Un Plan Para La Segunda Venida De Jesús El Cristo - Fernando Vera

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Un Plan para la Segunda Venida de Jesús el Cristo Es el deber de esta generación preparar el camino para la segunda venida del Señor.

Luis Fernando Vera Lomparte Presidente de Hombres Jóvenes Barrio Amay – Estaca Huacho Aproximadamente unos tres mil años antes del nacimiento de Cristo, el Señor le mostró al gran profeta Enoc, en una visión, el destino del mundo y de sus habitantes. Enoc vio la venida del Hijo del Hombre en el meridiano de los tiempos, su crucifixión y su gloriosa resurrección, y "todas las cosas, aun hasta el fin del mundo"[1]. Enoc vio gran iniquidad sobre la faz de la tierra y preguntó al Señor: "¿Cuándo descansará la tierra?" y "¿No vendrás otra vez a la tierra?"[2]. El Señor le respondió diciendo: "Vivo yo, que vendré en los últimos días... y llegará el día en que descansará la tierra...“[3]. Hoy los santos viven en los "ultimas días"[4]. Este es un período de iniquidad y tribulaciones, de calamidades y gran turbación[5], pero es también un período de restauración, en el que el Señor está efectuando una restitución de los poderes y bendiciones de todas las épocas anteriores[6]. En esta época, la obra del Señor triunfará y finalmente llenará toda la tierra.[7] Esta generación se encuentra al final del sexto "día"[8] de la historia de la tierra. Ahora es el "anochecer del sábado" que precede al gran día de reposo que durará mil años (McConkie, Doctrinal New Testament Commentary, 3:485-486; Smith, Teachings, pág. 8). Es el deber de esta generación preparar el camino para la segunda venida del Señor. Los santos deben obedecer los principios del evangelio y saber cuáles son las señales de los tiempos, a fin de poder soportar las pruebas y dificultades de esta dispensación, reconocer las señales de su venida y prepararse para recibirlo como su pueblo cuando Él venga. Doctrina y Convenios aclara las profecías del pasado concernientes a los últimos días, y aporta muchas profecías mediante las cuales los santos pueden reconocer la época de la venida del Señor, a fin de que no los sorprenda corno ladrón en la noche[9]. No sólo enseña a conocer enseña a reconocer la inminencia de la venida del Señor, sino que también aclara qué es lo que hay que hacer para estar preparado para recibir al Señor cuando venga.

Las Escrituras Aportan Información Autorizada Referente A Los Últimos Días El presidente Harold B. Lee nos aconsejó que diéramos prioridad en nuestro estudio a las Escrituras: "Circulan entre nosotros muchos escritos que hablan de las calamidades que están por sobrevenimos; algunos de éstos se han publicado corno si fuesen necesarios para prevenir al mundo de los horrores que están por acogernos, y muchos de ellos provienen de fuentes en las que no se puede tener plena confianza"... no sería necesario que aparecieran tales publicaciones para que estuviésemos sobre aviso si estuviésemos familiarizados con lo que las Escrituras ya nos han dicho con toda claridad". (Liahona, septiembre de 1973, pág. 33) Además el presidente Lee aconsejó a los santos, brindando "La palabra segura de profecía en la cual podéis confiar para vuestra guía... "Leed el capítulo 24 de Mateo, particularmente la Versión Inspirada tal como se encuentra en la Perla de Gran Precio (José Smith-Mateo). Después leed la sección 45 de Doctrina y Convenios, donde el Señor, no el hombre, ha documentado las señales de los tiempos. "A continuación, acudid a las secciones 101 y 133 de Doctrina y Convenios y oíd el recuento de acontecimientos que paso por paso llevan a la venida del Señor. "Por último, leed las promesas que el Señor les hace a aquellos que guardan los mandamientos cuando estos juicios desciendan sobre los inicuos, tal como se encuentra escrito en Doctrina y Convenios, sección 38. "Hermanos, esto es lo que se ha escrito y merece vuestra atención; lo demás tal vez provenga de aquellos cuya información no sea la de más confianza y cuyos motivos sean dudosos...(Liahona, septiembre de 1973, pág. 33).

Señales Que Precederán La Segunda Venida Del Señor Las señales de la venida del Señor pueden calificarse en dos categorías principales: (1) las señales que son parte de la restauración del evangelio y su esparcimiento por el mundo; y (2) las señales que son parte del aumento de maldad, las calamidades y los castigos que vendrán sobre el mundo . Estos dos movimientos están ocurriendo simultáneamente en los últimos días. El presidente Spencer W. Kimball dijo que "el progreso de la Iglesia irá acompañado del aumento de la iniquidad entre los hombres" y, citando las palabras de Brigham Young, "en proporción al crecimiento del evangelio entre las naciones de la tierra, así aumentará también el poder de Satanás en la tierra" (Church News, 30 de junio de 1979, pág. 5). El presidente Joseph Fielding Smith dijo: "Durante los últimos ciento treinta y seis años han ocurrido muchas cosas que han dado a los fieles miembros de la Iglesia la seguridad de que la venida del Señor está próxima. El evangelio se ha restaurado. La Iglesia se ha organizado plenamente. El sacerdocio se ha conferido al hombre. Se ha revelado mucho acerca de las dispensaciones que ha habido en la tierra y sus llaves y autoridad se han entregado a la Iglesia. Israel se está congregando en la tierra de Sión; los judíos están volviendo a Jerusalén. El evangelio se está predicando al mundo como testimonio ante cada nación. Se están edificando templos, y las ordenanzas para los muertos así como para los miembros de la Iglesia se están efectuando en ellos.

