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norberto bobbio

democracia y secreto

CENTZONTLE

NORBERTO BOBBIO

DEMOCRACIA Y SECRETO Traducción Ariella Aureli José F. Fernández Santillán

CENTZONTLE

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA

Primera edición en italiano, 2011 Primera edición en español, 2013 Bobbio, Norberto Democracia y secreto / Norberto Bobbio ; pról. de Marco Revelli ; trad. de Ariella Aureli, José F. Fernández Santillán. — México : FCE, 2013. 76 p. ; 17 × 11 cm — (Colec. Centzontle) Título original: Democrazia e segreto ISBN 978-607-16-1522-0 (empastada) ISBN 978-607-16-1524-4 (rústica) 1. Democracia 2. Estado, el I. Revelli, Marco, pról. II. Aureli, Ariella, tr. III. Fernández Santillán, José F., tr. IV. Ser. V. t. LC JC 423

Dewey 321.8 B225

Distribución mundial Diseño de portada: Paola Álvarez Baldit Título original: Democrazia e segreto © 2011, Giulio Einaudi editore s.p.a., Turín www.einaudi.it D. R. © 2013, Fondo de Cultura Económica Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 México, D. F. Empresa certificada ISO 9001:2008 Comentarios: [email protected] www.fondodeculturaeconomica.com Tel. (55) 5227-4672; fax (55) 5227-4694 Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra sea cual fuere el medio, sin la anuencia por escrito del titular de los derechos.

ISBN 978-607-16-1522-0 (empastada) ISBN 978-607-16-1524-4 (rústica) Impreso en México • Printed in Mexico

Índice

Prefacio por Marco Revelli ✥ 7 El poder invisible ✥ 27 El poder invisible al interior y contra el Estado ✥ 33 Democracia y secreto ✥ 39 Secreto y misterio: el poder invisible ✥ 71

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Prefacio



Norberto Bobbio comenzó su reflexión sobre el tema del «poder invisible» relativamente temprano —enero de 1970— en un difícil artículo titulado «La violenza di Stato» [La violencia de Estado],1 en el que comenta: «Hay hechos inquietantes que nos impiden reposar en la tranquila certeza de que la violencia sólo existe en el otro lado [del lado de la protesta, de las marchas y de la agitación estudiantil].* La única manera de vencer a la violencia es reconociéndola, aun cuando ésta no invada las calles gritando, sino que se esconda tras la decorosa fachada de las instituciones que defendemos». Había transcurrido menos de un mes desde el 12 de diciembre de 1969, fecha de la masacre en la Plaza Fontana, y entre el humo espeso de la manipulación 1 Norberto Bobbio, «La violenza di Stato», Resistenza, xxiv, enero de 1970, núm. 1, p. 3. * Nota del editor.

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mediática y de la operación de desorientación —posteriormente documentada con amplitud— se comenzaba a vislumbrar el ominoso perfil, aún en gestación, de la que después sería llamada la «estrategia de tensión», en cuyo interior se podía percibir la operación invisible de un trasfondo turbio que obraba en silencio: era un entrelazarse de «aparatos desviados», de «poderes ocultos», de «cuerpos separados» y de funcionarios desleales; todo ello llevaría a hablar de un crimen originario, de una «masacre de Estado»: el mismo que, en muchos sentidos, fue un parteaguas entre distintos periodos en el acontecer de nuestra República. Esto le sugirió al teórico Norberto Bobbio la idea —sólo esbozada y casi «exorcizada» en aquel entonces— de lo que algunos años más tarde, en un escrito mucho más docto (la introducción a la edición de Einaudi de la clásica obra de Ernst Fraenkel),2 definiría como la categoría de «doble Estado» o «Estado dual», esto es, de la co-presencia de un nivel de poder doble: por un lado, un «Estado normativo» (el Estado de derecho, sometido al imperio de la ley), y por el otro un «Estado discrecional», libre de actuar por fuera del principio de legalidad, «con base en un mero juicio de oportunidad». 2 Ernst Fraenkel, Der Doppelstaat, Europaeische Verlagsanstalt, Fráncfort del Meno, 1974; trad. it. Il doppio Stato. Contributo alla teoria della dittatura, Einaudi, Turín, 1974 (introducción de Norberto Bobbio, pp. ix-xxiv).

