+ Steven Furtick Sol Detente

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SOL, DETENTE LO QUE SUCEDE CUANDO SE ATREVE A PEDIR LO IMPOSIBLE

STEVEN FURTICK

Sol, detente Publicado por Editorial Unilit Miami, Fl 33172 Derechos reservdos © 2013 Reservados todos los derechos. Ninguna porción ni parte de esta obra se puede reproducir, ni guardar en un sistema de almacenamiento de información, ni transmitir en ninguna forma por ningún medio (electrónico, mecánico, de fotocopias, grabación, etc.) sin el permiso previo de los editores. Toda reproducción de cualquiera de los contenidos de este libro en cualquier forma sin el permiso adecuado está terminantemente prohibida. ISBN: 978-0-7899-5757-3

www.unilitebooks.com www.dpztechnology.com

Elogios para SOL, DETENTE «El pastor Steven Furtick no es normal. El increíble mover de Dios en la Iglesia Elevation no es normal. Desafortunadamente, la fe audaz tampoco lo es. No conozco a nadie que esté en una mejor posición para desafiarlo a elevarse por encima de la vida ordinaria y abrazar la audacia llena de fe que Steven Furtick. Sol, detente es un llamado a vivir con una fe tan audaz que las personas como el pastor Steven y las iglesias como Elevation se vuelvan la norma en lugar de la excepción». CRAIG GROESCHEL, pastor principal, LifeChurch.tv; autor de Chazown y El cristiano ateo «Steven Furtick es una de las voces más frescas y desafiantes de la iglesia contemporánea. En Sol, detente, nos llama a dejar de solo creer que Dios puede hacer lo imposible para empezar a esperar que lo haga. Esto es algo que todo cristiano debe leer». JOHNNY HUNT, pastor principal, Primera Iglesia Bautista, Woodstock, Georgia; ex presidente de la Convención Bautista del Sur; autor de Building Your Leadership Resume «Este libro es como una bomba de tiempo. Hará estallar sus pequeños sueños y pondrá una fe audaz en su lugar». MARK BATTERSON, pastor principal, Iglesia Comunitaria Nacional; autor de Primal y In a Pit with a Lion On a Snowy Day «Este libro no es para la persona que cree que Dios es inocuo y que nunca llama a nadie a tener grandes sueños. El pastor Steven Furtick ilumina una historia del Antiguo Testamento y muestra en formas extremadamente prácticas cómo el mismo Dios que hizo milagros

increíbles “en aquel entonces” puede hacerlos hoy también, solo está buscando personas suficientemente locas como para creer que Él aun no ha cambiado». PERRY NOBLE, pastor principal, Iglesia NewSpring; bloguero de liderazgo, visión y creatividad «En Sol, detente, mi amigo Steven Furtick nos desafía a todos, desde el misionero en el Tercer Mundo hasta la familia en las áreas pudientes de la ciudad, a creer en Dios, en lo imposible y a comenzar a vivir una vida de fe más allá de lo común y corriente». ANDY STANLEY, pastor principal, Iglesia Comunitaria North Point; autor de ¿Cuán bueno es suficientemente bueno? y ¿A quién le haré trampas? «Por mucho tiempo los cristianos se han aferrado a una visión minúscula de la fe que se satisface simplemente con maravillarse de los milagros que se ven en la Biblia. En Sol, detente, Steven Furtick nos recuerda que el Dios que alcanzó lo imposible a través de grandes héroes de la fe aún desea hacer lo mismo con nosotros hoy». JENTEZEN FRANKLIN, pastor principal, Free Chapel; autor del éxito de ventas del New York Times, El Ayuno: Abra la puerta a una relación más profunda, íntima y poderosa con Dios «Es tan fácil para nosotros limitar a Dios, no en lo que puede hacer o en quien es sino en lo que esperamos de Él. Con frecuencia nos contentamos con solo esperar que Dios actúe, pero pocas veces actuamos en base a que lo hará. En Sol, detente, mi amigo Steven Furtick nos motiva a cada uno a ir más allá de nuestra zona de cómoda esperanza terrenal hacia el campo de la expectativa sobrenatural. Este libro le mostrará que sus esperanzas y expectativas son solo el comienzo de lo que Dios puede hacer». ED YOUNG, pastor principal, Fellowship Church; autor de Los diez mandamientos del matrimonio «En Sol, detente, Steven Furtick muestra una osada visión de cómo

la fe fue diseñada para lucir. La combinación de mi amigo Steven de la pasión y el sentido práctico, le harán desear vivir en un nivel de fe más alto y le capacitarán para llegar allí». ISRAEL HOUGHTON, artista ganador de premios Grammy; director de alabanza, Iglesia Lakewood «Sol, detente invoca la omnipotencia de Dios desafiando al lector a aferrarse a la voluntad de Dios para nuestras vidas a través del fortalecimiento de la fe por la oración. Este libro es fascinante y le moverá a creer en lo imposible a medida que aprende a vivir con audacia para el reino de Dios». OBISPO EDDIE LONG, pastor, New Birth Missionary Baptist Church; autor de 60 Seconds to Greatness y What a Man Wants, What a Woman Needs «Steven Furtick es un catalizador. Y Sol, detente es un libro que debe leer. Le conmoverá, sacudirá, y después de todo lo inspirará. Es un llamado de atención a nuestra generación a que sea audaz, a no conformarse con lo ordinario, y pedirle a Dios lo imposible». BRAD LOMENICK, director de Catalyst «Sol, detente es una declaración de audacia que le sacudirá y propulsará su fe hacia delante. Steven Furtick es una voz fresca, una mezcla entre Billy Sunday y T. D. Jakes… ¡y eso no es poca cosa!». TIM SANDERS, orador y consejero de negocios; autor de Love Is the Killer App

A todos los Elevadores* que creen. De corazón y de alma.

*N. del T.: Los que asisten a la iglesia Elevation [Elevación].

Contenido Prólogo: Así es como se siente 1.

Bienvenido a la fe audaz Lo que considera posible para su vida se expandirámás allá de todo lo que haya imaginado. Radicalmente. Repentinamente. Irreversiblemente.

2.

La oración que detiene el sol Si tiene la audacia de pedir, Dios tiene la capacidad de hacer. Es así como Dios convierte el potencial de sus promesas en realidades cotidianas.

3.

La visión de la Página 23 Usted tiene el derecho hereditario de creer en una misión dada por Dios para su vida.

4.

El léxico de «Sol, detente» Piense en la frase «Sol, detente» como una metáfora para las cosas que parecen imposibles y que Dios quiere hacer en y a través de su vida.

5.

Encienda lo común y corriente No se desilusione si carece de efectos especiales en su vida. Es probable que esté parado junto a una zarza ardiente precisamente donde usted vive y trabaja.

6.

El salta olas La audacia no es la ausencia de incertidumbre y ambigüedad. La audacia es creer que la promesa de Dios es más grande que sus titubeos.

7.

Bebés pequeños, fe gigante Nunca sabrá lo que significa experimentar el poder de Dios hasta que tenga la audacia de creer, orar, y actuar con la confianza de que nuestro Dios es un Dios de imposibles.

8.

Un sacrificio adicional Las oraciones al estilo «Sol, detente» son milagrosas, pero no mágicas. Y uno no llega a ser parte de llamados altos sin pagar un precio alto.

9. La teología sistemática más simple de todos los tiempos

El alcance y el impacto de su visión estarán determinados por quién usted crea que es Dios, y el valor que usted tenga de responderle. 10. Escuche. Hable. Ejecute. Escuchar la Palabra enciende su fe. Hablar la Palabra activa su fe. Ejecutar la Palabra demuestra su fe. 11. La tierra firme de la fe audaz La fe audaz no se afirma sobre la tierra agrietada de sus sentimientos ni sobre el valle inundable de su desempeño. Usted construye su fe sobre suelo sólido. Sobre un suelo más alto. Usted construye sobre la fidelidad de Dios. 12. Del error al milagro Hay un tiempo para que se humille en arrepentimiento. Pero también hay un tiempo para levantarse y avanzar. 13. Cuando el sol se pone La fe audaz no implica que sus oraciones siempre den resultado. Significa que Dios obra aun cuando sus oraciones parecen no dar

resultado en lo absoluto. 14. Ore como un Juggernaut Las oraciones del tipo «Sol, detente», van más allá de pedirle a Dios que esté con uno. Están rodeadas de urgencia. Llenas de posibilidad. Esta es una manera totalmente nueva de orar. 15. Permiso para orar de manera práctica Dios desea ver que el sol se detiene sobre todas las necesidades imposibles de su vida, en cada área de su vida. Así que ore con imaginación. Ore sin cesar. 16. Dulce audacia sureña Las principales oraciones del tipo «Sol, detente» que Dios contestará durante su vida serán aquellas oraciones audaces que eleve a favor de otros. 17. Puje mientras ora Si piensa orar para que Dios detenga el sol, es mejor que esté listo para marchar toda la noche.

18. De la promesa a la recompensa La fe audaz redirige su atención de lo que es correcto ahora a lo que usted cree que será en el futuro. Eso le asegura no rendirse mientras espera. 19. Diez pautas para una oración «Sol, detente» Haga que su plan de acción personal esté incitado hacia la audacia. 20. En medio del mover de Dios Somos el pueblo de Dios vivo y dinámico que avanza firmemente. Somos una generación de Josué. Reconocimientos Acerca del Autor

PRÓLOGO

Así es como se siente

No puedo mentir. Es un sentimiento genial tener a Bono como acto de apertura. Aunque su show fue cuatro años y medio antes que el nuestro. Mi amigo Eric fue el primero en relacionar los eventos. Lo mencionó mientras conducíamos al lado de la casi interminable fila de personas que estaban esperando a la puerta del Time Warner Cable Arena en Charlotte, Carolina del Norte. Era el domingo de Resurrección de 2010. Todas las personas tenían la esperanza de entrar al culto de Resurrección de la iglesia Elevation. Ver como la fila rodeaba el edificio me dejó sin aliento. Volviendo a la escena, Eric me preguntó: —¿Recuerdas cuando nos encontrábamos en una fila igual a esta cuando recién nos mudamos, y esperábamos el show de U2? —Sí, más o menos. Parece que sucedió hace una vida. —¿Recuerdas lo que me dijiste cuando The Edge había comenzado a tocar las primeras notas de City of Blinding Lights? Estabas gritando sobre la música. Miraste hacia las graderías y me dijiste que un día nuestra iglesia llenaría esta pista para una reunión de adoración. —¿De veras dije eso? Ahí comencé a recordarlo todo. —Sí. Dijiste eso. ¿Creías de veras que iba a suceder? —Sí, es cierto. De veras lo creí. —Bueno, está sucediendo. Ahora mismo. Mira todas esas personas. Es una locura. —Sí, es una locura. Pero la verdad es que el término «locura» ni se acercaba a describirlo. Este momento en este lugar fue el momento más surreal de mi vida. Era la culminación del sueño más audaz que jamás me había atrevido a tener. Y ese sueño se estaba volviendo una realidad. Tan solo cuatro años y medio antes, yo no era más que un

muchacho de veinticinco años que recién se mudaba a una nueva ciudad junto a algunas familias con los mismos ideales. No teníamos conexiones. Muy poca estrategia. Todavía menos experiencia. Solo el sueño de comenzar una iglesia y cambiar el mundo. Y muchísima fe. Ahora, dentro de una hora, estaría en pie en la plataforma para predicar a poco más de diez mil personas en el lugar más grande de nuestra ciudad. Era nuestra iglesia. Era nuestro momento. Era la respuesta de Dios a nuestras oraciones y la recompensa de nuestra fe. Estaba a punto de predicar el evangelio desde el mismo lugar donde había visto a una de las mayores bandas de rock del mundo tocar «Where the Streets Have No Name». No sé cuál de las sensaciones era más fuerte: si los miles de recuerdos por segundo que surgían en mi cerebro como una luz estroboscópica, y me hacían recordar todas las experiencias que me trajeron hasta este día, o la anticipación de lo que Dios haría en los momentos que seguirían, en los que resultó que cientos de personas responderían a la invitación de recibir a Cristo y comenzar una nueva vida, cambiando nuestra ciudad para siempre. Así se siente compartir el escenario con Bono. Así se siente creer que Dios puede hacer lo imposible. Así se siente ver al sol detenerse…

CAPÍTULO 1

Bienvenido a la fe audaz El pastor Michael me mostró con orgullo el lugar donde su iglesia estaba poniendo nuevos inodoros. Todavía me estaba acostumbrando al olor, e intentaba hacerme el que no me perturbaba, como si cada día de mi vida anduviera por caminos de tierra empapados en orina. «Estos inodoros no son muy agradables según los estándares de tu país», me explicaba Michael. «Lo sé. Pero aquí en los tugurios de Kampala, Uganda, muchos niños se enferman porque lo que comen se prepara cerca del agujero en la tierra donde hacen sus necesidades. Así que nuestra iglesia está construyendo los baños más lindos que se puedan tener aquí… para los niños». Me costó concentrarme mientras él seguía contándome sus planes. Porque tan pronto como dijo la palabra «niños», mi mirada se desvió hacia un grupo de niños que jugaban sobre una montaña de basura que había detrás de la iglesia. La misma apenas era un tinglado. Y en vez de jugar con una pelota, los niños parecían estar compitiendo por una cáscara de naranja. Era extraño ver cómo estos niños se divertían tanto jugando solo con una cáscara; me pareció que se divertían más que muchos de los niños que juegan con un Wii donde yo vivo. Y esa montaña de desechos al borde de la propiedad de la iglesia del pastor Michael parecía ser el lugar más popular del vecindario. Me preguntaba, ¿cómo reaccionarían los padres de los niños de edad escolar de mi iglesia si se les pidiera dejar a sus hijos en un patio de juegos como este? A los miembros de la iglesia del pastor Michael no les preocupaba, obviamente. Habían estado bajo el tinglado adorando con fervor por cerca de una hora, y me di cuenta que ni siquiera les preocupaba el hecho de que había una pequeña cabra desayunando sobre la montaña de basura junto al lugar donde sus niños jugaban

tirando una cáscara de naranja de aquí para allá. Una cabra flacucha, hambrienta y atemorizante. Michael debió haberse dado cuenta que yo estaba sumergido en esa escena. «Este es un monte musulmán», continuó él, captando otra vez mi atención hacia la conversación. «Estoy acostumbrado a enfrentarme a mucha oposición. Mucha gente no me quiere aquí. Especialmente el brujo que intentó destruir nuestra iglesia amenazando a nuestros miembros. Pero cuando oramos que Dios enviara fuego del cielo, esa misma semana su casa se quemó, nos dejó en paz». Allí le lancé una mirada interrogativa. «No te preocupes», me dijo, guiñándome un ojo. «Él no estaba en casa en ese momento». Durante el resto del recorrido, apenas pude seguir al pastor Michael. Se movía con rapidez y hablaba aun más rápido. Me sentía torpe tratando de sortear los charcos de barro mientras me guiaba a través de los callejones del vecindario. Esta era su villa, me dijo. Con cada paso que daba, detallaba cuánto quería transformarla para Cristo. Una escuela en este espacio. Un consultorio médico en aquel. «Para los niños», continuó diciendo…

Tonia podría actuar como una diva total si quisiera. Es hermosa, tiene buen salario, es famosa a nivel local, y supertalentosa. Así que la gente de nuestra comunidad queda notoriamente sorprendida cuando llegan para ayudar a servir el desayuno en un refugio para marginados y ven a Tonia haciendo huevos revueltos en la cocina. Sucedió el otro día. Ella estaba sirviendo como voluntaria en un grupo de alcance de nuestra iglesia cuando alguien me preguntó: —¿No es ella la chica del noticiero? —Sí, es Tonia. Es genial. —¿Qué está haciendo aquí? —Está sirviendo. —Ah. Vaya. Eso es impresionante. De hecho, describiría el estilo de vida de Tonia como algo un poco más que impresionante. Yo lo calificaría como audaz. Estrictamente y de acuerdo con su título, es una presentadora de noticias, y una con múltiples galardones. Pero la presentadora de

noticias no capta de verdad quién es Tonia. Es una superheroína del servicio comunitario, quien ha desarrollado su vida aprovechando su talento en las cámaras para causar un impacto fuera de cámara. Lo hace mejor que cualquier otra persona que he conocido. La ciudad de Charlotte está llena de madres adolescentes, familias sin hogar, y personas que no pueden salir de sus hogares, que han sido tocados por la pasión de Tonia por servir. Y no tiene reparos en reclutar a otros para que sirvan junto a ella. En su más reciente proyecto, se propuso convencer a miles para que se unieran a ella para una iniciativa llamada Semana del Amor. Pidió que se comprometieran a dar cinco mil horas de servicio a la comunidad, en una sola semana. Nunca antes se había hecho algo así. No puedo decir que me sorprendí cuando escuché que la Semana del Amor sumó más de diez mil horas de servicio. Así es Tonia. Cuando tiene una visión, generalmente suena un poco loca. La gente intenta explicarle que es algo que nunca antes se ha hecho. Y creo que a ella le gusta que sea así. Si es necesario, y nunca se ha hecho, ella parece asumir que es porque Dios quiere que ella misma lo haga. Para el que no está acostumbrado, un pastor en los tugurios de Kampala, Uganda, y una presentadora de noticias haciendo huevos revueltos en Charlotte, Carolina del Norte, no tienen demasiado en común. Los desafíos con los que se enfrentan son tan diferentes como los hemisferios en los que viven. Pero yo los veo como gemelos. Comparten el mismo ADN espiritual. Son guiados por la misma pasión. Logran cosas increíblemente asombrosas para la gloria de Dios. Su fe pareciera estar ultra cargada por algún tipo de fuente que el cristiano promedio nunca llega a aprovechar. Es difícil definir exactamente qué es lo que hace que Michael y Tonia sean diferentes de otras personas que declaran creer en las mismas cosas que ellos creen, pero que en contraste viven vidas mediocres. La mayoría de los creyentes que he conocido realmente quieren encontrar la fuente de fe de alto octanaje de Michael y Tonia, y la quieren desesperadamente. No saben dónde buscarla. Sol, detente consiste en cómo descubrir ese tipo de fe. La llamo fe audaz. Para cuando termine este libro, la misma fe que late en la vida diaria de Michael y Tonia estará bombeando también en sus venas. Entenderá que Dios tiene mucho más en mente para su

existencia sobre esta tierra que solo sobrevivir. Lo que usted considera posible para su vida se extenderá más allá de lo que jamás imaginó. Y la forma en que usted se acerca a Dios y lo experimenta cada día también cambiará. Radicalmente. Repentinamente. Irreversiblemente. Pero primero, una honesta revelación.

UNA TEOLOGÍA DE LA AUDACIA Este libro no es para abrigarlo. Las palabras en estas páginas no lo tranquilizarán como un somnífero. No escribo para calmarlo ni mimarlo. Con la ayuda de Dios, tengo la intención de causar una revolución en su mente. Accione sus interruptores y apague las luces de su lugar secreto favorito de inseguridad y temor. Luego, dele de nuevo al interruptor para que la verdad de Dios pueda iluminar el destino divino que quizá haya estado inactivo dentro de usted por años. En resumen, lo que voy a hacer es activar su fe audaz. Inspirarlo para pedirle a Dios lo imposible. Y en el proceso, reconectarlo con su propósito y su potencial a la medida de Dios Considere este libro como una teología de la audacia en un solo tomo. Probablemente no tenga uno de estos aun, pero es esencial. Es más, si alguna vez encuentra una teología que no conecte directamente la grandeza de Dios con el potencial que usted tiene para hacer cosas grandes en su nombre, no es una teología bíblica. Catalóguela como herejía. Iré aun más lejos: si no se atreve a creer que Dios puede hacer lo imposible, se está durmiendo en las mejores partes de su vida cristiana. Más todavía: si el tamaño de la visión para su vida no lo intimida, es muy probable que sea una afrenta para Dios. La fe audaz es la materia prima de la que está hecho el cristianismo auténtico. Es lo que desencadena en las personas comúnmente sensatas como usted y yo el deseo de comenzar a vivir con una osadía inhabitual. Cuando viva de esta forma, sus ojos serán abiertos para ver su vida cotidiana en vívidos colores. Su crecimiento espiritual se acelerará a un ritmo sobrenatural. Si usted es como la mayoría de los cristianos, audacia no es una palabra que usaría para describir su fe. La audacia, según mi

diccionario, hace que las personas normales se comporten con «osadía o atrevimiento, especialmente con una confiada indiferencia hacia la comodidad personal [o] el pensamiento colectivo». Y, si lo piensa, una confiada indiferencia hacia el status quo es la esencia del evangelio. Describe el camino radical que la vida de Cristo tomó sobre la tierra. Es el corazón de lo que significa vivir por fe. Por supuesto, cada creyente en Cristo tiene una medida de fe. Es el prerrequisito para ser salvo. Pero después de eso, si somos sinceros, pensamos en la fe sobre todo en términos de un pensamiento espiritual o un sentimiento satisfactorio. Tenemos la esperanza de que sea suficiente como para llevarnos al cielo cuando muramos. Pero mientras tanto, apenas alcanza para orar, dar, e ir al culto de las once. Permítame preguntarle: ¿el tipo de fe que usted experimenta produce el tipo de resultado en su vida que el que lee en las historias bíblicas de hombres y mujeres de fe? Lo más probable es que no esté ni cerca. Para la mayoría de nosotros, es difícil convivir con esta disparidad. El abismo que vemos entre nuestras mundanas experiencias espirituales y la fe invencible de la que leemos en las historias de los héroes bíblicos es totalmente desalentador. Puede crear un gran peso de condenación y un sentido de fracaso en nuestros corazones. Puede que comencemos a sentir que nuestra fe quizá no es tan real. Algunos creyentes que he conocido se han cansado tanto de fingir la fe que se han dado por vencidos por completo.

TRASTORNO POSTRAUMÁTICO DE LA FE Debo admitir que la fe es un asunto delicado para millones. Ha sido ultrajada, mal usada, distorsionada, y hasta desfigurada. A veces pareciera que hubiese una fe hecha a medida para cada persona: Si el tipo de fe de Gálatas 2:20 («Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí») es demasiado tosco para usted, cámbielo. Cámbielo por un modelo más fácil, sin que se necesite hacer un pago inicial.

Si confiar en el poder milagroso de Jesús es demasiado alocado para su mente moderna, hágalo fácil. Nunca le pida a Dios que le provea sobrenaturalmente. Ni se atreva a pedir sanidad física o nada que ponga a Dios en el centro. Porque, ¿qué pasaría si Él no contesta? Muchos cristianos que conozco van por la vida tambaleando aturdidos. Sufren de un desorden postraumático de fe, se ocultan en sus sótanos, abren una lata de frijoles con salchichas, y esperan el fin del mundo. ¿Estoy describiendo su vida? Si es así, es probable que esté atascado en el modo de supervivencia espiritual. Se ha conformado con la mediocridad espiritual. No está tratando de ser hipócrita. Es solo que, bueno, hasta ahora eso de la fe no le ha dado resultado. Pero no podemos permitir que los abusos y los malos entendidos nos detengan. Dios no tiene un plan B. La Biblia nos lanza un reto en Hebreos 11:6: Sin fe es imposible agradar a Dios. No puede ser más claro que eso. La fe no es solo un pase para salir gratis del infierno. Es el ladrillo más vital de la construcción de su relación con Dios. Y es el único fundamento real sobre el que vale la pena establecer su vida. No podemos abandonar la promesa renovadora de la fe desmedida solo porque alguien habló del tema de forma imprudente y antibíblica. Sería vergonzoso que permitiéramos que las malas experiencias o las desilusiones pasadas nos mantuvieran atados, empobrecidos y cegados a lo que Dios quiere hacer en nuestras vidas. Tenemos que encontrar una mejor manera.

EXISTE UN NIVEL MÁS ALTO Usted está a punto de descubrir lo que sucede cuando se atreve a creerle a Dios aun en cuanto a lo imposible, pedirle a Dios lo imposible… y después actuar con una fe audaz para su gloria. Está a punto de descubrir que la fe no es una droga para sedarlo de una vida que odia. Es una fuerza que lo transporta a otra esfera de la realidad.

Existe una mejor manera, un llamado más alto hacia la realización y la relevancia que Dios desea profundamente para su trabajo, su matrimonio, su paternidad, sus finanzas y su impacto en este mundo. Ese tipo de vida puede que esté bastante lejos de lo que hoy vive y respira. Y quizá necesite un poco de persuasión antes de creer que este tipo de vida es siquiera una opción para usted. Quizá le ayude si le presento a un hombre que experimentó de primera mano lo que sucede cuando se vive la vida con audacia, creyendo que Dios puede hacer lo imposible. De hecho, usted ya se parece a él más de lo que cree.

CAPÍTULO2

La oración que detiene el sol Le presento a Josué, uno de los grandes jugadores de franquicia del Antiguo Testamento. La mayoría de las personas con un poco de conocimiento de la Biblia, o con unos pocos días en la escuela bíblica de vacaciones, sabe que Josué luchó en la batalla de Jericó. Pero esta historia épica comenzó mucho antes que eso. Nacido en la esclavitud (suerte que había tenido todo judío de su generación), Josué creció experimentando de primera mano la liberación de Israel de la opresión egipcia. En el camino a la Tierra Prometida alcanzó una posición de liderazgo como el asistente de Moisés. Luego, en la propia frontera de la Tierra Prometida, ocurrió un desastre. Cuando el pueblo escuchó que los gigantes y las ciudades amuralladas se interponían entre ellos y la toma de posesión de su futuro, entraron en pánico. Todos querían regresar. Todos, excepto Josué y su amigo Caleb. Quizá usted conozca la historia. A diferencia de los otros espías, Josué y Caleb retornaron de explorar la Tierra Prometida con un mensaje de fe y no de miedo: La tierra que recorrimos y exploramos es increíblemente buena. Si el SEÑOR se agrada de nosotros, nos hará entrar en ella. ¡Nos va a dar una tierra donde abundan la leche y la miel! Así que no se rebelen contra el SEÑOR ni tengan miedo de la gente que habita en esa tierra. ¡Ya son pan comido! No tienen quién los proteja, porque el SEÑOR está de parte nuestra. Así que, ¡no les tengan miedo! (Números 14:7-9, NVI) Pero el miedo ganó ese día. El pueblo de Dios no entendía que si uno quiere experimentar las bendiciones de Dios, la fe audaz no es opcional. Incluso después de todos los milagros que habían presenciado en el desierto, todavía no habían captado que lo que

parecía imposible de alcanzar para ellos era exactamente lo que Dios quería alcanzar para ellos. Le siguieron cuarenta años desperdiciados. Lo siento por Josué. En mi opinión, cuarenta años soportando las consecuencias de las malas decisiones de otras personas sería suficiente para descarrilar la fe de cualquier persona. Sin embargo, Josué nunca se acobardó. Nunca se rindió. Nunca perdió de vista las promesas de Dios. Y cuando Moisés murió, Dios eligió a Josué para que fuera su sucesor. Eran unos zapatos muy grandes para calzar. La mayoría de los creyentes comunes habría retrocedido, pero Josué se impulsó. Lanzó una campaña activada por una fe audaz en la bondad y el poder de Dios. Y Josué cambió el mundo en su generación. Piense en esto: Antes de que Josué estuviera al mando, el pueblo de Dios era un pueblo migrante que vivía en la pobreza. Y de eso pasaron a ser colonizadores, y dueños de la «tierra buena en gran manera» que Dios les había prometido. En este punto, no me sorprendería que usted estuviera pensando: No entiendo cómo se relaciona con mi vida la campaña militar de un héroe de la Biblia. Mis batallas diarias más emocionantes consisten en atravesar el terrible tráfico errático de las siete y media de la mañana sin causar daño a nadie, en camino hacia un trabajo que daría cualquier cosa por renunciar, y hacer que mis hijos limpien sus cuartos por la noche sin derramar sangre. Lo entiendo. Pero quédese conmigo. La historia que Dios ha escrito para usted no es inferior a la de Josué u otra persona. Hay una tierra buena en gran manera que usted nació para ocupar. Y a medida que usted se coloque en esta historia, algo transformador comenzará a suceder dentro de usted.

LA AUDACIA DE PEDIR Si quiere mi opinión, mi hazaña favorita en la vida de Josué no recibe toda la atención que merece. Desde todos los ángulos, la historia, enclavada en Josué 10, exhibe el tipo de audacia que buscamos. Y todo depende de una oración absurda. De hecho, cuando la escucha por primera vez, podría pensar que es insultante o irreverente. Pero resulta ser que a nuestro Dios no le intimidan las

oraciones con pocas posibilidades de respuesta. Cuando comienza el capítulo, leemos que cinco ejércitos amorreos estaban planeando atacar. Habiendo decidido atacar primero, Josué guió a todo su ejército hacia los amorreos en una marcha que duró toda la noche. En cierto momento durante esa marcha, Dios le habló a Josué y le dijo: No tiembles ante ellos, pues yo te los entrego; ninguno de ellos podrá resistirte. (Versículo 8, NVI) Al amanecer, los israelitas lanzaron un ataque sorpresa, y desde el principio la batalla transcurrió bien. Cuando las filas enemigas se rompieron, y los amorreos comenzaron a huir por el valle, los hombres de Josué los persiguieron. Y Dios se involucró personalmente. «Mientras los amorreos huían de Israel», dice el relato, «el SEÑOR mandó del cielo una tremenda granizada» (versículo 11, NVI). Luego, a medida que el sol se ponía hacia el horizonte, Josué enfrentó una decisión. La victoria no estaba completa, y una vez que oscureciera, el resto de los amorreos se escabulliría. Pero Josué estaba determinado a continuar peleando. Quizá se dio cuenta que si no destruían al enemigo ahora, la conquista de Canaán por parte de Israel se detendría. Quizá sabía que cualquier cosa que fuera menos que la victoria total encubriría la presencia y la gloria de Dios. Además, recordaba la promesa de Dios en la noche: «Ninguno de ellos prevalecerá contra ti». La mayoría de nosotros (aun los muy buenos cristianos) habría dado por cumplido el día. He hecho todo lo que puedo hacer. He agotado todas las opciones. Le he dado todo lo que tengo. Pero Josué no era como la mayoría de las personas. Él se negó a terminar así. Esa no era la manera en la que tenía que concluir. Aquí fue donde su fe audaz comenzó. Josué aprovechó la situación, evocó todo su coraje disponible, y pronunció una de las oraciones más gloriosas y poco ortodoxas en toda la Biblia: Sol, detente en Gabaón; Y tú, luna, en el valle de Ajalón (versículo 12). Ahora, ¿puede ver por qué me encanta esta historia? Josué tuvo la

audacia de pedirle a Dios que detuviera el sol en el cielo. Para congelar el tiempo a favor de su pueblo. Sé que esta proposición parece imposible para nosotros. Y no tiene mucho sentido científicamente. Pero de acuerdo a la Escritura, Dios le dio a Josué exactamente lo que había pedido. En el momento preciso en que los amorreos estaban esperando que oscureciera, la oscuridad nunca llegó. En el momento preciso cuando pensaban que el telón bajaría y les libraría de un día infernal, Dios se declaró a favor de la repetición. El sol se detuvo en el cenit y no se movió de allí por casi un día entero. Nunca antes ni después ha habido un día como aquél […] ¡No cabe duda de que el SEÑOR estaba peleando por Israel! (Versículos 13-14, NVI) El escéptico dentro de mí tiene todo tipo de preguntas: ¿Dios realmente detuvo la Tierra en su eje? ¿Creó algún tipo de sol sustituto para extender la luz del día? En otras palabras, ¿Qué fue lo que realmente sucedió? No conozco las respuestas a esas preguntas. Hay otros libros escritos por personas mucho más inteligentes que se dirigen a las implicaciones prácticas de este evento. Pero mi fe es muy simple. Elijo creer que el mismo Dios que intervino para traer de regreso a la vida a su Hijo, intervino en este día en la historia para ayudar a su pueblo. Él eligió responder la oración audaz de Josué. Hizo lo que solo Él podía hacer. Y lo hizo de una manera en que su pueblo nunca se olvidaría, en una manera en la cual todavía nos maravillamos en estos días. Además, quizá en vez de intentar descifrar todas las respuestas técnicas, deberíamos estar haciéndonos una pregunta más relevante: ¿podría ser que Dios esperara que tuviéramos la misma fe audaz, el tipo de fe que se atreve a creer en Dios para lo imposible, como una manera normal de vida? Con todo mi ser, creo que sí lo espera. Creo que todavía desea hacer que el sol se detenga sobre la vida de todo creyente. Si tenemos la audacia de pedir.

EN MEDIO DEL MOVER DE DIOS

Intenté esto una vez. Se lo contaré si promete no reírse. Comencé este libro describiéndole cuán impresionante era liderar un servicio de alabanza con más de diez mil personas de asistencia. Pero créame, mi aventura como pastor ciertamente no comenzó de esa manera. Todo comenzó con una audaz ambición, dada por Dios y centrada en el evangelio. Mi esposa y yo nos mudamos a Charlotte con un niño de cuatro meses de edad, con fondos limitados, sin conexiones y poca experiencia. Por fe, siete familias más se mudaron con nosotros. Nos habíamos estado reuniendo con estas familias durante casi un año, estableciendo los cimientos de una iglesia sobre la cual había soñado desde mi primer año en la secundaria. Solo que no sabía dónde. Ni cuándo. Ni cómo. Solo por qué. Nos pusimos el objetivo de alcanzar mil personas en nuestro primer año de ministerio. Ya que la iglesia promedio en Estados Unidos tiene menos de ciento veinte personas, y la primera regla al ponerse un objetivo es que sea alcanzable, creo que nos estábamos pasando un poco de rosca. Pero queríamos ver a Dios alcanzar algo tan exponencialmente sorprendente que no dejaría dudas de quién merecía los créditos. De hecho, muchas veces durante aquellos meses en los que impartía la visión, le decía a nuestro pequeño grupo: «Quiero saber lo que significa vivir la vida y ministrar a la velocidad de Dios. Quiero ver a Dios hacer tanto, de modo tan rápido, que el mundo tenga que tomar nota». Así que, sin vergüenza, le pedimos a Dios que superara nuestros sueños más descabellados y que trajera un éxito sin precedentes en el Reino, en nuestro primer año de ministerio. Algunas personas se rieron. Supongo que a sus ojos era como si nosotros también estuviéramos gritando al sol, insistiendo que se detuviera. Su escepticismo era comprensible. Charlotte es una de las ciudades con más iglesias en Estados Unidos, más de ochocientas iglesias en el último censo. (Material extra: es el lugar donde nació Billy Graham). ¿Por qué necesitaría Charlotte otra iglesia? En realidad, algunos expertos en iglecrecimiento se refieren a Charlotte como un cementerio de plantación de iglesias. Algunos de esos expertos reforzaron el temor que sentí durante mis primeros meses. «Bienvenido al vecindario, chico», me decían. «Quizás debes alquilar una casa en vez de comprar una». Uno nos dijo que nueve de cada diez nuevas iglesias aquí fracasan antes de

cumplir los tres años. «De todos modos, buena suerte», dijo. «Si en algo puedo ayudar…». Pasé algunas noches largas alimentando mis lamentos. Más de una vez deseé poder volver todo atrás. Había convencido a siete familias a que vendieran sus casas, dejaran sus trabajos, y se mudaran a Charlotte. Sin salario. Sin beneficios. Solo con la ardiente convicción de que debe haber algo más en la vida que una jubilación decorosa, una casa más grande, ligas de fútbol, e ir a la iglesia como de costumbre. Yo realmente quería creer. Pero la verdad es que por momentos me cuestionaba. Si alguna vez se propuso alcanzar un sueño que era demasiado grande para usted, sé que se identificará. Quizá para usted era un negocio, la sanidad física, una reconciliación familiar, un conjunto de valores que quería dejarles a sus hijos teniendo todo en contra, o una relación que deseaba con desesperación. Cuando uno tiene un sueño, pero ninguna idea terrenal sobre cómo hacer que suceda, mantener su fe intacta es una tarea de tiempo completo. Pero he descubierto que estas crisis de fe no tienen que ser el fin de la misma. Pueden convertirse en el cimiento sobre el que se construya una fe más sólida. Seguro que Josué enfrentó la tentación de dejar de creer. Seguro que debe haber estado abrumado por la duda antes y después de su pedido audaz de que Dios reajustara el reloj solar. Pero solo podemos especular, porque la Biblia solo registra lo que a Dios le importaba: la fe de Josué y su oración… y lo que Dios hizo luego. Detuvo el sol. Logró lo imposible. ¿No quiere una parte de ese tipo de acción divina? ¿No le gustaría saber qué se siente ver a Dios alcanzando lo imposible directamente delante de sus ojos? Aunque no puedo comprender la magnitud de los desafíos de Josué y sus conquistas, me fascina su fe. A pesar de cómo le pueda sonar, yo quiero decirle desde un comienzo que tengo la intención de vivir de esta manera. Estoy determinado a tomar la tierra y ganar a lo grande para el Reino de Dios. No me arrepiento de esta misión de cambiar el mundo para la gloria de Jesús. Quiero ser un Josué en mi generación. La historia de nuestra iglesia todavía se está contando, por supuesto. Pero aquí está lo que puedo decirle ahora. Luego de cuatro años de ministerio, nuestra iglesia ha crecido a más de seis mil

participantes regulares. Desde el día de su apertura, más de cinco mil personas han profesado su fe en Cristo en público. Nunca olvidaré el momento en que bautizamos más de mil adultos en un período de dos semanas. ¿Y en el culto de Pascuas sobre el que le conté? Más de setecientas personas entregaron sus vidas a Cristo en un solo domingo. Y recién estamos comenzando. A veces, cuando consideramos la velocidad en que Dios ha multiplicado este ministerio, sentimos como si estuviéramos viviendo en un mundo de ensueño que va a la velocidad de la luz. Pero la historia es real, y nuestra ciudad se está moviendo. Sentimos los temblores a todo nuestro alrededor. Estamos viviendo en medio de un mover de Dios. Hemos visto adolescentes con tendencias suicidas madurando en las cosas de Dios, llevando a sus amigos a Cristo, y apareciéndose los domingo a las 5:00 a.m. para servir como voluntarios. Hemos visto parejas que vienen a la iglesia con la intención de darle a Dios el último intento antes de firmar sus papeles de divorcio. Pocos meses después, hemos visto sus matrimonios restaurados: familias sanadas, un crecimiento de su fe y una nueva vida que emerge. Hemos visto a Dios multiplicar fuentes financieras escasas como los peces y los panes, una y otra vez. Hemos visto personas que tenían terror de hablar de su fe incluso en sus oficinas, llevando a estos mismos compañeros de trabajo en un viaje misionero a un país que es hostil hacia el evangelio. Creo que podría decir que hemos visto al sol detenerse. Pero este libro no es sobre nosotros. Es sobre lo que Dios está dispuesto a hacer por y a través de usted. Creo que nuestra historia sugiere que existe una transformación según la medida de Dios que está disponible para todo seguidor de Cristo.

ACTIVEMOS LA FE AUDAZ Le estoy invitando a ser el protagonista de esta historia, en la parte central del guión. Lo que Dios ha hecho en nosotros es tan grande que no hay nadie a quien culpar sino a Él. Quiero que sea capaz de decir lo mismo sobre su vida. Quiero que se arriesgue a vivir otro tipo de fe. Quiero que viva en medio del mover de Dios.

No hay otra cosa que nuestro mundo necesite hoy con más desesperación, en individuos, familias, negocios, iglesias, y comunidades, que los actos sobrenaturales y salvíficos de Dios. Y está listo para actuar si somos lo suficientemente valientes para pedirle, no solo por un buen día o una mejor vida, sino por lo imposible. Y luego dar un paso hacia adelante para actuar con una fe audaz. Cada uno de nosotros es llamado a ser un Josué, cada uno en nuestra propia manera, en nuestra propia circunstancia, con nuestra propia personalidad dada por Dios. Como verá en las páginas siguientes, usted y yo somos llamados no solo a tener fe, sino que también a activar regularmente nuestra fe pidiéndole a Dios resultados gigantescos, dando pasos gigantescos. Si tenemos la audacia de pedir, Dios tiene el poder de actuar. Así es cómo Dios convierte sus asombrosas promesas en la realidad diaria de cada generación, la de Josué y la nuestra. Usted y yo quizá no podamos ver los mismos milagros que Josué vio, pero servimos al mismo Dios. Su naturaleza nunca cambia. El mismo poder que detuvo el sol y levantó a Cristo de la tumba, vive en cada creyente. Dios todavía demuestra su poder y suple su provisión en proporción directa a la fe de sus hijos. No me malinterprete. La fe audaz no implica que se lance al vacío desde una montaña esperando que Dios lo sostenga. No es pensar que puede poner a Dios en su bolsillo trasero de modo que pueda manipularlo para sus propios propósitos. Y (gracias a Dios) no consiste en ingresar a un programa talentoso para la elite espiritual. La fe audaz es para maestros de escuela. Madres amas de casa. Chicas de séptimo grado. (Y chicos de séptimo grado también. Quizá). Obreros de la construcción, banqueros, peluqueras, estudiantes universitarios. He visto que el sol se ha detenido para todos ellos, y compartiré muchas de sus historias con usted. Elegir experimentar la fe que hace que el sol se detenga nunca será la manera más fácil de vivir. De hecho, a menudo es francamente intimidante. Pero es la mejor manera de vivir. Y si usted va a ser parte de lo que Dios está haciendo en esta generación, es la única manera de vivir. Es tiempo de escribir su propia historia en la que el sol se detiene, de elevar sus propias oraciones para que el sol se detenga. Y de vivir con la fe audaz que espera que suceda lo imposible.

En la medida de mi capacidad, le mostraré precisamente cómo hacer eso. Juntos podemos ser parte de un gran mover de Dios en nuestra generación. Yo soy un Josué. Y soy igual que usted.