El corazón de los hijos se ha vuelto hacia los padres, y los hijos están buscando los nombres de sus antepasados. Los convenios que el Señor prometió hacer con Israel en los últimos días se han revelado, y miles de integrantes del Israel congregado han participado de ellos. Así la obra del Señor avanza, y todas estas cosas son señales de la proximidad de nuestro Señor". (Conference Report, abril de 1966, págs. 12-13).

Dos Grandes Categorías De Señales (1) La restauración y promulgación del evangelio. Esta dispensación es el tiempo en que el Señor está restaurando y juntando todas las "llaves, poderes y glorias... desde los días de Adán hasta el tiempo presente"[10]. La Restauración se mencionó antiguamente como una de las señales que precederían el retorno del Señor[11]. Como parte de la restauración antes del fin del mundo, el Señor dijo que el evangelio sería "predicado . . . para testimonio a todas las naciones"[12]. El Señor indicó en 1833 que había enviado a su ángel a entregar el evangelio al hombre a fin de que se predicara a todo el mundo antes de su venida en su gloria[13]. El élder Bruce R. McConkie escribió en cuanto a este período de restauración: "El período precedente al Milenio recibe el nombre de últimos días. Es el período específico, o tiempo, en el que ocurrirá lo necesario para preparar la Segunda Venida . Los últimos días son los días de la dispensación del cumplimiento de los tiempos, los días en que aparecen las señales de la Segunda Venida, los dJas de la 'restauración de todas las cosas, de que hablo Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo' (Hechos 3:21). Ahora estamos viviendo en ese período, y la gran restitución o Restauración está en marcha". (Mormon Doctrine, pág. 431). Cuando mensajeros divinos entregaron llaves importantes del sacerdocio al profeta José Smith en el Templo de Kirtland, le dijeron que ésta era una señal por la cual "podréis saber que el día grande y ternble del Señor está cerca, aun a las puertas"[14]. La restauración de esas llaves hizo posible el cumplimiento de la obra necesaria para preparar el retorno del Hijo de Dios. El Señor indicó que en la última dispensación llamaría obreros a su viña por última vez, pues es la "hora undécima"[15] antes de su venida a medianoche[16] para dar inicio al día de reposo de la tierra. Durante esta hora final, la voz de amonestación irá a todo pueblo mediante los siervos del Señor, que llamarán al arrepentimiento y prepararán su inminente regreso[17]. La Iglesia se ha restaurado y constituye el reino de Dios; éste se esparcirá con poder hasta llenar toda la tierra y hasta que Cristo regrese para reinar en el reino de los cielos que será establecido en la tierra en su condición paradisíaca[18]. Como parte de la obra preparatoria, Doctrina y Convenios indica que el Señor recogerá a la casa dispersa de Israel[19]. Antes de la venida del Señor, las diez tribus perdidas regresarán[20]; los judíos se congregarán en su tierra[21]; y los lamanitas se juntarán al redil de DIOS y "florecerán como la rosa"[22]. A medida que el evangelio se esparza, Israel se congregará y "Sión florecerá"[23]. La Nueva Jerusalén se edificará en América y será "una tierra de paz, una ciudad de refugio, un lugar de seguridad para los santos del Dios Altísimo"[24], y los justos de todas las naciones se congregarán con gozo en Sión [25]. Para

investir a su pueblo con una plenitud de bendiciones, el Señor hará que se levante un gran templo en la Nueva Jerusalén, al cual El vendrá y el que se llenará de su gloria[26].

(2) Aumento del mal y las calamidades y los castigos que vendrán sobre el mundo. Muchos antiguos profetas vieron estis días y profetizaron que habría gran iniquidad y conmoción[27]. En su Prefacio de Doctrina y Convenios, el Señor habló de la maldad del mundo en esta época[28]. El hecho de que el mundo esté rechazando sus enseñanzas está produciendo un aumento en la maldad, las guerras y las conmociones de la tierra. El Señor ha dicho que, a causa de la iniquidad de los habitantes de este mundo, El los castigará [29]. Conociendo la calamidad que inevitablemente vendría sobre los habitantes de la tierra a causa de sus iniquidades, el Señor llamó al profeta José Smith y le dio las llaves, poderes y bendiciones del evangelio, para que mediante la restauración muchos pudieran apartarse del mundo y librarse del castigo[30]. Los que escuchen el mensaje del evangelio serán preservados, pero quienes lo rechacen enfrentarán gran tribulación y pesar.

