Los Setenta Y Ocho Grados De Sabiduría Del Tarot, (a Color)- Rachel Pollack

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Rachel Pollack

Los 78 Grados de Sabiduría del Tarot Arcanos Menores y Lecturas

EDICIONES URANO Argentina - Chile - Colombia - España México - Venezuela

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Rachel Pollack se ha especializado en el estudio del Tarot desde un punto de vista psicológico y sus obras, publicadas en el Reino Unido, se reeditan permanentemente. Ademas de LOS SETENTA Y OCHO GRADOS DE SABIDURÍA, ARCANOS MAYORES y ARCANOS MENORES y LECTURAS, ha publicado también la obra THE OPEN LABYRINTH, en la que, utilizando ejemplos concretos de su experiencia, describe en detalle algunas lecturas de Tarot. En esta colección

SETENTA Y OCHO GRADOS DE SABIDURÍA Arcanos Mayores

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Título original: Seventy-Eight Degrees of Wisdom. A Book of Tarot. Part II: The Minor Arcana and Readings Editor original: The Aquarian Press Limited Traducción: Marta I. Guastavino

Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajos las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.

© 1983 by Rachel Pollack © 1987 by EDICIONES URANO, S. A. Aribau, 142, pral.‐ 08036 Barcelona [email protected]

ISBN: 84-86344-40-9 (obra completa) Depósito legal: B.24.8591998

Fotocomposición: Buky Torres Villarroel, 15 08011 Barcelona

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Impreso por Puresa, S. A. - Girona, 206 - 08203 Sabadell (Barcelona)

Impreso en España - Printed in Spain

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Versión epub por Rogelio Cruz Rojas [email protected] Creado en Sigil 0.9.14 México, 2019

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Para Joan Goldstein, que sabe que las mejores cartas son las que dicen la verdad.

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Introducción El mazo Rider

En 1910 la Rider Company, de Londres, publicó un nuevo mazo de Tarot, diseñado por el conocido ocultista Arthur Edward Waite y dibujado por Pamela Colman Smith, una artista menos conocida, pero dotada de lo que se suele llamar «poderes psíquicos». Aparentemente, el propio Waite no esperaba que las 7

nuevas cartas hallasen mucho público; como todas sus obras, su libro sobre el Tarot se dirige principalmente a personas ya interesadas por la tradición ocultista. Y sin embargo el mazo Rider —‐ así terminó por ser llamada la baraja— se conoce hoy en el mundo entero, no sólo en su versión original, sino en ediciones piratas, en mazos «nuevos» apenas modificados, en varios tamaños diferentes publicados solamente por Rider, en ilustraciones para novelas, libros de psicología, historietas y programas de televisión. La sorprendente popularidad de este Tarot esotérico en particular, con preferencia a centenares de otros mazos, tanto tradicionales como modernos, se deriva en gran parte de un aspecto de los naipes que el propio Waite apenas si parece haber advertido: los dibujos de Pamela Colman Smith, que revolucionaron los Arcanos Menores. En la apología que hizo de su mazo, Waite se esforzó por defender ciertos cambios que introdujo en el diseño y en la numeración de las cartas en los Arcanos Mayores. Sin embargo, quienes se acercan por primera vez al Tarot, en su mayoría, al comparar el mazo Rider (figura al centro) con el mazo más tradicional del Tarot de Marsella, por ejemplo (figura izquierda), tendrán que poner mucha atención para poder observar la mayor parte de tales cambios. Por el contrario, en los Arcanos Menores verán inmediatamente la diferencia. En todos los mazos 8

diseñados antes del Rider, las cartas que van de los números 1 al 10 de los cuatro palos llevan dibujos geométricos que incluyen el número correspondiente de espadas, bastos, oros o copas. En esto se parecen a sus descendientes, los habituales naipes de juego. En la mayor parte de los mazos, estos diseños son simples y repetitivos. Como una excepción se destaca entre ellos el trabajadísimo mazo Crowley (figura de la derecha). El mazo WaiteSmith, sin embargo, lleva una ilustración en cada naipe. Preocupado principalmente por los Arcanos Mayores, más esotéricos, Waite no cayó aparentemente en la cuenta de cómo esta rica diversidad de escenas podía cautivar al espectador común que buscaba tener una experiencia del Tarot. En cierto sentido, la novedad misma de las cartas aumenta su encanto. Allí donde los Arcanos Mayores nos sorprenden al mismo tiempo con la antigüedad y con la complejidad de su simbolismo, los Menores, al no responder a una tradición pictórica, se nos aparecen como escenas tomadas directamente de la vida o, en algunos casos, de la fantasía. El hecho de que Smith las dibujara en un estilo seudo medieval no parece molestar a la mayoría de las personas, pues la sensación de vivacidad les parece más importante. Casi todos los Arcanos Mayores nos muestran una figura de pie o sentada; 9

sólo el Loco y el Mundo se mueven. Es más, danzan. Pero en los Arcanos Menores, todas las escenas muestran algo que está sucediendo, como si fuera un fotograma tomado de una película. El contraste no es accidental. Los Arcanos Mayores representan más bien fuerzas arquetípicas que personas reales. El Loco y el danzarín del Mundo se mueven porque sólo ellos encarnan plenamente tales principios. Pero los Arcanos Menores muestran aspectos de la vida tal como realmente la vive la gente. En los cuatro palos, y más especialmente en las combinaciones que las cartas forman cuando las disponemos para una consulta, encontramos un panorama de la experiencia que nos da una penetración constantemente renovada de las maravillas de la naturaleza humana y de este mundo mágico. Debido precisamente a que nos muestra la vida corriente y no un sistema formal, el mazo Rider no interesa a muchos ocultistas. Mientras que muchas barajas posteriores han copiado, con más o menos variaciones, el mazo Rider, hay otras incluyendo las que podríamos caracterizar como «más serias», como el mazo de Crowley o el BOTA (Builders of the Adytum o Constructores del Santuario) que han vuelto a los antiguos diseños para los Arcanos Menores. Ello se debe a que a sus creadores el Tarot, 10

ya sea como instrumento o en cuanto fuerza viviente, les interesaba como un sistema de organización y estructuración de prácticas esotéricas. Para ellos, el Tarot constituía un vínculo vital con los sistemas místicos. El más importante de estos vínculos es el que conecta los cuatro palos con los cuatro mundos que describe la Cábala. Los cabalistas consideran que el universo existe en cuatro fases, de las cuales la más próxima a nosotros (y la más alejada de la unión directa con Dios) es el mundo material, llamado Assiyah, el «Mundo de la Acción». Para mejor entenderlos, los teósofos medievales describieron cada mundo como encarnado en un Árbol de la Vida, un diagrama de la ley cósmica. Ahora bien, la estructura del Árbol no cambia en los diferentes mundos. Cada árbol contiene diez sephiroth, o arquetipos de la emanación. (En el Diez de Pentáculos se encontrará el diseño más común del Árbol.) Y aquí, por cierto, interviene el Tarot. Como cada uno de los cuatro palos contiene diez cartas numeradas de uno a diez, podemos colocar las cartas sobre las sephiroth para tener así una ayuda concreta en la meditación. Y como las sephiroth representan fuerzas arquetípicas, la mayor parte de los ocultistas prefieren diseños abstractos para simbolizarlas. Para ellos, una escena en la que se ven personas que hacen algo —tres mujeres bailando o un grupo de 11

muchachos que pelean— sólo sirve para apartar la atención del simbolismo eterno. Algunos ocultistas van aún más lejos: creen que los diseños geométricos de las cartas son portadores de un poder psíquico que les es propio, y que, mirando en profundidad esos diseños en sus colores especiales, podemos producir en el cerebro ciertos efectos bien definidos. Muchas personas sin especial inclinación hacia el esoterismo seguirán prefiriendo los antiguos mazos a cualquiera de las interpretaciones modernas, incluso a las geométricas. Para ellas, el sentido de una tradición, con significados que han ido enriqueciéndose durante siglos, lleva consigo un poder que ninguna edición revisada puede igualar. En las lecturas, se remiten a las antiguas fórmulas, y para ellas las escenas detalladas del mazo Rider constituyen una distracción. Con frecuencia, los lectores con más poderes psíquicos se valen de las cartas antiguas, ya que encuentran que el propio carácter abstracto de los naipes numerados les ayuda a activar la facultad clarividente. Sin embargo, para la mayoría de nosotros los diseños repetitivos limitan muchísimo el desarrollo de la intuición que puede generarse ya sea exclusivamente en el estudio de las cartas o 12

usándolas en tiradas y consultas. Una vez que hemos memorizado las fórmulas relacionadas con cada naipe, se nos hace difícil ir más allá. En este libro he intentado crear lo que yo llamo un Tarot «humanista», derivado no solamente de las verdades esotéricas, sino también de las intuiciones de la moderna psicología postjunguiana, para dar así una imagen más completa de quiénes somos, cómo actuamos y cuáles son las fuerzas que nos configuran y nos dirigen. En una visión tal del Tarot, el objetivo no son los significados fijos, sino más bien un método mediante el cual cada persona pueda obtener una mayor penetración en la vida. Por más que el análisis de cada carta provenga en parte de su uso en las lecturas, con los significados que corresponden a la posición normal y a la invertida, lo que tal análisis revelará principalmente es la forma en que esa carta enriquece nuestro conocimiento de la experiencia humana. Como el mazo Rider presenta escenas tan vívidas, las fórmulas o comentarios referentes a cada carta sirven solamente como puntos de partida. Podemos meditar sobre las propias imágenes y sobre la forma en que se combinan con las otras que las rodean. En cierto sentido, entre estas figuras y la imaginación (y la experiencia) de cada persona se establece algo así como una sociedad. En todas las lecturas, lo mismo que en cada meditación o 13

reflexión, podemos ver en cada carta una experiencia nueva. Así como las barajas más esotéricas funcionan mejor para las disciplinas ocultistas, y las más antiguas para decir la buenaventura, el mazo Rider es el indicado para quienes usamos las cartas principalmente para tomar conciencia de nosotros mismos y del mundo que nos rodea. Las imágenes de Smith ejercen su atractivo sobre la gente por efecto de su acción, equiparable a la de una historieta. Nos fascinan a lo largo del tiempo gracias a la realidad de los significados que contienen. Se pregunta uno cómo hizo su trabajo Pamela Smith. Por lo que sabemos, fue creando sus imágenes sin apoyarse en tradición alguna. En mi libro sobre los Arcanos Mayores expresé la opinión de que probablemente Waite no especificó estos diseños con la misma claridad con que lo hizo para los naipes Mayores. En su libro no hay referencia alguna a sus orígenes, y tampoco defiende el cambio radical introducido, tal como defendió los cambios existentes en los Arcanos Mayores. Sus interpretaciones, además, no utilizan de manera importante las nuevas imágenes. Aunque describe brevemente cada una de ellas, sus explicaciones son por lo común fórmulas y frases hechas («deseo, voluntad, determinación, proyecto»), que no difieren sustancialmente de los significados que se les atribuye en los mazos anteriores. 14

Algunos autores han afirmado (aunque yo no he encontrado ninguna prueba de ello en los escritos del propio Waite) que Smith dibujó las figuras como si fueran cuatro libros de historietas, uno para cada palo. La calidad del palo determinaba el carácter del relato, en el cual los naipes que representan figuras cortesanas constituían una familia, y las restantes cartas, numeradas del 1 al 10, eran las cosas que les sucedían. El llamado Tarot marroquí, basado con mucha fidelidad en el mazo Rider, se ajusta a este sistema. Pero esta explicación de las imágenes por la historieta configura una petición de principio. Lo importante sigue siendo la relación de la imagen con el significado. Sospecho que Waite dio a Smith las fórmulas que él quería ver ilustradas y quizá consultó con ella cómo sería la imagen, y que después la condición de artista de Smith prevaleció, operando en ocasiones con el simbolismo superficial, en tanto que otras veces su funcionamiento trascendía el nivel de la opción consciente. Las fórmulas de Waite se derivan de diversas fuentes. El propio Waite habla en ocasiones de significados contradictorios, como si hubiera consultado a diferentes adivinos. Su disposición de las cartas cortesanas también muestra la influencia de la Orden del Alba Dorada, una sociedad secreta de magos místicos a la cual pertenecieron en su momento tanto Waite y Smith 15

como Crawley y Paul Foster Case, el diseñador del mazo BOTA. En muchos casos, naturalmente, las imágenes son muy simples y se relacionan directamente con los significados que debían ilustrar. El Cuatro de Pentáculos, por ejemplo, muestra la imagen de un avaro, de alguien que se «aferra» a la «seguridad de las posesiones». Pero cabe preguntarse si es coincidencia o deliberación que esos cuatro pentáculos cubran la coronilla, el corazón y la garganta, y las plantas de los pies, todo lo cual sugiere interpretaciones más profundas que la simple avaricia. Y en muchos casos, la imagen toca algo que hay dentro de nosotros y que trasciende el significado oficialmente relacionado con ella. Fijémonos en el Seis de Espadas: se supone que es «un viaje por agua». El silencio onírico y la tristeza implícita en la imagen sugieren el mítico viaje de las almas a través del río Estigio. No es mi intención presentar a Waite como desabrido ni como insensible a las imágenes de su propio mazo. Hay ocasiones en que sus comentarios, especialmente los referentes a las figuras, llevan nuestro entendimiento más allá de la simple lista de significados. En el Seis de Espadas observa que «la carga es ligera», y esto, unido al comentario de Eden Gray, quien señala que «las espadas no hunden la 16

barca», nos lleva a la contemplación de la imagen de un viaje espiritual o emocional, en el cual cargamos con nuestros recuerdos y pesares. En el Dos de Varas, Waite propone dos significados opuestos, y después dice que la imagen «da una clave» para resolverlos. En otras ocasiones, sin embargo, el significado propuesto contradice a la imagen, como en el Dos de Espadas, donde se nos dice que una poderosa imagen de aislamiento y defensa representa la «amistad». Desde que apareció la baraja Rider, algunos otros diseñadores de Tarots intentaron incluir una escena en cada carta. Casi todos han rendido tributo a las imágenes de Pamela Smith, algunos aproximándosele en forma muy estrecha, mientras que otros transformaban imaginativamente las ilustraciones del mazo Rider. No hay nada que los obligue a usar esas imágenes, que no están revestidas de la autoridad de una antigua tradición, como los Arcanos Mayores. Su autoridad se deriva de un logro creativo. No se sabe por qué, estas figuras, burdamente dibujadas, torpes, con frecuencia fuera de toda proporción o perspectiva, basadas en unas ideas sentimentales de la Edad Media, han guiado a millares de personas a una comprensión nueva, no sólo de las cartas, sino de sí mismas. De un solo trazo, Pamela Smith creó una tradición nueva.

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Los cuatro palos Si bien en su presentación de las cartas individuales Waite se apartó de la práctica anterior, en su disposición de los palos y de sus emblemas se mantuvo próximo a los mazos precedentes... con una única excepción. Allí donde los viejos mazos, remontándose nada menos que hasta el siglo XV y la baraja Visconti-Sforza, usaban Varas (o Bastos), Copas, Espadas y Oros, el mazo Rider sustituyó estos últimos por Pentáculos, es decir, estrellas de cinco puntas encerradas en discos de oro. Waite introdujo este cambio por dos razones. La primera, porque quería que su cuarto palo representara el alcance cabal del mundo físico y no simplemente el estrecho materialismo del dinero y los negocios. Y en segundo lugar porque quería que los cuatro palos fueran portadores de los cuatro instrumentos básicos de la magia ritual. En realidad, las dos razones se reducen a una. Waite sabía que los magos usaban esos objetos, en parte, porque simbolizan en forma concreta los diversos aspectos del universo físico/espiritual. La asociación de estos cuatro emblemas tanto con la práctica de la magia como con la verdad espiritual subyacente en la vida se remonta por lo menos hasta la Edad Media, época en la que 18

encontramos sus equivalentes en los objetos simbólicos de que son portadoras las doncellas del Graal. El propio Waite conocía estos objetos por su experiencia en las órdenes mágicas. El mazo Rider también los representa dispuestos sobre la mesa que hay delante del Mago en los Arcanos Mayores. En el Tarot, como en la magia, los cuatro emblemas representan el mundo mismo y la naturaleza humana, al mismo tiempo que el acto de la creación (tanto la creación de cosas específicas como la creación continua de la evolución). Que ocupen un lugar sobre la mesa del Mago significa que éste —o ésta— ha alcanzado el señorío del mundo físico. En un sentido, tal señorío alude a los poderes reales sobre la naturaleza que muchas personas buscan en la magia. Quienes usan el Tarot como disciplina esotérica sostienen a veces que la meditación y el ritual con los Arcanos Menores darán al adepto el control de las fuerzas de la naturaleza. En su novela The Greater Trumps [Los triunfos mayores], basada en el Tarot, Charles Williams lleva esta idea a un extremo dramático cuando el héroe genera un huracán sacudiendo, juntas, todas las cartas asociadas con el viento. En términos psicológicos, el dominio o «señorío» sobre los Arcanos Menores significa haber llegado a comprender, en nosotros mismos y en el mundo que nos rodea, todas aquellas experiencias y fuerzas que aparecen representadas en las cartas. Un 19

«señor» es una persona que tiene control sobre su vida, que es dueña —o dueño— de sí misma. Un objetivo tal es mucho más difícil de alcanzar de lo que mucha gente podría pensar. Significa saber realmente quiénes somos, tanto en los niveles inconscientes como en los conscientes. Significa saber por qué actuamos como lo hacemos, conocer nuestros verdaderos deseos en vez de las nebulosas ideas que la mayoría de las personas tienen de sus objetivos en la vida. Significa advertir las conexiones entre experiencias cuyo vínculo se nos aparece como meramente aleatorio. El Tarot puede, por lo menos, ayudarnos a incrementar el entendimiento que tenemos de todas estas cosas. Y el punto a que cada persona llegue depende, entre otras cosas, de la relación que establezca con las cartas. El número cuatro ha figurado en forma muy destacada en los intentos humanos por entender la existencia. Como nuestro cuerpo nos sugiere este número (el frente y la espalda, los lados derecho e izquierdo), tendemos a organizar nuestras percepciones del mundo, siempre cambiante, clasificando las cosas en cuatro. La visión del año como formado por cuatro estaciones proviene también de los dos solsticios y de los dos equinoccios. (Las culturas que no tienen conocimientos astronómicos suelen dividir el año en 20

las dos estaciones básicas, verano e invierno, o también a veces en tres estaciones.) El zodíaco contiene doce constelaciones, tres veces cuatro; por ende, encontramos los signos de la astrología divididos en cuatro grupos de tres. Un signo «fijo» en cada grupo nos da los cuatro «puntos fuertes» del cielo. Son los cuatro que vemos representados en los Arcanos Mayores, en las cartas del Mundo y de la Rueda de la Fortuna, como las cuatro figuras que aparecen en los cuatro ángulos de los naipes. (La forma misma de las cartas, y para el caso la mayoría de las viviendas occidentales, dan testimonio de nuestra tendencia a lo cuadrilateral. En la antigüedad, los chinos jugaban con naipes circulares.) Las cuatro criaturas simbolizan el zodíaco, pero se derivan de forma más directa de la visión de Ezequiel en el Antiguo Testamento, repetida posteriormente en la Revelación. De los cuatro simbolismos, los dos que se refieren más directamente a los Arcanos Menores son los cuatro elementos de la alquimia medieval y las cuatro letras del nombre de Dios en hebreo, el Tetragrámaton. Nuestro moderno concepto de los elementos atómicos se deriva de una idea más temprana (que se originó en la antigua Grecia), según la cual todas las cosas en la naturaleza se han formado a partir de cuatro constituyentes básicos: 21

fuego, agua, aire y tierra. Y no solamente encontramos esta idea en Europa, sino también en culturas tan diversas como las autóctonas de China y de América del Norte. Los elementos cambian en ocasiones; a veces, los números cambian también de cuatro a cinco, agregando el «éter» o Espíritu a los cuatro elementos de la naturaleza (de la misma manera que muchas culturas agregan el «centro» como una quinta dirección). El concepto básico, sin embargo, sigue siendo el mismo: que todo puede ser reducido a sus partes básicas, que el mundo combina esas cualidades fundamentales de infinitas maneras. En la actualidad llevamos mucho más lejos esa idea; reducimos toda la materia a partículas subatómicas (dejando totalmente de lado la idea de Espíritu, a no ser en ciertas teorías rarificadas de la física contemporánea) y consideramos desdeñosamente los «elementos» medievales como combinaciones químicas muy complejas. Sin embargo, estamos muy equivocados si pensamos que el antiguo sistema ya no puede enseñarnos nada. Pues algo que caracteriza a la antigua visión —y, de hecho, a las visiones de casi todas las culturas previas a la nuestra occidental y moderna— es la no-separación entre teorías y valores de orden físico, espiritual, moral y psicológico. Para nosotros, el significado espiritual del elemento helio, digamos por poner un ejemplo, es mínimo, cuando no simplemente 22

inexistente. Para los pensadores medievales, el elemento Fuego sugería una vasta gama de asociaciones. Evidentemente, sería un error rechazar los grandes logros cognoscitivos de lo que llamamos la ciencia moderna, pero tampoco deberíamos rechazar las intuiciones de épocas anteriores. En el Tarot, los cuatro elementos se presentan como Fuego-Varas (Bastos), Agua-Copas, AireEspadas y Tierra-Pentáculos (Oros). Los diferentes autores suelen dar variaciones de este ordenamiento, de las cuales la más frecuente es intercambiar Varas y Pentáculos, sobre la base de que las varas crecen de la tierra y las monedas se funden sobre el fuego. Debido a las asociaciones más amplias del fuego y de la tierra, yo prefiero mantener el ordenamiento más común. El fuego no es simplemente una herramienta del hombre, sino una gran fuerza de la naturaleza, que se muestra de la manera más poderosa en el sol que hace brotar las varas del suelo. La tierra no sólo representa el suelo, sino que es, tradicionalmente, todo el universo material, del cual los Oros no representan más que una pequeña parte, y los Pentáculos una mucho mayor. Si deseamos ver el mundo en función del número cinco en vez del cuatro, incluyendo el Espíritu como centro, entonces los, Arcanos Mayores representan el quinto elemento, el Eter. El hecho de que lo situemos 23

aparte de los cuatro elementos Menores simboliza la intuición de que, de alguna manera, el Espíritu existe en un nivel diferente del nivel del mundo ordinario. Al mismo tiempo, el hecho de que para las lecturas los mezclemos todos nos ayuda a ver que, en realidad, el Espíritu y la totalidad de los elementos de la materia operan constantemente juntos. Trabajar con el Tarot nos ayuda a entender las formas dinámicas en que el Espíritu confiere significado y unidad al mundo material. Un verdadero entendimiento de esta relación tanto en teoría como en la práctica, constituye un gran paso en el avance hacia ese «señorío» a que antes hicimos referencia. Muchos lectores conocerán la simbología de los cuatro elementos por la astrología, con sus cuatro «triplicidades»: el Fuego (Aries, Leo, Sagitario), el Agua (Cáncer, Escorpio, Piscis), el Aire (Géminis, Libra, Acuario) y la Tierra (Tauro Virgo, Capricornio). También la psicología junguiana utiliza los cuatro elementos, relacionándolos con maneras básicas de vivenciar el mundo. El Fuego representa la Intuición, el Agua el Sentimiento, el Aire el Pensamiento, y la Tierra la Sensación. En la astrología y en el pensamiento junguiano, los elementos representan tipos y características. En el Tarot vemos estos tipos reflejados en las cartas cortesanas. Los palos, como totalidad, muestran más 24

bien actividades y cualidades de la vida que rasgos de la psicología individual. Dicho de otra manera, que si en una lectura dominan las Varas no diremos que la persona tiene un carácter «fogoso» sino más bien que en ese momento está pasando por muchas experiencias de Fuego. Si estudiamos los cuatro palos por separado, es precisamente para aprender qué es lo que queremos decir al hablar de experiencias de Fuego, Agua, Aire o Tierra. Y en las lecturas los estudiamos juntos para aprender de qué manera la vida abarca y combina, en la realidad, todos los elementos. A manera de breve resumen, las Varas/Fuego representan la acción, el movimiento, el optimismo, la aventura, la lucha, los negocios en el sentido de la actividad comercial antes que en el de las mercancías, los comienzos. Las Copas/Agua representan la reflexión, las experiencias tranquilas, el amor, la amistad, el júbilo, la fantasía, la pasividad. Las Espadas/Aire representan el conflicto, las emociones coléricas o alteradas, la tristeza, pero también la actividad mental, la prudencia, el uso del intelecto para entender la verdad. Los Pentáculos/Tierra representan la naturaleza el dinero, el trabajo, las actividades rutinarias, las relaciones estables, los negocios en el sentido de las cosas que se hacen y se venden. Además, porque los Pentáculos son signos mágicos, representan lo mágico de la 25

naturaleza y lo maravilloso de la vida ordinaria, lo que no siempre se percibe, pero que con frecuencia está oculto bajo la superficie. Si comparamos el Tarot con otro conocido sistema simbólico, las Varas y las Espadas representan situaciones «yang» o «activas», en tanto que las Copas y los Pentáculos representan las que son «yin» o «pasivas». También podemos sustituir, con referencia a los Arcanos Mayores, el yang por el Mago y el yin por la Suma Sacerdotisa. Sea cual fuere la terminología, estas distinciones se aclaran en virtud del simbolismo de las imágenes. Tanto las varas como las espadas se utilizan para golpear; las copas, por otra parte, cumplen su función recibiendo y conteniendo el agua, y a su vez los pentáculos, ya sea en cuanto signos mágicos o en cuanto dinero, pueden influir sobre el mundo sin moverse físicamente. De modo similar, el fuego y el aire están en constante movimiento, mientras que el agua y la tierra tienden más a la inercia. Un poco de reflexión, acompañada de un vistazo a las figuras, nos hará ver cómo estas categorías separadas se mezclan efectivamente en la realidad. Tanto las Varas como los Pentáculos tienen que ver con los negocios, pero tanto las Varas como las Espadas indican conflicto. Copas y Varas tienden a las experiencias felices y positivas, en tanto que 26

Pentáculos y Espadas suelen representar los aspectos más difíciles de la vida. Al mismo tiempo, Copas y Espadas abarcan la gama general de las emociones, en tanto que Pentáculos y Varas hacen referencia a las actividades más físicas. Antes que mostrar separaciones rígidas, las cartas tienden a formar combinaciones y a la difuminación de todas las distinciones. En la primera parte expresé que el estudio de las lecturas del Tarot nos enseña, por encima de todo, que ninguna cualidad es buena ni mala, a no ser dentro del contexto de una situación real. De las lecturas aprendemos también que ninguna situación, cualidad ni característica personal existe en forma aislada, sino solamente en combinación con otras. En una lectura atendemos primero a las cartas individuales en sus posiciones individuales, pero entendemos lo que la lectura nos dice cuando vemos de qué manera las cartas se fusionan para formar un diseño completo. De modo similar, estudiamos individualmente las cartas, pero sólo las entendemos plenamente cuando las vemos en funcionamiento. Los diferentes elementos no sólo representan experiencias diferentes, sino también diferentes maneras de encarar la vida. Una razón para estudiar los palos como totalidad es que así se ven las ventajas y los problemas que plantea cada enfoque. Para cada 27

palo, veremos un «problema» y un «Camino hacia el Espíritu». A modo de ejemplo, el problema para las Copas es la pasividad, el Camino hacia el Espíritu es el amor. Por mediación de las diferentes imágenes vemos cómo las experiencias relacionadas con las Copas hacen aflorar estas cualidades. Al disponer las cartas he seguido el ejemplo de Waite, descendiendo desde el Rey hasta el As, en vez del procedimiento contrario. Ya que los reyes (como símbolos tradicionales antes que como realidad política) tienen la responsabilidad del mantenimiento de la sociedad, y puesto que el rey da una imagen de madurez, cada uno de los cuatro Reyes simboliza la versión más estable y sociable de su palo. Los Ases, por su parte, significan unidad y perfección. Por lo tanto, los Ases representan los elementos en su forma más pura. El As de Varas representa al Fuego como tal, y todo lo que éste significa, mientras que las otras trece cartas de Varas muestran algún ejemplo específico del Fuego, ya sea en una situación (cartas 2-10) o como un tipo de personalidad (las cartas cortesanas). En el mazo Rider vemos cada As sostenido por una mano que sale de una nube. Este símbolo, que se ve también en otros mazos, nos muestra que cada elemento es capaz de conducirnos al misterio espiritual. Nos enseña también que toda experiencia 28

es un don, proveniente de una fuente que no podemos conocer conscientemente, a menos que realicemos el profundo viaje espiritual que nos mostraron los Arcanos Mayores. Por esta razón he puesto fin a cada palo con el As.

El Tetragrámaton Aparte los cuatro elementos, deberíamos ver también el otro símbolo implícito en los cuatro palos, es decir, el del nombre de Dios. Encontramos las cuatro letras, Yod-Heh-Vau-Heh, dispuestas en la Rueda de la Fortuna, la décima carta de los Arcanos Mayores. Con grafía europea, las escribimos YHVH, o en ocasiones IHVH. Dado que la Biblia no da vocales para el nombre, de hecho no podemos pronunciarlo; por lo tanto, simboliza la naturaleza incognoscible de Dios, la separación esencial entre Dios y el hombre, característica de la religión occidental. Distintos autores han asignado los nombres de Jehová, Jah o Jahvé a estas letras, pero esto conduce a la confusión. Cuando consultamos los escritos de los cabalistas descubrimos que las letras no forman un «nombre», en el sentido humano de una etiqueta que representa a una persona, sino que 29

enuncian una fórmula. Y esa fórmula describe el proceso de la creación. El Tetragrámaton y los cuatro elementos no forman en realidad dos sistemas separados, sino que son, de hecho, un símbolo unificado. Cada uno de los elementos pertenece a una letra: Yod-Fuego, HehAgua, Vau-Aire, Heh-Tierra,[1] y cuando aplicamos el nombre de Dios a los elementos estamos completando el significado de sus diferencias simbólicas. El proceso se desarrolla de la siguiente manera: Yod, o el Fuego, simboliza el comienzo de cualquier empresa, la primera chispa creativa, la energía necesaria para arrancar. En términos míticos, Yod indica que la chispa divina emerge del Dios incognoscible. En términos psicológicos, representa el impulso a empezar algún proyecto específico o una nueva forma de vida. La primera letra Heh Agua‐ simboliza el comienzo real, cuando la chispa es «recibida» dentro de un modelo. Míticamente, esto se refiere al Fuego de Dios que toca las «Aguas de lo profundo», es decir, el caos existente antes de que Dios comenzara a reordenar el universo. Psicológicamente, entendemos que nuestros planes y esperanzas serán vagos e informes hasta que la energía del fuego los penetre y nos ponga, efectivamente, a hacer algo. Al mismo tiempo, la 30

energía inquieta de las Varas no puede beneficiarnos a menos que le demos un propósito definido. La tercera letra, Vau, conectada con el Aire, simboliza el desarrollo del plan, el movimiento dirigido y con sentido que hace que todo cobre forma. En su significado sagrado, es el estadio de la creación en que Dios dio al mundo su forma fundamental. El aire representa el intelecto, y psicológicamente Vau indica el proceso mental de pasar desde un propósito a un verdadero plan que lleve a la realización del proyecto. Finalmente, la segunda letra Heh Tierra‐ representa la creación terminada, la cosa misma. En términos religiosos significa la materia, el universo físico, aquello que Dios creó por mediación del proceso de las otras letras. En términos humanos, significa la consumación del objetivo. Tomemos el ejemplo de un poema, que no se puede iniciar sin un impulso hacia la poesía y sin el deseo de expresar algo. Al mismo tiempo, un deseo tal no va a ninguna parte a menos que podamos escoger un tema determinado. En cierto sentido, el tema «recibe» el impulso de escribir. Aun así, el poema jamás se realizará a menos que trabajemos sobre él, valiéndonos del intelecto y 31

escribiendo varios borradores para resolver los problemas que plantean las imágenes, el ritmo, etc. Finalmente, el proceso acaba cuando podemos tener ante los ojos el poema terminado y dárselo a leer a otros. Un poco de reflexión nos demostrará que la misma evolución se da respecto de cualquier acción, ya sea construir una casa, fabricar vino o hacer el amor. Es obvio que el último elemento, Tierra, está un tanto aparte de los otros. El matemático y ocultista P. D. Ouspensky ha expresado esta relación en el diagrama siguiente:

Una mirada a las letras hebreas nos ayudará también a entender el simbolismo. Leídas de derecha a izquierda, son:

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‫יהוה‬ Obsérvese cómo Yod, la letra de Fuego, apenas si tiene forma; se asemeja más bien a un punto, al destello de un primer impulso. Obsérvese también que las dos letras Heh recuerdan vagamente tazas o jarros puestos boca abajo. La primera «recibe» el impulso, la segunda «recibe» la totalidad del proceso, y le da forma física. Finalmente, nótese cómo la tercera letra, Vau, es la extensión de la primera, Yod. El intelecto —Aire— toma la energía del Fuego y le imprime una dirección definida. Al principio puede parecer que el cuarto elemento, Tierra, puede existir independientemente. Sin embargo, para que podamos encontrar algún significado en nuestras posesiones debemos entender los procesos creativos que les dieron el ser. Cuando estudiamos los «problemas» que se relacionan con cada palo, vemos que cada uno se plantea únicamente cuando apartamos el palo de su relación con los otros. O, en otros términos, cuando nos volcamos demasiado hacia una sola dirección en la vida. El problema del materialismo de la Tierra se 33

contrarresta agregándole Copas para darle apreciación emocional. En la sección sobre las lecturas estudiaremos la manera en que se «añade» un palo a otro.

Las cartas Portales Si los Arcanos Menores de la baraja Rider nos sirven principalmente como un comentario de la vida corriente, no por eso ignoran percepciones más profundas ni nos apartan de ellas. Por el contrario, la tendencia filosófica de los naipes nos lleva siempre en la dirección de las «fuerzas ocultas» que confieren forma y significado a la experiencia ordinaria. Una visión verdaderamente realista del mundo (por oposición a la ideología estrechamente materialista a la que por lo común se considera «realismo») habrá de reconocer ta energía espiritual siempre presente dentro de las pautas continuamente cambiantes del mundo. Hoy por hoy, gran parte de las principales corrientes científicas están apartándose de la idea de que fuerzas tales como el electromagnetismo sean estáticas y mecánicas, y encaminándose hacia una imagen que nos las presenta como dinámicas y constantemente creativas. 34

El mazo Rider estimula positivamente esta manera de ver, cuya celebración se nos presenta en el Diez de Copas, y la vemos en la forma más directa en los Ases, donde cada elemento está presentado como un don. Pero el mazo Rider hace algo más que enseñarnos esta actitud. Ciertas cartas, si se las torna de la manera correcta pueden ayudar a producirla. Antes nos referimos ya a la creencia ocultista en que la contemplación de ciertos diseños geométricos tiene efectos sobre el cerebro. De modo similar, la unión meditativa con determinadas cartas de los cuatro palos nos aportará experiencias que van más allá de los significados específicos de los naipes. Son éstas las cartas que yo llamo Portales, debido a la forma en que nos abren una senda que va desde el mundo ordinario al nivel interior de las experiencias arquetípicas. Cada palo posee por lo menos uno de estos naipes, y donde hay más es en los Pentáculos. Todas ellas comparten ciertas características: significados complejos y con frecuencia contradictorios, y una Extrañeza mítica que ninguna interpretación alegórica puede penetrar del todo. Al escoger ciertas cartas para que desempeñen esta función no intento dar a entender que otras no puedan hacerlo, sino solamente que 35

según mi experiencia estas cartas, en particular, actúan de esa manera. En ocasiones, la Extrañeza de un Portal se hallará en la superficie, pero en otros naipes sólo se pone de manifiesto después de haber analizado intelectualmente la carta. Estos últimos casos demuestran algo muy importante, a saber, que las percepciones externas e internas no se oponen entre sí, sino que más bien se refuerzan. La mejor manera de aproximarse a una carta Portal es empezar por el conocimiento de los significados literales y simbólicos del naipe. Cuando los hayamos recorrido hasta donde ellos puedan llevarnos, llegaremos a la senda de la Extrañeza que permite trascenderlos. El Tarot demuestra muchas cosas, algunas de ellas muy inesperadas. Estas cosas emergen mediante la interpretación de las imágenes de sus naipes, nuestra unión con dichas imágenes en la meditación, y también mediante la visión de las combinaciones que se forman en las lecturas. Si se las toma por separado, las cartas de los Arcanos Menores nos presentan un vasto panorama de las experiencias humanas. Juntas, y en unión con las arquetípicas cartas Mayores, nos conducen a un conocimiento cada vez más amplio de la cambiante maravilla que es la vida. 36

LOS ARCANOS MENORES

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1 Las Varas

De una manera u otra, los seres humanos hemos tomado virtualmente a la totalidad de la naturaleza como símbolo de la esencia espiritual de la vida. De todos los símbolos naturales, el fuego se destaca como el más poderoso. Hablamos de la «chispa divina» del alma, de que alguien está «ardiendo de impaciencia» y, cuando una persona está amargada o desilusionada, decimos que su entusiasmo «se ha apagado». Cuando Dios desterró a Adán y Eva del Jardín del Edén, alejándolos del Árbol de la Vida, instaló en las puertas un querubín con una espada 38

llameante para guardar la entrada. Con su Caída, los primeros seres humanos se habían alienado del fuego celestial. Cuando los yoguis, mediante la meditación y el ejercicio, hacen que se eleve la kundalini, o fuerza espiritual, experimentan este ascenso como un gran calor que sube por la columna vertebral. Y en el mundo entero, los chamanes demuestran su poder espiritual convirtiéndose en señores del fuego, danzando entre las llamas o llevando brasas ardientes en la boca. El fuego representa la esencia vital de la vida, que anima nuestro cuerpo. Sin él nos convertimos en cadáveres. El famoso fresco de la Creación, de Miguel Ángel, nos muestra una chispa que pasa del dedo de Dios al de Adán. Para describir los cambios químicos que sufre la comida en el estómago decimos que el cuerpo «quema combustible». El fuego simboliza la energía misma de la existencia. Porque se eleva, tendiendo constantemente hacia lo alto, el fuego representa el optimismo, la confianza, la esperanza. Para dar a los seres humanos un toque de inmortalidad e inmunizarlos ante las amenazas de aniquilación de Zeus, Prometeo dio a los hombres el fuego. Como los Arcanos Menores se ocupan principalmente de la variante externa de la experiencia, las Varas tienden a enseñar cómo se 39

muestra el fuego interior en la vida ordinaria. Además del conocimiento específico que de él se obtiene, un estudio de los Arcanos Menores demuestra cómo la experiencia terrenal se deriva de una base espiritual. Las Varas, pues, representan antes que nada el movimiento. Ya sea que pierdan o que ganen, las Varas están en una pugna constante, no tanto a causa de problemas u objetivos reales, sino por simple amor al conflicto, a la ocasión de usar toda esa energía. En cuestiones de negocios, las Varas representan el comercio y la competencia; en amor simbolizan el romance, la declaración amorosa, el acto de conquista de un enamorado, antes que la propia emoción amorosa. Las Varas nos inducen a encarar la vida activamente y con ilusión. Cuando el éxito de las Varas es demasiado, como sucede con el Rey o con la figura del naipe Dos, puede adueñarse de ellas la melancolía, porque las recompensas del éxito pueden inmovilizarlas. En otros momentos, como con el Nueve o el Diez, hacen que el hábito de pelear o de asumir todos los problemas las ciegue para otras alternativas más pacíficas. Sin embargo, la influencia de las Varas nos muestra sobre todo gente que gana sus batallas. 40

Mediante las Varas encontramos el Camino hacia el Espíritu en el movimiento, la acción, el vivir por el gozo de vivir. Encuentran su expresión más poderosa en el Cuatro, al salir danzando de la ciudad amurallada para celebrar el poder vivificante del Sol. Y sin embargo, con toda esa energía vitalizadora que se expresa en el poder del Sol para extraer, literalmente, la vida de la tierra, el fuego también destruye. Si no se la controla y se la dirige, esa energía calcina el mundo. Por eso vemos que todas las cartas cortesanas de Varas están, de pie o sentadas, en un desierto. A pesar de su optimismo y de su avidez, las Varas necesitan la influencia suavizante de las Copas, porque sin agua, el sol del verano no aporta más que sequía. De las Copas proviene, pues, un sentido de profundidad así como la capacidad de sentir y no sólo de actuar. De las Espadas obtenemos un sentimiento de planificación y dirección para toda la energía. De las Espadas proviene también una conciencia del dolor y del sufrimiento, que equilibra el optimismo de las Varas y su espíritu de conquista. Y de los Pentáculos nos viene un sentimiento de estar arraigados en el mundo real, una capacidad de disfrutar de la vida y no solamente de triunfar sobre ella.

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El Rey

Tradicionalmente, en las lecturas, las cartas cortesanas de cada palo representan personas que han de influir sobre la vida del sujeto, pero aunque con frecuencia es realmente así, estos naipes también pueden simbolizar al propio consultante. Si se las toma aisladamente, es decir, fuera del contexto de lecturas específicas, las dieciséis cartas cortesanas ofrecen un abanico más amplio de caracteres humanos. Ya sea en una lectura o tomada aisladamente como objeto de estudio, cualquiera de las cartas cortesanas indica una persona que tiene o expresa las cualidades simbolizadas por el naipe.

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Un Rey (o un Caballero, o un Paje) no significa necesariamente un hombre, ni una Reina una mujer. Muestran, más bien, las cualidades y actitudes simbolizadas tradicionalmente por esas figuras. Las funciones sociales específicas de un rey, de una reina o de un caballero evocan determinadas experiencias y responsabilidades, que son las que las cartas simbolizan con no menor frecuencia que la edad o el sexo. También debemos evitar la idea de que una carta podría simbolizar a un individuo durante toda la vida, en el sentido de que se pueda decir de alguien «Es la Reina de Varas», creyendo que así se resume la vida de la persona. Alguien puede pasar durante un mes por una fase de Reina de Espadas, y al mes siguiente convertirse en un Caballero de Copas, o bien tener simultáneamente ambas vivencias en diferentes aspectos de su vida. Un rey es un gobernante, responsable del bienestar de la sociedad. En el mazo Rider los cuatro Reyes llevan debajo de la corona lo que Waite llama un cap of maintenance[2]. Tradicionalmente, al rey le corresponde la responsabilidad del mantenimiento [maintenance] de su pueblo. Por consiguiente, todos los Reyes representan al mismo tiempo el éxito (porque el rey, finalmente, es supremo) y la responsabilidad social. 43

El Rey de Varas expresa estas cualidades en los términos que le marca su palo. Indica una persona de mentalidad fuerte, capaz de dominar a otros mediante su fuerza de voluntad. Su poder se deriva de una sólida fe en su propia justicia. Él sabe la verdad; sabe que su método es el mejor, y considera simplemente natural que los demás lo sigan. Al mismo tiempo, muestra la energía de las Varas controlada y convertida en proyectos útiles o en carreras a largo plazo. La naturaleza aventurera de las Varas puede hacer que una persona así se sienta incómoda en este papel. El Rey se inclina hacia adelante en su trono, como si quisiera levantarse de un salto para correr en busca de experiencias nuevas. Es sincero por naturaleza, ya que no ve razón para mentir ni valor en las mentiras. Es positivo y optimista por la misma razón; la energía de las Varas arde con tanta fuerza en él que no entiende por qué nadie habría de expresar actitudes negativas. Una personalidad tan fuerte puede mostrar tendencia a la intolerancia; es incapaz de entender la debilidad o la desesperación, porque son cosas de las que él mismo no ha tenido experiencia. Este lado impaciente del Rey podría definirse con el lema: «Si yo puedo, tú también.» En cierta ocasión, en una lectura, vi una expresión muy justa de lo que se solía 44

llamar «la brecha generacional»: el Rey de Varas y el Loco, ambos llenos de energía, y sin embargo, uno de ellos es la esencia de la responsabilidad, y el otro la pura imagen del instinto y de la libertad. Dos símbolos dominan la carta: el león, emblema de Leo, y la salamandra, un lagarto legendario del que se creía que vivía en el fuego. Los dos representan lo terrenal y lo espiritual, ya que mientras que Leo indica los rasgos de personalidad que pertenecen al Fuego, la salamandra era uno de los símbolos favoritos de los alquimistas. En su mejor aspecto, el Rey es el señor del Fuego creativo. Con su sentido del compromiso social, lo ha domesticado y puesto a nuestro servicio. Obsérvese que las salamandras que adornan el manto se muerden la cola. El círculo cerrado significa madurez y completamiento. Compárese esta imagen con la túnica del Caballero, donde la boca de las salamandras no les llega a la cola.

Invertida Cuando invertimos una carta alteramos en algún sentido su significado principal, como si el impacto original se hubiese bloqueado o vuelto a canalizar, o en algunos casos, como si hubiera sido liberado. 45

Algunos comentaristas del Tarot prefieren hacer caso omiso de los significados invertidos, y es verdad que en la meditación o en la actividad creativa consideramos generalmente todas las cartas como si estuvieran en posición normal. Pero para las consultas o el estudio, los significados invertidos duplican con creces los significados posibles en el mazo. Al mostrarnos el naipe desde un ángulo diferente, nos dan una comprensión más amplia de lo que éste realmente significa. En una lectura, si una carta cortesana se refiere a una persona específica (por su tipo físico, digamos, más bien que por las cualidades del naipe), al aparecer invertida indica que esa persona está perturbada o bloqueada, o quizá que tiene una influencia negativa sobre el sujeto. Por otra parte, si consideramos las cualidades de la carta, cuando está invertida muestra dichas cualidades alteradas. En posición normal, el Rey nos muestra a alguien poderoso e imponente, que sin embargo suele ser intolerante con las debilidades ajenas. Si está invertida, la carta nos muestra ese fuego natural después de que ha tropezado con obstáculos e inconvenientes que podrían haber asustado o volcado hacia el cinismo a una persona menos enérgica. Pero como él es el Rey de Varas, no pierde su fuerza sino que la atempera, muestra más comprensión hacia los 46

otros y, al mismo tiempo, se endurece en su actitud hacia la vida, que ya no se le aparece como una contienda tan fácil. Aquí es muy adecuada la fórmula de Waite: «Bueno pero severo, austero a la vez que tolerante.»

La Reina

La Reina representa el yin, es decir, las cualidades receptivas de cada elemento. Muestra más bien una apreciación de ese elemento que el uso social que el Rey hace de él. Esto no significa que las Reinas indiquen debilidad, ni tampoco inacción, sino que el elemento se ha traducido en sentimiento y comprensión.

