Los Ejercicios Espirituales De San Ignacio Encinas

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LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO P. Antonio Encinas SJ

BIBIIOTHECA COMILLENSIS

-

SERIE ASCETICA

LOS EJERCICIOS DE SAN IGNACIO POR EL

P. ANTONIO ENCINAS, S. I.

ANTIGUO DIRECTOR ESPIRITUAL Y PROFESOR DE PSICO LO GIA DE LA U N I V E R S I D A D P O N T I F I C I A DE C O M I L L A S

EXPLANACION Y COMENTARIO MANUAL PARA FORMAR

DIRECTORES

DE

EJERCICIOS

Y PARA LA ORACION MENTA l DIARIA 2 .a E D I C I O N

EDITORIAL «SAL TERRAE» - Aportado 77. - SANTANDER 19 5 3

Imprimí potest: Praep. Prov. Legión. V i r g i l i u s R e v u e l t a , S . I.

Nihil obstat: D r . F r a n c is c u s P ajares

Censor

Imprimatur: t Io seph u s

E p is c o p u s S a n t a n d e r ie n s is

Santanderii, 26 junii 1952

I N D I C E Pág». Al

lectob

............................................................................................

5

PRINCIPIO Y FUNDAMENTO (Día 1.° de un octidao.)

Meditación I. El hombre es criado por Dios. Punto 1.° Dios es mi primer principio ............................. .... 10 Punto 2.° Luego es mi Señor y yo le debo sumisión........... .... 13 Punto 3.° También es mi último fin y yo debo ser para El ... 15 Fruto principal de este ejercicio....................................................19 Esquema del mismo ...................................................................20 Distribución de la materia para la oración mental diaria, pág. 8. Meditación II.

Mi fin es alabar, hacer reverencia, servir a Dios y mediante esto salvar mi alma.

Punto 1.° Mi destino es alabar a Dios................................ .....26 Punto 2.° Reverenciar a Dios ............................................ ..... 28 Punto 3.° Servir a Dios ................................................... ..... 31 Punto 4.° Y mediante esto salvar mi alma.......................... ..... 35 Fruto principal de este ejercicio.................................................... 42 Esquema del mismo ................................................................... 43 Distribución de la materia para la oración mental diaria,, pág. 24.

Meditación III.

Sobre el fin de las criaturas o sobre los medios para conseguir mi fin.

Punto 1.° Dios es el creador, Señor y fin último de las cria­ turas .......................................................... Punto 2.° Me las da cómo medios para mi fin ....................

49 50

ÍNDICE

840

Págs.

Punto 3.° Sólo como medios .................................................. Punto 4.° Luego en su uso se me impone la regla del ”tanto cuanto” ........................ .................................... Fruto principal de este ejercicio................................................... Esquema del mismo ...................................................................

53 54. 66

67

Distribución de la materia para la oración mental diaria, pág. 48.

Meditación III bis.

Medios de especial aplicación a los jóvenes estudiantes de la Compañía.

Grupo A. Medios de santificación de eficacia inagotable ..... Grupo B. Medios necesarios, en la providencia general, para ser buen hijo de la Compañía ......................... Grupo C. Cosas desagradables que, abrazadas, ayudan al úl­ timo fin .............................................. !............ Grupo O Cosas agradables que, tomadas, desvían del últi­ mo fin ............................................................ Esquema de este ejercicio ......................................... ...................

58 61 63 64 70

Distribución de la materia para la oración mental diaria, pág. 48.

Meditación IV.

Sobre la indiferencia.

Punto i/* Es menester hacernos indiferentes a todas las co­ sas criadas....................................................... Punto 2.° En tal manera que no queramos de nuestra parte más salud que enfermedad, riquezas que po­ breza, honor que deshonor, vida larga que corta y por consiguiente en todo lo demás ... Punto 3.° Solamente deseando y eligiendo lo que más con­ duzca a nuestro último fin .............. ................. Fruto principal de este ejercicio .................................................. Esquema del mismo ..................................................................

79

80 81 88

89

Distribución <Je la materia para la oración mental diaria, pág. 74.

Meditación IV bis.

Aplicación especial a los jóvenes estudiantes de la Compañía de Jesús

Puiíto 1.° Es menester hacernos indiferentes, especialmente al honor y deshonor.........................................

84

ÍNDICE

841 Péga.

Punto 2.° A lo agradable y a lo desagradable .................... Punto 3.° A todo cuanto pueda ser objeto de obediencia ... Esquema de este ejercicio......................................................... Frutos principales de la consideración del Principio y Funda­ mento .............................................................................. Notas sobre el Principio y Fundamento en orden a la técnica de dar los ejercicios y a la solución de cuestiones controvertidas.

86

87 92 65 96

PRIMERA SEMANA (Días 2.° y 3.® de un octiduo.)

Meditación Y.

Primero, segundo y tercer pecado.

Punto 1.° Pecado de los Angeles ...................................... Punto 2.° Pecado de nuestros primeros padres ................. Punto 3.° Pecado de un condenado cualquiera.................... Fruto más propio de este ejercicio ......................................... Esquema del mismo ..............................................................

105 114 117 124 125

Distribución de la materia para ia oración mental diaria, pág. 102.

Meditación VI.

De los pecados propios.

Punto 1.° Recuento de mis pecados ................................... Punto 2.° Fealdad y malicia de cada pecado capital ........... Punto 3.° Vileza del ofensor ............................................ Punto 4.° Excelencia infinita del ofendido ....................... Punto 5.° Exclamación admirativa ........................... ....... Fruto más propio de este ejercicio .......................................... Esquema del mismo ...............................................................

134 136 14® 143 148 151 152

Distribución de la materia para la oración mental diaria, pág. 183.

Meditación VII.

” Repetición” de las dos anteriores.

1.° En qué consiste la repetición ....................................... 2.° Los tres coloquios ........................................................ 3.° Ejercicio de la repetición .............................................

*

157 15® 161

842

ÍNDICE

Págs.

Meditación VII bis.

"Resumen".

I o. En qué consiste el resumen de San Ignacio ...................... 2.° Ejercicio del resumen ....................................................... Frutos más propios de esta "repetición” y de este "resumen” .....

165 167 169

Distribución de la materia para la oración mental diaria, pág. 156.

Meditación VII ter. Nueva meditación sobre el 1.° y 2.° ejercicio. Punto 1.° El pecado grave en sí mismo ................................ Punto 2.° El pecado grave en sus efectos ............................ Esquema de este ejercicio.............................................................

172 174 177

Distribución de la materia para la oración mental diaria, pág. 170.

Meditación VIII.

Del Infierno.

Punto 1.° Ver ....................................................................... Punto 2.° Oír ......................... ....................... ....................... Punto 3.° Oler ...................................................................... Punto 4.° Gustar ............................................... ................... Punto 5.° Tocar .................................................................... Frutos más propios de este ejercicio............................................. Esquema del mismo ............................................. .....................

183 188 191 193 196 201 202

Distribución de la materia para la oración mental diaria, pág. 180.

Meditación IX. Nueva meditación del infierno. Punto Punto Punto Punto Esquema

1.° Pena de sentido .................................................... 2.° Pena de daño......................................................... 3.° El pecado, raíz del infierno ................................... 4/' Caminos del infierno ............................................ de este ejercicio ............................................................

208 209 211 213 216

Distribución de la materia para la oración mental diaria, pág. 206.

Meditación X. Df 'a muerte. Punto 1.° Certeza de la muerte y algunas de sus circuns­ tancias ............................................................. Punto 2.° Enseñanzas de la muerte ............ ....... ..................

223 225

ÍNDICE

843 Págs.

Punto 3.° Muerte en la Compañía de un religioso poco fer­ voroso y muerte de un jesuíta santo................... 231 Fruto principal de este ejercicio................................................. .... 236 Esquema del mismo ................................................................ .... 237 Distribución de la materia para la oración mental diaria, pág. 220.

Meditación XL Punto 1.° Punto 2.° Punto 3.° Punto 4.° Punto 5.°

Parte primera: Sobre el pecado venial.

Recuento de mis pecados veniales actuales............ ... 244 El pecado venial es ofensa de Diox ..........................245 Efectos del pecado venia! .................................... ....246 Castigos del pecado venial .................................. ....24$ El pecado venial en la Compañía ............................. 249

Parte segunda: Sobre el desorden. Punto 1.° Desórdenes-actos más frecuentes en mi actual­ mente ........................................................... Punto 2.° Desórdenes-tendencias y afecciones desordenadas permanentes, que más me llevan a pecado ac­ tualmente ...................................................... Punto 3.° Efectos del desorden en mi alma ........................ Fruto más propio de este ejercicio............................................. Esquema del mismo ...............................................................

251

252 254 256 257

Distribución de la materia para la oración mental diaria, pág. 240.

Meditación XII. Del Hijo pródigo. Plinto 1.° El pecado.......................................................... ....265 Punto 2.° La conversión ................................................... ....267 Punto 3.° El perdón .............................................................268 Esquema de este ejercicio......................................................... ....273 Distribución de la materia para la oración mental diaria, pág. 262.

Fruto principal de la primera semana y paso a la segunda ......... Breves Notas sobre la primera semana en orden a la técnica de dar los ejercicios y a la solución de cuestiones controvertidas.

275 276

ÍNDICE

844

Págs.

SEGUNDA SEMANA (Dias 4,% 5.“ y 6.° de un octiduo.)

Meditación XIII.

El Reino.

Parte primera: El símil del Rey Temporal. Punto 1.° La persona del Rey ............................................... Punto 2.° a) La Empresa a que llama ................................. b) Condiciones para seguirle................................ Punto 3.° a) Respuesta de los buenos súbditos ............... . b ) Respuesta de los malos súbditos .................. .

287 288 288 289 289

Parte segunda: Aplicación del símil, al Rey Eterna!. Punto 1.° Comparar Rey con Rey — Empresa con empre­ sa— Condiciones con condiciones ................... Punto 2.° Respuesta de los que tuvieren juicio y razón ..... Punto 3. Respuesta de los que quieren distinguirse en el amor y seguimiento de Cristo ......................... Fruto principal de este ejercicio................................................... Esquema del mismo .................................... ..............................

290 303 305 309 310

Distribución de la materia para la oración mental diaria, pág. 284.

Meditación XIV.

Contemplación de la Encarnación.

Punto 1.° Necesidad de la Encarnación — .......................... Punto 2.° Decreto de la Encarnación ................................... Punto 3.° Ejecución de la Encarnación .............................. Fruto principa1 de este ejercicio.................. ................................ Esquema de! mismo ...................................................................

319 323 327 335 336

Distribución de la materia para la oración mental diaria, pág. 316.

Meditación XV. Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo. Punto Punto Punto Punto

1." De Nazaret a Belén ........................................... . 2.° En Belén, buscando albergue ...............................

3.° El Nacimiento....................................... ................ 4." V d i Niño Jesús, después de ser nacido y a la Madre ........

342 347 350 352

ÍNDICE

845 Págs.

Punto 5.° V er y considerar lo que hacen .............................. Fruto principal de este ejercicio...................................................... Esquema del mismo .......................................................................

355 359 360

Distribución de la materia para la oración mental diaria, pág. 340. Meditación XVL

” R epetición ” de los dos ejercicios anteriores.

En qué consiste la repetición de San Ig n a c io .......................... Punto 1.° Repetición de la contemplación de la Encarnación. Punto 2.° Repetición de la contemplación del Nacimiento ... Meditación XVI bis.

365 368 369

A plica ción de sentidos a lt*$ ejercicios an­ teriores.

En qué consiste la "Aplicación de sentidos” ............................. Punto 1.° Ver ........................................................................... Punto 2.° Oír ............................................................................ Punto 3.° Oler y gu star............................................................ Punto 4.° T o c a r ........................................................................

370 370 371 372 373

Un ejemplo de ”aplicación de sentidos” ...

377

Meditación X VI ter.

Distribución de la materia para la oración mental diaria, pág. 364. Meditación XVII.

”Era obediente a sus padres

Punto 1.° Punto 2.°

Quién obedece y a quiénes .................................... La obediencia en Jesús es gloria grandísima para su Eterno Padre .............................................. Punto 3.° Cómo obedece Jesús ................................................ Punto 4.° La voluntad propia en las obras de obediencia ... Punto 5.° Mi obediencia .......................................................... Fruto principal de este ejercicio ...................................................... Esquema del mismo ......................................................................

384 386 388 392 394 397 398

Distribución de la materia para la oración mental diaria, pág. 382. Meditación XVIII. Punto 1.° Punto 2.° Punto 3.°

Vida de trabajo en Nazaret.

”Vcr y considerar las personas” ............... .............. Jesús trabaja ........................................................... Cómo trabaja J esú s..................................................

404 406 408

ÍNDICE

846

Págs.

Punto 4.° El trabajo en la Compañía ................................... Froto principal de este ejercicio.................................................... Esquema del mismo ...............................................................

410 413 414

Distribución de la materia para la oración mental diaria, pág. 402.

Vida de fam ilia en Nazaret .

M editación X IX .

Punto 1.° Ver y considerar las personas................................ Punto 2.° Oir lo que dicen ..................................................... Punto 3.° Mirar lo que hacen................................... ............. Punto 4.° Mi vida de familia en la Compañía ...................... Fruto principal de este ejercicio............................................. ...... Esquema del mismo ...................................................................

418 420 423 425 428

429

Distribución de la materia para la oración mental diaria, pág. 416.

E l Niño perdido y hallado en el tem plo.

Meditación XX.

Punto Punto Punto Punto

1.° 2.° 3.° 4.°

Viaje a Jerusalén ................................................... Vacando en puro servicio de su Padre Celestial___ Separación de sus Padres ...................................... La Virgen Santísima y San José en la pérdida del Niño ...................... .......................................... Punto 5.° Relación especial de este misterio con las medita­ ciones siguientes sobre la elección y reforma ... Fruto principal de este ejercicio................................................... Esquema del mismo ............................................ ......................

435 437 441 443 445 447 448

Distribución de la materia para la oración mental diaria, pág. 432. Meditación X X I. Parte prim era:

De Dos Banderas.

Bandera de Lucifer.

Punto i." La persona del mal caudillo ............................... Punto 2.° El ejército infernal .............................................. Punto 3." El plan de ataque ................................................. Parte segunda:

458 461 463

Bandera de Cristo.

Punto 1.° í Persona del Sumo Capitán General .................. Punto 2.° El ejército de conquista ...................................... Punto 3.° El plan de conquista .............................................

468

84

ÍNDICE

Pág*

Punto 4.° Motivos para seguir la Bandera de Cristo y abo­ minar de la de Lucifer .................................. Fruto principal de este ejercicio......................... ........................ Esquema del mismo .................................................................

47< 48í 484

Distribución de la materia para la oración mental diaria, pág. 450.

Meditación XXII.

De tres Binarios de Hombres.

Binario 1.° Querría ............................................................ Binario 2.° Quiere pero débil y condicionalmente ............... Binario 3.° Quiere de veras .............................................. Fruto principal de este ejercicio........ ............ ............................ Esquema del mismo ................................................................

495 503 509 520 521

Distribución de la materia para la oración mental diaria, pág. 490.

Meditación XXIII.

Tres Maneras de Humildad.

1.a Manera de Humildad.................................. .......................530 2.a Manera de Humildad....................................................... ....535 3.a Manera de Humildad........................................................... 541 Esquema de este ejercicio.............................................................. 557 Distribución de la materia para la oración mental diaria, pág. 526.

Fruto principal de la 2.a Semana ............................................. Breves notas sobre la 2.a Semana en orden a la técnica de dar los ejercicios y a la solución de cuestiones controvertidas.....

563 564

TERCERA SEMANA (Día 7.’ de un octiduo.)

Meditación XXV. En el Huerto de los Olivos. Punto 1.° Pavor, tedio, tristeza, agonía .................................. 578 Punto 2.° La oración de Jesús en el huerto ejemplo de ora­ ción perfecta en la tribulación .............................589 Esquema de este ejercicio..............................................................594 Distribución de la materia para la oración mental diaria, pág. 572.

ín d ic e

850

Pág».

Punto 4.'

Dios se me manifiesta aquí en las criaturas i*oiuo en imágenes suyas de muchas maneras; todo con el ün de poder manifestárseme en oí cielo cara a cara para hacerme con esa vi­ sión plenamente bienaventurado .................. b) Dios pone gran empeño en perfeccionar aho­ ra en mi la imagen sobrenatural de Sí mismo, siempre mirando a la plena brillantez do su imagen en mi que me hará muy semejante a El en el cielo ................................................ Fruto principal de la Contemplación pora alcanzar a m or............ Esquema de este ejercicio ............................................................. OUtrlhui'IAti de la mutrriu pnru In orm-IAn nicnlul (liarla, páff. 726.
Ñolas sobre la Contemplación para alcanzar amor en orden a la técnica «le dar ejercicios ......................................................

789

789 748 749

754

AP EN DI CES Apéndice 1. I. II. III. IV. V.

Sobre la oración mental diaria.

Su necesidad en la Compañía ....................................... 781 Preparación próxima ............................................. ....... 708 Entrada en la oración .............................................. .... 768 Cuerpo de la oración ............................. .................. .... 771 Algunos recursos, por via de ejemplo, que pueden ayu­ dar en Ja oración mental ....................................... 777

Apéndice 2." Suhrr cf examen general diario de conciencia. I. Necesidad del examen general diarlo en la Compaflia. II. "Modo de hacer el examen general y contiene en si cinco puntos” ................................................... III. Algunos recursos, por via de ejemplo que pueden ayudar al examen general de conciencia diario.

780 782 784

A léndice Z.° íil < uirien particular de San íffnaclo.

I.

Breve exposición literal del texto del Santo ............

787

ÍNDJCK

$61

Pi«« II.

III.

IV.

V.

Fin del examen particular de San Ignacio. — Materia. Elementos principales. — Quinta esencia. — E xa­ men particular de virtudes ................................... Algunas condicione* de) examen particular que pue­ den ayudar a su eficacia y a la constancia en su práctica ................................................................... Industrias que pudieran ayudar hí cumplimiento de algunas prescripciones del examen particular; al propósito, al arrepentimiento, a la oración, ne­ cesaria pura enmendarse, al apuntar las caídas ... Aplicación riel examen particular de San Ignacio a los ejercicios espirituales cotidianos ..........................

Apéndice 4/’ I. II. III. IV. V.

705

798. W1

Sobre la observancia regular en la Compañía.

Obligatoriedad de nuestras reglas .............................. Su poder santifleador ............................. Hagamos de la observancia regular las delicias de la vida religiosa ......................................................... Por lu observancia regular al apostolado fecundo ... Medios que pueden ayudar a la observancia regular.

Apéndice 5."

701

804 808 816 819 821

Esquemas graduados de exámenes de conciencia.

I. Examen de la oración mental diaria ........................... .... 824 II. Examen de la oración mental en dias de ejercicios. 827 III. Examen general diario de conciencia ........................... 830 IV. Examen particular sobre defectos .......................... .... 833 V. Examen particular sobre virtudes ........... ................. .... 834 VI. Aplicación del examen particular de San Ignacio a los ejercicios espirituales diarios ....................... 835

A los jóvenes estudiantes de la Compañía Este libro es un Comentario Manual de los E je r ­ cicios de San Ignacio, dirigido ante todo a fo rm a r Directores de dichos E jercicios, ayudándoles a conseguir uu conocin^ento de los mismos ” exacto” y ” vivid o” . A este fin : reproducimos el in m orta l L ib rito según su edición corriente y tomamos de él las 32 meditaciones más genuinamente ignacianas, las que se suelen hacer en retiros de 8 dias; fijamos en cada una de ellas el sentido literal del texto de San Ignacio; ponemos en gran relieve el fin propio de dicha meditación sobre otros fines secundarios o concomitantes, que pudieran des­ orientar al ejercitante; la desarrollamos a base de desentrañar la enorme fuerza la­ tente en el contenido del texto; damos al desarrollo cuanta am plitud sea necesaria para dejar patente todo el pensamiento del Santo; y añadimos al fin de cada semana algunas notas para ayudar en la técnica de dar los ejercicios y a la solución de algunas c u es t ion es dcha t idas. Con esto creemos haber dado al lector conocimiento " exacto” de las meditaciones de los ejercicios. Ahora para que este conocimiento sea ” vivido” , experim ental, práctico, distribuimos la materia de cada meditación de San Igna­ cio en diversos puntos para la oración mental diaria; e invita-

6

A LOS JÓVENES

ESTUDIANTES

DE L A COMPAÑÍA

inos al lector a que haga p o r ellos durante una temporada su meditación de cada día; pues en la meditación a los pies del c ru c ifijo o del sagrario es donde se ha de conseguir aquel conocim iento ” vivido” de los ejercicios que es indispensable a todo director que quiera serlo en verdad de los ejercicios de San Ignacio. Como nos dirigimos ante todo a jóvenes religiosos en fo rm a ­ ción, que marchan a grandes pasos a la perfección, pero que generalmente aún no la han conseguido, a ellos preferentemente nos acomodamos en las aplicaciones prácticas y en la a m plitu d , quizás demasiada para perfectos, con que explanamos los pu n ­ tos de consideración. Huelga advertir que no pretendemos hacer un libro de lectura seguida, sino de lectura meditada o de puntos de m editación; cuyas características creemos han de ser: ideas que sean todo verdad, luz y fuerza; en cierta abundancia, las principales del m isterio que se medita, bien distintas unas de otras, en estilo cortado y con disposición tipográfica que frenen en la lectura e inviten a las pausas de la meditación. Creemos que los jóvenes de la Compañía que, durante dos o tres meses cada año, hicieren su hora de oración mental diaria p or un libro así dispuesto; además de ayudarse poderosamente con esto a centrar su f o r ­ mación en el espíritu genuino de la Compañía, lograrían con sólo esta práctica conseguir durante la carrera aquel conocimiento exacto, vivido, práctico de los E jercicios que es base indispensable en el director de los Ejercicios de San Ig ­ nacio y que en vano hubieran pretendido alcanzar por largas lec­ turas de comentaristas. Para terminar, permítaseme rendir desde aquí el debido tes­ timonio de gratitud al R. P. Eusebia Hernández, S. por las preciosas indicaciones con que ha cooperado a esta obra,

I

PRINCIPIO

Y FUNDAMENTO

Fin del hom bre. - M edlos para conseguirlo. Disposición subjetiva necesaria para realizarlos.

M E D IT A C IO N I

DISTRIBUCION

DE

LA M A T E R I A

LA M E D I T A C I O N D I A R I A

2

5

7

1

3

5

8

1)

D ía

1.°

D í\

2.°

xV.°

D ía

3.°

'o

1

PARA

D ía

4.°

Repetición.

D ía

5.°

Resumen.

D ía

6.°

Sobre el fru to principal de esta medi­ tación. N.° 6.

1)

9

E n e s t e c u a d r o , los números citados son los m arginales

del texto.

E n e l l i b r o , las letras mayúsculas entre comillas son p a la ­ bras del texto mismo de los Ejercicios de San Ignacio;

y los

números entre paréntesis-corchetes son los de dicho texto.

M E D IT A C IO N I

1.

«El hombre es criado» por Dios ” E L H O M B R E ” , cada hombre; ser contingente, de natura­ leza animal racional. ”ES C R IA D O ’ o hecho en últim o término, de la r.ada en cuanto al cuerpo y en cuanto al alm a; Por Dios: el Ser Subsistente por Sí mismo, que existe sin recibir la existencia de otro, porque tiene de Sí mismo la razón de su ser. De ser Dios mi Prim er Principio se deduce inmediatamente que El mismo es: a) m i Señor, b) m i ú ltim o F in [23]. Punto 1.° Punto 2.° Punto 3.°

Dios es mi P r im e r Principio. Luego es mi Señor. Luego también es mi ú ltim o Fin.

O r a c i ó n p r e p a r a t o r i a es pedir gracia a Dios Nuestro Señor para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean pu­ ramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina Majestad. Com posición d e l u g a r . Ver el espacio donde me h a l l o y o , y el trono en las alturas donde se asienta Dios; me consideraré como colgado de Dios y que El me exige im ­ periosamente, aunque con mirada de padre, que me someta a su autoridad sobre mí, y que sea todo para E l como para mi último fin.

En el entendimiento: convicción íntima de que Dios es mi Señor y mi último F in ; y que por tanto y o tengo obli­ gación ineludible de rendirle sumisión y de ser todo para E l; en la voluntad: resolución tic ponerme en plan de someter­ me a Dios y de ser lodo para El. P e t ic ió n .

10

P R IN C IPIO Y FUNDAMENTO

2.

2

PUNTO PRIMERO

Dios es mi Primer Principio A) (m irando a Dios). Dios, el ser por esencia, omniperfecto, infinito, eterno, inmenso... a) es primer principio de m i esencia, porque El es el Ser por Esencia y yo soy ser por participación suya, manifestación suya, como el rayo lo es del sol; b ) primer principio de mi existencia, en mi "creación” , como causa eficiente, final, ejem plar: como causa eficiente: porque mi alma, substancia espiritual, sólo pudo ser hecha inmediatamente de la nada, y consiguiente­ mente por solo Dios; en cuanto a mi cuerpo: la materia de que consta, tiene que traer también su prim er origen de la nada y por tanto de Dios; y el m aravilloso orden de mi organismo ha tenido que venir de una gran inteligencia que mediata o inmediatamente ordenara los elementos en el seno materno; y esta organización ningún otro ha podido hacerla sino sólo Dios; como causa final, porque me creó por sola sil bondad; y como causa ejemplar, porque me hizo copiándose a Sí mismo. De suerte que yo en mi prim er momento vengo todo y total­ mente de Dios. «Form avit me in vulva» \ me form ó en el seno materno. «Manus tuae fecerunt me et plasmaverunt me totum in circuitu... Pelle et carnibus vestisti me, ossibus et riervis compegisti m e» 2. Tus manos me hicieron y me form aron... Me revestiste de piel y de carne, y con huesos y músculos me consolidaste. c) Dios es también el primer principio de mi "conservación” , porque me conserva en cada momento por una acción que pone El en ese mismo instante, cuyo efecto es el mismo que el de la acción creadora, m i ser. Si de mí mismo fui nada antes de la creación, de mí mismo 1 Ps. 138, 5. 3 .lo!> 10. 8-11.

í'IÑ DEL FIOMBUK

2

II

seguiré siempre siendo nada e incapaz de mantenerme en el ser recibido, si Dios no sigue conservándome en él. «Portans oinnia verbo virtutis suae» con su poderosa pala­ bra sustenta todas Jas cosas. «E t omnia in ipso constan!» 4, en El tienen todas las cosas su consistencia. d) Dios es asimismo el prim er principio de mi ser sobrena­ tural. El es quien me elevó al orden de la gracia; El quien, per­ dida ésta por mí, me la devolvió redimiéndome y santificándome; y El quien me conserva en ella. * * * B)

P or tanto yo:

a)

soy criatura de Dios, o sea que: vengo de D io s . vengo todo de D ios: siempre de D ios; totalmente de Dios.

Y esta mi dependencia física de Dios (así total, ininterrum ­ pida, absoluta) me es esencial; porque soy esencialmente criatura suya y ser por participación. Como el niño de pocos meses fuera del seno materno muere, mucho más yo fuera de Dios- no puedo ser, sino que he de vol­ verme a la nada. b) Soy hijo de Dios. Dios, por la creación de mi ser racio­ nal ya me hizo de algún modo a su imagen y semejanza. Mas al infundirme la gracia santificante es cuando me engen­ dró a su vida divina, haciéndome participante de su misma na­ turaleza. «Divinae consortes naturae» 5. Asi, pues, Dios es padre m ió y yo soy, no una hechura cual­ quiera suya, sino su hijo. La paternidad de Dios con relación a mi no se reduce a una bonita expresión o modo de decir; sino que es verdadera reali­ dad, con mayor plenitud de contenido que la paternidad humana. Tengo de Dios más que de mis padres terrenos; y lo m ism o 1 Hcbr. 1, 3. '

Col. 1. 17.

2 Polr. 1. 4.

PR INCIPIO Y FUNDAMENTO

Vi

2

que ile éstos he recibido, no me lo dieron sino coiuo instrum en­ tos de Dios. c) Y en mi creación y elevación, todo ha sido obra de amor. «In charitate perpetua dilexi te; ideo atraxi te m iserans» 6; te he amado con amor eterno y por eso te atraigo con bondad. Desde la eternidad me vio, me amó y determinó crearme sobre otros innumerables a quienes dejó en la nada; por toda la eternidad me llevó en su mente y en su corazón con el amor de madre que trae al hijo en sus entrañas; al crear el mundo, que no fué otra cosa que preparar mi m ora­ da, me tuvo siempre delante de Sí; todo lo hizo para mí y com ­ placiéndose en mí. Llegada mi hora organizó mi cuerpo en el seno materno, crió de la nada un alma, la unió a aquel cuerpo; y con un beso de padre estampó en mi rostro la imagen del suyo; por fin en el bautismo es cuando me hizo formalmente hijo suyo: uam non es servus sed filius» 7, ya no eres esclavo, sino hijo; uno con Cristo, su Hijo, y coheredero con E l; y en la gloria me admitirá, como a tal, a la herencia eterna de su misma dicha. ¡Oh Señor Eterno, plenitud de realidad y fuente última de todo mi ser! Vos sois mi Creador y yo vengo en abso­ luto de Vos. Concededme, Hacedor mío, que yo me sienta a mí mis­ mo colgado de Vos como el rayo cuelga del sol; que al verme, al tocarme, al oírme no sienta mi ser sin sentirme físicamente dependiente de Vos. ¡Oh creador bueno!, que me has creado con sentimien­ tos de padre, y hecho participante de tu naturaleza divina por la gracia. Tú eres mi Padre y yo soy tu hijo. Haz que yo vea en Ti siempre a mi padre y que me sienta a mí llevado siempre en tus brazos de padre. ¡Oh Jesús! Yo quiero sentirme a mi mismo tan hechu­ ra de Dios como se siente tu alma sacratísima; y quiero sentir a Dios tan padre mío, como le sientes Tú padre tuyo, en tu alma santísima. 6

J c r .

7

Gal . 4. 7.

H l ,

3 .

3

FÍ K

3.

DEL HOMBRE

13

PUNTO SEGUNDO

Dios es mi Señor; yo le debo sumisión 1.° Porque si el padre manda en el hijo porque le dió el ser y el amo manda en el criado porque le paga un jornal; mucho más mandará en mí el Dios que me hizo de la nada y me conserva en cada momento 2.°

Soy hechura de Dios; lue^o El m^nda en mí. Todo hechura de Dios; luego El manda en todo mi ser. Totalmente hechura de D ios; luego El manda total, abso­ lutamente en mí.

Y el ser así todo, siempre y totalmente hechura de Dios, es esencial en m í; luego mi obligación de someterme a su dom inio ha de ser absoluta e ineludible. «Scitote Dominum esse Deum; ipse fecit nos et ipsius sumus» *, reconoced que Yahvé es Dios; El nos ha hecho y suyos somos. 3.° Señor.

Debo, pues, sumisión a Dios, mi Creador, mi Padre, mi

Sumisión universal, a toda voluntad de Dios manifestada por sus mandamientos, por mis Reglas, por los Superiores, por ins­ piraciones, por los acontecimientos. Sumisión absoluta, sin condiciones: si me quiere sano o en­ fermo, con talento o sin él, en éxito o con fracaso, arriba o abajo, vivo o muerto, siempre y en todo sumisión. Sumisión filial, amorosa, confiada; puesto que me ha creado por amor y es verdaderamente Padre m ío y me gobierna como tal. La sumisión a sus preceptos graves, me obligará sub gravi; a sus preceptos leves, sub levi; a su voluntad de mero beneplácito, sólo con obligación de equidad, gratitud, correspondencia **. *

s

Ps. 09, 3.

"

Not. n. 40, 4.

* *

14

PR IN C IP IO Y FUNDAMENTO

3

La "sumisión'" a la voluntad de Dios es lo más grande, noble... cuanto Dios se eleva sobre todas las criaturas. En Jesucristo, es su m anjar; el destino p rim ord ial'd el H om ­ bre-Dios en el mundo es hacer la voluntad del Padre. «in volumine libri scriptum est de m e: Faeere voluntatem tuam, Deus raeus, me delectat, et lex tua est in praecordiis m eis» en el rollo del libro está escrito de m i: Hacer tu voluntad, Dios mío, me deleita, y tu L ev está en mis entrañas. En la Virgen: «Ecce ancilla D om ini; fiat m ihi secundum verbum tuuin» En los Bienaventurados del cielo, es su ocupación. En los Santos de la tierra: «D isrum par potius quam vel m i­ nimam ordinationem ... in frin gam » 32, prim ero reventar que adm i­ tir una desviación m ínim a del beneplácito de Dios. ;Oh Dios y Señor mío! ” Señor” porque me creasteis en mi primer momento, lo cual bastara para que fuerais Señor mío toda mi vida. Otra vez ” Señor mío” porque me conservasteis en mi segundo momento, por una acción igual a la del primero. Miles y miles de veces ” Señor mío” .porque me habéis conservado los miles y miles de instantes de toda mi vida. ” Señor” de sabiduría infinita para ordenar y legjslar; de poder infinito para obligar y ejecutar; de recursos infinitos para llegar al fin sin anular nuestra libertad; de corazón de padre que no busca en mi dominio su interés, sino sólo mi bien. Y por todos estos títulos otras tantas veces dignisimo de que yo os tomara por "Señor” y me hiciera vuestro s ie r v o , si no tuviera ya la dicha de serlo. Concededme, Padre mío, sumisión a vuestra voluntad con amor y confianza de hijo. Dadme, ¡oh Jesús!, la sumisión al Padre que teníais Vos cuando os abrazasteis con la pasión y la muerte, sólo por ser ese su mayor agrado. Haced mi corazón semejante al vuestro y al de vuestra Madre Santísima. La "insum isión” a la voluntad de Dios, cuando constituye pe­ cado mortal, es desorden monstruoso en las relaciones esenciales 10 11 12

P s . 39, 8. L u c . 1, 38. S e v e r i n S. J. Bc‘ iv h n i;m s , pág. 357.

4

FIN

DEL HOMBRE

15

de la criatura con el Creador — injusticia con I>ios — ingratitud sin nombre — mal de Dios — rotura de la criatura con su Prim er Principio — malicia digna de condenación eterna, aun cuando no pasa de pecado venial, es también desorden monstruoso, injusticia e ingratitud con Dios, mal de Dios, m alicia digna de horrible suplicio, cosa peor que todos los males físicos del mundo. El espíritu de "sumisión” en la Compañía. Se nos pide a todas las Reglas, que son muchas y de N evadí­ sima perfección; a todos ios Superiores y con obediencia de ejecución, de v o ­ luntad y de entendimiento; todo en nuestro Instituto, aun en sus mínimas disposiciones, rezuma sumisión; nuestra virtud característica es la obediencia, que precisamen­ te es la form a más rendida de sumisión; nada se hace en la Compañía ni se deja de hacer, si no es con "sumisión” . Por tanto, si el espíritu de independencia en el obrar, hablar, sentir, está reñido con toda santidad (precisamente por ser con­ tra la consecuencia prim erísim a de nuestras relaciones ontológicas con el Creador), ese espíritu será absolutamente incompatible con la santidad de la Compañía cuya característica es la obediencia. Luego no resolverme a un esfuerzo serio por conseguir este espíritu de "sumisión'*, hacer paces con algunas m anifestacio­ nes de independencia en palabras o juicios, será quiebra que se roza con algo fundamentalísimo en el espíritu de nuestra vo ­ cación. 4.

PUNTO TERCERO Dios es mi último fin; yo debo ser ” para El” 13

Razones. (Mirando a Dios.) 1." Dios es el Ser p or Esencia; razón última de todos los seres. Si, pues. Dios es la razón últim a '••

No!. 11. 10.

16

P R IN C IPIO Y FUNDAMENTO

4

total de mi ser; vo debo ser en últim o térm ino para Dios o m i fin últim o ha de ser El. Pues vengo todo de Dios; luego pide la equidad, la razón, el orden, la naturaleza de las cosas que sea todo para Dios, que vuelva en último término a Dios. «E g o suni Alpha et Omega, principium et finis, dicit Dominus» 11, yo soy el alfa y el omega, el principio y el fin. 2.a Dios es m i creador; y al crearme no ha podido obrar sino por Sí mismo, por amor de Sí; porque obrar E l en últim o tér­ mino por otro, infinitamente in ferior a El, sería un gran des­ orden. «In gloriam meam creavi eum » 15, para mi gloria le creé. Si pues Dios al crearme obró por su amor, por el m ism o hecho me ordenó a Sí como a mi últim o fin. Si el árbol es para quien lo planta y la casa para quien la construye, mucho más ha de ser la criatura para el Creador. (Mirando a raí mismo.) 1.a Yo soy esencialmente ser p o r participación de Dios, manifestación de Dios, gloria objetiva de Dios. Luego he de ser en últim o término para Dios o m i últim o fin ha de ser Dios. Debo conformarme con ser lo que esencialmente soy; y he de obrar voluntariamente conform e a mi naturaleza. 2.a Yo soy ante todo entendimiento y noluntad, porque todo lo demás que hay en mí se ordena a mi ser racional. Pero mi entendimiento es para la suma vendad y ésta es Dios; y mi voluntad es para el sumo bien y éste es también Dios. Luego yo soy en último término para Dios, o mi fin últim o ha de ser Dios. La capacidad de mis facultades es como infinita; yo no puedo quedar satisfecho con menos que con Dios. 3.* Y'o soy un ser incoado por Dios, que tiendo por la na­ turaleza que El me ha dado, a una perfección última en la cual descanse. Pero esta perfección última, que me falta, no la puedo hallar 14 15

A p o c ., 21. 0. Is. t:5. 7.

4

FIN

DEL HOMBRE

17

sino en el mismo que me ha dado la que tengo. Luego yo tiendo naturalmente a Dios como a mi fin extrínseco último. El corderito se cose a los ijares de la madre como dicien do: ” Aqu í me dieron lo que tengo; aquí me darán lo que me falta .” 4. P o r todos estos motivos pide la equidad, e! orden, la razón, la naturaleza de las cosas que mi últim o fin sea Dios. Luego Dios, por ser infinitamente santo, ha de imponerme este fin; y yo, por ser esencialmente súbdito de Dios (punto anterior), he de aceptar gustoso esta imposición. Estoy, pues, obligado a ser en últim o término para Dios — siempre para Dios — todo para Dios — totalmente para Dios; y no puedo ser para la gloria humana, ni prtra goces, ni para éxitos, ni para grandes empresas de este mundo, ni para la p a ­ tria, ni para salvar al mundo; todo esto es finito y yo soy para sólo Dios. Y no un rato para Dios en ejercicios espirituales; otro para los demás, en m inisterios; otro para mí. descansando..., sino siempre y en todo ” para Dios” . En el orden sobrenatural. El mismo Creador que me impone como fin último natural a Dios, me ha elevado al orden sobre­ natural y me ha puesto por fin sobrenatural último al mism o Dios, pero alcanzado sobrenaturalmente, con el auxilio de la gracia. ♦ * $ ” Ser para Dios” es el destino más grande v noble... cuanto Di os supera a todo lo demás; es lo único que puede saciar la capacidad casi infinita de mi alm a; mi corazón está hecho para Dios, y estará siempre vacio m ien­ tras no lo llene Dios. Jesús fue siempre para su Padre, nunca para Sí; su pureza de intención fue absoluta. La Virgen, los Santos del cielo y los de la tierra. ” Ser para Dios” se exige en la Compañía, en un grado muy perfecto. Pues implica el "ser para Dios", pureza de intención u obrar por Dios, y que la obra sea redueible a Dios.

18

PR IN CIPIO Y FUNDAMENTO

5

Ahora bien, en nuestro Instituto se nos manda: 1.°, que todos se esfuercen en tener intención recta en todas cosas particula­ res — por ser Dios quien es — amándole a sólo E l en todas las criaturas y a todas en E l; 2.°, que nuestras obras y empresas sean, no simplemente de gloria de Dios, sino las de m ayor gloria de Dios. ¿Cómo ando yo en pureza de intención? Dejar de ser "para Dios” por falta de pureza de intención, si ello fuere frecuente, sería faltar en cosa fundam entalísim a para ser santo, como derivada inmediatamente de nuestras rela­ ciones esenciales con Dios. «Si oculus tuus fuerit simplex, totum corpus tiium lucidum erit; si autem fuerit nequam, totum corpus tuum tenebrosum erit» 16. Cuando tu ojo fuere bueno, también todo tu cuerpo que­ dará iluminado; mas cuando fuere malo, también tu cuerpo quedará en tinieblas. Con Dios Padre, como de criatura al Creador, de siervo al Señor, de h ijo con su Padre: pidiéndole sumisión a su voluntad y entrega a E l com o a m i último fin, con amor y confianza filial.

5.

Coloquio.

O también coloquio con Nuestro Señor Jesucristo, com o de hermano con hermano, pidiéndole para m í corazón el espíritu de sumisión y entrega que E l tenía en el suyo para con el Eterno Padre. E L C O L L O Q U IO SE H AC E P R O P I A M E N T E H A B L A N ­ D O [54]. Hablo yo y responde el Señor, habla el Señor y res­ pondo yo; ” CUANDO P ID IE N D O A L G U N A G R A C IA ” , aquí puede ser preferentemente la de "sum isión” v ” entrega” . ” C UANDO C U L P A N D O S E P O R A L G U N M A L H E C H O ” ; aquí por haberme olvidado de mi condición de criatura y de mis de­ beres primordiales con el Credaor; ” C U A N D O C O M U N IC A N D O SUS COSAS Y Q U E R IE N D O CONSEJO E N E L L A S ” , v. gr., sobre mi conducta futura. ” A C A B A R CON UN P A T E R N O S T E R ” . Luc. 11, 14.

6

PIN

10

DEL HOMBRE

i 6.

F R li T O M A S P R O P I O D E E S T A H ASTA D O N D E LO

M E D IT A C IO N .

!

HE C O N SE G U ID O . — PASO PAR A

1

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LA M E D IT A C IO N S IG U IE N T E

í

Fruto directo.

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E n e l e n t e n d i m i e n t o : 1.* Convencimiento pleno, firme, profundo, efecto de m a d u ra reflexión; de que Dios es esencialmente mi Señor, y que yo le debo in e lu d iblemente sum isión ; de que Dios es esencialmente m i últim o fin, y que yo debo ser neces an a m en te para E l ; de que Dios es en verdad padre mío, y que yo debo tener p a ra El sentimientos y conducta de hijo. 2.°, A lg u n a estima, cuanta más m ejor, d«_ ¿¿i últim o fin; de esta mi sumisión absoluta y filial a Dios, mi i>eñor; y de esta mi entrega absoluta y filial a Dios mi últim o fin. .

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Efi e l c o r a z ó n : U n a buena dosis de entusiasmo, cuanto más mejor, p o r mi últim o fin, po r mi sumisión a Dios mi Señor y p o r mi entrega a Dios mi últim o fin.

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E n l a v o l u n t a d determinación seria de hacer en estos ejercicios cuanto sea necesario para o rdenar mi vida a Dios, mi últim o fin.

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Frutos concomitantes: a) Crecer en el "g r a n d e ánim o y lib e r a lidad con mi Creador y Señor” de la anotación 5.*; ofreciéndome incondicionalmente a cuanto su divina M ajestad quisiere disponer de m í en orden a mi últim o fin. b) Ansias por conocer en qué consiste prácticamente el ser « y o para Dios», mi último fin.

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! Estas ansias son el paso o disposición sub jetiva inmediata para la meditación siguiente; en la que se nos d irá que el ser yo p a ra D ios consiste en "a la b a r le , reverenciarle, servirle y mediante esto s a lv a r mi á n im a ” . Examen: del N.° 1.'?

¿He

llegado

al

convencimiento

pleno, firme, pro fu n d o

¿He alcanzado la voluntad seria de hacer un gran esfuerzo en estos ejercicios para ordenar mi vida al últim o fin? ¿Hasta dónde he llegado en la estima do mi último fin y en el entusiasmo por conseguirlo? ¿Ha crecido en mi, con esta meditación, el grande án im o y lib e r a ­ lidad de la anotación 5.*?

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ESQUEMA DE LA MEDITACION I El hombre es creado P unto

1.°

D ios

es

mi

” P r im e r P r in c ip io ”

Dios, el Ser por esencia, infinito en poder, en saber... es mi primer principio: — Yo de mi mismo soy najia; — Dios es primer principio de mi esencia o de mi posibilidad; — de mi existencia en la creación: como causa eficiente, final, ejemplar; — de mi conservación; — de mi santificación como Elevador, Redentor y Santificador. Luego yo dependo físicamente de Vos: — todo yo; — en cada momento; — necesariamente; — esencialmente; — más que el rayo depende del sol. Sienta yo internamente esta mi dependencia física de Vos: — como Jesucristo siente internamente la dependencia física que, como hombre, tiene de Dios; — como la Virgen siente la suya; — ¡oh cuán olvidado he vivido de mi dependencia física esencial de Dios! Pediré a Jesús y a María para mi corazón los sentimien­ tos de dependencia del suyo con relación a Dios. Dios es mi Padre: — porque me crea y onserva por puro amor o con sentimientos paternales; — y además me hace participe de su mituraleza por la gracia.

8

21

F IN DEL HOMBRE

Y yo soy hijo de Dios:

— no una hechura suya cualquiera, sino ¡dos veces hijo de Dios!; — de gran trascendencia para mi vida espiritual acostumbrarme a ver en Dios a mi Padre, y sentirme a mí mismo hijo de Dios; — como la Virgen y los Santos se sienten hijos de Dios. 8.

P unto

2.°

P or ser

Dios

es mi

mi

p r im e r

p r in c ip io .

” Señor”

¡Oh Dios mío!, por ser Vos mi primer principio, sois mi ” Señor” . — Si quien hace la casa es su señor, mucho más será señor mío quien es mi Creador, Conservador, Redentor. — — — —

Señor de todo mi ser; en todo momento; con dominio absoluto, inalienable, irresistible: superior a todo dominio de padre sobre hijos, de rey sobre va­ sallos.

Luego yo os debo sumisión:

— más que el hijo al padre y el vasallo al Rey. — por ser yo esencialmente criatura vuestra y participación de Vos. — Os debo sumisión de todo mi ser; — en todo momento; — absoluta, ineludible; — la cual puede ser con obligación grave, leve o de mera equidad. — ¡Oh cuántas veces he sacudido el yugo de esta sumisión! Sumisión filial:

— por ser Vos padre mío y yo hijo vuestro, mi sumisión ha de ser en amor y confianza filial; — como es la de Jesús y Maria. — Oh Jesús, dadme un corazón filial y sumiso como el vuestro, para nuestro Padre. Dios. La sumisión a la voluntad de Dios:

— es lo más excelso que puede haber en los cielos y en la tierra; — Jesús va a la muerte por sumisión al simple beneplácito del Padre. — La Virgen: ”Ecce ancilla...» - Los Santos: «Disrumpar potius quam vel minimam ordinationoni... infringam.»

PR IN C IPIO Y FUNDAMENTO

9

La insumisión a preceptos divinos:

— es injusticia contra Dios; — ingratitud con Dios; — rotura con Dios, en el pecado grave; — merecedora de suplicios eternos. £1 espíritu de la Compañía es de grandísima sumisión:

— a todas las reglas y a la mínima indicación de todo Superior; — nuestra característica es la obediencia, que es la forma más ren­ dida de sumisión; — los Ejercicios culminan en la tercera manera de humilad, como virtud que inclina a toda sumisión; — el espíritu de independencia es absolutamente incompatible con el de la Compañía. ¿Lo admito en algún grado y o ?

9.

P u n t o 3.°

P o r s e r D ios m i p r i m e r p r i n c i p i o es

mi

"

ú ltim o

f in ”

Mirando a Dios:

— Por ser Dios el Ser por esencia y yo su participación, El tiene en Si la razón última de todo mi ser. Luego también tiene en Sí la perfección de ser mi "último fin” ; y mirándome a mí:

— Soy esencialmente participación de Dios, manifestación o gloria objetiva de Dios; luego por exigencia íntima de mi naturaleza yo debo ” ser para Dios” . — Soy ante todo entendimiento y voluntad. Pero estas facultades son para la verdad y la bondad infinitas, que son Dios. Luego... — Soy un ser incoado por Dios, que tiendo como a mi fin último intrínseco, a la perfección que me falta. Pero ésta sólo puedo hallarla en Dios, que me ha dado la que tengo... — Pues vengo todo de Dios, la razón pide que vuelva todo a Dios. — Si el árbol es para quien lo planta, con más razón ha de ser la criatura para el Creador. Fin excelentísimo:

— sobre todo otro, cuanto Dios supera a lo que no es Dios; — el fin de los Santos y de la Virgen; — el de Jesús-Hombre.

9

FIN

DEL HOMBRE

23

— ¡Oh qué aberración y qué inmensa desgracia! Dejar a Dios por irse tras el honor vano, el placer, las riquezas... Aplicación especial a la Compañía: — ” Ser para Dios” implica: obrar por Dios o con pureza de inten­ ción, y que la obra sea reducible a Dios o para gloria de Dios. — En la Compañía se exige proceder en todo con purísima inten­ ción y que ésta sea por amor de Dios más que por temor de penas ni esperanza de premio; — y que la obra sea, no sólo de gloria de Dios, sino la de mayor gloria de Dios en cada caso. — Andar mal en pureza de intención es fallar por la base en la tendencia a la perfección. Coloquio, con mi Padre Dios, con Jesús o con la Virgen .según en mi sintiese.

M E D IT A C IO N II

DISTRIBUCION LA

DE

LA M A T E R I A

MEDITACION

PARA

DIARIA

D

ía

1.

A\°

10 11

U b 16

D

ía

2.

A\°

10 12

1W 17

D

ía

3."

A'.1’ 10 13

D

ía

4.°

A7."

D

ía

5.°

Repetición.

D

ía

6.°

Resumen.

ía

7

F ru to principal de esta m editación: A\° 15.

D

/O 14

U*

18 19

10.

M EDITACION II

El hombre es criado «para alabar, hacer reverencia y servir a Dios Nuestro Señor y mediante esto salvar su ánima» En la meditación anterior vi que Dios es mi Señor y mi ú lti­ mo fin ; en ésta veré que mis deberes para con este mi Señor y mi últim o fin, ” officia erga hunc Deum et Dominum” (P. Roothaan) son alabarle, hacerle reverencia, servirle... A llí dijim os que por ser yo criatura y Dios mi Creador. El es mi últim o fin y yo tengo que ser para E l; ahora añadimos que por ser yo criatura racional y Dios la suma bondad y la suma verdad, el ” ser y o para E l” , ha de consistir en alabarle, reveren­ ciarle, etc. es "pedir gracia a Dios Nuestro Señor para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su Divina M ajestad” . O

ración

preparatoria

Ver el espacio donde me hallo y las alturas donde está el trono de Dios; yo como colgado de Dios el cual me intima, con el dom inio absoluto que tiene sobre su criatura, que mi destino ha de ser alabarle, reverenciarle...; a la vez, como premio, con amor de padre, me ofrece el cielo; allá abajo, muy lejos, se ve como una amenaza, el infierno. Co m posición

de

lugar.

Para el entendimiento, convicción íntima de que •ni ú llim o fin en este mundo es "alabar, hacer reverencia...” ; y para la voluntad, resolución firme de realizarlo. P

etició n

.

26

PR IN C IPIO Y FTNDAMI.NTO

11.

11

PI NTO PRIMERO Soy creado para "alab ar” a Dios [23]

"P A R A A L A B A R A D IO S ". "A la b a r” a Dios es reconocer la grande/a absoluta de sus perfecciones (prescindiendo de su ex­ ceso sobre las mías) — con grandísim o am or — gozándome de ellas — admirándolas — celebrándolas... L o que hacen los bienaventurados del cielo amando a Dios, glorificándole y entonándole himnos, eso es ” alabar” a Dios. El acto principal es a m or de Dios por sus perfecciones infinitas. Pruebas de que éste es m i destino. 1.a Dios es m i U ltim o Fin. y por tanto yo debo ser todo para El. ¿Pero cómo un ser racional puede ser todo para el ser infini­ tamente perfecto, si no entra en su destino reconocer a éste sus infinitas perfecciones y glorificarle o "alabarle” por ellas? 2.a Dios, Señor m ío absoluto, me intima, con toda la fuerza de su dom inio sobre m í: «D iliges Dominum Deum tuum ex loto corde tuo, et in tota anima tua, et in tota mente tua. Hoc est m á­ ximum et primum m andatum » \ Am arás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y prim er mandamiento. Donde nos exige evidentemente am or form al, ante todo apre­ ciativo, no de mero sentimiento; pero amor form al, acto elícito de la voluntad que termina en el bien del amado; en gozarme del que ya tiene y desearle el que no tiene... Pero este amor al ser infinitamente perfecto, lleva necesaria­ mente a reconocer sus perfecciones y a "alabarle” por ellas. Luego "alabar” a Dios Nuestro Señor por sus perfecciones infi­ nitas es destino que impone Dios al hombre. 3.a M i destino ú ltim o es el de m i entendimiento y de m i vo­ luntad, que son mis facultades cumbres a las que se subordina cuanto hay en mí. P ero el destino de mi entendimiento es contemplar y adm irar la verdad suma, que es Dios; v el de mi voluntad es amar y 1

MI. 22. 'AH.

11

FIN

DEL HOMBRE

27

alabar la bondad suma que tam bién es Dios. Luego mi destino es glorificar o "alabar” a Dios. Gran ofensa para Dios el que, anhelante yo de verdad y de bondad, le deje a El que es la suma verdad y la suma bondad, para irme tras de pobres criaturas. 4.a Dios es sabiduría infinita, herm osura infinita, poLencia infinita, infinitamente perfecto en todo género de perfección. P ero todo ser racional debe reconocer el m ériío y las per­ fecciones de los demás. Luego entra en m i destino conocer a Dios, gozarme de sus perfecciones, ensalzarle, celebrarle, "'alabarle” ahora y eternamente, mientras El sea la suma perfección y yo ser racional. Nota. Elevado el hombre al orden sobreña tur.*i. la alabanza que im plica su destino ha de ser alabanza sobrenatural, « in sis­ tente principalmente en actos de las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. La obligación de esta alabanza hasta cierto grado, será grave; en otro más perfecto, leve; en otro aun más elevado, será sólo de voluntad de beneplácito. * * * Alabar a Dios es el destino más alto de la tierra cuanto Dios se eleva sobre todo lo criado. Es como el destino del mismo Dios. Jesucristo buscó siempre la alabanza de su Padre; nunca la suya propia. Mucho es lo que hizo y padeció por Dios; pero mucho más fué lo que le alababa en su Sacratísimo Corazón. También en la Virgen la vida interior de amor y alabanza a Dios, fué incomparablemente más intensa que la actividad de su apostolado. La vida de los Bienaventurados en el cielo es contemplar a Dios, amarle, "alabarle” , entonar himnos de gloria, honor y hon­ ra al que está sentado en el trono y al Cordero. Aplicación especial a nuestros jóvenes. El hijo de la Com­ pañía debe tener ya en cuenta desde esla meditación (sin aguar­ dar a las de la segunda semana, porque ya sabe cuál es su vo­ cación) que él ha sido creado para alabar a Dios can alabarían pro­

PR IN C IP IO Y FUNDAMENTO

28

12

pia de un Instituto que exige vida in terior de intensa caridad en los ejercicios espirituales y durante todo el día, en fam iliaridad ín tim a con Dios. N o resolverme a esta vida in terior intensa de caridad para con Dios en los ejercicios espirituales y durante el día, sería renunciar a algo fundam entalísim o en el espíritu de m i vocación y en el fin para que Dios me ha creado. ¡Oh Señor y Padre mío, Plenitud del ser. la suma San­ tidad, la suma Hermosura, el sumo saber y poder, la suma Bondad! Dignísimo de infinita alabanza y de infinito amor. Te alabamos, te bendecimos, te damos gracias por tu gran­ de gloria. Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo por los siglos de los siglos. ”Santificado sea el tu nombre” ha de ser siempre el ansia dominante de mi espíritu y palabras que nunca des­ aparezcan de mis labios. Dadme, Padre mío, fuerzas para entregarme a una vida interior de continua alabanza vuestra con ardiente amor; y gracia para cortar la expansión de sentidos hacia po­ bres criaturas, tributándoles la admiración y alabanzas que merecéis sólo Vos. Concededme que todas mis intenciones, acciones y ope­ raciones sean siempre puramente ordenadas a vuestra mayor alabanza. — Corazón de Jesús, en cuyas alabanzas el Padre se complace siempre: haced mi corazón seme­ jante al vuestro. 12.

