La Ciudad Latinoamericana

  • Uploaded by: Johanna Amortegui
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Prueba 2 Modalidad: Ensayo Crítico Unidad: Ciudad, espacio público, ciudadanía Profesora: Carla Rivera A. Nombre: Cindy Johanna Amortegui Torres Puntaje: Proximidad a la ciudad liquida: lugar de espacios cerrados formada por los imaginarios del miedo. Frente a los cambios acelerados que hoy en día viven quienes habitan en las grandes ciudades de Latinoamérica, se puede percibir que las bases con la que se definía la ciudad como un lugar de conflicto y cohesión social se están moviendo. Es precisamente allí, donde podemos conocer con mayor detalle la crisis de la modernidad y de sus principios de racionalidad. Dichas bases, que sostenían el ideal de ciudad, se mueven ahora en un espacio- tiempo fluido, líquido e inestable, marchamos sobre una “modernidad liquida” (Bauman Z. , 2007). La categoría modernidad liquida acuñada por Zigmunt Bauman es definida en un primer momento como comparación y metáfora entre el estado sólido (referenciando la modernidad) y el estado líquido (nueva etapa de la modernidad). El estado líquido tiene ciertas características, fluidez, no forma, inestabilidad y levedad términos que describen las relaciones humanas que se diluyen en la individualidad, en lo efímero. (Bauman Z. , 2007) Asi mismo, haciendo alusión a la liquides de la modernidad Bauman se refiere al miedo líquido definido como: «Miedo» es el nombre que damos a nuestra incertidumbre: a nuestra ignorancia con respecto a la amenaza y a lo que hay que hacer —a lo que puede y no puede hacerse—(…) El miedo es más temible cuando es difuso, disperso, poco claro; cuando flota libre, sin vínculos, sin anclas, sin hogar ni causa nítidos; cuando nos ronda sin ton ni son; cuando la amenaza que deberíamos temer puede ser entrevista en todas partes, pero resulta imposible de ver en ningún lugar concreto. (Bauman Z. , 2007, pág. 4)

Y es precisamente el miedo líquido presente en las ciudades Latinoamericanas, lo que nos articula este texto. Porque, la ciudad se ha venido transformando en lugares cerrados y privados donde el otro se excluye y los lazos de socialidad entendida como el “sentido de la relación social cotidiana” (Barbero, 2000) se diluyen (son liquidas). Pero ¿por qué se diluyen?, justamente porque la ciudad se edifica entre lo vivido y lo percibido, tomando un peso relevante la

percepción del miedo, sentimiento que actúa como motor de los sujetos que habitan la ciudad. Dicho sentimiento pone en tensión el binomio estar y ser en la ciudad, que en la modernidad liquida podríamos afirmar que la mayoría de los sujetos solo están en la ciudad. Ahora bien, el miedo que “resulta imposible de ver en ningún lugar concreto” (Bauman Z. , 2007, pág. 4) crea y construye imaginarios como por ejemplo el del pobre “quien aparece potencialmente representado dentro de estos imaginarios sociales/textuales, como un criminal; la imagen de la víctima se reproduce, en cambio, en todos los estratos sociales.” (Rotker, 2002, pág. 9) es decir, que cualquier persona en condición de pobreza es tachada de criminal y produce un miedo enmarcado en lo que Bauman define como “miedo secundario” o “miedo derivativo” que es esencialmente una orientación de la conducta por alguna experiencia directa e indirecta, quedando fijo en la mente un sentimiento de ser susceptible al peligro (Bauman Z. , 2007). Tomando el anterior ejemplo; cada vez que se tenga un contacto con una persona pobre/marginal el sujeto tendrá un pensamiento de inseguridad y vulnerabilidad. Estos imaginarios sociales/textuales que en cierto modo se vuelven paranoicos, por acentuar y difundir el miedo incluso a personas externas a la ciudad, hacen por ejemplo que una persona afirme que: El mundo exterior es un lugar peligroso que conviene evitar es más habitual entre personas que rara vez (o nunca) salen por la noche, momento en el que los peligros parecen tornarse más terroríficos. Y no hay modo de saber si esas personas evitan salir de casa por la sensación de peligro que les invade o si tienen miedo de los peligros implícitos que acechan en la oscuridad de la calle, en el exterior, porque, al faltarles la práctica, han perdido la capacidad (generadora de confianza) de afrontar la presencia de una amenaza, o porque, careciendo de experiencias personales directas de amenaza, tienden a dejar volar su imaginación, ya de por sí afectada por el miedo. (Bauman Z. , 2007, pág. 9)

Y en este punto no pretendo decir que el miedo percibido sea fruto de la imaginación, claramente existen cifras que sustentan la violencia en la ciudad, los atracos, la delincuencia común entre otros son una realidad que está presente en las ciudades. No obstante, el miedo difundido es excesivo generando una distorsión de la realidad y lo que se vive en ella. La ciudad cambia, en la modernidad sólida por ejemplo, el ideal se construyó como “núcleos urbanos rodeados de murallas y fosos para protegerse de los peligrosos que venían del exterior” (Vasquez, 2008) y hoy

la ciudad es un lugar de inseguridad, miedos y desprotección que son también reforzados por los medios de comunicación. En cuanto a los medios de comunicación Jesús Martín Barbero nos presenta una articulación entre miedos y medios, los cuales muestran cotidianamente una imagen de ciudad que alimenta la paranoia del miedo o como lo denomina Barbero la “angustia cultural” (Barbero, 2000). Haciendo referencia a la televisión, principal medio de comunicación ya que, produce de manera cotidiana y explicita imágenes, crónicas y videos de situaciones violentas de la ciudad y que va configurándose como un dispositivo que ejerce un poder, debido a que esta por un lado “reemplazando – al menos en los imaginarios colectivos- las insuficiencias del aparato estatal ante la corrupción y la violencia social, actuando de fiscal que emite denuncias y de juez que castiga por la denuncia misma.” (Rotker, 2002) y por el otro porque la televisión atrae, En buena medida, es porque la calle expulsa (…) Es la ausencia de espacios –calles y plazas– para la comunicación lo que hace de la televisión algo más que un instrumento de ocio, un lugar de encuentro. De encuentros vicarios con el mundo, con la gente y hasta con la ciudad en que vivimos. (Barbero, 2000, pág. 30)