El Resultado De La Iniquidad Lo siguiente está ocurriendo entre los que rechazan el evangelio:

Pérdida del Espíritu del Señor[31]. El presidente Joseph Fielding Smith dijo: "Ahora el Señor ha retirado su Espíritu del mundo, pero no permitáis que esta idea se confunda en vuestra mente. El Espíritu que ha quitado del mundo no es el Espíritu Santo (¡pues el mundo nunca lo tuvo!) sino la luz de la verdad, mencionada en nuestras Escrituras como Espíritu de Cristo, el cual se da a toda persona que viene a este mundo, tal como se encuentra escrito en la sección 84 de Doctrina y Convenios. "A causa de la iniquidad del mundo, ese Espíritu se ha retirado, y cuando el Espíritu del Señor deja de influir en los hombres, el espíritu de Satanás toma su lugar . . . "El diablo tiene poder sobre su propio dominio, y el Espíritu del Señor se ha retirado. No porque el Señor lo desee sino por causa de la iniquidad de los hombres. . . " ("The Predicted Judgments", Brigham Young University Speeches of the Year [Provo, 21 de marzo de 1967], págs. 5-6).

Se quita la paz de la tierra[32]. A medida que el Señor retira su Espíritu porque los hombres lo rechazan a Él, el espíritu de Satanás y su influencia aUIl'.entan, y la paz desaparece de la tierra. Esa es la condición del mundo hoy día. El presidente Joseph Fielding Smith dijo: "La paz se ha quitado de la tierra”. ("Predicted Judgments", pág. 6) El profeta José Smith profetizó de una época en la que ningún hombre tendría paz a no ser en Sión y sus estacas: "Vi que los hombres buscaban la vida de sus propios hijos, el hermano asesinando a su hermano, las mujeres

matando a sus propias hijas, y las hijas atentando contra la vida de sus madres. Vi ejércitos aprestados contra ejércitos. Vi sangre, desolación y fuegos. El Hijo del Hombre ha dicho que la madre se rebelará contra la hija, y la hija contra la madre. Estas cosas están a nuestras puertas. Seguirán a los santos de Dios de ciudad en ciudad. Satanás se enfurecerá, y el espíritu del diablo está ahora lleno de ira. No sé cuán pronto sucederán estas cosas...". (Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 188)

El Señor llama al arrepentimiento mediante calamidades naturales. Cuando Juan el Revelador vio los acontecimientos del sexto sello[33], entre ellos vio grandes desastres naturales[34]. En Doctrina y Convenios, el Señor reveló específicamente que además de predicar su palabra al mundo mediante sus siervos, El mismo llamaría a los malvados con su propia voz y con “...la de los truenos y los relámpagos y tempestades; y por la voz de terremotos y fuertes granizadas, y la de hambres y pestilencias de todas clases" [35]. Advirtió que el testimonio de estas calamidades naturales seguiría al testimonio de sus siervos[36]. El élder Melvin J. Ballard dijo que quería "Llamar la atención de los santos, y ciertamente si pudiera la del mundo entero, al hecho de que Dios está hablando mediante los elementos. Los terremotos, el mar bramando fuera de sus costas, causando la destrucción que hemos visto, es la voz de Dios gritando arrepentimiento a esta generación, una generación que solamente en parte ha prestado atención a la voz de los siervos del Señor". (Conference Report, oct. de 1923, pág. 31). El presidente Brigham Young, hablando de las revelaciones acerca de las calamidades naturales, dijo: "¿Pensáis que hoy día hay calamidades entre los pueblos del extranjero? No muchas. Todo lo que hemos sabido y todo lo que hemos vivido es apenas un prefacio del sermón que se predicará. Cuando cese de expresarse el testimonio de los élderes, y el Señor les diga: 'Volved a vuestras casas; ahora yo predicaré mis propios sermones a las naciones de la tierra', . . . [entonces] se predicará con fuego y espada, tempestades, terremotos, granizo, lluvia, truenos y relámpagos y destrucción. ¿Qué importa la destrucción de algunos vagones de ferrocarril? Oiréis de ciudades magníficas, ahora idealizadas por la gente, que se hundirán en la tierra, sepultando a los habitantes. El mar sobrepasará sus fronteras, tapando a grandes ciudades. El hambre se esparcirá por las naciones, y una se levantará contra la otra, un reino contra otro reino, y los estados contra los estados, en nuestra propia tierra y en tierras lejanas" (Journal of Discourses, 8:123) . Una y otra vez el Señor ha advertido a los habitantes de la tierra que si su iniquidad continúa, la plenitud de la ira del Señor será desatada sobre el mundo[37].