CAPÍTULO3

La visión de la Página 23 Tenía dieciséis años cuando entregué mi vida a Cristo. Antes de eso, yo era un niño metodista bastante simpático y que se portaba relativamente bien, criado por buenos padres en una pequeña y estupenda ciudad. Solía desear tener un testimonio más dramático. ¿Conocen ese tipo? «Antes de conocer a Cristo, era el más pecador de los pecadores. A los seis años de edad le daba crac (cocaína) a mi perro. A los nueve años comencé a experimentar con la heroína. Ya a los diecinueve había entrado y salido de tres cárceles de máxima seguridad. Años más tarde, mientras lideraba una convención internacional de brujería, finalmente conocí a Jesús…». Disculpe. Esa no es mi historia. Y quiero destacar que si bien algunas historias de conversión al cristianismo pueden ser más espectaculares que otras, no por eso son más significativas. Dios da a las personas las experiencias exactas que quiere que tengan para formar el destino específico que ha diseñado para ellos. De hecho, puedo mirar hacia atrás en mis primeros años y ver cómo Dios estaba formando una visión audaz en mi vida. Él ha estado haciendo lo mismo en su vida todo el tiempo. Claro, puede ser difícil conectar todos los puntos. Y algunas veces la mejor manera de discernir lo que Dios quiere hacer en su vida es enterarse del proceso de descubrimiento en la vida de alguien más. Entonces, permítame compartir un poco acerca de cómo Dios le dio a un niño de una pequeña ciudad como yo una visión grande. De alguna manera toda mi exposición al evangelio nunca dio en el clavo ni me transformó a profundidad hasta mi penúltimo año de la secundaria. Un amigo me invitó a un culto de avivamiento en una iglesia bautista local. La primera noche que fui, lo hallé terriblemente aburrido. Lo mejor de esa noche fue la comida gratuita

después de la reunión. Y no solo porque era gratis. En esa cena conocí a alguien que me parecía ser un cristiano de otra especie. Él tenía mi edad y su nombre era Joey. Me cayó bien al instante porque me pagó la comida… y porque parecía absolutamente sincero. Con el transcurso de varias conversaciones nocturnas, Jody me ayudó a abrazar la verdadera fe en Jesucristo. Y en una de las últimas noches del avivamiento, le entregué mi vida a Jesús al estilo antiguo. Levanté mi mano e hice la caminata hacia el frente de la Primera Iglesia Bautista. Recorrí todo el camino desde el balcón. Lo estaba haciendo oficial: «Elijo ser un seguidor radical de Jesucristo. Y no me avergüenzo de que se me identifique con Él». Veo a Jody como la hoz en mi proceso de salvación. Mi madre, mis maestros de escuela dominical y mi abuelo, y Dios sabe cuántas otras personas a lo largo de dieciséis años, plantaron semillas y regaron la tierra. Jody estaba allí para ayudar a recoger la cosecha. Y Dios fue quien dio el crecimiento. Mis pasiones fueron rencaminadas de una forma inmediata y sustancial. No tenía adicciones a las drogas de las cuales desprenderme, pero tenía muchas actitudes y hábitos para cambiar. Comencé a devorarme el Nuevo Testamento y a contarles de Jesús a mis amigos fumadores de marihuana, a menudo contra su voluntad. Los llevaba a Taco Bell bajo falsas pretensiones y luego iniciaba una presentación memorizada del evangelio de la carta a los Romanos. Incluso había aprendido una técnica que implicaba dibujar en una servilleta una cruz que unía el espacio entre el cielo y el infierno. La mayoría de los sujetos escuchaba con cortesía, pero con todo se emborrachaban en una fiesta con cervezas el próximo fin de semana. Unos pocos entregaban sus vidas a Cristo y se unían a mi cruzada. Yo me sentía en lo más alto con cada conversión, cayendo en una adicción por el evangelismo de la que nunca me he recuperado. Más tarde me daría cuenta que todo esto era solo el prólogo de la misión específica que Dios tenía para mi vida. Y no pasó mucho hasta que Dios comenzó a plantar en mi cerebro una visión a largo plazo sobre la manera en que quería usarme para impactar el mundo. Mi visión fue el catalizador de la fe audaz: un sueño o llamado personal, designado por Dios. Yo lo llamo la visión de la Página 23. Usted debe tener una si va a intentar lo imposible. Incluso, muchos cristianos son del todo inconscientes del concepto o están satisfechos por conformarse con mucho menos.

Estoy tan contento de que Dios me diera esa visión de la Página 23 en mis primeros años. Es el bien espiritual más valioso que he descubierto en mi vida.

LA FRASE QUE ARRUINÓ MI VIDA Pocos meses después de mi compromiso con Cristo, alguien me dio un libro llamado Fuego vivo, viento fresco de un pastor de Brooklyn llamado Jim Cymbala. Era el primer libro cristiano que leía con voluntad. Y me parecía al leerlo como el resumen de los milagros más grandes que Dios había realizado en la iglesia de Cymbala. Adicciones deshechas. Familias restauradas. Almas salvadas. Una ciudad iluminada. Yo estaba fascinado. Mientras estaba sentado a la mesa de la cocina de mis padres con el libro abierto y las manos húmedas de lavar los platos, me topé con una línea que definió el transcurso de mi vida. Estaba en la página 23: Desesperé al pensar que mi vida podría pasar velozmente sin ver a Dios mostrarse a sí mismo poderosamente en nuestro favor. Es difícil poner en palabras cuán fuerte se apoderó de mi imaginación esa frase. De algún modo, el Espíritu Santo tradujo esa línea en una impresión tangible en mi corazón adolescente, y allí lo supe: un día voy a iniciar una iglesia en una gran ciudad para alcanzar personas que están lejos de Dios. Esas palabras en el libro de Cymbala desencadenaron una reacción nuclear en mi alma de dieciséis años. En retrospectiva puedo identificarlo como una epifanía. Cuando cuento esto ahora, hago referencia al episodio como mi momento definitorio, mi llamado al ministerio. En ese momento, sin embargo, solo sentí un fuerte impulso y un entusiasmo ingenuo. No podía saber a qué me llevaría. Pero de hecho, todo cambiaría. Mire, hasta este punto yo había tenido una visión muy cómoda y bastante centrada en mí mismo acerca de cómo sería mi vida. Pero la visión de la página 23 arruinó esa visión. La semilla de la fe audaz en mi corazón había germinado. Así es como su visión de la Página 23 surgirá a la vida.

Comenzará con una semilla de inspiración que echa raíces en su imaginación. Con el tiempo, producirá una cosecha de obediencia para la gloria de Dios. Y todo el proceso tendrá lugar en lo profundo del suelo de su fe. No estoy diciendo que una visión siempre comienza con una oración de un libro cristiano. No estoy diciendo que siempre lo impacte a una edad determinada. Y por favor no se pierda esto: no estoy sugiriendo que Dios solo otorgue visiones que tengan que ver con comenzar una iglesia o hacer cosas que comúnmente asociamos con el ministerio. De hecho, en la mayoría de los casos no hay rayos ni conexiones con una profesión religiosa. Usualmente, una visión de la Página 23 comenzará cuando vea a Dios lanzándole pistas, no cuando lo vea disparando estrellas en dirección a usted. Y es probable que su visión fluirá de algo que ya esté haciendo: relaciones que ya haya establecido, prioridades por las que ya esté apasionado. El tipo de visión que le da el valor que necesita para pedirle a Dios lo imposible puede venir de muchas fuentes. Puede materializarse en un millón de maneras. Y madurará con el tiempo, no en un abrir y cerrar de ojos. Pero la conclusión es esta: Si le va a pedir a Dios que haga algo imposible en su vida, tiene que tener cierta claridad sobre lo que está pidiendo. Tiene que saber que no está girando en una fantasía o que se está yendo en un viaje delirante del ego. Ese no es el tipo de potencial ilimitado del que estamos hablando aquí. Muchos cristianos bien intencionados han destrozado sus vidas debido a que han ido tras una idea exagerada que con sinceridad creyeron que provenía de Dios. Y serían los primeros en decirle que tuviera cuidado en no confundir un delirio con una visión verdadera. Ambos pueden hacerlo ver cosas que nadie más ve. Si el sueño en su corazón no tiene raíces bíblicas, ni se enfoca en Jesús, ni es respaldado por la gente clave en su vida, ni tampoco está relacionado a sus pasiones, dones, y experiencias de vida, las probabilidades son que usted esté muy alejado del carril correcto. La mejor manera de evitar ser engañado por lo falso es asegurarse de estar muy familiarizado con lo que es real. Entonces, ¿cuál es su realidad? ¿Cuál es esa situación imposible que Dios quiere hacer posible en su vida? ¿Es una relación que Él quiere reparar? ¿Una debilidad que le quiere ayudar a superar? ¿Alguien que está lejos de

Dios y que necesita ser alcanzado a través de su ejemplo valiente? ¿Algo de su pasado que necesita ser cambiado por el potencial de su futuro? ¿Una necesidad en el mundo que solo usted está posicionado para resolver? No puedo decirle con precisión cómo se verá su visión de la Página 23. Aun si pudiera, no lo haría. Hacerlo sería robarle la oportunidad de conocer a Cristo con mayor profundidad. Descubrir la visión de Dios para su vida es una de las principales maneras en que Dios le enseña sobre su carácter. Aprovechar el gran propósito para su vida no consiste solo en captar lo que Dios quiere de usted y ponerse a trabajar. También se trata de llegar a conocer íntimamente quién es Jesús. Es explorar las profundidades de quién es usted en Él. Y de esa revelación, completará el propósito para el que Él lo puso en la Tierra. Alcanzar lo imposible consiste en ver lo invisible.

PERFILES DE LA PÁGINA 23 He aquí algunos ejemplos de la vida real de personas con visiones de la Página 23. Quizá uno de estos perfiles ayudará a que su imaginación se ensanche. Mi amigo Matthew tiene una visión de la Página 23. Él no es predicador. Es un hombre de negocios. Y Dios le ha dado un gran talento para las estrategias de inversión. Por eso ha decidido ganar y retornar de modo sistemático millones de dólares para el reino de Dios. Es en extremo generoso con su iglesia, y sustenta a varios misioneros en el mundo. Lleva su chequera dondequiera que va. Cuando ve una necesidad, ora por eso. Si siente la indicación de Dios, llena el cheque en el momento. Llora cada vez que habla de su fe audaz. Me cuenta cuánto se divierte viviendo con sus ojos abiertos a las oportunidades para hacer inversiones eternas cada día. Y me cuenta sobre cuánto más quiere dar. Su visión le da una razón para levantarse en la mañana, y lo mantiene andando cuando tiene que trabajar bien tarde por las noches. El entrenador Brown tiene una visión de la Página 23. Es el

director técnico del equipo de fútbol americano y el director atlético en la secundaria en la cual me gradué. Ahora, en mi ciudad natal, el fútbol americano no es una actividad extracurricular. Es más bien un sistema de creencia. Por lo cual sabrá que el entrenador Brown es una persona muy importante en Moncks Corner, Carolina del Sur. El entrenador Brown entregó su vida a Jesús alrededor del mismo tiempo en que yo lo hice. Solo que él no tenía dieciséis años. Tenía cincuenta. Había acumulado mucho orgullo en su vida durante medio siglo de vivir para sí mismo. Pero pronto todos pudieron percibir que su corazón era nuevo por completo. Sus deseos nacieron de nuevo. Y toda la ciudad vio su cambio respecto a su enfoque en la vida debido a su visión renovada. Al principio, quería marcar la diferencia para Dios con tanta desesperación que pensó que un cambio de carrera sería bueno. Pero luego se dio cuenta que ningún predicador en la ciudad podría tener un púlpito más destacado que el de un entrenador de fútbol. Estaba perfectamente posicionado para brillar para Cristo viviendo en integridad, invirtiendo en sus jugadores, y por supuesto ganando los partidos. He hablado con decenas de estudiantes que dicen que habrían abandonado la secundaria si no hubiera sido por el entrenador Brown. Ahora son cristianos comprometidos, y están becados en las principales universidades. El entrenador Brown ha dejado un legado de transformación detrás de él. Todos en Moncks Corner saben lo que él significa. Incluso si no están de acuerdo con sus creencias, lo respetan. Después de todo, no solo es un buen hombre, sino que también le dio a la ciudad el tercer título del campeonato del estado. Kelly tiene una visión de la Página 23. Ella es parte de un grupo de estudiantes de secundaria con los que me reúno con regularidad. Les enseño sobre la Biblia, respondo sus preguntas sobre seguir a Cristo, y los desafío a soñar a lo grande para la

gloria de Dios. Casi siempre comienzo la reunión invitando a algunos de ellos a contar lo que el Señor está haciendo en sus vidas. Un día en particular, Kelly apenas podía esperar a que le preguntara si quería compartir algo. Quería hacerme saber que había experimentado los comienzos de su propia visión de la Página 23. Le pregunté qué era. Dijo que al fin se dio cuenta que toda su vida había estado fascinada con hacer películas. Le pregunté si era buena en eso. Algunos de los chicos en el grupo dijeron que sí, que era muy buena. Le pregunté qué iba a hacer para seguir mejorando. Dijo que iba a ir a la escuela a estudiar filmación de películas. Pero no solo va a hacer una carrera con eso, también va a seguir su llamado. Quiere estar involucrada en películas que tengan un profundo impacto en la cultura. Le pregunté cómo va a cuantificar su impacto. Respondió, sin una pizca de arrogancia o pretensiones: «¿Quizá cuando gane un Premio de La Academia?». Nadie en esa habitación se río. Kelly no estaba bromeando. Su visión era muy seria. Quizá Kelly es ingenua. Pero quizá todos necesitamos ser más que un poco ingenuos si de veras queremos ser usados por Dios.

INGENUIDAD SANTIFICADA Después de la detonación inicial de mi visión de la Página 23, Dios siguió confirmando mi pasión de moverme a un área metropolitana importante para comenzar una iglesia. Pero aquí está la cosa: yo no sabía nada sobre las ciudades grandes. Mi ciudad natal tenía una población de seis mil personas, y algunos amigos consideraban un viaje al supermercado Wal-Mart como un evento para el cual debían vestirse bien. Menos sabía sobre comenzar una iglesia. Sí, me sentía demasiado joven como para tomar una tarea tan seria que requería mucha sabiduría. Pero de algún modo sentí que nada de esto

importaría. La ignorancia y la inexperiencia no contarían como excusas válidas. Cuando Dios habla, no tartamudea. Cuando te despierta para tu llamado, el botón de apagado de la alarma deja de funcionar. Era mi tiempo de estar ocupado para Dios. Pronto descubrí que cuando el alcance de la visión parece mucho más grande que la base de nuestro conocimiento o la amplitud de nuestra experiencia, estamos en buena compañía. Dios se apoderó de muchos de mis personajes favoritos de la Biblia cuando eran muy jóvenes también. Jeremías le explicó a Dios que era demasiado joven para hablar como un profeta. Dios le hizo una contraoferta y le dijo que lo hiciera de todos modos. Timoteo parece haber tenido dudas sobre su nivel de madurez. Pablo le dijo que dejara de poner excusas y comenzara liderando con el ejemplo. Esto puede sonar presuntuoso, pero pienso que sé por qué Dios me dio una visión valiente para mi vida a una edad tan temprana. Él tenía que alcanzarme antes de que fuera lo suficientemente viejo como para saber lo imposible que sería. Mire, la fe audaz comienza con la ingenuidad santificada. Hay un optimismo incuestionable que viene como un equipamiento estándar cuando uno es joven. Honestamente, creo que es un don de Dios. El tiempo puede hacer que usted deje de soñar. La rutina puede debilitar su propensión hacia la audacia. Pero créame: nunca es demasiado tarde para abrazar una visión audaz para su vida. Lea Josué 14, acerca de cómo el compañero de Josué, Caleb, todavía estaba expulsando gigantes y tomando montañas cuando tenía ochenta años. No piense por un momento que la visión audaz está reservada para la siguiente generación. Como descubrirá a través de este libro, la audacia no discrimina en base a edad, o descalifica por años perdidos. No importa cuán atrasado se sienta, o cuántas oportunidades haya desperdiciado, puede comenzar pidiéndole a Dios que haga lo imposible en su vida ahora. Cuando examine las vidas de las personas que son llamadas a hacer grandes cosas para Dios, a pesar de su edad, por lo general notará tres cosas: Le ofrecen a Dios una larga lista de excusas. Dios no parece sorprenderse. Dios no cambia de opinión.

Destaco esto porque en el momento en que comience a desarrollar su visión de la Página 23, su antigua manera de pensar intentará demolerla. Su mente estará inundada con todas las razones de por qué nunca funcionará. Recordará todas las veces que ha intentado hacer algo grande y falló miserablemente. Pero la visión audaz nunca se acobarda en la oscuridad. Cuanto más oscuro se ponga, es cuando más puede brillar nuestra fe. La fe audaz acepta como ciertas las palabras de Jesús. Somos la luz del mundo; no podemos escondernos… y no tenemos por qué escondernos (Mateo 5:14). Las legiones de ingenuos pueden cambiar la realidad con solo estar listos para responder a las visiones que Dios les da.

APROVECHEMOS LA VISIÓN Hay una oración que hago todos los días a favor de mis dos hijos. La mayoría de las noches me escabullo a su cuarto luego de que están dormidos, pongo mi mano derecha levemente sobre sus cabezas, y susurro: «Dios, cría a mis hijos para que sean los hombres de Dios más grandes de su generación». Por supuesto que escuchan mi oración cuando están despiertos. Pero son prescolares. No responden diciendo: «Recibo esta bendición profética de ti, papá, el patriarca de mi linaje, en el nombre del Cristo viviente». En otras palabras dudo mucho que lo entiendan. Pero un día lo entenderán. Solo estoy intentando llenar sus corazones con la materia prima que Dios pueda usar para construir una visión en mis hijos cuando sean más grandes. Quizá la frase que estoy orando arruinará sus vidas de la misma manera en que la frase de la página 23 del libro de Jim Cymbala arruinó mi vida. Quizá será la génesis de sus propias oraciones para que el sol se detenga. Ahora, si usted tiene hijos que tienen la misma edad que los míos y le gustaría hacer la misma oración por ellos, lo siento mucho. Tendrá que modificarla. Su hijo tendrá que conformarse con el título del segundo más grande Hombre de Dios. (Por supuesto, el de la Mujer de Dios más grande está disponible todavía). Estoy bromeando, por supuesto. Este no es un evento de medalla de oro. Pero hablo muy en serio en cuanto al sentimiento. La audacia juega para ganar. No quiero criar buenos chicos. Quiero

criar grandes hombres que harán grandes cosas para el gran Dios. Una vez escuché a un predicador decir en un sermón: «No estoy criando a mis hijos para que sobrevivan al mundo. Los estoy criando para que lo cambien». He adoptado ese mantra para mí mismo. Le animo para que piense de la misma manera. No le estoy diciendo nada de esto para que se impresione por lo buen padre que soy. En realidad, Lo que intento mostrar tiene muy poco que ver conmigo y mis hijos. Tiene que ver con usted y su visión. Si no ha hecho la conexión personal todavía, permítame dársela directamente: Captar. Si quiere ver a Dios hacer algo imposible en su vida, tiene que abrir su corazón y mente a la visión de Dios para su vida. Activar. La fe audaz comienza cuando usted opta por lanzarse con una fuerza que no es la suya. Buscar el propósito mayor de Dios para su vida le impulsará a hacer oraciones audaces para que el sol se detenga. Dar un paso. Y cuando actúe con audacia en base a las respuestas sobrenaturales de Dios, se encontrará a sí mismo en medio de un mover de Dios. Antes que Josué pudiera cambiar el mundo a través de la fe audaz, tuvo que captar la visión en un momento de Página 23 propio. Técnicamente, no estaba en la página 23. Estaba en Josué 1:2-5: Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel. Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie. Desde el desierto y el Líbano hasta el gran río Éufrates, toda la tierra de los heteos hasta el gran mar donde se pone el sol, será vuestro territorio. Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. No hay manera de que quede más claro. Primero, Dios le pidió a Josué que creyera que a través del poder de Dios sería capaz de hacer lo imposible, a medida que le mostraba la visión específica que quería que Josué cumpliera. Luego, instruyó a Josué a activar su fe dando pasos valientes y audaces basados en las promesas de Dios.

Y en una obediencia radical, Josué procedió y condujo a su nación en una de las proezas militares más espectaculares de la historia. En resumen, este es el progreso de la fe que detiene el sol: Captar la visión de Dios. Activar su fe. Dar un paso. ¿Cuán diferentes serían las cosas si comenzara viviendo de esta manera ahora? ¿No es una proposición fenomenal? Aquí está lo que es aún más sorprendente: este tipo de fe no solo le cambia a usted, sino que también permite que sea parte de cambiar el mundo. Imagine conmigo: ¿cuán radicalmente diferente sería la cultura de la juventud si dejáramos de criar a nuestros hijos para que sobrevivan en el mundo y comenzáramos a darles poder con una visión para cambiar el mundo? ¿Cuánto más estable y unificado se tornaría el paisaje económico y político de nuestro mundo si todos estuviéramos guiados por una visión, sin tener en cuenta nuestras edades y estaciones de la vida? ¿Cómo cambiaría su panorama general si se despertara cada mañana, no solo con una lista de cosas para hacer, sino con objetivos y actividades que fluyeron de una visión de la Página 23? Aprovechar la visión de Dios significa decidir que usted no pasará otro día sobreviviendo al entorno de su trabajo, la dinámica familiar, o las situaciones disfuncionales. Más bien, usted provocará un cambio sustancial para la gloria de Dios. Ese es el corazón de una visión de la Página 23. Ese es un propósito en el que puede construir su fe. Sin una visión de la Página 23, hubiera sido un salvaje como todo adolescente. Hubiera ido a mi viaje de fin de curso y me hubiera emborrachado, en lugar de liderar a mi grupo de jóvenes en un viaje misionero a uno de los condados más pobres de nuestro estado. Sin una visión de la Página 23, no habría guardado mi virginidad para mi esposa, mucho menos hubiera esperado a besarla por primera vez en nuestra boda. Sin una visión de la Página 23, no habría tenido el coraje de ignorar las opiniones de aquellos que insistían que no se podía lograr, cuando comencé a compartir en público lo que Dios me estaba llamando a hacer con mi vida. Sin una visión de la Página 23, no tendré lo que se necesita para mantener la pureza e integridad durante los siguientes cincuenta años como esposo, padre y pastor. Mi llamado es grande, los riesgos son elevados, y se necesita un carácter estelar. Mi visión define los

parámetros en los que vivo. Lo mismo es cierto en su caso. Sin una visión de la Página 23, se conformará con un modo de supervivencia. Se sentirá como un fracaso espiritual porque constantemente se comparará a sí mismo con otros en vez de mirar a Jesús. Intentará controlar sus pecados y comportarse como un buen cristianito en vez de tener grandes sueños, pararse en gran fe, y reflejar la grandeza de Dios. Nuestros comportamientos pecaminosos no serán refrenados por más reglas y regulaciones. Las reglas sin una revelación resultan en rebelión. La fe audaz demanda mucho más que dominio propio. Es el resultado indirecto de la esperanza futura. Tiene que tener una promesa de la Página 23 para evocar la suya propia. No, usted no es Josué. No tiene que aplicar para una pasantía con Moisés. Las inscripciones para ese programa están cerradas. Pero tiene un derecho personal por nacimiento de creer en una misión dada por Dios para su vida. Y si Dios puede infundir y completar el sueño que le dio a un chico de una ciudad pequeña como yo, de causar un gran impacto en una gran ciudad para el Reino, Él también puede poner en usted un espíritu de «Sol, detente». Considere esto su Página 23.

CAPÍTULO 4

El léxico de «Sol, detente» Antes de que avancemos más en esta experiencia, quiero aclarar algunas palabras y frases clave que ya hemos usado y que seguirán apareciendo a lo largo del libro. No es que cuestione su inteligencia, pero uso estos conceptos desde un ángulo particular, y quiero que tengamos la misma percepción de los mismos. De otra forma, puede que diga algo y usted escuche otra cosa. Estas son…

Oración «Sol, detente» Como ya debe haber descubierto, Sol, detente está basado en una oración en Josué 10 que afectó el tiempo y el espacio. Si escoge interpretar la Biblia literalmente en este punto (como yo lo hago), verá que Dios de veras alargó el día para revelar su gloria en respuesta a una oración específica que hizo Josué. Al aplicarse a usted, detener el sol es una metáfora de las cosas que parecen imposibles y que Dios quiere hacer en y a través de su vida. La oración «Sol, detente» aplica la fe audaz a una necesidad o meta claramente definida que requiere la participación sobrenatural de Dios. Aclaración importante: Una oración «Sol, detente» es apropiada para cualquier aspecto de su vida que esté alineada con la voluntad de Dios. En otras palabras, las oraciones que detienen el sol no sirven para propósitos egoístas, y tampoco son solo para lo espiritual. Estas son algunas de las cosas más comunes por las que he escuchado a personas orar para que el sol se detenga: relaciones rotas provisión financiera aspiraciones de carrera

transformación espiritual donde trabajan (en la comunidad, o en cualquier parte del mundo) curación física y emocional personas amadas que están lejos de Dios firmeza frente a la tentación alcanzar metas importantes de la vida encontrar y aferrarse a un propósito ímpetu y recursos ministeriales

Visión de la Página 23 Antes de que pueda hacer una oración que detenga el sol, pidiéndole a Dios que haga lo imposible, debe poner la mira específicamente en el imposible que Dios quiere que le confíe en su vida. Eso puede suceder solo cuando usted ve y capta la visión de Dios para su vida. Cuando uso la palabra visión, quiero decir «un claro sentido de propósito respecto a lo que Dios quiere hacer a través de su vida». Algunos se refieren a esto como un llamado o una misión. Como ya vimos en el capítulo 3, yo lo llamo visión de la Página 23. Sea como sea que usted lo llame, tiene que tenerla. Creer que Dios puede hacer lo imposible comienza por ver lo invisible, por entender quién es Dios y lo que Él quiere lograr por medio de usted. Las oraciones «Sol, detente» a menudo serán temporales y específicas por naturaleza. Pero siempre fluirán de la visión global de Dios para su vida. Aclaración importante: Este mensaje no es solo para líderes. Es para todos. Así que no vamos a limitarnos al tipo de aplicaciones que se suelen relacionar con la visión; por ejemplo, dirigir una organización o desarrollar estrategias a largo plazo. Simplemente estoy tratando de ayudarle a ubicar el pulso de la voluntad de Dios para su vida para que pueda comenzar a creer en Él de maneras extraordinarias. Lo opuesto a la visión de la Página 23: el modo de sobrevivir.

Imposible En este libro estamos aprendiendo a creer que Dios puede hacer lo

imposible. Por tanto, ¿qué calificaría como imposible? Cualquier cosa que a usted le resulte imposible. Si hay una relación en su vida que parece dañada y sin esperanzas de reparo, eso califica como una imposibilidad personal. Si hay una meta que usted cree que Dios lo está guiando a establecer, y usted sabe que jamás la alcanzaría separado de Él, es del todo apropiado referirse a ello como una imposibilidad. Aunque alguien más tenga la capacidad de alcanzarlo con facilidad, para usted es imposible. Y Dios se relaciona con cada uno de nosotros de manera única. O digamos que hay una tentación que de la que no parece poder liberarse. Toda su vida se ha sentido incapaz de superarla. Con el tiempo, ha comenzado a sentir que alcanzar la victoria en esta área de su vida es imposible. No está dando a entender que no puede hacerse o que nunca nadie lo ha logrado antes. Sino que depende por completo de la fortaleza de Dios para obtener la libertad que necesita. Eso es algo bueno. Aclaración importante: En el sentido más estricto del término, las imposibilidades en realidad no existen, porque no hay nada en lo absoluto que nuestro Dios no pueda hacer (Mateo 19:26; Lucas 1:37). Pero cada uno de nosotros tiene sueños y posibilidades que yacen más allá de nuestro razonamiento y habilidades humanas. Una fe audaz, activada por tu oración «Sol, detente», es el canal que Dios usa para anular sus imposibilidades con su poder. «Al que cree todo le es posible» (Marcos 9:23). Lo opuesto a lo imposible: lo común y corriente.

Audacia Sé que un término como audacia puede sonarle a jerga vacía. Y algunos hasta pueden malinterpretar audacia como un sinónimo de engreimiento o arrogancia. Que infortunio. No vamos a abandonar la terminología. En lugar de eso, vamos a redimirla. Créeme: el tipo de audacia al que me refiero es del bueno, y usted la querrá en abundancia. La audacia bíblica es un modo de pensar que se acerca a Dios con confianza y cree que Él puede hacer lo imposible. Tiene sus raíces en el evangelio y recibe su poder del Espíritu Santo. Las Escrituras

están saturadas con ejemplos y enseñanzas sobre la audacia, lo que indica que nos será imposible abarcarlos todos. Pero obtendrá la esencia. Aclaración importante: La audacia no es una actividad. La audacia es un acercamiento. No se califica por lo que hace. Todo se trata de cómo hace lo que hace. Así que no tiene que ser un misionero tercermundista para ser audaz. La audacia es absolutamente alcanzable para usted, ya sea ama de casa y madre o ingeniero eléctrico… si se atreve a relacionarse con Dios a otro nivel. Lo opuesto a la audacia: la complacencia.

Fe audaz Puesto que este es un libro acerca de creer que Dios puede hacer lo imposible, el núcleo de nuestro mensaje es la fe. No puede agradar a Dios sin ella (Hebreos 11:6). No puede ser salvo apartado de ella (Efesios 2:8). Pero demasiados cristianos tienen una visión distorsionada de la misma. Desafortunadamente, las interpretaciones erróneas de versículos aislados han resultado en fundamentos de fe inestables para muchos cristianos. Para ser sincero, es difícil saber por dónde comenzar a derribar los mitos. Escuche, existen volúmenes enteros de teología escritos por eruditos brillantes que intentaron definir cada matiz de la fe. Este no es uno de esos. Para los propósitos de este libro, cuando hablo sobre la fe, estoy refiriéndome sobre todo a cierto tipo de fe. Yo la llamo fe audaz. Describe una actitud y un conjunto de acciones que están bien arraigadas en, y hasta exigidas por, su convicción de que todas las cosas son posibles con Dios. La fe audaz no es una novedosa variedad extrabíblica de la fe. Es regresar al corazón del cristianismo: confiar en Jesús por completo en cada área de su vida y disponerse a dedicar su vida del todo a revelar su gloria en este mundo. Aclaración importante: Somos salvos por gracia por medio de la fe en Cristo, y punto. No vea el desafío a actuar con fe audaz como algo que añadimos a esta fe salvadora. Es un llamado a ir más profundo dentro de esa misma fe, hasta que llegue a ser más y más

efectiva en su vida diaria. Lo opuesto a la fe audaz: la incredulidad pasiva.

Un mover de Dios / Lo milagroso Siempre titubeo al lanzar frases como mover de Dios o palabras como milagro. Pareciera que se desvalora el significado de la palabra milagroso cuando se usa para describir todo desde la apertura del Mar Rojo hasta la venta de una casa por el precio estipulado. Así que seamos claros: según la Biblia, Dios ha hecho milagros a lo largo de la historia que han desafiado las leyes naturales; la resurrección de los muertos y la detención del sol, para nombrar un par. Yo creo que Dios sigue siendo capaz de hacer este tipo de cosas hoy, y los testimonios de creyentes de todo el mundo sustentan mi afirmación. Pero en este libro estamos ensanchando nuestra visión de la intervención milagrosa de Dios incluyendo las cuestiones de nuestro diario vivir. Cuando me refiero a un milagro o un mover de Dios (a veces intercambio los términos), no necesariamente estoy hablando de un fenómeno sobrenatural desde una perspectiva científica. Me estoy enfocando más en la forma en que el poder de Dios infunde en la vida de creyentes normales para producir resultados que glorifican a Jesús. A veces estos milagros son tangibles y extraordinarios. Otras veces, no son notorios sino sutiles. De cualquier manera, cada vez que nuestro Padre celestial se interpone en nuestras vidas terrenales y responde nuestras oraciones por los medios que haya escogido, es un suceso milagroso. Y creo que Él desea hacer esto en nuestras vidas de una forma más grande, aquí y ahora, de lo que la mayoría de nosotros jamás ha imaginado. Ahora quisiera poner juntos todos estos términos clave para mostrarle, en una declaración, lo que puede esperar de este libro: Su oración «Sol, detente», basada en su visión de la Página 23, activada por una fe audaz,

marcará su vida con lo milagroso, le dará poder para alcanzar lo imposible, y le ubicará en medio de un mover de Dios. Creo que lo ha entendido. Sigamos adelante…

CAPÍTULO 5

Encienda lo común y corriente Puedo sentir sus objeciones: La fe audaz viene por naturaleza cuando se es pastor de una iglesia grande. No todos nosotros tenemos esa ventaja, Furtick. Es más difícil creer que el sol pudiera detenerse cuando uno tiene cuarenta y tres años y trabaja en el departamento de contaduría. ¿Dónde está la oportunidad para la audacia en eso? Cuando escuchamos sobre las grandes cosas que Dios está haciendo a través de otros, puede hacer que nuestros propios logros y tareas parezcan pequeños. Eso lo sé demasiado bien. Cuando comenzamos la iglesia Elevation yo asistía a conferencias para líderes como parte de mi búsqueda de afirmación y validación. Pero al escuchar a un superpastor después de otro a menudo me dejaba desanimado y cargado de inseguridades. Parecía como si tuvieran más personas en su equipo de conserjes que lo que yo tenía en toda mi iglesia. Es obvio que Dios hace cosas especiales de una manera especial a través de personas especiales. Pero ¿dónde nos deja eso al resto de nosotros? Ahora mismo, tal vez estará pensando que nunca le sucede algo destacable, mucho menos sobrenatural. Parecería que sus oraciones rara vez y al azar son contestadas. Y ningún ítem de la agenda de su vida parece ser lo suficientemente grande como para garantizar la completa atención de Dios. La audacia parece estar reservada para otros: los cristianos especiales. Comparar sus logros con los de los mejores y más inteligentes puede hacerle sentir como un completo fracaso. Quizá su vecino extraordinario está estresado porque su último ascenso lo colocó en una situación en la que debe pagar más impuestos. Mientras que usted, el común, va directo a una úlcera debido a que se excedió en su tercera tarjeta de crédito.

Las madres extraordinarias en la liga de fútbol no pueden decidir cuál sería el colegio de elite adecuado para su hijo en el tercer grado. Mientras que usted, el común, apenas puede mantener a su hijo jugando al fútbol, mucho menos rescatarlo del peligro de, ¡zas!, la escuela pública. Alguien extraordinario que usted conoce, con un patrimonio mucho más bajo que el suyo, tiene un sentido de propósito mucho más alto que cualquiera que usted haya experimentado. Mientras que usted, el común, se siente vacío, sus ganancias y logros no ayudan, y tampoco está más joven. Siente como si el tiempo se estuviera acabando. El sufrimiento del común es tan normal que muchos cristianos comienzan a tomar sedantes para adormecer el dolor en vez de buscar el tratamiento para curar esa condición. Pero aquí está lo que sé: Dios es capaz de despertar nuestro espíritu, derramar su presencia, y revelar su gloria en nuestra familia, negocio o comunidad. Y en este capítulo quiero mostrarle que la extraordinaria presencia y propósito de Dios arderá con intensidad en la vida de cualquiera que desee que lo encienda.

ENCUENTROS POCO PROBABLES EN EL MONTE Cuando despoja los milagros bíblicos de sus espectaculares efectos especiales, emerge una trama común: los moveres extraordinarios de Dios comienzan con los actos comunes de obediencia. Ese hecho singular le da un lugar para comenzar. No importa quién es usted, o qué hace para ganarse la vida. Si Dios mora en usted, ya tiene el potencial para la fe audaz. Estoy muy seguro que Josué comprendió esto desde los primeros días de su trabajo en conjunto con Moisés. Su mentor estaba en el centro de algunas de las hazañas más extraordinarias jamás registradas en la Biblia. Aún así, todo comenzó con un día común de trabajo. El primer encuentro de Moisés con Dios se registra en Éxodo 3. La manera en que transcurre su encuentro debería ser alentadora en extremo para cualquiera que alguna vez se haya sentido atrapado haciendo tareas comunes en un lugar lejano. El escenario es al otro lado del desierto.

Moisés está cuidando ovejas. Las ovejas le pertenecen al suegro de Moisés. Una zarza se prende fuego. Moisés va hasta ella para mirar… (Alerta de sarcasmo). Este guión está destinado a comenzar con una guerra de ofertas en todo Hollywood. ¿Qué audiencia no estaría fascinada por una escena como esta? Y en cuanto a Moisés, ¿quién no aceptaría un rol protagónico de esta magnitud? En realidad, cuando quita las capas, el ilustre encuentro de la zarza ardiente que parecía tan cautivante en la escuela dominical es de veras bastante… común. Moisés está realizando un trabajo de baja categoría. Trabajando para su suegro. ¿Podría haber algo más mundano que esto? Casi todos los encuentros con Dios comienzan de esa manera. Puede que usted viva con la ilusión de que cuando Dios comience grandes cosas en su vida, lo anunciará con una gran explosión. Tal vez. Lo más probable es que no. Así que deje de esperar esa gran explosión. Ponga atención a las pistas sutiles y a la pequeña y suave voz. Dios vive en ese lugar también. Aun en el día en que el sol se detuvo, un evento común allanó el camino para una victoria extraordinaria. Después de todo, el sol brilla todo el tiempo. Eso es común. Pero solo Dios puede hacerlo brillar durante un día adicional entero. Eso es extraordinario. Lo que nosotros denominamos milagro es en realidad solo la correcta combinación de nuestros ingredientes comunes y la experiencia extraordinaria de Dios. Y cuando lo sobrenatural de Dios entra en colisión con lo natural nuestro, saldrán chispas. Dios quizá le permita recibir una noticia negativa del médico. Común. Pero usted confía en Él de una manera que hace que todos sus amigos cercanos vean a Cristo claramente a través de su respuesta. Extraordinario. Dios tal vez lo llame a servir como pastor de jóvenes sin ganar mucho reconocimiento, con un grupo de quince chicos, liderando reuniones en un sótano mohoso, con un Atari como entretenimiento. Común. Pero Él también puede estar proveyéndole la oportunidad de invertir su vida en alguno de esos adolescentes que continuarán predicando el evangelio en miles de lugares a los que usted nunca irá. Extraordinario. Dios a lo mejor lo guía a que se quede en su casa con sus

hijos más jóvenes, perdiendo un segundo ingreso. Común. Pero junto con los pañales, los platos, y las siestas, recibe el regalo del tiempo… para la disciplina, inculcarles valores, y hablar palabras de vida a sus hijos. Ellos podrían crecer y ser los Josué de su generación. Extraordinario. Dios quizá le puso en una línea de trabajo que no parece tener valor eterno y provee muy poco en cuanto a realización personal. Común. Pero Él sabe que usted es el único testimonio cristiano que muchos de sus compañeros de trabajo y clientes podrán conocer. Ellos observarán cómo luce Dios a medida que usted trabaje con excelencia e integridad todos los días. Extraordinario. Mire alrededor de su desierto hoy. Puede ser su oficina, su hogar, su iglesia, su vecindario, su salón de clase. Si Dios le está llamando para que se distinga en gran medida, pudiera comenzar de una manera pequeña: una zarza ardiente que solo usted notará. ¿Se quitaría sus zapatos, se acercaría, y recibiría su tarea? ¿Le daría permiso al Señor para que queme lo común y corriente en usted? Si lo hace, prometo que no pasará mucho tiempo para que su fe comience a llevarle a un nivel más alto del que alguna vez pensó que podía ir.

GEORGE EL COMÚN Es cierto que George nunca pensó que terminaría liderando un equipo de voluntarios hacia Haití, apenas unas semanas después que el terremoto de enero de 2010 aplastara la capital. George no es misionero. Es asistente de un médico ortopédico que quiere que su vida cuente para Cristo. Pero decidió unos años atrás dejar de esperar que Dios le asignara un llamado espectacular para que hiciera algo grande. En cambio, tomó la decisión de poner sus habilidades para la obra de Jesús en cualquier momento. Específicamente, ora para que Dios lo use en la vida de todos los que conozca. Y cuando Dios abre una puerta, George pasa a través de ella. De hecho, una estrategia muy simple. Pero los resultados son sobrenaturales George es uno de esos creyentes raros que van al trabajo en busca de zarzas ardientes todos los días. No firma cada yeso con un

versículo bíblico y el pez cristiano. No habla del evangelio mientras debe estar recolocando un hombro. Solo sigue la rutina con una actitud que invita a Dios a que lo codee en cualquier momento y cualquier lugar. Cuando George ve a un paciente, se puede ver que está haciendo más que tachar un nombre en una lista. Es que hay algo diferente en George. Pregúntele a cualquiera que lo conozca. En realidad, no tiene que preguntarle a nadie más. Yo puedo hacerle un relato de primera mano. No sé muy bien qué pensar de esto, pero mi hijo de tres años, Graham, se ha abierto la cabeza dos veces en el último año. Exactamente en el mismo punto en su frente. Una vez se cayó en la bañera. La vez siguiente se golpeó con la mesa del café. Ambas veces su hermano mayor juró que fue un accidente y parecía sentirse muy mal por haberlo empujado. Es espantoso ver la cara de un hijo cubierta con sangre. Y a eso casi siempre le sigue la diversión de pasar el rato en la sala de emergencia esperando los puntos. Pero cuando usted es el pastor de George, George no permite que espere durante horas con su hijo en la sala de emergencia. Insiste en que lo vea en seguida. Le encuentra en el estacionamiento (en la noche del Super Bowl… mal momento, chicos), le da un abrazo, y le dice a su hijo que lo va a cuidar. Incluso la segunda vez, cuando su hijo tiene dudas ya que recuerda que este el mismo hombre que hace poco había venido a él con objetos punzantes, George tiene una manera de hacer que él, y todos los demás, se tranquilicen. De hecho, en un lapso de treinta minutos, Graham pasó de describir a George como «el hombre que me va a lastimar» a darle un abrazo a George y decirle: «Te quiero, Dr. George». Como le estoy contando, hay algo especial en George. No es su coeficiente intelectual lo que lo diferencia, aunque es un muchacho inteligente. No tiene una personalidad fuerte. Nunca podría pronunciar un discurso en un salón repleto de personas. Lo he escuchado cantar, y seguro que no lo voy a invitar a que cante como solista en ningún momento. (Perdón, George). Pero George está disponible por completo para Jesús. Y a medida que se ha aumentado su disponibilidad espiritual a través de la obediencia incondicional, más del poder de Dios se ha tornado disponible para él. Así fue como hace poco encontró el coraje para reunir un equipo de otros veinte profesionales médicos para que llevaran cuarenta y

tres bolsas de lona del ejército con suministros médicos hacia Haití. La Cruz Roja no llamó a George a pedirle sus servicios. La iglesia no organizó un viaje misionero oficial. Ningún filántropo rico se ofreció a pagarle el viaje a George y financiar el viaje para todos los voluntarios. Como millones de otras personas, George solo miró los noticieros. Pero al contrario de la mayoría de las personas, él hizo más que mirar. Procesó lo que estaba sucediendo en términos humanos, le preguntó a Dios qué debería hacer, y luego dio un paso de obediencia. Y luego otro paso. Y otro. Hasta que se encontró sirviendo en algunas de las circunstancias más desoladoras de la historia reciente, contemplando algunos de los resultados más milagrosos que un cristiano podría anhelar atestiguar. Debería escuchar cómo se acelera George cuando cuenta las historias. Son historias extraordinarias. Como la de cómo dejaron Santo Domingo en un bus que llevaba un remolque con casi mil kilos de suministros médicos. Seis horas más tarde, hicieron su primera parada y vieron que el remolque no estaba. Se había desenganchado del bus. No tenían idea dónde. Oraron para que el remolque no se hubiera dañado y para que nadie tocara los suministros. Luego de que dieron vuelta y manejaron de regreso al lugar de dónde venían, encontraron el remolque, en posición vertical en un control militar sin tocar, con varios soldados dominicanos armados que lo estaban cuidando. O la historia extraordinaria del niño de tres años llamado Bernard que nunca había hablado palabra alguna a alguien. En el último día del viaje, George y su equipo fueron llamados para ayudar a Bernard, quien estaba sentado en un banco de madera fuera de la clínica. Comenzaron la cirugía para liberar la lengua del niño. En un punto, cuando Bernard se inquietó, uno de los médicos le comenzó a cantar «Cristo me ama» al oído. Pronto todos los miembros del equipo y cincuenta o más huérfanos que miraban la cirugía se juntaron. Un especialista llamado Bobby terminó el procedimiento mientras las lágrimas corrían por su rostro. Bernard provocó la risa de todos cuando sacó la lengua. George me dice: «Nuestra oración “Sol, detente” es que Bernard llegue a ser pastor un día y que predique el evangelio en Haití». El George ordinario llevará los recuerdos extraordinarios de aquellos momentos milagrosos para el resto de su vida. Y no creo que él sea la excepción. Este es el tipo de bendición que Dios anhela

esparcir sobre todos nosotros si tomamos en serio eso de usar todo lo que tenemos para su gloria.

