Filosofia Y Ciudadania

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IES Bergidum Flavium Departamento de Filosofía

FILOSOFÍA Y CIUDADANÍA 1º Bachillerato

1ª parte

Temas: 1. ¿Qué es la filosofía?

pág .2

2. El origen del ser humano

pág. 35

3. El ser humano y la cultura

pág. 69

4. Problemas filosóficos del ser humano pág. 89

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Tema 1

¿Qué es la filosofía?

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El DRAE define la filosofía como “Conjunto de saberes que busca establecer, de manera racional, los principios más generales que organizan y orientan el conocimiento de la realidad, así como el sentido del obrar humano”. Esto debería bastarnos para empezar, pero la filosofía es algo mucho más complejo, muy difícil de concretar y no existe una definición en la que todos los filósofos estén de acuerdo. Tiene además una variedad de usos que complican el asunto: también hablamos de una fortaleza o serenidad de ánimo para soportar las vicisitudes de la vida (“tómatelo con filosofía”, decimos) o una manera de pensar o de ver las cosas (“su filosofía era la de vivir y dejar vivir”, “me gusta su filosofía de vida”, “la filosofía de este entrenador es jugar siempre al ataque”…). Es una asignatura nueva, que se cursa por primera vez en Bachillerato y deberíamos poderla detallar como la Matemática, la Historia, la Biología, la Economía… Pero no se trata de un saber (no es “la ciencia que estudia…”) sino más bien una reflexión sobre el saber, una actitud frente a él. Así, la mejor definición sería: “Filosofía es aquello que hacen los filósofos”, y para conocerlo deberemos considerar qué es lo que hacen.

1. La actitud filosófica

La escultura “El Pensador” del francés Rodin quiere representar la actitud meditativa del filósofo. Pero existen más de veinte versiones de la escultura en diferentes museos alrededor del mundo. Algunas son versiones ampliadas del original; otras, de diferentes proporciones. Lo mismo sucede con la filosofía y la explicación acerca de en qué consiste esa actitud. ¿Cuándo meditamos? ¿por qué? El origen de la palabra “filosofía” se atribuye por primera vez a Pitágoras (s.VI a.C.). Conocido sobre todo por su teorema geométrico, fue el líder de una secta religiosa, místico y matemática alabado por su saber: “Ahí llega Pitágoras, el gran sophos (sabio)” decían sus seguidores; y él respondía: “no soy un sophos, sino un philo-sophos” (amante del saber). ¿Cuál es la diferencia entre saber y amar el saber? A Sócrates (s.V a.C.) se le atribuye la famosa frase “sólo sé que no sé nada” que, en línea con la de Pitágoras muestra la actitud de modestia del filósofo y de reconocimiento de que importa más lo que se ignora que lo que se sabe. Era contemporáneo de los autodenominados sofistas (sabios) y quería mostrar una actitud muy distinta a la de ellos. Estas son sus principales características: 4

- Valentía: aceptar el reto de querer saber aquello que se ignora y no conformarse con mitos o con las respuestas consoladoras de la religión - Curiosidad: anhelar buscar lo que se desconoce - Humildad y cautela: en lugar de enorgullecerse de lo que se sabe, ponerlo en entredicho “Sólo sé que no sé nada…” comparado con lo que me queda por saber. ¿Es preferible parecer listo (y ser un ignorante) o parecer ignorante (y resultar ser listo)? ¿Cómo actuamos en la vida, pareciendo más listos de lo que somos o pareciendo más ignorantes de los que somos por preguntarnos siempre por aquello que desconocemos? Dice Aristóteles (s. IV a.C.) en su Metafísica: “Pues los hombres comienzan y comenzaron siempre a filosofar movidos por la admiración”. La admiración de la que habla Aristóteles es la de aquel que “reconoce su ignorancia”. Este reconocimiento nace de un previo preguntarse sobre aquello que se creía saber, pues no se ve claro el fundamento sobre el que se asienta determinado conocimiento. Se trata de aquella admiración socrática que nace en aquel que descubre que desconoce aquello que creía saber. Las preguntas que en ese estado de admiración se formulan son del tipo “¿cómo sabemos tal cosa?”, “¿qué queremos decir con tal concepto?”, “¿Qué hace posible tal fenómeno?”, etc. Las preguntas de este tipo no niegan aquello sobre lo que se trata, no se pronuncian sobre su verdad o falsedad, simplemente abren el camino que conduzca a la verdad de las cosas. “Lo que en un principio movió a los hombres a hacer las primeras indagaciones filosóficas fue, como lo es hoy, la admiración. Entre los objetos que admiraban y de que no podían darse razón, se aplicaron primero a los que estaban a su alcance; después, avanzando paso a paso, quisieron explicar los más grandes fenómenos; por ejemplo, las diversas fases de la Luna, el curso del Sol y de los astros y, por último, la formación del Universo. Ir en busca de una explicación y admirarse, es reconocer que se ignora. Por consiguiente, si los primeros filósofos filosofaron para librarse de la ignorancia, es evidente que se consagraron a la ciencia para saber, y no por miras de utilidad. El hecho mismo lo prueba, puesto que casi todas las artes que tienen relación con las necesidades, con el bienestar y con los placeres de la vida, eran ya conocidas cuando se comenzaron las indagaciones y las explicaciones de este género. Es, por tanto, evidente que ningún interés extraño nos mueve a hacer el estudio de la filosofía.” Aristóteles. Metafísica

Lessing, un filósofo del XIX, nos propone el siguiente reto: si Dios tuviera en la mano derecha toda la verdad y en la izquierda el camino que conduce hacia ella sin asegurarnos llegar a conseguirla, elegiría la segunda. ¿Preferimos saber o saber por qué?

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2. ¿Cuándo nace la filosofía? El paso del mito al logos Se suele decir que el inicio de la filosofía se encuentra en el paso del mito al logos, es decir, en el paso de explicaciones o respuestas tradicionales y arbitrarias a explicaciones lógicas y racionales. Los mitos son relatos fabulosos, llenos de símbolos y metáforas, que explican o dan respuesta a interrogantes o cuestiones importantes para los humanos; además, pretenden ser modelos de actuación. Se imponen como relatos llenos de autoridad pero sin justificación; se apela, emotivamente, a que las cosas siempre han sido así. Los mitos griegos, por ejemplo, explican cómo se hizo el mundo, cómo fue creado el primer hombre y la primera mujer, cómo se obtuvo el fuego, cómo apareció el mal en el mundo, qué hay tras la muerte,…; al mismo tiempo, las actuaciones extraordinarias de los personajes míticos son un ejemplo o pauta a seguir. La respuesta mítica es arbitraria, en cada lugar tienen sus mitos, distintos y apropiados para las necesidades de esa cultura, pero ninguno explica por qué las cosas son necesariamente así sino que dicen cómo son (y podrían ser de otro modo). En Grecia, en el siglo VI a.C., en Mileto y pronto en toda Asia Menor y Grecia, los primeros filósofos, empezaron a cuestionarse tanto las explicaciones que daban los mitos como las pautas de conducta que ofrecían. Eran unos hombres que empezaron a hacerse preguntas, que notaban incoherencias en los relatos míticos de su entorno, que constataban relatos diferentes en pueblos diferentes. Estos hombres, dominados por la natural curiosidad y por una actitud crítica, son los que protagonizaron lo que se conoce como milagro griego: el paso del mito al logos. Para ellos, este paso significaba desconfiar de las imaginativas narraciones o explicaciones populares y, con una mirada nueva, observar y analizar la naturaleza, intentando descubrir en ella las causas de los acontecimientos; por ello, en vez de hablar de divinidades empezaron a inventar conceptos. Con los mitos, el mundo era caótico y arbitrario, nada estaba sometido a leyes naturales fijas; con la visión racional del mundo, éste deviene ordenado y regido por unas leyes estables y fijas que se pueden descubrir. Este paso fundacional de la filosofía, acontecido en Grecia y explicable por una confluencia de factores, no es algo definitivamente adquirido, es un paso que tiene que realizar toda persona que quiera mantener una actitud despierta e investigadora. Cuando un niño comienza a descubrir incoherencias y contradicciones en el encantador mundo de los Reyes Magos, comienza a revivir una experiencia parecida a la de los primeros filósofos. Aquello que el niño había creído durante toda su vida es ahora asediado con multitud de preguntas; el proceso de superación de su mito será conflictivo y aleccionador. El abandono o pérdida del agradable relato de los Reyes Magos y la aceptación de que éstos son los padres será, probablemente, su primer paso del mito al logos. Si el niño, ya adulto, mantiene su inquietud original, revivirá nuevos episodios de este paso; niño y adulto se hallan cerca de la genuina actitud filosófica. “Filósofo, en efecto, es aquél que ve en cada respuesta o claridad un nuevo problema o una nueva oscuridad. De aquí viene que en vez de responder las preguntas tienda a llevarlas más 6

allá, y es preciso reconocer que en eso se asemeja mucho a los pequeños. Los niños, como sabéis, siempre hacen demasiadas preguntas: - ¿Y por qué trabajas todo el día, padre? - Para que tú puedas ir a la escuela. - ¿Y por qué he de ir a la escuela? - Para estudiar y aprender muchas cosas. - ¿Y por qué he de estudiar y aprender muchas cosas? - Para que cuando seas mayor puedas ganarte la vida. - ¿Y por qué he de ganarme la vida, padre? - Para poder casarte, tener hijos... - ¿Y que los hijos vayan a la escuela? Así yo voy a la escuela para que mis hijos vayan a la escuela, para que...” Rubert de Ventós “¿Por qué filosofía?”

Los mitos de Prometeo y Pandora explican el origen de la humanidad y la aparición del mal al mundo. Prometeo, benefactor de la humanidad, comprueba que los animales estaban más armónicamente provistos que los hombres (desnudos, descalzos y desarmados); a fin de equiparlos mejor robó a Zeus el fuego, recurso que hace posible la habilidad técnica, y lo dio a los humanos; de este modo, adquirirían las artes útiles a la vida. Pero Zeus, temiendo que éstos llegaran a ser demasiado fuertes y sabios, se enfureció por el don que Prometeo les había otorgado y, a cambio, creó un regalo portador de desgracias. El regalo era Pandora, la primera mujer; a Pandora le fue dada una jarra llena de males, los males que afligen la vida de los hombres (notemos como el relato bíblico de Adán y Eva contiene las mismas connotaciones en los roles masculino y femenino). Ciertamente, los mitos tienen poder explicativo. Constituyen el inicio de un proceso intelectual. Prometeo y Pandora pueden simbolizar las dos caras de la situación humana: el bueno y positivo que todos tenemos y las inevitables contrariedades que nos acompañan. El mito, creado en una sociedad de creciente machismo, puso en la mujer el origen del mal; obviamente, el progreso intelectual llevará a cuestionarse esta explicación interesada. Prometeo

Pandora

Eros y Psiqué

Sísifo

El logos o discurso racional pretende explicar que la naturaleza está sometida a sus propias leyes, necesarias, y que no depende de la voluntad de los dioses. Estudiándola hallaremos respuesta a lo que antes explicábamos con el relato mítico.

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MITO

LOGOS

Explicación cerrada, no admite evolución

Explicación racional que va evolucionando

Sirve de consuelo a la ignorancia

No busca consuelo sino la verdad

Dependencia de los dioses o entidades sobrenaturales

La causa está en la propia naturaleza

Es arbitrario (es así pero podría ser de otro modo)

La respuesta es necesaria

Los griegos, protagonistas de este paso o salto fundaron lo que llamamos filosofía. Ahora bien, ¿este paso se dio de una vez por todas o, al contrario, constantemente tenemos que repetirlo?. Nuestro mundo también nos ofrece hoy relatos míticos, es decir, explicaciones arbitrarias que quieren imponerse apelando no a las dimensiones intelectuales de la persona, sino sólo a las dimensiones emotivas. Aún es mucho lo que desconocemos y para lo que precisamos respuesta. Y aún hoy damos muchas respuestas con las características propias del mito.

3. Los rasgos de la filosofía A comienzos del siglo XXI podríamos comentar decenas de definiciones diferentes de filosofía, pero existen una serie de rasgos comunes a todas ellas que deben ser tenidos en cuenta: La razón interrogativa: la filosofía es un saber racional, es decir, se basa en el ejercicio de la razón humana, y procede según el modelo de un discurso construido mediante argumentos debidamente fundamentados, que pueden ser probados y que mantienen una coherencia entre sí. Pero la filosofía es una actividad racional abierta. Nunca se considera realizada de una vez por todas, sino que siempre se encuentra en la búsqueda de su propósito. La filosofía es un saber coherente y fundamentado, pero no es nunca un saber completo. Por esto, en filosofía son siempre más importantes las preguntas que las respuestas. La filosofía está siempre atravesada por la tensión, a diferencia de otros saberes, que parecen más seguros y cerrados. En cierto modo, a pesar de su rigor, la filosofía siempre se está haciendo a sí misma. “La persona que no tiene ninguna inquietud filosófica va por la vida prisionera de los prejuicios que derivan del sentido común, de las creencias habituales de su tiempo y de su país y de las que se han desarrollado en su espíritu sin la cooperación ni el consentimiento de su razón. La filosofía, aunque incapaz de decirnos con certeza cuál es la verdadera respuesta a las dudas que suscita, es capaz de sugerir diversas posibilidades que amplían nuestros conocimientos y nos liberan de la tiranía de la costumbre. La filosofía debe ser estudiada, no por las respuestas concretas a los problemas que plantea, ya que, en general, ninguna respuesta precisa puede ser considerada como verdadera, sino más bien por el valor mismo de los problemas; porque estos problemas amplían nuestra concepción de las cosas que son posibles, enriquecen nuestra imaginación intelectual y disminuyen la seguridad dogmática que cierra el espíritu de investigación.” Bertrand Russell. “Los problemas de la filosofía” 8

Un saber de segundo grado: la filosofía no es una ciencia, es un saber racional de «segundo grado». Si bien tiene en cuenta lo que pueden aportar las ciencias, o conocimientos de «primer grado», que analizan con detalle la realidad concreta y tienen objetos muy definidos (la Biología es la ciencia de la vida, la Aritmética es la parte de la matemática que estudia los números o la Meteorología es la ciencia que estudia la atmósfera…), la filosofía mantiene siempre una perspectiva, una distancia sobre el conocimiento de primer grado. Para realizarse, la filosofía necesita tener en cuenta los datos de las diferentes ciencias, pero va más allá de ellas.

La crítica constante: el saber filosófico es siempre un saber de carácter crítico. Ello lleva a la filosofía a mantener siempre una distancia respecto a los resultados de las ciencias particulares, de las hipótesis que estas sostienen, y respecto al poder mismo de la razón. Este componente crítico adquiere una importancia fundamental y ha caracterizado la filosofía desde su origen. La filosofía revisa los fundamentos y las hipótesis últimas, se encuentra más allá de lo que afirman las ciencias particulares y pone en tela de juicio su propia existencia; por eso, su crítica es radical. Si la cultura es el marco de referencia en el que los humanos encuentran las respuestas a sus inquietudes, su aceptación pasiva de todo lo dado es un peligro, detenemos el progreso y volvemos a la animalidad. Si nos dejamos vencer por los prejuicios no hay lugar para la admiración de la que hablaba Aristóteles, todo es conocido, asimilado y estático. Es conveniente por tanto mantener un sentido común crítico, seguir buscando con curiosidad la mejor respuesta a todo lo que nos afecta. Un ejemplo completo y claro es el recorrido que hizo Descartes (s. XVII) en su “Discurso del Método” y que más adelante resumimos.

La lechuza, que ve a oscuras, es el símbolo de la filosofía

Un saber integrador: la filosofía tiene un carácter integrador, no se limita a un conocimiento parcial. En efecto, a diferencia de las ciencias particulares, que son altamente especializadas, la filosofía está siempre interesada en plantear perspectivas generales, que permiten integrar los distintos saberes y ciencias particulares. La construcción de la totalidad puede ser peligrosa si no se encuentra adecuadamente fundamentada, pero es una exigencia de la filosofía. Esta perspectiva lleva a la filosofía a realizar una síntesis de diferentes ámbitos de conocimiento para resolver los problemas que se plantea y construir su discurso fundamentado. Más aún, cuando las diferentes ciencias particulares sobrepasan sus propios límites y se plantean cuestiones más generales, se asemejan a la filosofía. Este aspecto integrador de la filosofía se hace especialmente necesario cuando el conocimiento ha alcanzado un carácter tan especializado como ocurre en nuestros días. Y es que los grandes problemas son siempre problemas generales, que exigen la generalidad y la integración. Desde estas puede ejercerse mejor la función crítica propia de la filosofía. 9

4. La filosofía y otras formas de conocimiento: la ciencia y la religión Tras analizar los rasgos generales de la filosofía, que es siempre una actividad y una forma de saber racional, conviene distinguirla de otras formas de conocimiento que pretenden responder a algunas de las cuestiones de las que se ocupa la filosofía, como son los casos de la ciencia y la religión. En primer lugar hay que distinguir la filosofía de la ciencia: la filosofía no es una ciencia, aunque deba tener siempre en cuenta los resultados de esta y tenga que considerar los datos del mundo exterior. Durante muchos siglos no hubo distinción entre la actividad filosófica y la científica, puesto que en ambos casos se trata de saberes racionales y sistemáticos que pretenden hallar verdades sobre el mundo. Comparten además el mismo objeto de estudio con preguntas similares: ¿cuál es el origen del universo?, ¿de qué está hecho?, ¿cómo surgió la vida?, ¿cuál es el lugar del hombre en el cosmos?, ¿por qué somos como somos?, ¿podemos conocer algo con certeza?, ¿dónde está el límite de lo que podemos conocer?... Y no será hasta la aparición de la ciencia moderna a partir del siglo XVI que se producirá el gradual alejamiento de la filosofía y la ciencia. Desde ese momento las ciencias pasan a expresarse en lenguaje matemático y deben ser comprobadas experimentalmente para ser aceptadas como válidas. Toda ciencia fue primero filosofía. Desde el momento en que hay un campo suficientemente amplio de conocimientos para que alguien se especialice en él, pasa a ser una ciencia separada. Así nace la “Física” (aún en el XVIII Newton llamó a su libro “Principios matemáticos de la filosofía natural”), la Biología, la Historia, la Economía, la Química y tantas otras; y mucho más recientemente la Psicología, la Robótica, la Neurología... La especialización en cada ciencia llevará como consecuencia el nacimiento de una ciencia nueva, de nuevo cuando el campo de conocimientos sea lo suficientemente amplio para merecerlo. De todos modos, en todas las ciencias siguen existiendo preguntas sin resolver, manteniéndose pues en ellas la actitud filosófica. La teoría del Big Bang y el heliocentrismo suple al estatismo del geocentrismo pero ¿explica hacia donde se dirige el universo?, ¿a una expansión continua, dejará de expandirse y se volverá a contraer o se mantendrá en un espacio fijo cuando termine la fuerza de expansión?, ¿y qué sucederá en los tres casos con el tiempo, que depende del espacio?. En todas las ciencias quedan preguntas abiertas, parece incluso que, cuanto más sabemos más es lo que desconocemos. Herbert Spencer (s.XIX) lo representaba así: aquello que sabemos es una esfera, lo que desconocemos es aquello que se encuentra fuera de ella y la superficie de contacto de la esfera con el exterior es la cantidad de preguntas que nos hacemos sobre lo que desconocemos. Así pues, a medida que aumente nuestro saber, aumentan más las preguntas que nos podemos hacer.

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Cabe preguntarnos ahora: ¿hay respuestas definitivas sobre algo?, ¿todo saber es inevitablemente provisional? Viendo cómo avanza la ciencia ¿terminaremos por conocerlo todo?. La filosofía y la ciencia parecen ir de la mano. Poco avanzará la Biología si el biólogo no se interroga como filósofo. La actitud filosófica es la que hace que una ciencia no se estanque, que avance, que reconozca sus errores y decida por dónde progresar. Así, resumiendo mucho, cuando tenemos suficientes respuestas sobre un campo de saber, hablamos de ciencia (sigue habiendo aún preguntas filosóficas); cuando no disponemos aún de respuestas definitivas, seguimos hablando de reflexión filosófica.



ciencia

Pregunta: ¿hay respuesta?

