Resumen - J. M. Mardones (1991) "filosofía De Las Ciencias Humanas Y Sociales. Materiales Para Una Fundamentación Científica", Pp. 61-85

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J. M. Mardones (1991) FILOSOFÍA DE LAS CIENCIAS FUNDAMENTACIÓN CIENTIFICA

HUMANAS

Y

SOCIALES.

MATERIALES

PARA

UNA

1. FILOSOFÍA DE LA CIENCIA O EPISTEMOLOGÍA: P. THUILLIER ¿Cómo se constituye una teoría científica? ¿Cuál es el papel, en la práctica científica, del contexto ideológico y social? A preguntas de este género tratan de responder los epistemólogos; su fin es estudiar la génesis y la estructura de las ciencias, desde un punto de vista lógico y también histórico y sociológico. Su colaboración se enfrenta a diversos obstáculos. A este estado de cosas se le dan variadas explicaciones. En primer lugar, la epistemología está considerada como una disciplina filosófica y con un estatus marginal en relación con las ramas “nobles” de la filosofía (metafísica, ética, etc.); de la misma manera, la historia de las ciencias es marginal en relación con la “gran” historia. ¿Qué es la epistemología? El concepto de epistemología es de hecho empleado de diversas maneras: según el país y para lo que se use, sirve para designar una teoría general del conocimiento (de naturaleza filosófica), o más bien para estudios más pormenorizados sobre la génesis y la estructura de las ciencias. La epistemología no quiere imponer dogmas a los científicos… La epistemología no quiere ser un sistema a priori, dogmático, que dicte autoritariamente lo que debe ser el conocimiento científico. Esta tentación es corriente en los filósofos. …sino estudiar la génesis y la estructura de los conocimientos científicos En una primera aproximación, la filosofía general se propone estudiar la producción de conocimientos científicos bajo todos sus aspectos: lógico, lingüístico, histórico, ideológico, etc. De la misma manera, es posible interrogarse sobre los usos (implícitos o explícitos) de las nociones de “ley”, de “teoría”, de “observación”, de “experimentación”, de “verificación”. Los científicos hacen las ciencias y, después de discusiones, se ponen de acuerdo en el valor de determinados resultados. Pero “la ciencia” no está definida de una vez por todas. No solamente hay incertidumbres, en una época determinada, sobre la cientificidad de ciertos enunciados, sino que la lista de “verdaderas” ciencias está por determinar. Investigaciones de este género son eminentemente interdisciplinares. Incluso si es verdad que la epistemología ha tomado prestadas de la filosofía un conjunto de cuestiones relativas a la “naturaleza” y al “valor” de la ciencia, recurre ya a los servicios de lógicos, lingüistas, historiadores, sociólogos, psicólogos, así como de aquellos científicos cuyas actividades son tomadas directamente como objetos de estudio. Hacen falta también trabajos de epistemología comparada, un estudio de conceptos estructurados, de investigaciones sistemáticas sobre la manera en que las ideologías repercuten sobre las actividades científicas, etc. La ciencia no es un edificio totalmente transparente Para mantener que la epistemología no tiene objeto, sería necesario admitir que los científicos son conscientes de todos los factores (sociales, políticos, culturales, ideológicos) implicados en sus prácticas. Ahora bien, hay excelentes razones para pensar que no es así. Por grande que sea su deseo de objetividad, el investigador no se desembaraza de una vez por todas de sus creencias y sus prejuicios, de todas las imágenes o hábitos transmitidos y, más o menos directamente impuestos por la sociedad. 2. EL PROBLEMA DE LA AUTONOMÍA DE LAS DISCIPLINAS CIENTÍFICAS (TESIS DE WOHES Y MYRDAL) A) Postura de Wöhes

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Si las disciplinas científicas tienen cada una su propio objeto de conocimiento, no es porque sus autores se hayan creado su propio objeto de conocimiento, sino porque los diversos aspectos del objeto de investigación están dados realmente y cada aspecto exige su tratamiento adecuado. B) Postura de Myrdal Los hechos científicos no existen per se (= por sí mismos), ni esperan para ello ser descubiertos por los científicos. Un hecho científico es una construcción abstraída de una realidad desarrollada y compleja con ayuda de fijaciones y clasificaciones arbitrarias. La elección de un problema ha sido un hallazgo adecuado a partir de un número limitado de posibilidades. 3. EL LENGUAJE CIENTÍFICO A) La predicación científica: Helmut Seiffert Atribuir un predicado a un objeto es ante todo una acción de vida cotidiana. En la ciencia, en cambio, siempre debemos saber con exactitud de qué hablamos. Por eso en la ciencia nos vemos ante la tarea de “regular” el uso de predicados, del mismo modo que, por ej., la jefatura de tráfico da prescripciones normativas en su campo. a) El término (como predicado explícitamente introducido). Esta regulación se produce por el hecho de que introducimos explícitamente un predicado. Esta introducción explícita de un predicado en la ciencia no es, por ej., lo que llamamos “definición”. Más bien, una introducción explícita de predicados en la ciencia ante todo puede y debe hacerse también mediante ejemplos. Un predicado puede atribuirse a diferentes objetos. Si a un predicado se le añade una palabra indicativa, y así, por ej., decimos: “este libro”, cabe designar así un determinado objeto, en este caso un determinado libro, entre el gran número de todos los libros. Por eso llamo una “designación” a semejante expresión. Son indicadores, por ej., “yo”, “este”, “aquí”, “hoy”. Tales palabras solo pueden entenderse en relación con una situación. Si han de entenderse absolutamente, es decir, desprendidas de una situación, tengo que substituirlas por nombres propios. Un predicado nunca puede ser un nombre propio; un nombre propio nunca puede ser un predicado o un indicador. Las palabras científicas técnicas son también predicados. Pues son palabras que se ordenan a determinados objetos. Pero esta ordenación se hace explícitamente. A esa ordenación explícita la llamamos regulación. Los términos técnicos de la ciencia son por tanto predicados regulares. A estos predicados regulares o términos técnicos de la ciencia los llamamos términos. b) La definición. Podemos decir que una definición no es otra cosa que la igualación de un término todavía desconocido con una combinación de términos ya conocidos. Con ello se ve que la implantación de una terminología no puede nunca comenzar con una definición. Pues una definición presupone siempre que disponemos ya de términos conocidos con cuya ayuda podemos definir lo no conocido todavía. Hemos de comenzar con algunos términos fundamentales no definidos. Tomemos la palabra “cana”. Una cana puede definirse como un “cabello blanco”. Todavía no se sabe que es una “cana”. Más bien esta palabra debe introducirse de nuevo por la definición. Estrictamente hemos de representarnos así el proceso: conocemos los predicados “cabello” y “blanco”. Pero es demasiado incomodo decir siempre “cabello blanco”; por eso encontramos la palabra nueva “cana” y la definimos por los predicados ya conocidos. Por tanto, una definición, lo mismo que una ecuación en matemáticas tiene dos partes, una izquierda y otra derecha. A la izquierda está el definiendum, lo que ha de definirse, y a la derecha el definens, lo que define. Cana

