Witold Kula- Teoría Económica Del Sistema Feudal

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Traducción de ESTANISLAO J. ZEMBRZUSKI

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Teoría económica del sistema · feudal/ , por/

Witold ~ula

)K) stglo vemtzuno edztores rmiXICO

esparia a rgennna

szglo vezntzuno editores, sa AV. CERRO DEL AGUA 248. MEXICO 20. D.F.

s1¡jo llt'mtzww deesparw editores, St1 CALLE PLAZA 5. MADRID - 33, ESPAI<JA

szglo vemmmo argentma editores, sa PERU 952, BUENOS AI RES • ARGENTINA

N" Editorial: 143 Primera edición en polaco : 1962 T(tulo original: Teoda ekonomiczna ustroju feudalnego. © Pánstwowe Wydawnlctwo Naukowe, Varsovia Primera edición er. espanol: 1974 Segunda edici ón en espanol, corregida : agosto 1976 © Siglo XXI Argentina E dito res S. A. Perú 952, Buenos A Ires Hecho el depósito que marca la ley 11.723 Impreso en Argentina Printed In Argentina

Próba modelu

In dice

l.

¿A QUE PREGUNTAS DEBE RESPONDER UNA TEORIA ECONOMICA DEL FEUDALISMO?

II.

LA CONSTRUCCION DEL MODELO

III.

DINAMICA A CORTO PLAZO

3 13 25 25 46

El cálculo económico de la empresa feudal Economía del dominio feudal La explotación campesina en el régimen de prestaciones personales La economía de la corporación artesanal Confrontaciones empíricas Tentativa de interpretación

70 89 98 1 28

IV.

DINAMICA A LARGO PLAZO

137

V.

POSIBILIDADES DE VERIFICACION

201

Vl.

LA RACIONALIDAD DE LA ACTIVIDAD ECONOMICA EN EL SISTEMA FEUDAL

209

VII. "SISTEl\1A ECONOMICO" Y "TEORIA DE UN SISTEMA ECONOl\HCO"

225

187981

11!1

Capítulo I

¿A qué preguntas debe responder una teoría económica del feudalismo?

Dice Engels en el Anti-Dühring que "quien se empeñase en reducir la Economía Política de la Tierra del Fuego a las mismas leyes por las que se rige hoy la economía de Inglaterra, no sacaría evidentemente nada en limpio, como no' fuesen unos cuantos lugares comunes de la más vulgar trivialidad" 1 . Cabe preguntarse si esta afirmación no contradice los fundamentos del legado científico de Marx y Engels. En efecto, en la teoría elaborada por ellos hay muchas tesis fundamentales ·que, por una parte, se refieren lo mismo a la economía de la Tierra del Fuego que de la Inglaterra de mediados del siglo XIX, y por otra, no son ni tampoco fueron para sus creadores o para el mundo de la ciencia de su época lugares comunes ni mucho menos. A esta categoría pertenece la tesis de que las relaciones económicas dependen de las fuerzas productivas y que los cambios en estas fuerzas revolucionan aquellas relaciones, la teoría sobre la mutabilidad y sucesión ordenada de las estructuras socio-económicas, la idea de que dicha sucesión va acompañada de una creciente productividad del trabajo, y mucho más. Para que la citada frase de Engels fuese congruente con la esencia del legado de los creadores del socialismo científico, habría que convenir en que todas estas tesis de aplicación universal pertenecen no a la economía política sino al correspondiente campo de la filosofía (el 1 F . Engels, Anti-Dühring (en español Ediciones Frente Cultural, México, sin fecha, p .1 39).

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CAPITULO PRIMERO

materialismo histórico). En tal caso, la economía política propiamente dicha sólo abarcaría tesis válidas como máximo en el terreno de una sola formación socio-económica. Pero esto requeriría una concepción particular de los límites de la filosofía y una concepción particular de las dependencias y las relaciones entre las diferentes disciplinas especializadas (en este caso, la economía política) y la filosofía. Sin embargo, como quiera que resolvamos esta dificultad, l'S un hecho evidente -y hasta una perogrullada- que entre las tesis que se pueden formular sobre el obrar económico humano, no pocas tienen diferentes grados de aplicación cronológica y geográfica, teniendo en cuenta que cuanto mayor sea el campo de aplicación, tanto más estrecho será el contenido. Y aunque. según parece, los creadores de la economía clásica hayan pasado por alto esta verdad, los economistas occidentales de nuestros días llegaron a comprenderla a través de sus investigaciones sobre la economía de los países socialistas, como también sobre la economía contemporánea de los países subdesarrollados, semifeudales, o de los pueblos primitivos. El rasgo específico del marxismo en esta materia podría resumirse en dos enunciaciones: 1) que existen relativamente pocas tesis generales de aplicación universal, mientras que son incomparablemente más numerosas las tesis de aplicación limitada en el tiempo y el espacio (principio que se desprende de la convicción sobre la mutabilidad absoluta de los fenómenos sociales en todas sus formas, inclusive fenómenos de la vida económica), y 2) que aquella limitación en el espacio y el tiempo de la mayor parte de las tesis económicas está definida por los límites de los propios sistemas socio-económicos (dado el carácter integrante de estos últimos en la vida social). En su forma extrema, la tesis de que las leyes económicas cambian simultáneamente con el cambio de las estructuras socio-económicas desempeñó, como es notorio, determinada e importante función ideológica en el período staliniano. Esta concepción iba a impedir cabalmente el uso de las leyes económicas universales (aun aquellas de más amplia aplicación, inclu-

¿A QUE PREGUNTAS DEBJ:: RESP?NDER NUESTR O MODELO?

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yendo las marxistas) para el análisis de la sociedad soviética. Por eso, a nuestro juicio, tien(' gran trascendencia científica y social afirmar que hay en el marxismo (contrariamente a la frase citada . de Engels) toda una serie de tesis de cardinal importancia, y nada triviales, que son de aplicación universal a la actividad económica humana, aunque por convención las adscribamos al campo de la economía política o al de la filosofía. Sería sumamente útil para la ciencia si se pudiese "codificar" 1 en cierto modo el alcance de estas tesis, seleccionando aquellas que han resistido la prueba de las investigaciones científica¡; pos-marxianas, y especialmente de la experiencia histórica posmarxiana; dándoles también, para evitar escollos dogmáticos, forma de indicaciones metodológicas más que de leyes. Teniendo todo esto en cuenta, parece sin embargo cierta la tesis marxista de que la mayor parte de las leyes económicas, y justamente las más ricas en contenido, tienen un alcance espacial y temporal limitado, circunscrito por lo general a un determinado sistema socio-económico. En este sentido Marx creó su teoría del sistema capitalista, mientras que Engels procuró crear, a la altura de la ciencia de su época, una teoría económica del sistema de la comunidad primitiva. En cuanto a la formación de una teoría económica del sistema socialista, ésta se vio impedida por fenómenos harto notorios que frenaron el desarrollo del pensamiento científico marxista, encauzándo-. lo más bien por la vía empírica y pragmática e imponiéndole el método de aproximaciones sucesivas. Estas últimas, a su vez, esperaban en vano una síntesis teórica y sólo hoy puede vislumbrarse un viraje en este campo. Por otra parte, la teoría del sistema feudal ha sido hasta ahora la que menos ha atraído la atención de los investigadores marxistas 2 . Sin emb"argo, el problema es importante desde el l En este sentido se orientan los trabajos de A. Malewski, particular· m ente "Empiryczny sens i eorii materializmu history cznego" l El sent ido empírico de la teoría del ma terialismo histó rico !. Sludia Filozo{iczne, 1957 . NO 2, pp. 58-81. 2 Est o se debe a qu e Marx sólo estudi ó aque ll os ele mentos d el sistema

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CAPITULO PRIMERO

punto de vista teórico e incluso práctico. Desde el punto de vista teórico, lo es en razón de una sui generis universalidad del feudalismo (en el sentido marxista del término). En efecto, una u otra forma de feudalismo la conocen todas las sociedades que hayan pasado la etapa de la comunidad primitiva. Mientras tanto, la falta de la universalidad del régimen esclavista es una verdad comúnmente admitida por la ciencia marxista desde el triunfo logrado en esta materia por B. D. Grekov después de su homérica pugna con Pokrovski. El capitalismo surgió de manera "espontánea", es decir sin que operase la influencia de algún capitalismo preexistente, y sólo una vez en la historia de ·la humanidad. Lo mismo se refiere al socialismo. En cambio, conocemos diferentes feudalismos en el mundo, surgidos en distintas sociedades y épocas, independientemente uno del otro I. La teoría del sistema feudal es asimismo importante desde el punto de vista práctico, en razón de sus numerosas y muy fuertes supervivencias en Q1Uchas naciones; supervivencias que pesan hasta hoy .sobre la economía y el conjunto de la vida social de la mayoría de los países que se suele llamar subdesarrollados y cuyos esfuerzos por avanzar en la vía del progreso económico cambian ante nuestros ojos la faz del mundo. De ahí el interés que despierta el funcionamiento de economías de este tipo tanto entre los investigadores de los países del Tercer Mundo (la India) como entre aquellos de los países avanzados (EE. UU., Inglaterra, Francia, Alemania, etc. y la URSS). La construcción de una teoría económica del sistema feudal tiene singular importancia para la investigación histórica. Por un lado, el historiador del feudalismo -si no le es totalmente ajena la reflexión metodológica- siente lo inadecuado de la teoría económica del capitalismo cuando se enfrenta al objeto de su +-feudal que le eran necesarios para investigar el proceso de desarrollo del capitalismo. CL V. Lenin, Quiénes son los "amigos del pueblo" y cómo luchan contra los socialdem ócratas [en Obras, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1959, t. I, pp. 183-184 ). 1 W. Kula, R ozwaiania o historii [Reflexiones sobre la historia), Var· sovia. 1958, pp. 34·36.

¿A QUE PREGUNTAS DEBE RESPONDER NUESTRO MO DELO?

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investigación 1 ; por otro lado, su conoc;miento de los antiguos feudalismos (si bien menos accesibles a la investigación a causa de las muchas lagunas en las fuentes, pero que tienen la ventaja de ser "puros", independientes de las influencias del capitalismo, el imperialismo o el socialismo) le permite aportar a esta empresa una contribución insustituible 2. En Occidente se observa últimamente un redoblado interés por la investigación comparativa del feudalismo. Como obra precursora en este aspecto debe considerarse sin duda "La societé feódale"J de Marc Bloch, y como la "última palabra" de la ciencia -por lo menos hasta el momento- la obra colectiva bajo la dirección de R. Coulborn 4 • En la Unión Soviética, el interés teórico por el feudalismo incrementó de modo particular después de que Stalin hubo publicado sus "Problemas económicos del socialismo en la URSS". Como se sabe, Stalin formuló en esta obra aquello que él llamó .''leyes fundamentales" del sistema capitalista y socia· lista. Esto implicaba que entre las muchas leyes que es posible descubrir y que rigen el funcionamiento de la economía de cada sistema por separado, una y sólo una tiene "carácter fundamental". No está del todo claro qué entendía Stalin por 1 En Polonia lo eomprendió perfectamente J. Rutkowski. "¿Czy potrzebna jest teoria ekonomiczna ustroju feudalnego?" [¿Es menester una teoría económica del sistema feudal? l. Sprawozd. Pozn. TPN 1934, 1er semestre, pp. 44-52. · 2 Con respecto a los problemas metodológicos relacionados con el estudio comparado de la economía de los países subdesarrollados de nues· tra época y la econgmía de las fases anteriores de desarrollo de los países hoy avanzados cf. W. Kula, Problemy i metody llistorii gospodarczej (Pro· blemas y métodos de la historia económica). Varsovia 1963, pp. 717· 28. 3 M. Bloch, La société féodale, t. I: La formalion des liens de dépendance, t. II : Les clas..~es el le go uvernemenl des hommes, Paris, 1939-1940 [en español : La sociedad feudal. T. I y II. UTEHA. México, NO 52, 53) . 4 R . Coulborn, ed. Feuda/ism in Hislory, prefacio de A. L. Kroeber, Princeton, 1956. Contribuciones de J. R. Strayer (Europa occidental), E. O. Reischauer (Japón), D. Bodde (China), B. C. Brundage (Antigua Meso· po tamia e Irán), W. F . Edgerton (Antiguo Egipto), D. Thorner (lndia), E. H. Kantorowicz (Bizancio), M. Szeftel (Rusia) y A Comparative Study of Feudalism de R . Coulborn. Cf. reseña-de esta obra, de O. Lattimore, en Past and Present, no 12, nov. 1957, pp. 48-57 .

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CAPITULO PRIMERO

"carácter fundamental". ¿Se trataría de un elemento de definición del sistema ("llamamos capitalismo o bien socialismo a un sistema donde rige tal o cual ley")? ¿O tal vez ese "carácter fundamental" establecía la superioridad de tal o cual ley con respecto a otras leyes "no fundamentales", las cuales en cierto modo se desprenderían de aquella ley "fundamental" l? Sea como fuere, los historiadores soviéticos (y también de algunos otros países socialistas) reaccionaron emprendiendo la búsqueda de una "ley fundamental del feudalismo". Una prolija discusión sobre este tema transitó por las columnas de la revista "Voprosi Istorü" y, como suele a menudo suceder en la ciencia, no obstante el falso punto de partida y el falso objetivo, desembocó en la formulación de no pocas observaciones y generalizaciones interesantes y acertadas2 . Falso era el presupuesto en que se basaba el viaje de Colón, pero verdadera la América que descubrió3. Si ahora queremos reflexionar sobre la teoría económica del sistema feudal, debemos poner en claro a qué preguntas debe responder una teoría de esta índole, cuál debe ser su dominio 1 Omito aquí, por ser ajeno al tema, el análisis de estas "leyes" que de modo evidente no pueden sostenerse ni desde el punto de vista de la lógica ni por razones de fondo. La "ley fundamental del socialismo", por ejemplo, no dice nada de lo que necesariamente debe aparecer en cada sistema socialista, sino que está formulada a modo de postulado. 2 Independientemente de esta discusión, los problemas de la economía feudal fueron encarados en casi todos los manuales económicos soviéticos (p. ej. : K. V. Ostrovitianov, Introducción a lll economía de los sistemas precapitalistas, o Econom(a Política, Manual). Mas lo que allí encontra· mos no es, en realidad, una teoría económica del sistema feudal, sino más bien una síntesis superficial de la lústoria económica del feudalismo. Esta forma de evitar generalizaciones teóricas y de reemplazarlas con historia (concepción deformad a del historicismo del m étodo marxista) fue algo tan evidente (y esto no sólo en conexión con los problemas del feudalismo), que el mismo Stalin censuró este fenómeno en Problemas económicos del socialismo en la URSS. 3 La cuestión de "ley fundamental" es hoy motivo de amplia discusión en los círculos científicos soviéticos. L. Leontév ("Reminiscencias del pasado y elocuencia de la realidad," Ehonomicheskaia Gazeta, no 16. 20.IX.l 961) se pronuncia categóricamente contra dicho concepto. Pero éste halla también defensores (p. ej. I Jermakov, "Sobre las leyes económicas del socialismo," ibid., 19.II,l962). En Polonia, la concepción de "leyes económicas fundamentales" fur defendida por Oskar Lange.

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¿ A QUE PREGUNTAS DEBE RESPONDER NUESTRO MODELO?

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efectivo, a qué preguntas debe responder cualquier teoría económica de cualquier sistema; finalmente, hay que ver si el carácter específico de cada sistema implica que su teoría debe responder a ciertas preguntas también específicas, inaplicables en el análisis de otros sistemas. De todo lo que se ha dicho anteriormente se desprende que no es menester incorporar a la teoría económica de un sistema dado tesis concernientes a la teoría general de la economía (o bien tesis del materialismo histórico sobre el obrar económico humano). En esta categoría incluimos también la propia definición del sistema (en este caso, el feudalismo). Decir, por ejemplo, que el feudalismo es un sistema fundado en la gran propiedad rural y en relaciones de dependencia personal entre el productor directo y el propietario latifundista, significa dar una definición del feudalismo, m~ esta definición pertenece a la teoría de las formaciones socio-económicas, es decir, a un aspecto de la ciencia general sobre la actividad humana. Además, la formulación de semejantes proposiciones en forma de leyes científicas ("cuantas veces tropezamos con el feudalismo tantas veces comprobamos la existencia de la gran propiedad rural ... etc.") nos conduciría a evidentes tautologías. Dejando, pues, a un lado las afirmaciónes relativas a toda actividad económica o bien a las formaciones antagónicas, en una palabra, todas aquellas tesis cuya aplicación excedería los límites de la época feudal; procuraremos a continuación formular los problemas esenciales que debería abordar, a nuestro juicio, la teoría económica de cualquier sistema y, por lo tanto, del feudal 1 • A nuestro parecer, toda teoría económica de un sistema dado debería explicar: 1) las leyes que regulan el volumen del excedente econó1 Un pro blem a específico ~n esta materia son las afirm aciones concernie ntes a toda eco nomía comercializada , es dec ir tambi én a los sistemas precapitalistas en la m edida en que la comerciali zación interviene en ellos. Más adelante volvere m os a esta cu estió n.

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G A P! T U L< l P JOI\1lo:H u

mico 1 y las modalidades de su apropiación (p. ej. las leyes que rigen el empleo de los métodos extensivos o intensivos en la producción, las que rigen el grado de utilización de las fuerzas y medios de producción, la teoría de la renta feudal); 2) las leyes que rigen la distribución de las fuerzas y medios de producción, y sobre todo del mencionado excedente (aquí caben las reglas que rigen toda actividad inversionista desde el asentamiento de colonos hasta las inversiones en la industria, el problema de la utilización productiva o improductiva de dicho excedente, etc.); 3) las leyes que rigen la adaptación de la economía a las cambiantes condiciones sociales, o sea la dinámica a corto plazo (adaptación de la producción al incremento o a la disminución de la población, el paso del estado de guerra al estado de paz, etc.); 4) las leyes de la dinámica a largo plazo, en particular los factores internos de desintegración del sistema dado y de su transformación en otro sistema. Ninguna teoría estará completa mientras no contenga este elemento. Es digno de admiración el que Marx haya sabido incluir esta problemática en su teotía del capitalismo, pese a que su teoría maduró en el período de la temprana juventud del sistema capitalista. Formulando de otro modo estas mismas ideas, podría decirse que la finalidad de la teoría económica de cualquier sistema consiste en formular las leyes que rigen la magnitud del excedente económico y su utilización (puntos 1 y 2), teniendo en cuenta que ambas cuestiones deben ser elucidadas en sus dos dimensiones: a corto y a largo plazo (puntos 3 y 4). Queda por examinar el lugar que correspondería al análisis del funcionamiento de los fenómenos del mercado (interno e 1 Acerca del concepto de "excedente", cf. P. Baran, Ekonomia poli· tyczna wzrostu [en español Economía política del crecim iento , FCE, Mé·

xico, 1959, p. 25 y ss.l .

¡, A

QUE PREGUNTAS DEBE RESPONDER NUESTRO MODELO?

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internacional) y de su rol en el conjunto de la vida económica en la época feudal. Este problema debería desglosarse siguiendo otro criterio. Los aspeCtos que abarca guardan mayor o menor relación (dependiendo sobre todo de la fase del sistema feudal que investiguemos) con las cuestiones incluidas en nuestros cuatro puntos. La conveniencia de separar esta problemática se debe a que ella da lugar a muchos malentendidos en la investigación: muy a menudo no se percibe que los fenómenos del mercado en la economía pre-capitalista se rigen por leyes a veces completamente distintas, y sobre todo que es totalmente diferente su influencia sobre el sector restante de la economía, o sea el sector no mercantil, y por lo tanto, sobre la totalidad de la vida económica. Queda entonces por determinar: a} el funcionamiento de los fenómenos del mercado en un medio no mercantil y además no capitalista; b} el mecanismo de la influencia del sector mercantil sobre el · no mercantil y viceversa; e) la periodización de estos fenómenos según la fase del desarrollo del sistema feudal, y especialmente en relación con los factores de su desint~gración presentes en dichos fenómenos. No obstante, hemos decidido no desglosar este tema, ya que de otro modo sería irrealizable el estudio de cualquiera de los men.cionados cuatro grupos de problemas. Esta cuestión podría plantearse también de otra manera. El sistema feudal es un sistema donde predominan pequeñas unidades de producción y una economía natural. Ahora bien, si nos imagináramos el caso extremo de una pequeña explotación campesina con una economía totalmente natural, que realizara como máximo la reproducción simple y sin otra carga que las prestaciones personales en trabajo (corveas), las posibilidades de análisis teórico del fenómeno (entre otras razones, por falta de fuentes) serían sumamente limitadas. El hecho es que en la práctica, a escala social, casi nunca ocurre esto. Sólo tales fenómenos como los

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C APITULO PRIMER O

esfuerzos por acrecentar la renta social, la lucha por su distribución, los procesos de adaptación a largo y corto plazo, abren campo al análisis teórico. Y todos ellos se producen no sin relación con los fenómenos del mercado. Los fines que acabamos de enumerar, y que a nuestro juicio son los que debería proponerse la teoría de cualquier sistema social, indican claramente que en primer lugar nos interesan problemas de la producción, su volumen y su utilización, la producción para el consumo inmediato y para el consumo futuro (las inversiones) y sus cambios a corto y a largo plazo. El quid del problema reside en que la producción que se efectúa en una explotación cerrada y aislada del mundo, difícilmente se presta a la investigación. Por lo general, sólo el contacto entre los sujetos económicos, las relaciones interhumanas que son esencialmente relaciones de trueque, abren posibilidades de análisis científico, porque sólo ellas originan fuentes históricas y, lo que es más importante, porque sólo ellas permiten comparar los efectos de la actividad y la conducta económica de los diferentes grupos sociales. Por ende, un importante papel desempeñará en nuestro ensayo el análisis de los fenómenos del mercado, pero su propósito será casi siempre penetrar en aquella zona oculta de la vida económica de la que menos hablan las fuentes, pero que es la más importante y decisiva: la producción.

Capítulo II

La construcción del modelo

La elaboración de una teoría requiere la construcción previa de un modelo 1 • Esta cuestión provoca muchos malentendidos en las ciencias humanas en general, y en la historia económica en particular. La gran mayoría de los historiadores no siente necesidad alguna de construir un modelo, y cuando uno de ellos lo construye, sus colegas se indignan. El mito de la historia como ciencia de lo concreto, como ciencia del hecho único, el mito de la historia descriptiva y narrativa a la que sólo interesa lo individual, ha sido no sólo ajeno, sino también hostil, a toda construcción de modelos. No vale la pena citar ejemplos. Si hasta en las investigaciones sobre la historia de los precios hubo autores para los cuales la noticia de que tal o cual día Fulano había comprado una cantidad X de arrobas de centeno a tal o cual precio, era fuente histórica utilizable, mientras que no lo era, o al menos no interesaba al historiador, el registro oficial 1 La elaboración del presente ensayo habría sido imposible sin la ayuda

y el consejo de numerosos colegas. El autor desea agradecer particular·

mente al Prof. Stanislaw Hoszowski por haberle facilitado los resultados de sus estudio& sobre los precios de los cereales en Poznan; al Prof. Henryk Greniewsk:i y Lic. Brunon Górecki, por sus consejos y por haber efectuado numerosos cálculos; a los profesores Stanistdw Arnold, Maria Bogucka, Broníslaw ~remek, Aleksander Gieysztor, Oskar Lange, Janina Leskiewiczowa, Marian Maiowíst, Antoni M~zak, Henryk Samsonowicz, Andrzej Wyczaflski y Benedykt Zientara, por haber le ído la primera ver· sión de este trabajo y por las observaciones que me han hecho. Fernand Braudel, Camille·Ernest Labrousse, Jean Meuvret y Michel Postan, con sus observaciones críticas durante las reuniones de trabajo en la Ecole Pra· tique des Hautes Etudes, ayudaron igualmente al autor a profundizar en máS de un aspecto el análisis aquí presentado . Mucho me ha ayudado también en el Dr. Jerzy Jedlickj.

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CAPITULO SEGUNDO

de precios de los cereales {H. Hauser). La concepción idiográfica de la historia implica no sólo un método de interpretación de los datos; es una actitud que determina todos los elementos y etapas del trabajo del historiador, empezando por la crítica de las fuentes y la selección de los hechos. La ciencia marxista, contraria por principio a la historia idiográfica, desgraciadamente coincidió más de una vez con esta actitud en la práctica de la investigación en la época pasada. Concebida dogmáticamente, la justa tesis de que la "verdad debe ser concreta", imposibilitó de hecho la búsqueda de nuevas leyes. Por otra parte, en la historia de la ciencia encontramos también una actitud que peca por extremismo en el sentido contrario. En el Congreso de Heidelberg en 1903, Sombart, irritado por las mezquinas críticas a la primera parte (que trataba de la Edad Media) de su "Der moderne Kapitalismus", exclamó: "Para hacer comprensible la vida económica contemporánea he creado una construcción que se llama "Medioevo". Me es absolutamente indiferente cómo se presentaban en realidad las cosas en aquella época. Querer invalidar mis teorías con objeciones sacadas de trabajos históricos es absurdo" 1 • No tomemos estas palabras al pie de la letra, como manifestación de la actitud metodológica de Sombart, sino más bien como exclamación lanzada en el fervor de la discusión; con todo, ella patentiza la actitud que hemos señalado. Si la teoría a construir ha de ser algo más que juego intelectual, el sistema de premisas debe responder a las relaciones realmente existentes en las sociedades que sean objeto de nuestro interés. La teoria construida tendrá validez sólo con referencia a sociedades (conocidas hoy o a descubrirse en el futuro) en las cuales aparezcan efectivamente los elementos que hayamos introducido en nuestro modelo. Cuanto mayor sea la cantidad de elementos que incorporemos al modelo, tanto más rica 1 Cito según A. Sa pori " Esame di coscienzia di un o st o rico ," Universitii degl i Studi di Na poli . Institut o di Sto ri a Economi ca e Sociale. Annali, l , Napo li 1960, p . 6.

1,/\ CONSTRUCCION DEL MODELO

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podrá ser la teoría construida, pero simultáneamente, tanto menor el número de sociedades abarcadas por ella. Para los fines que perseguimos, debemos considerar aquí las p sibilidades de construcción de modelos de este tipo sobre la hase de la observación de sociedades precapitalistas en el pamldo, como también sobre la base de la investigación de las nlrasadas sociedades preindustriales de hoy, cuya economía preNenta un baj.o grado de comercialización. En las investigaciones sobre los países atrasados de hoy, el modelo más generalizado y el de mayor utilidad (aunque no I'Sté formalizado) es el modelo de Lewis 1 . Este modelo se basa ~ n la delimitación de dos sectores: capitalist y subsistance se¡{Ún la terminología del autor, los que corresponden a los conceptos corrientes de "sector comercializado" y "sector natural" 2 . En el modelo de Lewis; todos los factores del sector comercializado son más elevados: el capital, el ingreso per cápita, la tasa de ahorros y la tasa de crecimiento. El sector " natural" es totalmente estático. Hay una serie de instituciones llamadas a mantener este estado de desequilibrio . económico entre los dos sectores. En el sector comercializado, por ejemplo, hay instrumentos institucionalizados que mantienen los salarios a un nivel superior del resultante de la oferta de la mano de obra. Prácticamente, el único contacto entre ambos sectores es la oferta de trabajo del sector "natural" al capitalista, oferta excepcionalmente elástica: en cualquier momento es posible· recurrir a masas suplementarias .de obreros, a los cuales, en caso necesario, es posible despedir con la misma facilidad, mandándolos de vuelta al sector "natural". Todo el proceso de crecimiento de este modelo se realiza en el sector

1 W. A. Lewis , Economic Development with Unlimited Supp lies o{ Labour, Manchester School, May 1954, pp. 139-191 y, del mismo autor, Theory o{ Eco nomic Growlh, London , 1955 . 2 Empleamos aquí el término "natural " a falta de otro mejor. Muy interesantes son las asociaciones m entales de orden sociológico qu e han d.1do lu gar a este término para designar a la economía no comercializada .

Hi

CAPT'I'Ul.O S E: t;U N DO

comercializado, reduciéndose simultáneamente el sector "natural" que tiende a ser absorbido por aquél. La utilidad del modelo de Lewis para la investigación de los países atrasados de nuestros días es notable, pero en ciertos aspectos limitada. Lo que despierta mayores objeciones es la tajante disyunción de los dos sectores y su extrema contraposición 1 • En primer lugar, la división en sectores en el modelo de Lewis concuerda con la división según el tipo de empresa, incluyéndose por lo tanto en el sector comercializado toda la industria y la gran propiedad rural. Si como criterio de clasificación adoptáramos la importancia que tienen para la gestión de la empresa sus vínculos con el mercado, la clasificación de Lewis .;ería justa. Sin embargo, es evidente que una empresa industrial, y con tanto mayor razón una gran propiedad rural, actúan y calculan de diferente modo en el medio típico de un país atrasado. La división en dos sectores, con justa razón llevada al primer plano por Lewis, no corresponde a división alguna de las empresas, ya que en la mayoría de los casos la línea divisoria pasa a través de cada una de ellas. Tanto es así que a menudo podemos abrigar razonables dudas sobre si una gran propiedad rural pertenece al sector capitalista o no. Justamente el carácter peculiar del cálculo económico de la empresa en una realidad "bisectorial" es aquí el problema más importante y sin comprenderlo a fondo es imposible aventurar, una explicación de los frenos fundamentales del crecimiento económico autónomo en la mayoría de los países subdesarrollados (especialmente aquellos que incluimos en el grupo de países postfeudales ). Lewis tiene asimismo razón en recalcar las ilimitadas posibilidades de oferta de trabajo. Pero tarn bién este postulado lo plantea de un modo demasiado abstracto. El notorio exceso de población en el agro que produce aquella oferta de trabajo teó1

P. T. Bauer, "Lewis Theory of Economic Growth. A Review Arti-

cle", American Economic R euiew , XLVI 19 56, 4, pp. 632-64 1.

1. ,

lNSTRUCCJON DEL MODELO

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1 ,. •mente ilimitada va acompañado generalmente de manifesta1111 11 cs de extrema inmovilidad de dicha oferta. Para que esta 1tl• ·rta de trabajo teóricamente ilimitada se vuelva efectiva, es i'""'iso un estado relativamente avanzado de desintegración de 111 tradicional sociedad campesina. Posibilidades efectivamente l11nitadas de oferta de trabajo existían, por ejemplo, en Polonia '"''' 's de la última guerra, no existen todavía en cambio en el M"x ico de hoy 1 • Además, no siempre es cierto que tal oferta ,¡, , tra bajo coexista con factores institucionales que mantengan ¡, 111 salarios en el sector comercializado por encima del nivel dnl. ·rminado por esa oferta. Al contrario, allí donde aquella ili'"'l.ada oferta existe efectiva y no teóricamente, como por ej. • '' la Polonia de preguerra, los salarios tienden a bajar, si bien • • cierto que siempre se mantienen por encima del ingreso me,¡,., de la pequeña explotación agrícola. En cambio, los salarios m nservan su alto nivel en aquellos países donde precisamente ludores institucionales y económicos obstruyen la conversión do la oferta potencial en efectiva. Además, al construir un modolo es difícil hacer abstracción de un fenómeno tan signifi•·unte y difundido en la economía de los países subdesarrollad"s como es la enorme amplitud del espectro salarial que llega l111sta el punto donde sería posible hablar de dos mercados de 1r •bajo. Esto se refiere especialmente al trabajo calificado (por lo general extraordinariamente caro en tales países) y al no calif' ll·ado (por lo general muy barato). En muchos países esta divi,,¡¿,n es ahondada por diferencias étnicas y privilegios instituciorudes concedidos a obreros inmigrantes, "blancos", respecto de lus "indígenas". Ciertos aspectos de este fenómeno se dejan 1 W. Moore. lnduslrializa lio n and Lab o ur Ithaca, 1951. Cf. tam· hií· n M. Meier y R. E. Baldwin, Economic Deve/opment Theory , 1/¡s /ory, Policy, New York, 1957, p. 295 y ss., W. Kula "Recherches ··om paratives sur la fo rmati o n de la cl asse o uvri ére", en Premiere r 'o nfér ence lnl erna lio na/e d 'J-listoire Eco nomiqu e, Estocolmo, 1960, pp. Id L-523. El fenómeno de la coexistencia de una numerosa población libre Y de la falta de mano de obra en la industria, es el tem a principal de la 11bra de N. Assorodobraj, PoczQLki klusy rob o lniczej 1Los comienzos de la .-! use obrera], Varsovia, 1946.

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C A P! T U LO S Hi U NfJO

observar en Polonia en el siglo XIX y comienzos del XX, por ejemplo en la región de Lodz o en la Alta Silesia, en las condiciones respectivas del obrero alemán y el polaco. En algunos paÍSeS subdesarrollados de nuestros tiempos ésta es una de las manifestaciones de "economía dualista" 1 • Finalmente, también despierta objeciones el postulado de que el sector "natural" sea totalmente estable 2 . Si así fuera, la perspectiva del desarrollo económico de estos países sería más triste de lo que es en realidad. No es cierto que la pequeña explotación agrícola jamás tenga posibilidades de reproducción ampliada, de inversión y aumento de la productividad del trabajo. En Birmania, el State Agricultura] Marketing Board, al garantizar a los agricultores la venta de cualquier cantidad de arroz a precio fijo (aunque algo inferior al precio mundial), dio origen a un aumento de la producción del orden de un 10% en el curso de 4 años J. Es notorio cuán grandes posibilidades de crecimiento libera toda reforma agraria. Tampoco se puede introducir en el modelo el flujo de la mano de obra desde el sector "natural" al comercializado, al tiempo que se niega la posibilidad de desarrollo de las pequeñas explotaciones agrícolas: justamente cuando éstas se ven libradas del lastre de "brazos superfluos", elevan el grado de comercialización y acumulación, empiezan a tener posibilidades de invertir y, por consiguiente, de aumentar la productividad del trabajo y de la tierra; empiezan a representar un mercado de venta para la industria, o sea, para el sector comercializado. etc . Por último, Lewis considera como fenómeno positivo toda transferencia del sector "natural" hacia el comercializado, puesto que la productividad marginal del trabajo en el primero - a 1 J . H. Boeke , Econo mics and Economic Policy o f Dual Socielies, Haa rlem , 19 53. Muchas y valiosas observaciones críticas en con t ra de la teor ía de la economía dualista concebida de esta manera, ha llamos en los trabajos de D. Thorner. 2 P. T. Bauer, loe. cit. 3 C. Wolf J., " Institutions and Economic Developmen t' 1, ,American Economic R euie w, XLV , 19 5 5 , 5, p. 877 .

1,1\ CONSTRUCCION DEL MODELO

19

tusa del exceso de población- es igual a cero. Dado que esta . es impugnable con relación a algunos países subdesarrolltdos, también la conclusión no siempre será válida. No se puede desc~tar "a limine" la existencia de factores de t·r•cimiento en el sector minifundista de un país subdesarrollado. A menudo estos factores son insignificantes y operan ll'ntamente, por lo general es muy difícil registrarlos estadísticamente, pero al producirse a escala masiva desempeñan con fret·uencia un importante papel en la vida económica del país. La historia económica, y especialmente la historia económica marxista, hace mucho que comprendió el papel de la capitalización, la comercialización y la intensificación de la agricultura en el período de surgimiento de la sociedad industrial. Sabemos ulgo de esto tanto con respecto a Inglaterra, como con respecto u Europa central o Rusia. El historiador de la economía se da perfectamente cuenta de las ingentes dificultades que entraña el estudio de esta problemática. Por eso la colaboración entre el investigador de la economía de los países subdesarrollados con el historiador de la economía puede ser mutuamente provechosa. Retengamos entonces del modelo de Lewis sobre todo la división en dos sectores, concibiéndola de manera un tanto diferente. A nuestro juicio, esta división es punto de partida para el análisis económico de toda sociedad preindustrial. De la crítica que le hemos hecho a Lewis, guardemos en la memoria también la distinción entre los países de avanzada desintegración de la sociedad campesina tradicional, donde la oferta efectiva de mano de obra es prácticamente ilimitada y el precio de ésta es bajo, y los países donde, no obstante el exceso de población en la agricultura, se observa una movilidad muy débil de la mano de obra y donde los salarios son más bien elevados. Como ejemplo de construcción de otro modelo de este tipo, emprendido en este caso por un historiador y con fines de investigación histórica, podría servir el intento de F. Maurol. t

pr ' misa

1 F. Mauro, "Pour une théorie du capitalisme commercial", Vietteljahrschri(t für Sozia /-und Wirtscha{I S!{eschichle, XLII, 1955, pp. 117 -121

1

20

CAPITULO SEGUNDO

El autor aborda la construcción del modelo para elaborar una teoría de funcionamiento de la economía de Europa occidental, particularmente la de Francia, en los siglos XVI-XVIII, que según él constituyen el período del capitalismo mercantil, es decir, período en el cual la dirección y los beneficios de la producción se encuentran en manos de los comerciantes y en el cual -aunque, naturalmente, no toda la vida económica se reduzca a esto- el capital mercantil es el "sector motriz" que gravita sobre la totalidad de la vida económica del país. Los trabajos de Labrousse y sus sucesores, son para Mauro el fundamento sobre el que se construye una teoría de la dinámica económica del capitalismo mercantil a escala macroeconómica, a su parecer les deben suceder, como etapa siguiente, la investigación microeonómica: estudies sobre la contabilidad de las empresas, la relación precios-costos, el cálculo de las inversiones, la distribución de los ingresos, etc. Dqda la aversión hacia las generalizaciones teóricas, tan difundida entre los historiadores, Mauro juzga necesario demostrar la razón de sus postulados, afirmando que el establecer correlaciones constantes permitirá al historiador comprender los casos en que se carece de documentación histórica, ligar los elementos conocidos en un todo coherente, y sobre todo efectuar comparaciones con las leyes que actúan en el período siguiente (denominado por él período del capitalismo industrial) y por lo tanto comprenderlas mejor, puesto que "para comprender la economía del presente es preciso comprender la del pasado". Mauro divide las leyes económicas en: 1) universalmente válidas, que se aproximan mucho a las leyes de la lógica; 2) las que se manifiestan universalmente en un sistema socio-económico dado, v. gr. el mecanismo de la ganancia como elemento inherente al sistema capitalista; ~

y del mismo autor "Théorie économique et histoire économique, Recher-

ches et Dialogues Philosophiques et JJ:conomiques", IV (Cahiers de !Institut de Science Économique Appliquée, no 79), Paris, 1959, pp. 45-75.

' ONSTRUCCION DEL MODELO

1./\

21

3) mecanismos propios de lo que llamamos una estructura definida, como p. ej. el "capitalismo mercantil" en el sentido arriba indicado, o sea un sistema de relaciones que se manifiesta en más de un pdÍs, pero en un marco temporal y espacial mucho más estrecho que los grandes sistemas socio-económicos 1 • Según Mauro, el método conveniente de análisis comprende lrcs etapas: 1) macroanálisis estático; 2) microanálisis; 3) man oanálisis dinámico 2 • De esto podría deducirse que el elemento impulsor de la economía social reside, según él, en la actividnd de entidades económicamente operantes ("empresas"). No e s así porque en su esquema el microanálisis sigue al macronnálisis estático, de manera que es este último el que debe proporcionar el "sistema social de referencia" apto para explicar la ac tividad de las empresas. El modelo, propiamente dicho Mauro lo construye, al parecer, a partir de los siguientes elementos: 1) predominio cuantitativo de la agricultura en la economía del país; 2) tendéncia al estancamiento de esta agricultura; 3) alto grado de comercialización que abre enormes posibilidades de actividad a los comerciantes; 4) influencia de la actividad comercial sobre la incesante variación de los factores del cálculo económico de las empresas agrícolas e industriales, las cuales dependen grandemente de la comercialización debido a la significación de ésta; 5) penetración gradual del capital mercantil en la producción. Para nuestros fines este modelo puede servir únicamente como "modelo de contraste". Ante la falta de pautas y ensayos en este sentido en el acervo actual de la ciencia, hemos resuelto abordar nuestra tarea de un modo relativamente estrecho, construyendo un esquema de funcionamiento de la economía sobre la base del ejemplo concreto de las relaciones económicas imperantes en Polonia en los siglos XVI-XVIII, o sea, en la época en que dominaba el sis' 1 2

F. Mauro, "Théorie économique . . .'.'p. 47. /bid., p. 59.

22

CAPITU LO

SE<~U)'.DO

tema de hacienda señorial fundada en la servidumbre. ¿Será aplicable este esquema, siquiera parcialmente, al análisis de otros entes históricos? No está descartado que sí (por ej. Hungría o Rusia), pero dejemos esta cuestión a la investigación ulterior. Del conjunto de las relaciones imperantes en Polonia en esa época, incorporaremos al modelo, en forma simplificada, los siguientes elementos: 1) el predominio abrumador de la agricultura en la economía; 2) el hecho de que la tierra no sea mercancía, ante todo a causa del monopolio de la propiedad rústica ejercido por la nobleza, pero también porque la tasa de interés de los préstamos en numerario supera la rentabilidad de la explotación agrícola; 3) distribución de la totalidad de las fuerzas productivas en la agricultura entre la aldea y la reserva señorial; 4) eficientes barreras institucionales contra la movilidad social y geográfica, especialmente de los campesinos (servidumbre de la gleba); 5) la mayor parte de las prestaciones del campesinado se dan en forma de trabajo; 6) producción artesanal e industrial encuadrada o bien en la gran propiedad rural, o bien en las organizaciones gremiales; 7) falta de restricciones jurídicas que limiten la libertad de opción económica de la nobleza; 8) fuerte propensión de la nobleza al consumo de lujo determinada por factores inherentes al régimen social; 9) existencia de países económicamente más desarrollados en un radio accesible a la comunicación; 10) falta de intervención del Estado en la vida económica (ni siquiera mediante aranceles proteccionistas o medidas similares). La selección y conveniencia de estos postulados, y sobre todo su categórica formulación, podrían discutirse interminablemente. Es cierto que hubo en Polonia aldeas pertenecientes a la burguesía, pero no sólo que eran muy contadas, sino que además no hay seguridad alguna de que el propietario burgués las administrase de modo diferente que el noble, en cambio sí es seguro que se encontraba frente a los mismos elememos de cálculo que el noble (fluctuación de las cosechas, nivel y fluctua-

1. 1\

C ONSTRUCCI()N DEL MOIJF.l.<J

23

,." •n de los precios, costos de tranporte, etc). Es cierto que l1u bo en Polonia una clase denominada la pequeña nobleza, que no poseía siervos, pero este fenómeno, sí bien numéricamente n q~nificante, existía sólo en regiones estrictamente determinadas v dudo que su introducción en el modelo pueda cambiar algo •·n él. Es cierto que hubo en Polonia campesinos exentos de prestaciones, pero nadie osará calificar de típico este fenómeno. t•:s también cierto que existía en las ciudades una artesanía l'ucra de los gremios, pero es de suponer (aunque la investigao·ión de la historia de la artesanía en Polonia esté poco desarrollada) que, por una parte, a menudo estaba sujeta a la dependencia personal, y por otra, que en atención a sus propios intereses, tal como el outsider frente al trust, no atentaba contra el monopolio de los gremios, sino que lo aprovechaba vendiendo >us productos a menor precio -pero no mucho- que el establecido por el gremio. Las objeciones podrían multiplicarse, pero dejemos a los objetadores el onus probandi. Estos postulados podrían discutirse también desde el punto de vista de su limitación geográfica y cronológica. Con seguridad ellos no se aplican a territorios excéntricamente situados (Pomerania, Ucrania) ni a períodos extremos (primera mitad del siglo XVI y posiblemente, segunda mitad del XVITI). El temor a la crítica debería inducirnos a estrechar los límites en el tiempo y el espacio. ¿Pero dónde entonces trazar estos lími· tes? Quizá sea mejor no reducirlos, sino simplemente declarar que nos ocupamos de los aspectos dominantes en la historia económica de Polonia en la Edad Moderna. La lista de elementos de nuestro modelo podría también extenderse sin dificultad. Pero entonces cabría preguntar si la incorporación de los elementos omitidos cambiaría los resultados de nuestro an álisis, indicando un funcionamiento distinto del modelo. Y de plantearse así la cuestión, estoy seguro que los elementos enumerados resultarían suficientes. ¿Cómo transcurre en esta configuración la vida económica y qué regularidades presenta? Esto es lo que trataremos de mostrar en el presente trabajo. Y si nuestro razonamiento, en más

24

CAPITULO SEGUNDO

de un caso, habrá de apoyarse en fundamentos empíricos relativamente débiles, esto se debe a qu~ el enorme material científico relativo a la historia económica de Polonia en los siglos XVI-XVTII no fue acopiado desde el punto de vista de numerosas cuestiones que nos ocupan. En caso de que las investigaciones ulteriores invalidaran tal o cual hipótesis nuestra, será para nosotros motivo de satisfacción el haber contribuido a esclarecer "cómo era aquello en realidad". "El gusto del manjar se conoce al comer". Lo mismo ocurre con la construcción de un modelo. Séame entonces permitido cocinar el manjar. . . y su sabor que lo juzgue el lector. El lector dirá si el intento ha sido fecundo.

( 'npftulo III 1>inámica

a corto plazo

El cálculo económico de la empresa f-eudal

Afirmaciones tales como: "Cada época tiene sus propias leyes económicas" o "Para investigar una realidad diferente hacen fal ta instrumentos de investigación también diferentes" se repiten con frecuencia, pero generalmente sin reflexionar mucho sobre su contenido exacto. No obstante, estos enunciados son realmente justos y el haberlos subestimado ha dado origen a muchos errores de la ciencia. Enormes dificultades, si bien a menudo uno no se percata de ellas, surgen ante todo en el análisis del funcionamiento económico de la empresa feudall. El análisis de la empresa debería, en principio, proporcionarnos respuestas a dos preguntas: 1) ¿cuáles son los resultados objetivos de la actividad de la empresa, o sea si los productos elaborados por ella representan mayor valor que la suma de los bienes empleados en su producción? 2) ¿cuáles son los motivos y la orientación de la actividad del sujeto económico observado (y por lo tanto, probablemente, de sujetos análogos)? En este sentido, el análisis de la empresa es un método que puede y debe aplicar· se a cualquier sistema económico investigado. En cambio no se puede -según veremos a continuación- aplicar al análisis de la empresa feudal métodos elaborados para el análisis de la empresa capitalista. Los métodos de análisis de la empresa capitalista fu.eron utili1 Acerca de la aplicabilidad del concepto de "empresa" a la época pre capitalista, cf. W. Kula, Problemy í metody historíí gospodarczej [Problemas y métodos de la historia económica], cap. "Míkroanaliza 1".

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CAPITULO TERCERO

zados en el análisis de empresas no capitalistas en múltiples ocasiones, tanto en Polonia como en otros países, tanto con referencia al material histórico como en lo que respecta a países contemporáneos económicamente atrasados. Pero el efecto fue siempre un reductio ad absurdum. Para explicar este punto veamos los datos del balance económico de una propiedad señorial mediana en el sur de Polonia, que comprendía tres haciendas, en los años 1786-1798 (en zlotys: 1 zloty = 30 gr:osz 1 .

Ingresos en efectivo Egresos en efectivo Ganancia en efectivo Prestaciones personales (corveas) Otras prestaciones de los campesinos Suma de las prestaciones de los campesinos Valor de la propiedad Ganancia en metálico en % del valor Tasa de monetización* 1 uoty gastado reporta una ganancia anual de Gastos en efectivo del señor Aporte de las prestaciones personales Suma de los costos de producción (mínimo) Ingresos en efectivo del señor Pérdidas

13 826,20 3 988,14 9 838,06 12 703,10

7 388,27 3 354,22 4 034,05 7 223 18

6 980,03 4 373,06 2 606,27 4180,24

3 533,04

1290,24

330,15

16 236,14 160 000,-

8 514,12

4 511,09 61000,-

6,2% 24%

2,5 zl 3 988,14

32%

-

4,3% 51%

1,2 zl 3 354,22

0,6 zl 4 373,06

12 703,10

7 223,18

4180,24

16 691,24 13 826,20 2 065,04

10 578,10 7 388,27 3189,13

~~80,03

8 554,1573,27

* Relación porcentual entre los gastos en dinero y suma: gastos en efectivo + valor de las prestaciones personales. 1 R. Zubyk, Gospodarstwo folwarczne z koócem XVill w. (Economía de la hacienda señorial a fines del s. XVIII], en Studia z historii spotecznej i gospodarczej poswiecone pro{. dr. Franciszkowi Bujakowi, Lwów, 1931, pp. 227-261.

ll i N AMICA A CORTO PLAZO

27

Como vemos, esta "empresa" es rentable y en alto grado. l~s rentable como quiera que analicemos el cálculo. Las dos reservas señoriales cuyo precio de compra conocemos, reportan anualmente más del 5%, y si se agrega las prestaciones de los campesinos en especie y en metálico, más del 7%. En el curso del año, cada zloty gastado reporta casi 1,5 zloty, o sea el 50% de los gastos corrientes en metálico. El capital circulante es relativamente reducido' (11 .716 zlotys 12 btrosz al año, ¡en tanto que dos de las tres reservas costaron . 221 000 zlotys! ) pero produce anualmente una ganancia neta de 16 479 zl. 8 gr. Agreguemos que los gastos en metálico en consumo personal de la familia del propietario son ínfimos, ya que ascienden apenas a 1 948 zl. 2 gr por añal . Pero la situación se presenta de modo totalmente distinto si la miramos desde el punto de vista del campesino. Las cargas anuales del campesino representan casi el doble de la ganancia anual neta del señor. ¡Así que los campesinos pierden mucho más de lo que gana el señor! ¡¿Qué ocurre con el resto? ! Calculando el costo social de producción de aquellas tres 1 El problema de la función del dinero en el consumo corriente de la pequeña y mediana nobleza terrateniente fue objeto de una disputa entre Ko rzon y Smoleñski. Este último impugnó la generalización de Korzon de que "la hacienda alimentaba y vest ía (al noble) prácticamente sin gastos en metálico". En apoyo de su crítica, Smoleitski cita datos de las cuentas do mésticas de la familia de Tomasz l:.fcki, señor de Unistawice, aldea de una veintena de hogares campesinos en la comarca de Wt oct awek, de 1792 a 1795. Tratándose de una familia numerosa, se gastó allí durante los tres años 14 200 zlotys en metálico. Por cuanto esta suma incluye 4 300 zlotys pagados por concepto de provisión a las hermanas, el resultado es de 3 300 zlotys por año destinados al consumo. Desgraciadamente, Smoleñski no cita los gastos en detalle, indicando solamente que en el año 1793 fueron gastados 438 zlotys 27 grosz en "mesa y otras necesidades vitales", y 2 861 zlotys 3 grosz en vestimenta, remuneración de los criados, impuestos y útiles de traba jo. Puesto que los impuestos y los útiles difícilmente pueden considerarse como gastos de consumo, los datos de S moleñski no son muy concluyentes. (W. Smoleñski, "Z dziejów we wn~trznych Polski za króla Stanisl awa Augusta" 1De la historia interna de Polonia durante el reinado de Estanislao Augusto], en Pisma Histo· ryczne. [Escritos históricos) t. l, Cracovia 1901, pp. 22·29, publicados por primera vez en " Ateneum" en los. años 1883 , 1884 y 1887). Korzon cita nsimismo, siguiendo a J. S. Dembowski (O podatkowaniu [De los impues· tos), Cracovia, 1 791) los gastos medi os de un noble que vive en la ciudad

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CAPITULO TERCERO

reservas según reglas capitalistas, habría que incluir al menos los gastos del señor destinados a la producción y el valor del trabajo aportado por los campesinos. El total asciende a 35 824 zl. 4 gr, mientras que el ingreso total monetario representa sólo 28 195 zl. 20 gr. Es cierto que la propiedad dejaba también una ganancia no monetaria, sobre todo en forma de consumo propio del señor y su familia, pero por otra parte no hemos incluido en los costos diversas inversiones no monetarias realizadas tanto por ·el señor como -sobre todo- por los campesinos. ~

sin mujer ni hijos y cuya entrada es de 500 zloty. Estos gastos anualmente se distribuían al parecer, como sigue: Carne: bueyes, terneros, aves Cerveza Vinos, café, azúcar, especias Sebo Ropa blanca, vestimenta, calzado Tabaco Lavandera, cocinero, criado, cochP.ro Total

418 zl. 48 zl . 4 7 5 zl. 174 zl . 1 0 3 2 zl . 84 zl. 1 672 zl. 3 895 zl.

22,5 gr. 6

gr.

28,5 gr.

(T. Korzon , Wewn~trz ne dzieje [Historia interna de Bolonia durante el reinado de Estanislao Augusto], T . IJ. p. 104 ). Los gastos que casi siempre se efectúan en metálico, independientemente de que uno viva en la ciudad o en el campo, o sea vinos, especias, tabaco, ropa y calzado, representan aquí apenas 1 591 zl. 6 gr . (un 40% del total), pero el que vive en el campo seguramente consume menos artículos de esta clase. Cuando se vive en la ciudad, el gasto que resulta ruinoso es la remuneración de los criados (un 43% del total), cosa que en el campo no entraña generalmente gastos en metálico. Finalmente, Jarosz Kutasinski (de la obra de F . S. Jezierski), dice de un pequeño noble de Pocllasie que éste "habiendo comprado hierro, herramientas agrícolas, zapatos y sal, estaba libre de todo gasto domésti co" (Jarosza Kutasinskiego herbu D\!boróg, szlachcica tukowskiego uwagi nad stanem nieszlachekim w Polszcze, 1790, 1Observaciones de Jarosz Kutasi:ñski del linaje de D',fuoróg, noble de la región de I:..uków, sobre el estado no nobiliario en Polonia! , en F. S. Jezierzki, Wybór Pism [Obras escogidas} , ed. Z. Skwarczynski, Varsovia, 1952, p. 87). De los gastos de con· sumo propiamente dichos queda aquí solamente el calzado y la sal. Es cierto que el autor quiere pintar el cuadro de una explotación rural primitiva de un pequeño noble de provincias. El carácter "natural" de la economía de la hacienda señorial llama la atención a cada paso. Cuando leemos las "instrucciones" o la correspon-

lii N AMlCA A CO RTO PLAZO

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Desde el punto de vista del señor, la propiedad es muy renta ble, ya que deja más de 16 4 79 zr 8 gr de ganancia neta (dec imos "más de", ya que nQ podemos determinar la ma gnitud de los beneficios monetarios). Pero de incluirse el costo del trabajo campesino utilizado en la producción, el balance arrojará una pérdida anual de 7 618 zt 14 gr, que en realidad es mayor aún, sólo que no estamos en condiciones de determinar el valor de las inversiones no monetarias (por ej. la conservación de los útiles de trabajo y del ganado en las explotaciones campesinas). Por último si incluimos el valor de las otras prestaciones de los campesinos (aparte del trabajo), la pérdida anual alcanzará 12 782 zi 27 gr. No obstante, la "empresa" funciona durante años y no llega a que brar ni mucho menos. Su propietario lleva una vida lujosa y no limita sus gastos monetarios. Su caja rebosa de caudales (anualmente ingresan en ella 16 478 zl 8 gr de ganancia neta en metálico, mientras que sus gastos en metálico con fines de consumo alcanzan apenas 1 948 zl 2 gr). Tampoco nada indica que la propiedad se vaya desvalorizan do' · Naturalmente , no puede desc artarse la pauperización de las explotaciones campesinas obre la cual callan las fuentes- pero con seguridad son más frecuentes los casos en que esto no ocurre. El señor puede vende ncia de la época con cernie nte a las cuestiones económi cas , en todas partes tropezamos con esta regla suprema de la bue na administración de los bienes: evitar los gastos en metáli co. Cuando se leen los inventarios, se Liene a veces la impres ión de que se t rata. de una verdadera obsesión, al ' o ta rse con qué minuciosidad son registrados hast a los goznes aherrumbrados o "algo daii.ados" de las puertas (W. Kula, Sz kice o m anufakturach 1Ensayos sobre las m ;onufactura.s], pp. 70-71 ). "Cada objeto po r el que hay que pagar en m e t álico -dice Ba ranowski refiriéndose a la nobleza , si bien es cierto q ue se trat a de una rebrión pobre como es la de Podlasie en el siglo XVI- cobra un valor especial ; los nobles no tienen reparos en entablar un pl eito y hasta en ape lar al re y, por e jemplo, a causa de dos hachas o de un vest ido de paño rojo" (l. ·T. Baranowski, Podlasie w przeded niu Unii Lubelskiej 1 La región Podlasie e n vísperas de la Uni ón de Lublin 1 en Pt-zeglad Historyczny, VII, pp. 53-54). 1 Po 1· casualidc d conocemos la h isto ria. ul terior de la familia del propietar io; de las mem orias de su hijo, que se ha n conservado , sabe m os que éste llegó a ser un hombre bastante aca ud alado . M_ Smarzewski, Pamielrlill, 1809-1831 [Memorias, 1809-18311, Wroclaw 191)2, p . VIII, 21, 130 .