PUNTO SEGUNDO Soy creado para ”hacer reverencia” a Dios [23]

" P A R A H AC ER R E V E R E N C IA A D IO S ” . "Reverenciar” a Dios es 2 reconocer gustoso la excelencia de sus perfecciones sobre las mías, es a saber: que El es infinitamente sabio, santo, poderoso... yo ignorante, débil, pecador...; y que El es mi Prim er Principio, mi conservador, mi Señor... yo hechura suya, participación suya, súbdito suyo. 2

N o t . n. 40. 1.

12

F IN

DHL IfOMBKK

29

Los actos que comprende esta ” reverencia” son: idea grande de Dios y pequeñísima de mí m ism o — aceptación gastosa de esta realidad — los sentimientos internos correspondientes de humildad — y los actos externos de adoración, postración y com ­ postura en presencia de su Divina Majestad. El principal de todos es adoración, el culto de latría, el sacrificio. L o que hacen los Angeles en el cielo adorando, postrándose ante el trono del Altísim o, cubriéndose el rostro con las alas, eso es "hacer reverencia” a Dios. Pruebas de que es destino m ío "reverenciar” a Dios. 1.a P o r ­ que Dios es la plenitud del ser y yo sombra de ser. Vos sois santísimo, yo pecador... Vos sapientísimo, yo ignorante; Vos omnipotente, yo inutilidad; Vos hermosura, yo corrupción y feal­ dad; Vos perfección infinita, v o brizna de realidad. Debo, pues, reconocer vuestra superioridad infinita sobre mí. daros la preferencia en todo, postrarme y anonadarme ante Vos, "reverenciaros” a Vos. 2.a Porque además esta sombra de ser, en que yo consisto, viene toda de Dios y necesita para seguir existiendo ser conser­ vada por Dios. Y o soy hechura vuestra, Vos mi hacedor y con­ servador; Vos el Ser por esencia, yo participación de Vos, como irradiación vuestra. Luego pide la razón, la equidad, el orden, la naturaleza de las cosas que yo reconozca vuestra superioridad, me abaje ante Vos, os ” reverencie” a Vos. 3.a Dios, que es el orden y santidad por esencia. no puede menos de exigir que todo ser racional reconozca gustoso el puesto que le corresponde y lo guarde fielmente. Ahora bien, mi puesto con relación a Dios, perfección infinita y mi prim er principio, es abajo, el suyo arriba; El en el trono, yo de rodillas. «Dominum Denm tuum adorabis» \ adorarás al Señor, Dios tuyo. «Venite, adoremus et procidamus, el genua flectamus D om i­ no qui fecit nos. Nam ipse est Deus noster» \ venid, adoremos y postrémonos, y doblemos las rodillas ante el Señor que nos hizo, porque El es nuestro Dios. * íjc íj:

4

MI. 4. 10. Ps. 34. (i.

30

PR INCIPIO

V FUNDAMENTO

12

Postrarse ante Dios, es una gran honra para el hombre. Ei destino más elevado que puede dar a su ingenio, a su libertad y a su vida, es sacrificarlo todo a Dios en testimonio de su dominio sobre él y de su superioridad. E l Corazón de Nuestro Señor Jesucristo se halla siempre anegado en sentimientos profundísim os de reverencia a la D iv i­ nidad. Su vida de altar y de sagrario es un holocausto perenne de Sí mismo, como lo fueron sus horas de cruz, en reverencia a la Divinidad. La Reina de los cielos se hace esclavita ante Dios. Los Santos, en la oración se inclinaban hasta el suelo; y su vida era en continua reverencia a Dios, cuya presencia sentían dentro de sí mismos y en cuanto les rodeaba. La falta de reverencia a Dios, que se puede dar en la flojedad consentida, dejadez, distracción y somnolencia voluntarias en los ejercicios espirituales: a) es para Dios ofensa, inconsideración, desacato, injusticia: y en nosotros ligereza y grosería; b) es algo intolerable en el trato con su Divina Majestad. Si entre los Angeles postrados, adorando a Dios en el cielo, apa­ reciéramos nosotros dorm itando o distraídos en la oración, ¿nos aguantarían ellos?, ¿nos aguantaría Dios? c) Sería causa suficiente esa irreverencia, hecha habitual, para cerrarnos la puerta a toda intim idad con Dios en la ora­ ción. ¿No provendrá de aquí en gran parte m i dificultad, si la tengo, para la oración? Hay reverencia de amor y reverencia de santo temor de Dios. Notemos que Dios nos exige las dos; y sea esta nota, toque de atención contra cierta falsa espiritualidad moderna de a m or sin temor. Aplicación especial a nuestro Instituto. El H ijo de la Compa­ ñía ha sido creado para una vida interior intensa de reverencia a Dios: a) en los actos de culto como misa, visitas, breviarios, y en la meditación y examen: se nos prescribe que los empecemos siempre con un acto profundo y detenido de reverencia a la pre­ sencia de Dios; en nuestra historia de fam ilia se ha destacado

13

F IN DEL HOMftMJb

31

siempre la reverencia de les hijos de la Compañía en la cele­ bración de la Santa Misa; b)

en la reverencia a los Superiores, representantes de D ios;

c) en el trato con nuestros hermanos y con nosotros mismos, en quienes hemos de ver siempre templos vivos donde m ora Dios; d) en todo nuestro continente, pues las Reglas de la Modes­ tia no han de ser otra cosa que irradiación de la reverencia inte­ rior ante la presencia de Dios. ñ P or tanto, no resolvernos a cortar toda negligencia, flojedad o irreverencia en nuestra oración y trato con Dios, ser? renun­ ciar a algo fundamental en toda santidad, por s tr ello exigencia inmediata de nuestras relaciones esenciales con Dios; y a algo fundamentalísimo en la santidad propia de la Compañía a que Dios nos ha llamado. ¡Oh Dios! Vos sois mi Creador, mi Padre y mi Señor; y yo soy hechura vuestra, hijo vuestro, vasallo de mi Rey y Señor. Vos sois sabiduría infinita, yo ignorancia sama; Vos poder, yo debilidad; Vos santidad infinita, yo con­ cupiscencia y pecado; Vos eterno, yo temporal; sois el que es, yo de mí no soy nada. Gózoine, Señor, de vuestra superioridad sobre mi; gus­ toso os reverencio y me anonado ante Vos; para Vos el altar y el incienso; para mí el postrarme y rendiros adoración. Concededme, Padre mío, sentimiento intimo de vues­ tra presencia, que me acompañe a todas partes y me tenga deshecho en reverencia hacia Vos: hacedme hombre de intensa vida interior en reverencia y amor. 13.

PUNTO TERCERO

Soy creado ”para servir a Dios” [23] ” P A R A S E R V IR A DIOS N U E S T R O S E Ñ O R ". Servir yo a Dios es: A ) vivir a su voluntad \; B) y emplear mis fuerzas en promover sus intereses, principalmente que El sea conocido y amado por todo el mundo. *

Not. n. 40. 1.

32

PR IN CIPIO

P A K T i:

Y FUNDAMENTO

13

P H 1M K H A

Mi destino es hacer la voluntad de Dios. 1.° P orqu e Dios es m i fin últim o, según la m editación anterior; y yo debo ser todo para El. Pero ¿cómo puede ser todo para Dios, un ser racional, si no es haciendo en todo la santísima voluntad de Dios? 2. Dios es m i Señor (m editación anterior) por ser m i p ri­ mer principio, mi Creador y Conservador; es Señor de todo m i ser-— en todo m omento — con señorío absoluto, irrenunciable e irresistible. Luego yo estoy obligado a cum plir su voluntad — siempre — en todo — con obligación grave o leve o de m ero beneplácito según El lo ordene en cada caso. «Deum time et mandata ejus observa; hoc est enim omnis hom o» 6, teme a Dios y guarda sus m andam ientos; en esto está como la esencia del hom bre; dejar de hacerlo, es como dejar de ser hombre. Esta su voluntad me la manifiesta Dios por sus m andam ien­ tos, por inspiraciones, por mis superiores y mis reglas o por los acontecimientos. Vengan, pues, los mandamientos de Dios y de la Iglesia; yo los pondré sobre m i cabeza. Vengan las reglas de m i Instituto, expresión de la voluntad divina; para que las ponga también sobre mi corazón. Dadme, Señor, gracia para m orir antes que faltar a una de ellas. "Hágase tu voluntad” ha de ser el anhelo más hondo de m i alma y las palabras que estén siempre en mí a flor de labios. ¿Es así de hecho? %# # Hacer la voluntad de Dios es el destino más alto en el cielo y en la tierra, cuanto Dios supera a todas las demás cosas. Servir a Dios es reinar; hacer mi propia voluntad es ser esclavo de una vil criatura. Pasar la vida arrinconado en una enfermería por voluntad de Dios, es lo más grande que puedo hacer; llevar por propia voluntad empresas gigantes, contra la voluntad de Dios, es per­ der miserablemente el tiempo. " Eccl. 12. U.

13

FIN' I)KL HOMHRK

33

El nía jo para la santidad es centrar la vida en el cum plim ien­ to de la voluntad divina, s» 110 se prefiere decir que es la santi­ dad misma. Jesucristo Nuestro Señor cum plió en todo la voluntad de su Eterno Padre. Ella era su alim ento y su bebida. "Padre, pase de mí este cáliz sin que yo lo beba; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya." Vino al mundo para destruir el pecado; y el pecado no es más que infracción de la voluntad divina. Eü el Corazón del Hombre-Dios hay un deseo imperante sobre todos sus portentosos designios: el de cum plir en lodo la voluntad de su Padre. La Virgen Santísima y los Santos del cielo cumplen en iodo la voluntad de Dios. En ella descansan y para el!o* las co«as no tienen valor si no fueren voluntad divina. En San Ignacio el aprem io más acuciante de su alma era que "en todo la voluntad divina internamente sintamos y aquélla en­ teramente cumplamos". ¡Oh alma mía!, adhiere tu voluntad a la de Dios, que es quien manda en ti; porque El es el que es, los demás sólo somos por El. La voluntad de Dios es tres veces santa y perfecta; la tuya se hará también santa por sumisión a la de Dios. Concededme, Padre mió, corazón nuevo, alma nueva, voluntad nueva; que tal será la mía si quedare absor­ bida por la vuestra, hasta morir a todos sus vanos que­ reres y vivir sólo para Vos. Dadme la gracia de una vida interior intensa, centrada siempre, a semejanza de la del Corazón de Jesús y de María, en vuestra santísima voluntad. Aplicación especial a la Compañía. Nuestra virtud caracterís­ tica es la obediencia. Ella se extiende a todos los momentos de nuestra vida; y ha de ser perfecta de ejecución, de voluntad y de entendimiento. Pues bien, la razón máxima de tanta obediencia es ser ella medio seguro para descubrir con facilidad la voluntad de Dios sobre nosotros en cada momento. Así que, si el atajo para la santidad es la voluntad divina, este atajo se concreta para nos­ otros en la santa obediencia.

34

PR IN C IP IO Y FUNDAMENTO

13

Entregarse, pues, incondicionalmente a la obediencia en la Compañía nos llevará a escalar rápidamente las cimas de una gran santidad.

P

A R T K

S

E G U N 1) A

Mi destino es emplear mis fuerzas en prom over los intereses de Dios. 1. Porque Dios es m i P r im e r P rin c ip io , m i Creador y Con­ servador. Luego si la fruta es para quien plantó el árbol, y la casa para quien la construyó, mucho más mis energías y activi­ dades han de ser para Dios. 2.° Dios es m i fin ú ltim o ; y yo, por lo tanto, he de ser todo para El, siempre y totalmente. Luego, además de alabarle y reverenciarle, he de consagrar a su gloria todos mis talentos, mis fuerzas y mi tiempo; en servi­ cios que El merece aunque no los necesita; principalm ente en extender su reino y hacer que lodos le obedezcan y le amen. Tales servicios se los hemos de hacer a Dios según su volun­ tad: como El quiera en cada caso — cuando El quiera — en la medida y form a que El quiera. L o contrario sería, no gloria a Dios, sino propia voluntad desordenada. No admitimos el servicio de una criada que se empeña en regalarnos contra nuestro gusto y ¿adm itirá Dios empresas nues­ tras por su gloria, si las llevamos contra su voluntad o al m ar­ gen de la obediencia? Aplicación especial a nuestros jóvenes. El fin de la Compañía es la mayor gloria de Dios, el m ayor "servicio” divino. Su historia es una aplicación grandiosa de todos los medios naturales y sobrenaturales para el servicio de Dios en todas las actividades compatibles con el carácter sacerdotal. A l dar mi nombre a la Compañía me he obligado a trabajar con todas mis fuerzas en las grandes empresas de la gloria de Dios que la Compañía lleva -a las órdenes de mis superiores'— con pura intención del servicio divino.

14

1IX

DHL HOMHRK

35

Mi des lino es, pues: el m ayor servicio de Dios a través del m ayor sacrificio propio; la m ayor actividad externa por los intereses de Dios — nacida de una vida interior intensa de am or de Dios - y realizada a expensas de la mayor abnegación propia. Mi modelo es el del Hombre-Dios, conquistador del mundo para el Padre, en humillación, dolor y pobreza. Es destino que su­ pera nuestras fuerzas; ha de ayudarnos con su gracia y sus Dones el Espíritu Santo.

14,

PUNTO CUARTO

”Y mediante esto, salvar su ánima” [23] ” M E D I A N T E E S T O ” , o sea haciendo esto de alabar, hacer reverencia y servir a Dios en esta vida, conseguir m i fin absolu­ tamente últim o; que es también alabar, hacer reverencia y servir a Dios, pero descansando en ello con felicidad perfecta; o sea conseguir el cielo, estado de bienaventuranza perfecta en la posesión de Dios. He aquí el destino altísimo a que Dios me ordena. Mas s por mi culpa yo lo perdiera, sería condenado al in­ fierno: estado de desdicha eterna donde están todos los males y no hay bien ninguno. — Consideraremos pues: 1.’, el cielo o salvar el alm a; 2.°, per­ derla; 3.°, el "m ediante esto". A)

Salva r

,v u

a l ni a

a) Existe el cielo; yo estoy destinado a la felicidad perfecta. En lo más íntimo de mi ser llevo un apetito insaciable de fe lic i­ dad que me acosa imperiosamente en todo momento. Dios m e lo inyectó al crearme; luego me creó para la felicidad perfecta; \r a El toca depararme objeto con cuya posesión yo sea plenamente feliz. 'Pal objeto no puedo ser sino el mismo Dios que es la bon­ dad y verdad infinita, la riqueza y hermosura infinita: porque bien, que no sea infinito, no puede dejarme a mí plenamente satisfecho.

36

P R IN C IP IO Y FUNDAMENTO

14

Elevado el hombre al orden sobrenatural, su felicidad ha de consistir en la visión intuitiva de Dios y en el am or y fru ición consiguientes. b ) El lugar. Es la inorada de Dios, la ciudad del Altísim o, el templo digno de la Santidad infinita de Dios. ¡Cuál será su mag­ nificencia y su esplendor! Decir con San Juan que sus muros son piedras preciosas, y sus plazas de oro purísimo brillante como cristal, es porque no tenemos cosa más preciosa con que com pararlo; pero oro y plata, allí serían basura. Su sol es el rostro de Dios; entre sus resplan­ dores, los de nuestro astro rey serían tinieblas. c) Sus moradores son Dios v su corte de millones de Príncipes celestiales; Angeles, Arcángeles, Tronos, Dominaciones, P rin ­ cipados, Potestades; y millonadas de hombres bienaventurados, de cuerpos como de Angeles y de rostros como de dioses; por­ que viendo a Dios como El es y contemplándolo cara a cara se tornan semejantes a E l; allí todo es paz, verdad, santidad, caridad, nobleza de alma, gozo en el Espíritu Santo. d) Entre ellos yo, en cuerpo y alma, el mismo de aquí, por toda la eternidad: bienaventurado en m i entendimiento, viendo rostro a rostro las personas de la Santísima T rin id ad ; y cómo proceden unas de otras; y cómo, siendo tres, son un solo Dios; contemplando en Sí misma la esencia divina, océano inson­ dable de verdad; y viendo en la esencia divina, más claras que en sí mismas, todas las cosas en panoramas de indecible belleza, incesante­ mente renovados y nunca agotados; bienaventurado en m i voluntad, amando a Dios como a padre y siendo por El amado; poseyéndole plenamente y siendo por El plenamente po­ seído; quedando mi alma, en esta unión de amor muliio, anegada en el gozo de mi Señor y embriagada por el torrente de la fe li­ cidad d iv in a ; bienaventurado en mis ojos, y oídos, llenándome por ellos de Cristo, a quien miraré de hito en hilo, oiré su voz y moraré den­ tro de su corazón;

14

FIN

DEL HOMBRE

37

e) Absolutamente bienaventurado en todo mi ser, porque Dios se me comunicará por una participación altísima de Sí m is­ mo y me divinizará como haciéndome olro Dios; ensanchará sin medida mi capacidad de gozo, y así ensan­ chada la llenará con el suyo propio basta rebosar; y el gozo del alma redundará al cuerpo; que si son reales y espantosos los dolores de la carne en los fuegos del infierno, no han de ser menos sabrosos sus goces en el cielo. «Satiantur pinguedine domus tuae, et torrente deliciarum tuarum potas eos» \ sáciasles de la hartura de tu cara, y en el torren­ te de tus mismas delicias les das a beber. ¡Oh qué bien tan sin medida es la felicida»! eiernM' «Oculus non vidit nec auris audivit, nec in cor horr.ini> ascendit, quae praeparavit Deus iis qui diligunt illum » \ lo que ojo no vió, ni oído oyó, ni a corazón de hombre se antojó, tal preparó Dios a los que le aman. Dios, por su santidad infinita ha tenido que dirigirm e a su gloria; mas por su bondad y sabiduría, ha hecho coincidir su gloria con mi bienaventuranza perfecta. Ha puesto su gloria en mi felicidad. Me ha creado para hacerme partícipe de su propia felicidad. Siendo esto así, ¿qué trabajo puede ser demasiado para con­ seguir el cielo? «N on sunt condignae passiones hujus temporis ad futuram gloriam quae revelabitur in nobis» \ los padecimientos del tiempo presente no guardan proporción con la gloria que se ha de manifestar en orden a nosotros. — Sobre todo que si no me salvo, necesariamente me condenaré. B)

Librar m c

del

inf ie m o

El infierno, a) Lugar: es la morada del dolor. «U bi... nullus ordo sed sempiternus horror inhabitat» lugar de desórdenes y donde la claridad es como aquí la oscuridad; donde no hay ningún bien y donde están todos los males; es el lugar de las venganzas divinas, hecho por Dios para ator­ mentar, «locus tormentorum» ” , lugar de tormentos; 7 " 9

Ps. 35. 9. I Cor. 2, 9. Rom. 8, 18. Job 10, 22. 11 Le. 16. 28.

38

PRINCIPIO Y l'l'NDAMKNTO

14

es el pudridero del pecado, del mal moral máximo, que al t'eiv mentar engendra de si el máximo mal físico. b ) Sus moradores: son los demonios, las auténticas furias riel averno; ellos mandan allí; son los hombres que se han condenado, lo más vil de la huma­ nidad, petrificados en el pecado; es el pecado mismo, porque aquello es su reino, él allí lo inva­ de y domina todo; es la justicia divina odiando al pecado, castigando sin compa­ sión al pecador y al pecado. c ) A llí yo, si me condenare, con m i pecado — en cuerpo y alma — el mismo de aquí — por toda la eternidad; desventurado en m i cuerpo entre incendios que abrasan— ins­ trumentos que cortan — demonios que atormentan; desventurado en m i alma; ¡sin Dios! — odiado por la Bon­ dad infinita — en pugna con el Ser que es mi prim er principio y mi último fin; absolutamente desventurado en todo m i ser; siempre en lo sumo del dolor — en lo sumo de la ignom inia — en lo sumo de la desesperación — en lo más extremo de la agonía, sin llegar nunca a expirar. ¡A sí mientras Dios sea Dios, por. toda la eter­ nidad ! * * *

Por consiguiente, salvarme es mi negocio único. Si éste lo logro, todos están logrados; si éste lo pierdo, todos están per­ didos. Porque «Quid prodest homini si mundum universum lucretur, animae vero suae detrimentum patiatur?» l“, ¿qué aprove­ cha al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma? Es negocio mío personalísimo, que he, de resolverlo yo, y que ningún otro lo resolverá por mí. El mismo Dios, que me creó sin mí, no me salvará sin mí. Es negocio absolutamente ineludible. (pie aunque no quiera pensar en él, se me echará encima. Muy pronto estaré al fin ‘2

Mt. 16.

2f..

14

39

J'IN' DHL HOMliKi:

del camino; y allí se me presentará el dilema absolutamente inaplazable: o al cielo o al infierno; no hay quedarse en m edio; ¡o a la suma dicha o a la desdicha suma para toda la eternidad! ¡Porque yo soy eterno! Pasará el universo que me rodea, pero yo no. Nuestras grandiosas catedrales se hundirán; nuestras ciuda­ des desaparecerán todas, la tierra se hendira en pedazos; el sol se apagará; la máquina del universo, gastados sus ejes, se des­ quiciará... En medio de la ruina universal; yo seguiré vivo, en cuerpo y alma, el mismo de ahora, ;por toda la eternidad! Repita Dios millones de veces esas creaciones sucesivas de mundos. Vendrá un día en que todos ellos habrán pasado delaf.fe de mí en fúnebre desfile... Y o en cambio seguiré v ía '-, mientras Dios sea Dios; plenamente feliz o plenamente desgraciado, como yo ahora eligiere, ¡ por toda la eternidad! ¿En qué está, pues, el elegir bien? ¿Cuál es el medio para salvarme? C)

’’Y

mediante

esto ’’

de alabar, hacer reverencia y servir a Dios, salvar mi alma. Si cumplo esto como Dios manda, hasta el fin, me salvaré; si no lo cumplo, me condenaré. — P or el servicio de Dios, al cielo; y no hay otro camino. En mi mano está siempre, con la gracia de Dios que nunca me faltará, servir a Dios como El manda; y por esto, en m i mano estará siempre la salvación o condenación de mi alma. — Si me condenare, siempre será porque lo he querido. Por consiguiente: todas mis ansias por salvarme, todas mis preocupaciones de si me salvaré o no. han de traducirse en vo­ luntad firme y decidida de alabar, hacer reverencia y servir a Dios como El manda. |Oh Padre mío. Dios de misericordia, que me has crea­ do para la suma dicha!; «da mihi intellcctum» 1S, dame cordura para que escoja lo que me conviene. En mi mano has puesto mis caminos: el de la dicha V el de la desdi­ cha; «Da mihi intellectum» líbrame de la insensatez del

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14

PRINCIPIO Y FUNDAMENTO

m u n d o q u e p o r u n as m i g a ja s d e d i c h a t e m p o r a l roo do s u p li c i o s eternos. D a m e la s a b i d u r í a do los s a n t o s ; e llo s son eligen bien , ello s los q u e e n t ie n d e n

se

h a ce

los

que

la v i d a .

Caballeros andantes de la dicha, se Han la manta a la cabeza; y despreciando al mundo como a un loco, van a grandes jornadas a la conquista de la felicidad eterna. Concededme. Dios mío, la sabiduría de los santos. Yen Es­ píritu Santo «et einitte caelitus lucis tuae radium». Aplicación especial a los de¡ la Compañía, a) Pensar que por pertenecer a un Instituto tan santo, tenemos ya asegurada la sal­ vación, sería presunción y soberbia. «Nescit homo utrum amore an odio dignus sit» ]4, ningún hombre sabe si es objeto de amor o de odio. Aunque son bien fundadas las revelaciones de que muriendo en la Compañía nos salvamos, ¿pero quién tiene asegurada hasta el fin, la permanencia en la Compañía? Sus ¡>uertas están muy abiertas para despedir al que hubiere perdido la vocación. Nunca hemos de olvidar que también para los Religiosos está escrito: «Cum metu et tremore vestram salutem operam ini» ]S, con temor y temblor obrad vuestra propia salud. b)

El cielo del buen hijo de la Compañía:

stirá muy cerca de Jesucristo, porque como aquí se esforzó por seguirle muy de cerca en la humillación y en la cruz por la práctica asidua de las Reglas 11 y 12, también allí le acompañará muy de cerca en la gloria del triunfo; será en grandísimo amor de Dios, porque allá llevaremos toda la caridad que ganemos aquí; y la vida del buen jesuíta es aquí un continuo atesorar caridad amando a Dios en todas las cosas, pues la caridad ha de ser el alma de nuestro espíritu; será una espléndida glorificación de todas nuestras Reglas: a la pureza angélica de aquí, corresponderá allí un puesto entre los que siguen muy de cerca al Cordero; a la obediencia de cadáver, un trono muy alto entre los que al'í reinan; al celo infatigable d< : apóstol, un coro nutrido de millares de almas por él salvadas, que le glorificarán eternamente. M

Ecel. 9, 1.

15

Philip. 2, 12.

14

fin

d k i,

noM im i:

41

Coloquio con Dios. Padre mío amanlísimo, pidiéndole con grandes instancias convencimiento íntim o de que mi única ocu­ pación en este mundo es alabarle a El, reverenciarle v servirle; y gracia para que me entregue a mi destino. Padre nuestro que estás en los cielos; santificado sea el tu nombre, o sea que yo te alabe; venga a nos el tu reino, o que le reverencie y adore; hágase tu voluntad, o sea que yo me entregue a tu servicio... Coloquio con el mismo Dios, hecho hombre y puesto en cruz porque yo me salve. Alm a de Cristo santifícame, para que yo me salve: Cuerpo de Cristo, sálvame; Sangre de Cristo embriágame, para que yo me salve; agua del costado de Cristo, lávame para que me sai ve; Sagrado Corazón de Jesús, di: Y o seré tu salvación. ” A C A B A R CON E L P A T E R N O S T E R : '

42

15

PRINCIPIO Y FUNDAMENTO

1 5.

F R U T O MAS P R O P IO I)E EST A M E D IT A C I O N . H A S T A D O N D E LO HE C O N S E G U ID O . — P A S O

PARA

L A M E D IT A C IO N S I G U I E N T E

Fruto más directo. En e l e n t e n d i m i e n t o : l." Convencimiento pleno, firme, pro fu nd o, efecto de detenida consideración, de que mi fi n 'ú lt i m o es in e lu diblemente "ala b ar, hacer reverencia y servir a Dios, y mediante esto salvar mi alm a”. 2.‘ Alguna estima de este fin, cuanta más m e j o r ; ella irá cre­ ciendo a lo largo de los ejercicios.

i ¡

En el c o r a z ó n : Entusiasmo por este mi fin ú lt im o ; él irá creciendo en e! transcurso de los ejercicios. En la n o l u n t a d , como fruto de las dos causas anteriores, resolu­ ción seria de hacer en estos ejercicios cuanto fuere necesario p a ra ordenar toda mi vida al último fin. Frutos concomitantes: Aumento en mí del " g r a n d e án im o y libe­ ralidad con Dios” rie la anotación 5.*. Ansias por conocer los medios para conseguir mi fin últim o. i i i

Estas ansias son el paso o preparación subjetiv a inm ediata p a ra la meditación siguiente, en la que se dirá que estos medios son el recto uso de las criaturas.

i

! j

j

Examen. ¿Es así de pleno mi convencimiento, como el número 1.°? ¿Es así arriba?

de

seria

la

resolución

de

mi

voluntad

se pide en

corno

se

pide

¿Ha aumentado en mí con esta meditación el án im o y li b e r a li ­ dad con Dios Nuestro Señor para que disponga de mi persona y de todas rnis cosas como mejor quiera para la consecución de mi fin último? Nótese cómo en esta meditación, lo mismo que en todas las. demás sobre el Principio y Fundamento, lo más básico es el convencimiento intelectual; sin que él solo baste, pues se ha de llegar necesariamente a la resolución de la voluntad, y lo más que se pueda al entusiasmo del corazón.

16.

ESQUEMA DE LA MEDITACION II Para alabar, hacer reverencia y servir a Dios P unto

1.°

M i d e s t in o

es

" alabar” a

D io s

Qué es "alabar” a Dios: — Es reconocer sus perfecciones gozándome de ellas y celebrándo­ las con grandísimo amor. — Lo que hacen los bienaventurados entonando himnos de gloria a Dios. Mi destino es "alabaros” a Vos: — Por ser Vos mi último fin, yo debo ser todo para Vos. ¿Pero cómo un ser racional puede ser todo para Dios, si no es poniendo su destino en amar y ” alabar” a Dios? — Vos, mi Señor, me intimáis como deber mío primordial, que os ame con todo mi corazón. «Diliges Dominum... ex toto corde... ex tota mente...» Pero el amor de Dios por sus perfecciones lleva connaturalmente a ”alabarlev por ellas... — El destino de mi entendimiento es conocer la verdad infinita, que sois Vos; y el de mi voluntad es amar la bondad infinita, que también sois Vos. ¡Soy un ser hecho para alabaros a Vos! — Vos sois la perfección infinita digna de toda alabanza. Pero en el destino de todo ser racional entra, que reconozca y dé a cada cual la alabanza que éste merece... — Me creáis por purísimo amor de padre. Luego el ser que me habéis dado se ha de emplear ante todo en amaros como hijo. ¿Cómo he cumplido con mi destino de alabar a Dios? Nota. — Esta mi obligación de "alabar” a Dios: hasta cierto grado, es grave; hasta otro nías perfecto, es leve; hasta otro aun más per­ fecto, es de sólo beneplácito divino. — Elevado el hombre al orden sobrenatural, esta alabanza en que consiste mi destino, ha de ser también sobrenatural.

44

IV

PRINCIPIO V FUNDAMENTO

Destino excelso.

— El más alto posible en el cielo y en la (ierra. — el único que puede llenar la capacidad cuasi infinita de mi alma; — el de Jesucristo, la Virgen Santísima, los Angeles y Bienaven­ turados. — Consiste ante todo en "intensa vida interior de caridad” hacia Dios. — ¡Oh cuánto disto de la perfección de mi destino! En la Compañía:

— Es fundamentalísimo ” intensa vida interior de caridad” proce­ diendo en todo por amor de Dios, "amándole a El solo en todas las cosas y a todas en El” ; intensa contemplación, raíz y alma de intensa acción. — ¡Oh Jesús, oh María!, dadme un corazón que se deshaga, como el vuestro, en continuas alabanzas a Dios, «Veni, Sánete Spiritus, reple tuorum corda fidelium.» 17.

P

unto

2.°

Mi

destino

es

"

reverenciar



a

Dios

Qué es "reverenciar” a Dios:

— Vos sois infinito en poder, en saber... yo soy gotita de ser; luego os debo adoración. — Y esta gotita de ser natural y sobrenatural, viene toda de Vos como de Creador, Conservador, Redentor. Luego os debo ado­ ración. -- Vos sois el Ser por esencia, yo ser por participación vuestra. Luego os debo reverencia y adoración. — Vos, Santidad infinita, no podéis menos de exigir a todo ser ra­ cional que guarde el puesto que le corresponde en sus relacio­ nes con los demás. Pero vuestro puesto es arriba, en el trono: el mío es ahajo, adorándoos a Vos. — Vos me tratáis siempre con consideraciones de padre y respetando mi libertad; luego os debo a Vos reverencia filial. — ¿Cómo cumplo con tan apremiante destino? Nota. Esta mi obligación de cosas, leve en otras, de

"reverenciar” a Dios: es grave en unas sólo beneplácito divino en otras. Elevado el ho- !>re al orden sobrenatural, la reverencia a Dios que implica mi destino, ha de ser también sobrenatural.

18

FIN

45

D E L HOMBRE

Destino excelso. — El más alto posible; nunca el hombre se eleva tanto como cuando se postra ante Dios; — es la ocupación de los Angeles, de los Santos, de la Virgen, de la Humanidad Santísima de Jesucristo; — consiste ante todo en ” intensa vida interior de reverencia” a Dios. — Faltas advertidas habituales de reverencia en los ejercicios espiri­ tuales, son suficiente obstáculo para tenernos cerrada la puerta a la intimidad con Dios. — ¿Acaso algo de esto sucede en mí? En la Compañía:

— El buen jesuíta se distingue siempre por la reverencia con que celebra la misa. — Se nos exige reverencia especial al entrar en la oración y siem­ pre que en ella nos dirigimos a Dios. — También "intensa vida interior" de reverencia a Dios en los Supe­ riores, en los Hermanos, en nosotros mismos y en cuanto nos rodea. — Reglas de la Modestia. — Oh Corazón de Jesús, abismo de reverencia a la divina Maestad, haced mi corazón semejante al vuestro.

1 8.

P u n t o 3.°

Mi

d e s t in o

es

' ' s e r v i r *' a

Dios

Qué es "servir” a Dios: — es hacer la voluntad de Dios; — es también trabajar por Dios, para promover la gloria de Dios. Mi destino es hacer vuestra voluntad. — Por ser Vos mi primer principio, sois también mi último fin y yo tengo que ser en absoluto para Vos. ¿Pero cómo siendo ra­ cional puedo ser para Dios, si no hiciere su voluntad? — Por ser Vos mi Creador. Conservador y Redentor, sois mi Señor y yo os debo sumisión absoluta y universal. Soy esencialmente criatura vuestra; luego no puedo hacer mi voluntad. — Dios, mi Señor absoluto, me exige que obedezca a su voluntad. «Quid Dominus tuus petit a te... nisi ut... servias Domino Deo tuo in toto corde tuo... custodiasque mandata Domini Dei tui.» — Su voluntad me la manifiesta Dios por sus mandamientos, por los Superiores, por inspiraciones, por los acontecimientos. — ¿Cómo cumplo y cómo he cumplido con este mi destino?

40

PRINCIPIO Y FUNDAMENTO

19

Mi destino es trabajar por Vos.

— Por ser Vos mi último fin, yo lie de ser todo para Vos. Luego además de alabaros y de reverenciaros, he de emplear todas mis fuerzas en promover vuestra gloria. — Sois mi Creador y Conservador. Luego si el árbol es para quien lo planta, yo he de ser todo para promover vuestros intereses. — Vos al crearme, conservarme y redimirme trabajáis por mí con amor y solicitud de padre. Luego yo debo emplear todas mis fuerzas, por agradecimiento filial, en trabajar por mi Padre. — ¿Cómo cumplo y cómo he cumplido este mi destino? Nota.

— Esta mi obligación de hacer la voluntad de Dios: puede ser grave 0 leve o de sólo beneplácito divino. — Elevado el hombre al orden sobrenatural, este servir a Dios en que consiste mi destino ha de ser también sobrenatural. Destino excelso:

— superior al de reyes y emperadores, cuanto Dios supera a todo 1o creado. — Servir a Dios es reinar. O reinar sirviendo a Dios o ser esclavo de las pasiones y del mundo. — Servir a Dios fué manjar de Jesucristo; es la ocupación de la Virgen; — es el atajo para la perfección o la perfección misma. — ! iidn cosa es pasar la vida enfermo por voluntad de Dios; sin ‘Vea, realizar las mayores empresas es perder miserablemente el tiempo. En la Compañía.

— Nuestra virtud característica, ha de ser la obediencia; y esto principalmente por ser ella el medio más seguro de hacer la vo­ luntad de Dios. — Nuestro lerna es la M. C. de Dios — por el mayor trabajo o sacri­ ficio propio — con vida interior de intenso amor a Dios.

19#

P

unto

4.°

”Y

m ediante

esto

salvar

mi

á nim a

"Salvarme” es conseguir el cielo y librarme del infierno. fonseguir el cielo: — Mi destino es el cielo, la felicidad perfecta.



19

FIN

D E L HOMBRE

47

— Lugar: la inorada digna de Dios — allí todos los bienes — nin­ gún mal. — Moradores: Dios y su Corte; con ellos — yo plenamente feliz: en el entendimiento; en la voluntad; en los sentidos; con la posesión de Dios; ¡para siempre! Librarme del infierno: — Lugar de todo mal — de ningún bien — de las venganzas de Dios. — Moradores: los demonios, los precitos. Dios vengándose; entre ellos — yo plenamente desgraciado: en el entendimiento; en la voluntad; en el sentido; privado de Dios; ¡para siempi?’ Luego mi negocio es salvarme: — mi único negocio; — negocio personalísimo. — Su solución está únicamente en "alabar, reverenciar y servir a Dios” en este mundo. — ¡Oh mi Padre Dios, oh Jesús, oh María, cortad y quemad aqui; pero no permitáis que me condene eternamente! En la Compañía: — muriendo en ella me salvaré; — pero mi perseverancia ¡no está asegurada! — ¿Qué tengo que evitar para asegurarla? ¿Qué tengo que hacer además de lo que hago? Coloquio con el Padre, o con Jesús o con la Yiragen Santísima o con los tres según que en mi sintiere.

M E D ITA C IO N III

DISTRIBUCION

DE

LA M A T E R IA

LA M E D I T A C I O N

ía

1.'

AV’ 20 21 2't-b 26

D ía

2/

AV 20 22 2 í b 27

D ía

3."

A7.0 20 23 21b 28

D

4.u AV' 20 24 2V> 29

D

ía

O ía

5."

D

ía

6.,J Resumen.

D

ía

7.°

PARA

DIARIA

Repetición.

Fruto principal de esta meditación

20.

M E D IT A C IO N III

Sobre los medios para conseguir mi tin Según las dos meditaciones anteriores el hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios; ahora añadimos en esta tercera meditación, que para conseguir yo este mi fin, Dios me ha dado: como puros medios, las criaturas irracionales de sobre la haz de la tierra, y como auxiliares, muchas criaturas racionales, hombres, án­ geles que ha puesto en contacto conmigo. ” Y LA S O T R A S COSAS S O B R E LA H A Z D E LA T IE R R A SON CRIA D AS P A R A E L H O M B R E , Y P A R A Q U E L E A Y U D E N E N LA PRO SEC U C IO N D E L F I N P A R A Q U E ES C R IA D O . D E D O N D E SE SIG UE QUE E L H O M B R E T A N T O D E B E U S A R D E L L AS, C U A N T O L E A Y U D A N P A R A SU F I N . Y T A N T O D EB E Q U IT A R S E D E L L A S , C U A N T O P A R A E L L O L E I M P I ­ D E N ” [23]. ” LA S O TR A S COSAS" diversas de mi persona, o sea del cons­ titutivo substancial de mi persona. Por tales se entienden: principalmente los minerales, vegetales y animales y los otros hombres con relación a m i; pero también lo que es accidental, ya sea dentro de mí como salud, enfermedad, grado de talento, etc., ya fuera de mi como familia, acontecimientos, etc. "S O B R E LA H A Z DE LA T I E R R A " o en comunicación con ella como el sol; "SO N C RIADAS PARA E L H O M B R E ": los minerales, plantas y animales son estrictamente creados N o l . 11. 40,

* P RI NC I P I O

V MM )\M1:N T()

21

en su primer origen o hechos de la nada por Dios, y como puros medios para mi fin; las cosas accidentales como salud, talento..., vienen también de Dios o con su concurso y voluntad al menos perm isiva, para que me ayuden a mi fin; los demás hombres y los ángeles tienen ellos su fin diverso de ayudarme a m i: pero si yo debo guardar relaciones con ellos, ha de ser en cuanto me ayuden a mi fin. es " P E D I R GRACIA A D IO S N U E S ­ TRO SEÑOR PAR A QUE TOD AS MIS IN T E N C IO N E S , A C C IO ­ NES Y O PE RAC IO N ES '. las de toda mi vida "SEAN P U R A M E N T E O R D E N A D A S E N A L A B A N Z A Y S E R ­ VICIO DE SU D IV IN A M A J E S T A D O

ración

pr epar ato r ia

A modo de com posición de lugar puede ser la misma de la meditación anterior com pletándola con nuevos detalles, a saber : Dios desde el cielo me invita a subir a El, mi últim o fin, ala­ bándole y sirviéndole; yo desde lo tierra me esfuerzo por subir a Dios: a mis pies, las criaturas irracionales sirviéndome de peldaños (puros m e­ dios) para subir; a mis lados criaturas racionales, hombres, A n ­ geles, la Iglesia .. me ayudan (auxiliares) a subir. Co m po sició n

de

lugar

.

P etición. Pedir para m i entendimiento persuasión íntim a de debo usar de las criaturas ” tanto cuanto” me ayuden a mi fin; y ¡partarme de ellas ” tanto cuanto” me estorben para el mismo; y pedir para mi voluntad deseos cada vez más intensos de resolverme a guardar esta regla del ” tanto cuanto” .

Punto 1.°: Punto 2.J: Punto 21.

Dios me da las criaturas como medios para mi fin. Sólo como medios. Por lanto he de usar de ellas ” tanto cuanto” ... P l.'N T O

l’HÍMEIU)

Dios me da las criaturas como medios para m i fin "L A S OTRAS COl./S SOHHE LA H AZ DE LA T I E R R A ” Ulinyrjles, plantas, animales.

21

I'IX

1)1) LAS

cr iatur as



el

tanto

cuanto

51

a) "S O N CHE A I ) A S ” por Dios. Pues son cosas im perfectas; luego no tienen en sí la razón de ser, sino que han tenido que ser hechas por otro; y hechas en su prim er principio, de la nada; y consiguiente­ mente por Dios. Dios tiene que ser también quien las conserve en cada m o­ mento por un influjo que ponga en ese m ism o instante. Vienen, pues, las criaturas de Dios y están en un continuo ” fieri a Deo” o estarlas haciendo Dios. Luego el propietario de mis bienes es sólo Dios; yo soy úni­ camente usufructuario y administrador: mi casa no es originariamente mía; mi vestido no es m ío; mis tierras y fincas no son mías; ni mis ojos, ni mis manos, ni mi lengua, ni mi inteligencia es mía, ni mi propio corazón. Los hijos, más que de los padres, son de Dios, que es su pri­ mer autor. — Somos pobres de solemnidad, que no tenemos nada que no nos lo haya dado de pura limosna Dios. ¡Oh Dios, Criador y Conservador de todos mis bienes, y por esto su propietario y Señor! No permitáis que yo me levante con vuestra hacienda. Arrancad de mi corazón los sentimientos de propietario que me dominan. Reconozco que soy mero administrador de mis cosas y que 110 puedo hacer de ellas otro uso. ni darles otro des­ tino, que el que queráis Vos. ¿Cuál es este destino? Ellas. ” SON C R EAD AS P A R A E L H O M B R E " como el hombre fué creado para Dios. — Como no hay razón para crear al hombre si no es para Dios, así no hay razón digna de la sabiduría divina para crear las cosas irracionales si no son para el hombre. ” SON CREAD AS PA R A E L H O M B R E ", no el hombre para las cosas: no para las riquezas, ni para la ciencia, ni para el arte, ni para la sociedad... que esto seria subordinar lo más a lo menos, el hombre al bruto; seria también dar al hombre un lin último distinto de Dios. «Om nia enim vestía sunt... vos autem Christi; Ohristus autein Dei» \ todas las cosas son para vosotros; vosotros para Dios. -

1 Cor. 3. ‘22.

PRINCIPIO Y FUNDAMENTO

21

¿Es asi en realidad? ¿Acaso no me esclavizo alguna vez a las riquezas, al gusto, al honor, a la afición desordenada, al respeto humano, a la moda? ¿Me conservo en la soberana independencia que me corresponde como a Rey de la creación? "C R E AD AS P A R A EL H O M B R E ", no para que las use a su capricho, o para pecar y ofender a Dios; sino' para que le sirvan de alimento y vestido y provean a sus necesidades, conveniencias, honesto recreo, ejercicio de facul­ tades y virtudes; y las molestas, para ejercicio de hum ildad y de penitencia, bien necesarias al hombre caído. Al ere;*; Dios la tierra y disponerla no hace otra cosa que preparar la morada al hombre; así aparece en la narración bí­ blica de la creación. Además, luego de creado el hombre, le hace Dios rey de la creación y le manda que crezca y se m ultiplique utilizando las criaturas. Son, pues, creadas por Dios para el servicio del hombre en las necesidades de esta vida, como fin inm ediato; y como fin último para que le ayuden al fin para el que el hombre és creado. c> " / PARA QUE L E A Y U D E N E N L A P R O S E C U C IO N D E L FIN PARA QUE ES C R IA D O ” [23]. Porque 1) El hombre para realizar este fin necesita me•T.os, alimentos, vestidos, etc.; Dios ha tenido que proveer a esta necesidad, y vemos que no ha provisto sino por las criaturas que ha dado al hombre; luego se las ha dado para que le ayuden a su fin... 2) I)io« en último caso no puede obrar más que por Sí mis­ mo; luego al crear los seres irracionales, no puede menos de diri­ girlos a su gloria y alabanza. Y como tales seres no pueden alabar por sí mismos a Dios por carecer de razón, Dios los orde­ na al hombre para que le alaben mediante el hombre, ayudando al hombre para alabar a Dios. Son arpas para entonar himnos a Dios, pero que ha de pul­ sarlas el dedo del hombre; son cálice4- >ara el culto divino de Dios, pero que ha de usar­ los el sacerdote, que es el hombre; son talentos para gloria de Dios, que los ha de explotar el hom bre

21

FIN* DE LAS

CRIATURAS — KL TANTO CUANTO

53

1$) Todas las cosas sobre la haz de la tierra pueden ayudar al hombre para su fin. Unas por el aso: utilizándolas para alim en­ to, vestido, recreo honesto; y para ejercicio de virtudes. Otras por la abstención: las criaturas agradables cuyo uso llevaría al pecado; en ellas la mera abstención voluntaria con­ duce positivamente al cielo. Todas por la contemplación: por las cosas creadas nos levan­ tamos al conocimiento del Criador. — Nueva confirm ación de que Dios Nuestro Señor nos da las criaturas como medios para nues­ tro últim o fin. PUNTO SEGUNDO Dios nos da las criaturas sólo como medios para nuestro fin No para que hagamos fin de ellas, para que nos paremos en ellas, para que gocemos de ellas sin ordenación ni inmediata ni mediata a nuestro último fin; sino solamente para que nos ayuden a nuestro fin de alabar

y servir a Dios. Razones: 1.a Las criaturas irracionales: por ser criaturas, han de ser siempre para Dios, su últim o fin; por ser irracionales, han de ser para Dios mediante el h o m ­ bre , utilizándolas éste para su fin de alabar y servir a Dios. — Luego el hombre no las puede usar sino para su fin de alabar y servir a Dios. ” Somos peldaños, nos dicen, para que subas al cielo; písanos para subir; de otra manera, no. Somos cálices para el culto divino: tú eres .el sacerdote, úsa­ nos para gloria divina; de otra manera, no; nos profanas, nos violentas. Te damos nuestras carnes, nos gritan los animales; te damos nuestras pieles, para que nos lleves a Dios; para otros fines, no.” Y todas a coro: ” Somos medios para tu fin, solamente m e ­ dios; olra cosa, no. Nos violentas usándonos de otro m odo; nos vengaremos; algún día saldrá de nosotras fuego que te abrase.” 2.a El hombre en totlo momento ha de ir a su fin. que es la gloria de Dios. Luego las relaciones que tenga en su camino con criaturas que le salgan al paso han de ser siempre en cuanto le ayuden

54

PRINCIPIO V FUNDAMENTO

Él

para su último fin: si ha de usar tío las cosas, si ha de obedecer a sus Superiores, ha de ser en cuanto esto le ayude para su últi­ mo fin; si ha de rechazarlas ha de ser también en cuanto esto le ayude a su fin. 3.a Dios al crear el mundo no puede menos de obrar en úl­ timo término por Si mismo o de ordenar las cosas criadas a Sí. Si, pues, las entrega al hombre, ha de ser únicamente para que el hombre las lleve a Dios, o sea para que le ayuden a su último fin que es la alabanza form al de Dios. Oigamos la voz de Dios ordenándolas a Sí m i s m o y reclam án­ dolas con imperio: «Esos mares, esas fuentes y esos ríos los hice Yo; esos bosques los planté Y o ; esas flores las pinté Y o ; la familia y la sociedad civil, la form é Y o ; cuanto hay en tu casa y cuanto hay en ti, la inteligencia y la salud, te los di Y o ; son talentos míos que te los doy para que los explotes tú para mi gloria; te los exigiré Yo. Y esta voz "te los exijo Y o " es como un gran trueno:

porque es la voz del Dominio sumo, exigiendo con fuerza infinita la sumisión suma; es la voz de la Justicia infinita, exigiendo inexorablem ente lo que es suyo, con dejos de venganza terrible al que se lo negare; es la voz de la Santidad increada, reaccionando con odio infinito contra el desorden monstruoso de la desobediencia al Creador• es la v */ úel Legislador Supremo, que impone con el peso infi­ nito de su autoridad sus santísimas leyes. ¡Oh Padre mío Dios!, que vuestra autoridad se me imponga, que vuestra voz me intimide; que yo me encuentre sin fuerzas para desobedeceros a Vos. PU N TO TER CER O

Luego en el uso de las criaturas se impone la regla del "tanto cuanto” D E D O N D E SE SI GUE Q U E E L H O M B R E T A N T O D E B E USAR D E L L AS C U A N T O r,E A Y U D A N P A R A SU F I N ; Y T A N ­ TO D E B E Q U I T A R S E Di,i.LAS C U A N T O P A R A E L L O L E I M ­ P I D E N ' ¡231.

21

FIN DK LAS CRIATLRAS —

KL TANTO CUANTO

55

Puesto que las criaturas no se nos dan sino como medios para nuestro fin, cuando trate yo de si he de tomar o no alguna de ellas, lo prim ero será preguntarme si ella es o no m edio para m i fin, si me ayuda para él o si me estorba. Si me ayuda, la debo usar ” tanto cuanto” me ayude, no más y no menos; si me estorba, debo rechazarla ” tanto cuanto” me estorbe, no más y no menos. Razones que nos obligan a esta regla del ” tanto cuanto” : 1.a P or necesidad lógica, en cuanto apartarse de ella es locu­ ra en quien quiere de verdad su últim o fin; una vez que el recto uso de las criaturas es medio necesario para conseguirlo. Quien quiere de verdad ir a Madrid no toma en la estación el prim er tren que se le presenta o el más cómodo de todos, sin enterarse antes de si aquel coche va o no a M adrid; semejante proceder sería locura. 2.a Por necesidad moral, en cuanto violar esta regla del ” tanto cuanto” es siempre pecado o desorden. Porque a) Dios, Señor absoluto de las criaturas, me pro­ híbe todo otro uso de ellas: a veces bajo pecado grave, otras veces bajo pecado leve, otras con prohibición lata de equidad. Luego cualquiera uso de ellas fuera del "tanto cuanto” , es siem ­ pre desorden o pecado. b) El mismo Dios, Señor absoluto nuestro, me obliga a que en todos mis actos libres vaya a mi último fin: hasta cierto gra­ do bajo pecado, hasta otro más perfecto con voluntad de sim ­ ple beneplácito. Luego separarse del ” tanto cuanto” es siempre desorden o pecado. ” Porque el hombre muchas veces... lo prim ero que acostum­ bra a considerar y pensar casi únicamente es qué le agrada, qué le desagrada, de ahí nace el desorden, de ahí las imperfecciones todas, de ahí el pecado.” "Nosotros generalmente rehuimos lo que contraria al senti­ do: lo aborrecemos, lo empleamos menos; en cambio apetece­ mos lo que halaga a los sentidos: lo buscamos, lo admitimos, nos servimos y aun gozamos de ello sin la debida moderación. ¡D e ahí loda m aldad!” (P. Hoothaan.) Por necesidad física o imposibilidad real de hallar en las criaturas la dicha verdadera que buscamos cuando las usa­ mos porque nos agradan.

56

PRINCIPIO Y FUNDAMENTO

21

Porque las criaturas no pueden darnos más de lo que Dios ha puesta en ellas para nosotros; » pero Dios sólo ha puesto en ellas para nosotros el que nos sirvan de medios para nuestra salvación eterna; luego si las usa­ mos para otra cosa, vamos al fracaso y las violentamos a ellas. En un taller donde no se usaran las cosas para lo que son sino el martillo para aserrar, la sierra para clavar, el reloj para golpear... todo sería desorden, destrozo y ruina. ¿No es acaso esto un símil expresivo de lo que quizás ha sido mi vida? ¡Cuánto desorden en ella, cuánto destrozo, cuánta des­ ilusión, cuánta ruina!

Cómo he guardado yo la regla del ” tanto cuanto” . Las criaturas vienen de Dios; sobre su frente y en sus entrañas traen escrito, cada una, el lema de su destino: ” Para D ios” . En el fron ­ tispicio de mi casa, en mi vestido, en todos los muebles de m i uso, está escrito con letras de fuego: ” Para Dios” . ¡Qué ceguera la de mi soberbia, que donde dice ” Para D ios” yo leo siempre "P ara m í” . Sin embargo, las cosas no son para mi, sino pa^a que las lleve vo a Dios, o para que me ayuden a servir a Dios. 1:'

Las criaturas de que yo he hecho mal uso en 5, 10, 20, 40 años, s(ui innumerables / ¿quién las puede contar? Srn preciosísimas muchas de ellas, como los sentidos, la inte­

ligencia. ia voluntad, la gracia, los sacramentos, la sangre de Jesucristo... Abusar de ellas ha sido desorden, pecado, infidelidad; hurto, rapiña, intromisión en lo que no es mío, grosería que a nadie me atrevo a hacer, sino a solo Dios; es impedir que las criaturas vayan al creador para que ven­ gan a mí; es arrojar a Dios del trono, para ponerme en el tro­ no vo. ¡Oh qué responsabilidad la mía, cuánta ofensa de Dios, cuánto destrozo en las criaturas! C o l o q u i o con Dios, Padre mío arnantísimo, pidiéndole convencimíenlo íntimo que transforme mi interior, de la necesidad que tengo de seguir la. regla del "lan ío cuanto” para alcanzar mi fin ul'irno; y entus» nio cada vez más glande; para resolverme •i .'¿(lardarla. "ACA H A S DO CO N V S V A T E n N O S T K i r .