CONECTOR A LA CORRIENTE Hay ciertas frases que me gustaría que se prohibieran por siempre en nuestro vocabulario cristiano. La que me sobresalta más es ministerio a tiempo completo. Sé lo que quiere decir, pero estoy vehementemente en desacuerdo con sus implicaciones. Decir que alguien es llamado al ministerio a tiempo completo sugiere que otros pueden hacer ministerio a medio tiempo. Pero Jesús no murió en una cruz a medio tiempo. Él no nos ama con un amor a medio tiempo. No cubrió nuestros pecados con un perdón a medio tiempo. No existe algo como un cristiano a medio tiempo, y tampoco algo como un ministerio a medio tiempo. El día en que le entregó su vida a Cristo, usted firmó un acuerdo de empleado del ministerio a tiempo completo. Un muy pequeño porcentaje de cristianos obtiene su sustento de una institución religiosa, por lo cual es muy probable que trabaje en la industria educacional, legal, médica, financiera, o en alguna otra. Pero sin importar quién paga su salario, usted es un empleado a tiempo completo del Reino de Dios. Y donde sea que trabaje, ese es su ministerio. En lo que sea que usted sea bueno, ese es su llamado. Los componentes de su tarea son las fuentes de su importancia. Y hay zarzas ardientes alrededor de usted. Cada transacción en sus negocios es una oportunidad para que Cristo brille a través de usted. Cada momento de enseñanza con sus niños tiene el potencial de ser un punto brillante en sus vidas. Todo lugar donde pone sus pies es una potencial tierra santa. Y este concepto es la clave para la efectividad en la iglesia local. En Elevation he dicho que el día en que me convertí en su pastor, dejé el «ministerio». Estoy bastante seguro que Rick Warren lo dijo antes que yo, y estoy del todo seguro que el apóstol Pablo lo dijo antes que él. Efesios 4:11-12 explica que la única tarea que tienen los pastores y maestros es preparar al pueblo de Dios para su propio ministerio. Así que si las personas no tienen un ministerio, yo no tengo trabajo. Las personas en mi iglesia no son meros espectadores. No llenan los asientos para observar mi capacidad de meter «goles» exegéticos. Me rehúso a limitar nuestro impacto convirtiéndome en

hombre orquesta. Y es que cuando el predicador es el centro de todo, les roba a otros la oportunidad de expresar sus dones y entregar su servicio como un acto de alabanza. Quiero que las personas en nuestra iglesia se vean a sí mismas como misioneros en el mercado. Son la imagen de Dios en sus esferas de influencia. Y en lo referente al ministerio en la iglesia local, creo que todo miembro es un eslabón en la cadena del proceso de cambio de vida. De hecho, son mucho más que eso. Les digo a todos los voluntarios en la iglesia Elevation que son conectores a la corriente del poder de Cristo: la gracia de Cristo fluye a través de ellos hacia las vidas de aquellos a los que sirven. Así que tenemos dos mil voluntarios para hacer funcionar la iglesia Elevation semana tras semana. Hay lugar para que todos se involucren y sirvan. Nuestra declaración de propósito es: Para que las personas alejadas de Dios sean llenas con la vida en Cristo. Y nuestros voluntarios lo entienden. Comprenden que son una parte vital para cambiar vidas. Al menos la mayoría de ellos lo entiende. Un día escuché a una voluntaria saludar a un visitante en nuestras oficinas. La voluntaria parecía llena de vida y muy capaz: —¡Hola! ¡Bienvenido a Elevation! ¿Cómo podemos ayudarle? Escuchando desde la esquina, reflexioné: Qué señorita tan astuta. Qué bien. Pero lo que dijo después me hizo dudar. —¿Trabaja aquí? —preguntó el visitante. Mi querida, dulce y equivocada voluntaria respondió: —No, solo soy una voluntaria. ¿Solo una voluntaria? ¿Solo una voluntaria? Yo quería gritar. ¡No es solo una voluntaria! Nunca lo ha sido, y nunca será solo una voluntaria. Usted es un conector a la corriente del poder de Cristo. Bueno, quizá esté exagerando con mi comentario. Técnicamente, ella estaba intentando decir que no se le paga un sueldo. Pero de cualquier manera la iglesia necesita meter en una tumba esa mentalidad de que «Soy solo un voluntario». Permítame explicar por qué. Todas las semanas miles de personas aparecen en Elevation. Cientos de ellos nos visitan por primera vez. Y muchos entregan sus vidas a Cristo. Esto sucede después que cantamos canciones y yo predico un mensaje. Entonces es razonable que la música y el

sermón los lleve a su experiencia de salvación, ¿correcto? No es tan simple. A la larga, Jesús salva a las personas a través del Espíritu Santo. Pero lo hace a través de medios mucho más amplios que solo con lo que sucede en la plataforma. Está la persona que salió de su zona de comodidad para invitar a alguien a que venga a la iglesia con ella. Están los guardacoches en el estacionamiento con chalecos de color naranja, señalando con sus bastones y sonriendo, para ayudar al visitante a que encuentre su punto de estacionamiento, haciéndolo sentir a gusto. En los caminos de ingreso y las puertas de entrada hay un ejército extraordinariamente feliz de recibimiento, todos expresando el mismo sentimiento: Esta iglesia es el lugar donde debo estar… La anticipación del visitante comienza a elevarse, ya sea que lo admita o no. Se da cuenta que, Estas personas parecen estar felices de estar aquí. Parecen estar felices de que yo esté aquí. Quizá hay algo en esta cosa de Jesús después de todo. Están los ujieres, los escoltas, los ministros de jóvenes… No puedo recordar todos los roles, y soy el pastor. Pero no importa cuál sea la descripción específica del trabajo, cada persona que he descrito es un conector a la corriente del poder de Cristo. Antes de tocarse la primer nota para quien nos visita por primera vez (llamémosle Will), los voluntarios de producción han estado despiertos durante horas, transformando el auditorio alquilado del colegio donde nos reunimos, en una habitación para la presencia de Dios. El chico que trajo el tráiler a las cuatro y medio de la mañana y la chica que preparó las cámaras son conectores a la corriente del poder de Cristo. En el momento en que abro mi boca para comenzar con el sermón, Cristo ya ha sido predicado. Cuando Will levanta su mano para recibir a Cristo luego de asistir durante tres meses, tal vez diga que las canciones y los sermones cambiaron su vida. Pero el verdadero milagro sucedió fuera del culto, con cientos de personas comunes haciendo cosas ordinarias con una pasión extraordinaria para la gloria de Dios. Ningún acto de servicio es insignificante cuando se hace para el propósito más significativo del universo: proclamar el evangelio de Jesucristo. Cuando usted se ve a sí mismo como un conector a la corriente del poder de Cristo, todo lo que haga tendrá significado.

Lo común y la audacia no pueden coexistir. Son diametralmente opuestas y mutuamente excluyentes. Usted no es solo un cristiano normal que es solo un voluntario. No es solo un miembro de la iglesia ni solo un empleado. Donde sea que esté, lo que sea que esté haciendo, usted es un conector a la corriente del poder de Cristo. Es un siervo del Dios Altísimo.

LA AFINIDAD DE JESÚS POR LO COMÚN Y CORRIENTE Entonces, ¿por qué es que tantos creyentes descuidan su potencial para ver a Dios hacer lo imposible en sus vidas? Creo que muchos cristianos sienten que deberían dejar las grandes tareas para los profesionales religiosos y los pastores célebres. Sienten como si estuvieran haciendo su parte si tan solo viven vidas decentes. Evitan los problemas. Pagan los impuestos. Tienen hijos. Se ganan el sueldo. Compran un bote. Llegan a la edad de cincuenta y nueve y medio. Cobran la jubilación. Mueren. Es una existencia inaceptable para los hijos e hijas redimidos del Rey. Usted debe ser mejor que eso. Con la ayuda de Dios, será mejor que eso. Puede estar pensando que usted no tiene nada de impresionante ni está calificado. Eso es bueno. Dios hace las hazañas más impresionantes a través de las personas menos impresionantes. A Dios le gusta empapar la madera antes de prenderle fuego. De ese modo, todos sabrán quién la hizo arder (1 Reyes 18:33-38). Cuando comenzó el ministerio de Jesús, buscó personas comunes con habilidades comunes. ¿No hubiera sido una escuela rabínica una fuente más adecuada para elegir discípulos que un negocio de pesca familiar? No había escasez de talentos en los seminarios de los días de Jesús, pero Él pasó por alto a los maestros en divinidades y eligió a un cobrador de impuestos llamado Mateo. Y la afinidad de Jesús por lo común no se detuvo con su proceso de selección. Durante el curso de su ministerio de tres años en la Tierra, la mayoría de los milagros registrados sucedió en el mercado o al costado del camino, no en la sinagoga. Póngase eso en su pipa teológica y dele una probada. Su tarea que detiene el sol quizá no sea meteórica. Podría ser algo de todos los días. Pero cuando usted

da todo lo que tiene por la causa de Aquel que lo dio todo por usted, los efectos de su inversión en todo sentido alcanzarán los cielos.

EL AVIVAMIENTO DE LA SOPA DE FIDEOS En mi primer año en la universidad vi el poder revelado de los actos comunes de obediencia… en mi edificio estudiantil. Asistí a una pequeña universidad bautista en Carolina del Sur, donde terminé compartiendo el dormitorio con Jody, el mismo chico que me había guiado a Cristo cuando tenía dieciséis. También terminó convirtiéndose en mi cuñado. (Se lo digo, nada pasa porque sí. Cuando Dios supervisa sus decisiones, los eventos comunes están conectados de maneras extraordinarias). Jody y yo estuvimos en una posición interesante debido a que el colegio decidió hospedarnos en el edificio estudiantil atlético, en el tercer piso, con la mitad del equipo de fútbol americano. Lo que lo hizo más interesante fue el descubrimiento de que éramos los únicos chicos que decían ser seguidores de Cristo en ese salón. Y los únicos chicos blancos para colmo. Ah, y los únicos que no jugaban fútbol. ¿Conoce la canción de Plaza Sésamo? Una de estas cosas no es como las otras, una de estas cosas no corresponde. Los primeros meses de mi primer año me sentí de ese modo. Por cierto no me ofendía ser uno de los dos únicos chicos blancos en el salón. En cierta medida me gustaba. Después de todo, había sido el único niño blanco en el coro góspel negro durante mi último año de la secundaria. Pero tenía la pasión de verlos entregar sus vidas a Cristo, pero nada estaba funcionando en mi libro de jugadas sobre ganar personas para Jesús. Los invité a la iglesia, estudios bíblicos, y reuniones de oración. Pero La Universidad de North Greenville ya exigía que se asistiera a la capilla dos veces a la semana. Cuando llegaba el domingo, estos caballeros estaban cansados de la iglesia. Además, yo estaba comenzando a sentir que un mayor conocimiento del evangelio no era la respuesta para ellos. Ya lo habían escuchado antes. Lo que necesitaban era una demostración. Una noche tuve una revelación. Se asemejó mucho al estilo de

una de las películas clásicas de mi infancia, con la participación de uno de los peores actores de la cinematografía estadounidense. ¿Recuerda la voz recurrente en Campo de sueños: «Si lo construye, vendrá»? Bueno, escuché una voz de ese tipo. Solo que no era audible, y el mensaje era un poco diferente: Si los alimentas, vendrán. Esta fue mi zarza ardiente del primer año. Yo iba a alimentar a estos compañeros para el Reino de Dios. De inmediato me subí a mi Toyota Tercel y me dirigí a la tienda de comestibles más cercana, la cual estaba a veinte minutos. (Nuestra escuela realmente estaba en el medio de la nada). Llené el carro con provisiones y casi vacié mi cuenta bancaria para pagarlas. Había cosas buenas también: Pasteles de chocolate. Pasteles de avena con crema. Galletitas de miel. Barras de nuez. Y por supuesto la materia prima nutricional de la alta educación: sopa de fideos. Solo lo mejor para la causa de Cristo. Unos cien dólares en provisiones. Eso era una fortuna para un estudiante universitario. Me apresuré para llegar al tercer piso, vacié la parte superior de mi armario y lo llené como una bodega. Luego fui puerta por puerta, pero esta vez, en vez de invitar a los chicos a la iglesia, los invité a mi cuarto. Para comer mi comida. Mi nuevo y mejorado lanzamiento consistía en algo así: «Dios puso en mi corazón comenzar a dar comida a cualquiera que la quiera, en cualquier momento que la quieran. Estoy en el cuarto 318, así que cuando estén hambrientos, solo pasen por ese cuarto. Incluso dejaré la puerta sin trancar. Sin condiciones». Mi iniciativa fue exitosa. Demasiado exitosa. Para el momento en que había golpeado en todas las puertas del corredor y me di vuelta para regresar, tenía un tren de enormes jugadores de fútbol americano afroamericanos siguiéndome hasta la habitación para aceptar mi oferta. En cinco minutos, me habían vaciado. Cien dólares en alimentos se habían ido. Así mismo. Jody vino a mí y dijo con su tono de voz clásico de un chico del campo: «Bueno, eso fue muy inteligente de tu parte. ¿Qué vas a hacer ahora, dispensador de comida?». A decir verdad, no había pensado en eso antes. Sabía lo que no iba a hacer: claudicar. Rehusaba rendirme tan fácilmente. Podría haberme convertido en un estudiante en bancarrota, pero ya que Dios es inagotable, seguí insistiendo con el ministerio de la comida.

Y el Señor proveyó. De algún modo, siempre tuve suficiente para dar. No fueron cinco mil hombres, cinco panes y dos peces, pero fue lo más cercano a un milagro de multiplicación que yo había experimentado. Los chicos regularmente paraban por mi cuarto para llevar comida, y algunos de ellos incluso me pidieron que orara por ellos. Pero nada extraordinario estaba sucediendo. Nadie se estaba arrepintiendo de sus pecados, confiando en Jesús, o teniendo un progreso espiritual obvio. Entonces, en unos pocos meses, cientos de dólares, y mucha comida procesada después, sentí que quizá esta brillante idea había culminado su curso. Tuve una conversación con Dios, explicándole, Señor, esto es costoso. Estos tipos se están comiendo mi comida pero ninguno se está salvando. De veras necesito alguien que haga la oración del pecador y me dé una razón para seguir haciendo esto. De lo contrario, voy a cerrar esta pequeña bodega de comida. ¿Amén? Unas pocas noches después, precisamente cuando Jody y yo nos estábamos durmiendo, alguien golpeó la puerta. De veras, mi primera reacción no fue la audacia. Fue más bien la animosidad. Es casi medianoche. ¿Acaso alguien está golpeando a mi puerta para pedir comida a medianoche? Pero aquel chico no quería comida, sino hablar sobre Jesús. Yo estaba muy sorprendido porque, de algún modo, él era el más difícil. Le decíamos D. Y lo habría votado como el que era menos probable que recibiera a Jesús. Lo bueno es que Dios no me encuestó para hacer una elección. D se sentó en nuestro sofá y comenzó con esta oración: —Ustedes están locos. —Gracias, viejo. ¿Algo más? —Es decir, he estado en esta escuela por tres años. Todos han tratado de decirme que necesito a Jesús. Pero nadie me había dado su comida antes. Ustedes están locos. Y al estar cerca de ustedes, chicos blancos locos, estoy comenzando a entender. Necesito a Dios en mi vida. Si la idea de comenzar con la despensa de comida fue mi zarza ardiente, este era mi monte Sinaí. Entonces me lancé con todo: —Bueno, hagamos esto. Le puedes entregar tu vida a Cristo aquí y ahora. D no aceptó mi propuesta.

—No, no, hombre. Lo quiero hacer de la manera correcta. En la iglesia este domingo. Lo expliqué teológicamente: —La iglesia no es un edificio ni un programa. La iglesia es el pueblo de Dios. Nosotros estamos aquí; nosotros somos la iglesia. Hagámoslo ahora mismo. D no cedió. —Quiero hacerlo en la iglesia. De la manera adecuada. Un intento más. —¿Qué necesitas, D? ¿Necesitas que imprima un boletín?¿Que cante una canción? ¿Que levante la ofrenda? ¡Hagámoslo! A D no le interesaban mis ideas. Y él era más grande que yo. Pues, fuimos a la iglesia ese domingo. Yo, D, y otros tres futbolistas. Todos metidos dentro de mi Toyota Tercel. Aunque hubiera tenido que hacer como Pedro Picapiedra con esa cosa para subir la montaña, íbamos a llegar allí. D eligió la iglesia, y por supuesto eligió una en la que yo fuera la única cara blanca en la multitud, aplaudiendo fuera de tiempo. Pero no me afectaba. Estaba acostumbrado a eso. Ese día durante la invitación, D dio su paso hacia adelante. Caminó por el pasillo, dobló sus rodillas y le pidió a Jesús que viniera a su vida. Y todos sus amigos estaban mirando. Su cambio fue repentino y espectacular. Comenzó a leer la Biblia incesantemente. De hecho, su compañero de cuarto estaba un poco enojado. Me preguntó: «Steve, ¿qué le has hecho a mi amigo? No quiere ir al club ni nada. Solo quiere sentarse y leer Mateo, Marcos, Lucas y Juan». Pronto ese compañero entregó su vida a Cristo también. Seguido por uno de los chicos del otro lado del salón. Ahora el volante de inercia estaba girando, y el avivamiento había comenzado. Me convertí en una especie de capellán del salón. Los chicos traían a mí a sus amigos no cristianos y decían cosas como, «Oye, Steve, mejor dile a Anton que se va a ir al infierno…». Entonces le dije a Anton que se iba a ir al infierno, y Anton recibió a Jesús. Y el impulso continuaba. Durante el curso de ese año, Jody y yo vimos casi una docena de estos chicos entregando sus vidas a Cristo. Personalmente discipulamos a varios de ellos. Fue un avivamiento, un mover de Dios. Incluso me encontré un par de años más tarde con uno de esos ex juerguistas, en una cruzada de

jóvenes en la que yo era orador. Le pregunté qué estaba haciendo allí. Me contó que era pastor de jóvenes.

HAGA ALGO. CUALQUIER COSA. Dios derramó su Espíritu e hizo algo destacado en nuestra sala ese año. Es probable que la experiencia mantenga el lugar como uno de mis diez mejores recuerdos de fe audaz por muchos años. Pero la transformación no comenzó con un sermón. Ni con un estudio bíblico. Ni con señales y maravillas espectaculares. Comenzó con la sopa de fideos y la Cola genérica. Porque cuando uno está en la universidad, Coca Cola y Pepsi Cola son lo mismo que Château Lafitte y Dom Pérignon. Así que uno se conforma con cualquier gaseosa. Y la sopa de fideos es su maná. A veces la audacia brilla y resplandece. La mayoría de las veces el envoltorio es insulso. Me gusta pensar que Dios oculta sus intenciones extraordinarias en personas comunes y corrientes para proteger el valor extraordinario de su propósito en nuestras vidas. ¿Existe alguna necesidad en la que no pueda dejar de pensar, y que está perfectamente posicionado para hacer algo para satisfacerla? Haga algo al respecto. Cualquier cosa. ¿Existe algo en lo que usted sea bueno y que Dios pudiera transformarlo en grandioso, si energizara sus esfuerzos y enfocara sus habilidades para la gloria de Dios? Vaya en pos de eso. A todo dar. ¿Existen ajustes sutiles que pueda hacer en sus interacciones y actividades diarias que le darían algún espacio a Dios para que se moviera de manera milagrosa? Dele ese espacio y prepárese. Por supuesto, nada de esto es automático. La invitación de Dios para que usted dé un paso con fe audaz no va a caer desde el cielo y golpearle la cabeza. Tiene que entrenar sus ojos para buscarlo. Lo imposible se convierte en posible para usted solo a medida que observa con cuidado y obedezca con fidelidad la dirección del Espíritu Santo. Sí, Dios quiere aumentar su influencia y multiplicar su impacto en más maneras de las que puede jamás imaginar. Pero Él no siempre lo hace llamándolo a realizar cambios drásticos en su vida durante la noche. Es probable que no llamará a su familia para que se relocalice en una jungla remota y traduzca la Biblia al Braille

para una tribu de caníbales ciegos. Es más probable que alguna oportunidad o responsabilidad común en su vida cotidiana parezca encenderse. La fe abre sus ojos para ver el potencial de servir a un Dios que ya está obrando en su favor. Por lo tanto, no deje todo lo bueno para la lista A de cristianos célebres. Es probable que usted está parado al lado de una zarza ardiente justo donde vive y trabaja. Allí es donde la audacia comenzó para mí. Allí es donde la audacia comenzó para Moisés. Y no es un mal lugar de comienzo para usted.

CAPÍTULO 6

El salta olas Mi hijo de cinco años y yo nos divertimos mucho jugando a saltar las olas en la playa en verano. Les describiré brevemente este juego de la familia Furtick. Paso bastante tiempo convenciendo a Elijah que jugar en la parte llana del océano no es tan divertido como ir un poco más profundo. Él me mira con incertidumbre. Yo le insisto. Él vacila pero al fin accede. Es así que comenzamos a adentrarnos. Todo el tiempo estoy parado detrás de Elijah, él mantiene sus brazos alzados sobre su cabeza mientras yo sostengo sus manos con firmeza. Cuanto más quiera adentrarse, mejor. Lo llevo hasta la parte donde el agua llega a su pecho. Entonces esperamos una ola grande. Cuando vemos que una se acerca hacia nosotros, Elijah me dice que quiere volver a la parte llana. Yo lo convenzo de que todo está más que bien. Él parece estar relativamente seguro, lo suficiente como para intentarlo una vez. «Pero solo una vez», me dice. Al fin llega la ola. Elijah grita para asegurarse que estoy en posición. Le aseguro que estoy detrás de él. Y en el último momento, justo antes que el agua lo empuje, lo levanto de un tirón. Tan alto como para que el agua del océano no le salpique la cara ni llene sus oídos; él detesta que le entre agua en los oídos. Elijah se ríe sin control. Luego grita con orgullo y con todas sus fuerzas: «¡Soy el salta olas! ¡Saltemos otra ola, papá!». Y saltamos otra, y otra, y otra. Lo que los niños de cinco años carecen en fuerza lo ganan en resistencia. Se olvidó de «solo una vez». No tengo el corazón ni siento la necesidad de explicarle a mi hijo que, técnicamente, él no es un salta olas. Papá es quien está haciéndole saltar las olas. Quizá debería gritar algo como, «¡Soy el

que sostiene las manos!». Todos sabemos que es papá el que hace el trabajo pesado aquí. De hecho, la tarea de mi hijo en el Equipo Furtick es simple y mínima: mantener sus brazos extendidos y confiar que cuando venga la ola lo levantaré por encima de ella. Esta es la esencia de la fe audaz. En el capítulo 3, la mencioné como ingenuidad santificada. Es también una ilustración de cómo nuestra fe y la fidelidad de Dios operan juntas cuando confiamos en Él para hacer grandes cosas. Sé que saltar olas no tiene miras de convertirse en un pasatiempo nacional. Pero creo que ilustra uno de los patrones más comunes en la Escritura: Cuando las grandes olas vienen hacia nosotros, Dios promete hacer el trabajo pesado. Solo nos pide que tengamos la fe para adentrarnos tan profundo como Él nos indique, y mantengamos nuestros brazos extendidos a Él.

HASTA AQUÍ POR TEMOR Cuando el pueblo de Israel al fin escapó de Egipto, Dios les guió por el desierto hasta una barrera infranqueable: el Mar Rojo. Y allí, con el ejército de Faraón detrás de ellos, estaban atrapados. ¿Qué podría hacer el pueblo de Dios? Si se quedaban en la orilla, serían asesinados. Si se lanzaran a la profundidad del mar, de cierto se ahogarían. Con razón dice la Biblia que daban vueltas en confusión, gritando de terror. Entonces Moisés anunció el siguiente paso: Ustedes quédense quietos, que el SEÑOR presentará batalla por ustedes. (Éxodo 14:14, NVI) ¿«Ustedes quédense quietos»? Ahora, no creo que esta haya sido una instrucción literal. Obviamente Dios no quiso decirle a su pueblo que se quedaran físicamente quietos y esperaran que Él interviniera. Si ellos se rehusaban a moverse, los carros de Faraón seguramente los atropellarían. O quizá los arrastrarían de regreso a las circunstancias inhumanas de las que provenían. Así que no hacer cosa alguna no parecía tener demasiado sentido, considerando que Dios les había asegurado a sus hijos un pasaje seguro hacia una tierra de promesa y potencial. ¿Sería este el plan A de Dios? Moisés debe haber querido decir algo diferente. Quizá Dios añadió una ruta

alternativa en la intersección del temor y la fe. Observe de nuevo las sorprendentes instrucciones de Moisés. Veo sus palabras como partes iguales de promesa y perspectiva. Promesa: «El Señor presentará batalla por ustedes». Perspectiva: «Ustedes quédense quietos». Traducción: Quizá sea tu tarea cruzar, pero es la tarea de Dios lograr que lo hagas. Si tú crees, Él hará que lo logres. Y así fue que lo hizo. Delante de sus ojos separó las aguas del mar, y los israelitas cruzaron seguros. (Los soldados egipcios no tuvieron tanta suerte). Detesto ser yo el que le diga esto, porque puede reducir su autoestima. Pero técnicamente, usted no es el salta olas. Sí, los riesgos de caminar por la fe son reales. No, no es un juego. Pero recuerde, usted no está solo en esto en absoluto. Y no solo no está solo, ni siquiera es el responsable primario del resultado de su obediencia. Su Padre celestial le sostiene con firmeza. Su punto de vista está muy por encima del nivel del mar. Él es más grande que usted. Es más fuerte que usted. Y lo guarda seguro en su puño. Y todavía se pone mejor: Cuando lo hace, no es usted el que lo toma a Él… Dios es quien lo toma a usted. Quizá usted teme que si eleva una oración «Sol, detente» y vive en una fe audaz, terminará soltando a Dios. Pero la realidad es que usted nunca estuvo sosteniéndolo a Él. Él es el que salta las olas. Quizás ahora mismo, mientras lee estas líneas, hay algunos temores que están chocando contra usted. Una terrible oposición puede estar pisándole los talones. ¿Qué debería hacer? Antes de comenzar a nadar hacia adentro, asegúrese que es Dios quien le está guiando a ir a aguas profundas. Tenga en cuenta el costo. Considere las ramificaciones. Aplique la sabiduría. Entonces, cuando tenga en claro que Él lo está llevando hacia las olas, ni se atreva a permitir que la magnitud de sus temores le devuelva a tierra seca. Siga avanzando hacia lo profundo. Siga esforzándose por alcanzarlo. No es difícil creer que la clásica escena a orillas del Mar Rojo pasó delante de los ojos de Josué el día que se quedó mirando el sol. ¿Cómo podría olvidarlo? Adelante, agua en el horizonte. Atrás, la polvareda del ejército de Faraón que se acercaba. Y entonces, llegó el momento: el Señor creó una avenida en un océano, y luego ahogó

a las fuerzas de ataque de la nación más poderosa del mundo. Esta imagen de la fidelidad de Dios seguro que quedó grabada en la retina espiritual de Josué. Si va a pedirle a Dios lo imposible, este tipo de perspectiva también tiene que convertirse en parte de su visión permanente. Se convertirá en una lupa que pondrá su particular visión de la Página 23 en la mira. Ensanchará su corazón mientras hace oraciones «Sol, detente». La perspectiva de la fe le levantará muy por encima de sus temores, cualesquiera que sean. Muchas veces, nuestros mayores temores están arraigados a inseguridades personales. La perspectiva de fe nos capacita para ver quiénes somos de veras en Cristo. Dios está de nuestro lado. Por medio de Jesús somos justos. Somos limpiados. Somos aceptados. Si su mayor temor deriva de una carencia de recursos para hacer la voluntad de Dios, la perspectiva de fe le mostrará la suficiencia de Cristo. Él es capaz de satisfacer todas sus necesidades, y no de acuerdo al suministro de usted, sino a Sus riquezas en gloria (Filipenses 4:19). Quizás su mayor temor sea las opiniones negativas de otros. La perspectiva de fe no silenciará del todo ese temor. Solo hará que con el tiempo lo que Dios diga le resulte más importante que lo que otros piensen de usted. Si teme algunos de los cambios gigantescos que siente que Dios está intentando hacer en su vida, debe saber que su temor es normal. Y sus temores no solo son normales, también son válidos. Hasta pueden servir a un propósito importante. Si usted no tuviera grandes temores respecto a las cosas grandes que Dios le está llamando a hacer, yo estaría preocupado. El objetivo de la fe no es quitar sus temores sino aprovecharlos para crear una convicción más aventurada. La fe le lleva a pasar por alto sus temores y reafirma en usted la presencia de Dios. Y después de un tiempo, comienza a confiar que Dios le levantará sobre las olas esta vez, igual que lo hizo la última. No quiero que viva la vida como un posible salta olas, como tantos cristianos que nunca se adentran a aguas profundas porque temen a las rayas, los ataques de tiburones, y las corrientes contrarias. Aquel que crea, ordena, y calma las olas también es capaz de evitar que se hunda. Al mismo tiempo, no se confíe demasiado en sus propias habilidades de hacer algo grande para

Dios. Terminará enredado en la autosuficiencia en lugar de aferrado a Dios en fe. Tiene que ser cuidadoso. De otra manera malinterpretará arrogancia por audacia. Una dosis saludable de temor puede llevarlo a un lugar de dependencia de Jesús. Eso siempre es bueno.

HUMILDAD CONFIADA Obviamente, orar con audacia y caminar con fe aventurada requiere confianza. Pero la confianza saludable surge de una humildad genuina. Ambas deben funcionar en tándem. La confianza sin humildad es arrogancia. La humildad sin confianza es debilidad. La confianza y la humildad son bíblicas. Y son igualmente esenciales para una vida de fe verdadera. Un día un oficial militar de alto rango se acercó a Jesús. Uno de sus sirvientes más valorados estaba enfermo, y el pronóstico era poco prometedor. Jesús le propuso dejar a un lado sus actividades ministeriales programadas y hacer una visita domiciliaria para sanar a su sirviente, pero el comandante le ofreció una alternativa. Estudie su respuesta en Mateo 8:8. Es una lección sobre la fe audaz reforzada por una humildad confiada: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo». Humildad. «Solamente di la palabra, y mi criado sanará». Confianza. La completa confianza en la competencia de Cristo combinaba con una humildad sincera. Esta es la única fórmula para la auténtica fe audaz. La apatía se rehúsa a aprovechar oportunidades. La arrogancia lo arrastra lejos de los parámetros protectores de Dios. De cualquier manera, se perderá toda la acción si no está dispuesto a meterse hasta el cuello. Aférrese a Dios con todo lo que tenga. Tenga fe que Él puede levantarle por encima de sus circunstancias y temores. He notado que no lo hace hasta que la ola está a punto de arrollarlo a uno. Eso es lo que lo convierte en fe. Y eso es solo la mitad de la diversión.

LA PARADOJA DEL QUIZÁ

Es alentador encontrar otro personaje del Antiguo Testamento que también superó sus temores y escogió la audacia en medio de una seria incertidumbre. En 1 Samuel 13–14, leemos que el ejército del rey Saúl estaba atascado del lado perdedor en un enfrentamiento contra los filisteos. Aparentemente, las tropas de Saúl habían pasado la mayor parte de su tiempo buscando mejores cuevas donde esconderse (13:6). Finalmente Jonatán, el hijo del rey, se irritó tanto a causa del temor y la pasividad de sus compañeros guerreros que decidió hacer un valiente movimiento. Apremió a su escudero para que se uniera a él en una incursión de comando en pareja. Su plan de batalla era potencialmente inspirado por Dios… y un poco ridículo. Ambos jóvenes se acercarían abiertamente al puesto enemigo. Si obtenían una señal afirmativa de Dios, atacarían. Superados en número. Superados en hombres. Sin recursos suficientes. Una misión casi suicida. Pero si Dios estaba con ellos, calculó Jonatán, nada podría detenerlos. Todo lo que tenía que hacer era persuadir a su guardaespaldas. Este es un extracto de su discurso motivador: Ven, pasemos a la guarnición de estos incircuncisos; quizá haga algo Jehová por nosotros, pues no es difícil para Jehová salvar con muchos o con pocos. (14:6) ¿No estaba Jonatán siendo absolutamente contradictorio? Si usted quisiera convencerme de unirme a una iniciativa así de peligrosa, querría que dijera un poco más que «quizá haga algo Jehová por nosotros». ¿Quizá? ¿Quizá? Jonatán parecía estar contradiciendo su propio discurso. En un respiro comunicaba dos posiciones opuestas: «Nada puede detener al Señor». «Quizá el Señor haga algo». A primera vista, parece esquizofrenia espiritual. Pero quizá Jonatán no era esquizofrénico. Quizá la verdadera fe se siente siempre de esta manera. Por un lado, sé que Dios es capaz de hacer cualquier cosa. Por otro lado, pienso que Él estaría dispuesto a hacer esto específico. Sé que Dios puede. Y estoy casi seguro de que lo hará. Pero no puedo estar del todo seguro. Ahí es donde entra en acción la fe audaz. La audacia no es la ausencia de incertidumbre y ambigüedad. La audacia es creer que la promesa de Dios es más grande que mi

quizá.

CINCUENTA Y CINCO POR CIENTO SEGURO A veces me paro frente a la congregación, comparto una visión que desafía la lógica, y concluyo con una atrevida declaración: «Sé que escuché esto de Dios». Quizá debería ser más preciso. Cuando digo eso, lo que significa es que, «Estoy todo lo seguro que puedo estar de que he escuchado esto de Dios». Pero nunca estoy completamente seguro. Los únicos que están completamente seguros de que han escuchado a Dios o son dementes o están bajo el efecto de alucinógenos. En un buen día, estoy cincuenta y cinco por ciento seguro. Y esa es suficiente certeza como para dar el siguiente paso. La Biblia dice que la Palabra de Dios es una lámpara a nuestro camino (Salmo 119:105), no es una hilera de focos alumbrando nuestro destino. Por tanto, armado con la confianza de que existe una probabilidad decente y una interesante posibilidad de que mi impulso pueda ser de Dios (en otras palabras, quizá), comienzo a investigar. Y entonces unas voces comienzan a gritar en mi cabeza: ¿Quién crees que eres para afirmar que escuchas a Dios? No has tenido un devocional decente en días. ¿Y qué si esto falla? Muchas personas dependen de ti. Cuanto más alto pongas las expectativas de los que te rodean, mayores posibilidades habrá de que los decepciones. Haz lo seguro y quédate allí. Como si necesitaras algo más por lo que preocuparte, supervisar, o sentirte responsable. Bla… bla… bla… ¿Usted escucha las mismas voces? ¿O soy solo yo el esquizofrénico? Ambas realidades son válidas: Escuchar a Dios es algo emocionante. Su voz resuena con la posibilidad del perfeccionamiento. Su instrucción contiene la semilla del éxito, del cambio, de la esperanza. Escuchar a Dios es aterrador. Si Él escribiera su voluntad

en el cielo con fuego, y lo elevara a través de las nubes para que pudiera cumplir con su asignatura, la obediencia sería natural. Pero entonces la fe no sería necesaria, ¿cierto? A todos nos gustaría vivir en un mundo en el que Dios nos permitiera hacer cosas grandes que requirieran un riesgo mínimo. Donde la voz del Espíritu Santo suena y resuena, penetrando lo estático y confuso, la burla y el agravio. Si alguna vez llega a descubrir este universo paralelo, envíeme la dirección. Iré y seré su vecino de al lado. Aunque el hecho es que la tierra donde el sol se detiene es una tierra en la que las promesas y los quizá deben coexistir. La fe audaz no elimina la duda y el temor. Eclipsa sus poderes, una decisión a la vez. Permítame darle una pequeña perspectiva de cómo funciona esto para mí como pastor. Sé que usted tal vez no se identifique del todo con mis experiencias. Es probable que su situación sea muy diferente. Pero creo que se identificará con el tipo de tensión que tengo que manejar. Muchas veces estoy casi seguro que Dios ha puesto una visión en mi corazón. Pero cuando llega el momento de creer que de veras va a suceder, comienzo a contradecir mi discurso. Mi esposa, Holly, notaría esto, y seguro que comenzaría a dar algunos ejemplos que por dicha he olvidado. Aquí hay un ejemplo que recuerdo con claridad. Solía parar-me frente al equipo principal con el que comencé nuestra iglesia y les compartía mi visión como un desquiciado. Les contaba de las miles de personas en nuestra ciudad que estaban lejos de Dios y cuán perfectamente ubicados estábamos para alcanzarlos. Pintaba una imagen de miles de personas adorando a Jesús unidos bajo la visión de nuestra iglesia. Era un desafío para mí esa imagen, ya que cada noche de domingo veía que la mayoría de las personas eran las mismas que habían estado allí la semana anterior. Y la anterior. En reuniones muy buenas, teníamos un poco más de dos invitados nuevos. Creo que nuestro equipo de bienvenida superaba a nuestros invitados cerca de veinte a uno. Uno de los mejores momentos de nuestras primeras reuniones fue la noche que nuestro ministerio infantil se duplicó. Lo llamamos nuestro Pentecostés del ministerio infantil. Un verdadero avivamiento. Tuvimos que llamar al equipo de ministerio infantil de

emergencia para abarcar la ola de bendición sobrenatural. Luego me enteré que una pareja había venido con cinco niños, lo que resultó en una ganancia del cien por cien. Eso no me detuvo de decirle al equipo: «Estamos creciendo. La marejada ha comenzado. ¡Vamos a tomar esta ciudad!». Luego, volví a casa y mis quizá aparecieron aplastándome como una maza. Le pregunté a Holly si habría cometido un error al mudarnos a una ciudad grande cuando en realidad en mi interior seguía siendo un joven pueblerino. Ella me dijo que no, y le pregunté cómo sabía. Me dijo que solo lo sabía. Eso no era suficiente para mí. «¿Cómo es que solo lo sabes?» Ella me recordó que Dios me había hecho una promesa, me había rodeado de un buen equipo, me había dado una poderosa visión, y me había dotado de una manera única. Podíamos hacer esto. Lo haríamos. Y yo le creí. Dios es capaz. Esto va a funcionar. Quizá. La semana siguiente me paraba y lanzaba una visión de algo que parecía imposible. Frente a toda la audiencia. Aun cuando era la misma de siempre. Y a la semana siguiente otra vez. Y otra vez. Y otra vez. Y decidí seguir haciéndolo hasta que la promesa de Dios comenzara a superar mis quizá. Al final sucedió. Pero hubo tiempos en que el temor casi me deshace en el proceso. Cuando uno reflexiona en la visión de Dios para su vida, debería sentirse abrumado. Usted luchará con muchos de los mismos temores que experimenté cuando estaba intentando comenzar una iglesia en una nueva ciudad. Son los mismos temores que Jonatán y su escudero sintieron al atreverse a subir la colina enemiga, con una espada de por medio y sin apoyo militar oficial. Los mismos temores que Moisés, Josué y todo Israel sintieron mientras esperaban que Dios abriera las aguas y ahogara a la oposición. Son los mismos sentimientos que mi hijo Elijah experimenta cuando intento convencerlo de que deje de chapotear en cinco centímetros de espuma y entre donde está la acción. No está mal sentir temor. Lo que sí está mal es permitir que ese temor tenga la última palabra en su vida. Las personas que logran las cosas más impresionantes para la gloria de Dios no son las que sienten menos temor. A menudo son las que lidian con el temor más

intenso. Pero en lugar de permitir que ese temor desarme sus sueños, comienzan a hacer crecer su capacidad de fe. Actúan en base a las instrucciones de Dios que sí entienden. Y le dejan el resto a Él.

ALGUIEN TIENE QUE DAR EL PRIMER PASO Por favor, no espere a estar cien por cien seguro para seguir a Jesús con valentía. Lo que sea que haga, no se deje guiar de los cristianos complacientes que están a su alrededor. Muchas personas en su vida pueden hallar perfecto contentamiento en un cristianismo para niños. Pero quizá Dios lo esté llamando a preparar un camino para que otros puedan ver un ejemplo diferente de la verdadera naturaleza de la fe, un ejemplo que los llenará con un anhelo de experimentar su poder. Y alguien tiene que hacer el primer movimiento. Podría ser usted. Jonatán y su escudero terminaron salvando la situación de una manera espectacular. Mataron más de veinte filisteos en ese primer ataque. Su acto de fe audaz fue como un movimiento axial que cambió la suerte de una nación entera. De hecho, cuando Saúl y sus seiscientos líderes escucharon del éxito de la emboscada de Jonatán, salieron de sus escondites. Atacaron a sus enemigos con toda su fuerza. Y Dios les dio una gran victoria. Creo que Él es perfectamente capaz de hacer lo mismo por usted. ¿Cuál es su quizá? ¿Qué ola le está pidiendo Dios que salte? ¿Es un cambio de relación? ¿Un cambio financiero? ¿Un sacrificio costoso? ¿Una oportunidad ministerial? ¿Una transición drástica? Recuerde esto: Dios no solo le muestra cuál es la siguiente ola que quiere que salte. También pone su brazo fuerte debajo para sostenerlo en cada tramo del camino. Conoce cada temor que está enfrentando. Él conoce todas las incertidumbres que está atravesando… solo que para Él no son incertidumbres. El quizá que pueda tener no es un quizá desde su perspectiva. Para Él es más bien una oportunidad para formar la fe. Y no solo está construyendo la fe de usted. Si se lanza a lo más profundo, Él le usará para liberar personas a su alrededor. Sea sincero sobre sus quizá, con Dios y con los demás. Reconozca, evalúe, y hágale frente de manera apropiada a sus

temores. Acérquese a sus imposibilidades con una confianza humilde. Ore que Dios le dé certeza de su presencia y claridad en cada decisión que tome. Por medio de la fe en sus promesas, manténgase bien conectado a Él. Asegúrese de estar sostenido por su mano. Y cuando la ola de temor o de duda esté por romper…salte.