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C A!'I'l'l ' LU

T~: HCERU

der su propiedad en cua"lquicr momento y el precio que reciba por ella dependerá únicamente del juego de la oferta y la demanda de propiedades rurales en el memento dado. Buscando índices adecuados al caráder específico de la empresa analizada hemos aplicado, come¡ se ve, algunos coeficientes "inusitados": 1) calculamos la relación gastos monetarios con fines productivos -ganancia monelaria neta, en otras palabras, calculamos cuánta ganancia anual neta reporta un zl oty gastado con fines productivos; 2) calculamos aquello que hemos llamado "tasa de monetización de la producción", o sea el índice que ha de mostrarnos la importancia de los gastos productivos en metálic o dentro del conjunto de los gastos productivos, y al no poder calcularlo co n toda exactitud consideramos como aproximación verosímil la relación entre los gastos monetarios y la suma de éstos más el valor de las prestaciones personales . El primero de estos índices es relativamente verídico, puesto que la contabilidad de Jos nobles - despreocupada en materia de inversiones no monetarias-- registra escrupulosamente los ingresos y egresos monetarios. El segundo de estos índices es con toda seguridad exagerado, puesto que conocemos con suficiente exactitud los gastos monetarios, mientras que los gastos productivos globales eran seguramente mayores que la suma de los gastos en metálico y del valor del trabajo aportado por los campesinos. Pero dado que los gastos no monetarios aparte del trabajo existían en cada reserva, este coeficiente conserva su valor informativo. Cabe recalcar que los datos presentados sugieren que existe una relación inversa no sólo entre el grado de monetización del proceso de producción y la rentabilidad monetaria (cosa nada extraña ya que se desprende del supuesto mismo) sino que también entre el grado de monetización y la rentabilidad en general. El coeficiente de monetizaciófl de la producción es del 51~:,

111 NAMICA A CORTO PLAZO

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,.n iVIoczerady , mientras que en Izdebki sólo del 24 %, pero un 1.loty invertido en la producci ón rinde en lzdebki 2,5 zl de l''mancía neta, mientras que en Moczerady sólo 0,6 zl, y la utili dad que produce el capital invertido en la compra de la hac·ie nda representa un 6 ,2 % en Izdebki, mientras que en Moczerady sólo un 4,3%. Esta importante cuestión exige, por supuesto, una verificación basada en un material más amplio 1 • Pero volvamos al problema de la rentabilidad de la empresa. l ~n el ejemplo citado, la empresa investigada resultó altamente rentable cuando tomamos en cuenta sólo el aspecto monetario, y claramente deficitaria cuando incluimos en el cálculo una estimación de los costos no monetarios. Este resultado lo podemos considerar tí pi co .:o. Semejantes resultados los obtendremos casi siempre cuando analicemos una empresa feudal. Este problema, en apariencia relativo a la técnica de investigación, en realidad es mucho más am plio y alude a cuestiones teóricas fundamen ta les. Por un lado, atañe a todo tipo de empresa cuya actividad no se basa en el trabajo asalariado3; por el otro lado, remite a una cuestión de carácter esencial: al cálculo económico y a la racionalidad de las decisiones económicas en sistemas que no se basan en ei libre juego del mercado. 1 Las cifras citadas impli can que al ca bo d e t: uat ro aü os aproximadaf!lcnte , el propietar io pocl ía t:o mprar un a cuarta ha cienda de l mismo valor que 1vloczerady. ¿Era réalmente as í? ¿Qué ocurriría si todos Jos propie· t.arios de hac iend as medí · nas p udiese n extender s us propiedades a un ril · rn o semejante') Incluso si e xcluimos a los que era n eliminados a causa de las catástr ofes y catacli s mos, qu e no eran raros ni much o menos, los prec io s de la tiena de berían de aumentar rá pidamente. Por desgraci a , nuestro conocimien to de la fluc t uac ió n de los prec ios de la tierra en la anl igt1a Polonia es sumamente limita do . .! A concl us iones análo gas llegó PuczyÍlsk i, quien inves tigó la historia de estas mismas haci e ndas du ra nte las tres déca das siguientes. B. Puczyñs ki , "G os pod a rstwu fo lwarczn e z pocz. X I X w . na po dsta w ie ks iw i wc h unkowej . marzewskich z l\lo cz.erad. 1798-1 828 " 1 La h ac ienda señorial a p rin ci pios d el siglo XIX, en base a l li bro de cuentas de los Smarzewsk i de l'vloczera dy , 1798-1 R28 1. Rocznilli dziejów .


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CAPITULO TEHCERO

A todas estas cuestiones tendremos ocasión de volver en esta obra. Pero la dificultad en cuestión no se refiere, ni mucho menos, únicamente al trabajo oblígatorio; puede concernir a todos los elementos de la producción que no sean adquiridos en el mercado. Tomemos como ejemplo la madera. En 1785 un tal Torzewski publicó en Berdyczow un manual polaco de fundición de vidrio1. Este manual, redactado en forma de diálogo, empieza por la escena donde el Alcalde (símbolo de terrateniente acaudalado) encomia ante el señor Wiadomski (portavoz del autor) el modo de administración que ha introducido en sus propiedades. Menciona como la mayor ventaja del sistema aplicado, la autosuficiencia de sus reservas (no necesita comprar casi nada). Se dirige a Wiadomski pidiéndole consejo en una sola cuestión: ¿cómo aprovechar Jos muchos bosques que tiene, donde los árboles crecen sin ningún provecho y la madera se desperdicia? Wiadomski le presenta entonces el proyecto de construir una vidriería en cuyos hornos la madera podría aprovecharse como combustible. Es interesante que Wiadomski motive su proyecto indicando que existe un mercado local para artículos de vidrio 2; por otra parte, la manera corno formula la cuestión el Alcalde indica que en ese período y en esa región no había posibilidades de vender madera en bruto. Para el Alcalde, esta madera es por el momento inútil y por lo tanto sin valor. Con gran alegría acepta entonces el proyecto de quemarla en una vidriería. ¿Qué lección podemos sacar de este breve coloquio, ciertamente realista? La situación pintada en esta escena indica que la decisión económica de utilizar la madera como combustible 1 Tortewski, Rozmowa o sztukach robi enia szkta, palenia potaszów i topienia 2elaza. .. , w B erdyczo wie, w Fortecy N. M. P. za przywilejem J. K. M. Roku 1785 [Discurso sobre el arte de hacer vidrio, calcinar potasas y fundir el hierro ... en Berdyczów , en la fortaleza de Nuestra Señora, con privilegio de S. M., año 1785]. 2 Cf. W. Kula, Szkice o manufakturach . .. [Ensayos sobre las manufacturas]. Varsovia, 1956, pp. 210-211.

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una fundición no es una opc10n económica, ya que justaII Wnte el Alcalde no tiene, o al menos no percibe, ninguna otra ¡n>si bilidad. Por supuesto, el modo de formular esta tesis es un 1 1nlo paradójico. La construcción de la vidriería por el Alcalde re presentará, con todo, una opción económica. Lo que este coloq uio demuestra, sin lugar a dudas, es que si quisiéramos luego .. rectuar el balance de aquella vidriería, contando la madera quemada en ella al precio que el Alcalde o su vecino tuviesen que pagar de querer comprarla, obtendríamos resultados exorbitantes. El propietario de un bosque situado a orillas de un río navega ble, antes de levantar, por ejemplo, una fábrica de vidrio, 1ie ne que calcular si gana más transportando la madera a flote hasta el puerto o vendiendo el vidrio obtenido mediante la rom bustión de esa misma madera (tomando en cuenta la difer ncia de otros costos relacionados con una y otra operación). Pero el Alcalde del manual de Torzewski no razonaba en estos términos. ¿Qué instrumentos de cálculo aplicar entonces a sus decisiones económicas? La plena posibilidad de elección existe sólo en un mercado "perfecto". Pero el mercado "perfecto" es una abstracción teóri ca de la cual se aleja en diferentes puntos incluso la realidad capitalista liberal. Aplicar esta abstracción al estudio de la economía feudal es un craso anacronismo. No obstante, en la economía precapitalista la gente también calcula, aunque lo hace a su manera. No tenía razón Sombart al considerar la contabilidad un invento " del espíritu capitalista". Tal vez en épocas precapitalistas se tome más a menudo en cuenta motivos extraeconómicos, pero no es cierto que en el ca pitalismo estos motivos no figuren para nada. ¿Cómo entonces investigar el cálculo económico precapitalista y las leyes del obrar económico que le son propias? En base al estado actual de la ciencia, se puede formular la suposición de que si hiciéramos el balance de una "empresa" feu dal cualquiera (latifundio, grandes dominios, reserva señorial o manufactura) utilizando métodos propios de la contabilidad capitalista, o sea asignando un precio a todos los elementos que

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entran en la producción sin ser adqutridos en el mercad o 1 (terreno, edificaciones, materias primas, etc.), casi siempre resultaría que dicha empresa funciona con pérdidas. Si en cambio lo calculáramos sin tener para nada en cuenta aquellos elementos, el balance arrojaría por lo general enormes ganancias. De esto se puede inferir que la diferencia entre estas dos magnitudes podría ser la medida del desperdicio social. Sin embargo, afirmar semejante cosa sería simplificar demasiado. El problema es más complejo. Ante todo convengamos en que el primero de estos resultados es evidentemente absurdo: todas o casi todas las "empresas" de un país no pueden a la larga funcionar casi constantemente con déficit, cuando al mismo tiempo no se observa indicios de una catastrófica decadencia económica del país. Asimismo es inverosímil el segundo resultado , en el cual todas o casi todas las empresas reportan constantemente enormes ganancias, sin que se observe mayores indicios de progreso de la economía nacional. En el primer caso, aplicando el método capitalista de contabilidad, llegamos a una tremend a exageración de los costos. En la economía capitalista es lícito (con ciertas reservas, por ejemplo, con relación a la econom ía minifundisia) calcular a precio de mercado los elementos que entran en la producción sin haber sido comprados, puesto que la fórmula: "si hubiesen pasado por el mercado, el precio de mercado no hab ría variado", no se aparta mucho de la realidad. En otros términos, tenemos razones para suponer que el propietario de dichos elementos (materia prima o mano de obra), en vez de utilizarlos en la producción, puede venderlos en el mercado a precio co· rriente. Aplicado al feudalismo, todo este razonamiento se vuel· ve absurdo. En el ejemplo de la madera en una región carente de vías navegables, hemos visto que con frecuencia no había posibilidad alguna de vender determinada materia prima en el 1 Co mo lo sugirió C. E. Labrousse en una discusión que sostuvo conmi· go en París.

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111Crcado y que, por lo tanto, esa materia prima no podía consi,[crarse efectivamente "mercadería". Análogamente, supongamos que toda la mano de obra en Polonia en el siglo XVITI pasa por el mercado; estará claro entonces que su precio se lliLuará muy por debajo de los precios efectivamente pagados en •·sa época a la reducida parte de la masa de trabajadores que trabajaban por salario. En el segundo caso -o sea si se excluyen del cálculo de casIos los elementos no adquiridos en el mercado- los costos qued;m reducidos al mínimo, tendiendo a cero en los casos extremos. En la manufactura de paños de los Radziwill en Nieswiez caso investigado por mí- prácticamente el único gasto monetario relacionado con su fundación fue la compra de tinturas en Koenigsberg. Así que este cálculo también deforma la realidad. La deformación será más evidente si recordamos un fenómeno muy conocido en la historia del latifundio polaco cual era la "degradación" de la propiedad, de la que se acusó tantas veces a los administradores o arrendatarios. Traducida al lenguaje económico, dicha "degradación" significa disminución de la capa· cidad productiva que representa potencialmente dicha propiedad. Como se sabe, los pleitos por "degradación" eran por lo general extraordinariamente embrollados y era sumamente difícil probar o refutar la acusación. Y no es extraño. La contabilidad de entonces tenía reglas elaboradas y uniformes sólo en lo concerniente al aspecto monetario de los ingresos y los gastos, pero por lo general no tomaba en cuenta el valor de la propiedad ni los cambios que podían afectarlo 1 . Este hecho no es mera expresión de falta de "sentido de cálculo" o de conocimientos económico-matemáticos. La evaluación de todos los bienes (muebles o inmuebles) que componían la reserva según precios corrientes de mercado habría sido una operación injustifica da, incluso teóricamente en las condiciones económicas de 1 J . Rutkowski, Bada nia nad podzialem dochodów w Polsce czasach nowozy t nych [Investigaciones sobre la distribución de los ingresos en Polonia en la Edad Moderna 1, t. 1., pp. 66·61l.

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entonces 1 • Y aunque se procediera a semejante evaluación, sería imposible reducir a un denominador común los cambios en el potencial productivo de la propiedad en determinado período económico : edificios y enseres, número de cabezas de ganado, superficie de los bosques, etc. De ahí que fuese objetivamente insoluble la cuestión si la "degradación" había tenido efectivamente lugar y, en caso afirmativo, cuáles habían sido sus dimensiones (lo cual abría ante la nobleza polaca, conocida por su afición a los pleito's , posibilidades realmente fantásticas). En la economía de dos sectores (monetario y natural), el sector natural es, en principio, primordial para el campesino, y el monetario para el noble. Todo lo que pueda acrecentar las entradas en efectivo es visto con agrado por el noble. Sin embargo, en el sistema imperante no puede saber con exactitud si ese incremento no ha sido logrado a expensas del haber general de la propiedad . De ahí la contradicción entre el ansia de aumentar las entradas en efectivo y el deseo de evitar la "degradación". De todos modos, descartando los elementos no adquiridos y utilizados en la producción, llegaríamos a considerar como rentable una manufactura cuyo funcionamiento redujese notablemente el potencial productivo de la reserva en otros aspectos. Tyzenhaus, administrador de los bienes reales en Lituania en los años 1768-1780, construyendo manufacturas aumentó ~nor­ memente los ingresos del rey, pero también es verdad que aquellos dominios sufrieron una fuerte "degradación" en aquel período 2 • 1 J. Rutkowski ibid. p. 68 f se opone, y con toda razón, a que el c.álculo económico de la gran propiedad sea fundado en la evaluación de los bienes muebles e inmuebles; aunque esto fuese factible "llegaríamos a cifras totalmente ajenas a las condiciones reinantes en la época, ajenas a la mentalidad de Jos hombres que organizaban la vida económica en ese entonces y, por lo tanto, sin influencia posible sobre el curso de la vida económica". La tesis es justa, aunque la argumentación toma en cuenta un solo aspecto del problema.

2 W. Kula, S zk ice o manu{acturach . .. op. cit. pp. 309-310, 443-448.

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A más de esto, el problema se complica con un elemento difícil de precisar. Figurémonos una manufactura (I'Omo aquella vidriería del ejemplo anterior) que devasta los I111Sques de una propiedad determinada. La evaluación econólni ca de este fenómeno depende de si existían en el lugar y 11cmpo señalados otras posibilidades de aprovechar la madera, v. gr. flotándola hasta una ciudad portuaria, lo cual como sabeIn os, no siempre tenía lugar. Faltando tales posibilidades, la " quema" del bosque en los hornos de una fundición de hierro 1> de una vidriería constituirá el único modo económicamente fundado, y de cualquier manera rentable, de utilizar aquella madera. Razonando en simples términos de oferta y demanda a escala de la economía nacional, es perfectamente posible una situat; ÍÓn en la cual la oferta sea superior a la demanda en el conjunto de la economía, mientras en el sector comercializado ocurra lo contrario: la demanda sea superior a la oferta. Traduciéndolo al lenguaje gráfico: 11 dicional

"'-&?2aLLL.LL.I.'---------' Oferta

~""' """"''-"-"-L.LLA----''

Demanda

La parte rayada representa la oferta y la demanda por el mel,'cado.

Con toda seguridad, es así que se presenta a fines del siglo

XVIII el problema del factor más importante de la producción, o sea la mano de obra. Por una parte, tenemos numerosos ejemplos de desperdicio de la mano de obra campesina en la economía latifundista, por otra, los precios de la mano de obra libre alcanzan en el mercado un nivel relativamente alto 1 • Pues1 Rutkowski afirma que los elevados precios de la mano de obra asala· ri ada limitaron su empleo en las ha\!i en das de Ucrunia occidental; Zabko·Polopowicz analiza un fenóm eno análogo en las tierras li t uanas (J. 11utkowski , Studia z dz iejów w.~i polskiej X VJ-XVJI.I w. 1Estudios sobre la historia del campo polaco, siglos XVI-XVIII], ed. W. Kula, Varsovia,

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to que la abrumadora mayoría de los brazos existentes en el país están ligados por la servidumbre, en el mercado del trabajo aparece una parte proporcionalmente insignificante de la mano de obra; comparada con ella, la reducida demanda del trabajo asalariado viene a ser relativamente considerable. Y si ahora evaluamos toda la mano de obra empleada en la reserva según los altos precios del mercado, llegaremos forzosamente a la con . clusión de que la reserva era deficitaria y no podría subsistir sin la servidumbre. Al parecer, situaciones análogas se producían muy a menudo también con respecto a muchos otros factores económicos. La evaluación monetaria -a precios del mercado- de aquellos elementos que integran el proceso de producción sin pasar por el mercado, o de los frutos de la producción que no van a parar al mercado, se apoya en varios supuestos que pecan a ojos vistas por falta de realismo: 1) se supone la existencia de un precio de mercado relativamente uniforme para cada uno de estos elementos, con la mano de obra en primer lugar; 2) se supone que todos los elementos y todas las categorías de la mano de obra poseen un valor económico y un precio que permite medir este valor; 3) se supone que el "empresario", organizador de la actividad económica y propietario de los medios de producción, tiene siempre la posibilidad de elegir entre vender el artículo dado en el mercado a precio corriente y utilizar este artículo en el proceso de producción. Además, la 1956, p. 124; Zabko-Potopowic-.;;, Praca najemnn i najemnik w rolnictwie w Wielkim Ksi<:stwie Lite!!Jskim w XVIII w. [El trabajo asalariado y el asalariado en la agricultura del Gran Ducado de Lituania en el siglo XVIII), Varsovia, 1929, pp. 98-99). Con toda seguridad, en estas regiones el fenómeno era particularmente intenso, aunque no cabe duda que en menor grado se registrab a en todo el país. Al plantear esta tesis en forma de regla , no nos olvidamos que en las diferentes subdivisiones del período considerado, la situación podía variar ; por ejemplo, en la segunda mitad del siglo XVII y a principios del XVIII, cuando a raíz de las guerras, una mayor movilidad de la población campesina originaba una mayor oferta de la mano de obra asalariada.

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última decisión la tomará únicamente cuando tenga fundadas razones para esperar una ganancia mayor de la producción. En otras palabras, reproducir el cálculo económico de una empresa equivale en cierto modo a verificar la racionalidad de las decisiones del empresario. El cálculo de los costos tiene por objeto reconstituir la suma de las pérdidas sufridas en favor de la producción. En este cálcul o, el valor monetario de la madera utilizada en la producción, mas no comprada, puede considerarse pérdida sólo cuando aquella madera pudo haberse vendido a precio dado. ¿Pero realmente habría podido venderse? Incluir en los costos el valor de las prestaciones personales tendría sentido sólo si al renunciar a la producción fuese posible vender dichas prestaciones a determinado precio. ¿Pero acaso era posible hacerlo? El que fuese partidario de otro procedimiento de investigación podría plantear aquí una objeción. Concretamente, podría decir que al incluir en el cálculo de los costos el valor estimado de los artículos no provenientes del mercado, nos pro· ponemos no tanto reproducir el. cálculo de las ganancias y pérdidas del empresario, cuanto reconstituir las ganancias y pérdidas sociales. Pero esta objeción es, a su vez, objetable. Toda utilización productiva de una madera que no puede venderse, es rentable desde el punto de vista social ya que engrosa la renta nacional aunque sea en ínfimo grado. El único límite perceptible es aquí el deterioro de la propiedad y de su futura capacidad productiva. Con t oda raz ón, el co nc epto de "degradación de bienes" desempeñó una función tan notable en el razonamiento económico de la nobleza polaca 1 • Muy interesante en relación con estas cuestiones es el análisis 1 El problema se puede expli car as imis mo en categorías marginalistas: el elemento que en tra en la producci ón pero que carece de precio de mer· cado, es decir el elemento al que no se le puede dar otro uso , podemos tratarlo como factor sobrante con respecto a los otros fac tores indispensa· bies para la produccion y, e n consecue ncia, igu al a cero en el cálculo de los costos.

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del sistema de contabilidad de las reservas señoriales. El nunca bien ponderado Gostomski, también en esta materia da sus consejos al propietario de la reserva 1 • Este ~egún dice Gostomski en el año 1588- debería establecer una cuenta aparte para cada uno de los elementos materiales y monetarios que integran la producción y el consumo de la reserva : para el centeno y la zanahoria, para las manzanas y el carbón, para los camarones y aros de barril, para los derechos de peaje y para las multas cobradas a los campesinos, etcétera. . . ¡En total, 156 cuentas de 'valores materiales, cada una aparte y, lo que es más, irreducibles a un denominador común! Cuando todas las cuentas denoten incremento, la conclusión será incuestionable: la finca funciona con ganancia. Quien tuviese dudas con respecto a esta interpretación de la contabilidad recomendada por Gostomskí, hallará en su libro un enunciado que la confirma expressis verbis : "El encargado .~ . debe velar por que no haya mengua alguna, antes tiene que preocuparse por que en cada cosa haya crecimiento" 2 • Pero ¿cómo apreciar la actividad de la reserva cuando aumentan las reservas de trigo almacenadas en el granero al tiempo que disminuye la cantidad de manzanas en la despensa? La primera impresión que le produce a uno la lectura de Gostomski y del sinnúmero de "instrucciones" de la época, redactadas por los grandes propietarios para el uso de los administradores de sus bienes, es la de que todos ellos propagan una economía multifacética, o sea el policultivo. Pero esta es una impresión superficial. En realidad se trata de un policultivo al servicio del monocultivo. La mayoría de los artículos se ha de producir no para venderlos, sino para no tener que comprarlos J, es decir, para. aprovechar me.ior el dinero obtenido por los 1 A. Gostom ski. Gospodarstwu, 1 588 1La hacienda, 1588), ed. S. Inglot, Wroc law, 19 5 1. , pp. 119·122.

2 A. Gostomski, op. cit., p . 22. 3 Esta tendencia se ha puesto de manifiesto repetidas veces du rante mis

investigaciones sob1·e las ma11Ufacturas polacas de l siglo XVIII , pero ella no se limita, ni mucho menos, a las inversiones ma nufact ureras.

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únicos productos que interesan de verdad: los productos exportables. Todo ha de estar subordinado al monocultivo de centeno y trigo, y el dinero obtenido por ese centeno y ese trigo ha de ser gastado sólo en artículos que de ninguna manera podrían producirse en la reserva misma sin recurrir al numerario . En este sentido es rentable la producción de cualquier cosa, siempre que se efectúe mediante fuerzas propias, sin involucrar gastos en metálico 1 • Hasta ahora nos hemos referido principalmente al análisis económico de la reserva. Desgraciadamente, la falta de fuentes impide un análisis similar de la explotación feudal campesina, mas todo indica que el resultado sería análogo. Lo indican ante todo los resultados de las investigaciones que se llevan a cabo en los países hoy económicamente atrasados, principalmente en la India, donde en torno de este terna se ha desarrollado una amplia discusión (la cual, por otra parte, recuerda en más de un aspe cto las discusiones económicas en la Polonia de preguerra). Una enorme signíficación vigente posee el análisis teórico de la explotación campesina pre o semi-capitalista como tipo de "empresa". Esta cuestión ha cobrado suma actualidad científica, por cuanto se relaciona con un problema candente en el mundo de nuestros d ías, donde la mayoría de la población corresponde a los países subdesarrollados, y la mayoría de la población de éstos vive precisamente en pequeñas explotaciones campesinas de t ipo familiar, apenas vinculadas con el mercado, que trabajan principalmente para satisfacer sus propias necesidades de consumo 2. Hoy por hoy, la explotación campesina 1 Kluk (1779) no sabe todavía indi ca r un m élodo, cuando señala que "es menesler saber y contar bien si el provecho será mayor que los gastos necesarios en traba jo y herramientas, y si este provecho compensará las escaseces que mientras tanto pueden produ c irse por esta causa" . (Krzyszto{ Kluk , O rolniclwie, zbozach , /acac h, chmielnikach, winnicach i roslinach gospodarskic h, 1779 1De la agr icul tura, lo s cereales, los pastiza les, e l cultivo del lúpulo, viñas y pl anlas útiles, 1779 1, ed. S. lnglot, Wroclaw, 1954, p . 29. ) 1 "Lo que se ha dich o aquí d e sociedad es campesinas investi gadas por un etnólogo es, e n buena parte, lo mismo que dicen los historiadores ,

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autárquica (si se nos permite este término convencional) es sin duda alguna la forma más difundida de organización de la actividad productiva en el mundo. ¿Podrá llamársela "empresa"? ¿Convendrán para su investigación los criterios empleados en el ar1álisis de la actividad económica de la empresa? ¿Y sí no, en qué plar1o analizarla entonces? 1 • A la ciencia actual le falta mucho para poder responder a estas preguntas fundam entales. Los métodos tradicionales de análisis de la empresa fueron aplic ados a este tipo de explotación un sinnúmero de veces. En términos generales, sabemos qué resultados podemos esperar de ellos. Limitémonos a citar un ejemplo por demás elocuente : el estudio de 600 exp lotaciones llevado a cabo en 1937-1938 en 21 aldeas hind úes :.> dem ostró que estas explotaciones producían, por término medio , 88 rupias de ganancia arJual calculándolo a precios de mercado y sin tener en cuenta el costo de la mar1o de obra familiar ni la amortización del capital. En cambio, incluye ndo el costo de dicha mar1 o de obra según los salarios pagados en este lugar y esa época a los jornaleros y agregando un 3% de amortización del capita l, las mismas resultaban altamente deficitarias (9 0 rupias de déficit ar~u a l ). Recordemos que en el agro polaco, reducido al primitivismo económico en época de crisis mundial, resultados ar~ á lo gos fueron obtenidos por el Instituto de Pulawy en su investigación del minifundio campesino en el año 1932 3 . Recordem os también que obtuvimos prácti ca mente el mismo +-usando otra Lem1inolog ía , ac,rca de la vid a (' Conómi ca en la Edad Me dia" - dice R. Fi1·th ~n Elements o( So cial Organ ization, Lo ndres. 19 5 1 , p . 137. 1 D. T h orn e r, Th e Releuance o( lhe Theory o( the Pirm to Produc/ion by Peasant 1-l o useholds (manu sc rito cuya co p ia m e ha sido fac ilitada genlilmen te por e l autor). 2 D.R . Gad gil y V.R. Gad gil , .4 S urv ey o/ f<'ar'n /Jusí ness in Wai T utul
_¡ C f. Mal y Ho cz,¡¡/l Stat ys l y cz ny 193'7 1Pcq ue iio A nuari o Estad ístieo 1937\, Varsov ia, 19 37, P- 61:l. A la mis ma con c lusión ll egó V. Lenin , en "Nuevas transformaciones ec0nómic¿¡s en la vida campesin a '' . Obras, vp. cit., l. 1, pp. 32 33. .

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resultado (rentabilidad cuando se exc luye de los costos el valor 1:stimado del trabajo no adquirido, y déficit en el caso contrario) al analizar una reserva típica basada en la servidumbre y lambién muchas manufacLuras feudales. Como se ve, el problema es de gran importancia. La ciencia tradicional no advertiría mayores dificultades en esta cuestión. Respondería que el campesino medio no cuenta el costo del trabajo de su familia ni la amortización del capital por desconocer estos conc~ptos y por no saber calcular correelamente. Respondería además que el cálculo correcto debe tomar en cuenta estos dos factores, que la única manera de medirlos consiste en aplicar los prec ios de mercado propios del Jugar y del tiempo dados, y que por lo tanto estas explotaciones son en realidad deficitarias sin que sus propietarios lo sepan. La conclusión de que media humanidad está empeñada en una actividad productiva deficitaria, constituye una especie de reductio ad absurdum. Igualmente absurdo sería afirmar que todas las reservas señoriales y todas las parcelas de los campesinos adscriptos a la gleba en Polonia eran permanentemente deficitarias a lo largo de los cuatro siglos de su existencia. Por otra parte, este método no res iste la crítica ni siquiera desde el punto de vista de la ciencia tradicional. Si para dar comienzo a una actividad productiva se precisa, supongamos, A kilogramos de materia prima y B jornadas de trabajo, y el "empresario" dispone de A kg de materia prima y de B más X jornadas de trabajo, y al mi< rel="nofollow">mo tiempo no existe ninguna otra posibilidad de aprovechar la mano de obra ex cedente, entonces el valor de toda la fuerza de trabajo incorporada a la producción debe calcularse como equivalente a cero. En este sentido podría decirse que el campesino-propietario hace buen uso de la teoría marginalista 1 . 1 Por qu é e l ca mpesin o no toma e n cuen ta en su cá lculo ni la ga nancia media del ca pi ta l ni la re nta , po r qú é es falso que est e mi sm o ca mpes ino no toma en cuenta su trabajo (al contrario , este tra bajo es lo úni co q ue tom a e n cu en ta , lo c ual no quiere decir que lo ca lcule a pre cio de mer·

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Con todo, es evidente que en ciertas condiciones es totalmente justificado efectuar el balance económico de la explotación campesina ateniéndose estrictamente a los métodos capitalistas (incluyendo el trabajo familiar a precio de mercado, la amortización del capital, etc.). Para el historiador de la economía es precisamente cuestión fundamental responder a la pregunta cuáles métodos deben aplicarse en tales o cuales condiciones sociales (en relación con el nivel de desarrollo socio-económico ). Es un tema vastísimo, aquí sólo podemos esbozar una sugerencia. Como criterio -así nos parece- se podría adoptar la forma que revisten las cargas exteriores de la explotación. Nos referimos a las prestaciones al Estado (impuestos) y al latifundista (renta feudal y, a veces, aun la capitalista). En la misma C3tegoría puede incluirse la forma del crédito. Allí donde los impuestos, las prestaciones al señor y Jos préstamos se paguen en especie (en trabajo o en productos), el balance de la explotación campesina efectuado según normas capitalistas carecerá de sentido y casi siempre dará resultados como los arriba descriptos (déficit al incluir el costo del trabajo no asalariado y la amortización; rentabilidad en caso de no incluirlos). En esta situación tenemos: 1) que el productor calcula en unidades naturales; 2) que los precios de mercado no son válidos ni para los factores de la producción (cuyo valor, por lo general, exageran), ni para los productos; 3) que el productor, en principio, no reacciona a los estímulos del mercado (bajas y alzas de precios). Allí donde el régim en socio-económico impone el pago en dinero de los impuestos estatales, de las prestaciones al señor (propietario de la tierra) así como del crédito, la situación sufre +-

ca do ), lo ex plicó Karl Marx en é'/ capit al, t. Ifi , 3, pp. 184 -185 d e la edició n fran cesa, P arís, 1967. Acerca de cuánto tiempo el campesino puede pasar por alto el ca pi ta l y la renta en su cálculo, y d e q ue siempre cuenta de alhrún modo su tra b a jo, cf. V. Lenin El ~apita/i.~ m o en /a econ omía a¡¡raria e n Ob ras, c it. , t. IV, pp . 1 2 2-123 .

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un cambio radical. Aparece entonces un fenómeno que podríamos llamar "comercialización forzada". El campesino necesita vender a fin de obtener el dinero para cubrir todas estas obligaciones, a riesgo de perder su tierra. Su reacción a los estímulül" del mercado es contraria de Jo que supondría la ciencia económica burguesa: cuando los precios aumentan, vende menos; y cuando bajan, precisamente tiene que vender más. Los gravámenes que tiene que soportar son, en general, rígidos, por lo cual las cantidades que vende (con frecuencia a expensas de su propio consumo) y el nivel de los precios son magnitudes inversamente proporcionales. En más de un caso el alto nivel de los precios ocasiona un retorno parcial de estas explotaciones a la economía natural y viceversa 1 • En la conducta económica del campesino, el sector natural prevalece sobre el monetario, y los precios de mercado resultan inadecuados para reconstruir sus modalidades de cálculo o evaluar los resultados de su actividad productiva. Sólo cuando la explotación campesina empiece a reaccionar positivamente a los estímulos del mercado (mayor venta en caso de alza de precios y viceversa) Jos métodos de contabilidad capitalista serán aplicables a este tipo de "empresa". En otros términos, sólo entonces la explotación se convierte en empresa propiamente dicha. Esta reacción positiva a los estímulos del mercado aparece únicamente cuando existen posibilidades optativas de aprovechar los medios de producción existentes (sobre todo cuando el trabajo utilizado en la explotación agrícola puede ser vendido en el mercado en caso de que aquélla resulte poco rentable, y cuando la tierra llega a representar una inversión de capital como cualquier otra). Resumiendo: aplicar una contabilidad de tipo capitalista (o sea aquella que evalúa a precios de mercado los bienes y servi1 M. Postan, por ejemplo, ha demostrado en sus conferencias en París, en 1961, que el campesino en la Edad Media en Inglaterra o bien no reacciona del todo a los estímulos del mereado, o bien reacciona en sentido inverso: la baja de precios lo inclina u redoblar sus esfuerzos por aumentar la cantidad de productos ofrecidos en venta.

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cios no adquiridos ni vendidos) a las relaciones económicas precapitalistas, equivale a proceder anacrónicamente. Aplicar a la totalidad de la producción del país los precios de mercado - a través del cual pasa una ínfima parte de los bienes y servicios producidos- tiene que conducir forzosamente al absurdo. Este método es particularmente peli¡,
Economía del dominio feu dal Pese a que los estudios histór icos sobre el agro polaco - tanto los antiguos co mo los reci entes- pueden preciarse de muchos e incuestionables logros, no es empresa fácil proceder a un análisis siquiera aproximativo de la economía del dominio feudal, y menos aún, de la economía campesina. Con respecto a la reEerva, esta afirmación puede parecer paradójica, si se considera la gran cantidad de trabajos monográficos y, mayor aún , de fuentes publicadas (con los inventarios e instTucciopes en prim er lu gar) que tenemos a nuestra disposición. El problema consiste en que estas fu entes y los trabajos basados sobre todo en ellas presenLan serios inconvenientes cuando se trata de investigar este preciso aspecto de la economía, y especialmente lo más importante de cada economía especializada: su funcionamiento .

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Las antiguas investigaciones sobre la historia agraria se apoyaban sobre todo en fuentes de tipo normativo, empezando por la legislación histór ica y terminando en las instrucciones para los administradores de las grandes propiedades. Rutkowski, cuyos estudios marcaron un vira.ie en este terreno, desconfiaba man ifiestamente de este tipo de (u entes. Y tenía mucha razón. Se negaba a sacar conclusiones acerca de "cómo fue" a partir de una fuente que decía "cómo debía ser". De ahí que para Rutkowski el tipo preferido de fu entes fuesen los inven tarios (inclusive su categoría especia l constituida por las "actas de inspección"): descripción positiva del estado de cosas en cada propiedad en un momento dado. En otro trabajo señalélm os que Rutkowski no advertía en toda su extensión la presencia de elementos normativos en los inven tarios 1 . Pero en este momento, no es esto lo que nos interesa. A esta altura, lo decisivo para nosotros es el carácter llamémosle "representativo" de las inf ormaciones que nos pr oporciona el inven tario. Si bien en algunos casos es posible reunir cierto número de inventarios concernientes a una misma aldea y, por consiguiente, obtener una serie de muestras representativas, entre multiplicar muestras y captar la dinámica de las transformaciones hay un larg o trec ho .? . Es evidente que la comparación de dos muestras nos informa sobre el rumbo de los cambios; sin embargo, la interpretación causal o funcional de este rumbo sólo es pos ibl e en conexión con nuestro conocimiento general de la époc.:;l. Y en esto reside todo el peligro del método. Si comparamos lo · inven tarios anteriores al año 1648 con los posteriores al año 1655, veremos en qué dirección fue evolucionando la situac ión en el agro. Pero como sabemos por 1 W. Kula, l'rohlc my i m e lo dy histurii guspo darcze] [Pr ob lemas y mé· todos de la hislor ia eco n óm ic~l , capilul o Zrúd la du d z iejów gospodm·czych Polshi nowuz ylnej 1Fuentes pa ra la histo ria económica de Polonia en la Edad Moderna l. 2 W. Kui<J, Prólogo a J. Rut kow s ld i, S ludia z dziejó w wsi polsskiej X\il-XVI11 w., c it ., p. 2t>, dond <' s • sen '" " que t·ambié ,; en su síntesis Rut· kow ski demuestra la tendenci:~ a capt<Jí· la dinámica mediante una multi· plicación d e mu e~ lra s .

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CAPITULO TERCERO

otra parte que en el entretanto hubo en Poloni a cruentas y devastadoras guerras, estableceremos una relación de causa y efecto entre esos cambios y esas guerras. La gran ventaja de Jos inventarios, particularmente apreciada por Rutkowski, reside en su abundancia que permite una elaboración estadística de Jos datos . Pero, como ya hemos dicho, con todas sus cualidades, el método estadístico no será lo suficientemente fructuoso si no viene acompañado por análisis individ uales. De modo análogo, los más fructuosos estudios macroanalíticos no restarán utilidad a los estudios microanalíticos. Por eso nos permitimos sugerir que en el próximo período se aplique un esfuerzo particular a la investigación de las fuentes ha<>ta ahora menos explotadas, es decir, las cuentas de las reservas. Es cierto que todavía falta mucho para explotar debidamente los inventarios, para elaboraf estadísticamente y analizar a gran es~ala su contenido con fines macroeconómicos. Pero aquí el camino ha sido ya abierto, sobre todo por el propio Rutkowski, y además por las numerosas publicaciones de fuentes en la posguerra. En cambio, en lo que se refiere a las cuentas de las reservas, la experiencia metodológica es en extremo pobre 1 • Y es preciso decir que sólo el estudio de series continuas de cuentas (aunque abarquen períodos no muy largos) permitirá analizar el funcionamiento de la economía de ia reserva. Sólo ellas pueden mostrar efectivamente cómo era administrada la rese::·va, cuál era su cálculo económico, cómo reaccionaba a los cam bios de la situación, a las variaciones de las cosechas y los precios, y qué alternativas elegía. Justamente en esto consiste la gestión económica. 1 En realidad só lo puede citarse a quí la monografía de J . Majewski,

Gospodarstwo folwarczne we wsiach miasta Poznaniu w latach 1582- 1644

1La economía de la hacienda en las aldeas pertenecientes a la ciudad de Poznañ, 1 51)2-16441, Poznnñ, 1957. Entre las publicaciones anteriores podrían m encionar5e los trabajos c iLado s de R . Zubyk y B. Puczyñski, aunque ninguno de los dos se preste mayormente a nuestros propós itos. La o bra de l. Rychlikowa, Klucz Wielkopon¿bski Wodzickir-h w drugiej polowie X \llll w. I.Los dominios de Wielka Por~ba de los Wodzickich en la se gun da mitad del siglo XV lli! ha aparecido una vez concluido el presente estudio. ·

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Por cY.anto las publicaciones existentes no nos ofrecen elaboraciones siquiera parciales de largas sucesiones de tales cuentas, las consideraciones que siguen se apoyan sobre fundamentos muy frágiles. Es bastante probable que las futuras investigaciones echen por tierra más de una hipótesis nuestra. No obstante, nos atreveremos a proponer aquí un modelo de economía del dominio feudal tal como lo vislumbramos en este momento, sin intención de crear algo perdurable, sino con la esperanza de que un modelo más adecuado y mejor fundado será elaborado mancomunadamente. La reserva feudal en principio, aplica una economía extensiva. Su rendimiento está en función del área cultivada. Cuando el área de la propiedad era mayor de la que podía ser cultivada por los siervos, la dimensión del cultivo dependía del número de brazos, quedando parte de la tierra sin labrar 1• En el caso contrario, cuando el número de "almas" superaba a las necesidades de mano de obra (si bien esto ocurría rara vez), aparecían tales fenómenos como venta de prestaciones personales a reservas vecinas o venta libre del trabajo por el propio siervo que redimía así la prestación, como sucedía en el sur de Polonia 2 . Puesto que la venta de prestaciones personales a reservas vecinas -además poco frecuente en Polonia- no representaba sino una transferencia de la mano de obra de una propiedad a otra, podemos afirmar que en general, con algunas excepciones de poca importancia (v. gr. el sistema de censos), el número de brazos disponibles determinaba el volumen de la producción 1 Por ej. Zabko Potopowicz, op. cit. p . 99. 2 Studía z dziejów wsi malopolsfziej w drugiej polowie X1TilJ w. 1Estu-

dios sobre la historia del campo en Polonia meridional en la segunda mitad del siglo XVIII] , bajo la dirección de C. Bobins ka , Varsovia, 1957. Un cr ítico de esta interesa nte obra llam a la atención sob re el carácter "provisor io, no de finitivo " de los t rabajos que la compo nen (Roczniki Dziejów Spolecznych i Gospodarczych, XX!, 1959, p. 241 ). ¿Es esto real mente un defecto? En la ciencia, como se sabe, no hay trabajos definitivos. Y aquellos que se aproximan a esta categoría, o sea aquellos que no envejecen por mucho tiempo, son la mayoría de las veces trabajos que abordan temas de poca importancia y evitan cuidadosamente toda clase de generalizaciones.

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agrícola (incluida la ganadería, la explotación forestal, etc.). Toda una serie de fenómenos: el sistema destinado a prevenir las fugas de los siervos propios, la admisión y asentamiento de los siervos ajenos en fuga, el "secuestro" de siervos 1 , la preferencia concedida a los matrimonios cuando una de las partes fuese siervo ajeno "transferible" al propio dominio, la admisión de la servidumbre "voluntaria" 2 , el fomento de la colonización (los llamados "holandeses" 3 ), en resumidas cuentas, toda la política "demográfica" de la gran propiedad se explica únicamente por el hecho de que la producción estaba determinada por el número de siervos y, naturalmente, por la magnitud de las cargas impuestas. 4 Llamemos "límite fisiológico" a la cantidad de trabajo que es posible obtener de los campesinos en el régimen de la servidumbre, sin llevarlos a la ruina; está claro que este límite será inalcanzable debido a la resistencia de los campesinos. Por lo tanto, debemos introducir aquí otra noci ón: llamérn osla "coeficiente de opresión practicable". El "límite fisiológico" modificado por el "coeficiente de opresión practicable" nos dará como resultado el "límite social" que representa las cargas imponibles al campesino en condiciones institucionales dadas, teniendo en cuenta el rendimiento del trabajo, la correlación de las 1

N. Assorodobraj, op. cit. pp. 72-73 y ss. 2 W. Dwo rzaczek, Dobrowolne p odda>ístwo chlopów 1La servidumbre

voluntaria de los ca mpt!sinosl , V-arsovia, 1952. J W. Rusinski , Osady tzw. oh¡drów w dawnym wojew
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fuerzas sociales y las posibilidades de sabotaje y de fuga. En la práctica, según parece, ni siquiera se llegaba a dicho límite social. El ritmo estacional de los trabajos agrícolas hacía que en los meses de invierno la demanda de mano de obra en la reserva fuese relativamente reducida. La tendencia al monocultivo cerealista hacía además que la reserva necesitase poco del trabajo de mujeres y niños. De este modo, junto al "límite fisiológico" y el "límite social", debemos tornar también en cuenta un "límite tecnológico". Las instrucciones de las grandes propiedades y los tratados agrícolas de la época están llenos de consejos e indicaciones acerca de cómo elevar el "límite tecnológico" para acercarlo al "límite social". La recuperación de las jornadas invernales de trabajo obligatorio en períodos de urgentes faenas agrícolas era un procedimiento bastante frecuente, si bien se lo consideraba devastador ya que amenazaba la propia existencia del campesino, al que no le quedaba tiempo para labrar su propia tierra. Se procuraba más bien, hasta donde era posible, concentrar en invierno los trabajos en la tala de bosques para aprovisionarse de madera para todo el año, en el transporte, obras de vialidad, reparaciones, preparación de materiales para la construcción, etc. Al mismo tiempo, las manufacturas abrían posibilidades de intensificar el aprovechamiento del trabajo de las mujeres y niños campesinos. La reducción de la superficie de las parcelas campesinas, si no afectaba el "límite fisiológico", dejaba a la fam ilia campesina mayor cantidad de tiempo libre, elevando por consiguiente el "límite social". Como quiera que abordemos el problema, es evidente que el límite máximo de la producción estaba definido por la cantidad de trabajo que era posible invertir en ella. En la práctica, la producción podía tender a este límite sólo en los años "normales", es decir en los años de paz y de buena cosecha, lo cual no era muy "normal" que digam os en la época feudal. Así pues, las fluctuaciones de la producción global (que suelen ser enormes) constituían generalmente, a covto plazo, el resultado de factores extra-económicos, tales como ¡,ruerras o calamidades

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naturales. El fin de la actividad económica consistía justamente en adaptarse a tales contingencias. No está descartado, sin embargo, que el límite superior de la producción agrícola del país fuese determinado no tanto por la cantidad de trabajo humano, cuanto por la cantidad disponible de fuerza de tracción animal. No cabe duda que el problema del ganado era en ciertas situaciones "el cuello de botella" de la economía feudal. La cría del ganado a gran escala tropezaba entonces, al menos en la mayor parte del territorio polaco, con enormes dificultades técnicas y sociales. Por dificultades "técnicas" entiendo el problema del forraje, sobre todo, el problema de la alimentación del ganado durante el invierno. De ahí que cada año de sequía causara considerables estragos a la ganadería. Las dificultades sociales eran de diversa índole. Por una parte, las guerras, mortíferas para los seres humanos lo mismo en la época feudal que hoy, son tanto o más mortíferas para el ganado. Las "guerras" de los soldados del propio país con el ganado y las aves de corral han sido pintadas de manera muy expresiva en la sátira y la literatura ocasional 1 • Por otro lado, lo que es más importante, el sistema que transfería a la granja del siervo la parte esencial de las funciones de reposición de la capacidad productiva de la hacienda --me refiero a la alimentación del ganado- creaba las peores condiciones para el desarrollo de la ganadería. La negligencia con que los campesinos trataban el ganado, del cual se beneficiaba sobre todo el señor y no ellos, era motivo de constante preocupación de aquél o de su administrador. En años de mala cosecha, el campesino se encontraba a veces en la alternativa de alimentarse a sí mismo o al ganado; la opción es fácil de deducir. El reducido rendimiento del trabajo de los bueyes hacía necesario mantener un gran número de ellos, lo que agravaba más aún el problema forrajero. Todos estos factores técnicos y sociales determinaron que la cuestión de la tracción J . Krzy zanowski, Mqdrej g/owie d osé d w ie slo wie 1A l sabio .le bastan dos palabras), 2 tomos, Varsovia, 1960, passim.

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animal en esa época fuese un serio estorbo en el desarrollo de la actividad económica. Con todo, parece que este factor restringía efectivamente la producción sólo en momentos excepcionales, precisamente a raíz de alguna calamidad natural o devastación bélica. Tanto más que para remediar la escasez de ganado siempre se podía recurrir a los bueyes que eran objeto de un intenso tráfico internacional, cuya ruta pasaba por el territorio polaco desde las estepas sudorientales hasta Silesia y más allá. En caso de faltar animales de tracción, una parte de este ganado podía ser adquirida en tránsito. Un sistema de economía fundado en la reserva y el trabajo obligatorio implica un régimen agrario en el cual la explotación campesina es, en principio, nada más que una parcela de subsistencia 1; nada más, pero tampoco nada menos. La parcela del campesino debía producir lo indispensable para satisfacer sus primeras necesidades, además de lo preciso para continuar la explotación ("Reproducción simple")2. Esto debería conducir a la nivelación de las condiciones de vida y de trabajo de los campesinos 3 . Pero en la práctica no fue así, y esto desde épocas anteriores a la organización dominial, debido a que el señor necesitaba igualmente de mayores granjas campesinas que le asegurasen la parte esencial de la reproducción simple del potencial productivo de la hacienda, ante todo el mantenimiento 1 Lenin define la explotaciones de los campesinos feudales y semifeu· dales como un salario en especie, puesto que la función de tales explota· ciones es proporciona r el producto suficiente para permitir la reproduc· ción de la capacidad productiva del campesino. V. Lenin, ¿Quiénes son los amigos del pueblo? en Obras, cit., t. I. p . 195, como también El con· tenido económico d el populismo, p. 490 del mismo tomo. Amílogamente razona Marx, El capital, edición francesa, París, 1967, t. 1, p. 210, t. I, 3, p. 11. 2 Por el momento hago abstracción de las prestaciones en metálico (que si bien no eran grandes, constituyen una cuestión importante), que subsistían por lo general aun en el régimen más absoluto de prestaciones personales. 3 Acerca de la influencia niveladora de la servidumbre sobre el campe· sinado, véase V. Lenin; El desa rrollo d el capitalismo e n Rusia edición francesa, París, 1966, p. 4 17.

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de los animales de tracción, su reproduccion, la conservación y renovación de las herramientas, etc. De ahí el rol fundamental que desempeñaba en este sistema la división de las explotaciones campesinas en "pedestres" y "de yunta", según el tipo de prestación personal exigida: sin animales o con ellos. El caso es que en la práctica era sumamente difícil determinar las "dimensiones ideales" de la explotación que hiciesen de e 1la exactamente una "parcela de subsistencia y reproducción" 1 • Tanto más difícil cuanto que la producción agrícola de la época se caracterizaba por fuertes oscilaciones anuales del rendimiento del trabajo y de la tierra. Una de dos: o bien, dado un buen año, la explotación tendría excedentes de producción que podría vender en el mercado (con lo cual el señor no se conformaba fácilmente); o bien, dado un mal ru1o, la producción no alcanzaría para mantener al campesino, a su familia y al ganado, ni tampoco para la siembra. Por consiguiente, en la práctica debió surgir la tendencia a reducir parcela campesina en época de buenas cosechas a dimensiones inferiores a las "ideales", lo cual forzosamente tuvo que repercutir sobre el proceso de reproducción. Como se verá más adelante, este será uno de los elementos esenciales de la desintegración de la economía feudal. Así pues, en condiciones ideales, ni la reserva ni la explotación campesina han de realizar la reproducción ampliada 2 . El producto excedente (producto global menos autoconsumo y 1 K. Marx, El ca pital , cit., t. lll, 3, p. 171. Gostomski (op. cit. p. 21), dice al respecto en el si~! o XVI: " .. . y al aldeano se le ha de proporcionar tierra tal que en buen año no compre pan el buen labrador" . Pero, ¿y en un año de mala coSE'('h¡, ·; Asimismo, casi doscient os años más tarde, K. Kluk dice: "Al siervo debe con cedérsele la ti e rra n ecesaria paro que pu eda alimentarse suficientemen· te él, su mujer y ·sus hijos, y tengu de donde sacar para atender las nece sid a d es indisp ensables de su casa y ca mpo, o bien tenga dichas cosas indispe nsabl es e n el lugar mis mo, como ser pnsto, lel1a, madera para los útil es, etc.'' (K. Kluk , op. cit. p. 85). Esto lo dice , a fine s del siglo XVIII, un autor favorable a los campesinos. 2 Lcnin, op cit., p. 58. Aunque, evidentemente, la reproducción am· pliada no está en contradicción con el fe udalismo. K. Marx, El capital, op. cit. t. 1, 3, p . 39.

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menos lo necesario para renovar la capacidad productiva) debe parar íntegramente a las manos del señor. Lo facilita además la división del trabajo en el espacio: la explotación campesina produce casi todo lo necesario para su propio consumo (en parte Lambién para mantener la administración mediante tributos en especie) y asegura casi toda la renovación de la capacidad productiva, en cambio las tierras de la hacienda proporcionan casi exclusivamente el producto excedente 1 • De esta forma , la proporción entre el área de la reserva y el área de las explotaciones campesinas representa al mismo tiempo la proporció n entre el tiempo de trabajo consagrado a la producción para el autoconsumo y el tiempo destinado a producir excedentes para la venta 2 , y también entre el autoconsumo junto con la reposición y el producto excedentes . En esta situación, toda expansión de la hacienda a costa de las tierras campesinas es un medio para aumentar el producto excedente. La distribución de la tierra entre el señor y la aldea como base de la distribución del producto entre el autoconsumo y el excedente (y también de la renta entre el señor y los campesinos), coincide con la distribución del trabajo productivo de los campesinos entre la reserva y las parcelas. Dado que la técnica de producción es, en principio, idéntica -de carácter extensivo- la reserva no debería tener motivos para apropiarse mayor cantidad de trabajo campesino de lo que result e proporcionalmente de la distribución de la tierra. Al contrario, debería atribuirse una cantidad menor, considerando que la cr ía del ganado se realiza sobre todo en la explotación campesina y teniendo además en cuenta los tributos campesinos en especie y en metálico. Pero esto no es sino teoría. Cuando la mano de obra no cuesta nada, toda utilización suya es provechosa para la reserva aunque represente un evidente malgasto, al menos mientras no lleve a los campesinos a la ruina. 1 V. Lenin, op_ cit., p . 190 ; K. Marx , El capital, cit., t. Ill, 3, p. 170 y sgtes. 2 K. 1\iarx, El capital, cit. , t. Ill. 3, pp. 173-J 74; V. Lenin, El co ntenido eco n ómico del p opul is mo , en O bra.~. c it., p . 535.

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CAPITULO TERCERO

La utilización de aquel excedente (siempre en las condiciones clásicas, más adelante veremos cómo se presentaba esta cuestión en el curso de la decadencia del sistema feudal) se reducía en realidad al consumo, en parte directo y en parte indirecto, cuando se lo trocaba en el mercado por otros artículos de consumo. El consumo directo era notable y revelaba una tendencia ascendente. Aumentaba también siguiendo la escala entre las bajas y las altas capas de la nobleza. El consumo propio del dueño del dominio y de su familia es aquí lo de menos. Lo importante, en cambio, es que la posición social del noble en aquella sociedad jerarquizada estaba determinada por el número de sus clientes a los que era preciso dar de comer y de beber. Los "gorrones" y los parientes pobres en la pequeña hacienda 1 , y las grandes cortes señoriales : los criados, la milicia, la multitud de nobles agasajados en cualquier ocasión en los palacios y los castillos de los magnates, son fenómenos de la misma categoría. Otro elemento, aparte de la clientela, que determinaba la posición del noble en la escala jerárquica, era el boato feudal. Ahora bien, este esplendor, inherente al régimen social, estaba condicionado por el consumo indirecto del producto excedente, y en la práctica durante el período clásico, por la cantidad de aquel producto que fuese posible transportar a una ciudad portuaria y cambiar allí por artículos de lujo impor tados. Y es aquí donde interviene un factor de mercado sobre el cual el noble no tenía poder : lo importante no era ya sólo la cantidad puesta en venta, sino también los términos de intercambio, o sea la relación entre el precio de los productos vendidos y el de los artículos comprados. Dada la fuerte oscilación del producto global, la del excedente era aún más intensa. Entonces el noble se esforzaba 1 Fenómeno típico de la anligua hacienda polaca. Mickiewicz, a mediados del siglo XfX, se pregunta en la emigración si este fenómeno subsiste aún en Polonia. Sobre la desaparición de las "cortes feudales" como síntoma típico de los comienzos del capitalismo, cf. K. Marx, El capital, cit., t . I, 3, p. 158.

