WALTER PATER MARIO EL EPICÚREO
Traducción RAFAEL L ASSALETTA
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VALDEMAR
2006
ÜIRECCIÓ ' LI TERARIA :
Rafael Díaz Sanrander Juan Luis González Caballero ÜI SEÑO DE LA C OLECCIÓN:
Cristina Belmonce Paccini & Valdemar © TfTU LO O RI G INAL :
Marius the Epicurean ILUSTRACI ÓN DE CUB IERTA:
Alma-Tadema, Pheidias and the Frieze ofthe Parthenon, 1868
I ' EDICIÓN: MA RZO DE 2006
©DE LA TRADUCC IÓN : RAFAEL L ASSAL ETTA ©DE ESTA ED ICIÓN : V .•LDEMAR [ENOK IA S.L. )
CI
GRAN VfA 69
280 13 MADRID
CORRECCIÓN DE PRUEBAS: ANA GARCfA DE POLAVIEJA EMBID F ILMACIÓN: P REIMPRE SI ÓN 2000 FOTOMECÁNICA: ARCOS I MPRES IÓN DE COLO R: R UMAGRA F I MPRESIÓN INTERIORES : RJ GORMA E NCUADERNACIÓN: FELIPE M~ N DEZ
ISBN:
84-7702-536-3
D EPÓSITO L EGAL: M-8 .462 -200 6
ÍNDICE
9
PRESENTACIÓN
Primera Parte Cap. I
«La religión de N uma»
Cap. 11
Noches Blancas
Cap. III
Cam bio de aires
Cap. IV
El árbol del conocimiento
Cap. V
El libro dorado
Cap. VI
Eufuismo
Cap. VII
U n final pagano
21 33 49 67 81 119 139
Segunda Parte Cap. VIII
Ani mula vagula
Cap. IX
El nuevo cireneís mo
Cap.X
En el camino
Cap. XI
«La ciudad más religiosa del mundo»
Cap . XII
La divinidad que protegía a un rey
Cap. XIII
La «dueña y madre» de los palacios
Cap. XIV
Diversión varo nil
153 177 193 207 225 25 1 271
Tercera Parte Cap.XV
El estoicismo en la corte
Cap.XVI
Reflexiones
287 299
Cap. XVII
Beata Urbs
Cap. XVIII
«La Ceremonia del Dardo»
Cap. XIX
La voluntad como visión
315 329 347
Cuarta Parte Cap. XX
«Dos casas curiosas»
l. Invitados Cap.XXI
«Dos casas curiosas» II . La Iglesia de la Casa de Cecilia
Cap . XXII
«La paz menor de la Iglesia»
Cap. XX.111
Servicio divino
Cap. XXIV
Una conversación imaginaria
Cap. XXV
Sunt lacrimae rerum
Cap.XXVI
Los mártires
Cap. XXVII
El triunfo de Marco Aurelio
Cap. XXVIII Anima naruraliter christiana NOTAS
367 385 403 423 437 469 483 495 507 525
PRESENTACIÓN
Con frecuencia se ha señalado como característica fundamental de la novela histórica el intento que ésta hace de reconstrucción literaria de un tiempo pretérito. Ahora bien, ese intento se puede llevar a cabo por el mero placer de hacerlo, y entonces tendríamos una novela cuasi arqueológica, o atendiendo a otros fines que determine el ánimo del autor, muchos y muy variados, como prueba el que existan novelas históricas de aventuras, sentimentales, satíricas, de contenido social o político, de exaltación nacionalista y, últimamente, hasta de detectives a lo <<novela negra americana». En el caso de Mario el epicúreo -un clásico donde los haya, referenciado en multitud de ensayos- se suele utilizar la expresión, para caracterizarlo anee el público, de «novela histórica filosófica». Walter Pacer, su autor, no fue estrictamente un filósofo, sino un estudioso del arce, del pensamiento, y en un sentido amplio, de la cultura. Fascinado por la antigüedad clásica grecorromana, y muy especialmente, por el Renacimiento. Y codas estas devociones están muy (9)
Alfredo Lara López
presentes en Mario el epicúreo. En una aproximación meramente filosófica, válida pero !imitadora, se podría afirmar que Mario narra la evolución personal de un ciudadano romano del siglo 11, que es sucesivamente ganado por el epicureísmo, el estoicismo y acaba por tomar contacto con los renovadores esquemas del pensamiento cristiano. Sin embargo creo que el intento de Pacer es algo más ambicioso, y su planteamiento global más acogible bajo el genérico Cultura que bajo el específico Filosofía. Walter Pacer ha escogido el punto álgido de la Antigüedad, el esplendor romano del siglo 11 , con toda esa tradición cultural grecolatina plenamente vigente y con el poder ejercido por Marco Aurelio, el emperador filósofo, y acaba haciéndonos asistir a la fascinación de Mario, un buen· representante de ese cenit cultural, por una nueva actitud vital, la cristiana, que no anula lo anterior, sino que lo potencia y lo eleva. Conociendo el hechizo que sobre Pater ejercieron la estética y la cultura del Renacimiento, yo me atrevería incluso a avanzar la hipótesis de que Pater, además de lograr una magnífica instantánea de lo que fue la cultura clásica grecorromana, apunta, tirando por elevación, hacia el Renacimiento. Casi diría que bajo Mario el epicúreo subyace la ecuación «cultura clásica más cristianismo igual a Renacimiento». El resultado final de este empeño es una novela esteticista y bella, donde los pensamientos se mueven y las [10]
Presentación
escenas están quietas. La descripción minuciosa del mundo romano es añorante y melancólica, pues aunque Mario no sea consciente de ello, Pater sí sabe que en esa misma cumbre de Marco Aurelio se inicia una decadencia que hará que nada vuelva a ser lo mismo. Y, aunque siempre recompensa el esfuerzo que demanda, se trata también de una novela a veces difícil, pues a fin de cuentas Pater no se conforma con describir el escenario y los hechos -lo que logra con brillantez, es un erudito y un gran escritor- sino que intenta asomarnos al tránsito intelectual de un cultísimo habitante de una época que durante siglos, para muchos, se consideró el mayor logro de la historia humana. Walter Pater nació en Londres en 1839 y murió en Oxford en 1894. Su importancia como ensayista y crítico de arte fue notable. Residió en la ciudad que acabaría viéndole morir, Oxford. Desde allí sus opiniones estéticas, basadas en el aprecio del arte clásico grecorromano, el humanismo y el platonismo, tuvieron siempre el respeto de sus contemporáneos. La sólida base filosófica de que hace gala en este Mario el epicúreo fue una constante en toda su labor como ensayista y crítico de arte. La calidad de su prosa, y la aceptación que por los círculos victorianos más cultivados -su más notable discípulo fue Osear Wilde- tuvo su Mario el epicúreo, contribuyeron a que aún hoy en día siga teniendo un lugar importante en la memoria literaria anglosajona. [ 11)
Presentación
tros, los lectores, y nos cuenta lo que hace y piensa Mario utilizando todo el repertorio de la Historia para ayudarnos a sintonizar con ese alter ego pagano suyo y esa Roma clásica a la que el autor se asoma. Los anacronismos son fruto de ese diálogo que Pater establece con el lector -que tiene lugar en el siglo XIX- y de esos procesos de reflexión, paralelos a los de sus personajes, en los que el autor se embarca, y en los que no ha de renunciar a nada en aras de la historicidad, puesto que los hace Walter Pater en la Inglaterra victoriana, y no un habitante de la Roma del siglo JI. Si Mario es el protagonista, ciertamente tiene que compartir cartel con otro personaje histórico prodigioso, Marco Aurelio. Sobre este emperador filósofo, hombre de Estado, militar a la fuerza, culto y solitario, se podrían -y deberían- escribir en esta introducción montones de párrafos. Con todo, en claro homenaje a la simpatía que le profeso, voy a seguir aquí una de sus máximas: «Busca la brevedad en todo» (Soliloquios 11, 51). Además, así me permito ser fiel a mi propia opinión de no revelarle al lector nada de aquello con lo que el autor intentará sorprenderle o cautivarle luego. Por tanto, sólo unos rasgos muy generales sobre cómo amanecía en el Imperio en aquellos momentos, cuando Mario hace su aparición en escena. Tras la dinastía Julio Claudia, la de los emperadores que a todos más nos suenan, Augusto, Tiberio, Calígula, [13]
Alfredo Lara López
Claudio y Nerón, tiene lugar un periodo de anarquía y luchas por el poder en el que cuatro emperadores son sucesivamente entronizados y eliminados en el curso de unos pocos meses. Tras ellos llega la dinastía Flavia, una época de recuperación para Roma. Y ya con Nerva, en el año 96, los Antoninos. Seis emperadores que llevarán a Roma a la cumbre de su esplendor militar, social y cultural. Bajo los cuatro primeros, Nerva, Trajano, Adriano y Antonino Pío, el progreso en codos los órdenes es indudable. La frontera llega hasta donde nunca había llegado y la situación social y económica parece saludable. Cuando tras Antonino Pío, Marco Aurelio llega al poder, todo hace presagiar las mejores venturas para el mundo romano, y sin embargo las calamidades sacuden al Imperio como no se recordaba desde hace tiempo. Las tribus de más allá de la frontera, las epidemias y las traiciones militares, le niegan el descanso a un MarcoAurelio que encuentra en la filosofía la fuerza para afrontar aquellas tareas que por inclinación natural nunca hubiera acometido. En esos años, como dice Pacer, el legado cultural de la Antigüedad clásica aún está intacto. En este siglo 11 viven y desarrollan su actividad el astrónomo y geógrafo Tolomeo, el médico Galeno, último gran representante de la medicina antigua, el escritor Apuleyo, autor de las Metamorfosis, y otros grandes hombres de letras como Plutarco o Luciano de Samosata. Ésta es la Roma a la que nos hace viajar Walter Pacer, el más aleo [14]
Presentación
logro alcanzado por la cultura clásica y pagana, representada por Marco Aurelio, y donde la brillantez, quizá hastiada y falta de ilusiones, de este mundo clásico, comienza a dejar paso a la renovación que significa el cristianismo. ALFREDO LARA LóPEZ
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Primera Parce
Capítulo 1 «La religión de Numa» 1
Así como con el triunfo del cristianismo la religión antigua se mantuvo en las zonas campesinas como religión de los aldeanos, y acabó desapareciendo con el paganismo ante el avance de la iglesia cristiana, un siglo antes fue en los lugares alejados de la vida urbana donde más tiempo sobrevivieron las formas de paganismo más antiguas y puras. Entretanto, aunque en Roma habían surgido religiones nuevas de notable complejidad junto a aquella que estaba muriendo, la religión patriarcal más antigua y simple, o «la religión de Numa», tal como le gustaba llamarla a la gente, permaneció con pocos cambios en medio de la vida pastoril, entrelazada con las costumbres y los sentimientos de aquellos de los que en gran parte había brotado. Podemos captar vislumbres de esa supervivencia bajo las actitudes artificiales de la poesía pastoril latina; sobre todo en Tibulo 2 , gracias al cual se han conservado hasta nosotros muchos detalles poéticos de los antiguos usos religiosos romanos. [21)
Walrer Pacer
At mihi contingat patrios celebrare Penates, Reddereque antiquo menstrua thura Lari, 3 reza aquél, con seriedad no afectada. En una de sus elegías, que forma parte de un sacrificio de cumpleaños, podemos encontrar un orden litúrgico, con repeticiones de palabras consagradas. El hogar4 de una de cuyas chispas había nacido milagrosamente el niño Rómulo, tal como relataba una antigua leyenda, se convertía en un altar; y el sacrificio más digno a los dioses era la abso1uta salud física de las mujeres y los hombres jóvenes, que trataban de mantener los usos escrupulosos de esa religión del hogar. Era una religión de costumbres y sentimientos, más que de hechos y creencias, y estaba unida a objetos y lugares muy concretos: el roble de edad inmemorial, la piedra que había sobre el hogar, a la que habían dado forma el tiempo y el clima como si lo hubiera hecho un oscuro arte humano, el bosquecillo de encinas consagrado, por el que uno al pasar exclamaba involuntariamente la frase ya consagrada: ¡la Deidad está en este lugar! Numen /nest!... Todo se encontraba en armonía natural con el temperamento de un pueblo tranquilo ante el espectáculo de la vida rural, como una fe simple entre el hombre y el hombre, que Tibulo relaciona expresamente con aquel periodo en el que, con un culto poco costoso, los antiguos dioses de madera toda[22]
Mario el epicúreo
vía encontraban espacio en las pequeñas capillas domésticas. En la época en la que el moribundo Antonino Pío ordenó que su imagen dorada de la Fortuna fuera trasladada a la cámara de su sucesor (para comprobar la verdad de la antigua afirmación platónica 5 de que el mundo sería por fin feliz si podía aparcar a un estudiante filosófico de la vida de la contemplación celestial, más deseable, obligándole a aceptar el poder), había un muchacho que vivía en una vieja casa de campo, mitad granja y mitad villa, que había reunido en sí mismo el conjunto de las tradiciones antiguas merced a una veneración religiosa espontánea semejante a la que originalmente las había creado. Había transcurrido más de siglo y medio desde la época de los escritos de Tibulo, pero la restauración de las costumbres religiosas, y su mantenimiento donde habían sobrevivido, se había convertido entretanto en moda gracias a la influencia del ejemplo imperial; y lo que en el caso de su padre había sido ante codo un asunto de orgullo familiar, en el joven Mario se sostenía por un instinto de devoción naco. El sentí:;, / ~~nt9_de que había u_n~s poderes exteriores a ñO~s, o~f a quienes complacía o desagradaba la conducta correcta - ) // o errónea en cada circunstancia de la vida diaria, -~ ª 'Conciencia, que la antigua religión romana reconocía . formalmente, se convertiría en él en una poderosa corriente de sentimiento y observancia. Ese temor reve-
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Walter Pacer 'X'
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5
J
rencial anticuado y parcialmente puritano, el poder que (---~~-to valoraba Wordsworth en los campesinos del norte, tenía su equivalente en los sentimientos de ese muchacho romano cuando pasaba junto al lugar, «tocado por el cielo», donde el rayo había matado a un campesino viejo; una piedra vertical, de la que colgaban todavía guirnaldas secas, lo señalizaba. Se volcó con gran seriedad en ese sistema de usos simbólicos, los cuales, a su vez, desarrollaron más todavía ese sentimiento: su capacidad para sentirse impresionado por lo sagrado del tiempo, de la vida y sus acontecimientos, así como de las circunstancias de las relaciones familiares; el fuego, el agua, la tierra de cuyo trabajo vivían eran en idos
pürél c omo ones: rw ~~~~~ !:_~E<.?l!sab_ilidad reli iosa. Era una religión que se com,_.E.9nía en su~ayor ~te de m,iedo, de múlciples escrúpulos, y que contenía una carga de formalismos el año entero; pero en algunas raras ocasiones (por ejemplo en las limpias mañanas estivales) el hecho de pensar en esos poderes celestiales le ofrecía un agradable modo de expresión de un sentimiento de salud y placer que casi le sofocaba, y que aliviaba mostrando su gratitud a los dioses. Se aproximaba el día del Ambarvalia 6 «pequeño» o privado, que celebraría cada una de las familias para el bienestar de codos los que pertenecían a ella, de la misma manera que el gran colegio de los Hermanos de Arval lo oficiaría en Roma en interés de todo el Estado. [24)
Mario el epicúreo
En el momento designado cesaba todo trabajo; abandonaban las herramientas tras colgar de ellas guirnaldas de flores mientras los amos y los criados iban juntos en procesión solemne por los caminos secos de las viñas y los campos de maíz, conduciendo a las víctimas cuya sangre iba a derramarse para purificar de toda mancha natural o sobrenatural las tierras que recorrían. Leyéndolas de un antiguo escrito iluminado, que se guardaba junto con la historia de la familia en el arcón pintado del vestíbulo, recitaban las antiguas palabras litúrgicas latinas mientras avanzaba la procesión, aunque hacía mucho tiempo que su significado exacto se había vuelto ininteligible. Desde muy temprano las jóvenes de la granja se atareaban ese día en el gran pórtico llenando grandes cestas con flores recién cogidas de las ramas de manzanos y cerezos que luego esparcían ante las singulares imágenes de los dioses -Ceres, Baco y la más misteriosa Dea Dia7- cuando éstas cruzaban los campos sobre pequeños altares llevados a hombros por jóvenes vestidos de blanco, quienes se supone que acudían a hacerlo tras una abstinencia absoluta, tan puros de alma y de cuerpo como el aire que respiraban en ese buen tiempo de principios de verano. Tras ellos llevaban la limpia agua lustral 8 y el incensario lleno. Se habían adornado los altares con guirnaldas hechas de lana y con otras más suntuosas de flores y hierbas verdes que se arrojarían en el fuego sacrificial, pero que se habían recogido aquella [25]
Walter Parer
misma mañana de una zona particular del jardín que se había dedicado a ese fin. Por ello las hojas jóvenes eran casi tan fragantes como las flores, y el aroma de los campos de judías se mezclaba agradablemente con el humo del incienso. Salvo el monótono canturreo litúrgico de los sacerdotes, que iban vestidos con túnicas antiguas, rígidas y extrañas, y llevaban sobre la cabeza mazorcas de maíz verde que sostenían con cincas blancas, la procesión avanzaba en absoluto silencio y todos, incluso los niños, se abstenían de hablar tras haberse pronunciado la fórmula pontifical, Favete linguis! -¡Silencio! ¡Silencio propicio!-, para que ninguna palabra salvo las apropiadas a la ocasión estorbara la eficacia religiosa del rito. En el joven Mario, que como cabeza desucas~ -..:..----.; un paeel princiEal en l;sceremoni del...dí.a..-5..Lli ba tarnbié~n ~~fu~oto~erar_es_e impresio.:_ nante silenciQ~ exteúQr coQ_la_quietud-interior de.__ la mente, que tan importante consideraban los romanos religiosos para la realización de esas funciones sagradas. Para él, ese prolongado silencio exterior tenía que surgir de la condición mental e interior de 2.!:e- ara~~x pectativa por la que en ese mo~~nro se estaba ~fo~ do particularmente. A aquellos que le rodeaban, las oraciones y ceremonias no les impulsaban a ponderar la naturaleza divina: más bien las concebían como el medio apropiado de tranquilizar ese movimiento interior inquietante. Para ellos, «la religión de Numa», tan
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Mario el epicúreo
formalista, ideal y agradable, objeto de un conservadurismo tan celoso, aunque prestaba un servicio directo al sancionar esa gran escrupulosidad, sobre todo en los puntos principales de la conducta doméstica, !@_Valorada princi al 1!1mt~_p..m:quc p..oL..S.U-caxácc~r--h&.edita- -) rio, prestaba algo se!I!eiante a una distinción..per.sonal; --...:...._ ___ . porque entre otros accesorios de una casa antigua con:
t~~~Í'.1-;_ p~ducir ~a ~~inósfer.a ~tocrática.qu;J~e ~a~a de las fan:i.ili¡¡s_nueYas.
Pero, en el joven Mario, la ausencia misma en esos usos venerables de toda historia definida e interpretación dogmática había despertado ya una gran actividad especulativa. Y aquel día unas conjeturas muy vivas, aunque apenas lo bastante claras como para ser pensamientos, habían surgido de los detalles del servicio divino y bullían en su mente igual que se había agitado el viento durante todo el día entre los árboles, dándole la impresión de que estuvieran transmitiendo una influencia misteriosa a todos los elementos de su naturaleza y su experiencia. Tan sólo una cosa le distraía: una cierta piedad en el fondo de su corazón, que estaba a punto de brotar de sus labios, hacia las víctimas sacrificiales y sus miradas de terror, que casi llegó a convertirse en desagrado en el momento decisivo del sacrificio, que aunque todos los días formara parte del oficio del carnicero, en ese caso se ocultaba decorosamente de la vista de los demás; aunque en ese momento algunos mostra[27]
Walter Parer
ban una franca curiosidad por el espectáculo que, con un pretexto religioso, así se les ofrecía. Los artistas antiguos que esculpieron la gran procesión en el friso del Partenón de Atenas trazaron las cabezas plácidas de las víctimas conducidas al sacrificio con un sentimiento perfecto por los anim;tles que tenía ue contrastar forzosamente co~ifere~~ia a su sufrimiento. Era ese contraste el que distraía ahora a Mario de la bendición de sus campos y alteraba su absorción devota en el cumplimiento escrupuloso de todos los detalles ceremoniales mientras la procesión se aproximaba a los altares. Los nombres de esa gran población de «pequeños dioses» , tan queridos en el hogar romano, que los pontífices habían incluido en la lista sagrada de los Indigitamenta9, para que fueran invocados en ocasiones especiales por la ayuda que podían prestar, no fueron olvidados en la larga letanía: V~l niño lance su primer llanto; Fabulino, que le impulsa a decir su primera palabra; Cuba, que le mantiene tranquilo en su cuna, y especialmente Domiduca, -~la q1._1e Mario había tef!ido toda su vida una ~~ ció ~ y recuerdo, la diosa que vi . ila que uno lle&Jle. a s~ También las urnas de los muertos de la capilla familiar habían recibido su debido servicio religioso; se habían convertido ahora en algo divino, en una bondadosa compañía de espíritus amigables y protectores que habitaban el lugar de su morada anterior: [28)
Mario el epicúreo
por encima de todos los demás, el padre, muerto diez años antes, al que Mario recordaba sólo como una figura alta y grave en su niñez temprana, y en el que habitualmente pensaba como un genius un poco frío y severo. Candidus insuetum miratur limen Olympi, Sub pedibusque videt nubes et sidera. 10
¡Es posible! Pero ahora necesita su altar aquí abajo, y las guirnaldas sobre su urna. Aunque los genii muertos se contentaban con muy poco: algunas violetas, una tarta mojada en vino o un trozo de panal de abeja. Desde que sus pasos infantiles eran todavía inseguros, todos los días Mario les había llevado su parte de la comida familiar, en el segundo plato, en medio del silencio de los que allí estaban. Amaban a aquellos que les llevaban su sostén; pero si se veían privados de esos servicios se les oía deambular por la casa llorando amargamente en la quietud de la noche. Gracias a su uso en esos servicios religiosos, esos dones simples, como otros objetos igual de triviales, el pan, el aceite, el vino y la leche, habían llegado a tener para él ese significado poético, o por así decirlo moral, que podría adscribirse seguramente a todas las cosas de la vida cotidiana si consiguiéramos traspasar el velo de familiaridad con que cubrimos unos objetos que no son en absoluto vulgares. Se cantó un himno mientras todo [29]
Walter Pater
el grupo permanecía en pie con los rostros cubiertos. El fuego se elevó rápidamente de los altares con llamas limpias y brillantes: un presagio favorable que convertía en un deber considerar completa la alegría de la tarde. Se sirvió generosamente vino añejo a los criados durante la cena en la gran cocina en la que habían trabajado, mal iluminados, durante las largas tardes de invierno. Incluso el joven Mario participó, aunque muy sobriamente, en la ruidosa fiesta. El recuerdo devoto y lleno de añoranza de lo que había sido realmente hermoso en el ritual le indujo a retirarse pronto para recordar mejor, en sus ensoñaciones, todas las circunstancias de la celebración del día. Cuando se sumergió en un sueño agradable por influencia de las largas horas que había pasado al aire libre, tenía todavía la sensación de avanzar procesionalmente a través de los campos con una especie de agradable reverencia. Seguía manteniendo esa sensación cuando despertó en medio del batir violento de la lluvia en las ventanas con la primera tormenta de la estación. El trueno que le sacó sobresaltado del sueño hizo que la soledad de su cámara le pareciera casi dolorosamente total, como si la proximidad de esas nubes coléricas le encerraran a solas en un lugar apartado del mundo. Después pensó en la protección que los ceremoniales del día le aseguraban. Procurarse un acuerdo con los dioses, Pacem deorum exposcere: ése era el significado de lo que les había ocupado el día entero. En su fe, (30]
M ario el epicú reo
sincera pero algo suspicaz, deseaba que por lo menos esos poderes no fueran contra él. Los dioses de su propia casa, más cercanos, estaban codos alrededor de su lecho. En ese momento resultaba vigoroso el hechizo de su religión como parre de la esencia misma del hogar, su intimidad, dignidad y seguridad; aunque parecía hacerle a cambio ciertas demandas poderosas.
[31]
Capítulo 11 Noches Blancas
La morada material en la que Mario había pasado la niñez le había transmitido una seriedad instintiva. Cuando uno veía por primera vez ese lugar reservado y apartado sentía que seguramente no podría suceder allí nada que no fuera acompañado del pensamiento o la ensoñación. ¡Noches Blancas!, así se podría traducir su antiguo nombre latino, Ad Vigilias Albas. «Primero fue la rosa roja», dice un curioso místico alemán hablando del «misterio de las llamadas cosas blancas», que son «siempre una idea adicional -los dobles o segundos de las cosas reales, en sí mismos sólo reales a medias, materiales a medias-; la reina blanca, el brujo blanco, la misa blanca que, así como la misa negra es una parodia de la misa auténtica convertida en maligna por horribles y viejas brujas, celebran los candidatos jóvenes al sacerdocio con una hostia sin consagrar a manera de ensayo». Por eso supongo que, siguiendo la misma analogía, no debía tratarse de noches de olvido absoluto, sino las que [33]
Walter Pater
se pasaban en una ensoñación continua velada a medias por el sueño. En tal caso el lugar resultaba ciertamente fiel a su caprichoso nombre, pues frente a él podía pensarse muy bien que la ensoñación resultaba muy fácil allí incluso durante el día 1• El joven Mario representaba a una familia antigua cuyos bienes habían llegado hasta él muy menguados por las extravagancias de un tal Marcelo que, habiendo vivido dos generaciones antes, en su tiempo fue un favorito entre el mundo romano a la moda, en el que al menos había gastado su caudal con una corrección del gusto que parecía que Mario había heredado de él; se decía también que se le parecía por su sonrisa singularmente agradable, aunque en el rostro del joven ésta convivía con cierto grado de expresión sombría siempre que la mente se sentía ligeramente conmocionada. Conforme los medios de vida fueron reduciéndose, la granja se había ido convirtiendo en una vivienda en la que se mantenía sin embargo un rastro de la sencillez y descuido en los trabajos rutinarios, que no carecía de atractivo pintoresco para algunos, entre los que se incluía el joven amo. Los paseantes más observadores que cruzaran por allí sintiendo curiosidad por sus habitantes observarían un cierto cuidado elegante en medio de la despreocupación, quizás como consecuencia de que no desearan turbar las antiguas asociaciones. Resultaba significativo del carácter nacional el que una parte de [34]
Mario el epicúreo los elegantes caballeros granjeros se hubiera visto muy afectada por algunos de los romanos cultivados. Pero en la casa de Mario se trataba de algo más que una diversión elegante, de un asunto serio; el interés del joven por el cultivo de la tierra y el cuidado de los ganados le había acercado íntimamente a aquellas condiciones elementales de la vida, a una reverencia que el gran poeta romano2, tal como demostró con su preocupación casi mística por ellas, sostenía eran la base de la religión romana primitiva, de la moral primitiva. Pero además, la vida campesina en Italia, que incluye el cultivo del olivo y la viña, tenía su gracia propia y podía contribuir a producir una dignidad ideal de carácter semejante a la de la propia naturaleza en esa bien dotada región. La vulgaridad parecía imposible. El lugar, aunque empobrecido, seguía siendo merecedor de amor, estaba lleno de recuerdos venerables y mantenía viva la dulzura de sumomento presente. El aferrarse a esas tradiciones ceremoniales había formado parte del belicoso orgullo familiar del padre del muchacho, al que el ejemplo de la cabeza del Estado, el viejo Antonino Pío -un ejemplo que fortalecería todavía más su sucesor-, había dado una nueva popularidad quizás algo artificial. Junto con otros muchos rasgos sencillos y anticuados que se habían mantenido en él, estaba la voluntad de no infravalorar el encanto del sentimiento de exclusividad y autoridad inmemorial (35]
Walcer Pacer
que le confería su pertenencia a una institución sacerdotal local, que formaba parte de la herencia de la casa. Dar un valor real a esas cosas era tan sólo un elemento más de aquella piadosa preocupación por su hogar y todo lo que le pertenecía, que también había sido, tal como Mario descubriría más tarde, una poderosa motivación para su padre. Cuando la luna nueva surgía brillante por el oeste, los suyos cantaban todavía el antiguo himno ]ana Novella! 3, lo mismo que seguía potenciándose la costumbre de saltar cierta noche de verano sobre montones de paja ardiente. Según la tradición, el privilegio del augurio 4 había pertenecido en un tiempo a los de su raza; y si puede imaginar el lector que de vez en cuando un muchacho impresionable pueda tener un indicio, una insinuación mística e interior del significado y las consecuencias de todo lo que hay, de manera que lo que está implícito en las cosas se le vuelva explícito, podrá concebir correctamente cómo era la mente de Mario, que vivía en una casa en la que se seguía consultando cuidadosamente los auspicios antes de cualquier empresa. La devoción al padre le había servido para recibir lealmente, tal como les sucede a muchas personas no poco importantes, una cierta tradición de la vida, que llegó a significar mucho para el joven Mario. El sentimiento con el que pensaba en su padre muerto era casi exclusivamente el de reverencia; aunque tuviera a veces (36]
Mario el epicúreo
una sensación de libertad nada desagradable, pero que sólo podía confesarse a sí mismo, cuando en ausencia de esa limitación tan poderosa y continua meditaba acerca del poder arbitrario que la religión y la ley romanas daban al padre sobre el hijo. Por lo que se refería a la madre, el mantenimiento de la memoria del esposo incluía una renovación continua de la pena junto con el reconocimiento, o así lo sospechaba Mario, de algún costoso sacrificio que el muerto merecía. La vida de la viuda, lánguida y sombría salvo por el patetismo de ese lamento, era como un servicio continuado al alma fallecida; sus múltiples observancias anuales estaban centradas en la urna funeraria: una cajita de mármol delicadamente tallada, todavía blanca y hermosa, que estaba colocada en la capilla familiar y adornada siempre con las más hermosas flores del jardín. En esos lugares se concedía a los muertos una cercanía mayor al viejo hogar, que se pensaba seguían protegiendo, de lo que es habitual entre nosotros, o de lo que lo era incluso en la propia Roma: una cercanía que los vivos agradecían, así de diversas son las costumbres de nuestros sentimientos humanos, y que los más ricos, al menos en el campo, podían permitirse. Todo aquello le producía a Mario un devoto interés, pues se sentía sinceramente conmovido y conmocionado por la pena de su madre. Sabemos que tras la deificación de los emperadores se consideraba impío incluso el utilizar una expresión vulgar en presen[37)
Walter Pacer cia de su imagen. A Mario la vida entera le parecía llena de presencias sagradas que le exigían un recogimiento similar. La religión severa y arcaica de la villa, tal como la concebía, engendraba en él una especie de devota circunspección con la que esperaba no fallar en nada que le fuera exigido por lo que concernía a las deidades. Debía cumplir con una especie de equidad sagrada, debía ser muy precavido para no faltar a las peticiones que los demás le hicieran en sus alegrías y calamidades: la felicidad, que la deidad aprobaba, o los golpes con los que se dejaba sentir. Ese sentimiento de responsabilidad hacia el mundo de los hombres y las cosas, hacia la exigencia del sentimiento adecuado a cada caso, con la costumbre llegó a formar una parte de su naturaleza de la que no se desprendería. Fue lo que le permitió mantenerse serio y digno en medio de las especulacione~e t~nto ~~~n _ posteriorme~e
gue~do
aprendió a pensar con indifer~1:_1:cia en todas l~religio nés, le permitta mantener la seriedad entre numerosas oh-sesiones y durante muchos y- lánguidos días, haciéndole pensar que su vida entera~ra ~~a gr~~~ión de ·- para la que tenía que pre ararse cuidadoJiutoofy_Ecióñ/ samente, que debtaconsagrar su vida, y quizás su reélierdoe n los demás, como un se To que le diera valor, lo misrr1rn¡uetüsprhneros1§5t~spera6an el martirio al final de su existencia. Al descender por las pendientes que partían de
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Mario el epicúreo
Luna 5, nada más ver la Puerta de Venus, el viajero se detendría junto al camino para, por así decirlo, interpretar la faz de una vivienda tan hermosa y alejada de la carretera blanca en el punto en donde ésta empezaba a descender abruptamente hacia las tierras pantanosas de abajo. El edificio de mármol amarillo y rojo pálido suavizado por el tiempo, que contemplaba más allá de las puertas, eran los restos exquisitos de lo que en otro tiempo fue una villa grande y suntuosa. El viento marino había jugueteado desde hacía dos siglos con los musgos aterciopelados que se extendían por sus ángulos y repisas inaccesibles. Allí donde las hierbas delicadas se habían abierto camino, las placas de mármol estaban desplazadas. El descuido no exento de gracia que predominaba en el jardín y la granja hacía que resultara singularmente agradable la vivienda, en cuyo interior reinaba un orden y una dulzura todavía más escrupulosos. Da la impresión de que los antiguos arquitectos romanos habían entendido muy bien el valor decorativo del suelo: para obtener un rico efecto interior, la economía real exigía cierta prodigalidad del gasto en la superficie sobre la que caminaban. El pavimento del vestíbulo había perdido parcialmente su lisura, pero aunque un poco áspero para el pie, pulido y cuidado como una moneda de plata, tal como sucede con los trabajos en mosaico, parecía mejor en su vejez. De todas las máscaras de antepasados, colocada cada una en su cajita de [39]
Walter Pacer
cedro bajo la cornisa, la más notable de todas era la del pródigo pero elegante Marcelo, con ese parecido singular que sus rasgos en cera amarilla guardaban con Mario, aunque el rostro de éste se hallara entonces tan animado por el color campesino. Una cámara curiosamente curvada en forma oval que había añadido aquél a la mansión, contenía todavía su colección de obras de arte; sobre todo la cabeza de Medusa6 , por la que la villa era famosa. Quienes se la habían llevado como botín de alguna de las antiguas ciudades costeras griegas la habían tirado o perdido, por lo visto, en algún rápido del cercano río, de cuyas arenas la rescató la red de un pescador con algunas finas laminillas de oro adheridas todavía al bronce. También había sido Marcelo el constructor de la torre de vigilancia de dos pisos con el palomar blanco arriba, tan característico del lugar. Las pequeñas ventanas de vidrio de la cámara superior servían de marco al elegante paisaje: los peñascos claros de Carrara, semejantes a montones de nieve salvajemente retorcidos sobre el páramo morado; el puerto distante con su carga de mármol blanco dispuesta a navegar por mar; el faro y templo de Vénus Specíosa 7 en el promontorio oscuro, entre las curvas que formaban continuamente las blancas olas. Incluso en las noches de verano el aire se mantenía allí siempre en movimiento y llevaba hasta los pasillos de la casa el aroma del heno recién segado. Algo que resultaba melancólico, hechizado y casi [40]
Mario el epicúreo
real, algo claustral o monástico diríamos nosotros, se hallaba unido a ese orden exquisito y hacía que todo el lugar le pareciera a Mario, por así decirlo, sacellum, el santuario peculiar de su madre, que en su viudedad proporcionaba a Mario el mayor, el muerto, esa especie de segunda vida que podemos dar a los que se han ido cuando los recordamos intensamente: la «inmortalidad ~ubjetivall.a, por utilizar una frase moderna, que muchos epitafios romanos piden lastimosamente a la viuda, la hermana o la hija que se encuentran todavía en la tierra de los vivos. Si alguna de estas consideraciones llega hasta el pueblo de las sombras, ciertamente disfrutó él de esa existencia segunda, de ese lugar cálido que queda todavía, al menos en el pensamiento, junto a los vivos, y que muchos de nosotros deseamos tanto realmente en diversas formas. De esta manera, y desde muy pronto, Mario el joven llegó a pensar en las lágrimas y las manos de las mujeres como un lugar donde descansar, tanto en la muerte como en el sueño de la infancia; como si fuera una especie de necesidad natural. Las líneas suaves de las manos y el rostro blanco, entre los múltiples pliegues del velo y la estola de la viuda romana, atareada con la costura, o a veces escuchando música, definían para él la expresión típica de la maternidad. Ayudándola con sus lanas blancas y moradas, y cuidando de sus instrumentos musicales, es decir, manejando sus objetos, ~ª >P1llº si ganara para sí IE.i.sfilQJJ.Il refinamiento urbano y ,JI'
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Walter Parer
femenino que compensah
que~teríía en flor los mirtos jóvenes aunque el granizo golpeara cQ!!_fue!E_~n el exterior. El que esa atracción por el campo se hubiera fijado profundamente en él, fue un principio importante que tuvo después consecuencias en su vida romana; especialmente en el invierno, cuando los sufrimientos del mundo animal resultan tan evidentes incluso para la persona menos observadora. Fijó en él una simpatía por todas las criaturas, por casi todos los problemas humanos y las enfermedades del ganado. Era un sentimiento que tenía algo de veneración religiosa hacia la vida como tal ... hacia esa esencia misteriosa que el hombre no puede crear ni en el menor grado. Uno a uno, por deseo de su madre, el muchacho fue rompiendo sus queridos lazos y trampas para los pájaros hambrientos del pantano salado. En una ocasión, mirándole gravemente, le habló de un pájaro blanco, l.l.U_pájaro gye ~ebía Q~ar en su pecho ~ través de un lugar público atestado: ¡así era su propia alma! ¿Con~g~ [42]
Mario el epicúreo
sin man~a ni daño hasta su genio bueno, situado en el lado opuesto? Y lo mismo que su madre se había convertido para ¿¡ en el tipo mismo de la maternidad de las cosas, con su piedad y protección inalterables, la mater- "/ 11, nidad se transfo~JEÓ.en ej tipo central de todo ~mor; asi-mismo, esa her~osa vivienda prestó l;r~alÍdad del perfil concreto a un ideal peculiar del hogar, que durante el resto de su vida pareció siempre tratar de recuperar en medio de las numerosas distracciones del espíritu. Un cierto temor vago hacia el mal, innato en él, potenció más todavía ese sentimiento de que el hogar era un lugar en el que la seguridad estaba comprobada. En contraste con la alegría de la religión griega, su antigua religión italiana tenía una corriente profunda de tristeza, transmitía imágenes de melancolía y acosamiento que no brotaban exclusivamente de los muros de las tumbas etruscas. Jugaba un papel en esto el funcionamiento de la conciencia, que no era siempre impulsora de la gratitud por los beneficios recibidos, sino más frecuentemente la que le acusaba ante esos coléricos amos celestiales; por ello, por esa sensación de que un mal desconocido le seguía siempre, sospechaba extrañamente de los lugares y las personas. Aunque su amor por los animales era poderoso, como un caluroso día de principios de verano había visto unas serpientes apareándose mientras caminaba por una carretera estrecha, desde ese momento evitó el lugar y sus terribles asocia[43)
Walter Pater
ciones, pues en el incidente había algo que durante muchos días le provocó un desagrado por la comida y un sueño inquieto. Sin embargo, ese recuerdo había casi desaparecido cuando en la esquina de una calle de Pisa vio a un africano que exhibía una gran serpiente: al agitarse, el reptil volvió a revivir aquella antigua y dolorosa impresión; era como escudriñar el lado inferior del mundo real, y otra vez, durante muchos días, la comida y el sueño perdieron todo su atractivo. Intentando averiguar el secreto de esa repugnancia, se interrogó a sí mismo, puesto que no tenía un miedo particular a las mordeduras de las serpientes, como le sucedía a uno de sus compañeros que en un jardín había mecido la mano en la boca de la estatua de una divinidad despertando a una víbora que dormía allí indolentemente. Con su aversión se mezclaba un tipo de piedad, y difícilmente habría podido macar o herir a esos animales, pues siendo lo que eran parecían sufrir ya por las circunstancias mismas de su vida. Era algo semejante a un miedo a lo sobrenatural, o quizá más bien un sentimiento moral, pues el rostro de una gran serpiente, carente de la gracia de la piel velluda o las plumas, tan distinta de la del cuadrúpedo o el ave, tenía un aspecto de humanidad en su desnudez moteada y manchada. l:labía-en ella un'lh_umanidad polvorienta y SÓ!~ ~da, cu~o estaba ~erezosamente enro a y d~spertaba de pronto, lanzándose ~Q.!!l~ [44]
Mario el epicúreo
tálico de enemistad pura contra el hombre. Mucho des-
pues, cuando estando en Roma vio por segunda vez a un hombre que exhibía serpientes, recordó la noche que siguió a la primera vez, pensando, a la manera de San Agustín, en la verdadera grandeza de esos pequeños problemas de los niños que las personas mayores consiguen iluminar; pero sintió también una gratitud repentina al reflexionar en lo rica que había sido su vida por la belleza de su apariencia e imágenes y ver en qué medida perturbaba su paz lo que repugnaba a su vista. Y así pasó la adolescencia de Mario: más dado en ~--~ ---- . _ _ - - - ~!al a la contemplación q_ue a la acció_!l. De fortuna menos próspera de lo que en tiempos anteriores hubiera sido razonable esperar, animó su soledad, leyendo mucho y con inteligencia, con las tradiciones del pasado, por lo que había vivido ya mucho en la esfera de la imaginación, convirtiéndose pronto en lo que sería ya durante toda la vida: un idealista que construye el m~o para sí mismoyibre todo desde el interior,_gi:a-~cicio de la facultad meditativa. En el esquema intelectual que se hiw del mundo y la conducta habría siempre una vena de ~ofíª ~s_ubjethraJ en la que el individuo es la medida de todas las cosas, con una cierta incapacidad a aceptar totalmente los otros modos de valoración del hombre. La creación de este peculiar elemento de su temperamento podía retrotraerse al tiempo en que su vida se había asemejado para él a la lectura
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Walter Pacer
de una novela. ¿Tenían los romanos una palabra que significara poco mundano? El hermoso término ~ tilis8 sería quizás lo que más se aproximara; exactamente ~ese sentido podría describirse el espíritu con el que se preparó para la función sacerdotal hereditaria en su familia: el gozo místico que sentía con la abstinencia, la ascesis el autocontrol extenuantes que dicha prepara¿i6°;1 implicaba. Como el jo~ Ion 9 del hermoso pri;:cipio de la obra de Eurípides, que todas las mañanas barría el suelo del templo sintiéndose tan alegre con ese servicio, Mario podía sentirse feliz en los lugares sagrados, con una susceptibilidad a las influencias peculiares de éstos de la que nunca se deshizo; posteriormente, en numerosas ocasiones, y de modo totalmente inesperado, ese sentimiento revivía en él con una frescura total. Ese primer ideal adolescente del sacerdocio, el sentimiento de la dedicación, sobrevivió a todas las distracciones del mundo, de modo que cuando finalmente perdió todo pensamiento de tener esa vocación, al ~OH~~iti:_~sintién@se ministro de una__, i¿pecie de belleza hierática y de la vida regida por un QI.den.Pero lo que ahora, cuando todavía era un muchacho, aliviaba en parte esa excesiva tensión del alma era el placer que sentía con el campo y el aire libre. Sobre todo sus paseos hacia la costa, sobre tierras pantanosas con rosas enanas y espliego silvestre, y los deliciosos signos
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que se producían uno tras otro -la barca abandonada, las esclusas desmoronadas, las bandadas de aves- de que se estaba acercando al mar, eran los que le animaban aquellos largos días estivales de ociosidad entre sus vagos sonidos y aromas. Era característico de él que disfrutara especialmente de esos matices graves, apagados y septentrionales -nosotros podríamos describirlos como el encanto de los matices franceses o ingleses- del exuberante paisaje italiano.
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Capítulo 111 Cambio de aires
Dilexi decorem domus tuae 1
Ese idealismo religioso casi enfermizo y su saludable amor por el campo se vieron ambos desarrollados por las circunstancias de un viaje que en aquel tiempo hizo Mario a un templo de Esculapio 2 , situado en las colinas deEruria, para curarse cierta enfermedad juvenil, tal como se soüa hacer en aquellos casos. Aunque la religión de Esculapio la habían tomado prestada de Grecia, se había naturalizado como romana en los viejos tiempos republicanos, y con los Antoninos había alcanzado la cumbre de su popularidad en todo el mundo romano. Abundaban en aquellos tiempos las enfermedades, imaginarias en muchos casos, pero bajo las diversas manías concernientes a la salud y la enfermedad, que años más tarde de la época de la que estoy hablando se multiplicarían mucho por las miserias de una gran epidemia de peste; existía una creencia, valiosa porque en gran (49]
Walter Pater parte podía ponerse en práctica, según la cual todas las é~ad~s del alma odí~er trata~
las puertas sutiles del cue ~ --Para los romanos el término salus, salvación, había llegado a significar salud corporal. La religión del dios de la salud corporal, al que llamaban Salvator, tuvo entonces la oportunidad de convertirse en la religión única; ese amable y filantrópico hijo de Apolo sobrevivió a todas las otras divinidades paganas, o las absorbió. Tan profunda llegó a ser en las mentes más serias la creencia de que la salud física producía un beneficio moral o espiritual que estaba más allá de las evidentes ventajas corporales, que los medios del arte de la medicina, las hierbas o minerales saludables, la dieta o la abstinencia y todas la variedades de baños llegaron a tener una especie de carácter sacramental; el cuerpo llegó a convertirse en ese caso en un criado íntimo del alma. El cuerpo sacerdotal o «familia» ... de Esculapio, un colegio vasto, ~creía en osesión de cJ~.~-ws y preciosos secretos médi~, fue osiblemente, de entre todas las instituciones del mundo pagano, el ue qiás se aproximó quizás al cuerpo sacerdotal. cristiano. Los templos del dios, enriquecidos en algunos casos por la acumulación de dádiva5 durante siglos de devoción, eran también en realidad hospitales para enfermos, administrados con la convicción plena de la religiosidad, de la felicidad refinada y sagrada, que daba una vida empleada en el alivio del dolor.
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En medio de este entusiasmo devoto, tan fielmente inclinado a recibir la salud como un don directo de Dios, había sin duda elementos de un conocimiento realmente experimental y progresivo; pero en su mayor parte prestaban sus atenciones a través de una maquinaria que fácilmente podía ser mal utilizada por causa del fraude religioso. Era sobre todo a través de los sueños, inspirados por el propio Esculapio, como se suponía que llegaba al paciente la información relativa a la causa y la curación de una enfermedad, según una creencia basada en la verdad de que a veces los sueños, en el caso de aquellos que los observan atentamente, pueden dar muchas sugerencias concernientes a las condiciones del cuerpo, a esos puntos débiles latentes por los que la enfermedad o la muerte pueden irrumpir con mayor facilidad. En la época de Marco Aurelio esos sueños médicos se habían convertido, más que nunca, en un capricho de la moda. Arístides el «Ürador» 3, hombre de ~~1:1dable capacidad Intelectual, hai?(a_dedi~do_a su ~Rretac;ió_n seis discl.lrsos; Galeno, .realmente-Gwn-t-ífico, había esc_riJ.Qacerca_ de.lo beneficiosamente_que habían intervenido en s_u prqpjQpiso e_n detenninados ~tos decisivos de su vida; y_la cr~enqa_~n_dlm;ga uQ_a _ delas flaquezas .del propio y sabio emper
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Walter Pater noches en el recinto de un templo consagrado a su servicio, durante las cuales debía observar determinadas reglas descritas por los sacerdotes. Con ese propósito, tras saludar devotamente a los lares, tal como se acostumbraba a hacer antes de partir de viaje, Mario salió una mañana de verano para dirigirse al famoso templo, situado en las colinas que estaban más allá del valle del Amo. Ésa fue su mayor aventura hasta el momento, por lo que, a pesar de su fiebre, todos los detalles del viaje le produjeron un gran placer. Con un criado viejo que llevaba las mulas, y la esposa de éste, que se hiro cargo de todo lo que iban a necesitar para refrescarse en el camino y para realizar las ofrendas en el santuario, partieron temprano, cuando hacía un calor soportable, deteniéndose de vez en cuando para coger algunas flores que veían por primera vez en esos elevados lugares, ascendiendo durante un largo y soleado día mientras los riscos y los bosques iban quedando gradualmente más abajo del camino. Llegó la tarde cuando recorrían una empinada carretera blanca, rodead~ de pinos, que daba muchas vueltas, y ya era de noche cuando llegaron al templo, por lo que las luces de éste estaban encendidas y les iluminaron cuando se detuvieron ante las puertas del recinto sagrado, y Mario se sintió revivir por la singular pureza del aire. Un murmullo de agua era lo único que pudieron oír hasta que dos figuras sacerdotales, que hablaban en griego entre ellas, les die[52]
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ron acceso a una amplia cámara de invitados, de muros blancos y bien iluminada, en la que mientras compartía una cena simple pero sana, Mario seguía sintiendo agradablemente la altura a la que habían ascendido por entre las colinas. Sólo una cosa estropeaba la agradable sensación que le producía todo aquello: su antiguo miedo a las serpientes, pues bajo la forma de una de ellas había llegado Esculapio a Roma, por lo que el último pensamiento definido que pasó por su fatigada cabeza antes de que se quedara dormido fue el temor a que el dios pudiera aparecérsele bajo ese horrible aspecto, tal como le habían dicho que sucedía a veces, o a que lo hiciera una de esas grandes serpientes de tono amarillento que vivían en el lugar sagrado, pues también había oído que así sucedía realmente. Tras una hora de sueño enfebrecido despertó lanzando un grito, pues por lo visto alguien había entrado en el dormitorio portando una luz. Los pasos de la figura juvenil que se aproximó y se sentó junto a su lecho fueron reales. Durante el resto de su vida, siempre que surgía en su mente el pensamiento de un alivio total, aunque inesperado, del dolor, como cuando el cielo se volvía azul tras una tormenta en el mar, volvía a su memoria aquel semblante lleno de gracia, que a pesar de la amabilidad de su mirada tenía un cierto aire de predominio sobre él, por lo que por primera vez en su vida le (53)
Walrer Pater pareció que había encontrado al maestro de su espíritu. Le hubiera resultado muy dulce convertirse en el siervo de aquel que se sentó a su lado y le habló. De lo que entonces le dijo aprendió una lección, aunque quizás fuera demasiado grave para sus pocos años: \lna lec_ción acerca del C1fltivo habilidoso de la vida, la experiencia y la oportunidad, que parecía ser el objetivo de las recomendaciones ~oven sacerdote. La suma de codo ello, aunque a intervalos olvidara diversas partes de la argumentación, tal como habría sucedido con un sueño real, era el precepto, repetido numerosas veces con ligeras variaciones, de que promoviera diligentemente la capacidad de la vista, por cuanto que ante la mirada se le presentaría la influencia determinante de la vida: era de aquellos que, según las palabras de un poeta que nacería mucho después, debía «perfeccionarse por el amor a la belleza visible». El discurso estaba concebido desde el punto de vista de una teoría que Mario encontraría más tarde en el tfedroc:fe15Iatürí) que supone que el espíritu de los hombres es susceptible a ciertas influencias difundidas, como torrentes o corrientes, por cosas o personas hermosas que están presentes y visibles -como los campos verdes, o el rostro de un niño- en el aire que los rodea, y que actúan, en el caso de algunas naturalezas peculiares, como potentes esencias materiales y, como por una ingeniosa necesidad física, consiguen que el visionario llegue a un acuer-
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Mario el epicúreo
do consigo mismo. Aunque en sí misma esta teoría resultara tan fantástica, sin embargo había sido determinante para la elaboración aquí allá de una metódicas, a so utamente sin arriendo de sy___ minuciosidad circunstancial. Y desde ese momen~:p;;a siempre, la posibilidad de una visión, como la de una ciudad nueva que «bajara del cielo como una novia», una visión que parecía todavía muy lejana pero que podía ser concebida quizás un día por quien así hubiera entrenado su visión, se convertía en el motivo de esa instrucción laboriosamente práctica. «Si quieres tener a tu alrededor los colores ~ un nuevo cuadro bajo una luz clara», volvió a decirle en su
dlSc~~na pa_usa, «Sé atemper~~ e_!l tU~__r119~i~ miemos reJ!giosos, en .elamor,.en-el...vino ...en_todas las cosas, y de corazón pacífico para tus se_mej_antes». Manren""er l; visión clara por. una especie de presteza y limpieza personales exquisitas, que se extendían incluso al lugar que habitaba; discriminar, cada vez con mayor ~asida~ , entre las fo~ma_s y colo!es selectos de las
cosas y lo que era menos selecto; meditar mucho acerca de-1~;-obfe.tos vi~ibi~s-hcr~osos> ~p-~~iaÍm~s objetos relacionado~ coo el periodo de la it_i~entud: los _niños jugando por l_a ~~ana, los árboles al principio de la primaver'!, lo~ animale~jóvenes, 1ª5 mQdasruVefSione~ de los hombres jóvenes; tener siempre junto a él ~ilñque sólo fuera una flor bien elegida, ~n -;~imal lleno [55]
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Walter Pater de gracia o una concha marina, como prenda_}:'. re~e s~<:!ón del reino ~1_1tero de tale~~~as; "(Vitar _<:elosa-
mente, en su camino or el mundo, todo lo que resulta~a- ~~_pugEante a la vist~(rsi cualguier c~~un~an~a t~ntara :_una conversa~iól!_general sobre ~ ~b~tos, desenmarañarse de dicha circunstancia con indepen- -- _~encia dej () Ql!e_aquello-pudie;.ra costarle en cuanto al lug~iIJ.~JO.U-?_E:~~tunidad. Tales eran, brevemente re~urrii
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Mario el epicúreo
traste que ello implicaba le hacía rebelarse con firme instinto ante el hecho mismo de pensar en cualquier exceso en el sueño, en la dieta o incluso en materias de gusto; y todavía más ante cualquier exceso de esencia más tosca. Cuando volvió a despertar, sintiéndose todavía con esa frescura que había notado a su llegada, pero ahora bajo la luz del sol, fue como si su enfermedad se hubiera ido con el terror de la noche: desapareció la confusión de su cerebro y la sequedad dolorosa de sus manos. ~l ,...h.e-~o- im le de estar viw, y alli._resultaba._p1K;e~ _al_l>añarse en el agu..e fr~9_~ le _tiabíanJ!evado con ese. fin, el aire dela habitación le parecía de oro_pl.![Q.._yJas mismas sombras se enriquecían-con rolou:s. Después, guiado por uno de los hermanos de blanca túnica, salió a pasear al jardín del templo. En la distancia, y a ambos lados, el guía le señaló las Casas del Nacimiento y la Muerte, levantadas para recibir a las mujeres que iban a ser madres y a las personas que iban a morir; ninguna de ellas parecía manchar, como podría parecernos, el recinto real del santuario. No volvió a ver al visitante de la noche anterior, pero entre los ministros que oficiaban en el lugar había uno, que tenía ya gran fama, al que Mario volvió a ver con frecuencia en Roma en tiempos posteriores: f ra el médico Galeno, fiue entonces tenía, unos treinta años . Estaba en pie con la cap11Cha rapándole parcialmente el rostro, junco al pow sagrado al~ ~encaminaban Mario y su guía, (57)
Walcer Pacer
Aquel afamado pozo o conducto, causa primera del templo y los edificios que lo rodeaban, era servido por el agua de una corriente que fluía directamente de los cimientos rocosos del santuario. Rodeándolo se elevaba un círculo de columnas esbeltas que servían de apoyo a una cúpula de singular ligereza y gracia, iluminada por la luz que se reflejaba desde la ondeante superficie, tras la cual podían verse las figuras sinuosas que formaban los revestimientos marmóreos sobre los que se precipitaba la corriente de agua. La leyenda habla de una visita que hizo Esculapio a ese lugar, anterior, y más feliz, que su primera llegada a Roma: una inscripción que rodeaba la cúpula lo registraba en letras de oro: ''.Al x@La este l!:!_gar1 el hijo de Dios lo amó mucho»: Huc profectus - ._ ---[ ilius Dei maxj me amavit hunc locum; fue entonces cuando el más humano de los dioses regaló a los hombres el pozo con codas sus propiedades saludables. Cuando esa agua era recibida en la boca, por la libertad total que tenía para adherirse a la materia orgánica, se asemejaba, más que a agua, a una bocanada de aire maravillosamente puro; después de beberla, los que por allí pasaban le fueron comando a Mario muchas circunstancias misteriosas concernientes al agua: aquel que la bebía a menudo podía llegar a pensar que había probado el loto homérico, can grande se volvía su deseo de permanecer allí para siempre; llevada a otros lugares, conservaba casi indefinidamente sus maravillosas cuali~-
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Mario el epicúreo
dades; unas cuantas gotas bastaban para corregir cualquier otra agua; y fluía no sólo con abundancia invariable, sino con un volumen tan extrañamente rítmico que el pozo estaba casi siempre lleno hasta el borde con independencia de la cantidad de agua que se sacara de él, pues en su deseo de servicio parecía responder con extraña prontitud a las necesidades humanas, como si fuera realmente hijo y pupilo del dios filantrópico. Ciertamente, la pequeña multitud que lo rodeaba parecía encontrar singularmente refrescante el hecho simple de contemplarlo. El lugar entero parecía sensiblemente influido por su espíritu amigable y saludable. Todos los objetos del país se encontraban allí en su estado más fresco. En el gran recinto en el que, como en un parque, se mantenían los animales sagrados ofrecidos por los convalecientes, hierbas y árboles crecían graciosa y abundantemente; en otros aspectos, todo resultaba maravillosamente agradable. ~demás, esa frescura parecía tener una influencia moral, como si actuara sobre el cuegJ_9!Y. sob!~ la caEacidad de apre~<:n~_9 n merª1Uent~ corpQral si través de la inteligencia. CoIDQ_colofón,jgsg, elfinal des~ visl~ Mar!Q__llQ...voiYió_
Wa!ter Pater
inscripciones votivas que daban fe de los favores del hijo de Apolo, y con una fragancia distante de incienso en el aire que se explicó cuando giró y entró por una puerta abierta que daba al templo. Le latió el corazón al encontrarse repentinamente con la magnificencia refinada y elegante del lugar, inundada por el sol temprano, con algunas luces ceremoniales encendidas y la expresión singular de un orden sagrado, de sorprendente limpieza y simplicidad. Algunos sacerdotes, hombres cuyo semblante daba una impresión profunda de mente cultivada, cada uno acompañado por un pequeño grupo de ayudantes, se deslizaban silenciosamente para practicar su salutación matinal al dios, elevando cerrados el pulgar e índice de la mano derecha mientras lanzaban un beso al aire conforme iban y venían entregados a sus sagrados asuntos portando el incienso aromático y el agua lustral. Recorría las paredes, a una altura en la que los veneradores pudieran leer, como si fuera un libro, la historia del dios y sus hijos, la hermandad de los Asc/epiadae, una serie de imágenes en bajorrelieve, cuyo delicado juego de luces y sombras se potenciaba aquí y allá con oro. ~ inspiración y expresión sagrada, como si en~ el cincel del ~ca no hubiera t.r a·ado el mármol, sino el aliento mismo del sentimi~nco r_:! pensamien~ estaba la esc~a que mostraba _cómQJ!t primer~eneración de hijos de Esculapio ~e hah~sformadoen..s.u.~
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Mario el epicúreo dose vuelto demasiado gloriosos para seguir habitando
~~tre los hombres wn_la-ªY-Uda de su señofüando§ ron e cuer o mortal . fueron a otro país, que no era ni el Elíseo ni la Isla de los Bienaventurados. Pero volviéndose como los dioses inmortales, empezaron a recorrer el mundo, transformados en su primera forma, por lo que parecían eternamente jóvenes, tal como muchas personas los habían visto en numerosos lugares: ministros y heraldos de su padre, que recorrían la tierra como estrellas deslizantes. ¡Y esto es ciertamente lo más maravilloso en relación con ellos!» Y en esta escena como en toda la serie, en la que se amontonaban los personajes, Mario observó en los rostros tallados la misma y peculiar unión de unción, casi de regocijo, con una cierta serenidad y reserva, combinación que resultaba también visible en los sacerdotes vivos que le rodeaban. En el espacio central, sobre un pilar o pedestal del que colgaban, ex voto 4, los más ricos ornamentos personales, se elevaba la imagen del propio Esculapio rodeado por varias plantas selectas. Aunque seguía teniendo algo de la severidad del arte griego primitivo, no parecía representar a un médico viejo y habilidoso, sino a un joven serio y de aspecto fuerte que llevaba en una mano una ampulla o botella, y en la otra un cayado de viajero, un peregrino entre los peregrinos que le veneraban. Uno de los ministros le explicó a Mario la razón del dis.:-_ --------~ fraz de peregrino: una de las fuentes principales delco-
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u.ocimien.to que tenía el maestro acerca de la curación hab~a ob¡ervación de los remedios a los que rec~ rrían los animales cuando estaban enfermos--o.. cfoloridos, las hojas o_bayas que el l_~;;-~lirón ponían so~e su com_p_eflerp hc;ridQ;._y para conseguir eso, durante muchos años había liey~do una vida erra~te ~~r l~gª1".ss s_alY~§., El joven ocupó el puesto que le correspondía por haber sido el último en llegar, algo retrasado eras el grupo de veneradores que se encontraba en pie delante de la imagen. Allí, con el rostro levantado, las palmas de las manos elevadas y abiertas delante de él, y siguiendo las indicaciones del sacerdote, pronunció su agradecimiento y oraciones (Arístides lo ha registrado al final de sus Asclepiadae) a los Sueños Inspirados: 1 «¡Hijos de Apolo! Los que en el pasado habéis acallado las olas de pena de mucha gente, encendido una lámpara segura ante aquellos que viajaban por mar y , por tierra, complaceos, en vuestra gran condescendencia, aunque seáis iguales en gloria a vuestros hermanos mayores los Dioscuros 5, y vuestro destino en la juventud inmortal sea como el de ellos, a aceptar esta oración que en el sueño y la visión habéis inspirado. Os ruego que así lo ordenéis por vuestro amor a los hombres. Preservadme de la enfermedad y dotad a mi cuerpo de tal salud que pueda obedecer al espíritu, para pasar así mis días en tranquilidad y sin estorbo». En la última mañana de su visita, Mario volvió a en-
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Mario el epicúreo
trar en el santuario, y poco antes de que se marchara, el sacerdote, que había sido su director especial durante su estancia, levantando un panel artificiosamente oculto que formaba el respaldo de uno de los asientos tallados, le ordenó que mirara a través. Lo que vio fue la visión de un mundo nuevo que abría una ventana insospechada en una vivienda familiar. Observó un valle interminable de aspecto singularmente alegre que, por la peculiar conformación del terreno, no podía verse nada más que desde aquel lugar. En un prado verde que había al pie de los empinados roquedales sobre los que crecían algunos olivos, los novicios practicaban sus ejercicios. También las suaves pendientes del valle estaban iluminadas por el sol; y su lejana entrada se hallaba cerrada por una montaña de hermosa formación de la que se elevaban, por el calor, las últimas espirales de la niebla matinal. ~o_gía parecer el presentimiento de una tierra de es.E:ranza ~na somb-;;¡ de -cuyas oqu! da_des ~staban bordeaq.ásp -flor~azules; y en un l~gar del horizont~_, formando una l(n~a larga y: oscura,_había toues_y.-una-cúpuJa;_~guello era isa) Aunque Mario, dispuesto a creer lo máximo g; r su excitación, preguntó si no po4ría Ú;:raJ:s~ e Roma. Tal como entendió más tarde, retrospectivamente, todo aquello le sirvió para fortalecer y purificar al mismo tiempo una cierta veta de su carácter. Desarrollando el ideal, allí preexistente, de una belleza religiosa [63]
Walter Pater que asociaría en el futuro con el esplendor exquisito del templo de Esculapio, tal como se le había presentado en la mañana de su primera visita, desarrolló ese ideal en conexión con un sentimiento vivo del valor de la salud mental y corporal. Y.~! ~conocimiento que adquirió eE_tonces de la belleza, inc~-; el señtido -;etico o de la simple salud corporal, actuó después~~ u~~ n fluencia moralmente saludable que contr~~e1.tÓ las tendencias menos deseables o azarosas de alg~nas fa~e0e su pensamiento por las que tendría que p;isai:.Al regresar a casa, moreno y saludable, descubrió que fallaba la salud de su madre; y la muerte de ésta, que se produjo no mucho después, fue una circunstancia que le resultó el toque más cruel de un acontecimiento que durante algún tiempo parecía haber adoptado la luz del sol. Ella ~!:!rió lejos de casa, pero al final mandó buscarle-·haciendo un doloroso esfuerzo, que a-ª-.k.. ·.causó gr~ gratiti:d al pensar, como siempre creyó,~ en otro caso habría mirado siempre su vida partien~ . de una sola falta, con algo parecido al_~emordimieng}_f . encontrando esa Zarga -demasi;do grand~ Pues sucedió que por una petulancia repentina e incomprensible había tenido un gesto infantil colérico y le había dicho palabras despreciativas en el momento mismo de su fallecimiento, sus últimas palabras. Recordándolo , rezó siempre para verse a salvo de las ofensas contra aquellos a quienes quería; pensar en esa despedid
Mario el epicúreo
producía una amargura
eculiar en alguien que, por
princ1p10 y po~~l.>re, tan! a importanci_a daba_ ~ sentimiento del hogar.
l
(65]
Capítulo IV El árbol del conocimiento
O mare! O littus! \lérum secretumque MovaElov, quam multa invenitis, quam multa dictatis! 1 CARTAS DE PUNJO
Difícilmente pudo alguien tener pensamientos más serios que Mario en aquellos graves años del principio de su vida. Pero la muerte de la madre convirtió la seriedad del sentimiento en rema de la inteligencia: lo convirtió en un interrogador; y al llegar a tener una evidencia plena de la fuerza de sus afectos y de la importancia probable del lugar que ocuparían éstos en su futuro, desarrolló los elementos más humanos y terrenales de su carácter. Se hizo más pronunciada en él una conciencia singularmente viril de las realidades de la vida; aunque todavía era, en general, una percepción poética, estaba unida ya, no obstante, con cierra ambición personal y con un instinto de enérgica auroafirmación. Había días (67)
Walter Pater en los que podía sospechar, aunque al principio procurara alejar de él esa sospecha, que esa querida y primitiva religión de la villa podía llegar a ser para él tan sólo una forma de belleza poética, o ideal, de las cosas; pero como si fuera una voz que, en un mundo en el que había muchas voces, sería una debilidad moral no escuchar. Mas esa voz, con su forzada preocupación por la conciencia infantil, parecía exigir un carácter totalmente exclusivo, definiéndose esencialmente uno de los dos posibles principios rectores de su espíritu, proponiéndole el otro una ilimitada expansión personal en un mundo en el que la luz del sol no era única, sino variada. Tan pronunciado era el contraste que el hecho sencillo, alegre y confiado de ejercitarse a sí mismo, entre las tentaciones de la nueva fase vital que había iniciado, leparecía una religión rival, un servicio religioso rival. Las tentaciones, las luces solares variadas, eran las de la antigua ciudad de Pisa, donde Mario era ahora un escolar de elevada estatura. Pisa era un lugar que se encontraba lo bastante lejos del hogar como para que las raras visitas que hiciera a éste, de niño, le parecieran aventuras; y como tales, no dejaron nunca de proporcionar a la imaginación impulsos nuevos y estimulantes. Esta ciudad triste, en parte ya en decadencia, pero que mantenía su comercio marítimo y seguía estando de moda durante la estación de baños, le había dado por una parte el recuerdo vivo de sus hermosas calles de mármol, por otra [68]
Mario el epicúreo
el perfil solemne, al fondo , de las colinas oscuras de Luna, por otra las miradas vivas de sus hombres y mujeres, formando todo ello una espesa reunión de impresiones a partir de las cuales se estaba formando entonces su idea del mundo. Aprendió mientras tanto que el ob.eto y la experiencia, tal como serán conocidos por la memoria, constituyen realmente, de principio a fin, e punto principal a considerar en la conducción de la vida, pero esas cosas estaban alimentando también el idealismo que era en él constitucional: su deseo innato y continuo de un mundo mucho más bello del gue él veía. El niño podía abrirse camino, con el pensamiento, ;lc; largo de las calles de la ciudad vieja, esperando los altares de sus esquinas, y a intervalos recurrentes los patios ajardinados, o las vistas laterales del mar distante. El gran templo del lugar, tal como podía recordarlo de cuando volvió una vez para echar un último vistazo desde un ángulo del camino a su casa, contando sus columnas altas y grises entre el azul de la bahía y los campos azulados del lino en flor que había al otro lado; el puerto con sus luces; los barcos extranjeros que allí había; la capilla que habían consagrado a Venus los marineros con la imagen dorada de ésta, de la que colgaban regalos votivos; los propios marinos, con sus mujeres y sus hijos, con su propio mundo tan colorido y peculiar: el placer superficial del muchacho ante las sombras y las luces claras de todo aquello se entremezclaba con una [69)
Walter Pater
sensación del poder, a una distancia desconocida, del peligro de la tormenta y la posible muerte. Mario abandonó Noches Blancas para ir a ese lugar y vivir en la casa de su tutor con el fin de poder asistir a la escuela de un retórico famoso y aprender, entre otras cosas, la lengua griega. La escuela, una de las numerosas imitaciones de la~en el antiguo jardín ateniense, estaba situada en un barrio tranquilo de Pisa y tenía su bosquecillo de cipreses, sus pórticos, una casa para el maestro, su capilla con imágenes. En el recuerdo que tendría Mario posteriormente una mañana clara e iluminada por el sol parecía surgir perpetuamente en esa imagen severa de color verde y gris. Todos los días el muchacho llegaba temprano a la escuela, al principio nervioso, acompañado por un esclavo joven que le llevaba los libros, pero desde luego sín desgana, pues ver a sus condiscípulos, \con esa acnv1dad petulante,\ tan contrarios al estado de ánimo más triste y sentimental de su infancia, despertaba de inmediato ese instinto de emulación que no es sino el otro lado de la simpatía. ' . Desde luego, Mario no era consciente todavía deliaStal qué punto la diferencia de su formación anterior le ; había convertido esencialmente en un espectador inclu¡ ·so cuando participaba con el mayor entusiasmo en las . ~u_mh_r~s de ese pequeño mundo.JAunque tuviera puesto el corazón entero en su limitada carrera adolescente con sus premios transitorios, se estaba preparando [70]
Walrer Parer
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sensación del poder, a una distancia desconocida, del peligro de la tormenta y la posible muerte. Mario abandonó Noches Blancas para ir a ese lugar y vivir en la casa de su tutor con el fin de poder asistir a la escuela de un retórico famoso y aprender, entre otras cosas, la lengua griega. La escuela, una de las numerosas imitaciones de la ~en el antiguo jardín ateniense, estaba situada en un barrio tranquilo de Pisa y tenía su bosquecillo de cipreses, sus pórticos, una casa para el maestro, su capilla con imágenes. En el recuerdo que tendría Mario posteriormente una mañana clara e iluminada por el sol parecía surgir perpetuamente en esa imagen severa de color verde y gris. Todos los días el muchacho llegaba temprano a la escuela, al principio nervioso, acompañado por un esclavo joven que le llevaba los libros, pero desde luego sÍn desgana, pues ver a sus condiscípulos, \con esa acnv1dad petulante,\ tan contrarios al estado de ánimo más triste y sentimental de su infancia, despertaba de inmediato ese instinto de emulación que no es sino el otro lado de la simpatía. Desde luego, Mario no era consciente todavía deliasta] qué punto la diferencia de su formación anterior le1 había convertido esencialmente en un espectador inclu., so cuando participaba con el mayor entusiasmo en las ~tu_!llQres de ese pequeño mundo.\ Aunque tuviera puesto el corazón entero en su imitada carrera adolescente con sus premios transitorios, se estaba preparando [70]
Mario el epicúreo
alemanes de principios de nuestro siglo XIX, podía quizá discernirse como si estuviera aguardando a que se diera tan sólo un paso más hacia delante: \el modo uevo perfeccionado en la consumación d; los tiernos, tanto con respecto a los objeros de la ima inació orno a la conducción real de la vidª . Sin embargo, mientras la búsqueda de un ideal semejante exigía una total libertad del corazón y la mente, la antigua, estable y conservadora religión de su niñez se desarrollaba en un mundo con restricciones algo más estrechas. Pero entonces, uno le resultaba absolutamente real, pues tenía nada menos que la realidad de ver y oír.. . ¡y el otro, , qué vago, sombrío robk.mático?fPodían tan limita- ¡ as probabilidades ser dignas de teñerse en cuenta ante cualquier cuestión práctica, como la de rechazar o reci- , birlo que resultaba tan real des bkl \-----~ Desde el momento en que llegó á la escuela surgió para él una gran amistad en aquella vida de tan escasos apegos: la amistad pura y desinteresada de los compañeros de escuela. Había visto a Flavio el mismo día que llegó a Pisa, cuando su mente estaba tan llena de pensamientos y deseos con respecto a la vida nueva que iba a empezar el día siguiente, y observó con curiosidad la multitud de estudiantes bulliciosos que salían de las clases. Vio algo en Flavio cuando por un momento se separó de los otros, un matiz desdeñoso que se explicaba, en parte, por su elevada estatura y
~
1
y
-====
[73]
Walcer Pacer
- or a istinción de su frente baja y arnp ia; tarn íenÍ e resultó agradable al recién llegado la movilidad dd quellos ojos azules que, de alguna manera, parecían \ aptar las cosas con mayor plenitud de lo que es habi- )-.. rual en los adolesce . Mario se dio cuenta de que aquella mirada orgullosa se fijó amablemente en él por un momento, y sintió algo parecido a una amistad a primera vista. Había en él un tono de reserva o gravedad en medio de una salud absolutamente disciplinada que, a la imaginación de Mario, le pareció tra,nsrnitir en aquella tarde gris de marzo la expresión del cielo austero y, al mismo tiempo, el canto claro de un mirlo. Pero Flavio era un joven al que influían mucho los cambios de luz y sombra que se producían a su alrededor, por lo que a la mañana siguiente, en la escuela, parecía brillante bajo las primeras horas de la luz solar. De todo aquel pequeño mundo de jóvenes más o menos dotados, con toda seguridad el centro era aquel muchacho de nacimiento servil. Príncipe de la escuela, había obtenido fácilmente un dominio sobre el viejo maestro de griego por la fascinación que ejercían sus frases, y sobre sus condiscípulos por la figura que tenía. Vestía ya la toga viril y cuando se encontraba de pie en la clase, exhibiendo su maravillosa rapidez en las cuentas, o su gusto en la declamación de Hornero, era como una figura tallada pero en movimiento, pensaba Mario, mas con ese indescriptible (74]
Mario el epicúreo
brillo en él que sugerían las palabras de Homero, tan perceptible en las formas visibles de los dioses: ola &oiJs €mvT¡vo8Ev al.E-v €óvrn s3
Una historia aceptada por él, una historia que sus camaradas relacionaban con su actitud habitual de orgullo algo malhumorado. Entre la vaguedad general~ dos cuestiones Q!!P paredai:i da~f un extranjero ríe pagaba sus gastos escolares, pues él era muy pobre, aun que en la pobreza de Flavio había algo atractivo, pues e _ un escolar distinto habría resultado despreciabl ! También el dominio que ejerció sobre Mario fue tot . Flavio, tres años mayor que él, fue designado para que ayudara al joven en sus estudios, por lo que Mario se convirtió prácticamente en su criado para muchas cosas, y aceptó los humores de éste con una especie de orgullo agradecido por el hecho de que le tuviera en cuenta; más tarde, pensando en todo aquello, se dio cuenta de que la fascinación que experimentaba hacia él había sido senúmental, dependía de que le hubiera concedido una intimidad, una cierta tolerancia de su compañía que no implicaba ningún otro privilegio. Así fue en los primeros días. Después, cuando aumentó esa intimidad, empezó a influir en él el genio y la capacidad intelectual de Flavio. Aquel joven brillante que amaba la ropa, la comida elegante y las flores, y que
l
[75]
Walrer Pacer parecía tener una alianza natural con codo l~ que fuera físicamente selecto y brillante, reivindicándolo para sí, culcivaba también la obsesión por las palabras, por la dicción selecta, que era común entre los espíri~us elitistas de aquellos tiempos. Por su parte, Mario, que desde una temprana edad era un calígrafo experto y elegante, transcribía los versos de Flavio (cuyo eufuismo4, en medio de una capacidad realmente original, le resultaba entonces tan delicioso) con hermosa tinta, recibiendo a cambio el beneficio de la enorme capacidad intelectual de Flavio, que había desarrolla.do y conseguido por su ambicioso deseo de abrirse camino en la vida. Entre otras cosas le introdujo en los escritos de un animoso genio que por entonces escribía mucho, un tal Luciano5, cu~~u~u~ual que iluminaba lugares oscuros al menos en los tiem~pros idad ueden se ir te ría cuan~. Seguramente, la luz que llenaba aquellas mañanas escolares, que tan bien recordaba, fue más dorada de lo habitual. Por lo menos Mario despertaría antes de su hora pensando con placer en las largas horas de trabajo duro que le aguardaban junto a Flavio, mientras que los otros muchachos soñarían con las vacaciones. - ~ j Tan C:aprichoso y vo füfile era Flavio que al final su ) reserva cedió casi por un accidente, y le contó la historia \de su padre: un liberto al que sólo en una época tardía
---
---------~
(76]
------ ------___.
Mario el epicúreo
e su vida, y casi contra su voluntad, le concedieron a ibertad que tanto había deseado de joven, pero a condición de sacrificar parte de su peculio, el pequeño tesoro que había acumulado el esclavo gracias a muchas privaciones que se había impuesto a sí mismo en una existencia ya de por sí dura. El rico dueño, interesado por la prometedora capacidad de ese hermoso niño nacido eJL us tie h bía enviado a la escuela. Sin embargo, la mezquindad y el desaliento de esa vejez desocupada definieron el principal recuerdo de Flavio, que a veces revivió, tras aquella primera confidencia, derramando muchas lágrimas bajo la luz del sol. Pero la naturaleza había sido avara al alimentar la fuerza de ese único afecto natural, pues salvo su interés algo egoísta por Mario, ésa fue la única parte realmente generosa, el único ras o de piedad, en el carácter del muchacho. Mario vio en él e espíritu de a iñcredulidad forma:do casi una sola _\ ' pieza. Su admirado hijo del liberto, como si tuviera e ~ privilegio de una aristocracia natural, tan sólo creía en s u\ 1 mismo, en sus dones brillantes y sobre todo sensuales ..que ya tenía o pretendía adquirir.\ - -- -- ~ ostenormen e se a ía entregado, aunque todavía con su salud incólume, a un mundo en el que la virilidad llega pronto, a las seducciones de esa ciudad del lujo, por lo que Mario se preguntaba a veces, conforme en las conversaciones se le iba revelando con mayor libertad, por el punto hasta el que habría llegado su co(77]
Walrer Pacer
rru ción. ¡ on cuánta recuencia las cosas as ve1a después en maligna asociación con el recuerdo de aque- I lla hermosa cabeza, y como si tomaran prestadas de su . ( gracia natural el encanto y la aprobación! Posteriormente, para Mario su amigo fue como un epítome de todo el mundo pagano, de la profundidad de su corrupción y de la perfección de sus formas. Y sin embargo, en su capacidad de movimiento, en su animación, en su capacidad para una vida diversa, era un objeto real tras el idealismo visionario que había vivido en su casa. Era como si la voz y la mirada de Flavio le permitieran traspasar las ficciones débiles de un sueño y penetrar en el mundo sólido. Una sombra, que lo manejaba todo como si fueran sombras, había sentido repentinamente que las cosas tenían un calor real y punzante. Entretanto, bajo su tutela, Mario fue aprendiendo con rapidez y abundancia, pues ponía en ello buena voluntad. Había en el otro una verdadera e 1cac1a que esuu a a al más joven a aprovechar al máximo las opor- ) unidades; y experimentó entonces que la educación incrementa en un alto grado la capacidad personal para ~ , el lacer. staba adquiriendo la func1on pnmor ial que
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\debe impartir toda educación superior: el arte de intro1ducir los rasgos ideales o poéticos, los elementos de distinción, en nuestra vida cotidiana, el arte de vivir tan exclusivamente en ellos que el resto de la vida carente de adorno, la mera deriva de nuestros días, llega a parecer (78]
Mario el epicúreo
como si no existiera. La conciencia de este objetivo la alcanzó leyendo un determinado libro, recién aparecido, que cayó entonces en sus manos: un libro que despertó su capacidad poética o romántica como podría haberlo hecho, quizá, cualquier otro, pero que por su peculiaridad le dio una dirección poderosamente sensual. En aquella recepción visionaria de la vida cotidiana, hizo que lo viera más como una revelación de colores y formas. Si en sus mejores esfUerzos nuesfta:inoaema eaucación llega a transmitirnos realmente a alguno de nosotros ese tipo de facultad idealizadora, lo consigue (aunque utilice principalmente como instrumentos los restos más selectos e ideales de la literatura antigua) sobre todo mediante lecturas dispersas; y así es también como les sucedió, hace muchísimo tiempo, a Mario y a su amigo.
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Walter Pater tu deseo, aunque estaras buscando
tu perdici6n.
recuerda mi advertencia: si te arrepintieras,
Pero
seria ya de-
masiado tarde. Ella proresto diciendo que aquello era como rnorir, y consigui6 que le permitiera que viera a sus hermanas e incluso que les regaIara objetos de oro; no obstante, Ie aconsej6 muchas veces que nunca, en momenta
aIgu-
no, cediera al consejo pernicioso de averiguar algo de la forma corporal de el, pues por esa ins ana curiosidad cae ria de la gran altura de su fortuna y no volverfa a sentir su abrazo. -Preferiria morir cien veces antes que verme privada de tu dulce contacto -dijo ella, que por fin volvia a estar alegre-. Te amo como ami propia alma, mas que al propio amor. Pero permite que
tu
siervo Cefiro traiga aquf
a mis hermanas, igual que me trajo ami. jAmor mio, esposo mfol jDale a tu Psique el aliento de la vida!
Asi se 10 prometi6 el, y tras los abrazos de la noche el novio desapareci6 de entre sus manos antes de que brotara la luz. Llegaron las hermanas hasta ellugar bian dejado abandonada
en donde ha-
a Psique y lloraron ruidosa-
mente entre las rocas, llamandola
por su nombre,
de
manera que el sonido llego hasta ella que, saliendo loca de inquietud del palacio, les grito: -~Por que afligis vuestra alma con tanto lamento? Aqui esta aquella por la que as doleis. [96]
Walter Pater tu deseo, aunque estaras buscando
tu perdici6n.
recuerda mi advertencia: si te arrepintieras,
Pero
seria ya de-
masiado tarde. Ella proresto diciendo que aquello era como rnorir, y consigui6 que le permitiera que viera a sus hermanas e incluso que les regaIara objetos de oro; no obstante, Ie aconsej6 muchas veces que nunca, en momenta
aIgu-
no, cediera al consejo pernicioso de averiguar algo de la forma corporal de el, pues por esa ins ana curiosidad cae ria de la gran altura de su fortuna y no volverfa a sentir su abrazo. -Preferiria morir cien veces antes que verme privada de tu dulce contacto -dijo ella, que por fin volvia a estar alegre-. Te amo como ami propia alma, mas que al propio amor. Pero permite que
tu
siervo Cefiro traiga aquf
a mis hermanas, igual que me trajo ami. jAmor mio, esposo mfol jDale a tu Psique el aliento de la vida!
Asi se 10 prometi6 el, y tras los abrazos de la noche el novio desapareci6 de entre sus manos antes de que brotara la luz. Llegaron las hermanas hasta ellugar bian dejado abandonada
en donde ha-
a Psique y lloraron ruidosa-
mente entre las rocas, llamandola
por su nombre,
de
manera que el sonido llego hasta ella que, saliendo loca de inquietud del palacio, les grito: -~Por que afligis vuestra alma con tanto lamento? Aqui esta aquella por la que as doleis. [96]
Walter Pater tu deseo, aunque estaras buscando
tu perdici6n.
recuerda mi advertencia: si te arrepintieras,
Pero
seria ya de-
masiado tarde. Ella proresto diciendo que aquello era como rnorir, y consigui6 que le permitiera que viera a sus hermanas e incluso que les regaIara objetos de oro; no obstante, Ie aconsej6 muchas veces que nunca, en momenta
aIgu-
no, cediera al consejo pernicioso de averiguar algo de la forma corporal de el, pues por esa ins ana curiosidad cae ria de la gran altura de su fortuna y no volverfa a sentir su abrazo. -Preferiria morir cien veces antes que verme privada de tu dulce contacto -dijo ella, que por fin volvia a estar alegre-. Te amo como ami propia alma, mas que al propio amor. Pero permite que
tu
siervo Cefiro traiga aquf
a mis hermanas, igual que me trajo ami. jAmor mio, esposo mfol jDale a tu Psique el aliento de la vida!
Asi se 10 prometi6 el, y tras los abrazos de la noche el novio desapareci6 de entre sus manos antes de que brotara la luz. Llegaron las hermanas hasta ellugar bian dejado abandonada
en donde ha-
a Psique y lloraron ruidosa-
mente entre las rocas, llamandola
por su nombre,
de
manera que el sonido llego hasta ella que, saliendo loca de inquietud del palacio, les grito: -~Por que afligis vuestra alma con tanto lamento? Aqui esta aquella por la que as doleis. [96]
Mario el epicureo Cefiro se le aproximo que le habia prometido
entonces para recordarle
10
a su esposo, y peso a las herrna-
nas en el suelo con un suave soplo. -Entrad
a mi casa -les dijo-, y aliviad vuestras penas
con la cornpafiia de vuestra hermana Psique. \ Psique les ensefio todos los tesoros de la casa dorada y les hizo conocer a la gran familia de voces que la atendian, alimentando
en ellas la malicia que llevaban ya en
sus corazones. AI final, una de ellas pregunto
curiosa
que quien podria ser el senor de aquel conjunto
celes-
tial, y que tipo de hombre era su esposo. Psique Ie respondio con una mentira: es un hombre joven, hermoso y cortes, de atractiva barba. Pas a la mayor parte del tiempo cazando en los montes. Y para que el secreto no se le escapara de los labios si seguia hablando,
cargo a sus hermanas con regalos de
oro y gemas y ordeno a Cefiro que se las llevara. Ellas regresaron a su casa ardiendo de envidia. -jQue
injusta es la fortuna! -se larnento
ellas-. Nosotras,
una de
las mayores, hemos sido entregadas
como siervas para ser esposas de extranjeros,
mientras
que la menor posee riquezas tan gran des que apenas sabe como utilizarlas. jYaviste, herman a, cuantas riquezas hay en la casa, cuantas tunicas resplandecientes,
que
esplendor tienen las gemas preciosas, adernas de todo ese oro que pisan con los pies! Si de verdad tiene, tal como dice, un esposo tan atractivo, nadie en el mundo [97]
Walter
Pater
entero pcdra ser mas feliz. Y puede que ese esposo, siendo de naturaleza
divina, la convierta tarnbien en una
diosa. iMas eso, en verdad, es ella! Ya
10 era cuando
naci6. Ahora parece elevada y respira divinidad,
pues
aun siendo una mujer, dispone de voces que [e sirven de criados y puede dar 6rdenes a los vientos. -Pues piensa en la arrogancia con la que nos trat6 -respondi6la
otra-, con que poca generosidad nos dio
esos pequerios regalos de entre tanta abundancia,
y re-
cuerda que cuando nuestra compafiia se convirti6 para ella en una carga, silb6 para que nos alejaran de ella por el aire. Pero no soy mujer para perrnitir que siga teniendo tan gran fortuna; y si el insulto que nos ha hecho tambien a ti te ha afectado, pensemos hacer. Entretanto,
guardemos silencio y que no se sepa
nada de ella, ni siquiera si esta viva son verdaderamente
10 que podemos
0
muerta. Pues no
felices aquellos cuya felicidad no es
conocida por los demas, El novio, a quien ella segufa sin conocer, le advirti6 una segunda vez, hablindole
asi durante la noche:
-2Has visto que peligros te acosan? Esas lobas astutas te han preparado una trampa que consiste en persuadirte para que trates de ver mi semblante, y, tal como te he dicho a menudo, si 10 yes una vez no volveras a verlo nunca. Pero no debes escucharlas, ni responderles nada referente a
tu
esposo. Adernas, hemos sembrado ya la
semilla de nuestra raza. En estos momentos [98]
crece en tu
Mario el epicureo vientre un nino que nacera de nosotros; un hijo que si guardas nuestro secreto sera de cualidad divina, pero si
10 profanas 10 sorneteras ala muerte. Psique se alegro con aquellas noticias, se regocijo con el consuelo de una semilla divina y con la gloria de esa prenda que iba a nacer del amor, y con la dignidad del nombre ----pasan
de madre. Ansiosamente
los dias, como transcurren
observa como
los meses.
El amante,
mientras se entretiene brevemente junto a ella, le vuelve a repetir la advertencia: -En estos momentos
tus hermanas han sacado la es-
pada con la que buscan tu vida. Ten piedad de ti misma, dulce esposa, y de nuestro hijo, y no vuelvas a ver a esas mujeres malvadas. Pero las hermanas volvieron a acudir a palacio y la llamaron con tono astuto. -jAy, Psique! jTambien ni seras madre! jQue gran alegrfa producira
en casa! Nos sentiremos
verdadera-
mente felices de tener que cui dar de ese hijo dorado. Ciertamente,
si responde
a la belleza de sus padres,
habra de ser uri hijo del propio Cupido. Fue asf como, poco a poco, se fueron deslizando hasta el corazon de la hermana. Esta, entretanto,
ordeno
a la lira que sonara para su propio placer, y se escucho su musica; ordeno a las flautas que sonaran, pidio al coro que cantara, y la musica y el canto llegaron invisibles, tranquilizando
con sus duldsimas [99J
modulaciones
la
Walter Pater mente de quienes
10 oian. Pero ni siquiera entonces se
acallo la mali cia de las hermanas: de nuevo trataron de saber como era el esposo, y de donde venia aquella semilla. Psique, que era excesivamente simple, olvidandose de la primera historia que les habia contado, respondio: -Mi marido viene de un lejano pais y comercia con grandes sumas. Es de mediana edad y sus rizos estan encaneciendo. Dicho aquello volvio a despedirlas, y estas, mientras regresaban a casa impulsadas por el suave aliento de Cefiro, hablaron entre ellas, y una Ie dijo ala otra: -2Que podemos decir de una mentira tan horrible? Aquel que era un hombre joven de atractiva barba esta ahora en la mitad de la vida. Por ello podemos saber que nos ha contado
una falsedad: mas bien debe suceder
que ignora totalmente
como es ese hombre.
como sea, la destruiremos
rapidarnente.