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Repitamos que no hay por qué aplicar estas cualidades solamente a las mujeres. Si en una lectura vemos que la Reina identifica a una persona sólo por el tipo físico, entonces naturalmente la Reina significa una mujer. Pero si deseamos aplicar las cualidades simbólicas a alguien, entonces cualquiera de las cartas cortesanas puede representar una mujer o un hombre. Y aparte de las lecturas, la Reina de Varas representa una apreciación determinada de la vida. En contraste con la ansiedad y la impaciencia del Rey, la Reina ocupa su trono como si estuviera plantada en él. Su corona está en flor, el vestido es del color del sol. Entre todas las Reinas, ella es la única que está sentada con las piernas separadas, como signo de la energía sexual. Muestra una apreciación de la vida muy propia del Fuego, cálida y apasionada, muy sólidamente puesta en el mundo. Como el Rey, es sincera y directa; para ella no tienen sentido el engaño ni la mala fe. Más sensible que el Rey, se permite amar la vida y al prójimo, y considera que el control y la dominación no tienen más valor que el cinismo. Un gato negro vigila el trono. En el folklore cristiano, el Diablo dio a una bruja un gato negro para que la salvaguardara de ataques. Aquí, el significado es menos melodramático. A veces, si una persona 48

ama la vida, parece que el mundo le respondiera, protegiéndola de daños y proporcionándole experiencias jubilosas. No somos capaces de entender cómo sucede tal cosa sin alcanzar el complejo conocimiento interior del universo que simbolizan las últimas cartas de los Arcanos Mayores. Sin embargo, es algo que puede suceder, y el gato negro nos muestra esta respuesta de la naturaleza a alguien que se aproxima a ella inundado de fogoso júbilo.

Invertida Como sucedía con el Rey, cuando la Reina aparece invertida muestra la reacción de una persona así ante la contrariedad y el dolor. La naturaleza básicamente buena y las actitudes positivas de la Reina, lo mismo que su energía, la vuelven inapreciable en situaciones de crisis o desastre. Podemos ver en ella el tipo de persona que se hace cargo de llevar una casa cuando sus habitantes pasan por un momento de crisis, y que al mismo tiempo les ofrece consejo, ayuda y apoyo emocional, todo ello como fruto de un impulso natural y no de un sentimiento del deber. Al mismo tiempo, esta naturaleza bondadosa exige que la vida le responda de manera positiva. 49

Demasiados desastres o una oposición demasiado encarnizada de la vida (y el punto débil de estas personas puede ser la tendencia a considerar que la vida es «injusta») suelen hacer que aflore una vena peligrosa: la persona puede amargarse, empezar a mentir, ser infiel o ponerse celosa.

El Caballero

Los Caballeros traducen la cualidad de cada palo en movimiento. La energía que en el Rey veíamos como un logro, y como conciencia en la Reina, irrumpe aquí en una etapa previa. En los Caballeros vemos las maneras de funcionar de cada elemento. Al mismo tiempo, los Caballeros carecen de la seguridad y la estabilidad de los Reyes y las Reinas. 50

Porque el Fuego mismo simboliza el movimiento, el Caballero de Varas muestra esta cualidad en forma extrema. Dicho con palabras de algunos comentaristas, es «Fuego de Fuego» o «Fuego exaltado». Representa la ansiedad, la acción, el movimiento por el movimiento mismo, la aventura y los viajes. Sin alguna influencia que la ate a la tierra, toda esta excitación puede disiparse mientras el Caballero intenta volar en todas las direcciones a la vez. En conjunción con un sentimiento de finalidad y con la ayuda de alguna influencia de Aire en la planificación, el Caballero de Varas puede proporcionar la energía y la confianza en sí mismo necesarias para un logro importante. Obsérvese que las salamandras de su túnica no se muerden la cola, lo que simboliza una acción incompleta, planes que no llegan a cobrar forma. En contraste con el Rey, el Caballero no ha hecho más que iniciar sus aventuras.

Invertida Imaginémonos al joven Caballero. A diferencia del guerrero experimentado, el joven busca el combate a la menor oportunidad, porque necesita demostrar y demostrarse su coraje y su fuerza. Y sin 51

embargo, es fácil desmontarlo de su caballo. Al no haberse puesto aún a prueba, toda esa ansia está teñida de cierta fragilidad. La oposición lo confunde, e incluso es causa de que sus grandes proyectos se desplomen estrepitosamente en torno de él. Como espera que todo caiga ante él, es probable que se encuentre básicamente en desarmonía con las personas o las situaciones que lo rodean. Sus acciones se ven interrumpidas a medida que se encuentra con que su naturaleza básicamente buena no concuerda con las personas y las situaciones. En una lectura, por lo tanto, el Caballero invertido es símbolo de con fusión, proyectos que se desvían, colapso y desarmonía.

El Paje

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Los Pajes representan la cualidad de cada palo en su estado más simple, en el puro disfrute de sí mismo de una manera más leve y más juvenil que la de la madura Reina. Físicamente, los Pajes hacen referencia a niños. En relación con los adultos, indican un momento en que una persona experimenta algún aspecto de la vida simplemente como tal, sin el condicionamiento de presiones externas. En cuanto son niños, los Pajes suelen simbolizar los comienzos, el estudio, la reflexión, las cualidades de los jóvenes estudiantes. Como las Varas simbolizan el comienzo, el Paje de Varas indica especialmente la iniciación de proyectos, y en particular un anuncio, dirigido al mundo y a nosotros mismos, de que estamos preparados para iniciar algo, que puede ser un «proyecto» (lo que puede referirse tanto a una relación como a un plan práctico) o una nueva etapa de la vida. En un nivel más simple, el Paje puede representar un mensajero, un mensaje o una información. En situaciones emocionales, la simple ansia del Paje alude a fidelidad en el amor o en la amistad.

Invertida

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Más calmo que el Caballero, al Paje los problemas no lo sacuden tanto, pero sí lo sumen en la confusión y la indecisión. Su ansia por comenzar tropieza con complejidades, cuando no con una oposición directa que lo deja asustado e incapaz de expresarse. Como sus cualidades básicas son la simplicidad y la fidelidad (obsérvese que muchas de las salamandras de su traje están cerradas, lo que no significa proyectos terminados como en el caso del Rey, sino más bien una simple integridad del ser), cuando está indeciso puede mostrarse inestable y débil. La persona a quien apunte esta carta necesita ya sea alejarse de la complejidad o bien alcanzar la madurez suficiente para enfrentarse con ella. La indecisión continuada no puede conducir más que a un mayor debilitamiento de la resolución y de la confianza en sí mismo.

El Diez

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Al estar tan relacionadas con el movimiento y la acción, las Varas suscitan problemas. Constantemente en conflicto, llegan a atraer enemigos y dificultades. Esto proviene en parte de la falta de propósito y de plan, pero también del placer secreto que las Varas obtienen de cualquier contienda. El Diez nos muestra, superficialmente, la imagen de una persona cargada y oprimida por la vida, y especialmente por la responsabilidad. La avidez propia de las Varas la ha llevado a complicarse en tantas situaciones que ahora, paradójicamente, esa misma energía está aplastada por los compromisos y los problemas. El hombre quiere ser libre de viajar, de buscar la aventura y compromisos nuevos, pero en cambio se encuentra, como el joven universitario de un barrio periférico, atrapado en una red de responsabilidades interminables —financieras, 55

familiares, laborales— que el mismo se ha creado. Y no es que lo haya planeado; todo eso creció en torno de él. Vemos aquí el gran problema de las Varas. La energía del Fuego actúa sin pensar, aborda problemas nuevos simplemente porque éstos la estimulan. Pero esas situaciones y responsabilidades no desaparecen cuando la persona se aburre de ellas y quiere pasar a algo nuevo. Se mantienen, y son capaces de anegar el fuego que pareció conquistarlas. En las situaciones emocionales, la carta nos muestra a la persona que carga con todo el peso de una relación. Hombre o mujer, y sean cuales fueren los problemas, los conflictos y la insatisfacción, es ella quien intenta suavizarlos. Con la espalda inclinada, se esfuerza por mantener en marcha la relación, en tanto que probablemente, la(s) otra(s) persona(s) ni reconoce(n) siquiera lo que está pasando. Tanto en las situaciones prácticas como en las emocionales, la persona ha asumido sobre sí la carga. Es ella —o él— quien ha creado la situación, y es necesario que se dé cuenta de que todavía son posibles otras formas de abordarla. En situaciones así, es probable que las cargas no sean del todo reales, o por lo menos que se las pueda evitar; de 56

hecho, pueden servir como excusa para no hacer nada realmente constructivo, como podría ser apartarse de una situación negativa.

Invertida Como muchas cartas, ésta tiene más de un significado posible, especialmente cuando está invertida. En una lectura es Posible determinar parcialmente el significado más apropiado (aunque a veces puede ser válido más de uno, como en el caso de una opción) por mediación de las otras cartas y en parte también mediante una intuición que sólo puede desarrollarse con la práctica. En el estudio, esta diversidad de significados demuestra el hecho de que una situación puede cambiar de múltiples maneras. En el caso más simple, el Diez de Varas invertido indica que las cargas se han incrementado en número y en peso, hasta tal punto que pueden aplastar, ya sea física o emocionalmente, a la persona. Al mismo tiempo, el naipe puede significar que la persona se ha liberado de las cargas (quizá porque se le habían hecho excesivas para soportarlas). A partir de aquí, la situación vuelve a ramificarse. El o la consultante, ¿arroja los palos porque se ha dado cuenta de que puede usar para mejor fin la energía? ¿O solamente 57

se rebela contra las responsabilidades, sin hacer en realidad nada constructivo? Una mujer a quien una vez le hice una lectura describió la situación como cuestión de tirar los palos hacia adelante o hacia atrás. Si los tiramos hacia atrás, intentamos seguir una dirección nueva; tirarlos hacia adelante en cambio, significa que volveremos a recogerlos y seguiremos avanzando penosamente por el mismo camino.

El Nueve

Los Nueves enseñan la forma en que cada palo encara los problemas y los compromisos que éstos exigen. El Fuego implica gran fuerza, poder físico y un estado de alerta mental. Emocionalmente, sin 58

embargo, esta predilección por la pelea puede atrapar a las Varas en pautas conflictivas. En el Nueve volvemos a ver la imagen de alguien que se ha enfrentado con mucha oposición de los otros y de la vida; pero en vez de aceptarla, se ha defendido. El hecho de pelear ha desarrollado sus fuerzas, y por eso el naipe nos muestra un hombre musculoso y de mirada atenta. Las Varas que hay detrás de él pueden representar los recursos con que cuenta en la vida, o también los problemas que le acechan. Sea como fuere, él está listo para la próxima pelea. Obsérvese, sin embargo, la rigidez de la postura, el hombro contraído y levantado. Obsérvese también la venda que le rodea la cabeza, indicando una herida psíquica. El combatiente no es una persona completa. Ya sea por necesidad o por hábito, ha excluido toda conciencia de una vida más allá del conflicto, y ahora no busca otra cosa que la próxima pelea, mientras sus ojos ven únicamente al enemigo, a veces incluso después de que el enemigo se ha rendido.

Invertida Nuevamente, alternativas. En primer lugar, la defensa falla. Los obstáculos y los problemas crecen demasiado para que él, con su fuerza, pueda 59

mantenerlos a raya. Existe, sin embargo, otro significado: ir en busca de un enfoque diferente. No debemos dar por sentado que la carta nos aconseja siempre que abandonemos la lucha. Abandonar la actitud defensiva significa correr un gran riesgo, porque, ¿qué su cede si los problemas que hemos mantenido a distancia durante tanto tiempo se precipitan sobre nosotros? El contexto lo es todo, y en ocasiones el contexto exige esos hombros poderosos y esos ojos penetrantes. Y sin embargo, obsérvese cuánta energía desperdicia la persona en el simple hecho de mantenerse tensa y dispuesta para el combate. En consultas específicas, las verdaderas implicaciones de este naipe sólo pueden aclararse viendo cómo se combina con las otras cartas.

El Ocho

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El fuego implica rapidez y movimiento. Y aunque en ocasiones este movimiento carezca de dirección, aquí vemos la imagen de un viaje que toca a su fin, o de cosas que se completan. Cuando el Fuego encuentra su objetivo, los proyectos y las situaciones llegan a un final satisfactorio. Las Varas han llegado a tierra. Por consiguiente, la imagen de esta carta implica la adición de Pentáculos como fundamento de la energía de las Varas. Con disposición romántica, Waite las llama «flechas de amor». Podemos verlo especialmente con un significado de acción que se emprende en un contexto amoroso o de seducción, o de declaraciones formuladas y aceptadas.

Invertida 61

Si está dada vuelta, la imagen pasa a ser de continuidad, de una situación en que nada finaliza, especialmente cuando se desea un final. Una situación o actitud que simplemente se mantiene sin que se aviste conclusión alguna. Si no se puede evitar una situación así, entonces es bueno reconocerla y aceptarla, en vez de permitir que nos cause frustración o decepción. Por otra parte, hay ocasiones en que nosotros mismos podemos producir esa calidad «de estar en el aire», esperando que una situación siga sin resolverse. Una de las posiciones más importantes en una lectura es la que se llama «Esperanzas y Temores»: con mucha frecuencia, resulta ser una profecía que se autorrealiza. Las flechas de amor, cuando están invertidas, se convierten en flechas de discusión y de celos. Los celos pueden provenir de la incertidumbre y de la confusión, tanto en nuestros sentimientos como en los de la otra persona.

El Siete

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Como el Nueve, ésta es una carta de conflicto, pero aquí vemos la batalla como tal, y el efecto es estimulante. Con la fuerza y el carácter positivo que les son propios, las Varas esperan ganar, y generalmente ganan. Por obra del conflicto activo, la figura representada en este naipe se alza, por encima de cualquier depresión, en el aire claro y embriagador. En cierto sentido, esta carta muestra un antecedente del Nueve. Nos ponemos a la defensiva y nos comprometemos a pelear gracias a una experiencia anterior victoriosa, de estar en la cima. Mientras la pelea continúa, disfrutamos de ella. Quienes están bajo la influencia de las Varas necesitan saber que están vivos, precisan esa descarga de adrenalina que les muestre que el Fuego sigue circulando en sus venas. Sólo más tarde llega a aislarlos el hábito constante de la batalla. 63

Invertida Tal como lo sugiere la imagen, la persona está usando la excitación del conflicto para superar la incertidumbre y la depresión. La carta invertida indica estar sumido en la ansiedad, la indecisión, la confusión. En la posición normal, expresaba no tanto que el sujeto tuviera el control de su vida como que conseguía «mantenerse a flote» sobre ella. En la posición invertida, ya no puede seguir postergando las contradicciones. Por encima de todo, la carta previene contra la indecisión, y sugiere que, si la persona puede dar a la acción un rumbo definido, la natural confianza en sí mismo de las Varas volverá a superar las ansiedades y los problemas externos.

El Seis

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A medida que van descendiendo hasta el As, las Varas se fortalecen. El acento se desplaza de los problemas a la alegría, de la actitud defensiva al optimismo, hasta que con el As llegamos a unificarnos con el Fuego dador de vida. El Seis señala un punto de inflexión. En el sistema del Alba Dorada, la carta lleva el nombre de «Victoria», y en ella vemos realmente un desfile de victoria, en que el héroe, coronado de laureles, va rodeado por sus seguidores. Sin embargo, no ha llegado todavía a su destino. (Esto es, naturalmente, una ficción; lo mismo podría estar regresando a casa. En este punto sigo a Waite.) Está dando por sentada la victoria. El optimismo produce, precisamente, el éxito que espera y desea. Con frecuencia, aunque no siempre por cierto, se requiere solamente una auténtica fe en nosotros 65

mismos para encontrar la energía necesaria para realizar lo que queremos. Es más, es esa fe lo que ha de inspirar a nuestros seguidores. El Seis (de cualquier palo) tiene que ver con la comunicación y los dones. Aquí, las Varas otorgan a la gente que las rodea la fe que el Fuego tiene en la vida.

Invertida El verdadero optimismo crea la victoria. El falso optimismo, que encubre nuestras dudas con la fanfarronería o el autoengaño, conduce al miedo y a la debilidad. La actitud que muestra la carta cuando está en posición normal no puede ser fingida, porque cuando el optimismo no funciona se convierte en su opuesto: en derrotismo, en la sensación de que los enemigos nos abrumarán, o de que la vida —o una persona determinada— habrá de traicionarnos de alguna manera. Esta actitud se convierte con demasiada frecuencia en una profecía que se autorrealiza, porque la sospecha puede inducir a la traición.

El Cinco

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Nuevamente aparece el conflicto, pero más leve. Es parte de la naturaleza de las Varas ver la vida como una batalla, pero en su mejor sentido la batalla se convierte en una pugna emocionante, que se busca ansiosamente. Los Cincos, en general, muestran alguna dificultad o pérdida, pero el elemento Fuego convierte los problemas en competidores, viéndolas como una manera que tiene la gente de comunicarse con la sociedad, y también entre sí. Los jóvenes pelean, pero no para hacerse daño. Como niños que jugasen a los caballeros, golpean unos con otros sus palos sin pegar realmente a nadie. No tienen la intención de destruir, sino sólo de competir por el puro gozo de la acción.

Invertida 67

En posición normal, la incitante competición lleva implícito un sentimiento de las reglas y del juego limpio, porque sin acuerdos conocidos se vuelve imposible hacer de la pugna un juego. Invertido, el naipe indica que se abandonan las reglas, que de hecho la batalla ha asumido un carácter más grave y peligroso. El sentimiento del juego se convierte en amargura o desilusión en la medida en que los participan tes tratan efectivamente de hacerse daño unos a otros. La actitud del Fuego, especialmente cuando no se ve fortalecida por la comprensión y la prudencia de las Espadas, exige que la vida responda positivamente y que no muestre su aspecto más cruel. El Cinco de Varas invertido vuelve a traer a la memoria aquello de «el fuego se ha extinguido».

El Cuatro

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El número cuatro, con su imagen de la plaza, implica estancamiento o solidez. Sin embargo, la irreprimible energía de las Varas no necesita vallas protectoras como, por ejemplo, los Pentáculos. Es una energía que no se dejará contener, y por eso vemos a la gente marchando extáticamente hacia la más simple de las estructuras, confiando en que el sol disipará con su ardor cualquier nube perturbadora. La carta representa un ambiente doméstico rebosante con el optimismo, la exaltación y el regocijo del Fuego. Lo mismo que en el Seis, vemos que hay gente que sigue a los danzarines, pero a diferencia de lo que pasaba en aquel naipe, donde los soldados seguían al líder carismático, aquí la gente va transportada por el júbilo. Salen de una ciudad amurallada en busca de la enramada abierta, o dicho de otra manera, su espíritu 69

y su coraje los llevan de una actitud defensiva a otra de apertura. Podemos contraponer esta imagen a la de la Torre (figura derecha). Las dos figuras del Arcano Mayor están vestidas de manera muy similar (incluso en lo que se refiere a las túnicas azul y roja) a las dos que aparecen en el Cuatro de Varas. En sus significados menos esotéricos, la Torre muestra la explosión que resulta cuando la gente deja que una situación represiva o desdichada se mantenga hasta alcanzar un nivel intolerable. En el Cuatro de Varas, el optimismo y el amor a la libertad llevan al pueblo, unido, a salir de su ciudad amurallada antes de que ésta se les convierta en una prisión como la Torre.

Invertida Waite dice que esta carta no cambia aunque esté al revés. El júbilo es tan poderoso que no se lo puede bloquear. Pero igualmente podríamos añadir que el Cuatro Invertido seguramente indica, como el Sol en los Arcanos Mayores, que la felicidad en el ambiente no es tan obvia. Como sucede con la familia del Diez de Pentáculos, es probable que las personas que este naipe simboliza necesiten aprender a apreciar lo que tienen. Existe otra posibilidad: que la felicidad en el medio que rodea a la persona sea fuerte, pero no

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ortodoxa, por lo menos en relación con las actitudes y expectativas de otras personas

El Tres

El número tres, en cuanto une en una nueva realidad al uno y al dos (como la Emperatriz en los Arcanos Mayores), indica combinaciones y logros. En cada palo, muestra el elemento que le es propio en su madurez. Con las Varas, esto significa realización. La figura se nos muestra fuerte, pero calma, no amenazada. Los jóvenes competidores del Cinco han alcanzado el éxito, especialmente en los negocios, la carrera, etc., aunque la carta implica también madurez emocional. El ansia de las Varas no desaparece, pero aquí el personaje envía sus naves a 71

explorar nuevos territorios mientras él se queda atrás. En contraste con el Caballero, la imagen hace pensar en mantener una base sólida en lo que ya hemos realizado, mientras seguimos abriendo en nosotros mismos territorios e intereses nuevos. A veces, en una lectura, esto puede significar el mantenimiento de un compromiso básico con las relaciones existentes, sin por eso dejar de buscar nuevos amigos o amantes. Algunas cartas del Tarot adquieren significados especiales que solamente son válidos para situaciones específicas. A una persona perturbada por el pasado o que está aún en pugna con él, el Tres de Varas puede indicarle que llegará a hacer las paces con sus recuerdos, que son como barcos que atraviesan un ancho río para después salir al mar. El sol poniente, símbolo de satisfacción, ilumina el río —que simboliza la vida emocional de una persona— con una cálida luz dorada. En el Tres de Varas vemos la primera de las cartas Portales (el palo de Varas, con su énfasis puesto en la acción, contiene menos de estas cartas «intimistas» que cualquiera de los otros). Metafísicamente, el mar siempre ha suscitado en los seres humanos la sensación de la vastedad y del misterio del universo, mientras que los ríos simbolizan la experiencia del ego al disolverse en ese 72

inmenso Mar. Los barcos representan aquella parte de nosotros que se aventura en la experiencia profunda, en tanto que el hombre expresa la importancia de haber echado raíces en la realidad ordinaria antes de intentar ningún tipo de viaje metafísico. Esta explicación esquemática no nos da más que una débil sombra intelectual de los verdaderos significados del naipe. Un significado que aflora en la experiencia de unirnos con la imagen hasta que las naves nos lleven a los ámbitos desconocidos del sí mismo, del ser interior. Significativamente, es la adición del Agua y la Tierra —en la forma del mar y de la roca— lo que encamina las imágenes hacia el máximo potencial del Fuego. Pero, pese a ello, la cualidad especial de este Portal —la de la exploración de lo desconocido— pertenece al Fuego.

Invertida Varios significados reflejan la compleja naturaleza de la carta en posición invertida. Por una parte, puede aludir al fracaso de cualquier «exploración» o proyecto (ya sea práctico o emocional), debido a «tormentas», esto es, a problemas mayores de lo que habíamos previsto o esperado. Pero además puede significar llegar a interesarnos en nuestro medio después de un período 73

de distanciamiento y reflexión, pues la imagen en posición normal transmite cierta sensación de aislamiento. Finalmente, puede indicar que a uno le perturban los recuerdos.

El Dos

Nuevamente una carta de éxito, en mayor medida aún que el Tres, ya que aquí un hombre está de pie en un castillo y tiene el mundo en sus manos. Sin embargo, la carta no es portadora de la misma satisfacción que el Tres. El hombre está aburrido; sus logros no le han servido más que para aprisionarlo (una situación muy desagradable para el Fuego), y el mundo que sostiene es muy pequeño. Waite compara ese abatimiento con el de Alejandro, de quien se 74

decía que lloró después de haber conquistado el mundo conocido, porque entonces ya no se le ocurría qué más hacer con su vida (su muerte, acaecida poco después, dio indudablemente más pábulo a esta leyenda). El comentario de Waite sugiere que, una vez que la batalla está ganada, el amor al combate y al desafío, característico de las Varas, puede dejarlo a uno sin ninguna satisfacción real por lo efectivamente logrado. Es obvia la comparación con el Cuatro (lo mismo que con el Diez), en donde varias personas danzan, juntas, al salir de una ciudad amurallada. Aquí, una persona está sola, encerrada por la muralla de su propio éxito.

Invertida Aquí encontramos una de las mejores formulaciones de Waite: «Sorpresa, maravilla, encantamiento, turbación y miedo.» Todos estos términos describen a alguien que de un salto se precipita directamente en la experiencia nueva. Cuando dejamos atrás las situaciones seguras y los éxitos pasados para adentrarnos en lo desconocido, liberamos tanta emoción y energía que no podemos evitar ni la maravilla ni el encantamiento ni tampoco 75

el miedo que a ambos acompaña. El naipe habla muy especialmente a las personas que han vivido durante largo tiempo en alguna situación desagradable o insatisfactoria, y que finalmente deciden hacer un cambio en forma imprevista.

El As

Un don de fuerza, de poder, de gran energía sexual, de amor a la vida. Las hojas brotan con tal abundancia que se desprenden, convirtiéndose en Yod, la primera letra del nombre de Dios. La presencia de letras Yod en todos los Ases, salvo el de Pentáculos, indica que recibimos estas importantes experiencias como un don de la vida. No podemos causarlas ni producirlas por medios normales; nos 76

llegan como manos que salieran de las nubes. Sólo llegando a los supremos estados de conciencia que nos muestran las últimas cartas de los Arcanos Mayores podemos entender las fuentes de esas irrupciones de energía elemental, pero en las situaciones ordinarias basta con que sepamos experimentarlas y apreciarlas. En los inicios de una situación, ninguna carta podría señalar mejor comienzo. El As da disposición favorable y fuerza. Al mismo tiempo, es una carta que enseña humildad, porque nos recuerda que en última instancia no hemos hecho nada, moralmente, para merecer el optimismo y la sobreabundancia de energía que a veces nos permiten superar a los demás.

Invertida Un As invertido implica en cierto modo el fracaso de esa experiencia primaria. Esto puede significar simplemente que la situación se vuelve en contra de nosotros o bien, especialmente con las Varas y las Espadas, que se nos hace imposible aferrarnos a esa fuerza y usarla de manera benéfica. Por consiguiente, el As de Varas invertido puede significar el caos, cosas que se desmoronan, ya sea porque simplemente todo ha salido así o porque 77

nosotros lo hemos echado a perder con demasiada energía mal dirigida. Esto puede suceder en un nivel práctico, por exceso de actividad, por comenzar demasiadas cosas nuevas sin consolidar los logros pasados; en el emocional, por haberse confiado excesivamente en la amistad o simplemente por ser despótico; o, finalmente, en el sexual, por la negativa a dominar un apetito sexual demasiado fogoso. Waite incluyó una lectura mucho más suave para el As de Varas invertido: «Alegría que se nubla.» Entonces, este naipe se vuelve como el Cuatro o el Sol; la maravilla y la felicidad existen aun cuando nosotros no podamos, o no queramos, verlas ante nosotros.

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2 Las Copas

Si el Fuego simboliza la fuerza espiritual que da vida al universo, el Agua significa el amor que permite al alma recibir esa fuerza. El sol hace que la semilla salga del suelo, pero solamente cuando antes el agua la ha ablandado y alimentado. El Fuego representa la acción, el Agua la ausencia de forma o la pasividad. El Agua no es símbolo de debilidad; más bien representa el ser interior, y ese lento advenimiento a la vida de la semilla. En situaciones extremas, fuego y agua son enemigos naturales; una riada extinguirá un incendio, mientras que una llama 79

puesta debajo de un recipiente convertirá en vapor la sustancia, de suyo informe, del agua. Al mismo tiempo, la vida no puede existir ni crecer sin una generosa mezcla de estos dos primitivos opuestos. Esta paradoja llevó a los alquimistas y a otros estudiosos a describir la transformación —que no es simplemente un cambio, sino una evolución súbita de un estado fragmentario a uno integrado— como una unificación del Fuego y el Agua, que se muestra en la imagen del hermafrodita (en la sociedad tradicional, con su identificación estricta del sexo y del papel sexual, ¿qué símbolo de los opuestos podía haber, más poderoso que el hombre y la mujer?) y, más simbólicamente, en la estrella de seis puntas. En esta antigua imagen (muy anterior a su uso moderno como emblema del judaísmo), el triángulo de Fuego, que apunta hacia arriba, se une al triángulo de Agua, en equilibrio sobre el vértice, para formar una imagen de la vida que se extiende en todas direcciones a partir de un centro unificado. Como el agua en un río cambia constantemente, y sin embargo el río mantiene siempre su carácter básico, los ríos simbolizan el ser verdadero que se mantiene constante por debajo de todos los cambios externos en la vida de una persona. Así, en tanto que el Fuego simboliza lo que hacemos, el Agua representa lo que somos. 80

Todos los ríos van a dar a la mar. Por más que nuestro ego insista en nuestra separación del resto de los vivientes, nuestros instintos —el lado de Agua que todos tenemos— nos recuerdan nuestra armonía con el universo. La cultura occidental ha puesto el acento en la idea del individuo como algo único y separado del mundo. El Tarot no niega el carácter peculiar del individuo —más bien insiste en él, subrayando estrictamente la intransferibilidad de las lecturas—, pero describe en cambio al individuo como una combinación de elementos (una carta astrológica, con sus doce signos y sus doce casas, nos enseña la misma lección). Y uno de esos elementos sigue siendo la conexión básica de la persona con el resto de la vida. El palo de Copas muestra una experiencia íntima que fluye en vez de definir, que se abre en vez de restringir. Las Copas representan el amor y la imaginación, el júbilo y la paz, un sentimiento de armonía y de maravilla. Nos muestran que el amor es la Vía hacia el Espíritu; tanto el amor que damos a los demás como el que recibimos de ellos, y de la vida misma en sus momentos más felices. En las ocasiones en que la vida exige acción, ya sea emocional o física, las Copas representan el problema de la pasividad. Todos los intentos de hacer algo, o de resolver algún problema complicado, se 81

disuelven en la vaguedad y la apatía, o se quedan en sueños vacíos. Las Varas confieren energía a las Copas, las Espadas definen y orientan esa energía emocional, ayudándole a entender las cosas (aunque una tormenta de Aire agitará la disposición pacífica del Agua), mientras que los Pentáculos vuelven a llevar las fantasías al nivel de los proyectos reales.

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El Rey

Como el Rey de Varas, el de Copas representa a su palo en lo que tiene de responsabilidad social, realización y madurez. Y, como sucedía con el Rey de Fuego, tampoco para éste su posición de «mantenedor de la sociedad» es una prenda que le caiga muy cómoda. Las Copas simbolizan la imaginación creativa, y para alcanzar el éxito, el personaje ha tenido que disciplinarse hasta el punto de llegar a suprimir sus sueños. El pez, símbolo de la creatividad, le cuelga del cuello, pero no es más que un ornamento artificial. El Rey ha orientado sus poderes creativos en busca de logros socialmente responsables. Waite lo describe como un hombre «de 83

negocios, de derecho, de religión». En cierto sentido, el Rey ha vencido a su palo; pero el agua necesita fluir, no estar confinada. Detrás de su trono, un pez vivo se eleva de un salto entre las olas, señalando que la imaginación creativa se mantiene viva aun cuando la hayamos relegado al último rincón. De modo similar, su trono flota sobre el mar viviente, y sin embargo, el Rey no toca el agua (compárese con la Reina), lo que indica que su éxito se deriva en última instancia de la creatividad, por más que él haya configurado su vida de tal manera que lo separe de su propia imaginación, juguetona y poética. En su alcance extremo, la imagen hace pensar en alguien que ha embalsado sus emociones y su imaginación. Muestra también, con más moderación, a una persona que expresa esas cualidades, pero no hace de ellas el centro de su vida. La responsabilidad está antes que la expresión de sí mismo. El Rey no está mirando su copa; la sostiene de la misma manera que sostiene el cetro, símbolo de su poder. Algunos comentaristas ven en este Rey a una persona de emociones perturbadas, incluso colérica y violenta, que habitualmente suprime estos sentimientos hasta el punto de no tener conciencia de ellos, y que mantiene siempre un exterior calmo. Esta 84

interpretación proviene de la idea de que los reyes representan el Aire y, consiguientemente, el Rey de Copas es Aire de Agua, las emociones perturbadas del Aire cubiertas por la influencia benigna del Agua. En algunos contextos, especialmente artísticos, el Rey asume un significado muy diferente. Como es el líder de su palo, es capaz de simbolizar el éxito, el logro, la maestría y la madurez en el trabajo artístico.

Invertida Más complejo, y probablemente más perturbado que el Rey de Varas, el Rey de Copas invertido tiende a la deshonestidad. Cuando está en posición normal, usa su creatividad para su trabajo; invertido, orienta sus talentos al vicio o a la corrupción. Los estafadores también se valen de la creatividad para progresar en su carrera, pero no diríamos de ellos que son «responsables». La carta puesta del revés puede significar que las emociones violentas del Aire emergen de su calma exterior, debido quizás a la presión de los acontecimientos externos. Visto desde un ángulo romántico, el Rey de Copas invertido puede apuntar a

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un amante —en ocasiones una mujer, pero con más frecuencia un hombre— deshonesto y dominante. Finalmente, en relación con las artes el naipe invertido puede sugerir que el logro de un artista ha resultado ser insignificante, o que una persona no ha madurado todavía y no tiene tras de sí una obra significativa. En una lectura, este significado final se destacaría enérgicamente si la carta apareciera en relación con ciertos Pentáculos invertidos, tales como el Ocho o el Tres.

La Reina

La de mayor éxito y la más equilibrada de las Copas, y en ciertos sentidos de todos los Arcanos 86

Menores, la Reina es casi una versión mundana del danzarín del Mundo. Situada entre la responsabilidad exterior del Rey y la pasividad del Caballero, muestra la posibilidad de fundir la imaginación y la acción, la creatividad y la utilidad social. Su trono, decorado con sirenas en forma de querubes, se apoya en tierra, lo que indica su conexión con el mundo exterior y con las otras personas, una relación más real que la del Rey. Al mismo tiempo, el agua fluye sobre sus pies y se confunde con su vestido, lo que significa la unidad del sí mismo con la emoción y la imaginación. El agua sugiere también fuerzas inconscientes —las pautas espirituales subyacentes que nos muestran los Arcanos Mayores— que alimentan la vida consciente. La unidad del agua, la tierra y la Reina implica que no alimentamos a la Imaginación dándole total libertad de vagabundear a su antojo, sino más bien encauzándola hacia una actividad valiosa, una idea que la mayoría de los artistas suscribirían, y que vuelve a aparecer con más fuerza en el Nueve de Pentáculos, emblema de las disciplinas creativas. Waite describe la copa que la Reina tiene en la mano como creada por ella misma. Es (independientemente de lo que podamos pensar de su estilo) la más elaborada de todas las copas, y simboliza el logro obtenido mediante el uso de la imaginación. Obsérvese que tiene forma de iglesia. 87

Hasta la edad moderna (y todavía hoy, en las culturas más arcaicas), todas las formas del arte expresaban y glorificaban la experiencia espiritual. La reina mira con fija intensidad la copa, mostrando el poder de la voluntad que dirige y modela la fuerza creativa, sin suprimirla. Al mismo tiempo, su mirada sugiere que la persona creativa deriva su inspiración para la actividad futura de sus logros pasados. Compárese la fiereza de su mirada con el aire soñoliento del Caballero o con las nebulosas fantasías del Siete. El poder de la voluntad por sí solo no llegará a unir la imaginación y la acción. Únicamente el amor puede dar significado a las acciones de la Reina y realizar sus objetivos. Estos objetivos no son simplemente creativos en el sentido estricto del arte, sino en el otro, más amplio, de hacer algo íntegro y vivo a partir de las oportunidades y de los elementos que nos da la vida. Y pueden incluir metas emocionales, especialmente la familia, porque si el Rey simboliza la sociedad, la Reina —tanto para los hombres como para las mujeres— simboliza la familia. Lo que es más importante es que en ella se unen conciencia y sentimiento. Sabe lo que quiere y dará los pasos necesarios para conseguirlo. Y sin embargo, actúa siempre teniendo en cuenta el amor. 88

Waite habla de «inteligencia amante y de ahí el don de la visión», palabras que sugieren que una visión tan jubilosa de la vida sólo puede llegarnos como un don, pero el amor puede abrirnos a la recepción de ese don y permitirnos reconocer su existencia. Con la inteligencia unida al amor devolvemos el regalo, adueñándonos de la visión para hacer con ella algo real y perdurable.

Invertida En posición invertida, la Reina de Copas rompe esa unidad de visión y acción. Vemos a una persona poderosa y con ambiciones, que sin embargo es peligrosa porque no se puede confiar en ella. El amor se ha perdido, y con él el compromiso con valores más elevados que el propio éxito. Si la persona se aparta un poco más del equilibrio, puede llegar a la deshonestidad, e incluso a la depravación, por que sus fuerzas creativas están lanzadas fuera de control.

El Caballero

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En cuanto figura menos desarrollada que la Reina o el Rey, el Caballero no ha aprendido a dirigir su imaginación hacia el mundo. Por lo tanto, los sueños dominan esta carta, con sus imágenes de una montura lenta y un jinete perdido en las seducciones de su copa, símbolo de la imaginación. Al mismo tiempo, la fuerza creativa es menos poderosa aquí que en cualquiera de las otras cartas cortesanas de Copas. Sólo un estrecho río fluye a través de una tierra reseca. El Caballero no ha aprendido que la verdadera imaginación se nutre de la acción antes que de la fantasía. Con esto quiero decir que si no hacemos nada con ellos, nuestros sueños seguirán siendo vagos y careciendo de relación con el resto de nuestra vida. Algo más podemos señalar en relación con la ensoñación del Caballero, si nos preguntamos de qué 90

se alimenta. ¿De principios interiores, como en el arte basado en mitos o arquetipos, o de complacencia en sí mismo, como sucede con el soñar despierto y con el arte escapista, ya sea en el cine o en la literatura? El poeta inglés Samuel Taylor Coleridge distinguía entre «imaginación» y «fantasía». Ambas apartan la mente de la experiencia y de las percepciones ordinarias. Sin embargo, mientras que la primera se deriva de una percepción de la verdad espiritual subyacente y conduce a ella, la segunda no produce más que caprichos que pueden interesar y excitar, pero que en última instancia carecen de auténtico significado. Provienen del ego, más que del inconsciente. De su copa (compárese con la del Paje) no se asoma nada. Tampoco el personaje le ha dado la forma de algo más grande de lo que era, como ha hecho la Reina. Un Caballero es una figura comprometida con la acción. El Agua, por otra parte, simboliza la pasividad. El simbolismo —Fuego de Agua en el sistema del Alba Dorada— indica que los elementos no están reconciliados. Al negar este compromiso básico con el mundo, el Caballero no permite que su imaginación produzca nada. Porque es un Caballero, el mundo exterior de la acción y del sexo puede atraerle incluso mientras él va en pos de sus pensamientos y fantasías. Su 91

pasividad puede, en ocasiones, ser una pose, casi exagerada con el propósito de negar las tentaciones y los deseos que perturban su paz. Desde el punto de vista del amor, el Caballero puede representar un enamorado o enamorada que no quiere comprometerse, que es quizás atractivo, pero al mismo tiempo pasivo, retraído o narcisista. Estas duras imágenes del Caballero se refieren todas a sus conflictos. Al mismo tiempo, el yelmo y los pies tienen alas, el caballo es brioso en su lentitud. Y el Caballero se parece a la Muerte (figura a la derecha), símbolo de transformación. Si no se ve tironeado por la responsabilidad o el deseo, si va en pos de una visión auténtica en vez de tratar de eludir los compromisos externos, entonces el Caballero puede penetrar muy profundamente dentro de sí mismo, convirtiendo la energía que le es propia en una exploración de su propio mundo interior.

Invertida De diversas maneras vemos que el Caballero reacciona frente a las exigencias en aumento del mundo que lo rodea. Ello puede significar simplemente que se anima a la acción, o bien que sigue sus deseos más físicos. También puede aludir a 92

que una persona pasiva se ve empujada a la acción o a un compromiso, y que eso no le agrada. Aun sin resistirse exteriormente, la persona puede rechazar esas exigencias. El resultado puede ser una muralla que se alza entre el Caballero y las personas que le están haciendo asumir sus responsabilidades. Esta actitud puede dar como resultado una tendencia hipócrita o manipuladora y, en ocasiones, mentiras y jugarretas.

El Paje

Al ser más joven de espíritu, como un niño, el Paje no sufre el mismo conflicto con la responsabilidad ni con el deseo sensual. Indica un estado o un momento en el cual la contemplación y la 93

fantasía son muy adecuadas para una persona. No hay exigencias externas que perturben la tranquilidad de su contemplación. Como resultado, el pez de la imaginación lo mira desde el interior de su copa. Y él, entretenido, lo mira a su vez sin la necesidad que tenía el Caballero de penetrar tan profundamente dentro de sí mismo. Aquí, la imaginación es su propia justificación. El pez puede simbolizar también sensibilidad y poderes psíquicos. Y como los Pajes tienen cierta condición estudiantil, el de Copas puede señalar a alguien en quien están desarrollándose estos poderes, ya sea mediante un programa de estudio y meditación o porque esos talentos están apareciendo por sí solos, pero de manera pacífica.

Invertida En la posición normal hemos visto a una persona que dejaba burbujear ante sí su imaginación. Como el personaje no hace nada con ellas, sus fantasías no le traen problemas. Pero si intenta actuar en función de ellas, pueden conducirle al error. Invertida, por tanto, la carta significa seguir nuestras inclinaciones, actuar sin pensar o permitir que nuestros deseos inmediatos nos seduzcan, especialmente si van en contra de 94

nuestro sentido común. Vemos el Paje invertido cada vez que compramos algo que no necesitamos y que, en realidad, ni siquiera queremos; lo vemos cuando hacemos promesas que no podemos cumplir o asumimos compromisos que en realidad no significan nada. En otras situaciones, si el Paje se refiere a una evolución psíquica o a verdaderas visiones, cuando aparece invertido nos muestra a una persona perturbada por ese tipo de visiones. Es probable que mucha gente, en nuestro mundo racionalizado, se asuste ante el surgimiento súbito de talentos psíquicos —aun cuando hayan sido deliberadamente buscados mediante un entrenamiento—. El Paje invertido refleja ese miedo y nos recuerda que debemos calmarnos y mirar tranquilamente el pez que se asoma de la copa que somos nosotros mismos. En relación con Pentáculos, el naipe indica la necesidad de que el consultante se afirme en la realidad exterior para que no se vea arrastrado por sus fantasías o visiones.

El Diez

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Por ser el número más alto, el Diez significa en su plenitud la cualidad del palo. En las Varas veíamos un exceso de cargas; en las Copas encontramos el júbilo y la maravilla de la vida que se extienden a través del cielo. El Santo Graal, símbolo del amor y de la gracia de Dios, constituye la base de este naipe, que nos muestra cómo el amor, la imaginación y la alegría llegan a nosotros como dones. La Biblia nos dice que Dios hizo el arco iris como una promesa de que el mundo no volvería jamás a sufrir una inundación de destrucción. Pero el arco iris es además portador de otra promesa todavía más positiva: que la vida nos da felicidad y no sólo una ausencia de dolor. El hombre y la mujer que muestra la figura entienden de estas cosas. Abrazados, miran hacia arriba mientras celebran el arco iris. Pero los niños 96

danzan sin mirar hacia arriba: simbolizan la inocencia, que toma la felicidad como la condición natural de la vida. Los niños esperan la felicidad, pero no la dilapidan. Al mostrar una familia, la carta se refiere principalmente a la felicidad doméstica, pero puede indicar cualquier situación que provoque un brote de júbilo. Se refiere en especial al reconocimiento de las cualidades valiosas de una situación. Este significado se relaciona especialmente con las lecturas en que el Diez de Copas aparece en contraste con el Diez de Pentáculos.

Invertida Hay aquí dos variantes básicas. Primero, toda la emoción se vuelve contra sí misma. Alguna situación muy cargada, por lo común de orden romántico o doméstico, se ha descaminado y produce sentimientos violentos, de cólera o engaño. En la práctica, el Diez invertido puede significar simplemente que una persona no reconoce o no aprecia la felicidad que la vida le ofrece.

El Nueve

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Del regocijo profundo pasamos a los placeres más simples de las festividades y el contentamiento físico. Como ya vimos antes, los Nueves representan los compromisos que hacemos con la vida. Las Varas mostraban una defensa fuerte; las Copas, más benignas, muestran la actitud de evitar la preocupación y los problemas, concentrándose en los placeres ordinarios. A veces la gente reacciona con antagonismo ante esta carta, quizá porque desea verse a sí misma más allá de la superficialidad. En ocasiones, especialmente después de haber pasado por problemas o por un período prolongado de trabajo duro, nada puede venirnos mejor que simplemente pasarlo bien.

Invertida 98

Por una vez, el significado de la carta invertida representa una mayor toma de conciencia o, para decirlo con la fórmula de Waite, «verdad, lealtad, libertad». En relación con lo que significa la carta en posición normal, estas palabras implican un rechazo de los valores superficiales, pero se refieren también a situaciones muy enmarañadas u opresivas, en las que, siguiendo empeñosamente el hilo de la verdad, o manteniéndonos leales a nosotros mismos —o a los demás, o a un propósito—, podemos alcanzar la victoria y la liberación.

El Ocho

La naturaleza apacible de las Copas tiende a adormecernos, apartándonos de lo que tenemos que 99

hacer. El Ocho comienza (o termina) una serie de cinco cartas que se ocupan del problema que tiene el Agua con la acción. En esta carta vemos a alguien que da la espalda a una doble hilera de Copas, todas de pie, que simbolizan una situación que no sólo ha sido fuente de felicidad, sino que sigue siéndolo efectivamente. En contraste con el Cinco, todas las Copas están en pie; ninguna ha sido volcada. Y sin embargo, la persona sabe que ha llegado el momento de irse. La imagen sugiere uno de los verdaderos usos del instinto del Agua: la capacidad de percibir cuándo algo se ha terminado, cuándo es el momento de irnos, sin esperar a que todo se seque o se desmorone a nuestro alrededor. Vemos que la persona va trepando una colina, hacia un terreno más elevado; ello implica pasar de una situación menos significativa a otra que lo es más. Obsérvese la semejanza de la persona con el Ermitaño (figura derecha). Para llegar a alcanzar las alturas de la sabiduría del Ermitaño, debemos empezar por dejar a nuestras espaldas las cosas ordinarias de la vida. El Ermitaño nos recuerda que la imagen de la tierra no significa necesariamente acción o compromiso en el sentido ordinario, sino que puede sugerir casi lo opuesto: es decir, un retraimiento de la actividad externa para buscar una mayor conciencia 100

de sí mismo. Al principio, parece que la escena tuviera lugar de noche; pero cuando miramos mejor, vemos que en realidad representa un eclipse, en que la luna pasa a través del sol. Una fase de la luna, esto es, un período de percepción interior, ha prevalecido sobre la actividad dirigida desde afuera. Al unir la imaginería lunar a una escena de movimiento, la carta nos enseña que cultivar un sentimiento más profundo de sí mismo es también una acción. Recuérdese que el Ermitaño, al invertir la polaridad sexual de la Suma Sacerdotisa (véase el libro sobre los Arcanos Mayores), combina la acción y la intuición en un programa preciso de conocimiento de sí. Ya sea que interpretemos la figura en el sentido de que se aleja del mundo o de que se acerca a la acción, la carta simboliza el abandono de una situación estable. En su nivel más profundo, esta carta actúa como un Portal, similar en ciertos sentidos al Tres de Varas. Ambas elaboran la imagen de un viaje hacia lo desconocido, pero mientras que la carta de Fuego es atraída hacia el Agua, la carta de Agua es atraída hacia el Aire. El Tres de Varas descompone el ego y libera el espíritu de investigación, mientras que el Ocho de Copas avanza desde la vaguedad del Agua hacia el conocimiento específico de los principios abstractos, simbolizado por el ascenso a la montaña del Ermitaño. 101

Invertida En ocasiones, el Ocho invertido indica simplemente la negación de la imagen básica de la carta: una negativa a abandonar alguna situación, una determinación a aferrarnos aun cuando en lo profundo de nosotros mismos sepamos que hemos recibido todo lo que podíamos recibir de ella. Tal descripción caracteriza a muchas relaciones. Generalmente, sin embargo, la carta invertida mantiene su cualidad de percepción y de respuesta correcta. Significa que el momento de partir no ha llegado, que la situación seguirá brindándonos júbilo y teniendo sentido. Una última posibilidad: la timidez, el abandonar una situación porque a la persona le falta valor para proseguir en ella y sacarle todo el partido posible. Mucha gente hace de esta actitud una pauta en su vida; inician relaciones, trabajos, proyectos, etc., y después huyen de ellos, ya sea cuando surgen dificultades o cuando llega el momento de un compromiso auténtico.