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En la obra de Fraenkel la naturaleza de Doppelstaat era atribuida de especial manera a la Alemania de la época nacionalsocialista, en la cual precisamente la supervivencia del nivel formal y racionalizado del Estado de derecho (como garantía de la racionalidad económica) era flanqueada por la práctica —que se volvió sistemática— del «Estado de excepción». Para Bobbio, ilustrado por las largas vicisitudes post-bélicas (y de especial modo por la experiencia italiana), cualquier forma de Estado, Incluida la democrática, conserva rasgos de dualidad. Está incluido también, en la segunda posguerra, el que puede considerarse como el prototipo de Estado democrático: los Estados Unidos de América. En estos últimos —como lo esbozó el célebre texto de Alan Wolfe, The Limits of Legitimacy—3 podía identificarse un dual state, esto es, una doble apariencia de gobierno «democrático y constitucional en su interior, e imperialista hacia el exterior». Por lo tanto, bien se le podría aplicar la afirmación que apareció en otra referencia crucial, de la cual Bobbio extrae precisamente la expresión de «poder invisible»: se trata de la obra de David Wise y Thomas B. Ross 3 Alan Wolfe, The Limits of Legitimacy, Political. Contradictions of Contemporary Capitalism, Free Press–MacMillan, Nueva York, Londres, 1977 [traducción al español de Teresita Eugenia Caibó Pérez, Los límites de la legitimidad: las contradicciones políticas del capitalismo contemporáneo, Siglo XXI Editores, México, 1980].

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The Invisible Government [El gobierno invisible], en la cual los autores afirman que hoy en día, en los Estados Unidos existen dos gobiernos: uno es visible y el otro invisible. El primero es el gobierno sobre cuya actuación los ciudadanos leen en el periódico y el que los niños estudian en los libros de texto. El segundo es una maquinaria oculta y afinada, que ha dirigido la política estadunidense durante la guerra fría.4 La diferencia entre el Estado doble en un gobierno autocrático y en uno democrático [señala Bobbio] estriba en que en el primero el poder político puro (el «Estado discrecional») no sólo es manifiesto sino que es alabado, mientras que en el segundo, cuando este tipo de poder existe (y seguramente sí), vive bajo la apariencia de poder oculto.5

Es precisamente este último, que anida en los entresijos del Estado democrático y que en nuestro país se ha extendido paulatinamente, creciendo hasta contaminar y condicionar cada vez más a las instituciones 4 David Wise y Thomas B. Ross, The Invisible Government, Nueva York, 1974, p. 3, citado por Norberto Bobbio en la introducción a Ernst Fraenkel, op. cit., p. xxii [traducción al español: El gobierno invisible, Hemisferio, Buenos Aires, 1966]. 5 Norberto Bobbio, «Introduzione», op. cit., p. xxiii (las cursivas son mías).

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legítimas (el nivel «a plena luz» del «Estado normativo»), el que en las décadas sucesivas será objeto de la creciente atención de Bobbio, en tonos cada vez más preocupados, como testigo atento de esta patología eminentemente italiana. Bobbio observa la enfermedad mortal —y moral— de nuestra democracia, corroída en profundidad en sus órganos vitales por un «sistema» de prácticas ilegales y a menudo criminales, de relaciones ocultas e inconfesables, de interferencias e intrusiones que, como un río subterráneo, afloran periódicamente en una serie de escándalos clamorosos, revelando así su fondo sombrío que, paso a paso, ha deslegitimado y minado el orden republicano. El primer artículo de Bobbio sobre este tema se sitúa exactamente una década después de su escrito «La violenza di Stato» [La violencia de Estado], cuando estalló el escándalo P2, a inicios de los años ochenta. Como es sabido, el 17 de marzo de 1981 los jueces Gherardo Colombo y Giuliano Turrone, quienes investigaban el secuestro del «banquero de la mafia», Michele Sindona, ordenaron el cateo de la residencia Wanda, propiedad del venerable maestro masón Licio Gelli, así como de la fábrica Giole en Castiglion Fibocchi; descubrieron así la famosa lista de los inscritos en la logia encubierta denominada «Propaganda dos». Se 11