El Señor Preservará A Su Pueblo Aunque la Iglesia del Señor en los últimos días continuará su curso entre una oposición severa y grandes calamidades, el Señor ha prometido que preservará a su pueblo. Parte de la prueba que los hijos de Dios tienen que pasar en el estado terrenal es la de vivir en medio de las dificultades para ver si serán fieles tanto en tiempos de prosperidad como de carencias. El

élder Bruce R. McConkie explicó una de las razones por las que el pueblo del Señor a menudo enfrenta dificultades: "Las pruebas en esta vida son para todos los hombres, santos y pecadores por igual. A veces las pruebas y dificultades de los que han recibido el evangelio exceden las impuestas sobre la gente del mundo. A Abraham se le pidió que sacrificara a su único hijo. Lehi y su familia dejaron sus tierras y riquezas para vivir en el desierto. A los santos de todas las épocas se les ha mandado consagrar todo ante el altar, incluso a veces la vida misma. . . "A veces el pueblo del Señor es perseguido y hostigado. A veces Dios deliberadamente deja que sus fieles sufran, tanto física como espiritualmente, para probarlos en todo y ver si permanecen en su convenio, aun hasta la muerte, a fin de que sean dignos de recibir la vida eterna. Si tal es la suerte de cualquiera de nosotros, así sea. "Pero sea lo que sea, cualquier cosa que nos sobrevenga en esta vida dura sólo un instante, y si somos fieles, Dios finalmente nos glorificará en lo alto. Todas nuestras pérdidas y sufrimientos serán recompensados en la resurrección". (Conference Report, oct. de 1976, págs. 158-60). El profeta José Smith enseñó que los santos no deben pensar que han de escapar todas las calamidades de los últimos días que afectarán a los inicuos. Muchos de los justos soportarán dificultades y sufrimiento por causa de las debilidades de la carne, pero de todos modos serán salvos en el reino de Dios[38]. Aunque "apenas escaparán"[39], el Señor ha prometido que preservará a su pueblo en medio de los juicios que finalmente destruirán a los malvados[40]. Aun en medio de las tribulaciones, los santos deben recordar que el consejo del Señor es ser paciente y tener fe en que recibirán su recompensa cuando El venga[41]. El pronto derramará su ira e indignación sobre las naciones inicuas para salvar a su pueblo Israel. Hasta ese entonces, aconseja a los santos a tener calma y confianza en el conocimento de que El es Dios y de que toda carne está en sus manos y bajo su control[42]. El "hendirá" los reinos de la tierra y va a "ejercer los poderes del cielo" para preservar a sus santos[43].

Cómo Escapar El Castigo Que Envía Dios El Señor ha prometido que preservará a su pueblo en los últimos días. La pregunta que cada miembro de la Iglesia debería contestar es: ¿Cómo puedo ser contado entre los que serán protegidos por el Señor? Esa pregunta se contesta muy claramente en Doctrina y Convenios: Depende de la dignidad de cada uno. El Señor ha dicho: "...si estáis preparados, no temeréis"[44]. La preparación necesaria es arrepentirse, recibir el evangelio y ser santificado obedeciendo sus preceptos[45]. En los primeros días de esta dispensación, los santos fueron perseguidos por su falta de fidelidad[46]. El Señor ha dicho que quien no sea "purificado no soportará el día"[47]. Se ha advertido a los santos a no enredarse en el pecado [48]. Después de sufrir mucho en manos del populacho en Misuri, se prometió a los santos que prevalecerían contra sus enemigos a partir de aquel mismo momento y que no cesarían de prevalecer si observaban todas las palabras que el Señor les hablara[49]. Lo mismo se aplica hoy día. Aunque pueda haber excepciones, en general los fieles serán preservados de sus enemigos y de los castigos que Dios derramará sobre el mundo[50]. El