Nuevas preguntas ¿hay respuesta?

sí: ciencia sí: nueva ciencia

no

filosofía no: filosofía

“Si preguntamos a un matemático, a un historiador o a cualquier hombre de ciencia qué conjunto de verdades concretas ha establecido para la ciencia, su respuesta durará tanto como estemos dispuestos a escuchar. Pero si hacemos la misma pregunta a un filósofo y éste es sincero, deberá confesar que su estudio no ha dado resultados positivos comparables a los de las otras ciencias. Es cierto que esto se explica, en parte, por el hecho de que, desde el momento que se hace posible el conocimiento preciso y amplio sobre una materia cualquiera, ésta deja de ser llamada filosofía y se convierte en una ciencia separada. Todo el estudio del cielo, que pertenece hoy a la astronomía, antiguamente era incluido en la filosofía; la gran obra de Newton recibe el nombre de Principios matemáticos de filosofía natural. De manera análoga, el estudio del espíritu humano que era, aún recientemente, una parte de la filosofía, se ha separado actualmente de ella y se ha convertido en la ciencia psicológica. Así, la incertidumbre de la filosofía es más aparente que real: los problemas que son susceptibles de una respuesta precisa y amplia se han colocado en las ciencias, mientras que los que no lo hacen, quedan formando el residuo que llamamos filosofía.” Bertrand Russell. “Los problemas de la filosofía”

También hay que distinguir la filosofía de la religión: la religión es una creencia subjetiva, basada en la fe, y se funda en una verdad revelada y en unos textos sagrados. En tanto que creencia personal es muy respetable; sin embargo no se basa, como hace la filosofía, en el valor único de la razón y del discurso racional. Pretende dar respuesta a muchas de las mismas preguntas (el origen del universo, de la vida y del ser humano, las leyes de comportamiento moral, las formas de organización social…) pero la fe choca frontalmente con los valores de la racionalidad de la filosofía y la ciencia. Durante la Edad Media, Fe y Razón competirán en el mundo cristiano, y aún hoy encontramos estados teocráticos en el mundo musulmán, por ejemplo. "La verdad no demanda creencias. Los científicos no unen sus manos cada domingo, cantando '¡Sí, la gravedad es real! ¡Tendré fe! ¡Seré fuerte! Creo en mi corazón que lo que sube tiene que bajar. ¡Amén!'. Si lo hicieran, pensaríamos que están bastante inseguros de ello." Dan Barker, ex-predicador 11

5. Las preguntas filosóficas Estamos viendo cómo en filosofía importa más la pregunta que la respuesta (aunque naturalmente la filosofía pretende llegar a esas respuestas). También hemos visto cómo se trata más de una actitud que de un saber, que no trata de nada concreto y que se pregunta sobre todo. Las personas empiezan a filosofar movidas por la admiración (como dijo Aristóteles), admiración y curiosidad ante los fenómenos más comunes de orden natural, psicológico, social, cultural,... Las preguntas filosóficas muestran la admiración y la curiosidad que sentimos por lo que nos rodea Todos nos formulamos preguntas filosóficas y todos, en ciertos momentos, intentamos conseguir respuestas más o menos razonadas a preguntas filosóficas, mostrando una personal concepción del mundo. Sin embargo, no toda pregunta es una pregunta filosófica. ¿Qué hora es? o ¿cómo te llamas? son preguntas acerca de algo que desconocemos, pero no son preguntas filosóficas. La pregunta filosófica debe ser una pregunta crítica: sospechar de lo que conocemos, cuestionárnoslo, buscar una explicación objetiva, deshacernos de los prejuicios… un ejemplo es la duda cartesiana (ver más adelante el recorrido de la filosofía de Descartes). Buena parte de las preguntas de la filosofía son preguntas fundamentales, es decir, preguntas últimas o que apuntan a la raíz de una cuestión. ¿Cómo hemos de vivir? o ¿qué sentido hemos de dar a nuestra vida?. Preguntas que han interesado a todos, en todo tiempo y en todo lugar. Preguntas que son especialmente generales; preguntas sobre los presupuestos y los conceptos básicos de la ciencia; preguntas sobre las normas que nos deben guiar,.... Las preguntas filosóficas no son preguntas científicas; pero la mayoría de las filosóficas, por no decir todas, requieren datos científicos. En determinadas áreas del conocimiento, las fronteras entre ciencia y filosofía son difusas y abiertas. “Hay muchos problemas -y entre ellos los que tienen un interés más profundo para nuestra vida espiritual- que, en los límites de lo que podemos ver, permanecerán necesariamente irresolubles para el intelecto humano, salvo si su poder llega a ser de un orden totalmente diferente de lo que es hoy. ¿Tiene el Universo una unidad de plan o designio, o es una fortuita conjunción de átomos? ¿Es la conciencia una parte del Universo que da la esperanza de un crecimiento indefinido de la sabiduría, o es un accidente transitorio en un pequeño planeta en el cual la vida acabará por hacerse imposible? ¿El bien y el mal son de alguna importancia para el Universo, o solamente para el hombre? La filosofía plantea problemas de este género y los diversos filósofos contestan a ellos de diversas maneras.” Russell. “Los problemas de la filosofía”

¿De dónde nacen las preguntas filosóficas?: - De la experiencia, del mundo que tengo frente a mí y observo. - De la curiosidad innata del ser humano - A partir de lo que sabemos, nos preguntamos cómo avanzar - Lo que desde siempre nos ha preocupado y sigue sin resolverse de modo universal y definitivo: ¿quién soy?, ¿qué hago aquí?, ¿qué me espera?, ¿cómo debo actuar para ser bueno?... 12

La filosofía tiene esta labor, pero ¿necesitamos del filósofo profesional? ¿no es algo que deba hacer cada uno por su cuenta? Kant (s. XVIII) es irónico respecto a ello. Como filósofo ilustrado considera que nadie puede pensar por otro: “¡Es tan cómodo ser menor de edad! Si tengo un libro que piensa por mi, un director espiritual que reemplaza mi conciencia moral, un médico que me prescribe la dieta, etc.… entonces no hace falta que me esfuerce. Si puedo pagar, no tengo ninguna necesidad de pensar, otros asumirán por mí esta labor tan molesta.” Kant. “Respuesta a la pregunta ¿qué es la Ilustración?”

Y añade: “No se puede aprender filosofía, tan solo se puede aprender a filosofar”. Hay que enseñar a pensar, no qué pensar.

Pero nuestro contemporáneo Karl Popper, aunque reconoce que la filosofía es una tarea que incumbe a todos los hombres, considera que ciertos temas requieren un estudio complejo, un debate experto y a ello algunos dedican su esfuerzo, con el interés de orientar a la humanidad: “Todos los hombres y todas las mujeres son filósofos, o se podría decir que si ellos no son conscientes de tener problemas filosóficos tienen, en cualquier caso, prejuicios filosóficos. La mayoría de estos prejuicios son teorías que los humanos inconscientemente dan por hechas o que han absorbido de su ambiente intelectual o de la tradición. Como no muchas de estas teorías se sostienen conscientemente, constituyen prejuicios en el sentido que se sostienen sin un examen crítico, incluso teniendo en cuenta que pueden ser muy importantes para las acciones prácticas de la gente y para toda su vida. Una justificación de la existencia de la filosofía profesional está en el hecho de que los hombres necesitan que haya alguien que examine críticamente estas teorías tan extendidas e influyentes.” Karl Popper (s. XX)

6. Tarea de la filosofía ¿De qué debe ocuparse la filosofía?, ¿cuál debe ser en concreto su labor?. Muchas han sido las respuestas: Para Epicuro (s. III aC) : "Vana es la palabra del filósofo que no mejora ninguna molestia del hombre. Porque, así como no es útil la medicina si no mejora las enfermedades del cuerpo, tampoco lo es la filosofía si no lo hace con las del espíritu.” Para él la filosofía es un tetrafármaco que cura los cuatro males principales del ser humano: el miedo a la muerte, el miedo a los dioses, nos ayuda a buscar el placer y nos enseña a soportar el dolor.

Según Karl Marx (s. XIX) : “Hasta ahora los filósofos se han limitado a interpretar el mundo, pero lo que hace falta es transformarlo.” 13

Piensa Ludwig Wittgenstein (s. XX) que: “El objeto de la filosofía es el esclarecimiento lógico del pensamiento; la filosofía debe aclarar y delimitar con precisión los pensamientos que si no serían opacos y confusos.”

Y en general estos son los principales ámbitos en los que nos ayuda la labor filosófica:  La filosofía como búsqueda del conocimiento. La filosofía, se ha centrado en diferentes actividades que en unos momentos históricos eran consideradas filosóficas, en otros momentos han dejado de serlo. La obra en la cual Newton sistematizaba su teoría física llevaba por título “Principios matemáticos de filosofía natural” y para él la palabra filosofía contenía lo que hoy nosotros entendemos por ciencia. Esto muestra lo que ha sido desde los orígenes griegos la actividad filosófica: una búsqueda de conocimiento de la cual ha surgido tanto la filosofía como la ciencia de hoy.  La filosofía como preocupación ética. Los filósofos de todos los tiempos han atendido la dimensión ética del hombre proponiendo ideales y modelos de vida. Y en momentos de crisis y transformación social, la actividad filosófica ha acentuado o se ha reducido a propuestas éticas. Siempre, más allá de la búsqueda de conocimiento o del afán de saber, se ha filosofado sobre cómo vivir bien y cómo convivir en este universo que nos acoge. Las repercusiones globales de determinadas tecnologías o de determinados comportamientos nada ecológicos han llevado a sugerir y a argumentar la conveniencia de fundamentar en el pacto o en el consenso una ética mínima, unos valores o disposiciones universales. Diferentes filósofos actuales se han centrado en la necesidad del diálogo y del consenso como procedimiento por obtener pautas éticas.  La filosofía como actividad crítica Desde su fundación, la filosofía se ha ido constituyendo como actividad crítica: ha criticado las pretensiones de la ciencia mostrando los límites y debilidades de las conjeturas científicas; ha criticado el aparato tecnológico mostrando los desequilibrios y desarraigo que genera en relación a la naturaleza y los otros hombres; ha criticado el poder y sus excesivos afanes controladores; ha criticado sus propios errores y carencias.  La filosofía como defensa personal. En el siglo XX, la filosofía no sólo ha hecho camino aplicando su crítica a pluralidad de ámbitos, también ha sido una actividad permanente de análisis conceptual. Según Wittgenstein, la filosofía no es una doctrina sino una actividad, una actividad de clarificación, de comprensión y dilucidación de los usos del lenguaje. Recordando la afirmación de Kant según la cual “no se aprende filosofía sino a filosofar”, es vital aprender a filosofar, y filosofar quiere decir argumentar con rigor, clarificar conceptos y captar 14

relaciones, tener sentido crítico, ser capaz de encontrar alternativas, saber dialogar defendiendo razones. Así como en un contexto físicamente agresivo es bueno estar dotado de técnicas de defensa personal, en un contexto ideológicamente agresivo es conveniente estar bien equipado con recursos o técnicas intelectuales de defensa. Las técnicas del filosofar, las técnicas de la aclaración conceptual pueden ser consideradas técnicas de defensa personal, que tendrían que ser conocidas por todos los ciudadanos, porque todos ellos se hallan sometidos a presiones y a tentaciones ideológicas: se ha de aprender a desenmascarar las tentaciones y también se ha de aprender a resistirlas intelectualmente, es decir, a examinar las consecuencias y a elaborar alternativas. En un mundo en el cual muchos se erigen en expertos tutores de los otros, en el cual la opinión pública tiene una función adoctrinadora y la publicidad pretende comprar voluntades con un seductor y engañoso lenguaje, la filosofía es muy poca cosa si no llega a ser un eficiente equipo intelectual de defensa personal.

7. Clasificación de la temática filosófica Especialidades de la filosofía: Hay muchas clasificaciones de las áreas de la filosofía, algunas nuevas aparecen, otras caen en desuso y muchas son ya hoy una ciencia separada. Este es un esquema atendiendo a los temas de los que se ocupa: a) sobre la realidad existente:  ANTROPOLOGÍA: estudio del ser humano. Intenta comparar los sistemas culturales de las

distintas áreas geográficas.  COSMOLOGÍA: estudio teórico y general del universo, el cosmos. Estudia problemas como

el del origen del universo físico, los problemas fundamentales del espacio, el tiempo, su medición, tipos, el problema de si el cosmos es limitado o infinito, si ha sido creado o realizado por el azar,...  PSICOLOGÍA: estudio de la mente, la conducta y, en general, de las facultades psíquicas. Al principio se consideró como ciencia del alma, pues “psiqué” significa alma en griego. Pero recientemente se ha independizado como ciencia.  TEOLOGÍA: estudio que trata de Dios o la divinidad trascendente, de su existencia y de sus

atributos, así como de su relación con el mundo.  METAFÍSICA y ONTOLOGÍA: la metafísica es el estudio del fundamento de la realidad,

“¿por qué hay algo en vez de nada?” decía Heidegger (s.XX). Se trata del estudio de aquello que está “más allá” de lo físico, su fundamento intelectual. La ontología, entendida como una rama de la metafísica, es el estudio del ser o el ente. Aunque ambos términos se refieren a aspectos distintos, pueden confundirse y presentan una definición compleja, pues han sido usados de modo muy distinto por diferentes filósofos.

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b) Sobre el conocimiento:  LÓGICA: Es el estudio de la estructura formal del lenguaje para evitar sus deficiencias. Es, junto a las matemáticas, una de las llamadas ciencias formales. ¿Cuándo un razonamiento es un buen razonamiento? No todos los razonamientos son válidos y la lógica es aquella parte de la filosofía que evalúa la estructura de los razonamientos expresados lingüísticamente y determina su validez o no. La palabra griega “logos” significa precisamente “razón”, “palabra”, “pensamiento”  EPISTEMOLOGÍA: La epistemología o teoría del conocimiento es la parte de la filosofía que se centra en el estudio de las posibilidades del conocimiento y del saber. Se pregunta por las clases de conocimientos y por sus límites. “Episteme” significa “ciencia”, “saber” o “conocimiento verdadero”. La epistemología se pregunta por los métodos o caminos que nos permiten llegar, y con qué garantías, a conocimientos filosóficos y científicos… ¿Cuándo podemos afirmar que un determinado enunciado es verdad? Además, no siempre usamos la palabra verdad en un mismo sentido.  Filosofía de la CIENCIA: es el estudio de los métodos científicos, de la tarea de la ciencia, de sus posibilidades y certeza.

c) Sobre la acción humana sobre la realidad:  MORAL / ÉTICA: La ética es aquella parte de la filosofía, filosofía práctica, que reflexiona y evalúa los códigos o normas morales, buscando su fundamentación. ¿Es posible encontrar pautas de valor universal? La ética explora los valores que guían la vida de las personas, reconociendo un orden, una jerarquía o una escala de valores: ¿cómo debo vivir? ¿cuándo podemos decir que una vida es una buena vida? La ética es la reflexión filosófica sobre qué es una conducta buena y la moral son los distintos códigos de comportamiento que responden a esta pregunta.  POLÍTICA: La política o filosofía política es la dimensión comunitaria de la ética. Su pregunta fundamental es: ¿cómo debemos convivir? En sociedad, conviviendo, se ejercen formas de poder y la política se pregunta por el origen y la legitimación del poder político, así como por los diferentes modelos de estado.  DERECHO: estudio de las leyes que controlan la conducta humana, cómo deben ser elaboradas, por quién y sus funciones. Es el estudio de los principios fundamentales de la estructura de la legalidad, cómo se entiende la justicia en distintas épocas, cómo surge el poder, cómo se ejerce, quién lo otorga, la relación entre los códigos naturales y los legislativos, cuándo algo es legal o cuándo la ley es justa... son algunas de las preguntas a las que intenta responder.  ESTÉTICA: La estética se pregunta por el valor de la belleza, intentando aclarar los conceptos que hacen referencia a ella. Busca qué es lo que hace que una cosa o realidad concreta sea bella o la consideremos bella. Es decir: ¿es la belleza un valor objetivo o un valor subjetivo?, cuando disfrutamos una experiencia estética, ¿qué es lo que nos pasa?, ¿es una vivencia que afecta más a la emoción o a la inteligencia?  SOCIOLOGÍA: Ciencia que trata de la estructura y funcionamiento de las sociedades humanas. 16

Y muchas más: Filosofía de la Historia, Filosofía de la Religión, Filosofía del Lenguaje… Algunas disciplinas (hoy ya casi todas) se han independizado como ciencias, pero surgen otras nuevas (Bioética, Filosofía de la Técnica…).

8. Historia de la Filosofía A. Época antigua La filosofía antigua, cuyos máximos representantes son Sócrates, Platón y Aristóteles, se encuentra entre su nacimiento en occidente el siglo VI a.C. y el siglo IV, cuando el cristianismo se instauró como religión oficial del imperio romano. Suele dividirse según la problemática de la que se ocupa en sus diferentes etapas. Así, podemos distinguir cinco periodos:  Periodo cosmológico. Durante esta etapa se trata de hallar el principio o los principios constitutivos que expliquen el origen de la naturaleza. Así pues, la filosofía es entendida como la ciencia universal y a sus primeros pensadores se les denomina «físicos», dada su preocupación por los problemas relativos a la naturaleza o fisis. Los que iniciaron este paso del mito al logos fueron los llamados presocráticos: Tales, Anaximandro, Anaxímenes, Heráclito, Parménides, Pitágoras, Empédocles, Anaxágoras, Leucipo y Demócrito.  Periodo antropológico. En este periodo el ser humano comienza a reflexionar sobre sí mismo y deja momentáneamente de prestarle atención a la realidad exterior. Ahora el punto central de su preocupación es la vida humana, en lugar del mundo que lo rodea. La reflexión propiamente filosófica sobre el ser humano se inicia con Sócrates y sus contemporáneos los sofistas (siglo V a.C.), entre los que se encontraban Protágoras y Gorgias, que enfatizan la retórica como el arte del convencimiento y la eficacia para persuadir y conmover mediante la palabra.  Periodo de los grandes sistemas. Con Platón (V-IV a.C.) y Aristóteles (IV a.C.) la filosofía griega llega a su plena madurez y, en adelante, todo el pensar filosófico llevará de una u otra manera su sello. Estos dos pensadores se ocuparon de todos los grandes temas de esta disciplina: el ser, el conocimiento, la cosmología o física, la ética, la política y la lógica (esta última en el caso de Aristóteles). Además, crearon dos grandes sistemas: el idealista (Platón), que atribuye valor real a las ideas, y el realista (Aristóteles), que se basa en el valor de la experiencia sensible. El pensamiento de ambos filósofos está estructurado de tal modo que muchas de sus tesis filosóficas están presentes en autores posteriores. 17

 Periodo helenístico. En esta etapa se sitúan principalmente dos corrientes filosóficas: el epicureismo y el estoicismo (siglos IV-III a.C.). El interés de los filósofos se centra ahora en cuestiones éticas, pues se vuelve al hombre, a su interioridad, a su salvación y a su felicidad. Este periodo representa, además, un cambio del sentido de la filosofía, que se convierte en un modo de vida, una actividad que puede procurar la felicidad terrena. El motivo principal de este giro fue la crisis histórica del mundo antiguo.  Periodo religioso (neoplatonismo). Representa el último periodo de la filosofía antigua. Un rasgo característico de este periodo de filosofía romana es la expresión de un fuerte sentimiento místico y un anhelo religioso de salvación, con cada vez mayor influencia de la religión cristiana. Destaca el pensador Plotino (s. III), que acerca la filosofía de Platón al cristianismo.

B. Época medieval Este periodo histórico (siglos IV-XIV) está protagonizado por el cristianismo y, en alguna época, por el pensamiento islámico (averroísmo) y el judío. El cristianismo es fundamentalmente un sistema de vida que tiene como modelo a Cristo y como fin la salvación. Al expandirse esta religión durante los primeros siglos de su existencia, entra en contacto con la filosofía griega hasta el grado de dar origen a esa síntesis de filosofía y cristianismo: la filosofía medieval. Su temática principal es el establecimiento de las relaciones entre razón y fe, es decir, entre filosofía y teología. La filosofía medieval se divide en dos grandes corrientes:  Patrística. Su nombre deriva del pensamiento de los llamados «Santos Padres». Representa el conjunto de especulaciones que durante los primeros siglos de la era cristiana realizaron los Padres de la Iglesia ante la necesidad de usar conceptos filosóficos griegos para comprender la verdad revelada, formular racionalmente sus dogmas y defender su doctrina del constante ataque intelectual de que era objeto por parte de quienes consideraban irracionales sus creencias. Destaca principalmente Agustín de Hipona (s. IV-V), supeditando la razón a la fe.  Escolástica (siglos XI al XIV). Este término proviene de la palabra latina scholasticus y se aplicaba a quienes se ejercitaban en la enseñanza en las escuelas monacales. Generalmente se divide en tres periodos: En una primera etapa se establecen las bases y el acuerdo total entre fe y razón, con influencias de Platón y San Agustín. Destacan Anselmo de Canterbury (s.XI) y Pedro Abelardo. En una segunda etapa se elaboran los grandes sistemas filosóficoteológicos, con influencias de Aristóteles. Se empieza a delimitar cierto ámbito distinto para fe y razón. Destacan Alberto Magno y Tomás de Aquino (s. XIII). En una última fase se disuelve la escolástica, y que se reivindica una separación total entre la fe y la razón, en la que ninguna invada el ámbito de la otra. Sobresale Guillermo de Ockham (s. XIII-XIV) 18

C. Época moderna El Renacimiento representa los albores de la época moderna. Entre los siglos XIV y XVI, en Europa asistimos al paso de la filosofía medieval a la filosofía moderna, pues se produce un giro humanista. Frente al teocentrismo medieval, el Renacimiento, sin olvidar a Dios, convierte al hombre en el centro de sus intereses. Hay una gran inquietud científica y artística. Tras el Renacimiento se entra en la época moderna. El principal estímulo externo lo constituyeron las matemáticas y la física, así como los grandes descubrimientos geográficos del Renacimiento. El conocimiento humano (epistemología) es el gran protagonista. Existen cuatro grandes sistemas:  Racionalismo (s.XVII). Los filósofos de esta corriente viven la revolución científica o nueva ciencia. Dentro de este contexto, una de las características del racionalismo es la de ver en las matemáticas un saber que parte de principios básicos evidentes (axiomas), de donde se deducen todas las verdades del sistema, que son universales y necesarias. Para los racionalistas el conocimiento de la realidad debe ser derivado de ideas o principios evidentes, que son innatos y descubiertos con la razón. Destacan los pensadores Descartes, Spinoza y Leibniz.  Empirismo (s.XVIII). El punto de partida es la experiencia sensorial, entendida como el conjunto de sensaciones que el sujeto recibe a través de la percepción externa e interna. Es especialmente significativa la filosofía ética y política de Locke que es el gran precursor del liberalismo. Junto a su teoría contractualista está la de Hobbes, que justifica la existencia del Estado absoluto. El principal autor empirista es Hume, que propone una epistemología opuesta a la de Descartes.  Criticismo de Kant (s.XVIII). Kant logra una síntesis conciliadora: evita el dogmatismo racionalista y el escepticismo empirista. Su gran preocupación fue investigar la naturaleza y los límites del conocimiento humano, así como averiguar si la metafísica es un saber científico o no, en su obra más famosa, la Crítica de la razón pura. Su método crítico lo aplica posteriormente a la moral, que establece como autónoma, formal y basada en el deber, la libertad y el imperativo categórico en su obra Crítica de la razón práctica.  La Ilustración abarca buena parte de la filosofía moderna y extiende por toda Europa los nuevos valores del buen uso de las luces de la razón para combatir la ignorancia. Son representantes de ella Hume y Kant, pero también en Francia Rousseau, Diderot o Voltaire  Idealismo alemán (s.XVIII-XIX). Tiene como representante principal a Hegel (s.XVIII-XIX) quien, en su filosofía de la historia, revaloriza el Estado frente a la sociedad civil. Esto tendrá gran repercusión en los movimientos revolucionarios contemporáneos. También es importante su teoría dialéctica. Es un filósofo difícil de estudiar pero sus propuestas influirán mucho en toda la filosofía contemporánea. 19

D. Época contemporánea Suele denominarse así a la actividad filosófica desarrollada en los siglos XIX, XX y XXI, no sólo en Europa, sino también en América. Durante esta etapa aparecieron muchísimas escuelas y tendencias y este resumen que sigue es sólo una muestra de las principales:  Positivismo de Comte. Representa la primera oposición a Hegel. Este pensador rechaza la metafísica y la aspiración de un saber absoluto y pretende implantar un saber positivo, científico, como base de una nueva organización político-social. Se le considera el padre de la Sociología.  Marxismo. Recoge los fundamentos de la dialéctica hegeliana pero representa con su filosofía materialista una segunda reacción radical a Hegel. La obra de Karl Marx tiene importancia no sólo filosófica, sino también en el ámbito de la política, la economía y las organizaciones sociales como, por ejemplo, los sindicatos. Para él no se trata sólo de interpretar la realidad (teoría), sino sobre todo de transformarla (praxis).  Vitalismo. Su principal representante es Friedrich Nietzsche, quien aporta como gran innovación en la filosofía la defensa de la vida y de lo irracional frente a la racionalidad de la ciencia y de los fenómenos religiosos. Es uno de los mayores críticos de los valores del cristianismo y sus propuestas ofrecerán una alternativa moral que influirá en pensadores aún hoy. Existencialismo. Reivindica la originalidad y peculiaridad de la existencia individual. Esta corriente filosófica otorga prioridad, por tanto, a la existencia frente a la esencia, pero también a la vida frente a la razón, a la praxis frente a la teoría, y a la libertad frente a la determinación. Destaca Søren Kierkegaard, con su giro individualista, en contraposición con Hegel. Otros autores, como Martin Heidegger y Jean-Paul Sartre, desarrollan su filosofía en un periodo de especial crudeza: el de entreguerras. La existencia –piensan- tendrá el sentido (esencia) que nosotros queramos darle. “Estamos condenados a ser libres” será el modo como lo expresará Sartre.  Filosofía analítica. Es una corriente filosófica que considera que los errores de pensamiento son fundamentalmente errores lingüísticos y, por tanto, centra su atención en temas lógicos y epistemológicos, así como en el contexto del análisis del lenguaje. Sus máximos representantes son Ludwig Wittgenstein y Bertrand Russell.  Escuela de Frankfurt. Se propone una reflexión de la sociedad postindustrial, proponiendo una crítica radical a la técnica, la ciencia, el consumismo, la cultura masificada… es decir, de todo lo que deshumaniza nuestra sociedad. Componentes de esta escuela son Herbert Marcuse y Jürgen Habermas.  Estructuralismo. Analisis del lenguaje, la cultura y la sociedad. Destacan Claude LéviStrauss y Michel Foucault

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 Fenomenología. Situa al sujeto como centro de conocimiento y considera que la filosofía ha de ser una descripción de la realidad fenoménica que se muestra en su conciencia, no de los datos empíricos y cuantificables de la ciencia. Edmund Husserl.  Filosofía de la Ciencia. Investigación sobre la naturaleza de la práctica científica, sus cambios y el modo en que avanza y se consolida. Karl R.Popper y Thomas S. Kuhn.