Pero sea
Pues si 10 des-
conoce, podemos estar seguras de que su amante es uno de los dioses: es un dios jAlejemos esa posibilidad consideran
10 que lleva ella en su vientre. de nosotras! Pues si a ella la
madre de un dios, la vida sera para mf algo
que ya no podre soportar. Colmadas asi de rabia contra ella, regresaron junto a Psique para decirle astutamente: -Vives ignorante en un extasis sin sentir curiosidad por el peligro real que corres, Sabemos con certeza que quien viene a dormir a tu lado es una serpiente mortal. [100]
Mario el epicureo Acuerdate de las palabras del oraculo, que te declaraban destinada a un animal cruel. Hay quienes
10 han visto al
caer la noche cuando regresaba de alimentarse. que dentro de poco concluira su amabilidad. aguardando
Dicen
Solo esta
a que el nino se forme dentro de ti para de-
vorarte con mayor complacencia. Aunque la soledad de este lugar musical
0
el comercio repugnante de un amor
. -------oculto a ti te complazcan, al menos nosotras, en nuestra piedad fraternal, hemos hecho Finalmente,
10 que debiamos.
la infeliz Psique, de alma simple y fra-
gil, llevada por el terror de aquellas palabras, perdio el recuerdo del mandato de su esposo y de la promesa que ella misma habia hecho y atrajo sobre si misma una gran calamidad. Temblorosa y palida, les respondio: =Quiza los que afirman tales cosas dicen la verdad. Pues en realidad nunca he visro el rostro de mi marido, ni se que tipo de hombre es. Siempre consigue asustarme para que no
10 vea, arnenazandome
con gran des
males si, demasiado curiosa, Ie viera el rostro. Si podeis socorrer a vuestra hermana en su gran peligro, permaneced ahora a mi lado. -Hemos
pensado bien en la manera de garantizar tu
seguridad y te la ensefiarernos -Ie respondieron-.
Toma
un cuchillo afilado y ocultalo en la parte dellecho en la que vas a acostarte: lleva tambien allf una larnpara llena de aceite y ocultala tras la cortina. Cuando el extienda sus anillos en ellugar en que acostumbra, y por su respi-
uor
Walter Pater
racion veas que esta dormido, hierro la lampara,
sal de alli y deja al descu-
can el cuchillo en la mana, cobra
fuerzas y golpea la cabeza de la serpiente. Tras decir aquello, se marcharon presurosas y Psique se quedo a salas (acornpafiada la acosaba) agitindose
tan solo par la Furia que
hacia arriba y abajo en su dolor
como si fuera una ala del mar. Aunque su voluntad era firme, en el momenta
de poner en practica el plan idea-
do vacilo y se sinrio desgarrada presintiendo
una gran
calamidad. Se apresuraba y se retrasaba, a veces repleta de desconfianza,
otras veces de colerica valentia: bajo
una forma corporal abomina del monstruo,
pero ama al
esposo. El crepusculo anuncio la noche y al final, presurosa, dispuso todo para el terrible acto. Llego la oscuridad, yel amante can ella; tras un debil intento amoroso, el fue el primero en entrar en un suefio profunda. Ayudada par el duro proposito
del destino, se via
confirm ada en la fuerza que hasta entonces le habia faltado. Torno la lampara, can el cuchillo en la mana, y la acerco a el. iY ay, 10 que via, cuando los secretos del lecho se manifestaron,
via al mas dulce y amable de
todos los seres, al propio Amor alli acostado en todo su atractivo! iLa misma vision hizo que la llama de la lampara se agitara alegremente! Pero Psique tuvo miedo de la vision; la debilidad de su alma hizo que empezaran a temblarle las rodillas, y hasta hubiera querido hundir el acero en su propio pecha, mas el cuchillo se Ie cayo de la [102]
Mario
el ep icureo
mana y, aunque se sentia perdida, sin dejar de conternplar la belleza de aquel semblante divino, revivio. Contemple los rizos de aquella cabeza dorada, que el unguento
de los dioses hacian mas atractivos
enmarcando,
graciosamente
todavia,
revueltos, las mejillas roji-
zas y la garganta blanca. Las alas del dios, frescas todavia par el rocio, eran inmaculadas
en sus hombros,
sabre
,.________ los que oscilaba su plumaje delicado mientras estaban en reposo. £1 estaba tranquil a y, al ser tocado par la luz, se rnostro digno de su madre Venus. Al pie dellecho se encontraba
el arco can las flechas, instrumentos
de su
poder, propicio a los hombres. Psique las conternplo can el deseo en la mirada, saco una flecha del carcaj y cuando,
temblorosa
rodavia,
probo la punta en su dedo pulgar, se le clava y broto una gota de sangre. Fue asi como, par su inconsciente se enamoro
del Amor. Rereniendo
acto,
el aliento, se lanzo
sabre su amante, y en su ansia presurosa, y can labios abiertos, ernpezo a besarle, estrerneciendose
al pensar
10
breve que podria ser aquel suefio. Sucedio enronces que una gota del aceite ardiente cayo des de la lampara sabre el hom bra del dios. jAy, que torpeza de amor al pretender herir asi a aquel del que pro cede todo el fuego! jPues perdia asi el goce del fruro de
Sll
deseo incluso en la os-
curidad! Can el contacto del aceite ardiente se incorporo el dios y, al comprobar que ella no habia tenido fe, calladamente se alejo de su abrazo. [103J
Walter Pater Psique, cuando el se incorporo sobre el ala, Ie cogi6 con sus dos manos, se colg6 de el rnientras recorda el aire y asf permaneci6
hasta que le venci6 la fatiga y se
dej6 caer a tierra. Y cuando yacia sobre ella, el am ante divino, retrasandose
un poco todavia, se poso sobre un
cipres que crecia cerca de alli y desde su copa le dijo, muy emocionado,
estas palabras:
-jl.oca de ti! Desoi la orden de Venus, mi madre, que te habia entregado a alguien de bajo grado; en cambio acudi a tu lado. Ahora se que fue algo vano. En propia carne clave mi flecha y te convert! en mi esposa, para parecer un monstruo a tu lado, y que trataras de herir la cabeza en la que hay unos ojos tan llenos de amor por ti. Una y otra vez trate de ponerte en guardia con respecto a estas cosas, y te adverti lleno de arnor. Ahora solo me queda castigarte alejandorne de ti. Y tras decir aquello, se abrio camino con sus alas en el cielo profundo.
Psique, postrada
en el suelo, y si-
guiendo el vuelo del am ante hasta donde la vista pudo alcanzar, lloro y se lament6; cuando la anchura del espacio Ie habia separado totalmente
de ella, se arroj6 desde
la orilla de un rio que fluia cercano, pero la corriente se volvio suave en honor del dios y la devolvio a tierra firme sin dario. Mas sucedi6 que Pan, el dios rustico, estaba sentado a la orilla del agua abrazando
a la diosa Cannas, que
habia adoptado el cuerpo de un junco, y trataba de en[104J
Mario el epicureo sefiarle a que respondiera a el con todo tipo de elegantes ( sonidos, Cerca de alli pacta su rebafio de cabras, El sabio dios, viendola herida y agotada, la llam6 amablemente -Hermosa
doncella, no soy sino un rustico pastor,
pero sabio por el favor de mi gran edad y larga experiencia; y si entiendo verdaderarnente --··la
esos pasos vacilantes,
mirada apenada y los suspiros continuos,
te dueles de
un exceso de amor, Escucharne entonces y no vuelvas a bus car la muerte, ni en un rio ni en parte alguna, Deja a un lado tu aflicci6n y vuelve tus oraciones hacia Cupido. Es un joven verdaderamente
delicado; podras ga-
narle con la delicadeza de tu servicio.
Asf le hab16 el dios pastor, pero Psique no respondi6 nada y, tras hacer una reverencia a aquella servicial deidad, sigui6 su camino. Mientras buscaba a Cupido, vagando errante por muchas tierras, el yacla en la carnara de su madre con el coraz6n herido. Entonces el pajaro blanco que flota por encima de las olas se lanz6 presuroso al mar y se acerc6 a Venus cuando esta se estaba bafiando, para que supiera que su hijo yacia afligido por algun grave dafio, y dudaba acerca de la vida. -iEntonces
mi hijo tiene una am ante! -grit6 Venus
llena de colera-. iY aquella a la que ama es Psique, la que con brujerias se apropi6 de rni belleza y fue rival de mi divinidad! Sali6 entonces del mar, regres6 a su carnara dorada y [105]
""7'
>~;"
I~)\ ~
y\
ledijo:
'Z
I'
Walter Pater encontro
alli al joven, tan enfermo
como le habian
dicho. Crit» entonces des de la puerta: -iBien te has portado! iPisotear los preceptos de tu madre y perdonar a mi enemiga la cruz de un amor indigno! iAy, incluso unirte a ella, siendo mi hijo, para que yo tenga una nuera que me odie! Yo hare que te arrepientas
de tu falta y que tu matrimonio
tenga un
sabor amargo. Hay alguien que castigad. tu cuerpo, apagara tu antorcha y destensara tu arco. No me sentire vengada del insulto hasta que ella haya arrancado
ese
pelo en el que tantas veces estas manos han alisado la luz dorada, y te haya can ado las alas. Tras decir aquello se marcho colerica cruzan do la puerta, Se encontro
can Ceres y can Juno, que quisie-
ron saber el motivo de su semblante turbado. -Venis a tiempo -les grito-.
Os ruego que encon-
treis par rni a Psique. Seguro que habreis oido hablar ya de la desgracia de mi casa. Pero ellas, que ignoraban
10 que habia sucedido, tra-
taron de calmarla diciendole: -~Que falta ha cometido
tu hijo, que quieres des-
truir a la mujer que ama? ~Es que no sabes que tiene ya edad para ella? ~Es que porque soporta tan ligeramente su edad te ha de parecer que sigue siendo un nino? ~Es que siempre vas a des ear curiosear los pasatiempos de tu hijo, acusandole de lascivia y de esas tretas delicadas que son tuyas? [106]
Mario el ep ictcreo
Asi hablaron porque~an
en secreta el arco del
muchacho y trataban de congraciarse con el convirtiendose en sus protectoras.
Pero Venus, encolerizandose
porque ellas se tomaran a la ligera sus males, les dio la espalda y con pasos veloces regres6 al mar. Entretanto
Psique, con el alma desgarrada,
iba de
aqui para alla buscando a su esposo sin descansar ni de dia ni de noche, pues ya que no podia calmar su c6lera con las palabras tiernas de una esposa, deseaba al menos poder propiciarle con los ruegos de una doncella. Al ver un temple en la cumbre de una elevada montana, -2Quien
sabe si aquellugar
dijo:
no sera la morada de mi
senor? Hacia alli volvi6 sus pasos, apresurandolos
todavia
mas por la urgencia del des eo y la esperanza, aunque estaba fatigada por los esfuerzos del camino; y asi, cruzando dolorosamente
las mas altas crestas de la montana, se
acerc6 a los lechos sagrados. Vio mazorcas de trigo en montones,
0
entretejidas
formando
guirnaldas;
vio
tambien mazorcas de cebada, junto con hoces y todos los instrumentos
de la cosecha que yadan alli en desor-
den, pues por el gran calor los campesinos
los habian
soltado de sus manos. Uno a uno los fue cogiendo y los orden6 debidamente
mientras
debo despreciar los santuarios
pensaba para si: «No ni el servicio sagrado a
ningun dios; al contrario, con mis suplicas debo ganarme la piedad amable de todos ellos», [107J
Walter Pater
-jPsique! =grito Ceres cuando la encontro tristernente agachada en su tarea-. Venus, en su furiosa calera, te busca por to do el mundo
intentando
hacerte pagar la
maxima pena; pero ni, pensando en todo menos en tu propia seguridad, te ocupas de atender
10 que me perte-
nece. Psique cayo emonces a los pies de Ceres y barriendo el suelo con sus cabellos, lavando los pies de la diosa con sus lagrimas, le suplico piedad con muchos ruegos: -jPor los alegres ritos de la cosecha, por las lamparas encendidas y los avances misticos del matrimonio
y la
rnisteriosa invencion de tu hija Proserpina, y por todas las cosas que el santo lugar de Atica vela en silencio, te ruego que atiendas al apenado corazon de Psique! Permiteme ocultarme unos dias entre los montones
de ce-
reales, hasta que el tiempo haya suavizado la calera de la diosa y con un poco de descanso haya recuperado
mi
fuerza, gastada en mis largos trabajos. - Verdaderamente
me conmueven
tus lagrimas -Ie
respondio Ceres-, y no podrla dejar de ayudarte; pero no me atrevo a incurrir en la ira de mi igual. Vete de aqui
10 mas rapido que puedas.
Psique, expulsada en contra de
10 que esperaba, afli-
gida ahora por una pena doble, rehfzo el camino y vio, entre los bosques a medias iluminados del valle inferior, un santuario construido
con gran arte. Se aproxirno a
sus puertas sagradas porque no querfa perder esperanza [108J
Walter Pater
-iPsique! -grito Ceres cuando la encontro tristernente agachada en su tarea-. Venus, en su furiosa coleta, te busca par todo el mundo intentando
hacerte pagar la
maxima pena; pero ni, pensando en redo menos en
tu
propia seguridad, te ocupas de atender 10 que me pertenece. Psique cayo entonces a los pies de Ceres y barriendo el suelo can sus cabellos, lavando los pies de la diosa can sus lagrimas, Ie suplico piedad can muchos ruegos: -iPor los alegres ritos de la cosecha, par las lamparas encendidas y los avances misticos del matrimonio
y la
misteriosa invencion de tu hija Proserpina, y par radas las casas que el santo lugar de Atica vela en silencio, te ruego que atiendas al apenado corazon de Psique! Permiteme ocultarme unos dias entre los montones
de ce-
reales, hasta que el tiernpo haya suavizado la coleta de la diosa y can un poco de descanso haya recuperado
mi
fuerza, gastada en mis largos trabajos. - Verdaderamente respondio
me conmueven
tus lagrimas -Ie
Ceres-, y no podria dejar de ayudarte; pero
no me atrevo a incurrir en la ira de mi igual. Vete de aqui 10 mas rip ida que puedas. Psique, expulsada en contra de
10 que
esperaba, afli-
gida ahara par una pena doble, rehizo el camino y via, entre los bosques a medias iluminados del valle inferior, un santuario construido
can gran arte. Se aproximo a
sus puertas sagradas porque no queria perder esperanza [108]
Mario el epicureo alguna por dudosa que fuera. Via alii prendas yobjetos de gran precio colgados en los pastes de las puertas y de las ram as de los arboles, grabadas can letras de oro que indicaban el nombre de la diosa a la que estaban dedicados como agradecimiento
par
10 que esta habia hecho.
Yasi, de rodillas y can las manos puestas sabre el resplandeciente altar, oro can estas palabras: -jHermana
y esposa de JUpiter! j5e favorable para
mi, Juno, en mi desesperada fortuna! 5e que te agrada ayudar a quienes tienen problemas can los hijos; liberame del peligro que me acecha. Y mientras asi oraba, Juno, que estaba presente en la majestad de su divinidad, respondio: -Quisiera
poder inclinarme
favorablemente
hacia
ti; pero contra la voluntad de Venus, a la que he amado siempre como a una hija, no puedo par vergiienza ceder a turuego. Psique, abatida par aquel nuevo naufragio de su esperanza, dijo para sf misma: -En media de las trampas que me acosan, ~adonde debere dirigir mis pasos? ~En que soledad oscura me ocultare de la mirada de Venus, que todo
10 ve? ~Y si
adoptara par fin el valor de un hombre y entregandorne a ella como mi sefiora no fuera todavia demasiado tarde para suavizar, can la humildad,
la fiereza de su proposi-
to? jQuien sabe si en la morada de su madre no encontrare tambien a aquel que busca mi alma! [109]
Walter Pater
Venus, renunciando
a toda ayuda terrenal en la bus-
queda de Psique, se dispuso a regresar al cielo. Ordeno que le prepararan
el carro que le habfa forjado Vulcano
como regal a de bodas, trabajado can mana tan diestra que habfa quedado enriquecido se perdio bajo su herramienta. blancas de entre la multitud
par el peso del oro que Surgieron un as palomas
que habitaba en la camara
de la diosa y, can alegres movimientos, el yugo sus cuellos pintados.
colocaron bajo
Can alegre algarabfa se
acercaron los gorriones y otros pajaros de dulce canto, para dar a conocer can sus notas suaves la cercanfa de la diosa. Ni el aguila ni el cruel halcon alarmaron ala cantarina familia de Venus, mientras las nubes se abrfan cuando el eter mas elevado recibio can gran alegrfa a su hija y diosa. Venus acudio directamente
ala casa de Jupiter para
rogarle el servicio de Mercurio, el dios dellenguaje. se nego Jupiter a su ruego, par
No
10 que Venus y Mercurio
descendieron juntos del cielo. -Herman
a rnio de Arcadia -Ie dijo Venus-: sabes
bien que nunca, en ninguna ocasion, he hecho nada sin tu ayuda; durante
muchfsimo
tiempo he buscado en
vano a una doncella. La unico que me queda par hacer es proclamar,
y que ni
10 anuncies, una recompensa
para cualquiera que la encuentre.
Cum pIe velozmente
mi orden. Le entrego entonces un pequefio mensaje en el que, [110]
Mario el epicureo entre otras cosas, estaba escrito el nombre de Psique, tras 10 cual regreso a casa. No fallo Mercurio
en su trabajo, pues recorriendo
todas las tierras proclamo que quien entregara a Venus a la joven fugitiva recibiria de aquella siete besos: uno de ellos repleto con la mas intima miel de su garganta. Aquello puso fin a las dudas de Psique. Cuando se acercaba a las puertas de Venus, un miembro de la casa, que respondia
al nombre
de Usos y Costumbres,
corrio
hacia ella gritando: -~Por fin te has enterado, perversa mujer, de que tienes una duefia? -y cogiendola con fuerza por los cabellos, la.arrastro a presencia de Venus. -Por fin te has dignado a presentar tus saludos a tu suegra -Ie grito Venus en cuanto la vio-. iTe tratare ahora tal como corresponde a una buena nuera! Cogio entonces cebada, mijo y semillas de amapola, to do tipo de cereales y pepitas, y 10 mezcl6 riendo mientras Ie deda: -Creo que una joven tan sencilla solo puede obtener amantes
con su laboriosidad:
voy a poner a prueba
ahora tu servicio. Ordena este monton de semillas, separando las de un tipo de las otras, grano a grano, y ten terminada tu tarea antes de la noche. Aturdida
por la cruel dad de aquella orden, Psique
guardo silencio y ni siquiera acerco una mana a aquel menton
confuso. Pero aparecio una pequefia hormiga [111]
Walter Pater
que, comprendiendo
la dificultad
de aquella tare a, se
apiado de la consorte del dios del Arnor, por mediatamente
10 que in-
fue de aqui para alla convocando
a un
ejercito enrero de cornpafieras. -jApiadaos! -gritaba-.
jAgiles escolares de la tierra,
madre de todas las cosas! Tened piedad de la esposa del Arnor y apresuraos a ayudarla en su peligrosa tarea. Entonces, uno tras otro los miembros del pueblo de los insectos se reunieron, se introdujeron
en el menton
de semillas y separaron cada grano con los suyos, consiguiendo que el menton
desapareciera de la vista.
Cuando al caer la noche regreso Venus, al ver que la tare a habia sido terminada con tan maravillosa diligencia, grito: -No ha sido tuyo el trabajo, perversa joven, sino de aquellos cuyos ojos te han contemplado
favorablemen-
te -y volvio a convocarla par la manana, para decirle-: Mira aquel bosque que esta al otro lado del torrente. Pacen ahi algunas ovejas cuya lana brilla como el oro. Traerne inmediatamente
un bucle de ese material pre-
cioso, y consiguelo como puedas. Psique fue allf inmediatamente,
pero no para obede-
cer la orden de Venus, sino para descansar de sus esfuerzos en las profundidades
del rio. Mas des de el rio, el
junco verde, humilde madre de la musica, [e hablo: -jPsique! No manches estas aguas con tu des truecion ni te acerques a ese rebafio terrible, pues enfurecen [112]
Mario el epicureo cuando aumenta
el calor. Acuestate bajo ese platano
hasta que el aliento del rio los haya tranquilizado.
Des-
pues podras agitar los dorados flecos de los arboles del bosque, pues cuelgan de las hojas. Psique, instruida asf por la humanidad
del corazon
del junco, lleno su pecho con aquel material dorado y suave y regreso junto a Venus. Pero la diosa sonrio despreciativamente
y le dijo:
-Bien se quien fue tarnbien el autor de esto. Pondre otra prueba a tu discrecion y a la audacia de tu corazon, ~Ves la cumbre mas alta de aquella empinada montana?
El oscuro torrente que fluye de all! riega los campos estigios y alimenta el Cocito". Traerne en esta pequefia urna un poco de agua sacada de
10 mas interior de su Fuente.
Puso entonces en las manos de Psique una vasija de cristal forjado, y esta se dirigio presurosa hacia la montana con la intencion de encontrar finalmente all! el termino de su vida desvemurada. gion que bordea la cumbre cornprendio
la naturaleza
Mas cuando llego a la reque le habian ensefiado,
mortal de su tarea. De una
gran roca empinada y resbaladiza manaba un rio horrible de agua que por un esuechisimo
canal caia a un abis-
mo invisible. Mas en las rocas que habia a ambos lados se arrastraban
serpientes
colericas de cuellos largos y
ojos insomnes. Las aguas mismas encontraron
una voz
con la que ordenarle que se marchara, lanzando gritos como pndrchate de aqui!,
0
NU£! haces aqui? jMira a tu al-
[113J
Walter Pater
rededor! jAqui estd fa destruccionl En esos momentos abandonaron
los sentidos, por la inmensidad
la
de su peli-
gro, y se quedo como si fuera de piedra. Pero tampoco entonees la terrible situacion de aquella alma inocente escapo a la mirada vigilante de una providencia
amable. Pues el ave de] upiter exrendio las
alas, volo junto a ella y le pregunto: -2Acaso crees, alma simple, que vas a ser eapaz de robar una sola gota de esa corriente implacable, el rio sagrado de Estigia, que incluso para los dioses es terrible? Dame a rnf la urna, El ave torno la urna, la lleno en la fuente y regreso velozmente junto ala joven pasando por entre los dientes de la serpiente, y apartandose
de las aguas que le ad-
virtieron que se fuera y no las molestara. Una vez recibio Psique la umacon
gran alegria, re-
greso velozmente para enrregarsela a Venus, pero tampoeo satisfizo asi ala colerica diosa. -jHija mia, en una cosa mas deb eras servirme! Toma este cofreeillo y baja al infierno para entregarselo a Proserpina. Dile que a Venus le gustaria tener su belleza al rnenos durante un dia, la belleza que ella poseia antes de que se echara a perder por su tendencia allecho enfermizo de su hijo; y no tardes en regresar. Psique cornprendio de su fortuna:
que alli estaba el ultimo reflujo
que se la mandaba
abiertamente
a la
muerte, pues por sf misma debia deseender al Hades y [114J
Mario
el ep icureo
las Sombras. Inmediatameme tfsima torre pensando
se subi6 arriba de una al-
para si misma:
"Me arrojare
desde aqui: asi descendere ames al reino de los muertos». Pero la torre misma le hab16: -i Infeliz joven! iAy, in feliz joven! ~Vas a destruirte a ti misma? Si el aliemo abandona
tu cuerpo, descenderas
ciertameme
al Hades, pero no podras regresar de alli.
Escuchame.
Entre las selvas sin senderos que hay no
lejos de este lugar existe una montana y en ella una abertura que da al infierno. Si emras por la brecha y sigues el camino en linea recta llegaras al castillo de Orco".
Mas
no debes ir con las manos vadas. En cada una llevaras un trozo de pan de cebada umado en hidromiel;
y en
tu
boca dos monedas. Cuando hayas avanzado 10suficiente por el camino de la muerte, te encontraras asno cojo cargado con lena y un conductor
con un tambien
cojo que te rogara le emregues algunas cuerdas con las que atar la carga, que se esta cayendo del asno: pero deberas tener la precauci6n de seguir adelame en silencio. Y en cuamo llegues al rio de los muertos, Carome, con su enloquecida
barca, te conducira
hasta el otro lado.
Incluso alli, entre los muertos, existe la codicia, por 10 que tendras que emregarle, para que te cruce el rio, una de las dos monedas, entre
tuS
tomandola
el con sus manos de
labios. Cuando pases el rio un anciano muerto
brotara del agua y acercara hacia ti una de sus manos podridas rogindote
que le subas ala barca. Cuidate de no [115]
Walter Pater
ceder a una falsa piedad. Cuando hayas llegado a tierra firme un as ancianas tejedoras te rogaran que las ayudes en su trabajo, pero cuidate tambien de no hacerlo, pues es otra tramp a de Venus, que te obligaria a deshacene de uno de los panes que llevas en las manos. No te tomes esto ala ligera, pues la perdida de cualquiera de ellos significaria para ti la perdida de la luz del dia: pues un perro guardian de gran fiereza esta delante del umbral de la casa solitaria de Proserpina. Si Ie cierras la boca con uno de los panes, podras pasar junto a el y llegar a presencia de Proserpina. Le transmitiras entonces el mensaje y, tomando
10 que ella te de, regresaras ofreciendo al perro
guardian el otro pan, yal barquero la otra moneda que llevas en la boca. De esa manera podras regresar bajo las estrellas. Mas te recomiendo
adernas que no abras el co-
frecillo que llevas ni mires dentro, con el tesoro de la belleza del semblante divino que oculra. Asi hablaron las piedras de la torre y Psique no se retraso, sino que diligentemente
realize su tarea tal como
le habian aconsejado, entro en la casa de Proserpina y se sento humildemente
a sus pies. La diosa no le otrecio ni
el delicado lecho ni la comida divina, sino que se encargo inmediatamente
de la peticion de Venus. Proserpina
lleno en secreto el cofre, cerro la tapa y se la entre go a Psique, que salio con el del Hades con fuerza renovada. Mas alllegar bajo la luz del dia, cuando estaba cerca de poner fin a su servicio, se apodero de ella una fuerte cu[116]
Mario e! ep i ctcreo riosidad. "jQue simple soy! Llevar en mis manos el encanto divino y no tocarme a mf misma al menos can una panicula
para complacer
mas, can su favor, a mi
hermosa amado». Nada mas hablar levant61a tapa, yen su interior no habia ni belleza ni ninguna otra cosa salvo el suefio, el suefio de la rnuerte, que entr6 en ella llenando todos sus miembros can su vapor adarmecedor,
par
10 que cay6 allf en el camino y ya no se movie, como si estuviera cogida par el suefio de la muerte. Cupido se habia curado ya de su herida, y como no podia soponar par mas tiernpo la ausencia de su amada, se desliz6 par la estrecha ventana de la camara en la que se encontraba y, recuperadas sus alas tras un pequefio descanso, vole velozmente y lleg6 hasta donde estaba Psique, la sacudi6 para despertarla del suefio y la volvi6 a aprisionar despertandola can la punta inocente de su flecha. -jAy! jTu anti guo error ha vuelto a destruirte! Pero haz ahara 10 que te falta de la orden de mi madre y deja el resto ami cuidado. Can esas palabras, el arnante la elev6 en el aire, y consumido
inreriorrnente
penetr6 can vehementes
por la grandeza de su amor, movimientos
de las alas en el
lugar mas elevado del cielo para exponer su causa ante el padre de los dioses. Este le cogi61a mana, le bes6 el rostro y le dijo: -Nunca,
hijo mlo, me has considerado
con los ho-
nores debidos. A menudo has vejado mi pecha, donde [ll7l
Walter Pater
esta la disposicion
de las estrellas, con tus dardos. Pero
como has crecido entre mis manos, curnplire tu deseo. Inrnediatamente
ordeno a Mercurio que convocara
a los dioses y, llena la camara del consejo, se sento sobre un elevado trono y anuncio: -jDioses! Todos vosotros, cuyos nombres estan en el libro blanco de las Musas, conoceis a este joven. Me parece conveniente
limitar de alguna manera su ardor ju-
venil. Y para evitarle tcda ocasion, le ato con los vinculos del matrimonio.
Ha elegido y abrazado a una joven
mortal: perrnirarnosle
tener el fruto de su amor y po-
seerla para siempre. =Ordeno entonces a Mercurio que trajera al cielo a Psique y entrego a esta su cop a de ambrosia-. Bebe y vive para siempre; Cupido no se separara ya nunca de ri, Los dioses se sentaron entonces para celebrar la fiesta matrimonial.
Pusieron en el primer lecho al novio, ya
Psique en su pecho. Su nistico criado sirvio el vino a J upiter y Baco
10 hizo a los dernas. Las Estaciones colorea-
ron todo can sus rosas. Apolo canto acornpariandose
de
la lira mientras un pequefio Pan hablaba con sus flautas y Venus danzaba dulcememe
con aquella suave rnusica.
Fue as! como, con los ritos apropiados, Psique fue puesta bajo el poder de Cupido; y de ellos nacio la hija a la que los hombres dan el nombre de-VOiupmusidad . .-----:--~~-~ -~- ".
[118]
~
/>. /
Capitulo VI Eufuismo
Asi quedo la famosa historia en la memoria
de
Mario, aunque con algunas expresiones cambiadas respecto a! original, yen genera! con un tono mas grave. EI petulante
y juvenil Cupido
de Apuleyo se asemejaba
mas a ese «Senor, el de terrible aspecto» que estaba junto allecho de Dante y lloraba,
0
al merios tenia la seriedad
varonil del Eros de Praxfteles. Cobrando las otras materias dellibro,
el episodio
relieve entre de Cupido
Psi que Ie perrnitio combinar muchas meditaciones,
y ya
habituales en Mario, acerca del ideal de un amor absolutamente imaginativo,
centrado en un tipo de belleza
absolutamente
e inmaculado:
limpio
nun~¥_eciQ_totaLf!l_t;m~_A~
un idea~_q~e
__~l'_eEs~!I!.~mQs,
a..::~q::~.n ~diy.~rja.~.9.~a._?i?_Il~~_~~. \T~9i~E;J.__e_~Al.~!iDJ9s grados: El cuerpo humano en su belleza, como la potencia mas elevada de toda la belleza de los objetos materiales, no pareda importarle
entonces, pero al adoptar el
fuego celestial se afirmaba como el alma [119]
0
espiritu au-
Walter Pater
tentico y visible de las cosas. En coritraste con ese ideal en toda la pureza de su brillo, por asi decirlo bajo la luz feliz de la juventud,
la manana y la primavera,
el amor
real de los hombres, con el que en muchas ocasiones el libro entra en estrecho contacto,
debio de parecerle
como algo mediocre y sordido en cuanto que tendencia general de la vida . .ELz£yl£a~~~t~~~las cos~e~ctas: un misticismo encogido, un sentimiento de falra de -------- --_-----~_--~ _- - -- - confianza como _eLqJ!_c: se expresaba en la trernula espe-
------
ral)zide Psique c~n_respeGtG al.nifio que naceri~_Q~ pos~gue
todavia no habia vistQ_(«al menos en el rostro
de ese nino pequerio, conocere el tuyo», in hoc saltern
parvule cognoscamfociem tuam); ~~e acosar a cualquier belleza sefialada, sea moral c~OSi-fiu15ieraen -eUa: ilicit~qu~os
0
fisica,
afg;;
demas; la sospecha y el odio que- con tanra f;~~~;;-cia provoca en los vulgares: esas debieron de ser algunas de las impresiones que Ie produjo esa historia antigua, formando una tradicion constante de una experiencia pagana algo cinica que va desde Medusa y Helena hasta el presente. Un libro tiene su propia suerte, 10 rnismo que una persona; es afortunado
0
desafonunado
por el rno-
mento preciso en el que se pone en nuestro camino, menudo,
ya
por algun feliz accidente, tiene para nosotros
un valor superior
al que posee independienternente.
Como Mario encontro la Metamorfosis de Apuleyo precisamente en uno de esos momentos, [120]
se convirtio para
Mario el epicureo el en Ellibro de oro: sintio hacia su autor una especie de gratitud personal, y sin duda vio en el mucho mas de 10 que pudo encontrar cualquier otro lector. Ocup6 siempre un lugar peculiar en su recuerdo y no perdi6 ya nunca ese poder sobre el, porque retorno con frecuencia, reviviendo esa primera impresi6n resplandeciente.
El efecto que produjo ellibro sobre el joven de mas edad fue mas practice: esrimulo la ambici6n que ya era en el una poderosa
literaria,
motivaci6n,
gracias al
ejemplo del exito, y 10 convirtio, mas todavia, en un estudioso ardienre e infatigable de las palabras, de los medios
0
instrumentos
expresi6n
0
del arte literario. Los secretos de la
el estilo por medio de los cuales una poten-
cia intelectual
0
espiritual interior podia afectar real-
mente a los demas, imponiendo en canto
0
sobre ellos el propio
respeto, tenia en aquel muchacho
una relacion inmediata
ambicioso
con su deseo de predominio,
deseo que cualquier otro joverr habria pensado satisfacer adquiriendo
y exhibiendo
cualidades militates bri-
llantes. En el, el delicado e instintivo
sentimiento
del
valory el'po_s:lerc:xa~to d~l~s E~abras era consustancial ~~.~~s.e.o ardiente de influir en sus semejante~ ~~.'yeia
Y-Sl~ si _rni,?mo.como_un dirigente valiente y efic~~_~E.no31401"
~_l
~~el tiemp.() estaba tan deslucida
para si mismo que ese era el unico objetivo, [121]
que en
y languida. Meditaba 0
el unico
Walter Pater
tipo de sentimiento
patriotico que era adecuado,
0
po-
sible, para quien habia nacido de esclavos. El habla po-
pular se estaba apartando gradual mente de la forma y la norma dellenguaje
literario, una lengua que habia sido
siempre artificiosa.
Mientras
el dialecto aprendido
had a cada vez mas y mas barbararnente
pedante,
se en
cambio el idioma coloquial of red a mil gemas probadas de expresi6n pintoresca das,
0
0
viva que habian sido rechaza-
al menos olvidadas, por los que afirmaban
ser
partidarios del latin clasico. Estaba llegando el mornento en el que ni los pedantes ni el pueblo entendieran realmente
a Cicer6n; aunque habia cienamente
algu-
nos autores, como aquel tan nuevo, Apuleyo, que apartandose de la costumbre
de escribir en griego, afecta-
ci6n muy de moda entre los ingenios mas vivos desde la epoca de Adriano, habian redactado sus obras en lengua vernacula.
El pragrama literario que Flavio se habia impuesto a 0
reac-
cionaria, por cuanto se basaba en el instrumento
del
SI mismo seria una obra en parte conservadora
arte literario; pera en parte era popular y revolucionaria porque afirmaba, por aSI decirlo, los derechos del lenguaje del proletariado.
Hada
algo mas de cincuenta
afios que Plinio el Joven, el mismo un testigo eficaz del delicado poder de la lengua latina, ~abla dicho: ! uno
de los que adrniran
:;Soy
a-los ~niigl.ios, p~ro a difer~ncia
de otros no subestimo algunos casos de genio que ofrece [122]
Mario el epicureo \nuestro tiernpo, pues no es cierto que la naturaleza} Icomo si estuviera fatigada L~g219-d'L_D_Q-PtDduc~y_<J,Jd lque es admirable~ FI;vio--;cabaria demostrando que fue su propio y autentico maestro en las oportunidades
que
asf se le presentaban. En su deseo de una fama no demasiado lejana, sofio con todo aquello 10 mismo que el joven Cesar debi6 de sonar en sus campafias. Otros podrian burlarse de la lengua nativa,
0
despreciarla,
verdadero «campo abierto» para el encantamiento dominio sobre los hombres. seriamente,
ese y el
£1 se dedicaria a estudiarla
sopesando el poder preciso de cada frase y
cada palabra como si se tratara de un metal precioso, desentrafiando
sus ultimas asociaciones y retornando
sentido original de cada una: restaurando
al
en su signifi-
cado pleno toda la riqueza que tenian las expresiones figurativas latentes, reviviendo nes gastadas
0
deslucidas.
0
sustituyendo
sus image-
La liter:a_tLl~Y la lengua
latinas morfanporla rutina_L~~ l~Ilguid~z_;~o_quc:_~ cesitaba, en primer lugar, era establecer de nuevo la rela-
~wnn-ai:ur~xdIrita-eE~~e_2~~s~~i~~to_y_~~res16n, en tre la se!:sac:i~fl_y_c:_l _t:~r_~i~
con la
plenitud de su fuerza delicada, se convertirian para el en
el instrumento vamente
de una guerra. Primero para sentirse vi-
impresionado,
y despues para encontrar
medios de hacer visible ante los dernas [123]
los
10 que a el Ie re-
Walter Pater sultaba vivamente evidente, delicioso, de gran inreres, con exclusi6n de todo aquello que a el no Ie pareda sino mediano, insipido
0
una verdad a medias: esta escrupu-
losidad del arte Iiterario desperto realmente en Flavio, por primera vez, una especie de conciencia caballeresca. jQue cuidado por el estilo! jQue paciencia en la ejecuci6n! jQue investigaci6n un idioma construcci6n
antiguo:
de los tonos significativos
sonantia
de
verba et antiqua! jQue
de palabras tan majestuosa y sistematica:
gravis et decora constructio! Sentia verdaderamente
el sig-
nificado pleno del consejo, algo rnelancolico.que
dio el
esceptico Plinio a uno de sus amigos: Cl.':l:c:_~~~r~~n!a literarura li~e_rars_~de la mortalid~,
ut studiisse litera-_
rum a mortalitate vindicet. En la naruraleza y la educaci6n de Mario estaba todo en un participante
10 necesario para convertirlo
pleno de las esperanzas de tan nueva
escuela literaria, que tenia como maestro a Flavio. En el refinamiento
de ese espfritu curioso, en su horror hacia
10 profano, en su sentimiento exigeme de la correcci6n de la forma externa, habia algo que satisfacia ese interes por los antiguos rituales, que todavia sobrevivia en- el; era como si se hubiera comprometido
en un tipo de ser-
vieio sagrado a la lengua madre.
[) M . Tenemos
aqui, por tant~, la teoria literaria del eu-
;:'__~'li\fUlsmo,tal como se ha rnanifestado
(J \\las que,en I
en tcdas las eras en
la conci~ncia literaria d~spe~taron los deberes, olvidados, hacia la lengua, hacia el mstrurnenro de [124J
Mario el epicureo expresion: en realidad no hace sino modificar un poco, --------en rodas las epocas, los principios de toda expresi6n efic~_a
funcion del ~~~;;; ocultarse a sf mismo:
~esta
~~,;1
frase, exagerada por una"cita inexacta,
ha sido -expresada
la mayoria de las veces par aquellos
que tenian muy poco
0
ningun arte literario que ocul-
tar; y des de el principio mismo de la litera"tura profesional ha existido siempre el «uabajo de lima»: un ~~a~_ai~ __ _9.uepor ejemplo en el caso de Plat6n, 0 de Virgilio, era como el de aquellos antis.~~~ __ orf~_~s_ g_u~_~:~5_~~~!_~ Apuleyo, _g~een~quec~r:la obra en mucha mayor me. dida _gue el peso sl_ci_I!l~!~Eeci()so que guitan. Alguna a veces, sin duda, tal como sucedi6 con los ejemplos posteriores de esta practice literaria, el eufuismo romano, decidido a lograr a cualquier precio la belleza en la escrirura ---ES KciMOS ypci¢ELV_l, pudo caer en sus obsesiones 0 manierismos caractermicos, enlos--«defectos-de -sus cualidades», que en realidad no eran totalmente sagradables, consideraban
0
de-
al menos resulraban excusables cuando se como los juguetes (asf los llamaba Cice-
ron), los juguetes apropiados y totalmente una epoca muy cultivada
adecuados a
que no podia dejar de ser
cones, crftica e insegura. £1 sim l~_am~~_~la novedad tambien jugaba aqui s__u p_a_rel:tal como sucedi6 con el eufuismo de la epoca isabelina, y con los modernos romanticos frances~s1_sus neolqgis~()sJu~Eon __~~_s~_d~ una de las principales acusaciones que se Ie hicieron; [125J
\ r '\
-u-
S
Walter Pater aUIl9.ll:e~'po~r l
1?-~~P9c~ssu-_
.__ £eSlVas._ '-0
C:~ (J\~"
~ ~
5
Alii, como en todas partes, el poder de 10 que se denomina ~o ~amente
es mas que una forma menor, ligera sintornatica, de ese deseo mas profun-
, do que tiene la naturaleza
humana
de la perfeccion
ideal, ansia que es en ella una fuerza continua;
mas
como tarnbien en esta direccion la naturaleza humana es limitada, por necesidad esas modas tienden a reproducirse. Entre otros parecidos con el eufuismo de epocas posteriores,
por una parte los arcaismos y por otra
los neologismos,
el eufuismo de los tiempos de Marco
Aurelio habia desarrollado en la cornposicion de los versos el gusto por el estribillo. Lo que Flavio habia elegido como estribillo del poema que estaba madurando tonces -el Pervigilium
en-
Veneris, la vigilia 0 «nocturne» de
Venus-, era un pequefio trozo de un coro popular, algo que escucho por toda la ciudad de Pisa una noche de abril, una de esas primeras noches del afio suaves y casi veramegas. Algunos consejeros ancianos, representando podriamos
considerar como un papel constante en esa
pequefia tragicomedia interpretan
10 que
que la literatura y sus partidarios
en todas las epocas, al sospechar
que en
dicho cultivo minucioso de la forma hay algo de arecta[126]
Mario
cion
0
el epicureo
falta de realismo, preguntarian:
los que tienen
algo que decir, 2es que no pueden decirlo directamente? 2Por que no ser simples y claros, como los antiguos autores de Grecia? Esa cuestion hizo al menos que dedicara sus pensamientos
a entender la situacion intelectual
tal como se daba entre los hijos del presente y los maestros de la antiguedad.
Ciertamente,
el punto ma~ !!l:ar
de
."y'iHQ~QJ': ___
~
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__
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~
_
_
_
~__
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~
------
_Jacion eQ sU§__£.I:2ducciones.jComo habia aumentado des de entonces la carga de
10 precedente que sufria to do
artista! Todo estaba alrededor de uno: ese mundo tranquilamenre
construido
del anriguo gusto clasico, un
hecho ya cumplicl.o, pero que marcaba una autoridad abrumadora
sobre rodos los deralles de la realizacion del
propio trabajo. La Helade, sin llevar todavia ningun fardo a la espalda, pero mostrandose
tan imperiosa
hacia quienes trabajaron despues de ella, en su temprana frescura [e pareda a el tan distante como a nosotros. No le pareda que quedara ocasion alguna para la novedad
0
la originalidad:
tan solo quedaba lugar para una
paciente e infinita ausencia de defectos. En relacion con esta cuestion, y encontrandose
en los inicios de su pro-
pia obra, Flavio paso tambien por un mundo de curiosas dudas atormentadoras
y de curiosas casuisticas del
arte._~Era la bellez_~.2oetica siemRre la misma, como un
--=:Eip~ __~pso~~~o'--~_cjlmhi.~b~_s_iempre ~Q_n.._eLal_II1.aAelQs _ [127]
Walter Pater
tiempos, deE~fldia del gusto,-_~e es~ .eeculiar capacida~ A~aErehensi6n,
de la moda, tal como nosotros 10 deci-
mo~, de cada epoca sucesiva? ~Podia uno recuperar ese ~(:miI11iento y esas m~;;-~ras ~-nt;rio~es-en un esfuerz9
El~gistt;J.L9ue lepermiriera recorciarroclas las_cOl1lp~~j_ dade~Il2_~~es _eintelectuales de la vida de una epoca anteri~!:
la!ul~_? ~Realmente habi;habid~-~po-Zas-~-al;s
en el arte 0 la literatura? ~Todas las epocas, incluso los tiempos
mas tempranos
y venturosos,
fueron igual-
mente poeticas 0 no poeticas? Y la poesia, la belleza literaria, el ideal poetico, ~no eran siempre sino una luz que se habia tornado prestada para iluminar la vida actual de los hombres? Homero habia dicho: «Cuando llegaron al puerto profundo,
reco-
gieron las vel as y estibaron el negro barco, des//
-;~)'~ - r
pues bajaron a la costa».
Expresado asi, jque poetico resultaba ese simple in-
cidente! Homero siempre deda las cosas de esa manera. Y cualquiera podria pensar que para ello no necesitaba ningun esfuerzo: que alli s610 habia la transcripci6n mecanica de una epoca natural e intrinsecamente ca, una epoca en la que dificilmente
casi poeti-
podia hablar nadie
sin efectos ideales, en la que los marineros
no podian
subir a su barco sin formar imageries «segun el gran esti[128J
Mario el epicureo
10» sobre un cielo cargado de maravillas. La simple prosa de una epoca que en si misma era ideal, 2no explicaba mas de la mitad de la poesia de Homero? 20 el estudioso mas atento descubriria incluso ahi, en Homero, la funcion ponderativa
del poeta, como la hay entre el
lector y la materia real de su experiencia, del poeta que, por asi decirlo, en una epoca que se habia percibido a sf misma cornun y vulgar, aguardaba su oportunidad un toque de «alquimia dorada», agradablemente
iluminado
0
de
al menos el aspecto
de las cosas? Otro autor, en
su epoca prosaica y agotada, tan carente de acontecirnientos como 10 habia sido durante ellargo reinado de aquellos tranquilos Antoninos,
~no podia descubrir de
una manera semejante su ideal si 10 esperaba deb idamente? 2Acaso una generacion futura, al meditar sobre esta, bajo el poder de una falacia engendrada tan cia, no consideraria
por la dis-
esa epoca como ideal contras-
tandola con su propia languidez, esa languidez que por alguna razon (y con respecto ala cual Agustin expresada un dia sus opiniones) parecia acosar siempre a los hombres? 2EI propio Homero,
en su vuelo poetico, no les
debio de parecer irreal y afectado a algunas personas de su propio tiernpo, tal como parece suceder con todas las literaturas
nuevas? En cualquier
habian sido las condiciones
caso, ique diferentes
intelectualesaeTa-Gfecia
primit{va! Lacfiscrec16ri]iteraria ~i~e~~~~a~;;-un;~po~~-rosterior-ar [129J
autentica aceptaria esa ~~r~-ar.se ]a conZer=
Walter Pater ci6n primaria de la funci6n de la literatura.
Quizas 10
. maximo que podia conse-guir uno mediante un esfuerzo consciente, a manera de reacci6n 0 retorno a las condiciones de una epoca anterior y mas fresca, no seria sino la novitas, la naturalidad artificial, la sencillez; y tam bien esta cualidad podia tener su parte de encanto eufuistico, 10 bastante directo y sensible, aunque en comparaci6n con esa autentica novedad de los inicios de Grecia conta-
ria no con la frescura de los campos abiertos, sino s610 con la de un ramo de flores en una caliente habitacion. Entretanto,
tenia todo esto: por una parte la antigua
cultura pagana, que para nosotros s610 es un fragmento, pero para el era un hecho cumplido y al mismo tiernpo presente, todavia era una totalidad viva, unida y organica, en la integridad de su arte, sus pensamientos,
sus re-
ligiones, sus sagaces formas de cortesia, pues tanta era la autoridad
que ejercia sobre cada cuestion,
realidad s610 la medida
siendo en
del en canto que tenia para
otros; por el otro lado estaba el mundo real con su ambiciosa presunci6n, por su animaci6n
cuyo propio centro ocupaba Flavio ilimitada.
de la insignificancia,
De los defectos naturales,
de su eufuismo, de su cultivo asi-
duo de las maneras Ie salvaba la conciencia de que tenia un asunto que presentar que, al menos para el, era muy real. Esa preocupaci6n
del diletante por 10 que podrian
parecer simples detalles formales sirvio, al final, al PE.£=posito de ITevaraTasupeiJicle', de ~~~~~~- ~i~~e~~e inte[130]
Mario e! epicureo gra, _d~terl11iIladas intuiciones una cierta vision
0
personales
poderosas,
aprehension de las cosas como reales,
y co~ r~s~ft~~
0
arcilla se adapta
\\t
C()I1. su aominio sutil 10 que era eficaz en la practica, habia captado
~Q~re elIIl_oci~!g_lTambien Flavio, 'y claro de
pronto ese principio que en la literatura es axiornatico:
que saber Ie_:q~~a uno Ie 0:.~::~~a es_Lapr~~::~_~_<:>_n_
Ie volvia celoso y quisquilloso
en la seleccion de su alimento intelectual; a menudo inquieta mientras los dernas leian gentemente; movido
no simulando
simplemente
0
conternplaban
dili-
jarnas haberse senti do con-
por
complacencia
hacia
las
emociones de las dernas personas: todo aquello le servia para promover en el una escrupulosa sinceridad literaria consigo mismo. Y fue esa exigencia inflexible de que ~ todo arte debia haber un asunto inmediatamente
ex-
tr~i_c:l_o _~el.a.in~~!_ci~l1~i\'aLpe£~~~.e~a_co ~s~a_l2!(C_a~lacion al juicio individual, 10 que evito que su eufuismo, -;~~I~~;'~~~~~~~~~~~ de-~~}:or debilicl~~D~-lleva-;;-; c:aer en el si1!1pl_~ ~£~ifi_cil)' -_.--.- . _..- _ _ - - - -
EI exordium que Lucrecio dirigi6 a la diosa Venus, obra de la primera parte de su vida adulta, 2estaba pensado originalmen te para abrir un debate no tan sornbrio [131J
Walter
Pater
como la protesta contra todos los cielos paganos con la que prosigue despues la obra? Es, ciertamente,
la expre-
si6n mas tipica de un estado de animo, todavia secundario al joven poeta, como algo peculiar de su juventud: cuando siente la corriente sentimental
que recorre ener-
gicamente sus venas como una excitaci6n puramente
fi-
sica que apenas puede distinguir de 10 que anima exteriormente
la naturaleza,
de la semilla que brota en la
tierra y la savia que recorre los arboles. Flavio, a quien la mitologia antigua, 10 mismo que a los posteriores descendientes
eufuistas, Ie parecia tan llena de interes y
motivos inexpresados como la propia vida humana, llevaba mucho tiempo ocupado en una especie de himno mistico al principio
primaveral de la vida en las cosas.
£ra una ~9_1_"ll:2
p~r~ la que talCCJl1.10 AiL~~a~ia~t~oma_cl_()_s_u «estribill<:J»_~ los labios de los hombres j6venes que cantaban por las
calles de Pisa simplernente porque no podian evitarlo. Y tal como suele suceder en las naturalezas de calidad autenticamente
poetica, aquellos extractos del principio
llegaron de pronto a terminarse armoniosamente los incidentes afortunados, dia singularmente
entre
el calor fisico y la luz de un
feliz.
Fue uno de los primeros dias de marzo, caluroso, el [132]
I
(
II I
1
Mario el epicureo «dia sagrado» en el que tanto desde Pisa como desde otros muchos Barco
puertos
del Mediterraneo
zarpaba
el
de Isis2 y todos se ace rca ban a la orilla para presen-
ciar como cargaban el barco, como zarpaba y finalmente era abandonado
entre las olas como un objeto dedi-
cado a la Gran Diosa, la nueva rival,
0
«doble», de la
antigua Venus, como patrona favorita de los marinos. La noche anterior todo el mundo habia salido para contemplar la iluminacion
del rio; las lineas majestuosas de
los edificios se habfan recubierto con cientos de lampa-
I 1....•.... ' 1
ras de muchos colores. Los hombres jovenes cantaron
su cora: eras arnet qui nunquam
.,
Q)t
I I ,
~11/
qJ ;-~i:uea~av~~cras
II
!m~t~\ l'
lO;J~'~:~~JI
mientras llevaban sus antorchas a traves de la multitud que gritaba,
iluminados .. · j··,,···
t
amavit,
0
remaban rio arriba y abajo con sus botes
con faroles, hasta muy entrada la neche,
cuando una fuerte lluvia obligo a regresar a casa a los que quedaban.
La manana se presento,
sin embargo,
sonriente y serena; por 10 que la larga procesion cornenzo temprano.
El rio y su curva ligera, con las calles bien
pavimentadas
a ambos lados entre su parapeto bajo de
marrnol y las hermosas
viviendas,
constituia
principal de la ciudad. El brillante espectaculo, pafiado de innumerables
la calle acorn-
faroles y vel as de cera, siguio [133]
Walter Pater su curso por una de esas calles que cruzaban el agua mediante un puente por la parte de arriba, bajando por el otro lado hasta el puerto, donde todo lugar posible en las puertas y en los interiores estaba repleto de espectadores, entre los cuales Mario era uno de los mas interesados por ver si el espectaculo
se asernejaba mucho al
que habia descrito Apuleyo en su famoso libro. En la cabeza de la procesi6n, el maestro de ceremonias mand6 retroceder a los asistentes para abrir paso a unas mujeres que espardan
perfumes.
Las seguia un
grupo de rnusicos que, con los instrumentos fios que Mario habia contemplado
mas extra-
nunca, tocaban y ta-
fiian las notas de un himno que narraba el origen de este rito votivo a un coro de j6venes que marchaba detras de ellos, cantandolo.
Venian despues las mujeres encarga-
das de vestir y atender personalmente portando
los instrumentos
a la Gran Diosa,
de su ministerio,
diversos articulos del guardarropa
asi como
sagrado forjados con
los materiales mas preciosos; algunas de ellas llevaban largos peines de marfil, moviendo las manos al avanzar en unos movimientos sos, que mimetizaban
concertados, salvajes pero graciodevotamente
diosa. Tras ellas iban las portadoras
el peinado
de la
del espejo de la
diosa, llevando grandes espejos de plata
0
bronce puli-
do, colocados de tal manera que reflejaran a la gran cantidad de veneradores imagen misteriosa
que seguian arras el rostro de la
y los rostros de aquellos, como si [134J
Mario e! ep icureo avanzaran rapidamente
para encontrarse con la visitan-
te celestial. Iran una gran multitud,
de ambos sexos y
de tcdas las edades, iniciados ya todos en el secreto divino, vestidos con hermoso lino, las mujeres con velo, los hombres con brillantes tonsuras, y todos llevando un sistrum4 -los mas ricos de plata, aunque algunas personas muy elegantes
10 llevan de oro fino-, y hacian sonar
los juncos con un ruido semejante a la jerga de innumerables pajaros e insectos que despertaran dez y se encontraran
de su langui-
de pronto bajo el sol de primavera.
Luego venia la propia diosa sobre una especie de plataforma, que se movia sobre las cabezas de la multitud conforme
avanzaban los porteadores,
con una tunica
mistica en la que habian tejido la luna y las estrellas, bordada graciosamente
con rnargenes de frutas y flores
aurenticas, y con una corona resplandeciente
sobre la
cabeza. Despues venian los sacerdotes con largas ninicas blancas, cerradas de la cabeza a los pies, distribuidos varies grupos, cada uno de los cuales exponia en
en
10 alto
uno de los simbolos sagrados de Isis: el aventador
de
trigo, el aspid dorado, la mano de marfil de la equidad y tambien
el propio
barco votivo, tall ado y dorado y
adornado con banderas que ondeaban al viento. Finalmente caminaba el sumo sacerdote; cuando el pasaba, la gente se arrodillaba
para besarle la mano, en la que
llevaba las conocidas rosas. Mario sigui6 a los dernas hasta el puerto, donde el [135J
Walter Pater
barco mfstico, bajado de los hombros de los sacerdotes, fue cargado hasta el maximo con las ricas especias y otros costosos regalos ofrecidos abundanternente los veneradores,
y lanzado finalmente
por
a las aguas se
apart6 de la orilla, cruz6 la barra del puerto arrastrado por un barco mucho mayor, conducido
por una tripu-
laci6n de marineros vestidos con ninicas blancas cuya funci6n consistia en abandonarlo
finalmente
en mar
abierto en el mornento previamente designado. El resto del dia
10 emplearon casi todos en diversio-
nes acuaticas, Flavio y Mario navegaron hasta mas lejos de
10 que habfan hecho nunca, hasta una zona salvaje de
la bahia que era la sede tradicional de una pequefia colonia griega, que tras haber llevado una vida bulliciosa en
la epoca en la que Etruria era todavia una potencia en Italia, pereci6 durante la epoca de las guerras civiles. En la absoluta transparencia dia, una infinitud
del aire de aquel maravilloso
de detalles del mar y de la costa llega-
ban con centelleante
claridad a los ojos de los dos rnu-
chachos que navegaban veloces sobre las olas: de vez en cuando, Flavio se ponfa a trabajar repentinamente
en
sus tabletas. Llegaron por fin a tierra firme. Los pescadares de coral habian extendido sus redes en las arenas, junto a un destartalado menton de tesoros curiosos y de multiples tipos, bajo un pequefio santuario en el que alegremente
de Venus,
ondeaban los pariuelos, serville-
tas y conchas doradas que aquellas gentes habian ofreci[136]
Mario el epicureo do a la imagen. Flavio y Mario se sentaron ala sombra de una ruina
0
roca grisacea donde habfa estado la puer-
ta marina de la ciudad griega, y hablaron de la vida en aquellas antiguas colonias griegas. Lo unico que quedaba de aquellugar,
aparte de aquellas toscas piedras, era
un pufiado de monedas de plata, con la cabeza de una belleza pura y arcaica, aunque quizas un poco cruel, que a la sirena Ligeia, cuya tumba
se suponia representaba
habia estado situada allf, s610 quedaban esas monedas y una canci6n antigua muy parecida a la que Flavio habfa recuperado en los ultimos meses. Eran historias que hablaban de 10 encantadora
que resultaba la vida dentro
de aquellos muros. Que poderosa debi6 de ser la marea de la existencia humana en aquella pequefia ciudad republicana,
tan pequefia que aquel cfrculo de piedras
grises, que ahora s610 servian para que entre la humedad que habia entre ellas crecieran gencianas de flores azules, habia formado sus murallas defensivas. Como representaci6n
de todo 10 que habia habido de mas vivo,
animado y venturoso
en el antiguo pueblo griego del
que habia brotado, habia mejorado el efecto de aquellos dones al concentrarse
en tan estrechos lfrnites. Marcha-
ba detras la banda de los «jovenes devotos», lEpa VEOTllS -de los hermanos
mas j6venes, entregados
ya 10 que estes les concedieran
a los dioses
como fortuna, porque
ellos ya no tenian sitio en su casa-, portando sagrada
del hogar
maternal; [137]
la llama
era una llama con el
Walter Pater
poder de consumir todo 10 material de la existencia con su luz y su calor claros, sin dejar residuos. La vida de aquellos ciudadanos desaparecidos, tan brillante y revolucionaria, en la que con tanta abundancia las cualidades
personales
se aplicaban
que eran las unicas que en
aquel tiernpo parecia valorar Mario, se asociaban con la figura real de su compaiiero,
que estaba de pie ante el,
con el entusiasmo en el rostro al haber pensado repentinamente en todo aquello; y comprendi6 era la oportunidad
con viveza que
adecuada para que una naturaleza
como la suya, tan deseosa de controlar, tuviera ascenden cia sobre los hombres. Sin embargo, Mario observ6 tambien, cuando finalmente vaci16 su espfritu elevado, regresando a casa por entre el fuerte rocio de la tarde, que en Flavio habfa algo mas que una simple fatiga ffsica, pues no parecia recuperarse con el frescor. En aquel repentino espasmo de la primavera, en su alegrfa casi forzada, habla quizas algo febril, como el principio de la enfermedad;
y a la noche
del dia siguiente yacia con un punto ardiente en su frente, atacado, tal como se pens6 des de el principio, por la terrible y nueva enfermedad.
[138]
,
,
!
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Capitulo VII Un final pagano
Porque el fantastico compafiero del filosofico emperador Marco Aurelio, al regresar en triunfo des de Oriente, habia traido con el entre los enemigos de Roma a uno que no venia encadenado como un cautivo. La gente enfermaba realmente al tocar repentinamente
! t
_\
chado enemigo, mientras contemplaba
al insospe-
amontonada
las
imagenes pateticas 0 grotescas del fracaso 0 el exito que transportaban
en la procesion triunfal. Yc;()fIlode cos-
tumbre, la pes~~_~!ajocol1_sigola cap_acidad de desarro}!_art()4():510sgermenes preexist<:~~<_:~Ae l
por eso habia venido
aquel veneno. Encerrado en un cofre dorado consagrado al dios, habia escapado al saqueo sacrilego que de su 'I
(
templo hicieron en Seleucia los soldados de Lucio Vero, tras sorprender
traidoramente
una cruel masacre. Ciertamente [139)
a esa ciudad y ejecutar habia algo que confun-
I Walter Pater
dia a tcdas las precauciones imaginables y a toda la ciencia medica en
10 repentino con que la enfermedad esta-
llaba sirnulraneamenre los ciudadanos,
aqui y alii, entre los soldados y
ineluso en lugares muy alejados de la
linea principal de su march a, en la retaguardia del ejercito victorioso. Parecia que hubiera invadido el Imperio entero, y algunos llegaron a pensar que, aunque
en
forma mitigada, se quedaria alii permanentemente.
En
la propia Roma perecieron muchos miles; las autoridades antiguas nos hablan de granjas, pueblos enteros e ineluso vecindarios enteros que desde esa epoca se quedaron sin habitantes y cayeron en la ruina. Flavio estaba junto a la ventana abierta de su alojamiento, con un terrible dolor en la cabeza, sin encontrar un cobertor
10 suficientemente
delgado
0 ligero
para poder ponerselo sobre el cuerpo. Cuando al cabo de un rata se Ie alivio la cabeza, le doli6 el pecho. No era sino el curso fatal de aquella enfermedad
extrafia y
nueva que se ocultaba bajo muchos disfraces; viajando ---.:
desde el cerebro hasta los pies, como un residente material, debilitando
uno tras otro todos los centros organi-
cos; a menudo,
cuando no mataba, depositaba diversos
grados de enfermedad miembro
0
prolongada
de por vida en un
en otro; y tras haber descendido
asi, retor-
naba de nuevo hacia arriba, ahora como unafrialdad .rnortal, dejando arras derribadas una a una las trinche) ras de la fortaleza de la vida. [140]
Mario el epicureo AlIi yada Flavio, con el enemigo en su pecho en forma de una dolorosa tos, pero aliviado de la ardiente fiebre de la cabeza, entre flores de ricos aromas -las curiosas rosas de Paesto, y otras semejantes-
que Ie habia
conseguido Mario para su solaz, pues le suponia convaleciente; a intervalos volvia a trabajar en sus versos, con un gran deseo de completar y transcribir la obra, mientras Mario, allf sentado, escribia segun Ie iba dictando el otro una de las ulrirnas muestras,
aunque no la mas
pobre, de la autentica poesia latina. En realidad era una especie de himno nupcial que, partiendo
del pensamiento
de la naturaleza
madre universal, celebraba el apareamiento
como
preliminar
de to~~~las cosas nuevas en el calido y amable tiempo de laprimavera:
las nupcias inmemoriales
del alma de la
p~~pi~priI?~\T~ra y la tierra marr6n; estaba adernas repl~~o del sentirniento
com placido y mfstico de 10 que
~a_~~s_ll~ecii90 entre ellos en aquel matrimonio fantasrico. A intervalos, esa carga mistica se vela aliviada por los habituales juegos de los versificadores latinos sobre temas mitol6gicos, que a pesar de 10 tardio de esa epoca hist6rica seguia teniendo frescura:
f
«Anior ha
~~su vejez una maravillosa
de)'ado sus armas a un lado y esta de -:cs
)
; .'
, vacaciones. Se Ie ha orden ado que vaya sin sus utensilios \para que nadie sea herido por su arco y flechas. iPero· cuidado! En verdad que no va menos armado de
;
_~' _
bitual, aunque vaya totalmente
i ;
[141]
desnudo»,
10 ha-
6-
2>
<_J
,_>
Walter Pater
En la expresi6n de todo esto, Flavio, a pesar de que su objetivo principal abundante
el
hubiera sido el de mantener
vocabulario
multisilabico
del genio latino,
pareda que en algunos puntos habia ido todavia mas lejos, anticipando
leyes del gusto rotalmente nuevas por
10 que se refiere al sonido: a una gama nueva del propio sonido. La peculiar nota resultante, asociandose con algunas otras experiencias
que habia tenido personal-
mente, era para Mario como el anticipo de un mundo de belleza totalmente
nuevo que estaba por llegar.
_B'!_-
viohabia cap~<1~orealmente~_lgo de la cadencia ritmic_:::_
y la sonora rnusica de_6rg
que aquello produda
en
1\ Mario estaba relacionada exactamente con 10 contrario a ese sentirniento
que todos conocemos y parece decir-
)nos: jYa he estado aqui antes!" un sentimiento caso no era reminiscente del futuro, sino que
que en su
10 preveia,
y que despues tuvo muchas veces al encontrarse con determinadas
personas y en determinados
lugares. Era
como si detectara alli el proceso del cambio real hacia una condicion
totalrnente
alma y el cuerpo humanos: arquitectura
renovada e imprevista
del
como si estuviera viendo la
romana antigua que Ie rodeaba, todavia [142J
Mario el epicureo imponente
aunque decrepita, reconstituyendose
un modelo intrinsecamente
sobre
mejor. ~Quizas Flavio pudo
escuchar por primera vez en un nuevo instrumento
rnu-
sicallos acentos nuevos de sus versos? Pero Mario segufa notando alli, en medio de toda esa riqueza de la expresian y las irnagenes, esa firmeza de perfil que tanto le de Flavio. is!! Una
habla gustado en las composiciones
firmeza como la de algtin maestro del noble trabajo de los metales, que manipulara
tenazrnente
el bronce
el
0
oro. Todavia le seguia acosando ese estribillo, con sus variaciones
impromptu, que des de las gargantas
de
aquellos j6venes y fuertes hombres entraba flotando por la ventana: eras amet qui nunquam amavit '\ ,~ Quique amavit eras amet!, 1 ( --.-/ repetfa Flavio tembloroso,
dictando
Lo que estaba perdiendo,
una estrofa mas.
su posesi6n de un alma y
un cuerpo tan afortunadamente
dotados, la simple li-
bertad de la vida sobre la tierra, «aquellas mananas soleadas en los campos de trigo junto
al mar», tal como las
recorda un dia cuando se abrio la ventana sobre el freseor de la manana: des de el principio
su sensaci6n singularmente
de todo aquello fue cereana y clara, aun-
que mas bien como si se tratara de algo que durante un tiempo estaria excluido para el, y de [143]
10 que finalmente
Walter Pater
tendrfa que despedirse. Sucedia asi cuando no tenia todavia ternores muy graves respecto a la cuestion de su enfermedad y sentia que la Fuente de la vida seguia bro-
/
tan do esencialmente vez en cuando,
\
inalterable en su interior. Pero de
Mario, mientras trabajaba seriamente
en el poema que su amigo le dictaba, se senda acosado por el sentirniento
de la trivialidad de aquella obra. La
sensacion recur-rente de algun oscuro peligro (i~e estaba] mas alla del mero peligro de la muerte, que era mas vagol que eso pero mucho mas terrible, como la amenaza de! algun sombrio adversario en la oscuridad del que no se! ,conociera cuales eran sus maneras de atacar, Ie inquieta-; ba de vez en cuando entre aquellas horas de excitada
i i atencion a su manuscrito y a las necesidades puramente
l fisic
No obstante,-aillan-ie-aqueIlostres
dias
hubo mucha esperanza y alegria, incluso bromas. Mario trataba de prolongar, circunstancia
no del todo consciente,
alguna
agradable del dia, como por ejemplo los
preparativos para el descanso y el refrigerio de la manana; tristernente,
sacaba el maximo provecho de algun
.pequefio lujo, con una actitud parecida a la fingida ale!gria de la madre que pone los ultimos restos de comida [,que le que dan delante de su hijo hambriento, lestliViera preparando
como si
un festin, aunque realmente su-
) piera que iba «a comerlo y morir». En la tarde del septimo dia, perrnitio finalmente Mario dejar a un lado el manuscrito [144J
a
sin terminar. Pues
Mario el epicureo el enemigo, aunque por fin habfa dejado tranquilo
el
pecho, aunque agotado, se habfa vuelto a dejar sentir con plena potencia en un vornito doloroso que pareda desgarrar su cuerpo y le dejaba muy postrado. A partir de ese momenta
el dolor aurnento rapidamente
reccion descendente.
en di-
Omnia tum vero vitai claustra la-
babanr'; y pronto el frio ascendia con paso seguro des de los pies muertos hacia la cabeza. Entonces fue cuando Mario empezo a convencerse de que era aquello, y desde ese momenta
no pudo sino
vigilar, con una especie de agonica fascinacion, el trabajo rapido pero sistematico del destructor, Iimirandose a aliviar un poco los meros accidentes de las formas mas agudas de sufrimiento.
El propio Flavio, plenamente
consciente al final, calculando con vision clara y deli berada la crisis real, pareda luchar contra su adversario. Su mente vigilaba con gran claridad los diversos modos de alivio que le sugerian. mejoraria
Opinaba
que sin duda alguna
si Ie llevaban a cierro lugar de las colinas
donde siendo nino se habfa recuperado
de la enferme-
dad, pero descubria que apenas si podia levantar la cabeza de la almohada sin marearse. Como si ahora previera el final, se rehada,
con un esfuerzo vehemente
y
con esa mirada colerica que se considera una de las premoniciones
de la muerte en esa enfermedad,
para dar
forma, sin un dictado formal, a algunos versos mas de su trabajo inacabado, con una determinacion [145]
firme, de-
Walter Pater
safiando al dolor, para recoger al menos esta
0
aquella
pequefia gota del rio de imagenes sensuales que se precipitaba tan velozmente dejandole arras. Pero por fin el delirio -el sintoma de que el trabajo de la peste estaba hecho y que el ultimo recurso de la vida se entrega al enemigo-
rompi6 el orden coherente
de las palabras y los pensamientos,
mientras
Mario,
pendiente de la agonia que se avecinaba, encontraba sus mejores
esperanzas
en la oscuridad
creciente
de la
mente del enfermo. En los intervalos de conciencia mas clara, resulraban muy dolorosos los signos visibles del frio, la pena y la desolacion. enfermedad,
Como no combatia ya la
daba la impresi6n de que se hubiera pues-
to a disposici6n del enemigo victorioso, y muriera pasivamente, como un animal esnipido, en una aquiescencia por fin sin esperanza. Aquella antigua petulancia casi suplicante,
que podia parecer poco amistosa, pero
que solo necesitaba unas condiciones
de vida un poco
mas felices para convertirse en un afecto refinado, aquella gracia delicada con la que exigia la simpatfa de los demas, se habia transformado inteligencia
en aquellos momentos de
plena en una amabilidad
tenaz, mientras se encontraba
temblorosa
y
acostado, «en el umbral
mismo de la muerte», con una mana muy contraida en la mana de Mario, ante la alegria casi sorprendida este, susurrandole
de
ahora con una devoci6n que le hacia
olvidarse de S1 mismo. Habia una nueva especie de su[146)
Mario el epicureo plica en los ojos ne.blinosos, que le ~ereibfan inesta~l~- (_-,' mente y que a Mano le hacian sentirse culpable; antici- ()" pando asi una forma de autorreproehe que sorprende ,,/'7 incluso a la persona que mas euidados ha puesto cuando, con la muerte, el trabajo afectuoso cesa de repente dejando lugar ala sospecha de que quizas en algun mo-
f ,J I ~\
! z3\
menta el amor pueda haber ~all~do. Mario casi deseaba tener su parte en aquel sufrimiento para comprender \ mejor la manera de aliviado. Le pareda que la luz de la lampara molestaba al paciente, y Mario la apagaba. El trueno que habfa resonado todo el dfa entre las colinas, con un calor que no le habia venido bien a Flavio, habia dado paso a una noche lluviosa; en la oscuridad, Mario se acosta junto a su cuerpo, que se estremeda frio repentino,
debilmenre
ahora con el
para dade su propio calor, sin que le
asustara el miedo al contagio que habia hecho a otras personas alejarse de la casa. Finalmente, hacia el amaneeer, se dio cuenta de que habia llegado el ultimo esfuerzo con una recuperacion Mario cornprendio
de la claridad mental, pues
por un contacto ligero que el enter-
rna reconocia que el estaba alli. -2Te sed. un consuelo que vaya a menudo
a llorar
sabre ti? =susurro entonces. -iNa, a menos que yo me de cuenta y te oiga llorar! El sol ilumino a los que iban a trabajar durante un dia largo y ealuroso rnientras Mario se eneontraba [147J
de
Walter Pater
pie junto al muerto, vigilante, con el prop6sito rado de fijar en su memoria
deli be-
todos los detalles, para
tener en reserva aquella imagen por si alguna hora de vido venia hacia el con la tentaci6n sentirse totalmente
feliz.
01-
de qlle::~!viera
p~sentirniento
a
de atrocidad,
'de reseI{tfmlerJ.t~ conrra la misma naturaleza, se mezclaha con una dolo rosa piedad cuando vio en los rasgos 'ahora placidos una cierta mirada de humildad yecta, como la expresi6n de un nino
0
peados, como la del que cae finalmente des concert ante y queda totalmente versario implacable. olvidaria
un animal goltras una lucha
a merced de un ad-
Par simple ternura de su alma, no
ni una sola circunstancia
de todo aquello;
como un hombre que piadosamente
grabara en su me-
moria la ultima escena de un hermano .condenado
,
casi ab-
a muerre para los tiempos
. 1-------
I vel1J!.:...i
-.--- ---
-
err6neamente que pudieran
-. --
El miedo al cadaver, que le sorprendi6 en su esfuerzo por vigilarlo en la oscuridad, fue un indicio de que sus propias fuerzas [e fallaban. La primera noche despues de que lavaran el cuerpo soporto con fuerza suficiente la carga que el afecto pareda exigirle, arrojando
incienso
de vez en cuando en el pequefio altar colocado junto al feretro. Fue la recurrencia de aquello ,-ese perfil inalterable bajo la cubierta, en medio de un silencio en el que el mas debil crujido pareda hablar-lo venci6 su determinacion. [148]
que finalmente
Mario el epicureo Seguramente
en aquella alienaci6n,
en ese senti-
miento de la distancia que habia entre ellos, y que se habia aduefiado de el, aunque en menor grado, cuando la mente de Flavio se habia perdido en su enfermedad, estaba otro de los dolores de la muerte. Pero fue capaz de ejecutar todos los preparativos con el ceremonial,
adecuados y cumplir
algo abreviado
por la infecci6n,
cuando en una tarde en la que el cielo estaba sin nubes parti6 la procesi6n funeraria; el mismo, cuando las llamas de la pira hubieron cumplido su cometido, se llev6 la urna del muerto en los pliegues de su toga hasta su ultimo lugar de descanso en el cementerio
que habia
juntoa la carretera, y despues regreso a casa a dormir en su desolada habitaci6n. Quis desiderio sit pudor aut modus Tam cari capirisr' 2Que pensamiento
ace rca de los pensamientos
los otros se podia tener alli, lamentando
tanto en el co-
razon la perdida «de una mente tan querida»?
[149J
de
Segunda Parte
Capitulo VIII Animula vagula
Animula, vagula, blandula! Hospes comesque corporis, Quae nunc abibis in loca? Pallidula, rigida, nudula.1 EL EMPERADORAoRIANO
A SU ALMA
Flavia ya no estaba. El pequefio cafre de marrnol can su polvo y lagrimas yacia frio entre las flares marchitas. A casi todas las personas el espectaculo real de la muerte nos lleva a una realidad mayor, al menos en la imaginaci6n, podamos
con independencia
de la confianza que
tener en la supervivencia
vida. Para Mario, acontecimiento,
del alma en otra
tremendamente
agitado por aquel
el final terrenal
de Flavio signific6
nada menos que una revelaci6n ultima de la extinci6n del alma. Flavio habia desaparecido
de una manera tan
absoluta como el fuego se habia ido de aquellas cenizas, [153)
Walter Pater todavia amadas. Le pareda totalmente
insostenible
in-
eluso esa ITl~l_
que
fl~b.
de su propia naturaleza parecia sefialar entonces hacia esa extincion fmura. Pero, por otra parte, sinrio una curiosidad nueva sobre 10 que las diversas escuelas de la filosofia antigua habian dicho con respecto a esa criarura extrafia y aleteante: curiosidad que ie impulse a determinados y graves estudios en los que su anterior conciencia religiosa todavia parecia sobrevivir como un principio
de escrupulosidad
pensamiento,
hieratica
0
integridad
de
prestandole ese nuevo servicio ala ilumi-
nacion intelectual, Por su temperamento
poetico y tendente hacia el in-
terior, en aquel tiempo pudo ser presa de ese rnisticismo debilitador que produce en muchas almas ardientes una rnelodramatica
recuperacion
de la teosofia
0
1a religion
antigua. Pero, pese a todo ello, y por fascinante que pudiera resultar para un aspecto de su caracter, mantuvr una autentica virilidad que se producia en el, entre otras cosas, por el odio a 10 que fuera teatral y por el reconocimiento instintivo de que, despues de todo, la divinidac tendria mas probabi1idades
de residir en una inteliger-
cia vigorosa. Esto estaba relacionado con el sentimien[154]
Mario el epicureo to, creciente conforme se acercaba a la edad viril, de que habia belleza p_o_e_ri~_aefllasi_il1pleclaridad de pens amiento: del autentico "_~~_~·~
__ ·,· __~~~·~· •• o__ ".~
en canto estetico de una austeri-
dad fri~9~1;J.JE,~nte. Como si la afinidad de todo aquello con la claridad de la luz fisica fuera algo mas que una Figura dellenguaje.
De todas aquellas diversas fantasias
religiosas, con sus multiples
formas de entusiasmo,
podia apreciar bien
10 pintoresco: eso Ie resultaba facil
por su epicureismo
natural, que le impulsaba ya a con-
~ebirs~~-sT~i~~~
~om~ el >-~spect~dor pasivo del
mu~i~~g~~l~ rodeaba.
Pero a 10 que se entrego eficaz-
mente fue al razonamiento
mas severo, del que nacen
materias como la teoria epicurea. Sospechando
instinti-
vamente de los arcana mecanicos, de esos pretendidos «secretes sin desvelar» del mistico profesional,
que en
realidad ponen al mismo nivellas almas gran des y pequefias, para M~~o~L~~~9 dilem~E9~~!~~~_~~a entre aquella religion romana antigua y ancestral, que ahora I~-result~b;-t;'l1 increible, y la accion honesta de ;~~~il1tdigel1~G_,tr~l1q~if~y;~l~~I~T~~~
10;Arca-
c; k)
na Celestial del platonis~~:_:l~
q~eios hijos de Platen
habian dicho sobre la indiferencia esencial que siente el alma pura con respecto a su casa corporal, mero habitaculo ocasional-Ie
paredan,
cuando su propio corazon
estaba alli en la urna con las cenizas materiales de Flavio,
0
en el recuerdo se aferraba todavia a la ultima ago-
nia de este, totalmente
inhumanos [155]
y tristes, por cuanto
""
)"'~
-O=i";
r.
Walter Pater
tendian a aliviar su resentimiento
ante el error de la na-
turaleza. A 10 que debia aferrarse era al sentimiento
del
cuerpo y ~_los_afectos que este definfa: a la carne, de cura fuer~~_y_<:__C!lor ~sa errabunda alma plat6nica no era masque una abstra~ci6n 0 un-rrigil r~sid~~L-;_-~~a-
y p;t&~iZos rasgos
~i6~ prof~nth-~-l~~di~;~~
del
cuerpo amado, sufriente y fallecido de Flavio le habian convertido en un materialista, pero con algo del temperamen to de un devoto. Como consecuencia,
dio la impresi6n
al principia
de que habia perdido su interes por la poesia, sustiruyendola por la literatura manuscritos,
del pensamiento.
tan ponderados,
y aunque ciertamente
Sus verso;
fueron dejados a un lade.
tendfa a algo de poeta des de
principio hasta el final, en ese momenta
e_
pareci6 darse
un cambio des de la poesia a la prosa. Lleg6 a la edac viril aproximadarnente
en aquella epoca y se convirtic
en su propio duefio, aunque su rostro no tuviera barba. y a los dieciocho afios, a esa edad en la que tanto entonces como ahora muchos j6venes capaces que se cons ideran poetas se apartan de los dernas sobre todo por afectaci6n y por las ensofiaciones vagas, el se apart6 de otros, pero para dediearse a una meditaei6n
10;
intelectua.
severa, a esa sal de la poesia sin la eual el mundo imaginativo eareee de todos los otros atractivos importantes. Conservando
todavfa alga de la antigua seriedad reli-
giosa de su infancia, se dispuso -Sich im Denken [156]
D
Mario el epicureo orientiren- a decidir su orientaci6n,
como si estuviera
utilizando una brujula, en el mundo del pensamiento: obtener ese conocimiento
preciso de la propia inteli-
gen~~_~rea~l~;,-"d~~u est-r~~tura y capacid~d~;,su ci6n con las otras partes de si mismo objetos, sin el~~~i nio de
a
con los dernas
~~-p~~d~ d~rs~-~~ verdad~ro
L~~~~i~:-c~~~ un joven
rela-" domi-
rico en los bienes de
este mundo que llega a la vida adult a, debe profundizar en su carrera y conocer
sus perspectivas.
No puede
haber disfraces. Debe tener una estimaci6n exacta de las realidades con respecto a sf mismo: una gradaci6n delicadamente medida de la certidumbre
de las cosas, desde
el horizonte distante y obsesivo de la mera conjetura imaginaci6n
hasta el sentimiento
0
la
real de la pena en su
coraz6n,
que percibia mientras
estaba reclinado
una
manana,
a solas en lugar de en agradable compafiia,
para meditar sobre las frases precisas de un imperfecto y antiguo manuscrito
griego que habia desplegado a su
lado. Sus antiguos y alegres cornpafieros, al encontrarle en las calles de la antigua ciudad italiana y observar las lineas graves que aparecen en el rostro del estudiante sombrio pero entusiasta, de estructura intelectual, tan bien podia mantener
sus opiniones
que
en la sociedad
de los hombres mayores, casi le ten ian miedo, aunque se sentian orgullosos
de haber sido cornpafieros
2Por que esa reserva?, se preguntaban joven disciplinado
suyos.
al hablar de ese
y duerio de si mismo, cuyo lenguaje [157]
Walter Pater
y porte paredan
tan cuidadosamente
medidos, y que
con seguridad no era un poeta al estilodel arrebatado y desmelenado
Lup03. cEstaba quizas secretamente
ena-
morado y por eso llevaba la toga tan elegantemente
ple-
gada y se mantenia tan fresco como las flores que llevaba, 0 se habia entregado
a sus propias
ambiciones,
quizas la riqueza? Mario, entretanto,
leia mucho, sobre to do a prime-
ras horas de la manana, a aquellos auto res que se habian interesado por saber 10 que podia pensarse con respecto a esa esencia exrrafia, enigrnatica y personal que parecia haber desaparecido
totalmente
con los fuegos funera-
rios. El antiguo griego al que dedicaba ahora, mas que a ningun
otro, sus pensamientos,
era un maestro muy
duro. Desde Epicuro, desde el trueno y el rayo de Lucrecio -10 mismo que cuando el trueno yel rayo estan a cierta distancia uno puede redinarse y disfrutar en un jardin de rosas-, habia retrocedido
hasta el autor que,
en cierto sentido, era el maestro de ambos: Heraclito de Jonia. Su dificillibro
Sabre La naturaleza" era raro inclu-
so entonces, pues hacia ya tiempo que la gente se habia sentido satisfecha citando tan solo algunos oraculos aislados y brillantes, de los que en el mejor de los casos solo podia obtenerse un sobrecargado
conocimiento
popu-
lar. Mas la dificultad de la antigua prosa griega no hizo sino espolear la curiosidad de Mario; el auror, cuya claridad superior de su vision intelectual le habia apartado [158J
Mario el epicureo de los otros hombres, habra disfrutado muy poco de esa superioridad,
pues era declaradamente
exigente
en
cuanto ala cantidad de atenci6n devota que exigia del estudiante.
«Los muchos son como las personas carga-
das de vino», de cia, poniendo siempre de relieve la diferencia entre los muchos y los pocos, «conducidos nifios», «no sabiendo mucho aerender
por
ad6nde vail», sin embargo,
no dalasabiduria»;
«el ,...-::7)\
y despues de cia,
«al fin y al cabo el asno preferira los cardos al oro fino». Ciertamente,
Heraclito no habra subestimado
la di-
ficultad que tendria para «los muchos» la paradoja con la que empieza su doctrina, que para ser recibida debidamente exige la negaci6n de las impresiones
habitua-
les, primer paso necesario en el camino de la verdad. Su filosofia se habra desarrollado en una oposici6n abierta y consciente al modo del pensamiento
conternporaneo,
como una materia que exigla una lealtad excepcional a
la raz6n pura y su «luz seca». ~.5_)~_l·lOmbres estan sornetidos a una ilusi6n, afirma refiriendose a las materias evidentes a los sentiClos. Lo que'(la5an-ros'sen"tl(loslncorrectos era una falsa impresi6n
de la permanencia
0
fijeza de las cosas, que en realidad han cambiado de naturaleza en el momento
mismo en que las vemos y las
tocamos. Ahr estaba,5:U~ll?_~a_~ic:.~l~3:l,!1:~~~~epens~.mie~o con~~~'por~~?:.,g~~_al_~~,~~j_~r_!'?~_~5:.rtsa_c;i~n fal~~()_,_i_rt_c().l":ect~ atribuye alos fen6menos de 1<3, e:xperien,c:ia unil4_llrabilidad
en realidad lJO lespertene[159]
Walter Pater
.<=~. Al imaginar, partiendo de esas impresiones fluidas, un mundo de objetos firmemente contemplar
perfilados, nos hace
como algo rigido y muerto 10 que en reali-
dad esta lleno de animaci6n,
de vigor, del fuego de la
vida: ese proceso eterno de la naturaleza del que en una epoca posterior hab16 Goethe dandole el nombre de «la prenda viva», por la que Dios puede ser vista por nosotros, tejiendo siempre en el «telar del tiernpo». Lo que pedfa el antiguo pensador
griego era, para
empezar, pasar de la sensaci6n confusa a la no confusa; con una especie de seriedad profetica, una gran afirmaci6n
y suposici6n,
demos si anticipamos
constituye
tal como la enten-
en ese escepticismo
el objeto de sus posteriores
preliminar
especulaciones,
do con las cuales el rnovimiento
de acuer-
universal de todas las
cosas no es mas que una medida
0
fase particular
de
esa actividad incesante que es la raz6n divina. Su merito fue haber coricebido
al unico y aurentico
ser
-sl.
sujeto constante de .rodo el pensamiento primitivoestanc;~d~~;ino~ ~com~~u~~-in;~ci6~ ~;teril ----,-~.-... ---_.. -_. . ."_-_-.--...---.-..----~~----=--_
y
una energia perpetua de cuya corriente sep~rab;ri"~~"d~t~;~i;_;dos ~omentos
-----_..
i~E~Eable se algunos~-
.----- ...-------.-~-.--.--...-.-.---"-- .. '-.----. _-
mentos, endureciendose
_-
----
en la no entidad y la muerte,
que como ;bJ~t~-; ~~~~';i~res se corresponden c_(),r:clici6~interi?r de
igl1?rancia
"con la torpeza desusfacultades. un cambio sutil y perpetuo
~~a
del hOIIlbre: e~,~ecir, Con esta paradoja de
en todas las cosas visibles
[160]
Mario el epicureo se inicia la elevada especulacion
de Heraclito.
De ahl
el desprecio que expresa por toda recepcion descuidada, semiconsciente
y «habitual» de nuestra experien-
cia, que tanta influencia hombres.
tiene en la memoria
De ahf rambien
una autoconciencia
de los
todos esos preceptos
agotadora
de todo
para
10 que pensa-
mos y hacemos, esa lealtad a la razon frfa y sincera que convierte
la atericion
mental estricta en una especie
de servicio y deber religioso. Por tanto, la doctrina negativa de que los objetos de nuestra experiencia ordinaria, aunque parezcan fijos, se hallan en realidad en cambio perpetuo, originalmente
fue concebida
como el paso preliminar hacia un amplio
sistema positivo de una filosoffa casi religiosa. Entonces,
10 mismo que ahora, la mente filosofica iluminada 10 que pareda una masa de materia
podia captar, en
inerte, el movimiento
de esa vida universal en la que las
cosas, y las impresiones que los hombres tienen de ellas, estaban siempre «llegando a sen), consurniendose novandose
alternativamente.
descubierto
por la cornprension
opinion comun encontraba indicador de un movimiento
Ese cambio
y re-
continuo,
atenta allf donde la
objetos fijos, no era sino el mas sutil pero que
dia todo: la energia insomne,
10 inva-
sostenida eternamente
e
inagotable de la propia razon divina, que avanza siernpre con su propia logica ritmica, concediendo
a toda
mente y materia la vida que estas tienen. En esa «fluen[161]
Walter Pater cia perpetua» de las cosas y de las almas habia, segtin concebia Heraclito, una continuidad,
si bien no de sus
0
espirituales, si de unas relaciones
inteligibles,
como la armonia de las notas
elementos materiales claramente
10
musicales que resulta de sus series de mutaciones: las ordenanzas de la razon divina mantenidas cambios del mundo fenomenico; de su mutacion
y oposicion,
a traves de los
y alli, en esa armonia
habia al fin y al cabo un
principio de cordura, de realidad. Pero sucedia que, de todo aquello, en la memoria general solo se habia mantenidq mente esceptico
0
ese primer paso, mera-
negativo, el primer paso en el um-
bral, el mas sencillo; pues para todos los que habian sentido
su seduccion,
«la doctrina
hada que todo conocimiento
del rnovimiento»
fijo pareciera imposible.
EI paso veloz de las cosas, el paso todavia mas veloz de aquellos modos de nuestra conciencia que paredan
re-
Hejarlas, podia ser muy bien el modo de arder del fuego divino;!ipero
10 que se averiguaba era que habia pasado
como una llama devoradora, en mitad de la corriente,
0
como el curso del agua velozmente
para
que pudiera alcanzarse de ello algtin conocimiento
real.
El heraclitismo
demasiado
habia llegado a ser casi identico ala fa-
mosa doctrina del sofista Protagoras'', aprehension
mornentanea
la {mica medida de
segtin la cualla
y sensible del individuo
era
10 que es 0 no es, y cada uno es para
SI mismo --------.-----~--la unica medida de todas las----_ cosas. El nornbre -,
(162)
Mario el epicureo
:i ,',
, I ,
,
'Ii I'
! 'j.