El Siete 102

Con el Siete, el problema de las Copas aparece en su forma más directa. La emoción y la imaginación pueden producir visiones maravillosas; pero sin un fundamento, tanto en la acción como en las realidades externas de la vida, esas imágenes fantásticas no pasan de ser ensoñaciones, «fantasías» sin valor ni significado auténtico. Obsérvese que las visiones abarcan la gama completa de las fantasías, desde la riqueza (las joyas) a los laureles de la victoria, pasando por el miedo (el dragón), la aventura (el castillo) e incluso los arquetipos de la mitología: un rostro divino, una misteriosa figura radiante y una serpiente, símbolo universal de la sabiduría psíquica. Es un error pensar que las ensoñaciones no tienen sentido a causa de su contenido; por el contrario, es frecuente que surjan de necesidades e imágenes arquetípicas profundas. 103

Carecen de significado porque no se relacionan con nada exterior a ellas mismas.

Invertida Esta carta, invertida, significa una determinación a hacer algo con los sueños. No significa rechazar las fantasías, sino más bien hacer algo con ellas.

El Seis

En cuanto cartas de emoción benévola y de sueños, las Copas significan dulces recuerdos. Hay veces en que esos recuerdos representan verdaderamente el pasado; otras, es probable que 104

idealicemos el pasado y lo veamos a través de un velo de seguridad y felicidad. El emblema de esta segunda actitud es la infancia, representada como una época segura, en la cual los padres, o los hermanos y hermanas mayores, nos protegían y nos daban todo lo que necesitábamos. A veces, una actitud así puede producir un sentimiento de cálida seguridad que ayuda a la gente a enfrentar sus problemas actuales. En este sentido, la carta muestra cómo el pasado (el enano) hace una ofrenda de recuerdos al futuro, simbolizado por la niña. Otras veces, sin embargo, una fijación en el pasado puede impedir que una persona enfrente sus problemas actuales. El pasado puede distraer del presente tanto como las fantasías pueden distraer del futuro. El Seis tiene otros significados, además del recuerdo. Tanto éste como los de los otros palos muestran relaciones basadas en dar y recibir. Aquí vemos la imagen de un maestro o protector que da prudencia y seguridad a alguien que podría ser un miembro de la familia, un estudiante o un amigo.

Invertida Como el Siete, el Seis invertido indica un movimiento hacia la acción. Específicamente, alude a 105

mirar más bien hacia el futuro que hacia el pasado. Las dos cartas invertidas son muy similares; la diferencia es que el Seis muestra una actitud, en tanto que el Siete indica pasos que se dan efectivamente. En otras ocasiones, según cuál sea el significado en posición normal, el Seis invertido indica recuerdos perturbados (compárese con el Tres de Varas invertido), o un sentimiento de alienación frente al pasado. También puede mostrar el colapso de una relación basada en que una de las personas proteja o enseñe a la(s) otra(s).

El Cinco

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Los Cincos hacen referencia a la pugna, y en ocasiones al dolor. Con las Varas veíamos la aventura de la competición; las Copas nos enseñan la reacción emocional ante la pérdida. La imagen representa sufrimiento, pero también aceptación. Tres copas yacen derramadas, pero dos permanecen en pie, aun cuando por el momento la figura se concentre sobre las otras tres. En las lecturas he visto con frecuencia que esta carta se vincula ya sea con el Tres de Copas en cuanto felicidad o esperanza que ha fracasado, o si no, con el Tres de Espadas; las dos copas que siguen en pie han sido referidas con frecuencia al Dos de Copas, es decir, el apoyo recibido de un amante o un amigo. La mujer (o el hombre; el carácter andrógino de la figura indica que el dolor unifica los sexos) está de pie, rígida, envuelta en un manto negro, el color del duelo. Necesita aceptar que alguna felicidad se ha desvanecido de pronto, que un golpe la ha derramado. Todavía no puede darse cuenta de que algo queda, porque primero tiene que entender y aceptar la pérdida. Se pregunta uno si no ha volcado ella misma las copas, ya sea por temeridad o porque eran hasta tal punto parte de su vida que ya no las percibía. En el sentido de toma de conciencia, la carta se relaciona con la Justicia, emblema de la verdad y de la aceptación de la responsabilidad. En la postura y la vestimenta, recuerda al Ermitaño, que se 107

envuelve en la capa de la sabiduría para que lo sostenga en su empresa de mirar dentro de sí en busca de una visión de su vida, la visión que aceptará en la Justicia. El río representa el fluir del dolor, pero el puente simboliza la conciencia y la determinación. Conduce del pasado (la pérdida) al futuro (el nuevo comienzo). Cuando haya aceptado su pérdida, la figura podrá volverse, recoger las dos copas restantes y atravesar el puente en dirección a la casa, símbolo de estabilidad y continuidad. Con su profunda evocación de la nostalgia y el dolor, la carta constituye otro Portal, que nos aporta ese sentimiento de pérdida y separación espiritual que en el mundo entero ha dado origen a los mitos de una caída o un exilio del Paraíso.

Invertida El significado básico de la carta puede cambiar de tres maneras distintas cuando aparece invertida. Primero, puede significar que no se acepta la pérdida, y como consecuencia de ello, implica falsos proyectos o errores. Segundo, puede indicar apoyo proveniente de otros, amistad, ocupaciones e 108

intereses nuevos después de algún acontecimiento triste o inquietante. Y finalmente, puede acentuar la conciencia de lo que sigue siendo importante y permanente frente al dolor. En este sentido, la mujer se vuelve de las tres copas a las dos. Aquí las dos copas simbolizan la base sólida de la vida de una persona; se mantienen en pie porque no son tan fáciles de derribar. Y la conciencia de ello indica que las tres copas caídas simbolizan algo menos importante de lo que pudo parecer inicialmente, en el momento de su destrucción.

El Cuatro

En ocasiones, la pasividad de las Copas puede conducir a la apatía. Lo que podemos llamar la 109

«imaginación negativa» nos hace verlo todo aburrido o sin valor. No parece que haya nada por lo cual valga la pena levantarse, nada que valga la pena hacer, nada digno de ser examinado. Las tres copas simbolizan la experiencia pasada de la persona. Aburrido por lo que la vida le ha dado, el joven no reconoce las oportunidades nuevas que le ofrece la cuarta copa. El parecido entre esa copa y el As hace pensar que las nuevas posibilidades pueden conducir a la felicidad y la satisfacción. La carta apunta a veces a la apatía resultante de un ambiente opaco y nada estimulante.

Invertida También aquí la inversión del naipe nos saca de nosotros mismos, nos despierta para el mundo y sus posibilidades. Se nos ofrecen cosas, relaciones e ideas nuevas. Y, lo que es más importante, la carta invertida muestra entusiasmo y el aprovechamiento de oportunidades.

El Tres

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El Tres muestra una apreciación del significado y del valor del palo. Debido a que el Graal está en la base del palo, el Tres de Copas indica júbilo, celebración y, sobre todo, compartir la maravilla de la vida. Como si hubiéramos pasado la crisis de la acción, las tres cartas finales en su totalidad, de acuerdo con sus números, rebosan felicidad. Aquí vemos a las mujeres celebrando, como en una cosecha. O bien ha terminado una crisis, o el trabajo ha producido buenos resultados. Las tres mujeres están de tal manera entrelazadas que se hace difícil decir de quién es cada brazo. Tanto en los buenos momentos como en los malos, la carta muestra un compartir la experiencia.

Invertida 111

También aquí se presentan varios significados. Antes que nada, la carta en esta posición puede mostrar la pérdida de algo que daba felicidad. Con mucha frecuencia indica que lo esperado no se ha producido. Puede significar también el fracaso de una amistad y la desilusión de descubrir que los amigos no nos han apoyado cuando los necesitábamos, o la dispersión de un grupo de amigos. Otro significado muestra una corrupción del original. En vez de una celebración compartida de los gozos de la vida, encontramos lo que Waite, curiosamente, llama «exceso en el goce físico y en los placeres de los sentidos». Es obvio que con ello quería decir que se ignoraban los valores más profundos. Vale la pena observar, sin embargo, que a la mayoría de las personas esta frase, especialmente en cuanto predicción, no les parece en modo alguno displacentera.

El Dos

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En muchos sentidos, esta carta actúa como una versión menor de los Enamorados. En tanto que el triunfo enseña el gran poder de las relaciones sexuales maduras, el Arcano Menor pone el acento en el comienzo de una relación. El Dos puede mostrar en las lecturas una unión o una amistad que se prolonga, quizás en un nivel más ligero que el de los Enamorados. Sin embargo, en el estudio, y muy comúnmente en la práctica, el naipe significa promesa de amistad, comienzo de una relación amorosa. En el triunfo vemos el Ángel, símbolo de la superconciencia. En el Dos de Copas vemos el león alado por en cima del caduceo de Hermes, símbolo de curación y sabiduría. En ambos casos, la carta muestra cómo dos personas, al unir sus distintas cualidades y capacidades por mediación del amor, 113

producen en sus vidas algo que trasciende lo que cualquiera de las dos habría logrado sola. El león simboliza la sexualidad, las alas el Espíritu. El amor engrandece el significado del impulso sexual que nos acerca a él. En el libro sobre los Arcanos Mayores vimos cómo la carta de los Enamorados puede servir como un diagrama de la unificación del sí mismo. De una manera similar podemos entender el Dos de Copas. En tanto que el hombre simboliza la acción y el movimiento, la mujer simboliza la emoción, la sensibilidad y una apreciación de la experiencia. Al unir estas dos cualidades, damos valor a nuestra vida. Obsérvese la semejanza del hombre con el Loco. En una lectura en que salieron juntas ambas cartas, la consultante era una artista que quería saber qué dirección debía seguir su obra. Le preocupaba especialmente investigar si su arte provenía de un auténtico centro en su vida, o si era un mero ejercicio intelectual. Ahora bien, otros naipes indicaban que la consultante había alcanzado un nivel de dominio técnico de lo que venía haciendo, en tanto que el Loco, como resultado, la mostraba dando el salto a un territorio nuevo. Pero el Dos de Copas mostró que encontraría el éxito si vinculaba sus indagaciones y su capacidad técnica con el fundamento espiritual simbolizado por la mujer. 114

Invertida De diferentes maneras, la carta invertida muestra el desmoronamiento de los ideales que simboliza cuando está en posición normal. Puede aludir a una relación amorosa o de amistad que de alguna manera se ha agriado, especialmente debido a celos y pérdida de confianza. Puede significar, simplemente, el final de una relación. Según cuáles sean las cartas que la rodean, el Dos de Copas puede referirse a una relación que se encuentra en peligro debido a presiones internas o externas. Otra posibilidad es un encaprichamiento en el que las personas fingen, para los otros y para sí mismas, que la relación amorosa tiene más importancia de la que en realidad alcanza. En una vena similar, la carta invertida puede apuntar a personas que actúan como si estuvieran viviendo una auténtica relación amorosa, aun que en realidad, para una de ellas o para las dos, no tiene importancia. Si consideramos que la carta significa el sí mismo, entonces al salir invertida indica una escisión entre lo que hacemos y lo que sentimos. entre la acción y la emoción.

El As 115

A partir de las emociones conflictivas del Rey, y pasando por diversos grados de equilibrio entre celebración y pasividad, llegamos finalmente al As, emblema del amor que apuntala la vida. El As de Copas tiene el significado inmediato de una época de felicidad y amor, un don de júbilo. De la misma manera que el fuego hace el mundo, el amor le confiere valor. La imagen de Smith, con la paloma y la hostia, muestra específicamente el Santo Graal, del que se decía que contenía la presencia física del Espíritu Santo tal como opera en el mundo. En las versiones más sutiles de la leyenda del rey Arturo, no era realmente la caballería —esto es, una estructura moral— lo que mantenía unido el glorioso reino de Arturo, sino más bien la presencia secreta del Santo Graal oculto en la tierra. Cuando el Graal desapareció 116

(porque los caballeros de Arturo no supieron acercársele con un talante espiritual), el reino se desintegró. La alegoría nos cuenta que el mundo funciona principalmente no por sus leyes, su orden moral y sus estructuras sociales, sino más bien por la base espiritual que da significado a todas estas cosas y las protege de la corrupción. Cuando consideramos la existencia como algo que está destinado a ser conquistado (la forma en que los caballeros de Arturo fueron en pos del Graal), no alcanzamos más que el caos. Las Copas —el Agua— simbolizan la receptividad. Al amor, y en última instancia a la vida, no se lo puede atrapar, sino solamente aceptarlo.

Invertida El As invertido siempre trae perturbación. Aquí vemos infelicidad, violencia, destrucción; es decir, las condiciones mismas representadas en la leyenda del rey Arturo cuando el Graal abandonó el reino. La carta invertida puede indicar simplemente que los tiempos se han vuelto contra nosotros y que no nos queda más que aceptar que la vida trae tanto problemas como júbilo. La carta puesta del revés puede indicar también que nosotros mismos ocasionamos nuestra desdicha al no reconocer lo que

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nos ofrece la vida, o bien al reaccionar violentamente cuando lo que necesitamos es calma.

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3 Las Espadas

En muchos sentidos, las Espadas son el palo más difícil. El objeto mismo, un arma, significa dolor, cólera, destrucción, y la imagen que pintan las Espadas es principalmente la de estas experiencias. Y sin embargo, una espada también puede simbolizar cortar con ilusiones vanas y problemas complicados. Galahad, el caballero que alcanzó el Santo Graal, no podía empezar su búsqueda espiritual mientras no hubiera recibido su espada mágica de manos de Merlín, el guía del reino. De modo similar, tampoco podemos empezar nuestra propia indagación del 119

valor y el significado de la vida mientras no hayamos aprendido a reconocer y aceptar la verdad, por más dolorosa que sea. Las Espadas pertenecen al elemento de Aire, el viento, al que se considera con frecuencia el más próximo al Éter o Espíritu. La palabra «espíritu» se relaciona directamente con la palabra «aliento», y en hebreo la misma palabra quiere decir «espíritu» y «viento». Así como el aire está en constante movimiento, la mente no descansa jamás, se retuerce y gira, a veces con violencia, otras con calma, pero siempre en movimiento. Cualquiera que haya intentado meditar sabrá la persistencia con que se mueve la mente. Relacionado con las Espadas está el problema de «pensar sin fundamento», o lo que podríamos llamar «complejo de Hamlet». La mente ve tantos aspectos en una situación, tantas posibilidades, que se le hace imposible entenderla, y más aun actuar en ella. Dado que nuestra cultura ha insistido siempre sobre la racionalidad, muchas personas ven hoy el pensamiento, en general, como la causa de todos los problemas de la vida. Con sólo que pudiéramos dejar de pensar, nos dicen, todo funcionaría perfectamente. Pero aun si eso fuese posible, nos advierte el Tarot, no nos beneficiaría en absoluto. No superamos el problema de un elemento proscribiéndolo o 120

reemplazándolo por otra cosa, sino más bien combinándolo con otros elementos. El hecho es que cuanto más confundidos estamos más necesidad tenemos de nuestra mente, porque ninguna otra cosa puede distinguir la verdad. Sin embargo, necesitamos también combinar el Aire con el Agua, es decir, la emoción con la receptividad. Precisamos combinarlo con el Éter, con el Espíritu: con los valores profundos arraigados en la verdad espiritual/psicológica, que vemos encarnados en los Arcanos Mayores. Entonces el problema del Aire se transforma en el Camino, la sabiduría. El problema más obvio que nos muestran las Espadas es el del sufrimiento, el dolor, la cólera: el lado tormentoso del Aire. Son cosas que no podemos superar ignorándolas, pero podemos añadir a las Espadas el optimismo de las Varas, y usar los Pentáculos para evadirnos de nuestras emociones mediante un compromiso con el trabajo, la naturaleza y el mundo exterior.

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El Rey

En cuanto sostén de la estructura social, el Rey representa la autoridad, el poder y el juicio. Se adueña de la energía mental del Aire y la usa para sostener y gobernar el mundo con la agudeza de su mente y la fuerza de su personalidad. Su corona es amarilla, del color de la energía mental, en tanto que el manto es púrpura, el color de la sabiduría. El tocado que le cubre la cabeza, una especie de caperuza, es rojo, el color de la acción. El intelecto del Rey no existe por sí solo, sino más bien por lo que puede hacer, en cuanto instrumento de autoridad. De modo similar, su espada a diferencia de la de la Reina de Espadas o la de la Justicia no apunta 122

directamente hacia arriba, hacia la pura sabiduría, sino que se inclina ligeramente hacia la derecha, el lado de la acción. La exigencia de actuar según sus juicios tiende a desvirtuar el poder del juicio mismo, un hecho que podemos observar si comparamos la situación de un observador teórico de la política con la de alguien que gobierna un país. Además, el énfasis en un «realismo» de intención social puede estrechar su punto de vista, llevándolo a un materialismo muy limitado. Podemos ver al Rey de Espadas en el hombre —o en la mujer— que se enorgullece de tener un fuerte sentido común que no le deja tiempo para «tonterías místicas». Estas personas ignoran generalmente hasta qué punto su pensamiento depende, más que de la observación de la vida, de preconceptos y prejuicios. Obsérvese la semejanza de la figura con la del Emperador. Podemos decir que el Rey es el representante del Emperador en el mundo real. En tanto que el triunfo encarna el arquetipo del orden, el derecho y la sociedad, el Rey de Espadas mantiene estos principios en la práctica. Dos pájaros, el emblema animal de las cartas cortesanas de Espadas, pasan volando por detrás del trono. El pájaro simboliza la capacidad de la mente para llevarnos hacia el elevado aire de la sabiduría, 123

lejos de la pasión fogosa, de las emociones acuosas y de la terrestre corrupción material. El número dos, por otra parte, simboliza la opción, la tensión constante entre el pensamiento abstracto y la acción que es menester emprender en el mundo. Pero si los pájaros simbolizan la capacidad de la mente para volar por encima del mundo, representan también el alejamiento que puede producir una actitud semejante. Obsérvese que parece que el trono del Rey estuviera en las nubes. Como el Rey de Varas, el de Espadas puede tender a la arrogancia, ya que el poder de su mente y de su voluntad lo colocan por encima de las personas que lo rodean, por lo general más confundidas. En términos sociales, la imagen sugiere la tendencia de gobernantes y mandatarios a divorciar sus juicios de las necesidades reales de la población. En términos más personales, vemos a este Rey remoto en aquellos hombres o mujeres que son ásperos y fríos en su tendencia a juzgar. Cuando aparece como marido o amante, el Rey de Espadas indica con frecuencia una persona dominante o controladora. En su mejor sentido, el Rey de Espadas evoca la Justicia, la carta que en los Arcanos Mayores está directamente debajo del Emperador. Cuando se conecta con este triunfo, el Rey representa la justicia social, las leyes prudentes, y sobre todo un 124

compromiso con la honestidad intelectual, y la necesidad de poner en práctica el conocimiento. Al igual que la Justicia, y en esto es la única entre todas las cartas cortesanas, nos clava directamente la mirada, como un maestro de sabiduría que nos obliga a reconocer y defender la verdad.

Invertida En posición normal, el Rey marcha por una estrecha línea entre el intelecto comprometido y el poder por el poder mismo. Invertido, tiende a caer hacia el lado negativo de esa línea. Es la autoridad corrompida, la fuerza usada para sus propios fines de poder y de dominio. En las lecturas debemos tener siempre en cuenta esta imaginería en toda su fuerza. El Rey invertido (o cualquier carta cortesana invertida) puede aludir simplemente a alguna persona en dificultades. En relación con la Reina o el Caballero, puede aludir a una relación difícil o a falta de madurez (véanse, en la sección sobre lecturas, las relaciones entre las cartas cortesanas del mismo palo). Cuando sale aisladamente, sin embargo, simboliza la arrogancia de una mente poderosa vuelta sobre sí misma y que reconoce solamente su propio deseo de control. 125

La Reina

En cuanto representa el aspecto yin de su palo, la Reina de Espadas simboliza experiencias tanto de dolor como de sabiduría, y especialmente de la relación entre ambas. Tras haber sufrido el dolor (en ocasiones, la carta significa viudedad) y haberlo enfrentado con coraje, aceptación y sinceridad, la Reina ha encontrado la sabiduría. La borla que le cuelga de la muñeca izquierda (el lado de la experiencia) hace pensar en una cuerda cortada (compárese con el Ocho de Espadas). Ella ha usado la espada del intelecto para liberarse de la confusión, la duda y el miedo; ahora, por más que se enfrente al mundo con el ceño fruncido, abre hacia él la mano. Aunque las nubes se juntan a su alrededor, su cabeza se mantiene por encima de ellas, en el claro 126

aire de la verdad. Un solo pájaro, símbolo de la pureza de su sabiduría, vuela muy alto por encima suyo. Su espada, como la de la Justicia y como la del As, se eleva directamente hacia arriba. En el sentido de que las mujeres sin poder sufren con frecuencia a causa de las acciones de los hombres, la carta se refiere específicamente a las mujeres. Por su carácter, puede representar a personas de cualquiera de los dos sexos, ya que ni el sufrimiento ni el coraje son exclusivos de ninguno de ellos.

Invertida La Reina invertida puede indicar una insistencia excesiva en el dolor, alguien que hace que la vida parezca mucho peor de lo que es, sin hacer caso de las cosas buenas que hay a su alrededor. Puede también indicar una mentalidad fuerte que se ha vuelto mala, especialmente como reacción ante el dolor o las presiones provenientes de personas o situaciones desagradables. En ocasiones, la Reina representa una persona tan enérgica que no sólo espera, sino que exige que cuantos la rodean —e incluso la vida misma— hagan lo que ella quiere.

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Cuando la gente se le opone, la Reina se vuelve malévola, intolerante, fanática y, como el Rey, usa sus actitudes para imponer su personalidad a las gentes que la rodean. Ya sea que represente un exceso de dolor o de egoísmo, ha perdido el compromiso con la verdad que caracteriza a este naipe en posición normal.

El Caballero

El joven Caballero, cuya juventud hace que esté más libre de responsabilidades sociales que el Rey y al mismo tiempo menos atemperado por la experiencia, cabalga directamente hacia el interior de la tormenta, blandiendo la espada en su afán por superar todas las dificultades. Aunque es valiente, 128

hábil y fuerte, tiende también a la violencia, e incluso al fanatismo. No reconoce límites. Y sin embargo, con frecuencia no sabe cómo mantener una lucha prolongada. Desea hacerse cargo de sus enemigos y de los problemas de la vida, pero no puede manejar una situación que exige un esfuerzo lento y laborioso. Su ansia sugiere cierta inocencia, como la de un joven caballero que jamás ha perdido una batalla. Su bravura, su habilidad, su disposición a atacar todos los problemas, pueden a veces ocultar el miedo de perder esa inocencia, esa fuerte creencia en sí mismo. Pues, por dentro, él sabe que todavía le falta enfrentar y superar las grandes dificultades de la vida. Opuesto en muchos sentidos al Caballero de Copas, dirige hacia afuera toda su energía; quizá se siente nervioso cuando tiene que quedarse en silencio y a solas consigo mismo.

Invertida Como sucedía con el Rey y la Reina, sus debilidades le ganan. Es extravagante, descuidado, excesivo. Su carga se convierte en una carrera

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desaforada, una respuesta errónea a una situación que requiere un enfoque más tranquilo y más cuidadoso.

El Paje

Una carta mucho más leve que las otras Espadas cortesanas, el Paje representa un acercamiento a los problemas muy diferente al del Caballero (obsérvese que, en tanto que el Rey y la Reina insisten en la sabiduría, las dos cartas «más jóvenes» tienen que ver en forma más inmediata con la cualidad de conflicto propia de las Espadas). En vez de atacarlos, el Paje cree que es suficiente con ponerse por encima de ellos, para encontrarse en un nivel más alto. En vez de resolver los conflictos o de enfrentar la oposición, el Paje se distancia de todo ello. 130

Si la situación es tal que requiere ser encarada con displicencia, entonces la actitud desapegada del Paje es muy beneficiosa. Pero si está en juego un problema más difícil, entonces la actitud del Paje se hace difícil de mantener. Exige «vigilancia», por decirlo a la manera de Waite, asegurarse.de que la gente o las situaciones no se nos aproximen demasiado. Gran parte de la energía del Paje se le va en mirar por encima del hombro. Como estudiante ya un poco mayor, Hamlet encarnaba la actitud de observación e ironía del Paje. Su situación, sin embargo, requería la manera agresiva de encararla del Caballero. Debido a esta calidad de desapego, el Paje puede en ocasiones complacerse en espiar a otras personas —ya sea en forma literal o figurada—, como una actitud hacia la vida. Dicho de otra manera, es probable que considere la vida humana como una especie de espectáculo curioso en el cual espera no participar.

Invertida Aquí vemos el efecto de la actitud distante del Paje en una situación que requiere más fuerza. La vigilancia se convierte en paranoia; parece que todos 131

fueran enemigos. Lo que empezó como un sentimiento de «Yo estoy por encima de todo esto, no necesito preocuparme por ello», se con vierte en una obsesión con los problemas y en una aparente incapacidad de hacer nada para resolverlos. Esos sentimientos de debilidad son endémicos en las Espadas, que necesitan de las Varas para tener coraje y optimismo.

El Diez

De los cielos azules de las cartas cortesanas a la sombría negrura del Diez y del Nueve. Así como en el Diez de Copas se nos mostraba un desbordamiento de júbilo, el Diez de Espadas nos colma de dolor. Pese a la crudeza de la imagen, el naipe no representa 132

la muerte, ni siquiera una especial violencia. Significa una reacción ante los problemas más que los problemas mismos. Para matar a alguien no se necesita más que una espada. Las diez espadas en el cuerpo del hombre, incluida ta que tiene en el oído, hacen pensar en la histeria, en la actitud adolescente de «nadie ha sufrido jamás tanto como yo», «mi vida está acabada», y cosas semejantes. Obsérvese que, en contraste con el Nueve, el cielo se aclara a lo lejos y las nubes negras abren paso al sol, y en contraste con el Dos o con el Cinco, el agua está plácida y tranquila. La situación no es tan mala como parece.

Invertida Si damos vuelta el naipe, podemos imaginar que las espadas se desprenden de la espalda y caen. Waite describe esta posición como un éxito y una ventaja, aunque no permanentes. Estas ideas sugieren que cuando una situación cambia, es probable que los problemas desaparezcan momentáneamente. Sin embargo, la persona debe ahora sacar partido de este alivio introduciendo en su situación un cambio real —ya sea mental o práctico, según la necesidad— de modo que las cosas no vuelvan a estar como estaban. 133

La carta guarda relación con el Diez de Varas invertido, donde veíamos el peligro de volver a recoger los palos una vez que la situación se ha calmado.

El Nueve

La imagen del sufrimiento más profundo, del más tremendo dolor mental. Allí donde la Reina se libera convirtiendo el dolor en sabiduría, y el Tres sugiere la calma de la aceptación, el Nueve muestra el momento de la agonía, de la disolución. Las Espadas no se clavan en la espalda de la figura, sino que están suspendidas en la oscuridad por en cima de ella. Muchas veces, el Nueve no se refiere a algo que

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nos sucede directamente, sino a alguien a quien amamos. El amor es, de hecho, lo que colma la carta y le da sentido. El dibujo de la colcha muestra rosas, símbolo de la pasión, alternadas con los signos del zodíaco. En su sentido más profundo, el naipe alude a una mente que toma sobre sí todos los sufrimientos del mundo, el Lamed Vav (Hombre Justo) de la leyenda judía. ¿Podemos ver alguna salida a un dolor tan terrible? Tanto Buda como Cristo vieron en el mundo un lugar de sufrimiento interminable, y sin embargo ambos dijeron también que la tragedia no es más que una verdad a medias, que el universo visto en su totalidad nos brinda júbilo y paz. Y Nietzsche habló de abrazar la existencia en forma tan completa, con sinceridad tan total y extática, que estemos alegremente dispuestos a repetir, interminablemente, cada momento de nuestras vidas, a pesar del sufrimiento.

Invertida Para el Nueve invertido, Waite ofrece una de sus fórmulas más sugerentes: «Aprisionamiento, 135

sospecha, duda, miedo razonable y vergüenza.» Estas palabras configuran un esta do de ánimo, o más bien una progresión de estados, que se da cuando la gente se retira dentro de sí para huir de algún problema que no se atreve a enfrentar. Lo mismo que con la carta en posición normal, el naipe invertido alude a nuestra reacción ante algo exterior a nosotros, pero aquí ese algo es la opresión antes que la tragedia. La expresión clave es «miedo razonable», que puede referirse, por ejemplo, a la opresión política, como la de las minorías raciales o sexuales, o a la opresión social, al sentimiento de ser un chivo emisario por razones de apariencia, idioma o lo que fuere; o, simplemente, a la opresión personal de una familia o un cónyuge dominante. Lo importante es que el problema es real, pero como no podemos abordarlo directamente tendemos a refugiarnos en nosotros mismos, reprimiendo nuestra cólera y nuestro resentimiento. La cólera vuelta sobre sí misma se convierte en depresión, y ésta en sospecha. La persona de quien se rieron cuando era niña porque tenía la nariz grande cree que to dos la miran. El negro cree que cualquier observación a su trabajo es un menosprecio racial. Y la sospecha conduce fácilmente a que uno dude y se avergüence de sí mismo. Con frecuencia ni siquiera sirve de ayuda, por lo menos no del todo, saber 136

racionalmente que no hay razón para sentir nos avergonzados, que en realidad la vergüenza deberían sentirla los que nos han oprimido o ridiculizado. A menos que la persona oprimida e insegura de sí se decida a actuar, expresando su enojo, e introduzca en su vida cambios reales, la vergüenza profundamente reprimida no desaparecerá.

El Ocho

Del Nueve invertido pasamos a una imagen aún más clara de la opresión. Vemos a una persona atada, rodeada de espadas, y tras ella hay un castillo, símbolo de autoridad; la mujer está de pie en el fango, imagen de la humillación y de la vergüenza. Obsérvese, sin embargo, que las espadas, de hecho, 137

no la encierran, y que las cuerdas no le inmovilizan las piernas, en tanto que quienes la han atado no aparecen en la carta. En pocas palabras, que nada le impide que se vaya, sin más ni más. La clave de esta carta está en la venda que le cubre los ojos, y que simboliza la confusión, las ideas opresivas, el aislamiento respecto de otras personas que estén en situaciones similares; lo que los liberacionistas políticos llaman «mistificación», esto es, mantener sojuzgada a la gente no por la fuerza directa, sino enseñándole a creer en su propio desvalimiento. Dentro de esta forma notable que tiene el Tarot de resumir una situación compleja, el naipe casi podría representar un diagrama de la condición de los oprimirlos. En un nivel muy diferente, el Ocho de Espadas actúa como un Portal que se abre hacia una forma especial de conciencia. Al identificarnos con ella llegamos a percibir nuestra propia condición de ignorancia, algo que muchas personas reconocen intelectualmente (paradoja de paradojas), pero que en realidad no aceptan. Sin la iluminación, o lo que algunos sufíes y otros ascetas llaman «evolución consciente», jamás podremos conocernos realmente a nosotros mismos ni al mundo; jamás podremos decir: «Esta es la verdad; así es como son realmente las cosas.» El reconocimiento de la ignorancia es el 138

primer paso hacia el verdadero conocimiento y, con frecuencia, el más difícil de dar.

Invertida La libertad comienza cuando nos arrancamos la venda de los ojos, cuando vemos con claridad cómo hemos llegado a la situación en que estamos, cualquiera que ésta sea, qué hemos hecho nosotros, qué han hecho los otros (en particular, aquellos que nos han inmovilizado, pero también otros en situaciones similares), y qué podemos hacer ahora. El Ocho invertido significa, en general, liberación de alguna situación opresiva; principalmente, se refiere al primer paso de una liberación tal, es decir, a ver las cosas con la mayor claridad posible.

El Siete

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El tema de la lucha continúa. Aquí vemos la imagen de alguien que emprende una acción contra los problemas. A veces, el naipe significa simplemente un acto de osadía, incluso un golpe que mella el filo de la oposición. Con más frecuencia, representa un acto impulsivo cuando lo que se requiere es un plan cuidadoso. La imagen nos muestra a alguien que con una sonrisa sardónica se marcha con las armas de sus enemigos. No ha atacado el campamento, y ni siquiera puede llevarse todas las espadas. La carta alude a proyectos y acciones que no resuelven nada. No tan obvio, pero en ocasiones más importante, es el sentimiento de aislamiento que implica. El hombre actúa solo, sin haber podido —o querido— conseguir que nadie lo ayudase. Si vamos un paso más allá, esta carta puede indicar astucia, pero con la mácula de 140

ocultar habitualmente, y con frecuencia sin ninguna razón válida, nuestros verdaderos planes o intenciones.

Invertida El aislamiento completa un giro hasta convertirse en comunicación, en particular en la búsqueda de consejo sobre lo que hemos de hacer con nuestros problemas. Por más valiosas que puedan ser las orientaciones específicas, igual mente importante es la disposición de la persona a escuchar y a buscar ayuda. La carta puede referirse algunas veces al acto de encontrar ayuda, como cuando se consulta con un intérprete, un terapeuta, o simplemente con amigos. Como siempre, el valor de la imagen depende del contexto. Allí donde se requiere confianza en sí mismo, el Siete de Espadas invertido puede apuntar a una dependencia excesiva de otras personas, de quienes esperamos que nos digan qué debemos hacer. Cuando la carta invertida aparece en oposición con el Loco o con el Colgado, debemos atender a las otras cartas para determinar qué proceder —la independencia o la búsqueda de consejo— producirá los mejores resultados.

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El Seis

Una imagen extraña y poderosa, esta carta es, más que ninguna otra, la que ejemplifica cómo las ilustraciones de Pamela Smith van más allá de las fórmulas de Arthur Waite. The Pictorial Key [La clave gráfica] dice «viaje por agua, ruta, camino, medio». Pero la imagen de una balsa crepuscular que transporta figuras ocultas a una isla boscosa sugiere un viaje más espiritual; en el mito, Caronte transportaba a los muertos a través de la laguna Estigia. Un gran silencio llena esta carta, un silencio como el de los cuadros de Salvador Dalí. Generalmente, esta carta no significa muerte, aunque puede indicar duelo; tampoco muestra transformación, en el sentido en que la muestra la Muerte en los Arcanos Mayores. Representa más 142

bien un pasaje tranquilo por una época difícil. Waite dice: «La carga es ligera», y Eden Gray escribe: «Las espadas no hunden el bote». Aunque carguemos con nuestros problemas, nos hemos adaptado a ellos: no nos hundirán ni nos aplastarán. En un nivel simple, el naipe significa funcionar en alguna situación difícil sin abordar los problemas. Puede referirse a un problema inmediato o a una situación que se ha prolongado durante años. Si miramos más profundamente vemos la imagen de un dolor —del cual el duelo es un ejemplo, pero no el único— que una persona ha padecido durante tanto tiempo que ya no la hace sufrir, sino que se ha convertido en parte de su vida. Hay otro significado, menos perturbador: el de un pasaje tranquilo, ya sea físico (ciertamente, no hay que olvidar el significado literal de un viaje) o espiritual, una época de transición fácil. Obsérvese la pértiga negra del botero. El negro indica potencialidad; allí donde no ha sucedido nada decisivo, todas las cosas siguen siendo posibles. Si nos mantenemos calmos, no desperdiciaremos ni energía ni oportunidades. El Seis de Espadas es un Portal. Si lo miramos con ánimo sensible y después nos introducimos en la imagen, producirá primero un efecto tranquilizador 143

sobre la mente, y después, lentamente, un sentimiento de movilización del sí mismo.

Invertida En un sentido, el equilibrio y la paz se perturban; el pasaje ya no es sereno, porque el agua, símbolo de la emoción, resulta removida. Así, la carta invertida puede sugerir un viaje tormentoso, física o espiritualmente. Puede referirse también a la idea de que cuando intentamos atacar un problema que viene de lejos, especialmente uno aceptado por el consenso común de los interesados, agitamos la situación. Oigamos, por ejemplo, que una situación insatisfactoria u opresiva puede prolongarse tranquilamente durante años, mientras uno de los miembros no decida hacer algo al respecto. Tratar de retirar las espadas de la barca puede ser causa de que ésta se hunda, ya que, después de todo, las espadas están tapando agujeros. En otro sentido, el Seis invertido puede mostrar comunicación, recordándonos que en su posición normal las personas mantienen su compostura sin mirarse ni hablarse entre ellas. Si las espadas simbolizan recuerdos desdichados, contra los cuales el silencio es una defensa, entonces la comunicación 144

puede ser dolorosa. También puede dar comienzo a la curación.

El Cinco

Una de las cartas más difíciles, y una de las razones por las cuales algunas personas encuentran demasiado negativo el mazo Rider. Y sin embargo, refleja una situación real que la mayoría de nosotros tiene que vivir en algún momento. Todos los Cincos muestran conflicto o pérdida, y las Espadas llevan esta idea al extremo de la derrota. En ocasiones, el significado del naipe se concentrará en la figura grande del triunfador, que aparece en primer plano. Pero más común es que nos 145

identifiquemos con las dos figuras vueltas de espaldas, que han perdido alguna batalla, y ahora el mundo entero les pesa: el agua inquieta, el cielo turbulento. Un sentimiento de humillación y de debilidad acompaña a su derrota. La imagen de un enemigo puede referirse a una persona real, a una situación general o a un íntimo sentimiento de inadaptación. Una vez hice una lectura para dos personas que habían sufrido a manos de un jefe perturbado y vengativo, y que querían saber si debían llevarlo ante los tribunales. Decidieron no hacerlo cuando el Cinco de Espadas indicó que perderían el juicio, como pasó efectivamente a otras dos personas que sí lo demandaron.

Invertida La cualidad dolorosa se mantiene, aunque el acento puede estar puesto en otra parte. Así como el naipe en posición normal indica el momento de la derrota, la posición invertida se extiende al sentimiento de desesperación que viene después. Es un estado difícil de superar, aunque otras influencias, especialmente las simbolizadas por las Varas, pueden ser una ayuda. 146

Las Espadas dan una visión más pesimista que ninguna carta de los Arcanos Mayores. Tornados aisladamente, ninguno de los palos Menores puede mostrar el verdadero equilibrio de la vida; descomponen la experiencia en partes y, consiguientemente, la deforman y exageran. Un exceso de cartas de Espadas necesita, más que cualquier otro palo, del equilibrio de experiencias y actitudes provenientes de los otros palos.

El Cuatro

Los Cuatros se relacionan con la estabilidad; para las desdichadas Espadas, esto se expresa como descanso o incluso como simple retiro. La imagen no es de muerte, sino de retraimiento. A veces, la gente 147

reacciona ante las dificultades aislándose, ocultándose literalmente en su casa, o simplemente atenuando sus reacciones emocionales para refugiarse dentro de sí misma. Esta carta apareció una vez en una lectura para un hombre acostumbrado a tratar enérgicamente a todos los que le rodeaban. La carta le hizo ver que cuando su agresividad fracasaba, o cuando la máscara de seguridad se le hacía demasiado pesada, se ocultaba del mundo antes que mostrar otro aspecto de sí mismo o de intentar colaborar con los demás. Sin embargo, si el propósito no es ocultarse, sino recuperar fuerzas, el retraimiento también puede conducir a la curación. El naipe puede significar que se evita una pelea hasta que haya más posibilidades de ganarla. De modo similar, al retirarse durante un tiempo después de haber recibido una profunda herida, una persona se concede la posibilidad de recuperarse. Obsérvese que el caballero yace en una iglesia, y que el ventanal muestra a Cristo dando su bendición curativa a un suplicante. La imagen evoca al Rey Pescador de la leyenda del Graal, cuya herida física reflejaba la dolencia espiritual del reino, y recuerda también a la Bella Durmiente. Ambas figuras necesitaban que un extraño las despertara. El Rey siguió enfermo hasta que Galahad le trajo la 148

bendición del Graal, y la princesa, símbolo del miedo neurótico a la vida, durmió hasta que el príncipe, no permitiendo que la maraña de espinas lo detuviera ( el neurótico se vale de la fuerza de su personalidad para erigir barreras contra las demás personas), la despertó por medio de la vitalidad de la energía sexual (con un beso en la versión de Disney, con el contacto sexual en los cuentos populares). El retraimiento, aun cuando su propósito sea la recuperación, puede aislar a una persona del mundo, creando una especie de hechizo que sólo una energía exterior es capaz de romper.

Invertida Si aparece invertida, la carta señala un retorno al mundo. Que esto se produzca de manera tranquila o espectacular depende de la situación. A veces, la carta se refiere a la prudencia, como si el caballero saliera cuidadosamente de su santuario. En otras ocasiones, el Cuatro invertido puede representar a otras personas que perciben la muralla e irrumpen a través de ella: el príncipe que viene en busca de la Bella Durmiente.

El Tres 149

El título que da a este naipe el Alba Dorada es «Dolor». De todos los naipes de Espadas, el Tres es el que representa más abiertamente el dolor de un corazón destrozado. Sin embargo, con todo lo que tiene de sombría, la imagen transmite cierta calma con la simetría de sus espadas. Ante el verdadero dolor no podemos tener más que una respuesta: guardarlo en nuestro corazón, aceptarlo y superarlo. El Nueve planteaba la cuestión de cómo seguir adelante después de una gran angustia. El Tres nos dice que no debemos apartar de nosotros el dolor, sino hallar la forma de interiorizarlo profundamente hasta que se transforme por obra del coraje y del amor. Una vez, en una lectura que hice para mí misma, después de una muerte en mi familia, el Tres de Espadas salió cruzado por el Tres de Copas. Primero 150

pensé que eso significaba contraponer la alegría y la amistad al dolor. Dos car tas del mismo número, sin embargo, significan con frecuencia una transformación. Y la carta que cruza a la primera suele emerger de ella de alguna manera. Al profundizar en la lectura, vi que las dos se relacionaban, no se oponían. La aceptación y el amor pueden convertir el dolor en un re cuerdo gozoso, en un abrazar la vida.

Invertida El proceso curativo se bloquea cuando nos negamos a la aceptación. Si algo en la vida se nos aparece como demasiado doloroso, es probable que lo apartemos, que intentemos no pensar en ello y que evitemos todo lo que nos lo recuerde. Tal actitud hace que el dolor permanezca siempre en nosotros, y en realidad incrementa su poder. Waite escribe: «alienación mental desorden, confusión». Una lectura que hice para una mujer mostró en ella un gran potencial para evolucionar en muchos terrenos, y sin embargo el resultado aparecía muy mediocre y débil. En la posición de fondo estaba el Tres de Espadas invertido. Y ella había hablado antes de cómo no había conseguido jamás superar la muerte de su padre. 151

El Dos

Un método para enfrentar problemas o contrariedades es recluirlo todo detrás de una muralla emocional. Si no dejamos que nada se nos acerque, nada podrá herirnos. En contraste con el Ocho, aquí la venda en los ojos no significa estar confundido, sino cerrarlos deliberadamente. La figura se ha puesto la venda para no tener que escoger entre el amigo y el enemigo, pues esa opción se convierte en el primer paso que volverá a relacionarla con otras personas. Las espadas están listas para golpear a cualquiera que intente acercarse. Representan el equilibrio precario que se crea entre la cólera y el miedo; la primera quiere golpear, el segundo quiere ocultarse, y así, entre los dos, la persona se mantiene en tensión. 152

Obsérvese, sin embargo, el efecto que tiene esta postura sobre la mujer. Ante todo, los brazos cruzados excluyen y aíslan el corazón. La imagen de las emociones bloqueadas se continúa en la forma en que el vestido gris parece confundirse con el asiento de piedra. Al mismo tiempo, el peso de las espadas eleva el centro de gravedad desde el plexo solar al pecho. Cuando una persona contiene sus emociones, la respiración se vuelve superficial y el cuerpo se pone rígido. Paradójicamente, el intento de frenar la emoción vuelve más emotiva a la persona, en cuanto no piensa ni actúa a partir de su centro, sino desde el pecho constreñido, y en vez de ver el mundo, ve su propia imagen por detrás de la venda que le cubre los ojos. Compárese el Dos de Espadas con la Suma Sacerdotisa, el número 2 de los Arcanos Mayores. Ambas figuras están sentadas en posturas similares, pero mientras que la Sacerdotisa aparece relajada, la tensión envuelva a la mujer del Dos de Espadas. Un velo separa a la Sacerdotisa de las aguas del inconsciente, oculto tras ella; a la mujer de los ojos vendados ningún velo la protege del lago desapacible de sus emociones. Y sin embargo, ese estanque superficial no es la misma agua que hay detrás de la Sacerdotisa.

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El peso de las espadas puede fácilmente desequilibrar a la mujer y hacerla caer en las aguas agitadas. Al hacer que nos concentremos en las emociones, una actitud defensiva nos hace más propensos a los estallidos, la cólera y la histeria.

Invertida El equilibrio se ha perdido... o ha sido abandonado. O bien la persona sucumbe ante la gente o los problemas que acosan sus defensas, o renuncia a la venda, ya sea para ver la verdad o para comunicarse. Esta última experiencia puede ser muy intensa, e incluso desgarradora para la persona, si no recibe ayuda del exterior.