Desde la segunda mitad del siglo XX hasta nuestros días existe una riqueza de tendencias que reflejan una variedad en la temática filosófica que aquí no podemos resumir ni atender con justicia. La filosofía se hace cada día y, lo mismo que las modas, van cambiando sus intereses y necesidades.

Conclusión. ¿Ha quedado claro qué es la filosofía? ¿Podemos ya definirla? Tal vez sea tan difícil como lo que sucede en esta historia: Érase una vez un pueblecito perdido en el desierto donde todos los habitantes eran ciegos. Un ejército pasó por el lugar montando elefantes. Los ciegos tuvieron noticia de ello y, como habían oído hablar mucho de los elefantes, desearon palpar uno para hacerse una idea de lo que eran. Los doce ancianos del pueblo pidieron hacerlo y se les concedió. Uno palpó la trompa, otro la pata, este la espalda, aquel las orejas e incluso uno que montó la bestia y se paseó en ella. Cuando los doce ciegos volvieron al pueblo, los otros, muertos de curiosidad, preguntaron qué especie de animal era un elefante. El primero dijo: “un tubo enorme, que se alza con fuerza, se enrosca y ¡ay de ti si te atrapa!”. El otro afirmó: “es una columna peluda”. El tercero “es como una pared de castillo”. El que le palpó la oreja: “es como una tapiz muy grueso, de tejido basto, que se mueve cuando lo palpas”. Y el último exclamó: “¡qué decís! Es una montaña que pasea” (historia popular)

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 EJERCICIOS__________________________________________________ Lee este texto en el que se explica el mito de Perséfone. La inmortal Perséfone era hija de Zeus y Deméter, diosa de la agricultura y de la fecundidad. Hades, dios del mundo subterráneo, amaba a Perséfone, pero ésta le era esquiva. Con la complicidad de Zeus, Hades rapta a su amada para desposarla y vivir con ella en los infiernos. Cuando Deméter lo descubre, cae en el desconsuelo. Los campos, entristecidos con ella, se niegan a dar fruto. Entonces, el hambre y la muerte azotan al género humano. Alarmado, Zeus ordena a Hades devolver a Perséfone al Olimpo. Pero ésta ha comido una granada, fruto de las moradas subterráneas, lo que la obliga a permanecer parte del año con su esposo, aunque el resto del año puede volver con su madre. Desde entonces, la primavera anuncia la llegada de Perséfone junto a Deméter. La apoteosis de su estancia en el Olimpo coincide con las cosechas del verano. En cambio, el campo otoñal se cubre de melancolía por el regreso de Perséfone a las cavernas de los difuntos; y la muerte se enseñorea de la vegetación en invierno. 1. Señala qué fenómeno trata de explicar este mito. 2. Justifica que esta narración cumple los rasgos que hemos atribuido al conocimiento mitológico. 3. Indica qué características debería tener una explicación filosófica de este mismo fenómeno.



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La actitud crítica de Descartes Descartes, filósofo francés del siglo XVII, cree que la filosofía ha ido dando tumbos durante sus 23 siglos de historia y que por ello no ha llegado a ningún conocimiento absolutamente cierto sobre las grandes cuestiones que se plantea. La razón de esto, piensa, es que no ha seguido un método adecuado, como hacen las demás ciencias, que sí han ido acumulando conocimientos. Escribe su obra más conocida, el “Discurso del Método”, para encontrar una solución: el método adecuado para hilar ordenadamente nuestras reflexiones. Propone cuatro reglas para la búsqueda filosófica. La primera y más importante es la de evidencia: “sólo se admitirá como verdadero aquello que resulte evidente”. Las otras tres (2ª análisis, 3ª síntesis y 4ª comprobaciones) no son sino deducciones a partir de esa evidencia. Empieza a aplicarlas por la primera. ¿Cómo saber que algún conocimiento es evidente? cuando éste es indudable; ¿y cómo saber que es indudable? dudando y comprobando si resiste la duda. Así pues, se propone dudar de todos sus conocimientos para ver cuáles de estos son evidentes. Duda en primer lugar de aquellos datos que provienen de los sentidos, y observa cómo estos a veces nos engañan (un bolígrafo dentro un vaso de agua “parece” torcerse); si a veces nos engañan, no podemos considerar que su conocimiento es indudable, tenemos que sospechar que otras veces también lo podrían hacer. Se plantea después si los conocimientos fruto de la razón son evidentes y considera que esta también a veces nos conduce a errores (un ejemplo serían las paradojas, como la que se produce con la expresión “lo que estoy diciendo es falso”, puesto que si es verdadera es falsa, y si es falsa resulta verdadera). Pone en entredicho también la existencia de Dios, en quien él cree pero otra gente no, pues su existencia no es evidente. Por último, incluso su propia existencia no es evidente... ¿y si no es más que un sueño?. Nada parece resistir la prueba de la duda. Pero llega, al fin, a una primera evidencia: viendo que está dudando, pensando, es evidente que existe algo que piensa y afirma “pienso, luego existo” (cogito ergo sum). Ya ha logrado la primera evidencia que buscaba: existe su pensamiento. Pero todavía duda de todo lo demás (que exista su cuerpo, que los sentidos o la razón nos informen bien, que exista Dios...). Ahora deberá sacar consecuencias de esta evidencia. Aplica las otras tres reglas del método, llevando a cabo deducciones a partir de esta primera intuición. Observando qué hay en su pensamiento dice que este contiene “ideas”. Las ideas pueden ser de tres tipos: adventicias (que provienen de aquello que hemos conocido con los sentidos: la idea de mesa, de río...), ficticias (fruto de la combinación que hacemos con la imaginación de las ideas adventicias: la de centauro, de gigante...) e innatas (aquellas que no provienen de lo que hemos conocido ni de lo que hemos creado nosotros: la de infinito, de perfección, de Dios...). Considerando estas últimas, razona: si yo soy un ser imperfecto, ¿cómo es que tengo en mi mente la idea de perfección?, ¿de dónde proviene?. La debe haber puesto en mi mente un ser perfecto. Así, demuestra que existe un ser perfecto, Dios, como aquel que ha puesto en él las ideas innatas. Ahora ya sabe a ciencia cierta que existen dos cosas: su pensamiento y Dios, pero sigue aún dudando de todo lo demás. ¿Existe el mundo material, existen los otros humanos, existe -piensa- su cuerpo? Analizando el concepto de Dios ve que Éste es un ser perfecto, por lo tanto bueno, y cree que no le habrá creado a él, Descartes, para que viva engañado. Así, si a él le parece que tiene cuerpo, que los 27

sentidos y la razón no le engañan, será así. Dios es, pues, la garantía de veracidad de aquello de lo que había dudado. Descartes acaba creyendo en todo aquello en lo que creía en un principio: en los sentidos, en la razón, en Dios, en su existencia... pero la diferencia es que ahora lo cree por haberlo demostrado por sí mismo y no por lo que le hayan enseñado. A esto se denomina tener una actitud crítica, no creer las cosas por la educación, por la costumbre, sino cuestionárselas y creerlas por uno mismo. 1. Realiza un esquema con flechas de los pasos que sigue Descartes



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2. Completa los huecos del ejercicio siguiente con las palabras que se te proponen: análisis certeza cogito

comprobaciones Dios duda metódica

evidencia garantía método

reglas síntesis verdadero

 La filosofía cartesiana recorre un largo camino que conviene especificar paso a paso: el punto de partida es la obsesión por la…………………….., por tener la absoluta seguridad de que no se va a tomar lo falso por ……………..…..…... Es esta búsqueda de la verdad, la que lleva a Descartes a formular su famoso ……….………..…., que aparece recogido en el "Discurso del Método". Aquí nos propone las 4 ………….……….: la primera la de la ………...……..……, la segunda la del ……………..……… (o descomposición), la tercera la de la …………..……….…… (recomposición) y la última, la de las ……………....……….. de todos los pasos anteriores. Aplicando este mismo método, Descartes utiliza la duda como camino para comprobar qué es lo que se resiste a esta duda, en definitiva, cuál puede ser una verdad evidente. Así, aplicando la

………………..…..…………, llegará a su primera verdad: el

……………………… cartesiano, la intuición indubitable del "pienso, luego existo" que viene dada, en último término por la inmediatez de la conciencia. Descartes demuestra primero la existencia de……..………..………, que se convierte en el puente entre el yo y el mundo: un Dios bueno y veraz no puede permitir que yo me engañe. De este modo, Dios termina ocupando, dentro del sistema cartesiano, un lugar fundamental, pues es la………………….………. última del conocimiento verdadero. De la certeza del yo llega a la certeza de Dios y Éste me asegura la certeza del mundo. A grandes rasgos, así es el recorrido de la filosofía cartesiana.

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Para qué sirve la filosofía por Leonardo Rodríguez Duplá de la revista Muy Interesante. Especial “Historia de las Ideas” julio-agosto de 2000

Uno se vuelve filósofo el día en que descubre que ignora cuál es el sentido de su vida y se resuelve a buscarlo sistemáticamente por el camino de la razón. Hasta entonces había vivido de las opiniones recibidas: creía lo que por término medio se cree, hacía lo que se hace, gozaba como se goza, incluso se rebelaba en ocasiones como y contra lo que uno suele rebelarse. Arropado por la tradición, sostenido por los valores y las pautas de conducta del grupo, traído y llevado por las modas, su existencia transcurría con relativa placidez. Pero un buen día siente con estremecimiento que el suelo de creencias que hasta entonces le había sostenido se abre bajo sus pies. Sus convicciones de siempre se le han vuelto repentinamente extrañas. Antes eran tan evidentes que ni siquiera había reparado en ellas. Ahora se le ha ocurrido preguntar por su razón de ser y, al no encontrar ni una sola respuesta satisfactoria, esta pregunta ha llevado a otra y ésta a otra, que a su vez lleva a otra más... ¡Pobre, ya no está seguro de nada! El mundo en el que antes vivía ha resultado ser un gigantesco escenario, un decorado de teatro donde nada es lo que parece. Son distintas las causas que llevan a las personas a formular la primera y -según parece- fatídica pregunta. Unas veces se trata de factores ambientales (convulsiones sociales, crisis de valores, encuentros de culturas heterogéneas) los que nos confrontan con la cuestión del sentido último de las cosas. Otras veces son experiencias límite que acontecen al propio individuo las que funcionan como acicate del pensamiento: el tedio, el amor, la conmoción de la adolescencia, la vecindad de la muerte propia o ajena. En otras ocasiones, en fin, es el encuentro más o menos fortuito con quienes nos han precedido en el camino de la sabiduría lo que nos arranca de la inercia del vivir olvidado de sí. El primer paso para hacerse filósofo consiste en reconocer la propia ignorancia. Uno ya no puede aceptar los cómodos mitos con que la sociedad procura calmar su ansiedad, pero tampoco está en condiciones de sustituirlos por otros más convincentes. Sócrates, modelo de filósofos, proclamaba abiertamente aquello de "sólo sé que no sé nada". Entiéndase bien, Sócrates sabe en realidad bastantes cosas, por ejemplo que va descalzo, que su mujer tiene mal genio o que algunos de sus conciudadanos no le quieren bien. Pero su profesión de ignorancia no se refiere a estas cosas que él considera secundarias, sino a las que verdaderamente le importan: no sabe en qué consiste la excelencia humana ni cómo adquirirla, no sabe en qué consisten la piedad o la belleza, ni sabe, sobre todo, cuál es la naturaleza de los dioses o qué le espera después de la muerte. Aunque a Sócrates lo condenaran a beber la cicuta por sabio (es decir, por experto precisamente en estas cuestiones), nunca pretendió serlo. Si el primer paso en el camino de la filosofía consiste en reconocer la propia ignorancia en lo que atañe a las cuestiones más graves, el segundo será advertir que tal situación es verdaderamente intolerable y, en consecuencia, decidirse a salir de ella. Para el filósofo es una cuestión de responsabilidad: no puede seguir viviendo a expensas de lo que a su alrededor "se piensa", no puede fingir por más tiempo que ya tiene respuesta para las preguntas que más queman. Vivir así sería vivir de prestado, vivir enajenado, vivir en la mentira; equivaldría a no vivir de veras. El filósofo quiere conocer el porqué de las cosas, y sobre todo el porqué de su propia existencia. Adivina que la tarea no va a ser fácil, pero cobra ánimos al advertir que ya ha logrado un cierto progreso: aunque todavía no posea la sabiduría (ya hemos visto que se confiesa ignorante), al menos tampoco cree poseerla. Su situación es preferible a la de quienes todavía siguen sumidos en el sopor de la existencia acrítica, prefilosófica. Ocupa, en efecto, una posición intermedia: no es del todo sabio ni del todo ignorante. Y sólo él lleva con propiedad el nombre de filósofo, "amante de la 30

sabiduría", pues, como ya observara Platón, no anhelan la sabiduría ni los sabios, que ya la poseen, ni menos aún los completos ignorantes, que ni siquiera la echan en falta. La sabiduría es lucidez perfecta, conocimiento seguro de lo que de verdad importa. La herramienta con la que el filósofo tratará de conquistar esa lucidez admirable es la razón. Entiéndase bien: la razón individual del propio filósofo. Él no puede reconocer autoridad a ninguna opinión que no venga avalada por argumentos convincentes. Y en todos los casos habrá de ser él mismo quien examine esos argumentos y se cerciore de su validez. El filósofo no puede delegar en nadie. En particular, no puede apelar a la autoridad de una tradición o de una ideología recibida. Se ha dicho que darse a la filosofía es incorporarse a la ya antigua tradición de los que han decidido vivir sin tradición. Y no bastará con una incorporación pasajera, de la que pudiéramos darnos de baja en cualquier momento sin merma de lo hasta entonces ganado. La filosofía es tarea de toda una vida, no veleidad de unas horas. Para comprobar que así es, basta con meditar con alguna seriedad en cualquiera de los problema clásicos de la filosofía: ¿existe Dios?, ¿tiene un sentido la historia de la humanidad?, ¿cuál es el origen del mal?, ¿puedo llegar a saber algo -algo verdaderamente interesante, se entiende- con plena certeza?. No sólo nos tendremos que dar cuenta rápidamente de que cada una de estas cuestiones reviste una gran dificultad, sino que también comprobaremos que todos esos interrogantes están conectados entre sí, de suerte que la respuesta que demos a cada uno de ellos depende decisivamente de la respuesta que ofrezcamos a muchos otros. El ideal de la filosofía consiste, por tanto, en llegar a convertirse en un saber sistemático. Su división en distintas ramas especialidades (metafísica, lógica, ética, estética, etc.) obedece sobre todo a razones de tipo pedagógico o incluso de tipo administrativo, no a exigencias de cosa misma. Y no se trata sólo de acceder a ciertas verdades y captar además su conexión, sino que deseamos adquirir sobre cada una de ellas el mejor conocimiento posible, el menos expuesto a las asechanzas del escepticismo. Esto obliga a una revisión permanente de los resultados alcanzados con anterioridad; a un proceso de interrogación cada vez más exigente, más radical y más profundo. Por eso la disposición al diálogo con quienes piensan de otro modo suele ser indicio de una actitud filosófica, mientras que en el deseo de canonizar como definitivas ciertas verdades, hurtándolas al examen crítico, hemos de ver la renuncia implícita al ideal de la filosofía. Todo cuanto llevamos dicho acerca de la naturaleza de la existencia filosófica abona la idea de que este género de vida exige en quien lo practica una considerable dosis de audacia. La divisa ilustrada "Sapere aude!" (¡Atrévete a pensar!) encierra profunda sabiduría. Hace falta mucho coraje, en efecto, para entregarse a una tarea de tal magnitud y dificultad; para superar el vértigo existencial desencadenado por un examen implacable que pone en tela de juicio hasta nuestras convicciones más arraigadas; para enfrentarse a un medio social muchas veces adverso, que considera locos o malvados a quienes, atacados por la "funesta manía de pensar", se atreven a criticar las macizas evidencias en que se funda la existencia colectiva; para nadar contra la misteriosa corriente que arrastra incesantemente a nuestra naturaleza en la dirección del olvido, del sopor, de la irresponsabilidad. Pero no todo es sacrificio en la vida del filósofo. Antes bien, su perseverancia en el amor a la sabiduría se ve premiada por una honda experiencia de libertad. Y es que la verdadera libertad, la única que merece ese nombre, es inseparable del conocimiento de la verdad. Sólo quien abre los ojos y cobra clara conciencia de su situación, quien busca decididamente la verdad, sólo ése ha tomado las riendas de su propia existencia y es libre, libre de verdad. No faltará quien piense que el filósofo cuyo retrato venimos trazando no es a fin de cuentas más que un alucinado, un pobre desgraciado privado de todo sentido de la realidad. Los intereses del filósofo son tan ajenos a los del común de los mortales, su actitud ante la vida tan extravagante, que cabe recelar en él un inconfesable afán de originalidad, o acaso el resentimiento propio del inadaptado. Después de todo, el resto de los humanos soluciona sus problemas sin tantos aspavientos, y cuando esos problemas son particularmente difíciles, acude al especialista. Si el filósofo tuviera unos gramos de sentido común o al menos de modestia, haría otro tanto. 31

En realidad, el filósofo ya ha llamado a las puertas de todos los especialistas. Habló con el asesor financiero, el cual le indicó amablemente cómo hacer para acrecentar su fortuna, pero quedó desconcertado cuando nuestro filósofo le preguntó lo que de veras le importaba saber: ¿qué sentido tiene afanarse por el dinero -o por cualquier otra cosa- si después de todo tenemos que morir?. Se entrevistó también con un médico, que le recetó unas pastillas para combatir el insomnio, pero no le supo decir si la salud ha de ser conservada a cualquier precio, o si por el contrario hay cosas que valen más que la misma vida. Fue a ver a un célebre político, que se apresuró a encarecer el programa de su partido, pero pareció desorientado cuando su interlocutor le preguntó si la igualdad es tan importante como la libertad. Pero con quien más largamente dialogó el filósofo fue con el religioso, que resultó tener muchas cosas interesantes que decir acerca de Dios, el alma humana, el sufrimiento y el sentido de la vida y la muerte del hombre. Y no dejó de mencionar que casi todos los grandes pensadores han sido creyentes, lo cual es verdad. El filósofo escuchó con gran interés al vicario de Dios y se dejó inundar el alma de aquella vieja sabiduría. Pero no dejó de observar que ni la fe más acendrada exime al creyente del laborioso deber de pensar. Después de todo, tradiciones religiosas hay muchas y muy distintas, y no parece sensato dejar en manos del azar familiar o social la adhesión a una de ellas en lugar de a cualquier otra. Incluso resulta frecuente que dentro de una misma tradición religiosa se den distintos tipos de interpretaciones y estilos confesionales entre los que uno tiene que acabar eligiendo, si es que de verdad le importa aquello en lo que dice creer, y para elegir no queda más remedio que pensar. Sin embargo, quienes animaban al filósofo a pedir hora en el especialista tal vez no pensaban en un economista o en un galeno, ni menos todavía en un religioso, sino en el que hoy pasa por ser el sabio por antonomasia: el científico. ¿No se encarga la ciencia con admirable eficacia de ir desentrañando la estructura última de la realidad? ¿No es ella la que ha hecho posibles los asombrosos progresos de la técnica moderna, de los que hoy se beneficia la humanidad entera? Mientras la filosofía sigue enredada en los mismos problemas de que se ocupaba hace 2.500 años, la ciencia y la técnica avanzan con paso seguro por el camino de la definitiva emancipación de la humanidad. La ciencia es, pues, la verdadera sabiduría. En ella se fundan y de ella reciben toda su autoridad los saberes que hoy manejan los especialistas: la medicina, la psicología, la economía. Lo que debería hacer el filósofo, si de verdad quiere alivio para sus problemas, es abandonar la filosofía y hacerse discípulo de alguno de esos grandes gurús de nuestra sociedad que son los científicos. Pero al filósofo que de veras lo sea esta oferta no le parecerá tentadora. Él reconoce gustoso los grandes beneficios que el conocimiento científico-técnico ha reportado a la humanidad, y siente vivo agradecimiento hacia quienes los han hecho posibles. Pero le parece sencillamente ingenuo identificar ciencia y sabiduría. Para empezar, las ciencias se han desarrollado de tal manera en los dos últimos siglos que ya resulta imposible que ningún científico pueda conocer y cultivar más que una pequeña parcela de su disciplina. Las demás parcelas le resultan extrañas, por lo que la idea que se hace del conjunto de la especialidad es más bien borrosa, por no hablar de la idea que se hace de las disciplinas científicas distintas de la propia. Así, paradójicamente, en materia de ciencia, el científico lo ignora casi todo. Es el fenómeno del especialismo, tantas veces descrito Hoy nadie conoce "el estado de la cuestión" de toda una disciplina en su globalidad, y menos aún de la ciencia en subconjunto. La tan invocada razón científica es en verdad la razón de nadie. Éste es el problema. Nuestro filósofo anhela ver la verdad con sus propios ojos, captarla con su propia razón, pues está convencido de que sólo la lucidez, el contacto en primera persona con la verdad, hace posible una existencia auténtica. Para colmo, la ciencia, con ser utilísima en otro sentido, no se plantea nunca las cuestiones que más preocupan a la filosofía. La ciencia no habla de la existencia de Dios, ni del destino del alma, ni de la frontera que separa el bien del mal. ¿Cómo podría la ciencia sustituir a la filosofía, si en vez de solucionar sus problemas pasa de largo ante ellos?

