de la vida… y la sal le pone muy excitado… y el estar muy excitado hace que se corra demasiado pronto… el hombre se asegura de que el sexo sea aburrido, pensando que en su caso es lo mejor. ¡Falso! Si el hombre sabe exactamente lo que su pareja va a hacer y cómo va a reaccionar, la reacción de la pareja puede convertirse en un desencadenante para que el hombre proceda a eyacular… ¡demasiado pronto! Es decir, la reacción de ella le sirve de indicación o de estímulo-señal a él para poner en marcha el hábito de eyacular.

Reservarse Es cierto que el impulso sexual varía de un hombre a otro, y los hay que quieren tener relaciones sexuales todos los días y otros

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sólo una vez al mes. Algunos hombres piensan que por el hecho de refrenarse de eyacular o evitar masturbarse tendrán más posibilidades de poder aguantar más tiempo antes de eyacular cuando estén con su pareja. Esto no es verdad. Si un hombre tiene sexo con poca frecuencia, tendrá todavía más dificultades en regular su eyaculación. Ello se debe a la acumulación de la tensión y la excitación sexual, lo que hará que la eyaculación sea más difícil de controlar. Remedios de “curandero” Algunos de los remedios que los hombres han probado con la esperanza de poder aguantar más tiempo antes de eyacular son simplemente un negocio muy rentable para otras personas. Es el viejo enfoque “curanderil” (tipo amuleto de la serpiente y similares). La gente pagará lo que sea para mejorar su sexualidad cuando algo no les funciona bien, y los demás se aprovecharán de esta desesperación. Una opción puede ser un spray antiséptico (cuyo ingrediente activo es la benzocaína) que insensibiliza el pene y retarda la eyaculación. Se aplica sobre el pene aproximadamente unos quince minutos antes de la relación sexual. Para los hombres que piensen que tienen un pene muy sensible, el spray parece ser una buena alternativa –sobre todo, porque es relativamente barato. Desgraciadamente, la mayoría descubren que el insensibilizar el pene puede traducirse en que son capaces de aguantar ligeramente un poco más… ¡pero a cambio de no sentir nada! Otra opción es utilizar un condón que ya lleve incorporado una pequeña cantidad de anestésico. Esto puede ser útil en el caso de los hombres que necesiten aumentar su confianza en ellos mismos sin dejar de tener una sexualidad placentera.

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Fármacos recetados Algunos fármacos recetados por el médico tienen efectos se­cundarios que incluyen el retardo de la eyaculación. Los antidepresivos, por ejemplo, pueden ayudar al hombre a retardar la eyaculación. Pero también pueden disminuir gravemente su impulso sexual. En mi opinión, esto es lo mismo que matar mosquitos a cañonazos. El resultado final puede ser que dejemos de tener eyaculación precoz… porque nos da igual si tenemos relaciones sexuales o no. Y lo que es más importante, si no estamos deprimidos, ¿para qué vamos a tomar ningún antidepresivo? Es mucho más útil combatir directamente la eyaculación precoz con la ayuda de un sexólogo que conozca bien el problema.

Ted necesitaba algo más que medicación El problema: Ted tenía 31 años, era estadounidense y se había trasladado recientemente a vivir a Australia con su mujer, Jane. Ésta le contó a la sexóloga que estaba harta de la vacilación de su marido –éste llevaba esperado más de cinco años hasta decidirse finalmente a buscar tratamiento psicológico para su problema de eyaculación precoz. Ted había consultado a tres médicos en Estados Unidos en lugar de ir a un sexólogo. Quería ver su problema sexual como algo que tuviera un posible tratamiento físico. El último médico que le había visto le había recetado un antidepresivo con objeto de ayudarle a retardar sus eyaculaciones. La causa: Ted no solucionó su problema de eyaculación precoz con fármacos. El problema se debía a la ansiedad de ejecución y esto era lo que había que tratar. La solución: Ted y su mujer trabajaron junto con la sexóloga durante tan sólo unas cuatro sesiones y tuvieron más éxito con la hipnosis y un enfoque psicológico que con años de estar buscando una solución médica.

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Tener pensamientos poco eróticos Pensemos en algo que sea de lo más antierótico como, por ejemplo, lavar los platos o hacer la declaración de la renta. A esto se le conoce como el síndrome del “perrito muerto en la cuneta” –es muy difícil que nos apasionemos cuando estamos pensando en un pobre perrito que yace atropellado en la orilla de la carretera. La mayoría de los hombres prueban a hacer esto mismo, pero es mucho mejor que aprendamos a centrarnos en el momento en cuestión y a disfrutar del placer. Truco útil: Masturbarse justo antes de tener relaciones sexuales Este método para aguantar más antes de eyacular puede tener un sentido. Dependerá del hombre y de su tiempo de eyaculación.

La eyaculación precoz y las dificultades de erección Desgraciadamente, la eyaculación precoz puede generar problemas de erección. Dado que perdemos la confianza en nosotros mismos y empezamos a preocuparnos por lo que seremos capaces de aguantar antes de eyacular, veremos aparecer la complicación añadida de no lograr que se nos levante. Tal vez esto no tenga nada de sorprendente –el pene dispone de un mecanismo de autoprotección. Puede que se sienta tan harto de no ser capaz de controlar el momento de la eyaculación, que piense que es mejor en líneas generales “echarse una cabezadita durante la faena” en lugar de seguir bregando por controlarse durante las relaciones sexuales.

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En el caso de muchos hombres que buscan tratamiento para las dificultades de erección, la eyaculación precoz suele ser la causa principal de sus problemas a la hora de rendir y de cumplir sexualmente. Entonces, ¿cómo podemos saber lo que debemos tratar en primer lugar y de qué forma? ¿Necesitamos un enfoque psicológico para la eyaculación precoz o un tratamiento físico para el problema de erección? Consejo: Si ya padecíamos de eyaculación precoz antes de tener el problema de erección, en ese caso es probable que la eyaculación precoz pueda ser la causa de las dificultades de erección. Necesitamos un enfoque psicológico para ayudarnos a desterrar la ansiedad de ejecución.

Soluciones físicas Leamos la sección sobre el tratamiento físico de las dificultades de erección (capítulo 8) si estamos interesados en seguir esta opción. Tal vez queramos probar con las inyecciones autoinyectables. Con este tratamiento, no perderemos la erección después de eyacular, lo cual puede darnos la confianza de que, al seguir con el pene erecto, por lo menos podremos satisfacer a nuestra pareja prosiguiendo con los movimientos copulatorios. En el caso de algunos hombres, ello deja un margen para practicar algunas técnicas de autocontrol, elimina la ansiedad asociada al temor a fallar, y ayuda a superar los estilos negativos aprendidos a nivel de pensamiento y de conducta. Una medicación adicional que algunos médicos recomiendan para tratar la eyaculación precoz sería un antidepresivo, como ya vimos en el ejemplo de Ted.

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Soluciones psicológicas La clave del éxito en relación con los problemas de eyaculación es tener una información objetiva, unas creencias positivas y unas expectativas realistas. Después, con ayuda de los diálogos internos positivos y de la práctica, iremos pasando gradualmente de las situaciones sexuales en las que no tengamos ninguna obligación de cumplir ni de dar la talla, a las situaciones en las que seamos capaces de disfrutar del sexo durante un período de tiempo suficientemente prolongado sin sentir ansiedad.

— Paso 1: Tener una información objetiva El plan de acción para aguantar antes de eyacular se basa en que hayamos leído los contenidos que aparecen en la Parte I de este libro: • ¿Hemos aclarado todos los mensajes contradictorios y todos los posibles malentendidos? • ¿Nos sentimos entusiastas y positivos respecto del sexo a solas? • ¿Conocemos verdaderamente los aspectos técnicos de la cuestión? ¿Hemos leído algunos buenos libros sobre sexo y nos sentimos absolutamente cómodos con nuestra propia fisiología? Deberíamos ser capaces de dibujar y de decir el nombre de todas las zonas erógenas de nuestro cuerpo. — Paso 2: Utilizar los diálogos internos positivos En primer lugar, procedamos a combatir nuestra actitud negativa cambiando los pensamientos que no dejan de darnos vueltas

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por dentro de la cabeza. Los hombres que tienen problemas de eyaculación precoz habitualmente suelen tener toda una serie de pensamientos antes y durante las relaciones sexuales del tipo, por ejemplo, de: “Espero no correrme demasiado pronto”. “Me preocupa la posibilidad de que me corra demasiado pronto”. “Sé que me voy a correr demasiado pronto. No, por favor… me voy a correr”. “¡Me he corrido! Lo sabía. Soy un desastre en la cama”. Por si no tuviera bastante con ponerse de vuelta y media con toda clase de juicios condenatorios, a continuación este mismo hombre prosigue regodeándose en una supuesta condena futura que no parece tener fin. A estos pensamientos los llamamos “tremendistas” y “del tipo de blanco o negro”, y suelen ser del estilo de: “Soy un inútil a nivel sexual. Dado que no puedo satisfacer a mi pareja como es debido, no soy un hombre de verdad”. … y finalmente… “Jamás seré capaz de aguantar antes de correrme. Me repugna sentirme como un inútil. Lo mejor que puedo hacer es mantenerme al margen del sexo”. Esta clase de pensamientos hacen que nos pongamos más ansiosos y que con nuestros propios diálogos internos provoquemos nosotros mismos justamente aquello que más pretendíamos evitar –eyacular antes de lo que queríamos. Para poder cambiar esta profecía autocumplida tenemos que cambiar nuestros “pensamientos catastrofistas”.

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Ejercicio: Practicar el sexo a solas ensayando el coito Pensemos en tener relaciones sexuales con una pareja. Mientras nos masturbamos, fantaseemos con el hecho de ser deseados sexualmente por nuestra pareja. Imaginémonos teniendo nuestros juegos preliminares y después imaginémonos el momento justo antes de la penetración y de los movimientos copulatorios. Seamos conscientes de cualquiera de los pensamientos negativos que podamos tener respecto de que “no vamos a ser capaces de aguantar”. Después de masturbarnos, registremos por escrito todos los pensamientos de los que hayamos podido tomar conciencia. Seamos honestos con nosotros mismos. Es probable que pensemos que nuestros pensamientos negativos son ridículos y que en realidad no les damos absolutamente el menor crédito. No nos engañemos –cuando estamos dentro del contexto de la situación real de la relación sexual, nuestros pensamientos negativos son los que llevan las riendas. Revisemos los viejos pensamientos negativos y procedamos a tacharlos dibujando una cruz bien grande. Cojamos una hoja de papel en blanco y escribamos unos pensamientos diferentes, más positivos –o por lo menos que favorezcan el afrontamiento. No pensemos Pensemos “Espero no correrme demasiado “Voy a disfrutar del sexo y no me voy pronto”. a preocupar de si me corro demasiado pronto”. “Si me corro demasiado pronto, se acabó”.

“Puedo seguir haciendo que mi pareja se lo pase bien y disfrutar dando placer”.

“Me rindo”. “Si acaso esta fuera una de esas pocas veces en las que verdaderamente me corro demasiado pronto, puedo seguir disfrutando estimulando a mi pareja de una forma placentera”.

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Ahora tenemos una serie de afirmaciones positivas diferentes a incluir en nuestros diálogos internos y que podemos utilizar durante el transcurso de todas las modalidades de actividad sexual –solos o acompañados.

— Paso 3: Pasos prácticos Existen tres pasos en la práctica gradual correspondiente al plan de acción para abordar el problema de la eyaculación precoz (véase también “La estrategias sexuales esenciales” en el capítulo 3): 1. Sexo a solas; 2. Sexo en pareja sin penetración; y 3. Coito con nuestra pareja. Recordemos: Tomémonos el tiempo necesario mientras vamos avanzando a lo largo de los tres pasos, y asegurémonos siempre de haber reducido la ansiedad al mínimo. La mejor forma de evitar la ansiedad es proceder a lo largo de las siguientes tres fases o niveles de experiencia: Fase 1: Practicar en la imaginación; Fase 2: Practicar a nivel verbal; y Fase 3: Practicar en la vida real. Utilicemos los diálogos internos positivos para guiarnos a nosotros mismos a lo largo de los distintos pasos prácticos: Prepararnos para tener la experiencia sexual “¿Qué es lo que tengo que hacer?”. “Simplemente relajarme. Se me ocurre algo que sí puedo hacer para ayudarme. Siempre será mejor que angustiarme”. “Nada de decirme cosas negativas a mí mismo: tan sólo pensar de forma racional”.

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“No te preocupes. El hecho de preocuparte no te va a ayudar en nada”. Pasar a la acción y desenvolvernos en la situación real “Puedo hacerle frente a esto. Puedo relajarme y echar el miedo fuera”. “Voy a ir paso a paso: puedo manejar la situación”. “No pienses en el miedo. Piensa sólo en que vas a disfrutar”. Si nos ha salido bien, ¡celebrémoslo! ¡Podemos tomarnos una cerveza o ver un poco la televisión! Sobrellevar las experiencias fallidas “Puede que no haya podido alcanzar el objetivo que me había propuesto, pero disfruté de la experiencia e hice todo lo que estuvo en mi mano por aumentar al máximo las probabilidades de tener éxito. Tal vez la próxima vez saldrá bien”.

Tres pasos para ayudarnos a prevenir la eyaculación precoz 1. Sexo a solas; 2. Sexo en pareja sin penetración; y 3. Coito con nuestra pareja. — 1. Sexo a solas Existen cinco niveles diferentes en la práctica del sexo a solas para entrenarnos con vistas a evitar la eyaculación precoz. Cada uno de los niveles aumenta la cantidad de estimulación precedente y se acerca cada vez más a las sensaciones asociadas a tener real-

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mente el pene dentro de una vagina húmeda. El ponernos un condón, aunque no lo necesitemos por razones de seguridad ni como método anticonceptivo, también puede ayudarnos a mitigar nuestra excesiva sensibilidad. Nivel 1: Parar/empezar, con condón y con las manos secas El ejercicio para hacer en casa consiste en masturbarnos solos unas tres veces repartidas en días diferentes a lo largo de la próxima semana. Practicaremos tres veces con las manos secas, deteniéndonos como mínimo unos diez segundos antes de que se produzca la eyaculación y empezando otra vez nuevamente cuando remita la sensación de que estamos a punto de corrernos. Practicaremos la técnica de la focalización sensorial aplicada al sexo a solas, tal como se describe en el programa general incluido en el capítulo 3. Y practicaremos la técnica del apretón. Nivel 2: Parar/empezar, sin condón y con las manos secas (Véase apartado anterior). Nivel 3: Parar/empezar, con las manos húmedas Practicaremos tres veces utilizando un lubricante. Nivel 4: Estimulación continua, con las manos secas Practicaremos tres veces con las manos secas –sin detenernos en ningún momento. Nivel 5: Estimulación continua, con las manos húmedas Practicaremos tres veces utilizando un lubricante y con la ayuda de una estimulación manual continua.

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Truco útil: Eyacular de forma absolutamente deliberada La mayoría de los hombres tienen la sensación de que la eyaculación está totalmente fuera de su control o de que es la eyaculación la que los controla a ellos. Al tomar la decisión de eyacular, asumimos el control nosotros. Veamos qué sucede cuando tomamos la decisión consciente de eyacular porque así lo que queremos y lo deseamos soberanamente. Probemos a hacerlo varias veces en cada una de las fases o niveles.

— 2. Sexo en pareja sin penetración Dos son los pasos incluidos en esta parte del programa: 1. Masajear las zonas erógenas, pero sin incluir los genitales. 2. Sexo en pareja sin penetración. Acostumbrémonos a que nuestra pareja nos toque el pene. Avancemos a lo largo de las cinco fases por las que pasamos en el sexo a solas, utilizando únicamente la mano y la boca de nuestra pareja.

— 3. Coito con nuestra pareja Una vez que hemos desarrollado nuestra capacidad de aguantar a lo largo de los cinco niveles de estimulación, nos resultará más fácil dar el siguiente paso de llegar al orgasmo practicando el coito. Permitámonos realizar el coito gradualmente y sin problemas –la idea es practicar el permanecer en un nivel óptimo de excitación estando con el pene dentro de la vagina, sin eyacular hasta que no queramos. Se recomienda utilizar primero la posición de la mujer encima, porque es menos estimulante para el “frenillo”, que es esa parte tan sensible del pene situada en la base del glande. Empezaremos

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tocándonos mutuamente los genitales y disfrutando de las sensaciones asociadas a la excitación sexual y a la sensualidad. El hombre permanece tumbado boca arriba. La mujer hace que el hombre se excite hasta alcanzar una erección plena, y a continuación deja que la erección baje un poco. La técnica de la “vagina inmóvil” La mujer se sienta a horcajadas encima del hombre y permite que su vagina acoja el pene. La mujer no debe moverse –únicamente se moverá cuando así se lo pidan. El hombre debe practicar la técnica de “parar/empezar”. Si el hombre llegara a excitarse mucho, debe dejar de moverse y permitir que remita la excitación.

Consejos prácticos para controlar la excitación sexual y retardar la eyaculación Respirar profundamente Son muchas las personas que contienen la respiración durante el orgasmo. En realidad, más bien el respirar hondo deliberadamente ayuda a retardar la eyaculación en base a difundir las sensaciones asociadas a la excitación sexual. O también podemos probar a contar al revés: concentrémonos mentalmente en contar del 20 al 0 siguiendo las “exhalaciones” (mientras respiramos profundamente). Relajar los músculos pélvicos Durante la excitación sexual y el orgasmo, existe habitualmente la tendencia de tensar los músculos del área pélvica. Si contrarrestamos dicha tendencia relajando estos músculos conscientemente, podremos lograr cierto control adicional sobre el impulso a eyacular.

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La técnica del apretón Coloquemos los dedos índice y corazón en la cara inferior del pene justo debajo del glande. Hagamos un gesto de pinza con el pulgar situado en la otra cara. A continuación, apliquemos un apretón firme y fuerte. Al apretar de esta forma teniendo una erección plena, el pene se puede dilatar ligeramente, perder un poco de firmeza o quedarse completamente flácido. Sigamos aplicando esta presión firme durante unos pocos segundos y a continuación reanudemos la estimulación. Tirar del escroto Tirar del escroto en dirección hacia afuera del cuerpo puede ayudar a prevenir la eyaculación. Para aplicar el tirón del escroto, agarremos del escroto en la zona situada entre los testículos con el pulgar y el índice de la mano izquierda (o bien podemos formar un anillo con el pulgar y el índice entre los testículos y el cuerpo). Cuando estemos a punto de llegar al orgasmo, tiremos del escroto hacia abajo de manera firme y sostenida. Presionar la zona externa de la próstata La glándula prostática se contrae durante la fase de emisión del orgasmo, cuando segrega fluido. El fluido prostático entra en la uretra, en la base del pene. La presión firme hacia arriba aplicada en la base del pene con el dedo índice y/o el dedo corazón puede ayudar a controlar el reflejo eyaculatorio.

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Ejemplos de cómo solucionaron algunos hombres su problema de eyaculación precoz Bill tenía 22 años y eyaculaba tan pronto como introducía el pene en la vagina de su pareja El problema: Bill era un yuppie muy ambicioso que estaba acostumbrado a tener éxito en la vida. Su imagen pública era excelente, pero había algo que le consternaba a nivel privado –se corría siempre demasiado pronto cuando tenía relaciones sexuales. Trabajaba mucho y se divertía mucho, y aunque podía atraer a las mujeres, jamás era capaz de aguantar lo suficiente antes de eyacular. Se sentía un inútil por comparación con todas las proezas sexuales que contaban los demás. Bill quería hacer algo para solucionar su problema de eyaculación precoz. Vivía con el temor constante de que sus compañeros se enterasen de que era un desastre en la cama. La causa: Bill había aprendido a masturbarse y a correrse pronto mientras estuvo en un internado en sus años de adolescente. No quería que le pillaran. La solución: Bill se concentró en aprender a aguantar más practicando el sexo a solas. Ello le dio la confianza necesaria para trasladar esta habilidad al sexo en pareja.

John comenzó a tener problemas de eyaculación precoz al llegar a una edad madura –ahora eyaculaba al minuto de practicar el coito El problema: John tenía 35 años y no había tenido jamás ningún problema durante los primeros años de su vida sexual. Pero se sintió desolado al ver que desde hacía unos pocos años estaba empezando a tener problemas de eyaculación precoz. No quería que nadie lo supiera, porque se sentía profundamente avergonzado y perturbado. La causa: A John le era difícil identificar con exactitud la razón de su problema de eyaculación precoz. Llevaba casado cinco años y las rela-

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ciones sexuales solían ser excelentes. Ahora se sentía decepcionado e indignado por el hecho de no poder satisfacer a su mujer. Aunque ella decía que no le importaba, John veía en sus ojos que se sentía herida y preocupada, y cada vez más descontenta sexualmente. John tenía miedo de que pudiera buscarse a otro hombre que “le diera lo que ella quería”. La solución: John escuchó una cassette de hipnosis para ayudarle a superar su problema de eyaculación precoz; ello le ayudó a relajarse y a fortalecer la confianza en su capacidad para prolongar las relaciones sexuales.

Sam no tenía ningún control sobre sus eyaculaciones El problema: Sam tenía 52 años y acababa de separarse de su mujer. Era un hombre extremadamente elegante y acaudalado, y se sentía abrumado por la cantidad de mujeres que se ofrecían a tener relaciones sexuales con él. La causa: Sam llevaba toda su vida padeciendo de eyaculación precoz. No tenía la menor duda de que esta limitación en la cama había sido la causa principal de que su mujer le dejara. También estaba resentido, porque pensaba que ella había tomado la decisión de no dejarle hasta que él no hubiera logrado amasar una fortuna sustanciosa –parte de la cual pudiera ir a parar a ella en el proceso de separación. La solución: Sam siguió el programa para “prolongar las relaciones sexuales” partiendo desde el primer nivel, con el sexo a solas, hasta llegar al último paso. Le llevó su tiempo, pero gradualmente fue desarrollando la capacidad de aguantar cada vez más mientras estaba excitado sexualmente.

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Resumen Causas más comunes de la eyaculación precoz: • Sentirnos inseguros respecto de nuestras habilidades sexuales. • Tener la impresión de que no somos capaces de complacer a nuestra pareja. • No tener control sobre las eyaculaciones. Obstáculos para superar la eyaculación precoz: • • • • • • • •

La ansiedad respecto de nuestro rendimiento en la cama. Pensar que el problema mejorará con el tiempo. Evitar tener relaciones sexuales. No disfrutar del sexo y acabar siempre con una sensación de frustración. Recurrir a remedios tales como el alcohol, los sprays y las inyecciones. Tratar de pensar en otras cosas durante las relaciones sexuales con objeto de aguantar más tiempo. Sentirnos unos inútiles como hombres y como amantes. Pensar: “Como no estoy teniendo relaciones sexuales, de esta forma no necesito hacer nada para solucionar el problema”.

Prevenir la eyaculación precoz: • No agobiarnos con dar la talla. • Asegurarnos de crear las condiciones sexuales adecuadas en nuestro caso. • Tener una buena comunicación sexual con nuestra pareja y hablar de qué es lo que los dos queremos. Asegurarnos de complacer a nuestra pareja con la mano o con la lengua.

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• Tener relaciones sexuales sin penetración. • Explorar los cuerpos del uno y del otro, y divertirnos con ello. • No dejar de tener contacto sexual después de eyacular. • Aprender los mecanismos que rigen nuestras respuestas sexuales. • Aumentar el autocontrol con ayuda de la masturbación. • Aprender la técnica de “parar/empezar”. • Enseñarle a nuestra pareja a reducir la velocidad cuando así lo necesitemos. • Entender en qué consiste el “punto de no retorno” y cómo retardarlo. • “Reservarnos” no es un método fiable para aguantar más.

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10 eyaculación retardada o ausencia de eyaculación

La mayoría de los hombres eyaculan al cabo de unos dos a seis minutos del inicio de los movimientos copulatorios que acompañan al coito. Algunos hombres no pueden eyacular, por mucho que quieran o por mucho que lo intenten. Habitualmente suelen tener buenas erecciones. El problema está en llevar la excitación sexual moderada a niveles que sean lo suficientemente altos como para desencadenar el reflejo eyaculatorio. Existen dos tipos de dificultades que pueden tener los hombres que no pueden eyacular con facilidad: 1. Eyaculación retardada –el hombre que se corre, pero únicamente después de pasado un buen rato y de una prolongada estimulación sexual. (A esto se le llama a veces “eyaculación retrasada”, lo que puede sonar como si la capacidad mental del hombre fuera inferior a la normal. Personalmente, yo prefiero hablar de “retardada”). 2. Incapacidad de eyacular –el hombre que no es capaz de eyacular a pesar de desplegar una intensa estimulación sexual. Los problemas relacionados con la capacidad de eyacular pueden tener una causa física o una causa psicológica.

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Causas físicas Las causas físicas incluyen enfermedades neurológicas, derrames cerebrales y lesiones nerviosas a nivel de la médula espinal o de la espalda. También existe una variedad de fármacos que ocasionalmente pueden dificultar la eyaculación. Solución: Pedir asesoramiento médico. Si el hombre es incapaz de eyacular al cabo de un período razonablemente largo de practicar alguna forma de estimulación (masturbación, por ejemplo), ello puede ser un buen indicador de que es probable que los factores orgánicos estén desempeñando algún papel en el problema. Si el hombre no ha eyaculado jamás en la vida mediante ninguna forma de estimulación (sueños eróticos, masturbación, acto sexual), debemos consultar a un urólogo para confirmar o descartar la presencia de alguna anormalidad congénita o física.

Causas psicológicas Las causas más frecuentes de la dificultad en eyacular suelen ser psicológicas, e incluyen: • Ansiedad asociada al sentido de autorización o de licitud moral (como, por ejemplo, el haber recibido una educación religiosa muy estricta que hace que la persona vea la sexualidad como algo pecaminoso); • Condicionamiento generado por un estilo de masturbación excepcionalmente peculiar o inhabitual; • Acontecimientos traumáticos (tales como el hecho de ser descubiertos practicando la masturbación o teniendo relaciones sexuales ilícitas, o enterarnos de que nuestra pareja tiene un amante); y • Estar enfadados o resentidos con nuestra pareja o no sentirnos atraídos por ella.