MEDITACION III

bis

A plicación especial del «tanto cu anto» a los de la C om pañía «Hujus principii prac-tici applicatio propemodum est infinita», escribe el P. Roothaan. La haremos, pues, con alguna extensión a nuestros jóvenes estudiantes, conside­ rando cuatro grupos de medios o de criaturas que más pue­ den ayudarles a conseguir su fin. con la perfección con que se lo exige Dios en la Compañía. GRACIA A DIOS X U E S T R O S E Ñ O R P A R A Q U E T O D A S MIS 1 X T E X C I O X E S . A C C I O X E S Y O P E R A C I O X E S , las de toda m i vida, S E A X P U R A M E X TE O R D E X A D A S E X A L A B A X Z A Y S E R V IC IO D E SU D I V I X A MAJESTAD”. O ración

preparatoria

es " P E D I R

C o m p o s i c i ó n d e l u g a r . A m o d o de c o m p o s i c i ó n de lugar puede se rvi r la m i s m a de la m e d i t a c i ó n s e g u n d a completándola con nu evo s detalles, q u e p u ed e n ser:

desde el cielo Dios me invita a subir a El, mi últim o fin, ala­

bándole, reverenciándole y sirviéndole; yo desde la tierra me esfuerzo por subir a Dios: a mis pies las cria turas irracionales, sirviéndome de peldaños para subir; a mis lados criaturas racionales, hombres, Angeles, la Iglesia, la Compañía... ayudándome a subir. P e t i c i ó n . Pedir para mi entendimiento persuasión intim a de que debo usar de las criaturas "tanto cuanto” ayuden a mi fin; y apartarme de ellas ” tanto cuanto” me estorben para el m ism o; y pedir también para mi voluntad deseos cada vez más ar­ dientes de resol verme a ello.

58

PRINCIPIO

22.

22

V F l ' NDAMl i NT O

KH1 FO

A

Medios de santiíicación que tienen la nota común de ser de eficacia inagotable Tales son los méritos infinitos de Nuestro Señor Jesucristo, la eficacia de la Santa Misa y de los Sacramentos, las promesas hechas a la oración, la devoción al Sagrado Corazón y la inter­ cesión de la Santísima Virgen, nuestra incorporación en Cristo. — De ellos diremos que, si los exploto bien, puedo ser santo; y que debo explotarlos "tanto cuanto” me ayuden, no menos.

I 1.

Si exploto bien estos medios, puedo ser santo.

Porque

a)

Xuestro Señor Jesucristo sufrió pasión y muerte para que yo alcance esta santidad;

los méritos que ganó con sus sufrimientos, son infinitos y sus deseos de aplicármelos son ardentísimos, pues son los mismos que le llevaron a la muerte. — Luego aprovechándome de estos mérifc®, cuanto está en mi mano, puedo conseguir m i fin último con la gran perfección a que Dios me llama. bj

Jesucristo renueva a diario el sacrificio de la cruz en la Santa Misa para que yo pueda conseguir la santidad propia de

la Compañía; los méritos de la Misa son los mismos de la cruz. y la voluntad de aplicármelos, la misma también de la cruz. Luego aprovechándome de la Santa Misa cuanto está en mi mano, puedo ser santo. c) Las promesas hechas a la oración son cheques en blanco firmados por Dios, que se me darán cuantas gracias pida para ser santo con la santidad propia de mi vocación. Pasarán lo- cielos y la !• ’ ra, pero jamás dejarán de cum­ plirse una sola vez las promesas del Señor. - - Luego explotando las promesas de la oración cuanto está en mi mano, puedo ser santo.

22

FIN DE LAS

C R I A T U R A S ---- EL TANTO CUANTO

59

(1) María Santísima es Madre de Dios y Madre mía. Su poder es Ja omnipotencia suplicante: y sus deseos de ayudarme a realizar la vocación que ella m is­ ma me ha dado son los mismos que la hicieron entregarse a su H ijo santísimo a la muerte por mi santificación. — Lu ego acu­ diendo a la Virgen Santísima yo puedo ser santo. e) La denoción al Sagrado Corazón de Jesús. Los Apóstoles de esta devoción: tendrán abiertos de par en par los tesoros divinos; se harán pronto fervorosos; harán rápidos progresos en la perfección; alcanzarán la inteligencia de la cruz; recibirán en sus pruebas fuerza y consuelo; alcanzarán la gracia final; tendrán las bendiciones de Dios sobre sus obras de celo. ¿Tengo yo prácticamente confianza plena en estos medios de eficacia inagotable? ¿Soy un derrotista de la santidad? ¡Qué da­ ños tan grandes me trae al no tener plena confianza en Dios de que está en mi mano el ser santo! II 2.° D ebo explotar estos m edios ”tanto cuanto” m e ayuden, n o menos. Porque a) Dios es dignísimo de toda alabanza, de toda re­

verencia y de todo servicio: a título de equidad — de justicia — de agradecimiento; dignísimo por tanto de que no perdonemos sacrificio en el empleo de los medios más eficaces para su glorificación. — Lu ego debo explotar estos medios "tanto cuanto" me ayuden, y no m e­ nos, para darle gloria como se la dan los santos. b) Inefable es la bienaventuranza que me espera, si consigo la santidad propia de la Compañía. "N i ojo vio, ni oído oyó, ni cabe en entendimiento humano comprender lo que Dios tiene preparado para los que le aman.” «Momentaneum et leve tribuíationis nostrae... aeternum gloriae pondus operatur in nobis» l, eso momentáneo, ligero de nues­ tra tribulación... nos produce un eterno caudal de gloria. >

2 C o r. 4, 17.

PRINCIPIO Y FUNDAMENTO

60

22

«N on sunt condignae passiones hujus temporis ad futuram gloriam quae revelabitur in nobis» los padecimientos del tiem ­ po presente, no guardan proporción con la gloria que se ha de manifestar en orden a nosotros. Luego mirando a mi dicha eterna, debo explotar estos medios "tanto cuanto" me ayuden y no menos, hasta ser santo, aunque para ello tenga que pasar por grandes sacrificios. c) Horrendo es caer en el infierno. Luego debo hacer cuanto está en mi mano para alejar el peligro cuanto más pueda. d)

E l yran número de almas cuya salvación y perfección de­ pende de mi santidad.

Servicio que hago a Cristo si con su gracia las salvo. Corona de gloria que tendré por toda la eternidad. Reato enorme si se condenan por mi culpa. Oiré sus voces exigiéndome que me haga santo:

Son de naciones gentiles que piden misioneros santos; son de ingentes masas comunistas que gritan al borde del in­ fierno pidiendo salvación: ” ;Tú puedes salvarnos, siendo santo: no tienes corazón, si no te haces santo!” ; son de m illarQs y millones de jóvenes, que arrollados por el torbellino de la impureza exclam an: ” Tú estás en la Compañía para salvarnos siendo santo; ¡ay de ti si no te haces sa n to !» Son voces de Jesús desde la cruz, pidiéndome que coopere con El a ]<; salvación del mundo como instrumento suyo, hacién­ dome sanU‘. ej Son también voces de trueno. de la Justicia divina: «redde rationem viilicationis tuae» 3, ríndeme cuentas de tu administración; «cui multum datum est rnultum requiretur ab eo» 4, a quien mucho se dió, mucho se le exigirá; «potentes potenter tormenta patientur» s, los poderosos serán poderosamente atormentados. «Vae divitibus» \ ¡ay de los ricos del mundo que adm inis­ tran mal su o ro !; pero mucho más, ¡ay de los ricos en bienes 2 R o m . 8, 18 =• Le. 16, 2.

• Le. 12, 48. ’ S íi >. 0. 0.

*■ Le. (). 24.

23

FIN DE LAS

CRIATURAS —

KL TANTO CUANTO

61

del alm a! que administran mal los tesoros de gracia que Dios ha puesto en sus rtianos para la salvación del inundo; si al otro le condenaron por haber soterrado un talento, ¿qué harán con el que tiene soterrados millones sin fin de talentos, no haciéndose santo? Por caridad con las almas tengo que hacerme perfecto con virtudes de santo, sacrificios de santo, oración de santo, eficacia de santo para salvar al mundo. 23.

GRUPO

C

Algunos medios de santificación que tienen de común el sernos necesarios, en la providencia general, para ser buenos hijos de la Compañía Tales son, entre otros, los ejercicios espirituales ordinarios bien hechos, o sea con diligencia de nuestra parte; especialmente la meditación y los exámenes, como alma de todos los demás. I 1.° Sin oración mental y sin exám enes, habitualm ente bien hechos, no se puede ser buen h ijo de la Com pañ ía.

a)

Oración mental.

Sin un conocimiento grande de Dios y de Jesucristo y sin mucho lastre de verdades eternas, es im posi­

ble la gran perfección que nos exige Dios a todos en nuestra v o ­ cación a la Compañía. Pues si no trabajáramos bien en la meditación diaria para conocer a Dios y profundizar en las verdades eternas, ¿cuándo las meditaremos?, ¿cómo las conoceremos? -L u ego es necesa­ rio al buen jesuíta hacer habitualmente bien la oración mental de cada día. Para realizar las empresas de la Compañía por la salvación de las almas necesitamos conservarnos ''contemplativos en la acción

Pero si fuéramos flojos en la meditación, si por culpa nuesIra apenas fuéramos ''contemplativos en la misma hora de ora­

PRINCIPIO V FUNDAMENTO

23

ción mental", ¿cómo podremos conservarnos tales entre las d ifi­ cultades de la acción? b ) Exámenes. Para ser buen hijo de la Compañía es abso­ lutamente necesaria gran limpieza de alma; la cual exige mucho arrepentirse de las culpas cuotidianas y mucho proponer para adelante. Pero quien no hiciere esto, por falta de diligencia y de es­ fuerzo, en los exámenes diarios, ¿lo hará en otro tiem po? <— L u e­ go sin los exámenes habitualmente bien hechos, no se puede ser en la providencia general, buen hijo de la Compañía. Tenemos peligro de desgaste espiritual grande en nuestra vida de intenso trabajo y de roce frecuente con el mundo. Necesita­ mos, pues, un continuo volver sobre nuestros pasos para exam i­ nar nuestra conducta, corregir yerros y prevenir faltas. Si esto no lo hiciéramos cada día en el tiem po de exámenes a ello destinado, menos lo haremos en otra hora ninguna. c) Los ejercicios espirituales en general. Sin oración no hay santidad, ni aun salvación; y sin mucha oración es im posible la gran santidad que se necesita para ser buen h ijo de la Com­ pañía. Pues si Uiio no hiciere esta oración en los ejercicios espiri­ tuales bien hechos, ¿lo hará fuera de ellos durante el día? — Lu e­ go sin ejercicios espirituales habitualmente bien hechos, no puede haber buen hijo de la Compañía. Guiney studium rerum spirituaJium rem summi momenti, irnmo rírum omnium nostrarum animam habeant; illud caeteris ómnibus anteferant, sibique persuadeant bonum Societatis statum huic studio inniti; ideoque omnes suum tempus rebus spiritualibus impendant, et devotioni quaerendae, pro mensura gratiae Dei ipsis communicalae insistan!.” Epist, S. 1, n. 181.

II Luego debo poner estos medios de oración m ental y de e x á ­ menes aun a costa de los m ayores sacrificios.

ai

Por lo n t ' c e s i d o d absoluta de. conservar mi vocación de

la cual, sin • ^litación y exámenes habitualmente bien lie< bos, queda comprometida; a merced de circunstancias y de

j<snit
24

FIN DI2 LAS

CRIATURAS -

I X TANTO CUANTO

peligros, que en una vida de lucha en vanguardia han de presen­ tarse con frecuencia. b) P or la a liaza de mi fin en la Com pañia, que es la m ayor gloria de Dios; la defensa de la Iglesia; la salvación de muchas almas y aun de pueblos enteros; y una gran santidad personal. c) Por la necesidad de realizar mis novaciones parciales den­ tro de la Compañía, que son a una grandísima caridad; a perfecta obediencia; al tercer grado de humildad; a la imitación perfecta de Jesucristo; a la locura de la cruz; a un apostolado muy fecundo. d) Así que por gratitud a Nuestro Señor Jesucristo que me ha escogido entre millares para que le siga tan de cerca, he de resolverme al esfuerzo que fuere necesario para hacer con fe r­ vor y constancia mi meditación y mis exámenes. Debo hacer m ío el consejo del P. General Vicente Garafa: "S i por cualquier causa se les hubiere cercenado alguna parte, cuanto antes se les restituya por completo, sin consentir que paguemos a la naturaleza el tributo del descanso nocturno, antes de haber pagado a Dios el de la oración matutina/* Epist. PP. SS. t. 1, pág. 437. No entrar decididamente por la oración mental y los exám e­ nes, en cuanto de mí depende, bien hechos, es renunciar a ser buen hijo de la Compañía. 24.

GR U P O

C

Cosas desagradables que, abrazadas, ayudan a mi último fin Tales son, v. g r.: a) La obediencia, las Reglas, la discipli­ na doméstica, el silencio, la puntualidad, entrar por dirección espiritual más verdadera y más minuciosa — acompañarse pre­ ferentemente de los más fervorosos - tomar tiempos extraordi­ narios de ora-MÓn.

PHIN'CIPIO Y ITMVVMF.NTO

24

/)) Entrar más por oficios humildes, por obras do coopera­ ción, por penitencias en ei refectorio y por austeridades cor­ porales, c) Embarcarme en obras, planes, estudios ([lie me obliguen a trabajar más, y a ser más constante — proceder con más orden en mis cosas interiores y exteriores — más decisión en com batir contra todo desorden. d) Abrazarme más resueltamente con cosas que me hum i­ llan como fracasos y desprecios; o que contrarían mis planes, o coartan mi libertad como ciertas obediencias; o que dan dolor al cuerpo como enfermedades, trabajo, etc... (ieneralniente todas estas cosas, bien llevadas, son atajos para la perfección: porque despegándonos de nosotros mismos y de las criaturas, nos ayudan a someternos al Creador, a buscar su gloria, a reverenciarle, a servirle y a ganar mucho cielo.

Ser hombre de examen particular bien llevado, aunque en conformidad con el temperamento y modo de ser de cada uno. Luego debo usar de ellas ” tanto cuanto” conducen a mi fin y no nn-nos. Por las mismas razones que en los dos puntos an­

teriores. GR U P 0

I)

Cosas agradables que, tomadas, me desvían del último fin V. gr.: Afecto a personas con sentimientos sensuales — ape­ go desordenado a oficios, trabajos, lugares, objetos — vida de sentidos o ’*effusio ad exteriora” — compañía de religiosos que me hacen menos fervoroso o que me llevan a críticas, m urm ura­ ciones, faltas frecuentes de silencio — criterios menos rectos: que ya no soy novicio, que no puedo guardar todas las reglas, que no hay que hacer caso de cosas pequeñas, etc., etc. Debo apartarme de estas cosas ” lanío cuanto,> impidan para mi fin y no menos. Por las mismas razones que en los dos pun­

tos ¡interiores. 24 bis.

C o l o q u i o con Dios, mi Padre amantísimo, pidiéndole convencimiento de la necesidad que tengo de seguir la regla del

24

FJN Dlí LAS

CRIATURAS —

KL TANTO CUANTO

65

” tanto cuanto” para poder alcanzar mi fin; y noluntad para ajustarme a esta regla en el uso de todas las cosas y en mis rela­ ciones con las demás criaturas. L o mismo puedo pedir a Nuestro Señor Jesucristo pensando:

cómo se entrega a la oración y meditación (medios B); «erat pernoctans in oratione» 7, trasnochaba en la oración; «factus in agonia prolixius orabat» s, «puesto en agonía, prolongaba la o ra c ió n »; cómo se abraza con la pobreza y la humillación hasta la pasión y muerte (medios C), costosísimos a la naturaleza pero de gran eficacia para el fin; y cómo se aparta de criaturas agradables (medios D), aun santísimas como su Madre, cuando así lo pide el s e r v i c i o divino. 7 8

Le. 6, 12. Le. 22, 43.

PRINCIPIO Y FUNDAMENTO

25.

FRUTO MAS PROPIO DE ESTA M ED IT AC IO N

!

HASTA DONDE LO HE CONSEGUIDO. — PASO P A R A

j

LA MEDITACION SIG U IE N T E

i

Fruto directo. En el entendimiento: Convencimiento pleno, firme, profundo, efec­ to de detenida consideración, de que el ” tanto cuanto” en el uso de las criaturas, ha de ser en mí necesariamente norma ineludible de conducta; y el medio de realizar, con la gracia de Dios, mi último fin. Estima, cuanta más mejor, de vivir conforme al ” tanto cuanto” .

i

j ¡ : I i

En el sentimiento: Una buena dosis de entusiasmo por la norma del "tanto cuanto” ; el cual irá creciendo a lo largo de los ejer­ cicios.

i ¡

!l

En la noluntad: Determinación seria de ordenar toda mi vida en estos ejercicios conforme al ” tanto cuanto”.

i

; | | i

Frutos concomitantes: Aumento de ” ánimo y liberalidad con Dios” para que disponga de m? y de mis cosas libremente, exigiéndome lo que plazca a su divina Majestad para la realización en mi vida del ”t:mto cuanto”. Ansias por conocer las disposiciones subjetivas necesarias para poder vivir prácticamente conforme al ” tanto cuanto” . Estas ansias son el paso o disposición subjetiva inmediata para la meditación siguiente que tratará de la indiferencia como disposi­ ción prácticamente necesaria para la realización del ”tanto cuanto” . Examen.

í

¿He conseguido el convencimiento así pleno y profundo

del NV 1.' ?

¿\ !a voluntad seria del apartado siguiente? |

¿Han aumentado en mí. con esta meditación, el ánimo y libera­ lidad de la anotación 5.*?

25

ESQUEMA DE LA MEDITACION III (PARTE 1.a)

26.

Las demás cosas... son creadas para el hombre... P

unto

1.°

D

io s

me

da

las

demás

cosas

como

"

m e d io s ”

PARA MI FIN

Dios hace las demás cosas:

— ellas son nada de sí; — ha de crearlas y conservarlas Dios. — Luego Dios es su Señor y su último fin; ■— y ellas tendrán el destino que les señale Dios. ¿Cuál es este destino? Para que me ayuden a mi fin:

— unas sirviéndome de alimento, vestido... con lo cual pueda yo vivir y realizar mi fin; — muchas de las agradables, para que por la abstención ayuden a mi fin; — las molestas, para ejercicio de virtudes altamente conducentes a mi fin; — todas, para que por la contemplación me lleven a conocer y amar a Dios. — Por ser criaturas, han de ser para alabanza de Dios; por ser irra­ cionales, han de alabarle ayudando a que le alabe yo; — son arpas para cantar a Dios, pero que he de pulsarlas yo. — Todo el mundo es para mi; yo, sólo para Dios. — Las irracionales, se me dan como medios; las racionales, como auxiliares. Dadme, Padre mío, que yo considere las criaturas:

— como cosas vuestras; — como objetos consagrados a vuestra gloria; — como medios para mi fin. —* Arrancad de mi corazón el sentido de propietario que tengo de ellas.

68

26

PK1NCHM0 V FUNDAMENTO

P in to

2.°

Me l a s d a " s o l a m e n t e ” como m edios

Solamente "como medios”.

— Por ser criaturas, han de ser en todo momento para Dios; y por ser irracionales, han de ser en todo momento para Dios ayudándome a que le sirva yo. Luego sólo puedo usarlas como medios para mi fin. — Gritanme a grandes voces: somos cálices para el culto de Dios, nos profanas usándonos para otra cosa; somos pan y carne, có­ menos para tener fuerzas con que sirvas a Dios, de otra man*va no. — Yo en todo momento he de ir a Dios; luego mis relaciones con las criaturas que me salgan al paso, han de ser únicamente en cuanto me ayuden a ir a Dios. — La intimación de Dios es terminante: son talentos míos que has de explotar tú para mi gloria; te exigiré cuentas de su adminis­ tración. — Y ésts es la >oz de la Justicia infinita, del Dominio sumo, del Legislador supremo. —;Oh Jesús!, que yo mire las cosas con los ojos con que las miras Tú: que solamente vea en ellas peldaños y auxiliares para subir a Dios. En la Compañía:

— Las criaturas de que más nos servimos en nuestra vida, son do­ blemente sagradas; por ser criaturas como las demás y por ser dadas por los fieles con el fin expreso de que nos ayuden a ser­ vir a I)ios. P unto

S.°

L

uego

ex

el

u so

de

las

c r ia t u r a s

se

im p o n e

la

regla

DEL "TANTO CUANTO”

La regla del "tanto cuanto” dice:

— Las cosas que me ayuden a mi fin, he de usarlas ” tanto cuanto” me ayuden, no más y no menos. — Las cosas que me estorben he de rechazarlas ” tanto cuanto” me estorbe^; no más y no menos. Se impone ésta:

a)

Por necesidad lógica:

— El "tanto cuanto” en el uso de las criaturas es medio necesario para rrii último fin; luego querer mi último fin y no querer su,le-

26

FIN DE LAS

CRIATURAS —

KL T A M O CUANTO

69

tarme al recto uso de las criaturas, es verdadera contradicción. Querer ir a Bilbao y para ello coger el coche más bonito de todos pero sabiendo que no va a Bilbao seria una locura. b)

Por necesidad moral:

— Es voluntad de Dios, Señor de las criaturas y Señor mió, que las use sólo para mi fin. Luego usarlas cuando no conducen o más de lo que conducen o cuando estorban, es ir contra la voluntad de Dios. — Este abuso de las criaturas será unas veces pecado grave, otras leve, otras sólo falta al beneplácito divino; pero siempre será desorden y en dicho abuso consiste casi siempre el pecado y el desorden moral. c)

Por imposibilidad física de hallar en Its criaiuras la dicha qne anhelamos:

— Dios ha conformado las criaturas para que puedan llevarme a Dios que es el objeto de mi felicidad completa; pero no para que puedan ellas por sí mismas, como fuentes de gozo, constituir mi felicidad. Luego es físicamente imposible que yo encuentre en su goce la dicha completa a que aspiro; porque nadie da lo que no tiene. — ¿Cómo guardó estas reglas Jesús-Hombre; cómo la Virgen; cómo las guardo yo? Coloquio: con Dios mi Padre, con Jesús, con la Virgen... según en mi sintiere, pidiendo ante todo el fruto propio de esta meditación.

ESQUEMA DE LA MEDITACION III

bis

Aplicación del ”tanto cuanto” a los medios de santificación en la Compañía Gr u po

A.

M e d io s

de

s a n t if ic a c ió n

de

e f ic a c ia

in a g o t a b l e

Son taies: los méritos de Jesucristo — la Santa Misa — la oración — la devoción al Sagrado Corazón y a la Virgen Santísima. Explotándolos "tanto cuanto” me es posible, puedo conseguir la gran santidad de la Compañía: — Porque los méritos de Jesucristo son infinitos; y su voluntad de aplicármelos para mi santificación es ardentísima. Luego explo­ tándolos "tanto cuanto” me es posible, puedo conseguir la santi­ dad d.' la Compañía. — La Misa es el mismo sacrificio del calvario y sus méritos para mi santificación son también todos los del calvario. Luego... — Las promesas de Dios a la oración son, que me dará cuanto le pida para conseguir la santificación a que El me destina en la Compañía. Luego orando ”tanto cuanto” puedo, me haré santo en la Com­ pañía. — La Virgen puede hacerme santo; y como es mi Madre, desea ardentísimamente darme la santidad de la Compañía. Luego acu­ diendo a EIP ”tanto cuanto” puedo, alcanzaré la santidad de la Compañía. — Las promesas del Sagrado Corazón a sus devotos son, que les dará toda la perfección propia de su estado. Luego debo explotar estos medios ” tanto cuanto” ayudan y no menos: — Porque Dios es dignísimo de cuanta gloria pueda darle con mi santidad; — es inefable la bienaventuranza que conseguiré; — es espantoso e| i' *erno de que me lib ra ré; — >on numerosísimas las almas cuya salvación y perfección d ep e n ­ den de mi santidad: gentiles, ateos, comunistas, jó v e n e s ...; oiré sus voces pidiendo auxilio a mi santidad.

28

FIN DK LAS

CRIATURAS —

EL TANTO CUANTO

71

-y las de Jesucrislo, (|ue desde la cruz me pide ayuda para salvar el mundo; — y las voces de la Justicia divina uigiendome a la santidad: «Cui mulluiTi datuin est multum requiretur ab eo»; «Redde rationem villicationis luae»; si al otro le condenan por soterrar un solo talento... ¿Cómo explotaba la Virgen estos medios grandes de santificación que tenía en su mano? — ¿Cómo los Santos? — ¿Cómo los varones insignes de la Compañía? ¡Oh cuál era la grandeza de sus aspiraciones a la santidad y lo vasto de sus pla­ nes |)or la gloria divina! — ¿Cómo exploto yo los medios de eficacia inagotable? ¿A cuánto llegan mis aspiraciones, y mis esfuerzos? 28.

G rupo

B.

M ed io s

de

sa n tific a c ió n

g e n e ra lm e n te

NECESARIOS PARA SER UN HL’EN JESUÍTA

Tales son: los ejercicios espirituales cuotidianos habituaimente bien hechos —especialmente la meditación— y los exámenes de con­ ciencia. Decimos que están bien hechos, cuando el alma trabaja en ellos con diligencia, ora sea con muchas visitaciones espiritua­ les ora con menos. Sin la oración mental diaria, habitualmente bien hecha, generalmente no se puede ser buen jesuíta:

— Porque en la Compañía necesitamos absolutamente profundo co­ nocimiento de Cristo y un gran lastre de verdades eternas; y el medio connatural de conseguirlas es la oración mental diaria habitualmente bien hecha. — Quien en el tiempo señalado para la meditación no trabajare con diligencia por conocer a Dios, ¿cuándo lo procurará? ¿O cómo puede esperar que Dios supla después su negligencia? — ¿Cómo podemos conservarnos "contemplativos en la acción” , si por culpa nuestra no logramos serlo en el tiempo de la oración mental? Sin los exámenes diarios, habitualmente bien hechos, generalmente no se puede ser buen jesuíta:

— Porque en la Compañía se necesita en absoluto gran limpieza de alma e intonso aborrecimiento del pecado; y los exámenes dia­ rios son el tiempo destinado a llorar los pecados cometidos y a prevenirse con el propósito contra nuevas faltas.

72

29

PRINCIPIO Y FUNDAMENTO

— Quien por su culpa en ese tiempo no llorare sus faltas y no pro­ pusiera la enmienda, ¡cuándo lo podrá hacer! Sin los ejercicios espirituales diarios, habitualmente bien hechos, no se puede ser buen jesuíta:

— Porque sin mucha oración no puede haber gran santidad, cual es la que se requiere en la Compañía. Pues quien no tuviere virtud para orar con diligencia en la quietud de los ejercicios espiri­ tuales, ¡acaso orará después en el trajín de las ocupaciones! — Los ejercicios espirituales diarios son el alma de nuestra vida, y de ellos ante todo depende el buen estado de la Compañía en todos los órdenes. —¿Qué dice el Instituto? — ¿Cómo hacían los ejercicios espirituales nuestros Santos? Luego mi diligencia en estos ejercicios ha de ser ”tanta cuanta” sea ne­ cesaria para hacerlos bien, no menos:

— Por la necesidad de asegurar mi perseverancia en la Compañía, que mientras no resolviere el problema de mi meditación y de mis exámenes, estará siempre comprometida; — además por todos ios motivos del grupo anterior.

29.

Grupo

C.

Cosas

desagradarles,

que

abrazadas

COX RESOLUCIÓN, AYUDAN

son por vía de ejemplo:

— la disciplina doméstica, Reglas, órdenes de la obediencia... — más tiempo de oración, dirección más seria... — más oficios humildes, más austeridades corporales... — más orden en el trabajo, en la vida espiritual... Luego he de emplear estos medios ”tanto cuanto” ayudan, no menos:

— Generalmente son atajos para la perfección, y tanto más ayudan cuanto son más desagradables a nuestra naturaleza desordenada. — Ejemplo de Jesucristo. — Ejemplo universal de todos los Santos. — Principio Fundamentalísimo de toda la Ascética Cristiana: vince te ipsum. — ¿Qué cambio se impone en mi vida?

29

FIN DE LAS

G rupo

I ).

Cosas

CRIATURAS —

agradables

üle

,

73

EL TANTO CUANTO

rechazadas, ayudan

a

mi

f in

Tales son por vía de ejemplo: — amistades humanas, afectos pegajosos... — apego desordenado a oficios, cargos, lugares, empresas... — vida de sentidos, derramamiento al exterior, independencia... — honras vanas, comodidades, ocio... Luego debo dejar estas cosas ”tanto cuanto” me estorben, no menos:

— por las mismas razones que en el grupo anterior. — ;,Qué cambio se impone en mi vida?

M E D IT A C IO N

IV

DISTRIBUCION DE LA MAT ER IA LA MEDITACION DIARIA

P A RA

D ía 1.

N.

30

31

32

33

D ía 2:

N .'



o5

33

38

D ía 3."

Repetición de esta meditación.

D ía 4.

Resumen de esta meditación.

37

D ía 5."

Fruto principal S." 36.

D

Fruto principal de lodo el Principio y Fundamento: A7." 39.

ía

de esta meditación:

30.

M EDITACION IV

Para poder prácticamente llevar la vida conforme al «tanto cuanto», es menester: 1.°, hacernos indiferentes a todas las criaturas y 2.°, tomar de antemano la determinación general de no desear ni elegir sino las que más conduzcan a mi fin último ” P O R L O C U A L ES M E N E S T E R H A C E R N O S I N D I F E R E N ­ TES A T O D A S L A S COSAS C R I A D A S E N T O D O L O Q U E ES CONCED IDO A LA LIB E R T A D DE N UE S T R O LIB R E A L B E ­ D R IO Y N O L E ESTA P R O H I B I D O ; EN TAL M ANERA QUE NO QUERAM OS D E NUESTRA PA R T E MAS SALUD QUE ENFE R M E D A D . RIQUEZA QUE P O ­ BREZA, H O N O R Q U E DESHONOR. VIDA L A R G A Q U E C O R T A , Y PO R CONSIGUIENTE EN T O D O L O DEM AS". ”S O L A M E N T E D E S E A N D O Y E L I G I E N D O L O Q U E M A S NO S C O N D U C E P A R A E L F I N Q U E S O M O S C R I A D O S " [23].

¿Qué se pretende en esta meditación? Hemos dicho que mi fin es alabar, hacer reverencia y servir a Dios; y que los medios para conseguirlo son vivir según la regla del "tanto cuanto” en el uso de las criaturas. Ahora añadimos que para poder prácticamente vivir según esta regla, necesitamos: l.°, "hacernos indiferentes” a las cria­ turas; 2.°, tomar de antemano la determinación general de no desear ni elegir en cada caso sino las que más nos ayuden al fin para que somos criados. Explicación del texto ” P O R L O C U A L ", por lo que inmediatamente antecede, que

nuestra norma en el uso de las criaturas ha de ser el ” tanto cuanlo” .

PRINCIPIO

Y

FUNDAMl í NTO

30

"es menester H A C E R N O S " o ponernos en disposición subje­ tiva permanente de " I N D I F E R E N T E S A T O D A S L A S C O S A S C R I A D A S que es mantenernos habitualmente sin consentir libremente en nos­ otros afecto de amor, ni desafecto de odio o aversión, a ninguna criatura por sí misma, sin ulterior referencia a nuestro fin ú lti­ mo. Y de esta manera "ES M E N E S T E R hacernos indiferentes” :

a) Por necesidad lógica: porque sólo Dios es nuestro fin últi­ mo; luego lógicamente no debemos amar cosa ninguna por sí misma sin referencia ulterior a Dios; y porque las criaturas no se me dan sino como medios para nuestro fin supremo; luego lógicamente no debo amarlas por sí mismas, sino en cuanto conducen a mi fin supremo. b) Por necesidad moral: Dios, Señor nuestro absoluto, nos manda tender en todo a nuestro fin último; pero este afecto y desafecto a las criaturas por sí mismas, no conduce a nuestro fin último; además Dios. Señor absoluto de las criaturas, nos prohíbe usar de ellas sino en ” tanto cuanto” nos conducen a E l; luego por el mismo hecho nos prohíbe amarlas por sí mismas con amor que ni neníala ni inmediatamente nos lleve a nuestro fin último. c; Por necesidad psicológica: en cuanto para poder habitual­ mente usar de las criaturas conforme ” al tanto cuanto” , nos es prácticamente necesario mantenernos libres de afectos y desafec­ tos a ellas por sí mismas o por motivos de agrado o desagrado; o sea que teniendo el corazón enredado en afecciones desorde­ nadas consentidas hacia ellas, nos es prácticamente imposible hacer habitualmente recto uso de las mismas. En este sentido — de la necesidad psicológica— desarrollare­ mos ahora esta meditación sobre la necesidad de la indiferencia. En dicho sentido ” P O R L O C U A L ” es sinónimo de ” para lo cual” ; o sea que para poder vivir normalmente conforme al ” tanto cuanto” , nos es prácticamente necesario "hacernos indiferentes” ” A T O D A S LAS i.OSAS C R I A D A S ” , agradables y desagrada­ bles, sean seres o criaturas propiamente dichas o sean acontecimienlos, accidentes...

30

LA INDIFERENCIA

77

" E N T O D O L O Q U E ES C O N C E D I D O A LA L I B E R T A D D E N U E S T R O A L B E D R I O Y N O L E E S T A P R O H I B I D O ” por el

Señor de las criaturas y Señor nuestro. Porque aunque las cosas sean de suyo indiferentes, desde el m omento en que conozcamos que Dios las quiere o que nos las prohíbe, ya no debemos per­ manecer indiferentes hacia ellas. * * * L a indiferencia y las tendencias d esorden ad as no libres. H a y en nuestra naturaleza pasiones y tendencias des­ o rdenadas al p lac er y al d is p la c e r; las cuales nos empujan a a m a r las cosas a grad ab le s con am or no según Dios o p o rq u e entendsTios que ellas nos ayuden p a r a el último fin; y lo mismo nos empujan a desviarnos de las cosas des­ agrad ables con desafectos no según Dios, sino p o r el único motivo de sernos desagradables. C u a n d o la voluntad, resistiendo a d ic h a s p a s io n e s y tendencias, se mantiene ante las criaturas sin am arlas p o r agradables y sin odiarlas p o r d esagradables, o sin adm itir librem ente esos afectos d e s o r d e n a d o s (las " a f e c c io n e s ” desordenadas de San Ig n a c io ), entonces d ecim os qxie esta­ mos indiferentes p a r a ellas.

E l c a m i n o para hacerse in d i f e r e n t e s es, pues, resistir a nuestras pasiones y tendencias d es o rd e n ad as . L a c o n ­ quista de la in d ife re n c ia es norm alm en te cuestión de arrestos, con el a u x ilio de la g racia , p a r a d o m i n a r nu es­ tras pasiones y tendencias d e s o rd e n a d a s . Se darán, pues, grado s en la in difere n cia — Ínfimos, m e­ dios, sum os— , como se dan en el d o m in io de las ten den cias desordenadas.

Grados sanios: las d o m in o tanto que norm alm ente s ie n ­ to su re b e ld ía p ocas veces y entonces d éb ilm en te; d e suerte que apenas me p o n en en p e lig ro de a r r a s t r a r m e a afectos d e s o rd e n a d o s libres. Grados m e d io s : siento su rebelió n con algun a fr e c u e n ­ cia más o menos, y con bastante fuerza más o m en o s ; d e suerte que me ponen en bastante p eligro de co n sen tir a veces en afectos d e s o r d e n a d o s ; p e ro no en g r a n p e lig r o de d e ja r las asp ira cio n es a la p erfecció n . Grados í n f i m o s : siento su re b e ld ía m u y frecuentem en-

78

PRINCIPIO

Y F UN DA MEN T O

30

te y con mucha fuerza; cío suerte que me arrastran mucho a alectos desordenados y aun me ponen en peligro serio de dejar las aspiracions a la perfección. El hijo de la Compañía ha de aspirar, para conseguir la san­ tidad de su Instituto, en punto tan trascendental como la indi­ ferencia : a un vencimiento muy grande de sí m ism o; a un dominio grande y siempre creciente de sus tendencias desordenadas; que le permita ordenar su vida, en la elección o reform a de los ejercicios: y después en cada cosa, sin determinarse por afi­ ción ninguna desordenada. Es como de herencia en los hijos de San Ignacio un ánimo fuertemente guerrero contra las tendencias desordenadas; los ejercicios del Santo son una batalla campal contra ellas; su examen particular es un arma de precisión adm irable y de gran eficacia para ir dominando en menos tiempo las tendencias desordenadas: sus buenos hijos nunca lo dejan de la mano. * * * es pedir gracia a Dios para que todas mis intenciones, acciones y operaciones, las de toda m i vida y espeoiai::ieute las de esta meditación, sean puramente ordenadas en alabanza y servicio de Dios Nuestro Señor. O

r a c ió n

p r e p a r a t o r ia

A modo de composición de lugar puede ser la de la meditación anterior, completándola con nuevos elementos. — Aquélla era que Dios me invita desde el cielo a subir a El alabándoh, reverenciándole y sirviéndole; y yo en la tierra me esforzaba por subir a El apoyándome en las criaturas que están a mis pies. Ahora añadimos que de mi corazón salen lazos, los cuales, amarrándome a algunas de estas criaturas, me im piden subir a Dios; estos lazos son aficiones desordenadas. C o m p o s ic ió n

de

lugar

.

P e tic ió n . Convencimiento íntimo de la necesidad que tengo d ; hacerme indiferente > las criaturas para poder guardar en su uso la regla del ” tanto cuanto” . y deseos a r d i e n t e s de resolverme al vencimiento ((lie sea ne­ cesario par» conseguirlo.

PUNTO PRIMEhO

31.

Es necesario hacernos indiferentes, o dominar las aficiones desordenadas, para poder elegir y usar las cosas conforme al ”tanto cuanto” 1.° Por la naturaleza de las cosas. Porque el afecto lleva al deseo; y el deseo a la elección y uso de las cosas. Luego para or­ denar establemente el uso conforme al ” tanto cuanto” . es me­ nester empezar por ordenar según Dios el afecto. En la base de la vida externa está la afectiva; querer ordenar aquélla sin ordenar antes ésta, es viólenle y no duradero. Es, pues, la indiferencia la disposición subjetiva fundamental que hemos de tener constantemente para poder elegir y obrar habitualmente conforme al ” tanto cuanto” . Fomentar o consentir voluntariamente afición desordenada a una criatura por agradable, y querer que esta afición no influya después en que se la lome más de lo que conviene, es poner la causa y no querer el efecto. Que que esa que ese mientos

la voluntad fomente libremente el desorden afectivo y misma voluntad se oponga luego con toda firmeza a desorden afectivo influya en la vida, ¿no son dos m ovi­ en la misma voluntad prácticamente incompatibles?

La voluntad que, por débil, fué incapaz para mantener a la fiera alada, ¿tendrá luego fortaleza para resistir a las acometidas de la fiera suelta? 2."

Por la experiencia constante y universal.

Vemos en los grandes pecadores que sus abusos grandes de

las criaturas, v. gr., de la bebida o de la autoridad, provienen de grandes pasiones muy desordenadas; y recíprocamente que cuando uno admite afecciones desorde­ nadas muy fuertes al placer, al dinero, etc., pronto se dan en él grandes abusos de esas criaturas. Vemos en las almas tibias que cuando un religioso im per­

fecto fomenta afición desordenada a la honrilla, a la comodidad, al cargo o a otra cosa cualquiera, fácilmente acaba por tomarla, aunque no le ayude para su fin último. Se engaña a si mismo; todos notan su desorden, menos él:

P RI N C I P I O

80

V 1- l NDAMKNTO

32

pasan años y apenas avanza en la santidad, enredado siem pre en aficioncillas. Vemos en los santos que es consigna de todos ellos una lucha

implacable contra toda afección desordenada; porque las dom i­ nan, usan ordenadamente de las criaturas y su vida es lim pia y santa. Veo en mí mismo que todas mis faltas en el uso de las cria­ turas o en la regla del "tanto cuanto” , provienen de no dom inar bien mis tendencias afectivas desordenadas; que si hubiera lu­ chado decididamente contra ellas, hoy sería un santo. 3.°

Es, pues, ley constante:

Donde se aa falta de indiferencia, hay abuso de las criaturas o pecado; y donde se dé gran falta de indiferencia, hay gran abuso de las criaturas o grandes pecados. Recíprocamente donde hay indiferencia, hay alguna santidad; y donde hay gran indiferencia o dominio grande de las afec­ ciones, hay gran santidad. La consecuencia ha de ser un grito de guerra, salido del fondo del aiina, fruto de toda la consideración del Principio y Funda­ mento : "Guerra a muerte contra las aficiones desordenadas.” T3 ^ ahí, no hay otro camino, a la norma del ” tanto cuanto” y a la « Oiioccución de mi fin último.

32.

PI NTO SEGUNDO

”En tal manera qae no queramos de nuestra parte más salud que enfermedad, riquezas que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás” "Ciertamente que las riquezas ij los honores han dado a algunos pocos, ocasión de grandes merecimientos; pero las mismas han sido para muchísimo?, ocasión o causa de ruina y de condenación. Lo ’ ^ismo se puede decir de ¡a pobreza ij del a)

'■Ivshonor.

Igualmente a muchísimos la ('nfermedad les sirvió para sal­

32

LA

I NDI FERENCI A

81

varse y a no pocos una muerte prematura les aseguró la vida eterna; mientras que a otros la salud y vida larga les valió a m ara­ villa para propagar la gloria de Dios y amontonar grandes m e­ recimientos para la eternidad bienaventurada. Luego mientras yo no sepa qué es lo que me ha de dañar y qué lo que me ha de aprovechar para mi fin, no me queda otro rem edio que no querer más una cosa que otra, y entregarme con­ fiadamente a Dios con absoluta indiferencia para lo que El dis­ ponga. Grande es el goce de las riquezas, del honor y de la vida larga; pero inmensamente superior es el goce de la vida eterna en el cieio. Grande es el horror que inspira la pobreza el deshonor y la muerte; pero inmensamente mayor es el que debe inspirarnos la condenación eterna. b)

Ante estos tan grandes males y tan grandes bienes de la vida eterna, debemos hacernos indiferentes a todas las nonadas de aquí aun a salud o enfermedad y aun a vida o muerte; y por consiguiente a ” todo lo demás” . c) ¿Cuáles son estas ” demás': cosas, de menor importancia, que no han entrado en los cuatro grupos anteriores? ” E1 grado de talento, las dotes naturales y sobrenaturales; las consolaciones y desolaciones; la condición y estado de vida; el lugar, empleo y ocupación; los compañeros y sus costumbres; el éxito y los fracasos. Todo esto y otras mil cosas, infinitas en número, caen den­ tro de aquel "todas las otras cosas sobre la haz de la tierra” ; y es preciso que a todas ellas se extienda nuestra indiferencia.” P. Roothaan. PUNTO TERCERO

Es conveniente tomar además la resolución general de sólo desear y elegir lo que más me ayude para mi último fin "S O L A M E N T E DESEANDO Y E LIG IEN D O LO Q U E MAS N O S C O N D U C E A L U L T I M O F I N Q U E S O M O S C R E A D O S sin

contentarnos con desear y elegir siempre lo que conduce, sino deseando y eligiendo únicamente lo que más conduce.

82

PRINCIPIO

Y F l ' NDAMKNTO

33

a) Debemos tomar de antemano esta resolución generalísima de sólo desear y elegir en cada caso lo que ” más” nos ayude a nuestro fin. Después de lo meditado sobre nuestro fin y sobre el fin de las criaturas, ésta es la única disposición de ánimo donde hay verdad y efi­ cacia ; es lo propio de hombres consecuentes consigo mismos, efica­ ces, rápidos, hombres de empresa, de días llenos, que avanzan en poco tiempo hasta donde el irresoluto no llega en años; así obramos cuando queremos de veras la salud de un enfermo u otro fin cualquiera: acudimos al medio más seguro, más eficaz, más rápido. b) Y como generalmente lo que más conduce es lo que más cuesta a nuestra naturaleza depravada, debemos orientar ya nuestra vida en general: a lo que más nos cueste; al ” vince te ipsum” ; a la "mayor abnegación y continua m ortificación” ; al ” tanto aprovecharás cuanta más fuerza te hicieres” . "Como lo ordinario es, que las cosas agradables son las que menos ayudan a nuestro fin, y las desagradables las que más, con qué claridad se echa de ver ya desde este Principio y Funda­ mento la necesidad de la abnegación, pues en ésta consiste únilc¡ . al menos principalmente aquel «Hacernos indiferentes».” P. P.-othaan. 33. Co l o q u i o : 1,) Pidiendo a Dios convencimiento íntim o de que necesito a todo trance hacerme indiferente, para poder guar­ dar la regla del tanto cuanto, y deseos ardentísimos de resol­ verme ai vencimiento que sea necesario para conseguir la indi­ ferencia. 2) Es el momento de pedir también el fruto inmediato que pretende San Ignacio de la consideración de todo el P rin cipio y Fundamento: que es resolverme con pleno conocimiento de causa a hacer con toda dilú/encia los Ejercicios de San Ignacio tales como ellos son, es a saber: EXhlUJCíOS

nad: s '

N'ol. i). 40. !).

' o prácticas o serie de prácticas determ i­

33

LA

INDIFERENCIA

83

" E S P ! R I T U A L E S ” especialmente de meditación, contem pla­ ción, exámenes y de la conveniente penitencia; " P A R A V E N C E I i A SJ M I S M O ' en lo que tenga desordenado con relación a su fin últim o; y rnás en lo que influya más en el desorden, que serán sus aficiones desordenadas o apegos perm a­ nentes desordenados, tendencias intrínsecas j>ermanentes al des­ orden libremente consentidas. Y una vez dominadas éstas, ” O R D E N A R S U V I D A ” toda en general y en cada cosa par­ ticular " S I N D E T E R M I N A R S E ” :r un extremo u otro ” P O R A F E C C I O N A L G U N A Q U E D E S O R D E N A D A S E A ” [2\] .

Quiero, pues, Dios mío, conseguir mi fin. Quiero, para conseguirlo, ordenarme conform e al "tanto cuanto” . Quiero, para así ordenarme, luchar valientemente contra mis aficiones y tendencias desordenadas. — Tales son los Ejercicios de San Ignacio y tales quiero yo hacerlos.

MEDITACION IV

34.

bis

Aplicación especial a la indiferencia en la Compañía O ración

preparatoria.

Es ”P E D I R G R A C I A A D I O S N U E S ­

TR O S E Ñ O R P A R A Q U E T O D A S M I S I N T E N C I O N E S , A C C I O ­ NES Y O P E R A C I O N E S " , las de toda mi vida e inm ediatam ente las de esta meditación, " S E A N P U R A M E N T E O R D E N A D A S E N S E R V I C I O Y A L A B A N Z A D E SU D I V I N A M A J E S T A D ” [46].

A modo de com posición de lugar puede ser la de la meditación anterior, com pletándola con nue­ vos elementos. Aquella era que Dios me invita desde el cielo a subir a E] alabándole, reverenciándole y sirviéndole; y yo me esforzaba por subir a El apoyándome en las criaturas que están a mis pies. Ahora añadimos que de mi corazón salen lazos que, am a­ rrándome a algunas de estas criaturas, me im piden subir a Dios; esios lazos son aficiones desordenadas a la honra, placer, oficio, etcétera... Co m p o s ic ió n

de

lugar.

P e t i c i ó n . Convencimiento íntimo de la n e c e s i d a d q u e teng o de hacerme indiferente a las cr ia tu ra s p a r a p o d e r g u a r d a r en su uso la regla del ” tanto c ua nt o” ; y fuerzas con q u e m e r e s u e l v a al vencim ;ento que es necesario para con seguirlo.

35.

PI NTO PRIMERO

Es menester hacerme indiferente al honor y al deshonor Porque mientras no me haga, sino que sea víctima del vano honor, estaré ...capacitado: a) para el ejercicio mismo de mi fin

35

LA

INDIFERENCIA

85

que es alabar, hacer reverencia y servir a Dios; b) y para el recto uso de los medios. a) Incapacitado para realizar mi fin de alabar a Dios. P o r­ que la alabanza a Dios que se me pide en la Compañía se la he de dar: haciendo con grandísima diligencia los actos de culto; viviendo una vida interior continua de intensa caridad; procediendo siempre por amor con pura intención de agradar a Dios; y viviendo habitualmente, por amor a Cristo, el tercer grado de humildad. Pero este movimiento continuo centrífugo del alma hacia Dios que exigen nuestras reglas, es incompatible con el m ovim iento centrípeto hacia sí mismo que predomina en el esclavo de las pequeñas honras. — Luego m ientras no domine esta tendencia a la honrilla, estoy incapacitado para alabar a Dios con la perfec­ ción propia de la Compañía. Incapacitado para reverenciar a Dios. Porque la reverencia que se nos pide en la Compañía implica una disposición perma­ nente de humildad: para adorar a Dios profundamente en los actos de culto; para verle presente en mí mismo y en todas partes con senti­ mientos de acatamiento; y para reverenciarle en mis Superiores. Tal disposición per­ manente de humildad es imposible en el que apenas da paso sin que vaya complaciéndose en pequeñas honras. Incapacitado para servir a Dios en las grandes obras de apos­ tolado hoy necesarias, que han de ser siempre a base de obedien­ cia, de pureza de intención y de humillación propia... todo lo cual es imposible para el aficionado a la propia honra. b) Incapacitado para el recto uso de los medios que nos pue­ den ayudar a nuestro fin. Porque los de eficacia inexhausta (medios A ) se han de explo­ tar por la oración humilde y perseverante, que el soberbio y va­ nidoso no sabe hacer; en la oración mental y en los exámenes (medios B ), tampoco tendrá gran entrada el esclavo de ia propia honra, porque Dios se niegn a los soberbios y se complace en los humildes;

PRINCIPIO Y FUNDAMENTO

35

pues abrazarse con las erial uvas que ayudan pero (pie humi­ llan (medios O , o separarse de las que estorban precisamente porque dan honra (medios D ), ¿cómo lo podrá hacer el que cede fácilmente al m o­ tivo del honor? Es, pues, la afición desordenada a la honra un lazo que nos ata de pies y manos para la perfección individual y para el gran apostolado. Es menester romper ese lazo a costa de los más gran­ des sacrificios en estos ejercicios. No hacerlo será renunciar a la santidad de perfección para la cual Dios me ha creado. PUNTO SEGUNDO

Es menester hacerme indiferente al placer y displacer Si estoy desordenadamente aficionado a la comodidad o placer sensible y tengo aversión grande al dolor: me será muy difícil la oración de súplica larga, reverente,

necesaria para explotar los tesoros inextinguibles de los m e­ dios A; difíciles la meditación y los exámenes generales (m edios B),

que exigen un buen esfuerzo de concentración y laboriosidad;
mi íiu precisamente porque son mortificantes (medios C). y el separarme de los que me estorban precisamente porque agradan a mi sensualidad o el amor propio (medios D). — Luego es menester para el recto uso de los medios hacernos indiferen­ tes al placer o displacer. b) Pues la alabanza y reverencia que he de dar a Dios en una vida interior intensa de amor y de continua reverencia son tam­ bién molestas a la sensualidad, que se deleita en la expansión de los sentidos; y más molestos son aún los grandes esfuerzos y trabajos que por servicio de Dios exigen las empresas de la Compañía. Mi santidad es, pues, totalmente imposible con aficiones des­ ordenadas al honor y al placer. Resolverme en estos ejercicios a una lucha implacable contra estas afecciones desordenadas, hasta

35

LA

INDIFLRKNCJA

87

entrar de lleno por la regla de la mayor abnegación y continua mortificación, es una necesidad apremiante en mi vida espiritual. PUNTO TERCERO

Es menester hacerme especialmente indiferente a todo lo que la obediencia probablemente me mandará y a todas las cosas que probablemente me sucederán Es decir, al lugar, destino, ocupación, éxito o fracaso, superio­ res, compañeros y súbditos, grados de talento, dones naturales y sobrenaturales, consolaciones y desolaciones. cí.c., etc.; donde cada uno debe fijarse preferentemente en aquellos entremos donde sintiere más falta de indiferencia o mayor afición desordenada. La indiferencia para oficios, cargos, lugares y especialmente para misiones, está entre las cosas substanciales de primer orden de nuestro Instituto, porque ella figura en la misma Bula fun­ dacional de la Compañía. Por esto es deber primordial de los Superiores no consentir que el espíritu de indiferencia sufra detrimento en la Compa­ ñía y procurar con la mayor eficacia mantenerlo siempre vivo en todos sus súbditos. En la Compañía no hay méritos, ni servicios, ni años de vida que puedan ser títulos para encallar en menos indiferencia para cuanto pueda ser indicación de los Superiores. Coloquio. Siendo esta meditación preparación inmediata para la entrada en los ejercicios propiamente dichos, y dirigiéndose éstos en primer término a la lucha por la indiferencia o contra las aficiones desordenadas; bien estará pedir ahora grandísima decisión para esta lucha contra sí mismo; de suerte que pueda ordenar toda mi vida en general y cada acción en particular sin determinarme por afición alguna que desordenada sea. Pater Noster.

PRINCIPIO Y FUNDAMENTO

36.

FRUTO MAS PROPIO DE ESTA M EDITACION. ¿HASTA DONDE LO HE CONSEGUIDO?

En el entendimiento: 1.” Convencimiento pleno de que, dado mi fin y el de las criaturas, la indiferencia hacia ellas es lógicamente ineludible, mientras no vea si conducen o no a mi, fin último. Convencimiento igualmente pleno de que, para poder vivir con­ forme al "tanto cuanto’, nos es prácticamente necesaria la disposi­ ción de indiferencia. 2.° Alguna estima, cuanta más mejor, de la vida en disposición habitual de indiferencia. En el sentimiento: algún entusiasmo, que irá creciendo a lo largo de los ejercicios, por la indiferencia; y por la lucha cor.Ira las tendencias desordenadas que son la raíz de donde proviene la falta de indiferencia. E n la v o l u n t a d : 1.° Resolución firme de trabajar cuanto pueda en estos ejercicios por conseguir la indiferencia; atacando las tendencias desordenadas que a ella se oponen. 2. Determinación de solamente desear y elegir en cada caso lo que más» conduzca al fin para que somos creados; 3' de inclinarnos preferentemente en general a lo que más nos cueste.

Examen. ¿Es así de pleno mi convencimiento sobre la necesidad de la indiferencia? Es así de firme mi resolución de trabajar por conseguirla? ^si de ardientes mis ansias de lucha contra las afecciones í,.esc?denad¿:c que me quitan la indiferencia? Si no fueren así, he de insistir en más consideración, más oradon y más penitencia hasta conseguirlas.

36

ESQUEMA DE LA MEDITACION IV

37.

Sobre la indiferencia Pres. de Dios y Orac. prep. — Comp. de Iug. — Petición. Pun to

1.°

Es m e n e s te r HABITUALMENTE

hacernos CONFORME

in d ife re n te s, AL

” TANTO

para

poder

v iv ir

CUANTO”

Hacerme indiferente a las cosas: — es no q uererlas ni odiarlas p o r si mismas, mientras no vea si me ayudan o estorban a mi fin últim o; — es mantenerme ante las criaturas ag ra d a b le s sin am arlas lib re m en ­ te y ante las desagradables sin odiarlas libremente, p orq u e me agraden o desagraden; — es d om in ar las tendencias desordenad as que tenemos al p la c e r y d isplacer de suerte que no admita en mí librem ente afecto ni desafecto a las criaturas p orque me agraden o desagraden.

Esta indiferencia habitual es prácticamente necesaria para poder vivir conforme al ”tanto cuanto”. — P o r la naturaleza de las cosas: p orq u e fo m entar o consentir li­ bremente en mí afición d esordenada a un objeto y q u e re r q u e dicha afición no me empuje después a tomarlo, es p o n e r la causa y no q uerer que se siga el efecto. L a voluntad que p or debilidad o m alicia consiente en si esa afi­ ción, ¿cómo p o d rá impedir después todo su influjo? — P o r la e x p e r i e n c i a universal y c o n s t a n t e : en en en en

los las las los

grandes pecadores; almas tibias; fervorosas; Santos.

