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Las partículas de Dios

Luis Ayhllón obtuvo el premio único de dramaturgia en el Certamen Internacional de Literatura “Sor Juana Inés de la Cruz”, convocado por el Gobierno del Estado de México, a través del Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal, en 2014. El jurado estuvo integrado por Edgar Ceballos, Alejandro Román Bahena y Bárbara Colio.

Leer para lograr en grande

C o le cc i ó n le t ras

dramaturgia

luis ayhllón

Las partículas de Dios

Eruviel Ávila Villegas Gobernador Constitucional Simón Iván Villar Martínez Secretario de Educación Consejo Editorial: José Sergio Manzur Quiroga, Simón Iván Villar Martínez, Joaquín Castillo Torres, Eduardo Gasca Pliego, Raúl Vargas Herrera Comité Técnico:

Alfonso Sánchez Arteche, Félix Suárez, Marco Aurelio Chávez Maya

Secretario Técnico:

Ismael Ordóñez Mancilla

Las partículas de Dios © Primera edición. Secretaría de Educación del Gobierno del Estado de México. 2015 DR ©

Gobierno del Estado de México Palacio del Poder Ejecutivo Lerdo poniente núm. 300, colonia Centro, C.P. 50000, Toluca de Lerdo, Estado de México

© Luis Agustín Ayhllón Flores ISBN: 978-607-495-400-5

Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal www.edomex.gob.mx/consejoeditorial Número de autorización del Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal CE: 205/01/32/15

Impreso en México Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio o procedimiento, sin la autorización previa del Gobierno del Estado de México, a través del Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal.

A Mercy Flores



Hablando se enciende la gente.

Efraín Huerta

Voces

Tola Pepa Lupe

… —El último día, el respetado profesor de religión y escolástica Míster Douglas, se encontraba frente al mar cuando pronunció las siguientes palabras: —La inmensidad no sirve de nada. Todo el tiempo se la han pasado restregándonos la inmensidad en la cara, cuando ni siquiera entendemos el comportamiento de las partículas más pequeñas. —¿A qué se refiere, profesor? —Al mar y a unos hijos de puta en Ginebra, unos verdaderos científicos, unas personas muy honorables. —¿De dónde? —Las nacionalidades no importan. Podrían ser suizos. Podrían ser japoneses; siempre hay un japonés involucrado. —No entiendo, profesor.

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—Inventaron un acelerador de partículas para comprobar la existencia del bosón de Higgs. Es la partícula de Dios, que sólo existe en tanto las demás se le acercan. No es visible, pero existe. Existe en cuanto repele a las demás. —Ah. —El asunto se relaciona, por alguna razón, meses atrás, con tres amigas memorables, casi unas hermanas, quienes se encontraban en la banca de un parque, frente a un Macdonals.

… Pepa:

¿A qué horas va a llegar?

Tola:

No tarda.

Lupe:

¿Quién?

Pepa:

Es que tengo algunos pendientes.

Tola:

No tienes pendientes. Pendientes tiene la gente importante. Los que usan guatsap y aparatos. Siempre tienes pendientes, quiero decir. Pero no tienes pendientes reales. No es un pendiente llegar a casa y ver al cerdo putañero de Winston Sandoval.

Pepa:

Hace mucho que no bebe.

Tola:

No por eso deja de ser un cerdo.

Pepa:

Él te quiere.

[15]

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Tola:

Eso no lo dudo. Se le nota el amor, pero no me vengas con que tienes pendientes. Esos no son pendientes.

Pepa:

¿Qué son, entonces?

Tola:

Ganas de… Sabes que este día es importante. ¿Y tú qué haces aquí? Vete por unas hamburguesas.

Pepa:

¿Dónde están las hamburguesas?

Tola:

¿Dónde están las hamburguesas?

Lupe:

No me dijeron qué es lo que querían.

Tola:

Mira, niña. Ven para acá. Eso no se hace.

Lupe:

¿Y qué es lo que hago?

Tola:

Hacernos perder el tiempo. El tiempo no nos sobra. ¿Tú crees que a esta pterodáctila le sobran los años?

Lupe: No. Pepa: No.

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Tola:

Pues no.

Pepa:

El tiempo no nos sobra.

Tola:

¿Tú crees que nos sobra?

Lupe: No. Tola:

Pues no, mi’ja.

Lupe:

Me gusta que me digas mi’ja.

Tola:

El tiempo no nos sobra. El tiempo se nos va de las manos, como arena. Si te mandamos hace una hora para que nos traigas unas hamburguesas con sus respectivas cocas, creo que podrías traernos lo que siempre nos traes cuando te pedimos unas hamburguesas.

Lupe:

Unas bicmacs con unas cocas grandes.

Tola:

Ándale, muy bien.

Lupe:

¿Con una cajita feliz?

Tola:

La cajita feliz no, niña. Ésas déjaselas a los niños idiotas que cría tu tía por ti.

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Pepa:

¿A qué horas nos vamos, pues?

Tola:

Acabamos de llegar, ¿no te gusta la vista?

Pepa:

¿Y por qué no nos metemos al Macdonals?

Tola:

Porque le dije que en la banca del parque, frente al Macdonals.

Pepa:

¿Le gustan los parques?

Tola: Sí. Pepa:

¿Y es bonita?

Tola:

Eso dicen.

Pepa:

¿Y por qué no te manda fotos?

Tola:

No es necesario.

Pepa:

¿Y a qué se ha dedicado todos estos años?

Tola:

Pues a algo que tiene que ver con el espec­ táculo. Eso dijo por teléfono.

Pepa:

Pero dices que no te habla.

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Tola: ¿Quién? Pepa:

Tu hija. Dices que no te habla.

Tola:

¿Yo te dije eso?

Pepa: Sí. Tola:

Está molesta conmigo. Pero ya me perdonó.

Pepa:

¿Y por qué te citó en un parque?

Tola:

¿Yo qué voy a saber?

Pepa:

¿Y dónde estaba ella?

Tola:

Oh, cómo chingas.

Pepa: Perdona. Pausa. Tola:

Trabaja en la televisión.

Pepa:

¿En las telenovelas? ¿En cuál?

Tola:

No me acuerdo.

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Pepa:

¿Es famosa?

Tola:

¿Tú qué crees?

Pepa:

¿Por qué te lo tienes tan guardado?

Tola:

Quiero que la conozcan en persona. Quiero que la reconozcan, es más. Usa un nombre artístico que no te voy a decir.

Pepa:

Pero, ¿por qué no nos habías dicho? Pero es que… somos amigas. Somos como hermanas. Tú misma lo has dicho.

Tola:

Hermanas, hasta que no se demuestre lo contrario.

Silencio. Pepa:

Ya me tengo que ir.

Tola:

¿Qué tienes que hacer?

Pepa:

Ir a la casa.

Tola:

Ajá. ¿A qué?

Pepa:

Pues, cosas.

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Tola:

No, y bien que lo sabes. Lo sabes. No tienes nada que hacer, sino atender a ese lagarto. ¿Cuándo fue la última vez que lo viste sobrio? ¿Y tu hamburguesa?

Pepa:

Es buena gente.

Tola:

No. No es buena gente y lo sabes. La gente, buena gente, tiene cara de buena gente. Él no tiene cara de buena gente. Él tiene cara de hijo de puta. Es un gran hijo de puta.

Pepa:

Lo dices porque piensas que te coquetea.

Tola:

Ese baboso le coquetea a lo que se mueva.

Pepa:

No es como tú piensas.

Tola:

¿Tienes lombrices en los sesos?

Pepa:

¿Por qué lo dices?

Tola:

Los cerdos son cerdos aunque dejen el alcohol o se vuelvan budistas. Tú eres una hermana para mí, eso te lo he dicho, y es por eso que quiero que se te quite lo pendeja.

Pepa:

No me gusta que te pongas así.

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Tola:

Hoy regresa.

Pepa:

Lo sé. Pero ya se tardó y nadie más tiene la culpa.

Tola:

He estado pensando.

Pepa:

¿Qué?

Tola:

Sobre la pensión de tu marido. Es lo único que le reconozco. Que te da tus quincenas.

Pepa:

¿Necesitas dinero?

Lupe:

Aquí están.

Tola:

Gracias mi’ja.

Lupe: .

Me gusta que me digas mi´ja.

Pepa:

Gracias, niña.

Lupe:

¿Ya vino tu hija?

Tola:

Sí, ya vino y se fue.

Lupe:

¿Por qué no me la presentaste?

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Tola:

No vino. Llevo más de quince años sin verla, ¿tú crees que cuando la vea, la dejaría ir? ¿En serio crees eso? ¿En qué estábamos?