CAPÍTULO 7

Bebés pequeños, fe gigante Wade

y Ferris Joye son miembros del equipo de la iglesia Elevation y dos de las personas más piadosas que conozco. También son dos de las personas más tranquilas que usted podría conocer. Por eso, cuando Wade vino un día emocionado a punto de explotar, viéndose tan exhilarante como una niña escolar, supe que solo podía haber una explicación: Ferris estaba embarazada de su primer hijo. O más de uno, como resultó ser. Nos enteramos después que Ferris estaba embarazada de mellizas. Todo el equipo de Elevation estaba emocionado. Los hombres comenzaron a darle consejos de hombres a Wade. Las mujeres comenzaron a comprarle a Ferris artículos para las niñas. Luego, de la nada, las cosas se tornaron tenebrosas. Se supone que la fecha de nacimiento de un hijo debe ser un día de gran alegría. Para la familia Joye sin embargo, el 18 de julio de 2008, fue un momento de alegría e incertidumbre desgarradora, debido a que sus mellizas nacieron tres meses antes. Liana nació pesando 500 gr, y Adleigh 1 kg. Cada niña cabía en la palma de la mano de Wade. Desde el comienzo, sus posibilidades de sobrevivir no eran buenas, y aunque sobrevivieran a la infancia, enfrentaban un pronóstico terrible. Las cosas dieron un giro hacia lo peor tres días después de su nacimiento. Liana tuvo un derrame cerebral grado cuatro, que fue el más grave que los médicos hubieran visto alguna vez. Fue tan malo que ofrecieron desconectarle los aparatos que la mantenían viva. El médico dijo a los Joyes que no había manera en que ella fuera normal. Pasaría su vida como un vegetal y nunca podría dejar de usar pañales. «Cuando oímos la noticia», recuerda Wade, «mi esposa y yo fuimos rápido hacia nuestra sala en el hospital y nos pusimos a

llorar. Parecía como si nuestro mundo estuviera derrumbándose a nuestro alrededor. Todo parecía tan desesperanzador. Pero nos levantamos de la cama y decidimos que íbamos a luchar por nuestras hijas. Y comenzamos a elevar nuestra oración para que el sol se detuviera. Con valentía le pedimos a Dios que nuestras hijas fueran sanadas y vinieran a casa como bebés sanos». Los Joyes instaron a los médicos a que hicieran todo lo posible por las niñas desde la perspectiva médica, a la vez que ellos confiaban que Dios haría todo lo que solo Él podía hacer. En las semanas siguientes, las niñas atravesaron cinco cirugías (contando entre las dos), incluyendo una derivación cerebral para Liana y una operación al intestino para Adleigh. Y agregado a eso, hubo numerosas infecciones y transfusiones de sangre, así como otras incontables complicaciones. Los pulmones de Liana estaban fuera de forma, hasta que un tratamiento de último recurso cambió las cosas. Hubo tiempos en que una o ambas niñas dejaban de respirar o el promedio de los latidos del corazón bajaba peligrosamente. Sus padres miraban y oraban, mientras las enfermeras hacían lo que tenían que hacer para resucitar a las preciosas hijas de Ferris y Wade. «Era una montaña rusa emocional», dice Wade. «A pesar de todo, Ferris y yo estábamos determinados a dar palabras de fe a nuestros médicos, creyendo que nuestras hijas desafiarían las probabilidades. Cuando nos sentíamos con miedo, frustrados, y abrumados, pegábamos algo de la Escritura en sus incubadoras para recordarnos las promesas de Dios. Hacíamos pedidos de oraciones específicos en nuestro blog, y fue de veras asombroso ver cómo la iglesia se reunió e hizo nuestra oración “Sol, detente” junto con nosotros». Debido a que Wade supervisa el ministerio de alabanza de nuestra iglesia, nuestro equipo de liderazgo decidió donar todo el dinero recaudado el día en que se lanzó el nuevo CD de adoración de Elevation, para sustentar a los Joyes financieramente durante este tiempo. El día del lanzamiento del CD, le pedí a Wade y Ferris que compartieran su historia, y la iglesia entera les rodeó, y compraron CD como locos. Los Joyes obtuvieron más de 18.000 dólares para pagar gastos médicos extras y las muchas otras necesidades que tuvieron durante ese tiempo. Culminamos el servicio cantando una canción que Wade había escrito, que le había ayudado a mantener sus ojos en Jesús mientras estaba luchando por las vidas de sus hijas. La canción fue titulada, con muy buen tino, Sol, detente.

Tres meses después que sus hijas nacieran, la oración de Wade y Ferris Sol, detente fue contestada, cuando Adleigh y Liana salieron del hospital hacia su hogar. Estaban sanas y milagrosamente libres de la mayoría de los asuntos que aquejan a los bebés prematuros. Los médicos y las enfermeras comentaban repetidamente cuán sorprendidos estaban por el progreso de las niñas. De hecho, Liana está caminando ahora y haciendo todas las cosas que les dijeron a sus padres que nunca podría hacer. «Todavía pienso en cuántos de los expertos nos dijeron que nuestra situación era en esencia sin esperanza», dice Wade. «Pero sabíamos que nuestro Dios era más grande. Él había hablado a nuestros corazones y nos había dado fe para elevar nuestra oración que detiene el sol. Nos aferramos a esa oración sin importar los obstáculos que recibiéramos, y Dios respondió en una manera que le dio toda la gloria a Él. »Nunca sabrá lo que es experimentar el poder de Dios de esta manera hasta que tenga la audacia de creer, orar y actuar con la confianza de que nuestro Dios es el Dios de lo imposible».

CAPÍTULO 8

Un sacrificio adicional Debo admitir que el tema que estoy tratando en este libro suena poco convencional. Estoy describiendo un tipo de fe que le permite ver sueños invisibles y hacer cosas imposibles. Estas promesas son extraordinarias: No tiene que conformarse con lo mundano. Puede participar en lo milagroso. Dios tiene un plan exorbitante para su vida. Y aun sus actividades cotidianas pueden cobrar un significado excepcional y tener un impacto masivo. Aprovechará estas oportunidades fenomenales al obtener una visión personal de la Página 23, orar sus propias oraciones «Sol, detente» y actuar en base a su fe audaz. ¿Cómo le resulta esto? ¿Demasiado simple? ¿Formulado? ¿Irrealista? ¿Demasiado bueno para ser cierto? ¿Como de cuento de hadas? ¿A programa televisivo de ventas? Si es así, lo entiendo. En un mundo de píldoras mágicas para adelgazar y préstamos sin pérdidas, tiene todo el derecho de ser escéptico sobre las declaraciones que estoy haciendo. De hecho, si usted no es un poco escéptico, es probable que no esté entendiendo el tipo de fe a la que lo estoy llamando. Francamente, si usted no está pensando: Sí pero, ¿y qué de…? en respuesta a algunas de las cosas que estoy diciendo, dudo que esté captando lo que intento transmitir. Después de todo, este estilo de vida es contrario a la intuición y contracultural. Está al borde de la locura. Así que en este capítulo, y a través del resto del libro, voy a contestar algunos de sus «Sí pero, ¿y qué de…?». Claro, no voy a contestarlos todos. En parte porque en lo personal algunas respuestas ni yo mismo las conozco. Pero además porque no quiero que este libro parezca una defensa legal. Mi meta no es darle un

sistema de creencias a prueba de balas. Lo que quiero es activar su fe e inspirar su imaginación. Pero nuestro pensamiento aun necesita estar bien fundado. Las oraciones que detienen el sol son milagrosas, pero no mágicas. Usted no llega a participar en un gran llamado sin pagar un gran precio. Un gran llamado para su vida es un regalo de Dios para usted. No es algo que se gana. Es el producto de la gracia. Pero a menos que desenvuelva su sueño y lo ponga en práctica, es como un regalo sin abrir. Efectuar un cambio en el mundo raramente es accidental. Es el resultado de la intención y el enfoque. No puede esperar que sus milagros caigan del cielo. Las grandes cosas que Dios hará por medio de usted crecerán en el suelo de la persistencia, la oración, la obediencia, y el sacrificio. Eso significa que habrá mucho arado y poda. Así es como crecen los seres vivos, ya sea que hablemos de vegetales o de visión. Pagará un precio tremendo por actuar bajo una unción audaz. Y el nivel de su impacto será en proporción directa al precio que esté dispuesto a pagar. Esta es una manera de verlo: la fe está incluida en el contrato de la salvación, pero activar su fe para descubrir la visión de Dios para su vida requiere un sacrificio adicional. Permítame decírselo más directamente. Esto le va a costar. De un modo significativo. Cuando le pide a Dios que haga lo imposible, Él por lo general le instruye a hacer algo incómodo. E inconveniente. La salvación es gratis. La obediencia puede ser muy costosa. Estas dos cosas no son contradictorias. De hecho, esta tensión es el centro del evangelio. ¿Cómo eligió Dios redimir al mundo? Por su gracia, y por medio de la voluntad de Jesús de sacrificar su vida. ¿Cómo hará Dios para lograr la visión imposible que Él ha plantado en su corazón? Por su gracia, y por medio de su voluntad de sacrificar su vida por causa de Jesús. No estoy sugiriendo que deberá trabajar muy, muy duro para que Dios obre en usted. Eso es una herejía. La gracia es algo que Dios hace en usted. Y por esa misma gracia, Él hace que la fe brote de usted. Pero cuando realmente entienda la obra de Dios en usted, su deseo natural será entregarle su vida a Él. Obedecerle sin condiciones. Esa postura de entrega resultará en pasos de fe radicales, y en una confianza que fluye de un corazón dedicado del todo a los planes de Dios. Y en ese lugar, más allá del límite de su

comodidad y conveniencia, Dios puede levantar su vida a nuevas alturas. Antes de atrevernos a pedirle a Dios que haga lo imposible en nuestras vidas, debemos considerar el precio que Cristo ya ha pagado. Entonces, a la luz de este sacrificio supremo, adoptamos la misma forma de pensar. Ningún sacrificio es demasiado grande por causa del llamado de Dios, y por la causa del evangelio. Mientras más valga la recompensa, más enervantes serán los riesgos. Y antes de que Dios pueda hacer una obra imposible en su mundo, necesita permitirle obrar profundamente en su corazón.

ATRAVESEMOS Y QUITEMOS Justo antes que Josué marchara alrededor de Jericó, sucedió algo que no recuerdo haber escuchado en la Escuela Dominical. Quizá porque esté centrado en el aspecto de la circuncisión. Es probable que mi maestra de Escuela Dominical, la Sra. Gwen, no tuviera estómago para eso. No la culpo. Para ser sincero, me resulta algo incómodo escribir sobre esto aquí. Pero es demasiado importante como para dejarlo pasar porque revela una dimensión vital de la confianza de Josué en Dios y aclara más todavía el precio que Josué pagó por dirigir tal movimiento poderoso. La mayoría de las historias en el libro de Josué son historias de guerra. Aventuras de acción. Así que el gran tema de la vida de Josué, y el enfoque principal de este libro, es caminar por fe. Pero a veces Dios cambia las cosas e introduce un giro en la trama. Como este. Justo después que la nación de Israel cruzó el río Jordán, Dios les dio a los israelitas una tarea difícil. Ahora que estaban del otro lado del río, aparentemente quiso enseñarle a su pueblo sobre un tipo de fe del todo diferente antes de que intentara derrotar a su primer enemigo. Josué 5 registra la primera cosa que Dios le mandó hacer a Josué antes de lanzarse a la conquista más importante de toda la Biblia. Sujétese. Esto es doloroso y algo incómodo. En aquel tiempo Jehová dijo a Josué: Hazte cuchillos afilados, y vuelve a circuncidar la segunda vez a los hijos de Israel. Y Josué se hizo cuchillos afilados, y circuncidó a los hijos de Israel en el collado de Aralot. (Versículos 2-3)

¿Josué afiló cuchillos e hizo qué? Sí… Hizo eso. Estoy seguro que está familiarizado con lo básico del tema. La circuncisión masculina hoy en día no es un gran problema, por cierto. Tenemos hospitales. Tenemos tecnología médica. Tenemos doctores educados. Y gloria a Dios, tenemos anestesia. Además, la circuncisión casi siempre se les realiza a bebés. En definitiva, es el momento más conveniente para hacerlo. Pero estos hombres que estaban siendo circuncidados no eran bebés. Ya estaban crecidos. No tenían acceso a instrumental quirúrgico de acero sueco. Y no tenían cirujanos ni anestesistas. ¡Ay! Si no conoce el Antiguo Testamento, puede que se esté preguntando de qué se trata todo esto. Quizá haga parecer a Dios algo sádico. Pero la audiencia original que leyó el libro de Josué debió haber tenido una perspectiva diferente. Para el pueblo hebreo, la circuncisión masculina era una señal física del pacto espiritual entre el pueblo y Dios. Era uno de los elementos más importantes de la ley judía. Y era un evento extremadamente significativo que representaba la promesa de Dios a su pueblo así como el compromiso del pueblo con sus mandamientos. En el Nuevo Testamento sucede el mismo ritual pero a un nivel diferente. Dios está más interesado en nuestra condición interna, la espiritual. Por eso el apóstol Pablo habla de la «circuncisión del corazón», una que no es solo «externa y física» (Romanos 2:28-29). En esta circuncisión Dios quita todo lo que en nuestra vida no le da la gloria a Él. Despojándonos de nuestro orgullo y nuestra autosuficiencia. Enseñándonos a confiar solo en Él. Para ser sincero, no sé cuál es más dolorosa, la circuncisión del Antiguo Testamento o la del Nuevo. Ambas tienen el potencial de ser rigurosas. Ambas apuntan a una verdad eterna: Dios tiene que obrar en nosotros antes de poder obrar a través de nosotros. Con ese contexto en mente, volvamos a la historia de Josué. Hasta ahora sabe que la generación que sirvió bajo el liderazgo de Moisés perdió la oportunidad de cruzar a la tierra de su he-redad. A pesar de toda la evidencia, simplemente se rehusaron a creer que Dios era capaz de hacer lo imposible. Dios quería bendecirles en maneras que les hubieran volado sus mentes. Pero se lo perdieron porque no estaban dispuestos a avanzar en fe. La generación de Josué estaba a punto de hacer lo que la generación previa había fracasado. Dios estaba por lanzarlos a la

experiencia de sus vidas. Y no retrocederían. Estaban marchando hacia adelante, llenos de fe. Pero aún no habían sido circuncidados. Y antes que Dios les permitiera experimentar la plenitud de su promesa, insistió en que se realizara la dolorosa operación. ¿Y qué si se rehusaban a soportar el dolor? ¿Qué si se rebelaban contra la instrucción? Podrían haberlo desestimado por ser una pérdida de tiempo. Podrían haberse quedado dando vueltas, palmeándose la espalda, bebiendo champagne, perfeccionando su canto de gol de media cancha, «Cruzamos el Jordán, somos geniales». Pero es claro según el contexto de Josué 5, que Dios no iba a permitir que los israelitas avanzaran y ocuparan la tierra hasta que hubieran obedecido su mandamiento de ser circuncidados. Era algo que tenía que hacerse de inmediato. Qué bueno que decidieron someterse al cuchillo. De otra manera, no hubiesen podido colonizar la tierra. A este punto en la experiencia de detener el sol, es probable que usted esté en el mismo punto en su vida. Ya ha dejado atrás muchos viejos paradigmas adquiriendo una nueva manera de pensar acerca de Dios y una visión fresca para su vida. Yo creo que la generación en la que vivimos es una generación de Josué. Estamos viviendo en un tiempo que Pedro, Jacobo, Juan y Josué solo podrían haber soñado. La tecnología nos ha presentado más oportunidades de llevar el evangelio y crecer en nuestra fe que a cualquier otra generación previa en el planeta. Jamás ha habido un tiempo más emocionante en el cual estar vivo. Un impacto ilimitado yace en la punta de nuestros dedos. Cualquier cosa es posible. Pero antes de que podamos reclamar para Dios el territorio que Él mismo nos ha prometido, nuestros corazones tendrán que ser circuncidados. Tenemos que pasar por el cuchillo. Debemos elegir dar algunos pasos costosos de obediencia para de veras seguir a Cristo con una fe audaz. Hay una lección que aprender de la incredulidad de la generación de Moisés: si se niega a tomar en cuenta la palabra de Dios y no tiene la fe para avanzar, se perderá la oportunidad de verlo hacer lo imposible en su vida. La lección de la circuncisión de la generación de Josué es igual de importante pero un poco más sutil: hasta que no se humille y someta su corazón al proceso de renovación de Dios, no podrá ir a la

siguiente victoria que Él ha planeado para su vida.

CEDAMOS PARA OBTENER ALGO MAYOR Puede que sienta que esta es una tangente que no tiene nada que ver con la razón original por la que tomó este libro. Después de todo, hemos estado hablando de la habilidad de Dios para lograr lo imposible. Y ahora estamos hablando de… ¿circuncisión? Créame. Este no es ningún tipo de distracción ilógica, superespiritual y sensiblera. Quiero tratar algunos temas que se conectan de modo directo con su visión personal y su fe audaz. Puede que sean los componentes más cruciales. No solo necesita creer en la capacidad de Dios de hacerle cruzar el Jordán, sino que también necesita confiar en Él lo suficiente como para permitirle que desarrolle dentro de usted un corazón de sacrificio y entrega. Es tentador querer saltearse todo hasta la parte de detener el sol y cruzar el río; la creciente influencia, las oraciones respondidas, y las experiencias electrizantes de la presencia de Dios. Pero todas esas cosas no serán genuinas y con seguridad no podrán sostenerse si no brotan de un corazón que ha sido formado por el Espíritu de Dios. Siempre hay que ceder algo. Antes de que Dios pueda hacer que sus promesas se cumplan en su vida, tiene que despojarlo de todas las cosas que le impiden confiar en Él de todo corazón. Y todo eso está en el interior. La obra invisible de Dios en usted le prepara para sus obras visibles a través de usted. Ciertos componentes del éxito espiritual son fáciles de ver. Estas son las victorias tangibles, públicas y obvias que lo inspiran a admirar héroes muy queridos. Pero el campo de entrenamiento para esas victorias está en lo que no se puede ver. Cruzar hasta la promesa de Dios siempre va acompañado de un proceso de cirugía. Y una vez que haya cruzado el Jordán al adoptar su visión de la Página 23, hay algunos intensos desafíos internos que esperan por usted del otro lado. No sé exactamente cómo será este proceso quirúrgico en su vida. Dios tiene un llamado personalizado para su vida, así que los sacrificios que le pida hacer serán específicos y únicos. En esto juegan todo tipo de variables. Las cosas que Dios le llamará a entregar o dejar dependerán mucho del lugar de donde venga y hacia

dónde Él le quiera llevar. Y solo Él conoce eso. Pero ya que he visto esta escena en la vida de miles (incluida la mía), puedo proponer algunas hipótesis. Quizá Dios tenga que despojarle de algunos de los sueños egoístas que usted tiene para hacer lugar a los sueños mejores y mayores que Él le dará. Quizá los deseos de su corazón están envueltos en ambiciones de posición en lugar de una pasión por Jesús. Dios me programó cirugías de corazón abierto en varias ocasiones para tratar con mis prioridades distorsionadas y mis motivaciones superficiales. A veces me ha permitido por su gracia ajustar mi corazón inspirándome a humillarme por medio del ayuno, de la oración y del arrepentimiento. Otras veces escoge despojarme del ego y del orgullo en mi vida por medio de medidas más drásticas. El asunto es que Dios a veces tiene que permitir que nuestro sueño muera para que su visión para nosotros pueda tomar vida. He conocido muchos grandes hombres y mujeres de Dios que identifican a los fracasos más confusos y agonizantes como el ímpetu detrás de su avance espiritual más significativo.

UNA REDUCCIÓN DIVINA Conozco un hombre de negocios, al que llamaré Kasey, que tiene la absoluta certeza de que fue Dios el que lo echó de su trabajo hace algunos años. Yo no sabía que Dios trabajaba en el Departamento de Recursos Humanos, pero fue así como me lo explicó Kasey. Ahora cuando cuenta la historia, lo hace con una sonrisa. Pero en aquel entonces, no estaba nada feliz con la noticia. De hecho, durante los primeros tres meses después de haber perdido su trabajo, Kasey estaba tan angustiado que dejó de orar y de ir a la iglesia del todo. Su frustración era totalmente válida. No había hecho nada malo. Había estado trabajando para una enorme compañía de electricidad, haciendo un buen trabajo, y ascendiendo con rapidez. En un período de siete años aumentó desde un salario mínimo hasta uno mayor que cualquiera que su padre hubiese soñado tener. Y al paso que iba, Kasey estaba considerando jubilarse a los cuarenta y cinco años. Desafortunadamente, al paso que iba, también perdería su familia y tal vez hasta naufragar su fe. Su esposa estaba cansada de que

viniera a cenar a casa menos de tres veces en un mes. Y por más que intentaba compensar su ausencia agregándole más metros cuadrados a la casa y llenándola con muebles costosísimos, su esposa ya no quería más sillones y cuartos nuevos. Lo que ella quería era que él se sentara a mirar una película con la familia en el sillón que ya tenían. Ella no se lo dijo hasta después de unos años, pero ya tenía planeado dejarlo si nada de eso cambiaba. Pero Dios apareció y comenzó una reducción divina. La forma en que sucedió parecía injusta. El jefe de Kasey le pidió que le mintiera a otro supervisor sobre la violación de las reglas de seguridad. A pesar de todo, Kasey era un cristiano honesto, así que desafió a su jefe. Su jefe siguió insistiendo pero Kasey se negó. Así que el supervisor fue a los expedientes, falsificó algunas calificaciones bajas de rendimiento anteriores de Kasey, y le mostró la puerta. Durante ocho meses sufrió la realidad del desempleo. Estaba deprimido y desmoralizado. Entonces recordó un mensaje que había oído en nuestra iglesia sobre cómo Dios a veces tiene que quitar nuestros objetivos egoístas para abrirle paso al evangelio en nuestras vidas. Entonces Kasey se dio cuenta que, antes de irse, había estado orando una oración «Sol, detente», para que Dios usara la plataforma de su éxito para convertirlo en un testigo de Cristo. Y ahí se vislumbró la pregunta: ¿estaba dispuesto a seguir a Jesús en un lugar de obediencia costosa? ¿Qué si Dios quería responder la oración «Sol, detente» de Kasey dándole el valor para actuar con integridad, aun cuando el resultado fuera una pérdida? ¿Y qué si lo imposible que Dios quería hacer en su vida no estaba vinculado a otro aumento, sino arraigado a la decisión de perdonar a las personas que actúan sin ética y con engaños? ¿Y qué si Dios decidió bendecir a mi amigo con más oportunidades para enfocarse en su matrimonio y sus hijos en lugar de darle otro cheque bonificado para acolchonar su inversión de cartera? Dios utilizó esa temporada de adversidad para fortalecer la fe de Kasey y mantener intactas las cosas más importantes de su vida. Al principio no entendía por qué un Dios de amor le quitaría las cosas que más le importaban. Ahora se da cuenta que cuando Dios remueve algo en nuestras vidas, no es porque esté tratando de quitarnos algo bueno. Es porque está intentando hacer lugar para algo mejor. Para mi amigo, eso mejor consistía en un fuerte

matrimonio que glorificara a Dios y una oportunidad de recalibrar su llamado. De hecho, después de mudarse a otro estado, está encabezando el departamento de misiones de una vibrante iglesia en crecimiento. Solo durante este próximo año, tendrá la posibilidad de enviar a más de mil creyentes al extranjero a hacer pozos y atender huérfanos. Nada de esto hubiera sucedido si Dios no hubiese despedido a mi amigo. ¿Lo ve? La misma reducción divina que amenazó con destruirlo estableció el fundamento para que Dios lo elevara a un mayor nivel de paz y potencial. Usted y yo debemos tener en cuenta el costo de nuestro llamado. ¿Dejaremos que Dios nos quite algo que queremos ahora para poder hacer lugar para lo que de veras anhelamos? Usted está leyendo este libro porque en lo profundo quiere conectarse a los propósitos y planes de Dios. Lo que realmente anhela es que la vida abundante por la que Jesús murió corra por sus venas y fluya a través de usted. Y para conseguir eso, lo mejor, es probable que Dios necesite quitar muchas otras cosas inservibles. Es un intercambio. De cierto le costará algo. Pero siempre se obtiene algo mayor. ¿Por qué? Porque Dios siempre nos devuelve mucho más de lo que nos quita. Cuando Dios nos quita algo o a alguien de nuestra vida, solo está desocupando lugar en su disco duro para una actualización. Hebreos 12:11 lo resume bien: Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.

LA VISIÓN DIVINA CREA DIVISIÓN No puedo pensar en un ejemplo bíblico más vívido y completo de alguien que pagó un alto precio por un gran sueño que la historia de José. Dios le dio a José una visión personal y controversial de influencia antes de que cumpliera dieciocho años. Esa visión adolescente se volvió el motor de toda la existencia de José. Lo elevó a alturas de oportunidades inimaginables. Pero también le despojó de todo lo que conocía y lo separó de todas las personas que amaba. Antes de que Dios pusiera a José para salvar a toda una nación, le quitó toda su seguridad y probó toda su fidelidad.

Hablando de audacia: José un día llamó a la familia a una reunión, dejó las palabrerías, y les dio la noticia. «Solo para que sepan, voy a gobernar. Un día todos ustedes se arrodillarán delante de mí». Y en caso de que alguno quisiera discutir su discurso, él juega la carta divina, al explicar que su llamado vino directamente de Dios. La visión atrevida de José hace que su familia se le ponga en contra. En lugar de aceptar el destino de José, sus hermanos mayores optaron por golpearlo hasta dejarlo medio muerto. Luego lo vendieron como esclavo a Egipto. Años después, la obediencia de José resulta en un torbellino de acusaciones falsas, un encarcelamiento injusto, y lo peor de todo, un profundo aislamiento y traición. Su visión no se cumplió por completo sino hasta después de que pasaran trece años de soledad y dolor. Sin embargo la Escritura afirma que el Señor estuvo con él todo el tiempo. Y al final, José fue puesto como segundo en autoridad sobre todo Egipto, y tuvo un rol redentor en el futuro de Israel. (Puede leer la dramática historia de José en Génesis 37–47). Es difícil entender cómo el Señor pudo haber estado con alguien que estaba pasando por un momento tan oscuro y pagando un precio tan alto. A menos que escoja creer que Dios no estaba allí, observando a su siervo sufrir. Aparentemente, Dios estaba usando cada adversidad que José sufrió para preparar su vida para una gran trascendencia espiritual. Yo creo que José percibió eso. Creo que fue lo que lo mantuvo firme. ¿Qué otra cosa tenía para sostenerse? Su sentido de llamado lo ayudó a mantener certeza y claridad a pesar de la adversidad. Aun cuando eso implicó que tuviera que estar completamente solo. En algún momento, su visión audaz lo dejará golpeado. Y traicionado. Y abandonado. Esperamos que no será hasta el mismo punto de la experiencia de José. Pocos de nosotros experimentaremos alguna vez el sabor del abuso físico y el confinamiento por causa de Cristo. Pero con frecuencia el dolor más difícil de soportar es aquel que no podemos ver, que se origina en lugares que no podemos alcanzar, y resulta en síntomas que no podemos describir por completo. He visto esposas adoptar visiones audaces para hacer que sus matrimonios estén bajo el señorío de Cristo. Pero fue casi imposible para ellas no dudar de la voz de Dios cuando al principio sus esposos se volvieron más reticentes, en lugar de correr al altar para

arrepentirse. ¿De qué se trataba todo eso? ¿Qué se suponía que debían hacer las esposas? Cuando tenía dieciséis y comencé a compartir la visión de mi vida con mis amigos, muy pocos de ellos apartaron un porcentaje de sus ingresos económicos para ofrendar a favor e mis futuros esfuerzos ministeriales. Muy pocos de ellos siquiera me dijeron la frase obligada: «¡Oraremos por ti sobre eso!». (Debo destacar aquí que sí tenía unos pocos amigos que me apoyaron maravillosamente, no vaya a ser que lean esto y se vuelvan antiguos amigos. Solo que no fueron muchos). En lugar de ofrecerme apoyo, muchos de mis pares comenzaron a «desinvitarme» de sus fiestas de chicos populares. Algunos de ellos dijeron que regresara el «viejo Steven». Eso era lo único que no podía darles. Porque cuando uno obtiene una visión de parte de Dios, reduce todos sus viejos paradigmas a cenizas. Creo que de alguna manera intentaban ponerme de vuelta en mi lugar. La complacencia no es algo muy cómodo en presencia de la audacia. Me alegro de haber permanecido ubicado, de haber mirado hacia delante y haber seguido soñando. Ya sea que alcance su visión con aplausos o abucheos, la opinión externa no puede ser su sostén. El hombre no puede vivir solo de pan, y de cierto no puede sobrevivir en base a una dieta continua de elogios. Quien viva por la aprobación de otros morirá con la ausencia de la misma. No permita que nadie sino Dios mismo le ponga en su lugar. Y no deje de avanzar cuando se encuentre con la oposición. El hecho de que esté peleando grandes batallas significa que está cerca de bendiciones más grandes. La razón por la que ahora está enfrentando una agresiva resistencia es porque Dios le está preparando una increíble recompensa para el futuro.

LA SEÑAL DE SU ENTREGA ¿Dios está removiendo algún área de su vida ahora mismo: una motivación, un sueño, una relación, o alguna otra fuente de seguridad falsa que esté en lo profundo de su interior? Si es así, tómelo como una señal de que pronto vendrá algo mejor. Pablo dijo que «las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse» (Romanos 8:18).

Un gran llamado exige un alto precio. Pero siempre implica un regreso astronómico. Cuando Dios venga hacia usted con el cuchillo de piedra, recuerde que no lo va a lastimar. Solo está alineando los deseos de usted con los de Él para que pueda lograr lo imposible en su vida. Y una vez que haya decidido pagar el precio y confiar en el Señor con todo su corazón, no habrá ningún nivel de crecimiento espiritual que no esté a su alcance. A causa de que querrá lo que Dios quiere por las razones que Él quiere, será imparable. ¿Está listo para hacer el compromiso que su llamado requiere? Si es así, le invito a declarar este compromiso conmigo: Por la gracia de Dios, sin importar lo que me cueste, viviré por fe audaz. Creeré en Dios en lo imposible, para lograr por y para Él lo que no puedo lograr por mí mismo. Sin importar lo que la gente piense de mi visión de la Página 23 de mi vida, tomaré la palabra de Dios en cuenta. Confiaré en Él con todo mi corazón y le seguiré paso a paso, aun cuando mi entrega demande sacrificio. Aun cuando parezca que me está llevando al límite, confiaré que Él estará allí para sostenerme si caigo. Confiaré en que Él es bueno y que de alguna manera, algún día, hará que todas las cosas en mi vida ayuden para mi bien y para su gloria.

CAPÍTULO 9

La teología sistemática más simple de todos los tiempos Espero

que lo esté entendiendo hasta ahora: su visión nunca debería estar limitada a quién es usted ni qué piensa que puede hacer. Enfrentémoslo: lejos de Cristo somos completamente incapaces de hacer cualquier cosa con valor eterno. La mayoría de los cristianos está de acuerdo en ese punto. Pero es aquí donde se pone un poco más complicado: el tamaño de nuestra visión ni siquiera está determinado por quién es Dios. Si lo estuviera, todos estaríamos curando el SIDA, y eliminando la pobreza global, y todos en el planeta habrían escuchado el evangelio al menos diecisiete veces. En cambio, el alcance y el impacto de su visión estará determinado por quién usted cree que es Dios, y si tiene el coraje de responder conforme a eso. Si va a tener una visión de la Página 23 y va a hacer oraciones «Sol, detente», debe tener la idea correcta sobre quién es Dios para usted y qué quiere hacer a través de usted. Cuando estaba en la universidad, me encontré con un concepto rompe paradigmas en un libro llamado El conocimiento del Dios santo de un escritor del siglo XIX llamado A.W. Tozer: «Lo que viene a nuestras mentes cuando pensamos en Dios es la cosa más importante sobre nosotros […] Si fuéramos capaces de extraer de cualquier hombre una respuesta completa para la pregunta: “¿Qué viene a su mente cuando piensa en Dios?”, podríamos predecir con certeza el futuro espiritual de ese hombre». Muchas personas inteligentes han hecho referencia a esa cita con el paso de los años, y con razón. Si Tozer está en lo correcto, esta sola creencia, nuestra creencia sobre quién es Dios, define cada componente de nuestras vidas cristianas. Es el punto de partida para

casi todas las decisiones espirituales que tomemos. Nuestra visión de Dios es lo más importante de nosotros. En este libro, estamos explorando qué sucede cuando se anima a creer en Dios en lo imposible. El definir su visión de la Página 23 hace que una gran parte de la misma esté enfocada: ¿qué es lo imposible que Dios quiere hacer a través de usted? ¿Para usted? ¿En usted? ¿Cómo debería aplicar específicamente el mensaje de la fe audaz hoy en su vida? ¿En su familia? ¿En sus finanzas? ¿En sus negocios? ¿En su ministerio? ¿En sus relaciones rotas? ¿En sus deseos desencontrados? Desde una perspectiva, esto tiene que ver con usted. Al examinar sus pasiones, su dolor, y sus prioridades, está respondiendo la pregunta de siempre. Es la misma pregunta que Jesús le hizo un día a un hombre ciego llamado Bartimeo: «¿Qué quieres que (Dios) te haga?» (Marcos 10:51). ¿Cómo necesita que Dios le fortalezca en este momento particular de su vida? ¿Para que le dé poder de marcar la diferencia en su mundo? La visión imposible que Dios quiere alcanzar en su vida está elaborada solo para usted. Este no es un libro sobre la fe histórica de Josué o el sueño imposible de alguien más. Este mensaje es sobre usted, aquí mismo, ahora mismo. Pero a la vez, la visión imposible que Dios quiere cumplir a través de usted no tiene absolutamente nada que ver con usted. Se trata de Él. La fe audaz es más que una actitud. Es mucho más que simplemente creer en usted mismo y en lo que es capaz de hacer. La verdadera fe está fundada en lo que usted cree sobre Dios y lo que Él es capaz de hacer. La clave para destrabar su audacia no está en tomar los riesgos más bizarros que pueda pensar y luego culpar a Dios por los resultados. La clave es tener una correcta y clara visión de Dios, creyendo que Dios es realmente quien dice ser. Y que puede hacer todo lo que dice que puede hacer. Sí, usted tiene que determinar su visión, exactamente qué cosa imposible está pidiendo. Pero puede hacerlo solo si sabe a quién le está pidiendo lo imposible. Entonces dos realidades aparentemente contradictorias son verdaderas. La fe tiene todo que ver con usted. Y no tiene nada que ver con usted. Bienvenido a la adivinanza de la fe audaz. Podría escribir historia tras historia sobre hombres y mujeres que le pidieron lo imposible a Dios. Podría citar ejemplos interminables

de la Biblia sobre personas que se animaron a creer que fueron creados y salvos para hacer más que conformarse con el mínimo estándar de fe. La carta a los Hebreos dice que estas fueron personas «que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros» (11:3334). Pero hasta que tenga la imagen de Dios correcta y bíblica, esto es solo una lección de historia. Sin una adecuada visión de Dios, usted se aísla de aquel que le permite tener fe audaz en primer lugar. Es decir, los grandes hombres y mujeres de fe no tienen un ADN espiritual especial que Dios les haya inyectado. Lo que los hace únicos en realidad tiene muy poco que ver con ellos. Porque cuando lo analiza, ellos no son diferentes a usted o a mí: llenos de miedo, plagados por el pecado, y llenos de inseguridad. Lo que hace únicos, audaces y poderosos a los cristianos que cambian el mundo no es su perfección. Es su comprensión de la naturaleza perfecta de Dios y sus propósitos en el mundo. Este Dios es alguien por quien vale la pena arriesgarse. Este Dios es alguien por quien vale la pena hacer oraciones «Sol, detente». Lo que estos hombres y mujeres de fe creen y experimentan de primera mano sobre Dios los lleva a conformarse con nada menos que la fe extraordinaria. Y del mismo modo, lo que usted cree sobre Dios determinará directamente el legado de su fe y su impacto en el mundo para la gloria de Dios. Por supuesto, usted y yo no podemos entender completamente todos los misterios de Dios. Lo bueno es que no tenemos por qué. Aquellos hombres y mujeres de fe tampoco lo hicieron. Estoy seguro de eso. El único que ha dominado la naturaleza de Dios es… Dios. Las grandes personas de fe simplemente tienen el control sobre un puñado de verdades esenciales, y luego se aferran a aquellas verdades para su vida, a medida que siguen a Cristo en fe, un paso a la vez. En este capítulo, quiero establecer con certeza lo que verdaderamente significa tener fe en Dios. No se asuste. Este no es un libro de teología sistemática. Aquí no voy a ahondar en teorías divisivas, confusas o abstractas. Solo quiero confrontar su fe con un entendimiento de las dos verdades más importantes que necesita conocer sobre Dios. El hecho que entienda tan solo estas dos realidades será más que suficiente para habilitarle a pedirle lo

imposible. ¿Ve? Lo estoy haciendo tan sencillo como puedo. Estoy teniendo cuidado de usted. Una lección de teología basada solo en dos puntos. ¿Qué más esperaría de un chico que aprovechó la educación de tres años de seminario, terminándolo en cinco años y medio? (Nunca fui un buen estudiante). Uno de los libros de teología que se me asignó durante mi ilustre carrera tenía más de mil doscientas páginas. Para cuando lo terminé, mi rostro tenía cara de sueño y el cerebro estaba muerto. No me malinterpreten. Aprecio la comprensiva y extensa investigación que existe en un libro como ese. Y me encanta aprender cosas nuevas sobre Dios. Realmente me gusta. Pero después de varias noches enteras llenas de cafeína para terminarlo antes del fin del semestre, emergí con una perspectiva simplificada. Todo lo que realmente necesitaba saber sobre Dios lo aprendí en la oración que hicimos en la mesa del comedor cuando era un niño pequeño: «Dios es grande, Dios es bueno, y le agradecemos por nuestra comida». Ignore la parte de la comida. Y pase por alto la manera en que bueno y comida no riman demasiado. Una vez que supere eso, esta oración es en realidad un resumen notablemente elegante del carácter de Dios. Necesita saber dos cosas sobre Él: Dios es grande. Dios es bueno. Ahí tiene. El entrenamiento teológico que me costó decenas de miles de dólares… condensado en la primera frase de la oración de un niño. ¿Realmente es tan sencillo? Creo que lo es. No estoy diciendo que eso es todo lo que hay sobre Dios. Pero diría que todo lo que necesitaremos saber alguna vez sobre Dios es simplemente una extrapolación de una de estas características básicas: la grandeza de Dios y su bondad. Estoy seguro que usted no está demasiado impresionado por mi profundidad u originalidad aquí. Quizá estaba esperando algo un poco más profundo. Entiendo. Después de todo, estamos intentando comprender la vasta e incalculable naturaleza de Dios. Es natural querer afirmar nuestra teología en algo un poco más sólido y sustancial. Pero estoy convencido que la mayor parte de lo que necesitamos saber sobre Dios son cosas que ya entendemos. Simplemente no hemos comenzado a caminar a la luz de lo que

sabemos que es verdad. Le llamo a ese paso de acción activando su fe audaz. El minuto en que da un paso, y luego otro, en estas verdades, su vida cambiará. Por el poder de Dios se abrirá paso para vivir el tipo de vida para la que fue creado. Para ser justo, este mini catequismo en realidad no comenzó como una oración de niños. Proviene directamente de las Escrituras: Una vez habló Dios; dos veces he oído esto: que de Dios es el poder, y tuya, oh Señor, es la misericordia. (Salmo 62:11-12) ¿Qué está diciendo el salmista? Dios es fuerte. Él es grande. Y Dios es misericordioso. Él es bueno. Estas dos verdades son la única y sólida fuente para la confianza real en Dios. No hay mejor lugar para empezar a construir su fe audaz que en la grandeza de Dios.

DIOS ES GRANDE Este libro le invita a creer que usted fue creado para experimentar lo milagroso de manera regular. Y si usted va a correr riesgos imposibles para Dios, es mejor que sepa que Él tiene los recursos para cumplir su voluntad en la Tierra. Si Él no es capaz de hacer que el sol se detenga, ¿por qué gastar el aliento pidiéndole que lo haga? La fe en un Dios que no es capaz de entregar lo que ha prometido no es audacia. Es absurdo. Si yo estuviera con problemas económicos, no iría a un estudiante universitario para que me financie. Me acercaría a alguien con un balance más robusto que el mío. Cualquier otra cosa sería una pérdida de tiempo. La medida de las habilidades de Dios siempre sobrepasará la medida de nuestra audacia. Ninguna oración es demasiado grande para nuestro Dios. Ninguna visión demasiado dramática. Ningún riesgo demasiado grande. Dios nunca se ha puesto nervioso sobre su habilidad de estar a la altura de nuestra fe en Él. Este hecho maravilloso nos invita a creerle en el tipo de pedidos y objetivos que la mayoría de las personas consideraría fuera del ámbito de lo posible.

Si no hay límite para lo que Dios quiere hacer, entonces tampoco hay límite para lo que nosotros podemos soñar u orar o alcanzar en su servicio. El universo existe debido a que Dios habló para que así fuera. Luego se detuvo y lo midió con su mano (Isaías 40:12). ¿Sabía que los científicos han encontrado estrellas que son tan grandes en circunferencia como la órbita entera de Júpiter? Pero Dios no gastó ni un gramo de energía creándolas. Simplemente dijo: «Sean». Y fueron. Nuestro Dios es quien echó a tierra el muro de Jericó mientras Josué y los hijos de Israel caminaban dando vueltas como niños obedientes. Nuestro Dios es quien se encarnó y caminó entre nosotros, abrió ojos ciegos, trajo muertos a la vida. Y recuerde, no solo caminó en el agua, le permitió a un pescador común que caminara en el agua con Él. El Dios de la Biblia puede hacer lo que le plazca. Y lo que le place es mostrar su poder para su gloria y renombre. Entonces, dele la oportunidad. Sueñe con sueños que valgan la pena para Dios. Haga oraciones con la fe como combustible. Viva una vida que pueda ser explicada solo por la existencia de un Dios que es infinitamente grande.

LO SUFICIENTEMENTE FUERTE PARA HACERLO Elijah se aproximó a mí recientemente cuando yo estaba trabajando afuera y me dijo que quería que bajara su barco pirata por las escaleras. Es un barco bastante grande, demasiado grande para que lo cargue un niño de cinco años, por lo que solo le quedó rogarme que hiciera el trabajo por él. Desde su limitada perspectiva, absolutamente nada era más importante que el traslado seguro e inmediato de su barco pirata de juguete. Para mí, la necesidad no era tan urgente. Intenté ignorarlo. Intentó ganarme por cansancio. Yo no cedí. Tampoco él. Finalmente intentó por un ángulo diferente: «Papi, realmente necesito mi barco pirata. ¿Crees ser lo suficientemente fuerte para hacer eso por mí?». Niño listo. Cuando todo lo demás falla, apela al orgullo de su

padre. Elijah consiguió su barco pirata y yo tuve una lección sobre cómo Dios ve las necesidades de sus hijos. A Él le gusta mostrar su fuerza y exhibir su poder. Pero no lo hace para proteger su orgullo. Se trata de demostrar su gloria. Si su problema es demasiado grande para usted, es justamente el tamaño correcto para Dios. Es lo suficientemente fuerte para hacer eso por usted, lo que sea que eso pueda ser. ¿Por qué se esforzaría por llevar toda la carga pesada cuando tiene un Dios así como su Padre? Porque Jehová el Señor es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible. (Deuteronomio 10:17) ¿Quién es este Rey de gloria? Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en batalla. (Salmo 24:8) El redentor de ellos es el Fuerte; Jehová de los ejércitos es su nombre. (Jeremías 50:34) He aquí, nuestro Dios a quien servimos puede librarnos. (Daniel 3:17) Cuando vemos a Dios por quien Él es, nuestros pequeños sueños son eclipsados por su fuerza ilimitada a medida que se hace cada vez más claro que no hay nada que nuestro Padre celestial no pueda hacer.

DIOS ES BUENO El Salmo 62:11 no está completo sin su concepto contrapartida del versículo 12. De Dios es el poder, Y tuya, oh Señor, es la misericordia. Los dos lados de la moneda son inseparables: Dios es fuerte y es misericordioso. Él es grande y bueno.