I'i,
"
'
,"
i
impresionante de Heraclito se habia convertido en la autoridad de una filosofia que desespera del conocimiento. Y 10que habia sucedido can sus seguidores originales en Grecia, sucedio tambien can su disdpulo romano posterior. Tarnbien el se detuvo en la captacion del movimiento constante de las casas: la_,_._-------_._--------,-.-.--.... deriva de las flores, -,. de las almas grandes opeq\lefias, de los sistema~_
Walter Pater Aquellos dias de suefios infantiles, cuando jugaba a ser sacerdote y a otras muchas ensofiaciones, abriendose camino desde el presente 10 mejor que podia, con una sensaci6n deliciosa de sustituir el mundo exterior de los dernas por un mundo interior que era el que a el le gust~b-iiJ~per, Ie habian convertido en una especie de ~~iSla)LLleg6 a tamar conciencia de la posibilidad de que se diera una gran disidencia entre un mundo interior yalgo exclusivo de poderosa aprehensi6n personal, y la realidad poco avanzada y elevada de la vida de los que le rodeaban. En consecuencia, estaba preparado ahora para aceptar, con mayor facilidad que los dernas, el punto primero de su nueva lecci6n: que el individuo ~imlsillo li-meGida---..--------,."--.~ ..-.---..... de todas las cosas y debe fiar_§c;_g.eJil:c~[teza exclusiva
es~p-ar; "-._.
,
.-._----
_----------------
de sf mis~o cOIl ~~spe~i~~~J}J,s_-PJQpg~~L;EL~~' Pasar despues al mundo exte;i~~ d~ios demas, aCe;tando los calculos de estes, s610 seria posible como una especie de ironia. Como le sucedi6 al Vicaire Sauoyard", tras retlexionar sobre las variaciones de la filosofia «el primer fruto que extrajo de esa retlexi6n fue la lecci6n de que debia limitar sus investigaciones a 10 que Ie interesaba inmediatamente; a mantenerse -J2a-Q~ment~e_n_una ignorancia profund;d~tod;l;
-p~_r~q~_~I!~i-~~~~_q
- cietn.~~;~j~q\l_i~Ja.,r~--~6[~
por~a,_ra_E()Eo_cer»:JAl menos no mantendria ninguna teoda de la conducta que no diera el peso merecido a __,.
I
i __/
[164]
Mario el epicureo este elemento primario
de la incertidumbre
cion que hay en las condiciones Fue exactamente
entonces
0
la nega-
de la vida humana. cuando,
rehaciendo
hacia arras en su peregrinaje mental individual el orden hist6rico del pensamiento
humano,
encontro
la com-
pafiia de otro anti guo maestro griego, el fundador de la filosofialclre_fl~cuyas-;fi~m~Ci()n~~~transmitidas por la tradici6n
(pues no habia dejado ningun escrito) sir-
vieron a Mario para dar un perfil eficaz a sus conternplaciones. Habia algo en la doctrina que era coherente con ellugar en el que habla nacido; y durante un tiernpo Mario vivi6, mentalmente,
enlabrillante
colonia
griega que habia dado su equivoco nombre a la filosofia
aer placer. En su imaginacion,
esta se encontraba
entre
1~~.montafias y el mar, entre jardines mas ricos que los italianos,
sobre cierta repisa de tierra barrida por el
tiempo que se proyectaba desde la costa africana, varios cientos de millas hacia el sur desde Grecia. AlIi, con un clima delicado que tenia algo de esa templanza transalpina, en medio dellujo, pero con una atmosfera interior de templanza
que no podia sino mejorar el brillo de la
vida humana, la escuela de Cirene se habia mantenido casi como si fuera la familia de su fundador; des de luego sin nada~tosco ni sucio,-yb"ajola
Influenc:iide
ha:bil~s
:n:ujer5~' i Tambien Aristipo de Cirene habia dejado en suspenso el juicio con respecto a [165J
10 que podia existir mas
Walter Pater
alla de las flammantia
mq!nia mundi: las murallas Hami-
geras del mundo. Aqud[~i~'~njeturas
extrafias, audaces
y escepticas, que habian acosado las mentes de los primeros investigadores
griegos como una duda simple-
mente abstracta, que se habian presentado
en la mente
de Heraclito tan s610 como un elemento dentro de un sistema de filosofia abstracta, se convirtieron
con Aristi-
po en una sabiduria del mundo sutil y practica. La diferencia entre el y aquellos oscuros pens adores primitives es casi como la que hay entre ~ualquier pensador antiguo en general y un hombre del mundo moderno: era la
~m~.__ elmisrico difeI_encia_Cj__ueex;istia
en su celda, 0 el '-~'--~>---'----
~ .. ,~
P~?£~t~~ne~~esi~rtg,_y_t:l a4~iDj~tE~~9L~~t;:r_12]_C:~~ mopolitade §usJras~so~s:uras, queqa~us:elos pensa~~b~~-~~ mient~s abstractos del mae;;_Q~"D-~~-r~in~s,._~-_.C'-_-~.'...,.~'~_•• __~'~ ..... ~,, __ . _.
__.... ,.,',
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~~l_se1?-t.imielltQ. En la historia de la mente humana ha habido ocasiones en las que al haber si~Q___tr£lducidas asi, en rerrninos del senti mien
to
-del s;~timiento-queya
esta a medic camino hacia la practica-, las ideas abstracta~ de la miiafisica ;evelan por primera vez su significado autentico, El principio metafisico en S1 rnismo, por as! decirlo sin manos ni pies, produce un efecto fascinante cuando
se traduce
mejor modo de sentir
0
en un precepto
acerca del
de actuar: en otras palabras, en
su equivalente sentimental
0 etico, La idea principal del
gran maestro de Cirene, su teoria de que las cosas no son sino sombras, que, 10 mismo que nosotros, no per[166J
Mario el epicureo manecen nunca de continuo
en una sola posici6n, po-
dria haber terminado en un nihilismo languido y deprimente, como un precepto de «renuncia.
que se dedica-
ria a tocar y manejar la nada. Pero en la recepci6n de las
formulae metafisicas, y por 10 que se refiere a sus consecuencias actuales y posteriores, todo depende de las cualidades previas del suelo de la naturaleza humana en la que caen, de la compafiia que encuentran tidas en la casa del pensamiento;
al ser admi-
lo_q_u_eestan verdade-
ro, al_.I?enoscom() 10 g~_!l_llplical?_maiirn:a~~eCil()gica segun la cualla recepcion de esta o.aquella.ccnclusiori esp~~ulativa es en realidad materia
9~la,xol~n
~~eTg~i~go-idi~~e~te
que habra ~ido un
integrado,
discipulo autentico de Socrates y posiblemente
tad. En reflexio-
no con algo de su alegria frente al mundo, con su manera feliz de aceptar todas las posibilidades~lala·eade··q~e [todo-es ~anidad no genera ~i (ri~~lid~d ni amargura, I~inoque mas bien indujo una impresi6n, bastante seria, (que llamaba la atencion de los hombres hacia la crisis en
ila que se encuentran. ! todo
Se convirti6 en el estimulo para
tipo de actividades, e impulse uI1.ased deexperien-..'
kia perpetua e inagotable. As! pues, en el caso de Mario la influencia del filosofo del placer dependi6 de que, siendo en el una doctrina abstracta y originalmente
algo desapacible, habra caido
sobre una naturaleza rica y afable, muy adecuada para transformarla
I
en una teo ria de la practica, con un poder [167]
Walter
muy estimulante
Pater
que la dirigfa hacia una vida hermosa.
Lo que vio Mario en el fue el espectaculo de uno de los temperamentos
mas felices que, por asi decirlo, lleg6 a
una comprensi6n I
aceptando
de la ~as deprimente
de las teorias;
los resultados de un sistema metafisico que
\ parecia concentrar
en sf mismo todos los pensamientos
debilitadores de la_~§l?eculaci6n griega primitiva:y~ teniendo de ell~-el mej~~-~es·i.iltado, convirtiendo sus verda des duras y desnudas,
con maravilloso
tacto, en
preceptos de gracia, de sabiduria delicada y de un sentido delicado del honor. Aunque aceptemos los terrninos mas duros y supongamos
que nuestros dias no son sino
una sombra, podemos adornar y embellecer, con un escrupuloso todo
respeto a nosotros mismos, nuestra alma, y
10 que esta toque: esos cuerpos maravillosos, esos
habitaculos
materiales
por los que las sombras
que
pasan se unen durante un tiempo, las prendas mismas que llevamos, nuestros pasatiernpos y las relaciones sociales. Los jueces mas perspicaces vieron en el algo semejante a las «humanidades»
llenas de gracia del roma-
no posterior, y de nuestra «culrura. moderna, tal como era denominada;
aunque Horacio recordara sus frases
como las que mejor expresaban su agrado absoluto en la aceptaci6n de la vida. De esta manera, bajo la guia de aquel antiguo maestro de la vida decorosa, para Mario aquellas dudas eternas con respecto a los criteria de la verdad se redujeron a [168]
Mario el epicureo un escepticismo casi secamente practice, un escepticismo que desarro1l6la oposici6n entre las cosas tal como son y nuestras impresiones y pensamientos tes a las cosas: a la posibilidad,
concernien-
si existe real mente un
mundo exterior, de que tuvieramos algun fallo al aprehenderlo, ala doctrina, en resumen, de 10 que se denomina «Ia subjetividad una consideracion
del conocimiento».
Se trata de
que subyace como un elemento de
debilidad, como algun fallo admirido en el fundamento mismo de toda descripci6n filos6fica del universo; una consideraci6n
a la que todas las filosofias se enfrentan
en su punto de partida, pero que ninguna tratado de manera concluyente
de ellas ha
y que algunas 10 han
hecho quizas sin demasiada sinceridad; un~()E2.i4e!;1= cion que los que no sonfi16sofos disipan con el senti~o
<~~~g:)~~. fD-Z;~6fic~,'a~~;;E-'f~ : -~-ellgrQS:i:-Gf~~~;a
peculiar de Mario est-~i6aba ~~-haber captado esta debilidad que hay en el umbral del conocimiento con toda su gama de consecuencias.
humano
Nuestro
conoci-
miento se limita a 10 que sentimos, reflexionaba el: no necesitamos
ninguna
prueba
de que sentimos.
Pero
2~~!_~~ __ ~~~1
ni siquiera
Walter Pater
en los sentidos, ni saber hasta que punto indicarfan las mismas modificaciones, nalidad realmente
pues cada uno tiene una perso-
unica, aunque utilicen los mismos
terrninos que nosotros; esa «experiencia comun- que a veces se propone ~omo~l1a ~~~-;~~f~~E9I;i~_
,__
_,_,,
__.__,
.. _. __~
"_~':-:---'-'-:-'--'
.~_.__ ;~ •.•O~'''-''~''.c:--~~~",-"=._.~
__J
jpero-11.uestras propias impresiones! jLa luz y el calor de ese velo azul que tenemos sobre nuestras cabezas, los cielos extendidos, quizas no sean una cortina que 10 tape todo! jQue tranquilizador,
tras un debate tan prolonga-
do sobre los criteria rivales de la verdad, retornar a la sensaci6n directa, limitar las propias aspiraciones
tras
haber conocido eso! En una epoca que materialmente seguia siendo tan brillante, con tanta experiencia en el manejo artistico de los objetos materiales, cuya capacidad sensible tenia aun un vigor que no habia disrninuido, con todo el mundo de la poesia y el arte clasico extendido ante ella, y en la que se podia captar con algo mas que el ojo
0
el oido: jque natural resultaba la deter-
minaci6n de confiar exclusivamente
en los fen6menos
de los sentidos, que con seguridad nunca nos engafian sobre ellos misrnos, y con respecto a los cuales nosotros no nos podernos engafiar! Yasi, la captaci6n abstracta que es en realidad este pequefio punto del momenta presente, entre un pasado que ha dejado de ser y un futuro que puede que nunca llegue a ser, se convirti6 en Mario, por su propia resolu[170]
Mario el epicureo cion, en algo practice, ~~i9_a eI?:_q~~_~~20sible excluir la 1
con una mente absolutamente
America estd aqui y ahora: aqui, como descubrio
Wilhelm
0
en ninguna parte", tal y
Meister
mucho tiempo, tras una prolongada por el oceano de la oportunidad
libre.
un dia, hace no y vaga busqueda
de desarrollar sus capa-
cidades. Era como si, reconociendo
eI movimiento per-
petuo de la ley de la naturaleza, Mario identificara dialmente
cor-
con ella su modo de vida, «arrojandose a la
corriente», por asi decirlo. Pero tambien debe mantener, mediante
una movilidad
del caracter constante-
mente renovada, una armonia con esa alma del movimiento de las cosas. Omnis Aristippum
decuit color et status et res."
Asi resumio Horacio esa manera perfecta de recibir la vida que logro su antiguo maestro cirenaico; y la primera consecuencia practica de la metafisica que hay tras esa manera perfecta habia sido una lirnitacion estricta, casi una renuncia, de la propia investigacion metafisica. La metafisica =ese arte, como se ha demostradoajnenu-
?()~..consisten te segunMlchefe-tc d.~?ii~!f;~~~~·;!1hfld deasombrarse
uno metodicamel1te-1~~.~!g~~IlI().qll~~e(
idebe~~~ple~rjJ9~~o tie~inpo.iEn la escuela de Cirene, por grande que fuera su perspicacia mental, su especulacion [171)
.
Walter Pater l6giea y fisiea, sus intereses te6rieos en general, s6lo se valoraban en tanto en euanto servian para dar una base, una justifieaei6n
intelectual, a esa preoeupaei6n
exclu-
siva por la etica practica que fue la nota predominante de la filosofia eirenaiea. Que fervoroso yentusiasta,
que
fiel a sf mismo bajo las multiples variedades de caracter, habia sido el esfuerzo de los griegos por eonseguir la Teorfa: la The6ria, esa visi6n de un mundo totalrnente
.-.-~~------
razonable que, segun el mas importante eonvierte literalmente
al hombre
de todos ellos,
en I5i~s. iC~n
leal tad persistieron en su busqued~;pesar
q~~'
de las nume-
rosas deeepeiones! Quizas algunos de ell os pudieron eneontrar en el Evangelio de San Juan el tipo de visi6n que estaban buseando; eoneernientes aparieneia.
pero no en,l!:-s «dudosas disputas»
al «ser» y el «no ~~,Ij\ al eonoeimiento
La mente de los hombres,
y la
incluso de los
hombres j6venes, en aquellos tiernpos tardios podia pareeer oprimida mueho
por la fatiga de unos sistemas que iban
mas alla del eonoeimiento
mente de Mario,
positive. Y en la
10 mismo que en la antigua eseuela de
Cirene, ese sentimiento apetitos tan juvenilmente
del ennui, en eombinaei6n
con
vigorosos, produjo una reae-
cion, una espeeie de suieidio (desde entonees se hanl",.,~. visto ejemplos semej antes) mediante el eual sededicaba ' una gran agudeza rnetaflsica a la funei6n de dernostjgr ique la espeeulaei6n metafisiea era imposible 'teorfa abstraeta serfa valoradatan [l72J
0 iI1ytih La s616-en la medida en
Mario el epicureo que pudiera servir para limpiar la tablet a de la mente de las suposiciones que solo eran realizables a medias,
0
to-
talrnente visionarias, dejandola can una superficie igualada y sin fallos para permitir las impresiones de la experiencia con creta y directa. La que da a la doctrina cirenaica, a a sus reproducciones en la epoca de Mario a en la nuestra, su gravedad e importancia,
es esa absoluta virginidad con respecto a
la experiencia directa.lliberandonos
de
esas abstracClO-
~::~y:~:~~~~~i:~ ~~~::~~:~e ~::~~:~~~ ~os ~-~~~hemos hecho y que can frecuencia solo son
una represenracion
erronea de la experiencia que afir-
man describir -losJd.Qla, los Idolos
0- falsas
apariencias,
como los Hamada Bacon mas tarde--; neutralizarla tluencia distorsionadora
t~ ~ll1~~apacidad metafisica consumada: miento
in-
del sistema metafisico medianeste reconoci-
audaz, preciso y sobrio, bajo una «luz muy
seca» , de su propio objetivo, junto can un habito del. sentimiento
que en el aspecto practice
abrir una puerta ala debilidadhumana.
quizas pueda, Fue aquella una
escuela a la que nuestro joven pudo Hegar ansioso de la verdad, esperando mucho de la filosofia par una curiosidad nada innoble, aspirando, nada menos, a una «iniciacion», Regresarfa antes mundo
0
de las impresiones
despues ala experiencia, al concretas,
a las casas tal
como podian ser vistas, sentidas u oidas par eli pero can [173]
Walter Pater
una maravillosa maquinaria para la observaci6n, y liberado de la tiranfa de las simples teorfas,
Tales eran, en los intervalos de reposa, tras la agiracion producida par la rnuerte de Flavia, los pensarnientos de Mario; al tiempo que sen ria como si hubiera vuelto ala luz hermosa, clara y pacffica de aquella agradable escuela de saludable sabiduria sensual, en la brillante y antigua colonia gric;ga, en su meseta fresca junto al mar. El ideal al que apuntaba .realmente ese metafisi_- co anti~eti[i~~~-~o era-eI pl;~~~, si-~~--~n:;~~plitud g~neralde l~ '(ida. Ypara esa.';ld;pl~~a
0
~~;pT~~~,~~a
diversas pero selectas, el auxiliar
vida de sensaciones
mas directo y eficaz debia ser, en una palabra, la percepcion. La libertad del alma, la liberacion de todas las doctrinas parciales y falsificadas que tan solo consiguen aliviar un elemento de nuestra experiencia a costa de otro, la liberacion con respecto allamento
del pasado y el cal-
culo dei futuro: eso noseiia sinol~ fas~prelT~i~~~~~-la materia real de la~~tl~aSI6n. :'.la percepcion,
la percep-
cion pot medio de la cultura, de todo aquello que el momento
presente nos confia mientras nos encontra-
mos, tan brevernente, que planteaba la
en su presencia, J!~esa
maxima
Vida comoel objetivode la-;_d~se de-
dud a como una consec~~~~i~-p'~ictlcaen;_~o resultaba deseable refinar todos los instrumentos intuicion interior
0
de que de la
exterior, desarrollar todas sus capa-
cidades, ejercer y comprobar
el propio ser en ellas, hasta
[174J
Mario el epicureo que toda la naruraleza propia se convirtiera en un complejo medio de recepcion para obrener la vision -la «vision beatifica», si queremos tom ada como tal- de nuestra experiencia
real en el mundo.tEro6fetlvodeli~'
, educacioli' correcta deuno seria la transrnision
m.lsmQ:;;de
los dernas, no
de un cuerpo abstracto de verdades
o principios, sino la transrnision de un arte: un arte que en cierto grado es peculiar a cada caracter individual, con las necesarias modificaciones
debidas a su constitu-
cion especial y a las circunstancias peculiares de su crecimiento, puesto que ninguno de nosotros es «igual a otro en rodo-.:
_'----
(' ~.."
i
\,
[175]
Capitulo IX
El nuevo cireneismo
Esas fueron las conclusiones practicas a las que lleg6 Mario por sf mismo, cuando algo mas tarde abandon6 la autoridad de los demas, a partir del principio de que «todo es vanidad». Si no podia contar mas que con el presente, si ~~sie los_~~so~\l~!l:yi~~~!~~c;)!o puede conducir a .ningun Iugar fuera de simisll1a, si la mas-ele~d-';-~~;i~sidadd~l~-s-h;~b~;~~~~~-~~n:-persistentemente
estorbada, entonces, como los cirenaicos de
todas las edades, al menos llenarfa la medida de ese presente con sensaciones vivas y con esas aprehensiones
in-
telectuales que, por la fuerza, la direcci6n y los valores inmediatamente
entendidos
de una experiencia
real,
son en su mayor parte igual que las sensaciones. Asf han hablado algunos en todas las epocas, pues este tipo de reflexi6n es una tradici6n
constante
en la filosoffa, al
igual que todas las teorias que expresan realmente una poderosa tendencia natural de la mente humana,
0
cluso algunas de sus debilidades
Toda
[177]
caracteristicas.
in-
Walter Pater epoca del pensamiento
europeo ha tenido sus,@~~~i~~s ,
~P~S~J.~9S bajo multiples
disfraces: incluso bajo
----
l~~
pucha del monje. PerQ.hfrase.££Jl21ilmosy bebamos, pues .... '--
...-
manana.l1J:.qriremoses una proposicion ~i;;~~:4Wer~~~cbl§f_rn2 j~~~i~~adquirido.por
._..
.-.'
'-'"
"'_
cuya importan-
segun sea elgusto natural.
yd
losinvitados q~e se sieIlt~~i'L~=
lll~.~aJ:>,uedeno expresar nada mejor que el instinto del Ciacco de Dante, el gloton que se revuelca en el barro del Inferno;
0
puesto que ningun~hipotesis
perrnite que
el hombre «viva tan solo de pan»', puede ser identica a la Frase «mi sus tan cia es hacer
10 que es justo y arnable»; :-.
aunque el alma no pueda afirmar sinceramente
haber
captado nada que este mas alla del velo de la experiencia inmediata, sin embargo no pierde nunca un sentimiento
de felicidad cuando se conforma al mas elevado ideal
moral que pueda definir claramente por sf misma; yentonces se ocupa realmente, aunque sea con debiles esperanzas, de «los asuntos del Padre»
1•
En aquella era de Marco Aurelio, ia_!l_de.§_~_gafiada de la ambicion metafisica de ir mas alla «de las m~;;;:-llas fl~~lg~ras gel que
I;~;;1~~;~'p'e~; -p~-;'~~~~p;;~~ p~;~i
un; a~~~1Ulacion-Ja~-'~~~~~ d~tes~-;;s>lr1t~lectuales;- v tenia ta~ ~!11Plia.,~.9pipiQne~-}Qb_r~. ~;da~ las v~d~dade5 de 10 que.es poderoso 0 atractivo ~~ '~lhombre y SU5 obras, los pensamientos de Mario no hicieron otra cosa q~.le-segt:;i~-cl··camlnoa:croptaao··porra'ma:y;;tI~--d~k personasaaecuadas;-aunquese-Ji~lgl'erahaclai'i;;a'ZueS:- -~-.,-"'-'"
-
[178]
-
_-_
-.-.'- ..•.~'~;~--
Mario el ep icureo tion diferente. Interpretado "---
.
..'
.
.c'
'.'
en un tono rea!El~J.1:!~"ele.. , .•...•
""."
'·'T>
.,.,
"'."
,'
.,.~."",
piecepto se?eifectop'o~ lo,qlf;fc {~!r:BfZ~l£! (fj,Jjueh?tj~aquiyahqra~d precept~..--...de la ;,cultur;l:>,t?:l '~-~~-: . -.,-- ~-,,-.-~.~.,...... ... va~eri6'-el' ,.
-"'__;;___-~--,-
como se Ie Il~maba,
0
-
de una educacion
-,'
completa~
poala'saTvaifeaJ.l11enos de la vulgaridad yla pesadez de' ~~~-gen~r
eD. general.D.9 tenia
~~..temperarnento refinad()',:
\""_'~~"'o"~-"--'-:'--""-'.<'-------
-..
.
nestar material" Concediendo
'nues"t:ra ~~istencia
._ -
que
,_"
- .. ,.•. ,
10 unico seguro de
es la punta afilada del momento
sente, entre dos eternidades hipotericas, y que
pre-
10 unico
real de nuestra experiencia solo es una serie de impresiones pasajeras ~de esa manera continuaba
habia condensado
versas lecturas filosoficas-,
Mario el.argude entre sus di-
dado que !.'!QE,c ..a~~;t_!E;()~ a ir
mas alla de los muros _-.-,_de__.-. esta celda cerrada de.nuessra-c---~-. - ...~- ..~.' -,.'~----"--"--'.,,"-.""" .,..... ~-~.....".,--,.,,,.,--,,,....,,-.-=,,,..;,..,....,'-""'-~~-.. a, Y~S:,~.L!1()S_.. 2E.
y, el .pensar ~D cualquier
"InurinG quehaya mis alIi ~~q~izas.u~a ens?fiaciOn mas intitil todavlaentonces
el, en qui en ~quella;i~pre~io-
nes~pasa.j~ras =rostros, voces, la luz del sol materialeran muy reales e imperiosas, al menos podia dedicarse a considerar
de que manera esos momentos
reales, al
pasar, podian aprovecharse al maximo formando
de la
manera mas habil su capacidad. En rnedio de las dudas metafisicas
abstract as con respecto a [179]
10 que pudiera
Walter Pater. haber tan solo un paso mas alla de esa experiencia, reforzando el ~~:~i~_lJtoprQtundo y ori~,inal de l~prQpi,'Jc) 'ri_aturaleza humana, 'tan fntimamente unida al mundo se~sual, dejernosle al menos que obtenga el maximo provecho de
10 que habia «alli y entonces», En la oscuri-
dad real de los caminos que llevan desde los medios a los fines -fin~§ _-.
PQJ
--
sLmi,5mQ~._g~sea.Ql~a.1J.D9ue en su
mayor J'~~te_sliwl.Otes~,Y.RarajLd_e.!'sh:Jllegorr:.t.~s ,a:ll~~t~L,.._ ~~_~~~,o.~1:5:,,:v:i~ibJ~=J... en todos los casos se aseguraria de que los medios, por utilizar esa terminologia bien establecida, tuvieran algo de finalidad mismos, y ellos mismos cornpartieran
0
perfecci6n
en sf
en alguna medi-
da la naturaleza mas excelente de los fines: es decir, que los medios justificaran el fin. Con esa idea exigiria la cultura, la TTQLodG, tal como de dan los cirenaicos,
0
dicho de otra manera-una edu-
caci6n amplia y completa:/~;:a_';d:~aci6n
en part~'~eJ,
gativa, por ~firmar'I~~Ti;';;i'tes autenticos de la capacidad, .) .humana, pero en su mayor parte positiva y dirigida es- , pecialmente ala expansi6n y el refinamiento
de la facul-
!
tad receptiva; sobre todo de aquellas facultades que se \ refieren inmediatamente "
a los fen6menos pasajeros: las!
facult
C~>5), tal como la denominariamos
te se ocupaba ampliamente
de aquellos aspectos de las
cosas que nos afectan placenteramente [180]
por medio de la
Mario el epicureo sensacion,
~1_~egQ_~Lane,
incluyendo
todos los
tipos mas refinados d~~r?-_t\lJ:a,,(I;:1 estudio de la rnu(:Sifa__en ese sentido platonico
amplio, segun el cualla
musica incluye todas aquellas materias que presiden las tM(r~~~~~_l
deb en p_rt:sellt~rJ?:s fo_rrnas de vida mas
perfectas Fre-spirit-~ y la materia bajo sus condiciones !mas puras y perfectas-]
los objetos mas estrictamente
Lapr6piados a esa cont~'mplacion
desapasionada,
que
tanto en el mundo de la disciplina inrelectual como en las formas mas elevadas de la moralidad y de la religion debe considerarse como la funci6n esencial de 10 «perfecto». Esa manera de vivir puede llegar incluso a parecer un tipo de religion: una religion 0 piedad mistica, interior y visionaria, en ;irtud- de su esfuerzo por vivir dIas-que por sf mismos resulten «amables y agradables»,
aqu1Y ahara, eEentido p~~de~cia
y con una suficiencia total del bienestar en
inmediato del objeto contemplado,con
ci~cualquier
in de-
fe 0 esperanza que pudiera pre-
sentarse como su tendencia ulterior. De esta manera, la autelltica
cultura estetica podrfa realizarse como una
forma nueva de vida conternplativa, afirrnacion
en la «bendicion.
enconrrando
su
intrinseca de la «vision»:
la vision de hombres y objetos perfectos. Desde luego que a la naturaleza humana le gustarfa reconocer un fu[181]
Walter Pater turo tranquilo e ilimitado, cornplaciendose
en el suefio
de un hogar final que se alcanzaria en una fecha todavfa remota, pero con el placer consciente de llegar por fin al hogar, tal como se representaba el Eliseo en muchos antiguos poemas. Por otra parte, el mundo cion, la inteligencia
de la sensa-
y la emoci6n perfeccionadas
esta
tan cercano a nosotros y resulra tan atractivo que el mas visionario de los espiritus necesira representar el mundo invisible en colores, y bajo una forma que ha tomado
el. Parece verosimil que Mario dijera: je_!1::._ _ resen te t<;l1c:es. que-se me as.eglJg~qm~_D9p~r~eEe"~I?:_el.p
prestada de
~ingun detalle de est;l_y!~a de conciencia re~[i;;d;:ry ahi,por fin, hay una visi6n, una teoria,
eE:UpC~, que-no
reposa sobre una base de hipotesis sin verificar, que no pide un futuro tras todo
10 que ha sido problematico,
que no se vena afectada por el descubrimiento
de nin-
gun Ernpedocles (mejorando la antigua historia de Prometeo)? con respecto a
10 que habia sido realmente el
origen y el desarrollo de las facultades alcanzadas por el hombre, y de esa particula de raz6n mente divina que hay en trina, en sus momentos
0
espiritu evidente-
el. Desde luego que dicha docmas placenteros,
preceptos acerca del ernbellecimiento,
tendrfa sus
generalmente
de
10 que nos esta mas proximo, del adorno de la vida. hasta que, con una norma de conducta no imposible de alcanzar, la propia existencia se irfa pareciendo, dia, a una pieza musical bien ejecutada, [182]
dia a
a ese «movi-
Mario el ep icu reo miento perpetuo» de las cosas (asi se imaginaba Mario la materia
utilizando
las antiguas
ajustandose a un tipo de cadencia Es comprensible contrara
0
imageries griegas) armenia.
que esa filosofia «estetica» se en-
(al menos te6ricamente,
y por una curiosa
cuesti6n casufstica legitima desde su punto de vista) sopesando las afirmaciones
de esa realizaci6n de la expe-
riencia seria, cone entrada y apasionada frente a las de la moralidad
recibida.
con una disposiei6n
Concibiendo
su propia funci6n
y volviendose,
algo desesperada,
como puede volverse toda forma de sentimiento ble,
excita-
10 mismo que el propio sentimiento religioso, algo
antinornica ', cuando en su esfuerzo por conseguir el orden de las experiencias preferido se enfrenta a la rnoralidad tradicional y popular en aquellos puntos en los que la moralidad
puede asemejarse a una convenei6n
a una mera fase del mundo,
alla de los limites del orden moral conternporaneo: contrando
0
de vez en cuando ida mas
quizas cierta excitaci6n
placentera
en-
en una
aventura tan audaz. La posibilidad pensamiento
0
sultar refinado
de algun riesgo de este tipo en el incluso tonificante
fuertes y saludables,
al&lln.;itendencia
para los que son
resultara sin embargo,
dice Pascal acerca de la sabiduria de Montaigne,
10 que pudiera re-
en la practica -que 0
«perniciosa
tal como
amable y templada
para aquellos que tienen
~~t{rr;r~ l;'lmpiedad~ [1831
(;1~ld~;)=;i~
Walter Pater reflexi6n a la que nos hemos referido anteriormente resultaba un buen objetivo para la acusaci6n. Pero no, sin embargo, puestas
para el cargo de d1edonism~)y
consecuencias.
La sangre'
sus su-
y -~r coraz6n
de
Mario seguian siendo puros. Sabia que su meditada con el efec-
reorla de la practica le estaba preparando, to de un principio las mananas, que pareda
moral que regresa a la mente todas
para el trabajo de un estudioso, predispuesto.
Sin embargo,
para el
entre sus co-
nocidos hubo algunos que llegaron ala conclusion que con el «orzuelo epicureo. placer -con nian-
estaba convirtiendo
esa pobre conviccion
de el
que del placerte-
en-ei"iinico motivo de la vida. Y evitaron cual-
quier anifisis
ma~ 'exacto de la situacion
al cubrirla
con un terrnino general tan sonoro, a traves de cuya
_)
, vaguedad
crelan ver al severo y laborioso joven en la
; compafiia vulgar de Lais4• Sobre todo cuando se han
! <.
utilizado con un proposito
confeso de controversia
al-
gunos terrninos
como el de~!ili:~cl<;>~_~srP'(9» -:-te.rminQ,s
de comprensi6n
amplia y vaga-, pasando a ser uno de
tos peores
ejemplos de
cuestionables»;
10 que se denornina «terrninos
y en aquella epoca tardia en la que
vivio Mario, tras el polvo creado por tantos siglos de debate filosofico, el aire estaba rep le to de terrninos semejantes.
DiHcilmente
proche ese terrnino
los que utilizaban
griego para describir
del placer tenfan mas posibilidades [184J
como rela filosoHa
que los propios
Mario el cpicureo griegos anriguos (quienes con respecto a este tema de la teo ria del placer, siendo sus maestros en el arte del pensamienro,
eniaticamente habian
abundado
en la
necesidad de «trazar distinciones») de llegar a conclusiones eticas delicadamente zonarniento
un ra-
que empieza por un rermino general, tan
globalque cualidad,
correc:tasm~diante
cubre placeres tan distintos en cuanto a su sus causas y sus efectos, como los placeres
del vino y del amor, del arte y de la ciencia, del entusiasmo religioso gusto
0
polfrica, y el de ese
y la actividad
curiosidad
que se satisface con largos dias de
serio esrudio. En verdad, cada uno de esos placenreros modes de actividad puede convertirse en justicia en el ideal de la doctrina «hedonlstica».
Pero dada la fase de
reflexion por la que estaba pasando Mario enronces, la acusacion
de «hedonismo»,
la autenticidad ba aplicable de Mario
con independencia
adecuadamenre. habia extraido
EI «nuevo cirenefsmo» su criterio
como el placer, sino de la plenitud «percepcion. variedad
de
del peso que pudiera tener, no resulta-
que conducia
y seleccion
no de valores
de [a vida y de la
la energia,
a esa plenitud:
de la experiencia,
incluyendo
tambien el dolor y la pena nobles, amores como los de la exquisita y antigua sinceras y agotadoras ca y Epicteto, mente
historia
de Apuleyo,
0
formas
de vida moral, como la de Sene-
Era una teoria que podia ser adecuada-
considerada
como
muy coincidente
[185]
con el
Walter Pater principio
mas importante
de los propios
con una version mas antigua
estoicos,
0
del prec~pto: ';'[0 que'
d~scubrasql,l~'hace
t~'m~n~:ha~-l~ con toda t~ pote~-
'cia. una doctrina
queiesu.lt:~b~ muy aceptable entre
los espfrirus mas nobles de aquel tiempo. E igualmenre, su tendencia
equivocada
ida en la direccion de una
especie de mera idolatrfa de la vida,
0
de la fuerza
0
los
dones naturales: l'idoldtrie des talents. Entender las d~'l arte y el pensa-
~~-;rlve;:-;~~
rniento antiguos,
las formas diversas del sentimiento
(10 unico nuevo en un mundo en el que casi abundaba demasiado 10 antiguo), satisfacer, con
humano
real
una especie de equidad escrupulosa,
las apelaciones de
esos objetos concretos y reales a su simpatia, su inteligencia y sus sentidos, «extraer del corazon su rnisterio». y a su vez convertirse en el interprete
de todo eso para
los dernas: todo esto habfa llegado a definir para Mario un designio casi practice, determinando
la eleccion de
[e-~ la vocacion con la que iba a vivir, Era . la.. epoca de los -. ...•....,.... ---_
toricos,
0
,
-
---.;
-.._.
de los sofistas, como se les llalllaba~yec~s,;c!e~
hombres que en'aIi~Qos casas alcanzaron gr.a,nia~a;: f~~t~na mediante llP-.cultivo literario de .la «ciS:!lc!~:~_S~ habfadicho a menudo que esa ciencia debia ser totalmente un asunto de palabras. Pero en un mundo que se confesaba tan abundante
en
10 que era antiguo, incluso
la obra de un genio debia acarrear abundantes
criticas; v
en el caso de los mejores de entre los suyos el retorico no [186]
Mario el epicureo era, al fin y al cabo, sino el interprete elocuente y eficaz, para los oidos complacidos
de los otros, de aquello que
el mismo habia llegado a entender, tras afios de viajes y / estudios, ace rca de la hermosa casa del arte y el pensa- ; miento que era herencia de los tiempos. El emperador Marco Aurelio, a cuyo servicio habian convocado ahora ' a Mario, era, mas
0
menos abiertamente,
un «conferen-
ciante». Esta palabra tardia incluia, entre otros muchos rasgos modernos
curiosamente
vivos, la imagen con la
que tan familiarizados estamos del ensayista ciante publico;
0
conferen-
en algunos casos afiadia a sus otros
dones el de predicador
cristiano que sabe como llegar a
la sensibilidad de la gente en nombre de los que sufren. Seguir el camino de esos exitos era el instinto natural de la ambicion juvenil, pero Mario no decidio par egoismo vulgar, a los diecinueve afios de edad, iniciarse, igual que otros muchos jovenes, como estudiante de retorica en Roma. Aunque farmalmente
su trabajo hubiera pas ado de
la poesia a la prosa, seguia teniendo, como siempre ocurre, un temperamento
poetico, par
10 que me refiero,
entre otras cosas, a que con independencia
de la cos-
tumbre general de esa triste epoca vivia mucho, por asf decirlo, par sistema, de los recuerdos. Como habia captado a edad muy temprana
la sensacion,
0
conciencia,
del presente, habia llegado a darse cuenta de que, despues de todo,
10 principal en la conduccion del presente [187]
Walter Pater
era esta <:ues~i6~JE(Smomej)i~-ece~~-~~t-edia-er.p_r~~§sL~' -~ano,por que 10 valorareiPues en cualquier dia 0 mes dado, la principalpreocupacion
era 1<1impresi6n
que
dejaria en la memoria. La memoria le hacia a veces alguna trampa extrafia, pues apartandose
de la graduaci6n
natural, 10 que le habia sucedido el mes anterior, el dia anterior,
0
y apartado
incluso ese mismo dia, le parecia tan alejado de el como las cosas sucedidas diez afios
antes. Algunas etapas de su vida le parecian apartadas de el, aunque muy reales, y las veia bajo una perspectiva delicada y una luz favorable; de alguna manera, todas las circunstancias
y detalles menos afortunados
se ha-
bian apartado de ellas. Muy a menudo, esos rnomentos eran aquellos en los que el trabajo de otros le habia ayudado a cap tar placenteramente
el arte, la naturaleza
Y!-
place a los dioses no es 10 que hago, sino 10 qu_~soy .elpoder qe:estayi~i6n!» - -- Pero algo incoherentemente
la
clert:;m;:~;;_te-Z~~--=-
vida. Decia para simismo:!;'jL;que ~,~
0
?~O
para aquel que ha acep-
tado como ideal filos6fico el ~ov6xpovos ~8ovi) de Aristipo -el placer del presente ideal, del ahara mistico -, junto con el hundimiento
precipitado
de las cosas en el
pasado, [e lleg6 un deseo de retener «10 que era tan transitorio». jSi pudiera retener el tambien para los dernas algunas clausulas de la experiencia, tal como su memoria imaginativa
se las presentaba
ante sf mismo! II:
aquellos veranos calurosos y magnificos habria aprisio[188]
Mario el epicureo nado el perfume mismo de las flores. Crear, vivir quizas un poco mas alla de las horas asignadas aunque no fuera sino un fragmento de una expresion perfecta: asi se definio su anhelo de retener algo en medio de la «fluencia perpetua».
La gente solia decir que entre los hombres
con esa vocacion las palabras eraIl cosas. jPues mUYl bien!wnsuc~~~~ l~s :p;Jabras serian cie~tamente cosas: --palabra, la frase, valiosa en proporcion transparencia
exacta con
Ii Ll.
con la que transmitia a los dernas la apre]
hension, la ernocion, elestadode
~n.imQ q.lleJan
vivo1
provisam rem non in vita ~e~~tur5: jante todo la aprehension viril de la natura-
..real era.~!l~uinteriOI[Wrbaq~e
leza autentica de las cosas, de la naturaleza autentica de las propias impresiones!
De las palabras se deduciria
que, como es natural, una cornprension
cierta del pro-
pio ser es siempre la primera condicion de un estilo autentico. Ellenguaje
delicado y medido, por ejemplo la
exquisita frase atica en la que podia hablar el erninente Aristides, era por tanto un poder al que respond ian facilmente los corazones de los hombres, y a veces tambien sus bolsas. Y eran muchas las cuestiones, pensaba Mario, ace rca de las cuales el corazon de aquella epoca tenia gran necesidad de ser conmovido.
Apenas sabia
10 poderoso que ese anti guo sentimiento religioso de la responsabilidad, 10 que llamamos nosotros la entonces
conciencia,
se agitaba todavia en su interior como un
cuerpo de impresiones interiores tan reales como las ex[189)
Walter Pater teriores que tanto se valoraban, of ender, con un sentimiento
y a las que se podia
extrafio de deslealtad, 10
mismo que a una persona. Habia tornado ademas la determinaci6n,
que no se debfa a temor alguno, de no
afiadir nada mayor que un suspiro pasajero a la gran suma tatal de la infelicidad de los hombres durante su recorrido por el mundo: tambien ahi podia reposar en la deriva de las meras «apariencias». Todo eso implicaria una vida de trabajo y estudio laborioso, que s610 resultaba posible mediante dominio
saludable que mantuviera
un auto-
limpio el ojo del
cuerpo y del alma. El elemento masculino,
la concien-
cia 16gica, se reafirmaba ahora en la incipiente madurez: se reafirmaba incluso en su estilo literario con una cierta
I
firmeza del perfil, ese tacto del trabajador del metal, en
I
medio de su riqueza. Instintivamente
condenaba
I
su obra y en si mismo, contrariamente
a 10que suele
I'
ya en Sl.l-
ceder entre los j6venes, to do 10 que no hubiera pasado por un proceso de correccion largo y profuso. La Frase 0 sentencia fdices se modelaban pensamiento
escrupuloso
sobre una estructura de
terminada
con limpieza. En
la fuerza sugerente del unico maestro de su desarrollo, que duramente
habia luchado con la prosa imaginativa.
yen la expresi6n, la dorada expresion, del otro, tan contento con el poder de su persuasion que nunca habia [legada a escribir: en la combinaci6n des puso su idealliterario,
de estas dos cualida-
yel secreta de su expresividad [190]
Mario el epicureo singular fu~ esa rara mezcla de la gracia con elrigor \ausferidadihtelectualesLc\ . .. .
0
la .
\··"·Adquiri6 en aquel tiempo un cierto aire libresco, la actitud algo sombria del estudioso profeso que, aunque no interfiri6 nunca con el tono perfecto, «fresco y serenamente dispuesto», del caballero romano,
10 alteraba sin
embargo con un interesante rasgo oblicuo que espantaba a algunos de sus iguales en edad y rango. La sobria discreci6n de sus pensamientos,
su habito sostenido de medi-
taci6n, el sentido de aquellas conclusiones negativas que le permitian concentrarse, con tanta absorci6n, en es inmediatamente
10 que
el aqui y el ahora, [e daban una pecu-
liar forma de confianza intelectual, como la de aquel que ha sido iniciado realmente en un gran secreto. iPues, a pesar de su aire tan suelto, pareda vivir intensamente
el mundo visible! Y fue entonces cuando,
rebelandose contra la preocupaci6n
por los de mas que
tan a menudo habfa perturb ado su espfritu, sus especulaciones y deseos con respecto a cual podria ser la experiencia real e importante
determinaron
del amor, de estar con Cintia
0
en el no el deseo
con Aspasia, sino una
sed de vivir en lugares e~Sl~i?i~q~SEJvelo que h~b~iade! l'ievauratsepar'iereraelque
cubria las obras de los anti-]
\ guos maestros del arte, en lugares donde la naturaleza
i.
\habia ejercitado tambien su maestrfa. Y fue en ese mo- ': \mento preciso cuando le llamaror; para.que a.<:il.4ieg_g,J 'Roma.....;\ rilt h,~.\\' I. [191]
Capitulo
X
En cI camino
I~
~,
Mirum est ut animus agitatione m(}wquc corporis excitetut'
I.
CARTAS DE PUNIO
Muchas partes de esa cadena de pensarnicnros, sohrc todo sus deralles practices mas exactos y cncrgicos, al principio 5610 los conjeturaba valos de
SllS
la coherencia
vagamcnte
en los inter-
visiras a la rumba de Flavio, y alcanzaron de los principios
formales en medio de
los incidenres agirados del viaje que Ie lk:vu hasta Rorna cuando cstaba rodavia Ilene de cxpcctativas y tenia toda la fuerza y qucrirnienro SlI
eI optirnisrno de sus diecinueve aries. EI reprocedia de uno de los anriguos arnigos de
padre, que vivia en la capital, que se habia rnantcnido
al tanto de los progresos del rnuchacho, de sus conocimicntos, sus maneras corteses y sobre todo de su her-
mosa caligraffa, y le ofrccfa un puesw, practicamentc eI de un amanuensis, cercano a la persona del filos6fico [193J
Walter
crnpcrador.
Pater
La antigua casa que poseia su familia en la
colina Ccliana, olvidada durante
tanto ricrnpo, podia
exigir su arcncion personal; y Mario, Oligoaliviado gracias a los preparatives del viaje de cierra tension excesiva del espiriru PLlSO
con la que habia vivido ulrimamenre,
en camino aguardando
que Ie prescntaran
se ante
Aurelio cuando esre regresara rras un primer exiro, que pronto se demosrraria
ilusorio, contra los invasores de
mas alla del Danubio. La fase inicial del viaje, con un tiempo dorado que Ie hizo quedarse tres dias mas a partir del momenro visro para eI inicio -dias que oscurecieron lluvias de otono-, las pendientes
pre-
las prirneras
Ie ilevo por los carninos que cruzaban
inferiores de los Apeninos de Luna hasra
la ciudad de Luca, una parada en la Via Casiana: viaj6 sobre rodo a pie, rnientras el equipaje le seguia bajo el cuidado
de sus criados, Llevaba puesro lin sombrero
ancho de ficltro no muy disrinto al del peregrino mas moderno, la cabeza lc sobresalfa del cuello de su paenula gris,
0
manto de viajc, cosido por eI pecho,), con los dos
lados plegados sobre los hombros
para dejar libres los
brazos al caminar, e iba tan e1eganre y con tan buen aspecto que cuando ascendio la colina desde Pisa, por el largo y empinado para contemplar
camino enrre los olivares, y se yolvia 10
que todavia podia discernir de los
cipreses del jardin de la antigua escllela, que eran
C0l110
dos lincas negras junto a los muros amarillos, un nino [1941
!V/tlrio el epin/reo
pequcfio Ie cogio la mana y mirandole con total conflama ernpczo a caminar a su lado, por el simple placer de su compafifa, hasta el punto en el que el camino volvia a descender lucia el siguienre valle. A partir de alii, dejando arras a los criados, se entrego mienrras caminaba a las irnpresiones de la carretera, y casi se sorprcndio tanto
par la presteza con la que llego la noche como porla disrancia de su casa a la que sc enconrraha para enronces, En la pequcria eiudad de Luca pcrcibio, en la rnera aparicncia exterior de las cosas, ese sentimiento
indes-
criprible de bienvenida que parece designar a deterrninados lugares para el proposito especial de una neche de reposo, )' los reviste siernpre, una peculiar arnabilidad. chos toscarnenre
rerrospectivaruentc,
de
Bajo la luz crepuscular, los te-
enrejados
parecian apiriarsc unos al
lado de los orros formando
sobre la ciudad enrcra un
abrigo continuo que se cxtcndia, ancho y bajo, sobre los calidos dorrnirorios
del interior; y ellugar que uno vc
por ve: primcra y en el que debe dctenerse ran solo una neche, rcspira eI mismo espiritu del hogar. Los aldeanos se demoraban eonfonne temprano;
L1nosminutos en las pucrtas de sus casas
avanzaban las sombras, y luego se acostaban aunqut: todavia se vela un resplandor
a
10
largo del camino, por entre los trigales cosechados, y los pajaros estaban todavia despiertos sobre las alturas grisaceas yen decadencia de Lin templo antiguo. Ellugar estaba ran tranquilo y barrido por cl aire que uno apenas [1951
Wal rcr Parer sc daba cucnta dcros
ruvo
de donde
sc convertlan
carnbiar
que
pcqueno
en calles.
mas rapidamcnre,
por postas a
10 largo
del
0
una
exrraria religion
donde
las perso-
del importanre
camino
parecian
el centro
el
hacia
cia se csparciun
un tiernpo,
lucia aquellos
la tierra sombria
a quienes
habia
tiempo
en ;.quellas
colinas,
entre los ornamentos
menras
y las armaduras y la conciencia
adivinar
como
forjadas, intima
y
de
en vida. Le
el
transcurria
de las laderas
de oro
la
habirantes
conocido
casas pintadas
micdo,
mienrras
SlI
roda su tuerza,
can
insrinriva
que casi podia
rnisde
de los vivos, revi-
arioranza
no Ic pwdujo
despe-
gue can ranta abundan-
par entre las viviendas
parccio
se
retorzado por la vi-
sobrc los muerros,
vio en el durante
compaiiia,
gue todos
10 que el sabia
pais de Erruria:
sion real de las casas funerarias
l1luerros;
desde ahi
dos etapas
que lucia poco que se habian
y visionario
anrigua
y
debia regresar
haciendo
EI
de viajar.
Via cruzaba cl corazon del anriguo,
dido. Aquella tcrioso
siguiel1te
la forma
0
ya la capital,
aprcsuraban,
A la mariana
de la Via Casiana,
nas y los incidentcs pn.:sagiar
y los sen-
por ncccsidad
carro con el cq uipajc
avanzo
el campo
rcrrninaba
de las
de plata, las vesti-
los criados
y
darmidos
de esa gran poblacion
sino mas bien un scntimiemo en llna agradablc
de
tarde subia las co-
linas a pie detd.s de los caballos. Al
dh
no menos
siguientc primitiva
eI
camino
pasaba
que ]a plataforma [1%)
bajo una ciudad weosa
sabre
la
Mario el epicureo que se elevaba: unas rocas blancas que hacla mucho tiernpo que brillaban ante el en la distancia. Por los caminos humedos descendian los habitantes para ir a una fiesta; rodos ellos, ricos y pobres, igualmente
vestidos
can toscos delantales de lino blanco. En un tearro al aire libre, can los asienros excavados en la pendienre cubierta de hierba, ernpezaba a representarse una obra antigua
I
y conocida.
Mario capr6 la expresion aterrada de un
nifio en brazos de su madre al apartarsc de la boca mlly abierra de una cnorrne mascara, buscando refugio en su pecho. EI camino subia y volvia a desccnder por la empinada calle que llevaba a otra plaza, resonance con el ruido del metal bajo
eI martillo, pues cada cas a tenia su
taller de bronce y los objetos brillantes de este metal y del cobre resplandecian,
como luces en una cueva, por
sus csquinas y tejados oscuros. Los nifios observaban
crabajo rodeando los yunques,
0
eI
corrian a echar agua
sobre el metal ardiente y siseante. Mienrras tornaba su comida rapida del mcdiodfa,
una masa de castana y
queso, Mario vio rarnbicn c6mo, bajo los habilidosos golpes, la superficie de un gran jarr6n de cobre se iba cubriendo
de pequefias petalos de flares. Al atardecer
via una escena que parecia exrraida de Virgilio: una mujcr, junto al camino, gritaba frenerica las palabras del alglm filtro
0
maldici6n
en verso, moviendo
extrafia-
mente las manos hacia los viajeros que pasaban. Pero junta
a la gracia superficial de aquellos inci[ 1971
Walter
dentes del camino,
Pater
conforme
se iba acercando
a Roma,
Mario observo las sefiales de la gran peste. Con Adriano y sus sucesores
se habian
presentado
de los esclavos. Las ergastufa2
para mejorar la condicion se habian abolido,
rnuchos decreros
pero no habian sido sucedidas por un
sistema de trabajo libre. Toda una poblacionjnendican-.
te, que ~:<_,!ge_r.:J..Q.~.~!lg'Lfi.Qs~rner:.~£tl!_lg_uier sin~0_112~X_ circunstancia de miseria, deaf£l_~9~_0_~.~s_cab~ aQr:_igQ. d~n(-ro-·~~-T~.~-gia-;d~~::;;_l~~LQ_t;_~l1~ a_n~iguas casa~_,~_e. rrabajo,
medio en ruinas, Yen su mayor parte habian
sido atacados de diversas formas par la pestilencia. Habian lIegado al nivel heroico qlleos y cicarrices, mano,
en cuanto a harapos, biz-
can codas las caricaruras
aracados
del tip a hu-
mas alia de 10 gue puedc
posible si se va a sobrevivir. Enrreranro, estaban tan cuidadosarnente aqui y alii regresaban nas villas rarnbien Iralia pintoresca
pensarse
las granjas ya no
atendidas
como amana:
a su estado natural salvaje, y alguesraban
y rornanrica
parcialmcnre
en minas.
La
de una epoca posterior
-Ia
Italia de Claude y Salvaror Rosa-I- sc esraba ya formando para el placer del moderno Mario
volvio
cambiaban
a tener conciencia
rcalrnenre
hecho hubiera
viajero rornanrico. de que las cosas
al cruzar cI Tiber, como si en ese
un rrasiondo
rnagico, aunque
en reali-
dad alii el Tiber solo era una modesra corriente de aguas turbias. Bajo ague! ciel~~~~.!i~o, la n
"
-~-
[198J
Mario 1'/ cp icurco
diciones que le rodeaban: incluso las p.~r~9}Jg,~"mI~c.t~~.
_131~1;_~.~ t[ilbajo d ll~op
que res-
en el camino al anochecer. En presencia de
todo aquello, Mario se sintio pOl' un momenta
como
aquelJos antiguos primeros poetas que crearori inconscienternente los famosos mitos griegos de Dioniso y la Gran Madre" partiendo
de las imagenes dellagar
reja del arado. EI movirniento
"
y la
del viaje estaba dando
una forma sistematica a sus pensarnientos.
Era como si
en el camino hubiera llegado a la plenitud
de su edad
adulra intelectual, EI estimulo formative y litera rio del ejercicio pacifico que habia observado
siernpre en sf misrno dio ahora su maximo provecho, pOl' 10 que la forma y Ia materia del pensamiento claridad y prontitud
se separaban con
de su cerebra saludablernente
exci-
tado. «Es maravilloso corno la rnenre se pone en activi~~~~i~I~~j~!_:ci~¥~~rp~~:~i"~'[~t[:gis~;);-Ji~~ pii~l~: Los aspectos mas ~isibTe~~d~r~e~timiento y el pensamiento intimo se Ie hacian evidentes: la estrucrura de [199]
'V(falrcr Parer
10 que enrendfa, su orden y perfil, se definia por si sola; Sll sentirniento general acerca de la belleza y 10 rodo
apropiado de las palabras se hizo efecrivo en unas frases
y flexibles call rodo ripo de fdices enlaces
elegames
entre la 6gura y la .absrraccion.Parecfa •... .~~.__.--"_ ~-
",
__ ._-_._---
como si ese deseo
arnstico que habia en el, ese~~!_ejg ar~_h~l~,P.u.9jg_~~-sjJ.tLsfa
cerse can Ia transcripcion eX~5.ray literal de 10 quc.$ltce.df.;_l a su alrededor, en prosa sirnpl~, dereniendo el n~oIl1_emo deseable mienrras estaba pasando, Y prolongando ello un poco mas
Sll
vida. jVivir en
con
10 concreto! jEstar se-
guro aI menos de que uno puede aferrarlo! De nuevo su plan filosofico no era sino el reflejo de los data c« los senrides, sobre rodo de la vista, una reducci6n a 10 absrracro -.'~ - -- - .. -~- _- .--- _.-del camino brillante que recorria.bajo la luz delsol., Pero en la noche septirna se produjo una reaccion en la alegre fluencia de los pensarnienros
de nuestro viaje-
ro, una reaccion que estaba muy rdacionada
con la sim-
ple fariga corporal, que finalmcnrc predornino sobrc su curiosidad.
Cayo en esc esrado de animo que conocen
rodos los viajeros sentimentales cuando la neche se haec mas y mas oscura en su camino, en el que rodo el viaje, dcsde
10 conocido hacia 10 desconocido,
parece de
pronto como una rnera ausencia sin permiso y esnipida -como un nino que se ha fugado de su casa-, con el sentimiento de que
10 mejor seria regresar enseguid3., inclu-
so por encre la oscuridad. Habia decidido subir a pie, a su paso, los largos y ser[2001
Mario el epicure» penteantes
carninos por los que se ascendia hasta el
lugar en cl que terrninaba a solas en
la crapa del dia, y se encontro
eI crepusculo, muy por detras del resto de sus
cornpafieros de viaje. ,Esc zigzag que Ie lIevaba dando vueltas y mas vueltas por entre las masas oscuras, en parte rocas naturales y en parte esrructuras arrificiales, le conducirfa alguna vez al interior de las murallas vela arriba? En esc mornento,
un incidente convirtio sus
recelos casi en autenrico miedo. De la ernpinada diente se habra desprendido
que pen-
una gran masa rocosa, tras
oir unos murmullos en los arboles que tenia sobre su cabeza, cayo Y se hizo pedazos formando polvo en la carretera
JUSta
una nube de
detras de el; tanto que la sin-
rio en sus talones. Aquello baste para que saliera del lugar en el que se ocultaba su antiguo y vago rniedo aI mal, a los «enemigos», una afliccion constitucional,
que en el era casi
y que a vcces hacla que ruviera la impre-
sion de que solo podria probar los place res de la vida presurosamente,
en algun momento
de olvido de esa
influencia oscura y obsesiva. La sospecha repentina de que era odiado, de que estaban proxirnos los «enernigOS»,pareda alterar de inrnediato la forma visible de las cosas, como en el heroe infantil cuando encuentra huelias en la arena de su isla pacifica y sofiadora ..Su elaborada ~.!gs9.ffa no habia cOl1seguido dOll1ina.r el te~fOJ al ~I ,n2~r~m~lne corporal; qu~ no llegab'l al .<~destino i~;·~~or_(l.ble y el fuida del codicioso Aquerontc».
-
... ~ ..
[201]
Wairer
Ellugar
Parer
de descanso al que acabo por llegar, en el
aire glacial y saludable de la plaza del rnercado de la pequefia ciudad montanosa,
Ie resulro un conrrasre agra-
dab lc con el ultimo esfuerzo de su jornada. La habiracion en la que se senro a cenar, a dilerencia de 10 que sucedia en las posadas romanas ordinarias de la epoca, estaba aseada y limpia. La luz del fuego danzaba alegremente sobre las limpias lucernae ce tres mechas que ardian bien, con el mejor aceitc, sobre las paredes encaladas y resplandecia colocados
sobrc los ramos de claveles rojos
sabre copas de crista]. El vino blanco del
lugar que le sirvieron, con el autentico color y sabor de la uva, y con un reborde de delicada espuma cuando subia en la copa, tenia una frescura que no habia encontrade en ningun otro vino, y le permirio recuperarse. Todo aquello alivio un poco la melancolia de la hera anterior; pero fue enronces cuando escucho la voz de alguien que acababa de lIegar a la posada y se dirigia al piso superior: esa voz juvenil, de tono claro y rranquilizador, complete> su recuperacion, Le parecio que habia vuelto a escuchar esa voz en suenos, pronunciando
su nombre. Despues, despierro,
cuando ya habia llegado la manana, y mirando desde la venrana, via al huesped de la noche anterior, un joven de aspecto muy honorable con las ricas prendas de la caballeria militar, que se encontraba ballo y se disponia ya a marcharse. [202]
en pie junto a su caAguel dia, Mario
Mario el cp icureo rambien
iba a realizar la jornada
alejarse cabalgando la Doceava
a caballo.
Nada mas
de la posada, alcanzo a Cornelio,
Legion, que avanzaba cuidadosamente
de por
calle: y antes de que hubieran salido por las puertas de Urbs-uerus, los dos jovenes habian empezado a hablar. Cruzaron la calle de los orfebres y Cornelio
la empinada
tuvo que entrar en uno de los talleres para que Ie repararan un boron
0
eslabon de sus arreos caballcrescos.
pie en el umbral, observado
Mario observe el trabajo como habla
la labor del que rrabajaba el bronce unos dias
ames, asornbrandose esos procesos; aparenraba
De
sobre rodo par la simplicidad
una simplicidad,
de
que s610
sin embargo,
quicn era un genio en esc arte. 2~lles ~_g!:li.
i~~()~~cl1ad.Q_gillp_e_.de...ma1lQ,_pQLejcmpl9...)_ill~.gral1.OS_. del precioso I11e~.;~L~e <_LS.Q~ji!Q;l11"£Q.!!.g1ldeg.'Ulte_(egula-,.
b~~ t:~.~ ~
rid~d ~~ per~~~~.~?s~a_4~_aql~e.[~2f~e.~il1()._<:lIl,~_alJJ habra? La c~'~--e~~~~i6n que sigui6 hizo que los dos via-
I
j~;:~sse interesaran
tanto el uno por el otro que queda-
ron en hacer en cornpafila
el resto del viaje. En los tiern-
pos que iban a llegar, Mario dependerfa preferencias
y juicias personales
mucho
del camarada
salieron del taller.
ltineris matutini gratiam capimus mente
uno de los viajeros.
aqucl dia a traves del campa culiaridad
que le
sabre eI hom-
ponia ahora la mana tan fratern::t1mente bro cuando
de las
EI camino
5,
observe erudiraque recorrieron
era el adecuado,
de su paisaje, para transformar [203]
por la pe-
en Intirnos a
Walter
Pater
unos simples conocidos; la fealdad superficial obligaba a los viajeros a entreteners~ c~~ ~T;~ter~~~ili-i-o-d~i-deas,
la aunque es~ teosio;, ~~ ;;i~~'~~ba~-~r~-~e~~nci_jancf;:~~~l aparicion inesperada El aspecto inmediato
de algo s{~gui;rmenre
arracrivo.
de la tierra ·e~a: a pesar de que
los olivares y encinas, bastanre desagrada-
abundaban
ble. Daba la impresi6n de que, «en alguna neche antigua de los riernpos», un rio de arcilla hubiera sobre el valle y las colinas y sc hubiera cndurecido formando
fantasticas repisas, pendienres
troneos
parecian
confesar
alii
y angulos de
roea cadaverica, que quedaba al descubierro par entre la vegecaei6n conrorsionada:
caido
aqui y alia
las viejas rakes y
una extrafia afinidad
con
ellos. Pero eso habia sucedido hacia mucho; aquellas palidas laderas solo necesiraban que el sol poniente, rocando de purpura la roea y dejando en sombras eI foHaje inmemorial,
produjera
una belleza peculiar par ser tan
grave y austera: asi, los graciosos perfiles cornunes a las colinas volcinicas se presenraron
bajo una perspective
mas feliz. Para Mario, que era tan sentimental,
por una
afinidad quizas fantastica, rodo aquello sc relacionaba can un peculiar rasgo de severidad que, mas alia de sus conjeruras sobre los secretes que conrenia, se mezclaba con la alegrfa de su nuevo compafiero. Concurrenre su condicion
de soldado
romano
con
habfa cierrarnenre
algo mas que la exprcsion de la dureza rnilitar
0
ascesis; y
10 que habia de serio, incluso de ausrero, en el paisaje [204]
Mnrio 1'1 epicurco que hablan arravcsado juntos, pareda cstar aguardando a que pasara csa persona para inrerprerarlo
0
sobre el. De nuevo como en sus prirncros dtas
informal' con
vio, una presencia personal viva rornpio el idealisrno
Fla50-
fiador que casi le habla hecho dudar de la realidad de los orros hombres: cicrramenre
le tranquilizaba,
pr:ro no
dejaba de tencr u~a-~ensa~i{)J~ de tir;nia que se ejercia sabre el desdc cI exterior. Cornelio,
.
que regrcsaba de la camparia para incor-
cI Palauno, el, en ese mundo privilegiado de trato
porarse a su cuarrel de la guardia imperial en parecfa llevar con
gentil al que perrenecia, la atmosfera de un circulo todavia mas celosarnente exclusive. Se detuvieron al mediodla, pero no en una posada sino en la casa de un amigo del joven soldado, a quien no encontraron
por causa de
la peste que habfa asolado aquellos lugares, por 10 que tras el descanso siguieron avanzando,
La gran sala de la
villa en la que habian sido adrniridos habia permanecido mucho ticrnpo sin urilizar: al entrar pudieron vel' el f
paIva elevandose por entre las inclinadas
franjas que
formaba la luz que penetraba por las persianas ccrradas a medias. Alii, para pasar eI riempo, Cornelio
dccidi6
cnseftar a su nuevo amigo los diversos articulos y ornamentos de suuniforme
de caballero: cl pectoral, las sal1-
dalias y la coraza, poniendoselos de Mario, y finalmenre I '
uno a uno con la ayuda
cI gran bra7.aletc de oro del
brazo derecho que Ie habia concedido su general por un [2(5)
\X'altcr Parer acto de valor. Micntras su amigo esraba alii relucicnre, en media de aquel exrrano inrercarnbio de luces y sornbras, sosteniendo
firmemenre
en la mana el palo de
estandarre de seda, Mario sinrio que se cncontraba
prirnera
vet: cara
LIn pOl'
a cara con una nueva caballcna que es-
taba apareciendo entonces en el mundo. Poco despues de abandonar aquellugar,
cuando via-
jaban en un carro, vieron por fin Roma, 10 que produjo una gran excitacion en nuestros viajcros. Cornelio),
al-
gunos otros que formaban enronces el grupo acordaron, pensando en Mario, acelerar el paso para llegar a la ciudad con la luz del dia, can 10 que las ruedas, al pasar r.ipidamente sobrc las loseras, resonaban alegremenre. Pero la luz mas alra que iluminaba el mausoleo de Adriano ya hacia riernpo que habia desaparecido,
y esraba oscuro
cuando lIegaron a la puerta Flaminia. Lo unico que irnpresiono a Mario fue eI son ida del agua cuando bajaron por una larga calle can rnuchos espacios abiertos a ambos lados: Cornelio para dirigirse a su cuarrel milirar, y Mario ala anrigua residencia de sus padres.
[206)
Capitulo XI «La ciudad mas religiosa del mundo»
Mario desperto pronto y paseo curioso de una habitacion a otra inspeccionando
con cuidado,
cuando, los rallos de rnanuscritos. su curiosidad, al contemplar
de vez en
Incluso mayor que
por primera vez su antigua
posesion, era su deseo de conocer la propia ciudad de Roma. por 10 que abrio la cortina y la persiana y se asorno bajo el fresco aire de la manana a uno de los numerosos balcones, realizando asi, por fin, un suefio que tantas veces habia tenido. Fue ciertamente por el memento
afortunado
en que llego a Roma. Ese antiguo
mundo pagano, del que Roma era la flor, habia alcanzado la perfeccion en la poesia y el arte: ul1a perfeccion que seguramente solo podria indicar que estaba proxima-la decadencia. Como en un vasto museo intelectual, sus multiples productos se encontraban sitio adecuado, contando
intactos y en su
tam bien con los conservado-
res del museo, debidamente
cualificados, para apreciar-
los y explicarlos. En ningun periodo de su historia la [207]
Walter Pater Roma material habia sido mas digna de ser contemplada; se extendia ante el tan cumplida como el mundo del intelecto pagano que representaba
en todas las fases de
su oscuridad y su luz. Las diversas obras de varias epocas esraban alIi armoniosamente
unidas, a salvo de los efec-
tos del tiernpo, afiadiendo la gracia final de una rica suavidad a su expresiori compleja.
Permanedan
todavia
much as obras que hablaban
de epocas ante rio res a
Neron, el gran reconstructor,
antiguas, singulares, in-
conmensurablemente
venerables, como las reliquias de
la ciudad medieval del Paris de Luis XIV: la obra de la epoca de Neron habia llegado a tener esa especie de interes pintoresco
y antiguo
que la obra de Luis tiene
ahora para nosotros; sin querer llevar demasiado lejos el comparar
la finura ar-
paralelismo,
quizas podriamos
quitectonica
del arcaico Adriano con los productos mas
excelentes de nuestra recuperacion Antonino
gatica. El templo de
y Faustina seguia nuevo en toda la majestad
de sus cerradas columnas de cipollino': pero en general era muy poco 10 que habian afiadido los ultirnos emperadores, y durante los cincuenta
afios de tranquilidad
publica, un matron
y un gris sobrios habian ido cu-
briendo rapidamente
todas las cosas. El dorado de los
techos de muchos templos habia perdido el tono llamativo: cornisas y capiteles de rnarrnol pulido brillaban con toda la frescura tersa de las flo res autenticas medio de una mamposteria
y un travertine/
[208]
en
ya moho-
Mario el epicureo sos entre los que los pajaros habfan construido sus nidos
10 que vio
libremente. Tras deducir todas las diferencias,
Mario entonces se asemejaba mas en muchos aspectos a la Roma moderna de enumeraci6n
10 que podrfamos suponer por la
de las perdidas producidas;
c:! Renaci-
mien.lo_J_(o:_11 __ S..l!,_~~E~10_deanimo mas arnbicioso y con mas ampliosrecursos, h~6f~ reanudad~ alIi la antigua
f '1
I i
t~;dici6n
clasica sin ruptura
ni obstrucciones
Ctam~nte delante de el, sobre la plaza elevada, cuadrada y empinada
donde la pequeria Roma prirnitiva se habfa
forrnado ', se levantaba el palacio de los Cesares, Ocultando a medias las gran des infraestructuras
I I
.- '
i
con los
trabajos muy considerab.l~s clela Edad Media. Inmedia-
de piedra
tosca y oscura -en las que se acumulaban
una sobre otra
sucesivas generaciones de constructores-,
los elegantes
y anticuados
paseos del jardin, bajo los muros bien en-
tretejidos de oscuro y brillante follaje que daban prueba de un cultivo prolongado
y cuidadoso,
serpenteaban
gradual mente entre arboles selectos, estatuas y fuentes, claras y centelleantes
bajo la luz plena de la manana,
hasta llegar a la masa de ricos tonos de los pabellones y corredores superiores, el centro de los cuales era el elevado templo de marmol blanco del propio Apolo. Cuantas veces habia anticipado
Mario ese primer
paseo por Roma que ahora iba a emprender,
con un
calor por la luz del sol (que se extendia por el aire como una niebla de fino polvo de oro) que satisfacia su deseo, [209]
Walter Pater
aunque a ratos aceptara agradecido el frescor oscuro de los callejones. AI descender las escaleras velozrnente casi tenia miedo de que algun accidente imprevisible le robara esa copa de gozo antes de haber traspasado la puertao En esos paseos matutinos
por lugares que Ie eran
nuevos la vida se le habia presentado siempre en su plenitud maxima: era entorices euando podia sentir su juventud, esa juventud cuyos dias habia empezado ya a contar eelosamente
como algo totalrnente
suyo. Y as!'
su figura grave y pensativa, aunque sin embargo mucho mas fresca de 10 que era habitual en el, eruz61a antigua eiudad para dirigirse al alojamiento
de Cornelio, pero
no por el camino mas directo aunque deseara volver a reunirse con el amigo del dia anterior. Viendolo to do como si su primer dia en Roma fuera a ser tambien
el ultimo, los dos amigos descendieron
por Vicus Tuscus, con las filas de puestos de incienso, :' llegaron a la Via Nova, donde hadan las compras los romanos acomodados,
10 que permiti6
a Mario ver por
primera vez, muy divertido, las cabezas rizadas que estaban entonces tan de moda. Un vistazo a la Marmorata. el puerto situado junto al rio en donde muestras de todos los marmoles preciosos del mundo se encontraban alii en medio de grandes bloques blancos de las canteras de Luna, hizo que sus pensamientos un momento
regresaran po~
a su distante hogar. Visitaron el mercado
de flores, dernorandose
donde los coronaru les ensefia[210]
Mario el epicureo ban las especies mas nuevas, y compraron ahara
estaban
florecidas
(como
zinnias, que
las flores pintadas,
penso Mario), para decorar los pliegues de sus togas. Entreteniendose
en el otro lado del Foro, pasaron junto
a la gran tienda de drogas de Galeno, y tras echar un vistazo a los anuncios de poemas nuevos ala venta fijados en la puerta de un famoso librero, entraron en la curiosa biblioteca del Templo de la Paz, entonces un lugar de reunion favorite de los hombres
de letras, yieyerQl1'
pues se habia fijado alIi para que se viera, eLI)il!:~ngl _~_ciel_dia,_que_junt.o
Q
__ c.Qn nacimientos.y.muertes..
prodigios y accidentes ymuchasnoticias de nt:gQ_cios,
i t ;
i r
anu~ciab~
la fechayla
forl].1,ten_qu~regr_~sari
-m:~~_tejunto a su pueblo el filosofico ernperador, Despues, con los nombres eminentes debilmente
disfraza-
dos, los que llevarian las noticias de ese dia, en muchos ejemplares,
a las provincias: un cierto asunto concer-
niente a la gran dama, que se sabia el queria mucho, y que habia dejado en casa. Era una histaria con cuyo desarrollo la «Sociedad» durante edificado
0
algun tiempo se habia
divertido, recuperandose
del panico de un
afio antes no solo para dar la bienvenida a su gobernante, sino tambien para dar a conocer una chronique scandaleuse; de esta manera, cuando poco mas tarde Mario vio a la maravilla del mundo,
ya estaba familiarizado
con las sospechas que des de siempre habian acornpafiado al nombre de esa dama. Dieron las doce antes de que [211]
-
Walter Pater abandonaran
el Foro,
aguardando
en un pequefio
grupo para escuchar al Accensus, que de acuerdo con la vieja costumbre proclamaba momenta
la hora del mediodfa en el
en que desde los escalones del Senado podia
verse el sol entre la JjQgL4_L!~_"(_;rqe~ostasis4,iEjercio aquella funcion con una voz tan potente que confirrno un juicio de Mario que el visitante moderno
podria
compartir con el: las gargantas y pechos romanos deben de estar construidos,
de alguna manera
peculiar,
de
modo diferenre a los de las dernas personas, Ya habia pensado eso la noche anterior, al observar, cuando paso junto a el una procesion religiosa, el alboroto que podian formar un hombre acornpafiamiento verdaderamente
y un muchacho;
y sin gran
de musica, aunque esta apasionaba a los romanos.
Desde alii los dos amigos siguieron por la Via Flami-
nia, casi siguiendo la linea del moderno
Corso, bordea-
da ya por hermosas villas, y giraron ala izquierda para entrar en el Campo de Marte, que era ya el terreno de juegos de Roma. Pero los grandes edificios publicos que habian crecido casi de una manera continua
sobre la
gran extension de hierba solo perrnitfan ahora algunos ocasionales espacios abiertos de verdor y flo res silvestres. En uno de ellos se habia reunido una multitud para contemplar
a un grupo de atletas que se habian desnu-
dado para hacer ejercicio. Mario ya se habia sorprendido par la lujosa variedad de literas que cruzaban Roma, [212]
Mario el epicureo donde no estaban perrnitidos los coches tirades por cab~F?~; pero en es~ momento
uno mucho mas suntuoso
que los dernas, con elegantes adornos de oro y marfil, era llevado por la ciudad rnientras apretujaban
sus habitantes
se
ansiosos de vislumbrar a su mujer mas her-
mosa mientras esta avanzaba rapidarnente,
is£! AlIi esta-
ba la maravilla del mundo: la pr?,E!:~ernperatriz Iausti- .. na., Mario pudo distinguir claramente su conocido perfil entre las flotantes cortinas moradas. Toda Roma estaba dispuesta a estallar de nuevo de alegria mientras aguardaba con verdadero afecto, esperanza y animacion el regreso de su emperador, para cuya
ouacion' se habian preparado varios adornos a 10 largo de las calles por las que transcurriria
la procesion impe-
rial. Habia salido de Roma doce meses antes en medio de una tristeza in mensa. La alarm a de una insurreccion barbara a 10 largo de toda la linea del Danubio habia llegada en el momento
en que Roma estaba sobrecogida y
aterrada por la gran peste. En cincuenta
afios de paz, solo interrumpidos
por
aquel conflicto en Oriente del que Lucius Verus habia traido, entre otras curiosidades, la peste, la guerra habia llegado a parecer un incidente rornantico de la historia pasada. Pero ahora habia llegado casi a suelo italiano. Los informes sobre el mimero y audacia de los asaltantes eran terribles. Aurelio, aunque todavia no se habia puesto a prueba en la guerra, y solo muy pocos cono[213]
Walter Pater
dan totalmente
su caracter realmente grande, era reco-
nocido por la mayoria de sus siibditos como un adrninistrador
cuidadoso,
y como esrudioso de la filosofia:
quizas, diriamos nosotfOsi'cQJlto-llr:! fijtet:arztf:;Pero ere. tarnbien el centro visible del Gobierno,
hacia el que 10<
corazones de todo un pueblo se volvian agradecidos po~ cincuenta afios de felicidad publica: era su genio bueno su «Antonino»,
cuya frigil persona podria ceder facL-
mente bajo las pruebas de la vida militar con un desastre similar a la masacre de las legiones que llevo a cabo AIminio6. Se daba facil credito a las profedas sobre la inminente
conflagracion
del mundo:
«El fuego secular
descenderia del cielo. El miedosupersticioso
habia exi-
- g!
con respecto a los humores de
10;
otros pueblos, ejercitando tam bien el devoto aprecio de toda fe religiosa que era una de sus costurnbres caracreristicas, habia invocado en ayuda del bien comun nc solo a todos los dioses natives, sino tarnbien a todas L deidades extranjeras, por extrafias que fueran. «iAyud,"iAyuda en el espacio oceanico!» Se habia dado la bienvenida a Roma a una multitud
de sacerdotes extranjero:
con sus diversos y peculiares rites religiosos. Los sacrifcios hechos en aquella ocasion fueron recordados durante siglos; al menos los pobres hambrientos
encontra-
ron alguna satisfacci6n en la carne de aquellos rebano: [214J
Mario el epicureo de «toros blancos» que llegaban a la ciudad un dia tras otro para dar a pro bar a los dioses el sabor de su sangre. A pesar de todo eso, las legiones habian avanzado tras sus estandartes
con pesimismo.
Pero el prestigio
personal, el nombre del «ernperador», seguia ejerciendo un poder magico sobre las naciones. El hecho mismo de que se acercara el ejercito romano causaba impresi6n en los barbaros. Apenas Aurelio y su colega habian llegado a Aquilea cuando se present6 una delegaci6n para pedir la paz. Ahora, los dos «hermanos- imperiales regresaban despacio a casa; en realidad estaban aguardando
en una
villa fuera de las murallas hasta que la capital hubiera hecho los preparativos
para recibirlos.
Pero aunque
Roma tuviera una reacci6n afable, y se mostrara
con
gran alivio y esperanza frente al invierno, revistiendose laboriosamente
con telas de damasco rojizas y doradas,
era inequivoco
que los dos enemigos seguian existien-
do: el ejercito barbaro del Danubio solo habia sido intimidado
durante
una estaci6n;
y la peste, tal como
vimos cuando Mario se dirigi6 hacia Roma, no se ida hasta que hubiera interpretado la formaci6n
un importante
derna: hasta que hubiera forrnado, rar, l(¢arnpagna 7romana. La paz sin afectaci6n
papel en
de la pintoresca y rnelancolica Italia mo0 0
ayudado a prepa-
laalegria antiguas,
y realmente paganas de i\nIQnino
--=-ese h-un;anisr:i"ailtentlCo I~i~~[~fido::p~~~_siempre.
aunque ~in saberlo-,
Pio
habtan
Una y otr~ ve~: durante [215]
Walter Pater
aquel dia en el que se habia entregado a divers as observaciones, Mario habia pensado ante todo que no solo se encontraba
en «la ciudad mas religiosa del mundo»,
como habia dicho alguien, sino que Roma se estaba convirtiendo
en el hogar rornantico
mas descabellada.
Esa supersticion
de la supersticion se presento
casi
como mania religiosa en muchos incidentes de su largo paseo; incidentes
a los que les prestaria una arencion
plena, aunque tuviera que enfrentarse en cierta medida a la desgana de su compafiero, Mario no entenderia
basados en motives que
hasta mucho despues. Pero a
10
que no estaba dispuesto Mario era a que esa desgana Ie frenara en su curiosidad.
2Acaso no habia acudido a
Roma en parte por una vocacion poetica, para recibir todas aquellas cosas, la impresion
misma de la vida
sobre el organo visual e imaginativo,
como sobre un es-
pejo, para reflexionar sobre ello y transmutarlo bras doradas?
IItenia
de Ia supersricion,
en pala-
que observar esa extrafia mezcla
ese crecimiento
de siglos que, una
capa sobre otra, habia acumulado las curiosidades de la religion (cuando una fe se abria paso a empellones desplazando a orra) al menos por su interes pintoresco, y tal como
10 haria un extranjero indiferente al que no le im-
portara la cuestion de cual de ellas sobrevivirfa, si es que
10 hacfa alguna. Superficialmente
al menos,
la religion
romana,
aliandose con gran economia diplornatica a los posibles [216]
Mario el epicureo rivales, actuaba como un arnplio y complejo sistema de cosrurnbres entrelazandose
con todos los detalles de la
vida publica y privada, y resultaba bastante
atractiva
para aquellos que solo tenian un «temperamento
histo-
rico» y un gusto por el pasado, por mucho que alguien como Luciano
pudiera
despreciarlo.
Tal como sabia
Mario, la religion romana habia sido siempre algo que hacer, en lugar de algo que pensar, creer que hacer de una forma minuciosa lugar y un momento sido durante aprendizaje
particulares,
mucho
tiernpo
0
amar; algo
y de tall ada, en un
cuya exactirud habia materia
de laborioso
de toda una escuela de ritualistas; aunque
una y otra vez era tambien materia de sacrifico heroico entre determinadas
almas excepcionalmente
devotas,
como en el caso de Caio Favio Dorso, que teniendo su vida en sus propias manos, consiguio cruzar entre los centinelas de los galos invasores para realizar un sacrificio en el Quirinal y despues, gracias ala proteccion divina, retornar sano y salvo. Tan fuerte era la distincion entre
10 sagrado y 10 profano que; por 10 que.se-refiere a
la «consideracion
de los dias», ITlaSd~ja mitad del afio
<:~~fiesta: Aureliohabia
ordenado, ciertamente,
que no
hubiera mas de ciento treinta y cinco dias festivos al
I
Ii I
afio; pero en otros aspectos habia seguido los pasos de su predecesor, Antonino
Pio -alabado
especialmente
por
su «religiosidad», su devocion visible a las ceremonias publicas-,
cuyas monedas son notables por su referen[217J
Walter Pater cia a los tip os mas antiguos y hieraticos de la mitologia
---------_.
romana. Aurelio habia conseguido algo mas g_~<:~~lyar ------_ .•.- '---"-- -.- - ..-. _. _.' - ---. ,la vieja eneInlst~d entre filosofia y religion, al mostrarse
elI unacombinacion \
(;-
",_.
.-.-
singlllar
fil6~-;fos:yi!l!1i~~evoto
como el nils
~el~s~-d;los
d~'los,.£oHtei~~a!>dJI(O~.t~!iCig
d~l
que en el adoptaba
la forma de un esfuerzo
constante por asemejarse al orden armonioso de su propia alma-, habia afiadido una calida devoci6n personal hacia toda la multitud de los antiguos dioses nacionales, y a muchos nuevos y extranjeros, que al menos para e! no estaban innoblemente
concebidos.
Si
la compara-
cion pudiera resultar relevante, h~Qia.§~_glli4()_~_I1 parte I
'<,
el metodo por
el quel~_Iglesia
\=atplica na,[email protected] el
culto a los s;lrt8~ eIl_~g.y~I:ler;lci9nill!lI1ic() ~~IQ:j,vino. En cuanto a la opini6n de la mayo ria, aunque el emperador, como centro personal de la religi6n, mantenia la esperanza de convertir al pueblo a su fe filosofica. e incluso habia pronunciado
algunos discursos publico,
=.
para instruirlo en ella, su rasgo mas notable era esa devoci6n politeista, Los fi16sofos, en su mayor parte, pen-
saban con Senecas «que un hombre no necesita las manos alcielo, nlp~dir elperrniso del ~~~ri~ti~'paE E-b~~~la or~ja de un~ imagen, para- que su:
;c~~c~~ a .-,,,,,,,"",,,,,',',
'._ ,
-j."".-~.
[218]
Mario el epicureo plegariassean !p~j_gr~~£l,l<:;b,
popular,
0
un simple resultado
deseo de cornpartir la ciudadania habia convertido
una y otra vez, bajo las circunstancias
mas dificiles, en un camarada
excelente.
dernas, en medio de su ignorancia, instrumentos
de ese
con los dernas, que le
de la adrninisrracion
Todos los
2que eran sino los de la Razon Divina,
«que de un extremo al otro dispone todas las cosas con amabilidad
y fuerza»? ~etanto,
~aPE()'pi~.~(fi_l.Qs9Ha»
habia asumido gran parte deloque concebimoscorno cJi~~~i~rerigi9:~2:'Tnc1Us6-habri-culrl~~d~"~1 habito, el poder, d~ la «dir~c::c}oI1espiritual>i; quien mejor podia entender esto era el alma turb~cia que en su hora de privacion,
0
rria a este
en medio de las distracciones del mundo, recu0
aquel director, al phiLosopho suo.
En vano la antigua, Roma se habia asentado, genio, para prevenir
0
grave y discreta religion de de acuerdo con su propio
mitigar todo problema y pertur-
bacion en el alma de los hombres. En la religion, como en los demas asuntos, los plebeyos gust an del movimien to y de la revolucion; por eso los cambios religiosos se habfan iniciado siempre en los barrios mas populosos. En los tiernpos de inquietud publica
0
terror rep en-
tino se habfa recurrido, por encima de todo, al aparato de la religion extranjera; yen aquellas gran des celebra[219J
Walter Pater
ciones religiosas, antes de dirigirse contra los barbaros, incluso Aurelio habia recuperado
las solemnidades
de
Isis, prohibidas en la capital desde la epoca de Augusto, reconociendo
publicamente
que veneraba a esa diosa
aunque el templo de esta hubiera sido destruido por la autoridad
durante
el reinado de Tiberio. Sus rituales
singulares, hermosos en much os aspectos, se habian popularizado ahora en Roma. Con toda seguridad, habia iniciado el entusiasmo
de la poblaci6n pululante
de los barrios plebeyos, seria adoptado por las mujeres que marcaban combin~ci6n . guo. Los
10 que
antes 0 despues
la moda.j_e_10.gr6-.una
de ~?4~a_~lasreli~iones_ 4~LlE_IlJ2dQ__:wt n:uevos habfan llegado, se les habia dado
dlo'ses
13. bienvenida ciertamente
y habian encontrado
su lugar; aunque
no existia seguridad alguna, basada en el
ideal de que la naturaleza divina misma esta en el fonda de la mente de los hombres, de que la presencia del recien llegado fuera edificante
0
incluso clarificadora.
Ricos y pobres se dirigian sin escrupulos a todas las deidades, confundiendolas
cuando rezaban, en la antigua.
autorizada y triple veneracion de sus imagenes visibles, mediante flores, incienso y luces ceremoniales; esas hermosas costumbres
que la Iglesia, en su paso por el
mundo, utilizando siempre los bienes del mundo para los mejores usos del espiritu humano,
aceptaba y santi-
ficaba en su servicio. Realmente, «la ciudad mas religiosa del mundo» no se preocupaba [220J
por ocultar su devo-
Mario el epicureo ci6n, por fantastica que esta fuera. La casa mas humilde tenia su pequefia capilla
0
santuario,
su imagen y su
lampara, todos parecian ejercer alguna funci6n y responsabilidad
religiosas.~~~()l,:gios,
c()ITlPuestqs en su
mayor parte por los esclavos y los pobres, se ocupaban
dersen;ld~"~l~~lar;s
comp_itales:los dioses que presi-
dian·l~;-di~~;~~~ ba~rios de la ciudad. En una esquina Mar16presencio patronal
un incidente
de la fiesta de la deidad
de esa vecindad: habian esparcido bpj por ~~_ .
suelo, habian engalanado alegremente
las casas con los
pobres objetos de valor que poseian y llevaban en procesi6n al Idolo antiguo vestido con las prendas mas llamativas de los pobres. Numerosos
clubes religiosos ten ian
sus aniversarios fijos, en los cuales los miembros salian con gran ceremonial de su salon de cofradia,
0
schola, y
atravesaban las vias publicas de Roma precedidos, como la confraternidad
de aquel dia, por los estandartes sagra-
dos para ofrecer sacrificios ante alguna imagen famosa. Las imageries estaban ennegrecidas por el humo perpetuo de las lamparas y el incienso, con frecuencia eran antiguas y feas, aunque quizas por eso fuera mas probable que escucharan los deseos de los que sufrian:
dado esas efigies sagradas, algunas veces,
prueba de que eran conscientes de
10 que las rodeaba?
La imagen de la Fortuna de las Mujeres, Fortuna Mulie-
bris, habia hablado (mas de una vez) y afirmado: Bene me, Matronae! Vidistis riteque dedicastis! El Apolo de [221]
."
Walter Pater
Cumas habia llorado durante tres noches y dias consecutivos. Se habia visto sudar a las imagenes del templo de Juno Sospita. Y habia sangre, sangre divina, en los corazones de algunas de ellas: jlas imagenes del bosque sagrado de Feronia habian sudado sangre! D~t_()ci.osellos sehabtaapartado
Cornelio: como el
«ateo» del que Apuleyo cuenta que nunca sellevouna mana a los lab ios al pasarj unto a unaimagen
0
san tuario;
y~~~b§~-?r s~p.ararse de Mario cuando este ultimo decidi6 entrar en l~ puerra llena de gent(; de un temple, al regre~araJ foro,_bajo lac:olinaPalatina, apretujaban
donde las madresse
para entrar,_ con una multitud
de nifios, y
tocar laimagen golpeadilpor el rayode la loba de R6IIl~-
10 -jque tan tierna era para conlos pequefiosl-cy que apenas si resultaba discernible en su oscuro santuario entre un verdadero fuego de luces. Mario se qued6 conternplando a su compafiero de aquel dia mientras este subia los escalones para dirigirse a sus alojamientos, y daba la impresi6n de que
10 hada cantando. Pero Mario no con-
sigui6 captar con exactitud las palabras. Y cuando lleg6 el frescor de la tarde, se escuch6 por toda Roma como si fuera un fuerre murmullo,
pues dio
la impresi6n de que la ciudad entera se callaba para otrla claramente,
la Hamada viva e inquiera a «jugar. de los
hijos y las hijas de la locura, a aquellos cuya vida todavia estaba empezando:
Donee virenti canities abest! Done,
virenti canities abest! 9 Mario no dud6 acerca de c6mo [222J
Mario el epicureo aceptaria Cornelio Ia llamada.1Y-~;-cuant-;;-~-sI misnio, poi-~insignlficante
que fllera la carga de obligaciones
morales positivas con [a que habia entrado en Roma, su epicureismo
I
no Ie habia cornprometido
errantes y dispendiosos como aquellos.