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Soluciones para los problemas que tengan una causa psicológica Tener una actitud sana hacia la sexualidad ayuda a prevenir la eyaculación retardada. También es de una importancia crucial darse cuenta de que no podemos “inducir” voluntariamente una respuesta sexual, del mismo modo que tampoco podemos “inducirnos” a nosotros mismos por la mera fuerza de voluntad a dormir o a sudar. Cuanto más tratemos de tener una determinada respuesta sexual, más nos vamos a inhibir. Para minimizar la presión psicológica, debemos concentrarnos de lleno en el placer del momento, sin preocuparnos de si vamos a eyacular o no. Nuestra pareja debe contribuir a crear una atmósfera relajada, sin agobiar haciendo preguntas respecto de si se ha producido la eyaculación o no. En los casos en los que exista una relación problemática o una inhibición del deseo sexual entre las dos personas, puede ser necesaria una terapia de pareja para mejorar la relación y aumentar la intimidad emocional.

Aumentar la excitación para facilitar la eyaculación • Animar a nuestra pareja a que nos “hable de una forma sexy” durante las relaciones sexuales. • Imaginarnos alguna fantasía sumamente excitante en la que nosotros seamos la estrella absoluta. • Utilizar la postura del misionero (el hombre encima), dado que ésta es la posición más excitante físicamente para la mayoría de los hombres. • Decirnos con toda la intención a nosotros mismos que tenemos terminantemente prohibido corrernos –a veces sucederá entonces justo lo contrario. • Respirar rápido y “representar” (fingir) que hemos llegado al punto de inevitabilidad de la eyaculación.

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Ejemplos de cómo solucionaron algunos hombres su problema relacionado con la dificultad para eyacular El estrés inhibía las eyaculaciones de Nathan El problema: Nathan era un hombre de 58 años que había tenido una niñez muy difícil con un padre alcohólico que le pegaba. Se casó con Norma y se convirtió en el típico hombre consagrado a su familia, decidido a darles a sus hijos la vida familiar feliz que él jamás había tenido. Desgraciadamente, Nathan se mataba a trabajar y acabó teniendo que tomar antidepresivos porque no podía más. La causa: Nathan se quejaba de que a raíz de su crisis nerviosa no era capaz de eyacular durante las relaciones sexuales. A veces se podía pasar “dale que te pego” durante más de una hora. Su mujer acababa dolorida y agotada, y él frustrado. La queja de Nathan era más o menos la siguiente: “No acabo de cogerle el gusto”. La solución: El tratamiento de Nathan se centró en ayudarle a saldar la cuenta con el pasado (perdonando a su padre), afrontar el presente (dejando la medicación y manejando el estrés mediante la relajación), y programar su mente y su cuerpo para que en lo sucesivo las cosas le salieran bien (escuchando una cinta de cassette con técnicas hipnóticas que abordaban la cuestión de sus dificultades psicológicas).

La fobia al compromiso contribuía al problema de eyaculación retardada de Paolo El problema: Paolo era un próspero director financiero que había logrado amasar una importante fortuna personal. Tenía el mejor coche, una gran casa y la libertad de viajar a cualquier parte del mundo. Jamás se había casado. A los 37 años, consultó a una sexóloga porque finalmente había acabado enamorándose de Gail, una compañera de trabajo de 35 años de edad, pero era incapaz de eyacular durante las relaciones sexuales. La causa: A Paolo le aterraba la idea de que pudiera dejar embarazada a Gail y tuviera entonces que casarse con ella… ¡la cual se llevaría así la mitad de su fortuna!

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La solución: Paolo decidió comprometerse con Gail y casarse con ella, pero también estableció un acuerdo prematrimonial con objeto de preservar su patrimonio. Dado que con ello su miedo desapareció, Paolo vio entonces que podía eyacular.

La rabia contribuía a la dificultad para eyacular de Tom El problema: Tom era un hombre de 46 años que se acababa de divorciar y que estaba tratando de disfrutar de su reciente libertad –y especialmente del considerable número de mujeres atractivas que no paraban de darle sus teléfonos para irse de cena con él. Pero cada vez que intentaba tener relaciones sexuales, Tom veía que era lisa y llanamente incapaz de correrse. La causa: Tom describió su matrimonio anterior como una lucha de poder –sobre todo a nivel sexual. A su mujer jamás le interesaba el sexo, excepto cuando quería quedarse embarazada. La solución: Tom trabajó con una psicóloga para analizar la rabia y el resentimiento que albergaba hacia su ex mujer, antes de que pudiera relajarse en el momento de tener relaciones sexuales con una nueva pareja. Gradualmente, Tom fue viendo que era capaz de eyacular después de lo que tanto él como su pareja consideraban que podía ser un período razonable –a los quince minutos más o menos de estar practicando el coito.

El resentimiento hacía que Con fuera incapaz de eyacular El problema: La mujer de Con se sentía muy herida porque él jamás parecía querer hacer el amor y cuando lo hacía de hecho, era incapaz de eyacular. La causa: Con se sentía cada vez más frustrado por el éxito económico que tenía su mujer con la venta de seguros. Su mujer estaba ganando tres veces más que él. La solución: Primeramente, Con aprendió a liberarse de la creencia limitadora de que el hombre tiene que ser el que gane la mayor parte del dinero. Después de eso, volvió nuevamente a aprender a excitarse y a hacer verdaderamente el amor con su mujer.

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Mi recomendación Existen muy pocos datos sobre la incapacidad de eyacular y tampoco hay ningún método de probada eficacia derivado de la investigación médica. Como habremos podido deducir a partir de los ejemplos anteriores, ello se debe a que el problema parece ser psicológico. ¿Por qué no probamos a hacer exactamente lo contrario del plan de acción para superar el problema de la eyaculación precoz (que aparece descrito en el capítulo 9)? Si probamos a aplicar las sugerencias prácticas que aparecen en aquella sección y en esta, y seguimos no obstante sin ser capaces de eyacular, consideremos la posibilidad de consultar a un terapeuta de pareja. En ese caso, la causa de nuestra incapacidad de eyacular tal vez sea probablemente psicológica.

Potenciar al máximo las erecciones y las eyaculaciones No evitemos las relaciones sexuales. Si no lo practicamos, lo perderemos –y la fobia al sexo es muy desagradable. Pensar de manera positiva Tengamos una actitud positiva y unas expectativas positivas respecto de que vamos a tener unas erecciones firmes. Revisemos nuestros “diálogos internos”. Si vemos que estamos pensando negativamente –“Jamás conseguiré que se me levante” o “Siempre seré un desastre en la cama”– cambiemos esta forma de pensar por unos pensamientos más positivos y más tranquilizadores, tales como, por ejemplo: “Simplemente voy a relajarme sin más y a sentir el placer. Mi pene está lleno de sensaciones placenteras y a mí me encanta disfrutar”.

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Aprender a relajarnos Incluyamos la práctica habitual de la relajación como parte de nuestra vida cotidiana –como una forma de liberarnos del estrés y como un recurso inestimable del que podemos echar mano para contrarrestar la ansiedad que pueda interferir durante las relaciones sexuales. Aprendamos a respirar hondo y sin dificultad. Llevar un estilo de vida sano Reduzcamos el consumo de alcohol, comamos de forma sana y aumentemos la cantidad de ejercicio que hacemos. Leer algunos libros de autoayuda Además de escuchar también algunas cintas de cassette sobre hipnosis y relajación: el conocimiento es poder. Disfrutar con regularidad del sexo a solas Hagámoslo incluso aun cuando también disfrutemos del sexo en pareja. ¿Por qué? Porque la masturbación nos permite practicar nuestras técnicas de autoestimulación y de autocontrol. Démonos permiso para disfrutar jugando con nuestro cuerpo y dándonos placer. Toquémonos por todo el cuerpo de distintas formas placenteras y aprendamos a prolongar el placer: • Practiquemos el “parar/empezar”, con lubricación y sin lubricación. • Practiquemos con condón y sin condón. Detección y resolución de problemas • Seamos realistas respecto de nuestra sexualidad dentro de nuestra relación de pareja y estemos preparados para la aparición de “pequeños contratiempos”. La pér-

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dida ocasional de la erección es absolutamente normal en la mayoría de los hombres a partir de los veinte años; y el 50% de los hombres a partir de los cincuenta tienen problemas para tener erecciones prolongadas. • Tratemos deliberadamente de eyacular de forma inmediata (nada más excitarnos sexualmente y nada más introducir el pene en la vagina) –lo más probable es que descubramos, para nuestra sorpresa, que nos resulta imposible eyacular cuando nos lo proponemos voluntariamente. • Busquémonos una señal verbal para indicarle a nuestra pareja que deje de estimularnos o que retome nuevamente la estimulación (por ejemplo, decir: “para, más despacio”; “empieza otra vez, ahora”). Relajarnos y darnos placer a nosotros mismos mientras nos imaginamos tres situaciones que nos salen a la perfección 1. Repeticiones exitosas (en la imaginación) de experiencia anteriores en las que tuvimos algún pequeño contratiempo. 2. Experiencia perfecta con nuestra “pareja ideal”. 3. Experiencia de afrontamiento: perder y recuperar la erección –con cualquier pareja que elijamos (nuevamente en la imaginación). Hablar con nuestra pareja dentro y fuera del dormitorio El cerebro es nuestro órgano sexual más importante y la lengua es nuestra herramienta sexual más importante –¡para una buena comunicación! Pidámosle a nuestra pareja que nos ayude a excitarnos y a mantener la excitación. Por ejemplo, podemos infor-

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marle de que habitualmente los hombres suelen ser más visuales que las mujeres –tal vez nuestra pareja se pueda “disfrazar”, en el sentido de ponerse alguna ropa especial para despertar más nuestro interés. Apliquemos juntos el plan de acción en tres fases para disfrutar del sexo en pareja. ¡Y no nos olvidemos de hablarlo todo! Nota especial para las mujeres La mujer que se preocupa tratará por todos los medios de tener tacto y de no menospreciar a su pareja ni decir nada que le pueda herir, porque sabe que el hecho de recordarle que no lo está haciendo bien podría tener un efecto devastador para el amor propio del hombre. A las mujeres se les da muy bien la compasión. Dejemos que nuestro compañero se libere de la necesidad de tener que hacerse siempre el duro. En el caso de algunas parejas, este puede ser realmente un avance decisivo dentro de la relación. Puede que sea la primera vez que la mujer tenga la oportunidad de ver a su compañero expresar verdaderamente lo que siente. Ello puede contribuir a que el vínculo emocional entre los dos pueda crecer, y a fortalecer con ello igualmente la capacidad de afrontar futuras adversidades.

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Resumen • La mayoría de los hombres eyaculan al cabo de unos dos a seis minutos del inicio de los movimientos copulatorios que acompañan al coito. Algunos hombres tardan mucho en eyacular o no pueden, porque no logran excitarse lo bastante como para desencadenar el reflejo eyaculatorio. • Las causas físicas de los problemas de eyaculación incluyen: enfermedades neurológicas, derrames cerebrales y lesiones nerviosas a nivel de la médula espinal o de la espalda. También existe una variedad de fármacos que ocasionalmente pueden dificultar la eyaculación. • Las causas más frecuentes de las dificultades de eyaculación suelen ser psicológicas, e incluyen: ansiedad asociada al sentido de autorización o de licitud moral; miedo al embarazo; condicionamiento generado por un estilo de masturbación excepcionalmente peculiar o inhabitual; acontecimientos traumáticos; el resentimiento y la rabia dirigidos hacia nuestra pareja, o el no sentirnos atraídos por nuestra pareja. • La solución a los problemas de eyaculación retardada incluyen: tener una actitud sana hacia la sexualidad, concentrarnos de lleno en el placer del momento (abandonándonos a ello), y potenciar la excitación al máximo sin preocuparnos de si vamos a eyacular o no.

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IV parejaS ¿Te hace uno rápido picantón doble de espaldas en la cocina de pie con un salto de la carpa?

¿Puedo acabar antes mi taza de té?

11 comunicación

La mayoría de las personas no se sienten libres de hablar abiertamente de sexo porque tienen miedo de que les puedan juzgar. A la mayoría de nosotros nos han enseñado que “no está bien” hablar de sexo. Nos han hecho creer una serie de mitos muy extendidos tales como, por ejemplo, que “Las señoritas decentes no hablan de esas cosas” o que “Los hombres de verdad no tienen necesidad de hablar de eso”. Si hubiera que juzgar por las revistas femeninas de mayor difusión, se diría que las mujeres se mueren de ganas por hablar de las anécdotas más jugosas de sus vidas sexuales. Pero mi experiencia personal es que las mujeres en general están todavía demasiado cohibidas como para poder hacer nada semejante. La excepción es cuando un grupo de mujeres se reúnen con el objetivo específico de que las exciten sexualmente. Para comprobarlo, no tenemos más que ir a cualquier “despedida de soltera” en algún local de striptease masculino. Advirtamos, sin embargo, que para poder hablar de sexo sin inhibiciones, la mayoría de las mujeres necesitan… ¡haber consumido previamente cantidades ingentes de alcohol! Además, habitualmente las mujeres tampoco suelen ponerse a comparar en público la cantidad o la calidad del equipamiento o

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las habilidades de sus parejas. Mi teoría es que las mujeres se sienten responsables de elegir seguir al lado de su pareja y, por tanto, necesitan proteger la imagen del hombre además de su propia imagen. (Pero no hay más que esperar simplemente a que la relación se acabe. Entonces es más que probable que salgan a la luz toda clase de verdades respecto de lo pésimo que era besando o de lo diminuto que en realidad tenía el pene). Los hombres, por su parte, tienden a dejar de fanfarronear conforme se van haciendo mayores. Se guardan las cosas para ellos mismos. No quieren que a nadie se le pueda ocurrir quitarles a su chica, en el caso de que trascienda el hecho de que es buena en la cama. Por descontado, menos todavía quieren decirle nada a nadie, en el caso de que no sea buena en la cama. Y por encima de todo y más que nada: no quieren que nadie absolutamente lo sepa… ¡si no se están comiendo una rosca!

Una buena comunicación El no hablar de sexo, o el hablar de sexo en unos términos sensacionalistas pero poco fundamentados, es la norma, de manera que tenemos que empezar a decir la verdad con objeto de derribar de una vez las barreras y poner fin a los mitos. Dado que la lengua es el instrumento más útil para la sexualidad, tenemos que utilizarla para hablar sinceramente con nuestra pareja respecto de cuáles son nuestras actitudes, nuestros pensamientos y nuestras vivencias. Una pareja tiene que ser un excelente comunicador y conocer tres aspectos claves esenciales: 1. El lenguaje a utilizar al hablar de sexo. 2. Cuándo hablar de sexo. 3. Cómo hablar de sexo.

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COMUNICACIÓN

1. Lenguaje a utilizar al hablar de sexo Tenemos que tener un lenguaje común para no hacer suposiciones, no herirnos y disponer de un recurso para comunicarnos a fin de poder resolver las dificultades. Lo primero que tenemos que hacer es tener una información objetiva. ¿Partimos los dos de la misma base? Podemos leer juntos un buen libro –como, por ejemplo, Treat Yourself for a Better Sex Life, de H. L. Gochros y J. Fischer. Si somos de las personas que nos gusta ahorrar tiempo, tal vez prefiramos mejor escuchar una cinta de cassette. Si la escuchamos juntos, sabremos con certeza que nuestra pareja está en el mismo punto que nosotros cuando tengamos que hablar de algo. (Véase www.drjanethall.com.au para más detalles sobre los audiocassettes). Segundo, tenemos que ser claros y sentirnos cómodos con las palabras que utilicemos para describir nuestra anatomía sexual y nuestras prácticas sexuales. ¿Hay algunas palabras en particular que nos molesten, o que prefiramos usar? La gente suele tener problemas a la hora de decidir qué palabras van a utilizar. Puede que sepamos qué es lo que queremos y lo que no queremos hacer y que nos hagan en la cama, pero no estemos seguros de cómo llamarlo. Podemos ponernos a hablar como si estuviéramos en la consulta de un médico y ¡acabar metiéndonos en un callejón sin salida! Seamos honestos, palabras tales como, por ejemplo, “felación” y “cunnilingus” no son fáciles de decir… de hecho, algunas personas ni siquiera saben pronunciarlas bien. Pero habitualmente tampoco nos gusta utilizar las palabras vulgares más corrientes –que pueden sonarnos obscenas y hacernos sentir que estamos perdiendo la dignidad dentro de nuestra relación. ¿Qué palabras nos gusta utilizar para referirnos al “pene” y a la “vagina”, por ejemplo? Unos les llaman “polla” y “coño” respectivamente, otros la “varita mágica” y el “estuche”, otros utilizan térmi-

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nos sánscritos como “vajra” y “yoni”, y yo personalmente he oído a algunos australianos hablar de “el ancianito” y de “la vieja dama”. Hablemos con nuestra pareja sobre qué palabras nos gusta más utilizar a cada uno de los dos. Los hombres pueden preferir decir “culo”, mientras que a las mujeres les gusta más decir “nalgas” o “trasero”. Un hombre puede hablar de que le “hagan una paja”, pero una mujer dirá mejor: “Voy a hacerte un trabajito manual”. Un hombre suele decir “follar”, mientras que una mujer puede preferir la expresión “hacer el amor”.

— La fuerza de la palabra escrita Un buen ejercicio consiste en darle a nuestra pareja una lista por escrito con los términos que nos gustaría que utilizara durante las relaciones sexuales. Esto puede ser una auténtica revelación –las mujeres prefieren que el hombre utilice un lenguaje más sensual y más cargado de lirismo, mientras que los hombres quieren ir al grano. Es mucho más probable que un hombre diga: “Me apetece cantidad lamerte el clítoris” a que diga: “Tu capullito del amor está tentando irresistiblemente a mi lengua”.

La posición “picantona” La mayoría de las mujeres disfrutan de la posición a cuatro patas y con el pene penetrando la vagina por detrás. Pero no soportan que le llamen “la posición del perrito”. El conflicto entre la chica decente y la chica traviesa genera una contradicción entre lo que la mujer piensa, lo que dice y lo que hace. La chica decente no soporta que comparen su vida sexual con lo que hacen los animales. Le parece degradante pensar que ella es “una perra en celo apareándose con

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COMUNICACIÓN

un perro salido”. La chica decente tampoco soporta la idea de que la traten de una forma impersonal. Al ponerse con la cara mirando hacia abajo, le da la impresión de que en ese caso el hombre podría estar teniendo relaciones sexuales con cualquier otra mujer que no fuera ella –esto es, de que no está implicándose personalmente con ella de una forma romántica. A la chica traviesa, sin embargo, son precisamente esas dos cosas las que le ponen más cachonda. En primer lugar, le encanta la idea de ser “una perra en celo”. Ello le da una sensación de poder sobre el hombre. El hombre la desea porque ella le excita a él enormemente… ¡por el hecho de excitarse ella! En segundo lugar, le encanta la atmósfera de impersonalidad. En su cabeza, se imagina que está haciendo el amor con el bombón de dieciocho añitos que reparte las pizzas a domicilio y que se parece a Brad Pitt, pero con el cuerpo de Rambo. A propósito del tema de la palabra hablada y de los términos a utilizar, acordémonos de tener cuidado con la expresión “meterla por detrás”: suena a sexo anal y puede enfriar a la mujer a la que no le interese esa opción. En resumen, el amante considerado jamás le llamará a esta posición la del “perrito”. La expresión que recomiendo para aludir a esta posición en nuestros diálogos internos sería, por tanto, la posición “picantona”. ¿Por qué le llamo “picantona”? Bueno, pues porque el hombre tiene ante la vista los dos “cachetes” del trasero de la mujer, y se abre paso por entre ellos empujando con el pene para dar con la vagina, al tiempo que la posición de ella con la cara mirando hacia abajo hace que toda la situación en su conjunto le parezca enormemente “descarada” a la “chica decente”… lo cual a la “chica traviesa” le encanta.

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2. Cuándo hablar de sexo Consideremos cuáles son los mejores momentos para hablar de sexo y los momentos en los que es mejor no hablar del tema. Asegurémonos de que no nos van a interrumpir –apaguemos la televisión y el ordenador. No querremos que nuestra pareja finja que todo lo que estamos diciendo le parece muy bien y después salga de la habitación llena de resentimiento, dispuesta a contraatacar la próxima vez que volvamos a estar juntos.

— Cuándo no hablar de sexo Puede haber momentos en los que nos enfademos con nuestra pareja y es muy tentador sacar a colación el tema del sexo dentro de una discusión. ¡No lo hagamos! Los momentos rotundamente “descartados”: • Justo antes de la relación sexual o durante el transcurso de la misma (será el perfecto antídoto del erotismo). • Inmediatamente después de la relación sexual (puede suponer un planchazo y hacer que se desvanezca la satisfacción propia de una buena relación sexual y “dejarnos con un mal sabor de boca”. • Después de haber bebido, o si estamos cansados o agotados.

— Los mejores momentos para hablar de sexo Por lo que se refiere a los momentos y lugares más oportunos para hablar de sexo, sugiero que los mejores momentos pueden ser:

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• Después de comer (siempre y cuando no hayamos bebido demasiado durante la comida). • Durante el transcurso de un paseo –al amanecer o al atardecer, en la playa, junto al lago o por la orilla de un río. • Después de ver algún episodio de una telecomedia divertida, o un vídeo o una película “muy romántica de las de llorar”. Hablemos claramente desde el comienzo de la relación, si tenemos algún interés o algún deseo en particular. Algunas parejas esperan años a que llegue el “momento oportuno” y continúan aplazando indefinidamente el momento de hablar de sexo. Geoff tenía 58 años de edad y vino a verme a mi consulta. Su mujer se sentía escandalizada y enormemente resentida porque de repente Geoff le había pedido que le masturbara. Ella estaba indignadísima –siempre había accedido a practicar el coito cada que vez que a él le había apetecido. ¿Por qué no estaba contento? ¡Tenía que haber hablado claramente desde hacía años! La mujer tenía razón. Al no decir claramente lo que quería desde un principio, Geoff había hecho que ella se confiara demasiado y que se instalara en lo que yo llamo la “zona de seguridad sexual” (una sexualidad trillada, rutinaria y previsible). No es de extrañar que se sintiera estafada, engañada y herida. Durante todos estos años se había estado pensando que era la amante perfecta. • No tengamos charlas prolongadas y agotadoras, que siguen y siguen indefinidamente, pareciendo no tener fin. Las grandes conversaciones son exclusivamente para cuando necesitemos resolver algún problema; si vemos que no lo podemos solucionar con facilidad, vayamos a ver a un psicoterapeuta.

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• La regla de oro que sugiero es: no tengamos jamás conversaciones profundas y trascendentes por la noche. Existen algunos aspectos relacionados con los biorritmos que son los responsables de que empecemos a volvernos más irracionales al caer la noche. ¿La solución? Hablemos de sexo durante el día. 3. Cómo hablar de sexo Una vez que estamos de acuerdo en hablar y que hemos elegido el mejor momento y el mejor lugar, ¿qué debemos decir y cómo lo debemos decir? En mi opinión, una “comunicación abierta” no es necesariamente lo mismo que una comunicación absolutamente honesta (totalmente sincera), a la que yo llamo “decir toda la verdad”. Decir toda la verdad puede salir mal, porque puede herir innecesariamente a la otra persona. En otras palabras –no pequemos de falta de tacto o de falta de diplomacia. La comunicación abierta implica decirle a nuestra pareja lo que sentimos, lo que queremos y lo que no queremos –pero de una forma positiva y constructiva, a fin de potenciar la intimidad con nuestra pareja y de que ambos podamos tener lo que queremos. La comunicación absolutamente honesta implica que podemos dar “demasiada información” y, en razón de ello, ser indelicados, hirientes o verdaderamente estúpidos. Por ejemplo, no nos vayamos de la lengua hablando de cuando hicimos un trío con unas personas desconocidas. Esta clase de confesiones puede volverse contra nosotros durante el resto de nuestra relación (la cual podría de hecho durar muy poco tiempo, una vez que hayamos contado esta verdad en particular).

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La peor “comunicación abierta” que he oído jamás fue a un tío que iba de supermachote diciendo: “Oye, nena, hay una cosa que debes saber, y es que… ¡a la hora de joder eres una mierda!”. Esta clase de observaciones son absolutamente inaceptables, y podemos dar totalmente por hecho que la reacción de la otra persona no va a ser buena. También existe el peligro de que la comunicación absolutamente honesta desemboque en una auténtica batalla campal, a nivel verbal y a nivel emocional.

— Prepararnos de antemano lo que vamos a decir Puede ser útil que escribamos algunas ideas antes de sentarnos a hablar con nuestra pareja. Podemos poner por escrito qué es lo que nos gusta (de lo que ya tenemos), qué nos gustaría que se diera más, algo que nos gustaría hacer y que todavía no hemos hecho, y algo que desearíamos hacer de otra forma –qué cambios nos gustaría introducir.

— Ensayarlo mentalmente Tratemos de visualizar la situación, como si estuviéramos de verdad delante de nuestra pareja, y a continuación imaginémonos diciendo exactamente lo que nos gustaría decirle –también podemos practicar diciéndolo en voz alta.

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Cómo decir nuestras verdades sexuales sin meternos en problemas A continuación tenemos algunas posibles respuestas útiles a preguntas indagatorias respecto de nuestro pasado sexual: P: ¿Cuántas amantes has tenido anteriormente? R: Cuando era más joven, tenía curiosidad por vivir una serie de experiencias, pero ahora me siento muy contento con nuestras relaciones sexuales y contigo. P: ¿Cuál ha sido la cosa más “perversa” que has hecho jamás? R: Cuando era más joven, probé a hacer un par de cosas diferentes, pero lo que me excita de verdad es cuando se nos ocurre algo nuevo y sugerente que podemos hacer juntos. ¿Miramos ahora a ver si se nos ocurre algo? P: ¿Cuál es la fantasía más “loca” que tienes en la cabeza? R: Antes fantaseaba mucho con diversas mujeres, pero parece que ahora siempre te tengo a ti en mente y todas mis fantasías tienen que ver contigo. P: ¿Has tenido alguna vez alguna aventura? R: Cuando era más joven, coqueteaba y tonteaba un poco con alguna que otra mujer durante las comidas de trabajo, pero vi que la cosa se me podía ir de las manos y crear algún que otro problema. En cualquier caso, ¿qué necesidad tengo de pensar en nadie más ahora que te tengo a ti? Atención: Hay dos cosas sobre las que tenemos la absoluta obligación de decir toda la verdad: 1. Nuestra salud sexual –¿hemos padecido alguna enfermedad de transmisión sexual?, ¿hemos realizado prácticas de riesgo con alguna otra persona? 2. El riesgo de embarazo –¿estamos tomando la píldora?, ¿nos hemos hecho una vasectomía o una ligadura de trompas?