— La i n d u c c i ó n es c o m p l e t a : donde h ay gran dominio de las afec­ ciones desordenadas, h ay gran o bservancia del "tanto cuanto” ; donde menos dominio, menos o bservancia del "tanto cuanto” ; donde ningún dominio, ninguna observancia o grandísim os a b u ­ sos de las criaturas.

1)0

PRINCIPIO

Y

37

F UNDAMENT O

— Son, pues, conclusión del Principio y Fu ndam ento y lema que presida mis ejercicios: «g u e rra a muerte contra mis aficiones d es­ ordenadas». — ¡C ó m o han luchado todos los Santos contra ellas! — L a indiferencia de Jesús y de la V irgen a todas las criaturas. — ¡O h Jesús, haced mi corazón semejante al vuestro!

P

unto

2.°

E sta

honor

o

in d if e r e n c ia

deshonor,

se

salud

ha

de

extender

enfermedad,

o

a r iq u e z a

v id a

o

o

pobreza

muerte

,

;

Y a s í e n todo lo d e m á s

La razón es evidente. — De suyo cada uno de estos extremos puede a y u d a r a m i s a lv a ­ ción y puede estorbarme, según las circunstancias. L u e g o m ie n ­ tras no viere en cada caso si me ayuda o si me estorba, no d ebo querer más una cosa que otra. — Ante la grandeza inconm ensurable de los bienes eternos y de los males eternos, debo hacerme indiferente a las n o n adas de los bienes y males de aquí; aun a salud o enferm ed ad , riquezas o pobreza, éxitos o fracasos, vida o muerte; — mucho más a otras co.->as de menos monta como es casa, a p o s e n ­ to, oficio... — ¡Oh Jt.sús, oh María, poned mi corazón en la in d ifere n cia del vuestro!

P in to

4"

S o la m e n te

deseando

y

e lig ie n d o

lo

que

conduzca

”m ás”

A MI ÚLTIMO F IN

He de ponerme en disposición habitual de sólo desear y elegir lo que conduzca ” más” a mi fin último, entre varias cosas que conduzcan. — Es la única disposición lógicamente admisible, dado mi fin y el ñn de las criaturas; — es la de todo hombre consecuente consigo misino, eficaz y rá p id o ; — es la que tomamos todos, siempre que querem os de ve ra s la salud u otro fin: vamos al medio más eficaz, más rápido y más seguro; — es la de todos los Santos sin excepción. Para asegurar esta disposición, he de inclinarme preferentem ente a lo que sea más costoso a la naturaleza desordenada. — Porque esto es pr< fin último:

saínente lo que más suele conducir a nuestro

37

LA

INDIFERENCIA

91

— el vencimiento propio es principio universal y fundamentalísimo de toda perfección cristiana: — por ahí han ido los Santos, Nuestro Señor Jesucristo... Coloquio con la Virgen, con Jesús y con el Eterno Padre pidiéndoles

— como conclusión de todo el Principio y Fundamento; — y como lema que ha de presidir todos mis ejercicios; — el vencimiento propio, la guerra a muerte contra toda añeión desordenada. P u le r N o sle r .

ESQUEMA DE LA MEDITACION IV

38.

bis

Aplicación a la Compañía Pres. de Dios y Orac. prep. — Comp. de lug. — Petición. Punto

1.°

Es m e n e s te r hacerm e i n d i f e r e n t e a l h o n o r y d e s h o n o r

Mientras fuere hombre que va tras la honrilla estaré incapacitado para alabar a Dios con la alabanza propia de la Compañía que es: — grandísima devoción y amor en los actos de culto; — amar a Dios en todas las cosas y a las cosas amarlas solamente en Dios; — vivir habitualmente el tercer grado de humildad por amor a Jesucristo; — conservarme contemplativo en la acción; — devoción ardentísima al Sagrado Corazón de Jesús. — ¿Cómo este movimiento centrífugo habitual del alma hacia Dios, puede coexistir con el movimiento contrípéto de buscar mi pro­ pia honra a cada paso? Incapacitado para la reverencia a Dios que exige la Compañía, que es: — Profundísima adoración a Dios en los actos de culto; — vida interior intensa de reverencia continua a Dios presente: en el Sagrario; en los superiores; en mí mismo; en todo lo que me rodea. — ¿Cómo esta disposición subjetiva de abajamiento continuo puede coexistir con la tendencia a la propia exaltación de quien busca su honrilla en todo? Incapacitado para servir a Dios en las empresas de la Compañía, que ha de ser: —buscando en todo la mayor gloria de Dios; — siempre dentro

la obediencia;

— con grandísima pureza de intención; — a expensas del mayor sacrificio propio.

39

93

LA INDIFERENCIA

Incapacitado para el ”tanto cuanto” en el uso de loe medios.

— Porque los de eficacia inagotable (grupo A), se han de explotar por la oración humilde, que el esclavo de la honra no sabe hacer; — para la oración mental y exámenes (grupo B), ha de dar entrada Dios; y al vanidoso y soberbio no la suele conceder; — pues abrazarse con medios desagradables por ser humillantes (grupo C) — y desechar los que son agradables precisamente por ser honrosos (grupo D), ¿cómo lo podrá hacer el esclavo de la honra? — Todos los Santos sin excepc'ón han huido de las honras y busca­ do con ansia la humillación; y el Santo de los Santos se distingue entre todos por los deseos de humillación. — El apetito de honra es cuestión de vida o mutile para la san­ tidad: quien no lo combatiere con denuedo, renuncia a la per­ fección. 39.

P

unto

2.°

Es

menester y

hacerme

in d if e r e n t e

al

placer

d is p la c e r

Mientras no tenga gran dominio sobre mis tendencias al placer y dis­ placer, corporal y espiritual:

— me será dificilísima la oración larga necesaria para explotar los medios de eficacia inagotable o grupo A; — difícil el esfuerzo necesario para la oración mental y exámenes diarios, medios B; — dificilísimo el abrazarme con los medios costosos del grupo C; — y el renunciar a cosas agradables pero que estorban o grupo D. — Difícil el mismo alabar y reverenciar a Dios en vida interior in­ tensa opuesta a la expansión de sentidos; — y el servir a Dios en las empresas de la Compañía que exigen, de mil maneras, grandes dosis de sacrificio propio.

94

39

PRINCIPIO Y FUNDAMENTO

P

unto

3.°

Es

m enester

hacerme

in d if e r e n t e

a

todo

lo

demás

QUE PUEDE SER OBJETO DE LA OBEDIENCIA

Al destino, lugar. Superiores, empresas, compañeros:

— orientándome en general hacia lo más costoso en todo; — como la única manera de quedar en el justo medio. — Jesús, jesuíta, ¡cuál seria su indiferencia en todo! ¡cuál su pre­ ferencia por lo más ingrato! — La Virgen en mi lugar... Los Santos de la Compañía. Coloquio resolviéndome a entrar en los Ejercicios para vencerme a mi mismo luchando contra mis afecciones desordenadas.

I

LA INDIPKRKXCJA

39

FRUTOS P R IN C IP A L E S DE LA CONSIDERACION DEL PR INC IPIO Y F U N D A M E N T O Son:

tres convicciones profundas en el entendimiento: tres grandes deseos en el corazón; una resolución firmísima en la voluntad.

a) Convicción profunda de que mi fin último es ineludiblemente "alabar, hacer reverencia y servir a Dios y mediante esto salvar mi ánima” . Convicción profunda de que las criaturas me son dadas sola­ mente como medios para mi fin último; y pt/i’ tanto que mi norma de conducta con ellas ha tic ser el "tanto quanto” me ayuden o estorben para dicho fin.

Convicción profunda de que para poder guardar esta norma y realizar aquel fin me es prácticamente necesario hacerme indiferente; y que en hacerme indiferente está la gran dificultad para la santidad y lo decisivo para conseguirla. b) Amo r del fin,

grande de mi último

fin;

y

nacidos

de este

amor

deseo vivo de los medios para conseguirlo, que son el ” tanto cuan­ to” en el uso de las criaturas; y deseo igualmente vivo de la indiferencia como disposición prác­ ticamente necesaria para el ” tanto cuanto”. c) Resolución firme de poner todo empeño en hacer ahora bien los ejercicios de San Ignacio entendiendo que ellos son «para vencer el hombre a sí mismo» haciéndose indiferente; y para ordenar su vida por la práctica del ” tanto cuanto” a la consecución de su fin último. Esta resolución firme de hacer bien los ejercicios es la prepara­ ción subjetiva inmediata para el paso a ellos.

40.

Breves cotas sobre el Principio y Fundamento en orden a la técnica de dar los ejercicios y a la solución de cuestiones controvertidas

t

1.a Las palabras ”alabai\ hacer reverencia y servir a Dios” parece que se deben tomar en su sentido más obvio. Porque ésta es la regla cuando se trata de un libro cuyo autor corrigió muchas veces las pa­ labras buscando siempre la expresión más exacta de sus ideas. No es probable que precisamente al determinar el fin del hombre, el punto más central de todos los ejercicios de San Ignacio, se haya expresado el Santo con menos exactitud. Sobre todo que, tomadas estas palabras en su sentido obvio, apenas se incluyen unas a otras, y dan una división bastante adecuada del fin del hombre. La palabra ”amor“ que algunos echan de menos en la enumeración del Santo, va incluida en el ”alabar, reverenciar y servir a Dios” , que se ha de hacer principalmente por amor. 2.a "Alabar” y "reverenciar” tomadas en contraposición a "servir” se refieren principalmente a la vida interior; ” servir” , más a la ex­ terior. Será, j/üu, desacertado en ejercicios a personas de perfección, pasar rápidamente por el "alabar y reverenciar" a Dios, para detenerse casi únicamente en el "servir” ; puesto que en tales personas la vida inte­ rior de alabanza, amor y reverencia a Dios ha de ser el alma de la exterior. 3.a En este primer punto, lo primero ha de ser asentar el derecho irrenunciable de Dios a nuestra alabanza, reverencia y servicio; y la obligación de justicia que tenemos nosotros de alabarle, reverenciarle y servirle. Solamente después de asentado este derecho de Dios y esta obligación nuestra, puede venir el considerar otros motivos de gra­ titud y nobleza, etc., para alabar, reverenciar y servir a Dios. La conciencia de los derechos de Dios y de nuestra obligación de justicia es singularmente necesario reinsculpirla en los ejercitan­ tes de hoy. contra la tendencia malsana de cierta espiritualidad mo­ derna que toda se vuelve pregonar la caridad silenciando cuanto suena a derechos de Dios cr obligaciones en nosotros. 4.a Obligatoriedad del fin del hombre y del ”tanto cuanto” . El ” alabar, hacer reverencia y servir a Dios": en cierto grado mínimo,

40

97

NOTAS

es o bligatorio bajo pecado g ra v e ; en otro grad o más perfecto, o b ligatorio bajo pecado leve; y en o lro g r a d o aún más perfecto, sólo obligación de consejo.

es es

Dígase lo mismo sobre la obligatoriedad del ” tanto cuanto” . Pero San Ignacio, dirigiéndose siempre a su ejercitante ideal, hom­ bre deseoso de aprovechar en todo y capaz de salir varón apostólico, le propone, en todo lo más perfecto. Por tanto, el sentido más propio de semejantes pasajes en el libro de los Ejercicios, es siempre el de lo más perfecto. 5.a La indiferencia y las afecciones desordenadas. La indiferencia del Principio y Fundamento se nos propone como la disposición sub­ jetiva prácticamente necesaria para poder elegir y usar las criaturas habitualmente bien. Tal indiferencia no puede consistir propiamente eo mantenernos ante las criaturas sin elegirlas ni rechazarlas por m otivo* no recios, aunque ellas nos atraigan (porque esto equivaldría a decir que la disposición subjetiva para elegir bien, consiste en mantenernos sin elegir mal); sino que consistirá en mantenernos ante las criaturas sin consen­ tir en nuestra voluntad afectos o desafectos desordenados hacia ellas; los cuales después nos dificultarán el elegirlas bien. 6.a En el Principio y Fundamento se distinguen principios gene­ rales y aplicación de estos principios.

Las dos cosas se han de dar a todo ejercitante. Pero sería gran error hacer las mismas aplicaciones prácticas al joven seglar que viene por primera vez a ejercicios para elegir estado, y al religioso que los hace por vigésima vez para avanzar más y más en la perfección. Este ya sabe que para sí, "el alabar, hacer reverencia y servir a Dios” ha de consistir en la guarda de sus reglas; luego al hablarle de su último fin, la aplicación ha de ser ya a las reglas de su Ins­ tituto. Quizás viene a ejercicios con el fin concreto de perfeccionarse en tal regla determinada, v. gr., de adelantar en el tercer grado de humildad. Luego seria un desacierto el aguardar al fin de la segunda semana de ejercicios para hacerle aplicaciones al tercer grado de humildad. Desde el principio se ha de tener ya en cuenta, al hacer aplicacio­ nes, el estado del ejercitante y el fin que se propone conseguir en estos días de retiro. 7.a El Principio y Fundamento se puede considerar dividido en tres partes: 1.a fin del hombre, que es alabar, reverenciar y servir a Dios, y

mediante esto salvarse; 4

98

PRINCIPIO

Y

F l ’NDAMKNTO

40

medios para conseguir oslo fin, que son ol "tanlo cuanto” en ol uso cío las oriaturas; ;{.a disposición subjetiva prácticamente necesaria para poner es­ tos medios y para realizar este lili; que es la indiferencia, con el propósito general de solamente desear y elegir lo que sea más conducente a nuestro último fin. Es la división del Directorio oficial.

'2,r'

Más científica, pero quizás menos práctica, es la división del Prin­

cipio y Fundamento en dos partes: 1.a Bases de mis relaciones: a) con el Criador; b ) con las criaturas. 2.1 Consecuencias: a) ley del uso en los medios; b ) ley de mi disposición hacia los medios. 8.' Al exponer el Principio y Fundamento nos hemos detenido bas­ tante en la ” pondeiación*’ del último fin del hombre, sin contentarnos con enunciarlo y con probar su obligatoriedad. La razón ha sido porque del amor del fin lía de venir la determi­ nación de poner los medios y de adquirir la disposición subjetiva necesaria para poner los medios y para realizar el fin. Si, pues, el iin del hombre es precisamente el fundamento del Principio y Fun­ damento de los ejercicios, luego al exponer el Principio y Funda­ mento no podemos contentarnos con la mera enunciación del fin del hombre, sino que debernos ponderarlo detenidamente para que la voluntad entre en grandes deseos de trabajar por conseguirlo. Concebir el Principio y Fundamento como ” mera orientación” del ejercitante, de suerte que baste enunciarlo y no sea menester conside­ rarlo y ponderarlo detenidamente, parece distar mucho de satisfacer a la idea de ‘'principio y fundamento” de toda la espléndida construc(.¡->1 ignacianu. !♦.” El Principio y Fundamento no se ha de omitir nunca en los ejercicios de San Ignacio, ni aun en los más leves, porque de él les viene siempre una gran fuerza de conexión y síntesis. Pero con ejercitantes muy poco dispuestos habrá que limitarlo: al origen del hombre y su dependencia de Dios, al servicio de Dios por el cumplimiento de los mandamientos, a la salvación del alma, a los grandes abusos fie las criaturas por el pecado mortal y a la necesidad de reprim ir las pasiones que nos lleven a trasgresiones graves. 10.:i Cómo se ha de proponer el Principio y Fundamento; ¿en for­ ma de meditación o por vía de conferencia y estudio?; ¿como verdad de razón o como verdad de fe? Si los ejercitantes fueren personas habituadas a la oración mental, mayor frulo sacarán de meditarlo en la presencia de Dios, orando a la vez. adorando, amando con adiciones y coloquios, excitando afec­ tos y moviéndose a resoluciones... que de sólo oírlo y estudiarlo,

40

NOTAS

99

En cambio resultará violento en ejercitantes sin ningún hábito de oración mental, el obligarles a cuatro horas de meditación a solas el primer día de retiro. San Ignacio en su Libro se limita a enunciar el Principio y Funda­ mento y nada dice sobre la forma cómo se ha de exponer al ejerci­ tante. En su tiempo se daba en plan de meditación y también por vía de conferencia y estudio. Aunque se puede acomodar a la mera razón. San Ignacio escribió el Principio y Fundamento, como todos los ejercicios, para hombres de fe y en el plano de la fe. La salvación del alma en especial es toda del plano de la fe. Definición de los Ejercicios 11.a ”EJERCICIOS ESPIRITUALES” de meditar, contemplar, exa­ minarse, orar... ”PARA VENCERSE”, o dominarse el hombre ”A SI MISMO” en la voluntad, en la sensibilidad y en todo su ser inferior..., sometiendo la voluntad a Dios, y la sensibilidad a la voluntad. ” Y ”, una vez dominada suficientemente la voluntad y sensualidad, ”ORDENAR SU VIDA” para adelante en la disposición general de ella v en cada cosa particular, "SIN DETERMINARSE POR AFECCION ALG U N A ” o afecto a per­ sonas o cosas ”QÜE DESORDENADA SEA" o porque es de cosa mala o porque, siendo de cosa indiferente y aun buena no se la ama según Dios. 12.a ¿Cómo se somete la voluntad a Dios? ¿Cómo la sensibilidad a la voluntad? La voluntad tiene resoluciones, líeseos y afecciones (afec­ tos o amores). Los afectos la empujan a deseos, y los deseos a reso­ luciones; de suerte que ordenados los afectos a Dios, es fácil ordenar los deseos; y ordenados los deseos, es fácil ordenar las resoluciones. Luego lo más decisivo para la sumisión de la voluntad a Dios, está en ordenar nuestros amores a Dios que es arrancar de nuestro cora­ zón toda afección desordenada, hasta no amar cosa ninguna sino pu­ ramente por Dios. Pues la sensibilidad (imaginación, sentidos externos y apetito sen­ sitivo) se somete a la voluntad: por austeridades corporales; contrariando los apetitos desordenados y cohibiéndolos; por la guarda de los sentidos y del corazón; por la prepotencia de la vida superior y de las consolaciones di­ vinas, quitando de la voluntad aficiones desordenadas a los objetos

100

PRINCIPIO Y FUNDAMENTO

40

de la sensualidad y convirtiéndolas en aborrecimiento de esos mis­ mos objetos. En todo esto se hace mucho durante el mes de ejercicios; pero queda tarea para toda la vida hasta llegar a un dominio muy grande de la sensualidad. 13.a Qué entiende San Ignacio por "afecciones desordenadas”.

" AFECCIONES ” son en el lenguaje de San Ignacio "afectos” con­ sentidos (de alguna manera permanentes) prosecutivos o aversativos, es decir, amores o aversiones. "Afecciones DESORDENADAS” se entienden con relación al fin último: o porque son amores de cosas malas, o porque siendo de cosas buenas o indiferentes, pero que no se los tiene puramente por Dios. "Luchar contra las afecciones desordenadas” es quitar del cora­ zón los amores (y aversiones) libremente consentidos desordenados. San Ignacio supone que en su mes de ejercicios, a fuerza de trabajo nuestro y de gracia del cielo, logra el ejercitante quitar de sí toda afición desordenada libremente consentida para, después de quitada, ordenar su vida sin determinarse por ninguna de 'ellas.

11

PRIMERA

SEMANA

Conocimiento interno del pecado, del desor­ den y del mundo. Aborrecimiento del pecado, del desorden y del mundo. Determinación de no más pecado, no más desorden, no más cosas mundanas.

MEDITACION V

d is ipir v c io n

de

la

m a ter ia

para

LA MEDITACION DIARIA

D ía

1.°

D ía 2.° D ía 3.° D ía 4.°

Resumen.

D ía 5.°

Fruto

pri

S .° 45.

1; En la ” repeiición” ignaciana se v ue l v an a considerar principal mente las cosas que más nos mov i er o n en las medita­ ciones anteriores; y en el " r e s u m e n ” , las cosas que más nos movieron en la "repetición” anterior.

41.

MEDITACION V

Sobre el pecado de los A ngeles, de Adán y de un particular ”P R I ME R EJERCICIO” o prim era m editación de la P rim era

Semana, ”ES ME D I T AC I O N CON L A S T RE S P O T E N C I A S S O B R E EL 1.°, 2 ° y 3.er P E C A D O ” [49] que se h an cometido; que son

prim ero el de los Angeles, después el de Adán y después los de otros hombres particulares. 1 para disponerm e a las inm ediatas para e n tra r en la meditación; ”ES P EDI R GRACIA A DIOS N U E S T R O S E Ñ O R ” con gran hum ildad, confianza e insistencia; porque me es absolutam ente necesaria, si quiero m editar bien; ”P A R A QUE T OD A S MIS I N T E N C I O N E S fines o intentos con que proceda en toda m i vida; y todas ”MIS ACCIONES” internas y externas de toda m i vida; y todas las ”OPE R AC I ON ES ” u obras, conjunto de acciones dirigidas al mismo fin, también las de toda m i vida; ”S E A N P U R A M E N T E ”, única y totalm ente ” O R D E N A D A S EN SERVI CI O” de Dios, o p ara los intereses de Dios y según su voluntad; ”Y EN ALABANZA", gloria, honor, honra, adoración, culto ' I ) E SU DIVINA M A J E S T A D ” ; porque El lo es todo y vo soy nada; El es mi prim er principio y yo he de ser siempre y en lodo para El, como para mi últim o fin. Este acto formal explícito de purificar la intención es volver a centrarm e en la disposición de espíritu con que acabé la consiO ración

preparatoria

104

PM M KRA

SKMANA

41

deración del Principio y Fundam ento, de sólo desear y elegir lo que más conduzca a mi último iin. C o m p o sic ió n

dk

i. i o a k

"SERÁ VER CON LA VISTA I M A ­

GINATIVA Y CONSIDERAR" con algún detenim iento. "MI ÁNIMA SER ENC A R CE R A DA EN E S T E C U E R P O CO­ R R U P T I BL E Y TODO EL COMPOS1TO EN E S T E V A L L E COMO D E S T E R R A D O E N T R E B R U T O S A N I M A L E S ” [47]. Es decir: 1 Representarme a m i m i s m o , que soy c o m o el l ugar d o n d e se realizo la escena del pecado mío, que es lo que p r i n c i p a l m e n t e voy a medi t ar;

2. haciendo a la vez algunas consideraciones sobre mi vi­ leza y mi degradación, en orden a confundirm e a m í m ism o; porque la confusión ha de ser el fruto m ás inm ediato de este primer ejercicio. MI "CUERPO" es: q u í mi c ame nt e , carbono como el del hogar,

nitrógeno como el del abono de las plantas, calcio como el de la carretera; fisiológicamente, carne, sangre, huesos como los b ru to s; en su origen, cosa vilísima; en su vida, una fuente continua de podre; en su fin, gusanera y polvo de sepulcro. Y el ser así tan ” C OR R UP T I B L E ' ’, lo tengo en p a rte por el pecado original, en cuanto por el pecado perdí el estado p re te r­ natural de la incorruptibilidad a que Dios me había elevado. Mi 'ANIMA" es substancia espiritual, pero incom pleta; que necesitaba connaturalm ente de la m ateria, p ara em pezar a exis­ tir y a obrar. Se halla en el cuerpo como ” ENCARCERADA” , pues está c omo los e n c a r c e l a d o s : sin más luz inicial que la que le entra por las ren d ijas de los sentidos; sin libertad de movimientos, porque aun p a ra sus operacio­ nes específicas depende en alguna m anera de la m ateria; sujeta a tormento como los presos, a la tiran ía de las pasio­ nes y a los dolores y miserias del cuerpo; y todo esto en castigo de mis pecados, al menos parcialmente. ’T TODO EL COMPOSITO, DE ANIMA Y C UE R PO COMO D E S T E R R A D O ” del paraíso terrenal donde no había dolor, tr a ­ bajo, enfermedad, ni muerte; f’A ESTE V A L L E ” de miserias,

PliCADO l>K LOS

12

Á N G K L H S, ADÁN.

105

" E N T R E B R U T O S A N I M A L E S ” sintiendo las m ism as pasio ­ nes que ellos y m ás desordenadas que las de ellos. «Comparalus ju m en tis insipientibus et simiiis factus est illis* ;1.

Resumiendo: s o y p o r m i n a t u r a l i z a un tanto de polvo, un tanto de bestia, un tanto de Angel, pero rebajado; p o r el pec a d o original, un condenado a trabajos forzados, a miserias, a ham bre, a enfermedades, a m u erte; desterrado del paraíso, a vivir entre animales, degradado de mi dignidad; y p o r mi s pecados pe r s o n a l e s , si los hubiere cometido g ra­ ves, un demonio; quizás peor que m uchos reprobos, según lo que voy a m editar. P etició n . ” D E M A N D A R A DIOS N U E S T R O S E Ñ O R L O QUE QUIERO Y D E S E O ” con toda mi alm a: ” VERGÜENZA Y CONFUSION DE Mi MISMO VIENDO CUANTOS H A N SIDO D A Ñ A D O S P O R UN S O L O P E C A D O MO R T A L , Y C UA N T A S VECES YO MERECIA S E R C O N D E N A ­ DO P A R A S I E MP R E P O R MIS T A N T O S P E C A D O S '. Va diri­ gida esta meditación inm ediatam ente a a v e r g o n z a r me y c o n f u n ­ di r me de m í mi s mo, como camino para la contrición; porque la

humillación ha de ser el principio de la conversión, como berbia fué el principio para el pecado. ” VER GÜE NZA ” de m í m i s m o al caer en la cuenta de la m idad de mis pecados y al verme por ellos tan envilecido merecedor del infierno como los demonios. ” CONFUSION” ante los d e m á s , ante Dios,-los Angeles hombres al hacérseles patente mi ignominia. 42.

la so­ enor­ y tan y los

PUNTO PRIMERO

Pecado de los Angeles I T ra baj o

con

la

m em o ria

” T R A E R LA MEMORIA S O B R E EL P E C A D O ... DE L OS A N ­ GELES. . . QUERI ENDO TOD O ES TO ME MO R AR P O R MAS ME A VE R G O N Z A R Y C ONFUNDI R" [40]. '

l ’s.

l.X, 21.

10(j

PRIMERA

SEMANA

42

Antes del pecado. Dios creó a los Angeles como a mí, pero m ucho m ás perfectos que yo en cuanto a la n atu raleza; les dió su gracia, como a mi; les fijó el m ism o fin que a m í: alabarle, hacerle reverencia y servirle; y m ediante esto m erecer el cielo. Quedaron, pues, obligados esenci al ment e a obedecerle, lo m is­ mo que yo. Pecaron. Un grandísim o núm ero de ellos, com placiéndose desordenadamente en sí mismos, no ajustándose a su condición de criaturas, ” VINIERON EN S O B E R B I A ” ; y estando así llenos de sí m is­ mos, se les presentó un m andato de Dios, costoso a su am o r p ro ­ pio, y... ¡des obedeci er on! ; es decir, "pecaron” . Es el mismo proceso por donde llego yo al pecado: com pla­ cencia en mí mismo; de ahí sobrestim a y soberbia; de ahí des­ obediencia o pecado. Castigo. Ante esla desobediencia de sus criatu ras. ¡Dios se ir r i t ó ! — e inm ediatam ente — arrojó — a toda aquella m u ltitu d incontable de Angeles — al in fiern o — ¡para siem pre! «Videbam Satanam sicut fulgur de coelo cadentem» \ con­ templaba yo a Satanás cayendo del cielo como u n rayo. «Et ecce draco m agnus... et cauda ejus tra h e b a t tertiam partem stellarum coeli» % vi un gran dragón... con su cola a r r a s ­ tró la tercera parte de los astros del cielo. ¡Oh qué abism o de mald'".! apreciaría Dios en su pecado! ;Pu;>> el mismo abismo habrá visto en los míos, si los hubie­ se cometido graves! Bien merece, pues, que, pondere con el en­ cendimiento más en particular las circunstancias de ta n espan­ toso castigo. II T ra baj o

con

el

entendimiento

" T RA E R LUEGO EL ENTENDIMI ENTO S O B R E E L MISMO PECADO; DISCURRIENDO MAS EN P A R T I C U L A R ” sobre sus

circunstancias. 1

Luc. j O. 18. Afxjc. 12 M-4

42

107

PECADO DE LOS ÁNGELES, ADÁN.

”Q UE R I E ND O T OD O E S T O E N T E N D E R A V E R G O N Z A R Y C O N F U N D I R ” [41].

POR

MAS

ME

a) Antes del pecado. Considerar esa m ultitud innumerable de ángeles antes de haber pecado. I.1’ Su her mos ur a. La de un ángel es tan grande que, pues­ to sil rostro ju n io al sol (le verano en el cénit lo eclipsaría. ¿Pues cuál será la de una corona de 20, 100 ángeles, esplen­ dentes como soles?; ¿cuál la de 1.000, 100.000, millones de á n ­ geles, tachonando hasta cubrirla del todo, como un pavimento de diam antes, la bóveda del cielo? La hum anidad a su lado es un basurero. Pues si un solo pecado bastó para tra n sfo rm a r en h o rru ra tanta herm osura, ¿cuál será la m onstruosidad que han causado en mi alma, si los hubiere cometido, mis muchos pecados? — V si tan repugnantes aparecieron a los ojos divinos aquellos prodi­ gios de herm osura, por una mancha sola de pecado, ¿con qué corrupción habrá aparecido mi alma a los ojos de Dios, si hubie­ re habido en ella más de un pecado? .C onfundirm e y avergon­ zarme ! 2.° Su potencia física. La de un ángel es suficiente para detener la ingente masa del sol en su vertiginosa carrera. ¿Pues quién podrá concebir la de aquel ejército innum erable de gigantes, cada uno de los cuales tiene brazo para desquiciar el orbe? A su lado la fuerza del hombre con todas sus m áquinas de guerra e industria, es como frágil caña que dobla la brisa. Pues si a Dios no le dolieron prendas al destrozar sus obras maestras, prodigios de energía, por haber descubierto en ellas un pecado, ¡qué deseos no habrá sentido de destruirm e a mí viéndome con muchos pecados! ¡Confundirme, avergonzarme: en trar en temor de la justicia divina! 3.° Su sabiduría. La mente angélica abarca de una m irada con luz m eridiana campos am plísim os de verdades: cu an tas gotas hay en los mares, cuantos átom os hay en el aire, cuantos astros hay en el cielo, cuantas ondas agitan la atm ósfera, c u a n ­ tos rayos cruzan el éter, las ideas de todos los libros, los conoci­ mientos de lodos los sabios. Pues, ¿cuál sería el caudal de sabiduría de la m u ltitu d in n u ­ merable de ángeles que fueron condenados?

108

PRIMERA SEMANA

42

A su lado la de todos los sabios de todas las escuelas, es como luz de luciérnaga al lado del sol. Pues si para Dios no fué problem a el a rro ja r al abism o de las tinieblas aquel tesoro incalculable de sabiduría que El m ism o había creado, ¿qué habrá podido detenerle, sino u n a predilec­ ción amorosísima sobre mí, en la ju sta venganza de m is pecados? 4/ Estaban en gracia. E ran hijos de Dios, p articip an tes de la naturaleza divina, herederos del cielo, destinados a con­ templar a Dios cara a cara, a convivir con El p articip an d o de su felicidad infinita. Por el pecado perdieron la gracia, se hicieron hijos de ira, se les cerró la puerta del cielo... ¡por u n solo pecado! «Quomodo cecidisti de coelo, Lucifer. Qui dicebas in corde tuo: in coelum ascendam ... similis ero Altissimo» 6, ¿cómo caíste del cielo, lucero brillante...? Tú que decías en tu corazón: subiré a los cielos... y seré igual al Altísimo. Yo, si hubiere pecado gravemente, perdí la gracia como ellos — el derecho al cielo — la am istad de Dios. ¡ Se me h a devuelto generosamente m uchas veces, m ientras a ellos se les con­ denó al prim er pecado! Confundirme, avergonzarme; tem er tam bién por mis peca­ dos; pues me consta, si los he cometido graves, que hubo un momento en el cual irrité a Dios como le irrita ro n los Angeles; y no me consta con la misma certeza que esté ya perdonado.

B' Considerar esa multitud innumerable de Angeles en el acto del pecado. 1." Su pecado fué mortal : infracción plena de un precepto grave de Dios, y por tanto aversión de Dios y conversión total a las criaturas; por consiguiente, merecieron ju sta m e n te la p é r­ dida eterna de Dios y ti fuego eterno. Mis pecados graves, si los hubiere cometido, por ser tales o infracción plena de un precepto grave de Dios; son, como el de los Angeles, aversión total de Dios y conversión total a las c ria ­ turas; y, por tanto, merecedores, como el de los Angeles, de la pér­ dida eterna de Dios, y de los fuegos eternos. ¡Confundirm e y avergonzarm e!

2. 6

L o s Angeles al tí. .obedecer a Dios ls. 14. 12-14.

su Criador — su

42

PECADO DE LOS Á NG ELES, ADÁN.

109

Señor • su Pudre el tres veces santo -ju sto y bondadoso — la infinita Alteza - - infinita M ajestad - infinita am abilidad, se port aron con El i n j u s t a m e n t e , i n g r a t a m e n t e , canall escamente. Di os ha sido para mí tan Padre, ta n creador, tan bueno como para ellos; y por tanto me he p o rtad o con El tan injustam ente, tan ingratam ente, tan canallescam ente como ellos ¡Avergonzar­ me y confundirm e de mis pecados; tem er tam bién por mi suerte e te r n a ! 3.°

Si su proceder fué un exceso m o n s t r u o s o de soberbia e i n m o r a l i d a d que los hizo dignos del infierno; tan m onstruoso ha sido el mío; y bajo algún aspecto m ás aú n que el suyo, porque ellos sólo ofendieron a un Dios Creador y sólo lina vez; m ientras yo he ofendido a un Dios Redentor y quizás m uchas veces. ¡Con todo ha habido perdón p ara mí, no habiéndolo habido para ellos! Confundirme, avergonzarme. 4.° Se levantaron contra un Dios O m nipotente que los podía aniquilar con una palabra; a cuya ira nadie puede resistir. «Cuju s irae nemo resistere p o t e s t ! » 7. Su conducta fué, pues, el colmo de insensatez y locura, que los hace despreciabilísim os; al caer ellos en la cuenta de su demencia, quedan fuera de sí de pesar, de confusión y desesperación. Mi conducta al pecar ha sido como la suya: soy un m ons­ truo de insensatez, de estupidez... digno del desprecio m ás abso­ luto de todos los seres racionales. ¡ Señor, dadm e confusión y vergüenza de mis pecados!

C) castigo.

Considerar esa multitud innumerable de ángeles, en el

' F U E R O N C ONV ER T I DOS DE GRACIA EN MALICIA "... ” De gracia" o privanza con Dios, como de buenos hijos con su

padre pasaron a ser odiados por el m ism o Dios, su padre, con odio irreconciliable, que ellos provocaron con la malicia de su pecado... ¡El mismo odio he merecido yo con mis pecados! Del estado de "gracia" santificante en el que eran p artici­

pantes de la naturaleza divina, pasaron a quedar despojados de N; tl ni in 1. 0.

lio

PRIMERA SEMANA

42

toda sem ejanza sobrenatural con Dios y positivam ente discon­ formes con la herm osura divina, por la m onstruosidad de su pecado. ¡El mismo despojo y la misma m onstruosidad se han reali­ zado en mí por mis pecados! Del estado de caridad, consecuente a la "gr aci a” en el que

am aban ardentisim am ente a Dios y en Dios a todo lo bueno; pasaron al estado de obstinación en la m aldad, en el que a m a n todo lo malo y odian todo lo bueno. De vida intensa de ”graci a", en la que no se movían, ni o b ra­

ban, ni pensaban sino a impulsos de gracias actuales; p asa ro n a una vida de pecatlo en la que nada hacen ni piensan sino por pura malicia. Finalmente, de suerte de ami gos de Dios, en la an tesala del cielo, pasaron a la desdicha de reprobos en los fuegos del in ­ fierno. ;La misma reprobación eterna he merecido yo por mis pe­ cados : Avergonzarme al ver cuantos h an sido condenados por un solo pecado y cuántas veces yo merecí serlo por m is tantos pe­ cados. — Concededme, Señor, confusión y vergüenza de m is peca­ dos; también santo temor de vuestras justicias. Y fueron L A N Z A D O S DEL CIELO AL I N F I E R N O ” . :.i)

lanzados" o arrojados del cielo con violencia por el

soplo de ¡a ira de Dios, por aquel "apartaos de Mí, m ald ito s” , que como viento irresistible les barrió de alrededor del trono de su majestad. «Deus angelis peccantibus non pepercit, sed rudentibus inferni detractos in la r’arum tradidit cruciandos» *. b) ”Lanzados del cielo ai infierno” ; - d e lo m ás alto, al abismo más hondo; de la patria, al destierro; de la luz, a las tinieblas; - - d e l paraíso, al infierno. *Vi<1i Satanam sicul fulgur de coelo cadenlem» ”, contem pla­ ba yo a Satanás cayendo del cielo como un rayo. Cayeron como rayos, al abismo que abrió sus fauces para tra* 2 I \ . 2, 4. 10 . 1 8 .

i ’KCAÜO DE LOS ÁN G ELES, ADÁN.

42

111

gárselos; las cerró sobre ellos y por toda la eternidad no los sol­ tará jam ás. ¿Y por qué no pasó esto m ism o conmigo el día en que pequé? ¡Ciertam ente que lo merecí lo m ism o que los demonios! «Ulula abies quia cecidit cedrus, magnifici vasta ti sunt» lam éntate, ¡oh ciprés!, que ha caído el cedro. Los árboles m ás m ajestuosos han sido destruidos. Llenadm e, Señor, de confusión y vergüenza de mis pecados. c) Pena de daño. Aquel ' A partaos de Mí, m alditos”, que como un trueno espantoso los derribó en los infiernos, sigue retiñendo sin cesar en sus oídos, renovando ininterrum pidam ente su ho rren d a desgracia, que está principalm ente en verse arran cad o s de quien es su p rim er principio y su último fin. Pues yo al pecar gravemente, me he hecho merecedor como ellos de la pérdida de Dios como mi últim o fin. ¡Avergonzarme y confundirm e de mi temeridad sin nom bre en ofender al O m ni­ potente con mis pecados! Temer su ju sta ira. d) Pena de .sentido. 1." A r de n en fuegos verdaderos y espantosos, preparados por Dios expresam ente p a ra a to rm e n ta r­ les; — porque los de aquí, los del sol a millones de grados, eran poco para lo que ellos merecían. Los atiza el soplo huracanado de la ira de Dios y su com bus­ tible es el pecado. ¡Ch si en mí hubiere muchos pecados! ¡C u á n ta 'le ñ a seca! ¿Pues cómo no prendió en mi el fuego que abrasó a los Angeles? ¡Temblar, confundirm e y avergonzarme! 2.° Su feal dad ij horrura. Los que tenían cara de ángeles, felicidad de ángeles, se han transform ado en cara de demonios, ojos de demonios, rabia y desesperación de d em o n io s.— Todo porque en aquellas naturalezas privilegiadas cayó una gota de pecado. Pues si mi alma hubiere estado algún tiempo habituada al pecado, ¿cuál habrá sido sil podredum bre moral? ¿Cuál la r e ­ pugnancia que inspiraba a Dios? ¡Confundirme de mi fealdad y avergonzarme ante los ojos purisim os de la Santidad Divina! v) Su desgracia es eterna. P a sarán m illo n e s de sig lo s; morirá de viejo d e sp u é s de m u c h ísim o s años n u estro sol, y ■"

Z ; u \ 11. 2.

112

PR1MKUA SKMANA

42

se sucederán millares de generaciones de soles, de longevidad in ­ calculable cada uno de ellos; repítanse estos millares de generaciones tantas veces cu a n ta s son los átomos del aire y las gotas de los m ares; incontables serán los siglos que d u ra rá n sus vidas, pero al fin v en d rá un día en el que habrá pasado toda esa serie in term inable de soles; pues en ese momento los demonios seguirán ard ien d o a ú n en su horrenda desgracia, tan desesperante como el p rim e r día. Tal es el porvenir que yo me he labrado si h ubiere pecado graAemente. .Confundirm e y avergonzarm e de mi espantosa lo­ cura y de mi increíble malicia! f) Dios les condenó
12

PISCADO DIS LOS

ÁNGISLJSS, ADÁN.

113

C onfundirm e y avergonzarm e y tem blar también por mi suerte, si no hiciere penitencia. III Trab a jo

con

la

o olun lad

” T R A E R ... S O B R E E L MISMO P E C A D O . . . L L E G O LA VO­ L U N T A D . . . MO V I E N D O MAS L O S A F E C T O S CON LA V OL U N ­ T A D ” , los afectos de confusión y vergüenza ante todo.— Des­

pués de lo expuesto en el ap artad o anterior, puede consistir este punto en un

Ejercicio de humillación y confusión propia. a) Hu m i l l a r me ante los demoni os m irándom e a mí mismo, si hubiere pecado alguna vez gravemente, en sus ojos de dem o­ nio, en su rostro, en sus gestos de rabia y en la bajeza de sus instintos; pues toda esa fealdad nace en ellos del pecado que tienen, no superior substancialm ente a los míos. b) Hu mi l l a r me ante Dios. Viéndome en su presencia en­ vuelto con demonios, como uno de tantos. — Dios nos m ira con asco, con ira... "Apartaos de Mí, malditos"*; — me lo dice a mi lo mismo que a ellos; o con más asco que a ellos, porque quizás ve en mí más pecados que en ellos. c) Humi l l a r me ante m i familia, ante la sociedad... ¡Yo en­ vuelto con los demonios. ¡Qué vergüenza para mi familia, que uno de sus miembros se haya vuelto demonio! ¡Qué torm ento convivir con un demonio, sentarse a la mesa con demonios! En una gran plaza una m ultitud inm ensa de espectadores alrededor de una caterva de demonios como bestias enjauladas, expuestas al público. Yo entre ellos; como uno de ellos, el m ás miserable; me avergüenzan, me m altratan, me desgarran... ¡Pues tal es el destino que yo me he labrado, si hubiere pecado alguna vez gravemente! ¡Avergonzarme y confundirm e!

114

IMUMKHA SEMANA

43.

PI NTO SEGUNDO

43

El segundo hacer otro tanto, es a saber, traer las tres potencias sobre el pecado de Adán y Eva [41]. 1 Tr a b a jo

con

la

memor ia

Antes del pecado. " T RA E R A LA M E M O R I A . . . COMO A D A N FI E CREADO". siendo por tanlo él y sus hijos esencialm ente súbditos de Dios. — Y fué creado. "EN JUSTICIA ORIGINAL", quedando él y todos sus descen­ dientes elevados al orden sobrenatural de hijos de Dios; nace­ ríamos todos en gracia santificante. "Y PUESTOS A D A N Y EVA EN EL P A R A I S O T E R R E N A L ” : o sea dotados ellos y sus descendientes de otros do ne s p r e t e r ­ naturales. añadidos a la gracia; los cuales h a ría n de n u e stra

vida terrena un paraíso. Estos dones fueron in m u n id a d de la muerte, dt la ignorancia, de la tiranía de las pasiones y de los trabajos agotantes que hay que hacer ahora p ara ganarse la vida. Pecaron.

’ SIENDO VEDADOS Adán y Eva Q U E NO CO­ MI L Í E N DEL ARBOL I)E LA CIENCIA Y E L L O S COMI ENDO Y ASIMISMO, en esto mismo, P E C A N D O ” : pecando Adán como padre del linaje h u m a n o , con pecado

que fué no sólo personal suyo, sino de la n atu raleza h u m a n a o de todos nosotros. Castigo. a)

En castigo ”l)EL P E C A D O ” : Ellos personalmente quedan sin la ” JUSTICIA

ORIGI­

NAL", sin la gracia, malditos de Dios; y ”SON LANZADOS DEL P A R A I S O ” a este valle de lágrim as,

privados de los dones preternaturales de la inm ortalidad, etc. ” Y VESTIDOS DE TUNICAS PE L U C E A S ” para encubrir la ignominia de su malicia. " ' I V E S TODA >' VIDA EN MUCHOS T R A B A J O S ” de culti.ar la Iierra v de criar hijos...

43

PEGADO DE LOS ÁNG ELES, ADÁN.

115

"Y EN MUCHA P E N I T E N C I A ” que volunlariam ente añ ad ie­ ron d u ra n te centenares de años para satisfacer por su pecado.

b)

Y el linaje h u m a n o en castigo del m ism o pecado vino en "GRAN C O R R U P C I O N ” física de trabajos, enfermedades, h a m ­

bre, sed. dolor, m uerte... «Per peccatum , mors» ", por el pecado, la m uerte. ”Y G R A N C O R R U P C I O N ” moral, es a saber, privación de la gracia santificante, ignorancia, pasiones de soberbia, avaricia, lu­ juria, ira, gula, envidia, pereza, con un séquito grandísim o de oecados, que a rra s tra n a m uchísim os al infierno; ”A N D A N D O T A N T A S G E N T E S P A R A E L I N F I E R N O ”, des­ orientados de su fin último, originariam ente por el pecado de Adán II Trabajo

con

el

e n t e n d i m i e n to

” Y C O N S E Q U E N T E R DISCURRIR CON EL E N T E N D I MI EN ­ TO MAS P A R T I C U L A R M E N T E ” ”Q UE R I E ND O E S T O E N T E N ­ DER P A R A MAS ME A V E R G O N Z A R Y CONFUNDIR

a) El pecado original fué en Adán un acto tan simple como comer una m anzana; pero que por estar prohibido por Dios, fué desobediencia grave a Di os , ofensa grave a Dios: y por esto entrañó en sí deformidad espantosa, malicia cuasi infinita. Es la malicia del pecado grave; luego es la malicia de mis pecados si alguna vez hubieran sido graves. ¡Confundirme, aver­ gonzarme ! b) Fué agravant e en Adán el estar destinado por Dios p ara transm itir al género hum ano el tesoro de la gracia. Es agravante en un futuro hijo de la Compañía, el haber sido elegido para transm itir el tesoro de la gracia a m uchísim as alm as. ¡Confundirme y avergonzarme! e) En castigo del pecado de Adán millares de mi ll ones de hombres, todos los que han existido hasta ahora, exceptuada la Virgen Santísima, y cuantos existirán hasta el fin del m undo, nacemos privados de la gracia santificante y del derecho que n Hom. ñ, 12.

116

PRIMERA SEMANA

43

teníamos a la vida eterna; pérdida más grande que la de la vida tem poral de todo el mundo. Pues mis pecados graves, si los hubiere tenido, son de tal m alicia que. puesto yo en las m ism as circu n stan cias que Adán, no hubieran merecido menos castigo que el suyo. ¡C onfundirm e y avergonzarme de mis pecados! d)

Más; en castigo del pecado de A d á n Dios hace e j e c u t a r 150.000 hombres cada d i a ; m añana otros tan to s; al día siguiente otros tantos; la m ortandad viene desde el principio del m u n d o y seguirá hasta el fin del mundo, aunque éste d u r a r a m illones de siglos. La osera de muertos es ya un m onte; pero au n q u e creciera más que el Himalaya y la sangre d erram ad a fo rm a ra u n gran lago, aun no quedaría reparada la desobediencia de A dán en rigor de justicia; porque ella es m al de Dios, in m en sam en te su ­ perior a todos los males de todas las cria tu ras ju n ta s . Pues mi pecado, si hubiere llegado a m ortal, es su b stan cial­ mente de la m ism a gravedad que el pecado de ¿Adán. ¡ Confun­ dirme y avergonzarme de mí mismo! e) Más; en castigo del pecado de A d á n Dios nos condena cada día a millones y millones de hombres, a casi todos los hijos de Adán, a trabajos forzados para no m orir de ham bre, de frío y de miseria. Qué es verlos encorvados sobre la tierra, cada uno sobre su sur,:..., bajo un sol abrasador, escarbándola con avidez, en busca de un pedazo de pan para m atar el ham bre. ¡Todo en castigo de un pecado! El mundo sin el pecado de Adán sería un paraíso donde nadie sufre, nadie llora, nadie envejece, nadie enferm a, nadie muere; no hay odios, ni guerras, ni pasiones desm andadas. ¡Cuán otro es e mundo de ahora a consecuencia, o rig in aria­ mente, del pecado de Adán! ¡De la misma categoría que el mío! ¡Confundirme y avergonzarme!

43

PECADO DJi LOS ÁNGELES, ADÁN.

117

III Con

la

v o lun ta d

” Y C ON S E Q U E N T E R M O V I E N D O L O S A F E C T O S DE LA V O L U N T A D ” . Después de las consideraciones precedentes, la

actividad de la voluntad puede consistir en un Ej erci ci o de humill ación de mí m ism o ante los castigos del pecado de Adán; sobre el supuesto de que, si los míos hubiesen sido graves, puesto yo en las circunstancias de Adán hubieran sido capaces de producir los misinos estragos que el suyo, v. gr.: Ver u n cementerio inmenso con todos los m uertos que ha habido en el m undo; en medio, Adán con su pecado, causa de tantas m uertes; y yo con los míos, tam bién graves como el de Adán. Sea un hospital con todos los enfermos que ha habido en la tierra, en el m om ento de expirar. En medio, Adán \io lan d o el m andato divino; él es quien les h a puesto a todos en agonía, él quien les da m uerte. — Ju n to a Adán yo, ¡con mis pecados subs­ tancialmente iguales al de Adán! Ver una cárcel con lodos los malvados, con todos ios faci­ nerosos que ha habido en la historia. En medio Adán dando ori­ gen con su pecado a todos esos desórdenes pasionales. ¡Confund ir n e con Adán y avergonzarme de mis pecados! PUNTO TERCERO

Caso de un hombre que se condena por un solo pecado par­ ticular ordinario, y caso de muchos hombres que sin duda se han condenado por menos pecados que los míos Heme avergonzado de mi ante el castigo de los An­ geles y de Adán por pecados que substancialmente c o in ­ ciden con los mios en ser mortales, pero que bajo algún aspecto accidental son más graves que los míos; San Ignacio, para extremar más aún mi confusión, me propone ahora el castigo, también espantoso de un peca­ do grave ordinario, que bajo ningún aspe cto es más grave qne los míos, como dieiéndome:

118

PRIMERA SEMANA

43

confúndete ante el castigo de los Angeles porque tus pecados'substancialmente son tan graves como los suyos, aunque accidentalmente menos graves por ser mayor el conocimiento y la libertad con que los Angeles pecaron; confúndete más ante el castigo de Adán, porque tus pecados se acercan aún más al de Adán que al de los An­ geles; en cuanto los tuyos y el de Adán son igualmente pecados de hombres; pero confúndete m udísim o más ante el castigo eterno
A)

Dice el texto de los Ejercicios [42]: ”EL T E R C E R O A S I ­ MISMO; HACER O T R O T A N T O ” con la m em oria, el e n te n d i­ miento v la voluntad, ”para más me confundir y avergonzar” : "SOBRE EL T ER C E RO PECADO'"; llam a: 1.°, al de los A n­ geles; 2.", al de Adán, y 3.°, a éste que ahora consideram os, cuya característica es el ser pecado "PARTICULAR"', ordinario, no com ún como el de ¿A.dán en quien todos pecamos; ni como el de los Angeles, que por pecar todos juntos animándose m utuam ente revistió una gravedad es­ pecial como de rebelión, de pecado com ún; sino pecado " p a r­ tic u la r’. "DE CADA UNO” , de cualquiera que, de todo el "QU'i POR UN S O L O P ECADO M O R T A L ES IDO A L IN­ FIERNO' Se conocen historias fidedignas de jovencitos que se

han condenado al primer pecado de su vida; y aparte de esto es cierto que todo el que m u era con pecado grave, aunque sólo fuere con uno, el prim ero de su vida o el primero después de la última confesión, por ese solo pecado irre ­ misiblemente se condena. "Y” asimismo acordarse de "'OTROS MUCHOS SIN C UE NTO” que se han condenado "POR MENOS PECADOS QUE LOS MIOS”, lo cual puedo

tener por cierto si los míos hubieren sido bastantes. "DIGO HACER OTRO T A N T O S O B R E EL T E R C E R O P E C A ­ DO PARTICULAR"' que no tiene las agravantes de un pecado

extraordinario, sino so1 mente la malicia de lodo pecado grave; ”hacer otro tanto”, es a saber: ”T R A Y E ND O A l.A MEMOHIA ” o poniéndomelas delante para considerarlas.

43

I'KCADO I)j: LOS

Á N ÍiK L K S, ADÁN.

119

»*7>/l ¡ G R A V E D A D Y MALICIA D E L P E C A D O ” de ese hom bre ' C ON T RA SIJ C RI A D O R Y S E Ñ O R ” o sea por ser contra el orden establecido por su Creador y contra la sujeción que debe a su Señor. Pues para m edir esta gravedad y malicia de todo pecado grave, aun del m ás ordinario, ”DI SCURRI R CON EL E N T E N D I M I E N T O , COMO EN EL PECAR, o sea por pecar Y HA C E R CONT RA LA R O N D A D I N F I N I T A luego inm edia­

tam ente, sin darle tiempo de penitencia, ”J U S T A M E N T E ” con toda justicia, "HA SIDO C O N D E N A D O ” el pecador, pues Dios no está obli­ gado a hacer milagros para que no le coja la m uerte m ientras esté en pecado; y condenado ”P A R A S I E MP R E " , porque hay razón para tal castigo eterno, en que pecar es hacer contra la bo n d a d i n f i n i t a ; p*>r lo cual el pecado es de malicia cuasi infinita, que no podrá se r satisfecha en rigor de justicia por pura criatura ni con pena terribilísim a y que dure sin fin. ** B) Castigo e s p a n t o s o d e p e c a d o s b a j o n i n g ú n a s p e c t o m á s graves que los míos. Descenderé al infierno con mi Angel de Guarda para ver allí la gravedad y malicia del más pequeño pe­ cado grave, de un particular. La primera estancia que hallamos es de niños de 9, 11, 13 años. Su desgracia es espantosa. Revuélvense desnudos, cada uno en su lecho de hierro incandescente, malditos de Dios y envueltos en llamas abrasadoras que salen de ellos mismos, rodeados de fero­ ces demonios que los desgarran. ¡Y asi eternamente! Entiendo que aquella horrible desgracia les proviene de los pecados que tendrán dentro; y empiezo a persuadirme ante lo espantoso de sus tormentos, de que aquellos seres habrán sido los monstruos más grandes de perversión infantil que ha habido en el mundo; pero mi Angel me ataja semejantes pensamientos diciéndome que, lejos de eso, ellos habían sido siempre modelos de ino­ cencia basta el momento en que consintieron en el prim er pen­ samiento impuro, que es el único j K 'c a d o |>or que están en los infiernos.