\l-----
[223]
con afecros-
Capitulo XII
I
La divinidad que protegia a un rey
iAy! Mccenas va vestido de arcilla,
y el gran Augusto haec riernpo que esta rnuerto, y codas los dignos van envueltos en plorno,
csa materia hecha para que la graben los poetas. J
Como siempre, Marco Aurelio, aunqlle Ie gllstaban poco los fastos, habfa deseado satisfacer cl gusto de su pueblo par los espectaculos
magnificos,
por 10
que acepto scr recibido a su regrcso a Roma con los honores menores de la Ouacion, concedidos nado (tan grande era el sentirniento cion) con ese relajamienro
par el Se-
publico de libera-
al que se habia habituado
bajo el poder imperial, pues en este ultimo lagro no se habia producido
verdaderamente
un dcrramamiento
de sangre. Ataviado can el vesrido dvico del primer magistrado
romano y con una corona de mirto sobre
la cabeza, y llevando a su Iado a su colega vestido de [225J
Walter Pater rnanera similar, subio a pie al Capitolio, lemne procesion
rras una so-
por la Via Sagrada, para ofrecer sa-
crificio a los dioses nacionales. cuya imagen podemos
La victirna, un carriere
ver todavia entre el cerdo )' e.
buey de las Suouetaurilia", cubierto de cinras y estolas casi como un antiguo canonigo de la Iglesia, sobre ur; fragmenro
esculpido
sacerdotes,
que iban ataviados con vestirnentas
del Foro, era conducido
por
100
blan-
cas y llcvaban sus urensilios sagrados de oro rnacizo. inrnediatamente
detras de un grupo de tocadores de
flauras, dirigidos
pbr el maestro de coro
del momento,
visiblernente
segun que los instrurnentos se elevaran mas
0
irritado
0
0
conductor
complacido
que dirigfa can su varira
menos adecuadamenre
entre las di-
ficulrades del camino hacia el suefio de la rnusica perfecta que llevaba dentro de su alma. La gran rnulrirud, que inclula a los soldados del ejerciro triunfal que habian recuperado
ya a sus esposas e hijos, tcdos igual-
mente vestidos de blanco festivo, habfa salida de sus casas a primera hora de aquella hermosa manana par un afecro autentico
hacia el «padre de la patria», para
aguardar la procesion,
pues los dos pdncipes
pasado la noche anterior antigua
en la
Villa de La Rep tt blica. Lleno de curiosidad,
Mario habia ocupado
su posicion con gran cuidado;
deseaba ver pasar a los duefios del rnundo angulo
habfan
fuera de las murallas,
desde el que pudiera [226]
desde un
eerier una vista de la
r
Mario el epicureo
i .'
mayor parte de la ruta procesional,
~
fina arena amarilla
, '
recubierta
y bien defendida
de una
de las huellas
profanas. La llegada del espectaculo fue anunciada por el sonido claro de las flautas, que por fin se escucharon por encima de las aclamaciones
que con regularidad
gritaba
sobre las colinas el pueblo: Salve [mperator! Dii te ser-
vent.' Desde el momenta
en que tuvo la procesion a la
vista, Mario fijo roda su atencion en la figura central , I
I
que iba precedida por los lictorcs con sus jascesdorados, los portadores de la imagen imperial y los pajes que llevaban las antorchas encendidas:
les seguia un grupo de
caballeros entre los cuales iba Cornelio con el atuendo rnilirar completo. una toga ricarncnte '.
Envuelro en los pliegues sueltos de rrabajada, segun una manera que
lucia ya mucho tiempo que se habia vuelto obsoleta en las personas de inferior condicion, Mario vio a un hombre de unos cuarenta y cuarro afios, de ojos prorninen-
I
I ~
tes: un os ojos que ahora llevaba recatadarnenre durante
aquella cerernonia
esencialmente
que 10 observaban todo detenidamente
bajos
religiosa, y
y con benevo-
lencia. Todavfa era en general tal como 10 vemos en los bustos que representan
su juvenrud graciosa y cortesa-
na, cuando en plan de brorna Adriano Ie llamaba no Verus, segun el nombre de su padre, sino Verissimus, por la franqueza de su mirada y la capacidad amable de su frente, que bajo el pelo oscuro que seguia abundante [227]
Walrer Parer como antafio, brillaba baja, ancha y clara, y rodavia sin rastro de! problema de sus labios. Veiase en ella frente de ague! que, en medio de la ceguera gente gue
0
perplejidad de la
10 rodeaba, entendia todas las casas can clari-
dad; al menos para d estaba clarameme definido e! dilerna gue hasta el mornenro le habia presenrado la experiencia, entre un azar al gue habla que resignarse y una providencia que aportaba ilirnitadas posibilidades
yes-
peranzas. La serenidad exterior que tanto valoraba d como actitud a expresion dignas de un rninistro publico -podria pensarse gue como simbolo exterior de la serenidad religiosa interior
gue se habia propuesro
constanremente--
habia aumentado
sentimienro
mamener
entonces
por su
de gratirud hacia el pueblo; por el hecho de
que su vida estuviera tanllena
de dories y bendiciones,
que su persona le pareciera al pueblo real mente divina, Sin embargo, la nubc de alguna pena interior y reservada, que se vela de vez en cuando en una expresion de fatiga y esfuerzo, de soledad en medio de la rnultitud vociferanre, podria haber sido descubierta fuera mas observador:
alii par quien
como si la sagaz sugerencia
de
uno de sus oficiales, «los soldados no as pueden entender, no saben griego», fuera aplicable siempre a sus relaciones can los dem~i.s.La nariz y la boca paredan casi capaces de expresar mal humor, y Iviario obscrv6 en elias,
10 mismo gue en las manos y en general en su cuerpo [2281
Mario
I ,
I
10 que
cnjuto,
c] cpioireo
para el era una experiencia
a~et_~~l:?!_~le ~1[l_agimnasia
corporal
presara
cl
agradablemente
en
nueva: algo de
que, aUll(_lue sc ex-
humor
y claro
azul
de los
oJos~-liiosti:'16a que la carne no .igilal medida que el cspiritu.
habia sido ganadora
en
No era ]a expresion
de
«una mente
sano», sino mas bien de
sana en un cucrpo
un .sacrificio del cuerpo
para con el alma, sus necesida-
10 que
des y aspiraciones, esrudioso
asiduo
en verdad
esraba mucho
Mario
crcyo adivinar en aquel
de los sabios griegos:
i:dsi-!~i~~ filosoffa de la
un sacrificio
mas allri de las exigencias
- ;I5zgndlcate tomando como ornamcntos
III
que las maneras formaban
cuando
lamentaba
del termino,
no poder
conrrolar
tos tan bien como su semblante, pontifical
titud
eS[llviera
lejos de ser orgullo,
fio,
el cad.cter
neria social, quien
la consideracion
de un ritual. moral
en condiciones
SLlS
pcnsarnien-
y aunque
esa acm,is
le daba sin crnbargo ya rodo su pro-
del acto 111,lS peque-
Cicnamelltc,
() ni siquicra quizis
que de vez en
pucs sc trataba
un aire de irreprochabilidad,
ceder, que inclufa
y
en las solemnidades
exterior,
bien de una especie de hUlllildad, su persona
pensando
Un aire de absrraccion
daba mayor profundidad
de aquel ella a esa compostura
en este
parte de la moral,
en verdad
sentido
modestia y
una maxima
estoico eleganre y de alta cuna, que seguia el antiguo
SlI
vida.
la simplicidad!, habia sido sicrnpre
segun
que de
filos6fica
no hah!a altacn Aurelio,
m,lS duras que Jas que nin-
[229J
a
\X/alter Pater
guno habia sufrido antes habia Ilcgado a cnrender que ningun elemenro de la humanidad Pero cuando caminaba
podia serle ajeno.
aquel dfa siendo
el centro de
diez mil observadorcs, con la mirada discrerarnenre en el suelo, ocultando rapidarnenre
fija
a veces la cabeza y murrnurando
las palabras de las «suplicas»,
que rnuchos espectadores
pudieron
habfa algo
considerar
C0l110
nuevo, pues Aurelio, a diferencia de sus prcdccesores, realizaba todo aquello con una seriedad absolura,
La
doctrina de la santidad de los reyes, segLIn la cual, en palabras de Tacita, los principes son como dioses -Principes instar deorum esse-, parecia haber tornado un sentido nuevo, por literal. Para Aurelio, que decia que el descendia
la antigua
leyenda
de Numa, del Numa que
habia hablado con los dioses, significaba mucho. Enviado durante sus primeros afios a servir junto a los altares, como arras
muchos jovenes nobles, «se observe que
rcalizaba rodas sus Iunciones sacerdorales con una consrancia y exacritud
inusuales
a esa edad. Promo fue un
maestro en la rruisica sagrada y se sabia de memoria rodos los formalismos y cerernonias». Y ahora, como el ernperador
que no solo tenia en su persona una divini-
dad vaga, sino que era realrncnre eI principal funcionario religiose del Esrado, al recitar de vez en cuando las invocaciones no tenia necesidad de la ayuda del apuntador,
0
ceremoniarius, que se Ie acercaba enronces para
ayuclarle susurdndolc
al oido las palabras adecuadas. 1230]
Mario e! ep icureo Esa absrraccion
pontifical
fue 10 que impresiono
a
Mario como la principal caracteristica exterior de Aurelio; aunque posiblcmenre, observadores,
en aquella gran multirud de
s610 a cl no Ie resulro extrafio, sino alga
que CImismo habla entendido desde hada ciempo. Algunos autores caprichosos habian asignado eI origen de esras procesiorics uiunfales a las pompas miticas de Dioniso tras sus conquisras en Oriente; de acuerdo can esra suposicion, el termino mismo de triunjo era en realidad tnambos: el him no dionisfaco. Ciertamenre,
el
mas joven de los dos «herrnanos» imperiales, que produciendo un fuerte contraste carninaba junto a Aurelio y comparrla los honores del dia, pudo recordar al pueblo al delicado dios griego de las Hores y el vi no. Esre nuevo conquistador
de Oriente tenia treinra y seis afios,
pero por el cuidado escrupuloso de su persona y la suave barba rizada empolvada
de oro, parecta rnucho mas
joven. Uno de los resultados del elernento mas afable de [a sabiduria de Aurelio habla sido que, en media de las circunstancias
mas dificilcs, supo durante roda su vida
como actuar unido a personas de caracter rnuydiferentc al suyo: siendo mas que leal con su col ega, el hermano ~
menor ell el Imperio, 10 habia tornado a su lado cinco ail os antes, cuando era un joven incorrupto
«habilidoso
en los ejercicios varoniles y apto para la guerra». Cuando Aurelio agradece a los dios<.:sque Ie haya caido en suerte un hermano euyn carieter era un estimulo para [231J
':.riaIre r Pa rc r que cl mismo cuidara adecuadamentc
eI suyo, sc ve que
esto s610 podia ser un ejcmp]o que le ponia en guardia contra fallos insidiosos. EI auror imperial, poco habiruado a ser ironico, afiade can amabilidud
sincera que eI
respcto y eI afecto dcl menor a mcnudo le hablan «alegrado». Ser capaz de urilizar la flor cuando quizas inuril
cl fruro era
vencnoso: ese fuc uno de los exi tos pnic-
0
ricos de su filosofia: y cl pueblo considero como una bendicion «la concordia de los dos augusros». El
[11<\S
joven poseia plcnarnenre,
en ctecto, esc en-
canto de una frescura de aspccto consrirucional
que
puede desafiar durante mucho riernpo unos habitos de vida extravagames
0
erranres: una fisonomia de aspccro
saludable, lirnpia y firmc, que no parecla que pudiera relacionarsc con ninglll1 ripo de dudas y rormcnros interiores, y que alglll1 corzo
0
Ie haeb a uno pensar en cI hocico de
perro joven de esos que a los seres huma-
nos les gusra invariablelllenre
acariciar; una fisonomia,
en ctccro, con todos los elementos agradables del animalismo del ripo mas hermoso,
aunque
plenamence
animal. Era el atractivo de su cabeza ruhia, su mirada Finne y
SLIS
tonos dlidos:
ni
m~1S
ni menDs que el que
uno pucdc vcr welos los vcranm en los j6venes ingleses varoniles con ese matcrial espirirual que los convicrtc cn soldados valientes a pesar de la afinidad narural que parceen rencr con los juegos y las flores alegrcs. Pero en Lucio Vcro habia innaro algo m,is que esc amor femcni[232]
Mario cl cp ictcrco no por las casas agradables que habla hecho que la
cargada
pOl'
luera un veneno para el: habia
lIegado a arnar las delicadezas sabre todo cuando esraban fuera de rernporada,
10 que le h ubiera gusrado
por
cubrir de oro las propias Hores. Mas con una capacidad maravillosa para dejarse de lado a sf misrno, el hermann mayor habla dirigido con exiro su proceder dcsdc la capital, y le habla perrnirido que se convirtiera rambicn en cl csposo de su hija Lucil]a, con la fam
Vero no hubiera regrcsado
habiendose vencido a sf mismo. Como sabcrnos, habla rerornado lIevando como cornpafiia la peste junto con orras muchas exrraiias criaturas de la genre le vio alirnenrar
publicamcnte
rito, Veloz, con almcndras
SlI
locura; y cuando a su caballo favo-
y uvas dulces, llevando en
oro la imagen del animal yal final construyendolc
una
rumba, cl pueblo penso, con algunos rccelos nada semimentales, que quizas podrfa revivir las costumbres Ner6n. 2Que sucederia si par los azares de
de
Ia guerra so-
breviviera al genio protector de su hermano mayor? En aque! J110menw ella
era toda y Mario 10 con-
tem pl6 con una curiosidad Vera era cierramente
melanc6lica.
Pues Lucio
la expresion de una c1ase: e1 hijo
alJ(cnrico de su padre, adoptado
por Adriano. Adem:is,
Lucio Vero d Mayor habia tenido ]a cxtrafia capacidad de emplear mal, con una gracia magistral, los adornos 12331
\X'alcer Pacer
de la vida: como si ese mal empleo fuera en realidad la ocupacion mas adecuada para una inteligencia poderosa, aunque disrorsionada
par la filosofia cinica
guna decepcion del corazori. Era casi
COlllO
0
por al-
una especie
de genio del que se habian dado varies ejemplos en la purpura
imperial: ascendcria al trono unos afios mas
tarde en la persona de un muchacho, peranzas, que se encontraba
ahora lleno de es-
en palacio como en su casa;
y se habia cducado entre los jovcnes ricos de Rorna, quienes concentraban
una considerable
perspicacia y
racro en los deralles minuciosos del aruendo y las maneras, como si fuera 10 unico necesario. Algunas flores eran agradables a la vista. Mas tales cosas tertian
tam-
bien su utilizacion seria, pues hacian que el exterior de la vida hurnana resultara superficialrnenre
arractivo, e
irnpulsaban asi los primeros pas os hacia la amistad y la relacion social. Perc (que lugar precise podia haber alii para Vero y su encanro peculiar, en esa sabiduria, ese orden de la razon divina «que va de un extrema al otrO ordenando
todas las cosas con amabilidad y fuerza», par
cuya vision Aurelio se habia hecho tan roleranre con personas como el? Mario estaba bien preparado
para
cnrrar en esa vision, pero observando la perfeccion real de Lucio Vero en los de su tipo,
Sll
lagro innegable cnla
selccci6n de rodas las cosas menores, pensQ, aunque
50S-
pechando en parte de sf mismo, que cntraba tambien en ese orro tipo dudoso del cad.crer, que podia entender. [2341
Mario 1'1ep icurco En las teorias que habia llcvado con el a Rorna habia una voz gue le susurraba: «Nada es ni grande ni peque.fio»; 10 rnismo que habia ocasiones en las que uno podia pensar que, igual que el ardor del alma del arrista «grarTI
0
° el
de la
el ajusre de dos colores, rambien su
( propia vida podria sentirse llena con una busqueda entusiasta de la perfeccion. iPor ejemplo, en eI plegado y-' cubrimienro
con Ilores de una roga!
Los ernperadores habian quemado incicnso dclante de la imagen de Jupiter, vestida con sus prendas mas vistosas, )' entre griros repcntinos del pueblo, de Salve Im-
peratorl, gue, abandonando
ahora a los principes vivos,
dirigfan la deidad rnicntras vcian
SLI
sernblante a traves
de las grandes puenas abierras. Los hermanos imperiales habian depositado
sus coronas de rnirto sobre el
patio rica me nrc bordado que cubria cl regazo del dies, )' con los invirados selectos se sentaron para celebrar un festfn publico en el mismo templo, Dcspues se produjo
10 q uc al fin y al cabo seria el gran acol1(ccimicnto del dia: un discurso apropiado, un discurso casi toralmente del cstilo de,'De contemptu mundi\ pronunciado
en
presencia del Senado reunido pOl' eI cmperador Aurelio, que habia condescendido
as!, en algunas raras ocasio-
nes, a insrruir a su pueblo con Ia auroridad
dobIe del
primer pontifice y de un laborioso cstudiante de Ia filosofia. En aquellas horas menorcs de la Ovaciol1 no habia [235]
\Xialr.:r Parer
habido un csclavo ayudantc' para ir burlandosc
dcrras de los ernperadores
de su csplcndor; era como si con la
discrccion propia de un filosofo, y con miedo a una Ncrncsis celosa, hubiera decidido protest;!r al ricmpo
CC}l1-
rra la vanidad de todos los exiros cxtcriorcs. Para cscuchar eI discurso del ernperador, se habia reunido ell el arnplio
salon de la
cl Scnado
Curia julia.
Una rnulrirud de jovcncs de alta cuna haraganeaba alii, 0 en los escalones
los atucndos
que conducian
por
a las puertas, can
rnaravillosos lJue Mario habia observado
en la Via Nova; como de costurnbre,
acudian
para
aprcndcr mediante la observucion las pcquefias cuestiones del proccdirnicnro
senatorial. Mario tenia ya algun
conocido entre elias, y al pasar se enconrro de pronto en presencia de
10 que era todavia la asarnblea rn.is augusta
que habia conoeido eI mundo. Con Aurelio, lIeno siernpre de vcneracion por ese anriguo guardian rradicional de la religion publica, el Senado habia recuperado untigua dignidad
e independencia
su
.. Entre sus miern-
bros, que eran varios cientos, Mario vio que se distinguian los grandes sofistas
0
retoricos de la epoea en roda
magnificeneia. EI cadccer antiguo de su amendo, y eI modo antigun de Ilevarlo, sobrevivia en ellos, potenSLl
ciancio eI caracter imponente permanedan
sentados,
de sus personas rnientras
lIevando en la mana cI bast6n
de mando de marfil, en sus sill as curules: c
Mario el epicureo obispo pontifica impasibles,
en los divinos oficios, «tranquilos
con una majescad que pareda
penso Mario, como antiguamente galos. Los rayos del sol poniente
e
divina»,
ante los invasores de principios
de no-
viernbre cayeron inclinados sobre el publico y fue necesario que los funcionarios sobre las ventanas, La ernperatriz
bajaran las cortinas moradas
ariadiendo solemnidad
a la escena.
Faustina estaba sentada en la profundi-
dad de aquellas calidas sombras, y escuchaba
rodeada
por sus damas. La hermosa estatua griega de Ia Victoria, que habia presidido desde los tiempos de Augusto las reuniones del Senado, habia sido llevada al salon, donde la colocaron cerca de la silla del ernperador. Este, tras levantarse para ejecutar un breve servicio sacrificial en honor de la estatua, hizo una reverencia ante los padres reunidos a izquierda y derecha, torno asiento y cornen-
zo a hablar' ~I.·
it,
En la propia simplicidad
0
trivialidad del terna habia
cierta grandeza melancolica: era como la quintaesencia misma de tcdos los antiguos epitafios romanos, de toda la monumentalidad bas, acumulando
que habra en la ciudad de las tumcapa sobre capa de personas y casas
muerras. Era como si en el fervor misrno de la desilusian estuviera componiendo
---W:J1TEP Em ypaGs XPllVWV
KaL bAwv E-0VuN- los titulos sepulcrales de epocas
y pue-
blos enreros: ,mejor dicho, el epitafio misrno de Rorna viva! La grandcza de las ruinas de Roma, el heroismo en [237]
Walter Pater
ruinas: parecia estar hablando bajo la influencia de una anticipaci6n
imaginada
de
10 que iba a producirse. Y
aunque la impresi6n de la grandeza actual de Roma en aquel dia no podia sino mejorar con esa veta de desprecio que salia, con un acento de convicci6n patetica, del propio emperador, y obtenta de sus pretensiones ficales la autoridad
ponti-
de una sugesti6n religiosa, sin em-
bargo el in teres curioso del discurso estaba en que a Mario, mientras damente
10 escuchaba, le hada pensar anticipa-
en un Foro cubierto
de hierba, los caminos
deshechos del Capitolio, y la propia colina del Palatino ocupada por los humildes. Esa impresion se relacionaba con el cambio real que ya habia observado y que se estaba produciendo
sobre la escena italiana. Por to~asp_ar-
res podia encontrar
ese humor en el que el estoicismo
tiende a caer a veces, la tendencia a gritar: iHumillaoso' Encontraba
allf la impasibilidad
casi inhumana
aquel que habia meditado excesivamente
en el aspecto
parad6jico del amor a la fama postuma: Con ascetico que habita bajo todo platonismo, su oposici6n
entre
de
el orOguIlo-
resultante de
10 visible y 10 invisible, igual que
entre la falsedad y la verdad, el estoico imperial-como su autentico Media-
descendiente,
estaba dispuesto
el eremita
de la Edad
a burlarse de manera nada
amigable del cadaver en el que se habia convertidoaun en vida. .Mario no pudo menos que contrastar todo aquello con el deseo cirenaico que tenia entonces de [238J
Mario e! epicureo gustar, ver y tocar; reflexionando
sobre las cuestiones
opuestas que podian deducirse del mismo texto, habia dicho: «£1 rnundo, en mi interior y en el exterior, fluye ', como un rio, por tanto dejadme que aproveche al maximo
10 que hay aqui y ahora». Aurelio dijo: «El mundo, y
el que piensa sobre el, se consumen
como una llama,
por tanto apartare mi mirada de la vanidad; renunciate; me apartare de todos los afectos». Pareda estar afirrnando tacitamente,
como una especie de dignidad
perso-
nal, el que estuviera muy versado en esta visi6n de las cosas y pudiera discernir en todas partes la cabeza de la muerte.
Una y otra vez, Mario se acordo de la frase
segun la cual «para losestoicos
todaslaspersonasson
vulgares menos ellos misrnos»; y a veces el orador pare'cia haberse olvidado de su publico y hablar s6lo para sf rrusrno. «[Si amas las alabanzas de los hombres, metete en el alma de estes y contempla!
Contempla
10 que son los
jueces incluso en aquellos asuntos que les conciernen. Si despues de muerto
tienes sus alabanzas,
piensa que
aquellos que vendran despues y a los que sobreviviras por tu gran nombre seran los mismos con los que tan dificil te ha resultado vivir. Pues en verdad
el alma de
quien busca renombre tras la muerte no considera esto correctamente, memoria
ya que todos aquellos que guarda en su
asimismo
hasta que la memoria
se alejaran de esta rapidamenre, misma se apague, pues viaja de [239]
Walter Pater una manera que aletea solo por un momenta
y luego se
extingue. jEso es 10 que pasa con los que nunca verasl L como si tuvieras ante ti a los que dicen de ti un discurso con cosas hermosas. »Mas a aquel cuyo ingenio se ha visto estimulado por la doctrina autentica le bastard la conocida sentencia de Homero para defenderse contra ellamento
y el miedo:
"Como fa raza de las hojas es la raza del hombre: El viento de otoiio esparce las hojas viejas por la tierra; luego la primavera dota a los bosques de otras nuevas. »[Hojasl jPequefias hojas! jEso son tus hijos,
tllS
adu-
ladores, tus enemigos! Hojas al viento son aquellos que quisieron enviarte ala oscuridad, los que aqui se burlan de ti, incluso aquellos cuya gran fama les sobrevivira .. Pues todos nacen en verdad en la estaci6n de la primavera ---£apos Em yl yVETaL WPl]-, Y pronto un viento los esparcira, y despues el bosque se volvera a poblar con otra generaci6n
de hojas. Y 10 unico que es cormin a
todos ellos es la inquietud
de sus vidas: y sin embargo,
amas y odias como si estas cosas continuaran
eterna-
mente. En poco tiempo tus mismos ojos estaran tambien cerrados, y aquel en el que quizas ni te has apoyado sera el mismo una carga para otro. [240]
Mario el epicureo »Piensa a menudo
en la velocidad con la que las
cosas que son, 0 incluso las que empiezan a ser, son barridas y convertidas en pasado: que la sustancia misma de ellas es como el movimiento
perpetuo del agua; que
casi no hay nada que continue:
que todo surge de esa
profundidad
sin fondo del tiempo que esta tan cerca de
ti. jQue locura, sentirse animado, 0 apenado 0 ansioso por cosas como estas! Piensa en la materia infinita yen tu parte de ella: jque particula tan pequefia es esta! Pierisa en el tiempo infinito yen tu breve punto del tiempo; piensa en el destino, y en la pizca que eres de el; y entreg;l~eripidamente
ala rueda de Clot06 para que teja ella
contigo 10 que quiera. »Corno si arrojara una pelota con sus manos, la naturaleza de las cosas ha tenido su objetivo en cada hombre, pero no solo en el final, sino des de el primer principio de su curso, yen el curso mismo que ha seguido. 2Y ha obtenido la pelota algun beneficio de ser alzada, 0 alguna perdida al descender de nuevo, 0 en su caida? 20 10ha tenido la burbuja cuando crece 0 cuando se rompe en el aire? 20 la llama de la larnpara, desde el principio hasta el final de su breve historia? »La naturaleza, que dispone todas las cosas en orden, el presente 10 hace futuro, y transtorrnara que ahora yes, formando
todo aquello
con su sustancia alguna otra
cosa, y con aquella otra mas a su vez, para que el mundo no envejezca. Estamos hechos del material de los suefios: [241]
Walter Pater de suefios inquietantes.
jDespierta entonces! Y contern-
pla tu suefio tal como es en comparaci6n con 10 que antes te pareda ser. »Ya mi especialmente me convendrfa tener en cuenta todas las multiples mutaciones del Imperio en los tiempos pasados; y escudrifiar tambien el futuro, que necesariamente sera de una especie semejante a 10 que ha sido, avanzando siempre con el ritmo y el ruimero de las cosas que realmente son; de manera que en cuarenta afios uno puede notar del hombre y sus maneras poco menos que en mil. jAy, desde este lugar superior contemplarnos
los
naufragios y la calma! Consideremos, por ejemplo, como fue el mundo bajo el emperador Vespasiano. La gente se casaba y era dada en matrimonio,
tenfan hijos; el arnor
abria su camino en eUos; arnontonaban dernas
0
riquezas para los
para ellos mismos; murmuraban
de las cosas tal
como eran entonces; buscaban un lugar grandioso; eran arteros, aduladores, sospechaban de los demas, aguardaban su muerte: tenian fiestas, negocios, guerra, enfermedad, disoluci6n: y ahora toda esa vida ya no existe en parte alguna. Pasemos al reinado de Trajano: todas las cosas siguen igual; pero esa vida tarnpoco existe ya en parte alguna. jAy!Miremos de nuevo y consideremos todas las cosas una tras otra como si fueran las inscripciones sepulcrales de todos los pueblos y los tiempos de acuerdo con un solo modelo: jlas multitudes, tras esforzarse al maximo, poco despues volvieron a disolverse en el polvo! [242J
Mario el epicureo »Piensa de nuevo en la vida como si perteneciera
al
lllundo antiguo; pues as! habra de ser cuando nos hayamos ido; como as! es ahora entre los paganos salvajes. jCuintos
de ellos no habran oido nunca vuesrros nom-
bres ni el mio,
0
los olvidaran
pronto! Muy pronto,
10 injuriaran, pues
aquellos que hoy gritan mi nombre, la gloria, la memoria
de los hombres y todas las otras
cosas no son sino vanidad: un menton
de arena bajo el
viento sin sentido, elladrar de los perros, las disputas de los nifios que lloran inmediatamente
despues de refr.
»Asi ha de ser; asi ha sido: de 10 que ahora empieza a ~ytu
ser, incluso ahora mismo algo se ha extinguido.
piensas atesorar cualquiera de estas cosas? jEs como si uno se enamorara
de la golondrina
aire desaparece inmediatamente
que pasando por el
de la vista!
»Piensa a menudo en todas las afirrnaciones
publi-
cas y privadas, en aquellos hombres que han sido recordados por su coleta y su espiritu vehemente,
en esas fu-
rias famosas y sus causas, en las grandes fortunas infortunios
e
de los esfuerzos de los hombres de la anti-
guedad, ~Que ha sido de todos ellos ahora, y del polvo de sus batallas? Polvo y cenizas, ciertamente; una fibula, un mito,
0
ni siquiera eso. jS!!Tenlos ante tus ojos cuan-
do tanto te cueste aceptar eran tan beligerantes,
10 que te haya sucedido; ellos
tan inquietos.
~y donde estan
ahora? ~Sucederi de otra manera en tu caso? »Considera ahora
10 rapidarnente que se desvanecen [243]
Walter Pater
todas las casas, como su estructura corporal desaparece en la sustancia general;
el recuerdo mismo de ellos pasa
al gran golfo y abismo de los pensamientos
pasados.
Durante la vida te deslizas par un diminuto
espacio de
la tierra, eres un alma pigmea que arrastra hacia su rumba a un cuerpo muerto. »Deja que la muerte te haga considerar tu cuerpo y tu alma: que se te ha entregado un atomo de toda la materia existente, una pequefia pardcula de la mente universal. Da la vuelta a tu cuerpo y considera
10 que es, y 10
que pueden hacer de ella vejez, el deseo y la languidez de la enfermedad.
0 cansidera sus cualidades sustancia-
les y causales: conternplalas
en S1 mismas, fuera de los
accidentes de la materia, y mide tambien la duracion del tiempo durante el que la naruraleza de las casas las mantendra
como mucho. En los principios
en los primeros constituyentes
mismos y
de las casas la corrup-
cion tiene su parte: jcuanto polvo, humor, hedor yesquirlas de hueso! Piensa que tus marrnoles no son sino las callosidades de la tierra, tu oro y tu plata, sus foeces, esta tunica de seda es como un lecho de gusanos, y tu purpura
un pescado sucio. No es de otra manera el
aliento de tu vida, pues sale de materias como estas y a ellas vuelve de nuevo. »Pues el alma unica de las casas, tomando la materia en sus manos como si fuera cera, la moldea una y otra vez, velozmente,
ya sea en animales, plantas a nifios: y [244)
Mario el epicureo
10 que muere no se sale del orden de la naturaleza, sino que permaneciendo
alli tarnbien tiene sus cambios, pa-
sando a aquellos elementos de los que la naturaleza,
10
mismo que ttl, esta hecha. Ella cambia sin murmurar.
El
cofre de roble se despedaza sin quejarse, como tampoco
10 hizo cuando el carpintero 10 formO. Si alguien pudic0 rodo 10
ra decirte con certeza que moririas manana
"mis pasado manana, no serla muy importante
rnorir al
segundo dia, en lugar de al dia siguiente. Esfuerzate por . . pensar que no es Importante que vayas a monr, no manana, sino dentro de un afio,
0
dos,
0
diez afios a partir
de hoy. »Encuentro
que todas las cosas son ahora
10 mismo
que fueron en los tiempos de nuestros antepasados
en-
terrados: todas las cosas son sordidas en sus elementos, estan gastadas por su largo uso, y sin embargo son eftmeras. Que ridicule result a entonces maravillarse de la nulidad, como hace un campesino en la ciudad. 2Es que a ti no te fatiga la repeticion de los mismos especticulos piiblicos? Lo mismo pasa con la semejanza de los aeontecimientos
en el espectaculo del mundo. Y asf pasara
contigo al final. Pues la rueda del mundo siempre el mismo movimiento, abajo, de generacion
ha tenido
hacia arriba y hacia
en generacion.
2Cuindo
dara
lugar el tiempo a la eternidad, cuindo? »Si hay cos as que te turban, puedes apartarlas de ti, pues son tan solo por la idea que de elIas tienes. Consi[245]
Walter Pater
dera
10 que es la muerte y como, si uno se separa de las
apariencias, de las ideas que tiene sobre ella, y la considera como es realmente, tendra que pensar en la rnuerte como un efecto de la naturaleza, y solo a un nino le espantan esos efectos naturales. Mas aun, no es solo funcion y efecto de la naturaleza, sino algo provechoso en S1 misrno, »Cesar en la actividad, poner fin a tu esfuerzo por pensar y hacer: no hay mal en ello. Piensa en las epocas de la vida del hombre, la adolescencia,
la juventud,
la
madurez y la vejez: el cambio a cad a una de ellas es tambien una muerte. Te has subido al barco, has hecho el viaje y llegado a la orilla: jsigue adelante ahora! Se en alguna otra forma de vida: el aliento divino esta en todas partes, tarnbien alli. Se en el olvido eterno: al menos descansaras del golpeteo de las imageries sensibles sobre ti, de las pasiones que te empujan por este
0
el otro ca-
mino como si fueras un juguete insensible, de las largas marchas del intelecto, de la fatigosa atencion a la carne. »Apenas si eres mas que polvo, cenizas y huesos desnudos: tan solo un nombre,
0
ni siquiera tanto, que no
es sino un susurro y una resonancia
que se mantiene
viva de boca en boca de los abyectos moribundos
que
apenas se conocen a S1 mismos. jMucho menos quedara de ti cuando lleves mucho tiempo muerto! »Cuando veas a un hombre sabio, un abogado, un capitan del ejercito, piensa en otro que se haya muerto. [246]
Mario el epicureo Cuando yeas tu propio rostra en el cristal, invoca ante ti a uno de tus antepasados ... a uno de esos antiguos cesares. jContempla
ante ti a tu doble por todas partes! Y
deja entonces que pase por tu mente este pensamiento: 2Ydonde estan? 2Esd.n en algun lugar para la eternidad? Y ni mismo, 2cuanto duraras? 2Tan ciego eres que no yes
10 que eres, 10 temporal de tu materia y de tu tuncion, la naturaleza de tus negocios? Entretente
con la idea hasta
que hayas asimilado estas cosas en tu propia esencia,
10
mismo que un fuego rapido convierte en calor y luz todo
10 que toea.
»Lo mismo que las palabras que en otros tiempos se utilizaron
ahora nos resultan anticuadas,
los nombres
que estuvieron
asi pasa con
una vez en los labios de
todos los hombres: Camilo, Voleso, Leonato; poco despues, Escipion y Caton, y luego Augusto, Adriano, Antonino Pio. jCuantos grandes medicos que han levantado sus sabias frentes junto a los lechos de la enfermedad de otros hombres, ellos mismos han enfermado y muerto! Aquellos sabios caldeos que prededan importante
la ultima hora de otro hombre,
como algo ellos mis-
mos fueron cogidos por sorpresa. Lo mismo que todos los dernas en sus agradables lugares, los que vivieran en Capri como Tiberio, en sus jardines, en los banos; Pitagoras y Socrates, que tanto razonaron sobre la inmortalidad; Alejandro, que uso Ias vidas de los dernas como si la suya propia fuera a durar para siempre: el y el conduc[247]
Walter Pater
tor de su mula son iguales ahora, uno sobre otro. Casi toda la corte de Antonino
ha desaparecido.
Pantea v
Pergarno ya no se sientan junto al sepulcro de su senor. Los que vigilaban el polvo de Adriano se han ido de su sepulcro: seria una broma permanecer
mas tiernpo alli.
Si siguieran alli sentados, ~lo notaria el muerto? Y si 10 no tara, ~se alegraria? Y si se alegrara, ~haria eso que esas vigilancias se rnantuvieran eternamente? Llegara el tiempo en que tambien ellos seran mujeres y hombres ancianos, y moriran, y abandonadn
sus puestos; ~yque
guardia quedara entonces alli para el servicio imperial: No quedara ya sino el aliento de la rumba y un pellejo lleno de sangre de hombres muertos. »Vuelve a pensar en aquellas inscripciones que pertenecen no solo a un alma, sino a familias enteras: TOV"
"[0XQTOS
l.bLOV YEVOVS: Fue el ultimo de su raza. Lo mismo
puede decirse del enterramiento Helice, Pompeya;
0
de ciudades enteras:
de otras de las cuales desconocemos
incluso d6nde estan enterradas. "Has sido un ciudadano
en esta gran ciudad. No
cuentes por cuanto tiernpo, ni te quejes; pues
10 que te
envio aqui no fue un juez injusto, ni un tirano, sino la naturaleza, que aqui te trajo; es como cuando un actor abandona
la escena por mandato
del director que le
contrato, ~Acaso [e dice que no ha interpretado cinco actos? Pues mas en la vida humana,
los
donde solo
tres actos forman a veces una obra entera. Eso le corres[248]
Mario el epicureo ponde al director de la obra, no a ti. Retirate con buena voluntad; pues quizas es tarnbien buena la voluntad que te ha separado de tu papel», El discurso terrnino
casi en la oscuridad,
noche se habia puesto repentinamente,
pues la
con una nevada
fuerte. Las antorchas, dispuestas a su entrada para prestarle un honor inutil, le hicieron ahora un servicio real cuando el ernperador fue conducido solemnemente casa; cada hombre cogia rapidamente
a su
el fuego de otro,
formando una larga corriente de luces que se movian por
el Foro blanco, y subiendo las grandes escaleras que llevaban al palacio. Aquella neche ernpezo el invierno, el mas duro de los que se habia conocido en muchisimo tiempo. Los lobos bajaron de las montafias y, guiados por el hedor de la carrofia, devoraron los cuerpos rnuertos que hablan sido enterrados precipitadamente
durante la peste y, en-
valentonados con la comida, antes de que el breve dia hubiera pasado, se deslizaron por encima de los muros de las granjas de la Campagna. Se vio a las aguilas conducir por el cielo oscuro bandadas de aves mas pequefias, Pero en la ciudad, por contraste, el invierno fue mas brillante entre aquellos que podian pagarse el fuego y el calor. Los que se aprovechan de la costumbre hicieron grandes negocios vendiendo despojos de las criaturas peludas que habian escapado a los lobos y las aguilas, como regalos en las Saturnalia; nunca antes las rosas de invierno de Cartago parecieron tan lujosamente amarillas y rojas. [249]
Capitulo XIII La «duefia y madre» de los palacios
Tras el duro y breve invierno el sol actuaba ya suavizando hojas y capullos y esparciendo
un debil aroma
por el aire; pero actuaba tras un cielo uniforrnemente blanco, contra el cualla morada de los Cesares, con sus cipreses y tejados de bronce, pareda como un cuadro de color hermoso y rnelancolico
cuando Mario ascendfa
los largos tram os de escaleras para ser presentado al emperador Aurelio. Aunque iba vestido segun la moda mas reciente, rodeadas las piernas por elegantes [asciae' de cuero blanco, con el gran anillo de oro del ingenuus2 y la toga ceremonial,
seguia manteniendo
la tez fresca del
que ha vivido en el campo. La «juvenrud dorada» de Roma habra puesto en el sus ojos por ser el amigo elegido por Cornelio y por estar destinado a servir al emperador; pero
10 habra hecho sin celos. A pesar de la reser-
va habitual de sus maneras, habra convertido
0
quizas en parte por ella, se
en un hombre
«de moda» incluso
entre aquellos que instintivamente
percibfan la ironia
[251]
Walter Pater
que habia bajo esa serenidad notable de aquel que se toma las cosas de manera distinta a como
10 hacen los
dernas, y esa diferencia es perceptible en la voz, en la expresion e incluso en su modo de vestir. Era en verdad la actitud de aquel que, entrando en la vida con energia, y disfrutando
plenamente
de las delicadezas de esta, sin
embargo siente todo el _!:~_~sde el lJUnto de vista de unaifJ~s-~fia ideal, que esta re~i~tiendo de realid~d (T~s--;~p-;siciones, que por propia voluntad decide cami-
I nar en una
ensofiacion, pero que al men os es consciente
.de la ilusion de esta. . - Mario aguard6 en la casa del primer chambelan momento
el
de ser admitido en presencia del emperador.
Estaba admirando
la peculiar decoracion de las paredes,
del color del cuero viejo y rojizo. En medio de una de ellas, bajo un enrejado de frutas que podian cogerse, se representaba
la figura de una mujer llamando
puerta con una perspectiva maravillosamente ese mornento
le convocaron
a una real. En
y a los pocos minutes,
como la etiqueta de la casa imperial era todavia sencilla
y simple, habia traspasado las cortinas qllt: diyidia1LeD tres partes el salon central del palacio aproximacion c~n
~rpropio
a la persona sagrada-.
-lo~tres grados de y esra:5dna:D1ando
A~~~lio, pero n~ en griego, la lengua con
la que el emperador
solia conversar con los ilustrados,
sino en un latin mas familiar, aunque adornado
0
desfi-
gurado por muchas frases griegas, de la misma manera [252]
Mario
el eplcureo
que ahora las frases francesas sirven para adornar el ingles de moda. Marco Aurelio trato a Mario con verdadera amabilidad, considerandolo
10-
un joven que habia
grado grandes cosas en las letras y la filosoffa griegas; le gusto tarnbien
su expresion seria, pues era creyente,
como bien sabemos, en la doctrina porque tal corno el 10 deda,~;
de la fisionomia;
s61~-er~mor sino todos
lo~ afectos del alma del -hombre se \'~~ d~~am~nte has lis venranas de los ojos. La sala en la que se encontraba
Mario era de aspecto
antiguo y estaba ricamente decorada can los objetos elegidos par dos a tres generaciones
de coleccionistas
im-
periales, revisados finalmente
par la gran capacidad del
gusto del propio emperador
estoico, aunque no dura-
dan mucho tiernpo alIi. Aurelio se jactaba repetidarnente de que de Antonino la autoridad
Pio habia aprendido a mantener
sin el usa constante
de los guardias, con
una tunica tejida por las doncellas de su propia esposa, sin imageries ni luces procesionales, y de que «un principe podia encogerse hasta tener casi la figura de un caballero privado». Sin embargo, como la primera vez que
10
via, Mario se sintio sobrecogido par la religiosidad profunda del entorno de la presencia imperial. Ese efecto pudo deberse en parte ala propia simplicidad, la sirnplicidad discreta y escrupulosa de la figura central de aquella morada esplendida: pero Mario no podia olvidar que vela ante el no solo a la cabeza de la religion roman a, [253]
Walter Pater
sino rambien a aquel que podia reivindicar realmente algo parecido ala veneraci6n divina, y que se preocupaba de hacerlo. Aunque los deseos fantasticos de Callgula habfan sido la causa de que esa pretensi6n resultara algo despreciable,
y habia llegado a convertirse casi en una
broma con el desgarbado
Claudio,
des de Augusto en
adelante una vaga divinidad pare~.i~_r~4~ii~lQ~~¢S;_~~~ incluso en esta vida, Por otra parte, el caracter peculiar de Aurelio, en el que se unian un politeista ceremonioso que nunca se olvidaba de su vocaci6n pontifical y un l6sofo cuya especulaci6n
fi-
mistica le rodeaba de una es-
pecie de halo de santidad, era la causa de que, sin el pretenderlo, prestigio
su persona hubiera recuperado 0
parte de ese
prerrogativa divina. Aunque nunca perrniti-
ria que le dedicaran altares a el, la imagen de sJLGenius -su espiritualidad
0 eqllivalc::nte celestial- se colocaba
entre 10s pnncipes deificados del pasado; yal referirse a su familia, incluyendo a Faustina y al joven C6modo, se hablaba de una casa «sagrada» 0 «divina». Muchos cortesanos roman os estaban de acuerdo con el jefe barbara que, tras contemplar
a un predecesor de Aurelio, se reti-
r6 de su presencia exclamando:
«[Hoy he visto a un
dios!» El techo mismo de la casa, qu~;levantak~t:a un Ironton
0
agui16n, como en el santuario de un dios,
los laureles a ambos lados de la puerta de entrada, la guirnalda de hojas de roble que habia arriba: to do parecia designar aquel lugar para la veneraci6n
religiosa.
.,. [254]
Mario el epicureo Mas, a pesar de to do aquello, la casa de Aurelio era singularmente
modesta, y no tenia nada de los gastos dis-
pendiosos de los palacios tras la moda de Luis XIV; la dignidad palaciega s6lo se dejaba sentir en un peculiar sentido del orden, en la ausencia de to do casual, vulgar
0
inc6modo.
10 que fuera
El Palatino, simple residen-
cia oficial de sus predecesores, se habta convertido en la vivienda convenian
favorita de Aurelio; sus recuerdos
variados
quizas a su caracter pensativo, y los esplen-
do res toscos de Ner6n y Adriano habian remitido con el tiempo. Las moradas romanas, sin ventanas, le parecedan tristes a una persona de hoy. 2C6mo soportarian los nifios, se preguntaria este ser de hoy, unas casas desde las que tan diflcil era escapar con la mirada hacia el mundo exterior? Pero Aurelio, que habfa decidido vivir allf en un hogar autentico,
aunque altere muy pocas cosas, sf
abri6 la mayor parte de las ventanas de nivel y tam bien alguna ventana tipo medieval, por dfa, muy apreciada
10 que la clara luz del
por su joven visitante,
formaba
agradables sombras entre los objetos de la colecci6n imperial. Algunos de ellos, en raz6n de su gracia y simplicidad griegas, brillaban
como espacios de una luz mas
pura y temprana entre los esplendores de la manufacturaromana. Mario pens6 que, aunque pareda un hombre que no dormia
10 suficiente, aquel dfa tenia un aspecto bri-
llante tras uno de esos terribles dolores de cabeza que [255]
Walter Pater habian sido para el desde pequefio «ellado espinoso de la vida», dificultando fortificarse
con humildes
primer momento, emperador
las pretensiones
de su filosofia de
actos de resistencia.
En un
como se acordaba del espectaculo del
durante
la ceremonia,
a Mario Ie parecio
casi increible hallarse en conversacion
privada con el,
Habia mucho en la filosofia de Aurelio -much as consideraciones de la humanidad instituciones,
en general, de las grandes
de los agregados y generalidades
ala rna-
nera estoica- que en una naturaleza menos fuerte que la suya habria actuado como un estimulo a interesarse por las personas en proporcion inversa a 10 proximas que estuvieran de el. Ese habfa sido a veces el resultado del cosmopolitismo
estoico. Pero Aurelio, decidido a em-
bellecer por todos los medios posibles, grandes
0
peque-
nos, una doctrina que inclufa una aspereza potencial, habfa dedicado su inteligencia rapida y muchos afios de observacion a interesarse por las condiciones
de la rela-
cion social. Hada mucho tiempo que decidio «no convertir los negocios en una excusa para disminuir los oficios de la humanidad;
fl() El"~te_I_lderC:_~l:a!_~~~as_~~~o _La E~l"aI_l~c;o_ll~e_cJer
ocupado por asuntos importantes
que la vida con los dernas podria exig~~_~l1 c:~gl"l1_~n__ to»; y 10 logro con tal exito que, en una epoca en la que se establecieron muchas de las cuestiones mas delicadas de esas relaciones, se pensaba que la simple honestidad de su conversacion era mas agradable que las lisonjas de [256]
Mario e[ epicureo los otras hombres. El que resultara agradable aquel dia a su joven visitante era en verdad una flor de la misma sabiduria que habia convertido mente en un hermano:
a Lucio Vera verdadera-
l~_sabi~~riaque
lellevaba a no
ser exigente con los hombres mas delo que
10 seria con
Losarboles trutales (era una expresi6n fav()rita suya) presionandolos mas alla de su naturaleza. Y habia otra persona, todavia mas cercana a el, para la que esta sabiduria se convirtio en una maravilla de equidad y caridad. En el centra de un grupo de hijos principescos, en la misma estancia que Aurelio, en medio de todas las intimidades refinadas de un hogar moderno, emperatriz
Faustina calentandose
se sentaba la
las manos sobre un
brasera. Con sus largos dedos enrojecidos por los carbones ardientes del brasero, Mario observ6 de cerca a la mujer mas hermosa del mundo, que por la gran paradoja de su edad se encontraba
entre sus hijos e hijas. Tal
como se habia dicho con verdad en las numerosas representaciones artisticas que de ella se habian hecho, tenia en la vida la actitud de una persona curiosa e inquieta que entablaba conversaci6n con el primera que llegara. Tenia la capacidad
de estimular
una curiosidad
muy
ambigua con respecto a su persona. Mario descubri6 ese punto enigmatico de su expresi6n que hada que, incluso despues de haberla visto muchas veces, en su ausencia no pudiera recordar nunca con exactitud cuales eran sus rasgos. El nino de seis afios, aunque pareda mayor, [257]
Walter Pater que se sentaba a su lado deshaciendo
con impaciencia
una rosa y arrojando los petalos al brasero, se pareda al padre: era una repeticion
del joven
Verissimus; pero
tenia ciertos rasgos femeninos y la mirada alerta
0
licen-
ciosa de la madre. En todas las puertas y ventanas de la casa imperial golpeaban los rumores referentes a los adulteros que llamaban a elias,
0
que dejaban alii tranquilamente
sus
guirnaldas de amante.;~2ErpareC:lcio-q~~teiiIi·;;lmuch; cho con el esposo no era la consecuencia
de una magia
vergonzosa en la que habia sido un ingrediente la sangre del gladiador
asesinado
que fue su autentico
padre?
~Conocia los trucos para engafiar a los maridos que describe el poeta romano+y
era su casa una buena escuela '
de todas las artes del amor furtivo? ~Oel marido
10 sabia
bien, al igual que todos los dernas? Ciertas muertes repentinas que alli se habian producido, ~estuvieron cau- . sadas realmentepor la apQpkji~_QPQrJa peste? ---._ £1 hOrl1b~een cuyos oidos y en cuya a.l~a deb ian penetrar esos rumores seguia rnanteniendose,
sin embar-
go, fiel a su filosofia optimista y a su determinacion
de
que el mundo fuera para el tal como quisiera concebirlo la razon superior; el viaje de la vida que Aurelio habia hecho hasta el momento,
aunque habia conocido una
gran soledad moral e intelectual, tambien le habia aportado contactos afectivos y Miles con otros caminantes muy distintos a e], Desde los dias de su primera infan[258J
Mario el epicureo cia, transcurrida
en los jardines lateranenses, siempre
Ie
pareci6, y bendijo por ello a los dioses tras haberlo considerado
cuidadosamente,
que habia estado rodeado
por parientes, amigos y siervos de excepcional virtud. De la gr:§:~_id~~_e.?_t£ic_aLs~gtinlac~E~~~4p§~()_mo~_c:iMd;;d~~~s de la misma ciud~l:h;bia ext~aido~_llaapre"ciadon,~mas
10 q~~~gc:Qmtin
tierna ieqi.litativad~
enrrelos- eit~ic~;, a~e~~~d~ l~s et;r~~~ iI1_~ufi~_ienciasde "_
_,
"_"
--.0-,-
."
hombres y de mujeres. Pensando,
._
~_~_ ••
.•
..~--
con una especie de
orgullo -fil~~6fico, que nadie aceptaba con mayor afabilidad que el los «descuidos» de sus vecinos, se preocupaba todos los dias de almacenar aquellas consideraciones que pudieran
tender
a endulzar
•~PUesa~aso -~~h~bLiensefiado
su temperamento.
Plat6iI(yest~
~~-~~~~;-;~_!
paradoja sino la simple verdad de la experiencia) que si ~ la gente peca es porque no tiene un conocimiento
mejor
y esta glli~<:l_'U
a las personas indignas.
En realidad asi fue como se encontro con muchos instrumentos
que le fueron
iitiles. De esta manera
al
menos la ernperatriz Faustina, a la que le unia un gran afecto, no se convirtio totalmente
en
10 que la mayoria
de la gente creia de ella, y as! (si creemos la palabra de Marco Aurelio en las Meditaciones, abundantemente confirmada rrespondencia
por cartas, en ambas direcciones, de su cocon Cornelio Fronto) fue para el un con-
[259J
J
Walter Pater suelo; quizas el mas seguro, porque no era bien conocido por los demas, ~Acaso, despues de todo, conoda el, que al menos protegio su nornbre, el secreta de su ver-
10 unico seguro de ella,
dadera inocencia? En todo caso,
adem as de su belleza extraordinaria,
era la amabilidad
con la que le trataba a el. La persona sabia que ha observado debidamente
los
arboles del jardin no esperaria recoger uvas de los espinos
0
las higueras; y el era la vid que produda
su amable
fruto par la ley natural, una y otra vez, para los suyos, sin preocuparse
de la utilizacion
hacer el pueblo. Ciertamente
que de ello pudiera
su presencia real nunca
perdio su poder, y Faustina se alegraba de ello aquel dia, el cumpleafios
de uno de sus hijos, un muchacho
estaba de pie junto a sus rodillas sosteniendo
que
entre los
dedos una pequefia trompeta de plata, uno de los regalos de cumpleafios, £1, que aspiraba a ser un emperador apatico, habia dicho con jactancia:
«Por mi parte, a
menos que conciba que ese sea mi dario, no ten go ningun dafio, y como concibo las cosas es mi secreto». Pero cuando sus hijos enfermaban
0
morian esa pretension
se venia abajo y el se sentia desolado. Un rasgo atractivo de algunas de sus cartas, que todavia se conservan, es la referencia a esas enfermedades greso al Lorium,
encontre
de los nifios, "A mi re-
con fiebre a mi pequefia
dama -domnulam meam-», escribe en una de ellas; y de nuevo, en la carta a uno de los hombres mas serios, [e [260J
Mario el epicureo dice: «Te alegraras de saber que nuestro pequefio esta mejor y corretea por la habitaci6n
-parvolam
nostram
melius valere et intra cubiculum discurrere-». El joven C6modo
habia abandonado
la estancia
porque deseaba presenciar los ejercicios de unos gladiadores, pues tenia un gusto innato por esa compafiia que habia heredado,
segun los rumores populares,
de su
padre autentico:
deseaba tambien escapar de la impre-
sionante compafiia del anciano mas grave y amable que Mario habia conocido nunca, el tutor de los hijos imperiales, que se habia presentado
para ofrecer sus felicita-
ciones de curnpleafios y ahora formaba parte, muy familiar y afecruosamente,
del grupo, apoyandose
en los
hombros del emperador, besando en el rostro ala emperatriz Faustina, y a los pequefios en el rostro y las manos. Marco Cornelio Fronto, el «Orador», maestro favorite del emperador en su juventud y despues su consejero de mas confianza,
ocupante
indiscutido
ahora del trono
sofista, cuyo elegante carruaje de plata Mario habia visto por las calles de Roma, habia recibido numerosos regalos personales con una buena fortuna que resulraba notable incluso en esa epoca que tan indulgente era con los profesores y los ret6ricos. La gratirud del emperador Aurelio, generoso siempre con sus profesores, y que a veces le llevaba a arreglar las disputas que habfa entre estos, pues no siempre eran justos el uno con el otro, le habia ayudado a el a ocupar en el mundo [261]
un puesto
Walter Pater realmente importante.
Para ser el profesor de una filo-
sofia que incluso en su fa~~_~i~~~~~i~~~_g_i9t~-;:; pooia uncIespre~i~-.EQU~)~~ cosas,_~onsiderab~_ como algoabsoTut~lme~~~'adecuad~~~~~~~_n~~~';~;~-s~siQD~s~ incluyendo iav-iH~y"l~s-ja~~~~ei4e Mecenas.Su conocimiehtopi-actlcode
intimo
las rnaneras, fisonomias, son-
risas, disfraces, lisonjas y trampas cortesanas de to do tipo -una retorica total de la vida diaria-, 10 aplicaba a la promocion
de la humanidad,
to familiar de los hombres.
y especialmente al afec-
Durante
su larga vida de
ochenta afios habia estado rodeado por el aire agraciado y tranquilizador
de su propia elocuencia -por la fama y
los ecos de esta- como si fueran pajaros gorjeantes abejas zumbantes. las mejores
Expresando
en ese hermoso medio
ideas de la filosofia
habia convertido
0
pagana
madura,
se
en el «director» favorite de los jove-
nes nobles. Ese fue, ciertamente,
el iinico caso que habia visto
Mario, a pesar de que los estaba buscando siempre ansiosamente, de una vejez absolutamente
tolerable y her-
mosa: una vejez en la que alguien qlle ~~bJ~.l!-~m~nte sobrevalorabi lao expresion de la juventud no yei..~glle hubiera nada que lamentar, nada que_s.~h:y.bi.t:.gpe.rdi:. do realmente, en 10 que los afios se habfanidoIlevando. Aquel anciano sabio cuyos ojos azules y piel blanca eran tan delicados, tan claros e inmaculados, sian de haber sustituido
daba la impre-
consciente y cuidadosamente [262]
Mario el epicureo
cada rasgo natural de la juventud, conforme esta le iba abandonando, por otro equivalente de la cultura; y mantenia la alegria placida, 10 mismo que habia tenido la debilidad y la apelacion a personas mas fuertes, de un nino delicioso. Y sin embargo, pareda que no hiciera otra cosa que aguardar el momenta de abandonar la vida -ese momento por el que losestoic?s estabancasi siemp~ ig-uarae?reocupados-q~e-l~~·~ri;ti;n~~, ..aunq-~~-deuna maneraf~ que hizo que Mado meditara acerc~ del contraste entre una placidez como aquella, a los ochenta afios, y 1adesesperacion que sabia existia en su manera de pensar sobre el tema. Sus enfermedades habian sido, sin embargo, dolorosas y prolongadas, y habia perdido hijos y nietos. E1enfrentarse ala multitud y a las desdichadas calles era un signa de afecto que le habia costado un esfuerzo, pues en aquellos tiempos el anciano no salia nunca de su propia casa; pero se alegraba del apoyo del emperador mientras se movia de un lugar a otro entre aquellos nifios que con tanta frecuencia afirmaba haber amado como a los suyos. Por una extrafia buena suerte literaria, a principios de este siglo se ha liberado la fragancia largo tiernpo enterrada de esta famosa amistad del antiguo mundo, encontrandose bajo un manuscrito posterior sin valor una serie de cartas en las que los dos auto res intercambian sobre todo sus pensamientos nocturnos, especia1mente
mui¥s!i~i;;:
[263]
Walter Pater en los aniversarios familiares y con una intimidad
total,
ace rca de sus hijos, el arte dellenguaje y las diversas sutilezas de la «ciencia de las irnagenes» -las imageries retoricas-; y sobre todo, desde luego, sus ideas sobre el suefio y los temas de la salud. Las cartas estan llenas de una admiraci6n mutua por la elocuencia del otro, la inquietud
por la ausencia hasta que vuelven a verse de
nuevo, y caracteristicamente
anotan aquellos suefios en
los que interviene el otro, esperando el dia que termine el asunto
0
el deber que les separa: «Lo mismo que la
gente supersticiosa espera que salga la estrella que marc a la interrupcion
del ayuno». Para uno de los auto res ,
para Aurelio, la correspondencia
era sinceramente
va-
liosa. Le vemos en una ocasion leyendo sus cartas con autentico placer antes de ir a descansar. Fronto trata de evitar que su pupilo escriba en griego. ~Por que comprar a gran precio un vino extranjero
que es inferior al de
nuestra pro pia vifia? Por otra parte, Aurelio, con una susceptibilidad
innata extraordinaria
a las palabras -la
parole pour la parole, como dicen los franceses-, se sespera ahteti.-peifeccion
retorica de Fronto,
Lo mismo que le sucede al moderno Capitolino
ck~-
visitante del
y otros museos, Fronto se habia visto agra-
dablemente sorprendido los Antoninos;
por la semejanza familiar entre
y formaba parte de su amistad el men-
cionarlo expresamente
en el caso de los hijos de Fausti-
na. En una ocasion en la que Aurelio debia estar ausente, [264]
Mario el epicureo Fronto le escribe: «He vista a los pequefios; me ha resultado de 10 mas agradable, pues son tan parecidos a ti como resulta posible. Ha hecho que merezca la pena mi viaje por ese camino resbaladizo y el subir las empinadas rocas; pues me ha permitido
contemplarte
no simple-
mente cara a cara delante de mi, sino mas generosamente cada vez que me volvia a la derecha y a la izquierda. Por 10dernas, los he encontrado,
jdemos gracias al cielo!,
con mejillas saludables y voces vigorosas. Uno sostenia una rebanada de pan blanco ala manera del hijo de un rey; el otro una corteza de pan moreno, como corresponde al descendiente de un fi16sofo. Ruego a los dioses que ambos mantengan
el acuerdo entre el sembrador y
la semilla para que vigilen este campo en el que las rnazorcas de maiz son tan semejantes. Tarnbien he escuchado sus hermosas voces, tan dukes en esa charla infantil en la que de alguna manera me parecia estar oyendo las notas limpias y armoniosas de tu propia oratoria: jsi, en ese gorjear de tus polluelos! jTen cui dado de que no me vaya a volver demasiado
independiente,
pues tengo a
quienes puedo amar en tu lugar! Recibe mi amor con la seguridad de mis ojos y mis oldos». «Magistro meo salutem!», contesta
el emperador.
«Tambien he visto yo a rnis pequefios al verlos til; como tambien te vi a ti alleer
tu carta.
Es esa carta encantado-
ra la que me obliga a escribir asl». Las reiteraciones del afecto son continuas en esas cartas, por ambos lados, ya [2651
Walter Pater
un lector moderno
le pueden parecer quizas excesivas;
es algo que tienen en comun_cofl_~13r::~~g~?_fe~v~~_judaico por la amistad. Y con toda certeza eran sinceros. A uno de esos nifios habi~ llevado F;~;;-~;-~T;~g;l~ de cumpleafios de la tromp eta de plata, sobre la que el infante se aventuraba
a soplar suavemente
cuando, dando vueltas con complacencia
de vez en
en la mirada
por el sonido cuando erda que el anciano no estaba escuchando.
Fronto y Aurelio conversaron
conocido y valetudinario
sobre el tema
del suefio; Aurelio
10 conside-
raba siempre una carga, y Fronto como algo con capacidad magica, por
10 que habia escrito un encomium en su
alabanza, ya menudo con argumentos mendaba
ingeniosos reco-
a su pupilo imperial que no se
10 perdiera.
Hoy, pensando en sus j6venes oyentes, tenia una historia que contar al respecto: «Dicen que nuestro padre Jupiter, cuando orden6 el mundo en sus principios, tes exactamente
dividi6 el tiempo en dos par-
iguales: una parte la visti6 con la luz, y
la otra con la oscuridad, y las llam6 dia y noche; asign6 el descanso ala noche, yel trabajo de la vida al dia. Por aquel tiempo el suefio todavia no habia nacido, por
10
que los hombres se pasaban la vida entera despiertos: en lugar del suefio se les habia impuesto la tranquilidad
de
la noche. Pero poco a poco, como las mentes de los hombres son inquietas, estes empezaron a ocuparse de sus asuntos igualmente
por el dia y por la noche, sin [266]
Mario el epicureo
1
conceder parte alguna al reposo. Jupiter, al ver que ni si-
j, I'
I
quiera durante la noche cesaban en ellos las disputas e inquietudes, manedan
y que incluso los tribunales
de leyes per-
abiertos (Fronto sabia que Aurelio se enorgu-
Heda de asistir a esos tribunales
hasta bien entrada la
neche), decidio designar a uno de sus hermanos como encargado de la noche con autoridad de los hombres.
sobre el descanso
Para no aceptar la mision, Neptuno
alego como excusa la gravedad de su vigilancia constante de los mares, yel Padre Dis la dificultad de mantener la sujecion de los espfritus que vivian abajo; Jupiter, tras pedir consejo a los otros dioses, cornprendio practica de las vigilias nocturnas
que la
tenia algo favorable.
Fue entonces cuando Juno tuvo sus hijos: Minerva, senora de todas las artes y artesanias, amaba la lampara de medianoche;
Marte se complacia en la oscuridad para
sus salidas y sus estratagemas; y Venus y Baco favoredan a los que se sentian estimulados
por la noche. Fue en-
tonces cuando Jupiter decidio crear el suefio; y 10 anadio al nurnero de los dioses y le puso al cargo de la noche yel descanso, dejando en sus manos las Haves de los ojos humanos.
Con sus propias manos rnezcio los jugos con
los que el suefio tranquilizaria
los corazones de los rnor-
tales: la hierba del gozo y la hierba de la seguridad recogidas de un bosque del cielo; y de los prados del Aqueronte torno la hierba de la muerte, exprimiendola
tan
solo una gota, no mayor que la que una ligrima podria [267]
Walter Pater
ocultar. "Con este jugo derrama el suefio sobre los parpados de los mortales. En cuanto los haya tocado, quedaran inrnoviles bajo tu poder. Pero no tengas miedo: reviviran y al cabo de un tiernpo volveran a estar en pie", dijo JUpiter. Despues dio alas al suefio, uniendolas no a los talones, como las de Mercurio, sino a sus hombros, como las alas del am or. Pues tal como dijo: "No te corresponde
acercarte a los ojos de los hombres
con el
ruido de los carros y el estrepito de un torrente energico, sino con un vuelo placido y piadoso, como sobre las alas de un gorrion. Mejor dicho, sin el estrepito del aleteo de la paloma". Ademas de to do esto, para que pudiera resul tar todavia mas agradable a los hombres, le encargo tambien una multitud
de suefios agradables de acuerdo
con los deseos de cada hombre. Uno de ellos vela a su personaje favorito; el otro escuchaba la flauta,
0
guiaba
un carro en las carreras: en su suefio, el soldado salta victorioso, el general era llevado en triunfo, el errante regresaba a su casa. jY a veces esos sue nos se hadan realidad!» En ese momento
pidieron a Aurelio que hiciera las
of rend as de cumpleafios a los dioses de su casa. Se aparto un grueso tapiz que hacia de cortina y tras el Mario pudo ver por unos momentos
el Lararium
0
capilla imperial.
Estaba aguardando alli un joven patricio vestido de blanco, con un pequefio cofre en la mano que contenfa el incienso que se utilizaba en el altar. Sobre las consolas blas laterales ricamente talladas que rodeaban [268]
0
ta-
aquella
Mario el ep icureo estrecha estancia estaba dispuesto el rico aparato de los elementos de la veneraci6n y las imageries de oro 0 doradas, adornado hoy con flores recientes, y entre estas se encontraba la imagen de la Fortuna que tenia en su estancia Antonino
Pio, asi como las de los maestros del empera-
dor que habian ido a su descanso eterno. Un fresco conmemoraba en la pared la antigua piedad de Lucio Alpino, quien al huir de Roma en la vispera de un gran desastre, viendo a unos sacerdotes que iban a pie con sus utensilios sagrados, descendi6 del carro en el que cabalgaba y se 10 entreg6 a los ministros de los dioses. Para ascender ala capilla, el emperador se detuvo y mirando de manera grave pero amigable a su joven visitante, le transmitio una frase de despedida que s610 el pudo escuchar;
iLa l"initaciottesla-parte rids aceptabLe de La veneraci6n: Los ;diosesprefieren que Lahumanidad separezca a ellos en Lugar de adularlos. ,Asegurate de que aquellos a quienes mds proximos estes sean ftLices con tup:_esel3:c.itlL· -E~~-fue-cl-~pi~i~~d~
i;escena y de la hora que Mario
habia pasado en la casa imperial. jQue temp lanza, que tranquilidad,
que humanidad!
Sin embargo, al abando-
nar esa cornpafifa eminente sobre la que de joven habia tenido tanta curiosidad
concerniente
vivir, yal tratar de determinar
a su modo de
cual era su rasgo princi-
pal, tuvo que confesar que era este un sentimiento mediocridad,
de
aunque por una vez se tratara de una me-
diocridad real mente dorada. [2691
Capitulo Diversion
XIV varonil
Durante la guerra de Oriente hubo un momenta
en
el que por la deserci6n de Lucio Vero pareci6 posible la divisi6n del Imperio; pero a Aurelio tambien le pareci6 posible confirmar su leal tad dandole nada menos que a su hermosa hija Lucilla, la mayor de todos; probablemente la domnula a la que se referia en las cartas. La pequefia dama, que ahora habia crecido convirtiendose
en
una doncella fuerte y majestuosa, habia sido siempre el genio bueno, el alma buena, de Lucio Vero, pues por la ley de los contrarios su modestia algo fria e indiferente actuaba como el reverso del fervor salvaje del joven. Trasladada a Efeso, se habia convertido en su esposa por un matrimonio
civil, retrasandose
los rites nupciales
mas solemnes hasta que regresaran aRoma. La ceremonia de la Conforreation,
0
matrimonio
re-
ligioso, en la que la novia y el novio com parten un pan mistico, se celebr6 con la pompa deb ida a principios de primavera; asistio el propio Aurelio con un gran senti[271]
Walter Pater rniento hogarefio. Unamultitud
de personas irnportan-
tes llenaba el espacio que habia ante la entrada de la casa de Lucio en la colina Palatina, ricamente decorada para la ocasion, y comentaban,
aunque no siempre con gran
delicadeza, los divers os detalles del rito, que solo algunos favorecidos pOI la suerte consiguieron
presenciar
realmente. -iAhi viene ella! -los oyo gritar Mario-. Acornpariada por sus hermanos
rnenores: el joven Como do es el
que lleva la antorcha de espino albar, la pequeria cesta con los utensilios del trabajo, los juguetes para los nifios, Despues, tras una pausa, otro afiadio: -Ella esta enrollando ya el hilo de lana por los postes de las puertas. iAh! Veo la tarta nupcial, y el novio le entrega el fuego y el agua. Despues,
tras una pausa mas larga, se escucho el
cora de Thalassie! Tbalassie!', y durante unos mornentos, bajo la extrafia iluminacion
que produdan
al me-
diodia las numerosas bujias de cera, Mario los pudo ver a ambos, uno allado del otro, mientras la novia era entrada en volandas a traves del umbral, Lucio Vero estaba atractivo y enrojecido; la palida e impasible Lucilla pareda mucho mas alta y esbelta can su velo amarillo bien plegado y la alta corona nupcial. Cuando Mario se dio la vuelta, alegrandose de escapar de la presion de la rnulritud, se encontro con Cornelio, quien no solia frecuentar espectaculos como aquel, [272J
Mario el epicureo verano de su existencia, habia extraido de Flavio una impresion
poderosa
de la «[luencia perpetua»:
captado alli, como si simbolo,
0
10
en murmullos
habia
hubiera hecho en una cifra
0
bajos mas eficaces que cual-
quier lengua concreta, su propia filosofia cirenaica, que
e!1'~~;t-:l1ri;g~~ __
se le ---_ presentaba asi por primera vez... Q__., ,-----.-.-----,..._-~---. ... ... -.. .. pe~n; degra atra-~~i;o,viendose ~fe~t4do rambien, _ - -
.~-,.--.-_.
------.--
-----
"- -- .,_-
__
ll
en co nsecge~~ia~.p6 r _u~:~entil1}i~nt~ patetico • __
~
_ .. c·.'
.
.de pena.
\\
personal:_una
imagen concreta cuyo equivalente
abs-
t~~2t~~p~dria reconocer mas tarde, cuando su inquieta influencia personal se hubiera asentado con claridad en una teoria de la practica'Pero
2de que posible formula
inrelectual podia ser el exponente
sensible este rnistico
Cornelio? Pues parecia vivir siempre en estrecha relacion con una vision mental, una Fuente de discernimiento, una luz que reconocia en su camino y que ciertamente no habia brotado todavia para Mario. Hasta que llegara ese mornento,
la discrecion de Cornelio, su
energica claridad y pureza, resultaban un atractivo mas fisico que moral: en todo caso la exquisita correccion de su espiritu concordaba tan perfectamenre habitual
con la belleza
de su persona que parecia depender
de esta.
Aunque esta ultima amistad, con sus exigencias, advertencias y limitaciones, enfebrecida
union
fuera totalmente
diferente de la
con Flavio, que a veces [e habia
hecho sentirse como un esclavo intranquilo, go significaba una reconciliacion [275)
sin embar-
con el mundo de los
"c
Walter Pater sentidos, el mundo visible. A partir de la esperanza que Ie produda
su presencia, todas las cosas visibles que le
rodeaban, hasta los objetos mas comunes de la vida cotidiana, con tal de que estuvieran juntos calentandose las manos en el mismo fuego adoptaban
para eI una
poesia nueva, una floraci6n y un interes frescos y delicados. Era como si sus ojos corporales hubieran sido mfsticamente lavados, renovados, fortalecidos. jCon que ilusionado
y animado
coraz6n hubiera
ocupado Flavio su puesto en el anfiteatro entre los j6venes de su edad! Con que apetito de todos los detalles del entretenimiento
y sus divers os accesorios: la luz del sol,
filtrada en un dorado suave por los uela', que con sus dibujos en serpentin se extendian sobre la parte mas selecta del grupo; las virgenes vestales ocupaban sus asientos de privilegio cerca de la emperatriz Faustina, sentada alIi en un laberinto de gemas de dos calores, que cambiaban, cuando ella se movia, como las olas del mar; el frio drculo de sombra en el que tan eficazmente se dejaban ver los maravillosos atavios de las gentes de moda rodeando la arena ardiente, cubierta una y otra vez durante las varias horas de la exhibici6n con arena limpia, para que absorbiera unos grandes trozos rojizos, por muchachos areneros de camisa blanca, a los que el publico agradecido lanzaba una lluvia de frutos secos y monedas pequefias, que ellos recogfan en un enrejado de plata dorada y ambar, precioso regalo de Ner6n, mientras los [276J
Mario
el epicureo
ricos se lanzaban a sl mismos una lluvia de flores y perfumes en las pausas entre las diversas partes de su largo festin junto al espectaculo del animal sufriente. Durante
su estancia en Efeso, Lucio Vera se habia
convertido en diente
0
protege de la gran diosa de Efeso,
la diosa de los cazadores; yel espectaculo que se celebraba hoy como un cumplido hacia el presentaba algunos incidentes
de la historia de la diosa, que Figura casi
como el genio de la locura en los animales,
0
en la hu-
manidad que entra en contacto con ellos. El espectacu-
10 induia la recuperaci6n de algunos elementos griegos antiguos, muy bien recibidos por el gusto de una sociey como en cierto sentido
dad ilustrada y helenizante;
Lucio Vero era un amante de los animales, dieron tambien una exhibici6n de estos. Habfa animales dornesticos y auteriticarnente salvajes, todos de especies raras, y a continuaci6n
una autentica
carniceda.
Se esperaba
que en tan feliz ocasi6n el emperador de mas edad hiciera una concesi6n y lanzaran vivo a un criminal entre las fauces de los animales salvajes. El espectaculo terrninaria ciertamente
en destrucci6n
mediante una poderasa
lluvia de flechas sobre un centenar mente» proporcionados
de leones «noble-
por el propio Aurelio para la
diversi6n de su pueblo. Tam magnanimus fuit! La arena, engalanada y preparada para la primera escena, pareda deliciosamente
fresca, reforzando en el es-
piritu del publico la frescura real de la manana, [277]
pues
Walter Pater
dada la estaci6n todavia brillaba el rodo. A los pasillos subterraneos cho finalmente
que condudan
10 largo de
a ella, se escu-
el sonido de un coro que avanzaba can-
tando las palabras de un himno sagrado a Diana; pues el espectaculo del anfiteatro era, al fin y al cabo, una ocasi6n religiosa. A los horribles actos de derramamiento de sangre se les seguia dan do una especie de caracter sacrificial en opinion
de ciertos casuistas religiosos que tendian a aliviar la sensibilidad
convenientemente
mana de un emperador
hu-
tan piadoso como Aurelio,
qui en en su complacencia fraternal habia consentido en presidir el especraculo, Artemisa
0
Diana, segun se la conociera en el desa-
rrollo de su veneraci6n, dos elementos,
era la expresi6n simbolica de
aliados pero contrastantes,
riencia y el temperamento
humano:
de la expe-
la amistad
del
hombre, pero tarnbien su enemistad, hacia las criaturas salvajes cuando, en cierto sentido, seguian siendo sus hermanas. La diosa era la representante
absoluta, y por
tanto muy compleja, de un estado en el que el hombre seguia ocupandose como su ganado,
0
en gran parte de los animales no como sus siervos tras la relaci6n pas-
toral que se produjo en nuestro mundo posterior y ordenado, sino mas bien como sus iguales, en terrninos de amistad
0
antipatias
enemistad: era un estado pleno de simpatfas y primigenias,
de rivalidades e insuficiencias
comunes; mientras, el hombre vigilaba los humores de [278)
Mario el epicureo esos «herrnanos mas jovenes», y podia entrar en ellos con tal intimidad que los «supervivientes» de una epoca posterior a menudo nos parece que ten fan una especie de locura. Diana representaba
al mismo tiempo el as-
pecto brillante y el oscuro de dicha relaci6n. Pero la humanidad
de esa relaci6n se habfa olvidado cornpleta-
mente aquel dia con la excitacion de un espectaculo en el que el principal punto de interes era la simple crueldad con los animales, su sufrimiento
y muerte irnitiles.
El publico observaba su destrucci6n,
un lote tras otro,
de una manera que no era particularmente aunque
se esperaba que los propios
inventiva;
animales,
como
pueden hacer los seres vivos cuando se yen duramente obligados a ello, fueran inventivos y compensaran
con
los accidentes fantasticos de su agonfa las insuficiencias de una epoca que habia tenido un retroceso en esas diversiones varoniles. Diana, que estaba representada por la persona de una cortesana famosa, era como una deidad de la carnicerfa -la diosa taurica que exige el sacrificio de los marin eros que un naufragio ha arrojado a sus costas-, la cazadora cruel e influida por la luna que no s610 trae la muerte repentina, sino tambien la rabia, a las criaturas salvajes. La idea de una ilusion teatral real, tras la primera escena introductoria,
dio paso abiertamente
ala exhibici6n de los animales, enloquecidos lados artificialrnente
y estimu-
para que se atacaran unos a otros.
Pero como Diana era tambien la protectora [279]
especial de
Walter Parer los seres recien nacidos, habia tarnbien curiosidad e interes por la fuga, habilmente
preparada, de las crias que
saldrian de los vientres desgarrados de sus madres; pues para ese fin se habian elegido cuidadosamente
varias
hembras prefiadas. Hubo un tiempo anterior, que volveria a repetirse, en el que los placeres del anfiteatro tenian como centro actividades similares, pero can seres humanos.
2Un di-
rector de escena podia lograr una diversion mas ingeniosa que aquel incidente,
convertido
en un epigrama
que nunca serfa olvidado, en el que un criminal, carente de derechos 10 mismo que los esclavos y los animales, era obligado a representar
el pape! de Icaro", y las alas
que en su debido momento
debian fallarle eran repre-
sentadas por una manada de osos hambrientos?
Pues las
largas exhibiciones de! anfireatro eran, por asi de~c:i_do, como Talecrura de-nove!as de aquella ~na ayuda
~p;~~~-
que se proporcionaba
alas i~aglnaci.one~
r~b~i6n-coiiaccidentes
~rsle~;~-~
hcir~ipila~~~s--c·o.lno·fo~~~~Je
podrian suceder a uno mismo; pero con todas las facilidades para ser vistas cornodamente. como su mano se consumia
5caevola4 podia ver
y chisporroteaba
en el
fuego, cuando en realidad era la de un culpable que habia aceptado salvar la vida con un acto que tan agradable resultaba a los ojos y los oidos de un publico curioso. Si se representaba naba a un criminal
e! pape! de Marsias', se conde-
a ser despellejado. [280J
Podia ser casi
Mario el epicureo edificante estudiar minuciosamente rostro mientras
los ayudantes
la expresion de su
le ataban con cuerdas
sobre el banco, de maneras muy ingeniosas; el siervo de la ley aguardaba allado, y tras un breve corte con su cuchilio quitaba la piel de la pierna del hombre
con la
misma facilidad que si fuera una media: este refinamiento en el intento de proporcionar
el sufrimiento de-
bido a los malhechores liego a su punto culminante las hogueras vivas de Neron6. Convirtiendo el sufrimiento
con
en ridiculo
de la vfctima, se contemplaba
con una
supuesta virilidad, en algunos casos real, y se hada todo
10 posible para sofocar cualquier falso sentimiento compasivo. Pero el filosofico emperador, al que no le gustaban mucho estas actividades, habia impuesto alli sus escnipulos personales alterandolo
todo en gran manera;
habia ordenado que se colocaran redes debajo de los que bailaban sobre la cuerda floja, y que las espadas de los gladiadores llevaran botones en la punta. Aunque los gladiadores seguian estando alii. Sus luchas sangrientas tenian, bajo la forma de una diversion popular, l~_eficacia de un sacrificio humano; pues ciertamente d~-qlie·toao·erslstemad.e seia una importancia ciertamente
se consi-
exhibiciones publicas po-
religiosa. En este sentido resulta
irreprochable
el juicio de Lucrecio sobre la
religion pagana: '·Tantumreligio
potuit suadere malorurn." [281J
Walter Pater Fatigado e indignado, sintiendose aislado en esa casa de la carniceria,
Mario observe que, en su habitual
complacencia hacia Lucio Vero, sentado a su lado y Ianzan do de vez en cuando fuertes gritos de animo, Aurelio habia permanecido
impasiblemente
sent ado todas las
horas que Mario estuvo allf. En su mayor parte, la verdad era que el emperador apartaba su mirada del espectaculo y se dedi cab a a leer
0
escribir ace rca de asuntos
publicos, pero al fin y al cabo habia parecido indiferenteo Quizas estuv~era dando vueltas a esa antigua paradeja esto ica de
laJjnjercep.t!biiicia4
cj_e_£
do_/or,que
vir de excusa si esos salvajes humores
podia ser-
populares
se
volvlan otra vez contra las mujeres y los hombres. Mario recorda bien su actitud y expresion de ese dia cuando, unos afios mas tarde, sucedieron
ciertas cosas en la
Galia bajo su autoridad plena; y esa actitud y expresion ya definidas, incluso en una epoca tan temprana de su relacion amistosa, y aunque seguia lleno de gratitud por el interes del emperador, produjo una diferencia permanente entre el emperador
y el: entre
el mismo, cuando
todas las convicciones de su vida se centraron ese dia en su corazon piadoso y colerico, y Aurelio, como representante de toda la luz, de toda la capacidad de comprension
que podia existir en un intelecto
Habia algo en esa tolerancia, podia permanecer
pagano.
en el hecho claro de que
pacientemente
sentado ante una es-
cena como aquella, que para Mario hizo que Aurelio le [282J
Mario el epicureo pareciera su inferior, entonces y para siempre, por 10 que se rererfa a la cuestion de la rectitud: aquello los situaba en los lados opuestos de algun gran conflicto con respecto al cual esa diferencia era s610 un presentimiento. Por los principios
abstractos que habfa formulado
para 51mismo, 0 a pesar de ellos, tuvo la conciencia leal en su interior, decidiendo
y juzgando
por 51mismo y
por todos los dernas, de una maravillosa especie de autoridad: creo que deberfas ser muy diferenre de 10 que eres: iaqU1 y ahora! Seguramente
a Aurelio le faltaba a
primera vista esa conciencia decisiva acerca de unas insinuaciones con respecto a las cuales Mario no albergaba la menor duda: 10que buscaba en los dernas. AI menos el, el humilde seguidor del ojo corporal, era consciente de una crisis en la vida, en esta existencia breve y oscura, de una feroz oposici6n del bien y el mal reales que le rodeaban, y cuyas cuestiones no debia en modo alguno com pro meter o confundir; era consciente de unos antagonismos que el «sabio» Marco Aurelio no habia percibido. Esre largo capitulo de la cruel dad de los espectaculos publicos
romanos
complacencia
puede producir
quiza cierta auto-
a los hijos del mundo moderno.
vez fuera bueno preguntarnos bueno tener ese sentimiento er;~pf()-J~C;~~~r~;o
Pero tal
a nosotros mismos
-5-?--.
cuando nos enr.eraIIlClspor
de esclavo~,
0
seciicicmes religiosas que se producen
de las gran des peraqui
0
alla,
0
de
tod~~ ~sas otra~ cosas-: «~Es tu siervo un perro para que [283]
Walter Pater
le hagas estas cosas?», no simplemente sentimiento
podemos
que germenes del
tener que, en las circunstancias
apropiadas, nos inducen a estas cosas; sino que deberiamos preguntarnos,
de manera mas practica, que pensa-
mientos, que tipo de consideraciones, sentes en nuestra
mente
pueden estar pre-
y nos proporcionarfan,
si
vivierarnos en otra epoca y en medio de esos crfmenes legales, excusas creibles para cometerlos:
S~iza~ _~a,9-a
epoca tenga sus puntos ciegos peculiares, consuconsiguiente pecado peculiar: la piedra de toque de la conciencia infalible de algunos selectos. Pues ciertamente
aquellas crueles diversiones eran
un pecado de ceguera, de inercia y estupidez,
en la
epoca de Mario; pero la luz de este no le irnpidio considerarlo asi. Sf,
10 que se necesitaba era un coraz6n que
hiciera imposible presenciar to do aquello; yel futuro estarfa con las fuerzas que pudieran engendrar un corazon semejante.
La filosofia que habfaelegidohabfadicho:
confia en tu-fiirada; esfuerzate por ser siempre co~~eSio con respecto a la experiencia concreta; ten cuidadode no falsificar tus irnpresiones,
Y h~b{a sido eficaz al
menos cuando en aquella situacion le hizo afirmar: «iNi esto ni esto otro debes conternplar!»
5eguramente
el
mal era algo real y los hombres sabios que no tuvieran el mismo senti do que el, que no estaban en ellado correcto por eleccion instintiva,
habian fracasado en la vida.
[284]
Tercera Parte
Capitulo El estoicismo
XV en la Corte
Unos meses mas tarde, en un lugar distinto y con un prop6sito muy diferente, volvieron a reunirse las flores mas delicadas del mismo grupo: Aurelio al que abrfan paso los [asces' dorados, una multitud
de exquisitos, la
propia emperatriz Faustina y todos los elegantes de calzas azules del dia, que segrin deda la gente mantenian sus «sofistas» privados para que les susurraran atractivamente diariamente fundacion
su filosofia mientras
a
al oido
llevaban a cabo
su aseo y adorno. El Templo de la Paz, una «rnodernizadora»
de Adriano que se habia
ampliado con una biblioteca y salas de lectura, se habia convertido
en una institucion
que combinaba
las fun-
ciones de colegio y club literario. Alii era donde Cornelio Fronto iba a pronunciar
un discurso sobre La natu-
raleza de la moral. Algo habia impulsado
al propio
emperador Aurelio a desear afirmar todo 10 que opinaba sobre este asunto. La retorica se habia convertido casi en una funci6n
del'Estado': [287]
T~ fIi~s~fia
estaba end
Walter Pater ~rono; y de vez en cuando, por peticion, pronunciaba una declaracion oficial con una autoridad punto menos que divina. Y como delegado de esa autoridad,
bajo la
aprobacion plena del emperador filosofico -emperador y pontffice-,
el anciano Fronto se proponfa
aquel dia algunas partes de la doctrina
exponer
estoica con la
idea de recomendar
la moral a ese grupo refinado, pero
quizas predispuesto
negativamente
a tomar la filosoffa
como algo agradable; por asi decirlo como si fuera rnusica
0
algtin tipo de orden artistico de la vida. Fronto
cumplio su cometido
seriamente,
con una exhibicion
plena de la ciencia de su mente y con esa elocuencia en la que era reconocido como un maestro.Pues
el estoicis-
I
mo no era ya algo tosco y descuidado. AI ser recibido en la corte se habia adornado: se habia vuelto persuasivo e insinuante
y ya no buscaba solo convencer a la inteli-
gencia del ho1l1bre, sino tarnbien atraer a su alma)
AI
-~sociarse con la hermosa ';ejez-del gran retorico y con su atractiva voz, resultaba casi epicureo, EI anciano estuvo en esa ocasion en uno de sus mejores momentos:
fue la
ultima vez en que se presento de esa manera. Era su curnplearios, A primera hora de la manana habfa llegado hasta ella carta imperial de felicitacion, y la animacion agradable que esta habfa causado se vefa en su rostro cuando,
ayudado
por su hija Gratia,
ocupo su
puesto en la silla de marfil como presidente
del Athe-
naeum de Roma, llevando
gracia el
con maravillosa
[288]
Mario el epicureo manto filosofico, En realidad no era otra cos a que el manto suelto de lana del soldado cornun, pero sujeto en el hombro derecho con un broche magnffico que habia sido regalo de cumpleafios del emperador. Hay abundantes
pruebas que demuestran que aque-
!la epoca se complada de una propension
en la retorica como consecuencia general: fue una epoca que no se
complada simplemente
con laspalabras, sino que expe-
Trment:aba tambien el gran poder moral que habla en
elias:
£1elegante
rado,
y ayudado tambien con su bolsa, si el proposito
publico que tenia Fronto hubiera llo-
hubiera sido, como sucedfa a veces, la recornendacion de una obra caritativa. Sentados cornodamente imageries y flores, esos amantes dellenguaje
entre
exquisito,
con las tabletas abiertas para anotar cuidadosamente cualquier frase
0
palabra feliz, estaban dispuestos a en-
tregarse totalmente preparado,
al festfn intelectual que se les habfa
aplaudiendo,
lanzando a veces al aire besos
sonoros, ante el final triunfal del conferenciante una de sus frases largas y habilidosamente
tras
moduladas;
entreranto, los mas jovenes de entre los espectadores intentaban imitarle en todo, incluyendo las inflexiones de la voz y hasta los pliegues del manto.
Ciertamente,
hubo bastante retorica: riqueza de imageries, ejemplos exrraidos de la pintura, la rnusica, la mitologia y las experiencias del arnor; una exposicion que de los terrninos familiares extraia significados sutiles e inesperados, por [289J
Walter Pater utilizar la propia figura de Fronto: como moscas extraidas de trozos de arnbar, Pero a pesar de toda esa riqueza, el valor superior de su estilo se consideraba, correctamente, que estaba en la gravedad y el autodominio, asi como en el cuidado especial por la pureza de un vocabulario que rechazaba toda expresi6n que no estuviera sancionada por la autoridad de los modelos antiguos reconocidos. Tal como sucede algunas veces, a Mario Ie pareci6 que ese discurso general destinado a un publico general era una dec!araci6n que le estaba directamente destinada. Su conciencia seguia vibrando dolorosamente por el choque moral de la escena del anfireatro, y plenamente atraido por la etica de Cornelio se preguntaba a sf mismo, con gran impaciencia, sobre la posibilidad de que se diera uin ajuste entre «lamoralidad antigua. y -sur Iplan intelt;c;~-;Jpensado con grandabcira-ci6n_-.En e~e 'p1~nintelectual la moralidad antigua no habiaocupado un puesto hasta entonces, pues pareda exigirle que admitiera algunos principios que podrian desviarle 0 retrasarle en su esfuerzo por obtener una existencia completa y multilateral; 0 podrian distorsionar las revelaciones de la experiencia de la vida; 0 poner cortapisas a la libertad natural de su coraz6n y su mente. Pero ahora (cuando por el momento su imaginaci6n estaba ocupada por el aire noble y resuelto, por la galanteria, por as! decirlo, que transmitia el porte exterior y el presenri[290J
Mario el epicureo miento de esa etica inflexible de su extrafio amigo) sinrio ya la sospecha del nacimiento de su programa filos6fico precisamente con respecto a ~~~.~~<:_s_~i(Jrl clel.~llen"". gusto. Era perceptible en el programa la mancha de un ';~antl~omismo»
torpe;
una disidencia;
una revuelta
contra los modos habituales; y la impresi6n que causara en los dernas hombres podia recaer sobre el como una perdida de ese orgullo personal que su teo ria de la vida tanto exigia. Pues precisamente
10 que Fronto pareda
estar contemplando er~uI1a,,sigla,c:i§~m()!,.<Jl«::()mQ}~sa. ParecLlte-rie-ianre ~u mente el caso de alguien -cire~~i-
!