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por transferir los efectos de esta oscilación al producto destinado al autoconsumo. Ni el volumen del producto excedente acaparado por el señor, ni mucho menos los términos de intercambio que regían la comercialización de aquel excedente, influían de modo alguno en su decisión de emprender o no una reproducción ampliada. Nada indica que en períodos de crecimiento del producto excedente (por ej. varios años seguidos de buena cosec ha en tiempos de paz) el señor se mostrase más dispuesto a invertir. En tal caso, simplemente lanzaba una mayor cantidad de productos al mercado, elevando en consecuencia su nivel de vida. Tampoco nada parece indicar que el señor invirtiese más en épocas en que los términos de intercambio resultaban ser más ventajosos para él. En determinadas épocas, la situación en este aspecto podía diferir del esquema presentado. Por ejemplo, tiene que existir alguna relación entre las inversiones extensivas en el período de desarrollo de la reserva fundada en la corvea -{siglos XV-XVI)-, inversiones que se manifiestan en la expansión del área de cultivo -y ventajosas posibilidades de colocación de los frutos de la tierra (términos de intercambio). Por otro lado, a fines del siglo XVII y en la primera mitad del XVIII, cuando los términos de intercambio son menos favorables, el afán de la nobleza por conservar el "nivel de lujo" que está amenazado, se manifiesta al parecer casi exclusivamente en la lucha por modificar en su favor la distribución de la renta nacional, lo cual -según señalamos anteriormente- consistía en caro biar la proporción entre el área de la reserva y la de las explotaciones campesinas, en detrimento de estas últimas. Si la reserva "invierte", lo hace en forma no onerosai. Sus 1 Esta orientación de la política económica de la gran propiedad la he tratado de mostrar con numerosos ejemplos concernientes a las inversiones en las manufacturas, en mi libro Szkice o manufakturach. .. 1Ensayos sobre las manufactur as l. Este fenó,5!1eno se manifiesta prácticam ente del mismo modo, y tal vez en forma más acentuada todavía , en lo que respecta a las inversiones agrícolas.

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CAPITULO TERCERO

inversiones requieren ciertas materias primas de producción propia (con la madera en primer lugar) y sobre todo cierta cantidad de mano de obra, utilizándose a tal efecto la parte de las prestaciones personales no aprovechada en las faenas corrientes, o bien imponiendo nuevas cargas a los campesinos. La decisión de efectuar tales inversiones no tenían nada que ver con la situación en el mercado, y aun cuando existía alguna relación, esta tenía un carácter muy peculiar. No hay ningún absurdo en que el noble decidiese invertir no porque hubiesen mejorado las condiciones del mercado (como ocurriría en el capitalismo), sino al contrario, de bid o al empeoramiento de estas condiciones, ya que al acrecentar la producción global deseaba compensar las pérdidas para mantener su nivel de vida y su posición social. Dos factores determinaban ese nivel de vida y esa posición: el volumen de la producción comerciable de la hacienda y las condiciones de su cambio por otros artículos. Puesto que el señor feudal no tenía ninguna influencia sobre el segundo factor 1 , lo único que le quedaba era esforzarse por aumentar la producción comerciable. Por consiguiente, si es posible hablar aquí de "estímulos a la inversión originados por el mercado", éstos -contrariamente a lo que ocurre en el capitalismo- no pueden ser sino negativos: el empeoramiento de los términos de intercambio estimula al productor a resarcirse de las pérdidas vendiendo más. Como sabemos, en la práctica se procuraba justamente el incremento del volumen comerciable. Este objetivo constituye, por decir así, la idea rectora del cálculo económico y de la organización de la hacienda. Sólo que para ello se recurría -al menos desde fines del siglo XVI- no tanto a las inversiones, siquiera extensivas, cuanto a 1 Con algunas excepciones. Po r ej., los esfuerz os de los propie tarios de las haciendas medianas por llegar con sus productos cürectamente a Gdansk. Los grandes terrateni entes, en cuanto clase social, tenían ad emás otra posibilidad de influir sobre es te fa cto r, imponiei1do las llam adas tarifa s de voivodía. Mas con respecto a cada hacienda en ¡Jarticu lar , se t rata de un factor externo, una variable independiente, sobre la cual la hacienda no tiene influencia.

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Lransferencias en la distribución del producto social, en detrimento del campesino. Las decisiones de la nobleza en materia de inversión no dependen, pues, o dependen en ínfimo grado de los fenómenos del mercado, los cuales provocan a lo mucho reacciones negativas. Parece también que estas decisiones están totalmente desvinculadas de la fluctuación de la producción global (por ejemplo, una buena cosecha). Nada indica que la reserva estuviese más dispuesta a invertir en períodos de buena cosecha. Es hasta posible que sucediese lo contrario: un año de mala cosecha que requería menor cantidad de mano de obra en las faenas agrícolas, especialmente en la trilla, podía brindar excedentes de mano de obra utilizables en obras de vialidad, hidráulicas o de construcción. Veamos ahora el problema de la elasticidad de las diferentes partidas, la de las entradas y la de los gastos de la hacienda. La parte comerciable de la producción de la hacienda es extraordinariamente fluctuante. Esto aparece clara y sistemáticamente en los datos empíricos, y no tiene nada de extraño. El rendimiento agrícola, como se sabe, registra en esa época enormes oscilaciones de un año a otro. El consumo interno de la hacienda es, en cambio, una magnitud constante. Por cierto, puede suponerse que en un año de buena cosecha la servidumbre se alimente un poco mejor y al año siguiente siem bre un poco más, pero los datos conocidos sugieren que esto no tenía ninguna importancia práctica. Sólo en el caso de una cosecha sobremanera abundante, especialmente si ésta se repite durante varios años sucesivos, el volumen de los productos puestos en venta parece aumentar menos de lo que se podía esperar. ¿Serán intentos de adaptarse a la situación del mercado, de formar reservas para venderlas el próximo año a mayor precio? No lo creo. Se trata más bien de la imposibilidad de colocar cantidades tan grandes en el mercado local (los datos en que nos apoyamos aquí no proceden de una región típicamente exportadora de granos) . Con todo , el problema requiere nuevas investigaciones.

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nera que si descartamos los casos particulares (años de guerra, por ejemplo), no aparecen aquí reservas algunas de potencial productivo _que el alza de precios podría activar, mientras que el crédito -debido al elevadísimo interés- no tiene carácter productivo. Por consiguiente, para el agro feudal -contrariamente al agro capitalista- justamente los años de bajos precios son años "buenos". Por último, en el sistema capitalista, en el caso de alza de precios de los productos agrícolas, actúa también el mecanismo de transmisión: el agricultor, al gastar sus acrecentados ingresos, ocasiona el incremento de los ingresos de otros grupos profesionales, la puesta en marcha de -capacidades latentes en otros sectores de la producción, etc. En el régimen feudal , por supuesto, estos factores no entran en juego: en otros sectores de la producción tampoco existen reservas, y aunque existiesen, el aumento de la demanda no las pondría en movimiento debido a la política monopolista de los gremios. Pero sobre todo, como ya hemos señalado, en el caso de alza de precios el ingreso monetario del campesino no aumenta ni mucho menos, sino que disminuye arrastrado hacia abajo por un factor más potente, el volumen de la cosecha, que repercute con redoblada fuerza sobre la parte comerciable de la producción. Viene a propósito recordar que el alza coyuntural de los precios en la economía capitalista está ligada funcionalmente sobre todo con el descenso del rendimiento medio del trabajo (puesta en marcha de establecimientos que no serían rentables con un bajo nivel de los precios, o sea establecimientos de menor rendimiento) y la baja del salario real medio (aunque la clase obrera en su conjunto gane con esto, ya que la baja del salariQ real se compensa con creces con la reducción del desempleo). En el régimen feudal, el alza de precios también involucra disminución del rendimiento del trabajo (no importa que esto obedezca a causas ektra-económicas, por ej. meteorológicas), pero dicha disminución no se compensa con nada, implicando de este modo una disminución real de la renta nacional per cápita.

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La renta nacional es el empleo multiplicado por él rendimiento del trabajo. El vínculo funcional entre el volumen de la renta nacional y otros factores -como, por ejemplo, el volumen de las inversiones en el sistema keynesiano- creo que debe comprenderse como sigue: que el "otro factor", en este caso las inversiones, influye sobre uno de los dos factores que determinan el volumen de la renta nacional, o sobre ambos. En el sistema feudal, los fenómenos del mercado no influyen sobre ninguno de estos factores, de nuevo porque no existen allí reservas de potencial. Surge en cambio la cuestión, abierta a la discusión, de cómo las oscilaciones estacionales y anuales de los precios repercutían sobre la distribución de la renta entre la hacienda y la aldea. En realidad, el vaivén estacional de los precios no refleja la fluctuación del volumen de la renta nacional, sino el ritmo .desparejo de la producción Y" el consumo. En este sentido, las oscilaciones de temporada representan únicamente un mecanismo que facilita desplazamientos en la distribución de la renta producida. Sacan provecho de estas oscilaciones las contadas reservas que destinan su producción al mercado local. Pierde con ellas por lo general el campesino, aun el que esté vinculado con el mercado. Gana la burguesía rica, que no vive de un día para otro y que puede aprovisionarse de productos para todo el año durante la baja de precios. Pierde el trabajador de la ciudad quien vive precisamente de un día para otro. En general, en las oscilaciones estacionales de los precios se manifiesta la situación privilegiada de la ciudad con respecto al campo. Con todo esto, dichas oscilaciones guardan relación con el volumen de la renta nacional en un aspecto: simplemente, son mucho más fuertes en los años de baja del volumen de la renta y sensiblemente más débiles cuando la renta está en alza. En este sentido, las oscilaciones estacionales, si se las considera a lo largo de varios años, representan un mecanismo que permite atenuar los efectos del decrecimiento de la renta

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nacional para la capa más acomodada de la población urbana, transfiriéndolos. en toda su extensión sobre el campesino. La evolución de los precios a corto plazo (unos pocos años) se manifiesta en una repetición característica de coincidencias entre la disminución de las cosechas y el alza de precios (dejemos por ahora de lado el hecho de que la influencia del comercio internacional amortigua en parte esta dependencia). Como ya hemos dicho, parece que el volumen de la cosecha influye mucho más intensamente que el nivel de los precios sobre las ganancias de la hacienda. Si es así, con tanta mayor razón se referirá esto a la explotación campesina, siquiera en atención a que sus contactos con el mer·· cado tienen una importancia incomparablemente menor. La cuestión merece un examen más detenido, puesto que, como sabemos, un contacto con el mercado --incluso si es insignificante en cifras absolutas o relativas- puede convertirse en ciertas condiciones en factor determinante por su importancia marginaL En el caso de alza de precios (mala cosecha) el campesino corriente, o sea el que tiene limitado contacto con el mercado, puede permitirse reducir, aunque en ínfima medida, la cantidad de dinero que obtiene del mercado, ya que lo necesita sólo para pagar el tributo y para una que otra compra indispensable. La suma necesaria para pagar el tributo la logrará sacrificando una cantidad menor de productos que en un año de buena cosecha. Pero como la fluctuación de las cosechas es más acentuada que la de los precios, teniendo además en cuenta el bajo nivel de vida (a escala absoluta) del campesino y de ahí el gran valor marginal de cada arroba de trigo en caso de mermar la cosecha global, el sacrificio de esa cantidad menor en un mal año puede ser - y por lo general lo es- más penoso que el sacrificio de una cantidad mayor en un buen año. Y si este campesino, una vez pagado el tributo, debe hacer algunas compras indispensables en el mercado (sal, una hoz, etc.), siendo imposible postergarlas para un año de mejor cosecha, su situación será peor que en el caso del tributo. Porque el tributo es una

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magnitud nominal fija, en cambio los precios de los artículos adquiridos en la ciudad asimismo aumentan en caso de carestía general (aunque, claro está, no tan rápido como los preci()s de los artículos alimenticios). El campesino tanto menos puede sacar ventaja del alza de precios de sus productos en un año de pobre cosecha, cuanto que esta alza llega al punto culminante en la temporada siguiente. Mientras tanto, el campesino no puede, por lo general, esperar ese momento y debe vender los productos de su mermada cosecha cuando la baja de la producción, regional o nacional, apenas empieza a repercutir sobre el precio. Ahora bien, los pocos datos empíricos de que disponemos y el análisis lógico indican que la fluctuación del producto global era más intensa que la de los precios, fenómeno natural en atención a que la baja de la producción afectaba a muchos productores diseminados que ofrecían sus productos a pocos consumidores bien organizados. Si esto es cierto, podemos dar por descontado que la fluctuación del producto comercializado era aún más intensa. También en este caso, el mecanismo funcionaría en favor del consumidor urbano, a expensas del campesino. Las tendencias operantes en la economía marcan, en consecuencia, los siguientes rumbos para la actividad de la reserva: 1) esfuerzo por aumentar la población adscripta a la gleba. Este factor podemos pasarlo por alto, ya que a escala macroeconómica no desempeña ni~tgún papel: las migraciones se compensan tanto en el orden interno (las fugas de los siervos perjudican a unas haciendas, beneficiando a otras) como en el orden internacional, donde la imigración compensa las fugas de los campesinos a otros países; 2) incremento cuantitativo de la parte de la producción acaparada por el señor, lo cual puede lograrse mediante a) carnbws en la distribución de tierras; b) acrecentamiento de las prestaciones personales (posible y a la vez necesario en atención a la transferencia de tierras campesinas a la hacienda);

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3) monocultivo de trigo y centeno; 4) transferencia de las relaciones mercantiles del mercado interno al externo. Queda por dilucidar la cuestión de los límites de la esfera de opción económica del propietario de la hacienda. Como veremos, esta esfera era relativamente reducida.

En esta figura, que representa la superficie de las tierras de la reserva, los tres sectores iguales AOB, BOC y COA corresponden a los tres campos del sistema de rotación trienal: barbecho, sembrado de primavera y sembrado de otoño, respectivamente. En el sembrado de primavera, el área BOa está destinada a la avena, aOb al centeno, büc al trigo y cOc a la cebada. En el sembrado de otoño COX indica el área del centeno, y XOA, la del trigo. En lo que respecta al campo AOB ·(barbecho) queda descartada cualquier decisión económica. La superficie del sector BOa, sembrando de avena, también está determinada de antemano: la avena, cereal no comerciable 1 , se cultiva sólo en función 1 El hecho de que la avena sea un cereal prácticamente sustraído a la comercialización se ve confirmado a cada paso cuando analizamos la economía de la hacienda feudal. A modo de ejemplo podemos citar aquí los datos concernientes a una hacienda de los dominios de los Lancko·

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D. • "'

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de las necesidades de alimentación del ganado y del consumo de los trabajadores. Ante el administrador se plantea aquí únicamente el problema técnico (por otro lado, nada fácil en una época de gran fluctuación de las cosechas) de q•;e la producción no sea inferior ni superior a la demanda interna de la hacienda. La superficie de los sectores aOb y bOc, destinados a las siembras primaverales de centeno y de trigo, está determinada por la necesidad de grano de sembradío para los campos sembrados en otoño y, especialmente en lo que concierne al centeno, por el consumo interno. En resumidas cuentas, toda la superficie hasta ahora analizada, o sea dos de los tres campos en rotación, no ofrece posibilidad alguna de opción económica. Sus dimensiones están determinadas por necesidades de reproducción en el sentido lato del término, o sea, incluyendo el consumo del señor y del personal de la hacienda. Del sector cOa (todo el campo de siembra otoñal más el sembrado primaveral de cebada), la parte AOX (trigal) produce para el mercado exterior, y la parte XOc, para el mercado interior: la cebada en forma de farro y cerveza, el centeno en forma de harina y aguardiente (pa.ra simplificar pasamos por alto la exportación de centeno y la venta de trigo en el mercado interno). La superficie total del sector AOc también está predeterminada: es el "resto" que queda una vez satisfechas las nece~

roñski en Wodzislaw, cerca de' Kielce, (LV. Sozin, "K voprosu o tovarnosti pomescié ego chozjajstva ju:lnoj casti Poll'sy V 70-90 gg. XVIII v," en Uce nye Zapiski Jnstituta Slaujanouedenija, XX, 1960, p. 112·158 ). Por otra parte, no cabe sino atribuir a la malicia de las fuentes e l hecho de que sobre el cereal menos comercializado estemos relativamente mejor informados. Pero no es extraño. Las municipalidades, de cuyos registros los investigadores de Lwów han extraído datos relativamente homogéneos sobre los precios, mantenían caballerizas y tenían por lo tanto que comprar avena. A una ironía similar del destino cabe atribuir la falta de datos sobre los precios del trigo en Gdansk. En esto tampoco hay nada extraño. En los hospitales de Gdansk, cuyos libros de cuentas han sido la fuente más abundante de datos, a los pacientes no se les alimentaba con trigo.

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sidades que emanan de los imperativos técnicos'. Lo que corresponde propiamente a la decisión económica es la ubicación del radio OX que indica la orientación general de la producción: al destinarse una mayor parte de ésta al mercado interno, el punto X se desplazará en la circunferencia hacia A, y al favorecerse la producción exportable, X se desplazará hacia C. Puesto que la superficie destinada a 1a producción comercializada (cOa) está determinada, y puesto que la producción es proporcional a la superficie, en consecuencia también está determinado el volumen del producto comercializado. Pero como, por otra parte, el vendedor (por ejemplo, el señor) no puede influir sobre las condiciones de venta, ni tampoco sobre las de compra de los artículos que le son indispensables, el campo para la decisión económica resulta en extremo limitado. El propietario de la hacienda, a pesar de las apariencias, decide en ínfimo grado sobre la cantidad puesta en venta, sobre el precio de venta o el precio de aquello que necesita comprar. En esta situación, al propietario no le queda sino una posibilidad de procurar el aumento de sus ingresos en valor real: poner en acción el potencial latente de producción de ·sus tierras, ampliar la gama de artículos producidos, desarrollar la transformación de los mismos, etc. Cuanto más variado sea el surtido de los artículos producidos en su propia hacienda, tanto mejor podrá utilizar la suma obtenida por el producto comercializado cuyas dimensiones escapan a su decisión; cuanto mejor cubra su demanda de artículos industriales con lo manufacturado por sus propios siervos, tanto mayor será la parte de sus ingresos monetarios que podrá destinar a la compra de artículos de lujo_ Tal es justamente el proceso que observamos en Polonia desde el siglo XVl hasta fines del XVIII. La segunda opción del señor consiste en extender las tierras bajo su dominio directo a expensas de las parcelas cam1 O. Lange, EkonomÚJ po/ityczna, t. I, "Zagadnienia ogólne", Varsovia 1959, pp. 58-63. Existe una versión en castellano de esta obra : E con o m (a política, México, 1962.

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pesinas y aumentar de esta manera la producción comercializada (proceso que se registra durante toda esta época, pero que es característico sobre todo del siglo XVII). De cualquier manera, el costo de ambas operaciones lo pagaba el campesino: en el primer caso, mediante mayores prestaciones, y en el segundo, mediante el cercenamiento de su explotación . Se podría afirmar, en abstracto, que el señor disponía además otras posibilidades de elección. Podía, por ejemplo, elegir entre el sistema de trabajo obligatorio y el censo en metálico. ¿Mas existía efectivamente esta alternativa? En los siglos XVI y XVII prácticamente no se registran tales decisiones. ¿Por qué? Personalmente, desconfío mucho de las explicaciones dadas en tales casos que buscan las causas del fenómeno en los factores subjetivos ("falta de racionalidad en la economía tradicional de la nobleza" etc . 1 ). Si en tre todos los nobles no se encuentra ninguno que intente una solución más audaz, y aun cuando se encuentren algunos, su ejemplo no cunde, estoy más bien dispuesto a percibir en ello una limitación de las opciones propia del sistema económico imperante. Por otra parte, si en el siglo XVIII la adopción del sistema censual se vuelve más frecuente, sabemos también con qué dificultades tropieza y cuán a menudo es efímera. El paso de las prestaciones en trabajo a las prestaciones en metálico no dependía del albedrío del señor. Para que la opción existiese realmente, el sistema económico imperante en el país debía cumplir umi serie de condiciones enumeradas ya por Marx : "un desarrollo apreciable del comercio, de la industria urbana, de la producción mercantil en general y, por consiguiente, de la circulación monetaria ... esto supone además que los productos tengan un precio de mercado y que se vendan más o menos de acuerdo con su valor" 2 • Faltan1

En este esp íri t u pr oc u ra interpreta r el prob iema M. Co nfino: "La co m p tab ili té d es dom ai n es pr ivés e n R ussie d ans la séco nde mo itié du X V Ine siécle d 'ápres les 'T1·ava ux d e la Sociét é li bre d 'éc ono mi e' de St. Pé t ersb o urg ". R eu ue d 'histo ire modem e el conl emporaine, VIII, 1961, pp. 5·34 . 2 K. Marx, El capital, cit., t. 1, 1, p. 145 y t. III, 3, pp. 177-178.

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do estas condiciones, una reforma tendiente a establece:~;" la renta monetaria está condenada al fracaso. Los casos, tantas veces mencionados por las fuentes, de bienes raíces que resulta imposible vender o arrendar por hallarse bajo el régimen censual, son harto significativos. El balance de las variantes económicas, el cálculo de cuál de las alternativas es más rentable: el trabajo obligatorio o el censo, se vuelven corrientes y normales apenas en la primera mitad del siglo XIX. Cuando cambia el sistema económico, aparecen los correspondientes criterios y modos de razonamiento 1 • La explotación campesina en el régimen de prestaciones personales La explotación campesina típica 2 en un sistema de reservas 1 Se discutió y sigue discutiéndose si cabe plantear la cuestión misma del "alcance de la libertad de opción", sobre todo en las investigaciones históricas. Sin embargo, resulta casi imposible cultivar la historia económica sin plantear semejante cuestión ( ¡aunque en realidad rara vez sea planteada! ), puesto que toda actividad económica consiste igualmente, si no exclusivamente, en realizar actos de elección. A nuestro juicio, la libertad de opción económica entre diversas variantes es un estado en el cual las probabilidades de que sea elegida la variante A, B o C no son de 100:0:0 o de 98:1:1, sino q).le tienden más bien a 33:33:33. El "alcance de la libertad de opción" es justamente el grado en que las probabilidades de opción por cada variante se alejan de 100 por una parte, y de O, por otra. En el caso en que la probabilidad es igual a 100, se trata de una necesidad absoluta, y en el caso en que es igual a O, de la imposibilidad de optar por dada variante. En las investigac iones históricas, la respuesta es proporcionada por la estadística (siempre que se disponga de fuentes satisfactorias). La estadística nos indica el porcentaje de Jos casos en que se hace efectiva dicha opción. Unicamente en la esfera de su albedrío, de su libertad de elección, el hombre está sujeto a la acción de la ley de los grandes números. Véase al respecto W. Kula, Problemy i metody historii gospodarczej, op. cit., capítulo Statystyka historiyczna [Estadística histórica], como también C. Morazé, "Trois essais sur l'histoire et la culture", Cahiers des Annales, París, 1948, cap. II. Según M. Pastan, en Inglaterra, ya en el siglo XIII el gran terrateniente ha c ía cálculos para saber si era más rentable organizar la producción de la hacienda por su propia cuenta o distribuirla, en arriendo, entre los campesinos. 2 Para eomprender la economía de la explotación campesina precapitalista me han ayudado mucho los siguientes trabajos de A. Chayanov: Die

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fundada en la prestación personal (corvea), es -como ya hemos señalado- una parcela destinada al autoconsumo y la "reproducción". Las notables diferencias en las dimensiones de estas parcelas obedecen sobre todo a la disti"ibución desigual de las funciones reproductivas. Esta afirmación la corroboran, al menos parcialmente, los casos notorios de campesinos que se negaban a aceptar explotaciones de mayor superficie. La suma de las cargas que pesaban sobre tales explotaciones (la magnitud de las prestaciones y la cantidad de ganado que el campesino debía mantener) era tan grande que semejante explotación no garantizaba a su dueño un mejor nivel de vida, menos aún posibilidades de enriquecerse 1 • Además, cualquier signo aparente de ·enriquecimiento representaba un peligro, ya que podía provocar la imposición de mayores cargas por parte del señor. Considerando la notable oscilación del rendimiento del traba· jo de un año a otro, una de las características esenciales de la parcela del campesino debía ser la de que un año rendía un excedente y otro año daba un déficit. En caso de haber excedentes, todo impelía al campesino a consumirlos, y en el caso de insuficiencia, a reclamar ayuda del señor. La significación concreta de esta fluctuación merece un examen más detenido. En un buen año, de abundante cosecha, el campesino debía destinar la misma cantidad de productos de siempre para las prestaciones en especie en favor del señor, una cantidad algo mayor para satisfacer las prestaciones en metálico (puesto que ~

Lehre vun der biiuerlichen Wirtschaft, Berlin, 1923; y "Zur Frage einer Theoríe der nich tka pitalistisch en Wirtschaftssystem e", Archiv für Sozial· w~sseru;chaften und Politik. 1924. Band 5 1. Heft 3. 1 Ac•:rca del h ec ho de qu e bajo el régim en de la servidumbre lo qu e influye sobre el niv el de vida del campesino no es tanto la extensión de su parcela, sino sobre todo la cantidad de cargas que pesan sobre él, cf. V. Lenin, 1•:1 contenido económico del populismo, en Obras. cit. , t. 1, p. 499 . Act>rca de que las gra nde s explotaciones superan a las pequeñas sólo en el sistema de la economía de m ercado , ibid. p. 467. Respecto al hecho de que en la investigació n de la estructura de l agro feudal o semifeudal, es más im portante el criterio económico que el jurídico, cf. V. Lenin, ;,Quiénes son los "amigos del pueblo"? en Obras, ci t. , t. l,pp. 236 y 294 .

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al mismo tiempo bajaban los precios en el mercado urbano, había que destinar una mayor cantidad de productos para 'obtener la misma cantidad de dinero necesario para pagar el tributo y el impuesto), una cantidad proporcional al incremento de la producción para el diezmo pagado a la Iglesia, y finalmente una cantidad seguramente también algo mayor para la "reproducción" (sembradura más tupida, mejor alimentación del ganado, incremento de la crÍ..l de aves, etc.). Todo el resto del excedente se destinaba con toda seguridad al consumo personal, en menor parte al consumo directo, y en mayor parte al intercambio en el mercado por otros artículos de consumo. Esta última partida era sin duda la más elástica, como lo prueba, entre otras cosas, la violenta fluctuación de los precios de los productos agropecuarios en los mercados urbanos acorde con el nivel de las cosechas. Estos fenómenos pueden presentarse gráficamente como sigue: ¡

'

'

'

1

'

producto consumido

11

¡o

producto neto

diezmo prestaci ones en metálico . prestaciones en es pecie gastos productivos (siembra, piensos etc.) Año N

prod. bru.t. =-e 1 OC

AñoN+l prod. brut. = 130

en unida des convencionales la parte no rayada representa el producto neto

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En el caso hipotético de un aumento de la producción en el 30% (en volumen), registrado en un año de buena cosecha respecto al año anterior, se producen los siguientes cambios: a) los gastos productivos en principio no varían; b) las prestaciones en especie en principio no varían; e) las prestaciones en numerario, invariables en su valor nominal, debido a la baja de precios que acompaña a la buena cosecha, obligan a vender una mayor cantidad de productos (supongamos un 20% más); d) el diezmo crece proporcionalmente al aumento de la producción total (o sea, en el 30 '/o). Por consiguiente, en el ejemplo escogido, el aumento de la producción bruta en el 30% implica: un aumento de la producción neta en un 40%, un aumento del producto consumido en un 55,5%. Como, por otro lado, la parte del producto consumido que el campesino lleva al mercado es la más elástica, podemos concluir que ésta aumenta en más del 55,5%. Naturalmente, estudios posteriores de verificación podrán concretar muchas de las magnitudes presentadas aquí a título de hipótesis. En este caso perseguíamos dos fines: a) mostrar la or-ientacion de los cambios en función del nivel de la cosecha, b) proponer un método de análisis de los resultados de la actividad económica de una explotación desligada, en principio, del mercado (método que podríamos llamar "vectorial").

~

En los años de mala cosecha, forzosamente debía aparecer la tendencia de cargar el peso de las pérdidas sobre el señor. El campesino disponía a tal efecto de enormes posibilidades, teniendo en sus manos los elementos esenciales de la renovación del potencial productivo de la hacienda, y siendo , en cierto sentido, él mismo uno de esos elementos. Así pues, en épocas de mala cosecha, el campesino podía mantener su nivel de consumo a expensas de la alimentación del ganado, en cuyo mante-

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nimiento la reserva estaba más interesada que él. En ,tal situación, el señor tenía que echar mano de sus reservas para ayudar a mantener el ganado, y en caso de que éste sucumbiese, tenía que reponerlo si no quería que sus tierras quedasen incultas. El campesino podía incluso comer el trigo previsto para la siembra en su parcela. Si al año siguiente no tuviese con qué sembrar su campo, el señor tampoco podría permanecer indiferente, ya que esto afectaría las posibilidades mismas de producción de dominio, amenazándole la "degradación". Las prestaciones personales representaban una mano de obra gratuita para la reserva en la medida en que el campesino estuviese en condiciones de trabajar. Cuestión tanto más importante cuanto que se trataba no sólo de la condición física del campesino, sino también de sus útiles de trabajo y animales de tracción. Forzar el "límite ideal" de subsistencia del siervo significaba reducir gradualmente la productividad y elevar el costo de la mano de obra, por gratuita que fuese. Si el campesino ha de proporcionar su trabajo, hay que ayudarle en Jos mamen tos difíciles. Y cuando su explotación empequeñece o decae, los momentos difíciles ocurren más a menudo. Si no se le ayuda, el campesino perece o se fuga. Una solución a medias consiste en incorporar a la reserva (definitiva o temporalmente) la tierra abandonada por el campesino. Pero esto significa caer en un círculo vicioso: la expansión de la reserva, dada la reducida superficie de las explotaciones campesinas, origina la necesidad de una frecuente intervención económica del señor, el trabajo obligatorio empieza a costar, y si este fenómeno se repite a menudo, la reserva se verá en aprietos cada vez mayores. En consecuencia, una parte de la tierra quedará sin cultivar. Todo esto explica los filantrópicos intentos de organizar "cajas de ayuda mutua", tan frecuentes en el campo polaco en el siglo XVIII. Estas cajas, organizadas por orden del señor, formaban una reserva de cereales, a la que contribuían cada año todos los agricultores y que servía como fondo de ayuda a los campesinos arruinados. Es obvio que se trataba de una tentativa de echar el peso de la necesaria ayuda sobre los hombros de los propios

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campesinos. Naturalmente, este tipo de institucion funcionaba, en el mejor de los casos, mientras se trataba de socorrer a campesinos aislados, fracasando en cambio en los frecuentes casos en que toda la aldea precisaba de ayuda (años de mala cosecha, epizootia). La actitud del campesino que se manifestaba en la fórmula: "Pertenezco a mi señor, que mi señor me dé de comer" J era, en efecto, más frecuente de lo que podría parecer. Otra forma de amortiguar los efectos de las oscilaciones de la producción era, para el campesino, la demora en el pago de las prestaciones. En un sistema ideal, se trataría de postergar el pago de un año "malo" a un año "mejor", sin que eso afectase a la larga el ingreso global real del señor. En la práctica, como sabemos, estas deudas se acumulaban, alcanzando dimensiones exorbitantes. En principio, como ya hemos dicho, la reserva tendía a reducir la parcela campesina a dimensiones inferiores al mínimo necesario para la subsistencia. El hecho de que en los "buenos" años tal explotación disponía de excedentes que vertía en el mercado, inclinaba al señor a cercenarla, o bien a imponerle mayores cargas. En consecuencia, llegado un "mal" año, la parcela no le permitía al campesino ni siquiera satisfacer las necesidades más apremiantes. Tanto es así que en lo que dura el feudalismo en su forma económica fundada en la reserva y la prestación personal, los años ''malos" se vuelven cada vez más frecuentes. Esto ocurre porque basta una ínfima baja de la cosecha -en relación con el nivel medio- para que la explotación no pueda cumplir sus funciones de "parcela de subsistencia y reproducción". En casos extremos, la explotación podía cumplirlas satisfactoriamente sólo en los años 1 Bartlomiej Dziekoñski, Zasady o rolnictwie r~k o dzielach i handlu . .. (1790), [Postulados sobre la agricultura, las manufacturas y el comercio ... ]. Este mismo autor, con su estilo tan exp~esivo, censura a aquellos propietarios de haciendas que después de haber situado a sus siervos debajo del "límite fisiológico", se ven obligados a ayudarles: "No convie· ne al bien público reducir primero a la pobreza a todos los agricultores asentados sobre las tierras de uno, y luego socorrerlos con víveres" (Malerialy do d:ziejów Sejmu Czteroletniego [Fuentes para la historia de la Dieta Cuatdenalj, I, Wroclaw, 1955, pp. 509 y 511 ).

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excepcionalmente "buenos", siendo "malos" todos los demás. De lo dicho anteriormente se desprende que, en el sistema clásico, la explotación del campesino bajo servidumbre siempre tenía algún contacto con el mercado, si bien muy limitado. El alcance de este contacto estaba determinado por el monto de las prestaciones y los impuestos en numerario. En los años "buenos", de abundante cosecha, este contacto aumentaba gracias al excedente canjeado en el mercado por los productos artesanales de la ciudad. La parte comercializada de la producción campesina (lo mismo que de la reserva) debía fluctuar por lo tanto mucho más intensamente que la producción global, si bien -como sabemos- las fluctuaciones de esta última eran de por sí enormes. Naturalmente, esto tenía que producir un estado de gran intranquilidad en los mercados urbanos: Sin embargo, la fluctuación del índice de comercialización difiere fundamentalmente según se trate de la explotación campesina o de la reserva. En el caso de la reserva, hemos planteado la tesis de que las enormes variaciones del producto global coexisten con la tendencia a estabilizar el autoconsumo, en virtud de lo cual el volumen comercializado oscila de modo aún más intenso que la producción global, según lo revela el siguiente esquema: producci ó n glo bal neta parte rayad a = parte de la pro du cció n dest inada a la ve nta a utoco nsumo

Más adelante comprobaremos la exactitud de este esquema. En lo que se refiere a la explotación campesina, sobre la que nuestra información es muchísimo más deficiente, hay dos cosas seguras: la curva de la producción global tiene que guardar similitud con la curva correspondiente del esquema de la reserva (es el papel decisivo del clima), la diferencia

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entre el nivel de autoconsumo y la curva de la producción es incomparablemente menor que en el caso de la reserva, y en los años de peor cosecha la producción se sitúa por debajo del nivel habitual de autoconsumo, según el siguiente esquema:

Este esquema contiene, sin embargo, una importante inexactitud. Correspondería a la realidad si el campesino no estuviese subalimentado también en los años medianament~ buenos. Como, por otra parte, sabemos que esto ocurría con frecuencia, concluimos que el autoconsumo no era tan estable como aparece en el esquema: en los años buenos seguramente se elevaba un poco, para caer en los años malos hasta el nivel determinado por la baja de la producción global (en tales años uno puede abstenerse de vender, al tiempo que no tiene con qué comprar). Pero como en el sistema en cuestión no existe la comercialización forzada --dado que las prestaciones en metálico en favor del señor son reducidas y en un mal año, como sabemos, por lo general ni siquiera se pagan, y dado que las compras que el campesino efectúa en el mercado conciernen en su mayoría a artículos no indispensables y por lo tanto pueden ser aplazadas- no hay en este sistema lugar para la "oferta de hambre" tan conocida, por ejemplo, en la década del 20 y del 30 de nuestro siglo en Polonia, cuando aun en los peores años y en las peores condiciones, el campesino se veía obligado a vender -quitándoselo de la boca- para no perder la tierr a, ya que los impuestos se pagaban exclusivamente, y las deudas casi exclusivamente, en metálico. En el sistema que estamos estudiando, en cambio, aun el campesino que normalmente vende y compra, puede perfectamente vivir

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un año o dos sin vender ni comprar nada. Puede, como la tortuga, recogerse en su caparazón. Es posible que sea precisamente por esta razón que la repetición periódica de los años desfavorables no originó en Polonia (al menos en grado sensible) cambios irreversibles y acumulativos en la estructura de la aldea, como los que produjo indudablemente en la Francia del siglo XVIII (según se desprende de los trabajos de C. E. Labrousse) y como los produjo simultáneamente en la estructura de la propiedad nobiliaria en la misma Polonia. En Francia, cada año de mala cosecha originaba cambios irreversibles, afectando a ciertas categorías de la población campesina (todo dependía de las dimensiones de la explotación y del tipo de prestaciones), mientras que otras quedaban a salvo. Tales años, al repetirse periódicamente, tenían efectos acumulativos, transformando a la larga la estructura de la aldea. En Polonia, después de un mal año, la tortuga sacaba cautelosamente la cabeza de su caparazón y casi todo volvía a la normalidad. Con una importante excepción: un fenómeno irreversible, y por eso parcialmente acumulativo, era la reducción de la superficie media de la explotación campesina y la aparición de terrenos baldíos. No todos los campesinos que se dispersaban a causa del hambre regresaban luego a su aldea. No todas las explotacio:'les cuyos poseedores habían muerto pasaban a nuevas manos. La reducción del ganado de tracción en períodos de mala cosecha impedía a algunos campesinos labrar toda la superficie de· su parcela. El contacto del campesino con el mercado urbano era sin duda constante , aun en tiempos de plena dominación de la reserva fundada en el trabajo obligatorio, ya que aquél siempre necesitaba algún dinero para hacer frente a las cargas impuestas por el señor o el Estado. Mas este contacto tenía a menudo carácter unilateral: el campesino vendía pero no compraba. Por una parte, esto tenía gran importancia para las ciudades, condicionando virtualmente su existencia, ya que les aseguraba el abastecimiento en víveres, pero por otra parte

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no creaba ningún mercado de venta para la artesanía urbana. El campesino bajo servidumbre aparecía como comprador de los productos de la ciudad prácticamente sólo en los años "buenos", y con el correr del tiempo, sólo en los años excepcionalmente propicios. El alcance y la índole de los contactos del campesino bajo servidumbre con el mercado constituyen un problema muy interesante y de suma importancia para la síntesis de la historia económica de Polonia, pero al mismo tiempo es un problema apenas explorado e indudablemente, también uno de los más difíciles. Con todo, existen ciertas posibilidades de investigarlo más de cerca. Surge la pregunta de si el campesino polaco utilizaba el hierro, el vidrio u otros productos industriales que no se adquieren sino en el mercado. Entre los poemas satíricos polacos de la época del Renacimiento, cuántos hay que explotan el tema del campesino en el mercado de la ciudad. Y cuán difícil es encontrar este tema en la literatura de la Ilustración. ¿Obedecerá esto tan sólo a un cambio de la moda poética o reflejará la desactualización del fenómeno en la vida real? Cuando Tyzenhaus quería difundir el uso de la guadaña en los dominios reales de Lituania, obligaba a los campesinos a adquirir guadañas (por lo demás, producidas no en Polonia sino en Estiria), igual como les había impuesto el consumo de sal, arenques o vodka. Pero esas compras formaban obviamente parte del sistema de coacción y explotación feudal y así eran tratadas por los campesinos. La mejor prueba es que reportaban pingües beneficios al tesoro real. Pero los objetos de hierro no eran seguramente cosa rara entre los pertrechos de una casa campesina, por ejemplo, ·en los alrededores de Cracovia 1. Torzewski, por 1 J. Bieniarzówna, O chlopshie prawa. Szkice z dziejów wsi malopolskiej [Por los derechos del campesinado. Ensayos sobre la historia del campesinado en la Polonia meridional], Cracovia, 1954, pp. 229-262. Klonowicz ( 1583) se admira de la perfección de las técnicas arcaicas utilizadas en Ucrania occidental, que permiten a los campesinos fabricar

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su parte, tratando de persuadir a los nobles acaudalados a que estableciesen vidrierías, afirmaba que "el vidrio es un artículo sin el cual no puede pasar el campesino más pobre" 1. ¿Y a quién, pues, le vendían su mercancía los traficantes ambulantes llamados "escoceses", porque con frecuencia lo eran? ¿Acaso sólo a los señores? Con seguridad que no. Los productos de los alfareros de Ilza encontrados en las casas campesinas de Krowodrza 2 llegaban de muy lejos. Y la idea de que el campesino polaco se vestía principalmente con géneros tejidos por él mismo, parece -al menos respecto de la mayor parte del territorio nacional- pura leyenda 3 • A pesar de lo poco desarrolladas que están las investigaciones en esta materia, se puede arriesgar la hipótesis de que el contacto del campesino bajo servidumbre con el mercado estuvo orientado sobre todo al consumo, permitiéndole en los años de buena cosecha elevar un tanto su nivel de vida. Si el campesino invierte -pese a todos los obstáculos inherentes al sistema- lo hace sin recurrir al mercado y sin tener en cuenta el estado actual de sus relaciones con el mercado. Su actitud tiene cierta analogía con la política que sigue en esta materia la reserva. ¿Quiere decir esto que el campesino no invierte del todo? ¿Que no actúa de modo alguno con miras al incremento de ~

de todo (herramientas, vehículos, etc.) sin recurrir al hierro (S.F. Klonowicz Ziemie Czerwonej Rusi [Las tierras de la Rutenia Roja], trad. W.. Syrokomla, Wilno 1851, pp. 29-32, lo que permite concluir que ya en aquella época la situación era diferente en las regiones étnicamente polacas. En cambio, en Lituania, Cox (1788) "se admiraba todavía de cuán reducidas eran las necesidades del campesino lituano: carretas sin hierro, bridas y tiros de líber o de ramillas trenzadas, una sola hacha para todas las labores -lo mismo las de carpintero que las de carrocero-, camisa y pantalón de lino, abrigo de piel de carnero para el invierno, zuecos, casas que carecían a veces totalmente de muebles, y en el caserío donde pasaron la última noche antes de volver de Borysów, los viajeros encontraron apenas una cacerola rota en la que cocinaron la cena", T. Korzon, Wewn{?trzne dzieje . .. , cit. t. II, p. 101. 1 Torzewski, op. cit. p. 7. 2 Bierniarzówna, op. cit, p. 244. 3 !bid, p. 259.

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la capacidad productiva de su parcela? Tal conclusión sería Lotalmente errónea. Sólo que las posibilidades de inversión del campesino no dependen en absoluto ni del volumen de su producción global, nj de la coyuntura en el mercado, sino de la mano de obra de que dispone -principalmente de su familia-, de la magnitud de las prestaciones personales en relación con dicha mano de obra (estos dos elementos en conjunto podrían llamarse saldo del balance de la mano de obra de la explotación campesina) y, en menor grado, de las posibilidades locales de aumentar el área bajo cultivo. Se trata a nuestro juicio de un proble~a importante hasta ahora subestimado. ¿Qué significaban, pues, aquellos periódicos deslindes de tierras campesinas, que habitualmente acababan por revelar que una parte de los campesinos tenía más tierras de las que figuraban en el catastro precedente? Por lo común, vemos en ello un mero acto de agresión por parte del señor con miras a cercenar las explotaciones campesinas, un clásico acto de violencia feudal bajo el disfraz de la faL<:a constatación de que l:is parcelas eran mayores de lo que "debían ser" según catastros anteriores, o sea que en el lapso transcunido habían sido ilegalmente acrecentadas. Con seguridad, en más de una ocasión se trataba efectivamente de una mala jugada del señor. Medios para este propósito no le faltaban. Uno de ellos consistía en reducir gradualmente la medida de longitud, y por lo tanto de la superficie. El señor acortaba la vara que servía de medida, confiado en la ignorancia del campesino que no se daría cuenta de nada. Pero el campesino oponía resistencia. La aldea se procuraba muchas veces su propia vara de control, resultando que, con el tiempo, la diferencia entre las dos varas iba en aumento. En esta situación, cuando el campesino se encontraba a cada paso con un atentado a sus condiciones de vida, su tradicionalismo -por paradójico que parezca- era una forma de la lucha de clase' . 1 W. Kula, Problemy i metody hístorii gospodarczej, cit. cap. Metrología historyczna [.MetrolfJgÍa histórica].

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Pero, por otro lado, se puede arriesgar la tesis de que a menudo ocurría exactamente lo contrario. La constatación del acrecentamiento del área de las explotaciones campesinas era muchas veces falsa, pero no pocas veces podía ser cierta. Los campesinos per fas et per nefas aumentaban las parcelas cultivadas por ellos. Por una parte, esto se llevaba a cabo mediante la incorporación de franjas adyacentes de tierras sin dueño aparente o tierras de la reserva. Por otra parte, muchas veces tal acción del campesino producía un aumento de la superficie de tierras útiles en la región, cuando éste procedía al desmonte de un terreno/ cuando labraba tierras hasta entonces inútiles o campos de pastoreo poco o nada explotados, etc. Semejante efecto producía el cultivo de tierras sin dueño, en los casos bastante frecuentes cuando el abandono había sido total y por largo tiempo. Ahora bien, en el sistema de economía agraria extensiva, el incremento de las fuerzas productivas se realiza sobre todo a través del aumento de la superficie bajo cultivo. En el período en que se imponía en Polonia el sistema de la reserva fundada en la prestación forzada, parece que el motor de esta expansión era la hacienda misma. Pero a raíz de las devastaciones bélicas a fines del siglo XVII y en la primera mitad del xvnr, sucede con mucha regularidad que el señor, al no disponer de ganado ni de instrumentos de trabajo propios, al no disponer tampoco de recursos financieros o no querer invertirlos en esta empresa, no está en condiciones de desempeñar esta función, transfiriéndola al campesino. Como es natural, en un régimen de clases las inversiones son costeadas, en fin de cuentas, siempre por la clase explotada. Sólo que en aquel período esto se realizaba de un modo muy peculiar, al que los historiadores no han prestado hasta ahora la debida atención. El campesino era quien reconstruía la arruinada economía agraria del país, supliendo con su trabajo la falta de 1 Acerca de la roturación clandestina de calvas en los bosques por los campesinos, véase W. Kula, Szkice o manufakturach, cit., pp. 801-804.

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medios de producción, pero los efectos de ese trabajo los acaparaba paulatinamente la reserva. Más o menos al ritmo de cada generación, en el momento de toma de posesión de la herencia (a veces, naturalmente, el ciclo era más largo, pero a veces también más breve cuando la reserva estaba en arriendo), se procedía al inventario de la aldea. En esa ocas10n se efectuaba a menudo también una nueva medición de tierras. La superficie adicional de tierra útil que la última generación de campesinos había adquirido a fuerza de trabajo, era transferida a la reserva. Ahora bien, este acrecentamiento de tierras labrantías coincidía por lo general con el aumento del valor y del potencial productivo de las explotaciones campesinas, representando en el conjunto de la economía nacional la parte esencial del desarrollo de las fuerzas productivas J. La manifestación más elocuente de este mecanismo fue el . método adoptado con frecuencia cuando era menester reconstruir la aldea o la productividad de la tierra después de una guerra. Se recurría entonces al sistema censual; luego, una vez reconstruida la aldea, se volvía al sistema de prestaciones personales. Rutkowski tenía razón al destacar el papel del trabajo asalariado en la reconstrucción del agro polaco después de la devastación bélica en el siglo XVII. Queda abierta la cuestión de hasta qué punto resultó duradero este recurso. Es curioso que en las fuentes nos encontremos a menudo, por un lado, con que los campesinos bajo servidumbre aceptan a regañadientes explotaciones más extensas, sobre las cuales pesan naturalmente mayores cargas, y por otro lado, con que esos mismos campesinos arriendan de buen grado tierras señoriales abandonadas, aparte de trabajar las parcelas que les corresponde. Desde el punto de vista macroeconómico (a escala de la renta nacional) esto no tiene importancia: la 1 !bid., pp. 312-313. Análoga función económica desempeñaban en los países de Europa occidental los derechos de heren cia paga dos al señor, costumbre mucho menos extendida en Po"lonia. T ambi én en este caso, el señor acaparaba el aumento del valor de la explotación campesina, producido con el traba jo de una generación.

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explotación abandonada por una familia campesina (que se ha fugado o muerto a raíz de una epidemia) será cultivada por otra familia. Pero la cuestión es muy interesante desde el punto de vista del cálculo económico del campesino y no está descartado que tenga un significado más profundo . Como ya sabemos, si el campesino arrienda una tierra baldía, lo hace únicamente a cambio de pagar un censo en metálico, jamás a cambio de mayores prestaciones personales. Sus posibilidades de prestación en fuerza de trabajo están por lo general agotadas por las cargas que debe soportar a título de poseer la parcela personal. Pero como esta parcela satisface las necesidades fundamentales de consumo de su familia, la explotación tomada en arriendo multiplica sus posibilidades de comercialización, permitiéndole pagar el censo y al mismo tiempo elevar considerablemente su nivel de vida. La explo-· tación - ·que se ha duplicado de esta manera- deja de ser una parcela de subsistencia y reproducción, ya que casi toda la producción neta de la tierra arrendada puede ser vendida. Esto explica el interés del campesino por este tipo de transacción. Está claro que ese interés existía realmente sólo cuando era posible hacerse cargo de la segunda parcela sin mayores costos, o sea sin emplear gañanes (o recurriendo a ellos en ínfima medida), en otras palabras, sólo cuando la familia campesina disponía de reservas de mano de obra. Es un indicio más de que en el sistema que estamos estudiando -en el. cual, como sabemos por otra parte, las familias campesinas más ricas son las más numerosas- éstas no son numerosas por ser ricas, sino justamente ricas por ser numerosasl. 1 Chayanov trató este tema en lo que atañe a la economía qmpesina en la Rusia zarista. También Jo sabían perfectamente Jos contemporáneos. Un autor anónimo ( ¿Pawlikowski?) dice en 1788 que "si los hijos del campesino llegan por una sorprendente casualida\) a la edad aduita, sólo entonces éste ve mejorar su situación, puesto que ahora tiene más brazos para el trabajo. Mas cuando no tiene hijos o cuando éstos mueren, le espera una vida de hambre y una muerte de hambre". (De los siervos polacos), Malerialy do dziej ow Sejmu Czteroletniego, cit., p. 25. Este autor afirma decididamente que el balance de la mano de obra de la

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Lo cual viene a apoyar la tesis de que el número de brazos es el factor limitativo de la producción. Y si la explotación campesina pudo por alguna razón ser algo más que una parcela de subsistencia, si pese a todos los obstáculos realizó una reproducción ampliada, fue porque este método reportaba beneficios al señor. El campesino lucha porfiadamente por que se le brinde la posibilidad de producir un excedente y venderlo. La reserva hace lo posible por impedirle el contacto con el mercado (excepto el estrictamente necesario para que el campesino pueda pagar las prestaciones en metálico y los impuestos). Pero es justamente este contacto el que determina en . gran parte el nivel de vida del campesino (mas no sus posibilidades de producción). De este modo, el nivel de vida del campesino depende del excedente de producción, éste depende de la magnitud de la producción global, y esta última (dado el carácter extensivo de la economía) de la superficie de cultivo. El acrecentamiento de la superficie de cultivo depende, a su vez, del balance +-exp1otaciOn campesina es negativo. "De modo que -dice él- sería mejor que los señores diesen menos tierra a los campesinos, dejándoles en cambio más tiempo para labrarla" (p. 25 ). Y más adelante: " ¿Qué clase · de hombres eligen los señores para siervos? A aquellos que tienen hijos adultos pues de otro modo, trabajando entre dos con dos yuntas de bueyes durante toda la semana, no les quedaría tiempo para trabajar para ellos mismos ... El que no tiene hijos, debe mantener peones. ¡Y lo que cuesta un peón! . . . Los hijos le perdonarán la penuria, pero el peón reclamará lo suyo cuando llegue el tiempo. Y por lo común, muerto el padre, los hijos, como no quieren empeorar su situación, viven juntos aunque la tierra es poca, y juntos la trabajan, pues de lo con t rario empobrecerían ... " (p. 26 ). Otro autor esc!ib€ análogamente en 1790: "El labriego asentado con sus hijos, todos juntos. . . con tal que ést-:>s sean numerosos aunque no sean muy fuertes, cul tivará mejor la tierra y cosechará más que el que esté solo, sin ayuda ni auxilio de otros brazos". (Nie wszyscy blcpzc¡. Rozmowa Bartka z panem rzecz calq objasn i [No todos yerran. La plática entre Bartek y su señor lo ex plica todo]. Materialy . .. cit., p. 351 ). Es justamente por esta razón que las "instrucciones para las haciendas de Ros (1773) mandan a los capataces asentar por la fuena en las explotaciones abandonadas a jóvenes juiciosos, separando a lós hijos de sus pudres o a los hermanos que vivan en un mismo hogar". Instrukcje . •. I, p. 438.

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de la ·maho de obra y de las condiciones topográficas (existencia de tierras incultas, pastizales no explotados, matorrales, bosques no maderables etc., en los alrededores y sobre todo en la vecindad misma de las tierras bajo cultivo) 1 • Puesto que el balance de la mano de obra de la explotación campesina era al parecer -y pese a todo-- positivo (no porque los testimonios ac erca del peso de los trabajos obligatorios fuesen exagerados, sino porque el campesino tenía en poco su propio trabajo y el de su familia), el factor "topográfico" era, en fin de cuentas, decisivo 2. · Veamos más de cerca aquel balance de la mano de obra de la explotación campesina. Reconstruir este balance, de modo que sea valedero para una explotación típica, es tarea difícil pero no imposible. Ella requeriría, por supuesto, un análisis de las diferentes categorías de explotaciones y de su evolución. La tendencia a reducir las dimensiones medias de la explotación influía "positivamente" sobre este balance. En cambio la regla constatada por Rutkowski, a saber, que cuanto menor era la explotación, tanto mayores prestaciones personales se le imponía, operaba "negativamente". En la actualidad, resulta difícil determinar la resultante de estas tendencias opuestas. Parece, sin embargo, que prevalecía la primera, es decir, a medida que disminuía la superficie de la explotación del campesino, sus necesidades de mano de obra disminuían más rápidamente de lo que aumentaban sus cargas de trabajo obliga torio. Huelga decir que esta afirmación es sumamente discutible. El balance de la mano de obra de la explotación campesina 1 He aquí uno de los muchos ejemplos posibles. En las "instru ccio nes" redactadas para el administrador de los bienes de la familia Zamoyski (1800), leemos : " En cuanto a la medición de las tierras campesinas, ésta se ha de comenzar por las aldeas donde sea posible hallar más tierras ganadas a los bosques" (lnMrukcje . .. cit., II, p. 51). 2 Naturalmente, suponiendo que la magnitud de lus prestaciones sea invariable ---sobre todo en lo que se refiere al trabajo o bligatorio-, ya que a todas lu ces éstas decid en sobre la posibilidad del campesino de obtener excedentes. K. Marx, El capital, cit., t. III, 3, p. 173. ·

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es la resultante de la acción de varios factores extra-económicos. La cantidad de trabajo que el señor puede extraer de la explotación campesina no está determinada únicamente en función de la cantidad de trabajo que necesita la explotación misma. La reserva no puede acaparar el excedente íntegro. El grado en que puede hacerlo depende de la correlación de las fuerzas sociales y también -hasta cierto punto- de la resistencia que oponga el campesino. Precisamente en razón de este hecho es posible que las prestaciones personales aumentasen más lentamente de lo que disminuían las parcelas campesinas. Pero el análisis del balance de la mano de obra, si se repara el carácter heterogéneo de los elementos que la componen y el ritmo estacional de su demanda, debe tener forzosamente en cuenta los "factores limitativos". El principal factor de esta índole era con toda seguridad el problema de la mano de obra masculina adulta en las temporadas de mayor acumulación de las faenas agrícolas. No cabe duda que un balance equilibrado o hasta negativo de dicha mano de obra en tales temporadas coexistía frecuentemente, en la misma explotación, con un balance positivo de todas las otras categorías de mano de obra durante el resto del año. Pero como el défiéit temporal de la mano de obra masculina en la explotación campesina afectaba únicamente la producción agrícola, particularmente la de cereales (cuya expansión de todos modos tropezaba con enormes dificultades) los posibles excedentes del balance global podían canalizarse más hacia la producción hortícola, la cría de porcinos y aves o bien hacia la manufactura casera, sobre todo de tejidos. De ahí la enorme importancia del trabajo femenino en la economía campesina 1 • Una última cuestión: ¿cuál será la reacción de la explotacion campesina a los altibajos de la cosecha, a corto plazo? La concepción por la que se rige la reserva se basa en la 1 W. Kula, S z kice o manu(ahturach . . . cit., p. 714.

