L. D´elía, El Uruguay Neobatllista

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EL URUGUAY NEO-BATLLIST i 1946-1958

G erm án D'Elia

EDICIONES DE LA BANDA ORIENTAL tem as del sig lo XX 989.506 1 BAT Del F H C E /1 80858

1

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Temas del Siglo XX Colección dirigida por Benjamín Nahum

EDICIONES DE LA BANDA ORIENTAL S.R.L. Gaboto 1582 - Tel. 4.32.06 - Montevideo Queda hecho el depósito que marca la ley Impreso en Uruguay, 1982

Para Javier, Laura, Isabel y Lucia con la más intima convicción de que realizarán sus vidas en un mundo politicamente libre y democrá­ tico, económicamente desarrollado y social­ mente solidario.

INTRODUCCION

La etapa de la inmediata postguerra constituyó para el Uruguay un período de cambios trascendentes — económicos, sociales, políticos, ideoló­ gicos— originados por las profundas transformaciones desencadenadas por el conflicto bélico a nivel mundial y la respuesta que a nivel interno procuraron dar las fuerzas sociales y políticas que asumieron la conducción del Estado, para ubicar al país en la nueva coyuntura histórica que se planteó. Período rico en inquietudes, en posibilidades creadoras, en enfrenta­ mientos intensos y tam bién en frustraciones, hemos intentado interpre­ tarlo en su conjunto, dado que constituye una etapa crucial de nuestra evolución histórica contem poránea. Las expectativas y esperanzas que despertó el fin de la guerra con el triu n fo de las Naciones Unidas, expectativas y esperanzas apoyadas en las promesas de los estadistas anunciando la construcción de un mundo nuevo de paz, justicia y libertad, tuvieron su reflejo en nuestro pequeño país, despertando un ingenuo optimismo, que se vio fortificado por el desarrollo económ ico interno basado en el crecimiento de la industria, el mejora­ m iento sustancial de los niveles de vida, la expansión de la enseñanza y la afirm ación de las libertades democráticas. Ese optimism o se frustró rápidam ente cuando se modificaron las condi­ cionantes externas, poniendo en evidencia la. debilidad de las estructuras en que se apoyó el desarrollo interno. La crisis que se planteó abrió una instancia de contradicciones sociales y políticas cuya manifestación más espectacular fu e la derrota del Partido Colorado en las elecciones de 1958, luego de 93 años de ininterrum pido ejercicio del poder. Si bien centramos nuestro análisis en el mencionado período, conside­ ramos necesario una referencia a la etapa previa en que se gestaron las bases en que se afirm ó el desarrollo interno. En efecto, la crisis de 1929 y la profunda depresión que la siguió constituyeron él comienzo de un cido de intensas contradicciones — entre las cuales la guerra fue su manifesta­ ción más dram ática— que se cerró con los reajustes de postguerra. Ese ciclo significó para los países dependientes una etapa de relativa autono­ m ía, que hizo posible, para algunos de ellos, el comienzo de procesos

y

cuyo rasgo saliente fue el crecimiento industrial con todas sus consecuen­ cias sociales y políticas. Es en virtud de ello que consideramos necesario la redacción de un breve capitulo sobre la depresión y sus consecuencias en el U ruguay, como introducción a la temática central del trabajo. La presente obra en la que se intenta una interpretación del mencio­ nado período, desde el ángulo nacional, constituye una síntesis parcial de los resultados de una investigación de mayor aliento realizada con la colaboración de los profesores Rosita Alonso, Raúl Jacob y Carmen Tornaría. Si bien tanto en el plano de la investigación documental como en el análisis de los m ateriales se realizó un verdadero trabajo de equipo, en el que sería difícil distinguir los aportes individuales, las conclusiones y juicios que se em iten a lo largo de este libro son de mi exclusiva responsabilidad. Dejo constancia de mi reconocimiento al Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), por la beca otorgada en su oportunidad que hizo posible la citada investigación. Germán D'Elía

8

Capítulo i LA

CRISIS MUNDIAL DE 1929 Y CONSECUENCIAS

SU S

A fines de la segunda década del presente siglo el sistema capitalista en su conjunto fue conmovido por un duro impacto, cuyo anuncio, espectacular y dram ático, estuvo constituido por el famoso "jueves negro" (29 de octubre de 1929), dia en que se produjo la vertical caída de los valores en la Bolsa de Nueva Y o rk . Sin entrar al estudio de los factores desencadenantes de la crisis ni de las diversas m anifestaciones de la depresión, creemos necesario consignar algunos de los aspectos que más directamente incidieron en la evolución del proceso uruguayo. En un enfoque genérico, las crisis no constituyen un hecho insólito en la historia del capitalismo. Si bien esta es la mas profunda que conoció el sistema y para muchos observadores ella habría de conducir hacia su derrum be definitivo, la verdad es que crisis, depresiones y auges constitu­ yeron su form a de evolucionar y, a pesar de los pronósticos —pesimistas para unos, optimistas para otros— en cuanto a la definitiva crisis del siste­ ma, la historia se encargaría de dem ostrar que éste aún disponía de engra­ najes para alcanzar nuevos y sorprendentes niveles de desarrollo. El hecho de que la crisis se inicie en los EE.UU. — nuevo centro hegemónico del capitalismo, que ha desplazado a Inglaterra de tal condi­ ción— cuya producción industrial en 1929, representa el 45% de la total del mundo capitalista, hace que ella se proyecte al conjunto del sistema, sin perjuicio de que en cada nación se manifieste con caracteres particula­ res, en función del grado de desarrollo de sus fuerzas productivas y de los niveles de integración al mercado mundial. Precisamente es a través de los intercam bios internacionales que la depresión se extiende hacia el conjunto del mundo capitalista. Dadas las relaciones existentes entre las diversas m etrópolis, la depresión se extiende a los otros centros del capitalismo industrial y luego a los países dependientes, haciéndose más aguda a medida que avanza el proceso. Como se ha señalado, el mecanismo dei m ultiplicador negativo intervino también en las relaciones internacio­ nales. 111

9

Nacionalism o, proteccionismo y merma del intercambio internacional Como centros dominantes de la economía mundial los países indus­ triales inician una política en la que el Estado tiene una intervención fu n dam en tal como agente regulador de la vida económica. En lo interno la política éconorriica estSTSI 56 concentró en impulsar la inversión y la 'd em a n d a; en lo externo limita drásticamente las importaciones procurando el eq uilibrio de la balanza de pagos. Esto significó una acentuada dismi­ nución de la compra de productos primarios, cuyos precios cayeron vertical­ m ente. Es a través de esa relación que la crisis se traslada hacia los países depend ientes, cuya función ha sido — dentro de la división internacional del trabajo — proveer de esos productos a aquellos centros. La disminución del volum en y del precio de las exportaciones de los países dependientes genera un agudo déficit de sus balances de pagos y el colapso en la capacidad de im portar. ‘‘Adem as, la modificación en el flujo del movimiento internacional de capitales agravó considerablem ente la situación de los países exportadores de productos primarios. Inglaterra, Estados Unidos y Francia que en 1929-1930 exportaban una media anual de 3.300 millones de dólares, bajo la forma de capitales a corto y largo plazos, en 1931-1932 serán im portadores líquidos de 1.600 millones como media anual". (2) Entre 1929 y 1932, el volum en de los intercambios disminuyó en un 2 5 % . Pero, un elem ento significativo a considerar, es que esos mismos intercam bios acusan una baja del 60% en valores monetarios debido a la caída de los precios. Esta caída es más intensa en el sector de los productos prim arios, agudizando el deterioro de los términos de intercam­ bio entre los países productores de los mismos y los países industriales, en perjuicio de los primeros. Este problem a adquirió proyecciones de extrema gravedad para el conjunto de Am érica Latina en función de su intensa integración en el sistema de la división internacional del trabajo. Iniciada la depresión hay un proceso acumulativo negativo en el que los distintos sectores de la economía se interaccionan, agudizando las dificultades. La caída de los precios, la disminución de la producción, la desocupación masiva, el hundim iento de los valores en las Bolsas, las quiebras bancarias y comerciales, la contracción del intercambio interna­ cio nal, constituyen manifestaciones de una enfermedad que afecta a la totalid ad del sistema. El índice de la producción industrial mundial (exclui­ da la URSS), tom ando como base 100 para 1929, desciende a 63.8 en el año 1932 y el monto del comercio muntftal que en la primera fecha alcanzaba a 35.6 mil millones de dólares para las exportaciones y a 33 mil m illones de dólares para las importaciones, se sitúa en el año 1933 en 12.5

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y 11.7 mil millones de dólares, respectivamente. La acción inmediata de todos los gobiernos se manifiesta en el nacionalism o económico, procurando impulsar las exportaciones y reducir las im portaciones m ediante un proteccionismo intenso que conduce a la citada reducción del comercio internacional. “El regionalismo, el bilateralismo, la discriminación y la inestabilidad, son las características del comercio exterior de los años 1930-1939". ® Un ejem plo típico lo proporciona Inglaterra —tradicional defensora del intercam bio— la que estructura una política regional a través de los convenios de O ttawa (1932) firm ados con los miembros de la Commonw e alth , donde establece el sistema de "preferencias im periales", con m utuas desgravaciones aduaneras. Se desarrolla así un mercado intrazonal, en el que Gran Bretaña se asegura el dominio del mismo para la coloca­ ción de su producción industrial y a cambio otorga preferencia a la im portación de productos primarios de los países de la zona. Los efectos que estos acuerdos tienen sobre la economía de los países del Río de la Plata, tradicionales proveedores de Inglaterra, son m anifies­ tos. La reincorporación al mercado inglés se logrará pagando un pesado trib u to , tan to en precios como en volumen de exportaciones. En el caso uruguayo, las exportaciones quedaron congeladas al nivel de las realizadas en 1931/2, que fueron las más bajas del período. Dos indicadores permiten medir la gravedad de la crisis para el conjun­ to de Am érica Latina en relación con el comercio internacional. a)

b)

Com ercio exterior (en millones de dólares corrientes) Año

Exportaciones

Importaciones

1928 1933

3.006.3 1.100.2

2.368.9 781.2

Indices de intercambio externo (Porcentajes de variación sobre el promedio anual de 1925/9)

Período

Volumen físico de las export.

Indice de precio Export.

Import.

Términos de intercambio

Capacidad para import.

1930/34

- 8 .8

-4 4 .3

-2 6 .7

-2 4 .3

-3 1 .3

(F u e n te : C E P A l. Estudio económ ico de Am érica Latina, 1949).

Es im portante destacar el deterioro de los términos de intercambio en perjuicio de Am érica Latina, mecanismo que permite a los países centrales

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derivar hacia ésta algunas de las consecuencias de la crisis; si además tom am os en consideración el crecimiento de la población en nuestro continente, la disminución de su capacidad para importar se situó en el índice -3 6 .6 .

La economsa uruguaya en ia crisis Entrando al análisis del caso específico del Uruguay como economía dependiente, es indudable que su evolución ha sido condicionada por los ciclos de auge y depresión de los centros dominantes, lo cual significa que la crisis se introduce a través del comercio internacional. Constituyendo el intercam bio externo el eje de su vida económica, exporta carne, lana, cueros, con lo que obtiene las divisas que le permiten la importación de productos industrializados que no produce. La disminución de las exporta­ ciones configura una automática reducción de su capacidad para importar, lo que se traduce en una disminución del consumo o en endeudamiento externo. La crisis que, como hemos señalado, se caracterizó por una drástica disminución de la demanda, acompañada de una más drástica caída de los precios, incidió sobre un ya deficitario balance de pagos y desencadenó la crisis interna con agudas consecuencias sociales y políticas. Algunos índices — a partir de los intercambios internacionales— permi­ ten medir la gravedad del proceso:

a)

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Exportaciones e importaciones (1928 = 100) Año

Importaciones

Exportaciones

1928 1929 1930 1931 1932 1933 1934 1935 1936 1937 1938 1939

100 99 97 94 59 67 65 63 '70 85 70 70

100 92 100 77 57 66 69 95 90 98 96 101



b)

Cotización de la carne vacuna chilled en el mercado inglés de Smithfield Año 1929 1930 1931 1932 1933 1934 1935 1936

Cuartos delanteros Cuartos traseros 106.4 100.0 69.8 72.2 72.0 71.7 69.1 70.5

100.5 100.0 84.8 79.2 74.3 76.4 77.2 76.4

Promedio de cotización de la lana Merino Supra (Primer semestre)

d)

Año

Indice

1928 1929 1930 1931 1932 1933 1934 1935 1936 1937 1938 1939

100 85 47 44 61 52 122 95 115 141 81 • 76

Promedio de la cotización de cueros vacunos secos por 10 Kgs. (Primer semestre) Año

Indice

1928 1929 1930 1931 1932 1934 1935 1936 1937 1938 1939

100 76 48 46 43 53 47 ' 53 64 54 51

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Sin em bargo, en función del grado de evolución alcanzado y la polí­ tica que se aplica, el país mantiene una balanza com ercial.favorable, sin perjuicio de que el balance de pagos sea gravemente negativo. e)

Saldos de la balanza comercial en millones de pesos Años

Millones de pesos

1928 1929 1930 1931 1932 1933 1934 1935 1936 1937 1938 1939

6.9 - 0.3 9.6 -1 0 .6 2.7 2.9 8.4 35.9 23.9 18.8 21.8 35.5

Destacamos que si bien la balanza comercial en su evolución arrojó resultados positivos, el balance de pagos tuvo resultados negativos. Ello se explica si se tiene en cuenta el retiro de las utilidades de las inversiones extranjeras y el pago de la deuda externa. En este aspecto son significa­ tivas las obligaciones que debe cumplir el país con los centros acreedores. Al 31 de diciembre de 1931 la deuda externa del Uruguay ascendía a la suma de $ 156.136.916,65. Los países acreedores eran: Inglaterra (46% del to tal), Estados Unidos (39%) y Francia (15%). Entre 1929 y 1933 las remesas de fondos a Londres, Nueva York y París para cumplir los servicios de la deuda externa fueron las que se expresan en el cuadro siguiente, completadas con las pérdidas por diferen­ cias de cambios: f)

Deuda externa (Pagos a) e x te rio r)(4)

Año

Libras

Dólares

1929 1930 1931 1932 1933

853.743.10.4 1.014.337.06.3 822.182.13.1 385.511.13.5 212.342.17.9

2.755.904.04 3.520.928.43 4.364.273.08 2.788.782.06 2.218.026.64

14

Francos — — —

6.876.548.50 12.643.931.35

Pérdidas por diferencias cambiarías 284.967.14 283.268.48 1.023.029.55 3.573.672.06 2.184.371.73

Iniciada la depresión, sus efectos se extendieron a todas las activida­ des económicas — industria, comercio, banca— ; la desocupación y el déficit presupuestal se agudizaron. Furtado destaca que la contracción del sector externo dio lugar a dos tipos de reacción, según el grado de d¡versificación alcanzado por la economía de cada país: “a) retomo de factores productivos al sector precapitalista —agricultura de subsistencia y artesan a— en un proceso de atrofia de la econom.a monetaria; b) expansión del sector industrial ligado ai m ercado interno, en un esfuerzo de sustitución total o parcial de bienes que anteriormente eran adquiridos en el exterior”. ® Utilizando esos conceptos, podemos decir que en el Uruguay, cons.: consecuencia del nivel de desarrollo de las estructuras productivas , sociales, la reacción que se produjo correspondió al segundo enuncia»: Continuando la orientación del período previo y utilizando instrumenta de política económica originados en los países centrales, se acentuó proteccionismo y se promovió el desarrollo de la industria nacional. El mencionado desplazamiento del centro hegemónlco del capitalismo (hacia EE.UU.) no configuró, momentáneamente, una modificación cualita­ tiva de las tradicionales relaciones de dependencia frente a Inglaterra y Europa Occidental. Se mantienen con ellos los lazos económicos fundamen­ tales, pero el debilitam iento de esos centros como consecuencia de la crisis y las rivalidades internacionales constituyó un factor que elevó el nivel de autonom ía relativa en que el Uruguay se desenvolvía. Ello no excluye que a nivel político la influencia norteamericana continúe incrementándose. La política seguida por el Consejo Nacional de Administración respon­ dió a los lineamientos ideológicos del Batllismo: acentuó el proteccionismo, lim itó las importaciones e impulsó del desarrollo de una industria sustitutiva de las mismas y aum eñtóTa expansión económica del Estado procu­ rando la absorción de sectores dominados por el capital extranjero, cuya expresión más trascendente fue la creación de ANCAP. Son significativos al respecto, los conceptos contenidos en u n To cu m eR to oficial enfocando ese tem a: “Algunos importantes servicios públicos y los más grandes y produc­ tivos renglones del comercio de exportación e importación se hallan en manos de poderosas compañías extranjeras que ajustan su s actividades a su propio interés, en pugna m uchas veces con los del país. Las em presas de ferrocarriles, tranvías, aguas corrientes, teléfonos, telégrafos, exigen fuertes rendimientos para su s servicios y extraen año a año, de nuestra economía sum as considerables. Los frigoríficos, las em presas vendedoras de nafta, kerosene, carbón, alcohol, etc., dominan nuestro mercado y le imponen p e s a d a ' cargas". (®> . ' a p :'tica señalada t i ; , ; ; ; pal trascendencia, tanto en su definición

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frente al capital extranjero, como por el papel que le asignó ai Estado en la promoción dei desarrollo económico. Sin embargo, la profundidad de la crisis exigía tiempo para que algunas de las medidas produjeran su efecto, máxim e considerando que, como economía dependiente, estaba limitada por la acción de los centros dominantes. L a c ris is d e m o c rá tic a y e l in te n to fa llid o d el m o d elo agro-exportador La depresión gravitó sobre las estructuras sociales y políticas, afectando con desigual intensidad a los distintos sectores sociales. Al introducirse la crisis a través del comercio internacional, fueron los sectores agroexpgrtadores los que primero sintieron su impacto, trasladándose luego ai conjunto de la sociedad. Desde ei punto de vista político se hizo evidente la ruptura del compromiso en que se había apoyado la evolución del período anterior, procurando eí sector agroexportador volver a dominar los centros de poder. lo que dio en llamarse la "crisis de la democracia" y el surgimiento de regímenes autoritarios inspirados en la ideología del Fascismo, constitüyoTa~mam7istacIoñ^oíftíca~saTIehte de la expresión, de la que América la tin a ofrece un ejemplo impresionante. A pesar de su tradición democrá­ tica, el Uruguay no escapó a ese proceso y el 31 de marzo de 1933 se produjo el golpe de Estado encabezado por el Presidente Dr. Gabriel Terra, el que contó con el apoyo de la burguesía ganadera, el alto comercio, la banca y el capital extranjero. Con el golpe de Estado se hizo efectiva la división de los partidos tradicionales, división que venía gestándose en virtud de las discrepancias en torno a las soluciones económicas y sociales que se preconizaban para superar la crisis. Ei Dr. Terra — batllista— tuvo el apoyo de una pequeña f racción de su partido, de los sectores conservadores del coloradísimo y de la f r acción mayoritaria del Partido Nacional orientada por el Dr. Luis A. de H errera; el otro sector de este partido —que luego se denominará Partido Nacional Independiente— , la fracción mayoritaria del Batllismo, la Unión Cívica, eí Socialismo y el Comunismo, se ubicaron en franca oposición al régimen de fa d o . La agitación política que culminó con el golpe de Estado tuvo corno centro el reclamo de una reforma de la Constitución para establecer un gobierno fuerte y ágil para superar la que se consideraba ineficaz y lenta gestión del Colegiado. Sin entrar en esquematismos —dado que las concep­ ciones ideológicas tuvieron una fu e rza . preponderante en la definición de algunas de'esas fuerzas políticas— es incuestionable que la crisis institu­ cional fue una consecuencia directa de la crisis económica. En tal sentido

10

el gobierno del Dr. Terra expresó a las fu e rzas mas conservadoras del país y f ue la fracción ganadera de la burguesía la que tu vo ^ ra vitació rTlü rid am ental en la orientación de su política, desplazando a las clases y fraccio­ nes de clases que predominaron en el período batí lista. La lógica conse­ cuencia de ello fue que la política económico-social respondió a los nuevos intereses dominantes en el poder. E) manejo de la moneda, adm itiendo la desvalorización del peso, se tradujo en una redistribución del ingreso con sentido regresivo, favoreciendo a los ganaderos, en perjuicio de los otros sectores sociales. Esa orientación se expresó igualmente en un conjunto de medidas —desgravación impositiva, reducción de intereses hipotecarios, consolidación de deudas, etc.— todo ello en favor del mismo grupo. La política m onetaria provocó protestas de la burguesía industrial, dado que orig in ó un aum ento de sus costos de fabricación, en función del increm ento de los precios de los medios de producción que deben impor­ tarse, así como los de las materias primas de origen agropecuario, indu­ cidos por la desvalorización de la moneda. Volvió a plantearse entonces, a través de los órganos gremiales, la polémica entre ambas fracciones de la clase alta, en la que se expusieron las concepciones que cada una tenía con respecto al "m odelo" de evolu­ ción del país. Para ¡os ganaderos fue la reubicación de la economía uruguaya dentro del esquema de la división internacional del trabajo, basada esencialm ente en la producción agropecuaria y la eliminación de un proteccionismo que amparaba “industrias artificiales” y antieconómicas. Para los industriales, el proteccionismo era el requisito indispensable para la diversificación de la economía y el desarrollo de una industria, base de la independencia económica, "sin la cual la independencia política resultaba una ficción". Sin em bargo, más que el enfrentam iento de ambas fracciones, fueron la situación de la economía mundial y el déficit del balance de pagos los que obligaron al gobierno a adoptar medidas de drástica contención de las im portaciones. Aunque esa política tuvo como finalidad alcanzar el equilibrio del balance de pagos, trajo como consecuencia una automática protección de la industria nacional. A partir de 1934 se utilizaron nuevos instrumentos legales para el m anejo de la política cambiaría y el control de las exportaciones e im portaciones, instrumentos que expresaban una técnica económica más afinada. La aprobación de diversas normas referentes al comercio exterior y tipos cambiarlos, culminó en 1941 con la Ley que creó el Contralor de Exportaciones e Importaciones, estableciendo mecanismos que permitieron al gobierno — a partir del com ercio exterior— controlar y dirigir el desarrollo económ ico del país.

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Las bases acumulativas del industrialismo Esta evolución respondía a condicionantes externas e internas, por lo cual, a pesar del predominio en el poder de ios ganaderos, el gobierno no pudo aplicar una política totalm ente acorde con las tesis de algunos de sus ideólogos más destacados y debió atender los reclamos de la industria. La incipiente y lenta recuperación de! sistema capitalista a partir de 1934 originó un aumento de los precios internacionales, incrementando los ingresos por las exportaciones, mejorando los términos de intercambio y luego, con el proceso hacia la guerra, y la guerra, estableciendo una protección automática de la industria interna. La coyuntura aseguró que a partir de los años 1934/35 el sustancial mejoramiento de la situación pecuaria — precios de exportación y producción— se viera reforzado por el crecim iento de la industria manufacturera, sector que recuperó más rápida­ m ente los niveles previos a la crisis y se transformó en el polo dinamizante de la economía. Se ha destacado que fue a partir de esa fecha que se produjo la instalación de la m ayor p a rte d e las industrias de protección necesaria y ello explica que los años 1937/38 registraran los índices más altos en la importación de maquinaria y equipos industriaTeIT~- '~'"""~"~ ~ S i bien durante la guerra alguno4 sectores <3é lá Industria que depen­ dían para su actividad de abastecimientos externos (petróleo, metalurgia), sufrieron- las limitaciones que la misma imponía a esos abastecimientos, en su conjunto la industria se consolidó. Este proceso de consolidación no constituyó una evolución espectacular, sino de acumulación basada en la alta rentabilidad de la misma, acumulación que aseguró la base necesaria para la etapa del crecimiento acelerado. La alta tasa de desocupación que existía ya al comienzo del período de crisis y la debilidad orgánica del movimiento sindical —sobre el que, por otra parte, se ejerció una aguda represión— hicieron que la dase obrera se viera imposibilitada de defender sus derechos y, consecuente­ m ente, se produjera una notoria baja del salario real. En efecto a lo largo de toda la década éste se mantuvo por debajo de tes niveles alcanzados en 1930 y recién a partir de 1942 comenzó a incrementarse en función de las nuevas condiciones económicas, sociales y políticas que se dieron en ei país. Dos índices interesa tener presentes: a) la cuota de plusvalía — rela­ ción entre la plusvalía producida y los salarios pagados— que era de 141.8 en 1930, inició un proceso ascendente a lo largo de la década para llegar a 245.9 en el año 1941, a partir del cual comenzó a descender; b) el salario real — índice 100 para 1330— con alguna oscilación bajó durante é mismo período, situándose en 9 5 .6 .en 1940 y recién en 1942 superó tas niveles de 1930, como ya se ha señalado. m ■

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Estos datos estadísticos permiten medir, desde el punto de vista social, ei grado de sufrimiento de los trabajadores, y desde el punto de vista económico, la capacidad de acumulación de los empresarios. Esta doble relación nos introduce en un tema de fundamental impor­ tancia, tanto desde el punto de vista estrictamente económico como del de sus consecuencias sociales y políticas: el del financiamiento de la industrialización. En efecto, la dilucidación de este a“ pecfo^ermi'tirá una interpretación" más adecuada de la actitud de ¡os distintos sectores del em presariado frente a la política de industrialización. En te bibliografía económica el problema ha sido estudiado por diver­ sos autores, sin que existan coincidencias en las conclusiones a que arriban. Partiendo de un análisis sectorial — la producción ganadera— el estu­ dio del Instituto de Economía sostiene que hacia fines de la década del 20 se produce el estancamiento de la ganadería pasando de la reproducción am pliada a la reproducción simple, en virtud de que al agotarse el ciclo de la ganadería extensiva —hasta ese momento altamente competitiva por las condiciones de las praderas naturales en que se 'realizaba— , las alter­ nativas tecnológicas que se plantean para continuar con la reproducción am pliada tienen "un margen de rentabilidad y factores de riesgo de tal naturaleza que hacen poco atractiva la inversión en el sector dentro de un planteo de lógica capitalista. Al no producirse nuevas inversiones en el sector, hace que los excedentes all; producidos s e orienten hacia afuera del sector y/o de la propia economía nacional". ® Continuando con el análisis a nivel global, sostiene que existiendo en manos de los ganaderos una fuerte concentración de excedentes en condiciones de ser invertidos y dada ia rentabilidad que ofrece la industria protegida, los capitales para el desarrollo de ésta provinieron en buena medida de' aquellos excedentes disponibles. Ello habría dado lugar, desde los inicios del proceso, a la form ación de una intrincada .malla de relaciones entre propietarios de la industria y ganaderos. —— — —— — — — ———— — — — — —_ _ _ _ A l considerar el desarrollo industrial, sostiene que no puede suponerse que Sa plusvalía producida* en el propio sector y ■captada por Sos propie­ tarios de la industria sea la fuente donde se nutren los nuevos capitales que se incorporan a la producción, por lo que es necesario detectar fuentes exteriores a dicho sector. En tai sentido y dada ía fuerte concen­ tración de excedentes en manos de los ganaderos y la elevada rentabili­ dad de la industria protegida, “la conclusión que se impone, lógicamente, es, que los cuantiosos capitales necesarios para desarrollar la industria provienen, en buena medida de aquellos excedentes disponibles". <9> Faroppa afirm a que la acumulación en la industria, que asegura su expansión, tiene dos fuentes esenciales: una dada por las relaciones de intercam bio agro-industria y la otra, constituida por la plusvalía generada

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en este sector. En el primer aspecto, sostiene que la evolución de los precios de ambos sectores mantuvo una relación favorable a la industria hasta comienzos de la década del 40. Así dice que "la absorción de ingresos agrarios por parte de la industria fue una de las formas en que se financio inicialmente la manufactura. La movilización inicial de la industria y su fortalecimiento se hicieron a costa de la producción agraria mediante la actuación de una relación de precios desfavorable para la producción prima­ ría" <10* La segunda fuente, estuvo constituida por la intensa explotación del tra b ajo obrero — aspecto que se ha analizado más arriba— dándose una situación extrem adam ente "favorable para la expansión del sector manufacturero: precios en alza, salarios disminuidos y abundancia de brazos; la posibilidad de buenos beneficios se acrecentó grandemente. Las expecta­ tivas se hicieron favorables para la implantación y expansión industrial". <1’ > En d efinitiva, "asi como se había posibilitado una reestructuración de los in gresos del agro hacia la manufactura hasta aproximadamente 1940, tam­ bién se posibilito una reestructuración de los ingresos desde los grupos obreros hacia los empresariales manufactureros hasta aproximadamente 1943/45". A estos factores de acumulación y financiación de la industria, el auto r agrega la acción del Estado que se manifestó en tratamientos im positivos favorables, en la política cambiaría que tuvo igual signo y la concesión de créditos bancarios especiales a través del Banco de la Repú­ blica. M illot, Silva y Silva, sostienen que dada la alta rentabilidad de la industria, basada en un mercado protegido por la coyuntura ¡nternacíoñal, la política del gobierno y la intensa explotación de los trabajadores, la acürñüTiao?n7í3üstniT estuvo constituida por las" qanandas generadas en e[ propio sector y que el excedente ganadero no tuvo papel importante en el financiam iento de lá incHjStría. No rechazan el hecho de que los ganaderos hayan invertido en em presas industriales y los industriales en la ganadería, pero, en ambos casos, ello — dicen— tuvo un carácter marginal. Nos hemos detenido en la exposición de las distintas tesis sobre la financiación de la industria por el alto valor de esos estudios pero, al mismo tiem po, y fundam entalm ente, porque el punto es esencial para la interpretación del proceso político y social. La confrontación de los elementos que aportan los estudios mencio­ nados, nos conduce a sostener que no existen elem entos de juicio suficientes que hagan aceptable la tesis de entrelazam iento de intereses en tre los dos sectores analizados, la que, de ser exacta, hubiera conducido a una superación de los antagonismos, entre los mismos. Las generaliza­ ciones que se han realizado por algunos autores parten de muy escasos

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ejemplos concretos que, como se ha señalado, tienen un carácter marginal. Los enfrentam ientos que ambos sostuvieron en torno al proceso de indus­ trialización confirman esta posición. En cambio aparece, con mayor consistencia la tesis de que las bases esenciales de esa capitalización están dadas por: la relación de precios entre el agro y la manufactura, favorables a ésta, la acumulación interna por la explotación del trabajo obrero, las subvenciones del Estado y el crédito banca rio. Con ello no negamos la importancia dé la participación de los excedentes del agro en la financiación del desarrollo industrial. Lo que sostenemos es que no existió una inversión directa de los detentado­ res de esos excedentes, sino que el aporte se produjo a través de los mecanismos bancarios. El ganadero no se convirtió en industrial, sino en "ah o rrista" o banquero.

la creciente importancia de la banca En tal sentido es necesaria una breve referencia a la evolución del sistema bancario y el papel que jugó en relación al proceso de industria­ lización, en lo que se refiere a su capacidad para captar excedentes, el origen de estos y el destino de sus colocaciones. El sistema bancario experimentó también una importante expansión, como se desprende del cuadro siguiente: Instituciones Sanearías Año

Nacionales de Montevideo

Nacionales del interior

Extranjeras

Cajas Populares

1940 1945 1950 1955

10 12 17 21

1 1 2 12

7 7 7 8

10 s/d 47 31

El cuadro indica un pronunciado aumento de las instituciones bancarias nacionales y muy especialmente en el interior. Para medir la importancia que el interior tuvo en la evolución del sistema, a los datos precedentes es necesario agregar la creación de una extensa red de sucursales de los bancos de Montevideo. Esa expansión se puede explicar por la existencia de un alto volumen de excedentes en el sector agropecuario, que no se reinvirtió en el mismo sino que se desplazó hacia érsécto r" Bancario. Ese desplazam iento asumió dos modalidades: la inversión creando nuevas instituciones o adquiriendo participación en las ya existentes. Ello se manifestó con la incorporación de connotadas figuras del agro

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a los directorios de los bancos del interior y de Montevideo. Aunque ahora es más visible, ha sido tradicional la integración de los estancieros con la banca, cuyo símbolo, por su jerarquía intelectual, lo constituyó el Dr. José Irureta Goyena. La segunda modalidad, que denotó una mentalidad con menor espíritu em presarial, es la de quienes se limitaron a colocar a plazos sus capitales. Esto explica la expansión sorprendente de la banca de Montevideo con su red de sucursales, para captar los excedentes generados en el interior de la República. Aunque actuando con otras finalidades u objetivos, el Banco de la República, con una red de más de sesenta sucursales en el interior del país, jugó un muy im portante papel en la captación de excedentes agra­ rios y .en su colocación en diversas actividades productivas. En la documentada monografía sobre la "Evolución Monetaria del U ru g u a y " ,(,3) se afirm a: 1. El sistema bancario jugó un papel importante en la canalización de excedentes económicos generados en el sector agropecuario hacia el sector industrial. 2. La banca privada como sistema de acumulación captó una mayor porción de excedentes. 3. Sin embargo el BROU canalizó mayores contingentes de excedentes al sector industrial que la banca privada. Esta, lentamente, fue destinando hacia él volúmenes crecientes. 4. La form a de operar la banca privada fue disímil de la del BROU. Este operó a largo plazo, como banco de fom ento; en cambio, los bancos privados a pesar de constituirse en el grupo más importante como capta­ dor de excedentes financieros acumulados, desempeñaron el papel de una banca comercial corriente. Es decir que. se produjo una división de la actividad babearía en cuánto a la política de crédito seguida por el BROU y la banca privada.