Pepa:

¿Necesitas dinero?

Tola:

¿Tú qué crees?

Pepa:

Como cuánto.

Tola:

¿Cómo que como cuánto? Pues para terminar el mes.

Pepa:

No tengo tanto.

Tola:

¿Cómo que no tienes tanto?

Pepa:

No tengo tanto.

Tola:

Pues entonces, lo que sea, lo que sea.

… —Aunque todavía no conocían al profesor Míster Douglas, en ese momento se realizaba una conversación a unos cuantos kilómetros de distancia que de alguna manera se relacionaba con ellas. —Míster Douglas hablaba con un amigo cura sobre los mis­ terios insondables de Dios, y de cómo, hombre de fe que había sido, se encontraba en una crisis de credo básicamente por un negro de quien se sentía atraído a espaldas de su mujer. —Sí, un negro. —Míster Douglas decía con un marcado acento gringo, mientras se echaba una cerveza fría en una cantina de barrio: —Dios sabe que he sido un buen hombre. Todo mundo lo sabe. He cuidado de mi mujer durante treinta años ininterrumpidos.He procurado a mis hijos que ahora estudian en Wisconsin en la Facultad de Ciencias Biológicas. No me he dejado llevar por los placeres mundanos. Duermo en casa hasta cuando ella viaja a

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visitar su pueblito en la sierra cafetalera. He cuidado la integridad de todos a mi alrededor. —Su amigo cura lo observaba con un gran signo de interrogación en la cara. —Después de un silencio que se había hecho un nudo bien gordo, le dijo: —Nada existe que no provenga de Dios y cualquiera de nosotros estamos aquí para dar testimonio. De ahí que la jo­tería sea un pecado enorme porque los recursos del esperma están para fecundar y tener estirpe, por eso es contra natura. Sin embargo, lo puedo entender, Míster Douglas… pero, ¿un negro?

… Pepa:

El cura vino a verme.

Tola:

Ajá. ¿Y qué quería?

Pepa:

Le preocupas.

Tola: Ajá. Pepa:

No, de verdad. Le preocupas. Dice que no puedes seguir así.

Tola: Ajá. Pepa:

Así, de muerta de hambre.

Tola:

¿Y a ese gordo seboso qué putas le importa?

Pepa:

No te pongas así.

Tola: Contesta.

[27]

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Pepa:

Me debes como diez mil dólares.

Tola:

¿Qué tiene que ver?

Pepa:

Me debes diez mil dólares.

Tola:

No te debo diez mil dólares.

Pepa:

Pues creas o no lo creas, todo lo tengo anotado en un cuadernito. Mira.

Tola:

¿Y qué dice el cura?

Pepa:

Yo no lo digo, lo dice el cuadernito.

Tola:

¿Qué tiene que ver eso con Dios? ¿Y ese cuadernito qué/

Pepa:

Nada, pero/

Tola:

¿Y además? ¿Qué te pasa? ¿Me estás cobrando?

Pepa:

Mi esposo dice/

Tola:

Los cerdos no hablan.

Pepa:

Y vamos poniendo límites. No me gusta que le digas cerdo. Él te quiere.

29

Tola:

Me quiere enchufar desde hace más de tres décadas.

Pepa:

Mira, no voy a entrar en tus provocaciones. El asunto es que Winston ya está harto de que se le desaparezca el dinero. De que lo tome para ti. Todo tiene un límite. Tiene el hígado graso. Yo te quiero.

Tola: Gracias. Pepa:

Pero ya no nos alcanza en casa. Mi hijo se quedó sin trabajo.

Tola:

Lo que nos faltaba. ¿Y eso del hígado?

Pepa:

No podemos con tanto gasto.

Tola:

Tu hijo, ¿el mismo que empeñó la prótesis de su papá?

Pepa:

Es mi hijo, pasa por una crisis.

Tola:

Tu hijo nació en la crisis… ¿Hígado graso?

Pepa:

No es muy brillante, pero es lo que nos tocó.

Tola:

Entonces, ¿qué propones?

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Pepa:

No podemos seguir así.

Tola:

¿No podemos seguir, cómo?

Pepa:

Así, con tanto déficit. El cura me dice/

Tola:

¿Y el puto cura qué tiene que ver?

Pepa:

No le digas puto cura. Los curas no son putos. Son hombres de bien.

Tola:

A ese cura apestoso me lo paso por el arco del triunfo.

Pepa:

Bueno, veo que tienes mala actitud. Tu horóscopo decía que no era un buen día. Es culpa de tu ascendente y de Marte. Eso lo entiendo. Pero déjame decirte que en el mío decía que me recomendaba quedarme en casa para darle tiempo al tiempo. Pero aquí estoy. Haciendo un esfuerzo. En el tuyo decía que en cuestiones de amistad tendrías que tener paciencia y darlo todo de ti. Si te estoy contando lo que me dijo el cura es porque hay un gringo que necesita que le ayudes. Un gringo respetable que tiene unas fincas y es dueño del Macdonals.

Tola:

¿Qué tiene que ver el gringo?

31

Pepa:

Pero si andas de malas, yo lo entiendo. Hasta luego.

Tola:

No, no, no, no. A ver, a ver, a ver, a ver. Más despacio.

Pepa:

No, ya estuvo bien. Uno intenta ser amiga y te pones de lo más pesada.

Tola:

Está bien, está bien.

Pepa:

No quiero que le vuelvas a decir cerdo.

Tola:

¿A quién?

Pepa:

¿A quién va a ser? A mi marido.

Tola:

Está bien.

Pepa: Promételo. Tola:

¿Cuál es tu problema con que le diga cerdo?

Pepa: Promételo. Tola:

Está bien.

Pepa:

No. Promételo.

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Tola:

Juro nunca más decirle cerdo, al hijo de puta de Winston Sandoval.

Pepa:

Okey. Míster Douglas. Se llama Míster Douglas. Da clases sobre teología en la universidad. Es experto en santo Tomás de Aquino. Vino hace muchos años con una sarta de soldados y le gustó la zona. Aquí se quedó enamorado de una india, que dicen era muy bella. Después, entrado en años, ha descubierto su amor por un negro del mercado que le vende fruta. Le dicen el Sóngoro Cosongo.

Tola: ¿Qué? Pepa:

Así me dijo el cura.

Tola: ¿Qué? Pepa:

Como lo oyes.

Tola:

¿Qué te dijo?

Pepa:

Que se enamoró de un negro. Que sueña con él todos los días. Que imagina que huyen por el mar en un crucero de colores.

Tola:

Qué puto.

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Pepa:

No seas majadera.

Tola:

Oye, eso es demasiado.

Pepa:

Pero él no es así. Él es un hombre respetable.

Tola:

¿Cómo va a ser un hombre respetable si le gusta un negro?

Pepa:

Mira, querida, la cosa está así: el cura dice que conoce la naturaleza humana y yo le creo. Me ha ayudado mucho con mi matrimonio. El cura dice que no es que sea, no es que sea…

Tola:

Marica. ¿Tu marido?

Pepa:

No, mi marido, no. Míster Douglas.

Tola: Ah. Pepa:

Sí, eso, no es que sea homosexual. Es que lleva treinta años casado. El cura dice que era un hombre entregado a su esposa e hijos, quienes se fueron a gringolandia a estudiar. El cura dice que todos nos confundimos y que es necesario ayudarlo.

Tola:

¿A Míster Douglas?

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Pepa: Sí. Tola:

¿Al gringo?

Pepa: Sí. Tola: Ajá. Pepa:

El cura me preguntó por ti, por tus contactos. A mí se me ocurrió que le contrataras una muchachita de la plaza para que recuerde lo que es ser un hombre.

Silencio. Tola: ¿Qué? Pepa:

Pues lo he estado pensando.

Tola: ¿Qué? Pepa: Mucho. Tola:

Pero, ¿de dónde sacas esas ideas?

Pepa:

Por la necesidad. Porque te quiero.

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Tola:

Pero tú eres una beata. Tu amas a tu próximo. Vas a misa cada semana. Saludas con propiedad a todo mundo. Siempre das las gracias. Das limosnas. Tú no deberías tener esas ideas.

Pepa:

Es por la necesidad. Porque no me gusta verte así. Por el hígado de/

Tola:

Pero no va con tu estilo.

Pepa:

Lo sé.

Tola:

No voy a hacer eso.

Pepa:

¿Por qué?

Tola:

Pregonas el bien. Das limosnas a los niños mugrosos. No me cuadra.

Pepa:

No puedo seguirte ayudando. Winston tiene/

Tola:

Yo no hago esas cosas.

Pepa:

Le puedes cobrar bien y ayudarte un poco.