trataba de un millar de nombres, muchos de los cuales ostentaban cargos nodales en nuestras instituciones: políticos, hombres del servicio secreto, del ejército, de la magistratura, de las finanzas, del mundo económico y periodístico, todos secretamente comprometidos en un proyecto de desestabilización y eversión del orden constitucional. En aquel entonces Bobbio escribió el severo artículo «I poteri invisibili» [Los poderes invisibles], originalmente destinado a la revista de Spadolini Nuova Antologia,6 pero que fue anticipado —debido a la precipitación de los acontecimientos— por el periódico La Stampa, en la primera plana del 24 de mayo de 1981 (al día siguiente del giro de la orden de aprehensión contra Licio Gelli)7 bajo el significativo título «Nel labirinto dell’anti-Stato» [En el laberinto del anti-Estado].8 La publicación de este artículo suce6 «I poteri invisibili», Nuova Antologia, 116, vol. 546, julio-septiembre de 1981, fasc. 2139, pp. 22-24. 7 La imputación fue de violación del art. 257 del Código Penal sobre «espionaje político y militar». El banquero Michele Sindona resultó efectivamente incluido en el listado de los afiliados a la logia secreta, lo cual confirmó lo fundado de los motivos de esa indagatoria. 8 «Nel labirinto dell’anti-Stato», La Stampa, domingo 24 de mayo de 1981, p. 1. Este texto se reprodujo también bajo el título «Il potere invisibile dentro e contro lo Stato», en Paese Sera (martes 13 de octubre de 1981), pp. 1 y 18, y es el que aparece en este volumen. Respecto al texto reproducido en Nuova Antologia y en Paese Sera, el del editorial que apareció en La Stampa contaba con unos comentarios finales de alguna manera cautelares, considerada la proximidad de los eventos aludidos: «Entendámonos —agregó Bobbio en

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día, por pocos meses, a otro importante artículo de Bobbio, publicado a manera de editorial, por La Stampa, en el que detallaba y contextualizaba sus principios a partir de los hechos de la crónica, también sobre el «I poteri invisibili»;9 se trata del texto que reproducimos en las páginas siguientes. En su escrito «Nel labirinto dell’anti-Stato» Bobbio establece un nexo de continuidad con su intuición original, concebida en la inmediata proximidad de la masacre de la Plaza Fontana («Lamentablemente, desde la masacre de la Plaza Fontana la atmósfera de nuestra vida pública ha sido intoxicada por las sospechas de connivencia entre el poder invisible del Estado y el poder invisible del anti-Estado»). Además, en él anticipa las líneas generales de su siguiente reflexión sobre el poder invisible y su conflicto intrínseco y ontológico (valga la expresión) con los fundamentos ideales de la democracia («la opacidad del poder es la negación de la democracia») en la acepción plenamente desarrollada en su célebre volumen Il futuro della democrazia [El futuro de la democracia]. ese escrito—: nadie quiere que se dejen de hacer las debidas distinciones: distinguir los culpables de los inocentes, los astutos de los ingenuos, y aquellos que han fraguado la telaraña de aquellos que han caído en ella. Personalmente, incluso tengo algunas dudas acerca de la precipitación con la cual la lista ha sido publicada. Pero que quede claro: distinguir, no extinguir». 9 Este artículo posteriormente fue publicado en Norberto Bobbio, Le ideologie e il potere in crisi, Le Monnier, Florencia, 1981.

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Los dos siguientes escritos de Bobbio que aquí reproducimos se centran en la pareja «secreto-misterio» y fueron publicados casi sucesivamente durante un nuevo y delicado proceso de transición de nuestra democracia, en el cual volvió a aflorar el oscuro río del anti-Estado, o, si se prefiere, de la parte «corrompida» del Estado, en la totalidad de nuestro acontecer nacional. El primer texto, bajo el título de «Democracia y secreto», es la conferencia pronunciada en el mes de marzo de 1988 en Sassari, en el marco de un encuentro iusinternacionalista sobre «El tratado secreto». El segundo, titulado «Secreto y misterio», apareció el 13 de noviembre de 1990 en la primera plana del periódico La Stampa. Las fechas resultan significativas: 1988 fue un año en el que se verificaron «matanzas mafiosas» de gravedad, así como una concatenación impresionante de escándalos de Estado: acababa de terminar el proceso de Palermo, que tuvo lugar en el recinto-bunker de la cárcel de Ucciardone, y en el cual se condenó a cadena perpetua a 13 jefes mafiosos, sin que por ello se lograra levantar el velo de las protecciones y de las connivencias políticas. Pocos meses más tarde fue asesinado —como culminación de una sangrienta serie de ejecuciones— el jefe Giovanni Bontade, vinculado a numerosos «misterios italianos». Sólo dos años antes, la opi14