élder Joseph Fielding Smith enseñó estos mismos principios en la conferencia general de octubre de 1940: "Podemos escapar por medio de la obediencia al evangelio de Jesucristo. ¿Escaparemos? Cuando veo aun entre los Santos de los Últimos Días la violación de las leyes del Señor, tiemblo. He estado llamando al arrepentimiento en las estacas de Sión durante treinta años, exhortando al pueblo a volverse hacia el Señor, a guardar sus mandamientos, a santificar el día de reposo, a pagar un diezmo fiel, a hacer todo lo que el Señor les ha mandado hacer y a vivir por toda palabra que procede de la boca de Dios. "Haciendo todo eso escaparemos las calamidades. "Voy a repetir lo que he dicho antes, aunque por esto algunos me han criticado severamente: que sólo porque estemos en este país no quiere decir que tengamos salida para escapar, ni que tengamos base para salvarnos y así escapar las calamidades, destrucción, plagas y pestilencias, ni del fuego devorador ni de la espada ni de la guerra, a menos que nos arrepintamos y obedezcamos los mandamientos del Señor, pues está escrito en estas revelaciones. "De manera que llamo al arrepentimiento a los Santos de los Últimos Días y al pueblo de los Estados Unidos, así como a todos los pueblos de la tierra. Vivamos de acuerdo con la ley divina y obedezcamos los mandamientos que el Señor ha dado". (Conference Report, oct. de 1940, pág. 177). Un año más tarde fue atacada Pearl Harbor y los Estados Unidos entraron en la Segunda Guerra Mundial. El presidente Wilford Woodruff dijo que quienes honren el sacerdocio serán los únicos con derecho a la protección del Señor: "¿Podéis indicarme dónde están los que serán protegidos ante estas calamidades y juicios que ahora están a las puertas? Yo os lo indicaré. Los poseedores del sacerdocio de Dios que honran su sacerdocio y que son dignos de sus bendiciones son los únicos que tendrán esta salvaguardia y protección. Son los únicos entre los seres mortales. No hay otro pueblo que tenga el derecho de ser protegido de los castigos que están por sobrevenir. Ni siquiera este pueblo escapará en su totalidad. La destrucción vendrá como la de So doma y Gomarra. Y nadie, sino el sacerdocio, estará libre de su furia". (Young Women's Journal, agosto de 1894, pág. 512). Poco antes de su muerte, los discípulos de Jesús le preguntaron "¿...y cuál es la señal de tu venida y del fin del mundo, o la destrucción de los inicuos, que es el fin del mundo?" José Smith-Mateo 1-4). En respuesta, el Señor dio el discurso que encontramos en Mateo 24 y 25. Encontramos la primera parte del discurso en Mateo 24 y también en la Perla de Gran Precio, en la traducción inspirada que hizo José Smith de Mateo 24[51]. Muchos no saben que Mateo 25, que contiene tres parábolas, es también parte de este discurso. Las parábolas son la de las diez vírgenes[52], la de los talentos[53] y de las ovejas y los cabritos[54]. En otras palabras, estas parábolas eran parte de la respuesta del Señor a los discípulos en relación al fin del mundo. Por esta razón se han calificado como las parábolas de la preparación.

La Iglesia Debe Permanecer Independiente El Señor ha dicho que en medio de las tribulaciones de los últimos días la Iglesia debe "sostenerse independiente de todas las otras criaturas bajo el mundo celestial"[55]. A fin de lograrlo, el élder Bruce R. McConkie explicó que "la Iglesia, que administra el evangelio, y los santos que lo han recibido, deben ser independientes de todos los poderes de la tierra, mientras obran su salvación, tanto temporal como espiritualmente, con temor y temblor ante el Señor. "Recordad que las tribulaciones... nos acechan en lo porvenir. "La paz ha desaparecido en la tierra; los ángeles de destrucción han iniciado su obra y no envainarán sus espadas hasta que venga el Príncipe de Paz para destruir a los inicuos e inaugurar el gran Milenio... "Debemos cuidar de nuestra propia salud, cultivar nuestros propios huertos, almacenar nuestros propios alimentos, educarnos y prepararnos para hacernos cargo de los asuntos diarios de la vida. Ninguna otra persona puede obrar nuestra salvación por nosotros, ni temporal ni espiritualmente. "Estamos aquí sobre la tierra para satisfacer las necesidades de nuestros familiares. Los maridos tienen la obligación de mantener a sus esposas, los padres de mantener a sus hijos, los hijos de mantener a sus padres ancianos o desválidos, los hermanos de mantenerse los unos a los otros, así como los parientes de ayudarse mutuamente. "La Iglesia tiene el propósito de ayudar a los santos a cuidar de sí mismos, y donde se hace necesario, proveerles de alimentos, ropa y artículos de primera necesidad, para evitar que acudan a los programas de caridad, o se den a otros males mundanales. A fin de ayudar a cuidar de los necesitados, la Iglesia debe operar granjas, cultivar viñedos, dirigir lecherías y fábricas, y hacer muchas otras cosas, todo ello de una manera que las mantenga independiente de los poderes del mal en el mundo. "No sabemos cuándo han de sobrevenimos las calamidades y dificultades de los últimos días, ya sea individualmente o a grupos de santos. El Señor nos oculta a propósito el día y la hora de Su venida y de las tribulaciones que la han de preceder, y lo hace como parte de nuestra probación en la mortalidad. Simplemente nos dice que vigilemos y estemos listos. "Podemos tener la seguridad de que si hemos hecho todo lo posible a fin de prepararnos para lo que nos aceche en el porvenir, Él nos ayudará con cualquier otra cosa que nos haga falta. "No decimos que todos los santos se verán libres de aquel día de desolación que ha de venir, pero sí decimos que no hay ninguna promesa de protección, y ninguna promesa de seguridad, excepto para aquellos que aman al Señor y procuran hacer todo lo que Él manda". (Liahona, agosto de 1979, págs. 139-41).