. co
0
epicureo, como suelen ser los cortesanos pOI habito
e instinto, ya que no por principiossin embargo,
realmente,
que experimenta
una poderosa tendencia
a la
aprobaci6n moral, y, por escasamente logico y coherente que pueda parecer, el deseo de encontrar
un lugar
para el deber y la correccion en su casa del pensamiento . .E1 profesor estoico habia encontrado
la clave de este
problema en laJ)~Uezg_t>ll[aIl},~~~~_ ~§I~ti(;a,_cl~_la,,)Jlo(alidad antigl1
ba a la imaginaci6n,
al buen gusto en su forma mas de-
sarrollada, por medio de la asociaci6n: un sistema, u orden,
factual,
puesto
a la disposici6n
no s610 del
mundo en general, sino tambien de la rara minoria de inteligencias
de elite; y con respecto al cual, por
10
tanto, el tipo de epicureo que el pensaba ser se convertiria al menos, por asi decirlo, en un fuera de la ley. Fron[291)
Walter Pater
to suponia que quien le estaba escuchando buscaba con toda sinceridad algun principio de conducta
(y ahi fue
donde a Mario le pareci6 que le estaba hablando tamente a
direc-
el) que pudiera dar unidad de motivos a una
rectitud real, a una vida lim pia y regida por la probidad, determinada
en parte por un afecto natural, en parte
por interes propio e iluminado
0
por el sentimiento
del
honor, en parte incluso por el simple miedo al castigo; sin embargo, ningun elemento de ese principio de conducta era claramente
moral en el propio agente, y por
tanto no [e proporcionaba
ninguna base cornun con un
ser realmente moral como Cornelio, filosofico emperador. tisfaciendo
realmente
0
incluso como el
Realizando los mismos aetas, salas peticiones
exteriores de los
dernas, tal como hadan ellos, cumpliendo
todos sus de-
beres, no se obtenfa sin embargo el secreta del ajuste interior con los agentes morales que le rodeaban.
jCon
que ternura, mas que muchas almas estrictas, cedia al instinto de la amabilidad!
jQue caridad tan delicada al
juzgar a los dernasl jQue conciencia tan exquisita de la susceptibilidad tante queeranlas
;r a~~ble.
de los dernas hombres! ~~_~ialo Lmp__grlUaneras, tanto como el corazonvpara
En s~ atenci6n a todos los seres debiles iba
mas alla que las dernas personas, juzgando
instintiva-
mente que ser sensible significa ya poseer derechos. Concebia
cien deberes de la existencia, aunque no les
diera ese nombre, de los que las almas que simplernente [292]
Mario el epicureo piensan en el deber ni siquiera sospechaban. Senda cierto orgullo en hacer mas que ellos, a su manera. A veces podia pensar que los hombres reglamentistas dian realmente
no enren-
10 que hadan. jQue estrechos, inflexi-
bles y poco inteligentes! Que pobres guardianes (podia razonar) del espiritu interior de la correccion eran algunos que supuestamente cumpliendo
caminaban
cuidadosamente
los deberes al pie de la letra. Y sin embargo,
no admitfa como tal un mundo
moral: no habia un
equivalente teorico a una parte tan grande de los hechos
-de la vida. Pero por encima de esa rectitud practica, deterrninada asf por el afecto natural, el interes
0
el miedo, observa
10 que hace, 10 que se abstiene de hacer, no tanto por
que existe un rernanente de conducta recta: y todavia mas
su libre eleccion, sino como deferencia, como «asentirniento», total, habitual e inconsciente al habito
0
a la costumbre,
moda real de los demas, de los que no sopor-
ta apartarse al igual que no se mostraria en desacuerdo con ellos sobre cuestiones de mera etiqueta
0
incluso de!,
0/..
moda. ~~.,S?!~.~~~J().~ ..~_~!~s~.l.os ".i~ios?_.g_~~~xip_bap~ri~~i" ser esencialmente un fallo del buen gusto. El asenu-I,'* "'-,,",-~'-.-.~-- - _. -_.._ - ,_"_ . . -~mien to a las preferencias de los demas podria parecer el '. mas debil de los motivos, y la recritud podria deterrninar el elemento menos considerable de una vida moral. Sin embargo, segun Cornelio Fronto estaba ahi la verdad del ejemplo revelador, aunque operara en insignifi[293J
Walter Pater cancias si
10 comparamos
con el principio
general re-
querido. Existfa una gran idea en relacion con la cual esa determinacion,
por conformarse a 10 precedente, se ele-
vaba al principio mas claro, pleno y poderoso de la accion moral; un principio por el cual uno podia subsumir los esfuerzos mas agotadores del hombre en favor de la correccion, Paso luego a exponer la idea de la humanidad: un bien com un mental universal que se explicita, como si se hubiera encarnado,
en una cornunion
selecta de hombres justos que se han hecho perfectos. '0
KOCJj.lOS
wCJaVEL
fuera una republica,
TTOAlS
fCJTlV:
el mundo es como si
una ciudad: (ffiay observancias,
'~~st:i.imbre-.s-yusosque
nuesrros amigos y compafieros
esperan de nosotros como condicion para que podamos vivir alii con ellosrealmente dadano~rEsa;obs~~;;;;~;~~~u~a-;;_ristocracia visible ferencias por
como sus iguales 0 conciusig~ifi~-;b-;nI; ~re~-ci6n d~
invisible cuyas maneras y pre-
0
10 anti guo se habian convertido ahora en
una poderosa tradicion en cuanto a la forma en que las cosas deberian
0
no deberian hacerse, formando
una rmisica que componen
como
las relaciones de la vida: una
mtisica con la que nadie que hubiera captado una vez sus armonias
desearia entrar en disonancia.
forma, el convertirse en costumbres dan los romanos,
0 TO
TTPETTOV
0
0 TCt
De esta
maneras, como de-
~CPll, como dedan
los griegos, seria ciertamente un terrnino general para el deber. Lo correcto, en palabras del propio Cesar, del fi[294J
Mario el epicureo
losofico Aurelio, seria simplemente «seguir la voluntad razonable de los mas antiguos, los mas venerables, de las ciudades y gobiernos -del elemento real y legislativo-, por cuanto que somos tambien ciudadanos en esa ciudad suprema de las alturas con respecto ala cual todas las dernas ciudades no son sino una unica habitacion». Mas cuando el anciano hab16 animadamente de esta ciudad suprema -de esa sociedad invisible cuya conciencia se volvfa explfcita en su drculo interior de almas inspiradas, de cuyo espiriru cornun los Iideres de la conciencia humana no eran sino los portavoces, de cuyas preferencias personales sucesivas en cuanto al comportamiento en la vida la suma era la «moralidad antigua»-, Mario sintio que sus propios pensamientos estaban yendo mas lejos de 10 que era la intenci6n real del conferenciante; sintio que no iban en la direcci6n de una definici6n te6rica 0 abstracta mas clara de esa republica ideal, sino que era mas bien como si estuviera buscando su lugar y localizacion visibles, cuyos muros y torres, por asf decirlo, podia realmente buscar y definir de acuerdo con sus habitos mentales naturales. Serta el tejido exterior de un sistema que Hegaria ciertamente mucho mas alla de esa gran ciudad que le rodeaba, pues aunque concibiera en conjunto el sistema de sus influencias visibles e invisibles en su mayor grandeza -tal como habrlan podido concebirlo Augusto 0 Trajano-, sin embargo la Roma visible podia pasar por un sfrnbo[295]
Walter Pater
10 de esa Roma nueva e invisible que estaba en las alturas. En algunos momentos, Mario llegaba a preguntarse a si mismo, sorprendido,
si el conferenciante
no estaria
pensando
en alguna gran sociedad secreta: en una co-
munidad
augusta, que si existia y uno estaba fuera de
ella, era ajeno a sus costumbres,
ello significarfa una
perdida mucho mayor que ser exiliado de la republica romana soberana y enviado a los confines de la tierra. La humanidad,
un orden universal, el gobiernogran-
diose, su aristocracia de espiritus selectoscuyo
ejemplo
era una autoridad para sus sucesores: estas eran las ideas, bastante estimulantes por sf mismas, en relacion con las cuales el profesor estoico habia intentado bajo un solo principio, <.,)
elevar, unir
los esfuerzos morales de los
hombres, elevandose el mismo con ese entusiasrno tan autentico. Pero ~d6nde podia buscar Mario to do aque-
110 fuera de la simple abstracci6n intelectual? ~D6nde estaban esas almas selectas que expresaban a la humanidad de una manera tan amable, tan atractiva y persuasiva, cuyas huellas en el mundo eran tan hermosas en el orden que vela a su alrededor, esas almas que no podria soportar
que se apartaran
de el? ~D6nde estaba ese
orden agradable al que tenia que entregarse fuera un hecho importante
de la experiencia,
como a todos los dernas «fenornenos.
como si al que,
hermosos de la
vida, debia ajustarse para encontrar la paz? Roma hacia bien en mostrarse seria. El discurso ter[296]
Mario el epicureo min6 algo abruptamente
cuando oyeron bajo los muros
el ruido de una gran multitud en movimiento.
El publi-
co, siguiendo a los mas j6venes, salio presuroso a la columnata
des de cuya escalinata pudieron
procesi6n
0
ver la famosa
transuectio, de los caballeros militares que
cruzaban el Foro dirigiendose des de ellugar en el que se habian dado cita, el templo de Marte, hacia el templo de los Dioscuros. Ese afio la ceremonia no se celebre en el dia fijado -el aniversario de la victoria del Lago Regillus, con su pareja de ayudantes celestiales- y en mitad del calor y las rosas de un julio romano, sino que se anticip6 varios meses, y a 10 largo del camino los almendros estaban todavia en flor. A traves de un enrejado ligero Mario vio a los jinetes vestidos con todos sus brillantes ornamentos,
llevando coronas de olivo sobre sus cascos,
bajo los cuales los rostros eran todos demasiado juveniles a causa de las batallas y la peste. Era una escena bastante florida pero que aquel dia tenia un significado belicoso pleno: el regreso del ejercito al norte, donde el enemigo se habia puesto en movimiento inminente.
otra vez, era
Cornelio cabalgaba en su puesto y al despe-
dir a la cornpafiia pas6 bajo la escalinata en la que estaba Mario, cantando
aquella canci6n que este ultimo ya le
habia oido una vez.
[297J
Capitulo XVI Reflexiones
Mario se sentia preocupado. El discurso de Cornelio Fronto con su amplia perspectiva del horizonte humano y el espiritualle habia hecho reflexionar acerca de pensamientos anteriores: una reilexion en particular so~rela_e~trechezy el a_islacionislTIo d~ supr?pio esque~; te6ri~0. Mucho despues de que l~s ultimas r~sa~se h;-bi~;:;_-;;;~rchitado, cuando «laciudad» se habia marchado a las villas rurales, 0 a los banos, 0 a la guerra, el se quedo arras, en Roma, deseoso de disfrutar hasta el final de su rosaleda epicurea; y se puso a trabajar de nuevo, repasando deliberadamente, punto por punto, sus antiguos argumentos, hasta llevarlos a sus conclusiones practicas, Aquella epo~a· la nuestra tienen muchas cosas en cornun, numerosas dificultades y esperanzas. Permitame ellector si de vez en cuando da la impresion de que me traslado desde Mario hasra sus representanres modern os:'desde Rorna a Paris oLondres> ~Que habrta sido realmente de sus afirmaciones de
y
[299]
;;,
Walter Pater
una teoria de la practica, de las simpatias que deterrninan la practica? Habria sido abiertamente
una teo ria de
perdidas y ganancias, por asi decirlo, una economia. Por ello, si se perdia algo en el comercio de la vida que alguna otra teoria de la practica pudiera hecho un sacrificio innecesario, manera incoherente ba completa. perdido
0
incluir, si habia
entonces era en cierta
consigo mismo y la reoria no esta-
2Habia hecho ese sacrificio? 2Que habia
le habia hecho perder?
Nosotros
podemos ver, aunque dificilmente
pudo
verlo Mario, que el cireneismo ha sido siempre Ia filosofia caracteristica de la juventud,
ardiente pero estrecha
en su vision del conjunto; sincera pero capaz de volverse unilateral, incluso fanatica. Es uno de estos ideales objetivos y parciales basados en una captaci6n viva pero limitada de la verdad de un aspecto de la experiencia (en_ este caso de la belleza del mundo y la brevedad de la vida Jenlombre)
roque podiiamos
pres an especialmente. mundo
decir que los·J6v~~es·~~-
En la escuela de Cirene, en ese
griego comparativamente
nuevo,
es donde
vemos esta filosofia menos de uuelta de todo, podriamos decir; en su forma mas agradable y alegre, y sin embargo quizas la mas sabia, con el brillo de la juventud del pensamiento europeo. Pero vuelve a crecer durante algun tiempo en casi todas las almas juveniles. De elias se dice a veces que es la afirmaci6n
apropiada de los hombres
hastiados; pero dificilmente
puede ser sincera en ellos,
[300]
Mario el epicureo ni acornpafiarse, por la naturaleza del caso, de entusiasmo. «Anda por los caminos de tu coraz6n y ante la vista de tus ojos» suele ser, de acuerdo con
10 que supone el
libro del que cito, el consejo a los j6venes que sienten que la luz del sol corre agradablemente
por sus venas,
mientras que el tiernpo invernal, aunque esta previsto en un sentido general, parece lejano. El entusiasmo juvenil
0
miento
fanatismo, 0
el abandono
a los modos del pens a-
del gusto preferidos, que se da de una manera
muy natural en el inicio de toda carrera intelectual realmente vigorosa, encuentra una oportunidad
especial en
una reorta como la que tan cuidadosamente
ha expues-
to Mario, sobre todo porque parece pedirle a uno que haga el sacrificio, acornpafiado de una sensaci6n viva de poder y voluntad, de
10 que los dernas valoran -el sacri-
ficio de alguna convicci6n, mer principio-
0
doctrina,
0
supuesto pri-
a cambio de esa coherencia
intelectual
clara que es como la limpieza corporal inmaculada honor personal escrupuloso,
0
el
y que tiene la fascinaci6n
de un ideal para la mente del estudioso joven cuando la . . apreCla por pnmera vez. Es por ello que la doctrina cirenaica, llevada a cabo como un morivo de entusiasmo
0
trabajo agotador, no
es tanto la expresi6n del «epicureo hastiado» como la del hombre joven y fuerte con toda la frescura del pensamiento y el sentimiento,
fascinado por la idea de ele-
var su vida hasta el nivel de una teoria osada cuando, [301J
Walter Pater
una teo ria de la practica, de las simpadas que deterrninan la practica? Habria sido abiertamente
una teorla de
perdidas y ganancias, por asf decirlo, una econornia, Por ello, si se perdfa algo en el comercio de la vida que alguna otra teo ria de la practica pudiera hecho un sacrificio innecesario, manera incoherente ba completa. perdido
0
incluir, si habfa
entonces era en cierta
consigo mismo y la teo ria no esta-
~Habla hecho ese sacrificio? ~Que habia
le habfa hecho perder?
Nosotros
podemos ver, aunque diflcilmente
pudo
verlo Mario, que el cireneismo ha sido siempre la [ilosofia caracreristica de la juventud,
~nSLlvision
ardiente pero estrecha
del conjunto; sincera pero capaz de volverse
unilateral, incluso fanatica. Es uno de estos ideales objetivos y parciales basados en una captaci6n viva pero limirada de la verdad de un aspecto de la experiencia (en_ este caso de la belleza del mundo y la brevedad de la vida cleThombre) Ioqiie podriamos decir que losjovenes e~presan especialmente. mundo
En la escuela de Cirene, en ese
griego comparativamente
nuevo,
es donde
vemos esta filosofia menos de uuelta de todo, podriamos decir; en su forma mas agradable y alegre, y sin embargo quiz as la mas sabia, con el brillo de la juventud del pensamiento europeo. Pero vuelve a crecer durante algun tiempo en casi todas las aIm as juveniles. De ellas se dice a veces que es la afirmaci6n
apropiada
hastiados; pero difkilmente
puede ser sincera en ellos,
[300J
de los hombres
Mario el epicureo ni acompafiarse, por la naturaleza del caso, de entusiasmo. «Anda por los caminos de tu coraz6n y ante la vista de tus ojos» suele ser, de acuerdo con
10 que sup one el
libra del que cito, el consejo a los j6venes que sienten que la luz del sol corre agradablemente
por sus venas,
mientras que el tiempo invernal, aunque esta previsto en un sentido general, parece lejano. El entusiasmo juvenil
0
miento
fanatismo, 0
el abandono
a los modos del pens a-
del gusto preferidos, que se da de una manera
muy natural en el inicio de toda carrera intelectual realmente vigorasa, encuentra una oportunidad
especial en
una reoria como la que tan cuidadosamente
ha expues-
to Mario, sobre todo porque parece pedirle a uno que haga el sacrificio, acompafiado de una sensaci6n viva de poder y voluntad, de
10 que los dernas valoran -el sacri-
ficio de alguna convicci6n, mer principio-
0
doctrina,
0
supuesto pri-
a cambio de esa coherencia intelectual
clara que es como la limpieza corporal inmaculada honor personal escrupuloso,
0
el
y que tiene la fascinaci6n
de un ideal para la mente del estudioso joven cuando la . . apreCla por pnmera vez. Es por ello que la doctrina cirenaica, llevada a cabo como un motive de entusiasmo
0
trabajo agotador, no
es tanto la expresi6n del «epicureo hastiado» como la del hombre joven y fuerte con toda la frescura del pensamiento yel sentimiento,
fascinado por la idea de ele-
var su vida hasta el nivel de una teoria osada cuando, [301J
Walter Pater con los primeros calores amables de la existencia, la belleza del mundo Hsico golpea con fuerza en sus sentidos abiertos e infatigables.
Todas las prirnaveras descubre
un poema nuevo e importante
con cien cosas deliciosas
que el ha sentido pero que nunca antes habian sido expresadas, 0 al menos no de un modo tan verdadero. Estan abiertos ante el los tal leres de los artistas que pueden seleccionar y poner ante nosotros 10 que es realmente mas distinguido
de entre la vida visible. Creen
que en el mismo mes en el que estan viviendo el antiguo pensamiento
plat6nico
0 la nueva filosofia baconiana
han quedado mejor explicadas que como 10 hicieron los propios autores, 0 han tenido algun desarrollo original y notable. Con el calor tranquilo de principios del verano, en las mananas doradas y polvorientas,
llega la rnu-
sica, a interval os mas fuerte, por encima del zumbido de las voces de alguna iglesia vecina, entre los arboles floridos, valorada ahora quizas 5610 por los rostros poeticsmente embelesados
que hay entre los sacerdotes
0
los
fieles, 0 por la mera habilidad y elocuencia de quienes predican la fe y la correcci6n. En su idealismo escrupuloso tambien el se siente que es como un sacerdote, y que esa devocion a la contemplacion
de 10 que es her-
moso no es sino una especie de servicio religioso perpetuo. jEn la lejania, cuantas hermosas ciudades y delicadas costas le aguardan! A esa edad y entre las mentes de determinada
constituci6n
no se necesitan circunstan[302J
Mario el epicureo cias muy selectas
0
excepcionales para provocar un en-
tusiasmo parecido. Incluso en el moderno Londres, con el fuerte calor veraniego, la vida tiene material suficiente para que la imaginaci6n nueva de un joven construya su «palacio del arte»; mientras que la seI1sacioI1ydisfrute deuna experiencia en la qlle t(jclo ~s nll\YQ,.JJ.QJJ,'l<;~!1 sin;~~Jorar:I~';nI~moque ~I~~or d~i verano, cuando se'piensa en su brevedad, dan do le a ese joven algo parecido al celo de un jugador para cap tar, mediante un acto habil o un pensamiento
diligente, los momentos colori-
dos que van a pasar tan rapidamente.
Quizas en el
fondo, con la conciencia de si mismo que ha desarrollado elaboradamente,
con su sensibilidad
y su manera
casi violenta de cap tar las cosas que valora, tiene mas que nadie una necesidad interior de retener permanenternente algo de su caracter, Pero tarnbien puede ser en parte consciente de la circunstancia de que, tal como expres6 el brillante Claudio en
Medida a medida, en ver-
dad es s610 la oscuridad 10que «esta encontrando,
como
a una novia». Mas la caida inevitable de la cortina esta probablemente
lejana; yal menos ala luz del dia no es
frecuente que se estremezca realmente al pensar en la sepultura: el enorme peso arriba y el mundo estrecho y su cornpafiia en el interior. Cuando tal pensamiento
se le
ocurre, es posible que se diga a sf mismo: «[Pues muy bienl. Por ejemplo el monje tosco que ha renunciado todo a cambio de la seguridad de algun oscuro mundo [303]
a
Walter Pater
mas alia, en realidad esta tan escasamente
de acuerdo
con ese «quinto acto», en medio de todos los rninisterios consoladores este momento;
10 estoy yo en
que le rodean, como
aunque yo puedo esperar que, como al
final real de una obra, por muy bien representada
que
haya estado, sienta que me ha sido suficiente y encuentre un autentico bienestar en el suefio ererno. Y precisamente rentemente
en esa circunstancia,
la de que co he-
con la funci6n de la juventud
cireneismo sera siempre, en mayor filosofia especial
0
0
en general el
menor medida, la
«profecia» de la juventud,
cuando el
ideal de una experiencia rica llega a los jovenes en la rnadurez de unas facultades receptivas, si no reflexivas, es donde se encuentra,
si
10 consideramos adecuadamen-
te, el correctivo debidamente
prescrito de esa filosofia.
Pues a causa de su.exclusividad, llevada a cabo mas en la negacion que en la afirrnacion,
esas teorias no consi-
guen satisfacernos permanentemente;
y
10 que necesi-
tan realmente para su correcci6n es la influencia complementaria
de algun sistema mayor en el que puedan
encontrar su lugar adecuado. Ese Sturm und Drane' del espiritu, tal como se 10 ha lIamado, esa captacion ardorosa y especial de medias verdades en su entusiasta devoci6n a la verdad, por as! decirlo en su de fens a «profetica», en el caso de los jovenes -que solo captan en cada momento
un punto de la gran circunferencia-
carnarse, y luego va perdiendo [304]
suele en-
fuerza, tanto en la histo-
Mario el epicureo ria como en los individuos,
por causa de la debilidad y
de la simple fatiga, asf como por la sabidurfa mas madura de nuestra naturaleza. Y aunque tal como se ha dicho la verdad reside ciertamente tipo de armonizaciones aprehensiones
«en la totalidad.
y ajustes-,
especiales pueden
-en este
sin embargo
estas
seguir debiendo
su
valor, en este sentido de «la totalidad», a esa preocupacion anterior, unilateral pero ardiente. El cinismo y el cirenelsrno: estas son las formas griegas y
prll:Ol;':I';~s d~re~t~I~ismo
en e~'e~ui;d~del antfguo
vamos,
y elepicureismo pensamiento
con cierta sorpresa,
rornanos;
griego obse~-'
que en poco tiempo
la
forma mas noble del cireneismo -el cireneisrno curado de sus fallos- se encuentra a medio camino con la forma mas noble del cinismo. Partiendo de puntos opuestos se fusionan,
cada uno en su forma mas refinada,
mismo ideal de templanza
0
moderacion,
en un
Algo similar
puede observarse con respecto a algunas fases tardfas de la teorfa cirenaica. Aunque empieza con consideraciones opuestas al temperamento
religioso, que el tempe-
ramento religioso considera un deber reprimir, sin embargo se le asemeja, y no a un desarrollo inferior de ese temperamento,
por su enfasis y seriedad, por su grave
aplicacion a la busqueda de un tipo de perfeccion que no es de este mundo. Podrfamos pensar que el santo yel amante cirenaico de la belleza se entienden mejor el uno al otro de
10 que enrenderian al hombre simple de este [305]
Walter Pater mundo.
Llevando sus posiciones
respectivas un poco
mas Iejos, alterando un poco los terrninos, pueden lIegar a tocarse realmente, Quizas todas las teorias de la practica tienden a identificarse unas con otras cuando cada una de elIas se eleva a su punto mas alto y es entendida
por sus representan-
tes mas dignos. Pues la variedad de las posiQle~ reflexi9nes humaI1~s so()i:e,~~~~R~~;enci;t,asi como sobre la experienc:ia misma, n() e~,~n realidad tan grand~ ~~mo , parece; de la mis;~~~~nera que las mas elevadas y de-~i~~~~~;adasformulae eticas, al filtrarse hasta la existencia cotidiana
de los hombres,
llegan al mismo nivel
pobre de egoismo vulgar, podemos
tarnbien suponer
que todos los espfritus mas elevados, con independencia de los puntos lejanos de los que puedan haber partido, sin embargo
llegan a man tener, en la conciencia
llloral que han obtenido,
el mismo tipo de campania
tnental: a mantener,
en una medida muy superior a la
que hubiera podido
considerarse
a primera vista, los
triismos tipos de caracter personal, e incluso los mismos tipos ardsticos y literarios, tanto en
la estima como en la
aversion; a transmitir, todos ellos igualmente,
el mismo
sabor de 10 que no es de este mundo. Podemos observar
el epicureismo, nuevas segun el punta hasta el que
asi que tarnbien el cireneismo o viejos, se aproximan, hayan completado
0
su desarrollo,
tanto a la forma mas
noble del cinismo como a las fases mas noblemente [306]
de-
Mario el epicureo tradicional.
En la
sarrolladas de la moralidad
antigua
gravedad de su concepcion
de la vida, en su busqueda
0
de nada menos que la perfeccion, en su aprehension
del
valor del tiempo -la pasion y la seriedad que son como una consagracion:
Lapassion et le serieux qui consacrent-,
podemos ver, por 10 que se refiere a sus proposiros principales, que no se da tanto una oposicion a la moralidad antigua como una exageracion de algun motivo especial de esta. Entretanto,
Mario pensaba haber detectado
en sf
mismo alguna preferencia estrecha, costosa y limitadora hacia una parte de su propia naturaleza y de la naturaleza de las cosas: en sf mismo y tambien en los maestros antiguos de la filosofia cirenaica. Si ellos habian llevado a cabo 10 que se denominaba
el il-0VOXPovos Tj8ov~: el
placer del «ideal ahora»: si algunos momentos de su vida estaban apasionadamente
coloreados y absortos por la
sensacion, y por un tipo de conocimiento claridad era como la sensacion, aprehendian
que en su viva
si de vez en cuando
el mundo en su plenitud, y tenian una vi-
sion casi «beatffica» de las personalidades
ideales en la
vida y en el arte: sin embargo esos momentos
ten ian un
precio muy alto. Hay que pagar por ellos el precio enorme de sacrificar mil simpatias posibles en las cosas de las que solo se podia disfrutar por medio de la simpatia, pues se apartaban
de ellas por orgullo inrelectual,
por
lealtad a una simple teoria que no daba nada por su[307]
Walter Pater puesto ni aceptaba verdad alguna que fuera aproximada o hipotetica,
En su actitud poco amistosa hacia la reli-
gion griega, y hacia la antigua moralidad griega, seguramente habian hecho una mala valoracion
econornica.
La religion griega estaba viva entonces: en aquel tiernpo, en mucha mayor medida que en las epocas posteriores de su disolucion, era posible contemplarla
con eleva-
cion, incluso en el caso del filosofo. Su historia no exigia una aceptacion razonada
0
formal. Era una religion que
habia crecido con la vida del hombre y con una gran fuerza natural; habia significado
mucho para muchas
generaciones; expresaba gran parte de sus esperanzas, en formas conocidas y energicas, con asociaciones multiples se vinculaba con el hombre tal como habia sido y era: cabia pensar que una religion asi pudiera seguir siendo util incluso para el fil6sofo esceptico, Sin embargo, la es:: cuela de Cirene renuncio absolutarnente
a esos dioses
hermosos con todo su drculo de veneraci6n poetica. La antigua moralidad griega, pese a todas sus imperfecciones, era algo real mente atractivo. iSi! En las vidas de los hombres ponia una armonia y una musica con respecto a las cuales nadie debe ria desear entrar en disonancia. Su sentido meramente
estetico podrfa haber
dado una satisfacci6n legltima en el espectaculo de ese .. orden hermoso de las maneras elegidas, en aquellas convenciones atractivas que con tanta gracia abarcaban la vida entera, asegurando cierta dulzura, cierta seguridad [308]
Mario el ep icureo al menos contra las of ens as, en las relaciones con el
tylundo.
Mis ~lla decualquier utilid;d obvia, podla rei~"
vindicar que estaba sancionada por la costumbre.
Pero
una de las ventajas de la libertad de espfriru entre los cirenaicos (quienes te6ricamente la teo ria, por deramente
indiferente,
y no encontraban
valioso salvo en su ministerio precisamente
habian llegado a matar
10 que cualquier teo ria les resultaba verdaen ella nada
tangible de la vida) era
que estaban en libertad de utilizar, como
si fueran sus ministros
0
siervos, aquellas cosas que para
los no iniciados ten ian que ser totales
0
nada. EI peque-
no rnimero de seguidores que tuvo Aristipo con ese sistema total de maneras audaz consecuencia (defendiendo
0
costumbres
puede verse en la
pracrica que uno de ellos man tenia
terca y duramente
su peculiar teo ria de
valores) en la paradoja no muy amable de que la amistad y el patriotismo
eran cosas de las que uno podia
pasar; mientras que otro -Ie llamaban el abogado de la muerte- ayudaba tanto ala autodestrucci6n
con su elo-
cuencia pesimista sobre los males de la vida que su sal6n de conferencias fue cerrado. EI que estofuera una de sus posibles consecuencias
-que fuera una deducci6n
re-
mota aunque posible de las premisas del dis ere to Aristipo-, resultaba seguramente
incoherente
en un pensa-
dar que por encima de to do afirmaba una economia de los momentos
de la vida. Sin embargo, podemos estar
seguros de que esos antiguos cirenaicos se abrian cami[309]
Walter Pater
no como si 10 hicieran en 1a oscuridad, hombres en las transacciones
igual que otros
ordinarias de la vida, mas
alla de los estrechos lIrnires que extrafan del conocimiento claro y absolutarnente que no perteneda
legftimo; admitiendo
10
a las sensaciones inmediatas y basan-
dose en ese futuro «fantastico» que podna no llegar. Un poco mas de ese «carninar por la fe», un poco mas de ese consentimiento aprovecharse
no irrazonable,
y hubieran
podido
de los cientos de servicios que la morali-
dad y la religion griegas prestaban a su cultura. El espectaculo de esa manera tenaz y exclusivista de mantener sus aprehensiones
estrechas le hace pensar a uno en un
cuadro sin relieves, sin sombras suaves ni amplitud
de
espacio, 0 en un drama sin un reposo proporcionado. Pero Mario, por volver de nuevo a eI abandonando sus maestros
y sus herederos intelectuales,
a
en aquel
tiempo pensaba realmente en la perfeccion: una perfeccion estrecha que podfa ser objetable, la perfeccion de tan solo una parte de su naturaleza -su capacidad para sentir, para tener impresiones una simpatla imaginativa-, perfeccion autentica su maximo
ffsicas exquisitas,
para
pero que segufa siendo una
de esas capacidades
grado, y suficientemente
llevada hasta
admirable
a su
manera. Tarnbien el es un economista: con esa «percepcion» de to do 10 que hicieron los cirenaicos, con la captacion habilidosa de las condiciones del exito espirirual,
",J R
lJ
h I
Ii[\
las circunstancias
especiales de 1a ocasion con las que ha [310]
Mario el cp icureo de tratar, las oportunidades
especiales de su propia na-
el.m~in1Q pillJidq,
turaleza, espeq. obtener
..sjQ.d
este Un sentido mediocre,o YlJlg;j,rt9c:.l9sc:§S;tsgsafios de la yid<.l. jPOCOS, ciertamente, para alcanzar algo que se asemeje a una perfecci6n impresionada
general! Su mente esta muy
por la brevedad de esos afios; y eso le lleva
a no ser un diletante
frivolo, sino mas grave que los
otros hombres: su plan no es el de una persona frivola, sino mas bien el de aquel que da un significado propio, \ pero muy real, a esas palabras antiguas:
iTrabajernosL,
mientras sea de dia!Ha captado tambien, poderosamente, la belleza de las cosas visibles que le rodean: sus gracias y atractivos, momenraneos necerse.
Su proclividad
ampliada
por Ia experiencia,
preocupacion
y en camino de desva-
natural
en esa direcci6n,
parece exigi~ de el una
casi exclusiva por el aspecto de las cosas;
por su caracter estetico, tal como se 10 denomina,
por
10
que revel an ante la mirada y la imagin~ci6n: yno tanto porque esos aspectos de las cosas le produzcan la mayor pr~p~r~i6n del gozo, sino P?rque ocupado de esta rnanera por ellado estetico 0 im~ginati:vgde las cosas se encuentra en contacto
real con aquelloselementos
de su
propia naturaleza, y de la naturaleza de las cosas, que al men os para el son el objeto de 1a aprehensi6n As! como otros hombres se concenrran de los numeros, por ejemplo,
0
mas real.
en las verdades
de los negocios,
0
quizas
en los placeres del apetito, e1se siente abso1utamente in[311]
---~
Walter Pater
clinado a vivir esa corriente plena de la sensacion refina?a. lYe;;
c-
I;~~alizacio~ de ese ;mo~aElheIleza-reivinuical,
-una libertad personal total, de corazon y de mente, pero sobre to do una libertad con respecto a
10 que puedani
parecer /la~respuestas.conveI1~~oPcal~s_aL~~pr:!meras.prej . ,-~~~~~~~{
Pero fuera de
eI existe un sistema venerable de senti-
mientos e ideas, muy extendido en el tiempo y el espa.cio, en un tipo de posesion inexpugnable productos
de la vida hu-
10 mismo que otros grandes
mana: es un sistema que,
de los esfuerzos conjuntos
de la mente hu-
mana a 10 largo de muchas generaciones, se ha enriquecido con la experiencia del mundo, por
10 que al unirse
a el uno entra en la gran marea de esa experiencia, dando un solo paso hace suya esa experiencia,
y
y por
tanto aumenta en gran medida el senrido del color, la variedad y el relieve en el espectaculo de los hombres y <."}
las cosas. La sensacion, simplemente,
de que uno perte-
"
nece a un sistema -una organizacion
0
sistema imperia-
les- tiene por si sola la capacidad expansiva de una gran experiencia:
como ya habian sentido
sido admitidos
quienes habian
en las sectas mas estrechas de la comu-
nion de la Iglesia Catolica,
0
como se sentian los ciuda-
danos romanos antiguos. Me da la impresion de que eso equivale a tomar posesion de una lengua muy extendida, que posee una literatura
importante
y que es tam-
bien la que hablan las personas con las que vivimos. [312]
I
Mario el epicurco jUn orden maravilloso que pertenece realmente a la vida humana! Que ha crecido unido a ella de manera inseparable, penetrando
en sus leyes, su lenguaje mismo,
sus habitos del decoro de mil maneras semiconscientes; pero que sin embargo uno sigue sintiendo que en parte es un ideal que no se ha logrado, y por tanto una esperanza que despierta, y un objetivo identico ala unica aspiracion coherente de la humanidad. eso en esc momento,
Mario, al captar
tuvo la impresion de que se reunia
con su ser antiguo; que se habia encontrado dentemente
sorpren-
en el camino con el peregrino que con una
sinceridad absoluta habia ido aRoma buscando la perfecci6n. Aquello
no definia
practica como de la simpatia:
tanto
un cambio
un nuevo rumbo,
de la una
expansion, de la simpatia. Pero tambien conllevaba determinadas cortapisas a su libertad por las concesiones a las maneras, la distincion y las expresiones de esa gran multirud
de cspiritus admirables que habian decidido
dirigir su vida asi, y no de otra manera, y no estaban dispuestos a dar a nadie una «indulgencia». Pero luego, suponiendo
que ellos
10 desaprobarian,
ya no volveria
nunca a parecerle digno arrancar rosas. La autoridad que ejerda era como la del gusto clasico: una influencia tan sutil, y sin embargo tan real, que definia la leal tad
dd estudioso;
0
algun ritual bello y venerable en
e1 que
toda observancia se vuelve espontanea y casi mecanica, pero que cuando uno la considera cuidadosamente [313]
des-
Walter Pater
cubre que tiene un significado razonable y una historia natural. Mario comprendio rente, equivocado
que serla un cirenaico incohe-
en su calculo de los valores, de las
perdidas y ganancias, e infiel a la bien considerada
eco-
nomia de la vida que Ie habia llevado aRoma, comprendio que algunas gotas de la gran copa caerian al suelo si no hada esa concesion: si se limitaba a permanecer
[314]
alli.
1 !
j
Capitulo
XVII
Beata Urbs]
Muchos profetas y reyes han deseado ver las casas que txt ves.2
El enemigo del Danubio
no era sino la vanguardia
de las poderosas huestes invasoras del siglo mente
reprimidos
en ese momento,
v. Ilusoria-
aquellos
rnovi-
rnientos confusos por la Frontera septentrional
del Im-
perio estaban destinados a unirse triunfalmente
por fin
con los barbaros que, incapaces de destruir la Iglesia cristiana, sin embargo suprimirian
por algun tiempo los
logros de la cuitura del mundo pagano. El reino de Cristo iba a crecer en una alienacion algo falsa con respecto ala luz y la belleza del reino de la naturaleza, del hombre natural,
con una tradici6n
al respecto parcialmente
equivocada y a veces podrla parecer que con una incapacidad
para la posterior
reconciliacion.
Italia habia vuelto a armarse precipitadamente manos imperiales partian hacia los Alpes. [315]
Entretanto, y los her-
1
Walter Pater Inesperadamente,
I
se habia acallado cualquier recelo
que pudiera sentir el pueblo romano con respecto alliderazgo del mas joven de ellos, aunque lamentara temporalmente
la perdida de quien habia sido, al fin y al
cabo, una figura popular en la escena del mundo. Viajando familiarmente
en la misma litera que Aurelio,
Lucio Vero habia sido atacado por una enfermedad
re-
pentina y misteriosa y murio cuando le condudan
a
toda prisa aRoma. Su muerte desperto una multitud de rumores siniestros que acusaban a Lucilla, de quien se deda que estaba celosa de su hermana Favia,
0
quizas de
Faustina; ala propia Faustina, que habia acompafiado el avance imperial y deseaban ahora ocultar su crimen; incluso al hermano mayor, quien anticipandose signios traicioneros
a los de-
de su colega le habia pasado en la
cena un trozo especial de carne, cortado con un cuchillo ingeniosamente
envenenado
Aurelio, sinceramente damente ocultos timiento
0
solo por uno de los lados.
dolido tras todos sus enojos debi-
reprimidos, solo tenia ahora un sen-
de pena por el ser humano
mientras llevaba
sus restos aRoma y exigia del Senado un funeral publico decretando
la apoteosis'
0
canonizacion
del muerto.
El cadaver estuvo durante tres dias en el Foro, en un ataud abierto de madera de cedro, sobre un lecho de marfil y oro, en el centro de una capilla temporal que representaba Montaban
al templo de su patrona,
Venus Genetrix4.
guardia a su alrededor soldados armados y [316]
r ~ 11
i
~
i····1
il I
~
Mario el epicureo coros de voces selectas se turnaban para cantar himnos recitar monologos
0
de los grandes autores tragicos, Ala
cabeza se exhibian los diversos ornamentos que habian pertenecido
personales
en vida a Vero. Como el resto
de Roma, Mario acudi6 a contemplar
el rostro que
habia visto vivo por ultima vez, apenas disfrazado con la capucha de una tunica de viaje, cuando de noche el hermana imperial cruzaba una de las calles que habia bajo el palacio para dirigirse a una cita amorosa. Como no estaba familiarizado rodavia con los rostros de los muertos, se sintio sorprendido
y conmovido
mas alIa de
10
que esperaba por el piadoso cambio que en el se habia producido;
ni siquiera la habilidad
conseguido
un exito total en el proceso de embalsama-
miento. Era como si yaciera ante
de Galeno habia
el un hermano suyo,
con esa expresi6n indefensa y sumisa, y hubiera sido un sacrilegio tratarlo rudamente. Entretanto,
en el centro del Campus Martius, dentro
del bosquecillo de alamos que circundaba el que habia sido quemado
el espacio en
el cuerpo de Augusto, la
gran pira funeraria rellena con recortes de diversas rnaderas aromaricas se habla construido
en multiples fases
separadas unas de otras por un ligero entablamento maderos y adornada con abundantes
de
imageries talladas
y tejidas en tapiz. Sobre esa estructura
piramidal
0
en
forma de llama yacia el cadaver, oculto ahora bajo una montana
de flo res e incienso traidos por las mujeres, [317]
Walter Pater quienes des de el principio se habian encarifiado con las gracias y atractivos del muerto. Sobre el cadaver habia una efigie en cera de gran tamafio vestida con los ornamentos triunfales. Finalmente, les correspondia
a los que
esa mision se acercaron antorcha
mana para encender mientras
los centuriones
los soldados,
en
la pira por sus cuatro esquinas, muy excitados, la rodeaban
arrojaban a las llamas las condecoraciones
y
que habian
recibido por actos de valor bajo las ordenes del emperadormuerto. Fue una ceremonia real mente heroica que se estropeo un poco en el ultimo momenta
por el artificio algo
vergonzoso de hacer que un aguila -que no era un ejemplar muy noble
0
juvenil de su especie- volara sobre los
restos mortales en medio del temor real espectadores;
0
fingido de los
segun la etiqueta antigua, un chambelan
de la corte hizo despues ante el Senado la declaracion oficial de que se habia visto al «genic» imperial escapar del fuego en el cuerpo de esa aguila. Mario estuvo presente cuando
los Padres, certificado
debidamente
el
hecho por «aclamacion», expresaron juntos su juicio en una especie de canto bajo y ritmico deere tan do el caefum: el privilegio de rango divino del fallecido.
La recogida real de las cenizas en un pafio blanco encerado, llevada a cabo por la viuda Lucilla tras apagar con gotas de vino las ultimas llamas, y su traslado a la pequefia celdilla, ya muy poblada, en el cuerpo central [318]
, I
Mario
e] ep ic ureo
del sepulcro de Adriano, que conservaba todavia el esplendor de sus columnatas asunto privado debidamente,
0
en forma de estatuas, fue un
dornestico. Tras haberse llevado a cabo
Aurelio pudo retirarse por un tiempo ala
intimidad de sus amadas estancias del Palatino:jA11Tdt:6 a Mario, pocodespues,
por segunda vez, para recibir de:
las manos imperiales un gran monton que debia revisar
de manuscritos
ordenar.
Habfatranscurrido
un afio des de su primera visita a
palacio, y cuando subio las escaleras aquel dia los grandes cipreses se balanceaban
contra el cielo sin sol como
si fueran seres vivos doloridos. largo pasillo subterraneo,
Tuvo que atravesar un
que en otro tiempo era una
entrada secreta a las estancias imperiales; yen nuestros tiempos, en medio de las ruinas que
10 rodean, se man-
tiene tan nuevo como si acabaran de quitarle las alfombras del suelo despues de que el emperador
acabara de
regresar de un espectaculo. Allf el emperador Caligula, a sus veintinueve
afios, habia encontrado
su fin cuando
los asesinos se deslizaron por el pasillo mientras el se demoraba unos momentos para observar los movimientos de un grupo de jovenes nobles que se ejercitaban en el patio inferior. Mientras Mario aguardaba por segunda vez en la pequefia habitacion
roja de la cas a del primer
chambelan, observando de nuevo con curiosidad las paredes pintadas -el mismo lugar en el que se cuenta que se refugiaron los asesinos tras el crimen-, [319]
no pudo dejar
i
Walter Pater
de observar la Figura que, rodeada por las luces y las sombras, le parecio la mas melancolica de toda la historia de Roma. Le hizo pensar en la grandeza de esa popularidad y de las primeras promesas: la elevada altura de poder irresponsable
desde la cual al cabo de un tiempo
solo habia resultado claramente
visible el aspecto mas
vii de los hombres; la decadencia de la razon: la memoria aparentemente
irredimible;
pero a pesar de todo,
tambien la hermosa cabeza unida a las lineas nobles de la raza de los Augustos, asf como no sabia que expresion de sensibilidad y finura que no eran suyas y a partir de las cuales uno segura avanzando hasta los Antoninos. odio popular se habra encargado blante alii donde
EI
de destruir su sern-
10 encontro, pero un busto de basalto
oscuro, semejante al bronce, con una maravillosa perfeccion de acabado, se conserva en el museo del Capitolio y puede parecer quizas a los visitantes como la mas hermosa
reliquia que nos queda del arte romano.
EI
sello mismo del Imperio en esa frente sombria reflejada de su espejo, 2sugeria su loco ataque a las libertades y la dignidad de los hombres? Pareda estar preguntandose:
«jOh humanidad!
2Que me has hecho para que te des-
precie asf?» 2No serfa ese el autentico
significado de la
dignidad real si el mundo hubiera tenido un solo hombre que reinara sobre el? Algo semejante; mo desinteres, que seguramente
0
un elevadlsi-
nunca llegaria a reali-
zarse, en un rey que deberia ser el siervo de todos, [320]
10 que
i
Mario el epicureo
Ie: colocarla exactamente en el otro extremo del dilema practice que implicaba cnterrado decentemente,
tal posici6n.
El cuerpo no fue
por la piedad de las hermanas
que el mismo habia enviado al exilio, hasta bastante despues de su muerte. Los sentimientos
fraternales no
habian sido un rasgo invariable en los incidentes
de la
historia romana. La larga Vicus Sceleratus', des de su oscura fundaci6n en la disputa fraternal al dia siguiente de una conmovedora
liberaci6n cormin, 2no guardaba en
cada paso alglll1 recuerdo siniestro de una violencia no natural? Hicieron
bien los romanos
en imaginar
a la
traidora Tarpeia'' todavfa «verde en la tierra», coronada y entronada al pie de la roca capitolina.
Pues si es cierto
que la religi6n de Roma estaba alli por todas partes, como permanece
en el aire el perfume del incienso fu-
nerario, tarnbien
10 estaba el recuerdo del crimen pro-
movido por una crueldad hip6crita que llev6 a enterrar
I I II
viva alli a la culpable,
0
inocente,
vestal hacia s6lo
ochenta afios, bajo el poder de Dorniciano/. Mario se sintio aliviado al encontrarse
en presencia
de Aurelio, cuyo gcsto de inteligencia amigable, cuando entr6 el, abrio una sonrisa en la triste cadena de sus pen-
i[
!,
samientos, aunque desde su primera visita al palacio se
I
hubiera producido
I
abria camino hasta habitaciones
i 1
I, I
I
un gran cambio. La luz del dia se ahora vadas. Para re-
caudar fondos para la guerra, y cuando ya no vivia su hermano
amante de los lujos, Aurelio habia decidido [321]
Walter Pater
vender en subasta los tesoros acumulados
en la cas a im-
perial. Las obras de arte y los muebles elegantes se encontraban ahora «expuestos» en el Foro, para el placer la consternaci6n,
0
durante la semana siguiente, de aque-
1I0s que sentian curiosidad por estas cosas. Ast, tan sabiamente, habia alcanzado Aurelio la condici6n de distanciamiento
filosofico por la que se habia interesado
des de que era un muchacho,
cuando tanto ten ian que
esforzarse los dernas para persuadirle de que llevara ropa caliente
0
durmiera
mas c6modamente
y no sobre el
sudo desnudo. Pero en su casa vada, ese hombre dedicado a la mente,
y que tanto
siempre con la contemplaci6n pensamiento
se habia complacido filosMica, senda que su
era mas libre que nunca. Habia estado le-
yendo con menos autorreproches
que de costumbre
aquellos pasajes de lalRepublica de Plat6n/que des crib en la vida de los reyes contratados
fi!Osofos
::::;151 como
Iide
los siervos
en su casa- que, poseidos por el «oro puro»
de la visi6n intelectual, se olvidan alegremente de todas las dernas riquezas. AqueI era uno de sus dias fdices: uno de esos raros dias en los que, casi sin ese esfuerzo que tan constante era en el, sus pensamientos
eran ricos
y plenos y convergian en una visi6n mental que a el le resulraba tan estimulante
como
10 seria para los ojos
corporales de otro hombre la perspectiva de una gran extensi6n de paisaje. Pareda mas dispuesto de tual a la influencia imaginativa [322)
10 habi-
de la raz6n filosofica: a
Mario el epicureo .iquellas sugerencias de un posible pais abierto que comenzaba alli donde cesan todas las experiencias reales,
!
dernas, pod ria ocupar algun dia, En realidad estaba bus-
P
antes de partir hacia esa ambigua guerra terrenal que Ie
pero que con la experiencia, la propia y no la de los
Ii
cando encontrar una fuerza para el mismo, a su manera,
II
ocuparia durante el resto de su vida. «Recuerda siempre
II
I
que una vida feliz no depende de muchas cosas, fV oAr ylUTOLS KELTaL»,
escribe. Y ese dfa, entregandose con un
esfuerzo constante de voluntad al simple silencio de las grandes estancias vadas, podia decir que habfa escapado de los males del mundo de acuerdo con la pro mesa que
I
hace Platen a aquellos que viven en estrecha relacion
II,
En sus «conversaciones consigo mismo», Marco Au-
con la filosoffa. relio habla a menudo de es~ciuda4delas
alturas! con res-
pecto ala cuallas dernas ciudades no son sino habitaciones. De hecho, en su ultimo discurso Cornelio Fronto habta tornado de el esa expresion: y ciertamente
signifi-
cab a algo mas que toda la Republica de Roma en cualquier idealizacion que se pudiera hacer de esta, por muy sublime que fuera. Incorpora de alguna manera la ciudad real cuyas piedras divinas se extendian ante su mirada, pero tambien incluia esa razonable consritucion
la naturaleza
I,
mediante
devota
puede el hombre asociarse con la conciencia
de Dios.
Lo mismo que otros podnan haber ido a recuperarse [323]
II
de
cuya conternplacion
Walter Pater
mentalmente
a su villa favorita, el habia encontrado
descanso durante
su
un rata de aquel dia en esa Nueva
Roma, alimentando
deliberadamente
sus pensamientos
con sus meJores aires. Marco Aurelio escribio en una ocasion'': «EI hombre busca el retiro en las casas de campo junto al mar
0
en la
montana; ya ti .te gusta tanto un lugar como otro. Pero pocas pruebas hay de que allf este la cultura; mientras que tienes el privilegio de retirarte a tu interior siempre que quieras: a esa pequefia granja de tu propia mente
i donde Como
puedes disfrutar de un silencio tan profundo». consecuencia
de la regia prerrogativa
de la
sobre las circunstancias,
podia
mente, de su dominio
convertir esos retiros en su libertad inherente.
Y luego
prosigue: «Esta en tu poder pensar como quieras: la esencia de las cosas esta en tus pensamientos Todo es opinion,
concepcion:
ningun
sobre ellas.
hombre puede
ser estorbado por otro. Lo que esta fuera de tu drculo de pensamiento,
no es nada para d. Aferrate a esto y estaras
a salvo. Una sola cosa es necesaria: vivir cerca del genio divino que hay dentro de ti, y servirle dignamente». primer punto de ese autentico
EI
servicio, de esa culrura,
era ~~?t~I1~r~1 alma enuna condicion de inqifer~lJ«:::ia:¥. cal rna. Pero continuamente las afirmaciones publicas, las afirmaciones de otras personas con sus asperos angulos de caracter, irrumpian
en el, que era el pastor del re-
bafio, Pero al fin y al cabo tenia ese privilegio, del que [324]
I,
Mario el epicureo 110
podia apartarse, de pensar tal como el queda; yera
bueno, mediante un esfuerzo consciente de la voluntad, perrnitfrselo de vez en cuando bajo una direccion sistematica. El deber de hacer un uso dis ere to y sistematico del poder de la vision imaginativa, con propositos de alcanzar una cultura espiritual, «puesto que el alma adopta el color de sus fantasias», es un punto en el que ha insistido con frecuencia. Permaneda
en el, a veces durante muchos dias, la in-
fluencia de esas meditaciones
oportunas:
sacramento
de intensidad,
por la condicion
un simbolo,
0
de la vida
natural y ordinaria de su propia alma. Hubo experiencias que no podria olvidar, intuiciones que habia encontrado
inapreciables
en ese camino, y que equivalian
casi ala irrupcion de una luz ffsica en su mente; de manera semejante
a como se deda que el gran Augusto
habia visto un esplendor Hsico misterioso mas alla de la cima del Capitolio, donde estaba ahora el altar de la Sibila. Tras pronunciar
una oracion para obtener la paz
interior y conformarse a la razon divina, leyo un os pasajes selectos de Platen que tratan sobre la armenia de la razon, en todas sus forrnas, con uno misrno: «~Es posible que en el estuviera el Cosmos, ese orden razonable y maravilloso, y solo desorden en el mundo exterior?}}9A partir de esa cuestion habia pasado a la vision de un orden razonable y divino no en la naturaleza, sino en la condicion
de los asuntos humanos -esa invisible Ciu[325]
Walter Pater
------------------------------------------dad Celestial, Uranopolis, Callipolis, Urbs Beata-, en la cual, realizandose en todas partes una conciencia de la voluntad divina, no habria, con otras diferencias felices con respecto a este mundo inferior visible, mas muerte desesperada de los hombres, los nifios Ese dia intento, como nunca
0
de sus afectos.
10 habia hecho antes, ob-
tener el maximo provecho de esa vision de una nueva Roma,
entenderla
tan claramente
como pudiera,
y
como si fuera a encontrar el camino a 10 largo de sus calles, antes de entrar en un mundo tan terriblemente
dis-
tinto, hacer en ella un esfuerzo practico can un alma llena de cornpasion
hacia los hombres tal como eran.
Pero por muy clara que hubiera tenido la imagen mental, nada mas descender
un solo tramo de escalones
hacia la plaza del mercado debio retirarse como si le hubieran tocado can una varita magica maligna mas alla del margen ultimo del horizonte. Incluso en el momento de vision mas clara fue un lugar confuso, aunque tuviera una entrada reconocible,
una torre
0
una Fuente
aqui y aHa, y estuviera acosada por rostros extrafios cuya expresion nueva el, el gran fisonomista,
no habia sido
en absoluto capaz de leer. Platonhablasidocapazciertamente de articular y ver, al menos can el Psns
id'o mas
am de Plat6n
que alli presuponia,
en cuanto a las bondades
no habia sido capaz de encontrar
realmente su camino. Al fin y al cabo, segun el propio [326]
1
Mario el epicureo I'I;Ill) n, \todavisi6Il.IlP ~,r,aw;i,$ (:l',l.~.'!l1areminisceric:r,a,;y deseo de su coraz6~,'~~ ~n lugar que
,·sta no ·era si~~ SII
~i
alma hubiera podido visitar en alguna region de los
I. )gros del mundo antiguo. No habia hecho sino adiviliar, mediante
una generosidad
del espfritu, el lugar
vacio que deberia llenar otra experiencia
distinta a la
suya. Sin embargo, Mario observo la maravillosa expresion
I
de paz, de placer tranquilo, en el sernbl ante de Aurelio al recibir de el los ro11osde manuscrito trato de adivinar los pensamientos
\ ~.
claro y hermoso y del emperador, ocu-
pado en ese momento en contemplar desde sus elevadas ventanas la famosa vista de los montes Albanos.
[327]
Capitulo
XVIII
«La Ceremonia
del Dardo»
Las ideas del estoicismo,
1
tan queridas por Marco
Aurelio, son muy generales y a veces han inducido
una
frialdad de corazon en aquellos sobre cuyo intelecto tenian un poder real. Fue la distincion de Aurelio la que le perrnitio a este armonizarlas con la amabilidad, dria decirse la amenidad,
de un humorista,
casi poasi como
con la religion popular y sus numerosos dioses. Aquellas grandes concepciones
de la filosofia griega posterior te-
nian en verdad en elias el germ en de una especie de «teologia natural» austeramente menudo eso habia conducido
:,1
dogrnatica,
y muy a
a una sequedad religiosa:
un desprecio duro de la religion par todo 10 que toea los sentidos, atrae la fantasia a concierne
realmente
a los
afectos. Aurelio habia conseguido el secreta de pasar de una manera narural y sin violencia ninguna del pensamiento entre la religion colorista y rornantica de aquelias diosesantiguos,
que seguian siendo seres humanos,
y una especulacion muy abstracta sabre el alma univer[329]
Walter Pater
~::l_~illlpasible -ese drculo cuyo centro esta en todas partes y la circunierencia en ninguna-,
a partir del cu~,
por una serie de necesidades puramente evolucionado
logicas, habi~
l~ formula. Como en muchos otros casos,
debfa a su madre -TTapa TTjS I-lY)TPOS TO
del tiempo y el lugar. Purificada,
como tiene que estarlo toda religion de un tiernpo y un lugar concretos, por la controntacion
frecuente con el
ideal de la debilidad tal como se revel a a ese sentido religioso innato que poseiaAurelio, gente que
y le diferenciaba
de la
10 rodeaba, se convirtio en la base de muchas
relaciones sociales con las almas mas simples, y para el mismo fue ciertamente
un consuelo siempre que las alas
de su alma flaqueaban en la atmosfera diffcil de la vision puramente
intelectual.
Toda una huesre de cornpafie-
ros, guias y ayudantes que llegaban a el des de los viejos tiempos, «la propia corte y compafiia del cielo», objeto para el de afecto y reverencia personales,
la supuesta
presencia de los antiguos dioses populares, determinaba el caracter de una gran parte de su vida diaria y resultadan ser la ultima pr6rroga de la naturaleza humana en su punto mas debil. «En todo tiempo y lugar», habia escrito, «a ti te corresponde acontecimientos
utilizar religiosamente
los
de los tiempos: en toda estaci6n vene-
ra a los dioses». Y cuando el hablaba de venerar a los dioses,
10 hacia como todo 10 dernas, de manera extenuan-
teo Tambien
aqui debio de experimentar [330)
a menudo
la
I
Mario el epicureo
i
desilusi6n,
0
cierta rebeli6n de los sentimientos,
en el
contacto con las naturalezas mas toscas al que le exponian sus conclusiones
religiosas. A principios
del afio
ciento setenta y tres, la ansiedad publica era mayor que nunca; y como habia sucedido anteriormente casos, eso ponia en funcionamiento ciones de la gente. Durante
en tales
todas las supersti-
siete dias, las imageries de
los dioses antiguos, y algunas de los mas nuevos y graves, estuvieron solemnemente
expuestas al aire libre, re-
vestidas con todos sus ornamentos,
cada una en su lugar
en mitad de las luces y el incienso, mientras la multitud, siguiendo el ejemplo imperial, las visitaba diariamente haciendo of rend as de flores a una u otra divinidad particular, segun fuera la devocion de cada uno.
I
Pero junto a las observancias oficiales mas antiguas tuvieron tambien su parte de veneracion los dioses mas extrafios: salieron ala luz del dia criaturas extrafias con extrafios secretos. Esa especie de religion delirante de la que Mario fue espectador en las calles de Roma durante los siete dias del Lectisternium', en cuando en un comentario
le hacfan pensar de vez de Apuleyo: era «como si
la presencia de los dioses no hiciera buenos a los hombres, sino que los trastornara
0
debilitara». Algunas has-
tiadas mujeres que seguian las modas encontraron to do en determinadas
devociones orientales un alivio a
sus almas religiosamente po, una oportunidad
sobre
lacrimosas y, al mismo tiern-
para la exhibici6n personal; prefe[331]
Walter Pater
dan este
0
aquel «rnisterio» sobre to do porque la vesti-
menta requerida convenla a su peculiar idea de la belleza. Una manana, Mario se encontro con un ser extraordinariamente
rojizo que era llevado en una litera por
entre una multitud excitada: era la famosa cortes ana Benedicta que acababa de salir del baric de sangre al que se habia sometido
sentandose
bajo el cadalso donde las
victimas, llevadas alll con ese fin, eran sacrificadas por los sacerdotes. En el ultimo dla de la solemnidad, do el propio emperador
cuan-
realize una de las ceremonias
mas antiguas de la religion romana, esa devocion fan tistica se habia reafirmado.
Ciertamente
habia victimas
suficientes traidas de los pastos de los montes Sabinos y que eran conducidas dando vueltas alrededor de la ciudad en la que iban a morir en una procesion casi continua, cubiertas de flores y casi mortalmente antes de tiempo por la rnultirud apretujaban
supersticiosamente
inquietas
de personas
que se
para tocarlas. Pero al-
gunos romanos anticuados, dadas las circunstancias cepcionales,
exigian algo mas: unsacrificio
segun la antigua costumbre;
ex-
humano
10 mismo que cuando, de
eso no hacla mucho; algunos griegos guemados vivos en el Foro. 0 por
0
galos habian sido
10 menos deberia de-
rramarse sangre humana. A traves de una multirud salvaje de fanaticos que se cortaban la carne con cuchillos y latigos y se lam ian ardientemente rojiza, el emperador
los torrentes de sangre
se traslado al templo de Belona4 y [332]
Mario el epicureo en un acto simbolico solemne lanzo el dardo tefiido en sangre, que se conservaba alli cuidadosamente, pais del enemigo: hacia ese mundo desconocido hogares germanicos,
hacia el de los
calidos todavla, como cretan algu-
nos, bajo el debil creptisculo septentrional
por esos afec-
tos inocentes cuyo senti do habian perdido los romanos. Y al menos era evidente, en medio de todas las dudas abstractas ace rca de
10 cor recto 0 10 equivocado, que 10
que estaba preparando
entonces Aurelio casi con un co-
razon ligero -is1,habfa
que agradecer a los dioses el
logro de una filosofia vigorizante!:- era la ruina de aque1I0shogares. Pues en verdad que aquella marcha, que a Marco Aurelio le resultaba tan diffcil y para la que tuvo que fortalecerse tan vigorosamente,
iba a poner a prueba el
poder de una teorfa de la practica estudiada
durante
mucho tiempo; y 10 que Mario descubrio entonces casi por accidente, bajo la superficie seca de los manuscritos que le habian confiado,
fue el desarrollo de esa teoria
..:..literalmente de una thciiria-, una vision los hechos mas importantes, portantes
todavia,
0
intuicion de
y las posibilidades mas im-
concernientes
al hombre
en el
mundo. Los gran des rollos de color purpura contenian en primer lugar estadisticas, un relato historico general de la epoca del autor y un diario exacto; todos, aunque en tres grados distintos de proximidad personal del autor, eran igualmente [333J
a la experiencia
laboriosos, forma-
Walter Pater les, contenidos.
Aquel estaba destinado ala instrucci6n
publica; y parte de el habia llegado quizas a las !iistoria~ 1ugr:s:~a.s5.Pero especialmente como guia de su hijo C6modo se habia perrnitido introducir de vez en cuando reflexiones sobre 10 que estaba sucediendo, saciones con ellector.
conver-
Y luego, como si de esa manera
hubiera bajado la guardia, volvfa a los hechos que componian la parte principal del escrito, a trows de conversaci6n consigo mismo. Era la novela de un alma (que s610 se podia rastrear en sugerencias,
notas laterales,
ciras de maestros antiguos) que se habia dedicado a toda una vida de busqueda desconcertada de oro esquivo 0 desaparecido, Hesperides,
de algun vellocino
de los frutales de las
0 de alguna luz doctrinaria
misteriosa que
siempre se alejaba de el. Como diriamos nosotros, y le habia parecido a Mario des de el principio, era un hombre con dos vidas. A veces se habia preguntado por ejemplo el dia que habia interrumpido ciones del emperador
Mario,
las rnedita-
en el palacio vado, cual seria la
naturaleza de ese placido habitante
0 invitado interior
que en medio de las preocupaciones
del hombre practi-
co miraba de pronto a las cosas y rostros que le rodeaban como si le hubieran sorprendido.
Y asf Mario descubri6
alii, dan do la bienvenida a un hermano, bajo la aburrida superficie de quien pretendia llevar una vida de asuntos externos, la autorrevelaci6n
espontanea de un alma tan
delicada como la suya: un alma para la cualla conversa[334]
rI
Mario el eplcureo ci6n consigo misma era una necesidad de la existencia,
I
Mario habia sospechado
I
llegada al mundo
1 1
i
siernpre que el senti do de esa
necesidad era una rareza suya. Pero alli habia otro que a este respecto era igual que el mismo; parecio advertir la de un espfritu nuevo
0
cambiado,
mistico, interior, que no se satisfada con esa manera de vivir exterior y totalmente
objetiva que habia sido sufi-
ciente para el alma clasica, Su curiosidad puramente teraria se vio muy estimulada libro aurodescriprivo, ensayista moderno:
li-
con ese ejemplo de un
En realidad tenia la posici6n del por
10 que se referfa a la aprehen10-
si6n de la verdad era un ser de esfuerzos mas que de I
I
gros, pero que al menos era consciente de las luces que habfa junto al camino y que tenia necesidad de registrar y reconocer. Lo que pareda subyacer a esa posici6n era el deseo de obtener el maximo provecho de toda experiencia que Ie pudiera llegar, tanto del exterior como del i~tedor:
cle petpetuar,
mostrar,
10 que era tan pasajero
con una especie de protesta instintiva y patetica contra la teoria del autor imperial -esa teorfa de la «Huencia perpetua» de todas las cos as- que a Mario le habia resultado tan verosimil des de hacia tiempo. Ademas,
el hecho de mantener
esa conversaci6n
consigo mismo tenia ya un especial significado moral doctrinal. hombre,
0
EI Logos, la chispa de raz6n que hay en el es cornun en el y en los dioses:
TTPOS TOUS 8(01)S:
KOlIJOS allTril
cum diis communis. Podia parecer que [335]
Walter Pater eso no era sino el topico de cierta escuela filosofica: pero en Aurelio era una aprehension
claramente
viva. No podia existir una conversacion
original y
interior
uno mismo a menos que hubiera ciertamente mas, consciente de nuestros pensamientos tos reales, al que le compladan posiciones
0
pudo enunciar
alguien
y sentimien-
desagradaban
del propio ser. Tambien
con
Cornelio
esa teo ria de la comunidad
las disFronto
razonable
entre los hombres y Dios de muchas maneras diferentes. Pero el era un hombre alegre, mientras que Aurelio era singularmente una doctrina,
0
triste; y
10 que para Fronto solo era
un motivo de mera retorica, para el otro
resultaba un consuelo ..~LC:;Il11inab~_y_~ablababuscando un refrigerio espiritual sin el cual caeria desvanecido en
el camino, mientras que para el ilustrado profesor no era mas que una cuestion de elocuencia filosofica. AI realizar sus funciones religiosas publicas, Marco Aurelio siempre habia parecido alguien que toma parte en un irnportante acompariado
proceso,
algo real mente
grande,
de algo mas que los ayudantes visibles que
le rodeaban. AlIi, en aquellos manuscritos, res marginales del pensamiento
0
ellenguaje,
frases nuevas creadas por el y que paredan racter de improvisacion
en cien floen felices tener el ca-
de una conversacion real, en las
ciras de los maestros antiguos acerca de la vida interior, que adoptaban
un significado nuevo por las posibilida-
des de esa interrelacion,
estaba el registro de su cornu[336]
Mario el epicureo II
ion con esa razon eterna que era rambien su propio ser,
«)[1
el compafiero divino cuyo tabernaculo
estaba en la
i 11 teligencia de los hombres: era el d~ario de su relacion «otidiana con to do eso. jAzar
0
providencia!
Azar
0
sabiduria,
que es una
can la naturaleza y el hombre, que va de un extremo a otro a traves de todo tiempo y toda existencia, disponiendo ordenadamente fijos, tal como el
todas las casas segun periodos
10 describe en terminos muy sernejan-
tes a ciertas palabras bien conocidas al Libro de fa sabiduria6: son los «opuestos cercados» del dilema especulativo, el tragico desconcierto, que Aurelio recuerda a menudo considerandolo hombre en el mundo. providente
el resumen de la situacion del Sin embargo, si existe un alma
como esta «detras del velo», verdadera, in-
cluso para el, hasta en la mas intima de estas conversaciones, nunca ha hablado can una afirrnacion irresistible de su presencia.
Pero tal como ha descubierto,
eleccion de cada uno en ese dilema especulativo general un asunto de la voluntad.
la
es en
«Tuyo es el poder de
pensar como quieras-/, ha escrito. Por
10 que a el respec-
ta, ha afirmado su voluntad y tiene el coraje de mantener su opinion. «Si descubres que es 10 mejor entre dos cosas, vuelvete hacia ello con to do tu corazon, Come y bebe siernpre de
10 mejor que tengas ante
duria», dice ese otro disdpulo
«ha mezclado su vino y ha preparado [337]
ti». «La sabi-
de la filosofia sapiencial, su mesa-": Taus
Walter Pater arrO'\aVf: «jAlimentate siempre de 10 mejor de
apUJTOV5
ellal» Lo que a Mario, escudrifiando las intimidades
mente patetico y conmovedor comportaba
ahora atentamente
de esa mente singular, le resultaba realera la forma en que se
el autor, como si estuviera en presencia de
ese supuesto invitado; tan esquivo, tan celoso de cualpalpable de sf mismo, tan exigente
quier manifestacion
ante su propia fe, no perrniriendo apoyara sinceramente tranquilo.
nunca que alguien se
en el y se sintiera
totalmente
Pero al menos cumplia su papel al mantener
constantemente
la idoneidad,
la amabilidad
y la tran-
quilidad de la sala de invitados. SeglU1 fuera la fortuna intelectual del momento,
pareda ir del relato mas senci-
llo de la experiencia a la absoluta fantasia, solo «crefda porque
era imposible»,
de que una esperanza
era en
todo caso suficiente para hacer que los placeres cornunes del hombre y sus comunes ambiciones, y sobre to do sus vicios mas comunes, nos; demasiado
parecieran realrnente peque-
pequefios para poder conocerlos.
En-
gendraba en el una especie de 17!.tl:gnificencia de cara<.:ter, en el antiguo sentido griego del terrnino; un temperamenro incompatible
con cualquier defensa simplemen-
te verosfrnil de sus convicciones, 0 de sus pensamientos superficiales sobre cualquier cosa, sobre los dernas,
0
0
de la especulacion
de 1a conversaci6n
,
acerca de 10 que
esta pasando en sus almas tan evidentemente
pequefias,
o con la charla excesiva de cualquier tipo, por muy inte-
.'
~ 'I,",
[338]
,
I
Mario el ep icureo ligente
0
graciosa que sea. Un alma asi dispuesta «ha en-
trado ya en la vida mejor»: en cierta medida, era ya «un sacerdote, un ministro de los dioses». De ahi su «recuerdo» constante,
su estrecha vigilancia del alma, de una
categoria casi {mica en e! mundo antiguo. Antes de nada, examinate a ti mismo: jEsfuerzate por estar en paz contigo mismo!Mario,
al contemplar
con simpatia to do aque-
110, casi tuvo una anticipaci6n del monasticismo de los tiempos Iururos. Con aque! compariero
mistico habia
dado un paso adelante saliendose de la existencia pagana simplemente
objetiva. Habia encontrado
un maes-
tro en ese arte de dirigirse a si mismo que iba a jugar un papel tan importante
en la formaci6n
de la mente 11U-
mana bajo la aprobaci6n de la Iglesia cristiana. Pero se trataba en realidad de un servicio bastante melancolico,
un servicio en e! que es necesario moverse
con los pasos solemnes, serios, deprimidos
y silenciosos
de los que andan por la casa en la que hay un muerto. Esa era la impresi6n
que tenia Mario una y otra vez
cuando Ida, con la sensaci6n creciente de que tenia una disidencia profunda con respecto al autor. Determinados vinculos asociativos le hadan recordar, a pesar de la belleza moral de las ideas de! emperador este habia permanecido
filos6fico, que
sentado despreocupadamente
en los espectaculos publicos. Pues en realidad sus contemplaciones le habian llevado a tener un coraz6n triste induciendo
en el esa melancolia p-tristitia que incluso [339J
Walter Pater
los moralistas monasticos
sostenian que era de la natu-
raleza del pecado mortal, semejante al pecado de desidia o inactividad.
Resignacion,
una resignacion
sornbria,
pacientemente
la carga
un corazon triste, soportando de ese corazon: sf, eso es
10 que sin duda era adecuado
para la situacion de quien pensara con honestidad
acer-
ca del mundo. Pero en este caso tarnbien pareda existir una aquiescencia
excesivamente
complaciente
con el
mundo tal como era. No podia existir ahf una autentica
Theodicee; no podia existir un ajuste real entre el mundo tal como es y el modelo divino del Logos 0 la razon eterna. A
10 que conducia era a tolerar el mal.
EI alma del bien, aunque se mueva en un camino que no puedas entender mucho, sin embargo avanza en el viaje: Si no permites nada que sea contrario
a la naturaleza,
nada del mal puede haber en ti: Si acnias en armenia con esa razon con la que los hombres se comunican
con los dioses, tampoco
haber nada de mal dentro de ti: nada a
puede
10 que debas
tener miedo: Sea
10 que sea, esta bien; pues viene de la mano de aquel que cuida de todos los hombres de acuerdo con su desierto:
Si la razon cumple su papel en las casas, 2que mas necesitas? [340]
r Mario el epicureo 2Es que es malo que tu estatura sea s610 de cuatro codes? Lo que nos sucede a cada uno de nosotros va en beneficio de la totalidad: El beneficio de la totalidad: jeso es suficiente! jEran eslabones de una cadena de pensamiento mente generoso! Sin embargo, ese optimismo
real-
forzado y
el malen cualquier parte, podia cafacil, al negarse a ~el: recer del secreto de la alegrfa autentica, En realidad dejaba un peso sobre el espfritu; y mientras existiera ese peso no podria haber una justificaci6n nos del cielo
al hombre. «Que
tu
real de los carni-
actirud sea alegre»,
habia dicho; y con esfuerzo el mismo alcanzaba a veces esa serenidad que debe acornpafiar, como su favor y flor exterior, las afirmaciones
esperanzadas
como aquellas,
Pero 10 que en Aurelio s610 era una expresion pasajera, en Cornelio (Mario se dio cuenta del conrraste) era naturaleza, y una fisonomfa verdadera. En Cornelio se encontraba
esa alegrfa que capt6 Dante en los espiritus
benditos
de los perfectos, cuyo semblante
exterior es
como un reilejo sobre los rostros humanos de la luz Hsica de «la tierra que esta muy lejana», y podemos desde Giotto en adelante hasta su consumaci6n
ver en la
obra de R.afael~~aserenidad, la alegrfa duradera de aquellos que han sido verdaderamente
I
liberados de la muer-
te, con respecto a la cual, el grado maximo de esa famosa «alegrfa» de los griegos no habfa sido mas que un [341]
Walter Pater
brillo transitorio, y totalmente
como el de una juventud
superficial.
unia ciertamente
descuidada
Sin embargo en Cornelio
al reconocimiento
se
audaz del mal
como un hecho del mundo; real como un dolor en la cabeza
0
el corazon,
que uno desea instinrivamente
curar; un enemigo con el que no podia lIegarse a acuerdos, un enemigo que se hacia visible, odiosamente, mil formas: el desperdicio
en
evidente de los dones del
hombre en una rumba temprana
0
incluso tardia; la
muerte de los hombres e incluso de los animales; la enfermedad y el dolor del cuerpo. Entre Aurelio y su lector habia otro punto de dis idencia: ~lemperador
filosofico despreciaba el.cuerpo,
Puesto que es «privilegio peculiar de la razon moverse dentro de sf misma, y servir de prueba contra las impresiones corporeas, no permitiendo
que irrurnpan en ella
ni la sensacion ni la pasion», de ello se deduce que el interes autentico
del espiritu debe ser tratar siempre el
cuerpo como u;;cadaver
co-rna
al que uno esta unido, y no
un cornpafiero vivo: mas aun, hay que promover
realmente su disoluci6n.
Contraponiendose
manidad de este planteamiento,
a la inhu-
que se presenta al joven
lector nada menos que como un pecado contra la naturaleza, la persona de Cornelio sancionaba ese reverente placer que Mario habfa encontrado
siernpre en el cuer-
po visible del hombre. Ese placer era ciertamente consecuencia
natural del caracter sensual [342]
0
una
materialista
I;
f, Mario el epicureo de la filosoffa que habia elegido. Para Cornelio, el cuerpo del hombre era inequivocamente, no posterior del mundo;
tal como un adivi-
10 denornino, el unico templo autentico 0
mas bien el objeto adecuado de venera-
cion, de servicio sagrado, en el que el mas finisimo oro deberfa tener su debido uso sirnbolico, iYque piedad sobrecogedora
hay tam bien en su abatimiento,
hues os grises que se descomponen
en los
en la tumba de un
pobre hombre! Mario penso que en el desprecio del filosofo por el cuerpo
debfa de haber algun fallo de vision: algun
punto enfermo del pensamiento, que conduda
extrafia de todas las inhumanidades temperamento
0
una torpeza moral,
logicamente a 10 que a el le pareda la mas del emperador:
el
del suicida; para el que habfa ciertarnen-
te una especie de mania en el mundo. «Forma parte de la vida el perderla hermosarnente»,
ley6 Mario. En el
momento debido, «habria que saber escapar de la vida». Los poderes mentales
0
morales pueden fallar, y enton-
ces es cuando se plantea la cuestion de si no habra llegado el momento
de irse: «No puedes abandonar
esta pri-
sion cuando quieras. i5igue adelante con audacia!» Ahi precisamente,
en la simple capacidad de plantearse esta
pregunta habfa algo que Mario no podia tolerar, pues tenia un alma que siempre saltaba de gratitud leal por el mero contacto fisico con la luz del sol, que le tocaba a el como a las moscas del aire. Era un signo de criminali[343J
~---------
Walter Pater
dad en la facultad natural de aprehensi6n. tud, la actitud intelectual equivocarse
Era la acti-
melanc61ica, de qui en podia
mucho en las cosas porque era capaz del
mayor de los errores. Tenia un coraz6n que podia olvidarse de sf mismo ante el infortunio
0
incluso la debilidad de los demas:
de ello habia encontrado
Mario pruebas como confi-
dente de las conversaciones
del emperador
mismo, a pesar de esa discordante pretensi6n dificultades brirlo
de indiferencia
consigo
inhumanidad,
de esa
estoica, y de las numerosas
de su manera de escribir. Volvi6 a descu-
no mucho
despues
con una prueba
todavia
mayor. Cuando estaba leyendo una manana temprano, entre los rollos del manuscrito con la inscripci6n
se cay6 una carta sellada
del emperador
que podia ser de im-
portancia, y acudi6 enseguida a enrregarsela en persona; pero Aurelio estaba ausente de Roma, en uno de sus lugares de retiro favoritos, en Praeneste,
pasando
unos
dias de descanso con sus hijos pequefios antes de partir para la guerra. Mario emple6 el dia entero en cruzar la Campagna a lomos de caballo, disfrutando
de la ilumi-
naci6n otofial que permitfa ver en la distancia las ovejas en los pastos, los pastores pintorescamente
vestidos, los
olmos dorados, la tone y la villa. Ya habia oscurecido cuando subi6 la empinada
calle de la pequefia ciudad
montafiosa para dirigirse a la residencia imperial. Le extrario la mezcla de quietud y excitaci6n que habia en el [344]
Mario el epicureo lugar. Habia luces encendidas Daba la impresi6n
junto
a las ventanas.
de que los visitantes eran numero-
sos, pues en la plaza abundaban
las literas y los caballos
esperando a sus duefios. Por el momenta des preocupaciones, mamente
todas las gran-
incluso las de la guerra, que ulti-
habian sido tan importantes,
se habian olvi-
dado por 10 que le estaba sucediendo al pequefio Annio Vero, quien por su parte se habia olvidado de los juguetes y yada to do cl dia sobre las rodillas de la madre, pues un simple dolor de ofdos intantil habfa aumentado pidamente
hasta convertirse
en una enfermedad
mante, con una agonia manifiesta, gunos momentos inconsciente.
raalar-
que s6lo remida al-
cuando, por la propia fatiga, quedaba
El medico rural al que habian llamado le
habia quitado el absceso con un cuchillo. Hizo falta un gran esfuerzo para realizar la operaci6n, pues el aterrado nino apenas si se someti6 a ella cuando el dolor estaba en el peor momento,
y todavia mas cost6 convencer a
los padres. Al final, entre una multitud de alumnos que se apretujaban junto a el, tal como era habitual, para observar los procedimientos
en la habitaci6n del enfermo,
lleg6 el eminente Galeno y dijo que la operaci6n habia sido claramente inutil, pues el paciente cafa ahora en intervalos de deli rio cada vez mas largos. Yasi, empujado a un lado por la multitud
de visitantes,
obligado a presenciar la intimidad
Mario se vio
de la pena, guard an-
do en su memoria el rostro desolado del emperador [345]
al
Walter Pater
llevarse el nifio.itotalmenre una expresi6n
consciente por fin, pero con
conmovedora
de debilidad
y derrota,
apretado contra su pecho, como si entonces s610 deseara una cosa, unirse de una manera absoluta con su terrible dolor.
[346]
Capitulo La voluntad
XIX
como vision
Paratum cor meum Deus! Paratum cor meum!
El emperador
I
solicito un decreto senatorial para le-
van tar imageries en memoria del principe muerto; tambien pedia que una imagen dorada de el fuera transportada junto
con las demas en la gran procesi6n
del
Circus'; y que se afiadiera el nombre del nino al him no de los sacerdotes salii3; y asl, luchando con su pena personal, partie para la guerra sin mas retraso. La realeza autentica,
tal como la habia entendido
Platen, antiguo maestro de Aurelio, tenia en esencia la naturaleza de un servicio. Siendo asi se puede descubrir un modo de vida, en el caso de los que van a ser reyes, mas deseable que la realeza; s610 asi el autentico
ideal
del Estado sera posible. Y si la vida de la visi6n beatifica es ciertamente posible, si la filosofia «concluye realmente en un extasis», haciendo fructificar plenamente la na[347]
Walter Pater turaleza entera del hombre, entonees, al menos para algunas almas selectas, se habra descubierto
un modo de
vida mas deseable que el de ser rey. Por amor
0
por
miedo se puede inducir a esas personas a renunciar a su privilegio;
0
a que acepten la desagradable tarea de go-
bernar a otras hombres
0
incluso de conducirlos
victoria en la batalla. Mas por las condiciones
a la
mismas
de la posesion de ese cargo el dominio se convertirfa totalmente en un servicio a los dernas: adoptaria ante ellos «la forma de un siervo»; reinarian para el bienestar de los otras, y no para el suyo propio. EI rey autentico,
el
rey correcto, seria San Luis, exiliandose de la mejor tierra y de su compafiia perfecta -algo tan real para el, tan real y definido como las escenas pintadas en su salteriopara tomar parte en las disputas de los hombres por las apariencias
transitorias de las cosas, arbitrandolas,
En
un grado inferior (inferior por euamo que, proporcionalmente, el suefio platonico mas elevado es inferior al de cualquier
vision cristiana),
~l.rey
autentico
Marco Aurelio, sacado de la meditacion pica ser el gobemante
seria
de los libros
del pueblo ramano en la paz, y
todavia mas en la guerra. A Aurelio el estado de animo filosofico, y las visiones que ese estado de animo conUevaban por oscuras que fueran, Ie resultaban
10 bastante agradables, junto
con la ternura de su hogar, para que el gobiemo publico fuera para el un sacrificio de acuerdo con las exigencias [348)
Mario el epicureo plat6nicas, un sacrificio que consumaba para la campafia del Danubio.
ahora al partir
A Mario le resulto evi-
dente este espiritu de sacrificio cuando le vio cerernoniosamente
erguido sobre la silla, en medio de toda la
pompa de una partida imperial, pero no con el aire de un jefe confiado y optimista,
sino mas bien con el de
aquel que, de una manera u otra, estaba ya derrotado. En la fortuna de los afios siguientes, que de manera tan inexplicable pasaba de un lado al otro, y cuyos rumores llegaban a Mario entre sus tranquilos
estudios, a este [e
parecio siempre ver a esa Figura central con su cefio habitualmente
fruncido convertido
clara de sufrimiento, con la magnifica en esa ocasion,
ya en una expresi6n
10 que contrastaba extrafiamente
armadura
que llevaba el emperador
como la habia llevado su predecesor
Adriano. Totus et argento contextus et auro:4 vestido de oro y plata, elegante como la antigua arrnadura de construccion
divina de la que nos habla Home-
ro, pero sin su iluminacion perplejo,
afanandose,
milagrosa. Le pareda verlo
moribundo,
como
una mera
sombra sin consuelo que toma parte en alguna oscura reproduccion confines
de los trabajos de Hercules, por aquellos
septentrionales,
recubiertos
de niebla,
del
mundo civilizado. Tenia Mario la irnpresion de que esa [349]
Walter Pater
alma conocida, que tan amable disposici6n habia tenido hacia el, se hubiera marchado realmente al Hades; y cuando mas tarde ley6 las Conversaciones, aunque
su
juicio acerca de ellas no sufri6 ningun cambio material,
10 hizo sin embargo con la tolerancia que tenemos hacia los muertos. La memoria de esa imagen del sufrimiento, aunque con seguridad
fortaleci6 su adhesi6n
a
10
que podia aceptar de la filosoffa de Aurelio, ariadio un patetismo
extrafio ante
10 que le paredan errores del
autor. Al fin y al cabo, 2cual podia ser el significado de aquel incidente,
considerado
presagio afortunado,
des de entonces como un
en el que el Principe, entonces un
nino pequefio mucho mas joven de tornado
parte en la ceremonia
Marte lanzando
10 habitual, habia
de los sacerdotes
de
su corona de flores, con los demas,
hacia la imagen sagrada reclinada en el Pulvinar5? otras coronas caian aqui
0
Las
alia, pero la que lanzo Aure-
lio, el mas joven de todos, encaj6 en la frente misma del dios, como si una mana cuidadosa la hubiera dejado alli. Era joven todavia cuando, el mismo dfa que se celebraba su adopcion por Anronino
Pic, se vio a sf mismo
en un suefio como si tuviera los hombros
de marfil,
como las imagenes de los dioses, y le parecieron mas capaces que los hombros
de carne. Pero ahora tenia casi
cincuenta afios de edad, partia dejando arras dos tercios de su vida en un trabajo que llenarla
10 que le quedaba
de ella de cuidados y preocupaciones
... un trabajo para
[350]
Mario el epicureo '" que quizas no tuviera capacidad,
pero que con toda
.\cguridad no le gustaba. antigua era casi el unico objeto que
Esa armadura poseia ahoraAurelio 1()5
de todos aquellos preciados articu-
coleccionados por los Cesares y que habian converti-
do la residencia imperial en un museo magnifico. la guerra no solo se necesitaban
hombres,
Para
10 que habia
hecho necesario, con gran disgusto de las personas timidas y de los am antes del deporte, armar a los gladiadores, sino que tambien hacia falta dinero. Por eso, y por impulse del propio Aurelio, que no deseaba que la carga publica aumentara
especialmente
en la parte que co-
rrespondia a los pobres, todos los muebles y ornarnentos imperiales,
una suntuosa
colecci6n de gemas que
habia hecho Adriano, con muchas obras de los mas famosos pintores y escultores, incluyendo los ornamentos preciosos del Larariurn guardarropa
0
cap ilia del emperador,
de la emperatriz
y el
Faustina, que acepto esa
perdida sin ninguna queja, se expusieron en una subasta publica. Como dijo Aurelio: «Estos tesoros, como to do
10 dernas que yo poseo, pertenecen por derecho al Senado y al pueblo». ~~() ~ra caracteristico
de los reyes au-
tenticos de Platen el que no tuvieran en sus casas nada que plldieran
Hamar suyo? Los aficionados
al arte se
cornplaceran con la simple lectura de la lista que hizo el Praetor de las propiedades
puestas en vema. Durante
dos meses, los que ten ian conocimientos [351]
en estas mate-
Walter Pater
rias se ocuparon diariamente
en alabar las cortinas bor-
dadas, los articulos de uso personal e1egidos para su conservaci6n por cada generaci6n siguiente, las grandes yestrafalarias
perlas de la caja preferida de Adriano, la
maravillosa Fuente que estaba a salvo tras el hermoso enrejado de hierro de los talleres del barrio de los orfebres. Al mismo tiempo, las personas corrientes podian estar interesadas por ver unos objetos que habfan acompafiado diariamente
a gentes tan elevadas y lejanas: unos ob-
jetos que eran asimismo tan hermosos en la fabricaci6n y los materiales que, con su aire delicado y antiguo, paredan haber sobrevivido a epocas muy anteriores, como los pensamientos
selecros que encarnan
mismo del pas ado desvanecido.
el espfritu
La ciudad pens6 mas
que nunca acerca de las modas antiguas. Habiendo
terminado la diversion de ese ultimo acto
preparativo de la gran guerra, toda Roma parecio entrar en una tranquilidad
singular, que probablemente
iba a
durar mucha, pues solo se dedicaria a vigilar des de lejos el curso languido y carente de acontecimientos propia contienda. tunidad
de la
Mario 10 aprovecho como una opor-
para estudiar
mas atentamente
que antes, y
s610 de vez en cuando acudia a alguno de sus lugares favoritos, en los montes Sabinos 0 Atbanos, para disfrutar al aire libre de una tranquilidad
mayor todavfa que la de
Roma. En una de esas ocasiones, como si por el favor de un poder invisible se hubiera e1iminado de su alrededor [352]
Mario el epicureo alguna causa desconocida
del abatimiento,
disfrut6 de
una inusual sensaci6n de dominio de sf mismo: de poseer su ser mejor y mas feliz. Tras los pensamientos
tris-
tes de la noche despert6 bajo la marea plena del sol naciente, el mismo pleno, total mente recuperado, con esa consideraci6n
casi religiosa del suefio, la gracia de su in-
fluencia sobre el espiritu
de los hombres
hecho que los antiguos griegos
que habia
10 concibieran como un
dios. Fue como uno de esos antiguos y gozosos despertares de la nifiez, que ahora se iban haciendo mas raros y que consideraba
cada vez
con gran pena como una
indicaci6n de que iba avanzando en edad. De hecho, el ultimo
legado de este dormir
sereno habia sido un
suefio en el cual, como le habia sucedido anteriormente, oy6 a aquellos a quienes mas amaba pronunciando su nombre agradablemente
mientras recorrian las ricas
luces y sombras de una mafiana de verano a 10 largo del pavimento
de una ciudad ... jAy, mucho mas hermosa
que Roma! Un momenta
despues, allevantarse,
si6n que habia sentido pesadamente
la opre-
la noche anterior
desapareci6 como llevada por algun movimiento
fisico
del aire. Esa serenidad absoluta, mejor que la excitaci6n mas placentera, encuentro
aunque podia deshacerse ficilmente
por el
fortuito incluso con las cosas y las personas
que habia llegado a valorar como el mayor tesoro de la vida, tenia que ser completa aquel dia, pens6 el mien[353]
Walter Pater
tras cabalgaba hacia Tibur bajo la temprana luz del sol; el marrnol de sus villas brillaba ante el en la ladera de la colina. ~Por que no iba a retener voluntariamente
esa se-
renidad de espfritur, se pregunto a sf mismo, pues ultimamente se habia vuelto un experto en el arte de poner en orden la casa de sus pensamientos.