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Responde a las siguientes cuestiones:



¿Qué hace que alguien se convierta en filósofo?



¿En qué consiste la actitud filosófica?



¿Qué se gana con la filosofía?



¿Cuál es la relación de la filosofía con la ciencia?

 Comenta la siguiente frase y relaciónala con la de algún otro autor: “Cuanto más se sabe, más se desea aprender. Con la sabiduría crece paralelamente la sensación de no saber o, mejor dicho, de saber que no se sabe”. (F.Schlegel, s. XIX)

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¿Qué es la filosofía? (según algunos sabios ignorados del s.XX y XXI)

La filosofía es aquel pastel de infinitos pisos que empezamos a comer desde abajo y del que por mucha hambre que tengamos siempre nos quedará un piso más. En filosofía no es alcanzar el objetivo lo que importa, sino las cosas que uno halla por el camino El artista y el filósofo lo repiten con insistencia: "basta mirar algo con atención para que se vuelva interesante" La filosofía es el hambre que se debe tener a la manzana del saber La filosofía es como un examen: siempre queda alguna pregunta sin contestar Filosofía es preguntarse por qué le llaman uña a la uña y araña a la araña, siendo la uña quien araña Usamos los espejos para vernos la cara; la filosofía, para vernos el alma La filosofía no responde a tus preguntas, pregunta a tus respuestas La filosofía es como un gran eclipse: cuando crees tenerlo todo claro, llega ella y lo oscurece La filosofía es la avanzadilla de un ejército llamado ciencia Las preguntas en filosofía son como las canas: arrancas una y nacen siete Si el pensamiento fuera una bolsa de pipas, las semillas serían la verdad, la cascara los mitos (que distorsionan la verdad) y la sal sería la filosofía, porque nos incita a descubrir la verdad. En filosofía, como en el rascarse, cuanto más te rascas, más te pica. En la filosofía, como al escalar una montaña, no mides la altura hasta que coronas la cima. La filosofía es como un bikini: lo que marca es importante, pero lo que esconde vital

 Inventa tu propia definición de filosofía:

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Tema 2

El origen del ser humano

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1. Ideas antiguas sobre el origen de las especies Al observar la diversidad de la vida, los estudiosos se han preguntado desde siempre por qué existen tantas especies de seres vivos diferentes y cómo se han formado. El fijismo es la teoría que propone que las especies no cambian, sino que se mantienen invariables a lo largo del tiempo desde que fueron creadas por Dios (creacionismo). Cada especie animal o vegetal es inmutable, y no es posible ningún cambio en ellas. Los seres vivos son distintos porque han sido creados distintos, y entre ellos no existen relaciones de parentesco. Esta idea ha predominado durante siglos, principalmente porque se apoyaba en la interpretación literal del Génesis u otros libros sagrados. Grandes naturalistas, como el botánico sueco Karl von Linneo (s.XVIII), a quien se debe la nomenclatura binomial de las especies hoy vigente, aceptaban sin dudar este modelo. A medida que las observaciones mejoran y los científicos se liberan del corsé religioso, las ideas cambian. Un problema al que habían de enfrentarse los estudiosos era el de los fósiles y su origen. George Cuvier (s.XVIII-XIX) interpretó que los fósiles eran los restos de organismos que habían existido y elaboró la teoría del catastrofismo. Según él, a lo largo de la historia de la Tierra sucedieron varias grandes catástrofes que acabaron con la flora y la fauna existentes (habían vivido seres vivos muy diferentes de los actuales) y dieron lugar a la aparición de otras especies de animales y plantas. Un ejemplo de esto fue el Diluvio Universal que se narra en la Biblia, y también desde esta teoría se explicarían hechos como la extinción de los dinosaurios. Aunque hoy día el fijismo casi se ha descartado, grandes científicos defendieron esta concepción, algunos por prejuicios religiosos, otros porque no se conocía ningún mecanismo que explicara la evolución.

2. Primeros evolucionistas Las teorías evolucionistas intentan explicar los procesos mediante los que se produce la evolución, es decir, la transformación de unas especies en otras a lo largo del tiempo. Desde siempre han existido hipótesis de este tipo pero hasta el XIX no empiezan a tratarse científicamente. El primero en sostener el transformismo fue Georges Louis Leclerc, conde de Buffon (s.XVIII) y en su tesis afirmó que los fósiles procedían de especies extinguidas y que estas no eran eternas ni fijas, sino que habían sufrido transformaciones. No entendía que las especies complejas procediesen de otras más simples, sino que los distintos seres naturales eran formas degeneradas, es decir, que procedían de otros más perfectos. A pesar de que Buffon fue el primero en sugerir seriamente las ideas evolucionistas de su época, nunca propuso una explicación concreta, como hizo Lamarck. Podemos hablar de una teoría lamarckiana sobre la evolución, pero no podemos decir lo mismo acerca de Buffon, quien tampoco llegó a encarar el dilema que se establece entre la creación especial o divina 36

y los cambios evolutivos que ocurren en las especies (fue juzgado por la Iglesia y tuvo que retractarse de su teoría). Su respuesta a este problema fue adherirse a la posición que defiende la generación espontánea de la vida, que existió también desde siempre, y que supone que los organismos pueden surgir directamente de diferentes tipos de materia inanimada tales como el lodo, la basura o la ropa vieja.

Jean-Baptiste de Monet, caballero de Lamarck (s.XVII-XIX), fue el primero que se opuso a la inmutabilidad de las especies. El lamarckismo afirma que los seres vivos tienen un impulso interno hacia la perfección y la complejidad, y se adaptan a los cambios del ambiente provocando la aparición de órganos nuevos que pasan a sus descendientes. Sostenía que todas las especies evolucionan de forma gradual y continua a lo largo de su existencia. Esta evolución partía desde los organismos más pequeños hasta los animales y plantas más complejos y, por tanto, hasta el ser humano. 2 leyes guían el proceso de adaptación al medio: Primera ley: La función crea el órgano. El uso frecuente de un órgano lo fortifica poco a poco mientras el desuso lo hace desaparecer. “En todo animal que no ha traspasado el término de sus desarrollos, el uso frecuente y sostenido de un órgano cualquiera lo fortifica poco a poco, dándole una potencia proporcionada a la duración de este uso, mientras que el desuso constante de tal órgano le debilita y hasta lo hace desaparecer.” Segunda ley: Herencia de los caracteres adquiridos. “Todo lo que la Naturaleza hizo adquirir o perder a los individuos por la influencia de las circunstancias en que su raza se ha encontrado colocada durante largo tiempo, y consecuentemente por la influencia del empleo predominante de tal órgano, o por la de su desuso, la Naturaleza lo conserva por la generación en los nuevos individuos, con tal de que los cambios adquiridos sean comunes a los dos sexos, o a los que han producido estos nuevos individuos”. Uno de los ejemplos más conocidos y que en general se usa para explicar el proceso es el de cómo explicaría Lamarck por qué las jirafas tienen el cuello y las patas tan largos: Una población de antílopes de cuello y patas de longitud normal, acuciada por la falta de forraje por culpa de la sequía, intentó cambiar su dieta por hojas de acacia, que abundaban en las copas de los árboles. Los esfuerzos de estos animales se dirigieron a alargar sus cuellos y sus patas para poder alcanzar las hojas verdes de las acacias. A medida que pasaba el tiempo las hojas accesibles se agotaban y solo quedaban las que estaban a mayor altura. Los cuellos y las patas pudieron crecer algún centímetro en esos animales por el principio de adaptación al medio. Como sus descendientes en la siguiente generación ya nacían con el cuello y las patas un poco más largos, según el principio de herencia de los caracteres adquiridos, estarían mejor adaptados y podrían seguir esforzándose en estirar sus miembros. A medida que pasaba el tiempo y se sucedían las generaciones, estos animales se iban pareciendo más a las jirafas actuales.

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3. Teoría de la evolución de Darwin y Wallace Charles Darwin y Alfred Russell Wallace son los padres de la teoría evolutiva que se acepta actualmente. Ambos científicos llegaron a las mismas conclusiones por separado. En 1831, el británico Charles Darwin (s.XIX), cuando solo tenía veintidós años, formó parte como naturalista de la expedición científica a bordo del bergantín de la armada británica Beagle, que realizó una expedición de cinco años (1831-1836), dando la vuelta al mundo con la finalidad principal de cartografiar las costas de América del Sur. Darwin tuvo ocasión de estudiar y recoger numerosos datos, y coleccionó e investigó numerosos seres vivos nunca vistos por él. Luego, convenientemente preparados, los enviaba a Londres para su posterior estudio, al que se dedicó el resto de su vida.

Darwin conocía la teoría de Lamarck, pero no encontró en sus observaciones pruebas de la misma. En las islas Galápagos encontró numerosas especies de pinzones que se diferencian unas de otras por pequeñas variaciones de un rasgo común, el pico. También dedicó mucho tiempo a observar las tortugas gigantes. Descubrió que en cada isla vivía una especie distinta de tortuga. Todas estas especies se diferenciaban entre sí principalmente por la forma del caparazón.

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Darwin pensaba que todos los pinzones de las islas descendían de un antepasado común y que, con el tiempo, se habían ido formando las especies actuales. Lo mismo debería haber sucedido con las tortugas. Las pequeñas diferencias entre unas y otras especies de tortugas y pinzones habrían aparecido muy lentamente, a lo largo de cientos o miles de años. Darwin sabía que su teoría evolutiva resultaría muy polémica, por lo que pasó muchos años recopilando datos y elaborando su libro, en el que la expuso con detalle. Alfred Russell Wallace, también británico y más joven que Darwin, viajó por todo el mundo en busca de aves y mariposas para museos y colecciones privadas. Estuvo en la Amazonia, el Sureste Asiático y Australia, y fue allí donde empezó a intuir el proceso que producía la evolución. Cuando tuvo claro el proceso de la selección natural, escribió una carta a un naturalista prestigioso, nada menos que Charles Darwin. Al recibir esta carta, Darwin adelantó la presentación de sus propias conclusiones, para hacerlo conjuntamente con Wallace.

La teoría de la evolución por selección natural Darwin y Wallace compartieron sus descubrimientos y los presentaron a la Sociedad Linneana de Londres en 1858. Un año más tarde, Darwin publicó su obra “El origen de las especies por selección natural”, en la que explicaba su teoría apoyándola en numerosas observaciones de la naturaleza. En ella no habla del ser humano. La explicación de Darwin de cómo evolucionaron los organismos le surgió después de leer “Un Ensayo del Principio de la Población” (1798), del economista británico Thomas Robert Malthus, en el que explicaba cómo las poblaciones humanas mantenían el equilibrio. Malthus argumentaba que ningún incremento en la disponibilidad de la comida para la supervivencia humana básica podría compensar el ritmo geométrico del crecimiento de la población. El equilibrio tenía que ser conseguido por las limitaciones naturales como el hambre y la enfermedad, o por acciones humanas como la guerra. Luego las guerras, el hambre u otras calamidades, limitan la población. 39

Rápidamente, Darwin y Wallace se dieron cuenta de que eso mismo debía ocurrir en la naturaleza. Los seres vivos producen más descendientes de los que llegan a adultos. Así pues, es posible que los supervivientes tengan alguna característica que favorezca su supervivencia. Darwin aplicó inmediatamente el razonamiento de Malthus a los animales y a las plantas, y hacia 1838 había elaborado ya un bosquejo de la teoría de la evolución a través de la selección natural. Durante las dos décadas siguientes trabajó en su teoría y otros proyectos de historia natural. La teoría de Darwin-Wallace se basa en tres principios: - La elevada capacidad reproductora de los seres vivos. Observaron que era muy común que las especies produjeran muchos más descendientes de los que presumiblemente llegarán al estado adulto. - La variabilidad de la descendencia. Los descendientes de una pareja no son idénticos. Muchas de las diferencias no tendrían gran importancia, pero otras podrían ser cruciales. La mayor parte se produce al azar y hoy sabemos que es fruto de la combinación de los genes de los progenitores. - La actuación del proceso de selección natural. Entre los miembros de una especie se establece una lucha por la supervivencia, sobre todo si los recursos son escasos por la superpoblación. Solo los mejor adaptados consiguen sobrevivir y reproducirse, y, por tanto, transmiten sus caracteres a la descendencia. “Dado que se producen más individuos que los que pueden sobrevivir, tiene que haber en cada caso una lucha por la existencia, ya sea de un individuo con otro de su misma especie o con individuos de especies distintas, ya sea con las condiciones físicas de la vida. Viendo que indudablemente se han presentado variaciones útiles al hombre, ¿puede acaso dudarse de que de la misma manera aparezcan otras que sean útiles a los organismos mismos en su grande y compleja batalla por la vida, en el transcurso de las generaciones? Si esto ocurre, ¿podemos dudar recordando que nacen muchos más individuos de los que acaso pueden sobrevivir y que los individuos que tienen ventaja, por ligera que sea, sobre otros, tendrán más probabilidades de sobrevivir y reproducir su especie? Y al contrario, podemos estar seguros de que toda variación perjudicial por poco que lo sea, será rigurosamente eliminada. Esta conservación de las diferencias y variaciones favorables de los individuos y la destrucción de las que son perjudiciales es lo que yo he llamado selección natural”

¿Cómo explicarían Darwin y Wallace por qué las jirafas tienen el cuello y las patas tan largos? En un principio existiría una población de antílopes de cuello y patas de longitud normal. Algunos de ellos, que por azar tenían el cuello y las patas algo más largos, podrían alimentarse de hojas de acacia, lo que les ayudaría a sobrevivir mejor en las épocas de sequía. Actuó la selección natural, que permitió a los mejor adaptados, los más altos, reproducirse. Entre los descendientes abundarían más los individuos altos y, de nuevo, la selección natural seleccionaría a los más altos de entre ellos, pues los más bajos era más probable que murieran de hambre antes de llegar a adultos. De este modo, como en cada generación se reproducían los animales más altos, cada vez los descendientes eran más 40

altos. Al cabo de unos millones de años, la totalidad de los animales eran altos, como las jirafas actuales.

La selección artificial Darwin dedica muchas páginas de su libro a hablar de la selección artificial de razas domésticas de animales. Le llamaba la atención qué razas tan diferentes se podían originar a partir de un animal salvaje, y comparó este proceso de cría y transformación con el proceso de la evolución. Según él, el criador de animales observa una camada, formada por animales parecidos, aunque no ¡guales. Estudia qué animales poseen alguna característica que le resulta interesante. Luego, a la hora de tener una nueva camada, da prioridad a esos animales para que se reproduzcan. Así, en la siguiente habrá más animales con esa característica. De este modo, seleccionando durante muchos ciclos de cría los progenitores más adecuados, se puede llegar a obtener una nueva raza, distinta de otras. Seth, el ovejero. Un caso de selección artificial. Para explicar cómo una variación que aparece al azar en un solo individuo de una población, vamos a ver el caso concreto de lo ocurrido con un pastor de ovejas, llamado Seth Wright. 41

1. En 1791, en la granja de este pastor, en Nueva 2. Esto hizo pensar a Seth. Lejos de parecer Inglaterra, nació un carnero atípico: tenía las inútiles, si estas patas se podían heredar, él sería patas cortas y torcidas. capaz de tener un rebaño completo de ovejas con estas patas, no sería necesario poner vallas tan altas alrededor de su granja, gastaría menos tiempo en el cuidado de las ovejas y menos dinero en materiales.

3. Seth utilizó el carnero para criar, y resultó que 4. Cruzando a estas dos ovejas, Seth obtuvo un dos de las crías tenían patas cortas y torcidas. rebaño entero de este tipo.

5. Seth tuvo suerte. La causa de que el carnero tuviera patas cortas era un gen cambiado: una mutación. El carnero transmitió la mutación a algunas crías y, por lo tanto, estas también aparecieron con patas cortas. Al cruzar este tipo de ovejas entre sí, creó finalmente un rebaño completo. Las mutaciones son provocadas por un cambio en la composición química de un gen o en la estructura de un cromosoma y se producen constantemente (de hecho, la mayoría de ellas son silenciosas o neutras y muy pocas resultan perjudiciales o mortales). En este caso, la mutación provocó un cambio evidente.

 Si se piensa un poco, se pueden encontrar muchos casos como este de selección artificial. Explica uno que conozcas o invéntalo.

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4. Las pruebas de la evolución Hoy en día no se puede entender la ciencia de la biología sin tener en cuenta la teoría de la evolución. Los científicos aceptan la evolución como un hecho porque existen numerosas pruebas que demuestran que se ha producido y, sin duda, sigue aún actuando. Es difícil, casi imposible, observar directamente cómo actúa la evolución. Sin embargo, estudiando los seres vivos, se observan hechos que apuntan, con toda claridad, a la evolución como única causa razonable. Estos hechos se conocen como pruebas de la evolución y se recogen en estos grupos principales: Pruebas taxonómicas La taxonomía es la clasificación de los seres vivos a partir de sus características. Cada especie de seres vivos se agrupa con otras parecidas en grupos. A su vez, los grupos se unen con otros parecidos, dando lugar a agrupaciones de mayor tamaño, hasta llegar al reino. Este tipo de clasificación surgió antes de que se desarrollara la teoría de evolución; sin embargo, se aprecia claramente que las especies se relacionan unas con otras, como si guardaran entre sí parentesco y compartieran antepasados comunes. Pruebas paleontológicas Al estudiar los fósiles se observa que los seres vivos que han habitado la Tierra han cambiado y que unas especies han sido sustituidas por otras. Es difícil encontrar una cadena de fósiles que expliquen perfectamente el proceso evolutivo que lleva hasta una determinada especie actual, pues el registro fósil no es perfecto; sin embargo, disponemos de algunas series continuas que permiten seguir la evolución de alguna especie. Un ejemplo clásico es el registro fósil del caballo, que permite seguir los cambios anatómicos sufridos desde un animal del tamaño de un perro con cuatro dedos en sus patas, hasta el actual, de gran estatura y con un solo dedo en cada pata.

Otras veces se encuentran fósiles de formas intermedias entre dos grupos de seres vivos. El Archaeopteryx es un ave cuyas plumas son perfectamente visibles, pero con dientes en su pico y garras de reptil en sus alas.

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Pruebas embriológicas Al estudiar el desarrollo embrionario de los animales se descubre que en las fases iniciales existen muchas semejanzas, y más cuanto más próximos son los animales. Por ejemplo, todos los embriones de vertebrados poseen cola y arcos branquiales en las primeras fases del desarrollo embrionario. Más tarde, a medida que avanza el desarrollo, algunos animales conservan estas estructuras, mientras que otros las pierden. Parece evidente que los embriones que presentan características similares tienen un antecesor común.

Pruebas biogeográficas Los monos y simios existen en América, Asia y África, pero no en Australia. La fauna y la flora de dos regiones son más parecidas cuanto más cercanas están. Esta relación no tendría por qué cumplirse si cada especie se hubiera creado de forma aislada. En cambio, se explica si las especies están relacionadas. Tendrán antepasados comunes y serán parecidas las especies de zonas próximas. Las faunas de América del Sur y de África son diferentes, aunque están relacionadas. Por ejemplo, existen monos en ambos continentes. Se debe a que estos se separaron hace millones de años, por lo que las faunas actuales han evolucionado a partir de esos antepasados comunes. En cambio, Australia tiene una fauna radicalmente diferente; se debe a que se separó mucho antes, por lo que los antepasados comunes con Sudamérica y África son muy lejanos. En los archipiélagos alejados de los continentes es frecuente encontrar especies de animales propias de cada isla, pero muy relacionadas entre sí. Se debe a que dichas islas fueron colonizadas por una especie inicial que se repartió por todas las islas y que en cada una de ellas dio lugar a una especie diferente.

Pruebas bioquímicas Cuanto más parecidos son dos organismos, más coincidencias existen entre las moléculas que lo forman. Las moléculas que se suelen estudiar son las proteínas y el ADN. Basándose en ellas, se han podido confeccionar árboles filogenéticos entre especies. Estos árboles, en general, confirman las clasificaciones taxonómicas clásicas, aunque también

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deparan sorpresas. En el caso de la especie humana, se ha comprobado que el animal con el que tenemos más coincidencias es el chimpancé. Esto no quiere decir que descendamos de este animal, sino que las personas y los chimpancés tenemos un antepasado común.