120

PH1MKRA SKMANA

44

¿Pero cómo, exclamo aterrado, por un sólo pecado, tan sin agravantes, todos estos tormentos? ¡Horror, mi sitio enlonees no es éste; mi sitio está más abajo! Descendemos buscándolo y nos detenemos ante u n a estancia donde los alaridos son más espantosos, los fuegos más a b rasad o ­ res, los demonios más feroces, la ira de Dios m ás pavorosa. Estos sí que serán, pienso para mí, los m alhechores más p er­ versos de la humanidad. ¿Cuántos pecados tenéis?, les grito. Y ellos responden que sólo dos, sólo tres, sólo cinco pecados. ¡ Oh, exclamo aterrado; entonces tampoco es éste mi sitio; el mío está más profundo! Seguimos descendiendo y llegamos a un m ar hirviente de azu­ fre y plomo derretido. A nuestra llegada sacan la cabeza, de debajo de las ondas, los condenados. Aquellos rostros hum anos son puro dolor, espanto, terror, desesperación, vileza, m alicia... Al verme lánzanse contra mí como perros rabiosos gritando: «A ése. a ése; venga aquí ése que tiene más pecados que nos­ otros; vaya de aquí ése a un infierno más grande que el nues­ tro, que es más pecador que nosotros.» Huyo despavorido de aquellos parajes infernales sin ánimo para segui-r descendiendo, espantado ante la gravedad y malicia del pecado. ¿Perú de dónde viene al pecado m ortal malicia tan sin medida que baste d menos grave de ellos para hacer al hom bre ju sta ­ mente reo de suplicios eternos? * **

44. C.) La raíz de la gran malicia del pecado mortal está en que "PECAH ES HACER CONTRA LA B O N D A D I N F I N I TA ” , contra la Santidad infinita, la Sabiduría infinita, el Poder infinito, la plenitud infinita de toda perfección.

El pecado, en cuanto depende del pecador, es mal del Sumo Bien, mal cuasi infinito; y la voluntad de hacer a Dios ese mal, es de malicia cuasi infinita; la cual no podrá ser reparada en rigor de justicia por pura criatura ni con pena sin fin. P'>r tanto he (Je reconocerla, gimiendo, ” tam quam reu s” y

con el rostro lleno de confusión y vergüenza: Si hubiere pecado alguna vez gravemente, ¡soy reo con toda justicia de fórmenlos elernos!

IMiGADO I)K LOS

41

ÁXGKLRS,

ADÁN.

121

¡soy plenam ente m erecedor de los suplicios eternos del in ­ fierno ! ¡no hay males tan espantosos en el m undo que no sean menos que lo que yo merezco! ¡mi sitio no es entre hom bres, sino entre demonios del in ­ fierno ! Más aún, mi confusión y vergüenza tiene un a agravante que no se halla en los dem onios; ésta es que D)

El pecar en mí ha sido ”11ACE R C ON T R A LA B O N D A D I N F I N I TA ” después que esta Bondad infinita se hizo hom bre y murió por mí. Dios que condenó a los Angeles por un pecado, El m ism o m urió en cruz p a ra satisfacer por los m íos... — y yo he renovado la causa de su m u erte cuantas veces he pecado. ¡Oh qué villanía!. ¡ oh qué v e rg ü e n z a ! ¿Dónde está mi Jesús crucificado? Quiero ir a El y caer a sus pies deshecho en lágrim as y m o rir allí de dolor por haberle ofendido con mis pecados. * * * C o l o q u io .

[4 3 ]

”I MAG I N AN D O A C RI S T O N U E S T R O S E ­

ÑOR D E L A N T E ”, presente y cerca de mí; de suerte que pode­

mos m irarnos, hablarnos, besar yo sus pies y e n tr a r en su co­ razón ; ” Y P U E S T O EN C R U Z ” m anos y pies clavados, desnudo, chorreando sangre, abierto el costado, escarnecido por la m u lti­ tud, agonizando... ”HACER C OL O Q U I O ” con El ”COMO D E C R E A D O R " ser subsistente, infinito, ”ES VENIDO A HA C E R S E HOMBRE", c ria tu ra o ser por participación; y no criatura-ángel, sino hom bre que es: un tan to de barro, un tanto de bestia, un tan to de espíritu de ínfima cali­ dad. Más aún: ”DE VIDA E T E R N A ”, el conocimiento del Padre, actividad subsistente, Luz de Luz, verdadero Dios: ”11A VENIDO A M U E R T E T E M P O R A L v. cadáver h u m an o , inmovilidad de .sepulcro... ” Y ASI”, por este camino de tanto am or v tanto sacrificio, "A MORI R P O R MIS PECADOS", víctima de la J u stic ia d i­ vina por mis pecados.

122

PRIMERA SEMANA

44

Me confundiré una vez más ante éstos, porque su malicia debe de ser espantosa, cuando tan terriblem ente la castiga el E terno P adre en su Santisimo Hijo. La m uerte de Jesu cristo me habla m ás alto que las penas del infierno, de la gravedad del pecado. "OTRO T ANT O MI RA N DO ME A MI MI SMO” p re g u n ta rm e "LO QUE HE HECHO P O R CRISTO": muchí si mo mal o: quizás pecados graves, que son azotar o tra

vez a Cristo, crucificarle, darle m uerte; quizás en la vida reli­ giosa muchísimos pecados veniales advertidos, que son m oles­ tarle con espinas, palabras... pocas cosas dci todo buenas: au n en mis h o ras de oración, en mis obras de celo, de obediencia, hum ildad, tra b a jo s ... ¡c u á n ­ tas faltas en la ejecución, en la diligencia, en la pureza de in ­ tención ! nada que sepa a heroico; ¿cuándo me he expuesto yo por Cristo a grandes peligros de la vida, de la salud, de la h onra? "LO QUE HAGO" ahora ”P O R C R I S T O ” : ahora, en el gé­

nero de vida que llevaba ai venir a ejercicios; ahora, en los m is­ mos ejercicios qué esfuerzos hago, qué penitencias, con qué dili­ gencia procedo... 'LO QUE DEBO HACER P O R C R I S T O ” : algo grande, algo

heroico...; lo que haría, si ardiendo yo en el infierno, El me hubiera sacado de sus llamas: llorar con lágrim as de sangre m is pecados; aborrecerlos con toda mi alm a por ser la verd ad era causa de la muerte de Jesucristo; declarar g uerra a m u erte con­ tra mis aficiones desr rdenadas, raíces de mis pecados. ” Y ASI VIENDOLE T A L ” : tan am ante mío, tan bondadoso,

tan misericordioso, tan derrochador por mí de su sangre, h o n ra y vida; con el Corazón en llamas, abrasándose en mi am o r... ” T A L ” azotado, coronado de espinas, hecho gusano, no h o m ­ bre, oprobio de los hombres, desecho de la plebe, crucificado, agonizando, m uerto... ”T A L ” tan justicier con los Angeles, tan indulgente conm i­ go perdonándome, trayéndome a la Com pañía... ’T ASI COLGADO EN LA CRUZ”, machacado, destrozado,

44

J»ECAI)0 DK IX>S ÁNGELES, ADÁN.

123

alanceado, m uerto, con el Corazón triturado por nuestros pecados hecho paz y reconciliación n u estra; ”DI SCURRI R P O R LO QUE S E O FRES CIE R E ”, dando suel­ ta al afecto por lo que espontáneam ente se ofreciere 12. ” Y DECIR UN P A T E R N O S T E R ” . Not. n. 111, 3.

124

P R IM E R A SEMANA

45.

45

FRUTO MAS PROPIO DE ESTA MEDITACION ¿LO HE CONSEGUIDO? PASO PARA LA MEDITACION SIGUIENTE Fruto directo.

En el entendimiento: Conocimiento interno de la m alicia y gra­ vedad del pecado mortal por sus castigos en los Angeles, en Adán, en un particular y en Nuestro Señor Jesucristo inocentísim o pero que salió responsable por los nuestros. En el sentimiento: 1.° "Vergüenza y confusión de m í m ism o” con santo temor de Dios, al ver cuántos han sido dañados por un solo pecado y cuántas veces yo merecía haber sido condenado para siem ­ pre por m is tantos pecados, j 2.° Dolor de contrición con agradecim iento vivo a Nuestro Señor Jesucristo por el amor de predilección que ha tenido conm igo m u¡ riendo por mis pecados, m ientras ha perm itido que muchos otros se ! condenarán por menos que los míos. | 3.° Horror al pecado mortal como a un monstruo de m aldad i merecedor de castigos eternos, artefacto infernal, primer determ inante I de todos los males que aquejan a la humanidad, ofensa de D ios. ¡ •

En la voluntad resolución firmísima de morir antes que cometer un pecado mortal.

! ¡

Frutos concomitantes. Confianza plena en Jesucristo, de que. por su bondad infinita, me ha perdonado. Debeos de entregarme a El, de hacer y padecer mucho por El, en retorno a ?o mucho que El ha hecho y sufrido para evitar mi condenación. Ansias de conocer más y más mis pecados; de confundirme más y más por ello s; de llorarlos más y más con dolor de contrición.

j

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¡ I

Estas ansias son el paso o preparación subjetiva inm ediata para la meditación siguiente que va encaminada a conseguir Mcrescido y intenso dolor y lágrimas de mis pecados”. Examen. ¿He conseguido la vergüenza y confusión de m í m ism o, que pedí al empezar el ejercicio; y la contrición del coloquio? ¿Mi horror al pecado mortal llega a la resolución de m orir antes que cometerlo? ¿Cuáles son mis deseos de corresponder al amor de predilección que me ha tenido Nuestro Señor Jesucristo? ¿No ha crecido en mí otablemente con esta m editación el "grande ánimo y- liberalidad” de la anotación 5.*?

46.

ESQUEMA DE LA MEDITACION V

”Sobre el primero, segundo y tercer pecado” P unto

1.°

P ecado de lo s

A ngeles

I Trabajo

de

la

memoria

Traer la memoria sobre el pecado de los Angeles, para avergonzarme de los míos. — Dios creó a los Angeles, en gracia, para que le alaben, reverencien y sirvan y mediante esto se salvea i En todo como a mí! — Una gran multitud de ellos desobedecen a un mandato divino con pecado grave. Su desobediencia fué substancialmente como las mías, cuando peco gravemente. — Por este pecado Dios arrojó en el momento a toda aquella mul­ titud innumerable de Angeles al infierno para siempre. Castigo ciertamente justo, porque en Dios no cabe injusticia. — Avergonzarme, pues, de mi mismo viendo cuántas veces yo he merecido el mismo castigo por mis tantos pecados. II T r a b a j o c o n el e n t e n d i m i e n t o ponderando las circunstancias del caso para más avergonzarme de mi

Antes del pecado. Aquella multitud innumerable de Angeles antes del pecado. Qué prodigio es la hermosura de un Angel. I Pues qué seria la de aquella multitud innumerable de Angeles que fueron condenados! Vo, a su lado, soy horrura. Pues si un solo pecado causó tal estrago en aquel mundo de

120

PRIMERA

SEMANA

46

hermosura, ¿qué fealdad 110 habrán causado en mi alma, si los hubiere cometido, mis tantos pecados? — ¡Confundirme, avergon­ zarme! — Cuán estupendo es el poderío de un Angel; inmensamente mayor seria el de aquella multitud innumerable de Angeles. ¡El mió a su lado es debilidad pura! — Pues si un solo pecado arruinó a aquel inmenso poderío, ¿qué ruina no habrán causado en mi alma mis tantos pecados? — ¡Con­ fundirme, avergonzarme de mi mismo! — La sabiduría de un Angel es sobre la de todos los hombres juntos. Cuál seria la de aquella multitud innumerable de Angeles. — La mía a su lado es pura ignorancia. — Pues si un solo pecado bastó para apagar aquellas lumbreras, ¿qué tinieblas no habrán causado en mi alma mis tantos peca­ dos?— ¡Confundirme, avergonzarme de mí mismo! — Gran preciosidad un Angel en gracia. ¡Qué serían innumerables Angeles en gracia! ¡Por un pecado la perdieron toda! — Pues la misma desgracia se ha realizado en mi alma cuantas veces hubiere pecado gravemente. — ¡ Confundirme, avergonzarme de mí mismo! En el acto d**l pecado. Aquella multitud de Angeles en el acto del pecado.

— Su pecado fué una desobediencia plena a un precepto grave del Creador; — o sea "aversión completa de Dios y conversión a las criaturas” ; merecedora, por tanto, de la pérdida eterna de Dios y del tor­ mento eterno del infierno. — Mis pecados graves, si los hubiere cometido, son como el de los Angeles "aversión total de Dios y conversión a las criaturas” ; y por tanto reos, como el de los Angeles, de mi condenación eterna. — ¡Confundirme, avergonzarme! — Al levantarse contra Dios su Creador y su Padre, los Angeles se portaron con El ingratamente, canallescamente. ¡Lo mismo yo y aun peor que ellos, porque ofendí a un Dios, no sólo Creador, sino además Redentor! — ¡Confundirme, avergonzarme! — Su pecado fué un exceso monstruoso de soberbia y de inmoralidad, ¡Lo mismo los míos! — ¡Confundirme, avergonzarme! — Fué también el col-no de la insensatez y temeridad, alzarse contra et Omnipotente. ,». j misma insensatez en los míos! — Confundir­ me. avergonzarme.

47

PISCADO DIS LOS

En el castigo.

a)

Á N G E L E S , ADÁN.

127

"Fueron convertidos de gradaren malicia”.

” I)c gracia” o privanza con Dios, pasaron a ser odiados por Dios. ¡EJ misino odio lie merecido yo! — Confundirme, avergonzarme. — ”De gracia” santificante, participación excelsa de la naturaleza divina, pasaron a disconformidad monstruosa con la hermosura y santidad de Dios. ¡Lo mismo yo! — Confundirme, avergonzarme, — De estado de inocencia y gracia pasaron al de obstinación eterna en el pecado. ¡Lo mismo he merecido yo! — De vida intensa en gracia, en la que nada hacían sino a impulsos de la gracia, pasaron a vida de pecado en la que nada hacen sino por malicia. ¡La misma espantosa desgracia he merecido yo! Con­ fundirme, avergonzarme de mí mismo. — De suerte de predestinados pasaron a ia desgracia de reprobos. ¡Lo mismo he merecido yo! — Confundirme, avergonzarme. En el castigo,

b)

"Fueron lanzados del cielo al infierno”.

— "Lanzados” o violentamente expulsados por el "Apartaos de Mí, malditos”, de Dios, — lanzados ”del cielo”, de lo más alto, de la morada de Dios y de la dicha eterna — ”al infierno”, a lo más bajo, a la morada de toda desdicha: de la pena eterna de daño, y de la pena eterna de sentido. ¡Lo mismo he merecido yo! — Con­ fundirme, avergonzarme. — N ada les valieron de atenuantes la excelencia de su naturaleza: ni su muchedumbre innumerable; ni el tratarse del primer pecado; — ni para atenuar en algo el castigo; ni para retrasárselo dándoles tiempo de penitencia; ni para que Dios se contentara con diezmarlos. — En cambio para mi ha habido perdón completo. ¡Confundirme, avergonzarme! 47.

P u n to

2."

C a stig o

d e l p e c a d o d e Adán

T

T va baj o

d e

/a

m cm oria

Traer la memoria sobre el pecado de Adán.

— Dios creó a Adán y le dió para si y para todos .sus descendientes la gracia santificante y los dones preternaturales de inmortali­ dad, etc...;

PRIMERA

128

SEMANA

47

— pero intimándole que se los quitaría todos y también a sus hijos, si él le desobedeciera comiendo del árbol prohibido. — Adán desobedeció gravemente y Dios ejecutó la amenaza. — ¡Oh Señor, que yo entienda la malicia «le este pecado de Adán liara que me confunda más y más de mis propios pecados! II T r
ai

pecado.

— Adán y el género humano estaban en posesión de la gracia san­ tificante; — también de la inmortalidad, de la paz, del dominio de las pasiones; de la vida descansada y feliz del paraíso; — en cambio nuestra vida de ahora es de desterrados en un valle de lágrimas. — ¡El trastorno 1 >determinó el pecado de Adán! El acto del pecado.

— Este consistió substancialmente en una desobediencia grave de Adán a Dios; lo mismo que los míos mortales, si los hubiese tenido; — luego la malicia de mis pecados es substancialmente la misma del pecado de Adán. ¡Confundirme, avergonzarme! — Si yo hubiese estado en las circunstancias de Adán, la malicia de los pecados que he cometido hubiera sido merecedora del espan­ toso castigo que ha venido al mundo por el pecado de Adán, i Con­ fundirme, avergonzarme! El castigo. — Adán y Eva fueron despojados de la gracia santificante; y de los dones preternaturales; — arrojados del paraíso, vivieron en grandes trabajos; e hicieron mucha penitencia... — ¡Todo por un pecado grave, substancialmente no más grave que los míos! ¡Confundirme, avergonzarme! — A todo el género humano sobrevino además ¿ran "corrupción, moral”, pérdida de la gracia, rebeldía de las pasiones, con peligros grandísimos de condenación; v gran "corrupción” física: enfermedades, muerte, hambre, fa-

47

pecado

de

lo s

á n g e le s,

129

adán.

— Cada día mueren 150.000 hombres y caen enfermos millones de ellos; — y casi todos se ven condenados a trabajos forzados para evitar el hambre. — Todo originariamente por un solo pecado grave como los míos.— ¡Confundirme, avergonzarme! III

Ejercicio

con

la

voluntad

Avergonzándome de mis pecados.

— Sea un cementerio con todos los muerto.-' del mundo: en medio Adán con su pecado, origen de tanta mortandad; y>» con los míos, de tanta malicia substancialmente como el de Adán. — ¡Confundir­ me, avergonzarme! — En un hospital con todos los agonizantes del mundo: en medio Adán con su pecado; y junto a Adán, yo con los míos. — ¡Confun­ dirme, avergonzarme! — Es una cárcel con todos los malhechores de la historia; en medio Adán con su pecado desencadenando las pasiones humanas; ¡yo, con los míos! — En un alto monte desde donde se vean todas las miserias del género humano: trabajos, hambres, guerras, incendios, muertes, pecados... las de todos los lugares y todos los tiempos. Allí Adán con su pecado, primer origen de todos esos males; junto a Adán yo con los míos graves, si los he tenido, tan malos substancial­ mente como el de Adán. — ¡Confundirme, avergonzarme! P u n t o 3 .°

C a st ig o de un pecado o r d in a r io s i n l a s a g r a v a n t e s del

de

los

Angeles

ni

del

de

A dán

Traer la memoria sobre quienes se condenan por un solo pecado ordi­ nario o por muchos menos que los míos.

— Consta por historias fidedignas de niños que se condenaron por su primer pecado. — Consta que al primer pecado en la vida, o al primero después de la última confesión puede uno morir sin lugar a penitencia; y que quienes mueran en pecado, ciertamente se condenan. — Y bien puedo suponer que habrá en el infierno muchos, por menos pecados que los míos, si yo hubiere cometido bastantes. ¡Confundirme, avergonzarme! 5

130

P R IM E RA SEMANA

48

Ponderar con el entendimiento la malicia de un pecado mortal ordinario.

— Pues su castigo. en las estancias infernales (te los condenados por un solo pecado, por dos, por tres... ¡es horroroso! — y por otra parte es justísimo, porque Dios no puede castigar más de lo que se merece; — luego la malicia de todo pecado grave, aun del menos grave, debe ser espantosa. — Nace esta malicia de que pecar es ”hacer contra la Bondad infi­ nita"; y la gravedad de una ofensa crece con la pequeñez del ofensor y con la excelencia del ofendido; es pues, la malicia del pecado grave, cuasi infinita. — Con la agravante en mi de que pecar yo es ”hacer contra la Bon­ dad infinita", después de haberse hecho hombre por mí esa Bondad infinita y muerto por mis pecados. 48. Coloquio con Cristo crucificado.

— El ¿qué ha hecho por mí? crearme, conservarme, elevarme al orden de la gracia;, hacerse hombre por mí; rnori^ por mis pecados. — Yo ¿qué he hecho por El? ¿qué hago ahora en ejercicios? ¿qué debo hacer en adelante?

MEDITACION VI

DISTR IBU CION DE LA MA TE RI A P A R A LA MEDITACION DIARIA

D ía 1.” D ía 2.°

AV 49 51 52 55

D ía 3.°

Repetición. D

D ía 4.° D ía 5.°

N.° 53.

1) La "repetición” de San Ignacio es volver a m editar las cosas que más me movieron en los dos dias anteriores. El "resumen” es volver a meditar principalm ente las cosas que más me movieron en la "repetición” anterior.

M E D IT A C IO N VI

50.

Llamada de los pecados propios ”S E G U N D O EJERCICIO, E S M E D I T A C I O N D E L O S P E C A ­ D O S ” propios a diferencia del an terio r que fué en p a rte sob re

pecados de Angeles, de Adán, etc. [44]. Composición

de

lu ga r .

”LA MISMA

C OM P O S I C I O N ” q u e

en el ejercicio anterior, o sea m i a l m a o y o m i s m o : pues yo sigo siendo el lugar donde se realiza el hecho que se considera, q u e son m is pecados. D etengám onos a h acer sobre ella alg u n as consideraciones, según el ejercicio an terio r como m a n d a San Ignacio. ” D E M A N D A R ” a Dios P adre, Hijo y E sp íritu Santo, por el Sagrado Corazón, p o r la V irgen S antísim a, p or los m éritos de todos los Santos con quienes estam os unidos com o m iem bros de u n m ism o cuerpo; d e m a n d a rle s P e t ic ió n .

”L O Q U E Q U I E R O ” con verdad, con deseo ard ien te, f r u to del P rin cip io y F u n d a m e n to y del ejercicio a n te rio r; ”S E R A AQUI , CRESCI DO Y I N T E N S O D O L O R Y L A G R I M A S P O R MIS P E C A D O S " . ”Do l o r crcsci do". p rin c ip a lm e n te de con­

trición; el cual vaya creciendo m ás y m ás, com o las aguas en u n a avenida, a lo largo del ejercicio h a s ta h acerse ’'I nt ens o” , grande, ingente, vehem ente, que me haga p r o r r u m ­ pir en ” l á g r i m a s ” por lo m enos in te rn a s : por mis pecados m o r ­ íales si los he com etido, o por m is pecados veniales con los c u a ­ les me he expuesto a caer en m o rtales. El hijo de la Com pañía debe a s p ir a r a estas lág rim as, d e s e a r­ las v eh em en tem ente y p ed irlas con g ran insistencia, sin c o n te n ­ tarse con m en o s; p orque es m uy gran de la sa n tid a d qu e exige

134

PRIM ERA SEMANA

50

nuestro Instituto y 110 ha habido santo que no haya llorado a m a r ­ gam ente sus pecados, aunque sólo h u b ieran sido veniales. El fin de esta meditación es una obtención más plena de los frutos de la anterior: más conocimiento del peca­

do. más vergüenza, más confusión y con más amor; sobre todo más contrición perfecta, con más agradecimiento y con más ansias de reparar las ofensas hechas a Dios. Por esto el mejor punto de arranque para esta medita­ ción será quizás el coloquio final de Cristo crucificado del ejercicio anterior; o sea, entrar en ella abrazado a los pies del crucifijo para hacer allí con Cristo el recuento de mis pecados, anegarme en confusión y vergüenza, y llorar las ofensas que con ellos le he inferido. PUNTO PRIMERO

Recuento de todos mis pecados "ES EL PROCESO" recuento, sucesión [46]. "DE LOS P EC A D O S ” míos, de todos los de mi vida, princi­

palmente de los m ortales; pero tam bién de los "veniales, negli­ gencias y faltas” (P. Roothaan). ' HACI ENDOME UN GRAN P E C A D O R ” , «Homo peccator sum» \ soy hombre pecador. Los m iraré todos, aunque no con aqueliy distinción de especie y núm ero que se exigen en la con­ fesión, sino e'>mo en mo n t ón ; a cuya vista fácilm ente me con­ venceré de que soy "tin gran p e c a d o r ” . Y en este proceso no he de insistir en que Dios, como espero, ya me los ha perdonado; sino he de atender principalm ente a lo malo que yo he sido, a ! estado miserable en que por mis pe­ cados he caído. Para formar este proceso, ”T R A E R A LA MEMORIA T O D O S LOS PECADOS DE LA VIDA: MI RANDO I)E AÑO EN AÑO O DE TIEMPO EN T I E M P O V. g r .: niñez, adolescencia, ju v en ­

tud; y en la Compañía noviciado, estudios, magisterio, etc. [50], ”PARA LO CUAL A P R O VE C HA N TRES COSAS: LA P R I ­ MERA MI RAR EL L UG A R ”, población

50

PECADOS

PROPIOS

135

T LA CASA D O N D E YO HE IIAHITADO" en esa población d u ran te ese tiempo. "LA SE C UN DA . LA CONVERSACION QUE HE TENIDO CON O TR O S : LA T ERCERA, EL OFICIO EN QUE HE VIVIDO". Así,

por vía de ejemplo: En la niñez de 7 a 13 años. "LUGAR" o población Pecados en .sitios públicos, como calles, plazas, travesías, caminos, cam ­ pos... de travesuras, enfados, riñas... ; verdaderas desojjediencias conscientes de aquel chiquillo a su Creador y Señor! Pecados veniales en el t e mpl o al entrar, al salir, al rezar... ¡verdaderos desacatos conscientes a la infinita Majestad! Pecados en la escuela, de envidias, riñas, desaplicación. "CASA". En las diversas estancias, comedor, pasillos, dor­

mitorios, testigos de innumerables ligerezas y caprichos, de ma­ nifestaciones sin cuento de soberbia, avaricia, ira, quizás lu ju ­ ria, gula, pereza... ¡verdaderas desobediencias conscientes a mi Criador! " T R A T O " con mi s padres, pecados de desobediencia, de in­

gratitud, de falta de respeto; con mi s h e r manos y mi s amigos, envidias, iras, malos ejem ­

plos; con la s e r v i d umb r e , desprecios, altanerías, abusos... ¡verda­

deras desobediencias a Dios, dándome cuenta de ello! "OFICIO". En mi oficio de escolar, cuánta desaplicación,

cuánta pérdida de tiempo ¡contra la voluntad de Dios! — ¡Oh qué confusión! ”Tantillus homo et tantus peccator.” Casi no había aú n hombre ¡y quizás había ya un gran pecador! En la adolescencia, de 13 a 17 años. "LUGAR Y CASA — T R A ­ TO — OFICIO". En general los mismos pecados que antes, qui­ zás más conscientes y más graves: también quizás otros nuevos con más advertencia, con m ás soberbia y con m ayor malicia. E ntre lanío de parle de Dios, más delicadezas, más gracias <‘n lecturas, comuniones, ejercicios. En el noviciado, retoricado, filosofado... faltas veniales m ás ° menos a d v e r t i d a s i n n u m e r a b l e s e n medio de una lluvia de gracias.

PHIMKltA S I MANA

50

ten resumen, los pondré lodos jimios como t*n mi gran monlón, "haciéndome a su vista un gran pecador”. Ju n ta rlo s todos: m oríales, veniales..., de pensamiento, palabra y obra..., de ojos, oidos y potencias... «('omprehcnderunl ctilpac meae, piltres sunt quam capilli capilis mei» \ mis pecados se me han echado encim a... son m ás numerosos que los cabellos de mi cabeza. 'Confíteor Deo O m nipolenti... quia peccavi nim is cogtlalioiu\ verbo et opere; mea culpa, mea m áxim a culpa.” siniquitates meae supergressae su n t ca p u l meum» \ mis cu l­ pas me anegan hasta cubrir mi cabeza. 'Pro innuinerabilibus peccatis, oífensionibus e t negligentiis...” y tienen el contraste estos pecados de que el pecador viene sellado desde la cuna con el sello de las grandes predestinaciones de Di os, para hijo de la Compañía, único entre m uchos millares. PUNTO SKíiUNDO

Fealdad y malicia de cada pecado capital de soberbia, avaricia, etcétera, en que yo haya tropezado, por razón de la acción intrínsecamente mala en que ellos consisten I

I SEGUNDO P O N D E R A R L O S P E C A D O S ” m ortales y ve­

niales, que he hallado en el punto an terio r haber yo com etido; "MIRANDO” o considerando con gran detención LA F E A L D A D ”, sordidez, bajeza, deform idad m oral — dis­ conformidad con la razón disconform idad con el sentido m o­ ral estético degradación que me deshonra y me hace despre­ ciable; ” Y LA MALICIA” , o sea la disconform idad con la norm a de las buenas costumbres (-osa que hace al hom bre malo, p er­ verso, merecedor de castigo; ”QUL CADA PECADf) M O R I ' A I ” entendiendo «capital” por mortal*4; * i'v :n, !

4

i"-,. 157, r,.

«n MíMiresíi |1ÍKi2¡, 177 181.

50

VH C A IKtH

t»HO*»10S

137

" C O M E T I D O ” por mí; o sea fealdad y malicia que cada p e ­ cado grave y leve, cometido en cada especie de pecados c a p ita ­ les: soberbia, avaricia, etc. ” T I E N E EN S I ” por razón de la acción Intrínsecam ente m ala en que dichos pecados consisten, aun prescindiendo de toda pro­ hibición divina; o sea aun ”D A D O Q U E NO FUESE V E D A D O " ?47].

Kl íin inm ediato de la meditación anterior fué confundirm e a ule el castigo de los Angeles, Adán..., viendo que vo he m ere­ cido otro tanto. El fin de cale se y nndo pnnt o rs también confundirm e por la fealdad y malicia común y específica propia de cada pecado capital grave y leve, por razón de la acción u omisión intrínsecam ente mala sobre que ellos versan; aun prescindiendo de que tal acción u omisión haya sido prohibida por Dios. Consideraremos prim ero la fealdad y malicia "com ún" a todos esos pecados capitales; después la fealdad y malicia "especial” de c a d a especie de ellos. I Fealdad y malicia "común" que tiene de sí todo pecado capital por la acción intrínsecamente mala en que consiste, corno em bria­ guez, impureza; aun prescindiendo de toda prohibición de Dios. Tal acción de violar el orden natural, A)

Con relación a mí:

1." Va contra el dict amen de la razón; y obrar irracional­ mente siendo ser de razón, obrar a lo animal siendo hom bre: es cosa fea porque es degradarse de la dignidad hum ana; y cosa mor al me nt e mal a portille va contra la norma manifestativa de la m oralidad, que es la razón. Kl im puro es hombre feamente degradado y m oralm ente malo. ¡Confundirme, pues, de la fealdad y malicia intrínseca de mis pecados! 2." leza

Va contra el orden que debe retjir dentro de mi n a t u r a ­ racional. Porque al pecar con acción intrínsecamente mala


PR1MKKA S KMAN A

50

deber al placer, la razón a la pasión, el Angel al bruto, el h o m ­ bre virtuoso al hom bre vicioso. Y esta inversión m onstruosa de los valores h u m an o s d entro de m i m ismo es cosa vergonzosa; y tam bién m o r a l m e n t e p é s i ma, porque va contra la naturaleza h u m an a (pie es la n o rm a consti­ tutiva de la moralidad. «Abalienati sunt in confusionem et faeti sunt abom inabiles, sieut ea quae dilexerunt» \ se consagraron a la ignom inia e lu c ié ­ ronse abominables como aquello que am aban. ¡Confundirm e, pues, y avergonzarme de la fealdad y m alicia intrínseca de mis pecados y dolerme de que por cosas tan vergonzosas haya ofendido a D ios! 3. Va c m t r a m i ordenación a m i ú l t i m o fi n: porque la acción intrínsecam ente mala, si llega a pecado grave, es una aversión de mi últim o fin que me deja totalm ente fuera del ca­ mino para él. Es, pues, cosa fea porque hace de mí un m onstruo, que tal es un ser sin fin; y cosa mal a porque va contra la esencia de la moralidad que es la ordenación al últim o f i n . — ¡Confundirm e, pues, de la fealdad y malicia intrínseca de mis pecados y arrepentirme de que ni por evitar tal m onstruosidad haya dejado de ofender a Dios! 4." Ya contra m i libertad de hij o de Dios. Po rq u e «qui facit peccatum servus est peccati» *, el que ha pecado, es esclavo del pecado. «A. quo quis superatus est huius et servus est» 7, cada cual es esclavo de quien triunfó sobre él. B) Con relación a Dios: toda acción intrínsecam ente mala va contra Dios de muchas maneras, aun prescindiendo de que el Señor la prohíba, y por ir contra Dios, tiene gran fealdad y malicia porque: 1." Al violar el orden natural voy contra la sabi durí a de Dios que lo ha establecido; desecho ese orden por otro, que yo tengo por m ejor; obro como corrigiendo 1a plana a Dios; lo cual es ciertamente insigne e st upi dez y gran malicia. ¡Con­ fundirme do* la malicia y IValdad de mis pecados! Os.

10.

" .Job <s, :*4. 7 2 Pit r. 2. lí).

50

PECADOS

PROPIOS

2.° Voy contra las atenciones f und a me nt a l e s que se d e b e n a Dios c o mo Se ñ o r absol uto de la naturaleza: disponiendo de sus cosas a mi capricho, desordenándolas, estropeándolas, sin re s­ peto al beneplácito de su legítimo dueño. P roceder que sólo con Dios me atrevo a seguir, ¡como si su dignidad personal y sus derechos fueran para mí menos respe­ tables que los de cualquier otro dueño! — ¡Confundirme, pues, de la fealdad y malicia intrínseca de mis pecados! 3.°

V o y contra el derecho s u m o e irrenunciable que tiene Dios a que todas las cosas se enderecen a su gloria. Como este

derecho de Dios es infinitamente superior a cuantos derechos pueden tener unas criaturas sobre otras, el violarlo envuelve una f e al dad y mal ici a inconmensurablemente mayores que las de todas las injusticias que puedan cometer an:>s contra otros todos los hombres. ¡Confundirme, pues, de la fealdad y malicia intrínseca de mis pecados! 4.°

Voy contra el respeto que se debe a su S a n t i d a d y di gni ­ dad infinitas obligándole a presenciar acciones indecorosas con

agravio a su Majestad. 5.°

Todas estas ofensas contra Dios revisten la f eal dad y m a ­ licia de la m á s negra ingratitu
es un extraño, sino un hijo suyo queridísimo, a quien El con am or infinito ha colmado de beneficios. Le devuelvo mal por bien, odio por am or; le ofendo con los mismos beneficios que me ha hecho.--- ¡Confundirme, pues, de la fealdad y malicia intrínseca de mis pecados! II Fealdad y malicia "específica” de algunos pecados capitales, v. gr., de soberbia, avaricia, ira. gula, envidia, pereza. La ira tiende a hacer de los hombres tigres; la envidia, víbo­ ras; la lujuria, cerdos; la soberbia, demonios. ¡Qué abominable es el hombre dominado por la pereza, el ven­ cido por la gula, el comido por la envidia, el arrebatado de ira. el esclavizado a la lujuria! Para ellos no hay interés, ni honor, ni familia, ni dignidad, ni conciencia, ni cielo, ni Dios, ni infierno; sólo su ídolo ante el c u a l arrastran la cadena de la más negra esclavitud.

140

PRIMERA

S KM A NTA

51

Pues en esas cadenas niele su cuello y con ese sello de igno­ minia sella más o menos su fíenle, quien quiera que cobardem en­ te se deja vencer alguna vez de esos pecados. ¡Confundirme, pues, de la fealdad y malicia intrínseca de mis p ecad o s!

III También los pecados veniales de acción u omisión intrínseca­ mente malas, como los de m entira, envidia, crítica, pereza, im p u ­ reza... revisten en su grado la misma fealdad y m alicia de que estamos tratando; porque también en ellos, como en los m o rta ­ les, el violar al orden natural, voy: contra el dictamen de mi razón; y contra el orden que debe reinar dentro de mi naturaleza racional; y contra mi ordenación al último fin; y contra la sabiduría de Dios que ha dispuesto este orden; y contra su derecho a ser el último fin de todas las cosas; y contra las atenciones (fue se le deben como a Señor del Uni­ verso; y contra la profunda gratitud que le debo por sus beneficios. "Quin etiam peccata levia et imperfecciones, per se vanitatis et stultitiae et absurdilatis plena reperientur, anim ae rationali el inmortali prorsus indigna, etiamsi ñeque lex statuta esset nec poena.'* (P. Roothaan.) La vida del religioso o sacerdote anclada en m ucho pecado venial —bastante deliberado y poco llorado—, resulta u n am asijo repugnante de vanidad, envidia, sensualidad, pereza, soberbia, in­ consecuencia. estulticia y absurdo. ¡Las inspiraciones de la gracia y las llamadas a la perfección quedan allí ahogadas en suciedad y polvo! 51.

PUNTO TERCERO

Vileza del ofensor A)

Soy pequeñísimo.

EL T ERCERO MIRAR QUIEN S O Y YO" en cuanto a lo bue­

no que tengo:

51

PKCADOS PROPIOS

141

" DI SMI NUYENDOME CON E J EMPL OS : l . \ C UANTO S O Y YO EN COMPA R A CI ON I)E T O D O S LOS H O M B R E S ; 2.°, Q U E COSA S O N L OS HOMBRES EN COMPARACI ON I)E T O D O S LOS A N G E L E S Y S A N T O S DEL P A R A I S O ; 3.°, MI R A R Q U E COSA ES T OD O LO CRIADO EN C OMPARACI ON DE DIOS; PUES YO S OLO, ¿QUE PUEDO SER?" [58]. ”C U A N T O S O Y YO EN COMPARACI ON DE T O D O S L OS H O M B R E S En una llanura de Castilla, que se ensancha hasta

el horizonte, pongamos en apretada masa a todos los habitantes de la meseta castellana; en medio de ellos, de pie sobre una pe­ queña columna, yo. ¿Qué represento yo ante esa m ultitud, en tamaño, en talento, en poder, en nada? A lrededor de los castellanos, extiéndanse l».s de Madrid, Bar­ celona, Valencia, Sevilla..., todos los de E spaña; y alrededor de los españoles, pongamos los de Francia, Ale­ mania, Rusia..., todos los de Europa; y alrededor de los europeos, los de Asia, América, Africa..., los de todo el mundo. Yo, sobre mi columna en medio de esa m u ltitud inmensa. ¿Qué soy yo en comparación de todos los hombres? Una insigni­ ficancia. Que yo suba o baje, enferme o sane, viva o muera, ¿qué más da? Ponerm e yo contra todos a molestarles, a injuriarles, a dis­ poner de lo suyo, ¡qué soberbia en mí y qué ofensa tan grande a ellos! ¿Pues ”QUE COSA SON LOS HOMBRES EN C O M P A R A ­ CION DE T ODOS LOS ANGELES Y SANT OS DEL PARAI SO" ?

en núm ero; y sobre todo en santidad, en sabiduría, en herm osu­ ra, en poder... Un rayo de luz de su rostro, basta a un ángel o a un bien­ aventurado para espantar a todos los hombres; — una voz. para aterrarlos; — un golpe, para derribarlos. Alzarme yo contra todos los hombres y contra todos los An­ geles injuriándoles una y mil veces, ¡qué insensatez tan m ons­ truosa la mía y qué ofensa tan grande para ellos! Pues "QUÉ COSA ES TODO LO CREADO EN C O M P A R A ­ CION DE DIOS". Es como nada: gota de ser: sombra de ser. «Tanquam momonlum staterae, sio ost ante te orbis terraru m

PR IM E RA SEM A N A

142

51

el ta n q u a m guttae roris anlelucatii» \ todo el m u n d o es delante de Ti como un grano de arena en la balanza y como u n a gota de rocío de la m añana. «Omnes gentes quasi non sint, sic s u n t coram eo» 9, todas las naciones son como nada delante de El. Son verdaderam ente nada; porque 110 son por sí m ism as, sino por Dios; y aquel sólo es en verdad, que es por sí m ism o y que da ser a los demás. Y siendo yo como nada delante de todos los hom bres; y todos los hombres, Santos y Angeles como nada, delante de Dios... ¿qué pue do s er yo delant e de Di os? Pues que este ser tan pequeñísimo, ta n ultram icroscópico, tan como nada, ose enfrentarse con el Ser infinito, desobedeciéndole y despreciándole prácticam ente y posponiéndole a sí m ism o... es ofensa tan inconm ensurable, cuan inconm ensurablem ente soy más pequeño que el infinito. Y a esto se h a de añadir, que

B)

En mi pequeñez soy, en cuerpo y alma, vilísimo.

a)

En el cuerpo. ”MI RA R T O D A MI C O R R U P C I O N F E A L DA D C O R P O R E A "; en su origen m i cuerpo fué cosa vil,

humillante, fea: durante la nido, «Omnis caro sicut foenum» 10, «Terra et ci-

nis> , «Putredo> 12, «Folium quod vento rapitur» 13, «Vapor ad modieum parens, et deinceps exterm inabitur» 14, carne inm unda, ti¡ rra v ceniza, podredum bre, hoja que a rre b ata el viento, vapor (¡ue apare'*? un momento y en seguida se disipa; llevo en lo más hondo de mi ser un principio activísimo de corrupción, fuente perenne de podre; que si estuviera en mi derredor cuanta de mí ha brotado, me viera anegado en la cié­ naga más inm unda de la tierra; en el f i n , fealdad de cadáver, gusanera, corrupción de sepul­ cro, balsa de podre... que hay que alejarla de prisa y sepultarla bajo tierra porque su presencia se hace intolerable. h Sap. 11, 23. ■' Is. 40. 17. 10 Ercli. 14, 18. ' Jl Ecrii. 17, 31. Job 25, 6. " Job ! 3. 25. 11 4. 15.

Y

PKCAWíS

51

b)

143

PROPIOS

En el alma, "MI RA R ME COMO UNA LLAGA Y P O S T E ­

M A ” mil veces m ás fea que la del cuerpo. "P ostem a” de pasiones

feísim as: de soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza... que basta una cualquiera de elJas, enseñoreada del hombre, para convertirle en un m onstruo. Llaga y postema, ”D E D O N D E H A N S A L I DO T A N T O S P E C A D O S ” por lo m e­

nos veniales, por ojos, oídos, lengua, por todos los sentidos de mi cuerpo, por todas las potencias de mi alm a... ” T A N T A S M A L D A D E S ” contra Dios, contra el prójimo, con-. Ira mí mismo. ” Y P ON Z OÑ A T AN TURP1S1MA” que una gola de ella bastó para corrom per a los Angeles y hacer de ellos cosa ian "lurpísim a”, que hubo de crearse el infierno para sepultarles en sus llamas. ¡ Pues cuál será entonces mi miseria, si yo hubiere cometido muchos! A unque sólo hubiere consentido en pecados veniales, ¡cuánta es la podre moral que ha m anado de mis potencias y sen tid o s! Pues que ser tan pequeñísimo y en su pequeñez tan vil, lleve una vida de continua oposición, aunque sólo sea venial, contra el ser subsistente de perfección infinita, ¡cómo no m uero de dolor por mis pecados! PUNTO CUARTO

Excelencia infinita del ofendido ”EL C U A R T O CONSIDERAR QUIEN ES DIOS CONTRA QUIEN H E P EC A DO SEGUN SUS A TR I B UTOS C O M P A R A N D O ­ LOS A SUS C ONT RARI OS EN MI'' [59]. %

A) E n g e n e r a l . El ofendido es infinito en sabiduría, en poder, en hermosura, en santidad, en majestad... es eterno, in­ menso, principio y .fin de todas las cosas. El ofensor en cambio soy una gola de ser, menos que una hoja
144

PR IM E RA

SEMANA

51

deza del ofendido y con la vileza del ofensor; luego la ofensa que envuelven mis pecados contra Dios, es de gravedad como infini­ t a , — cuanto el ofendido exceda al ofensor, que es con exceso infinito. Bofetada de soldado a soldado es poca ofensa, porque va de igual a igual; pero bofetada de soldado al Rey, es gran ofensa porque va de muy bajo a m uy alto. Luego bofetada de la criatura al Creador, ofensa m ía a Dios —del ser nada y peor que nada al Ser Infinito—, tiene que revestir gravedad como infinita; tan grande, que ni todas las puras criatu ras juntas, las existen­ tes más las posibles, ni aun m uriendo todas de am or a Dios p ara satisfacer por un pecado mío, jam ás lograrían repararlo condig­ namente. — Sólo un Dios-Hombre, padeciendo por mis pecados, puede satisfacer por ellos en rigor de justicia. Dadme, Dios mío, que yo llore con lágrim as am arg u ísim as mis pecados por ser ofensa gravísima de Vos. El j:ecado es m a l del Infinito y por esto m ayor m al que todos

los males físicos y qae la destrucción del universo. Porque todo el mundo, los hombres y Angeles juntos, cabemos dentro de una gota de agua delante del Altísimo. Luego todas las lágrim as que se lloren por todos los males de! mundo son pocas para llorar un solo pecado por ser ofensa de El ¡^cado es mal del S u m o Bien y por eso el sum o mal. E n el pecado el Sumo Bien es ofendido, la Sum a Santidad es blas­ femada, la Suma Autoridad desobedecida, la Sum a H erm osura escupida, la Perfección sobre toda perfección es pospuesta a una vil criatura. Aunque sólo hubieres cometido pecados veniales, tendrías so­ bradas razones para las terribles penitencias de u n San Luis Gonzaga; porque el pecado venial en sí mismo es ya ofensa de Dios; y porque con tu infidelidad en faltas leves has merecido que Dios te dism inuyera sus gracias, sin las cuales hubieras llegado a ofenderle gravemente. Dadive, Jesús, Ketr ;itor mío amanlísim o, crecido e intenso doloi y lágrimas por mis pecados.

51

PECADOS

B)

En

particular. A T R I B U T O S ” en particular

PROPIOS

145

"QUIEN ES DIOS SEGUN S U S

”C O M P A R A N D O L O S A SUS C ON T R A R I O S EN MI".

a) ”SU SAPIENCIA A MI IGNORANCIA". Dios conoce ple­ nam ente ”la realidad infinita de Sí” misino y cuanto hay fuera de El; — lo ve todo con luz infinita — y por un solo acto — que es su m ism a esencia. Yo en cambio, de la realidad infinita de Dios no conozco casi nad a; sólo alcanzo una parte pequeñísima de lo que h ay en mí y en mi derredor; — y este mi conocimiento es oscurísimo — lle­ no de errores y de dudas — lo adquiero con gran trabajo y en breve lo olvido. Pues a este Señor infini tamente sabio le i roigo e/i c o m p a r a ­ ción c o n mi go en cada pecado, para deliberar n cuál d? ios dos he

de d ar la preferencia. Pues si es ya gravísima ofensa para el Verbo el que le com ­ pare con mi ignorancia, ¿qué será el que le posponga a ella, y que ose yo enjuiciar sus disposiciones y aun corregirlas y despreciarlas? Ofensa es ésta a la Sabiduría divina, incalculablemente m ayor que cuantas se pudieran inferir a todos los sabios del universo tratándoles como a un hato de ignorantes; para rep ararla condignamente el mismo Verbo hubo de hacer­ se hombre, pasar por loco en Jerusalén ante Herodes y ante todo el pueblo. ¡Oh Sabiduría infinita, dadme crescido e intenso dolor y lá­ grimas de mis pecados, por ser Vos quien sois y porque os amo sobre todas las c o sas! *** b) "SU OMNIPOTENCIA .4 MI FLAQUEZA". Dios creó el mundo de la nada y puede crear millones sin fin de mundos m ás grandes que el nuestro, millones sin fin de Santos, de Angeles y de hombres en un momento: con sólo quererlo y sin cansancio. Yo en c a mb i o no puedo crear ni un átomo; sólo puedo modilicar algunas de las infinitas cosas quo me rodean; y esto no sin gran trabajo y necesitando de Dios que me conserve las fuer­ zas en cada momento y concurra con ellas.

14<)

l’ U Í M E l U

SEM ANA

51

Pues este s e r nonada, conato de ser, e n f r e n t á n d o m e al p e c a r con el O mn i p o t e n t e , en todo pecado grave:

resisto a los planes de Dios; in frin jo a sabiendas m andatos form ales del Topoderoso; me niego a reconocer prácticam ente su dom inio; me río de sus amenazas de infierno y de sus prom esas de cielo. ¡Oh cuántas ofensas y cuán graves im plica cada pecado mío contra el Omnipotente! ¡Quién me diera m o rir de dolor por haber ofendido quizás m uchas veces a Dios N uestro Señor! P ara repararlas el mismo Todopoderoso hubo de hacerse h o m ­ bre y pasar por impotencia y flaqueza. Alcanzadme, M adre mía misericordiosísima, "crescido y intenso dolor y lágrim as de m is pecados” . ❖ -K íjí

c) SU JUSTICIA A MI I N I Q U I D A D ” . Dios guarda equidad perfectísima lo mismo con los seres ínfimos que con los sumos, en el juzgar, premiar, castigar y en la providencia que tiene de cada uno de ellos; siu que pueda adm itir El por la perfección infinita de su ser, una desviación mínima. Yo en cambio soy un ser lleno de iniq u idad ; juguete de sim ­ patías y antipatías, de amores infundados y de odios injustos, difícilmente me conservo en el fiel de la balanza, soy ligero en el juzgar; incauto en el creer; descuidado en mis obligaciones con los demás. Pues este ser, carencia de equidad y de justicia, al pecar antepónese a la equidad subsistente y a la infinita justicia, y le ofende de mil maneras. ¡Oh qué soberbia la m ía y qué desacato tan grande al Señor! Dadme un rio de lágrimas para llorarlo, mi Dios. %* *

d ) ”SU B ONDAD A MI MALICIA” . Y) ”Su bondad” o sa n ­ tidad por la cual es absolutamente impecable e infinitamente San­ to; contraponerla a mi "malicia” moral, que me tiene convertido en postema de concupiscencias, de donde brota turpísiina ponzoña de innumerables pecados. Pues al pecai, también traigo en comparangón al tres veces Santo con este infame pecador, para deliberar a cuál de los dos

51

PECADOS

PROPIOS

147

he de preferir; si a Jesús o a Barrabás, si a la suma malicia o a la infinita santidad. ¡Oh si yo me diera cuenta de las ofensas gravísimas que en ­ vuelve contra Dios lodo pecado mortal y venial! Dadme, Jesús, lágrimas de sangre para llorarlos. 2) ”Su bondad” de corazón por la cual es infinitamente incli­ nado a hacer bien y a comunicarme su propia felicidad; com pararla con mi "malicia” o sórdido egoísmo que me hace id ó latra de m í mismo y corazón de piedra con los demás. Ofréceseme Dios para ser personalmente el objeto de mi feli­ cidad eterna y ¡yo le rechazo como si El fuera poca cosa para mí o como si yo tuviera otros amantes más dignos que El! — ¡Oh cómo no muero de dolor por tal afrenta inferid^ a mi Dios! Hubo un día en que me sentí más r¡er> y feliz con la posesión de una criatura que con la posesión personal de Dios. ¡Preferí el goce momentáneo de una criatura al goce eterno de Dios! ¡Me avine a q u e d a r me eternament e sin El! Desprecié su amor, la oferta de Sí mismo, su Persona... «Propter pugillum hordei et fragmen pañis violaverunt me» 13, por un puñado de cebada o por un pedazo de pan me deshon­ raron. «Obstupescite coeli, super hoc, et portae ejus desolamini vehem enter... me dereliquerunt fontem aquae vivae, et foderunt sibi cisternas, cisternas dissipatas quae continere non valent aquas» 16, pasmaos, cielos, de esto; pásmate también tú, tierra... me dejaron a mí, fuente de aguas vivas y caváronse cisternas, cisternas agrietadas, incapaces de contener el agua. ¡Oh qué agravio a Dios! ¡Oh qué desgracia tan inmensa la mía, de haber ofendido a Dios! Aunque sólo hubiere sido con un pecado venial plenamente advertido, tenía sobrada causa para deshacerm e en lágrimas. 3) ”Su Bondad” ontológica o plenitud absoluta en todo gé­ nero de perfecciones; contraponerla a mi imperfección esenci al , por la cual soy como sombra de ser más que realidad: gota m i­ croscópica de ser, física y moralmente podrida. Por esta su perfección. Dios es infinitamente digno de todo ,R líz. 13, 19. ’» .ler. 2, 12-13

148

PR IM E R A SEM ANA

51

nuestro a m o r; y si lo tuviéram os infinito, todo se lo deberíam os. P ues si es grandísim o agravio no am arle cu an to puedo, ¿qué agravio será ofenderle con desam or, y con las in n u m erab les ofen­ sas que implica el pecado... a la Santidad-Dios, a la SabiduríaDios, a la Hermosura-Dios, al Poder-Dios, al Sum o Bien? ¡Y qué, si el negarle a El mi am or ha sido por dárselo a u n a vil c r ia tu r a ! ¡ Oh bondad infinita, quién siem pre os h u b iera a m a ­ do; quién nunca os h ubiera ofendido! Pésame, Dios mío, de haberos ofendido por ser Vos quien sois y porque os amo sobre todas las cosas. Dadme, oh S píritu Santo, crescido e intenso dolor y lágrim as de m is pecados. PUNTO QUINTO

Exclamación admirative con crescido afecto ” EXCLAMACI ON A D M I R A T I V E ” como fu era de m í por la admiración que causa la predilección tan sin m edida que Dios ha tenido conmigo. P or consiguiente, ’CON CRESCIDO A F E C T O ” principalm ente de am or, de a g ra ­ decimiento, de contrición y de confianza; ’ DISCURRIENDO P O R T OD A S L A S C R I A T U R A S , COMO ME HAN D EJ A DO EN V I D A ” sin m a ta rm e ” Y C O N S E R V A D O EN E L L A ' ’ positivamente [60]. -'LOS A NG E L E S . COMO S E A N CUCHILLO D E LA JUSTICIA DIVINA": cuchillo o espadas vivas, que por su grandísim o am or a Dios y a la justicia se abrasan en odio al pecado; las que se desenvainaron en el cielo contra el prim ero que allí se cometió y que siguen confirmadas en aquel mismo odio al pecado. Siendo esto así, ¡"COMO ME HAN SUFRIDO Y G U A R D A D O Y R O G A D O P O R MI” ; cómo no me han matado, antes me h an guardado en mil

peligros y se han postrado ante la justicia divina a intervenir por mí! Es que así se Jo ha ordenado mi padre Dios. «Servale mihi puerum Absalon», guardadm e a mi hijo Absalón. ”LOS S A N T O S COMO HAN SIDO EN I N T E R C E D E R Y R O ­ GAR ° OR MI” : por*; le el mismo Dios, por su infinita bondad y

misericordia les ha dado la misma orden que a los Angeles: «Servate mihi puerum Absalon»;

52

PILCADOS PROPIOS

149

"Y L O S CIELOS" cómo no se han desplomado sobre m í; Y el "SOL Y L U N A , E S T R E L L A S , E L E M E N T O S " cóm o no

me h a n abrasado; los ’F R U T O S ” cómo no me han envenenado; las "AVES, PECES, A NI M A L E S ", cómo no me han devorado; "Y LA TIERRA COMO NO SE HA A B I E R T O P A R A S O R ­ BERME, CRI ANDO NUEVOS INFIERNOS P ARA S I E M P R E P E ­ N A R E N ELLOS".

Tal hubiera sido el proceder de todas las criaturas, violen­ tadas por mí en su tendencia hacia Dios. «Pugnabit cum illo orbis te rra ru m contra insensatos» ’7, todo el universo luchará con El contra los insensatos. E n ejército cerrado se hubieran levantado contra mi todas al grito de m u era el infame, si el mismo Dios por s ¡l m isericordia infinita hacia mí, no se lo hubiera prohibido. «Sérvate mihi puerum Absalon» 1S, guardadm e bien a mi hijo Absalon. N ota. — Ayudará a retener esta enumeración de las criaturas, fijarse en el orden en que las dispone San Igna­ cio: Dios — lo más próximo a Dios que son los Angeles y los Santos — más abajo el mundo de los astros — más abajo lo que está sobre la superficie de la tierra — final­ mente la misma tierra.

52.