Una cosa es reconocer que Dios es grande. La mayoría de las religiones importantes del mundo reconocen eso sobre sus respectivas deidades. Lo que diferencia la fe cristiana es una esperanza tenaz en el hecho de que Dios es bueno. Eso fue establecido de una vez y para siempre en la cruz. Y esta es una muy buena noticia. Después de todo, ¿qué tan bueno es el poder infinito si no se tiene acceso a él? Sí, Dios hace lo que desea. Afortunadamente, lo que desea es hacer que sus recursos y su poder estén disponibles para usted. Luego quiere que salgan por cada poro de su vida. La bondad de Dios significa que toda su grandeza es para obrar en su vida, para su bien. No necesariamente para su felicidad momentánea. Sino su bien máximo. Romanos 8:28 dice: «Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados». Esta no es una oración de probabilidad. Es una revelación del carácter inmutable de Dios. «Bueno» describe lo que Dios ha hecho, hace, y estará haciendo siempre. La supervivencia de su audacia depende del conocimiento profundo de que su Dios es bueno. Conocer a Dios le permite soñar, orar y vivir más allá de sus medios porque usted sabe que Él es capaz de responder. Esa es la mitad de la ecuación. Pero saber también que Dios es bueno le permite soñar, orar y vivir más allá de sus medios porque usted sabe que Él quiere responder. Hasta que crea que Dios está con usted y para usted, el miedo y la duda caracterizarán su vida. Si bien puede que crea que Dios es capaz de alcanzar lo imposible en usted y a través de usted, es posible que no necesariamente crea que Él desea obrar a través de usted. El resultado será la parálisis de la fe. Aquí hay otra razón que tiene que aprender para aferrarse de la bondad de Dios: algunas veces la presión de sus luchas diarias pueden empujar a su sistema de creencias debajo de la superficie. El dolor inmediato y la lucha pueden colorear los lentes a través de los cuales miramos todas las actividades pasadas, presentes y futuras de Dios en nuestras vidas. Podemos salirnos del camino de la verdad. Y en ese tipo de neblina emocional, no nos lleva mucho tiempo comenzar a pensar que la bondad de Dios es una mentira. Pero mire hacia atrás en su vida. Recuerde. No importa lo que haya atravesado o qué esté pasando ahora, Dios ha sido bueno con

usted. Usted está aquí. Está vivo. Está respirando. Le ha permitido ver otro día. Y le ha traído a esta página con un deseo sincero de que experimente más de Él. Él ha sido bueno con usted. Y cuando recuerda esa verdad, cambia la manera en que ve sus desafíos. David lo dijo de esta manera. Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias; El que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias. (Salmo 103:2-4) David podría haberse enfocado en sus fracasos. En vez de eso, recordó y se enfocó en el perdón de Dios. Podría haberse enfocado en sus dolencias. En su lugar, recordó y se enfocó en cuán bueno había sido Dios para sanarlas. Podría haberse enfocado en el hoyo. Sin embargo, recordó y se enfocó en el hecho de que Dios lo había sacado fuera. Las dificultades han de venir. Caminar con Dios a veces significa caminar a través de las pruebas. Pero en lugar de enfocarse en su situación, recuerde la bondad de Dios. Permita que penetre sus pensamientos y emociones. Porque sea cual sea su actuación pasada o lucha presente, Dios está con usted para ayudar, salvar y sanar. Lo hará, porque es un Dios bueno. Y recuerde esto: Él ha sido más bueno con usted y conmigo de lo que merecemos. Somos salvos, perdonados, y redimidos por el poder de Dios. Y aún si nunca hiciera algo más por nosotros, su único acto de amor en la cruz demostró su bondad para todos los tiempos. Puede estar atravesando una prueba de fuego tal en su vida ahora mismo que ha perdido de vista la suprema expresión de la gracia de Dios. Recuerde la cruz. Jesús fue burlado, escupido y golpeado hasta quedar irreconocible para que pudiéramos llegar a ser justos. Se convirtió en la escoria del mundo por nosotros, cargando el peso de todos nuestros pecados para que pudiéramos conocer el perdón y disfrutar de la eternidad en su presencia. En aquel lugar de sufrimiento y muerte, Dios estableció de una vez y

por todas, la verdad que hace a la fe audaz no solo posible, sino también irresistible. Y nada de lo que usted o yo podamos hacer, decir, creer o sufrir, va a cambiarlo. Dios es bueno. Siempre lo será.

«NO ME MIRES A MÍ, MUCHACHO…» Siempre fui un pequeñín en crecimiento. Los chicos pequeños usualmente son muy molestados, pero yo era una excepción. Era pequeño, pero también tenía mi lado de locura. Cuando usted esté por elegir un ganador en una pelea entre dos chicos, una buena regla es jugársela por el más loco, no necesariamente por el más grande. Sin embargo, un día me topé accidentalmente en mi escuela media, con un matón cuyo tamaño no podía ser conquistado por medida alguna de locura. ¿Conoce al tipo de chico del que estoy hablando? ¿El chico de diecinueve años de octavo grado que no parece poder salir de la escuela media y que pasó un tiempo en la cárcel durante la escuela primaria? Este muchacho tenía más de dos metros de altura. Juro que tenía bigote. Quizá estoy exagerando un poco. Pero es para que tenga una idea: el muchacho era muy fuerte. Chocarse accidentalmente con este mató, al que podríamos denominar «Gigante Rompe-cráneo», resultó ser uno de los peores errores de mi vida hasta ese punto. Como ve, el Gigante Rompecráneo, o GRC, interpretó mi torpeza como un signo de que quería pelear con él, cuando en realidad nada podía estar más lejos de la verdad que eso. Fui verdaderamente muy torpe. No obstante, me choqué con él, lo cual lo hizo sentirse incómodo, y solo una opción se le ocurrió a esa mente pequeña y brutal: la venganza. Por mi parte, solo se me ocurrió una opción también: correr tan rápido como mis cortas y blancas piernas me permitieran. Ahora, debido a que GRC tenía más de tres metros de altura (está creciendo, lo sé), no pasó mucho tiempo hasta que me alcanzara. Pero había estado lloviendo afuera, lo que hacía que los zapatos de GRC se tornaran resbaladizos. Por eso, justo cuando me alcanzó, se resbaló. Y cayó. Algunas personas se rieron. Pero GRC no pensaba que fuera gracioso. Y yo no pensaba que era gracioso cuando GRC se levantó del piso, me tomó del cuello de mi camiseta y me levantó contra la pared.

Desde mi ventajoso punto de vista, elevado y contra la pared, pude ver a una multitud comenzando a reunirse para atestiguar la ejecución. Examiné la multitud, buscando amigos o familia. Afortunadamente, vi a uno de mis mejores amigos. Gran corazón (así le decíamos). Un chico muy apreciado. Y pude ver que estaba intentando comunicarme algo con su boca. Pero exactamente, ¿qué estaba intentando decir? No te preocupes, te cubro la espalda, amigo. No, no era eso. Estaba diciendo algo más. ¿Qué? Agudicé los ojos en su dirección, desesperado por esperanza. Él lo intentó de nuevo. Sus labios se estaban moviendo, pero noté que su cuerpo no estaba viniendo en mi dirección. De hecho, parecía estar retrocediendo. Extraño. Finalmente se dio por vencido en gesticular el mensaje. Gritó con su máxima voz: «¡No me mires a mí, amigo! ¡No puedo ayudarte!». Oh, gracias… Judas. Ehhh… ¿alguien más me puede ayudar? Ahora hagamos una pausa por un momento y examinemos los personajes en esta tragedia de jovencitos de la secundaria. Quizá encontraremos a Dios en algún lugar de esta historia. Pienso que muchas personas identificarían a mi amigo como la figura de Dios: tiene buenas intenciones, pero fuerza limitada. Un muchacho muy amable, no hay duda. Pero sin poder para ayudar… o incluso intentar. Millones de cristianos ven a Dios como un amigo de buen corazón, cuidador y consolador. Pero, aunque nunca lo han dicho de esta manera, en lo profundo creen que Él es demasiado débil, demasiado distante, o que está demasiado abrumado por el enemigo para hacer cualquier cosa en cuanto al dolor y al sufrimiento en el mundo que Él creó. De hecho, puede que cuando una crisis irrumpe en su vida, o a una escala global, usted se imagina inconscientemente a Dios como el que se queda parado, mirando sin hacer nada, retrocediendo, diciendo: «No me mires a mí, amigo». ¿Cómo es posible que ponga su fe en un Dios como este? Si Dios tiene buenas intenciones hacia nosotros, pero ningún poder, entonces su bondad no nos hace bien. Él es incapaz de venir en nuestra ayuda cuando lo necesitamos. Él se apena por nosotros, pero no puede hacer nada por nosotros. Es imposible confiar en un Dios como ese para que haga lo imposible en su vida. Por otra parte, estuve en la empuñadura de la muerte del Gigante

Rompe-cráneo. Él tenía mucho poder, y las peores intenciones posibles. Desafortunadamente, esta es la imagen de Dios que ha sido creada en la psiquis de muchos creyentes. Y ciertamente usted no puede confiar en la versión de matón de Dios más de lo que puede confiar en la versión de Dios como amigo asustado. Si Dios tuviera todo el poder, pero solo malas intenciones, entonces tendríamos todas las razones para estar aterrorizados de Él. Es infinitamente poderoso, por lo que si sus intenciones para con nosotros no son buenas, todos deberíamos temer por nuestras vidas. Deberíamos mantenernos fuera de su camino. Y si alguna vez debiéramos, Dios no permita, toparnos con Él, deberíamos correr por nuestras vidas. No solo es impensable pedirle a un Dios como este que haga cosas imposibles en nuestras vidas; también es imprudente pedirle que haga cualquier cosa. La mejor estrategia es evitarlo por completo. Lo cuales, tristemente, la ruta que muchas personas terminan eligiendo. ¿Ve ahora por qué la imagen que viene a su mente cuando piensa en Dios es lo más importante sobre usted? No puede creer en las cosas imposibles de un Dios en el que se le hace imposible creer. Y no quiero decir creer en el sentido técnico del término. Estoy hablando de confianza puesta a tierra, anclada e inamovible. Fe audaz. El tipo de fe que recibe la visión de Dios y actúa en base a sus promesas, el tipo que se basa en su carácter intachable y en su naturaleza inmutable. Entonces, sé que usted está en el borde de su asiento, preguntándose, ¿Qué le sucedió a ese chico delgado puesto contra la pared? Afortunadamente para mí, en el preciso instante previo a mi muerte, apareció una salvadora. Su nombre era Sra. Dupree. Era la profesora más temida en toda la Secundaria Berkley. Ella tenía el poder. No temía usarlo. Y todos lo sabían. También resultó ser una buena profesora, y parecía que yo le caía bien, al menos lo suficiente como para salvar mi vida. Por esto tenía buenas intenciones. Y en el minuto en que la Sra. Dupree entró en escena, GRC supo que estaba desarmado. Se había encontrado con su par. Con calma me retornó a mi posición normal y erguida, y me fui caminando. Pensé gritarle, «Sí, es mejor que te vayas». Pero no lo hice. También pensé en besar a la Sra. Dupree. No lo hice. Espero que se esté alegrando de que reviví este final feliz. Más importante, espero que esté viendo una imagen del Dios al que sirve. Él es como la Sra. Dupree, solo que mucho más grande y, mucho mejor. Él es infinitamente poderoso, pero sus intenciones hacia

usted son infinitamente buenas. Es capaz, pero también es misericordioso. No solo ha creado un buen plan para usted, sino que también es capaz de completarlo en su vida. Edifique su confianza en su bondad y su grandeza, y Él hará lo imposible. En nuestro día. En su vida. Para su gloria.

CAPÍTULO 10

Escuche. Hable. Ejecute. No me conformo con solo motivarlo a querer vivir con una fe audaz. Quiero capacitarlo para que desarrolle su fe. Una cosa es querer confiar en que Dios haga cosas imposibles a través de su vida. Otra cosa es llegar al lugar donde usted es capaz de confiar en Él a ese nivel. Nadie puede trasplantar un corazón de fe dentro de usted como si fuera una nueva parte del cuerpo. La fe es más como un músculo que usted ya tiene y solo necesita fortalecer. Debe hacer cosas intencionales para hacerlo crecer. No estoy diciendo que está solo en esto o que tiene que fabricar algún sentimiento de fe con su propio esfuerzo. No está solo. Hay millones de cristianos alrededor del mundo ejercitando esa fe audaz junto a usted. Y por supuesto, está la presencia divina y el poder del Espíritu Santo dentro de usted. Pero de lo que quiero hablar en este capítulo es aún más básico. Quiero regresar al documento de origen de nuestra fe: la Biblia. Mire, la Biblia no es solo un libro. Es un documento viviente. Se podría decir que es una fuerza viva. La llamamos la Palabra de Dios porque en ella Dios habló, y aún habla. En cierta manera, todo lo que la fe audaz implica tiene que ver con la Palabra viva. Hacer una oración del tipo «Sol, detente» podría llevarlo a todo tipo de lugares nuevos, pero nunca lo alejará ni un paso de la Palabra de Dios. La Biblia describe un proceso de formación de la fe, un proceso que involucra integralmente la Palabra en cada paso: Oír la Palabra inicia la fe. Hablar la Palabra activa la fe. Ejecutar la Palabra demuestra la fe.

Desglosemos estos pasos uno a uno.

OÍR LA PALABRA INICIA LA FE Romanos 10:17 dice: «Así que la fe es por el oír, y el oír por la Palabra de Dios». Hay un solo lugar donde se puede adquirir fe: hay que ir a la Palabra de Dios. Y en las páginas de las Escrituras, a medida que las promesas de Dios se hacen personales para usted, el potencial de su fe se enciende. Ojalá esto le haya estado sucediendo al leer este libro. Cada ejemplo bíblico de fe audaz debería hacer que su tablero de comandos espirituales se encienda. Lo mismo sucede cada vez que va a la iglesia y escucha un mensaje de la Biblia. Por lo tanto, para vivir con una fe audaz, necesitará familiarizarse con la Biblia. Tendrá que saturar su mente con la Palabra de Dios. Si su fe no está arraigada en las promesas de Dios, no es una fe bíblica. Es solo un pensamiento ilusorio. Recuerde, Josué tenía el derecho de hacer una oración «Sol, detente» porque su oración estaba basada en una promesa que Dios les había hecho a los israelitas. Dios había prometido pelear por ellos. Dios había prometido derrotar a sus enemigos. Josué estaba ocupando la Tierra Prometida que Dios le había garantizado a su pueblo. Por consiguiente, la confianza de Josué no brotó de la nada. Nació de la Palabra de Dios, la cual se había integrado al pensamiento de Josué y le daba forma a la perspectiva que Josué tenía del mundo. No podemos reclamar las promesas de Dios si no las conocemos. Por eso es que Dios le mandó específicamente a Josué: Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. (Josué 1:7) Para ser exitoso, Josué tuvo que ser obediente. Y la obediencia solo viene de oír y practicar la Palabra de Dios. Oír viene antes de hacer. Para orar con poder y confiar en Jesús radicalmente, usted necesita consumir tanto de la Palabra de Dios como le sea posible. Aumente su exposición a la enseñanza y predicación acerca de

Jesús. Dele prioridad a la presencia de Dios en su vida diaria. Allí es donde el poder de la convicción se afianza y comienza el proceso de la fe verdadera.

HABLAR LA PALABRA ACTIVA LA FE Esta es una de las cosas que no aprendí al crecer en la iglesia. Y honestamente, la primera vez que oí sobre hablar la Palabra de Dios, el concepto me pareció algo loco. Me hacía evocar imágenes de monjes cantando cantos gregorianos y teleevangelistas predicando a las dos de la mañana. Pero a lo largo de estos últimos años, Dios me ha mostrado lo importante que es proclamar su Palabra en mi vida diaria. Es algo así como un eslabón perdido para muchos cristianos. Mucha gente obtiene información de la Palabra de Dios, pero ninguna transformación real ocurre como resultado. Entonces, si oír la Palabra de Dios es como girar la llave de contacto, hablar la Palabra de Dios es como echar el auto a andar. Cada vez que usted se encuentra con la Palabra de Dios, nace el potencial para la fe. Y esto no es algo que suceda solo una vez. No solo se aplica a la fe salvadora, el tipo de fe que inicialmente lo lleva a una relación con Dios. Esta también es la manera en que la fe permea cada área de su vida. Cuando escucha la Palabra de Dios en relación a cierto tema, necesidad, o realidad, la posibilidad de aumentar su fe está en juego. Pero luego es su responsabilidad activar esa fe. Y lo hace hablando la Palabra de Dios. Repasemos los detalles de las instrucciones de Dios a Josué nuevamente: Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él. (Josué 1:8) Creo que la mayoría de nosotros inconscientemente traducimos este mandamiento de la siguiente manera: No dejes que este Libro de la Ley se aparte de tu corazón. O de tu mente. Pero eso no es lo que Dios dijo. Él específicamente le dijo a Josué que guardara su Palabra en su boca. Antes de que Josué pudiera hacer la oración de «Sol, detente», tuvo que hacer de los caminos y palabras de Dios, una parte natural de su vocabulario, al hablarles a

otros y al hablarse a sí mismo. Algunos de los mejores mensajes que he predicado en mi vida no han sido dados detrás de un púlpito en mi iglesia. Algunos de los mejores mensajes sobre la fe que he hablado no fueron escritos para que el mundo pueda leerlos en un libro. Los mejores desafíos de liderazgo que he transmitido no han sido en conferencias alrededor del país. Algunos de los mejores sermones que he predicado en mi vida han sido los que me he predicado a mí mismo. De hecho, me predico a mí mismo todo el tiempo. Me he predicado sermones tan buenos que he querido darme a mí mismo una ofrenda y responder a mi propio llamado al altar. A veces tengo que predicarme solo para poder seguir adelante. A veces me siento frustrado ante mi propia inconsistencia. Siento que decepciono a Dios una y otra vez. Entonces me predico a mí mismo sobre Lamentaciones 3:22-23: Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. Y mientras me hablo la Palabra de Dios a mí mismo, recuerdo que la misericordia de Dios puede convertir los errores de mi pasado en sabiduría para mi futuro. Es un nuevo día. A veces me siento débil y limitado. La visión que Dios ha puesto dentro de mí pareciera mucho más grande que los recursos de los que dispongo. Entonces me predico sobre 2 Corintios 9:8: Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra. Y mientras repaso esta garantía, mi fe se reactiva. Mi perspectiva se renueva. Vuelvo a calcular mis recursos de acuerdo a lo que la Palabra de Dios dice en lugar de lo que mi mente piensa o mis emociones sienten. ¿Cuántas veces piensa que Josué tuvo que repasar las palabras que Dios le dijo respecto a ser fuerte y valiente durante su liderazgo? Me gusta imaginarme que justo antes de arriesgarlo todo aquel día y ordenarle al sol que se detuviera, susurró para sí mismo: «Sé fuerte y valiente… sé fuerte y valiente… sé fuerte y

valiente…». Permítame asegurarle que esto de hablar la Palabra de Dios no es solo para predicadores como yo, o héroes de la Biblia como Josué. Si realmente quiere ser bueno en caminar en esta fe audaz, tiene que hacerse bueno en predicarse la Palabra de Dios a usted mismo también. ¿Lo ve? Habrá muchos momentos a lo largo del camino cuando no tendrá a nadie alrededor para motivarlo o alentarlo. Y en esos momentos, será mejor que pueda abrir la Palabra de Dios, mirarse al espejo y recordarse a sí mismo la verdad. A medida que incorpora la Palabra de Dios a su vocabulario, la manera en que usted ve sus circunstancias comenzará a cambiar. Su fe empezará a elevarse por encima de sus sentimientos y sus temores. Y todo comienza por hablar la Palabra. Sé que es posible que no se sienta competente para predicarse a usted mismo. Tal vez no conoce suficientes versículos de las Escrituras ni como para empezar. En eso puedo ayudarlo, compartiéndole mi compilación concisa de los principios bíblicos más aplicables a la vida cotidiana. Mis Doce Confesiones de Fe Audaz no son versículos de la Biblia, pero cada una está basada en la exhaustiva enseñanza de la Palabra de Dios. Por lo tanto, cualquiera sea la circunstancia que esté enfrentando en su vida ahora, puede comenzar a predicarse la Palabra de Dios a usted mismo, empezando hoy. ¿Listo? Prediquemos.

Doce confesiones de fe audaz 1. Soy completamente perdonado/a y libre de toda vergüenza y condenación. Romanos 8:1-2; Efesios 1:7-8, 1 Juan 1:9

2. Actúo en fe audaz para cambiar el mundo en mi generación. Josué 10:12-14; Juan 14:12

3. No tengo temor ni ansiedad; confío en el Señor con todo mi corazón. Proverbios 3:5-6; Filipenses 4:6-7; 1 Pedro 5:7

4. Soy capaz de cumplir el llamado que Dios ha puesto en mi corazón. Éxodo 3:9-12; Salmo 57:2; Colosenses 1:24-29

5. Estoy plenamente dotado/a para hacer todo lo que Dios me ha llamado a hacer. Deuteronomio 8:18; Lucas 6:38; Filipenses 4:13

6. No tengo inseguridad, porque me veo de la manera que Dios me ve. Génesis 1:26-27; Salmo 139:13-16; Efesios 5:25-27

7. Soy un cónyuge fiel (si es soltero, puede incluir su futura pareja allí) y un padre piadoso, nuestra familia está bendecida. Deuteronomio 6:6-9; Efesios 5:22-25; Colosenses 3:18-19; 1 Pedro 3:1-7

8. Estoy totalmente completo de manera física, mental y emocional. Salmo 103:1-5; Mateo 8:16-17; 2 Corintios 5:17; 1 Pedro 2:24

9. Estoy desarrollándome en influencia y favor para el Reino de Dios. Génesis 45:4-8; 1 Samuel 2:26; Hechos 2:37-47

10. Estoy capacitado para caminar en el amor sacrificial de Cristo. 2 Tesalonicenses 2:16-17; 1 Juan 3:16; 4:9-12

11. Tengo la sabiduría del Señor en cada decisión que tomo. 2 Crónicas 1:7-12; Proverbios 2:6; Eclesiastés 2:26; Santiago 1:5

12. Estoy protegido de todo daño y maldad en el nombre de Jesús. Génesis 50:20; Salmo 3:1-3; 2 Tesalonicenses 3:2-3

¿Cuán diferente sería nuestra vida si nos predicáramos estas realidades a nosotros mismos? ¡Determinémonos ahora a predicar la Palabra de Dios a nuestros propios corazones cada día, enfática y convincentemente!

POR MEDIO DE LA PRESENTE LE ORDENO… Inmediatamente después que presenté estas Confesiones de Fe a nuestra iglesia, comenzaron a surgir historias muy inspiradoras. Sabía que el concepto de pronunciar la Palabra de Dios sería algo fresco y transformador para la mayoría de nuestra gente. Pero no tenía idea del poder con que Dios usaría este simple ejercicio para erradicar pensamientos erróneos y reorientar la autoimagen. Una mujer cuyo esposo había abandonado recientemente la familia, me contó que leer estas confesiones y proclamar la Palabras de Dios con sus hijos cada noche le habían dado la voluntad para seguir viviendo. Desde que ella comenzó a proclamar la Palabra de Dios diariamente, dicen sus amigos y familia que pueden percibir la paz de Dios irradiando de su vida. Una adolescente me escribió para contarme cómo ella se había estado cortando en el baño del colegio porque se sentía fea y rechazada. Pero había comenzado a renovar su mente diariamente, varias veces al día, al pronunciar, «No tengo inseguridad, porque me veo de la manera que Dios me ve». Al hacer esto, la necesidad de

quitarle el filo a su mentalidad autodestructiva disminuyó poco a poco. Hasta donde sé, han pasado seis meses desde la última vez que se cortó. El dueño de un negocio me preguntó si podíamos darle un montón de estas confesiones para que pudiera pasárselas a todos los de su compañía. Dijo que en treinta y cinco años de ser cristiano jamás se había sentido tan conectado al propósito de Dios en su trabajo como desde que comenzó a pronunciar la Palabra de Dios. Si funcionó para ellos, también funcionará para usted. Proclame la Palabra como su primera expresión en la mañana. Proclame la Palabra sobre su familia y sus amigos a lo largo del día. Proclámese la Palabra cada noche cuando esté procesando sus fracasos y celebrando sus victorias. Esta puede ser una nueva práctica para usted. Quizá se sienta raro las primeras veces que lo intente. Quizá nunca había predicado un mensaje hasta ahora, y no se siente calificado. Está bien. Por la presente, lo ordeno predicador del evangelio de Jesucristo: para usted mismo. (Esto no le autoriza legalmente a celebrar bodas y funerales, solo pensé que debería aclararlo).

LA EJECUCIÓN DE LA PALABRA DEMUESTRA LA FE Antes de que nos enloquezcamos predicando en el espejo, existe una importante advertencia en la Biblia que tenemos que contemplar. El libro de Santiago confronta con mordacidad a las personas que declaran tener fe pero se rehúsan a hacer algo al respecto. Santiago lo resume de esta manera: Así también la fe por sí sola, si no tiene obras, está muerta. (2:17, NVI) Así que es posible que escuchemos la Palabra de Dios, tomemos notas, memoricemos la Escritura, y gritemos la Palabra de Dios tanto que todos pensarían que fumamos crack, y aun así no caminar nunca en fe audaz. Porque no es fe real hasta que la ponemos en práctica. La fe auténtica no nos conduce a un estado mental positivo. Surge de la obediencia total basada en la invariable

Palabra de Dios. Una vez, Jesús les dijo a sus discípulos que se subieran a una barca y se dirigieran a la siguiente cita ministerial mientras Él se quedaba allí para pasar algo de tiempo en oración. Los discípulos cumplieron como era debido. Sin embargo, Jesús omitió decirles que se encontrarían con una tormenta a mitad de camino que amenazaría con terminar sus vidas. Ahí es donde la historia se pone interesante. Retomaremos este episodio en Mateo 14:25-29 (NVI): En la madrugada, Jesús se acercó a ellos caminando sobre el lago. Cuando los discípulos lo vieron caminando sobre el agua, quedaron aterrados. —¡Es un fantasma! —gritaron de miedo. Pero Jesús les dijo en seguida: —¡Cálmense! Soy yo. No tengan miedo. —Señor, si eres tú —respondió Pedro—, mándame que vaya a ti sobre el agua. —Ven —dijo Jesús. Pedro bajó de la barca y caminó sobre el agua en dirección a Jesús. En este relato bíblico simple y sencillo, se muestran las tres etapas de la formación de la fe de las que le he estado hablando. Comienza cuando Pedro escucha las palabras de Jesús. Así es como se inició su fe. Fue lo que lo transformó de solo ser otro discípulo aterrado en la barca a un potencial caminante sobre el agua. Él reconoció la voz de Jesús. Se da cuenta del potencial del momento. Este es el hombre que podría salvarle la vida. Pero en este momento, su fe no está al descubierto. Solo está comenzando a surgir en el interior. A medida que lee este libro y digiere la Palabra de Dios, su nivel de creencia está en aumento. Su fe se enciende y sus horizontes se expanden. Pero esa no es la línea de llegada… es solo el comienzo. Usted todavía está en la barca. Tan solo ha oído la Palabra. El siguiente paso es hablar. Esto es para activar la fe que ya ha comenzado. Pedro hace esto cuando le grita a Jesús: «Si eres tú, mándame que vaya». ¿Qué está haciendo? Está vocalizando una expresión de su fe. Se está comprometiendo verbalmente. Lo está haciendo público. Está poniendo el milagro en movimiento.

Pero a este punto todavía no se ha hecho el trato. No enseñamos esta historia a nuestros niños en la Escuela Dominical solo porque Pedro y Jesús tuvieron una conversación interesante. Esta historia es memorable y fascinante porque Pedro sale de la barca y trasciende la ley de flotación. Y no es hasta que su pie toca el agua que su fe es revelada. No es hasta que se arriesga al fracaso, a la vergüenza y al daño físico que el poder sobrenatural de Jesús comienza a operar en su favor. Su fe no va a crecer mágicamente por el simple hecho de que usted quiera hacer grandes cosas para Dios o porque le gustaría poder dormir mejor en la noche. Su fe solo puede madurar cuando la desarrolle metódicamente a través del proceso de formación de la fe de Dios: Escuche la Palabra. Hable la Palabra. Ejecute la Palabra. Cuando entre en el ritmo, notará que su fe se hace más musculosa. No se da todo de golpe. Se construye poco a poco con cada paso que da en fe. Notará que su panorama se ve más claro cada vez que la Palabra de Dios va al frente y en el centro de sus decisiones. Aprenderá a dejar que las Escrituras dominen las emociones de desánimo y frustración. Sentirá cómo la fortaleza de la Palabra le capacita para perseverar por sobre la resistencia que quizá en el pasado le hubiese hecho detenerse. Si usted se compromete a tener una vida consistente en cuanto a escuchar, hablar y ejecutar la Palabra, su fe comenzará a henchirse y su espíritu crecerá gradual pero sustancialmente. Y hasta quizá llegue a ser tan firme como para detener el sol o caminar sobre el agua.

CAPÍTULO 11

La tierra firme de la fe audaz Cuando usted intenta convencer a otros para hacer algo difícil, por lo general les repite una y otra vez lo capaces que son ellos. Les asegura que ellos tienen lo que se necesita. En resumen, quiere que sepan que usted cree en ellos. Pero la fe audaz no funciona de esa manera. No se basa en quién es usted o lo que usted pueda hacer. La fe audaz se basa en quien es Dios, lo que Él ya ha hecho, y lo que continuará haciendo. En el capítulo 9, expliqué una simple teología de la audacia en dos partes: Dios es fuerte y Dios es bueno. En este breve capítulo, quiero prepararle para cuando Dios le muestre estas gigantescas verdades acerca de Sí mismo en el transcurso de su nueva vida. Él se mostrará fiel. Es Él quien probará que tiene lo necesario. La infalible fidelidad de Dios, no nuestra capacidad ni nuestro desempeño, es la tierra firme de nuestra travesía de fe audaz. Dios no animó a Josué según la fe de Josué. Lo hizo según su propia fidelidad. El día que Josué fue designado líder de Israel, Dios dijo: Durante todos los días de tu vida, nadie será capaz de enfrentarse a ti. Así como estuve con Moisés, también estaré contigo; no te dejaré ni te abandonaré. (Josué 1:5, NVI) En otras palabras, Dios basó su argumento en su propia capacidad: «Estoy contigo. No te voy a dejar. Esa es tu confianza. Esa es tu esperanza». La experiencia de Josué va hasta el corazón del evangelio. De hecho, cuando usted estudia la Biblia como un todo, descubre que la

historia de las Escrituras es la historia de un mundo desleal siendo rescatado y redimido por un Dios fiel. En el libro de Génesis, fue un Dios fiel el que no se dio por vencido con un Adán y una Eva desleales, aun después de haberle desobedecido abiertamente y haberse rebelado contra sus mandatos. Luego, fue el mismo Dios fiel el que encontró a un hombre llamado Noé de entre toda la humanidad que se había apartado de Él en deslealtad. Y por la fe de este hombre, Dios preservó la raza humana. Este mismo Dios fiel escogió a un hombre llamado Abraham y lo llamó a salir de un lugar llamado Ur. Él usó a Abraham para crear una nación cuyo pueblo estaba destinado a ser más numeroso que las estrellas del cielo o los granos de la arena del mar. Abraham vaciló en su fe. Pero Dios jamás vaciló en su fidelidad. Fue un Dios fiel el que reclutó a un hombre temeroso llamado Moisés para sacar a Su pueblo de la esclavitud y el cautiverio de los crueles egipcios. Fue un Dios fiel el que levantó a un nuevo líder llamado Josué, después que una generación desleal se rehusara a entrar a la Tierra Prometida y muriera en el desierto. Su pueblo tomó el territorio y derrotó a los enemigos porque Dios estaba peleando por ellos, aun cuando pelearon contra los propósitos de Dios por su desobediencia e incredulidad. Fue un Dios fiel el que levantó jueces para salvar al pueblo de Israel cuando pecaban contra Él y hacían lo que era correcto a sus propios ojos. Pero cuando clamaron a Él por ayuda, los escuchó y fielmente los liberó. Fue un Dios fiel el que escogió a un joven pastor llamado David para pastorear a Israel de acuerdo al corazón de Dios. Nadie más siquiera había considerado a David como un candidato a la monarquía. Pero Dios lo levantó para remplazar a un rey desleal llamado Saúl y llevar la nación a un tiempo de favor y bendición sin precedentes. Fue del linaje de David que el Fiel, Jesucristo, apareció en escena para rescatar a su pueblo de sus pecados. Jesús llevó fielmente la vida perfecta que nosotros no podíamos vivir. Fue a la cruz fielmente y murió de la manera que nosotros debíamos morir. Dios fielmente le levantó de entre los muertos, venciendo al pecado y la muerte, y abriendo un camino de vida para todos los que creen.

La fidelidad de Dios continuó en tiempos de los apóstoles pues envió al Espíritu Santo de la promesa. El Espíritu encendió a la iglesia, y los capacitó para bautizar a tres mil personas el día de Pentecostés. Para echar fuera demonios. Para sanar paralíticos. Para enviar evangelistas a contarle al mundo el mensaje de Jesucristo. Y ha sido un Dios fiel el que ha capacitado vidas para ser cambiadas por medio de Jesús mucho después de la última palabra registrada en el Nuevo Testamento. Ha sido la fidelidad de Dios en los últimos dos mil años la que ha hecho que el evangelio se difundiera a cada continente, venciera a toda oposición, y convirtiera a miles de millones de personas que una vez estuvieron lejos de Dios. La fidelidad de Dios se extiende hasta su propia vida. Es un Dios fiel el que le ha permitido cada respiración durante toda su vida. Es su fidelidad la que le ha capacitado para alcanzar las cimas más altas de su vida. Es su fidelidad la que le ha capacitado para soportar los valles más oscuros. Su fidelidad es la razón de cada victoria y éxito que usted ha experimentado. Su fidelidad es su esperanza en cada derrota y fracaso. Así que antes que lea otra página, marque esta clara distinción en su corazón: Mi fe está en Jesús, el Hijo de Dios, el Salvador del mundo. Mi fe no está siquiera en mi capacidad de creer en Jesús, porque a veces no podré percibirle. A veces no seré capaz de sentirle. A veces tendré dudas. Pero mi fe no está puesta en nada de eso. Mi fe está en su fidelidad. En 2 Timoteo 2:13 (NVI) se nos dice: Si somos infieles, él sigue siendo fiel, ya que no puede negarse a sí mismo. Nuestra fe puede fallar. Pero la fidelidad de Dios jamás lo hará. También recuerde que la fidelidad de Dios no se trata solo de mirar hacia atrás. Ella hace que su destino avance hacia delante. De hecho, su fidelidad pasada es la mejor presunción de la capacidad que Él tiene de hacer que el sol se detenga en su vida futura. En los días y años que vienen, se enfrentará con circunstancias que parecerán insufribles. Cada célula de su cerebro será tentada a dudar. En esos momentos, recuerde y repita: Nuestra fe audaz no se construye sobre la grieta de los sentimientos o la llanura aluvial de

nuestro desempeño. Construimos nuestra fe sobre tierra firme. Tierra alta. Construimos sobre la fidelidad de Dios.

CAPÍTULO 1 2

Del error al milagro Cuando conocí a Norm, pensé que era uno de los hombres más agradables que había conocido jamás. Pero lo que no sabía era que estaba todo lo lejos que una persona podía estar de Dios. Pude darme cuenta que además estaba sobrellevando mucho dolor. Y era difícil que pasara inadvertido. Debía pesar en ese entonces alrededor de ciento cincuenta kilogramos. Cuando Norm comenzó a venir a Elevation, solo había como cincuenta personas en el salón. Norm se sentaba todas las semanas en el fondo, llorando como un bebé durante la música, y asentía cada palabra que predicaba. Era obvio que quería estar allí. Aunque vivía a una hora de viaje, él siempre encontraba la manera de llegar a la iglesia. Con el pasar de varios meses, vimos como Norm comenzó a abrir su corazón a Dios. Fue increíble. Había estado muy poco expuesto a Jesús en sus cincuenta años de vida. Había ignorado a Dios por tanto tiempo que al principio el concepto de la gracia parecía demasiado bueno para ser cierto. Pero con el tiempo decidió aferrarse a la Palabra de Dios y depositar su fe en Cristo. Todos lo celebramos. Para bautizar al gran Norm, dos de nosotros tuvimos que hacerlo en la piscina de la secundaria donde nos reuníamos los domingos. La gente gritaba, festejaba y coreaba su nombre. Norm lloró y me abrazó tan apretadamente que pensé que podría quebrarme la espalda. Y en los siguientes meses, todos se hicieron admiradores del gran Norm. Seguro era uno de los voluntarios más amados en nuestra iglesia Elevation. Una tarde, Norm pidió una entrevista en mi oficina. Me di cuenta que era urgente. Cuando llegó, se veía molesto y nervioso. Estaba temblando. Su primera frase fue algo así: «Entendería perfectamente que quiera echarme a patadas de su iglesia después de lo que tengo que contarle».

Le aseguré que sería difícil sorprenderme, y después le dije que disparara. Así que abrió fuego. «Pastor». me dijo, «creo que pronto iré a prisión». Bueno. Eso me sorprendió. Resulta que Norm había estado involucrado en algunas actividades ilegales de Internet antes de aceptar a Cristo. Me explicó en detalle todo lo que había hecho, y me prometió que todo eso era parte de su pasado. Desafortunadamente, los cargos los estaban presentando ahora, y a las partes que ponían los cargos no les importaba que Norm hubiese experimentado un encuentro renovador con Dios. Por lo que a ellos les concernía, él era un criminal. Estaban determinados a hacer todo lo que estuviera a su alcance para mandarlo a prisión por mucho tiempo. Luego de treinta minutos de derramar su corazón y contarme lo arrepentido que estaba por avergonzar a la iglesia de esta manera, Norm hizo una pausa y me miró. «¿Aún hay lugar en esta iglesia para un tipo como yo?», me preguntó. «Norm, comenzamos esta iglesia para personas como tú», le dije. «Comenzamos esta iglesia pensando en las personas que están lejos de Dios. Si no hubiera lugar en esta iglesia para personas como tú, no querría ser el pastor». Por supuesto que empezó a llorar, porque es grande pero tierno. Oramos juntos, y antes que se fuera, le prometí que no solo no lo iba a echar, sino que haríamos todo lo que estuviera a nuestro alcance para apoyarlo. Y lo hicimos. Durante su juicio, nuestro equipo y voluntarios rodearon a Norm con oración, consejos y gran aceptación. Un domingo le pedí que pasara a la plataforma y compartiera toda su historia con la iglesia. Les dije cómo Norm me había confesado que si no hubiese sido por la gracia de Dios, hubiera terminado con su vida. Pero ahora, con la ayuda de su iglesia, tenía la fe para estar firme. La iglesia le hizo una ovación de pie. Y, como era de esperarse, Norm volvió a llorar. Norm se rehusó a mentir respecto a lo que había hecho, así que se declaró culpable de todos los cargos. En la sentencia, el juez no tuvo misericordia. Norm fue sentenciado a cuarenta y ocho meses en una prisión federal. Cuando escuché las noticias, me devasté. Le pedí a Norm que viniera a mi oficina en seguida, creyendo que debía ayudarle a sobrellevar el momento y levantar su espíritu de las profundidades de la depresión. Pero cuando llegó, la perspectiva de

Norm me sorprendió. De hecho estaba sonriendo. «Pastor, usted sabe que no quiero ir a prisión», me dijo. «Nadie quiere. Estoy algo asustado, como usted sabrá. Pero creo que Dios tiene una tarea para que yo haga allí. Así que no quiero que sienta pena por mí. Aunque sí tengo que pedirle un favor». Le dije que haría todo lo que pudiera. «Necesito que esta iglesia me entrene», dijo. «Necesito que me enseñe cómo contarle a la gente de la prisión sobre Jesús. Quiero ir allí y marcar una diferencia para Dios. Quiero llevarme lo que he experimentado aquí en la iglesia Elevation y comenzar una en la prisión. ¿Me enseñaría cómo hacer eso?» Así que le enseñamos a Norm a hacerlo. Una vez que comenzó a pagar su sentencia, comenzamos a enviarle transcripciones de mis mensajes de cada semana. Antes que pasara mucho tiempo, él ya había comenzado un estudio bíblico, y como no sabía cómo preparar mensajes, simplemente leía los míos a los hombres. En los meses que estuvo tras las rejas, varios de los internos entregaron su vida a Cristo. Norm nos ha escrito para contarnos sobre cómo Dios está iniciando un avivamiento en su prisión, desde el otro lado del país. Además está haciendo ejercicio, perdiendo peso, y entrando en forma. Nos dice que no lo reconoceremos cuando le veamos. Y nos dice que no le creeremos algunas de las historias que tiene que contarnos sobre cómo Dios lo ha usado en aquella prisión. Norm no permitió que sus fracasos del pasado definieran su futuro. Norm cree que existe un propósito en su sentencia a prisión. Norm ha visto a Dios convertir su error en un milagro.

EL MÁS DIFÍCIL DE LOS CONTRATIEMPOS Quizás esté empezando a pensar que todo esto de la fe audaz no es para usted. Y no es que no quiera vivir de esta manera. Anhela tener un sueño, hacer oraciones imposibles, y dar pasos de valentía. Pero como Norm, ha estropeado las cosas en alguna parte del camino. Ha perdido el tiempo, ha herido personas, y se ha quedado corto, quizá una y otra vez. Y ahora no se siente calificado.

Este capítulo es para usted. Dios también quiere convertir su error en un milagro. No tiene que abandonar sus sueños ni resignar su fe. Puede pedirle a Dios que cree un corazón limpio dentro de usted y comience un nuevo día a su alrededor. He notado que la mayoría de nosotros no tenemos dificultades en creer que la gracia de Dios es real. Lo que nos cuesta es creer que realmente está disponible para nosotros. Conocemos todas las razones por las que Dios debería sacarnos del juego y sentarnos en la banca. Toda la basura de nuestro pasado amenaza nuestra mente cuando intentamos pensar sobre lo que Dios quiere hacer por medio de nosotros en el presente. Cada uno de nosotros tiene un catálogo personal de mete-duras de pata y fracasos. Quizá hizo algo terriblemente tonto hace años y todavía está pagando por eso. Tal vez sus errores son más recientes. A lo mejor perdió algunos años que sabe que nunca podrá recuperar. Quizá no honró su matrimonio, no terminó de estudiar, no ha pagado sus cuentas, no ha estado presente para sus hijos… Tal vez ahora mismo está en medio de un tremendo problema, y en su corazón sabe que no tiene a ningún otro para culpar aparte de usted mismo. Esos son los contratiempos más difíciles de vencer; los que nosotros mismos creamos. Es natural ver el potencial de redención cuando es alguien más el que falla. Pero cuando el que falla es uno, se siente como si todo hubiese terminado. Permítame asegurarle que si aún le queda un poquito de fe, entonces no ha terminado. Mucha gente diría que Dios todavía puede usarle a pesar de sus errores. Quiero ir más allá. La gracia de Dios es tan audaz que usará el propio error para demostrar lo capaz que Él es. En otras palabras, no solo estoy diciendo que sus errores no lo descalifican para un milagro. En realidad sus errores le otorgan más posibilidades de convertirse en un candidato al milagro… si los procesa a la manera de Dios. Claro que si usted toma lo que le estoy diciendo fuera de contexto, podría llegar a abusar de este concepto. Vaya. Ya que Dios quiere usar mis errores para demostrar lo poderoso que es, ¡esto es lo que haré! Voy a convertir mi vida en un completo desastre. De esta manera, Dios tendrá la oportunidad de hacer un milagro enorme.