El As

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La última (o primera) carta de Espadas nos devuelve a la verdadera esencia del palo, es decir, al intelecto. Apuntando directamente hacia arriba en busca de la percepción verdadera, la espada traspasa la corona del mundo material. La sabiduría nos lleva más allá de las engañosas ilusiones y las limitaciones que la vida impone a la verdad espiritual. Muchas cartas de Espadas se resienten de la falacia de que la vida no contiene más que sufrimiento y dolor. Las montañas simbolizan la «verdad abstracta», los hechos objetivos de la existencia, que no dependen del punto de vista ni de la experiencia personales. Los Arcanos Mayores nos presentan esta verdad, y‐ más que ninguna otra de las cartas Menores el As de Espadas consigue llegar hasta el quinto elemento. Sin embargo, el intelecto solo, divorciado de la intuición, no hará más que llevamos a nuevas falacias. Para encontrar la verdad necesitamos el As de Copas, es 155

decir, el amor; y sin embargo, sólo el intelecto puede llevarnos más allá de la experiencia inmediata. Muchas personas sostienen que solamente nuestras emociones expresan lo que somos realmente, que sólo las reacciones emocionales nos conducirán a la verdad. Con frecuencia, sin embargo, las emociones son exageradas y egotistas, o se complacen excesivamente en sí mismas. Pero tampoco el intelecto solo aporta un verdadero conocimiento. Tanto la verdad como la conciencia de ella deben provenir de un nivel más profundo de la experiencia y los valores espirituales. Por eso la mano viene de las nubes, conduciéndonos de nuevo al Espíritu. El simbolismo de la verdad es igualmente válido para las experiencias mundanas. En situaciones tales que nos hacen sentir confundidos, oprimidos o emocionalmente perturbados, la mente puede traspasar las brumas y desatar los nudos para darnos una clara comprensión de los hechos reales. El As expresa la verdad en su forma más valiosa. En otro nivel, la carta significa simplemente la fuerza emocional, tanto el amor como el odio en sus formas extremas. Obsérvese la tensión del puño. Las emociones también son un don que nos permite experimentar intensamente la vida, pero siempre son difíciles de contener, y más difíciles aún de dirigir. 156

Invertida La tensión del puño falla y da cabida a delirios, ideas y sentimientos confusos, emociones avasalladoras. Los sentimientos más violentos dominan a los benévolos. Sin tener un claro sentido de la realidad, la mente puede ser presa de los errores creados por la emoción. Los problemas se exageran; todo, incluso las atracciones, parece más importante de lo que en realidad es. En situaciones así, el As de Espadas invertido nos dice que nos dominemos e intentemos hallar un sentido equilibrado de la realidad.

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4 Los Pentáculos

Nuestra cultura tiene una larga historia de desprecio del mundo físico. Vemos como una humillación el hecho de que Adán haya sido creado de barro... «de polvo eres, y al polvo volverás». En inglés, por ejemplo, dirt significa «suciedad» y también «tierra», y se utiliza como insulto. A las emociones y los pensamientos abstractos se los considera «superiores» a cualquier cosa que exista en la realidad. Y sin embargo, así como un cuadro es el resultado final de la concepción de un artista, también podernos ver el mundo moral como producto de la 158

fuerza creativa de Dios. Para nosotros, la creación significa el mundo de nuestros sentidos. Por más lejos que podamos llegar en nuestras meditaciones espirituales, debemos iniciar y terminar esos viajes aquí... o, si no, perdemos en el proceso. Un famoso cuento cabalístico ilustra esta necesidad de un «fundamento». Mediante el estudio y la meditación, cuatro rabinos entraron en el Paraíso. El rabino Ben Azai alcanzó un éxtasis tal que inmediatamente cayó muerto. El rabino Ben Zoma, abrumado por la intensidad de la experiencia, se volvió loco. El rabino Ben Abuysh tuvo una visión de algo que parecían dos dioses, en contradicción con el dogma básico del monoteísmo, y se convirtió en apóstata. Sólo el rabino Akiba entró pacíficamente en el Paraíso y en paz salió de él. El cuento se puede explicar en función del simbolismo del Tarot. El rabino Ben Azai fue demasiado lejos en la dirección del Fuego, y se calcinó. El rabino Ben Zoma dejó que sus emociones (Agua) prevalecieran sobre la razón. El rabino Ben Abuysh, abrumado por la energía de las Espadas, tomó demasiado al pie de la letra lo que vio y lo que había leído en las Escrituras. El rabino Akiba, al ser capaz de equilibrar los otros elementos en la Tierra, entendió su experiencia tal como debía entenderla.

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En su forma inicial de Oros, los Pentáculos representaban principalmente el materialismo, en el estrecho sentido del dinero y el trabajo. En el mazo Rider siguen viéndose estas importantes cualidades, y de hecho los Pentáculos dan expresión al problema de llegar a interesamos tanto por estas cosas que nos olvidemos de todo lo demás: lo contrario, en cierto sentido, de lo que le sucedió al rabino Akiba. El mazo Rider, sin embargo, añade al cuarto palo la dimensión, más vasta, de la naturaleza. No sólo echamos raíces en nuestro trabajo, sino en el amor por el mundo que nos rodea. En cuanto signo mágico, los Pentáculos simbolizan la «magia» de la creación ordinaria. Tornado en sus términos más simples, esto significa la belleza de la naturaleza, el júbilo de un trabajo satisfactorio. Pero el simbolismo es portador de un significado más profundo, que se insinúa en la historia del rabino Akiba. El místico o el mago no fundamenta simplemente el sí mismo de manera negativa, usan do el mundo como opuesto de la experiencia espiritual. Más bien porque es portador de una realidad más firme que la de los otros elementos, porque no conduce tan fácilmente a la confusión, la concepción errónea o el abuso el mundo natural nos abre el camino a nuevas experiencias místicas. 160

El mismo carácter terrenal de la vida cotidiana asegura, en virtud de una especie de ley de reciprocidad, que tales cosas posean una «magia» mayor que las atracciones más inmediatas de los otros elementos. Es esta una paradoja que no podemos entender inmediatamente; necesitamos sopesarla y experimentarla. Hay dos hechos, ambos referentes a los Pentáculos/Tierra, que apuntan a su verdadero valor. Primero, al estudiar las cartas de los líderes religiosos antiguos y modernos, el astrólogo Ronnie Dreyer ha descubierto que entre ellos predominan los signos de Tierra. Segundo, el palo de Pentáculos contiene más cartas Portales que ninguno de los otros.

El Rey

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El carácter mundano de los Pentáculos va muy bien con la responsabilidad social del Rey, que nos presenta la imagen misma del hombre que triunfa en los negocios o en su profesión. La despreocupación con que está sentado en su trono y el afecto con que mira a su pentáculo que es aquí el símbolo de su capacidad y de sus logros muestran que está satisfecho con la vida. Es generoso, e incluso valiente, aunque no especialmente dado a la aventura. El rol de Rey no lo frustra, como frustra al Rey de Varas y al de Copas. Quizás en una etapa anterior de su vida y de su carrera pueda haber sufrido por obra de la impaciencia o de la duda. Ahora, su éxito ha justificado su vida, y le permite relajarse y disfrutar de ella. Disfrutar de la vida significa también estar próximo a la naturaleza. Aunque en el fondo se eleva su castillo símbolo del lugar dominante que ocupa en la sociedad, él está sentado en su jardín, con flores en la corona y el manto decorado con uvas, símbolo de la dulzura de la vida. Incluso las hojas y las flores dan la impresión de fundirse con el manto, así como el agua se mezclaba con el vestido de la Reina de Copas. Para él, la vida es buena, y tiene la intención de disfrutarla. Hubo una vez que en una lectura el Loco salió cruzado por el Rey de Pentáculos (las dos cartas se 162

parecen mucho en su combinación de colores). La conjunción forma un buen ejemplo de lo que yo llamo tiempo vertical y tiempo horizontal, esto es, los mundos interior y exterior. El Rey simboliza la actividad ordinaria, los logros, la posición social, el éxito, mientras que el Loco representa la libertad espiritual interior que permite a una persona disfrutar de tales cosas y edificar sobre ellas sin verse atrapada en una estrecha visión materialista. Considérense dos personas con el mismo mundo exterior: ambas triunfadoras, respetadas, adineradas. Y sin embargo, interiormente una de ellas puede estar tensa, frustrada o temerosa, en tanto que la otra no ha perdido su júbilo ni su paz. Si vemos en el Loco el comienzo de los Arcanos Mayores, y al Rey de Pentáculos como la carta final de los Menores, entonces los dos están en los extremos opuestos del Tarot. Pero esta polaridad sólo es válida si vemos las cartas alineadas. Si las imaginamos en círculo, entonces el Loco y el Rey de Pentáculos llegan a unirse.

Invertida El Rey está destinado al éxito. Invertido, tiene una connotación de fracaso, o simplemente de 163

mediocridad. La falta de realización genera insatisfacción, sentimientos de debilidad, y duda. Si lo tomamos de otra manera, podemos ver que el Rey invertido simboliza la corrupción de la idea del éxito, la imagen de un hombre o de una mujer que recurre a cual quier medio para conseguir sus objetivos. Si describimos al Rey de Pentáculos como alguien que necesita una conexión vital con la naturaleza (y, pese a los supuestos contemporáneos, no todos la necesitan), el Rey en posición invertida representa el estado de un ser amputado de ese fluir rejuvenecedor. El resultado de la ruptura es insatisfacción, debilidad e incluso peligro psíquico.

La Reina

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Así como el Rey está sentado delante de un castillo, el trono de la Reina, enmarcado de rosas, está en medio de un campo. Mientras que el Rey simplemente mira su Pentáculo, ella lo sostiene con ambas manos, plenamente consciente de la magia de la naturaleza y de la fuerza que obtiene de ella. Más que cualquier otra de las cartas Menores, ésta representa el amor por el mundo y la unidad con él. El conejo que aparece en el ángulo inferior derecho no sólo representa la fertilidad sexual, sino también la fructificación espiritual de una vida que ha encontrado su propio ritmo en el mundo que la rodea. Sus cualidades, lo mismo que el simbolismo sexual, la relacionan con la patrona de los Pentáculos, la Emperatriz. Al mismo tiempo, en cuanto figura Menor, es portadora de un atributo que falta en el triunfo arquetípico de la pasión: la conciencia de sí. La Reina se conoce y cree en sí misma, y en la magia de su vida. En las lecturas, esta cualidad de confiar en sí misma es, con frecuencia, la más importante. Si el Rey estaba junto al Loco, la Reina combina con el Mago. Como él, lleva una túnica roja sobre una camisa blanca; los dos están rodeados de hojas y flores; un cielo amarillo vierte su luz sobre ambos. Así como el Mago manipula las fuerzas ocultas en el mundo, la Reina de Pentáculos se une con "dichas 165

fuerzas, permitiéndoles que a través de ella fluyan al interior de su vida cotidiana.

Invertida En las lecturas, la Reina en posición invertida puede significar que, en alguna situación específica, el consultante no confía en sí mismo. De modo más general, se refiere a debilidad psíquica, porque separar a la Reina de su conexión vital con la tierra produce, más aún que en el caso del Rey, nerviosidad y confusión. Se genera así miedo e incluso fobia, desconfianza de los otros y especialmente de sí misma, lo cual la lleva a dudar de sus capacidades y de su valor como persona. Esta separación significa algo más que estar aislada de las plantas y de los animales. Alude más bien a una pérdida del ritmo diario en la vida, a una insatisfacción con la totalidad del medio, y a una incapacidad de apreciar lo que éste tiene para ofrecer. En una lectura, la Reina invertida no sólo señala estas características en el sujeto, sino que sugiere un doble reme dio. Primero, un refuerzo de la confianza; la persona ha de insistir en sus logros y buenas cualidades, y puede hacerlo mediante la meditación sobre la Reina en posición normal. Segundo, un 166

arraigo de las emociones en las cosas naturales, en los placeres comunes, en un trabajo satisfactorio.

El Caballero

La responsabilidad de la acción recae en el Caballero, destacando las cualidades prácticas del palo. Al mismo tiempo, negar la natural tendencia del Caballero a la aventura tiende a deformar y limitar su actitud hacia la vida. El Caballero es responsable, trabajador, estoico. En su mejor sentido, está profundamente arraigado en el mundo exterior y en la simplicidad, una cualidad sugerida por la forma en que el caballo se planta firmemente en el suelo, mientras su jinete permanece erguido.

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Aunque también él sostiene un Pentáculo, no lo mira, sino que en cambio observa fijamente por encima de él. El simbolismo hace pensar que ha perdido de vista la fuente y el significado de su fuerza en la vida. Al dedicarse a cuestiones puramente prácticas, se ha aislado de las cosas más profundas de la Tierra.

Invertida A veces, el naipe en posición invertida significa un despertar de esas otras formas de conciencia, pero más frecuente es que muestre un fracaso o una exageración de las virtudes más evidentes del Caballero. Su firmeza se intensifica hasta convertirse en inercia, su tesonera responsabilidad cede el paso a la ociosidad. Una personalidad apacible, si va demasiado lejos, se debilita y se deprime, especialmente si su placidez encubría un deseo reprimido de aventura o de progreso. El Caballero de Pentáculos, invertido, puede ocasional mente indicar una crisis. Si una persona ha dedicado su vida a un trabajo o a otra actividad externa similar, y se ve despojada de ese significado‐ por un despido o una jubilación, por ejemplo, es probable que el desaliento y la de presión la abrumen. 168

Otro ejemplo sería una mujer que haya dedicado su vida a sus hijos, y que se encuentre ahora con que han crecido y se han alejado de ella. Aunque es ciertamente raro que significados tan extremas se den en lecturas reales, no por eso dejan de estar implícitos en la paradoja básica de este naipe: profunda mente enraizado en la magia que lo sustenta, pero sin tener conciencia de ella, el Caballero se identifica con sus funciones. Necesita descubrir la verdadera fuente de su fuerza, dentro de sí mismo y en la vida.

El Paje

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En contraste directo con el Caballero, el Paje no mira nada más que su pentáculo, que sostiene delicadamente en el aire. Así como el Caballero es el trabajador arquetípico, el Paje representa al estudiante, perdido en sus estudios, fascinado, que poca preocupación siente por ninguna otra cosa. Y sin embargo, participa de la naturaleza práctica del palo, en cuanto simboliza el trabajo efectivo del estudiante, el estudio y la erudición, por contraposición con la inspiración, simbolizada por el Paje de Copas. El estudiante funciona aquí como un símbolo; no es que el Paje tenga que referirse a alguien que efectivamente estudia, sino simplemente a alguien que aborda cualquier actividad con esos atributos de fascinación, de compromiso extremo, de importarle menos la posición social y otras gratificaciones que el trabajo como tal.

Invertida Una vez más el Paje aparece como lo contrario del Caballero. En realidad, los dos se reparten las dobles cualidades de los Pentáculos: el espíritu práctico y la magia. Así como el Caballero, sin su trabajo, se desalienta y cae en la inercia, el Paje, sin 170

su sentido del esfuerzo, se entrega a la extravagancia y la disipación, lo que Waite llama la «prodigalidad». En ocasiones, sin embargo, la carta puede significar simple mente que uno se relaja después de una tarea difícil, como un estudiante después de los exámenes.

El Diez

Una de las cartas Menores más simbólicas y en la que se superponen más significados, el Diez nos muestra la imagen misma del Portal que se abre a las experiencias ocultas en las cosas ordinarias. Como el Diez de Copas, se ocupa de la vida doméstica, pero mientras que en el naipe de Copas hombres y mujeres celebran el don, aquí la familia no advierte la magia que los rodea. Superficialmente, la carta representa el 171

hogar establecido, la vida buena, una posición cómoda y segura en el mundo. Sin embargo, pare ce que las personas en cuestión dieran por sentada toda esa comodidad; la seguridad se les hace aburrida o sofocante. En contraste con el Diez de Copas (las dos cartas suelen aparecer juntas en las lecturas), aquí no parece que hubiera comunicación entre los miembros de la familia. El hombre y la mujer están mirando en sentido contrario, aunque la mujer dirige una mirada ansiosa al hombre, por encima del hombro. El niño se cuelga nerviosamente de su madre, pero aparta la vista. Y ninguno de ellos advierte al anciano que está más allá de la arcada. Aunque la carta expresa una escena mundana, está cubierta de signos mágicos. Los diez pentáculos forman el Árbol cabalístico de la Vida, que no aparece en ninguna otra parte en el mazo. Obsérvese también la varita mágica apoyada en la arcada, que no aparece tampoco en ninguna otra carta Menor. También la arcada muestra, en relieve, una balanza en equilibrio (justamente por encima de la cabeza del anciano). Ahora bien, la balanza representa la Justicia, y además, las fuerzas sutiles que impiden que el mundo cotidiano se desintegre en el caos. Al hablar de «fuerzas sutiles» no me refiero sólo a las llamada leyes «ocultas», como la de polaridad, ni a la ley de las correspondencias (como es arriba, así es abajo). La expresión se aplica además a las formas de 172

operar generalmente más aceptadas de la naturaleza, como la gravedad o el electromagnetismo. No porque los aprendamos en la escuela debemos considerar menos maravillosos esos fenómenos. El hecho es que no damos importancia al universo simplemente porque funciona tan bien. Más aún que las otras imágenes, el anciano evoca la magia. Se asemeja a la imagen, presente en todas las culturas, del dios o del ángel que viene, disfrazado de mendigo o de viajero, a visitar a una familia, y que tras haber puesto a prueba sus virtudes de hospitalidad y generosidad, les deja un regalo mágico. En el caso de Abraham y Sara, los ángeles les dieron un hijo, Isaac. En muchos relatos de este tipo, sólo los perros reconocen al visitante (así como en otros cuentos los perros son los únicos que huyen del Diablo cuando éste se aparece disfrazado). Dado que no han sepultado sus instintos en el escéptico racionalismo humano, los perros son capaces de sentir la llamada de lo maravilloso. Ahora bien, la mayoría de estos relatos insisten en la moraleja: «Sé amable con todo el mundo, que nunca sabes a quién puedes estar rechazando.» Pero podemos dar a la historia una interpretación más sutil. Al actuar de cierta manera, las personas crean en sí mismas la capacidad de reconocer y de recibir las bendiciones del mundo que las rodea. 173

Todas esas maravillas, todos esos signos ocultos, apuntan al tema básico de los Pentáculos: el mundo cotidiano contiene una magia mayor de lo que ninguno de nosotros habitualmente puede ver. La magia nos rodea por todas partes, en la naturaleza, en el hecho mismo de que la vida exista y de que este vasto universo no se nos desintegre. Dentro de la arcada vemos un día común de sol; afuera predominan los tonos más oscuros, incluso en el abrigo multicolor del anciano, con sus signos astrológicos y de magia ritual. La familia, de pie bajo la arcada, tiene una cierta pose teatral. Con toda su firme realidad, el mundo de todos los días, la vida cómoda que aceptamos sin cuestionarla, e incluso los problemas y las desdichas que con frecuencia nos quitan el sueño, no son más que una comedia en la que todos representamos los papeles que nos han marcado nuestra educación y la sociedad (reconocer que somos un producto de nuestro condicionamiento es el primer paso para liberarnos de él). La verdadera realidad no deja de ser antigua, oscura y misteriosa. Por más que miremos a través de la arcada, la perspectiva de la carta nos coloca fuera de ella, donde está el visitante. Al fundirnos con esta carta podemos encontrarnos a nosotros mismos más allá del Portal, contemplando los pequeños dramas de nuestra propia vida cotidiana. Y si nos adentramos 174

más en ella podemos vivenciar ese universo fantástico y vibrante que existe en el centro mismo de lo ordinario. Cuando el héroe Ulises llegó a su hogar después de haber vagado por el mundo feroz y lleno de monstruos que se extendía más allá de la Grecia civilizada, venía disfrazado de mendigo. Sólo su perro lo reconoció. Aunque vistiera de harapos, eran harapos gloriosos (muy a la manera de la chaqueta remendada del visitante) porque se los había dado la diosa Atenea. Ulises volvía del mundo fantástico al doméstico; destruyó el mal que encontró en su casa y restableció el orden moral. Sin embargo, antes tuvo que pasar por la vivencia de lo que había más allá, donde también el Diez de Pentáculos nos lleva.

Invertida Si el sentimiento de estar aburrido de la vida va en aumento, puede llevarnos a correr riesgos, especialmente financie ros o emocionales. En ocasiones, según cuáles sean los con textos o los resultados previstos, los riesgos se justifican; por ejemplo, el Loco junto al Diez de Pentáculos invitaría al juego. Otras veces, los riesgos no provienen tanto de la necesidad como de la impaciencia con lo que ya 175

tenemos. Esta situación se agudiza cuando el Diez de Pentáculos aparece con el Diez de Copas. El paralelismo con Ulises se acentúa más cuando la carta sale invertida. La mayoría de los problemas de aquel héroe se derivaron de una vena de temeridad que lo llevaba a cometer actos de osadía precisamente en los peores momentos. La necesidad de jugárselo todo estaba en contradicción con sus cualidades básicas de cautela, habilidad y previsión. Y sin embargo, la insensatez mantenía el equilibrio. Sin ella, Ulises no habría visto el mundo más allá del hogar y de la familia a los cuales finalmente regresó.

El Nueve

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En cuanto cartas materiales, los Pentáculos se refieren al éxito y a lo que éste significa en la vida de una persona. A diferencia de la figura que aparece en el naipe Diez, aquí la mujer tiene clara conciencia de las cosas buenas que hay en su vida. Su mano se apoya en los Pentáculos, con el pulgar enganchado en un tallo de la vid. Uno de los significados básicos de la carta es la conciencia; especialmente, conciencia de sí y de la capacidad de distinguir lo que tiene importancia en la vida, los objetivos que realmente nos exigen nuestro mejor esfuerzo. La carta significa éxito, pero no simplemente beneficios materiales; significa igualmente el sentimiento de seguridad, la certidumbre que da el saber que uno ha hecho las opciones correctas y ha llevado a cabo las acciones necesarias para alcanzarlas. Los pentáculos que crecen en los arbustos simbolizan una vida productiva y activa. Aquí el «éxito» no significa tanto logros mundanos como triunfar en la «creación» de nosotros mismos a partir de los materiales que nos proporcionan las circunstancias y las condiciones de nuestra vida. Y la «certidumbre», en su sentido más fuerte, quiere decir algo más que mirar hacia atrás y ver que hemos hecho lo que debíamos. Significa también la capacidad de saber allí donde los otros sólo pueden conjeturar. El Nueve de Pentáculos representa el emblema de esta cualidad, el verdadero 177

sello de la persona evolucionada (un tema que se profundizará al final de la sección sobre lecturas); por consiguiente, el estudio y la meditación sobre esta carta nos ayudarán a conseguir esa certidumbre. Hemos visto que los Nueves muestran compromisos y opciones, un tema que aparece también en los Pentáculos. La mujer está sola en su jardín. Para lograr lo que tiene, ha tenido que renunciar a la compañía habitual. En las lecturas, este simbolismo no significa que la carta aconseje inevitablemente renunciar a una relación, pero sí que exhorta a confiar en sí mismo y a refugiarse en una cierta soledad para perseguir los objetivos. La imagen de la derecha, ligeramente diferente de la versión oficial del mazo Rider (figura izquierda), proviene de una edición norteamericana de hace varios años. En este Nueve de Pentáculos una sombra oscurece el rostro de la mujer y las uvas que hay al lado derecho de la carta. Es evidente que la figura se aparta del sol. El simbolismo sugiere un sacrificio. Para hacer de su vida lo que ella quiere, esta mujer ha tenido que renunciar no solamente a la compañía, sino también a cosas tales como la espontaneidad, las distracciones y la temeridad. Si el sacrificio nos parece demasiado grande, quizás eso signifique que no valoramos lo suficiente las 178

gratificaciones que proporciona el cultivo de sí mismo. La imagen del ave lleva más lejos estas ideas. Cazador por todo lo alto, el halcón simboliza el intelecto, la imaginación, el espíritu. La caperuza, sin embargo, lo somete a su señora, es decir, a la voluntad consciente. Por consiguiente, aunque a primera vista el naipe signifique éxito, con un conocimiento más íntimo este significado primario pasa a ser el de disciplina. Y la entrada por el Portal de esta carta nos ayudará a alcanzar el júbilo de la verdadera disciplina, la que no mutila, sino que eleva.

Invertida Las cualidades de la carta quedan negadas o trastocadas: de ello se derivan falta de disciplina y fracaso; proyectos que se emprenden y después se abandonan; una incapacidad de canalizar la energía y orientarla hacia fines útiles. En esta posición, la carta puede significar que no sabemos lo que queremos o lo que es realmente importante para nosotros. La falta de conocimiento de sí mismo genera irresponsabilidad y perfidia, tanto hacia los otros como hacia nosotros mismos.

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El Ocho

Para los Pentáculos, el camino hacia el Espíritu no pasa tanto por el éxito, ni siquiera por la percepción del valor de las cosas ordinarias, como por el trabajo que nos permite llegar a apreciarlas. El Nueve nos muestra la disciplina; el Ocho nos muestra el entrenamiento que nos aporta a la vez disciplina y habilidad. El trabajo, ya sea físico, artístico o espiritual (el sufí Idries Shah habla del «trabajo» como de la más básica de las doctrinas del sufismo), no puede alcanzar éxito si la persona no piensa más que en el resultado final. Muchos artistas y escritores han dado testimonio de este hecho, advirtiendo a los esperanzados que si sólo quieren enriquecerse o 180

llegar a ser famosos, jamás lo conseguirán. Tiene que importarnos el trabajo mismo. Por eso vemos al aprendiz perdido en su tarea. Y sin embargo, el trabajo necesita también tener alguna relación con el mundo exterior. Por más que sigamos nuestras propias normas y nuestros instintos, o que busquemos nuestro propio desarrollo, el trabajo que hagamos carecerá de significado si no sirve a la comunidad. Por consiguiente, detrás de su tienda‐ aunque a la distancia se alza una ciudad, con un camino amarillo (el amarillo representa la acción mental) que permite ir de la ciudad al taller y viceversa.

Invertida Cuando sale invertida, la carta sugiere principalmente impaciencia y las situaciones que de ella resultan: frustración, ambiciones no cumplidas, envidia o celos. Estas cosas pueden provenir de la actitud que lleva a fijarse solamente en el éxito y no en el trabajo que lo consigue. También pueden originarse en un trabajo insatisfactorio, es decir, una actividad o carrera que no requiere habilidad ni compromiso personal alguno, ni da motivos de orgullo. 181

El Siete

De la imagen del trabajo pasamos a la de su recompensa. Como el Nueve, el Siete muestra los pentáculos como un resultado viviente del esfuerzo de la persona. Un trabajo significativo aporta algo más que beneficios materiales; la persona también crece. El Siete enseña ese momento en que se puede mirar con satisfacción lo que se ha logrado, que puede ser tan vasto como una carrera, o tan simple como un proyecto inmediato. La carta da a entender que, sea lo que fuere lo que se haya construido {incluso relaciones entre personas), ha llegado a un punto en que puede crecer por sí mismo, y que la persona puede tomar distancia frente a su obra sin que ésta se desplome.

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Invertida Para muchos, un trabajo significativo es algo inaccesible. En general, el Siete invertido apunta a una insatisfacción que lo impregna todo, a esa sensación de estar atrapado que nos producen los trabajos o los compromisos insatisfactorios. Además, el Siete invertido puede significar cualquier insatisfacción o ansiedad específica, en particular proveniente de algún proyecto que no marcha bien.

El Seis

Las dos cartas siguientes, relacionadas por su simbolismo, destacan entre las más complejas de los Arcanos Menores, e incluso de todo el mazo. 183

Demuestran al mismo tiempo la diferencia entre niveles de interpretación y esa dimensión extra que yo llamo el Portal, porque mientras que el Cinco permite múltiples significados, el Seis nos muestra el propio mecanismo del Portal. Superficialmente, el Seis de Pentáculos ilustra la idea de repartición, de generosidad, de caridad. Obsérvese sin embargo que los personajes forman una jerarquía en que uno está por encima de los otros dos. La carta, por consiguiente, significa una relación en la cual una persona domina a las otras. Es cierto que ésta da, pero siempre desde una posición de superioridad. La balanza está equilibrada: esas relaciones suelen ser muy estables, precisamente porque las personas están bien emparejadas. Así como una de ellas desea dominar, la(s) otra(s) desea(n) que la(s) dominen. La posición inferior no implica realmente debilidad; es frecuente que la persona dominada instigue a la relación, y de hecho insista sutilmente en mantenerla, cuando la que desempeña el papel dominante quizá quiera cambiar. A veces la jerarquía no indica una persona, sino más bien una situación —de índole emocional, económica o lo que sea— que domina a una persona o a un grupo. Es pro bable que les dé muy poco, pero lo suficiente para impedir les que busquen otra cosa. Esto puede suceder con un trabajo que da beneficios 184

materiales, pero escasa satisfacción o poca probabilidad de progresar; o con una relación en que las personas son desdichadas, pero se sienten cómo‐ das; o con una situación política en que la gente reconoce que está oprimida, pero no quiere poner en peligro la poca seguridad que tiene. La carta tiene una relación (deformada) con todas aquellas de los Arcanos Mayores (el Hierofante, los Enamorados, el Diablo y otras) en que alguna fuerza reúne o reconcilia los opuestos de la vida. Aquí nada se reconcilia verdadera mente, pero la situación se mantiene equilibrada y en mar cha. Hasta ahora, los significados subrayan a los dos mendigos, pero, ¿qué hay del donante? Aunque muestra generosidad, el equilibrio de la balanza indica que no da espontáneamente, sino que calcula qué es lo que cree poder permitirse. Dicho de otra manera: da lo que no echará de menos. Emocionalmente, esto simboliza a una persona que se relaciona con verdadera facilidad con las otras, y sin embargo, siempre contiene sus sentimientos más profundos. Como ya dijimos, la relación se genera por ambas partes. Muchas personas no aceptan de los demás más que «dones» limitados. Es probable que una demostración de afecto muy intensa, por 185

ejemplo, las avergüence o las asuste. Lo mismo puede ser válido para quienes se ofenden por la «caridad» e incluyen en esa categoría cualquier ofrecimiento de ayuda. Por lo tanto, el Seis de Pentáculos puede indicar que se da a la gente lo que ésta es capaz de recibir. He subrayado estas palabras porque implican algo que va más allá de su significado literal. Inconscientemente, la mayoría de las personas calculan lo que dan de acuerdo con lo que los demás esperan de ellas; así evitan sentirse incómodas o hacer que los demás se sientan incómodos. Por otra parte, para poder conscientemente dar a la gente lo que necesita y puede usar (y no lo que tal vez cree querer), uno debe haber alcanzado un alto grado de conocimiento de sí mismo y de la psicología humana en general. Son realmente pocas las personas que alcanzan este nivel al dar; muchos creen percibir lo que el otro necesita cuando en realidad están proyectando sobre esa persona sus propias exigencias y sus miedos. En cuanto fuente de información más objetiva, el Tarot puede ayudarnos a entender nuestras propias necesidades o las de los demás. Debido a estos significados, el Seis de Pentáculos se relaciona con el Nueve en el contexto de aquella carta como emblema de la certidumbre.

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La idea de dar a la gente lo que es capaz de recibir tiene también un significado religioso. Tanto los místicos como los esoteristas suelen decir que la verdad oculta en el seno de una religión determinada puede ser casi lo opuesto de lo que esa religión parece decir en la superficie. Por ejemplo, mientras que quizá la doctrina nos enseñe a controlar nuestros deseos con pensamientos piadosos, tal vez el ocultista intente hacer aflorar sus necesidades más ocultas para trabajar con ellas. Esta escisión existe porque la mayoría de las personas no sólo son incapaces de toda forma de trato con las enseñanzas religiosopsicológicas en su forma no suavizada, sino que no están dispuestas a intentarlo siquiera. E incluso muchas de las que lo intentan, encuentran que la verdad les es imposible de asimilar. Recuérdese al rabino Ben Abuysh, que perdió la fe cuando le pareció ver dos Dioses. Idries Shah nos cuenta la fábula de dos hombres que llegan a una tribu sumamente temerosa de las sandías, a las que consideraban demonios. El primer viajero intenta decirles la verdad, y lo lapidan por hereje. El segundo acepta su ortodoxia, se gana la confianza de la gente y lentamente va educándola. Como este relato, el Seis de Pentáculos indica la forma en que la religión, lo mismo que las enseñan‐ zas esotéricas, nos da lo que somos capaces de recibir. Waite, al describir esta carta, dice «una 187

persona con aspecto de mercader»: no un mercader, sino una persona «con as pecto» de serlo. Y Nietzsche, en As{ hablaba Zaratustra, hace que un ermitaño diga a Zaratustra: «Si quieres acercarte a ellos, no les des más que una limosna, y deja que te la pidan.» Si les das más, nadie te escuchará. Sin embargo, ¿quién es esta persona con «aspecto» de mercader? ¿Es simplemente un maestro o representa una doctrina religiosa o psicológica? La balanza sugiere algo más: la Justicia, que representa la verdad, no sólo en cuanto «información correcta», sino como fuerza viviente que mantiene unido al universo y lo equilibra. En el Diez de Pentáculos vimos esta fuerza representada por el anciano en la arcada; aquí se nos aparece como el mercader. La huida nos da lo que necesitamos, lo que podemos usar. Especialmente cuando nos colocamos en posición de recibir. La gente que trabaja con meditación o con el Tarot, o con disciplinas similares (lo mismo que quienes hacen un trabajo artístico), observan con frecuencia un fenómeno curioso. Parece como si la vida conspirase para darles lo necesario para ayudarles en su camino. No es que les dé un empujón, pero sí apenas un empujoncito en el momento preciso. He aquí un ejemplo. En la época en que estaba trabajando con estos significados del 188

Seis de Pentáculos, me hice a mí misma una lectura de Tarot, en la que el Seis salió cruzando al Caballero de Copas. Lo entendí en el sentido de que sería beneficioso para mí mantener una disposición anímica meditativa. Ahora bien, esto sucedió algunos meses después de la muerte de mi madre, y mientras visitaba a mi padre empecé a usar una mezuzah (una especie de amuleto judío) de mi madre. La mezuzah llevaba una inscripción con el nombre Shaddai, en el que reconocí uno de los nombres de Dios, aunque no sabía qué significaba. Dos o tres días después de la lectura asistí con mi padre en una sinagoga a los oficios del Sábado (algo que yo no habría hecho por mi cuenta). Por el camino vi el nombre Shaddai en una joya expuesta en un escaparate y mencioné mi curiosidad respecto de su significado. Cuando miré el pasaje de la Biblia correspondiente a la lectura de ese día, descubrí una nota que explicaba el significado de Shaddai. Traducida como «Todopoderoso», la palabra proviene de una raíz hebrea que significa «subyugar», pero se relaciona también con una palabra árabe que quiere decir «benevolencia, donación de regalos». El libro no sólo respondió a mi pregunta inmediata, sino que me dio una mayor comprensión del Seis de Pentáculos. El «mercader» simboliza la fuerza de la vida, que no sólo nos da lo que necesitamos y podemos recibir, sino que también 189

puede subyugarnos (aunque ordinariamente no lo haga si no lo deseamos) con el milagro espiritual. Y toda esa comprensión intuitiva (que, por haberla experimentado, significaba más para mí de lo que habría significado intelectualmente, como idea), la había alcanzado yo poniéndome literalmente en posición de recibir, es decir, yendo con mi padre a la sinagoga. El Seis de Pentáculos nos enseña que el valor de estudiar el Tarot u otras disciplinas no reside simplemente en el conocimiento específico que de ello se obtiene, sino también en la disposición de ánimo que se crea por el acto de hacerlo. El trabajo mismo nos cambia. Mediante el mecanismo de las cartas Portales podemos cultivar consciente y deliberadamente esos cambios. Al contemplar las figuras y unirnos a ellas nos permitimos recibir sus dones.

Invertida Los significados posibles se relacionan con los de la carta en posición normal. Indican falta de generosidad y egoísmo cuando lo que se espera es compartir. En ocasiones, esto se refiere a una situación en que la persona está en una posición de 190

superioridad. Entonces, el (o la) donante es capaz de dar con mayor libertad, sin calcular lo que puede o no permitirse, sino compartiendo realmente. Otras veces, la carta señala el resentimiento de las personas que reciben la caridad, o su contrapartida, la piedad. Con frecuencia, el Seis invertido indica que alguna situación estable, pero básicamente desigual o insatisfactoria, se ha roto. Que esto dé o no origen a otra más libre o más equilibrada dependerá de diversos factores, entre los cuales no es el menos importante el deseo y el valor de los participantes para seguir adelante con un proceso que ha sido iniciado por ellos mismos o por algún agente exterior. Finalmente: como es natural, la carta en esta posición significa no estar en posición de recibir, ya sea porque nos aislamos espiritualmente o porque dejamos pasar alguna oportunidad práctica, quizás a causa de nuestra arrogancia o nuestra desconfianza de los motivos ajenos.

El Cinco

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Los diversos significados de esta carta ilustran una vez más el problema de la certidumbre que analizaremos en la sección destinada a las lecturas. ¿Cómo podemos saber con seguridad qué significado es válido para una situación real? Al mismo tiempo, los significados muestran cómo una situación puede encaminarse por direcciones muy diferentes. Los Cincos ilustran algún género de conflicto y pérdida; cuando se trata de Pentáculos, esto significa sobre todo problemas materiales, como pobreza o enfermedad. Obsérvese que los personajes, aunque encorvados y tullidos, sobreviven. Esta carta puede indicar amor, especialmente el de dos personas que se mantienen unidas en una mala situación. Puede darse el caso de que las penurias se hayan convertido en uno de los principales factores que las man tienen juntas, de modo que el alivio de sus problemas 192

materiales puede poner a prueba su unidad; también es probable que las personas crean que eso puede suceder, y que por eso teman al cambio. Obsérvese que las figuras pasan delante de una iglesia. Pues bien, como lugar de asilo, la iglesia representa descanso y alivio ante la tormenta. Las dos personas, sin embargo, no la ven. Los seres humanos pueden acostumbrarse a cualquier cosa, y cuando esto sucede, es frecuente que no vean las oportunidades de cambiar, y que se resistan incluso a poner término a sus problemas. Si comparamos estas personas con los mendigos arrodillados del naipe Seis, vemos que el Cinco representa el orgullo y la independencia, lleva dos en ocasiones al punto de la estupidez ante un auténtico ofrecimiento de ayuda. Al examinar más atentamente la carta podemos descubrir otros significados alternativos, y hasta opuestos. La imagen no muestra ninguna puerta de la iglesia. Como sucede hoy con muchas iglesias que cierran sus puertas cuando no hay oficios religiosos, parece que ésta hubiera dejado fuera a la gente. El asilo no ha servido de nada. Vemos aquí ante todo un comentario sobre la religión moderna, a la que muchos acusan de haber fracasado en la tarea de consolar y curar las almas perturbadas de los fieles. En un nivel más simple, en muchos países las iglesias se han enriquecido a expensas del pueblo. Aquí 193

también cabe comparar el Cinco con el Seis. Allí, el mercader puede simbolizar la iglesia secular moderna, que da la asistencia material que puede (o que quiere), en tanto que de las necesidades espirituales de la gente nadie se ocupa. Podemos decir que el párrafo anterior nos ofrece una interpretación «sociológica» de la iglesia sin puerta. Si, en cambio, ponemos el acento en las personas, tendremos una visión psicológica. A veces podemos encontrarnos en una situación en que las fuerzas externas las instituciones sociales, la familia, los amigos, etc. no pueden ayudarnos, y debemos enfrentarnos solos con el problema. Podemos extender esta idea a una interpretación «mágica» u ocultista. En el libro sobre los Arcanos Mayores analicé cómo el mago o maga, al embarcarse en un curso de evolución personal, se enfrenta con la Iglesia establecida, que tradicionalmente actúa de intermediaria entre los seres humanos y Dios. La opción puede traer consecuencias tanto prácticas como políticas. Si el mago tropieza con fuerzas psíquicas peligrosas, entonces la religión tradicional no puede (por no hablar de que no quiera) ayudarle a vencerlas. Compárese el Cinco de Pentáculos con el Hierofante, el número 5 de los Arcanos Mayores. Allí (figura 52b), dos suplicantes se someten a una doctrina que 194

los orienta en todas las situaciones. Aquí (figura 52a), las personas han rechazado esas doctrinas, o simplemente han descubierto que no venían al caso.

Invertida El significado que da Waite es «caos, desorden, ruina, con fusión». Esto sugiere que las cosas tal como se las veía en la posición normal se han desbaratado. Las personas ya no sobreviven. Por más que la situación inmediata pueda parecer mucho peor, a veces conduce a una mejora. Cuando la gente se acostumbra al sufrimiento, es probable que un colapso la libere. El que ahora puedan o no construir algo más positivo depende parcialmente de ellas mismas, y parcialmente de la influencia y de las oportunidades que las rodeen.

El Cuatro

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Lo primero que vernos es la imagen de un avaro, y por extensión, el hecho de depender, para sentirse seguro, de la comodidad y la estabilidad materiales simbolizadas por el número Cuatro. A manera de respuesta a los problemas y dificultades que nos mostraba el naipe anterior, el hombre se ha provisto de una capa protectora contra cualquier problema económico (o de otra índole) que pudiera surgir en el futuro. Sin embargo, así como en el Cinco veíamos dos personas, aquí hay una sola, cuya necesidad de seguridad personal excluye a los demás. En cuanto signos mágicos, los Pentáculos simbolizan la energía psíquico-emocional básica. Aquí, el hombre usa sus pentáculos para aislarse del mundo exterior. Con ellos se ha cubierto los puntos más vitales: la coronilla (que aquí es literalmente una corona), la garganta y el corazón, y las plantas de los 196

pies. La gente que hace meditación con los chakras reconocerá que los dos primeros son puntos vitales de conexión con el Espíritu y con las demás personas. Cubrirnos los pies simboliza un bloqueo que nos separa del mundo circundante. Sin embargo, el hombre no puede protegerse la espalda. Siempre seguirnos siendo vulnerables a la vida, por más centrados en nosotros mismos que procuremos estar. En ciertas situaciones, el Cuatro, considerado generalmente como una «carta problema», puede ser muy apropiado. Cuando la vida se ha desintegrado en el caos, el Cuatro indica la creación de una estructura, ya sea por mediación de las cosas materiales u orientando hacia adentro la energía mental y emocional. La carta sigue siendo una imagen del egoísmo, pero a veces el egoísmo puede ser precisamente lo que se necesita. Generalmente, la gente que medita con el aura, al término de cada meditación cumple con el ritual de «sellar» el aura en los puntos de los chakras. Esta práctica impide a la vez las filtraciones de su propia energía, y que el sí mismo se vea anegado por influencias externas. Finalmente, en un nivel muy profundo, el Cuatro de Pentáculos simboliza la forma en que la mente humana estructura y confiere significado al caos del universo material. Esta idea no contradice el concepto de fuerzas que equilibran la naturaleza, tal 197

como las describen el Diez y el Seis. Más bien lo complementa, al mostrar que la gente no sólo percibe aquellas fuerzas, sino que de hecho las ayuda a funcionar. El que los seres humanos existamos en el universo como creadores y no como meros observadores pasivos constituye uno de los puntos de encuentro entre las enseñanzas místico-esotéricas y la física contemporánea.

Invertida Aquí la energía se libera. El acto puede significar generosidad y libertad si la posición normal indica avaricia o encierro dentro de nosotros mismos, pero también puede representar la incapacidad de establecer un lazo que mantenga unida nuestra vida y la estructure. Una vez más, recordemos que en cada situación concreta el significado depende de otras influencias.

El Tres

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Volvemos aquí al tema del trabajo, visto tanto en su sentido literal como en cuanto símbolo de evolución espiritual. El hombre situado a la izquierda es un escultor, un maestro de su arte. La carta aparece a veces en relación con el Ocho de Pentáculos, lo que significa que el esfuerzo y la dedicación laboral han dado como resultado o lo darán el dominio y la maestría. A la derecha están de pie un monje y un arquitecto, que sostienen los planos de la iglesia. Juntas, las tres figuras significan que el mejor trabajo combina la habilidad técnica (Aire) y la comprensión espiritual (Agua) con la energía y el deseo (Fuego). Obsérvese cómo los pentáculos forman un triángulo de Fuego, con la punta hacia arriba, que nos muestra cómo el trabajo puede elevarnos a niveles superiores, en tanto que debajo de ellos hay una flor situada 199

dentro de un triángulo de Agua, que apunta hacia abajo y simboliza la necesidad de que ese trabajo arraigue en la realidad del mundo y en las necesidades de la comunidad. En cuan to reflejo de esta dualidad, la carta como el Nueve hace referencia al trabajo concreto, y sin embargo puede ser también un símbolo del ser interior evolucionado. Estos dos significados no se excluyen recíprocamente. Como observamos antes, el trabajo manual, hecho a conciencia y con ánimo comprometido, puede ser el vehículo de la evolución del sí mismo. Parte del significado de esta carta reside en el hecho de que un simbolismo tal de la evolución psíquica haya de darse en el ámbito mundano de los Pentáculos, y no en las imágenes, con frecuencia más exóticas, de los otros palos.

Invertida Mediocridad: el trabajo, físico o espiritual, va mal, con frecuencia debido a ociosidad o debilidad. En ocasiones, el significado se extiende a una situación general en la que poco sucede: las cosas continúan, ya sea empeorando o mejorando, siempre al mismo paso lento.

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El Dos

Como el Dos de Espadas, el Dos de Pentáculos se mantiene en un equilibrio precario, aunque en general éste es más feliz. En realidad, lo que vemos en la imagen del juglar es la idea misma del equilibrio. Hay veces en que la carta significa hacer malabarismos con la vida misma, manteniéndolo todo en el aire al mismo tiempo. Pero más simplemente, expresa la idea de disfrutar de la vida, pasándolo bien, de manera similar a como la muestra el Nueve de Copas, aunque más ligera: aquí vemos una danza antes que una fiesta. Como tantos Pentáculos, la carta implica que hay una magia oculta en sus placeres ordinarios. El juglar sostiene sus emblemas mágicos dentro de un lazo o cinta que forma el signo de infinito, el mismo que 201

aparece por encima de la cabeza del Mago, y de la mujer en la Fuerza. Hay gente que cree que el desarrollo espiritual se produce sólo en momentos de seriedad. Pero el placer y la diversión también pueden enseñarnos mucho, siempre y cuando les prestemos atención.

Invertida Aquí el juego se vuelve forzado: Waite dice «disfrute simulado». Enfrentados con algún problema que no queremos enfrentar, o con la presión social que nos exige no armar por ello un alboroto, es posible que finjamos, tanto ante nosotros mismos como ante los demás, que nos tomamos todo a la ligera. Pero lo más probable es que fracasemos en este acto de malabarismo.

El As

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El don de la Tierra: naturaleza, riqueza, seguridad, vida gozosa. Sólo en este As no hay ninguna letra Yod cayendo del cielo. La Tierra, en su totalidad y en su sólida realidad, produce su propia magia. Hemos visto con las otras cartas (principalmente con el Diez) cómo la magia se mantiene muchas veces oculta a nuestros ojos simplemente porque vemos sus resultados como algo muy habitual. Aquí, la mano ofrece sus dones en un jardín, un lugar al abrigo del mundo silvestre que se ve más allá de él. Mediante la obra de la civilización, la humanidad da forma a la materia prima de la naturaleza, convirtiéndola en un medio seguro y cómodo. El trabajo espiritual nos encamina al reconocimiento de la magia en las cosas normales, 203

tanto en la naturaleza como en la civilización, y después nos anima a trascenderlas, aproximándonos a ese conocimiento más vasto que simbolizan las montañas. La salida del jardín forma un arco muy similar al laurel de la victoria que rodea al danzarín del Mundo. Al término de los Arcanos Menores, el As de Pentáculos nos muestra una vez más cómo, cuando estamos listos el Portal se abre siempre hacia la verdad.