Coloquio. "ACABAR CON UN COLLOQUI O DE MISERI­ CORDIA" [61]; el propio de un gran pecador que cae arrep en ti­ do ante Dios, que misericordiosisimamente le perdona. Tal colo­ quio ha de abundar en sentimientos de agradecimiento, amor, contrición, hum ildad y confianza. Lo puedo hacer dirigiéndome a la misericordia infinita de Dios considerada en Sí misma; o a Cristo Crucificado como en la m editación anterior; o al Sagrado Corazón, órgano y asiento de la m isericordia de Dios con los hombres, valiéndome de la Virgen Santísima. Reina y Madre de m ise­ ricordia. a) ” R A Z O N A N D O ” cuán grande ha sido la misericordia de Dios para conmigo perdonándome tantos pecados — después de lantas recaídas -sin interés ninguno para El — cuando a la vez ,7 Sap. 5, 4, 21. ,R 2 Snm. 18. B.

150

P R IM E RA SEMANA

52

castiga terriblem ente a otros muchos por menos pecados que los míos. Raz o n a n d o tambi én cómo la m isericordia de Dios es en Sí verdaderam ente infinita; de suerte que mis pecados, au n q u e ta n ­ tos y tan graves, no son para Ella m ás que una m o tita de sucie­ dad para un m ar inmenso en que lavarla. Me lanzaré, pues, en el seno de la m isericordia infinita de Dios para allí confiar — llorar — a m a r — re p a ra r — y sobre todo deshacerme en agradecimiento. b)

"DANDO GRACIAS A DIOS N U E S T R O S E Ñ O R P O R Q U E ME HA DADO VIDA H A S T A A G O R A ” . T ant as veces gracias,

cuantos son los pecados que me ha perdonado y cuantos son los condenados por menos pecados que los m íos; y con t a n t o fuego de a mo r gracias cuantos son los fuegos en que se a b ra sa n los con­ denados y de que Dios a mí m isericordiosísim am ente me ha p re ­ servado. c

"PROPONI ENDO ENMIENDA CON SU GRACIA P A R A A D E L A N T E ” : enm ienda de pecados graves,

enmienda de pecados veniales y de faltas advertidas que son cam ino para pecados. (De este modo empieza ya a p rep arar el camino para los tres coloquios de ¡a meditación siguiente; 19. \cahar con un Pat er Noster. N-il. . 1 . 111. 4. ó.

PKCADOS PKOIMOS

i

53.

151

I’- I i u r o MAS PROPIO I)!-: ESTA MEDITACION V EXAMEN DEL MISMO. PASO A LA MEDITACION SIGUIENTE

Fruto directo. En el e n t e n d i m i e n t o : conocimiento interno de la fealdad y malicia del pecado por razón de la acción intrínsecamente mala en que consiste. Sobre todo conocimiento interno de la gravísima ofensa de Dios que implica el pecado. En el c o r a zó n : 1 / "Crescido y intenso dolor” de atrición de mis pecados mortales y veniales por la fealdad y malicia que tiene en sí toda acción intrínsecamente mala, aunque no estuviera prohibida. 2.° ”Crescido y intenso dolor” de contrición de todos mis pecados mortales y veniales, por ser ellos ofei:sa gravísima contra la Bondad infinita de Dios. Este es el fruto principalísimo de esta meditación. Tan crecido e intenso ha de ser este mi dolor de atrición y contri­ ción, que me lleve: a lágrimas, por lo menos internas, por la amargura del pecad'»; y a deseos grandes de penitencia para reparar la ofens.'i de Dios, más que para pagar la pena debida. En la v o l u n t a d : resolución firmísima de morir antes que cometer un pecado mortal; "QUE AUNQUE ME HICIESEN SEÑOR DE TODAS

• ;

;

,

LAS COSAS CRIADAS, NI POR LA PROPIA VIDA TE MP ORA L NO SEA EN DE LIB E RA R DE QU EB RAN TA R UN MANDAMIENTO QUIER DIVINO,. QUIER HUMANO, QUE ME OBLIGUE A PECAD O M OR­ T A L ” [1651; y ”QUE PO R TODO LO CREADO. NI PO RQ U E LA VIDA ME QU I­ TASEN, NO SEA EN DELIBERAR DE HACER UN PECADO VE­ N I A L ” [166].

Frutos concomitantes: Cnfianza firme en la misericordia infinita de Dios que me ha perdonado plenamente. Subida de punto en el "grande ánimo y liberalidad” de la ano­ tación 5.“. Ansias de decisión más y más grande contra todo pecado; también contra todo desorden plenamente deliberado y contra el amor del mundo que son camino para el pecado. Estas an sias son el paso o disposición subjetiva inmediata para los dos ejercicios siguientes que van dirigidos a llorar más y más mis pecados graves y leves y a decidirme más y más contra el desorden y contra el amor mundano, caminos para el pecado. Examen. ¿He llegado a tal dolor de atrición como aquí se pide? I ¡ |

¿A tal contrición? ¿A tales ansias de penitencia? ¿A tales deseos de resolverme contra todo pecado venial y contra lodo desorden deliberados? Si asi fuere he de insistir más y más en meditación, oración y penitencia hasta conseguirlo.

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ESQUEMA DE LA MEDITACION VI

54.

De los "pecados propios” Pres. de Dios y Orac. prep. — Comp. de lug. — Petición. P unto

1.

P roceso de los

pecados

mortales

y

v e n ia l e s

DE TODA MI VIDA

Repasando de tiempo en tiempo, v. gr., niñez, adolescencia, juventud...

— las poblaciones donde he vivido; * — las casas; — el trato con otros; — el oficio. — Procurando recordar todos mis pecados mortales, si los he teni­ do. veniales e imperfecciones; — mirándolos como en montón, "haciéndome gran pecador”. — ¡Oh Dios mío, mis pecados son sobre los cabellos de mi cabeza y sobre las arenas del mar! Ayudadme ahora a comprender su malicia y su fealdad intrínsecas. ij u n t o

2

F ealdad y m a l ic ia d e m is p e c a d o s p o r r a z ó n d e la. a c c ió n

INTRÍNSECAMENTE MALA EN QUE GENERALMENTE CONSISTEN

Porque tai acción, de violar el orden natural:

— Es obrar contra el dictamen de la razón: cosa fea y mala, aunque no estuviera prohibida por Dios; — es ir contra el orden que debe reinar dentro de mi naturaleza racional: cosa también fea y mala, anteriormente a toda pro­ hibición; — es ir contra mi ordenación a mi último fin... fealdad también y malicia; — es tocar la libertad de hijo de Dios por la esclavitud del peca­ do... nueva fealdad y nueva malicia. — Al violar <*l orden natural, voy contra la sabiduría de Dios que lo ha establecido; en lo cual hay fealdad y malicia, anteriores a tí fia prohibición,

55

PECADOS

PROPIOS

153

— falto a Dios, Señor de todas las cosas, disponiendo de ellas sin atender a su voluntad y contra sus planes; cosa fea y mala, aun prescindiendo de toda prohibición; — atropello el derecho inalienable «le Dios a que las cosas sean diri­ gidas a El, como a su último fin; — y esas ofensas a Dios revisten además Ja fealdad y malicia espe­ cíficas de la más negra ingratitud. — Y a esta fealdad y malicia común a íoda acción intrínsecamente mala, hay que añadir en los pecados de soberbia, avaricia, luju­ ria, etc., la malicia y fealdad peculiar de cada especie de pecado, v. gr., de la soberbia, lujuria... — Repárese además en que estas fealdades y malicias se hallan tam­ bién en todo pecado venial que verse sobre aciones intrínse­ camente malas; — de suerte que la vida de un sacerdote o religioso anclada en pecados veniales, resulta un amasijo repugnante de ligereza, ruin­ dad, ingratitud, soberbia, inconsecuencias y absurdos. Pero la gravedad del pecado proviene principalisimamente de ser ofensa de Dios, en la cual hay que ponderar la vileza del ofensor y la grandeza del ofendido. 55.

P

u n t o 3."

V ile z a d k l o fe n s o r

Soy un átomo insignificante delante de Dios.

— Porque soy como nada, en comparación de todos los hombres; — los cuales son como nada, en comparación de todos los Santos y Angeles; — y todos juntos son como nada, en comparación de Dios... — ¿Pues qué seré yo delante de Dios? Y en mi insignificancia, soy cosa pésima:

— en el cuerpo, corrupción y fealdad fisica en su origen, vida y muerte; — en el alma, postema de pasiones desordenadas, de donde han salido tantos pecados y ponzoña tan turpísima. — ¿Cuánta es en cambio la excelencia de Dios?

154

P in to

4 .°

E x c e le n c ia

55

PRIM ERA

S KM ANA

del

o fe n d id o

Ser

COMPARÁNDOLOS CON S I S

según

su s

a t r ib u t o s

C ONTRARI OS KN MÍ

Comparándolos en general.

— Dios es infinito en poder, saber, santidad, majestad... — y yo soy debilidad, ignominia, pecado...; su excelencia sobre mí es. pues, infinita. — Pero la ley es que la ofensa crece con la excelencia del ofendido sobre el ofensor; luego la ofensa de Dios por mi pecado es cuasi infinita. — Bofetón de soldado a soldado es poca ofensa; de soldado a jefe es más ofensa; de soldado a Rey es grandísima ofensa... — luego bofetón o falta de criatura al Criador, de la nada al todo... será cuasi ¡infinita ofensa! — En el pecado la hermosura infinita es despreciada, la autoridad infinita es desobedecida, la santidad infinita es blasfemada...; — el pecado es mal de Dios; — mal superior a todos los males físicos de las criaturas; — mal de alguna manera infinito. Comparándolos en particular, los atributos de Dios a sus contrarios en mí:

— "Su Sapiencia a mi ignorancia”; — ”su Omnipotencia a mi flaqueza” ; — ”su Justicia a mi iniquidad” ; — "su Bondad a mi malicia” ; — etcétera P u n to

5. °

" E x c la m a c ió n

a d m ir a tiv e

con

c r e sc id o

a fecto ”

Recorriendo las criaturas: a partir del cielo — por la tierra — a los infiernos. — ¡Los Angeles y Bienaventurados cómo no me han matado, antes han intercedido por mí! — ¡los cielos, cómo no me han aplastado! — ¡el sol, cómo no me ha abrasado! — ¡los animales, cómo no me han devorado! — ¡las plantas, cómo no me han envenenado! — ¡la tierra, cómo no me ha tragado!; —¡los infiernos, cómo no han sido creados nuevos infiernos para atormentarme a mí! — Porque Dios no se lo h
56

PECADOS

5(5.

PROPIOS

155

"Coloquio de misericordia” :

— razonando cuán grande es en sí la misericordia de Dios; — y cuán grande para mí; — dándole gracias por no haberme condenado; tantas gracias, cuantos son los condenados por menos pecados que los míos; y con tanto fuego de amor, gracias cuanto son los fuegos de que me ha librado; — y proponiendo la enmienda para adelante.

MEDITACION VII, VII

bis

DISTRIBUCION DE LA M A T ER IA P A R A LA MEDITACION DIARIA

D ía

1.

A.

D ía

2.°

A7J 63 64 65 58

Día 3.'

59 60 61 58

Sobre el fruto principal de estos ejercicios: N.° 66.

57.

MEDITACION VII

Repetición de los dos anteriores "SERA REPETIR EL PRIMERO Y SEGUNDO EXERCICIO, NOTANDO Y HACIENDO PAUSA EN LOS PUNCTOS QUE HE SENTIDO MAYOR CONSOLACION O DESOLACION O MAYOR SENTIMIENTO ESPIRITUAL, DESPUES DE LO CUAL HARE TRES COLOQUIOS DE LA MANERA QUE SE SIGUE” [62]. I En

qué

consiste

la

, ’r e p e t i c i ó n ’>

"REPE TIR EL PRIMERO Y SEGUNDO EXERCICIO el 1.°, de los tres pecados, y el 2.°, de los pecados propios. ’Repetirlos” es volver a hacerlos como se hicieron antes, p ri­ m eram ente el 1.° y después el 2.°, sin mezclarlos, ni resum irlos y siguiendo dentro de cada ejercicio por los mismos puntos que antes, pero no deteniéndome el mismo tiempo en cada uno de ellos, sino "NOTANDO Y HACIENDO PAUSA EN LOS PUNCTOS QUE HE SENTIDO MAYOR CONSOLACION” del buen espíritu, por lo cual puedo yo pensar ser voluntad de Dios que vuelva sobre los mismos; ”O DESOLACION” del demonio, de suerte que puedo juzgar ser empeño del enemigo que no vuelva yo sobre ellos: "O MAYOR SENTIMIENTO ESPIRITUAL” por solos mis a r­ los con la gracia ordinaria sin influjo especial extrínseco de nin­ gún espíritu, de modo que puedo esperar aum entará este sentimienlo si vuelvo a considerar las mismas verdades que lo en­ gendraron.

158

PRIMERA SEMANA

58

San Ignacio propone sobre los pecados, prim ero dos m edita­ ciones y después "repetición” de estas dos m editaciones. 4* * * El fin de la "repetición” ignaciana en los ejercicios es: profundizar más y más en las verdades que más me movie­ ron en la meditación anterior; form ar con ellas convicciones cada vez más profundas; penetrarme más y más de los sentimientos y afectos corres­ pondientes ; confirmarme más y más en las resoluciones tom adas a la luz de dichas verdades y al calor de dichos sentimientos. — Estos sentimientos serán como nuevas tendencias, opuestas a las ten­ dencias desordenadas de la naturaleza; y ayudarán a que la vo­ luntad se mantenga firme en las resoluciones. Según esto: a) La m anera de preparar los puntos para la "repetición* ha de ser que cada ejercitante recuerde los puntos de la meditación anterior por el mismo orden en que los ha me* ditado; pero tomando nota de aquellas cosas en que sintió más conso­ lación o más sentimiento espiritual; porque éstas serán ante todo la materia de la "repetición” ; dejadas las demás en que no sintió tanto a pesar de haber trabajado con diligencia. b) Y el modo de m editar en la "repetición” será: por vía de contemplación más que de discurso; y deteniéndose en los sentim ientos y afectos, en las resolucio­ nes de la voluntad y en oración de súplica, más que en el trabajo intelectual. 58.

Los

tres

c o lo q u io s

”DESPUES DE LO CUAL” [63], o sea después de haber vuelto a considerar las cosas que más me movieron en la m editación anterior, cuando el conocimiento del pecado y el arrepentim iento es en mí más vivo y profundo. ”HAHE" sin falta aunque me sintiere en aquel momento seco y desconsolado, porque « trata de conseguir por la súplica del coloquio gracias im portantísim as:

58

REPETICIÓN V RESUMEN SOBRE PECADOS

159

”'TRES COLOQUIOS", no uno solo;- y éstos no de cualquier modo, sino "DE LA MANERA QUE SE SIGUE", que es la más solemne y eficaz que da San Ignacio al coloquio en todos sus ejercicios, prueba de la extraordinaria im portancia que concede el Santo a las tres gracias que aquí se han de conseguir. Primer coloquio "EL PRIMER COLLOQUIO A NUESTRA SEÑORA" Madre de Dios y Madre mía, "PARA QUE ME ALCANCE GRACIA DE SU HIJO Y SEÑOR PARA TRES COSAS", im portantísim as sobre toda ponderación; por ser ellos el fruto principal de la pri­ m era sem ana de ejercicios; la cual es base imprescindible para las siguientes: ”LA í:A PARA QUE SIENTA INTERNO CONOSCIMIENTO I)E MIS PECADOS” mortales y veniales; conocimiento ”intem o” que penetre en lo más hondo del pecado y en lo más hondo de mi ser, y con luz y sentim iento del Espíritu Santo; ”Y ABORRECIMIENTO DELLOS” o aversión, repugnancia, asco que me los haga intolerables. ”LA 2.a- PARA QUE SIENTA'' o me dé cuenta de él con dolor y desagrado. ”EL DESORDEN DE MIS OPERACIONES" de pensamiento, palabra y obra; el llamado "falta advertida”, que aunque no llega a pecado por no m ediar prohibición de Dios, pero lleva al pecado y tiene en sí mismo fealdad moral y desagrada positivamente a Dios. Suele consistir tal desorden entre nosotros en faltar a alguna de nuestras Reglas, a las adiciones de la meditación o a otros documentos de los ejercicios, a algunos consejos de los Superio­ res, el obrar por ímpetus, trabajar sin orden, etc... "PARA QUE ABORRESCIENDO” estos desórdenes, tom án­ doles odio y asco como a cosa intolerable por su fealdad m oral y por llevar al pecado y por desagradar a Dios; "ME ENMIENDE” más y más de cada uno de ellos cu an ta sea posible, ”Y ME ORDENE" en mi plan general de vida y en cada cosa particular, haciendo en estos mismos ejercicios la reform a con­ veniente de vida y aun elección de estado, si a ello hubiere lugar.

PRIMERA SKMANA

160

58

"LA 3. a PEDIR CONOSCIMIENTO DEL MUNDO”: cómo todo él es m aldad. «Totus in maligno positus» ', porque todo es concu­ piscencia de riquezas, de honras y de deleites: soberbia, avaricia, envidia, lujuria, gula, m entira, pecado; y cómo por eso es ene­ migo de Dios, odia a Jesucristo y persigue a los buenos; “PARA QUE ABORRESCIENDO"\o, odiándolo, desprecián­ dolo. "APARTE DE MI" instintivam ete, como autom áticam ente, "LAS COSAS MUNDANAS" de ostentación y soberbia, diver­ siones e independencia... casi siem pre pecam inosas; y aun las simplemente vanas; T VANAS" o frívolas, sin substancia para la vida eterna. Segundo coloquio "EL SECmUNDO coloquio , pedir OTRO TANTO AL HIJO, PARA QUE ME ALCANCE DEL PADRE, Y CON ESTO EL ANI­ MA CHR1STI". Tercer coloquio "EL TERCERO, OTRO TANTO AL PA D R E, PARA QUE EL MISMO SEÑOR ETERNO ME LO CONCEDA: Y CON ESTO UN PATER NOSTER Son, pues, tres coloquios: uno a la Santísim a Virgen, otro al Hijo y otro al Padre; en cada uno de los cuales se piden las mismas gracias; es a saber: Conocimiento interno del pecado m ortal y venial; aborrecimiento interno del pecado m ortal y venial; determinación firme de no más pecado m ortal ni venial deli­ berado. Conocimiento interno del desorden que lleva al pecado; aborrecimiento interno de dichos desórdenes; gracia para enmendarme y ordenar mi vida en estos ejercicios. Conocimiento interno del mundo que lleva al desorden y al pecado; 1

J

5. 11).

59

161

REPETICIÓN Y RESUMEN SOBRE PECADOS

aborrecim iento interno de ese m undo; gracia para ap artar de mí las cosas m undanas y vanas. Estas gracias, más el santo temor de Dios, que la m ateria de las m editaciones pasadas infunde por sí misma, contienen la conversión perfecta del alma, el fruto propio de la prim era se­ m ana, base im prescindible para las semanas siguientes; de aquí el extraordinario empeño de San Ignacio por dar fuerza y hasta solemnidad a este coloquio y porque jam ás se le omita. ^ II 59.

Ejercicio

de

la

’ ’ r e p e t i c i ó n ?'

”DESPUES DE LA ORACION PREPARATORIA Y DOS PREAMBULOS, SERA REPETIR EL PRIMERO Y SEGUNDO EXERCICIO”. P r epa r a c ió n

de

los

puntos,

de la m anera dicha en el pá­

rrafo anterior. ”ES PEDIR GRACIA A DIOS NUES­ TRO SEÑOR PARA QUE TODAS MIS INTENCIONES, ACCIO­ NES Y OPERACIONES, SEAN PURAMENTE ORDENADAS EN SERVICIO Y ALABANZA DE SU DIVINA MAJESTAD”. O r a c ió n p r e p a r a t o r ia .

”VER CON LA VISTA IMAGINATI­ VA Y CONSIDERAR MI ANIMA SER ENCARCERADA EN ESTE CUERPO CORRUPTIBLE Y TODO EL COMPOSITO EN ESTE VALLE, COMO DESTERRADO ENTRE BRUTOS ANIMALES; DIGO TODO EL COMPOSITO DE ANIMA Y CUERPO”. Co m p o sic ió n d e l u g a r .

”VERGÜENZA Y CONFUSION DE MI MISMO”; y "CRESC IDO Y INTENSO DOLOR Y LAGRIMAS DE MIS PECADOS”. P e t ic ió n .

PUNTO PRIMERO

Repetición del ejercicio sobre el pecado de los Angeles... Sobre la m anera de m editar en la "repetición” véase el pá­ rrafo anterior.

6

162

PRIMKRA SKMANA

60

PU NTO SE G U N D O

Repetición del ejercicio sobre los pecados propios A el el el 60.

lo cual se seguirán tres coloquios: 1.’ con la Virgen Santísim a, mi M adre; 2.° con Nuestro Señor Jesucristo, intercediendo la Virgen; 3.' con el Eterno Padre, intercediendo Jesús y la Virgen. I P r e p a r a c ió n para l o s t r e s c o l o q u io s

En el cielo el E terno Padre; a su diestra, Nuestro Señor Je ­ sucristo; junto a Jesucristo, su Santísim a Madre. — Yo postrado ante ellos. a) Confianza en el Eterno Padre y hum ildad. Su m isericor­ dia, en Sí misma es infinita; y la que ha tenido conmigo, in­ conm ensurable; pues me ha dado el ser, la vida, el m undo, el perdón, la gracia, a su Hijo, a Sí mismo. Después de esto, ¿qué me puede negar? Pero ¿quién soy yo, miserable criatura, apostem a de pecados, para presentarm e ante la Santidad infinita de Dios, sin interm e­ diario? Mi sitio es la nada y el infierno; ¿cómo desde aquellos abismos seré yo oído en el trono del Altísimo, sin interm ediario? Y ¿quién puede ser, sino Jesús, este interm ediario? b) Confianza en Jesucristo y humildad. Es om nipotente por Sí mismo y porque su Padre siempre le oye: ”E xaudiet Filium P ater.” Por otra parte su m isericordia conmigo es inago­ table: la pregonan sus heridas, su sangre, su m uerte. Pues quien ha dado su vida por mí ¿qué me podrá negar? Pero ¡ah!, esas heridas se las abrí yo, esa sangre la derram é yo, la m uerte se la di yo; ¿cómo presentarse el asesino a la víctim a y tal asesino ante tal víctima, sin interm ediario? — Y ¿quién puede ser, sino la Virgen, este interm ediario? c) Confianza en la Virgen. Ella es refugio de pecadores y la om nipotencia suplicante: "Exaudiet matrem Filius.” Ade­ más as mi M adre; y para presentarm e a mi Madre, por pecador que yo sea, no necesito interm ediario.

61 61.

REPETICIÓN Y RESUMEN SOBRE PECADOS

Los

163

co lo q u io s m is m o s

¡Oh Madre mía amantísima!, refugio de pecadores: por el horror que Vos sentís al pecado, ofensa gravísima de Dios, cau­ sa de la m uerte de vuestro Hijo y mal espantoso del hombre, alcanzadm e de Jesús: Conocimiento interno del pecado m ortal y venial; aborrecim iento interno del pecado m ortal y venial; determ inación firme de no más pecado m ortal ni venial de­ liberado. Conocimiento interno del desorden que lleva al pecado; aborrecim iento interno de dichos desórdenes; resolución firme de no m ás desórdenes deliberados. Conocimiento interno del mundo que lleva al desorden y al pecado; aborrecim iento interno de ese mundo; gracia para ap artar de mí las cosas m undanas y vanas. *** ¡Oh Jesús mío amantisimo! Redentor nuestro: vengo a Vos, presentado por vuestra Madre, a quien Vos no negáis nada, para pediros por su intercesión estas gracias. — Por el horror que Vos tenéis al pecado, ofensa del Eterno Padre, causa de vuestra m uer­ te y mal espantoso del hombre, concededme Vos mismo o alcan­ zadme del Padre: Conocimiento interno del pecado mortal y venial; aborrecim iento interno del pecado m ortal y venial; determ inación firme de no más pecado mortal ni venial de­ liberados. Conocimiento interno del desorden que lleva al pecado; aborrecim iento interno de dichos desórdenes; gracia para enmendarme y ordenarme en estos ejercicios. Conocimiento interno del mundo que lleva al desorden y al pecado; aborrecimiento interno de ese mundo; determinación firme de no más cosas mundanas conmigo ni vanas.

164

PR1MKRA SEMANA

61

¡Oh Eterno Padre!, ante el trono de vuestra m ajestad infinita me postro acom pañado de Jesús y de la Virgen Madre, a quie­ nes Vos no negáis nada; Ellos interceden por mí. — P or el odio infinito que Vos tenéis a todo pecado por ser ofensa gravísim a de la Divinidad, causa de la m uerte de vuestro Hijo y m al es­ pantoso del hombre, concededme las m ism as tres gracias que he pedido a la Virgen Santísim a y a vuestro H ijo: conocimiento interno del pecado, etc. ACABAR C O \ EL PATER N O S T E R ”.

62.

MEDITACION VII

b is

«Resumen» de la repetición anterior ”CUARTO EXERCICIO ES RESUMIENDO E S T E MISMO TERCERO. DIXE RESUMIENDO, PORQUE EL ENTEDIMIENTO, SIN DIVAGAR, DISCURRA ASSIDUAMENTE POR L AS R E ­ MINISCENCIAS DE LAS COSAS CONTEMPLADAS EN LOS EXERCICIOS PASADOS, Y HACIENDO LOS MISMOS TRES COLLOQUIOS” [64]. I En

qué

consiste

el

’’r e s u m e n ’'

”EL CUARTO EXERCICIO ES RESUMIENDO ESTE MISMO TERCERO” que es la "repetición” anterior. ”DIXE RESUMIENDO” la repetición anterior o volviéndola a m editar; pero reducida a las cosas que más me hubieren mo­ vido en ella y en las dos meditaciones anteriores sobre el pecado. ”PORQUE EL ENTENDIMIENTO, SIN DIVAGAR” o sin m u­ cho an d ar saltando de una cosa en otra. "DISCURRA”, piense, trabaje ”ASSIDUAMENTE” con fijeza, con la propia suya cuando contempla, ”POR LAS REMINISCENCIAS” o recuerdos, afectos, senti­ mientos que le hayan quedado más grabados ”DE LAS COSAS CONTEMPLADAS EN LOS EXERCICIOS PASADOS”, los cuales fueron la repetición anterior y las dos m e­ ditaciones que la precedieron sobre los pecados.

Según esto: a) La manera de preparar los pontos para el "resumen” consistirá, en que cada ejercitante recuerde por su

166

PRIMERA SEMANA

62

orden, las cosas que consideró en la "repetición” anterior y tome nota de las que más le movieron en ella; recuerde después las que más le im presionaron en las dos m editaciones prim eras sobre los pecados y que quizás por falta de tiempo no volvió a consi­ derar en la "repetición”. Estas cosas en que sintió más consolación o desolación o m ayor sentimiento espiritual en las repeticiones y meditaciones anteriores (que serán las "rem iniscencias" que le han quedado más grabadas), constituirán la m ateria del "resum en”. Si pudiera form ar con ellas algo de síntesis lógica, en la cual m utuam ente se den luz unas a otras, y que contenga como en resum en lo más substancial de la meditación, mejor. b)

Y la manera de considerar estas reminiscencias será:

por via de contemplación más que de discurso; y deteniéndose mucho más que en la labor intelectual, en los sentimientos y afectos, en las resoluciones de la voluntad, en la oración de súplica. Porque en los ejercicios se va, no a conseguir muchos conocimientos, sino a sentir hondamente verdades religio­ sas fundamentales. Para conseguirlo, San Ignacio pone so­ bre las mismas verdades: primero, meditación de ellas; después, "repetición” sobre esta meditación; finalmente, "resumen” de esta repetición. Si en la meditación consideré 20 verdades y de ellas sólo en 8 sentí consolación, o desolación, o batante senti­ miento espiritual; en la ”rej)etición" volveré sobre estas 8 dejando las otra* 12. en las que no sentí nada o sentí menos. Y si en la "repetición” de estas 8 verdades, hay 3 en las cuales sentí más consolación o desolación o mayor sen­ timiento; en el "resumen” volveré principalmente sobre estas 3, anteponiéndolas a las otras 5 en que sentí menos. Es fundamental para San Ignacio que el ejercitante trabaje en profundidad más que en extensión; porque ”XO El MUCHO SABER HARTA Y SATISFACE AL ANI­ MA, MAS EL SENTIR Y GUSTAR DE LAS COSAS INTER­ NAMENTE” Í21.

65

REPETICIÓN Y RESUMEN SOBRE PECADOS

63.

II Ejercicio

del

P r epa r a c ió n d e los p u n t o s ;

167

es u m e n ’’ de la manera dicha en el p árra­

fo anterior. ”ES PEDIR GRACIA A DIOS NUES­ TRO SEÑOR PARA QUE TODAS MIS INTENCIONES, ACCIO­ NES Y OPERACIONES, SEAN PURAMENTE ORDENADAS EN SERVICIO Y ALABANZA DE SU DIVINA MAJESTAD O r a c ió n p r e p a r a t o r ia .

”VER CON LA VISTA IMAGINATI­ VA Y CONSIDERAR MI ANIMA SER ENCARCERADA EN EST E CUERPO CORRUTIBLE Y TODO EL COMPOSITO EN ESTE VA L L E COMO DESTERRADO ENTRE BRUTOS ANIMALES; DIGO TODO EL COMPOSITO DE ANIMA Y CUERPO Co m p o sic ió n d e lu g a r .

”VERGÜENZA Y CONFUSION DE MI MISMO; Y CRESCIDO Y INTENSO DOLOR Y LAGRIMAS DE MIS PE­ CADOS”. P e t ic ió n .

64.

PUNTO PRIMERO

Volver sobre las cosas que más me hayan movido entre todas, en la repetición pasada y en las dos meditaciones anteriores 65.

PUNTO SEGUNDO

Volver sobre las demás cosas que también me hayan movido, aunque no tanto como las anteriores C o l o q u i o . ’ HACIENDO LOS MISMOS TRES COLLOQUIOS... A NUESTRA SEÑORA... AL HIJO... AL PADRE" [64] pidiendo:

Conocimiento interno del pecado mortal y venial; aborrecimiento interno del pecado mortal y venial; determinación firme de no más pecado mortal ni venial.

168

PRIMERA SEMANA

65

Conocimiento interno del desorden que lleva al pecado; aborrecim iento interno de dichos desórdenes; resolución firme de no m ás desórdenes deliberados. Conocimiento interno del m undo que lleva al desorden y al pecado; aborrecim iento interno de ese m undo; determinación firm e de no m ás cosas m undanas conmigo ni vanas. TERMINAR CON EL P A T E R N O S T E R ”.

66

REPETICíÓN Y RESUMEN SOBRE PECADOS

66.

169

FRUTOS MAS PROPIOS DE ESTA "REPETICION” Y DE ESTE "RESUMEN” Son: tres convicciones profundas en el entendim iento; tres aborrecimientos íntim os en el corazón; tres resoluciones firmísimas en la voluntad. Convencimiento profundo: de la fealdad y malicia del pecado mortal y venial; de la fealdad e inconveniencias del desorden en las operaciones; de la m alicia y vanidad del mundo. Aborrecimiento íntimo :

de todo pecado mortal y venial; del desorden de las operaciones que lleva al pecado; del mundo que lleva al desorden y al pecado.

j

Resolución f i r m í s i m a :

■ i í

de no más pecado mortal ni venial plenamente deliberado; de no más desorden plenamente deliberado; de no más junto a mi cosas mundanas ni aun sim plem ente vanas.

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Concomitantemente: Ansias por confirmarme con la m editación del infierno, para todo evento, en el propósito de la enmienda contra ei pecado grave; además, ansias por ahondar más y más en estos sentim ientos y en estas convicciones con las meditaciones que se siguen de la muerte, juicio, etc., si con los ejercicios anteriores y el del infierno no hubieren quedado suficientemente conseguidos los frutos indicados. Estas ansias son la preparación subjetiva inm ediata para dichas m editaciones del infierno, y de la muerte, juicio, pecado venial y desorden.

! j j j !

MEDITACION VII

ter

»

DISTRIBUCION DE LA M A T E R IA P A R A LA MEDITACION D IA RIA

D ía 1.®

A \c 67

D ía 2.°

S.° 67 69 70 72

68

70 71

67.

MEDITACION VII

ter

Recapitulación de las dos meditaciones sobre los tres pecados y sobre los pecados propios Es una recapitulación de las principales ideas contenidas ob­ jetivam ente en los dos primeros ejercicios sobre el pecado; sean o no las que más me movieron al hacer dichos ejercicios. Es, pues, una cosa muy diversa de la "repetición” y ”resum en” preceptuados por San Ignacio, los cuales han de versar principalm ente sobre las cosas en que hubiere sentido más con­ solación o desolación o mayor sentimiento espiritual. Ponemos aquí esta recapitulación objetiva para dejar de relieve la diferencia que hay entre lo que se da con demasiada frecuencia como repetición o resumen de San Ignacio y la verdadera repetición y resumen del Santo. Esta recapitulación que aquí ponemos se llamaría en el lenguaje de los ejercicios una nueva meditación sobre el pecado, pero no "repetición” ni ”resumen” de las medita­ ciones anteriores. ”ES PEDIR GRACIA A DIOS NUES­ TRO SEÑOR PARA QUE TODAS MIS INTENCIONES, ACCIO­ NES Y OPERACIONES. SEAN PURAMENTE ORDENADAS EN SERVICIO Y ALABANZA DE SU DIVINA M A J E S T A D Es mi último fin y por eso mi anhelo supremo. Para perfeccionarme más y más en su realización, voy a hacer esta meditación. O r a c ió n p r e p a r a t o r ia .

"VER CON LA VISTA IMAGINATI­ VA Y CONSIDERAR MI ANIMA SER ENCARCERADA EN E S T E CUERPO CORRUPTIBLE Y TODO EL COMPOSITO EN EST E VALLE COMO DESTERRADO ENTRE BRUTOS ANIMALES, DIGO TODO EL COMPOSITO DE ANIMA Y CUERPO [47]. Co m p o s ic ió n d e l u g a r .

172

PRIMERA SEMANA

68

”VERGÜENZA Y CONFUSION DE MI MISMO”; y ”CRESCIDO Y INTENSO DOLOR Y LAGRIMAS DE MIS PECA­ DOS” [48 y 55]. P e t ic ió n .

68.

PUNTO PRIMERO

El pecado grave en sí mismo A) C a d a p e c a d o m o r t a l e n v u e l v e m u c h a s o f e n s a s a D i o s . Porque pecar yo gravemente e s : violar la ley de Dios; por amor desordenado a m í m ism o , en el que me prefiero a Dios; y aviniéndome a quedarme eternamente sin Dios como ob­ jeto de m i bienaventuranza. Por tanto, al pecar o desobedecer a Dios: Desprecio prácticam ente su autoridad sobre mí como si fuera ilegítima, lo cual es ofensa gravísim a a Dios; desprecio prácticam ente el m andato divino que violo, lo cual es nueva ofensa de Dios; y la sabiduría infinita que lo ha dictado, como si hubiera en él algo im procedente... que es otra ofensa de Dios; \ las espléndidas prom esas que me hace si lo g u ardare... también olensa de Dios; y las amenazas de castigo si lo violo... igualm ente ofensa de Dios. Pospongo el Ser infinitamente Santo, sabio, poderoso, abso­ lutam ente perfecto, ? quien soy ignorancia sum a, debilidad sum a, postema de pecado y la nada absoluta de mi p arte; y la voluntad santísima de Dios, la pospongo a mis caprichos; y las Personas augustísim as de la Santísim a T rinidad, a mi m isérrim a persona... en todo lo cual hay m últiples gravísim as ofensas de Dios. Rechazo el ofrecimiento que me hace de Sí m ismo Dios, Uno y Trino para ser por Sí el objeto de mi bienaventuranza eterna; y lo rechazo por preferir a su posesión, el goce de una vil criatura;

REPETICIÓN V RESUMEN SOBRE PECADOS

173

ofensa que no tiene medida en lo hum ano; porque si es grande la que se infiere a un hombre digno despreciando su sa­ biduría, su poder, su valor..., muchísimc mayor es la de des­ preciarle sus dones y el don de sí mismo, su am or: ¡de Usted no aprecio y no quiero ni amor! *

B)

Y

*

*

cada una d e e s t a s o f e n s a s t ie n e n e s t a s cuatro ag ra­

vantes:

1.a Ser yo el ofensor pequeñísimo, casi nada, al lado del ofendido que es infinito. 2.a Ser yo hombre que se precia de tener por norm a para con los demás hombres, agradecer a todos los más pequeños be­ neficios, respetarles los más insignificantes derechos, reconocer­ les todos sus méritos, su virtud, sabiduría, dignidad, santidad. Sólo con Dios hago excepción, portándome con El como si fuera un Señor a quien no hay por qué respetarle los más sagra­ dos derechos, ni que agradecerle los más insignes beneficios, ni que reconocerle las más elevadas perfecciones. El desprecio de Dios, que por aquí implica cada pecado, es superior a todos los desprecios que se pueden hacer a todos los hombres juntos. 3.a Saber el ofensor que al pecar renueva, en cuanto de él depende, la pasión de Nuestro Señor Jesucristo, sus azotes, sus llagas, sus afrentas, su m uerte; pues el verdadero causante de ella son sus pecados, no los verdugos. 4/' Agravante son los beneficios incontables que ha recibido
174

PRIMERA SEMANA

¿9

i—

69.

PUNTO SEGUNDO

El pecado grave en sus efectos A)

Caída de los Angeles:

de lo más alto en lugar... el cielo; en destino... alabar a Dios, reinar con Dios, gozar de Dios eternam ente... en dignidad sobrenatural... de hijos de Dios, participan­ tes de la naturaleza divina y herederos del cielo; en dotes natu rales... de entendim iento, voluntad, poder, herm osura... a lo más bajo: ai infierno; a la m ayor degradación... de demonios, m alditos de Dios, odiados por los hombres y los Angeles; al destino más horrorosa... de arder, rabiar, desesperarse; para siempre, sin remedio, por un solo pecado. — ¡ Oh qué cosa tan horriblem ente mala debe de ser el pecado! B)

Caída del género humano:

de los alturas del ¡mraiso terrenal, donde la vida era en gracia y am istad con Dios; de paz interior y de luz; con inmunidad de dolor, de trabajos, de enferm edades y de m uerte... a este valle de lágrimas, de dolor y de miseria; de m uerte; de pasiones, soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia, pereza... ¡Todo por un solo pecado, el de Adán! — ¡Oh qué mal tan horroroso debe de ser el pecado! C)

Creación del infierno: lugar de tormentos.

70

REPETICIÓN Y RESUMEN SOHRE PECADOS

175

«lacurn irae Dei magnum» «ubi nullus ordo, sed sem piternus horror inhabitat» ¡Por un solo pecado! ¡Oh qué m alicia tan sin medida debe de ser la del pecado! D) Estragos en el alma que peca. Hiroshima era una ciudad rica y herm osa. Hubo un momento de explosión aterradora; des­ pués derrum bam iento de edificios, incendios, alaridos... y la her­ mosa ciudad quedó convertida en una escombrera sembrada de cadáveres. El alma en gracia es una ciudad celestial de hermosura divina, donde habita Dios. Hay un momento de explosión aterradora, el pecado: se apaga el sol de la gracia, se derrumban las virtudes, Dios se re tira... La ciudad celestial se ha transform ado en antro del averno donde habitan los demonios. ¡Todo por un pecado-' ¡Oh qué horrible mal debe de ser el pecado! E) La pasión y muerte del Hijo de Dios: Dios de Dios, con­ substancial con el Padre, el tres veces Santo; y como hombre, inocentísimo y santísimo: quien le condena a morir, es el pecado; quien le clava en cruz, es el pecado; quien le da muerte, es el pecado. Muere por los pecados de todos los hombres: pero muere por cada pecado, como si no hubiera más pecados. Un solo pecado es causa suficiente de la pasión y muerte del Hijo de Dios. — ;Oh qué maldad tan sin medida y tan sin nombre debe de ser la del pecado! 70. C o l o q u i o . ”DESPUES DE LO CUAL HACE TRES COLO­ QUIOS DE LA MANERA QUE SE SIGUE". ' Después de lo cual", o sea después de estas consideraciones en las que se nos pre­ senta el pecado tal como es en sí y en sus efectos, haré sin falta es los tres coloquios. EL PRIMER COLLOQUIO A NUESTRA SEÑORA PARA QUE ME ALCANCE GRACIA DE SU HIJO Y SEÑOR PARA TRES COSAS: LA /.* PARA QUE SIENTA INTERNO CONOCI­ MIENTO DE MIS PECADOS Y ABORRECIMIENTO DELLOS; LA 2." PARA QUE SIENTA EL DESORDEN DE MIS OPERA'

Ap. 14. 1!). Jo h 10, 22.

176

PR1MKRA SKMANA

TQ

CIONES, PARA QUE, ABORRESCIENDO, ME ENMIENDE! Y ORDENE; LA 3. a PEDIR CONOSCIMIENTO DEL MUNDO, P A k A QUE, ABORRESCIENDO A P A R T E DE MI L A S COSAS MUN­ DANAS Y VANAS, Y CON ESTO UN A V E M A R IA ”, ¡ ’ EL SEGUNDO, OTRO TANTO AL HIJO, PARA QUE ¡ME ALCANCE DEL PADRE, Y CON ESTO ANIMA CHRISTI”. EL TERCERO, OTRO TANTO AL PADRE, PARA QUE EL MISMO SEÑOR ETERNO ME LO CONCEDA; Y CON ESTÓ UN PATER NOSTER” [63]. "Conocimiento interno” con relación al pecado, o sea que penetre en lo más hondo del pecado; e interno con relación al ejercitante, o sea que penetre en lo m ás hondo de su alm a h asta engendrar en ella: "aborrescim iento del pecado” o repugnancia instintiva que me lleve autom áticam ente a separarm e de él como de u n m ons­ truo; y tam bién "aborrescim iento del desorden de las operaciones” que lleva al pecado; y además "aborrescim iento del m undo” que lleva al desorden y al pe­ cado; el aborrescim iento que sentirán del pecado, del desorden y del mundo, ante su malicia y sus efectos, la Santísim a Virgen, Nuestro Señor Jesucristo y el Eterno P adre; y pedirles para nos­ otros esos mismos sentim ientos. T erm inar con el Pater Noster.

71.

ESQUEMA DE LA MEDITACION VII

ter

Sobre el pecado mortal Pres. de Dios y Orac. prep. — Comp. de lug. — Petición. P unto 1.°

E l pecado mortal en s f

Todo pecado mortal incluye numerosas ofensas a Dios. Ai pecar con pecado grave — Desprecio prácticamente la autoridad de iDos obre mi: 1.a ofen­ sa de Dios; — y el mandato divino que quebranto; 2.a ofensa de Dios: — y la sabiduría divina que lo ha dictado: 3.a ofensa; — y las amenazas de Dios al que lo quebranta: 4.a ofensa; — y las promesas de premio al que lo guarda: 5.a ofensa. — Pospongo el Ser infinitamente sabio, santo... a quien soy ignoran­ cia y pecado; — su voluntad santísima a mis caprichos desordenados; — las Personas augustísimas de la Santísima Trinidad, a mi misé> rrima persona: en todo lo cual hago a Dios numerosas y graví­ simas ofensas. — Rechazo el ofrecimiento que me hace Dios a ser por Sí mismo el objeto de mi felicidad eterna; — y lo rechazo por gozar un momento de miserables criaturas: des­ precio el amor de Dios que es la más grande de todas las ofensas. Agravantes de estas ofensas son: — Ser el ofensor pequeñísimo, y el ofendido infinito; — estar el ofensor obligado a Dios por incontables beneficios; — ser incorrecto con sólo Dios, mientras cumple bien con todo el mundo; — saber que pecando renueva, cuanto de él depende, la pasión de su Salvador.

178

72.

PRIMERA SEMANA

P unto 2.°

El

pecado

m ortal

en

sus

efectos

Estalla el infernal artefacto entre los Angeles, en el Paraíso terre­ nal, en el alma del justo, en el calvario... y sus efectos son espan­ tosos : En los Angeles:

— Caída de lo más alto; en lugar, dignidad, destino, dicha... — a lo más bajo: en lugar, degradación, destino, desdicha... — ipara toda la eternidad! En Adán y en todo el género humano:

— Pérdida de la gracia santificante; — destierro del paraíso donde todo era paz, luz, inmortalidad, dicha... — a este valle de lágrimas, reino de la tristeza, del dolor y de la muerte; — y a través de tanta desdicha ”andando tantas gentes para el infierno”. En el alma del justo:

— pérdida de la gracia santificante: — de la amistad de Dios; — del derecho al cielo; — de todos los méritos antes conseguidos; — y por la libertad de los hijos de Dios, la esclavitud del demonio. En el calvario:

— La pasión del Hijo de Dios; — su flagelación; — sus ignominias; — su muerte. Coloquio a la Virgen, a Jesús y al Eterno Padre, pidiéndoles:

— Conocimiento interno del pecado mortal y venial; — conocimiento interno de) desorden que lleva al pecado; — conocimiento interno del mundo que lleva al desorden y al pecado. — Aborrecimiento interno del pecado mortal y venial; — aborrecimiento del desorden que lleva al pecado; — aborrecimiento del mundo que lleva al desorden y al pecado. — Determinación de no más pecado mortal ni venial; --determinación de no más desorden; — determinación de no más cosas mundanas y vanas.

MEDITACION VIII

DISTRIBUCION DE LA M A T E R IA P A R A LA MEDITACION D IA R IA

D ía

1.a

D ía

2.° A\° 70 75 77 80

D ía

3.j X.° 70 76 77 81

D ía

4." Repetición.

D ía

b.J Resumen.

D ía 6 /

70 74 77 79

Sobre el fruto principal de esta medi­ tación: x:> 78.

73.

MEDITACION VIII

Del Infierno El fin principal de esta meditación en los Ejercicios de San Ignacio, donde su puesto es después de las de los pecados, no es la conversión del pecador que ya está hecha en las meditaciones anteriores; sino reforzar el propósito de la enmienda por el temor del cas­ tigo, como subsidiario del motivo de amor. Es clavar nuestras car­ nes con el santo temor de Dios: «Confige timore tuo carnes meas» 1; es im presionar fuertemente nuestra sensibilidad con el tem or del infierno. Fines secundarios de la misma, son: agradecimiento a Jesu­ cristo por haberme librado del infierno; dolor de contrición por haber ofendido a un Dios tan misericordioso conmigo; y celo por la salvación de los pecadores. Quien hubiere pecado gravemente, puede considerarse como escapado del infierno a condición de dedicarse a salvar almas. El espíritu o sentimientos con que se debe hacer esta medita­ ción, son los que se tenían en los coloquios de las anteriores, es a saber: espíritu de confianza en Jesucristo que me ha perdonado y de quien espero que me ha de librar del infierno; espíritu de agradecimiento por la gran predilección que ha lenido conmigo y que no ha tenido con otros muchos sin cuento; // espíritu de amor; pues si quiero considerar los motivos de temor es precisamente porque amo a Nuestro Señor Jesucristo y quiero asegurarm e más y más con el santo temor de Dios, coiv tra el peligro de ofenderle; y temo que un día, resfriado yo en la «’íiridad por faltas y pecados veniales, lo necesitaré por mi m¡se­ na para no serle infiel.

182

PRIMERA SEMANA

73

Convendrá notar: 1.° Que las expresiones ”ver, oir, oler, gustar, tocar” que se leen en los puntos de esta me­ ditación, no significan que San Ignacio quiera darnos aqui un ejercicio de la "aplicación de sentidos” que nos ense­ ñará más tarde; sino una "verdadera meditación” en la que, por ser sobre materia abundante en elementos sensi­ bles, y por ir ordenada a impresionar los sentidos, hay lugar a esas expresiones. Ni éstas quieren decir que solamente hayamos de me­ ditar los tormentos de los sentidos; pues el mismo San Ignacio habla de algunos que no lo son, como del ”verme de la consciencia”. 2.c Lo que pretende el Santo con la meditación del infierno es dar al ejercitante motivos de temor contra el pecado grave, para momentos posibles de frialdad o tibie­ za en los que le mueva menos el amor. Ahora bien, en tales momentos, la pena de sentido es la que más nos mueve; por esto, es la que más expone San Ignacio. Pero también puede movernos la pena de daño, sobre todo a personas de perfección; por eso hemos de creer conforme a la mente del Santo no omitirla, al menos en tandas de selección. Bien estará que, al exponerla, se pro­ cure hacerla sensible, conforme al fin principal que en esta meditación se propone San Ignacio, de impresionar precisamente la sensibilidad. ”ES PEDIR A DIOS NUESTRO SE ­ ÑOR PARA QVE TODAS MIS INTENCIONES, ACCIONES Y OPERACIONES SEAN PVRAMENTE ORDENADAS EN SE R V I­ CIO Y ALABANZA DE SU DIVINA M A PESTA D ”. O r a c ió n p r e p a r a t o r i a .

”SERA AQUI VER CON LA VISTA DE LA IMAGINACION LA LONGURA, ANCHURA Y PROFUN­ DIDAD DEL INFIERNO” [65]. En la Sagrada E scritura se le llama ! Leí go, abismo, estanque de fuego y azufre, locus torm entorum , lugar de tormentos, pozo del abismo, el gran horno cuyo hum o oscurece al sol.” «Ascendí t fum us putei sicut fum us fornaci? magnae. Obscuratus **st sol» 2. Co m po sic ió n de l i g a r .

Ap. !), 2-:}.

73

SOBRE EL INFIERNO

183

Podemos, pues, imaginarlo como un m ar de fuego de exten­ sión inm ensa y de profundidad insondable, o como un cráter gi­ gantesco de incandescencia eterna. También como una cárcel o recinto cerrado, inmenso, con paredes de hierra incandescentes. ”DEMANDAR LO QVE QUIERO” con un querer verdad, intenso; "SERA AQUI PEDIR INTERNO SENTIMIEN­ TO DE LA PENA QUE PADESCEN LOS DAÑADOS”: "interno,\ o sea que penetre hondo en las penas y hondo en mi. como si experim entase yo por unos momentos aquellos horrorosos supli­ cios y sintiere en mí aquel estado de reprobación. 'PARA QUE SI DEL AMOR DEL SEÑOR ETERNO ME OL­ VIDARE POR MIS F A L T A S ” veniales e imperfecciones. ”AL MENOS EL TEMOR DE LAS PENAS ME AYUDE PARA NO VENIR EN PECADO” grave. P e t ic ió n .

PUNTO PRIMERO

”SERA VER CON LA VISTA IMAGINATIVA LOS GRANDES FUEGOS Y LAS ANIMAS COMO EN CUERPOS IGNEOS" 66]. a) ”Ver los grandes fuegos” en forma de llamas, más espan­ tosas que las del sol; son atizadas por el soplo de la ira de Dios «Flatus Domini sicut torrens sulphuris sucendens eam» \ En medio de ellas ”ver las almas como en cuerpos ígneos” los ojos hechos ascuas, el cuerpo hecho una brasa. ¿Cuál será la expresión de sus rostros, la exorbitación de sus ojos, el pavor y terror de su semblante? ¡Oh mi Jesús! «Confige timore tuo carnes meas», enclavad mis carnes con vuestro santo temor para que jam ás me separe de Vos por el pecado. b) ”Ver los grandes fuegos” en forma líquida: un mar hirvienle «stagnum ignis», que azotado por el vendaval de llamas, levanta olas hasta el cielo y abre simas hasta el abismo. ¿Qué será ver los condenados en ese oleaje llevados, traídos, levantados, despeñados, enterrados bajo olas como montes de fuego que los aplastan? ¿Cuál será la expresión de su rostro, reveladora del torm ento que sufren? ¡V yo puedo condenarme! ¡Puedo arder un dia '

I su i. 30, 33.

184

PRIMERA SKMANA

73

en esos fuegos! El cam ino seria el desorden, el pecado venial, la tibieza. ¡Oh mi Jesús! «Confige tim ore tuo carnes meas.» Aunque San Ignacio no enumera más tormentos de la vista que los grandes fuegos, quiere sin duda que consi­ deremos del mismo modo otros suplicios igualmente visi­ bles que allí hay, como la vista de los demonios, etc., aunque él no los nombre. Es táctica del Santo, escribe el P. Roothaan: "Postquam semel aliquid satis indicavit, caetera nobis inde eolligenda relinquere.” Meditaremos, pues, otros tormentos que caen bajo la vista de la imaginación o del entendimiento c) ”Ver con la vista de la imaginación” jaurías de demonios en figura hum ana o en form a de m onstruos: «Sunt spiritus qui ad vindictam creati sunt» 4. Las auténticas furias del averno: genios del mal, con fuer­ zas pavorosas para atorm entar... que en el paroxism o de la deses­ peración por su inmensa desgracia desfogan el odio inconm en­ surable que sienten contra Dios, en el precito, en el cristiano, en el religioso, en el sacerdote.. Y ver a los condenados en cuerpo y alm a, los m ism os de aquí en los brazos de esos m onstruos, en las escenas m ás m acabras que podamos im aginar, porque siem pre serán menos que la es­ pantosa realidad. «Concidit me vulnere super vulnus, irru it in me quiíii gigans» 3, me hiende brecha sobre brecha, se arro ja contra m> como un gigante. Mirémoslos bien a la cara para reconocerlos cuando nos tien­ tan empujándonos a la negligencia en la oración, al olvido del examen particular, a procrastinar la solución de nuestro proble­ ma de los ejercicios espirituales, sin el cual plenam ente resuelto estarem os siempre en peligro de cualquier dsgracia. d) El condenado ve también la m ultitud innum erable de ios demás condenados. Allí los más depravados, los más indesea­ bles, los más perjuros, los más soberbios, los más lujuriosos. Más aún, les cogió la muerte en pecado y han quedado con­ firmados en pecado y petrificados en su crim en más horrendo, en su exceso más monstruoso, en su gesto más degradante. 4 5

Hccii. 39. 33 Job. 16. 15.

n

SOBRE EL INFIERNO

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Allí se revuelven en el cieno de sus pecados, desgarrándose unos a otros, ardiendo como teas... Pues entre ellos puedo verme yo un día; y cierto es que de mi fervor dependerá el que muchos de mis discípulos, peniten­ tes y dirigidos, vayan o no al número de esos desgraciados. — Si pues, tengo juicio y corazón, m iraré por mí y m iraré por ellos; y todo heroísm o me parecerá poco para asegurar mi salvación y la salvación de ellos. e) El condenado se ve a sí mismo absolutamente arruinado. Feo como un demonio, se da asco a sí mismo; y como está tan pagado de sí, porque ha quedado anclado en los sentimientos del pecado que son todo soberbia — se confunde de su desgracia — se desespera enfurecido — y busca la muerte. Entiende claramente que su vida de pecado íué un colmo de insensatez, de temeridad y ceguera. — Ahora se ve fracasado en todo y despreciado de todos los hombres que ha habido y que habrá, porque se ha revelado a todos su ignominia; y por otra parte se idolatra a sí mismo sin poder menos. Aquello es contradicción interna — una inversión desesperan­ te — que durará por toda la eternidad. ¡ Oh mi D ios! «Confige timore tuo carnes meas», infúndeme aborrecimiento invencible con­ tra el pecado. f) Pena de daño expuesta bajo forma sensible. El condenado ve con la vista del entendimiento el rostro de Dios airado, que es para él la visión más aterradora del infierno. «Videntes turbabun tu r tim ore horribili» 6, al verle ellos, se conturbarán con horrible espanto. Porque el rostro de Dios airado son ojos que le m iran con odio infinito, boca que respira venganza infinita, gesto que le re­ chaza con desdén infinito, brazo que le aplasta con peso infinito. «Abscondite nos á facie sedentis super thronum et ab ira agni» r, escondednos de la faz del que está sentado sobre el trono y de la cólera del cordero. A la vez conoce que ese Ser para él tan malo, es en Sí mismo la Bondad subsistente infinita, amor subsistente infinito, m iseri­ cordia subsistente infinita; * Sap. 6, 2.