No funciona así. Siempre cosechamos lo que sembramos. Usted y yo siempre sufriremos las consecuencias negativas de cualquier decisión destructiva. Esa es una de las razones por las que Dios nos ha dado mandamientos tan específicos sobre cómo vivir. Él sabe qué es lo mejor para nosotros. Y ningún verdadero hijo de Dios debería jamás pecar a propósito, presumiendo que la gracia de Dios limpiará el desorden más tarde. El hecho de que Dios pueda convertir nuestros errores en milagros no nos otorga un permiso para cometer más errores. El apóstol Pablo aborda este tema en el libro de Romanos. Después de asegurarles a sus lectores que no hay faltas que la gracia de Dios no pueda cubrir, menciona la tensión obvia: ¿Qué concluiremos? ¿Vamos a persistir en el pecado, para que la gracia abunde? ¡De ninguna manera! Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo podemos seguir viviendo en él? (Romanos 6:1-2, NVI) La gracia de Dios no es un permiso para pecar. No es un perfume barato que podemos rociarnos para tapar el hedor de nuestras faltas. Su gracia es un invaluable regalo de misericordia que lo invita a usted y a mí a movernos por su fuerza hacia una verdadera plenitud en cada área de nuestras vidas. La gracia es el poder que nos transforma completamente. El primer milagro de fe audaz no es que Dios deshace todo el daño que hemos creado durante años en un día. En lugar de eso, Él comienza un milagroso proceso de cambio dentro de nosotros. Allí es donde comienza. Porque Dios no puede convertir nuestros errores en milagros a menos que primero le dejemos sanar nuestro corazón por medio del arrepentimiento bíblico.

LA REDEFINICIÓN DEL ARREPENTIMIENTO No estoy seguro qué es lo que le viene a la mente cuando piensa en el arrepentimiento. Tal vez algo parecido a arrastrarse, golpeándose el pecho, y sintiéndose muy, muy, muy mal por el error que ha cometido. Y no hay duda que el corazón del arrepentimiento es la

humildad. No hay verdadero arrepentimiento si no siente pesar por su pecado a la luz de la santidad de Dios. Tendrá que afrontar sus malas acciones antes de que pueda dejarlas atrás verdaderamente. Quizás nunca has hecho esto. Ese podría ser el primer paso hacia convertir su error en un milagro. Sea honesto respecto a sus fallas. Evalúe el daño que su pecado ha causado. Deje de poner excusas. Ni siquiera intente anestesiar el dolor. Resuélvalo abiertamente. Si ha lastimado a alguien, vaya con esa persona y pida perdón. Si su pecado es solo entre usted y Dios, deje de intentar esconderlo de Él, y pase un tiempo confesándole sus pecados en serio. Dios no puede hacer nada milagroso con su error si usted no lo llama por lo que es y trata con el mismo como corresponde. Pero esa es solo una dimensión del arrepentimiento. Después de que ha vuelto a estar limpio delante de Dios y ha reconocido realmente su pecado, no se revuelque en él. Y tampoco se atreva a querer compensar el hecho. No puede. Por eso es que Jesús murió. Ese es el punto del evangelio. Dios envió a su Hijo para redimir su vida porque usted jamás podría redimirse. Créalo. Recíbalo. Y después permita que Dios comience a remplazar el dolor de su pasado con esperanza para un nuevo futuro. Sí, hay un tiempo para humillarse en arrepentimiento, pero también hay un tiempo para levantarse y avanzar. Eso me lleva de nuevo a Josué. (Véase Josué 7–8). Él se sintió devastado después que el ejército de un pequeño poblado llamado Hai derrotó a sus hombres de guerra, y tan solo días después de la impactante victoria en Jericó. Supuestamente Hai sería un triunfo fácil. Así que Josué envió sus tropas de segundo nivel para encargarse del asunto. Pero, sin que Josué lo supiera, había toda una dinámica funcionando detrás de escena, y estaba saboteando su éxito. Cuando los israelitas habían conquistado a Jericó, Dios les había indicado que no se quedaran con nada del botín para sí mismos. Tenían que destruirlo todo, sin excepciones. Pero un israelita llamado Acán al parecer interpretó que las reglas no se aplicaban a él. Se había quedado con un poco del botín para sí mismo, y toda la nación sufrió por su desobediencia. A causa de la rebelión de Acán, Dios tuvo que mostrarle a su pueblo que cuando Él les dice cómo deben hacer algo, la obediencia no es opcional. Así que permitió que fueran derrotados por este grupo de personas de Hai.

Ya que tenemos el beneficio de conocer la historia completa, podemos ver cómo las consecuencias en Hai estaban conectadas de modo directo al pecado en el campamento israelita. Pero Josué todavía no sabía nada de eso. Lo único que sabía era que había guiado a su pueblo de la más grande de las victorias en su historia a la más humillante de las derrotas. Estoy seguro que estaría lleno de remordimientos y dudas. Cualesquiera sean las emociones que Josué estaba sintiendo, sabemos que se encontraba en un lugar oscuro, puesto que la Biblia dice que rasgó sus vestiduras y lloró con profunda amargura. Cuestionó abiertamente el propósito de Dios y se preguntó si alguna vez se recuperaría de esta adversidad. Pero Dios interrumpió la espiral descendente de Josué hacia la autocompasión y la depresión: Y el Señor le contestó: «¡Levántate! ¿Qué haces allí postrado?» (Josué 7:10, NVI) Dios respondió a las súplicas desesperadas de Josué por ayuda, pero no de la manera que esperaríamos. No le dijo a Josué que pidiera con un poco más de esfuerzo o que hiciera algún acto penitencial para probar que de veras estaba arrepentido. En lugar de eso, le dijo que se levantara del suelo, que dejara de llorar por derrotas pasadas, y que le obedeciera completamente en ese momento presente. Específicamente, Dios señaló a Acán frente a toda la nación y mandó que Acán y su familia fueran lapidados. El castigo capital para la familia entera parece un castigo brutal e injusto para nuestras mentes modernas. Pero Dios estaba intentando mantener a su pueblo libre de la idolatría que podía destruirlos. Como era de esperarse, una vez que se deshicieron del elemento pecaminoso que estaba en medio de ellos, marcharon hacia Hai (esta vez con las armas grandes) y acabaron con sus enemigos. Dios les concedió a los israelitas una segunda oportunidad, una victoria decisiva, y una valiosa lección sobre el tema del arrepentimiento.

EL COMIENZO DE UN MILAGRO Quizás ha pasado los últimos meses, o años, con el rostro en tierra, sintiéndose derrotado por errores tontos. Es posible que hasta haya pensado que su postura de culpa y remordimiento equivalía al

arrepentimiento. Si es así, tengo el presentimiento de que Dios le diría lo mismo que le dijo a Josué: «¿Qué estás haciendo allí postrado? ¡Levántate! ¡Arrepiéntete! Y avanza hacia tu próxima victoria». En el libro de Apocalipsis, Dios aplasta a la iglesia en Éfeso. La acusa de haber perdido su primer amor por Jesús. Pero quiero que se dé cuenta de algo interesante sobre cómo les dice que deben remediar su situación. Él les instruye: ¡Recuerda de dónde has caído! Arrepiéntete y vuelve a practicar las obras que hacías al principio. Si no te arrepientes, iré y quitaré de su lugar tu candelabro. (Apocalipsis 2:5, NVI) Este versículo me ayuda a pensar sobre el arrepentimiento desde una luz del todo diferente. Dios no reprende a los efesios a someterse por medio de la vergüenza y la culpa. En lugar de eso, les dice que recuerden la altura de la que habían caído, y que vuelvan allí enseguida. ¿Cómo? Por medio de un arrepentimiento genuino y bíblico. Técnicamente, el término neotestamentario para arrepentimiento significa «cambio de mentalidad». Alinear sus pensamientos con los de Dios. Entrar en su onda y aferrarse a su plan. Pero además vemos en Apocalipsis que arrepentirse significa volver a la cima. Volver a la perspectiva de Dios. Sus caminos. Su verdad. Su alto llamado y perfecto plan para su vida. Dios quiere convertir su error en un milagro. Quiere rehabilitar su fe y elevar su vida a las antiguas alturas… y a alturas mayores aún. Lo hizo por David luego de un terrible ciclo de pecados, negaciones, escándalos y depresión. Lo hizo por Pedro en una playa solitaria luego de una absoluta traición. Lo hizo por Josué luego de una terrible derrota frente a un enemigo inferior. Lo hizo por mi amigo Norm en una penitenciaria federal. Tiene todas las razones para creer que Él está listo y es capaz de hacer lo mismo por usted. Puede tener completa confianza en que, por la gracia de Dios y a través del poder del arrepentimiento genuino, sus errores no tienen por qué ser el final de la visión de Dios para su vida. Suponga que su vida ha sido despedazada a causa del pecado sexual. No significa que ahora es inútil como instrumento en las manos de Dios. De hecho, si está dispuesto a dejar que Dios lo sane

y lo restaure, puede resultar en algo totalmente opuesto. Existe la probabilidad de que Dios le use un día para ayudar a otros a encontrar sanidad para su corazón cuando se encuentren en la misma situación. O mejor aún, quizá el dolor que ha experimentado hará sonar la alarma y evitará que alguien que usted ama caiga en la misma carretera oscura en el futuro. O digamos que ha desperdiciado años de cierta amistad porque, hasta ahora, usted ha sido demasiado terco como para perdonar. ¿Y qué si Dios pudiera entrar en esa relación arruinada y hacer algo milagroso aún hoy? No será fácil. Tendrá que humillarse, enfrentar la situación, hacer lo que es debido y confiar en Dios con la parte que usted no puede controlar. Pero con el tiempo, esa relación puede convertirse en un trofeo de la reconciliación de Dios. Quizá esta sea su oportunidad de entender y demostrar el amor incondicional de Dios de una manera totalmente nueva. Estas son tan solo algunas situaciones comunes. No podría señalar cada uno de los errores que pueden estar manteniéndolo estancado. Puede que sea algo tan embarazoso que le aterra que alguien pueda saberlo. Por otro lado, puede parecer tan insignificante que ha llegado a convencerse a sí mismo que puede sepultarlo y volver a la misma rutina de siempre. Permítame dejar esto en claro de una vez por todas: nada que usted haya hecho jamás es tan repulsivo que Dios no podría redimir su potencial y amarle por medio de lo mismo. De igual manera, las cosas más pequeñas también importan. Ese pecado que ha estado ignorando y minimizando puede ser el mismo que le esté limitando su habilidad para levantarse a mayores alturas en Dios. El pecado más poderoso en su vida es aquel que aún no ha confesado. Si quiere ver que Dios haga lo imposible en su vida, no puede intentar esquivar así nomás las cosas que ha hecho mal. No las esconda. No las niegue. Y menos todavía se derrumbe a causa de su peso. Tráigalas a Jesús. Y deje que Él las convierta en algo milagroso.

CAPÍTULO 1 3

Cuando el sol se pone Este es el capítulo que desearía no tener que escribir. Pero quizá sea el capítulo que ha estado esperando desde el comienzo del libro. Un capítulo que lidia con el hecho de que aun después de haberle pedido un milagro a Dios en fe, puede que no llegue. Sin reconocer esta obvia realidad, el mensaje de la fe audaz se volverá incompatible con su experiencia de vida en algún momento del camino. Con el tiempo archivará este mensaje con todos los otros planes y promesas que probó y no le funcionaron. Tenemos que hacer todo lo que esté a nuestro alcance para evitar eso. Pero quiero ser cauteloso. Porque hay una gran posibilidad de que malinterprete lo que le estoy por decir. El objetivo de este capítulo no es liberarlo de toda responsabilidad. Si hay algo que quiero hacer es permitir que se sienta más responsable aun. Quiero capacitarle para caminar en fe audaz sin importar lo que se le cruce en el camino. Cuando comenzamos este libro, hice una declaración audaz, y he pasado casi cada página fundamentando esta afirmación: He visto al sol detenerse. Lo sigo sosteniendo. He visto a Dios contestar oraciones con milagros. He visto personas ser sanadas físicamente en una manera que dejó mudos a los doctores. He visto parejas que fueron infértiles dar a luz niños y niñas saludables. He visto personas perder sus empleos, orar, y con rapidez conseguir empleos que pagaban el doble y requerían solo una fracción del tiempo de viaje. A veces, o muchas veces, sucede así. La fe da resultado. Las oraciones producen. Gloria a Dios. No hay nada mejor. Pero a veces, para ser sincero, muchas veces, sucede de la otra manera. A veces el sol no se detiene. A veces el sol se pone. A veces hace su mejor oración, la más honesta, de lo más

profundo del corazón, y no hay respuesta. O la respuesta es no. A veces, aunque sus motivos son puros, sus deseos son buenos y su necesidad es urgente, no llega la transformación. El momento del cambio no sucede. El cáncer se esparce. Las finanzas escasean. El matrimonio se siente más solitario. Los hijos se alejan cada vez más. A veces el sol sigue bajando, bajando, bajando… y no hay cantidad de esperanza, ayuno, o estilo de vida apropiado que parezca suficiente para detenerlo. Recuerde, antes que Josué pudiera ver detenerse el sol, tuvo que observar en agonía cómo el sol se ponía lentamente sobre una generación entera. Sí, Dios le dio el privilegio de liderar la toma de la Tierra Prometida. Pero no fue antes de ser forzado a soportar cuarenta años de desierto vagando por causa de la vacilación de otras personas. No fue su culpa ni su falta de fe. Él creyó. Él quería obedecer. Josué hasta hizo todo lo que pudo para persuadir a Moisés de ver la situación a través de los ojos de la fe. Pero esa generación no pudo ver más allá de las dudas y los peligros, así que Josué no llegó a heredar la promesa por largo, largo tiempo. Josué pasó una larga parte de su vida a la sombra de una adversidad. E imagino que hubo días en que se preguntó si el sol volvería a brillar alguna vez. Quizá usted se encuentre bajo una sombra similar. Pensó que estaría mucho más cerca de concretar las metas de su vida. Y está bastante seguro de que ha hecho su parte para que sucediera. Pero alguien más le desilusionó. Algo se escabulló por detrás y lo golpeó dejándolo sin sentido. Vino una crisis y tulló su ambición de hacer grandes cosas para Dios… o quizá hasta la esperanza de obtener siquiera algo bueno de Él. Estas temporadas de adversidad pueden ser fatales para su fe. Es fácil perder el rumbo cuando se oculta el sol. Es fácil deslizarse hacia un profundo adormecimiento espiritual en un intento de escapar del dolor. O puede escoger convertir sus tiempos de crisis en las mejores oportunidades de su vida. Todo depende de cómo vea su crisis, y si puede ver la oportunidad que está frente a usted. No puedo prometerle con una buena conciencia que Dios detendrá el sol cada vez que usted camine en fe audaz. Su fe no controla a Dios; de hecho, la fe humana jamás podrá, en ninguna medida, poner la providencia divina en su bolsillo. Lo que significa que a veces la gente que ama se enfermará y no se recuperará. No logrará

todo lo que se proponga. Tendrá que sufrir y lidiar con algún dolor que usted no creó, invitó o mereció. Tendrá días llenos de frustración y miseria. La fe audaz no le garantizará una vida libre de crisis. Pero sí le capacitará para descubrir la oportunidad de ver la gloria de Dios en medio de cada crisis que tenga en la vida. Aun cuando, y quizá cuando en especial, el sol se oculta.

EL ENIGMA DE LA CRISIS Una noche, hace un tiempo atrás, estaba mirando en la TV a una figura pública conocida que estaba tratando el tema del presente estado de crisis en nuestro país. Con rapidez enumeró algunos ejemplos de cosas que están manteniendo a muchos estadounidenses despiertos en la noche: embargos hipotecarios, reducciones empresariales, deudas impagables: los sospechosos de siempre. La imagen que presentó era desoladora. Estaba comenzando a sentirme un poco deprimido. Pero cuando estaba a punto de cambiar de canal, el orador dio un giro en su disertación y lanzó la frase de remate. «La palabra china para crisis», dijo el hombre, mientras el tono de su voz cambiaba dramáticamente, «es muy interesante. De hecho, la palabra china que quiere decir crisis está formada por dos caracteres distintos que resultan muy instructivos para nosotros en nuestra crisis actual. Los dos caracteres que forman la palabra crisis en chino quieren decir peligro y oportunidad. Y así es. Sí, estos son tiempos de gran peligro. Presión intensa. Desafíos sin precedentes. Pero también son tiempos de oportunidades fenomenales. Debemos ver más allá del peligro y asirnos de la oportunidad que ofrece nuestra crisis». Eso me inspiró. Y a la vez me intrigó. Me senté en mi cama, me estiré para alcanzar mi cuaderno, y comencé a garabatear algunas notas tan rápido como pude. Luego empecé a lanzar ideas sobre todos los ejemplos bíblicos posibles de oportunidades que Dios le otorgó a su pueblo. Antiguo y Nuevo Testamentos. Familiares y desconocidos. En conjunto e individuales. ¿Y sabe qué descubrí? Cada vez que Dios presenta una oportunidad significativa, se forma en el crisol de la crisis. Está conectada al peligro. Y llega a un alto precio.

Lamentablemente, aprendí después que la palabra china para crisis en realidad no significa «peligro más oportunidad». Es una leyenda urbana. Así que, en un sentido técnico, el discurso motivacional del hombre erró al blanco. Pero teológicamente hablando, el concepto es acertado. La mayoría de las grandes oportunidades registradas en la Biblia nacieron de una crisis. Y las mayores oportunidades de nuestras vidas también surgen de las crisis. La gloria de Dios a menudo brilla con más intensidad cuando el sol se está poniendo… y aun así fijamos nuestros ojos en Jesús. Quizá eso no sea lo que quiere escuchar. De verdad le digo, a mí tampoco me gusta demasiado. Pero así es como funciona. Como dice ese viejo dicho: «Es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad». Lo que necesitamos hacer entonces, es comenzar a desarrollar un práctico plan de acción sobre cómo convertir su crisis en oportunidad. Para el resto de este capítulo, quiero acompañarlo a través de algunas formas específicas de avivar el fuego de su fe audaz cuando el sol se oculta. Le repito, no existe fórmula mágica o respuesta clave para este estilo de vida. Pero tengo absoluta confianza en que cuando usted vea cada crisis de su vida como una oportunidad de confiar en Cristo de manera más profunda, verá también la gloria y la bondad de Dios brillando en y a través de su vida.

LA OPORTUNIDAD DE LA ADVERSIDAD Puedo darme cuenta que esto va a ser difícil de vender. Cada vez que uno yuxtapone palabras como adversidad con oportunidad, es como un puñetazo contra el sentido común y el pensamiento convencional. ¿Acaso no tiene la costumbre de pensar en la adversidad como algo opuesto a la oportunidad? Yo suelo orar que Dios remueva todos los obstáculos y la oposición en mi vida. Según mi manera de pensar, la adversidad se interpone en el camino de la oportunidad. Pero Dios no piensa como yo. Creo que esa debe ser la razón por la que rara vez me pregunta qué pienso. Así que en lugar de quitar nuestra adversidad, Él desarrolla nuestra fe y demuestra su fuerza al

obrar por medio de la adversidad. O sea, si vamos a seguir el ejemplo de Josué, tenemos que seguirlo desde el comienzo hasta el final. No podemos solo copiar su oración. Debemos tener su corazón. Tenemos que considerar todas las circunstancias que lo rodeaban. Y Josué no oró que Dios interviniera milagrosamente en su día para que pudiera tener algunas horas extra en la piscina el último día de las vacaciones de primavera. Él le ordenó al sol que se detuviera en el fragor de la batalla. Estaba participando en un combate sangriento, peleando para defender la gloria del Dios de Israel. Él no hubiese necesitado que el sol se detuviera si no hubiera tenido un enemigo de Dios que derrotar. Si nunca se enfrenta a un enemigo de Dios, jamás experimentará la victoria de Dios. Donde no hay oposición, no hay oportunidad. ¿Alguna vez ha pensado lo aburridas que serían algunas de las historias bíblicas más queridas si quitara los momentos de crisis? Solo por diversión, vamos a intentarlo. En un capítulo previo hablé de una de las experiencias que más formaron la fe de Josué: la liberación del pueblo de Dios de la esclavitud de Egipto. Le mostré como, justo antes de su gran escapatoria, Moisés dio un conmovedor discurso de ánimo a los hijos de Israel. —No tengan miedo —les respondió Moisés—. Mantengan sus posiciones, que hoy mismo serán testigos de la salvación que el SEÑOR realizará en favor de ustedes. A esos egipcios que hoy ven, ¡jamás volverán a verlos! (Éxodo 14:13, NVI) Increíble. Dios va a liberar a su pueblo de la esclavitud y eliminará a sus enemigos. ¿Recuerda la forma dramática en que lo hizo? Sí, bueno, vamos a obviar esa parte por ahora. En lugar de eso, vamos a avanzar hasta el último cuadro: el final feliz. Moisés les ordenó a los israelitas que partieran del Mar Rojo y se internaran en el desierto de Sur. (15:22, NVI) Parece que algo faltara. De hecho, me refiero a la parte donde el ejército egipcio persiguió a los hijos de Israel, aterrorizándolos casi hasta el punto de la muerte. Ah, y la escena donde Dios pavimentó una autopista de cuatro carriles a través del Mar Rojo y sopló las

aguas de manera que retrocedieron y proveyeron un pasaje seguro para su pueblo. Seguido del gran final, cuando Dios soltó las olas y estas ahogaron a cada enemigo que se había opuesto a su propósito. Dios quiso que su pueblo jamás olvidara el significado de esos momentos de crisis: Te guardo las espaldas. Estoy contigo. Estoy peleando por ti. Nunca te voy a fallar. Es una de las historias más importantes en la historia de la actividad de Dios aquí en la tierra. ¿Y cómo comenzó? Con una crisis. Como resultado de una batalla. En el grueso de la adversidad. Todas las buenas historias comienzan con adversidad. Todas nuestras tramas favoritas surgen de un conflicto importante. Por supuesto, no escogeríamos escribir nuestras propias historias de esa manera. Queremos que nuestras historias salten de la promesa de liberación a la fiesta en la Tierra Prometida. Nos gusta ver cómo otras personas cruzan por el Mar Rojo con un imperio maligno persiguiéndoles. Pero nosotros preferimos que Dios nos construya un puente por encima de nuestras aguas turbulentas y destruya a nuestros enemigos antes que lleguen a una distancia apropiada para el ataque. No funciona así. No puede funcionar así. Porque nunca vería lo fuerte que es Dios si su vida no tuviese oponentes que Él tuviera que vencer.

LANCE EL PRIMER GOLPE Y NO DEJE DE LANZAR GOLPES No le estoy sugiriendo que busque pelearse con el diablo. No estoy aconsejándole que invite al dolor y al sufrimiento en su vida. Y no tendrá que hacerlo. La adversidad es algo inevitable. Solo estoy diciendo que cuando la batalla comienza, usted tiene dos opciones. Quedarse parado y dejarse golpear hasta ser reducido a papilla, abandonar su fe y maldecir el día que nació. O bien puede aprovechar la oportunidad de experimentar el poder y la bondad de Dios de una forma diferente, observándolo maravillado mientras Él pelea por usted. Mi padre me dio una vez algunos consejos de pelea cuando me encontraba intentando sobrevivir la secundaria. Escuche. Esto es algo conmovedor. «Hijo, nadie quiere pelear. Pero a veces no tienes

otras opciones. Así que en el momento en que te des cuenta que la pelea es inevitable, lanza el primer golpe. Ni siquiera el ejército nacional puede vencer una emboscada. Y no dejes de lanzar golpes hasta que la pelea haya terminado». No estoy seguro de que la sugerencia de mi padre tuviera adeptos en Enfoque a la Familia. Pero me ayudó a lidiar con una cantidad de matones a lo largo de los años. Y es una analogía que encaja muy bien con cómo manejar la guerra espiritual que de cierto enfrentaremos al vivir para Dios con fe audaz. Lance el primer golpe. Aproveche la oportunidad de ver a Dios pelear por usted en vez de dejar que su adversario le destruya golpe a golpe. Y no deje de lanzar golpes. No se dé por vencido. No arriesgue o abandone su fe la primera vez que las cosas no funcionen como usted quiere. O aun cuando ciertas cosas nunca salgan como usted espera. Dios no envió a Jesús para tirar la toalla y cancelar todas nuestras peleas. Dios envió a Jesús para meterse al ring y pelear nuestros combates. No sé a qué tipo de enemigos tendrá que enfrentarse mientras pelea la lucha de la fe audaz. Quizá tenga que demostrar la paciencia de Job y la compasión de Cristo hacia un adolescente rebelde. Puede que tenga que persistir a pesar de un dolor físico crónico, preguntándose por qué Dios ha sanado a tantos otros pero no lo hace con usted. Solo tengo treinta años de edad. Quizá aún no haya tenido que pelear ni cerca de los tantos adversarios que usted ha tenido. Quizá piense que no puedo identificarme con su nivel particular de dolor. Y tal vez tenga razón. Pero he tenido un asiento al lado del cuadrilátero y he visto varias personas piadosas que pasaron los doce asaltos con muchas heridas. Pero permanecieron firmes en la fe al final de la pelea.

EL GRAN FINAL DE PAPA Mi abuelo Thomas Liles (lo llamábamos papa) es uno de mis héroes de la fe de todos los tiempos. Era un hombre muy bueno. Su nombre no está en el Salón de la Fe de Hebreos 11 junto al de Jacob. Nunca

detuvo el sol como Josué. Pero me enseño más de la fe audaz que cualquier otro hombre que haya conocido. Se mantuvo fiel a Jesús aun en las noches más oscuras de su vida, y habiendo esta durado más de diez años: el abuelo observó impotente cómo su esposa de más de cincuenta años se deterioraba en su capacidad mental y física a causa de la enfermedad de Alzheimer. Papa le rogaba a Dios cada día que hiciera un milagro. Y tenía todo el derecho de hacerlo. Había servido al Señor con fidelidad como ministro metodista por más de tres décadas. Había sido consejero y consolador de cientos de familias durante años en los momentos más oscuros de la vida de ellos. El abuelo había sido fiel a la abuela por más de medio siglo. Proveyó para su familia, amaba a sus hijos, y permaneció siempre fiel a la tarea que Dios le había encomendado. Mi madre me dijo que ella jamás lo escuchó siquiera una vez alzando la voz enojado o hablando algo negativo de alguien a sus espaldas. Sin duda, papa era un candidato seguro para un milagro del tipo «Sol, detente». Con seguridad, por estar en el momento más oscuro de su vida, Dios le concedería su sencilla petición de sanidad de la mujer que él amaba. Sin embargo, no hubo respuesta. Cada mañana llegaba al asilo apenas salía el sol para poder ser el primer visitante presente. Se sentaba junto a la cama de su esposa día tras día, hora tras hora, aunque había veces que ella ni siquiera se percataba de que él estaba allí. Ella había perdido toda habilidad para conectarse a un nivel significativo. Recuerdo lo triste y perturbador que se sentía mirarla a los ojos y notar lo vacíos que estaban. Y cansados. Se había dado por vencida. Pero papa no se daba por vencido. Él se aferraba a su fe. Nunca se apartó de su lado. Jamás olvidaré el olor del asilo. Tampoco olvido la imagen de mi abuelo arrodillado junto a la cama de su esposa, peinando su cabello, diciéndole que era hermosa. Ella no podía recordar su nombre, pero él nunca dejó de orar, creer y amar. Continuó caminando por fe. Y aun así el sol seguía cayendo. La condición de mi abuela se volvió francamente desagradable. Para ese entonces yo era un adolescente y apenas podía creer lo que oía: «La abuela se despertó en la madrugada maldiciendo a papa e intentando encontrar un cuchillo porque estaba convencida que alguien estaba tratando de secuestrarla»; o: «La abuela se hace sus necesidades en la ropa y no

deja que nadie la limpie». Esa no era la abuela que yo había conocido en mi niñez. Virginia Liles era alegre, ordenada, correcta, valiente, una educadora profesional, la consumada esposa del pastor y la mejor abuela del mundo. Era nauseabundo verla hinchada, acabada y agresiva. No puedo imaginar cómo sería para papa. Creo que cada mañana debería mirar a través de las cortinas con un poquito menos de esperanza de la que tenía el día anterior. Y el cielo seguía oscureciéndose. Su condición continuó deteriorándose. Ya no comía. Ya no salía de su habitación. Papa murió unos dieciocho meses antes que la abuela. Las últimas escenas de su matrimonio fueron lamentables, en serio, desde una perspectiva puramente terrenal. La sanidad nunca llegó. Y eso rompió el corazón de papa. De hecho, rompió el corazón de todos los que amaban a estos dos cristianos increíbles. Estoy seguro que alguna vez habrá visto, o aun experimentado, situaciones similares. Quizá el sol ha caído sobre una ambición reciente en su vida, y no puede deshacerse del dolor del fracaso. Su negocio fracasó, dejándolo agotado y desmoralizado. Quizá usted pensaba que no podría vivir sin cierta persona, y esta escogió abandonarle, y la realidad de que jamás volverá a usted le hace sentir que ya no vale la pena vivir la vida. Tal vez se ha defraudado a sí mismo y a todos sus seres queridos. Ni siquiera está seguro de tener la fe, la energía, o el impulso de orar. Me alegra que mi abuelo no perdiera la fe, ni cuando el sol se ocultó y se llevó lo que a él más le importaba. Aunque no le había pasado casi nada bueno en la última década de su vida, estoy agradecido de que haya permanecido fiel a su creencia de que Dios es bueno. Estoy agradecido de que me dejó un patrón de matrimonio que no solo voy a vivir y pasar a mis hijos, sino que también compartiré con miles en nuestra iglesia y en el mundo. A veces Dios tiene que permitir que el sol se ponga para que su gloria pueda brillar a través de nuestras vidas. Cuanto más oscura se ponga su situación, más resplandeciente será la luz que Dios en su bondad y gracia puede hacer brillar a través de su vida para que el mundo pueda ver. Tengo la fe audaz para creer que mis abuelos han pasado a una realidad nueva y mejorada. Nada les falta. Nada está deteriorado. Todas las cosas fueron hechas nuevas en la presencia eterna de

Cristo. Puede que el sol se haya puesto por un momento. Pero cuando vemos la línea de tiempo de nuestras adversidades a la luz de la eternidad, el dolor permanece solo un momento. Pablo lo puso de esta manera en 2 Corintios 4:17 (NVI): Pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento. Habrá veces que Dios hará detener el sol. Obtendrá aquello por lo que está orando y algo más. Cuando Él lo haga, sea agradecido. Dele todo el crédito. Surfee la ola de bendición tan lejos como esta le lleve. Pero está garantizado que habrá otros tiempos. Dios a veces elegirá permitir que el sol se ponga. El dinero no llegará a tiempo. La relación se volverá más insoportable. La condición va a deteriorarse. El sueño morirá. Parado en medio de esta oscuridad, ¿qué debería hacer?

SEA EL MILAGRO Escuche, nadie sino usted y Dios saben por lo que está pasando en este momento. Pero con todo mi corazón, le insto a que confíe en su Padre celestial. Quédese quieto y observe su poder al ver como pelea por usted. Escuché una vez a un sabio pastor anciano que lo explicaba de esta manera: «Algunas veces vemos el milagro; otras, somos el milagro». En otras palabras, habrá veces que la fortaleza de Dios será demostrada en lo que hace a nuestro alrededor; los efectos externos de nuestra fe y las respuestas tangibles de nuestras oraciones. Otras veces su fortaleza brillará en nosotros, capacitándonos para soportar adversidades devastadoras con una fortaleza extraordinaria. Me alegra que Josué no haya claudicado en el desierto. Me alegra que haya soportado cuarenta años brutales de deambular sin rumbo, marchando al compás de las constantes murmuraciones y conjeturas, amarguras y quejas. Él escogió creer que el sol no iba a estar oculto para siempre. Y así, un nuevo día amaneció para Josué. Dios le

levantó para destituir reyes y guiar a personas a un nivel que harían que los cuarenta años previos parecieran un parpadeo, un parpadeo realmente largo y agónico. Pero encontró la fe para orar otra vez. Escogió creer que Dios todavía podía detener el sol. Me alegra que Dios no hubiera cortado los momentos críticos de la Biblia. Sin ellos, no sabríamos nada de su poder. No tendríamos nada sobre donde construir nuestra confianza en su provisión ilimitada. Jamás probaríamos su potencial. Nunca seríamos cargados por sus tiernas misericordias ni tendríamos historias para contar sobre su presencia en nuestras horas más oscuras. A veces Dios permite que el sol se oculte para que Él sea nuestra única luz. La fe audaz no implica que mis oraciones vayan a funcionar cada vez. Significa que Dios estará obrando aun cuando mis oraciones no parezcan estar funcionando en absoluto. Y yo escojo creer que la fe audaz me capacita para aprovechar las oportunidades en mi adversidad. Para aprovechar la oportunidad en mi escasez de esperar la provisión infalible de Dios. Para aprovechar la oportunidad en mi incertidumbre de confiar en los buenos propósitos de Dios para mí. Recuerde que su crisis es su mayor oportunidad de ver la gloria y la bondad de Dios reveladas, y de tener el gran honor de revelarlo a otros.

CAPÍTULO 14

Ore como un Juggernaut Hace algunos años, comencé a darme cuenta que hacía oraciones bastante tontas. No es que crea que Dios necesita que yo sea elocuente o profundo cuando hablo con Él. Es solo que muchas de las cosas por las que estaba orando eran, bueno, más bien obtusas y sin mucho sentido. A continuación, algunos ejemplos del Libro de oraciones tontas de Furtick. Dígame si no se siente identificado con esta: Dios, acompáñame hoy. Ahora, antes que se sienta insultado (porque sé que usted ha hecho esta oración), déjeme decirle que yo entiendo cuál es la intención detrás de esta oración. Y estoy seguro que Dios también. Lo que queremos decir es que deseamos experimentar su presencia y poder en nuestras vidas. Pero vamos. ¿Acaso la oración Dios, acompáñame hoy no es más que un relleno? ¿El tipo de oración que hacemos porque sabemos que necesitamos orar pero no sabemos realmente qué decir? ¿O no queremos comprometernos con algo específico, por eso la mantenemos cómodamente imprecisa? Dios llena los cielos y la tierra. Cada centímetro de este planeta, y de los demás planetas, le pertenecen. Y si somos creyentes en Jesús, Dios vive en nosotros en la forma del Espíritu Santo. ¿Será que de veras necesitamos asegurarnos de que nos va a acompañar? ¿No podríamos ser un poco más creativos? ¿Y qué tal esta otra? Solía precalificar mis grandes oraciones con esta introducción: Dios, si es tu voluntad… Entonces, ¿Dios necesita una cláusula de opción de exclusión voluntaria en el contrato antes de firmar en la línea y hacer un trato con Steven Furtick, o con usted? Repito, creo que hacemos esto sin

siquiera pensar. No tenemos intención de hacer nada malo. Suena bien, ¿o no? Hasta tiene un estilo Reina-Valera, que todos sabemos que hace de la oración algo más oficial. Y en la superficie, todo esto parece una actitud muy humilde. Sin embargo, con el tiempo me di cuenta que no estaba amortiguando mis oraciones con esta condición porque era humilde, sino porque estaba asustado. Cuando comenzaba con la frase, Dios, si es tu voluntad… hacía que lo que pidiera después sonara más seguro. Así que, en realidad, era una manera de escapar de la responsabilidad. Lo que en realidad estaba orando era, Dios, te estoy pidiendo que hagas esto, pero en realidad no espero que lo hagas. Así que, en caso de que no lo hagas, déjame reconocer de un comienzo que puede ser que decidas no hacerlo. ¿Qué de usted? ¿Ha hecho alguna oración tonta últimamente? ¿No se cansa de lanzar palabras vacías al aire, esperando que se materialicen en algo bueno? ¿Me creería si le digo que la fe audaz incluye una manera totalmente nueva de llevar a cabo su vida de oración… y usted puede cambiarla hoy?

UNA GRAN FUERZA ARROLLADORA EN MOVIMIENTO En cuanto a la oración se refiere, muchos de nosotros ya conocemos bien las cosas estándares. Podemos tejer suficientes palabras que suenan espirituales para armar una oración propia en caso de que nos lo pidan en público. Pero para elevar una oración al estilo «Sol, detente», se necesita algo más que ser competentes en términos generales. Nos lleva a un territorio nuevo, desconocido, y a veces intimidante. No es como pedirle a Dios que le dé un buen estacionamiento cuando está llegando tarde a la iglesia, o que bendiga su pizza de pepperoni para el provecho de su cuerpo. Una oración «Sol, detente» está rodeada de urgencia. Esta llena de posibilidad. Y para la mayoría de nosotros, es una manera totalmente nueva de orar. Yo lo llamo orar como un juggernaut. Un juggernaut es «una fuerza, movimiento u objeto masivo e inexorable que arrasa con cualquier cosa en su camino». A menudo se utiliza para describir un movimiento imparable. Me gusta esa imagen. Mucho. Quizá sea mi

testosterona expresándose, pero en cuanto a la oración se refiere, creo que no se puede describir mejor. Y cuando se trata de buscar un modelo de este tipo de oración, no puedo pensar en otro juggernaut imparable como nuestro Josué. La oración «Sol, detente» de Josué, no es algo que solamente admiramos. En su sencillez, nos muestra una manera osada de dirigirnos a Dios que podemos emular. Y esto es una realidad para todas las oraciones en la Biblia. Están registradas en la Escritura para establecer un patrón permanente de oración para todos nosotros. Para forzarnos a salir de nuestra postura defensiva de oración. Para inspirarnos a levantarnos y comenzar a orar… como un juggernaut. Un juggernaut como Moisés, que se interpuso en los planes de Dios y oró para que no matara a los israelitas después que adoraron el becerro de oro. Como los apóstoles, que pedían y esperaban que sucedieran milagros, y quienes hablaban con valentía ante las persecuciones para que el nombre de Jesús fuera exaltado. Como Elías, cuya oración causó y terminó con una sequía de tres años y medio. Tal vez rechace esto, pero a mí me parece que las oraciones de estas personas no son anormales. No son la excepción. Al menos nunca fueron destinadas a serlo. La tragedia de nuestros días es que hemos tomado lo que había sido destinado a ser común y lo hemos hecho algo excepcional. Hemos colocado a la audacia en el estante más alto, lejos de nuestro alcance, y lo hemos declarado algo fuera de los límites. Santiago 5:17 (NVI) hace este comentario para abrirnos los ojos: Elías era un hombre con debilidades como las nuestras. Con fervor oró que no lloviera, y no llovió sobre la tierra durante tres años y medio. Es una verdadera lástima que la mayoría de nosotros nos enfoquemos en la segunda parte del versículo. Estamos maravillados por el poder superior de la vida de oración de Elías. Nos encantaría tener siquiera un gramo de su poder fluyendo a través de nuestra vida de oración. Pero no tenemos que desearlo. Ese es el verdadero punto del pasaje. Somos como Elías. Somos como Josué. Piénselo. Elías tenía acceso a un Dios todopoderoso que podía

detener la lluvia. Nosotros tenemos acceso a un Dios todopoderoso que puede detener la lluvia. Josué tenía acceso a un Dios todopoderoso que podía detener el sol. Nosotros tenemos acceso a un Dios todopoderoso que puede detener el sol. La única diferencia es que Elías y Josué tenían la audacia para orar conforme al carácter, el corazón, los recursos, la voluntad y las habilidades de Dios. Eso es lo que significa orar como un juggernaut: hacer oraciones dignas del Dios al cual estamos orando. Después de todo, estamos orando a un Dios cuya capacidad siempre excede nuestra audacia. No tendrá que preocuparse por poner a Dios en una posición incómoda o embarazosa jamás. Usted no va a arrinconarlo nunca. No hay forma que pueda desafiarlo a hacer algo más allá de sus aptitudes. La oración es el ruedo donde nuestra fe se encuentra con las habilidades de Dios. Y nunca habrá un momento en que la audacia de nuestra fe sobrepase la capacidad de Dios de responder. Es por eso que las oraciones tímidas son una pérdida de tiempo. ¿Realmente es digno de Dios que le pidamos un buen día como punto principal de conversación con Él cada mañana? ¿O que le pidamos que haga de nuestro trabajo algo más tolerable? Usted y yo estamos llamados a orar más allá de eso. No solo pedir que Dios nos dé un buen día, sino que también nos muestre su grandeza a lo largo de todo el día. No solo que encontremos la fortaleza para tolerar nuestro trabajo, sino que encontremos un propósito que nos lleve a ser excelentes en nuestros empleos para su gloria. Puede que requiera algunos ajustes y entrenamiento para llegar al lugar en el que las oraciones extraordinarias se hagan ordinarias en nuestra vida. Puede exigirnos que flexionemos algunos músculos que ni siquiera sabíamos que teníamos. Pero la Biblia nos deja sin excusas. Somos fuertes en el Señor. Y es tiempo de poner esos músculos a trabajar. Voy a presentarle una manera simple en la que se ha incubado mi vida de oración audaz. Le ha dado nueva vida, nueva perspectiva, y una dimensión diferente a mis oraciones. Aunque tengo que advertirle, esto es de alto voltaje. Las oraciones del tipo «Sol, detente» pueden generar algunos resultados bastante radicales.

OCASO EN EL ANDÉN DE CARGA

Uno de los días más desalentadores de mi carrera pastoral fue un día del año 2008 en el que nuestra iglesia tenía que firmar un contrato para ocupar una instalación de cuatro mil metros cuadrados en un centro comercial de nuestra localidad. Teníamos grandes planes para reacondicionar el espacio y convertirlo en un centro de adoración. Iba a ser nuestro primer local permanente y nuestra sede ministerial. Pero en el último minuto, uno de los otros arrendatarios escogió utilizar una cláusula en el contrato para negarnos el arriendo. Esta compañía en particular no podía soportar la idea de que una iglesia tuviera reuniones de adoración cerca de su tienda. Nosotros alegamos. Pero no cedieron. Así que oramos. No como mendigos. Como juggernauts. Reunimos a un grupo de alrededor de cien Elevadores (así llamamos a los miembros de nuestra iglesia) comprometidos y fuimos al local esa misma noche. Nos arrodillamos en los andenes de carga manchados de aceite detrás del edificio y le pedimos a Dios que nos diera esa propiedad… en el nombre de Jesús. Por un año entero no sucedió nada. Pero aun así, casi cada día, cuando conducía frente a ese edificio de camino a la oficina, no podía resistirme. Sentía que ese espacio estaba destinado a ser nuestro. Así que oraba. Cada vez que pasaba por ahí. En voz alta. Debo haber extendido mis manos hacia ese almacén cerca de trescientas veces. Y cada vez, decía estas palabras de fe: «Padre, gracias porque nuestra iglesia tendrá sus reuniones de adoración en aquel local y alcanzaremos miles de personas para Jesucristo, de acuerdo a tu perfecto plan, en tu tiempo perfecto». En septiembre de 2009, ya estábamos dirigiendo reuniones de adoración con miles de personas en ese edificio. Y no solo eso, sino que un domingo en la noche tuvimos además la oportunidad de bautizar un par de cientos de personas en el mismo carril de carga manchados de aceite donde habíamos levantado nuestras voces en valiente oración dieciocho meses antes. Sentía escalofríos en todo mi cuerpo al estar parado allí, siendo parte de los bautismos con toda mi familia y mi equipo a mi lado. La atmósfera de gratitud era absolutamente electrizante. Dios había peleado por nosotros contra viento y marea. Ah, si se está preguntando qué sucedió con el negocio que originalmente no nos dejaba hacer uso del local, fue a la bancarrota. Y no solo esa tienda. Toda la cadena. Setenta y siete tiendas en toda

la nación. No estoy diciendo que Dios llevó a esta compañía a la quiebra. Pero da lugar a pensar… Una gran fuerza poderosa en movimiento. Un movimiento imparable. ¡Qué manera de orar! Espero no estar escandalizándolo demasiado. Escuche, no le estoy diciendo que andamos por ahí orando para que las organizaciones vayan a la quiebra o sacudiendo los brazos locamente, mientras clamamos por bienes raíces al azar. Pero cuando se trata de permanecer en los propósitos y las promesas de Dios, ¿por qué no ir más allá de los límites y conquistar territorio nuevo agresivamente? Así es como lo hacían los grandes juggernauts de la oración en los increíbles hechos que se registran en la Biblia. Y es la misma manera que puede capacitarle a usted para convertirse en un juggernaut de la oración en nuestros días. Quiero guiarle a través de algunas cualidades específicas de las oraciones del tipo «Sol, detente». Cuando termine, usted tendrá un patrón para presentar un caso delante de Dios en oración. Ahora, la primera vez que escuché la frase presentar un caso delante de Dios, no lo entendí. Sonaba como teología de la corte. Hasta parecía tener un tono manipulador. Sin embargo, le aseguro que presentarle un caso a Dios es bíblico y es práctico. Y he visto cómo ha cambiado la vida de oración de miles de cristianos que están cansados de orar a Dios sobre las mismas cosas de la misma manera. No es suficiente darse cuenta sobre qué tiene que orar. Quizá necesite algo de ayuda para saber cómo orar por lo que usted sabe que tiene que orar. Y al presentarle el caso a Dios, podrá acercarse a Él con fe audaz, porque su oración está basada en un fundamento sólido.