Invertida Como los dones materiales existen de una manera en que no existen los dones de los otros Ases, en este caso son más susceptibles de abuso. El As de Pentáculos invertido puede significar todas las formas en que la riqueza corrompe a la gente: el egoísmo, la competencia desenfrenada, la desconfianza, la dependencia excesiva de la seguridad y el confort. Tomado de otra manera, el jardín puede representar a veces una protección, proveniente de los acontecimientos o de otras personas, frente a los problemas de la vida. Si la carta está invertida, indica que esta protección se ha terminado, y que la persona debe hacer frente a sus problemas; o que la persona 204

desea seguir aferrándose a ese refugio una vez llegado el momento de abandonarlo. Como el Ermitaño invertido, puede simbolizar una negativa a crecer, y específicamente, a independizarnos de nuestros padres. En otras ocasiones, sin embargo, el As invertido puede significar el reconocimiento (como el Ocho de Copas en posición normal) de que ha llegado el momento de dejar atrás lo familiar y de atravesar el Portal que nos conduce a las montañas de la sabiduría.

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LAS LECTURAS

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5 Introducción a la adivinación por el Tarot El uso de los naipes de Tarot para hacer lecturas —o «adivinación», para dar a la práctica su verdadero nombre— ha sido motivo de controversia por lo menos desde el siglo XVIII, época en que los ocultistas iniciaron, desde su punto de vista, el estudio «serio» de las cartas. Paradójicamente, al mismo tiempo que muchos ocultistas miran con desdén la adivinación, la mayoría de las personas no saben que pueda haber otro propósito en el estudio del Tarot. Muy al comienzo de su historia, las cartas de Tarot fueron a parar a manos de los zíngaros o gitanos, probablemente cuando éstos entraron en España, provenientes del norte de África (aparentemente, las cartas habían llegado a España desde Italia o Francia). Los zíngaros no nos han aportado información alguna sobre ningún uso particular o secreto que hayan podido hacer de las cartas. Públicamente, por cierto, las usaban para 207

hacer dinero diciendo la buenaventura: a los ricos en cámaras privadas donde nadie pudiera enterarse de sus secretos, a los pobres en tiendas y caravanas, durante ferias y festivales. En la actualidad muchas personas siguen creyendo que los zíngaros inventaron el Tarot, pese a que hay claras pruebas en contra de esta teoría. La asociación entre gitanos y naipes sigue siendo tan fuerte que en algunos países las mujeres que se dedican a leer profesionalmente acostumbran a llevar pañuelos multicolores, faldas con volantes y pendientes de oro (y los hombres, pantalones bombachos, chalecos de brocado y un solo pendiente), y adoptan nombres como «Madame Sosostris» para satisfacer al público. Es probable que la larga asociación de las lecturas del Tarot con puestas en escena baratas explique, por lo menos en parte, el desprecio o la falta de interés que muchos estudiosos del Tarot han mostrado hacia la adivinación. En cuanto ven en el Tarot un diagrama y un instrumento de la evolución consciente, los ocultistas y quienes se interesan por el esoterismo rechazan automáticamente el uso de las cartas como anuncio de «extranjeros altos y morenos» o de herencias misteriosas. Y sin embargo, al ver únicamente los abusos, y no las posibilidades más profundas que ofrecen las lecturas, son esos 208

mismos ocultistas quienes limitan el verdadero valor del Tarot. He aquí el comentario de Arthur Edward Waite sobre la adivinación, en su libro The Pictorial Key to the Tarot [La clave gráfica del Tarot]: «La asignación de un aspecto adivinatorio a estas cartas es la historia de una prolongada impertinencia.» Esto nos conduce a una interesante paradoja. Porque desdeñaban el aspecto adivinatorio, Waite y otros que pensaban como él extendieron el abuso de las lecturas. La forma despectiva en que escribieron sobre el tema ha fijado en la mente de muchas personas la imagen de intentos triviales de predecir el futuro. En cuanto a la mera cuestión de por qué escribieron sobre el tema, sólo podemos conjeturar que ellos o sus editores supusieron que el público esperaba este enfoque. Después de todo, incluso hoy a la mayoría de las personas que toman un libro sobre el Tarot les interesan más los mensajes misteriosos que nada que tenga que ver con el logro de una transformación psíquica. Por cierto que los libros sobre Tarot que mejor se venden dan las fórmulas más simples para los significados de las cartas; y al mismo tiempo, prometen la totalidad del conocimiento. Más importante que dilucidar por qué se molestaron en escribir sobre el tema es el simple hecho de que pocos especialistas en esoterismo hayan 209

intentado disipar la imagen trivial de la adivinación. Esta indiferencia se ha extendido incluso a la totalidad de los Arcanos Menores. Como las cartas Menores van asociadas con las lecturas, muchos libros serios sobre el Tarot las tratan muy a la ligera, si es que las tratan (el comentario de Waite se aplicaba solamente a los Arcanos Mayores). El libro de Paul Foster Case sobre el Tarot sólo da las fórmulas más escuetas en una especie de apéndice al final. Otros libros no tratan más que las cartas Mayores. La obra de Crowley The Book of Toth [El libro de Toth] es prácticamente el único de los estudios esotéricos modernos que profundiza en el significado de los Arcanos Menores, relacionándolos con un complicado sistema astrológico. En cuanto a los métodos para hacer las lecturas, los estudios esotéricos más importantes no nos han dado más que una pobrísima información, consistente en unas pocas «tiradas» o diseños para disponer las cartas, con unas fórmulas a modo de explicación de las diferentes posiciones. En esto también, la excepción es Crowley, quien presenta un sistema complicado de lecturas, mediadas por un «reloj» astrológico. El impacto de la psicología profunda y de la astrología humanista ha llevado a muchos autores contemporáneos a buscar un uso más serio de la 210

adivinación. Desdichadamente, al tratar las lecturas de manera tan displicente, los primeros autores crearon una tradición formada por fórmulas de las cuales a los modernos les ha resultado difícil desprenderse. Así, nos seguimos encontrando el mismo tipo de explicaciones para los Arcanos Menores, en el estilo de «Todo no se ha perdido todavía; aún puede haber buena suerte» (Douglas); y con las mismas descripciones breves de las tiradas, con explicaciones del tipo de «el mejor resultado posible» para las posiciones. En la línea iniciada por Crowley y otros, varios libros contemporáneos han intentado ampliar el significado de los naipes vinculándolos no solamente con la astrología y la Cábala, sino con el I Ching, la psicología junguiana, el tantrismo e incluso con las mitologías de América Central. Establecer estas vinculaciones ayuda al entendimiento, especialmente a las personas con un conocimiento previo del otro sistema (sería interesante ver un libro, digamos, sobre psicología de la gestalt que explique su tema en función de la correspondencia con el Tarot, y no a la inversa). Aun así, en cualquier estudio cuidadoso del Tarot se ha de seguir poniendo el énfasis en las cartas mismas, y en el uso que les cabe en la meditación y en las lecturas. En esta sección del libro esperamos dar una idea de lo complejo y profundamente instructivo que puede ser el Tarot en cuanto instrumento adivinatorio. 211

El sentido común Mucha gente dice que las lecturas del Tarot «le dan miedo». A lo que aluden con eso es, primero, a la incomodidad de que algo pueda dejar al descubierto sus experiencias, al mismo tiempo que sus miedos y esperanzas más íntimos; y en segundo lugar, a que un mazo de cartas pueda hacer tal cosa. Esas personas suelen acercarse inicialmente al Tarot como si fuera un juego, especialmente si es un amigo o un pariente quien echa las cartas, y no tienen que pagar por la lectura. Entonces barajan los naipes con una sonrisa forzada, porque se sienten tontos; el lector hace la tirada, tal vez buscando los significados en un libro, y llega lo increíble: ahí aparece el trabajo nuevo, o el amante infiel o —si el lector lo encara con un poco más de sutileza— el miedo a la enfermedad o una dolorosa rebelión contra uno u otro de los padres. —Esto lo estás sacando de lo que ya sabes de mí dicen, o si no—: Eso ya lo sabías con mirarme, ¿no? En realidad, no es que lo hayas visto en las cartas. Y entonces, a la vez siguiente que alguien les habla de tirar las cartas, se ríen y contestan que no, gracias, que a ellos esas cosas les dan miedo. La verdad es que el futuro le da miedo a mucha gente que no espera que le suceda nada bueno. Se 212

conforman con que las cosas sigan igual, en un equilibrio de dolor y felicidad con una gran dosis de aburrimiento y frustración y un nivel mínimo de desdicha; pero incluso una estabilidad así se les aparece como improbable. A los ojos de la mayoría, las cosas no pueden menos que empeorar; y lo más probable es que empeoren. Las lecturas del Tarot nos enseñan muchas cosas más allá de la información determinada que obtenemos de ellas. Una de esas cosas es el predominio del pesimismo. Si todas las cartas de una persona salen positivas, radiantes de promesas de felicidad, la persona dirá probablemente: —¿Ah, sí? Pues lo creeré cuando lo vea. Pero si una sola carta expresa una insinuación de dificultades o de enfermedad, la respuesta se convierte en: —Oh, si yo ya lo sabía. Y ahora, ¿qué voy a hacer? Con una actitud tal, imagínese el lector cómo crece el miedo, y quizás el resentimiento, cuando la temida información les llega a partir de un mazo de naipes.

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Hay también otro aspecto en esta cuestión de aceptar las cartas. La gente que va a hacerse leer el Tarot, con frecuencia tiene la actitud de querer que le «muestren» algo. Como consideran que la adivinación es algo «mágico» (aunque en realidad no sepan lo que eso significa), quieren que el lector les demuestre que tiene poderes mágicos. Para ellos, el valor de la lectura reside en la precisión con que armonice con lo que ellos ya saben de su vida, con el agregado, naturalmente, de un pelín de información nueva. Para asegurarse de que el lector —o la lectora — es «honesto», le ocultan de su vida todo lo posible. Recuerdo una mujer que vino a pedirme consejo por cuestiones de trabajo. Durante toda la lectura me miró (o miró las cartas) con aire inexpresivo, sin darme indicación alguna de si lo que yo le decía tenía algún sentido para ella. Después, sin embargo, repasó una por una las cartas, explicándome cómo se relacionaban directamente con su experiencia del momento. En otra ocasión yo había prometido a una amiga que le haría una lectura en Árbol de la Vida (véase sección Tipos de lecturas) como regalo por su vigésimo primer cumpleaños. Cuando le contó a alguien en el despacho que se iba a hacer leer las cartas, la mujer le aconsejó, alarmada:

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—Oh, pero no debes hacer eso. No sabes las cosas que hace esa gente. Se van al ayuntamiento y al registro civil para averiguar todos tus datos, cuándo naciste, dónde vives ... Mi amiga no le dijo que yo ya sabía todas esas cosas. A esas personas no parece ocurrírseles que cuando pierden su tiempo y su dinero es cuando sólo han aprendido cosas que ya sabían, junto con una maraña de hechos nuevos. Parece que se olvidaran de que no han pedido la entrevista para poner a prueba al lector, sino para buscar consejo. Cuánto más podría haber aprendido la mujer sobre su carrera, si me hubiera dado oportunidad de profundizar en las relaciones entre las cartas, en vez de limitarse a verificar hasta qué punto me aproximaba yo a los hechos. Detrás del miedo y del escepticismo se oculta el mismo problema: las cartas del Tarot ofenden al «sentido común», es decir, a la imagen del mundo que tenemos en común y que es, generalmente, la que nos enseña la sociedad. A esa imagen la consideramos «científica», aunque sólo en el estricto sentido histórico de esa palabra, en cuanto significa la visión propagada por los científicos oficialmente reconocidos (lo que excluye, por ejemplo, a los 215

astrólogos y los yoguis) desde el siglo XVII. Irónicamente, las propias ciencias naturales, y en especial la física, se están apartando de la idea de un universo estrictamente mecanicista. Sin embargo, el retraso cultural asegura que la mayoría de las gentes sigan pensando en la ciencia en términos del siglo XIX. Es decir que la visión «con sentido común» del mundo que se generó en una cultura —la europea— ha predominado durante no más de unos doscientos o trescientos años, y ha empezado ya a desvanecerse. Es imposible negar los logros alcanzados por esta visión, sean cuales fueren sus inconvenientes. La mayor parte de las personas que denuncian la ciencia no pueden ofrecer nada en reemplazo de ella, a no ser la nostalgia de un pasado visto a través de los ojos del romanticismo, pero que jamás existió. El peligro que actualmente representa la humanidad para la naturaleza da un irónico testimonio de la medida en que la raza humana ha conseguido superar las grandes amenazas —el hambre, las fieras, la enfermedad, etc.— que, en su momento, representó para ella la naturaleza. Pero aceptar los logros de la ciencia no nos obliga a proscribir todas las demás contribuciones al conocimiento humano. La ciencia occidental moderna se inició como un movimiento conscientemente ideológico, que se 216

oponía en forma deliberada a la visión religiosa del mundo de su época. Los primeros en practicarla y en teorizar sobre ella, como Francis Bacon, se consideraban revolucionarios que proponían una relación totalmente nueva con la naturaleza, una relación que iría más allá de ensanchar y enriquecer el conocimiento. La ciencia, predicaban, crearía un mundo nuevo. Incluso hoy, en cuanto institución, la ciencia conserva un carácter dogmático y evangélico. La fama y la popularidad de Immanuel Velikovsky se derivaron, en parte al menos, del histerismo con que lo atacaron los científicos (que en Holanda, la tierra de la tolerancia, intentaron conseguir que el gobierno prohibiera los libros de Velikovsky). Y recuérdese también la organización formada recientemente por Carl Sagan, Isaac Asimov y otros con el fin de atacar la popularidad de la astrología. Lo interesante es que al mismo tiempo que la reputación de la ciencia tradicional pasa por momentos difíciles, su visión del mundo sigue, en términos generales, sin ser cuestionada. Con cierta justificación y cierta confusión, la gente culpa a los científicos por las diversas amenazas que pesan sobre la vida en la tierra. Y sin embargo, el «sentido común» sigue aludiendo al mundo creado por la ciencia de los siglos XVIII y XIX: tal es el poder del condicionamiento. 217

¿Cómo podemos caracterizar, pues, este sentido «común» (compartido, ordinario)? Pues porque insiste, principalmente, en que entre acontecimientos, objetos o pautas no puede existir más que una sola forma de relación, que es la de causa física directa. Si empujo algo, se cae. Eso tiene sentido. ¿Tiene sentido que si pienso en algo, se caiga? ¿O que se caiga un edificio si golpeo una maqueta? La persona «con sentido común» dice que no, que si las cosas suceden así eso es coincidencia, palabra que significa que dos o más cosas tienen una relación en el tiempo; han coincidido, pero no tienen ninguna otra relación. La causalidad sigue estando limitada a la acción física observable. Pero la ciencia, incluso en su período más mecanicista, durante los dos últimos siglos, tuvo que ampliar este concepto a límites dudosos para poder explicar el mundo observable. La Tierra y los otros planetas se mueven alrededor del sol. Esto es un hecho demostrable. Podemos calcular las relaciones matemáticas de estos cuerpos en movimiento hasta tal punto que descubramos otros cuerpos nuevos gracias a un movimiento irregular de los ya conocidos (Neptuno y Plutón fueron descubiertos de esta manera). Pero los hechos no explican cómo sucede esto. No hay manos gigantescas que empujen a la Tierra ni tiren de ella para hacerla girar alrededor 218

del sol. Sin embargo, la regularidad del movimiento no nos permite que lo llamemos coincidencia. Por ende, los científicos se inventaron conceptos tales como los de «leyes naturales» y «campos de fuerza». A la misma persona que nos dice que «no tiene sentido» que alguien derribe una silla con el pensamiento le parecerá perfectamente sensato que la «gravedad» haga que la tierra gire alrededor del sol. ¿Qué decir, pues, del antiguo punto de vista, el de la «correspondencia», para el cual la relación entre objetos y acontecimientos es de similitud? Para él «tiene sentido» que, empujando un modelo en escala, alguien pueda derribar una silla. Y tiene sentido que la posición de los planetas en el momento del nacimiento haya de influir sobre la personalidad. De hecho, en la actualidad coexisten ambos puntos de vista, aunque el que afirma la correspondencia sigue siendo el menos respetable. Ciertas plantas se asemejan a órganos humanos. Hay personas (especialmente los sanadores alternativos o de la «nueva era») que afirman que tiene sentido que tales plantas ayuden a mantener sanos los órganos que se les parecen. Otras personas dirán que lo que tiene sentido es que las dos cosas no tengan nada ver una con otra. El «sentido» de los dos grupos no tiene nada en común. 219

A pesar de esta «no-comunidad», los dos puntos de vista se superponen a veces. La gente que desea justificar la astrología a los ojos de la mayoría suele invocar la «ley» de la gravedad para explicar las influencias astrológicas, pese al hecho de que el tipo de influencia que se atribuye a cada planeta depende en gran medida de las asociaciones mitológicas que las antiguas civilizaciones asignaron a cada uno de ellos. Supongamos que aceptamos el antiguo sentido común; ¿nos ayuda eso a aceptar el hecho observable de que las lecturas del Tarot reflejen con precisión la vida de una persona? De hecho, las interpretamos de acuerdo con el concepto de correspondencias: la pauta de las cartas barajadas refleja la pauta de los acontecimientos. Sin embargo, para muchos que creen firmemente en el sentido de la astrología, el Tarot sigue siendo ofensivo. Los planetas forman una pauta fija y específica en el momento del nacimiento, una pauta determinada retrospectivamente por el momento de la creación, cuando la gravedad los colocó en sus órbitas predecibles. Pero en los naipes barajados no existe tal determinación. Además, los planetas son seres poderosos, que se mueven trabajosamente por el cielo, y las cartas parecen tan triviales que se pregunta uno cómo podemos aceptarlas. 220

Para muchas personas, la autoridad de la astrología se deriva de la vastedad del cosmos y, en última instancia, de Dios. Tiene «sentido» que algo tan pequeño como un ser humano haya de recibir su personalidad de los vastos movimientos de los planetas. Y por más que la gente pueda avergonzarse de decirlo, sabemos quién empezó poniendo en movimiento las estrellas y los planetas. Pero a los naipes los barajan gentes como nosotros. Y si vuelven a barajarlos, el diseño que obtienen es diferente. Entonces, ¿cómo es posible atribuirles ningún significado serio? Tras esta última pregunta se oculta un supuesto muy importante: que solamente las pautas fijas son reales. El hecho es que la visión del mundo basada en la idea de correspondencia puede mostrar igual tendencia a adoptar actitudes mecanicistas que la que se basa en la idea de ley natural. Ambas dan por supuestas sin fundamentarlas la cuestión de Dios o la de las causas primeras. Así como ninguna de las dos explica cómo llegó a existir el mecanismo —las leyes naturales o las pautas del zodíaco—, tampoco ninguna exige realmente que nos preocupemos por ello. Dios ya puede haberlo puesto todo en movimiento, pero ahora el mecanismo funciona solo. Aunque un buen astrólogo se vale de su intuición para interpretar un horóscopo, la carta puede levantarla cualquiera que tenga cierto entrenamiento. 221

El Tarot, en cambio, es más bien dinámico que determinista. Ninguna regla fija rige la forma en que una persona ha de barajar las cartas, y siempre es posible volver a barajarlas. (Yo he llegado a hacer hasta seis lecturas para una pregunta, y cada vez obtuve básicamente la misma respuesta, aunque con variaciones importantes, pero muchas de las cartas volvían a aparecer en cada una de ellas. La observación de que algo funciona, de todas maneras, no explica cómo funciona.) En la década de los años treinta, Carl Jung y Wolfgang Pauli decidieron estudiar las «coincidencias significativas». Jung se interesó en el tema a partir de la astrología y de los experimentos con el I Ching, que lo asustaron de modo muy semejante a como el Tarot asusta a la mayoría de las personas. Pauli abordó el tema desde una participación mucho más personal, ya que parecía perseguido por las coincidencias como por un perro fiel y con frecuencia torpe. Las investigaciones de ambos no llegaron en realidad mucho más allá de la etapa de proclamar que tales coincidencias existen, y que tras ellas debe de haber alguna especie de principio subyacente. Los autores añadieron, sin embargo, una palabra nueva a los lenguajes del mundo: sincronicidad. Los acontecimientos son sincrónicos cuando no los 222

conecta ninguna causa observable y, sin embargo, existe entre ellos un significado. Por ejemplo, si necesitamos consultar cierto libro inhallable, y sin tener noticia de tal necesidad alguien se nos aparece en casa con un ejemplar del libro, a esta conjunción la llamamos sincrónica. Con frecuencia, la gente usa la palabra «sincronicidad» a la manera de un conjuro contra las dificultades filosóficas planteadas por los acontecimientos que no tienen causa aparente. Cuando sucede algo aparentemente imposible, decimos: «Es la sincronicidad», y esquivamos así el agravio al sentido común. Jung y Pauli, por supuesto, veían algo más que eso en el término. Estaban tratando de sugerir la posibilidad de que un «principio acausal» conectase los acontecimientos de manera tan segura como los principios causales de las leyes naturales. Dicho de otra manera, que si reunimos informaciones en forma aleatoria y libre de las conexiones causales de la dirección consciente, entonces la sincronicidad acausal las vinculará de manera significativa. Lo importante aquí es observar que el principio de sincronicidad sólo puede actuar en un terreno previamente despejado de la influencia del principio causal. O, con otras palabras: para dar al principio ocasión de que funcione se necesita un método cualquiera de producir pautas aleatorias, que tanto puede ser barajar naipes como arrojar monedas. 223

En cierto sentido, la adivinación se deriva realmente de una visión del mundo más antigua aún que la de las correspondencias. Una visión que llamamos «arcaica», y en la que Dios o los dioses están presentes en cada momento, tomando parte activa en el destino y en el funcionamiento del universo. En un mundo así, nada sucede obedeciendo a ninguna ley, sino más bien porque Dios decide hacer que suceda. Para esta concepción no es la gravedad, sino la Gran Madre, lo que hace que la primavera siga al invierno. E igualmente podría hacer que no fuera así. Para los pueblos que partían de este punto de vista, la comunicación con los dioses no sólo era posible, sino necesaria. No solamente querían mantener felices a los dioses, o por lo menos evitar su cólera, sino que era útil tener alguna idea de qué era lo que éstos se proponían. Aquellas gentes que no confiaban en que las leyes naturales pudieran predecir ni en los movimientos mensurables de los planetas, tenían que preguntar y pedir. Podían comunicarse con los dioses de dos maneras. Primero, era (y es) posible entrar en trance y visitar a los dioses en sus retiros celestiales, tal como han hecho siempre los grandes chamanes. Más fácil —y menos peligroso— era dejar que los dioses hablaran en código, es decir, mediante la adivinación, 224

valiéndose de los dados, las entrañas de los animales, el vuelo de los pájaros, los tallos de aquilea o las cartas. Pero, ¿por qué estas pautas obtenidas al azar han de configurar el discurso de Dios? Lo mismo que con la sincronicidad, la respuesta es porque son aleatorias, porque ofenden a nuestro racional sentido común; saltan por encima de la manera ordinaria, momentánea, que tiene la gente de experimentar la vida. Como los sueños, se aventuran fuera del lenguaje, aherrojado por la lógica, de la humanidad consciente. Y al salirse así de él, lo trascienden. Para esta visión arcaica, Dios está presente en todas las cosas y en todos los acontecimientos. Dios está continuamente hablándonos. Pero nuestra percepción limitada nos impide percibir esta comunicación. Y está bien que esta limitación exista. Como les enseñó la experiencia a los tres rabinos que entraron con el rabino Akiba en el Paraíso, el discurso de Dios nos avasalla, nos ciega. La verdad, como vimos en la primera parte de este libro, es que el velo del ego no sólo existe como una limitación embarazosa, sino como algo que misericordiosamente nos separa y nos salva del verdadero poder del universo. El propósito del trabajo esotérico no es simplemente retirar el velo, sino más bien entrenar al sí mismo para que sepa 225

hacer el uso adecuado del cegador relámpago que es la palabra de Dios. Si pese a todo queremos, en cuanto personas normales, obtener alguna información proveniente de Dios —es decir, de más allá de nuestras propias y limitadas percepciones— necesitamos una manera de ver del otro lado de las anteojeras que nos aíslan del mundo de la Verdad. Necesitamos producir la sincronicidad. Cualquier artificio que produzca una pauta «aleatoria» servirá a esta función. Es posible que todos los trebejos que la gente usa para los juegos de azar hayan servido originariamente para la adivinación, y por la misma razón. Los dados, los naipes, las ruletas que giran, todos pasan a través del control que la mente consciente puede ejercer sobre el resultado. Identificar algunas de las antiguas raíces del Tarot (y no estoy sugiriendo que el Tarot como tal se remonte a los tiempos antiguos, sino que sí lo hacen los conceptos subyacentes en su funcionamiento) no basta para explicarlo a las mentes modernas. Sin embargo, ciertos aspectos de la visión arcaica del mundo han comenzado a reaparecer, ataviados adecuadamente con la moderna terminología de la física y de la psicología profunda, y ya no con el lenguaje mitológico que habla de dioses y diosas. Y uno de esos términos es «sincronicidad». 226

La moderna teoría de los quanta sugiere que, en el nivel más básico, la existencia no sigue ninguna regla o ley determinada. Las partículas interactúan al azar, y lo que observamos como leyes naturales son de hecho agregados de probabilidad que dan la apariencia de determinismo, de manera semejante a como una moneda arrojada al aire el número suficiente de veces dará como resultado un número parejo de caras y cruces, de modo tal que alguien podría pensar que una «ley» del equilibrio requería una distribución pareja. (De hecho, mucha gente cree que la «ley del promedio» puede regir el resultado de algún acontecimiento en particular —«Ya has fallado tantas veces que por la ley del promedio esta vez tiene que salirte bien»—, cuando lo que señala la probabilidad es precisamente lo opuesto, es decir, la imposibilidad de predecir acontecimientos específicos.) Al mismo tiempo que la física va carcomiendo el universo de las leyes fijas, también la psicología moderna (o por lo menos algunas de sus ramas) ha empezado a tener en cuenta las teorías no-racionales del conocimiento. Allí donde los pueblos arcaicos hablaban de los «otros mundos» o de la «tierra de los dioses», hoy en día hablamos del «inconsciente». Los términos cambian, pero la vivencia que designan es la misma: un ámbito del ser donde no existe el tiempo y donde el conocimiento no se limita a las imágenes 227

que nos transmiten los sentidos. Y los métodos usados para «contactar con el inconsciente» no han cambiado desde los que se empleaban hace miles de años para hablar con los dioses: son los sueños, el trance (del cual la libre asociación freudiana es una especie de versión menor), el arrojar monedas. Así llegamos a la noción de que el Tarot funciona precisamente porque no tiene sentido. La información existe, y nuestro inconsciente ya la conoce. Lo que necesitamos es algo que actúe como un puente para llevarla a la percepción consciente. Como ya señalamos, alcanzar este nivel de conexión, esta sincronicidad del sentido no-común, no depende del sistema que usemos. El Tarot, el I Ching, los dados, las hojas de té, todo sirve en realidad a la misma función; todos producen información aleatoria. Quizás en el futuro aparezcan formas más «modernas» de producir pautas aleatorias. La más «pura» podría ser un sistema de adivinación basado en los movimientos y en los saltos energéticos de las partículas subatómicas, porque es en este nivel, el más básico, donde podemos ver la implicación más importante de la sincronicidad: que la existencia no sigue leyes deterministas rígidas en las cuales todos los acontecimientos se deriven de causas fijas. Y sin embargo, al mismo tiempo los acontecimientos tienen 228

significado. O mejor dicho: el significado emerge de los acontecimientos. De todos los precipitados y súbitos torbellinos de partículas emerge la materia sólida. De las acciones y experiencias separadas que forman la vida de una persona emerge una personalidad. Del acto de mezclar las cartas del Tarot emerge una toma de conciencia. Si cualquier artilugio puede proporcionar un significado, ¿por qué el Tarot? La respuesta es que cualquier sistema nos dirá algo, pero la cualidad de ese algo depende de los valores que contenga el sistema. El Tarot contiene una filosofía, un esquema de cómo evoluciona la conciencia humana, y un vasto compendio de la experiencia del hombre. Al barajar las cartas establecemos un interjuego de todos esos valores. Podríamos objetar que al asignar una filosofía a las cartas se destruye su objetividad en la función predictiva de acontecimientos. Los valores y las interpretaciones del hombre se han inmiscuido en un sistema que, eso aparte, es puro. Creo que una idea así proviene de un malentendido respecto de lo que es «objetividad». El Tarot es objetivo porque no se contamina con la decisión consciente, pero no es imparcial. Por el contrario, tiende a impulsarnos en ciertas direcciones: hacia el optimismo, la 229

espiritualidad, la creencia en la necesidad y en el valor del cambio... Los significados para las cartas que este libro ofrece dejan amplio margen a la interpretación del lector; más aún, la exigen. Y esto se debe a que la lectora o el lector experimentado aporta a su trabajo mucho más que un conocimiento detallado de los naipes y de sus significados tradicionales. No menos importante es su sensibilidad, con respecto a las imágenes y a la persona que, nerviosa y emocionada, está ahí mirando fijamente las cartas. Un buen lector no se limita simplemente a repetir los significados fijos tradicionales, sino que más bien encuentra interpretaciones y significados nuevos que ensanchan esas pautas. En tanto que algunas personas desean una lectura objetiva y desconfían de la interpretación, otras sostienen que un lector no debe usar ningún significado definido, sino trabajar siempre a partir de lo que él o ella «siente» que son las imágenes en ese momento. Sin embargo, esta actitud limitará al lector a la reducida variedad de sus propias percepciones, que provendrán siempre, parcialmente al menos, de sus propias experiencias y de su condicionamiento cultural. Muy pocas personas han alcanzado un nivel de conciencia en el cual puedan escapar del prejuicio de su propia historia. A la mayoría de nosotros, las 230

emociones nos nublan la intuición. El subconsciente cierra el paso al inconsciente. (En la nota 3 se aclara la diferencia entre «inconsciente» y «subconsciente.) A un lector que confía en los sentimientos se lo puede apartar de la verdad tanto como encaminarlo hacia ella. Pero hay otra razón por la que debemos trabajar con los significados tradicionales pertenecientes a las imágenes. Si no usamos la sabiduría que otros han incorporado a las cartas, estamos privándonos de su experiencia y de su conocimiento. El entrenamiento para la lectura reside en parte en el simple estudio de las cartas, pero también depende de ir cultivando un sentimiento personal de ellas mediante la práctica, la meditación y el trabajo creativo. Las lecturas del Tarot nos enseñan muchas cosas. Una de las más valiosas es ese necesario equilibrio de lo subjetivo y lo objetivo, de la acción y la intuición. Recientemente, la ciencia experimental ha «descubierto» que las dos mitades del cerebro no desempeñan la misma función; el hemisferio izquierdo (que rige el lado derecho del cuerpo) se ocupa de las actividades racionales y lineales, en tanto que el hemisferio derecho (que rige el lado izquierdo del cuerpo) se encarga de las actividades intuitivas y creativas. (Aparentemente, los zurdos funcionan en el sentido inverso, y en ellos el lado 231

derecho del cuerpo se ocupa de la intuición y el izquierdo de la racionalidad.) Este «descubrimiento» trae a la memoria la discusión sobre si fue Colón, Leif Ericson o san Brendan quien descubrió América. Así como los indios llevaban miles de años viviendo allí, los practicantes del esoterismo conocían desde hacía siglos la escisión del cerebro. Cuando una persona ha mezclado las cartas del Tarot, el lector, si es diestro, las toma con la mano izquierda y las dispone con la derecha. Lo hacemos así para dar un poco más de énfasis a la necesaria combinación de intuición y conocimiento consciente. La mano izquierda ayuda a canalizar la sensibilidad, pero damos vuelta las cartas con la derecha porque queremos que el cerebro racional explique de manera intuitiva el diseño. En mi libro sobre los Arcanos Mayores señalé que las lecturas participan tanto del principio del Mago como del de la Suma Sacerdotisa, de la conciencia y de la intuición. Podemos ir más allá y decir que hacer lecturas del Tarot ayuda a alcanzar el equilibrio y la unidad de estos principios en sus estados prácticos de voluntad y de apertura. Cada vez que hacemos una lectura afirmamos nuestra voluntad para imponer significado a las pautas diseñadas por el caos. El acto no solamente hace pensar en el Mago (el número 1), sino también en la Rueda de la Fortuna 232

(el número 10). Esta última carta ofrece una visión del mundo en el tiempo (recuérdese la versión de Wirth, en que la Rueda descansa en una barca —la conciencia— que flota sobre el mar de la existencia). Sin embargo, el significado impuesto por la conciencia sólo alcanza verdadero valor si nos abrimos a las imágenes y al influjo que éstas ejercen sobre nosotros. Por consiguiente, las lecturas del Tarot sugieren la Suma Sacerdotisa (número 2), pero también el Colgado (número 12), imagen de una conexión tan íntima con la vida que dejamos de vernos como algo separado de ella o que se le opone. Y la carta que relaciona los triunfos 10 y 12 puede también representar el emblema mismo de las lecturas del Tarot: la Justicia, con su balanza eternamente equilibrada, no por una cuidadosa ponderación de los opuestos —tanto de intuición por tanto de conocimiento objetivo—, sino por un vivo compromiso con la verdad.

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6 Los tipos de lecturas Los primeros pasos Los lectores que tienen verdaderos dones «psíquicos» (más raros de lo que mucha gente cree) pueden simplemente tomar unas pocas cartas de cualquier parte del mazo, disponerlas sin ajustarse a ninguna pauta determinada y usarlas como estímulo para entrar en trance, o simplemente para liberar la información proveniente de fuentes inconscientes. Para la mayoría de las personas, sin embargo, una tirada es una ayuda para encontrar el significado en una consulta. A medida que va sacando los naipes de la parte superior del mazo, el lector los coloca en posiciones específicas, cada una de las cuales tiene sus propios significados, como «influencia pasada» o «esperanzas y temores». El concreto significado de esa carta es entonces una combinación de la imagen y de la posición. A partir de los significados simbólicos

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de todas las cartas ha de emerger —eso esperamos— una pauta orgánica. Sea cual fuere la disposición que use el lector, lo primero, antes de mezclar las cartas, es la elección de una de ellas que represente al sujeto o «consultante», como se suele llamar a la persona que las mezcla. Escogemos la carta del consultante y la dejamos aparte por dos razones. Primero, para que la persona que mezcla pueda concentrarse en la imagen y evitar que la atención se disperse. Segundo, para que el mazo se reduzca entonces a setenta y siete, que es siete, el número de la voluntad, multiplicado por once, el número del equilibrio. Algunos autores sugieren que en todas las lecturas se use el Loco para representar al consultante. Con frecuencia los lectores escogen alguna otra carta Mayor, según sus favoritas. Yo generalmente no apruebo esta práctica, porque las cartas Mayores simbolizan fuerzas arquetípicas, en tanto que el sujeto es una persona viva que existe en un tiempo y en un lugar específicos. Además, sacar un triunfo del mazo hace desaparecer la probabilidad de que esa carta aparezca en algún momento de la lectura. La mayor parte de los lectores prefieren usar alguna de las cartas cortesanas para representar al consultante. Tradicionalmente, los Pajes han

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representado niños (hay quien ve en la pérdida de la virginidad la frontera entre la niñez y la edad adulta), los Caballeros hombres jóvenes, las Reinas mujeres y los Reyes hombres mayores y más maduros. Quienes han leído la Clave gráfica de Waite recordarán su desconcertante equiparación de los Caballeros con hombres mayores de cuarenta años, y los Reyes con hombres más jóvenes. Este sistema proviene del Tarot Cabalístico del Alba Dorada, en cuyo mazo los Caballeros representan el Fuego, y el Fuego, tal como cabía esperar de una orden de magos, se encuentra a la cabeza de los palos. Por consiguiente, los Caballeros del Alba Dorada representan hombres maduros. Pero el mazo del Alba Dorada (como el Tarot de Crowley) no contiene Reyes, ni Pajes, para el caso; consta de Caballero, Reina, Príncipe y Princesa. Es coherente que un Príncipe represente a un hombre menor que un Caballero, pero no lo es que lo haga un Rey, y la mayoría de los lectores no se ajustan en este punto a las instrucciones de Waite, aun cuando usen su mazo. El sistema tradicional contiene un símbolo para un hombre joven, pero ninguno para una mujer joven. Como las mujeres no pasan de la niñez a la plena madurez en forma más brusca que los hombres, a mí me resulta útil hacer que los Caballeros, como los Pajes, representen a los dos sexos. De hecho, como los

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Reyes y las Reinas simbolizan valores diferentes y distintas maneras de enfocar la vida, también ellos pueden representar tanto a un consultante varón como a una mujer. Una ex alumna mía, una psicoterapeuta que se vale del Tarot como aproximación a los problemas de sus clientes, sigue esta práctica. A menos que vea una clara indicación en contrario, yo escojo generalmente a una Reina para representar a una mujer, y a un Rey para un hombre. Recuerdo, sin embargo, a un hombre que me impresionó fuertemente como la Reina de Espadas, con su gran sentimiento de tristeza. Cuando le enseñé la carta y se la describí, se mostró totalmente de acuerdo. Una vez que el lector y el cliente se han puesto de acuerdo sobre la figura, deben escoger el palo. Esto lo hace generalmente el lector, siguiendo uno de los métodos siguientes. El primero es el color. Las Varas —o en todo caso, el palo que representa el Fuego— representan personas rubias o pelirrojas, las Copas gente de pelo y ojos castaño claro, las Espadas pelo y ojos castaño oscuro, los Pentáculos pelo y ojos negros. No hace falta pensar mucho para ver las desventajas de este sistema. Además de ser generalmente arbitrario, convierte a la mayoría de los chinos en Pentáculos, a la mayoría de los suecos en Varas, y así sucesivamente.

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Un sistema más objetivo se vale de los signos astrológicos. Tal como ya se dijo, los cuatro elementos significan signos zodiacales, además de los palos del Tarot. La mayoría de las personas conocen su signo solar, y si no, el lector puede determinarlo fácilmente preguntando la fecha del cumpleaños. Por cierto que la mayoría de los astrólogos dicen que el signo solar no es más que una duodécima parte de la carta de una persona, y es probable que otro elemento domine. En mi trabajo me resulta útil estimular el interés del sujeto dejando que sea él —o ella— quien escoja el palo. Después de haber decidido yo el nivel (Reina, Rey, Caballero o Paje), retiro del mazo los cuatro naipes adecuados y los coloco delante de la persona. Si ésta conoce en parte el simbolismo del Tarot, le pido que no tenga en cuenta los atributos formales y escoja basándose simplemente en su reacción ante las imágenes. Por lo común no interpretamos esta carta, que llamamos el «Significador». Representa a la persona en su totalidad, antes que ningún aspecto relacionado con esa carta. En algunas situaciones, no obstante, la elección adquiere importancia. Supongamos que una mujer casada elija para representarse a sí misma a la Reina de Copas; si el Rey de Copas aparece en la lectura, es probable que represente al marido, o más exactamente —puesto que la lectura contempla la

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situación desde el punto de vista del consultante—, la influencia que el marido ejerce sobre ella. Si el marido tiende a ser inmaduro o a depender de la mujer, entonces es posible que aparezca el Caballero en vez del Rey. Otras cartas del mismo palo también pueden representar al sujeto y no a otra persona. Si el sujeto elige para representarse al Rey de Varas, entonces la aparición de la Reina puede indicar el asomarse de un aspecto más «femenino», de apreciación y receptividad. Si el consultante es un Caballero, entonces la aparición del Rey o de la Reina puede representar inmadurez o regresión, o una actitud más juvenil. En estos casos podemos hablar de cambios «verticales», es decir, que se mueven hacia arriba y hacia abajo por el mismo palo. Los cambios «horizontales» están constituidos por la aparición de una o más cartas del mismo nivel, pero de diferentes palos. Si la persona ha escogido la Reina de Espadas, la aparición en la lectura de la Reina de Copas puede indicar un cambio en ella. Estas «transmutaciones», que así las llamo, suelen ser portadoras de gran significado. La cuestión de cómo interpretar las cartas cortesanas —si como alguien más o como un aspecto

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del sujeto— no deja de ser, para la mayoría, uno de los elementos más difíciles en el momento de leer el Tarot. Generalmente, hace falta experiencia y una intensa sensibilidad hacia las cartas para que le ayuden a uno a dar la interpretación correcta, e incluso los lectores con mucha práctica se encontrarán con frecuencia frente a alternativas desconcertantes. Después de la elección del Significador se procede a mezclar las cartas. Si la persona no viene a hacer una pregunta determinada, le indico que haga un vacío mental y se concentre en sus manos, o simplemente en el Significador. Si la lectura se refiere a una cuestión específica, le pido que se concentre en ella, e incluso que la formule en voz alta para grabarla más firmemente en la mente. El método con el cual se baraje no tiene importancia, siempre y cuando se lo haga a conciencia; es menester que algunas cartas sean puestas del revés para permitir la aparición de significados invertidos. Un método que suelo recomendar consiste en extender las cartas sobre la mesa o el suelo (muchos lectores hacen siempre sus lecturas sobre el pañuelo de seda que usan para envolver el mazo), y después, con ambas manos, desparramarlas todas sin orden ni concierto, como un niño que juega en el barro. Después le digo a la persona que vuelva a reunir los naipes. Además de ser

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muy completo, este método encarna un valioso simbolismo. Cualquier lectura del Tarot representa una pauta personal que emerge del caos de las combinaciones posibles. Incluso si no leemos más que diez cartas, el mazo todo lleva la impronta de la persona que lo mezcló por última vez. Al desparramar el mazo, lo devolvemos al caos; cuando volvemos a juntarlo, está configurado por la nueva pauta. Una vez mezcladas las cartas, el sujeto debe separarlas en tres pilas, de la siguiente manera. Con la mano izquierda, saca una pila de la parte superior del mazo y la coloca a la izquierda; después, de esa pila vuelve a quitar otra y la coloca a la izquierda. Ahora interviene el lector, y también en este punto hay desacuerdo sobre la forma de volver a componer el mazo. Hay quienes simplemente levantan la pila de la derecha con la mano izquierda, la colocan sobre la del medio, y después ponen estas dos pilas sobre la de la izquierda. Otros suspenden la mano izquierda a unos centímetros por encima de cada pila hasta que les parece percibir una emanación cálida de una de ellas, y la colocan entonces sobre las otras dos. De cualquier manera que sea, cuando se ha vuelto a formar el mazo, el lector empieza, valiéndose de la mano derecha, a dar vuelta las cartas y a colocarlas en la tirada o disposición que haya decidido seguir. De

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ellas hay centenares, y de las tres que se presentan aquí, una es invención mía, en tanto que las otras dos son variaciones sobre temas tradicionales. Cualquier libro sobre el Tarot seguramente ofrecerá al lector otras disposiciones.

La Cruz Celta A lo largo del tiempo, esta disposición ha resultado ser la más popular. La Cruz deriva su nombre de su forma: una cruz de brazos iguales (una carta a cada lado del centro), con cuatro cartas alineadas de abajo arriba a modo de Báculo.

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Tal como cabía esperar, los comentaristas no están de acuerdo sobre el significado de las distintas posiciones y la descripción que dan de ellas. Algunos, como Waite y Eden Gray, sugieren al lector una especie de ritual que se ha de pronunciar mientras se disponen los naipes: «Éste lo cubre» o «Éste está debajo de él». Otros prefieren una fraseología más

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convencional. El sistema que usemos no tiene importancia, en tanto que sea siempre el mismo. Los significados, tal como los describo a continuación, son los que yo uso. Se ajustan al sistema tradicional, aunque con algunos cambios.

La cruz pequeña De cualquier manera que se tire la Cruz Celta, las dos primeras cartas forman con la primera de todas — el Significador— una cruz pequeña. La carta Cubierta se coloca directamente encima del Significador, y la segunda se atraviesa horizontalmente encima de ella. Ahora bien, generalmente la carta Cubierta representa alguna influencia básica sobre el sujeto, una situación general o punto de partida para la lectura. La segunda, que siempre se lee en posición normal, sin tener en cuenta cómo haya salido del mazo, representa en los sistemas tradicionales una «influencia opositora», que va en contra de la primera. En la práctica, es posible que la carta Oposición constituya una segunda influencia que refuerce la primera. Por ejemplo, supongamos que la carta Cubierta fuese el Loco, que indica la condición de seguir los instintos a despecho de lo que pudiera parecer una

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conducta más sensata. Si el Loco estuviera cruzado por la Templanza, podríamos hablar de oposición, ya que la Templanza se refiere generalmente a cautela. Pero si el que lo cruza es el Caballero de Varas, las dos cartas tenderían a reforzarse recíprocamente, y de hecho seria posible que los naipes restantes señalaran la necesidad de una influencia más apaciguadora para equilibrar tanta ansiedad. En mi trabajo he llegado a considerar de una manera ligeramente diferente las dos primeras cartas, a las que no llamo Cubierta y Oposición, sino Centro y Cruce. Respecto de su significado, las llamo los aspectos «interior» y «exterior»; o, en ocasiones, las considero como el tiempo «vertical» y «horizontal» o, simplemente, como «ser» y «hacer». La carta Centro muestra alguna cualidad básica de la persona, o bien la situación de la persona. La carta Cruce muestra de qué manera afecta esa cualidad a la persona, o cómo se traduce en acción. Dicho de otro modo: la primera muestra qué es la persona, la segunda cómo actúa. Considérese el ejemplo ilustrado en la figura siguiente. El Loco indicaría una persona con una tendencia a correr el albur, a seguir el instinto. Si la Templanza lo cruza, eso significaría que, cuando se trata de actuar, la persona tiende a una actitud más cuidadosa, en la que la energía instintiva se combina con consideraciones más prácticas.