nión pública fue sacudida por el horror de la matanza de Fiumicino (con 13 víctimas), y más aún por la de Ustica (con 81 muertos), cuyas implicaciones ocultas nunca fueron reveladas. Por su parte, los últimos meses de 1990 fueron marcados profundamente por el estallido del caso Gladio, expuesto a la luz pública por el juez veneciano Felice Casson, que involucró directamente al cargo máximo del Estado: el presidente Francesco Cossiga —quien empezó a propinar los famosos «golpes de pico»—* y que estuvo a punto de convertirse en una violenta crisis institucional. De este modo, el «secreto» y el «misterio» se volvieron los temas de moda (por así llamarlos) en las vicisitudes que, bajo la luz del juicio a posteriori, sabemos que fueron la etapa conclusiva de la Primera República. Por otra parte, sobra mencionar que también se vinculaban estrechamente con la reflexión que Norberto Bobbio conducía en aquellos años (mediados de la década de 1980, durante los cuales se gestó la sucesiva implosión de la llamada Primera República, y tuvo lugar una suerte de mutación genética de nuestro sistema político). Se trataba del análisis de la demo* «Picconate»: declaraciones y afirmaciones explosivas que Cossiga comenzó a expresar públicamente. Se trataba de revelaciones sobre hechos históricos y críticas muy fuertes contra el sistema político italiano y la corrupta clase política nacional [T].

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cracia —tras abandonar con desencanto las exigentes expectativas de la primera posguerra— en su dimensión «mínima» de «democracia procesal, definida formalmente por sus “reglas del juego” específicas». El problema del «poder invisible» y de su incompatibilidad con cualquier concepción de democracia, incluso la menos exigente, incluso «mínima», volvió a aparecer —enriquecido y sistematizado, tras los esbozos documentados en los dos primeros textos de la presente compilación— en El futuro de la democracia, publicado en 1984, en el ensayo homónimo que encabeza este libro.10 Es una de las seis «promesas incumplidas» del régimen democrático, antecedida por la fragmentación, la «revancha de los intereses», la «persistencia de las oligarquías», las limitaciones de los ámbitos de aplicabilidad, y seguida por la persistente supervivencia del «ciudadano no educado». Se trata de una promesa sin cumplir, y quizás de cumplimiento imposible. En la misma obra figura también un ensayo escrito en 1980, dedicado a la reflexión sobre La democracia y el poder invisible,11 en el cual se formula de manera prístina la célebre definición del «gobierno democrá10 Norberto Bobbio, El futuro de la democracia, Fondo de Cultura Económica, México, 2001. 11 Norberto Bobbio, «La democrazia e il potere invisibile», Rivista Italiana di Scienza Politica x, 1980, pp. 181-203; posteriormente en El futuro de la democracia, op. cit., pp. 94-118.

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tico como gobierno del poder público ante el público».12 En ella el vocablo público es adoptado en ambas acepciones: como la esfera que se contrapone a la privada (esto es, el ámbito en el que se tratan los «asuntos públicos»), y como acción necesariamente «manifiesta», «aparente» en oposición a «oculta», «invisible» y, precisamente, «secreta». En cualquier caso, esto último sería una contraposición frontal a la naturaleza misma de la democracia entendida como «régimen del poder visible» que debe necesariamente ser: en primer lugar, para que sus titulares primarios —los ciudadanos, sin ninguna exclusión, el «pueblo soberano»— puedan controlarlo («¿y cómo se le podría controlar si se le mantiene oculto?»). En segundo lugar, porque no se respetaría el principio de representación —la esencia misma de la democracia moderna— en ausencia de una plena publicidad de los actos de los representantes (y por tanto su completa visibilidad ante los representados). Tras el velo de la invisibilidad —dice Bobbio— maduran y se difunden los vicios grandes y pequeños que socavan las raíces de los sistemas democráticos: se trata de amenazas mortales, tales como los comportamientos «desviados» de los servicios de seguridad, las 12

Ibid., p. 94.