Tola:

Yo no tengo trato con putas.

Pepa:

¿Y la vez del Teniente López?

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Tola:

El Teniente López me debía dinero. Le había dado hierba de la mejor calidad, pura Yak-deRiper y el desgraciado nunca me pagó. Cada vez que iba a su casa, su pirujilla me decía cosas horribles hasta que una vez le di su merecido.

Pepa:

¿Y después?

Tola:

Después me agarraron entre sus amigas, las putas, y me reventaron el hocico contra la banqueta. No se vale.

Pepa:

Bueno, bueno, pues buscas a alguien más. A alguien que te pueda ayudar.

Tola:

Bueno, ¿y tú quién te crees? Contéstame.

Pepa:

Mira, amiga. Te lo pongo así: Winston ya no me dará dinero para tus gastos. O te ayudas tú misma o yo no sé qué va a pasar.

Tola:

Pero qué poca madre tienes. Ya no se puede confiar en el prójimo. Tu hijo es un malagradecido. Los curas son unos hijos de puta. Los negros… Los negros…

… —El asunto se mantuvo en su cabeza durante un largo insomnio. —A la mañana siguiente pidió el teléfono de Míster Douglas para negociar el asuntito. —Le contó que su hija había emigrado hace quince años a gringolandia. —Le contó que perdió comunicación con ella cuando se subió a un extraño tren que la llevaría a Laredo. —Le contó que no sabía nada de ella. —Le confesó que haría lo que fuera por reencontrarla. —Míster Douglas prometió que haría todo para regresarla a casa, pues tenía amistades influyentes, pero la mujer elegida para el intercambio tendría que ser morena, con buena dentadura, muy complaciente y discreta.

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—Además, el intercambio tenía que ser estrictamente confidencial.

… Tola:

Mira mi’ja.

Lupe:

Me gusta que me digas mi’ja.

Tola:

Hay días en que/ ¿Cómo fue la cosa en la maquiladora? ¿Te siguen tratando de la verga? Mira, siéntate. Siéntate. Ven acá. ¿Sigues con ese imbécil?

Lupe: ¿Quién? Tola:

El taxista.

Lupe: No. Tola: Ah. Lupe:

Te dije que estoy con William López.

Tola:

Ah, sí. ¿Y qué con el tal William?

[39]

40

Lupe:

Pues hace mucho no me pasea. Es que su mujer es una pesada.

Tola:

Ah. ¿Es casado?

Lupe:

Pero ya se va a divorciar. Y me va a llevar de viaje a Miami.

Tola:

Ajá. ¿En barco?

Lupe:

No, en su tráiler de quesos.

Tola: Ajá. Lupe:

William es diferente.

Tola:

No es diferente, parece que todos tienen un cuchillo clavado en el cerebro. Mira mi’ja, no puedes seguir así. Aún recuerdo que aquel dichoso taxista te invitó a comer al mar y ni siquiera te trajo de vuelta.

Lupe:

Es que se sintió mal. Le hicieron mal de ojo.

Tola:

No le hicieron mal de ojo. Lo hicieron de mal corazón. Primero te recetó tu medicina en medio del mar abierto y una vez concluido su amor se desapareció como un pedo silencioso.

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Lupe:

Sí, es cierto.

Tola:

Y luego el otro baboso que te dejó preñada. ¿De dónde era?

Lupe:

Trabajaba en un bar. Hacía buenas margaritas. Me recitaba poesías.

Tola:

Ajá. ¿Ves? ¿Ves lo que te digo? Esto no puede seguir así. ¿Qué clase de poesías?

Lupe:

Este era un rey que tenía un palacio de diamantes, una tienda hecha de día y un rebaño de elefantes.





Un kiosko de malaquita, un gran manto de tisú, y una gentil princesita, tan bonita, Mi Lupita, tan bonita como tú.

Tola:

Ah, pero qué bonito está eso.

Lupe:

Muy bonito.

Tola:

Pero a la hora de los golpes…

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Lupe:

No estaba preparado para ser padre.

Tola:

No estaba preparado para nacer. Tamaño hijo de puta.

Lupe:

Pero me pagó la operación.

Tola:

¿Y qué me dices del boxeador que te sonaba cada luna llena?

Lupe:

Era por una superstición. No porque/

Tola:

Bueno, pero si parece que/ Mira, niña. O te pones las pilas o te las pongo a punta de…

Silencio. Tola:

Mira, perdón. No me gusta verte así.

Lupe:

¿Así cómo?

Tola:

Así, tan… ¿No quieres que el mundo cambie para ti? ¿No quisieras salir y ser una nueva persona? ¿Caminar por la plaza con la frente en alto? ¿Salir de chopin los fines de semana? ¿Ir al cine a ver los estrenos de Jolibud? ¿Irte a un buen rancho de playa? ¿Asegurar el futuro de tus hijos?

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Lupe:

Sí, claro. Me encantaría.

Tola:

Pues es necesario que me escuches.

Lupe: Ajá. Tola:

Míster Douglas es un gringo muy respetado que necesita una mujer que lo comprenda. Es dueño del Macdonals y respetado profesor de religión. Tuvo un puesto militar en gringolandia y por eso lo mandaron acá hace algunas décadas. El plan es que duermas con él, lo enamores, te cases y me lleven a vivir con ustedes.

Lupe: ¿Qué? Tola:

Al mundo hay que atraparlo con las manos.

Lupe: ¿Qué? Tola:

No nos queda de otra.

Lupe: ¿Qué? Tola:

Si no nos tenemos a nosotras, no nos queda nada. ¿Me entiendes? Y es por eso que quiero aprovechar para registrarte como mi única y legítima hija, y después, estar juntas, siempre.

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Lupe: Pero/ Tola:

No hay peros.

Lupe:

Yo no soy una puta.

Tola:

Pues no tanto. Pero sí. Más o menos.

Lupe:

No me gusta que me digas eso.

Tola:

Mira mi’jita. Todos tenemos un talento y no hay que renegar de lo que Dios nos dio. No eres lo que se dice puta-puta. Eres medio puta. Y hay que aprovechar eso para que salgas del clóset.

Lupe:

No quiero salir del clóset.

Tola:

¿Por qué? Hay que quitarse las máscaras que nos cubren la esencia. ¿Tú crees que estaría donde estoy si no me hubiera desprendido de preconcepciones acerca de mi persona? ¿Sabes dónde estaría ahora? Atendiendo a algún gordo con el hígado graso como la pendeja de Pepa. O con una sarta de hijos soldados, o hijos de puta que son lo mismo. No señor. Eso no es para mí. Además no te estoy pidiendo que te encames con cualquiera. No te estoy pidiendo

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que lo hagas con toda la planta laboral de la maquiladora en la que trabajas. Eso sería un gran abuso. O con el jefe de personal que te intentó violar con un superman de plástico. Te estoy pidiendo que lo hagas con alguien de abolengo, con un gringo respetado por su comunidad, empresario responsable y experto en santo Tomás de Aquino. Lupe:

¿Ah, sí? ¿Santo Tomás? ¿Quién es ese santo?

Tola:

¿No conoces a santo Tomás?

Lupe:

¿Es amigo del cura?

Tola:

Yo no te recomendaría nada malo.

Lupe:

Eso es cierto.

Tola:

¿Lo ves? ¿Lo ves? Sólo tienes que abrir tu mente.

Lupe:

Abrir mi mente.

Tola:

Así es.

Lupe:

Abrir mi mente, sí.

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Tola:

¿Ves?

Lupe:

Sí. ¿Y es guapo? Aquí no se ve muy guapo.

Tola:

Es gringo, ¿qué mas da?

Lupe:

¿Y cuántos años tiene?, ¿ochenta?

Tola:

No, como sesenta. Pero lo han corrido sin aceite. No es tan grande.

Lupe:

¿Qué quieres que haga?

Tola:

Que te laves la boca, te pongas esta ropa y te vayas al Hilton de volada.

Lupe:

Pero tengo que regresar al trabajo.

Tola:

Pues habla y di que te dio la migraña.

Lupe:

Pero yo no tengo migraña.

Tola:

Pues entonces diles que te dio fiebre.

Lupe:

Pero yo no tengo fiebre.

Tola:

Habla y di que te tragaste un marisco echado a perder.

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Lupe: Pero/ Tola:

Es importantísimo que lo complazcas en todo, que no hables más que lo indispensable y lo más importante, lo más importante, dile que eres completamente nueva en el negocio y que de ser posible, te gustaría sólo tener un cliente. Dile que quieres que desaparezcan los condilomas en el mundo.

Lupe:

¿Qué es eso?

Tola:

Sólo díselo.