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Otro ejemplo ayudará a aclarar este punto, el más valioso en la lectura de una Cruz Celta. El As de Copas en el Centro indicaría una época de felicidad en la vida de una persona, o más exactamente, una probabilidad de ser feliz, ya que los Ases representan oportunidades. Si el Diez de Copas cruzara el As, los dos juntos darían a entender que la persona reconoce las oportunidades y es capaz de usarlas. Pero si el As estuviera cruzado por el Cuatro de Copas, de ello se desprendería un significado diferente: una actitud apática impide que la persona aprecie lo que le ofrece la vida. La apatía, sin embargo, no anularía la oportunidad. He insistido sobre la cruz pequeña debido a su importancia. En algunas lecturas, las dos primeras cartas alcanzan a contar toda la historia, y el resto de

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ellas proporcionan los detalles. Tal como se ve en mi libro sobre los Arcanos Mayores, las expresiones «tiempo vertical» y «tiempo horizontal» se derivan de ciertas interpretaciones simbólicas de la crucifixión, para las cuales la Eternidad, encarnada en Cristo en cuanto Hijo de Dios, interseca el movimiento «horizontal» de la historia, esto es, la muerte de un ser humano único. A los místicos cristianos, el hecho de la crucifixión les permite —mediante la meditación sobre la cruz y otros métodos de identificación con Cristo— introducir un sentido del tiempo «vertical» en los hechos horizontales de su propia existencia física. En muchas otras culturas, la imagen de una cruz simboliza las cuatro direcciones horizontales a lo largo de la superficie terrestre, en tanto que el centro, el lugar de encuentro de las cuatro, sugiere la dirección esencialmente vertical del centro. La cruz, por consiguiente, simboliza también al propio Tarot: los cuatro brazos son los cuatro palos, y el centro los Arcanos Mayores. En función de las lecturas. el simbolismo de la cruz puede enseñar de qué manera la sustancia, o sea el ser interior de una persona, puede fundirse con la forma en que ésta actúa en el mundo. Vale la pena repetir aquí el ejemplo original que me sugirió el simbolismo del tiempo cruzado. Fue una lectura hecha para un hombre inseguro sobre la dirección de su vida. En ese momento tocaba a su fin una antigua relación

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amorosa, y su carrera como cantante profesional no se había concretado. La lectura se inició con la Suma Sacerdotisa, cruzada por el Hierofante. Ahora bien, estos dos naipes, a los que en ocasiones se llama la Papisa y el Papa, representan a primera vista valores contradictorios. La Suma Sacerdotisa es la imagen del instinto, el misterio, la inmovilidad, en tanto que el Hierofante, como predicador de una doctrina por la cual la gente puede regir su vida, representa la ortodoxia, la conducta planificada, la claridad. Consiguientemente, parecía que los dos simbolizaran enfoques incompatibles de la vida. Pero cuanto más miraba yo ambas figuras, con su imaginería religiosa, más tendía a pensar en conjunciones y no en opuestos. Casi parecía que los dos prescribieran una manera de hacer frente a la vida. La Suma Sacerdotisa indicaba que, dentro de sí, ese hombre llevaba cualidades de instinto y entendimiento que quizá no pudieran aflorar nunca por completo, pero que podían dar sustancia a su vida. El Hierofante, por su parte, mostraba que en su vida diaria el consultante necesitaba un plan de acción más racional; necesitaba organizarse y tomar decisiones definidas para lograr lo que quería. Pero esos planes y esa actitud práctica funcionarían mejor si estaban respaldados por sus propios instintos y por su conciencia íntima que apoyándose en ideas convencionales acerca de los fines y los comportamientos adecuados. Cuando intenté explicarle cómo podían complementarse esas

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cualidades, el hombre me dijo de pronto cómo se veía a sí mismo en una oposición constante, oscilando entre dos polos, cediendo primero a sus deseos —o, simplemente, a su pasividad— para después pasar al otro extremo, a una acción ortodoxamente dirigida, como podía ser buscarse un trabajo «responsable», en vez de insistir en su vocación de cantante. Parte de la misión que me cupo en la lectura fue enseñarle cómo podían colaborar esas cualidades.

La Base Después de la cruz pequeña, el lector dispone la carta siguiente directamente debajo del Centro. Esta posición representa la Base de la lectura, es decir una situación o suceso —generalmente, aunque no siempre, perteneciente al pasado— que ha ayudado a crear la situación actual. Dada la forma en que estamos configurados por nuestro pasado, hay veces que esta carta explica y relaciona entre sí a todas las otras. En una ocasión hice a una mujer una lectura significativa sobre las dificultades que tenía para relacionarse con su marido; el Emperador en la posición de Base indicaba que la relación de la consultante con su padre seguía aún dominando su sexualidad inconsciente, y le impedía resolver sus problemas presentes.

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Generalmente, la Base no muestra un tema tan amplio, pero con frecuencia indica efectivamente una situación previa, en especial si existe una relación con el número o el palo de una de las dos primeras cartas. Considérense estas tres cartas: el Mago cruzado por el Cinco de Copas, y debajo de ellas el Cinco de Espadas

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(ver figura). El Mago, en cuanto representa lo que es la persona, muestra una personalidad fuerte, sumamente creativa y dinámica. El Cinco de Copas, sin embargo, indica que la persona está en ese momento preocupada por alguna pérdida, de modo que esa personalidad poderosa está amortiguada. Si lo expresamos en función de las imágenes, diríamos que el Mago ha recubierto su deslumbrante vestimenta roja y blanca con una capa negra. El Cinco de Espadas, sin embargo, muestra que la pérdida se inició como una derrota humillante y dolorosa. Esta derrota es lo que ha oscurecido el fuego del Mago. Pero el paso de Espadas a Copas muestra que se ha iniciado ya un proceso de renovación. La persona puede empezar a ver que la situación es motivo de pesar y no de vergüenza. Lo que hace posible este movimiento son las cualidades del Mago, actualmente ocultas, pero todavía activas en la vida de la persona.

El Pasado Reciente La carta siguiente se coloca a la izquierda de la cruz pequeña, y lleva el título de Pasado Reciente. El nombre, en realidad, no es adecuado, porque la diferencia entre esta posición y la Base no reside tanto en la dimensión temporal como en su influencia sobre la persona. El Pasado Reciente se refiere a hechos o

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situaciones que afectan al sujeto, pero que han perdido importancia o la están perdiendo. Generalmente, se refiere en efecto a sucesos recientes, pero hay veces que puede aludir a alguna cosa que se remonta a mucho tiempo o tuvo gran importancia. En el ejemplo que citamos, de la mujer cuyo padre la afectaba con tal intensidad, si el Emperador hubiera aparecido en el Pasado Reciente y no en la Base, habría indicado que el bloqueo estaba diluyéndose en su vida, y que ya no la afectaría tanto en el futuro.

El Desenlace Posible La carta siguiente va directamente encima de la cruz pequeña. Hay quienes llaman a esta posición el Mejor Desenlace Posible. Sin embargo, con cierta práctica se ve que este título optimista peca de limitado. Si aquí aparece, pongamos por caso, el Nueve de Espadas, mal se lo puede llamar el «mejor» resultado. Por eso, como muchos otros, yo designo simplemente a esta posición como el Desenlace Posible. Ahora bien, como a la carta final la llamamos el Desenlace, es probable que haya quien se desconcierte ante los dos términos. Por «posible» entendemos, en primer lugar, una tendencia más general que puede resultar de las influencias que nos muestra la lectura, pero que por el momento sigue

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siendo vaga y que quizá nunca llegue a realizarse. Significa simplemente que la persona marcha en esa dirección. A veces, la relación entre el Desenlace Posible y el Desenlace incluye causa y efecto. El Desenlace Posible puede resultar del Desenlace. A modo de ejemplo, supongamos que el Desenlace muestra el Ocho de Pentáculos, y el Desenlace Posible muestra el Tres. El Ocho indica que la persona pasará por un período de trabajo duro y de difícil aprendizaje. El Tres indica que es probable que ese esfuerzo produzca el resultado deseado: una gran habilidad y el éxito. En ocasiones el Desenlace Posible indica un resultado más tentativo que el Desenlace. He aquí un ejemplo, tomado de una lectura que hice hace varios años para una mujer que se había presentado a solicitar un trabajo, y quería saber qué probabilidades tenía de conseguirlo. La carta del Desenlace indicaba demoras e incertidumbre, pero el Desenlace Posible anunciaba el éxito. Cuando la mujer fue a informarse, le dijeron que habían tomado a otra persona, pero la habían puesto a ella en lista de espera. Varios días después, la llamaron para decirle que la otra persona había cambiado de parecer, y que querían contratarla a ella. Lo posible se había realizado.

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Hay otra manera de comparar el Desenlace Posible con el Desenlace, en especial si los dos, en vez de complementarse, como en los ejemplos citados, se contradicen, o si muestran una relación directa, como puede ser el mismo palo o el mismo número. En estas situaciones, leo el Desenlace Posible como algo que podría haber pasado, pero que no sucederá. En ese caso, hay que estudiar las otras cartas para hallar la razón de que haya de producirse, en cambio, el Desenlace. Supongamos que en la posición del Desenlace Posible salga la Estrella, indicando que la persona puede terminar sintiéndose muy libre, llena de esperanzas, abierta a la vida. Supongamos además que entonces sale el Diablo como Desenlace efectivo, indicando sumisión a una situación opresiva. ¿Qué es lo que ha fallado? Si, por ejemplo, tuviéramos el Nueve de Espadas en la posición de la Base, eso nos daría un indicio, porque diría que la persona lleva dentro de sí un sentimiento de vergüenza y de humillación que proviene de debilidades y miedos del pasado, y que el «aprisionamiento» simbolizado en el Nueve le impide realizar las potencialidades de la Estrella. Estos ejemplos nos ayudarán a ver que el verdadero significado de una lectura del Tarot no se

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deriva de las cartas específicas, sino de las configuraciones que éstas forman al unirse.

El Futuro Inmediato El último brazo de la Cruz se sitúa a la derecha del motivo central. Colocado en oposición al Pasado Reciente, lleva la designación de Futuro Inmediato, y muestra alguna situación que la persona tendrá que enfrentar pronto. No alcanza la misma dimensión de totalidad que el Desenlace, sino que más bien constituye otra influencia, en este caso la de los acontecimientos. Si una situación se inicia de cierta manera, pero termina de otra muy diferente, entonces la razón puede estar en que el Futuro Inmediato introduce una situación o una persona nueva, que cambia la dirección. Por otra parte, si el Desenlace es muy diferente, en cuanto a su carácter, del Futuro Inmediato, esto podría indicar que la situación venidera no tendrá efectos perdurables. Por ejemplo, si aparece el Cinco de Varas en el Futuro Inmediato, y el Tres de Copas en el Desenlace, eso puede indicar que la persona pasará por un período de conflicto con sus amigos, pero que ese conflicto no durará mucho, y dejará lugar a la cooperación y a vínculos más estrechos. Con frecuencia una información así puede ayudar mucho a una persona, en cuanto le asegura que

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la situación no durará. Y si se diera el caso opuesto (es decir, una situación feliz que dejará paso a una desdichada), el lector puede esperar simplemente que la persona pueda usar bien la información. Las malas noticias son siempre más difíciles de dar que las buenas. Después de haber formado la Cruz, el lector da vuelta las cuatro últimas cartas, que va disponiendo de abajo hacia arriba, a la derecha de la Cruz. El diseño final es el siguiente:

El Consultante La carta inferior del Báculo representa al Consultante, y no se refiere a la persona en su totalidad, sino a alguna forma en que ella contribuye a la situación. ¿Qué actitudes muestra el sujeto? ¿Qué es lo que está haciendo, que pueda afectar a la situación que describen las otras cartas? Supongamos que en una lectura que se inició con el Dos de Copas, en la posición del Consultante aparece el Dos de Espadas. Esto haría pensar que al sujeto se le hace difícil abrirse a la nueva relación indicada por la primera carta. Su comportamiento tenso, e incluso hostil, afecta en gran medida a la situación general. El Desenlace indica el resultado del conflicto.

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El Ambiente Así como el sujeto afecta a la lectura, la afectan también las personas y las situaciones generales en que aquél se encuentra. A la octava carta la llamamos el Ambiente o la influencia de los «otros». Si una carta cortesana aparece en esta posición, señalará generalmente una persona que influye sobre el sujeto. De no ser así, la carta puede mostrar ya sea el efecto de una persona importante o de una situación más general. Con frecuencia, indicará si el ambiente favorece u obstruye la dirección en que se encamina el sujeto. Por ejemplo, en una lectura referida al trabajo, el Cinco de Varas invertido en la posición del Ambiente sugeriría que una atmósfera de hostilidad, fraude y traición competitiva está haciendo desagradable ese trabajo. En ocasiones, el Ambiente indica más bien al propio consultante que a otras personas. Muestra de qué manera reacciona el sujeto frente a su medio. En una lectura que hice hace algún tiempo, el Cuatro de Espadas en el Ambientarte reveló el hábito de la persona de retraerse ante cualquier conflicto con quienes la rodeaban.

Las Esperanzas y los Temores 257

Por encima del Ambiente se encuentra una posición similar al Consultante, pero definida en forma más nítida. Es la que llamamos Esperanzas y Temores, porque muestra de qué manera afectan las actitudes que la persona tiene hacia el futuro a la forma en que llegan a resolverse las cosas. Es frecuente que esta carta domine, o poco menos, la lectura, especialmente si el Desenlace es muy diferente del Desenlace Posible e indica que lo que parece probable, finalmente no sucederá. La influencia que se expresa en esta carta puede actuar en favor o en contra de la persona. Supongamos que la lectura se refiere a una relación amorosa, y que la mayoría de las cartas tienden al éxito, con el Dos de Copas como Desenlace Posible. Sin embargo, el Desenlace muestra a los Enamorados en posición invertida, un claro signo de que la relación anda mal. Si la carta de Esperanzas y Temores era el Tres de Espadas, señalaría en el consultante un miedo al sufrimiento que le ha impedido asumir el compromiso emocional necesario. Otras veces, una carta muy positiva en esta posición, tal como pueden ser la Estrella o el Seis de Varas (ambas cartas significan esperanza), indicaría que la actitud de la persona puede condicionar el éxito. Hay ocasiones en que esta posición y la de la Base o el Consultante colaboran muy estrechamente, y entonces la Base explica los orígenes de las actitudes del sujeto hacia el futuro. Por ejemplo, si en la

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posición de Esperanzas y Temores apareciera el Dos de Copas invertido, y el Ocho de Espadas fuera la Base, esto indicaría que un trasfondo de celos provoca una actitud muy negativa para la continuación de la relación. Obsérvese en este último ejemplo que el Dos de Copas invertido podría representar un temor, pero también podría representar una esperanza. Llamamos a esta posición Esperanzas y Temores, en vez de darle el nombre más habitual de Esperanzas o Temores. La terminología escogida refleja el hecho de que con frecuencia ambos van juntos (algo que me señaló por primera vez mi alumna-terapeuta). En situaciones de trabajo es frecuente que la gente desee y tema simultáneamente el éxito, en tanto que en las relaciones personales son muchos los que temen al amor que buscan, o los que —a medias conscientemente— albergan la esperanza de ser rechazados. La dualidad de Esperanzas y Temores se muestra en su forma más enérgica en aquellas cartas que se refieren al cambio, o bien cuando de situaciones encerradas y sofocantes se sale hacia otras más abiertas. La Muerte, el Ocho de Copas, el Dos de Espadas invertido y el Cuatro de Espadas se refieren todas a estos temas de la libertad y el cambio. Algunas otras son el Diablo invertido, el Ocho de Espadas y la

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Estrella. Muy frecuentemente, si el sujeto y el lector examinan juntos la actitud del primero de ellos hacia una de estas imágenes en la posición de Esperanzas y Temores, se revela una ambivalencia. El encierro es más seguro que la libertad. Como el componente desagradable el miedo al amor (o al éxito), o la esperanza del rechazo (o del fracaso) se mantiene con frecuencia oculto para los deseos conscientes, el descubrimiento de esta ambivalencia puede ayudar al sujeto a crear lo que él —o ella— realmente quiere. Ver cómo funciona reiteradamente esta dualidad en sucesivas lecturas enseña al lector algunos hechos básicos referentes al condicionamiento. El subconsciente —el material reprimido al cual podríamos considerar el estrato inferior del ego (y volvemos a remitir a la nota 3)— es básicamente conservador, e incluso reaccionario. No sólo se resiste a cualquier cambio, sea éste deseable o desagradable, sino que también prefiere manejarse en todas las situaciones de la misma manera que se manejó en situaciones similares del pasado. Para muchas personas, cada amigo o amante nuevo se convierte en el escenario para la repetición de la historia con mamá y papá. Encaramos cada problema o cada tarea nueva tal como aprendimos a hacer lo de pequeños. No importa si aquella forma de hacerlo nos condujo al éxito; eso cuenta menos que la seguridad de tener una pauta fija para aferrarnos a ella. El subconsciente

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empieza por atender a la seguridad, antes de tener en cuenta otras consideraciones. Y la seguridad se obtiene mediante la repetición. Ahora bien, este mecanismo oculto de repetición de las pautas pasadas tiene un intrínseco valor de supervivencia. Cuando se plantean problemas nuevos, podemos manejarlos porque automáticamente el subconsciente los compara con los problemas anteriores, y después los adjudica a la respuesta ya confeccionada. A menos que la persona desee embarcarse en un programa deliberado de crecimiento personal (como el que se diseña en los Arcanos Mayores), este sistema funcionará bastante bien, y es probable que no sea necesario entremeterse con él. Sin embargo, si la persona se encuentra con que sus relaciones amorosas naufragan una y otra vez en el mar de la amargura y de los celos, o si se queda en repetidas ocasiones sin trabajo, haría bien en examinar la forma en que el subconsciente insiste en disponer situaciones nuevas que reiteran los modelos del pasado. Una manera de, por lo menos, iniciar una investigación tal pueden ser las lecturas del Tarot, con su énfasis en la experiencia pasada y en qué es realmente lo que esperamos y lo que tememos.

El Desenlace 261

Viene, finalmente, el Desenlace. Esta carta reúne y sintetiza todas las otras. Más aún, las equilibra y muestra qué influencias son las más fuertes, y de qué manera colaboran en la producción del resultado. En ocasiones, el Desenlace será un acontecimiento. Entonces, la cuestión importante es cómo se produjo, y no solamente en qué consiste. Si el sujeto lo considera un acontecimiento desagradable, puede‐ mirar las otras cartas para ver qué influencias trabajan en esa dirección, con la esperanza de poder modificar la situación. Si el Desenlace se le aparece como deseable, una observación similar puede ayudarle a fortalecer aquellas influencias, ya marcadas, que puedan tender a ese resultado. La Cruz Celta, como cualquier otra disposición, consiste en un número fijo de cartas. Si el lector y el sujeto encuentran que la respuesta es ambivalente, pueden dar vuelta algunas cartas más, sin ajustarse a una pauta fija, o bien hacer una nueva lectura. Cuando saco más cartas, generalmente procuro no pasar de cinco (pidiendo a veces al sujeto que escoja el número), aunque hay veces que la lectura inicial me ha servido de base para dar vuelta la mayor parte del mazo. Por lo común al lector principiante se le hace más difícil interpretar cartas sacadas al azar, y por consiguiente evita usarlas.

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En algunos casos podemos hacer lecturas ulteriores para obtener más información sobre una carta específica en la primera lectura. Podríamos tener que preguntar algo sobre una persona a la que se hace referencia en la posición del Futuro Inmediato. En esta situación, algunos lectores usan la carta en cuestión como Significador para la lectura siguiente. Así como el Significador original ayudó a la persona a concentrarse en sí misma, la nueva carta le ayuda a concentrarse en la pregunta que ahora se formula.

Ejemplo de una lectura Antes de dejar el tema de la Cruz Celta me gustaría presentar como ejemplo una lectura que hice algunos meses antes de escribir este libro. (Es mi deber aclarar que la consultante me dio su consentimiento para incluirla.) Hice esta lectura para una mujer que acababa de graduarse de abogada, había iniciado recientemente una nueva relación amorosa y, en general, daba la impresión de ser feliz y de estar satisfecha de su vida. Pese a ello, cuando fui dando vuelta las cartas tuve una sensación inmediata de tristeza. Como confío más en las cartas que en mi impresión consciente, pregunté

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a la consultante si últimamente se había sentido triste. Para sorpresa mía, me dijo que sí. Las cartas habían salido de la siguiente manera: como Significador, la mujer escogió la Reina de Pentáculos. Las dos primeras cartas eran el Tres de Varas cruzado por el Caballero de Copas. La Base era la Muerte, el Pasado Reciente el Nueve de Espadas, el Desenlace Posible el Cinco de Espadas invertido, y el Futuro Inmediato el Mundo invertido. La Consultante era el Seis de Copas invertido, el Ambiente el Tres de Copas, las Esperanzas y los Temores la Torre, y el Ermitaño el Desenlace.

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Empecé dando a la consultante una interpretación general Ella estaba pasando por una época de transición en la cual muchas pautas y modelos antiguos iban agonizando. El efecto de todo ello era no sólo euforia, sino también miedo. La tristeza se originaba en la comprensión de lo que había perdido, como también en el hecho de que había crecido y cortado los vínculos con su niñez. La situación no se resolvería con demasiada rapidez, y existía incluso la probabilidad de que evolucionara mal, en especial si la consultante se dejaba asustar por el Futuro Inmediato, que indicaba estancamiento, y adoptaba una actitud muy negativa. Sin embargo, las personas que la rodeaban le brindaban muchísima apoyo, pero en última instancia era ella quien debía hallar la solución. Claro que todo aquello era muy general. Después pasamos a estudiar las cartas una por una. La que cubría al Significador —el Tres de Varas— indicaba en primer lugar sus logros inmediatos, y no sólo haberse graduado en Derecho, sino haber obtenido matrícula de honor. Porque mientras hablábamos de lo que había hecho, la mujer me contó cómo, antes de haber ido a la facultad de derecho, nunca se había tomado muy en serio su vida ni sus propias capacidades. Ahora había alcanzado un punto en el que no sólo tenía conciencia de su propia fuerza y de su inteligencia, sino que el hecho de haber logrado terminar su carrera de manera brillante le había dado

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una base sólida para buscar trabajo en el futuro. Ya antes de que profundizáramos en estos hechos, lo que ellos significaban se hacía patente en la imagen del hombre de pie sobre el acantilado, mientras envía sus barcos a explorar nuevas tierras. Pero el Tres de Varas tiene también otro significado, muy adecuado a esta lectura. Implica una actitud contemplativa mientras una persona pasa revista a sus recuerdos. De hecho, esa mirada retrospectiva sobre su vida provenía de la sensación de realización. Las cosas logradas hacían que la consultante cobrara conciencia de que su antigua vida se había acabado. Al mismo tiempo, los barcos que se aventuran en aguas desconocidas simbolizaban su situación de no saber realmente qué haría a continuación, ni siquiera qué forma habría de tomar su vida en el futuro. La imagen de realización y de exploración estaba vinculada con otros aspectos de la vida de la mujer, y no solamente con la carrera. La consultante había iniciado recientemente una psicoterapia, y se había incorporado además a un grupo de apoyo, llamado «el círculo de curación». Estas dos actividades incrementaban la sensación de novedad y de cosa desconocida, pues, aunque le dieran confianza y fe en sí misma, también le dificultaban el empeño de seguir aferrándose a las antiguas pautas.

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Ahora bien, el Caballero de Copas estaba cruzando el Tres de Varas, y aquí el segundo naipe aparecía en gran medida como una consecuencia del primero, porque el Caballero de Copas significa interés por uno mismo, mirar hacia adentro. Juntas, las dos cartas decían que en el centro de su vida, en aquel momento, la mujer estaba contemplando el pasado, pensando en lo que había sido su vida y esperando el futuro. Pero, de todos los Caballeros, el de Copas es el menos relacionado con la acción; cuando se trataba de dar pasos prácticos, la consultante se sentía muy indecisa. Debajo de la cruz pequeña apareció la Muerte, la primera carta Mayor. La Muerte subrayaba la experiencia de ver cómo se extinguía el pasado. Durante toda su vida, la mujer había mantenido ciertas pautas, ciertas formas de relacionarse con el mundo, con las otras personas, consigo misma. Ahora, en virtud de sus logros, esas antiguas formas ya no le servían. Casi sin aviso previo, se encontraba aislada de los modelos seguros, sin tener mucha idea de cómo enfrentar el futuro. Estas pautas se aclararon más al considerar los naipes que representaban a la Consultante y el Desenlace, pero en ese momento, lo importante era, simplemente, ver que lo viejo —fuera cual fuese la forma que hubiera adoptado— se había extinguido.

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Obsérvese el parecido del Caballero de Copas con la Muerte. Como el triunfo se encontraba en la Base —el pasado—, y la carta Menor en el presente, podemos decir que el Caballero era una evolución práctica a partir del arquetipo de la Muerte. Es decir, que en lo profundo ella experimentaba la pérdida de su vida anterior, pero en la superficie se encontraba falta de confianza, tanto en el nivel emocional como en el práctico, sobre cómo debía actuar en ese momento. El Pasado Reciente provenía directamente de la Base, y demuestra cómo las dos posiciones pueden existir casi en el mismo marco temporal. Dicho de otra manera, que la Base no apareció primero para después ceder el paso al Pasado Reciente, sino que, como la cruz pequeña, el Pasado Reciente provenía de la pauta general que se mostraba en la Base. Ahora bien, el Nueve de Espadas indica dolor, sufrimiento. En ocasiones, puede ser símbolo de duelo. En este caso, podemos entender lo del «duelo» como una metáfora. La persona por quien la consultante estaba de duelo era ella misma, porque ya hemos visto en la Base que algo había «muerto», algo que no era dañino sino que, simplemente, había perdido significado. Sin embargo, el hecho de que su vida lo hubiera superado no impedía que la consultante echara de menos ese algo: su antigua forma, segura y cómoda, de tratar con el mundo. Tampoco la carta sugiere que en realidad

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echara de menos su manera de ser anterior porque temía a la vida. La tristeza era aquí más auténtica y, de hecho, coexistía con el júbilo y la emoción, no menos reales, que yo había percibido ya antes de la lectura. Las cuatro primeras cartas han insistido sobre su vida interior; las dos siguientes muestran la capacidad del Tarot para indicar tendencias y acontecimientos, y en particular para hacer una advertencia. Primero, el Desenlace Posible. El Cinco de Espadas invertido indica una derrota que produce vergüenza y humillación. Su presencia aquí mostraba que, pese a todo lo que la mujer ya había conseguido, todavía sus esfuerzos podían quedar en nada. Ahora bien, a veces la carta del Desenlace contradice obviamente al Desenlace Posible, señalando que, por alguna razón, la posibilidad no se convertirá en realidad. Aquí, la relación era más sutil. El Ermitaño era un buen indicador de que la consultante no perdería lo que había ganado, pero no garantizaba nada. La mostraba como bien encaminada, pero señalaba que aún no había llegado, por lo menos en el sentido práctico. Por ende, el Cinco de Espadas seguía siendo una posibilidad, y el Tarot advertía a la mujer que hiciera todo lo posible —recurrir al apoyo de sus amigos, no ceder a sus miedos, especialmente durante los períodos de estancamiento— para evitar ese resultado.

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El Mundo invertido representa el no-movimiento, la falta de éxito y la incapacidad de organizar las cosas. Como el Futuro Inmediato, indicaba que su vida seguiría siendo inestable durante algún tiempo, sin que avanzara mucho en su carrera ni en otros sentidos. Vemos, por ende, que ese nuevo ser que se mostraba como posible podía resultar derrotado si no llegaba a alcanzar resultados prácticos. El hecho de que el Tarot hubiera advertido a la consultante de ese período de estancamiento podía ayudarle a superarlo, lo mismo que el hecho de saber que se trataba sólo del Futuro Inmediato y no del Desenlace. Después de la Cruz viene el Báculo. La primera de las cuatro cartas, el Seis de Copas invertido, estaba en la posición de la Consultante. Y aquí encontramos una indicación más clara de qué era lo que se había extinguido. El naipe, cuando está en posición normal, muestra una niña en un jardín, con una figura de mayor tamaño que le hace un regalo. Implica protección y seguridad, y alude al niño cuyos padres se ocupan de todas sus necesidades. Aquí, sin embargo, la carta aparecía invertida. Junto con las otras cartas, especialmente la Muerte y el Ermitaño, la imagen daba a entender que la consultante había abandonado aquella forma de vida aislada y protegida. Al analizar esta carta se vio con claridad que en realidad la mujer había pasado casi toda su vida con los padres, que la trataban como su «hijita», y que les

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había permitido esa actitud por la seguridad que representaba para ella. Y ni siquiera en ese momento, según me explicó, sus padres —y especialmente el padre— podían aceptar que la hija había crecido, y que debía tomar sus propias decisiones y correr sus propios riesgos. Y a ella misma, naturalmente, el cambio se le había hecho difícil de aceptar. Ir a la facultad de derecho había sido el primer paso, antes del cual ella nunca se había tomado a sí misma con la seriedad suficiente para hacer algo importante. Al mismo tiempo, la universidad había sido otro «jardín», es decir, una situación en la que no tenía que tomar decisión alguna, sino que se limitaba a seguir una pauta estricta que le imponían desde afuera. Cuando le llegó el momento de examinarse, se asustó, y la verdad era que acudió a un terapeuta para que le ayudase a aprobar. Y la terapia la ayudó, pero hizo además otras cosas: le hizo ver que ya no era una niña que podía dejar que otros decidiesen por ella. De esa pérdida provenía la tristeza. La carta siguiente era, en algunos sentidos, la más importante, como también la más sencilla de interpretar de toda la lectura. El Tres de Copas en la posición del Ambiente indicaba gran apoyo de sus amigos, y representaba en particular al «círculo de curación» y al terapeuta. Su importancia residía en el hecho de que mostraba hasta qué punto podía contar con el apoyo exento de toda crítica de aquellas

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personas, un apoyo especialmente importante ante la posibilidad de verse derrotada por un período de estancamiento. El Tres de Copas no muestra, en modo alguno, apoyo en el sentido de caridad ni de sacrificio de sí. Las tres mujeres están bailando juntas. La gente que rodeaba a la consultante la fortalecía, simplemente, por estar con ella, por compartir sus experiencias y dejarse, a su vez, apoyar por ella. Obsérvese también el contraste entre el Tres y el Seis. Aquí las mujeres son todas iguales; el naipe no transmite ninguna sensación de protección ni de mimos. El Tres de Copas tenía una conexión «horizontal» con el Tres de Varas en el Centro. Algunas de las influencias básicas en esa imagen —la figura firmemente plantada en lo alto de la colina— se derivaban del apoyo que le brindaba el medio. Aun cuando la mirada retrospectiva sobre su vida y la exploración de posibilidades nuevas fueran actividades esencialmente solitarias, la consultante podía extraer fuerzas y valor de la gente que la rodeaba. En la posición de Esperanzas y Temores estaba una de las imágenes que más miedo inspiran en el Tarot: la Torre, que significa destrucción, derrumbe, experiencia dolorosa. Es evidente que representaba el temor de la mujer de que, sin saber cómo, todo lo que

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había logrado se dispersara. Un miedo que podía fácilmente convertirse en una profecía, que podía autorrealizarse, conduciendo al Cinco de Espadas invertido, en especial si un éxito inmediato no venía a tranquilizar y animar a la consultante. El miedo exagerado remitía al Seis de Copas y al hecho de que el naipe apareciera invertido. Bien podía la consultante haber renunciado a una actitud infantil en que se sentía protegida; bien podía haber estado considerando su vida con emocionada expectativa; en ella seguía habiendo una parte que pensaba: «¿Cómo puedo hacer algo así? Ahora estoy sola. Ya nadie me protege, y tengo que tomar mis propias decisiones.» Y de aquí se pasa a: «No puedo hacer esto. No tengo fuerzas para tanto, todo se me va a desmoronar.» Cuando surgiera oposición o demora, el miedo podría adueñarse de ella, haciendo que la situación se pareciera al presentido desastre, y entonces el pensamiento a medias consciente podría ser: «¿Veis? Si yo sabía que no podía hacerlo. ¿Por qué habré renunciado a aquella protección?» Durante la lectura analizamos la posibilidad de que la Torre representara también una esperanza subconsciente. El subconsciente, un órgano a la vez muy conservador y muy estúpido,[3] se negará con frecuencia a aceptar la pérdida de una situación que considera segura. No importa que la persona sepa, conscientemente incluso, que jamás podrá regresar a la protección parental. El

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subconsciente no acepta la realidad, y fácilmente puede convencerse de que el fracaso de los planes actuales tendrá por resultado un retorno a aquella seguridad. Tomar conciencia de esas actitudes ocultas es un paso muy importante para llegar a superarlas, porque el subconsciente depende en gran medida del ocultamiento; ello es evidente si pensamos en las veces que hemos abrigado alguna angustia secreta, sólo para descubrir, cuando la expresamos en voz alta, que la banalidad misma de la idea basta para hacer que se nos borre de la mente. Una lectura del Tarot puede actuar de esta manera en cuanto identifica el material oculto y nos hace ver sus posibles consecuencias: en este caso, el Cinco de Espadas. En la posición del Desenlace aparecía el Ermitaño. Lo primero que hay que observar respecto de esta carta es que no anuncia éxito ni fracaso. En contraste con el Tres de Varas y el Cinco de Espadas, no indica probables consecuencias prácticas, sino que apunta en cambio a aquellas cualidades de la propia consultante que nos mostrarán, a su vez, de qué manera enfrentaba la nueva situación. El significado más obvio del Ermitaño se deriva de su nombre y de su imagen básica. En este caso mostraba a la consultante enfrentando la vida sola.

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Ahora bien, esto no quería decir que perdiera o rechazara el apoyo proveniente de su medio. En todo caso, indicaba la necesidad de valerse de tal apoyo todo lo posible. Porque el Ermitaño señalaba que, por más que otros pudieran ayudarle, ella debía tomar sola las decisiones. Como la figura en el Tres de Varas, el Ermitaño está solo, de pie en lo alto de su montaña. La soledad del Ermitaño, sin embargo, no existe como un fin en sí. En los Arcanos Mayores simboliza el acto de distanciar la conciencia del mundo y de los acontecimientos externos para considerar su significado. Y por cierto que la idea de significado se adecua perfectamente bien a esta lectura en particular.Tener el Ermitaño como Desenlace significaba que los miedos, las demoras y las posibles derrotas no importaban tanto en realidad ... una vez que la consultante aceptara su situación. Es más, el Ermitaño simbolizaba directamente la psicoterapia. Al mismo tiempo, apuntaba también al éxito de su aceptación de la nueva vida, porque en su aspecto más arquetípico esta carta significa sabiduría, verdadero conocimiento del alma, obtenido mediante el retiro y la introspección. La montaña del Ermitaño, lo mismo que el árbol del Colgado, representa la conexión de la mente consciente con la sabiduría y la energía vital del inconsciente.

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En cuanto Desenlace, por lo tanto, el Ermitaño indicaba que la mujer llegaría a entender y a aceptar los cambios que ella misma, a medias conscientemente, había introducido en su vida. El simbolismo de la montaña relacionaba la última carta con la primera, el Tres de Varas. La relación, a su vez, señalaba el éxito, tanto emocional como práctico. Finalmente, el Ermitaño, que significa también madurez, mediante su conciencia, llevaba adelante el proceso que se había iniciado en el Seis de Copas invertido, el desmantelamiento de la dependencia infantil. Mostraba a la consultante que la situación se resolvería cuando ella resolviera su vacilación y sus miedos. A la larga, la montaña del Ermitaño no representaba en modo alguno el aislamiento, sino simplemente una cualidad que la mujer, entonces, apenas estaba empezando a hacer consciente: la seguridad en sí misma, la confianza en su propia capacidad y en sus juicios. Como el Desenlace mostraba más bien una conjetura que un resultado, decidí dar vuelta una carta más para tener una indicación de cómo podrían finalmente concretarse los acontecimientos. La carta fue otro tres, el Tres de Pentáculos. Como indicadora de logro y de maestría, mostraba el éxito a largo plazo que se veía demorado en el Futuro Inmediato.

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El Ciclo del Trabajo Pese a su poder, la Cruz Celta funciona principalmente como un instrumento descriptivo, que nos muestra las diferentes influencias que obran sobre una situación, aunque a menudo lleve implícita la acción («Encara cuidadosamente el problema, procurando organizarlo todo antes de pasar a la acción», o «Con esta persona las cosas no irán bien. Si dejas que se aleje volverás a ser tú mismo»). Pero en ocasiones, el o la consultante se encuentra sin respuesta a la pregunta: «¿Qué debo hacer?» Y aunque no es frecuente que el Tarot ofrezca sugerencias tan concretas como «Ponte a estudiar alfarería» o «Ve a visitar a tu abuela», sí puede indicar el tipo de acción o el punto de vista que necesita una persona, dejando que sea ella quien resuelva los detalles específicos. Como ejemplo sencillo, el Ocho de Pentáculos puede aconsejar a alguien: «Sigue empeñándote en lo que estás haciendo, que, aunque te lleve tiempo, finalmente dará buen resultado.» Hay otras cuestiones, más sutiles, que se plantea a veces la gente después de una lectura hecha según la Cruz Celta: ¿Y si tuviera en cuenta otras influencias diferentes? ¿Y si no tomara precisamente esta actitud hacia el futuro, o atendiera a algo diferente en mi pasado? ¿Cómo modificaría eso el desenlace? O,

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dicho de otra manera: ¿Cuáles son los cambios posibles que puedo introducir? Para que se destaquen más las posibilidades de orientación y consejo, he ideado una nueva disposición de las cartas, basada en parte en la Cruz Celta y en parte en mi propia distribución de los Arcanos Mayores, en la que aparecen tres innovaciones. Primero, todo el enfoque tiende más a aconsejar que a describir. Segundo, la tirada es abierta: después de haber llegado a la última posición, el lector puede seguir sacando cartas, hasta diez veces la cantidad inicial. Claro que eso se puede hacer en cualquier lectura, pero no en posiciones definidas. La estructura del Ciclo del Trabajo, como llamo a esta tirada, permite que el lector repita varias veces las posiciones originales. El efecto es permitir que se pueda considerar la situación desde diferentes ángulos. La tercera innovación se refiere a que las cartas Se leen combinadas. Hay muchas tiradas (aunque por cierto no todas, y un ejemplo es la disposición en Árbol de la Vida, que estudiaremos luego) en las que se leen las cartas individualmente, aunque intentemos combinar sus significados como en la Cruz. En el Ciclo del Trabajo, sin embargo, las posiciones incluyen la idea de combinaciones. Los lectores que conozcan mi libro sobre los Arcanos Mayores

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recordarán que mi interpretación divide los triunfos, una vez puesto aparte el Loco, en tres líneas de siete cartas cada una; en esta división, cada línea representa una etapa de evolución diferente. Quizás el lector recuerde también que cada línea se descompone además en tres partes. Las dos primeras cartas significan el punto de partida de la línea, los arquetipos o cualidades básicas que la persona debe usar para ir pasando por las experiencias que muestra esa línea. Las tres cartas del medio representan el trabajo principal de la línea, lo que la persona debe aprender o superar. Y las dos últimas cartas nos enseñan el resultado. Así, por ejemplo, en la primera línea el Mago y la Suma Sacerdotisa indican los arquetipos básicos de la vida; la Emperatriz, el Emperador y el Hierofante muestran los diferentes aspectos del mundo exterior que hemos de enfrentar cuando crecemos, y los Enamorados y el Carro simbolizan el desarrollo y el triunfo del individuo. El Ciclo del Trabajo se adueña, adaptándola, de esta estructura tripartita.

La disposición: posiciones y significados La lectura se inicia escogiendo el Significador y mezclando los naipes de la misma manera que con la Cruz Celta. De modo similar, las dos primeras cartas

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forman una cruz pequeña, que se interpreta de manera muy semejante a la de la disposición anterior, acentuando quizás algo más, en este caso, que la carta que cruza al Centro es un desenlace o desarrollo de la primera. Después de la cruz pequeña, el lector da vuelta siete cartas y las dispone en hilera debajo del Significador, y no alrededor de éste, colocando la carta del medio debajo del Significador y del Cruce (figura 61). Esta línea forma el ciclo básico, y la lectura puede limitarse a estas nueve cartas. Sin embargo, si después de haber interpretado esta línea el lector y el consultante desean más información, o simplemente ver las cosas desde otro ángulo, el lector da vuelta una segunda línea de siete cartas directamente debajo de la primera, y así sucesivamente hasta que el significado se aclare. En cada línea, las dos primeras cartas forman el punto de partida. Sus significados específicos se derivan de la Cruz Celta; la primera es la Experiencia Pasada, que se interpreta casi como la carta Base en la disposición anterior. La segunda representa las Expectativas, la actitud de la persona hacia el futuro. En la práctica, interpretamos esta carta de manera muy semejante a la posición de Esperanzas y Temores en la

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Cruz Celta. Las dos cartas, juntas, muestran lo que ha sucedido y lo que la persona espera, teme o simplemente cree que sucederá. Las tres cartas siguientes se apartan más decididamente de la Cruz Celta. Muestran lo que yo llamo el Trabajo, es decir situaciones, influencias o actitudes que la persona puede usar o debe superar. En la Cruz, las posiciones representan pautas bastante fijas. Las cosas son como son. En el Ciclo, las cartas indican posibilidades, e incluso oportunidades. Es un sistema que insiste en la forma en que la persona crea la situación, y en cómo puede cambiarla. Cuando empecé a practicar esta forma de lectura asigné un significado a cada posición. La carta del centro representaba al Consultante, la que estaba a la izquierda a los Otros, y la de la derecha los Acontecimientos. No tardé en descubrir que era mejor no asignar a ninguna una cualidad específica, sino más bien interpretarlas en conjunto, simplemente como aquello con que la persona tiene que trabajar en la situación de que se trata, una combinación de posibilidades. Al mismo tiempo, vale la pena tener presentes las tres designaciones, porque cualquiera de ellas puede ser útil para delimitar el significado en determinadas lecturas.

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Trataré ahora de dar un ejemplo de las tres como combinación. Supongamos que el tema de una lectura es ese antiguo motivo favorito: un nuevo idilio. Una mujer ha conocido a alguien que le gusta, pero no sabe qué es lo que el hombre en cuestión siente por ella, ni si ella debe hacer algo con sus sentimientos. En la lectura, la sección del Trabajo muestra el Cinco de Varas, el Ermitaño en posición invertida y el Dos de Copas (figura 62). Es evidente que el Dos de Copas indica que el hombre siente por ella algo similar, lo mismo que sucedería en la Cruz Celta. Pero aquí, además, la carta aconseja a la mujer que hable con el hombre de sus sentimientos. Sugiere también que es mucho lo que ella tiene que ganar estando con esa persona, y que la

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relación amorosa, independientemente de lo que dure, afectará intensamente su vida.

El Ermitaño refuerza estas ideas. Aquí, su posición invertida no significa inmadurez, sino más bien la idea de que no es éste el momento para la soledad. En cambio, como más ganará la mujer es comprometiéndose en la relación. El Cinco de Varas, sin embargo, señala que la situación incluye un conflicto. Como este naipe aparece en posición normal, no indica amargura, ni siquiera una perturbación grave que la mujer deba tratar de evitar. Muestra, en cambio, una cualidad vivificante en la pelea de los personajes, algo que los exalta en vez de agotar sus fuerzas. Y como todo esto ocurre en la sección del Trabajo, implica que ella debe, antes que

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empeñarse en evitar el conflicto, usar la energía que por mediación de él se libera. Que el Ermitaño aparezca entre las dos cartas indica quizá que la mujer se ha pasado algún tiempo apartada del trato con otras personas, y que ahora desea (o necesita) regresar al mundo. Por una parte, puede usar su nueva relación para que la ayude a salir de sí misma. Por otra, se encontrará con que el contacto con otras personas es motivo de disputas y competencia, y que debe aprender no sólo a aceptar esas cosas, sino a usarlas. Obsérvese que las tres cartas no se limitan a mostrar lo que es, sino que señalan direcciones y potencialidades, cosas con las que hay que trabajar. Consideremos ahora dos posibles puntos de partida para esta lectura imaginaria, y las diferentes maneras en que modifican las cartas del Trabajo. Ante todo, consideremos el significado si las dos primeras cartas fuesen el Cinco de Copas y el Tres de Copas, ambas relacionadas por la imagen de las tres copas. La primera de las cartas, en la posición de la Experiencia Pasada, indica la pérdida de algo —muy probablemente el final de una relación amorosa— y constituye el antecedente del Ermitaño. Por lo tanto, la Experiencia Pasada nos dice que la etapa del Ermitaño se produjo como reacción ante un acontecimiento, pero es una reacción que ahora la mujer puede dejar

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detrás de sí. El Tres refuerza esas ideas de un nuevo compromiso, y muestra una actitud muy optimista, que le permitirá superar los conflictos que se planteen. Supongamos en cambio que el punto de partida hubieran sido Espadas, y específicamente el Ocho, seguido por el Cuatro. El Ocho indica una historia de represión, aislamiento y confusión, en tanto que el Cuatro hace pensar que esa situación pasada ha dejado cicatrices a la consultante, ya que al estar en la posición de las Expectativas muestra un deseo de esconderse del mundo y de evitar comprometerse con otras personas. Al mismo tiempo, el Cuatro representa el temor —o la creencia— de tener que pasar la vida sola, sin que nadie irrumpa en la iglesia cerrada para despertarla de su sueño y devolverla al mundo. Con un punto de partida así, las cartas del Trabajo indican una oportunidad importante para la persona, diciéndole que esa relación podría sacarla de su solitaria condición de Ermitaño. Ha llegado el momento de salir, y si hacerlo significa conflictos y discusión, es menester aceptarlos, e incluso usarlos para comprometerse más con la vida. Las dos últimas posiciones en la línea vuelven a destacar la idea de combinación. En cuanto Desenlace y Resultado, van más allá del uso único que la Cruz Celta hace del Desenlace como resumen de la lectura.

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El Desenlace indica cómo evolucionarán probablemente las cosas. Por su parte, el Resultado indica la reacción de la persona ante tal evolución o el efecto que ésta tendrá sobre la vida de la persona. Este efecto puede ser tanto una experiencia como una actitud. Por ejemplo, puede indicar un acontecimiento o una modificación ulterior que se produce a causa del Desenlace. El Cinco de Copas seguido por el Ocho de Copas significa que la persona pierde algo, o que algo termina mal, y como resultado de ello, la persona decide abandonar la empresa, irse a otra parte o iniciar una nueva fase en la vida. O bien la carta que está en la posición del Resultado puede mostrar el efecto que tiene psicológicamente el Desenlace. Un ejemplo clásico es la Torre seguida por la Estrella, lo que indica que una explosión en la vida de la persona conducirá a una liberación de esperanza y energía. Este ejemplo ilustra también la gran importancia potencial que tiene el no ver solamente el Desenlace, sino también lo que viene tras él. Si una lectura sólo mostrase la Torre y no, como resultado de ella, la Estrella, dejaría al consultante con un sentimiento de devastación. Es muy frecuente que la primera línea dé una imagen tan fuerte que la persona ya no necesite más información, pero hay otras veces en que, tras haberla leído, se queda un poco confundida, o simplemente

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desea ver la situación desde un punto de vista diferente. En un caso así, el lector puede disponer otra línea de cartas directamente debajo de la primera. Las posiciones siguen siendo las mismas, y las siete cartas siguen estando relacionadas con la cruz pequeña originaria, que delineó la situación básica. Y sin embargo, como empezamos desde un punto de partida distinto, la línea nos permite ver la situación de diferente manera. Además de la nueva información obtenida, este método ayuda a resolver una cuestión que plantean muchas personas respecto de las lecturas del Tarot: «Si volviera a hacerlo, saldrían cartas diferentes, de modo que ¿cómo es posible que estas que han salido signifiquen realmente algo?» La respuesta es que las nuevas cartas nos permitirán ver la misma situación desde un punto de vista distinto. Es muy frecuente, cuando un lector lee una Cruz Celta y después vuelve a mezclar los naipes para hacer una nueva lectura, que en ella aparezcan muchas de las mismas cartas u otras de significado similar. En un par de lecturas que hice para un matrimonio (separadas por otra, hecha para una persona diferente), seis de las diez cartas fueron las mismas, y la carta del Ambiente, en la lectura de la mujer, era la misma que se usó como Significador para el marido. El Ciclo del Trabajo, como de hecho excluye la posibilidad de que

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vuelvan a aparecer las mismas cartas, tiende más a mostrar diferentes aspectos de la situación. A veces, la segunda línea será casi un espejo de la primera, lo que indica que la situación está tan encaminada en ese sentido que a la persona no le será fácil cambiarla. Otras veces el Desenlace-Resultado mostrará una alternativa para la primera línea, y entonces el lector deberá estar atento a los puntos de partida y a las cartas del Trabajo.