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estabilidad del valor real de las prestaciones, garantizada por la propia índole de éstas. El valor real de las jornadas de trabajo obligatorio (cuyo número está determinado) y de las prestaciones en especie, es fijo por definición. Y si, por el momento, dejamos a un lado las insignificantes prestaciones en numerario, dicha concepción implica que el riesgo inherente a la fluctuación del producto global campesino recae íntegramente sobre la explotación campesina. Y en esa época, el riesgo, en el sentido cabal de la palabra, era muy grande. Por supuesto, una explotación anémica no estaba en condiciones de soportarlo. A medida que disminuía el área media de la explotación campesina, el riesgo se volvía cada vez mayor y más grávido de consecuencias. Pero aquí aparece una de las contradicciones fundamentales del sistema: si el señor no se decide a compartir el riesgo, siquiera hasta cierto punto, la explotación campesina se verá arruinada con evidente perjuicio para la reserva. Así pues, el señor -quiera o no quierano puad e sustraerse al riesgo. Las relaciones monetarias del campesino con la reserva están representadas por las prestaciones en numerario y por el sistema de "drenaje" de los recursos monetarios del campesino, sobre todo, a través del monopolio de la producción y la venta de aguardiente que se reservaba el señor. En períodos de mayor producción global, el campesino puede vender más, pero a menor precio. Todo parece indicar que el mayor , volumen de ventas compensa con creces la baja de precios y que, por consiguiente, le es más fácil pagar dichas prestaciones. La reserva se beneficia también al recibir la misma suma nominal de mayor poder adquisitivo a causa de la baja de precios. De suerte que ambas partes salen ganando, lo cual simplemente refleja el aumento del ingreso nacional global. En las rclaciones mercantiles entre el campesino y la cjudad, la situación está determinada por la poca elasticidad de los precios de las manufacturas (monopolio de los gremios) junto a la gran elasticidad de los precios de los productos agropecuarios. De modo . que las consecuencias de cualquier

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disminución del irtgreso nacional --por ejemplo, un año de mala cosecha- las debe soportar casi enteramente el campesino. Por cierto, el campesino está en condiciones de contrarrestar esta tendencia, aplazando la compra de manufacturas a la espera de un año mejor, lo que parece ser una regla.

La economía de la corporación artesanal El cálc.ulo económico del artesano en el reg1men gremial está ligado a un sistema sumamente imperfecto de competencia -por no decir sistema monopolista- que funciona en un mercado muy estrecho 1 • En las transacciones del mercado, el habitante de la ciudad se hallaba organizado frente al campesino que no lo estaba, lo cual representa un mecanismo típico de la explotación del campo por la ciudad 2 . El gremio, como elemento del sistema social corporativo, constituye, como se sabe; una organización que vincula de modo integral a sus miembros, las familias de éstos y los aspirantes a miembros, en todas sus funciones, actos y necesidades sociales. En una sociedad corporativa sólo se es miembro de la sociedad en calidad de miembro de una corporación. El gremio, como organización de productores, orienta su actividad con miras a garantizarse el "precio de monopolio", limitando por un lado la producción del correspondiente artículo, y por otro, aumentando su precio hasta donde sea posible, para obtener el máximo beneficio global. La tendencia a aumentar el precio estaba limitada por la demanda efectiva. La supresión de la competencia mediante las orde" 1 G. Mickwitz, Kartcllfunktionen der Zün{te und ihrc Bedeutung bei der Entstehung der Zünfte, ·Helsinki, 1936; V. Lenin, El desarrollo del capitalismo en Rusia, Obras cit., t. III, p. 337 y ss., señala "la prosperidad patriarcal del pequeño productor industrial, fundada en su c:ondición de monopolista de hecho". 2 K. Marx, El capital, t. III, 3, p. 180.

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nanzas del caso (que prohibían la publicidad, reglamentaban los precios de venta y los precios de la materia prima, fijaban la remuneración de los oficiales y aprendices y, sobre todo, la cantidad de trabajo que un taller podía utilizar, limitando la mano de obra auxiliar y el número de días y horas laborables, lo cual -en vista de las técnicas manuales y uniformes de producción- implicaba imponer un límite de productividad a cada taller) tenía por objeto garantizar una repartición igual de los beneficios obtenidos gracias a la posición monopolista en el mercado. Esta concepción se apoyaba en la invariabilidad ideal de los precios. La práctica, sin embargo, introducía considerables modificaciones. Todo el sistema estuvo construido de modo que "la producción siguiese siempre el consumo a un paso de distancia", o sea, de modo que el consumo guardase siempre la delantera. Precisamente esto debía garantizar la debida relación entre la oferta y la demanda, y asegurar la realización de la totalidad de la producción 1 • Sólo entonces podía funcionar cabalmente el "mercado de vendedor", es decir aquel donde el vendedor goza de una situación privilegiada. Sólo entonces tenían sentido económico las limitaciones cuantitativas impuestas a la producción. Mas el aumento de la demanda efectiva, según parece (y según se desprende de los párrafos precedentes), coincide con períodos de aumento del ingreso nacional, de plena utilización de todos los factores de producción, con años de paz y de buena cosecha, es decir, con períodos de bajo nivel general de precios. Naturalmente, la baja general de precios significa ante todo baja de precios de los productos agrícolas, pecuarios y forestales (artículos alimenticios y materias primas), mientras que los precios de las manufacturas se mantienen relativamente rígidos. Por lo tan-

1 V. Lenin, Las características del romanticismo económico en Obras, cit., t. 11, p. 217.

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lo, el período de baja es ventajoso en muchos aspectos para el artesano, puesto que: 1) bajan los precios de la materia prima;

2) baja el costo de la mano de obra (ya que la remuneración de los oficiales y aprendices se efectuaba principalmente en especie); 3) aumenta globalmente la demanda efectiva, permitiendo aprovechar toda la capacidad productiva del taller; 4) la demanda crece más rápidamente que· la oferta, lo cual brinda buenas condiciones para el funcionamiento eficaz del "mercado del vendedor".

Aun cuando - caso nada frecuente- la situación forzaba a los gremios a bajar sus precios (por ejemplo, debido a la presión de los compradores: la nobleza, ciertos grupos de la burguesía), esto ocurría con evidente dilación respecto de la acción de los cuatro factores enumerados, creando así un margen de beneficio para los miembros del gremio. Por el contrario, durante los períodos de baja demanda global efectiva (coincidentes con los años de menor ingreso nacional y de alza de precios), no aparece el "mercado del consumidor". Lo impide el sistema corporativo, siendo ésta una de sus funciones esenciales. En esta situación, los precios de las manufacturas tienen forzosamente que aumentar, puesto que: 1) aumentan los precios de la materia prima; 2) aumenta el costo de la mano de obra (de nuevo debido

a la remuneración en especie); 3) aumentan los gastos de mantenimiento del propio maestro. Además, todo esto ocurre cuando la propia producción del taller está decreciendo. Sin embargo, los precios de las manufacturas no pueden aumentar mucho a causa de la reducida demanda. La eficacia del precio de monopolio ha menguado, ¡Jero el sistema corporativo sigue funcionando como sistema

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de repartición igual de lds beneficios cercenados e incluso de repartición igual de las eventuales pérdidas. A corto plazo, la elasticidad del volumen de la producción gremial es prácticamente nula. Su límite superior está determinado por el aprovechamiento total de la capacidad productiva de los talleres existentes. La producción puede oscilar sólo hasta este límite y, como lo hemos señalado, en sentido opuesto a la oscilación de los precios. A largo plazo, había naturalmente mayores posibilidades de modificar el potencial productivo del gremio considerado en su conjunto. En la práctica, esto se llevaba a cabo creándose facilidades a los oficiales para que se establecieran por cuenta propia o, al contrario, multiplicando los obstáculos, lo que forzosamente debía reducir ·a la larga el número de los talleres. Se recurría también a medidas intermedias, autorizándose, por ejemplo, a los maestros a aumentar el número de oficiales y aprendices. No obsta.1te surge la pregunta si la opción por una u otra línea de acción estaba determinada exclusiva o siquiera parcialmente por el crecimiento o el decrecimiento de la demanda, si, en general, dependía de los fenómenos del mercado. Puesto que el régimen gremial clásico descarta los cambios en las técnicas de producción -y por lo tanto, cambios radicales del rendimiento del trabajo- la producción global del gremio está determinada por: 1) el número de talleres; 2) la cantidad de la mano de obra auxiliar fijada para cada taller (o bien por la proporción entre la mano de obra calificada y la no calificada, es decir, entre los oficiales y pos aprendices); 3) el grado de utilización de la capacidad productiva del taller y de la mano de obra. En resumidas cuentas, el sistema gremial es un sistema apenas sensible a los estímulos del mercado y en extremo incapaz de adaptarse a cualquier cambio de la situación.

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Pero sería imposible estudiar la economía artesanal de la época sin analizar algunos otros factores que influían sobre la formación de los precios de las manufacturas y sobre el cálculo económico del propio artesano. En el sistema capitalista liberal, el precio es una variable independiente desde el punto de vista del empresario aislado. Este debe incluir en su cálculo el precio efectivamente existente en el mercado, modificado de acuerdo a las previsiones sobre la evolución futura de este precio. Su propia acción es demasiado débil y la cantidad de producto que lanza al mercado demasiado pequeña par-a que pueda influir por esta vía sobre el precio. En el feudalismo, ia situación es diferente. La competencia es sumamente imperfecta, sobre todo en el mercado que liga a la ciudad con la comarca circundante. Las posibilidades que tienen los distintos sujetos económicos de influir sobre el precio son considerables y variadas. En tal mercado, el gremio ocupa una posición de monopolista colectivo, actuando de manera organizada frente a los proveedotes campesinos no organizados, lo que le permite hacer bajar el precio de los artículos que vende mediante la reglamentación correspondiente y, sobre todo, limitando la producción. Pero, por otra parte, en los precios pueden influir también los órganos representativos de la nobleza, promulgando tarifas especiales -o sea, listas de precios tope- en cada voivodía (provincia). Los historiadores influenciados por la concepción liberal de la economía, al conferirles valor absoluto a las leyes que caracterizan la economía mercantil capitalista, se inclinaban a subestimar la significación económica de las tarifas y negar su eficacia. Si esto fuese cierto, la obstinada aplicación de tales tarifas a través de los siglos indicaría una patente aberración de determinadas capas sociales que se servían porfiadamente de un arma tan ineficaz". El problema de las tarifas requiere un estudio integral. La lista de productos que abarcan -cambiante en el tiempo- es por sí harto elocuente. Los estatutos de Warka de 1423 in·

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tradujeron una reglamentación oficial de los precios a fin de que la "confabulación" de los burgueses no produjese una baja artificial de precios de los artículos alimenticios cuyo proveedor principal era todavía, en aquel entonces, el noble. En· el siglo XVI, cuando los precios están en plena alza, la constitución del año 1565 excluye los cereales de la lista de productos cuyo precio puede ser reglamentado. Como se ve, la nobleza quiere tarifas para lo que compra y el libre comercio de los artículos vendidos por ellas 1 , por supuesto, sólo cuando existe una tendencia alcista general 2 • En la Edad Moderna, cuando la tendencia alcista adquiere un carácter casi permanente -sea a causa de la coyuntura internacional, sea a causa de la inflación o, por último, a causa de las guerras- la nobleza manifiesta enorme interés en imponer tarifas a las bebidas, paños y sedas 3 , mientras en el caso de los cereales apela a este recurso muy rara vez, sólo cuando se trata de prevenir una in minen te baja de precios 4 • Y si las tarifas afectan los precios de los artículos alimen ticios, se trata sobre todo de ajustar los precios de los artículos elaborados a los de la · materia prima que se considera como una especie de "variable independiente": por ejemplo, el ajuste del precio del pan o el farro al precio de los cereales 5 • Se trataría, pues, en cierto modo, de una regulación de la tasa de lucro de los 1 R. Rybarsld, Handel i polityka handlowa Po/ski w XVJ stuleciu [El comercio y ia política comercial de Polonia en el siglo XVI], T. I, pp. 250-251, Varsovia, 1958. 2 De ahí su mayor interés por las tarifas en los períodos de intlación o de carestía debida a las guerras, v. gr. en la primera y la séptima décadas del s. XVUI, Cf. S. Hoszowski, Ceny we L wow ie w /_ 1701-1 9 14 [Los precios en Lwów, 1701-1914], Lwów, 1934, p. 112. 3 S. Hoszowski, op. cit., pp. 112 y 117. 4 Año 1764 o 1772. S. Hoszowski, op. cit., p. 113. 5 S. Hoszowski, Ceny we Lwowie w X\TI i XVII w. (Los precios en Lwów en los siglos XVI y XVII), Lwów , 1928, p. 29, y del mismo autor Ceny w Warsz awie w l. 1 701 -1 9144, p. 111; J. Pele, Ceny w Krakowie w l. 1369-1600. 1Los precios en Cracovia, 1369-1600], Lwów, 1935, p. 45; E. Tomaszewski, Ce ny w Krakowie w l. 1601 -1795 [Los precios en Cracovia, 1601-1795 ], Lwów, 1934, pp. 28 y 33 ; W. Adamczyk Ceny w Warszaw ie w XVI i X\TJJ w. [Lo~ precios en Varsovia, s. XVI y XVII},

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productores urbanos. De ahí que los mercaderes boicoteen muchas veces las asambleas municipales convocadas para establecer las tarifas 1 . Conocemos, por otra parte, tarifas especiales aplicadas a los artículos importados 2 . En cambio, la opinión burguesa exigía en vano la reglamentación de los precios del pan y de otros productos alimen ticios J . Muchos historiadores polacos negaron toda eficacia a las tarifas. "Toda la legislación relativa a la reglamentación de los precios en el siglo XVI --·dice Rybacki- no tuvo mayor importancia. El comercio, en principio, era libre. Las tarifas provinciales se aplicaron sólo a algunas mercaderías y no siempre fueron eficaces" 4 . Tampoco creen en la eficacia de las tarifas, historiadores como Ulanmvski, Szelagowski, Hoszowski y con él, todos k>s investigadores- de los precios de Lvov . La posición más extrema en esta materia es la que ocupa Siegel, a quien vale la pena citar aquí. Dice, por ejemplo: "Un serio estorbo para el comercio polaco en los siglos pasados fueron las tarifas" 5 ; "el sistema de tarifas dejaba. . . al consumidor totalmente a la merced de los especuladores, al tiempo que exponía al comerciante honesto a severas penalidades, pudién· dosele hasta privar de su tienda o taller en caso de que se viera obligado a exceder las ta rifas" 6 . Pero esto difícilmente concuerda con su tesis de que "el ajuste de las tarifas de los artículos alimentic'ios a los precios de los productos agropecuarios tenia por objeto evitar pérdidas que los comerciantes ~

Lwów, 1938, p. 46; S. Siegel. Ce ny w Warszawie w l. 1701 -1815 [Los precios en Varsovia, 1701-1815], Lwów, 193o, pp. 27-28; R . Rybarski , op. cit., p. 256. 1 E. Tomaszewski, o;o. cit. , p. 28; S. Slegel, op. cit., p . 29. 2 W. Adamczyk, Ceny w Lubliníe od XVI do XVIII w. [Los precios en Lublin, del s. XVI al XVITI), Lwów, 1935, p. 11. 3 A. Szelagowski, Pienir¡dz i przewrót cen w XVI i XVII w. w Po lsce [El dinero y la revolución de los predos en Po lonia en los siglos XVI y . XVII]., Lwów, 1902, p. 211. 4 R. Rybarski , o p. cit. p . 260. 5 S. Siegel, op. cit. p . 277 . 6 Jbid p . 29.

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CAPITULO TERCERO

habrían podido sufrir a causa de una política poco hábil" 1 • Para apreciar la eficacia de las tarifas, Siegel compara los precios reglamentarios y efectivos de la mantequilla y del sebo. En su análisis, donde no faltan desaciertos aritméticos 2 , cada resultado obtenido le parece probar su tesis. Cuando el precio efectivamente pagado se diferencia mucho del precio de tarifa, dice: "Qué sentido tenía, pues, establecer precios obligatorios, cuando nadie quería ni tampoco podía ajustarse a ellos". Y cuando el precio efectivo apenas si se diferencia del reglamentario, constata: "La diferencia es apenas de 6% en favor de los precios de mercado, lo que prueba a las claras que la imposición de las tarifas en . el siglo XVIII no respondía a ninguna necesidad real"J. En esta situación no debe extrañar que Siegel concluya sus consideraciones afirmando que "todas las sesiones de las comisiones de tarifas no representaban sino una pérdida de tiempo" 4 • En todo caso, no se le puede negar al autor el don de saber exponer claramente su posición. Pero encontramos también opiniones opuestas. El primer investigador de las tarifas, F. Bostel, creía hast.a cierto punto en su eficacia. Erecinski, cl. estudiar el comercio de la ciudad de Poznan, señala que "las tarifas eran por lo general observadas" 5 • La única posición razonable, dado el estado actual de las investigaciones, es la que ocupa Rutkonski, diciendo: "No cabe duda que los precios fijados por las tarifas eran sobrepasados en más de una ocasión y que tales infracciones no en todos los casos se castigaban. Con todo esto, las tarif~ influían hasta cierto punto en la formación de los precios, siendo uno de los 1 !bid. , p. 34. 2 Los señaló J. Wisniewski en su reseña de las obras de Furtak y Siegel, Ekonomista, 1937, cua. 1, pp. 92-97. 3 S. Siegel, op. cit., p. 33. 4 !bid.

S T. Ereciñski, Prawo przemyslowe millsta Poznania w XVIII w. [La legislación industrial de la ciudad de Poznan en el s. XVIII], Poznañ, 1934, p. 720.

DINAMICA A CORTO PLAZO

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factores que determinaron en Polonia una variación de los mismos, beneficiosa para los productores agrícolas y desfavorable para los obreros y los artesanos" 1 • No hace falta demostrar que las tarifas eran excedidas, ya que es un hecho. Pero tal hecho no prueba su ineficacia. La acción de las tarifas podía manifestarse de dos modos: l. frenando la tendencia alcista; 2. brindando mejores condiciones de transacción a los compradores cuya posición social les permitía obligar al v0ndedor a que respetara las tarifas. Queda por ver si las tarifas provinciales fueron o no causa parcial (ya que con toda seguridad no la única) del hecho de que los precios de los artículos de artesanía en la Polonia de los siglos XVI-XVIII creciesen más lentamente que los precios de los frutos de la tierra. El problema merece ser investigado. Otra cuestión que surge aquí, se refiere a los factores decisivos del cálculo económico de la producción artesanal. E .•J. Hamilton, a lo largo de toda su 0bra, toma en consideración sólo uno de estos factores, los salarios. Según él, el hecho de que los precios de las mercaderías aumentaban más rápida.· mente que los salarios es prueba del incremento de las ganancias. Pero en este razonamiento faltan .algunos elementos fundamentales, de los cuales, en este momento, uno nos interesa particularmente : el costo de la materia prima. Su gravitación sobre el cálculo variará segÚn el ramo, mas nunca será de poca monta. En la situación concreta de Polonia en la Edad Moderna, el productor principal -si bien no el único- de las materias primas es la reserva, es decir, la nobleza, la misma que impone las tarifas. Este doble aspecto del asunto no ha sido estudiado hasta ahora. El hecho de que, por ejemplo, el precio del trigo tiende a aumentar mucho más que el precio de la harina de trigo, sugiere una reducción del margen de ganancia del que transforma la materia prima (pero puede tratarse asimismo de la decadencia de los molinos indepen1 J. Rutkowski, Historia gospodarcza Polski {Historia económica de Polonia], t. 1, 3ra. ed., Poznañ, 1947, p. 165.

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CAPITULO TERCERO

dientes determinada por la molienda obligatoria de granos en las propias reservas). Para avanzar sobre seguro en este terreno sería necesario analizar los precios de las materias primas y de las manufacturas en distintos mercados y en diferentes espacios de tiempo, teniendo en c~enta la condición social del proveedor de cada materia prima (como ya dijimos, generalmente lo era la hacienda, pero no siempre). Por último, es preciso señalar que la rigidez de la oferta de la artesanía va acompañada de una gran elasticidad de la demanda de los artículos que . ella produce, al menos en la mayoría de los ramos. Esta elasticidad se debe, en especial, al elevado grado de autosuficiencia de las economías domésticas campesinas y en parte también burguesgs, lo cual limita sus· relaciones con el mercado por lo general a contactos destinados a satisfacer necesidades no imperiosas. Si no son imperiosas, quiere decir que se pueden postergar de un año para otro. Y uno de los métodos de atesoramiento consiste justamente en postergar las compras para un momento más propicio. En conclusión la situación económica del artesano se caracteriza por una considerable efasticidad de la demanda y una elasticidad apenas apreciable de la oferta.

Confrontaciones empíricas La primera hipótesis que debemos someter a la verificación es aquélla sobre la tendencia del autoconsumo a la estabilidad, y su corolario: la fluctuación de la cantidad comercializada es mucho más acentuada que la fluctuación de las cosechas, por otra parte, también considerable. Para esta confrontación nos apoyaremos en los datos sobre la producción y la venta del trigo en una de las haciendas pertenecientes a la ciudad de Poznán en los años 1588-1610. Hemos utilizado cuatro métodos de representación gráfica de esta cuestión, cada uno de

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DfNAMICA A CORTO PLAZO

los cuales corrobora las hipótesis planteadas. Finalmente, lle· gamos a la ecuación y=ax-b donde y representa el volumen comercializado, x la producción, a tiende hacia uno [en este caso concreto a = 1 ,15], y b representa al autoconsumo estable. Esta conclusión no es revelación alguna, pero le atribuimos una gran importancia. El aut.oconsumo como objeto de investigación, sobre todo histórica, es sumamente ingrato. ¿Cómo aprehender aquello que ha sido producido y consumido den-

20

o+-~r.-~.-r•

1583

1590

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r6ro

1620

Elasticidad relativa de las cosechas y de las ventas a escala microeconómica (cosecha y venta del trigo en la hacienda de Wilda entre 1583 y 1610). Indice en cadena: cada punto sobre el eje 100 representa el aumento con respecto al año prece dente ; análogamente, cada punto debajo del eje represen ta la disminución. Se nota que en los ailos de buena cosec ha, el aumento de la venta es may or que el de la cosecha, y que en los años malos la disminución de la venta es más pronunciada que la de la cosec ha. Fuente: J. Majewski, Gospodatka folwarczna we wsiach miasta Poznania w l . .1582- 1644 (Economía de la hacienda feudal en las aldeas de la ciudad de Poznañ entre 1582 y 1644 ), Poznafi , 1957 .

100

CAPITULO TERCERO

tro de la misma explotación agrícola, sin pasar por el mercado, sin pasar por manos de diferentes personas, sin ser objeto de las relaciones interhumanas, salvo, naturalmente, las relaciones en el seno de la "empresa" misma? Sin embarco, si existen razones para afirmar que el consumo es cuantitativamente estable a corto plazo, tenemos por consiguiente el derecho de concentrar nuestra atención sobre el análisis de los cambios cuantitativos y los cambios del valor real de la parte comercializada de la producción.

Soo



700

6oo 500

grano trillado

400

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••

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200 300 400 500

6oo

700

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venta

Trilla y venta del trigo en la hacienda Wilda, 1582-1610 (en cifras absolutas). Fuente: J. Majewski, Economía de la hacienda feudal..., op. cit., pp. 284-285. (Un punto situado sobre el eje OA significaría que en ese año se habría vendido toda la cosecha. Si los puntos marcados están distribuidos mas o menos paralelamente al eje, esto significa que el consumo interno de la hacienda era relativamente estable).

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DINAMICA A CORT O PLA ZO

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5 ,0

--

cosechas (grdno trillado) ventas

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4,0

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1600

(índices calculados según la ley de los mínimos cuadrados) Correlación de la trilla y la venta del tri go en la hacienda Wilda, 1582-1600. Fuente: J. Majewski, Econom{a de la hacie nda feudal ... , op. cit.

En la economía feudal aislada del mundo, el nivel general de los precios está determinado por la variación de los precios agrícolas, y esta última .(a corto plazo, cuando la demanda puede considerarse invariable), por la cosecha. La fluctuación de los precios debería ser, por lo tanto, inversamente proporcional a la fluctuación de las cosechas. Y puesto que casi toda la fluctuación del volumen de la producción global se transmite a la parte comercializada, esto debería traducirse forzosamente en una fluctuación muy fuerte de los fenómenos del mercado, aun cuando la parte comercializada · de la producción global sea insignificante, o en realidad, justamente por esta razón. Ultimamente, las investigaciones históricas sobre los precios han permitido establecer tal correlación con respecto a varios mercados. Sin embargo, en lo que se refiere a Polonia, los datos disponibles parecen indicar que esta correlación es mucho menos significante.

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CAPITULO TERCERO

El problema es de gran importancia y exige un examen detallado. En primer lugar, cabe suponer que esta correlación fue en realidad más estrecha de lo que resulta del material disponible. La relación efectiva aparece hasta cierto punto obliterada, por cuanto en dicho material se utiliza el año civil y no el año agrícola. La cosecha, mala o buena, puede repercutir sobre los precios hasta la primavera del año siguiente, así que la comparación de las cosechas con los precios en el lapso del año civil puede falsear la correlación. Y dada la fuerte variación anual de las cosechas, fenómeno típico de la época, tal correlación puede resultar totalmente borrada 1 • y

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grano trillado Correlación de la cosecha y la comercialización a escala microeconómica (cosechas y ventas del trigo en la haci enda Wilda entre 1583 y 1600 ). Fuente: J . Majewski, Econom(a de la hacienda feudal ... , op. cit.

1 En base a los volúmenes publicados por la "escuela de Bujak" es posible calcular aproximadamente los precios por "año de cosecha" , tomando los datos del cuarto, primero, segundo y tercer trimestres de dos años consecutivos.

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DINAMICA A CORTO PJ, AZO

Por otra parte, la relación precios-cosechas pudo haber sido efectivamente más importante de lo que aparece en nuestros cálculos tentativos, por la sencilla razón de que nos hemos basado para ello en los precios nominales. En consecuencia, los resultados pueden estar falseados a causa de la influencia de las perturbaciones monetarias; un año de buena cosecha puede coincidir, por ejemplo, con una inesperada alza de precios debida a fenómenos inflacionistas. Una prueba de que tal fenómeno era posible es el hecho, relativamente frecuente, del simultáneo aumento de la exportación de granos a través de Gdansk (que puede servir grosso modo como índice de las cosechas en la cuenca del Vístuia) y el alza de precios. En cambio, la disminución de la exportación rara vez coincide con la baja de precios. Para superar esta difi~ultad no nos pareció conveniente recurrir al cálculo de los precios en plata o en oro, siquiera porque los datos sobre la cotización de la moneda que aparecen en las publicaciones de la "escuela de 12 0~----~~~~----~---------------,

rro roo

-- precio del trigo en Poznan - cosechas en una hacienda de los alreoectores de Poznan

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1 1

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JO 40 30 20-

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Cosechas y precio a escala microeconómica (hacienda de Wilda, entre 1584 y 1600 , en cifras absolutas). Fuentes: para las cosechas (cosecha del trigo del año dado dividida por la can t idad sembrada el año precedente) , J. Majewski, Economía de la hacienda feudal . .. , op. cit. ; para los precios: datos facilitados al autor por el Prof. S. Hoszowski.

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CAPITULO TERCERO

Bujak" no inspiran mayor confianza. De todos modos, es poco probable que tales datos puedan reflejar al momento los rápidos cambios de las cotizaciones. No obstante, es incuestionable que la correlación negativa entré las cosechas y los precios no es ideal y que intervienen aquí también otros factores aparte de los monetarios. Es incuestionable a pesar de que el punto de apoyo de nuestras conclusiones sea en extremo defectuoso, ya que junto a un conocimiento relativamente bueno de la historia de los precios, apenas si conocemos las fluctuaciones de las cosechas.

3·5

_

primeras diferencias de las cosechas

3,0

__

primeras diferencias de los precios

(índices calculados según la ley de los mínimos cuadrados) Correlación de las cosechas y los precios a escala microeconómíca (hacienda Wilda, entre 1585 y 1600) Fuentes; las mismas que para el diagrama precedente.

Un punto de apoyo mucho más firme para esta conclusión estriba en la concordancia, al parecer relativamente grande, de la evolución de los precios de todos los cereales en todas las

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DlNAMICA A CORTO PLAZO

ciudades de Polonia. Este fenómeno tampoco ha sido objeto de estudios especiales, pero los resultados que presentamos a título de ejemplo en los diagramas insertados aquí, son harto elocuentes 1 . Veamos algunas cifras: Correlación simple

PoznaÍl. - Gdansk Poznañ - Cracovia Gdansk - Cracovia

Correlación simple con retraso de un año

Gdansk - Cracovia

Correlación múltiple

PoznaÍl., Gdansk y Cracovia Gdansk, PoznaÍl y Cracovia Cracovia, Poznarí y Gdansk

-0,860 -0,699 -0,655 -0,820

-0,879 - 0,864 -0,707

1 El fenómeno, aunque incuestionable, no deja de ser sorprendente. En Alemania, en la misma época, los precios en las diferentes provincias fluctúan a veces en distintas direcciones (como lo indican los datos de M.J. Elsas, Umriss einer Geschichte der Preise und Lohne in Deutschland, 3 vol., Leiden, 1936-1949; me lo confirmó también durante una conversación el Prof. J. Kuczynski). Se impone aquí la hipótesis de que la uniformización de los precios en los mercados de las grandes ciudades, que conot.-emos gracias a las publicaciones de Bujak, coexiste con una diferenciación de los precios (que desconocemos) en los pequeños mercados locales. No obstante, contradicen esta hipótesis los resultados obtenidos por Helena Madurowicz Urba6ska en su trabajo Ceny zbóz w zachodniej Malopolsce w drugiezlowie XVIII/ w. Los precios de los cereales en la Polonia sudoccidental en la segunda mitad del siglo XVIII], Varsovia 1963. Por otra parte, es cierto que los precios estudiados po-r la autora se refieren únicamente a localidades situadas sobre el Vístula y sus afluentes. De todos modos, el grado de uniformización de los precios constatado por ella es sorprendente. En la reseña de esta obra me entretuve en calcular la correlación entre los precios de los cereales en Andrychów, una pequeña villa de la Polonia meridional, y en Amsterdam. Obtuve como resultado una correlación inusitadamente elevada. Esta misma cuesti ón ha sido últimamente señalada por I. Rychlikowa' "Niektóre zagadnienia metodyczne w badaniach cen i rynku w drugiej polowie XVIII w. na podstawie rynku pszenicznego w Malopolsce" [Algunos problemas metodológicos de las investigaciones de los precios y del

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CAPITULO TERCERO

Wisniewski llamó ya la atención sobre la correlación de los precios en Varsovia y en Gdansk en el siglo XVIII 1 • Sí damos por probada la estrecha relación existente entre los precios de los cereales en las mayores ciudades de Polonia -no obstante lo reducido del territorio que abastecía a cada una de ellas y las notables diferencias del rendimiento agrícola entre las regiones- se impone la conclusión de que en la uniformización de los precios debían intervenir otros factores. Evidentemente, uno de ellos podía ser la influencia de los precios de exportación, es decir, del volumen de la exportación y de los fenómenos que acontecían en el mercado mundial2. +--

mercado en la segunda mitad del siglo xvrn, en base al mercado del trigo en Polonia meridional), en Kwartalnik llíatorii KuUury Materialnej, XII, 1964, p. 375 y sgtes. 1 J. Wisniewsk.i, op. cit. 2 Decimos "podía ser" y no "era", ya que el asunto no está del todo claro, especialmente a la luz de las observaciones hechas en la nota . La tesis sobre la correlación de los precios como prueba de la existencia de vínculos de mercado ha sido puesta últimamente en tela de juicio por l. Rychlikowa en su citada obra. La a utora recuerda (loe. cit. 382-383) que sobre los precios actúan factores de diferente índole, enumerando : l. Los factores que I..'Onforman tendencias evolutivas, como la tendencia a la inflación, el crecimiento de la población, cambios en la estructura de la alimentación; 2. Los factores que por su índole no pueden expresarse en forma de coeficientes estadísticos, factore¡¡ "anormales", como las guerras y las epidemias; 3. Los factores de fluctuación de los precios a corto plazo, como la cosecha, la oferta, el poder absm·bente del mercado. Si los factores del grupo 1 y 2 obran simultáneamente en dos regiones alejadas una de la otra, podremos obtener una elevada correlación de precios sin que esto pruebe la existencia de vínculos entre ambos mercados . De este modo la autora se propone explicar la sorprendente y misteriosa correlación entre el movimiento de los precios en las pequeñas localidades de Polonia meridional y en los mercados holandeses. Mas ·los factores del grupo 1 pueden a lo mucho influir en la formación de un "trend"; sin embargo, la autora los eliminó y la correlación subsiste aun después de dicha eliminación. En cambio, los factores del grupo 2 no deberían en absoluto intervenir simultáneamente u operar en el mismo sentido en los dos mercados (muchas veces, como lo hemos señalado, operan incluso en sentidos opuestos). De modo que el misterio sigue sin elucidar. Por otra parte, indiquemos de paso que en la enumeración de los factores que influyen también a largo plazo en la formación de los precios, sorprende la ausencia de dos factores que, a nuestro juicio, son los más importantes: l. Los cambios en el rendimiento del trabajo, y sobre todo en el rendi-

DINAMICÁ A CORTO PLAZO

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De esta forma hemos llegado a · un problema muy importante y muy discutido entre los historiadores polacos. Más de una vez y con mucho fervor se ha discutido sobre la función del mercado exterior -o más bien sobre las funciones correlativas del mercado exterior y el interior- en la economía polaca de la Edad Moderna, en particular, con motivo de la discusión en torno al origen del dominio fundado en la servidumbre. Sin embargo, en lo que respecta a este problema no se ha encontrado todavía -a nuestro juicio- un método de investigación apropiado desde el punto de vista del análisis económico .. Por un lado, son discutibles los propios índices cuantitativos. Korzon calcula que en los años posteriores al primer reparto de Polonia (1772) y a la implantación de los derechos de aduana por Prusia, la exportación de cereales desde Polonia (con un territorio ya reducido) constituía entre 4 y 7,5% de la cosecha globall; Hoszowski, quien considera verosímil esta estimación, supone que antes del primer reparto el porcentaje pudo haber sido el doble, entre 10 y 15% de la producción 2. Por otro lado, la influencia de la exportación sobre la vi.da económica del país opera únicamente a través del mecanismo del mercado, sobre todo a través de los precios. Pero para poder formarnos una idea acerca de la posible influencia de +-

miento relativo del trabajo (los cuales provocan una baja relativa de los precios de algunos artículos y el alza de precios de otros artículos); 2 Las transformaciones sociales que originan el aumento de la comercialización (en Polonia, por ejemplo, aumento del porcentaje de tierras señoriales en detrimento de las del campesinado, o aumento de las tierras en posesión de los magnates a costa del pequeño noble). 1 T. Korzon, Wewnetrzne dzieje . .. , cit. t. I, p. 339 y t. II, p. 122. 2 S. Hoszowski, "Handel Gdañ.ska w okresia XV-XVIII w." (El comer· cio de Gdansk en los siglos del XV al XVIII), Zeszyty Naukowe Wyi szej Szkaly Ekonomicznejw Krakowie, no 11, Cracovia, 1960, p. 10. Señalemos al margen que Hoszowski funda su suposición en el hecho de que las exportaciones se redujeron a la mitad a raíz de la implantación de los derechos aduaneros por Prusia. Huelga decir que el fundamento es cues· tionable.

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CAPITULO TERCERO

la exportación sobre los precios, deberíamos cotejar las cantidades exportadas no con la producción global sino con la producción comercializada. Pues bien, el volumen de esta última es muy difícil de determinar. Los "coeficientes de comercialización" calculados por Rutkowski en base a las "actas de inspecr.ión" de fines del siglo XVI, parecen demasiado elevadosl. Además, estos coeficientes atañen exclusivamente a la producción de las reservas. Suponiendo que el índice medio de comercialización de la producción campesina fuese del 10% 2 y que las explotaciones campesinas producían el 50% de la producción neta, y aceptando los exagerados coeficientes de Rutkowski para las reservas, obtendremos para el conjunto de la agricultura polaca de fines del siglo XVI un coefi1 Esta suposición se apoya en la sospecha de que las "actas de inspección" registren un rendimiento por grano (o sea, producto global) inferior al efectivamente obtenido, exagerando en cambio las cantidades utilizadas con fines de reproducción (siembra, pienso, etc ~ ). Si las actas de inspección registran un producto bruto = 100, y un consumo de reproducción = 30, o sea un producto neto = 70, entonces ventas= 50 representan el 71% de la producción neta. Si en cambio la producción bruta efectiva fue igual a 20, entonces la producción neta equivale a 100 y las mismas ventas = 50 constituirán apenas el 50% de la producción neta. 2 No estar famas dispuestos a defender este coeficiente ( 10%) de comercialización de la producción campesina. Estamos lejos de poder fundarlo empíricamente. No nos extraña, por lo tanto, que dicho coeficiente haya sido atacado últimamente por demasiado bajo, al menos en lo que atañe a la segunda mitad del siglo XVIII (C. Bobifu;ka, "Zgoda i niezgoda z ekonomiczym modelem feudalizmu''lAcuerdo y desacuerdo con el modelo económico del feudalismo], Kwartalnih Historycz ny, LXX, 1963, pp. 913-918). No obstante, conservamos este coefíciente sin cambio por dos razones: l. No se trata aquí del coeficiente de comercialización en gene· ral, sino del coeficiente de comercialización de la producción cerealera del campesino, en una época (como lo hemos señalado anteriormente y en lo cual nuestro polemista está de acuer do) cuando el esfuerzo principal de co mercialización del campesino se concentraba en las hortali7.as, la cría y a veces tambi én en los productos artesanales; 2. Aun cuando estuviéramos de acuerdo con la autora de dicha crítica y supusiéramos que el índice de comercialización de la producción cerealera del campesino era el doble de lo que habíamos admitido, elevándose por lo tant o no al 1 O sino al 20 %, lo que deja ya de se verosímil, entonces : a) el índice general d e comercia· lización de la agricult ura polaca habría sufrido un aumento de apenas unos punto~-. b) en nada se vería afectada la conclusión sobre el impor· tante papel de la exportación en la producción comercializada de Polonia.

OINAMICA A CORTO PLAZO

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ciente de comercialización del orden del 35-40%. Entre el siglo XVI y el XVIII, dos tendencias opuestas actuaron sobre este coeficiente: 1) el aumento de la superficie de las reservas en relación con la superficie tot.al de las tierras de cultivo , hecho que repercutía favorablemente sobre dicho coeficiente. 2) disminución del rendimiento por unidad de superficie, hecho que repercutía negativamente. Suponiendo que ambas tendencias se anulen recíprocamente, también para la segunda mitad del siglo XVIII podemos aceptar aquel 35-40% como coeficiente de comercialización. En tal caso, el 10-15% que representa, según Hoszowski, la parte de la producción global neta destinada a la exportación, significaría que las exportaciones representaban entre 25 y 45% de la producción comercializada 1 . Huelga decir que éste es un porcentaje enorme. Además, como ya hemos señalado, las grandes fluctuaciones de la producción global (a corto plazo) eran casi totalmente transferidas al cupo comercializado, que representaba una parte reducida de aquélla y cuyo volumen, por lo tanto, variaba más todavía de un año a otro. Mas si queremos apreciar la influencia de la exportación sobre los fenómenos del mercado interior, no podemos limitarnos a establecer la parte exportada de la producción global o de la producción comercializada. Incluso una exportación relativamente reducida puede (aunque no necesariamente) ejercer ·una poderosa influencia sobre los precios internos. Concurren aquí una serie de factores difíciles de prever en abstracto. Lo único que queda es estudiar empíricamente esta influencia. A título de prueba, analicemos la cuestión basándonos en 1 Según Wyczanski , la exp or ta ción represen tab a a comienzos de la segunda mitad d el siglo XVI alred edor d el 1 5% de la pro ducci ón comerciali zada. (A. Wyczanski, intervenci ó n en la discusión sobre el info rme de W. Rusinski en VIII Pow szechny Zjazd H istorykó w Po lsk ich [VIII Con greso General de Histo riadores Po laco s], t . VI : H isto ria Gosp odarcz a [Historia Eco nó mica), Varsovia, 1960 , p . 157. Para emitir una opinió n vale dera ac erca de esta tesis, es m en ester esperar a que el aut or publique la to ta lidad de _sus investigaciones.

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CAPITULO TERCERO

datos del período 1584-1600 (lo hemos elegido ya que es el único del que poseemos datos continuos sobre las cosechas 1 . !20 110

TOO

- precio del trigo en Poznan --Precio del centeno en Gdansk •••• precio de la avena en Cracovia

90 So 70

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10

Precios de los cereales en las grandes ciudades de Polonia, entre 1584 y 1600 (en cifras absolutas). Fuentes: Poznaií (precio del cwiertnia de trigo), da tos facilitados al autor por el Prof. S. Hoszowski. Gdansk (precio del last de centeno), J. Pele, Ceny w Gdansku w XVI i XVII w . (Precios en Gd ansk en los siglos XVI y XVII), Lvov, 1937. Cracovia (precio del cwiertnia de avena), J. Pele, Ceny w Krakowie w l. 1369-1600 (Precios en Cracovia en los años 1369-1600), Lvov, 1935. Nota : cwiertnia y last son medidas de áridos, variables según las épocas y las regiones; aquí equivalen, aproximadamente, a 136 y 3000 litros, res· pe e t.

Al comparar los .datos sobre las cosechas de trigo en los alrededores de Pozna:Íl con los precios del trigo en la ciudad misma 2 , observamos que -tal como esperábamos- aparece la correlación negativa propia del régimen feudal, pero relativa· mente débil. Por otra parte, comparamos la fluctuación de los .precios Hemos obtenido Jos datos sobre las cosechas a partir de los cuadros de Majewski, dividiendo -para la hacienda de Wilda- la cosecha del trigo por la cantidad destina da a la siembra en el año anterior. Esto no es exacto, ya que se producía no sólo trigo de invierno (siembra otoñal), pero no disponfamos de otro recurso. 2 Estos datos me h a n sido facilitados gentilmente por el Profesor Hoszowski, al cual deseo expresar aquí mi más sincero reconocimiento.

111

DINAMICA A CORTO PLAZO

7 ,0

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- precio en Poznan •••• precio en Cracovia --precio en Gdansk

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(índices calculados según la ley de los mínimos cuadrados) Correlación de las fluctuac iones de los precios de los cereales en las grandes ciudades de Polonia, entre 1584 y 1600. Fuentes: las mismas que para el diagrama precedente.

de los cereales en tres ciudades de Polonia durante los mismos años. La correlación resultó extraordinariamente intensa, a pesar de una serie de factores de cálculo tendientes a debilitarla: 1) objeto de nuestra comparación fueron los precios de Gdansk, Cracovia y Poznañ, o sea dos ciudades de la cuenca del Vístula pero muy distanciadas una de la otra, y una, Poznañ, no perteneciente a dicha cuenca, la cual seguramente ejercía una gran influencia uniformizadora sobre los precios; 2) por falta de datos uniformes y continuos para ese período tuvimos que recurrir a los disponibles, relativos al centeno en Gdansk, al trigo en PoznaÍl y a la avena en

112

CAPITULO TERCERO

Cracovia. Por consiguiente, es de suponer que la correlación para una sola especie de cereales habría sido más intensa 1 . · La intensidad de esta correlación no es característica tan sólo del período que hemos escogido a título de ejemplo, como lo prueban los coeficientes que corresponden a la segunda mitad del siglo XVIII. El cálculo se basa en los precios nominales del centeno. Los resultados son como sigue 2 : Período 1750-1795 Correlación simple

Correlación múltiple

Cracovia - Varsovia Varsovia - Gdansk Cracovia - Gdansk Varsovia - Cracovia y Gdansk Cracovia - Varsovia y Gdansk Gdansk - Varsovia y Cracovia

0,760 0,800 0,872 0,815 0,834 0,866

Cracovia - Varsovia Varsovia - Gdansk Cracovia - Gdansk Varsovia · Cracovia y Gdansk Cracovia - Varsovia y Gdansk Gdansk - Varsovia y Cracovia

0,607 0,509 0,823 0,608 0,852 0,822

Período 1750-1772 Correlación simple

Correlación múltiple

1 La avena incluida aquí no es art ículo exportable, mas está relacio· nada con los cereales exportables (trigo o centeno) por ser todos ellos productos reempla zables en el consumo en atención al importante papel · que desempeñaba la avena en la alimentación de esa época. Además, el propio resultado, es decir la elevada correlación obtenida (a excepción del año 1600), indica la admisibilidad del precio de la avena a los efectos de nuestro cálculo. 2 F,Stos cálculos han sido efectuados por Tadeusz Gruszkowski en su. tesis de licenciatura, redactada bajo mi dirección en la Facultad de Econo· . mía Política de la Universidad de Varsovia. De estos datos se desprende el papel determinante de Gdansk y el carácter peculiar del mercado de Var· sovia. A estas cuestiones habrá que volver en otra ocasión. N. B. Hemos tenido que recurrir a los precios del centeno, puesto que no disponemos de datos sobre los precios del trigo en el mercado de Gdansk, el cual tiene capital importancia en este contexto.

DINAMICA A CORTO PLAZO

113

Pero volvamos a nuestro ejemplo de Poznaú a fines del siglo XVI, ya que es el único caso donde disponemos simultáneamente de datos sobre los precios locales y las cosechas locales. Escojamos los años que, en la comparación de los precios con las cosechas, no han manifestado la esperada correlación negativa. Es decir, años en que el precio y la cosecha suben o bajan simultáneamente. Son los años 1585 (baja), 1588 (baja), 1599 (alza) y 1600 (alza). Resulta que en todos estos años, salvo el año 1600, la evolución del precio del trigo en Poznan, inexplicable en relación con el volumen de la cosecha, coincide con la evolucon del precio de los cereales en Gdansk, el puerto exportador. A nuestro juicio, es un fenómeno de gran importancia. De este modo, llegamos a la etapa siguiente: el análisis de los factores que determinan el precio de exportación. El paso inicial consistirá forzosamente en establecer la correlación entre los precios de Gdansk y los precios en los mercados importadores. Desgraciadamente, la publicación de Posthumus sobre los precios en Holanda nos ofrece para este período datos sumamente fragmentarios. Con todo, procuremos cotejar lo que se puede. El mayor número de datos se refiere a los precios del centeno llamado "prusiano" en Amsterdam (precio del lasten florines)i. Podemos compararlos con los precios del centeno en Gdansk, según Pele (precio del last en oro) 2 en los años para los cuales disponemos de ambos datos 3 :

1 N. W. Posthumus, Inquiry into the History of Prices in Holland, t. I, Leiden, 1946, p. 19-22. 2 J. Pele, Ceny '» Gdanshu w XVI i XVII w. [Los precios en Gdansk en los siglos XVI y XVII], Lvov,1 937, p. 48. 3 Debido a la escasez de datos incluimos aqu [ algunos años anteriores a 1584, lo cual -tratándose de ilustrar el fenómeno- carece de significación.

114

CAPITULO TERCERO

1579

80 81 82 83 84

85 93 94

Amsterdam 78,40 96,00

Gdansk 71,79 83,19

67,90

56,92

73 ,15 73,85 75,60 93,80

60,00 61,52 53,19 66,90

Correlación simple = + 0,776 Como vemos, la correlación es elevada, en la medida en que se puede juzgar en base a datos fragmentarios. No es tan elevada como la de los precios de los cereales en las grandes ciudades de Polonia, pero mayor que la existente entre las li,J·.----- - -- - - - - - - - -- - - - . n ,o -precio del centeno en Amsterdam 10

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--precio del centeno en Gdansk

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lJ80

1590

'594

(índices calculados según la ley de los mínimos cuadrados) Correlación postrimerías Fuentes: J. lnquiry into

del precio del ce nteno en Gdansk y en Amsterdam en las del siglo XVI. Pele, Los precios en Gdansk .. . , op. cit . N . W. Posthumus, lhe History of ]>¡·ices in Holland, t. 1, Leiden, 1946.

115

DINAMIC A A CORTO PLAZO

cosechas y los precios en Poznañ. De modo que tenemos una correlación relativamente débil entre las cosechas de los alrededores de PoznaÍl y los precios en esta ciudad, frente a una correlación relativamente fuerte entre los precios de Poznañ y de Gdansk por una parte, y entre los de Gdansk y Amsterdam, por otra. Todo esto hablaría en favor de la tesis según la cual el mercado exterior ejercía una gran influencia sobre la producción comercializada, no así sobre la producción global. 'Y

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Precio en Amsterdam

Correlación entre las fluctuaciones del precio del centeno en Gdansk y en Amsterdam, ent re 1579 y 1594. Fuentes : las mismaE que para el diagrama precedente.

Es un importante elemento del análisis, pero nada más que un elemento. En primer lugar, la importancia del factor exportación no se manifiesta necesariamente en una correlación ideal entre los precios del mercado exportador y los del mercado importador. En ciertas circunstancias es así, mas en otras puede suceder exactamente lo contrarío. En períodos de eficiente funcionamiento del comercio, esta correlación debe-

116

CAPITULO TERCERO

ría ser intensa. Pero en caso de interrumpirse el intercambio por tal o cual razón, la evolución de los precios en estos mercados puede acusar tendencias opuestas. La disminución de la exportación polaca en la época de las guerras contra los cosacos (1648-1658) y del "diluvio" (nombre con el cual se designa la devastadora invasión sueca a Polonia 1655-1660 acompañada de luchas intestinas), produjo naturalmente un alza de precios lo mismo en Gdansk que en Amsterdam. Por otro lado, la peste negra en Holanda 1664-1665, y al parecer también la peste "marsellesa" de 1720, tuvieron que ocasionar y efectivamente ocasionaron un alza de precios en Amsterdam y una baja en Gdansk. Pero la fluctuación de los precios en sentidos opuestos en el mercado exportador y en el importador no indica debilidad de la influencia del factor exportación, al contrario, revela su fuerza I. Pero avancemos un paso más. Si se admite, lo que es muy probable, que, por regla general, uno podía vender eh Gdansk cualquier cantidad de granos procedentes del interior (excepto los años cuando el funcionamiento del comercio se veía perturbado), de tal supuesto se desprenden importantes consecuencias: 1) el volumen de las exportaciones de Gdansk debería ser directamente proporcional al excedente comercializado, 1 Es precisamente por esto que hemos optado por efectuar las evaluaciones citadas para lapsos relativamente reducidos. Cuando presenté los resultados aquí publicados en la VI Sección de la Ecole Pratique des Hautes Etudes en París, varios de los presentes (F. Braudel, E. Labrousse, J. Meuvret) criticaron esta limitación, proponiendo que los cálculos abarcaran períodos más largos. Sin embargo, estas observaciones no me han convencido. Si dos mercados se hallan en una situación de estricta interdependencia, cuando el interca mbio entre ellos no tropieza con obstáculos los precios que se registran en ambos indican una alta correlación positiva, cuando en cambio aparecen los obstáculos, dicha correlación se vuelve negativa, Si ahora calculamos la correlación para ambos mercados en un largo período , estas dos tendencias se anularán y obtendremos simplemente una correlación positiva rriuy baja que forzosamente nos inducirá al error . Lo que sí vale la pena señalar es que los cálculos aquí presentados constituyen apenas el primer paso en la investigación del fenómeno en cuestión. Deberían seguirle cálculos relativos a otros cereales, otros artículos y otros períodos.

U IN /I!VJICA 1\ CORTO P LAZO

117

es decir -a corto plazo- a la fluctuación de las cosechas, registrando una fluctuación algo exagerada 1 , y a largo plazo, a la resultante de tales vectores como la variación del rendimiento del trabajo y de la tierra, transferencias en la propiedad en favor de la hacienda y en perjuicio del campesinado, cambios en las dimensiones de la zona exportadora 2 a causa de la construcción de caminos, cambios de fronteras, etc.; 2) el volumen de las exportaciones de Gdansk debería ser inversamente proporcional a la fluctuación de los precios en el mercado nacional en la medida en que estos precios son, a su vez, inversamente proporcionales a la co~cha (hemos visto más arriba que hasta cierto punto lo son); conviene señalar que esta relación inversa entre el volumen de la exportación y la fluctuación de los precios en el país, si bien semejante a ciertos fenómenos que se producen en el capitalismb liberal, tiene un. carácter económico totalmente diferente: en el capitalismo, la exportación puede aumentar precisamente porque bajan los precios nacionales, mientras que aquí no ha:y relación de causa y efecto, ya que ambos fenómenos se deben a un tercero que es la buena cosecha; 3) si el razonamiento precedente es correcto, la exportación debería actuar como factor nivelador sobre la fluctuación de los precios en el país. Esta afirmación podría impugnarse recordando que Gdansk no siempre vendía todo lo que compn¡ba, al contrario, almacenaba una parte y especulaba con Jos p rec10s. !:'ero el único resultado de esta política de los mercaderes ue Gda nsk podía ser una cierta nivelación de las cúspides (en los años de mayores suministros una parte de éstos se almacenaba para los próximos años), siendo difícil suponer que cambiase la forma general de la cm·va. 2 El alcance efectivo de la zona exportadora es poco conocido. Acerca de esta cuestión véase las reflexiones de W. C:r,ermak, Handel zbozowy gdañski w XVII w." [El comercio cerealista de Gdansk en el s . XVII] Informes de las actividades y sesiones de la PAU, N.O 5, 1898, p. 8·9. No son muy convincentes las tesis de W. Achilles, "Getreidepreise und Getreidehandelbeziehungen europaischer Raume im 16 und 17 Jhdtr. ," Zeitschrift fiir Agrargeschichle und Agrarsoziologie, 1959, p . 32 y sgtes.