Lupe:

¿Y quién va a ser el único cliente?

Tola:

Pues quién va a ser, él.

Lupe:

Ah. ¿Condilomas?

Tola:

¿Qué le vas a decir?

Lupe:

Es mi primera vez en este negocio, Míster Douglas.

Tola:

Muy bien, hija, muy bien.

48

Lupe:

Por el bien de nuestros cuerpos, por la desaparición de los condilomas en el mundo, me gustaría sólo tenerlo a usted de cliente fijo. Le cobraría un poco más, pero si le interesa le juro ante Dios todo poderoso que seré única y exclusivamente suya.

Tola:

Hija, me has sorprendido.

Lupe:

Me gusta que me digas así.

Tola:

Ande pues, váyase a lavar la boca al Macdonals.

Lupe:

Pero antes, una cosa.

Tola: ¿Qué? Lupe:

Cuando me case, me gustaría proponerle a Míster Douglas que no solamente hubiera un payaso en los Macdonals, pobrecito se ve muy solito, me gustaría que Ronald tuviera una pareja, una payasa vestida y pintada como él, para que no esté tan triste.

Tola:

Ay, hija. Para eso Dios tendría que volver a crear el mundo. Vaya, pues.

… —En una de las habitaciones del Hotel Hilton se escuchaban canciones de Steve Wonder y Roberto Carlos. A Lupe se le hicieron muy románticas. —La música la hacía recordar tantos atardeceres frente a una playita rascuache y con varios de sus malogrados novios, a quienes ella había querido tanto. —Con pocas palabras, el encuentro se podría definir como exitoso. —Por alguna razón, Míster Douglas, en algún momento, pensaba en los inicios de la humanidad; el acelerador de partículas y los científicos de todo el mundo. —¿Te he dicho algo? —Le dijo a ella. —No. —Hoy ha sido el día más feliz de mi vida. [49]

… Tola:

¿Eso te dijo?

Pepa: Pero/ Tola:

Ay, hija. La vida nos sonríe.

Pepa:

¿Y por qué habrá dicho eso?

Tola:

¿Qué le contestaste?

Lupe:

Sólo sonreí. Como me dijiste que hablara lo menos. Después pedimos de comer al cuarto. Nos llevaron unas langostas y vino espumoso. Al cuarto. Me sentí importante. Me sentí como cuando salí con Chuy a un restaurante francés y comí pato y fuagrá.

Tola y Pepa:

¿Quién es Chuy?

Lupe:

El político que decía cosas sobre la luna. [51]

52

Tola:

Ah. Muy bien, hija. Muy bien.

Pepa:

Pero, ¿por qué te dijo eso? ¿No es un poco exa­ gerado? ¿Por qué el día más feliz de su vida?

Lupe:

No sé.

Pepa:

¿Por qué pones esa cara? ¿Qué carajos…?

Tola:

Sí, ¿por qué pones esa cara?

Lupe:

No, por nada.

Tola:

¿Por qué?

Pepa:

¿Qué te pasa?

Tola:

Sí, ¿qué te pasa? ¿Por qué te pones así?

Lupe:

No, por nada.

Tola:

No, no, no. Aquí pasa algo.

Lupe: No. Pepa:

Que sí, niña, que sí.

Tola:

Entre nosotras no hay secretos.

53

Pepa:

¿Por qué fue el día más feliz de su vida?

Tola:

Mira, Lupe. En este negocio estamos juntas. La plusvalía de la transacción es tripartita. No eres la única involucrada. Todas estamos arriesgando algo.

Lupe:

¿Qué están arriesgando ustedes?

Pepa:

¿Qué crees que diría la comunidad si se en­teraran que la Pepa anda de lenona? La quemarían viva. En este negocio, todo debe ser transparente.

Lupe:

Bueno, ya pues… es el día más feliz de su vida porque cumplí todo lo que me pidió.

Tola:

¿Y qué te pidió?

Lupe:

Me pidió que le hiciera cosas con una gran verga de plástico.

Tola: Ah. Pepa:

¡Dios mío!

Lupe:

Y me pidió que hablara como negro.

54

Tola: Ah. Pepa:

¡Santo Dios!

Lupe:

Y me llamó Sóngoro Cosongo.

… —Un revoltijo de palabras que hacían una nueva lengua. —Varios encuentros en el Hilton con música de Camilo Sesto. —La Estatua de la Libertad. —Una mujer vestida como Ronald Macdonal. —Su fiel y payasa esposa. —Unas manos grandes y negras sosteniendo una verga añosa. —Cristo sangrante en una cruz de oro y su perorata sobre el por qué de las cosas. —Un viaje largo en barco. —El mar abierto. —Un cáncer de hígado. [55]

56

—Como una nube negra. —Un príncipe gringo vestido como en los cuentos de hadas, con acento de gringo y con sonrisa de gringo, pronuncia: Este era un rey que tenía un palacio de diamantes, una tienda hecha de día y un rebaño de elefantes.

—Santo Tomás de Aquino habla agitadamente, hoc aliquid, hoc aliquid, hoc aliquid, tratando de entender un poco el por qué de las cosas. —Son algunas de las imágenes y palabras de los sueños desperdigados de las tres mujeres, del cura y de Míster Douglas, respetado profesor de religión de la universidad quien, ante sus alumnos, uno de esos días, declaró: —Yo vine a estas tierras para ayudar a su gente. Para cuidar enfermos y cooperar con la paz. Pero nunca me imaginé que encon­traría el amor. A mí no me gustaba la actitud destructiva de Cortés al llegar a las Indias. Ni la imagen del derrumbamiento de los ídolos que la gente de aquel lugar había alzado. Pero entendí que se ena­morara de una india y su lengua. Su lengua bastarda y su saliva. El día que decidí

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quedarme en estas tierras, fue por amor y sólo por esa razón me iría nuevamente. —Los alumnos de Míster Douglas no entendían nada, sin embargo, dado su carisma natural, la mayor parte de ellos se conmovió, salvo algunos cuantos resentidos.

… —El segundo encuentro entre Lupe y Míster Douglas fue muy afortunado. Míster Douglas le pidió a Lupe que se pintara como negro, hablara como negro e hiciera algunos mala­bares. Sin embargo, al terminar, le despintó la cara, le acarició las mejillas y le dijo: no eres tan fea, me caes rete bien.

[59]

… Tola:

¿Eso te dijo?

Lupe: Sí. Tola:

Pues, yo creo que las cosas van bien.

Lupe:

¿Y cuándo seré tu hija?

Tola: Pronto. Lupe:.

¿Te puedo decir mamá?

Tola: No. Lupe:

¿Por qué?

Tola:

Porque aún no soy tu mamá.

Lupe:

¿Por qué?

Tola:

Porque… porque… [61]

62

Lupe:

¿Por qué?

Tola:

El sistema. No podemos.

Lupe:

¿Por qué?

Tola:

Hoy es feriado.

Lupe:

¿Y eso qué?

Tola:

Hay que hacer algunos trámites burocráticos en la oficina del registro civil.

Lupe:

Pero, ¿no podemos adelantarnos?

Tola:

No, ni madres.

Lupe:

Pero, ¿por qué?

Tola:

Yo tengo una reputación. No puedo andar por la vida con una puta como hija.

Lupe:

Pero yo no soy eso.

Tola:

No. No. No.

Lupe:

Entonces, ¿por qué lo dices?

63

Tola:

No entre nosotras. No me refiero a lo que hayamos quedado entre tú y yo. Nosotras sabemos de qué se trata. Nosotras tenemos palabra. Pero el mundo está de cabeza. Me refiero a la mierda de sociedad. Para ellos sólo eres una muchacha que se encama con Míster Douglas, el gringo culiconfundido. No puedo arriesgarme. No sería fácil para mí que alguien dijera: “Ahí va la madre de esa perdida. Miren a la vieja alcahueta. Miren a esa depravada”. Y la cosa se prestaría a la confusión cuando alguien te señalara a ti y mascullaran a tus espaldas: “Mira a esa puta hija de puta”. No señor, no puedo arriesgarme. La gente habla. Tú sabes cómo es la lengua, se enreda y comienzan las monsergas como epidemia. Yo no quiero que me hagan daño. Tú no quieres que te hagan daño.

Lupe:

Pero si tú me dices mi’ja.

Tola:

Es un apócope.

Lupe:

Un apoco… un a poco…

Tola:

No te aceleres. En la vida debemos tener paciencia. Tú no has sido una pendeja de a gratis.

64

Lupe:

Yo he sido una pendeja de a gratis.

Tola:

¿Por qué lo dices?

Lupe:

Porque siempre la he cagado de a gratis.