Ejemplo de una lectura Una vez hice una consulta para una mujer que tenía un amante celoso. En teoría, ninguno de los dos esperaba que el otro fuese monógamo, pero la mujer sabía que si ella iba con alguien más —y había aparecido alguien más— su amante se alteraría. Quería que la aconsejara sobre lo que debía hacer, e hicimos la lectura con el Ciclo del Trabajo (ver figura). Antes de la lectura comenté con la consultante que en situaciones así es frecuente que aparezca el Tres de Copas, en posición normal si las cosas van bien, e invertido en el caso contrario. La tirada se inició con el Tres de Copas invertido, cruzado por el As de Copas. La combinación mostraba que, pese a

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los celos y las discusiones, la consultante podía obtener gran felicidad de la situación si conseguía resolverla en forma adecuada. La primera línea se iniciaba en forma muy positiva con el As de Pentáculos como la Experiencia Pasada, y el Sol como una Expectativa sumamente optimista para el futuro. Ahora bien, el As de Pentáculos, además de mostrar felicidad y placer, transmite también un clima de seguridad, de una situación protegida y aislada. Durante algún tiempo, la mujer y su amante no se habían relacionado mucho con otras personas, construyendo en cambio, como lo muestra el simbolismo del As, un recoleto «jardín» emocional en torno de ellos (estaban, de hecho, viviendo en una remota casa en la campiña galesa).

El Sol muestra a un niño que sale a caballo de un jardín. La mujer esperaba ahora tener mayor libertad

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para aventurarse en experiencias más abiertas. Y como el As de Pentáculos se había convertido en el momento de la consulta en el As de Copas, por lo menos como posibilidad, las cartas mostraban que la consultante había comenzado a aflojarse y a dejar fluir sus emociones sin tener en consideración la seguridad. El Trabajo acentuaba aún más la sugerencia de libertad. La Estrella, la Torre y el Mundo, todas cartas de la última línea, mostraban en primer lugar la potencia de la situación. En el centro, la Torre simbolizaba las tormentosas batallas y las emociones abrumadoras puestas en juego. Sugería también el peligro de que la seguridad de su relación quedara deshecha por los rayos de los celos y del resentimiento. Ahora bien, en este caso particular la Estrella no indicaba una liberación que se alcanza después de la Torre, como habría sido en el caso de estar al final de la línea. Más bien, advertía a la consultante que necesitaría optimismo y una actitud sumamente abierta en lo referente a sus propios deseos y emociones. El Mundo indicaba también optimismo, e implicaba la posibilidad de combinar los objetivos opuestos, a la vez una relación estable y la libertad. Y sin embargo, pese a todas esas influencias positivas, las cartas finales parecían muy poco promisorias. El Ocho de Espadas seguido por el

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Diablo daba a entender que la consultante haría un intento de liberarse de las cualidades sofocantes de su situación. El Resultado, sin embargo, mostraba que probablemente no lo conseguiría. La feliz y cómoda seguridad del As de Pentáculos se había convertido en una represión diabólica, en virtud de la cual ella y su primer amante estaban encadenados a una situación que ninguno de los dos quería realmente. En procura de obtener otro punto de vista —y además, de entender qué era lo que había ido mal en la primera línea—, dispusimos una segunda hilera de naipes (figura siguiente). Esta línea empezó de manera más sobria. En la Experiencia Pasada aparecía el Siete de Espadas, indicador de intentos no muy entusiastas de salir del encierro de su vida. Ello implicaba que anteriormente la consultante nunca había planteado con firmeza la cuestión ni se había enfrentado con los problemas reales que ésta implicaba. Esta carta sola apuntaba a las razones por las cuales el Diablo conseguía hacerse valer: la mujer jamás había intentado resolver qué era lo que debía hacer; nunca se había enfrentado con su amante ni con los problemas que existían entre ellos.

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La segunda carta llevaba más lejos esta idea. La Justicia no sólo mostraba la esperanza de que todos fueran más bien «justos» antes que represores o egoístas, sino también un deseo de verlo todo con claridad y de enfrentar su propia verdad, es decir, lo que ella había hecho con su vida y, además, las reacciones de los otros. Con una actitud mucho más dura e implacable que la del Sol, la Justicia simbolizaba un compromiso con la realidad, con la creación de un verdadero futuro para sí misma. Obsérvese que el Sol nos presenta un niño, libre y sin responsabilidades: el opuesto de la Justicia. El Trabajo en esta línea —el Nueve de Copas, el Cuatro de Pentáculos, la Rueda invertida— continuaba el tema del realismo. El Nueve de Copas mostraba la necesidad de equilibrar la presión emocional con algún placer ligero. Por otra parte, la Rueda invertida indicaba la capacidad de abrirse paso entre las confusiones en juego. Mostraba igualmente la necesidad de controlar la situación, de negarse a permitir que la Rueda de los acontecimientos se adueñara de ella, llevándola allí donde acertara a

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rodar. La Justicia se convertía entonces no en una mera esperanza, sino en el camino principal para apartarse de la pasividad y la subjetividad. De las tres cartas del medio, el Cuatro de Pentáculos resultó ser la más interesante, especialmente al compararla con la Torre, situada encima. Allí donde el triunfo había mostrado a la consultante desintegrándose bajo el impacto de los intensos sentimientos ajenos, el Cuatro de Pentáculos la mostraba autoprotegiéndose. La mostraba aferrándose a sus propias necesidades, a su propia comprensión de la situación, a pesar de la presión que sobre ella ejercían sus dos amantes. Las dos cartas que rodean a la central le indicaban dos maneras de hacerlo; primero, disfrutando, y valiéndose de ese placer para mantenerse íntegra, y en segundo Jugar, entendiendo lo que había sucedido, y por qué había sucedido. La Rueda invertida a la derecha indicaba la necesidad —y la oportunidad— de poner efectivamente en juego su esperanza de Justicia, es decir, de esforzarse por entender el verdadero significado de todos los cambios que estaban ocurriendo en su vida. Mientras analizábamos estas dos líneas, la mujer dijo que le daba la impresión de que la primera era lo que debería querer, y la segunda lo que realmente quería. La gente que la rodeaba hablaba tanto de

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«libertad» y de relaciones abiertas sin consecuencias dolorosas que ella se sentía presionada para desear ese tipo de comportamiento «solar». Pero en realidad, le importaba mucho más la Justicia, la verdad. El resultado del punto de partida de la segunda línea, más áspero y realista, mostraba el sentido de lo que decía la consultante. En la posición del Desenlace estaba la Reina de Varas, con el Seis de Varas como Resultado. La Reina indicaba que, al considerar antes la Justicia que un Sol excesivamente optimista, la mujer encontraría la alegría y el sentido de su propia fuerza. Llegaría a depender más de sí misma que de la situación externa, y de ello obtendría la confianza y la fe del Seis, un optimismo capaz de arrastrar consigo a otras personas.

El Árbol de la Vida Cualquier lectura del Tarot se origina en un momento determinado; al describir las influencias y tendencias, se extiende hacia el pasado y el futuro. Las formas más breves tienden a extenderse sólo lo suficiente para esclarecer alguna situación determinada. Pero cuando empezamos a conocer mejor las cartas, podemos buscar un método que nos dé una imagen más amplia del lugar que una persona ocupa en el mundo. Ese entendimiento más completo

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es lo que nos proporciona la lectura que sigue, el Árbol de la Vida, en la que nos valemos de todo el mazo, y cuyo alcance es similar al de la carta natal astrológica (aunque quizá se concentre más estrictamente en el dominio espiritual/psicológico). La imagen del Árbol proviene de la Cábala, y en el mazo Rider podemos verla en el Diez de Pentáculos, dibujado de la siguiente manera:

En la meditación con los Arcanos Mayores usamos principalmente las veintidós posiciones o vías entre las diferentes sephiroth (las diez posiciones). En adivinación usamos las propias sephiroth, adaptando sus connotaciones y nombres clásicos para que puedan servir como posiciones en una tirada, similares a la Base, el Consultante, etc., de una Cruz Celta, pero de alcance mucho más amplio. Las descripciones y los

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títulos cabalísticos son necesariamente abstractos; contienen una descripción mística de la creación y de la estructura del universo, e igualmente un camino hacia un mayor conocimiento de Dios. Por eso quienes, como yo, usamos el Árbol de la Vida para practicar la lectura del Tarot, hemos escogido significados más terrenales.

La estructura del Árbol Hay dos pautas básicas:

El diagrama (a) destaca los niveles de conciencia. El triángulo superior es el que se mantiene más próximo a Dios, de quien emanó el punto original de

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luz para crear la primera sephirah. A medida que la luz de la creación viajaba a través de los diferentes triángulos, se diluyó —e incluso hay quienes dicen que se corrompió— cada vez más, hasta que en la última y solitaria sephirah quedó contenida dentro del mundo físico de carne, rocas y agua. (Por cierto que una descripción tan breve desfigura enormemente la filosofía cabalística, y si la doy aquí es sólo para dar cierta visión del fundamento de la lectura que sigue el Árbol de la Vida.) El concepto de un descenso de la luz se usa en adivinación de la siguiente manera: como lo que queremos es describir la vida de una persona, consideramos que cada triángulo es un aspecto de esa persona, usando un sistema tripartito similar a las tres líneas de los Arcanos Mayores. El triángulo superior significa la existencia espiritual de la persona, y apunta hacia arriba, señalando el potencial más elevado del sujeto. El del medio apunta hacia abajo, hacia la manifestación, y representa las maneras que tiene la persona de enfrentarse con el mundo exterior y los asuntos prácticos de la vida. El triángulo inferior vuelve a apuntar hacia abajo, pero esta vez hacia los ámbitos secretos del sí mismo. Representa los impulsos inconscientes y la energía imaginativa. También podemos referirnos a los triángulos como superconsciente, consciente e inconsciente.

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La posición inferior, situada aparte, no representa una cualidad personal, como las otras, sino el mundo exterior donde vive la persona. Podemos considerarla similar al Ambiente en la Cruz Celta, pero en un nivel mucho más amplio. El diagrama (b) se deriva de la idea de polaridad o de fuerzas opuestas. En la Cábala, los lados derecho e izquierdo del Árbol significan la forma en que Dios dirige la existencia. El pilar derecho, el de la Gracia, tiende a la expansión. Sus cualidades abren y ensanchan. El pilar izquierdo, llamado de la Severidad, tiende a la contracción, acentuando las cualidades que limitan. Uno de ellos da, el otro quita, y así contribuyen a la conservación de la energía. Pero si sólo existieran estas dos fuerzas, el universo oscilaría descontroladamente entre ambas, expandiéndose y contrayéndose sin pausa. Por eso el pilar del medio representa la Reconciliación, una mezcla y armonización de los dos principios. Obsérvese que la última sephirah, que simboliza la existencia física, cae en el pilar del medio. En el mundo material, los elementos arquetípicos se funden en una forma estable. La imagen de las tres columnas aparece en forma menos abstracta en la versión que da el mazo Rider (lo mismo que en varias otras) de la Suma Sacerdotisa. El pilar oscuro representa la Severidad, el claro significa

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la Gracia. La Suma Sacerdotisa cumple la función de la Reconciliación, equilibrando en su perfecta inmovilidad los opuestos del yin y el yang. Así como necesitamos una versión «práctica» de los triángulos, nuestro propósito requiere también una interpretación más directa de los tres pilares. Por consiguiente, usamos una pauta recurrente para cada triángulo. La posición de la izquierda tiende hacia los problemas que se originan en ese nivel, la de la derecha presenta los beneficios o una dirección positiva. La posición del medio describe la cualidad misma, en la que las oposiciones se confunden. Estas distinciones se aclararán cuando consideremos individualmente las sephiroth. Algo más hay que decir sobre la estructura. Los cabalistas dibujan el camino recorrido por la luz de la creación como un zigzag, al que a veces se hace referencia al hablar del rayo de Dios. Un zigzag que comienza más allá de la primera sephirah (porque la verdadera esencia de Dios sigue siendo incognoscible y trascendente), y cuyo recorrido es éste:

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En la meditación usamos esta imagen principalmente 6 para ayudarnos a ascender a través de las sephiroth hacia la unión con aquel aspecto de Dios que experimentamos en el éxtasis místico. Dicho de otra manera, a través de la meditación desandamos el camino del rayo, como si estuviéramos desenmarañando el universo para llegar a su fuente. El rayo que se abate sobre la Torre en los Arcanos Mayores 10 simboliza esta luz de la iluminación. Otra forma de meditación, que se combina con la magia ceremonial, intenta seguir hacia abajo el camino del rayo, o más bien, atraerlo sobre la persona. Este uso de los principios cabalísticos para la magia, llamado la «Cábala Práctica», basa buena parte de su operación en la idea de que el ritual y la meditación

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adecuados pueden atraer sobre el mago un relámpago no sólo de comprensión, sino también de gran poder. A quien sigue estas prácticas ocultas se le advierte que no ha de buscar ese poder para su ventaja personal, sino solamente con fines que sirvan a la comunidad. (Estas advertencias en contra de posibles abusos le dan a uno a veces la impresión de ser similares a las advertencias que aparecen en los libros pornográficos: «Este material es exclusivamente para uso médico»)

La tirada En adivinación seguimos el recorrido del rayo de manera mucho más mundana, como método para disponer las cartas. Para hacer una lectura según el Árbol de la Vida, se saca primero el Significador como en los otros métodos, y se lo coloca en lo alto de la superficie de lectura (como es obvio, para disponer setenta y ocho cartas se necesita mucho espacio). Cuando el sujeto ha mezclado y cortado el mazo, el lector dispone las cartas boca abajo, así:

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El Significador permanece expuesto por encima de la lectura. Cuando ya están dispuestas las diez primeras cartas, el lector dispone sobre ellas otras diez, y así sucesivamente, hasta que en cada lugar haya una pila de siete cartas. Ahora bien, al haber sacado el Significador, en el mazo quedan setenta y siete cartas, once veces siete. Por ende, al lector le quedarán siete cartas extra. Muchos cabalistas hablan de una undécima sephirah «invisible», a la que se conoce como Daath, o Conocimiento. Generalmente, los cabalistas colocan esta sephirah extra en el pilar del medio, entre las sephiroth primera y sexta, es decir, entre el triángulo superior y el del medio. En las lecturas del Tarot la situarnos al costado, o bien en la parte inferior, y la leernos después de todas las otras. El hecho de que no la vayamos disponiendo ordenadamente con las otras cartas, sino que simplemente usemos para ella las siete cartas

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«sobrantes», subraya su peculiaridad. La pila de Daath no pertenece a ninguna de las áreas generales de influencia, y algunos lectores piensan que se refiere al futuro inmediato. Cuando empecé a hacer lecturas basadas en el Árbol de la Vida, usaba la pila Daath como un comentario general, una información adicional que se aplicaba a la totalidad de la lectura. Desde entonces le he encontrado un significado más específico, que es el de Transformación. En mi libro sobre los Arcanos Mayores describí la idea, derivada tanto de la Cábala como de la moderna mecánica cuántica, de que un cambio no se produce como una alteración gradual, sino como un salto de un estado a otro. Podemos ir aproximándonos a los cambios con años de preparación gradual, pero el cambio real y efectivo se da como un salto a través de un abismo. Dejamos de ser una cosa y nos convertimos en otra. En esos momentos de transformación podemos, en ocasiones, percibir la Nada esencial que subyace en toda existencia fija. Hay quienes describen a Daath como aquel aspecto que percibe esta verdad del abismo. Otros apuntan que Daath relaciona la Sabiduría (sephirah 2) y el Entendimiento (sephirah 3) por mediación de sus cualidades de conciencia y reflexión. De hecho, «Daath» significa «Conocimiento».

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Sin perder de vista estos significados, descubrí que era un valioso recurso usar la pila Daath como una descripción de los medios por obra de los cuales cambia una persona. Relacionada con la totalidad de la lectura, esta sephirah destaca las conexiones que establece una persona entre los diferentes niveles. Las diferentes sephiroth/posiciones tienden a mostrar distintos niveles y condiciones del ser. La pila Daath nos ayuda a ver de qué manera nos movemos entre ellos. Por eso le he dado el nombre de Transformación.

Las posiciones y los significados ¿Cuáles son, pues, las posiciones específicas de las sephiroth? La lista siguiente es la que yo uso, basada en parte en sugerencias tomadas de diversos comentarios. La ofrezco como guía y como un sistema posible, pero quienes quieran trabajar específicamente con el Árbol de la Vida querrán formular sus propias posiciones. Usando la pauta numérica que aparece en la figura anterior, las posiciones son: 1 Kether o la Corona La suprema evolución espiritual Con esto aludimos a las cualidades mejores y más auténticas de la persona, y a los caminos por los cuales ésta llega a tales

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niveles. La Corona no siempre mostrará cualidades muy positivas o jubilosas. Algunas personas alcanzan lo mejor de su evolución mediante la lucha o la tristeza. Recuerdo una lectura en que la Torre ocupaba el centro de la línea Kether, con la Estrella a dos cartas de distancia. Al consultante se le hacía muy difícil evolucionar de manera estable. Tendía siempre a pasar por ciclos de tensión, explosión y liberación, un tema que resonaba durante toda la lectura, hasta el final, en que el Diablo aparecía en el centro de su línea Daath. 2 Hokmah o la Sabiduría La segunda sephirah, Hokmah o la Sabiduría, representa la Inteligencia Creativa, las formas en que la persona avanza hacia el objetivo de la Evolución Suprema. Relacionada generalmente con la línea de la Corona, esta sephirah destaca más bien el proceso de la evolución que su resultado. Por ejemplo, si el Sol aparece en la línea de la Corona, lo interpretaremos como júbilo y libertad, apreciados por sí mismos. Si apareciera en la Inteligencia Creativa, pensaríamos en aquellas cualidades como medios para alcanzar cualquier cosa que hubiéramos visto en la Corona. Como la primera línea, la Inteligencia Creativa también puede incluir cartas difíciles o desagradables, como representación de lo que la persona usa para crecer.

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Cuando aparecen tales cartas, es importante considerarlas no solamente en relación con su función —para ver cómo la persona puede usarlas de manera creativa—, sino también en relación con las otras cartas de la línea. Por ejemplo, supongamos que el Nueve de Varas apareciera en Hokmah. El lector insistiría primero en la fuerza y la determinación, más que en la rigidez inherente al naipe. Pero supongamos que en la misma línea apareciera también el Cuatro de Varas; entonces, hay que ver el Nueve como parte de un ciclo de defensa y apertura, en que ambas se ayudan y fortalecen recíprocamente. Y como aparecen en la segunda línea del triángulo del Espíritu, pensaríamos en ellas no simplemente como un ciclo que repite una y otra vez la misma experiencia, sino como una espiral que conduce a las imágenes, sean las que fueren, que aparecían en Kether. Se ha de tener en cuenta que, obviamente, la lectura del Árbol de la Vida exige mucha experiencia con las cartas y con la adivinación para obtener resultados adecuados. El lector no sólo debe interpretar siete cartas para cada posición, sino que cada posición debe relacionarse con las otras. 3 Binah o el Entendimiento El triángulo se completa con Binah, el Entendimiento. En la Cábala, la diferencia entre Sabiduría y Entendimiento se refiere principalmente a la forma en

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que el alma contempla a Dios y se autocontempla. En la experiencia, más terrenal, de una lectura, podemos considerar como Entendimiento aquellas experiencias que frenan nuestra evolución, es decir, las Penas y las Cargas. Aquí, las cartas muestran las limitaciones de la persona, y esta vez es necesario adaptar las imágenes más positivas a los términos de la línea. Al mismo tiempo, el título original, el Entendimiento, nos lleva a considerar la forma en que pueden ser superadas estas limitaciones. El triángulo del medio representa los aspectos más corrientes de la vida, y aquí comenzamos con los dos lados y terminamos en el medio. 4 Gevurah o el Juicio En la posición opuesta a los Logros Terrenales se encuentra Gevurah, o el Juicio, que representa las Dificultades. Éstas pueden incluir cualquier cosa, desde problemas de dinero a soledad. En una lectura, la Reina de Espadas en esta línea me indicó que la consultante era viuda. 5 Hesed o la Misericordia La quinta sephirah representa los Logros Terrenales, lo cual significa aquello que la persona ha de alcanzar en la vida en los dominios del trabajo, el hogar, el dinero, los amigos, etc. Por lo común, la línea acentuará factores de éxito antes que de fracaso.

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También puede indicar las maneras en que los Logros Terrenales afectan al carácter de la persona. Los tres triángulos forman un diseño único, un hecho que por lo común se pone cada vez más de manifiesto a medida que se avanza en la lectura y las relaciones se muestran con más fuerza. Por lo tanto, será frecuente que las preocupaciones triviales de los Logros Terrenales reflejen la conciencia espiritual de la Fuerza Creativa que está por encima de esta posición. Muchas veces, la comprensión de las posiciones inferiores en el Árbol será la clave que permita volver atrás e interpretar las superiores. 6 Tifereth o la Belleza La punta del triángulo representa a Tifereth, la Belleza. En las lecturas, me valgo de esta posición para indicar la Salud. Usar el Tarot para diagnosticar problemas físicos específicos puede ser una operación muy engañosa, aunque hay sugerencias para hacerlo, relacionando por lo general las cartas con aspectos astrológicos o con otros sistemas. Según mi experiencia, es mejor obtener de la línea un cuadro más general, que no tenga en cuenta solamente el estado físico, sino también la salud emocional y espiritual. Una recomendación: obsérvese cuáles son los elementos que dominan. La abundancia de Varas sugiere buena salud general durante toda la vida de la

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persona, aunque, naturalmente, naipes como el Diez o el Nueve de Varas, lo mismo que cuando las cartas de este palo aparecen invertidas, pueden indicar lo opuesto. Las Copas y Espadas tienden a revelar la condición emocional y espiritual de la persona, en tanto que los Pentáculos suelen señalar una salud más débil, o la necesidad de ocuparse más del cuerpo. El Cinco, por ejemplo, sería una clara advertencia. Un predominio de Arcanos Mayores en la línea es más difícil de interpretar, y su significado depende de las cartas que aparezcan. La Fuerza, naturalmente, indicaría buena salud en general, la Templanza una enfermedad evitada mediante precauciones, en tanto que el Diablo podría significar malestar o hipocondría. A veces, una única carta Mayor puede simbolizar alguna situación especial que ha aparecido o aparecerá en la vida de la persona. Las secuencias temporales en esta línea, y en el Árbol en su totalidad, son un problema difícil, especialmente para el lector principiante. El tercer triángulo tiene que ver con el inconsciente, y en particular con las pulsiones imaginativas y sexuales. En el volumen sobre los Arcanos Mayores consideramos la idea de que el superconsciente, o energía y conciencia espiritual, consista en el inconsciente, transformado y vuelto consciente. A este respecto, es frecuente que el Árbol muestre conexiones muy fuertes entre los triángulos

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superior e inferior, en tanto que el nivel medio —las experiencias conscientes de la persona— forma un vínculo entre los dos. Antes describí al subconsciente como el lado reprimido del ego, distinto del inconsciente, que es la energía vital de la persona. Ninguno de estos triángulos aborda específicamente este sentido del subconsciente. Este material mantenido en secreto puede aparecer en cambio a lo largo de toda la lectura, dejando al descubierto problemas, agresividad o deseos insatisfechos. Lamentablemente, la amplitud del tema no me permite dar ejemplos detallados. (Y me disculpo por caer en algo que se asemeja a las oscuras insinuaciones que encuentra uno a menudo en los libros de ocultismo: «Aquí no puedo decir ya más sobre el tema.») Sólo quiero señalar que podemos ver el funcionamiento del subconsciente en las contradicciones aparentes, por ejemplo, del Dos de Espadas, que aparece como un bloqueo en la línea de la Fuerza Creativa. 7 Netzach o la Eternidad La séptima sephirah, Netzach, significa la Eternidad. En este sistema, la he usado como representación de la Disciplina, las formas en que la persona puede poner en funciona miento su imaginación. Al decir «disciplina» no me refiero al tipo de reglas estrictas que normalmente evoca la palabra, sino a la dirección

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y al entrenamiento deliberados que simboliza el halcón encapuchado del Nueve de Pentáculos. Bajo una disciplina tal, el poder creativo no resulta confinado ni se debilita, sino que, estimulado, se libera. Ello ocurre porque el beneficio que rinde a nuestra vida esta cualidad del inconsciente se incrementa más cuanto más la dirigimos. Esto es algo que saben bien la mayoría de los artistas y las personas que han trabajado seriamente en ocultismo. La mayoría de las personas que no trabajan deliberadamente con la energía inconsciente se encuentran con que permanece simplemente latente. Es posible que lleven una vida que parezca monótona, o que se consideren personas carentes de toda creatividad. En algunos casos, sin embargo, el inconsciente es tan fuerte que puede hacer irrupción por sí solo, provocando el caos o incluso la locura. Recuerdo una lectura (no era un Árbol de la Vida) que hice a un hombre que había pasado por un colapso nervioso grave después de una serie de intensas experiencias psíquicas. En la lectura apareció el Nueve de Pentáculos, pero también el Ermitaño, como indicación de que un maestro capaz podría canalizar la energía que tan dolorosamente había irrumpido en su vida. La disciplina, en el mejor de los sentidos, representa el proceso de elevar el inconsciente y transformarlo en energía creativa.

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Como la mayor parte de las personas no se sienten movidas, ni menos aún impulsadas, a trabajar en el dominio de lo «psíquico» o del ocultismo, generalmente encontramos preocupaciones más corrientes reflejadas en esta posición, posición que puede referirse, aunque no necesariamente, al trabajo artístico. Para algunas personas, el inconsciente se expresa en una carrera, o en la creación de un hogar acogedor y cálido para su familia. Lo importante en esta línea es que muestre la formación o el trabajo necesarios para que la persona haga algo con potencial creativo. Si en esta línea aparecen cartas bloqueadas, como el Ocho de Espadas, eso puede ser muy significativo para toda la lectura, ya que una parte muy importante de nuestra vida depende de la liberación de la energía inconsciente. 8 Hod o la Reverberación Del otro lado del triángulo encontramos la octava sephirah, la Reverberación. El título adivinatorio para esta línea —Amor y Sensualidad— hace generalmente que el consultante se ponga alerta y escuche con gran atención. Esta línea muestra el impulso sexual del individuo y la forma en que sus necesidades funcionan en la práctica, es decir, lo que quiere y lo que obtiene. Según las personas, esta línea puede ser también la clave para todas las otras, aunque tal vez no con tanta frecuencia como cabría esperar.

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Obsérvese que la posición del Amor y la Sensualidad se encuentra en el lado restrictivo del Árbol, en tanto que la Disciplina aparece del lado de la expansión. Esta construcción refleja el hecho de que con frecuencia nuestros impulsos sexuales nos dominan, haciéndonos hacer cosas que de otra manera evitaríamos, o impidiéndonos la liberación de potencialidades pertenecientes a otros campos. La Disciplina, por otra parte, se vale de la energía imaginativa, orientándola en la dirección de la transformación hacia lo espiritual. Es dable que las cartas sexuales no aparezcan en la posición de Amor y Sensualidad, sino en la de Disciplina, lo que sugiere que la persona evoluciona por mediación del amor, tal como lo simboliza el ángel que se eleva entre el hombre y la mujer en los Enamorados. Para personas así, el amor es tanto una disciplina como una tentación o una debilidad. Debo añadir que la aparición del Amor y la Sensualidad en el lado de la Restricción no exige que la interpretemos como un problema. Si las cartas muestran satisfacción y libertad, entonces es ciertamente ése el sentido en que debemos interpretarlas. 9 Yesod o el Fundamento La novena sephirah, Yesod o el Fundamento, representa la Imaginación, que de muchas maneras

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constituye el auténtico fundamento del sí mismo. Para la mayoría de las personas, que no se plantean programas de autocrecimiento, et inconsciente jamás llega a hacerse consciente. No por eso deja de ser la fuente y la fuerza impulsora de la personalidad.Tenemos un atisbo de esta energía en actividades tales como los sueños, las fantasías, los deseos ... dicho de otra manera, lo que habitualmente llamamos la imaginación. Pero al llamar Imaginación a la línea del Fundamento, de hecho aludimos a mucho más que esas manifestaciones. El término representa aquí la energía misma, enroscada por debajo de la personalidad consciente, que envía sus destellos hacia el mundo exterior. Los naipes que salen en esta línea revelan la configuración y el ánimo del inconsciente de la persona. Con frecuencia se relacionan muy directamente con la línea de la Evolución Suprema, situada por encima de ellos. 10 Malkuth o el Reino Debajo de la Imaginación se encuentra Malkuth, o el Reino, es decir, el mundo que rodea a la persona. Aquí vemos las influencias externas, las otras personas, las situaciones personales tanto como las sociales y políticas. Generalmente, por cierto, las indicaciones de estas fuerzas exteriores aparecen en el curso de toda la lectura. En una lectura que hice, el Emperador — representante del marido dominante de la mujer— apareció en el centro mismo de la línea de la Salud, es

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decir, en el centro exacto del Árbol Sin embargo, la última línea destaca las influencias externas y demuestra, además, el efecto de éstas sobre el sujeto. Podemos considerar esta posición como similar al Ambiente en la Cruz Celta, pero mucho más expandida. Daath Finalmente llegamos a Daath. Aunque la dejamos aparte del Árbol al sacar las cartas, muchos lectores preferirán situarla debajo de Malkuth, con lo que se obtiene un Árbol simétrico que, al mismo tiempo, demuestra gráficamente cómo hay conexiones subyacentes en todas las posiciones. A veces estas cartas harán clara referencia a una situación determinada que aparece arriba, en uno de los tres triángulos. Generalmente, a las cartas que salen en la posición de Daath no les asignamos una función específica, como lo hacemos con las otras líneas. Como el Loco en los Arcanos Mayores, Daath se mueve entre todas ellas, uniendo entre sí las cosas, ayudando a que la pauta general se aclare más en la mente del lector y del sujeto. La imagen del Árbol en su totalidad, las setenta y ocho cartas de brillantes colores, puede ser un espectáculo increíble; a veces lo he fotografiado, haciendo una copia para mí y otra para el sujeto. Yo

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recomendarla a los lectores que se hicieran un esquema del Árbol, marcando las posiciones y los naipes individuales. A la mayoría de las personas también les resulta útil grabar una cinta de cassette, que vuelve accesible en cualquier momento esa enorme cantidad de información. Si el lector y el consultante han iniciado un programa regular de lecturas, entonces grabar y registrar por escrito un Árbol de la Vida puede ayudar a que aquéllas sean más efectivas. ,Con frecuencia, es mejor no hacer inmediatamente el Árbol, sino más bien empezar por una o dos lecturas «pequeñas» para hacerse una idea de cuáles son los problemas en la vida de esa persona. Entonces, un Árbol de la Vida ofrecerá una visión amplia del sujeto, que tanto éste como el lector podrán usar como punto de referencia en sucesivas lecturas. Para hacer una lectura de este tipo se necesita un gran conocimiento de las cartas y de las formas en que éstas se combinan. Recuérdese que el astrólogo que prepara una carta natal puede, generalmente, levantarla por anticipado y estudiar sus características antes de tener que explicárselas al sujeto. Pero una lectura del Árbol de la Vida, como cualquier lectura del Tarot, funciona mejor cuando interpretamos las cartas a medida que vamos tirándolas.

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Recuérdese también que cada línea contiene siete cartas. Cada línea constituye, en sí misma, una lectura. En ocasiones, las siete cartas se presentan como un grupo de experiencias individuales, pero lo más frecuente es que se forme un diseño dentro de la línea. Nuestra comprensión de la línea puede ir, digamos, de izquierda a derecha, casi como si leyéramos un relato; o podemos concentrarnos en la carta central como tema dominante, e interpretar parcialmente las cartas que la rodean de acuerdo con sus posiciones. Con frecuencia me he encontrado con una clave importante en la simetría: las cartas uno y siete se relacionan entre sí, lo mismo que la dos y la seis, etc. O bien las tres cartas de la derecha pueden mostrar una característica, en tanto que las de la izquierda apuntan a alguna otra, posiblemente contradictoria. Cada línea es portadora de su propio movimiento, de su propia perfección.

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7 Cómo usar las lecturas del Tarot El valor de una lectura depende, por lo menos para el consultante, de lo que éste haga después con ella. A las personas que vienen a hacerse una lectura por curiosidad, o como si se tratara de un juego, lo más probable es que no las afecte vitalmente, como si se tratara de un espectáculo que ven desde la platea. Pero éste es un espectáculo que les concierne, y si la lectura significa algo real, querrán sacar de ella alguna utilidad práctica. Lo primero de todo es que ni el lector ni el sujeto pueden sacar provecho alguno de la lectura a menos que la entiendan. Por consiguiente, el lector debe cultivar su habilidad para la interpretación, y la mejor manera de conseguirlo es la práctica. Un principiante no puede presuponer una gran profundidad de conocimiento; se trata simple mente de continuar con la práctica. No te preocupes si no puedes ver cómo armonizan entre sí las cosas, ni te sientas confundido por todas las interpretaciones posibles de una caria aislada. Después de un tiempo, empezarás a darte

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cuenta de cosas que te habrían pasado inadvertidas cuando apenas comenzabas. Estudia. Apréndete los significados que te ofrezca cualquier libro que te impresione como valioso, y después comienza con el proceso de hacerte tu propio libro. Cómprate un buen cuaderno y ve anotando en él tus descripciones, así como los sentimientos y las vivencias que te movilice cada carta. Puedes hacerlo con palabras, imágenes, diagramas o cualquier medio que signifique algo para ti. En el mismo cuaderno —o en otro— resume las lecturas que hagas y lo que hayas aprendido de ellas. Si alguna lectura te enseña algo nuevo, referente a alguna carta, a alguna combinación de ellas o a todo el mazo, anótalo también. No des por sentado que sabes lo que ya has aprendido. Todos tenemos ciertos prejuicios, y con el correr del tiempo tendemos a recordar algunos significados y a olvidar otros. Con frecuencia, parece que una carta no tuviera sentido porque, llevados por el hábito, insistimos en interpretarla de determinada manera, cuando otro significado que quizás hemos olvidado aclararía inmediatamente el mensaje. Por lo tanto, de cuando en cuando, incluso cuando ya creas que conoces de memoria todas las cartas, vuelve a pasar revista a tus notas y tus libros. Te quedarás sorprendido ante lo mucho que sigues aprendiendo.

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Llevar un cuaderno de notas sirve también a otro fin. Tal como ya dijimos, las lecturas del Tarot nos ayudan a alcanzar el equilibrio entre la intuición y la acción, entre la Suma Sacerdotisa y el Mago. Tomar notas es una manera práctica de lograrlo, porque en ella se combinan nuestras propias impresiones con las ideas que hemos aprendido en los libros. Y hacer tu propio libro es especialmente importante si eres de esas personas que creen en lo que aprenden de un libro o de un maestro. El lector eres tú, y en cualquier situación las cartas estarán frente a ti y frente a nadie más. Sin la capacidad de responder instintivamente a las imágenes, jamás serás capaz de escoger entre las interpretaciones posibles, y mucho menos de encontrar un significado nuevo que sea precisamente el que requiere esa lectura. Todos poseemos la capacidad de responder intuitivamente, pero —como cualquier otra facultad— este tipo de percepción nos exige que la cultivemos. Y para eso también sirve un cuaderno. Además de recopilar algo permanente a lo que podemos remitirnos más adelante, el hecho mismo de ponerlas por escrito da más consistencia a las ideas. O bien puede ser que encuentres que las ideas originarias van ampliándose porque, al escribirlas, se te ocurren cosas nuevas.

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También puedes ejercitar la intuición dedicando tiempo a las imágenes, mirándolas, mezclándolas, combinando relatos con ellas, y sobre todo olvidándote de lo que se supone que significan. Olvídate del simbolismo cuando prestas atención a los colores, las formas, el tacto y el peso de las cartas. A medida que el lector se va haciendo más competente, las lecturas se vuelven más valiosas. El principal elemento que obtenemos de una lectura es información, pero la información puede ser de diferentes tipos. A las personas capaces de percibir las tendencias ocultas que van configurando toda nuestra vida, el Tarot puede enseñarles qué forma especial van asumiendo esas tendencias en un momento dado. A otras, las lecturas pueden mostrarles los resultados pro bables de determinada situación o decisión. Buscar un trabajo nuevo, iniciar una relación amorosa, escribir una novela, son todas actividades terrenales, aparentemente muy alejadas de las preocupaciones místicas de los Arcanos Mayores. Sin embargo, son éstas las cosas que la mayoría de las personas buscan en las lecturas del Tarot; y de hecho, son también las maneras en que verdaderamente crecemos, porque son las formas en que nos comprometemos con la vida, y constituyen la realidad que emerge de las tendencias espirituales subyacentes. Una lectura puede ayudarnos a examinar las posibles consecuencias de tales acciones y decisiones.

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Las lecturas del Tarot pueden, por ende, darnos información. Pero actuar de manera acorde con esa información, especialmente si va en contra de nuestros deseos, sigue siendo muy difícil. Podemos recurrir a innumerables subterfugios para negar la validez de las lecturas del Tarot. Podemos decirnos, por ejemplo, que no es más que un mazo de naipes. Pero incluso quienes no hacen de lado tan fácilmente las predicciones del Tarot pueden pensar: «Ahora que ya sé lo que dice, puedo tomar mis medidas para asegurarme de que las cosas no salgan así» Por la época en que empezaba yo a usar los naipes de Tarot, hice una consulta sobre algo que quería hacer, aunque reconocía que era peligroso. Las cartas indicaron un desastre, precisando además muy claramente la forma que éste asumiría. «Bueno, ahora que ya he visto cuáles son los peligros —me dije—, puedo hacer lo necesario para evitarlos.» Seguí adelante con lo que me proponía, y la situación resultó, hasta el último detalle, tal como lo habían predicho las cartas. Como evidentemente yo no había aprendido la lección, volví a tirármelas, no con la esperanza de que me dijeran la verdad, sino en busca de algún mensaje tranquilizador. Por aquel entonces estaba usando un libro de significados, y cuando busqué el de la carta que estaba en la posición de la Base, el texto me dio como interpretación: «Has dejado de seguir un buen consejo.»

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El problema que se plantea al tomar una decisión basada en una lectura del Tarot es que nunca sabemos cómo habrían sido las cosas en caso de haber actuado de otra manera. Supongamos que una estudiante piensa en dejar la universidad y las cartas le señalan inequívocamente que no debe hacerlo. Si la consultante sigue el consejo, jamás sabrá qué podría haber sucedido si, en cambio, hubiera obrado según sus deseos. Claro que todo el sentido de la lectura reside en que efectivamente nos dice lo que habría sucedido. Pero siempre podemos preguntarnos: «¿Y si no hubiera sido cierto?» Una predicción, especialmente si proviene de un mazo de naipes, jamás puede transmitir el mismo impacto que una experiencia real. La curiosidad, por sí sola, puede llevarnos a hacer cosas desastrosas. Hace falta valor para superar la curiosidad y el deseo. Hace algunos años leí que el poeta Allen Ginsberg y una mujer que era su amante estaban pensando en tener un niño. Hicieron una lectura, no recuerdo si con el Tarot o con el I Ching, y como recibieron una predicción negativa, renunciaron a la idea. No sé hasta qué punto deseaban realmente tener un hijo, pero recuerdo que me admiró su fuerza para resistirse al deseo. En una ocasión, no fui a una conferencia que me parecía valiosa, porque las cartas me anunciaron consecuencias desagradables. Reconocía que, por lo menos en relación con lo que

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yo podía haber aportado a la situación, lo que las cartas indicaban era verdad. Pero, aun así, se me hizo difícil hacer caso de la predicción y no seguir adelante con el proyecto. Podemos inventarnos unas excusas verdaderamente maravillosas para evitar la flagrante verdad de una lectura. Si las cartas nos merecen demasiado respeto para declarar simplemente que lo que dicen es un disparate, con frecuencia buscaremos ciertas «falsas» imágenes para no dar crédito a la lectura. ¿No parece acaso que la carta del Desenlace no tiene nada que ver con la situación? En vez de interpretarla a la luz de las otras, preferimos rechazar la lectura en su totalidad. Algunos libros aconsejan que jamás se haga uno sus propias lecturas, para no caer en la falta de objetividad. Durante largo tiempo, una amiga y yo nos leíamos las cartas una a otra, porque ninguna de las dos estaba demasiado segura de ser capaz de interpretar objetivamente sus propias tiradas. Y cuando yo empecé a hacer mis propias lecturas, todavía se me hacía difícil no caer en diversas trampas mentales para esquivar las imágenes desagradables. Mi treta fa. varita funcionaba de la siguiente manera: no podía ignorar las cartas que no me gustaban, o simplemente declarar que mentían o exageraban, porque me habría parecido demasiado burdo.

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Entonces, buscaba en la lectura alguna imagen muy positiva, como podía ser el As de Copas, y me decía: «Esto no puede ser verdad, de semejante follón no puede salir nada bueno.» Y entonces, sobre la base de que si esa carta no tenía sentido ninguna de las demás podía tenerlo, restaba importancia a toda la lectura. Otra treta a la que recurría era echar las cartas en forma muy despreocupada, de modo que si aparecía algo malo podía decirme: «Bueno, esta tirada en realidad no vale, no la estaba haciendo en serio.» Sólo pude empezar a hacer mis propias lecturas cuando empecé a tratarlas de la misma manera que trataba una lectura para un tercero: a mezclar cuidadosamente las cartas, a trabajar con las imágenes, a tratar de sacar alguna orientación respecto a lo que tenía que hacer (o no hacer). Una lectura no siempre dará un sí o un no inequívoco en respuesta a una pregunta. Puede, simplemente, mostrar una compleja trama de tendencias e influencias. En ocasiones, la lectura no implica una elección, debido a una situación existente que no es fácil de evitar. Entonces hay imágenes y significados específicos que adquieren gran importancia. El Tarot puede ayudarnos a precisar cuáles son los elementos importantes en la situación, aquellos sobre los cuales es preciso trabajar más para cambiar o producir el desenlace predicho.

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La gente puede usar la idea de «Ahora que sé lo que dice ya puedo hacer algo al respecto» como excusa para obrar según sus deseos. Sin embargo, lo dicho sigue siendo válido. Quizá tengamos una actitud muy pesimista, o un miedo exagerado, o una esperanza irrazonable. Reconocer estas cosas nos ayuda a tener una perspectiva más clara. Tal vez nuestra experiencia pasada rija nuestro comportamiento o confunda lo que esperamos del futuro. Saber conscientemente todo esto puede ser el primer paso para superarlo. También puede ser que las cartas nos muestren los celos o el ánimo vengativo de alguna persona, y entonces podremos hacer lo necesario para liberarnos de su influencia. O, si las cartas nos muestran el amor y el apoyo de alguien, sabremos que podemos confiar en esa persona. Todas estas cosas exigen algún tipo de respuesta que las vuelva reales. No podemos esperar valernos de la amistad de alguien, si nosotros mismos no nos abrimos a esa amistad. Siempre que sea posible, el lector debe tratar de indicar al sujeto los pasos definidos que este último puede dar para sacar mejor partido de la información. Si el lector no puede recomendar una línea de acción concreta, debe entonces señalar el ámbito en el cual tiene que trabajar el sujeto.

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Por encima de todo, el lector debe aprender a sacar de la lectura una pauta coherente. Con frecuencia, los lectores principiantes se aprenden las cartas y avanzan hasta el punto en que tienen la habilidad necesaria para interpretar cada imagen en su posición específica. Al final de la lectura, el sujeto se encuentra ante una maraña de puntos diferentes y sin ninguna idea clara de cómo se ensambla todo eso. Un buen lector es capaz de resumir en unas pocas oraciones lo que expresa la lectura. Yo, generalmente, intento hacerlo tanto al comienzo como al final de la lectura, para imprimir en la mente del sujeto los puntos más importantes. El Ambiente, ¿es un apoyo o un obstáculo? Las Expectativas de la persona, ¿[a ayudan o le hacen daño? ¿El Desenlace aportará un Resultado valioso? El sujeto necesita que estas cuestiones le sean respondidas, no solamente en toda su complejidad, sino también de una manera tan simple como sea posible. ¿y cómo se deriva una cosa de otra? ¿De qué manera colabora el pasado en la formación del futuro? ¿Qué es lo que la persona aporta a la situación global? Junto con la coherencia existe la necesidad de un enfoque positivo. No es suficiente con pintar las cosas como son. La persona quiere saber qué tiene y qué no tiene que hacer. Si las cartas muestran algo bueno, el sujeto todavía necesita saber cómo ayudar a que eso suceda. Y si lo que muestran es un desastre, el lector

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debe decirlo, pero también puede decir qué es —si hay algo— lo que puede hacer la persona. ¿Qué es lo que produce ese Desenlace desagradable? ¿No se pueden alterar o evitar esas influencias? ¿Cómo se las puede contrarrestar, o por lo menos amortiguar? ¿Qué elementos hay que muestren otras posibilidades? ¿Podemos esperar que en la situación se origine algo bueno? Si el Desenlace se genera en alguna línea de acción determinada, ¿debe abandonarla la persona? Cuando hacemos una lectura de Tarot para alguien, asumimos la responsabilidad de tratar de orientar a esa persona en una dirección positiva. Más allá de las sugerencias específicas de hacer esto antes que lo otro, se encuentra un campo más vasto de acción posible, derivado de las maneras en que se equilibran entre sí los palos. En la introducción a cada palo consideramos sus problemas y la forma en que podíamos «añadir» otros palos/elementos. En la práctica, esta adición es con frecuencia difícil de lograr, porque significa alterar la pauta que se mostró en la lectura misma. Sin embargo, por esta misma razón vale la pena intentarla en situaciones en que la lectura muestra un callejón sin salida si la persona se queda con los elementos dados. La forma más directa de hacer intervenir una influencia exterior es valerse de simples sugerencias. Si la lectura indica la necesidad de la influencia

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cimentadora de los Pentáculos, el sujeto puede tratar de hacer cosas de tipo físico, como pueden ser deportes o jardinería, o de prestar más atención a actividades más terrenales, tales como el trabajo, el estudio o las labores de la casa. Si la lectura muestra una necesidad de las cualidades acuosas de las Copas, entonces el lector pude enfatizar los sueños y las fantasías del sujeto, y puede sugerir actividades como la meditación o el dibujo. Una persona puede satisfacer una necesidad de Varas vol viéndose físicamente más activa, compitiendo con otras personas o empezando proyectos nuevos. Y la necesidad de Espadas requiere que la situación del sujeto sea abordada de manera sensata y cuidadosamente sopesada. Lo importante de estas recomendaciones es que pueden ir más allá de la lectura. Se ocupan tanto de las cartas que no apa recen como de las que sí lo hacen. Por consiguiente, los lectores principiantes deben usar cuidadosamente este método, para no dar por sentado demasiado conocimiento y control de su parte.