Conclusiones Como síntesis de lo expuesto y considerando los resultados del estudio que hemos realizado en otro lugar sobre el origen de las personas que integraron los directorios de las principales industrias, podemos decir: 1. Que en niveles significativos no existieron inversiones directas de los excedentes agrarios en lá industria. 2. Que el empresariado agropecuario invirtió sus excedentes en la actividad bancaria, adquisición de nuevas tierras, valores públicos y cons­ trucciones suntuarias en Montevideo y Punta del Este. 3. Que él sistema bancario jugó ún papel fundam ental en la capta­

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ción de los excedentes agropecuarios y su traslado hacia otras actividades económicas. 4. Que en este aspecto fue el Banco de la República el que cumplió una labor primordial a través del otorgamiento de créditos a la industria. El sistema bancario privado "fue renuente a una financiación del proceso de industrialización y sus créditos se orientaron fundamentalmente a la interm ediación. Recién será en los primeros años de la década del 50 y luego de la aprobación de la ley de redescuéntos, que se incrementará en form a efectiva la canalización de excedentes financieros hacia el sector industrial. 5. Que la tesis de Faroppa sobre la financiación del proceso de industrialización nos parece el análisis más ajustado y, a partir de él, es posible una interpretación, a nivel político y social, de la conducta de los diversos sectores sociales dominantes frente al mencionado proceso. 6. Que durante todo el período que estudiamos se mantuvo el enfrentam iento de los dos principales grupos de aquellos —ganadero e industrial— en torno a la distribución del ingreso y en el planteamiento ideológico implícito en la concepción del "m odelo" que cada uno sostenía para el desarrollo del país. A ello corresponde agregar dos aspectos complementarios, sobre los cuales existe coincidencia de opiniones: a) Que el capital comercial aplicado a la importación, al disminuir acentuadam ente su actividad por las limitaciones i repuestas, se volcó hacia la actividad industrial, aprovechando el conocimiento del mercado y la experiencia empresarial. b) Que en el proceso fue muy limitada la participación del capital extranjero, lo cual indica que la industria se desenvolvió sobre la base de capitales nacionales. <14>

La progresiva influencia extranjera Paralelam ente a las transformaciones económicas y en mutua interac­ ción, se iniciaron cambios políticos y sociales. En el plano político, la presidencia del Gral. Alfredo Baldomir (19391943), directo colaborador de Terra en el golpe de Estado, pero que representó el sector más liberal del régimen, inició un proceso de transi­ ción que condujo al retorno del Batllismo al poder. Una gran movilización popular orientada al logro de cambios institu­ cionales y el paulatino acercamiento entre el Presidente y el Batllismo, dieron lugar a la ruptura de aquél con el Herrerismo —partido cogobernante por disposiciones constitucionales— lo que condujo a un nuevo

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golpe de Estado (21 de febrero de 1942) y a la elaboración de otra Constitución. Este proceso estuvo en íntima relación con la evolución de la política m undial, ya que el Presidente Baldomir inició una política de solidaridad con las potencias en guerra contra Alemania e Italia, que se acentuó a partir de la entrada de Estados Unidos en ella. No corresponde, dentro de esta breve síntesis, entrar a un análisis circunstanciado de la importancia que los factores ideológicos, vinculados a la coyuntura internacional, tuvieron en el proceso político uruguayo, pero sí es posible exponer algunas coordenadas que permitan una valora­ ción más ajustada del proceso. Se ha señalado que en el período del Dr. Terra, el sector agroexportad o r vinculado al imperialismo inglés tuvo una gravitación fundamental. Sin em bargo, frente al avance de los fascismos, las simpatías y las vincula­ ciones del régimen se orientaron en favor de los mismos. Su actitud frente a la guerra de España, las relaciones con Italia fascista y Alemania nazi, constituyeron manifestaciones esclarecedoras de cómo y hacia dónde se orientaba el régimen. Algunas fuerzas que apoyaban al Dr. Terra veían en la ideología de los fascismos un fundam ento para su política reaccionaria, pero salvo pequeños grupos que se definieron por esa ideología, la mayoría fue adaptando sus posiciones a la evolución de la situación internacional. El sector más importante — la fracción herrerista del Partido Nacio­ nal— se proyectó en un nacionalismo neutralista cuando se desencadenó la guerra, y en un anticomunismo cerrado, pero no fue capaz de promo­ ver un planteam iento que hiciera del nacionalismo una idea-fuerza orien­ tada a romper los lazos de dependencia. Es notorio que durante el período bélico en los países coloniales y dependientes se desencadenaron movimientos cuyas ideologías y finali­ dades aún hoy no aparecen suficientemente claras. Movimientos en los que es difícil medir el grado de auténtico nacionalismo, de simpatías por los fascismos o de planteamientos tácticos (que de todo ello hubo), que aprovecharon las contradicciones de las potencias centrales intentando quebrar las estructuras de dominación existentes en ese momento. En el Uruguay no se dio este último planteamiento y en el Herrerismo fue notoria la carencia de toda concepción orientada a eliminar los lazos de dependencia en que se había desenvuelto el país. Sin em bargo, no se debe despreciar la importancia de la orientación nacionalista del Herrerismo en cuanto procuró impedir —y en algún aspecto lo logró, caso de las bases militares— la enajenación del destino político nacional a los intereses norteamericanos. En momentos en que los sectores gobernantes se ubicaban en actitud de sometimiento a la diplo-

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rnacia de Estados Unidos, en un renunciamiento evidente de la soberanía, con el otorgam iento de bases militares y navales a aquella potencia (con la form ulación diplomática de que podrían ser utilizadas por todas las naciones americanas) fue — por la importancia de ese sector político y sin perjuicio de la acción de otros sectores minoritarios que se ubicaron en idéntica actitud— el factor decisivo de que ese proyecto no se concretara. Conocida la experiencia latinoamericana, esa conducta adquiere excepcio­ nal trascendencia en relación con las consecuencias que la instalación de las bases hubiera tenido para el destino del proceso uruguayo. La actitud del Herrerismo constituye un "nacionalismo primario" con las limitaciones inherentes a su propia ideología de clase, que se manifiesta en una conducta ambivalente. En instancias anteriores y posteriores a este proceso trascendente, ese nacionalismo no alcanzó la categoría de anti­ im perialism o, dado que fue un consecuente defensor de la implantación del capital extranjero en el país, al que consideró como factor de progreso. Su oposición a toda la política de nacionalizaciones, descubre el carácter superficial y sin destino de un nacionalismo incapaz de penetrar en la esencia del imperialismo capitalista. Por su parte, sectores que habían manifestado un nacionalismo econó­ mico profundo — caso del Batllismo— fueron absorbidos por la dialéctica Democracia-Fascismo, y a partir de la incorporación de EE.UU. al conflicto bélico, las definiciones en favor de las Naciones Unidas se acentuaron, perdiendo fuerza las resistencias a la "diplomacia del dólar" que, aun depurada de sus aristas más negativas, tenía plena vigencia. Por otra parte, sin ignorar la influencia de los medios de comunica­ ción en cuanto a la formación de una opinión pública favorable a las Naciones Unidas, es indudable que la inmensa mayoría de la población uruguaya brindó un apoyo incondicional a aquéllas en función de una arraigada concepción de los valores superiores que encierra la Democracia, los que sintió amenazados por la expansión nazi-fascista. Se configuró así una situación en la que la magnitud del conflicto bélico y las definiciones ideológicas que involucraba, absorbieron todo planteam iento de política independiente. Esto hizo que en la postguerra, al afirm arse la gravitación norteamericana —tanto en lo político como en lo económico—, no existieran en el país las bases ideológicas para enfren­ tarla.

El retorno batllista Con la elección del Dr. Juan José de Amézaga para ocupar la Presi­ dencia de la República (1943-1947) —cuyo estudio de abogado atendía altos intereses nacionales y extranjeros— culminó la etapa de transición

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hacia el pleno retorno del Batllismo, el que ya alcanza una efectiva participación en el gobierno. Sin perjuicio de esas vinculaciones, el Dr. Amézaga es un hombre de form ación liberal, lo que — conjugado con la influencia del Batllismo— conduce a la consolidación de las libertades democráticas. En el período del Gral. Baldomir fue evidente el cambio de la actitud del gobierno frente al movimiento sindical. La desaparición de las medidas represivas del período del Dr. Terra, el incremento de la clase obrera como consecuencia del desarrollo industrial y los bajos niveles de vida a que hemos hecho referencia, posibilitan el resurgimiento del movimiento sindi­ cal. En 1942 se funda una nueva central sindical (UGT) —significativa­ mente eí acto inaugural del congreso se realiza en un teatro oficial (SODRE)— , comienza la sindicalización de los sectores medios y, a pesar de divisiones y enfrentam iento agudos, las organizaciones sindicales se fueron transform ando en una fuerza social que ni la clase patronal ni el gobierno pudieron ignorar. Las denuncias parlamentarias sobre condiciones de vida de los trabaja­ dores, el informe de la Comisión Investigadora que se designó al efecto y la agitación del movimiento sindical, motivaron la sanción de la ley de Consejos de Salarios (1943) y la aprobación de una trascendente legislación laboral. Aunque con fundamentos y finalidades distintas comenzó a manifes­ tarse una coincidencia entre industriales y trabajadores en torno a la promoción del desarrollo industrial. La orientación del gobierno apareció entonces signada por contradicciones que eran el fruto de la inexistencia de una política definida. Al mismo tiempo los centros dominantes del capitalismo habían comenzado a elaborar una estrategia económica para la postguerra, la que se orientó hacia la libertad de comercio y la elimi­ nación del proteccionismo, que se concretó en los^acuerdos de Bretton W oods. El Uruguay adhirió a esos acuerdos y es sorprendente la 'escasa trascendencia que se les asignó cuando a través de ellos se establecía un sistema y una organización — FMI, Banco Internacional— cuya orientación y dirección quedaría en manos de las grandes potencias capitalistas. Ello no significó, sin embargo, que se abandonara la protección de la industria y aun que no se promoviera la ampliación del mercado internó indispensable para su desarrollo, pero será recién en el período de Luis Batlle Berres que se definirá una política netamente favorable a la indus­ trialización.

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Capítulo II

^

LA ECONOM IA: EL DESARROLLO ACELERADO (1946-1955)

*

-

Para el estudio de este período, que algunos economistas han califi­ cado como de desarrollo acelerado, debemos reiterar que para su interpre­ tación es indispensable tener en cuenta las variables internas y externas y su mutua interacción. El auge, así como la crisis que le pone fin , constituyó una expresión más de los caracteres de la evolución de las economías dependientes, en función de las coyunturas que condicionan sus relaciones con las econo­ mías dominantes. El proceso del Uruguay, que no es singular —en el mismo período hay experiencias similares en otras áreas—, ejemplifica cómo el debilitam iento de los lazos de dependencia posibilita un proceso de desarrollo que culmina en su bloqueo apenas se modifican las condi­ ciones que lo hicieron posible. Al mismo tiempo pone en evidencia cómo un proceso de crecimiento económico apoyado en la industrialización p.uede conducira ru ie v o s n iv e T e s ~ d i~ ^ ^ I desarrollo de una industria que en ío fundam ental produce para el abastecim iento directo al consumo final y en la s.que es mínima la produc­ ción de instrumentos de trabajo, la importación de máquinas y medios de : producción es ineludible. De ahí el planteamiento de una dependencia tecnológica, a la que se süma la financiera generada por esas importa­ ciones. Si bien este segundo aspecto no es inevitable, dado que está en relación con la capacidad exportadora del país en otros rubros de su producción que le permitirían financiar la importación de bienes de capital, el déficit crónico del balance de pagos de los países dependientes hace casi inevitable esas formas de dependencia.

Los caracteres d e ! proceso Los caracteres que asumió el proceso nacional han sido objeto de diversos estudios en los que se han puesto en evidencia las carencias y errores habidos en la conducción del mismo. Así el economista I. W onsewer ha señalado que "El crecimiento de la industria manufacturera no puede ser encarado como un proceso independiente de los demás sectores econó­ m icos; un. adecuado desarrollo Industrial implica un desenvolvimiento paralelo

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de las actividades agrícolas y primarias en general, asi como la creación de las facilidades indispensables en el sector terciario. Por consiguiente, para que la industrialización se traduzca en la realidad en un incremento del ingreso p er cápita, es necesario que ella se adapte a las posibilidades del país, teniendo presente los recursos disponibles, el crecimiento de la pobla­ ción, la capacidad técnica, el nivel de capitalización, las características del m ercado interno e internacional y la evolución de los restantes sectores de la economía". Sentada esta premisa, técnicamente inobjetable, el autor enfoca la experiencia uruguaya y destaca que "La no existencia de un plan de las características señaladas, ha significado que en los hechos el desenvolvi­ miento industrial s e ha realizado a impulso de intereses individuales, movidos po r factores de carácter circunstancial, no siempre acordes con los objetivos generales del desarrollo económico. Muchos esfuerzos y capitales han sido orientados hacia actividades que no se han traducido en un incremento del ingreso real; la protección estatal se ha realizado en forma indiscriminada, a v e ce s para resolver los problemas de industrias mal planteadas o de un Ínteres general discutible". (1) El juicio constituye una acertada síntesis de los caracteres del proceso, pero nos atrevernos a sostener que aun cuando se hubiera dado una adecuada planificación, si bien en el corto plazo los resultados hubieran sido mejores, en el largo plazo las relaciones de dependencia hubieran frustrado el proceso en términos similares a los que se dieron. Reiteramos que esta afirm ación no significa una visión mecanicicista de esas relacio­ nes, ni desconocer la importancia de los factores internos —económicos, sociales, políticos— sino ubicarlos dentro de los límites que les impone esa situación de dependencia. En tal sentido es necesario establecer esquemáti­ camente el nivel de esas relaciones en la instancia analizada. a)

Las condicionantes externas

Desde el punto de vista externo, las condiciones particulares que vivió el mundo en la postguerra ofrecieron una coyuntura ampliamente favora­ ble para ese proyecto de industrialización, al mantener la continuidad de los niveles de autonomía y protección que la guerra había originado. Estados Unidos se enfrentó a la tarea de la reconversión de su industria y a la reconstrucción de Europa Occidental — la que vio amenazada por el avance del comunismo— empresa prioritaria en su estrategia mundial y en la que volcó todo su esfuerzo, por lo que no se encontró en condiciones de aplicar los planes de expansión en las diversas áreas del mundo capita­ lista para integrarlas dentro de su estructura hegemónica. Al mismo tiem po la escasa complemerrtariedad de las economías de Estados Unidos y Uruguay, hizo que los vínculos económicos de éste continuasen en su

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marco tradicional — Inglaterra, Europa Occidental— , centros, por otra parte, excepcionalm ente debilitados en ese momento. La acum ulación de una im portante masa de reservas — oro y divisas— durante el conflicto bélico, permitió al país abastecerse de bienes de capital, m aterias primas y combustibles, con lo que se aseguró la expansión de la industria y la satisfacción de una demanda diferida. Esa situación favorable se complementó con el incremento de la dem anda externa de la producción prim aria nacional y el aumento de los precios, situación que se prolongó con el surgimiento de la crisis de Corea, dando lugar a una relación de intercambio favorable. b)

El factor político interno

Desde el punto de vista interno, el grado de evolución alcanzado por el Uruguay, aseguró la existencia de bases firm es para iniciar ese proceso. A ello corresponde agregar una evolución política que gravitó favorable­ m ente en el mismo sentido. Es valor aceptado la trascendencia que adquiere el factor político en la industrialización de los países depen­ dientes. En el Uruguay la intervención de ese factor jugó un papel funda­ m ental y adquirió un relieve particular con el retorno del Batllismo al poder, especialm ente a partir del año 1947 con el acceso de Luis Batí le Berres a la Presidencia, quien tenía una concepción definidam ente favo­ rable al desarrollo industrial del país. En esa circunstancia se produjo una ajustada integración del poder político y las fuerzas sociales que propugnaban por la industrialización en form a tal que es difícil deslindar en qué medida el poder político fue el intérprete o el promotor de ese proyecto de industrialización, que se expresaría en una verdadera ideología del desarrollo. Esa integración se objetivó en las soluciones que se adoptaron y, aspecto sustancial, en la función que se le asignó al Estado en el proceso. c)

El pa pel del Estado

El Estado asumió un papel fundam ental con una política de estímulo a la empresa privada, asegurándole mayores precios y beneficios, dentro de un marco de absoluta libertad para orientarse hacia las actividades que más le convinieran. Se estableció un agudo proteccionismo asegurando el mercado interno para la industria que se impulsaba y se promovió una política redistributiva que am plió el mercado al elevar los niveles de consumo de la población. La política estatal manejó una variedad de instrumentos para asegurar esos objetivos: control del comercio exterior y de cambios entregando al sector industrial las divisas para la importación de materias primas y

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f *

bienes de capital a tipos de cambio preferenciales; paralelamente no distribuyó o restringió la concesión de divisas para la importación de artículos competitivos de la industria nacional y cuando lo hizo fue a un tipo de cambio superior al concedido para las importaciones mencionadas en prim er térm ino; subsidió a determinadas actividades y al consumo, etc. d)

La industrialización como factor dinámico

La industrialización constituyó un factor dinamizante de otros sectores económicos, impulsando el desarrollo de cultivos industriales, ampliando el sector de servicios, exigiendo nuevos canales de comercialización y una adecuada red financiera y bancaria, todo lo cual configuró una expansión general con la creación de nuevos empleos e ingresos, lo que, en síntesis, se tradujo en el incremento de la demanda. Algunos índices permiten medir la evolución: CUADRO N° 1 Producto bruto interno por habitante (en moneda nacional a costo de factores de 1963) Años

Secto r Agrario

Manufactura y Construcción

1945 1950 1955

990 953 1.249

1.449 1.543 2.540

Servicios 4.067 4.656 . 5.054

(Fuente - Faroppa: "El desarrollo económico del U ruguay", pág. 54)

Las series establecidas — prómedialmente cada cinco años— , evidencian e l estancam iento del sector primario, un aumento relativo de ios servicios y un incremento pronunciado de la manufactura y la construcción. Desde otro ángulo, se percibe üñ predominio del sector terciario dentro de la estructura económico-social del Uruguay. En e) crecim iento del sector industrial es necesario distinguir el de las ramas tradicionales y las denominadas dinámicas. Las primeras tienen una expansión limitada como se constata en el cuadro N<^2. ____________ La evolución de las industrias dinámicas tuvo un importante desarrollo, que fue acompañado por~otras industrias como textiles y confeccciones (ver cu ad ro .N ° 3). Un cuadro de conjunto, incluyendo otros indicadores, permite una vi­ sión más acabada de la magnitud de proceso (ver cuadro N° 4). Los diverso? cuadros ponen en evidencia el acelerado crecimiento de la Industria 'manufacturera en el período postbélico y los sectores que más intensam ente incidieron en él.

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CUADRO N° 2 Volumen físico del. sector manufacturero (Indice: 1961 = 100) Años

Producción de alimentos

Bebidas

Industria de muebles

industria del cuero

1945 1950 1955

94.3 102.3 111.8

66.5 91.0 108.2

84.4 100.1 116.5

61.8 50.3 73.0

(Fuente - Faroppa: ob. c it , pág. 55). Promedio de 5 años

CUADRO N° 3 Anos

1945 1950 1955

C aucho

21.1 38.0 72.3

M etalurgia

22.8 55.0 85.5

Q uím ica

11.8 23.1 77.2

D e riv a d o s del petroiao

Papel y cartón

Textiles

20.2 59.2 87.0

27.4 68.9 80.5

35.0 56.1 119.3

Vostirnenta y c o n fe c c io n e s

68.0 82.6 115.3

(Fuente - Faroppa: ob, cit,, p ag, 55). Indice 1961 -= 100. Promedio de 5 años

Estudiando la evolución de la industria, Teichert establece tres perío­ dos que tienen un muy diferente ritmo de evolución: el primero, de 1936/40 en el que hay un virtual estancamiento y aun una pequeña regresión; el segundo de 1941/45, en el que el crecimiento alcanza al 10.1% (2\ destacando que es en los años 1947/8 donde se da la acelera­ ción del proceso. Los estudios posteriores que han podido llevar la investigación hasta años recientes son coincidentes en establecer que es aproximadamente en esos años que eí crecimiento del ritmo se aceleró sn base a la incorpora­ ción de nuevos equipos importados y a la política decididamente favorable del gobierno. El impulso que adquirió ia industria manufacturera la transformó en el sector dinámico de la economía nacional. Mientras que el sector agrope­ cuario tuvo una tasa acumulativa anual de crecimiento del 3.93% , durante el período 1945/55, la industria creció a Una tasa del 8.5% durante el mismo período, superando al primer sector en la formación del producto bruto interno. ® Es im portante destacar que esta expansión se manifiesta en industrias sustitutivas de importaciones y en textiles, vestimenta y confecciones

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CUADRO N ° 4 Evolución de la Industria AÑO 1936

Industria Construcción Total

No. de establecimientos

Ocupación total

Producción

10.286 817 11.103

65.339 15.596 80.935

2.251.192 161.932 2.413.124

No. de establecimientos

Ocupación total

Producción

20.523 1.949 22.472

111.255 29.300 140.555

3.814.949 418.848 4.233.797

No. de establecimientos

Ocupación total

Producción

21.102 4.051 25.153

161.879 27.034 188.913

7.511.295 639.668 8.150.963

AÑO 1948

Industria Construcción Total

AÑO 1955

Industria Construcción Total

bi valo r de la producción se establece en miles de pesos de 1961. {F u e n te : "Proceso econom ico del U rug uay", pág. 158).

textiles. Estas, sin perjuicio de responder a la mayor demanda interna, participaron intensam ente en las exportaciones. En cambio las llamadas industrias tradicionales que ya habían logrado la sustitución de importa­ ciones en el período anterior, tuvieron una expansión limitada. Ello define el verdadero carácter y los límites de la industrialización, la que se desarro­ lla para satisfacer el mercado interno, puesto que la salida al mercado in tern acio nal, que era, sin duda la única posibilidad de mantener y am pliar el desarrollo industrial, encontrará la valla de la política de los países dom inantes que impedirá toda posible* penetración en ese mercado. Se ha señalado la incapacidad del empresario nacional para penetrar en el mercado internacional. No negamos la certeza del juicio, pero consideramos que deben tenerse en cuenta diversos elementos, sin los cuales ese juicio carece de validez histórica. En primer lugar, la reciente

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form ación de ese empresariado no permitió que desarrollase una menta­ lidad exportadora y, esencialmente, la capacidad y conocimientos para desenvolverse en esos mercados porque ello exige larga experiencia. En segundo lugar, es posible —diríamos seguro— que ios niveles técnicos y productivos de la industria no alcanzaran para colocarla en condiciones competitivas con los grandes centros del capitalismo mundial. Finalmente, que la salida a ese mercado mundial habría de encontrar —corno !o señalamos más arriba— la valla de la política de ios países dominantes. Es ejem plarizante el caso de los tops — industrialización mínima de la lana-— cuya exportación debió enfrentar la campaña de las economías europeas y norteamericana, para impedir, como lo impidieron, la introduc­ ción de los mismos- en sus respectivos mercados. e)

La n ecesidad de un mercado interno

En función de los caracteres apuntados, el crecimiento de la industria estuvo condicionado por la expansión del mercado interno. En un país de escaso crecimiento demográfico, esa expansión sólo podía lograrse aumen­ tando la capacidad de consumo de la población con una política en la que se conjugaron las tendencias solidaristas del Batllismo y la necesidad de la industria de colocar su producción, lo que sé tradujo en un aumento sostenido del salario real de los trabajadores. Al mismo tiempo, dentro de esa política de creación de mercado asume caracteres significativos el incremento de la burocracia. Si bien ese crecim iento tiene distintas motivaciones — que analizaremos más adelan­ te— es evidente que en él se reflejan las limitaciones del desarrollo industrial que no tiene la capacidad necesaria para absorber la oferta de fuerza de trabajo. En una primera etapa ese aumento responde a la nacionalización de las empresas inglesas —ferrocarriles, aguas corrientes, travías— (más impuesta por Inglaterra como forma de pago de sus deudas que por vocación nacionalizadora de quienes la resolvieron), luego al desarrollo de algunos de los servicios del Estado, especialmente Enseñanza Secundaria y finalm ente una provisión de cargos desproporcionada a las reales necesidades de los diversos organismos; lo cierto es que se constituyó en un factor de encarecimiento' de los servicios que repercutió directa­ m ente en el proceso inflacionario. En menos de veinte años los funcionarios públicos se triplicaron, pasando de 57.500 en 1938 a 168.532 en 1955. Sin embargo, la contradicción o contradicciones, aflorarán a corto plazo: el aumento de los salarios tiene un límite en el beneficio que los capitalistas esperan lograr; la creciente demanda de la industria en la importación de bienes de capital, materias primas, etc., aparece bloqueada por la limitada capacidad productiva del ag ro 'q ue pone un tope a las

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exportaciones y por la necesidad de esa industria para penetrar en el mercado internacional; los subsidios a la industria y al consumo a través de la política cambiaría despiertan la oposición de los productores pecua­ rios, la que cada día es más intensa; el incremento de la burocracia origina la creación de nuevos impuestos, sin abatir los déficit fiscales. Todas ellas se dieron cumplidamente. f)

Los cam bios en las estructuras

El proceso de industrialización originó cambios en la propia estructura del sector industrial, así como en las estructuras generales del país, algunos de los cuales es necesario sintetizar. 1. De los diversos elementos señalados surge con toda evidencia que se desarrolló una nueva relación entre los distintos sectores productivos, asumiendo la industria un papel dominante. 2. El sector manufacturero ocupó, en 1955, el 24% de la población activa del país y el 95% de su producción se destinó al consumo interno, con lo cual se liberó una importante masa de divisas, que antes se aplicaban a la importación de bienes de consumo. 3. Ello originó la restructuración de las importaciones en las que disminuyó la importancia de los bienes de consumo y se incrementó la de bienes de capital, materias primas y combustibles. Dicha evolución se expresa en el cuadro N° 5. CUADRO N° 5 Estructura de las importaciones Materias primas y combustibles Bienes de capital Bienes de consumo

Promedio 1935/39

1955

36% 14% 50%

44% 34% 22%

Este cambio reflejó una positiva evolución de la estructura económica del país, pero, a su vez, generó contradicciones derivadas de los caracteres del proceso de industrialización, entre los que se destacó la carencia de una política coordinadora del desarrollo de los distintos sectores produc­ tivos. El estancamiento del sector agropecuario —cuyas estructuras se m antuvieron incambiadas— puso un tope a la capacidad exportadora y, como contrapartida, a la capacidad de importar. El desarrollo de la industria generó una demanda creciente de bienes de capital, materias primas y combustibles, como surge del cuadro precedente, que debieron ser importados. Ello condujo a un déficit de la balanza comercial, lo que

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se constituyó en uno de los factores esenciales del fracaso del "modelo" de desarrollo aplicado. 4. Im portante es también la restructuración de las exportaciones, en cuanto a la relativa importancia que adquirieron los productos industriales. En 1936 éstos representaban el 18.9% de las exportaciones, en 1955 alcanzaron al 35.1% . El rubro que experimentó el mayor avance fue el de hilandería, tejeduría y derivados, que se constituyó en el principal renglón de exportación. 5. En el cuadro N° 4 se observa la evolución del número de estable­ cimientos y de trabajadores ocupados, cuyas cifras indican el crecimiento del tam año de las empresas, donde el promedio parecería indicar el pequeño volumen de las mismas. (Entre 1948 y 1955, se pasa de 5.4 personas ocupadas por establecimiento a 7.7). Sin embargo, un análisis de las estructuras del sector pone en evidencia la existencia de una gran masa de pequeños talleres, junto a un pequeño número de grandes empresas con elevada concentración de capitales, especialmente en las nuevas industrias que se instalan. En 1955, el 3% de las empresas indus- * tríales disponían de más del 50% d e T^ a p jtirFn ^ 3 o *^ a c¡oñairijña~lñves‘tTg acT o rr^ ste n o r^ ü so ^ rT evíSe n cia que en 1960, el 0.8% de los estable­ cimientos absorbía el 50% de la producción, ocupando el 38% de los asalariados. <4> 6. Esta concentración de la capacidad productiva en grandes empre­ sas les aseguró el dominio del mercado imponiendo condiciones de mono­ polio u oligopolio. La nueva tecnología de que disponían les permitió una elevada producción, la que para un mercado reducido —dada la escasa población— les aseguró el dominio del mismo y desalentó toda posible competencia. Estas estructuras monopólicas, que en los países centrales caracterizaron la culminación del capitalismo, aquí —como en todos los países dependientes— fueron la manifestación de un capitalismo inci­ piente. En la mayoría de estos países ello se debió a la penetración de los monopolios extranjeros; en el Uruguay donde la propiedad estaba en manos de capitalistas nacionales, tales caracteres respondían a la nueva tecnología y las mencionadas co n d icio n e s, del mercado. Ese dominio monopólico aseguró una alta rentabilidad al capital invertido. 7. Otro aspecto de la concentración está referido a la localización geográfica de la industria. El Uruguay presenta un alto grado de urbani­ zación y, dentro de esa característica, el aspecto saliente está constituido porque una sola dudad — Montevideo— concentra casi el 50% de la población del país. A llí se encuentra pues el principal mercado, lo que conduce a que la industria se concentre en ese departamento. A su vez la radicación de la industria acelera la concentración de la población. Sus consecuencias sociales y políticas las estudiaremos más adelante; ahora nos

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i | f ! !;

interesa destacar'que en Montevideo se concentró el 77,33% del capital industrial y el 75,78% del valor de la producción. Como excepción a este proceso, surgió en Paysandú un polo de desarrollo industrial conducido por un empresariado dinámico y con el respaldo del gobierno. <5)__________,_____ ______________________________ , 8. Finalm ente, es necesario destacar la consolidación de la actividad industrial del Estado. El Estado tomó en sus manos actividades fundamentales para eldesarrollo económico nacional; tuvo en 1955 —en relación con el tota! nacional— el 20.6% del capital, ocupó el 9.9% de ¡os asalariados, el valor de la maquinaria fue el 19.9% y el valor de la producción ascendió al 16.2%. (6) ~ to n q u e pareaó"rs e T T Irrs o n 3 o ^ ro o e s o ..dé T re ^ i^ T i^ T o rr^ 7 ;izS~ar presentar, aun antes de 1955, los síntomas de un desequilibrio que se agudizó en la segunda mitad de la década. El punto neurálgico estuvo constituido por la balanza comercial.’ En efecto, la velocidad y magnitud del proceso industrial exigiendo mayores importaciones de bienes de capital y materias primas superó las posibilidades de exportación del sector agropecuario y los déficit de la balanza comercial se hicieron presentes. Las reservas de oro y divisas acumuladas durante la guerra, que en 1946 ascendían a 293.1 millones de dólares, en 1956 estaban situadas en 147.0 millones. "A p e sa r del considerable repunte de los precios de exportación que aumentó los ingresos del balance de pagos, los déficit se acumularon ya en el primer quinquenio (30 millones de dólares entre 1946 y 1949)... Ni los p recios extraordinariamente superiores obtenidos en 1951 gracias al conflicto de Corea (índice 173.2 con base 100 en 1961) impidieron que se registrara e se año un déficit de 80 millones de dólares debido a un nivel de exporta­ cion es bajo en volumen físico, y a la vez el más alto volumen de importa­ cion es en la historia del país. ’’ <7) Al mismo tiempo, los déficit fiscales y el desarrollo de un proceso inflacionario agudizaron las dificultades e intensificaron las tensiones socia­ les. El costo de la vida, que durante la década anterior había experimen­ tado un aumento promedia! del 5.1% acumulativo anual, se elevó en 20.9% en 1951, y en los años siguientes fue de 10.7% en 1952, 9.3% en 1953, 8.1% en 1954 y 10.3% en el año 1955. Aunque en los años siguientes continuó el desarrollo de la industria, a! año 1955 parece marcar la inflexión de la curva de la prosperidad y los comienzos de una crisis que cobraría un ritmo acelerado.