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tramas ocultas de los «cuerpos separados» del Estado, la desestabilización de las instituciones de parte de sus mismos «servidores»... a las cuales se agregan algunas aparentemente más ordinarias, pero igualmente insidiosas, como «la corrupción pública, el peculado, la malversación, la extorsión, el interés privado en actos oficiales»13 que desgastan, lenta pero inexorablemente, la confianza de la ciudadanía. Es allí, en la sombra que se hurta de la mirada pública (del público), donde puede originarse la más insidiosa de las patologías democráticas: esto es, el escándalo como una forma ejemplar de desconexión entre las promesas que una democracia no puede dejar de hacer y su incapacidad para cumplirlas. Es un trauma colectivo —que Bobbio define como «una profunda perturbación de la opinión pública»— ocasionado cuando se hace público lo cometido por el titular del poder bajo el abrigo del secreto, pues habría sido completamente inaceptable a plena luz. Es un mal típicamente democrático, pues es en una democracia, y únicamente en ella, donde el poder y su titular están obligados a la transparencia de sus actos y, a la vez, a aceptar que la eventual transgresión de dicha obligación se haga pública: «Únicamente el tirano platónico 13

Ibid., p. 103.

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—apunta Bobbio en el ensayo mencionado— puede realizar en público aquellos actos inmundos que el ciudadano privado lleva a cabo a escondidas o que, al haberlos reprimido, se permite sólo en sueños». Por otra parte, el tirano es el único que puede sustraerse al «criterio de lo público para distinguir lo justo de lo injusto, lo lícito de lo ilícito», ya que sólo en la tiranía «lo público y lo privado coinciden, pues los asuntos de Estado son asuntos suyos, y viceversa». Naturalmente Bobbio como buen «realista» —y sano «pesimista»— conoce bien la distancia que ineluctablemente separa «los ideales y la materia burda», las ideas regulatorias y la práctica cotidiana, los valores que orientan a los grandes proyectos políticos y a las acciones humanas destinadas a traducirlos en realidades. Desde luego toma en cuenta —como se puede constatar— que la transparencia absoluta es un principio-límite, cuya aplicación integral resulta imposible de llevar a la práctica en cualquier democracia, así sea la más estable y segura. Siempre permanecerá un margen de opacidad, insiste el autor, debido a la naturaleza misma del poder, en su involucramiento con aquellas «potencias del bajo mundo», identificadas también por Max Weber, que reivindican un lugar, sobre todo en el ámbito de la política exterior, es decir, cuando la salus rei publicae puede invocarse como suprema lex. 19

De este modo, la necesidad de proteger de un mal extremo a la comunidad nacional propia —ese mismo pueblo al que se le debe una visibilidad absoluta en el ejercicio del poder— termina por justificar incluso la suspensión de los principios fundamentales, y por imponerse despóticamente aun en la más madura de las democracias. Por lo anterior, Norberto Bobbio reconoce que, aunque la publicidad del actuar político es una regla en la democracia, algún tipo de excepción a dicha regla existe en cualquier democracia (mientras en los regímenes autocráticos el secreto de Estado es la regla —escribe—, en la democracia es una excepción, regulada por leyes que no permiten excepciones indebidas).14 Esto, en este contexto, no le parece terrible: las excepciones a las leyes generales —a todas ellas— es una constante en la historia de la humanidad. Sigue siendo válido el principio de acuerdo con el cual la excepción confirma la regla. En cambio, le parecía preocupante otra tendencia, propia de la modernidad misma —implícita en su «estatuto» mismo—, que se observa en todas las democracias contemporáneas: la omnipresente y ominosa proliferación de las instancias tecnocráticas. Se trata 14

Ibid., p. 105.

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de la multiplicación de los ámbitos de la experiencia humana caracterizados por conocimientos técnicos de tal complejidad y «exclusividad» que crean por sí solos —naturaliter, podría decirse— un diafragma entre el espacio (y el sujeto y los objetos) de la decisión y el público que es su destinatario, y que debería ser su contralor. Así, las áreas problemáticas y las prácticas relevantes para la vida pública se convierten en intrínsecamente misteriosas, aunque se trate de temas que no son objeto de una deliberada voluntad de secrecía, simplemente por «la diferencia insalvable que separa al experto del ignorante, al competente del incompetente, al laboratorio del científico o el del técnico de plaza».15 Esto convierte al tecnócrata, en su calidad de depositario «de conocimientos a los que no tiene acceso la masa»,16 en un moderno e involuntario déspota, reconfigurando así el tema del poder invisible desde una de las promesas incumplidas de la democracia, en una auténtica «paradoja» de la misma. Lo que es válido acerca de la democracia en general tiene, sin embargo, una validez mucho menor para la democracia italiana, pues en ella el recurso del secreto ha sido mucho más que una excepción: por el contrario, en los momentos cruciales del acontecer na15 16

Ibid., p. 113. Idem.