7 Apoe. 6, 16.

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y que al atorm entarle a él obra justa y santam ente; porque precisam ente por ser santo, tiene que odiar al pecado con odio infinito; y él, el pecador, tuvo la insensatez de adm itir el pecado y u n ir su suerte eterna a la suerte del pecado. «Dilexit maledictionem et veniet ei; et noluit benedictionem et elongabitur ab eo» *. Tenemos lo que quisimos: quisimos m aldición y tenemos m al­ dición; no quisimos bendición y la bendición se ha alejado de nosotros. ¡Desgracia inmensa! Libradme, Padre mío, de ella. «Confige timore tuo carnes meas», im presionad mi sensibilidad con los horrores del infierno. Ve a Dios su Prim er Principio, principio de todo su bien, transform ado en principio de su mal, por una inversión m ons­ truosa de las cosas, que ha determinado el mismo pecador con su pecado. Cuanto le viene de Dios es ya para su m al: si le vienen ojos, es para ver escenas horripilantes, que m ejor le fuera ser ciego; si le vienen brazos, son para que se desgarre con ellos, que mejor le fuera no tenerlos; si le viene corazón, es para triturárselo con tristezas am ar­ guísimas, que más le valiera ser piedra; si le viene la existencia, es para que la arrastre en el infier­ no, que le fuera mejor no haber nacido. «Ego Dominus eduxi gladium meum de vagina sua irrevocabilem» 9, yo, Jahveh, he sacado mi espada de su vaina y ya no será envainada. «In furore effuso regnabo super vos», derram ando mi furor he de reinar sobre vosotros. No quisisteis mi reinado de am or; reinaré sobre vosotros por el terror. Ve a Dios, su Ultimo fin saciando en los goces de su propia dicha a los bienaventurados y ¡para él no tiene nada! Es un hambriento ante un banquete donde todo sobra y a él no se le da una migaja; «Vae vobis qui saturati estis, quia exurietis» 1,J; * Ps. 108. 17. ' Ex. 21, 5. "> l,uc. 6. 25.

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es un sediento que se abrasa ante un mar de agua cristalina que se le mete por los ojos, ¡pero no se le da una g o ta!; se consume en deseos de riqueza, de honores, de am or; se halla ante la riqueza absoluta, ante el amor absoluto, ante la her­ m osura absoluta, ante la dicha eterna... y ¡ésta impasiblemente le rechaza! Y al rechazarle, Dios es Santo; le rechaza porque es santo, por­ que ha de odiar al pecado; y él libremente se ha llenado de pecado. ¡Oh Dios mío!, no permitáis que llegue yo a tan horrenda des­ gracia. ”Hic seca, hic ure, hic non parcas ut in aeternum par­ cas.” ¡Y pensar que depende de mi fervor el que un gran número de personas hayan de aguantar o no, eternamente, la separación de Dios! g) El codenado ve en sí mismo, en los demonios y en ios de­ más condenados al pecado, como la raíz del infierno, lo más malo del infierno. Lo ve tal como es, como lo ve Dios, como una mons­ truosidad mil veces abominable — sobre todos los males de las criaturas, porque es ofensa, como mal de Dios; y lo ve como el determinante del infierno: que si allí hay fue­ gos que abrasan, el combustible es el pecado; si los demonios atormentan, es donde hallan pecado; si Dios allí odia, es porque encuentra pecado; que el pecado es quien abre las puertas del infierno; que si éste es eterno, es porque es eterno el pecado. Como si el condenado distinguiera en las tinieblas de aquella m azm orra tres infiernos compenetrados unos con otros, cada vez más profundos y cada vez más negros. El prim ero es el de los fuegos que abrasan y demonios que atorm entan, es decir la pena de sentido, la menor de todas, pero ya intolerable, espantosa. El segundo es la pena de daño, la separación de Dios, el odio de Dios al condenado; es como el infierno del alma, mucho más horrendo que el de los sentidos. El tercero, el más negro y más profundo, cuya maldad, al rebosar, engendra a los demás, es el pecado mal de Dios, incon­ m ensurablem ente superior a los males más grandes posibles de lodas las criaturas juntas. ¡Ah pecado, pecado! Sin-pecado no habría infierno. El pecado os el determ inante del inííerno. Bien empleadas están todas núesIras fuerzas, hasta agotarse, en evitar un solo pecado.

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¡Oh P adre mío, Dios! «Confige timore tuo carnes meas», que se sequen mis carnes; que el aliento del pecado las haga tem blar y las m archite. 74.

PUNTO SEGUNDO

"EL SEGUNDO OIR CON L AS OREJAS L LA N T O S, A L A R I ­ DOS. VOCES. BLASFEMIAS CONTRA CRISTO NUESTRO SE ­ ÑOR Y CONTRA TODOS SUS S A N T O S ” [67].

a) "OIR... LLANTOS", «fletus stridor dentium », llanto y rechinar de dientes; sollozos desgarradores — con grandes gemi­ dos, reveladores de una desgracia inmensa, absoluta, para siem­ pre, sin remedia. Son lágrimas que, lejos de aliviarles la tristeza, les am argan más y más la existencia. Son llantos desgarradores que inundan de pavor aquellos antros del averno. ”OIR... ALARIDOS”. ayes de dolor, gritos de espanto, de te­ rror, de pavor... al sentirse heridos, despedazados, exviscerados, tocados por el rayo de la ira de D ios; ante un abismo de fuego que se abre a sus pies, ante un m onte de hierro que les aplasta. «Ibi oril fletus et stridor dentium» n , allí el lugar del llanto y del rechinar de dientes. ”OIR... VOCES” articuladas: expresiones de dolor: ”m e abra­ so, me ahogo, socorro, mis amigos, mis padres”, ¡ la V irgen!, Dios, i nadie me oye!; maldiciones al día en que nació; a los padres que le dieron el ser: «Maledictus dies in quo na tus sum» ia, m aldito el día en que nací. «Quare non in vulva m ortus sum ... cur lactatus uberibus> l*, ¿por qué no morí al salir del seno?, ¿por qué hubo pechos que me am am antaron? Maldiciones sobre todo al pecado... "M aldito pecado, causa de toda mi desgracia; — m alditas las ocasiones del pecado; el Mt. 24, 51. 12 Jer. 20, 14. 13 Sir. 3. 11.

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cine, las diversiones, los placeres, el mundo que lleva al peca­ do; — m alditos los que pudiendo no rae salvaron del pecado: mis padres, mis educadores, el sacerdote; todo mi mal es el pecado y ahora no puedo desasirme de él; ;estoy petrificado en el pecado!” ”0/7?... BLASFEMIAS CONTRA CRISTO NUESTRO SEÑOR Y CONTRA TODOS SUS SANTOS”. «Aperuit os suum in blasphem ias ad Deum» 34, abrió su boca para lanzar blasfemias con­ tra Dios. Saltan ellas de todos los rincones del infierno, de la boca de todos los condenados, a voz en grito, con rabia inmensa. Como en el cielo todo es alabar a Dios, en el infierno todo es blasfem ar de Dis: del dulcísimo nombre de Dios, del Santísimo Sacram ento, del suavísimo nombre de María... Así. a todas horas, en todo tiempo, durante toda la eternidad. b) El condenado tendrá que aguantar, a despecho de su sober­ bia, los dicterios más denigrantes de boca de los demás precitos. A voz en grito le echarán en cara sus pecados más ocultos con las circunstancias más vergonzosas: ”ingrato, monstruo, sucio, ladrón, el peor de los hombres; abrásete el fuego, maldígate Dios”. ¿Que dirán al ex-religioso la m ultitud de condenados, qui­ zás m uy grande, de entre sus oyentes, discípulos, dirigidos, que se hubieran salvado si él hubiera sido más fervoroso? ”Maldito, crim inal, que sabiendo lo que es el infierno, detenías en tu tibie­ za las gracias extraordinarias que en la providencia de Dios habían de venirnos por tu oración y por tus virtudes religiosas. A tu vida incolora, muy de espaldas a la cruz de Cristo, ha respondido una corriente de condenados al infierno, cuya sal­ vación estaba en tu mano. Hombre sin entrañas; una y mil veces m aldito.” c) Oír, mezclados con estas voces humanas, gritos espantosos de millones de demonios; y sus voces aterradoras de mando, como rugidos de leones, silbidos de serpientes. Y sobre todo este estruendo infernal, como un trueno pavoro­ so espantosam ente aterrador. 14 Apoc. 13, 6.

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d) Oír la voz de Dios airado (pena de dañ o ): "A partaos de mí, malditos, al fuego eterno.” «Diseedite a me m aledicti in ignem aeternum» 14. «Discedite a me omnes operarii iniquitatis» 16, lejos todos de mi los que mal obran. «Vos non populus rneus» ir, vosotros no sois mi pueblo. Como palabras de Dios, de fuerza infinita, obran en el acto lo que dicen: "apartan” al condenado de Dios, a la criatura del Crea­ dor, al ser por participación del Ser Subsistente; ’ separación violentísim a para el condenado, porque es a rran ­ carle del que es la fuente de todo su bien y la razón intim a de su ser; algo más crucial que arrancarle el corazón del pecho y el alm a del cuerpo. Estas palabras, intim adas una vez por Dios en el juicio al pre­ cito, retiñen sin cesar en los oídos del condenado por toda la eternidad; y su impresión es como si en cada momento ellas crea­ ran el infierno y encendieran los fuegos y le p recipitaran a él en los abismos. Entiende el desgraciado que Dios es la Suma Bondad y que si él lograra abrazarle se acabarían en el acto sus torm entos; marcha, pues, a El con las m ism as ansias con que anhela salir •Jet infierno; pero al acercársele, aquel "apártate, m aldito”, que sale de la boca de Dios como un rayo, le aterra y le deja yerto en el camino, sumergido en el más profundo desconsuelo; para reiterar inútilmente sin cesar el mismo intento. |Y así por toda la eternidad! Como lo sumo de la bienaventuranza es ver a Dios, poseer a Dios y gozar de Dios; así lo sumo de la desdicha eterna es no ver a Dios, no am ar a Dios; no tener por amigo a Dios es pérdida de alguna manera infinita como es infinito Dios. .MI. 25, 41. ,f* Ps. 6, 9. 17 Os. 1. 9.

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PUNTO TERCERO

’ EL TERCERO OLER CON EL OLFATO HUMO, PIEDRA AZUFRE, SENTINA Y COSAS PUTRIDAS" [68]. La Sagrada Escritura y los Santos Padres, queriendo dar a entender la terribilidad inconcebible de la pena de sentido en el infierno, acumulan para expresarla compa­ raciones y símbolos de los tormentos más extremos que pueden padecerse aquí; nos hablan de plomo derretido y azufre hirviendo; de gusanos roedores, y de áspides y víboras; de hambre ca­ nina, de beber el vino de la ira de Dios, de la prensa de la indignación divina, etc. Con todo lo cual quieren decirnos, no que se den ahí esos mismos agentes de tortura, sino que aquel tormento de la pena de sentido es incomparablemente más espan­ toso que cuanto podamos imaginarnos amontonando en nuestra mente las torturas más horribles en las escenas más macabras que puedan darse en el mundo. Con este criterio seguimos desentrañando aquí la fuer­ za latente en las palabras del texto de los ejercicios; en las cuales San Ignacio nos deja patente su intención de impre­ sionar fuertemente la sensibilidad en este ejercicio. a) ”HUMO” m aterial negro, denso, el de los "grandes hor­ nos que nublan el sol”. «Fumus tormentorum eorum ascendet in saecula saeculorum» 1S, el humo de sus tormentos sube por los siglos de los siglos. «In sem piternum ascendet fumus ejus» l\ eternamente ascen­ derá su humo. ”HUMO”, tinieblas de noche cerrada, con todos los temores y espantos de la oscuridad — en aquellos antros infernales — du­ rante una noche eterna. b) ”PIEDRA AZUFRE": «Convertentur torrentes ejus in picem et fum us ejus in sulphur: et erit térra ejus in picem ardenlein... in sem piternum ascendet fumus ejus» 2P, sus torrentes se 18 s“

Ap. 14, 11. Asai. M . 10. Is. 34, 9.

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tran sfo rm arán en pez, y sus tierras en azufre, y su país caerá victim a de pez abrasadora. «Pars illorum erit in stagno ard en ti igne et sulphure» 21, su herencia será en el estanque que arde con fuego y azufre. Pues cerrarse en un recinto satu rad o de atm ósferas axfisiantes, nauseabundas, m alolientes, experim entando ju n ta s las m o­ lestias de todas ellas y pasarse así días y noches, toda la eter­ n id ad ...; por un m om ento de placer! ¿no sería esto el colmo de la insensatez y locura? ¡Y perm itir que caigan en tan h o rrenda desgracia m uchos de los que me rodean, por no tener yo el heroísm o que fuere necesario para asp irar a una gran santidad! c) ''SENTINA'' m aterial. «Im munditia tu a execrabilis» 22. Ofende al olfato y a la vista; no se la puede describir, no se la puede tocar... ¡Pues m eterse ahí por un momento de placer! ¡La cloaca de una gran ciudad!... ¡una cloaca de todas las ciudades dei mundo, universal... peor que eso es el infierno. ¡Oh soberbio, hombre de honra, m ira dónde te sumerges por toda la eternidad! d) SEN TIN A” m oral; hedor de pecados; fetor de vicios: de impureza, de embriaguez, de soberbia, de ingratitud... en actos extremos, en proporciones asombrosas. «Ñeque avari, ñeque ebriosi, ñeque maledici, ñeque rapaces regnum Dei possidebunt» 23, ni fornicarios, ni idólatras, ni adúl­ teros, ni afeminados, ni sodomitas, ni ladrones, ni codiciosos, ni borrachos, ni ultrajadores, ni salteadores, heredarán el reino de Dios. «Sepulcra plena ossibus m ortuorum et omni spurcitia» 24, se­ pulcros repletos de huesos de muertos y de toda inmundicia. «Et erit pro suavi odore foetor» 2S, en lugar de suave bálsa­ mo habrá putrefacción. Si el alma de un pecador cualquiera es ya una "apostema de donde mana ponzoña torpísim a”, luego el infierno será una "apos­ tem a” moral de proporciones inconmensurables.

“ -; 21 25

Os. 24, 9. Ez. ? l , 13. 1 Cor. 6. 10 Mt. 23. 27. Is. 3. 24.

SOKRE 1ÍL INFIERNO

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Como si Dios no hubiera podido aguantar en su universo tanta inmundicia, ha creado él infierno para horno crematorio donde se se consuman eternamente, separadas del resto «le la creación, esas sus criaturas que voluntariamente se han hech,> pecado. e) ”COSAS PUTRIDAS”. El hedor de un cuerpo en putre­ facción no se le puede resistir al aire libre en muchos metros a la redonda. cPues cómo aguantar el de millones de cuerpos humanos, co­ rrompidos por los vicios más nefandos y por las enfermedades más asquerosas? «Sepiliera plena ossibus mortuorum et omni spurcitia», se­ pulcros repletos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Aquí existe el alivio de la muerte; con ella se acaba l^do. Allí la agonía es eterna; eterno el sumo dolor, el samo males­ tar, la sum a angustia; llam arán a la muerte que venga sobre ellos y la m uerte no vendrá. «Quaerent homines m ortem ... el mors fugiet ab eis», buscarán los hombres la muerte y la m uerte huirá de ellos. ¡Oh sacerdotes! ¡Oh religiosos!; salvemos las almas por ca­ ridad con ellas; hagámonos santos, por caridad con nosotros. Si por no hacernos santos otros se condenan, ¿nos salvare mos nosotros? 76.

PUNTO CUARTO

”EL CUARTO GUSTAR CON EL GUSTO COSAS AMARGAS, ASI COMO LAGRIMAS, TRISTEZA Y EL VERME DE LA CONS­ CIENCIA”. a) ”GUSTAR COSAS AMARGAS" de orden material: sabores amargos y a la vez nauseabundos y a la vez ardientes como plomo derretido y aceite hirviendo; y a la vez sensación de hambre devoradora y de sed que abrasa. «Famen patientur ut canes» 2\ an­ darán como perros vagabundos buscando comida. «Fel draconum v»mim eorum et venenum aspidum insanabi"u Ps. r>8, 7.

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le» 7. veneno de dragones es su bebida, y de áspides m ortífera ponzoña. b) "ASI COMO LAGRIMAS'' no dulces, que descargando ali­ vian, sino moralmente am arguísim as: de rabia, de despecho, de aplastamiento, de impotencia: al verse en la suma desgracia y sin el más pequeño alivio, sin una palabra de compasión, sin un rayo de luz, sin el más mínimo bien; porque han roto con la fuente única de todo bien. ; Oh pecado, pecado, qué horrible m o n stru o !; digno de ser llorado aqui con lágrimas de sangre para no tener que llorarlo eternamente cor lágrimas de desesperación. ¡Oh Señor! «Con­ fige timore tuo carnes meas». c) "TRISTEZA" por los males que les aquejan, que son «omnia mala et aflictiones», todos los males y aflicciones. El mal sumo en todos los órdenes; el sum o dolor en cada m iem bro por el fuego y por los demonios: la visión más espeluznante en los ojos; el sonido más estridente en los oídos; el sabor más amargo en el paladar; las ideas más tristes en la mente; los deseos más atorm entadores en la voluntad; el recuerdo más triste en la m em oria; el fantasma más horripilante en la im aginación; los sentimientos más deprimentes en el corazón. «Infelices supra modum», desgraciados sin medida. ;Y así por toda la eternidad», «in perpetuas aeternitates»; «in aeternum et ultra»; «in saeculis aeternis»; «temporibus aeterms». Sin mudanza, sin alivio, en noche cerrada de duración eterna. ¡Oh qué tristeza tan honda y tan am arga! ¡Oh, S eñor’• «Con­ fige timore tuo carnes meas.» ”T R IS T E Z A ” por los bienes de que se ven privados: que son la posesión de Dios, la amistad de Dios, la visión y el amor de Dios; con los demás goces de una bienaventuranza completa en la cual no cabe mal ninguno y donde están todos los bienes en lina 27

DeiiI. 32. 33.

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medida que ni ojo vió, ni oído oyó lo que allí tiene Dios prepa­ rado para los que le han servido fielmente. «Oculus non vidit, nec auris audivit nec in cor hominis ascendit, quae praeoaravit, Deus iis qui diligunt illum» 2\ ¡Oh qué tristeza verse privado de tanto bien por toda la eter­ nidad ! Con la agravante de la envidia en que se consumirán a la vista de los bienaventurados del cielo. «Cum videritis Abraham et... omnes prophetas in regno Dei, vos autem expelli foras» allí será el llanto y el rechinar de dientes cuando vierais a Abraham y a todos los profetas en el reino de Dios y que vosotros sois echados fuera. «Videbit et irascetur; dentibus suis frendet et tabeseet» 1C, al verlo habrá de indignarse; crujirá de dientes y se nudrirá de rabia. Aquellos de su misma edad, de su misma vocación, con las mismas gracias que él, entre los mismos peligros... ¡se han sal­ vado! Están con Dios, él con los demonios; aquéllos en gloria, él en ignom inia; aquéllos en libertad, él en cadenas; aquéllos en bendición, él en maldición; y así siempre. ¡Oh qué tristeza tan am arga! «Confige timore tuo carnes meas», enclava mis car­ nes en tus m andamientos, que no haya tentación que me aparte de ellos. ” T R IS T E Z A ” amarguísima porque tan horrenda desgracia se ha de im putar toda a su torpeza, a su ceguera, a su insensatez, a su soberbia. «Nos insensati vitam illorum existimabamus insaniam et finem illorum sine honore... Ergo erravimus... et sol intelligentiae non illuxit nobis» 3\ necios de nosotros, calificamos su vida de locura y de ignominia sin fin... Luego extraviados an­ duvimos... y la luz de la inteligencia no brilló para nosotros. ¡Qué confesión tan amarga para un espíritu soberbio! «Denlibus suis frendet et tabeseet» *\ rechinará los dientes y se seca­ rá de despecho. Pero sobre todas estas amarguras que provienen del castigo, hay otra mucho más amarga que proveine de la culpa; me refiero al remordimiento de la conciencia. ^

I Cov. 2. í>.

"" Luc. 13, 2<s. 10 Ps. 111, 10. " Sap. 5, 4. v' Ps. 111, 10.

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d) "EL VERME DE LA C O N S C I E N C I A «Vermis eo nun non m orietur» su gusano no m orirá. «Dabit enim ignem et vermes in carnes eorum ut u ra n tu r et sentiant usque in sem piternum » 3\ m eterá fuego y gusanos en sus carnes y llorarán penando eternam ente. En el infierno los rem ordim ientos de los pecados cometidos, en los cuales el precito ve entonces horrendos crím enes contra Dios, le acosan sin cesar como un espectro terrorífico, que le tiene en un monólogo eterno de triste indecible. ” ¡Pecado, pecado!; ¡oh cuánto pecado sale de mi corazón, de mis ojos, de todo mi s e r .” ¡Oh m aldito pecado!, ¡mil veces m aldito pecado! El canceroso se retuerce por el dolor y se lleva las manos encrispadas al seno, en adem án de querer a rran ca r de allí el fa­ tídico cáncer que le atenaza con sus tentáculos. Pues más se retuerce el precito en su lecho de fuego, por los rem ordim ientos de sus pecados, que le roen sin cesar las entrañas como voraces gusanos que nunca se sacian. ¿Qué lengua puede explicar estos torm entos? No haya en el infierno gusanos ni cosas am argas, ni humo, ni azufre, ni senlina, ni plomo fundido e hirviente... siempre habrá ua pena de sentido que contiene em inente­ mente y con exceso inconcebible todos estos torm etos. PUNTO QUINTO EL QUINTO TOCAR CON EL TACTO, ES A SA BER COMO LOS FUEGOS TOCAN Y A B RASAN L A S ANIMAS” [70]. A)

”TOCAR CON EL TACTO” los fuegos de aquí.

Los fuegos de1 hogar. Tocarlos con la m ano — m eterla en la llam a — sumergirse en un baño de aceite rusiente... son torm en­ tos inaguantables, que si hubiéram os de pasar por ellos durante unos m inutos en seguida de cada pecado, no hubiera quien ja ­ más pecara. Pues los fuegos del hogar son como pintados al lado de los del infierno. ¡V acum ulan los hombres pecados sobre pecados como si l'ueia juego de niños! Sabiendo nosotros el peligro horrendo a i

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24.

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que se exponen, ¿perdonaremos molestias por librarles de tan horrenda desgracia? "Tocar los fuegos” de la industria: como aplicarnos a Jos costados planchas de hierro incandescentes — aguantar la tem ­ peratura que provoca la explosión de una bomba atóm ica... La destrucción de los tejidos y de los huesos por eslas tem­ peraturas es un m artirio que supera todas las fuerzas naturales del cuerpo hum ano. Pues todos estos tormentos juntos son in­ m ensam ente menos que los que corresponden en el infierno a un solo pecado. Y sabiendo que dependen de nuestra santidad tan grandes desdichas en millares de almas, ces posible que no nos resolva­ mos al esfuerzo supremo por evitárselas? ”Tocar los fuegos” de la naturaleza: la lavo ardiente de rocas fundidas en el crácter de un volcán — recibir las descargas eléc­ tricas de una tempestad formidable — tocar las llamas del sol en su periferia a 6.000 grados — avanzar dentro de ellas hacia el centro a través de zonas cada vez más abrasadoras, a mil gra­ dos, a diez mil, a cien mil, a un millón, a millones de grados en el interior del astro. Aunque el infierno no fuera más que esto, ¿quién lo podría aguantar? ¡En cuerpo y alma, a treinta millenos de grados de tem peratura por toda la eternidad! saboreando continuam ente todas las am arguras de la destrucción del yo, sin que la m uerte llegue jam ás, en un estado inmutable de agonía en el trance supremo de expirar! B)

"TOCAR CON EL TACTO'' las fuegos del infierno.

En el infierno hay fuego verdadero y éste es eterno: es cosa cierta: la conocemos por la revelación; no por la razón. ”Un estanque de fuego.” «Nutrimenla eius ignis et ligna multa» s\ «Ignis el sulphur et spiritus procellarum pars calicis eorum» 3*. «Discedite a me maledicti in ignein aeternum» apartaos de mí, vosotros los malditos, al fuego eterno. «Quis poterit de vobis habitare cum igne devorante; quis "

Is. 30, 33.

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Mi. 25. 41.

:,,i l4s. 10, 6.

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habitabit de vobis eum ardoribus sempiternis» 3S. ¿Quién de vos­ otros podrá m orar en fuego abrasador?; ¿quién de vosotros podrá habitar en ascuas eternas? «Crueior in hac flamma» 3% exclama el rico Epulón en el in­ fierno. ;Oh Padre mío! «Confige timore tuo carnes meas», abráseme ese fuego en la meditación para que luego no me abrase eterna­ mente en la realidad. El fuego del infierno es incom parablem ente m ás atorm enta­ dor que el de aquí, porque está ordenado por Dios, únicam ente para atorm entar. Es capaz de atorm entar aun al alm a separada de la m ateria y a los Angeles. Atormenta al demonio y al condenado, aun fuera del infierno, como si se hubiera vuelto una cualidad inherente al precito, a quien convierte como en puro fuego. Es movido por una fuerza inteligente para que atorm ente a cada uno según su culpa. Es eterno en sí y en su víctima a la cual devora sin consu­ mirla nunca; cosa espantable, aterradora sobre toda pondera­ ción. «Desiderabunt mori et fugiet mors ab eis» 40, desearán los hombres m orir y la muerte huirá de ellos. Pe me ha librado Jesucristo, con una providencia especialísima que no ha tenido con ninguno de los muchísimos que hay en el infierno. ¡ Gracias, Redentor m ío ! «Confige tim ore tuo carnes meas.» ”HACIENDO UN COLOQUIO” de m isericordia de parte de Dios, ' misericordia Domini quia non sujnus consumpti» 41, y de agradecimiento y de am or por parte nuestra. 'A CRISTO NUESTRO SEÑOR” considerándole puesto en cruz, como en el coloquio ríe los pecados que tam bién fué de m i­ sericordia, en la arcada que da entrada al infierno. 77.

Co l o q u i o .

Is. 33, 14. •' I,uc. 16, 24. 111 Apoc. 9, ñ. *> T h re n 3. 22

77

SOBRE IX IXFIKRNO

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H;i dejado pasar Jesús bajo los brazos de la cruz millones de pecadores que bajaban precipitándose en el abismo; pero al ir yo a pasar, desclavó su mano y deteniéndome y estrechándome contra sil pecho: — Padre, exclamó, por este pecador muero yo de modo especialísimo; no quiero perm itir de ninguna manera que éste se condene. Pues abrazado yo así a los pies del crucifijo, de cara al in­ fierno, " T R A E R A LA MEMORIA LAS ANIMAS QUE ESTAN EN EL INFIERNO; UNAS PORQUE NO CREYERON EL ADVE­ NIMIENTO; OTRAS, CREYENDO, NO OBRARON SEGUN SUS MANDAMIENTOS"; es decir, que abarcaré de una m irada a todos los condenados que hay en el infierno. ”HACIENDO con ellos TRES PARTES: LA PRIMERA. AN­ TES DEL ADVENIMIENTO” de Jesús, numerosísima: ”LA SEGUNDA, EN SU VIDA”, más pequeña; ”LA TERCERA, DESPUES DE SU VIDA EN ESTE MUNDO' . ya muy grande y que cada día se hace mayor. Y recorriendo dete­ nidam ente cada una de estas tres partes. $** ”DARLE GRACIAS PORQUE NO ME HA DEJADO CAER EN NINGUNA DESTAS ACABANDO MI VIDA”. Ha permitido que les cogiese la muerte cuando estaban en pecado a todos esos condenados, a mí no; lo permitió con el primero, conmigo no; lo perm itió con el segundo, conmigo no; así con todos los demás, conmigo nunca; repitiéndose esta predilección de Dios por mi, tantas veces cuantos son los condenados. ¿Cómo no deshacerme en agradecimiento a mi Redentor por una predilección tan sin límites, que se ha sumado consigo mis­ ma tantas veces veces cuantos son los que se han condenado? «Collaudabo te, Deum Salvatorem ineum... liberasti corpus incum a perditione... a rugientibus praeparatis ad escain... a pressura flammae... de altitudine ventris inferí» 4\ te alabaré, ¡oh Dios de mi salvación!... has preservado mi carne de la fosa... del lazo de quienes espiaban en la roca... y de las angustias do la llam a... de las hondas entrañas del infierno. *** ’’ Redi. 51, 1-7

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PRIMERA SKMANA

77

ASI MI SMO COMO HASTA AGORA SIEMPRE HA TENIDO DE MI TANTA PI EDAD Y MISERICORDIA". Porque adem ás tic aquella prueba como negaliva de predilección, consistente en no perm itir que m uriera cuando estaba en pecado; me ha dado otras m uchas positivas: corriendo tras de mí, como tras de la oveja perdida, para sacarm e del pecado; y dificultándome a fuerza de gracias mi propia condenación, nventras yo luchaba contra El por arro jarm e al infierno. Daré, pues, tantas veces gracias al Señor cuantos son los condenados del infierno, y con tanto ardor de agradecim iento cuanto es el fuego de sus tormentos. Miraré las manos de los precitos hechas ascuas; si las m ías no arden asi, es porque las de Cristo están enclavadas; ¡gracias, S eñor! Miraré sus pies sobre hierros incandescentes; si los míos no arden así, es porque los de mi Señor Jesucristo están clavados en la cruz. Miraré sus cuerpos ardiendo como teas; si el mío no arde de la misma m anera, es porque el de Cristo está en la cruz acribi­ llado de heridas; gracias, Señor. Mira la eternidad espantosa que a ellos les aguarda: si la mía va a ser bienaventurada, es porque Cristo estuvo por mí tres horas en la cruz con am or bastante p ara estar toda la eter­ nidad, Cada uno de estos torm entos los ofreció el Señor por todos los hombres, pero de m anera especial por mí. Bien puedo term inar como en el coloquio de los tres peca­ dos preguntándome: ”LO QUE HE HECHO POR CRISTO, LO QUE HAGO, LO QUE DEBO HACER POR CRISTO... ASI VIEN­ DOLE TAL Y ASI COLGADO EN LA CRUZ”, a boca del infierno para cerrarm e a mí la entrada, ya que no puedo condenarm e si no es pasando sobre El. ”DISCURRIR POR LO QUE SE OFFRESCIERE”, ”ACABAR CON UN PATER NOSTER”.

78

SOBRE EL INFIERNO

78.

FRUTOS MAS PROPIOS DE LA MEDITACION DHL INFIERNO EN LOS EJERCICIOS DE SAN IGNACIO

S e n ti m ie n to intimo de las penas de los condenados ;tal que en días de menos fervor pueda yo hallar en el motivo eficaz para resis­ tir, con la gracia de Dios, a fuertes tentaciones. Resolución f i r m ís i m a de apartarme muy lejos de ocasiones graves. Determ inación cerrada de lucha sin tregua contra todo pecado v e n ia l; y contra todo desorden que me pueda llevar al pecado; y contra el amor mundano que me pueda llevar al desorden y al pecado; Frutos concomitantes: Avivar más y más en mí t i celo por la salvación de las alm as; mirándome como un escapado del in fiern o a condición de consagrarme a la salvación de las almas. Dar gracias a Nuestro Señor Jesucristo por su predilección con­ m igo; tantas veces gracias cuantos son los condenados por menos peca­ dos que los m íos; y, con tanto fuego de amor, gracias, cuantos son los fuegos de que Dios me ha librado. Examen. ¿Es tal en mi el santo temor de Dios, el temor de con­ denarme? ¿Es tal mi resolución de acabar con todo pecado venial y con todo desorden plenam ente deliberados? ¿Tal mi agradecimiento a Dios? ¿Tal mi celo por la salvación de las almas?

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79.

ESQUEMA DE LA MEDITACION VIII Sobre el infierno Pres. de Dios y Orac. prep. — Comp. de lug. — Petición. P unto 1.°

T orm ento de la v i s t a

El condenado ve:

— Los ”grandes fuegos” en llamaradas gigantescas como las del sol; — mares hirvientes de plomo derretido; — bloques de hierro incandescente con los condenados enquistados cu su masa; — y en medio de estos fuegos ”las almas como en cuerpos ígneos”. — Ve jaurías de demonios, las furias del averno; — inteligencias potentísimas con fuerzas colosales para atormentar; — que en el paroxismo de la desesperación, desfogan en el precito su rabia contra Dios. — Ve la multitud innumerable de condenados, la hez de la sociedad; — petrificados en sus crímenes; — ardiendo como teas; —desgarrándose macabramente unos a otros como perros rabiosos. — Vése a sí mismo un monstruo.de maldad; — absolutamente arruinado por su soberbia; — sin remedio ¡para siempre! — Ve en sí y en los demás al pecado; — la raíz del infiern o;

— tal como es en sí, corno lo ve Dios; — el mayor mal posible del mundo. — Ve a Dios airado contra él: la visión más horrible del infierno; — porque es su primer principio y no le da más que males; — es su último fin y le rechaza impasiblemente. — Ve como tres infiernos compenetrados entre sí, cada vez más pro­ fundos y más i><jjros: el de la pena de sentido, el de la pena de daño y el del pecado. Este, al rebosar su malicia, engendra a los demás.

SOBRE ÉL INFIERNO

80

— ¡Oh Padre mío, Dios! ¡Oh Jesús mi Redentor! Libradme de la desgracia eterna; libradme de los desórdenes de la vista que puedan llevarme al pecado. 80.

P unto 3.°

T ormento del oído

El co n d en ad o oye:

— "llantos”, sollozos de millones de gargantas llorando inconso­ lables; — "alaridos”, ayes, gritos agudísimos de dolor, pavor, terror, deses­ peración. — Oye ”voces” articuladas: me abraso, socorro... — "Maldiciones” a padres, hijos, hermanos, a si mismo, *obre todo al pecado; — "blasfemias” horribles a Dios, a la Virgen, a todo lo santo. — Oye estampido de cañones, bramidos de fieras, aullidos de demo­ nios. — Oye palabras fatídicas que repiten sin cesar las bóvedas del aver­ no: ”para siempre, por tu culpa” y los nombres de sus pecados —Oye la voz de Dios como un trueno espantoso: "Apartaos de Mí, malditos, al fuego eterno”; que renueva sin cesar la creación del infierno. — ¿Hay algún desorden en mis oídos que me pueda llevar a pecado? — ¿Qué puedo hacer yo para librar a los hombres del infierno? P unto 3.°

T ormento del olfato

El con d en ad o ha de aguantar atm ósferas intolerab les:

— "Humo” denso, el de los grandes hornos que nublan el sol... — "Piedra azufre” quemada; gases asfixiantes y corrosivos... — "Sentina” de la cloaca donde desagua lo más sucio de la huma­ nidad... — "Cosas pútridas", miasmas de cuerpos descompuestos, hedor de pecados en putrefacción; fetor de si mismo, hecho apostema de pecados, intolerable a su soberbia... — Así para siempre, |sin un momento de alivio!... — ¡Oh si los pecadores vieran la inmundicia moral y física en que se sumergen cuando pecan!

204

81.

PR1 MERA S KMAX A

P unto 4.°

81

T o rm ento d e l g u st o

El condenado gustará incesantem ente:

— "Cosas amargas” como hiel y ajenjo... a la vez hambre devoradora y sed que le abrasa... — "lágrimas” amarguísimas de confusión, rabia y despecho... — "Tristeza” profunda por los males que le aquejan: el sumo dolor en cada miembro, el recuerdo más triste en la memoria, la idea más desesperante en la mente... — y por los bienes de que se ve privado: la posesión de Dios y la dicha eterna... — mientras ve gozando de ella a compañeros suyos que se han salvado... — y piensa que su espantosa ruina se debe toda a su soberbia y tor­ peza. — ”Y el verme de la consciencia”, los remordimientos del pecado, que royéndole sin cesar las entrañas, destilan en ellas el veneno amarguísimo de la culpa. — ¡Y así para siempre, sin un momento de alivio por toda la eter­ nidad! — ¡Oh buen Jesús, por vuestra Bondad infinita, hacedme sentir aquí la amargura infernal que se oculta en el deleite del pecado! — ¿Hay en mi gusto algún desorden que pudiera llevarme al in­ fierno? P unto 5.°

T ormento d e l tacto

”T ocar con el tacto” :

— Los fuegos del hogar: brasas, agua hirviendo, hierro incandes­ cente... — los fuegos de la industria: altos hornos, horno eléctrico, explo­ siones de bombas... — los fuegos de la naturaleza: rayos, volcanes, en el interior de la tierra, del sol... — el fuego del infierno: es verdadero; es incomparablemente más atormentador que los de aquí; como si fuera inteligente, atormenta más donde halla más pecado... — Los condenados están en él "sepultados”, "salados” en fuego; — atados unos con otros en haces ”in fascículos ad comburendum”. — ;Así por toda la eternidad, mientras Dios fuere Dios!

SOFiRK KL INFIERNO

82

205

¿Hay desórdenes en e] modo de tratar mi cuerpo que pudieran llevarme al pecado grave? — Sabiendo esto, ¿habrá sacrificio tan grande que yo no lo arrostre por salvar a los hombres del in­ fierno?

82. Coloquio con Jesucristo:

— de agradecimiento, porque habiendo permitido que se condenen tantisimos antes de su venida al mundo, durante ella y después de ella, de mí no ha permitido que caiga en ninguno de estos tres grupos; — de aborrecimiento de todo pecado; — de celo por la salvación de las almas.

MEDITACION IX

DISTRIBUCION DE LA M A T E R IA P A R A LA MEDITACION D IA RIA

Día 1.°

At.° 83 84 86 87

Día 2.°

AV’ 83 85 86 88

Día 3.°

Repetición.

Día 4.°

Sobre el fruto propio de esta medita­ ción: N.° 78.

MEDITACION IX

83.

A modo de resumen de la meditación del infierno Punto 1.°, pena de sentido; 2.°, pena de daño; 3.°, el pecado raíz del infierno; 4.°, caminos del infierno. O r a c i ó n p r e p a r a t o r i a . ”ES PEDIR GRACIA A DIOS NUES­ TRO SEÑOR, PARA QUE TODAS MIS INTENCIONES, ACCIO­ NES Y OPERACIONES, SEAN PURAMENTE ORDENADAS AI SERVICIO Y ALABANZA DE SU DIVINA MAJESTAD".

"SERA AQUI VER CON LA VISTA I)E LA IMAGINACION LA LONGURA. ANCHURA Y PROFUN­ DIDAD DEL INFIERNO '. En la Sagraad Escritura se le llama: ”L ag o — abismo — estanque de fuero y azufre — pozo del abis­ m o — el gran horno cuyo humo oscurece al sol.” Podemos, pues, imaginarlo como un m ar de fuego de exten­ sión inm ensa y de profundidad insondable, o como un cráter gi­ gantesco de incandescencia eterna. También como una cárcel o recinto cerrado, inmenso, con paredes, techo y suelo de hierro incandescente de muchos metros de espesor. Co m p o s ic ió n d e l u g a r .

"DEMANDAR LO QUE QUIERO" con un querer verdad, intenso "SERA AQUI PEDIR INTERNO SENTIMIENTO DE LA PENA QUE PADESCEN LOS DAÑADOS". 'Interno**, o sea que penetre hondo en las penas, y hondo en mí; como si ex­ perimentase por unos momentos aquellos horrorosos suplicios y viviese aquel oslado do reprobación. "PARA QUE SI DEL A MOR DEL SEÑOR ETERNO ME OL­ VI DARE POR MIS FALTAS AI. MENOS EL TEMOR DE LAS PENAS ME AYUDE PARA NO VENIR EN PECADO". P e t ic ió n .

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PRIMERA SEMANA

84.

PUNTO PRIMERO

84

Pena de sentido Una tempestad de fuego y azufre. «Ignis et sulphur et spiritus procellarum pars calicis eorum» \ torbellinos de llam as gi­ gantescas más abrasadoras que las del sol... Rugen huracanadas bajo el soplo de la ira de Dios — sobre un m ar de plomo y acero derretidos — levantando olas de fuego hasta el cielo y abriendo zanjas hasta el abismo. Mar hirviente en condenados — traídos y llevados incesante­ mente por el oleaje — levantados hasta el cielo y sepultados en los abismos. Todo esto entre lobregueces de antro inferanl, rasgadas por ráfagas deslum brantes de rayos de la ira divina, que caen sin cesar dejando ver a su resplandor jau rías de demonios en figura horrible y espantosa atorm entando a los precitos — escenas m a­ cabras de suplicios sin nombre — millones de rostros hum anos cubiertos de lágrim as am arguísim as y de tristezas de m uerte. Entre aquellas tinieblas óyense gritos desesperados y ayes agudísimos, salidos de millones de pechos hum anos, reveladores de la desgracia total, absoluta, aplastante.

Y dominando aquel estruendo, una voz de trueno con fuerza infinita, el "apartaos de Mí, m alditos, al fuego eterno’*: la voz del Omnipotente creando el infierno; la voz de la Felicidad Absoluta que aparta de Sí al pecador; la voz de la Rondad Infinita que m aldiciendo al pecador lo deja maldito para siempre. ¡Así por toda la eternidad, m ientras Dios sea Dios! ¡Por un pecado!, y no es castigo injusto. ¿Cuál será, pues, la malicia del pecado? 1

Ps. 10. 7.

84

SOBUli EL INFIERNO

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PUNTO SEGUNDO

Pena de daño Mirando a Dios, a) Dios, Santidad subsistente, tiene odio infinito al pecado, y al pecador que libremente lo ha cometido; y este su odio se lo hace sentir al condenado inmediatamente, en lo más íntimo de su ser. Pues sentir sobre sí este odio de Dios ha de ser para el pre­ cito un tormento sin igual; porque no hay duda de que Dios odiando, será eos. incom­ parablemente más terrible que el fuego quemando, y que e! monte aplastando, y que el demonio atormentando, y que iodos cuan­ tos males puedan causar las criaturas. b) Dios, que ha amado entrañablemente al pecador y ve su amor horriblemente ultrajado por éste, se dispone en el infierno a la venganza de tanto ultraje; y estos deseos de venganza se los hace sentir al condenado en lo más íntimo de su ser. Pues el tormento del precito al sentir la ira de Dios contra él ¿quién lo puede imaginar? Si almas escogidas para victimas
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PR1MKRA S KMANA

84

fontal de toda su realidad, ha de ser que para el precito se acabó ya todo bien: pues si algo le sigue viniendo de Dios, como el cuerpo, el alm a y las facultades, es sólo para su torm ento, que le fuera m ejor no ser. b) El condenado ha roto con Dios, su Ultimo Fin. El es un ser esencialmente imperfecto que tiende necesariam ente a su últim o fin para conseguir en él la perfección que le falta; pero ¡ah, está divorciado de Dios y Dios es su últim o fin! El tiende con todas las fuerzas de su ser a la felicidad com­ pleta a que está destinado; pero ¡ah, está separado de Dios y Dios es el objeto de esta bienaventuranza! Sabe que Dios es la sabiduría subsistente infinita, la herm o­ sura subsistente infinita, el poder subsistente infinito, la perfec­ ción suma en toda línea de realidad; y que Dios está allí mismo, ju n to a él; y que cesaría él de ser precito y empezaría a ser bienaventurado en el acto si lo­ grara ver a ese Dios cara a cara, abrazarle, am arle, ser por El abrazado. Marcha, pues, a Dios con todas las ansias que tiene de salir del infierno... y abre, abre los ojos para verle; pero ¡oh tor­ m ento!, no puede verle; porque se lo im piden las tinieblas del pecado; abre, abre los brazos para abrazarle, pero ¡no puede cerrar­ lo s'. porque se lo impiden cadenas de hierro, las del pecado; hace esfuerzos desesperados para am arle, ¡pero no puede am ar a Dios!, porque tiene su voluntad anclada en el pecado; pide un abrazo a Dios, a su Padre, a la bondad sum a; pero ¡oh desgracia inconm ensurable!, Dios le rechaza y le m aldice: ”apártate de Mí, maldito”, que estás m anchado en pecado.

c) El condenado es un ser maldito de Dios. La maldición de Dios-Juez, haciendo en el acto, como palabra omnipotente, lo que dice le deja maldito en lodo su ser. Maldito en su rrilí'ndimicnlo, el cual por necesidad de su naturaleza seguirá tendiendo con todas sus fuerzas a la verdad para descansar en ella;

85

SOHHK EL INFIERNO

211

mas por la maldición de Dios, al abrazar la verdad, esta m is­ ma le abrasará como un hierro rusiente. Maldito en su voluntad, la cual por su naturaleza seguirá tendiendo con todo el peso de su ser hacia la bondad, para des­ cansar en ella como en su destino final; mas por la maldición de Dios, al abrazarla, la bondad misma le destroza. Maldito en su sensibilidad, la cual m archará sin poder me­ nos, porque ésa es su naturaleza, a la belleza para descansar en ella; pero que al abrazarla, le infunde horror como si se hubiera transform ado en horrible fealdad. Maldito en todo su ser; porque la maldición de Uios ha deter­ minado en el condenado una inversión mon^truos-í de todos los elementos de su ser. Mejor dicho, esta inversión, antes que por la maldición de Dios, fué determ inada por otra más monstruosa que ella, la del pecado, en la cual el Creador queda debajo de la criatura y el todo debajo de la nada. Esta inversión monstruosa del pecado es la que ai chocar con la justicia divina determina, por reacción justa y santísima, el trastorno más absoluto de todos los elementos en el ser del condenado. Como si la maldición se la hubiera labrado para si el pecador mismo. 85.

PUNTO TERCERO El pecado raíz del infierno

Pecar yo mortalmente es: l.'\ violar la ley de Dios: 2.°, por amor desordenado a mí mismo; 3.°, aviniéndome a quedarme sin Dios como objeto de mi felicidad eterna. Por cada uno de estos tres capítulos: A)

Cada pecado mortal envuelve múltiples ofensas a Dios:

Insubordinación a su autoridad de Creador sobre la criatura, del Ser subsistente sobre el ser participado: autoridad

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PRIMERA SEMANA

85

esencial, universal, absoluta. ¡ vSu violación es, pues, ofen­ sa gravísim a de Dios! Desprecio práctico: del m andato divino; de la Sabiduría de Dios que lo ha dictado; de las espléndidas prom esas que me ha hecho, si lo guardo; de sus am enazas de castigo, si lo quebranto; de Dios mismo Uno y Trino, que se me ofrece para ser por Sí mismo el objeto de mi bienaventuranza eterna. ¡En todo lo cual hay otras tantas ofensas gravísim as de Dios! Posposición práctica: de la voluntad divina, a mis caprichos; de las Personas augustísim as de la Santísim a T rinidad, a mi m isérrim a persona; del Ser infinitam ente santo, sabio, poderoso y absoluta­ mente perfecto..., al ser que soy ignorancia sum a, de­ bilidad extrema, postem a de pecado, la nada absoluta de mi parte... ¡gravísim as ofensas de Dios! Desconocimiento injustísim o e ingratísim o del am or infinito de padre que Dios me ha m ostrado: decretando mi creación por am or; m anteniendo este decreto por toda la eternidad; preparándome m orada en la creación del m undo; sacándome de la nada entre innum erables que allí dejó; conservándome en cada momento de mi existencia; elevándome ; I orden sobrenatural destinado a vivir e te r - .. namente con las Personas Divinas; encarnando El para realizar mi salvación; viviendo pobre, muriendo en una cruz y quedándose en el sagrario para mi alimento. ¡Oh cuánta ingratitud, qué ofensas tan m onstruosas de Dios! Frustración, causada por mis caprichos, del espléndido ideal de Dios sobre la creación, sobre el hom bre y sobre la glo­ ria divina; ideai por el cual encarnó el Verbo, vivió pobre y m urió en un patíbulo. ¡Cúmulo incalculable de ofensas de D ios!

85

SOBRE KJ> INFIERNO

213

Por lodos estos títulos es el pecado otras tantas veces, en cuan lo depende de la voluntad del pecador, mal de Dios; un mal incomparablemente mayor que todos los males físicos que pueden causar en el condenado el fuego quemando y Dios maldiciendo; que al fin son males de puras criaturas. B) Es, pues, el pecado, el mal mayor que hay en el infierno, lo más negro de aquella noche, lo más monstruoso de aquel antro, lo más fétido de aquella cloaca, lo más malo, lo más pavoroso. Es, además, como la raíz de todos los males del infierno; por­ que él es la culpa y los demás son el castigo. Al chocar el pecado contra la Justicia Divina es cuando ha saltado el pavoroso incendio del infierno. El pecado es quien abre aquellas puertas para entrar y el que la cierra para nunca salir. En el fondo de la pena de sentido y en el fondo de la pena de daño allí está el pecado. El pecado, sentido en sí mismo, es el ”verme de la concien­ cia” que roe sin cesar como un perro rabioso, el corazón del con­ denado. PUNTO CUARTO Caminos del infierno Son los mismos que para el pecado grave, y éstos para el sacer­ dote y religioso suelen ser principalmente los siguientes: a) La dificultad común, inherente a la naturaleaz humana, en materia del segundo voto.—Es tar. fuerte que quien no ora cae; quien temerariamente se mete en peligro, cae: quien no guarda bien las puertas de sus sentidos, está en peligro grandísimo de caer. Aquí no valen largos años de vida, ni largos años de ino­ cencia. b) La soberbia oculta o manifiesta: porque el soberbio es un <‘¡ogo que no admite dirección y tropieza en todas partes. (lomo Dios se le retira, el demonio puede mucho sobre él y

2 14

PRIMERA SEMANA

85

le prepara caídas en cualquier en crucijada; en la pobreza, en la hum ildad, en la obediencia o en las num erosas prescripciones graves que rigen el desempeño de las funciones sacerdotales. c) La tibieza. El tibio es un valetudinario que se complace en cam inar a media luz y entre obstáculos, por el borde mismo del pecado grave; naturalm ente, no podrá re ta rd arse m ucho el resbalón y aun la caída; su desgracia es tanta, que m uchas veces le cuesta darse cuen­ ta de que ha caído. d) Tener alguna pasión sin domar como ira, envidia, pe­ reza. Las tales son fieras sueltas, que no ofrecen para vivir con ellas garantías de seguridad; pueden devorarnos en cualquier momento. e) El descuido de faltas pequeñas. «Qui spernit módica paulatim decidet» % quien desprecia las cosas pequeñas poco a poco caerá. f) Cuanto pueda llevarnos (i la pérdida de la vocación hemos de considerarlo como un gran peligro para la salvación; pues vocación y salvación son dos cosas connaturalm ente m uy unidas. Porque quien no supo orar en la paz de la Religión, ¿acerta­ rá a orar en el bullicio del m undo? — Quien no tuvo fortaleza contra las pequeñas dificultades que se pueden presentar en el paraíso de ¡a religión, ¿las tendrá contra los ingentes peligros de la vida del mundo? — Habiendo despreciado yo las grandísim as gracias de la vocación, ¿qué régimen de gracias acordará Dios a mi alma? ¿V me salvaré yo, si Dios me dism inuye notablem ente sus gracias? Sea, pues, la conclusión: «Cum timore et trem ore salutem vestram operamini» 3, con temor y temblor obrad vuestra pro­ pia salud. Quien ora se salva en el mundo. Quien no ora, se condena aun en la religión. Entre los grandes motivos de am ar entrañablem ente a la -

Kccli. 19. 1. P h ilip . 2, 12.

SOHRK KL INFIERNO

215

Compañía, uno es que ella nos exige gran familiaridad con Dios y que nos conservemos orando siempre aun en medio de la acción. 86. ”COLLOQUIO”. El mismo que en la meditación anterior u otro sim ilar, i. e., coloquio de misericordia, de parte de Dios; y de am or y agradecimiento de parte mía. Acabar con el Pater Noster.

ESQUEMA l)K LA MEDITACION IX

87.

Segunda del infierno Pres. de Dios y Orac. prep. — Comp. de lug. — Petición. P unto 1.”

P ena de s e n t id o

Una tempestad de fuego y azufre: "ignis et sulphur et spiritus procellarum”. — Torbellino de llamas gigantescas — soplando huracanadas sobre un mar de azufre fundido, — hirviente en con d en a d o s... — entre lobregueces de antro infernal — rasgadas por relámpagos que dejan ver jaurías de hom bres y de dem onios en escenas ma­ cabras y espantosas... — Y oyéndose entre aquellas tinieblas ayes de d olor desgarradores, de millones de gargantas y aullidos de d em o n io s... — y dominando este estruendo, la voz del Omnipotente como un trueno pavoroso "apartaos de mí, malditos, al fuego eterno”. - - ¡ A s í por toda la eternidad! — ¿Hay <*n mí desórdenes que pudieran llevarm e al pecado? — ¿Hay en mí fuerzas perdidas que pudieran em plearse en salvar almas? P i nto 2.'

P ena de daño

Mirando a D íoh. — Dios hace sentir al condenado el odio infinito que le tiene; y Dios odiando tiene que ser incomparabletnetne más terrible que el fuego quemando y que los dem onios atormentando.

Dios se présenla al condenado en plan de venganza de un mise­ rable hombre. Mirando al conden ad o. El co n d en a d o 11a rolo con

D ios, Primer Principio de todo sil

SOimK KL INFIERNO

217

bien; desgarramiento más íntimo que el de arrancarse el corazón a si mismo. - l i a rolo con Dios, su Ultimo Fin. al cual tiende como a la Bondad absoluta; pero esta Bondad, sin dejar de ser tal, mientras a otros lo hace plenamente bienaventurados, a él le rechaza impasible­ mente con desdén infinito. — El condenado es un ser maldito de Dios en su entendimiento — en su voluntad — en su sensibilidad — en todo su ser; — y es como si esta maldición obrara en él una inversión monstruo­ sa de lodos los elementos de su ser, quedando cada facultad y cada órgano en el extremo más agudo de violencia. — Como Dios amando en el cielo al bienaventurado, es por Si mismo objeto de su bienaventuranza, Dios odiando en el infierno al pre­ cito determina en éste su mayor tormento.

^8. Es

P unto 3."

E l pecado raíz del in m e r s o

lo peor del infierno, el infierno del infierno. — Porque todo pecado grave envuelve muchas ofensas de Dios, por las cuales es otra tanta veces ”mal de Dio”. — Por aquí, el pecado viene a ser el peor mal del infierno; porque los demás que allí hay son males de criaturas microscópicas, mientras que el pecado es ”mal de Dios” ; — y también es la raíz de todos los otros, porque él es la culpa y los otros son el castigo de esta culpa; — si allí prende el fuego, es donde halla pecado; si Dios maldice, es porque encuentra pecado; y si el infierno es eterno, es porque es eterno el pecado. P unto 4.°

C aminos nía. infierno tara kl religioso

in» los mismos que para el pecado grave, es a saber: — .Flojedad en la pureza; porque en esto quien no ora. cae; quien no lucha con denuedo, cae; quien se mete temerariamente en el peligro, ene. — Soberbia oculta o manifiesta; porque el soberbio es un ciego que no admite dirección; irremediablemente tropezará y caerá. -Tibieza; porque el tibio es un valetudinario que se complace en pasear casi a oscuras por el borde del pecado grave; no tardará (Mi resbalar.