5. El neodarwinismo La teoría de la evolución por selección natural, aunque fue muy polémica, conquistó adeptos rápidamente entre los científicos de los tiempos de Darwin. No obstante, tenía sus puntos flacos. Su solución dará lugar al llamado neodarwinismo. El problema de los caracteres heredables La base de la teoría de la evolución es que los organismos heredan de sus progenitores determinadas características y las transmiten a su descendencia. Los organismos con diferentes caracteres tienen distinta probabilidad de supervivencia y reproducción. Por tanto, aquellos organismos que, por sus características, están mejor adaptados a su medio, dejarán más descendientes, que portarán, a su vez, dichos caracteres favorables. El problema es que no se sabía qué eran esas características diferentes. Durante bastante tiempo no se avanzó en ese camino, por lo que la teoría de la evolución quedó estancada. Cuando, ya en el siglo XX, se redescubrieron las leyes de la herencia, propuestas por Mendel en 1865 (3 años antes de la publicación del libro de Darwin), se unieron estos descubrimientos con la teoría de la evolución. Se identificaron los caracteres heredables de Darwin con los genes. Así surgió el neodarwinismo, también conocido como teoría sintética. Las bases del neodarwinismo El neodarwinismo se basa, además de en la teoría de Darwin y Wallace, en varios descubrimientos relacionados con el campo de la genética.Las mutaciones son cambios al azar que se producen en la composición genética de un individuo. Se originan en los cromosomas, por lo que se pueden transmitir a la descendencia durante la reproducción. Consisten generalmente en que un gen sufre alguna modificación y de ese modo se forma otro gen diferente. Muchas de las mutaciones son perjudiciales, por lo que la selección natural las eliminará. Otras, en cambio, por azar, pueden proporcionar alguna ventaja a sus portadores. En este caso, los individuos con esa mutación dejarán más descendientes que el resto. Según la teoría sintética, la evolución se produce por dos causas fundamentales: • Variabilidad genética. Dentro de una población existe un gran número de genotipos diferentes. Esta variabilidad se produce al azar, mediante mutaciones y recombinación genética. • Selección natural. Las combinaciones genéticas peor adaptadas al medio se eliminan, mientras que las mejor adaptadas serán más abundantes, porque sus portadores se reproducirán más eficientemente, las transmitirán a su descendencia y aumentará su 45

proporción en la población. Hay que tener en cuenta que el medio es cambiante y la selección natural no siempre actúa del mismo modo. Por tanto, se entiende que lo que hace la selección natural es variar las proporciones de los genes de las poblaciones, y son las poblaciones las que evolucionan. Aunque la selección natural ejerce su acción sobre los individuos, lo que evoluciona es la población en su conjunto, al variar su composición genética. Los cambios genéticos se producen lentamente pero de forma continua, y sus efectos se hacen visibles al cabo de largos períodos de tiempo. Un ejemplo clásico: la mariposa del abedul: La mariposa del abedul, Biston betularia, común en Europa, se posa de día sobre la corteza del abedul, que normalmente está cubierta de líquenes grisáceos. Tiene las alas de color blanco grisáceo, por lo que se confunde fácilmente con la corteza del árbol. Pero a mediados del siglo XIX empezaron a observarse ejemplares de color oscuro. En observaciones realizadas en Manchester, se vio el primer ejemplar oscuro en 1849. En 1895 eran oscuras el 95% del total de mariposas, y en 1898 lo eran el 99%. Se hicieron algunos experimentos y observaciones en el medio para explicar este cambio en la población: La proporción de mariposas negras era tanto mayor cuanto más extensa era la zona industrial. Al alimentar a las orugas de mariposas claras con hojas contaminadas con hollín, para ver si era la contaminación lo que provocaba el oscurecimiento, se comprobó que las mariposas seguían siendo claras. Al utilizar métodos mendelianos clásicos para estudiar cómo se heredaba el color de las alas, se comprobó que los colores se producían por la expresión de dos alelos: uno determinaba el color claro, y otro, el oscuro, Además, el dominante era el que producía la pigmentación oscura. Al observar la vida de las mariposas en ambientes contaminados de zonas industriales, y en ambientes no contaminados, se vio que los pájaros cazaban las mariposas claras que vivían sobre los árboles cubiertos de hollín en las zonas contaminadas, y las mariposas oscuras cuando cazaban en zonas no contaminadas.

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6. Las teorías más recientes sobre la evolución Algunos estudiosos de la evolución opinan que el darwinismo no es capaz, al menos por sí sólo, de explicar la evolución. Piensan que la selección natural no es suficiente para explicar la actual biodiversidad. El equilibrio puntuado Esta teoría se basa en que en la historia de la Tierra hay grandes períodos en los que las especies, aparentemente, no sufren modificaciones y, en cambio, en otros períodos de corta duración, se producen muchas especies nuevas a partir de las existentes. Con la teoría del equilibrio puntuado, Stephen Jay Gould, en 1972, cuestiona la teoría neodarwinista, que defiende una evolución gradual y continua en el tiempo, y desarrollaron una teoría basada en las lagunas o saltos del registro fósil. Afirmaron que la ausencia de pasos intermedios en el registro fósil no se debe a que sea incompleto, sino a que, a veces, la evolución avanza rápidamente. Para ellos, la evolución se produce a saltos. Según esta teoría, hay grandes períodos en los que las especies están en equilibrio y no sufren modificaciones, períodos de estasis. En momentos determinados se producen muchas especies nuevas a partir de las existentes, aparece competencia entre ellas y solo algunas sobreviven. Es decir, la unidad de selección natural sería la especie, no el individuo. No explica por qué ocurre esto, simplemente trata de explicar lo que se observa en el registro fósil. Gould no cuestiona la evolución. Lo que pone en duda es que sea, como propuso Darwin, lenta, gradual y continua; cuestiona, en resumen, el ritmo de la evolución.

El gen egoísta Según esta teoría, propuesta por Richard Dawkins en 1976, los genes son las unidades evolutivas, los que sufren la selección natural. Los cuerpos de los seres vivos actúan como “máquinas” que los transmiten mediante su reproducción. De algún modo, los seres vivos serían, simplemente, el mecanismo que emplean los genes para perpetuarse a través del tiempo. Los cuerpos de los seres vivos son contenedores de 47

genes, construidos por los genes mismos. El fin de estos genes es asegurarse su propia existencia y ser transportados de generación en generación. En esencia, según esta teoría, se mantienen aquellos genes que consiguen perdurar en los seres vivos transmitiéndose al mayor número posible de descendientes.

Cuadro resumen Respuestas no evolucionistas

Respuestas evolucionistas

Fijismo (suelen ir unidas)

Las especies son invariables, no se transforman, han existido así siempre.

Creacionismo

Son invariables porque así han sido creadas por un ser superior (Dios).

Lamarck

Los individuos se adaptan al medio y esas modificaciones son transmitidas a la descendencia.

Darwin

El mecanismo de la evolución es la selección natural.

Teoría sintética La genética explica la aparición de la variabilidad dentro de de la evolución una misma especie.

7. Las especies y la especiación Darwin no tituló su libro La evolución, sino El origen de los especies, pues lo que él quería explicar es cómo se forman las especies y cómo se transforman. Por ello, es importante definir qué es una especie. ¿Qué es una especie? Es difícil definir de una forma clara y precisa la especie. En un principio, Linneo, el creador de la taxonomía moderna, describió la especie a partir de sus características morfológicas. Se consideraba que una especie estaba formada por un conjunto de seres vivos con las mismas características morfológicas. Ahora bien, esta definición plantea problemas, pues a veces es difícil decidir si dos seres vivos pertenecen a especies diferentes o, simplemente, son individuos de la misma especie, pero con características distintas. Otras veces, los seres de diferente sexo son muy distintos. Por ello, se definió la especie biológica, un concepto más útil, así: Una especie biológica es un grupo de individuos capaces de reproducirse entre sí y originar descendencia fértil.

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La especiación Cualquier persona observadora se dará cuenta de que entre las distintas especies de seres vivos existen relaciones. Por ejemplo, un lobo es más parecido a un zorro que a un león, y un león, a su vez, es más parecido a un puma que a un lobo. Ahora bien, todos ellos son más parecidos entre sí que a una cebra. Por otra parte, todos los animales nos parecen más próximos a otros animales que a las plantas. Así, se puede construir un «árbol de parentesco» entre las especies. De lo anterior se puede desprender que los lobos y los zorros tuvieron, hace mucho tiempo, unos antepasados comunes de los que descienden ambas especies. Esto es lo que afirma la teoría de la evolución: todas las especies descienden de otras anteriores que se transformaron a lo largo del tiempo para originar nuevas especies. El mecanismo por el que aparecen nuevas especies a partir de otras anteriores es la especiación. Los modos de especiación son fundamentalmente 3:  En general, la causa por la que se produce una nueva especie es el aislamiento reproductor de una población. Es decir, cuando los miembros de una población dejan de reproducirse con los miembros de otras poblaciones de la misma especie, esta población sigue su propia vía evolutiva y puede acumular diferencias respecto a la especie originaria. Posteriormente, si vuelven a entrar en contacto, puede ocurrir que la nueva especie sustituya a la original, que se extinguiría, o que coexistan ambas.  La especiación que se produce por aislamiento geográfico es un mecanismo bastante general. Ocurre cuando una barrera geográfica, como un mar o una cadena montañosa, impide que los individuos de distintas poblaciones puedan cruzarse. Al cabo del tiempo, las diferencias entre los seres de las poblaciones son tan grandes que aunque se puedan poner en contacto, no se reproducirán entre sí. De este modo, cada especie sigue su camino evolutivo de modo independiente.

 Un tercer mecanismo de especiación es por mutaciones cromosómicas. Se produce como consecuencia de cambios en el número de los cromosomas. Esto hace que cambie la morfología del individuo e impide los cruzamientos con miembros de la especie original, por lo que puede aparecer una nueva.

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8. El Proceso de Hominización Los antepasados del ser humano Una frase que se suele escuchar, en relación con la teoría evolutiva, es que “el hombre desciende del mono”. Eso no es cierto: no descendemos de ninguna especie de primate que exista hoy, aunque nuestro pariente vivo más cercano es el chimpancé. Nuestra especie, Homo sapiens, surgió hace solo 100.000 años. Pero los antepasados más remotos de la especie humana vivieron hace unos cuatro millones de años. La historia de nuestra especie es muy corta, comparada con la de la Tierra. Para comprender este hecho, podemos suponer que la historia de la Tierra se concentra en 24 horas. Si se formase la Tierra a las 0:00, las primeras evidencias de vida aparecerían a las 5:15. A las 21:30, el mar estaría lleno de vida. A las 23:00, aparecerían los dinosaurios, que se extinguirían a las 23:42. A las 23:59, surgirían los primeros antepasados de la especie humana, y 1,7 segundos antes de las 24:00, aparecería nuestra especie.

La línea del tiempo de nuestros antepasados En la actualidad, la familia de los homínidos engloba a la especie humana y a los simios como el chimpancé, el gorila y el orangután. Pero, en el pasado, han existido otros homínidos y los conocemos solamente por los restos fósiles que hemos encontrado. Los fósiles nos indican cuándo aparecieron y cuándo se extinguieron las especies anteriores parecidas a la nuestra. Así, si representamos en un gráfico estos datos, podemos obtener una línea del tiempo:

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Aunque hay un importante desacuerdo para datar tanto los periodos como los géneros de homínidos, prestaremos atención a lo más habitual: AUSTRALOPITECUS HOMO HABILIS HOMO ERECTUS HOMO SAPIENS (NEANDERTAL) HOMO SAPIENS SAPIENS (CROMAÑÓN) Y recordemos que en la Sima de los huesos de la sierra de Atapuerca, en Burgos, tal vez se haya encontrado el primer europeo, el HOMO ANTECESSOR (entre el Homo Erectus y el Neandertal)

El proceso de hominización El concepto de "hominización” es utilizado para definir los cambios o transformaciones que ha sufrido el ser humano a lo largo del tiempo, es decir, la evolución humana hasta el estado actual. No debemos olvidar que en la siguiente exposición los cambios son producto de una selección natural y nunca de una adaptación a los cambios del medio. Un cambio climático provoca la desaparición de bosques y la aparición de pradera y sabana. Esto producirá una modificación en los hábitos alimenticios (pasarán de ser recolectores de frutos a cazadores) y la separación entre simios y los futuros humanos (que son aquellos que deberán bajar de los pocos árboles y pueden adoptar la posición vertical). La necesidad de estar erectos comporta el bipedismo y una serie de modificaciones imprescindibles: una columna vertebral con cuatro curvaturas (en forma de S), que permite que el centro de gravedad del cuerpo describa al andar casi una recta, una pelvis ancha, una rodilla que puede doblarse en un solo sentido, un hueso del talón alargado y un pulgar del pie largo y alineado con el resto de los dedos de los pies. Es un cambio fundamental y tal vez el motor desencadenante de todos los demás cambios. El bipedismo tiene tres ventajas: un desplazamiento más fácil, una mejor visión y la liberación de las manos. Al liberar las manos estas se convirtieron en instrumentos muy sensibles, capaces de manipular los objetos de forma muy precisa. En la mano humana destaca el pulgar, que es alargado, puede rotar con bastante libertad y puede oponerse al resto de los dedos de la mano, produciéndose el efecto pinza, que permite agarrar fácilmente objetos. El Homo se plantea qué hacer con lo que ve y con sus manos. Al usar la mano ya no se precisa de una fuerte mandíbula y empiezan los cambios en el rostro. Hay una disminución gradual del tamaño de la cara y de los dientes. Todos los grandes simios están dotados de enormes caninos (colmillos) que destacan del resto de los dientes y a medida que avanzamos en el proceso de hominización, observamos que los caninos van reduciéndose de tamaño. Además, los dientes que sirven para masticar -premolares y molares- han ido disminuyendo su tamaño progresivamente. Estos cambios provocan una disminución del tamaño de la cara y de las mandíbulas. La cara de los primeros antepasados del ser humano era grande y estaba situada al frente del cráneo. A medida que los dientes se redujeron y el cerebro aumentó, la cara disminuyó y varió su posición; así, la cara de los seres humanos actuales está situada debajo, no delante, del cerebro. 53

La marcha bípeda se adquirió mucho antes de que comenzara el aumento del volumen del cerebro. La mayoría de los seres humanos actuales tiene una capacidad craneal entre 1.300 y 1.500 cm3. En el transcurso del proceso de hominización, el volumen de la masa cerebral se ha multiplicado más de tres veces. El aumento del tamaño del cerebro y de su complejidad ha permitido la evolución cultural y técnica del ser humano. Entre la liberación de las manos (fruto del bipedismo) y el aumento de la capacidad craneal hay una estrecha relación: como ahora podemos hacer cosas con las manos, tenemos que pensar qué hacer, y aquello que hagamos con nuestras manos reta de nuevo a nuestra reflexión. Con las modificaciones en el rostro y la necesidad de comunicar aquello que realizamos, se produce la aparición del lenguaje. La posición cada vez más erecta va permitiendo también un mejor uso de las cuerdas vocales. El lenguaje articulado permitió transmitir información concreta de modo instantáneo. Fue un instrumento perfecto para la evolución cultural del ser humano, que le ha llevado a controlar el planeta, adaptando el entorno a sus necesidades. La aparición y uso del lenguaje comportará toda una serie de cambio en los hábitos y dará lugar a la aparición de la cultura: fabricación de herramientas cada vez más complejas, descubrimiento del fuego (y con él de nuevo un cambio alimentario al cocinar los alimentos). La necesidad de organizarse para proteger el fuego dará como resultado las primeras cooperaciones sociales: no bastan gritos, nacen las palabras. Por último, la agricultura precisó del asentamiento de las poblaciones.

 Realiza un esquema de los pasos que se han seguido en el proceso de hominización.

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Rellena los huecos para completar este texto sobre la naturaleza del hombre. Añade algunos aspectos, como el de la relación naturaleza/cultura, a lo tratado en las páginas anteriores. Escribe en los espacios en blanco las palabras adecuadas. bipedismo lenguaje (2)

cerebración craneal cultural deforestación liberación natural pinza sociales técnica

hominización

Del ser humano se puede decir que tiene una doble naturaleza: por un lado, como el resto de animales, es un ser ………………… , es decir está sometido a las mismas leyes, y tienes las mismas necesidades que el resto especies. A la vez, sin embargo, el hombre es un ser …….…………. , pues hay características esenciales del mismo, como pueden ser el ……..……….… o la ………………… , que llevan al ser humano a situarse por encima de (o al margen de) las leyes naturales. Ambas dimensiones están profundamente enlazadas. Lo natural produce cambios culturales, y viceversa. Eso se puede comprobar en el proceso de ……………………….. . Cuando surgen los primeros homínidos se produjeron una serie de cambios que provocaron todo un proceso adaptativo de consecuencias impensables a priori. El primer gran cambio se produjo a consecuencia de la ………….…………….. . Los primates se ven obligados a bajar al suelo si es que quieren sobrevivir. Surge así el ………….…………… , una de las características definitorias del ser humano. Como consecuencia de éste, se produce también la ……………..……… de las manos: puesto que éstas no tienen ya como función mantener el equilibrio, pueden dedicarse a tocar y manipular su entorno. Con el paso del tiempo se desarrolló también el efecto ………..…….. . Ya no sólo se es capaz de tocar el entorno, sino también de coger objetos y transformarlos. Aquí comienzan ya las implicaciones entre naturaleza y cultura. El efecto pinza posibilita la aparición de la técnica, de la producción de objetos con un fin específico, un rasgo que preconiza o anticipa un desarrollo cultural imparable. Como consecuencia del efecto pinza, aumenta el tamaño de la capacidad ………….….. y del cerebro mismo, en los que se conoce como …………………….. . En un mundo con una prototécnica, tendrá más posibilidades de supervivencia el animal capaz de recordar cómo se producen las herramientas o incluso de imaginar cómo se podrían producir otras distintas. A partir de esta cerebración, el surgimiento de la primera palabra asociada a alguna situación es cuestión de tiempo. Y, evidentemente, a partir de la palabra surge el …………………… , y la posibilidad de mantener relaciones ……………………

más complejas.

Evidentemente todos estos procesos no surgen de la noche a la mañana sino que requieren cientos de miles de años. Como se ve, son los desarrollos naturales los que posibilitan nuevas formas culturales, que a su vez transforman la naturaleza, siendo el proceso de hominización una de las mejores pruebas de esta doble naturaleza del ser humano de la que hablábamos al principio. Naturaleza y cultura pueden entenderse de un modo múltiple: no sólo como opuestos, sino como dos dimensiones que en el caso del ser humano se complementan.

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10. Evolucionismo versus Creacionismo hoy Pero pese a todo lo explicado, el evolucionismo no es algo aceptado hoy por todo el mundo. Será sobre todo desde la religión desde donde se atacará esta posición, afirmando que no puede ser demostrada. En sentido estricto la Iglesia católica no puede aceptar la teoría evoluionista de la ciencia porque se opone a lo que el Genesis afirma sobre la creación del mundo desde la nada, Adán y Eva, el fijismo de las especies y una larga lista de incompatibilidades cronológicas. Hoy la posición pública de la Iglesia católica (que no cristiana) es la de respetar la autonomía de la ciencia y sus hallazgos, aunque choquen con lo mencionado en las escrituras. La Creación y la Evolución no se excluyen ni se contraponen, dejando en claro, eso sí, que "la evolución no responde a todas las preguntas del hombre". La actual teoría del Diseño Inteligente frente a la multitud de hechos que la evolución no puede explicar de ningún modo, argumenta que el modelo científico de la evolución por selección natural es insuficiente para explicar el origen, la complejidad y la diversidad de la vida, y que el universo está demasiado bien adaptado para las criaturas vivientes como para pensar que es así por pura casualidad, con lo cual se deduce que la vida en la Tierra y el origen del hombre son el resultado de acciones racionales emprendidas de forma deliberada por uno o más agentes inteligentes. Se puede admitir la existencia de la evolución y, al mismo tiempo, de la creación divina. Esta teoría goza de tal aceptación entre los cristianos que incluso está siendo enseñada en colegios e institutos de los Estados Unidos, y contó con el apoyo explícito del ex presidente George W. Bush. En Estados Unidos no se trata de un movimiento minoritario sino que unas estadísticas muestran que el 78% de los norteamericanos cree que Dios creó la Tierra y otro 5% se la atribuye a algún espíritu universal o poder superior. Este texto de un antidarwinista creacionista muestra los argumentos principales de su posición: “La validación de una teoría es la siguiente: ¿Proporciona respuestas a preguntas básicas?. Algunas personas bien intencionadas, pero mal guiadas, piensan que la evolución es una teoría razonable que responde a las preguntas del ser humano acerca del universo. Pero la evolución no es una buena teoría, es tan solo una religión pagana disfrazada de ciencia. A continuación hay unas preguntas que deberían ser contestadas. ¿De dónde viene el espacio del universo y la materia? ¿De dónde vienen las leyes del universo (gravedad, inercia, etc… ) ? ¿Como pudo la materia organizarse en forma tan perfecta? ¿Cuándo, cómo y dónde pudo surgir la vida de materia muerta? La primera célula capaz de reproducirse sexualmente, ¿con quién se reprodujo? ¿Por qué cualquier animal o planta hubiera querido reproducir su especie, teniendo más bocas que alimentar y reduciendo las probabilidades de supervivencia?

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¿Cómo pudieron las mutaciones (recombinaciones del código genético) crear variedades mejoradas? (recombinando letras del español, nunca nos darían libros escritos en chino ) Está seguro de que sus respuestas son razonables, correctas, y científicamente comprobables (sus respuestas.. ¿reflejan su ciencia o su religión?) ¿Sus respuestas muestran más o menos fe que la persona que simplemente dice: "Dios debe haberlo diseñado"? ¿Es sabio y justo el enseñar en las escuelas solamente la teoría de la evolución diciendo que es un hecho? ¿Deberían los padres tener la autoridad para requerir que la evolución no se enseñe en los sistemas educativos a menos de que se dé el mismo tiempo al creacionismo? ¿No está cansado de confiar en un sistema que no puede ser cierto? ¿No sería maravilloso poder conocer al Dios que lo hizo y aceptar su amor y perdón? Si yo le pudiera mostrar con la Biblia cómo poder obtener el perdón de sus pecados, ¿le interesaría? Si es así, contácteme y con gusto le ayudaré en esto.”