Tola:

No. No ha sido de a gratis.

Lupe:

Sí lo ha sido. Deja de decirme mentiras.

Tola:

Mira, niña. Somos socias en esto. No hay que mezclar los asuntos. Los negocios son negocios. Si te estoy diciendo lo que te digo es porque he vivido más que tú y ya me la sé. Así que, por favor, deja de andarme llevando la contraria.

Lupe:

Está bien.

Tola:

Así me gusta.

… Pepa:

Hablé con el cura.

Tola:

¿Y qué dice?

Pepa:

Que cómo estabas.

Tola:

No seas/ ¿Cómo está Winston Sandoval?

Pepa:

Winston Sandoval está bien, hasta me preguntó por ti.

Tola:

¿Qué dice el cura?

Pepa:

Que el gringo está feliz. Que el gringo le ha tomado cariño. Que desea con todas sus fuerzas divorciarse y hacer una nueva vida.

Tola:

¿Y qué piensa el cura?

Pepa:

El cura no tolera los divorcios.

[65]

66

Tola:

Lo sabía.

Pepa:

Pero Míster Douglas está remodelando la casa de playa del cura y es por eso que le importa un rábano que el gringo quiera tener otra esposa.

Tola:

Eso es bueno.

Pepa:

Hoy los astros amanecieron de nuestro lado, Venus es/

Tola:

Al grano.

Pepa:

El gringo desea una mujer refinada y sensible, de buen gusto, que pueda ser su Sóngoro Cosongo en su cama king size, para siempre. Quiere tener a alguien que lo comprenda, quiere tener a alguien con la que no se tenga que esconder. Quiere dejar la universidad e irse a una playita a pasar sus últimos días.

Tola:

Todo está muy bien.

Pepa:

Entonces, ¿por qué la cara?

Tola:

Por lo de refinada y de buen gusto. Si es re pendeja, la pobre.

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Pepa:

No tanto.

Tola:

Una cosa es el optimismo y otra el engaño. Es una pendeja.

Pepa:

Pues sí.

Tola:

Y no podemos hacer nada.

Pepa:

Pues yo había pensado en eso. Hay un señor en la congregación que sabe latín, que es experto en la biblia y que además toca la guitarra. Puedo hablar con él para que la eduque, para que la haga alguien de bien.

Tola:

De bien, ya es.

Pepa:

No, no mucho. No es de bien. De bien somos nosotras. Ella no es de bien.

Tola:

Pues sí.

Pepa:

Que aprenda a tocar la guitarra y algunas palabras en latín.

Tola:

Ni madres. En este negocio somos tú y yo. No va a venir ningún cristiano a enseñarle pendejadas. Si alguien le puede enseñar algo, seré

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yo. Yo que conozco toda la dimensión de su estupidez. Pepa:

Pero te digo que sabe latín.

Tola:

Así hablara dálmata a ése me lo paso por/

Pepa:

Bueno, ya.

Tola:

Pues así le hacemos.

Pepa:

Me parece muy bien… Bueno, ¿y a ti qué te pasa?

Tola:

Pues, necesito financiamiento.

Pepa: ¿Qué? Tola:

Necesito dólares. No podemos estar así.

Pepa:

Pues es lo que yo digo. No podemos estar así. ¿Qué, no les paga el gringo?

Tola:

Sí nos paga, pero la Lupe le cobra bien barato. Ella es bien barata para él, porque así es el verdadero amor, pura putería sin beneficios.

… —Y fue así como, por las tardes, Tola se dedicó con devoción a preparar a su futura hija. Tola:

Lo importante, siempre, es mantener el estilo. Si algo no sabes, no lo hagas evidente.

Lupe:

Entonces, ¿qué hago?

Tola:

Guardas silencio. Sonríes grácilmente y cambias el tema de conversación.

Lupe:

Él dice que le gusta que yo no hablo mucho. Pero en realidad sí hablo mucho.

Tola:

Pues ahora no. Tienes que acostumbrarte a callar. Se supone que nos dieron dos orejas y una boca para escuchar el doble de lo que se habla. Eso lo dijo Salomón.

Lupe:

¿Salomón? ¿El militar que se sopló a la/?

[69]

70

Tola:

No, el rey.

Lupe:

Dos orejas y una boca. No lo había pensado.

Tola: ¿Entonces? Lupe:

Si no sé algo, me callo, sonrío y volteo para otro lado. Así.

Tola:

Pero sonría bien, parece gallina estreñida.

Lupe: ¿Así? Tola: Mejor. Lupe:

Pero no siempre voy a hacer lo mismo. Él habla de muchas cosas. Yo ignoro muchas cosas.

Tola:

Sé que ignoras muchas cosas.

Lupe: ¿Entonces? Tola:

Escúchalo con interés. Algo se te pegará. Y sobre todo, apréndete bien todo lo que te diga.

Lupe: Okey. Tola:

Vamos a hacer un ensayo.

71

Lupe:

Está bien.

Tola: ¿Lista? Lupe: Lista. Tola:

¿En qué se basa la preocupación de santo Tomás de Aquino en relación a la fe?

Lupe: … Tola: Acuérdate. Lupe:

Bueno, la fe. Lo tengo. Lo tengo. La fe… Cada cosa  que nos enseñan en la escuela, los conocimien­­tos que están en los libros de ciencia proceden del razonamiento humano. ¿Está bien? ¿Está bien? La fe guarda una relación con el orden sobrenatural del mundo.

Tola:

No hagas esa voz. Habla normal. Normal.

Lupe:

Está bien, está bien. La fe guarda una relación con el orden sobrenatural del mundo. Aquí hay un choque, entre el orden natural y el sobrenatural. Santo Tomás nos enseñó que todos los conocimientos vienen de Dios y es por tal razón que no puede haber una comisión.

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Tola: Colisión. Lupe:

Colisión. Colisión.

Tola:

Muy bien, hija. Muy bien.

Lupe:

Sobre la demostración de la existencia de Dios. Todos nosotros, animales terrenales, podríamos concluir que Dios puede ser percibido al enunciar un axioma del tipo: “La línea recta es la distancia entre dos puntos”. Entonces, al decir: “Dios existe” algunos sabios creerían que se puede mostrar su existencia, pues la esencia de Dios está en sí mismo. Sin embargo, ¿qué dijiste que era un axioma…? Oye, oye, te estoy hablando… Axioma. Sin embargo, sin embargo, santo Tomás mantendrá, inquieto como era, por el contrario, que no es posible probar su existencia así de fácil, ni madres, porque la esencia de Dios no nos es dada con la misma claridad como, por ejemplo, la esencia de dos tristes puntos en una puta página de papel. Esto quiere decir que el enunciado “Dios existe” no es suficiente para probar la existencia de Dios.

Tola:

¿Cómo, entonces, se demuestra que Dios existe, según santo Tomás?

73

Lupe:

No llegué hasta ahí. Fue todo lo que memoricé. Y sobre lo demás, no entiendo ni madres.

Tola:

No importa. Recuerda que no tienes que decir de un solo todo el mamotreto. Tienes que ser casual.

Lupe:

¿Cómo? ¿Quieres que parezca culta, no?

Tola:

Sí, niña, sí. Pero no te pongas a hablar como perico, así de la nada. Espera alguna oportunidad para reflexionar. Y no digas malas palabras.

Lupe:

Después de... Después de…

Tola:

En medio de una tarde donde ambos contemplen el mar y hablen de Dios... Después de una cena romántica, en la sobremesa, cuando ambos reflexionen acerca de Dios... Después de ir juntos a la iglesia… y terminen hablando de Dios… o caminando por la banqueta después de ver a un niño de la calle y darle algo de limosna, mentando a Dios… Algo casual.

Lupe:

Muy bien.

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Tola:

Aquí nos jugamos todo. Si algo vas a decir piénsalo dos veces. Cállate el hocico cuando vayas a decir alguna pendejada. Y escúchalo siempre con interés…

Lupe:

Muy bien. Muy bien.

… —Al cabo de algunos meses, la cosa parecía ir bien. —Míster Douglas se divorció y se casó con Lupe. —Pepa había sido elegida la mujer del año por la Congregación Misionera del Sagrado Corazón, dadas sus múltiples iniciativas para los niños de la calle, con cáncer, las familias de migrantes torturados y los discapacitados diabéticos. —El esposo de Pepa dejó de beber por más de un año y Tola adoptó con éxito a Lupe. —Sin embargo, Míster Douglas resultó más cabrón y roñoso de lo que esperaban. Él y Lupe estaban casados por el régimen de bienes separados, y cada gasto lo controlaba de manera excesiva.