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Evaluar nuestra relación de pareja De cara a resolver nuestros problemas sexuales, es importante evaluar la calidad de nuestra relación a todos los niveles –espíritu, mente, corazón y cuerpo. ¿Estamos siendo verdaderamente honestos? Nuestro problema sexual pudiera ser en realidad un síntoma de una relación tormentosa o conflictiva; o puede que sencillamente no estemos hechos el uno para el otro. Evaluar la calidad de nuestra comunicación 1. A nivel de nuestra relación en general, ¿nos sentimos contentos con la amistad que tenemos entre nosotros, la confianza, el amor? 2. ¿Nos sentimos contentos con la cantidad de romanticismo –además de con la calidad del romanticismo y el equilibrio respecto de quién de nosotros toma la iniciativa romántica dentro de la relación? 3. ¿Nos sentimos contentos con la honestidad y la franqueza de nuestra pareja –la cantidad de comunicación, el equilibrio y la igualdad en términos de comunicación?; ¿existe alguna lucha de poder entre nosotros? 4. ¿Nos sentimos contentos con el grado en el que nos comunicamos el uno al otro nuestros sentimientos, nuestros pensamientos y nuestras vivencias, y con lo bien que nos lo pasamos? Evaluar la cantidad de sexo que tenemos ¿Con qué frecuencia tenemos relaciones sexuales entre nosotros actualmente? –¿Se corresponde con lo que que-

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remos? ¿Con qué frecuencia preferiríamos tener relaciones sexuales? –¿Qué días de la semana, en qué momento del día o en qué situaciones específicas solemos tener relaciones sexuales habitualmente? ¿Cuándo preferiríamos tener relaciones sexuales? Evaluar la calidad de nuestra vida sexual ¿Estamos contentos con los tocamientos cariñosos, los juegos preliminares, la duración de la relación sexual y la calidad de nuestros orgasmos? Hablemos entre nosotros y hagámonos preguntas como, por ejemplo: • ¿Te gusta que te estrujen los pezones o que te los acaricien simplemente? • ¿Qué es lo que más te gusta a nivel sexual? • ¿Cuál es para ti la mejor forma de que llegues al orgasmo? • ¿Qué cosas te resultan más frustrantes a nivel sexual? • ¿Qué fantasías te gustaría hacer realidad? • ¿Qué es lo que te puede dar más vergüenza a nivel sexual? ¿Cuál sería entonces la puntuación que le daríamos a nuestra relación? ¿Tenemos la sensación de que nuestra relación es básicamente sana y sólida? –¿Estamos verdaderamente satisfechos con nuestra vida sexual?

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Las diferencias entre la comunicación masculina y la comunicación femenina El comprender verdaderamente las diferencias entre el hombre y la mujer a nivel de escala de valores, forma de pensar y forma de sentir, puede hacer que la comunicación entre nosotros sea mucho más eficaz. En lo relativo a la intimidad La mujer dice: “Necesito que hablemos y que estemos cerca el uno del otro. No puedo soportar la falta de cercanía (la sensación de distanciamiento)”. El hombre dice: “No quiero que ella esté encima de mí constantemente. Necesito preservar mi independencia”. En lo relativo al momento oportuno La mujer dice: “Si deja lo que estamos hablando para más tarde, ello no hará más que demostrar sencillamente que no le preocupa lo bastante. Tenemos que arreglar esto ahora mismo”. El hombre piensa: “Me repugna que nos enfademos, pero el hecho de seguir hablando de esto no va a servir más que para empeorar las cosas. Prefiero esperar y sacar el tema en otro momento, cuando me sienta más sereno”. En la manera de afrontar los conflictos La mujer dice: “Tenemos que resolver esta discrepancia, no puedo soportar la idea de sentir que no estamos compenetrados”. El hombre dice: “No quiero que tengamos una dis­cusión violenta; eso significa un disgusto serio y no lo aguanto”.

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En relación con la manera de escuchar La mujer dice: “Si verdaderamente me estuviera escuchando, me demostraría más claramente su interés y su apoyo”. La verdad en el caso del hombre es: “Aunque no diga nada, la estoy escuchando perfectamente. Pero la verdad es que ahora mismo no sé qué decir ni qué hacer con este problema. Necesito tiempo para pensarlo mejor”. Consultemos el libro de Janet Wolfe: Qué hacer cuando a él le duele la cabeza: cómo volver a despertar nuevamente su deseo.

Hablar puede hacer que el sexo que ya es bueno sea todavía mejor Un buen ejercicio consiste en sentarnos uno enfrente del otro y alternarnos para completar una frase, de manera que podamos tener la sensación de que el feedback (el intercambio de observaciones) es equitativo y de que no hay críticas. No nos pongamos a debatir sobre lo que acabemos de escuchar. Digamos simplemente “gracias”. Lo que el decir “gracias” significa aquí es: “He recogido o he escuchado lo que querías decir”; lo que no significa que estemos de acuerdo. Algunas parejas han sacado un gran provecho de los siguientes “pies”: • “Lo que me gusta del sexo contigo es…” • “Lo que me gustaría que se diera más en el sexo contigo es…”

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Advirtamos que no son juicios negativos del tipo de: “Lo que me parece deplorable del sexo contigo es…” Una vez que nos sintamos plenamente cómodos con la técnica de las frases incompletas, podemos pasar a comunicarnos libremente, pero una vez más, pongámonos de acuerdo respecto del tiempo que cada uno va a tener para hacer uso de la palabra (por ejemplo, durante un minuto seguido sin interrupciones). Mi recomendación es que hagamos este ejercicio por lo menos una vez a la semana durante unos quince minutos. Asegurémonos igualmente de elegir el momento óptimo para hablar. Ejemplo de comunicación positiva: Cindy y Peter Cindy y Peter ya disfrutaban de unas buenas relaciones sexuales, pero decidieron que les gustaría añadir un poco más de sal y de pimienta a su vida sexual. Su sesión de feedback transcurrió de la siguiente forma: Cindy dijo: “Lo que me gusta del sexo contigo, Peter, es que pareces estar decidido a ayudarme a llegar al orgasmo, y para ello te tomas el tiempo que sea necesario y pruebas toda clase de técnicas para hacer que me corra… y lo que me gustaría que se diera más en el sexo contigo es que buscásemos algunas ocasiones especiales para hacer realidad mi fantasía de hacer el amor en lugares poco habituales y representando el papel de algunos personajes de ficción”. Peter dijo: “Lo que me gusta del sexo contigo, Cindy, es que siempre estás dispuesta cada vez que me pongo cachondo, y siempre te implicas de verdad y de igual a igual… y lo que me gustaría que se diera más en el sexo contigo es que tomaras la iniciativa sexual cuando menos me lo espere, sobre todo fuera del dormitorio y al principio del día o por la tarde, sin tener que esperar al momento de acostarnos por la noche”.

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Decir lo que queremos El problema: A veces nos bloqueamos y no le decimos a nuestra pareja qué es lo que queremos, debido al sentimiento de culpa –a que de alguna forma nos sentimos egoístas por el hecho de decir qué es lo que queremos. Algunas personas sienten que tienen la obligación de tomar lo que les venga con gratitud, y que no deben pedir nada. Piensan que en lo referente al sexo las cosas deben surgir espontáneamente. Pues no es verdad. Aprendemos a andar, a hablar y a conducir, y necesitamos aprender a pedir lo que queremos en el ámbito sexual, y a afrontar el hecho de que no siempre podremos conseguirlo. A muchos de nosotros nos inhibe el temor al rechazo –¿por qué no probamos a practicar el pedir algo a otra persona y afrontar el que nos pidan algo a nosotros, para que así en la vida real sepamos qué es lo que nos podemos esperar y cómo podemos manejar cualquier posible alteración relacionada con la experiencia de que nos digan “no”?

Pedir tener sexo y rechazar la oferta A continuación tenemos un muy buen ejercicio que podemos practicar. Al principio puede parecer un poco artificial, pero merece la pena hacerlo. Uno de nosotros hace de “allá va” y el otro hace de “no, gracias”. El que hace de “allá va” manifiesta su interés sexual: “Me gustaría tener sexo contigo”. A continuación, alega tres buenas razones para ello: “Te aprecio mucho, me pareces muy atractiva y deseo fuertemente sentirme más cerca de ti”.

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La persona del “allá va” describe lo que le gustaría hacer: “Me gustaría que tuviéramos un rato para poder achucharte y besarte, y después me gustaría que nos quitáramos la ropa y nos tocáramos el uno el otro lentamente, sin prisas”. Mientras habla la persona del “allá va”, la persona del “no, gracias” se limita simplemente a escuchar. Después, le corresponde el turno de hablar y de dar una respuesta. La persona del “no, gracias” comienza primero agradeciendo su oferta a la persona del “allá va”, y a continuación declina directamente la invitación –pero con amabilidad– diciendo, por ejemplo: “Valoro tu interés en tener sexo conmigo, pero ahora precisamente no me parece el momento más oportuno”. La persona del “no, gracias” le agradece su propuesta a la persona del “allá va”, diciendo cosas tales como, por ejemplo: “Me alegro de que me encuentres tan atractiva. Me siento muy contenta de saber que me aprecias tanto y que deseas demostrarme sexualmente que me quieres. Me parece muy sugerente la idea esa de hacernos arrumacos primero”. Advirtamos que la persona del “no, gracias” rechaza la invitación de una manera amable y respetuosa. El mensaje en su conjunto es que nos sentimos muy contentos y alagados de que nos inviten a tener relaciones sexuales, pero lo que pasa simplemente es que ahora no es el momento. Hagamos este mismo ejercicio varias veces y después co­­ mentemos qué es lo que hemos sentido. ¿Qué papel nos resultó más fácil representar –el de “allá va” o el de “no, gracias”? ¿Qué nos ha ayudado a descubrir respecto de nosotros mismos y de nuestra pareja?

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Informar de cuando algo no nos guste Tal vez la cosa más difícil que tengamos que hacer jamás en nuestra vida sexual es darle feedback negativo a nuestra pareja sin ofenderle. Las observaciones y las sugerencias suelen verse generalmente como una crítica y una regañina, y a menudo nos mueven a ponernos a la defensiva o replegarnos de forma inmediata y resentida.

Feedback indirecto Con el feedback indirecto, le decimos a nuestra pareja cuál es el problema a nivel sexual, pero sirviéndonos de un rodeo del tipo de: “Sabes que un amigo me ha contado…” o “Fíjate, he soñado que…”. Procedamos a explicar cómo hacerlo. Pongamos por ejemplo que nuestra pareja es demasiado tosca cuando nos hace sexo oral. Para transmitirle el mensaje de que preferiríamos que nos estimulara el clítoris con más delicadeza, le podemos decir: “Me han contado de una chica que su chico era tan bruto cuando le hacía sexo oral que al día siguiente ella amanecía con moratones y con cortes en sus partes. Debió pasarlo muy mal. Cuánto me alegro de que tú vayas con cuidado cuando me trajinas con la lengua”.

Feedback no verbal equivalente a decir “frío” o “caliente” ¿Nos acordamos de cuando jugábamos en el colegio al juego de “frío o caliente”? La profesora nos hacía salir de la habitación y a continuación escondía un objeto “secreto” que nosotros teníamos que encontrar cuando volviéramos a entrar en la habitación. Mientras lo buscábamos, la profesora decía “caliente, caliente” si nos

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acercábamos al objeto y de esta forma encontrábamos enseguida el objeto en cuestión. “Frío” significaba: “No… no te estás acercando ni por asomo”. No seamos demasiado obvios con el uso del “frío y caliente” durante la relación sexual, porque nuestra pareja se puede pensar que nos estamos burlando, pero sí podemos hacer uso y sacar partido de esta estrategia. Por ejemplo, si nuestra pareja se pone a hacer cosas que equivalen a un “caliente, caliente” para nosotros, podemos reaccionar de manera abiertamente positiva. Demostremos que nos parece genial –emitiendo sonidos, removiéndonos, implicándonos de lleno en la ocurrencia. Pero si se le ocurre hacer algo que en realidad no nos gusta, procedamos a “enfriarnos”: quedémonos inmóviles, no digamos nada, incluso contengamos la respiración. Veremos que al poco nuestra pareja captará el mensaje y cambiará a otra forma de estimularnos que sabe y le consta que sí nos pone cachondos de verdad.

Dar feedback negativo al tiempo que informamos de lo que queremos A las parejas que vean que los malentendidos y el resentimiento obstaculizan la comunicación sexual positiva, les recomiendo encarecidamente que aprendan la estrategia de comunicación conocida como valorar, pedir y afirmar. Se trata de una técnica tipo “bocadillo”: intercalamos el “relleno” negativo entre dos “rebanadas” positivas. Básicamente, ello implica decir algo positivo antes de sugerir algo en concreto que servirá para corregir alguna cosa que constituía un elemento sexual negativo o un antídoto del erotismo.

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Para entender cómo funciona esto, primero imaginémonos un vaso lleno –si el vaso ya está lleno, ya no le cabe más líquido. Si nuestra pareja está estresada, cansada, enfadada o preocupada, su vaso ya está lleno. Para conseguir que nos preste atención y nos escuche de verdad, primero tenemos que quitar un poco de líquido del vaso. Ello lo conseguiremos transmitiéndole un poco de aprecio y de valoración. Por ejemplo: si nuestra pareja estuviera “un poquitín sucio” en este preciso momento, pero está deseando que le hagamos sexo oral, le podemos decir algo así como: Apreciación: “Cariño, me encantaría hacer el amor contigo, porque eres tan sexy y tan sumamente deseable…”. Petición: Añadamos a continuación un “y…” (cuidado aquí –el “y” es muy importante– si decimos “pero”, negaremos totalmente la fuerza que pudiera tener la apreciación positiva)… “y estaría genial que te dieras una ducha”. Acto seguido, procedamos a formular una afirmación o una promesa positiva. Afirmación: “Así me podría dedicar de pleno a comerte ese cuerpo tan limpísimo y a probar lo buenorro que estás”.

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Algo hizo que Mark se echara para atrás De la noche a la mañana, Mark dejó de ver a Chrissy –una mujer de la que parecía estar enormemente enamorado. Ella se sintió destrozada y desconcertada por lo inesperado del rechazo. Hasta entonces parecía que todo iba tan bien… Mark le confesó a su hermana, Jane, que la razón de haber dejado a Chrissy había sido porque a ella le olía bastante mal el aliento y a él le daba demasiada vergüenza de decirle nada. Jane le respondió a su hermano que era un auténtico idiota –que había dejado perder a la mejor mujer que había tenido jamás, simplemente por haber sido demasiado cobardica como para atreverse a orientar a Chrissy para que introdujera algunos cambios en su alimentación. ¿Qué podría haber hecho Mark? Apreciación: Podría haber dicho: “Chrissy, verdaderamente me encanta besarte y hacerte el amor”. Petición: “Y me preocupa y lamento de verdad tener que decirte que hay algo que me está perturbando. Tienes un problema con el mal aliento. Hablé con el farmacéutico y me dijo que podías tomar unas pastillas que te facilitarían la digestión”. Afirmación: “Lo siento de verdad si te he ofendido, cariño, pero te quiero demasiado como para dejar que una cosa así se interponga entre nosotros. En mi caso, yo valoraría mucho si fuera yo el que tuviese el problema y tú fueras sincera conmigo”.

A continuación tenemos algunos ejemplos más de la técnica de “valorar, pedir, afirmar” aplicada a otros problemas bastante corrientes. Un hombre quiere que su pareja le haga más sexo oral, y le dice: 1. Apreciación: “Cielo, tienes una boca fabulosa y me encanta tu forma de besar”. 2. Petición: “Y me gustaría enormemente que utilizaras un poco más a menudo esa boca tan fabulosa con mi pene”. 3. Afirmación: “Me estimulas tanto como amante y me inspiras tantas cosas”.

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Una mujer se siente frustrada porque su pareja va siempre demasiado deprisa durante los juegos preliminares. La mujer puede decir: 1. Apreciación: “Cariño, me encanta hacer el amor contigo y me siento verdaderamente muy contenta de que me encuentres tan atractiva”. 2. Petición: “Y a veces cuando te lanzas directamente a tocarme las tetas y la entrepierna, tengo la sensación de que vas un poco acelerado. Lo que de verdad me gustaría es que le dedicaras un poco de más tiempo a tocarme por todo el cuerpo antes de pasar a la zona de los genitales”. 3. Afirmación: “Me hace que me sienta muy especial el saber que me quieres sólo a mí para hacer el amor”.

Establecer acuerdos sexuales En primer lugar, tenemos que saber hablar de sexo de manera constructiva. Y después, para establecer cualquier posible acuerdo sexual, es muy importante que sigamos ciertas directrices: • Preparemos el terreno: elijamos un momento tranquilo, sin ruidos, agradable, privado y amigable. • Acordemos dedicarle a la cuestión un determinado período de tiempo y sigámoslo al pie de la letra. Cuarenta minutos es el máximo recomendado. • A los hombres especialmente les repugna que las mujeres digan que sólo necesitan hablar diez minutos, pero acabe prolongándose una hora. • Echemos a suertes el decidir quién va a hablar primero. • Mantengamos un tono de voz y un lenguaje corporal positivos.

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• No pongamos de vuelta y media, ni culpabilicemos, ni acusemos, ni vayamos con aires de superioridad –no está bien que descartemos algo sin mostrar una consideración o sin ofrecer una explicación. Al margen de quién de los dos parezca que tiene algún problema, en realidad es un problema de pareja. • No volvamos atrás a repasar largas historias de peleas anteriores. • Veamos los dos lados de la cuestión. • Seamos muy claros y honestos respecto de qué es lo que queremos –y a continuación pensemos cómo le puede sentar a nuestra pareja. Pongámonos en su lugar. Cuanto menos, ello implicará que estamos preparados de antemano para responder a cualquier posible objeción que pueda formular nuestra pareja. Negociemos: mentalicémonos de que tendremos que ceder un poquitín. • Escuchemos de verdad: este es el momento de averiguar qué es exactamente lo que siente nuestra pareja. • Formulemos nuestros objetivos de manera clara y específica. • Registremos nuestros acuerdos por escrito y establezcamos un momento fijo (un período habitual) para revisarlos y para evaluar nuestros progresos. Los acuerdos de Alan y Sandra Acuerdos que ambos establecieron como pareja No tenemos necesariamente que incluir el coito para disfrutar del sexo. No tenemos necesariamente que llegar al orgasmo para disfrutar del sexo. Podemos tener sexo siempre que queramos.

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La masturbación no tiene nada de malo; no supone ninguna traición. No importa lo que puedan hacer otras personas; nosotros podemos llevar una buena vida sexual durante años y años. Sexualidad es una palabra que implica un “nosotros”. Los hombres y las mujeres somos diferentes. Podemos probar a disfrazarnos de vez en cuando y está bien que tengamos una imagen pública y una imagen privada –podemos hacer ciertas cosas estando en casa que los demás podrían ver con malos ojos. Acuerdos que estableció Alan No soy ningún explotador sexual. Cuando te beso, te toco y te achucho, lo hago por amor y por afecto, y ya no únicamente “porque me apetezca echar un polvo”. No me veo como el típico macho, del mismo modo que tampoco te veo a ti como ninguna muñeca descerebrada. Por el hecho de que te quiera, ello no significa que las demás mujeres sean invisibles –o viceversa. Cuando me fijo en otras mujeres, ello no significa que no esté contento contigo. Acuerdos que estableció Sandra El hecho de concederte un “polvo rápido” de vez en cuando me hace sentirme cariñosa y generosa, y a ti te hace sentirte querido. Me parece bien que veas pornografía no violenta cuando yo no esté, y yo también la veré contigo siempre y cuando bajes el sonido. Está bien que yo disfrute cuando decides darme placer, y no tengo necesariamente por qué pagarte nada a cambio.

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Ideas para resolver conflictos Grabar la conversación y evaluarla constructivamente Grabemos la conversación y después escuchemos la grabación. A continuación, registremos por escrito (cada uno de los dos) por lo menos dos cosas que podemos hacer la próxima vez para que nuestra comunicación sea más constructiva. Acordar una señal no verbal para indicar cuando haya que parar Acordemos de antemano alguna señal como, por ejemplo, tirarnos del lóbulo de la oreja derecha, para advertir al otro cuando se esté pasando de la raya o bien cuando pensemos que la conversación está degenerando en una discusión. Hacer una pausa para tener un momento de distensión Si vemos que estamos empezando a cabrearnos, cambiemos de tema y rememoremos un momento en el que nos sintiéramos unidos y optimistas –por ejemplo, podemos hablar de algún viaje entrañable que hicimos juntos o de unas Navidades que fueron especialmente maravillosas. Siempre es una buena idea pedir hacer un alto para abrazarse. Juntémonos o abracémonos y respiremos bien hondo y a la par unas cuantas veces. Digamos algo tranquilizador como, por ejemplo: “Estoy absoluta y totalmente comprometido contigo y con nuestra relación. Sé que esto es bastante desagradable, pero lo vamos a superar”.

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Hacer un alto para separarnos momentáneamente Si nos ponemos a peleamos de verdad, hagamos un des­ canso de unos diez minutos y vayamos cada uno a una habitación diferente. Sentémonos, respiremos hondo y pongámonos en el lugar de nuestra pareja –tratemos de ver el problema desde su perspectiva. Preparémonos, cuando volvamos, para demostrarle que entendemos su forma de ver las cosas –y a continuación preguntémonos el uno al otro: “¿Qué podemos hacer para mejorar la situación?”. Utilizar la estrategia del “para mí” La mejor manera en cualquier momento de contrarrestar una acusación que nos pueda hacer nuestra pareja es recurriendo al “para mí”. Si uno de los dos dice: “Eres un inútil en la cama”, la otra persona puede responder diciendo algo así: “Para ti, yo soy un inútil en la cama. Para mí, lo que pasa simplemente es que no soy más que un principiante, pero cada día aprendo algo nuevo y estoy dispuesto a ser un discípulo de lo más amoroso”. Registrar por escrito lo que pensamos y lo que sentimos Recomiendo que probemos a escribir una carta a nuestra pareja diciéndole lo que pensamos y lo que sentimos. Para ver un modelo de carta que nos ayude a expresar lo que sentimos, podemos consultar los libros de John Gray: “Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus” y “Marte y Venus en el dormitorio”. Primero, escribamos una carta con objeto de soltar todo lo que nos está alterando, por muy negativo que pueda ser –pero no le demos esta carta a nuestra pareja. La podemos leer en voz alta nosotros solos o a nuestro terapeuta. Después, volveremos a escribir la carta de una forma constructiva y se la daremos a nuestra pareja. Le pediremos

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que lea la carta y nos escriba a su vez una carta de respuesta dirigida a nosotros, y fijaremos un momento (una fecha) para hablar conjuntamente de las dos cartas. Evitar la tentación de adivinar el pensamiento Jamás caigamos en la trampa de quejarnos de que nuestra pareja es incapaz de leernos el pensamiento. No digamos: “Si me quisieras de verdad, no tendría necesidad de decirte lo que quiero, porque sencillamente lo sabrías”. Sonreír Mantengamos en todo momento el sentido de la perspectiva y nuestro sentido del humor.

Cuando alguno de los miembros de la pareja busca sexo “fuera de la relación” Cuando alguno de los miembros de la pareja se busca un escarceo fuera de la relación, ello puede derivar en un conflicto y un disgusto muy serio. La mejor manera de abordar este problema es recurriendo a la mediación de un terapeuta experimentado. El problema: Marvin y Phil tienen 32 años de edad y les gusta llevar una vida sexual “abierta”, pero Phil estaba corriendo ciertos riesgos en sus salidas extraconyugales. La solución: Phil accedió a utilizar condones y a dejar de tomar anfetas, las que con frecuencia habían sido el catalizador de sus escarceos sexuales. El problema: Carol tiene 41 años y sabe que Jim se va con prostitutas en lugar de acostarse con ella. La solución: Carol le dio un ultimátum a Jim: o dejaba de irse de putas, o ella lo dejaba a él. Jim accedió a renunciar a sus escarceos con prostitutas si ella estaba dispuesta a tener relaciones sexuales con él unas tres veces a la semana. Ella accedió y los dos se sintieron muy contentos con la solución.

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Pensar y sentir de manera positiva Pensemos de verdad de la siguiente forma: • Nuestra vida sexual constituye el 25% de nuestra relación, razón por la cual debemos incluirla entre nuestras prioridades. • Estamos autorizados y legitimados a todos los niveles (familiar, social, religioso, etc.) para expresar nuestra sexualidad de una forma sana. • Si evitamos los conflictos, jamás resolveremos nuestros problemas sexuales y en ese caso nuestra relación será un fraude. • Es importante que tengamos una comunicación abierta. • No es normal no tener una buena vida sexual. • Espero que mi pareja haga todo lo que esté en su mano para contribuir a mejorar nuestra vida sexual, y yo también me comprometo a hacer todo lo que esté en mi mano para contribuir con la parte que me corresponde. • Nos merecemos algo mejor que una mera vida sexual mediocre –nos merecemos la mejor vida sexual que seamos capaces de llevar a la práctica. • Nos sentimos unas personas libres y llenos de confianza, amor, entusiasmo, pasión y respeto.

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Resumen El plan de acción esencial para garantizar una buena comunicación Las tres claves de una buena comunicación sexual consisten en saber: 1. El lenguaje a utilizar al hablar de sexo; 2. Cuándo hablar de sexo; y 3. Cómo hablar de sexo. 1. El lenguaje a utilizar al hablar de sexo Tenemos que tener un lenguaje común para no dar nada por supuesto, no herirnos el uno al otro y disponer de un recurso práctico que nos ayude a resolver las dificultades. Démosle a nuestra pareja una lista por escrito con nuestro vocabulario sexual preferido, que queremos utilizar durante las relaciones sexuales. 2. Cuándo hablar de sexo Los mejores momentos son cuando no vayamos con prisas, podamos escuchar de verdad y nos podamos sentir más cercanos. Recordemos cuáles son los momentos que están rotundamente “descartados” a fin de evitarlos, y la regla de oro: “No tener jamás conversaciones profundas y trascendentes por la noche”. 3. Cómo hablar de sexo Preparemos de antemano lo que vamos a decir y después ensayémoslo mentalmente. Y recordemos que existen unas diferencias en la forma que tienen de comunicarse los hombres y las mujeres. Primeramente, es importante que evaluemos la calidad de nuestra relación a nivel de comunicación, cantidad de sexo y calidad del sexo.