RECONCILIE SUS SUEÑOS CON LOS DESEOS DE DIOS Un pasaje clásico de oración juggernaut es 1 Juan 5:14-15 (NVI): Ésta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que si pedimos conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que Dios oye todas nuestras oraciones, podemos estar seguros de

que ya tenemos lo que le hemos pedido. Observe que no dice «si pedimos cualquier cosa que deseemos» o «si pedimos cualquier cosa audazmente», sino «si pedimos conforme a su voluntad». En otras palabras, Dios quiere que nuestra agenda este sincronizada con la suya. Nuestra audacia debe alinearse a los propósitos de Dios. Orar de esta manera reconcilia nuestros sueños del tamaño de Dios con el Dios que encuentra en la Biblia. Le hace filtrar su audacia con los deseos de Dios, no solo los suyos. Y espero que, con el tiempo, sus deseos y los de Dios se vuelvan uno y el mismo. Por favor, tenga en cuenta esto: Orar con audacia no significa que simplemente hará la oración más grande que se pueda imaginar que beneficiará su vida. No necesita demasiada imaginación para lograr una oración de ese tipo. Podría pedirle a Dios que le permita vivir el resto de su vida libre de dolor físico y emocional. Podría orar para que miles de millones de dólares entraran instantáneamente a su cuenta bancaria. Aleluya. Sol, detente. ¿Era así la palabra mágica? Estas peticiones son audaces. Pero son demasiado egocéntricas y desconectadas de la realidad. Si su oración del tipo «Sol, detente» no está basada en la agenda de Dios para el mundo, no tiene un caso muy bueno para presentar. Lo que en realidad tiene, mi amigo, es una fantasía. Lo último que quiero hacer es apagar sus oraciones o que tenga temor de orar por lo imposible. Es justo lo opuesto: Deseo desesperadamente que usted deje de conformarse con oraciones de bajo grado, que caracterizan a demasiados creyentes. Y también quiero ver cómo sus oraciones valientes son respondidas a la vez que Dios se mueve de forma poderosa en su vida y para su gloria. Eso no va a suceder si usted ora solo para el beneficio de su propia agenda. Es por esto que la Palabra de Dios es tan crucial para la fe audaz. Es imposible separar la oración audaz y efectiva del conocimiento de la Palabra de Dios. Es en la Palabra que encontramos las promesas de Dios y su patrón de acción en la historia. Es por medio de la Palabra que nuestros paradigmas de pensamiento se reprograman para concordar con los propósitos de Dios en nuestras vidas y en el mundo. Cada vez que se arrodilla delante del Padre para orar con audacia, debe tener su Palabra en la mente y en el corazón. De otra manera, se arriesgaría a confundir su propia agenda

con la de Dios, haciendo oraciones gigantescas con resultados microscópicos.

RECUÉRDELE A DIOS LO QUE ÉL YA SABE Josué oró que el sol se detuviera porque Dios les había prometido a los israelitas que pelearía por ellos y derrotaría a sus enemigos. La osada petición de Josué estaba basada en una promesa que Dios le había hecho. Él quería que los propósitos de Dios se cumplieran. En Éxodo 32, leemos sobre cómo Moisés encontró el valor para responder a la amenaza de Dios de destruir a los israelitas después que adoraron al becerro de oro, haciéndole notar que eso difamaría su nombre en Egipto, y recordándole una promesa que les había hecho a Abraham, Isaac y Jacob. El deseo de Moisés era ver que el nombre de Dios fuera honrado y que su promesa fuera cumplida, y esto le dio la audacia para mediar entre Dios y los israelitas. David pasó la primera mitad del Salmo 68 alabando a Dios por sus hechos pasados de liberación y salvación. Y partiendo de esta base, dice en el versículo 28: «Haz gala, oh Dios, de tu poder, que has manifestado en favor nuestro» (NVI). David sabía que Dios había liberado a los israelitas de sus enemigos en el pasado y, por lo tanto, su petición fue que Dios hiciera lo mismo en el presente. En cada una de estas escenas, un siervo de Dios le está recordando a Dios algo que Él ha hecho en el pasado o una promesa que había hecho concerniente al futuro. ¿Cómo es eso? ¿Acaso Dios se olvidó? ¿Acaso necesita un asistente administrativo? Recordarle a Dios sus promesas no se trata de pasarle información nueva. Se trata de experimentar su transformación. Al volver a la Palabra de Dios y recordar sus promesas y sus patrones de acción en el pasado, nuestra audacia se empieza a mover. Nuestros deseos se alinean con los propósitos de Dios. Las promesas de Dios se tejen en la tela de nuestra fe. Y nuestras motivaciones se vuelven las de Él. Permítame mostrarle cómo funciona hoy en nuestras vidas. Quizá esté atravesando una decisión importante que afectará totalmente la dirección de su vida, y no sabe qué hacer a continuación. Su oración «Sol, detente» podría comenzar así: Señor, leí en Génesis 12 cómo le dijiste a Abraham que fuera a

la tierra que tú le mostrarías. Él no sabía cuál sería su destino final, pero actuó en obediencia a lo que le habías dicho. Y le guiaste paso a paso en el camino. Señor, ahora mismo tampoco sé cuál será mi destino final, pero voy a dar el siguiente paso que me has indicado dar. Dios, así como guiaste a Abraham en aquel entonces, ¿me guiarás ahora? ¿Me darás sabiduría? ¿Me mostrarás qué es lo siguiente que debo hacer? O tal vez esté casado y no ha podido tener hijos. Su oración «Sol, detente» puede comenzar así: Señor, mi cónyuge y yo queremos con desesperación criar hijos que te sigan y sean líderes en su generación para tu gloria. Estuve leyendo en la Biblia sobre una mujer llamada Ana. Estaba muy amargada y triste porque no tenía hijos. Oró, y tú le concediste el deseo de su corazón. Y ella te dedicó ese hijo. Señor, te pido que nos envíes un hijo. Si lo haces, prometo darte toda la gloria y la alabanza. Quiero que esto se trate solo de ti, así que si nos dices que no, confío en que eres más sabio que yo, pues he construido esta oración en el fundamento de tu soberanía, no en mis preferencias o mis propios planes. Pero Dios, de acuerdo a lo que has hecho por otros, ¿lo harías por mí también? O digamos que está corto de dinero o bienes, y necesita desesperadamente que Dios provea para su familia. En lugar de ir a Dios a suplicarle por favor, por favor… vaya y dígale: Señor, estoy carente de recursos. Una vez leí en Mateo 14 cómo alimentaste a más de cinco mil personas con cinco panes y dos peces. Dios, ¿multiplicarías de esa manera la provisión para mi familia ahora? Es importante darse cuenta que usted puede orar de esta manera sobre cualquier cosa: la curación de una enfermedad, la salvación de los perdidos, la reconciliación en familias destrozadas, la salida de una depresión, el regreso de hijos que han estado vagando, y cualquier otra cosa debajo del sol. Presentarle un caso a Dios es mucho mejor que recurrir a oraciones que comienzan como: Señor, por favor, ¿será que nos puedes enviar algo de dinero? Es decir, si

no quieres, está bien. Si es tu voluntad… Deseche las renuncias. Deje de picotear e intentar pescar la voluntad de Dios. Vaya a las Escrituras y conozca la voluntad de Dios. Cuando ore de acuerdo a las promesas de Dios, estará orando la voluntad de Dios. Como le dije antes, usted no tiene que precalificar todas sus oraciones. En 1 Juan 5:14, la Biblia dice que si pide cualquier cosa de acuerdo a su voluntad, Él oye. Es tiempo de hablar con una nueva y más valiente confianza. Presentarle un caso a Dios en oración es peligroso. Si se hace bien, tiene el poder hasta de cambiar las estructuras fundamentales de su vida y del mundo. Pero si malinterpreta este concepto, podría terminar pidiendo lo que merece. Y en este caso, es la peor propuesta que podría intentar ofrecer.

USTED NO QUIERE LO QUE MERECE No quisiera exponerlo al concepto de presentar un caso en oración sin aclararle exactamente qué tipo de caso está construyendo. De otra manera, podría dejar a un lado este libro y empezar a orar: Señor, me considero una buena persona. Sabes que he estado esforzándome mucho. Te he estado sirviendo toda mi vida. Pero en este caso estoy contra la pared. Necesito que intervengas de manera asombrosa. Dios, estoy dando lo mejor de mí. ¿Podrías darme una mano? Permítame asegurarle algo: Cuando viene delante de Dios, lo último que querrá hacer es presentar un caso en base a lo que usted cree que merece. Créame: usted no quiere lo que merece. La última afirmación va contra el centro de lo que nuestra cultura e incluso muchos cristianos creen. La mayoría cree que si las personas son buenas, o al menos lo intentan, se merecen ciertas cosas buenas de parte de Dios. Merecen ser bendecidos. Merecen ser felices. Y definitivamente merecen que sus oraciones sean contestadas. El problema es que esta creencia está basada en la noción de que Dios está llevando cuenta de nuestro puntaje espiritual, y que su respuesta se basa en la calidad de nuestro desempeño. En realidad, cuando venimos delante de Dios y

comenzamos a presentarle un caso en base a nuestro crédito, estamos exponiéndonos voluntariamente a la desilusión. Cuando estaba en décimo grado, tenía un profesor de ciencias sociales que además era entrenador de fútbol americano. De veras era más entrenador que profesor. Así que no venía mucho a clases cuando había temporada de fútbol. Mostraba muchos videos. Y yo apreciaba eso. Eso hacía que fuera mi clase favorita, el tipo de clase en la que no tenía que pensar demasiado. Cuando obtuvimos nuestro primer reporte de calificaciones, me sorprendió ver que tenía una C en la clase del entrenador. Obviamente no merecía una C. Fui directo al entrenador a presentarle mi caso. Él era genial. Era una persona de trato fácil. Me agradaba. Seguro podríamos llegar a algún acuerdo. —Entrenador —le dije—, ¿a qué se debe esta C que me puso? Estudió mi rostro. Parecía que estuviera intentando descifrar mis intenciones. Finalmente dijo: —No lo sé. Veamos el cuaderno de calificaciones. Abrió el cuaderno de calificaciones y noté un montón de ceros en la columna de los deberes. Ni en mis peores pesadillas hubiese imaginado que estaba llevando cuenta de los deberes que no le llevaba. Obviamente, lo había subestimado. El entrenador sacó una calculadora y comenzó a calcular el resto de las notas. Y el resultado era una C. Luego promedió todos los ceros. Para concluir la situación, cerró el cuaderno de notas y me miró a los ojos. —¿Sabes, Steven? Tienes razón —dijo calmadamente—. Tienes toda la razón. Tú no mereces una C en mi clase. Para nada. Parece que en realidad mereces una F. ¿Quieres que arregle eso? De pronto esa C parecía más que justa. Es más, parecía misericordiosa. Volví a sentarme y me callé la boca. Era tanto más por lo que en realidad merecía. Tenemos que darnos cuenta que si Dios de veras tomara su calculadora y su cuaderno de notas, ninguna de nuestras oraciones sería contestada. Nadie está calificado para presentarse delante de Dios. Ninguno de nosotros ha logrado la suficiente puntuación ni las buenas obras para permitirnos de alguna manera tener el derecho de hacer que Dios se mueva. Jamás le pida a Dios que le dé la calificación que se merece. Las oraciones genuinas de fe están basadas en la gracia. Presente su caso

en base a lo siguiente: la justicia que se le ha adjudicado a su cuenta por medio del perfecto desempeño de Jesucristo. Las oraciones «Sol, detente» no consisten en hacer cambiar a Dios de idea. Consisten en cambiar su propio corazón, activar su fe, y desarrollar su confianza en la Palabra y el carácter de Dios. A medida que esto va ocurriendo, la audacia de sus oraciones aumentará, puesto que se encontrará una y otra vez con un Dios que ha actuado audazmente en el pasado y anhela hacerlo hoy también. Él aún anhela detener el sol. En el pasado, lo hizo un juggernaut que se llamaba Josué el que actuó en base a esa promesa. Ahora es su turno.

CAPÍTULO 15

Permiso para orar de manera práctica Dios está interesado en cada una de las áreas de su vida. No es que la única forma en que usted puede hacer una oración del tipo «Sol, detente» es cuando está en las líneas de batalla del campo misionero, o construyendo orfanatos, o traduciendo la Biblia a nuevos idiomas. Así que en el caso de que aún no haya comenzado a pensar en las necesidades, anhelos, esperanzas y sueños personales que le parecen imposibles, o en el caso de que no esté seguro de qué está permitido, quiero proveerle algo de ayuda. En el capítulo 4 le di una lista de áreas en su vida en las que podría elevar una oración del tipo «Sol, detente». Pero quiero cavar un poco más profundo en algunas de las necesidades personales que parecen imposibles y que dan lugar a este tipo de oración de fe. Puede que sus resultados no sean exactamente los mismos que los de las personas que le voy a mencionar. Pero usted puede tomar el espíritu de su fe. Tiene todas las razones para creer que Dios puede obrar de la misma manera en su vida. He visto parejas que luchaban con la infertilidad que hicieron oraciones del tipo «Sol, detente» para que Dios les permitiera tener un hijo. Muchos de ellos tuvieron bebés saludables. Ellos siguen el rastro de su milagro hasta el momento en que oraron de esta manera. Hablan mucho sobre la fe que les llevó a mantener la visión presente mientras los doctores seguían diciéndoles que jamás concebirían. También he visto parejas que pelean contra la infertilidad y hacen oraciones del tipo «Sol, detente» y nunca ven progreso alguno en su condición física después de haber esperado, creído e intentado por meses. Muchas de estas parejas tomaron eso como una señal de que Dios quería que se convirtieran en padres adoptivos, y comenzaron

en fe con ese proceso. La mayoría de ellos le dirá: «Dios también contestó nuestra oración de fe. Solo que lo hizo de acuerdo a su manera creativa de hacer las cosas». Muchas personas hacen oraciones del tipo «Sol, detente» por sus carreras. Yo avalo esto de todo corazón. Mi amigo Mike fue inspirado por la idea de activar su visión de la Página 23 para su negocio. Comenzó a reunirse con sus seis empleados para explorar cómo luciría una oración del tipo «Sol, detente» en su industria. Puesto que la compañía de Mike administra el dinero de la gente, su oración es algo intrincada. Después de todo, muchos cristianos creen que ganar grandes sumas de dinero es algo que está completamente desligado de los propósitos de Dios. Mike no lo ve de esa forma. Aunque sabe que los creyentes no deben poner su esperanza en las riquezas, él está decidido a aprovechar sus habilidades de generar incrementos financieros para la gloria de Dios. Así que su oración está dirigida a enriquecer e impactar vidas siendo uno de los mayores administradores de dinero de su generación y construyendo un equipo de primera clase centrado en principios bíblicos. ¿El resultado? Mike ha experimentado mucho éxito haciendo mucho dinero para muchas personas. Le da un por ciento considerable de sus ganancias a la causa de Cristo en el mundo. E impacta y enriquece las vidas de cientos de personas con las cuales trabaja. Las necesidades físicas y financieras a menudo inspiran oraciones del tipo «Sol, detente». ¿En serio puede orar respecto a estas cosas? Absolutamente. He visto a Dios contestar oraciones por provisión y sanidad directamente y más veces de las que puedo contar. Por supuesto, Él no lo hace siempre de la misma forma. Y no podemos reducir esto a una fórmula, reclamando que siempre haga esto o aquello cuando oramos de cierta manera. De todas maneras, el mismo Jesús que tocó personas heridas y creó provisiones milagrosas cuando caminó en esta tierra, puede obrar en nuestras vidas de la misma forma espectacular. Su necesidad del tipo «Sol, detente» puede no verse representada en las historias que le acabo de contar. Está bien. La idea no es darle una lista de posibilidades. Solo quiero darle libertad para orar por sus necesidades de acuerdo con la voluntad de Dios, con la total confianza de que Él se encarga de todas las necesidades imposibles de su vida, en cada una de las esferas que la componen.

Así que adelante: Ore. Ore con imaginación. Ore sin detenerse. Y espere el milagro.

CAPÍTULO 16

Dulce audacia sureña Hace un tiempo, mientras hurgábamos entre algunas cosas viejas en casa, mi esposa, Holly, y yo encontramos una cinta de casete titulada Steven, dieciocho meses de edad. Después que encontramos una pieza de tecnología antigua llamada reproductor casetero, pasamos un lindo rato escuchando la cinta. Aparentemente, la grabación había sido hecha en la casa de mi tía Jackie cuando yo era un niño pequeño. Durante gran parte de la cinta, la tía parece estar intentando hacer que coma algunos guisantes, y yo le estoy pidiendo que encienda la radio. Después de cerca de doce repeticiones, al fin cede y enciende la radio, y se me puede escuchar cantar con la música de alguna manera, todo lo que un niño de dieciocho meses puede llegar a cantar. Esa cinta despertó algunas memorias muy vívidas en mi mente. Recuerdos de los días en que teníamos cintas de casete, por ejemplo (mi favorito era Led Zeppelin IV). Buenos recuerdos… Pero los recuerdos más profundos eran sobre la tía Jackie. La tía aún es bastante fuerte para los ochenta y tres años que tiene. Sigue viviendo en Moncks Corner, Carolina del Sur, en la misma casa donde ha vivido por más de cuarenta años. Sigue yendo a la misma iglesia y sirviendo en los mismos comités en los que ha servido la mayor parte de su vida. Es metodista hasta la médula, y cuando mi madre enumeró todas las posiciones tras bambalinas que había ocupado en la iglesia metodista en la que crecí, me preguntaba cuán astronómico sería su salario atrasado si hubiese ganado siquiera un salario mínimo por cada hora que había trabajado como voluntaria. La tía Jackie es una mujer sureña realmente dulce, desprendida, y con un corazón de sierva, aunque es capaz de confrontarle agresivamente si las circunstancias lo ameritan. Ah, y técnicamente no es mi tía. De hecho no está relacionada conmigo de ninguna

manera. Pero la he llamado tía Jackie desde que tengo uso de razón. Solía ir todo el tiempo a su casa cuando era un niño. Ella no tenía hijos propios, porque nunca se había casado. Sus padres sufrían de una enfermedad crónica y ella sintió que Dios la estaba llamando a dedicar su vida a cuidarles. Puesto que la tía no tenía hijos, nos consentía mucho a mí y a mi hermano. Eso quería decir que nos encantaba ir a su casa. Ella nos dejaba ver Los Duques de Hazzard. Digo que nos dejaba mirarlos como si ella estuviera haciendo algún tipo de sacrificio. Mi madre dice que en realidad a la tía le gustaba mirar a Bo y a Luke. Que estuviéramos allí le daba una excusa. La razón por la que le menciono a la tía Jackie no es para analizar sus hábitos televisivos. Quiero poner la vida de la tía Jackie como un ejemplo de fe audaz. Si la tía hubiese sabido que escribiría sobre lo audaz que es, se moriría a carcajadas. Si hubiese sabido que la compararía con Josué, hubiera vetado este capítulo. Pero mirando hacia atrás en mi vida, es obvio que la tía Jackie es una de las personas más audaces que he conocido. Aquí le explico el por qué. No solo ha hecho sacrificios difíciles para poder cuidar de otros, confiando que Dios cuidará de ella, sin preocuparse por obtener gloria alguna… no solo ha sido una piedra fundamental de la pequeña congregación metodista que mi abuelo solía pastorear, asegurándose que las flores siempre estuvieran frescas y el atrio siempre estuviera limpio… la tía Jackie también es una poderosa guerrera de oración. Sé que ella ha hecho algunas serias oraciones del tipo «Sol, detente» en el correr de su vida, y estoy seguro de que hay muchas más que desconozco. Pero hubo una de ellas que tiene un significado muy profundo para mí… porque estoy bastante seguro que es una de las razones por las que hoy estoy compartiendo este mensaje con usted. Yo tenía dieciséis años, y habían pasado más o menos tres meses desde que le había dado mi vida a Cristo. La tía Jackie me detuvo un miércoles en la noche en el estacionamiento de la iglesia, después del ensayo del coro y me dio un abrazo, como siempre lo hacía. Me dijo que no le gustaba mi cabello, que en ese entonces estaba teñido de color naranja, pero que aparte de eso me veía muy guapo, que estaba orgullosa de mí, y que no podía creer lo alto que estaba. Y

después me dijo que tenía algo importante que decirme, y que yo necesitaba escuchar. —Steven, Dios tiene un plan especial para ti. —Gracias, tía Jackie. Realmente apre… —Steven, cállate y escúchame un momento. No tienes por qué estar hablando siempre, hijo. —Sí, tía. —Bien, yo estaba diciendo que Dios tiene un plan especial para tu vida. Y yo lo sé, hijo, porque te he estado observando y orando por ti toda tu vida. Y Dios me dijo que te usaría para cambiar el mundo. ¿Crees eso Steven? —Eh, sí. Creo que entiendo lo que estás dicien… —Bueno, sea que lo creas o no, es verdad. Dios siempre se abre camino, y estoy orando para que seas uno de los mayores instrumentos de Dios en compartir la Palabra. En ese entonces no tenía idea de lo que era una oración del tipo «Sol, detente». O que tendría la oportunidad de compartir este mensaje con personas en todo el mundo. Pero la tía Jackie, a su propio modo sureño, metodista y audaz, estaba haciendo una oración del tipo «Sol, detente» sobre mi vida y creyendo que Dios haría lo imposible a través de mí. Quizá las oraciones más grandes que Dios responderá en el trascurso de su vida serán las oraciones audaces de fe que haga por otros. Quizá nadie sabrá jamás que oró por ellos. Quizá nunca vea la conexión entre lo que usted oró y lo que Dios hace con la vida de esa persona años después. Pero puedo decirle esto. Desde la perspectiva de Dios, cada vez que predico un sermón, escribo un libro, y toco una vida, hay una pequeña mujer de Moncks Corner en Carolina del Sur, cuya cuenta celestial está acumulando intereses. No subestime a las personas como la tía Jackie, que no se ven nada parecidas a Josué en la superficie, pero que hacen sacudir cualquier cosa por medio de una vida de oración constante. Nunca logró que comiera mis guisantes. Pero sus oraciones prepararon un camino para que yo hiciera una diferencia en el mundo.

CAPÍTULO 17

Puje mientras ora Mi hijo primogénito, Elijah, nació de manera normal. Ni una sola complicación. Lloró durante todo su primer año de vida. Pero el proceso de parto en sí, fue del todo fluido. Nuestro segundo hijo, Graham, hizo una entrada un poco más dramática. Una semana antes de la fecha prevista para el parto de Graham, los doctores decidieron inducirlo. Y Holly ya había determinado que, como la anestesia epidural estaba entre los regalos más grandes de Dios, la iba a utilizar sin dudas. Así que llegamos al hospital a tiempo, comenzamos el proceso, y nos instalamos como si fuéramos viejos profesionales. Holly estaba bebiendo un poco de gaseosa de jengibre, mirando una repetición de El show de Cosby, cuando una enfermera entró y comenzó a hacer sus cosas. Le pregunté, por la quinta o sexta vez en ese día, cuanto tiempo faltaba para que Holly tuviera que comenzar a pujar. Según el último informe, eran tres horas. Pero esta vez la enfermera no contestó. Si estaba hastiada, la comprendo, pero como eso nunca me ha detenido, le volví a preguntar. Me miró y dijo: Cállese, papá. Tengo preocupaciones más importantes que atender la curiosidad que usted pueda tener ahora. Así que me callé. Luego vi cómo llamaba a otra enfermera a la habitación. Luego, un médico. Luego, dos enfermeras más. Después un médico más. Entonces, llegó un técnico empujan-do un gran aparato que no usaron cuando nació Elijah. Todos se veían muy serios, y yo ya había comenzado a preocuparme. —¿Qué está pasando? —pregunté en medio de toda la conmoción —. ¿Puede alguien explicarme por favor que está pasando? Necesito saber si todo está bien. El médico principal me contestó con calma y mesura. —Papá —me dijo—, necesita calmarse. Tenemos una

complicación. No podemos hablar con usted en este momento. Ahora, lo más importante es ayudar a su esposa a pujar. Se volteó hacia Holly, y dijo: —Sra. Furtick, es el momento de pujar. Holly comenzó a llorar y a lanzar su propio cuestionario sobre qué era lo que estaba pasando. El médico le ofreció una versión abreviada de la explicación que recién había oído. —Sin preguntas, señora. Ahora no es el momento. Ahora hay que pujar. Vamos. Ella comenzó a pujar. Luego de diez minutos, Graham había nacido. Pero cuando salió, estaba morado. Sucedió que su cordón umbilical se había enredado en su cuello. Los monitores estaban mostrando que no estaba obteniendo suficiente oxígeno. Es por eso que todos se habían presentado tan repentinamente. Gracias a Dios, dentro de los diez minutos posteriores a su llegada, Graham se había recuperado por completo. Estábamos agradecidos, pero seguíamos en estado de choque. Nos dijeron que era todo parte de un procedimiento común, que esta complicación se presenta con bastante frecuencia. Para mí, la experiencia fue anormal y traumática. Tal vez los diez minutos más aterradores de toda mi vida. Cuando comenzaron a irse, agradecí a los doctores y a las enfermeras por ignorar mis preguntas y ocuparse de cuidar a mi esposa. Me miraron como diciendo: Nos alegra tener tu aprobación, amigo. Por supuesto, a la noche siguiente Holly estaba emocional y físicamente agotada, e intentaba con desesperación lograr dormir algo. Me senté en su habitación, trabajando y meditando en toda la experiencia. No existía ni la más remota posibilidad de que pudiera dormir en el potro de torturas que el hospital proveía para que los papás duerman. Además, a causa de una pobre planificación, tenía que predicar al día siguiente. Estaba concretando algunas notas finales. El pasaje que elegí era el de Josué 10, el capítulo en el que Josué le ordena al sol que se detenga. (¿Alguna vez lo oyó?) Sin embargo, esta vez me encontraba estudiando los eventos que llevaron a que el milagro solar ocurriera. Y a la luz de todo el drama por el que habíamos pasado, allí mismo en la habitación del hospital, me golpeó algo que no había notado antes. Permítame describirle la

secuencia. Primero, tenemos la promesa arrolladora que Dios le hace a Josué: No tiembles ante ellos, pues yo te los entrego; ninguno de ellos podrá resistirte. (versículo 8, NVI) Dos versículos después vemos cómo Dios comienza a cumplir con su propia promesa. Los soldados enemigos huyen. Israel los persigue. Dios se une a la pelea enviando una granizada sobre los amorreos que huían. Y algunos versículos después de esos, Josué hace su épica oración para detener el sol. Pero espere un minuto. Entre la promesa y el milagro hay una porción de información fácil de pasar por alto: Después de marchar toda la noche desde Guilgal, Josué los atacó por sorpresa. (versículo 9, NVI) ¿Marchar toda la noche? ¿Cargando armas y víveres a través del territorio enemigo y a oscuras? ¿Treinta y cinco kilómetros cuesta arriba (según dicen los eruditos) a solo horas antes de la mayor de sus batallas? Vaya. De pronto tuve una repentina revelación sobre la oración. Si va a orar para que Dios detenga el sol, más vale que esté listo para marchar toda la noche. La gran oración de Josué no fue una excusa para eludir responsabilidades. Él no le pidió a Dios que detuviera el sol mientras se arrodillaba en la comodidad de su tienda. Él lo hizo de pie y luego de marchar toda la noche. Josué hizo todo lo que pudo desde el punto de vista natural. Se esforzó físicamente, dirigiendo a miles de soldados en lo que debe haber sido una agotadora marcha nocturna. Se esforzó mentalmente, ejecutando la marcha con estrategia bajo la capa de la oscuridad para lograr emboscar al enemigo. Entonces le pidió a Dios que le agregara el sobre a su natural. Y Dios lo complació. La fe sobrenatural del tipo «Sol, detente», como lo mencioné

antes, no viene separada de nuestras acciones. De hecho, estas palabras familiares de Santiago comenzaron a tener más sentido para mí que nunca antes: Así también la fe por sí sola, si no tiene obras, está muerta. (2:17, NVI) Si va a tener la audacia para pedirle a Dios algo, más vale que esté listo para actuar. La oración audaz debe estar amarrada a la obediencia práctica. De otra manera, no es fe. Es solo un pensamiento de esperanza o energía mental positiva. No es sorprendente que Dios no conteste tantas de nuestras oraciones. Oramos por un milagro, pero no nos movemos. Y la mayoría de las veces, si usted no se mueve, Dios tampoco lo hace. Esa es simplemente la manera que Él diseñó el funcionamiento de la fe. A la luz de esta nueva revelación, volví a reproducir el parto de Graham en mi mente. Pero reconstruyéndolo desde una perspectiva absurda. ¿Qué hubiera sucedido, imaginaba, si el médico hubiese descubierto que mi hijo no estaba recibiendo suficiente oxígeno, y cuando yo le preguntara qué estaba sucediendo, él hubiese dejado de atender a mi esposa? ¿Y qué si, luego de detenerse, le hubiese indicado a los técnicos que desconectaran todos los aparatos y a las enfermeras que detuvieran sus procedimientos? Y qué si le hubiera dicho a todos que se arrodillaran y dijera: «Amigos, esto no es bueno. Si no sacamos a este bebé en los siguientes minutos, morirá o sufrirá un daño permanente. Esto está muy mal. Así que necesitamos orar, ¿está bien? Todos dejen de hacer sus tareas por los próximos minutos, y reunámonos en un círculo para orar. Oremos por el bebé, por la mamá, oremos por el equipamiento y por cada profesional médico en esta habitación, por su nombre. Vamos a detenernos a orar, en el nombre de Jesús». Yo hubiera interrumpido al médico. Hubiese dicho (o mejor dicho, gritado) algo así: «Doctor, aprecio mucho su fe. Pero si me está diciendo que mi bebé puede morir si no lo sacamos ahora mismo, ¡lo vamos a sacar ahora mismo! Nadie cree en la oración como yo. Pero ahora, usted va a encender todos los aparatos otra vez y se volverá a poner sus guantes. No vamos a detenernos a orar. Vamos a pujar… y vamos a orar mientras lo hacemos». La gente que camina en la fe audaz, no se detiene a orar. La fe

audaz nos enseña a pujar y orar.

¿LO ÚNICO QUE SE PUEDE HACER ES ORAR? A veces escuchará a alguien hablar de una necesidad urgente y horrible, y luego mencionar con cierto tono de desesperación: «Bueno, lo único que se puede hacer es orar». Eso me hace estremecer. Primero, que hace ver a la oración como un refugio de último recurso. O como el último niño elegido para jugar balón prisionero. Es como si pensáramos, Hemos intentado todo lo demás, lo que resulta. Ahora creo que tendremos que orar. Jamás deberíamos reducir a la oración al ámbito de es lo único que se puede hacer. A veces lo es. Pero no con la frecuencia que nosotros creemos. Y es la actitud de pasividad por defecto que me vuelve loco. Hace de la oración algo insignificante, quizá hasta sin sentido. Pero además sugiere una falsa dicotomía en la forma en que Dios obra. Esa línea de pensamiento sugiere que debemos orar, y después esperar. Si Dios quiere hacerlo, lo va a hacer. Si no lo hace, quizá debemos orar un poco más. Pero eso es todo lo que podemos hacer. Lo único que se puede hacer es orar. Rara vez la oración es lo único que se puede hacer. Podemos orar y podemos prepararnos. Podemos pedirle a Dios que intervenga y podemos iniciar cambios en nuestras vidas para que esto suceda. Podemos pedirle al Señor que pelee por nosotros y desenvainar nuestras espadas y pelear en su fuerza. Las oraciones «Sol, detente» son oraciones combinadas: Unen nuestras palabras llenas de fe con nuestras acciones llenas de fe. Josué tuvo la audacia de pedir y la persistencia de continuar. Si va a pedirle a Dios que detenga el sol, más vale que esté listo para marchar toda la noche. Si va a pedirle a Dios que le dé un matrimonio mejor, necesitará marchar en esa dirección. Comience a hablarle con más calidez a su cónyuge. Comience a sembrar semillas de aliento, y deje de ser tan brusco, áspero y desmoralizador. Invierta tiempo y dinero en citas. Dígale que está arrepentido de la forma que le ha ignorado. Discúlpese por hacerle sentir estúpido cada vez que comparte una de

sus ideas con usted. Puje mientras ora. Si está haciendo una oración «Sol, detente» por un nuevo trabajo, es mejor que arregle su currículo. No debería quedarse hasta tarde durmiendo y esperar que Dios le envíe un trabajo. Seguramente no se lo van a llevar hasta la puerta de su casa. Usted debería estar afuera buscando el trabajo que cree que Dios tiene para usted. Tenga la audacia de planchar su camisa. Lustre sus zapatos. Haga algunas llamadas. Haga funcionar su creatividad. Involúcrese en su milagro. Puje mientras ora. Si su oración del tipo «Sol, detente» es que Dios le ayude a salir de las deudas, genial. Tome su calculadora y las cuentas que debe pagar. Reúnase con un experto. Ore mientras analiza los números. Lo digo en serio. Haga de la reducción de deudas una actividad espiritual. Arrepiéntase de sus malos gastos mientras evalúa los daños. Ore por dominio propio a la vez que va incorporando nuevos hábitos. No espere que Dios borre los discos duros de todas las computadoras de las sedes de su tarjeta de crédito en todo el mundo o que envíe a un millonario anónimo a saldar sus cuentas. Vaya pagando a medida que ora sobre su situación. Puje mientras ora. ¿Ya agarró ritmo? Puje, puje, ore. Puje, puje, ore. ¡Sol, detente! Marche toda la noche. ¡Dios, por favor, bendice a mis hijos! Pase tiempo con ellos, afirmando sus dones y pastoreando sus corazones. ¡Dios, envíame una buena esposa cristiana! Deje de ir al club el jueves en la noche. Su buena chica cristiana seguro no está allí. Involúcrese en la iglesia. Sea un hombre de Dios. Únase al grupo de ujieres. Mantenga sus ojos abiertos. Dios, ayúdame a perder peso. Suelte las rosquillas. Haga ejercicio. Repita. No estoy diciendo que Dios necesita que lo ayudemos. No es que Él está cargando algo muy pesado, resoplando y preguntando, ¿Puede alguien darme una mano aquí? Como ya hemos visto, Dios es infinitamente fuerte y capaz. Él puede hacer cualquier cosa que quiera hacer, solo. Josué vio a Dios enviar comida del cielo durante cuarenta años para alimentar a los hijos de Israel. Vio al Señor producir agua de una roca. Estos fueron actos independientes de

Dios. Pero cuando llegó el momento de pelear esta batalla, Josué se dio cuenta que Dios se complace cuando sus hijos participan de Sus propósitos. Él tenía la confianza de que el Señor derrotaría a sus enemigos. Pero Dios no iba a mover mágicamente a los israelitas hasta el círculo de los ganadores. Ellos tendrían que marchar toda la noche. Usar sus espadas. Idear planes. Sangrar. Matar. Arriesgar. Actuar. La fe audaz no es pasiva. Tampoco lo es la oración audaz. Cada aspiración que usted tenga en oración necesita ser acompañada por la acción. De otra forma, no está orando realmente. Solo está dogmatizando. Usted haga lo natural. Confíe en Dios por lo sobrenatural. Ahora está haciendo oraciones «Sol, detente». Esto va más allá del mundo de la fantasía. Ahora está caminando en una verdadera fe audaz.

UN CUENTO DE DOS SOÑADORES Hay una gran diferencia entre permanecer en la esperanza y caminar en la fe. Permítame explicárselo desde la perspectiva de dos hombres con un sueño idéntico, y resultados radicalmente diferentes. Mi amigo Jack es un músico extremadamente talentoso. Pero no creo que usted vaya a escuchar jamás alguna de sus canciones. De hecho, estoy seguro que no lo hará. Y no es porque no sean buenas. Jack ha grabado muy buenos temas en los últimos quince años. Pero se están pudriendo en el disco duro de su computadora en su estudio casero de grabación. Hubo un tiempo en el que Jack tenía la visión de un ministerio cristiano mundial con sus canciones. Oró mucho por eso. Habló mucho de eso. Trabajó muy duro por eso. Invirtió mucho tiempo y dinero. Las personas que le rodeaban también sacrificaron mucho. Su esposa ganaba el sustento para él y los niños, para que pudiera quedarse en casa y perseguir su sueño. Y después de quince años de escribir música, hacer planes y temerle al fracaso, Jack aún

no ha presentado do ni uno de sus sencillos al público. No presenta conciertos en ninguna parte. Y recientemente decidió dejar de componer. La última vez que hablé con Jack, se veía agotado y avergonzado por su falta de progreso. Le dije que no debería ser tan duro consigo mismo. Él me respondió que sí, que sí debería. Me aclaró que no estaba tan avergonzado de su falta de progreso como lo estaba de su falta de fe. Nunca tuvo el valor de sacar su música al público y confiarle a Dios los resultados. Ahora, dice él, está demasiado viejo para salir de gira, empezar a tener éxito o preocuparse de esto. Solo quiere pagar su hipoteca, y ya se ha hecho a la idea de que el mundo nunca escuchará su música. Ya ni siquiera va a la iglesia. Creo que tiene vergüenza de que lo vean, porque siente que le ha fallado a todas las personas que oraron por su carrera musical. Se siente un perdedor. Rebosa de consternación. Mi amigo Matt también es un talentoso cristiano cantante y compositor. Mucha gente ha escuchado su música. Quizá haya cantado alguna de sus canciones en su propia iglesia el fin de semana pasado. Ahora, no creo que Matt sea más talentoso que Jack. Pero él ha actuado para que la música que estaba en él pudiera salir hacia afuera. Comenzó su carrera cantando sus canciones a casi todos los grupos que las quisieran escuchar. Eso a veces significó tocar para seis adolescentes en un mohoso albergue de un retiro de ministerio juvenil. Otras veces significó cantar algunas canciones del grupo Skynyrd en un bar. Pero tocaba mucho. En cada oportunidad que se le presentaba. Y siempre tuvo la fe de que Dios le permitiría tocar al mundo a través de su música. Ha creído eso desde que lo conozco. Y ha tomado actitudes coherentes que le han dado alas a esa convicción. Y Dios le ha dado mucho éxito. La plataforma de Matt ha incrementado constantemente en los últimos quince años. En cierto punto, mucha gente le dijo a Matt que estaba yendo muy lejos cuando decidió mudarse con su familia a otra parte del país para estar

más cerca del epicentro de la industria musical cristiana. Pero Matt quería ir más lejos. Él se atrevió a creer en lo imposible de Dios. Él viaja gran parte del año, tocando su música, y ahora para audiencias mucho mayores. Cuando está en su casa, dirige la alabanza en su iglesia de miles de personas, y escribe música que por lo general graban otros artistas reconocidos. Su oración «Sol, detente» es que Dios le permita influir en el cuerpo de Cristo en todo el mundo para que sueñe en grande y glorifique a Jesús por medio de la adoración.

DEJE DE PERMANECER EN LA ESPERANZA Demasiados cristianos terminan como Jack. Yo quiero que usted termine como Matt. Sé que hay buena música dentro de usted. Hay conceptos y contribuciones fluyendo dentro de usted que necesitan ser liberados para que el mundo los oiga. Pero una visión de la Página 23 no es buena para nadie si no sale del estudio de grabación. La fe audaz es el ritmo que le da a sus intenciones inspiradas por Dios una cadencia por la que vale la pena moverse. Hacer oraciones del tipo «Sol, detente» no se trata de tener pensamientos audaces, sino de activar la fe audaz. Se trata de hacer su movimiento. De pujar mientras ora. Me gusta la antigua versión Reina-Valera 1909 de Hebreos 11:1: Es pues la fe la sustancia de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven. La fe no es una proposición teorética abstracta. No se trata de meras ilusiones. Es sustancia. Es acción. Gran parte de mi vida imaginé a la fe como algún tipo de campo de fuerza. Y la manera en que hablamos de la fe la desmaterializa. Según la mayoría de las definiciones, la fe es un sinónimo de esperanza. Pero cuanto más estudio las Escrituras, más detecto la clara diferencia entre la esperanza y la fe.

Mi amigo Jack esperaba inspirar a miles de personas por medio de su música. Pero jamás unió su esperanza con la fe para hacerlo realidad. Ahora su esperanza se está acabando porque su fe nunca entró en acción. Lo que asusta del caso de Jack es que aquello en lo que él estaba esperanzado era absolutamente correcto. Él no hizo nada malo o equivocado para sabotear su destino. Simplemente no activó su visión por medio de la aplicación y ejecución de su fe. Dejó que su temor lo dominara. Matt activó su esperanza al caminar en fe, en lugar de permanecer en esa esperanza. A causa de eso, ahora está viendo su visión de la Página 23 hacerse realidad de maneras más frescas y memorables de las que había imaginado. Gente de todo el planeta canta canciones que él escribió en su sala, porque activó su sueño con la fe. La esperanza es un deseo. La fe es una demostración. La esperanza quiere que algo suceda. La fe hace que eso suceda y actúa como si ya hubiera sucedido. La fe no se conforma con desear algo con muchas, muchas ganas. La fe consulta los planos y comienza a construir. La esperanza es el proyecto. La fe es el contratista. Algunas de las cosas imposibles que le pedimos a Dios nunca sucederán si permanecemos en la esperanza en lugar de caminar en la fe. Tanto Jack como Matt tenían un sueño plantado dentro de sus corazones. El mismo sueño. Pero solo uno de ellos llevó el sueño a término y lo hizo nacer, porque solo uno de ellos pujó. Es de veras maravilloso que Dios conteste nuestras oraciones del tipo «Sol, detente» de maneras en las que solo Él puede hacer. Pero es igualmente maravilloso que nos dé la oportunidad de ser parte del cumplimiento de su promesa. Josué fue parte del milagro que era la respuesta de Dios. Josué fue parte de la respuesta a su propia oración. Si usted quiere creer con audacia, prepárese para actuar con audacia. Parte de la respuesta a su oración «Sol, detente» puede ser usted mismo.