Cabello blanco

Definiendum breve nuevo desconocido incomprensible

Definiens largo antiguo conocido comprensible

En la clásica lógica escolástica se decía que la parte derecha de la “ecuación” de la definición, o sea, el definiens, contiene siempre dos miembros: el “género próximo” y la “diferencia específica”. Según esto, el “cabello” sería el género próximo de “cana” y “blanco”, la diferencia específica que distingue la cana de otros cabellos.

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c) El concepto: Normalmente, bajo la idea de “concepto” no es posible representarse nada preciso. Concepto es inicialmente lo mismo que un término. El concepto es lo que permanece igual cuando cambian las palabras usadas. Tales palabras con igual significación se llaman sinónimos. Ahora podemos decir, todos los sinónimos representan el mismo “concepto”. Un “concepto” es lo que representan todos los sinónimos que puede sustituirse entre sí. Frente a los predicados del lenguaje cotidiano, los términos tienen la ventaja de que están regulados, es decir, han sido acordados exactamente en su uso. Si, por tanto, sustituimos un término por otro de la misma significación, ambos términos han de estar y están regulados. Todas las palabras y todos los grupos de palabras (expresiones lingüísticas) que pueden sustituirse representan el mismo concepto o bien: un “concepto” es lo que representan todas las expresiones lingüísticas que pueden sustituirse. Ciertamente un “concepto” no es una configuración intelectual prelingüística, sino que está siempre vinculado a una palabra. Pero esta palabra no tiene que ser una palabra determinada. d) La significación. Un “concepto” es la “significación de un término”. Simplemente por el uso aprendemos lo que significan los “predicados”. La significación de un predicado es lo que él nos da a entender en el uso cotidiano. En los predicados de la vida cotidiana es el uso el que nos da a entender la significación y en los términos de la ciencia la significación se debe a un acuerdo explícito. e) Intensión y extensión de un predicado. En la lógica moderna es muy importante la distinción entre la “intensión” (comprensión) y la “extensión”. La mejor manera de dejar de lado la ambigüedad es hablar simplemente de intensión (contenido) y extensión de un predicado. 1- el contenido o la intensión de un predicado es lo que en el apartado anterior es conocido como su significación. 2- la extensión de un predicado es la totalidad de los objetos a los que puede atribuirse un determinado predicado; así, por ej., la totalidad de los arboles, de las casas, etc. “Clase” y “conjunto” pueden considerarse en la lógica como palabras de igual significación que “totalidad”. Vamos a preferir aquí el término “conjunto”. Un objeto particular de un conjunto se llama un elemento del conjunto. Todo lo que en general puede ser un predicado, tiene tanto una intensión como una extensión. Por tanto, mientras se considera un único predicado, no se entiende qué problemas deba traer consigo la relación de intensión y extensión. Este problema sólo se deja notar cuando ponemos dos predicados en relación mutua. Cuatro posibilidades o combinaciones. Intensión diversa-extensión igual. Intensión igual-extensión igual. Intensión diferente-extensión diferente. No puede darse el cuarto caso (intensión igual-extensión diferente). Pues dos predicados de igual intensión (contenido, significación) nunca pueden tener distinta extensión, ya que una determinada “significación”, o sea, lo que nos da a entender un determinado predicado, debe referirse a un conjunto determinado de objetos. f) Definición nominal y real. En la lógica tradicional se distingue con frecuencia entre definiciones nominales (verbales) y reales (definiciones de la cosa). Pero, estrictamente hablando, en general no puede haber definiciones reales, sino solamente definiciones nominales. Una “definición nominal” no es otra cosa que una ecuación de cualesquiera “nombres”, es decir, de palabras o de grupos de palabras. En este sentido hay solamente “definiciones nominales”, es decir, equiparación arbitraria de determinados grupos de palabras con determinadas palabras. Una definición real es el intento de describir explícitamente lo que en forma no expresa conocemos siempre de cada predicado como su significación. Una definición real solo es posible en el lenguaje ordinario no regulado.

[J. M. Mardones, Filosofía de las ciencias humanas y sociales. Materiales para una fundamentación científica, Anthropos, Barcelona, 1991, pp. 61-85.]

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