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Probemos a comunicarnos utilizando las frases incompletas. Practiquemos el pedir algo y el que nos pidan algo, para que así en la vida real sepamos lo que nos podemos esperar y cómo podemos afrontarlo: utilicemos las habilidades de comunicación para hacer el ejercicio de “pedir tener sexo y rechazar la oferta de tener sexo”. Aprendamos a dar feedback –indirecto y directo– cuando algo no nos guste. Con el feedback indirecto, le decimos a nuestra pareja cuál es el problema a nivel sexual, pero sirviéndonos de un rodeo del tipo de: “Sabes que un amigo me ha contado…” o “Fíjate, he soñado que…”. Probemos a utilizar la estrategia del feedback no verbal para decir “frío o “caliente” y la estrategia de “valorar, pedir, afirmar”. Probemos a establecer algunos acuerdos sexuales. Durante el proceso, es muy importante que sigamos ciertas directrices: • Grabar la conversación y evaluarla constructivamente. • Acordar una señal no verbal para prevenir el agravamiento del conflicto. • Hacer una pausa para abrazarnos y tranquilizarnos verbalmente. • Separarnos físicamente un momento para recobrar el equilibrio. • Responder a los ataques con la estrategia del “para mí”. • Escribir una carta diciendo lo que pensamos y lo que sentimos. • Evitar la tentación de adivinar el pensamiento. • Mantener el sentido de la perspectiva y el sentido del humor.

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12 libidos dispares

Hace años existía la tendencia de que la mujer fuera por su cuenta al psicólogo, para así poder desahogarse y hablar libremente de la incomunicación con su pareja. Había un chiste en relación con esto –la consulta del psicólogo es “el lugar adonde va la mujer para que alguien coincida con ella en que su marido… ¡es un cabrón!”. Hoy en día, es más normal que el hombre tome la iniciativa de ir al psicólogo, sobre todo al sexólogo. Su actitud suele ser habitualmente muy protectora hacia su pareja –no ha venido para criticar sino para encontrar una solución. Suele decir que ella es una mujer maravillosa salvo por el hecho de no entender el sexo de la misma forma como lo entiende él. Por ejemplo, a Sally le basta con tener relaciones sexuales una vez al mes y en la cama, pero Will quiere tener sexo todos los días y preferiblemente en la playa, en el asiento trasero del coche o balanceándose colgados de la lámpara del comedor (lanzándose al desenfreno, como quien dice). Sin embargo, ciertamente esta carestía sexual no es solamente un problema del hombre. Hay también muchas mujeres que se sienten sexualmente frustradas. Los hombres están estresados por el trabajo y por la insistencia de sus mujeres en que se comuniquen

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más, y algunos de ellos reaccionan apagándose sexualmente. Por ejemplo, John jamás tomaba la iniciativa sexual. Lisa estaba cansada de tener que ser siempre ella la que lo pidiera. John le aseguraba a Lisa que por supuesto que quería hacer el amor –lo único que pasaba es que a él no se le ocurría hasta que ella no lo proponía. La investigación revela que la mayoría de las parejas no se sienten satisfechas con su vida sexual. A los siete años de matrimonio, el 75% de las parejas dicen que se sienten insatisfechos con su vida sexual y se podría decir que viven prácticamente cada uno por su lado. Las parejas rara vez hablan de cuáles son sus deseos sexuales. Según una encuesta, sólo el 41% de las mujeres decían que habían hablado de su vida sexual con sus parejas o que les habían dicho qué era lo que las ponía cachondas (véase Rabbi Shmuley Boteach: Kosher Sex: A Recipe for Passion and Intimacy).

Tipos de libidos dispares Otra palabra para aludir al impulso o deseo sexual es “libido”, que significa “energía dirigida a la sexualidad”. Unas veces, el hombre o la mujer jamás han tenido una libido que encajara con la de su pareja, ni tampoco quieren tenerla. Otras veces, la tuvieron en otro tiempo pero la perdieron –y quieren volver a tenerla. Otras veces, la perdieron y les trae absolutamente sin cuidado. La mayoría de las veces los problemas de pareja relacionados con el impulso sexual suelen deberse a la existencia de expectativas divergentes respecto de la cantidad o de la calidad de las relaciones sexuales. A veces también el conflicto tiene que ver tanto con la cantidad como con la calidad. Los problemas de calidad aparecen cuando existen unas expectativas dispares respecto de la variedad o la gama de experiencias sexuales que los miembros de la pareja prefieren tener o desear tener.

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Los problemas de cantidad aparecen cuando la pareja no coincide respecto de la cantidad de sexo que quieren tener –esto es, respecto de la frecuencia y de la duración de las relaciones sexuales. Nota importante: A veces, los problemas sexuales tienen que ver con la habilidad o la destreza sexual, dándose el caso de que alguno de los miembros de la pareja no sea especialmente “bueno” en la cama, tal vez porque le falta experiencia, o conocimientos, o coordinación. Para solucionar los problemas relacionados con la habilidad sexual, puede que necesitemos informarnos sobre las distintas técnicas, lo cual es un tema que no se trata en este libro. Miremos en la sección de “lecturas recomendadas”. Tal vez tengamos que consultar algún libro del tipo de Hot sex: cómo practicarlo, de Tracey Cox.

Conflictos relacionados con las libidos dispares Este capítulo aborda los dos tipos más frecuentes de conflictos relacionados con el impulso sexual: los problemas relacionados con la cantidad y con la calidad. Al final del capítulo aparecen posibles soluciones para los ejemplos que se exponen a continuación. También tenemos más posibles soluciones en el capítulo 14, “El estrés y el exceso de ocupaciones” (sobre todo si el problema tiene que ver esencialmente con uno solo en particular de los miembros de la pareja, que aspira a tener un impulso sexual normal).

— Tipo 1. Cuando uno o los dos miembros de la pareja han perdido el deseo sexual que anteriormente era normal La cuestión principal en relación con este problema es que a la persona que haya perdido el deseo sexual, sea quien fuere de dos, le interese… ¡volver a recuperarlo! Si la persona afectada no está

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motivada, entonces puede que el otro miembro de la pareja deba consultar el tipo 2, que aparece más abajo. La mujer Milly tiene 37 años y ha perdido el deseo sexual a raíz de que la ascendieran en el trabajo. Kathryn tiene 38 años y no quiere tener sexo con Mario desde que éste se quedó sin trabajo. El hombre Adrian tiene 38 años y se muestra desinteresado por el sexo porque actualmente está muy estresado en el trabajo. Stephen tiene 50 años y evita el sexo porque no se fía de si va a tener una buena erección o no. Los dos Maree y Gerard tienen 28 años y están demasiado ocupados como para ponerse a pensar en el sexo. Lex y Fiona tienen 37 años y tres hijos, y están demasiado cansados como para ponerse a pensar en el sexo. Simon y Kerryn tienen 52 años y están siempre peleándose y nunca hacen el amor.

— Tipo 2. Cuando uno de los miembros de la pareja quiere más sexo que el otro Puede que siempre haya habido esta disparidad, o puede ser que haya ido apareciendo con el tiempo debido al estrés físico o emocional.

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El hombre Adam tiene 28 años y dice que Pam se busca cualquier excusa para evitar tener relaciones sexuales. Michael tiene 38 años y dice que Freda “prefiere ponerse a cambiar toda la casa de arriba abajo antes que echar un polvo”. Stan tiene 52 años y dice que Heather jamás ha tomado la iniciativa sexual. La mujer Jane tiene 27 años y quiere tener un hijo, pero Stan está demasiado cansado como para ponerse a pensar en el sexo. Heather tiene 35 años y todas las noches llora sin parar hasta quedarse dormida porque Sergio no quiere hacer el amor con ella. Anna tiene 42 años y está furiosa con James porque éste lleva ya seis meses sin tener relaciones sexuales con ella.

Observaciones respecto de la disparidad de libidos • El 31% de las parejas encuestadas informan de la existencia de discrepancias a nivel de deseo sexual. • De forma característica, el hombre y la mujer llegan al mo­­ mento más álgido del impulso sexual a edades diferentes: el interés sexual del hombre suele alcanzar su nivel más alto hacia los 18 años, mientras que la mujer lo suele hacer hacia los 30. • La excitación sexual y el deseo sexual son cosas diferentes: el deseo es una cuestión mental que de forma característica suele incluir un pensamiento como, por ejemplo:

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“ese hombre me pone cachonda”, o “esa mujer me pone a cien”; la excitación implica la presencia de sensaciones físicamente placenteras y no necesariamente aparece acompañada del deseo sexual. • Las personas tienen sus preferencias en relación con el sexo: a unas personas les encanta el sexo por las mañanas, a otras por la noche, unas valoran mucho la cantidad, otras valoran más la calidad. Dificultades relacionadas con el deseo dispar • Uno de los miembros de la pareja acusa al otro de tener un problema, lo cual conduce al resentimiento y a ponerse a la defensiva, lo que a su vez desemboca en peleas más serias o en replegarse y cerrarse a la comunicación. • La persona que tiene la libido más alta busca aliviarse recurriendo a unas prácticas sexuales que no se corresponden con los valores que defiende su pareja como, por ejemplo, pornografía, burdeles o clubes nocturnos. Obstáculos para resolver los conflictos relacionados con el deseo sexual • El que no sepamos cómo hablar de sexo: vemos las observaciones y las sugerencias como una crítica o una regañina, lo que nos conduce a ponernos a la defensiva. • El que no sepamos cuándo hablar de sexo: sacamos el tema en el momento mismo de la relación sexual y entonces una de dos: o armamos la de Dios, o de repente perdemos todo el interés en lo que estábamos haciendo. • El que nos “ajustemos” estrictamente a lo que nos pensamos que es lo normal: unas parejas tienen sexo unas dos

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veces por semana y se aburren soberanamente; otras tienen sexo tan sólo una vez al mes, pero cuando lo hacen “se lanzan al desenfreno con todas las de la ley” y están encantados.

Superar la disparidad a nivel de deseo sexual • Informarnos más sobre el sexo con la ayuda de un buen libro o de una cinta de cassette que podamos utilizar juntos. • Aprender habilidades de comunicación. Leer libros o hacer un curso para aprender a transmitir mensajes “en primera persona”, reconocer el punto de vista de nuestra pareja antes de exponer el nuestro propio, escuchar con empatía y no criticar, ni culpabilizar ni juzgar. • Seguir las directrices del “plan de acción esencial para garantizar una buena comunicación” que figura en el capítulo 11, para capear los enfados en el caso de que tengamos que solucionar algún desacuerdo. • Concentrarnos en aumentar las experiencias positivas de tú a tú en los ámbitos no sexuales de nuestras vidas. • Estar dispuestos de buen grado a reconocer el derecho de nuestra pareja a manifestar abiertamente y honestamente lo que siente. • Comprender y respetar el “momento oportuno”. No tengamos jamás “conversaciones profundas y trascendentes” ni durante el transcurso de las relaciones sexuales ni por la noche. Elijamos el momento oportuno respecto de dónde y cuándo hablar de sexo, y de dónde y cuándo tener relaciones sexuales.

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• Dejar a un lado nuestras expectativas respecto de qué es lo normal: “normal” es todo aquello que sea bueno para los dos. No tratemos de compararnos con los demás ni de hacer lo mismo que hacen ellos –guiándonos por lo que aparece en las revistas de moda o del corazón. “Normal” es lo que negociamos entre nosotros, sobre la base de nuestro propio ritmo asociado a nuestro estilo de vida particular, y de nuestra propia libido individual. Acordémonos también de negociar de común acuerdo cuáles van a ser las maneras apropiadas de “desfogarnos”. • Ser claros respecto de los acuerdos que establezcamos: por ejemplo, le podemos dar el visto bueno a la masturbación y pedirle a nuestra pareja que nos haga sexo oral o nos brinde un alivio manual. A algunas mujeres no les importa que sus maridos vean pornografía; otras se sienten traicionadas cuando se enteran. Nota: Nunca estará bien buscar tener sexo con otra persona cuando ya estamos comprometidos dentro de una relación estable. La monogamia es la mejor base para el mejor sexo. • Ser flexibles a la hora de negociar los conflictos –si no cedemos… ¡nuestra relación se romperá!

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Ejemplos de conflictos frecuentes y de cómo se solucionaron Cuando quien toma la iniciativa sexual es siempre la misma persona Primero, tratemos de comprender por qué la persona que no toma la iniciativa se comporta de esa forma. Después, procedamos a establecer un acuerdo que nos deje satisfechos a los dos El problema: John rara vez tomaba la iniciativa sexual y Lisa se sentía frustrada por el hecho de que siempre fuera ella la que tuviera que pedírselo. La causa: John le aseguró a Lisa que por supuesto que quería hacer el amor con ella –lo único que pasaba simplemente es que no se le ocurría a él primero. La solución: John acordó que jamás le diría que “no” a Lisa, siempre que a ella no le importara ser la que siguiera “poniendo la cosa en marcha”. El problema: Carolyn jamás tomaba la iniciativa sexual. La causa: La mujer alegó que estaba siempre demasiado ocupada matándose por satisfacer a los demás como para ponerse a pensar en su propio placer. Se sentía verdaderamente feliz cuando George tomaba la iniciativa sexual, porque ello demostraba que él la deseaba de verdad y también que le daba su permiso para que ella pudiera hacer un alto y disfrutar estando más cerca de él y pasándoselo bien. La solución: George accedió a ser él quien tomara siempre la iniciativa.

Cuando uno de los miembros de la pareja quiere más sexo que el otro Uno de los principales problemas que tienen las parejas tiene que ver con la frecuencia o con la cantidad de sexo. Para comprender este problema, recordemos las tres categorías principales de relaciones sexuales que existen: 1. Un “polvo exprés” –una relación sexual rápida (menos de diez minutos), y que probablemente se limita únicamente al coito y sólo el hombre llega al orgasmo. 2. Un “buen polvo” –una relación sexual de una duración satisfactoria para los dos miembros de la pareja (probablemente sin llegar a

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sobrepasar los 30 minutos), incluyendo unos juegos preliminares y en la que los dos pueden llegar al orgasmo. 3. Un “polvo extralargo” –una relación sexual más larga de lo normal (tan larga como nos dé la gana…) y que puede incluir toda una variedad de técnicas y de experiencias sexuales, además de varios y diferentes orgasmos.

Los hombres generalmente suelen querer más sexo que las mujeres El problema: De forma característica, a los hombres les gustan más los “polvos exprés” que a las mujeres. Cuando la gente habla de “echar un kiki” como si estuviera muy bien, a muchas mujeres se les revuelven las tripas –¿cómo se atreve nadie a sugerir que una mujer que no quiere tener sexo, a pesar de todo deba consentir en que la cosa siga adelante y que su pareja “use” el cuerpo de ella para “echarse un polvo rápido”? Pienso que ya va siendo hora de que las mujeres se mentalicen de la enorme diferencia existente entre los hombres y las mujeres –la gran “T”... ¡la testosterona! El nivel de testosterona del hombre es quince veces mayor que el de la mujer, por lo que no es de extrañar que el hombre necesite tener sexo con más frecuencia que la mujer. La solución: Estoy convencida de que la mayoría de las mujeres se podrían sentir perfectamente satisfechas teniendo dos relaciones sexuales de calidad a la semana, y tal vez un único “polvo rápido”. El hombre, en cambio, querrá tener como mínimo cuatro “polvos rápidos” (a la semana). ¿Por qué no llegamos a un acuerdo y nos comprometemos a tener dos “polvos de calidad” y dos “polvos rápidos” a la semana? Sally y Will vinieron juntos a la consulta de sexología y Sally accedió a tener relaciones sexuales dos veces por semana –un “polvo extralargo” en el que ella pudiera disfrutar de un orgasmo de calidad, y un “polvo exprés” para complacer a Will. Sally también acordó que le parecía bien que Will se masturbara él solo cuando quisiera, y una vez a la semana ella se comprometía a participar también. Pero Sally descartó que Will viera películas porno sin estar ella delante.

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Problemas relacionados con la calidad del sexo A veces, los problemas sexuales tienen que ver con la destreza sexual: puede que alguno de los miembros de la pareja no sea especialmente “bueno” en la cama. Dean tiene 38 años y dice que Judy parece un tronco en la cama, limitándose a permanecer tumbada e inmóvil sin más. Martine tiene 43 años y le ponen enferma los besos babosos de Fred y el que no haya una estimulación erótica previa al acto sexual. En ambos casos, la clave está en la comunicación. Apliquemos el “plan de acción esencial para garantizar una buena comunicación” que figura en el capítulo 11, con objeto de poder solucionar estos problemas.

Guía “práctica” para la mujer cuya pareja no muestra interés por el sexo Nuestra vida sexual es muy importante y si el hombre no muestra interés, no es posible que nuestra relación pueda durar mucho. A continuación, exponemos algunos datos importantes –basados en encuestas realizadas a mis pacientes a lo largo de cinco años– respecto de la falta de deseo sexual en el hombre: • Algunos hombres se sienten tan estresados por las exigencias en el trabajo y por un estilo de vida insano que pierden el deseo sexual y el sexo se percibe entonces como “una lata más” de entre las muchas. • La utilización por cuenta propia de remedios para “reducir el estrés”, tales como el alcohol o la marihuana, además de los

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tranquilizantes o los fármacos antihipertensivos, puede aumentar la depresión y disminuir el deseo sexual en el hombre. • El 45% de los hombres encuestados pensaban que el acostarse con una mujer excesivamente segura de sí misma en la cama les podía intimidar o inhibir. • El 38% de las mujeres encuestadas se quejaban de que no tenían las suficientes relaciones sexuales con sus maridos. El error más frecuente La mujer siempre piensa que la falta de interés sexual del hombre se debe a ella. Se echa la culpa a sí misma –debe ser porque está gorda, porque no es su tipo, porque es demasiado vieja, porque avasalla demasiado, porque no insiste lo suficiente, porque es indigna de inspirar amor y afecto, etc., de manera que él no tiene más remedio que estar interesado en otra mujer. Cambiemos esta forma de pensar –¡No es culpa nuestra! Obstáculos para superar la falta de deseo del hombre • El que la mujer se sienta humillada, rechazada y herida. • El que el hombre se retraiga sexualmente como una forma de restablecer el equilibrio de poder dentro de la relación. • El miedo al compromiso: algunos hombres evitan las relaciones sexuales porque les angustia la posibilidad de que la cercanía emocional les pueda desbordar, y/o de que puedan meterse en algún lío o caer en alguna trampa. • El que la mujer trate de analizar al hombre, adivinarle el pensamiento y hacer de psicóloga. • El que el hombre tenga miedo de no dar la talla: le resulta más fácil evitar tener relaciones sexuales que exponerse a que su pene le juegue alguna mala pasada.

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Lo que debemos y no debemos hacer • Dejar de echarnos la culpa a nosotras mismas. • No gastarnos todo el dinero que tenemos en estar sexys y guapas para él. • Leer el libro Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus, para así saber cómo apreciar a nuestro hombre y fortalecer su amor propio. • ¡No atosigar! Mantengamos un tono ligero y divertido dentro de la relación. • Si no nos podemos contener de analizarle, no se lo digamos. Hablémoslo con nuestro terapeuta o con las amigas. Y no nos ensañemos verbalmente con él. • No agobiar con el tema del sexo. Toquémosle sensualmente de la manera que sabemos que más le gusta. Tranquilicémosle respecto de que nos encanta el sexo oral y la masturbación mutua (en el caso de que sea verdad, obviamente), y de que el coito no es la única manera de hacer el amor. • Animarle a que vaya a ver a un sexólogo él solo. (Si vamos con él, se sentirá más presionado y su ansiedad puede hacer que cumpla todavía menos sexualmente).

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Ejemplos de cómo algunas mujeres ayudaron a reavivar el deseo sexual de su pareja Tom se sentía demasiado estresado como para tener sexo El problema: Jill y Tom llevaban casados 10 años, al principio tenían sexo cuatro veces por semana, pero desde hacía seis meses Tom no mostraba ningún interés por el sexo. Cuando Jill preparó una cena a la luz de las velas y se ofreció a sí misma como “postre”, Tom le contestó que tenía que ponerse al día con las cosas que tenía que leer. La causa: Tom era abogado y estaba trabajando un promedio de unas catorce horas al día. No hacía ejercicio y también estaba bebiendo en exceso. Estaba demasiado ocupado y demasiado estresado como para ponerse a pensar en el sexo. La solución: Jill convenció a Tom de que hablara con el psicólogo de su empresa para encontrar la forma de manejar el estrés. Se decidió a ir al gimnasio cada dos días aprovechando la parada del almuerzo, redujo el consumo de alcohol y empezó a volver a casa más pronto. Gradualmente, Tom fue recuperando su libido y volvieron a tener relaciones sexuales dos veces por semana.

Sam le concedía prioridad al deporte por encima del sexo El problema: Sam estaba demasiado cansado como para ponerse a pensar en el sexo. El críquet estaba antes en su vida. La causa: Sam estaba trabajando un promedio de doce horas al día en un negocio de paisajismo que le exigía mucho físicamente. Además era presidente del club de críquet, lo que implicaba tener unas reuniones unas dos veces a la semana, reuniones que se prolongaban hasta la medianoche, además de tener que estar en el club todo el día hasta el anochecer los sábados y los domingos hasta el mediodía. Las noches que sí estaba en casa, a la media hora después de cenar se quedaba dormido delante del televisor. La solución: Sam fue a ver a un sexólogo cuando Melinda le amenazó con dejarle porque estaba harta de ser una “viuda” a causa de la obsesión de él por su trabajo y por el críquet. Sam dejó el club de críquet y

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empezó a colaborar con Melinda los fines de semana en torno a algunos proyectos con vistas a mejorar la casa. El sexo de los fines de semana se convirtió en la atracción principal de la semana (y de paso… ¡aumentó el valor inmobiliario de la casa!).

Mark se sentía angustiado por el tamaño de su pene El problema: Mark estaba muy enamorado de su novia Rebecca, pero rara vez tenían relaciones sexuales. La causa: Al comienzo de la relación, Rebecca había hecho un comentario sobre el tamaño ideal del pene de un hombre. Mark se sentía especialmente acomplejado por el tamaño del suyo –siempre le había dado la sensación de que no daba la talla. Mark redujo el sexo al mínimo para así no tener que correr el riesgo de pasar por la vergüenza personal de sentir que “no era lo bastante hombre” para su novia. La solución: Mark se informó correctamente sobre la importancia del tamaño del pene y tomó conciencia de que ese no era el elemento esencial de una buena sexualidad.

Guía “práctica” para el hombre cuya pareja no muestra interés por el sexo Nuestra vida sexual es muy importante y si la mujer muestra un desinterés permanente, no es posible que nuestra relación pueda durar mucho. A continuación, exponemos algunos datos objetivos sobre la falta de deseo sexual en la mujer: • Algunas mujeres se sienten tan estresadas por las exigencias de los distintos papeles que tienen que desempeñar –sobre todo la crianza de los hijos– que pierden el deseo sexual. El sexo se percibe entonces como “una lata más” de entre las muchas. • La utilización por cuenta propia de remedios para “reducir el estrés”, tales como el alcohol o la marihuana, además de los tranquilizantes o los fármacos antihipertensivos, puede aumentar la depresión y disminuir el deseo sexual en la mujer.

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• La mujer que es anorgásmica puede mostrar interés por el sexo hasta “pescar marido”. Después el deseo se desvanece hasta reducirse prácticamente a nada. Ella piensa que así es como debe ser –porque, en definitiva, ¿qué saca ella con el sexo? • En general, si la mujer tiene la sensación de que su marido no la valora o de que la da por hecho o por sentada, y de que no recibe afecto y cariño de él, puede ir aumentando progresivamente su resentimiento, lo que a su vez puede derivar en que se retraiga sexualmente cada vez más. Tres de las dificultades más frecuentes • No encontrar el momento oportuno para hablar con ella del tema. • No saber cuál puede ser la manera adecuada de hablar con ella del tema. • No atreverse a hablar con ella del tema. Obstáculos para superar la falta de deseo de la mujer • El que el hombre tenga tanto miedo de que la mujer le diga que no, que deje de pedir tener relaciones sexuales y finja que no las necesita. • El que el hombre se desespere tanto por tener relaciones sexuales que le suplique y le dé la lata a la mujer. • El que el hombre se enfade tanto con la mujer que la maltrate emocionalmente o incluso físicamente. • El que el hombre tenga una aventura para demostrar que el problema no está en él. Lo que debemos y no debemos hacer • Ir a ver a un psicólogo, hacer yoga o meditación para vencer la ansiedad respecto de “¿Me dirá que sí o que no?”. No nos tomemos el “no” como algo personal.

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• Leer detenidamente los libros de John Gray: Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus, para que así aprendamos a querer a nuestra mujer y a demostrarle nuestro afecto; y Marte y Venus en el dormitorio, para que de esta forma conozcamos cuáles son las mejores técnicas para excitar a la mujer. • Darle a la mujer un tiempo, pero no esperar eternamente antes de ir a consultar a un sexólogo. La evitación engendra evitación, y no querremos que la mujer acabe por desarrollar una fobia al sexo. • No le supliquemos ni le demos la lata, ni finjamos que no nos importa. Seamos calurosamente pero serenamente aser­ tivos y hablemos con ella del tema una vez a la semana, preferiblemente de día.

Mi experiencia personal Cuando yo era más joven, me solía poner furiosa cuando escuchaba a los hombres quejarse del desinterés sexual que mostraban las mujeres después de casarse. Los hombres que hacían estos comentarios me parecían de lo más sarcásticos. La gracia habitual que tenía que escuchar solía ser: “Si hubiera ido metiendo una moneda en un bote las veces que nos acostamos en su momento antes de casarnos y después hubiera ido sacando otra moneda las veces que nos hemos acostado después de casarnos, el bote… ¡estaría siempre prácticamente lleno!”. Ahora que soy sexóloga y he tenido ocasión de comprobar muchas veces lo que hay detrás de esos sarcasmos, simpatizo más con los hombres. Ciertamente puedo dar fe de que a una mujer que no quiera tener relaciones sexuales difícilmente se la puede convencer para que acceda.

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Ejemplos de como algunos hombres ayudaron a reavivar el deseo sexual de su pareja Marie había perdido el interés por el sexo a raíz de tener hijos El problema: Richard y Marie llevaban casados doce años, al principio tenían relaciones sexuales tres veces a la semana y Marie tenía sus orgasmos. A raíz de tener a su primer hijo, sufrió una depresión post parto –lleva tomando antidepresivos desde entonces. No le interesaba el sexo en absoluto, ni siquiera cuando su marido la llevaba a hacer algún viaje por el extranjero sin los niños. La causa: El deseo sexual de Marie quedó totalmente eliminado tanto por la depresión como por la medicación que tomaba para combatirla. También estaba resentida por el hecho de tener que ser siempre ella la que hiciera todas las faenas de la casa. La solución: Richard empezó a ayudar más a su mujer con las tareas de la casa y con los hijos. Gradualmente, a medida que se iba sintiendo cada vez más apoyada por su marido, Marie empezó a tomar más la iniciativa sexual. Volvió a tener orgasmos y de vez en cuando accedía a echar un “kiki” para aliviar a su marido, incluso aunque no estuviera con muchos ánimos para el cachondeo.