CAPÍTULO 18

De la promesa a la recompensa Esta es la ironía de tener una visión audaz: A veces tiene que cerrar los ojos para poder ver. Es fácil seguir creyendo en su visión una vez que comienza a obtener resultados visibles. Cuando Dios comienza a cumplir sus promesas de maneras tangibles, su fe gana impulso. Cuando la respuesta a sus oraciones ya está en progreso, su audacia comienza a desarrollarse. Pero mientras está esperando que las cosas se muevan, puede resultar algo agotador. El tiempo entre la concepción y la realización de una visión probará los límites de su fe. Y muchas personas no pasan esta prueba. De hecho, muchas personas abandonan su visión de la Página 23 demasiado pronto, antes de llegar a ver la respuesta a su oración «Sol, detente». Espero que a esta altura, las piezas de su visión de la Página 23 estén comenzando a unirse. Quizá no tenga todos los detalles. A decir verdad, nadie los tiene. Pero espero que esté teniendo una idea más firme de algo grande que Dios quiere hacer por medio de su vida. Y cuanto más aumente su ánimo respecto a esa visión, más querrá que tome forma lo antes posible. Nadie puede identificarse con esa sensación más que yo. En lo personal, soy un adicto al progreso. Tengo un suministro muy disminuido de paciencia. Si Dios me da una visión para mi ministerio, mi familia, mi salud, o mis finanzas hoy, quiero verla cumplida con rapidez. Por ejemplo, ayer. Me frustra mucho cualquier retraso que ocurra entre el momento que escucho la voz de Dios y el momento en que veo el producto final. Quiero experimentar el cumplimiento de la visión sin tener que sentarme en la sala de espera. La visión no se ajusta a ese tipo de horario. Si lo hiciera, no sería necesaria la fe. Si todas sus oraciones fueran contestadas en el momento en que las hiciera, comenzaría a poner su fe en el poder de

su oración en lugar del poder de Jesús. Sé que parece que me estoy contradiciendo. Le he dicho que esperara que Dios detuviera el sol. He intentado convencerle de que Dios es capaz de encender las actividades comunes de su vida con su gloria. Y además, que Dios quiere hacer tantas cosas a través de usted a tal nivel y en tal escala que el mundo sabría que solo podría venir de Él. Respaldo cada una de estas palabras. Esa es la historia de mi vida. Dios me ha dado oportunidades que desafían mi edad y mi falta de experiencia. Por tanto, para nada es mi intención socavar su fe para creer que Dios puede hacer el mismo tipo de cosas por usted. Él puede cumplir (y ha de cumplir) con cada promesa que hace. En otras palabras, cuando Dios promete algo, siempre hay una paga. Pregúntele a Josué. Dios le dijo que tendría éxito dondequiera que fuera. Una promesa fenomenal. Josué dirigió a Israel para ocupar la tierra que había estado fuera de su alcance desde el momento en que Dios se la había prometido a Abraham. La paga. ¿Pero qué hay de todo lo que sucedió en el medio? ¿Qué hay de las vidas que se perdieron bajo el mando de Josué para lograr las máximas victorias? ¿Qué de la humillante derrota en Hai, donde el ejército de Josué fue vencido por uno claramente inferior? ¿Y todas las caminatas agotadoras por el desierto y las miles de horas de exhaustiva planificación estratégica? Tenemos que tener en cuenta toda la incertidumbre, la ansiedad, los cambios y el sacrificio que vinieron incluidos en el paquete. La historia detrás de la gloria. Eso se denomina proceso. Entre la promesa y la paga siempre hay un proceso. Ese proceso es donde entra en acción la fe audaz. Sin el proceso, no hay progreso. Pero el proceso casi siempre viene lleno de dolor. Y si usted no sabe cómo procesar el proceso, es probable que no logre llegar a su tierra prometida. Es por eso que la fe audaz es tan vital. Trae a la vista sus posibilidades futuras no vistas, ahora. Redirige su atención de lo que es ahora a lo que cree que será algún día. Y se asegura de que no se dará por vencido en el proceso, antes de que llegue a ver su sueño hecho realidad.

CUANDO NO HAY NADA QUE VER Todo gran sueño tiene un comienzo pequeño. Sin excepciones. Todo árbol alguna vez fue semilla. Las personas que hacen grandes cosas para Dios son las que tienen la capacidad de ver el potencial en estos pequeños comienzos. Se rehúsan a dejar de nutrir la semilla hasta que ven su sueño totalmente desarrollado. Tienen tenacidad para permanecer, aunque no sea lucrativo, emocionante ni memorable en su forma actual. A través del poder de la fe audaz, obtienen una visión de la Página 23 de parte de Dios, la saturan de oraciones del tipo «Sol, detente», y se lanzan al proceso hasta que ven delante su recompensa. Y no es tan fácil como se oye. Suponga que su oración audaz es: Dios, quiero que todos mis hijos crezcan y amen a Jesús e impacten su generación. Si su hija de catorce años le está gritando a su hermano de siete mientras usted está orando, puede resultar difícil mantener los ojos en la recompensa. O digamos que usted nunca estuvo físicamente en forma en su adultez, y su oración audaz es: Señor, dame la capacidad para perder los cuarenta kilos que necesito este año y mantenerme en forma. Si se siente tan dolorido después de su primer regreso del gimnasio que apenas puede caminar hasta el refrigerador para tomar su licuado reductor, es difícil querer volver la segunda vez. ¿Cómo puede seguir avanzando cuando no está seguro de estar yendo a alguna parte? ¿Cómo mantiene su visión en mente cuando no hay nada a la vista? Ya pasamos algo de tiempo familiarizándonos con Elías, uno de mis juggernauts preferidos del Antiguo Testamento. Él sí que tenía agallas. Arriesgó su vida al encarar al rey Acab y decirle que, a causa de la maldad de la nación, no habría lluvia en la tierra por tres años. ¿Adivine qué? No llovió durante tres años. Al final, la lluvia volvió, demostrando a todo Israel que Dios el Señor era efectivamente el único Dios verdadero, y que necesitaban volverse a Él. Durante este proceso, Dios se deshizo de todos los falsos profetas en el monte Carmelo. Es una historia emocionante y bien conocida registrada en 1 Reyes 18. He escuchado muchos mensajes sobre la confrontación en el monte Carmelo. Cómo Dios envió fuego del cielo, y cómo Elías destruyó a todos los falsos profetas. Y creo que asumí que, de

inmediato después de ese momento, llovió torrencialmente. En mi imaginación, el momento en que la nación se arrepintió y profesó su lealtad a Dios, hubo un gran trueno que cayó desde el cielo, justo en ese lugar. Resulta que no sucedió así. Hay una escena extra al final del capítulo 18. No es tan conocida, pero es esencial para la historia, y llena de perspectiva. Después de matar a todos los profetas, Elías advirtió al rey Acab del «ruido de un torrentoso aguacero» (versículo 41, NVI). Él quería que el rey tuviera la certeza de que el pronóstico inmediato era una tormenta. Pero después, Elías hizo algo bastante extraño. Mientras Acab volvía para comer y beber algo, Elías se fue en dirección contraria, otra vez hacia el monte Carmelo. Y cuando llegó a la cima, se arrodilló y puso su cabeza entre sus rodillas. En seguida, mandó a su criado que fuera y mirara hacia el mar, probablemente para chequear si la lluvia ya se estaba formando. Y el criado volvió con lo que debió haber sido el peor de los reportes: «No se ve nada» (versículo 43, NVI). Eso es lo último que Elías quería escuchar. Todo estaba en juego aquí; su propia credibilidad y, más importante que eso, la reputación de su Dios. Acababa de prometerle al rey frente a toda la nación que la sequía de tres años había terminado. Y no estaba hablando en su propia autoridad. Dios mismo le había mandado a Elías que fuera con Acab y terminara con la maldición de la sequía. No solo eso, Elías había escuchado el ruido con sus propios oídos. Sintió el estruendo. Pero cuando su criado observó el cielo, las cosas no se veían tan bien. No había ni una sola señal de precipitación en el cielo. No se ve nada. Creo que es la analogía perfecta para describir la formación de los sueños audaces. La visión comienza cuando escucha el sonido de la voz de Dios hablando a su corazón. No es una voz audible. Es más como una idea persistente, un sentimiento interno. Escucha a Dios diciéndole que se arriesgue y comience su propia compañía. Escucha a Dios desafiándolo a volver a la secundaria y terminar el curso. Escucha a Dios llamándolo a mantenerse sexualmente puro. Entonces se compromete con la visión de Dios, va a la cima de su monte Carmelo, y mira hacia el mar esperando su recompensa. Pero con frecuencia, en este punto, no ve nada en lo absoluto. Y la

mayoría de las veces, los que están a su alrededor tampoco ven nada. No se ve nada. Ni confirmación. Ni cambios. Ni avances. Esto es suficiente para hacer que la mayoría de las personas duden de sus sueños. Pero quiero que se dé cuenta de algo en Elías que quizá haya pasado por alto. Él nunca buscó las nubes. No estaba mirando nada, en realidad. Estaba inclinado hasta el suelo con su rostro entre las rodillas. No creo que esto fuera coincidencia. Creo que fue un movimiento estratégico de parte de Elías. E ilustra un principio fundamental de la fe audaz: cuando lo que ve a su alrededor no coincide con lo que Dios ha hablado dentro de su ser, tiene que aferrarse a lo que ha oído. Pablo lo dice de manera más simple en 2 Corintios 5:7 (NVI): Vivimos por fe, no por vista. Elías no vaciló en su fe a causa de su visibilidad limitada. Se aferró a las cosas que había oído. Había oído las instrucciones de Dios de terminar con la sequía. Había oído el sonido de un fuerte aguacero. Y se rehusó a cuestionar el propósito de Dios para esta situación. En lugar de darse por vencido, envió a su criado a mirar otra vez. Y otra vez. Y otra vez. Seis veces fue a ver si había nubes. Y seis veces comprobó que no había nada. Eso debió cansar al pobre profeta. Y seguramente en este punto, Elías ya había comenzado a dudar. Pero de pronto, la séptima vez, se vislumbró un poco de esperanza en el cielo. Solo un poquito. El criado se lo dijo así a Elías: «Desde el mar viene subiendo una nube. Es tan pequeña como una mano» (versículo 44, NVI). Solo una pequeña nube. Pero eso fue prueba suficiente para Elías. Y le ordenó a su siervo: «Ve y dile a Acab: “Engancha el carro y vete antes de que la lluvia te detenga”» (versículo 44, NVI). Y no mucho después de eso, se abrieron las ventanas del cielo y la lluvia comenzó a caer. La agonía de una sequía de tres años había terminado. Elías quedó vindicado. Una nación entera fue testigo de la fuerza y la provisión de Dios en un nuevo nivel. Pero no sucedió todo de una vez. Antes de que hubiera un aguacero, antes de que siquiera hubiera una llovizna, para el caso, pasaron tres largos años de tierra reseca, carencia de cosechas y hambruna. Y estaba la fe de un hombre que se aferró a lo que había

oído, aun cuando no podía ver ninguna señal en el cielo.

UNA NUBE DEL TAMAÑO DE LA MANO DE ESTE NIÑO La habilidad para permanecer sintonizado a lo que ha escuchado cuando no puede ver ninguna prueba es lo que diferencia a la fe audaz de las ilusiones. La lluvia no cae la primera vez que la busca. Es necesario volver una y otra y otra vez. Y tiene que celebrar sus pequeños comienzos. Quizás tiene un familiar que está lejos de Dios. Su oración «Sol, detente» es que Dios pueda cambiar su corazón y la levante como líder. Naturalmente, usted quiere ver grandes cambios en poco tiempo. Pero no espere que su hermana se haga cristiana, memorice el libro de Efesios, escriba tres canciones de adoración, y adopte un huérfano de Haití para el martes que viene. Prepárese para un comienzo pequeño. Celebre cuando vea una pequeña nube en el cielo. Y prepárese para la lluvia torrencial que de cierto le seguirá. Una de mis mayores oraciones de fe audaz después que le entregué mi vida a Cristo en mi adolescencia era que mi padre tuviera una buena relación con Dios. Mi padre es un gran hombre y siempre dio lo mejor de sí para ser un buen padre. Era el entrenador de mis equipos de béisbol. Siempre iba a mis torneos de lucha. Me decía que me amaba, y me enseñó todos los conceptos básicos que necesitaba saber. Hasta me enseño cómo lanzar el primer golpe en una pelea, ¿recuerda? Pero mi padre también había tenido una vida bastante dura. Y también ha vencido algunos obstáculos tremendos. Cuando mi padre tenía nueve años, su padre se suicidó. De hecho sucedió el día que él cumplía nueve años. Ese fue su regalo de cumpleaños: descubrir que su padre había terminado con su vida. Siempre pensé que eso sería lo más triste que un niño podría experimentar. Pero creo que esto es aun más triste: su padre era un borracho tan violento y abusivo que era casi un alivio ver que se había ido. Como creció en una familia pobre sin un padre, mi papá tuvo que abandonar la escuela en el octavo grado para comenzar a trabajar. Crecer sin un padre hizo que desarrollara una firme ética laboral. Pero también le dio espacio para experimentar mucho con las drogas

y el alcohol. Esos experimentos con el tiempo se volvieron adicciones, y a temprana edad, mi padre era un alcohólico confirmado. Se casó y se divorció dos veces antes de conocer a mi madre. Y cuando ellos se casaron y me tuvieron, mi madre consiguió mantenerlo sobrio y enderezarlo un poco… por un tiempo. Pronto, luego de una horrenda pérdida de trabajo que lo volvió amargado y escéptico, volvió a beber y a consumir su droga favorita, la marihuana. Esas adicciones tuvieron mucho control sobre su vida por muchos años. Pero como él era un alcohólico altamente funcional, podía tener varios empleos a la vez, hacer su parte con la familia, y parecer un tipo bastante normal. Pero más tarde me confesó que cada mañana cuando despertaba con la cabeza aturdida por haber bebido hasta la medianoche del día anterior, sabiendo que estaba dando un ejemplo espantoso para sus hijos, le rogaba a Dios que le rescatara de todo eso de alguna manera. Para cuando tomé mi fe en serio, mi padre se había vuelto un completo DEA (Desaparecido en Acción), en el sentido espiritual. Mi madre era el pegamento que mantenía a la familia unida, y se aseguraba que cada domingo en la mañana nos levantáramos para llegar a tiempo a la iglesia. Siempre hizo eso… sin fallar. Mi padre preparaba el desayuno para la familia, después se iba al campo de golf con sus amigos a emborracharse mientras su esposa e hijos iban a la iglesia. Hacía pocos meses que había comenzado mi relación con Jesús, y estaba en llamas. Como ya había estado orando por todos mis amigos consumidores para que estuvieran bien con Dios, naturalmente comencé a orar muy fuerte por mi padre consumidor. Pero un día, sentí que solo orar por él no era suficiente. Decidí arriesgarme y decirle algo. No estoy seguro de dónde salió esto. No lo supe en ese momento, pero resultó ser mi primer gran saboreo de la fe audaz. Era una típica mañana de domingo. Papá estaba lavando la losa del desayuno. El resto de la familia se estaba preparando para la iglesia. Y le pedí a papá que dejara de hacer lo que estaba haciendo, porque tenía algo importante que decirle. «Papá, Dios está a punto de tomar el control de tu vida. No sé exactamente cómo ni cuándo, pero creo que será pronto. Y cuando lo haga, todo va a cambiar. Solo quería decírtelo».

No estaba intentando predicarle. Sinceramente creía que había escuchado de Dios las mismas palabras que le había dicho. No fui rudo ni irrespetuoso. Creo que salió del corazón y de manera genuina. No dio mucha respuesta. Aunque asintió. Terminó de lavar los trastos. Nosotros fuimos a la iglesia y él se fue al campo de golf a beber. Nada cambió enseguida. Mi madre continuó orando fervientemente por mi padre cada día, igual que lo había hecho durante los últimos veinte años. Traté de ser el mejor ejemplo de cristiano que pude ser durante el tiempo que viví bajo su techo. Pasaron meses. Un año después, me fui a una universidad que estaba a cuatro horas de viaje de mi casa. Pero seguía conectado a mis padres. Y a mediados de mi primer año de universidad, noté a la distancia que algo estaba comenzando a cambiar en la vida de mi padre. Dejó de beber. No por unas pocas semanas. Por varios meses. Me contó todo cuando vino a escucharme predicar en una iglesia local, donde yo servía con mi equipo ministerial en la universidad. Y me parecía que me estaba viniendo a escuchar bastante. Ahora, no me sorprendía el hecho de que estuviera viniendo a apoyar a su hijo. Pero a veces viajaba cientos de kilómetros solo para escucharme predicar quince minutos. Fue un pequeño comienzo. Una nube del tamaño de la mano de un niño. Pero Dios planeaba algo grande. Antes de comenzar mi segundo año, tenía agendado predicar en mi iglesia local en Moncks Corner. Por supuesto, mamá y papá estaban ahí. Y al final de mi predicación (la que no debió haber sido muy buena porque no tenía idea de cómo predicar), invité a las personas a pasar al altar y entregar sus vidas a Jesús. Luego le di paso a mi pastor y me senté en la primera fila, cerré los ojos, y oré por todas las personas que estaban pasando al frente. Me molestó un poco cuando sentí que alguien se sentaba a mi lado y me daba una palmadita en el hombro. Para cualquiera era algo inapropiado interrumpir el tiempo de oración del predicador. Cuando miré, mi pastor estaba sentado a mi lado, y me di cuenta que estaba muy animado. «Steven», me dijo, «puede que quieras echar un vistazo allí al altar». Y cuando miré hacia el frente de esa pequeña iglesia bautista, vi

la respuesta a cientos de oraciones que mi madre y yo habíamos hecho. Y la declaración audaz que había hecho en la cocina dos años antes llegó a completarse. Mi padre estaba arrodillado en el altar, llorando como un bebé, dedicando su vida a Cristo. Fui corriendo hasta el frente y me arrodillé a su lado para orar con él. Fue un momento increíble. Pero fue infinitamente más que un momento. Fue el comienzo de una revolución total en la vida de mi padre que continúa hasta el día de hoy. No ha bebido una gota de alcohol en más de diez años. Ha sobrevivido al cáncer. Ha sido maestro de Escuela Dominical, fundó un ministerio para hombres sin hogar y memorizó todo el Sermón del Monte y el libro de Santiago. Nada mal para alguien que abandonó la escuela en octavo grado. Estaba teniendo una conversación con mi padre hace poco tiempo sobre lo que le había dicho en la cocina tantos años atrás. Él me confesó: «Hijo, cuando me dijiste que Dios iba a cambiar mi vida, en realidad sentí mucha pena por ti. En ese momento, pensé: Espero que este pobre muchacho no pierda sus esperanzas. No tiene idea de lo malo que soy en verdad. Sin embargo, siempre tuviste fe. Gracias por creer».

PEQUEÑO COMIENZO PARA UN GRAN FINAL La situación a su alrededor puede que no se parezca en nada a la visión que Dios ha puesto dentro de usted. Pero mediante el poder de la fe, puede hacer que su pequeño comienzo se vuelva un gran final. Jesús lo explicó de esta manera en Mateo 17:20 (NVI): Les aseguro que si tienen fe tan pequeña como un grano de mostaza, podrán decirle a esta montaña: «Trasládate de aquí para allá», y se trasladará. Para ustedes nada será imposible. La más pequeña semilla de fe, aplicada y ejercida de forma constante con el correr del tiempo, puede mover la montaña más grande en su vida. Tener la fe para comenzar en pequeño frente a las dificultades más abrumadoras es lo más audaz que existe.

Si su oración de fe audaz es para deshacerse de las deudas del todo para poder vivir una vida extremadamente generosa, comience en lo pequeño. No permita que el balance financiero entenebrezca su proceso gradual. A medida que va dando pequeños pasos de fe, celebre cada hito que va alcanzando en el camino. Crezca sobre el éxito de haber pagado su primera tarjeta de crédito. Use ese impulso para pagar otra cuenta. Luego otra. Luego otra. Quizá solo pueda devolverle un pobre porcentaje a Dios al principio. Pero es un comienzo. Aumente su ofrenda un dos o cinco o diez por ciento cada año. Con el tiempo se sorprenderá de las cantidades audaces de dinero que es capaz de dar para apoyar la obra de Dios en el mundo. Holly y yo nos hicimos dos promesas financieras cuando nos casamos. Nos comprometimos a poner a Dios siempre en primer lugar, devolviéndole cuando menos el diez por ciento de todas nuestras entradas. Y nos comprometimos a permanecer completamente libres de deudas. Queríamos llegar a una posición en la que pudiéramos entregar el mayor de los cheques cada mes a la iglesia local, no a la compañía hipotecaria. Nos hemos asombrado por la fidelidad de Dios de aumentar nuestra capacidad de dar año tras año durante los últimos ocho años. Cuando comenzamos a dar el diez por ciento de nuestras entradas, no parecía ser demasiado. Pero cada año, elevamos el porcentaje un poquito. Y cuando nos encontrábamos revisando nuestros registros al final del año pasado, honestamente no podíamos creer todo el dinero que habíamos podido ofrendar a nuestra iglesia. La cantidad que habíamos dado en ese año excedía por lejos nuestro ingreso familiar total en el primer año de nuestro matrimonio, tan solo ocho años antes. Dios nos ha bendecido con más que lo suficiente, no solo para satisfacer nuestras necesidades, sino para satisfacer también las necesidades de personas en todo el mundo por medio de ofrendas estratégicas. Pero no llegamos a ese punto de la noche a la mañana. Dimos pequeños pasos hacia nuestro gran sueño de generosidad radical. Y Dios ha cumplido su promesa de hacer sobreabundar Sus recursos en nuestras vidas. La recompensa es la satisfacción y la paz de saber que el reino de Dios es nuestra mayor inversión. Y esto ha sido posible solo porque dimos pequeños pasos de fe audaz. Este puede parecer un simple ejemplo aislado para usted. Pero ese es el punto. Estoy tratando de hacerle ver que necesita trabajar en lo que usted tiene y crecer sobre los pequeños éxitos si es que piensa realizar a pleno su visión en Dios.

Y por supuesto, esto no se aplica solo a las finanzas. ¿Tiene una relación tensa con su hijo adolescente? ¿Su oración «Sol, detente» es que Dios restaure esa relación y traiga armonía a la familia? Comience con lo pequeño. Trabaje sobre lo que tiene. Antes de irse a dormir esta noche, encuentre una cosa positiva que pueda afirmar verbalmente en la vida de su hijo. Tráguese el orgullo. Eche a un lado sus temores. Y dígale algo positivo a su hijo. Dudo que responda en seguida con un abrazo y contándole los más oscuros secretos de su vida, pidiéndole que le comparta su sabiduría y dirección, prestando suma atención a cada una de sus instrucciones, y ofreciendo cortar el césped cada martes. Pero se ha plantado una semilla. Y véalo usted o no, Dios comenzará a regar esa semilla. Si continúa sembrando, con el tiempo, llegará el día en que verá señales de vida brotando a su alrededor. Pero esto no comienza con la cosecha. Comienza con una semilla que inicia un proceso.

EL PROCESO ES EL ASUNTO Demasiadas personas olvidan la promesa y pierden la recompensa porque desfallecen en el proceso. Es parte de la naturaleza humana querer saltar de la promesa a la paga. ¿Quién no quiere llegar en seguida a lo bueno? Pero el proceso es invaluable. El proceso es un tiempo de fortalecimiento. El proceso es el lugar donde entrega el orgullo y aprende a depender totalmente de Dios. Y más importante que eso, el proceso es la forma en la que crecemos para conocer más a Dios. Y en realidad ese es el punto. Una de las cosas que más me irrita es cuando alguien arruina la trama de una película que estaba planeando mirar. Porque cuando me cuentan que el tipo se muere en el final, o que el chico conquista a la chica, o que el equipo gana el campeonato, o lo que sea, arruina toda mi experiencia. Si hubiese querido conocer solo el final, hubiera leído el resumen de la trama en Wikipedia. Pero ese no es el punto de ver una película. Uno quiere sentir la tensión y el suspenso. Quiere preguntarse si el bueno gana o si la relación funciona. La trama es el punto. ¿Qué si la misma dinámica que hace de la trama el punto de una película se aplica a nuestra relación con Dios? ¿Es posible que el proceso no sea solo un desperdicio de tiempo o un corte comercial? ¿Alguna vez consideró el hecho de que, en el esquema general de

los planes de Dios, el proceso es el punto? Si todo lo que Dios hubiese querido hacer fuera llegar directamente al final feliz, usted ya estaría en el cielo. Si su única intención fuera hacer sus sueños realidad, solo chasquearía sus dedos y su visión aparecería de la nada. Pero eso no es todo lo que Dios quiere. Y en lo profundo de su corazón, tampoco es todo lo que usted quiere. Quiere aprender a caminar por fe y no por vista. Y no puede aprender eso sin transitar por períodos de completa oscuridad. La aprensión y el temor que sentirá en estos períodos pueden hacer que vuelva atrás a buscar algo más seguro. O puede optar por algo mejor. Puede adueñarse del proceso con fe audaz. Porque cada gran sueño tiene comienzos pequeños. Entre la promesa y la paga siempre hay un proceso. Y ese proceso es el caldo de cultivo de la fe. Ese proceso tiene el potencial de acercarle más a Jesús de lo que jamás a estado antes. El proceso es el asunto.

CAPÍTULO 19

Diez pautas para una oración «Sol, detente» No tiene idea cuán en contra de la esencia de mi personalidad está el hecho de escribir diez pautas, o cinco verdades, o pasos hacia cualquier cosa. En mi experiencia, casi nada en la vida sucede según un orden numérico definido o cualquier otro proceso rígido. Especialmente cuando se trata de la oración. Pero por otro lado, no hay nada que esté más cerca de mi corazón que el deseo de que la fe audaz sea para usted algo más que un concepto del que leyó en un libro… y, luego, olvidó. Quiero enterrarlo en su alma. Quiero que sea parte permanente de su carácter. Quiero lanzarlo como una flecha en su futuro. Así que, para ayudarle a recordar y aplicar lo que le he estado enseñando, le pido que se aferre a las siguientes verdades y pasos como su plan de acción personal para vivir y orar con audacia para Dios. Grábelas en su imaginación y su memoria, y póngalas a funcionar en su vida.

CINCO VERDADES SOBRE LAS ORACIONES «SOL, DETENTE» Primera verdad: Una oración «Sol, detente» es audaz Para ser audaz, una oración de este tipo apunta a una necesidad o una meta que va más allá de su habilidad para alcanzarla. Usted sabe que jamás sucederá si Dios no interviene. Pero tampoco debe estar fuera del alcance de su medida personal de fe. La Biblia habla sobre diferentes medidas de fe, y que cada uno de nosotros debería usar la

que tiene. Así que una oración de este tipo debe ser tan grande que usted no podría alcanzarla jamás por sí solo, pero no debe ser mayor a su capacidad de creer que Dios puede alcanzarla. Quizá no esté listo para orar que Dios haga de su negocio familiar de informática la próxima Apple. Pero podría orar que Dios le capacite para actuar con total integridad, dar el 10 por ciento de sus ingresos para evitar la pobreza, y tener una de las tasas de renovación más bajas de la industria. O algo como eso. Comience así. Segunda verdad: Una oración «Sol, detente» es específica Haga su oración de manera específica: de hecho, cuanto más específica sea, mejor. Quiero que mi vida glorifique a Dios no es tan buena como: Para el día que deje este trabajo, quiero haberme ganado el derecho de tener una conversación en mi departamento sobre mi fe en Jesucristo. Si su oración «Sol, detente» es demasiado imprecisa, no sabrá cuales son las acciones correspondientes para darle vida a su fe. Escríbala. Comprométase. Póngala en un lugar que le recuerde orar y le inspire a actuar. Y cuando Dios responda, escriba eso también, se convertirá en un memorial que le inspirará a orar con audacia como forma de vida. Tercera verdad: Una oración «Sol, detente» no tiene por qué ser permanente Su oración de fe audaz no tiene que durar para siempre. He hecho oraciones «Sol, detente» que fueron respondidas en tres semanas. Le agradecí a Dios y seguí con una nueva oración de este tipo. Por otra parte, he orado por otras cosas que han estado en proceso por años. Aun sigo firme en mi fe y confiando en el tiempo propicio de Dios para que se cumplan. Cuarta verdad: Una oración «Sol, detente» puede ser demasiado personal como para compartir con otros Las oraciones del tipo «Sol, detente» que son personales, en general son las más importantes. Algunos problemas que esté enfrentando con el pecado pueden resultar embarazosos, o algunas necesidades que esté pasando pueden ser desmoralizantes. Cuando usted encuentra un área en su vida en la que la necesidad es tan personal que ni siquiera sabe cómo hablar sobre la misma, ha encontrado un

buen fundamento para crear una oración «Sol, detente». Quinta verdad: Una oración «Sol, detente» prospera con un equipo La fe es contagiosa. Recibirá fortaleza cuando se rodea de personas que le ayuden a llevar la carga de su oración del tipo «Sol, detente». Le ayudarán a mantener la visión a la vista cuando no haya nada más para ver. Le recordarán la fidelidad de Dios cuando su propia fe esté tambaleando. Aumentarán la efectividad de su oración de manera exponencial al unir la fe de ellos con la suya. No sé exactamente dónde encontrará este tipo de comunidad. Es probable que se vea diferente dependiendo de la etapa que esté viviendo. La mayoría de los cristianos encuentran su equipo de fe en su iglesia local. No solo en la reunión del domingo, sino también en pequeños grupos en los que se puede ir más profundo. Lo importante no es necesariamente dónde puede encontrar este apoyo sino que de verdad lo haga. La fe de nadie puede sobrevivir mucho tiempo sola. Basados en estas cinco verdades, exploremos los pasos prácticos para hacer de las oraciones de fe audaz algo de todos los días en su vida.

CINCO PASOS HACIA UNA ORACIÓN «SOL, DETENTE» Primer paso: Active su fe audaz Rechace la pasividad y el temor. Aproveche la iniciativa porque sabe quién es Dios. Él es bueno y fuerte. Póngase de acuerdo con Dios en que Él le ha llamado a un propósito mayor para su vida que le dará la gloria a Dios. Esta es su visión de la Página 23, y siempre es un propósito que solo Él puede cumplir. Segundo paso: Acérquese a Dios con valentía Vaya delante de Dios con confianza, haciéndole su petición (lo que llamamos presentar un caso) basado en su carácter, las promesas en su Palabra, y sus acciones en el pasado. Esto no significa que sus respuestas están conectadas en alguna manera a su dignidad. Más bien, ore con humildad, basado en la gracia, porque usted no quiere

recibir lo que se merece. Tercer paso: Pida de manera específica por lo que es humanamente imposible Como Josué, dígale a Dios cuál es su petición exacta, sin murmurar ni vacilar, creyendo que nada es imposible con Él. Porque si tenemos la audacia de pedir, Dios tiene la capacidad de hacer. Y ahora usted ha decidido ver su situación desde el punto de vista de Dios, no el suyo. Está pidiendo algo que solo Él puede lograr y de lo cual solo Él puede llevarse el crédito. Cuarto paso: Avance hacia la respuesta Para avanzar hacia la respuesta, usted debe «pujar mientras ora». Josué no oró solo por una victoria en la batalla. Marchó toda la noche para poder estar en una posición para derrotar al enemigo cuando Dios contestara su oración. Jonatán no solo creyó que Dios podía darle la victoria en la cima de la colina; comenzó a escalarla. La fe audaz implica que está dispuesto a convertirse en la respuesta a su propia oración. Comience a mover. Prepárese para trabajar duro, y aférrese a ello. Quinto paso: Dele a Dios toda la gloria Cuando Dios haga lo imposible, dele a Él toda la gloria: el crédito, el honor y la gratitud que Él se merece. Como decimos con frecuencia en nuestra iglesia Elevation, lo que Dios ha hecho entre nosotros es tan grande que no hay nadie más a quien hacer responsable aparte de Él. Las historias de nuestras oraciones del tipo «Sol, detente» son para que nosotros las contemos, pero la historia en sí misma siempre gira en torno a Jesús.

CAPÍTULO 20

En medio del mover de Dios Años atrás, estaba concluyendo una reunión con un buen hombre cristiano, y me preguntó si podía orar por mí. Por lo general aceptaría esa oferta sin dudarlo. Después de todo, «¿Puedo orar por usted?» es una petición bastante común entre cristianos. Pero viniendo de este hombre, no estaba tan seguro. Tuve que pensarlo por un minuto. Este hermano no era un creyente promedio. Él era un Josué moderno, líder de uno de los movimientos de iglesias clandestinas más grandes de China, o del mundo, para el caso. Era responsable de supervisar a 1,8 millones de personas en su movimiento de iglesias en hogares. Solo tenía cincuenta y un años pero se veía de ochenta a causa del infierno que tuvo que atravesar. Estuvo encarcelado cinco veces por un total de tres años. Fue torturado por causa de Cristo en varias ocasiones. Por supuesto, se rehúsa a hablar de esas cosas porque está tan enfocado en el evangelio que no quiere hablar de sí mismo. Pero he oído las historias. Este hombre ha soportado cosas por causa de Cristo que hacen que mis oraciones diarias por seguridad, protección y bendición parecen triviales, y hasta dan vergüenza. Y puesto que no era un creyente promedio, pensé que probablemente no haría una oración promedio. Entonces, ¿quería que orara por mí? Eso dependía de lo que fuera a orar. ¿Estaba listo para aceptar las consecuencias? Si fuera a pedirle a Dios que me guiara en medio de los lugares difíciles, ¿estaría dispuesto a seguir sus directivas? Si le pidiera al Señor que hiciera los tipos de milagros en mi vida que le resultarían extraños a todos los que me rodean, ¿me sentiría bien al respecto? Estaba nervioso, pero asentí, incliné mi cabeza, y dejé que el

hombre orara. Puso sus manos sobre mí y lloró por casi diez minutos mientras le pedía a Dios que me bendijera. No entendí ni una sola palabra de lo que dijo. Él no hablaba inglés, yo no hablaba mandarín, y no parecía muy apropiado tener un traductor en medio de tan santo momento. Cuando terminó, me abrazó y me dijo por medio de su intérprete que quería tomarme una foto para poder tenerla en su Biblia y seguir orando por mí. Le dije al intérprete que me sentiría honrado de hacerlo… pero con una condición. Tendría que hacerme un resumen de la oración que mi nuevo amigo y héroe en la fe acababa de hacer por mí. Así que el intérprete me dijo los puntos principales en su inglés precario: «Él oró para que Dios le diera sabiduría y que su fe fuera un ejemplo que se extendiera a otros cristianos e iglesias en el mundo». Me alegra haber permitido que el hombre de Dios orara por mí. Ahora yo quiero orar por usted. No porque sea un gigante en la fe comparado con este hombre que ha rendido su vida por causa de Cristo una y otra vez. Pero de todas maneras quiero orar por usted. Porque quiero que este libro sea algo más que otra fuente de información para su archivo espiritual ya rebosante. Ha aprendido cómo desarrollar su visión de la Página 23. Es consciente del costo de su llamado. Ha visto un perfil básico de la bondad y la grandeza de Dios dándole forma al potencial de su vida. Esto es información crucial. Cosas que tiene que saber si va a creer en lo imposible de Dios. Pero la información por sí sola no es el manantial de la fe audaz. Tampoco quiero que este mensaje se quede solo como una inspiración, aunque también es mi oración que usted sea maravillosamente inspirado por el mensaje que acaba de experimentar. Debería estarlo. Su vida común está a punto de cobrar vida para la gloria de Dios. Su unicidad se utilizará para los propósitos del Reino. Sus pequeños comienzos tendrán un impacto sísmico. Y aun sus crisis más desafiantes y sus fracasos más dolorosos serán una oportunidad para que la gloria de Dios brille en su vida. Pero la inspiración por sí sola no le propulsará a través del proceso de activar su fe. Lo que usted necesita es la impartición, si me permite utilizar un buen y antiguo término de predicador. Necesita que las palabras que

ha escuchado y los conceptos que ha entendido sean transferidos del todo desde mí hacia usted… para que se vuelvan catalizadores en su vida que van más allá que la lógica y le sostengan con más firmeza que la emoción… y cambie su vida por medio del poder del Espíritu de Dios. Creo que está listo para creer en lo imposible de Dios. Está listo para hacer oraciones del tipo «Sol, detente» que serán el puntapié inicial hacia lo imposible. Y no estará orando solo. Sol, detente no es solo un mensaje individual. Tiene el potencial de lanzar un movimiento de creyentes en todo el planeta. Cuando comienza a activar su fe y orar oraciones de este tipo, lo que está haciendo es más que solo cambiar su vida. Se está ubicando en el medio del mover de Dios. Está participando en una misión para manifestar el Reino de Dios en cada círculo donde sea de influencia. Está respondiendo al llamado de Dios a los cristianos en todas partes de tomar, aprovechar, y hasta darle nueva forma a la cultura. Y juntos somos una fuerza poderosa. Nuestro mensaje, el mensaje de perdón y gracia en Jesucristo, es el mensaje más relevante en la historia del mundo. No podemos ser tímidos respecto a eso. Creemos que puesto que nuestro Dios es el Autor de todas las cosas compasivas y creativas, la Iglesia de Jesucristo debería ser la entidad más compasiva y creativa en el planeta. Conocemos lo que creemos, sabemos por qué lo creemos, y estamos determinados a vivirlo con todo nuestro corazón. No somos perfectos, pero nuestra pasión es sincera hasta la médula. No estamos aquí solo para sobrevivir o para condenar al mundo, sino para transformarlo para la gloria de Dios. Y estamos aquí para quedarnos. Somos el pueblo del Dios vivo, activo, y que avanza con fuerza. Somos una generación de Josué. No solo estoy orando para que Dios le dé la valentía para orar que se detenga el sol. Estoy orando que el sol se detenga sobre una generación de cristianos, transformando todo lo que tocamos. Dios prometió darles a Josué y a los israelitas todo lugar que tocaran sus pies. ¿Estamos listos para tomar ese tipo de territorio para el reino de Dios? Estoy seguro que se está haciendo la misma pregunta que le hice

aquel día que el líder del movimiento de la iglesia subterránea puso sus manos sobre mí: ¿Estoy listo para esta oración? ¿Realmente estoy listo para tomar mi lugar en el medio del mover de Dios? Creo que sí lo está. Creo que Dios ha estado preparándole para esto toda su vida. Y esta es mi oración para usted. Por su familia… Oro que el sol se detenga sobre su familia. Si hay relaciones quebrantadas entre usted y sus padres, hermanos o hermanas, oro para que Dios las sane. Si se encuentra en una posición de aislamiento y soledad, oro que Dios se acerque más a usted y le dé su consuelo. Si sus hijos se han apartado del centro del amor de Dios, oro que Dios los traiga de nuevo. Si su cónyuge se ha cerrado emocionalmente, oro que Dios abra su corazón. Si es estudiante… Oro para que el sol se detenga sobre su lugar de estudios. Que nunca se avergüence del evangelio de Jesús. Que pueda escoger un estándar más alto. Que se rehúse a sacrificar la recompensa eterna en el altar del placer temporal. Haga oraciones poco comunes. Arriesgue su popularidad por causa de una gloria mayor. Identifíquese con su Salvador. Ponga un fundamento para una vida de destino. Por su trabajo… Oro que el sol se detenga sobre la compañía a la que va a trabajar cada día. No importa si barre el piso o dirige la compañía; le pido a Dios que ilumine su propósito y lo exponga como un trofeo. Oro que muchos lleguen a conocer a Cristo por medio de su ejemplo y que pueda dejar la marca en el mundo que solo usted puede dejar. Después de todo, Dios no llama a sus hijos a vivir en los confines del gueto del cristianismo subcultural. Llevamos la imagen de Dios, y estamos determinados a representar a Cristo en todos los ámbitos: educacional, médico, legal, industrial, financiero… Que proclame a Cristo en todas las cosas. Por usted como hijo de Dios, profundamente amado por Él…

Oro que el sol se detenga sobre todas sus esperanzas y sueños y los asuntos de su corazón. Que pueda confesar todos sus errores pasados a Dios y le permita redimirlos. Que pueda traerle todas sus expectativas no satisfechas a Dios y le permita excederlas. Que pueda exponer cada aspecto de pecado en su vida a Dios y le permita transformarla. Que pueda ofrecerle todos sus talentos, dones y habilidades a Dios y le permita usarlos. El mundo está esperando el cambio. El pueblo de Dios es el cambio que el mundo está esperando. Así que aproveche su visión. Active la fe audaz. Láncese. Así se siente compartir el escenario junto con Josué. Así se siente creer en que Dios puede hacer lo imposible. Así se siente ver el sol detenerse. Bienvenido al centro mismo del mover de Dios.

Reconocimientos Holly: Tú no me ayudaste a hacerlo. Tú hiciste que lo hiciera. Te amo. Elijah y Graham: Desde el punto de vista técnico, no fueron de mucha ayuda. Sin embargo, son mis mejores amigos y los mayores hombres de Dios de su generación. Faith y L-Train: No tienen que esperar que sea una buena vida. Ya es una buena vida. Murrill y Débora: Gracias por la esposa. Lo hicieron bien. Amo su familia. Chunks y Amy C.: Ustedes dijeron que sí. Hemos llegado lejos. El viaje ha valido la pena. Equipo principal: Se los dije. Ustedes son la razón. Personal: Esto es todo. Nosotros somos la generación. Craig G.: Gracias por llevarme más lejos y más rápido. Daré lo mejor de mí para enorgullecerte. Clayton K., Perry N., Terrell M., Ron C., Ed Y., Mark B.: Mis hermanos mayores y mis salvavidas. Los honro. Tom W.: No eres broma. David K.: Tenemos los recursos necesarios. Gracias por impulsarme y enseñarme que no todos los comentarios tienen que ser tan enfáticos y que no tengo que ser tan ruidoso (todo el tiempo). El equipo de Waterbrook Multnomah: Oré para que alguien creyera en este mensaje y me diera esta oportunidad. Gracias. De verdad. Joyebatka: Guerreros… Paul C. y Eric S.: Trabajaron duro. Lo hicieron mejor.

Eric y Nicole P.: Los buenos amigos de siempre. La nación de Elevation: Lo mejor no ha llegado aún.

Acerca del Autor Steven Furtick creció en el pequeño pueblo de Moncks Corner, Carolina del Sur, donde a los dieciséis años de edad sintió con claridad el llamado de Dios para comenzar una iglesia que cambiara vidas en una gran ciudad en el futuro. La visión se convirtió en realidad cuando Steven y otras siete familias lo arriesgaron todo (vendieron sus casas, dejaron sus empleos y se mudaron a Charlotte, Carolina del Norte), a fin de plantar una nueva iglesia, creyendo que Dios revolucionaría la ciudad para su gloria. Ese riesgo dio nacimiento a la iglesia Elevation y ha resultado en una memorable recompensa. A través del favor de Dios y una búsqueda sin descanso en su misión de ver que las personas alejadas de Él se llenaran de la vida en Cristo, en solo cuatro años Elevation ha visto miles de profesiones de fe y ha crecido a más de seis mil personas en asistencia semanal. A causa de este crecimiento explosivo, a la iglesia Elevation la nombraron como una de las diez iglesias de más rápido crecimiento en Estados Unidos, según Outreach Magazine en 2007, 2008 y 2009. El corazón del mensaje de Steven es la fe revolucionaria y la forma de abordar cada experiencia desde una perspectiva visionaria. Su pasión por ver cumplidos los propósitos de Dios en nuestros días está encendiendo un fuego en la ciudad de Charlotte y en todo Estados Unidos. Steven posee un título en comunicaciones de la universidad de North Greenville y una maestría en divinidades del Seminario Teológico Bautista del Sur. Vive en Charlotte con su esposa, Holly, y sus dos hijos, Elijah y Graham. Puede seguir a Steven y acceder a cientos de recursos para activar su fe en www.stevenfurtick.com.

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