El día en que Dios juzgó a Darwin. El proceso al profesor John Scopes en 1925 por enseñar la teoría de la evolución pasó a la historia como el 'juicio del mono' "Eso de la teoría de la evolución no tiene ningún sentido". El muchacho, que tendrá unos 16 o 17 años, habla con una enorme seguridad: "¿Cómo puede ser que una persona afroamericana y una blanca salgan del mismo sitio? Nuestra piel es completamente diferente", remacha. La declaración forma parte de un reportaje que la BBC realizó, en 1996, en una clase de ciencias de un instituto, en la localidad estadounidense de Dayton. El pueblo no estaba elegido al azar. Es allí donde, en 1925, un profesor de Biología, John Scopes, fue llevado a juicio por enseñar la teoría de la evolución a sus alumnos. En el mismo documental, otro chaval incide en que las teorías darwinistas son absurdas. "Él [Dios] nos puso aquí, y luego colocó a todos los animales y las plantas para ayudarnos a sobrevivir". En esta pequeña ciudad del sur de Estados Unidos, las cosas no han cambiado mucho desde entonces. Y, a juzgar por las encuestas, tampoco en EEUU: según revelaba la revista USA Today, dos tercios de los ciudadanos creen que la teoría de la creación "es definitiva o probablemente correcta". El juicio al profesor John Scopes es uno de los grandes acontecimientos de la historia judicial americana y, en su momento, también fue un gran espectáculo. Miles de curiosos, 200 periodistas y hasta monos disfrazados con trajes de chaqueta, todos convirtieron este juicio, que fue el primero de la historia de EEUU que se retransmitió en directo por la radio, en un gran carnaval. "El juicio a John Scopes marcó la entrada de la religión en la esfera pública estadounidense", explica Ed Larson, profesor de Derecho en la Universidad de Pepperdine y premio Pulitzer de Historia en 1998 por el libro más reconocido sobre este juicio, Summer for the Gods. "Después añade, sirvió como un aviso para la América laica de lo que la derecha religiosa podría llegar a hacer para conseguir poder: bloquear la enseñanza de una teoría científica básica". El estado de Tennessee fue el primero en convertir ese fundamentalismo en ley. En marzo de 1925, una norma prohibía "la enseñanza de cualquier teoría que niegue la historia de la divina creación como narra la Biblia y enseñar en su lugar que el hombre desciende de un orden inferior de animales". Tras la aprobación de esta ley, la ACLU (la Unión Americana de Libertades Civiles, en sus siglas en inglés) reaccionó ofreciéndose a pagar las costas del juicio a cualquier profesor de Tennessee que estuviera dispuesto a desafiar la ley.

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Un grupo de empresarios de Dayton vio en la oferta de la ACLU una oportunidad para situar a su localidad en el mapa. Los comerciantes pidieron al profesor John Scopes que enseñara a sus alumnos la teoría de la evolución y les convenciera, después, de que testificaran en su contra. Comenzaba así el gran espectáculo de lo que los periódicos terminaron llamando "el juicio del mono", que comenzó el 10 de julio. "Había sacerdotes en cada esquina y carteles religiosos por toda la ciudad", recordaba Eloise Reed, que entonces tenía 14 años, en un documental que emitió la cadena pública PBS en 2005. John Scopes fue, en realidad, poco más que un arma publicitaria en las manos de las dos grandes protagonistas de esta historia: la ACLU y la Asociación de Fundamentos Cristianos. Ambas partes buscaron representantes dignos del juicio del siglo. La defensa contaba con la ayuda de Clarence Darrow, el abogado izquierdista más prestigioso de EEUU, que había defendido con éxito a huelguistas, líderes sindicales y anarquistas. También era ateo, demócrata y partidario de la candidatura a la presidencia del país de un tal William Jennings Bryan, al que, precisamente, tendría que enfrentarse en Dayton. Para Bryan, las teorías del naturalista inglés olían a eugenesia. "La evolución es una ley sin piedad donde el fuerte mata al débil", decía. El creía que la Biblia contraponía esta "ley del odio" con una "ley del amor". El primer día del juicio, la expectación era tal que 300 personas tuvieron que quedarse fuera de la sala. Las cosas nunca pintaron bien para Scopes. El juez John T. Rauls citaba frecuentemente la Biblia y 10 de los 12 miembros del jurado, todos hombres de mediana edad, acudían frecuentemente a la iglesia. Los discursos de los dos grandes oradores fueron memorables. "Si la evolución gana, el cristianismo desaparece", dijo Bryan. "No es Scopes el que está siendo juzgado, sino la civilización", replicó Darrow, que clamó contra "la intolerancia y el odio religioso". "Trato de proteger la palabra de Dios del mayor ateo o agnóstico de EEUU", replicó Bryan, que también se burló de una teoría que era capaz de asegurar, incluso, que el hombre descendía "no de monos americanos, sino de monos del Viejo Mundo". El momento cumbre del juicio llegó al séptimo día. Darrow llamó al estrado a Bryan para intentar demostrar la debilidad de la interpretación literal de la Biblia. El interrogatorio fue descrito por The New York Times como "la más asombrosa escena en la historia jurídica anglosajona". Darrow interrogó a Bryan sobre la ballena que engulló a Jonás, el diluvio universal, la tentación de Adán y, al fin, la creación según el Génesis. Bryan concedió, finalmente, que la Biblia no siempre debía tomarse al pie de la letra y, a la pregunta de Darrow de si pensaba que la Tierra fue creada en seis días, Bryan no tuvo más remedio que responder: "Yo creo que fue en periodos". "Bryan era la voz del movimiento antievolucionista", explica Larson. "Su traspié en el estrado fue un golpe de relaciones públicas para los evolucionistas", añade. Pero de poco sirvió ese golpe. Después de ocho días de juicio y nueve minutos de deliberación, Scopes fue declarado culpable. Se le impuso una multa de 100 dólares, que fue finalmente revocada por un error técnico del juez. Scopes se libró, pero el juicio del mono que también inspiró la película Inherit the wind, de Stanley Kramer lo ganó el creacionismo. En sólo dos años, 13 estados de todo el país habían aprobado

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alguna ley antievolucionista. "Y la palabra evolución desapareció de los libros de ciencias durante casi 40 años. La enseñanza del darwinismo sigue siendo un tema a debate en EEUU. Un reciente artículo de USA Today revela que 1,5 millones de alumnos en el país estudia ciencias con libros que no mencionan la evolución. Una película británica sobre Darwin no ha encontrado distribuidor en EEUU, después de que fuera criticada ferozmente por webs cristianas. Y un estudio realizado en mayo por la Universidad de Virginia asegura que el 67% de los estadounidenses es creacionista o cree que Dios dirigió la evolución. 1,5 millones de alumnos no estudian las teorías de Darwin. Los expertos no parecen sorprendidos por los datos. "Creo que la mayor parte de la gente piensa que hay más en la vida de lo que podemos ver, sentir o medir", asegura Davis. "No me sorprende que rechacen un pronunciamiento dogmático científico que asegura que sólo lo natural es real". Larson cree que la situación "es muy parecida a la de 1920. La religión es, para mucha gente, simplemente más importante, significativa y creíble que la ciencia".

Indica tu posición, razonada, sobre el debate evolucionismo/creacionismo



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Tema 3

El ser humano y la cultura

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La cultura consiste en el conjunto de información y de patrones de comportamiento transmitidos mediante el aprendizaje de generación en generación, dentro de la especie humana.

1. ¿Qué entendemos por cultura? Conviene tener en cuenta que la cultura es una forma peculiar de adaptación para la especie humana, adaptación que ya no se hace por cambios genéticos, sino creando el medio más adecuado para su supervivencia. Además de los caracteres heredados biológicamente, los seres humanos disponemos de una capacidad que no tienen los otros seres vivos: podemos transmitir las experiencias adquiridas. Por tanto, la cultura engloba todos aquellos conocimientos, ideas, instrumentos técnicos y modos de vida que los seres humanos han producido para poder adaptarse a su medio. En este sentido, todas las sociedades humanas tienen carácter cultural. No existe ser humano sin cultura; aún más, el ser humano sólo puede realizarse perteneciendo a una determinada cultura. Así pues, por cultura hay que entender todo lo que el ser humano ha dicho y hecho realizando con sus actividades productos de diversa índole que pasan a formar parte de un sistema que constituye su propio modo de ser y de vivir. Todos los seres vivos satisfacen sus necesidades entrando en relación con el medio que les rodea. Sus necesidades básicamente tienen que ver con el mantenimiento de la vida del individuo y de la especie y, para conseguirlo, han de desarrollar una serie de conductas encaminadas a detectar, procesar, almacenar y usar información. El ser humano, creador de cultura, no está exento de este contexto general de la vida.

2. Naturaleza y cultura A través de la contraposición tradicional naturaleza-cultura se ha pretendido afirmar que los seres vivos se desarrollan siguiendo leyes deterministas naturales, mientras que el ser humano lo hace siguiendo leyes indeterministas culturales. Conviene, pues, aclarar este contraste. El término naturaleza tiene su etimología en la palabra latina natura, del verbo nascere, que significa nacer. Por tanto, el significado del término naturaleza se identifica con todo aquello que se posee por nacimiento, lo que cada individuo es de por sí una vez que ha sido programado genéticamente en su ser biológico. El término cultura tiene su etimología en la palabra latina cultura, que proviene de la forma cultus, que significa cultivar. Por tanto, el significado del término cultura se identifica con cuidar algo, con el conjunto de técnicas productivas, con todo aquello que cada individuo adquiere como ser social que es.

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Por tanto, naturaleza equivale a herencia biológica, mientras que cultura equivale a herencia social. El ser humano es un ser natural que tiene por nacimiento unas características que le pertenecen como propias, es un organismo que cuenta con unas disposiciones concretas que posibilitan su desarrollo. Y, paralelamente, el ser humano es un ser cultural que requiere una crianza o cuidado de sus capacidades, de acuerdo con el marco social en el que está inscrito. En el ser humano, en apariencia la biología se ha detenido; por contra, la cultura le permite continuar progresando, inventando y creando. Al mundo cerrado propio del animal se contrapone el mundo abierto del ser humano. El hombre no tiene instintos que resuelvan espontáneamente situaciones propias de su habitat, pero tampoco le condicionan. Prueba de ello es que el ser humano se ha esparcido por los cinco continentes y ha colonizado todo tipo de ecosistemas naturales, además de inventar nuevos modos de vida. La pequeña parte instintiva que conservamos y podría ayudarnos se pierde para siempre en los nuevos modos de vida que el ser humano inventa. La aversión que siente hacia los reptiles alguien que vive en una gran ciudad y no ha visto una serpiente en su vida es, posiblemente, una respuesta instintiva a un peligro. No obstante, el peligro más probable para esa misma persona quizás sea ser víctima de un atraco, aunque no podemos detectar por instinto a un atracador antes de ser agredidos. Si ya no tenemos respuestas instintivas adecuadas para nuestro mundo actual, eso significa que debemos inventar estrategias para superar nuestros problemas. Si no lo hiciéramos así, moriríamos desvalidos. De hecho, esto es lo que le ocurre a un recién nacido si nadie lo cuida. Sin apenas instintos, tampoco tenemos cultura ni capacidad para adquirirla. Es como si naciésemos prematuramente, y así es. Sabemos que el motor de la evolución de la vida viene constituido por los cambios medioambientales y la subsiguiente necesidad de adaptación a los mismos que experimentan los seres vivos. La aparición, adaptación y reproducción del ser humano no constituye ninguna excepción a esta regla universal. No obstante, una vez aparecido el ser humano, el ritmo de los cambios y de la evolución en el ámbito sociocultural se ha acelerado progresivamente. Entre la evolución genética y la evolución cultural ciertamente existen diferencias, pero también ciertas semejanzas y, por tanto, es posible analizar el cambio cultural de forma análoga a como analizábamos el cambio genético en la unidad anterior. Gracias a la evolución cultural, la capacidad para percibir el medio ambiente y para reaccionar adecuadamente ante lo que se percibe ha alcanzado en el ser humano el grado máximo de desarrollo hasta ahora conocido. La cultura humana permite controlar los cambios medioambientales sin necesidad de mutar sus genes: si la evolución genética requería el concurso de numerosas generaciones y largos períodos de tiempo, la evolución cultural solamente requiere el concurso de pocas generaciones y cortos períodos de tiempo. La evolución cultural está guiada por propósitos conscientes, siendo el propio ser humano quien decide introducir cambios en ella, mientras que la evolución biológica es independiente 64

de nuestra voluntad y el ser humano, como el resto de seres vivos, no hace sino acusar sus cambios.

3. Características de la cultura La cultura, como producto específico del ser humano que expresa su modo propio de vida, presenta las siguientes características:  La cultura humana es social La cultura humana es un proceso que se hereda socialmente. Cultura y sociedad son dos conceptos distintos, pero conectados. Una sociedad viene configurada como un sistema de relaciones que conecta a una serie de individuos entre sí. La cultura se identifica con los modos de vida de los miembros de una sociedad y viene configurada por los valores que comparten, las normas que acatan y los bienes materiales que producen. En consecuencia, la cultura representa la vida social, hasta el punto que no puede haber una sociedad carente de cultura ni, correlativamente, puede darse una cultura sin sociedad.  La cultura humana es plural La cultura humana no es algo único y uniforme, sino que cada grupo humano posee modos de ser y de vivir propios. La cultura humana como herencia social se fragmenta dentro de una misma sociedad en una diversidad de modalidades locales, con hábitos propios que difieren de las restantes.  La cultura humana es simbólica Se elabora mediante símbolos propios de los humanos y no ya con meros signos animales, como son la ciencia, el arte, los códigos éticos o jurídicos y mediando el lenguaje como vehículo entre todos ellos.  La cultura humana es aprendida La adquisición de la cultura humana requiere ejercicio, instrucción y orientación en los hijos por parte de sus padres. El individuo se beneficia de la experiencia de sus antepasados y puede fácilmente elaborar su conducta para hacer frente a las condiciones del medio. Por eso el ser humano posee la capacidad más elevada para operar cambios rápidos en su conducta individual y de grupo.  La cultura humana es histórica El ser humano es el único animal que tiene conciencia del tiempo, por lo que su herencia cultural se enriquece progresivamente. La cultura humana es consecuencia directa de la situación misma en la que se encuentra su productor, el ser humano. El ser humano cuando nace no empieza de cero, sino que por el hecho de nacer dentro de un grupo humano concreto —que cuenta con una herencia sociocultural determinada- arranca de la tradición, de aquello que los componentes del grupo, y la humanidad en general, han hecho

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de sí mismos en sus procesos vitales. Esta tradición, no obstante, se ve enriquecida por sucesivas innovaciones que permiten la evolución cultural y la mejora de las condiciones de vida humanas.  La cultura humana evoluciona La cultura humana evoluciona de generación en generación, y no por mutaciones (como afirma el neodarwinismo que evolucionan las especies) sino de modo similar a como Lamarck lo explicó con su adaptación al medio.

4. La evolución cultural La evolución cultural ofrece al ser humano una posibilidad mucho mayor de realizaciones que la evolución biológica. El ser humano, creador de cultura, es en la actualidad la inteligencia dominante en el planeta Tierra. Su creatividad le permite superar las limitaciones medioambientales colonizando todas las regiones del planeta e, incluso, proyectando su acción fuera del mismo. Las perspectivas de futuro son muy alentadoras. Sin embargo, sería una pretensión infundada por su parte considerarse como el producto final del cambio universal, porque el cambio continúa. Cambiar o morir es el código para la continuada viabilidad de la vida: aunque el ser humano con sus conocimientos pueda, incluso, seleccionar su propio destino evolutivo, sin embargo, lo que no puede hacer es que la evolución como tal se detenga. Hoy en día, la ciencia y la tecnología nos aportan unos conocimientos que, bien aplicados, pueden ayudar en gran medida al ser humano: pensemos en los avances en medicina, en los medios de transporte y comunicación, etc. Es por ello que, cada vez más, los seres humanos hemos de reflexionar acerca del uso que tenemos que dar a los conocimientos que la ciencia nos proporciona. Se trata, en definitiva, de prevenir para que la tecnología, ese bien tan preciado fruto de la evolución cultural, se vueIva en contra de sus creadores.

¿qué será lo siguiente?...

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5. Actitudes ante la diversidad cultural De todo lo expuesto hasta ahora sobresale un hecho sobre el resto: la cultura humana se despliega en una gran multiplicidad de formas. No hay una, sino múltiples manifestaciones distintas de la misma. Este fenómeno se conoce como diversidad cultural.

Los antropólogos culturales explican la pluralidad de formas culturales atendiendo, fundamentalmente, a tres tipos de razones: - ecológicas: cada grupo humano constituido como tal se adapta a su nicho ecológico. - históricas: cada grupo humano evoluciona desde su pasado y va transformándose gradualmente mediante la acumulación de innovaciones sucesivas - geográficas, la evolución del grupo depende del mayor o menor aislamiento-contacto con otros grupos humanos que facilita el entorno geográfico. Desde esta perspectiva, todas las culturas, como formas de vida concreta de un grupo humano organizado a través de un sistema de relaciones comunitarias y medioambientales, se presentan como sistemas completos aunque, también, abiertos a ciertas transformaciones desde circunstancias históricas determinadas. Sin embargo, con demasiada frecuencia se tiende a obviar este hecho y a considerar que hay culturas mejores y peores, más evolucionadas y más primitivas, etc.

• El etnocentrismo Esta actitud, muy extendida a lo largo y ancho de la geografía e historia humanas, consiste en el error de tomar la propia cultura como punto de referencia desde el cual son juzgadas las demás culturas. Según el prejuicio etnocentrista, las formas de vida propias son consideradas "normales", mientras que las costumbres y tradiciones ajenas tienden a ser vistas como "extrañas", "anormales", e incluso "irracionales" y "salvajes". De este modo, se llega a inferir la superioridad de la propia cultura que, por un lado debe mantenerse "pura", sin contaminación externa, y por otro, debe hacer lo posible para extender sus formas de vida a los otros pueblos, considerados "primitivos" o "bárbaros".

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Cabe señalar que, si bien esta actitud negativa hacia la pluralidad cultural se da en la mayor parte de sociedades, está muy arraigada en la sociedad occidental, cuyo alto índice de desarrollo científico-técnico es identificado erróneamente con un mayor nivel de desarrollo cultural y de civilización.

Otro de los problemas que plantea el etnocentrismo reside en que normalmente está ligado a todo tipo de actitudes violentas, como son el racismo, la xenofobia o la aporofobia. Estas actitudes fomentan no sólo la exclusión de aquellos que están al margen de la cultura dominante, sino que incluso pueden desembocar en auténticos genocidios. El rechazo hacia los más débiles y desamparados, que no tienen recursos o voz para defender la dignidad de su cultura, es una manifestación de este fenómeno. Por el mismo motivo, los inmigrantes o refugiados tienen que sufrir su condición, las acusaciones de ser una amenaza para la seguridad y la cultura del Estado, además de ser vistos como causa del paro o la precariedad laboral en el país que les acoge. En realidad, el problema no es sólo cultural: bajo él se esconde actualmente un problema económico.

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 Indica el significado de cada una de las palabras del cuadro superior que no conozcas:

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• El relativismo cultural El desarrollo durante el siglo XX de la antropología cultural, que ha permitido un mejor estudio y conocimiento de la diversidad de formas que ofrece la cultura humana, ha supuesto un duro golpe contra el etnocentrismo, a la vez que ha alumbrado una nueva forma de enfocar este hecho: el relativismo cultural. El relativismo cultural entiende que si cada cultura encuentra su razón de ser dentro de su propio contexto medioambiental e histórico, todas las culturas se justifican por sí mismas, son incomparables entre sí y todas son igualmente válidas. No es posible, por tanto, establecer ningún tipo de crítica intercultural puesto que solamente prejuicios, establecidos desde una cultura propia, podrían llevar a preferir una variedad cultural sobre cualquier otra. Esta actitud relativista ciertamente vino a cuestionar y a revisar otras actitudes de carácter imperialista, nacionalista, xenófobo, etc., difícilmente justificables. Sin embargo, tampoco venía a resolver plenamente el problema, puesto que hacía imposible una comparación evaluativa crítica capaz de dar paso a una valoración objetiva. Si sostenemos que cualquier costumbre o tradición, por el hecho de ser parte de una cultura, es respetable, entonces justificamos comportamientos que van contra la dignidad humana. El machismo, por ejemplo, puede existir en una determinada cultura durante siglos, pero no por ello debemos aceptarlo. Existen muchas costumbres en la alimentación que nos resultan estrafalarias: los esquimales comen gusanos o nosotros casquería, caracoles o ranas. También presentamos distintas actitudes frente a la muerte: de nuevo los esquimales permiten que los ancianos se suiciden para no ser una carga, los japoneses practican el harakiri y en el mundo occidental existe hoy el debate sobre la eutanasia. Pero ¿todos los rasgos culturales que deben respetarse? Hoy parece que se practica la ablación de clítoris a alrededor de 2 millones de niñas al año (en el África negra, Oriente medio, Pakistán, Malasia, Indonesia…). Una no-mutilada puede ser rechazada por el marido. ¿Es una tradición que debemos respetar? ¿Es comparable esto a la rito religioso de la circuncisión judía?