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Capítulo III LA IDEOLOGIA NEOBATLLISTA

El proceso de industrialización no fue un fenómeno aislado en la evolución del Uruguay de postguerra, sino que se desenvolvió en medio de agudas controversias y enfrentamientos entre las distintas fuerzas económico-sociales que conformaban la realidad nacional. Desde el punto de vista social el desarrollo industrial se tradujo en el acrecentam iento y consolidación del sector empresarial y de las clases obrera y media, las que a pesar de sus diferencias y antagonismos, coincidieron en una política de defensa de la industria nacional. Frente a ellas los sectores agrarios fueron acentuando su oposición al modelo de desarrollo, oposición que cobrará intensidad a fines de la década de 1950. En esa problemática interna incidieron las expectativas que a nivel m undial se vivieron como consecuencia de la finalización de la guerra y la reestructuración del mundo, temas en torno a los cuales se desencade­ naron intensas polémicas ideológicas. Cambios internos e internacionales de indiscutible trascendencia exigie­ ron una interpretación y una respuesta de los distintos sectores de la sociedad, tanto en la práctica como en las definiciones ideológicas. La extensión de este trabajo nos impide exponer el contenido de las distin­ tas corrientes de pensamiento político y social que se enfrentaron a lo largo del proceso, pero consideramos indispensable desarrollar algunos de los aspectos fundam entales de la ideología de la fuerza política gober­ nante, a través del pensamiento de su líder, Luis Batlle Berres. Dentro de la tipología de los movimientos políticos que se desarro­ llaron en América Latina como consecuencia de la mencionada coyuntura internacional, a los que los sociólogos definen como populismos, las refe­ rencias al Uruguay son escasas y laterales. Sin embargo, en la literatura política y sociológica nacional, se ha m anifestado una tendencia creciente en cuanto a calificar al móvimiento político orientado por Luis Batlle como un tipo de populismo, sin que se haya realizado un análisis sistemático de los caracteres del mismo que sirva de fundam ento a esa calificación. No es nuestra intención entrar a un estudio que llene ese vacío y permita fundam entar la inclusión o no de

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ese movimiento dentro de la citada tipología. Nos limitaremos a destacar sus rasgos esenciales, en algunos de los cuales hay visibles similitudes con movim ientos populistas contemporáneos, aunque en otros aparecen claras diferencias que lo excluyen de toda posible ubicación dentro de esa califi­ cación. M ovimiento de integración policlasista, expresó una alianza tácita en tre la burguesía industrial, la pequeña burguesía y la clase obrera, sin que existiera una integración orgánica de ésta eñ el movimiento. Es incHP dable que mientras la burguesía industrial y en bueña medida la pequeña burguesía, participaron e influyeron en el seno mismo del movimiento, la clase obrera gravitó desde afuera con el peso de sus organizaciones gremiales y con la importancia numérica que su voto tenía en las solucio­ nes electorales. La ideología del movimiento se conformó con elementos heterogé­ neos, como resultado de las ideas e intereses distintos y aun contrapues­ tos de las fuerzas sociales que procuró expresar. A partir del concepto de la necesaria implantación de una sociedad industrial, en cuyo desarrollo el estatism o, el dirigismo, la conciliación de clases adquieren una importancia fundam ental, su ideología se proyectó en un amplio concepto de las relaciones entre pueblo y gobierno, instrumentadas con la vigencia de la democracia y la libertad. Si alguno de los primeros enunciados —con los matices inevitables— pueden señalarse como comunes a los diversos movimientos populistas, los dos últimos se perfilan como elementos singulares del neobatllismo. Más aún, fue esa concepción el factor determinante que lo condujo a una dura crítica de las modalidades autoritarias de los populismos vecinos. En el análisis de la evolución política definiremos algunos de los caracteres de la personalidad de Luis Batlle y de las orientaciones que im prim ió a su obra de gobierno. Al estudiar aquí las grandes líneas de la ideología neobatllista, tendremos que centrar su consideración en base a los discursos y mensajes del líder, dado que ni éste ni sus colaboradores llegaron a desarrollar en un trabajo sistemático el pensamiento de esa corriente política. ’ ; a)

La revolución de nuestro tiempo

Uno de los aspectos fundamentales del pensamiento de Luis Batlle lo constituye su ubicación frente a las transformaciones que en ese momento sacudieron al mundo y que él calificó de revolucionarias. Su discurso al asumir la Presidencia, contiene una definición medular de esas transformaciones y sus inevitables repercusiones en la realidad nacional, así como de la filosofía política que orientará su acción:

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“...no e s posible desatender el hecho de que la humanidad está viviendo una violenta revolución social y política que convulsiona a todos los pueblos. Nadie pu ede pretender que nos pongamos al margen de ese movimiento para abominarlo y apedrearlo; sino, que, lo que la hora exige, es entrar y formar parte de esa inmensa columna para orientar el movimiento, para dirigir las fuerzas aunque para ello sea necesario acelerar la evolución. Nosotros los que fuimos formados en los últimos aleteos de la filosofía liberal del siglo pasado y dimos los primeros pa sos hacia la socialización de ciertas actividades del organismo social, comprendemos que tenemos que continuar e se ritmo para encauzarlo po r las vías normales. Apresurarse a se r justos, es asegurar la tranquilidad; e s brindarle al ciudadano los elementos principales y b á sicos para que tenga la felicidad de vivir y hasta él. lleguen los benefi­ cios del progreso y de la riqueza. Apresurarse a ser justos, es luchar por el orden y e s asegurar el orden". <1> La ¡dea de la " revolución e n e l orden'1 constituye un aspecto impor­ tante de su pensamiento y marca la distancia con los movimientos popu­ listas que no desdeñaban el recurso de la violencia. "...lo sabio e s continuar por ese camino sallándole al encuentro a ios ju stos reclam os que haga el pueblo para darles solución a través de la ley conscientem ente estudiada, sin esperar reacciones violentas de quienes s e sientan desatendidos u olvidados", W Como veremoTTinas adelante, la justicia social será, por razones que van desde la existencia de un pensamiento definido respecto al destino del país, a las motivaciones meramente electoralistas, uno de los pilares de su ideología. . Ese conjunto de ideas sobre la revolución mundial aparece reiterado en el Mensaje a la Asamblea General en marzo de 1948: "No se puede apedrear desde afuera la revolución que sacude al mundo. Lo atinado e s entrar en ella para dirigir los acontecimientos, para refrenar las actitudes liberticidas y para reconocer y vocear la justicia de ciertos reclamos. D esconocer la convulsión que sacude a los pueblos sería n eced a d y en cambio pulsar su s movimientos es armarse para mantener el orden y continuar por el camino del progreso. En este aspecto el Poder Ejecutivo s e siente fuerte porque se siente justo. La fuerza del poder, puesta al servicio del trabajo, fortificando la democracia en sus formas de libertad y orden constituye un estímulo para los ciudadanos gobernantes". Las ideas del progreso y la justicia social, realizables en el marco de la democracia y la libertad, constituyen una constante en el pensamiento de Luis Batlle. Son reiteradas sus referencias a la revolución que conmueve al m undo, su disposición a aceptar el proceso incorporándose a él y la nece­ sidad de una estrategia que permita conducirlo evitando la vjojencia. "Nuestro movimiento es. de reforma de sentimiento, revolucionario... el

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orden e s fundamental para alcanzar el progreso por el cual vamos luchan­ do". ^ No desconoce en ningún momento la importancia de los reclamos populares aunque es constante su preocupación por controlar sus inquie­ tudes: ".;.lo s pueblos en la calle es una verdad; reclamando y con urgencia, también e s una verdad; la revolución en el mundo entero también es una verdad. Locura seña querer detenerla; prudente es no dejarla tomar dema­ siada velocidad. Pero repito que dirigentes y gobernantes tienen que entrar en ella”. ® Consecuente con esos conceptos es el slogan que toma para su movi­ m iento: "Renovación y Reform a", que expresa el carácter moderado y ordenado de una actitud de permanente cambio. Innumerables editoriales del diario "A cció n ", de su propiedad y fiel vocero de sus ideas, lo expre­ sarán en form a constante. b)

Democracia y libertad

Contrariam ente a los movimientos populistas, el neobatllismo pone perm anentem ente el acento en la idea de democracia y libertad y práctica­ mente en todos los discursos de Luis Batlle se hace referencia a estos conceptos, que constituyen el aspecto medular de su pensamiento. Esos principios esenciales de la democracia liberal los completará con una dimensión social: "La dem ocracia no es sólo libertad... los pueblos están reclamando algo más. La dem ocracia no tiene por qué suponer necesariamente una evolución lenta en su marcha y discusión prolongada para atreverse a dar un paso por el progreso y la justicia social". “Lo s pueblos deben palpar los beneficios de la existencia de la Demo­ cracia; los poderosos gozando de la libertad y de la justicia y los necesi­ tados, de la libertad, igualmente, pero también de la justicia, que ha de llegar hasta ellos sin demora, dando alimento al necesitado y trabajo al obrero y tierras al hombre de campo y bienestar a todos. Con esto no proclam am os la guerra, luchamos por la paz y exigimos orden y respeto y lealtad a la ley; no sometemos al hombre, lo ayudamos en su libertad; no som os clasistas ni formamos castas y sólo queremos el bienestar de todos y aspiram os a que los «pobres sean menos pobres aunque los ricos tengan que s e r m enos ricos»". <6> Se conjugan en el planteamiento los grandes temas del mundo en la inm ediata postguerra en torno a las libertades democráticas reforzadas con soluciones de justicia social, junto a una invocación al B Eli m > inicial con la reproducción de la conocida frase de José Batlle y ü dor z. Con ello afirm ó la continuidad de un pensamiento orientado d e fuerza

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política que propugnaba la superación de las manifestaciones sociales más negativas del capitalismo, sin llegar a una condena del sistema. En su mensaje a la Asamblea General de marzo de 1948, fosmulaba conceptos similares: "S e nos hace sentir ia necesidad efe redoblar nuestros esfuerzos ciuda­ danos para afirmar y hacer cada vez más justas nuestras leyes y más sólidas nuestras instituciones dem ocráticas... la lucha es una expresión de la energía, una necesidad de la vida, es el único medio de andar y de alcanzar nuevos progresos en la incesante búsqueda de mejorar y perfeccionarse. La lucha en la pa z permite alcanzar las''conquistas más firmes. La República vive un ambiente de amplio respeto institucional. Los ciudadanos aisladamente o en organizaciones gremiales o políticas, se mueven en el g o ce de su s libertades". <7> Los sucesivos planteamientos reflejan una coherente manifestación de su ideología, en la que los conceptos de libertad, democracia, orden, paz social, pueblo — como una totalidad nacional— aparecen idealmente inte­ grados. Son esos caracteres, concretados en una forma de vida colectiva, los que hacen del Uruguay un país de excepción: "Todos nosotros, sin distinción alguna, gobernados y gobernantes, forma­ m os una ferrea unidad en nuestro deseo vivo de trabajar por engrandecer la Nación, po r luchar en favor de su permanente progreso, salvando dificul­ tades, corrigiendo injusticias, d eseo so s de que sea una verdad poderosa el sentimiento de honra y satisfacción de sentirnos ciudadanos de este peque­ ño y prestigioso país". <8) Y esa idealización lo lleva a sostener que: "Es el nuestro un pequeño gran país. Si alguna vez se le pudo llamar con verdad laboratorio de experimentación del derecho laboral, hoy se le pu ede calificar, con igual razón de pequeño oasis de paz, libertad y justicia en un mundo perturbado por trágicas realidades o comprometedoras pers­ p e c tiv a s ..." “Tengamos clara conciencia de que el Uruguay es un país de

exSfpcíon". <9> Tan im portante como la democracia e íntimamente ligada a ésta porque cpnstituye un elemento integrante de la misma, es la libertad: "Tenem os que preocuparnos en primer termino de asegurar la libertad de los ciudadanos y conquistar un regimen social que les permita vivir con dignidad y sentir el goce, l f satisfacción y la necesidad de defender el regimen político en que actúán". Definiéndose en torno al principio de la libertad, acentúa sus dife­ rencias con los movimientos populistas que asumían formas ¿atontarías. Sostiene que "nada hay más necesario al hombre que la libertad" ... "que lo fundamental para toda organización social, es qué se cimente sobre la

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libertad", porque "la libertad es el elemento principal para la vida colectiva y cualquier regimen que niegue el principio de libertad, es malo por eso mismo", y que "la libertad no se alcanza sino a través del regimen de la dem ocracia". (,0> Frente a aquellos regímenes que ponen el acento en la seguridad económ ica, afirm ará que "la seguridad sin libertad es opresión en lo social V dictadura en lo p o lítico "( 1 que "no hay regimen para el hombre trabaja­ dor, como la democracia. Porque el hombre trabajador lo que necesita es la libertad y en la libertad los hombres trabajadores podrán conquistar todos su s derechos", ... dado que "sin libertad los obreros no podrán alcanzar ninguna conquista económica". <12> Insiste en esos conceptos rechazando la posibilidad de alcanzar avan­ ces positivos fuera del marco de la democracia: "No creem os en las mejoras sociales ni en los progresos técnicos que para alcanzarlos sea necesario renunciar a la libertad de los hombres y de ios pu eblos y entendem os por el contrario que esos son caminos de nueva esclavitu d... El progreso social de la humanidad y hasta la evolución con urgencia de las mismas fuerzas sociales que aseguren una mejor justicia, pueden alcanzarse sin debilitar ni rozar la libertad”. (13> Esa filosofía liberal lo ubica en abierta discrepancia con el comunismo, doctrina a la que considera negadora de la libertad, a la que enfrenta en el plano de las ideas y entiende se le debe vencer con la realización de la justicia social: "en este país, cuando se hace buen Batllismo el comunismo no tiene función ni tiene nada que hacer". <14> En tal form a democracia y libertad constituyen dos conceptos insepa­ rables dentro de la ideología neobatllista, conceptos vitales que hay que afirm arlos en una actitud m ilitante: "...la democracia hay que afirmarla con el voto. La dem ocracia hay que afirmarla en la calle. Hay que asegurarla con el fusil si e s necesario". (15) Es por ello que el destino del país aparece integrado en los valores que encierran ambos conceptos: "sin libertad política, sin libertad de prensa, sin leyes que aseguren la tranquilidad económica y el desarrollo de nuestras familias será imposible que podam os andar el camino que nos hemos trazado para cumplir con nuestras obligaciones, porque la garantía de los derechos humanos y la defensa de las libertades nos obliga a que vivamos en regíme­ n es de dem ocracias ciertas y reales... es el único camino para alejar el peligro de las infiltraciones totalitarias que encuentran su mejor caldo de cultivo allí donde se niegan las libertades y se violan los principios democrá­ ticos". (16) c) Industrialización Una de las ideas básicas del néobatllismo es la industrialización.

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Hemos destacado cómo ese movimiento se definía por la elaboración de un "m o delo" industrial para el desarrollo del país, y cómo interpretaba y satisfacía las expectativas de las diversas clases que conformaban la alianza en que se apoyaba. En los discursos de Luis Batlle y en los editoriales del diario "Acción", se puso el acento en la necesidad de industrializar el país promoviendo la expansión de las industrias existentes y la creación de otras nuevas, desarrollando un intenso proteccionismo basado fundamentalmente en la política cambiarla. En tal forma la actividad privada se transformó en el centro de la expansión económica al amparo de la protección que le dispensó el Estado. En esa orientación fue visible la concordancia entre las ¡deas del gobierno y las que sostuvieron los industriales respecto al destino del Uruguay y la política necesaria para realizar él modelo de desarrollo que se proponían. Ya al asumir ei mando en 1947 Luis Batlle hizo referencia en su discurso al desarrollo de la industria: "Esta actividad de trabajo y estos salarios han creado un mejor standard de vida y han facilitado una evolución económ ica y social que se hace de absoluta necesidad mantener y defender y el gobierno ha de organizar todos ios esfuerzos que están a su alcance para afirmar esa riqueza". <17> En opinión del gobierno la industria es ¡a principal actividad creadora de riqueza y por eso manifiesta continuamente su intención de protegerla de sus enemigos, cualquiera sea su importancia: "Vamos a garantirlos a los peq ueñ os industriales como igualmente a los grandes industriales, el capital necesario para el desenvolvimiento de su s industrias" ... "Vamos a crear el Banco Industrial del Estado con cincuenta o sesenta millones de pesos para que sea el Estado el que auxilie y fomente las industrias nacionales, para defender a los industriales, chicos o grandes, del capital extranjero... yo me he defendido siem pre de todas las infiltraciones del capital extranjero..." <18> Con estilo llano y directo, fácilmente comprensible por todos, explica cuáles son las ventajas de una industria nacional: "Al lado de la industria que crea la clase media, al lado de la Industria viene el salario bien remunerado del obrero, al lado dé la industria viene el capital, al lado de la industria viene toda la organización administrativa bien paga, al lado de la industria se realiza y se hace toda una riqueza que se reparte entre los trabajadores porque la industria lo que necesita son brazos y entonces a los brazos e s a donde llega en reparto justó la ganancia que provoca esa industria, y en ese sentido tenemos que hablar con claridad al pueblo: no están haciendo como lo pretenden algunos que falsean ia verdad, capitaíismo para los capitalistas, no. están haciendo riqueza para que llegue al pueblo, para que se repartan entre los nombres ae trabajo..." ™—

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Junto a la ¡dea de la mancomunidad de intereses en la empresa capitalista, que se traduce en la necesaria conciliación de clases, se agrega la de un capitalismo benefactor cuyo objetivo no es la ganancia sino la distribución de riqueza. ^ ‘ f a f vez sea un editorial de "A cción" del año 1951, el que expresa más claram ente los fundamentos del industrialismo neobatllista: "Estamos por nuevos impulsos a la industrialización en el país. En esta etapa histórica hay un capitalismo privado, socialmente necesario, socialmente útil, que implica progreso nacional y humano y que debem os impulsar. Así lo hizo desde el principio el Batllismo y fue muy justa tal actitud, procurando fundamental­ mente dos co sa s: a) que tengamos una industria efectivamente nacional, es decir rescatando para nuestro país, nuestra propia riqueza, muchas veces en manos del em presism o imperialista o creándola nueva; b) favoreciendo y protegiendo el \proceso industrializados la Revolución Industrial del País en condición de que en tal proceso no se olvide un sólo instante el elemento humano que e s su principal protagonista, dando buenos salarios, toda clase de com pensaciones y ventajas y participación razonable en los beneficios a los trabajadores”. <20> La necesidad de defender las industrias aparece como una idea madre, m áxim e cuando ellas fueron combatidas desde el exterior y por algunos sectores nacionales, especialmente los vinculados a la ganadería: . . . ‘‘Vamos a defender las, Industrias nacionales con firme resolución porque ese es el trabajo de ndestros hombres. Cuando queremos defender las industrias nacionales no 'pensamos sólo en el industrial, y nuestro pensamiento está en el país y d esp u és en el capital representado por los brazos que trabajan, que son el capital más puro que hay que respetar y luchar por é l... Sin duda alguna el capitalista industrial es también un hombre que cree en el país y lucha por él y es de necesidad que ellos sientan que el país los apoya en su trabajo". ®1) En otro momento idealiza la actividad del empresario industrial y destaca la proyección nacional de la industria: "La industria nacional es la defensora del trabajo nacional. Cometeríamos un tremendo error si pensára­ m os que la industria e s la defensora del dinero. Si los capitalistas no tuvieran industrias para invertir su dinero lo invertirían en el campo o lo dejarían en los bancos. Por lo tanto la industria del país es la mano de obra del trabajador y también el progreso de la Nación". <22> Es evidente el énfasis que en todo momento pone Luis Batlle en la dim ensión to ris l qu e debe tener el desarrollo industrial. Su concepción no se agota con d logro de la expansión económica, sino que sostiene la necesaria participación de los trabajadores en los beneficios que esa expansión aporta. En el planteam iento está implícito el esfuerzo por lograr la conciliación entre el capital y_el^trabajo, así- como la movilización

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de los trabajadores en apoyo de la política de industrialización. En térm inos coincidentes se decía en "A cción", el 27 de abril de 1949: "la política del actual gobierno batliista hacia la ocupación plena y producción de bienes — de la que e s una definición la campaña pro industria­ lización ael país— tiende a hacer económicamente más fuerte al Uruguay, pero lleva a la vez como fin, una mejor forma de vida del trabajador uruguayo". Y con motivo del proyecto gubernamental que acordaba franquicias para las industrias a instalarse en el país, el mismo periódico expresaba el 3 de ab ril: "La preocupación que ha guiado la mente del Ejecutivo ha sido la de prom over la creación de fuentes de trabajo" ... "Cop verdad puede afirmarse que la amplia liberación de gabelas que se acuerda a quienes vengan a establecer en el país una industria nueva, constituye algo equiva­ lente a la creación de un verdadero «seguro de rendimiento» para ios capitales que pudieran invertirse en em presas de ese carácter". ' Los beneficios que se le asegura a los inversores se extienden a las otras clases: “...la libertad económica del pueblo depende de la industria y nosotros vamos a defender a la industria que paga buenos salarios". "Creem os en la necesidad de desarrollar nuestras industrias y sentimos que nuestro deb er es imponerlas y para ello hemos de organizar la batalla económ ica... hemos de buscar los caminos para que esta materia prima que e s riqueza nuestra sirva para asegurarle trabajo a nuestras obreros y sea fuente de riqueza y prosperidad para la nación". <23> Pero esa responsabilidad no corresponde solamente ai gobierno: "fomen­ tar esa s industrias es obligación de todos, el Estado, las fuerzas capitalistas creadoras de ellas y el capital obrero que las hace marchar y progresar”. (24) No es de extrañar que ese lenguaje obrerista en el que se destaca ia im portancia del trabajo creador de los obreros y la necesidad de que com partan los beneficios de la industrialización le haya permitido lograr el apoyo de amplios sectores del proletariado. Si la industrialización del país fue su preocupación fundamental cuando ejerció la Presidencia de la República entre 1947 y 1950, la defensa de la industria frente a los que llama enemigos de afuera y de adentro se convirtió para Luis Batlle en tema central durante el período de Martínez Trueba y cuando ejerció la Presidencia del Consejo de Gobierno en 1955. A n te las dificultades que se presentaron a la industria textil — la industria de mayor significación— y considerando que la acción del lo suficientem ente firm e en su defensa, insistirá en q u e ....“de/e tras industrias contra los peligros y acechanzas internas defender el trabajo de nuestro pueblo, la riqueza del pa.s". ^ 1/ Y específicamente en relación con la industria citada:/ conveniente para los intereses del país vender la lana tráSijdda,

po r nuestros obreros que es una forma de vender el trabajo de ellos, a estar vendiendo sólo el trabajo de las o veja s..." <26) _ Satisfechas las necesidades del mercado interno con la expansión alcanzada por la industria, considera que se abre una etapa exportadora que asegurará la continuidad del desarrollo. En tal sentido es consciente de las dificultades que se presentarán en el plano internacional y de la im prescindible protección del Estado para lograr esos objetivos: "La segunda etapa de defensa de nuestras industrias es salir con ellas al mundo e imponerlas, que es una forma de imponer el trabajo de nuestras g e n te s”. <27) "Nuestra industria nacional ya es exportadora pues con nuestra produc­ ción hem os rebasado el mercado interno y tenemos necesidad de buscar m ercados internacionales y aquí entramos en un campo de peligrosa compe­ tencia con viejos pueblos que vienen trabajando hace muchísimos años". <28> "Tendrem os que fortificar nuestras industrias; hacerlas respetar e impo­ nerlas en la gente de adentro y en la gente de afuera” <29> y "la defensa d e nuestra Industria la tenemos que llevar adelante y en plena lucha porque son m uchos los intereses foráneos que quieren ahogarlas”. <3°) En tal sentido, enfrentaba las críticas que se formulaban a la política proteccionista: "Se ha querido encontrar como fuerza suficiente para esta resistencia el que tenem os que utilizar cambios preferenciales para ayudar la exportación d e este trabajo nuestro; pero la oposición y resistencia al uso de los cambios múltiples ya e s de la historia, es del pasado, porque todos los pueblos del mundo defienden con subsidios su s productos exportables". <31> “S e nos critica también porque queremos defender la industria a través de m edidas que van en su ayuda, que se las ha llamado subsidios, con las que las tonificamos y les permitimos que se desarrollen en la plenitud de sus fuerzas obteniendo ganancias los industriales, pagando buenos jornales a los trabajadores y provocando riquezas para el p a ís”. <32> En definitiva, Luis Batlle expresó una ideología contradictoria, en la que se conjugaron la visión del político con su perspectiva de un Uruguay industrializado sobre las bases de las estructuras del sistema capitalista y que, por ende, vio en el sector empresarial la fuerza capaz de realizarlo. La realización de ese proceso en el marco de una democracia liberal — único camino acorde con su ideología— exigió la participación de los sectores populares como sustento del poder político. Su sensibilidad social facilitó ese planteam iento, dando lugar a una ideojogía ambivalente expresada en un lenguaje ambiguo, que procuraba una conciliación de las contradicciones de clases —burguesía,.proletariado— que el sistema, al desarrollarse, generaba.

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d)

Estatismo y dirigismo

La alianza de clases en la que se apoyaba la política del neobatllismo exigía la intervención del Estado en la vida económica, en cuanto ve en él el instrumento para promover el desarrollo industrial y el árbitro capaz de resolver las contradictorias demandas de las clases en que se apoyó. La intervención se caracterizó por un cierto grado de control de la economía para promover e impulsar la actividad privada. Si bien se ratificó como principio la importancia del Estado industrial, heredado del Batllis­ mo inicial, fueron limitados los avances en tal sentido. Al mismo tiempo, el intervencionismo y el dirigismo, proclamados como una política insoslayable, carecieron de la planificación adecuada, lo que se manifestó en las carencias y errores señalados. En este aspecto, parecería que en el político gravitó el temor a facilitar una influencia excesiva de la naciente tecnocracia. Los alcances de la intervención del Estado aparecen caracterizados en un editorial de "A cción" del 13/12/948: "(la intervención del Estado) en ningún momento ha querido asumir el carácter de una interferencia con actividades que también conceptuam os deben o merecen no ser desplazadas de la órbita particular" a la vez que “el espíritu de empresa del hombre deb e se r estimulado". "Sin embargo, la intervención del Estado debe alcanzar otros niveles en determ inadas circunstancias: "En primer término corresponde al Estado asumir la defensa del interés general. Cuando la empresa privada desconoce e se Ínteres y pretende aprovechar la libertad que se le acuerda con fines contrarios al mismo, el intervencionismo estatal será impuesto como un deber primordial. S i un excesivo afán de lucro, configurando incluso las formas del agio o de la especulación abusiva, atenta contra las conveniencias de la colectividad, la intervención del Estado no debe extrañar a quienes la provocan. Corresponde igualmente a este, suplantar a los particulares allí donde el particular por desidia, indiferencia o falta de capacidad material para hacerlo no puede notoriamente llegar. E s un caso de intervencionismo constructivo y de beneficio común". Igualmente destaca la gravitación de las condiciones internacionales sobre las economías como la nuestra y ve en ellas la condicionante que obliga al dirigismo estatal: "Hemos tenido que recurrir a la política del dirigismo im pulsados por la situación económica del mundo, en la necesidad de sostener nuestras economías vacilantes, por causas que pueden buscarse en el cam po de la economía y el comercio internacional y aquí, los que gravitan, no son precisamente los paisas debites" ... "pero mientras la estabilidad de trabajo en nuestro país, la tranquilidad de nuestro pueblo nos exija esta vigilancia, tendremos que seguirla ejerciendo para salvar los

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obstáculos que se presentan en nuestro camino de desenvolvimiento y progreso". <33) Z' Señala el error de "confundir la economía ordenada con el ánimo del gobierno d e hacer estatismo". En este último aspecto proclama la impor­ tancia del Estado Industrial: "...y o soy partidario de la acción industrial del Estado, y además, el magnífico triunfo de la gestión de nuestros institutos oficiales, me dan razón y me prestan las energías necesarias para seguir luchando en favor de la extensión del Estado industrial". "Luchar y extender el Estado industrial con nuevas y justas soluciones, que den solidez a la organización social, y fuerza a ia economía del país, es también un deber, pero es también un inmenso gusto espiritual para los que creem os que por ese camino podem os alcanzar una sociedad más justa, con m enos privilegios personales y con más beneficios generales". Enunciado ese principio general, pone el acento en la intervención del Estado para asegurar una “economía ordenada", regulando la producción y la distribución: "...m i deber esfá en atender la producción, erT vigilar los f^SUiüs, en provocar justa distribución y estar junto a los que reclaman con m ás razón y con más necesidad: las grandes masas, que son las consumi­ doras y las que pueden sufrir”. (34> Fue en este plano en el que mayor énfasis puso para justificar el dirigism o estatal: “Porque la economía dirigida de gobierno tiene como función principal, en primer término, la custodia y tutela de los grandes intereses económ icos de la República y despues, la tutela en custodia de los intereses dp los pequeños, que no tiene otro ayudante, ni otra tutela, ni otra vigilancia a su lado, ni más honrada que la del gobierno,siempre dispuesto a colaborar con ellos". <35> Dado que: "El gobierno no puede olvidar a nadie y menos a los que necesitan de el: ias cla ses po bres, que son las que tienensu amparo en las leyes sociales y económ icas, que son las que esperan la tutela justa del Estado". <36> En estos planteam ientos se encuentran ¡osdos aspectos esenciales que en la ideología del neobatllismo justifican y exigen la intervención del Estado: el económico y el social. e)

Capital y trabajo. La “paz social"

La ideología del neobatliismo en estos temas es ambigua, pues si bien evidencia inquietud frente ai problema social y utiliza un lenguaje de tónica obrerista, en lo esencial sostiene el sistema: imperante, formulando solam ente la distinción entre el buen y el mal uso del capital; rechaza el antagonism o entre el capital y el trabajo sosteniendo la "paz social" eo una conciliación de clases, aunque reconoce ei deTecho de los obreros a