[75]

… Tola:

Eres la esposa del dueño de la franquicia, no está bien que te vistas de payasa. Eres el hazmerreír de todo el mundo.

Lupe:

A mí me gusta ser payasa.

Pepa:

Tiene razón, hija.

Lupe:

Prefiero ser una payasa a andar con esos vestiditos en el hotel Hilton. Me metí en varios problemas. Todo el mundo piensa que soy una puta. Todo el mundo se siente con el derecho de agarrarme las nalgas y decirme leperadas.

Tola:

El que te vistas de payasa no va a ayudar mucho.

Lupe:

Es la única manera de que me dé algo de dinero.

Tola:

Es que ése es el problema, mi’ja. [77]

78

Pepa:

Es cierto.

Tola:

¿Cómo puede, siendo su esposa, condicionarte de esa manera?

Pepa:

Es cierto.

Tola:

Además todo el mundo se da cuenta que le traes ganas al Ronald.

Lupe:

Es muy educado.

Tola:

A ver mi’ja. Pongámonos de acuerdo. Ese hijo de puta no es educado. Educado es alguien que estudia en Jarvar. ¿Tú crees que los niños no se dan cuenta qué clase de payaso es? Se la pasa viendo los culos de todas las gordas que lo único que hacen es venir por unas hamburguesas. Pobres gordas. Y a ti no deja de morbosearte.

Pepa:

La gente dice cosas, Lupe.

Tola:

Cosas que ni te imaginas.

Pepa:

Lo primero que debes hacer como esposa es comportarte como esposa.

79

Tola:

Así como la Pepa. Vestirte con propiedad y tener un comportamiento totalmente asexual.

Pepa:

Así es.

Tola:

Peinarte como mojigat e iramisalos domingos.

Pepa:

¿No te aprendiste la misa en latín?

Lupe: Sí. Tola:

¿No te sabes tus tonadas cristianas?

Lupe: Sí. Tola:

Pues, compórtate.

Pepa:

No está bien que andes exhibiéndote con ese payaso multicolor.

Tola:

Además, si el pinche señor Douglas no nos da dinero es porque le inspiramos poco respeto.

Lupe:

Te paga tus medicinas, te deja dormir en la casa.

Tola:

Pero eso no es suficiente. ¿Sabes que el cerdo de Winston Sandoval tiene cáncer de hígado?

80

Pepa:

No le digas cerdo.

Lupe:

No, no sabía.

Tola:

¿Sabes que necesita un tratamiento?

Lupe: No. Pepa:

Es un protocolo de investigación en Miami. Y cuesta una fortuna.

Lupe:

¿Y qué quieren que haga?

Tola:

Que nos ayudes.

Lupe:

Pero Pepa no es nada mío.

Pepa:

¿Cómo puedes decir eso? Yo soy como una tía. Una tía que te quiere y se preocupa por ti. Gracias a nosotras tienes una vida nueva. Gracias a nosotras, los hijos esos que te cuida tu tía ya tienen seguro de gastos médicos.

Tola:

Es cierto. Las cosas son así. En este mundo no podemos andar a la deriva, es por eso que tenemos que hacer grupos. ¿Si hubiéramos estado juntas desde que naciste, las tres… crees que hubieras crecido tan pendeja?

81

Lupe: No. Pepa:

Pues no.

Tola:

Pues no, claro.

Lupe:

Yo no soy tan pendeja como piensan. Convencí a mi marido de que Ronald tuviera una esposa. Nadie lo creía. Él mismo me dijo que no estaba dentro de las reglas del negocito. No saben lo que tuve que hacer para convencerlo. Primero me dijo que lo empinara con las piernas/

Tola:

Nos estamos perdiendo lo importante. Lo importante no es andar por la vida vestida de payasa. Si quieres tirarte al naco ese del Ronald, allá tú. Eso es otra cosa. Después si quieres hablamos de eso. Ahora lo importante es que seas persuasiva, verda­deramente persuasiva con el gringo que ya me tiene hasta la madre. ¿Sabes que por culpa de los gringos estamos así de jodidos?

Lupe: No. Tola:

¿Sabes que por culpa de los gringos tenemos una deuda externa?

82

Lupe: No. Tola:

¿Sabes que por culpa de los gringos tenemos transgénicos?

Lupe:

No, ¿qué es eso?

Tola:

¿Sabes que por su culpa los árabes están bien encabronados?

Lupe:

¿Qué tiene que ver?

Pepa:

¿Qué tiene que ver?

Tola:

¿Cómo que qué tiene que ver? En cualquier momento estalla una guerra. Cuando esos locos decidan bombardearnos… ¿Sabes que por culpa de los pinches gringos existe el sobrecalentamiento? ¿Y que en unos años no tendremos país?

Lupe:

¿Por qué?

Tola:

Porque nos vamos a hundir en el océano.

Lupe:

¿En serio?

Tola: Sí.

83

Pepa:

Es en serio. Todo se va a inundar. También por culpa de los chinos.

Tola:

De los chinos y los gringos. Los chinos son unos hijos de puta, pero son más hijos de puta los gringos. Mira mi’ja, las cosas son fáciles. Sólo es cuestión de que utilices tus encantos.

Lupe:

¿Cuáles encantos?

Tola:

¿Quiere que siempre seas su Sóngoro Cosongo?

Lupe: Sí. Tola:

Pues dile que si quiere que seas su negro, tiene que poner de su parte.

Pepa:

No digas esas cosas.

Tola:

Ya estuvo bien de pendejadas. Yo le regalé a mi hija putativa. Estoy cerca de él, le cocino, le organizo sus cosas, lo cuido en la enfermedad, todo para que nos trate así. No se vale.

Pepa:

Hay que darle tiempo al tiempo.

84

Tola:

Ni madres. Y luego se muere, ¿y qué? Contesta, babosa. Contesta. Si se muere, ¿qué?

Lupe:

Ya le estoy tomando cariño.

Tola:

Pues fíjate que no, mi’ja. No le puedes tomar cariño. Esto es un negocio, un negocio para que el día de mañana tengamos nuestro propio Macdonals y podamos comprarnos un barquito que diga Las Tres Reinas de Oriente para zarpar a la casa de la chingada. No es algo simple, nos estamos jugando todo, Lupe. O te pones lista o nos va a cargar la verga/

Pepa:

No seas vulgar, Tola.

Tola:

Estoy intentando/

Pepa:

No seas vulgar/

Tola:

Sólo quiero/

Lupe:

Si le estoy tomando cariño…

Tola:

No, ni madres. Tú lo dices muy fácil.

85

Pepa:

Lo que sea, pero no seas vulgar. Ya estoy cansada de toda tu palabrería de cochinada. Todo tiene un límite.

… —Esa noche, las prácticas íntimas de Míster Douglas estuvieron condicionadas a un flujo mayor de capital, cosa que al gringo le molestó. El argumento ganador fue el siguiente: —Mira, viejo gringo, causante del sobrecalentamiento y de que los árabes estén encabronados. Mi ciudad estará inundada por tu culpa y mis hijos endrogados por culpa de la deuda. O me das una tarjeta bancaria para gastar a mis anchas lo que una mujer como yo quiera o dejo de ser tu puto negro. ¡Que mueran los chinos! —A lo que el gringo contestó: —Cierto es que nunca te había visto en este estado de ánimo. Mis propios y penosos asuntos han hecho que me olvide de tus necesidades del día a día. No te preocupes, negro mío con la piel de una zanahoria, pues ahora mismo pondré solución a cada uno de tus problemas. Solamente te pido, de la manera más atenta, que dejes ese trabajo de payasa y que, por favor, no andes calentando al Ronald, pues me han llegado rumores de tu moral distraída y constantes masajeos públicos. La [87]

88

empresa es la empresa. No podemos escupir a la mano que nos da de comer. En otras palabras, amor mío, deja de andar de putasobavergas si no quieres que se te aparezca el diablo. —Medio pendeja como era, a Lupe le desconcertó grandemente el sorpresivo reclamo y, por primera vez, se dio cuenta de que su esposo era un hombre apasionado. —Meses después, tras la muerte de Winston en Miami, las tres amigas se encontraban en la banca de un centro comercial, en un barrio exclusivo de Miami.

… Tola:

Wat a fac is dis?

Pepa:

Te agradezco.

Lupe:

De nada. Se hizo lo que se pudo.

Tola:

Is onbolívabl!

Pepa:

Deja de hablar en inglés.

Tola: Guai. Pepa:

Porque ninguna de nosotras habla.

Lupe:

I can spik a litl bit.

Pepa:

Otra que…

Lupe:

I tin dat wi can estey jir for a wile.