• El universalismo cultural La diversidad de formas que adopta la cultura humana es tal que resulta imposible encontrar dos culturas exactamente iguales. En principio, todas las culturas son respetables por igual desde su identidad propia. Sin embargo, cabe constatar que por debajo de las diferencias laten ciertas semejanzas en los mecanismos establecidos para satisfacer las necesidades básicas comunes a todos los seres humanos. Los antropólogos culturales hablan de universales culturales para referirse a esos rasgos comunes a todas las culturas. Consideran que son reflejo de la dignidad de la persona humana como valor universal. Actualmente, nos encontramos ante un mundo que, mediante el desarrollo de las nuevas tecnologías de la comunicación y de la información, se está haciendo cada vez más interdependiente y policéntrico. Paralelamente, en nuestras sociedades, como consecuencia de los nuevos fenómenos migratorios de población y del desarrollo de las relaciones

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internacionales, convivimos grupos humanos de diversas nacionalidades y culturas, que hace más multiculturales a las sociedades. En todas las épocas, el contacto y la intercomunicación cultural han enriquecido y hecho crecer a las culturas. El gran reto del presente es una civilización universal. Se impone un modelo cultural global y homologable universalmente. Si toda cultura posee un conjunto de valores propios, será esencial el papel de todos y cada uno en la edificación de un humanismo más pleno al reunir en su totalidad las aportaciones de todas las culturas en un verdadero encuentro porque, el futuro es el mestizaje. Tu Cristo es judío. Tu coche, japonés. Tu pizza, italiana. Tu democracia, griega. Tu café, brasileño. Tus vacaciones, turcas. Tus números, árabes. Tu alfabeto, latino. Y tu vecino ¿sólo es un extranjero? (cartel alemán, 1993)

6. La globalización Se trata de un proceso basado en la facilidad de comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo unificando sus mercados, sociedades y culturas, a través de una serie de transformaciones sociales, económicas y políticas que les dan un carácter global. Vivimos en una pangea económica y cultural. Empezó siendo un movimiento fundamentalmente cultural (marcas de productos como Cocacola, Marlboro, Nike, Mc Donalds, el cine americano, internet… hacían que se perdieran las diferencias entre culturas), pero pronto lo fue económico. Las economías nacionales se integran en un mercado global y existe un movimiento libre de capital por todo el mundo. El 90% del capital que circula es capital que dura menos de una semana en el mismo lugar y no se trata de mercancías ni servicios sino de simples movimientos bursátiles. Hoy puede ser hundido un país no militarmente (hay organismos de coalición que lo impedirían) sino económicamente. Casi 3 billones de dólares en divisas se mueven cada día y grupos como el FMI (Fondo Monetario Internacional), el Banco Mundial, las reuniones de Ministros de Economía de los países, etc, dirigen a 7.000 millones de personas. El avance es tan rápido que las cifras de hoy pronto están desfasadas. Aparecen movimientos antiglobalización cada vez que se reúne uno de los grupos mencionados para boicotearlo. Entre otras reivindicaciones (casi todas ellas contra el liberalismo económico imperante) lo fue la de la llamada “Tasa Tobin” (implantar una tasa impositiva entre el 0,1 y el 0,05% sobre las transacciones financieras especulativas) y también la de la “Renta básica de la ciudadanía” (que todos los ciudadanos sin excepción recibieran una suma suficiente para sus gastos esenciales). Ambas medidas también tienen muchos detractores.

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Después de los recientes movimientos reivindicativos en Europa y Oriente medio, muchos de los gestos antiglobalización son considerados hoy guiados por grupos antisistema.

Reflexiona a partir de esas viñetas:

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Comentario de textos y viñetas  Pon un título a cada texto  Resume al final de cada uno la idea principal 1.  Las normas están siempre integradas en sistemas de códigos y no son válidas en sí mismas, sino solo respecto a un código normativo determinado. Consiguientemente, los enunciados que expresan normas tampoco son verdaderos o falsos en sí mismos, sino solo con referencia a un código normativo. Por eso las preguntas normativas carecen de sentido, a no ser que estén referidas a un código. ¿Está permitido tocar el balón con la mano? Depende. Respecto al código normativo del baloncesto, sí, pero en el fútbol, no. ¿Está permitido tocar el balón con el pie? Depende. En el fútbol está permitido, pero en el baloncesto está prohibido. Alguien podría preguntar: dejémonos de códigos relativos. En sí mismo, en el fondo, de verdad, ¿está prohibido o permitido tocar el balón con el pie (o con la mano)? ¿Tengo derecho a hacerlo o no? La pregunta carece de sentido. Estará prohibido o permitido, según el juego a que estamos jugando. Las prohibiciones, permisiones y obligaciones son relativas al juego o código. Según el código de la circulación inglés, es obligatorio circular por la izquierda. La obligación o prohibición de circular en un sentido o en otro depende del código de circulación al que nos referimos. ¿Qué significa “wi”? En francés significa sí; en inglés, nosotros. Pero, en sí mismo, ¿qué significa “wi”? Evidentemente la pregunta no tiene sentido. ¿Con cuántas mujeres me puedo casar, con cuántas mujeres tengo derecho a casarme? Con ninguna, según los austeros códigos normativos de los cátaros y anabaptistas. Con una o con ninguna, según los códigos matrimoniales de tradición cristiano-occidental. Obligatoriamente con una, según las normas dictadas por Octavianus Augustus en Roma a principios de nuestra era. Con tantas como pueda alimentar, hasta cuatro, según el código islámico. Con un número de mujeres proporcional al de mis vacas, según el código masai, etc. Alguien puede preguntar: con independencia de esos y otros muchos códigos históricos o imaginables, en sí mismo y desde un punto de vista absoluto, ¿con cuántas mujeres puede casarse un hombre? La pregunta carece de sentido. La validez de una norma es siempre relativa a un cierto código, juego o institución. Hay que reconocer el relativismo insuperable de las normas. Jesús Mosterín. Grandes temas de la Filosofía 

2.  En el momento en que un varón yanomamo típico alcanza la madurez, su cuerpo está cubierto de heridas y cicatrices como consecuencia de innumerables peleas, duelos e incursiones militares. Aunque desprecian mucho a las mujeres, los hombres yanomamo están peleándose continuamente por actos reales o imaginarios de adulterio y por promesas incumplidas de proporcionar esposas. También el cuerpo de las mujeres yanomamo se halla cubierto de cicatrices y magulladuras, la mayor parte de ellas producto de encuentros violentos con seductores y maridos. Ninguna mujer yanomamo escapa a la tutela brutal del típico esposo-guerrero yanomamo, fácilmente encolerizable y aficionado a las drogas. Todos los hombres yanomamo abusan físicamente de sus esposas. Los esposos amables las magullan y mutilan; los feroces las hieren y las matan. Un modo favorito de intimidar a la esposa es tirar de los palos de caña que las mujeres llevan a modo de pendientes en los lóbulos de las orejas. Un marido

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irritado puede tirar con tanta fuerza que el lóbulo se desgarra. Un hombre que sospechaba que su mujer había cometido adulterio fue más lejos y le cortó las dos orejas. En una aldea cercana otro marido arrancó un trozo de carne del brazo de su mujer con un machete. Los hombres esperan que sus esposas les sirvan a ellos y a sus huéspedes, y respondan con prontitud y sin protestar a todas sus exigencias. Si una mujer no obedece con bastante prontitud, su marido le puede pegar con un leño, asestarle un golpe con su machete, aplicar una brasa incandescente a su brazo… Las mujeres son tomadas como víctimas desde la infancia. Cuando el hermano pequeño de una muchacha le pega, esta es castigada si le devuelve los golpes. Sin embargo, los muchachos pequeños nunca son castigados por pegar a alguien. Los padres yanomamo gritan de placer cuando sus hijos de cuatro años, enojados, les golpean en la cara. Marvin Harris. Vacas, cerdos, guerras y brujas 

3.  Un nuevo replanteamiento de la cuestión de la universalidad de la familia se ha realizado a propósito de las investigaciones de campo sobre la cultura nayar. Las costumbres de los nayar, en la costa malabar de la India, constituyen uno de los casos mas desconcertantes en relación con el matrimonio y la familia. Pocas pautas culturales han despertado tanta atención entre los antropólogos. Su importancia radica en que, durante algún tiempo, muchos antropólogos creyeron haber encontrado la confirmación empírica de la existencia de, al menos, un pueblo en el que no se conocía la institución familiar. Los nayar estaban organizados en matrilinajes. Cada matrilinaje mantiene lazos especiales de asociación con otros matrilinajes vecinos. Cada pocos años, un grupo de niñas nayar (entre 7 y 12 años) se someten a una curiosa práctica ritual: el «tau». En el transcurso de la ceremonia, cada una de las niñas se casaba con un niño del linaje asociado. Durante los tres días siguientes los novios cohabitaban juntos y, si lo deseaban, podían mantener relaciones sexuales. Pasados los tres días, se someten a un baño purificatorio. El niño rompe en público las bragas de la niña y el matrimonio ha terminado. A partir de este momento, ningún deber ni derecho liga a ese marido («marido ritual») con su antigua esposa. La esposa, por su parte, cuando alcanza la edad adecuada, puede recibir cuantas visitas de varones desee («maridos visitadores») con una única excepción: no han de pertenecer a su propio linaje ni a una casta inferior. No parece que existiera límite establecido al número de «maridos-vísitadores» y probablemente todo dependía de la voluntad de la muchacha. Ni el marido ritual ni los «maridosvisitadores» adquirían ningún compromiso especial con la mujer, ni le unían a ella vínculos ni obligaciones de ningún tipo.

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Si, como consecuencia de una de estas visitas ocasionales, la muchacha quedaba embarazada, se espera que cualquiera de los «maridos-visitadores» reconozca la paternidad. Pero, en realidad, no están obligados a hacerlo; y, si ninguno lo hace, se supone que la niña ha violado el tabú manteniendo relaciones con miembros de una casta inferior, y es castigada. En todo caso, el reconocimiento de la paternidad no implica contraer compromiso alguno con el hijo. Los hijos caen enteramente bajo el cuidado y responsabilidad del linaje de la madre. Como vemos, el análisis detallado del «caso nayar» se justifica por sí mismo. Aparentemente nada más lejos de las costumbres nayar, que el matrimonio y la familia tal como nosotros la entendernos. 

4.  La creencia fundamental que subyace a todo el sistema de los Onacirema parece ser que el cuerpo humano es feo y que su tendencia natural es hacia el debilitamiento y la enfermedad. Encarcelado en este cuerpo, la única esperanza del hombre es poder apartarse de estas características mediante el uso de las poderosas influencias del ritual y de la ceremonia. Cada hogar tiene uno o más altares dedicados a este fin. El lugar central del altar lo ocupa una caja o cofre construido en la pared. En este cofre se guardan numerosos amuletos y pociones mágicas sin los que ningún nativo cree poder sobrevivir. Estas preparaciones las elaboran diversos especialistas. Los más poderosos son los curanderos, cuya asistencia debe recompensarse con múltiples regalos. Sin embargo, los curanderos no proporcionan las pociones curativas a sus clientes, sino que deciden sobre los ingredientes y luego los escriben en una lengua antigua y secreta. Esta escritura la comprenden únicamente los curanderos y los herbolarios, quienes, a cambio de otro regalo, proporcionan los amuletos necesarios. Los Onacirema sienten al mismo tiempo un horror casi patológico y una gran fascinación por la boca, cuya condición se cree que tiene una influencia sobrenatural en todas las relaciones sociales. Si no fuera por los rituales de la boca creen que se les caerían los dientes, que sus encías sangrarían, que las mandíbulas se reducirían, que sus amigos les abandonarían y que sus amantes les rechazarían. Creen también que existe una fuerte relación entre las características orales y morales. Por ejemplo, existe una ablución ritual de la boca de los niños que se supone mejora su fibra moral. El ritual corporal cotidiano general incluye un rito bucal. Además de ser sumamente puntillosos con el cuidado de la boca, este rito conlleva una práctica que resulta repulsiva para el no iniciado. Me

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contaron que el ritual consiste en insertar una pequeña brocha de pelo de perro en la boca, junto con ciertos polvos mágicos, y en mover la brocha con una serie de gestos formales. 

6.  El Presidente en Washington manda decir que desea comprarnos nuestra tierra. ¿Pero cómo se puede comprar o vender el cielo o la tierra? La idea nos es extraña. Si no somos dueños del aire o del agua, ¿cómo podríais comprarla? Cada parte de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada aguja brillante de pino. Cada grano de arena. Cada niebla en los bosques oscuros. Cada arroyo. Cada insecto que zumba. Todos son sagrados en la memoria y la experiencia de mi pueblo. Conocemos la savia que corre dentro de los árboles, como conocemos la sangre que recorre nuestras venas. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas. El oso, el ciervo, la gran águila, son nuestros hermanos. Las crestas rocosas, las hierbas del prado, el cuerpo caliente del caballo, y el hombre, todos pertenecen a la misma familia. El agua brillante que se mueve en los arroyos y ríos no es sólo agua, sino la sangre de nuestros ancestros. Si os vendemos nuestra tierra, debéis recordar que es sagrada. Cada reflejo en el agua clara de los lagos habla de hechos y memorias en la vida de mi pueblo. El murmullo de las aguas es la voz del padre de mi padre. Los ríos son nuestros hermanos. Ellos sacian nuestra sed. Transportan nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Así que debéis tener para con los ríos las cortesías que tendríais con un hermano. Si os vendemos nuestra tierra, recordad que el aire es precioso para nosotros. Que el aire comparte su espíritu con toda la vida que alimenta. El viento que le dio su primer aliento a nuestro abuelo también recibió su último suspiro. El viento también les da a nuestros hijos el espíritu de vida. Así que si os vendemos nuestra tierra, debéis mantenerla apartada y sagrada como un sitio donde el hombre puede ir a probar el viento endulzado por las flores del prado. ¿Les enseñaréis a vuestros hijos lo que nosotros les hemos enseñado a los nuestros, que la tierra es nuestra madre? La tierra no le pertenece al hombre, el hombre le pertenece a la tierra. ¿Qué pasará cuando todos los búfalos hayan sido matados? ¿Cuando todos los caballos salvajes hayan sido domados? ¿Qué pasará cuando los rincones secretos del bosque se carguen con el olor de muchos hombres y la visión de las colinas quede oculta por los hilos para hablar? ¿Adónde estará el matorral? No estará más. ¿Dónde estará el águila? No estará más. ¿Y qué significa decir adiós al caballo rápido y la cacería, sino el fin de la vida y el comienzo de la supervivencia? Cuando el último hombre rojo haya desaparecido con su pradera, y su recuerdo sea sólo la sombra de una nube pasando sobre la tierra, ¿seguirán aquí estas playas y bosques? ¿quedará algo del espíritu de mi pueblo?

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Amamos esta tierra como un recién nacido ama el latido del corazón de su madre. Así que, si os vendemos nuestra tierra, amadla como nosotros la hemos amado. Cuidadla como la hemos cuidado. Recordad esta tierra como es cuando la recibís. Preservad la tierra para todos los hijos, y amadla como Dios nos ama a todos. Como nosotros somos parte de la tierra, vosotros también lo sois. Esta tierra nos es preciosa, y es preciosa para vosotros también. Una cosa sabemos, que hay un solo Dios. Ningún hombre, sea rojo o blanco, puede apartarse. Somos hermanos, después de todo. Carta del jefe Seattle 

7.  De los últimos siglos, nos han llegado noticias del descubrimiento de niños salvajes o niños lobo. La propia mitología romana atribuía la fundación de Roma a los gemelos Rómulo y Remo, abandonados por sus padres y criados por una loba. Mitos aparte hay documentación histórica de la existencia de varios casos de niños salvajes. La expresión “niños salvajes” se emplea para designar a aquellos niños por haber sido abandonados a edades muy tempranas, o criados de tal manera que nunca fueron socializados en una cultura humana. El más interesante de todos los que tenemos noticia es quizá el caso de Víctor de L'Aveyron, que fue encontrado vagando solo y desnudo por los bosques de Aveyron en 1799, cuando tenía aproximadamente 11 ó 12 años de edad. Tras ser capturado fue entregado a los cuidados de Jean Itard (médico francés, 1775-1838), que dejó constancia escrita de sus intentos de socialización del joven salvaje. Así describe J. Itard el estado del niño salvaje poco tiempo después de su captura: « los ojos, sin fijeza ni expresión, sin cesar divagan de un objeto a otro, sin detenerse jamás en uno de ellos, hallándose tan poco ejercitados, tan poco coordinados con el tacto, que en modo alguno sabían distinguir entre un objeto de bulto o una simple pintura; el oído tan insensible a los ruidos más fuertes como a la más emotiva de las melodías; el órgano de la voz, en el estado de mudez más absoluto, no emitía sino un sonido uniforme y gutural; el del olfato parecía igualmente indiferente a la exhalación de los perfumes como al hedor de las basuras de que estaba impregnado su cubil; el tacto, en fin, se limitaba a la función, mecánica y no perceptiva, de la pura presión de los objetos. Pasando, pues, de las funciones sensoriales a las intelectuales, el autor del informe nos mostró a su paciente incapaz de atención, salvo en lo que atañía a los objetos de sus necesidades; privado de discernimiento, negado a la memoria, desprovisto de toda

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aptitud imitativa y hasta tal punto obstruido a los recursos de la mente, incluso relativos a sus propios intereses, que aún no había aprendido siquiera a abrir las puertas ni acertaba a valerse de una silla para atrapar algún manjar que se hurtase a sus alcances. Se hallaba, finalmente, desprovisto de todo recurso comunicativo, y en ningún ademán o movimiento de su cuerpo podía adivinarse modo alguno de intencionalidad ni de expresión; sin apariencia de motivo alguno, pasaba de repente de la más melancólica apatía a una risa explosiva y desbordante. Insensible su alma a cualquier clase de afección moral, toda su inclinación y su placer quedaban circunscritos al agrado del órgano del gusto, todo su discernimiento a las operaciones de la gula, toda su inteligencia a la capacidad para unas cuantas ocurrencias aisladas y siempre relativas a la satisfacción de sus necesidades, en una palabra, su existencia toda reducida a una vida puramente animal». 

 Comenta las siguientes viñetas, usando lo aprendido en las páginas anteriores:

1.

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2.

3.

Botillo

Hormigas fritas

4.

79

.]

Tema 4

Problemas filosóficos sobre el ser humano

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1. El problema de la libertad ¿Realmente somos libres de elegir ante diversas opciones, o en nuestra elección estamos determinados por nuestro carácter, circunstancias ambientales, código genético, familia, astros celestes…? Para contestar a esta pregunta tendremos que adentrarnos en la compleja cuestión de la libertad. Empezaremos por hacer una aproximación a la noción de libertad que nos aclare de qué hablamos cuando hablamos de ella. Después de delimitar el sentido que le damos a este término analizaremos dos posturas contrarias: la que defiende la ausencia de libertad y la que afirma lo contrario, la existencia de libertad. Habitualmente, se emplea el término libertad, como mínimo, de dos maneras distintas. Veámoslo en estos ejemplos: “en ese país hay libertad de movimiento, puedes ir en coche donde quieras” y “el ser humano es el único animal libre, pues puede elegir lo que hace”. En estas frases usamos el término libertad para referirnos en el primer caso a la ausencia de obstáculos que nos impidan hacer lo que deseamos y en el segundo, en cambio, nos referimos a la capacidad de elegir o querer una cosa u otra. Por esta razón, suele hacerse la distinción entre libertad externa y libertad interna. - Libertad externa. También llamada libertad de acción. Consiste en la ausencia de trabas externas que dificulten la acción; es decir, consiste en poder hacer lo que queremos sin que nada ni nadie nos lo impida. Por ejemplo: hay libertad cuando quiero manifestarme contra una nueva ley promulgada por el gobierno y puedo hacerlo; en cambio, no hay libertad cuando, a pesar de que me gustaría hacerlo, las fuerzas de seguridad me lo impiden. Hablamos así de libertad física (por ejemplo: no podemos volar, estamos en prisión y no podemos andar por dónde queramos, no podemos vivir trescientos años, nos han prohibido el paso…), civil (por ejemplo, de votar), política (no poder ser rey), religiosa (practicar el credo que se desee), de pensamiento (de expresión, de prensa, de cátedra)… De la reflexión sobre esta libertad se ocuparán la política, la ética, la sociología y otras ciencias.

Voltaire (s. XVIII) dijo: “no estoy de acuerdo con su opinión, pero lucharé hasta dar mi sangre por ello, para defender el derecho que tiene usted a exponerla”

- Libertad interna. También llamada libertad de pensamiento, de elección o libre albedrío. Consiste en la capacidad o posibilidad de decidir o querer esto o lo otro. Por ejemplo: hay libertad interna si, aunque haya decidido esto, podría haber decidido cualquier otra cosa; en cambio, no hay libertad interna si mi decisión es una ilusión, pues en realidad me encuentro inevitablemente inclinado a hacer lo que hago por mi carácter y las circunstancias que me rodean. Esta es la que resulta problemática desde el punto de vista filosófico.

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1.1. La ausencia de libertad: el determinismo A menudo consideramos la existencia de libertad como algo de sentido común pero la convicción de que poseemos libertad no deja de ser una creencia y, por muy sólida que nos parezca, podemos ponerla en duda. Creer que somos libres no demuestra que lo seamos (a menudo nuestras creencias son falsas) y, además, ¿cómo podemos estar seguros de que podríamos haber actuado de otro modo, si no lo hemos hecho? El determinismo es una concepción filosófica que afirma que todo está determinado, es decir, inevitablemente causado. Por lo tanto, niega la existencia de libertad. Y afirma que no poseemos libertad de decisión.

A continuación vamos a ver algunas de las posiciones deterministas: 

Determinismo físico

Según esta concepción, el comportamiento de todos los seres del universo, incluso de los seres orgánicos, está regido por las leyes fijas y estables de la materia. Esta concepción se basa en una visión mecanicista del mundo. El mecanicismo sostiene que la realidad debe ser entendida como un gran mecanismo o máquina. Si el universo entero es comparable a una máquina, entonces funciona de forma similar a como lo hacen éstas: es decir, todos sus estados y acciones siguen patrones fijos. Así, si el mundo es similar a un enorme y complejo reloj, los seres que lo componen, entre ellos el ser humano, actúan parecidamente a los muelles, ruedas y manecillas de los relojes. Uno de los defensores de este determinismo fue el físico y matemático francés Laplace (s.XVIII). Los logros que cosechó en astronomía aplicando las leyes de la mecánica newtoniana le llevaron a afirmar que “si se pudiese conocer la situación de cada partícula de materia en un momento dado y todas las leyes que rigen el movimiento de los cuerpos, se podría predecir con total exactitud dónde se hallará cada partícula de materia en cualquier momento futuro”.



Determinismo genético

Según este determinismo, el comportamiento de un ser está determinado por el código genético que lo define: no somos más que la manifestación de nuestros genes. Éstos determinan nuestra constitución física (tener los ojos azules), pero también nuestro carácter (ser tímidos) y nuestras acciones concretas (salir corriendo ante el peligro). Dawkins (s.XX-XXI), zoólogo y etólogo de gran prestigio, ha defendido que los organismos no somos más que la invención de nuestros genes para asegurarse la supervivencia y el comportamiento de los individuos está determinado por sus genes.