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luchar por sus reivindicaciones. En esa filosofía social la intervención del Estado como árbitro y corno instrum ento para redistribuir la riqueza eliminando las diferencias sociales más agudas, adquiere una importancia primordial. En este aspecto se dieron notorias diferencias entre la ideología de los industriales y el neobatllismo. Si bien ambos desenvolvieron en forma paralela el concepto de la "paz social” y la mancomunidad de intereses en la em presa, el neobatllismo, tanto por su filosofía social como por razones político-electorales, no podía ignorar las reivindicaciones obreras y buscó procurarles adecuadas soluciones. En relación con estos temas, en su ya mencionado discurso al asumir la Presidencia en 1947, Luis Batlle señalaba: “La violencia del capital para imponer su quietismo a todo lo que ha conquistado no puede tolerarse; la violencia por parte de quienes quieren andar rápidamente tampoco puede tolerarse". En tal sentido el Estado debe contribuir al mantenimiento de la paz social: "Propiciando y fomentando leyes de justicia y buscando las mejores soluciones que intensifiquen el trabajo gestando riqueza; la que ha de ser equitativamente repartida, porque la riqueza producida por todos no es propiedad del capital sino que buena parte de ella es del trabajador, y justo e s que s e reparta con equidad y llegue hasta todas las clases brindando bienestar a todos los que la han producido". . Esos conceptos se reiteran constantemente en sus discursos y men­ sajes: "S e adem ás que la clase trabajadora es la que forma el pueblo y sé también que la riqueza la forman los trabajadores y por lo tanto debe ser compartida también por ellos”. <37> "Cuando s e amasa la riqueza entre el capitalista y el trabajador, lo que se produ ce e s de todos y tiene que repartirse con equidad para que no exista el que lo tiene todo y el que no tiene nada, porque eso no es ni la tranqüilidad ni la paz, ni la justicia; eso es la arbitrariedad y con arbitrariedad no podem os asegurar la paz social". (38) De esas ideas se deduce cuál debe ser la función del Estado para asegurar la paz social: “El gobierno no se mueve para borrar injusticias provocando otras injusticias, sino que él actúa en el deseo de acercar a las fuerzas so ciales y económicas que distantes entre eÑas y en opinión podrían provocar lucha de violentas perturbaciones y los hechos dicen que las m asas populares oprimidas reaccionan fuertemente y la preocupación de los gobernantes deb e estar en alejar con mano firme esa opresión para que no esta I¡e ~ ^ sta lé m ¡d a lL ^ Si bien no acepta el concepto de la lucha de clases, reconoce su

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existencia y reitera la importancia de la acción del Estado para impedir su desarrollo: "Creem os que por encim a_de las cla ses sociales está el hombre sin distinción de razas, naciones, cla ses o creencias, que por su sóTa~coñ3Iclon humana tiene derecho a la Libertad Política y a la Seguridad Social". "Eso no quiere decir no reconocer los conflictos de clases". <40> "La lucha de cla ses nace de la injusticia de clases. S e nutre con el desm edido afán de ganancias de quienes buscan en los factores de desequi­ librio de las condiciones económ icas, puntal para ~el~iogro de mayores beneficios". (41) "Combatimos la lucha de cla ses porque entraña la siembra de odios. Pero lucharem os contra la diferencia de clases, por una igualdad sin trampas monopolistas y una abundancia económica fundamentada en la totalidad del p r e c io . del trabajo humano. La Seguridad Social se ha concillado teórica­ mente con la Libertad Política y ese privilegio de la extrema derecha o la mentira pública de la falsa izquierda, son los últimos manotazos del ahogado en las olas de la Revolución de Nuestro Tiempo". <42> La conciliación de los opuestos que se traduce en la paz social no puede ser el resultado de una imposición, sino de la justicia social que evita andar por "los caminos de la violencia y el desorden": "...S o b re un país pobre o violentado en su economía o en sus finanzas, no s e pu ede afirmar el bienestar colectivo... no se puede afirmar el bienestar colectivo con la presencia de núcleos de pobres de solemnidad frente a la existencia de algunos poderosos y ese desnivel además de arbitrario es peligroso y la ley debe ir con apresuramiento para corregir estas injusti­ cia s". <43) "La pa z social se ha de encontrar cuando se haga participar a los em pleados y obreros de la riqueza que producen con su trabajo y estas conquistas serán orden en lo social y paz en lo político y progreso en lo económ ico". I44* En un lenguaje que excedía su tono habitual llegará a sostener que: " ...e l Gobierno no está para defender a los ricos, sino para defender al pueblo, que e s la verdadera fuerza del p a ís... porque es una verdad que no la pu edo callar, que los hom bres que tienen demasiado y están rodeados p o r necesitados, me incomodan. Me incomodan y a eso s los tengo como enem igos de la so cied a d ”. <45> Esos planteam ientos en los que no dejan de gravitar las necesidades electorales del político, reflejan sus inquietudes sociales que se manifiestan fre n te a otros aspectos agudos de la situación social del período, como fuero n las huelgas obreras. Si bien rechazó ese medio de lucha de los trabajadores, lo adm itió como un hecho social: “Creo que a los huelguistas hay que hacerles sentir que la huelga no es el camino adecuado para

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encontrar soluciones; pero es necesario que ellos tengan la seguridad de que se les va a oír y se les va a respetar y no se les va a engañar”. <46> Simultáneamente desarrolló toda una concepción coa. respecto al capi­ talism o — a la que hemos hecho referencia— en la que sin referirse al sistema, que acepta, form ula la distinción entre el "capital justo", digno de ser defendido y el "capital injusto", que repudia, siendo evidente la imposi­ bilidad de establecer los límites que los separan. "El capital cuando no es injusto, también es trabajador, cuando el capital se pone en actitud de injusticia es arbitrario y quiere darle al capital el poder del capital, entonces ya deja de se r trabajador; pero cuando el capital es invertido en promover trabajo y tiene ánimo de justicia y de respetar los derechos de los trabajadores, el capital no es un enemigo, sino que es un colaborador más en la acción social y en la acción económica del pa ís. 'Lo que h a y 1que buscar es que el capital no sea injusto, cuando es injusto hay que abatirlo, porque el capital es la riqueza de todos. Lo puede tener una persona determinada, pero lo ha hecho en el país con el trabajo y el esfuerzo de todos". “Cuando el capital se constituye en un enemigo, repito hay que abatirlo. Pero debem os tratar de buscar en el capital la fuerza de colaboración que puede tener en beneficio de la sociedad y de la economía del país, haciendo que el capital se transforme entonces en un trabajador más". <4?) La ideal aspiración de un equilibrio social que ignora la esencia de las contradicciones del sistema y pretende resolverlas con la buena voluntad y comprensión de las partes, aparece nuevamente explicitada cuando sostie­ ne que: “El capitalista tiene derecho a los beneficios de su capital invertido; pero el obrero tiene el derecho de su capital trabajo que es igualmente o más respetable que el capital dinero, porque al fin capital trabajo es sudor, es desgaste, es esfuerzo personal y permanente y es lo único que tienen los hom bres para poder ir atendiendo y resolviendo su s problemas diarios. Pero s e hace im prescindible luchar por la comprensión de ambas partes. El capital dinero cuando es injusto, arbitrario, prepotente, es nocivo a la so ciedad ; pero el capital trabajo de brazos caídos, a desgano, sin buen rendimiento e s también igualmente perjudicial a la sociedad. Ambas cosas son malas y contra ellas habrá que luchar". <48> Destacamos nuevamente lo confuso y ambiguo del lenguaje. Capital justo y capital injusto; capital trabajador y capital con poder de capital; capital trabajo del obrero... ¿Deliberada confusión por necesidades políticas que le permite eludir una definición categórica sobre el sistema capitalista y sus conflictos? ¿Errores conceptuales en torno a categorías sociales y económicas? Muchas imprecisiones pueden ser atribuidas a las circunstan­ cias en que esos temas fueron considerados — actos de propaganda política en los que la disertación improvisada limitó el ajuste conceptual o traicionó

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el pensam iento— pero nos inclinamos a pensar que esas imprecisiones son ei fru to de un esfuerzo dialéctico — dialéctica verbal— para evitar defini­ ciones sobre temas que, por su trascendencia económico-social, hubieran provocado tam bién definiciones de un heterogéneo electorado.

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C apítu lo IV EL PROCESO POLITICO (1946-1954)

El proceso político que se abrió con las elecciones de 1946 se carac­ terizó por la consolidación del sistema democrático representativo, consoli­ dación que fue facilitada por el auge económico y la euforia originada por la derrota de las potencias fascistas, todo lo cual engendró un opti­ mismo colectivo sobre el destino del país que aparece reflejado en la definición de un conocido político batllista: "Como el Uruguay no hay". <1> Necesario es detenernos en un somero análisis de la relación de fuerzas políticas emergente de las elecciones, así como de las estructuras y orientación de los partidos, como introducción al proceso. Los resultados electorales dieron el triunfo al Partido Colorado y, dentro de él, al Batllismo que se afirmó como la fuerza dominante al superar am pliam ente a las otras dos fracciones existentes dentro del mencionado partido. Sin embargo, aunque la elección de Tomás Berreta a la Presidencia de la República y de una poderosa representación parlamen­ taria le aseguraron la conducción del gobierno, se vio obligado a negociar la prevista colaboración de las otras fracciones del partido triunfante dado que careció de una mayoría absoluta en el seno del Parlamento. El Partido Nacional, orientado por el Dr. Luis Alberto de Herrera, que había realizado una enconada y en algunos aspectos trascendente oposi­ ción al régimen anterior, surgió como la principal fuerza de enfrenta­ m iento al nuevo gobierno. Las otra* fuerzas opositoras estuvieron constituidas por los partidos Nacional Independiente, Unión Cívica, Comunista y Socialista. Un análisis primario del resultado electoral pone en evidencia que una abrum adora mayoría respaldaba a los partidos tradicionales. Los partidos de izquierda — comunista y socialista— apenas recogieron el 7.4% de los votos. Si bien el Comunismo tuvo un crecimiento sustancial, el mismo no respondió a una mayor penetración ideológica en las masas sino al prestigio adquirido por la URSS por su decisiva participación en la derrota de las potencias fascistas. Ello demostró que a pesar de la conmoción que significó la guerra, el tradicionalismo seguía teniendo un peso indiscutible en el pronunciamiento político de los uruguayos, y con ello que el sistema económico social no era cuestionado por las grandes masas, a pesar de las

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expectativas que en la izquierda se habían planteado sobre los cambios ideológicos que el impacto de la guerra provocaría en la mentalidad de aquellas. Sin em bargo, ese peso de la tradición no significó que los partidos que la expresaban en sus dos vertientes tuvieran una coherencia estruc­ tural e ideológica que permitiera definirlos como verdaderos partidos políticos. Ambos — especialmente el Partido Colorado— constituían verda­ deras federaciones de grupos políticos que a los efectos electorales utili­ zaban el mismo lema. En tal sentido, la legislación electoral uruguaya había evidenciado una excepcional capacidad de imaginación para elaborar una especie de ortopedia que permitía marchar juntos a grupos cuyas orientaciones particulares los caracterizaba como verdaderos adversarios. EF~?oETe~~voto~~sTrTñjTtañeo7~Ia~TT3m5Ha~~T'Tey~7ré~~7erT^ ;us com plem entarlas, aseguraban todas las opciones Imaginables para la for­ mación de fracciones y proliferación de candidaturas dentro de cada lema, al tiem po que impedía la concreción de alianzas píuripartidarias, así como que hombres o fracciones discrepantes con un partido pudieran integrar las listas electorales de otros o individualizarse en la acción política con distintivos o palabras que “por razones gramaticales, históricas o políticas", pudieran ser reivindicados por otra entidad partidaria existente. La finalidad de esa legislación fue sintetizada por un destacado político batí lista en los siguientes términos: "Ley de lemas. Tal designación corresponde genericamente, al régimen electoral en virtud del cual, al mismo tiempo s e vota por el lema (partido) y por el sublema. Así los votos emitidos po r el sublem a “Renovación y Reforma” (lista 15), acrecen o se acumulan al lema Partido Qolorado; los votos sufragados en favor de la “Unión Blanca Dem ocrática" (UBD), acrecen o se acumulan al lema Partido Nacional. La mayoría corresponde al sublema más votado dentro del lema más votado. En esta forma, las divisiones internas de los partidos tradicionales del Uruguay no facilitan el triunfo de los partidos minoritarios (comunismo, socialismo, dem ocracia cristiana)”. ® Es así como, a los efectos electorales, bajo los lemas tradicionales se am pararon la más variada gama de grupos y candidatos — que se singula­ rizaban por sublemas y distintivos— con orientaciones diversas y que se enfrentaban, a veces duramente, disputándose el voto de los electores. ! El Uruguay ha sido presentado como ejemplo de sistema partidario dualista dado el aplastante predominio de los dos partidos tradicionales. Al mismo tiem po parecía contradecir la tesis de algunos autores que rela­ cionan el bipartidísimo con el escrutinio mayoritarío de una sola vuelta y el pluripartidism o con el sistema de representación proporcional, que es el im perante en el país. Tal contradicción era aparente. La fragmentación de esos partidos, si bien adquirió cada día caracteres más pronunciados al

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am pliarse los antagonismos internos, no llevó a la escisión en virtud de la mencionada armazón legal que había sido elaborada justamente para im pedirla y de cuyo funcionam iento cada grupo esperaba obtener bene­ ficios. De acuerdo con esa legislación la Presidencia de la República era desempeñada por el candidato más votado dentro del lema más votado <3>, y ambas Cámaras del Poder Legislativo se integraban por representación proporcional. Ello significaba que, aun obtenida la mayoría legislativa por el lema m ayoritario, la primer tarea del Presidente fuera la concreción de acuerdos intrapartidarios para asegurar una mayoría parlamentaria que respaldara su gestión. Acuerdo en el que junto a definiciones programá­ ticas, jugaban con carácter prioritario los repartos de posiciones entre los dirigentes de los diversos grupos: Ministerios, Entes Autonomos, etc. Dado el prestigio personal de Tomás Berreta, su candidatura consti­ tuyó un elemento aglutinante del Batllismo, aunque no se pudo ocultar la configuración de tendencias que rápidamente se profundizaron. Un partido que vivió bajo la inspiración ideológica y personal de su líder epónimo, pero que desaparecido éste careció de todo liderazgo personal, veía surgir ahora un hombre con características de líder y ambición de serlo. Ese hombre, si bien invocaba al fundador presentándose como su más genuino intérprete, tenía ideas propias frente a la nueva realidad que vivía el país, y habría de despertar y despertó, resistencias en el seno del partido,- las que se acentuaron en la misma medida en que sus planteamientos tuvie­ ron receptividad en las bases. Ese hombre fue Luis Batlle Berres y la oposición se centró en torno a los hijos de José Batlle y Ordóñez. Estos, apoyados en una dogmática interpretación del pensamiento paterno y ubicados en un extremo conservadorismo —que negaba el abierto espíritu de quien pretendían ser intérpretes— intentaron cerrar el paso al líder que surgía. Ello explica que en Montevideo aparecieron dos listas batí listas con candidatos diferenciados en función de las tendencias planteadas, y q ue la aspirada candidatura de Luis Batlle a la Intendencia de Montevideo — vetada por sus adversarios internos— se transformara en lo que se consideró una inocua candidatura a la vicepresidencia de la República. Lo que constituyó el cierre de un camino se transformó en la apertura de otro de mayor trascendencia. La muerte del Presidente Berreta, a los pocos meses de ocupar el cargo, proyectó a Luis Batlle al primer plano de la vida nacional. <4) Para una mejor interpretación de lo que significó el cambio de gober­ nante, es necesario destacar la disímil concepción que ambos hombres tenían sobre el futuro desarrollo del Uruguay.

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Tomás Berreta Tomás Berreta, político de larga actuación, ofrecía la imagen del hombre de origen humilde que por su esfuerzo y capacidad había alcan­ zado las m á salti?*p o s¡ao n e s a F ^ o B Ie fñ S rü tf "crrtgm'xampestriürTtTTiemó su prestigio a partir de "su vincülád'on con los pequeños productores agrícolas de Canelones, constituyéndose en la máxima expresión del político que vive atento a los problemas de ese sector social y se transforma en vocero y gestor de sus intereses. Su actuación como titular del Ministerio de Obras Públicas en el anterior gobierno acrecentó su prestigio de hom bre dinámico y ejecutivo. Su influencia en los sectores agrarios se incrementó con la aplicación de un plan de Obras que fundamentalmente contem pló necesidades del medio rural, con la finalidad de "crear los soportes adecuados para una ulterior política de fomento que desarrollara plenamente la producción, especialmente la agropecuaria’’. <5> Hombre conservador aunque con sentido popular del quehacer polí­ tico, Berreta tenía un enfoque del desarrollo del país a partir del agro, aunque sin plantear un cambio de sus estructuras. En su viaje a EE.UU. en vísperas de asumir el mando, centró sus gestiones —de acuerdo a declara­ ciones que form uló— en aprovechar la "buena voluntad de los Estados Unidos para con nuestro país, a fin de conseguir que se nos envíen elem entos de trabajo, elementos m ecánicos para impulsar la evolución agro­ pecuaria del Uruguay, equipos m ecánicos para librar la batalla de la produc­ ción y lograr que nuestra República, de importadora se transforme gradual­ mente en exportadora". Trataría de solucionar la dependencia energética, mediante la compra de equipos de perforación para la búsqueda de petróleo: "En el subsuelo del Uruguay podemos tener magníficas sorpresas". Compraría además de tractores y trilladoras, un gran stock de alambre para sutodividir los grandes potreros de nuestras estancias. Era "una manera racional fite utilizar las divisas disponibles que se han acumulado a nuestro favor, durante la guerra". <6) El breve período presidencial de Berreta, sólo significó el plantea­ m iento de las ideas que acabamos de esbozar. En otro plano y como aspecto significativo de su orientación, es nece­ sario recordar que la instalación del gobierno coincidió con la agudización de las tensiones internacionales y la formalización de la "guerra fr ía". El alineam iento del Uruguay junto a la política norteamericana cobró m ayor fuerza y, en el" plano interñfl,' él gobierno arranció su intención de desarrollar una acción enérgica contra la agitacién sindical. La huelga ferro viaria que se produjo a las pocas de iniciado el nuevo período de gobierno, dio lugar a que éste cortíKMwa su anuncio encarce­ lando a los miembros del Comité de huelga, aplicando disposiciones del

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Código Penal sobre huelgas en los servicios públicos. La Asamblea General derogó las disposiciones del Código en que se apoyaba la resolución del Poder Ejecutivo, los trabajadores detenidos recobraron su libertad y la huelga finalizó con el triunfo del gremio. La presencia de todos los Ministros en el Parlamento para exigir lo que el Poder Ejecutivo consideraba instrumentos legales indispensables para enfrentar la acción de los sindicatos se tradujo en la iniciativa de tres leyes fundam entales: ilicitud de la huelga en los servicios públicos, regla­ mentación de los sindicatos, y t ribunales de conciliación y arbitraje. La aprobación de la primera iniciativa, la respuesta obrera con un paro general el 30 de junio de 1947 en el que participaron todos los sectores sindicales, la no aplicación de la ley en los servicios que se paralizaron y la no consideración por el Parlamento de las otras dos iniciativas, limitaron la ofensiva gubernamental. En el aspecto económico el gobierno debió enfrentar el problema creado por la deuda que Inglaterra tenía con nuestro país, la que ascendía a 17 millones de libras esterlinas que no se podían cobrar (estaban bloqueadas o "congeladas"). La enorme deuda externa acumulada por Inglaterra durante la guerra superaba su capacidad de pago, dado que la totalidad de sus reservas en dólares y oro representaban al 31/12/945, solamente el 16.5% del total de ¡a deuda externa a corto plazo. En esa fecha el gobierno norteamericano le concedió al inglés un préstamo de 3.750 millones de dólares. Las condi­ ciones del préstamo incluían dos disposiciones reveladoras de la política norteam ericana. Se imponía el fin de toda política de preferencias — lo que significaba el fin de las preferencias imperiales— y el desbloqueo y libre convertibilidad de la libra, con lo que se evitaba que los países acreedores pudieran encaminar sus compras en el mercado inglés para compensar las deudas, en perjuicio de los exportadores norteamericanos. No sin grandes resistencias el Parlamentó inglés aprobó el convenio y a p artir del 15 de julio de 1947 la libra fue convertible en dólares para las operaciones corrientes. La experiencia duró hasta el 20 de agosto, fecha en que el Canciller del Exchequer anunció su suspensión. ¿Causas? En ese breve período la hemorragia de dólares producida por la libre convertibi­ lidad había significado que del monto del referido préstamo Inglaterra sólo disponía de 400 millones de dólares. El Uruguay envió a Londres una misión presidida por el Dr. Gustavo G allinal para negociar una solución para las libras bloqueadas que se le debían. Como resultado de esa gestión se logró el desbloqueo del 10% del monto to tal, el acuerdo sobre la colocación de nuestra producción de carnes y la adquisición de empresas inglesas —aguas corrientes, tranvías— y, en negociación posterior, de los ferrocarriles. Inglaterra se desprendía

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__ como en otras partes del mundo— de inversiones que había realizado en su época de expíansión como única forma de am ortizar parte de su deuda. En nuestro país la operación fue cuestionada desde diversos ángu­ los, pero es evidente que ella tuvo como saldo positivo el haber rescatado de manos del capital extranjero sectores económicos de real importancia para la vida n a cio n a l.(7) La crisis de la libra — entre otros factores— promovió una mayor vinculación con el área del dólar, acentuándose así la transición de la dependencia hacia la órbita norteamericana.

Luis Batlle En agosto de 1947 murió Berreta y Luis Batlle pasó a desempeñar la Presidencia de la República. Con él se produjo un cambio esencial en la conducción del gobierno y en su orientación económico-social. En un plano menor, pero no despreciable por sus consecuencias polí­ ticas, el cambio de gobernante trajo aparejada la agudización de las diferencias internas en el Batllismo. Desde el diario "El Día" se acrecen­ taron los ataques contra Luis Batlle acusándolo de realizar una política personalista y autoritaria, acusación que, por otra parte, también le fue form ulada desde otros sectores. Con posterioridad, uno de sus primeros y más brillantes colaboradores ® fundam entará su alejamiento de la activi­ dad política con argumentos sobre discrepancias de fondo ante la conduc­ ción del gobierno y con claras referencias al carácter personalista del gobernante. ¿Estilo político, caracteres personales o necesidad de imponer una conducción firm e a un partido atomizado? Es difícil establecerlo pero, por encima de cualquier interpretación sobre este aspecto de su persona­ lidad, es evidente que en el enfrentam iento de las dos fracciones del Batllism o jugaron t anto el extremo conservadorismo de los señores Batlle Pacheco cuanto la tendencia renovadora y populista de Luis Batlle. Éste unía al magnetismo d eFap ellido sTjT”con3tcTones de líder carismático con arraigo en las masas urbanas, con una ideología populista que tenía como centro la idea del progreso nacional basado en la industrialización. Periodista — formado en "El Día"— , fue uno de los primeros políticos que comprendió el valor de la radio como medio de comunicación de masas y la utilizó eficazmente para form ar opinión; como ya se dijo, tuvo firm es opiniones sobre ciertos,principios esenciales — democracia represen­ tativa, derechos individuales, libertades públicas— pero fue ambiguo y aun contradictorio en otros aspectos de su ideología y su práctica de gober­ nante. Nacionalista desde el punto de vista económico, defendió el desarro­ llo de una industria nacional como base principal áel progreso del país. Desde tem prana hora, en su campaña sobre el problema de los combus­ tibles defendiendo el monopolio del Estado y apoyando el proyecto que

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culminó con la creación de ANCAP, denunció la acción de las compañías petroleras y los males del capital imperial. Corno gobernante, reiterada­ mente elogió la política de nacionalizaciones realizada por el Batllismo, que colocó a cargo del Estado sectores fundamentales de la economía arrancándolos "a manos particulares, fueran capitales extranjeros o capitales nacionales, pu es los grandes capitalistas no tienen nacionalidad y son siem pre peligrosos". Pero afirmó que tenían informaciones equivocadas y miopía quienes los hacían aparecer "como contrarios a los esfuerzos de la actividad privada o contrarios a los capitales extranjeros que van a trabajar con honradez o nos han acusado de un ánimo monopolista llevado al exce­ so". "Entre nosotros la actividad privada nacional o extranjera, es estimulada por el g o b iern o ..." (|0> Enfrentó a EE.UU. en términos desusadamente enérgicos por su orien­ tación económica — problema de los tops, comercio con China, URSS y ley 480— ¡jero mantuvo una solidaridad activa con la política internacional de aquél país. Habló de la comunidad de destino de los pueblos latinoamericanos, pero careció de una definición clara y activa frente a las intervenciones norteam ericanas en el jroñtm éñtér ~ * ~ * ~ ~ ^ ~ * * ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ — ” ~ Tre rrte~ ar^ ro B íe m ár^ e las_ crases sociales, quiso descubrir una conci­ liación entre una burguesía que no se excediera en sus ambiciones de lucro y un proletariado que en sus reivindicaciones no superase los legíti­ mos derechos del capital. El día en el cual la inorgánica realización de sus ideas se enfrentó con una realidad que no había podido dominar se constituyó en la instancia de su fracaso. Fracaso que, desde el punto de vista económico, se mani­ festó a mediados de la década del 50 y que, políticamente, se concretó en 1958 con la derrota electoral que permitió el retorno al gobierno — luego de 93 años— del Partido Nacional.

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Su discurso, ya citado, al asumir la Presidencia constituyó una defini­ ción m edular de su visión de la evolución del Uruguay y de su filosofía política. Esta apareció sintetizada al decir que “no es posible desatender el hecho de que la humanidad está viviendo una violenta revolución social y política que convulsiona a todos los pueblos. Nadie puede pretender que . nos pongam os al margen de e se movimiento para abominarlo y apedrearlo; sino que, lo que la hora exige, es entrar y formar parte de esa inmensa columna para orientar el movimiento, para dirigir las fuerzas aunque para ello se a necesario acelerar la evolución. Nosotros, los que fuimos formados en los últimos aleteos de la filosofía liberal del siglo pasado y dimos 'c * prime­ ros p a so s hacia la socialización de ciertas actividades de* organismo social, com prendem os que tenemos que continuar ese ritmo para encauzarlo por las vías normales. Apresurarse a sp r justo, es asegurar la tranquilidad; > s

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brindarle al ciudadano los elementos principales y básicos para que tenga la felicidad de vivir y hasta el lleguen los beneficios del progreso y de la riaueza. Apresurarse a se r justos es luchar por el orden y asegurar el o r d e n " ." " Estos conceptos los reiteró en diversas oportunidades a lo largo de su actuación, aunque frente a las soluciones concretas que adoptó pueden f o r m u la r s e juicios dispares sobre s u concepto de "socialización'', así como sobre, si al procurar la conducción del proceso, su objetivo fue acelerarlo o enleritecerlo. Al margen de ello, es evidente que la idea del progreso basado en el desarrollo industrial constituyó el centro de sus inquietudes y de su c o n f e s a d a ambivalente formación — liberalismo-socialismo^. Del primero tornó la libertad de empresa y del segundo la intervención del Estado para impulsar y encauzar el proceso, depurándolo de las aristas sociales más negativas. En ambos aspectos —económico y social— la intervención del Estado a d q u ie r e importancia relevante, con una política proteccionista y de fomen­ to de la industria que realizaba una redistribución de la renta, promo­ v ie n d o e l desarrollo social acorde con la enunciada estrategia de orientar y dirigir una evolución que consideraba inevitable. En definitiva, la implan­ tación de un capitalismo socialmente progresista para un país dependiente, dentro de una coyuntura particular. Esa política despertó adhesiones entusiastas y enconadas resistencias. El empresariado industrial, la clase media y la clase obrera encontraron en la orientación del gobierno una expresión de sus aspiraciones y el apoyo que le prestaron hizo que la fracción política orientada por Luis Batlle tuviera una estructura pol¡clasista con intenso arraigo popular. Si bien Luis Batlle careció de las condiciones y capacidad del estadista que tiene una visión totalizadora de las metas que se propone alcanzar y de los medios para hacerlo, tuvo, en cambio, una excepcional capacidad de comunicación con las masas. Fueron estas condiciones persohales'Tas que- le permitieron captar Tas aspiraciones de los sectores populares y apoyándose en ellos como fuerza electoral imprescindible pudo promover la industrialización del país. Los resultados de esa política se manifestaron en un acelerado desarro­ llo industrial y en la expansión de determinados cultivos agrícolas; en cambios sociales de trascendencia con la consolidación del sector industrial de la burguesía que adquirió una influencia preponderante en la vida del país, el crecim iento d® la clase obrera y de la clase media dependiente, ambas en acelerado proceso de sindicalización. El auge económico, la lucha sindical y la política redistributiva del gobierno posibilitaron el progreso social con un sustancial incremento del nivel de vida.

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L a reforma constitucional En tales condiciones el centro de la lucha política estuvo constituido por la acción gubernamental y las elecciones de noviembre de 1950 fueron condicionadas por la posición que las diversas fuerzas adoptaron frente a ella. La división del Batllismo se consolidó, presentándose dos candidaturas presidenciales: Andrés M artínez Trueba - Alfeo Brum (lista 15), respaldados por Luis Batlle, y César Mayo Gutiérrez' - Lorenzo Batlle Pacheco (lista 14), apoyados por "El D ía". A su vez los sectores colorados de origen terrista se unificaron en torno a la fórmula Eduardo Blanco Acevedo-Ciro Giambruno, entreviendo la posibilidad de un triunfo ante la división del Batllismo. El Partido Nacional, en su fracción ampliamente m ayoritaria, levantó las candidaturas de Luis A. de Herrera - Martín Echegoyen. Las otras fuerzas políticas sólo tenían posibilidades de alcanzar una representación parlamentaria. Los resultados electorales dieron un categórico triunfo ai Partido Colorado y dentro de él a la candidatura de M artínez Trueba. Aunque hubo paridad de fuerzas entre ambas fracciones batllistas — la lista 15 obtuvo 161.262 votos y la lista 14 logró 150.930 votos— resultó ratificada la orientación de Luis Batlle. Sin embargo, a los pocos meses de asumir la Presidencia, Martínez Trueba provocó un vuelco político decisivo. Por su iniciativa se iniciaron conversaciones entre el Batllismo y el Herrerismo que culminaron con la firm a de un acuerdo para proceder a la reforma de la constitución sobre la base de la implantación del Ejecutivo Colegiado. Como consecuencia de ese acuerd<^"y u jii te-firm a de los legisladores de ambos partidos se presentó en la Cámara de Representantes el proyecto de reforma. Las motivaciones de ese acuerdo, que sorprendió al pais, fueron diver­ sas y de importancia dispar. Es indudable que desde el momento en que José Batlle y Ordóñez lanzó su iniciativa para establecer el Ejecutivo Colegiado en 1913, el Batllismo elevó ese planteam iento a la categoría de principio fundamen­ tal dentro de su programa. Las normas de la Constitución de 1942 fueron aceptadas como una transacción, como salida para la crisis política iniciada en 1933. Ahora que era fuerza dominante consideraba necesario alcanzar la consagración de ese principio. Eñ tal sentido las resoluciones de los organismos partidarios, previas a las elecciones de 1950, y las declaracio­ nes de sus dirigentes afirmando la aspiración de implantar el colegiado, constituyen importantes antecedentes en cuanto a la vigencia de ese principio partidario. El Herrerismo, siguiendo el oportunismo de su conductor que colaboró en el golpe de Estado de 1933 para elim inar el Colegiado, aceptó ahora 61

contribuir para reimplantarlo en forma integral. En tal actitud es visible la aplicación de una táctica que permitió a ese partido asegurarse, por lo menos, una integración minoritaria del Ejecutivo y, la participación en simi­ lares condiciones en la dirección de los Entes comerciales e industriales del Estado. (12) En el ámbito interno del Batllismo fue notoria la preocupación de los sectores que impulsaron el acuerdo respecto de la futura acción de Luis Batlle. Para esos sectores, que habían venido haciendo hincapié en el carácter personalista de su accionar político, la implantación del Colegiado significaba elim inar todo riesgo de su retorno a la Presidencia. Este, que no ignoraba esa finalidad, sometido a los principios del partido, sólo pudo criticar los procedimientos, reclamar una amplia consulta popular y la convocatoria de una "Constituyente Nacional a donde llegue todo el país, a donde vayan todos los partidos y en donde podamos, con el sentimiento público de la gran mayoría, hacer un colegiado con resistencias para los traidores, para que nunca jamás puedan repetir sus actos del pasado". <13) Este reclamo fue ignorado y aun los representantes de su propio sector firm aron el proyecto de reforma. Sin perjuicio de reconocer la gravitación de las motivaciones enuncia­ das, consideramos que el factor fundam ental que condujo a ese acuerdo interpartidario en torno a la Constitución estuvo dado por la coyuntura interna e internacional. En ese momento existía una verdadera inquietud sobre la evolución económica y financiera del país, la crisis social se agudi­ zaba y los conflictos sociales se multiplicaban. <14) En el plano internacio­ nal, la "guerra fría " había pasado al estado de "guerra caliente" con el conflicto de Corea que amenazaba tener proyección mundial. A lo largo del debate parlamentario hay reiteradas referencias a esa situación, pero recién en las últimas instancias se estableció la relación de la reforma constitucional con la situación general. El senador Manini Ríos, de radical orientación anticolegialista, impug­ nó el proyecto con argumentos jurídicos y políticos para, finalmente, hacer caudal de la inoportunidad de la reforma. Inoportunidad por la gravedad de los problemas económicos, inoportunidad por la crisis social e inoportu­ nidad por la situación que vivía el mundo y que podía desembocar en una catástrofe. La respuesta del senador Bayley Muñoz (batílista) fue categórica y reveladora del verdadero fundamento de la iniciativa. "Es (dice) precisa­ mente ahora, que hay que resolverlo y es, además, precisamente por eso: porque la situación económica del país es delicada, porque la situación financiera también lo es, porque la paz social puede considerarse, incluso, en peligro; porque la paz internacional está sostenida, así, casi de milagro, y están brotando focos de lucha en todas partes: Corea, Irán, Egipto..."