[89]

90

Pepa:

No, yo me regreso. Deberías tener un poco de respeto a la memoria de Winston.

Tola:

Winston was a pig. A mader facker pig. It was a divain yostis. Can yu si? Or not? Wat is yur fakin problem, vitch?

Pepa:

Mira, es que de verdad no entiendo por qué te pones así.

Tola:

Guat is de facking problema.

Lupe:

Ai tin tat chi is in pein bicos his josban is dai.

—En realidad, Tola hablaba en inglés porque estaba nerviosa. Tola:

To birs or no tu birs. Tat is de question: Weter dis nobler in the maind to soffer The slings an arraus of autregius fortun, Or tu taik arms agenst a si of trobuls, An bai opposin en dem?

… —Nadie anticipaba el melancólico estado de ánimo de Tola. —Incluso Pepa, con el alma aún dolida por la muerte de su ebrio esposo, no se sentía tan triste como Tola. —Todo debido al recuerdo de su hija, que quince años atrás tomó un tren para gringolandia, para nunca jamás regresar. —Miami significaba el destino soñado por su hija soñada. De hecho, su hija ahora tenía los rasgos etéreos y piel de fotografía vieja. —Es por eso que Tola comenzó a hablar en inglés y a consi­ derar con más seriedad que nunca el fin de Míster Douglas quien, al enterar­se de la muerte de Winston, tomó el primer avión para reunirse con las mejores amigas de su tierna y amada esposa. —Para consolarlas, el respetado profesor las convenció de regresarse en un pequeño yate que tenía y al que había nombrado Tierra Prometida. [91]

92

—Después de una sesión en privado con su gringo esposo, Lupe se reunió con sus amigas, sin intención alguna de ocultar su rol de negro de las Antillas, en la cubierta de la nave, cuando el sol pegaba a plomo. —Sus amigas no podían creer que saliera maquillada así, a plena luz del día. —Se sentó a un costado de su madre putativa, quien oficialmente le llamaba hija, ya no hija de puta, y la hija de puta de Pepa, quien pensaba que Lupe era verdaderamente puta, como la hija que nunca hubiera soñado tener.

… Pepa:

No deberías salir así. Es bochornoso.

—Pero Lupe no decía nada. —Pronto, las tres miraban la inmensidad del mar y reflexionaban sobre los inextricables misterios del tiempo. Tola:

Lo primero que quisiera comentar, al estar aquí, ante ustedes, con mi única familia, mi verdadera familia, es que no sabemos lo que el mar al final nos traiga. No sabemos si se avecina una tormenta porque, no nos hagamos pendejas, no sabemos ver el horizonte.

Pepa:

Sí, es cierto.

Lupe:

Es cierto.

Tola:

Aparentemente, hay algunas nubecillas que prometen un tiempo de calma.

[93]

94

Pepa: Sí. Lupe: Sí. Tola:

Pero, insisto, nunca hemos sido capitanes de barco, ni estamos entrenadas para lidiar con tanta inmensidad.

Pepa: Mjj. Lupe: Mjj. Tola:

Si lo que queremos es llegar a casa, tenemos que agarrar el timón de este barco.

Lupe:

Mi amado esposo sabe cómo manejar este barco.

Tola:

Tu amado esposo no sabe ni una mierda.

Pepa:

No sabe nada. Alguien más lo timonea.

Lupe:

Sabe muchas cosas, el desgraciado.

Tola:

Y que aquí se quede entre nosotras.

Pepa:

Exactamente, Tola, ¿a qué te refieres?

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Tola:

A que el mar es impredecible.

Pepa:

¿En buen español?

Tola:

Lo que es. Que no es justo, que tenemos que a­garrar el mundo con las manos. Tirar por la borda al enemigo y dejarnos de miserias.

Pepa: ¿Tirarlo? Tola: Sí. Pepa:

¿A Míster Douglas?

Tola: Sí. Pepa:

Nunca había escuchado mayor pendejada.

Lupe:

¿Por qué dices malas palabras?

Pepa:

Porque Tola está fuera de juicio, porque ya me tiene harta. Porque gracias a sus ideas estamos donde estamos. Porque el protocolo de investigación resultó un fraude y quizá, en casa, Winston habría vivido más.

Tola:

El protocolo era de punta. Ese cubano sabía lo que hacía.

96

Pepa:

El problema es ese. No se puede confiar en los cubanos. ¿Venimos a los yunaites para que un cubano se encargara de Winston? Winston tenía la ilusión de que lo atendiera un güero cincuentón y de lentes que le diera palmadas en el hombro, y le dijera: dont wuorri, mai men. No un cubano chaparro que le hedía la boca. ¿Tú crees que eso no influyó?

Tola:

¿Por qué dices eso?

Pepa:

Recuerda a la Virgen de Fátima, que se apareció a tres dichosos pastorcitos en un remoto pueblito, entonces desconocido, Fátima. Recuerda que la Virgen empieza sus apariciones en mayo de 1917, ¿no se te hace revelador?, en el mismo momento en que tenía lugar, en Rusia, la revolución que terminaría con el derrocamiento del zar, y en octubre del veinticuatro, la llegada de Lenin y el comunismo al poder mediante una carnicería. En una de esas apariciones, la Virgen anunció a los pastores: “Rusia esparcirá sus errores por el mundo, pero mi corazón inmaculado vencerá”.

Tola:

¿Y eso qué puercas tiene que ver?

Pepa:

¿No lees Wikipedia? Fátima/

97

Tola:

¿Y qué tiene que ver?

Lupe:

Sí, ¿qué tiene que ver?

Pepa:

Los cubanos son comunistas, como los rusos. “Rusia esparcirá sus errores por el mundo”. Los cubanos son errores del mundo.

Tola:

¿Cuál es tu puto problema?

Lupe:

Sí, ¿cuál es tu puto problema?

Pepa:

Pues el problema es que siempre estamos a merced de tus ocurrencias. No podemos seguir así. Una vez que regresemos, yo me largo.

Tola:

A ver, a ver, a ver. ¿Me puedes explicar exactamente qué mierdas te pasa?

Pepa:

Me pasa que las cristianas, las que verdaderamente amamos a Cristo y nos preguntamos ver­daderamente qué podemos hacer por la gente jodida, no podemos permitir que una vida, aunque sea la vida de un gringo hijo de puta, se ponga en tela de juicio. No, señor. No somos asesinas.

98

Tola:

Pues debes saber que en casa tiene una bóveda llena de dinero.

Pepa:

¿Y eso qué?

Tola:

Lo dividiríamos entre tres. Yo sólo digo.

Silencio. Tola:

Yo lo hago.

Lupe:

¿Hacer qué?

Tola:

Yo puedo aventar al mar a Míster Douglas.

Pepa: ¿Tú? Tola: Sí. Lupe:

Yo te puedo ayudar, mamá.

Tola:

Pues te agradezco mucho, hija, pero por favor, de la manera más atenta, no me digas esas cosas.

Lupe: ¿Cuáles? Tola:

Si eres tan amable.

99

Lupe:

Está bien, mamá.

Tola:

Que no me digas así.

Lupe:

Perdón. Pero si tú me dices hija.

Tola:

Más adelante, cuando se me antoje, yo te digo cómo decirme. Mientras, no me digas así, y menos vestido de Sóngoro Cosongo. No lo soporto. No corresponde. Ni en mis sueños quisiera ser la madre de un negro.

Lupe:

¿Qué tiene de malo vestir así?

Pepa:

No vas a hacer nada.

Tola:

¿Por qué?

Pepa:

Porque nosotras amamos la vida.

Tola:

Con mi más sentido pésame, déjame decirte que no mames. ¿Con quién crees que estás hablando?

Pepa:

Mira, pero si tú/

100

Tola:

¿Crees que no vi tu cara cuando te dijeron que murió Winston Sandoval? ¿El más grande borracho que he conocido?

Pepa: ¿Qué? Tola:

¿Crees que no te vi?

Pepa: ¿Qué? Tola: Contesta. Pepa: ¿Qué? Tola: Sonreíste. Pepa:

Pero fue de nervios.

Tola: Nada. Pepa:

Fue de nervios.

Tola:

Estabas feliz, Pepa. Feliz.

Pepa:

No entiendes.

Tola:

No te salió ni una pinche lagrimita. Ahí está el pedo.

101

Pepa:

¿Tú qué sabes?

Tola:

¿Lloraste la muerte de ese homoneanderthalensis?

Pepa: No. Tola: ¿Ves? Pepa:

Estoy confundida.

Tola:

Porque era un cerdo.

Pepa:

Ahora está haciendo cuentas con Dios.

Tola:

Mis güevos.