La meditación Hasta ahora, hemos considerado las respuestas prácticas a la información obtenida de una lectura. Pero una lectura de Tarot no es exactamente la serie de

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palabras que la describen; es más bien una serie de imágenes. Y la respuesta más directa a una lectura depende de que se trabaje con las imágenes mismas. Para la gente que conoce bien las cartas, o que tiene cierta experiencia con la meditación, se hace posible trabajar directamente con las imágenes para ayudar a la concreción de los efectos asociados con ese naipe. No hay nada de impreciso ni de misterioso en este proceso. Exige tanto concentración como sentimiento instintivo, y no reemplaza los pasos prácticos, aunque ayuda a que se vuelvan más accesibles. Si en una lectura aparece la Fuerza como algo necesario para nuestra vida, ¿por qué no dejar que la carta misma nos ayude a dárnosla? Además de la meditación como tal, yo suelo recomen dar a la gente que lleve consigo una carta determinada, y que trate de mantenerse consciente de que la tiene consigo, sacándola de cuando en cuando para mirarla y considerando su significado. Esa conciencia constante también ayuda a mantener en foco la totalidad de la lectura. La meditación también puede ayudarnos a introducir nuevas influencias desde fuera de la lectura. Supongamos que la Estrella no aparezca en la lectura, pero que nosotros, como lectores, creamos que debería estar presente. Dicho de otra manera, nos parece que el arquetipo de la Estrella simboliza exactamente

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aquellas cualidades que necesita la persona. Entonces podemos mostrarle la carta, y hablar con ella de las ideas asociadas con la imagen. Sin embargo, vale más darle la posibilidad de una vivencia directa de la carta. El método es, brevemente, el que sigue. Empezamos por llevar al sujeto a un estado meditativo, ayudándolo a que se relaje, a que respire profundamente, y a liberar así todos los pensamientos y las tensiones que obstruyen su conciencia. Cuando el sujeto ha alcanzado este nivel (que con cierta experiencia podremos percibir), empezamos a ofrecerle sugerencias que lo lleven a adentrarse en la carta. Las sugerencias pueden ser una descripción de la carta para montar la escena (con la Emperatriz, por ejemplo: «Estás en un jardín lleno de flores, a través del cual corre un río. Hay una mujer reclinada en un diván ... ») o, más simplemente, imágenes básicas como el sol, el agua, el viento, que pertenezcan a las cualidades arquetípicas del naipe. Por lo común, lo mejor es que esas sugerencias iniciales sean tan simples como sea posible. Al describir la carta, no debemos tratar de incluir todos los detalles. Es mejor dejar que el sujeto cree sus propias impresiones, mientras el lector se limita a funcionar como un guía que lo anima a continuar.

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Podemos mantener la experiencia en este nivel básico, o bien llevarla más lejos, haciendo sugerencias más complejas o empezando a hacer preguntas («Qué ves?», «¿Qué está haciendo la persona?», «¿Puedes oír algo?»), de manera que el consultante empiece a fantasear más allá de nuestras directivas. A veces, la meditación permite que la persona tenga una vivencia nueva y diferente de los elementos arquetípicos. En otras ocasiones, las cosas pueden ir aún más lejos: las imágenes se transformarán, liberando algún contenido de especial intensidad dentro de la persona. Varias veces, después de haber dirigido una meditación en grupo, trabajando con una clase, alguien ha venido a decirme que la meditación le había permitido resolver algún problema o bloqueo emocional que arrastraba desde hacía tiempo. Estos aparentes descubrimientos, como es natural, se originaban en las personas mismas. que ya estaban preparadas —y lo habían estado durante cierto tiempo— para pasar de su estado presente a otro nivel, pero no podían decidirse a dar el salto. La meditación les permitía hacerlo sin que se dieran cuenta hasta que ya había sucedido. La meditación también puede ayudar al sujeto a entender en forma más profunda y más personal una carta determinada. Cierta vez hice una meditación con una consultante para quien el Emperador constituía una imagen remota, casi aterradora, y en todo caso nada

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atractiva. Empecé por montarle la escena: le estrecha imagen de un desierto de piedra que daba sobre una vasta llanura donde se amontonaban los súbditos del Emperador. Cuando le pedí que describiera a esas gentes, la mujer las vio a todas encapuchadas —es decir, sin cara— e inclinadas, ocupadas en tareas que las hacían parecer robots. La expresión cruel y colérica del Emperador hacía que la gente no se atreviera a mirarlo. El pueblo simbolizaba a la mujer y su mala disposición a aventurarse más profundamente en el naipe. Entonces le dije que hiciera precisamente eso, no limitarse a mirar al Emperador, sino encaminarse directamente hacia él. Cuando la consultante actuó esa fantasía, sucedió algo extraño. El despótico Emperador se convirtió en una especie de títere inofensivo, en tanto que por detrás de él se elevaba algo así como un gran fantasma o figura espiritual, hermosa y benévola. La reacción de miedo y aversión ante la estructura social que simboliza el Emperador había cedido el paso a un sentimiento de la estructura espiritual subyacente en el universo. Esta experiencia no sólo dio un sentido mucho más amplio de la significación profunda del Emperador a la consultante, sino que tuvo el mismo efecto para mí. Con ella pude ir más allá de la imagen del Emperador en cuanto sociedad y llegar al

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significado más oculto de la carta en cuanto simboliza al propio cosmos. Cada vez que proponemos a alguien una meditación, nosotros mismos participamos en ella. Al mismo tiempo, sólo podemos guiar a otras personas en este tipo de ejercicios después de haber tenido nosotros cierta experiencia con ellos. Quien sea un principiante en meditación debe darse cuenta, sobre todo, de que se trata de una actividad que tiende a funcionar mejor cuanto más se la practica. Si nunca se ha intentado meditar, puede ser que produzca un poderoso efecto la primera vez, pero lo más probable, sin embargo, es que resulte difícil concentrarse, o simplemente que uno se encuentre físicamente incómodo al tratar de estar sentado sin moverse. Hay que seguir intentándolo, y si es posible, recurrir a un maestro que nos enseñe los elementos básicos de la respiración y de la postura. No es mi intención recomendar ninguna técnica específica para alcanzar un estado meditativo. Sobre el tema abundan los libros y las clases, y muchas personas se encentrarán con que necesitan ensayar un poco hasta encontrar el método que mejor responda a sus necesidades. Aunque la mayor parte de estas técnicas se pueden adecuar para trabajar con el Tarot, las más fácilmente adaptables son aquellas que ponen en juego la visualización (a diferencia de las que se

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apoyan en salmodiar [un mantra o una melodía] o en lograr un completo vacío mental). Son muy diferentes los métodos usados para incorporar las cartas a la meditación. Algunas personas empiezan con los ojos cerrados, y no miran el naipe mientras no han alcanzado cierto estado; otras hacen lo contrario: comienzan mirando atentamente la carta hasta alcanzar cierta unidad con ella, y después cierran los ojos y dejan que a partir de ahí sigan fluyendo las imágenes. Otras sostienen la carta frente a ellas con el brazo extendido y la van acercando lentamente hacia el plexo solar, para «incorporarla al aura». De cualquier manera que se comience, recomiendo al lector que trabaje con las imágenes y los sentimientos que le movilice la carta, y no con el simbolismo que haya aprendido a asociar con ella, que procure dejarse afectar por la imagen, permitir que sus reacciones afloren a la superficie y dejar luego que se alejen de él antes de que lleguen a bloquear experiencias ulteriores. A veces, para mí ha sido una ayuda mirar la carta sin enfocar los ojos, de modo que los símbolos y las formas concretas se disuelvan en colores y figuras. En otras ocasiones, especialmente cuando doy un tema de meditación a alguien, prefiero ignorar la

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imagen y sugerir alguna escena asociada con ella. Por ejemplo, con el Loco, en vez de ese personaje específico con su vestimenta multicolor, suelo usar una imagen más simple, la de la cima de una montaña iluminada por el sol. Es más importante conseguir que el sujeto (o uno mismo) se sitúe en la escena que ajustarse exactamente a la carta. También el movimiento o la postura puede ayudar en la evocación de ciertas cartas. Para el Mago, está la posibilidad de ponerse de pie —o de sentarse— con un brazo levantado «hacía el cielo» y el otro apuntando a la tierra. Hay veces que la meditación no irá más allá de una toma de contacto con el naipe, o del descubrimiento de nuevas ideas sobre la carta y sobre uno mismo. Otras, nos encontraremos «adentrándonos» en la carta, es decir, encontrándonos a nosotros mismos dentro de la imagen, participando activamente en alguna situación con los personajes de la figura. Esto puede suceder de una forma tal que nos arrebate y nos encontremos con todo nuestro ser puesto allí, y no aquí. Pero lo más probable es que lo vivenciemos como una fantasía que transcurre delante de nosotros, sin que perdamos la conciencia de nosotros mismos sentados en el suelo o reclinados en la cama. De cualquiera de las dos maneras, son vivencias intensas que se hace difícil expresar con

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palabras. Encarnan un significado a la vez personal y arquetípico, ya que mientras que las cartas nos presentan imágenes de un significado muy profundo, lo que nosotros hagamos con tales imágenes resulta de nuestras propias necesidades y experiencias. Varias personas, entre ellas P. D. Ouspensky y Joseph d'Agostino, han intentado poner por escrito sus meditaciones con el Tarot para que sirvan como ejemplo o guía. En mi opinión, esas descripciones no transmiten realmente la vivencia de la carta que cobra vida, del practicante que se convierte en parte de la imagen. Cada persona experimenta cosas diferentes en esos momentos. Por ejemplo, con la Fuerza podría ser que te encontraras corriendo con el león, o que te vieras envuelto por el chal floreado de la mujer, o que te convirtieras en la mujer o en el león; incluso, como me sucedió una vez, podría pasar que la mujer soltara al león para que éste te saltase encima, clavándote las garras y mordiéndote. Puedo ofrecer algunas sugerencias más. Si no hay una imagen determinada que te atraiga para trabajar con ella, puedes hacer una lectura, o simplemente ir recorriendo el mazo hasta que una carta te «atrape» y te encuentres dentro de ella. Entonces ponla delante de ti y comienza una meditación normal. Toma conciencia de la imagen, dejando de lado cualquier idea previa que puedas tener sobre ella. Puedes tener

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los ojos cerrados o abiertos; eso depende de lo que sea mejor para ti; la mayor parte de las personas encuentran que prefieren tener los ojos cerrados, por lo menos cuando la fantasía se inicia. Procura ver y sentir que tú mismo estás allí, en ese lugar, con esas personas y esos animales. Como ya dijimos, si estás haciendo hacer una meditación a otra persona debes darle sugerencias que le permitan entregarse a la imagen. También es posible que después de experimentar un poco quieras usar tú mismo tales sugerencias. Para trabajar con el Colgado, yo recurro con frecuencia a la imagen de ir trepando por un árbol grande, deteniéndome a distintas alturas para mirar hacia la tierra y el mar que van quedando por debajo de mí, y al cielo y las estrellas que hay arriba. También puedes simplemente querer una descripción de la carta, que puedas escuchar con los ojos cerrados. Si quieres trabajar con este tipo de guías, podría resultarte útil grabar antes una cinta, para que tu mente consciente no tenga que estar ocupada recordando qué viene luego. Procura hacer la grabación de modo que queden suficientes espacios de silencio para permitirte reaccionar. También podrías incluir en la cinta el comienzo de la meditación, es decir, las instrucciones para la relajación, para respirar profundamente, etc., o bien dejar simplemente un prolongado silencio inicial. De cualquiera de las dos maneras, la mayoría de las

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personas prefieren poner en marcha la grabación al comienzo y dejar que lleguen las instrucciones sin tener que tomar una decisión consciente. Por supuesto, puedes usar una y otra vez la misma cinta, preparando pies [como se dice en teatro], para las diferentes cartas. O también puedes hacer una grabación general, con las instrucciones para relajarte, entrar en contacto y unirte con el naipe, y así sucesivamente. Lo más importante es procurar no dirigir ni controlar lo que vaya surgiendo. Esto es válido tanto para guiar las meditaciones de los demás como para las propias. Aquí, la línea divisoria es muy tenue. Si la dirección es muy débil, la atención no se mantendrá; si es excesiva, no se permitirá que la imaginación del sujeto vaya creando su propio mundo. Lo mismo que sucede en otras situaciones, la experiencia es la mejor guía. Tanto si trabajas solo como si lo haces con otros, procura no anticipar tus vivencias, y no temerles. La mayoría de las personas no tienen suficiente respeto por su imaginación; creen que pueden entender cualquier cosa que ella les muestre. Si ven de pronto imágenes de monstruos o demonios, o de muerte, creen que eso significa algo terrible que viene desde su propio interior, algo con lo que no quieren enfrentarse. Pero la imaginación es mucho más sutil que ellas, y funciona a su manera, de acuerdo con sus propias reglas. Es frecuente que lo que en un primer momento pareció inquietante se convierta luego en

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motivo de inspiración. Jung llamaba a la imaginación «el órgano del inconsciente». Si se la deja que se adueñe de nuestra cabeza, nos llevará allí donde a la mente consciente no se le habría ocurrido ir ... o no se habría atrevido. Todo esto es válido especialmente para las cartas Portales, lo mismo que para los Arcanos Mayores, cuya silenciosa cualidad de Extrañeza nos lleva mucho más allá de los significados literales que se asocian con ellos. Al mismo tiempo, como representan efectivamente ciertas cualidades, pueden también ayudarnos a lograr esas cualidades. Si es útil que uno lleve consigo una carta, lo es más aún llevar un Arcano Mayor o un Portal. Son imágenes poderosas que tienen un efecto propio. El acto de mirar el Nueve de Pentáculos y dejarse penetrar por él le ayuda a uno a crearse una disciplina, así como llevar el Seis de Pentáculos o la Suma Sacerdotisa, y mirarlos, ayuda a enfocar la conciencia de manera receptiva.

La creación de un «mandala» Hasta el momento hemos considerado las maneras de integrar en nuestra vida la influencia de cartas aisladas. Pero una lectura contiene muchas cartas que funcionan en conjunto. Para hacer que una lectura

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cobre vida, encuentro que es un valioso recurso la creación de lo que yo llamo un «mandala», una pauta o diseño formado por varias cartas, entre las cuales es posible incluir no solamente las de la lectura, sino otras cuyas cualidades refuercen la dirección de las orientaciones que ésta ofrece. Este acto de añadir deliberadamente naipes que no son parte de la lectura vuelve a extender el equilibrio entre consciente e inconsciente. La lectura se ha adentrado en los dominios inconscientes del conocimiento para presentar una imagen de la situación tal como existe ahora. Por mediación del mandala, y de la introducción de nuevas cartas sacadas deliberadamente del mazo, podemos extender o transformar la situación. He aquí un ejemplo de un mandala en el que no fue necesario sacar más cartas, porque la propia lectura nos ofreció todas las imágenes que necesitábamos. El siguiente Ciclo del Trabajo hacía referencia a una mujer que se sentía aislada de la gente que la rodeaba, a pesar de tener algunas amistades aparentemente buenas.

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La Cruz ejemplificaba perfectamente la situación: el Dos de Pentáculos cruzado por el Seis de Espadas mostraba su situación central de fingir que disfrutaba de la vida y de sus relaciones con otras personas (el Dos de Pentáculos), con lo que daba la sensación de

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funcionar bien («las espadas no hunden el bote»), en tanto que mantenía su incapacidad para relacionarse con la gente que la rodeaba. Como la mujer del bote, permanecía silenciosamente envuelta en su sudario. Brevemente, interpreté las otras cartas de la siguiente manera: el Ermitaño invertido en la posición de la Experiencia Pasada mostraba la realidad de las amistades. Al mismo tiempo, ta comparación del Ermitaño con la Suma Sacerdotisa, que apareció al final, sugería que la consultante no había aprendido a usar creativamente su sentimiento de soledad, a desarrollar su individualidad. El Ocho de Espadas invertido en la posición de las Expectativas mostraba un deseo de entenderse a sí misma y de entender la situación, para así poder liberarse de ésta. Reflejaba también el lado político del problema, ya que buena parte del aislamiento de la mujer provenía de que era miembro de un grupo minoritario, cuyas experiencias ninguno de sus amigos compartía. En cierto nivel, se encontraba sola. Pero, en vez de apreciar su propia peculiaridad entre la gente que la rodeaba, la consultante se empeñaba en ocultar sus propias experiencias en su intento de armonizar con esa gente. Las tres cartas en la posición del Trabajo eran el Rey de Varas invertido, la Muerte invertida y el Diez de Pentáculos invertido. El hecho de que hasta ese momento hubieran salido todas las cartas invertidas, y

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sin embargo varias de ellas —como el Ocho de Espadas invertido— sugiriesen una lectura positiva, mostraba la necesidad de cambio. El Rey describía una actitud que la consultante debía tomar hacia sí misma y hacia los demás: decidida, y sin embargo, tolerante con la confusión y la debilidad. La Muerte invertida, en cuanto inercia, indicaba el peligro de no hacer nada. La necesidad de ponerla en posición normal quedó subrayada cuando la comparamos con el Seis de Espadas, situado por encima de ella. Esa carta nos muestra un viaje cuyo modelo es el viaje de las almas muertas. Para liberarse del bote del aislamiento, del sentimiento de estar viva a medias, la consultante tendría que completar su viaje «muriéndose», es decir, renunciando a esa personalidad que se había acostumbrado a las relaciones superficiales y al aislamiento íntimo. El Diez de Pentáculos invertido indicaba que para conseguirlo tendría que poner sobre el tapete la seguridad de su situación presente, y forzar a sus amistades, cómodas pero limitadas, a alcanzar niveles de mayor intensidad. El As de Espadas, en la posición del Desenlace, mostraba tanto la actitud fuerte como la mentalidad aguda y perceptiva que la consultante necesitaría y encontraría para movilizar su situación. El Resultado de ese Desenlace, el Ocho de Varas, indicaba el éxito en la empresa. La carta es portadora de sugerencias de

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amor y amistad. Simboliza un viaje —el viaje espiritual, que se hace por agua— que va llegando a su fin. Y en forma más directa, significa que la represión del Ocho de Espadas se transforma en energía positiva. Entonces dimos vuelta cinco cartas más, disponiéndolas en una pauta de tres por debajo de las cartas del Trabajo, y después una y una debajo del Centro. (No había ninguna razón especial para proceder así en vez de disponer otra línea; fue simplemente una opción intuitiva, y al seguirla se comprobó que valía la pena.) Las tres cartas sugirieron nuevas actitudes y maneras de encarar la situación. Primero, la Rueda de la Fortuna invertida indicaba los cambios que quería hacer la consultante. La posición invertida sugería dificultades, y reforzaba el elemento de riesgo implícito en el Diez de Pentáculos (recuérdese que la Rueda es también 10). El Cuatro de Pentáculos aparecía debajo de la Muerte invertida. Implicaba a la vez la idea de liberar energía y la de mantener una estructura en su vida, al tiempo que la consultante cuestionaba el modelo de sus amistades. La tercera carta continuaba con este significado. Al salir debajo del Diez de Pentáculos invertido, el Diez de Copas insistía en que, al mismo tiempo que corría esos riesgos, la mujer debía seguir teniendo conciencia del amor auténtico que sentían por ella sus amigos. Se refería también a la idea de que no debía

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dudar de la persona con quien convivía, porque en esa relación recibía un apoyo total, y a ese don debía responder con su confianza. La Suma Sacerdotisa indicaba que, en cierto sentido, la mujer seguiría estando sola, ya que todavía la gente que la rodeaba no compartiría su formación ni sus experiencias. El silencio de la Suma Sacerdotisa, sin embargo, no es el silencio del Seis de Espadas. Aunque silenciosa hacia los otros, en la Suma Sacerdotisa se adivina una intensa comunicación interior, una aceptación y un conocimiento del sí mismo, de esa parte de su ser que una persona no puede expresar a los demás en términos racionales y concretos. La carta se dirigía especialmente a la mujer, que era poeta y había escrito recientemente un poema en que se valía de la metáfora de un lenguaje privado para expresar, precisamente, esa idea de un conocimiento profundo que no es accesible más que para el propio sujeto. Debajo de la Suma Sacerdotisa salió la Emperatriz, el otro aspecto del arquetipo femenino. Tal como explico en mi libro sobre los Arcanos Mayores, las dos cartas se complementan, porque la Emperatriz significa un apasionado compromiso con la vida y la amistad, no como oposición a la percepción interior de la Suma Sacerdotisa, sino como resultado de ella. Desde una posición de aceptación de

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sí misma, la mujer podría entregarse abiertamente a las personas que la rodeaban. Tras una lectura tan poderosa, la mujer quiso seguir trabajando con las imágenes. Construimos entonces un mandala (figura siguiente) para la meditación y el estudio. Empezamos con la Muerte como el centro, ya que la transformación seguía siendo la clave. Debajo de la Muerte venía la Suma Sacerdotisa a la izquierda, lo que aludía al hecho de que la comunicación interior debe ser parte del proceso para que la Muerte produzca verdaderos resultados. El As de Espadas a la derecha representaba la agudeza mental. Y arriba estaba la Emperatriz, para asegurar la deseada nueva manera de relacionarse con el mundo exterior.

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Acto seguido, colocamos cartas en los cuatro ángulos, en torno de la estructura, empezando por el Seis de Espadas y el Ocho de Varas en la parte inferior, a la izquierda y a la derecha. Las cartas mostraban el viaje y su anticipado final. Para los ángulos superiores usamos el Ocho de Espadas invertido y el Rey de Varas invertido: la acción que se deseaba realizar y la actitud que se necesitaba para producirla. Finalmente, como «patas» del mandala colocamos el Diez de Copas debajo del Ocho de Varas, y el Diez de Pentáculos invertido debajo del Seis de Espadas. Las imágenes quedaron entonces como se puede ver en la página siguiente: Si tienes un mazo de naipes del Tarot Rider, colócalos como en el diagrama y míralos un rato. Observa que para la meditación puedes concentrarte en una carta, romo podría ser la Muerte en el centro, o bien dejar que la totalidad de la estructura se instale en la mente, quizá moviendo un poco las imágenes. Como el mandala contiene lodos los elementos, con los triunfos en el medio, la mujer podía mantener el equilibrio asimilando la imagen. Si estudias cuidadosamente una disposición, empiezan a aparecer relaciones nuevas entre las cartas. El Ocho de Espadas y el Ocho de Varas forman evidentemente una pareja, lo mismo que el Diez de Copas y el Diez de Pentáculos Invertido. También el

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Ocho de Varas y el Rey de Varas invertido nos darán nuevos significados al considerarlos juntos, lo mismo que el Ocho de Espadas invertido y el Seis de Espadas. Como hemos vuelto a distribuir la lectura en un diseño geométrico, podemos trazar líneas, triángulos, etc., que constantemente nos descubren ideas y pautas nuevas. En cierto sentido, el mandala crea lecturas nuevas para las mismas imágenes. Para construir un diseño de esta clase, escoge las cartas más importantes de la lectura y ve trabajando desde el centro hacia afuera, tratando de construir la imagen en forma orgánica. Coloca las cartas que se necesiten como apoyo en la base, y las que simbolicen objetivos en la parte alta. No dudes en introducir cartas que no hayan aparecido en la lectura original si sientes que hay una fuerte necesidad de las cualidades que ellas representan. Si ves que se necesita la Templanza, por ejemplo, colócala debajo del centro; o si la lectura muestra un déficit en el cultivo de la fuerza de voluntad y de la disciplina, podrías disponer por encima del mandala, a modo de objetivo, el Carro junto al Nueve de Pentáculos. De esa forma te haces cargo de la lectura y la abres, de manera que te permita incluir lo que tu intuición te dice que necesita el consultante.

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8 Lo que aprendemos de las lecturas del Tarot La mayor parte de las personas consultan el Tarot en busca de información específica. Quien entiende un poco más las cartas quizá considere la lectura como un medio de encontrar orientación. Y quien sigue una serie de lecturas segura mente ve en ellas un método para mantenerse en armonía con las pautas cambiantes de la vida. Pero pasarse largo tiempo leyendo las cartas es descubrir muchas cosas que van más allá de la información personal. Hemos visto ya algunas de estas cosas. Una es la reaccione pesimista de la gente ante las lecturas. Otra, más importante, es la forma en que las lecturas del Tarot exigen —y por ende crean— un equilibrio entre lo subjetivo y lo objetivo, lo intuitivo y lo racional, la impresión inmediata y el conocimiento establecido, los lados derecho e izquierdo del cerebro. No podemos crear un equilibrio tal por el solo hecho de quererlo. Tenemos que permitirle que

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crezca, y las lecturas del Tarot ayudan a que eso suceda. Pero el Tarot nos enseña también otras cosas. Nos enseña a prestar atención. Cuando empezamos a aprender de qué maneras actúa la gente, y de qué maneras actúa el mundo sobre ella, nos afirmamos cada vez más en el hábito de observar lo que otros hacen y lo que nosotros mismos hacemos. Supongamos que una persona se enferme cada vez que se aproxima un día de fiesta o unas vacaciones. Eso puede prolongarse durante años sin que ella establezca la relación y vea todas esas dolencias como una treta subconsciente con que intenta evitar algún problema o algún temor asociado con las vacaciones. Una lectura de Tarot puede hacer que tome conciencia de ese problema ... y hace que el lector tome conciencia de un ejemplo más de maniobras inconscientes. Precisamente, la práctica de leer el Tarot nos ayudará a descubrir esas tretas del comportamiento, tanto en nosotros mismos como en los demás. Una vez que empezamos a prestar atención a lo que hacemos y a lo que sucede como resultado, advertimos toda clase de cosas, y no solamente en las lecturas, sino también en la vida diaria; pautas de cólera y confianza, de esperanza y miedo; la forma en que nuestra reacción ante diversas situaciones puede 353

provenir de nuestro propio interior antes que de la situación misma. Nos volvemos más conscientes de la forma en que nos manejamos con el trabajo y con los amigos, de nuestras tendencias a desplazar la responsabilidad, ya sea alejándola de nosotros («No es justo» o «Mira lo que me hiciste») o atrayéndola sobre nosotros («Es todo culpa mía»). Observaremos, por ejemplo, que con frecuencia decir «Es todo culpa mía» no es más que una treta para no tener que ver lo que realmente hemos hecho. Al convertirlo en una situación de todo o nada, hacemos que sea fácil evitar una auténtica evaluación de la situación. Prestar atención hace que sea un poco más difícil deprimirse o manipular a otras personas. A medida que observamos las sutiles razones por las cuales la gente llora o se enfada o acusa a tos demás, sabremos por lo menos un poco sobre nosotros mismos cuando hacemos esas cosas. Las lecturas del Tarot hacen que tomemos conciencia de la maravillosa variedad de la naturaleza humana. A medida que las mismas cartas aparecen en interminables combinaciones diferentes, se nos hace claro que la gente siempre puede producir algo nuevo. Al mismo tiempo, la nove dad se superpondrá siempre a las pautas subyacentes. Mediante las lecturas aprendemos, en general, las formas en que el pasado afecta a las personas, las formas en que sus 354

esperanzas y sus miedos ayudan a crear el futuro. Pero lo que siempre nos sorprenderá son tanto las situaciones pasadas como las expectativas futuras específicas. También aquí aprendemos el hábito de prestar atención, porque si empezamos a interpretar automáticamente las cartas sobre la base de libros autorizados o de lecturas anteriores, perdemos de vista la verdad, y las lecturas se vuelven superficiales y confusas. Llevemos un registro de lecturas pasadas, claro que sí, pero no simplemente para usarlo en busca de ejemplos para el trabajo futuro; puede, en cambio, ayudarnos a tener presentes la variedad y la no vedad constante del comportamiento humano. Obsérvese que, como cuando crea un equilibrio, el Tarot no se limita simplemente a ayudarnos a prestar atención: nos obliga a que lo hagamos, si queremos que nuestras lecturas den buenos resultados. Las lecturas del Tarot actúan como una especie de programa de ejercicios psíquicos que refuerzan los músculos perceptivos. Lo que la gente hace con la información que obtiene de las lecturas del Tarot puede enseñarnos algunas lecciones importantes sobre el libre albedrío. Muchas personas consideran que la cuestión del libre albedrío es una cuestión absoluta; o bien hacemos 355

elecciones constantes, o actuamos de acuerdo con el destino. Para plantearlo en un contexto más moderno, ¿hacemos lo que hacemos como una elección deliberada de ese momento, o como resultado de toda una vida (o de muchas vidas) de condicionamiento? Desde el punto de vista del Tarot, esto se convierte en una cuestión práctica. Si en cualquier momento actúo libremente, ¿cómo es posible que las cartas puedan predecir lo que haré? ¿Qué significado puede tener la lectura si mi elección sigue estando totalmente abierta hasta el momento en que hago algo? ¿O es que algún poder me obliga a actuar de la manera que han predicho las cartas? Estos problemas se resuelven si renunciamos a enfocar la cuestión de manera absoluta, viéndolo todo en función de blanco o negro. Entonces diremos que podemos retener siempre el libre albedrío, pero que raras veces lo usamos. Nuestro condicionamiento, nuestra experiencia pasada, y sobre todo nuestra ignorancia de todas estas cosas, tienden a encaminarnos en ciertas direcciones. La lectura refleja estas influencias y nos muestra cuál es su resultado posible. Las cartas no obligan a que la situación tenga determinada salida. Simplemente, reflejan la manera en que se combinan las influencias en la vida real. Cuando llega el momento de actuar, podemos tomar una decisión diferente, y sin 356

embargo, no lo hacemos. Una y otra vez en la vida, con poco conocimiento consciente, renunciamos a nuestra libertad de elección, dejamos que sean nuestros condicionamientos y nuestra historia los que nos muevan. Lo hacemos, en parte, por ignorancia, y en parte por dejadez. Es mucho más fácil seguir un condicionamiento que actuar basándose en decisiones verdaderamente conscientes. Cuando yo «dejé de seguir un buen consejo», cuando me dije: «Ahora que ya hice la lectura, puedo asegurarme de que esas cosas malas no me sucedan», cuando seguí adelante con mi proyecto original y di margen a que se plantearan los problemas anunciados, demostré que no estaba usando mi libre albedrío; lo evitaba al mismo tiempo que aparentaba estar actuando en función de él. Este tipo de cosas se repiten una y otra vez, y el acto de hacer lecturas del Tarot nos muestra en forma muy vívida las múltiples maneras en que la gente niega su libertad. Y esta relación entre libertad y condicionamiento es una de las formas de conocimiento más valiosas que nos aporta el Tarot. El Tarot nos enseña además la importante lección del contexto. Por más valiosa que nos parezca una cualidad considerada en forma abstracta, en realidad nos afecta únicamente en el contexto de otras influencias. Las lecturas nos lo demuestran en forma 357

práctica, como en el caso de la mujer que buscaba cómo hacer frente a los celos de su amante. Un naipe al que habitualmente se considera positivo, como el Sol, tendía en realidad a un mal resultado. porque al estar esperando el Sol la consultante no se enfrentaba con las exigencias de la situación, y dejaba que las ideas de los otros se impusieran a lo que ella quería. Junto con el contexto aprendemos las formas en que se equilibran entre sí los elementos de la vida. Ante todo, vemos cómo los palos y las cartas específicas se combinan para formar una situación unificada, en la cual ningún palo es mejor ni peor que ninguno de los otros. A menudo, los astrólogos se encuentran con que los clientes esperan que ciertos signos dominen en su carta, y se muestran decepcionados e incluso avergonzados si aparecen otros. De modo similar, algunas personas que saben un poco de Tarot se sentirán reconfortadas si en una lectura predominan las Varas o las Copas, se asustarán si hay muchas Espadas, y la encontrarán trivial e incluso insultante si el predominio es de los Pentáculos. Algunos aceptarán sola mente una lectura que tenga muchos Arcanos Mayores, porque sólo les parecen importantes los triunfos, con sus implicaciones de poder y de conciencia espiritual. 358

Pero incluso los Arcanos Mayores no constituyen más que un elemento que carece de sentido sin los otros. Los estudiamos aisladamente para precisar su sabiduría y su poderosa descripción de la existencia, pero en la práctica, para entender el mundo hay que mezclar lo espiritual con lo mundano, lo feliz con lo triste, el amor con la cólera. Las cartas nos enseñan aún otro equilibrio, uno que se insinúa en la balanza de la Justicia. ¿Cómo se relaciona el pasado con las posibilidades futuras? ¿Cómo combinamos los efectos de nuestra propia decisión con las influencias del mundo exterior? ¿Qué queremos decir cuando afirmamos asumir la responsabilidad de nuestra propia vida? ¿Significa eso que creamos o controlamos todo lo que nos su‐ cede? Tal como en el caso del libre albedrío, a muchas personas les gusta pensar en la responsabilidad en un sentido absoluto. O bien el mundo nos configura por entero, o tenemos un control total de nuestras vidas. Las lecturas del Tarot nos hacen dar cuenta cabal de que la situación de una persona en cualquier momento dado se deriva de una combinación de todas estas circunstancias. Así como alguien de muy baja estatura no puede esperar convertirse en jugador profesional de baloncesto, tampoco debe considerar que toda su vida estará dominada por su estatura. 359

Aquellos que aceptan esta idea en teoría bien pueden preguntar: ¿Qué es lo que pesa más, la situación o la responsabilidad personal? ¿Cuál es la que realmente controla al individuo? Pero las lecturas del Tarot nos demuestran qué poco sentido tienen esta pregunta y otras similares. En algunas lecturas, la posición del Consultante y la de Esperanzas y Temores predominan claramente. En otras, los factores determinantes resultan ser la Base o el Ambiente; todo esto depende de la persona y de la situación. Las lecturas del Tarot nos ayudan a cultivar la confianza en nuestras propias percepciones. En parte, esto se debe al conocimiento obtenido, y en parte a la necesidad de hacer opciones y atenerse a ellas. ¿Cuál de los significados de un naipe es válido para un caso determinado? Una carta cortesana, ¿hace referencia al sujeto, a alguna otra persona o a un principio abstracto, como el Rey de Espadas que simboliza la ley y la autoridad, o la Reina de Copas que representa la creatividad? A medida que vamos haciendo más lecturas, nos encontramos con que nos sensibilizamos más para las respuestas a estas cuestiones y a otras similares. Como resultado, la confianza en nuestro entendimiento y nuestra intuición va en aumento. Otra cuestión es qué período abarca una lectura. Con la Cruz Celta o el Ciclo del Trabajo, la respuesta 360

puede incluir desde unos pocos días a algunos años, no solamente hacia el futuro, sino también hacia el pasado. A veces, para un adulto, ta lectura puede extenderse hacia atrás hasta la infancia. También el Árbol de la Vida, por más que general mente dé una visión global de la vida, en ocasiones puede referirse a un período más breve, si la persona está pasando por una época de cambio intenso. Los diferentes períodos que abarcan las lecturas, especialmente las más breves, dependen de dos elementos. Primero, de la situación de la persona y de la pregunta que formule. Algunas cuestiones, tales como asuntos prácticos o jurídicos y ciertas situaciones emocionales, pueden dar como resultado una respuesta que se concreta en cuestión de pocos días. Con otras —la resolución de conflictos emocionales, las relaciones profundas, la evolución espiritual o artística— puede ser necesario más tiempo hasta que la lectura se concrete, lo cual no significa que hayan de pasar años sin que las lecturas «se cumplan». Aquí no estamos hablando de predicciones, sino del desarrollo de pautas que se despliegan lentamente a medida que pasa el tiempo. En segundo lugar, están los diferentes niveles que puede tocar el consultante mientras mezcla las cartas. A veces, éste evoca situaciones superficiales que no duran más que muy breve tiempo; otras, la 361

persona puede barajar el mazo y, no se sabe por qué, llegar al centro mismo de la experiencia. E incluso, en este caso, puede ser que la lectura muestre en toda su profundidad el pasado o que refleje el potencial de evolución personal futura. También puede ser que el nivel alcanzado no dependa en absoluto de la actitud de la persona que mezcla las cartas. Pero, generalmente, esta actitud tiene su importancia. Lo más probable es que alguien que ve una lectura como una broma o un juego condicione una lectura superficial; la persona que considera en profundidad una pregunta, que mezcla cuidadosamente los naipes e intenta percibir el momento exacto para detenerse y cortar el mazo obtendrá, generalmente, una lectura más o menos significativa. Sin embargo, hay veces en que ni siquiera una tesitura tan cuidadosa conseguirá profundizar por debajo de los acontecimientos más superficiales del futuro inmediato, mientras que en otras ocasiones, con la más desaprensiva de las mezclas, el consultante se encontrará repentinamente enfrentado con una poderosa imagen de su vida entera. Para el lector, momentos así son fuente de interés y emoción. Incluso es dable que la pregunta misma no tenga importancia. A veces alguien pregunta cómo va su trabajo, y recibe una respuesta referente a su nueva 362

relación amorosa ... especialmente si esa cuestión le ocupa más espacio mental que la efectivamente formulada. O, como sucedió en el caso de la mujer que descubrió que su sexualidad estaba bloqueada por sus conflictos con el padre, la lectura puede responder aportando material de algún otro sector. ¿Cómo sabemos, pues, qué es lo que nos dice la lectura? Algunas cosas se hacen obvias ya al ver las imágenes de los naipes. Si preguntamos por trabajo, y nos aparecen los Enamorados y el Dos de Copas, es probable que la lectura no se refiera al trabajo, sino al amor. Como lector principiante, sin embargo, no puedes contar con que descubrirás todas las sutilezas. Sólo la experiencia te ayudará a abrirte paso hasta el corazón mismo del laberinto. A medida que sigas con las lecturas, irás percibiendo estas cosas. Y la intensificación perceptual se hará extensiva a otras partes de tu vida. A veces, sean cuales fueren nuestra experiencia y la agudeza de nuestra intuición, cometeremos errores. Podría suceder que considerásemos simbólicamente a los Enamorados, cuando están anunciando una relación amorosa con una persona a quien el consultante no ha conocido todavía. En realidad, de esta incapacidad de saber exactamente qué es lo que significan las cartas podemos aprender una lección muy valiosa: podemos tomar conciencia de la 363

Ignorancia. Y si he escrito la palabra con mayúscula es para subrayar su cualidad esencial. En tanto que la mayor parte del conocimiento que vamos reuniendo en la vida es, en realidad, muy superficial y externo, la Ignorancia está en la base misma de nuestra existencia. Ante todo, somos ignorantes de la verdadera naturaleza de las cosas. Lo que sabemos del mundo está sujeto a la limitación de nuestros órganos sensoriales. Para que veamos las palabras que hay en esta página, es menester que se refleje en ella la luz que han de recibir nuestros ojos. Entonces, el nervio óptico transmite los impulsos al cerebro, que los convierte en otros y los dispone en pautas significativas que nuestra conciencia en tiende como un lenguaje. Pero no podemos conocer directamente, en el sentido de fundirnos con algo que está ahí fuera. Sólo podemos convertir el universo en impulsos, pautas, símbolos. De modo similar, porque existimos en forma física, debemos ir planteando y resolviendo nuestra vida dentro de los límites del tiempo. Esto significa, entre otras cosas, que no podemos realizar todos nuestros potenciales, porque siempre debemos optar por hacer una cosa y no otra, dentro de los pocos años de que disponemos. Una persona que tenga capacidad para ser tanto bailarín como hombre de negocios tendrá que escoger entre lo uno y lo otro. Y, sea lo que fuere lo que elija, tendrá que trabajar 364

muchos años antes de llegar efectivamente a su objetivo. El tiempo significa también que muchas veces no podemos saber las consecuencias de nuestras acciones, por la sencilla razón de que por lo menos algunas de ellas tal vez no se hagan evidentes hasta muchos años después. A veces, las consecuencias de nuestras acciones no se nos aparecen a nosotros, sino a otras personas. Algo que hacemos en cierto Jugar puede afectar a personas que vivirán allí mucho después de que nos hayamos mudado, o incluso de que hayamos muerto. En la forma más simple: el tiempo significa que las cosas deben suceder antes de que podamos conocerlas. La meditación con el Ocho de Espadas como Portal puede incrementar nuestra conciencia de la Ignorancia. Las lecturas del Tarot —y los errores que cometemos al tratar de interpretarlas— pueden demostrar en forma más directa la Ignorancia. Una lectura llega, de hecho, más allá del tiempo, destacando la auténtica pauta que incluye el pasado y el futuro. El diseño aleatorio de los naipes nos lleva a saltar por encima de las limitaciones de la conciencia. Y sin embargo, esa conciencia limitada es la que debe interpretar la lectura. Experimentamos a la vez el verdadero estado del universo, en el cual todas las cosas existen juntas, y nuestro propio conocimiento de él, sumamente esclavizado al tiempo. Experimentamos a la vez la verdad y la ignorancia. 365

El otro lado de la Ignorancia es la Certidumbre, el estado de conocimiento de la realidad, y no de las impresiones y los símbolos que nuestra limitada conciencia se forma de ella. Mucha gente considera que el éxtasis, la unidad con la luz de Dios, es el objetivo supremo del místico o del ocultista. Pero, como lo demuestran los Arcanos Mayores del Tarot, el relámpago del éxtasis no es más que un paso a lo largo del camino. La meta es la Certidumbre, el estado de conocimiento allí donde antes sólo podíamos conjeturar. ¿Cuál es la verdadera causa de cualquier acción aislada? ¿Cuáles serán sus consecuencias, no sólo para la persona que ha actuado, sino para otras, tanto conocidas como desconocidas? Las pocas personas que han alcanzado la Certidumbre pueden ver las causas y consecuencias en el seno de la acción misma. Los demás sólo podemos hacer conjeturas, tanto respecto de esto como de mil cosas más. Seguimos siendo Ignorantes. Pero aun cuando no podamos acertar con la verdadera interpretación de una lectura del Tarot, la lectura, como tal, trasciende ese estado Ignorante y sometido al tiempo. La lectura, independientemente del lector, es vehículo de Certidumbre. Y si trabajamos lo suficiente con las cartas, comparando nuestras interpretaciones con los acontecimientos 366

subsiguientes, entregándonos cada vez más a las imágenes, cultivando nuestra intuición, entonces a veces podemos llegar a experiencias de Certidumbre, de conocimiento del verdadero significado de algo. Y si bien tales experiencias tienen su propio valor, como más nos sirven es dándonos un sentido de la orientación. Nos ayudan a percibir qué es lo que queremos lograr. Finalmente, la práctica de las lecturas del Tarot nos en seña aún algo más. Como no son neutrales en su actitud hacia la vida, como encaman ciertos puntos de vista y ciertas creencias y renuncian a otros, los naipes nos cambian. Con el tiempo —siempre con el tiempo— empezamos a ver el equilibrio de las cosas, la armonía estable en el seno del constante fluir y cambiar de la vida. Tornamos conciencia de lo Extraño que está siempre a la espera más allá de nuestra experiencia ordinaria, aprendemos a reconocer los dones que hemos recibido de la existencia, y nuestra propia responsabilidad de entenderlos y de usarlos. Y por encima de todo, empezamos a captar la verdad que el Tarot trata de transmitirnos: el universo está vivo, y lo que podemos saber de nosotros mismos podemos saberlo de todo.

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Notas [1]Estos

vínculos provienen de la tradición del Tarot. Algunos cabalistas usan un orden ligeramente diferente.<<<

[2]Gorro

que solía usarse como símbolo de dignidad oficial o alto rango. (N. de la T.)<<<

[3]No

se ha de confundir el «subconsciente con el «inconsciente», entre cuyos atributos se cuenta tanto el coraje como el verdadero conocimiento. Del uso de estos términos como sinónimos ha resultado una gran confusión. Aquí me valgo del término «subconsciente para designar el material —deseos, angustias, miedos, esperanzas— reprimido por la mente consciente en su trato con las realidades externas de la vida. El «inconsciente» alude a la energía básica de la vida. un ámbito del ser que trasciende el ego personal. El subconsciente, a pesar de sus cualidades secretas, es en realidad una extensión del ego En un sentido, abarca el dominio absoluto del ego. aquel ámbito donde éste no tiene ningún compromiso con la

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realidad Porque no le preocupan las consecuencias, el subconsciente es el que, con tal de evitar una conversación desagradable, nos lleva a cruzar la calle sin ver que viene un camión. El inconsciente, por otra parte. nos equilibra y nos brinda apoyo al unirnos con la gran fuente de vida que trasciende nuestro ser individual. En los Arcanos Mayores, el Colgado nos ofrece una poderosa imagen de esta conexión vital.<<<

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Índice Arcanos Menores y Lecturas Introducción El mazo Rider Los cuatro palos El Tetragrámaton Las cartas Portales

1 7 7 18 29 34

LOS ARCANOS MENORES 1 Las Varas El Rey La Reina El Caballero El Paje El Diez El Nueve El Ocho El Siete El Seis El Cinco El Cuatro El Tres El Dos

37 38 42 47 50 52 54 58 60 62 64 66 68 71 74

370

El As 2 Las Copas El Rey La Reina El Caballero El Paje El Diez El Nueve El Ocho El Siete El Seis El Cinco El Cuatro El Tres El Dos El As 3 Las Espadas El Rey La Reina El Caballero El Paje El Diez El Nueve El Ocho

76 79 83 86 89 93 95 97 99 102 104 106 109 110 112 115 119 122 126 128 130 132 134 137 371

El Siete El Seis El Cinco El Cuatro El Tres El Dos El As 4 Los Pentáculos El Rey La Reina El Caballero El Paje El Diez El Nueve El Ocho El Siete El Seis El Cinco El Cuatro El Tres El Dos El As

139 142 145 147 149 152 154 158 161 164 167 169 171 176 180 182 183 191 195 198 201 202

LAS LECTURAS

206

5 Introducción a la adivinación por el Tarot 372

207

El sentido común 6 Los tipos de lecturas Los primeros pasos La Cruz Celta La cruz pequeña La Base El Pasado Reciente El Desenlace Posible El Futuro Inmediato El Consultante El Ambiente Las Esperanzas y los Temores El Desenlace Ejemplo de una lectura El Ciclo del Trabajo La disposición: posiciones y significados Ejemplo de una lectura El Árbol de la Vida La estructura del Árbol La tirada Las posiciones y los significados 7 Cómo usar las lecturas del Tarot La meditación La creación de un «mandala» 373

212 234 234 242 244 249 251 252 255 256 257 257 261 263 278 280 289 295 297 302 305 319 330 341

8 Lo que aprendemos de las lecturas del Tarot

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