Jean no veía que el sexo fuera algo placentero; prefería las satisfacciones que se derivaban del trabajo El problema: Jean era un hacha para los negocios. Las satisfacciones que se derivaban de su trabajo era lo único que le importaba hasta que, a los 32 años, se enamoró de Joe. Salió con él, coqueteó con él y lo sedujo, pero únicamente mostró interés por el sexo mientras trataba de convencerle para que se casaran. A los seis meses de casados, perdió todo interés por el sexo. Su marido estaba destrozado. Dos años más tarde, Joe tuvo un rollo de una noche durante la celebración de un congreso y, movido por el sentimiento de culpa, se lo contó a su mujer. Jean se sintió desolada –pero fue lo que la movió a reaccionar.

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La causa: Jean era anorgásmica y no disfrutaba del sexo. La solución: Jean consultó a una sexóloga y empezó a poner en práctica un programa “para llegar al orgasmo”. A medida que iba siendo capaz de tener orgasmos, comenzó a tomar la iniciativa sexual con más frecuencia.

Resumen La mayoría de las veces los problemas sexuales de las parejas suelen deberse a las diferencias a nivel de deseo sexual y a las expectativas divergentes respecto de la cantidad o de la calidad de las relaciones sexuales. A veces, el conflicto tiene que ver tanto con la cantidad como con la calidad. A veces, los problemas sexuales tienen que ver con la habilidad o la destreza sexual, dándose el caso de que alguno de los miembros de la pareja no sea especialmente “bueno” en la cama, tal vez porque le falta experiencia, conocimientos o coordinación. Utilizando el enfoque adecuado, podemos trabajar conjuntamente con nuestra pareja para llegar a un resultado que satisfaga a los dos (y nunca mejor dicho) –¡en todos los sentidos de la palabra!

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13 creencias limitadoras respecto del sexo

Una de las principales causas de conflictos y problemas sexuales es la tendencia que tenemos las personas a aferrarnos a unas creencias rígidas respecto de qué es lo “correcto” a nivel sexual. Estas creencias pueden limitar las posibilidades de mejorar la calidad de la vida sexual de una pareja. Yo les llamo los mitos sexuales (parodias de los cuentos de hadas: patrañas sexuales) y estoy decidida a combatirlos en cuerpo y alma.

— Mito nº 1: Los estereotipos sexuales Los conflictos entre las parejas heterosexuales suelen aparecer debido a la diferencia de perspectivas entre los hombres y las mujeres respecto del sexo, como se puede ver en el cuadro que aparece en las páginas siguientes. Se trata de una generalización. Se dan muchas excepciones e incluso antítesis, tanto en los hombres como en las mujeres, respecto de estos estereotipos o creencias tan generalizados.

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— Mito nº 2: La creencia de que existe una “norma” sexual Una de las causas más frustrantes de los problemas de pareja es que la gente se “atiene” a lo que piensan que es lo normal. Les preocupa la posibilidad de que se estén saliendo de “la norma”. Pero, ¿qué es la norma? Unas parejas tiene relaciones sexuales dos veces a la semana y les parece bien. Pero el problema entonces puede ser la calidad. Ella se queja de que él va demasiado deprisa y él se queja de que ella “se queda ahí tiesa como un leño”. Otras parejas tienen relaciones sexuales una vez al mes y él se queja de que no le parece suficiente, pero ella replica que así está bien porque la calidad es fantástica. Ella es la que organiza la maratón mensual de 24 horas en la habitación de un hotel, lejos de los niños y de las presiones del trabajo, y piensa que las quejas de él no son justas. Lo bueno es que… no existe verdaderamente ninguna norma. Nuestra vida sexual es de nuestra propia creación personal a partir de nuestra propia realidad particular. Cada cual podemos tener una idea diferente respecto de lo que es normal –tanto respecto de la cantidad como de la calidad del sexo. — Mito nº 3: La estrechez de miras Esta creencia sostiene que el mejor lugar para tener relaciones sexuales es el dormitorio, y que se debe hacer en la cama, con la luz apagada y en la postura del misionero. Los problemas y limitaciones de esta creencia Cuando el sexo se restringe al ámbito del dormitorio, es probable que únicamente lo podamos tener a últimas horas de la noche o a primeras horas de la mañana.

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CREENCIAS LIMITADORAS RESPECTO DEL SEXO

La actitud decididamente más útil Dado que la novedad es la sal de la vida, las variaciones –a nivel de lugar, momento, exploración táctil, y en lo relativo a quién de los dos va a tomar la iniciativa– pueden contribuir todas ellas a tener una buena sexualidad.

— Mito nº 4: La adivinación del pensamiento La creencia de que no deberíamos tener ninguna necesidad de decirle a nuestra pareja qué es lo que nos excita, y no deberíamos tener que hacerlo nosotros mismos durante la relación sexual (demostrárselo, tocándonos nosotros) porque nuestra pareja debería saber qué es lo que tiene que hacer para ayudarnos a llegar al clímax. Los problemas y limitaciones de esta creencia Esta creencia ha sido la causa de muchas peleas con motivo del sexo. La queja más habitual suele ser: “Si me quisiera de verdad, sabría exactamente lo que tiene que hacer para complacerme”. Pues esto es ¡absolutamente falso! ¿Por qué demonios esperamos o damos por sentado que nuestra pareja tiene la obligación de saber por intuición qué es exactamente lo que tiene que hacer para darnos el máximo placer? La actitud decididamente más útil Recordemos que la lengua, junto con el poder de comunicación que ésta nos permite, es el instrumento sexual más útil que tenemos en nuestro haber. Aprendamos a decir lo que nos gusta y lo que no nos gusta, y a informar de ello a nuestra pareja.

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Las perspectivas sexuales masculina y femenina

Los hombres y el sexo

Las mujeres y el sexo

El sentido del sexo Sexo = amor = orgasmo/eyaculación Sexo = amor = intimidad El puro sexo suele parecerles bien Únicamente las chicas malas son libidinosas Lo que más temen Al rechazo Al fracaso o a la incompetencia

A que no haya una historia de amor (un idilio) A no ser deseables

El momento Cualquier momento es bueno Los polvos rápidos están bien

Muy quisquillosas con la cuestión del momento oportuno Habitualmente no suelen gustarles los polvos rápidos

El lugar Cualquier lugar es bueno

Muy cautelosas respecto del lugar

La autoimagen Tengo buena planta

Estoy gorda y no soy guapa

La autoestima sexual Importante: me siento orgulloso de llevar a la mujer al orgasmo

Dudosa: tardo demasiado en llegar al orgasmo mientras que él se puede correr fácilmente él solo

Período de esplendor de la libido De los 14 a los 30

De los 30 a los 50

Velocidad sexual Rápida Lenta Focalización de la atención en los genitales Muy elevada Les gusta que les toquen primero por todo el cuerpo

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CREENCIAS LIMITADORAS RESPECTO DEL SEXO

Los hombres y el sexo

Las mujeres y el sexo

Actitud hacia los besos Están muy bien únicamente cuando no hay sexo de por medio

Siempre están muy bien: significa que me quiere

Interés por llegar al orgasmo Muy elevado No es imprescindible para sentirse satisfechas Frecuencia de los orgasmos Habitualmente uno por relación sexual

Pueden tener muchos orgasmos

Modalidades de orgasmos (los dos sexos pueden tener dos tipos de orgasmos) 1. Habitualmente sólo con la 1. Habitualmente clitoridiano eyaculación del pene 2. Muy raramente con la secreción 2. Son más, por comparación, las interna de la próstata mujeres que tienen orgasmos vaginales o derivados del punto G Interés por el prólogo (los preliminares) Con frecuencia les aburren Son muy importantes Interés por el epílogo/el elemento afectivo Con frecuencia les aburre Es muy importante Se corre y se acabó “Dime algo” Interés por las posturas sexuales Sienten curiosidad por probarlo todo por lo menos una vez

Tienen miedo de que les duela o les da vergüenza

Interés por las experiencias sexuales atrevidas o arriesgadas Con frecuencia, elevado Con frecuencia, bajo (la seguridad es muy importante) Interés por las fantasías sexuales Con frecuencia elevado Las incluyen con frecuencia en la masturbación

Con frecuencia bajo Sólo de cuando en cuando

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soluciones para una vida sexual sana

Los hombres y el sexo

Las mujeres y el sexo

Interés por la masturbación Con frecuencia elevado Probablemente el 95% de los hombres la practican Se siguen masturbando, incluso teniendo pareja

Probablemente moderado El 75% de las mujeres solteras la practican Habitualmente, dejan de masturbarse cuando tienen pareja

Interés por la pornografía Con frecuencia elevado La utilizan para masturbarse

Con frecuencia bajo Les parece “de mal gusto”

Interés por los juguetes sexuales Con frecuencia elevado El hombre debe llevar cuidado con esto El mejor excitante sexual La mayoría se excitan con los “estímulos visuales”

Probablemente moderado

La mayoría se excitan con los “estímulos auditivos”

Interés por la novedad a nivel de técnicas sexuales Habitualmente se ciñen a una rutina Les gusta la espontaneidad y que les va bien también explorar “Demuéstrame que te preocupas Les preocupa “hacerlo bien” por mí” Efecto del cansancio y el estrés sobre el sexo Ante el estrés, utilizan con frecuencia La mayoría se enfrían o se el sexo como una forma de liberarse desinteresan sexualmente con el de la tensión estrés Efecto de ser padres sobre el sexo No genera demasiados cambios

Con frecuencia están exhaustas o agotadas y no tienen ganas de tener ningún sexo

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CREENCIAS LIMITADORAS RESPECTO DEL SEXO

— Mito nº 5: Los papeles fijos –el hombre es el que manda La creencia de que el hombre es el que tiene que tomar la iniciativa y controlar todo el proceso –además de ser el responsable de que la mujer llegue o no llegue al orgasmo. Si la mujer se hace cargo ella o decide tomar las riendas, es una “castradora” y anulará entonces la confianza que pueda tener el hombre en sí mismo. Los problemas y limitaciones de esta creencia Si el hombre tiene que asumir toda la responsabilidad, se agobiará, lo cual puede generar ansiedad y problemas de rendimiento sexual (cumplir en la cama). Si la mujer adopta una actitud pasiva, puede que no vea satisfechas sus necesidades sexuales porque no va a expresar su sexualidad y sus preferencias asertivamente. La actitud decididamente más útil El sexo puede ser una danza (un baile conjuntado), con cada uno de los miembros de la pareja turnándose para dirigir el proceso y tomar la iniciativa. Cada persona es responsable de su propio orgasmo. La comunicación –ya sea verbal o mediante la demostración práctica– durante la masturbación delante del otro puede ayudar a nuestra pareja a aprender a darnos placer y aumentar al máximo la posibilidad de corrernos. La verdad es que el buen sexo suele derivar en el orgasmo para la mayoría de la gente la mayoría de las veces, pero los orgasmos no son necesarios ni imprescindibles para tener una buena sexualidad. Nadie es responsable de darle un orgasmo a la otra persona, cada persona es la responsable de sus propios orgasmos.

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soluciones para una vida sexual sana

­— Mito nº 6: Expectativas poco realistas respecto del orgasmo La creencia de que los dos miembros de la pareja deben correrse siempre y en todos los casos, además de simultáneamente. Los problemas y limitaciones de esta creencia La exigencia de llegar al orgasmo nos puede agobiar, lo que a su vez puede generar ansiedad, un desenvolvimiento deficiente (problemas de rendimiento sexual) y finalmente una aversión al sexo. Además, si damos por sentado que tenemos siempre necesariamente la obligación de llegar al orgasmo, jamás accederemos a echar ningún polvo rápido cuando estemos cansados o atareados. Puede que nos perdamos un montón de cosas divertidas y de posibilidades de sentirnos más cerca el uno del otro –y quién sabe, si no esperamos tener ningún orgasmo, ¡lo mismo puede aparecer de todas formas! Las parejas que se esfuerzan por tener orgasmos simultáneos pueden acabar en que ninguno de los dos llegue a ningún orgasmo porque… ¡cada uno de los dos está esperando a que sea el otro el que se corra primero! El hecho real La idea de tener un orgasmo simultáneo puede estar muy bien, pero habitualmente no suele ser práctica. Es imposible que nos abandonemos al placer de tener un orgasmo y disfrutarlo si estamos con toda nuestra atención puesta en asegurarnos de que nuestra pareja se corra también al mismo tiempo que nosotros. La actitud decididamente más útil Lo mejor es dejar que sea la mujer la que se corra primero, porque ella todavía puede seguir disfrutando del coito después de tener un orgasmo y habitualmente durante ese momento del después le encanta la sensación de seguir teniendo al hombre dentro

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CREENCIAS LIMITADORAS RESPECTO DEL SEXO

de la vagina. Si el hombre se corre primero, puede que no le apetezca seguir invirtiendo más tiempo en satisfacer las necesidades de la mujer porque habitualmente el deseo de él suele mitigarse después de llegar al orgasmo. La cosa no tiene por qué acabarse porque el hombre se haya corrido primero, pero probablemente sea mejor que el hombre le dé a la mujer la tranquilidad de que quiere complacerla primeramente a ella. Esto agobiará menos a la mujer que si ella se esfuerza angustiosamente por llegar al orgasmo “simplemente para acabar ya de una vez” –porque él ya se ha corrido y a ella le da la impresión de que él se va a quedar sin mano y de que está aburrido de tanto estimularla a ella. Los orgasmos no son necesarios para una sexualidad satisfactoria. Podemos disfrutar plenamente del sexo concentrándonos en el momento y focalizando la atención en todas las sensaciones. Si aparece un orgasmo, disfrutémoslo, pero disfrutemos también exactamente igual de la totalidad de la experiencia de la relación sexual en el caso de que no tengamos ningún orgasmo. A veces, una buena sesión de jugueteo y de incitación mutua sin llegar hasta el final puede ser muy excitante, además de incluir una promesa… ¡de que todavía quedan más cosas buenas por aparecer! — Mito nº 7: El sexo debe ser siempre algo espontáneo Esto se contradice con el mito nº 8, razón por la cual procederemos a analizarlos los dos juntos.

— Mito nº 8: Lo normal es tener sexo de dos a tres veces por semana Los problemas y limitaciones de esta creencia Qué contraproducentes pueden ser estos dos mitos. En la ma­­ yoría de los casos, si esperamos a que el sexo aparezca espon­ táneamente, nos exponemos a que tengamos que esperar una

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soluciones para una vida sexual sana

eternidad. La verdad es que la mayoría de la gente se pierde un montón de oportunidades de tener relaciones sexuales simplemente porque esperan a que se dé el momento oportuno, el lugar adecuado, las señales oportunas por parte de la otra persona, el estado hormonal óptimo y el nivel adecuado de excitación, en lugar de planificarlo de antemano y asumir la responsabilidad de crear nosotros los distintos elementos de la relación sexual. El hecho real Si seguimos insistiendo en que el sexo sea espontáneo, preparémonos para tener largos períodos de abstinencia y de sentirnos rechazados (no deseados). Habitualmente el sexo no suele apa­recer así sin más de manera espontánea una vez que estamos viviendo juntos y que ambos estamos enfrascados en nuestras respectivas rutinas cotidianas. Y si aspiramos a lo “normal” y queremos tener relaciones sexuales unas tres veces a la semana, tendremos que prepararlo, pensarlo, planificarlo y programarlo –y probablemente tener también otros dos posibles planes de repuesto, por si acaso se nos estropea el plan principal (porque la suegra se deja caer para quedarse unos días, o uno de los niños se pone malo, o surge una emergencia en el trabajo o al perro lo atropella un coche). La actitud decididamente más útil Mi recomendación: la única solución posible está en planificar deliberadamente de antemano nuestras relaciones sexuales. Para algunas ideas sobre cómo hacer esto, veamos el capítulo 14. No tengamos miedo de recurrir de vez en cuando al “mejor lo dejamos para otro momento, pero te debo una”, si de verdad estamos muy atareados. Más adelante podremos comparar lo bien que

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CREENCIAS LIMITADORAS RESPECTO DEL SEXO

nos sentimos la próxima vez que encontremos el momento oportuno de tener sexo y tengamos ocasión de abandonarnos al placer.

— Mito nº 9: Las fantasías sexuales pueden ser peligrosas La creencia de que el hecho de tener fantasías sexuales y de sentir curiosidad por hacer cosas diferentes e incluso “pervertidillas” es algo decididamente espantoso y repugnante. La creencia de que debemos ser inflexiblemente fieles a nuestra pareja incluso a nivel simplemente del mero pensamiento. Los problemas y limitaciones de esta creencia El sexo convencional puede llegar a ser enormemente aburrido. Si lo hacemos siempre de la misma forma, corremos el riesgo de perder el interés por nuestra pareja. Muchos hombres se me han quejado en la consulta de que su pareja no muestra el menor interés por explorar posibles nuevas formas de compartir el placer. Un hombre se quejaba de que su mujer dormía siempre con una almohada puesta entre las piernas. No lo hacía por razones quiroprácticas (para corregir la columna vertebral o el dolor de espalda), sino que era simplemente una costumbre que había cogido para ayudarle a coger el sueño. Decía que lo llevaba haciendo desde que era niña. El marido pensaba que era más bien la forma que tenía ella de mantenerle a él a raya sexualmente. Una vez cada dos semanas la mujer le cogía la mano al hombre y se la llevaba al pecho de ella en el momento de irse a dormir. Esta era la señal “convenida” para indicar que le permitía tener relaciones sexuales. La mujer volvía la cabeza mirando a la pared mientras el marido copulaba con ella en la postura del misionero.

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soluciones para una vida sexual sana

¿Se podría decir en este caso simplemente que la mujer no estaba verdaderamente interesada en salir de su zona de seguridad sexual? ¿No cabría preguntarse más bien si alguna vez en la vida ha habido algo que la haya podido excitar sexualmente? La actitud decididamente más útil Probemos a pensar en las fantasías de la siguiente forma: nuestro cerebro es un autobús y nosotros somos el conductor, de manera que podemos elegir la ruta que nos dé la gana. Los seres humanos tenemos el maravilloso don de poseer una imaginación muy rica, y en nuestras fantasías sexuales personales y privadas podemos tener relaciones sexuales con una estrella famosa del cine o de la canción, o incluso con el vecino de al lado. Pero tengamos cuidado de que nuestra pareja no nos manipule con el fin de sonsacarnos y de hacer que le digamos cuál es nuestra fantasía. He visto muchos casos en los que esta revelación ha sido contraproducente como, por ejemplo, cuando las fantasías de uno de los miembros de la pareja son un poco más atrevidas o más subidas de tono de lo que la otra persona quiere tener o está dispuesta a consentir. Esta otra persona empieza a darle vueltas al asunto y a amargarse y a volverse más y más resentida, y de repente de la noche a la mañana no hay ningún sexo de ninguna clase. Respecto de hacer exploraciones o experimentos sexuales en la vida real, recordemos cuál es la definición de una sexualidad satisfactoria. Puede incluir cualquier cosa, siempre que ello no derive en ningún daño físico ni emocional para ninguna de las personas implicadas. Juntamente con alguien (un profesional) en quien confiemos, podemos proceder a explorar los límites de nuestra sexualidad. Si hay algo que nos frena, veamos si tal vez no es más que una antigua creencia que nos está moviendo a calificar algo

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CREENCIAS LIMITADORAS RESPECTO DEL SEXO

de “perverso”. Sentemos nuestro propio criterio y nuestra propia norma. Probemos por lo menos una vez la mayoría de las cosas, de manera que lo que decidamos descartar lo hagamos sobre la base de nuestra propia percepción, y ya no únicamente de oídas.

— Mito nº 10: Los dos deben estar interesados en tener sexo en el mismo momento y en la misma medida La creencia de que los dos miembros de la pareja deben siempre estar excitados y dispuestos de buen grado antes de tener relaciones sexuales; la creencia de que si uno de los dos no se siente excitado, el otro debe necesariamente abstenerse. Los problemas y limitaciones de esta creencia En su libro Marte y Venus en el dormitorio, John Gray señala que muchos hombres les han sido infieles a sus mujeres porque éstas descartaban los “polvos rápidos”. Pero no siempre es el hombre el que se siente frustrado. También hay mujeres que se quedan sintiéndose excitadas e insatisfechas, como señala Janet Wolfe en el su libro Qué hacer cuando a él le duele la cabeza. La actitud decididamente más útil La solución al problema de que alguno de los dos no esté excitado está en utilizar el instrumento sexual más importante –nuestra lengua elocuente y persuasiva. Debemos decir qué es lo que queremos y el otro debe estar dispuesto a negociar. A veces, puede que sea necesario llegar a un acuerdo respecto del tiempo que va a durar la relación sexual. Una buena solución para esto puede ser la utilización de las tres categorías diferentes mencionadas anteriormente: “polvos rápidos”, “buenos polvos” y “polvos extralargos”.

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soluciones para una vida sexual sana

Una forma útil de valorar la cantidad y la calidad del sexo • Un “polvo rápido” –relación sexual breve (menos de diez minutos), y que probablemente se limita al coito y únicamente el hombre llega al orgasmo. • Un “buen polvo” –relación sexual de una duración sa­tisfactoria para los dos (probablemente sin llegar a sobrepasar los 30 minutos), incluyendo unos preliminares y en donde los dos pueden llegar al orgasmo. • Un “polvo extralargo” –relación sexual más larga de lo normal (tan larga como nos dé la gana…) y que puede incluir toda una variedad de técnicas y de experiencias sexuales, además de varios orgasmos diferentes.

— Mito nº 11: Decir toda la verdad La creencia de que si de verdad queremos a alguien, tenemos que contarle todo nuestro pasado sexual y la otra persona lo entenderá perfectamente. Los problemas y limitaciones de esta creencia Al principio de enamorarnos, sólo vemos las cosas positivas de nuestra pareja. Con la impaciencia por querer saberlo todo sobre la otra persona, puede que le sonsaquemos algo de su vida anterior que al principio nos parece admisible y tal vez incluso hasta excitante. Pero más adelante, una vez que hayamos empezado a percatarnos de algunas de sus costumbres o de sus rasgos o características menos atractivos, es posible que empecemos a darle vueltas a estas revelaciones sobre su pasado sexual, lo que podría generar conflictos.

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CREENCIAS LIMITADORAS RESPECTO DEL SEXO

John se sintió fascinado al enterarse de que Michelle tenía lo que él llamaba un “pasado sexual perverso”. Michelle había probado el sexo en grupo y el sexo con combinaciones hombre/mujer. Se mostró muy desinhibida en sus relaciones sexuales con él y a la hora de hablarle de sus experiencias sexuales pasadas. Pasado un año, John empezó a insistirle a Michelle para que repitieran juntos esas experiencias que ella había tenido en otro tiempo. A ella no le interesaba, dado que para ella era “agua pasada” y ahora prefería centrarse en su relación con él. Al cabo de seis meses de que Michelle siguiera resistiéndose, John empezó a darle la lata y a utilizar el chantaje emocional: “¿Cómo es que en aquel entonces lo hiciste para darte gusto a ti, y ahora no me quieres lo bastante como para volver a hacer esas mismas cosas conmigo?”. Cuanto más insistía él, más empezó ella a desinteresarse totalmente por el sexo –la relación de pareja finalmente se deterioró.

La actitud decididamente más útil Resistámonos al impulso de averiguarlo todo sobre el pasado sexual de nuestra pareja, y resistámonos a los intentos de nuestra pareja por sonsacarnos toda nuestra vida sexual anterior. Demos respuestas vagas, si nuestra pareja nos insiste mucho para que digamos algo, y a continuación tranquilicémosle respecto de que le queremos y le amamos.

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soluciones para una vida sexual sana

Resumen Las creencias limitadoras respecto del sexo pueden generar conflictos con las expectativas de la pareja. Los siguientes mitos sexuales pueden limitar las posibilidades de mejorar la calidad de la vida sexual de una pareja: • • • • • • • • • • •

Los estereotipos sexuales; La creencia de que existe una “norma” sexual; La estrechez de miras; La adivinación del pensamiento; Los papeles fijos –el hombre es el que manda en cuestión de sexo; Las expectativas poco realistas respecto del orgasmo; El sexo debe ser siempre algo espontáneo; Lo normal es tener sexo de dos a tres veces por semana; Las fantasías sexuales pueden ser peligrosas; Los dos deben estar interesados en tener sexo en el mismo momento y con el mismo nivel de deseo sexual; y Decir siempre toda la verdad sobre nuestra vida sexual pasada.

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14 el estrés y el exceso de ocupaciones

A pesar de todos los maravillosos beneficios del sexo, muchas personas que mostraron interés por el sexo al principio de una relación le van “perdiendo el gusto” progresivamente conforme la relación se va adaptando obligatoriamente a las necesidades de la vida cotidiana. Es una auténtica vergüenza que nuestra vida sexual se quede en suspenso… o lo que es peor… que parezca estar definitivamente apagada. Es posible que deseemos de corazón tener una buena vida sexual, pero ¿qué estamos haciendo para ayudar a que este deseo pueda hacerse realidad? No gran cosa. Después del trabajo, del estrés y del cansancio, al 30% de las personas no les quedan materialmente energías para ponerse a pensar en cómo podrían mejorar su vida sexual.