118

CAPITULO TERCEH.O

Es así porque nuestro modelo, llevado al. extremo, supone : 1) la posibilidad de vender en Gdansk cualquier cantidad de granos llevada a este puerto; 2) influencia preponderante del comprador organizado (comerciante extranjero y, más aún, el intermediario de Gdansk). Por consiguiente, en un año de mala cosecha, el comprador adquirirá menores cantidades (por ser más reducida la oferta), pero no tendrá motivo alguno para pagar. más. Sí así fuera, el gráfico de los precios pagados en Gdansk debería mostrar "cumbres niveladas" en comparación con otras ciudades de Polonia. Como se ve, también este razonamiento sugiere que la exportación ejerce una influencia niveladora sobre los precios internos. Al menos, tal sería el caso en un plano abstracto. Pero el fenómeno exige un examen más detallado. Si suponemos que el cereal producido por el campesino abastl¡'!ce la ciudad, y el producido por la reserva se vuelca en el mercado internacional, y si se repara que la parte comercializada de la producción campesina es muy inferior a la de la reserva, un año de mala cosecha pu.ede fácilmente producir una mengua catastrófica en el abastecimiento del mercado urbano, afectando mucho menos el suministro de granos a los puertos. Esto implicaría: 1) mayor fluctuación de los precios en las ciudades del interior que en los puertos; 2) que la exportación fomenta esta fluctuación en el interior en vez de nivelarla. Pero, por otra parte, el alza de los precios internos tiene un límite determinado por los precios imperantes en las ciudades portuarias menos el costo de transporte a estas ciudades. Mientras tanto, el precio en las ciudades portuarias es, según parece, eficazmente rebajado por el comprador (comerciante de Europa occidental o intermediario de Gdansk), cuya situación privilegiada se lo permite. Más importante aún es la intervención de dos tendencias opuestas: por una parte, la disminución gradual de las dimensiones medias de la explotación campesina ocasiona la reducción de la producción comercializada, de donde el peligro de que ésta desaparezca totalmente en un año de escasa cosecha, en resumidas cuentas, el

IJINAMICA A CORTO PLAZO

119

abastecimiento de las ciudades se vuelye de más en más precario; por otra parte, paralelamente se desarrolla otro proceso (no está descartado que entre ambos haya relación recíproca), el de ruralización de las pequeñas villas, lo cual reduce su dependencia del aprovisionamiento campesino. En definitiva, la hipótesis acerca de la influencia niveladora de la exportación sobre la evolución de los precios en el mercado intemo, paiace verosímiL ¿Será tal vez por esta razón que las sucesivas oleadas alcistas y bajistas son menos pronunciadas que en la Francia continental de la misma época? 1 • No está descartado , además, que precisamente este faclor, por obra del cual la fluctu ación de los precios es menos in tensa que la de las cosechas, sea al menos una de las causas de que 1a renta agrícola (tanto de la hacienda como del campesino) dependa de ias cosechas más que de los precios. Ahora bien, si consideramos que Jos precios en los mercados locales dependen: 1) de la cosecha; 2) de los precios de exportación, convendría analizar una por una todas las combinaciones posibles de los dos factores mencionados: a) mala cosecha en la región de Poznan coincidente con una tendencia · alcista en Amsterdam ; b) buena cosecha en Poznan coincidente con una tendencia bajista en Amsterdam; e) mala cosecha en Poznan coincidente con una tendencia bajista en Amsterdam; d) buena cosecha en Poznan coincidente con una tendencia alcista en Amsterdam. La dirección de las fluctuaciones en los casos a) y b) es evidente, quedando por determinar únicamente su intensidad. En cambio, en los casos e) y d), donde actúan fuerzas de dirección opuesta, podemos afirmar con toda seguridad que la resultante será más débil que cada uno de los vectores en cues· 1 Cosa que llam a la atención .:.u la publicación de M, Baulant y J. Meuvret, Prix des céréales ex traits de la mercuria/e de Paris, 1520-1698, t. ! : 1520-1620, París, 1960, y en k .S trabajos de Labrousse.

120

CAPITULO TERCE RU

tión (esto favorecería la tesis acerca de la acción niveladora do la exportación sobre los precios internos), pero es imposible prever cuál de las dos fuerzas resultará predominante. Los diagramas presentados al principio de este capítulo (uno relativo u las cosechas en la región de Poznan y los precios en Poznan, y otro, a los precios en PoznaÍ1 y en Gdansk) parecen indicar que, en la práctica, ambos casos eran posibles. De esta forma se ha cerrado el círculo de nuestro razonamiento. A la luz del material analizado hasta aquí podemos pasar ahora, según lo enunciado, a la demostración de la tesis según la cual el rédito agrario (el del señor y el del campesino) depende en mayor medida de las cantidades vendidas que del precio. Inútil decir que, en lugar de "demostrar la tesis", habría que decir "tornar más probable la hipótesis". Como hemos mostrádo, la gran elasticidad de la cosecha se descarga casi por entero sobre la parte mercantil de la producción, tanto por parte del señor como del campesino. Pues~ · to que la parte "natural" de la producción global, que, por lo que ya se ha indicado, resulta relativamente estable en el plano cuantitativo, es por ello mismo realmente estable por definición, las oscilaciones del rédito real total dependerán de las oscilaciones del valor real de la parte de la producción destinada al mercado, la cual oscila muchísimo en el plano cuantitativo. Las oscilaciones del valor real de la parte de la producción destinada al mercado serán, a su vez, la resultante de tres factores : 1) cantidades vendidas, 2) precios obtenidos, 3) precios de los artículos adquiridos. Puesto que los precios de los artículos comprados por los agricultores son relativamente estables, a breve plazo (a largo plazo ya no será así, como veremos en seguida), podemos prescindir por ahora de ellos y admitir que el rédito real de los productos agrícolas, proveniente de la parte mercantil de la producción, sea proporcional a la utilidad obtenida de ella, el cual es la resultante de los primeros dos factores arriba indicados. Si en un régimen económico aislado, en el que la demanda

121

I>INAMICA A C ORTO PLAZO

es estable, los precios oscilan de manera inversamente proporl:ional a las oscilaciones de la masa de mercancías (de la oferta), la resultante de esos dos factores tendrá evidentemente menor amplitud. Sin embargo, no es posible prever cuál de los dos factores tendrá mayor fuerza, y según cuál de los dos esquemas abajo indicados se desarrollarán las cosas. precio

precio x cosecha

cosecha

precio/~ precio x cosecha COSP.Cha

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Ya hemos examinado los argumentos a favor de la hipótesis según la cual las cantidades vendidas ejercerían una influencia mayor que los precios. Tratemos de verificar ahora empíricamente esta hipótesis, aunque en el estado actual de las investigaciones sea tarea muy difícil. Tratemos de examinar el problema en el plano microanalítico, y luego en el macroanalítico. La elección del objeto del microanálisis está determinada por el hecho de que las únicas fuentes que se hallan a nuestra disposición y que son utilizables -aunque parcialmentepara nuestros fines, se refieren a las reservas de la comarca de Poznañ. Como hemos visto, las ossilaciones de las cosechas en las reservas de la región y las oscilaciones de los precios en la

122

CAPITULO TERCEll O

ciudad de Poznan se hpllan ligadas entre sí por una correlación negativa. La resultante de esas dos curvus se distingue, naturalmente, por una menor amplitud de las oscilaciones (porque las dos curvas, al oscilar en direcciones opuestas, se nivelan parcialmente); pero en definitiva está más cercana a la curva de las cosechas que a la de los precios. En realidad, a las oscilaciones violentas de los precios corresponden oscilaciones más violentas aún de las cosechas. Podría decirse, ciertamente, que sobre el volumen de las entradas en dinero de la reserva inciden no las oscilaciones de los precios, aunque sí las oscilaci~mes de la masa de mercancías; sin embargo, como ya hemos demostrado, las oscilaciones de la masa de mercancías son las oscilaciones de la cosecha agigantadas, ya que estas últimas pesan casi p or completo sobre la parte del producto destinada al mercado. Por lo tan· to, si comprobamos que las oscilaciones de la cosecha son mayores que las de los precios, y sabemos que las oscilaciones de la masa de mercancías son má · fuertes que las de la cosecha, comprendemos claramente que !as oscilaciones de la masa de mercanc ías deben ser, con mayor razón, mayores que las de los precios. Si examinamos más de cerca las cifras dadas, veremos que en el curso de los dieciséis años tomados en consideración, la tendencia de las variaC'iones de los precios corresponde ocho veces a la tendencia de las variaciones de la cosecha. Estas casi n~ nos interesan, porque es obvio que la resultante de estos dos factores debe crecer o disminuir, con mayor razón, en esos años. En cambio, durante los otros ocho, en los que el movimiento de los precios procede de manera contraria al movimiento de las cosechas, sólo dos no confirman nuestra hipotesis (en 1590, la cosecha disminuyó con respecto al año anterior de 3,1 a 2,5, mientras que el precio aumentó de 40,5 a 51,8: por consiguiente, el producto de ambos factores aumenta un 3%; en 1596, la cosecha disminuyó de 3,2 a 3,1, mientras que el precio aumentó de 7'5,0 a 80,5: por lo tanto,

l oi NAM ICA A CO RTO PLAZO

123

l'i producto aumentó aproximadamente un 4%). Subrayemos

que en ambos casos, las divergencias con respecto a nuestra hipótesis son pequeñísimas. En los seis casos restantes, el f~ nómeno se desarrolló según nuestra hipótesis: el vendedor, al vender mayor cantidad de mercancías, gana más que lo que pierde a consecuencia de la disminución simultánea de los precios.

7.5.---------------------------------------, 7,0 6,5

-

cosec ha precio •••• cosecha x precio

6,o J,J

J ,O

4.0

J,O 2,J 2,0 I

,J

(fndic P. cal c ula dos según la ley de los mínimos cuadrados) Correlación entre las cosec has y los precios a escala microeco nó mica. Fuentes: cosechas datos de la hacienda Wilda (cosecha del Lrigo del año dado dividida por la cantida d sem brada el aflo precedente), J. Majewski, Econom(a de In hacienda f eudal... , op. cit. ; los datos sobre Jos precios del trigo en Pozna ñ han sido facil itados al autor po r el Prof. S. Hoszowski.

Sin embargo, es evidente que en condiciones normales, es decir sobre todo en períodos en los que no se m.anifiestan serias perturbaciones monetarias ni complicaciones en los intercambias internacionales, la curva del producto de la cosecha multiplicado por el precio oscila en una escala mucho más limitada que las dos curvas que la determinan. Ello significa que en el plazo corto, los fenómenos de mercado intro-

124

CAI'ITULO TERCERO

ducen cierta estabilización del valor real del rédito de los productores agrícolas, limitando la incidencia de las enormes oscilaciones de la cosecha. El mismo problema, siempre en escala microanalítica, también puede examinarse de otro modo. Tomemos las cosechas de la región de PoznaÍl (rendimiento del trigo en la reserva señorial de Wilda, igual al cociente de la cantidad de grano cosechado dividida por la cantidad de grano sembrado el año anterior) de los tres mejores y los tres peores años, y confrontémolas con los precios del trigo en la plaza de PoznaÍl J ,, . - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - , Primeras diferencias entre las cosechas J,O - - Primeras diferencias entre los precios

r666

r68o

Correlación e ntre las cosechas y los precios a escala m acroeconómica, entre 1665 y 1680. Fuentes: como índice de las cosechas se h a tomado la exportación de cereales a través de Gdansk en miles de last : S. Hoszowski, Ilandel Gdanska w ohresie XV-XVIII w. (El comercio de Gdansk en los siglos XV-XVIII), Cracovia, 1960, Precios del centeno en Gdansk según lectura aproxi mativa de los gráficos pp. 50a, 50b y 50c. J. Pele, Los precios en Gdansh ... , o p. cit.

125

I>I N AMlCA A Cl) l tTO P LAZO

i\ii os mejores

i\ños peores

Cosecha

Precio

Producto

5,8 5,8 4,6 2,2 2,u 2,8

40,2 49,0 75 ,5 120,0 85,4 70,0

233,16 284,20 347,30 264,00 222,04 196,00

1592 1593 1603 1604 1597 1616

En consecuencia, durante los años peores tenemos:

un rendimiento medio igual a 2,5 granos de cereal por grano sembrado, un precio medio igual a 91.,6; y durante los años mejores: un rendimiento medio igual a 5,4 granos de cereal por grano sembrado, un precio medio igual a 54,9. Para tornar concluyente la comparación debemos referir ahora a una base común estas magnitudes. Si suponemos 100 las magnitudes correspondientes al año peor medio, las magnitudes correspondientes para el año mejor medio serán: rendimiento igual a 216 precio igual a 60 producto igual a 129,6 con lo que el prodúcto del rendimiento multiplicado por el precio es superior en 114 al que tenemos en el año peor medio. Pero de este modo confrontamos el rendimiento y el precio, y no la masa de mercancías y el precio. Para acercarse a la realidad, admitamos por lo tanto que de la cosecha total corresponde sustraer un grano para la siembra del año siguie nte, y otro para el autoconsumo l. Por ello sustraemos de cada cosecha dos granos para acercarnos a las oscilaciones de 1 Este procedimiento n o es arbit rario. De esta manera procedieron los inspectores al evaluar el ingreso de la hacienda de Mlawa en 1777. Cf. Lus lracje Plockie, p. 130.

126

CAPlTULO TERCERO

la masa de mercancía, las cuales, como sabemos, son mucho más violentas que las oscilaciones de la cosecha. Vemos entonces que: en los años peores se destina a formar parte de la ma<;a de mercancías de cereal a 0,5 grano por grano sembrado; el precio medio es igual a 91,6 en los años mejores se destinan a formar parte de la masa de mercancías 3,4 granos de cereal por grano sembrado; el precio medio es igual a 54,9 Suponiendo nuevamente iguales a 100 los datos correspondientes a los años peores, las magnitudes correspondientes a los años mejores medios serán : masa de mercancías igual a 680 precio igual a 60 producto igual a 480. Por lo tanto, las entradas en dinero provenientes de la venta de la masa de mercancías son, en el año mejor medio, cuatro veces mayores que en el año peor medio; y ello a pesar de que los precios son inferiores en un 40%. En consecuencia, una vez más el resultado confirma nuestra hipótesis. Como hemos dicho, también puede examinarse el problema en el plano macroeconómico. Una estadíst ica de las exportaciones de los cereales polacos vía Danzig no se ha publicado hasta ahora. No puede fundarse en los datos de Kranhals, porque han sido convincentemente criticados 1 . Ultimamente, S. Hoszowski ha publicado datos que parecen fidedignos 2 , pero sólo en forma de diagrama. Podemos leerlos, por 1 D. Kranhals , "Danzi ng und der Weiehselha ndel in seiner Blüt ezeit. Wom XVI zum XVII Jhrl~. ", Deutschland und der Os len, t. 19, Leipzig, 1942 ; reseña de C. Biernat en Rocz nih Gdwiski, X lll, 1 954 , p. 224·231. 2 S. Hos:wwski, op eit., dia gra mas p . 50-a, 50-b, 50-c. Después de

IJlNAMICA A CORTO PL A Z O

127

lo tanto, con aprox imación en el diagrama, y correlacionarlos con los precios del centeno en Danzig. A título de ejemplo hemos tomado el período 1654-80. liemos debido recurrir a los precios del centeno, a causa de la falta de los datos relativos a los precios del trigo para el siglo :A'VII; pero ello no tiene importancia, porque nos interesan exclusivamente las oscilaciones de los precios, las cuales, por lo que atañe a los d os cereales principales de exportación, eran casi ciertamente paralelas (en el caso del trigo probablemente hayan tenido mayor amplitud). Como hemos dicho , el volumen de la exportación de cereales puede considerarse como un índice aumentado de las oscilaciones de la cosecha en el país. También con este método, y también para este período, hemos obtenido resultados análogos a los relativos a las reservas señoriales de la región de Poznañ durante los años 1584-1600: sobre siete casos en los que las cosechas y los precios varían en direcciones opuestas, sólo dos no cpnfirman nuestra hipótesis, mientras que los otros cinco sí lo hacen. Naturalmente aún est amos iejos de una plena verificación de nuestra hipótesis; pero la concordancia de los resultados obtenidos respec tivamen te mediante el análisis micro y macroeconómico en dos per íodos diferen tes, nos parece suficiente p;n a que podamos considerar probable a esta hipótesis ! .

.._ habe rse re dactado el p r<>sen te tra bajo, apare.:iNv n dos volúmenes de fue n· Les fundamentales: Z ródla do dziejów handlu uglugi C dan slw [Fuen tes para la h istoria del co m ercio y la navegación de ;d3nsk ¡, bajo la dirección de S. Hoszo wsk i, partic ul armente E . Bier!ktl., ::ilalysty ka obrotu to waro· wego Cdansk a w l. 16S J 18 15 [ Esta d ís t ica d el comercio d e Gdansk, 1651·18 15], Va rsovia , 1!)6~ , y . C ierszewski , S laty sty ha ieglugi Gdañsk, w l . 1670- 181 5 ! Es tad ística de la navegació n de G dansk, 1 670-181 5 ], Varsovia , 1963. Dejamos la vt?rificación de nuestras hipótesis a la luz de <·s l.a riquísima documentación para las inves l.igac iones ult eriotes. 1 Esta hipót esis ha s ido Juego veYificada por L Rychlikowa en su art ículo ya citado, y se ha visto comprobada, al m enos para los m ercad os impor ta ntes.

128

CAPITULO TERCER O

Tentativa de interpretación Por lo que respecta a las oscilaciones a breve plazo (en escala de algunos años), Labrousse y sus continuadores no extrajeron todas las consecuencias de un hecho que conocían perfectamente: que en el sistema feudal, crisis significa aumento violento del nivel general de los precios, mientras que en el sistema capitalista, por el contrario, crisis significa 200,------------------------------------~

1 9° 1 g0

-

pr~cio

del centeno en Gdansk en moneda corrien te precio del centeno en Gdansk cukulado en plata •••• exportación de cereales a través de Gdansk

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170

r 6o

130 120

!lO 100

90 8o

¡o 6o 50 .¡o 30 20

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0,_-o--.-.--.--.--r-.--.-.--.--.-.--.--.--r-1 r665

r68o

Precio del centeno en Gdansk y ex portacifm de cereales a través de Gdansk entre 1665 y 1680 (en cifras absolu tas). Fuente: las mismas que para el diagrama precedente.

UINAMICA A CORTO PLAZO

129

disminución violenta del nivel general de los precios. Ello ocurre porque en el sistema capitalista, por lo menos hasta 1939, las oscilaciones del nivel general de los precios guardan una correlación simple (positiva) con las oscilaciones del volumen global del rédito social, mientras que en el sistema feudal, estas dos magnitudes se hallan en correlación inversa (negativa). En el sistema capitalista, si la coyuntura es favorable, todo comienza a "funcionar": aumenta el grado de empleo de las fuerzas productivas, aumenta la ocupación, aumenta el nivel de los precios, aumentan los beneficios globales, aumentan las ganancias globales de la población. El índice-valor del rédito social aumenta doblemente, a consecuencia de la acumulación del aumento del volumen físico del producto nacional y del nivel general de los precios. No ocurre lo mismo en el sistema feudal. En un período favorable, la utilización plena de los factores productivos coincide con la disminución de los precios, porque, gracias al pleno rendimiento de los factores productivos, aumenta el rédito social. Crecen los beneficios y crecen los réditos de la población. Crecen sobre todo porque la disminución de los precios no incide en absoluto sobre la parte "natural", no mercantil, de la producción, que es casi siempre muy grande. Pero también crecen porque, por lo que atañe a la parte mercantil de la producción, las oscilaciones inversas de los precios nivelan sólo parcialmente las oscilaciones de su volumen global (cuando la cosecha es buena, el señor y el campesino, al vender más, ganan más de lo que pierden a causa de la baja de los precios; lo mismo vale para el artesano). En este sentido, mientras que en el sistema capitalista el índice-valor del rédito social tiene una amplitud de oscilaciones cíclicas superiores a las del índice del volumen físico del rédito social (la correlación del rédito social y de los precios es positiva, y en consecuencia ambos elementos se acumulan), en el sistema feudal, por el contrario, el índice-valor del rédito social (si fuese posible calcularlo) sería más estable

130

CAPI T U LO

TERC~~ RU

que el índice del volumen físico (correlación negativa, con efec tos de nivelación parcial) 1 • No parece difícil explicar esta diferencia. En el sistema capitalista, el aumento de los precios consti· tuye el estímulo que pone en movimiento las reservas. El aumento de los precios provoca la utilización de factores pro· duc tivos antes inutilizados, hace posible la co nexión de facLo· res productivos potencialmente existentes, pero no utilizados. En el sistema capitalista subsisten siempre reservas más o menos considerables. Existen, por lo demús, posibilidades ilimitadas de aumento del rédito naciona l, consistentes en la posibilidad de efectuar desplazamientos del empleo de ocupaciones menos productivas a ocupaciones más productivas, lo que ocurre asimismo mediante el estímulo del aumento de los precios. Así, en el capitalismo de libre competencia, el aumento de los precios es condición necesaria y suficiente.? para el aumento del rédito nacional. En el sistema feudal 3 , en tiempos normales, no h ay, en En condiciones totalmente diferente;;, pero lambién contrariamenlc a lo que ocurre en el sistema ca pital ista, una correlació n análoga (o sea, negativa) en t re la renta nac ional y los pr ecios, se ha procurado imponPr a veces en el sistema socialista , do n de t.eóricamente el aumen t o d e !a ren ta nacional puede conducir al aumen to d~ los ingresos reales de la població n mediante rebajas graduales de los precios de los arl ículos adquirido por ell a. Estos fenómenos producen también curiosas diferencias de psicol og ía social. En las sociedades ca pitalistas, especia! m ent.<' entre las dos guerras mundiales, la opinión pública demostraba inquietud ante cua lquier indicio de baja de los precios, en tanto que el alza despertaba con fianza. En las sociedades donde el cap italismo no penetró m uy profundamente, l
UINAMICA A COR'l'O PLAZO

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1í neas generales, reservas. No hay factores productivos inutilizados y potencialmente utilizables. Esta afirmación puede parecer paradojal, pero por nuestra parte estamos dispuestos a sostenerla. Evidentemente, en el sistema feudal existen, por regla general, muchos campos incultos o extensivamente cuiLivados, bosques no utilizados, yacimientos conocidos y no explotados, etc. Pero, ¿podrían utilizarse estas reservas potenciales en las condiciones dadas? Y, cosa más importante aún para nosotros en este momento, ¿dependía su eventual utilización del nivel general de los precios, o, más exactamente, del aumento de los precios? La respuesta que debemos dar a estas preguntas probablemente sea negativa. El factor que limita la utilización de estas posibilidades latentes es la mano de obra (espt:cialmente si se considera la técnica de producción manual, predominante en el sistema feudal); pero, por lo general, no existe mano de obra disponible. No nos dejemo. engañar por el hecho de que es característica de la época feudal la existencia de una multitud de mendigos, de vagabundos, de "hombres de nadie", de personas que viven permanentemente al margen de la sociedad organizada. Contrariamente a las apariencias, la mayoría de ellos estaba integrada en esa sociedad, le era en cierto sentido indispensable. La corporación de los mendicantes de Cracovia 1 es un ejemplo de ello; no sería difícil citar muchos otros ejemplos análogos. El sistema feudal no podía prescindir de los mendigos: éstos prestaban servicios· muy importantes, y bastante baratos, aun cuando no producían bienes materiales de ninguna especie. (Análogamente, el capitalismo no puede prescindir de los viajantes de comercio.) En cuanto a los grupos de la categoría que efectivamente no estaban integrados en la sociedad corporativa feudal, si bien existían físicamente (por lo demás, sólo se volvieron numerosos al declinar el feudalismo en Polonia), 1 A. Chmiel, "Dziady i Betelfochty krakowskic" (Los pordioseros y los "heltelfochts" d e Cracovia], en Szlúce Kralw wslúe (Bocetos cracovia· nos], d el mismo autor, Cracovia, 1939-1947, p. 88-9 0.

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CAPITULO TERCER O

en realidad no constituían, o lo hacían sólo en mínima medida, un factor productivo potencial 1 • Por lo tanto, si el factor que limitaba el empleo de las capacidades productivas potencialmente existentes estaba constituido por la mano de obra realmente existente y utilizable, todos esos factores productivos no utilizados a causa de ia carencia de mano de obra, "latente" o "excedente", todos esos campos, bosques y yacimientos no explotados, tenían, en las condiciones económicas dadas, un valor igual a cero. En el sistema capitalista, el rédito nacional puede aumentar de dos maneras: a consecuencia de la disminución de las reservas, es decir de la utilización de factores productivos antes no utilizados, o bien a consecuencia de un desplazamiento de la mano de obra de sectores menos rentables a sectores más rentables, o sea, en la práctica, de la agricultura a la industria. En el sistema feudal, esta última posibilidad no existe del todo (cuando el principio de la servidumbre de la gleba domina rigurosamente, y la inmigración a la ciudad se halla dificultada), o bien se halla muy limitada, o bien, por último, también cuando se realiza (normalmente en escala muy modesta), incide poquísimo en el aumento global del rédito social: sea porque el valor de la producción urbana constituye sólo una pequeña parte del rédito global de un país agrícola, sea porque el rendimiento medio del trabajo en el sector artesanal, a diferencia del rendimiento del trabajo en la industria en el sistema capitalista, no es muy superior al rendimiento del trabajo en el sector agrícola. En todo caso, si dicho proceso tiene lugar, no se desarrolla jamás por efecto del estímulo de los precios. En cuai1to al primero de los dos factores recordados, es decir la disminución de las reservas, en la medida en que tiene lugar (y en ciertos períodos se mani. 1 Assorodobraj o p. cit.; W. Dworzaczek, op. cit. Este último autor señala uno de los métodos por el cual los individuos socialmente degradados se incorporaban a la sociedad organizada, ocasionando por regla general la puesta en marcha de fuerzas prodúctivas latentes (por ej. m ediante la explo· tación de tierras baldías). Esto viene a confirmar nuestro análisis.

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DINAMICA A CORTO PLAZO

fiesta con bastante intensidad), tampoco tiene lugar bajo el estímulo del aumento de los precios. Nada indica que el señor haya estado menos dispuesto a asumir un "hombre de nadie,. como siervo y a confiarle una granja abandonada en un período de baja de precios que en un período de alza. Nada hace pensar que para un "oficial" haya sido más fácil independizarse y abrir una tienda a su propio nombre en un período de alza de precios, que en un período de baja. La relación entre las variaciones del nivel de los precios y las variaciones del volumen del rédito nacional y de las reservas en el sistema feudal no sólo está invertida respecto al modo en que se presenta en el sistema capitalista, sino que también tiene un carácter diferente. En el sistema capitalista, el aumento de los precios es el estímulo que pone en movimiento las reservas, y determina de ese modo el aumento del rédito social. En cambio, en el sistema feudal, la disminución del rédito social provoca el aumento de los precios. En el sistema capitalista, la prioridad lógica pertenece a la variac10n del nivel de los precios; en el sistema feudal, a la variación del volumen del rédito social. En el sistema feudal, la disminución del rédito social a breve plazo proviene casi siempre de fuentes extraeconómicas, como una cosecha escasa o la guerra, que provoca destrucción y desorganización (movimientos migratorios, etc.). En caso de mala cosecha, la disminución del rédito social no da origen a reservas de índole aJ·guna. Sólo en ciertos casos puede ocurrir que la disminución del poder adquisitivo de la población rural, debido a la escasez de la cosecha, impida transitoriamente la plena utilización de las capacidades productivas de las tiendas artesanales. En el caso de las destrucciones bélicas, y sobre todo de la desorganización de la vida económica debida a la guerra, la disminución del rédito social puede ser provocada por la formación de reservas productivas de carácter transitorio. En ambos casos, el retorno a la normalidad o la adaptación a una situación parcialmente cambiada se produce a través del mecanismo de mercado.

no

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CAPITULO TERCERO

El análisis que acabamos de efectuar confirma, nos p<•.rece, las hipótesis precedentemente formuladas en base a datos extremadamente escasos, hipótesis según las cuales eran favorables y prósperos justamente los períodos en los que el nivel general de los precios era bajo, o sea cuando las entradas tanto del señor como del campesino o del artesano aumentaban, aun cuando sus productos se vendieran a precios más bajos. Si el nivel general de los precios coincide con un alto nivel del rédito social global, estas hipótesis nos parecen muy verosímiles. Cuando hay mucho para repartir, las entradas aumentan; cuando hay poco, disminuyen. Queda por verse, no obstante, en qué proporción crecen o disminuyen las entradas de los diversos estratos sociales. Por lo que respecta al artesanado (relación maestro-aprendiz), la situación parece simple. La retribución correspondiente al aprendiz se abona en gran parte en t:!Species, y en esa medida es realmente estable, por definición. En esta misma medida, evidentemente, las ventajas que trae a¡,>arejadas un período favorable, son acaparadas por el maest-ro. En el período favorable, es decir, como dijimos, en el período en que los precios son bajos, el maestro iogra utilizar más plenamente, con toda probabilidad, sus propias capacidades productivas, y al mismo tiempo los precios de los artículos que pone en venta rio disminuyen en absoluto, o disminuyen más lentamente que los de los artículos que adquiere. Obtiene, pues, un aumento de su participación en el rédito social, con mucho superior al que obtiene su aprendiz. Exaininemos ahora las relaciones entre el señor y el campesino. El propio carácter de la granja ·campesina, que es la menor parcela suficiente para nutrir a la familia del campesino y reproducir las fuerzas de producción, implica por definición una estabilidad relativa del valor real de las entradas en el curso de las oscilaciones a breve plazo. Puesto qüe el señor se apropia de la casi totalidad del excedente, y puesto que las enormes oscilaciones del producto global comportan oscilaciones más intensas aún del excedente, está claro que las

UJNi\MICA A CORTO PLAZO

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oscilaciones del rédito real del señor deben ser notabilísimas. Naturalmente, ello no contradice el hecho de que las oscilaciones del rédito real del campesino, aun siendo mucho menores, puedan tener para el campesino consecuencias extremadamente importantes, favorables o trágicas. Un año bueno (cosecha abundante, aumento del rédito nacional, baja de precios) significa por lo tanto un aumento del rédito· real tanto del señor como del campesino, pero un aumento incomparablemente mayor del rédito del primero que el del segundo, y por ende un aumento de la disparidad en la repartición del rédito social. Un año malo tiene un resultado opuesto 1 •

1 Recordemos que la disminución del ingreso real del campesino en tal año es hasta cierto punto atenuada por el sistema de aplazamiento de las prestaciones en favor del señor.

Capítulo IV

Dinámica a largo pl::1zv

La idea de estudiar por separado los fenómenos a largo plazo con respecto a los de corto plazo, puede suscitar, evidentemente, diversas objeciones 1 . Para un positivista clásico, así como los fenómenos macroeconómicos son una resultante de los microeconómicos, los fenómenos a largo plazo son una resultante de los de corto plazo. Personalmente mantengo, por el contrario, que las variaciones a largo plazo, los procesos de desarrollo "no son en absoluto una simple resultan te de los procesos a corto plazo" .:; como dice F. Perroux, "la croissance n'a de signification. . . que comme phénomene de transformation des structures" 3 . Se puede poner en duda esta afirmación desde el punto de vista ontológico, pero seguramente ello no puede hacerse cuando se trata del método de las investigaciones que apuntan a la construcción de modelos. Toda una serie de variables, de las que tenemos el derecho de prescindir en las investigaciones acerca de los fenómenos a corto plazo (en primer lugar las variaciones de la técnica productiva, y por ende del rendimiento del trabajo, y las variaciones demográficas), se convierten en elementos fundamentales del razonamiento en las investigaciones relativas a fenómenos a largo plazo. Al mismo tiempo, toda una serie de fenómenos de corto plazo, pero reversibles y no acumulativos, pueden dejarse de lado en 1 J . Topolski , " T eoria ekonomiczna ustroju feudalnego" [Teoría económica del sistema feudal]. Al margen del libro de Witold Kula, Ekono· mista, 1964, p. 1 37-144. 2 l. Svennilson, "Growth and Stagnation in the European Economy", en J::con o mic Commission for Europe, Columbia, U. P ., 1954. 3 F. Perroux, "Introducción al ensayo La croissance écono mique fra nc;aise. . . " en la colección "[neo me and Wealth " , Serie III, 1953.

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CAPITULO CUARTO

el caso de una investigación relativa a fenómenos de largo plazo . La tarea principal de las investigaciones de los fenómenos de largo plazo consiste, por ende, en individualizar los fenóm enos continuos o recurrentes que, obrando acumulativamente, conducen a transformaciones estructurales. No es fácil tratar las tendencias de largo plazo en la economía polaca de los siglos XVI, XVII y XVIII. La enorme cantidad de las investigaciones realizadas hasta la fecha nos permite darnos cuenta, aproximadamente, de ias tendencias en juego, pero la falta de investigaciones cuantitativas y macroeconómicas hace difícil trazar su balance; y precisamente ese balance tiene máxima importan cía para nosotros. El problema fundamental en este caso es evidentemente el del rendimiento social medio del trabajo, especialmente en el sector económico cuantitativamente dominante, es decir, la agricultura. Las variaciones del rendimiento del trabajo pueden derivar de transformaciones de la técnica product iva o de transformaciones de las instituciones sociales (empleando esencialmente la misma técnica, el campesino rinde menos trabajando en las tierras de la reserva señorial que en su granja) . El problema puede estudiarse mediante sondeos, sobre la base del material concerniente a esta o aquella propiedad, a condición de que las fuentes contengan, para un período suficientem ente largo, datos suficien tes acerca del empleo efectivo de mano de obra. Además, puede afrontarse el problema en el plano macroeconómico. Consideremos el período que va desde alrededor de 1550 hasta fines del siglo XVIII. No teniendo a nuestra disposición datos relativos a las variaciones del rend imiento del trabajo en la agricultura durante este período , tratemos de examinar las variaciones del área cultivable y de los efectivos de mano de obra que la cultivaban. En la era feudal , la superficie de los terrenos cultivados cambia frecuente y bruscamente. Destrucciones bélicas y epi-

l>IN;\MJC/\ A J.ARliU PLi\ 7.0

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demias la reducen en forma sorpresiva, pero tarde o temprano se regresa al punto de partida. Ya que aquí nos interesan las variaciones él largo plazo, dejemos de lado tales perturbaciones y dediquemos en cambio toda nuestra atención a la comparación entre los dos momentos extremos: la segunda mitad del siglo XVI, y las postrimerías del siglo XVIII. Ambos motn8ntos estuvieron precedidos de una época bastante prolongada de estabilidad económiCa y poiítica, lo cual nos permite prescindir de las variaciones a corto plazo. En estas condiciones, las mod ificaciones del área cultivable corresponden sobre todo a la roturación de los terrenos incultos, es decir, a la historia de la colonización. E 11 la historiog-rafía polaca se han desarrollado investigaciones sobre la colonización, llevadas a cabo por numerosos e ilustres estudiosos, quienes han dado en este campo, pruebas de verdadera maestría. Sin embargo , la inmensa mayoría de estas .investigaciones se limitó al medioevo. Nada hay de extraño en esto, porque " la historia socioeconómica de la Edad Media no es otra cosa que la historia de la colonización" 1 La colonización de los tiempos modernos atrajo la atención de poquísimos estudiosos (I. T. Baranowski, W. Rusiúski 2 ) . Sólo la "escuela de Bu.'1ak" elaboró un método (las así llamadas investigaciones acerca de las variaciones del paisaje) capaces de ofrecer materiales útiles a nuestro objetivo_.? . El 1 F. Gujak, Historia osad nic twa zie m polshich w hróthim zarysie [Bn~­ ve esquema d!! la hi storia de la colonización in terior en Polonia] , Varsovia, 1920. 2 Inle resa ntes observaciones metodológicas con wspecto a las in vesti gaciones ~obre la <.:olonizació n interio r en :a Edad Moderna las encontram os en T. Lalik, reseiia de la obra d e J . War~zak, Osaánictow hasztelanii iowic lúej [ Colo n iza ción int<:ri or e n la castellan ía de f_.owicz] Kwart. H isl'. Kult. Mal., 1 %4 , NO 2 , p . 2:!2-24 0 . 3 K. J . }Uad ylowicz., Zmiany k rajobrazu i ~·ozwÓJ osaánictwa w Wielkopolsce od Xl V do X f X w . [Mo dificación del paisaje y desarrollo de la col o n iza~ ió n en la provincia de Poznañ e n tre io~ siglos XIV y X IX), Lvov, 1932 ; y del mismo autol", "Zmiany krajobrazu ziemi lwowskie j o d pol o wy V w. do poC Z<¡tku •7 X ;,·. ·· [:'víodificación del paisaje e n la regió n de Lvov desde la mitad del si~l o XV ha.;ta princ ipios dei XX] l !n S tudia z historii sp o!ecz nej i gospodarczej p oswiqcune prof- dr. Fr. Bujalwwí, p . 101-1 32.

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CAPITULO CUARTO

punto de partida de tales investigaciones consiste en recoger material rico y posiblemente completo respecto a la limitación del área de los bosques y de los pantanos. Por cierto que una zona que no sea boscosa ni pantanosa no debe ser necesariamente cultivable del todo 1 ; pero es lícito suponer que el área sustraída al bosque y al pantano haya sido reducida al cultivo por parte del hombre. De los cálculos realizados por Hladylowicz 2 resulta lo siguiente: Superficie total de la Gran Polonia (Wielkopolska) Superficie de las zonas boscosas y pantanosas en la segunda mitad del siglo XVI Superficie de las zonas boscosas y pantanosas hacia fines del siglo xvm

32.393 13.266 9.956

Resulta de ello, en consecuencia, que el área cultivable en la Gran Polonia de la segunda mitad del siglo XVI era iluerior a 19.127 K.m2 (32.393-13.266), y que hacia fines del siglo XVIII, en la misma región era inferior a 22.437 Km2 (32.393-9.956). El aumento del área cultivable habría sido, pues, de 3.310 Km2 (13.266-9.956); este último dato es más atendible que los anteriores. Si la superficie cultivada durante la segunda mitad del siglo XVI hubiese ascendido efectivamente a 19.127 Km2 , un aumento del 17,3% en el lapso de más de dos siglos. Puesto que el área efectivamente cultivada en la segunda mitad del siglo XVI era inferior a 19.127 Km2, el mismo aumento debe corresponder a un porcentaje más elevado. Sin embargo, ese resultado nos parece demasiado optimista 3, ya que no tiene en cuenta los terrenos abandonados. Siguiendo un método diferente y más atendible, J. Topolski calculó que entre fines del siglo XVI y fines del K. J . Hladylowicz, op. cit., p. 77. 2 Ibid.,p. 78. 3 Fue J. Topols ki quien, con toda la razón, llamó la atención sobre este punto, loe. cit. 1

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siglo XVIII hubo no un aumento, sino una disminución del 14% del área cultivada 1 . Pero, ¿no será este resultado, a su vez, demasiado pesimista? ¿Sabemos acaso cuántos eran los terrenos abandonados que, aun siendo tales jurídicamente, eran en realidad utilizados de una manera u otra por el señor, o dados por él en arriendo a los campesinos? Durante el mismo lapso, la población de la Gran Polonia aumentó en un 3% 2 • Y este porcentaje constituye el límite inferior de la valuación. Por lo tanto, si admitiéramos que, contrariamente a los datos de Hladylowicz, el área cultivada en la Gran Polonia se restringió levemente o incluso quedó sólo estacionaria, mientras que la población de esa región aumentó, aunque sea poco, ello significaría que el área cultivable de cada agricultor sufrió probablemente una reducción de menos del 10%, o a lo sumo de menos del 20%. Pero la Gran Polonia es una región de antigua colonización. Si examinásemos, por ejemplo, la Pequeña Polonia (Malopolska), donde, en los tiempos modernos, la colonización se impulsaba hacia tierras cada vez más altas de la zona montañosa (Podgórze) y sobre todo se extendía hacia la frontera oriental, el aumento del área cultivada parecería evidentemente mucho mayor. Hladylowicz obtuvo un porcentaje menor para la región de Lwow 3 . Pero esto resulta del hecho de que su método no es aplicable para el estudio de esa región geográfica: las tierras de la Ucrania occidental están situadas en una zona de transición entre la zona de los bosques y la 1 J. Topolski, Gospodarstwo wiejskie w dobrac h arcybiskupstwa gnieinieñskiego od XVI do XV!l! w. [La economía agrícola en los dominios arquiepiscopales de Gniezno entre los siglos XVI y XVIII], Poznañ, 1958, p. 148. 2 W. Kula, . "Stan i potrzeby hadan nad demografi¡¡ historyczn'l dawnej Pplski" [El Estado y las necesidades de las investigaciones en el campo de la demografía histórica de la antigua Polonia] en Roczniki Dz iejów Spoi. i Gosp., XIII, 1951, p. 104. 3 K. J. Hladylowicz, Zmiany krajobrazu z iemi lwowskiej. . . cit., p. 111.

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C:J\ 1'1'1'

L O CUARTO

de las estepas, y en consecuencia el proceso de roturación se desarrollaba a lo sumo sin que fuese necesario talar bosques. Sin embargo, por otra parte, al aumento probablt~mente más considerable del área cultivada en la Pequeña l'olonia respondía un aumento mucho mayor de la población, y en consecuencia movimientos migratorios de otras regiones polacas y particularmente de Masovia. Por lo tanto, el cambio del área cultivable en el caso de la Gran Polonia es casi ciertamente inferior a la media nacional ; pero también es inferior a la media nacional el aumento de la población en esa región. _ o es por ello im probable que el índice nacional fuese sólo levemente más favorable que el relativo a la Gran Polonia . Para poder pasar de los datos relativos a las variaciones del área cultivable de cada agrícultor a los relativos a las variaciones del ren dimiento del trabajo en la agricultura, son necesarios ahora los datos relativos a las variaciones del rendimiento de la tj.erra por unidad de superficie cultivada. En el per:íodo en cuestión, tal productividad disminuyó. N o nos parece que haya disminuido (comparando los puntos límites del período) cuanto pensaba R utkowski 1 ; pero la tende ncia de las transformaciones por él verificada, nos parece exacta. Topoiski, quien reconoce que en los inventarios, los datos relativos a la cosecha son habitualmente inferiores a la realidad, sostiene que hacia fines dei siglo XVl, la cosecha era igual a 5, y hacia fines del siglo XVIII a 3,5-4 granos por cada grano de cereal sembrado 2 ; eso significaría una disminución muy irnpor tante, igual cuando menos al 20%. Pero no olvidemos que en los inventarías se habla sólo de las cosechas en las tierras de los señores. Las cosechas de los campesinos, 1 Rutkowski, b:.sándose en las " actas de inspecc ión" , •·c>rn paró la can· ti dad de granos c¡u c e ra dedu cida en los di ferentes períodos para la siem bra. Pero estas c ifras, al parecer , incluy en ta mbién elemen tos conve nci onales , reflejando ~obre todo el au mento de !os priviJe¡:1os fiscales de la n o bleza, ya que dic has d educciones eran asimismo aprovech a das para reducir las cargas im positivas. 2 J. Topolsk i. o p . cit .. p . 217 .

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cambio -tal como lo atestiguan numerosas fuentes de diverso género- eran más elevadas que las de los señores 1 , Yil fuera porque las tierras de los campesinos estaban mejor Hhonadas, o porque el campesino trabajaba mejor én la suya rropia. En consecuencia, no es improbable que la media nacional esté disminuida en menos del 10%. Por lo tanto, si disminuyó ligeramente la superficie de terreno para cada trabajador agrícola y si disminuyó el rendimiento agrícola por unidad de superficie, deb ía disminuir necesariamente, también en mayor proporción, el rendimient o del trabajo en la agricultura. Esta conclusión se confirma por el hecho de que a fines del siglo XVlii, la exportación de cereales polacos estaba muy por debajo del nivel alcanzado a comienzos del siglo XVII. Puesto que en el lapso comprendido entre esas fechas no se manifiesta ningún desarrollo importante de la urbanización; puesto que no se puede suponer un aumento del consumo de la harina por persona; puesto que ya hemos admitido que la exportación constituía un índice aumentado de las cosechas en la cuenca del V ístula, si en estas condiciones la exportación disminuyó en una medida que no puede explicarse con el aumento de la población, la única explicación posible está en la disminución de las cosechas. Tanto más que en el mismo lapso probablemente se hayan extendido los límites geográficos de la zona exportadora y se comprimieron ciertamente algunos desplazamientos en la distribución de los terrenos para provecho de los estratos sociales de más elevado coeficiente de comercialización (es decir, en beneficio de los nobles y en detrimento de los campesinos, para ventaja de los magnates y desventaja de los nobles). Tratemos de dar una representación gráfica del problema,

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1 Ejemplos, entre muchos, véase en J. Topolski, op. cit. p. 213. En Lodo nuestro razonamiento suponemos que el rendimien t o po r grano cambia proporcionalmente al rendimiento por unidad de supe rficie; se trata de una simplificación admisible desde el punto de vist a de los propósitos ·que aquí perseguimos.

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CAPITULO CUARTO

comenzando por la economía de la reserva señorial. Para destacar la tendencia a largo plazo tomemos en consideración la comparación entre los puntos extremos, sin tomar en cuenta la subdivisión interna del período.

Durante este período crece indudablemente la población rural sometida a la servidumbre de la gleba (A); también crece, indudablemente, el nivel medio de las prestaciones feudales (B). Por lo tanto aumenta -y en una medida superior a la de cualquiera de ambas magnitudes- su producto, es decir, el total de la fuerza de trabajo a disposición del señor (A x B). Además crece seguramente el área de las reservas señoriales ( C). Por lo tanto, el problema se plantea en estos términos: ¿qué aumenta más rápidamente, A x B, o bien C? ¿El total de la fuerza de trabajo de que dispone el señor, o el área que hace cultivar? Si, como parece probable, 11 x B aumenta más rápidamente que C, es decir, si el total de la fuerza de trabajo utilizada para el cultivo de las reservas señoriales aumenta más rápidamente que su superficie total, mientras quedan sustancialmente invariados los instrumentos y métodos de cultivo, se deduce que el rendimiento del trabajo (x ·= C/ [A x B]) en las tierras de las reservas señoriales disminuye a largo plazo. Debemos suponer además que el rendimiento del trabajo de un campesino disminuye más rápidamente que el rendimiento de una unidad de superficie de la tierra de las reservas señoriales (la disminución del rendimiento del trabajo resulta parcialmente compensada por el aumento cuantitativo del trabajo realizado). Pasemos ahora del problema de las tierras de las reservas

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,. ñoriales al de la totalidad de los terrenos cultivados en el plano nacional (tierras de las reservas más tierras de los campesinos). Los elementos de nuestro razonamiento serán los Higuientes: aumenta la población rural que cultiva la totalidad ele los terrenos (ésta es la misma magnitud A del razonamienl.o precedente); el área cultivada aumenta en lo que respecta u las reservas señoriales (e en el caso anterior) y disminuye en lo que atañe a las granjas de los campesinos (D). Lo que importa saber es si e aumenta más de lo que disminuye D, o viceversa. Parece posible aceptar la primera hipótesis y admitir e~ aumento de e +D. Se plantea ahora esta pregunta: ¿qué aumenta más, A ó C + D, es decir, la población rural o la superficie cultivada del país? Parece que aumenta más rápidamente la población rural; en tal caso disminuirá el rendimiento del trabajo en el conjunto de la agricultura polaca, aunque menos que lo que ocurre en las reservas señoriales. También el rendimiento de los terrenos será una magnitud decreciente, si bien menos en el conjunto de la agricultura polaca que en las reservas señoriales. Resultaría que tanto el rendimiento de los terrenos como el del trabajo disminuyen más en las reservas señoriales que en las granjas de los campesinos. Esta afirmación puede dar lugar a un malentendido. Se puede objetar que a fines del siglo XVI, Gostomski invita a los nobles a observar los métodos de cultivo seguidos por los campesinos para aprender de ellos, mientfas que a fines del siglo XVITI encontramos en el Pan Podstoli de l. Krasicki una aldea que vegeta en la miseria, junto a una reserva señorial manejada de manera brillante. Esto es verdad, pero el hecho de que la disminución del rendimiento del trabajo y de los terrenos sea menor en la tierra de los campesinos que en la de los señores no excluye en absoluto la miseria de los campesinos. El tenor de vida de los campesinos era, de hecho, la resultante del rendimiento de la tierra del área que poseían y del número de personas a alimentar. ¿Qué importa que el rendimiento de la tierra, según nuestro razonamiento (en caso de que éste se confirme en investigaciones ulteriores), haya

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CAPITULO CUARTO

disminuido lentamente, si al mismo tiempo disminuía el área media de la granja campesina y crecía el número de bocas que saciar? N o obstante, semejante razonamiento es muy incierto. ¿Cuál era, para las granjas campesinas, el balance del aumento de la población y del aumento de las prestaciones? ¿Cuál era la relación entre la resultante de estos dos factores y el área decreciente de las tierras de los campesinos? ¿En qué medida podía compensar el aumento del trabajo invertido, para la familia del campesino, la disminución del área de la granja? Todos estos problemas deben estudiarse atentamente. Encaremos ahora el problema de las variaciones a largo plazo de la economía polaca en los siglos XVI-XVIII desde el punto de vista de las tendencias de larga duración que se manifiestan en ella. Tales tendencias .consisten, como hemos dicho, en innumerables hechos que se verifican periódicamente o en forma continuada y cuya acción es irreversible. Sus efectos se acumulan y provocan un cambio de estructura. Dichas tendencias expresan al mismo tiempo las contradicciones ínsitas del sistema, y sobre todo las contradicciones de clase. Ya hemos hablado de algunas de ellas; las otras son universalmente conocidas. Recapitulémoslas: 1) tendencia a reducir las dimensiones de la granja campesina de modo de llevarla por d~bajo del punto óptimo, en el cual puede considerársela la parcela mínima suficiente para nutrir una familia campesina y para reproducir las fuerzac de producción; 2) tendencia contraria por parte de los campesinos, a producir a cualquier costo excedentes para la venta, y a estabilizar una relación con el mercado; 3) tendencia a unificar y a aislar económicamente la gran propiedad terrateniente; 4) proceso de concentración de la propiedad de la tierra en manos de los latifundistas; 5) tendencia del latifundio a "naturalizar" la actividad de producción y de transporte.

Dl NAMlCA A LARG O PLAZO

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Sostengo que tales son las tendencias más importantes de la economía polaca en los siglos XVI-XVIII, tendencias que derivan de contradicciones internas. Ellas se manifiestan, no obstante, en una economía que no está en absoluto separada del mundo, sino que, por el contrario, está unida a él por lazos de importancia esencial para la clase dominante. Los procesos que s~ desarrollan en el mundo circundante, especialmente en los países con Jos que Polonia tiene estrechos lazos económicos (pero también en países lejanos, con los que no tiene ningún contacto económico direcLo ), provocan, con el andar del tiempo, una variacíón de los elementos del cálculo, un cambio de las condiciones exteriores. De este modo cambian elementos esenciales que no pueden ser controlados ni por el noble aislado, ni por la nobleza polaca en su conjunto . En el estado actual de las investigaciones, es imposible describir con precisión los proeesos a que aludimos. Todos ellos deben influir, Je alguna manera, sobre las razones de intercambio en las que entraba el noble exportador, es decir, sobre los terms of trade. El problema es que los términos de intercambio de Danzig, de Szczecin (Stettin ) o de Królewiec (KSnigsberg, actualmente Kaliningrado ), considerados desde el enfoque del cálculo de los nobles, jamás se han estudiado seriamente. A mi parecer, los procesos más importantes podrían definirse de la siguiente manera: 1) aumento de los precios de los productos exportados por el noble, sobre todo de los cereales, y en particular del trigo; aumento inicial (siglo XVI) muy rápido, luego más lento (hasta alrededor de 1660), y luego, después de una merma momentánea a fines del sigio XVII, lento pero casi constante (para todo el siglo XVIII}; 2) disminución de los precios relativos de algunos artículos de importanción, debida a la va.lorizacíón, por parte de las potencias europeac;, de sus colonias de ultramar (especias, azúcar, etc. );

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3) una disminución más leve {pero también indudable) de los precios relativos de otra categoría de artículos de importación, a raíz de los progresos efectuados en el campo de la técnica y de la organización de la producción (tejidos, papel, hierro, etc.). Un proceso sustancialmente análogo se desarrolla también en el mercado interno, en los mercados de las ciudades y de los pueblos polacos. También aquí, por ejemplo, el precio del trigo aumenta mucho más rápidamente que el precio del papel. Sólo que la divergencia es mucho menor aquí (el aumento de los precios de los productos agrícolas resulta frenado por la política de las ciudades, y sobre todo por la competencia de numerosos vendedores-campesinos; la disminución relativa de los precios de los artículos artesanales, pese a ser facilitada por la política de las "tarifas voivrxliales", se cumple más lentamente, porque es más lento el progreso en la técnica, y sobre todo en la organización económica de la producción). Por lo tanto, un pequeño noble o un campesino próspero que vende o compra en el mercado local, sólo extrae un beneficio mínimo de los procesos en cuestión. El acceso directo al mercado mundial, la posibilidad de llegar directamente a la ciudad portuaria, representa de por sí un enorme privilegio económico. Sería interesante saber si ello no determinó parcialmente el proceso que hemos constatado, de concentración de las posesiones rurales en manos de los magnates. El latifundio no era superior a la propiedad de un noble medio, ni por la técnica productiva, ni por la organización de la producción, ni por el rendimiento del trabajo, ni por el de la tierra. Sin embargo no debe excluirse que, justamente a causa de la posibilidad de acceso al mercado mundial, el latifundio diese resultados económicos muy superiores, cuando menos durante una buena parte del período aquí examinado. No debe excluirse que en la segunda mitad del siglo XVIII este estado de cosas haya cambiado parcialmente, y que ésta haya sido una de las razones de la consolidación

I>I NAMICA A LARGO PLAZO

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•·conómica -entonces verificada- de la así denominada nobleza media. Pero tampoco entonces debe haber sido ésta la razón principal de esta transformación: por el contrario, el privilegio de Jos latifundios de estar en contacto directo con el mercado mundial, privilegio que en la segunda mitad del siglo XVIII sigue existiendo, aunque resulte acaso un tanto debilitado, se nivela en virtud de otros fenómenos que acompañan el desarrollo excesivo del latifundio y que actúan en su detrimento. Intentemos, no obstante, una verificación empírica de las hipótesis aquí formuladas acerca de las variaciones de las razones de intercambio en la época que nos interesa. Antiguamente, los estudiosos de la historia de los precios dedicaban mucha atención al problema del así llamado "poder adquisitivo del dinero" 1 • Algunos creían optimistamente en la posibilidad de reconocer, e incluso de representar mediante cifras, sus variaciones; otros, pesimistas, dudaban de ello. Hauser expresó su propio pesimismo con las siguientes palabras: "Para saber cuál era el valor de cien mil francos en los bellos tiempos del Segundo Imperio, es mejor remitirse a Zola . . . [Zola o Balzac] mejor que a las estadísticas, sabrán situaros a un rico burgués en su ambiente, mejor que los cálculos os revelarán el poder adquisitivo relativo a su tiempo y a su clase, las rentas, los réditos provenientes de la tierra, las especulaciones exitosas o ruinosas de sus protagonistas . . . ¿Poder adquisitivo? Un problema insoluble, más aún, diría un problema que no puede plantearse, históricamente, en términos numéricos" 2 • No obstante, el problema, incluso planteado en estos términos, ha seguido y aún sigue siendo discutido 3 . 1 Aunque ya Sombart consideró este problema como insoluble (Der m oderne Kapitalismus, München, 1 919, t. I, 2, p. 555 ). Ani.ilogamen te, Joan Robinson afirma hoy que "el poder adquisitivo d el dinero es un concepto metafísico (Akumulacja kapitalu, Varsovia, 1958, p. 41 ). 2 H. Hauser, Recherches et documents sur l 'histoire des prix en Fran· ce de 1500 a 18 00, París, 1936, p. 82. 3 E. J. Hamilton, The History of Prices befare 175 0, en XI Congres Interna tional des sciences historiques, Stockholm 1960, Rapports, París, 1960, p. 144·164.