Condiciones De La Época De La Venida De Cristo. Cuando el Señor habló con los Apóstoles en el Monte de los Olivos, tres días antes de su crucifixión, contestó sus preguntas en cuanto al tiempo de su segunda venida y el fin del mundo. Dijo que esa época sería como los días de Noé, en que la tierra estaba corrompida y llena de violencia y en que los pensamientos e intenciones de los hombres eran continuamente malos y sólo buscaban satisfacer sus intereses egoístas sin recordar siquiera que dependían de Dios[56]. En tanto que el mundo siga degenerándose, los santos de Dios continuarán estableciendo a Sión y apartándose del mundo y de sus corrupciones[57]. El élder Bruce R. McConkie declaró que una de las "más tristes herejías de nuestro tiempo es pensar que el Milenio se iniciará porque los hombres aprenderán a vivir en paz . . . o que las plagas y desolaciones anunciadas de los últimos días pueden, en alguna manera, evitarse". (Conference Report, abril de 1979, págs. 131-32). En cambio, el Señor dará inicio al Milenio descargando su venganza y destrucción sobre los malvados y librando y redimiendo a sus santos[58].

Cristo Se Muestra A La Humanidad Cuando el Señor regrese, se mostrará a grupos determinados y luego culminará su retorno mostrándose con gran poder, majestad y gloria, de tal manera que todo el mundo lo verá[59]. Hay cuatro apariciones del Señor que los profetas han mencionado con particular interés: dos de ellas serán a los santos; una será ante los judíos; y la cuarta será su venida final ante el mundo.

La aparición en la Nueva Jerusalén. El Señor "vendrá súbitamente a su templo"[60], templo que se construirá en el condado de Jackson, Misuri[61]. El élder Charles W. Pemose dijo que el Señor primero se mostraría a los santos y "esa visita será desconocida para el resto del mundo. Vendrá al templo preparado para El, y sus fieles verán su rostro, escucharán su voz y contemplarán su gloria. De sus propios labios recibirán más instrucciones para el desarrollo y belleza de Sión y para la extensión y estabilidad de su reino". (Millennial Star, 10 de septiembre de 1859, págs. 582-83).

La aparición en Adán-ondi-Ahman. El Señor se mostrará a los santos en una asamblea solemne en el condado de Daviess, Misuri, a la que concurrirán solamente los que hayan tenido las llaves del sacerdocio en todas las dispensaciones y otros que sean especialmente invitados. El profeta José Smith dijo que "Daniel, en el séptimo capítulo de sus profecías, habla del Anciano de Días o Anciano de grande edad; se refiere al hombre más antiguo, nuestro padre Adán o Miguel. Este llamará a sus hijos y celebrará un concilio con ellos a fin de prepararlos para la venida del Hijo del Hombre. El (Adán) es el padre de la familia humana y tiene señorío sobre los espíritus de todos los hombres; y todos los que han tenido las llaves

deben comparecer ante él en este gran concilio". (Enseñanzas del profeta Jose Smith, pág. 183). El élder Joseph Fielding Smith escribió lo siguiente: "Dentro de pocos años se realizará otra asamblea de sumos sacerdotes y de miembros fieles en este mismo valle de Adán-ondi-Ahman. Adán, el Anciano de Días, de nuevo estará presente en esta asamblea. Entonces se sentará, cumpliendo la profecía que anunció Daniel, y allí delante de él se levantarán aquellos que tuvieron las llaves de todas las dispensaciones y rendirán cuenta de sus mayordomías al primer patriarca de la raza, el que tiene las llaves de la salvación. Este será un día de juicio y preparación . . . "En este concilio Cristo tomará oficialmente las riendas del gobierno en la tierra; y el reino y los dominios y la grandeza del reino debajo de los cielos serán entregados a los santos del Altísimo ... "Hasta que se realice este gran concilio, Satanás estará al mando de las naciones de la tierra; pero en ese momento los tronos serán avasallados y el gobierno del hombre llegará al fin ... Entonces se les dará el mando a los santos del Altísimo ... "[Este concilio] precederá la venida de Jesucristo como un ladrón en la noche, y será oculto para el mundo". (Way to Perfection, págs. 289-291). El presidente Lorenzo Snow, hablando d e los que vivirán en el condado de Jackson en ese momento, dijo: "Si no habéis visto al Señor hasta ese entonces, podéis esperar verlo muy pronto, verlo, comer y beber con El, darle la mano e invitarlo a vuestra casa tal como se le invitaba cuando estuvo aquí antes". (Deseret News, 15 de junio de 1901, pág. 1). La aparición en el Monte de los Olivos. La aparición del Salvador ante los judíos se producirá cuando Jerusalén y sus alrededores estén sitiados por muchas naciones.Al fin de una guerra larga y costosa, conocida como la batalla de Arrnagedón, los judíos huirán al Monte de los Olivos buscando seguridad. Allí aparecerá el Salvador[62]. El élder Parley P. Pratt resumió los acontecimientos asociados con esa aparición: "Zacarías, capítulo 14, nos ha dicho mucho concerniente a la gran batalla y derrocamiento de las naciones que lucharán contra Jerusalén, y dijo claramente que el Señor vendrá en el momento preciso de su derrota; sí, de hecho, aun en el momento en que estén tomando Jerusalén y ya hayan logrado apoderarse de media ciudad, saquear sus casas y tomar a sus mujeres. Entonces, he aquí, su Mesías tan esperado aparecerá repentinamente, se pondrá de pie sobre el Monte de los Olivos, un poco al este de Jerusalén, para hacer frente a esas naciones y librar a los judíos. Zacarías dice que el Monte de los Olivos se partirá en dos de este a oeste, y la mitad del monte caerá hacia el norte y la otra mitad hacia el sur, formando repentinamente un valle al cual entrarán los judíos buscando protección de sus enemigos, tal como cuando huyeron del terremoto en los días de Uzías, rey de Judá. En ese momento vendrá el Señor y sus santos con Él. Entonces los judíos verán al Mesías tan esperado, que vendrá con poder para librarlos, tal como tanto desearon que hiciera. El destruirá a los enemigos de ellos y los librará en el preciso momento en que estén más atribulados y a punto de ser vencidos por sus enemigos. Pero,