Por supuesto que la televisión no es simplemente una imposición directa al sujeto, puesto que pensarlo como “sujeto” implica que tiene la libertad de elección (ver o no ver). Y es precisamente esa ausencia de espacios, calles y plazas públicas (que debiesen generar confianza) lo que ha llevado a que los/as ciudadanos prefieran un lugar conocido dentro de la ciudad que casi siempre termina siendo la casa, la habitación, el televisor (cerrado y privado). Es un tipo de miedo que: Conduce a la agorafobia, al deseo de evitar los espacios abiertos, a encerrarme en cada hogar, para evitar a esos otros indeseables que no sé quiénes son ni qué intenciones malignas tienen. Se trata de una enfermedad social que invita a negar la ciudad y sus espacios públicos y promueve el enclaustramiento, la exclusión de la vida colectiva; en suma, la segmentación del cuerpo social y la separación de los cuerpos físicos. (Carrión Mena & Núñez-Vega, 2006)

Aquí es importante señalar ese deseo de evitar los espacios abiertos y enclaustrarse en espacios que perciben como confiables y seguros como lo son: los centros comerciales con sus respectivos guardas de seguridad y cámaras en cada almacén, las urbanizaciones cerradas, los condominios vigilados, los parques infantiles dentro de un sitio cerrado entre otros lugares “no peligrosos” que se diseñan en torno a la arquitectura del miedo (Carrión Mena & Núñez-Vega, 2006). Dichos

espacios tienen una connotación comercial y un discurso de consumo, es un consumo de experiencias seguras. Ahora bien, ¿existe una ciudad líquida? Tomando como referencia a Zygmont Bauman y su categoría sociológica de modernidad líquida, es posible ver como los ideales de la modernidad solida están en un proceso de “licuefacción” (Bauman Z. , 2007, pág. 15) en la ciudad, es decir, los elementos que aún se encuentran consolidados, firmes, estables y duraderos son trastocados por los imaginarios del miedo. En la actualidad, es la percepción del miedo quien está por encima de lo vivido en la ciudad, el miedo a sentir la ciudad, estimula cada vez más la creación de espacios cerrados, hasta tal punto que la participación, que antes, por ejemplo en la modernidad solida se expresaba en el espacio público con manifestaciones y con participación amplia en los movimientos sociales se desarticula, con la supuesta “participación” por medios informáticos como las redes sociales. La ciudad no es totalmente líquida y aunque como menciona Renguillo “El miedo hoy se libera de su vergüenza y parece constituirse en la única emoción capaz de acercar la salvación. “Hay que tener miedo” es la consigna” (Reguillo, 2000: 187), generando como resultado la reducción de los lugares públicos y abiertos debido a la naturalización de muchas personas de dicha consigna del miedo, además de que se materializa como lo hemos mencionado a lo largo del trabajo en : los medios de comunicación, la arquitectura del miedo y las cifras sobre delincuencia, Aun así existen prácticas ciudadanas, para re-terrioralizar lugares públicos y apropiarse de la ciudad, es decir, no solo estar en la ciudad sino ser ciudad, pertenecer a ella, vivirla. Es el caso de los jóvenes de Suba barrio periférico de la ciudad de Bogotá en la cual a través del deporte hacen una lectura desde la resignificación del uso de los espacios públicos como las calles, los parques y los andenes (Fernández Ortiz, 2014). Tejiendo nuevamente relaciones entre los vecinos y la comunidad del barrio, es decir, volviendo solido lo que era líquido, las relaciones humanas diluidas, volátiles hacen un cambio de estado a la firmeza, fuerza y resistencia característica típica de los elementos sólidos. Por lo tanto, podríamos decir que la ciudad tiene sus lugares líquidos, inestables y poco resistentes pero no quiere decir que no haya alternativa como generalmente lo anuncia las noticias de televisión, donde la consigna es “esta es la realidad, no hay nada que hacer”.

Bibliografía Barbero, J. M. (2000). La ciudad: entre los medios y los miedos . En S. Rotker, Ciudadanías del miedo (págs. pp. 29-35.). Caracas : Nueva Sociedad. Bauman, Z. (2007). El míedo liquido. La sociedad contemporánea y sus temores. Barcelona: Paidos. Bauman, Z. (2007). Modernidad Líquida. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. Carrión Mena, F., & Núñez-Vega, J. (2006). La inseguridad en la ciudad: hacia una comprensión de la producción social del miedo. EURE, 7-16. Fernández Ortiz, D. P. (2014). La resignificación del uso de los espacios públicos a partir de la prácticade deportes urbanos realizada por los jóvenes en Suba: Una lectura desdela pedagogía urbana. Bogotá: Universidad Pedagógica Naciona. Rotker, S. (2002). Ciudades escritas por la violencia. En S. Rotcker, Ciudadanias del miedo (págs. 7- 22). Maracaibo : Espacio Abierto. Vasquez, A. (2008). Zygmunt Bauman: modernidad líquida y fragilidad humana. Nómadas, revista crítica de ciencias sociales y jurídicas .

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