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CAP ITULO CU ... RTO

Ello está efectivamente planteado en términos erróneos. Es ilifícil resistirse a la impresión de que su planteo haya estado determinado por la posición social del historiador moderno. EÍ historiador, casi siempre un profesor universitario que vive de la retribución de su trabajo, en base a su propia experiencia social conoce una sola situación: cobrando el sueldo, se investiga cuál es el poder adquisitivo de ese dinero, y cómo cambia el mismo en el tiempo. Pero el trabajador asalariado, y sobre todo por una compensación abonada exclusivamente en dinero, es un fenómeno tan raro en los períodos preindustriales, que una situación de esa índole, por lo que a esa etapa atañe, debe considerarse como absolutamente excepcional. El noble polaco no se preguntaba cuál era el poder adquisitivo del dinero, sino más bien cuál era el poder adquisitivo de íos productos que vendía, respecto a los que compraba. Lo mismo puede decirse del campesino o del artesano. Y éstas son las categorías sociales fundamentales que se manifiestan en el mercado. La disminución del poder adquisitivo del dinero respecto a los artículos adquiridos podía ser compensada, y quizá más que compensada, por el aumento de Jos precios de los productos vendidos, o viceversa. Las relaciones de intercambio pueden, pues, oscilar diferentemente, e inclusive en sentido contrario, respecto al "poder adquisitivo del dinero" calculado en abstracto. Se sabe aproximadamen te qué vendía el noble polaco, tanto en el plano microeconómico como en el macroeconómico. Lo sabemos gracias a algunos estudios monográficos acerca de determinados latifundios, y a la estadística de las exportaciones de Danzig. En cambio no sabemos tan bien qué compraba el noble. La estadística de las importaciones es menos exacta, y por lo demás no es lícito suponer que todo el volumen de las mercancías importadas estuviese destinado a satisfacer las necesidades de la nobleza. Más podría servir un análisis de las "cuentas", de los "recordatorios" conservados en enorme abundancia er. Jos archivos de los magnates; estaban destina-

1111-lAMICA A LARGO PLAZO

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dl)s a los empleados encargados de dirigirse a las ciudades po rtuarias con el grano para la venta y hacían la lista de los productos a comprar 1 • Sin embargo, dado que aún no se ha r 'alizado hasta ahora un trabajo de esa índole, y que nosot ros intentamos, a toda costa, tornar verosímil en el plano l'mpírico nuestra hipótesis, debemos recurrir a una aproxima!'ión más "grosera". Hemos adoptado el precio del centeno como índice del precio de los productos vendidos por los nobles. Es verdad que a largo plazo, los precios del trigo aumentaban más; pero los de la madera y de los p roductos forestales aum entaban menos; por lo tanto, nuestra elección del precio del centeno como índice del precio de todo el surtido en venta, parece justificada. El siguiente paso a dar en una investigación de esta índole debe consistir en establecer la composición del surtido vendido y calcuJar para él el índice estimado. Más difícil resulta el problema de los artículos adquiridos: para afrontarlo, en el estado actual de las investigaciones, hemos debido acudir a un procedimiento más arbitrario. l-Iemos lom ado: 1) tela de buena calidad, 2) papel de primera calidad, 3) vino francés, 4 ) café, 5) pimienta. Hemos calculado cuánto costaba, en cada uno de los años que hemos tomado en consideración, una "cesta" que eontuviese un brazo de tela, una resma de papel, un barrí! de vino, una ;'piedra" (medida equivalente a cerca de 16 Kg) de pimienta, una de café y una de azúcar. Evidentemente, esta composición de la "cesta" es arbitraria, pero por ahora no podemos proceder de otro modo; será tarea de investigaciones ulteriores el establecer cómo se hallaban realmente compuest as las compras de los nobles y de los magnates. Admitamos luego, para simplificar, que el precio del centeno refleja de igual manera el p re1 S. Rostworowski, "Co s:t.lachic polski kupowal w Gdaósku, Materialy l:úsLoryczne z lat 1747·1757 z archi wmn rodzi nnego " ( Qué compraba el noble polaco en Gdan sk, Doeumentos históricos de los años 174.7·1757 Lomados de los archivos familiares ] en Rocznik Gdarís/
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CAPITULO CUARTII

cio del surtido de mercal)CÍas puesto en venta tanto por ul magnate como por el noble, incluso si probablemente ello no es del todo exacto, porque el noble vendía probablemenL menos madera y productos forestales, y por lo tanto sus entradas debían aumentar un poco más rápidamente que las del magnate. Admitamos además que la composición de las adquisiciones del noble y la de las adquisiciones del magnate sea idéntica, y que sólo ·sean diferentes las cantidades respectivamente compradas por ellos: tal hipótesis se justifica por el hecho de que los nobles trataban de imitar el modo de vivir de los magnates. Admitamos además que el magnate vendiese sus productos a Danzig y que el noble medio o pequeño, que no estaba en condiciones de organizar el transporte a larga distancia, vendiese sus productos en el mercado local. Calculemos ahora, por una parte, el precio de una last de centeno, y por la otra el ·precio de la "cesta" de artículos adquiridos, primeramente en el mercado de Danzig, y luego en el de Cracovia 1 • Repitamos el cálculo para cada medio siglo (tomando cada vez una media de cinco años para cada precio: Un año divisible por cincuenta, más los dos años anteriores y los dos siguientes). Dividamos luego entre sí los resultados (precio de una last dividido por el precio de la "cesta"), y obtendremos así algo que podría llamarsa "poder adquisitivo de una /ast de centeno expresado en productos adquiridos por la nobleza", pero que llamaremos razones de intercambio de los magnates (resultados obtenidos en base a los datos de Danzig) y de los nobles (resultados obtenidos en base a los datos de Cracovia). Con estos resultados formamos un índice . Finalmente, para ilustrar mejor el pro blema, hemos arríesEsto n o c ontradice nuestra afirmación de que las ciudades e ra n abastecidas cas i e xclusivamen te con productos del campesino, mie ntras la producción de la reserva está destinada sobre todo a la exportación . La producción de la reserva p o d ía ser exportada aun cuando no lo hiciese el propie tario de la misma. El pequeño noble vendía su cosech a a l magnate o al mercader de una ciudad de provi n cia, quienes co n toda se¡.:uridad le pagaban el precio local.

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111 N A MICA A LARGO PLAZO

¡:ndo dar otro paso, más arbitrario aún: hemos calculado las mzones de intercambio del campesino. Hemos supuesto que el n llnpesino vendiese un korzec (cerca de 120 litros) de centeno, un korzec de avena, un garniec (cerca de 4 litros) de 111anteca y una sesentena de huevos, comprando en cambio un brazo de tela, una seseo tena de clavos y un barril de sal. 1,u ego hemos repetido ese procedimiento en base a los precios de una ciudad de provincia (Cracovia). Los resultados son sorprendentes. Helos aquí: !tazones de intercambio del magnate del noble del campesino

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Si fijamos en 100 el estado de cosas en 1600, el cuadro será un poco diferente: Razones de intercambio del magnate del noble del campesino

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1'750

lOO

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100 100

'82

225

Estos son los resultados del intercambio del producto suplementario del trabajo de los campesinos con los artículos de lujo para el consumo de los magnates y de los nobles 1 . Los resultados que presentamos aquí están casi seguramente l En lo que respecta al com ercio exterior por medio de l cual un p aís cambia ar tículos d e lujo por artículos necesarios para la producción y el consumo corriente o viceversa, véase K. Marx, El capital, c it. , t . I, 3, p. 22. La tesis sobre el mejoramiento d e los términos de intercambio de la nobleza, a la rgo plazo, ha sido pu est a en tela de juicio, p ara ¡,
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CA PITULO CUA ll'l'lo

inflados. En la presunta "cesta" de las compras del magnai.P y del noble se ha atribuido muy probablemente una park demasiado grande a los artículos coloniales, cuyos precios absolutos aumentan más lentamente que todos los demás, y una parte demasiado pequeña, en cambio, a Jos artículos industriales, cuyos precios aumentan un poco más rápidamente. En lo que respecta a las compras del campesino, hemos atribuido una parte demasiado grande a la sal, cuyo precio aumenta mas que ningún otro. Además es lícito suponer que

--

l iiJ, p . 437 ). Según estos r esultados, los índices de los prec ios se presen· tar ían como si~Je: 1641-1 650 lOO Produc tos agrícolas Art kulos de origen extra njero lOO

1691 · 1700 202 272

El h echo es que el índice de los precios de los p roductos agrícolas fue calculado por R.yba1:ski de un modo su mamente disc utible . .En efec· to, se trata de una m edia no ponderada de seis índices d e precios : de frijoles (dos índices), de una vaca, de un ternero. de la mantequilla y de la averlil. Los p ro ductos de la ganadería - prod•wtos no c¡¡ porLab lesrepresentan aq u í el 50%, y lO$ cereales, apenas Uil 16'/o ¡ a de rnás, el (mi· co cereal tornado e n cuenta es la avena, y esto en u n¡¡ rer,ión triguera como Lublin. Po r una parte, Rybarski n o advirtió q ue e! libro de J. Pele, que le 1' ra conocido ( Ceny w GJa1íslw w XVI i XVIT w. [Los precios en Gdansk en !os siglos XVI y XVII]. Lvov, 1937, p . 49·50 ), no contiene, como se sabe, ios precios del trigo y sus datos desgraciada· mente no son com parables, puesto que el precio del cente no aumenta cuando el de la vena, el cereal menos comercializado , dismin uye. Por o tra parte, si se excl uyesen los productos de ia ganader ía, el r esultado sería peor aún para mi tesis. Al n o poder interpretar co rrec tam ente las avaluaciones de Rybarski , dado que el m étodo usado por él resu lta más que d udoso, consi deré conveniente repeti r sus cálculos. Lo más importante es q ue, a pesar de Jo c uestionab le del método de Rybarski , su resultado es en el fon do exacto : es evide nte q ue en la se· gunda m itad del siglo XVII empeoraron los términos de in tercambi o de las exportac iones en Gdansk. La gracia está en que yo afirmo lo mismo. Según las cifras arriba presentadas, entre 1650 y 1700 lm; términ os de intercambio en Gdansk (para el magnate ) bajan de 385 a 3~!3, mientras los del noble (en Cracovia) aumentan efectivamente, mas en ínfimo gra· do (de 14.4 u 1 52 ). Lo que dific ultó advertir este fenónwn o h<~brá sido seguram ent e el error de imprenta que se deslizó en la edición polaca e n el segundo cua dro (con base en el año 1600, ya que los datos del pri· mer cuadro r-on correctos}. Mi tesis atañe al proceso de largo plazo y no sólo admite la pmübilidad de que las cond iciones var íen en algunos sub-per íodos, r.ino que también la demuestra median te Jus cifras presentadas.

III N A:\
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lo s precios de Cracovia son demasiado elevados para constilu ir un índice de los precios de los artículos adquiridos por los campesinos; pero esta consideración no debe tener

mucha importancia, porque en nuestra comparación nos interesan las transformaciones en el tiempo, y es muy probable que la relación entre los precios efectivamente pagados por los campesinos y los precios de Cracovia no haya cambiado mucho en el correr de los años; agreguem os que . i los precios de adquisición son demasiado elevados, en la mi sma medida, probablemente, son demasiado elevados los precios de venta. Pero incluso admitiendo que el fenómeno revelado de las comparaciones que acabamos de realizar resulte agrandado, se man ifiesta en estas cifras con una fuerza y una regularidad tan sorprendentes (con excepción del período 1650-1700), que no es posible dudar de su realidad. Partiendo del estado de cosas a fines del siglo XVI y a comienzos del XVII ceteris p'aribus (es decir, incluso admitiendo q ue el área de la reserva señorial no haya aumentado y que la de la granja del campesino no haya disminu ido, que el c01:sumo interno haya quedado invariado, etc.), el valor real de la parte del rédito que pasa a través del mercado está triplicado en el caso del magnate, duplicado en el del noble, y disminuido cuatro veces en el del campesino. Las cosas transc urren de una manera un poco diferent e en la segunda mitad del siglo XVI; sin embargo, debemos decir que el empeoramiento de las razones de intercambio del noble y del magnate en este período no nos parece un hecho real, sino una ilusión debida a algún error en los materiales (error que corresponderá al 1550, y no al 1600); la cuestión exigiría un examen m ás profundo. No nos sorprende, en cambio, el mejoramie nto de las razones de intercambio del campesino en el mismo período; más aun, lo esperábamos. Esta es, nos parece, una de las razones que explican la relativa docilidad de los campesinos frente al desarrollo de la reserva

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CAPITULO CUA!l'l'll

señorial basada en la prestación personal': el campesino qut • poseía cada vez menos terrenos vendía cada vez men o11 productos, pero lo hacía a precios cada vez más ventajosos . Pero en el siglo XVll este estado de cosas se invirtió, as1 como se frenó el progreso técnico en el campo industrial que había tomado impulso entre fines del cuatrocientos y comienzos del siglo siguiente habiendo determinado exactamente en el siglo XVI una rebaja relativa de los artículos comprados por el campesino. Quizás estemos exagerando las consecuencias del fenómeno que hemos constatado aquí: sería bastante natural. Quizá sus dimensiones hayan sido más modestas de lo que resulta de nuestras comparaciones. Sin embargo, si se está dotado de imaginación en el campo de los números, estas comparaciones abren vastas perspectivas de interpretación en diversos campos. Ante todo, echan luz sobre las transformaciones ocurridas entonces en Polonia en las relaciones de fuerzas entre las clases. Evidentemente, las cifras aquí indicadas no son un índice del valor real del producto total ni del rédito total del magnate, del noble o del campesino, sino sólo de la parte del rédito que pasaba a través del mercado. Esta parte era mayor en el rédito del magnate que en el del noble, y muchísimo mayor en el rédito del noble que en el del campesino. Suponiendo (solamen te para ilustrar nuestro razonamiento) que la parte del redito que pasaba a través del mercado constituía el 60% del rédito del magnate, el 40% del rédito del noble, y el 10% del rédito del campesino, y que la parte que no pasaba a través del mercado permanecía invariada, de las cifras cotejadas anteriormente y relativas al período 1600-1750 resul1 Es un problema controvertible. Cf. K. Dobrowolski, "Dzieje wsi Nied:íwiedzia w powiecie Limanowskim do schylku dawnej Rzeczypos· politej" [Historia de la aldea de Nied:íwiedzia en el distrito de Limanowa hasta las postrimerías del Reino de Polonia] en Studia z historii spolecznej i gospodarczej poswiecone fr. Bujakowi, p. 536-7; W. Kula, "Przywilej spoleczny a poslep gospodarczy" [El privilegio social y el pro· greso económico ]m Orzegkad Socjologiczny, IX, 194 7, p . 188-189.

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taría que, en el mismo período, el rédito real global (también aquí ceteris paribus, sin tener en cuenta el aumento del área poseída, del rendimiento, de la comercialización, etc.) aumentaba de 100 a 220 para el magnate y de 100 a 142 para el noble, mientras que había disminuido de 100 a 92,5 para el campesino. Tal resultado sería absurdo si no recordásemos que el grueso del rédito del campesino tenía carácter "natural". Ahora bien, si consideramos el hecho de que la disparidad económica entre magnates, nobles y campesinos era muy grande ya a fines del siglo XVI y a comienzos del XVII, si consideramos que en el período 160ü-1750 más allá del factor en cuestión, muchos otros factores tendían a acrecentar esta disparidad (sobre todo la concentración de la propiedad de la tierra en manos de los magnates en perjuicio de los nobles, y en manos de los nobles en detrimento de los campesinos); y si a todo ello le agregamos el factor en cuestión, que obraba con tanta fuerza, lograremos comprender. mejor los procesos socioeconómicos que se desarrollaron en Polonia durante ese período. En segundo término, el fenómeno aquí descripto contribuyó a esclarecer el proceso de restricción del mercado interno en Polonia, en el período que va de fines del siglo XVI a mediados del XVITI (a decir verdad, las delimitaciones cronológicas tan genéricas tampoco nos dejan la conciencia tranquila; el problema debería ser examinado para todo el período accesible a la investigación, para todos los años, uno tras otro; sólo en dicho caso sería posible cumplir una periodización empíricamente motivada, correspondiente a los puntos en los que se quiebra la tendencia). Las razones de intercambio en Danzig son mucho más ventajosas que en el interior del país 1 , a punto de eliminar gradualmente a los magnates 1 Recordemos que se trata aquí de fenómenos de hu-go plazo. Naturalmente, a corto plazo, podía ocurrir lo contrario. Para no multiplicár ejemplos, citemos solamente que el excelente cronista Marcin Matuszkiewicz, al transportar en 17 36 cereales a Gdansk, los vendió ya en I'lock (ciudad situada a más de 300 km por vía fluvial de dicho puerto) donde el precio era superior al de Gdansk (Pami~tniki Marcina Matus-

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y a los nobles del mercado interno: para el magnate es conveniente adquirir los productos del noble y hasta del campesino para transportarlos a Danzig 1 • Al mismo tiempo, un empeoramiento tan grave de las razones de intercambio del campesino contribuye a esclarecer el proceso de eliminación del mercado urbano del campesino en cuanto adquirente. Incluso vendiendo las mismas cantidades de producios y asegurando así el aprovisionamiento de las poblaciones ciudadanas, hacia mediados del siglo XVIII el campesino está en condiciones de comprar, con el dinero que recauda, apehas la cuarta parte de los artículos que adquiría aún a fines del siglo XVI y a comienzos del XVII, es decir, cuando puede considerarse concluido en la cuenca del Vístula el proceso de formación de la reserva señorial basada en la prestación personal. En tercer lugar, los datos aquí discutidos contribuyen a esclarecer el problema del desarrollo económico (o más bien de la ausencia de tal desarrollo) en el período 1600-1750, los problemas del rendimiento del trabajo, del rendimiento de la tierral de las inversiones agrícolas, etc. Imaginemos qué porcentaje de aumento de los réditos hubiese podido obtenerse, en el mejor de los casos, con estas o aquellas mejoras, y +-zkíewicza,

lzasztelana brzeskiego-litewskiego, 1714-1785 (Memorias de Marcin Matuszkiewicz, castellano de Brest·Litovsk, 171 4-1765], ed. a PawiÍlSki, T. I, Varsovia, 1876, p. 59). Este mism o autor cuenta la si· guiente historia perteneciente a la tradición familiar: " Ocun-ió qu e ... mi padre no había preparado a tiempo el cargamento a Gdansk, mier.· tras tanto en el interior de Lituania el año había sido de pésima cose· cha por lo que la carestía era muy grande. Como todos los de nuestra voivodía de Brest habían llevado su cereal a Gdansk, mi padre vend ía el suyo a los que llegaban del interior de Lituania, ganando de esta forma 16 .000 tynfs". (Ibíd., t. II, p. 20). 1 J. Burszta, "Handel magnacki i kupiecki mi~dzy Sieniawa nad Sanem a Gdañskiem od konca XVII do poloW)' XVIII w." [El comercio de loo magnates y los mercaderes entre Sieniawa sobre el San y Gdansk desde el fin del siglo XVII hasta la mitad del XVIII ), en Roczniki D ziej. Spol. i Gosp., XVI, p. 174·232. Este interesante trabajo revel ó las dimensiones del fenómeno que con tod.a seguridad podría descubrírse también en muchas otras haciendas. Cf. igualmente las numerosas men· ciones que se hallan en las "instrucciones", por ej. l nstr..tktarze .. . , cit., II, p. 60-61.

DI NAMICA A LARGO PLAZO

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compa:rémoslo con el hecho de que el valor real del rédito proveniente del mercado se ha octuplicado en el lapso de dos siglos, o inclusive sólo con el hecho de que se ha triplicado en el lapso de ciento cincuenta años: comprenderemos claramente que el noble, y especialmente el magnate, se hallaban en la situación de quien vive de rentas y no tiene interés alguno en pensar en inversiones productivas. En cambio el campesino sí está interesado en invertir; más aún, si consideramos que ciertas compras en el mercado son indispensables para él, podemos admitir que esté obligado a realizar inversiones. El problema es que sus posibilidades en este campo son mínimas. Como hemos dicho en otra parte, trata de todos modos de explotar tales posibilidades y de mantener a toda costa el contacto con el mercado; los fenómenos que acabamos de describir nos ayudan a comprender la intensidad de esos es· fuerzas suyos. El cuarto problema del que queremos hablar, siempre con J mismo propósito, Liene carácter metodológico. Tenemos que vémoslas aquí con un ejemplo típico de "historia inconsc[ente" 1 : ios hombres que estaban investidos de tales procesos, en su i:n.mensa mayoría, no sabían nada de ellos; ignoraban sus causas y , más aún, mayormente ni siquiera se percataban de los síntomas, los cuales, obrando lentamente, provocando cambios imperceptibles en escala de décadas, pero i La expresión es de F. Braudel, "Histoire et science.s sociales. La longue durée", Anna/es, 1958, p. 725-75:). La conciencia de los procesos económicos, sobre todo los de larga duración, y de las transformaciones de la estructura socio-económica, es un tema importante a la vez que poco conocido. Es también importante para ·el análisis estrictamente económico, puesto que la conciencia de los cambios eco nómicos que se están operando constituye uno de los elementos qu e condicionan la actividad eco nómica. Tal vez porque nunea m e he dedi eado a estudiar en las fuen tes la historia de L:1 formación de la hacienda fundada en la servidumbre en Polonia, m e admiró la amplia noción que tenían de este proceso los contemporáneos y las generaciones subsiguientes, hecho que se manifiesta en numerosos documentos publicados por S. Kuras (Ordynacje i ustawy wiejskie z archiwów Metropolitalnego i Kapitulnego w Krakowie, 1451-1689) [Ordenanzas y edictos concernientes a las aldeas, t omados de los archivos metropolitano y capitular de Cracovia, 1451-1689 }, Cracovia, 1960.

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obrando siempre en la misma dirección, transformaban de manera decisiva la situación y las relaciones recíprocas de los diversos estratos sociales. Las dos grandes oleadas inflacionistas en la Polonia del siglo XVII suscitaron en el país enorme interés y agitación; pero en comparación con los procesos aquí descriptos, su trascendencia fue bastante limitada, y si ejercieron una acción duradera, ello ocurrió sólo en la medida en que aceleraron estos procesos fundamentales. No obstante, es evidente que los hechos de conciencia ligados a estos procesos deberían ser objeto de una investigación exacta. Pero los procesos aquí discutidos plantean aún otro problema metodológico: el problema de la interdependencia del desarrollo económico mundial. Esta interdependencia, en su aspecto más notable y más fácilmente advertible a través de las fuentes, vale decir bajo el aspecto del comercio internacional, ha sido siempre, desde los primeros estudios de historia económica, el problema favorito de las investigaciones. Los imponentes alcances del comercio internacional en el alto Medioevo e inclusive en los así llamados tiempos prehistóricos, han suscitado el interés de muchos estudiosos. Surgió así el peligro de una deformación particular de la perspectiva: la imagen de florecientes intercambios internacionales en escala mundial ha ocupado uno de los primeros lugares en los estudios relativos a épocas en las cuales dichos intercambios concernían exclusivamente a artículos de lujo, e incidían sobre el tenor de vida de un porcentaje ínfimo de la población. Con razón observaba Sombart, bromeando, que, al leer ciertos estudios de historia económica, se tiene la impresión de que la gente, en la Europa medieval, se alimentaba sobre todo de pimienta. Pero lo que no advertía Sombart era la interdependencia funcional de todos los elementos de la vida social, a consecuencia de la cual la variación de un elemento determina en alguna medida la variación de todos los demás. Los cambios de los que hablamos y que se desarrollaron en la economía polaca entre los siglos XVI y XVIII, tuvieron (para simplificar) las siguientes causas fundamentales:

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1) el aflujo a Europa de metales preciosos, a raíz de los descubrimientos geográficos, el que provocó por doquier fenómenos "inflacionistas", los que en toda economía de mercado se manifiestan con un aumento de los precios de los artículos de primera necesidad superior al · aumento de los precios de los artículos de lujo; 2) el acceso -siempre a raíz de los descubrimientos geográficos- a las fuentes de numerosos artículos suntuarios (especias), que determinó una relativa rebaja de sus precios; 3) el progreso técnico en algunos sectores de la producción industrial (producción del hierro, del papel, etc.), que determinó una relativa rebaja de los precios de esos artículos respecto a los precios de los productos agrícolas; este progreso, si no en el siglo XVI, cuando menos en los dos siglos subsiguientes, fue más rápido en Europa occidental que en Polonia, y ello determinó una relativa rebaja de los precios de los' artículos de importación, beneficiando a quienes tenían acceso a dichos artículos'; 4) el progreso de la organización socíoeconómica de la producción en algunos sectores industriales (por ejemplo, la industria textil); este progreso se desarrolló más rápidamente en Europa occidental que en Polonia, y llevó a resultados análogos a los que señalamos anteriormente; 5) el proceso de urbanización · y de industrialización precoz 1 La carestía de los artículos industriales de buena calidad en Polonia con relación a Europa occidental, llamaba la atención de los extranjeros ya en la primera mitad del siglo XVII. "Todo lo que atañe al vestido es aquí (es decir en ToruÍl) dos veces más caro que en Francia" -dice el secretario del embajador de Luis XIII (K. Ogier, Journal d'un rJoyage en Pologne, 1635-1636, ed. en polaco por W. Czaplinski, t. I, Gdansk, 1950, p. 113). MaLuszewicz, auLor de las memorias ya mencionad&s, recuerda que su padre "había traído montones de cosas compradas barato en otros países . . . las vendió (en Polonia) obteniendo por ellas una suma de tres mil tálers" (Pamielnihi Marcina Matuszewicza . .. , cit., t.. lf, PP- 16 y 19. Es cierto r.¡u e ambos testimonios se refieren a épocas cuando el comercio báltico se h allaba perturbado a causa de guen·as.

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en algunas regiones de Europa occidental, causado por los fenómenos descriptos en los puntos 3 y 4, a raíz del cual dichas regiones dejaron de ser autosuficíentes en el campo del aprovisionamiento, y fueron obligadas a buscar las bases de aprovisionamiento económicamente más ventajosas.; 6) el progreso de la técnica de los tra11sportes, y en particular de la navegación marítima, gracias al cual se volvió rentable el transporte de ciertos artículos a distancias que anteriormente lo hacian demasiado oneroso. Podría discutirse infinitamente acerca de la oportunidad de prolongar esta nómina; pero dejemos esa tarea a las investigaciones especializadas. Tampoco vale la pena abrir aquí una discusión sobre la jerarquía de los diferentes grupos de causas (personalmente sería partidario de atribuirle la parte menos importante al factor puesto a la cabeza de la lista): no es esto lo que importa en este momento. Lo que sí importa es un cierto complejo de factores que, mediante la intensificación de los intercambios internacionales y el aumento de la participación polaca en dichos intercambios, provocó determinado complejo de consecuencias en la vida económica de Polonia. Estas consecuencias (tampoco aquí tiene importancia el orden en la lista) son las siguientes: 1) la formación (por lo menos en lo que a los cereales respecta) de un precio nacional , en un país en el cUal los intercambios entre las diversas regiones estaban relativamente poco desarrollados. Por ejemplo, de PoznaÍJ. a Cracovia, los precios oscilaban en una medida bastante concordante, no porque fuesen nivelados por los intercambios entre la Gran Polonia y la Pequeña Polonia occidental, sino porque ambas ciudades dependían del precio corriente en un tercer mercado, es decir, del precio de Danzig ; 2) el surgimiento de una determinada dependencia regional de los precios de los artículos de exportación, caracte-

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rizada por el hecho de que dichos precios disminuyen a medida que se remonta el curso de los principales ríos 1 ; la evolucion en sentido inverso de los precios de los artículos de importación 1; un cambio fundamental en la relación entre los precios de los productos agrícolas transportables y los de los productos no transportables (una rebaja relativa de los precios de los productos de la ganadería, que mayormente no soportaban desde el punto de vista técnico el transporte a largas distancias, respecto a los precios de los principales cereales, etc.); un encarecimiento relativo (que se verificó según parece, no durante el siglo XVI, sino durante los siglos sucesivos) de los artículos industriales de fabricación nacional, vendidos en los mercados locales y destinados a satisfacer las necesidades de los consumidores económicamente débiles, respecto a los precios de los artículos industriales de importación, adquiridos por los consumidores econónücamente poderosos; un freno en el desarrollo de la producción industrial na-

La formación de aquel "precio nacional" es un problema impor· tantísimo, si bien poco investigado . El hecho de que los precios de los cereales iban en aumento siguiendo el eje sudeste-noroeste, era conocido a los hombres d e la época. Lojko, al viajar a Ucrania, anota en cada pal'ada los precios de los cereales, constatando su baja de día en día. Según Korzon (Wewn<;?trzne dizieje . .. cit., t. II, p. 86}, " los precios de Braclaw (en Ucrania) podían ser 9 veces inferiores a los de Masovia, más de 1 4 veces inferiores a los d e Toruñ y 16,5 veces, con respecio a Gdansk". Más t;Hdc, esta esca la se redujo, cuando la guerra ruso-turca, la colonización de las estepas ucranianas y el comercio del Mar Negro originaron un alza de los precios de la Ucrania polaca . Pero aquí no hablamos de la escala de los precios, sino del sentido ur.iforme de su fluctuación. El trabajo citado de H_ l' vladurowicz-Urbanska demuestr a el extraordinario grado que alcanzó dicha uniform ización en Polonia ya en la segunda mitad del siglo XVIII. :! De otro modo, Jan Duklan Ochocki (autor de conocidas memorias) no habría podido hacer tan excelentes negocios comprando en Varsovia artículos in duslria les de lujo para luego cederlos, no sin haber~<> hecho rogar y en cali dad de un wan favor, a los nobles de Ucrania.

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cional, para la cual los consumidores económicamente poderosos se convierten en un mercado inaccesible; 7) variaciones en los transportes de fuerza entre las clases, la restricción del mercado interno, la detención del proceso de crecimiento económico; en suma, todo aquello de lo que hemos hablado antes. Es evidente que esta lista podría alargarse notablemente. Lo que nos interesa ahora es la conclusión metodológica que resulta claramente de los fenómenos descriptos : los sucesos de la historia económica no pueden explicarse dentro de los límites de la historia de un solo país 1 . El hecho de que durante los últimos años se haya descuidado en Polonia la así denominada historia universal es doloroso y nocivo, no porque rara vez se publiquen entre nosotros trabajos sobre tal o cual problema relativo a la historia de otras naciones, sino porque nuestra propia historia no se estudia en el contexto mundial, sino separadamente, aunque no se haya desarrollado por separado. Otra conclusión metodológica atañe al problema de la conciencia, o mejor dicho, en este caso, a la inconsciencia en la que se desarrollan procesos de semejante importancia y duración. Por último, una tercera conclusión se refiere a la necesidad de estudiar los fenómenos sociales desde el punto de vista de la conexión funcional entre todos los elementos de la vid
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social. También en el período del max1mo florecimiento, los intercambios internacionales de la república polaca se referían a una parte relativamente poco importante de la producción y del consumo nacionales. También entonces sólo una pequeñísima parte de la población vendía al exterior los productos que le competían en virtud de la repartición del rédito social, y consumía productos de importación. Ello no significa que el lugar de Polonia en los intercambios internacionales no determinase, en alguna medida, la situación economica .de todos los estratos sociales o el volumen global de la producción o del consumo nacional. El cambio de un elemento provocaba el cambio de todos los demás. El campesino (generalmente hablando) no vendía para la exportación ni compraba productos de importación; pero la existencia de la exportación y de la importación hacían disminuir el poder adquisitivo del surtido de mercancías por él puesto en venta (por ejemplo, a causa del lugar importante que en dicho surtido concernía a los productos de la ganadería). El magnate, en cambio, sin realizar inversión alguna en sus terrenos, se beneficiaba con el aumento del pode~ adquisitivo de los productos que tenía a su disposición: y éste era un aumento notabilísimo. Razonando según las categorías actuales, diremos que en esa época las razones de intercambio del comercio internacional cambiaban "en beneficio" de Polonia: ésta estaba en condiciones de importar cada vez más por la misma cantidad de mercaderías exportadas. Situación aparentemente ventajosa, opuesta a la situación en la cual se encuentran hoy en día los países exportadores de materias primas, por regla general los países subdesarrollados, para los cuales ya desde hace un siglo los términos del intercambio se tornan cada vez peores, agravando las dificultades económicas ya existentes. Pero aquí tenemos nuevamente un ejemplo que muestra cómo la situación económica de los países subdesarrollados de hoy es, en muchos aspectos, diferente de la propia de la era preindustrial, .y cómo en el período preindustrial las leyes económicas funcionaban de otra manera. Las variaciones de las razones

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del intercambio, aparentemente ventajosas para Polonia, debilitaron en realidad el desarrollo económico polaco 1 , porque granjeaban ventajas económicas fabulosas a un solo estrato sociaL Gracias al concurso de grandes transformaciones mundiales, los nobles, y sobre todo los magnates polacos se encontraban, en esa época, en la situación de gente que vivía de renta, "extrayendo dividendos" del proceso de retroceso eco· nómico del país. Si tales son las leyes que gobiernan las transformaciones a largo plazo dentro del ámbito del sector comercializado (recordemos que, conforme a nuestra tesis, la división en un sector "natural" y un sector "monetario" no coincide con una determinada división de las "haciendas", pero pasa a través de cada "hacienda", o casi), para esclarecer las transformaciones a largo plazo concernientes al volumen del rédito social total y a la estructura de su repartición, tendremos que examinar más de cerca las relaciones existentes entre el sector "monetario" y el "natural" en los diversos tipos de hacienda, en particular en la reserva señorial y en la granja campesina. El nudo de la cuestión esta constituido, nos parece, por dos de las tendencias que hemos enumerado al comienzo de este capítulo: 1) por la tendencia a reducir las dimensiones de la granja campesina, impulsándolas por debajo del punto 6ptimo en el cual es la parceh mínima indispensable para alimentar a una familia campesina y para reproducir las fuerzas de producción; 2) por la tendencia deL campesino a procurarse, a toda costa, excedentes para la venta, y entrar en relaciones con d mer.cado. Estas tendencias son opuestas entre sí. ¿Cuál de ambas era la más fuerte? En favor de la primera tendencia obraba la fuerza de la clase privilegiada. La segunda tendencia, que obraba mucho 1 Ya Cantillon señaló el provecho para Holanda y la pérdida para Polonia, resultantes de semejante división del trabajo (citado según A. Lnndry, !,a R ev olution Démo¡;raphiqu e, p . 320 ). Lenin critica a Sismondi quien am enazaba al campesino inglés de que no resistiría la competencia de los cereales polacos y rusos. V. Lenin, Las características del romanticismo econó mico, en Obras, ci t., t. ll, p. 163 , 195 y 261.

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de una manera ilegal o semilegal, expresaba no obstante las profundas necesidades de millones de campesinos. Estos, incluso sin estar organizados, sin haberse puesto de acuerdo, obraban no obstante constantemente en la misma dirección, explotando todas las posibilidades existentes, hasta las más pequeñas, porque en esa dirección los impulsaba su situación social. Sólo de este modo podían mejorar un poco su propia suerte. No parece que pueda llegar a establecerse cuál de ambas tendencias era la más poderosa por medio del razonamiento o por medio de investigaciones estadísticas. En cambio será posible extraer, algunas conclusiones de un análisis de la economía de la gran propiedad de la tierra, y especialmente de las transformaciones de tal economfa en eJ período que nos interesa. Como veremos, tales transformaciones consistían en gran parte en una adaptación de la reserva señorial a los cambios de la situación, y uno de los factores importantes que cambiaban la situación erá precisamente esa acción no organizada, pero siempre vuelta en la misma dirección, de las masas campesinas. La premisa clave que nos permitirá responder a los interrogantes planteados está dada por las transformaciones de la estructura de los réditos del latifundio. Aún estamos muy lejos de conocer a fondo estas transformaciones. Las excelentes investigaciones de Rut.kowski acerca de la primera lustracja (inventario de los bienes del patrimonio nacional) de 15641 , no han hallado continuadores hasta ahora. Nuevamente debemos fundarnos, pues, en una base sumamente fragmentaria. De máxima importancia será aquí -para nosotros el sondeo relativo a las lustracjas de 1564, 1661, 1764 y 1789, realizado por J. Leskiewicz 2 • El resultado que más impresiona en este sondeo es el cuaJ. Rutkowski, Badania nad podzia,lem dochodów . .. cit., T. l. J. Leskiewicz, "Le montan t et_ les composants du revenue des biens foncieres en Pologne au XVI-XVIII siecles ", en Premíere Conté· rence Internationale d'Hisloire Economique, Stockholm 1 960, París, 1960. l

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dro de los cambios de la parte que las entradas provenientes del despacho de bebidas alcohólicas (propinacja~ tienen en el rédito global de los bienes patrimoniales nacionales. Dichas entradas constituían: Según la lu stracja de 1564, el 0,3% del rédito global 1661 6,4 1764 37,6 1789 40,1 Este enorme aumento se revelará como más impetuoso aún si tenemos en cuenta el hecho de que en las fustracjas de 1661, 1764 y 1789, el rápido crecimiento del porcentaje del rédito recaudado por la propinacja tiene lugar paralelamente a un notable aumento del rédito global, y que por lo tanto, en cifras absolutas, la tasa de aumento de las entradas recaudadas por la propinacja es más elevado aún. Desdichadamente, en el estudio de Leskiewicz no es posible descomponer la expresión "prestaciones campesinas en especies y en dinero". Si ello fuese posible, de muy buena gana hubiésemos sumado las entradas provenientes de la propinacja con las r~caudadas por las prestaciones en dinero, para obtener como total la cantidad de dinero que el señor exprimía de los campesinos, y sobre todo para poder seguir las variaciones de esa cantidad. Si era posible exprimir de los campesinos tales sumas, ello quiere decir que de sus relaciones con el mercado, los campesinos recaudaban por lo mends dichas sumas. Se nos plantea, pues, una pregunta : ¿en qué medida el aumento de las sumas exprimidas a los campesinos es función del aumento de las sumas de dinero que los campesinos se procuraban mediante sus relaciones con el mercado? Es muy difícil responder. No sólo no está excluido que los gastos en dinero del campesino, para la compra de mercancías que necesitaba (exceptuando el vodka) hayan disminuido en el período que examinamos, sino que, ·por el contrario, ello es muy probable. Sin embargo no puede suponerse que dismi-

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nuyeran con la misma rapidez con que crecieron las entradas provenientes de la propinacja y de las prestaciones en dinero. En consecuencia, el aumento de las sumas exprimidas al campesino constituiría un índice inflado del aumento de las entradas en dinero del ca&npesino, y reflejaría un fenómeno realmente ocurrido, aunque en proporciones más reducidas. No es fácil explicar este fenómeno. ¿Cómo es que, a pesar de todas las dificultades y de todos los obstáculos, no obstante que toda la política de la gran propiedad apuntase a impedírselo, el campesino lograba aumentar la cantidad de los productos que vendía en el mercado? Ello podía suceder de las más diversas maneras: ampliación clandestina del área cultivada (aunque, como sabemos, a ello se oponían las mediciones y los 6 'inventarios"); un cultivo más intenso mediante una mayor inversión de trabajo por unidad de superficie; subalimentación del ganado, el cual servía sobre todo para las necesidades de la reserva señorial; empleo de los excedentes de mano de obra de la granja campesina en los cultivos de huertos frutícolas, la cría de cerdos y aves, y en lr.s actividades artesanales y de transporte; limitación extrema del consumo propio: he aquí algunas de las explicaciones posibles. El mecanismo de las transformaciones nos parece ser el siguiente. La gran propiedad se esfuerza consecuentemente por reducir al mínimo las relaciones del campesino con el mercado. El campesino "no debería" disponer de líquido, excepto el escaso dinero para pagar el canon en efectivo y los impuestos. A pesar de ello, a veces tiene dinero. Cuando no ha sido posible impedírselo, el señor ha tratado de adaptar sus propios métodos a la nueva situación, drenando el dinero de la aldea para hacerla afluir a su propia caja: si el campesino a pesar de todo, tiene dinero, lo gastará; ya que debe gastarlo, procuremos que lo haga de modo que ingrese en nuestra caja. El significado económico de la propinacja y el enorme desarrollo de esta institución en los siglos XVI al XVIII no pueden comprenderse, en nuestra

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opmwn, si no se lo ubica en el interior de estas categorí~s 1 . En el siglo XVIII, el mecanismo del drenaje económico basado en la propinacja sigue funcionando, o más aún, funciona cada vez mejor; sin embargo, ello ya no es suficiente" La creación de algunas manufacturas en el ámbito de los latifundios apunta a multiplicar los métodos de drenaje. Ello se ·u~ muy bien en el caso de las manufacturas de los Radziwilt. La fábrica textil de Nieswiez y la fábrica de vajilla de Swierz deben tener el monopolio de venta dentro de los confines del latifundio; la policía del latifundio debe impedir el contrabando de vajilla menos cara de Konigsberg y de tejidos menos caros de Prusia 2 • El campesino compra, pues, tejidos y vajilla, y la fundación de una manufactura que goce de un monopolio "mercanti1" 3 protegido por la policía tiene la finalidad de hacer afluir a las arcas del príncipe el dinero gastado por los campesinos. Es verdad que todas las medidas mercantiles del "iluminado" señor absoluto de Nie5wíez, Mir y otyka no serán eficaces, porque el estímulo económico al contrabando se revelará como demasiado potente, dada la diferencia de calidad y de precio entre los productos de la::; manufacturas del príncipe, y los importados. Pero para nosotros cuenta el hecho de que ya durante la primera mitad del siglo XVIII, los latifundistas sienten la nece· sidad de intentar experimentos de ese tipo. El drenaje basado en la propinacja da resultados cada vez mejores en cifras absolutas, pero, como se ve, no agota todas las posibilidades en este campo. ¿Será que a medida que progresaba lB 1 No lo ha advertido, a nuestr o parecer, la abundante litet·atura po· laca sobre el monopolio señorial del aguardiente. :;. 2 W. Kula, Szkice o manufallturach . .. ci t ., p. 59-62, como también "Poczl!tki u !dad u kapitalistycznego w Polsce XVIII w . " [Comienzos del sistema capitalista en Polonia en el siglo XVIII] en Kollataj i wiek Oswiecenia, Varsovia, 1951, p. 61 · 63. 3 Ponemos esta palabra entre comillas, pues por razones de principio consideramos impropio hablar de un mercantilismo de los magna· tes , A Grodek, en un trabajo aún no publicado y que llevaba justa· mente este tít vlo , convino con nuestro dictamen al resp ectli.

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reconstrucción económica después de las destrucciones bélicas, el elemento mercantil de la economía de la granja campesina crecía aún más rápidamente que las entradas de los señores, provenientes de la propinacja, y que éstas, a su vez, aumentaban rápidamente? No es posible excluir esta hipótesis. La hip ótesis aquí formulada deja varios puntos oscuros, y si se la aceptase, habría que modificar notablemente nuestra imagen tradicional del siervo de la gleba. Para ilustrar las consecuencias de la aceptación de esta hipotesis, citemos aún un ejemplo. Se trata de los territorios sudorientales de la república polaca, lejos del puerto, donde, como .se quejaba en la Dieta el diputado Darowski, " había enormes gavillas de cereal a bandonadas a los gusanos, sin posibilidad de. ser ven" didas" 1 , y donde un magnate buen administrador, el príncipe J ósef Czartoryski, el fundador de la manufactura de Korec, no consideraba posible aumentar sus propios réditos en dinero iniensificando la producción agrícola, ni luchando por aumentar la venta del grano, ni exigiendo a los campesinos un canon en dinero, ni fundando fábricas, sino exclusivamente mediante la propinacja . "Sin la propinacja -escribeno podremos asegurarnos algún rédito regular en efectivo"; "en nuestro país, las destilerías de vodka podrían llamarse casa de moneda, porque sólo gracias a ellas, en los años en que no hay carestía, podemos esperar vender nuestro grano"2. Pero también en la Polonia central, en el latifundio de Nieborów, en 1783, se dice que "la producción de cerveza, la destilería y la propinacja son el alma de las entradas netas" 3 . También aquí se abre un vasto campo para la interpre1 T . Korzon, Wewnetrz ne dzieje . . . cit., t. II, p. 73. W. Kula y J. Leskiewiczowa, Ks. Józef Czartoryski: "MyS!i moje o zasadach gospod arsk ich" (Príncipe Józef Czartoryski : Mis reflexiones sobre los fundamentos de la actividad económica], Przeglqd Historyczny, XLVI, 1955, p . 445-452. J Instrukcje . .. cit. , I, p. 305. 2

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tación. El mercado interno de la Ucrania de esos tiempos, ¿absorbía mucho grano, o no? El latifundista lamentaba que no absorbiese mucho: pero entonces, ¿de dónde sacaba el campesino el dinero necesario para comprar vodka? ¿Por qué el latifundista no logra vender el grano, y en cambio consigue vender ese mismo grano transformado en vodka? ¿Y a quién se lo vende, finalmente? Al campesino, que compra ese vodka con el dinero recabado por la venta del grano. Los interrogantes se multiplican, y ciertas hipótesis acuden a nuestra mente. No debe descartarse que al campesino le resultara más fácil vender sus propios productos en el mercado, porque su producción era más diferenciada. En un mercado en el cual difícilmente podían venderse grandes cantidades de trigo, podía colocarse en cambio un poco de centeno, de cebada, de hortalizas, de productos lácteos, etc. Tampoco cabe descartar que en un mercado restringirlo, la posición del campesino, en cuanto vendedor minorista, fuese más ventajosa. Sin embargo debía resultar más importante otra razón, y es el hecho de que el siervo de la gleba no tenía, si así puede decirse, costo alguno. Cualquiera fuese la cantidad de mercancías que vendiera y el precio a que lo hiciera, la venta representaba para él una ganancia real 1 • En cambio, el señor tenía costos. Para un pequeño noble, propietario de una sola aldea, los También en la época de la gran crisis de los años 1929-1932, el campesino polaco vendía a precio inferior al costo de producción "racionalmente" calculado, y sin embargo esto le convenía por no contar el trabajo suyo y de su familia. Sólo que al descartar esta importante componente del costo de producción, no potlía descartar otras (el pago de los créditos, los impuestos, la amortización de los e dificios, el costo del viaje por ferrocarril cuando iba a vender los productos de su granja al m ercado, etc.). De modo que podía vender sus productos por menos de lo que le había costado producirlos, siempre que efectuemos el cálculo según criterios capitalistas. Mas esto no significa que podía venderlos a cualquier precio. Se sabe, por ejemplo, que en algunas regiones apartadas del país aumentaba, a causa de la miseria, el consumo cam· pesino de leche y huevos, ya que el precio del viaje por ferrocarril superaba la suma que se podía obtener en el mercado por dos canastos de productos de esta clase.

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costos eran prácticamente m1mmos. La actividad productiva propiamente dicha se desarrollaba casi por completo sin emplear el dinero (cuando menos en el período "clásico" de la econc;>mía de la reserva señorial basada en la prestación personal). Era el campesino quien pensaba en alimentar los animales de tiro y en asegurar su reproducción. También la conservación de los arneses estaba a su cargo. Teóricamente, el campesino no podía no cuidar a los animales de tiro, porque, al no hacerlo, hubiese infligido un daño también a su propia economía (cuando aparezcan algunos indicios de que este mecanismo deja de funcionar, los mismos revelarán de inmediato la disgregación del sistema basado en la reserva señorial y en la prestación personal). Las pequeñas sumas de dinero pagadas a los poquísimos empleados y a los trabajadores estacionales, como suplemento a la retribución abonada en especies, deben ser equilibradas por las pequeñas prestaciones en dinero efectuadas al señor por parte de los siervos de la gleba. Los vínculos de los débitos, si lo son, no conciernen a la producción, sino al consumo; no pueden por lo tanto tomarse en consideración para el cálculo. La economía monetaria de un noble de esta clase consiste en vender el excedente para poder sostener los gastos del consumo suntuario. Si en cambio pasamos del pequeño noble propietario de una sola aldea, a los grupos más ricos de la nobleza, el papel de los costos en dinero crece en proporción cada vez mayor 1 . De un noble propietario de una aldea, a un noble propietario de veinte, el costo global no aumentaba veinte veces, sino incomparablemente más. Por lo tanto, si bien el acceso directo al mercado internacional (a la ciudad portuaria) representaba, como hemos visto, para aquella parte de la nobleza que lo abastecía (gracias a 1 El problema de los costos en la economía del latifundio ha sido tratado en varios trabajos por J. Rutkowski, especialmente en "Zagad· nienie reformy rolnej w Polsce XVIIIw." [El problema de la reforma agraria en Polonia en el siglo XVIII), publicado en Studia z dziejów wsi polskiej XVI-XVIII w. [Estudios sobre la historia del agro polaco, s. XVI-XVIII], Varsovia, 1956, p. 350.

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las dimensiones de la hacienda y a su posición geográfica, o mejor dicho hidrográfica), un privilegio material enorme, en el mercado local predominaba el pequeño productor, para el cual resultaba conveniente cualquier venta de sus productos. En este punto resulta útil observar otro hecho. Los datos recogidos por Leskiewicz distinguen el rédito de la reserva señorial proveniente de la producción agrícola y de la ganadería, del rédito proveniente de la elaboración de los productos agrícolas, ganaderos y forestales. Más exactamente, distinguen el rédito proveniente de la venta de la primera categoría de productos, es decir de las materias primas, del rédito proveniente de la venta de la segunda categoría, es decir de los productos semiterminados de fabricación propia. Sumando ambas categorías, obtenemos: según la lustracja de 1564, el 61,6% del rédito global 1661 69,5 1764 40,5 1789 39,4 En consecuencia, durante la segunda mitad del siglo XVI, la parte que estas categorías tienen en el rédito global es aún grande; el rédito global es importante, y el rédito proveniente de la propinacja, mínimo. Pero si examinamos las tres lustracjas sucesivas, observamos que la parte de las entradas provenientes de la producción propia de la reserva señorial es tanto mayor, cuanto menor es el rédito global, y que la parte de las entradas provenientes de la producción propia oscila de manera inversamente proporcional respecto a la parte de las entradas provenientes de la propinacja; por lo tanto, el aumento del rédito global durante el período 1661-1789 se desarrolla en mayor medida a través del aumento del drenaje eficaz, que a través del incremento de la rentabilidad de la producción de la reserva señorial. Ello parece indicar que las destrucciones económicas de la mitad del siglo XVII, si disminuyeron enormemente el rédito global de los latifundistas, disminuyeron más aún las posibilidades de drenar dinero de

175 los campesinos (a ello corresponden la disminución del papel de las prestaciones en especies y en dinero por parte de los ,·am pesinos, y la enorme disminución de los rédi tos provenien tes de las ciudades, que eran casi exclusivamente en dinero ). El rédito gl obal de Jos latifundist as, m uy gravemente dismin uido a causa de las destru cciones bélicas, proviene no obstante en esa época, casi en sus dos tercios, de la "producción propia " . La rec onstru cci ón econó mica llevada a cabo en el curso de los cie nto treinta años sucesivos hizo que se triplic ara el rédito global, pero tal resultado , aJ parecer, se obtuvo en mayor medida con el aumento del drenaje eficaz, que con el incremento de la rentabilidad de la producción de la reserva señorial. Ello confirmaría la hipótesis del fuerte aumento del elemento mercantil en la economía de las granjas campesinas durante los últimos ciento treinta años de la república polaca . Confirmaría además la hipótesis relativa a la parte preponderante que tuvo la granja campesina en la obra de reconstrucción económica del pa í.s'. En preve nción de equívocos, recordemos que las cifras relativas citadas anteriormente y concernientes a la composición del rédito de los latifundistas en el período 1661-1789, cot-responden a un rédito en notable aumento; en consecuencia, en cifras absolutas (sea en precios nominales o en su equiva lente en plata), el rédito proveniente de la "producción propia" aumenta considerablemente según las lustracjas sucesivas de 1661, 1764 y 1789. Por lo tant o , si tenemos en cuenta el mejoramiento de las razones de intercambio de los 1 W. Kula , Sz lúce o manufalzlura.ch. .. cit. , p. 311. Para citar un .:jf' mplo e ntre muc hos : en los domini os de los Zarno yski, al procederse a la reorga nización d e las exp lotacion es des pu és de las gu erras polacosue cas ( 16 5 6 ), se ordenó a los inspectores 1) prestar at enci ó n a los n u evos campos gana dos al bosque por lo s si e rvos ; 2) fijars e en los ca m pesin os " qu e pudie nd o ser redu c id os a la ser vidumbr e so n censa· t
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magnates, de quienes hablamos con anterioridad, tal aumento resultará más considerable aún. Como ya hemos subrayado, las hipótesis aquí esbozadas se fundan sobre una base restringida. Para justificarlas, o siquiera para concretarlas, faltan diversos elementos esenciales. En su apoyo podemos aducir un solo hecho, pero indubitable e importantísimo, aun si estuviese inflado en sus términos numéricos : el enorme aumento del papel de las entradas provenientes de la propinacja, y por ende del papel del drenaje en el cálculo económico del latifundio. Al respecto no cabe duda alguna. Ahora bien, este hecho debe testimoniar algo. Pero aún estamos lejos de comprender a fondo este importante fenómeno. Los problemas que hemos tocado guardan relación con las últimas tres tendencias señaladas anteriormente, es decir, con la tendencia a procurar la máxima cohesión económica de la reserva, a aislarla y a "naturalizar" la mayor parte de su actividad económica 1 , y la tendencia a concentrar la propiedad de la tierra en manos de la nobleza. La tendencia a la cohesión, aislamiento y "naturalización" es, en realidad, harto conocida gracias a las numerosas monografías y, sobre todo, a las también numerosas fuentes impresas, sea en forma de literatura económica de la época, sea en forma de publicaciones científicas donde se reproducen las instrucciones, los estatutos de las aldeas, etc. Desgraciadamente, esta copiosa documentación no ha sido hasta ahora analizada en su conjunto 2. 1 V. Lenin, El desarrollo del capitalismo en Rusia, cit., p. 198. Sombart sostenía lo contrario, opinión difícilmente aceptable. Según él, la organización de la gran propiedad entraña implícitamente La tendencia a romper el aislamiento tanto de la propia economía como de la econo· mía de la explotación campesina (Der moderne Kapitalismus, München, 1919, T. I, 1, p. 103). 2 En el dominio de las ciencias históricas ocurre con frecuencia que aun las fuentes importantes relativas a la Edad Moderna, una vez publicadas no se aprovechen, debido al atractivo de la búsqueda de fuentes inéditas. Lo mismo cabe decir de la publicación de fuen tes " semielabo· radas" (por ej. los precios). La utilización de tales fuentes en los traba·

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De todo_s modos, la efectividad de esta tendencia está fuera de duda. Cada propietario de una reserva se esforzaba por no comprar ningún artículo de primera necesidad, por producir el máximo de cosas necesarias en el propio dominio, evitando en esta materia cualquier gasto en metálico. "Porque no sólo es dañoso -dice Gostomski con su lenguaje tan expresivosino además bochornoso comprar por dinero lo que, de no mediar la negligencia, podría tenerse gratis" 1 • (Recordemos esta estupenda calificación de "gratuito" aplicada a todo lo que proviene de la propia reserva; más adelante volveremos a esta cuestión.} Así que la producción debe mantenerse a sí misma, de igual modo que el consumo corriente del personal y de la familia del propietario, y todo el dinero obtenido por la venta de un excedente lo mayor posible ha de ser destinado a la compra de artículos de lujo. Naturalmente, cuanto mayor fuese el número de artículos producidos en la reserva en sustitución de los normalmente comprados, mayor sería el "nivel de lujo" de los bienes adquiridos por dinero contante. Se trataría, por lo tanto, de una tendencia a la máxima "naturalización" en procura de la máxima comercialización: fórmula que, por paradójica que parezca, corresponde fielmente a la realidad o, al menos, a las intenciones del noble. La tendencia a "naturalizar" toda la actividad productiva y la mayor parte posible del consumo corriente, junto con la +-

jos analíticos o para las construcciones sintéticas es menospreciada por unos, y hasta condenada por los tradicionalistas más empedernidos quienes la califican de "recoger los mejores frutos del arduo trabajo ajeno". Si se compartiese esta opinión, habría que combatir la publicación de fuentes importantes, ya qu e ello las eliminuría de los procesos de la vida científica. Tal actitud acarrea perjuicios concretos: baste señalar el ínfimo (en realidad , nulo) grado de aprovec hamiento de los resultados de una labor verdaderamen te ardua de la escuela de Lvov sobre los precios, en las monografías y síntesis publicadas hasta ahora, con la " Historia de Polonia" del lnstitutp de Historia de la Academia Pola"Ca de Ciencias en primer lugar. En consecuencia, defendemos aquí una posición . - al pa recer evidente, y sin embargo impugnada- según la cual el respeto al duro trabajo de otros debería manifestarse en el aprovechamiento de sus resultados. 1 A. Gost omski, op, cit. , p. 106.