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cional se mostró como la regla (por lo menos en la misma medida en que la presencia del anti-Estado al interior del Estado mismo se confirma como una realidad que se extiende de manera patológica). Por otra parte, no es posible afirmar que la ampliación y multiplicación de los ámbitos misteriosos sea una acción inconsciente e involuntaria: por el contrario, la utilización del secreto para extender desmesuradamente el área de misterio se ha convertido, durante largo tiempo, en una práctica sistemática del actuar gubernamental. En este país no ha habido un juicio por masacre —empezando por aquella de la Plaza Fontana, tipo ideal de todos los procesos de esta naturaleza, y llegando a aquel de la matanza de Ustica— que no haya chocado, en algún momento de su trayectoria, con la barrera del «secreto de Estado». No ha habido una sola indagatoria por mafia, corrupción o ilícitos públicos graves que no haya encontrado alguna zona oscura de silencio institucional, de opacidad o de prácticas de «despiste» intencional de parte de actores públicos, o formas de disimulación o enmascaramiento solapadas de diversas maneras, ocultas tras cortinas de invisibilidad de diverso espesor. Una gran parte de la historia italiana reciente también se entreteje con el poder invisible, pero esto es revelado sólo en pequeña medida por las investigacio22

nes históricas y las pesquisas judiciales. Del poder invisible, de su rostro enmascarado, de sus modalidades de acción y de sus actos mismos aún sabemos poco. Esto último, a su vez, nos es revelado en la forma tradicional mediante la cual el secreto se derrumba en las democracias: el escándalo, precisamente. Podríamos decir que la parte visible del poder invisible ha sido mostrada en la historia de los escándalos italianos.17 Se trata de una historia densa y gravosa. En el fondo, el derrumbe de la Primera República se debió a esos escándalos, bajo cuyo peso se vino abajo el sistema partidario que la había caracterizado. Junto con ellos, naufragó también una parte importante de nuestra 17 «Al escándalo necesario», por otra parte, fue dedicada una respuesta significativa de Bobbio —ante el ambiente generado por la investigación periodística— acerca de las «fronteras entre el escándalo y el amarillismo» o, si se prefiere, sobre la utilidad o el daño de los escándalos: «Sinceramente no creo que la oleada de escándalos de la que se habla en Italia sea fruto de un exceso de amarillismo —dijo— por el hecho de que en la vida política tienen lugar desviaciones de la línea correcta de la acción pública que no tienen comparación en otros países. No quisiera que la distinción entre escándalo y amarillismo diera lugar a callarlo todo, a ocultar, procurando demostrar que los hechos no son tan graves como parece. Al contrario, a partir de la infiltración de la P2 en los vértices de los aparatos de Estado hasta la acusación contra una parte de la clase política siciliana por su connivencia con la mafia, los escándalos de los últimos años en Italia no tienen precedentes. Por lo tanto, es positivo que se hable con claridad: en un país escandaloso no se debe tener miedo de revelar la verdad». «Quando lo scandalo serve» [Cuando el escándalo es útil], entrevista para La Stampa, 20 de noviembre de 1984, p. 2.

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democracia y secreto Debajo del gobierno visible existe otro que actúa en las sombras, o peor aún: en completa oscuridad. Se trata de un poder invisible que puede actuar junto con el Estado, a veces en sintonía —cuando promueve decisiones vinculantes para todos los ciudadanos—, a veces en oposición —cuando busca eludir o violar con impunidad las leyes—. Norberto Bobbio reflexiona aquí acerca de este reto fundamental de la democracia y la gobernabilidad: quién y con qué fin promueve las formas de poder oculto e insiste en la inaplazable necesidad de que el Estado encamine sus acciones a un control democrático.

ISBN: 978-607-16-1524-4

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA

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