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Y agregó más adelante: "P recisa m en te p o rq u e la situación económ ica y financiera, p o rq u e lo s p roblem a s so cia le s, p orq u e el ritmo de la situación internacional está en trance d e verdadera angíistia o e s intensam ente dram á­ tica, e s q u e s e im pone esta solu ción d e cordura que al p a ís le dará, fundam entalm ente — co sa que no s e ha dicho o no s e ha querido d ecir —, lo q u e el p a ís n ecesita , que e s un gobierno con gran resp a ld o d e opinión, co n gran resp o n sa b ilid a d , no para que m ande Juan, aunque la ciudadanía no lo a p o ye, sino para que vayan a integrar e s e gobierno lo s grandes s e c to re s d e opinión, lo s g ra n d es partidos p olíticos re sp a ld a d o s po r una inm ensa m asa d e opinión y co n resp a ld o de opinión, d e la s gran d es m asas ciu d a d a n a s q u e están d e d ica d a s en p a z, a su manera, a su s tareas, fuera d e l Parlam ento, sino también resp a ld o d e opinión parlamentaria que s e co n cre ta en el apoyo d e los g ra n d es se c to re s políticos qu e orientan y rigen la a ctivid a d d e l Parlamento". (15> A continuación el senador Eduardo V. Haedo (herrerista) justificó el acuerdo de los dos partidos para establecer el Ejecutivo Colegiado, porque “e s la única forma, fruto d e la realidad interna e internacional, que p ued e perm itirnos reso lv er lo s gravísim os p roblem as q u e gravitan en la actualidad so b re lo s d estin o s d e la R e p ú b lica ". Explícito su pensamiento sobre las causas y finalidades del acuerdo reformista diciendo que “esta transacción e s una virtud su p erio r d el instinto d e co n servació n que tiene la República. D e su n id o s n o s q ued a rem o s com o en la é p o ca primitiva, lo s b la n co s en s u s tie n d a s y ¡os co lo ra d o s en la s su y a s: p ero al lado nuestro, el p a ís expuesto a co n vu lsio n e s so c ia le s d e im previsibles conWngencTas, que pu ed en determinar

e^L?!¿£§Í^ÍL55^i^°~‘^3*^®-®sps-dos~^atezra3a3esrF^rpo3e7^zc?a7m7a/, e je rcid o d e s d e arriba, o la anarqu.a d esen fren a d a im puesta d e sd e abajo".

Tras señalar que no se pretendía la implantación de un partido único, porque sería suicidarse, afirmó con innegable inteligencia, que “la eficien­ cia d e l sistem a está precisa m en te en que lo s colora d os podrán s e r m ás c o lo ra d o s y lo s b la n co s m ás b la n co s en lo q u e tiene esto de conceptual co m o d e em ocional, d e fuerzas nacionales, d e altos e im personales interes e s ; p e ro q u e p u ed a n , p recisa m en te p o r la estructura d el Gobierno, colaborar y en ten d er. Personalm ente, estim o q u e e s n ecesa rio , ahora m ás que nunca, sa U rlé ^ T c ru c e a e s a s fuerzas revolucionarias que andan p o r el mundo, para q u e no n o s lleven p o r delante y p o d a m os salvar el patrimonio en las co n d ic io n e s e se n c ia le s d e orden, patria, familia; espiritualidad, que son definición d e nuestra razón d e se r".

A continuación form uló un llamado de atención sobre la situación social: "E s ta s h u elg a s q u e s e s u c e d e n , aparte d e su s m otivos políticos, son ín d ice, una cam pana d e alarma que n os esta diciendo que nuestro regimen eco n ó m ico reclam a una reforma sustancial, p u e s nunca s e ha visto mayor núm ero d e rico s y m ayor número d e p o b re s, y vuelvo a insistir que esta

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estrangulación metódica que vamos haciendo de la clase media, por la falta de contralor en los salarios y en los precios, tarde o temprano determinara una conm oción de perspectivas imprevisibles". <’6> Si estas exposiciones se analizan a la luz de los acontecimientos posteriores — conflictos sociales y medidas represivas del Consejo Nacional de Gobierno— respaldadas en la Asamblea General por el voto de los representantes de ambos partidos, es legítimo pensar que por encima de los argum entos jurídicos y principios colegialistas, el numen inspirador de la reform a fue el tem or de un avance de los sectores gremiales. En esencia, pues, constituyó un acuerdo político para enfrentar una crisis cuyos primeros indicios comenzaban a manifestarse y que exigía —desde la óptica y los intereses de la burguesía— un gobierno dispuesto a reprim ir los excesos del poder sindical. Dada la integración bipartidaria de dicho gobierno, se evitaría el riesgo de que alguno de los partidos intentara obtener ventajas electorales a expensas de la política aplicada. Solidaridad y garantías.

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El procedimiento utilizado para la reforma, que marginó toda inter­ vención popular salvo la instancia del referendum, el contenido de la misma y los agudos conflictos sociales que enmarcaron su tratam iento parlam entario, crearon un clima adverso a la iniciativa, el que se puso en evidencia en el plebiscito del 16 de diciembre de 1951. Si bien dicho plebiscito resultó afirm ativo, es significativo que solamente el 37% de los ciudadanos habilitados para votar interviniera en él y de éstos, el 54% fu era a favo r y el 46% en contra. No menos significativo es que en M ontevideo el pronunciamiento fuera contrario al proyecto de reforma: 107.747 votos por no, 74.123 votos por sí. Dado que la oposición a la reforma se canalizó por los partidos m inoritarios y que los resultados de las elecciones del año anterior indican que M ontevideo constituyó la base fundam ental del triunfo batí lista en las mismas, se puede sostener que el electorado de ese partido se abstuvo o votó negativam ente. En definitiva el principio colegialista del Batllismo se impuso sobre la base de los votos del Partido Nacional. (17), Este se abrió

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así el camino a la coparticipación en el poder político y e § , la adminis­ tración del Estado. El Poder Ejecutivo — ahora Consejo Nacional de Gobierno— se inte­ graba con nueve miembros, correspondiendo seis a la lista mayoritaria del lema más votado y tres cargos al lema que le siguiera en número de votos. Ello, sin perjuicio de disposiciones complementarias, que establecían que uno de los cargos de la mayoría debería adjudicarse a otra lista que superase la sexta parte de los votos emitidos en favor del lema. Los cargos de la m inoría se distribuían proporcionalmente entre las listas que concu­ rrían bajo el lema. , . 64 Los Entes Autónomos y servicios descentralizados vieron aumentada su

autonom ía de gestión, pero se estableció un verdadero reparto de la adm inistración »1 integrar su directorio con tres miembros designados por la mayoría del Consejo de Gobierno y dos por la miñona. Esta disposición fue una de las que tuvo consecuencias negativas más marcadas. Las desig­ naciones realizadas con criterio estrictamente político para recompensar m éritos partidarios o resolver la situación de correligionarios que habían fracasado en sus aspiraciones parlamentarias, sin tener en cuenta que tuvieran o no condiciones para e! desempeño de ios cargos, se generalizó; la incapacidad directriz repercutió en la gestión de los Entes y como se actuaba en función política, el conceder empleos para ..formar clientelas electorales se hizo común, amplificando la burocracia y la ineficiencia.

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Las tensiones s o c ia le s Se ha sostenido que "el primer Colegiado (1951-1955) resultó sustariciaimente un desvalido interludio que precedió la vuelta del líder a la cabeza de la mayoría batllista". <18>Si se piensa en función de realizaciones el juicio es absolutam ente valedero, pero si se lo analiza en relación con la orientación social que caracterizó su gestión» es evidente que este no fue un "desvalido interludio" sino que marca un drástico c a m b io « n la conducta del gobierno. La valoración que hicimos en relación con 1» motivaciones sociales que condujeron a la reforma de la Constitución aparece ratificada por ios acontecimientos inmediatos. El año 1352 fue de intensa agitación laboral originada por el proceso inflacionario (20,9% en 195Í~y 107Ffr'T¡ñ~~T952) que redujo el poder adquisitivo de los salarios. Amplios sectores de la actividad privada y del Estado plantearon sucesivos conflictos que, por su extensión y las activi­ dades involucradas, tuvieron amplia repercusión. La huelga de los funcio­ narios de Salud Pública (marzo) fue seguida por las de -los trabajadores de las radios, bancos, transporte urbano de Montevideo, prensa, frigoríficos y ANCAP. Considerando ilícitas determinadas huelgas y argumentando que se había creado un estado de conmoción pública, el Cornejo de Gobierno, invocando el A rt. 168 inc. 17 de la Constitución, aplicó en forma reiterada medidas prontas de seguridad, las que fueron ratificadas por la Asamblea General con el voto unánime de los representantes de ambos partidos tradicionales. Utilizando esas facultades el Consejo de Gobierno decretó la cesantía de numerosos trabajadores, la clausura de locales sindicales, la detención de dirigentes y m ilitantes sindícales y el procesamiento de muchos de ellos. El respaldo que en la Asamblea General tuvieron las medidas adopta­

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das constituyó ¡a ratificación cíe ¡a nueva orientación que asumían las partidos tradicionales. Las severas medidas aplicadas — atenuadas luego con ¡a sanción de leyes decretando amnistías y la reposición de trabajadores despedidos— originaron una retracción del movimiento sindical y en 1954 se manifestó una distensión social motivada por la proximidad de las elecciones nacio­ nales. Las fu erzas políticas que directamente hablan tenido la responsabi­ lidad del gobierno procuraron rescatar una popularidad en descenso adoptando algunos de sus sectores una tónica popular que trataba de ■ hacer olvidar el periodo vivido. Luis Batlle, que desde el diario "Acción" había señalado sus discre­ pancias con la conducción del gobierno —aunque los ministros y parlamen­ tarios de la lista 15 ia apoyaron— hizo caudal de su actuación com o gobernante proclive al diálogo, marcando sus diferencias con el gobierno | | actuante, en frase reiterada: "M edidos efe seg u rid a d , no. Ubre y amplia II discusión con los obreros, sí. He ahí la diferencia en lo social entre ellos y || nosotros". <19> Junto a este planteam iento, que tuvo profunda receptividad en los sectores sindicales» agregó elementos políticos c¡m procuraban definir el p erfil de su sector, en oposición con la otra fracción del Batllismo. Rechazó todo posible acuerdo de candidaturas comunes en una sola lista y afirm ó l« necesidad de un gobierno homogéneo» en el que todos s é $ . integrantes actuasen con identidad de ideas y propósitos, lo cual sintetizó en su afirm ación: “ Todo o n ada ". Contrapuso ¡os a m n m s de su periodo presidencia! con la regresión del presente. Integró la lista de candidatos a los cargas legisiatiwas con un conjunto «Je hombres jóvenes, .que aparecieron como una promesa de renovación ideológica y de prácti­ cas políticas. Todo ello logró despertar un amplio apoyo popular. Fue significativo el estado de conciencia c|«e se creó como reacción ante la política del Consejo de Gobierno, WteaStiarido e! período de gobierno de Luis Batlle y, sin capacidad crítica, se aspiró a un retom o a ese inmediato' pasado. En este proceso electoral se introduje», en forma indirecta, «na nueva fu e rza : la lig a fed eral de Acción Ruralista, organización gremial que como ta l no tenia metas p a ln ‘ "entes. En efecto, por boca de su conductor, Benito Nardone, aconsejó a fes Meneos votar a lu is A . de H errera y a los colorados it lu is BatHe. Actitud sibilina que debe enjuiciarse a la luz del proceso ulterior. Constituyó una aproximación a Sa política, sin intervertir directam ente en ella. Se dejó en libertad, pero se orientó. Planteam iento exploratorio, quizás, que permitió medir el grado de in­ fluencia de Nardone y la receptividad que «I pronunciamiento político podía ten er en la masa grem ial. No Enfrentó a ios partidos tradicionales.

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sino que aprovechó de sus divisiones» apoyándose en ellas para avanzar hacia el objetivo de la participación directa en la política. El Partido Nacional, minado por rivalidades de grupos, se dividió, naciendo el M ovimiento Popular Nacionalista orientado por Daniel Fernán­ dez Crespo. A pesar de la denominación que adoptó, a esta fracción confluyeron desde grandes terratenientes hasta importantes masas popu­ lares urbanas. La división constituyó un corte vertical de ios sectores sociales que constituían s i Partido Nacional. L a jm o ortancia de la división estuvo dada por la quiebra de la indiscutida hegemonía que hasta enton­ ces Herrera e> • -i el partido, y fue una nueva evidencia de la carencia de organici x partidos tradicionales dado que ambas fracciones, a pesar de la a de Sos ataques que se dirigían,, acumularon sus votos bajo el mismo L itis como ocurrió con las distintas fracciones del Partido Colorado, R e to m o Los resultados electorales de 1954. fueron otra vez favorables a! Partido Colorado y dentro de éi a Sa fracción orientada por Luis Batlle. A l equilibrio de la afección anterior entre las dos fracciones d e l Batllismo, lo sucedió el marcado predominio de la lista 15 —254.648 votos para ésta y 180.164 para ia lista 'i 4— y ia práctica desaparición del tercer sector colorado que apenas recogió 9.292 votos. La mayoría sobre e l Partido N td o n a i fu e sustancial y tos partidos de izquierda, tomados en su conjunto, permanecieron estacionario®, a pesar de ia acción que desplegaron tanto en el Parlam ento como en los sindicatos enfrentando ia actuación del gobierno. Estos resultados electorales han sido enjuiciados a menudo como la "expresión de una sociedad que no quería cambios, que prefería el camino anterior: populismo, improvisación, política empírica de desarrollo, industrialización, ampliación de los beneficios de ia legislación social y laboral, política efe; favor y c-immtBla". co! En térm inos generales el juicio es correcto en cuanto define el bajo nivel de conciencia de ¡a dase obrera y la pequeña burgués» dependien­ te, las más directamente afectadas, por la política represiva del gobierno. Pero no se debe Pignorar que ia legislación electora! que hemos comen­ tado tendía a im pedir otra salida que la que podía darse en el marco de los partidos tradicionales, y que en ese esquema la única opción estaba constituida por el sector encabezado
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rismo de la política seguida, to que valoraba era ia instancia que vivió y ¡as condiciones presentes que le tocaba enfrentar. A ello corresponde agregar la existencia de una mentalidad-grado de conciencia muy exten­ dida que se traducía en la expresión "no perder el voto", es decir, no dejar de ser factor decisivo en ia elección del Poder Ejecutivo. Tal menta­ lidad hizo que un porcentaje importante de votantes optara por apoyar a la fracción batllista de la lista 15, para evitar la continuidad en el poder de los sectores reaccionarios dominantes en el gobierno. La expectativa de un retorno a la época del primer gobierno quinclsta se diluirá en las nuevas estructuras de gobierno y, fundam entalm ente, por el agotam iento del esquema de desarrollo que en aquel periodo había impulsado Luis Batlle. Sim ultáneam ente, en la oposición, Herrera, que a lo largo de su extensa vida política demostró una limitada capacidad creadora en el aporte de soluciones positivas para la transformación del país, demostrará — como integrante de la minoría dei Consejo Nacional de Gobiero— una excepcional capacidad corrosiva para minar las bases del régimen.

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Capítulo ¥ LA CRISIS ECONOÜICA

Existe coincidencia entre los investigadores en cuanto a que el proceso de desarrollo que hemos estudiado llegó a su térm ino a mediados de la década del SO, fecha en la que comenzaron los primeros síntomas del estancam iento. Si bien esa coincidencia no es tan estricta en cuanto al marco teórico en que se apoyan los distintos análisis y, por ende, en la valoración de los factores generadores de la crisis, parecería existir acuer­ do unánim e en que ella se manifestó en la acumulación de los déficit del balance de pagos y en un agudo proceso inflacionario. Más allá de la constatación de ¡os hechos objetivos y sin perjuicio de su exposición, nos parece indispensable procurar una interpretación de los mismos a través de los factores estructurales que los provocaron. Para ello reiterarem os la misma metodología que nos permitió explicar el proceso de expansión, es decir, considerar al Uruguay como una nación depen­ diente, en cuya evolución — ahora con signo negativo— inciden los niveles de' su integración al mercado mundial. El análisis de las condiciones que hicieron posible el proceso de industrialización puso en evidencia que él fue el resultado de la particular coyuntura que vivió el sistema económico m undial: la modificación, transi­ to ria de las relaciones entre el centro y la periferia permitió que el Uruguay — en virtud del grado de desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas internas— iniciara una etapa de crecimiento. Sin embargo, al no poder superarse las relaciones de dependencia se generaron nuevas contradicciones que detuvieron la expansión. Al fin a liza r la coyuntura mundial, es indispensable caracterizar los rasgos fundam entales de las nuevas estructuras en que se afirma el sistema en los centros, las nuevas relaciones que se establecen con la periferia y su influencia sobre la evolución de ésta.

La nueva coyuntura mundial El proceso bélico consolidó la hegemonía' de EE.UU. dentro del mundo capitalista constituyéndose en centro integrador del mismo. A diferencia de la larga hegemonía inglesa, que debió enfrentar la compete

otros centros rivales, ahora la supremacía norteamericana era incontras­ table. Sim ultáneam ente, ¡as estructuras de poder mundial se desenvolvieron en una polarización de superpoteneias — EE.UU./U.R.S.S¿— las que, a su condición de tales, agregaron el ser la"” ’epresentación de dos sistemas económico-sociales antagónicos. Ese enfrentam iento tuvo como telón de fondo el poderío atómico d e ambas naciones, lo que hizo que la guerra se transform ase en un instrumento obsoleto para resolver esa lucha de poder. Surgió así la "guerra fría " — mezcla de conflictos militares localizados y acción diplom ática— "lo que significó una permanente negociación ai "borde de la guerra ", en la que ¡os aspectos económicos, políticos y m ilitares aparecen íntimamente unidos, para afirm ar la seguridad frente al adversario. A mediados de la década del 50» la estrategia norteamericana ha logrado objetivos fundam entales: en el plano interno, la reconversión de la industria de guerra a la de paz ha culminado y la estructura de esta adquirió nuevas dimensiones basadas en una trascendente renovación tecnológica; la reconstrucción de Europa Occidental y Japón es una realidad; las inversiones norteamericanas atraídas por la alta rentabilidad que se les ofrece,- se incrementaron en ambas regiones; la conquista de nuevos mercados para una economía en expansión era indispensable; aunque se plantearon agUtios enfrentamientos, la etapa crítica de ia guerra fría comenzaba a superarse. El área latinoamericana se constituyó en e! circulo más interno de la zona de influencia de EE.UU., lo que explica que su política hegemónica sobre ella adquiriera particular relieve. Toda su estra­ teg ia tendió a convertir a Sa región en un aliado incondicional y en un complem ento de su economía. Esta estrategia norteamericana tuvo que vencer resistencias más o menos agudas de diversos países. Los procesos de industrialización y desarrollo se tradujeron en mutaciones intensas de las estructuras econó­ micas, sociales, políticas e ideológicas, dando lugar al surgimiento de movimientos populistas que asumieron la conducción de los respectivos procesos nacionales, algunos de los cuates tuvieron una alta dosis de nacionalismo. Este elemento ideológico se constituyó en el factor central de la resistencia a la penetración norteamericana. Sin embargo, la carencia — común a todos ellos— de una interpretación coherente de las oposicioistentes entre ambas regiones les impidió elaborar una política que ara la continuidad del desarrollo. fines de la década del 50, todas tas tentativas de resistencia habían ____ ,-g a d o en la marea de las nuevas estructuras de la dependencia y quedaron como una experiencia frustrada. <’> Utilizando los organismos internacionales, creando organismos regio­

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nales y promoviendo acuerdos bilaterales de "ayuda", EE.UU. desenvolvió una superestructura que se constituyó en elemento esencia! para ei logro de sus objetivos. Si bien en la inmediata postguerra asignó interés prioritario a otras zonas más expuestas en ei enfrentam iento mundial con la URSS, en ningún instante descuidó la elaboración de una línea política de largo alcance con respecto a América Latina. La creación del Fondo Monetario Internacional, del "g o ld excha ng e standard” , del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, el acuer­ do del Gatt, constituyen las piezas maestras en las que afirmó su predo­ minio y su condición de centro financiero. Los objetivos declarados del Fondo procuran la cooperación monetaria internacional, la estabilidad de ios tipos de cambio, el establecimiento de un sistema m ultilateral de pagos, la expansión del comercio internacional y el otorgam iento de préstamos a corto plazo a las naciones miembros para cubrir eventuales déficit en su balance de pagos. El "goid exchange standard" — patrón de cambios oro— constituye el sistema por el cual las reservas monetarias que respaldan la emisión de billetes en los países que aceptan el sistema estarán constituidas por oro y por monedas (divisas) fuertes convertibles en oro. Las divisas destinadas a servir de reservas fueron la libra y el dólar. La mencionada crisis de la libra en 1947 y el decreto de inconvertibilidad, hicieron del dólar la única moneda de cambio en el sistema monetario internacional. ■ Cuando en los primeros años de la década de! SO, ios países latino­ americanos iniciaron la etapa q u e se caracterizó por ei estancamiento de sus economías, déficit en sus balances de pagos y presión inflacionaria, se vieron obligados a recurrir a! Fondo para obtener ios créditos que les perm itieran enfrentar esos déficit. Como contrapartida para el otorga*m iento de los préstamos dicho organismo exigió la puesta en práctica de rígidos planes de "estabilización", que incluyeron congelación de salarios, elim inación de déficit fiscales y de subsidios, abandono del proteccionismo, de los cambios múltiples y de ios convenios bilaterales de comercio, así como ¡a Ubre circulación de capitales y mercaderías. La aceptación de esas condiciones fue requisito indispensable para beneficiarse con los présta­ mos que otorgaba, asi como para conseguir el aval que permitiera acceder a los préstamos del Banco Internacional. Es im portante recordar que mientras se procesó la reconstrucción de Europa Occidental, el Fondo tuvo una conducta de amplia tolerancia perm itiendo a aquellos países la aplicación de políticas económicas que estaban en franca oposición con su ortodoxia. Pero una vez alcanzada esa reconstrucción se exigió la estricta aplicación de sus principios, conside­ rando que determinadas prácticas — por ejemplo los convenios bilaterales—

71

8

I

afectaban ¡as relaciones económicas internacionales. Sintomáticamente, esos convenios fueron uno de los instrumentos utilizados por los países europeos en su política de reconstrucción. Ahora que eran los países dependientes los que pretendían utilizarlos para enfrentar la coyuntura de crisis, se íes exigía la estricta aplicación del mu.ltilateralismo. A nivel regional, la Conferencia de Chapultepec (México) en febrerom arzo de 1945, marcó el inicio de la política de EE.UU. con respecto a A m érica Latina en la postguerra. ® La finalidad que se anunció fue consi­ derar conjuntam ente "la forma de intensificar su colaboración (EE.UU. y Am erica Latina) asi como la participación de America en la futura organiza­ ción mundial" y el impulso que debería darse tanto al sistema americano como a la solidaridad económica del continente. En los hechos, lo que procuró EE.UU. fue lograr el alineam iento de todos los países del conti­ nente ju n to a sus posiciones en la organización de las Naciones Unidas a crearse en la Conferencia de San Francisco, lo que le aseguraría el control de dicha organización en su primera etapa. En el aspecto económico, los compromisos que asumieron los países asistentes se concretaron en la "C arta económica de Am érica" y la declara­ ción sobre "D esarrollo Industrial", documentos que en síntesis obligaban a A m érica Latina a: 1. — Prestar am plias facilidades para el libre tráfico e inversión de capitales, dando igual tratam iento a los capitales nacionales y extranjeros; 2. — Reducir las barreras de toda índole que dificultaban el comercio en tre las naciones; 3. — Cooperar para una política de colaboración económica interna­ cional que elim inara los excesos a que podía conducir el nacionalismo económ ico, evitando la restricción exagerada de las importaciones; 4. — Promover el sistema de iniciativa privada en la producción, que había caracterizado el desarrollo económico de las Repúblicas America­ nas. <3) A un cuando las instancias que se vivían no permitían una aplicación autom ática de esos compromisos, ellos ponían un primer mojón para el desarrollo de condiciones am pliam ente favorables para una mayor pene­ tración de los intereses norteamericanos, perfilando una política en la que se conjugaron las aspiraciones de las grandes corporaciones, del Departa­ m ento de Estado y del Pentágono. En agosto-setiembre de 1947, en cumplimiento de una resolución de la citada conferencia, se realizó un nuevo encuentro en Petrópolis (Brasil) en el que se firm ó el " Tratado de Asistencia Recíproca" , el que ligó a las naciones latinoam ericanas a la estrategia m ilitar de EE.UU. La interpreta­ ción que del mismo hizo dicha nación con motivo del reciente conflicto de las M alvinas, confirm a esta aseveración.

72

En mayo de 1948 se reunió la Conferencia de Bogotá (Colombia) er la que se intensificó la orientación norteamericana tendiente a hacer de las naciones del sur un campo exclusivo de sus intereses económicos * políticos. Se modificó la estructura orgánica del sistema panamericano fundado en W ashington en 1889, creándose la Organización de Estados America nos (O .E.A .) y se aprobó el "Tratado Americano de Soluciones Pacíficas La finalidad que se persiguió con la creación de la O.E.A. era obvia A' fo rm ar un organismo regional dentro del marco de las Naciones Unidas, se sustraía a esa organización la consideración de todos los problemas de la región, los que en primera instancia debían ser considerados por aquel El "Convenio Económico" que se suscribió, constituye una nueva carta de garantías para los inversionistas extranjeros, al establecer que los Esta dos am ericanos "reco n o ce n q u e la corriente d e in version es internacionales d e c a p ita le s se ra estim ulada en la m edida en q u e los E sta d o s americano!o fre zca n a lo s n a cio n a les d e otros p a íse s op ortunid ades para ha cer xu. p ia d o s, in versión y reinversión d e ca p ita les extranjeros y no pondrán restru d o n e s in ju stifica b les p ara la transferencia d e tales ca p ita les y d e su s ganan

c/as77'

~ ————

Bajo el m anto de una pretendida reciprocidad, se concede iguale* g arantías y derechos a los capitales latinoamericanos que se inviertan en EE.UU. y a los de este país que se inviertan en Latinoamérica. Lo que para los primeros es una mera hipótesis, para los segundos es la libertad de acción en todo el continente. La breve síntesis precedente aporta un cuadro de las nuevas estruc turas y relaciones que, desde el ángulo internacional condicionan la evolu ción de las naciones latinoam ericanas. Consideramos que es sólo con esa visión global que puede lograrse una interpretación de la crisis que afecto a Am érica Latina y, por consiguiente, al Uruguay. La contem poraneidad en que hicieron crisis los procesos de desarrollo en este conjunto de países es un índice claro de que por encima de los factores singulares existió uno general en el que debe buscarse el origen de la misma y que — a nuestro juicio— está dado por el fenómeno de la dependencia. La peculiaridad con que se presentó la crisis en cada nación dependió de las respectivas estructuras internas y del nivel de integración de las mismas al mercado mundial.

La crisis n a c io n a l Se ha definido la industrialización del Uruguay — y esa definición es válida para los procesos contemporáneos que se dan en el continente 73

como una "industrialización sin horizontes” (6'. definición acertada porque por los caracteres que asumió y las conditior e.<- r . e' oí ¡cas en que se produjo, dicho proceso encerró contradicciones que condujeron a su -frus­ tración. El desarrollo basado en ¡a industria sustimtiva de importaciones significó la expansión de la industria, ei aumente* del producto, de la ocupación y del ingreso, pero no logró un desarrollo integrado de la economía” ~capaz de asegurar un . equilibrio entre los distintos sectores productivos. Al mismo tiempo, al requerir esa industrialización la importa­ ción de equipos y materias primas, que el país no producía, se crearon nuevos niveles de dependencia. Los sectores industrial y agropecuario evolucionaron casi independientemente, con ritmos distintos y se careció de una política que promoviera su integración, como base de un desarrollo económico general. Si bien hubo una expansión de la agricultura en la década de 1945-1955, inducida por el desarrollo de la industria al operar una mayor demanda de alimentos y materias primas de origen agrícola y se desarrollaron algunos cultivos incentivados por la política de precios realizada por el gobierno, es evidente el estancamiento de la ganadería, sector que contribuye con la parte fundam ental de las exportaciones. Puede afirm arse que el punto neurálgico de las relaciones entre ambos sectores — industrial y agropecuario— lo constituye el comercio internacional, donde el segundo provee las divisas que el primero requiere para la importación de bienes de capital y materias primas. La carencia de integración no es un fenómeno accidental, sino que responde a las ya analizadas relaciones de dependencia en que se desen­ volvió la evolución dei país. El sector agropecuario, estructurado en función de sus vínculos con el mercado internacional, desarrolló su actividad en función de la demanda de ese mercado y siempre estuvo sujeto a las fluctuaciones del mismo. El sector industrial, cuya expansión fue posible en virtud de una especial coyuntura de ese mismo mercado, constituyó un polo de desarrollo limitado en virtud de las condiciones históricas en que se produjo su aparición y desarrollo. Si bien actuó como factor dinamizante de otros sectores de la actividad económica interna, su demanda fundam ental — bienes de capital— se orienta hacia el mercado externo. La compra de equipos, maquinarias, materias primas, e t c , indispensables para la instalación de la industria y su funcionamiento, constituye un nuevo factor de dependencia. Esa demanda actúa como impulso dinamizante de las economías dominantes, al tiempo que "el desarrollo que podía darse en estos p a íses está prácticamente limitado por las con d icion es iniciales: la situación de necesaria exportación de dinamismo a los países dominantes anula toda posibilidad de desarrollo de las fuerzas productivas que asegure la continuidad d e l p ro c e so ". <7) Es decir que, a diferencia de ia evolución de los países centrales, donde la demanda de la industria de 74

consumo impulsó al sector industrial de bienes de producción promoviendo su desarrollo, desencadenando un proceso en el que ambos sectores m utuam ente se apoyan para un mayor crecimiento, en los países depen­ dientes la demanda se traslada hacia los centros dominantes acelerando su desarrollo y al mismo tiempo limitando las posibilidades de inversión interna. En otro plano, la implantación de una tecnología creada en función de escalas de producción, recursos y mercados y con una dimensión ópti­ ma de producción acorde con esos factores —que responde a las caracte­ rísticas de las economías dominantes— hace que'esa tecnología entre en conflicto con la disponibilidad de recursos humanos y materiales del medio en que se im planta; que el desarrollo en vez de realizarse plenamente, abarcando todos los sectores y regiones de una economía, se lleve a cabo sectorialm ente, originando sistemas económicos híbrido s.<8) Como lo señala Furtado, ‘Va tecnología que Am erica latina tuvo que asim ilar en la m itad d el siglo XX, e s altamente ahorrativa d e mano de obla y extrem a d a m en te exig en te en lo qu e re sp e cta a la s dim ensiones d el m ercado. D entro d e la s co n d icio n e s p re se n te s d e Am erica latina la regla tiende a se r el m onopolio u oligopolio y una p rog resiva concentración d el ingreso, la cual, a su vez, al co n d icio n a r la co m p o sición d e la dem anda, orienta las inver­ sio n e s hacia cierta s industrias q u e son exactam ente las de elevado co efi­ cien te d e capital y m ás exig en tes en lo que resp ecta a las dim ensiones del m erca d o . L a exp erien cia en Am erica latina ha dem ostrado que e s e tipo de industrias sustitutivas tiende a p e rd e r im pulso, al agotarse la fase de sustitu­ c io n e s "fá c ile s" y p ro v o ca eventualm ente el estancamiento'.'.