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tendencia a elevar al máximum el excedente destinado a la venta, iban a la par con la tendencia a la cohesión y aislamiento económicos de la reserva. Los dos primeros propósitos podían lograrse realizando las posibilidades latentes de producción de la reserva. Uno podía dejar de comprar miel, instalando un colmenar; telas de lana, si criaba ovejas y tenía tejedores; vidrio ordinario, si tenía bosques y fundaba una vidriería, etc. La desurbanización de la artesanía, visible desde fines del siglo XVI, se debe, por una parte, a las dificultades con que tropezaba la artesanía urbana en vista de que el campesino era gradualmente eliminado del mercado, y por otra parte, a la aspiración del latifundista a concentrar en su propiedad un potencial de transformación que le permitiese, por lo menos, abastecerse de artículos de primera necesidad. Evidentemente, en lo que se refiere a la "naturalización", las posibilidades eran tanto mayores cuanto más variadas fuesen las condiciones naturales de la hacienda: cuando fuese po· sible desarrollar lo mismo la producción cerealista y ganadera que la forestal o pesquera, tales o cuales actividades de carácter industrial, etc. Esto es patente en el caso del surgimiento de las manufacturas en el siglo XVIII. Así, por ejemplo, el príncipe Ra.dziwiH posee en sus propiedades de Ucrania una desarrollada cría del ganado ovino y una manufactura de paños en Niéswiez a centenares de kilómetros de distancia, para evitar la compra de materia prima impone a los campesinos la obligación de transportar la lana a su casa solariega de Niéswiezl. En cambio, otro magnate, Prot Potocki, cría ovejas en la región de Lublin y tiene una manufactura de paños en Machnówka, en Ucrania. En su caso, la lana hará un larguísimo viaje para llegar a la misma región de donde se despacha la lana de Radziwill. Podemos imaginarnos el enorme malgasto del trabajo humano que implicaban todas estas operaciones. Sin embargo, desde el punto de vista del propietario, el cálculo era enteramente racional. Al fin y al cabo, 1

W. Kula , Szkice o man11{ak turach . . . cit., p . 59.

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no es el único caso en la historia cuando el interés de la "empresa" no coincide con el interés público. De todos modos, si la autarquía señorial era tanto más factible cuanto más diversificadas fuesen las posibilidades de producción de t~ l o cual propiedad, está claro que el propietario latifundista - cuyas haciendas se hallaban generalmente diseminadas en regiones de diferente topografía, clima y medio natural- disponía de mayores oportunidades en este aspecto que el pequeño noble, poseedor de una sola aldea. ¿No habrá sido también este factor económico uno de los elementos del proceso de concentración de la propiedad nobiliaria? Al lado de la tendencia del noble a la cohesión económica interna de su propiedad, hemos mencionado la tendencia al aislamiento económico de la misma. En realidad, son dos aspectos de una misma tendencia El aislamiento económico de la propiedad territorial tenía por objeto, ante todo, garantizar el monopolio de la explotación de los recursos que ella ofrecía. En cierto sentido, la idea del aislamiento económico inspiró desde tiempos muy remotos la actividad de los señores feudales, aunque fuese inconsciente y estuviese cubierta con los más diversos ropajes ideológicos. A este propósito servía la fundación de numerosas villas y ciudades, y también de nuevas parroquias. Si el régimen feudal daba al propietario de la tierra el derecho exclusivo de explotar a los siervos que vivían dentro de la propiedad, este monopolio debía ser protegido no sólo mediante la coerción jurídica -tan ineficaz- sino también por una amplia gama de instituciones sociales. El ideal tácito del sistema feudal era que la vida del siervo debía desarrollarse, desde la cuna hasta la sepultura, en el marco territorial de la propiedad a la cual estaba adscripto . " Cuna" y "sepultura" implican una parroquia. Todas las necesidades reconocidas del siervo -religiosas, sociales, económicas, etc.- debían ser satisfechas dentro de este marco. Si el siervo ha de ser bautizado y sepultado, si ha de concurrir a la iglesia, divertirse en la feria, efectuar pequeñas transacciones en el mercado, beber en

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taberna con los vecinos, baila'r en una boda, etc. etc., las instituciones que respondan a todas estas necesidades deben existir en las tierras del mismo señor. Conocida y justa es la tesis de los clásicos del marxismo que los campesinos, como clase, no están en condiciones de derribar por sí solos el régimen imperante, ni siquiera el régimen feudal del cual son las primeras víctimas, puesto que su dispersión y aislamiento cir· cunscribe el desarrollo de· su conciencia de clase, y por ende, sus posibilidades de organizarse para una lucha de clase. Poderosas y profundamente arraigadas instituciones sociales, a menudo rodeadas de gran prestigio, pérfidamente eficaces -aunque nadie las haya "programado"- velaban por que este estado de cosas siguiese tal cual. Sólo en el contexto de la actividad de estas instituciones podía funcionar, como factor complementario, únicamente coerción. Constantemente se lucha con los campesinos para que no asistan a los mercados de villas ajenas, para que no concurran a las iglesias de otros pueblos, para que no beban en tabernas ajenas. Sólo el aislamiento económico de la propiedad daba la garantía de que cada transacción del siervo sería gravada con un "impuesto al consumo" sui generis. Las inevitables transacciones campesinas -por ejemplo, la utilización de los servicios de molienda- eran monopolizadas por el señor. Y si de tal o cual transacción se aprovechaba el mercader o el artesano de la villa, su enriquecimiento servía, en último término, también para acrecentar los ingresos del señor de la villa. · Finalmente, cuando todo esto resultaba insuficiente, se recurría al mecanismo descripto de "drenaje monetario", en especial, por medio del aguardiente. El aislamiento económico ofrecía, además de las ya enumeradas, otras grandes ventajas al latifundista. Pese a todos sus esfuerzos, el señor no podía administrar sus bienes sin gasto monetario alguno. El dinero contante y sonante solía escasear aun en las arcas del noble que hoy llamaríamos acomodado. Todo gasto en metálico disminuía a ojos vistas sus posibilidades de consumo de lujo, de acción política, etc. De ahí la

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lendencia a reducir al mínimo las sumas indispensables para la explotación de la reserva señorial, y el esfuerzo por hacerlas reingresar. Esto último era factible únicamente a condición que la propiedad estuviese económicamente aislada. De este modo surgía un sistema cerrado de circulación monetaria. Las sumas que la reserva transfería durante el año a la aldea, volvían en el curso del mismo año a aquélla, sobre todo, por intermedio de la taberna " adscripta" a la propiedad 1 • Es esta especie de "perpetuum mobile", un mínimo capital circulante invertido en tal o cual actividad de la reserva, que podía servir, en teoría, indefinidamente al mismo propósito. Siempre que, repitámoslo, la reserva estuviese económicamente aislada. En vista de todo esto, creemos que uno puede fiarse de la impresión que produce la lectura de las fuentes (insistimos en que el problema no ha sido hasta ahora objeto de una investigación sistemática): que los esfuerzos del gran propietario por asegurar la efectividad de este aislamiento , enfrentan la fr ecuentación de tabernas o mercados ajenos, se acrecientan considerablemente en el curso del siglo XVIII. Esta tendencia se manifestará por largo tiempo en la vida económica de Polonia. Sólo que a mediados del siglo XIX, cuando el proceso de comercialización de la economía nacional estará ya muy avanzado y el régimen de servidumbre muy relajado, la nobleza tendrá que buscar métodos más ingeniosos. Es así como los su cesores de Steinkeller en la fundición de Zarki al faltarles la seguridad de que . el dinero desembolsada por ellos volvería a sus arcas, aplicaron "un medio ingenioso y digno de ser imitado", imprimiendo su propio papel moneda que era aceptado únicamente en las tiendas de la fábrica2. En efecto, todo el desarrollo económico durante el siglo 1 En un ensayo de cálcul o que he efec t ua do, a m odo de ejempl o , con respecto a las ferrerías e n los dom in ios de los o bispos de Cracovia (a ño 1 746 ), e sta~ sum as cua dr a ron práct icament e h as t a el último centavo (W. Kul a. Szh ice o m anufahltmich . . .. ci t. , p . 85-88 ). 2 Gaze ta codzienna, 1859, NO 268.

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XVIII, en especial, la creac10n de manufacturas en los latifundios, se llevará a cabo en el contexto de las mismas tendencias fundamentales. Nunca llegaríamos a comprender por qué en el extensísimo Reino de Polonia, la manufactura de paños de Skierníewice, propiedad primacía!, vendía el grueso de su producción justamente en Karolin, cerca de Piñsk -a trescientos kilómetros de distancia- si no supiéramos que Karolin formaba parte de los bienes patrimoniales de Michal Poniatowski, a la sazón primado de Polonia 1 . Semejantes ejemplos podrían citarse hasta el infinito. En último lugar mencionamos la tendencia a la concentración de la propiedad territorial en manos de la capa más ric a de la nobleza_ Examinemos más de cerca esta tendencia. Teóricamente, la reserva del noble estaba a salvo de la quiebra, por cuanto realizaba su actividad económica casi exclusivamente por métodos naturales, sin emplear dinero, satisfacía del mismo modo la mayor parte de su consumo corriente, empleaba sus ingresos monetarios sobre todo en 'compras de artículos no indispensables, pudiendo entonces limitarlas o aumentarlas según el año y, finalmen te, por cuanto desconocía el crédito productivo. A todas luces, no podía hacer bancarrota, a no ser que abusara del crédito de consumo, o sea en el caso de un noble despilfarrador que se empeñase en llevar un tren de vida muy por encima de sus posibilidades. En la práctica, la si tuación era algo diferente. Recordemos que en esa época el producto neto es, por lo común, sumamente bajo_ Este producto, multiplicado por el número de trabajadores bajo servidumbre, constituye el límite superior de los posibles beneficios del noble. Suponiendo, por ejemplo, que el producto excedente represente el 10% del producto global, la disminución del producto global en un 10% basta para reducir a cero el producto excedente y, por lo tanto, los ingresos del señor feudal. Mientras tanto, como sabemos, toda esta época se caracteriza no sólo por un bajo producto global 1

W. I< ula, S z hice o manu{akt urach . . . cit., p. 7 4 1.

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y neto, sino además por una fluctuación muy intensa, de un año a otro, del rendimiento del trabajo y de la tierra, o sea, también del producto global, y mucho más aún, del product0 excedente . PropGrcionalmente a la fluctuación de este último debían variar, de año en año, los ingresos de la reserva. Según lo explicamos en otro trabajo 1 las calamidades llama das "naturales" representan asimismo un fe nómeno socialmente condicionado. Estas calamidades y las devastaciones bélicas fueron elementos constantes y normales de funcionamiento del sistema feudal, dados, por una parte, la baja productividad de los instrumentos de trabajo y la impotencia del hombre ante las fuerzas de la nat uraleza, y por otra, las contradicciones internas del sistema que originaban guerras y levantamientos nacionales, religiosos o de clase. Sin embargo, la gran propiedad de los magnates estaba incomparablemente mejor preparada para afrontar tales ·calamidades que la propiedad de la pequeña o mediana nobleza, consistente en unas pocas aldeas, en una sola aldea o hasta en una parte de ésta . Esto se debía, sobre todo, a que dentro de la gran propiedad funcionaba una especie de "seguro interno". Los magnates, gracias a un activo comercio de bienes raíces efectuado entre ellos mismos, gracias a los repartos de bienes familiares, las herencias adquiridas dentro de un complicado sistema de parentesco, las dotes, y gracias también a los beneficios que les reportaba el exclusivo ejercicio de los importantes cargos públicos, tenían sus bienes, propios o vitalicios como los "starostwa", diseminados en extensos territorios, a veces, en todas las regiones del país. Como ya sabemos, esto ocasionaba grandes dificultades en la administración y explotación de estos bienes, y un considerable aumento de los costos, pero al mismo tiempo brindaba una ventaja incuestionable: las calamidades naturales o la devastación bélica afectaban generalmente, en un momento dado , sólo a determinadas regiones del país, es 1 W. Kula, J'mblemy i metody historii gospodarczej, cit., cap. Z aleinosé czl ow ieka od przyro dy [ La depend encia del hombre con respecto a la na t uraleza l

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decir, una parte de los bienes del magnate. Esto le permitía, en cada caso, reconstruir las propiedades devastadas, apoyándose en las que había,n quedado a salvo de la destrucción. A este aspecto estrictamente económico hay que agregar otra circunstancia: la devastación bélica afectaba en mucho menor grado las propiedades del magnate, ya la protegía el propio nombre del potentado, inclinando a las tropas de paso a "aprovisionarse" más bien a expensas de la pequeña nobleza, de la Iglesia y, sobre todo, de los bienes del Estado. En consecuencia, la gran propiedad salía muchas veces indemne de situaciones críticas que la pequeña y la mediana nobleza no estaba en condiciones de afrontar. Pero la abrumadora superioridad que lograron paulatinamente los magnates con respecto a las demás capas sociales no fue, ni mucho menos, el resultado de una acción mecánica de las leyes del sistema feudal. Al contrario, fue el resultado de una implacable lucha. Cuando un noble de mediano rango está en dificultades (uno o varios años seguidos de mala cosecha, incendios, epidemias y, sobre todo, epizootias, etc.), siempre encuentra a un magnate benévolamente dispuesto a socorrerlo con un préstamo. El es aquí el único "banco" y la única "compañía de seguros", puesto que las demás fuentes de crédito exigen un interés tan elevado que es imposible apelar a ellas tratándose de contraer un préstamo con fines productivos. Cuando las dificultades de uno de estos nobles se multiplican, obligándole a vender una parte de su propiedad, ahí está de nuevo el magnate, dispuesto a comprarla, o más bien a aceptarla en pago o a cuenta de la deuda. También cuando los nobles se conceden mutuamente préstamos, el magnate está siempre preparado para adquirir las promesas de pago. Como consecuencia de todo esto, el noble de mediano rango baja a la categoría de la pequeña nobleza, y el pequeño noble pierde sus tierras del todo. Aquel que, habiendo vendido la tierra y pagado sus deudas, salía con algún dinero, empezaba - -según la expresión de la época- a "andar de arrendatario". Aquel

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que salía con una suma demasiado pequeña para pretender un arrendamiento, la deposita ba en manos del magnate a cambio de un pequeño interés 1 , ocupando al mismo tiempo algún puesto en la corte de ese mismo magnate o, más a menudo, en la administración de alguna deo sus propiedades. Sea como sea, de resultas de esta actividad entre crediticia y usuraria, la tierra pasaba al magnate casi regalada. Por si fuera poco, éste, después de haber arruinado al noble, se convertía en magnánimo benefa ctor suyo, salvándolo de la degradación sociaL En las monarquías bajo el absolutismo ilustrado, el noble que perdía su tierra, podía conservar su condición social sirviendo en el ejército, en la administración pública o entrando en la magistratura, etc. En Polonia prácticamente no existe en aquella época ni el ejército regular, ni una administración esta ble, ni tampoco una magistratura profesional. Al mismo tiempo, el ejercicio de cualquier actividad puramente comercial o industrial puede acarrear la pérdida de la condición de noble, ya que el que se dedique a tal actividad, se cubrirá ipso facto de "ignominia". Mas todo aquello que le falta al Estado --el ejército regular, la burocracia o la administración profesional de la justicia- lo tiene en sus dominios un RadziwiU de Nieswiez o un Potocki de Tulczyn. Sólo ellos puel Las funciones bancarias de los magnates ' polacos constituyen un Lema de no poca importancia y cuyo estudio podría contribuir grandemente a revisar la imagen tradi cional de la sociedad polaca. Por regla general, el prestatario es el m agnate, y el prestamista, el noble de mediano o bajo rango, como ha sido demostrado, entre otros, por las conocidas investigac iones sobre las contrataciones de Lvov. Mas no toda transacci ón de préstamo tiene la misma significación social y económica. ¿De dónde sacaba el noble pequeño o mediano ese dinero ? ¿Quién caía en una situación de depende ncia como resultado de semejante transacción (En este caso, es eviden te que el "acreedor" pasaba a d epender del " de udor")- ¿Se p aga ba efectivamente el interés convenido? ¿O tal vez el m agnate gratificaba al pequeño noble con otros "favores"? ¿Y si el interés era pagado, en qué forma se hacía esto: con dinero, o, por ejemplo, con el arriendo de una aldea? Al término de las contrataciones -recuerda Ochocki- se formaba un gran gentío en la casa del príncipe, tantos eran los hidalgos que le traían dinero. Por cierto ... no eran sumas tan grandes como ahora, pero los pequeños capitales llegaban poco a poco ... y uno a duras penas podía acercarse a la caja _ J. D. Ochocki, Pamietniki [Memorias ], Varsovia, 1882, t. I. p . 46.

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den prevenir la degl'adación del noble arruinado, por lo que rem~dio que servirles. De esta forma acaecía un cambio de trascendental importancia: cambio del título de propiedad en lo que atañe aJ factor fundamental de la producción, cual era la tierra; cambio de las bases del sistema de distribución de la renta nacional; cambio en la correlación de fuerzas entre las diferentes capas de la nobleza, aparentemente homogénea y que se preciaba de serlo. De esta forma se consolidaba la base material del poderío de los magnates a la vez que crecía la sumisa muchedumbre de nobles desposeídos, ligados a aquéllos a vida y muerte. Por encima de la mediana nobleza, se fue formando una alianza entre los magnates y aquella muchedumbre, alianza funesta para el trono y para toda idea de afianzamiento del &tado . Los magnates dan de comer y de beber a aquella muchedumbre de desposeídos, permitiéndoles conservar sus privilegios políticos y sociales y defenderse contra la degradación que se cierne sobre ellos, gracias a los arrendamientos, el servicio en la administración &::ñorial, en las milicias privadas o en el palacio. A cambio, ·odas estos nobles sin tierra serán la fuerza armada de la dictadura político-militar de los magnates en el país, sirviéndoles para ejercer el poder sobre las pequeñas dietas, sobre los tribunales y las dietas, sobre el ejército, la administración general, fiscal, judicial, etcétera. No es casual que la Dieta de los Cuatro Años, en su intento de golpear a los magnates, quite los derechos políticos a los nobles no propietarios de tierras. Recién en los últimos años anteriores a la repartición, y aún más rápidamente después de la caída de la República, esta alianza comenzó a fragmentarse. En el siglo XVIII y particularmente en su segu nda mitad, tienden a disminuir las posibilidades que tenían los magnates de concentrar las tierras en sus propias manos mediante los métodos tradicionales. Comienzan entonces las expoliaciones por medios semilegales en el interior de la misma propiedad latifundista. En este contexto deben ser interpretados, a nuestro jui-

éste no tiene más

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l'io , ciertos hec hos o sobre todo ciertos negocios dudosos tales 1·o mo ia expoliación del mayorazgo de los Ostrogski después de la transacción de Kolbuszów, la expoliación de los bienes de los Radziwill después del exilio de Karol RadziwiU, y sobre Lodo la expoliación de los bienes arrancados a los jesuitas y el asunto del Poninski 1 . Ju nto a estos, que eran probablemente los factores fundamentales, otros dos factores, ya mencionados antes, nos parecen haber contribuido a concentrar la tierra en manos de los magnates. De un lado, la variedad de las posibilidades productivas que los latifundios ofrecían gracias a sus dimensiones y sobre todo gracias a su dispersión geográfica, tomaba mucho más fácil consolidar y aislar económicamente a los bienes; del otro; la posibilidad de llegar directamente al mercado mundial (e:> decir, a la ci udad portuaria) que se abría sólo ante el gran productor y vendedor, le brindaba un enorme privilegio económico en atención a que los términos de intercambio en este mercado eran mucho más favorables que en el mercado local. En otras palabras, si bien la reserva señorial no aventa.iaba a las explotaciones campesinas ni tampoco la gran propiedad a la reserva de los nobles medios por la calidad de los animales de tracción, ni por la calidad de los instrumentos de trabajo, ni en la organización de la producción -es decir, ni por el rendimiento del trabajo ni por el de la tierra- esto no significa, como parece sugerirlo Rutkowski, que no podía superarlas en cuanto a los resultados económicos. Justamente este último factor, a nuestro parecer, pudo contribuir grandemente a la concentración de las tierras. Pero este proceso de concentración tenía también otro aspecto, negativo desde el punto de vista del gran propietario, magistralmente analizado por Rutkowskí: un aumento no proporcional de los costos de producción. Este factor afectaba esencialmente la posición de la "empresa productora" ante los 1 Marx, El capital, cit., t. 1, 3, p. 163, habla del pillaje de bienes raíces ll evado a cabo po r la aristocra<.:Ía ingles.u despu és de la Ciorio us Re voluli o n .

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fenómenos del mercado. Cuando un campesino rico o un pequeño noble podían, al no "costarles" prácticamente nada la producción, vender con ganancia aun a cualquier precio, para el magnate la venta se volvía rentable sólo a partir de un determinado nivel de los precios. Había aquí una contradicción interna: la tendencia orgánica inmanente a concentrar la propiedad de la tierra en manos de los magnates -conscientemente fomentada por el grupo más fuerte de la clase privilegiada- originaba al mismo tiempo crecientes dificultades a los beneficiarios de este proceso. La sustitución del trabajo obligatorio por el censo monetario en los grandes latifundios en el siglo XVIII, y sobre toJo en la primera mitad del siglo XIX, la reducción de sus dimensiones (visible sólo en el siglo XIX), la apelación al crédito de inversión para aumentar el rendimiento tanto del trabajo como de la tierra, todos estos serán medios para superar esta contradicción. En estas circunstancias, no debe extrañar que el proceso de concentración de las tierras implicase un sistemático endeudamiento de los magnates. Cuando dicho endeudamiento, que adquirió dimensiones exorbitantes, llegó al conocimiento de la opinión pública en tiempos del Ducado de Varsovia, constituyó una revelación para los contemporáneos, mas no debe extrañar al historiador. Y es un fenómeno mucho más antiguo que el origen de las "sumas de Bayona" 1 • Sólo anteriormente, en el año 1793, cuando los magnates no pudieron o no qu isieron pagar sus deudas al banquero varsoviano Tepper, fue Tepper quien se declaró en quiebra y no ellos. En el siglo La intr o du cció n del cré dito hipo tecario en las r egiones anexadas por Prusia a raíz de los repartos de Polonia (1772-1795), originó un extraordinario endeudamien to de la nobleza polaca (sobre todo, de los m agnates). Después de la victoria de Jena , Napol eón se a pro p ió estas hipo tecas, consintiendo luego, tras las negoc iaciones celebradas Bn tre el Emperador y los ministros del Ducado de Varsovia en Bayona, en 1808, en amortizar parte de estas deudas a cambio de una mayor participación militar de los polacos en la campana español a . El mon to de dichas deudas era tan extraordinario que la fra se "sumas de Bayon.u" pasó a la lengua corriente para designar en polaco cualquier suma exorbitante. Nota del trad ucto r.

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XIX ya había que pagar las deudas. Es en Europa occidental donde "en la Edad Media, la lucha termina en la ruina del deudor feudal, quien pierde el poder político cuando se viene abajo la base económica que le servía de sustento" 1 • En Polonia, hasta fines del siglo XVIII, el "deudor feudal" no teme la quiebra. La aparición del capitalismo cambiará radicalmente esta situación. Pero el proceso del que estuvimos hablando y que llamamos, a falta de un término mejor, "concentración de la propiedad de la tierra" no tiene nada que ver con el proceso de concentración del capital. Todas las tendencias de largo plazo estudiadas en este capítulo son, sin embargo, vías conducentt!S al capitalismo. Pero, ¿al capitalismo en Polonia ... o en otra parte? La existencia de una base de aprovisionamiento de productos alimenticios y materias primas, institucionalmente sólida, no dejaba de ser importante para el desarrollo del capitalismo en algunas partes de Europa occidentaF. Pero a nosotros nos interesa aquí sobre 1 !bid., T. 1, 1, p. 141. Pero en Polonia, el problema de las relaciones crediticias entre los magnates y las otrag c!aBCS sociales es muy complicado. A. Zaj~czkowski Glówne elementy kultury szlacheckiej w Polsce. Ideología a struktury spo/eczne [Los elementos principales de la cultura nobiliaria en Polonia. Ideología y estructuras sociales], Wroclaw, 1961, p. 87), al polemizar en esta materia con W. Rusifiski, parece ignorar que la opinión expresada por éste en la Historia de Polonia del Ina· tituto de Historia (sin llamada, dado el carácter de la publicación), no es una impresión general sacada de la lectura de las fuentes, sino una conclusión fundada en una documentación abundante y estadísticamente elaborada sobre las así llamadas contrataciones. En cambio, sigue abierto a la discusión el problema del sentido social de las transacciones de pré>ótamo entre capas sociales concretas dentro del marco de la estructura soc· ~ concreta de La Polonia nobiliaria. El hecho constatado en un documento de que tal o cual magnate tomó prestada cierta suma de tal o cual pequeño noble, puede interpretarse de diferentes maneras. Al fin y al cabo, la clientela de los magnates y la pequeña nobleza depositaban frecuentemente en manos de un príncipe su dinero, a cambio de cierto interés. De modo que la caja del magnate era un sui géneris banco de depósitos. Convendría, repitámoslo, investigar esta función del magnate. Cf. W. Kula, Poczatki ukladu kapitalistycznego w Polsce, cit. "Przeglad Hístory.czny", 1951. 2 "La historia de reyes y ¡,ruerras" sabe, por ejemplo, que los cerea· les polacos desempeñaron un importante papel en la guerra de Felipe II contra los Países Bajos : el rey polaco Stefan Batory, para contentar a

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todo el camino del surgimiento de las relaciones capitalistas en el territorio polaco. Más adelante volveremos a esta cuestión. Antes de concluir el estudio de los problemas de adaptación de larga duración, es preciso que nos detengamos por un momento ante un fenómeno paradójico, que más de una vez ha conducido a los investigadores a conclusiones aparentemente correctas, pero en realidad absurdas. Me refiero a los estudios sobre los ingresos de la población urbana, y especialmente, sobre los salarios reales. Muchos investigadores, sobre todo E. J. Hamilton, exageraron la importancia del problema a largo plazo 1 • El papel insignificante del trabajo asalariado, sobre todo del trabajo enteramente retribuido en metálico, a lo largo de los siglos que precedieron la revolución industrial, hace que este problema, cuya elucidación fuese considerada por más de un investigador como la coronación de sus esfuerzos, tuviese en realidad una importancia marginal en la vida económica de la época. Con todo, merece atención tanto porque apasionó a muchos historiadores, como por la razón de que su estudio ofrece una oportunidad para se1l.alar cierto interesante reflejo de la adaptación a largo término. Para comenzar, expliquemos en qué consiste la paradoja. S. Hoszowski, tras largos años consagrados al estudio de los precios en Lvov en el período 1500-1914, llegó a establecer +--

Fe lipe II, tratará de disminuir las exportaciones de granos polacos a los Países Bajos en rebelión, mientras el embajador in glés en Estambul persuadirá a la Puerta otomana a qu e abandone la idea de atacar a Polonia para no privar de cereales polacos a Jos enemigos de Felipe li (W. Konopczyñsk i, Dzie}e, Po/ski nowo:ty lnej (Historia de Pol onia en la Edad Moderna], Varsovia, 1936, t. I, p. 169 y 184-185). Mas ~omo la exportación a través del Báltico, "mecanismo notable, pero no in agota ble, para proveer de cereales baratos a Occidente" según lo formula F . Braudel (en un trabajo suyo sobre la historia de los precios, destinado a la Cambridge Economic History of Europe y cuyo manuscrito me ha sido faci litado amablemente por el autor) influía sobre el cálculo de una empresa industrial en los albores del capitalismo en Europa occidental, particularmente a largo plazo, esto no ha sido todavía estudiado . 1 W. Kula, Problemy i metody historii gospodarczej, cit., cap. Hisloryczne badanie cen (Investigación histórica de los precios].

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numerosas listas de precios de los más diversos artículos, y listas de salarios. A través de un método que hemos referido en otro trabajo 1 , Hoszowski calcula índices a partir de las cifras absolutas; luego, a partir de los índices específicos calcula los índices de conjunto; por último, al final del segundo tomo de su obra, elabora una comparación del costo de la vida y de los salarios de los trabajadores en un largo espacio de tiempo que abarca tres siglos. ¿La conclusión? Calculado de este modo, el poder de compra de los salarios, o si se quiere, el índice de los salarios reales, tomando 100 como índice de referencia para el lustro 1521-1525, ¡baja a 11 en el período 1781-1800! A través de las treinta décadas que comprende el cuadro, apenas en siete casos este índice denota un aumento con respecto a la década precedente, bajando en los veintitrés casos restantes 2 . ¡Nos encontraríamos, pues, ante una "pauperización absoluta" de dimensiones verdaderamente fantásticas! Una de dos: si el salario del trabajador en tiempos de Segismundo el Viejo le garantizaba el mínimo vital o aun más que esto, en tiempos de Estanislao Augusto este trabajador debería encontrarse en extrema miseria, ya que su paga mensual no le permitiría vivir mas que un par de días; o bien, si su salario le aseguraba el mínimo vital en tiempos de Estanislao Augusto, tal trabajador habría sido un hombre bastante rico en tiempos de Segismundo. A menos que admitamos que el mínimo vital, imprescindible desde el punto de vista fisiológico y social, se hubiese reducid<- enormemente en el curso de estos tres siglos. El equívoco estriba, a nuestro parecer, en que se aplican métodos eficaces únicamente en la investigación de corto término a fenómenos de larga duración. La tesis según la cual los precios de los artículos "de pobre" suben más rápido que los otros en períodos de alza general, fue probada por primera vez en base a documentos históricos por C. E. Labrousse. Al plantearla, el autor la rodeó cautelosamente 1 /b(d. 2 S. Hoszowski, Ceny we LwowU! w l. 1701 · 1914, cit., p. 193.

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de 'Una serie de reservas, previendo posibles excepciones a la regla en función del lugar, del tiempo o del producto, y sin resolverse a afirmar que esta tesis -justa en cuanto al "alza cíclica"- fuese justa también en lo que respecta al alza de largo plazol. Desde entonces han pasado 30 años, durante los cuales su tesis fue sometida a repetidas verificaciones, sobre todo en base a la documentación francesa, confirmándose su exactitud en cada ocasión 2 . Veamos cómo se presenta esta cuestión en base a la copiosa documentación polaca relativa a la historia de los precios. El cuadro que sigue contiene los resultados de nuestros cálculos. Como punto de partida hemos tomado, hasta donde fue posible, los datos no elaborados, es decir, evitando los "promedios", y con tanto mayor razón los índices, calculados por los investigadores de la "Escuela de Lvov". Luego de eliminar los datos extremos, calculamos para cada artículo, y para cada una de las cinco ciudades, el promedio del precio nominal medio para cada uno de los quince períodos de veinte años. A continuación, calculamos el precio nacional medio como media no ponderada de los precios de las cinco ciudades. Tal procedimiento puede parecer primitivo, pero se trata solamente de una primera aproximación, suficiente para mostrar con claridad el fenómeno que nos interesa. Los precios nacionales medios (nominales) de los 48 artículos que tomamos en cuenta fueron luego transfonnados en 1 C. E. Labrousse, Esquisse du mouuement des prix et des reuenus en France au XVIII e sú?cle, París, 1933, I, p. 241. 2 C. E. Labrousse, "Observations complementaires sur les sources et la méthodologie de l'histoire des prix et des salaires au XVIII-e siecle", Reuue d 'Histoire Economique et Sociale, XXIV, 1938, p. 289· 308. E. Sol, "Les céréales inférieures en Quercy. Les prix de 1751 a 1789, ibíd. XXIV, 1938, p. 335-355; W. E. Schaap, "Etude du mouvement des prix des céréales daru; quelques villes de la Généralité de Champagne pendant les années qui precédent la Révolution", Commission de Recherches el de Publication des Documents Relatifs a la Vie Economique de la Réuolution, Assemblée Générale de la Commission Centrale et des Comités Départementau.x, 1939, París, 1945, p. 37-72.

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índices para cada uno de los quince períodos de veinte años. Después procedimos a agrupar los diferentes artículos. Los índices de grupo fueron calculados como medias aritméticas no ponderadas. El índice de !os artículos cerealeros se compone de los índices de seis artículos; el de los artículos pecuarios, también de seis; bebidas importadas, dos; bebidas nacionales, tres; ultramarinos, once; sal, evidentemente uno; combustibles (calefacción y luz), cuatro; costo de construcción de una casa de ladrillo, tres; costo de construcción de una casa de madera, cuatro; ropa de lujo, dos; ropa ordinaria, cinco; y papel, naturalmente, uno. El índice de salarios se compone de los índices correspondientes a los salarios de seis artesanos de baja calificación y de los aprendices. Los grupos fueron constituidos según los siguientes criterios: posibilidad de sustituir un artículo por otro dentro del grupo (tal es el caso de los artículos cerealeros, los pecuarios, las tiebidas y la ropa), origen de los artículos capaz de determinar la fluctuación conjunta de sus precios (ultramarinos) y, por último, destinación de los artículos (por ejemplo, habitación). Como efecto, hemos obtenido los índices de grupo que presentamos en los dos cuadros insertados más abajo. Estos cuadros confirman con gran exactitud la tesis de Labrousse. Examinándolos, podemos ver cómo el precio de los artículos cerealeros sube más rápidamente que el de los productos de la ganadería; cómo el precio de la sal denota un alza más pronunciada que el de los condimentos importados (la regularidad no es total debido al sobreprecio aplicado a la sal en ciertas épocas por la tesorería real); cómo el costo de construcción de una casa de madera crece a un ritmo más rápido que tratándose de una casa de ladrillo; lo mismo que el precio de la vestimenta ordinaria con respecto a la de lujo. Vemos también cómo el precio de los comestibles básicos revela un alza más pronunciada que el de los comestibles secundarios {bebidas y condimentos), y mayor aún que el costo de la vivienda y el precio del papel, el cual representa aquí el grupo de los artículos industriales no indispensables, que el pue~lo no compraba

194

CAPITULO CUARTO

Indice en cadena Artículos alimenticios ~ ~ ·¡::


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DINAMICA A LARGO PLAZO

Indice continuo Artículos alimenticios

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100 121 148 210 269 401 750 930 986 1055 1287 1223 1480 1791 1827

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115 151 288 372 472 1034 1189 1159 2779 3585 3585 3872 3756 3981

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196

CAPITULO CUARTO

del todo. La única excepción es el alza de las bebidas importadas, más fuerte que de las bebidas de producción nacional. Si ahora confeccionáramos un modelo cualquiera (con tal que fuese razonable) de estructura del consumo de una familia y lo aplicáramos como base invariable para calcular el costo de la vida a lo largo de los tres siglos, ¡es de imaginarse qué resultados obtendríamos! Estas desigualdades en el alza de los precios constituyen un factor muy importante, tanto más que este factor opera casi constantemente a lo largo de varios siglos, si bien con intensidad variable. Sin embargo, el sentido de su influencia no es tan evidente como puede parecer a primera vista. Y la interpretación "univalente" de este fenómeno, frecuente entre los historiadores occidentales, tiene el defecto de fundarse en el supuesto de que la naturaleza humana es inmutable, implicando que el individuo actúa siempre de la misma manera en situaciones análogas. cualquiera sea la época histórica. W...ientras tanto, como lo explicamos en otro trabajo 1 , la "ley de Engel" sobre la creciente importancia de los gastos de alimentación a medida que disminuye el ingreso familiar, no es aplicable a todos los países ni a todas las épocas. Así, por ejemplo, en la Polonia antigua, donde el costo de la alimentación popular era relativamente bajo, y relativamente alto el de los artículos manufacturados de primera necesidad, el lujo de las clases superiores, y sobre todo las medianas, era, por lo general, precisamente un "lujo de mesa": especias, frutas, vinos importados, etc. Si el fenómeno constatado por Labrousse en ta Francia del siglo xvrn se manifiesta del mismo modo en la historia de Polonia del siglo XVI al XVIII, es decir, en una situación económica completamente diferente (siquiera por tratarse de un país exportador de cereales y mucho menos industrializado), podemos suponer que nos encontramos ante un fenómeno fundamental de la economía precapitalista. Efectivamente, la co1 W. Kula, Problem y i metody historii gospodarczej, cit.

DINAMICA A LARGO PLAZO

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rrespondencia de nue.stros cuadros con los de Labrousse es total. Se dejan observar tan sólo dos diferencias, perfectamente comprensibles: a) el precio relativamente subido del vino que caracteriza a Polonia, país importador de este producto, en comparación con Francia que es su gran exportador ; b) la ausencia, en Polonia, del enorme alza del precio de la madera, que caracteriza a Francia cuyos recursos forestales empiezan a agotarse en esa época J. El segundo de nuestros cuadros, que contiene datos sobre la misma evolución de los precios pero expresada por un índice en cadena, nos permite constatar que el fenómeno en cuestion se manifiesta no sólo como la resultante final de distintas fluctuaciones que se sucedieron a lo largo de 300 años, sino que se trata de un fenómeno casi continuo, perceptible dentro de la mayoría de los quince períodos en que hemos dividido el lapso entero. Y recordemos que del análisis de Simiand 2 se desprendía ya a las claras que, al menos desde el siglo XV, los períoJos de alza siempre fueron más largos que los de baja, y que el alza siempre fue más fuerte que la baja. Europa vivió la mayor parte de la Edad Moderna bajb el signo del alza, no interesando que la causa dominante fuera aquí la afluencia de metales preciosos (como sostenía ' la ciencia de antaño), el auge de las inversiones (como se inclina a creerlo Cipolla) o la política inflacionista de los gobiernos. Pero el fenómeno que estamos tratando tiene, además otro aspecto. El progreso técnico que se fue produciendo desde el siglo XV a través de las sucesivas "revoluciones industriales", afectaba en distinto grado los diferentes grupos de artículos. Por regla general, cuanto mayor era la importancia del costo de elaboración o de transporte en la formación del precio de un artículo, mayor era la baja relativa de este precio. De modo 1 H . S ée, L andes, co mmunaux {' / d é fric hcmcnls en Hau/ {' -Rre tagn C', 1926 ; d el mi smo au to r , Hisl orie éc orwm iqu c d e la Fran cc, T . 1, p. 205· 20 7; C. E. f.ab ro usse, Esqu iGse ... , t. II, p . 34 3·3-1 8. 2 F. Simumd , R ec herc hes an cicnn es et n o uve lles sur le mouvem enl gé néra/ des prix du XVI-e au X IX-e súicle, Pa rís , 1932.

198

CAPITULO CU ARTO

que, proporcionalmente, tal vez no hayan aumentado los precios de los artículos de primera necesidad, sino que hayan bajado aquellos de los artículos que satisfacían necesidades humanas de segundo orden J. Naturalmente, el rico compraba mayores cantidades de artículos no indispensables que el hombre de recursos mediocres, sacando por lo tanto mayor ventaja de la baja relativa de sus precios. Y el fenómeno guarda seguramente alguna relación con la incuestionable intensificación de los antagonismos sociales en esa época. Por otro lado, a medida -que progresaba el abaratamiento relativo de los artículos que satisfacían las necesidades de segundo orden (que son al mismo tiempo las de orden "superior", bajaba también el nivel de condición económica del hombre, a partir del cual aquellos artículos se volvían accesibles. De más en más se democratizaba el consumo de artículos cada vez más "lujosos". Este fenómeno guarda seguramente relación con la incuestionable elevación del nivel de vida de amplias capas de las sociedades euro peas en esa época 2 • Por último, siguiendo el ejemplo de Hoszowski -aunque se trate de un procedimiento arriesgado- apliquemos a los datos de nuestros dos cuadros la estructura del presupuesto familiar de un obrero, tal como la estableció Ernst Engel, cotejando el resultado con el índice de los salarios (todo esto en base a los índices en cadena). De este modo, obtendríamos la siguiente configuración del costo de la vida (véase p. 199). Como se ve, el resultado es totalmente diferente del obtenido por Hoszowski (citado anteriormente por nosotros), pero seguramente más verosímil. Este cuadro indica que el nivel de 1 R. Marjo lin, Pri.x, monnaies et production. Essai sur les mouvements économiques de longue dw·ée, París, 1941, p. 172-178. 2 Si no tomáramos en consideración este aspecto del problema, resultaría que René Parod t uvo razón al exclamar en el t ítulo de su libro: "Nous gagnons moins qu'en l'an 150 0! " (París, 1914). Habría que creer entonces lambíén en aquella "pauperízación absoluta" de las capas más pobres de la población urbana en el período entre 1500 y 1800 en proporción de 1 O: l.

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vida de las capas inferiores de la población urbana en realidad casi no cambió a lo largo de estos tres siglos. De aquí se desprende que, para todas las capas superiores, un cálculo analogo revelaría un creciente nivel de vida (tanto mayor cuanto más elevada la clase social) a medida que los "artículos de orden superior" se volvieran relativamente más baratos, ocupando un lugar de más en más importante en los presupuestos familiares. Más difícil sería responder a la pregunta si este abaratamiento relativo de los "artículos de orden superior" -manifestación del capitalismo incipiente- se debía más bien a los · procesos operantes en Polonia o a los que acontecían en el mundo circundante. Seguramente, tanto a lo uno como a lo otro. ¿Pero cuál era la fuerza relativa de cada uno de estos dos grupos de factores? De todas maneras, cabe señalar que el fenómeno concuerda con la evolución de los términos de imercambio, socialmente diferenciados, que hemos descripto

Año

1501-1520 1521-1540 1541-1560 1561-1580 1581-1600 1601-1620 1621-1640 1641-1660 1661-1680 1681-1700 1701-1720 1721-1740 1741-1760 1761-1780 1781-1800

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200

CAPITULO CUARTO

más arriba. Concuerda también -- lo que es más importantecon nuestro conocimiento general de las transformaciones eeonómicas en Europa durante la Edad Moderna y, sobre todo, con aquellos que sabemos a grandes rasgos acerca de la evolución del rendimiento del tl:abajo (en el sentido lato del término, o sea incluyendo los servicios, el transporte, etc.) en esa época. Evolución lenta pero segura, y sobre todo desigual en las diferentes ramas de la producción.

Capítulo V

Posibilidades de verificación

Más de una vez, en el curso de los capítulos anteriores, subrayamos el carácter fragmentario de las fuentes que sirvieron de sustento a nuestras reflexiones, o bien el hecho de que -no obstante la existencia de las fuentes necesarias- éstas no fueron hasta ahora objeto de un análisis sistemático. Ahora querríamos discutir brevemente las modalidades de una posible verificación de las diferentes hipótesis que hemos planteado. La tarea parece difícil pero -a nuestro juicio- no es irrealizable. El punto crucial es, naturalmente, la elección del método. Casi ninguna de las cuestiones que hemos tocado puede ser objeto de una investigación estadística global, es decir, una que abarcase la totalidad de los datos concernientes al problema estudiado (por ej. todas las haciendas señoriales de Polonia). Por suerte, esto no es necesario. Muchas cuestiones ni siquiera requieren una investigación estadística de fondo, bastando para elucidarlas los sondajes microeconómicos. La relación entre el excedente comercializado y el volumen de las cosechas basta estudiarla en el ejemplo concreto de varias haciendas o grupos de ellas. Lo mismo vale para la correlación entre los ingresos monetarios de la hacienda, por una parte, y el volumen de la cosecha o el nivel de los precios, por otra. En el primer caso, no hay motivos para suponer que los propietarios de otras haciendas pudiesen obrar de diferente manera. En el segundo caso, con tanto mayor razón, la correlación no podía variar mucho de una hacienda a otra, por obra de factores objetivos. Igualmente, si se quisiera estudiar la elastici-

202

CAPITULO QUINTO

dad del precio de los cereales en relación con las cosechas (otra manera de abordar el problema de la dependencia entre los ingresos del productor agrícola y el volumen de la cosecha o el nivel de los precios), bastaría examinar la correlación entre las cosechas de las haciendas suburbanas y los precios en el mercado de cada ciudad. Pero todas estas investigaciones podrían ser confrontadas luego con el análisis de aquellas instrucciones de la época, tantas veces mencionadas por nosotros, y de la correspondencia contemporánea que tratase de negocios, ya que ambas fuentes revelan en más de una ocasión los actos conscientes del propietario latifundista y sus intentos de adaptarse a la cambiante situación del mercado. Análogamente, no sería necesario estudiar las actividades de todos los gremios para comprender su política ante los cambios de la situación del mercado, para cerciorarse en qué momentos facilitaban o dificultaban el acceso a la corporación gremial, cuándo bajaban o aumentaban sus tarifas o cuál de los períodos, el de baja o el de alza, era el más propicio para ellos. En otros casos no se puede eludir el método estadístico. En el caso de los inventarios de los dominios (donde disponemos de una documentación más completa en lo que atañe a la gran propiedad y deficiente por lo que toca a los demás dominios), el carácter poco representativo de los datos puede remediarse clasificando la documentación disponible en grupos según las dimensiones de la propiedad, para atribuir luego a cada uno de estos grupos de datos un peso relativo acorde con las proporciones que exist ían efectivamente entre los correspondientes grupos de dominios en la estructura económica del país en el momento dado, haciendo abstracción de la menor o mayor abundancia de datos dentro de cada grupo. En el caso de las actas de inspección, hay que tener en cuenta el carácter específico de los dominios que eran ob· jeto de tales inspecciones, tratándose de dominios reales que el monarca concedía a los nobles a tít.ulo de propiedad vita-

POSIBILIDADES DE VERIFICAC!ON

203

licia (los "starotwa"). A fin de sacar de estos datos conclusiones valederas para toda la gran propiedad rústica en Polonia, habría que analizar con precisión las características particulares de tales dominios y las modalidades de la política económica de los "concesionarios" (o más bien de los arrendatarios, ya que rara vez el "starotwa" administraba él mismo la propiedad). En determinados aspectos, cuando se trate, por ejemplo, de la evolución de las cosechas en tales dominios (pero no del volumen absoluto), los datos reunidos podrán considerarse como representativos de toda la gran propiedad. En otros aspectos (supongamos, el volumen de las inversiones), el resultado obtenido, por tratarse de una propiedad vitalicia, podrían admitirse como límite inferior, lo que no dejaría de tener importancia científica. La verificación debería también efectuarse desde el punto de vista de la diferenciación geográfica y cronológica. La verificación geográfica se comprende muy a menudo en nuestro país como una multiplicación de monografías regionales. Desde el punto de vista de la economía de los esfuerzos y de la rapidez de los resultados, no es un método recomendable. La selección de las regiones para un análisis más detallado debe tener en cuenta la finalidad de la investigación. En general, no creo que sea justa la tendencia a estudiar exclusivamente regiones "típicas". En primer lugar, porque tales regiones no existen. En segundo lugar, porque justamente las regiones no típicas, los casos extremos, permiten muchas veces investigar mejor el problema y obtener más rápidamente resultados concretos. Partiendo de estos principios, nos parece que la tarea inmediata debería consistir en la investigación del mecanismo de funcionamiento de la economía regional en dos territorios extremos: 1) Pomerania, la única región del reino de Polonia donde, al parecer, incluso el campesino tenía nexos con el mércado internacional 1 ; 2) Ucrania, región en la 1 Mucho pueden contribuir aquí los trabajos de M. Malowist y sus· di scípulos.

204

CAPITULO QUINTO

mayoría de las épocas casi totalmente aislada del mercado región donde el cereal, en un año de buena cosecha, se pudría en pie o en almiares, porque no se sabia qué hacer con él. Para proceder a la verificación cronológica sería necesario investigar los problemas señalados y comprobar las hipótesis planteadas con referencia a períodos concretos de la época en cuestión. En otro trabajo nuestro, hemos formulado la hipótesis que la periodización de la historia de Polonia en la Edad Moderna, o al menos de su historia económica, debería basarse en hitos divisorios situados, uno, alrededor del año 1620, y otro, alrededor del año 1720. Para llegar a una periodización empíricamente fundada, sería menester una serie de investigaciones suplementarias, en especial, un análisis de la evvlución de los precios a largo plazo. Una vez establecida la periodización, se procedería a analizar los diferentes problemas dentro de cada una de las subdivisiones de la época en cuestión . . Pero, sobre todo, es necesario esforzarse por establecer series estadísticas, aunque fuesen cortas o se refiriesen a un ejemplo específico. Por cierto, no es fácil analizar los problemas planteados por nosotros, apoyándose en datos fragmentarios o en casos aislados, por representativos que fuesen. Como hemos visto, tales series son indispensables, aunque abarquen sólo diez o quince años seguidos, a condición de que uno disponga para cada perí oda de series correspondientes a distintos fenómenos (por ejemplo, cosechas, venta, ingresos monetarios y precios). Finalmente, varias correlaciones, presentadas en este trabajo a título de ejemplo, sin ser probadas (habiéndonos limitado a demostrar únicamente su verosimilitud en base a períodos cortos), podrían establecerse de manera definitiva. Por ejemplo: mun~ial;

1) la exportación de cereales a través de Gdansk y su precio en este puerto (tomando en consideración los principales

I'OSIH IJ,JDADF.S DE VERIFlCACION

2)

3)

4)

5) 6)

205

cereales exportados, el precio de cada uno de ellos y su peso relativo en esta exportación); la correlación entre los precios de los cereales básicos en Gdansk y en los más importantes mercados importadores (por ejemplo, Arnsterdam); la correlación entre los precios de los artículos de exportación en Gdansk y en otras ciudades de la cuenca del Vístula, (Varsovia y Cracovia), como también en ciudades situadas fuera de esta cuenca, Poznaó, Lvov; los términos de intercambio en Gdansk (hoy Danzig) desde el punto de vista del exportador (para todo el período en cuestión, teniendo en cuenta la composición aproximada de la exportación y de las compras); lo mismo, con referencia a los grandes mercados del interior del país: Varsovia, Cracovia, PoznaÍl, Lvov; una aproximación más precisa de los términos de intercambio desde el punto de vista del campesino, para todo el período y en diferentes mercados.

Los ejemplos podrían multiplicarse. Es asombroso cuántos problemas económicos de capital importancia han sido descuidados, sin ser materia de estudio, sin haber sido siquiera planteados. Y esto, a pesar del considerable desarrollo de las investigaciones en el campo de la historia económica. Así, por ejemplo, la enorme inversión de trabajo que representan los once volúmenes de la Historia de los precios en Polonia, permanece prácticamente improductiva desde el punto de vista de la ciencia histórica, siendo difícil encontrar una monografía o una síntesis que aprovechase este trabajo. Es el ejemplo más patente, pero no el único. Mencionemos algunos otros problemas entre los muchos que valdría la pena investigar. Por ejemplo, parece que la uníformación de los precios en los principales mercados urbanos de Polonia, en los siglos del XVI al XVIII, es muy considerable, tal vez mayor que en Francia en esa misma época. Este fenómeno está ligado con todos los elementos de la vida

206

CAPITULO QUINTO

económica del país. ¿Pero cómo se explica este fenómeno':' Sería difícil encontrar un problema de mayor trascendencia. Asimismo, parece que Polonia, en los siglos del XVI al xvm, desconoció la plaga del hambre, tan fuerte, periódica y extendida como la que imprimió su ritmo a la vida económica de Francia en aquella época. ¿Será esta una impresión falsa, debido a nuestra ignorancia? ¿O será cierta? Y en tal caso, ¿cómo explicarlo, puesto que es difícil suponer que el rendimiento del trabajo o de la tierra, o el grado ..!e comercialización de la producción agrícola, fuesen mayores en Polonia que en Occidente? He aquí, de nuevo, un problema de no poca monta. Finalmente, un terreno prácticamente virgen: la contabilidad de la producción artesanal y el economic behaviour de los gremios. Nuestra ignorancia en esta materia es casi absoluta, pese a tantos trabajos consagrados a la historia de los gremios. La investigación no será fácil, por cuanto el artesano no llevaba cuentas, pero no pocos resultados podría aportar el análisis de los documentos concernientes a la fijación de las tarifas (sesiones donde se verificaba la calidad de la producción para establecer su costo, discusiones, protestas, etc.), o el análisis de los pleitos entre los propios gremios, o entre éstos y alguna otra entidad. Pero, a nuestro juicio, el método más fructuoso sería el análisis indirecto de la actividad de los gremios, en relación con los datos que poseemos sobre otros aspectos de la vida económica en determinado tiempo y lugar. Si, por ejemplo, luego de la Peste Negra de 1348, los gremios de Orvieto deciden, a título expiatorio, celebrar las fiestas de los santos patrones de todas las iglesias, capillas y barrios de la ciudad, esto significa introducir adicionalmente 50 días feriados durante el año, o sea, ¡reducir la semana laborable en una jornada! 1 . Sería difícil no advertir allí una tentativa de repartir equitativamente la carga de la baja 1 E. Carpentier, Une vil/e deuant la pest e. Orvieto el la Peste Naire de 1348. París, 1962, p. 193.

POSIBILIDADES DE VERIFICACION

207

de la demanda, la cual -como se puede inferir del mismo hecho- habría disminuido más que las posibilidades de oferta. El razonamiento post hoc ergo propter hoc engaña a menudo, mas no siempre. De todos modos, mucho queda por hacer para que el funcionamiento del sistema económico imperante en Polonia en los siglos del XVI al XVIII, llegue a ser cabalmente comprendido. La última cuestión se refiere a la significación misma del modelo que hemos construido. Aunque lo verificáramos a la perfección y ubicáramos con exactitud en el tiempo y el espacio, queda por determinar, mediante la comparación con otros modelos, fundados en otros datos, si el nuestro es un modelo valedero para la economía feudal en general. Con toda seguridad, no lo es, aunque algunos de sus elementos tengan tal carácter. ¿Se tratará tal vez de un modelo de "feudalismo regional" -por ejemplo, en la forma que este sistema adquirió en Europa oriental- o ·bien de un modelo de determinada etapa declinante del desarrollo de esta formación socio-económica? ¿O tal vez de lo uno y lo otro? En fin, ¿cuántos son, en este modelo, los elementos propios de determinada estructura socio-económica, y cuántos los elementos comunes a toda economía donde la agricultura ejerza un papel preponderante, sobre todo aquella donde la agricultura se funde en la gran propiedad rural y donde las prestaciones de la pequeña propiedad en favor de la grande (renta feudal o censo enfitéutico) se efectúen por vía no monetaria?

Capítulo VI

La racionalidad de la actividad económica en el sistema feudal

El problema formulado en el título del presente capítulo puede parecer ficticio a los historiadores, no obstante, ha sido objeto de largas discusiones económicas que ya son tradición. El quid del problema se presenta como sigue : una actividad económica racional requiere que haya posibilidad de comparar los costos y los resultados. Pero como los casios y los resultados se expresan en substancias de distinta índole: los costos, en trabajo y materias primas, los resultados, en productos, tal comparación es factible únicamente cuando estas diferentes categorías pueden reducirse a un "denominador común", volviéndose de este modo no sólo mensurables, sino también conmesurables. Este denominador común está proporcionado por el mercado, expresándose en forma monetaria, es decir, en unidades homogéneas (precios), aplicables tanto al trabajo o a las materias primas como a los productos finales. Para que el precio pueda cumplir esta función, se requieren ciertas condiciones: l. debe existir un precio de mercado más o menos uniforme; 2. el precio debe formarse por vía de la libre competencia y no por imposición del poder autocrático; 3. el precio de mercado debe existir para todos los elementos componentes de la producción y todos los artículos que sean resultado de ella; debe existir por lo tanto, en primer lugar, un precio de mercado para la mano de obra y, naturalmente, un mercado de trabajo.