«Esta en tu poder
pensar como quieras», se repitio: esa habia sido la mas util de todas las lecciones que habia aprendido Conversaciones imperiales.
en las
«Esta en tu poder pensar
como quieras». Esas creencias alegres, sociables y recuperadoras, de las que tanto habia leldo alll, por ejemplo esa adhesion audaz a la hipotesis de un amigo eterno del hombre que esta oculto tras el velo de un orden material y mecanico, pero solo un poco tras el, dispuesto quizas a cruzado ahora, ~no eran al fin y al cabo materia de eleccion que dependfa de algun acto deliberado
de su vo-
luntad? Las doctrinas que uno podia dar por supuestas, generosamente,
dejandose conducir por elIas, ~no eran
en principio sino objetos bien definidos de la esperanza, hasta que por fin llegaban a la region de la correspondiente certidumbre manuscrito:
<1-0
del intelecto? Habla leido en aquel
que busco es la verdad, la verdadque
nunca ha heri~~-eaT~~nte
~~~t~que
a nadie», por gris y depri-
pudiera parecer. Pero por otra parte el cami-
nante imperial habla sido capaz de llegar hasta alli en su peregrinaje
intelectual,
cosas concernientes
aunque abandonando
muchas
ala practicidad de un asentimiento [354]
m,,6dko a
,i"M::;~:i:i:i:U;:mpO'i'ione,-;;-
uno no podia dejar fuera», Tal como pareda sugerir la expresi6n uno no podia dejar fuera, 2se trataba de creencias sin las cuales la vida debia ser casi imposible,
de
principios que ten ian una base suficiente en ese mismo hecho? La experiencia ensefiaba, ciertamente,
que con
respectoal mundo sensible podia prestar atenci6n casi a voluntad,
a este
0
aquel color, a esta
0
0
no,
aquella ca-
dena de sonidos, en to do el concurso tumultuoso
de co-
10 que tambien debla suceder 10
lores y sonidos, por
mismo, para una inteligencia
bien entrenada,
con res-
pecto a ese zumbido de voces que asedian el oido interior tanto como el exterior. 2No sucederfa esas divers as hip6tesis en competencia,
10 mismo con
las hip6tesis per-
misibles que en ese campo que tienen abierto -nuestra propia ignorancia
acerca del origen y la tendencia
nuestro ser- se presentan
tan inoportunamente,
nas de ellas con una reiteraci6n
tan enfatica, a
de
algu-
10 largo
de todos los cambios mentales de las epocas sucesivas? 2No seriajapropiavoluntad to 0 de la visi6n?
- Aqud dia no lleg6
un 6rgaJl() del conocimien-
a el ninguna luz misteriosa, nin-
guna mano que tirara de el irresistiblemente; cia particularmente aumentando
la influen-
tranquila de las primeras horas fue
uniformemente
hasta el punto
de que
lleg6 a pensar que tenia alguna relaci6n con el aspecto dellugar que estaba visitando. Alll el aire, al que se le su[355]
Walter Pater ponia la propiedad
singular de restaurar la blancura del
marfil, era puro y transparente.
Un velo. uniforme
de
nubes blancas como ellino habia cubierto el cielo y bajo su luz amplia y sin sombras todos los tonos brotaron en el amarillo de los templos antiguos, el elegante drculo de column as del santuario
de Sibila, cuyas casas pare-
dan formar una pieza con la roca antigua y fundamental. Daba la impresi6n determinado
de que su agrupamiento
por un motivo semiconsciente
estaba de gracia
poetica; en parte se acoplaban, yen parte se resistian, a la dureza y salvajismo natural del lugar, con sus torrentes y precipicios. La vegetaci6n de los alrededores poseia un aire de vejez inmensa, un mundo de arboles de hoja permanente,
sobre to do los olivos, mas antiguos que
muchas generaciones
de hombres, desgastados y retor-
cidos por las fuerzas combinadas hasta haber adoptado
de la vida y la muerte
todo capricho concebible
de las
formas. No corria la menor brisa y daba la impresi6n de que to do estaba escuchando
el rugido de la cascada in-
memorial que cala entre aquellos edificios humanos sin asociarse a ellos, con un movimiento de los tiempos,
produciendo,
inalterable a traves
incluso en aquel lugar
desgastado por el tiempo, una imagen de descanso inalterable. Pero el cielo claro se abri6 dejando pasar el rayo que silenciosamente
10 habia estado acelerando to do en
aquella tarde de finales de febrero y la invisible luz violeta se hizo mas fina en el aire. Era como si el espiritu de la [356]
Mario el epicureo vida de la naturaleza estuviera evitando revelarse dernaxiado precipitadamente
en su lento y sabio trabajo de
inaduracion. Mario sufri6 un retraso inesperado en la posada en
la que descansaba por causa de los arreos de su caballo. 1'~stabasentado en un olivar y to do a su alrededor y en su interior seguia tendiendo
ala ensofiacion,
de manera
que el curso de toda su vida pareci6 retirarse a algun otro mundo, alejarse de ese lugar espectacular donde estab a el ahora, para que pudiera examinarla,
10 mismo
que aquella carretera distante que, por el valle, habia recorrido aquella manana cruzan do la Campagna. Pudo verse a sf mismo a traves de una tierra de ensuefio moviendose como si estuviera en otra vida, como si fuera otra persona, a traves de todas sus fortunas e informnios, pasando de un punto a otro, llorando, sintiendose complacido,
escapando
de diversos peligros. Aquella
perspectiva le produjo sobre todo un impulso de gratitud viva: era como si debiera buscar a su alrededor a alguien que compartiera
su alegria; a alguien que pudiera
contarselo to do para sentirse aliviado. La compafiia
0
familiaridad con otros, dotados de una u otra manera,
la 0
que al menos le habian sido agradables, habia sido durante un largo periodo el principal placer del viaje. La sensaci6n general resultante de esa familiaridad,
al di-
fundirse por su memoria, sugiri6 al cabo de un tiernpo la cuesti6n de si aparte de Flavio, adernas incluso de [357]
1
Walter Pater
Cornelio,
y en medio de la soledad que a pesar de la
amistad ardiente habia amado mas que todas las cosas, no habria tenido siempre a su lado a otro compafiero,
a
un compafiero infatigable: a!12~i~!2_.9.~~_!:_ub!~_r~_p_
paCleiiie con SUInal Eumo-i C;-depre-
sion, que sobre todo hubiera sentido simpatia por el reconocimiento
agradecido, des de sus primeros dias, ante
el hecho de que el estaba alli. 2No se habria desvanecido el mundo entero si par un solo momento
le hubiera de-
jado el otro realmente solo? En su mas profunda dad aparente habia tenido un rico entretenimiento. la fantasia que se estaba permitiendo caminante,
soleEn
no habia un solo
sino dos, uno allado del otro, visibles en la
llanura. Se acerco un pajaro y se puso a cantar entre las zarzas de un seto con rosas; un animal que estaba paciendo se acerco mas; el nifio que todo tranquilamente; guian conspirando,
10 cuidaba 10 miraba
y mientras la escena y las horas sepaso de la fantasia de un ser que no
era el mismo, pero que [e acompafiaba
en sus idas y ve-
nidas, a adivinar a un espiritu vivo y compafiero que actuaba en todas las cosas y del que habia tenido conciencia de vez en cuando en sus antiguas lecturas filosoficas: en Platen y en otros, pero sabre todo en Aurelio. De una reflexi6n en otra, paso de esa adivinacion instintiva a los pensamientos formulando
que le daban una coherencia logica,
finalmente,
como el exponente [358]
necesario
-~
Mario e! ep icureo •I.· nuestra propia vida y de la del mundo, el Ideal razo1I.IIlIe
alque
el Antiguo
Testamento
da el nombre de
de Grecia es la Razon licrna; y enel Nuevo Testamento el Padrede losHom( 'rcator, que para los fil6sofos (1)'('5:
pues a partir de los actos, palabras y expresiones del
,lllIigo que es visible realmente l
onstruyendo
a nuestro lado vamos
un ideal del espiritu interior.
En esa hora peculiar y privilegiada, «orporal,
tal como podia reconocerla
su estructura entonces
en la
surna total de sus capacidades, que posefa enteramente, () mejor dicho de su mismo ser, estaba determinada
por
un eficaz sistema de fuerzas materiales externas al cuerpo, por mil corrientes combinadas que surgian de la tierra y del cielo. Sus potencias de captaci6n evidenrernente activas no eran sino susceptibilidades
determinadas
por la influencia. Podia decirse que la perfecci6n de su capacidad dependia
de que se entregara pasivamente,
como una hoja movida por el viento, a los movimientos de la gran corriente de energia fisica exterior. Pero trasladando la analogia de la vida corporal, ~no podia tambien la estructura intelectual, que en verdad era mas intimamente impulso
0
el mismo,
ser tan s610 un momento,
un
serie de impulsos, un proceso unico de un sis-
tema intelectual
0
espiritual externo a esa estructura
y
que se difundia a traves de todos los tiempos y lugares: esa gran corriente de energia espiritual con respecto ala cual sus propios e imperfectos [359]
pensamientos
de ayer
0
Walter Pater de hoy no eran mas que la consecuencia
de unas pulsa-
ciones remotas y por tanto imperfectas? Esa era la hipotesis (la mas audaz, aunque en realidad la mas concebible de todas) que habia brotado en las conternplaciones de los dos gran des maestros opuestos del pensamiento griego antiguo: el «Mundo de las Ideas», tal como Plat6n
10 concebfa existente s610 porque son conocidas, y 10 son; la «mente creativa, incorrup-
en tanto en cuanto
tible y formadora», supuesta por Aristoteles, tan seria y formalista,
aunque a este respecto le quedara algo de
~~~:~,~~~::~!:~::::i . \ reflejo
0
la creaci6n de esa mente {mica sin defectos de la
i
\que rambien el habia sido consciente durante una hon~!} Jdu.~a~te un dfa hip6tesis
0
durante muchos afios?_iCon que otra
podrla entender
tan bien la persistencia
todas esas cosas pese a su consciencia ellas, pese a la conciencia interrnitente
inrerrnitente
de de
de rantas genera-
ciones que se sucedfan unas a otras? Era mas ficil concebir el tejido material de las cosas como un elemento de un mundo del pensamiento,
como un pensamiento
de
la mente, que pensar en la mente como un elemento, accidente
0
condici6n pasajera de un mundo de la ma-
teria, porque la mente estaba real mente mas pr6xima a el mismo:
era una explicacion
menos conocido mediante
de 10 que resultaba
10 que era mejor conocido.
[360J
Mario el epicureo El mundo puramente
material, esa presion infranquea-
ble de muros cerrados, [e pareda entonces precisamente
el objeto irreal, el que se estaba disolviendo verdaderamente a su alrededor: y sintio una esperanza tranquila, una alegria callada, que amaneda debilrnente conforme iba creciendo en daderamente
el esa doctrina como una opinion ver-
creible. Era como la irrupcion
sobre una vasta extension
en cuyo centro
del dia estaba la
«nueva ciudad», por asi decirlo una Nueva Roma celestial. El compafiero ocasionalmente
divino ya no era un carninante
te» infalible sin cuya inspiracion y concurrencia dria respirar ni ver, el que instrumentaba corporales, imperfectos.
que
iba a su lado, sino mas bien el «ayudanno po-
sus sentidos
daba forma y apoyaba a sus pensamientos jCon cuanta frecuencia el pensamiento
de
su brevedad habia estropeado en el los placeres mas naturales de la vida, confundiendo
incluso su sensacion
presente de ellos por la sugerencia de la enfermedad,
de
la muerte, del final inrninente que habia en todo! Cuanto habia ansiado a veces que existiera realrnente alguien a cuya memoria ilimitada pudiera entregar sus mornentos mas afortunados,
su admiracion,
las penas mismas cuyo sentimiento alguien
su amor, incluso no deseaba perder:
10 bastante fuerte como para conservarlas aun-
que el olvidara, alguien en cuya conciencia mas vigorosa pudieran esos sentimientos
subsistir eternamente,
alia de ese simple aumento
de la capacidad que era
[361]
mas
10
Walter
Pater
unico que quedaba en sf mismo de todas sus experiencias. «jAy, que puedan vivir ante ti!» Pero al menos ese dia, en la c1aridad peculiar de una hora privilegiada, _t_C:l1f~ l
una a una,
un lugar donde morar. Ademas, la sensacion resultante de la cornpafiia
0
persona que habfa a su lado evocaba la
facultad de la conciencia:
de la conciencia
de los mo-
mentos anteriores en los que mejor se habfa encontrado, de una conciencia
que adoptaba
miedo ni del autorreproche,
la forma no del
sino de una gratitud viva.
Ese dla no volverfa a concentrar
sus pensamientos
en sf mismo, en sus sensaciones e ideas, pero habfa salido enriquecido por un momento,
de esa experiencia.
Pues, aunque solo
se habfa sentido bajo el poder de ese
estado de animo peculiar, habia sentido la cadena de reHexiones que Ie llevaban alli de una manera forzosa y . concluyente,
habfa sido dirigido por ellas a una conclu-
( sian, habia captado
de manera tan palpable el Gran
(IdeaL con un sentimiento
de gratitud personal, y que le
\habfan puesto encima una mana amiga en medio de las ;';1
(~S
sornbras del mundo, que aquella hora particular marco fun punto de su vida que nunca seria olvidado. Le dio una medida concreta de sus necesidades morales e intelectuales, de la demanda que podta hacer su alma a los poderes, fueran los que fueran, que Ie habfan llevado allf, tal como era, al mundo. Pero volvio a preguntarse [362]
Mario
el ep icu reo
si, que dan dose simplemente
en eso, serfa fiel a sf
mismo, a sus habitos mentales, a sus principales suposiciones. Lo que le quedaba de vida, 2no debia ser una busqueda del equivalente de ese ideal entre las cosas llamadas reales, una recogida de to do rastro
0
prenda de
ese ideal que pudiera poner en su presencia la experiencia real de la vida?
[363]
r I
Cuarta Parte
I
I
I
Capitulo XX «Dos casas curiosas»
I. Invitados
Vuestros ancianos soiiardn suefios. 1
Una naturaleza como la de Mario, compuesta a partes iguales de instintos casi ffsicos y de juicios intelectuales lentamente
acumulados,
era menos susceptible
que la de otros hombres a un cambio esencial. Pero la experiencia
de aquella hora afortunada,
que parecia
reunir en un acto central de la visi6n todas las irnpresiones mas profundas
que habfa recibido su mente, no
podia dejarle tal como habfa sido hasta entonces. Pues al menos su visi6n mental cambi6 definidamente
el
mundo que le rodeaba, del que segufa siendo un espectador curioso, pero que ahora contemplaba mayor lejanfa, se aferraba a el mas debilmente,
con una yen un
sentido le resultaba menos real que antes. Era como si 10 [367]
Walter Pater
10 redujera de
estuviera viendo a traves de un cristal que tamafio, Pudo comprobar
la permanencia
de ese cam-
bio varios afios mas tarde, cuando fue invitado a una fiesta en la que se combinaban interesantes
los diversos elementos
de la vida romana, con sus representantes
de los logros ffsicos e intelectuales, sus elegantes frivolos y extravagantes,
los Iideres de extrafios grupos misticos
que se dedicaban al estudio de \r~(.~el idealliterario do aRoma
10 oculto.v~IgranAplll<::c/
de su primera juventud, habfa llega-
y estaba visitando Tusculo/, albergandose
en la casa de su amigo com un, un poeta aristocratico que amaba a todos los seres superiores; Mario se vio favorecido con la invitaci6n a una cena dada en su honor. Con un sentimiento
casi humoristico,
como conce-
si6n a su venerado heroe de la adolescencia, sensaci6n de superioridad antigua curiosidad rencia por
con cierta
en sf mismo, pues veia que su
se habia convertido
casi en indite-
10 que respecta a la cuesti6n de la satisfac-
ci6n, y con un calculo mas justa de sus objetivos, ascendi6 a la pequefia ciudad de la ladera de la colina cuyas aceras estaban formadas por much os tramos de comodos escalones que rodeaban a una sola e importante
casa
situada a la sombra de las ruinas «encantadas» de la villa de Cicer6n, en las cumbres arboladas. Le result6 algo misteriosa la circunstancia
de que en un lugar tan ro-
manti co fuera a conocer al autor que casi habfa llegado a parecerle uno de los personajes de su ficci6n. Cuando [368]
Mario el epicureo de tanto en tanto se daba la vuelta para contemplar
la
escena crepuscular a traves de las altas y estrechas aberturas de la calle, y vela el ganado que regresaba [enramente desde los pastos inferiores, le paredan
al alcance
de la mano los montes Albanos, que se extendian entre los gran des muros de las casas antiguas, como una pantalla de vaporoso color morado oscuro sobre el sol poniente, con aquellas oleadas de gran suavidad en las Ifneas limftrofes que indicaban
su forrnacion volcanica.
Tras el calor de Roma agradecio el frescor de la pequefia y oscura plaza del mercado, a la que acudian para pasar la noche incluso los trabajadores,
formando
a traves de los olivares para abandonar llas salvajes figuras campesinas, de parches fantisticos,
largas filas
la llanura. Aque-
vestidas con todo tipo
manchadas por el viento y el mal
tiempo en una afortunada
circunstancia
para la vista,
bajo aquella luz significativa, le inclinaban ala poesia. Y fue una poesla muy delicada de ese tipo la que parecio envolverle cuando, al entrar en la casa del poeta, se detuvo un momenta
para mirar hacia arras, hacia las cum-
bres; las numerosas villa, enmarcado
cascadas del escarpado jardfn de la
por la puerta del salon, formaban una
imagen inofensiva que ocupaba su lugar entre los cuadros del interior y apenas era mas real que estos: un trozo de paisaje en el que el poder del agua viva (cayendo en profundidades
,ii
invisibles) era agradable y careda
de sus terrores naturales. [369]
Walter Pater
En el otro extremo de aquella elegante estancia, fragante por las raras maderas con las que habian entablado las paredes, con la cafda de los aceites arornaticos de las lam paras ya encendidas,
los trozos de rafz de lirio
que llevaban los invitados cosidos a los vestidos, y los de los altares de los dioses, se habfa
olores procedentes
preparado la mesa con todas las caracteristicas elegantes del agradable petit-maitre que nos habia invitado. Estaba ya vestido con el mayor cuidado, pero como el Stella de Marcial.' pretendla,
quizas conscientemente,
cam-
biar de atuendo de vez en cuando durante el banquete; al final, por una vestimenta
antigua (objeto de gran ri-
validad entre los jovenes ala moda durante la importante venta del guardarropa
imperial), una toga que habla
perdido ya el tono y la textura. La llevaba con tal gracia que se convirtio
en el lfder de un apasionado
movi-
miento que se puso en marcha en favor de la restauracion de esa prenda olvidada, movimiento dejando
a un lado los habituales
rodos los invitados las sinuosidades
tuvieran
que hizo que,
vestidos de noche,
que aparecer resaltando
delicadas y las «ondas doradas» bien
dispuestas de sus pliegues, con flores armoniosamente tefiidas. EI opulento anochecer, cornbinandose
agrada-
blemente con la luz artificial, cayo sobre las tranquil as efigies ancestrales de antiguos dignatarios consulares, a
10 largo del ancho suelo en el que se habfa esparcido serrin y madera de sandalo, y se perdla en el mouton [370]
de
I
I
Mario el epicureo coronas Frias que yadan dispuestas para las frentes de los invitados en una mesa lateral de cidro viejo. Los vasos de cristal oscurecidos por el vino antiguo, los tonos de los frutos otofiales tempranos
-moras,
granadas y uvas
que habfan estado mucho tiempo colgadas de las vi des bajo una proreccion cuidadosa-,
eran para la vista una
fiesta casi igual a los oscuros fuegos de la raras rosas de doce petalos, Un animal domesticado,
blanco como la
nieve, llevado por uno de los visitantes, se abria camino ronroneando
graciosamente
entre las copas de vino,
yendo de un lugar a otro mimado por los que estaban junto a la mesa, reclinados cornodamente
sobre sus co-
jines de pluma de pato aleman, extendidos sobre los divanes de patas largas talladas. Una modificacion interpretacion
muy refinada del acroama, una
musical que se hada durante la cena para
diversion de los invitados, se escuchaba ahora en la estancia, dulcemente,
y tan discretamente
que el grupo
no podia saber, ni querfa preguntar, si habfa sido compuesta
0
no por el anfitrion.
En general se inclinaban
a
pensar que se trataba de una maravillosa musica rural peculiar de aquella region salvaje, pues de vez en cuando se reduda a una solitaria nota de caramillo, como el canto de un pajaro, mientras se perdia en la dis tan cia.
Ai
final desaparecio totalmente,
como desaparece la oscu-
ridad cuando
lamparas
se encienden
paso a otro tip a de entretenimiento. [371]
potentes,
y dio
Un brillo extrafio,
Walter Pater
rapido y fantasmal, que avanzaba por el jardin iluminado por antorchas,
se definio al acercarse mas como la
danza de hombres j6venes vestidos con armadura. garon finalmente
a un p6rtico
donde cenaban y transformaron
abierto
Lle-
a la estancia
su movimiento
meca-
nico, como de marcha, en una especie de acci6n dramarica muy expresiva; poniendo el mayor enfasis expresivo en sus movimientos
sin palabras, tejiendo en el aire una
red plate ada con sus espadas largas, bailaron la Muerte
de Paris. EI joven C6modo, que era ya un adepto a esas materias y habia condescendido
a dar la bienvenida
al
banquete al eminente Apuleyo, habia abandon ado misteriosamente
su divan para tomar parte en la interpreta-
ci6n; y reapareci6 al terminar esta, llevando todavia los elegantes atavios de Paris, incluyendo un pectoral compuesto totalmente radas con habilidad. vestimenta
de gaIns de tigre superpuestas
y do-
EI joven principe habia asumido la
varonil al regreso del emperador
des de el
norte para hacer una breve visita; y, a imitaci6n
de
Ner6n, habia guardado cabellos suyos en una caja dorada dedicada a jupiter Capitolino.
Su parecido con Au-
relio, el padre, se habia vuelto mas notable que nunca; y tenia un interes autentico por el importante
invitado li-
terario de la ocasi6n, dado que este era el afortunado poseedor de un monopolio
para la exhibici6n
males salvajes y espectaculos
de gladiadores en la pro-
vincia de Cartago, donde residia. [372]
de ani-
Mario elepicureo , lras haber hecho todos los cumplidos 1',w,IOS
quizas algo toscos del hijo del emperador,
se en-
lid io que con un invitado como Apuleyo, al que se ha-
I,
l,i;1I1 preparado para entretener , "S \11 ,I
debidos a los
como si fueran autenti-
connoisseurs, la conversacion
perior, por
debia ser ilustrada y
10 que finalmente el anfitrion llevo el tema
l.t literatura utilizando los tomos encuadernados.
l~al1tesrollos de manuscritos
Ele-
sacados de su hermosa li-
l.reria de antiguos libros griegos pasaron de mana en mario por la mesa. Era una serial para que los propios invitados extrajeran de sus bolsas sus mejores curios idades literarias a modo de contribucion
al banquete;
y
uno de ellos, un famoso lector, eligiendo un momenta apropiado pronuncio te, tras preguntarse cornposicion
con voz de tenor la pieza siguienpreliminarmente
de(~~c;iano
si no seria una
de Samo~ata( a quien se le
consideraba el satirico mas importante
de la epoca:
«~Que sonido fue ese, Socrates?», pregunto
Caere-
fon. «Parecia salir de debajo de aquel risco, en la playa, y muy distante. jQue melodioso era! Me pregunto si seria un pajaro, Creia que las aves marinas no cantaban». «Sf, era un ave marina», respondio Socrates. «Es un ave llamada alcion y su canto esta lleno de quejidos y lagrimas. Se cuenta de ella una historia antigua: fue en otro tiempo una mujer mortal hija de Eolo, el dios de los vientos. Ceice, el hijo de la estrella de la manana, se caso con ella muy joven. El hijo no era menos hermoso [373]
Walter que c] padre, y cuando men tar
dulce
Sll
murio,
union.
has oklo. Poco dcspucs, forrnara
Pater eilianro
fue cxactamcnrc
como
quiso
ella
hrc eapaz de cncorurarlo riernpo
«Entonccs cador», canto
el cielo que
en un ave. Ho[ando
.ihora
enei m.i del rna r, husca en CI a
mucho
de la jovcn, al la-
SlI
sohre sus alas
perd ido Ceiee,
despucs
el que
sc trans-
de rccorrcr
POf
pues no durante
la tierra».
cI alcion.
es
dijo Canefi'lI1.
llarnado martin
ramhicn
«Nunca
era vcrdadcr.uncntc
of
1I1l
lin gelllido.
ave como
pes-
csa. Su
Pcro 2u'lIllO cs,
S6crales?» "No es lin ave grande, honurcx
de los dimes
Pues cuando
allnqllc
haec unox
dfas que pucdcn
distinguirse
mentas
muchos conyugal.
Ia n.irur.rlcza
una ley de
cl clirna
aunqllc
atccro
qlle se llama dc alcion:
haec xu nido,
qlle sc produzcu
scrcnid.«].
ha recihido
pm xu singular
de todos
los dcm.is
pm xu
a vcces xc inicicn cn Illcdio de las lor-
del invierIlo ... iLJnos dias como el de hoy! iMira
qllc transparenrc
est;} el cicio sohre
quc inlll<'lvil est;! elmar! "iCiertamen
Es co
III 0
Iluesrras
caile/.as,
y
lin espcjo liso».
rc! i Es verdadcralllcnl
C 1I1l
d ia dcl al-
eit"m! Y 10 misnlO sllccdit"l aycr. Pero CUClltaIllC, S(lcralcs, 2quc sc puede
pCllsar dc csas hisrorias
desdc haec tiempo mortalcs,
quc sc cuellClll
accrca de aves trallstilrllladas
y Illorrales
ealllbiados
en avcs? A mi
ell seres 110
hay
nada que me parezca tall illcrcihlc». «M
i q uerido
Caerd(')J1,
me parcel'
que SOtlloS s(Slo
Walter Pater que el padre, y cuando murio, el llanto de la joven, al lamen tar su dulce uni6n, fue exactamente
como el que
has oido. Poco despues, quiso el cielo que ella se transformara en un ave. Flotando
ahora sobre sus alas por
encima del mar, busca en el a su perdido Ceice, pues no fue capaz de encontrarlo
despues de recorrer durante
mucho tiempo la tierra». «Entonces es el alci6n, tambien llamado martin pescador», dijo Caeref6n. «Nunca of un ave como esa, Su canto era verdaderamente
un gemido. Pew ~c6mo es,
Socrates?» «No es un ave grande, aunque ha recibido muchos honores de los dioses por su singular afecro conyugaL Pues cuando hace su nido, una ley de la naturaleza hace que se produzca el clima que se llama de alci6n: un os dias que pueden distinguirse
de todos los demas por su
serenidad, aunque a veces se inicien en medio de las tormentas del invierno ... jUnos dias como el de hoy! jMira que transparente
esta el cielo sobre nuestras cabezas, y
que inm6vil esta eI mar! Es como un espejo liso». «[Ciertamente!
jEs verdaderamente
un dia del al-
ci6n! Y 10mismo sucedi6 ayer. Pew cuentame, S6crates, ~que se puede pensar de esas historias que se cuentan desde hace tiernpo acerca de aves transformadas mortales, y mortales cambiados
en seres
en aves? A mi no hay
nada que me parezca tan increible». ,,~i_3~erido
Caeref6n,
me parece que somos s610
[374]
Mario el epicureo iueces casi ciegos de
10 imposible y 10 posible. Tratamos
;eg6~i~~~iv~les de nuestraf~~lJ.ftad
Ia cuesd6~
na, que no nos concede ni conocimiento
huma-
autentico,
Fe ni vision. Por eso nos parecen imposibles
ni
muchas
cosas que son realmente sencillas, y otras muchas que cstan a nuestro alcance las consideramos en parte par la inexperiencia,
inalcanzables:
en parte por
10 infantil de
nuestras mentes. Pues en verdad todo hombre, hasta el mas anciano de nosotros, es como un nino pequefio, asi de breves e infantiles son los afios de nuestra vida en cornparacion
con la eternidad.
nosotros si tales cosas son entendemos
0
~Como vamos a saber
no posibles puesto que no
las facultades de los dioses ni de las huestes
celestiales? jAcuerdate de la tempestad
que viste hace
tres dfas! jUno tiembla solo con pensar en los rayos, los truenos y la violencia del viento! Podriamos pensar que el mundo entero iba a destruirse. Y despues, al cabo de poco tiempo, se produce esa maravillosa serenidad que ha seguido hasta hoy. ~Que te parece que es mas importante y mas dificil, cambiar el desorden de ese torbellino irresistible en una claridad como esta, yvolver a poner el mundo
en calma,
0
remodelar la forma de una mujer
dandole la de un ave? Incluso a los nifios pequefios les podemos
ensefiar algo semejante: a que tornen cera
arcilla y con el mismo material moldeen mas, una tras otra, sin dificultad.
0
muchas for-
Es posible que ala
Deidad, cuyo poder es tan grande que no puede compa[375]
Walter Pater
rarse con el nuestro, todos los procesos de ese tipo le resulren sencillos. 2Has pensando cuanto mas grande es el drculo complete mas grande de
del cielo en comparaci6n
contigo? Es
10 que tu podrias expresar.
»jY tambien entre nosotros, que grande es la diferencia que podemos
observar en los grados de poder del
hombre! Para ti y para mi, y para otros muchos como nosotros,
son imposibles
muchas
cosas que resultan
sencillas para otros. Para los que no han aprendido sica, tocar la tlauta; leer aprendido
0
mu-
escribir para los que no han
a hacerlo; y eso no es mas sencillo que con-
vertir en aves a las mujeres,
0
en mujeres a las aves. A
partir del huevo mudo y sin vida la naturaleza moldea su multitud de criaturas aladas, que pOl' un arte divino y secreto se mueven pOl' el amplio aire que nos rodea. Toma del panal de miel un pequefio ser vivo sin miernbros; le pone alas y patas, le da brillo y 10 embellece con una elegante variedad de colores y ahi esta la abeja, en su sabiduria, haciendo una miel digna de los dioses. »D~_ello sededuce que nosotros los mortales.siendo de muy poco valor, no seamos cap aces de discernir t?tal mente los asuntos importantes,
a veces ni siquiera los
pequefios,
pues en su mayor parte nos resulta diflcil
considerar
10 que nos sucede a nosotros mismos, y
diflcilmente
podriamos
asf
hablar con seguridad acerca de
cuales pueden ser los poderes de los dioses inmortales que conciernen al martin pescador [376]
0
al ruisefior, Pero la
Walter Pater rarse con el nuestro, todos los procesos de ese tipo ie resulten sencillos. ~Has pensando cuanto mas grande es el circulo cornpleto del cielo en comparacion mas grande de »j Y tambien
contigo? Es
10 que tu podrias expresar. entre nosotros, que grande es la diferen-
cia que podemos
observar en los grados de poder del
hombre! Para ti y para ml, y para otros muchos como nosotros,
son imposibles
muchas casas que resultan
sencillas para otros. Para los que no han aprendido musica, tacar la flauta; leer aprendido
0
escribir para los que no han
a hacerlo; y eso no es mas sencillo que con-
vertir en aves a las mujeres,
0
en mujeres a las aves. A
partir del huevo mudo y sin vida la naturaleza moldea su multitud de criaturas aladas, que par un arte divino y secreta se mueven par el amplio aire que nos rodea. Toma del panal de miel un pequefio ser vivo sin miernbros; le pone alas y patas, le da brillo y
10 embellece con
una elegante variedad de colores y ahi esta la abeja, en su sabiduria, haciendo una mid digna de los dioses. »Deello se deduce que nosotros los mortales.siendo de muy poco valor, no seamos cap aces de discernir t?talmente los asuntos importantes,
a veces ni siquiera los
pequefios,
pues en su mayor parte nos resulta dificil
considerar
10 que nos sucede a nosotros mismos, y asi
dificilmente
podriamos
hablar can seguridad acerca de
cuales pueden ser los poderes de los dioses inmortales que conciernen al martin pescador [376]
0
al ruisefior, Pero la
Mario el ep icureo gloria de
tu
mito tal como me la legaron mis padres, oh
lacrimosa cantora, se la transrnitire rambien a mis hijos, ya menudo se la cuento a mis esposas Xantipe y Mierto: la historia de tu piadoso amor hacia Ceice, y de tus himnos melodiosos.
jPero sobre to do del honor en que te
tienen los dioses!» Las frases bien compuestas del lector parecieron estimular casi incontrolablemente to del eminente
el elocuente movimien-
hombre de letras que estaba presente.
Antes de que el recital hubiera terminado, hablar magistralmente
el impulso a
podia verse en las lineas moviles
de su boca, que en absolute estaban disefiadas, tal como solian decir sus derractores, simplemente
para mostrar
la belleza de sus dientes. Un miembro del grupo, experto .en los estados de animo del maestro,
se dispuso a
transcribir 10 que este iba a decir, pues con aquel tipo de cosas se estaba formando entonces una colecci6n, la £10testa, tal como la llamaban, de aquellas cosas que el iba dejando en el camino: no aventuras impromptu al azar; sino mas bien marfiles elaboradamente
tall ados del len-
guaje, sacados finalmente del rico tesoro de la memoria y con un delicado aroma de almizcle antiguo. Mario penso que en aquel caso mereda ciertamente la pena escuchar como hablaba un encantador
escritor, Mientras
discutia de una manera muy modern a las peculiaridades de aquellas vistas suburbanas, especial mente las marinas, que el amaba abiertamente, [377]
tambien era en to do
'1
Walter Pater
momenta
un sacerdote de Esculapio,
el dios patronal
de Cartago. Habia algo picante en su personalidad
roco-
co, muy
aun-
africana, podria decirse que perfumada,
que tenia ahora casi sesenta afios, una mezcla de ese tipo de espiritualism? platonico que solo puede hablar del alm;del ho~b~·~ como residente en la prision del cuer~-' po; .combinad;)
t;)do eso con ~n gusto porlas gra~ias
meramente corporales tal como las marcaba la moda en materia de vestido, porte, acento y to do
10 demas, aun-
que tambien con algo que a Mario le recordaba esa vena de ordinariez que habia encontrado do». Todo ello hacia que transmitiera conjunto
en el «Libro Dorauna impresion de
bastante rara. ContempIandole
blaba, Mario no se sorprendio yera personalmente
mientras ha-
de que la gente le atribu-
muchas de las aventuras rnaravillo-
sas que habia contado en aquel famoso libro, y que superaban
con mucho la version mas desbocada de su
historia real: su matrimonio
extraordinario,
las inicia-
ciones religiosas, sus actos de loca generosidad y su juicio por brujerfa." Una serial del principe momenta
imperial indico que era el
de despedirse. Estaba distrayendo
a los veci-
nos de mesa con un truco callejero, arrojando al aire en rapida sucesion sus aceitunas y cogiendolas al caer entre los labios. La destreza que mostro en aquella ejecucion provoco a su alrededor una alegria ruidosa que turbo el suefio del visitante peludo: el ilustrado grupo se deshizo [378]
, f
Mario el epicureo y Mario pudo retirarse alegrandose
de volver al aire
libre. Metidas entre los grupos de ociosos curiosos, las cortesanas, con sus gran des pelucas de falso pelo rubio, acechaban
a los invitados. En la distancia podia verse
una gran conflagracion.
~Era en Roma
los pueblos de alrededor? Deteniendose en la terraza para observarlo, primera vez Intimamente
0
en alguno de
unos minutos
Mario pudo hablar por
con Apuleyo; y en ese mo-
mento de confianza el «iluminista», llevando el mismo los rizos cuidadosamente
arreglados, yaparentemente
tan lleno de afectacion, casi como los de alguna de las mujeres ligeras que alli habia, se quito por asi decirlo el velo y, aunque seguia permitiendo elemento
el juego de un cierto
de interes teatral en sus declaraciones
extra-
fias, parecio dispuesto a explicar y defender su posicion razonablemente. Por un momento,
sus tonterfas fantasticas y sus pre-
tensiones de una vision ideal parecieron una manera congruente.
concordar
de
En realidad era el idealismo
platonico, tal como 10 concebia, el que para el animaba lireralmente, dan do le un interes vivo, este mundo de los aspectos puramente
exteriores de los hombres
y las
cosas, Los objetos materiales, tales como los que habia tenido a su alrededor toda aquella noche, ~necesitaban real mente una excusa para estar alli
0
para interesar a al-
guien? ~Acaso todos los objetos visibles, en realidad el
If
mundo material entero, no estaban «llen os de alma» de [379J
il
Walter Pater acuerdo con el testimonio
coherente
de la filosofia en
sus multiples forrnasr ~No estaban quizasdesconcerta-
ails;"
parcialrnente
aprisionadas,
pero segufan siendo
almas elocuentes? Era cierto, en verdad, que la filosoffa contemplativa
de Plat6n, con sus apologos e imageries
figurativas, su multiple colorido esretico, la elocuencia medida,
la rnusica para el oldo exterior, habia sido,
como el propio y anciano maestro, lados 0 dos colores.Apuleyo
un objeto de dos
era un plat6nico: pero para\
:,ellas.ldeasde Plat6n no eran seres de la abstracci6n 16gica, Sll10 en verdad almas que cobraban
forma en rodo
,tipo y variedad de objetos sensibles.l.t'\_quellos ruidos de la-casa durante
la cena, que sonaban
a traves de las
mesas a 10largo de las paredes: ~eran s610 los crujidos de los viejos maderos causados por el impacto de la musica y la risa, 0 mas bien inoportunidades
de los seres secun-
darios, los autenticos seres invisibles de las personas, 0 mejor dicho todavia de las cosas mismas que los rodeaban, que trataban de irrumpir a traves de sus superficies frivolas y rnerarnente transitorias,
para recordarnos
sus
elementos esenciales, que podian tener cosas que decir, juicios que pronunciar,
una vez que hubiera terminado
el cambio de las carnes y las bebidas en la mesa de la vida? ~Y no era ese el significado autentico de la doctrina plat6nica?: una jerarquia de seres divinos, asociandose con los lugares y las cosas particulares
con el fin de
servir de mediaci6n entre Dios yel hombre; el hombre, [380]
J
Mario el cpicureo (ille solo necesita prestar la deb ida atencion para tomar «onciencia de su compafila celestial, que llena el aire a , ,II alrededor,
10 mismo que las motas de polvo llenan los!
haces de luz solar para ser vistos por la inteligencia que -
I
los cont~mpJ~_c:_on.simpada,\
-
«Hay dos tipos de seres animados», exclarno Apuleyo. «Los dioses, totalmente
diferentes de los hombres
por la dis tan cia infinita de su morada, pues tan solo una parte de ellos es contemplada
por nuestra borrosa vision
--jesas estrellas misteriosas!-
en la eternidad
de su exis-
rencia, en la perfeccion de su naturaleza, sin verse conlagiados por ningiin contacto que tengan con nosotros; y los hombres, que habitan en la tierra, con mentes frivolas y ansiosas, con miembros enferrnos y mortales, de it
tornmas variadas, trabajando
f;,j
como especie, quizas eternos; pero abandonando
d q
cena en sucesion irresistible.
'I
en vano; en conjunto,
y
la es-
»2Yentonces? 2Es que la naturaleza no estaba conec-
'I
tada por vinculo alguno, puesto que asi habia permitido
I
que la mutilaran y la dividieran en elementos divinos y humanos? Pero ni me diras: si es asi, ~elhombre esta por tanto exiliado totalmente de los dioses inmortales, hasta el punto de que se le niega toda comunicaci6n, guno de ellos nos visita ocasionalmente,
que nin-
como haria un
pastor con sus ovejas, para que pueda yo dirigirle mis oraciones? ~A_quien invocare entonces como ayuda al infortunado,
como protector del bien? [381]
Walter Pater »[Pues bien! Existen ciertos poderes divinos de naturaleza intermedia
a traves de los cuales nuestras aspira-
ciones son transmitidas
a los dioses, y las de ellos a noso-
tros. Pasando entre los habitantes de la tierra y el cielo, llevan de uno a otro oraciones y premios,
siiplicas y
ayuda, actuando como una especie de interpretes, jEste inrervalo del aire esta lleno de ellos! A traves de ellos se efecnian todas las revelaciones, milagros y procesos rnagicos. Pues como miembros
especlficamente
designa-
dos de esta orden tienen sus provincias especiales, con un ministerio
acorde con la disposici6n
de cada uno.
Van de aqui para alla sin una morada fija: a habitan en las casas de los hombres ... » En ese momenta
la mana de un compafiero se paso,
en la oscuridad, en el hombro del que hablaba, [levandoselo,
y dejando
el discurso interrumpido
repentina-
mente. Sin embargo, sus singulares sugerencias bastaron para dar a aquella noche extrafia, con todos sus detalles -la danza, las lecturas, el fuego distante-,
una
especie de expresi6n alegorica: le dieron el caracter de uno de esos famosos apologos precisamente
habian
estado
0
figuras plat6nicas que discutiendo.
Cuando
Mario recordo sus circunstancias, le pareci6 escuchar de nuevo la voz de la convicci6n genuina, afirmando mitad de una escena de tan elegante frivolidad
en una
audaz visi6n mlstica del hombre y de la posicion de este en el mundo. Durante un instante, mientras estaba es[382)
Mario el ep icureo
«uchando, le habia parecido que los arboles credan «basta acercarse al cielo». iSl!La recepcion de la teoria, de lotesisy!;J,~geen~i~~;4~p~ndfa~ngriQ~~4id_~·. del temperamento. Por asi decirIo, eran simples equivalenres d~rt~~p~r~~~nto. Una escala celestial, una escala que iba del cielo a la tierra: esa era la suposicion que le habia sugerido la experiencia de Apuleyo; era 10 mismo que, aunque en formas diferentes, algunas personas de todas las epocas habian supuesto instintivamente: se alegrarian al descubrir que esa suposicion se habia visto acreditada por la autoridad de una filosofia seria. Sin embargo, Mario, aunque en ese duro mundo de Roma no ansiara menos que ellos ver bajo su cielo abierto el rastro de algun vuelo celestial, tenia que objetar que suponian aquello con excesiva facilidad y con demasiada autocomplacencia. Inmediatamente despues penso que, tras haberse permitido una hora de fantasias y visiones fantasticas de ese tipo, el mundo real quedaba mas solitario que nunca. Ciertamente para el, y para su consuelo, la pequefia divinidad a la que 'Fltosco camp~~) isirio, platonico sin saberlo', encendia suH~para parpadeante, nunca se separaria de la corteza de aquellos olivos inmemoriales: no, ni siquiera bajo la mas desbocada luz de la luna. Para el era evidente que Aebia seguir afe-. rrandose a 10 que~us ojos vieran realmente. Pero tenia que conceder tarnbien que la audacia misma de esa teoria servia al menos de testigo de una variedad de disposi[383]
--I Walter Pater
ciones humanas,
con la consiguiente
variedad de opi-
niones mortales, que quizas -~quien podia saberlo?- se correspondieran,
fueran definidas
y definieran,
con
una variedad de hechos y de verdades que estaban precisamente «detras del velo», contemplando
el mundo en-
tero que ten ian ante ellas como su premisa original
0
punto de partida; un mundo que quizas fuera mas amplio en sus posibilidades que todas las posibles fantasias que le concernieran.
[384]
I I
Capitulo
XXI
«Dos casas curiosas»
11. La iglesia de la casa de Cecilia
V1,testros nncianos soiiardn sueiios, " " . .Y trucstrosjoucnes ueran tnstoncs.
Cornelio
ella,
tenia algunos
cuyas casas familiarcs
amigos
en Rorna,
le paredan
y otra vcr. mcditaha
sobrc cuales podrian
cias dctcrrninantcs
de esc car.ictcr
principal:
ocultu
la fucntc
te Iresca en mitad Mario
no habia
SCI'
peculiar,
de un mundo
vis to nunca,
cerca de que una
las inlluensu secrcto
de la quc pudicra
bellcza y funza de una naturalcza,
0
a Mario,
I
derivar
la
tan pcrmanenterncnalgo marchito.
todavia,
Pero
a esos amigos;
y
fue casi pOI' LIn acciden te que el velo de la reserva se levanto
por Fin, y Iorrnaudo
visira que habfa pcnerro
hecho
en otra curiosa
un extrafio
contraste
a la villa del pocta
con la
en Tusculo,
casa,
«La cas a en la quc vivc», dice el autor mfstico
[3851
aleman
l I
Walter Pater antes cirado, «es para el alma ordenada que no vive ciegamente ante ella, sino que esta siempre, fuera de sus experiencias
pasajeras, construyendo
y adornando
partes de una morada de muchas habitaciones
las
que es
una expansion del cuerpo; _rni~9:tras qu_~~15hlt::rpo,j.~_
a la casa: hasta que par ultimo,
can una expresividad total de 10 que sucede en el exterior, para ella no existe ya distincion alguna entre 10 exterior y 10 interior; y la luz que a una hora particular de un espacio particular se arrastra sabre la pared, el aroma de las flares en el aire de una ventana particular, se vuelyen para ella no tanto objetos aprehendidos deres de aprehension,
como po-
puertas hacia las casas que estan
mas alla: el germen-o rudimento
de determinadas
facul-
tades nuevas mediante las cuales, oscuramente pero can seguridad, capta la materia que esta mas alIa de las capacidades del espiritu y los sentidos que ha alcanzado», Asi ha de ser par necesidad en un mundo que pedemas pensar que es, junto can esa «tienda. a «tabernacu10» corporal,
tan s610 una de las muchas vestimentas
para revestir el alma peregrina, y que seguramente
va
dejando en el camino, gasrandolas una tras otra, una vez [386]
Mario el epicureo que se aprovecho del significado
0
valor mornentaneo
que tuvieron. Los dos amigos regresaban aRoma
tras visitar una
casa en el campo en la que se habia reunido un variado grupo de invitados, murmuraciones
Mario estaba algo cans ado de las
y de esas chispas de la rivalidad que pa-
redan ser a veces el unico fuego que podia obtenerse de la relacion de las personas en sociedad. La simple reaccion contra aquello, cuando partieron de manana, hizo que la compafifa,
al menos para uno de ellos, fuese
menos uanquilizadora
que la soledad que tanto valera-
ba. Habfa algo en el viento del suroeste que, cornbinandose con su propia intencion, favoreci6 conforme pasaban las horas el aumento de una serenidad como la que habia senti do Mario otra vez recorriendo la gran llanura de camino a Tibur: una serenidad que ese dia era tambien una amistad fraternal y pareda atraer a su drculo encantado
todo
10
que se presentara al oido
mientras juntos charlaban
0
0
se mantenian
a la vista
guardaban silencio, mien-
tras todas las pequefias irritaciones existencia
0
desaparedan
de la
mas alla de sus lfrnites. La fa-
tiga natural por ellargo viaje los venci6 por fin de pronto cuando estaban todavia a unos tres ki16metros de Roma. Llevaban horas viendo perfilarse contra el cielo del oeste la linea aparentemente bas y de cipreses; precisamente
interminable
de tum-
alli, donde la Via Latina
se cruzaba con la Via Appia, Cornelio se detuvo en la [387]
Walter Pater puerta de un muro largo y bajo -podia
suponerse que
era el muro exterior de alguna villa-, como si tuviera libertad para entrar allf y descansar un rato. Mantuvo abierta la puerta por si su compafiero
rambien queria
entrar; mientras levantaba el pestillo tenia una expresion que pareda preguntarle
a Mario, quien evidente-
mente no deseaba entrometerse,
si le gustaria entrar a
10 que podia
verlo. ~Deseaba ver aquello, contemplar
definir claramente el punto critico decisivo de sus dias? Entraron por la pequefia puerta de aquel muro bajo y largo al patio
0
jardin de una villa levantada en una de
esas abruptas oquedades naturales que dan su caracter a esa zona del pais; de esta manera la casa, con todas las edificaciones auxiliares, que sorprendio espaciosidad,
estaba totalrnente
a Mario por su
oculta de los viajeros
que iban por la carretera. Alrededor de los bien ordenados locales estaban los signos seguros de la riqueza y de un gusto noble: un gusto evidenciado por la seleccion y yuxtaposici6n sistentes casi exclusivamente
principalmente
de los materiales, con-
en restos de arte anti guo
que allf se habian dispuesto y armonizado
produciendo
efectos de color y forma tan delicados que paredan rraidos realmente de una inteligencia,
ex-
en esos asuntos,
mas refinada de la que estaba al alcance del mundo antiguo:
rE~~ ~rantiguo
ciertamente
estilo del verdadero
Renaczmlent(;
el modo de la naturaleza con sus rosas, el
modo divino en el cuerpo del hombre, [388]
quizas con su
Mario el epicureo _;_lma,que concebia un organismo nuevo no mediante una creaci6n repentina
y abrupta,
sino mas bien me-
diante la acci6n de un principio nuevo sobre elementos que en realidad ya habian vividoy pu_sr.to en numero~~socasiones.rMer~~d~·esa-~~~p-~sici6n, ro;aeufl;-a;quitectura
los fragmen-
mas antigua, los mosaicos, las
columnas en espiral, las preciosas piedras angulares de edificios
inmemoriales,
adoptaban
una
nueva y singular, un aire de pensamientos positos intelectuales que producian
expresion
graves y pro-
por si solos una es-
tetica muy seductora. Para terminar, las hierbas y los arboles se habian apoderado semillas acampanadas
del lugar extendiendo
sus
y sus ramas ligeras que se agita-
ban temblorosas en el aire por encimadel
muro del an-
tiguo jardin, perfilandose
en el amplio espacio del atar-
decer. Desde el principio
escucharon
un canto, sobre
to do el de unos nifios, que pareda de un tipo nuevo; tan nuevo era ciertarnente
su efecto que de pronto hizo re-
cordar a Mario los primeros intentos de Flavio de un mundo nuevo de sonido poetico, No era la expresion de la alegria, sino de un maravilloso tipo de felicidad: la expansi6n alegre de un alma gozosa en unas personas que habian llevado a cabo heroicamente
alguna experiencia
absoluta y que en aquella suave tarde recordaban todavia el momenta
de una gran liberaci6n.
En el momenta
en que Mario, acornpafiado todavfa
por ese canto peculiar y rodeado por las evidencias de [389]
Walter Pater una grave discreci6n,
entr6 en la casa, resurgi6 viva-
mente su antigua inclinaci6n al espiritu de los lugares, a esa simpatia especial de estes, pero sobre todo a cualquier significado
hieratico
0
religioso que pudieran
tener. Aquella forma seria de entender la vida, que parecia siempre apartar a todos los que carecian de ella agrupandolos
en una especie total mente extrafia a la suya
propia, acumulando
todas las lecciones de su experien-
cia des de los primeros dias en Noches Blancas, parecia haberse trasladado allt, como disefiada en congruencia con sus preceptos favoritos acerca del poder de la visi6n fisica, trasladados a un paisaje real. ~i_~l__Va!_()~_~llt~l11:ico de las almas esta en proporci6n con 10 que estas pueden aaffiirar,"entonces
Mario tenia un alma aceptable.
Ai
cruzar lasdi~ersas estancias, grandes y pequefias, se hizo dominante
en el un pensamiento:
el de las mujeres cas-
tas y sus hijos, con todos los afectos divers os de la vida familiar bajo sus condiciones mas naturales, aunque desarrollada en una pasi6n grande y controlada cia imitar devotamente
que pare-
algun tipo de familia sublime y
nueva. Reinaba allf por todas partes el orden, la pureza, la disposici6n
aseada, como si tuviera todo dispuesto
para unas nupcias elegantes. Ellugar una novia adornada
mismo era como
para su esposo; y su singular ale-
gria, la abundante luz que habia por todas partes, la sensaci6n de laboriosidad impresi6n
profunda
pacifica que produjo en el una mientras [390]
avanzaba rapidamente,
Mario el epicureo aunque sin reconocer exactamente
a que se debfa esa
impresion,
al principio
contrast6 forzosamente
con el
iugar al que Ie condujo despues Cornelio, todavfa con una especie de desgana seria, presurosa y casi preocupada, como si estuviera conteniendo
Ia explicaci6n que su
cornpafiero debla de estar esperando. Una colina baja y cubierta de hierba servia de limite occidental a un anti guo jardfn floral situado en la parte trasera de la casa, yen
el que aqui y alla habfa algun
olivo venerable, que bajo la luz de la tarde formaba un cuadro de sombras tristes y flo res coloridas, casi transparente, semejante ala obra que los pinto res rniniaturistas habian dejado en las paredes de las estancias interiores. Una abertura
estrecha recorrada en ellado
de la
celina, con la apariencia de una negrura s6lida, dio paso a Mario y a su reluciente gufa a una cripta
0
hueca que no era sino ellugar de enterramiento
caverna familiar
de los Cecilii, a quienes perteneda
la residencia, que de
esta manera, par una disposici6n
que entonces no era
inusual, estaba en conexion inrnediata con la morada de los vivos, afirmando
audazmente
ese instinto de la vida
familiar que la sanci6n de la Sagrada Familia iba a reforzar cada vez mas des de entonces. Allf esraba en verdad el centro de la peculiar expresi6n religiosa,
0
santi dad, de
toda la escena. «Que cualquier persona que asi 10 decida pueda convertir el ~gar que I~ pertenec~en
l?gioso,
llevando a el a s~~
un lugar re-
;;~erto~»:esa habfa
[391]
sido una
Walter Pater maxima de la ley ramana
antigua
de la que habian
hecho uso lasJ>Q~~~~~4e(cristianasprimiti,<:a:J; como la que habia establecido allf, para realizarla en todas sus consecuencias,
la piedad de una acaudalada
ramana. Sin embargo se diferenciaba menterio
matrona
de cualquier ce-
que Mario hubiera vis to nunca; pera sobre
to do por el hecho de que esas personas habian vuelto a la manera mas antigua de disponer de sus muertos enterrandolos, en lugar de incinerarlos. Siendo en origen un sepulcro familiar, habia acabado por convertirse en una vasta necropolis, una verdadera ciudad de los muertos, pues el interes de la familia se habla expandido
libre-
mente mas alla de sus mas amplios Ifrnites naturales. Se mantenia
tambien allf el aire de belleza venerable que
caracterizaba arriba a la casa y a sus edificios auxiliares. Se habia empleado,
ciertamente,
un enorme
para que esas galerias largas, aparentemente bles pera elaboradamente
trabajo
interrnina-
disefiadas, crecieran rapida-
mente, con sus capas de lechos
0
literas, unos encima de
otros, cortados a ambos lados del pasillo en la porosa tufo2, aunque por todas partes la humedad
se filrrara
hacia abajo dejando las areas superiores desecadas. Pero todas estaban cuidadosamente ello todo
cerradas, pagando
por
10 que podian permitirse: algunas con simples
ladrillos de arcilla horneada, marrnol enriquecidas
muchas
con losetas de
con hermosas inscripciones.
En
algunos casos era marrnol sacado de tum bas paganas [392J
Mario
ef epicureo
era en ocasiones un
pa-
I
mas antiguas, y la inscripcion
;:
rna de las letras casi desaparecidas de otro mas antiguo.
llmpsesto, pues el nuevo epitafio se habia labrado enciLo mismo que en cualquier ordinario
abundaban
cementerio
romano
por todas partes los utensilios
dedicados a la veneracion
0
conmernoracion
de los fafrescura
llecidos: incienso, velas, flores, cuyas llamas
0
se potenciaban
con la ne-
al maximo por el contraste
grura como de carbon del propio
suelo, una piedra
arenisca volcanica, y por la ceniza de los fuegos apagados. 2Volverian a ser encendidos y transformar
alguna vez? ~A poseer
ellugar? Dando la irnpresion
dejaban a uno encerrado
de que
10
la cornpafifa de los muertos,
los altos muros habian adoptado
un palido color de
ceniza aunque a intervalos regulares un respiradero
0
luminare perrnitfa que entrara un haz preciso de luz clara, pero sin sol, mientras que los que dorrnfan profunda y eternamente
en el interior, una fila encima de
otra, dejaban un paso tan estrecho que los visitantes solo podian
moverse de uno en uno entre ellos. No
tenia otra opcion que la de seguir avanzando
por el
pasillo largo y recto en el que sin embargo se abrfa de vez en cuando el paso a una pequeria camara que rodeaba un ataud ancho, tumba»,
adornado
como si se estuviera
como una mesa,
mas profusamente cumpliendo
0
«altar de
que el resto,
algun aniversario.
Era evidente que aquellas gentes, estando de acuerdo [393]
Walter Pater
en eso can las simpatias habfan
especiales del propio Mario,
la practica del enrerrarnienro
adoptado
algun peculiar sentimienro
de esperanza que alberga-
ban can respecto ;1 cuerpo; un sentimie~to hubiera
gustado
irreverente. muertos
conocer
nada
total e irreparable
de los
tan demoledora
como Mario habia descubierto
ocasi6n, habia inducido preferencia
qlls:a el l,~
por_ una curiosidad
La desaparici6n
en el fuego funerario,
los espiritus
j}9r
para
en una
en el desde hacia tiernpo una
par aquel otro modo de disponer
el ulti-
mo suefio, pues tenia alga mas hogarefio yesperanzado, al menos en el aspecto exterior. Pero ~de d6nde procedia
esa extrafia confianza
en que aquellos «pu-
fiados de polvo blanco» volverfan a recomponerse vez mas en exult antes seres humanos?
~Mediante que
alquimia celestial, que rocio recuperador que can seguridad
nunca alcanzaria
una
de los cielos,
de nuevo a las
violetas muertas? [anuarius, Agapetus, Felicitas: iMar-
tires! iOs ruego que conforteis el alma de Cecilio y de Cornelio', de cia una inscripcion, una de muchas, raspada como en un suspiro pasajero cuando todavia estaba fresco el mortero la prision. Dejando esa audaz esperanza,
que habia cerrado la puerta de
a un lado todo examen critico de pues era evidentemente
sincera
como audaz, al menos llevaba mas lejos que nunca la conrnemoracion
piadosa y sistematica de los muertos,
que en su caballeroso rechazo a olvidar a a abandonar [394]
Mario e! epicureo finalmente
al indefenso,
Mario el sfrnbolo
0
Ie habia parecido
exponente
siempre a
central de todo deber
natural. EI alma austera del excelente Jonathan
Edwards'',
aplicando la deficiente teologia de Juan Calvino, Ie hizo tener, como sabemos, la vision de los nifios no muy lejos del suelo del infierno. Todo visitante de las catacumbas habra observado,
en una conexion
teologica
muy distinta, las numerosas tumbas infantiles que alli hay: una larga extension de lechos de nifios pequefios, humildes «prisioneros de la esperanza» en esos suelos sagrados. Mario considero con curiosidad
esas tumbas,
adornadas en algunos casas con los juguetes favoritos de sus pequefios ocupantes: toda la parafernalia
soldaditos,
ruedas de carro,
de una estancia infantil; y cuando
mas tarde vio a los nifios vivos que arriba se atareaban y cantaban el salmo Laudate Pueri Dominum sus rostros el recuerdo singularmente
4,
cap to en
irreal de los otros,
los nifios de las catacumbas que estaban bajo ellos. Aqui y alli, rnezclandose con el recuerdo de fallecimientos
naturales,
a veces incluso en alguna de esas
tumbas infantiles, estaban los signos de la muerte violenta
0
«el rnartirio» -la pr~~b~ de que alguien «no ha
amado su vida hasta lamuertev--, IOj-; de sangre,
en el pequefio Frasco
hi. ram a de palma, las flores rajas de su
«cumpleafios» celestial. Las peculiares disposiciones
de
todo ellugar se centraban visiblemente en particular en [395]
Walter Pater un sepulcro que de esa manera quedaba distinguido estaba adornado
devotamente
para
y
10 que por una
audaz paradoja era considerado como natalitia, el cumpleafios, Con sentimiento
singularmente
nuevo, como
si fuera el amanecer de un nuevo orden de experiencias, encontrandose
allado de esos llorados restos arrebata-
dos presurosamente
dellugar cormin de las ejecuciones
no muchos afios antes, como por un rayo de prevision Mario rorno conciencia de la fuerza de las pruebas de una esperanza nueva y extrafia que definia, a su vez, un motivo de accion nuevo y poderoso que estaba en las profundidades
de la tragica «supersticion cristiana». ya
habia oido hablar algo de eso, pero tan solo le habfa parecido un salvajismo mas, aunque autoprovocado,
en
un mundo estupido y cruel. Pero aquel dia esos monumentos
conmovedores
pa-
redan hacerle avanzar hacia la imagen de un sufrirniento todavia mas patetico que estaba en un pasado rerno-
to.
El interes y la expresion paredan instintivos en to do
aquello, como el aroma de un incienso valiosisimo. Penetrando en la atmosfera, tocandolo todo con su sentirniento peculiar, pareda volver toda aquella mortalidad visible, el ser mismo de la muerte,
mas atractiva que
cualquier fabula de la antigua mitologfa que hubiera pensado nunca, hasta los Ifrnites rnaximos de la fantasia; y todo ello con un sentimiento
simple y candoroso acer-
ca de un hecho supuesto. Pax! Pax.' Pax tecum!: la pala[396]
Mario bra, el pensamiento,
el ep icureo
estaba por codas partes, con image-
ne_s~~_la esperanza arrebatadas a veces de ese marchito mundo pagano que en realidad habia dado muy poco a los hombres;
las diversas imageries consoladoras
habia producido,
que
de socorro, de regeneracion, de escape
de la tumba: Hercules luchando
con la muerte por la
posesion de Alcestis", Orfeo domesticando
los ani males
salvajes, el pastor con su rebafio, el pastor llevando sobre los hombros al cordero enfermo. Hay que confesar, sin embargo, que al fin yal cabo estas imageries solo constituian
una ligera contribucion
al efecto dorninan-
te de esperanza tranquila que habia alii: una especie de alegria heroica y de expansion agradecida del corazon, y de nuevo la sensacion de una liberacion real que parecia hacerse mas profunda
cuanto mas se permanecia
en
esos pasadizos extrafios y terribles. Lo que mejor parecia expresar el sentimiento
que allf predominaba
era una fi-
gura, de caracter en parte pagano pero que era la mas repetida de rodas las parabolas visibles: la figura de alguien que acababa de escapar del mar y seguia aferrado a la costa, como si le fuera la vida en ello, con alegria y sorpresa, junto con la inscripcion grab ada debajo:
Baje alfondo de Lasmontafias: Latierra echo sus cerrojospara ml por siempre: pero tu saluaste mi vida de Lacorrupcion.'
Walter Pater Y precisamente
en el momenta
fran do la inscripcion, cambio
repentino,
en que estaba desci-
Mario, sin la menor sensaci6n de descubri6
que estaba saliendo de
nuevo a la luz del dia, tal como le sucedi6 a un viajero mfstico posterior en similares lugares oscuros «tranquilizado por la esperanza». Estaban todavia dentro de la casa, escuchando aquel maravilloso canto, aunque casi en campo abierto, con una hermosa vista de la Campagna ante ellos, con las colinas mas arras, El huerto
0
prado que cruzaba su cami-
no se habia vuelto ya gris por la luz crepuscular, aunque el cielo occidental,
en el que eran visibles las estrellas
mas grandes, seguia envuelto en un esplendor carrnesi. El contraste pareda rebajar el color de todas las casas de la tierra, aunque en sus sombras conservaban
todavia
una sensaci6n de gran riqueza. En ese momento
la voz
de los cantores, «una voz de alegria y salud», se concentr6 con un solemne movimiento himno nocturno
0
anristrofico"
en un
«de vela».
jSalve! Luz celestial derramada de Su gloria pura bendito sea el celestial Padre Todopoderoso: el mds digno eres tu, al que en todo momenta se le canta con lengua inmaculada. Era como si se hubiera
hecho audible
[398]
la noche
Mario el epicureo misma, con sus esperanzas y miedos, con las estrellas brill an do en medio de ella. Mitad arriba y mitad abajo del nivel de la niebla blanca, separando la luz de la oscuridad, apareci6 entonces la senora del lugar, la rica rnatrona romana,
que habia que dado unos afios antes
viuda de Cecilio, «confesor y santo». Con cierta severidad antigua en la manera de recogerse ellargo manto, y la cofia
0
velo decorosamente
«gris dentro
plegado bajo la barbilla,
del gris», su belleza templada
trajo a la
mente de Mario recuerdos del caracter serio y viril de las mejores estatuas femeninas griegas. Sin embargo, estaba muy alejada de la estatuaria griega la expresi6n de atencion conmovedora
con la que llevaba dormido
los brazos a un nino pequefio,
Otro, uno
0
en
dos afios
mayor, caminaba a su lado aferrando los dedos de una mana a su cefiidor, Se detuvo un momenta
para saludar
a Cornelio. Aquella escena visionaria fue el final de las extrafias experiencias
de la tarde. Unos minutos
mas tarde, si-
guiendo el camino por la carretera publica, hubiera podido pensar que se habia trarado de un suefio, La casa de Cecilia le dio la impresi6n de que estaba situada junto a otra casa curiosa que habfa visitado ultimamenre
en
Tusculo. Y que contraste presentaba con aquella por sus sugerencias
de laboriosidad
inmaculada,
de afecto: todo pareda deterrninado
descubrimiento
esperanzada,
arrobador de uno [399]
0
de limpieza por el
varios hechos que
Walter Pater dab an la irnpresion de que el anti guo enigma de la vida hubiera encontrado su solucion, En realidad, uno de los rasgos mas caracteristicos
y constantes de Mario habia
sido un cierto anhelo de escapar -mediante
un inter-
cambio con aquellos espacios mismos de la vida que habia recorrido con mayor agrado-,
de huir de vez en
cuando del horizonte real. Era como esa necesidad que siente el pintor de situar una ventana en el fondo de su cuadro;
0
0
puerta abiertas
como el des eo que tiene el
enfermo del frescor septentrional,
de los sauces susu-
rrantes, en medio de los bosques perennes y sin aire del sur. Tal era el efecto que habia producido visita hecha accidentalmente. impresion convertido
en el aquella
En aquel tiempo daba la
de que un encantamiento
maligno hubiera
Roma y la vida romana en algo parecido a
un sofocante bosque de arboles de bronce, transformado a partir de generaciones
de arboles vivos, pero que
seguian teniendo las rakes en un suelo profundo, rrido multiples veces por las susceptibilidades
reco-
humanas.
En medio de ese ahogo, su antiguo anhelo de escapar se habia visto satisfecho mas que nunca por aquella vision de la iglesia de la casa de Cecilia. Sin embargo, de acuerdo con esa ley inmutable
de su temperamento,
aquellas
experiencias atraian sobre to do a la mirada, ala facultad visual de la mente: el juego pacifico de la luz y la sornbra, los muchachos cuyos rostros mismos parecian cantar, la belleza virginal de la madre y sus hijos. Pero en su [400]
Mario el epicureo caso,
10 que estaba asi visiblemente constituido por una
influencia
moral
0
espiritual
de un caracter exigente
afiadfa a la vida un elemento
nuevo con el que, de
acuerdo con la maxima que el habia elegido, tenia que llegar a ponerse de acuerdo. La sed de todo tipo de experiencias, estimulada por una filosoHa que ensefiaba que nada era intrfnsecamente grande
0
pequefio,
bueno
malo, habia luchado
0
siempre en el con un refinamiento sobrevivia el muchacho-sacerdote, la eleccion de aquello que era
hieratico en el que impulsando
siempre
10 perfecto entre su tipo,
con la consiguiente adhesion leal de su alma. Aquello [e habia llevado a una continua
com union con ideales,
realizados en parte bien en las condiciones de su propio ser
0
en aquel que le acornpafiaba, sobre to do en Corne-
lio. Seguramente,
en aquella sociedad nueva y extrafia
con la que aquel dia habfa entrado en contacto por primera vez -en esa extrafia familia, como «un jardfn cercado»-; estaba el cumplimiento
de todas las preferen-
cias y los juicios de ese amigo al que entendfa a medias y que en los ultimos afios habfa sido su proteccion medio de las frecuentes perplejidades
en
de la vida. Tam-
bien podia estar ahi, si no la curacion, al menos
10 solaz
o anodino de sus gran des penas: de esa pena constitucional que quizas no fuera peculiar en el, pero que habia convertido su vida en una especie de larga «enfermedad del esplritu». La intencion
piadosa se hacia sentir alii
[401]
Walter Pater
como un remedio
en el simple contacto
con el aire,
como una caricia suave sobre la carne dolorida. Por otra parte, era consciente de que podian despertar tambien responsabilidades
nuevas =nuevas y que todavia no ha-
bian sido puestas a prueba-, una exigencia de que el devolviera
:dgo a camhio,
iJ\caso aquclla
nueva,
vision
como 1<1hello,:1 malign:! de h pagan:l Medusa, cualquicr
mirada
de atill1ir;lli(\1l
(jIll'
i];lei:] clb? Al mcnos SOSPl'(:h:lh:1 '1lll' lcmpLldo
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Capitulo XXII «La paz menor de la Iglesia»]
Fiel al espiritu de su filosofia epicurea y al impulso de entregarse, investigando con absoluta libertad, a cualquier cosa que de hecho le atrajera 0 impresionara poderosamente, Mario se inforrno con gran esfuerzo acerca de la iglesia de la casa de Cecilia; al principio se incline por explicar las peculiaridades de aquel lugar por el establecimiento alii de una schola 0 salon cornun de uno de aquellos gremios de enterramiento, cubriendo con ello gran parte de las actividades no oficiales, y podriamos decir que subterraneas, de la sociedad romana. Pero 10 que encontro, examinando asf literalmente a los muertos entre los vivos, fue la vision de un amor natural, escrupulosamente natural, que transformaba todas las condiciones de la vida por un nuevo don de percepcion de la verdad de las relaciones humanas y bajo la presion de algun motivo nuevo que para el era, hasta el momenta, insondable. Can toda su frescura primitiva y en media de los hechos vivos de su aparicion [403]
Walter Pater real en el mundo, como una realidad de la experiencia, vio ese tipo regenerado de la humanidad
que siglos mas
tarde Giotto y sus sucesores, hasta llegar a los dias mejores y mas puros del joven Rafael, trabajando ciones muy favorecidas por la imaginaci6n,
en condiconcebirian
como un ideal artistico. Sintio alIi, en medio de la agitaci6n de una esperanza maravillosamente
nueva en su in-
terior, el genio y el poder unicos del cristianismo; cristianismo
un
que se realizaba entonces, como se habia
realizado siempre a pesar de los numerosos en las circunstancias
mas inoportunas.
como el parecia entenderla
estorbos y
Lacastidad
tal
-la castidad de hombres y
mujeres en medio de todas las condiciones, y con los resultados adecuadosconservaci6n
es 10 mas hermoso del mundo y la
mas aurentica de esa energia creativa por
la que esos hombres
y mujeres se sintieron
atraidos
hacia ella. La naturaleza de la familia, por la que el genio mejor de la antigua Roma se habia interesado sinceramente, de la familia y de sus afectos apropiados -de ese amor por los parientes mediante el cual, evidenternente, uno triunfa
en cierta medida
sobre la muerte-,
nunca se habia dejado sentir antes en tal medida. Segurarnente ahi, en su calidez, en su exclusi6n celosa de todo
10 que se oponia a ella, en su naturalidad inrnacude 10 sagrado por
lada, en el cerco puesto alrededor
todos los lados, este desarrollo de la familia permitia el progreso de los prop6sitos
amigables al hombre,
[404]
de la
Mario el epicureo amabilidad
de la pro pia naturaleza. Y como si se estu-
viera reconociendo
debidamente
vina inconmensurable,
alguna proteccion di-
manifiesta en cierto hecho his-
torico, su influencia se dejaba sentir especialmente
en
aquellos puntos que exigian algun sacrificio personal en favor de los debiles, los ancianos, los nifios pequefios e i~cluso los muertos.
Adernas, por su actitud exterior
constante, por sus maneras significativas, se rodeaba de una elegante gracia, de un atractivo mfstico y una cortesfa que hicieron
dudar a Mario de que la famosa «ale-
gria» griega en la conduccion
de la vida hubiera tenido
un exito sin rival. Contrastando ble de hasta de
con la insipidez incura-
10 mas exquisite de la vida romana superior,
10 que seguia siendo mas fiel al alma primitiva del
bien en medio del mal, la nueva creacion que estaba examinando
-como
si fuera un cuadro que fuera mas
alia del arte de cualquier maestro de la antigua belleza pagana- tenia la adecuada frescura de «una novia adornada para su esposo». Las cosas nuevas y antiguas paredan unirse como si salieran de un importante
tesoro:
del cerebra completo de la ciencia, de un corazon enriquecido por diversos sentimientos, mas una realidad sorprendentemente
y que poseyera adesaludable.
«Apenas podrias creer el des eo de ti que me posee», escribe Plinio a su propia esposa/, «EI habito, yel que no estemos acostumbrados aumenta
la fuerza primaria
a encontrarnos
separados,
del afecto. Me mantiene
[405J
.i •
Walter Pater despierto por la noche imaginando
que te yeo ami lado.
Es el que hace que los pies me lleven inconscientemente a tu sala de estar en aquellas horas en que solfa visitarte alli. Es el motivo de que me aparte de la puerta de la estancia vada, triste e inquieto, como un amante excluido». Hay ahf un autentico idilio de esa vida familiar cuya proteccion habia sido motivo de una gran parte de la religion de los romanos que todavia sobrevivia entre ellos; como sobrevivia tambien en Aurelio, en su disposicion y objetivos, ya pesar de las lenguas calumniadoras,
en la
dulzura que habia logrado en su vida interior. Lo que se Ie habia permitido ver a Mario era la realizacion de una vida sernejanre muy superior: pero con una rnotivacion mas eficaz de la que habia tenido nunca, y que estaba en una serie de hechos que podian ser comprobados
por
todos aquellos que 10 desearan. La mayor gloria del reinado de los Amoninos
era
que la sociedad habia alcanzado, aunque muy imperfectamente
y ante todo mediante
un trabajoso esfuerzo
legal, muchos de aquellos fines que perseguia el cristianismo con la suficiencia y el exito de un instinto directo y apropiado.
Tambien la Roma pagana tenia sus con-
movedores sermones de caridad en las ocasiones de gran calami dad publica; sus nifios acogidos por la caridad en largas filas en memoria de la antigua emperatriz Faustina; su prototipo
bajo el patronazgo
de Esculapio de un
hospital moderno para enfermos en la isla de San Barto[406]
Mario el epicureo
,
lome.jl'erolo quela caridad pagana hada tardiamente, I
'como si necesitara previamente
los calculos laboriosos
de un anciano, la Iglesia 10hada casi sin pensar en ello .con rcda la energia liberal de la juventud,
pues era algo_
'que se relacionaba con su propia esenciaC'«N~~(;";;~ig~es llevar a cabo tus propias buenas intenciones»,
pareda
estar diciendole ala virtud y la amabilidad paganas. En cambio ella se identificaba
con esas intenciones y avan-
zaba con una libertad y generosidad
sin paralelo. EI
amable Seneca hubiera proporcionado
un enterramien-
to reverente
incluso al cadaver de un criminal.
Pero
cuando una mujer recogi6 para enterrar los restos dejados de Ner6n, el mundo pagano supuso que debia de ser cristiana: s610 un cristiano podia concebir una devo~~6n tan caballerosa hacia quien h~bia sido tan pervers~. «Nos negamos a presenciar incluso un homicidio
que
haya sido ordenado por la ley», se jacta la conciencia elegante de un apologo cristiano; «no tomamos parte en vuestros crueles deportes ni en los especraculos del anfiteatro, y sostenemos
que presenciar un asesinato es 10
mismo que cometerlo», Pero habia otro deber que habia sido casi olvidado y cuyo sentido devolvi6 mucho mas tarde \R~us~~auia una sociedad degenerada. En discurso apasionado,
el sofista Favorino aconseja a las madres
que amamanten
a sus hijos; y hay epitafios romanos le-
vantados en honor de las madres que registran agradecidos esta prueba de afecto natural como si se tratara de [407]
Walter Pater algo inusual. jTambien en esta materia encontramos una aprobaci6n del deber natural en la imagen descubierta ante Augusto por la sibila Tiburtina, en la aurora de una nueva epoca: la imagen de la Madre Divina y su Hijo, que empezaban a surgir en el mundo como si fuera un amanecer! Las creencias cristianas se presentaban tarnbien como inspiradoras de la castidad. Pero una castidad realizada con el alcance pleno de todas sus condiciones, fortalecida con la rehabilitacion del trabajo pacifico segun la idea y el modelo del obrero de Galilea, que era otro de los instintos naturales de la Iglesia Catolica, iniciadora muy necesaria de una religion de la alegria, de un amante autentico de la laboriosidad, por asf decirlo, del trabajo, de la creacion y de Dios. Y esta afirmacion severa pero genial del ideal de la mujer, de la familia, de la laboriosidad, de la vida de trabajo del hombre, tan cercana a la verdad de la naturaleza, en aquella importante hora de la «paz menor de la iglesia» se realizaba tambien como una influencia tendente a la belleza, al adorno de la vida y del mundo. La espada del mundo, el ojo derecho arrancado, la mana derecha cortada, el espiritu de reproche que expresan esas irnagenes, y que alcanzan su cumplimiento en el monasticismo, solo reflejan un lado de la naturaleza misionaria divina del Nuevo Testamento. Frente a este caracter lascetic
Mario el epicureo pero mezclandose
can el, esta la funcion
del Buen
Pastor, sereno, alegre y lleno de gracia, que va mas alla del amable pastor de la mitologia
griega; en contra-
mas la Figura de un rey bajo el cual se realiza la vision beatffica de un reinado de paz entre los hombres, paz del corazon.
de
Ese aspecto del caracter divino de
Cristo es, correctamente
entendido,
la consumacion
final de esa audaz y brill ante esperanza de la naturaleza humana que habfa sostenido hasta ahara al hombre en sus inmensos
esfuerzos y tremendas
penas, y can
respecto al cualla alegria pagana en la conduccion
de
la vida solo es un lagro menor. De estos dos aspectos en contraste del fundador
a veces es uno y a veces otro
el que, en las epocas diferentes distintas
necesidades
nantemente
humanas,
y bajo la urgencia de funciona
en la Iglesia cristiana.
predomi-
Ciertamente,
en
esa breve «paz de la Iglesia» en la epoca de los Antoninos, parece que se expandio felicidad y la seguridad mana primitiva satisfaccion
mucho
el espiritu
de la
pastoral. Allf, en la Iglesia ro-
se veda par motivos
y serenidad
suficientes
esa
en un analisis desapasionado
de los hechos de la vida que deseaban todos los corazones, aunque en su mayor parte en vano, y que en el caso de Mario contrastaba sada carga de melancolfa cristianismo
particularmente
en su humanidad,
rna, en sus esperanzas
can la pe-
del filosofo imperial.
Era el
incluso su humanis-
generosas para el hombre, [409]
su
Walter Pater
sentido comun y la prontitud alegremente
con que se entregaban
al servicio, en su simpatia hacia todos los
seres y el aprecio de labelleza y de la luz del dfa. Dice el Pastor de Hermas '" ellibro religioso mas caracteristico de esa epoca, el Progreso del Peregrino 4 de su tiempo: «El angel de la rectitud es modesto, manso y tranquilo.
delicado,
Quita de ti la pena, pues (como
Hamlet descubrira un dfa) esta es hermana de la duda y del mal temperamento.
La pena es peor que cualquier
otro espfritu del mal, y mas temible para los siervos de Dios pues destruye al hombre mas que cualquier otro espiritu, Pues asi debes actuar como sucede cuando una buena noticia Ie llega a alguien que esta apenado, e inmediatamente
se olvida de su pena anterior y ya no
tiende a nada salvo a las buenas noticias que ha ofdo, pues tu buena noticia es que has recibido una renovacion de tu alma mediante
la contemplacion
de estas
cosas buenas. Alegrate por tanto de tener siempre el favor de Dios, de serle aceptable, y complacete pues todo hombre que esta contento
en ello;
hace las cosas que
son buenas y piensa buenos pensarnienros despreciando
la pena». Tales eran las casas comunes de esta gente nueva entre los cuales se renovaba y promovia
gran
parte de
10 que Mario habia valorado mas en el mundo
antiguo.
Estaba funcionando
algun espfritu transfor-
mador que armonizaba los contrastes y profundizaba
la
expresion: un espfritu que en su trato con los elementos [410]
Mario el epicureo de la vida antigua era guiado por un tacto maravilloso para la selecci6n, exclusi6n, yuxtaposici6n
y creaci6n de
un efecto fresco unico, una belleza grave pero fntegra, pues el mundo de los sentidos, el mundo exterior completo, debta expresar la realeza y unci6n autenticas un determinado cuyas prerrogativas
sacerdocio
del alma interior,
estaba un sentimiento
de
entre
delicioso de
la libertad. Quizas pueda pensar ellector que Mario, como epicureo que era, tenia sus aptitudes visionarias y mediante una inversi6n de las peculiaridades que evidentemente
de Plat6n, con las
estaba familiarizado,
pudo descen-
der por un acto de prevision a una epoca posterior a la suya, anticipando
la poesfa y el arte cristianos tal como
existieron bajo la influencia de San Francisco de Ask Pero si alguna de esas noches sofio con la hermosa cas a de Cecilia, sus vel as y flores,
0
con la propia Cecilia mo-
viendose entre los lirios, con su gracia potenciada
tal
como sucede a veces en los suerios saludables, dificilmente podia tratarse de una anticipaci6n. culiar buena suerte intelectual
Por una pe-
de su vida vivi6 un
periodo en el que, todavfa mas que en los dias de austera
ascesis que le habfan precedido e iban a seguirle, la Iglesia fue autentica durante un tiempo, mas autentica quizas de
10 que volverfa a serlo nunca, pues posefa ese ele-
mento de serenidad profunda
del alma de su fundador
que reflejaba la buena vol un tad eterna de Dios con res[411]
Walter Pater
pecto al hombre,
«con el cual», segun la mas antigua
version del mensaje angelico, «esta muy complacido». Pues
10 que el cristianismo hizo muchos siglos des-
pues dando forma a un arte y una poesia que nosotros consideramos
de una belleza mas seria y mejor que la
del arte y la poesfa griegas en sus mejores momentos, en realidad se adecuaba a la tendencia original de su genio. La autentica capacidad de la Iglesia Catolica en esta direccion, que puede verse des de el principia en el Nuevo Testamento,
funciono
tambien
realmente
en aquella
«paz» anterior bajo el mandato de los Antoninos: la «paz de la Iglesia» menor, tal como la llamamos para distinguirla de la «paz de la Iglesia» final, nombre que se da corminrnente
a la que se produjo con Constantino.
San
Francisco, con sus seguidores en la esfera de la poesfa y las artes -la voz de Dante y la mana de Giotto-,
dando
rasgo y color visibles y un lugar palpable entre los hombres a la raza regenerada, una continuidad, turbulentos
no hicieron sino restablecer
suspendida solo en parte por aquellos
siglos intermedios -las propiamente
llama-
das «eras oscuras»-, con el espiritu lleno de gracia de la Iglesia primitiva tal como se manifesto en aquella temprana oleada de su exito. En cambio la «paz» mayor de Constantino
no hizo en muchos aspectos sino estable-
cer la exclusividad,
el puritanismo,
la tristeza ascetics
que, en el periodo que transcurre entre Aurelio y el primer emperador
cristiano, caracterizo a una Iglesia so[412]
·····_··1·· Mario el epicureo la opresi6n, que habia re-
I
trocedido hacia su propio interior en un mundo de con-
Ii
metida ala incomprensi6n
0
troversia de mal gusto. En el reinado de Antonino
Pfo habia pasado ya el
I
tiempo en el que los hombres se hacfan cristianos por alguna impresi6n repentina y poderosa, y con todos los inquietantes
resultados de una crisis semejante.
En ese
periodo su porcentaje mayor habfa nacido ya cristiano, y habia estado siempre, con el coraz6n pacffico, en la «casa de su padre». Estaba muriendo rior en el rapido advenimiento del mundo,
del juicio final y el fin
con las consecuencias
tenia en el temperamento
esa creencia anteque naturalmente
de la mente humana. El con-
traste entre la Iglesia y el mundo se hacla diariamente menos agudo. Y se estaba produciendo forme la Iglesia iba quedandose do desarrollo que lleva de
tarnbien, con-
sin oposici6n, ese rapi-
10 interior a 10 exterior, apro-
piado a los tiernpos de paz. Nos parece que Antonino Pfo, mas todavia que el propio Marco Aurelio, pertenecia a ese grupo de santos paganos a los que Dante y Agustin habian incluido en su esquema de la casa con multiples
mansiones.
Una piedad ramana
sincera habia urgido a su naturaleza,
antigua y
constituida
con
fortuna, a no co meter errores ni ofensas contra la humanidad. Y una recompensa
de su genio libre fue la felici-
dad singular de que bajo su gobierno no se derramara sangre cristiana. A el pertenecia esa bienhumorada [413J
pla-
Ii
Walter Pater
cidez del alma, de un tipo ilustrado posteriormente gran eficacia por Montaigne,
que partiendo
con
de un ins-
tinto de simple justicia para con la naturaleza human a y el mundo,
al final parece cualificar a su poseedor casi
como un amigo del pueblo de Cristo. Amable por propia naturaleza y lleno de una alegria razonable, el cristianismo se ha aprovechado a menudo de personajes semejantes. La afabilidad de Antonino propia tierra, habia permitido
Pio, como la de la
a la Iglesia, que en reali-
dad no era ajena a esa antigua madre tierra, expandirse y prosperar como si 10 hiciera mediante un proceso natural. Y ese maravilloso periodo acaecido bajo el gobierno de los Antoninos,
extendiendose
hasta los afios poste-
riores al reinado de Aurelio (jun capitulo hermoso
y
breve de la historia eclesiastical), incluye como uno de sus motivos de interes el primer desarrollo
del ritual
cristiano bajo la direccion de la Iglesia de Roma. Como en una de esas curiosas visiones misticas del Pastor de Hermas, «la mujer anciana se hizo gradualmente mas y mas juvenil. Yen la tercera vision era totalmente joven y radiante de belleza: solo su cabello era el de una anciana. Y al final era gozosa y estaba sentada en un trono: estaba sentada en el porque su posicion era tuerte». La veneracion subterranea de la Iglesia pertenecia adecuadamente
a aquellos afios de su historia tem-
prana en los que la veneracion era ilegal. Pero ocultandose durante un tiempo mientras el conflicto se hacia
[414J
Mario el epicureo mas violento, recupero su libertad natural cuando comprendio que ya no habia mas riesgos de los habituales. Y el tipo de prosperidad aquellos momentos
exterior del que disfrutaba
de su primera
«paz», cuando
en sus
maneras de veneracion florecian libremente y al descubierto, se reforzo en ese punto por una crisis de su hisroria interior. En la historia de la Iglesia, como en la historia moral de la humanidad,
hay dos ideales distintos, de cada uno
de los cuales es posible mantener
dos concepciones,
bajo las que podemos
nuestros
representar
esfuerzos
como hombres para una vida mejor, que se corresponden con esos dos aspectos en oposicion
que ya anota-
mos antes, y pueden discernirse en la imagen que da el Nuevo Testamento
ace rca del caracter de Cristo. El
ideal del ascetismo representa
el esfuerzo moral esen-
'Cia]mente como un sacrificio, el sacrificio de una parte de la naturaleza humana para con la orra, para que que sobreviva pueda vivir mas completamente; tras que el ideal de la cultura sarrollo arrnonioso humana
mien-
10 representa como un de-
de todas las partes de la naturaleza
en proporcion
Iglesia, y especialmente de los Antoninos,
10
adecuada
unas con otras. La
la Iglesia de Roma en la epoca
se entrego libremente
a este ultimo
orden de las ideas. En esa primera «paz» se habia propuesto a sf misma el ideal del desarrollo espiritual bajo la guia de un instinto por el cual, en aquellos momentos [415]
Walter Pater de serenidad, era absolutamente
fiel al alma pacifica de
su fundador. «i Tened buena voluntad hacia los hombres con los que el propio Dios esta cornplacido!», Iglesia. Al menos durante
un tiempo
decfa la
no existio una
oposicion forzada entre el alma y el cuerpo, el mundo y el espfritu, cuando la bondad de la gracia estaba de rnanera predominante
en el pueblo de Cristo. El tacto, el
buen sentido, la nota permanente tentica, los compromisos
de una ortodoxia au-
piadosos de la Iglesia que in-
dicaban su vocaci6n imperial con respecto a todas las variedades del genero humano,
con una universalidad
con respecto a la cualla antigua imagen de pastor romano a la que estaba reemplazando
era un prototipo,
se es-
tab a haciendo ya visible a pesar de la sociedad des acreditada, irritante y vengativa que la rodeaba. El antiguo error de Montano", hablar confusamente,
del que hemos ofdo
fue una revuelta fanatica contra
la moderaci6n y la urbani dad divina: una revuelta agria, falsamente antimundana,
acompafiada
siempre de un
aire de ascetismo simulado y de un desagrado intolerante en particular
hacia todas las gracias peculiares de la
mujer. Entendia que el deseo de complacer estaba guiado por el mal. En aquel intervalo de quietud era quizas inevitable, por la ley de la reacci6n, que surgieran algunas extravagancias del temperamento
religioso. Pero de
nuevo la Iglesia de Roma, que cada dia mas se convertia en la capital del mundo cristiano, controlo el naciente [416]
Walter Pater
de serenidad, era absoluramente
fiel al alma pacifica de
su fundador. «[Tened buena vol un tad hacia los hombres con los que el propio Dios esta complacido!», Iglesia. Al menos durante
un tiempo
decia la
no existi6 una
oposici6n forzada entre el alma y el cuerpo, el mundo y el espfritu, cuando la bondad de la gracia estaba de rnanera predominante
en el pueblo de Cristo. El tacto, el
buen sentido, la nota permanente tentica, los compromisos
de una ortodoxia au-
piadosos de la Iglesia que in-
dicaban su vocaci6n imperial con respecto a todas las variedades del genero humano,
con una universalidad
con respecto a la cualla antigua imagen de pastor romano a la que estaba reemplazando
era un prototipo,
se es-
taba haciendo ya visible a pesar de la sociedad desacreditada, irritante yvengativa que la rodeaba. El antiguo error de Montano5, hablar confusamente,
del que hem os oido
fue una revuelta fanatica contra
la moderaci6n y la urbanidad divina: una revuelta agria, falsamente antimundana,
acompafiada
siempre de un
aire de ascetismo simulado y de un desagrado intolerante en particular hacia todas las gracias peculiares de la mujer. Entendia que el deseo de complacer estaba guiado por el mal. En aquel intervale de quietud era quizas inevitable, por la ley de la reacci6n, que surgieran algunas extravagancias del temperamento
religioso. Pero de
nuevo la Iglesia de Roma, que cada dia mas se convertia en la capital del mundo cristiano, control6 el naciente [416]
r Mario el epicureo montanismo,
0
puritanismo
de la epoca, reivindicando
para todo el pueblo cristiano una alegre libertad del corazon frente a los numerosos
grupos de sectarios de
miras estrechas, todos ellos, a su manera diferente, convertidos en acusadores de la amable creacion de Dios. Con su fe plena y nueva en el Evangelio, en una regeneracion autentica de la tierra y el cuerpo, en la dignidad de to do el ser del hombre, al menos durante la vida, en ese periodo crftico del desarrollo del cristianismo
por
sentido cormin, por las razones que la impulsaban y por ser justa con la naturaleza humana y en general por
10
que podria llamarse la naturalidad
asi
del cristianismo,
como por su actitud gentil, seria «conducida ante su rey con prendas bordadas». Cuando los obispos de Roma se transformaron autentico, de
diligentemente,
en un senti do catolico
en pastores universales, se definio el camino
10 que podemos llamar humanismo. Y mas tarde, en aquella epoca de expansion, como si
ya por fin la Iglesia catolica pudiera aventurarse a mostrar sus prendas exteriores tal como eran realmente, se desarrollo la veneracion -«la belleza de la santidad»,
0
mejor dicho su elegancia- con una alegria audaz y confiada que ya no ha vuelto a darse en la veneracion
en
ninguna epoca posterior. En realidad la situacion habia dado la vuelta: el premio a un temperamento
alegre y
una vida sincera ya no pertenecia al mundo pagano. El atractivo esterico de la Iglesia Catolica, su poder evoca[417J
Walter Pater dor sobre todolo
que hay de elocuente ye:xpresiy()~n
las mentes mejores de los hombres, su gentileza exterior, sus dignas convicciones ace rca de la naturaleza humana,
todolo que siglos mas tarde fue llevado a caboprolusamente por Dante y Giotto, por los gran des constructores medievales de catedrales, por los grandes ritualistas como San Gregorio y los maestros de la musica sacra en la Edad Media, todo eso
10 podemos ver ya anticipada-
mente en aquellos atractivos momentos siglo
II.
de finales del
Aunque disipada en parte por el error fatal del
propio Marco Aurelio, durante
un breve espacio de
tiempo podemos discernir que esa influencia es claramente predominante.