Sexo y estrés La conducta tipo A es la conducta propia de la persona que siempre está activa, acelerada y movida por el impulso compulsivo a triunfar y a tener éxito. En los primeros estudios conduc-

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soluciones para una vida sexual sana

tuales que eligieron como objeto a los hombres de negocios, se encontró que los hombres con una conducta tipo A eran los que tenían más probabilidades de padecer un derrame cerebral antes de llegar a cumplir los 50. Según mi opinión, también son los hombres que tienen más probabilidades de desinteresarse por el sexo y de tener problemas a la hora de cumplir en la cama. Cuando a finales de los ochenta los australianos nos vimos sacudidos por una importante recesión económica, noté que aumentó el número de hombres que venían a mi consulta por problemas de erección. Muchos de estos hombres habían tenido anteriormente mucho éxito, pero muchos de ellos también habían visto fracasar sus negocios o se habían quedado en la calle de la noche a la mañana. Cuando su autoestima decayó, el mismo camino siguieron sus erecciones. Los hombres y las mujeres que mantienen –o que continúan acrecentando– su éxito en el mundo de los negocios también pueden padecer estrés, lo que a su vez puede derivar finalmente en el temido fracaso en la cama. Miles era un adicto al trabajo Miles vino a verme con un cuadro extremo de paranoidismo. No me desveló su identidad –por si acaso se me ocurría “utilizar ese dato contra él”. Le preocupaba que alguien se pudiera enterar de que había ido a ver a una sexóloga. Le preocupaba también el hecho de que nada de lo que había probado hasta la fecha (técnica del apretón, abstinencia, inyecciones) le había ayudado a lograr y mantener una erección. Le aterraba la idea de que en el caso de que no pudiera recuperar sus erecciones y su capacidad de poder cumplir en la cama, su mujer acabara dejándole. Este hombre llevaba diez años sin tomarse vacaciones. Hacía dos turnos laborales diarios –de 4 de la madrugada a 10 de la mañana, y

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de 2 de la tarde a 10 de la noche– de manera que no tenía más remedio que dormir a ratos, en dos tandas de tres horas. A pesar de todos sus miedos, estaba demasiado ocupado como para poder hacer un hueco para venir a verme. ¿Qué posibilidades tenía Miles de poder cumplir en la cama como Dios manda? La única cosa que le “ponía” en la vida era el trabajo.

Kate era una adicta al trabajo Kate vino a verme arrastrada por su marido, Terry, quien se sentía muy frustrado por el estilo de vida de su mujer, que era una adicta al trabajo. Kate llevaba dos negocios a la vez y se pasaba las veladas colgada del teléfono. Siempre estaba demasiado cansada como para ponerse a pensar en el sexo. Al margen del tipo de personalidad que podamos ser en nuestro caso individual –tipo A, o el tipo B, menos frenético– unos y otros podemos correr el riesgo de caer en la adicción al trabajo. Las amas de casa también lo sufren (la neurosis del ama de casa o la adicción a las tareas domésticas). Yo le llamo la “noria de los compromisos”. La mujer está en la junta de preescolar, en el consejo escolar, en el consejo local, es la responsable de guardarropa de una asociación de su localidad, y además cuida de su madre que está pachucha. Tiene adicción a estar ocupada y a que los demás necesiten de ella. El sexo ocupa un lugar muy bajo en su lista de prioridades porque siempre está agotada, y porque se da tanto a los demás que está demasiado exhausta como para pensar en darse a su pareja o a ella misma. La solución: Tanto Miles como Kate tuvieron que revisar sus prioridades y tratar de encontrar un equilibrio entre el trabajo y el hogar. Tuvieron que darse cuenta de que necesitaban disponer de un tiempo para dedicarse a ellos mismos y a sus seres queridos.

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soluciones para una vida sexual sana

El sexo y las preocupaciones Los hombres a los que traté cuando quebraron sus negocios o perdieron su trabajo estaban extremadamente preocupados por la supervivencia económica de sus familias. Se angustiaban y se deprimían cada vez más a medida que se prolongaba su “jubilación forzosa”. Solían hundirse progresivamente en la apatía hacia el sexo, y ni siquiera el que sus parejas les hablaran con energía lograba arrancarles una reacción de ningún tipo. El problema: Sam se sentía demasiado afectado por las preocupaciones económicas y laborales como para pensar siquiera en el sexo. La causa: Sam había fundado y había dirigido una empresa internacional, y acababa de comprarse una vivienda en el casco urbano. Se sintió destrozado cuando poco después de comprar la casa todo se fue a pique. La única forma de poder conservar la casa era que su mujer, Fay, le pidiera dinero prestado a su cuñado (el hermano de ella). Sam se volvió cada vez más retraído y deprimido. Enviaba de mala gana su currículum a sus antiguos contactos y se pasaba la mayor parte del tiempo sentado delante del televisor. No mostraba el menor interés ante las insinuaciones sexuales de Fay, y cuando su mujer se venía abajo y se echaba a llorar, él se limitaba a dar media vuelta e irse a dormir. La solución: En este caso no hubo ninguna solución. Sam se negó a ir a ningún psicólogo y al final Fay optó por pedirle más dinero a su hermano para montar ella un pequeño negocio. Aunque todavía sigue con Sam, dice que lo hace solamente hasta que el hijo que tienen en común, que ahora tiene catorce años, acabe los estudios.

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La solución desestresante Acordémonos de los beneficios de la “sexualidad satisfactoria” –la liberación de la tensión es en sí misma una magnífica razón para que las personas que estén estresadas o preocupadas se aseguren de disfrutar de una buena sexualidad. Cualquier cosa que tenga ocupada nuestra mente también va a afectarle a nuestro cuerpo. Para poder tener un buen sexo, tenemos que unir nuestra mente y nuestro cuerpo, concentrarnos en nuestras emociones, en las sensaciones físicas y en nuestra relación con nuestra pareja. Tenemos que dejar nuestros problemas y nuestras preocupaciones fuera del dormitorio.

Sexo, alcohol y drogas Una pequeña cantidad de alcohol puede hacer maravillas para relajar a una persona que se sienta sexualmente inhibida o ansiosa. Pero no pasemos de beber más que una pequeña cantidad y tampoco dejemos que se convierta en un prerrequisito para tener sexo. El efecto del alcohol sobre el rendimiento sexual masculino es bien conocido –de ahí que se hable del “gatillazo del mamao”. Las mujeres no tienen unas reacciones tan manifiestas o tan obvias, pero en su caso el exceso de alcohol puede disminuir el placer de la experiencia sexual e inhibir la respuesta orgásmica. La supresión de la libido es uno de los efectos secundarios de muchos medicamentos –por ejemplo, los antidepresivos, antipsicóticos, antiespasmódicos, antihistamínicos, diuréticos, tranquilizantes, la píldora anticonceptiva y los medicamentos que se recetan para el tratamiento de las úlceras. ¿Nos damos cuenta de que muchos de estos fármacos llevan el prefijo “anti”? ¡Con toda seguridad también pueden tener igualmente un efecto antisexo!

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soluciones para una vida sexual sana

Tony tomaba anfetas para mantener su próspero negocio El problema: Tony había creado una compañía de transportes por carretera pasando de ser un pequeño negocio provincial de diez camiones a una empresa nacional de 300 camiones y con contratas para el transporte de grandes mercancías. No pensaba que pudiera confiar y delegar en nadie dentro de la empresa para que pudiera llevar las cosas como lo hacía él, y para controlarlo todo se dedicaba a trabajar unas dieciséis horas al día. Gradualmente, fue perdiendo el deseo sexual y empezó a tener problemas de erección. La causa: Para poder estar convenientemente espabilado y lúcido, Tony tomaba anfetas. Sus problemas sexuales los atribuía al cansancio. La solución: Tony se desintoxicó de las anfetas y empezó a llevar una vida más sana. Al reducir las horas de trabajo y empezar a hacer footing y yoga, volvió a tener erecciones y también reapareció su interés por el sexo. La solución consiste en disfrutar del sexo con regularidad y estando sobrios y despejados. Tendremos el mejor sexo, y el más placentero que podamos imaginar, cuando nuestra mente esté junto con nuestro cuerpo –siendo total y plenamente conscientes y saboreando cada uno de los exquisitos placeres que nos brinda nuestro cuerpo.

El sexo y la enfermedad Es evidente que el deseo sexual decae cuando estamos en­­ fermos. Las afecciones que pueden perjudicar a la sexualidad de manera prolongada incluyen: los problemas hormonales, la diabetes, infecciones, afecciones neurológicas (como, por ejemplo, la esclerosis múltiple) y el cáncer. Además de los padecimientos físicos que generan, estas enfermedades también pueden venir acompañadas de una intensa alteración emocional y de una disminu-

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ción de la autoestima. Las personas que tienen estas enfermedades necesitan de la comprensión cariñosa de una pareja compasiva. Pero la presión de tener que consolar a una pareja (crónicamente) enferma, unido a la falta de relaciones sexuales, también puede tener repercusiones graves sobre la persona (dentro de la pareja) que sí está sana. ¿Qué deben hacer? El dilema moral de Peter El problema: Peter es católico practicante y vino a verme debido a la presencia en su vida de un dilema moral y ético. La causa: Peter llevada 29 años casado, pero en los últimos seis años no había tenido ningún contacto sexual con su esposa. La mujer había contraído una enfermedad muscular que con frecuencia la dejaba prácticamente inmovilizada. Se había vuelto extraordinariamente obesa y agresiva a consecuencia de los medicamentos que le habían recetado para tratar su enfermedad. No le interesaba el sexo en absoluto y Peter había ido perdiendo gradualmente el interés por tener ninguna relación sexual con ella, a raíz de que se hinchara como un globo y de que se volviera tan violenta. Peter tenía 53 años de edad y dijo que tenía la posibilidad de tener una aventura con una mujer dieciséis años más joven que él, a la que había conocido en el gimnasio. La mujer estaba casada y no era feliz con su marido, el cual tenía tendencia a beber en exceso, pero tampoco quería separarse. La solución: ¿Qué debía hacer Peter? ¿Qué hubiéramos hecho nosotros de haber estado en su lugar? Peter se decidió a tener la aventura, pero tuvo problemas importantes de erección con esta compañera del gimnasio. Aunque su mente se estuviera muriendo de ganas, su cuerpo no parecía estar enterándose. Es posible que su alma estuviera refrenándole. Peter tenía una profunda sensación de culpabilidad por el hecho de estar siéndole infiel a su mujer –la conexión mente/cuerpo desempeñaba un papel muy importante en su vida sexual.

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soluciones para una vida sexual sana

Al final, la amante le dejó y Peter se deprimió mucho. Entonces su mujer se decidió a poner fin a su matrimonio. Estuvo soltero durante un año mientras veía la forma de reorganizar su vida. Más adelante se enamoró de otra mujer y esta vez no tuvo ningún problema de erección –por fin tenía una vida sexual satisfactoria.

El sexo y los hijos Normalmente, las mujeres necesitan invertir todas sus energías, físicas y emocionales, cuando tienen otro hijo. ¡Y otro tanto les ocurre a muchos hombres! Es difícil encontrar tiempo para tener unas relaciones sexuales placenteras cuando tenemos tres hijos de menos de cinco años. Lo más probable es que siempre haya alguno que esté enfermo, otro que se despierte a media noche teniendo pesadillas y otro que moje la cama. Mi sugerencia es que reservemos una habitación en un hotel por una noche, y que dejemos a alguien al cuidado de los niños. Si no nos lo podemos permitir, pongámonos de acuerdo con otra pareja de amigos para que se queden con los niños esa noche –y devolvámosle el favor más adelante, para que así las dos parejas puedan disfrutar una vez al mes de tener una noche libre sin niños.

Cuando nuestra pareja está demasiado cansada o demasiado ocupada Cuando nuestra pareja está siempre demasiado cansada y ocupada como para pararse a pensar en el sexo, tenemos que tomar medidas drásticas. Probablemente sea mejor ir a un psicólogo que hacer lo que hizo Fay… ¡pero el caso es que a él le funcionó!

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Fay tuvo una aventura amorosa El problema: Fay y Jill llevaban juntos siete años. Jill tenía una presión enorme en el trabajo. Su trabajo le exigía muchísimo y tenía que dedicarle muchas horas, incluidas semanas y semanas constantes de viajes de acá para allá. Su vida era un torbellino constante. ¿Cómo iba a tener tiempo para parase a pensar en el sexo? Fay se sentía frustrado y herido, y se decidió a tener una aventura con una mujer a la que había conocido en las clases de baile. La solución: Jill se buscó otro trabajo que le dejaba más tiempo para dedicarse a su pareja. Fay dejó de ver a la otra mujer.

La solución al estrés y el exceso de ocupaciones Para potenciar al máximo la cantidad y la calidad de nuestra vida sexual tenemos que concederle prioridad al sexo, planificarnos de antemano y motivarnos para estimularnos a tener relaciones sexuales. El problema: John se aburría con su vida sexual y le sugirió a su mujer, Marsha, con la que llevaba casado diez años, que se fueran a pasar una noche especial en un hotel de lujo. Marsha aguó el entusiasmo de John al decir: “Pero, ¿y si después de gastarnos todo ese dineral a mí no me apeteciera tener relaciones sexuales?”. La solución: Marsha asumió la responsabilidad de planificar algunos incentivos que aumentaran la probabilidad de que sintiera interés en tener relaciones sexuales una vez que estuvieran en el hotel.

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soluciones para una vida sexual sana

Planificarnos de antemano y motivarnos convenientemente Un incentivo o un estímulo motivador es un recordatorio o un desencadenante de determinados pensamientos, sentimientos y conductas. Los buenos amantes se toman muchas molestias en inventarse alicientes para estimularse y motivarse, incluido el preparar y planificar el ambiente más favorable (el mejor estado de ánimo, actitud y clima emocional) para que la experiencia sexual sea fantástica. Dichos incentivos incluyen: • Planificarnos para que el mejor momento y el mejor lugar elegidos coincidan con el mejor nivel energético de los dos miembros de la pareja; • Crear un ambiente y una atmósfera erótica y sensual; • Disponer de una buena colección de músicas sugerentes; y • Añadir algunos accesorios, lubricantes y demás parafernalia sexual. — El mejor momento y el mejor lugar Los buenos amantes están constantemente ingeniándoselas para hacer que la próxima vez que decidan tener sexo sea de verdad un gran momento para hacer el amor. Tienen en cuenta la personalidad de su pareja, y sus mejores y sus peores momentos a nivel de energía fisiológica: unas personas están en su mejor momento por la mañana, otras por la tarde, otras por la noche –y en el caso de unos pocos privilegiados… ¡cualquier momento les parece bueno! Varían el lugar y se responsabilizan de crear una atmósfera sensual.

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Crear un espacio erótico y sensual Dispongamos un sitio especial para hacer el amor, potenciando al máximo todos los posibles estímulos sensoriales: • Hagamos que la temperatura del espacio sensual sea cálida o fría, dependiendo de la temperatura externa. Si hace frío, calentemos el lugar. Si hace calor, pongamos un ventilador para evitar la incomodidad de ponernos chorrando. • Encendamos velas o lámparas de mesa y utilicemos una iluminación tenue para crear una luz difusa suave dentro de la habitación. • Utilicemos esencias o varillas de incienso o velas aromáticas que despidan un olor agradable y que favorezca la excitación. • Pongamos muebles mullidos, sensuales, que sean agradables al tacto –también, por ejemplo, flores y toallas sedosas y suaves. • Tengamos a mano cosas sensuales de comer y nuestras bebidas preferidas. • Tengamos también cerca algunas cosas prácticas como, por ejemplo, pañuelos de papel y lubricante para aumen­ tar la sensación de comodidad. Música Si es verdad que la música amansa a las fieras, ¿por qué no probamos a incluirla en las relaciones sexuales? Parémonos a ver qué tipos de música nos resultan más sensuales a nosotros y a nuestra pareja, y hagamos una recopilación de la que podamos echar mano fácilmente –en cualquier

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lugar y en cualquier momento en el que pueda surgir la oportunidad de tener sexo. Una de las músicas más famosas para ponerse a tono es, por supuesto, el Bolero de Ravel –que aparece en la película 10, la mujer perfecta, cuando Dudley Moore hace el amor con la encantadora Bo Derek, y del que Torvill y Dean, la pareja olímpica de patinaje sobre hielo, hacen también una versión inolvidable. Puedo garantizar que los dos participantes en la relación sexual disfrutarán de la excitación añadida y de la relajación adicional que proporciona la música.

Accesorios, lubricantes y demás parafernalia sexual Hay posiciones sexuales que nos resultarán mucho más cómodas si utilizamos almohadas o cojines para apoyarnos. (Consejo práctico: las sábanas de raso pueden parecer de los más sensuales y exóticas, pero resbalan cantidad y son un engorro de mucho cuidado a la hora de lavarlas y de plancharlas). Disponer de un amplio surtido de toallas y pañuelos de papel nos permitirá limpiar los fluidos sexuales… en el caso de que queramos limpiarlos. A los buenos amantes les suele gustar disfrutar abrazados del “postludio” sexual y de las sensaciones agradables que perduran después de la experiencia placentera. Esto puede dar problemas si la mujer es de las que quieren saltar inmediatamente de la cama para lavarse a fondo.

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Leigh era superescrupulosa El problema: Desgraciadamente, algunas mujeres son “más que escrupulosas”. Leigh, por ejemplo, insistía en que tenía que lavarse la vagina en cuanto Peter retiraba el pene. No le dejaba que viera cómo se lavaba. Él se sentía mal –el ritual que seguía ella le hacía sentir que el sexo con él era algo que ella tenía que borrar meticulosamente. La causa: En terapia, Leigh contó su primera experiencia sexual, en la que fue “violada la primera vez que quedaron en salir” por un compañero de la empresa. No es de extrañar que sintiera el impulso de borrar todas las huellas de cualquier relación sexual. La solución: Se animó a Leigh a que permaneciera abrazada a Peter después del coito y respirase profundamente y se dijera para sus adentros una y otra vez la siguiente afirmación positiva: “Estoy bien y no me pasa nada. Estoy en la cama con Peter, que es el hombre al que quiero con todo mi corazón”. Al cabo de dos meses, Peter informó de que Leigh se quedaba cada vez más tiempo en sus brazos –lo que contribuía a que el momento después del coito transmitiera la sensación de ser una experiencia mucho más íntima. Pero cuando llegaba el momento de levantarse de la cama, Leigh seguía teniendo que salir disparada al cuarto de baño a lavarse los genitales inmediatamente. Tenía la compulsión de mantener bien limpia “esa zona” del cuerpo, lo que, por mucho amor que recibiera de fuera, no podía evitar.

Lubricación Puesto que la variedad es la sal de la vida, ¿por qué no probamos a tener diferentes lubricantes entre los que podamos elegir dependiendo de nuestro ánimo? Pero puede que tengamos que comparar precios. Un lubricante barato del supermercado puede estar bien para el sexo a solas, porque llevamos el control del ritmo y la velocidad. Pero puede ser que se vuelva pegajoso o viscoso, o que se seque demasiado rápido durante los períodos de estimulación sexual más prolongados, y particularmente durante el coito.

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Puede que algunas mujeres necesiten algo más que un simple lubricante normal para humedecer y mantener la humedad de la zona vaginal.

Lucy necesitaba algo más que un lubricante normal El problema y la causa: Lucy estaba teniendo la menopausia muy pronto, con tan sólo 40 años, (cuando la mayoría de las mujeres la tienen de los 48 a los 55). Los dos síntomas más molestos eran los sofocos y la sequedad vaginal. Por mucho que su marido, Wade, tratara de excitarla antes de proceder al coito, no conseguía de ninguna manera que ella lubricara. Lucy necesitaba ponerse mucho lubricante en la vagina antes de que el pene pudiera deslizarse dentro, y a veces tenía que volver a aplicar más lubricante al cabo de los pocos minutos de estar con los movimientos de copulación. Una vez se quedaron sin lubricante, pero a pesar de ello Lucy animó a Wade a que probaran a hacer el acto sexual. Él acabó exhausto tratando de empujar con el pene en una vagina cerrada y reseca, y ella acabó con una irritación grave en la piel. La solución: Lucy lo consultó con su médico, que le recetó una crema de estrógenos para la vagina. Gracias a ello, el sexo volvió a ser algo satisfactorio para los dos.

Vibradores Muchas mujeres se compran o les regalan un vibrador y hacen experimentos con él. Dado que a muchas mujeres les resulta difícil llegar al orgasmo en un plazo breve de tiempo, el vibrador es una gran ayuda para el sexo rápido cuando vamos mal de tiempo. El vibrador puede generar una vibración instantánea y mantenida en la región del clítoris, lo que puede posibilitar una excitación sexual y un orgasmo más rápidos.

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El vibrador suele aplicarse habitualmente en la zona del clítoris –no directamente en la punta o el glande del clítoris durante mucho tiempo, porque este punto puede ser extremadamente sensible (por poner una analogía, acordémonos de lo que se siente cuando alguien rasca una pizarra con las uñas… ¡¡aggg!!).

— Consejo práctico para los hombres Si nuestra pareja nunca ha utilizado un vibrador, averigüemos por qué no lo ha hecho antes de llevar ningún vibrador a casa. En primer lugar, probablemente a la mujer no le entusiasme la idea de un pene “de pega”. En segundo lugar, puede que se beneficie más del enfoque indirecto. Podemos comprarle un vibrador que se anuncie como un utensilio para dar masajes en la espalda y en los hombros. Dado que el conseguir que nuestra pareja se relaje es la clave para seducirla, podemos empezar por aplicarle el vibrador por los hombros y por la espalda. Después, poco a poco iremos deslizando el vibrador por la cara interna de los muslos hasta llegar a los genitales. Si nuestra pareja se resiste excepcionalmente a la idea de utilizar el vibrador, puede que tengamos que recabar el apoyo de una mujer que tenga una actitud favorable hacia el sexo e incluirla dentro de nuestro programa de condicionamiento positivo. Dado que aprendemos mejor de las personas a las que respetamos, puede que nuestra pareja acepte de mejor grado la orientación de una mujer que sea un modelo a imitar en relación con lo que se puede considerar normal dentro del ámbito de la sexualidad (por ejemplo, una amiga, una médico o una sexóloga que le inspiren respeto). Algunas mujeres acaban por desarrollar una fijación al vibrador como la única manera posible de llegar al orgasmo. Si nuestra

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pareja está acostumbrada al placer del vibrador y tiene una buena respuesta orgásmica con él, pero no puede llegar al orgasmo de ninguna otra forma que no sea esa, le podemos pedir que nos enseñe cómo utiliza ella el vibrador para excitarse. Después, veamos si podemos copiar lo que ella hace y conseguir gradualmente que la mujer se vaya adaptando a nuestro tacto, a nuestra lengua o a nuestras habilidades copulatorias.

Accesorios visuales pornográficos Muchas mujeres no se sienten especialmente interesadas por la pornografía visual, que sin embargo para muchos hombres constituye un elemento esencial dentro de su repertorio de estrategias para excitarse. La mayoría de las mujeres simplemente no se excitan viendo las “partes pudendas” ni masculinas ni femeninas, ni los retozamientos picantes. ¿Nos acordamos del síndrome de la Virgen/prostituta? A la “chica buena” (la Virgen) le suelen asquear las imágenes pornográficas –ya sea fijas o en movimiento. La “chica traviesa”, en cambio, se puede excitar muchísimo con los estímulos sexuales visuales. ¿Cómo podemos conseguir que nuestra pareja se interese más en compartir con nosotros los estímulos sexuales visuales? Podemos empezar por ponerle algunas películas ligeramente “verdes” que contengan historias subidas de tono –a la mayoría de las mujeres este tipo de películas les resultan excitantes sexualmente. Después, podemos ir probando gradualmente con cosas más atrevidas. Ajustémonos estrictamente a la velocidad y al ritmo de evolución de la mujer. En caso de duda, le podemos pedir al dependiente del videoclub que nos recomiende algunos vídeos que les puedan gustar especialmente a las mujeres.

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Seguir una línea sexual preconcebida: el plan de acción sexual Uno de los retos más importantes que las personas que estén tratando de poner en movimiento su vida sexual tienen que superar es el de encontrar tiempo y ser constantes. Es muy fácil saltarse los ejercicios y las estrategias. Recomiendo que planifiquemos nuestra vida sexual. Recordemos las siguientes verdades, que pueden ser de mucha utilidad: “Si fallamos en planificar (esto es, si no nos planificamos), estaremos planificándonos para fallar”, y “Si no preguntamos, la respuesta siempre será ‘no’”… de modo que hablemos con nuestra pareja para planificar conjuntamente de antemano nuestras relaciones sexuales y para que nos ayude a seguir fielmente el plan. Es sorprendente cómo ayuda esto a que las personas se responsabilicen. Rápidamente aprenden a darse cuenta de la vida tan ajetreada que llevan y de lo mucho que ello les interfiere en su vida sexual. Aprenden que, si quieren tener relaciones sexuales con una cierta regularidad, tendrán que hacer un esfuerzo. Si esperan a que el sexo aparezca de manera espontánea, puede que se tiren esperando una eternidad. Tampoco hace falta que nos planifiquemos siempre ni que sigamos todos los planes rígidamente y al pie de la letra. Pero está bien hacerlo cuando hemos perdido el contacto sexual habitual y necesitamos volver a ponernos las pilas. ¿Qué personas se pueden beneficiar de un plan de acción sexual? Pues… ¡las personas muy ocupadas que jamás tienen tiempo para pararse a pensar en el sexo! • La gente que tenga bebés o niños pequeños. • La gente cuya vida sexual se haya visto interrumpida por alguna enfermedad o bien por tener que viajar constantemente.

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• La gente cuya pareja les haya sido infiel y que no obstante quieren seguir con la relación y volver a retomar una vida sexual normal. • Las mujeres que quieran aprender a tener orgasmos. • Los hombres que quieran aprender a tener y mantener sus erecciones, o bien a retardar o acelerar sus eyaculaciones. Las directrices del plan sexual Suelo pedirle a la gente que le dediquen un tiempo fijo habitual –en el caso de las parejas o los matrimonios puede ser los domingos por la mañana, cuando es más probable que puedan estar juntos tranquilamente y tener un poco más de tiempo libre– para sentarse y planificar los mejores momentos para tener relaciones sexuales distribuidos a lo largo de la semana siguiente. Si por las tardes/noches estamos muy ocupados, podemos poner las relaciones sexuales por la mañana temprano, por ejemplo. No sólo debemos planificar cuándo vamos a tener relaciones sexuales, sino que también debemos planificar quién va a hacer qué y en qué momento. Les pido a las parejas que primero escriban el plan a lápiz, y después escriban a bolígrafo, al final de la semana, qué fue lo que verdaderamente sucedió. Con demasiada frecuencia, las parejas ven que lo que habían planificado previamente al final no pudo ser porque estaban “demasiado estresados, demasiado cansados y demasiado ocupados”. En ese caso, tienen que revisar detenidamente su compromiso de mejorar su vida sexual –y sus horarios– y asegurarse de encontrar de verdad un tiempo la próxima semana. También es interesante evaluar la calidad del sexo. A algunos lectores les horrorizará semejante idea, porque puede contribuir a generar la sensación de que la sexualidad parezca algo demasiado

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frío. Una vez más, insistir en que no se trata de que tengamos que hacerlo siempre, ni tampoco se trata de utilizarlo como una posible arma arrojadiza ni contra nosotros mismos ni contra nuestra pareja. Se trata simplemente de ayudarnos a planificarnos mejor para que tengamos una buena sexualidad –y para que la sexualidad que ya sea buena de por sí, pueda ser todavía mejor.