210

CAPITULO SEXTO

E. Taylor, en su crítica de las concepciones de la escuela histórica e institucionalist~ en la economía política, dice a propósito del "supuesto de la libertad económica", lo siguiente: "La economía teórica debe tomar este principio como premisa fundamental, como primer supuesto imprescindible en el estudio de cualesquiera regularidades económicas, ya que sólo él permite conoc.er la dinámica específica y las tendencias de todos los elementos del sistema económico: punto de partida para la formulación ulterior de leyes económicas valederas para cualquier situación histórica concreta. Pues sólo este supuesto nos permite conocer las tendencias inherentes al obrar humano (¡sic! ) y a las reacciones de la naturaleza, libres de la influencia que les imponen las condiciones exteriores, siendo, por lo tanto, la expresión de su propia esencia (¡sic! ) y no de aquellas condiciones exteriores ... Donde no hay libertad, al menos en la elección del consumo y del trabajo, allí las leyes económicas no se aplican, permitiendo a lo sumo prever en que grado la realidad se apartará de la consecución de los fines económicos de la sociedad, es decir, el máximo aumento posible de la renta nacional y la máxima satisfacción de las necesidades de los miembros de la sociedad" 1. En otro pasaje, el autor afirma que ''en cuanto a los fines directos de la actividad económica (sin duda, el ~llttor piensa los mismo de los costos de producción), se desprende del objeto mismo de la ciencia económica (¡sic! ) que los factores que ella estudia tienen que ser mensurables en dinero" 2 • No se puede negar que esta posición ha sido formulada sin dejar lugar a dudas, pero tampoco se la puede calificar de original. Se trata más bien de una opinión común en ciertas corrientes de las ciencias económicas. Fue precisamente este problema el motivo esencial de la disputa sobre la posibilidad 1 O . Lange , His toria roz woju ekono mihi la economía politica ], t. U , Varsovia, p. 37. 2 lb{d., p. 33.

l His toria

del desarrollo de

LA RACIONALIDAD DE LA ACTIVIDAD ECONOMICA

211

de una gestión económica racional en el socialismo (l\·1isesLange)l. Según el modo de pensar de los representantes de esta corriente, la respuesta a la pregunta si es posible una actividad económica racional faltando la libre competencia, presupone la respuesta a la pregunta siguiente: si es posible construir la teoría económica de un sistema no fundado en la libre competencia. El enlace entre estas dos cuestiones se establece con bastante frecuencia, y lo establecen ambas partes de la controversia, aunque -sea dicho al margen- tal enlace no es nada evidente. ¿Por qué habría de ser imposible construir una teoría de actividades de índole social, masivas y regulares, pero irracionales (por ejemplo, la magia)? Y aunque el filo de los argumentos que esgrimen Mises o E. Taylor no se dirija contra el régimen feudal, todos ellos se aplican perfectamente a él. Es obvio que en el sistema feudal no existe la libre competencia; la libertad de producción y de opción del productor se halla considerablemente restringida, igual que la libre opción del consumidor; la gran mayoría de la mano de obra está sustraída del mercado del trabajo, el cual -por otra . parte- se halla fuertemente reglamentado; existe asimismo una reglamentación de los precios, etc. En consecuencia, también nosotros debemos preguntarnos si es posible una actividad económica racional en el sistema feudal. La respuesta que demos a esta pregunta no presupone, como ya hemos dicho, la respuesta a la otra pregunta -sobre la posibilidad de una teoría económica dei sistema feudal- , pero sí predetermina numerosas características de una posible teoría de esta índole. Primeramente, quisiéramos advertir que la realidad histórica, que es heterogénea y concreta, no da pie para un plantea1 O. Lange, "Zagadnienia racbunku gospodarczego tycznym" lProblemas del cálculo económieo en el Ekonomista, 1936, NO 4, p. 53-75, Este trabajo fue al libro de O. Lange y F. M. Taylor, The Economic lism, Minneapolis , 1938.

w ustroju socjali~­ sistema socialista) luego incorporado

· Theory o( Socia·

212

CAPITULO SEXTO

miento dilemático del problema. La posibilidad o imposibilidad de una economía racional no es una alternativa sino una cuestion de proporciones. Todas las actividades económicas son, en alguna medida, tradicionales, y en alguna medida, racionales. Al observar el desarrollo económico, registramos un creciente grado de racionalidad. Daremos, por lo tanto, la razón a Lange cuando afirma que los sucesivos sistemas socío-económicos permiten una actividad económica cada vez más racional 1 • Por consiguiente, el sujeto económico tiene posibilidades mucho mayores de obrar racionalmente en el capitalismo que en el feudalismo. Sin embargo, la tajante división de las actividades económicas en tradicionales y racionales, establecida por Max Weber, debe sin duda clasificarse dentro de la categoría de "tipos ideales", o sea, extraídos de la realidad, pero exagerados y simplificados a fin de permitir el análisis ulterior de los conceptos que ellos impliquen. En la práctica, los elementos tradicionales y racionales coexisten en toda actividad social concreta. Ahora bien, ¿por qué los sucesivos sistemas socio-económicos han de dar lugar a una actividad económica cada vez más racional? En lo que se refiere a la comparación entre el feudalismo y el capitalismo, se presentan por lo común dos grupos de argumentos: 1) argumentos del dominio de la psicología social: el "espíritu capitalista", la aprobación social de la eficiencia y la ganancia por oposición al culto de las tradiciones y la estabilidad, etc.; 2) argumentos concernientes al mecanismo económico: el mercado y el precio originado por éste, en cuanto "denominador común" de todos los elementos del cálculo, la contabilidad por partida doble, etc. Señalemos que estos dos grupos de argumentos no se excluyen recíprocamente, de modo que es posible sostenerlos simultáneamente, y las diferencias entre los especialistas se reducen muchas veces al grado de preferencia concedido a uno u otro grupo. 1 O. Lange, Ekonomia Polítyczna [Economía política], t. I: Zagad· nienia ogólne [Problemas generales], Varsovia, 1959, p. 140-143.

LA RACIONALIDAD DE LA ACTIVIDAD ECONOMICA

213

Si, en cambio, por "economía racional" comprendemos la tendencia a lograr un máximo de efectos con un mínimo de medios, tal economía, para volverse operante, requiere: 1) que el estado de conocimientos técnicos permita diversas soluciones del problema; 2) que haya posibilidad de comparar las variantes de solución que se ofrecen y de elegir la variante más económica. Hasta ahora se ha subestimado, a nuestro parecer, la importancia del primer requisito. La posibilidad de obrar racionalmente será tanto mayor, cuanto mayor sea el número de variantes de que se disponga y mayores las posibilidades de su comparación. Mientras tanto, el número de variantes efectivas depende del grado de adelanto técnico y de las condiciones sociales, ya que en determinada configuración social algunas de las variantes teóricamente válidas no pueden tomarse en cuenta si, por ejemplo, lo prohíbe el derecho escrito o consuetudinario. En este sentido, el capitalismo abre mayores posibilidades de "racionalizar" la actividad económica, puesto que, al favorecer el desarrollo de la ciencia, amplía la gama de variantes teóricamente aplicables, y al aumentar la elasticidad social, acrecienta el número oo variantes efectivas. Pf:ro, contrariamente a lo que piensan algunos economistas -para los cuales el mundo en que viven es el único "natural", "libre", en una palabra, "el mejor de los mWldos"- las restricciones de la libertad de opción entre las variantes teóricamente válidas existen en todos los sistemas, sin excepción. En el capitalismo se puede llevar a la práctica los adelantos técnicos, pero no se puede comerciar con esclavos, ni tampoco emplearlos, aunque esto fuera extraordinariamente rentable. En el siglo XVI, suele suceder exactamente lo contrario. El propietario de una manufactura con privilegio real, bajo el régimen de la monarquía absoluta, tiene derecho de emplear a los niños ·sin restricción alguna, pero no tiene derecho de cambiar el surtido de los artículos que produce. En el capitalismo ocurre exactamente lo contrario. La duracción de la jornada de trabajo, de carácter tan "tradicional" en la época

214

CAPIT U LO S E XT O

precapítalista, está de hecho regulada por factores no menos racionales que en el capitalismo. En el sistema capitalista es posible recurrir a una publicidad manifiestamente falsa, al estilo de "El jabón X lava solo", pero está prohibido anunciar un medicamento como remedio contra todas las enfermedades. En el sistema feudal, esto último no tropieza con obs· táculo alguno, en cambio, un artesano no tiene derecho de colgar encima de la puerta de su taller un letrero que difiera del reglamentario para todos los talleres del ramo. En la actualidad, al prohibir el comercio del opio, cada gobierno toma en consideración que, a partir de ese momento, el comercio ilícito de este artículo producirá enormes beneficios, mas sabe también que la tendencia a nivelar la tasa de beneficio no abarcará este artículo, que no habrá transferencia de capitales a este sector, que la fuerza de la opinión pública y de la acción policial será suficiente para que el comercio del opio quede relegado al margen de la vida económica. El economista que no vacila en calificar de irracional, como motivado por razones no económicas, el lujo feudal o la actitud del campesino de nuestros días que compra un tractor a causa del prestigio que implica su posesión, considerará al mismo tiempo como perfectamente racional el hecho de que el representante comercial de una compañía norteamericana compre todos los años un coche último modelo. Si en un país capitalista cualquiera, un cartel fija un máximum de producción a cada empresa y un precio de venta al que todas deben atenerse, algunos economistas consideran este procedimiento como conforme con el principio de racionalidad económica. Pero cuando se trata de un procedimiento idéntico aplicado a un pequeño mercado urbano por un gremio que agrupa a los artesanos del mismo oficio 1 , entonces, a juicio de estos mismos investigadores, la economía ~ tradicional, falta en ella la libertad, falta la racionalidad económica y, por esta l

1348.

Mickw.i tz, loe. cit., como también el citado. ejemplo de Orvieto en

LA RACIONALIDAD DE LA ACTIVIDAD ECONOMICA

215

razón, resulta imposible construir una teoría económica de semejante sistema. Anotemos al margen que, si en determinada situación se considera como la más racional una decisión estableciendo el volumen de la producción y los precios al nivel que garantice la máxima ganancia, veremos que ni los cárteles ni los gremios llegan por lo general a este límite "racional", trabados en su libertad de opción por consideraciones sociales, por la oposición de otros sectores de la población, etc. En resumidas cuentas, los actos de opción económica se realizan siempre, en todos los sistemas socio-económicos. Nunca, en cambio, en ningún sistema, estos actos se realizan en una situación de "libertad absoluta", en otras palabras. la opción nunca se halla determinada exclusivamente por razones de cálculo económico. Siempre, en cambio, los actos de opción económica están socialmente condicionados, tienen carácter reiterativo, revelan determinadas regularidades entre las cuales existen determinadas relaciones. Y si podemos '.!amprobar la existencia de tales regularidades y tales relaciones, podremos también construir una teoría. El grado de racionalidad de las decisiones económicas aumenta a medida que se desarrolla la economía, puesto que aumenta, en cada caso, el número de variantes a elegir. Y su número crece por obra de dos procesos, funcionalmente ligados entre sí: el progreso de las ciencias y el aumento de la elasticidad de la estructura social. Queda por discutir el problema de la "mensurabilidad" y la "conmensurabilidad" de los elementos del cálculo económico, en cuanto condición de su racionalidad. Aquella posibili dad de "medir y comparar" ha de ser efe.ctiva, supuestamente, sólo cuando exista un precio, formado en una situación de libre competencia, para todos los tipos de productos y de mano de obra, o sea, ha de ser efectiva únicamente en el sistema capitalista. También en esta vieja discusión, el historiador puede aportar algo.

216

CAPITULO SEXTO

En primer lugar, hay que recordar algo que es evidente: que el precio, como base del cálculo económico, con todas sus cualidades, posee también no pocas deficiencias, tanto desde el punto de vista de los intereses sociales, como en lo tocante a la decisión de los sujetos económicos. Aun en el capitalismo más liberal, los derechos aduaneros o la diferenciación impositiva cambian los· elementos de cálculo 1 . Una nueva tarifa de aduanas vuelve rentable una producción que hasta entonces no lo era, y viceversa, aunque nada haya cambiado en la esfera física, en el mundo de las cosas, en la proporción entre el producto y la suma de matena prima, energía y trabajo utilizados. El fenómeno será aun más patente, cuando pasemos del capitalismo de libre competencia al capitalismo en su forma actual. La limitación del crecimiento cuantitativo de la producción agrícola en los Estados Unidos, o el mantenimiento artificial de la masa de pequeños almaceneros en Francia, se llevan a cabo mediante el cambio de los elementos de cálculo como efecto de la lucha política entre las diferentes capas sociales, obligando --en este caso, a los gobiernos- a adoptar decisiones cabalmente irracionales, si por racionalidad entendemos realmente el esfuerzo por reducir al mínimo los medios o aumentar al máximo los resultados. Las condiciones creadas por obra de decisiones políticas obligan a cada granjero norteamericano o almacenero francés a realizar opciones que, siendo racionales si se les aplica el criterio monetario, son manifiestamente irracionales desde el punto de vista de aquel principio del "mínimo de medios y el máximo de resultados", aun a escala de la empresa. Finalmente, no se debe olvidar que el nivel general de los precios, y sobre todo las proporciones entre éstos, se modifican en el curso del ciclo coyuntural. Nuevamente, estas modifica1 Esta cuestión ha sido tratada de una manera muy interesante por H. Tennenbaum, Europa irodkowo-wschodnia w gospodarstwie swiatowy m [Europa central-oriental en la economía mundial], Londres, 1942, en el capítulo Rentownosé jako zjawisko instytucjonalne [La rentabilidad como fenómeno institucional].

LA RACIONALIDAD DE LA ACTI V IDAD ECON OMICA

217

ciones hacen rentable la producción que hasta entonces no lo era, y viceversa, pese a que en el cálculo fisico de los medios y los resultados, a lo mejor no haya cambiado nada. Los precios de mercado, como denominador común de todos los elementos que integran la producción, por una parte, y de los resultados de la producción, por otra, representan por lo tanto un mecanismo sumamente imperfecto , obligando en más de una ocasión a los diferentes grupos de sujetos económicos a tomar decisiones a ojos vistas irracionales. A pesar de esto, nadie negará la posibilidad de una actividad económica racional en el sistema capitalista, si esa racionalidad --repitámoslola juzgamos no en términos de alternativa sino como una cuestión de proporciones; no como una racionalidad perfecta o absoluta, sino como relativa, histórica; mayor en el capitalismo en comparación con aquella que era posible en la época feudal , menor en comparación con las posibilidades que ofrece el sistema socialista . En segundo lugar, no es cierto que todas las decisiones económicas en el capitalismo se funden en elementos mensurables o conmensurables, en otras palabras, en elementos que se dejen medir con dinero. Esto se refiere, sobre todo, a las decisiones tocantes a la distribuci ón de la renta nacional entre el consumo y la acumulación. Una investigación sociológica podría tal vez establecer en qué condiciones crece entre los poseedores del capital la tendencia a invertirlo, y en cu áles la tendencia a transformarlo en capital de consumo, cuáles son las capas de la clase poseedora en el capitalismo que manifiestan mayor inclínacion al consumo, y cuáles a la colocación de capitales (en igualdad de condiciones, al mismo nivel de ingresos, el profesional revela una mayor inclinación al consumo, y el pequeño burgués, a la colocación del capital; la clase media polaca antes de la guerra estaba menos inclinada a invertir el dinero que la correspondiente clase en Francia, etc.). No obstante, las propias decisiones, fuertemente influidas por factores sociales -decisiones que reTeJan grandes regularidades y que, por lo tanto, pueden servir como elemento

218

CAPITULO SEXTO

de construcción de una teoría- se adoptan en ausencia del común denominador monetario. Ningún denominador común puede senir de base para decidir "objetivamente" si el dinero disponible ha de ser invertido en un viaje de placer, en la compra de un abrigo de pieles para la esposa, en la adquisición de valores, o bien, si ha de ser depositado en una libreta de ahorros. Del mismo modo, el campesino feudal puede, en un año de buena cosecha, vender el cereal excedente en el mercado, gastando el dinero así adquirido en la taberna y en la compra de cintas para el vestido de novia de su hija, pero puede también emplear este cereal, por ejemplo, en la cría de aves. Insistamos una vez más en que estas decisiones, por ser socialmente condicionadas demuestran regularidades perceptibles, que estas decisiones se repiten al repetirse un determinado conjunto de circunstancias, siendo por lo tanto posible investigarlas e incorporarlas a la teoría, pese a que no se adopten reduciéndose todos los elementos a un denominador común. Y nótese bien que estamos hablando de un grupo extraordinariamente importante da decisiones económicas, inclusive el más importante desde el punto de vista de la dinámica de largo término. Finalmente, falta también el denominador común monetario para otro grupo de decisiones económicas, no menos importantes, puesto que condiciona la magnitud global de la renta nacional. Nos referimos a las decisiones tocantes a la división de la suma del tiempo de la vida humana en work y leisure (trabajo y ocio). So m bart, en una frase que ha llegado a ser célebre, definió la psicología precapitalista, en oposición a la capitalista, como aquella donde man wirtschafte, arbeite, um zu leben, nicht lebe um zu wirtscha{ten, u arbeiten (el hombre produce y trabaja para vivir, y no vive para producir y trabajar). El artesano de la época de los gremios no emplea todo su tiempo, durante el cual es capaz de producir, en el trabajo. Participa en numerosas festividades, descansa, a veces simplemente "deja a un lado el trabajo", hace numerosas pausas durante la jornada de trabajo, etc. Exactamente la misma

LA RAClONALIDAD DE LA ACTIVIDAD ECONOMICA

219

actitud hacía el trabajo productivo es hoy señalada por muchos economistas, con referencia a los países subdesarrollados. Dejemos para después el problema de si la conducta de aquel artesano no era por casualidad racional también según criterios capitalistas, si éste habría encontrado comprador para el par de zapatos producido adicionalmente, si, por lo tanto, no era una forma de "desocupación parcial forzosa", y si cuando tenía mayores encargos no trabajaba más. Lo que nos interesa en este momento, es el hecho de que también en el sistema capitalista de hoy, si aumentáramos la duración de la semana laborable, bajáramos el mínimo de edad legalmente necesario para trabajar a salario, subiéramos el mínimo de edad requerido para jubilarse, etc., todas estas cantidades adicionales de trabajo podrían aprovecharse racionalmente y producir efectos de mayor valor qu~ los medios invertidos a tal efecto. Si esto no se hace, es a causa de decisiones de orden social, más o menos democráticamente adoptadas. Estas decisiones limitan de modo considerable la magnitud de la renta nacional, tratándose, pues, de decisiones económicas de fundamental importancia. Pero tampoco estas decisiones se adoptan casualmente, rigiendo aquí numerosas "leyes" cuya existencia puede comprobarse. No se les puede negar racionalidad, se prestan a la investigación y se las puede introducir en una construcción teórica. Y sin embargo, estas decisiones no se apoyan en un común denominador monetario. De modo que el factor principal que determina el límite superior de la renta nacional asequible en condiciones dadas y el factor principal de la distribución de esta renta entre el consumo y la acumulación, tampoco en el sistema capitalista pueden apreciarse en dinero. Finalmente, la existencia del precio de mercado, incluso en sociedades altamente comercializadas, no es la única base de toda una serie de decisiones económicas. El cálculo de costos de algunos sectores de la producción campesina orientados hacia el consumo interno de la explotación, si aplicamos los precios de mercado al trabajo, a las materias primas y a los

220

CAPITULO SEXTO

productos, conducirá muchas veces a la conclusion de que tal sector funciona irracionalmente. El error consiste en no haber tomado en cuenta que dicha producción se funda en otros elementos de cálculo, el cual no deja por eso de ser racional, ni tampoco menos racional que si se fundase en los precios de mercadol. Todo lo contrario. Ultimamente en m1.~chos países se populariza un fenómeno llamado en Francia bricolage, y en los países anglosajones do it yourself: los miembros de la familia efectúan ellos mismos los trabajos de conservación de su casa, de reparación de todo tipo de aparatos electromecánicos, se dedican a la jardinería, etc. Este fenómeno está determinado por profundas razones económicas: J. Klatzmann, "Les limites du calcul économique en agriculture" Rurale.~. 1, 1961, p. 50-56. Hablamos aquí de los factores económicos que están en juego. Sin embargo, habría que tomar en cuenta también aquellos factores que los economistas tradicionales estarían inclinados a considerar como extra-económicos. Los economista! franceses , es decir de un país profundamente marcado por el capitalismo, proporcionan numerosos ejemplos de factores "extra-eronómicos" que determinan el obrar económico del campesino. Un zootécnico que aconsejaba a un campesino que vendiese sus seis vacas, comprando a cambio tres vacas de buena r aza, y le demostró con cifras de qU:e esta sería una trarumcción rentable, oyó en respuesta (la historia ocurrió en el Macizo Central): "Si tengo sólo tres vacas, mi hijo no podrá casarse con la hija de un granjero rico con la que E:Stá prometido (Ibld., p. 55) . Pienso que este campesino obraba racionalmente también desde el punto de vista estrictamente económico: con seguridad, la dote de la futura nuera representaba más que la ganancia que le podrían reportar las tres vacas de bu ena raza. Estas mismas actitudes se extienden también a los nuevos m edios de producción (la compra de un tractor, no rentable en la pequeña explotación, por razones de prestigio), y es preciso recordar que este prestigio, a su vez, no carece de importancia para el funcionamiento económico de la empresa. Un economista francés ha dicho que si los campesinos franceses se encuentran en una situación desventajosa con respecto a otras capas sociales (o sea, tienen una participación relativamente menor en el aumento del rendimiento de su trabajo) esto ocurre porque "les gusta su trabajo" .. Esta afirmación se vuelve completa mente racional si tomamos en consideración todas las dificultades que representa la movilidad social para el campesino. Ahora bien, si es posible introducir en la teoría tales elementos como el anhelo de llegar a ser un rentista o la preferencia por la l!quidez, ¿por qué considerar entc nces los comportamientos económicos del campesino, citados aquí a modo de ejemplo, como irracionales e imposibles de ser incorporados a una construcción teórica? 1

Etudes

LA RACIONALIDAD DE LA ACTIVIDAD E CONOMICA

221

por un lado, la producción en masa de repuestos y herramientas baratas, por otro, la carestía de los servicios. Pero la decisión de pintar la casa por cuenta propia, en vez de recurrir a los servicios de un pintor, no puede tomarse en base al común denominador monetario. El trabajo realizado por personas que no son del oficio, absorbe generalmente mayor cantidad de mano de obra y, a menudo, también más materia prima. Calculado a precios de mercado, tal trabajo resultará casi siempre irracional. Y sin embargo, es todo lo contrario . La actividad económica es tanto más racional, cuanto mayor sea la gama de variantes teóricamente conocidas y prácticamente aplicables, entre las cuales puede elegir aquel que toma una decisión económica. La amplitud de esta gama depende de los fenómenos sociales, de factores vinculados entre sí, tales como el desarrollo de la ciencia, la elasticidad de la sociedad y su capacidad para asimilar innovaciones. Ninguno de estos factores, en época alguna, equivale a cero, ni tampoco es ilimitado. Le incumbe al análisis económico constatar hasta qué punto son racionales las opciones económicas en época y país dado, y si las condiciones reinantes. en la socie~ dad investigada favorecen o no el incremento de esta racionalidad. Naturalmente, se trata de una racionalidad metOdológica y no objetiva 1 , o sea, de lo que es racional desde el pun to de vista de la suma de conocimientos del sujeto operante (técnicas que le sean conocidas y aplicables, etc. ). El uso del criterio de racionalidad objetiva -donde lo racional corresponde a nuestro conocimiento de la materia- - conduce a conclusiones en extremo anacrónicas. Sin embargo, es una actitud frecuente entre los historiadores. Korzon (destacado historiador polaco, 1839-1918), sabía mejor que Tyzenhaus 1 Según la terminología de T. Kotarbiñski (Traktat o do brej robocie [Tra ta do del buen trabajo ], Wroclaw-Ló d í , 19 55, p . 13 7·1 39) , adop tada por O. Lange, op. cit., p. 141. Por otra parte, esta distinc ió n es objetable: aquella "racionalidad objetiva " no es aquí otra cosa que rac io nalidad según el concepto que nosotros tenem os de ell a , un "Me dir por nuestro propio rasero ".

CAPITULO SEXTO

cómo este último había debioo fundar manufacturas en pleno sjglo XVIII, y señalaba qué sólo la falta del verdadero saber había causado la decadencia de dichas fábricas; lo mismo Rosto'\v sabe mejor que los emptesarios ingleses de la época de la revolución industrial en que ramas de la producción debían ellos invertir sus c<;~.pitaies 1 • Pero por este \Íltirno camino ha avanzaNmos · bmého . También en el .sistema feudal se manifiestan cons.tantemenle .actos de opcióo económica en masa, socialmente determinados; estos actos se orientan en el mismo sentido dentro de ca.da capa social, repitiéndose cuando se repite cierto conjunto de circunstancias. Más- todavía: la dirección y la escala de estas decisiones resultan aprehensibles en términos cuantitativos, aun cuando se adoptan sin apoyarse en el denominador comúri monetario, tal com.o hemos procedido nosotros mismos. en más de una ()Casión en el curso de esta obra. Al decir todo esto, no intentamos de manera alguna menospreciar la significación de la falta de aquel "de11omin.ador común". El presente modelo se funda, en su totalidad, en la tesis de que el car~cter bisectoúal de la actividad económica defi.ne esencialmente la conducta de los sujetos económicos, y que los actos de opción de estos sujetos se rigen por diferentes criterios según -se refieran al sector monetario o al sector " :natural". ¿Podía el propietario de la hacienda feudal saber realmente si su actividad económica, a la larga, era ruinosa? La respuesta no es tan evidente como parece. Naturalmente, cuando la envergadura de la "degradación" de los bienes era muy grande, se convencía de ello a primera vista. ¿Pero cuando la devastación de Jos recursos de la hacienda era aún imperceptible o apenas empezaba? Los historiadores de la economía intentaron ya contestar negativamente a esta pregunta fundamentai2. Personalmente, como se desprende de las 1

W. W.

Rostow, The

stages of Economic Growth, Cambridge,

1960. 2

M. Con fino , op . cit. La falta · de

de nominador com ún

en la con·

LA RAC!ON ALIDAO DE LA ACTIVIDAD ECONOMICA

223

consideraciones anteriores, me inclinaría a dar una respuesta positiva, aunque el problema es difícil y requiere investigaciones especiales. El análisis de la documentación que se ha conservado de los numerosos pleitos entre los grandes terratenientes y sus arrendatarios en torno a la "degradación" de las fincas, como también el análisis de las "instrucciones" y contratos de arrendamientos que tenían por objeto prevenir tal degradación, podrían suministrar más de un dato importante. Sin embargo, la lectura de muchos documentos de este género produce la impresión que el criterio más frecuentemente aplicado para verificar la degradación era el de "disminución del número de almas", la " dispersión de los campesinos", etc. Es un criterio sensato, "racional", apoyado en una correcta comprensión del hecho de que el número de campesinos bajo servidumbre es el fundamento de la rentabilidad de la hacienda, pero al mismo tiempo es un criterio tosco, poco sensible: revela el proceso sólo cuando la destrucción de los recursos está ya bastante avanzada. No menos complicado es el problema que implica una pregunta análoga formulada con respecto a la actividad económica del campesino; no menos complicado, y mucho peor documentado Pero las recientes investigaciones, llevadas a cabo en condiciones más difíciles, sobre la economía campesína de los pueblos primitivos - que pueden servir a nuestro propósito como una especie de "caso extremo"- infunden optimismo en cuanto a la capacidad cognoscitiva de la ciencia 1 . +---

tabilidad de la nobleza fue enfáticamente señalada por Rutko wski (Ba· dania nad podzialem dochodów . .. , c it . ). Sostuve una polémica con él en la reseña publica da en el Przeglqd Socjologiczn y, t. IV. 1938, p. 287. Rutkowski, en una carta que m e dirigió el 8. lll .l939, manifestó su desacuerdo conmigo en es;ta m ateria. Hoy pienso qu e tenía razón. 1 R . Firth, " Problems of Economic Anthropology: Format ion and Maintenance of Capital in Peasa n t Societies," We nn e r-Gren Fou.ndation {or Anthropologicai Rcsearch, i960, Su.mmer Sym posia Program at Burg· Wartenstein, Austria l mimeografiado, "no destin<1do a la publica· ción"l

224

CAPITULO SEXTO

El factor que condiciona la posibilidad de construir una teoría relativa a cada categoría de fenómenos sociales, es el carácter socialmente determinado de los actos humanos, el cual hace que estos actos se produzcan en masa, que sigan la misma orientación dentro de los límites de cada estructura social, en el marco de las diferentes capas sociales, y que sean repetibles, en iguales condiciones, en determinados límites del tiempo y el espacio. Y como este conjunto de factores se manifiesta en cada sociedad, para cada una de ellas es posible (a condición de disponer de suficiente documentación) construir una teoría más o menos amplia, de mayor o menor envergadura.

Capítulo VII

"Sistema económico" y "Teoría de un sistema económico"

En los capítulos anteriores, hemos estudiado el mecanismo de funcionamiento de la economía polaca en los siglos del XVI al XVIII. Por esta razón, consideramos el presente trabajo como una contribución a la teoría económica del sistema feudal. No es posible crear construcciones teóricas allí donde los fenómenos no se repiten. La ciencia histórica tradicional, en principio, negaba que los fenómenos se repitiesen. En otro trabajo 1 defendíamos la tendencia que procura restarle importancia a la peculiaridad del conocimiE'nto histórico dentro del conjunto de las ciencias sociales. Los historiadores tradicionalistas exageraron esta peculiaridad, simplemente porque estuvieron poco familiarizados con tales ciencias como la Economía o la Sociología. Los fenómenos sociales realmente no se reproducen, si hemos de comprenderlos superficialmente, desde el punto de vista descriptivo. De hecho, cada crisis que acontece en el sistema capitalista es "otra", es "única". Pero esto no impide, ni muchv menos, crear una teoría de crisis capitalistas, generalizando los elementos que se repiten en cada una de ellas. Para precisar mejor nuestra tesis, intentemos "saltar" medio siglo, situándonos, por ejemplo, en la sexta década del siglo XIX en Polonia 2 . Nos encontramos todavía en el mundo feudal, pero ¡cuán diferente! 1 W. Kula, Rozwaiania o historii, op. cit., p. 42-60. 2 W. Kula, Kztaltowa~ie si': kapitalizmu w Polsce (La formación del capitalismo en PoloniaJ, Varsovia, 1955 ..

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CAPITULO SEPTIMO

1) Hasta fines del siglo XVIII, la actividad económica de la nobleza tiene por regla inquebrantable evitar a toda costa el gasto monetario. En el siglo XIX, la nobleza comienza a buscar posibilidades de invertir el máximo de dinero, aunque sea prestado, en la producción. 2) Hasta fines del siglo XVIII, el valor de la propiedad rural es, en principio, proporcional a la superficie de ésta. Lo mismo vale para la producción. En el siglo XIX, el valor de un dominio depende mucho más de las inversiones que hayan sido realizadas en él, que de la superficie. Vendiéndose una parte de la tierra e invirtiendo el dinero en la parte restante, se incrementa el valor de la propiedad, operación inaudita hasta fines del siglo XVITI. 3) Hasta las postrimerías del siglo XVIII, los campesinos intenta.'1 fugarse, mientras los señores - -procuran en la medida de sus posibilidades- perseguir a los fugi tivos. En ei siglo XIX, en cambio, registramos el fenómeno de los "desalojos": el campesino se aferra a su pequeño fundo, mientras el señor trata de expulsarlo. 4) Hasta finales del siglo XVIII, la nobleza procura trazar un límite a la diferenciación de los campesinos desde el punto de vista de su condición económica; naturalmente, el noble necesita de explotaciones mayores y menores (no decimos "más ricas" y "más pobres", porque esto podría inducir en error), pero no demasiado grandes ni demac;iado pequeñas. En el siglo XIX, cuando la diferenciación del campesinado empieza a manifestarse con cierta intensidad, el señor interviene para impulsar este proceso. Brinda condiciones más favorables a los campesinos ricos que pueden acogerse al régimen enfitéutico, mientras desaloja a los campesinos pobres que no tienen más remedio que trasladarse a los "czworaki" (barracas para jornaleros), comprometiéndose a cambio a trabajar cada vez que el señor los necesite. 5) Hasta fines del siglo XVIII, la mano de obra asalariada

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en Polonia es relativamente cara. Arribamos a esta conclusión por diferentes vías. La opinión al respecto de los polacos contemporáneos no puede servir de prueba, ya que la clase dominante siempre y en todas partes se queja de la carestía de la mano de obra. Mucha mayor fuerza pro bato ría tienen las opiniones de los extranjeros que actuaron en Polonia, por ejemplo, los jefes de las manufacturas 1 • La comparación entre los salarios y los artículos de consumo popular en Polonia y en países económicamente más adelantados en esa época, tiene aquí importancia decisiva. En el siglo XIX, en Polonia, tal como en cualquier país económicamente atrasado, la mano de obra asalariada empieza a ser visiblemente más barata que en los países más desarrollados. 6) Hasta fines del siglo XVIII, los magnates alimentan y emplean a centenares y millares de nobles venidos a menos. En el siglo XIX ya no los necesitan. Necesitan, en cambio, a los contados agrónomos o ingenieros. La mayoría de la nobleza "superflua" sigue sirviendo a la misma clase, pero indirectamente, por ejemplo, ocupando puestos en la administración pública. Una minoría de aquella pequeña nobleza pasará a las filas de los que luchan por la independencia nacional y por la revolución "social". 7) Hasta fines del siglo XVIII, el ingreso, tanto del noble como del campesino, está determinado (a corto plazo, en igualdad de las demás condiciones) por la cosecha. En el siglo XlX, la influencia de los fenómenos del mercado, sobre todo de la oscilación de los precios dentro del ciclo coyuntural, llega a ser mucho más fuerte que la influencia de la cosecha. 8) Hasta fines del siglo XVIII, ni la economía de la hacienda ·ni tampoco la economía campesina conocen la posibilidad de una "quiebra" en el sentido estrictamen1

W. Kula, Szhice o manufahturach, cit., p. 385, 465-467, 664 .

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CAPITULO SEPTIM O

te económico del término, o sea, estado de insolvencia debido a un error de cálculo económico o al cambio de los elementos de este último. Si alguna hacienda o explotación campesina llega a arruinarse en esa época, la causa fundamental reside en la esfera de fenómenos no económicos. En el siglo XIX, las quiebras se vuelven un fenómeno normal. 9) Hasta fines del siglo XVIII, los precios oscilan en sentido contrario a la oscilación de la renta nacional. Desde este punto de vista, los fenómenos del mercado constituyen, en cierto grado, un factor moderador en la vida económica. El ingreso de la explotación agrícola (tanto del latifundio como del minifundio) denota, en su expresión monetaria, una menor amplitud de oscilación que el ingreso en su expresión física. En el siglo XIX, la situación se vuelve diametralmente opuesta. 10) Hasta fines del ' siglo X.Vlll, los años de baja de precios son años de elevada renta nacional y, por consiguiente, años "buenos". En el siglo XIX, ocurre lo contrario. La enumeración de las diferencias entre ambos períodos podría continuarse sin fin, pero basten los puntos señalados. ¿Cuándo se produjeron estos cambios tan profundos? ¿Por obra de qué factores internos y externos? ¿En qué orden se fueron produciendo? ¿Cuáles de ellos aparecieron antes, y cuáles después? ¿Cómo datarlos? Hoy por hoy, no estamos en condiciones de responder a todas estas preguntas que constituyen un magnífico campo para la investigación futura. Pero no es eso lo que nos interesa en este momento. Objeto de nuestros interés es el concepto mismo de sistema económico y de teoría de su funcionamiento. Las relaciones que hemos estudiado a lo largo de este libro se manifiestan sistemáticamente, es decir que se reproducen, durante un período relativamente dilatado. Estas relaciones aparecen ligadas entre sí. Constituyen un sistema econó-

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mic o . Dejemos a la investigaci ón ulterior la cuestión de cuándo aparecen estas relaciones y cuándo ceden el Jugar a otras. Su estrecha interdependencia permite, sin embargo, suponer que --si bien ellas no aparecen ni desaparecen todas el mismo día-·· su aparición y su desaparición se lleva a cabo en un lapso relativamente corto, y hasta m uy corto si lo comparamos con el largo período de su funcionamiento. En este sentido, el funcionamiento de la economía polaca, por ejemplo, en el año 1780, se aproxima más a los fenómenos del año 1580 que a los del año 1850 - ¡ni hablar de 1880! - , ya que en algún momento, entre 1780 y 1850, empezó el viraje cuya localización en el tiempo puede comprobarse empíricamente. Así que "sistema económico" y "periodización de la historia económica" no son conceptos introducidos en la investigación histórica desde afuera, sino que constituyen enteE empíricos: síntesis del conocimiento científico actual e instrumento del saber futuro 1 • Sistema económico es un conjunto de relaciones económicas internamente ligadas, que precisamente por estar ligadas surgen menos simultáneamente, y también casi simultáneamente más ceden el lugar a otras relaciones. El surgimiento y la desaparición de estas relaciones, que pueden datarse empíricamente, permiten definir los límites cronológicos de un sistema económico. La construcción de una teoría de un sistema económico consiste en establecer (de nuevo, empíricamente) el conjunto más rico posible de relaciones que aparecen en él, y en explicar los nexos recíprocos existentes entre estas relaciones. Estas mismas tesis pueden formularse también en otros términos. La creación de una teoría de una formación económica consiste en elaborar un sistema de ecuaciones recíprocamente ligadas. Estas ecuaciones deben incluir parámetros, variables independientes y variables dependientes. Conociendo los parámetros y habiendo compuesto las ecuaciones, podemos averi-

o

1 W. Kul a, Probl emy i metody historii gospodarczej, cit., cap. Periodyzacja hislorii gospodarczej [Periodización de la historia económica}.

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guar cómo cambiarán las variables 'dependientes en función de cada variable independiente que escojamos. Está daro que el funcionamiento de cada formación económit:a, debido a sus efectos acumulativos, produce un cambio gradual de los parámetros. Huelga agregar que tal sistema de ecuaciones (tal teoría) será aplicable mientras no varíen los parámetros, o bien, mientran varíen en grado tan reducido que las ecuaciones sigan siendo correctas. Naturalmente, la variación de los parámetros puede, a su vez, introducirse en el sistema de ecuaciones, lo cual representaría la etapa siguiente de la investigación. Si se trata de una variación no vectorial, tendremos una situación apropiada para aplicar la teoría de los juegos. En cambio, si es una variación vectorial (es decir, acumulativa), simplemente enriqueceremos nuestro sistema de ecuaciones. Pero como los parámetros varían siempre - puesto que jamás se repite conjunto alguno de elementos que caracterizan cada situación económica- el problema cotLsiste en que el modelo construido sea lo suficientemente elástico para resistir esta variación. Por ejemplo, si en el modelo presentado de funcionamiento de la economía polaca en los siglos del XVI al XVIII, no hemos tomado en cuenta la posibilidad de utilizar el capital de crédito en la producción agrícola --puesto que la tasa de interés del crédito monetario supera en esa época la rentabilidad de los bienes raíces- entonces, pese a que ambas magnitudes varían en el tiempo, prácticamente no nos importará que la razón entre ellas sea de 7 a 4; de 8 a 5; de 8,5 a 4,5, etc. Las consumaciones pueden ser de lo más variadas, pero el mod elo es, en este aspecto, elástico y resiste la variación a gran escala. Pero este mismo modelo incluye la tendencia bajista de la tasa de interés, operante a largo plazo, permaneciendo relativamente estable la rentabilidad de los bienes raíces. Por ende, ambos "vectores", tasa de interés y rentabilidad, tienen que in tersectarse (la intersección se produjo realmente , creemos que no antes de 1? fundación de la Sociedad de Crédito Rural en 1825). Y

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aquí está el límite a partir del cual el modelo deja de ser aplicable. En este momento, el modelo se viene abajo, puesto que la variación de los parámetros ha trascendido el límite de su elasticidad. Para investigar el período siguiente, es preciso construir otro modelo. En nuestro modelo, para dar otro ejemplo, se admite el supuesto de que la hacienda feudal no sería rentable si se fundase en el trabajo asalariado, pese a que casi todas las haciendas utilizan a escala modesta el trabajo asalariado. Pero este modelo incluye también la tesis de que, pe3e a los esfuerzos de la nobleza, los campesinos deben manifestar en ciertas situaciones una "tendencia a la fuga". Mientras la población "no adscripta" sea poco numerosa, el trabajo asalariado será caro y no se tendrá la seguridad de conseguirlo en el momento preciso y en necesaria cantidad. Mas cuando surge el mercado del trabajo (a despecho de los esfuerzos conscientes de la nobleza, pero como resultado de sus actos no intencionados), los datos del modelo cambian radicalmente: la mano de obra se vuelve barata y asequible en cualquier momento, por lo tanto, la economía de la hacienda puede empezar a apoyarse en el trabajo asalariado. Ante los propietarios de fincas rurales se abre una posibilidad de opción, cuya ausencia habíamos incorporado al modelo. El modelo se viene abajo, y hay que construir otro. También cuando se desmorona violentamente el régimen institucional, la mayoría de los parámetros casi instantáneamente dejan de ser válidos. A través de estas refléxiones hemos rozado, si bien desde otro punto de vista, el tantas veces discutido problema de la periodización de la historia económica. Unos, los realistas, sostienen que una buena periodización debe reflejar las divisiones que se producen efectivamente en el devenir histórico entre los sistemas; otros, los "convencionalistas", consideran que toda periodización, aunque sea indispensable debido a la estrechez de nuestras facultades intelectuales y para facilitar la ex posi ción, constituye vütualmente una violación de la rea-

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lidad, que es, en esencia un flujo continuo, ininterrumpido de transformaciones J _ Tratemos de abordar el problema de manera sensata. Es indiscutible que los fenómenos económicos están sujetos a una variación constante, continua. Tampoco creemos que sea motivo de controversia el hecho de que esta variación, en algunos elementos, y en, determinados límites, es incoherente, oscilante, mientras en otros elementos estará orientada en una dirección y será acumulativa. Por lo demás, este carácter direccional o acumulativo, es perceptible generalmente sólo cuando se trata de investigaciones de largo pla:w, mientras que las de corto plazo casi siempre sugieren variaciones oscilantes. En fin, se puede arriesgar una generalización, a saber, que en la sociedad preindustrial muchos índices económicos están sujetos a gran~ des oscilaciones a corto plazo, siendo muy lentos los cambios de dirección del trend, mientr<.:s que en la sociedad industrial ocurre lo contrario: disminuye la amplitud de las oscilaciones a corto plazo, siendo más tangibles y rápidos los cambios del trend ,(por ejemplo, los coeficientes demográficos, la productividad de la tierra, etc. )2. Tampoco cabe duda que algunos Por ejemplo, L. Beuthin, Ein(iihrung in die Wirtscha(t sgeschichte (Colonia-Graz, 1958, p. 137) dice que " d er chaotische Strom der Geschichte ist anders nicht zu überblickcn ". N_ S. B. Gras adopta una posición semejante : "Stages in Economic History", Joumal o( Economic and Business 1-listory , mayo 1930. Para este último, la periodización no es sino una triste necesidad. 2 Es justame nte aquí donde reside una seria dificultad para las investigaciones histórico-estadísticas : en lo que se refiere a époC
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elementos cambian más rápidamente, mientras otros cambian lenta y aun muy lentamente, y que otros más pueden considerarse invariables (aunque sigan variando, a veces intensamente, a corto plazo). En esta situación, en el momento de abordar por primera vez las fuentes que nos ha dejado la vida económica de otros tiempos, se impone naturalmente una imagen de infinita heterogeneidad y de una variación sin límites. "Fotografiar" esta heterogeneidad y esta variación constituye, desde un principio, el objeto de innumerables trabajos en el campo de la historia económica. L 'événementielle predomina cuantitativamente en la historia económica, no menos, y a veces aun más que en cualquier otra sección de las ciencias históricas. Es cierto que aquellas contribuciones empírico-descriptivas fueron en este campo tal vez de mayor utilidad que en otros, debido al carácter masivo de los fenómenos económicos y a la enorme cantidad y diseminación territorial de las fuentes de la historia económica. Con todo, no cabe duda que es una tarea inútil, y además irrealizable, cubrir el mapamundi con monografías de todas las instituciones, dondequiera y cuandoquiera que hayan existido. La misión de la historia económica es comprender cuál fue el obrar económico de los hombres en diferentes situaciones sociales. Deseamos conocer su "conducta económica", por obra de la cual --como efecto involuntario, y generalmente ni siquiera percibido 1 - surge un determinado sistema de relaciones reproducibles ("sistema económico"), condicionando a su vez aquella conducta. Si un modelo explica correctamente el funcionamiento de este sistema, el momento en que la variación de los parámetros excede la elasticidad dada al modelo, o sea, el momento en que éste se viene abajo, indica al mismo tiempo el hito divisorio para una periodización real y no convencional. Un buen modelo debería explicar el funcionamiento de una 1 Nos referimos aquí a las dependencias que O. Lange llamó "leyes que son el resultado de los actos humanos" (0. Lange, Ekonomia polityczna, cit. t . I).

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eeonomía y su adaptación a las variables independientes, sobre todo a aquellas que se repiten. En este sentido, el modelo de la economía preindustrial debe incluir una explicación de la adaptación de esta economía al "ciclo de las cosechas". Es un clásico ejemplo de elemento coyuntural en el sentido más lato del término (que no tiene, evidentemente, nada que ver con el ciclo coyuntural capitalista, aparte de que ambos son reproducibles). Pero los fenómenos "coyunturales", en el sentido arriba indicado, comprenden, por regla general, tanto elementos reversibles como elementos acumulativos. El potencial productivo de los recursos existentes en la agricultura, sobre todo el de la tierra. después de un año o varios años de mala cosecha, vuelve por lo general al nivel anterior. En cambio, el proceso de acumulación de la renta, acelerado en cada año de mala cosecha -tan estupendamente analizado en el caso de la Francia del siglo XVIII por Labrousse- es un ejemplo de fenómeno acumulativo. Igualmente, los cambios que acontecen en la estructura de la población campesina: pauperización de una categoría de ella, consolidación económica de otras. De modo que, al analizar el modelo de funcionamiento de tal sistema económico, debemos separar en el curso de la investigación los elementos reversibles de los irreversibles. En la investigación de corto plazo, nos interesan, por igual, los unos y los otros. En el análisis de largo plazo nos interesan principalmente los elementos acumulativos. Las tendencias constantes y el efecto acumulado de los fenómenos de tipo "coyuntural" conducen, en definitiva, al cambio de la estructura. En consecuencia, se desmorona el modelo, y el investigador debe construir otro: comprobamos así la existencia efectiva del límite de un período. Quien desee, puede decir que "la cantidad se ha transformado en calidad". Por consiguiente, esta concepción implica que el modelo ideal debería incluir elementos de autodestrucción. En otras palabras: al analizar el funcionamiento de tal sistema econó-

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mico, deberíam~s poder decir cuáles serán las causas de su derrumbe, y cuáles serán - por lo menos a grandes rasgos- los elementos esenciales del sistema que lo reemplazará. Tal como :Marx, al analizar el modelo de funcionamiento del capitalismo, procuró descubrir los factores que conducirían a su disgregación y esbozar las características principales del sistema que surgiría sobre las ruinas del anterior, Sí, el modelo que incluyera elementos de autodestrucción, sería intelectualmente el más elegante. ¿Pero será siempre factible? Reflexionemos un instante sobre esta cuestión. En primer lugar, todo modelo debe contener ciertas "entradas" y "salidas" que lo comuniquen con los sistemas económicos coexistentes. Para volver al modelo de la economía de Polonia en los siglos del XVI al XVIII: está claro que este modelo contiene una "salida" muy importante al adaptar la hipótesis sobre las ilimitadas posibilidades de exportación de cereales polacos a Europa occidental. Como se sabe, estas posibilidades fueron interrumpidas por el bloqueo declarado por Napoleón en el año 1806, para no reaparecer nunca más, por diferentes razones. Los derechos de aduana que Inglaterra impuso a los cereales, el creciente papel desempeñado por las inversiones de capital en la producción agrícola, la competencia del cereal ruso, y finalmente, la del cereal norteamericano: todo esto determinó que la situación existente en los siglos XVI-XVIII no se volviese a repetir. Naturalmente, estos cambios eran imprevll,ibles dentro del modelo. Cambiaron los datos exteriores con respecto a él y, como resultado, cambiaron los datos del cálculo económico de cada productor agrícola comercializando. Es deci r, cambiaron los datos que condicionaban la conducta económica. A partir de este momento, el in vestigador debe construir un nuevo modelo . Y este no es el único ejemplo de cambias exteriores al modelo capaces de destruirlo. Pero tam!.Jién dentro del modelo mismo tropezamos con dificultades. Si f'l funcionamiento del sistema se explica por su estructura,

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esto ocurre precisamente porque cada sistema económico es una estructura, un conjunto coherente, donde cada elemento existe en función de todos los demás. Mais il serait contraire a l'euidence de pretendre -dice con razón Marczweski- que toutes les variables du systeme ainsi con(~ Ue son! entierement déterminées par le systeme 1 . Podría citarse aquí también una frase igualmente sugestiva de C. Lévi-Strauss: "Decir que toda la sociedad funciona, es una banalidad. Pero decir que todo funciona en la sociedad, es un absurdo". Si acaso no hemos incluido en la construcción del modelo cualesquiera elementos económicos o extra-económicos esenciales para el funcionamiento del sistema, lo advertiremos al comparar el modelo creado con la realidad. En tal caso, el modelo no lo explicará. ¡Pero cuán a menudo los elementos que son insignificantes mientras el sistema funciona normalmente, se vuelven esenciales en el período de transformación de un sistema en otro! Aquí, justamente, hay lugar para el creatiue response de Schumpeter. Los hombres, con su actividad espontánea, han construido el sistema, pero serán también ellos quienes lo destruyan. Mas cuándo y cómo lo destruirán ... esto no puede deducirse sino parcialmente del sistema analizado. Al principio de este capítulo hemos enumerado, en diez puntos -quizá formulados de modo demasiado categórico- las diferencias, a nuestro juicio esenciales, entre el modelo de la economía polaca presentado en este libro, y el modelo que 1 J. Marczewski, op. cit. p. XXXVII. Una plaga de la historia económica (aunque posiblemente haya sido una etapa útil en su tiempo) son aquellas innumerables ''síntesis" de la historia económica de cada país y cada época que acumulan los hechos sin indicar ~Ub vínculos rtCÍprocos, y en las cuales es posible quitar una gran cantidad de hechos, agregar otros tantos, cambiar el orden de los capítulos, sin perjuicio para el todo. Con razón no nos gusta n tales síntesis. No obstante, cabe preguntar si en la realidad social y económica de que tratan tales libros, aquellos fenómenos estuvieron e(ectivamenle lig
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vislumbramos para la economía del Reino de Polonia en el período 1820-1860. ¿Y qué ocurrió entretanto? Entretanto, ciertos elementos inherentes al modelo, al obrar acumulativamente, forzaron el límite de su elasticidad. Por ejemplo, la tasa de interés del crédito monetario bajó hasta el nivel de la rentabilidad de los bienes raíces. Por ejemplo, la movilidad más o menos ilegal de la población culminó prácticamente en el surgimiento de un mercado del trabajo en el agro. Por ejemplo, la lucha, más o menos legal, de los campesinos por abrírse el acceso al mercado, gradualmente formó el mercado del pequeño productor agrícola. Entretanto, por otra parte, peligró la independencia del país, surgió la lucha en su defensa, sucediéndose luego los repartos, las guerras napoleónicas, cambios institucionales de fondo (introducción de la hipoteca, una severa política fiscal, abolición de la servidumbre en el Ducado de Varsovia, etc.). Entretanto, tal vez lo más importante, se llevó a cabo, fuera del sistema investigado, la revolución industrial . En su exterior surgió un sistema poderoso, expansivo , sin rival aparente. Un efecto secundario de esto fue la brusea y duradera disminución de las posibilidades de exportación de los frutos de la tierra desde Polonia. · Los economistas admiten que a veces no es posible concatenar dos sucesivas cadenas temporales, si hay entre ellas una gran "discontinuidad estructural". ¿Será este el caso aquí? El modelo que hemos presentado fue criticado, por unos, por ser un modelo que no conduce a ninguna parte, por no advertirse en él la acumulación de los elementos del sistema que había de reemplazarlo 1 • Otros lo elogiaron precisamente por la misma razón 2. A. Ma.c z a k , " O pn:yd at nosci m o d e li ekonomicznych na przykla dzie wiejski ej gospodarki feu daJnej " [Sobre la utilidad de los modelos económicos e n base aJ eje mplo de la economía agrícola feudal], Kwarlalnill Historyczny, LXX, 1963. 2 Z. Bauman : r eseña de l libro de W. Kula, Teoria ekono micz na ustroju feudaln ego [Teoría eco nómica del sistema feudal], Studia socjologicz ne, 1963, 3{10 , p. 21.9-228.

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La pregunta anterior podría también formularse de otra manera: el modelo presentado, en el caso de funcionar por más largo tiempo, ¿originaría por sí mismo el surgimiento del capitalismo y de la revolución industrial? Los elementos del modelo para los años 1820-1860, esbozados en este capítulo, implican justamente un sistema donde se lleva a cabo la acumulación y que conduce hacia el capitalismo. ¿Pero es lógico el paso de nuestro modelo a un modelo de acumulación del capital? ¿O tal vez nuestro modelo, realmente, no conduzca a ninguna parte? O para expresarlo en otra forma más: el capitalismo y la civilización industrial que surgieron en Inglaterra, ¿habrían surgido espontáneamente , y en otra parte, y · sin la presión cada vez más amplia y fuerte de un capitalismo que había aparecido anteriormente? Nunca ocurrió tal cosa, de modo que nunca podremos dar una respuesta empíricamente fundada. El sistema aquí analizado fue creado por los hombres, lo crearon sus repetidos comportamientos y reacciones. Una vez creado, los gobernó por largo tiempo. Como sistema lleno de contradicciones internas, produjo a la larga una serie de efectos imprevistos, y hasta contrarios a su esencia. Las más importantes de estas contradicciones son las contradicciones de clase. El sistema, al dominar a los hombres, despertó el espíritu de rebelión contra sí mismo. Si es que realmente nuestro modelo comprende factores que, al acumularse, podrí<m llevar a la destruccion del sistema, creemos que en primer lugar cabría mencionar los actos incoherentes, espontáneos, pero orientados en una misma dirección -puesto que eran determinados por la misma situación de clase- de las masas campesinas diseminadas en cientos de miles de kilómetros cuadrados: su sabotaje del trabajo obligatorio, sus fugas, su lucha por entrar en contacto con el mercado. Actos tácitamente incluidos en el modelo, que se desprenden lógicamente de su estructura y que, al mismo tiempo, van cortando, una por una, sus raíces. Si realmente falta algún parámetro esencial en nuestro modelo, es aquel inmensurable "coeficiente de la paciencia

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humana" o "coeficiente del espíritu humano de rebelion". "No volvamos las espaldas -podemos repetir con C. Lévi-tJtrauss1- a esta naturaleza humana, cuando para extraer nuestras invariantes, reemplazamos los datos de la experiencia por modelos, sobre los cuales procedemos a efectuar operaciones abstractas, como el algebrista con sus ecuaciones. Nos lo han reprochado más de una vez. Pero .. . el qtte es del oficio ... sabe cuán grande es la fidelidad a la realidad concreta con la que paga la libertad que se concede para sobrevolarla por unos breves instantes".

C. Lí-•vi·Strauss , "Lec;on inaugural e au Coll ege de France ," Parfs, p. 3 5-36 .


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