Esa tecnología, que tiende al ahorro de mano de obra y a la produc­ ción er. masa, entra en colisión con estructuras que se caracterizan por la abundancia de la primera y la pequenez del mercado — Uruguay tiene dos millones y medio de habitantes— agudizando el problema de una mano de obra excedentaria en el mercado de trabajo, la que debe ser absor­ bida por otros sectores no productivos — de ahí el crecimiento de la buro­ cracia para asegurar la estabilidad del sistema— y una producción cuyos elevados costos exigen una marcada protección e impiden —aun cuando fuera posible superar otras barreras que imponen los monopolios en el mercado internacional— salir al exterior a competir con ellos. Finalm ente, sin que esta enumeración agote los distintos aspectos del tem a, la ausencia de una política del Estado que orientara y regulara las inversiones, tanto a nivel global como sectorial, hizo posible que se desarrollara un aparato industrial hipertrofiado en relación con su base de sustentación, que pudo desarrollarse y mantener su actividad gracias a las excepcionales disponibilidades de divisas que tuvo el país en la postguerra. Pero al desaparecer las condiciones favorables del intercambio

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externo, ese aparato se transform ó en un elemento de presión que impuso un tope mínimo de importaciones frente a una masa de divisas dism inuidas por la caída de los precios y del volumen de las exportanones. Es así que las relaciones de dependencia en las que se conjugan los factores internos y externos actúan para detener el proceso de desarrollo v hacen que la economía entre en un proceso de reproducción simple. Señalam os que el punto neurálgico de las relaciones entre el sector agropecuario y el industrial está en el comercio internacional, en función de las divisas que el primero obtiene y el segundo utiliza. Desde el punto de vista interno y para mantener el necesario equilibrio, ello significa que f»l sector prim ario debe alcanzar una producción que permita tener volú­ m enes exportables acordes con las necesidades de la exportación. Este tiene un segundo aspecto, que escapa a toda posible regulación interna y entra en la esfera de las relaciones económicas internacionales. Es el rela­ tivo al valor m onetario de la producción exportable y de los bienes que es posible adquirir con él, o, en otras palabras, el monto de las divisas que se logran por un determ inado volumen físico de exportaciones y, como contrap artid a, la cantidad de bienes que con esas divisas se puede com­ prar Am bos factores, uno interno — la producción— y otro externo — los precios— coinciden para provocar un agudo déficit en el balance de pagos. El período de los altos precios que finaliza conjuntamente con la guerra de Corea, fueron años de excepción en los que se invirtió la tendencia secular de las relaciones de intercambio entre los países centra­ les y periféricos, que se desenvuelven en sentido negativo para estos últim os. Es a partir de ese momento que el deterioro de los términos de intercam bio se m anifiesta agudamente con la caída de los precios de la producción exportable, acompañado con un pronunciado descenso del volum en físico de las exportaciones. El cuadro siguiente refleja la magni­ tud y velocidad del proceso:

Térm inos de intercambio y poder de compra de las exportaciones de mercaderías <9) (Indice base 1961 = 100)

76

Años

Térm inos de intercambio

1951 1955 1956 1957 1958 1959

168.3 114.7 101.1 105.9 93.2 95.6

Volumen físico de las exportaciones 78.7 90.3 114.8 67.3 ‘ 88.5 63.3

Poder de compra 132.5 103.6 116.1 71.3 82.5 60.5

El descenso de ios precios de los productos exportados y ei manteni­ m iento o aumento de los importados, significa que con un mismo volu­ men físico de los primeros se adquieren volúmenes menores ele los segun­ dos, lo que impone la necesidad de aumentar ei volumen de las exporta­ ciones para m antener la misma capacidad de importar. Fenómeno ya analizado que oculta en ia relación de precios ei traslado de valores desde los países dependientes hada los dominantes. Para el Uruguay, el estancamiento agropecuario hizo imposible esa salida y quedaron abiertos los caminos de una drástica reducción de ías importaciones o el endeudamiento externo. Una fría y primaria lógica económica hubiera conducido a la reducción de las importaciones para establecer el equilibrio del balance de pagos pero, dadas las estructuras de las mismas, ello hubiera significado ia paralización del sector industria! con todas las consecuencias económicas y sociales que ningún gobernante podía ignorar. Sin perjuicio del ulterior estudio de las consecuencias sociales'de ia crisis, debemos destacar la conducta de! sector agroexportador por ias consecuencias inmediatas que ella tuvo en el agravamiento de ía posición exportadora del país. En su posición clave como proveedor de divisas este sector tiene una capacidad de presión excepcional para e«igtr que las m enores ganancias que se derivan de la caída de Icm'precios le sean compensadas con una redistribución interna de la plusvalía.- Esto lo condujo a ur) enfrentam iento eon el gobierno y las clases sociales sostenedoras de la p o f ft lc a ^ e * lñ d ^ r ia IÍ2 Ía 5 ñ ~ 3 y s * T e 3 a m o r^ x iq ¡^ d {ria ^ ,í¡rfílrÍaaor7~3e~ ToscanTbí&s múltiples se apoyaron en medidas concretas como la retención de la producción lanera, a la espera de mejores precios; ei contrabando del ganado al Brasil, donde se obtenían precios más elevados o con declaraciones fraudulentas en las exportaciones de lanas, que le aseguraban~la disponibilidad de un porcentaje da divisas que se radicaban en el exterio r o se negociaban en el mercado libre. Analizando el pronunciado descenso del monto monetario de las exportaciones del.período 1955-60 en relación con e! de 1949-54, Couriel establece que "esa enorme caída á e l m onto anual d e la s d ivisa s in g re sa d a s p o r exportaciones (el 32 % ), resulta en p a rte (2 0 % ) d e ia ca íd a d e los p re c io s d e exportación (cesados tos e fe cto s d e ia g u erra d e C orea) y en otra parte (12% ) d e los m enores volúm enes

exportados”. <10> La magnitud de la crisis se puede medir a través de diversos índices: 1. Ei estancamiento de la industria se hace visible a través de ias im portaciones. Hasta el año 1955, las importaciones de maquinarias y equipos, materias primas y combustibles, mantienen un ritmo ascendente y sim ilar para los distintos rubros. A partir de esa fecha ¡as importaciones de

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m aterias primas y combustibles, aunque experim entando oscilaciones» se estancan y las de maquinar jipes descienden pronunciadamente, p a riT T le g a iri-ü fr ir í3 íc iT S ' en WÍB7tSmm35~€¡ñfmT)a^~W'íñ3Ké~'ÍW~pára 1955.<">

2.

Producto b n á s «tem o por habitante <12* CA cesto d t factores de 1963) (En pesos uruguayos)

Años

A g ru r»

M anufactura y Construcción

1955 196®

124S

2540 2383

3.

1068

Servicios 5054

4884

Balance « « f c f e l
Arios

Exportaciones

importaciones

Saldo anual

1955

184.®

- 52.4

1956 195?

211.0 <28.2

IfS® 1M

0 8 .6 97.7

238,4 208.5 252.2 142.7 178.6

4.

1SS0 1960

- 77.9

Om y dim a a rmtas del flanco efe te República 414) (En B i l l ó n * de dólares)

A te

IS IS

2.5

-124.0 - 4.1

Oro ■ '

Poskíór» da divisas incluso futuro

235.7

76.0

115.8 im §

- 74.5 -1 3 2 .9

Reservas totales 311.7 141.0 46,7

Una produerién en regresión, con costos y precios en ascenso y por encim a de tos nivsl®* internacionales, ¿unto a ias presiones del sector agroexpartsáw, e&ftéuferon a! gobierno s aprobar el decreto del 3 de agosto # 1 1956, buscando a través de "una nusva alineación cmtbiaria, el impulso pata una reactivación da Ja producción tíe exportación y con «So dal empunto de fe m o m m a ". En sus líneas gentraSés ias disposiciones aprobadas tendieron a « a libaraliíadón y convertibilidad que venían prom ovisfíde § » ©sntres de! capitalismo, sin que se llegare a aceptar en

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toda su dimensión ias orientaciones de! F.M.I. En tai sentido eí gobierno uruguayo fue uno de Sos más renuentes en aceptar esa* orientaciones, '•> Se intentó (promover ias exportaciones otorgándoles tipos de cambio más

elevados y, por~erm1imolñicáñ5mo711mltiFlislmpórtacSoñii~i?*aaij5jK~ rubros que no constituían factores decisivos en ia producción y consumo esenciales. 5n sus consecuencias globales el decreto no logró las finalida­ des perseguidas y agudizó los desequilibrios que se pretendía enfrentar. El fracaso se explica teniendo en cuenta que ¡se intentó resolver con medidas monetarias una crisis que respondía » (actóriT^ iW ücC TriTis r La rigidez de! sector agropecuario, cuya producción era el centro de las exportaciones, impidió toda respuesta positiva en el corto plazo y las m odificaciones cambiarías sóio se tradujeron en mayores ingresos para el sector. A l mismo tiem po, como esos beneficios no satisfacían los reclamos de los productores, la práctica del contrabando y ia retención y maniobras to n la lana continuó aplicándose. En el año 1957 se llegó a¡ punto crítico del proceso: continuidad en el deterioro ■de las relaciones de intercambio, agudo descenso del volumen físico de las exportaciones y un pronunciado incremento de las importacio­ nes, crearon eS más alto déficit del balance comercial de la década. Esa evolución hizo que en octubre de ese año el Banco de la República resolviera el cierre de ia Mesa de Cambios, dada la carencia de divisas para atender la demanda de las importaciones y estableciera rígidas lim itaciones para ias mismas. En otro plano, «I citado aumento del valor de las divisa* para un am plio sector de importaciones, que pasó de I 2.10 a $ 4.11 ei dólar, originó un aum ento genera! de precios, lo que significó una redistribución regresiva de ios ingresos en perjuicio de tos sectores asalariados. El au­ m ento de los precios se pone en evidencia en el síf«le n te cuadro:

Prados al consumidor <1S> (Tasas anuales a diciembre de cada año) 1955

1956 1957 195S 1959 ( }

10.3 6.1

183 19.6

48.7

En el debate qu® eo is C t í © Representantes p w k ijo w \ torra é l c o n íe m ú o y consecuencias de» decrete co n motivo d« Ministro d« Hacienda, refmméos® a la actuación d sl f.fVU . en A r r e e s l.stin a . rece-nodo, iu®qo ést historiar im medidas en Perú, Chile, Ecuador y Ar^entm a bajo la inspiración cte aquel oftgánísmo, la ©resion que sobre el g obierno uruguayo se venia ejereierKSo a p árur de la f^;s*on que m 5954 visito nuestro país, a ios efectos de que se aplicara 'm a política eco-noínjc-g a«.o«te con im étrzclw&i, em anad** d®) Fosído. (Diario de Sesiones de la ete íte^reíentAnies > , S^áSfMíre «Ja %).

@ 5

42 154

19

79

M edidas en relación con lo que fue el proceso inflacionario posterior, las tasas de in f¡ación de 1955 a 1958 parecen mesuradas, pero en su m om ento fueron facto r desencadenante de agudos conflictos sociales y políticos que conmovieron a la sociedad uruguaya. Desde luego que al constatar las consecuencias inflacionarias del decreto del 3 de agosto, no pretendem os que é! sea el elemento originario y desencadenante de las mismas. Es una consecuencia de la pugna redistributiva que benefició a los sectores capitalistas y aceleró un proceso cuya raíz y esencia estuvo dada “p o r la s a lte ra cio n e s de las relaciones d e dependencia d e nuestro p a ís con el ca p ita lism o internacional y en su s consecuencias sobre las oportunidades in tern a s d e in versión y ca p ta ción de plusvalía". (16)

ES proceso inflacionario Por las consecuencias que sobre las diversas estructuras —económicas, sociales, políticas, ideológicas— tuvo el proceso inflacionario, es de interés un somero análisis en torno a las causas que lo originaron; El Dr. Prebisch <17>, analizando los caracteres del capitalismo periférico, sostiene que la tendencia a ¡a inflación es inherente a cierta etapa del desenvolvim iento del mismo. En extenso y profundo análisis —cuyo desarro­ llo no podemos seguir en esta exposición— demuestra lo inevitacje úu proceso in fla cio n a rio . Partiendo de las relaciones de dependencia que condicionan la ¿volucidn del capitalismo periférico, que es esencialmente im itativo del centro, pone en evidencia las contradicciones que en él se m anifiestan, la penetración de la técnica exige una creciente acumulación de capital que no se realiza en la magnitud necesaria y tiend e.a absorber cada vez con m enor intensidad una f u e r a de trabajo creciente; la escasa acum ulación está motivada —entre otros factores— por la Imitación del consumo de ¡os centros y la extracción por éstos de cuantiosos ingresos periférico s; ¡.a m encionada penetración de la técnica origina importantes m utaciones en la sociedad en beneficio de los estratos 'superiores, los que ten iendo en sus manos los medios de producción, son los que captan prim ariam ente el excedente generado por el avance técnico; la insuficiente absorción de la fu erza de trabajo por el sistema productivo hace que el Estado, bajo el influ jo de las relaciones de poder existentes, tienda a absorber fu erza da trabajo en forma espuria y no genuina, lo cual significa dism inuir el potencial de acumulación. En virtud de ello la insufi­ ciencia de acum ulación aparece centrada en tres factores condicionados por las relaciones de poder: "En ei con sum o -d esm esu ra do de los estratos su p e rio re s, q u e no p o d ría e x p lica rse sin la d esig u a ld a d distributiva que e m e rg e d e a q u élla s. E n la a b so rció n espuria d e fuerza d e trabajo en que g ravita so b ra tod o e l p o d e r d e los estratos interm edios. Y en el ingreso ■ b o

desproporcionado que extraen los centros por el juego de las relaciones de po der en el plano internacional". La insuficiencia de acumulación se acompaña con una limitada capa­ cidad distributiva de! sistema, por lo que cobra fundamenta! importancia el poder político y gremial para corregir las deficiencias de la redistribu­ ción espontánea. "A medida que avanza la democratización y se refuerza el po der político y gremial, se enardece la pugna distributiva y la inflación se convierte en un fenómeno inherente al desarrollo, con tanta más intensidad cuanto que e se poder va extendiéndose a los grupos rezagados y a los estratos inferiores". Y más adelante destaca que “el avance del proceso de democratiza­ ción parecería llevar a una crisis distributiva. S e comprende pues cierta inclinación a hacerlo responsable de ella. No se reflexiona en que el poder político y el poder gremial, dentro del sistema tai cual existe, constituyen la única forma de contrarrestar el poder económico y político de los estratos superiores para compartir el fruto de la mayor productividad". Estos elementos no se manifiestan aislados de determinadas estruc­ turas y las consecuencias que de ellas se derivan. La concentración de la propiedad de la tierra y el bajo rendimiento por la falta de utilización de técnicas adecuadas, frente a una demanda creciente por el aumento de población y de sus ingresos; el comercio internacional en el que las impor­ taciones tienden a crecer más rápidamente que las exportaciones; los défi­ cit fiscales provocados por la política redistributiva del Estado en el proceso de dem ocratización; las devaluaciones que tienden a atacar el desequilibrio externo pero que internamente provocan la acentuación del alza de los precios, forman un conjunto de elementos que agrava y acelera la espiral inflacionaria y a nivel social agudiza la pugna distribu­ tiva, con la profundización de las luchas sociales y políticas. El conjunto de factores reseñados no tiene idéntica gravitación en todos los procesos. La incidencia de cada uno de esos factores está en relación con las estructuras particulares de cada país. En el caso uruguayo, es indudable que el deterioro de los términos de intercam bio — factor externo— y el agotamiento del modelo de desarrollo — factor interno— , dieron lugar a una pugna redistributiva a partir de la conducía que asumió el sector ganadero. El deterioro de los términos de intercam bio acentuó la apropiación desde el exteriqr__de a rr porcentaje creciente de la plusvalía interna, lo que.disminuyó en idéntica magnitud el monto del producto social pasible de distribución interna. Fue a partir de las nuevas -condiciones en que evolucionó la economía nacional que la inflación apareció como una forma de redistribuij_la plusvalía en .favor de determ inados grupos económicos. En tal sentido, el comportamiento econó­ mico y .político de los sectores ganaderos y exportadores se constituyó en

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el facto r desencadenante del proceso, dado que ante las menores ganan­ cias externas prom ovieron la redistribución interna mediante la modifica­ ción del régim en cambiario y la devaluación del peso. La nueva coyuntura dio lugar a la intensificación de la lucha entre los distintos sectores sociales defendiendo su participación en el excedente, al tiem p o que el poder político — ahora limitado en sus posibilidades distri­ butivas— sólo encontró el medio de atenuar ese enfrentam iento con m edidas inflacionarias. Como respuesta a la acción de los sectores empresariales que a través de la devaluación m onetaria, el aumento de precios, la especulación, aseguraron o aum entaron su participación en el excedente disponible, el m ovim iento sindical procuró im pedir la disminución de la participación de los salarios en el producto social. Los aumentos salariales que se lograron restablecieron el poder adquisitivo de los mismos, al tiempo que el sector em presarial, trasladando a los precios el aumento de las remuneraciones acentuó la espiral inflacionaria. En tal sentido fue evidente que la lucha por la defensa del salario real que realizaron los trabajadores fue una consecuencia del proceso inflacio nario y no la causa del mismo. Era, en d e fin itiva , dentro de las estructuras del sistema, la forma que tuvieron los asalariados de contrarrestar el poder económico de los capitalistas, para asegurar su participación en el excedente. A unque en la conducción del Estado actuaban las mismas fuerzas polí­ ticas que en el período de expansión, la crisis limitó sus posibilidades de m aniobra. La presión de los sectores empresariales sobre el Estado se acentuó para im poner soluciones fedistributivas en su favor — el decreto del 3 de agosto es un ejemplo— , mientras que al dism inuir su capacidad finan ciera se increm entaron los déficit fiscales, los que se constituyeron en otro facto r de la espiral inflacionaria. La financiación del presupuesto, que se apoyó prim ordialm ente en im puestos al consumo, jugó en el mismo sentido.

Actividad financiera y especulación A! conjunto de factores estructurales que están en la base de la inflació n, corresponde agregar como elemento dinam izante de la misma a l§~ especulación. Una econom ía que se encuentra en proceso de reproducción simple da lug ar a que el excedente que no tiene posibilidades de inversión en el sector productivo sea dirigido hacia el sector financiero, a la especu­ lación, o se coloque en el exterior. Todo ello ocurrió y constituye una paradoja que un país en crisis, que rápidamente comenzaría a solicitar la

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ayuda externa y la inversión de capitales extranjeros para revitalizar su econom ía, adm itiera que sus nacionales invirtieran en el exterior. La canalización de capitales se realizó principalmente a través del sistema bancario privado, el que concretó una nueva y rápida expansión. Entre 1955 y 1959, el aumento del número de empleados fue del 5.9% acum ulativo y la creación de nuevas instituciones alcanzó al 9 .4 % . La m ayor expansión se produjo en el interior, dado que aproxim adam ente el 80% de las instituciones creadas en el período 1955-60, le corresponde a él. La excepcional expansión del número de instituciones y dependencias, perm itió que el país tuviera uno de los más altos grados de atención del m undo: una dependencia bancaria cada 4.500 habitantes, aproximada­ m ente. Esa expansión, en momentos en que los sectores productivos se encon­ traban estancados o en regresión, puso en evidencia que ella no respondía a las necesidades de estos sectores, sino a una coyuntura especial en la que la especulación adquiría particular importancia. El Instituto de Economía destaca dos fenómenos que acompañaron el crecim iento de la banca privada: el ejercicio de funciones nuevas y la captación de actividades tradicionalm ente desarrolladas por la banca ofi­ cial. En el prim er aspecto, señala una intensa actividad inmobiliaria, intervención creciente en el comercio exterior, tanto en las tramitaciones como en la financiación (colocaciones destinadas a depósitos previos de las im portaciones); compra y venta de divisas, etc. En el segundo, la captación de parte de la gestión de negocios y depósitos que habían correspondido hasta entonces al Banco de la República. "La perdida de ponderación del B fíO U en la actividad financiera (dice) e s quizas el aspecto más importante de lo acontecido durante el periodo en el sector económico". Un indicador de esa evolución lo encontramos en el cuadro siguiente: (En m illones de pesos) Años

Capital y Reservas

Depósitos

1955

— Banco República Banca Privada

106.2 204.8

453.6 800.8

1958

— Banco República Banca Privada

130.6 286.4

518.6 1258.2

Los factores que jugaron en esa evolución son variados: descapitaliza­ ción del Banco de la República; la asistencia financiera que éste prestaba al gobierno, que lim itó sus posibilidades de atención a la actividad priva­ d a; gravitación fundam ental de la banca privada en el Consejo Honorario del D epartam ento de Emisión — organismo encargado de dictar normas

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sobre el régimen bancario y controlarlo— lo cual le confería al sector privado una libertad de acción indudable, una de cuyas manifestaciones estaba constituida por el uso abusivo y fraudulento del redescuento. Esas condiciones permitieron que la actividad bancaria se convirtiera en el más lucrativo negocio del país. Ello se debía, en primer lugar, al alza vertical de los intereses y al distanciamiento entre el interés pagado al depositante y el cobrado al deudor. En segundo lugar, a la financiación del m ovimiento especulativo que comenzó a primar en la vida económica nacional. El alza de la tasa de interés se debía, evidentemente, a un aum ento de la demanda dei crédito. Y ésta se derivaba, en parte, de la clientela que se transfería de la banca estatal a la privada, pero funda­ m entalm ente a las diversas formas de especulación que se desarrollaban. La retención de la ¡ana por grandes estancieros y barraqueros, a la espera de devaluaciones monetarias; la formación de stocks de mercaderías, provocando escasez artificial y subas de precios, etc., todo ello configu­ raba un tipo de actividad que aseguraba enormes beneficios, lo que perm itía financiarla pagando altos intereses y a corto plazo. Es evidente que esa actividad especulativa incidió sobre el proceso inflacionario en form a intensa y con ello se agudizaron las tensiones sociales dado que todas ias clases lucharon por mantener o acrecentar su participación en el ingreso.

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Capítulo ¥1

LA EVOLUCION POLITICA (1954-1958)

El deterioro de la economía, y especialmente el proceso inflacionario, se tradujo en. una aguda agitación social en la que los diversos sectores se enfrentaron directam ente o presionaron sobre el gobierno, en un esfuerzo por privilegiar su respectiva participación en un ingreso nacional en descenso. La intensa movilización de los sectores agropecuarios exigiendo la derogación de la política cam biaría, fue acompañada por la práctica de la .exportación ilegal de ganado hacia Brasil, la retención de la producción lanera exigiendo mejores precios, la reducción de los envíos de ganado para el abasto de Montevideo y su venta en el mercado negro, todo lo cual definió un abierto desafío al gobierno al disminuir el volumen de las exportaciones, paralizar la industria frigorífica y acentuar las dificultades en el abastecim iento de un artículo esencial en la dieta de la población. El em presariado industrial evolucionó rápidamente hacia posiciones críticas de la conducción económica y social del gobierno~Acéntuañdó sü am bivalente actitud respecto a la acción aei tstado en el campo econó­ mico, m antuvo sus exigencias en cuanto a la función que éste debía cum plir como coraza protectora de la industria nacional frente a la competencia externa, mas profundizó su oposición a la injerencia de ese mismo Estado en la regulación de las relaciones económicas internas y, fundam entalm ente, a toda posible ampliación de su actividad industrial.. Sim ultáneam ente, en los enfrentamientos por la redistribución del ingreso, fu e notorio su endurecimiento en las relaciones con el movi­ m iento sindical. “" T o s sectores laborales, procurando mantener su participación en ese ingreso y asegurar las posibilidades ocupacionales que la crisis disminuía, protagonizaron intensos conflictos con huelgas sectoriales y paros genera­ les que, por su magnitud, tuvieron profunda repercusión nacional. Siendo 1958 año de elecciones nacionales, lo fundam ental de las reivindicaciones de los asalariados y la movilización de los sindicatos para apoyar aquéllas se volcó sobre el Poder Legislativo exigiendo la aproba­ ción de diversas leyes laborales, sin que se diera una definición del movi­ m iento sindical sobre ios grandes problemas que afectaban a los trabaja­

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dores y, menos aún, sobre una modificación de las estructuras que los originaban. Tácticam ente se aprovechó la coyuntura electoral, en la que ningún partido quería arriesgar su popularidad, para lograr un avance en la legislación laboral. Sim ultáneam ente se produjo la movilización estudiantil reclamando la aprobación de la ley orgánica de la Universidad, cuyo proyecto fue elabo­ rado por el Claustro de aquel centro de estudios. Todos estos factores conformaron un clima de intranquilidad, con un gobierno que, asediado por exigencias antagónicas, no encontró —y era imposible que encontrara sin un cambio radical de su política— soluciones para la crisis. Inevitablem ente, ello tenía que traducirse y se tradujo, en una pérdida de popularidad que se pondrá en evidencia en las eleccio ñ iT d e 1958. Para una interpretación d e I'^ ro c i^ " p ^ t ic o -‘^ ^ ü T rrñ rfó '~ é ñ "T 9 58, consideramos necesario un breve análisis de la orientación de los diversos partidos, que fueron adecuando su acción y formulando sus planteamien­ tos en función de la crisis y ia inflación. Tanto el gobierno como las distintas fuerzas opositoras tuvieron plena conciencia de la profundidad de la crisis con la inevitable desocupación, aum ento de precios, especulación y desabastecimiento, lo que originó inseguridad y descontento crecientes. Para la oposición, la coyuntura, manejada con habilidad, abría la pers­ pectiva de capitalizar ese descontento y provocar cambios en la correlación de fuerzas políticas. Ello nos impone que sigamos la evolución de los partidos en sus caminos tácticos y reagrupamientos internos orientados a la conquista del poder, en los que es dable establecer diversos niveles: 'a ) En los partidos tradicionales se operó una polarización intrapartidaria entre dos corrientes antagónicas — Unión Blanca Democrática (UBD) y Herrerismo en el Partido Nacional; listas 14 y 15 en el seno del Batllis1 mo— que pugnaron por el predominio dentro de cada partido, como base para alcanzar la conducción del gobierno en la eventualidad de un triunfo sobre el adversario tradicional. b) La definitiva transformación de la Liga Federal de Accióp^Ruralista en m ovimiento político y su estrategia para alcanzar el poder. ' c) La acción de los partidos minoritarios: OíTíotr'CK/tca, Socialismo, Comunismo, especialmente estos últimos, que por su participación en los movim ientos gremiales y populares aspiraron a tener un crecimiento elec­ toral que les asignara una gravitación decisiva en las soluciones políticas futuras.

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El Partido Colorado 1.