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 Determinismo

ambiental o educacional

Según esta postura lo que determina nuestra conducta son los factores ambientales, que pueden ser de diversos tipos: sociales, culturales, económicos, familiares... o los factores educacionales y de aprendizaje: la educación que he recibido y lo que he aprendido son decisivos en mi comportamiento. Así, salir corriendo o huir no es una conducta que esté determinada genéticamente, sino que lo está por factores ambientales (situación de peligro) y por lo aprendido en situaciones similares. Los teóricos de la psicología conductista (s.XX), entre los que cabe destacar a Watson y a Skinner, defienden esta forma de determinismo. Para estos pensadores, cualquier acción puede entenderse como una respuesta a condiciones ambientales y es posible modificarla mediante el aprendizaje. La manera de hacerlo será potenciando ciertas acciones mediante refuerzo positivo (premio) e inhibiendo otras mediante el castigo. Así, al ser la conducta humana permeable al aprendizaje, es posible cambiarla. Tan convencido estaba Watson de que la conducta no es libre sino fruto del aprendizaje que afirmó: “Denme una docena de niños sanos y bien formados y libertad para educarlos. Les garantizo que puedo tomar al azar cualquiera de ellos y educarlo para que sea especialista en lo que yo quiera: médico, abogado, artista, comerciante, o mendigo y ladrón, independientemente de su talento, aficiones, tendencias, habilidades, vocación o la raza de sus progenitores”.

 Determinismo

económico

Para los que mantienen esta postura, son factores económicos (formas de producción, sistema de vida, organización productiva, situación económica...) los que determinan nuestra conducta. Así, tanto en el plano social como en el individual, todo puede comprenderse recurriendo al funcionamiento de la economía. La clave de las guerras, los cambios sociales, las doctrinas religiosas, los estilos artísticos, la organización política... está en el funcionamiento de la economía. Una de las corrientes que defiende la influencia de los factores económicos en la conducta humana es el marxismo. Marx (s.XIX) afirmó que “no es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia.”.

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 Determinismo

teológico

Defiende la existencia de algo que está por encima del ser humano y que determina sus acciones. Todo lo que hacemos está ya previsto y fijado de antemano, ya sea por un hado o destino, o por una voluntad superior o divina. Para la religión protestante, por ejemplo, si Dios es omnisciente (es decir, lo conoce todo, incluso lo que todavía no ha sucedido), debe ser porque lo que todavía no ha sucedido ya está, de alguna manera, establecido. La voluntad humana no es tal, pues se encuentra a merced de la voluntad divina.

1.2. La existencia de libertad: el indeterminismo A pesar de la consistencia de los argumentos deterministas, muchos pensadores se resisten a aceptar esta concepción y sus consecuencias. Los defensores de la libertad alegan contra los deterministas que éstos han confundido lo que son factores condicionantes con factores determinantes. - Factores determinantes. Equivalen a las causas de la acción. El comportamiento humano se considera consecuencia inevitable de factores que él mismo no controla. Por ejemplo: decimos que un factor como el peligro causa la acción de salir corriendo, porque siempre que se da esta situación, inevitablemente salimos corriendo. - Factores condicionantes. Equivalen a los motivos de la acción. El comportamiento humano está influido por estos factores externos, pero no se considera un resultado de ellos. Así, una situación de peligro es un factor que motiva que salga corriendo, pero no determina inevitablemente que lo haga, pues podría quedarme paralizado. El indeterminismo afirma que nuestras acciones y decisiones no están determinadas, sino condicionadas. 

La evidencia de la libertad

Uno de los problemas a los que se enfrentan los defensores de la libertad es cómo demostrar su existencia. La creencia fuertemente arraigada en nuestro sentido común de que poseemos libertad de elección y de que, por tanto, podríamos haber elegido de forma distinta a como lo hemos hecho, ¿cómo puede ser probada? Para algunos pensadores, esta pregunta está mal formulada, porque la libertad no necesita demostración. Un autor representativo de esta postura es Descartes (s.XVII), que defiende la evidencia intuitiva de la libertad. Desde esta perspectiva, la creencia de que actuamos libre y voluntariamente es una verdad evidente por sí misma.

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 Indeterminismo

teológico

A diferencia de la teología protestante que hemos visto antes, la teología católica acepta la omnisciencia divina sin por ello negar la capacidad de elección del ser humano. Que Dios sepa de antemano qué van a decidir y cómo van a actuar los seres humanos no anula su libertad. Dios conoce la totalidad de la realidad, incluso los hechos futuros, pero eso no significa que sea Él quien los determine completamente. Así, pues, para la religión católica, Dios y la libertad son compatibles. Santo Tomás de Aquino (s.XIII) es uno de los filósofos y teólogos más representativos de la filosofía cristiana. Según este pensador, el ser humano posee libertad de elección y esto resulta patente en el hecho de que las personas deliberamos y reflexionamos para luego tomar una decisión sobre lo que debemos hacer. Esta libertad de elección se basa en un juicio del entendimiento que muestra qué es preferible de acuerdo al bien que deseamos alcanzar. Es, pues, el entendimiento el que mueve a la voluntad a elegir una cosa u otra (según la presente o no como un bien). Por esta razón, cabe la posibilidad de equivocarse y, por tanto, escoger el mal en lugar del bien.

 Libertad

y moralidad

Entre las razones que pueden llevar a defender la existencia de libertad se encuentra la resistencia a aceptar algunas de las consecuencias que tendría su inexistencia. Si el ser humano no posee libertad de elección entonces no es posible hablar de responsabilidad ni moralidad. Sólo podemos hacer a alguien responsable de sus actos si realmente lo es; es decir, si ha actuado consciente, voluntaria y libremente. Si no poseemos capacidad de elección, si inevitablemente y a pesar de nosotros mismos nos vemos empujados a actuar así, ¿cómo se nos pueden pedir responsabilidades? De la misma manera que no responsabilizamos a la lluvia por las inundaciones, ni al sol por nuestra insolación, ¿por qué seríamos nosotros responsables de haber atracado un banco o de haber mentido, si no podíamos hacer otra cosa? Poseer libertad de elección y tener que responsabilizarnos de nuestras acciones nos convierten en el único animal moral que existe. Kant (s.XVIII) es uno de los filósofos que ha defendido esta idea. Expresado de forma kantiana sería: “la libertad es un postulado de la moralidad”, es decir, a pesar de que la libertad resulta indemostrable, es necesario suponerla para que la moral sea posible.

¿evidente?

¿demostrable?

axioma



no

teorema

no



postulado

no

no

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 La

libertad como condena

El ser humano, al nacer, no es nada, pero en potencia lo es casi todo, porque puede escoger cuál de las posibilidades que se le presentan desea materializar. Así entienden la libertad los existencialistas y, en particular, Sartre (s.XX). Cuando nacemos, sólo existimos, pero no somos nada todavía. Sin embargo, hay algo que sí tenemos: la libertad u obligación de construir nuestra vida y a nosotros mismos. Esto puede vivirse de forma negativa, pues es mucho el peso que supone sabernos obligados a tener que escoger lo que queremos ser y hacer. Por esta razón, Sartre afirma que “el hombre está condenado a ser libre”: condenado, porque no se ha creado a sí mismo y, sin embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace.

 Indeterminismo

físico

Durante el siglo XX la física se ha caracterizado por el nacimiento y desarrollo de la mecánica cuántica y ha propiciado el florecimiento de una serie de interpretaciones filosóficas que defienden el indeterminismo de la realidad. Según estas, la mecánica cuántica pone al descubierto que en la realidad impera cierto grado de desorden o indeterminación. El determinismo mecanicista, según el cual todo tiene una causa y responde a una ley precisa y estable, sería falso: en la realidad también hay lugar para la arbitrariedad y el azar (o sea, para lo que no está causado ni responde a ninguna ley). Al menos, a escala atómica, pues como ha demostrado la mecánica cuántica (siempre según la interpretación que hace esta escuela), el comportamiento de los átomos no puede predecirse con total seguridad, ya que su posición y su movimiento sólo pueden ser aproximadamente establecidas. El principio de incertidumbre de Heisenberg (1927) afirma que no se puede determinar, en términos de la física clásica, simultáneamente y con precisión, ciertos pares de variables físicas, como son, por ejemplo, la posición y el momento de un objeto dado. En otras palabras, cuanta mayor certeza se busca en determinar la posición de una partícula, menos se conoce su cantidad de movimiento y, por tanto, su velocidad (el fotón altera la posición y velocidad del electrón, por ejemplo). Esto implica que las partículas, en su movimiento, no tienen asociada una trayectoria definida como en la física newtoniana.

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 Redacta tu posición sobre el tema de la libertad, explicando si defiendes un determinismo o indeterminismo y de qué tipo, y aportando ejemplos y argumentos propios.

 Dibuja la libertad

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 Comenta lo que te sugieren las siguientes viñetas al margen:

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2. El problema del cuerpo y el alma La relación cuerpo-alma ha sido siempre motivo de interés en la historia del pensamiento, y en la actualidad, con los términos cerebro-mente, continúa siendo fuente de reflexión filosófica y de no pocas discusiones. El problema es el siguiente: ¿cómo un fragmento de materia, como es el cerebro, puede producir fenómenos mentales, como la memoria o el lenguaje? ¿Cómo puede transformarse una reacción química o bioeléctrica en un sentimiento? ¿Qué es el ser humano, todo cuerpo, todo espíritu o un compuesto de ambos?. Las respuestas han adoptado en la tradición filosófica dos posiciones básicas que siguen vigentes: el dualismo y el monismo.

2.1. El dualismo El dualismo afirma que el ser humano está compuesto de una realidad material, el cuerpo, y de una realidad inmaterial, el alma, el espíritu o la mente, que constituyen dos realidades independientes. En la época griega, sus representantes más destacados fueron los pitagóricos y Platón (V a.C.) y en la época moderna Descartes (XVII). El dualismo platónico, recogiendo la tradición de Pitágoras (VI a.C.), afirma que el alma es inmortal y el cuerpo mortal. El alma se reencarna y toma un cuerpo que es para ella como una cárcel. Platón cree que existen dos mundos, uno material y otro donde se encuentran las esencias (ideas). En una alegoría, el mito de la caverna, intenta convencernos de que este mundo sensible que consideramos real no lo es, sino que existe otro, el mundo de las ideas, del cual el material no es más que una simple copia. Y a ese mundo de las ideas pertenece originariamente el alma.

René Descartes observó que el mundo natural se caracteriza por el determinismo que rige todos sus movimientos, de tal manera que la naturaleza es un inmenso mecanismo, entramado de causas y efectos, que pueden conocerse. Descartes llama materia o res extensa a esta realidad (las cosas, los animales e, incluso, el cuerpo humano) que se caracteriza por sus procesos mecánicos. Pero, además de cuerpo, el ser humano tiene otra realidad

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independiente, un yo que piensa y se manifiesta como conciencia y que, siendo de naturaleza espiritual, escapa a las leyes mecánicas que rigen las substancias corpóreas y fundamenta la libertad humana. Descartes denomina espíritu o res cogitans a esta substancia. El cuerpo es igual de importante que el alma, pero pertenecen a dos realidades distintas y parece complicado explicar cómo puede ser que estén relacionados. Cuando yo pienso en levantar un brazo, puedo levantarlo, aunque el pensamiento sea propio de la mente y el mover un brazo sea propio de la materia. El cuerpo influye en el espíritu (el cansancio impide pensar bien) y también al revés (la depresión se refleja en el cuerpo). Este va a ser un problema importante para todos los dualismos y Descartes lo soluciona afirmando que la comunicación es posible porque cuerpo y alma están unidos en la glándula pineal (situada en el hipotálamo, una parte del cerebro).

2.2. El monismo El monismo defiende que solo existe una realidad. Según los monistas materialistas, como Demócrito y Epicuro en la Antigüedad (s.V-III aC), Hobbes y La Mettrie en la Edad Moderna (s. XVII-XVIII), o Skinner en la época actual, esta realidad es el cuerpo o la materia; mientras que los monistas espiritualistas, como Berkeley en el siglo XVII-XVIII, creen que es el alma o espíritu.

El monismo materialista afirma que toda la realidad es de índole material, de forma que cualquier fenómeno, incluso los producidos por la actividad del cerebro, se reduce a materia. Consecuentemente, para comprender el funcionamiento de la realidad no hay necesidad de recurrir a una realidad espiritual independiente. Esta explicación mecanicista considera que el mundo y el cerebro funcionan como las máquinas, que pueden reducirse a sus elementos más simples sin que aparezca ninguno que no sea material. La Mettrie (XVIII) en su obra “El hombre máquina” afirma que el alma es una parte del cuerpo (el cerebro) y funciona junto con el resto de la maquinaria.

El monismo espiritualista defiende una posición difícil de asimilar: sólo somos espíritu. Berkeley (XVII), desde una posición empirista, afirma que sólo podemos estar seguros de la existencia de nuestra mente y aquello que esta percibe. Pero se presenta un problema: ¿cómo sé que siguen existiendo las cosas cuando no las percibo? (¿cómo sé que sigue existiendo esta clase cuando está vacía y nadie la percibe?). Su respuesta se basa en la teología: porque Dios lo está continuamente percibiendo todo, otorgándole así existencia. En fin, para Berkeley, de la materia sólo conocemos la percepción que tenemos de ella, pero podemos prescindir de suponer su existencia: todo se explica con mi mente y Dios.

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2.3. El problema mente-cerebro aparece a partir de lo tratado: ¿es lo mismo el pensamiento (fenómenos psíquicos o mentales) que el cerebro (entidad física o fisiológica). Y también sobre este asunto encontramos las mismas dos posiciones: El monismo considera que la mente es el resultado de la actividad del sistema nervioso central. Para comprender la mente hay que ser neurólogo. El dualismo considera que hay conceptos como el de verdad, sentimientos, la consciencia de la existencia, etc. que van más allá de un proceso neurológico. Nuestra mente no es sólo materia, no es una máquina. El cerebro y el pensamiento son dos cosas distintas.

¿Y si fuéramos sólo cerebros flotando en un frasco de fluido nutritivo sometidos a un experimento de extraterrestres y creemos percibir un mundo físico que en realidad no existe?

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3. La religión y la existencia de Dios Se puede marcar el origen de una conciencia religiosa a partir de los primeros entierros sobre los que se tienen evidencias arqueológicas. Éstas indican que ya los hombres de Neandertal pintaban a sus muertos con ocre rojo, los lavaban, los vestían con ropas especiales y los adornaban con amuletos. A veces se les ataban los pies, tal vez por temor a que el espíritu saliese del cuerpo. El caso extremo de meticulosidad en el cuidado de los cadáveres ha sido, sin duda, el embalsamamiento practicado por los egipcios. Ese procedimiento de momificación se debía a la creencia de que el cuerpo tenía que estar intacto para que el alma pudiese pasar a la siguiente vida. Desde la Antigüedad, los chinos han inhumado los cadáveres en ataúdes, en los que colocaban un colchón, almohada y los utensilios necesarios para que el difunto pudiese atender el cuidado de sus uñas, y sobre la sepultura ponían alimentos u otros objetos. En nuestras sociedades, vestimos elegantemente a nuestros muertos, los despedimos con flores, los enterramos o los incineramos. Las formas son distintas, pero el fundamento de nuestras costumbres funerarias sigue siendo el mismo: el deseo del recuerdo y el anhelo de inmortalidad. A partir de ahí, nace la idea de una realidad trascendente y, en consecuencia, de un ser o seres superiores. Basta hacer un breve repaso a la historia de la humanidad para darse cuenta que la idea de divinidad ha ido evolucionando de formas rudimentarias a otras más depuradas. Así pues, animismo, fetichismo, politeísmo y monoteísmo son interpretaciones que se han sucedido y conviven en la actualidad. La primera forma religiosa es el animismo, en donde aparece la creencia en el poder de algunos objetos o de los elementos de la naturaleza, creer que están dotados de alma y que pueden ayudar o destruir si no se logra complacerles. Es la expresión mínima de la religión. Aparece en algunos pueblos primitivos en forma de fetichismo. Un fetiche es un objeto que se cree sagrado porque va unido a la divinidad y por tanto posee poderes mágicos. Aparece así el tótem (lo sagrado) y el tabú (lo prohibido). Un paso más adelante representa el politeísmo: dioses antropomorfos representan lo que antes eran los poderes de la naturaleza, o seres humanos que por sus gestas o hazañas rebasan los límites mundanos y se convierten en divinos. Finalmente, el último grado de evolución religiosa lo representa el monoteísmo: la oposición y enfrentamiento de las diversas fuerzas politeístas lleva a una única divinidad. Dios no puede estar limitado por ninguna otra realidad. Surgen así las tres grandes religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo e islam.

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3.1. Posturas ante la existencia de Dios A pesar de que no se conoce ningún pueblo que no tenga o haya tenido una más o menos marcada conciencia religiosa, es también un hecho incuestionable que no todos los individuos han tenido idénticas opiniones sobre ese asunto. Podemos distinguir, en nuestro tiempo y en nuestra cultura cinco posturas básicas: ateísmo, agnosticismo, panteísmo, teísmo y deísmo. Ateísmo. Niega la existencia de Dios. Agnosticismo. No niega ni afirma la existencia de Dios. Considera que ni la razón ni la experiencia son capaces por sí mismas de demostrar la existencia o no de Dios. Panteísmo. Defiende la existencia de una realidad divina, pero que no está en un mundo más allá de éste. La propia realidad física se considera divina. Teísmo. Afirma la existencia de un Dios poderoso e infinito y que tiene que ver con el destino humano. Deísmo. Como el teísmo, afirma la existencia de un Dios trascendente, pero considera que no interviene ni mantiene relación con lo humano.

3.2. Pruebas de la existencia de Dios La existencia o no de Dios ha sido y sigue siendo en la actualidad un argumento muy importante en el campo de la filosofía. A lo largo de la historia se han dado diferentes pruebas de la existencia de Dios. Estas son algunas de las principales:  Pruebas a priori. Se trata de demostrar su existencia usando la razón, sin recurrir a la experiencia. Sus máximos exponentes son Anselmo de Canterbury (s.XI) y Descartes. Anselmo formula por primera vez el conocido como argumento ontológico: "Todos los hombres (incluido el ignorante que dice que Dios no existe) tienen la idea o noción de Dios, y entienden por Dios aquel ser tal que es imposible pensar otro mayor; ahora bien, un ser así tiene que existir, no sólo en el pensamiento sino también en la realidad, puesto que de lo contrario sería posible pensar otro mayor que él y que existiera realmente. Por lo tanto, Dios no sólo existe en el pensamiento sino también en la realidad."

Descartes y los pensadores racionalistas retoman el argumento y será criticado por los empiristas. 93

 Pruebas a posteriori. Las pruebas de este tipo se basan en la experiencia de los sentidos, van del efecto (lo creado) a la causa (Dios). Una de las principales es la que se muestra en las denominadas “cinco vías” de Santo Tomás de Aquino (XIII). Todas ellas tienen la misma estructura: Punto de partida. Se trata de un hecho de experiencia, que puede ser el movimiento, la causalidad, la contingencia, grados de perfección o el orden del universo. Recorrido. Se hace uso del principio de causalidad y de la imposibilidad de una cadena infinita de causas/efectos. Conclusión. la necesidad de la existencia de una causa primera, Dios. Así, por ejemplo, la 2º vía: Todo efecto es causado por algo. Existe una cadena de seres que son causa (son padres) y a la vez efecto (son hijos). Esta cadena no puede retrotraerse al infinito, puesto que no empezaría nunca. Hace falta pues un primer ser que sea causa (padre) sin ser efecto (hijo de nadie), y a ese ser lo llamamos Dios.  La apuesta de Pascal Pascal, filósofo y matemático francés del siglo XVII, pocos años antes de morir se hizo cristiano y publicó su conocida "apuesta racional", en la que pretende convencernos (más que demostrar) cómo es más rentable creer en Dios que no creer. El argumento plantea que, aunque no se conoce de modo seguro si Dios existe, lo racional es apostar que sí existe. La explicación es que, aún cuando la probabilidad de la existencia de Dios fuera extremadamente pequeña, tal pequeñez sería compensada por la gran ganancia que se obtendría (ir al cielo). La apuesta fue expresada por el propio filósofo de la siguiente manera: “Si no creemos en Dios y existiese estaríamos condenados, y si no existiese no ganaríamos ni perderíamos nada. Si creemos en Dios y existiese ganaríamos el paraíso, y si no existiese no ganaríamos ni perderíamos nada. Con lo cual queda demostrado que es más rentable creer (ganamos o no) que no creer (perdemos o no).”

 El salto irracional de Kierkegaard Kierkegaard (s.XIX) es un filósofo danés que afirma que la existencia de Dios no puede ser demostrada, pero que la fe nos la mostrará: si damos ese salto irracional de la fe, veremos con claridad cómo Dios existe. Consideraba además que tener fe era al mismo tiempo tener dudas: para tener verdadera fe en Dios, uno también tendría que dudar de su existencia, creer o tener fe en que Dios existe sin haber dudado nunca de tal existencia no sería una fe que mereciera la pena tener. Por ejemplo, no requiere fe el creer que un lápiz o una mesa existen, puesto que uno los puede ver y tocar.

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3.3. El ateísmo.

A pesar de que las creencias religiosas se han mantenido vigentes durante milenios, también se han presentado fuertes objeciones tanto a las formas populares de entender a Dios como a las distintas argumentaciones a favor de su existencia. El ateísmo queda reflejado en la posición de estos 4 filósofos: Feuerbach (s.XIX) ha apuntado que la imagen de Dios no es más que una proyección de las cualidades humanas: es Dios quien está hecho a imagen y semejanza del hombre y no al revés. Freud (s.XIX-XX) ha denunciado la imagen paternalista de Dios que subyace en toda religión y considera la religión fruto de una neurosis colectiva de los seres humanos y consiste en un sustituto del padre.

Marx (s.XIX) ha ligado el fenómeno religioso a la necesidad de los grupos de poder para justificar su dominio sobre las clases populares. La religión sería “el opio del pueblo” y la divinidad se convierte en aval de su poder. Nietzsche (s.XIX) ha atacado a la religión, especialmente al cristianismo, que califica como “moral de rebaño”, una invención de los débiles de espíritu que, incapaces de vivir esta vida con plenitud, inventan otra y a un Dios que le dé sentido.

Aunque el contenido de este cuaderno es fundamentalmente de elaboración propia, se ha hecho uso también de libros de texto de “Filosofía y Ciudadanía. 1º Bachillerato” publicados por distintas editoriales, así como de información e imágenes obtenidas de internet o prensa. Este material pertenece a sus respectivos dueños y su uso aquí es únicamente didáctico, en ningún caso comercial.

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