¡cuánto será su sorpresa cuando estén por postrarse a los pies de su ibertador y reconocerlo como su Mesías! Al descubrir las cicatrices de las heridas que hicieron en sus manos, pies y costado, reconocerán que se trata de Jesús de Nazaret, el Rey de los Judíos, el hombre que por tanto tiempo rechazaron. Bien dijeron los profetas que se lamentarán y llorarán, cada familia por separado, y sus esposas aparte. Pero, gracias al cielo, habrá fin para su llanto, pues El perdonará sus iniquidades y los limpiará de su impureza. Jerusalén será una ciudad santa desde entonces en adelante". (Voice of Warning, págs. 32-33).

La Segunda Venida: la aparición ante todo el mundo. A medida que se aproxima la Segunda Venida, muchas señales irán presagiando este acontecimiento sin igual. Una de las últimas señales es la señal del Hijo del Hombre[63]. El profeta José Smith dijo: "...entonces aparecerá en el cielo la gran señal del Hijo del Hombre. ¿Pero qué hará el mundo? Dirán que es un planeta o un cometa, etc. Pero el Hijo del Hombre vendrá como la señal de la venida del Hijo del Hombre, que será como la luz de la mañana que aparece en el oriente". (Enseñanzas del Profeta Jose Smith, págs. 347-48). Luego de la señal, "...habrá silencio en el cielo por el espacio de media hora; e inmediatamente después se desplegará el velo del cielo" y el Señor se mostrará[64]. Tan grande será la gloria y poder de su venida que la tierra temblará, el sol esconderá su rostro avergonzado, las montañas se derretirán y las aguas del mar hervirán[65]. El brillo de su gloriosa presencia consumirá y destruirá todo lo que es corruptible[66]. El Señor vestirá ropas Encarnadas simbolizando su gran sacrificio expiatorio y los castigos que tiene destinados para los malvados[67]. En este día tan esperado el pueblo del Señor recibirá la recompensa por su fidelidad y perseverancia[68]. Tanto los justos que vivan como los difuntos que lo merezcan serán arrebatados para encontrar al Señor en el aire y ser recompensados de acuerdo con sus obras, en tanto que los malvados son destruidos y arrojados a las tinieblas de afuera[69]. Este será el "gran y terrible día del Señor"[70].

Palabras Finales A lo largo de la historia el Señor ha aconsejado a su pueblo que se prepare para el tiempo de su venida y exhorte al mundo a hacer otro tanto. Los mismos preparativos necesarios para soportar las tribulaciones de los últimos días serán necesarios para soportar la presencia del Señor cuando venga. Al tiempo de la venida del Señor se cumplirá la parábola de las diez vírgenes, y los que "han tomado al Espíritu Santo por guía... aguantarán el día"[71].

El presidente Hugh B. Brown, hablando en una reunión general del sacerdocio en 1967, dijo que ésta era la época en la que la juventud debía prepararse para una era llena de dificultades, pero a la vez una era en la que las fuerzas de Dios finalmente prevalecerán y acarrearán gloria al reino del Señor. Su consejo a los jóvenes del sacerdocio es una conclusión apropiada para el estudio de este tema: "Me parece que de todas las señales de los tiempos (y son inquietantes y están en todas partes), ésta es una de las más significativas de todas: que la Iglesia de Jesucristo, el reino de Dios, está juntando fuerzas y alistándose para lo que vendrá... "Digo que esto en un sentido es una de las señales de los tiempos. Veo a miles que escuchan, y me gustaría deciros a los jóvenes, que aquellos que estamos envejeciendo moriremos y debemos entregar la antorcha a vosotros. Vosotros debéis tener la fe para mantenerla en alto... "Espero que todo joven que esté al alcance de mi voz resuelva hoy mismo: 'Voy a mantenerme limpio. Voy a servir al Señor. Voy a prepararme en todo lo posible para servir en el futuro, porque quiero estar preparado cuando se lleve a cabo la batalla final'. "Y algunos de vosotros, jóvenes, vais a participar en esa batalla. Algunos de vosotros vais a vivir en la época de prueba final, la que viene y está más cerca de nosotros que lo que imaginamos... "Quiero deciros, hermanos, que en medio de todas las dificultades, las incertidumbres, el tumulto y el caos a través de los cuales está pasando el mundo, casi inadvertido se ha establecido un reino, un reino en el que preside Dios el Padre, y en el que Jesús el Cristo es el Rey. Ese reino se está extendiendo, tal como dije, casi inadvertido, pero con un poder y fuerza tales que detendrán abruptamente al enemigo, aun en el transcurso de vuestra vida... “...os insto a poner vuestras casas en orden, a poner vuestras vidas en orden, a estar preparados para lo que viene. Y Dios nos bendecirá y nos sostendrá en nuestros esfuerzos". (Conference Report, oct. de 1967, págs. 1:15-16). Sé que el Señor vendrá, que la hora exacta solo lo sabe Él y nuestro Padre Celestial, ...esto [debe ser] suficiente para [nosotros], y no [debemos importunarlos] más sobre el asunto[72]. En el nombre de Jesucristo. Amen.