Lo que puede parecer duro como
dogma se estaba justificando
ya como veneracion
de
acuerdo con esta sensata norma: Lex orandi, lex creden-
di, nuestros credos no son sino la abstraccion breve de nuestras oraciones y canciones. Habiendo
despertado
asf el maravilloso espfritu li-
nirgico de la Iglesia, su genio sin paralelo para la veneracion, ernpezo a reorganizar rapidamente
elementos ri-
tuales paganos
desde ahi su
y judfos para expandir
nueva devocion. monasticismo,
Lo mismo que las instituciones
del
que el estilo gotico en la arquitectura,
el
sistema ritual de la Iglesia, visto en retrospectiva historica, nos parece uno de los gran des productos
conjuntos
y, por asf decirlo, necesarios, de la mente humana. Destinado a dirigir a los tiempos futuros con una fascina[418]
Walter Pater
dor sobre todolo que hayde elocuente Xe;x:presiv()~n las mentes mejores de los hombres, sugentileza exterior, sus dignas convicciones acerca de la naturalezahuma,;~a, todolo que siglos mas tarde fuellevado a caboprofusamente porDante y Giottp, por los gral),qesconstructores medievales de catedrales, por los grandes ritualistas como San Gregorio y los maestros de la musica sacra en la Edad Media, todo eso 10 podemos ver ya anticipadamente en aquellos atractivos momentos de finales del siglo II. Aunque disipada en parte por el error fatal del propio Marco Aurelio, durante un breve espacio de tiernpo podemos discernir que esa influencia es claramente predominante. Lo que puede parecer duro como dogma se estaba justificando ya como veneracion de acuerdo con esta sensata norma: Lex orandi, lex credendi, nuestros credos no son sino la abstraccion breve de nuestras oraciones y canciones. Habiendo despertado asf el maravilloso espfritu liturgico de 1aIglesia, su genio sin paralelo para la veneracion, empezo a reorganizar rapidamente elementos rituales paganos y judios para expandir desde ahi su nueva devoci6n. Lo mismo que las instituciones del monasticismo, que el estilo g6tico en la arquitectura, el sistema ritual de la Iglesia, visto en retrospectiva historica, nos parece uno de los grandes productos conjuntos y, por asf decirlo, necesarios, de la mente humana. Destinado a dirigir a los tiempos futuros con una fascina[418]
Mario el epicureo ci6n tan profunda los instintos religiosos humanos, reconocible
era
ya como un hecho nuevo y precioso en la
suma de las cosas. EI metodo que habia sido general en la Iglesia, en cuanto que «poder amable y paciente», al tratar asuntos como el arte y la literatura
paganas, se
manifest6 tarnbien ahi y tuvo el caracter y la moderaci6n divina del propio Cristo. S610 entre los ignorantes, s610 en los «pueblos», ese cristianisrno,
incluso en su
triunfo consciente sobre el paganismo, se traicion6 realmente convirtiendose
en iconoclastia. En la «paz» final
de la Iglesia, con Constantino, abundante
aunque hubo en el pais
fanatismo destructor,
la revoluci6n se habia
logrado ya en las ciudades mas gran des de una manera mas ordenada y discreta: a la manera romana. Los fieles no estaban tan inclinados
a destruir los antiguos tern-
plos paganos como a convertirlos
para un uso nuevo y
superior; y como disponian ya de abundante mobiliario, se convirtieron
y hermoso
en santuarios cristianos.
De acuerdo con esa sabiduria mas madura, la Iglesia de la «paz merion habia adoptado ya muchas de las gracias de las costumbres y sentimientos
paganos; como 10
cierto es que era una criatura viva, aceptaba, transformaba y acomodaba
todavia mas al coraz6n humano
10
que por derecho pertenecia a este, Asi era como una sinagoga oscura se ampliaba para convertirse en una iglesia cat6lica. Recogiendo
a partir de un campo sonoro
mas rico y variado aquellas antiguas armonias romanas, [419]
Walter Pater algunas de cuyas notas Gregorio el Magno, siglos mas tarde, y tras generaciones de desarrollo ininterrumpido, utilize para dar forma a la musica gregoriana, era ya, tal como hemos escrito, la casa de las canciones:
de una
musica y una poesia maravillosas y nuevas. Como si esel siglo XVI, la Iglesia se estaba vol-
tuviera anticipando viendo «humanista»,
en un Renacimiento
temprano
intachable. Alii se habia cantado profusamente principio,
aunque a menudo
e
desde el
s610 se hiciera «cuando
salia del corazon», Pero esos cantos acabaron
convir-
tiendose en los inicios de una autentica musica eclesiastica; el salterio judio heredado de la sinagoga paso gradualmente
del griego allatin,
a un latin discontinuo,
y
luego al italiano conforme el uso ritual de la lengua vernacula mas rica, expresiva y nueva iba ocupando puesto de la anterior
lengua autorizada
el
de la Iglesia.
Aunque sobrevivieron algunos restos de griego en las liturgias latinas posteriores, una interesantfsima combinaban
podemos
el griego y ellatin; seguramente
-los pobres y los hijos de aquellaIglesia respondian
discernir todavia
fase de desarrollo ritual en la que se los pobres
romana liberal-
ya en su «lengua vulgar» a un oficio que se
habia pronunciado
en griego original y liturgico. Aquel
himno que Plinio habia oido, cantado a primera hora de la manana, estaba al servicio de la misa. Parece ser que la misa se habia dicho continuamente des de la era apostolica, Sus detalles, conforme van sien[420]
Mario el epicureo do visibles uno a uno en la historia posterior, tienen ya el caracter de
10 que es antiguo y venerable. «[Somos
muy viejos, y vosotros muy jovenesl», parecen protestar a aquellos que no les entienden.
En realidad el ritual,
como todos los otros elementos de fa religion, tiene que crecer y no puede presentarse ya hecho: ha de crecer siguiendo la misma ley de desarrollo que predomina
en
todas las otras cosas, tanto en el mundo moral como en el fisico. Con respecto a esta fase especial de la vida religiosa, sin embargo, inusualmente
rapido en la epoca subterranea
cedio a Constantino; !.
i!II Ii
i~
, !
i!
parece ser que ese desarrollo y en los primerisimos
fue
que predias del
triunfo final de la Iglesia, la misa aparece ante el publico general como algo sustancialmente
completo.
La
«sabidurfa», tal como habia hecho con el polvo de los credos y las filosofias, y con el polvo de los usos religiosos gastados, como si fuera el espiritu mismo de la vida, estaba organizando
el alma y el cuerpo a partir del barro
y la arcilla de la tierra. En un\eclecticismo
generoso,
dentro de los limites de su Iibertad, y como por algun poder providencial que tuviera en su interior,
10 mismo o'd:)
que hizo en otros asuntos rarnbien recoge y adopta en el ritual un elemento de aqui, otro de alli, y otros de diversas fuentes, gnosticas, judias y paganas, para adornar y embellecer el mas importante
acto de veneracion que ha
conocido el mundo. Asi es como surgio la liturgia de la Iglesia: plena de consuelo para el alma humana y desti[421]
Walter Pater por la sane ion de muehas la experieneia humana, a tomar posesion exclusiva de la coneieneia religiosa.
nada un dta, seguramente, epocas de
TANTUM ERGO SACRAMENTUM VENEREMUR CERNUI: ET ANTIQUUM
DOCUMENTUM
NOVO CEDAT RITUI.
[422]
Capitulo
XXIII
Servicio divino
La sabidurfa se ha construido una casa; ha mezclado su vino; se ha preparado tambien una mesa,'
Las epocas mas favorecidas por las artes imaginativas presentan
ejemplos que resumen un mundo entero de
asociaciones
complejas
bajo una sola forma, como el
Zeus olimpico 0 la serie de frescos que conmemoran Los hechos de San Francisco en Asfs, 0 como las obras Hamlet o Fausto, En ese tiempo Mario descubri6 que todas sus nuevas impresiones
se expresaban no en una imagen
0
serie de imagenes, sino en una especie de accion dramarica y con la unidad de un solo atractivo al ofdo y la vista, considerando tualmente como
10 que ya habia reconocido intelec-
10 mas hermoso del mundo.
Para entender la influencia que produce en el 10 que sigue a continuacion,
ellector
una experiencia que se produda [423J
debe recordar que era en medio de un pro-
1 Walter Pater fundo senti do de vaciedad en la vida. A su alrededor los productos mas hermosos de la tierra paredan estar rompiendose en pedazos, como desgarrados por las manos de much os hombres. Su pena era muy real, y
«SU
obser-
vaci6n de la vida» habia llegado a ser como el rezo constante de un rosario apenado dla tras dia; y como si se estuvieran infectando
a partir de la pena nublada de la
mente, rambien los ojos, y todos los sentidos, se estaban debilitando
y enfermando.
Todo sucedio una mafiana
en la gue se encontro como espectador de este elemento nuevo. Ellargo riablemente
invierno habia sido una estacion inva-
taciturna.
Ese dia le desperro un rayo po-
tente y al cabo de poco tiempo habia filtrado
una lluvia pesada se
en el aire; fuera habia una luz clara y
como la primavera habia entrado con un salto repentino en el coraz6n de las cosas, toda la escena gue Ie rodeaba era como un cuadra sin mancha bajo un cielo de delicado azul. Bajo cl hechizo de su depresion, decidio de pronto abandonar
Mario
Roma durante un tiern-
po. Pero como deseaba advertir primero a Cornelio y no pudo
encontrarle
en sus alojamientos,
se aventuro,
cuando todavia el dfa era reciente, a buscarle en la villa de Cecilia. Al cruzar su patio silencioso y vado se detuvo un momenta inmadura
para admirarlo.
de la manana
Bajo la luz clara pero
invernal tras una tormenta,
todos los detalles de forma y color de los marrnoles antiguos eran claramente visibles, y tenfan cierta severidad [424]
r Mario el epicureo o tristeza, asf le pareci6 a el, en medio de su belleza:
10
mismo sucedfa en todos los demas detalles de la escena, en los cipreses, en los grupos de palidos narcisos que habfa en la hierba, las curvas de las montafias moradas de Tusculo, con los montones
de nieve virgen ocupan-
do todavfa sus oquedades. La pequefia puerta abierta por la que entro des de el patio le condujo a
10 que era evidentemente
el amplio
Lararium:' 0 san tuario dornestico de la familia Cecilia, transformado
en muchos elementos particulares,
todavfa ricamente
decorado
parte de su mobiliario
y reteniendo
antiguo de utensilios de metal y
piedras costosas. La penumbra
I
II ! 'I
pero
una gran
pareda haberse mantenido
peculiar del amanecer
mas alla de
10 que le corres-
pondfa en las solemnes paredes de rnarrnol: yallf, aunque de momenta
guardando
un silencio absolute,
se
habia reunido un gran grupo de gente. En aquel breve periodo de paz durante el cualla Iglesia sali6 durante un tiempo de su vida subterranea celosamente guardada, eI rigor de la anterior norma de exclusi6n se habia relajado. Gracias a ello aquella manana Mario vio por vez primera ese espectaculo maravilloso de los que creen: especialmente
maravilloso
por el poder de evidencia que
tenia para el y sus pensamientos.
Entre los presentes
pudo ver que habfa una gran variedad de clases, de edad y de tipos personales. El ingenuus romano, con la toga blanca y el anillo de oro, estaba de pie allado de su escla-
[425J
'"'II ,: Walter Pater
vo; y la actitud del grupo entero era sobre todo grave, de recogimiento.
AI haber encontrado
tan inesperadamen-
te ese gran grupo unido en un silencio tan profundo con unos fines que le eran desconocidos,
y
por un mo-
mento Mario sintio que se habfa topado por azar con una importante
conspiraci6n.
Pero no podia ser asi,
pues la gente que allf se habia reunido podia parecer el primer
modelo
de un mundo
nuevo de cuyo rostro
habia desaparecido el descontento.
En correspondencia
con la variedad de tipos humanos alii presentes estaba la expresion diversa del alivio de toda forma de penas humanas. ,iQue deseo
0
satisfacci6n de este se habia mar-
cado tan conmovedoramente
en los rasgos de aquellas
fibs de hombres ancianos y mujeres de condici6n
hu-
milde? Aquellos hombres j6venes tan discretamente
en-
tregados a los detalles de su servicio sagrado se habfan enfrentado ciencia
0
seguridad antiguo.
a la vida y estaban contcntos conocimiento
pOl' alguna
que tenfan, y con los que con
no habia ningun
paralelismo
en el mundo
,iHabia algllll mensaje creible procedente
de
mas alia de «las murallas flamigeras del rnundo»,
un
mensaje de esperanza con respecto allugar del alma de los hombres, y sus intereses, en la suma de las cosas, que daba nueva forma a sus cuerpos, aspecto y voces? Al rnenos habia en ellos una llama encendida y depuradora que hizo que a Mario todo 10 demas que habia conocido le pareciera comparativamente [426]
vulgar y mediocre. Esta-
Mario el epicureo ban allf los nifios, montones recordaban
de nifios que sobre to do le
aqueUas conmovedoras
como cunas
0
tumbas infantiles,
arriates de jardin, que habia vis to en su
primera visita a aquellos lugares; y dejaron satisfecha la curiosidad
que habia sentido acerca de ellos al asorn-
brarse de la forma tan expresiva con la que salian ala luz del dfa al despertar del suefio, Los nifios de las catacurnbas, algunos «tan solo de un codo de altura», con rasgos que no eran tanto
hermosos
mundo de sentimientos
como heroicos
(aquel
nuevos y refinados habfa im-
preso su sello incluso en la infancia), y aquella mafiana no retenian ninguna mancha neo en la prontitud estuvieran cantando
0
rastro de nada sub terra-
de su veneraci6n
jugando,
extendfan
cuando, como si
y
sus manos gritando
con voz resonante y con los rostros valiente-
mente vueltos hacia arriba: Christe eleisoni" Pero el silencio -entre
aqueUas luces del amanecer
que a Mario siempre [e habfan impresionado,
pues per-
cibfa en elias una cierta austeridad y rep roche- se vio interrumpido
repentinamente
por gritos resonantes
de
Kyrie eleison! Christe eleisonl, repetidos alternativamente una y otra vez hasta que el obispo se levanto de su silla e hizo un signa para que cesara aquella oracion, Entonces las voces irrumpieron
en una melodfa mas rica y varia-
da, aunque ten fa todavfa el caracter de una antffona; los hombres, las mujeres y los nifios, los diaconos, el pueblo todo, respondieron
uno tras otro ala manera de un coro [427]
Walter Pater
grlego. Pero tambien
con ese acento poetico
nuevo,
con una expansion autentica del corazon, con sugerencias profundas
para el intelecto con respecto al signifi-
cado que esas palabras iban teniendo
para d. Cum
grandi affectu et compunctione dicatur": dice una antigua orden eucarfstica: y ciertamente
el tono mfstico de
esta oracion y cantos transmitfa la expresion de la liberacion, de la sinceridad y la tranquilidad los rostros de los reunidos. cando la correccion
agradecidas en
Era como si alguien, bus-
y la regeneracion
del cuerpo por
medio del espfritu, hubiera iniciado un camino del que habia recorrido ya un gran rrecho, pues los semblantes de los hombres, las mujeres y los nifios tenian un brillo que Mario podia sentir ref1ejado en sf mismo: un atractivo, una unci on y afabilidad misticos que se abrfan camino sobre todo hacia los corazones de los nifios, La poesfa religiosa de aquellos salmos hebreos: Benedixisti Domine terram tuam: Dixit Dominus Domino meo, sede a dextris meis", estaba maravillosamente
de acuerdo
con el instinto lirico de su propio caracter, Pense que aqueilos sign os augustos permanecerfan facultades que se habia comprobado ban y fortaledan
en el entre las que tranquiliza-
el alma. jNadie podia cansarse de re-
petirlos! En el antiguo culro pagano, el entendimiento
ape-
nas jugaba papel alguno. En cambio aqui la expresion y elocuencia
de la musica
de culto transmitfa,
[428]
tal
r
Mario el epictireo como Mario entendi6 de hechos mente.
Eso resultaba
lecciones
dpidamente,
un hecho
que ten ian que ser captados 0
especialmente
0
serie
intelectual-
evidente
en las
lecturas sagradas que, en un latin vernacu-
10 tan discontinuo ciertos intervalos
como el canto, se producian
con
en medio del silencio de los reuni-
dos. Habia lecturas,
interrumpidas
cantadas para la iluminaci6n
por invocaciones
mas plena de un camino
dificil, en las que muchas voces errantes de la filosofia, que habian acosado la mente humana desde la antiguedad,
se repetian con un acento mas claro del que
habian tenido hasta entonces,
como si se elevaran por
encima de su primera intenci6n alguna doctrina
0
hacia las armonias de
sistema de conocimientos
mos que por fin eran completos. narraci6n
supre-
Y al final habia una
que, con mil recuerdos tiernos que parecian
saber de memoria,
exhibian ante la mirada con toda la
viveza de un cuadro la figura triste de aquel al que se dirigia el acto del culto: una figura que parecia haber absorbido,
como un tinte fuene en sus prendas, todo
10 que habia de apasionado y de sentimientos dos en las experiencias Celebraban to. Astiterunt
profun-
del pasado.
aquel dia el aniversario de su nacimienreges terrae, asi can tab a el Gradual,
el
«Canto de los Grados», mientras los hombres j6venes que estaban en los escalones del altar respondian una antifona
0
caro claro y profunda: [429]
con
Walter Pater
Astiterunt reges terrae; adversus sanctum puerum tuum, Jesum. Nunc, Domine, da servis tuis loqui verbum tuum; et signa fieri per nomen sancti pueri J esu'. Y la propia acci6n del rito, como si fuera un libro abierto a medias que pudiera leer una mente deb idamente iniciada, aceptaba esas sugerencias y las llevaba hasta el presente, como si hiciera referencia a un poder que era todavia eficaz y que por algun sentido mistico seguia actuando ahora entre la gente alli reunida. Eloficio entero, con su intercambio
de lecciones, himnos,
rezos y silencios, era como una pieza unica de una musica drarnatica muy compleja; una «cancion de grados» que se elevaba uniformemente
hasta alcanzar un cli-
max. Aunque no existiera ninguna imagen central visible a la mirada, to do el proceso ceremonial, que ellugar en el que se representaba,
10 mismo
estaba cargado de
significado simbolico y pareda expresar un unico rnotivo principal.
El misterio, si es que era tal cosa, estaba
centrado en los actos de una persona visible, que era distinguida por los asistentes que se encontraban formando
a su alrededor un semidrculo,
deza extrema de sus vestimentas puntiaguda
con ornamentos
en pie
pDf la delica-
blancas, y por la gorra
de oro que llevaba sobre la
cabeza. [430)
Mario el epicureo Nunca habia visto Mario tan plenamente el caracter pontifical
realizado
tal como 10 concebla -sicut un-
guentum in capite, descendens in oram uestimenti-", como en la expresi6n,
las maneras y la voz de aquel
nuevo pontffice cuando se sent6 en la silla blanca que le habfan acercado los hombres j6venes, y recibi6 en las manos su bast6n largo, 0 las movi6 -unas manos que paredan dotadas de algun poder misterioso-
durante el
Lavabo, 0 en las diversas bendiciones de ciertos objetos que tenia delante de el en la mesa, cantando cadenciosamente y con una dulzura grave las partes principales del rito. jQue misticismo y unci6n tan profundos! Cuando abrfa los labios, el caracter solemne del canto alcanzaba el punto
i• $
I
I
I
culminante.
nuevo tipo de rhapsodos
Era como si representara 7,
como si por el momenta
a un s610
el poseyera las palabras del oficio y fluyeran como si fueran nuevas de alguna Fuente de inspiraci6n permanente que estaba en su interior. La mesa 0 altar que presidia, bajo un dosel sostenido por unas delicadas columnas en espiral, era en realidad la tumba de un joven «testigo» perteneciente
a la familia Cecilii, quien no muchos
an os antes habia derramado conservaban
su sangre y cuyos restos se
todavia allf. En su nombre el obispo lleva-
ba con frecuencia los labios hacia la superficie que tenia
I
ante el; como algo que tenia un especial significado in-
I
jfa, no sin ciertas notas triunfales, con el servicio entero,
i
[431]
terior, el recuerdo apenado de aquella mente se entrete-
I
Walter Pater que antes que otra cosa, de principio a fin, era una conmemoraci6n
de los muertos.
Era tambien un sacrificio: un sacrificio de los frutos mas simples de la tierra, al igual que los mas primitivos, naturales y significativos
de los antiguos sacrificios pa-
ganos. Yen relaci6n con esta circunstancia,
tanto en las
piedras reales del edificio como en el propio rito,
10 que
observ6 Mario no fue tanto una materia nueva como un nuevo espiritu que moldeaba y dab a una forma e intenci6n nuevas a muchas observancias que no era la primera vez que presenciaba. caban sucesivamente depositaban
Hombres y mujeres se acer-
al altar, en un orden perfecto, y
bajo el enrejado de marrnol blanco horada-
do sus cestas de trigo y uvas, incienso, aceite para las lam paras del santuario; pero sobre to do pan y vino: pan de trigo puro, vino blanco puro de las vifias de Tusculo. Se dab a allf una consagraci6n
verdadera, esperanzada y
animada, de los dones de la tierra, de la antigua materia muerta y oscura, que ahora se habia redimido por fin de algun modo, de to do
10 que podemos tocar 0 ver en
mitad de un mundo marchito que habia perdido el sentido autentico
de tales cosas, y en poderoso
contraste
con la actitud impasible que tenia el sabio emperador hacia esas cosas. El obispo tom6 en sus manos ciertas partes del pan y del vino y a partir de ahf el rito avanz6 con creciente misticismo y efusi6n. Todavfa en vena de suplica inspirada, la antffona cantada se desarrollaba [432]
a
Mario el epicureo partir de ahf en una especie de dialogo entre el ministro principal y la congregaci6n entera: SURSUM CORDA! HABEMUSAD DOMINUM. GRATIAS AGAMUS DOMINO DEO NOSTRO!8
Debla de estar especialmente
meditado
el deber
0
servicio de los hombres j6venes que estaban alli en pie en largas filas, con tunicas severas y simples del blanco mas puro; un servicio al que dab a la impresi6n que acudian, buscando ventud
refugio, llevando en sus manos su ju-
y crftica a aquel que era
preciosa, traicionera
como ellos mismos, y al que sin embargo
afirmaban
adorar; en una adoraci6n que al fin y al cabo se hada a la manera de Aurelio, como una imitaci6n.
Adoramus te
Christe, quia per crucem tuam redemisti mundum!
9,
gri-
tab an todos juntos. Tan profunda era la emoci6n de ese momenta
que a Mario Ie pareci6 que hubiera alli pre-
sente alguien que cap tara esa oraci6n, mismo de su conmovedora
que el objeto
petici6n se estuviera acer-
cando. Habfa tenido des de el principio la sensaci6n, la seguridad creciente, de que alguien lIegaba: de que estaba realmente con ellos ahora, de acuerdo con la petici6n o afirmaci6n
que tan a menudo repetfan: Dominus uo-
biscuml'" AI menos algunos estaban convencidos ello, y la confianza
de
de estes encendfa los corazones y [433]
Walter Pater daba significado al culto osado y extatico de todos los
dernas. Especialmente
conmovido por las sugerencias de esa
misteriosa y antigua salmodia judia, que tan nueva era para el, tanto por las lecciones como por los himnos, y contagiandose
en parte del entusiasmo
de los que tenia
a su lado, Mario pudo discernir confusamente
tras el re-
citado solemne que se produjo entonces, de una narracion y una oracion, la imagen mas conmovedora
que
habia estado nunca al alcance de su vision mental y ffsica. Era la imagen de un hombre joven que abandonaba voluntariamente,
uno a uno, los mayo res objetivos, los
mejores regalos, un joven que hablaba consigo mismo pero sobre to do con la serenidad
divina de su propia
alma, y que desde su desolacion pronunciaba za de su exito como si
la grande-
10 estuviera viendo previamente
en aquel culto. Como centro de los hechos supuestos que para esas personas se estaban convirtiendo
en un
poderoso motivo de esperanza y de actividad, esa imagen daba la impresion de mostrarse en una abrumadora afirrnacion
de gratitud humana.
Lo que a traves de la
oscuridad de muchos siglos San Luis de Francia discernia y encontraba
irresistiblemente
conmovedor
como
algo doloroso que habia hecho por amor a el alguien a quien nunca habia visto, para ellos era una accion que casi se habia producido estaban plenamente
el dia anterior; y sus corazones
sumergidos en ese acto. Tenia para [434]
Mario el epicureo ellos la fuerza de un acontecimiento habfa protagonizado
casi reciente que
alguien a quien los padres de sus
padres podrfan haber conocido.
A partir de unos re-
cuerdos tan sublimes, y sin embargo tan cercanos, la narraci6n que constitufa el centro de aquel acto de culto pasaba de nuevo a los nombres de algunos muertos mas recientes mezclandolos daba la impresi6n
con aquella muerte antigua. Y
de que los mismos muertos fueran
conscientes de ello, que se agitaran bajo las losas de los sepulcros que estaban tan cercanos, que se asociaran con ese entusiasmo del exaltado culto a.jesus, Finalmente,
los fieles se acercaron uno a uno a reci-
bir del primer ministro trozos de la torta de pan blanco de trigo que el habfa tornado en sus manos. Perducat uos ad vitam aeternam!
11 ,
rezaba el sacerdote, casi silencio-
samente, cuando ell os volvfan a marcharse tras haberle abrazado
discretamente.
En aquellos primeros
mucho mas que en ninguna fecha posterior
0
dias,
mas feliz,
la eucaristfa era ante todo un acto de acci6n de gracias; y mientras los restos del festin se guardaban
para los en-
fermos, la alegda sostenida del rita alcanzaba su punta '-',
culminante
can el canto de un himno: un himno que
era el producto de militantes
espontaneo
de dos compafifas opuestas
que se enfrentaban
elevando y acumulando
de cornun acuerdo,
sus testimonios,
provocando
cada uno la veneraci6n del otro, en una especie de rivalidad sagrada. [435]
':,--/
I
Walter Pater
lte! Missa est.'12, grit6 el mas joven de los diaconos, y Mario se march6 de allf con los demas, ~Que habfa sido aquello?
~Era la causa de que Cornelio
mundo con una actitud tan amable? Por
cruzara
el
10 que respecta
al propio Mario, el alma veneradora por naturaleza que habia en el se habfa satisfecho como nunca antes le habfa sucedido. Al abandonar mas tarde experimentarfa
aquel lugar sintio que
a menudo un recuerdo anhe-
lante, una especie de deseo de que todo aquello volviera a producirse.
Yadernas le parecio que definfa
10 que el
debfa exigir a los poderes, fuesen cuales fuesen, que le habfan traido a este mundo, para que no le permitieran ser infeliz en el.
[436]
Capitulo
XXIV
Una conversacion
irnaginaria'
")
",,;
En la alegria esta el exito de nuestros estudios, dice Plinio: Studia hilaritate proveniunt. Seguia siendo la costumbre
de Mario, estimulada
por su experiencia de
que el suefio no es solo un sedante, sino el mejor de los estimulantes,
el aprovechar las horas matinales para la
creacion, beneficiandose
todo 10 que podia de esa sere-
nidad absoluta que sigue a una noche de insomnio. «La manana para la creacion», solia decir; «[a tarde para perfeccionar el trabajo de archive, la noche para la recepcion: la recepcion de las materias del exterior, de las palabras y pensamientos convierten
de los otros hombres,
que se
en materia de nuestros propios suefios
0
en
simple ejercicio mecanico del cerebro, que medita alii, silenciosamente,
en sus camaras oscuras», Por tanto,
salir a primera hora del dia era para el algo raro. Se vio inducido a hacerlo con ocasion de una visita a Roma del famoso escritor Luciano, con el que queria encontrarse. Terminado
el desayuno, se marcho aver al ilustre invi[437]
Walter Pater tado, pues se habia ofrecido a guiarle hasta el salon de lectura de un conocido retorico griego y exponente
de
la filosoffa estoica, un maestro que estaba entonces muy de moda entre la juventud llegar allf encontraron
estudiosa de Roma. Pero al
las puertas cerradas con un escri-
to que proclamaba «dfa de fiesta»; y como la mariana era hermosa, decidieron
caminar por la Via Apia. La moren esa Reina de las Vias -en
talidad que se amontonaba realidad el cementerio
favorito de Roma-,
con sepul-
eros de todas las formas imaginables, des de la mas diminuta casa infantil a los enormes
monumentos
que la
Edad Media utilizarfa como torres defensivas, en una rnafiana como aquella pareda dar la sensacion de «una sonrisa entre lagrimas». Los puestos de flores situados en el exterior de las puertas de la ciudad presentaban ante la vista una gran serie de guirnaldas frescos y apropiados
y ramilletes
como para una boda. En uno y en
otro, grupos de personas solemnemente
vestidas hadan
sus compras antes de partir bacia algun punto quizas distante
del camino,
para guardar un dies rosationis,
pues era la epoca de las rosas, en la rumba de algiin pariente fallecido. Aquf y alla una procesion avanzaba lentamente
formando
un contraste
funeraria extrafio
con la alegria del momento. Logicamente
los dos compafieros
iban leyendo al
avanzar los epitafios. En uno de ellos, recordando los versos del poeta «si lacrimae prosunt, visis te ostende videri!»2, [438]
Mario el epicureo una mujer rezaba para que su marido muerto pudiera visitarla en sus suefios, Su nota caracterfstica era un grito en el que los vivos segulan implorando.
«Mientras viva»,
prometia un amante a su amada muerta, «recibiras este homenaje:
despues de mi muerte,
2quien sabe?», post
mortem nescio. «[Hijos mfos, si los fantasmas sienten algo despues de la muerte, mi pena se vera suavizada si venis a verme con frecuencia! Esta es una tumba privilegiada; a mi familia y descendientes se les ha concedido el derecho a visitar este Iugar cuantas veces quieran. Esta es una habitacion eterna; aquf yazco yo; aquf me quedare para siempre. iLector! 5i dudas de que el alma sobrevive, haz tu of renda, reza por mf: iY entenderas!» El mayor de los dos lectores se vio poco afectado pot esas conmovedoras
sugerencias.
Hada mucho tiempo
que tras visitar las orillas del Padus, donde habfa buscado en vano los alamos (antes las herman as de Faeton) cuyas lagrimas se volvfan de ambar, se habfa hecho para siempre una vision del mundo que exclufa toda reterencia a 10 que pudiera estar mas alla de sus «barreras flamfgeras». Y a los sesenta afios de edad no le quedaban dudas.
5u escepticismo
elegante,
autocomplaciente
pero amable, que hada tiempo habia lIevado ala perfeccion, no Ie fallo nunca. Lo mismo que otros se rodean de un anillo magico de delicadas actinides aristocraticas, el se habfa rodeado de «una muralla» que el mismo nunca cruzaba ni perrnitio que nada ni nadie la atrave[439]
-___" Walter Pater sara para Uegar a el. Alegre, animado y contento con su vejez, el estudioso de edad avanzada se torno un gran interes por el joven estudiante,
~Podia informarle
Mario
de las cosas que el sabia sucedian ahora en Roma? ~Que aprendian los jovenes en esos momentos? ~Y como? Mario respondio hablandole tedor estudiante,
de un joven y pro me-
hijo de unos padres que Luciano co-
noda: y poco despues vieron al muchacho
acercarse a
ellos a paso vivo. Su manera de caminar y su Figura expresaban bien a las daras que tenia una mente sana en un cuerpo saludable, aunque estuviera algo delgado y con rasgos de fatiga, asi como unos ojos que paredan hechos expresamente
para contemplar
hermosamente
las estrellas. Al ver a Mario se detuvo de pronto, sonrojo
ligeramente
al reconocer
quien adopto inmediatamente mente entusiasta, Unos momentos
y se
a su compafiero,
con el joven, tan clara-
la libertad de una amistad antigua. mas tarde los tres estaban situados
algo mas arriba de los lfrnires aromaticos de un rosedal, sobre el banco de marrnol de uno de los exhedrae3 que se habian dispuesto para uso de los caminantes del camino, y desde el que, disfrutando nian una vista que dominaba
Campagna. Sospechando
a un lado
del aire libre, te-
una gran extension de la
que el entusiasmo
del muchacho habra inducido en
evidente
el otro algo mas de fer-
vor de 10 que era usual en el, Mario escucho la coriversacion siguiente: [440]
Mario el epicureo -jAy, Hermorimol gar por
til
jIbas corriendo
a tu clase, a juz-
paso y por el volumen que llevas en la mano!
Y estabas concentrado
en tus pensamientos,
moviendo
los labios y agitando los brazos. Seguro que estabas meditando algun hermoso discurso, una cuestion espinosa o una doctrina vistosa: para no estar ocioso ni un rnomento, para progresar en la filosofia incluso de camino a la escuela. Pero hoy no necesitas ir mas lejos. Hemos leido en la escuela la noticia de que no habrfa clase. Quedate, por tanto, y charla con nosotros. -Con placer, Luciano. Es cierto que estaba medirando la conferencia de ayer. No se puede perder ni un momento.!;Breve es la vida, y largo el artelTrataba sobre el arte de Ja medicina, del que se dijo que era mucho mas sencillo que la filosofia divina que diflcilmente
puede
alcanzarse en una vida a menos que se este siempre vigilante. Y no es pequefio el riesgo: autentica
0
para lograr la felicidad
alcanzar una filosofia 0,
ambas, perecer como un miembro
habiendo
perdido
del vulgar rebafio,
-jPero grande es el premio, Hermotimo!
Y segura-
mente estaras cercano a el tras todos estos meses de esfuerzo y con esa palidez del estudioso. A menos que ya
10 hayas alcanzado y nos 10 guardes en secreto. -~Como podrfa suceder tal cosa, Luciano? Tal como dice Hesiodo, la felicidad mora muy lejos de aqui; yel camino hasta ella es largo, empinado y escabroso. Todavia me considero al inicio del viaje, tan solo al pie de la [441]
Walter Pater montana.
Intento avanzar con todas mis fuerzas, pero
necesito que se me tienda una mana que me ayude. -2Y no basta el maestro para eso? 2Es que no puede el, como hace el Zeus de Homero, bajarte desde ese elevado lugar un cordon dorado para ayudarte a subir alli, junto a el mismo y esa felicidad a la que el ascendi6 hace mucho? -jEsa es la cuesti6n,
Luciano! Si de el dependiera
hace ya tiempo que me habrfa rescatado. Eso es 10 que yodeseo. -jMuy bien! Pues rnanten la mirada fija en el final del viaje y en esa felicidad que allf mora con la confianza en su buena vol un tad. -jAh! Muchos hay que inician alegremente el viaje y recorren cierta distancia, mas pierden el coraz6n con los obstaculos del camino. 5610 los que aguantan finaillegan
hasta el
a la cumbre de la montana y viven alll feli-
ces: lIevan una vida maravillosa y a todas las dernas gentes las yen des de esa altura no mayores que las pequefias hormigas. -Que pequefios nos haces a los que estamos aquf en el polvo: menores que pigmeos. Pero nosotros, «el rebano vulgar», mientras nos arrastremos no te olvidaremos en nuestras oraciones cuando estes allf arriba sentado entre las nubes, adonde hace tanto tiempo que te diriges presuroso.
jPero dime, Herrnotimo!
lIegar allf? [442]
2Cwlndo esperas
Mario el epicureo -jAh! Eso no
10 se. Quizas en veinte alios haya alcan-
zado realmente la cumbre. Pensaras que eso es mucho. Pero el premio al que aspiro es grande. -jQuizas! Pero ~esperas vivir esos veinte alios? ~Te
10
ha asegurado asf el maestro? ~Es profeta adem as de filosofo? Pues supongo que no habras dejado rodo esto al mero azar: esforzarte dia y noche cuando puede suceder que antes de dar el ultimo paso el destino te coja por los pies y te arrastre con las esperanzas incumplidas. -jDeten
esas palabras de tan mal presagio, Luciano!
Si tan solo sobreviviera un dfa, serfa feliz habiendo
al-
canzado la sabidurfa. -~Como? ~Satisfecho por un solo dfa tras rodos esos esfuerzos? -jSf, un momento bendito bastarfa! -Pero como no has estado allf, ~como sabes que encootrarasesa
felicidad, la felicidad por la que todos estos
esfuerz~s merecen la pena? -Creo en
10 que me dice el maestro. Con certeza que
el lo sabe, encontrandose demas,
muy por encima de todos los
-~yque es 10 que te ha dicho al respecto? 2Se trata de la riqueza, de la gloria
0
de algun placer indescriptible?
-jCalia, amigo mfo! Nada es todo eso en comparacion con la vida que hay alll, -Entonces,
los que lleguen al final de esta disciplina,
2que cosas excelentes van a recibir si no son esas? [443]
Walter Pater -La sabiduria, el bien y la belleza absolutos, con el conocimiento
seguro y cierto de todas las cosas: de
como son esras, La riqueza, la gloria y el placer -que pertenecen al cuerpo-las
habran apartado de sf: desnu-
dos de todo eso ascienden la montana,
como Hercules,
se consumen en el fuego y se convierten en Dios. Tambien el dejo a un lado todo
10 que tenia de su madre tie-
rra, y se [levo con el el elemento divino puro e inrnaculado, que Ie dio alas en su camino al cielo des de la llama del discernimiento.
Y asf eilos, alejandose de cualquier
otro premio por el fuego ardiente de una filosofia verdadera, ascienden al grado mas alto de la felicidad. -iQue extrafio! 2Y nunca vuelven a descender desde esas alturas para ayudar a los que han dejado abajo? Una vez que han llegado allf, 2permanecen
para siempre en
ese lugar, riendose, como ttl dices, de
10 que los otros
hombres buscan? -iMas que eso! Aquellos cuya iniciacion es total ya no estan sometidos nunca a la calera, el miedo, el deseo y la lamentacion.
Mejor dicho, to do eso ni siquiera
10
sienten. -Pues bien, como hoy tienes el dia libre, 2por que no [e cuentas a un viejo amigo de que rnanera te iniciaste en tu viaje filosofico? Pues si pudiera me gustaria acornpafiarte en el des de este mismo dia. -iSi de verdad aprenderas
10 deseas, Luciano, en poco tiernpo
a ir can ventaja sobre rodos los demas' Te [444]
Mario el epicureo pareceran como nifios; tan arriba estaras can respecto a ellos en tus pensamientos. -iMagnifico!
iSe ttl mi guia! Es
10 justa. Pero dime: si algo de 10
~permites que los aprendices te contradigan que dices no
10 consideran correcto?
-iPor supuesto
que no! Pero si
plantear tus preguntas.
10 deseas, puedes
De esa manera aprenderas
mas
facilmente. -Entonces
perrnfterne saber esto: ~tan solo hay un
camino que conduzca a una filosofia autentica, tu propio camino, el de los estoicos,
0
es cierto, tal como he
oido, que hay muchos caminos para acercarse a ella? -iCiertamente! los estoicos,
iLos caminos
los peripateticos,
son muchos!
nombre de Platon; estan los entusiastas
y Andstenes,
Estan
y los que reciben
su
de Diogenes,
y los seguidores de Pitagoras, ademas de
otros muchos. -Entonces
es cierto. Pero ~Io que dicen es
10 mismo
a algo distinto? -Muy distinto. -Sin embargo pienso que la verdad debe ser una y la misma para todos elias. Responderne
entonces: ~en que
a en quien confiaste cuando te dedicaste por primera vez a la filosofia, y viendo tantas puertas abiertas las dejaste todas y te metiste par la de los estoicos, como si solo en ella estuviera el camino de la verdad? ~Que prenda has recibido? Te ruego que te olvides de [445]
10 que eres
Walter Pater hoy: a medio camino 0 mas del viaje filosofico, respondeme como 10 habrfas hecho entonces, cuando eras un simple espectador, tal como soy yo ahora. -iPerfectamente!
A esa escuela iba 1a gran rnayorfa.
Por eso considere que seria el mejor camino. -~Una mayorfa mucho epicureos, los platonicos
mas grande que 1a de los
y los peripateticos?
los con taste respectivamente,
Sin duda
como los votos de un
escrutinio. -iNo! Pero no fue ese mi unico motivo. Of decir a todos que los epicureos eran blandos y vo1uptuosos, que los peripateticos
eran avariciosos y pendencieros
y que
los seguidores de Platen estaban inflados por el orgullo. jPero de los estoicos eran muchos los que afirrnaban que ieran hombres
autenticos,
!suyo era un camino i
que 10 sabfan todo, que el
recio, el unico camino ala riqueza,
ala sabiduda, a todo 10que pueda desearse. -Desde
luego quienes dedan
tales cos as no sedan
estoicos, pues en ese caso no les habrfas creido: y todavia menos serfan sus oponentes.
Por tanto, debfan ser gen-
tes vulgares. -iCierto!
Pero debes saber que no confie exclusiva-
mente en los demas. Confie tambien en mf mismo: en 10 que yo veia. Vi que los estoicos iban por el mundo con una actitud decorosa, pulcramente
vestidos, jarnas
con excesos, recogidos siempre, permanentemente les a esa actitud que todos consideran «dorada». [446]
fie-
Mario el epicureo -Me
estas poniendo
a prueba.
Quieres ver hasta
que punto eres capaz de conseguir que yo me equivoque con respecto a tus razones verdaderas.
Pues el tipo
de prueba que describes se puede aplicar ciertamente a las obras de arte, que con razon son juzgadas por su apariencia ante la mirada. En la forma delicada y en la caida graciosa de las vestimentas
hay algo que nos in-
dica con seguridad que estamos viendo la mano de Fidias
0
de Alcamenes.
Pero si la filosofia hubiera de ser
juzgada por la apariencia
exterior, ~que le sucederia al
ciego, que no es capaz de observar el atuendo
yel ca-
minar de tus amigos estoicos? -No estaba pens an do en los ciegos. -Sin embargo,
en un asunto tan importante
todos debe existir algun criterio cormin, Si asf
para
10 quie-
res, dejemos a los ciegos mas alia de los privilegios de la filosofia; aunque quizas ellos necesitaran mas que todos los dernas esa vision interior. Pero los que no son ciegos y tienen
una vista tan aguda como pueda desearse,
~pueden recoger un hecho unico de la mente a partir del atuendo
de un hombre
jEntiendeme!
0
de cualquier
cosa exterior?
T u te uniste a esos hombres (~no es as£?),
por un cierto amor que sentiste mentalmente ellos, a los pensamientos
hacia
que posefan, deseando que tu
mente mejorara con ello. -jPor supuestol -Entonces,
con esa serie de signos de los que acabas (447)
Walter Pater de hablar, 2como te fue posible distinguir al filosofo autentico del falso? Las materias de este tipo no suelen revelarse por sf solas. No son sino misterios ocultos que apenas pueden sugerirse a traves de las palabras y los actos que en alguna medida se conformen
a ellos. Sin
embargo, parece ser que tu puedes mirar directamente al corazon de los hombres y tener conocimiento
de 10
que sucede real mente allf, -iTe estas burlando
de mf, Luciano! En realidad
tome mi decision con la ayuda de Dios, y no me arrepiento de ello. -Pero sigues negandote
a informarme
para que me
salve de perecer dentro de ese «rebafio vulgar». -Porque nada puedo decirte que te satisfaga. -iTe equivocas, amigo mfo! Pero dado que 10 ocultas deliberadamente,
escatimandome
10 que supongo es la
filosofia autentica que me haria igual a ti, si ello es posible intentare descubrir por rnf mismo los criterios exactos en estas materias: como tomar una decision absolutamente segura. Escucharne, -Lo hare; debe tener algun valor conocer 10 que vas adecirme. -iMuy bien! Pero no te rfas si mi esfuerzo te parece algo torpe: la culpa es tuya por negarte a com partir conmigo
tu
iluminacion./Supongamos
que la filosofia es
como una ciudad: una ciudad en la que los ciudadanos , que alli viven son gentes felices, como tu maestro te [448]
Mario el epicureo habra dicho, y que han llegado all! recienternenre,
tal
como nosotros podernos suponer. Poseen todas las virtudes y son casi iguales a los dioses. No se yen en sus calles esos actos de violencia que suceden entre nosotros. Viven juntos como si tuvieran una sola mente, con gran decoro; no tienen lugar entre ellos las cosas que sobre todo hacen que los hombres se enfrenten unos a otros. El oro y la plata, el placer, la vanagloria, que han sido desterrados
hace tiempo
pues no benefician
com un: y viven en una calma ininterrumpida,
al bien con la /
misma libertad, igualdad y felicidad. /-
-~yno es razonable pensar que todos los hombres desearan vivir en una ciudad semejante, y no les importara el tiempo y las dificultades del camino para llegar allf, con tal de poder convertirse un dia en esos hombres libres? -Bien podria ser ese el motivo de la vida: abandonar todo 10 demas, olvidarse del propio pais, sin conmoverse por las Ligrimas y las manos tendidas de los padres de los hijos, si uno los tiene; tan solo ordenarles sigan el mismo camino; y si no quisieran
0
0
que
pudieran ha-
cerlo, desprenderse de ellos, dejarnos hasta el vestido en sus manos si se aferraran a el, para ir directamente
a ese
lugar feliz. Pues supongo que no hay miedo de que te cierren las puertas si llegas alli desnudo. Recuerdo que hace mucho tiernpo un anciano me relate como sucedian allf las cosas, ofreciendose a guiarme hasta alli e in[449]
Walter Pater cluirme a mi lIegada entre sus ciudadanos. quince afios y era ciertamente
S610 tenia
bastante tonto: yes posi-
ble que estuviera realmente entonces en los aledafios
0
en las puertas mismas de esa ciudad. Pues bien, entre otras cosas ese anciano me conto que todos los ciudadanos habian lIegado des de muy lejos. Habra entre ellos barbaros y esclavos, hombres todos deseaban
pobres, hasta lisiados, y
verdaderamente
esa ciudadanfa,
:unicas condiciones legales para ser empadronado
/Las alli no
eran la riqueza, ni la belleza corporal ni los antepasados ; nobles, cosas todas elIas que no tenfan valor entre ellos, sino la inteligencia y el des eo de un trabajo serio y una belleza moraljCuando
aS1estaba cualificado, elultimo
en lIegar se volvia igual a los dernas: amo y esclavo, patricio y plebeyo eran palabras que no existfan en aquel lugar bendito, Y cree me si te digo que si ese lugar bendito y hermoso fuera visible en una colina para to do el mundo, hace tiempo que habria viajado hasta el. Pero tal como ttl mismo dices, esta muy lejano: y uno tiene que descubrir
por SI mismo el camino, y quien es el
mejor gura posible. Pero yo he encontrado
una multi-
tud de gufas que me han presionado para ofrecenne sus servicios afirrnando
todos que ellos mismos habian es-
tado alli. S610 que los caminos que me proporuan eran rnuchos, y en direcciones empinado
contrarias.
Uno de ellos es
y pedregoso, y hay que recorrerlo bajo cl sol
ardiente; el otro cruza unos prados verdes bajo la sorn[450]
, I
Mario el epicureo bra mas grata, y pasa junto a muchas Fuentes de agua.
i
Pero sea cual sea el camino, cada uno de ellos tiene unl guia digno de ser crefdo: te extiende la mana para que', cojas su camino. Segun el todos los dernas estan equivo- 'j: cados, todos los otros guias son falsos. iAhi esta mi dificultad! iEn el mimero y variedad de los caminos! Pues como ttl sabes bien, no hay mas que un camino que lleve "~ hasta Corinto. -iPerfecto!
Si piensas
en todos,
no encoritraras
mejores guias que esos, Si deseas llegar a Corinto,
se-
guiras las huellas de Zeno y Crisipo. Es imposible
de
otra manera. '-iCierto!
[l,a antigua
lengua familiar! Si hubiera
aquf un peregrino compafiero de Platon,
0
de Epicuro, u otros cincuenta
cada uno me
dirfa que no lIegarla a Corinto
distintos,
un seguidor
salvo en su compafifa,
Por 10 que habrfa que creer a todos, 10 que es absurdo; 0 10 que resulta mas seguro, desconfiar de todos por igual hasta que uno haya descubierto la verdad. Supongamos ahora que siendo ignorante, como soy yo, acerca de cual de todos los ~il~.sofos esta verd~d~rameJ~.~ el: pose~ion de la verdad'\l':IIJ()tusec~aylll~f19ii4~.!tl,amlgo rruo, y entonces tan solo llego a conocer el camino de los estoicos; y que algttn poder divino devolviera a la vida a Platon, Aristoteles,
Pitagoras y los dernas. Entonces ven-
drian a rni, me juzgarfan pot mi presuncion
y dirian:
«2En quien confiaste cuando preferiste a Zeno y a Crisi[451]
,i
Walter Pater po en lugar de a nosotros, que somos maestros de una epoca mas venerable que la de elIos, que son solo de ayer, y eso a pesar de no haber discutido nada con nosotros ni haber puesto a prueba nuestra doctrina? No es asf como discriminan
los jueces de la ley, escuchando
a
una sola parte y negandose a que la otra hable. Si los jueces actuaran asf, podria apelarse a otro tribunal». ~Que podria responder, bastaria con decides que habia confiado en mi amigo Herrnotimo? ElIos me contestarfan: «No conocemos a Hermorimo,
ni el a nosotros», y son-
riendo afiadirfan: «Tu amigo piensa que puede creer en to do 10 que dicen nuestros adversarios por ignorancia
",.r.
'.'
~
S.. .,:.;.
.)
0
por malicia. Pero si el fuera el arbitro en los juegos, y si llegara a ver a uno de nuestros luchadores en un ejercicio preliminar,
despedazar
a un adversario
hecho de
simple aire, entonces no 10 considerarfa vencedor. Pues bien, no dejes que
ttl
amigo Herrnotirno
suponga,
de
una manera semejante, que sus maestros han prevalecido realrnente sobre nosotros en esas batallas, pues han luchado
simplemente
con nuestras sombras. Actuan
como nifios que se alegran de derribar sus castillos de cartas,
0
como muchachos
arqueros que grit an cuando
han acertado al blanco de paja. Los arqueros persas yescitas pueden acertar a un pajaro en un ala sobre sus caballos al galope». -Dejemos descansar a Platen ya los demas. No me corresponde a rnf contender con ellos. Busquemos mas bien [452]
r Mario el epicureo juntos si la verdad de la filosofia es tal como yo la vivo. ~Por que hablar de los atletas y los arqueros de Persia? -De
aeuerdo,
dejemoslos
si as!
10 quieres. jPero
ahora habla! Da la impresion de que tengas algo maravilloso que pronuneiar. -.jPues bien, Luciano! Me parece muy posible que quien haya aprendido
solo la doctrina
pueda alcanzar de estos un eonoeimiento
de los estoieos de la verdad
sin pasar a investigar los diversos dogmas de los demas. Examinemos
la cuestion
de este modo. Si alguien te
dice que dos mas dos son cuatro, ~sera necesario que vayas preguntando
a todos los aritmeticos hasta saber si
alguno de ellos dice que dos mas dos son cinco,
0
siete?
~No verfas enseguida que ese hombre te esta diciendo la verdad? -De inmediato. -~Por que entonees te pareee imposible que el que ha estado de acuerdo con la enunciacion
de la verdad
que dan los estoicos, se adhiera a ellos y no busque a ningun otro, ya que euatro no podran ser nunca cinco ni aunque as!
10 digan cincuenta Platones y cincuenta
Aristoteles? -jTe estas saliendo de la cuestion, Hermotimo! vineulando
cuestiones abiertas can principios
Estas univer-
salmente reeibidos. ~Es que has conocido alguna vez a alguien que dijera que dos mas dos son cinco, a siete? -jNo! Tan solo un loco
10 dirfa,
[453]
Walter Pater
-2 Y has conocido alguna vez a un estoico y un epicureo que estuvieran
de acuerdo sobre el principio
final, sobre la causa primera
y ultima
iNunca! Entonces tu paralelismo vestigando
y el
de las cosas?
es falso. Estamos in-
a cual de las sectas filosoficas pertenece
verdad y ni decides anticipadamente
la
y te decantas por
los estoicos alegando, 10 que no esta nada claro, que es por ellos que dos mas dos son cuatro. Pero los epicureos o los plat6nicos
podrian decir que en realidad es por
ellos que se sabe que dos mas dos son cuatro, mientras que para ti son cinco 0 siete. VYrio es asf cuando ni pi en, sas que la virtud es el unico bien, mientras que para los,. . epicureos es el placer, cuando til sostienes que todas las \ I
cosas son materiales, mientras que los plat6nicos admi- / ten algo in material? Como te dije, resuelves sin pensario' eri favor de los estoicos exactamente
aquello que exige
una decisi6n critica. Si estuviera claro de antemano que s610 para los estoicos dos mas dos son cuatro, entonces los otros tendrfan que retirarse. Pero por 10 que se refiere al punto de nuestro debate tendremos
que escuchar
por igual a todas las sectas 0 estaremos seguros de que se nos considerara parciales en nuestro juicio. -iLuciano,
creo que no entiendes
del todo 10 que
quiero dar a entender! Para aclararlo, supongamos
que
dos hombres han entrado en un templo, el de Esculapio, 0 el de Baco, y que despues se descubre que uno de los vasos sagrados se ha perdido. Hay que buscar a los [454]
Mario el epicureo dos hombres para saber cual de ellos su vestido. Pues es eierto que
10 ha oeultado bajo
10 poseera uno u otro. Pues
bien, si se encontrara en el primero, no habra neeesidad de busearlo en el segundo; si no se eneuentra
en el pri-
mero, entonees debera tenerlo el otro; y tampoeo habra neeesidad de buscarlo en d. -Cierto,
supongamos
que asf sea.
-iLo mismo pasa eon nosotros, Luciano! Si hemos
el vasa sagrado en posesion de los estoicos, ya no sera necesario averiguar si los otros filosofos han
eneontrado alcanzado
10 que estamos buscando. Entonces, ~por que
preocuparnos
mas?
-No sed. necesario si es cierto que se ha encontrado algo, y sabes que se trata de aquello que se habfa perdido: si por
10 menos eres capaz de reconoeer el objeto sa-
grado al verlo. Pero en verdad que, por la materia que ahora nos ocupa, no son unicarnente
dos las personas
que han entrado en el templo, y que una u otra de ellas hayan cogido necesariamente una multitud
la cop a dorada, sino toda
de personas. Y ademas no esta claro cual
es en realidad el objeto perdido, si una eopa, un jarron
0
una diadem a; pues uno de los sacerdotes afirma una eosa, y el otro, otra; ni siquiera estan de aeuerdo en cual es su material: algunos sostienen que es de bronee, y otros de plata
0
de oro. Por tanto es neeesario busear
entre los ropajes de todas las personas que han entrado en el templo si queremos reeuperar el vasa perdido. Y si
[455]
Walter Pater encuentras
una copa de oro en el primero de ellos, se-
guira siendo necesario buscar entre las prendas de los dernas; pues no estamos seguros de que esa copa pertenezca realmente al templo. ~No serfa posible que hubiera muchos de esos vasos de oro? Tendremos que buscar en cada uno de ellos y colo car todo 10que encontremos en el centro, para luego conjeturar
cual de aqueUos ob-
jetos podemos suponer que sea propiedad del dios. Esta circunstancia
aumenta
mucho nuestra dificultad
por-
que sin excepcion todo aquel en el que buscamos llevaba algo con el: una cop a, un jarro 0 una diadema de bronce, plata u oro: y adernas no se sabe cual de ellos es el objeto sagrado. Por necesidad antes de condenar
tendras que vacilar
a cualquiera de ellos como culpable
del sacrilegio: cualquiera de esos objetos podrfa ser de su propiedad
legal, pues una causa de toda esta oscuridad
serfa, tal como yo 10yeo, que la copa perdida, si se trataba de una copa, no llevaba ninguna
inscripcion,
Si el
nombre del dios, 0 aunque s610 fuera el del donante, estuviera en el objeto, tendriamos men os problemas y habiendo
detectado
la inscripcion
podrfamos
dejar de
molesrar a los dernas con nuestra busqueda. -Nada tengo que replicar a eso. -Nada creible podrias contestar. De modo que si deseamos descubrir quien tiene el vasa sagrado, podra guiarnos mejor hasta Corinto, tendremos
que dirigirnos a todos y examinarlos [456]
0
quien
necesariamente con el
r .,
Mario el epicureo maximo cuidado, desnudandolos minandolos
atentamente.
de sus prendas y exa-
Mas ni siquiera asi llegare-
mos apenas a la verdad. Si hemos de tener un consejero de confianza con respecto a esta cuestion de la filosoha =cual de entre todas las filosohas deberiamos
seguir-,
solo aquel que conozca los dicta de cada una de ellas podria ser ese guia: todos los dernas resultaran inadecuados. Yo no podria creer a quien le falte informacion aunque sea de solo una de ellas, Si alguien nos presenta a una persona bella diciendonos
que es el mas bello de
todos los hombres, no le creeriamos si sabemos que no ha visto a todas las personas del mundo. Puede ser hermoso, pero el mas hermoso de todos no puede saberlo quien no haya vis to a todos. Y no deseamos encontrar a alguien bello, sino al mas bello de todos los hombres. Si no 10 encontramos,
pensaremos
que hemos fracasado.
No es la belleza casualla que nos contenrara;
10 que es-
tam os bus cando es esa belleza suprema que por necesidad ha de ser unica. - ~Y que puede entonces hacer uno si las cosas son asi realmente? Quizas ni 10 sepas mejor que yo. Lo que yo veo es que muy pocos de nosotros tenemos tiempo para examinar todas y cada una de las diversas sectas de la losofia, incluso aunque edad temprana
empecemos
£1-
a hacerlo a una
de la vida. No se como sera todo esto,
pero aunque me parece que has hablado razonablemente, sin embargo he de confesar que con esa exacta expo[457]
Walter Pater sicion tuya me has preocupado nado al salir hoy y encontrarme
bastante. Fui desafortucontigo, pues me has
dejado muy confuso con tu prueba de que el descubrimiento de la verdad es imposible precisamente
cuando
me pareda estar a punto de alcanzar mis esperanzas. -jHijo mio, culpa a tus padres, no a rnf 0 mas bien culpa a la propia madre naturaleza por darnos solo setenta u ochenta afios en lugar de hacernos tan longevos como Titon04. En cuanto ami, 10unico que he hecho ha sido conducirte
desde las premisas hasta la conclusion.
- Te burlas de mi. Aunque no se la razon, sientes rencor hacia la filosoffa y te diviertes burlandote
de quienes
laaman. =Hermotimo,
10 que pueda ser la verdad tus filoso-
fos podran dccirrelo mejor que yo. Pero al menos yo se de ella que en absoluto
es agradable para quienes la
oigan hablar: en cuanto a 10 que es agradable, la supera con mucho la falsedad, que tiene un semblante mucho mas bello. Como es consciente de que no esta coaligada con nadie, a todos los hombres les habla con audacia, y por tanto estes la aman poco. Mira 10 enfadadoque
te
has puesto porque te he dicho la verdad acerca de ciertas cosas de las cuales ambos estamos igualmente enamorados: que son diffciles de lograr. Es como si te hubieras enamorado
de una estatua y esperaras ganar sus favores,
considerandola
una criatura humana;
pero yo, dando-
me cuenta de que se trataba de una imagen de bronce 0 [458]
Mario el epicureo piedra, como un amigo te he mostrado que tu amor era imposible, y con ello tu has concebido
que yo te tenia
mala voluntad. -Mas 2no se deduce de
10 que dijiste que debemos re-
nunciar a la filosofia y pasar nuestros dias en la ociosidad? -2Cuando
me ofste decir tal cos a? Lo unico que hice
fue afirmar que si buscamos la filosofia, cuando existen tantos caminos que afirman llevar a ella, deberemos distinguir entre estos con gran exactitud. -Luciano,
el que tengamos que ir por turnos a todas
las escuelas y comprobar
10 que dicen para elegir la co-
rrecta quizas sea razonable; pero con seguridad es ridfculo a menos que vayamos a vivir tantos afios como el Fenix, pues mucho tiempo se tardaria en poner a prueba cada una; pero 2no serfa posible conocer la totalidad por una de sus partes? Dicen que cuando [e ensefiaron a Fidias una de las garras de un leon pudo calcular la estatura y la edad del animal al que perteneda,
modelando
un leon entero a partir de una de sus partes. Tambien ni reconocerias
una mana humana
aunque
el resto del
cuerpo estuviera oculto. Lo mismo sucede con las escuelas de filosofia: las doctrinas principales de cada una podrfan
aprenderse
en una sola tarde. Esa exactitud
tuya, que tanto tiempo requiere, no es en absolute necesaria para tomar la mejor decision. -Con mucha energia defiendes, Herrnorimo,
la teo-
ria del to do por las partes. Aunque cree que hasta ahora [459]
Walter Pater te habia oido proponer
10 contrario. No obstante dime:
cuando Fidias vio la garra de un leon, ~habrias sabido que perteneda a ese animal si nunca hubiera visto un leon entero? Seguramente la causa de que reconociera esa parte fue su conocimiento
de la totalidad.Hay una manera de
..elegir la propia filosofia menos trabajosa que la tuya. Pon en una urna los nombres de todos los filosofos. Llama entonces a un nino pequefio y pidele que saque el nombre del filosofo al que seguiras el resto de tus dias.i -jVamos, se serio conmigo! Pero dime: ~alguna vez compraste vino? -Por supuesto. -~ypasaste por todos los comercios comparando
probando
y
los vinos?
-En absolute. -jClaro
que no! Te contestaste con comprar el pri-
mer buen vino que encontraste nia. Probando
al precio que te conve-
un poco te aseguraste de la calidad de
todo el tonel. ~Y si hablaras con cada uno de los comerciantes y les dijeras: «Quiero comprar una medida de vino. Dejame que beba el tonel entero. Entonces podre decir cual es el mejor y donde comprarlo»? Pues esto es
10 que harias ttl con las filosofias. ~Por que beber el tonel cuando puedes probar y ver? -jEres escurridizo y te escapas entre los dedos! Sin embargo, me has dado una ventaja y has caido en tu propia trampa. [460]
rMario el epicureo -2Como es eso? -Has cogido un objeto conocido por todos convirtiendo vino en la Figura de algo que presenta la mayor variedad y con respecto a 10cual todos los hombres opinan de manera diferente, pues es algo invisible y dificil. No se me ocurre en que se asemejan la filosofia y el vino salvo en que los filosofos cambian sus conocimientos por dinero, 10 mismo que los comerciantes gunos de ellos rnezclandolo
el vino; al-
con agua 0 algo peor, 0
dan do una medida menor de la que han vendi do. Sin embargo, vamos a considerar tu paralelismo. Dices que to do el vino del tonel es del mismo tipo. Pero 210sfilosofos, incluso tu propio maestro, te dicen solo una cosa, cada dia y todos los dias, ace rca de un tema tan multiple? Yadernas, 2como puedes conocer la totalidad probando solo una parte? EI total no es igual: quizas Dios ha ocultado el buen vino de la filosoffa en el fondo del tonel. iTendras que bebertelo hasta el final si quieres encontrar esas gotas de dulzor divino de las que tan sediento pareces estar! Ttl mismo, segtin cuentas, despues de haber bebido tanto solo estas en el principio. 2No es asf la filosoffa? Olvidate del vinatero yel tonel: piensa que este esta lieno no de vino, sino de todo tipo de semillas y cereales. Cuando vas a comprar, el comerciante
te
entrega un poco del trigo que esta arriba. 2Viendo esc trigo puedes saber que los garbanzos estan limpios, las lentejas tiernas, las judias enteras? Pues al elegir nuestro [461]
Walter
vino solo ponemos
Pater
en peligro nuestro dinero; pero al
elegir nuestra filosofia nos ponemos en peligro nosotros mismos, tal como me dijiste, pues podemos hundirnos en la hez del «rebafio vulgar». Ademas, aunque no te bebas el tonel de vino entero para probarlo, sin embargo la sabidurfa crece en proporcion
con la profundidad
con la que bebas. 0 dicho todavfa mejor, cuanto mas tomes de ella, mas aumenrara. Pero tengo otro simil que proponerte
con respecto a esta prueba de la filosoffa.
No pienses que blasfemo de ella si digo que puede ser el aco-
semejante a un veneno mortal, como la cicuta
0
nito. Estos pueden causar la muerte, pero
matan si
IlO
uno tan solo los prueba en una dosis diminuta. gamos que la pardcula
Supon-
mas pequefia pudiera ser sufi-
ciente. -Si es como dices, Luciano, afios y mantener
uno ha de vivir cien
todo ese esfuerzo para poder alcanzar
la filosofia. -jEn absoluto! Aunque cierto
eso no serfa extrafio si es
10 que dijiste al principio, que fa vida es breve y el
arte es fargo. Pues sabes bien que antes de que termine este dla no nos habremos encontrado Pitagoras
0
con Crisipo, con
con Platen.
-jMe has pillado, Luciano, una esquina! Y creo que
me has acorralado
en
10 has hecho por envidia, por-
que yo he avanzado algo en la doctrina mientras que tu te has abandonado
a ti mismo. [462]
Mario el epicureo -jPues no me prestes atenci6n! Tratame como a Coribantes, como a un fanacico: y sigue adelante por el camino que has elegido. Termina el viaje de acuerdo con la opinion que de estos asuntos tenias al empezarlo. Mas puedes estar segura de que mi juicio al respecto permanecera inalterable.
La raz6n sigue diciendo
que sin la
critica, sin una inteligencia clara, exacta y sin desviaciones que las pongan a prueba, todas estas teorias, todas estas cosas, habran sido examinadas en vano. Nos dice la razon que «para llegar a ese fin se necesita mucho tiempo, mucbas detenciones del juicio, un caminar precavido, una inspecci6n repetida». Yen ninguno
de los
que bablan hemos de considerar el aspecto exterior
0
su
fama de sabio sino que hemos de hacer como los jueces del Are6pago, que examinan sus causas en la oscuridad de la noche y solo prestan atenci6n a 10 que oyen. -jEntonces
la filosofia es imposible,
0
solo es posible
en otra vida! =Hermotimo,
me apena decirte todo esto, aunque
pueda ser en realidad insuficiente. demos engafiarnos
creyendo
AI fin y al cabo, po-
que hemos encontrado
algo, como los pescadores, echando la red una y otra vez. AI final sienten algo pesado y con gran esfuerzo la suben pera no esta cargada de peces, sino de un cachaITO
Ileno de arena
0
una piedra grande.
-No entiendo a que te refieres con el simil de la red. Es evidente que me has cogido en ella. [463]
Walter Pater -jPues intenta salir! jEres capaz de nadar tan bien como cualquier otro! Podemos ir a ver a todos los filosofos y ponerlos a prueba. Pero yo por mi parte sostengo que no es en absoluto seguro que alguno de ellos posea realmente
10 que estamos buscando. La verdad puede
ser algo que ninguno de ellos haya encoritrado
todavfa.
Supon que tienes diez judias en la mano y que pides
a
diez personas que conjeturen cuantas hay: uno dice que cinco, otro que quince; es posible que alguno de ellos pueda decir el numero exacto; pero no es imposible que todos ellos se equivoquen/Lo mismo sucedecon 10sfi":1 . .losofos. Todos buscan por igualla felicidad, sea esta 10 \ que sea. Uno dice una cosa, otro dice otra: que es el pla- : cer, que es la virtud, Y la felicidad podrfa ser una de estas 'I cosas. Pero tambien es posible que pueda ser otra dife--J
\ rente y distinra, -En
10 que dices hay algo muy triste y descorazona-
dor, aunque no se exactamente
que. Da la impresion de
que hayamos caminado en drculo y regresado a1punto del que partimos, a nuestra primera incertidumbre.
jAy,
Luciano! 2Que es 10 que me has hecho? Me has demostrado que mi inapreciable
perla no era sino cenizas, y
que todos mis esfuerzos pasados han sido vanos. -Piensa, amigo mio, que no eres la primera persona que ha fallado asf no consiguiendo
las bondades que es-
peraba. Por asi decirlo, los fil6sofos no hacen otra cosa que luchar contra «la sombra de un asno». Me pareces [464]
Mario el epicureo igual que alguien que Bora y reprocha a la fortuna no ser capaz de ascender al cielo,
0
sumergirse en el mar en Si-
cilia y salir del agua en Chipre,
0
volar con alas en un
solo dia desde Grecia hasta la India. Y la causa verdadera de su problema
es que ha bas ado sus esperanzas en
que ha visto en un suefio, presentado;
10
0 en 10 que su fantasia le ha si 10 que el
sin haber pensado previamente
desea puede lograrse dentro de la naturaleza
hum ana.
Eso es 10 que pienso que te ha sucedido a ti. Despues de que sofiaste durante tanto tiempo con esas cosas maravillosas, vino la razon y te desperto
bruscamente
del
suefio: ttl te has enfadado con la razon, tus ojos siguen tan solo abiertos a medias y te es dificil apartarte
del
suefio por el placer que sentiste en d. No te enfades conmigo porque, considerandorne
ru amigo, no podia
perrnitir que pasaras tu vida en un suefio, agradable quizas, pero un suefio tan solo; porque te desperte y te exigi que te ocuparas de las cosas de la vida, y quise que estuvieras poseido por el sentido comun. Aquelio de
10 que
tu alma estaba liena hasta ahora no se diferencia mucho de esas gorgonas y quimeras que los poetas y pintores construyen para nosotros partiendo de la fantasia: cosas que nunca fueron ni seran, aunque muchos crean en elias, ya todos les gustaria verlas
0
escucharlas tan solo
porque son desconocidas y extrafias. »Pienso que eres de esos que cuando han oido a un hacedor de maravillas hablar de una mujer de una belie[465]
Walter Pater za que esta mas alla de
10 natural-mas
cias, de la propia Venus Urania-, que ha dicho es verdad,
0
alla de las Gra-
no le preguntas si
10
si esa mujer vive realmente en
el mundo, sino que se enamora inmediatamente
de ella,
tal como dicen que Medea se enamoro de Jason en un suefio, Y
10 que mas que nada te sedujo a ti, como a
otros como ni, a esa pasion por un vane Idolo de la fantasfa, es que aquel que te hablo de la mujer hermosa, des de el momenta
mismo en que creisre que era cierto
10 que el deda, puso to do 10 demas en un orden coherente. Tu mirada solo se fijaba en ella; gracias a ella el te sujeto y te condujo por
10 que el deda que era cl camino
recto hacia la amada. Despues, todo fue sencillo, Ninguno de vosotros volvio a preguntar si era cl camino autentico; 10 seguisteis uno tras otro como las ovejas siguen al pastor que lleva en la mano una rama verde. jTe llevo de aquf para alla con su dedo tan facilmente como
cl agua derramada sobre una mesa! »jAmigo mio! jNo tardes tanto en preparar el banquete si no quieres morir de hambre! Vi a uno que verrio agua en un mortero y empezo a molerla con toda su fuerza con una mana de hierro, pensado que hada algo uti 1y necesario: pero sin embargo segula siendo tan solo agua. En ese momento los disputantes
se interrumpio
la conversacion
y
se separaron. Habfan trafdo los caballos
de Luciano. EI muchacho siguio su camino y Mario fue [466]
Mario el epicureo a visitar a un amigo que vivia un poco mas lejos. Cuando por la tarde regres6 aRoma,
el aspecto melancolico
natural de una ciudad de los muertos habia triunfado sobre la alegria superficial de las primeras horas del dia. Casi podia imaginarse alli a Canidia abriendose camino entre
las tam paras macilenras
rumba olvidada
0
para saquear
alguna
en ruinas; pues no todas aquellas
tum bas estaban igualmente
bien cuidadas (post mortem
nescio), y habia sido un rasgo de piedad de Aurelio el decretar una ley severa que impidiera que se desfiguraran esos monumentos.
Mario crey6 encontrar un significa-
do nuevo a ese terror del aislamiento,
de estar a solas en
esos lugares tan llenos de inscripciones
sepulcrales. EI
crepusculo rojizo se iba apagando pero iluminaba todavia los objetos sornbrfos que le rodeaban, combinando los recuerdos de este famoso camino, sus marcas profundamente
grabadas de viajes inmemoriales,
con las
cuestiones de esa manana acerca del camino autentico de ese otro tipo de viaje, mezclandose
todo can una
imagen casi fantasmal de los trazos de sus grandes penas -llevando
para siempre sobre los pies sangrantes el ins-
trumento
de su castigo-,
que era 10 unico que Mario
podia recordar claramente
de cierta leyenda cristiana
que habia aida. La leyenda hablaba de un encuentro que se habia producido
en ese punto mismo de la Via
Apia entre dos caminantes, tal oscuramente
discernido
y tambien de un viaje meny totalmente
[467]
distinto
del
Walter Pater
suyo y del de sus ultimos compafieros: entre el Amor desrnayandose
junto
un encuentro al camino,
y el
Amor «que viajaba en la grandeza de su fuerza», el Arnor que apareci6 de pronto para sostener al otro. Era un extrafio contraste con la conversaci6n de aquella manana, que sin embargo pareda
tener un eco en las palabras
que se habian pronunciado. lada de Luciano:
Record6la voz bien modu-
«~y nunca bajan de las alturas para
ayudar a aquellos a quienes han dejado aquf abajo?» «Tambien nosotros deseamos no a una hermosa, sino a la mas hermosa de todas. Si no la encontramos, remos que hemos fracasado».
[468]
pensa-
Capitulo XXV Sunt lacrimae rerum"
"'\" \~t/\'
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i'\ 0 >"
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Para Mario se habia convertido en un habito, uno de sus modernismos,
potenciado
por la ayuda que estaba
prestando al emperador en sus «conversaciones consigo mismo», llevar un registro de los movimientos humores y pensamientos nuamente,
de sus
privados; no 10 hada conti-
des de luego, pero sf a veces durante largos:,
intervalos durante los cuales no era una autoindulgencia ociosa, sino una necesidad de su vida intelectual, «confesarse consigo mismo» con una intimidad
que no
era frecuente entre los antiguos; pues en su mayoria los •• autores antiguos habian procurado
que no pudieramos
.,.~2
:
vislumbrar excesivamente su ser interior, 10 que en mu- .._:(; chos casos habria aumentado realmente el interes de sus' ,:,:, informaciones
objetivas.
«Sisegun la creencia antigua una deidad tutelar par-
genio camina toda la vida allado de cada uno de nosotros, el mio es ciertamente una criaturacapriticular
0
chosa», escribio Mario. «Me llena de humores capricho[469]
':\
Walter Pater
sos, inexplicables
pero irresistibles,
estar en connivencia
y siempre parece
con alguna circunstancia
exterior,
a menudo trivial en sf misma -las condiciones
climati-
cas, las personas con las que me encuentro
por azar, las
cosas que les oigo decir, verdaderos&~?8LOL CJl)[l~oA(;0) 0 presagios del camino, tal como imaginaban los antiguos griegos-, pero que convierten zonables del momento
las preocupaciones
irra-
en motivos poderosos. Sin duda
fue una fatiga Hsica totalmente
explicable la que al des-
pertar esta manana hizo que me sintiera tan fatigado y carente de brillo. Mas me yeo obligado a considerar esa irritabilidad,
que tanto contrasta con mi habitual esta-
do de esperanza matinal, como un signa del envejecimiento del apetito, de una decadencia de la capacidad de gozo. Tenemos necesidad de un estimulo imaginatiyo, de un ideal no imposible que pueda dar forma a una esperanza vaga rransforrnandola nos transporte
en un des eo eficaz que
un afio tras otro, sin desagrado, a traves
del trabajo rutinario
que consrituye una parte tan im-
portante de la vida. »Pero 2como lograrlo si el apetito, ya sea real oideal, nos falla al cabo de un tiempo? iAh, sf Es de frio de
10
que los hombres mueren siempre, yen algunos de nosotros se va filtrando
muy gradualmente.
En verdad
puedo recordar haber tenido ya esa sensacion de falta de brillo en una
0
dos ocasiones anteriores.
Pero me doy
cuenta de que entonces se acompafio de una extrafia in[470]
Mario el epicureo diferencia cuando me vino ese pensamiento to a los sufrimientos
con respec-
de los demas: una especie de insen-
sibilidad, tan poco habitual en mf, que en cuanto la sentfa la consideraba
tan claramente
insana que pensaba
que no podia durar. Me preguntaba
110s sufrimientos, consecuencias
entonces si aque-
fueran grandes 0 pequerios,
para mi los mios, puesto
portancia
demasiado
a mi
que me recordaba
mismo que "nada q~le vay::!;}terminar demasiado";
ten ian
mas reales para ell os de las que tenfan dura realmenre
como para concedersele
im-
alguna. Pero hoy mi sensaci6n de fatiga, esa
piedad que senda hacia mi mismo, me disponfa a sentir una gran ternura hacia los dernas. Por un momen- ( to, el mundo
entero me pareci6 como un hospital del
I
enfermos; muchos de e110senfermos de la mente; pero; ,.:: serfa una brutalidad todos e11os.
no ser amable e indulgente
cori ~' ~',) )
»Mas cuando sali a dar un paseo para aca11ar esas fantasias extravagantes, inoportuno vejarme)
conternple
un incidente
(mi
genio seguramente 10 habia preparado para que probablemente
las potenciaria
todavia
mas. Bajaba por la calle un grupo de hombres conduciendo un hermoso caballo de carreras; un bello animal que se habfa herido en el circo volviendose inuril. Lo llevaban al carnicero, y creo que el animal 10sabia: lanzaba unas miradas como de suplica enloquecida
a quienes
pasaban junto a el mientras
por unos
[471]
iba conducido
''!.
Walter Pater desconocidos
a quienes se
10 habia entregado su ante-
rior duefio, para que muriese, con toda su belleza y orgullo, solo por ese fallo
0
infortunio;
yeso a pesar de que
el aire de la manana estaba todavfa tan animado que resultaba agradable olfatearlo.
Pude imaginar
un alma
humana en ese animal que se rebelaba contra su suerte. Y tuve que ver ese incidente
precisamente
presentaba para mf el sfrnbolo humanidad
cuando re-
mismo de nuestra pobre
con su capacidad para el dolor, sus infortu-
nados accidentes y esas simpadas nos dejan identificarnos
imperfectas
que I!O
nunca unos con otros; la capa-
cidad rnisma de expresion y suplica a los dernas parece fallarnos cuando las penas vienen hacia nosotros como . realmente nuestras.JiI{st~~os
hechos para ei sufrim·i~11-
to!1Cuantas pruebas de ello podemos encontrar solo dfa si nos tomamos
en un
el interes de observarlas en
nuestro camino: toda una larga guirnalda de penosos misterios, Sunt lacrimae rerum et mentem mortalia tanguntl• »[La fortuna
de los hombres
nos conmueve!
nifios pequefios de una de esas instituciones los huerfanos,
Los
de ayuda a
que tan de moda se han puesto ahora
entre nosotros como recuerdo de las personas eminentes fallecidas, van en una larga fila por la calle de camino a unas vacaciones en el campo. Se detienen y los cuentan con aire triunfal para probar que estan todos. Su conversacion alegre ha turbado a un pequefio grupo de campe[472]
Mario el epicureo sinos; una mujer joven y su esposo que lIevan a su anciana madre, que ya no puede trabajar y se esta volviendo estupida, para dejarla en una de esas casas que reciben a las personas asi afectadas. Se muestran afectuosos, pero
!
ansiosos de como va a salir aquello que piensan hacer, y esperan que ella les permita dejarla alli tranquilamente. La pobre anciana esta excitada poc el ruido que provo- • can los nifios, yen parte es consciente de
10 que va a su-
cederle. Tarnbien ella empieza a contarlos =uno, dos, tres, cinco- con sus dedos temblorosos, deformados
pOL
toda una vida de trabajo. ''is!! is!! Y dos veces cinco hacen diez", dicen ellos para tranquilizarla.
Es su ultima
suplica para que la devuelvan a su casa; la prueba de que no todo se ha terminado para ella; de que sigue teniendo tanta capacidad como esos gozosos nifios. »En los banos una cuadrilla de obreros trabaja en uno de los grandes hornos de ladrillo rodeados poc una nube de polvo negro. Un nino pequefio y fragille ha llevado comida a uno de ellos y se sienta separado, aguardando a que llegue su padre: contemplando
el trabajo,
pero con un penoso desagrado que [e provocan el estruendo y la suciedad. Contempla
melancolicamente
el
lugar que le aguarda en el mundo y que tiene alli, delante de el. Observando
aquello madura su mente; y por asi
decirlo, en ese momento
preve la larga cadena de dias en
los que se [evantara temprano,
en su inminente vida de-
dicada a trabajos penosos como aquel, [473]
..'
.~"
Walter Pater
»Llega un hombre con un muchacho
para el que ya
ha empezado el trabajo duro: es su unico hijo y el tener-
10 a su lado endulza un poco el esfuerzo del padre. El chico se ha herido al caer un muro de ladrillos, pero haciendo
un esfuerzo se monta
osadamente
sobre los
hom bros del padre. El afecto natural le mantendra
vivo
10 mas posible, a pesar de su cuerpo miserablemente golpeado. nuestros
"jAh! jTodavia esta con nosotros sintiendo cuidados!" Aunque
seguramente,
cuando
le
llegue el final, este se acornpafiara de un suspiro de alivio desgarrador que brotara de el y de los suyos. »Manteniendorne
alerta a incidentes
aunque por necesidadlos
como estes,
deje a un lado, me es diffcilli-
berarme de la sensacion de que yo, por mi parte, he fracasado en el amor. Podia ceder a ese humor hasta que me pareda tener mi parte de responsabilidad
en aque-
llas gran des crueldades publicas, en esos sorprendentes crfmenes legales que han quedado registrados, como la matanza a sangre fria, cumpliendo
la ley, de los cuatro-
cientos esclavos en el reinado de Neron porque se pensaba que uno de ellos habia asesinado a su duerio. AI pensar en ello me parece muy cercano ese rep roche junto con las faciles excusas de aquellos que, no habiendo participado
en el acto, contribuyeron
se ese dia tranquilamente
a el al dedi car-
a sus propios asuntos.
~y~,
cuantos de aquellos que ahora me rodean y cuya vida es dolorosa;'si es que alguna vezIlego a tener conciencia de [474]
Mario el epicureo s_ll_i_()_~O!!_.~~e!_es.eEill~~f~rente? Quizas a algunos de ellos, por las condiciones necesarias de mi propia vida, me enfrente en una especie de conflicto natural relacionado con los intereses que determinan
verdaderamente
la felicidad de ellos. jMe gustarla que brotara de mi corazon un amor mas potente! »Y sin embargo, hay mucha caridad en el mundo. Mi patron, el emperador
estoico, incluso la ha puesto
de moda. Para celebrar uno de sus breves retornos a Roma desde la guerra, adernas de entregar generosamente monedas de oro a todos los que las necesitaban, fueron perdonadas
las deudas publicas. Lo convirtio en
un agradable espectaculo: entretuvieron
por una vez los romanos se
con una exhibicion
amable y la ciudad
entera acudio al Foro aver la gran hoguera a la que el propio emperador
lanzo rodas las pruebas de deuda, y
tras el siguieron su ejemplo muchos acreedores privados. jAquello estuvo bien hecho! Sin~~~~rgo vuelve il mf el sentimiento de que nuestra caridad no podra afec-
·t~i.ra cierta falta natural de amabilidad que yeo en las cos as mismas. »Cuando Begue aRoma por primera vez, deseoso de observar su religion, especialmente las antiguas cos tumbres del uso religioso, asisti a la que quizas es la mas curiosa de todas esas ceremonias,
la que mas claramente
estaba marcada por ese inmovilismo
que es como un
ideal de la religion romana. La ceremonia se celebre en [475]
Walter Pater un lugar singular situado a varios kilometres
de la ciu-
dad, entre las colinas bajas que hay a la orilla del Tiber, al otro lado de la Puerta Aurelia. Alli, en un bosquecillo de arboles venerables
a los que piadosamente
se les
habfa permitido crecer y morir a su manera -encinas y cipreses permanedan
alIi donde habfan caido, unos
sobre otros y todos apresados, en aquella epoca de principios de mayo, por una marana de clematides silvestres-, habia un santuario determinados
magnifico
en el que en dias
se reunfa el Colegio Arval. jamas el hacha
tocaba esos arboles. Mas aun, estaba prohibido introducir en aquel recinto ningun
objeto meralico; no solo
porque las deidades de aquellos lugares tranquilos odiaban que se las turbara con el ruido agudo del metal, sino tambien como recuerdo de aquella epoca mejor, la perdida Edad de Oro, la epoca de los alfareros que conmemoraba, como acto central, aquella fiesta. »Las ceremonias preliminares eran largas y complicadas aunque tenian un caracter familiar. Era peculiar del lugar y la epoca la exposicion solemne, tras ellavado de manos, las procesiones hacia atras y adelante y ciertos cambios de vestimenta, de recipientes de arcilla identicos -verdaderas
reliquias de la antigua religion de Numa-
a
aquellos que habia utilizado el propio y sagrado Numa para comer y beber, puestos sobre una especie de altar en medio de una nube de flo res y de incienso, y de muchas velas, para servenerados por los credulos [476]
0
los fieles.
Mario el epicureo »Se trataba en realidad de copas
0
vasos de arcilla co-
cida y de forma tosca: la veneracion religiosa que asf se les ofreda expresaba el deseo humano
de honrar a una
epoca mas simple y anterior a aquella en la que el hierro habfa encontrado
su lugar en la vida humana; se expre-
saba el convencimiento
de que mereda la pena recordar
aquella epoca: y la esperanza de que pudiera retornar. »Que retornara
algun Numa,
con su edad de oro,
habfa sido en todos los periodos la esperanza de algunos. Pero si regresaba el
0
0
el suefio
alguien equivalente,
no podda terminar, sino debilitar tan solo, la raiz de ese mal, de la pena y el sentimiento
humano
ultrajados en
las cosas que uno debfa diferenciar cuidadosamente los accidentes
que podfan prevenirse.
de
Por necesidad
tendrfa que dejar inalterable la muerte y esas pequefias muertes diarias y continuas
que tienen algo de la ante-
rior. Me temo adernas que aunque consiguiera hacer total mente a su gusto el resto de la vida del hombre, inrnediatamente
ernpezarfa a entristecerse por el destine, por
ejemplo, de las flores. ~~~s hay en el corazon del hombre, quizas 10 hubo des de la epoca de Numa, un lugar para la pena que crece cada vez que aumenta la delicade- .. za y el poder intelectual tanto del individuo como de la raza, una pena que termina por encontrar su alimento. »De ese tipo de edad dorada disci erne uno de vez en cuando un rastro aquf y otro alia. A menudo he mantenido que, al menos en este generoso pais meridional, [477]
el
Walter Pater >L~p~~':l:reismo es la filosoffa especial de los pob~es) Que ,',. poco es que yo mismo he necesit;do realmente, \
\
cuando la gente me dejaba solo, si funcionaba serena__ -- __ .._._ .... - . _'. . ... ·-,'/mente mi capacidad inrelectual, Las gotas de agua de '
- li~~i~, unas cuantas flo res silvestres con su aroma inapreciable,
incluso
unos
muertas que cambiaban una habitacion
montones
de hojas medio
de color en la tranquilidad
de
que solo contiene luz y sornbratparala
mente capaz de cap tar todo esto, estas simples cosas
10
~ql.livalen a toda la gloria de Augusto. A vecesobservo
que me parece el caracter exacto del carifio que tienen los trabajadores mas toscos hacia sus hijos pequefios, un aprecio delicado no solo del afecto que estos les muestran, sino tambien de sus gracias visibles: y ciertamente en este pais los nifios son casi siernpre dignos de ser contemplados. Con el buen riempo, yeo diariamente
a una
nina que como un ramillete delicado corre a cncontrarse con el mas tosco de los obreros fabricantes de ladrillos cuando este regresa del trabajo. No riene el menor miedo de colgarse de su mana ruda: y por medic de la nina el Hega a hacer suyo algo de esa region extrafia, tan distante de el pero tan real, del refinamiento Lo que tiene de mas fino el alma,
0
mundano.
de material mas de-
licado las cosas, y exige un tacto cuidadoso,
para el
10
representa la delicadeza de esa nina, que Ie inicia en esc refinamienro.