El gobierno (lista 15)

El Partido Colorado, centrado en las dos fracciones del Batllismo dada la pérdida de importancia de lasotras fracciones, logró la mayoría del Consejo de Gobierno y de ambas Cámaras del Poder Legislativo, con el predominio del sector orientado por Luis Batlle. La integración del Minis­ terio y la distribución de los cargos que le correspondían a la mayoría en los entes del Estado se realizó teniendo en cuenta la necesidad de asegurar el respaldo parlamentario para la labor de gob'iérnb. Sin embargo rápidam ente se puso en evidencia que las discrepancias entre ambas fracciones del Batllismo harían difícil una labor orgánica, y la conducta del sector de la lista 14 se constituyó en el origen de crisis ministeriales y de la carencia de una mayoría firm e en el Senado. <1> Sin perjuicio de una valoración ulterior de la labor de gobierno y como un índice de la capacidad realizadora de las fuerzas políticas domi­ nantes, corresponde consignar que en el período comprendido entre ahril de 1955 y enero de 1959, se promulgaron 414 leyes, entre las que no es posible encontrar una que encare a fondo los problemas fundamen­ tales que enfrentaba el país. Aun la ley de presupuesto aparece limitada a un presupuesto de sueldos y recursos, con gastos mínimos que no contem­ plan inversiones reproductivas. Aproximadamente el 25% de esas leyes está referido al otorgam iento de pensiones graciables y a homenajes que se rinden a personas, designando con sus nombres a instituciones oficiales. Hubo una abundante legislación laboral y social, pero fragm entaria, que significativam ente fue aprobada en octubre de 1958, en vísperas de las elecciones. En los inicios del período de gobierno se formularon planteamientos que hicieron pensar en una acción orientada a superar la crisis y retomar ei ritm o expansivo. En tal sentido los discursos de Luis Batlle pronunciados ante la Asamblea General luego de prestar el juramento constitucional y el difundido el 18 de julio de 1955 informando sobre la situación del país, constituyeron definiciones en las que se reiteraron concepciones básicas del sector m ayoritario del Batllismo, se denunció la falta de colaboración de la fracción m inoritaria del partido y se formularon consideraciones sobre las relaciones laborales y sociales. Al respecto Luis Batlle i eiteró el enfoque tradicional que intentaba conciliar situaciones antagónicas. "cV capitalista tiene derecho a los beneficios de su capital invertido; pero el obrero tiene el derecho de su capital trabajo que es igualmente o mas respetable que el capital dinero, porque al fin el capital trabajo es sudor, es desgaste, e s esfuerzo personal y permanente y es lo único que tienen los

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hom bres para poder ir atendiendo y resolviendo sus problemas diarios. Pero se hace imprescindible luchar por ia comprensión de ambas partes. El capital dinero, cuando es injusto, arbitrario, prepotente, es nocivo a la so cied a d ; pero el capital trabajo de brazos caídos, a desgano, sin buen rendimiento es también igualmente perjudicial a la sociedad". <2> En el segundo de ¡os discursos mencionados puso el acento sobre el problem a del trabajo obrero: “ El trabajo a desgano no rindiendo con la ca p a cid a d que pueden hacerlo es inconveniente a la economía del país y e s peligroso para su s propios intereses y no consideramos que sea una forma de luchar por la defensa de su trabajo o la existencia y prestigio de su s fuerzas grem iales... Lógicamente no puede hablarse de buenos salarios con malos rendimientos y es natural que no podamos pensar en la coloca­ ción de nuestra mano de obra en los mercados del mundo con costos elevados por culpa del trabajo a desgano". W Este enfoque de la productividad en relación exclusiva con el esfuerzo obrero tenía claras similitudes con los planteamientos patronales que responsabilizaban a los obreros de los altos costos industriales para funda­ m entar el rechazo de los reclamos salariales. En sus planteam ientos generales destacó el indispensable fomento de la producción agropecuaria con la introducción de nueva tecnología que perm itiera incrementar la productividad del sector, pero sin hacer referen­ cia a las estructuras del mismo; afirmó la necesidad de obras de infra­ estructura y la promoción del desarrollo industrial; defendió, la política de subsidios y la utilización de los mecanismos cambiarios como instru­ mentos de ¡a política a seguir, con lo que ratificó las grandes líneas de su anterio r período de gobierno. Enfatizó sobre la necesidad del desarrollo industrial y la indispensable protección, sosteniendo que la acción del gobierno se orientaba a "acentuar nuestros esfuerzos, nuestras energías y nuestra actividad en una lucha por el fortalecimiento de la unidad económica de las Repúblicas Latinas del continente", y en la necesidad de un comercio internacional independiente, superando las condicionantes políticas que pretendían imponer los centros del capitalismo para "vender a quien nos quiera comprar sin hacer diferencias frente a tales o cuales países y así hem os considerado un inmenso error el mirar con recelo en el campo com ercial a p a íses como Rusia y otros que están bajo su dominio econó­ m ico", <4> R atificó la continuidad de! escuerzo en cuanto a la industrialización de la lana — política que será combatida por determinados centros internacio­ nales y nacionales— sosteniendo que "una expresión'clara de esa lucha contra fuerzas interiores y exteriores es ia que venimos realizando para imponer fuera del país a nuestros tejidos que son de especial calidad y

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nuestros tops que también lo son, en lugar de nuestra lana, la que también podrem os vender..." <5> Las líneas esenciales de esa política fueron ratificadas y ampliadas con motivo de su viaje a EE.UU. realizado a fines del mismo año, donde sin perjuicio de expresarles su admiración y solidaridad, criticó en términos poco usuales, por su energía, la política económica de esa nación. AHÍ defendió el derecho del Uruguay a comerciar con todas las naciones y a ejercer un legítimo proteccionismo de su industria; criticó a quienes querían im pedir el ingreso de los tops y otros productos textiles en aquel m ercado; denunció la política comercial que allí se aplicaba ("no queremos alterar el regimen del buen comercio, si lo quisiéramos hacer, vendríamos a aprender en este pa ís"); atacó la ley 480 sobre exportaciones agrícolas que por su contenido y aplicación provocaba la crisis de la agricultura de los países dependientes, con una competencia imposible de enfrentar. Hacien­ do referencia a las consecuencias profundamente negativas que para la econom ía uruguaya tuvo la venta de trigo norteamericano al Brasil —de acuerdo a las normas de la citada ley— en lenguaje gráfico afirm ó: "Si esto s e repite en toda America, en el próximo viaje que yo haga aquí, tendre que entrar sin corbata, sin cuello y de zapatillas". <6> Planteamientos que por su contenido y la oportunidad en que fueron realizados adquirieron particular relevancia. Sin embargo, esos planteamientos perdieron consistencia y se debilita­ ron cuando solicitó la inversión de capitales norteamericanos en nuestro medio ofreciendo seguridades para los mismos. A llí manifestó su actitud ambivalente frente a los capitalismos domi­ nantes y especialmente el norteamericano, en la medida en que su pensa­ m iento no penetró en su verdadera esencia. Esa contradicción es más intensa cuando disocia la economía de la política. En efecto, mientras que con las limitaciones apuntadas, expuso un pensam iento económico con un positivo contenido nacionalista, en el plano político continuó una intensa solidaridad con EE.UU. que, en esencia, sometía al Uruguay a la estrategia mundial de aquel país. La ratificación de los documentos de la Conferencia de Bogotá (1948) — creación de la OEA y Tratado de Soluciones Pacíficas— constituye un ejem plo en tal sentido. En la em ergencia, el Partido Nacional — con definiciones tan categóri­ cas y positivas frente a la política hemisférica de EE.UU.— aportó el voto de sus representantes para la aprobación de dichos documentos.________ Si bien se form ularon críticas al sistema interamericano y a la reciente intervención de Estados Unidos en Guatemala, los documentos menciona­ dos fueron ratificados por una abrumadora mayoría p arlam e n taria".(7)

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Fue evidente que cuando Luis Batlle dejó la Presidencia del Ejecutivo, los planteam ientos y la dinámica del gobierno perdieron intensidad y asumieron una tonalidad crecientemente conservadora. Ese cambio no puede explicarse por la pérdida de la influencia del líder y/o por los caracteres personales de los hombres que lo sucedieron en el cargo. Ambos factores no pueden ignorarse en la explicación global, pero las cáusas son más profundas y deben buscarse en la agudización de la crisis y en las limitaciones de la ideología del partido gobernante. Es visible que dicho partido no llegó a comprender que en la crisis lo que se manifestaba era el agotamiento de un modelo de desarrollo dentro de las estructuras de la dependencia. Esa coyuntura no constituyó una peculiaridad del proceso uruguayo, sino que la debieron enfrentar otros procesos que en América Latina siguieron un modelo similar y culmi­ naron con opciones de idéntico contenido. La superación de la crisis exigía un replanteo del modelo de desarrollo aplicado, y la elaboración de una estrategia de cambios que no se correspondían con la ideología del partido gobernante. Hemos dicho que el partido gobernante constituía una alianza tácita de clases que coincidieron en la promoción del desarrollo industrial. En la misma medida en que el objetivo perseguido — la industrialización— se concretaba, la dialéctica del sistema que surgía tendía a disociar la alianza al agudizar las contradicciones de las clases que lo promovieron. Junto a ello, la elaboración de un nuevo modelo de desarrollo hubiera exigido reformas estructurales para atacar los factores de la crisis y, por consiguiente, la reelaboración de la escala de valores en que se apoyaba la sociedad, así como fuerzas sociales apoyadas en una ideología de cambio, que no existían en el Uruguay de ese momento, dado que ni aun la clase obrera asumía una posición en tal sentido. Como en el plano social, la lucha política quedó limitada a la pugna por la distribución del ingreso y la orientación que adoptó el gobierno lo transform ó paulatinam ente en prisionero de los sectores dominantes. El decreto del 3 de agosto de 1956 constituyó el prim er paso por el camino que resolvió transitar bajó la presión de poderosos intereses nacio­ nales e internacionales. Sus consecuencias inflacionarias ya fueron señala­ das y en el plano político ello significó una inevitable pérdida de prestigio para el gobierno. Desde lu ego que la política seguida no constituyó un som etim iento liso y llano a las referidas presiones. En la Conferencia Económica de Buenos Aires (agosto de 1957) la delegación del Uruguay planteó serias discrepancias con la política económica de EE.UU., pero ello no evitó que la presión de este país se acentuara y la banca norteamericana cortara los créditos.

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Al mismo tiem po, el contrabando de ganado, la retención de la lana, el agravam iento del déficit de la balanza comercial condujeron al decreto del 11 de noviembre de 1957, por el que se otorgaron mejores tipos de cambio para la exportación de lana sucia y el dólar de importación para las m aterias primas pasó de 2.10 a 4.11, lo que significó un nuevo impulso en el aumento de los precios. ® Dos resonantes investigaciones parlamentarias pusieron en evidencia la acción profundam ente negativa de las empresas extranjeras en nuestro medio, los fraudes cometidos y ia tolerancia que se tuvo frente a las mismas. En el caso de las empresas frigoríficas. J a investigación comprobó el manejo irregular de la contabilidad, costos inflados y declaraciones falsas, en base a las cuales percibieron subsidios del Estado, sin que ninguna autoridad hubiera controlado la veracidad de las mismas. Ello significó que las empresas se beneficiaron indebidamente con ingresos varias veces millonarios. Las revelaciones de la investigación, que hubieran conducido a un rea­ juste de las relaciones financieras de las empresas con el Estado, junto a la crisis ganadera, condujeron ai cierre de las plantas de los frigoríficos A rtigas v sw ¡ f f -^ g r^ se d e *sü T^ aÍv¡d ad eFe ñ erT air*A ~ iTT o ^ e *aq re q o *1 a crisis endémica del Frigorífico Nacional, la actividad de los mataderos y el mercado negro de la carne, como Tacto res de una desocupación masiva de los trabajadores de esa industria y el descontento de la población de M ontevideo por la falta de un componente básico de su dieta alimenticia. No menor trascendencia tuvo la comprobación de los fraudes y manio­ bras en las exportaciones de lanas, exportaciones realizadas en un alto porcentaje por filiales de empresas extranjeras. El gobierno careció de capacidad y energía para adoptar medidas radicales frente a las comprobaciones emergentes de esas investigaciones y a las situaciones que de ellas se derivaron. Paralelam ente a ello, desde la oposición nacionalista, la campaña en torno a los tipos de cambio otorgados a determinadas exportaciones —el caso más resonante fue el de los tops— hizo aparecer al gobierno como favoreciendo indebidamente a determinados grupos económicos. (10> Todos estos factores generaron dudas sobre la conducta de los gober­ nantes, especialmente en amplios sectores de la pequeña burguesía particu­ larm ente sensibles a los planteamientos de índole moral, y fueron minando su prestigio. Al mismo tiempo, la carencia de iniciativas concretas y efecti­ vas por parte de los gobernantes, los colocó en una actitud defensiva y debieron aceptar las reglas de juego impuestas por la oposición. . El agotam iento del impulso renovador del batllismo se pone de m anifiesto cuando se comparan las declaraciones de Luis Batlle más arriba 91

citadas sobre la ley 480» y la resolución gubernamental por la cual el Uruguay se am paró a las disposiciones de dicha ley para importar exce­ dentes agrícolas norteam ericanos.(,1) Las estructuras políticas e ideológicas que jugaron tan im portante’ papel en el proceso de desarrollo estudiado fueron sumergidas por las fuerzas profundas de las estructuras económicas. La crisis, inevitable conse­ cuencia de las relaciones de dependencia, impuso una política que amplió y consolidó esas relaciones. El drama fue que los hombres que protaqonizaron el optimista proceso de expansión, fueron los mismos que tuvieron _ _ _ _ _ _

carón el fin de la experiencia. .. En las fuerzas opositoras es necesario distinguir dos niveles: los secto­ res de izquierda que promovieron cambios estructurales y se volcaron en un apoyo intenso a las reivindicaciones inmediatas del movimiento sindical y la oposición de los sectores de derecha, sin un planteam iento programá­ tico definido, pero con enorme capacidad destructiva, que se concretó en la expresión de Herrera: "La reforma o lo que sea". 2.

La fracción b a tista de la 14

En el análisis precedente aportamos algunos elementos de juicio sobre la conducta de la fracción batllista de la lista 14, la que al negar su colaboración a la fracción m ayoritaria, agudizó las dificultades de ésta en su acción de gobiero. Esa actitud no respondió a factores circunstanciales sino que siguieron gravitando los mismos que originaron la división del partido — aparentem ente superados en los inicios del gobierno y que luego resurgieron con mayor fuerza— expresando, desde otro ángulo, el agotam iento del Batllismo y su consecuente incapacidad para dar una respuesta a la nueva realidad que vivía el país. Si en el sector gobernante la crisis provocó una actitud de apego a fórm ulas periclitadas, en la fracción que tuvo como vocero a "El Día" agudizó ias tendencias conservadoras que la caracterizaban. Su actitud crítica frente al gobierno, marcando discrepancias y form u­ lando acusaciones, haría difícil para un observador no interiorizado de la vida política nacional ver en ella una fracción del partido gobernante. En la intensa polémica que mantuvieron las dos fracciones del Batllis­ mo, el líder de la lista 15 pudo decir que el diario "El Día" utilizaba un léxico parecido al de "El Debate" o al de "El País" y que "será fácil en m uchas ocasiones poner un articulo de “El Día" en las columnas del diario “El D ebate” o un artículo de “El Debate" en las colum nas,del diario "El Día”. " El D ía" se transform ó en vocero oficioso de la política norteameri­ cana y e n el enfoque de los problemas económicos y sociales evolucionó

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hacia tesis acordes con las preconizadas desde aquel país en cuanto a las soluciones que debían aplicarse. Invocando permanentemente a Batlle y Ordóñez, sólo tradujo su pensam iento en su aspecto form al, careciendo de toda vivencia popular, lo que transform ó a esta fracción en el centro aglutinante de las tendencias conservadoras del coloradismo.

El Herrerismo y el Ruralismo Por su fuerza numérica y su capacidad de agitación, el Partido Nacio­ nal (Herrerismo), se constituyó en una fuerza opositora extremadamente eficaz que supo aprovechar los distintos órganos estatales que integraba para desarrollar una crítica sistemática a la orientación del gobierno. Con su tradicional actitud de vocero de los sectores agropecuarios, la frac­ ción orientada por el Dr. L-úts Alberto de Herrera fue capitalizando el descontento de esos sectores, al tiempo que operó un rápido acerca­ m iento con la Liga Federal que culminó en una alianza electoral. Esta alianza constituyó el hecho político saliente del período y se transformó en el factor decisivo de la derrota electoral del Partido Colorado en las elecciones de 1958. En función de ello es im portante reseñar su génesis y establecer su contenido. La acción de la Liga Federal y en especial de su líder, Benito Nardone, tuvo a esta altura un objetivo definido: el acceso al jaoder. I Para ello aplicó una táctica que por un lado procuraba lograr el máximo desprestigio del gobierno y por otro obtener aliados que le aseguraran la mayoría electoral necesaria para conquistar el poder. Sin em bargo, para la ¿onformación de esa alianza, en la que pretendió reproducir en el terreno político el esquema gremial de la Liga Federal con una integración de blancos y colorados, por encima de los partidos, debía instrum entar las formas jurídicas indispensables para superar la legislación electoral y promover una reforma de la Constitución que le asegurara a la coalición triunfante un efectivo y no compartido dominio del Estado para la aplicación de la política que preconizaba. En el primer aspecto, considerando que había alcanzado su objetivo de desprestigio del sector batllista de la lista 14 en su campaña previa a las elecciones de 1954, ahora reeditó el mismo esquema contra la fracción batllista gobernante. Sus ataques contra la política económica, las medidas gremiales que impulsó, la agitación de los Cabildos Abiertos, los planteamientos sobre la orientación política y social del gobierno, en los que hay un deliberado confusionismo ideológico, tuvieron como objetivo concreto desprestigiar ai gobierno especialmente en el medio rural.

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En cuanto a los aspectos de fondo sus objetivos aparecen contempla­ dos en el proyecto de reforma constitucional. El lanzam iento de la iniciativa promovió la adhesión de corrientes blancas y coloradas, con lo que pareció concretarse la estrategia suprapartidaria de Nardone. El Dr. A lberto Demichelli <12), de filiación colorada, m anifestó su apoyo al m ovimiento y el Dr. Luis Alberto de Herrera hizo llegar su solidaridad por interm edio de un diputado de su partido, íntim a­ m ente vinculado al ruralismo. (13) Sim ultáneam ente Nardone atacó la ‘ley de lemas", proponiendo votar a "hom bres" con prescindencia de artilugios que permiten que a los cargos públicos lleguen representantes distintos a los que se intentó elegir. "Hoy vem os que las disputas dentro de los Partidos disimulan la diferencia ideológica y p e se a las rivalidades pasionales, al pa recer irreconciliables, sirven para arrear mayor cantidad de votantes, que en el escrutinio se juntan bajo el lema común". "En cierto modo se burla la voluntad del ciudadano. Vota por un candi­ dato de su gusto; sin em bargo e se voto sirve para darle ei triunfo al candi­ dato contrario". (14) El proyecto de reforma establecía modificaciones sustanciales al texto constitucional vigente, entre las que merecen mencionarse el restableci­ m iento de la Presidencia de la República — cuyo titu lar sería elegido al m argen de los lemas partidarios— y la creación del Banco Central. El retorno al sistema presidencial, junto al expreso restablecimiento de diversas secciones de la Constitución de 1942 —tan duramente atacada por el Herrerismo para justificar la reforma de 1952, que ahora era repu­ diada— pone en evidencia nuevam ente la versatilidad de este sector político. La creación del Banco Central, que en algún momento fue definido como el cuarto po der del Estado, definía la filosofía del proyecto y la fin alid ad que guiaba a sus autores. Su directorio se integraría con siete miembros: el Vicepresidente de la República que lo presidiría, el Ministro de Hacienda, tres miembros desig­ nados en acuerdo de Ministros y con la venia del Senado concedida por el vo to de dos tercios de sus integrantes, un delegado de la banca privada y otro, de las Cámaras de Comercio, Industria y Productos del país y entidades rurales de carácter nacional con personería jurídica y cinco años de antigüedad. Partiendo del principio de que el Banco debía "propender al estableci­ miento de un sistem a de economía libre", las competencias que se le asig­ naban le perm itían observar ante ia Asamblea General "a los presupuestos d e ga sto s y su eldos de todos los poderes y Entes Públicos Nacionales y m unicipales y su s respectivos recursos; a las creaciones o aumentos de las

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dem as contribuciones o impuestos, tasas municipales y tarifas de servicios p ú blico s o em presas concesionarias; a los empréstitos o emisiones de deu da s, su consolidación y garantías; a los tratados, convenciones o contra tos económ icos, financieros, de asistencia técnica, social o del trabajo; y a los proyecto s de ley, decretos, ordenanzas o resoluciones que originen ga sto s Públicos". "A dicho fin deberán ser com unicados al Banco Central "Las objeciones u observaciones tendrán efecto suspensivo. S e estara a lo que decidan los tres quintos de los miembros presentes de la Asamblea General". "C orresponde al Directorio conforme a la ley: a) supervisar los mercados a e fectos de asegurar el justo precio de los productos, previa estimación de su s co sto s; b) prom over ante el Poder Ejecutivo, la denuncia de ¡os trata­ dos, convenciones y contratos internacionales preindicados; c) celebrar con­ venios de p a g o s y vigilar su ejecución; d) dirigir la política monetaria y emitir billetes, acuñar moneda, comprar o vender oro, plata u otros metales y custodiar y administrar dichas reservas; e) determinar el monto y contenido de los en ca jes legales de los Bancos, Cajas y C asas Bancarias regulando su crédito y el limite de los depósitos; f) autorizar o negar la creación de nuevos B a n co s y de so cied a d es anónimas y cooperativas; g) co nced er privi­ legios industriales; h) dictar su propio reglamento y el de las Juntas A sesoras Honorarias y fijar su integración y com etidos; i) autorizar todas las expropia­ cio n es de bienes que disponga el Poder Ejecutivo y los Entes Públicos N acionales y M unicipales; y j) en tanto no se obtenga el fin previsto en el inciso primero precedente, controlar los cam bios y la exportación e importa­ ción de m ercaderías o capitales y limitar o prohibir las que puedan perjudicar la econom ía nacional". Hemos reproducido lo esencial del artículo 7o del proyecto de reforma porque en él se concentra la finalidad primordial de la iniciativa refor­ m ista. La m agnitud de las competencias que se le asignaban al Banco hacía que toda la política económica quedara bajo su dirección y la actividad de los otros poderes del Estado bajo su directo contralor. En tal sentido no se establecía un cuarto poder sino un super-poder dentro del Estado. En d efin itiva, la aprobación de la reforma hubiera significado una excepcional concentraooñ~^er^o3eF~eñ~máño?~3e~uñ~^eqi]eno~qrüpoJ3 e' representantes £ e los altos intereses económicos. Corresponde destacar que eí inciso..i) transform aba al Banco en un celoso guardián de la propiedad privada y en una barrera insuperable para toda tentativa de reform a agraria. De acuerdo a lo allí dispuesto, el Instituto de Colonización no podría expropiar un solo metro de tierra para colonizar sin contar con la anuencia del Banco.

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Para asegurar las posibilidades de éxito de la iniciativa era imprescin­ dible lograr el apoyo de los núcleos urbanos. En la V Asamblea de la Liga Federal, su presidente Luis Zaffaroni, planteó la necesaria vinculación del movim iento con esos núcleos, afirmando: "...N o estam os — como lo pretende una habilidosa táctica— enfrentán­ donos a la ciudad ni a ninguno de su s grandes núcleos de producción o de consum o". "La equivocada orientación de gobierno que ha desem bocado en las grandes dificultades de la hora, ha lesionado también en grado significa­ tivo a las cla ses que laboran y residen en el ámbito urbano..." La reform a aportaría soluciones a la crisis impidiendo que las conse­ cuencias de la misma fueran capitalizadas por la izquierda: "...lo s partidos internacionales revolucionarios siempre tratan de aprove­ ch arse de las crisis económicas y financieras para provocar el caos. Esta vez les ha fracasado en el Uruguay. La inmensa crisis se sufre en la capital amenazando con disolver las organizaciones sociales. Pero la campana muestra una ferrea organización en la Liga Federal de Acción Ruraiista que inspira fe y esperanza y tiene soluciones eficaces en las manos con la Reforma Constitucional..." <’5) Sin embargo, la resistencia de otras fuerzas políticas a acompañar el proyecto de reform a, significó la imposibilidad de su aprobación por la Asam blea General y obligó a los autores de la iniciativa a recurrir al procedim iento previsto en el inciso A) del artículo 331 de la Constitución, elevando el proyecto al Presidente de la Asamblea General con la firma de más del 10% de los ciudadanos inscriptos en el Registro Cívico, Dicho procedim iento exigía la realización de uri plebiscito en la elección inme­ diata que para resultar afirmativo requeríá que votase por "sí" la mayoría absoluta de ciudadanos que concurrieran a los comicios, la que debía representar por lo menos el 35% del total de inscriptos en el Registro Cívico. La Campaña de recolección de firmas — los "troperos de firmas", según la expresión de un dirigente— exigió una intensa movilización en el interior y un esfuerzo no menos intenso para ganar Montevideo. Se form aron comités "Pro Reforma Constitucional" en las diferentes barriadas y Chico-Tazo se ufanaba de que "Ya en las barriadas de Montevideo se aplaude al rura/ismo de botas. Tuito lo contrarío de lo que ocurría con el de galera. . . " " — A ello se agregó una prédica incisiva tratando de sacar partido de la agudización de la crisis, anunciando el compromiso de que los candidatos electos por el movimiento reformista derogarían los impuestos conside­ rados inconstitucionales, ¡legales, contrarios al trabajo y a la producción y que bregarían por la derogación de los privilegios de los legisladores y por el establecim iento de normas que impidieran la división antidemocrática

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de los mandatos, de acuerdo a componendas al margen de la voluntad del electorado. Sin embargo se hizo evidente que dada la correlación de fuerzas políticas, el triunfo del proyecto reformista era hipotético. Ello plante^ un difícil y decisivo cambio en la estrategia electoral. El eventual fracasó del intento reformista debía ser enfrentado con la presentación de candi­ daturas para los cargos de gobierno de acuerdo a la Constitución y legislación electoral vigentes. La opción que se planteó al movimiento reform ista fue votar bajo un lema accidental, actitud que el Herrerismo no estaba dispuesto a asumir — a pesar de las citadas declaraciones de su líder— porque ello significaba dejar el lema tradicional en manos de la fracción adversaria dentro del Partido, o votar bajo el lema del Partido Nacional lo que se traduciría en la exclusión del ala colorada del movi­ miento. Nardone planteó el tema con aparente desinterés dejando en las manos de las dos alas tradidonaiistas del movimiento el alcanzar el acuerdo que aseguraría el triunfo de la reforma. Pero Herrera sabía que era el dueño, de la situación, que su partido constituía la base de la alianza, que sin su aporte la misma estaba condenada al fracaso y hábil­ m ente se adelantó a ofrecer el uso del lema "Partido Nacional" para ser utilizado por la misma. La respuesta de la Liga Federal no se demoró y el Congreso Extraordi­ nario de agosto de 1958, aceptó el ofrecimiento que "sin condiciones im puestas de ninguna índole hiciera el Dr. Luis Alberto de Herrera"¿ La ruptura con la Unión Demócrata Reformista, orientada por Demichelli, fue inm ediata. La alianza del Herrerismo y el Ruralísmo se concretó en base, a la fórm ula presidencial sin lema de acuerdo al proyecto de reform a: Herrera a la presidencia y Nardone a la Vicepresidencia. Al mismo tiempo se integró la lista de candidatos al Consejo de Gobierno: Benito Nardone, Faustino Harrison y Pedro Zabalza por el Ruralísmo y Martín Echegoyen, Eduardo V. Haedo y justo M. Alonso por el Herrerismo. Este acuerdo tenía indudable trascendencia para ambas fuerzas que coincidían en el enconado enfrentamiento al gobierno y en la defensa de los intereses agropecuarios. Para Nardone, abría una posibilidad de penetrar en el aparató de poder. Con sus solas fuerzas y fuera del lema tradicional el Ruralismp no hubiera logrado posiciones de gobierno. Como a los partidos menores, la legislación electoral le hubiera impedido que culminara sus aspiraciones políticas. Si el Ruralísmo como movimiento gremial pudo trascender el influjo de los partidos tradicionales, no logró ese objetivo desde el punto de vista político y tuvo que aceptar su integración en el Partido Nacional.

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Para Herrera, el aporte del Ruralismo era fundam ental, aunque consti­ tuyera una incógnita la magnitud del mismo. Una incógnita es también la verdadera finalidad que perseguía el viejo caudillo al concretar la alianza. ¿Pensaba que ese aporte le permitiría alcanzar el triunfo sobre el adver­ sario tradicional? La forma como se integró la lista, haciendo evidentes concesiones al aliado circunstancial, permite pensar que no era esa la pers­ pectiva que tenía. La otra hipótesis, a nuestro juicio la más valedera, es que en la pugna interna dentro del Partido Nacional procuró asegurarse la mayoría frente a la coalición que formaba la UBD. Hombre de pasiones, y de pasiones fuertes, no es fácil que estuviera dispuesto a declinar su tradicional hegemonía dentro del Partido en beneficio de hombres con los que m antenía a g u d a s. diferencias. La alianza con Nardone le daba la seguridad de m antener su predominio, pero indudablemente le iba a crear problemas de mayor magnitud. <17)

L a U n ió n B la n ca Democrática (UBD) Diversos sectores del Partido Nacional — Nacionalismo Independiente, Reconstrucción Blanca, Movimiento Popular Nacionalista— que mantenían discrepancias más o menos profundas con la mayoritaria fracción herrerista y algunos agudas controversias con la Liga Federal, consideraron indispen­ sable un entendim iento que les permitiera disputar al Herrerismo la hege­ monía en el plano partidario y transformarse en una opción de poder, capitalizando el descontento popular que la crisis había provocado. El 15 de agosto de 1956 se formó la coalición de los grupos naciona­ listas con la denominación de Unión Blanca Democrática, “con el objeto de rehacer el Partido Nacional como una gran fuerza cívica bajo el imperio de su s principios tradicionales, oponiéndolo al Partido Colorado y conquistar el p o d er para ejercerlo como instrumento de bien público". En extenso documento se enjuició la acción del gobierno batí lista cuyos resultados se traducían en la corrupción administrativa, el auge del favoritism o político, la inflación presupuestal y burocrática y la declinación de los valores morales, temas que, como veremos, constituirán una cons­ tante en la prédica de sus órganos de prensa. En lo económico, financiero y administrativo, se sostenía que la inter­ vención del Estado debía limitarse “a la adecuada protección de las clases económicamente débiles, al fomento de la iniciativa privada, a la satisfacción d e las necesidades colectivas que aquella no puede atender y a combatir los monopolios"; debían adoptarse medidas que aceleraran y encauzaran el progreso de la producción agropecuaria; sancionarse un plan realista de obras de vialidad; industrializar las materias primas nacionales, pero “evi­

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tando que su estimulo se convierta en el medio para que algunos privilegia­ dos s e enriquezcan a expensas de las producciones básicas y de los consum idores"; “una política proteccionista sin empirismo ni discrecional/dad q u e ... jerarquice la industria en función de signos económ icos y sociales, de las n ecesid a d es del consumo interno y de las perspectivas de mercados foráneos para la colocación de productos industriales"; el cooperativismo; el fom ento de las inmigraciones seleccionadas; el ordenamiento presupuesta! adecuado a las reales necesidades del Estado y a la renta nacional, con la poda de todo exceso burocrático; la estabilidad de la moneda; la sustitu­ ción de los impuestos al consumo por el impuesto a la renta; las emisiones de deuda pública con estrictos fines reproductivos; el "reajuste de los organism os autónomos y servicios descentralizados mediante la proscripción de la politiquería, la ineptitud y la irresponsabilidad"; la representación en ellos de los interesados; la vuelta a la iniciativa privada siempre que en esa form a se cumplan mejor sus finalidades sociales; la designación de jerarcas responsables y capaces de dotar de eficiencia a los servicios públicos", "la reorganización administrativa del Estado convirtiendo la función pública en una misión de responsabilidad y no en un disfrute de recompen­ sa s electorales". En lo social proclamaba la justa remuneración y condiciones higiénicas para el trabajador en la ciudad y en el campo; la estabilización de ios precios de los artículos de primera necesidad; una política de salarios con sentido social y uniforme, congruente con las posibilidades nacionales y con las oscilaciones producidas en los índices del costo de vida; la protec­ ción integral de la fam ilia como núcleo que condiciona la salud moral y el bienestar de la sociedad; un sistema de seguro integral y el reajuste de tos institutos de previsión social; cumplimiento estricto de la legislación labora! y “su adecuación a normas que aseguren una amplia y necesaria complementación de capital y trabajo". Se declaraba que “todas estas medidas tienden a crear el orden y la tranquilidad necesarios para la paz social como objetivo último" y que sólo el trabajo puede devolvernos la prosperidad. Finalm ente, la declaración enjuiciaba el momento político, sosteniendo que “ninguna crisis económica, financiera, social o moral, ha sido provocada en esencia por los sistem as institucionales ni resuelta por su reforma. Así, en nuestro país es notorio que el Partido Colorado, como partido gobernante ha fra ca sa d o ...” Agolpam iento esencialmente heterogéneo, tanto desde el punto de vista económico-social, en el que confluían grandes hacendados, comer­ ciantes e industriales, con hombres de la pequeña burguesía y de extrac­ ción popular; como desde el punto de vista ideológico, con sectores que no ocultaban su mentalidad elitista y aristocratizante y sectores de orien­ tación populista. Unos que se definían en una incondicional adhesión a



EE.UU. y su política latinoamericana y otros de orientación radicalmente opuesta. Sin embargo, con una técnica propagandística científicamente elaborada — en muchos aspectos fue una novedad en la propaganda política realizada en el país— logró aparecer como algo nuevo y ocultar las diferencias señaladas. Una masiva propaganda, con "slogans" hábil­ m ente elaborados — “O gana la UBD o todo sigue como está", "Las frentes m ás altas y las manos más limpias"—, la presentaron como la única alternativa y como la fuerza política que tenía a los hombres más capaces y m oralm ente más puros. Fue el traslado hacia la esfera política de las más afinadas formas de la propaganda comercial, apoyado en un inteli­ gente manejo de la psicología colectiva que en otros medios había rendido altos dividendos y que también aquí tendría notoria efectividad. Es así como en la propaganda el acento se colocó en los temas candentes de la realidad nacional que más afectaban a grandes sectores de la población, especialmente a la pequeña burguesía urbana. Pero esos planteam ientos no llegaron a la raíz de los problemas sino a sus manifes­ taciones. En tal sentido la crisis no mereció un enfoque de los factores generadores, sino en cuanto a las dificultades y penurias que provocaba. En definitiva era la resultante de la incapacidad del Batllismo en el gobierno y de una insinuada falta de probidad de sus hombres, que encontraría su solución con el acceso al poder de hombres más capaces y probos. Su principal vocero de prensa sostuvo que "...E n 1958 el electorado se moverá en busca de un rumbo cierto, de una política de responsabilidad, de la n ecesid a d de desplazar y modificar el equipo gubernamental para lograr el verdadero cambio, el cambio de los hombres, y en esa necesidad se le va a ofrecer un único camino: la UBD cuyos principios están avalados por un conjunto de hombres de probados servicios a la gran causa del bien p ú blico" . (18) Su prédica m oralizante enfiló contra el intervencionismo de! Estado; en elia, denunciando la corrupción y la politización administrativa, se definía contra la esencia del sistema y en favor de la actividad privada. Denun­ ciaba el fracaso del Batllismo, ‘‘no sólo en el plano económico donde un dirigismo caprichoso ha desquiciado nuestras riquezas fundamentales y se ha erigido en arbitrario distribuidor de bienes y prebendas. No sólo en el orden financiero donde trajina el desorden y el burocratismo a su gusto, mientras se acumulan una tras otras las montañas de déficit sin precedentes. No sólo en el orden social gravemente conturbado por un inflacionismo siem pre en auge, po r la desocupación que asoma detrás de la creación de artificiales fuentes de trabajo, por el aplastamiento progresivo de la clase media que era el quicio imprescindible de la paz social". La crisis ha invadido la administración pública principalmente por la politiquería y 100

entonces no es difícil “que el sentido de la responsabilidad sin el cual no hay dem ocracia que se supere, se pierda en ese mar frío y chato de la com placencia, la incapacidad, de la politiquería”. <19) A nalizando la gestión de los entes estatales se afirmó que “la política del estatismo a todo trapo ha fracasado evidentemente. Peores resultados no pueden haberse cosechado. Creemos llegada la hora, no sólo de hacer un alto en ella sino hasta de estudiar la manera de empezar a desandar parte del camino recorrido. Hay servicios fundamentales que deben seguir siendo prestados po r el Estado. Pero es indudable que hay explotaciones y activi­ d a d es que serían cumplidas mejor con beneficio para ia colectividad y ventajas para el Estado al que ahorrarían muchos millones, si quedaran bajo la iniciativa y el esfuerzo privados. Claro que mientras gobierne el Batllismo ninguna reacción podrá intentarse. No porque enfrentemos una ferrea e indo­ blegable orientación etatista sinceramente sostenida, sino porque eso s orga­ nism os son los grandes proveedores de las clientelas electorales con las que decide los com icios”. (20) A la crítica de los resultados económicos de la,gestión del Estado, se unía el juicio severo sobre los resultados negativos desde el punto de vista cívico y moral. Esos judos, sin perjuicio de su esencia, tenían un fin táctico cual era la captación del voto de la pequeña burguesía, clase social especialmente receptiva a este tipo de enfoques, en cuanto se siente particularmente depositaría de esa escala de valores. En tai sentido existió una preocu­ pación por transform ar a la UBD en la expresión polítíca de esa clase social, intensam ente afectada por la inflación. “El país necesitaría un partido que defendiera los derechos de la clase media actualmente diezmada por las fuerzas cruzadas de las asociaciones patronales y proletarias, gremialmente organizadas en su s flancos. Esa gran columna intermedia está imposibilitada para agruparse en función de intereses esp ecífico s debido a su misma estructura hecha de múltiples situacionesindividuales, con necesidades y aspiráciones contrapuestas y muchas veces contradictorias. Por su equidistancia entre los extremismos de derecha^ e izquierda; por su firme tendencia a limitar las ganancias y remuneraciones e x c e siv a s... po r la mesura y prudencia con que encara los problemas económ icos y sociales, el Partido Nacional es el llamado a ser el portaes­ tandarte de ese sector de la población, que sin egoísmos nerviosos ni arrebatos sindicalistas, sin ruidos y sin ostentaciones, constituye la medula donde se arraigan las virtudes de la nacionalidad. . . " (21) Luego de una intensa campaña contra el gobierno en la cual fueron constantes las denuncias de corrupción, favoritismo, politiquería e inmorali­ dad, los candidatos de la UBD al Consejo de Gobierno formularon una declaración en la que resumieron los principios fundamentales que guiarían

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su actuación, señalando que se ofrecía la "garantía de una gestión de gobierno nacional responsable y honrado que sea capaz de colocar por encima de todo el interés de la nación", "que la tarea de recuperación nacional e s la primera", que la UBD "sólo usará el poder conquistado como un instrumento de bien público" y "buscará la competencia, la capacidad y la honradez allí donde s e pueda encontrarlas; acudirá a las ricas reservas morales de la nación sin distingo alguno, para ponerlas, una y otras al servicio del interés colectivo”, y concluían destacando que "el estímulo generoso al trabajo, un poderoso incremento de la producción, han de crear un clima de segundad para todos, de justa retribución para las clases laboriosas, una auténtica justicia social y verdadera paz espiritual". La UBD se presentaba así como una salida para la crisis, cuyas causas profundas no se analizaban, y se prefería atribuir a la mala gestión del gobierno. La promesa de hombres nuevos, de honradez y moralidad, constitu­ yeron sus planteam ientos fundamentales y, es indudable, esa prédica tuvo receptividad en amplios sectores de las capas medias cuya actitud era de descontento y desconcierto.