Notas:

[1] Moisés 7:67; Moisés 7:20-67 [2] Moisés 7:58--59 [3] Moisés 7:60-61 [4] D. y C. 86:4 [5] Moisés 7:60-61; D. y C. 1: 1 7; Lucas 21:25

[6] D. y C. 121:27-31; D. y C. 128: 18; Moisés 7:62; Hechos 3:2 1 [7] D. y C. 84:97-102; Daniel 2:28--44; Moisés 7:62-65 [8] D. y C. 77:6-7, 12; Abraham 3:4; 2 Pedro 3:8 [9] 1 Tesalonicenses 5:4 [10] D. y C. 128:18 [11] Hechos 3:19-21; Efesios 1 : 10; Apocalipsis 14:6-7 [12] Mateo 24: 14 [13] D. y C. 133:36-40 [14] D. y C. 110: 16 [15] D. y C. 33:3; D. y C. 43:28-29 [16] Mateo 25:6 [17] D. y C. 1 :1-5; 1 1-12 [18] D. y C. 65:1-6 y el Artículo de Fe 10 [19] D. y C. 110:11 [20] D. y C. 110:11, 133:26-34 [21] D. y C. 45: 1 6-2, 43--44 [22] D. y C. 49:24; D. y C. 3:18-20; 2 Nefi 30:4-5 [23] D. y C. 49:25 [24] D. y C. 45:66; y el Artículo de Fe 10 [25] D. y C. 45:66-71 [26] D. y C. 36:8; 42:35-36; 84:4-5 [27] 1 Nefi 14:7-17; 2 Nefi 28:3-14, 20-23; Mormón 8:26-41 [28] D. y C. 1:13-16 [29] D. y C. 1 : 13, 15-16, 35-36; 29:14-21; 45:26, 31; 63:33; 84:96-97; 112:23-26 [30] D. y C. 1:17-23 [31] D. y C. 63:32-34 [32] D. y C. 1 :35 [33] El sexto período de mil años; véase D. y C. 77:6-7 [34] Apocalipsis 6:12-13 [35] D. y C. 43:25; véase verso 20-27

[36] D. y C. 88:88-91; 88:87-91 [37] 1 Nefi 22:16--17; Éter 2:8-10; D. y C. 1 :13; 97:22-24; 133:51 [38] History of the Church 4: 11 [39] D. y C. 63:34 [40] D. y C. 35:13-14; 63:33-37; 1 Nefi 22:13-17, 22-23 [41] D. y C. 54:10 [42] D. y C. 101: 10-1 6 [43] D. y C. 84: 1 18-1 19 [44] D. y C. 38:30 [45] D. y C. 39: 1 7-18 [46] D. y C. 101:6-8 [47] D. y C. 38:8 [48] D. y C. 88:86 [49] D. y C. 103:5-7 [50] D. y C. 97:21-26; 133:4-7, 14 [51] José Smith-Mateo 1 [52] Mateo 25: 1-13 [53] Mateo 25: 1 4-30 [54] Mateo 25:31-46 [55] D. y C. 78: 14 [56] Moisés 8:21-22, 28-30 [57] D. y C. 63:54; 1 Nefi 14:7 [58] D. y C. 133:51-52 [59] D. y C. 133: 1 7-22 y 101:22-23 [60] D. y C. 133:2 [61] D. y C. 84: 1-5; 97: 10, 15-16 [62] D. y C. 45:48-53; 77; 15; 133:35; Apocalipsis 11:1-13; Zacarías 14: 1-9 [63] D. y C. 88:93; José Smith-Mateo 1:36 [64] D. y C. 88:95 [65] D. y C. 133:40-42, 49; 101:25

[66] D. y C. 5:19; 101:24-25 [67] D. y C. 133:48-51). [68] D. y C. 54: 1 0; 133:52-53 [69] D. y C. 88:96--97; 101:89-91 [70] D. y C. 1 10: 14, 16 [71] D. y C. 45:57 [72] D. y C. 130:15 (cursiva agregada)

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