Seguramente
es un contacto del oro secu-
lar, de una edad de oro perpetua. [478]
Pero pensemos
de
Mario el epicureo nuevo con que duro humor
ante la naturaleza
de las
!
cosas seguiria su lucha por la vida si esa nina muriera. Hoy he visto, bajo una de las arcadas de los banos, ados nifios jugando seriamente:
i
una hermosa nina y su her-i
mano mas pequefio, lisiado. jLes bastan dos sillitas de". juguete, una rnesita y unas ramas de abeto plantadas en la arena haciendo de jardin! Jugaban a atender una casa. ! Para esa nina la vida es absolutamente al hermano
amante celoso; yel muchacho, totalmente
buena sirviendo!
lisiado. Pero con el riernpo ella tendra un] desagradable,
i
aunque su rostro no sea \
no deja de ser un lisiado sin '.
esperanza. »Pues hay una cierta pena en las cosas tal como son, en el hombre tal como habra de llegar a ser, como es ya ciertamente,
que esta por encima de esas penas circuns-
tanciales que en cierta medida pueden eliminarse, hay una deficiencia inexplicable, una desventura, por parte de la propia naturaleza,
que es la muerte y la vejez que
llegara, y esa espera hasta que llegue, que hace que todas las fases de la vida sean como morir una y otra vez. Casi toda muerte es dolorosa, yen todo 10 que ha de tener un final hay un toque de muerte, y por tanto de frialdad desdichada que le golpea a uno, de remordimiento, perdida y separacion,
de
de uniones rotas. Pensemos en
hombres y mujeres sin fallo alguno, en un estado perfecto de la sociedad que no [e haga necesario recurrir a las susceptibilidades
humanas [479]
para obtener
sus fines
'~-" (..~,!
.,
~
Walter Pater egolstas, afiadamos un giro mas a la rueda de ese gran potro de tortura para su propio interes guira habiendo
mal en este mundo,
0
diversi6n, y se-
una cierta pena y
desolaci6n necesarias que se dejaran sentir en proporci6n con la perfecci6n moral
0
nerviosa que hayan al-
canzado los hombres; (pon:so 10 que necesitamos en el! mundo, para vivir en el y oponernos a 10 anterior, es una compasi6n permanente \de la humanidad
y general-la
fuerza de la piedad
hacia sf misma- como ingredienteele-<
mental de nuestra atm6sfera sociaUAveces me pregunto
d~qi.il~~nera
se habra halagado al hombre para que
haya aceptado hasta ahora su carga, viendo que cada paso que una era tras otra ha tenido que dar para aprehender su labor por necesidad ha tenido que aumentar su abatimiento. Es como si el aumento
del conocimiento
no
fuera sino una manera de aumentar la revelaci6n de la desesperanza radical de su posici6n: iY ojala que hubiera uno mas como yo tras esta vana exhibici6n de las cosas! »En todo caso, siendo estas las condiciones
reales de
nuestra vida, y siendo la capacidad de sutrirniento principio tan irnportante
de las cosas -puesto
un
que qui-
zas el unico principio en el que podamos confiar siernpre es la simpada por el dolor que uno real mente ve-, se deduce de ello que la diferencia practica y eficaz entre los hombres estara en la capacidad que tengan de percibir esas condiciones:
en su capacidad para simpatizar
con los dernas. EI futuro sera de los que mas simpatfa [480)
Mario el epicureo hacia el hombre convencido
tengan; en cuanto al presente,
estoy
de que los que tienen mucho poseen algo a
10 que aferrarse incluso en la disolucion del mundo, 0 en esa disolucion equivale a mundo. momento
del ser prapio
que, para cada uno,
10 que representa para el la disolucion del
Supongo que casi todos hemos tenido algun en el que nos parecia
imposible
que los
demas sintieran simpatfa hacia nosotros; momentos
en
los que nuestro dolor nos pareda causado por un ultraje esrupido que nos habian hecho, como una abrumadora violencia flsica con respecto ala cual tan solo podiamos refugiarnos, en el mejor de los casos, en un simple sentido general de la buena voluntad ... que quizas podiamos encontrar
en alguna parte del mundo. Y despues, para
nuestra sorpresa, el descubrimiento
de esa buena vol un-
tad aunque solo fuera en un animal no inamistoso, reda haber explicado,
0
justificado
pa-
realmente, el hecho
de nuestro dolor. Ha habido ocasiones en las que he sentido que si los otros se interesaban
por mi como yo
por ellos no era tanto un consuelo sino un equivalente a 10
que uno habia perdido
0
sufrido: un beneficio equi-
valente ala suma de nuestras cuentas; un race de ese absoluto en medio de todos los cambios fenomenicos
que
nuestros filosofos mas recientes se han confesado incapaces de descubrir. Me ha parecido rozar
10 eterno en la
forma simple en que las criaturas humanas
se aferran
un as a otras, mas aun, en la solitaria piedad que uno
........_---------
[481]
--~-
Walter Pater siente por sf mismo entre los efectos de 10 que pareda una perdida irredimible.De
ese contacto piadoso se ob::'\\
tiene algo nuevo y cierto, un hecho
0
la aprehension
un hecho, que viendo todas las perplejidades
de
de la vida \
satisface nuestro sentido moral y elimina esa apariencia de falta de amabilidad
en el alma de las mismas cosas,
aseguran~on~s ~~e~otodo hasido en vano.j »No se como; peto en el pensamienro asi sugerido me parece regresar y reunirme
a un momento
cuerdo bien, en el cual, por un accidente,
que reestaba de
viaje, todas las cosas que me rodeaban entraron en una armonfa mas perfecta de 10 que es habitual. Por un momento todo pareda encontrarse casi en las mejores condiciones.
En la cadena de mis pensamientos,
el uno
contra el otro, era como si hubiera tornado conciencia del poder dominante
de otra persona en esa con trover-
sia; otra persona que estaba luchando conmigo. Me parece regresar ahora al punto en el que abandone entonces la lucha. El antagonista
se ha vuelto a enzarzar
conmigo. Surge una protesta de las mismas protundidades de la condicion radical mente desesperada del hombre en el mundo, con la energfa de una de esas deidades sufrientes pero predominantes
de las que nos habla la
poesfa antigua. Me atrevo a esperar que haya un corazon, como el nuestro, en ese "ayudante" divino de nuestros pensamientos:
jque haya un corazon igual al mfo
tras esa vana exhibicion de las cosasl» [482J
\
I
!
Capitulo
XXVI
Los martires
Ah! Voila les ames qu'il falloit
a fa mienne!
1
ROUSSEAU
Si no por otra cosa, Mario se vio atraido una y otra vez a la casa de Cecilia por el encanto de la poesfa que allf habfa: una poesfa de los afectos que resultaba maravillosamente nueva en medio de un mundo gastado. En
la simpatia de esa alma pura y elevada encontro
una
gama de placeres intelectuales que eran totalmente
nue-
vos para el. Elevacion del alma, generosidad, dad: poco a poco Ie fue pareciendo existieran en ningtin
humani-
como si estos no
otro lugar. Sobre to do el senti-
miento de la maternidad,
tal como podia ser entendido
alli -con su reivindicacion
de todos los sentimientos
na-
turales, hasta de las ovejas que balaban en las colinas, ineluso de la madre loba hambrienta haber sido justificado,
en su cueva-, pareda
casi aprobado por la sancion de [483]
Walter Pater alguna pauta divina. ):'i_Q_~llugadegitimoquc: por fin se __ concedia en el mundo al sufrimiento porcr~bil
0
aparentemente
de cualquier ser,
imitil que fuera. En esa caba-
lIerosidad que pareda convertir el herofsrno del mundo en un simple accesorio escenografico,
en esa fidelidad
escrupulosa a quien no podia encontrar ayuda y apenas podia reivindicar
que no se Ie olvidara, ique contraste
vela con el duro desprecio hacia el dolor propio los demas, hacia la muerte
0
0
el de
incluso la gloria, que habia
en los discursos de Aurelio! Pero si Mario pensaba: a veces que algunos deseos acariciados largo tiernpo iban a florecer ahora para el en esa especie de hogar que en ocasiones habia imaginado, y cuyo en canto estaba en su contraste frente a los afectos fortuitos, si pensaba que en esa mujer a la que los nifios se aferraban instintivamente
podria encontrar al menos
esa hermana que habfa deseado siempre, habia tam bien circunstancias
que le recorda ban que segula teniendo
fuerza entre esas gentes una regia que prohibia los segundos matrimonios: amenazadores
y tambien conternplo
incidentes
que Ie advertian de una conciencia
que
no que ria mezclar eI espiritu y la carne ni hacer que el banquete celestial sirviera para la carne y la bebida terrenales. Un dia encontro a Cecilia ocupada en el entierro de uno de los nifios de su casa. Se entero que desde la pequefia frente de ese nino habia brillado por primera vez [484J
Mario el epicureo para eUos la nueva luz: a traves de la luz de una simple vida Hsica que volvi6 a briUar aUi, cuando el nino estaba muerto
0
supuestamente
muerto. En medio de la rui-
dosa pena de todos habia Hegado eI anciano siervo de Cristo; subi6 ala pequefia carnara en donde yada el cadaver y regres6 poco despues con el nino agitandose en sus brazos mientras descendia rapidamente iba abriendo
la escalera:
los pliegues bien cerrados del sudario y
quitando de encima las flores funerarias, pues el alma se agitaba otra vez por entre los rniernbros fisicos del nino. EI antiguo sentido cornun romano habia ensefiado a la gente a no ocupar demasiado
sus pensarnientos
por
los nifios que morian j6venes. Sin embargo aquel dia, en esa curiosa casa, todos los pensamientos tiernamente
se volvian
hacia esa pequefia Figura de cera; pero con
una especie de exultacion y alegria, a pesar de los fuertes lloros de la madre. Los otros nifios, sus ultimos compafieros, irrumpieron profundo
en ellugar en donde ellecho negro y
estaba abierto para recibirlo. Apartando
severos fossores, los sepultureros, damente
se dispusieron
a su alrededor y cantaron
Laudate pueri dominum!Los
a los
ordena-
su anti guo salmo:
nifios muertos, las rumbas
de los nifios: Mario habfa tenido siernpre una conciencia de una antigua fantasia supersticiosa que ocupaba su mente con respecto a esos nifios; le dab a la impresion de ,que al acercarse a ellos se estuvier;aproximando
al fra-
C:
Walter Pater en el. Yen ese momento,
observando detenidamente
expresion con la que Cecilia ayudaba,
la
10 dirigia to do y
regresaba despues a su casa, sintio que tambien el habia celebrado ese dia el funeral de un nino pequefio, Sin embargo habia procurado
siempre, en su larga busque-
da de la «experiencia», huir a tiempo de cualquier pasion demasiado inquietante,
de cualquier tipo de afecto
que pudiera acelerar su pulso mas alla del punto en el que resultaba practicable el trabajo tranquilo de la vida. Pero 2le habian pillado esta vez desprevenido
y ya no le
era posible escapar? Al menos, durante el viaje que emprendio para comprobar
si existia algo que Ie encadena-
ba, descubrio en su corazon una decepcion mayor de la que podia haber anticipado;
al pasear por encima de las
hojas crujientes que habfan caido al suelo profusamente con el primer frio repentino
del invierno, sintio que la
atmosfera mental de su interior era claramente mas fria. Sin embargo
10 que consiguio finalmente fue una
resignacion al analizar a su manera, durante esa auscncia, las perdidas
0
ganancias. Tenia la irnpresion de que
la imagen de Cecilia se habia convertido materia poetica,
0
ya para el en
en la historia de otro hombre,
0
en
una imagen en la pared. Ya su regreso a Rorna se habian extendido
rum ores sobre ese grupo singular ace rca de
cosas que ciertamente
no hablaban de un amor tranqui-
10: mas bien sugerian que habia encontrado un mundo con el que el contacto mas ligero podia hacer que tam[486]
Mario el epicureo bien resultara
apropiado
para el el precepto
de que
«~q':l~l.!_o~_q_uet~flgan esposas sean como si no tuvieran n_mgun~». Asf 10 entendi6 cuando, a principios de la primavera, volvi6 a aventurarse
a escuchar el dulce canto de la
Eucaristia.
mas que nunca el espfritu de
Transpiraba
una esperanza maravillosa: de esperanzas mas osadas de las que la pobre y laboriosa humanidad seriamente
habfa sostenido
antes, aunque resultaba evidente que habia
sucedido una gran calamidad. Entre los sollozos sofocados, mientras las palabras conmovedoras
del salterio ali-
viaban la tension de sus corazones, las gentes que tenia a su alrededor segufan manteniendo
en el rostro su habi-
tual brillo de alegrfa y placida satisfacci6n. Se encontraban todavfa bajo la influencia de un agradecimiento
in-
menso, incluso en medio de su dolor presente, porque les habia llegado el tiempo Mientras
de una gran liberaci6n.
seguia ese dialogo mistico, volvi6 a sentir,
como si tuviera a su lado un espfritu poderoso, la potencia, la presencia entendida tud que se amontonaba
a medias de una gran multia
10 largo de aquellos terribles
pasadizos para escuchar la sentencia que les liberaba de la prisi6n; un grupo que representaba al orbis terrarum, ala humanidad especial del dia expresaba
nada menos que
entera. La atmosfera
esa liberaci6n:
un sonido
nuevo para el extraido de las profundidades
de alguna
antigua Fuente hebrea, mientras el deda, jaleluya!, y re[487]
Walter Pater petia una y otra vez, ;a[e[uya!, jaleluya', en cada pausa y movimiento
del largo ceremonial de la Pascua.
Y luego, en el momento
apropiado
lecci6n sagrada, aunque contrastando con la dignidad
pacifica de to do
y a manera de poderosamente
10 que le rodeaba, se
ley6 la Epistola de las Iglesias de Lyon y Viena a «su hermana» la Iglesia de Roma. Pues la «paz» de la Iglesia se habia roto; y Mario no pudo menos que reconocer que la responsabilidad
de la ruptura era del propio empera-
dor Aurelio, que habia seguido docilmente de sus predeeesores, enfrentando
las huellas
gratuitamente
de bueno y de malo habia de ese gran mundo
a 10 que pagano
con el heroismo nuevo y extrafio del eual estaba Ileno ese mensaje singular. La grandeza eiertamente
toda larnentacion
de estc e1iminaba
meramente
privada e in-
clinaba a uno por fin a saear realmente
la espada en
nornbre de los oprimidos,
como si pcrtcneciera
a un
nuevo orden de eaballeria. «No sornos eapaees de expresar total mente los dolores que han soportado nuestros herrnanos, pues el eriemigo cay6 sobre nosotros con toda su fuerza. Pero la graeia de Dios lueh6 por nosotros, libero al debil y prepara a aquellos que, como column as, fueron eapaees de resistir el peso. Entrando go, soportaron momento
en lueha direeta con el enerni-
todo tipo de dolor y vergi.ienza. En el
de la fiesta que eelebra aqui una gran multi-
tud, el Gobernador
eondujo a los martires como si fuera [488]
Mario el epicureo un espectaculo. Pero considerando
que
10 que se pensa-
ba grande no era sino pequefio, y que los dolores de hoy no deb en ser cornparados
con la gloria que les daran a
conocer, esos dignos luchadores avanzaron gozosamente; su placer y el dulce favor de Dios se mezclaba en sus rostros de manera que sus cadenas no paredan adorno,
0
sino un
como los brazaletes de oro de una novia. Lle-
nos de la fragancia de Cristo, algunos paredan
haberse
rociada con perfumes terrenalcs. »Vetio Epagato, soportar
aunque
era muy joven, no pudo
el juicio injusto que se nos hada y dio a co-
nocer su coleta, pidiendo
ser ofdo por los herman os,
pues estaba situado en muy alta posicion. nador le prcgunto
enronces
si era tarnbien
EI Gobercristiano.
Conteso con voz clara y fue afiadido al numero de los martires,
Pero tenia a1 Paraclito ' dcntro de el, 10 que
mostro en verdad por la plenitud del arnor; se Ilene de gloria en defensa de sus herman os y dio su vida por [a de los dernas,
»Asf se cumplio la Irase del senor de que llegara el dia en el que todo el que os mate pensard que 10 haec al servicio de Dio/'. Locamcnte se enfurecieron la multirud, eI Gobernador y los soldados contra la criada Blandina, con la que Cristo rnostro que 10 que parece infimo entre los hombres es valioso para el. Pues aunque todos nosotros, y tambien su ama terrenal, que era una de las martires, ternfamos que por la debilidad [489]
de la carne no fuera
Walter Pater
capaz de profesar la fe, Blandina poder que sus atormentadores,
estuvo lIena de tal
turnandose
de la manana a la noche, confesaron
unos a otros
que habfan sido
vencidos y que no podfan hacer nada mas con ella; admiraban que respirara todavfa cuando le habfan desgarrado el cuerpo entero. »Pues aquella bendita, en medio mismo de su "testimonio", renovo su fuerza, y repetir JSOY de Cristo! fue su descanso y el alivio del dolor. Lo mismo que Alejandro, que ni emitio ningun quejido ni sonido alguno, pero que en su corazon hablaba con Dios. Santos el Diacono, tras haber soportado
mas alia de toda medida los
dolores que ellos ideaban esperando sacar algo de el, ni siquiera les dijo su nombre, sino que a todas las preguntas respondia tan solo: JSOY de Cristo!Y eso solo conteso en lugar de su nombre, su raza y to do
10 demas, Surgio
una disputa por la manera de torturarle entre eI Gobernador y los que le atormentaban,
por
10 que cuando ya
no tenfan otra cosa que hacer aplicaron placas de bronce al rojo en las partes mas blandas de su cuerpo. Mas el se mantuvo firme en
10 que decia, refrescado y fortaleci-
do par el torrente de agua viva que fluye de Cristo. Su cadaver, que era par entero una herida y habfa perdido totalmente
la forma del hombre,
dolor. Pero Cristo, doliendose
fue la medida de su
en el, dio un ejemplo a
los dernas: que no hay nada que temer, ningun dolor, donde vence el amor del Padre. Todas aquellas cruelda(490]
Mario
el ep ictcreo
des de nada sirvieron por la paciencia de los martires,
10
que les llevo a pensar en otras cosas, entre las cuales estaba su encarcelamiento
en un lugar oscuro y muy penoso
en el que muchos fueron estrangulados Pero privados de la ayuda humana,
ocultamente,
se sintieron
Ilenos
del poder del Senor, tanto en el cuerpo como en la mente, y fortalecieron
a sus hermanos.
Se produjo asf
gran alegrfa en nuestra madre virginal, la Iglesia; pues, por medio de estes, los que se habfan alejado rehicieron sus pasos, se recobraron,
se volvieron a llenar del calor
vivo y se apresuraron a profesar su Fe. ȣ1 santo obispo Potino, que pasaba ya de los noventa an os y tenia el cuerpo debil, en ese calor del alma, y ansiando el martirio, se levan to con roda la fuerza que tenia y fue cruelmente testimonio.
arrastrado
al juicio, donde dio
Despues sufrio muchos golpes, pues todos
pensaron que serfa una perversidad
si eran dernasiado
crueles con el, y que sus propios dioses Ie vengarfan. Casi sin respiracion,
fue encerrado en prision y rnurio
allf al cabo de dos dias. »Tras estas cosas se dirigieron al rnartirio de muy diversas maneras. Formando
10 que pareda una corona de
muchos colo res y de todo tipo de flores, se la ofrecieron a Dios. Maturo,
Santos y Blandina fueron arrojados a
las bestias salvajes. Y Maturo
y Santos pasaron
todos los dolores del anfiteatro
como si nada hubieran
sufrido antes:
0
por
mas bien como si tras haber superado [491]
Walter Pater
muchas pruebas se enfrentaran
ahara par el premia
final y par ultimo fueran liberados. » Blandina
fue atada y colgada de un paste y presenta-
da como alimento al asalto de las bestias salvajes. Y como pareda asf colgar de la Cruz, can sus oraciones ardientes dio gran impulso a los procesos, pues aunque la habfan mirado con los ojos de la carne, a traves de ella vieron a Aquel que habia sido crucificado. Pero como ninguno de los animales quiso to carla, fue bajada de la Cruz y devuelta a prisi6n durante otro dfa: alii, aunque debil, pero revestida por el poderoso luchador jesucristo, podria animar can sus rnuchas pruebas a los hermanos. »El ultirno dia de los juegos fue conducida de nuevo allf junto can Pontico, un muchacho
de unos quince
afios. Los llevaban allf un dfa tras otro a contemplar dolores de los demas. Y como no se estremedan,
los
la mul-
titud estaba furiosa; no se apiado ni de la juventud del muchacho ni del sexo de la doncella. Por tanto les hicieron pasar par toda la ronda de dolores. Pontico, cobrando valor de Blandina que habia soportado esos tormentos,
bien todos
entreg6 su vida. Y par ultimo la bendita
Blandina, como una madre que hubiera dado vida a sus hijos y los hubiera enviado como conquistadores
ante el
gran Rey, se precipito a if con ellos, gozosa hasta el final como si fuera a una fiesta nupcial, el propio enemigo confes6 que ninguna
mujer habfa soportado
tan gran des dolores como ella. [492)
tantos y
Mario el epicureo »Pero ni siquiera con eso se apacigu6 su c6lera; algunos de ellos trataban de encontrar para nosotros dolores todavfa mayores para que se cumpliera
as!
10 que se
habfa dicho, el que es injusto, que lo siga siendo 4. Su rabia contra los rnartires adopt6 una forma nueva porque nos causaba gran pena no tener libertad
de entregar
sus
cuerpos a la tierra. Ni el tiempo nocturno ni la oferta de dinero nos permiti6 conseguirlo;
esto
10 vigilaban con
gran cuidado, como si fueran a ganar mucho estorbando el entierro. Por eso, despues de que los cuerpos fueran exhibidos durante convertidos
muchos dfas, eran quemados
en cenizas, lanzando
y
estas al rio Rin que
fluye por allt, para que ningun vestigio de ellos pudiera quedar sobre la tierra. Pues dedan: ahora veremos si uuel-
yen a levantarse y si su Dios puede saluarlos de nuestras manos»,
[493]
Capitulo EI triunfo
XXVII
de Marco Aurelio
No muchos meses despues de la fecha de aquella epfstola, Mario,
que esperaba irse de Roma durante
largo tiempo, y que en realidad iba a abandonarla
para
siempre, se quedo para presenciar la entrada triunfal de Marco Aurelio casi exactamente
des de el mismo lugar
des de el que habia contemplado
el solemne regreso del
emperador
a la capital en el primer viaje que Mario
habia hecho aRoma. Su triunfo era ahora «complete» y justificado -Justus triumphus-, mas que por la cantidad de sangre derramada en las guerras del norte porque por fin pareda
que estas habian
terminado
felizmente.
Entre los cautivos y en medio de las risas de la multitud por su desaseada prenda superior, las piernas cubiertas por pantalones
y la gorra conica de piel de lobo, cami-
naba nuestro antepasado, representante sometida, mostrando
de la Germania
una figura muy familiar en la es-
cultura romana tardia; y aunque ciertamente en absolute la gracia del Galo Moribundo';
[495]
no tenia
sin embargo
Walter Pater sf transmitfa
un gran patetismo
grosero en sus rasgos
maltrechos y en la mirada palida y servil pero colerica. Allado de el caminaban sus hijos, de piel blanca y cabello dorado, «como angeles»2. Ocupaban
ellugar
ade-
cuado sus hermanos del mundo animal, el Ibice, el gato salvaje y el reno, que avanzaba con paso majestuoso lanzando gran des bramidos; .y con el botin venia, puesta sobre una estructura portatil para que pudiera verse claramente,
una casa hecha con lefios entretejidos
can
hierbas (no un simple modelo, sino la misma cas a en la que el habfa vivido), con toda la simplicidad
de sus dis-
positivos contra el frio, todo bien calculado para dar un momenta
de placer a sus nuevas y sofisticados
Andrea Mantegna,
amos.
que trabajo a finales del siglo xv
para una sociedad llena de fervor por 10 antiguo al contemplar las reliquias del antiguo pueblo romano que dla a dia salfan a la luz de entre la arcilla -infantil
todavfa,
ademas, y sin mas sospecha de falsedad que la que tenfan los propios romanos antiguos en su amor descarado por el boato al aire libre-; ha dot ado a esta importante caracreristica de los esplendores de la Roma imperial con una realidad que es mas viva que la que pueda transmitir cualquier descripcion. cillos, a los que ha encontrado
Los sentimientos
sen-
un sitio en sus pinturas
ilustradas, son tan naturales como los gran des hechos publicos que alii se representan.
Y adernas de ese realis-
mo vivo, que refinado, digno y selecto es este reflejo del [496]
Mario el epicureo antiguo
mundo
romano.
Sobre todo ahora, con sus
rojos y dorados suavizados por el tiempo, para el visitante moderno del antiguo palacio ingles '. La gran procesion que paso por delante de Mario no estaba compuesta por esos tip os selectos; pero encontro alli algo que podriamos
llamar profetico, algo que evo-
caba fantasmas, en la repeticion tras un largo intervale de un incidente notable que quizas no tenia un interes directo para el: Lo cierto era que ultirnamente
se habia
sumergido tanto en sus intereses personales que los hechos corrientes del mundo paredan haberse retirado en la dis tan cia, pero ahora, al presenciar aquella procesion, volvfan a resulrarle evidentes. El mundo habia seguido ciertamente
su antiguo camino, seguia teniendo su an-
tiguo ser, yen aquel espectaculo acentuaba espectacularmente
que tanto le gustaba
su modo de ver las cosas.
Pero dejando a un lado incluso el contraste con una escena muy distinta, ahora aquel espectaculo le resultaba algo vulgar. Los templos abiertos, con sus cuerdas de rosas agitindose rico y brillante,
en el viento por encima del marrnol con sus sorprendentes
colgantes y las
grandes nubes de incienso, no eran sino los centros de un gran banquete que se extendia por todas las calles de Roma alegremente coloreadas para que pudiera satisfacerse el apetito carnivoro de todos aquellos que las abarrotaban bajo la deslumbrante
luz del mediodia.
mejor de los casos solo estaban invocando [497]
En el
a sus dioses
Walter Pater para compartir
con ellos los sacrificios
quemados
y
otras carnes que ascendian malolientes hacia el cielo. El nino que se intereso por las penalidades
de uno de esos
prisioneros del norte y le explico a su camarada que en aquella mana habia sentimiento, tumecida transforrno
aunque pareciera en-
y sin vida al estar encerrada en un momenta
convirtiendola
por la cadena,
toda aquella exhibicion
en algo de oropel. 5i, aquellos romanos
eran un pueblo tosco y vulgar; y alIi se hacia plenamente evidente la vulgaridad
de sus almas. El propio Aurelio
parecia haberse adaptado nivel de las recompensas
al mundo
y haber caido al
de este con una mediocridad
que ya no era dorada. Pero cuando paso, llenando casi el curio so carro circular con su magnifico atuendo de oro y flores, a Mario le parecio alguien que habia cometido aunque la multitud dor rnagnanimo.
un gran error,
10 recibiera como a un conquista-
Era una circunstancia
reciente que es-
taba todavia en 1amemoria el que habia «perdonado» a 1aesposa y los hijos inocentes del osado rebelde, que casi habia tenido exito, Avidio Casi04. Cuando pasaron los nifios -no encontrandose
entre aquellos que antes de
que el ernperador
ascendiera las escaleras del Capitolio
sedan separados
de la procesion
para ser ejecutados,
sino entre los que bastante
felices y radiantes
adoptados
de la familia imperial-,
multitud
como miembros disfruto
realrnente [498]
fueron
de una exhibicion
la de
Walter Pater para compartir
con ellos los sacrificios
quemados
y
otras carnes que ascendian malolientes hacia el cielo. El nino que se intereso por las penalidades
de uno de esos
prisioneros del norte y le explico a su camarada que en aquella mana habia sentimiento, tumecida transforrno
aunque pareciera en-
y sin vida al estar encerrada en un momenta
convirtiendola
por la cadena,
toda aquella exhibicion
en algo de oropel. Si, aquellos romanos
eran un pueblo rosco y vulgar; y alIi se hacia plenamente evidente la vulgaridad
de sus almas. El propio Aurelio
al mundo y haber caido al
parecia haberse adaprado nivel de las recompensas
de este con una mediocridad
que ya no era dorada. Pero cuando paso, llenando casi el curioso carro circular con su magnifico atuendo de oro y flores, a Mario le parecio alguien que habia cometido aunque la multitud dor magnanimo,
un gran error,
10 recibiera como a un conquista-
Era una circunstancia
reciente que es-
tab a todavia en la memoria el que habia «perdonado»
a
la esposa y los hijos inocentes del osado rebelde, que casi habia tenido exito, Avidio Casi04. Cuando pasaron los nifios -no encontrandose que el emperador
entre aquellos que antes de
ascendiera las escaleras del Capitolio
sedan separados de la procesion
para ser ejecutados,
sino entre los que bastante
felices y radiantes
adoptados
de la familia imperial-,
multitud
como miembros disfruto
realmente [498]
fueron
de una exhibicion
la de
Mario el epicureo belleza maravillosa pero maligna seguiria recorriendo aquellas habitaciones
como una diosa muerta e intran-
quila, que quizas tuviera algo tranquilizador
que decir
sobre su ser ambiguo a los mortales que la hablan sobrevivido. Cuando lucia ya dos afios desde que habia llegado aRoma
la noticia de que se habian cerrado para
siempre aquellos ojos, vueltos persistentemente vanidad, le sobrevino
a Mario un poderoso
rezar, mientras con la imaginacion
hacia la des eo de
seguia el camino sal-
vaje de aquella con la que habia hablado de vez en cuando y cuya presencia en la tierra durante algun tiempo el mundo del arte no pudo dejar inadvertida.
Ciertamen-
te, los honores que se le habfan concedido a su recuerdo eran poeticos: el rico templo dejado entre los aldeanos en el lugar, que ahora se esperaba fuera sagrado para siempre, en el que ella habia expirado; la imagen dorada que ocupaba su anti guo lugar en el anfiteatro; el altar en el que podian hacer sus sacrificios los recien casados; pero sobre to do la gran fundacion para jovenes huerfanas que recibirfan su nombre. Precisamente
fue esto ultimo la causa de que Mario
no pudiera ver de nuevo a Aurelio para realizar el caballeroso esfuerzo de iluminacion
que se habia propuesto.
AI entrar en la villa se entero par un sirviente que estaba en la puerta de la larga galeria que conducia a los apartamentos
imperiales,
perspectivas
famosa todavia
en la memoria
por sus gran des
de muchos visitantes,
[501]
de
Walter Pater
que el emperador
estaba ya celebrando
audiencia:
Mario debia aguardar su turno, pero no sabia cuanto podria tardar en recibirle. Pareda ser una audiencia extrafia, pues en ese momento escucho a traves de la puerta cerrada gritos y risas, las risas de un g~·an grupo de nifias -las propias «hijas de Faustina-",
tal como supo
despues- que se sentian felices y comodas en la presencia imperial. Inseguro entonces del tiempo que podria durar tan agradable recepcion, tan agradable que Mario no podia desear acortarla, Mario decidio finalmente
se-
guir su viaje, pues era necesario que terminara la primefa etapa aquel mismo dia. Ya no tendria que pronunciar pues el preparado juale, anima infelicissimal'' Al menos se llevarfa el sonido de la risa de las huertanas como una ultima impresion, amable, de los reyes y sus casas. Ellugaf que iba a visitar ahora no habia sido olvidado nunca, pues era ellugar de descanso de sus muertos. Pero el anhelado
primer periodo de su vida en Roma
habia pasado rapidarnente:
y casi de repente la epoca
anrigua [e habia llegado a parecer demasiado lejana. El recuerdo que tenia de aquellugar una solemnidad
se habia revestido de
gravosa, por 10 que para volver a visi-
tarlo pareda necesitar prepararse: era algo que no podia hacer presurosamente.
Tenia algo de miedo a disminuir
el valor que para el tenia ese lugar. Y entonces, mientras se estaba dirigiendo hacia alli despacio, y hasta entonces con la mente
tranquila,
interesandose [502]
tambien
por
Mario e! epicureo otros muchos lugares que habfa junto al camino, hacia el final de su viaje descubri6 una carretera mas corta y se encontro
muy cercano al lugar que para el no tenia
igual. Sofiando ahora solo con los muertos
que tenia
ante el, aument6 durante la noche el ritmo de su viaje y empezo a pensar mas en ellos en la oscuridad. Era como si le hubieran estado aguardando
allf a el durante todos
aquellos afios, sintieran que sus pasos se estaban aproximando ahora y agradecieran su devoci6n con la humildad que les caracterizaba
a pesar de su tardio cumpli-
miento. Al llegar la manana,
su tranquilidad
habia dado paso a una pena que Ie sorprendi6 fuerza. Se senda conmovido
mental por su
por una pena tan distante;
mas de 10 que le hubiera parecido posible. jHoy vendrd!, paredan
estar diciendole
al despuntar
el alba. Por fin,
en medio de rodas sus disrracciones, se habfan convertido en el proposito principal de 10 que entonces estaba haciendo. Cuando llego finalmente
allugar a una hora
posterior de dia, el mundo que le rodeaba tenia un estado de animo muy diferente del suyo: aquella hermosa tarde era un dia de trabajo y los pueblos que cruz6 estaban silenciosos porque en su mayor parte los habitantes estaban trabajando
en el campo. Y luego por fin, sobre-
saliendo por encima de los edificios auxiliares entejados, estaban los muros de la propia villa, con la torre para las palomas, y no entre los cipreses sino medio oculta por los viejos alamos, con sus hojas semejantes a [503J
Walter Pater frutos dorados y los pajaros volando a su alrededor, vio el tejado c6nico de la tumba. En presencia de un antiguo criado que todavia le recordaba
fueron rotos los
grandes sell os, se meti6 en la cerradura la llave oxidada, se abri6la puerta, ernpujandola bian crecido abundantemente encontr6
finalmente
por las hierbas que haa su alrededor, y Mario se
en ellugar
en el que tantas veces
habia estado con el pensamiento. Le sorprendi6
sobrc todo, no sin cierto remordi-
mienro, el extrafio aire de descuido de un lugar que habian dejado tal como se utilizo la ultima vez, tras abandon arlo con prisa, hasta que los largos afios 10 habian cubierto todo con una espesa capa de polvo: las flores marchitas, las lamparas apagadas, las herramientas mortero endurecido
y el
de los obreros que habian trabaja-
do alIi. Habia caido un pesado fragmento
de madera
abriendo una de las mas antiguas urnas funerarias, que en numero de muchos cientos estaban dispuestas alrededor de las paredes. Mas que una urna era un diminuto ataud de piedra, y la rotura habia dejado al descubierto un lamentable
espectaculo de los restos convertidos
en polvo de 10 que no se habia quemado; eran los huesos de un nino que podria haber muerto ya tres veces como adulro porque debi6 de ser antepasado
de sus bisabue-
los. EI nino que asi quedo al descubierto agit6 en el sentimientos vivos que le pusieron en Inrimo contacto con los agravios de los muertos.
Al lado de la urna de su
[504J
Mario el epicureo madre vio la de un muchacho
que ahora tend ria la
misma edad que Mario, uno de los criados de la casa, que habia bajado allf desde el mundo ligero de la nifiez casi en el mismo mom en to que ella. Le parecio como si
:I 11
11':
ese muchacho hubiera ocupado alli junto a ella un lugar filial, su puesto. Los duros sentimientos
que siempre
habian ocupado su mente cuando pensaba en el padre que apenas habia conocido se fundieron, do toralmente,
desaparecien-
cuando leyo el numero de afios de aque-
Ila urna y retlexiono: «Tenia la edad que yo tengo ahora; no fue un hombre duro, pero al mirar el mundo a su alrededor por ultima vez tenia intereses como los tengo yo hoy». Le sobrevino entonces un sentimiento
de ama-
bilidad, como si dos amigos separados hubieran llegado a entenderse al final. Habia alii algo de debilidad, como la hay en toda preocupacion
por los muertos, a la que
sin embargo la genre se entrega siempre en proporcion a como se preocuparon
realmente
unos por otros, Sin-
tiendo un des eo vano, mientras se encontraba ser capaz de hacer algo por ellos, cornprendio
alIi, de que al fin
y al cabo, dada la naturaleza de las cosas, ese acto debia hacerlo principalmente
por sf mismo. Sobre su rumba
podrian poner aquel antiguo epitafio:
"E0XUTOS
T01.JS
L8LOU YfVOUS: Jue el ultimo de su raza!De los que pudic-
ran !legar hasta alii despues de el mismo probablemente nadie
10 harfa como 10 habia hecho el hoy; y bajo la in-
fluencia de ese pensamiento
decidio enterrarlo
[505]
todo a
I,
i
n
I
Walter Pater
gran profundidad
para que solo el 10 recordara,
provocara en el ningun sentimiento
indiferente.
y no Nece-
sito para ello varios dfas y fue como una renovacion de los largos ritos antiguos de enterramiento.
El mismo vi-
gila en todo momento las obras; el ultimo dia llego muy pronto y antes de que se hubieran presentado jadores dio sigilosamente muchacho, se sorprendio
los traba-
los ultimos toques; solo un
cuando finalmente
aliso ellecho
de tierra,
de la seriedad con la que Mario arrojaba
sus flo res una a una, para que se mezclaran con el polvo oscuro.
[506]
Capitulo
XXVIII
Anima naturaliter
christiana'
Aquellos ocho dias en su antiguo hogar, tan tristemente ocupados,
habfan significado
para Mario una
ruptura can respecto al mundo y las rakes que en este tenia su vida. Se habra salido de sf mismo como nunca antes y cuando terrnino el tiernpo era como si la tierra que pisaba tuviera sabre el mas poder que los intereses del mundo vivo que le rodeaba, Unas manos muertas, pera sensibles y acariciadoras, aferrarse a el, Enconrrandose
paredan
salir del suelo y
casi en la mitad de la vida
-Ia edad en la que se empieza la pendiente so-, y mirando
del descen-
hacia arras con triste humor observe,
casi con sorpresa, la continua
placidez de conternpla-
cion en que habra transcurrido
hasta entonces. Su tern-
peramento
y su primer plan teo rico de las cosas deberia y la aventura, pera tal
haberle impulsado al movimiento como habfan determinado
las circunstancias
en reali-
dad su movimiento
se habra dado hacia el interior; tan
solo el movimiento
de la observacion, [507]
0
incluso el de la
Walter Pater meditacion
pura; quizas habia sido asf en parte porque
siempre habia tenido algo de li!~dJtatlo mo~iis,Jsiempre habia contemplado
el acto de la separacion
como ella entendia,
final. Tal
sin embargo, la muerte debia ser
para todos nada menos que el quinto
0
ultimo acto de
un drama, y como tal era probable que tuviera algo de ese caracter conmovedor dad su finaillegaria
de un denouement. Yen reali-
no mucho despues de una forma
tragica. En medio de la fatiga y la depresion extremas que habia senti do en aquellos ultirnos dias, Cornelio, estaba de viaje y paso cerca de aquellugar, de que el estaba alli, se habia convertido
que
al enterarse
en su invitado
en Noches Blancas. Fue entonces cuando Mario sintio, como nunca antes
10 habia hecho, el valor y el enorme
atractivo que tenia para el su amistad. «Mas que un hermano. jTambien como un hijo!», pen so comparando
la
fatiga de su propia alma, que era como la de un anciano, con la juventud
irreprimible
de su cornpafiero. Pues
10
que con respecto a eI man tenia vivos todos los dernas sentimientos
seguia siendo la maravillosa esperanza de
Cornelio, su aparente control del futuro. Habia brotado en el mundo una esperanza nueva de la que Cornelio era el depositario.
Idenrificandose
con Cornelio par
10
intimo de su amistad, por rnedio de el a Mario le parecio tocar, aliarse, poseer realmente
ese mundo
que
venia; de la misma manera que los padres felices toman [508]
Mario el epicureo posesi6n del mundo nuevo con la supervivencia
de sus
hijos. Pues en aquellos dfas la intimidad de ambos habfa crecido mucho mientras iban de aqui para alla, ociosamente, por diversos lugares del campo, Cornelio de regreso aRoma,
hasta que llegaron una tarde a una pe-
quefia ciudad (Mario record6 haber estado en ella en su primer viaje a Rorna), que tenia incluso su iglesia y su leyenda: la leyenda y las santas reliquias del rnartir Jacinto,
un joven soldado
manchado
romano
cuya sangre habfa
aqud suelo durante el reinado del empera-
dor Trajano. EI pensamiento
de esa muerte tan reciente acoso a
Mario durante la noche como si el viento inquieto que entraba y salia de su habitaci6n
transportara
sus suspi-
ros y gritos audibles. Hacia el alba se durmi6 profundamente y, al despertar bajo la luz del dia, enterandose
de
que Cornelio habfa salido fue a buscarle. Todavfa estaba la peste en aquella zona -en realidad acababa de brotar de nuevo-,
y habia hecho brotar tambien
persticiones
entre sus habitantes
jSeguramente
crueles su-
salvajes y miserables.
los dioses antiguos se habian encoleriza-
do por la presencia entre ellos de aquel nuevo enemigo! Se dio cuenta, al salir a la calle, de que no era una manana ordinaria: habfa una amenaza en las oscuras masas de las colinas y los bosques inm6viles
que se perfilaban
sobre un cielo gris, aunque no tuviera nubes. Bajo ese cielo sin sol, la propia tierra pareda humear de calor a [509]
Walter Pater pesar del fuerte viento nocturno.
El viento ya habia ce-
sado. Mario creyo respirar un fluido extrafio y pesado que era mas denso que el aire com un, Pudo pensar que durante la noche el mundo se habia hun dido mas alla de su nivel adecuado cayendo en un abismo de atmosfera mas espesa y cerrada. Los cristianos de la ciudad, tan nerviosos y aterrados por la enfermedad que habia entre ellos como por sus vecinos pagan os, estaban rezando delante de la rumba del martir;
cuando
Mario paso
entre ellos hasta situarse allado de Cornelio, de pronto las colinas parecieron miento,
alrededor
rodar, como un mar en movi-
del horizonte.
Por un momento
Mario se creyo atacado por una enfermedad
cerebral re-
pentina, hasta que la caida de un gran trozo del edificio le convencio de que no era el el que tenia vertigo, sino la pro pia tierra que pisaba. Poco despues la pequefia plaza del mercado bullia con el paso presuroso de los habitantes, que habian salido de sus casas vacilantes; y mientras aguardaban
ansiosos el segundo terremoto,
que habian mantenido
la sospecha
durante tanto tiempo se trans-
forrno en un proposito bien definido y todos se dirigieron hacia el grupo de fieles. Una hora mas tarde, en el salvaje tumulto mancharse
que se produjo, el suelo habia vuelto a
con la sangre de los martires Felix y Fausti-
no: Flores apparuerunt in terra nostra!, y sus hermanos, entre los que se encontraban hechos prisioneros
Cornelio y Mario, fueron
y puestos a dis posicion [510J
de la ley.
Mario el epicureo Mario y su amigo, con algunos otros, ejerciendo el privilegio de su rango requirieron
ser juzgados en Roma,
al menos en la ciudad principal aquellos dias turbulentos
0
del distrito; pues en
se habia iniciado ya un proce-
so legal. Bajo el cui dado de una guardia militar, aquel mismo dia los cautivos hicieron una etapa de su viaje; por razones de seguridad durmieron
durante la noche al
lado de los guardias en las habitaciones
de la casa aban-
don ada de un pastor que habia junto al camino. Se habia extendido el rumor de que uno de los prisioneros no era cristiano y los guardias se dispusieron
a
obtener el maximo beneficio econornico de esa circunstancia, por 10 que por la noche, aprovechandose
Mario
de la escasa vigil an cia en que se les tenia, y utili zan do en parte un soborno,
habia conseguido
convencerles
de
que Cornelio era el inocente y debia seguir su camino a salvo, para conseguir, tal como explico Mario, los medios adecuados de defensa para si mismo cuando llegara el momento del juicio. Por la manana Cornelio partio a solas de su miserable lugar de detencion, Mario erda que Cornelio iba a casarse con Cecilia; y eso, aunque pueda parecer extrano, aumentaba
su deseo de que permaneciera
Todos aguardamos prueba
a salvo.
las grandes crisis en que se pone a
10 que hay en nosotros: apenas podemos sopor-
tar la presion de nuestro corazon cuando pensamos en ello, la victima
0
elluchador [511]
solitario que la imagina-
11rT
Walter Pater
cion nos hace entrever apenas se parece a nosotros: parece un ultraje a nuestro destino el que seamos conducidos tan suave e imperceptiblemente
a dar ese terrible
salto en la oscuridad, hacia algo que quizas sea mas importante
que la vida
acto, el momenta cientemente.
0
la muerte. Pero al final el gran
critico, llega tan facil como incons-
Otro movimiento
del reloj y nuestra linea
fatal, el «gran punto cliiriatet:ico», ha pasadoy canibiado
nosotros
0
nuestra vida. El1 un
hora, bajo un implilso repenrino apenas sopesar
hemos
CL1~~t:~
e incontrolable,
de sin
10 que hacia, con la misma ligereza que
uno alquila una cama para el descanso de la noche en un viaje, Mario habia hecho recaer sobre S1 mismo el gran riesgo de la posicion en la que habia estado Cornelio: los largos y fatigosos retrasos del juicio, que eran muy posibles; el peligro y la desdicha de realizar asi un viaje tan largo; posiblernente,
el peligro de morir, Habia libe-
rado a su herrnano, ala manera que a veces habia anticipado vagamente
como una marca de distincion
destino;
siempre,
aunque
ciertamente,
que podria costarle: y al momento hecho realmente,
en su
calc ulan do
10
despues de haberlo
solo sintio satisfaccion pOl' su valor,
por el descubrimiento
de la valentia que poseia.
Pero como sabemos, no era un heroe ni un martir heroico: y no tenia derecho a serlo. POl'eso cuando vio partir a Cornelio en su camino de alegria y esperanza, tal como el erda para convertirse en esposo de Cecilia, cuan[512]
Mario el epicureo do se marcho sin despedirse, porque suponia que Mario iba a ser liberado casi inmediatamente
despues (Mario
habia evitado el momenta de la despedida porque quizas hubiera tenido que explicar las circunstancias), jo la reaccion, Evidentemente
se produ-
solo podia sospechar 10
que en realidad iba a ocurrir. Hasta ese momento
s610
habia hecho recaer sobre sf mismo un cierto riesgo personal al ocupar ellugar de Cornelio, aunque no suponia que estuviera enfrentandose
al peligro de la muerte. Es-
pecialmente para alguien como el, cuya manera de vivir habia sido una prornocion,
la situacion de una persona
sometida a juicio por acusacion criminal estaba realrnente !lena de dolores. En verdad quea el una muertecomo la que habia acaecido recienternente a esossantoshermanos no le paredaen
absolute glorios;;t. Al menos en su
caso, el martirio, tal como se llamaba -el importante
acto
de testimonio de que el Cielo habia descendido entre los hombres-
no era mas que una ejecucion cormin: de las
gotas de su sangre no brotarian flores milagrosas y poeticas; ningun aroma eterno indicaria ellugar en el que seria enterrado; ninguna gracia plenaria recaeria eternamente sobre aquellos que llegaran junto a su tumba. Si hubiera habido entonces alguien alIi para escucharIe le habria
oido expresarse elocuentemente
desde la profundidad
misma de su desolacion acerca de la ironia del destino de los hombres, 0 sobre los accidentes singulares de Ia vida y lamuerte. [513)
Walter Pater Los guardias, otros articulos
duefios
ya de cualquier
de valor que los prisioneros
dinero
y
llevaban
encima, les urgieron a seguir adelante sobre los duros senderos montafiosos, sus sufrimientos.
totalmente
despreocupados
de
Estaban cayendo las grandes lluvias
otofiales, Por la noche los soldados
encendieron
fuego; pero era imposible mantenerse
caliente. De vez
en cuando dejaban de asar porciones
de la carne que
llevaban con ellos para que sus prisioneros
un
se sentaran
alrededor del fuego; y les daban de comer. Pero la fatiga y la depresion de apetito, atractivo,
del espiritu hablan privado a Mario
aunque y durante
el alimento
hubiera
sido mas
varios dfas tan solo torno pan
malo y agua. En las mananas oscuras eran arrastrados sobre llanuras pantanosas, mojados
subian y bajaban colinas,
a veces por la fuerte lluvia. Incluso en esas
circunstancias
deplorables
no dejo de observar la be-
lleza salvaje y oscura de aquelIas regiones: el amanecer tormentoso
y los espacios placidos de la noche. Uno
de esos guardias, un soldado muy joven, con su arnabilidad le hizo charlar a veces un poco, y se rnaravillo del placer poetico
y semiconsciente
del muchacho
ante las aventuras del viaje. A veces el grupo entero se tumbaba
a descansar junto al camino, apenas abriga-
dos de la tormenta;
y en la fatiga profunda
de su espf-
ritu Ie vencio su antiguo deseo del suefio inoportuno: dormir en cualquier parte y bajo cualquier
[514J
condicion
Mario el epicureo [e pareda
entonces
algo tan valioso que uno podria
cambiar por ello 10 que le quedaba de vida. Debio de ser hacia la quinta noche, tal como conjeturo despues, cuando los soldados, creyendo probable que el muriera, y que no era capaz de seguir avanzando, [e dejaron al cuidado de unos campesinos que, en la medida de su capacidad, le trataron amablemente fermedad.
Desperto
en su en-
y recupero la conciencia
grave ataque de fiebre y se encontro
tras un
solo en una cama
tosca dentro de una especie de choza. Cuando rniro a su alrededor, en el silencio, le parecio un lugar misterioso y remoto; pero tan fresco, pues en realidad estaba en una tierra de pastos elevada entre las montafias, que se recuperaria simplemente alli, tranquilo,
el tiempo
que crey6
si le dejaban quedarse
suficiente.
Incluso aquellas
noches de deli rio habia percibido con complacencia
el
aroma del heno recien segado, 10 que le produjo la sensacion oscura y mornentanea salvo en su antiguo
de que estaba acostado y a
hogar. Al otro lado de la puerta
abierta podia ver la clara luz del sol y los sonidos del ganado llegaban a el suavemente
des de los pastos verdes
de los alrededores.
confusamente
Recordando
la dolo-
rosa prisa de sus ultirnas jornadas, cuando recupero la conciencia total de la situacion tuvo miedo de la llegada de los guardias. Pero ellugar perrnanecio
en una quie-
tud absoluta. En realidad estaba en libertad, salvo por la incapacidad
de su condici6n
fisica. Y 10 que sintio allf
[515]
Walter Pater entonces,
en el fondo mismo de su corazon,
fue un
deseo autentico de aferrarse a la vida. Habfa estado con el oscuramente,
incluso en el momento
de las fantasias
desbocadas de su delirio, desde que torno esa decision contra si mismo y a favor de Cornelio. Ofa a los ocupantes de la casa que iban yvenian dedicados a sus asuntos: era como si la proximidad
de la
muerte trajera con toda su fuerza los sentimientos
sirn-
plemente humanos. En la muerte hay algo que a las personas indiferentes
1~-~iieI~~ cleseosas de ol~idar a l~s
muertos: de apartar totalmente
de sus pensamientos
esos seres ajenos, y 10 antes posible. Inversamente, profundo
aislamiento
a
en el
del espiritu que afectaba ahara a
Mario, los rostros de esas personas, casualmente visibles, se apoderaban extrafiarnente de sus afectos; el vinculo de la hermandad
general, el sentimiento
de la afinidad hu-
mana, se afirmaba mas poderosamente
cuando iba a ser
cortado para siempre. Por las noches des cub ria que uno u otro rostro se imprimian
profundamente
nacion: y de una manera turbulenta por los cam in os de
SLl
en su imagi-
su mente los seguia
vida cotidiana simple y vulgar, con
un ansia peculiar de compartirla con ellos, envidiando la alegria tranquila y terrenal en que transcurrfan de estes, todavfa bajo el. sol, aunque
los dias
tan indiferentes
hacia ei; como si esas personas toscas se hubieran elevado de repente a una altura de buena fortuna terrenal que los obligara a aislarse de el. [516J
Mario el epicureo Tristem neminem fecit
2;
repetfa para sf mismo; su
antigua oracion cobraba ahora casi la forma de un epitafio. Hasta el mas duro de los jueces tendrfa que co neederle eso. Yel sentimiento cia ese pensamiento esfuerzo eonsciente acostado,
de satisfaccion que le produ-
le dejaba de recuerdo
dispuesto mientras
incapaz ya hasra de levantar
para
un
estaba alii
la cabeza tal
como descubrio euando intento coger una jarra de agua que tenia allado. Revelacion, vision, el descubrimiento de una vision, el ver una humanidad
perfecta en un
mundo perfecto: a traves de todas las alternancias de su mente, por algun instinto dorninante
determinado
por
las neeesidades originales de su naturaleza y su caracter, siempre habia puesto eso par encima del tener,
0
incluso
del hacer. Pues esa vision, recibida con la deb ida actirud por su parte, en realidad era ser algo, y como tal significaria seguramente
un saerificio u of rend a agradables a
eualquier dios que pudiera estar alii observandole.
jY
que agradable habia sido la vision! Un largo despliegue de belleza y energia en las cosas, y al terminarse podia pronuneiar
estas
agradeeido su Vixi.'3 Incluso enton-
ees, cuando sus ojos iban a cerrarse para siempre, las cosas que estos hablan vista paredan
una autentica po-
sesion en sus manos; las personas, los lugares, por encirna de todo la imagen conmovedora hendidas oseuramente
de Jesus, eran apre-
a traves de los rostros expresivos,
elllanto de los nifios, en ese drama misterioso que, con [517]
Walter Pater un sentimiento
repentino
de paz y satisfaccion, no era
capaz de explicarse a si mismo.
jSeguramente
avanzado en la vida! Y ese sentimiento
habfa
de gratitud,
tal
como Ie habfa sucedido en otras ocasiones, venia acompafiado por la sensacion de que habfa una persona viva a su lado. Pues con un sentido de la econornfa y un calculo estricto de ganancias y perdidas, en un mundo sornbrfo su sabiduda mas profunda le habfa llevado a utilizar la vida no como el medio de alcanzar un fin problematico,
sino
mientras esta existiera, de una hora que acababa en otra que acababa tambien, como un fin en sf mismo: una especie de musica que era suficiente para el ofdo deb idamente entrenado
aunque acabara por desaparecer en el
aire. Pero ahora, consciente rodavfa dentro de ese cuerpo que sufria, de los poderes vivos de la mente y los sentidos, cuando de vez en cuando anticipaba que su enfermedad, practicamente
sin ayuda como era logico en ese
lugar, probablemente
iba a terminar, yel momento
hacer las cuentas finales estaba muy proximo, conciencia de 10 que habfa desperdiciado,
de
torno
con lagrimas
casi colericas de conrniseracion
para si mismo, en su
gran debilidad:
ciego de colera por el
un sentimiento
poder que se echaba a perder semejante al que habrfa podido experimentar
estando junto allecho mortuorio
de otra persona en condiciones
semejantes a las suyas.
La vision de los hombres y las cosas que se le habfa [518]
Mario el epicureo revelado en su camino por el mundo, habia desarrollado con maravillosa
amplitud
las facultades
a las que
habia ten dido, su capacidad general de visi6n; y eso era tambien un exito a la vista de ciertas condiciones definidas, bien consideradas esa elaborada y prolongada
e innegables. A
muy
10 largo de
educaci6n de su capacidad
receptiva habia tenido siempre en mente el prop6sito de prepararse para esa posible nueva revelaci6n que llegaria algun dia: hacia una vision mas amplia que incluiria y explicaria las exhibiciones placenteras de este mundo; mismo que los fragmentos
10
esparcidos de una poesia,
que hasta entonces se habian entendido
a medias, pue-
den explicarse en el texto de una epica perdida que por fin se ha recuperado.
En ese momenta
la receptividad
despejada del alma, que habia ido creciendo uniforme-
10 largo de todos esos afios, de experiencia en experiencia, se encontraba en su punto culminante; la mente a
casa estaba dispuesta para el posible huesped; la tableta de
la mente estaba blanca y lisa, para cualquier cosa que
los dedos divinos decidieran escribir alli, ~Y no era exactamente esa la condicion
y la actitud mental para que
algo superior a el mismo, aunque afin a el, quisiera revelarse, para que esa influencia que habia sentido de vez en cuando, como una mana amigable en el hombro en medio de las oscuridades reales del mundo, quisiera explicarse mejor? Seguramente autentica
esta ~~' e~
el objetivo de una filosofia
l~~' ~'~fuerzos flli:iles para [519]
el total
Walter Pater acomododel
hombre con las circunstancias
;-~~~~~~~ra, sinopara
~(mantenimiento
en las que de unaespe-
cie de- descontento
sincero incluso frente allogr~ ma"s
elevado; finalmente
el alma despejada y receptivaaban-
dona el rnundo con la misma capacidad de sorpresa con la que hibiientrado
en el, y sigue su camino ciego al
final con la conciencia
de que en las cosas hay algun
enigma prof undo y con la promesa de que algo va a venir. Mario pareda entender
como podia uno mirar
desde allf la vida pasada y sus visiones excelentes tan solo como la parte de una carrera de caballos en la que se habfa quedado arras pero seguia siendo ligero a pie: por un momento
experimento
una curiosidad singular, casi
un des eo ardiente de entrar en un futuro cuyas posibilidades Ie paredan amplias. Y precisamente
entonces, en mitad del recuerdo de
ciertas palabras e imageries conmovedoras, pensamiento
le llego el
de la gran esperanza, esa esperanza contra
la esper:mza que, tal como ella concebfa, habfa brotado -Lux sedentibus in tenebris-
4
en el mundo envejecido: la
esperanza que Cornelio pareda llevar en el en su fuerza, con una confianza que le hizo sentir a Mario no tanto que por un capricho
del destino se habfa quedado
a
morir en su lugar, sino que Cornelio habfa partido en una rnision que le liberarfa tarnbien a el de la muerte. Se habia establecido en el mundo una protesta permanente, una peticion, ..una idea adicional perpetua que a par_-- .._-_.... . [520]
,
Mario el epicureo tir de ese momenta
la humanidad
poseeria siempre,
c~mo reser~~fr~nte a cualquier teoria totalmente nicaYdescorazonadora nes.
E~~pensamiento
rneca-
sobre ella misma y sus condiciole aliviaba del perfil de hierro del
horizonte que le rodeaba, bafiandolo con una especie de luz suave que procedia del mas alla; llenando los lugares huecos y sombrios de su camino con la calidez de afectos definidos; confirmando
tambien ciertas considera-
ciones par las que erda vincularse can las generaciones que iban a llegar al mundo que el abandonaba.
Can la
supervivencia de sus hijos los padres felices pueden pensar tranquilamente
yean afecto practice en un mundo
que ellos ya no van a compartir
directamente;
plantan-
do can alegria y buen humor las semillas que llevan can ellos se aseguran de que en el futuro sus nietos puedan resguardarse
del sol bajo los anchos robles. Ese es el
modo natural de sentimos
aliviados ante la muerte. Y
fue asi tarnbien como, sorprendido
y encantado,
Mario,
bajo el poder de esa esperanza nueva entre los hombres, pudo pensar en(las generaciones
que vendrian
tras eL'
Sin eso, tan debil como se ehcoiii:raba, no se habria atrevida a meditar acerca de como seria el mundo, que eran los lfmites de to do
10 que canada realmente, cuando el
se hubiera marchado. AI pensar en ella le sobrevino una extrafia soledad, como una oscuridad fisica; como si a partir de entonces el destino que a el le concernfa fuera a realizarse en una estrella habitada pero distante y ajena. [521)
Walter Pater Pero a la inversa, sintiendo en ella calidez de esa esperanza, le parecio que podia anticipar que nunca le faltaria en la tierra un cui dado amable hacia el, un cui dado incluso de su cuerpo: ese querido hermano y cornpafiero de su alma, gastado, sufriendo y al borde mismo de la muerte, tal como estaba ahora. Con to do aquello aumentaba
su fatiga y finalmente
tuvo que abstenerse de pensamientos
como aquellos y
de to do 10 que le causara un dolor flsico. Despues, como le habfa sucedido poco antes en las noches insomnes y terribles que seguian a aquellas marchas forzosas, trataria de fijar su mente, imperturbablemente,
y como
un nino que piensa en los juguetes que ama, uno tras otro, para quedarse dormido y olvidarlos antes, en todas las personas que habia amado en la vida -en su amor por ellos, estuvieran vivos decido
0
0
muertos, le hubieran agra-
no ese amor, en lugar de en
el amor que ellos
habian sentido por el-, y dejaba que las imageries pasaran
0
se quedaran
con el segun fuera e] capricho
de
estas.1Siiiiplem~nte en la sensacion de haber amado parecio encontrar, incluso cuando
el barco se estaba yendo
a pique, aquello en 10 CItlesu alrna podia «descal1sar con seguridad-i Dej6 que, uno tr~s otro, aquellos rostrosy ~oc~s flleran y vinieran como en un ejercicio mecanico como si estuviera repitiendo sabia de memoria,
0
todos los versos que se
diciendo las cuentas una a una, con
muchos intervalos en los que se quedaba dormido. [522]
Mario el epicureo Pues ala vieja criatura terrenal que habfa todavfa dentro
de el [e quedaba
aun la gran bendicion
del
suefio [{sico. Dormir, perderse uno en el suefio: siernpre habfa reconocido
que eso era algo bueno. Tras un
periodo de suefio profundo voces y murmullos
desperto
en medio de las
de las personas que [e habian aten-
dido tan cuidadosamente
en su enfermedad,
y estaban
ahora arrodilladas alrededor de su lecho: 10 que escucho le confirmo, en la claridad ya perfecta de su alma, 10 que le sugerian de manera inevitable sus sentidos corporales. A menudo
habfa soriado que estaba condenado
morir, que la hora habfa llegado, acornpafiada pensamientos
desbocados
a
de los
que le sugerian huir; y des-
pertando rodeado por el sol, en la libertad completa de la vida, se sintio lleno de gratitud de que estuviera allf su lugar, vivo todavfa y en la tierra de los vivos. En las actitudes y acciones de aquellas personas que cruzaban la puerta, por la que entraba con fuerza la luz del sol, supo con seguridad que habfa llegado su ultima manana y volvio a pensar en los seres queridos. A menudo habfa imaginado
que no morir en un dfa oscuro
serfa un pequefio alivio
0
0
rezaban con fervor: Abi! Abi! Anima christiana! momentos
lluvioso
gracia. Quienes le rodeaban 5
En los
de su debilidad extrema le habfan colocado
entre los labios el pan mistico, que habia descendido como un copo de nieve des de el cielo. Unos dedos arnables aplicaron en sus manos y pies, asf como en todos los [523]
Walter Pater
conductos
de los sentidos
a traves de los cuales el
mundo habia entrado y habia salido para el, y ahora estab an tan oscuros y obstruidos,
un unguento
medici-
nal. Esas mismas personas en la tarde gris y austera de aquel dia cogieron sus restos y los enterraron
secreta-
mente con sus oraciones ha,~ittlales; pero tambien con alegria, ~erisarido que su muerte, segun la opinion generosa que ten ian a ese respecto, habia tenido la naturaleza del martirio, yel martirio, tal como la Iglesia habia dicho siempre, era como un sacramento nana.
[524]
de gracia ple-
NOTAS
Capitulo I 1) Numa Pompilio, sucesor de Rornulo como rey de Roma (tradicionalmente, 715-672 a. de C.), puede ser considerado como personaje hist6rico, aunque muchas de las cosas que de el se dicen pertenezcan mas al campo de la leycnda, que 10 presenta como el equivalente pacifico del belicoso Rornulo. Sucedi6 a este tras un interregno de un afio en cl que el poder 10 ejercieron, por rotacion, los miembros del Senado. Fuudo los colegios sacerdotales de los augures, salios, flamines, vestales y pontificcs; instituyo los culros a JUpiter Elicius, jupirer Terminusy Dius Fidius. Reform6 el calendario, que constaba de diez meses y paso a tener doce meses lunares: fij6 asi las fechas regulares de las fiestas religiosas y los diasfostos y nefastos. Es evidente que todo esto no pudo ser obra de lin hombre +aunque la ninfa Egeria le inspirara, segun cuenta la leyenda, una gran parte de su reforma-, sino el resultado de siglos de un desarrollo religioso que se remonta a los tiempos prehistoricos y prosigue hasta la era republicana. 2) Poeta latino de la epoca de Augusto, amigo de Horacio, que contribuy6 a dar su forma clasica a la elegia romana. 3) "A mi me corresponde celebrar a los Penates y hacer la ofrenda mensual a los antiguos Lares». Los Penates parecen en origen divinidades protectoras de la despensa (pen us) , para pasar a favorecer luego la casa entera. Cuando la ciudad pasa a ser considerada como una gran casa, tambien tiene sus Penates. Junto con Vesta y con el Lar fomiliaris forman la tdada ro-
[525]
Notas mana de las divinidades este ultimo,
dornesticas,
salvo porque
llegando a confundirse
el Lar familiar
casi con
es uno, y los Penates son
siempre dos. 4) Habia nacido de un hogar, por cuanto que su madre, Rea Silvia, era una vestal, que se ocupaba de atender el hogar de Roma. 5) En el quinto
libro de la Republica, Plat6n afirma que el mal
seguira hasta que los fil6sofos gobiernen conviertan
en fil6sofos
Marco Aurelio, Adriano.
autenticos.
0
los reyes y principes
A Antonino
al que habia adoptado
se
Pio le sucedi6
a los 17 afios par orden de
Can Marco Aurelio subi6 al trona un fil6sofo verdadero.
6) LaArnbarvalia
es una ceremonia
roman a de expiaci6n y puri-
ficaci6n que realizaban los duefios de los campos, dando tres vueltas a sus posesiones sacrificados.
con un buey, un carnero y un cerdo, que luego eran
Creaban
sechas. Ademas
asi un circulo magico de protecci6n
de estos Arnbarvalia
privados,
de las co-
habia uno publico
que celebraba el29 de marzo en Roma para todo el Estado el colegio sacerdotal
de los doce hermanos
Arvales.
7) Diosa de la fertilidad. 8) EI agua purificadora. 9) La Indigitarnenta pecializadas
es la lista de nombres
de las divinidades
es-
en realizar un acto simple dentro de un proceso.
10) Pertenece a las Eglogas de Virgilio: «Se maravilla de la belleza en elumbral
del Olimpo, viendo bajo sus pies las nubes y las estrellas».
Capitulo
II
1) En castellano serfa, con mayor precision, «neches en bianco». es el Virgilio de las Ge6rgicas.
2) EI gran poeta romano 3) Aunque
Pater
10 relaciona
con la luna nueva, mas bien parece
referirse a Jano. 4) Creian que la capacidad
10 mismo
para la adivinaci6n
que la funci6n sacerdotal.
[526]
podia heredarse,
-------------------------------------
Notas 5) Luna era una ciudad de Etruria famosa por su marrnol bIanco, llamado ahora de Carrara. 6) Segun Hesfodo, Eurfale y Medusa.
las Gorgonas
eran tres hermanas:
Las dos primeras
inmortales
pero al cortarle Perseo la cabeza surgieron
Esteno,
y la tercera mortal,
de esta Crisaor y el caballo
Pegaso. Hay otras versiones del mito de Medusa, hasta llegar a la version tardia de Ovidio monstruo
marino,
en las Metamorfosis,
para qui en no fue un
sino una ninfa de gran belleza a la que Poseidon
sedujo en un ternplo de Arenea. Esta, encolerizada, el monstruo
conocido
7) Literalmente,
por la tradicion
en la sombra.
9) Ion es una de las obras menos conocidas cuenta su particular
version de la leyenda,
de Apolo, qui en mando a Hermes que
10 consagraron
que
10 llevara
donde
10 convierte
en hijo
al templo de Delfos,
III
1) Salmo 26, 8: «He amado la belleza de
tu
casa».
nombre que dieron los romanos
griego de la medicina. una epidemia
de Euripides,
al servicio del dios.
Capitulo
2) Esculapio:
en
Venus la del buen aspecto.
8) Umbratilis: que permanece
donde fue criado y
la transforrno
antigua.
Cuando
de peste, los romanos
enviaron a Epidauro
jada, esta rcgreso con una de las serpientes tuario de Asclepio, iniciandose
a Asclepio, el dios
en el afio 290 de la era antigua,
tras
una ernba-
que se criaban en el san-
as! la historia de este dios en Roma.
3) Aristides y Galeno. Pater reune en la misma linea los nombres de Elio Anstides, dio Galeno,
orador griego amigo de Marco Aurelio, y de Clau-
medico
griego que se instalo
Marco Aurelio tras la epidemia
en Roma,
indica as! que ya en el siglo Il de nuestra era coexistian curativas cspiritualisra
y cicntifica.
4) Ex voto: en cumplimiento
llamado
por
de peste que afectaba al ejerciro, Nos
de un voto.
[527]
las corrientes
Notas 5) Los Dioscuros (los hijos de Zeus) eran los gemelos Castor y P61ux,que se amaban entrafiablemente y compartian sus hazafias. En la misma noche, su madre Leda se unio a Zeus y a su esposo T indaro, rey de Esparta. De uno tuvo almortal Castor y del otro al inmortal P61ux. Pero se amaban tanto que cuando murio Castor, P61uxpidio a Zeus compartir el destine de su hermano. Zeus diviniz6 a ambos y pasaron a ser identificados con la constelaci6n deperrlil1i~\
Capitulo IV 1) Plinio, Epistola I, IX: «[Oh mar! jOh orilla! jEllugar mas retirado y mejor para la contemplaci6n, cuantos pensamientos nobles me has inspiradol. 2) La nueva era del Romanticisrno aleman. 3) Homero, Odisea, Canto VIII: «Como corresponde a los dioses eternos- . . 14rA~;1que Pater 10hace rctroceder al siglo II de nuestra era, en ( ·r~aidad el eufuismo es un movimiento literario amanerado que J' \ surge en Inglaterra a finales del XVI Ycuyo nombre deriva de Euphus,_ \tftulodeunanovela de John Lily. Se ha considerado como precursores del movimiento a Antonio de Guevara y George Pettie. El movimiento abusaba de los procedimientos retoricos, de las alusiones mitol6gicas e hist6ricas y de las referencias ala historia natural (a cravesde Plinio y los bestiarios medievales). 5) Luciano de Samosata, escritor griego que se oriento hacia la forma literaria del dialogo,
[528]
Notas
Capitulo V 1) «iFlavio, lee feliz! iFiavio, vive y florece! iFiavio, vive y regocijate!» 2) «Algunas de sus partes no destacaban
por la novedad de la ex-
presion». 3) Marco Cornelio
Fronto
(0 Fronron),
(100-166),
orador ro-
mano que fue tutor de Marco Aurelio y Lucio Vero. Tuvo una gran fama, aunque
no sc ha conservado
de el ningtin
escrito, salvo algu-
nas cartas que reflejan la vida de la familia imperial y la «elocutio novella» que trata de impulsar, propugnando popular
con el latin arcaico.
aparecen
profusamente
novedad
literaria cuando
la cornbinacion
del habla
Las ideas de este personaje
historico
en esta novela y Pater recoge de ella idea de en el Capitulo
VI describe el «eufuismo»,
4) La historia de Medea esta un ida a la de Jason, al que ayudo a conseguir
el VeUocino de Oro,
teniendo
que huir por ello de su
padre Eetes, rey de la Colquide. La segunda
fuga la lleva a cabo cuando,
Jason se case con la hija del rey Creo~te, padre mediante
un vestido perfumado
fingiendo
aceptar que
abrasa a la princesa y a su con veneno.
DegiieUa des-
pues a los dos hijos que habfa tenido con Jason y huye a Atenas. Casada
en Atenas con el rey Egeo, huira tam bien de alli por
haber maquinado
la muerte de Teseo.
5) A partir de aqui todas las citas de este capitulo de las Metamorfosis
de Apuleyo,
regalado a Flavio, incluida mirada por los estudiosos
estan sacadas
que se supone es ellibro
la historia de Cupido conrernporaneos
que le han
y Psique, muy ad-
de Pater, que la conside-
raban una alegorfa de la relacion entre el amor divino y el alma. 6) EI subrfrulo es Asinus aureus, el Asno de Oro. 7) «Un hermoso 8) Mas conocida
lugan>. como la ninfa Siringe, cuando era acosada por
ellascivo Pan, al verse perdida en un rio pidio ayuda a las Nayades, estando en los brazos del dios se transformo
[529)
y
en cafia. Como a Pan Ie
Notas parecio oir la voz triste de la ninfa en el ruido del viento entre las cafias,
para
uniendo
el encuentro
inmortalizar
fabrico
un instrumento
cafias de distinra longitud.
9) EI Cocito era un rio del mundo subterraneo Hades y era afluente mas de los muertos apropiadas,
del Aqueronte.
que, par no haber recibido
ten ian que vagar cien afios junto
poder penetrar
que limitaba
Se creta formado
el
por las higri-
las honras hinebres a sus orillas antes de
en el Hades.
10) En esa epoca Orco era ya tan solo otro nombre
Capitulo
de Pluton.
VI
1) «Lo bello de la escri tura». 2) La fiesta llamada Isidis Navigium se celebraba como serial de que volvia a iniciarse la temporada
el 5 de marzo
de la navegacion.
undecimo
de laMetamorfosis, partes 7-13, Apuleyo des-
cribe una ceremonia
similar a la que incluye aqui Pater. (Para este
En ellibro
libro de Apuleyo,
ver la rraduccion
de Lisardo
para la Biblioteca CJasicaGr~dQs,Madrid~19i8~)
Rubio
f~JJ.l;iudez
.~;
3) «Que arne quien nunca ha amado; y el que ya ha amado, que arne».
4) EI sistro es un antiguo forma de aro
0
herradura
instrumento
atravesado
musical
metalico
en
por varillas, que sonaba al agi-
tarlo con la mana.
Capitulo
VII
1) Ver Nota 3 del capitulo VI. 2) Cita de Lucrecia:
«Todas las barreras de la vida se tambalea-
ban».
[530]
Notas 3) Cita de las Odas de Horacio:
«iQuien
se avergonzara
de ape-
narse por una cabeza tan querida?»
Capitulo VIII 1) Transcribo
la traducci6n
que de estos versos hizo Julio Corta-
Yourcenar, Memorias de Adriano: «Minima alma mia, tierna y flotante, huesped y compafiezar al verter al espafiolla
obra de Marguerite
ra de mi cuerpo, dcsccnder.is
a esos parajes palidos, rigidos y desnu-
dos», 2) «Misterios
del cielo». Probablemente
tftulo de una obra que Emanuel del siglo XVIll en 8 volumenes,
comentando
dcscribiendo
del mundo
su propia doctrina
Pater tomo la Frase del
Sweden borg public6
a mediados
los libros de Moises y espiritual.
3) En el canilogo de poetas que redacta Ovidio incluye a Publio Lupo, partidario
de Pompeyo,
que puede ser hijo de un famoso re-
t6rico del mismo nombre. 4) EI titulo es pura conjetura, gada a nosotros fragmentada 5) Proragoras
pues la obra de Heraclito s610 ha lle-
y dentro de los textos de otras autores.
de Abdera. Fil6sofo griego del siglo V de la era an-
tigua. En Atenas ensefi6 una reorfa de la civilizaci6n optimista
progresista
y
que debi6 de tomar de Dernocriro,
6) El Vicaire Savoyard apare:ce en el Emile de J.- J. Rousseau.
Re-
chaza la religi6n revelada y expone su creencia en la religion natural. 7) Nornbre antigua,
disdpulo
que recibe la escuela que Aristipo de Socrates) fund6 en Cirene,
(siglo V de la era capital de la Cire-
naica (zona oriental de Libia). Forma parte, con dnicos y mcgaricos, de «las pequefias escuelas socraticas», y es deudora
tambien
de los so-
fistas. Pater utiliza los principios
del cirenefsmo,
po pudo conocer
sobre esta escuela, como los de A.
Wendt,
algllll estudio
pues ya en su tiern-
De philosophia cyrenaica, 1841, y H. de Stein, del mismo ti-
tulo, 1855, que trata sobre todo de Aristipo,
[531]
Notas 8) La Frase esta tomada de Carlyle, cuyas traducciones
de Goet-
he dieron a conocer a este al publico britanico. 9) «Todo color, estado y cosa convenian
Capitulo
a Aristipo».
IX
1) «Los asuntos del Padre», referencia tom ada del Evangelio de Lucas 2, 49. 2) Es decir, el nuevo Prometeo del conocimiento
que robaria de los dioses el fuego
de «esa particula de razon
0
espiritu evidenternen-
te divina que hay en el». 3) Filosoficamente
se dice que es antinornica
que resulta a la vez falsa y verdadera, contradictorias.
Como concepto
0
toda proposicion
cuyas conclusiones
de la historia de
la religion,
resultan la opo-
sicion a una norma por motivos religiosos. 4) Cortesana
corintia
del siglo v de la era antigua,
hermosa,
ca-
prichosa y amante del dinero, que tuvo a Aristipo entre sus amantes. 5) Cira de Horacio:
«Cuando
el tema es bien ensefiado,
las pala-
bras surgen por s! solas».
Capitulo 1) «Es maravilloso
X
como la mente se pone en actividad gracias al
ejercicio corporal energico», traduce Pater unas paginas mas adelante. 2) El ergastulum era un calabozo en el que se encerraba
a los cs-
clavos despues de efectuar trabajos rudos. 3) Claude
Gelee (1600-82),
paisajista
paso la mayor parte de su vida pintando Rosa (1615-73),
pintor italiano delaescuela
sus palsajes.
[532]
de origen
frances
paisajes italianos; napolitana,
que
Salvator
famoso por
1 Notas 4) La Gran Madre es Cibeles, diosa de la tierra, as! como Dioniso era venerado
como dios de la vegetaci6n,
particularmente
de las
vifias. 5) «Disfruremos traducci6n
del encanto
cirada de Lisandro
matutina»,
en la
Rubio (Apuleyo, Metamorfosis,
de una marcha
I, 17).
XI
Capitulo 1) El cipollino es una variedad nas de mica
0
de marrnol
atravesado
por lami-
serpentina.
2) El travertine
es una roca porosa originada
por la precipita-
cion de las sustancias en el agua de rios y manantiales. 3) La colina del Palatino.
4) Accensus era el nornbre que se daba al oficial que prodamaba las horas. La Rostra era una plataforma situada entre el Foro y la Curia, desde la que hablaban al pueblo. El Graecostasis era un edificio pr6ximo
a la Curia en el que se alojaban los embajadores
extran-
jeros. 5) La ovaci6n se distingue menor intensidad
del triunfo en diversos
ba un carnero en lugar de un buey, erc.) y celebraba portante,
detalles
de
(el general entraba a pie y no en carro, se sacrificauna victoria im-
pero no aplastante.
6) Arminio
era el jefe de una rribu germana
nuestra era se rebelo contra los romanos, do, destruyendo 7) Se da
tres legiones mandadas
el nombre
que en el afio 9 de
de quienes habfa sido aliapor Quintilio Vero.
de Campagna al campo que rodea la ciudad
de Roma. 8) Seneca, Epistolas Morales, XLI. 9) Horacio,
Odas, I, IX, 17: «Mientras conservais las fuerzas de
la juvenrud»,
[533]
Notas
Capitulo
XII
1) Spenser, The Shepherd's Calendar, Octubre. 2) Las Suovetaurilia
cousisuan
en el sacrificio
de un cerdo, un
carnero y un buey. 3) «Sobre el desprecio del mundo». 4) Para prevenir el exceso de argullo, ese esclavo iba tras el general recordandole
al oido que era un simple mortal.
5) EI discurso que describe a conrinuacion
contienc
abundantes
citas de las Meditaciones. 6) Cloro, una de las tres Moiras Atropo),
espfrirus
del nacimiento
0
Parcas (junto con Laquesis y
que atribuian
este, el destine que les iba a corresponder
Capitulo 1) Tiras ornamentales 2) Ciudadano
en
al nino, al nacer
la vida.
XIII
que colocaban
cruzadas sabre las piernas.
nacido libre.
3) Ovidio en Ars arnatoria.
Capitulo
XIV
1) En el rapto de las Sabinas, unos criados de Talasio se apoderaron para su amo de una joven hermosisima, taran gritaban
y para que no se la qui-
Thalassie! Thalassie! (<<paraTalasio»), Como el matri-
monio de ambos fue feliz, se conserve
ese grim como parte del rito
nupcial. 2) Toldo para proteger al publico del solo la lIuvia. 3) Icaro fue encerrado
en ellaberinto
[534]
de Creta par el fey Minos,
Notas irritado con su padre Dedalo, Este fabrico para su hijo unas alas de cera con las que pudiera escapar, advirtiendole sol. Orgulloso
que no se acercara al
de poder volar, se elevo y el sol querno sus alas, por 10
que cayo al mar, donde se ahogo, y que desde entonees se llamo Icaria, 4) Apresado introduciendo niendolo
Scaevola por intento la mana en
el fuego
de asesinaro, gano su libertad
que habia sobre un altar y mante-
allf sin pestafiear.
5) Marsias fue un flautista Apolo a un combate
frigio desollado
6) En tiernpos de Neron untaban quemaban
vivo por desafiar a
musical. a los cristianos
vivos para utilizarlos de alumbrado
con cera y los
publico.
7) «Tantos males podia provocar la religion».
XV
Capitulo
1) Los fosces eran haces de varas de olmo medio de longitud,
cabeza de un hacha como signa de autoridad vian para azotar y decapitar). 0
dor Ie acornpafiaban
12024).
Capitulo
la
y poder coercitivo (ser-
en numero
variable (al empera-
XVI
que se da a la obra de los primeros
manes, caracterizada sentacion
abedul, de metro y
Los llevaban los lictores que acompa-
autoridades
fiaban a magistrados
1) Nombre
0
atados con cinta roja, y de los que sobresalia
por su oposicion
de la pasion.
[535)
al clasicismo
romanticos
ale-
y por la repre-
l Notas
Capitulo XVII 1) La ciudad
feliz
0
hermosa.
Pater la relaciona
con la ciudad
ideal de la Republica de Platon y con la ciudad del mundo entero que era la idea de las Meditaciones. 2) Evangelio de Lucas 10,24. 3) Elevacion al rango divino.
4) Genetrix significa madre; la veneracion a Venus como «madre de la raza humana»
fue fundada
por Escipi6n
el Africano,
y promo-
vida luego por los Ccsares, 5) Se dab a el nombre Cyprianus
de calle manchada
a una parte del Vicus
en la que Tulia, hija de Servio Tulio, derrarno la sangre de
su padre. La «disputa fraternal»
a la que hace referencia
a continua-
cion es la de Rornulo y Remo al poco de fundar Roma. 6) Cuenta
la leyenda romana
que Tarpeia,
peio, entreg6 a traici6n eI Capitolio taron luego lanzandola ron
eI
nornbre
tradicional
hija de Espurio Tar-
a los Sabinos, y que estos la rna-
desde una roca elevada. Los rornanos le die-
de Roca Tarpeia
para la ejecuci6n
y la convirtieron
en un lugar
de los traidores.
7) La vestal se llamaba Cornelia
y fue enterrada
viva por orden
de Domiciano.
8) Meditaciones, IV, 3. 9) Meditaciones, IV, 27.
Capitulo XVIII 1) Consistia
en arrojar una lanza mojada en sangre desde la Co-
lumna de la Guerra, de los territorios
levantada
en el Campo
de Marte, en direcci6n
del enemigo.
2) «La piedad de su madre». 3) EI lectisrernio
era un banquete
cuyas esratuas se colocaban
que se of red a a los dioses,
a1rededor de la mesa.
[536]
l
Notas 4) Divinidad ramana guerrera que pasaba por ser esposa 0 hermana de Marte. 5) Esta historia praporciona a Pater muchos detalles cuyas descripciones incluye en este libra. La historia actual no la reconoce como absolutamente veraz. 6) «El libro de la sabidurfa. pertenece a los Apocrifos. 7) Meditaciones, IV, 3. 8) Praverbios 9, 2. Este libra, junto con el Eclesiastes, el Cantar de los Cantares y la Sabiduria, forma el conjunto al que se da el nombre de «libros sapienciales» del Antiguo Testamento, la «Iilosoffa sapiencial- a la que se ha referido unas lineas antes.
Capitulo XIX 1) «[Prepara mi corazon, Diosl jPrcpara mi corazon' 2) Los juegos del circo se abrian con una procesion que partia de la colina capirolina y en la que se transportaban las estatuas de los dioses. 3) Los salii cran los doce miembros de la asociacion sacerdotal menor constituida en honor de Marte. 4) «Todo hilado con oro y plata». 5) Almohadillas sabre las que reposaban las estatuas divinas.
CapftuloXX 1) Hechos de los Apostoles 2, 17. 2) Tusculo era una ciudad situada a unos 25 kilo metros de Roma, por la Via Latina. Alii tenia Ciceron su villa favorita, donde escribio muchas de sus obras; y estaba de moda entre los hombres de letras. [537]
Notas 3) Marcial dirigi6 varios de sus epigramas a un poeta menor, L. Arruntus Stella. 4) Estos y otros detalles de la vida de Apuleyo proceden de su obra Apologia (0 Pro se de magia liber), de tuerte contenido aurobiogd.fico, que escribi6 como autodefensa en el proceso que Ie incoaron cuando fue acusado por los parientes de su acaudalada esposa de haberse llevado a esta con la dote utilizando medios magicos.
Capitulo XXI 1) Hechos de los Apostoles 2, 17. 2) En castellano «rufo», piedra caliza muy porosa. 3) Calvinista y fil6sofo americano de la primera mitad del siglo XVIII, defensor de la idea de la predesrinacion absolura propuesta pOl' Calvino, se sinrio muy preocupado poria condenacion de los nifios pequefios. 4) «Alabad, siervos, al Senor», Salmos 113, 1. 5) Apocalipsis 12, 11. 6) Tanto amaba Alcestis a su esposo Admeto que cuando Ie ofrecieron a esre la posibilidad de que otro muriese en su lugar ella se ofreci6 y descendio al Tartaro. Fue rescatada por Hercules, que estaba allf accidentalmente, aUl1queotra version cuenta que fue la propia Persefone la que, impresionada pOl'ese amor, la devolvio, mas bella que antes, a la tierra. 7) Jonas 2,7. 8) En la poesia griega el canto lirico se compone de dos partes, la estrofa y la antistrofa, que tiene el mismo numero de versos que la primera.
[538J
Notas
Capitulo
XXII
1) Periodo en que la Iglesia cristiana fue tolerada, con la «paz final» que sc produjo Milan, pOl' el que se convirtio
en la fe oficial del Imperio
2) De una carta de Plinio a su esposa Calpurnia, mujeres.
Para los eruditos
Calpurnia
por contraste
en el afio 313 con el Edicto
de
Romano.
la tercera de sus
del siglo XIX, el matrimonio
de Plinio y
era un modelo de devocion dornestica.
3) Hermas fue un cristiano romano del siglo II. El Fragmento Muratoriano (finales del siglo II) Ie atribuye la autoria del Pastor, afiadiendo que 10 compuso en tiernpos del obispo Pfo (hacia el afio 140). En los siglos II y III la obra estuvo muy valorada,
sobre todo en
Oriente. 4) Alegoria que dio fama a su autor, el predicador publicadaen
5) Montano montanismo,
cmpezo a profecizar en el afio 172 y dio nombre
movimiento
del fin del mundo.
apocaliptico
I) Proverbios
extremadamente
fanatico.
XXIII
9,1-2.
2) Desde esre «[Crisro, ten piedadl» absolutamente
al
que sostcnfa la inminencia
Fue un movimiento
Capitulo
centrandose
John Bunyan,
1678.
Pater describe
una Misa
sobre rodo en el efecto esrerico que produce,
como algo
nuevo, en un intelectual
romano del siglo II.
3) «Ha de decirse con gran sentimienro
y desde el corazon»,
4) Salmos 85 «
tll
tierra») y llO
«
contra
Sefior, que tus siervos pronuncien
signa en el nombre de tu santo hijo, jesus».
[539J
tu
santo hijo, Jesus.
tu palabra
y hagan
tu
Notas 6) Salmo 133, 1: «Como un ungiiento fino en la cabeza que baja por la barba». 7) Recitador de poemas epicos. 8) «Elevernos los corazones. Los tenemos puestos en el Senor. Demos gracias a Dios nuestro Sefior». 9) «Teadoramos, Cristo, cuya cruz redimio al mundo». 10) «Que el Senor sea con vosorros». 11) «Que te de la vida eterna». 12) «Marchad. La Misa ha terminado».
Capitulo XXIV 1) La mayor parte del capitulo es la adaptaci6n de un diilogo de Luciano: Hermotimo, 0 lasfilosofias rivales. 2) «Si te sirven las lagrimas, hazte visible en los suefios», 3) Salones con asientos en los que se conversaba 0 debatia. 4) En la literatura clasica se dab a ese apelativo a cualquier anciano decrepito, por el ser legendario del mismo nombre que recibi6 de los dioses el don de la vida eterna, pero no el de la eterna juventud.
Capitulo XXV 1)«Lascosasnos hacen llorar y 10 perecedero hiere nuestra mente».
Capitulo XXVl 1) «iAh!iAhi estan las almas de las que la mia riene necesidad!» 2) Nombre que se da al Espiritu Santo enviado para consolar a los fieles.
[540J
Notas 3) Evangelio
de Juan 16,2: «Llegara la hora en que todo el que
os mate piense que da culto aDios». 4) Apocalipsis
22, 11: «Que el injusto siga cometiendo
injusti-
eras»,
Capitulo XXVII 1) La estatua se encuentra 2) Alusion al comentario
ahora en el Museo Capitoline. que hizo el Papa Gregorio,
quien aI ver
unos esclavos sajones de pelo rubio, dijo: «Non Angli, sed angeii». 3) Se esta refiriendo de
1:.1 triunjo del Cesar,
a los nueve [ienzos que pinto con el titulo que se encuentran
en Hampton
Court,
Middlesex. 4) Alllegarle toproclamo
el rumor falso de que Aurelio habfa muerto,
emperador,
se au-
siendo asesinado al poco por dos "de sus ofi-
ciales. 5) Ala muerte de su esposa, Aurelio [undo un colegio de huerfanas que recibian el nombre de «hijas de Faustina». 6) «jAdios, desgraciadisima
alma!»
Capitulo XXVIII 1) «Un alma cristiana por naruraleza». 2) «A nadie hizo infeliz».
3) «[He vivido!» 4) «[Luz a quienes estan en las tinieblas!» 5) «[Parte! iParte, alma cristiana!»
[541]