Los partidos menores Los llamados partidos de ¡deas — Unión Cívica, Socialista, Comunista— m antuvieron, en esencia, sus orientaciones y formas de acción. La Unión Cívica, expresión de un catolicismo conservador, careció de vínculos intensos con los sectores populares, refugiándose en la actuación de una brillante bancada parlam entaria, en una ambivalente actitud de crítica y colaboración con el gobierno. Los partidos de izquierda protagonizaron a lo largo del período una intensa actividad a nivel parlam entario, sindical y estudiantil. Sin embargo, en un proceso en el que el enfrentam iento de los partidos tradicionales alcanzó niveles agudos, presentándose como dos opciones excluyentes, su escasa fuerza numérica les impidió presentarse como una alternativa y los sectores que pudieron respaldarlos se volcaron en apoyo de los diversos grupos tradicionales. L a in s ta n c ia decisiva del proceso Esbozamos la conformación y contenido de las diversas fuerzas políti­ cas que procuraron captar el apoyo de las masas con la vista puesta en las elecciones de noviembre de 1958. Si bien el Uruguay es un país en el que tradicio'nalmente la_ lucha electoral tiene am plia proyección popular, en la emergencia una opinión pública inquieta y sensibilizada por lá crisis le dio a la lucha política

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caracteres de enconado enfrentam iento que llegó hasta manifestaciones de violencia. Fue evidente que la coyuntura abrió a la oposición posibilidades de un progreso im portante y en especial al Partido Nacional la perspectiva de alcanzar el poder. Para el Batllismo gobernante significó, en cambio, la necesidad de desplegar al máximo su capacidad de movilización en un esfuerzo por m antener sus posiciones. En esa confrontación resultó más cómoda — como universalmente sucede— la lucha opositora del Partido Nacional formulando una amplia gama de promesas y denuncias, procurando capitalizar todos los descon­ tentos, que la del partido de gobierno, asediado por la crisis y los reclamos populares. Pero lo más significativo fue la incapacidad táctica del gobierno para encarar y resolver por iniciativa propia los problemas planteados por los sectores populares. Resultaba sorprendente que un político como Luis Batlle, cuyo rasgo saliente fue la capacidad para captar las inquietudes populares y elaborar respuestas, se mostrara incapaz de interpretar los reclamos que planteaban aquellos sectores. No se debe olvidar que la estructura colegiada del Poder Ejecutivo limitó sus posibilidades de acción, pero es indudable que frente a dos procesos claves que, en definitiva, fueron los factores decisivos de su derrota, Luis Batlle careció de esa su característica esencial. La resistencia frente a las demandas del movimiento sindical que en resumen consistían en la aprobación de un conjunto de leyes laborales y sociales le significó al gobierno una evidente pérdida de prestigio. Igual resultado produjo su actitud respecto al proyecto de ley orgánica de la Universidad — elaborado por el Claustro Universitario— . Al resistir tam bién su aprobación, dio origen a una amplia movilización estudiantil en su contra. La conjunta movilización de trabajadores y estudiantes en apoyo de sus reclamos fue de los acontecimientos más trascendentes en el mes previo a las elecciones, y si bien el partido de gobierno finalizó aprobando todas esas iniciativas, su popularidad quedó excepcionalmente disminui­ da. <»> Octubre de 1958, cuando se produjeron las grandes movilizaciones obrero-estudiantiles, se constituyó en el mes clave del proceso político, en que se definió l^ orientación electoral de los uruguayos. Si bien esos acontecim ientps'tuvieron como escenario la ciudad de Montevideo, su repercusión fute nacional y minaron el prestigio del Batllismo en su principal base d e a ^ o yo , Ique estaba en la ciudad.

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Las elecciones. Un pronunciamiento conservador El escaso volumen de los partidos menores les restó posibilidades de aparecer como una tercera fuerza política y la polarización que se generó centró nuevam ente la lucha por el poder entre ambos partidos tradiciona­ les, aunque paradójicam ente ninguno de los dos planteó una política de cambios orientados a resolver la crisis. y t^sultado electoral expresó un categórico triunfo del Partido Nacio­ nal y de'rttro de él de la alianza herrero-ruralista, poniendo fin a un ciclo de 93 años de gobiernos colorados y, simultáneamente, a la experiencia neobatllista, de la postguerra. El cambio operado se mide a través de los votos recogidos por ambos partidos en las elecciones de 1954 y de 1958. En las primereas sufragaron por el Partido Colorado el 50.5% de los votantes y por el Partido Nacional — incluyendo al Partido Nacional Inde­ pendiente que votó fuera del lema—; el 38.9% ; en las segundas, el Partido Colorado obtuvo el 37.7% de los votos y el Partido Nacional el 49.7% . El Comunismo y el Socialismo obtuvieron en 1954 el 5.4% y en 1958 a lea fia r o n al 6.2% . Ha sido unánime el juicio en cuanto a la valoración de la conducta del electorado nacional definiéndola como una reacción conservadora, que se expresó tanto en la elección de los nuevos gobernantes como en el apego al tradicionalism o político. La coyuntura social, económica y política había generado una profunda disconform idad en el seno de los sectores populares que hizo eclosión en la jornadas de octubre. El dinamismo de los militantes logró, en m omento oportuno, poner en actividad la disconformidad de las masas. Pero esa actividad se agotó en el proceso mismo: ante el fracaso de la experiencia neobatllista, las grandes masas ignoraron los planteamientos conducentes a alcanzar cambios estructurales y se inclinaron hacia el Partido Nacional, de evidente raigambre conservadora. Es imposible medir el aporte electoral del Ruralismo, pero es indudable que en el interior fue un factor decisivo para volcar un importante sector de opinión en favor del Partido Nacional. En M ontevideo, la UBD se constituyó en el polo de atracción de los . sectores medios que, afectados por la inflación, evolucionaron hacia una actitud conservadora esperando la anunciada estabilización. Si tomamos en consideración que un altísimo porcentaje de estudian­ tes universitarios procede de los sectores medios, es dable pensar que el agudo enfrentam iento estudiantil con el gobierno por la Ley Orgánica, gravitó con idéntico contenido a nivel electoral y en ese plano también la UBD parece haber sido la beneficiaría. A nivel de los sectores obreros y populares, la actitud no fue disímil,

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lo que confirma nuestro juicio de que frente a te inestabilidad existente la actitud electoral fue contraria a todo carabio de estructuras, buscando la salida en un cambio de hombres. El resultado electoral puso fin al modelo rfie desarrollo impulsado por el neobatllismo. El período que abarcó esa experiencia fue breve pero intenso y dio al Uruguay cambios sustanciales con todas las limitaciones y contradicciones que hemos señalado. Constituyó una etapa de la evolución nacional en la que puso en evidencia — por encima de 'os aciertos y *ae Sos errores de quienes la condujeron— la dependencia estructural dül Uruguay frente a los países centrales, dependencia que condiciona su* evolución y limita las posibili­ dades de un desarrollo autosostenido.

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NOTAS A L CAPITULO I 1.

M aurice Niveau - "Historia de los hechos económicos contemporá­ neos” , Ed. Ariel, Barcelona, 1966, pág. 198. 2. Celso Furtado - "La economía latinoamericana de la conquista ibérica hasta la revolución cubana". Ed. Universitaria, Santiago de Chile, 1969, pág. 59. 3. M aurice Niveau - ob. cit.» pág. 190. 4. Raúl Jacob - "El Uruguay en la crisis de 1929". Ed, Fundación de ■ Cultura Universitaria. Montevideo 1977. Los diversos cuadros han sido tomados de esta obra. 5. Celso Furtado - ob. cit., pág. 109. 6. Julio Millot, Carlos Silva, Lindor Silva - "El desarrollo industrial de! Uruguay". Universidad de la República. Montevideo, 1973, pág. 62. 7. Julio M illot y otros - ob. cit., pág. 213. 8. Instituto de Economía - "El proceso económico del Uruguay". Univer­ sidad de la República. Montevideo, 1969, pág. 117/18. 9. Instituto de Economía - ob. cit., pág. 135. 10. Luis A. Faroppa - "El desarrollo económico del Uruguay". Ed. C.E.C.E.A., 1965, pág. 60. 11. Luis A. Faroppa - ob. cit., pág. 64. 12. Luis A. Faroppa - ob. cit., pág. 65. 13. J. L. Damonte yD. J. Saráchaga - "Evolución monetaria del Uruguay", Ed. Universidad de la República, Montevideo, 1971,pág. 464, 14. Para el carácter y monto de las inversiones realizadas desde 1930 a 1945, ver el citado libro de Jacob.

MOTAS AL CAPITULO SI . 1.

Israel W onsewer - "Factores determinantes de la industrialización en el U ruguay", incluido en "Aspectos de la industrialización en el Uru­ g u ay". Instituto de Economía. Universidad de la República. Monte­ video, 1958, pág. 11. , 2. Pedro C. M. Teichert - "Revolución económica e industrialización en Am érica Latina", FCE. México, 1961, pág. 262. 3. La diferencia entre la tasa establecida para el período 1946/51 y la del período 1945/55, es la consecuencia de que se toman diferentes períodos y en ia brevedad del primero incide el gran salto de los años 1947/48. 4. Instituto de Economía, Ob. cit., pág. 157. 5. Es de destacar un aspecto importante de este desarrollo industrial y es que se realizó sobre la base de la utilización de materias primas nacionales, promoviendo una verdadera integración de los sectores industrial y agrario. 6.„ Hemos tomado en sus aspectos esenciales el esquema que desarrolla M ario Buchelli en "Estructura de la producción industrial en el Uru­

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7.

guay” , incluido en el citado libro "Aspectos de la industrialización en el Uruguay".* Instituto de Economía, ob. cit., pág. 175.

NOTAS AL C APITULO III 1.

2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31. 32. 33. 34.

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Discurso pronunciado el 14/8/947. El análisis de lasideas fundamenta­ les y de valor universal del pensamiento de Luis Batlle, nos conduce a sostener que en ellas se manifiesta la influencia del notable escritor y dirigente laborista inglés Harold Lasky, üno de cuyos libros tiene precisamente como título "Reflexiones sobre la revolución de nuestro tiem po". Tom ado del mencionado discurso. Mensaje a la Asamblea General 15/3/948. Discurso en Paysandú 9/6/952. Discurso 29/6/52. Discurso en el Congreso de Parlamentarios Americanos en Chile 14/4/944. M ensaje a la Asamblea General 15/3/948. Discurso pronunciado al cumplir el 1er. año de Gobierno 29/7/948. Diario "A cció n" N° 1 - Editorial. Discurso pronunciado en el Liceo de Treinta y Tres 30/10/949. Discurso ante el Congreso del Brasil 3/9/948. Discurso en la Unión de Empleados de Panaderías 2/10/948. Discurso ante la VI Asamblea de las Naciones Unidas 14/11/951. Discurso en Paysandú 12/8/951. Discurso en la Unión de Empleados de Panaderías. Discurso en la OEA 6/12/955. Discurso del 14/8/947. Discurso en Dolores 25/4/948. Discurso en Paysandú 10/10/948. , Diario "A cción" 3/11/951. Discurso en Montevideo 23/4/952. Homenaje a J. C. Grauert 5/12/952. Discurso por cadena radial 25/11/954. Discurso ante la Asamblea General 1/3/955. Discurso por cadena radial 18/7/955. Discurso por cadena radial 18/7/955. Discurso en Minas 16/5/954. Discurso ante la Asamblea General 1/3/955. Discurso en la Casa del Partido 28/11/955. Discurso ante la Sociedad Panamericana de Nueva York 9/12/955. Discurso por cadena radial 18/7/955. Discurso en la Casa del Partido 11/10/957. Discurso ante la Sociedad Panamericana 9/12/955. Discurso por cadena radial 18/7/955.

35. 36. 37. 38. 39. 40. 41. 42. 43. 44. 45. 46. 47. 48.

Discurso en Dolores 25/4/948. Discurso en. A rtigas 29/5/949. Discurso en .la Unión de Empleados de Panaderías. Discurso del 14/8/947.Discurso al cumplir e M e r. año de Gobierno 28/7/948. Diario "A cción" 28/4/951. Diario "A cción" 17/11/948. Diario "A cción" 27/11/950. Discurso radial 11/10/950. Mensaje a la Asamblea General 15/2/951. Discurso en El Pintado (Artigas) 30/5/949. Discurso en Montevideo 23/4/952. Discurso en Paysandú 29/6/952. Discurso ante la Asamblea General 1/3/955. NOTAS A L CAPÍTULO IV

1.

2. 3.

4. 5. 6. 7.

8. 9. 10.

Dr. Efraín González Conzi, que en su propaganda se empeñó en dem ostrar que no existía en el mundo una democracia más perfecta y avanzada que la que se desarrolló en el Uruguay bajo la inspiración batllista. Dr. Santiago Rompani. En nota del libro "Luis Batlle Berres. Pensa­ m iento y A cción". Tomo II, pág. 397. Ed. A lfa, Montevideo, 1966. El Partido Nacional (Herrerismo), criticó el doble voto simultáneo coando su .candidato presidencial el Dr. de Herrera fue, individual­ m ente, el candidato más votado. Sin embargo, ese partido, que tuvo participación decisiva en toda la legislación electoral, en ningún momento propuso su modificación. Luis Batlle recordará años más tarde, cómo se vetó su aspirada candi­ datura a la Intendencia de Montevideo en un discurso ante diri­ gentes seccionales el 2/10/953. Ob. cit., Tomo I, pág. 367. Carlos W. Cigliutti - "Vida de don Tomás Serreta". Ed. del Autor. 1975, pág. 163. Diario Rural N° 650 - 5 de febrero de 1947. . En la oposición a la compra de las empresas inglesas tuvo gravitación la posición ideológica de aquellas fuerzas tradicionalmente opuestas a la expansión de la actividad económica del Estado, pero'esa actitud se reforzó con el argumento cierto de las precarias condiciones en que se encontraban las empresas a adquirirse. La calificación de "fie ­ rros viejos" con que "El Debate” se refería al material ferroviario a comprarse, encerraba un buen porcentaje de veracidad. Fernando Fariña, que fue Ministro efe Industrias y Trabajo. Discurso pronunciado con motivo de Ja nacionalización de los ferro­ carriles ei 25 de agosto de 1949. Ob. cit., Tomo I, pág. 185. Discurso pronunciado en la Sociedad Panamericana de Nueva York el 9 de diciembre de 1955. Ob. cit.. Tomo i, pág. 516.

109

Ip i

11.

Discurso al asumir la Presidencia el 14 de agosto de 1947. Ob. cit., Tom o I, pág. 56/7. 12. Eduardo Víctor Haedo da una versión sobre los orígenes del acuerdo que condujo a la reforma de la Constitución y de las motivaciones políticas que tuvo Herrera. Su actitud respondería a una táctica orien­ tada a la conquista del poder. "El Colegiado. Entrar en él y limar las uñas de este régimen dueño de todos los resortes del poder, debilitar al adversario y tentar, sin miedo y con decisión, la victoria que mere­ cem os". En esta frase de Herrera aparece sintetizada la táctica que elabora. Ver: E. V. Haedo - "Herrera Caudillo O riental". Ed. Arca. M ontevideo, 1969. Pág. 136 y sig. 13. Discurso pronunciado en Paysandú el 12 de agosto de 1951, Tom o I, pág. 262. Referencia directa al Herrerismo por sus cambian­ tes posiciones frente al Colegiado. El discurso constituye una dura crítica a los procedimientos seguidos, pero no se atreve a desafiar la ideología del Batllismo y queda prisionero de las fuerzas pactantes. 14. La intensa agitación gremial estaba motivada, esencialmente, por reivindicaciones salariales que los sindicatos promovían procurando compensar el alza espectacular del costo de la vida que en el año 1951 había alcanzado al 20.9%. 15. Reforma Constitucional de 1951. Secretaría de la Cámara de Represen­ tantes. Montevideo 1953. Tomo III, pág. 461/2. 16. Secretaría de la Cámara de Representantes. Ob. cit., Tomo III, pág. 519/20. 17. Un joven y destacado político que se encontraba en París junto a Luis Batlle cuando se realizó el plebiscito, recordaba —en conversa­ ción que con él mantuvimos— que al recibir la información sobre los | resultados del mismo, Luis Batlle manifestó: "Con esto en cuatro I años tendremos un gobierno blanco y en quince una dictadura I m ilitar". 18. Carlos Real de Azúa - "La historia política". Enciclopedia uruguaya. M ontevideo, 1969. Pág. XVIII. 19. Luis Batlle, Ob. cit., Tomo II, pág. 139. 20. Instituto de Economía, Ob. cit., pág. 162.

NOTAS AL CAPITULO V 1.

2.

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El suicidio de Getulio Vargas y su "Testamento Político" en el que denuncia la abrumadora injerencia de los intereses extranjeros aliados con determinados sectores nacionales que le impiden el cumplimiento de su programa de gobierno constituye un dramático testimonio de la situación brasileña, que era la de América Latina en su conjunto. A esa Conferencia no asistió Argentina en virtud de las agudas discrepancias que en ese momento mantenía con EE.UU. Con posterio­ ridad, el mismo régimen im perante adhirió a las 'resoluciones de la Conferencia.

3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18.

Hernán Ramírez Necochea. "Los Estados Unidos y América Latina". Ed. Palestra, Buenos Aires, 1966, pág. 87/8. Hernán Ramírez Necochea. Ob. cit., pág. 87/8. J. J. Caicedo Castilla. "El derecho internacional en el sistema interarnericano". Ed. Cultura Hispánica, Madrid, 1979, pág. 89. A. Couriel y S. Lichtensztejn. "El FMI y la crisis económica nacional", ■ Biblioteca de Cultura Universitaria, Montevideo, 1969, pág. 167. Instituto de Economía. "Proceso económico del Uruguay” . Universidad de la República, Montevideo, 1969, pág. 167. Luis Faroppa. "El desarrollo económico del Uruguay". Ed. Centro de Estudiantes de Ciencias Económicas, Montevideo, 1965, pág. 135. Luis Faroppa. Ob. cit., pág. 130. A. Couriel y S. Lichtensztejn. Ob. cit., pág. 86. Instituto de Economía. Ob. cit., pág. 179. Luis Faroppa. Ob. cit., pág. 54. Luis Faroppa. Ob. cit., pág. 126. A. Couriel y S. Lichtensztejn. Ob. cit., pág. 88. Instituto de Economía. Ob. cit., pág. 240. Instituto de Economía. Ob. cit., pág. 206. Raúl Prebisch. "Crítica al capitalismo periférico". Revista de la CEPAL 1er. Semestre de 1976, pág. 19. Instituto de Economía. Ob. cit., pág. 206.

NOTAS AL CAPITULO VI 1.

2. 3. 4. 5. 6. 7.

El 4 de agosto de 1955 renunciaron los Ministros Carlos Moreno y Renán Rodríguez que representaban al sector de la lista 14, los que pocos días después se reintegraron a sus cargos. Fue una pequeña crisis pero puso en evidencia las discrepancias existentes entre ambas fracciones batllistas. El nueve de mayo de 1956 renunció el Ministro Estrella, como consecuencia de una interpelación promovida por el senador Mattos de la lista 14. Esta renuncia fue seguida por la de los ministros anteriormente citados y finalm ente de todos los Ministros. Vasconceilos señala que esa conducta del senador Mattos condujo a la ruptura del acuerdo político y que el sector de la lista 15 debió asum ir la responsabilidad de gobernar sin tener respaldo parlamen­ tario. (Dr. A. Vasconceilos: "Un país que perdió el rumbo", pág. 66). LuisBatlle - "Pensamiento y Acción", pág. 443/4. LuisBatlle - "Pensamiento y Acción", pág. 471. LuisBatlle - "Pensamiento y Acción", pág. 465/6. lu is Batlle - "Pensamiento y Acción". LuisBatlle - "Pensamiento y Acción", pág. 533. En la Cámara de Representantes los mencionados tratados fueron aprobados por 51 votos en 57 diputados presentes. En contra se pronunciaron las bancadas socialista y comunista y algún represen­ tante del Partido Nacional. En términos similares se pronunció el

111

8.

9.

10. 11. 12.

13.

14. 15.

16.

112

Senado en una votación de 21 a favor y 3 en contra. (Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes Tomo 503, pág. 369/70 y Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores del 30/6/955, pág. 274). En el Mensaje a la Asamblea General al iniciarse el período legislativo (30/3/1958), el Poder Ejecutivo hace referencia al grave problema del contrabando de ganado, señalando que "se ha dado especial énfasis al tratam iento de este problema y su firm e represión como medio de enjugar en gran parte el déficit de divisas que afronta el país..." pág. 2. En relación con la industria frigorífica se denunció la presión diplo­ mática de EE.UU., exigiendo del gobierno el pago de subsidios que las empresas reclamaban. Un documentado análisis de las maniobras y exigencias de las empresas extranjeras está expuesto por un técnico de indudable jerarquía como lo es el contador Guillermo Bernhard en su obra "Comercio de Carnes en el Uruguay". Ed. Aguilar e Irazábal, Montevideo, 1958. En su discurso de Paysandú del 1°/5/957, Luis Batlle analizó extensa­ mente el contenido de esa campaña y respondió a las acusaciones que se le formulaban. Ley N° 12509 de 1o de julio de 1958. El Dr. Alberto Demichelli, ex •Ministro de Terra, se pronunció en apoyo de la Reforma en el Cabildo Abierto de Lascano (Rocha), asociando ia iniciativa con el pasado artiguista "...A rtig as fue e! prim er anticolegialista en el Río de la Plata y en 1813 —como nosotros ahora— pidió la inmediata derogación de los colegiados po rteñ o s..." (Diario Rural, N° 1304, pág. 6, 21 de enero de 1956). la adhesión de Herrera fue comunicada por el diputado José Pedro ■Bruno a la Asamblea de Presidentes de los Comités Departamentales de Acción Ruralista, realizada el 14 de enero de 1956. (Diario Rural, W° 1286, pág. 3 y 12 del 21 de enero de 1956). Con posterioridad y en plena colaboración, el veterano líder naciona­ lista afirm ó: " ...L o de blancos y colorados es cosa de la historia. No podemos estar siguiendo nuestra vida actual mirando para atrás. No, hay que m irar para ad ela n te ..." (Diario Rural, N° 1339, pág. 16, 13 de enero de 1357). Diario Rural, N° 1284, pág. 1 - 7 de enero de 1956. D ia rio 'R u ra l, N° 1237, pág. 6 y N° 1302, pág. 3 del 21/4/956 y 26/5/956. Es significativo que, a pesar de las reiteradas denuncias de Nardone sobre las actividades especulativas de la banca, presidiera la .Asam blea el señor Luis Zaffaroni, hombre íntimamente vinculado a la Unión Económica y a la Caja Obrera. Fue notorio que muchos candidatos reformistas llegaban a los mítines en ómnibus o dejaban sus autos a prudencial distancia de los lugares de reunión, para no aparecer conduciendo sus „autos de lujo — los "colachatas" de la jerga popular— , importados sin el pago de impues­ tos. Fue éste uno de los privilegios más irritantes que se habían votado los parlamentarios. La crítica popular a ese privilegio —del

/

que se hizo uso y abuso— fue intensa, pero no se tradujo en los pronunciam ientos electorales. Esto constituyó una demostración más de cómo el decaimiento de la conducta de los partidos tradicionales fu e asimilada por la masa. 17. La inquietud de Herrera ante la posible pérdida del control del lema Partido Nacional fue notoria, pero esa inquietud cambiaría de signo a medida que avanzaba la campaña electoral y se hacía evidente el creciente prestigio de Nardone en las zonas rurales y las perspec­ tivas de un triunfo electoral se acrecentaban. Al culm inar en Salto la gira por el Norte del país con un acto de inusitadas proporciones, Herrera desconcertó a algunos de sus más íntimos colaboradores haciéndolos confidentes de la angustia que lo em bargaba ante la certeza de un triunfo electoral. Esa inquietud de Herrera — en esencia desconfianza de su aliado— se traduciría en la crisis que se abrió inmediatamente después de las elecciones. Por otra parte, destacados y directos colaboradores de Luis Batlle, nos han afirm ado que en el curso de esa crisis, éste fue visitado por Nardone para plantearle un acuerdo entre el Ruralismo y la lista 15, lo que le perm itiría al líder ruralista desprenderse del compromiso que lo unía a Herrera. Dicha propuesta fue categóricamente rechazada por Luis Batlle. 18. Diario "El País", 1o de enero de 1957. 19. Diario "E l País", 7 de julio de 1957. 20. Diario "E l Pais", 4 de abril de 1957. 21. Diario "El País", 4 de abril de 1957. 22. Las manifestaciones estudiantiles derivaron en actos de violencia que fueron severamente reprimidos por las fuerzas policiales. Estos inci­ dentes fueron aprovechados por determinadas corrientes políticas —tradicionalm ente críticas de las agitaciones estudiantiles— las que en la emergencia les dieron su solidaridad y denunciaron los excesos gubernam entales. Son ilustrativas al respecto las declaraciones de Herrera en el Consejo de gobierno y los editoriales y comentarios de los diarios “ El País'' "E l D ebate" y "La M añana".

113

In tro d ucció n ...................................................................................................................................... CAPITULO I. LA CRISIS MUNDIAL DE 1929 Y SUS CONSECUENCIAS Nacionalismo, proteccionismo y merma del intercambio interna­ cional ................................................................................................................................. La economía uruguaya en ia c ris is ..................................................................... La crisis democrática y el intento fallido del modelo agroexportador ................................................................................................................................. Las bases acum ulativas del industrialismo .................................................... La creciente importancia de la b a n c a .............................................................. Conclusiones ......................................................................................................................... La progresiva influencia e x tra n je ra ..................................................................... El retorno batllista .......................................................................................................... CAPITULO II. LA ECONOMIA: EL DESARROLLO ACELERADO (1946-1955) ............................................................................................................................ Los caracteres del p ro ceso ..................... .................................................................... a) Las condicionantes e xte rn a s............................................................................. b) El factor político interno ....................................................... .......................... c) El papel del Estado ................................................ .............................................. d) La industrialización como factor d in ám ico ........................................... e) La necesidad de un mercado interno ..................................................... f) Los cambios en las estru ctu ras...................................................................... CAPITULO III. LA IDEOLOGIA N EO -BA TLLISTA ...................................................... a) La revolución de nuestro tiempo ............................................................... b) Democracia y libertad .......................................................................................... c) Industrialización ......................................................................................................... d) Estatismo y d irig ism o ............................................................................................. e) Capital y trabajo. La "paz s o c ia l" ............................................................... CAPITULO IV. EL PROCESO POLITICO (1946-1954)............................................ Tom ás Berreta .................................................................................................................... Luis Batlle .............................................................................................................................. La reform a co nstitucional........................................................................................... Las tensiones so ciales..................................................................................................... Retorno de Luis B a tlle ...................................................................................................

7 9 10 12 16 18 21 22 23 25 27 27 28 29 29 30 33 34 37 38 40 42 47 48 53 56 58 61 65 67

CAPITULO V. LA CRISIS EC O N O M IC A ....................................................................... La nueva coyuntura mundial ............................................................................... La crisis nacional ............................................................................................................... El proceso in fla cio n a rio ................................................................................................ Actividad financiera y especulación ................................................................ CAPITULO VI. LA EVOLUCION POLITICA (1954-1958) ................................... El Partido Colorado ...................................................................................................... El Herrerismo y el Ruralismo ................................................................................. La Unión Blanca Democrática (U .B .D .)............................................................. Los partidos m en ores..................................................................................................... La instancia decisiva del proceso.......................................................................... Las elecciones. Un pronunciamiento conservador ..................................... N o t a s ....................................................................................................................................................

69 69 73 80 82 85 87 93 98 102 102 104 107

Im preso en P rism a L td a ., Gaboto 1569. M ontevideo, U ru g u a y, en noviem bre de 1983. Edición am parada al art. 79 de la ley 13.349 (Com isión del P ap el). D .L . 190.842/83

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