Pepa:

Allá él con su conciencia.

Tola:

Mis güevos. ¿Entonces?

Pepa:

¿Quieres lanzar a Míster Douglas al mar?

Tola: Sí. Pepa:

¿Vas a permitir que lance a tu gringo viejo?

Lupe:

Por mí no hay problema.

102

Pepa:

Bueno, yo me imaginé que eras solamente una puta, no una puta asesina.

Lupe:

Mira, Pepa, te voy a hablar claramente: yo no soy ninguna puta. Soy una mujer casada que se ha visto en la penosa necesidad de disfrazarse de negro por las extrañas costumbres de un gringo desgraciado. Por su culpa, los chinos están encabronados y los árabes no han podido pagar la deuda externa. Además de que la tierra está tan caliente que un día va a explotar.

Pepa:

¿Y qué ganaríamos nosotras?

Tola:

Ya te dije. Es mucho dinero. Mucho dinero lo que hay en esa bóveda y justo en casa.

Pepa:

¿Es en serio?

Tola: Sí. Lupe: Sí. Pepa:

¿En serio?

Tola: Sí.

103

Lupe: Sí. —Todas guardaron silencio.

… —Como si el destino se pusiera en las manos de Tola, de pronto se halló sola con el gringo en la cubierta del yate Tierra Prometida. —El respetado profesor de religión y escolástica, Míster Douglas, se encontraba frente al mar cuando pronunció las siguientes palabras: —La inmensidad no sirve de nada. Todo el tiempo se la han pasado restregándonos la inmensidad en la cara cuando ni siquiera entendemos el comportamiento de las partículas más pequeñas. —¿A qué se refiere profesor? —Al mar y a unos hijos de puta en Ginebra, unos verdaderos científicos, unas personas muy honorables. —¿De dónde?

[105]

106

—Las nacionalidades no importan. Podrían ser suizos. Podrían ser japoneses; siempre hay un japonés involucrado. —No entiendo, profesor. —Inventaron un acelerador de partículas para comprobar la existencia del bosón de Higgs. Es la partícula de Dios, que sólo existe en tanto las demás se le acercan. No es visible, pero existe. Existe en cuanto repele a las demás. —Ah. Usted quedó en buscar a mi hija. —Eso niega la existencia de nuestro Dios con toga blanca y barba larga, como yo lo imaginaba. Eso niega nuestra propia existencia y el origen del mundo tal y como lo conocemos. —Míster Douglas guardó silencio. Mientras Tola esperaba una respuesta, el gringo, con voluntad impía, se subió al borde de su yate y se aventó al mar, perdiéndose en la estela que dejaba la nave a su paso.

… —El gringo dejó una nota suicida en la que declaraba haber dejado el mundo por una irreconciliable crisis de fe. —Y sin que nadie lo sospechara, también había dejado un testamento en el que dividió sus bienes de la siguiente manera: …Su casa en gringolandia, para sus hijos, estudiantes de la Facultad de Ciencias Biológicas de Wisconsin. Sus propiedades en el tercer mundo y el rancho de playa para su exmujer, de la sierra cafetalera. Y el Macdonals para su Sóngoro Cosongo, la única mujer que se disfrazó de fantasía constante y que creía la criatura más tierna, empeñada en conocer a fondo los misterios de la escolástica, sin saber ni por dónde salía el sol.

Palabras textuales extraídas del documento. —Un año después, los astros por fin se alinearon para la prosperi­dad del trío: [107]

108

—Tola se encargaba de la administración del Macdonals que iba viento en popa y dejó de padrotear a Lupe, para siempre. —Pepa había puesto una ONG para el cuidado de los niños sidosos de África. —Lupe había encontrado el amor. Por fin, halló a alguien que la trataba bien y la respetaba como persona. Era el licenciado Juanito Gálvez, contador público de profesión, con un hijo gordo al que amaba profundamente. —Juanito también era aficionado a la poesía y le gustaba declamarle a su futura esposa: “¡Pues bien! yo necesito / decirte que te adoro / decirte que te quiero / con todo el corazón; / que es mucho lo que sufro, / que es mucho lo que lloro, / que ya no puedo tanto…”.

… Tola:

No era un hijo de puta.

Pepa:

No, no lo era.

Lupe:

Más o menos.

Tola:

Era medio hijo de puta, nada más. Sólo amaba con perdición a un negro que no le podía corresponder.

Lupe:

El otro día lo vi.

Tola:

¿Al gringo?

Pepa

¡Ave María Purísima!

Lupe:

No. ¿Cómo crees? Al negro.

Tola: Ah. Pepa:

Menos mal. [109]

110

Tola:

¿Dónde lo viste?

Lupe:

En el mercado. Lo saludé.

Tola:

¿Para qué madres lo saludaste?

Lupe:

Pues, nomás.

Tola:

¿Y qué le dijiste?

Lupe:

¿Tú eres el Sóngoro Cosongo?

Tola:

¿Y qué te dijo?

Lupe:

Me dijo: “Vete a la mierda, cara de puta”.

Tola:

¿Pues cómo se te ocurre?

Lupe:

Pues, qué carácter, le dije. Si supieras todo lo que he tenido que hacer por tu puerca y negra culpa. Ni te imaginas, negro culero.

Tola:

¿Eso le dijiste?

Lupe:

No, sólo lo pensé. Ahora pienso las cosas varias veces.

Pepa:

Bueno, me voy.

111

Tola: ¿Adónde? Pepa:

A hablar con el cura.

Tola:

¿Y qué asuntos tienes con ese pedófilo?

Pepa:

No es pedófilo.

Tola:

Todos los curas son pedófilos.

Pepa:

Bueno, tú, de verdad que…

Tola:

Anda pues, salúdalo de mi parte.

Lupe:

Te quiero, mamá.

Tola:

No me digas así. Y tú, ¿adónde vas?

Lupe:

Quedé de comer con Juanito, iremos a comer pato y fuagrá.

Tola:

Ese hombre es bueno y te trata bien.

Lupe: Sí. Tola:

Me gusta para ti.

Lupe:

Gracias, mamá.

112

Tola:

Bueno, ya. Pase.

Lupe:

Antes quería decirte algo.

Tola: Dime. Lupe:.

Ahora que la vida me sonríe quería ver la posibilidad de traerme a mis dos hijos.

Tola: ¿Qué? Lupe:

Para que vivan con nosotras.

Tola: ¿Qué? Lupe:

Se han puesto muy bonitos y los extraño.

Tola: ¿Qué? Lupe:

Creo que ya estoy preparada.

Tola:

¿Y para qué quieres a esos niños, Lupe? Son un par de terroristas. ¿No te han contado todo lo que hacen en la escuela? Uno se sacó la piola y orinó a un maestro de Historia Universal. Además, como madre serías un verdadero asco. No tienes cerebro para ser madre.

113

Lupe:

Pero tú sí.

Silencio. Lupe:

Tú me puedes ayudar.

Silencio. Tola:

Vete a ver perros a la carretera.

Lupe:

¿Adónde quieres que me vaya?

Tola:

A la mierda. Después hablamos.

Lupe:

Te quiero, ma.

Tola:

Déjame en paz, te dije.

Silencio. Tola:

Está bien. Está bien.

—Y en un dos por tres, esa tarde melancólica, se quedó sola mientras la luz se apagaba por todos lados y pensaba en la antimateria y los científicos de todo el mundo.

El estreno mundial de Las partículas de Dios se llevó acabo en el teatro Luis Poma, en la ciudad de San Salvador, El Salvador, el 4 de junio de 2015. La producción corrió a cargo de MobyDick Teatro, bajo la dirección de Santiago Nogales, con el siguiente reparto: Tola: Mercy Flores Pepa: Dinora Cañénguez Lupe: Rosario Ríos Espacio sonoro: Victor Suncín Vestuario y espacio escénico: Tati Juárez

Las partículas de Dios, de Luis Ayhllón, se terminó de imprimir en enero de 2016, en los ta­lleres gráficos de Jano, S. A. de C.V., ubicados en Ernesto Monroy Cárdenas núm. 109, manzana 2, lote 7, colonia Parque Industrial Exportec II, C.P. 50200, en Toluca, Estado de México. El tiraje consta de dos mil ejemplares. Para su formación se usó la tipografía Borges, de Alejandro Lo Celso, de la Fundidora PampaType. Concepto editorial: Félix Suárez, Hugo Ortíz, Juan Carlos Cué y Lucero Estrada. Formación, portada y supervisión en imprenta: Iván Emmanuel Jiménez Mercado. Cuidado de la edición: Evelyn Yaneli Garfias Varela y el autor. Editor respo­nsable: Félix Suárez.

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