— Escala de valoración para las mujeres que están aprendiendo a tener orgasmos 1 = orgasmo fantástico 2 = orgasmo muy bueno 3 = bien, pero sin llegar al orgasmo 4 = agradable, pero sin llegar al orgasmo 5 = soso, aburrido

— Escala de valoración general 1 = sexo fantástico 2 = sexo muy bueno 3 = buen sexo 4 = podría estar mejor, o estamos demasiado cansados, etc. 5 = sexo pésimo, o no sé de qué sexo me estás hablando.

El plan sexual ideal El siguiente menú semanal es el plan de acción sexual que yo sugiero y el que me parece más equilibrado, sobre la base de las necesidades, preferencias y diferencias sexuales del hombre y de la mujer.

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La mayoría de los hombres quieren tener relaciones sexuales de 2 a 5 veces por semana. De manera que pueden disfrutar con la siguiente combinación: 2 polvos rápidos 2 buenos polvos 1 polvo extralargo La mayoría de las mujeres quieren tener relaciones sexuales de 2 a 3 veces por semana. De manera que pueden disfrutar con la siguiente combinación: 1 polvo rápido 2 buenos polvos 1 polvo extralargo (cada 2 semanas) Recordemos que los polvos rápidos (a pesar de ser un “kiki”) deben seguir incluyendo besos y abrazos por parte del hombre, y ello por dos razones: 1 Para validar los sentimientos de la mujer (de manera que no se sienta utilizada); y 2 Para que la mujer pueda lubricar y estar receptiva para el coito.

Planificar la introducción de novedades Experimentemos con distintos lubricantes, música, vestuario, fantasías, aromaterapia y vídeos. — Momento del día Por la mañana/al mediodía/por la tarde/por la noche.

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— Calidad de la relación sexual Polvo rápido (de 5 a 10 minutos) Buen polvo (de 10 a 30 minutos) Polvo extralargo (de más de 30 minutos) — Lugar y sitio de la relación sexual Dentro de la casa (dormitorio, baño, salón, cocina) Fuera de la casa (jardín, playa, coche, etc.) Otras posibilidades (¡para aquellos que les guste correr riesgos!) — Quién va a llevar la iniciativa El hombre/la mujer. — Posición para el acto sexual El misionero La mujer encima De costado o de lado La posición picantona De pie Sentados, uno sobre el regazo del otro

Lograr volver a cogerle el tranquillo y el gusto en el caso de que hayamos perdido el deseo sexual Uno de los problemas más difíciles con los que tal vez nos tengamos que enfrentar es el de volver a interesarnos por el sexo en el caso de que hayamos perdido el deseo sexual. El paso más importante que debemos dar es que optemos y nos decidamos por potenciar al máximo las posibilidades de excitarnos sexualmente.

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Potenciar los pensamientos eróticos positivos Una de las quejas más frecuentes que suelo escuchar a la gente que tiene problemas sexuales es que no consiguen o no encuentran la forma de ponerse de humor para tener relaciones sexuales. Las “estrategias sexuales esenciales” que aparecen en el capítulo 3 detallan los pasos a adoptar para potenciar al máximo los pensamientos eróticos positivos (que faciliten nuestra actitud favorable hacia la experiencia sexual, nuestra excitación sexual y la focalización de la atención en el placer del momento). A continuación tenemos un resumen de los mismos: • Asegurarnos de que vamos a tener una privacidad; • Relajar nuestro cuerpo y crear la atmósfera adecuada para estimular nuestros sentidos; • Dejar de prestar atención a aquellos pensamientos que no sean sexualmente estimulantes; • Concentrarnos en pensamientos que nos estimulen sexualmente; • Sortear las distracciones externas.

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Ejemplos de cómo algunas personas aprendieron a volver a excitarse sexualmente Cuando el hombre ha perdido el deseo sexual que anteriormente era normal El problema: John no tenía ninguna vida sexual. La causa: Había vivido durante muchos años un matrimonio particularmente desafortunado. Su mujer jamás sintió la menor atracción por el sexo y jamás tenía deseos de tener relaciones sexuales. Al ser un hombre de fuertes convicciones morales, John no se podía permitir buscar el placer sexual en otra parte, de manera que optó por dejar totalmente de pensar en el sexo. Jamás se le ocurría masturbarse, y dormía en la cama de matrimonio con un chándal puesto. Cuando su mujer le pidió el divorcio, John se dio cuenta de que tenía la posibilidad de volver a tener una vida sexual normal, pero no sabía por dónde empezar. La solución: Empezó por masturbarse dos veces a la semana fantaseando tener relaciones sexuales con una mujer. Asistió a clases de desarrollo personal para aprender a mejorar sus habilidades de comunicación. Inició una amistad con Jan y con el tiempo dicha amistad se convirtió en una relación de naturaleza sexual.

Cuando la mujer ha perdido el deseo sexual que anteriormente era normal El problema: Jane se mostró histérica en su primera sesión de psicoterapia. Le aterraba la posibilidad de que yo le pudiera decir que tenía que dejar a su marido, Tod, dado que ella no sentía el menor deseo en absoluto de tener relaciones sexuales con él. De hecho, Jane dijo que no podía soportar ni tan siquiera que su marido le pusiera la mano encima. Cuando Tod le acariciaba el brazo, ella decía que se le ponía la carne de gallina. Sin embargo, todos los demás aspectos dentro del matrimonio iban a las mil maravillas.

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La causa: Al principio de la relación, el sexo había ido bien. Más adelante, la madre de Jane murió de cáncer, ella se quedó absolutamente destrozada y a partir de ahí empezó a cogerle miedo a sentir apego. Le preocupaba que si se encariñaba demasiado con su marido, éste pudiera morirse también –¡y eso era una idea que no podía soportar! La solución: Jane necesitó terapia para expresar y resolver su duelo por su madre. Ello le permitió empezar a sentirse más segura y empezar a volver a sentir apego por su marido y demostrarlo sexualmente. Aprendió a volver a excitarse sexualmente escuchando una cassette de hipnoterapia que incluía sugestiones positivas para reforzar su sensación de seguridad a nivel emocional y a nivel sexual.

Cuando la pareja ha perdido el deseo sexual que anteriormente era normal El problema: Simon y Kerryn tenían 52 años, siempre estaban peleándose y jamás hacían el amor. La causa: Esta pareja mantenía una lucha de poder constante. Ella quería que tuvieran más tiempo para poder estar juntos y dedicarse más a la familia. Él se mataba a trabajar para que pudieran llevar una vida de lujo, y pensaba que ella debía sentirse feliz y agradecida con lo que él estaba haciendo. La solución: Simon y Kerryn siguieron el “plan de acción esencial para garantizar una buena comunicación” que aparece descrito en el capítulo 11.

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Resumen Debido al exceso de estrés y a la sensación constante de cansancio, el 30% de las personas no tienen energías para ponerse a pensar en cómo podrían mejorar su vida sexual. Si queremos tener una buena vida sexual, tenemos que esforzarnos deliberadamente por conectar de verdad con nuestra pareja y dejar nuestros problemas y nuestras preocupaciones fuera del dormitorio. Las influencias negativas que dan al traste con una buena sexualidad incluyen: el exceso de trabajo, las preocupaciones, el alcohol, los fármacos (recetados), las enfermedades, los niños pequeños y las exigencias derivadas de una vida familiar muy ajetreada. Las soluciones incluyen motivarnos convenientemente, planificarnos de antemano y concederle prioridad al sexo. Algunas ideas útiles incluyen: • Planificarnos para que el mejor momento y el mejor lugar elegidos coincidan con el mejor nivel energético de los dos miembros de la pareja; • Crear un ambiente y una atmósfera erótica y sensual; • Disponer de una buena colección de músicas sugerentes; y • Añadir algunos accesorios, lubricantes y demás parafernalia sexual. La elaboración de un plan sexual preconcebido puede ser de ayuda para las personas que necesitan encontrar un tiempo para tener sexo, y orientarles en la introducción de novedades de las que pueden disfrutar perfectamente y legítimamente. El plan de acción sexual incluye experimentar y probar con distintos lubricantes, músicas, vestuarios, fantasías, aromaterapia y vídeos. Algunos de los aspectos

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de las relaciones sexuales que se pueden variar incluyen: • • • • •

Momento del día; Calidad de la relación sexual; Lugar y sitio de la relación sexual; Quién va a llegar la iniciativa; y Posición elegida para el acto sexual.

Para lograr volver a cogerle el tranquillo y el gusto en el caso de que hayamos perdido el deseo sexual, acordémonos de que tenemos que potenciar al máximo los pensamientos eróticos positivos.

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Una vez que hemos leído el libro y que hemos probado a aplicar las distintas estrategias, espero que seamos capaces de solucionar nuestro problema sexual personal. Ahora bien, existen cuanto menos tres posibles situaciones en las que puede que necesitemos la ayuda de un experto. Dichas situaciones incluyen: 1. Si estamos siempre peleándonos con nuestra pareja, con motivo de nuestras relaciones sexuales; 2. Si estamos emocionalmente o psicológicamente afectados por determinadas experiencias del pasado; o 3. Si nos gustaría que nos ayudaran a aprender a relajarnos y a hacer la parte de practicar en la imaginación correspondiente a las estrategias sexuales esenciales.

1. Si estamos siempre peleándonos con nuestra pareja, con motivo de nuestras relaciones sexuales Entonces probablemente nos beneficiemos del asesoramiento y de la dirección de un buen sexólogo que también sepa hacer terapia de pareja. Esto es especialmente recomendable en el caso de

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que alguno de los miembros de la pareja tenga alguna adicción sexual que esté generando problemas.

2. Si tenemos problemas con algunas heridas del pasado Las experiencias negativas o traumáticas de la vida real por las que algunas personas se ven obligadas a pasar pueden contribuir al desarrollo de problemas sexuales graves, y del temor y la aprensión ante posibles futuros daños emocionales o físicos. Dichas experiencias negativas incluyen: • Falta de afección (apego y cariño) y de contacto físico que habitualmente recibimos cuando somos pequeños; • Experiencias sexuales infantiles prematuras, no deseadas e inapropiadas para la edad (incluidos los abusos sexuales); • Nuestra primera experiencia sexual de adolescentes o de jóvenes; y • Violaciones. Dado que con frecuencia solemos reprimir –como forma de autoprotección– las alteraciones traumáticas asociadas a las experiencias sexuales penosas, no siempre tenemos una comprensión clara respecto de por qué razón podemos tener algún problema sexual. Analicemos las preguntan que figuran en “¿Nuestro pasado sexual nos ha ayudado o nos ha dificultado a la hora de desarrollar nuestra confianza sexual?” (en el recuadro que aparece más abajo). Ello puede ayudarnos a decidir si necesitamos el asesoramiento de un experto. Las personas que han quedado traumatizadas necesitan que les animen a expresar sus emociones y a traducir sus pensamientos en palabras. El expresar emociones muy intensas es una forma natu-

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ral de avanzar en dirección a asumir el trauma. La recuperación aparece indicada por la disminución de los sentimientos conflictivos (de la sensación de alteración). Las emociones contenidas pueden generar problemas a largo plazo.

¿Nuestro pasado sexual nos ha ayudado o nos ha dificultado a la hora de desarrollar nuestra confianza sexual? Hagamos una lista de las parejas que hemos tenido –de todas, incluida aquella de la que preferiríamos no acordarnos. Añadamos la edad que teníamos y cuáles eran nuestras circunstancias personales en aquel momento, y démosle a cada una de ellas una puntuación cuantitativa y una valoración cualitativa. ¿Qué pinta tiene nuestro pasado sexual? ¿Aparece lleno de satisfacciones, de alegrías y de realizaciones sexuales? ¿Cuántas buenas parejas hemos tenido verdaderamente en realidad? Pensemos en nuestras ex parejas y en las relaciones que hemos tenido. ¿Cuántas sonrisas nos vienen a la cara? (seguramente que a algunos de nosotros también nos vendrá alguna que otra mueca cuando nos acordamos de ciertas parejas). ¿Cuántos cadáveres tenemos en el armario –ocasiones en las que tuvimos experiencias sexuales de las que al día siguiente nos arrepentimos? ¿Figuran entre nuestras experiencias pasadas algún incidente sexual verdaderamente traumático? ¿Se lo hemos contado a alguien? ¿Qué ha sido del agresor? ¿Qué sentimos en el día de hoy en relación con aquello que pasó? ¿Nos está interfiriendo en nuestra vida sexual actual?

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Experiencias traumáticas graves Hay algunas experiencias que dejan profundas cicatrices emocionales y generan problemas sexuales graves. Cualquier amenaza respecto de las posibles consecuencias negativas a nivel físico, emocional o económico en el caso de no acceder a tener relaciones sexuales, o a raíz de que verdaderamente las tuviéramos, constituye un chantaje sexual, y cualquier acto sexual en el que nos viéramos implicados sin nuestro consentimiento constituye una agresión sexual. Estas cosas son delitos y las personas que hacen estas cosas son unos criminales o delincuentes. Es particularmente fácil chantajear a los niños pequeños, porque éstos se creen a pies juntillas que la amenaza se va a llevar a cabo. Las víctimas de delitos sexuales necesitan recibir una orientación psicológica muy experta para poder superar las secuelas emocionales. Sin embargo, dado que la reacción de las autoridades y de la opinión pública ante ciertos delitos sexuales (sobre todo las violaciones) sigue siendo con frecuencia poco comprensiva (“En realidad”, siempre hay alguien que dice, “usted misma se lo buscó”), son muchas las personas que continúan sin atreverse a denunciarlos. Ello genera una doble carga emocional: primero, la derivada del propio delito en sí y, segundo, la derivada de la falta de reconocimiento social de los padecimientos a largo plazo que el delito ha generado. Si nosotros mismos o alguno de nuestros seres queridos hemos sufrido la experiencia de una violación sexual, no dudemos en denunciarlo. Con el apoyo cariñoso de nuestra familia y de nuestros amigos, podremos hacerle frente y al final puede que tengamos ocasión de ver que se hace justicia.

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Un niño de doce años solía interrumpir a su hermana que tenía seis años mientras ésta estaba jugando con sus muñecas en su habitación. Le ordenaba que fuera inmediatamente a encontrase con él en la cabaña del jardín, donde la obligaba a masturbarle y hacerle sexo oral. Si ella se mostraba mínimamente reacia, él la amenazaba con matarle a su gatito. Esto se prolongó a lo largo de tres años y probablemente habría seguido así durante más tiempo de no ser por las sospechas de una vecina, quien le dijo a la niña que sabía lo que estaba pasando. La vecina prometió ayudarle si su hermano volvía a importunarla sexualmente de cualquier otra forma. Lo que el niño había estado haciendo con su hermana entra dentro del rango de las agresiones sexuales.

Soluciones para los traumas sexuales Dos son los pasos principales para solucionar los problemas generados por los traumas sexuales: 1. Buscar la ayuda de un profesional acreditado que maneje bien el tema de los abusos sexuales; y 2. Mantenernos a salvo: protegernos frente a la posibilidad de futuros traumas (de la reiteración de las experiencias sexuales traumáticas). Utilicemos la “regla de oro” para fomentar las posibilidades de tener una sexualidad positiva:

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La regla de oro A nivel popular, la expresión “sexo seguro” alude principalmente al nivel físico dentro de la sexualidad –métodos anticonceptivos y protección frente a posibles enfermedades de transmisión sexual. Pero el “sexo seguro” también puede referirse y aludir a los otros tres niveles –emocional, mental y espiritual– correspondientes a una sexualidad satisfactoria y plena. En mi opinión, la manera más fácil de no correr peligro es teniendo relaciones sexuales con la persona adecuada, que tiene que ser una persona en la que confiamos, de la que nos preocupamos y con la que nos podemos comunicar. Preguntémonos siempre a nosotros mismos: “¿Por qué quiero (o qué necesidad tengo de acceder a) tener relaciones sexuales en este preciso momento? Si no acaba de convencernos nuestra respuesta –no tengamos relaciones sexuales.

Cómo elegir entre las distintas opciones Si nuestro problema sexual tiene que ver con antiguas heridas, nos podemos beneficiar de la orientación de un profesional que tenga conocimientos en distintos ámbitos y que ayude a las personas a resolver cuestiones pendientes del pasado. Si nuestro problema sexual es más de orden práctico –desarrollar la capacidad de tener orgasmos o erecciones, por ejemplo– puede que necesitemos a un sexólogo. Cuidado con los enfoques terapéuticos que se pasen años dándole vueltas a las experiencias de la niñez, pero no indiquen la manera de cambiar dichas tendencias en el momento actual. Lo que queremos es un enfoque terapéutico que tenga un límite relativo en el tiempo y que no se pase una parte excesiva de este tiempo haciendo “excavaciones arqueológicas” en el pasado.

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Para asegurarnos de que vamos a recibir el respeto y la ayuda que necesitamos, podemos hacerle las siguientes preguntas a nuestro candidato a terapeuta: • ¿Me puede garantizar que voy a ser tratado con respeto y con cuidado, dentro de un clima de cordialidad? • ¿Tiene usted una experiencia específica en el tratamiento de mi problema? • ¿Piensa plantearme un plan de tratamiento claro y es­­ pecífico? • ¿Sigue usted algún código ético? • ¿Voy a poder acceder a una información que me sea fácil de comprender? • ¿Me va a ver usted puntualmente a mi hora? • ¿Me puede garantizar una absoluta confidencialidad? • ¿Me podrá atender alguna vez excepcionalmente fuera del horario convenido? • ¿Existe la posibilidad de que me pueda beneficiar de algún descuento sanitario o de algún seguro médico?

3. Si queremos aprender a relajarnos y a practicar en la imaginación La hipnosis puede ayudarnos en lo relativo a practicar en la imaginación. La hipnosis brinda la posibilidad de vivenciar una expansión mental en la que la mente inconsciente tiene la posibilidad de integrarse con la mente consciente. Mi teoría de andar por casa es que por lo general somos conscientes tan sólo del 20% de nuestra actividad mental. ¿Qué sucede con el 80% restante? Nuestros pensamientos y sentimientos negativos respecto de la sexualidad pueden estar reprimidos y yacer almacenados en las profundidades de nuestra mente inconsciente.

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Este material reprimido puede “aparecérsenos de repente” cuando menos lo esperamos. Un ejemplo de ello podría ser el de una paciente que vino a verme porque venía teniendo ataques de pánico graves sin ninguna razón evidente o aparente. Bajo hipnosis, salieron a la luz algunos recuerdos reprimidos relacionados con abusos sexuales graves acontecidos durante la niñez. Nota importante: Existen casos en los que la alegación de haber accedido a posibles recuerdos reprimidos se ha utilizado con objeto de implicar a personas totalmente inocentes en acusaciones de abusos sexuales. La hipnosis debe utilizarse con prudencia dentro del contexto de la psicoterapia –el acceso a un “recuerdo” en estado de trance no constituye una prueba de que la experiencia “recordada” sucediera realmente.

¿Cómo funciona la hipnosis? De forma característica, la hipnosis incluye la facilitación de un estado de relajación profunda, tanto mental como física. Unas veces incluye algunos métodos directos tales como, por ejemplo, el “contar”, el “fijar la vista”, y “levitar la mano”. Otras personas responden con más facilidad a los métodos indirectos, en los que el terapeuta puede “parecer que únicamente se estuviera limitando a hablar”, pero en realidad está entretejiendo una poderosa red de sugestiones positivas dentro de la conversación. Recordemos que, por supuesto, en el caso de decidirnos a utilizar la hipnosis, nadie nos va a hacer que nos pongamos a ladrar como un perro, y que nuestra mente consciente continúa estando a nuestra disposición durante la hipnosis, razón por la cual, independientemente de lo profundo que pueda ser el trance, si verdaderamente no queremos seguir ninguna de las sugestiones que nos pueda hacer el hipnotizador, no las vamos a seguir. La persona

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en estado de trance no está en las manos del hipnoterapeuta. No nos convertimos en unos seres débiles ni fácilmente manejables. Lo que hacemos es acceder a nuestra capacidad personal inherente para introducir y beneficiarnos de unos cambios positivos rápidos. La confianza es el elemento esencial del éxito de la hipnosis.

Aprender a hipnotizarnos a nosotros mismos Entendamos que la hipnosis no es ningún remedio milagroso en el que no asumimos ninguna responsabilidad personal con objeto de cambiar. Las personas que estén verdaderamente motivadas a acceder a su fuerza interior con objeto de alcanzar sus objetivos, pueden beneficiarse enormemente de la autohipnosis. Podemos aprender a hacerlo por nuestra propia cuenta, pero al principio suele ser más rentable que un experto nos enseñe y nos facilite el proceso. Cualquier persona que se sienta motivada para cambiar puede ser un posible candidato para la hipnosis.

Encontrar un buen hipnoterapeuta o un buen sexólogo Comprobemos su nivel de habilidad y sus títulos. Preguntémosle acerca de su titulación, su pertenencia a organizaciones reconocidas y su experiencia. Sigamos adelante únicamente si el terapeuta nos inspira confianza: puede que esté muy cerca de poder ayudarnos a identificar algunos problemas personales profundos.

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lecturas recomendadas

Para nuestra relación de pareja Gray, J.: Men are from Mars, Women are from Venus. Londres: Harper Collins, 1992. [Edición en español: Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus. Barcelona: Grijalbo Mondadori, 2000]. Lamble, J. y Morris, S.: Side by Side. Sydney: Finch Publishing, 2000. Montgomery, B. y Evans, L.: Living and Living Together. Melbourne: Penguin, 1995.

Para nuestra vida sexual Aaron, G.: Sex for Life. Sydney: New Holland Publishers, 1999. Anand, M.: The Art of Sexual Ecstasy. Los Ángeles: Aquarian Press, 1922. [Edición en español: La senda del éxtasis: el arte de la sexualidad sublime. Madrid: Martínez Roca, 1990]. Barbach, Lonnie: For Each Other: Sharing Sexual Intimacy. Nueva York: Anchor / Doubleday, 1982. [Edición en español: Intimidad sexual. Barcelona: Martínez Roca, 1990].

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Bartlik, B., Kaplan, P., Kaminetsky, J., Roentsch, G., y Goldberg, J.: “Medications with the potencial to enhance sexual responsivity in women”. Psychiatric Annals 29(1), 1999, pp. 46-52. Basson, R.: “Using a different model for female sexual response to address women’s problematic low sexual desire”. Journal of Sex and Marital Therapy 27, 2001, pp. 395-403. Boteach, S.: Sex: A Recipe for Passion and Intimacy. Northeast Louisiana University: Marriage and Family Therapy Center, 2000. Brock, G.: New Horizons in Erectile Dysfunction Therapy. Medscape, 2001. Cattrall, Kim y Levinson, Mark: Satisfaction: The Art of Female Orgasm. Nueva York: Warner Books, 2002. Chew, K.K., Earle, C.M., y Stuckey, B.G.A.: “Erectile dysfunction in general practice: prevalence and clinical correlates”. Internacional Journal of Impotence Research, 2000, 12, 41-45. Conrad, S. y Milburn, M.: Sexual Intelligence. Nueva York: Bantam Books, 2001. [Edición en español: Inteligencia sexual. Buenos Aires: Planeta Argentina, 2002]. Cox, Tracey: Hot Sex: How to Do It. Moorebank (Australia): Bantam Books, 1998. [Edición en español: Hot sex: cómo practicarlo. Barcelona: Mondadori, 2002]. Friday, Nancy: My Secret Garden: Women’s Sexual Fantasies. Londres: Quartet Books, 1988. [Edición en español: Mi jardín secreto. Barcelona: Ediciones B, 1993]. Gochros, H.L. y Fischer, J.: Treat Yourself to a Better Sex Life. Nueva Jersey: Prentice-Hall, 1980. Gray, J.: Mars and Venus in the Bedroom. Sydney: Hodder Headline, 1995. [Edición en español: Marte y Venus en el dormitorio: amor y pasión duraderos en la vida de pareja. Barcelona. Grijalbo Mondadori, 2001].

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LECTURAS RECOMENDADAS

Hall, J.: SexWise: What Every Parent and Teenager Needs to Know About Sex. Sydney: Random House, 2000. Heinman, J. y Lo Piccolo, J.: Becoming Orgasmic: A Sexual and Personal Growth Program for Women. Nueva York: Prentice-Hall, 1988. [Edición en español: Disfrutar el orgasmo: una guía para explorar la sexualidad femenina e incrementar el placer. Barcelona: Océano Ámbar, 2002]. King, R.: Good Loving, Great Sex. Sydney: Random House, 1997. Llewellyn-Jones, D.: Everywoman. Londres: Faber, 1982. [Edición en español: Ser mujer. Madrid: Temas de hoy, 1991]. Masters, W., Johnson, V., y Kolodny, R.: Heterosexuality. Londres: HarperCollins, 1994. [Edición en español: Eros: los mundos de la sexualidad. Barcelona: Grijalbo Mondadori, 1996]. Riley, K. y Riley, D.: Sexual Secrets for Men. Sydney: Random House, 1995. [Edición en español: Secretos tántricos para hombres. Inner Tradition International, 2006]. Schnarch, D.: Passionate Marriage. Carlton: Scribe Publications, 1999. Stanley, R.O., Burrows, G.D., y Judd, F.K.: “Hypnosis in the management of anxiety disorders”; en Noyes, R., Roth, M., y Burrows, G.: Handbook of Anxiety, vol. 4: The Treatment of Anxiety. Londres: Elsevier Science Publishers, 1990. Wolfe, J.: What to Do When He Has a Headache: How to Rekindle Your Man’s Desire. Londres: Thompson’s, 1992. [Edición en español: Qué hacer cuando a él le duele la cabeza. Buenos Aires: Atlántida, 1993]. Zilbergeld, B.: Men and Sex. Londres: Fontana, 1980.

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Cómo envejecer con dignidad y aprovechamiento

Ignacio Berciano

ISBN: 978-84-330-2530-2

¿Cómo adaptarnos al paso de los años? ¿Cuáles son las herramientas más adecuadas para mejorar, e incluso disfrutar, con el inevitable proceso de envejecimiento? Desde estas páginas se hablará de radicales libres y de antioxidantes, del famoso resveratrol, que se encuentra más en los vinos tintos que en los blancos, de Picasso, de Leni Riefenstahl, de qué alimentos y deportes son los más convenientes y de muchos otros asuntos al respecto. Incluso de sexo. Hace unos años escuchamos en la terraza de un bar, al comienzo de una primavera sevillana, la opinión de un hombre de edad madura que sostenía, experto, un catavinos. Explicaba a sus contertulios que la vida es como compartir una botella de manzanilla con unos amigos. Los primeros sorbos pueden parecer los mejores pero, si sabemos paladearlo, no tiene por qué no ser delicioso el final de la botella. Totalmente de acuerdo.

Vencer a los enemigos del sueño Guía práctica para conseguir dormir como siempre habíamos soñado

Charles Morín

ISBN: 978-84-330-2502-9

Este libro propone un programa completo para vencer los problemas de sueño sin necesidad de medicamentos. Después de explicar las distintas fases del sueño, el autor muestra cómo podemos modificar nuestros hábitos y nuestras actitudes para controlar el insomnio. Enseña también diferentes técnicas de relajación y propone algunos medios eficaces para crear un entorno que sea propicio al sueño. Además, encontraremos también información útil sobre los desfases horarios, la apnea del sueño, la narcolepsia, los somníferos, así como sobre los trastornos del sueño específicos de los niños, los adolescentes y las personas mayores.

D i r e c to r a : O lg a C a s ta n y e r 1. Relatos para el crecimiento personal. Carlos Alemany (ed.). (6ª ed.) 2. La asertividad: expresión de una sana autoestima. Olga Castanyer. (34ª ed.) 3. Comprendiendo cómo somos. Dimensiones de la personalidad. A. Gimeno-Bayón. (5ª ed.) 4. Aprendiendo a vivir. Manual contra el aburrimiento y la prisa. Esperanza Borús. (5ª ed.) 5. ¿Qué es el narcisismo? José Luis Trechera. (2ª ed.) 6. Manual práctico de P.N.L. Programación neurolingüística. Ramiro J. Álvarez. (5ª ed.) 7. El cuerpo vivenciado y analizado. Carlos Alemany y Víctor García (eds.) 8. Manual de Terapia Infantil Gestáltica. Loretta Zaira Cornejo Parolini. (5ª ed.) 9. Viajes hacia uno mismo. Diario de un psicoterapeuta en la postmodernidad. Fernando Jiménez Hernández-Pinzón. (2ª ed.) 10. Cuerpo y Psicoanálisis. Por un psicoanálisis más activo. Jean Sarkissoff. (2ª ed.) 11. Dinámica de grupos. Cincuenta años después. Luis López-Yarto Elizalde. (7ª ed.) 12. El eneagrama de nuestras relaciones. Maria-Anne Gallen - Hans Neidhardt. (5ª ed.) 13. ¿Por qué me culpabilizo tanto? Un análisis psicológico de los sentimientos de culpa. Luis Zabalegui. (3ª ed.) 14. La relación de ayuda: De Rogers a Carkhuff. Bruno Giordani. (3ª ed.) 15. La fantasía como terapia de la personalidad. F. Jiménez Hernández-Pinzón. (2ª ed.) 16. La homosexualidad: un debate abierto. Javier Gafo (ed.). (4ª ed.) 17. Diario de un asombro. Antonio García Rubio. (3ª ed.) 18. Descubre tu perfil de personalidad en el eneagrama. Don Richard Riso. (6ª ed.) 19. El manantial escondido. La dimensión espiritual de la terapia. Thomas Hart. 20. Treinta palabras para la madurez. José Antonio García-Monge. (12ª ed.) 21. Terapia Zen. David Brazier. (2ª ed.) 22. Sencillamente cuerdo. La espiritualidad de la salud mental. Gerald May. 23. Aprender de Oriente: Lo cotidiano, lo lento y lo callado. Juan Masiá Clavel. 24. Pensamientos del caminante. M. Scott Peck. 25. Cuando el problema es la solución. Aproximación al enfoque estratégico. R. J. Álvarez. (2ª ed.) 26. Cómo llegar a ser un adulto. Manual sobre la integración psicológica y espiritual. David Richo. (3ª ed.) 27. El acompañante desconocido. De cómo lo masculino y lo femenino que hay en cada uno de nosotros afecta a nuestras relaciones. John A. Sanford. 28. Vivir la propia muerte. Stanley Keleman. 29. El ciclo de la vida: Una visión sistémica de la familia. Ascensión Belart - María Ferrer. (3ª ed.) 30. Yo, limitado. Pistas para descubrir y comprender nuestras minusvalías. Miguel Ángel Conesa Ferrer. 31. Lograr buenas notas con apenas ansiedad. Guía básica para sobrevivir a los exámenes. Kevin Flanagan. 32. Alí Babá y los cuarenta ladrones. Cómo volverse verdaderamente rico. Verena Kast. 33. Cuando el amor se encuentra con el miedo. David Richo. (3ª ed.) 34. Anhelos del corazón. Integración psicológica y espiritualidad. Wilkie Au - Noreen Cannon. (2ª ed.) 35. Vivir y morir conscientemente. Iosu Cabodevilla. (4ª ed.) 36. Para comprender la adicción al juego. María Prieto Ursúa. 37. Psicoterapia psicodramática individual. Teodoro Herranz Castillo. 38. El comer emocional. Edward Abramson. (2ª ed.) 39. Crecer en intimidad. Guía para mejorar las relaciones interpersonales. John Amodeo - Kris Wentworth. (2ª ed.) 40. Diario de una maestra y de sus cuarenta alumnos. Isabel Agüera Espejo-Saavedra. 41. Valórate por la felicidad que alcances. Xavier Moreno Lara. 42. Pensándolo bien... Guía práctica para asomarse a la realidad. Ramiro J. Álvarez. 43. Límites, fronteras y relaciones. Cómo conocerse, protegerse y disfrutar de uno mismo. Charles L. Whitfield. 44. Humanizar el encuentro con el sufrimiento. José Carlos Bermejo. 45. Para que la vida te sorprenda. Matilde de Torres. (2ª ed.) 46. El Buda que siente y padece. Psicología budista sobre el carácter, la adversidad y la pasión. David Brazier.

47. Hijos que no se van. La dificultad de abandonar el hogar. Jorge Barraca. 48. Palabras para una vida con sentido. Mª. Ángeles Noblejas. (2ª ed.) 49. Cómo llevarnos bien con nuestros deseos. Philip Sheldrake. 50. Cómo no hacer el tonto por la vida. Puesta a punto práctica del altruismo. Luis Cencillo. (2ª ed.) 51. Emociones: Una guía interna. Cuáles sigo y cuáles no. Leslie S. Greenberg. (3ª ed.) 52. Éxito y fracaso. Cómo vivirlos con acierto. Amado Ramírez Villafáñez. 53. Desarrollo de la armonía interior. La construcción de una personalidad positiva. Juan Antonio Bernad. 54. Introducción al Role-Playing pedagógico. Pablo Población Knappe y Elisa López Barberá. (2ª ed.) 55. Cartas a Pedro. Guía para un psicoterapeuta que empieza. Loretta Cornejo. (3ª ed.) 56. El guión de vida. José Luis Martorell. (2ª ed.) 57. Somos lo mejor que tenemos. Isabel Agüera Espejo-Saavedra. 58. El niño que seguía la barca. Intervenciones sistémicas sobre los juegos familiares. Giuliana Prata, Maria Vignato y Susana Bullrich. 59. Amor y traición. John Amodeo. 60. El amor. Una visión somática. Stanley Keleman. 61. A la búsqueda de nuestro genio interior: Cómo cultivarlo y a dónde nos guía. Kevin Flanagan. (2ª ed.) 62. A corazón abierto. Confesiones de un psicoterapeuta. F. Jiménez Hernández-Pinzón. 63. En vísperas de morir. Psicología, espiritualidad y crecimiento personal. Iosu Cabodevilla. 64. ¿Por qué no logro ser asertivo? Olga Castanyer y Estela Ortega. (7ª ed.) 65. El diario íntimo: buceando hacia el yo profundo. José-Vicente Bonet, S.J. (2ª ed.) 66. Caminos sapienciales de Oriente. Juan Masiá. 67. Superar la ansiedad y el miedo. Un programa paso a paso. Pedro Moreno. (9ª ed.) 68. El matrimonio como desafío. Destrezas para vivirlo en plenitud. Kathleen R. Fischer y Thomas N. Hart. 69. La posada de los peregrinos. Una aproximación al Arte de Vivir. Esperanza Borús. 70. Realizarse mediante la magia de las coincidencias. Práctica de la sincronicidad mediante los cuentos. Jean-Pascal Debailleul y Catherine Fourgeau. 71. Psicoanálisis para educar mejor. Fernando Jiménez Hernández-Pinzón. 72. Desde mi ventana. Pensamientos de autoliberación. Pedro Miguel Lamet. 73. En busca de la sonrisa perdida. La psicoterapia y la revelación del ser. Jean Sarkissoff. 74. La pareja y la comunicación. La importancia del diálogo para la plenitud y la longevidad de la pareja. Casos y reflexiones. Patrice Cudicio y Catherine Cudicio. 75. Ante la enfermedad de Alzheimer. Pistas para cuidadores y familiares. Marga Nieto Carrero. (2ª ed.) 76. Me comunico... Luego existo. Una historia de encuentros y desencuentros. Jesús De La Gándara Martín. 77. La nueva sofrología. Guía práctica para todos. Claude Imbert. 78. Cuando el silencio habla. Matilde De Torres Villagrá. (2ª ed.) 79. Atajos de sabiduría. Carlos Díaz. 80. ¿Qué nos humaniza? ¿Qué nos deshumaniza? Ensayo de una ética desde la psicología. Ramón Rosal Cortés. 81. Más allá del individualismo. Rafael Redondo. 82. La terapia centrada en la persona hoy. Nuevos avances en la teoría y en la práctica. Dave Mearns y Brian Thorne. 83. La técnica de los movimientos oculares. La promesa potencial de un nuevo avance psicoterapéutico. Fred Friedberg. Introducción a la edición española por Ramiro J. Álvarez 84. No seas tu peor enemigo... ¡...Cuando puedes ser tu mejor amigo! Ann-M. McMahon. 85. La memoria corporal. Bases teóricas de la diafreoterapia. Luz Casasnovas Susanna. (2ª ed.) 86. Atrapando la felicidad con redes pequeñas. Ignacio Berciano Pérez. Con la colaboración de Itziar Barrenengoa. (2ª ed.) 87. C.G. Jung. Vida, obra y psicoterapia. M. Pilar Quiroga Méndez. 88. Crecer en grupo. Una aproximación desde el enfoque centrado en la persona. Tomeu Barceló. (2ª ed.)

89. Automanejo emocional. Pautas para la intervención cognitiva con grupos. Alejandro Bello Gómez, Antonio Crego Díaz. 90. La magia de la metáfora. 77 relatos breves para educadores, formadores y pensadores. Nick Owen. 91. Cómo volverse enfermo mental. José Luís Pio Abreu. 92. Psicoterapia y espiritualidad. La integración de la dimensión espiritual en la práctica terapéutica. Agneta Schreurs. 93. Fluir en la adversidad. Amado Ramírez Villafáñez. 94. La psicología del soltero: Entre el mito y la realidad. Juan Antonio Bernad. 95. Un corazón auténtico. Un camino de ocho tramos hacia un amor en la madurez. John Amodeo. 96. Luz, más luz. Lecciones de filosofía vital de un psiquiatra. Benito Peral. (2ª ed.) 97. Tratado de la insoportabilidad, la envidia y otras “virtudes” humanas. Luis Raimundo Guerra. (2ª ed.) 98. Crecimiento personal: Aportaciones de Oriente y Occidente. Mónica Rodríguez-Zafra (Ed.). 99. El futuro se decide antes de nacer. La terapia de la vida intrauterina. Claude Imbert. (2ª ed.) 100. Cuando lo perfecto no es suficiente. Estrategias para hacer frente al perfeccionismo. Martin M. Antony - Richard P. Swinson. (2ª ed.) 1 01. Los personajes en tu interior. Amigándote con tus emociones más profundas. Joy Cloug. 102. La conquista del propio respeto. Manual de responsabilidad personal. Thom Rutledge. 1 03. El pico del Quetzal. Sencillas conversaciones para restablecer la esperanza en el futuro. Margaret J. Wheatley. 1 04. Dominar las crisis de ansiedad. Una guía para pacientes. Pedro Moreno, Julio C. Martín. (10ª ed.) 1 05. El tiempo regalado. La madurez como desafío. Irene Estrada Ena. 1 06. Enseñar a convivir no es tan difícil. Para quienes no saben qué hacer con sus hijos, o con sus alumnos. Manuel Segura Morales. (13ª ed.) 107. Encrucijada emocional. Miedo (ansiedad), tristeza (depresión), rabia (violencia), alegría (euforia). Karmelo Bizkarra. (4ª ed.) 1 08. Vencer la depresión. Técnicas psicológicas que te ayudarán. Marisa Bosqued. 1 09. Cuando me encuentro con el capitán Garfio... (no) me engancho. La práctica en psicoterapia gestalt. Ángeles Martín y Carmen Vázquez. 110. La mente o la vida. Una aproximación a la Terapia de Aceptación y Compromiso. Jorge Barraca Mairal. (2ª ed.) 1 11. ¡Deja de controlarme! Qué hacer cuando la persona a la que queremos ejerce un dominio excesivo sobre nosotros. Richard J. Stenack. 112. Responde a tu llamada. Una guía para la realización de nuestro objetivo vital más profundo. John P. Schuster. 113. Terapia meditativa. Un proceso de curación desde nuestro interior. Michael L. Emmons, Ph.D. y Janet Emmons, M.S. 114. El espíritu de organizarse. Destrezas para encontrar el significado a sus tareas. P. Kristan. 115. Adelgazar: el esfuerzo posible. Un sistema gradual para superar la obesidad. A. Cózar. 1 16. Crecer en la crisis. Cómo recuperar el equilibrio perdido. Alejandro Rocamora. (3ª ed.) 1 17. Rabia sana. Cómo ayudar a niños y adolescentes a manejar su rabia. Bernard Golden. (2ª ed.) 118. Manipuladores cotidianos. Manual de supervivencia. Juan Carlos Vicente Casado. 119. Manejar y superar el estrés. Cómo alcanzar una vida más equilibrada. Ann Williamson. 1 20. La integración de la terapia experiencial y la terapia breve. Un manual para terapeutas y consejeros. Bala Jaison. 121. Este no es un libro de autoayuda. Tratado de la suerte, el amor y la felicidad. Luis Raimundo Guerra. 122. Psiquiatría para el no iniciado. Rafa Euba. (2ª ed.) 123. El poder curativo del ayuno. Recuperando un camino olvidado hacia la salud. Karmelo Bizkarra. (3ª ed.) 1 24. Vivir lo que somos. Cuatro actitudes y un camino. Enrique Martínez Lozano. (4ª ed.) 1 25. La espiritualidad en el final de la vida. Una inmersión en las fronteras de la ciencia. Iosu Cabodevilla Eraso. (2ª ed.)

26. Regreso a la conciencia. Amado Ramírez. 1 1 27. Las constelaciones familiares. En resonancia con la vida. Peter Bourquin. (9ª ed.) 1 28. El libro del éxito para vagos. Descubra lo que realmente quiere y cómo conseguirlo sin estrés. Thomas Hohensee. 1 29. Yo no valgo menos. Sugerencias cognitivo- humanistas para afrontar la culpa y la vergüenza. Olga Castanyer. (3ª ed.) 1 30. Manual de Terapia Gestáltica aplicada a los adolescentes. Loretta Cornejo. (3ª ed.) 131. ¿Para qué sirve el cerebro? Manual para principiantes. Javier Tirapu. (2ª ed.) 132. Esos seres inquietos. Claves para combatir la ansiedad y las obsesiones. Amado Ramírez Villafáñez. 133. Dominar las obsesiones. Una guía para pacientes. Pedro Moreno, Julio C. Martín, Juan García y Rosa Viñas. (3ª ed.) 1 34. Cuidados musicales para cuidadores. Musicoterapia Autorrealizadora para el estrés asistencial. Conxa Trallero Flix y Jordi Oller Vallejo 135. Entre personas. Una mirada cuántica a nuestras relaciones humanas. Tomeu Barceló 136. Superar las heridas. Alternativas sanas a lo que los demás nos hacen o dejan de hacer. Windy Dryden 137. Manual de formación en trance profundo. Habilidades de hipnotización. Igor Ledochowski 138. Todo lo que aprendí de la paranoia. Camille 139. Migraña. Una pesadilla cerebral. Arturo Goicoechea 140. Aprendiendo a morir. Ignacio Berciano Pérez 141. La estrategia del oso polar. Cómo llevar adelante tu vida pese a las adversidades. Hubert Moritz 142. Mi salud mental: Un camino práctico. Emilio Garrido Landívar 1 43. Camino de liberación en los cuentos. En compañía de los animales. Ana María Schlüter Rodés 1 44. ¡Estoy furioso! Aproveche la energía positiva de su ira. Anita Timpe 145. Herramientas de Coaching personal. Francisco Yuste (2ª ed.) 1 46. Este libro es cosa de hombres. Una guía psicológica para el hombre de hoy. Rafa Euba 1 47. Afronta tu depresión con psicoterapia interpersonal. Guía de autoayuda. Juan García Sánchez y Pepa Palazón Rodríguez 148. El consejero pastoral. Manual de “relación de ayuda” para sacerdotes y agentes de pastoral. Enrique Montalt Alcayde 149. Tristeza, miedo, cólera. Actuar sobre nuestras emociones. Dra. Stéphanie Hahusseau 1 50. Vida emocionalmente inteligente. Estrategias para incrementar el coeficiente emocional. Geetu Bharwaney 151. Cicatrices del corazón. Tras una pérdida significativa. Rosa Mª Martínez González 1 52. Ojos que sí ven. “Soy bipolar” (Diez entrevistas). Ana González Isasi - Aníbal C. Malvar 153. Reconcíliate con tu infancia. Cómo curar antiguas heridas. Ulrike Dahm 1 54. Los trastornos de la alimentación. Guía práctica para cuidar de un ser querido. Janet Treasure - Gráinne Smith - Anna Crane 155. Bullying entre adultos. Agresores y víctimas. Peter Randall 156. Cómo ganarse a las personas. El arte de hacer contactos. Bernd Görner 157. Vencer a los enemigos del sueño. Guía práctica para conseguir dormir como siempre habíamos soñado. Charles Morin 1 58. Ganar perdiendo. Los procesos de duelo y las experiencias de pérdida: Muerte - Divorcio Migración. Migdyrai Martín Reyes 159. El arte de la terapia. Reflexiones sobre la sanación para terapeutas principiantes y veteranos. Peter Bourquin 160. El viaje al ahora. Una guía sencilla para llevar la atención plena a nuestro día a día. Jorge Barraca Mairal 161. Cómo envejecer con dignidad y aprovechamiento. Ignacio Berciano 1 62. Cuando un ser querido es bipolar. Ayuda y apoyo para usted y su pareja. Cynthia G. Last 1 63. Todo lo que sucede importa. Cómo orientar en el laberinto de los sentimientos. Fernando Alberca de Castro 1 64. De cuentos y aliados. El cuento terapéutico. Mariana Fiksler 165. Soluciones para una vida sexual sana. Maneras sencillas de abordar y resolver los problemas sexuales cotidianos. Dra. Janet Hall

Ser ie M AI O R 1. Anatomía Emocional. La estructura de la experiencia somática. Stanley Keleman. (9ª ed.) 2. La experiencia somática. Formación de un yo personal. Stanley Keleman. (2ª ed.) 3. Psicoanálisis y análisis corporal de la relación. André Lapierre. 4. Psicodrama. Teoría y práctica. José Agustín Ramírez. (3ª ed.) 5. 14 Aprendizajes vitales. Carlos Alemany (ed.). (13ª ed.) 6. Psique y Soma. Terapia bioenergética. José Agustín Ramírez. 7. Crecer bebiendo del propio pozo. Taller de crecimiento personal. Carlos Rafael Cabarrús, S.J. (12ª ed.) 8. Las voces del cuerpo. Respiración, sonido y movimiento en el proceso terapéutico. Carolyn J. Braddock. 9. Para ser uno mismo. De la opacidad a la transparencia. Juan Masiá Clavel 10. Vivencias desde el Enneagrama. Maite Melendo. (3ª ed.) 11. Codependencia. La dependencia controladora. La dependencia sumisa. Dorothy May. 12. Cuaderno de Bitácora, para acompañar caminantes. Guía psico-histórico-espiritual. Carlos Rafael Cabarrús. (5ª ed.) 13. Del ¡viva los novios! al ¡ya no te aguanto! Para el comienzo de una relación en pareja y una convivencia más inteligente. Eusebio López. (2ª ed.) 14. La vida maestra. El cotidiano como proceso de realización personal. José María Toro. 15. Los registros del deseo. Del afecto, el amor y otras pasiones. Carlos Domínguez Morano. (2ª ed.) 16. Psicoterapia integradora humanista. Manual para el tratamiento de 33 problemas psicosensoriales, cognitivos y emocionales. Ana Gimeno-Bayón y Ramón Rosal. 17. Deja que tu cuerpo interprete tus sueños. Eugene T. Gendlin. (2ª ed.) 18. Cómo afrontar los desafíos de la vida. Chris L. Kleinke. 19. El valor terapéutico del humor. Ángel Rz. Idígoras (Ed.). (3ª ed.) 20. Aumenta tu creatividad mental en ocho días. Ron Dalrymple, Ph.D., F.R.C. 21. El hombre, la razón y el instinto. José Mª Porta Tovar. 22. Guía práctica del trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Pistas para su liberación. Bruce M. Hyman y Cherry Pedrick. 23. La comunidad terapéutica y las adicciones. Teoría, modelo y método. George De Leon. 24. El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas. Waleed A. Salameh y William F. Fry. 25. El manejo de la agresividad. Manual de tratamiento completo para profesionales. Howard Kassinove y Raymond Chip Tafrate. 26. Agujeros negros de la mente. Claves de salud psíquica. José L. Trechera. 27. Cuerpo, cultura y educación. Jordi Planella Ribera. 28. Reír y aprender. 95 técnicas para emplear el humor en la formación. Doni Tamblyn. 29. Manual práctico de psicoterapia gestalt. Ángeles Martín. (7ª ed.) 30. Más magia de la metáfora. Relatos de sabiduría para aquellas personas que tengan a su cargo la tarea de Liderar, Influenciar y Motivar. Nick Owen 31. Pensar bien - Sentirse bien. Manual práctico de terapia cognitivo-conductual para niños y adolescentes. Paul Stallard. 32. Ansiedad y sobreactivación. Guía práctica de entrenamiento en control respiratorio. Pablo Rodríguez Correa. 33. Amor y violencia. La dimensión afectiva del maltrato. Pepa Horno Goicoechea. (2ª ed.) 34. El pretendido Síndrome de Alienación Parental. Un instrumento que perpetúa el maltrato y la violencia. Sonia Vaccaro - Consuelo Barea Payueta. 35. La víctima no es culpable. Las estrategias de la violencia. Olga Castanyer (Coord.); Pepa Horno, Antonio Escudero e Inés Monjas. 36. El tratamiento de los problemas de drogas. Una guía para el terapeuta. Miguel del Nogal. 37. Los sueños en psicoterapia gestalt. Teoría y práctica. Ángeles Martín. 38. Medicina y terapia de la risa. Manual. Ramón Mora Ripoll. 39. La dependencia del alcohol. Un camino de crecimiento. Thomas Wallenhorst. 40. El arte de saber alimentarte. Desde la ciencia de la nutrición al arte de la alimentación. Karmelo Bizkarra. 41. Vivir con plena atención. De la aceptación a la presencia. Vicente Simón. 42. Empatía terapéutica. La compasión del sanador herido. José Carlos Bermejo.

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Directora: Olga Castanyer Serendipity: “la facultad de hacer –por casualidad– descubrimientos afortunados e inesperados” (Oxford Avanced Dictionary).

Esta colección pretende aportar ideas y reflexio­ nes, materiales y ejercicios que sirvan directamente para aquellas personas que trabajan en su propio crecimiento personal o que ayudan a facilitarlo en otros. Los contenidos serán variados, teniendo como punto de mira el de la divulgación de claves psico­ lógicas que estén al servicio de una mayoría lo más amplia posible. Desde la Psicología, la Corporalidad y la Espiritualidad encontraremos sugerencias para que este crecimiento pueda ser integrador de cuer­ po, mente y espíritu. El estilo “serendípico” pretende fomentar la lec­ tura reposada, la mirada interior, el asombro... y le invitará también a que transforme en vivencia lo leído, o a mantener una actitud de apertura hacia lo gratuito y –en definitiva– a poder vivir desde la acción de gracias la realidad del día a día.

La mayoría de los libros sobre sexualidad suele utilizar el recurso sensacionalista de pregonar que todos sin excepción podemos tener unos éxitos sexuales asombrosos. La verdad es que en la vida real son muchas las personas que sufren problemas sexuales en silencio. Existe una necesidad imperiosa de un libro como Soluciones para una vida sexual sana, que ofrece respuestas directas a aquellas personas que quieran una explicación plausible, unas directrices claras y unas estrategias prácticas. En este libro, la Dra. Hall incluye consejos prácticos para cambiar nuestra forma de pensar, aprender a dialogar, y solucionar los problemas sexuales. Con la ayuda de casos reales extraídos de su consulta, explica la manera de superar las ansiedades más frecuentes, los problemas relacionados con el miedo al fracaso o al rechazo sexual, los estilos procedentes del pasado que pueden bloquear la posibilidad de tener una relación actual más feliz, las diferentes creencias sobre la sexualidad, y las dificultades generadas por las libidos dispares o por los estilos de vida frenéticos y estresantes. Y lo que es más importante, la doctora ayuda a hombres y mujeres a tomar conciencia de qué es lo que la otra persona puede estar pensando o sintiendo en relación a estos problemas que tanto nos afectan. ISBN: 978-84-330-2548-7

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Desclée De Brouwer

Janet Hall

Directora: Olga Castanyer

SOLUCIONES PARA UNA VIDA SEXUAL SANA

Crecimiento personal C O L E C C I Ó N

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SOLUCIONES PARA UNA

Crecimiento personal

VIDA SEXUAL

SANA Janet Hall es psicóloga clínica, sexóloga e hipnoterapeuta, y cuenta con más de treinta años de experiencia en el trata­ miento de los problemas sexuales y de pareja.

Maneras sencillas de abordar y resolver los problemas sexuales cotidianos

Janet Hall Desclée De Brouwer

Es autora de diversos libros y audioguías sobre sexualidad, relaciones de pareja y vida familiar, incluidos Niños sin problemas, Familias sin peleas y Sabiduría sexual, este último dirigido a adolescentes.

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