218

PR1MKRA SKMANA

88

— Todo lo que puede llevarnos a la pérdida de la vocación; porque vocación y salvación son dos cosas connaturalmente unidas en­ tre sí. Coloquio:

— de agradecimiento a Cristo porque no me ha condenado; — de aborrecimiento de todo pecado; — y de celo por la salvación de las almas.

MEDITACION X

DI ST RI BUCI ON

DE

LA

MATERIA

PARA

LA M E D I T A C I O N D I A R I A

D ía

\."

S.° 89 90 92 94

D ía

2.°

N.° 89 91 92 95

D ía

3.°

Repetición.

D

ía

4.°

Resumen.

D ía

5.°

Fruto principal de esta meditación: N.° 93.

89.

MEDITACION X

De

la m u e r t e

El fin de esta meditación en los Ejercicios de San Ignacio, en los cuales su puesto es después de las meditaciones de los pecados y del infierno, no es la conversión del pecador, que ya está hecha en esas meditaciones anteriores; sino hacerle ver a la luz de la muerte, la vanidad de las cosas mundanas, para que se aparte más y más de las ocasiones de des­ orden y de pecado. Es, pues, el fruto de esta meditación conseguir más plena­ mente la tercera gracia que pedimos en el coloquio del tercer ejercicio sobre los pecados; es a saber: "CONOSCI MIENTO DEL MUNDO PARA QUE, ABORRESC1ENDO. APARTE DE MI LAS COSAS MUNDANAS Y VANAS ” [63]. Antes de entrar en la meditación convendrá determinar cuá­ les son las "COSAS MUNDANAS" del pequeño mundo que puede infiltrarse en la vida religiosa, que más me atraen poniéndome en peligro de desórdenes o pecados: ¿Quizás son cosas de honra, como ser tenido por joven de talento, de trato, de equilibrio, de empuje, de grandes esperanzas en la Compañía? ¿o cosas de placer: comodidad, descanso, en el comer, vestir, dormir? ¿o cosas de movimiento: actividad, hacer mucho, realizar grandes obras, ser hombres de empresa? ¿o cosas de sentimiento: amistad, amor, cariño, placer esIél i c o ?

¿o cosas de libertad: independencia en el obrar, pensar, ha­ blar?

"ES PEDIR GRACIA A DIOS NUES­ TRO SEÑOR PARA QUE TODAS MIS INTENCIONES, ACCIO­ NES Y OPERACIONES SEAN PURAMENTE ORDENADAS EN SERVICIO Y ALABANZA l)E SU DIVINA MAJESTAD” [46]. O

r a c ió n

p r e p a r a t o r ia

.

Puede ser, ver un aposento de la enfermería, donde agonizo yo rodeado de toda la comunidad que reza de rodillas por mí; mientras me administran la Santa Un­ ción, me leen la recomendación del alma y me ven expirar. Allí mismo me depositan, amortajado, en un ataúd entre seis hachones. Com

p o s ic ió n

dk

l ig a r

.

También puede ser ésta ; representando mi vida temporal por una recta pequeñísima de milímetros y mi vida eterna por otra recta larguísima, que arrancando del fin de la anterior se pro­ longue hasta el infinito; entre ambas habrá un punto de divi­ sión que será la muerte, fin de la vida y principio de la eter­ nidad. Por vía de composición de lugar, puedo verme a mí mismo en este punto, desde donde el agonizante abarca de una mirada el tiempo que acaba y la eternidad que empieza; la insustancialidad de lo que queda aquí y las realidades realísimas, espléndi­ das o espantosas, de la vida de allá. "PEDIR CONOSCIMIENTO DEL MUNDO PARA QUE . ABORRESCIENDO. APARTE DE MI LAS COSAS MUN­ DANAS Y VASAS” [63]. Petición.

Determinadas las cuatro o cinco cosas mundanas que más me atraigan, pediré a Dios ” CONOSCIMIENTO” de su vanidad o insustancialidad, la que tienen en sí mismas y la que tienen para mí que soy eterno: conocimiento interno hondo, sentido, que me lleve a ” ABORRESCERLAS" con toda mi alma, con aborrecimiento que es repugnancia, aversión, asco, odio que nos lleva a reaccionar rápidamente APARTANDO” de nosotros las cosas que aborrescemos.— Tal es la disposición de espíritu que hemos de conseguir con esta meditación de la muerte.

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t)0.

S0BR1Í LA ML’ KRTi:

‘¿ 2 ‘A

PUNTO PRIMERO Certeza de la muerte y algunas de sus circunstancias

Moriré — moriré pronto — quizás muy pronto — una sola vez — moriré como viva — de la muerte depende la eternidad. Verdades pavorosas para el religioso tibio; inquietantes, para el poco fervoroso; dulcificadas con consuelos de cielo, para el religioso genuino que vive vida de intenso amor a Cristo, a su Cruz y a su Iglesia. 1.° Ciertamente moriré, a) El día mismo en que nací firmó Dios contra mí decreto de muerte: El niño N. que acaba de nacer, morirá tal año. tal mes, tal día, en tal hora de ese dia, en tal minuto de esa hora, en tal segundo de ese minuto. Lo firmó ” Yo, Dios” y lo entregó a la muerte. Lo cogió ésta con su huesosa mano, echó la guadaña al hom­ bro y emprendió a correr tras de mis pasos; y cuando sonare en el reloj de la Providencia la hora del fatal pergamino, la muerte arremetará contra mí y acabará conmigo donde me halla­ re, en casa, en la calle, en el mar; y como me hallare, en pecado o en gracia; ni un instante más; no se le puede decir: no entre usted, aguarde usted, vuelva usted, el señor está ocupado. — Su poder es irresistible; es el mismo de Dios. b) El mismo decreto se dió contra mis progenitores y en todos se ha cumplido: mis padres nacieron, crecieron, llegaron un día a ser robustos, pero decayeron y al fin murieron; mis abuelos nacieron, crecieron, llegaron a ser robustos, pero decayeron y al fin murieron; lo mismo cada uno de mis pro­ genitores hasta Adán. — ¿Y yo estoy medio persuadido de que seré una excepción? En mi panteón de familia, desde mis padres hasta Adán, no hay ningún nicho vacío. Mira su osera y di: soy carne de esa carne y huesos de esos huesos; luego mi ley de vida y muerte es la misma que en ellos; mi trayectoria será la misma que la de ellos; mi calavera rodará pronto entre las calaveras de ellos, y mis huesos se perderán entre los suyos. c) Quizás he asistido a muchas agonías y a muchos entie­ rros. Como hasta ahora en todos ellos el que yacía en el lecho

224

PR1MKR.V SKMANA

90

luchando con la muerte no era yo sino siempre otro, el mori­ bundo otro, el amortajado otro; casi me voy persuadiendo de que va a ser siempre así. Per no: vendrá un dia en el que los papeles se invertirán: el que luche con la muerte seré yo, el muerto yo, el amorta­ jado yo. Vendrá un entierro en el cual el que vaya en hombros ajenos seré yo, al que metan en la hoya vo; los demás se volverán a sus casas y a sus negocios; el que queda solo entre los muertos, entre los cipreses del cementerio, en las tinieblas de la noche seré yo; yo solo, nadie conmigo. Pediré a Dios convencimiento íntimo, práctico, hondamente sentido de que ciertamente moriré. «Morieris tu, et non alius», moriré yo y no otro por mí. Lo escribiré mil veces, en las paredes de casa, en el libro donde estudio, en el lecho en que duermo; moriré, moriré. Entré religioso para aprender a morir, ¡y me estoy olvidando de que he de morir! 2.° Moriré pronto; quizás muy pronto y de repente. lardare 40, 60 años, ¿qué es todo esto para la eternidad?

Aunque

Caminamos sin cesar hacia la muerte. No siempre comemos, no siempre dormimos, no siempre descansamos; una cosa hace­ mos siempre: avanzar hacia la muerte. En nuestro kilométrico de vida es mucho lo que ya hemos cortado. ¿Será mucho más lo que queda? En cada estación se abre la puertecilla del coche y se pre­ senta la muerte con la lista fatídica: ” Fulano y fulano descien­ dan: ya han llegado al fin.” ¡He visto llamar ya a tantos de mis compañeros de escuela, de colegio, de mi edad! Pronto me toca­ rá a mí. Quizás muy pronto: dentro de meses, de días, o de horas. Quizás de repente; porque así suele venir la muerte, cuando menos se la espera. «Qua hora non putatis» \ a la hora que no penséis. «Tanquam fur» 2, como ladrón. «Sicut fulgnr» \ como relámpago. ' 2 *

Luc. 12, 40 1 Tes. 5, 4. Mt. 24. 27.

90

225

SOHRK LA ML'HRTi;

3.° ¿Cómo moriré? Quizás mártir por Cristo; al menos ex­ tenuado de trabajos por su causa, por su Iglesia... gran dicha será ésta. ¿Quizás en pecado? No será así si muero en la Compañía. Las revelaciones sólidamente autorizadas que nos lo garanti­ zan, están confirmadas por la limpieza con que por la miseri­ cordia de Dios se vive en la Compañía; y por la santa intransi­ gencia con que ésta se deshace de los indignos. ¿Pero perseveraré en la Compañía? Sabemos que la perseve­ rancia final en la gracia no se puede merecer de condigno. Se obtiene pidiéndola y correspondiendo a Dios; es verdad que esto está en nuestra mano; pero cualquier cosa se puede temer de nuestra libertad. Con todo, la regla siempre será que se muere como se vive: que a una vida de fervor corresponde una muerte santa; y que cuanto mayor fuera la diligencia en el servicio divino, mayor será la garantía de perseverancia final. Moriré una sola vez; de ella depende la eternidad y no queda otra muerte para corregir el yerro.

PUNTO SEGUNDO La muerte es fin del tiempo y principio de la eternidad; ella nos enseña que las cosas mundanas son vanas en sí mismas y vanísimas para nosotros que somos eternos a) mundo.

La muerte es un adiós para siempre a las honras de este

En nuestro cementerio de Comillas descansan en sepulturas próximas los restos del P. Sarabia y los del H. Sobremazas. La fama del P. Sarabia de orador, de profesor, de joven de esperanza en la Compañía fué de las que pasan por relativamenle grandes. Sin embargo, ¡a qué vaciedad se reducía! A que le alabaran por orador y profesor las 500 personas de la Universidad en que vivía, algunos miles de pueblos más próximos, otras cien mil o quinientas mil o un millón de sitios más alejados, que alguna voz en la vida oyeran hablar de un P. Sarabia, gran predicador. ¡listo es todo! Éntre los dos mil trescientos millones del resto t

22(>

PRIM ERA

SEMANA

90

del mundo, el Padre era absolutamente desconocido. ¡Oh qué honra tan exigua!; apariencia más que realidad; resplandor de luciérnaga en medio de una noche de duración eterna. Pues ese tenuísimo resplandor, a los nueve años se extin­ guió por completo con la muerte del Padre para siempre... mien­ tras el Padre seguirá eternamente viniendo en cuerpo y alma. ; Oh si por gozar de gloria tan efímera hubiere dejado de ganar grados de gloria eterna! ¡qué desgracia la suya! ¡qué proceder tan alocado habría sido el suyo! Aquellos mismos nueve años los pasó el H. Sobremazas cui­ dando animales en la vaquería del colegio. ¡Qué espléndida rea­ lidad la de la gloria que consiguió con aquellos años de humilla­ ción llevada por D ios! Porque esa gloria se la dan ahora, no unos miles de admira­ dores, sino millones de Angeles y millones de bienaventurados y con ellos la Santísima Virgen, Nuestro Señor Jesucristo y la San­ tísima Trinidad; ni sólo alguna vez, sino incesantemente por toda la eternidad. * * * También fué de las que son tenidas por grandes, la gloria del P. Urráburu en el mundo de los sabios. Con todo aquel es­ plendor humano no pasó más allá del círculo de unos cuantos filósofos; y a los veinte años, con la muerte del Padre, se extin­ guió para él por completo. En cambio brillará eternamente en el cielo la gloria de su humilue amanuense, hombre también de dotes, que por un re­ pugnante cáncer en el rostro pasó los últimos años de su vida en un rincón de la enfermería transcribiendo, por amor de Dios, cuartillas ajenas. El P. Urráburu fué ciertamente varón de gran santidad; pero si hubiera sido un religioso tibio que por complacerse en la gloria humana hubiera dejado de ganar grados de dicha eter­ na, ¡qué proceder tan sin juicio hubiera sido el suyo! ¿Cómo es el mío? ¿Me ocupo en captar quimeras o en alma­ cenar tesoros de cielo? *

*

*

Dios abarca de una mirada la Compañía militante de sus cua­ tro siglo,-» de existencin. allí ve hombres en honra por su talento, por M¡s cargos, por sus éxitos; y hombres sin relieve ninguno,

í)0

SOJittK LA MUERTE

227

totalmente eclipsados. Las diferencias son reales, pero insignifi­ cantes. Con la misma mirada abarca Dios esa misma Compañia triun­ fante ahora en los cielos y también ve allí diferencias, pero éstas colosales y eternas: hay soles, hay estrellas de todas las magni­ tudes, hay tenues lucecitas. Pregunto: ¿Esta escala de diferencias en la gloria eterna de ahora corresponde a la escala de diferencias en la gloria que tuvieron aquí? De ninguna manera, antes generalmente estarán invertidas; porque el principio que preside es que ” quien se en­ salza será humillado, y quien se humilla será ensalzado” . «Qui autem se exaltaverit, humiliabitur. Et qui se humiliaverit, exaltabitur» 4. Según esto, ¿cuál será la gloria que a mi me espera en la eternidad? ¿estoy perdiendo el tiempo para la eternidad? b) La muerte es un adiós para siempre a los placeres de los sentidos; ella nos enseña la insustancialidad de los de aqui y la espléndida realidad de los eternos. Un momento de reflexión en el Santo Sepulcro ante el cuerpo adorabilísimo de Nuestro Señor Jesucristo: es una pura llaga, manos y pies taladrados, espaldas machacadas, maceradas, dilaniadas, venas exhaustas, corazón alanceado. Han precedido 30 años de trabajos forzados en un pobre taller, 3 años de apos­ tolado ambulante en continuas incomodidades; mesa siempre escasa, 40 días de ayuno; 18 horas de pasión acerbísima, azotes desgarradores, espinas, martillos, clavos, lanza, agonía, muerte entre sufrimientos cor­ porales de que no podemos formarnos idea. Pero a los 33 años estos tormentos se acabaron para siem­ pre; y Nuestro Señor sigue y seguirá eternamente vivo en cuerpo y alma, el mismo de antes; y en lugar de aquellos tormentos, y comprados con ellos, go­ zará el Señor eternamente en su benditísimo cuerpo goces altí­ simos, espirituales pero realísimos. incomparablemente más in­ tensos y dulces de lo que fueron acerbos el desgarramiento de sus carnes y la penetración de los clavos. Parecidas reflexiones se pueden hacei ante el sepulcro de ■' MI. 2:$. 12.

228

PRIM ERA

SEMANA

90

San Luis tíonzaga o de un Padre o Hermano que se han distin­ guido por la mortificación propia de nuestro Instituto. En San Luis vemos austeridades corporales, cilicios, discipli­ nas sangrientas, rigurosos ayunos, cama dura, noches de tres, cinco, ocho horas de oración continuada hasta conseguir una sin distracciones: enfrenamiento absoluto de la vista, jornadas ago­ tantes en servicio de los apestados... es decir, una vida fuerte­ mente orientada hacia la mayor abnegación y continua morti­ ficación. Pero estos trabajos de Luis, a los pocos años se acabaron para siempre; mejor dicho, se transformaron en goces eternos al ciento por uno, al mil por uno, al millón por uno, a lo incon­ mensurablemente grande por lo inconmensurablemente pequeño.

* * ♦ Muy otros son los pensamientos que asaltan la mente ante el cadáver de un religioso poco mortificado. En su vida ha habido meses y años de oración desmazalada, somnolienta, por horror al esfuerzo que exige la concentración de facultades. De aspe­ rezas corporales, cilicios, disciplinas, casi nada o cosa formula­ ria; nada de restricciones voluntarias en el comer, vestir, dor­ mir; nada de jornadas apostólicas de trabajos agotantes; fué una vida decididamente orientada a la mayor cantidad posible de pequeñas satisfacciones de los sentidos dentro de lo que no fuera claramente pecado. P*ro ¿i los 20, 30, 50 años estos goces se acabaron para siem­ pre. «Abseisus est de térra» 5, fué cortado de la tierra; pero él sigue vivo, eternamente vivo, cuanto dure la vida de Dios; y aquellos goces, a cuya captación orientó su vida, no tienen pro­ yección ninguna de dicha en su existencia eterna. ¡Sus goces pasaron para siempre! ¿Qué queda pan aquel cuerpo tan regalado? «Subter te sternetur tinea et operimentum tuum erunt vermes» #, bajo ti hace cama la gusanera y gusanos son tu cobertor. «Ecce quem cole­ ba ti s» 7, mirad lo que adorabais. Entre tanto las mortificaciones de San Luis duran eterna­ mente, transformadas en delicias celestiales. Ante estas realidades que nos descubre la muerte, ¿no se 5 *

Is. 53, 8. Is. 14, 11.

<

Dan. 14, 27.

90

SOKRK LA MUliRTK

229

impone un cambio radical en la orientación de mi vida? Seguiré dando culto a los sentidos y a la materia? c)

La muerte es un adiós para siempre al mundo de las rique­ zas. Somos pobres y no tenemos grandes riquezas que dejar; pero el corazón se puede apegar a cualquier cosa: a la habitación, al vestido, al mueble, al regalito, al edificio del gran colegio, a tales libros, a mis papeles... Es muy del buen jesuíta tener la vida muy simplificada: nada superfino; falta de muchas cosas convenientes y de algunas nece­ sarias; nada que dejar a nadie en la hora de la muerte; que al venir ésta te halle con las manos vacías de bienes temporales y llenas de riquezas eternas. Deshacerse, como si le quemara, de cosa a qne se sienta apegado. d) La muerte es un adiós al mundo físico de la I«iz y de los colores, al mundo de los sentidos, a los encantos de la naturaleza, las plácidas rías y los soberbios mares; al sol, a las estrellas que no volverán a mirarse en mis ojos ni a iluminarme con sus rayos. Pasó ese mundo en cuyos encantos puse muchas veces mis complacencias; pasó como vértigo y yo soy eterno; ¡eternamente tendré ojos que me pedirán hermosura y oídos que me pedirán armonías * Conservemos, pues, nuestros sentidos para la eternidad negán­ dole con valor los placeres de aquí que son veneno. Austeridad ahora unos días y después goces eternos. Esto es entender la vida; no sólo la del alma, sino también la del cuerpo; ansias de sufrimientos que son inyecciones de goces eternos. Lo demás es vanidad. «Vanitas vanitatum et omnia vanitas praeter amare Deum et illi soli servire», vanidad de vanidades y todo vanidad. e)

La muerte es un adiós a la vida de negocios.

«Transie-

1 unt omnia illa tamquam umbrae» \ se pasó todo aquello como

sombra. Ella nos muestra la insustancialidad de las cosas de aquí que no tengan para mi proyección de gloria en mi existen­ cia cierna, y la espléndida realidad «leí negocio de la santidad. Mi empresa ahora es escribir un libro, del cual espero fun­ dadamente mucha gloria de Dios; la tuya es levantar a gran a Sap. r», 9.

PU1MKKA SKMANA

90

altura el nivel del colegio, de la congregación, también para glo­ ria de Dios; la de aquél es hacer mucho, elevar un gran peso en la marcha del colegio, también por amor de Dios. Hasta aquí todo ‘ va bien. Pero muchas veces a estos motivos santos se asocian otros de amor propio e impulsos rutinarios, que acaban por imprimir a nuestra actuación un ritmo desordenado en el que vivimos prácticamente para el negocio más que para la eternidad, pos­ poniendo de hecho la vida interior, la meditación y los exámenes al éxito inmediato de nuestra empresa. ¡Oh qué desilusión tan amarga a la hora de la muerte la del religioso poco espiritual que se ha agotado en una actividad febril por móviles humanos y desconectada de la vida de ora­ ción !— ¿Es asi la mía? ¿Y voy a seguir por ese camino perdien­ do miserablemente, estúpidamente, las fuerzas, el tiempo, la eternidad?

f) En r e s u m e n : a la luz de la muerte las ” COSAS MUNDA­ NAS Y VANAS” de honra, placer, libertad que caben en el pe­ queño mundo de la vida religiosa aparecen com o son: vanas en sí mismas por falta de verdad y de consistencia; vanísimas por su brevedad, para nosotros que somos eternos; pésimas sobre cuanto se puede pensar porque, ya que no nos arrastren hasta la pérdida del alma, ciertamente nos impiden la consecución de otros bienes inconmensurablemente más precio­ sos y <íe duración eterna. Por tanto, orientar nuestra vida hacia bienes tan efímeros, o simplemente entretenernos en ellos, es falta de seso; y en reli­ giosos que hacernos profesión de pisar el mundo, es un proceder tristemente ridículo P id a m o s a D ios tenerlos en g r a n d ísim o

” ABO IiRESCl MIENTO” ,

o d io , in q u in a , r e p u g n a n c ia ... q u e nos h aga re a c c io n a r in stin tiv a m e n te ,

” APAfíTANDO/ jOS DE NOSQTROS” com o cosas que dan asco. Que aborrezcamos lo que el mundo ama y amemos lo que el mundo aborrece, como el único camino de vivir dignamente v de mori. dichosos.

91

SOBRE LA MUERTE

91.

2.31

PUNTO TERCERO

Muerte en la Compañía, de un religioo poco fervoroso No consideramos la de un jesuíta tibio que anduviera cerca de caídas graves, porque los tales no suelen morir en la Com­ pañía. a) La muetre de un jesuíta poco fervoroso estará llena dt tristezas amarguísimas. 1.° Tristeza ante el panorama de sus ejercicios espirituales cuotidianos donde hay mucho de flojedad, de distracciones, de cobardía, de falta de correspondencia al amor *ie Dios, conti­ nuada por muchos años con grandísima culpabilidad. Allí el Oficio Divino rezado sin fervor, atropelladamente, con frecuencia a última hora cuando la atención es imposible. Allí la acción de gracias de ]a misa, hecha fríamente, formu­ lariamente, omitida con frecuencia o acortada por cualquier cosa... un verdadero desacato al amor inmenso con que Dios ha venido al alma. Allí sobre todo los ejercicios espirituales cuotidianos de me­ ditación y exámenes con frecuencia mutilados, hechos habitual­ mente con flojedad, desidia, distracción, somnolencia; por meses, años, muchos años; sin enmienda apreciable después de innumerables confe­ siones; sin enmienda duradera después de tantos ejercicios anuales; como si jamás se hubiera propuesto abordar en ellos la reso­ lución definitiva del problema de la meditación y de los exá­ menes trascendentalísimos para nuestra santificación en la Com­ pañia. «Ecce mine dies salutis» *, ahora es el dia de salud. «Ne in vacuum gratiam Dei reeipiatis» no recibáis en vano la gracia de Dios. 2." Tristeza ante el panorama de su vida de obediencia, que presenta contrastes muy significa Iivos: ha obedecido a unos Su­ periores, a otros menos; en las cosas agradables sí, en las cos’’

2 Cor. (», 2. 2 Cor. fi, 1.

232

PRIM KRA

SKMANA

91

tosas menos; hasla tal punto si, más allá no; con frecuencia, criticas y resistencias pasivas. ("on la obediencia incondicional, de entrega absoluta; con esa que es el sello característico de la Compañía, no aparece bien sellada su vida. — ¿Cómo no ha de ser amarguísimo para un hijo tle la Compañía en la hora de la muerte encontrar tan borroso en si el sello propio de los hijos de San Ignacio? 3.“ Tristeza ante la excelsitud de su vocación, al palpar en­ tonces lo rastrero del nivel en que él se ha quedado. Porque su vocación ha sido a una vida de oración intensa, continua, de gran eficacia; y él apenas sabe de eso, porque la vida de sentidos y de entrega a los negocios y la negligencia en los ejercicios espi­ rituales ordinarios, le han tenido cerrada siempre la puerta a la familiaridad con Dios. Su vocación ha sido a "la mayor abnegación y continua morti­ ficación" por amor a Cristo — a la locura de la cruz — a ser hombre crucificado al mundo y para quien el mundo está cruci­ ficado — que ama lo que aborrece el mundo y aborrece lo que el mundo ama. Allí ve claramente que esto es la quinta esencia de nuestro Instituto, el alma de nuestra vida; y que él no lo ha entendido, lo ha mirado siempre con horror y que jamás ha dado el paso decisivo. Su vocación ha sido a un apostolado fecundo, por la oración, la acción y el sacrificio, el propio de la historia de la Compañía; y él no lo ha realizado por falta de vida interior y de arrestos para el sacrificio Esta gran desilusión acerca de su vocación altísima no podrá menos de sumergirle a la hora de la muerte en amarguísima tristeza. Querrá más tiempo para resarcir el perdido; pero «veniet nox quando nemo potest operari» n, vendrá la noche en que nadie puede trabajar.

b) La muerte de un jesuíta poco fervoroso no estará libre de temores inquietantes. Porque aunque por la misericordia de Dios nunca haya llegado en la vida religiosa a falta grave que sea cierta, fácilmente habrá quedado con dudas en las tentaciones, críticas, temporadas de contrariedades; 11

Is. 5. 4.

91

S01JRK LA MUERTE

233

y sobre todo en la celebración de la Santa Misa, en el rezo del Oficio Divino o en la administración de los sacramentos; donde, por la altísima santidad de estas funciones sacerdotales, hay multitud de preceptos sub gravi, los cuales para el sacer­ dote tibio fácilmente constituyen ocasión próxima (sólo remota para el fervoroso) de pecado grave. Pues estas dudas, que espíritus poco delicados en su vida de distracción, suelen despreciar más de lo justo, fácilmente toma­ rán cuerpo en el trance de la muerte; despertando temores fuertes de pecado grave con conciencia no tan fuerte de haberlo llorado suficientemente, ni en el dolor de los exámenes diarios que los ha hecho formulariamente, ni en el de las confesiones semanales. ¿Le asistirá Dios con las gracias especiales prop ios de aquel momento? La muerte naturalmente ha de ser eco de la vida; a quien en vida fué tan poco generoso con Dios en medio de tantas gracias, ¿reservará el Señor bendiciones especiales en la hora de la muerte? PUNTO CUARTO

Muerte del jesuíta fervoroso, santo, del jesuíta auténtico, el de las Constituciones La que espero tener yo con la gracia de Dios, porque desde ahora propongo con esa misma gracia guardarlas todas, está llena de consuelos; porque ha amado mucho a Dios y por amor a Dios ha orado mucho, ha trabajad mucho y ha sufrido mucho. Así que no le abandonará Dios en la muerte; sino que «cum sancto sanctus erit... cum electo electus eris, et cum perverso nerverteris» 1J, con el piadoso muéstraste benigno; te portas relamente con el íntegro; con el puro compartes en pureza. P ero a d e m á s él lleva a la m uer le, en su conciencia, gran d es m o liv o s de c o n s u e lo : 1.“ M otivo
234

PRIM ERA SEMANA

91

ha luchado denodadamente a lo San Luis Gonzaga — contra las distracciones, sequedad, somnolencia; reponiendo el tiempo perdido; no acostándose, sino en caso de circunstancias muy extraordinarias, sin haberlos hecho ínte­ gros con diligencia. 2.° Motivo de consuelo es el panorama de su vida de obedien­ cia incondicional, pronta, alegre, a toda clase de superiores y a toda clase de mandatos; con sacrificio absoluto de su libertad, de sus iniciativas y de su personalidad... por amor de Dios, por imitar a Jesucristo. Así espero que será mi vida, después de estos ejercicios, y así espero en Dios que será mi muerte. 3.° Motivo de consuelo le será a la hora de la muerte la con­ ciencia fuerte que tiene de haber llorado mucho y con mucho amar sus pecados: a lo San Pedro, dos veces al día en los exáme­ nes generales donde él ha puesto, si en alguna cosa, el máximum de diligencia y esfuerzo. 4.' Motivo de consuelo a la hora de la muerte es el librito de las Reglas: porque él las ha llevado siempre en el corazón, las grandes y las pequeñas; su vida ha sido un continuo esfuer­ zo por subir a las altas cumbres de perfección que ellas nos señalan. Pues las ha vivido a lo San Juan Berchmans, pónganselas en las manos que le darán gran consuelo a la hora de la muerte. 5." Motivo de consuelo es el panorama de su vida apostólica: trabajos duros, jornadas agotantes, un caer rendido cada noche para prepararse a nuevos esfuerzos; en su camino regueros de sudor, salpicaduras de sangre, siempre bajo la mano de la obediencia que le bendice; detrás un fruto copisísimo de extraviados que vuelven, de almas que se perfeccionan, de niños que se educan, de salvajes que se convierten... Todo por amor de Dios y a base de la mayor abnegación pro­ pia, de la muerte del granito de trigo para germinar ahora el ciento p«,r uno. *Kunl. s ¡bant et ílebant mí denles semina siui; venientes autem venient curn exaltalione portantes manípulos

92

SOHÍÍK LA MUKHTK

235

suos» ’ \ iban llorosos llevando la simiente; mas venir, vendrán radiantes trayendo jubilosos las gavillas. Pues el momento este de la muerte es el momento de la recolección. 6.° Motivo de consuelo es lo acerbo del momento actual; sí, por eso mismo, por las molestias de la enfermedad, por lo horri­ ble de la agonía. Con la gracia divina que en aquel momento será abundantí­ sima, como ha imitado a Cristo en vida, así le imitará, le quiere imitar en la muerte; y la muerte de Cristo fué en cruz, abando­ nado, con dolores horribles y humillaciones aplastantes. 7.° Motivo de consuelo, finalmente , es la esperanzo en la mi­ sericordia infinita de Dios, de un premio inmediato que ni ojo vió, ni oído oyó, ni cabe en entendimiento huniHiio comprenderlo. Ya le parece oír aquel «Euge serve bone et fidelis; quia super pauca fuisti fidelis, super multa te constituam; intra in gaudium Domini tui» 14, muy bien siervo bueno y fiel; has sido fiel en lo poco, te constituiré sobre lo mucho; entra en el gozo de tu Señor. Y lleno de confianza repite aquello otro: «Certamen certavi, cursum consumavi. In reliquo reposila est mihi corona misericordiae quam reddet mihi Dominus». he combatido el buen combate, he terminado mi carrera. Ya me está preparada la co­ rona de misericordia que me otorgará el Señor. 92. C o l o q u io . Pidiendo a Dios las mismas gracias de la peti­ ción del principio de la meditación; y por intercesión de San José la gracia de una buena muerte. Patvr Noster. 13

P s. 125, 6.

11

Mt. 25, 21.

236

PRIM ERA

93.

SEMANA

FRI TO PRINCIPAL DE LA MEDITACION DE LA MUERTE EN LOS EJERCICIOS DE SAN IGNACIO Conocimiento interno de la malicia y vanidad del mundo. Aborrecimiento profundo del mundo, de sus criterios y modos. Resolución seria de apartar de mí las cosas mundanas y aun las

simplemente vanas. Examen.

¿Es así de interno mi desengaño del m undo?

¿Es así de profundo mi aborrecimiento del m ism o? ¿Es así de seria mi determinación de dejar las cosas mundanas de honras, ostentación, libertinaje, diversiones generalmente pecami­ nosas, y aun las simplemente vanas? Si aun no sintiere en mí tal ánimo para dejarlas, he de insistir más en meditación, súplica y penitencias hasta conseguirlo.

93

ESQUEMA DE LA MEDITACION X

94.

Sobre la muerte Pres. de Dios y Orac. prep. — Comp. de lug.— Petición Determinar previamente cuáles sean éstas. — — — — — —

¿Quizás son cosas de honra? ¿o de amor y cariño? ¿o de independencia? ¿o de comodidad? ¿o de derramamiento al exterior? ¿o tendencia exagerada a influir, a ser hombre de empresa?

P unto

1 .°

C krteza

de

la

m uerte

y

otras

c ir c u n s t a n c ia s

Circunstancias de la muerte: — Moriré ciertamente: está decretado por Dios. — El mismo decreto se dió contra mis progenitores y en todos se ha cumplido. — Has­ ta ahora en todas las muertes a crue he asistido el muerto era otro; pero vendrá un día en el que el muerto seré yo. — Moriré pronto, quizás muy pronto: caminamos sin cesar a la muerte. Muchísimos de mis coetáneos han llegado ya a ella. — ¿Cóm o moriré: en gracia? Así lo espero si muero en la Com­ pañía. ¿Quizás mártir? ¿al menos agotado de trabajos por Cristo? — De la muerte depende la eternidad. — Moriré una sola vez. P u n to

2 .°

L a m u e r te n o s e n s e ñ a l a v a n id a d DE LAS

Rila

COSAS MUNDANAS

es un adiós para siempre:

— a las honras de este inundo; -a

las comodidades;

PR IM E RA SKMANA

238

95

— al mundo de la luz y de los colores; — al de las amistades y relaciones sociales; — a la vida de negocios y movimiento. 95.

P unto

3.°

M uerte

de

un

j e s u ít a

poco

fervoroso

Estará llena de tristezas: — ante el panorama de sus ejercicios espirituales cuotidianos; — de su vida de obediencia; — de su observancia regular; — de su apostolado; — y al palpar en aquel momento el contraste entre la excelsitud de su vocación y lo rastrero del nivel en que él se ha quedado; Y no estará libre de temores inquietantes: — por la conciencia fuerte... de pecados dudosos graves, — y no tan fuerte de haberlos llorado suficientemente; — y por temor de un terrible purgatorio. — ¿Por otra parte las gracias de Dios en aquella hora serán muy abundante^ en el poco fervoroso?; la muerte suele ser eco de la vida. P u n to

i .°

L a m u e rte d e l buen

h ijo d e l a

C o m p a ñ ía

Abundará en gracias: porque Dios no dejará vencerse en generosidad de quien le hu servido fervorosamente. Encontrará en su misma conciencia grandes motivos de consuelo: — la memoria de sus meditaciones, exámenes y demás ejercicios espirituales; — el panorama de su vida de obediencia; — el de su vida apostólica; — el librito de las Reglas; — la conciencia fuerte de haber llorado mucho y con mucho amor las faltas de cada dia; — la acerbidad misma del momento actual, por sus ansias de pade­ cer con Cristo; — y la esperanza firme en la misericordia de Dios. — Experimentará cuán dulce es morir después de haber tenido gran -* devoción al Corazón de Jesús y a la Virgen Santísima. Coloquio: preferentemente pueden ser los tres coloquios a la Virgen, a Jesús y al Eterno Padre pidiendo aborrecimiento del pecado, del desorden y del mundo; y gracia para apartar de si las cosas nrimUirms v vanas.

MEDITACION XI

DI ST RI BU CI ON

DE

LA

MATERIA

PARA

LA M E D I T A C I O N D I A R I A

D ía

1.°

N .ü 96

97

99

103

99

104

D ía 2.°

N .°

96

98

D ía 3.°

N .°

96

100

D ía 4 .°

Repetición.

D ía 5.°

Resumen.

D ía 6.°

Sobre el fruto principal de esta m e­ ditación, pidiendo... hasta conseguir­ lo: ¡V.° 102.

101

105

96.

MEDITACION XI

Primera parte -Sobre el pecado venial Segunda.-Sobre las faltas advertidas y sobre el desorden El fin de esta meditación es una obtención más plena de las dos primeras gracias que hemos pedido en la repetición sobre el pecado; las cuales eran: ” LA PRIMERA QUE SIESTA IN­ TERNO CONOSCIMIENTO DE MIS PECADOS Y ABORRESCIMIENTO DELLOS; LA SEGUNDA QUE SIENTA EL DESOR­ DEN DE MIS OPERACIONES PARA QUE, ABORRESCIENDO ME ENMIENDE Y ORDENE” [63]. Este ” aborrescimiento” del pecado, y del desorden que lleva al pecado, entra en la disposición permanente con que ha de salir el alma de la primera semana, antes de pasar a la segunda. Algunas nociones previas, convenientes a la meditación, pero que no han de formar parte de la materia de consi­ deración. Desorden moral es todo lo que no conduzca ni mediata ni inmediatamente a nuestro último fin. Puede ser pecado mortal, pecado venial, falta advertido y simple desorden.

Pecado mortal o desobediencia grave a Dios es ofensa positiva grave de Dios: Rompe nuestra - amistad con Dios, hace imposible la consecución del último fin. Pecado venial o desobediencia leve a Dios, es ofensa positiva no grave de Dios: 1) dificulta positivamente y retrasa la consecución del último fin; 2) enfría positiva­ mente nuestras relaciones de amistad con D ios; 3) pre­ para el camino para el pecado mortal; 4) cometido fácil­ mente con plena advertencia, es incompatible con la per­ fección religiosa.

242

PRIM ERA

SEMANA

96

Falta advertida , lo que sin estar m andado bajo peca­ do venial, con todo desagrada positivam ente a D ios, com o faltas de regla: 1) es acción nuestra, p erdid a para nuestro último fin aunque no lo dificulta positivam en te; 2) deja­ m os de aumentar con ella, com o pudiéram os, nuestra am isr tad con D ios; prepara el cam ino para el pecado ve­ nial; 4) adm itida fácilm ente, hace im posible la santidad. En la Compañía este desorden queda con frecuencia localizado en el in cu m plim ien to culpable de algún do­ cumento de los ejercicios del Santo Padre o de alguna Regla de nuestro Instituto, o de alguna costum bre de la casa o de alguna recom endación de los S up eriores; por­ que tedas nuestras constituciones y m odo nuestro de p ro­ ceder, están sabiamente ordenadas para prevenir peca­ dos y adelantar en toda p erfección . Simple desorden llam am os a faltas casi del todo inad­ vertidas, fruto de nuestras tendencias desordenadas que se infiltran en la vida tanto m ás cuanto m enos atención se presta a D ios y a los p rin cip ios sobrenaturales. O r a c ió n

E s ” PEDIR GRACIA A DIOS NUES­

p r e p a r a to r ia .

TRO SEÑOR PARA QUE TODAS MIS INTENCIONES, ACCIO­ NES Y OPERACIONES SEAN PURAMENTE ORDENADAS EN SERVICIO Y ALABANZA DE SU DIVINA MAJESTAD " . Por e s t a oración ordeno de nuevo toda mi vida a mi último fin en con­ formidad con el Principio y Fundamento de los ejercicios.

Ver el abismo del infierno com o el cráter profundo de un volcán gigantesco. En el fondo de este cráter el pecado mortal, el mal monstruo del cual brotan las lla­ mas del infierno. Por el borde del cráter corre un paseo resbaladizo con ver­ tientes hacia el pecado m ortal; es el pecado venial; allí algunos religiosos y sacerdotes que viven de espaldas a la perfección, a punto de resbalar al pecado grave. A estos bordes del cráter descienden de las alturas de la san­ tidad numerosas sendas; son el desorden o imperfecciones posi­ tivas. En ellas multitud de religiosos que no se han orientado resueltamente a la perfección por el exacto cumplimiento de todas sus reglas y constituciones. Com

p o s ic ió n

de

l ig a r

.

” INTERNO CONOSCIMIENTO DE MIS PECA­ DOS Y ABORRESC1MJENTO D E L L O S y ” QUE SIENTA EL P K T ic fÓ N .

96

M í CADO VENIAL — DESOfttoEN*

243

DESORDEN DE MIS OPERACIONES PARA QUE , ABORRESCIENIH), ME ENMIENDE Y ORDENE " [63]. "Aborrescimienlo” , repugnancia, odio, asco que penetre lodo mi ser hasta for­ mar en mí com o una segunda naturaleza, que me haga reaccio­ nar con decisión y como instintivamente a la presencia del pe­ cado venial y del desorden como de un monstruo peor que todos los males físicos del mundo. En la disposición de Nuestro Señor Jesucristo, de ir a la pa­ sión y a la muerte por no faltar a la voluntad de agrado de su Eterno Padre. Es la disposición de un San Juan Berchmans de dejarse hacer pedazos antes que quebrantar voluntariamente la más mínima Regla de su Instituto.

PARTE

PRIM ERA

SOBRE EL PECADO VENIAL

Hay pecados veniales casi del todo indeliberados; hay otros plenamente deliberados en sí mismos o en su causa; de aquéllos a éstos, corre una larga gama de pecados cada vez más delibe­ rados. Lo que aquí digamos se refiere principalmente a los pecados veniales bastante deliberados en sí o en su causa. 97.

PUNTO PRIMERO Recuento de mis pecados veniales actuales

O sea aquellos que más suelo cometer en la vida que actual­ mente llevaba al entrar en estos ejercicios. Son verdadero pecado venial o verdadera desobediencia a un mandato Dios, supuestas la libertad y advertencia indispen­ sables para el pecado: a) En mis deberes para con Dios: 1.° Las distracciones o somnoleneias voluntarias luego de haberle recibido Sacramen­ tado, o en parte principal de la misa, o al hablar con Dios en cualquiera otra oración del Oficino Divino, rosario, etc.; por la falta que se comete en estos casos, contra la reverencia que se debe a la Majestad divina. 2.° La dejadez en mis ejercicios espirituales diarios de me­ ditación y exámenes, por el gran daño que ella causa a mi alma y a la de otros cuya salvación se halla vinculada a mi fervor. hj En nuestros deberes para con los Superiores nos están prohibidas por mandato divino, las críticas de sus disposiciones y toda falta de respeto y de subordinación.

97

PECADO VENIAL — DESORDEN

245

c)

En nuestros deberes para con todos los prójimos son pe­ c a d o las apreciaciones injustas bajo influjo de rencorcillos o de envidias secretas, las pequeñas murmuraciones, las palabras mor­ tificantes o mal intencionadas; también los malos ejemplos de inobservancia regular o de poco fervor, que influyen en los demás retrayéndoles de la per­ fección.

d) En los deberes para con nosotros mismos pueden darse multitud de verdaderos pecados veniales de soberbia, avaricia, lujuria en el resistir con alguna flojedad a las tentaciones; y en los demás pecados capitales; también en las Reglas; porque aun aquellas que de suyo no obligan bajo pecado, es difícil violarlas con frecuencia sin come­ ter pecado por alguna circunstancia extrínseca a la regla. Examina por esta lista de pecados veniales cuáles son los que actualmente cometes con más frecuencia y con más deliberación. Pregunta a Jesucristo: "Señor, ¿qué pecados veniales veis en mis deberes para con Vos, para conmigo mismo, para con los demás?; y oye su respuesta de Dios, clara, terminante, de ver­ dad absoluta. PUNTO SEGUNDO

El pecado venial es ofensa de Dios Todo pecado venial incluye muchas ofensas de Dios. Porque ni desobedecer un mandato divino por amor desordenado a mí mismo, si lo hago con bastante deliberación: Desprecio prácticamente ese mandato de Dios, 1.a ofensa; como si fuera por algún concepto improcedente ... y su autoridad de Dios sobre mí, como si fue* 2.” ofensa; ra nula ....................................................................... y sus promesas de recompensa, si le obedezco ... 3.a ofensa; 4.a ofensa; y sus amenazas de castigo, si no obedezco....... Pospongo las razones de un ser Santísimo a las 5.a ofensa; insolencias de un ignorante .................................... y los derechos del Omnipotente a los caprichos de la inutilidad suma ......... ................................... 6.a ofeusa; y las consideraciones que merece el Ser infi­ nitamente perfecto a las pretensiones ridiculas de la imperfección esencial .......................................... 7.a ofensa;

24Í)

ím iM K R A

SKMAN'A

me a ren go a perder grados en la posesión eter­ na de Dios estimándola en poco — ...................... posponiéndola al goce vil de una criatura ....... y aviniéndome a que se resfríe el amor de Dios para conmigo ................................................................

8." ofensa; 9.a ofensa; 10.a ofensa.

Y cada una de estas ofensas tiene la agravante:. de ser el ofensor pequeñísimo; obligado a Dios por innumerables beneficios y por asombro­ sas predilecciones; hombre que cumple bien con todos, ¡menos con Dios! religioso que sabe que con estas ofensas renueva, cuanto es de sí, la pasión de Nuestro Señor Jesucristo. 98.

PUNTO TERCERO Efectos del pecado venial

a) Resfría las relaciones entre Dios y el alma, agranda cada vez más las distancias del uno al otro, levantando un muro de hielo entre ambos. ¿De qué manera? Piim ero indisponiendo a Dios con el alma: porque el religio­ so que ’ leva una vida de pecado venial frecuente, sin apenas re­ parar en ofensa más o menos a Dios, con el único tope de no llegar a ofensa grave que le deje desheredado, se porta cierta­ mente como un mal hijo con Dios. ¿Por qué, pues, hemos de esperar que Nuestro Señor haya de tener con él las delicadezas paternales y la providencia especialísima con que se complace en cuidar de sus buenos hijos? Segundo, indisponiendo al alma moral y psicológicamente para amar al Señor: en cuanto la priva de las grandes gracias necesarias para este amor, y en cuanto engendra en ella hábitos pecaminosos grandemente opuestos a la práctica de la caridad. La misma conciencia de su villano proceder con Dios hace al hombre tímido y desconfiado; disposiciones psicológicas incom­ patibles con la aproximación que exige una vida de intenso amor mutuo. ¡Oh qué desgracia tan inmensa es el pecado venial, por alejarnos de Dios!

98

PECADO VENIAL — DESORDEN

247

b) El pecado venial deliberado, frecuentemente cometido y rara vez bien llorado, lleva necesariamente al estado de tibieza. 1.° Porque característica de la tibieza es provocar el vó­ mito de Dios; ahora bien, el pecado es mancha; y donde abunda el mancharse y falta aseo y limpieza, pronto vendrá un estado de inmundicia que da asco y provoca vómito. 2.° También las demás señales, que dan comúnmente de la tibieza, lian de venir connaturalmente del mucho pecar con pe­ cados veniales y poco arrepentirse. Pues dichas señales son: hastío de la oración, aversión al tra­ to con Dios, horror al examen de sí mismo, falta de luz y de sabor en las cosas del alma, ensanchamiento peligroso de la con­ ciencia, entrega a vida de sentidos, criterios mundrnos; renun­ cia a todo esfuerzo por el ideal de la perfección. Razón tenemos para mirar al pecado venial como una des­ gracia inmensa en la vida religiosa. Para librarnos de él nos da la Compañía dos cuartos de hora de examen cada día y pone el máximum de esfuerzo por que lo hagamos con toda diligencia. c) El pecado venial deliberado, frecuentemente cometido, lle­ va connaturalmente al pecado mortal y a la pérdida de la vocación religiosa: 1.° Porque donde abundan las heridas y enfermeda­ des y no se pone remedio, el término natural ha de ser la muerte. Pues en la vida del tibio los pecados veniales, que son heri­ das o enfermedades del alma, se multiplican todos los dias; y no se les pone remedio porque apenas se ora. Luego por sus pasos ha de venir el pecado mortal. El demonio se encargará, viendo al alma poco favorecida de Dios, de que no se retrase mucho el fatal momento. 2.° En el tibio aumentan cada dia, con el mucho pecar venial­ mente. los impulsos al pecado mortal; y a la vez disminuyen las resistencias al mismo. Aumentan la tiranía de las pasiones, los atractivos del mundo y la propensión a lo que es violar la ley de Dios; al mismo paso disminuyen el santo temor de Dios, las gra­ cias interiores, la delicadeza de conciencia y el dominio de si mismo. Bastará, pues, ya un día de tentación algo más fuerte o una

248

PRIM KRA

SKMANA

98

combinación de circunstancias un lanío más peligrosas, en un momento de más soberbia o de menos gracias, y ... ¡tenemos el pecado mortal! La amenaza del vóm ito hecha al tibio ’incipiam le evomere” , ya está consumada. Pues manjar vomitado, ¿quién lo volverá a tomar? ¡Pecmlo venial - — pecado grave — pérdida de la vocación — pérdida de la salvación!, son cuatro desgracias espantosas para un religioso, íntimamente trabadas entre sí y que arrancan todas del pecado venial deliberado. «Dicis: quod dives sum, et locupletatus, et nullius egeo; et nescis quia lu es miser, et miserabilis, et pauper et caecus, et nudus» \ dices que eres rico, y que no necesitas de nadie; y no sabes que eres miserable, ciego, pobre y desnudo. «Memor esto itaque unde excideris, et age paenitentiam, et prima opera fac» \ acuérdate de dónde has descendido y haz pe­ nitencia.

Para limpiarnos del pecado venial y enmendarnos de las im­ perfecciones, se nos dan cada día dos cuartos de hora; y no hay otra distribución en la cual despliegue la Compañía tanta dili­ gencia porque la aprovechemos bien. Resolvamos plenamente el problema fundamentalísimo de nuestro examen general diario de conciencia. Resolvámonos a no conceder al cuerpo el descanso de la noche sin haber hecho ínte­ gros con diligencia los dos exámenes de cada día. PUNTO CUARTO Castigos del pecado venial

a) En el purgatorio. P<’na de daño, tristísima para aquella almas en gracia que tanto aman a Dios; y penas de sentido terribilísimas, al menos para el religioso libio; porque aunque los Santos Padres hablan a veces de penas en el purgatorio muy suaves, pero mucho más hablan de fuegos espantosos; y bien podemos temer (fue tales son los que espe­ ran al religioso libio. 1

Ap. :í.

17.

* A|> 2. 5.

98

PECADO VENIAL

— ni-sonni-A'

249

Pues éste hace muchos pecados veniales y con uiucha adverlencia; los llora muy poco y los expía poquísimo: ni con penitencias corporales para las cuales apenas tiene ánimo; ni con indulgencias parciales que no cuida gran cosa de ganar; ni con indulgencias plenarias que, dominado por tantas afec­ ciones desordenadas, difícilmente podrá ganar. b)

Castigos en ésta vida.

Suelen ser:

Sustracción de las gracias eficaces que se dan con abundancia a los limpios de corazón para conocer y amar a Dios; retiro de la providencia especial, que Dios tiene de sus h'ios predilectos, importantísimo en la vida práctica; y a veces castigos positivos de los que tenemos en las Sagradas Escrituras terribles ejemplos. PUNTO QUINTO El pecado venial en la Compañía El pecado venial plenamente deliberado y fácilmente cometido: es incompatible con la limpieza de alma totalmente necesaria en nuestro Instituto; incompatible con la robustez de virtudes propia de la Com­ pañía, porque todo pecado venial es una derrota moral que de­ bilita la virtud contraria; incompatible con la familiaridad con Dios en la oración y en las ocupaciones, que ha de ser lo primero en el P. General, en los demás Superiores y en todos los operarios de la Com­ pañía; incompatible con la intrepidez y fortaleza características del celo de la Compañía; incompatible con el régimen de consolaciones espirituales connaturalmente necesarias para poder perseverar a la larga en la tensión de espíritu que exige la vida de la Compañía. Se impone, pues, ineludiblemente o renunciar a la perfec-

250

PRIM ERA

SEMANA

99

rión de la Compañía o resolverse a acabar con lodo pecado ve­ nial plenamente deliberado y a un esfuerzo serio por disminuir progresivamente los semideliberados. 99.

C o l o q u io .

Pidiendo aborrecimiento sumo del pecado ve­

nial: com o de un mal monstruoso, incomparablemente peor que todos los males físicos del mundo; el gran enemigo de la perfección cristiana; peste de las comunidades religiosas donde llega a reinar; camino por donde el demonio logra llevar al religioso al pe­ cado mortal y a la pérdida de la vocación.

100.

PARTE

SEGUNDA

SOBRE FALTAS ADVERTIDAS J SOBRE EL SIMPLE DESORDEN

PUNTO PRIMERO Faltas advertidas y desórdenes más frecuentes en mí actual­ mente las cuales me llevan a pecados veniales: o empujándome a ellos o impidiendo que ponga medios eficaces para dejar de cometerlos. a) ¿ Quizás incumplimiento de las adiciones de la meditación, negligencia en la preparación de los puntos, posturas en ella de­ masiado cómodas, abandono habitual de su examen? Tal desorden, si fuese habitual, bien pudiera ser origen de innumerables distracciones en la oración, de flojedades e irre­ verencias que son verdaderos pecados veniales; y causa suficiente de que Dios no nos abra de par en par, con grandísimo daño de nuestro aprovechamiento, las puertas de la oración. h) ¿Quizás falta positiva en la práctica del examen general de mediodía y de la noche sin atenerse a las prescripciones de San Ignacio, sino abandonándose a las ganas y desganas del mo­ mento? (lomo este examen es el gran medio que tenemos para limpiar­ nos de los pecados cometidos y prevenirnos contra otros nuevos, síguese que todo desorden en su práctica se traducirá en andar menos libres de pecados veniales y en privación de las grandes gracias que so dan a los limpios de corazón. c) ¿Quizás abandono del examen particular de San Ignacio? De (al desorden pudiera venir el no haber desarraigado jamás (‘ ¡crios defectos dominantes que son fuente perenne de pecados veniales; y también la falta de eficacia en la adquisición de las virtu­ d es sólidas y perfectas necesarias en nuestra vocación.

252

PR IM E RA

SEMANA

100

Aun admitiendo que el examen particular de San Ignacio no se acom oda a todos de la misma manera, todavía son demasiados los que sin fundamento suficiente, después de alguna prueba in­ feliz en no buenas condiciones, se han declarado a sí mismos, para gran mal de su espíritu, que no es para ellos este examen. d) ¿Quizás desorden en llevar la vida espiritual sin plan, sin control, sin dirección efectiva... por abandono del examen prác­ tico semanal que marcan las costumbres del filosofado y teologado y del examen práctico mensual que se nos recomienda en el dia de retiro? e) Desorden habitual en el trabajo abarcando más de lo que podemos, entregándonos demasiado a él, no guardando prefe­ rencia entre quehaceres necesarios y los que no lo son tanto... bien puede ser raíz de innumerables pecados veniales como dejar ejercicios espirituales, abreviarlos, trasnocharlos, faltas de disciplina, de edificación... un vivir prácticamente para el negocio o para el estudio... más qae para la perfección religiosa. f) Lo mismo se puede decir del desorden en el trabajo por falta de diligencia y esfuerzo. g) Inobservancia de las reglas del silencio, de la modestia y de la guarda de los sentidos; abriría la puerta a tentaciones y a innumerables pecados veniales; y dificultaría notablemente la vida interior. h)

Otros desórdenes-actos que cada uno puede hallar en sí.

PUNTO SEGUNDO Desórdenes-tendencias que más me llevan a pecado actualmente 1." Grupo de la sensualidad o de la tendencia desordenada a los placeres de los sentidos.

a) Tendencia desordenada a la flojedad, u horror desorden nado al esfuerzo; en el estudio, ministerio, desempeño del oficio;

101

PECADO VENIAL — DESORDEN

253

en el cumplimiento de la obediencia; en la empresa general del vencimiento propio; en los ejercicios espirituales, especialmente en la meditación y exámenes. La flojedad en estos últimos, si se hiciere habitual, es para la vida espiritual una desgracia inmensa. Infeliz del religioso que desde los principios no se haya acos­ tumbrado a una lucha decidida contra la flojedad y desidia en la meditación y en el examen. Podrá resultar un hombre todo di­ namismo en la vida de ministerios, pero que por no dominar la tendencia desordenada a la sensualidad, falla por la base en lo que más le debe interesar que es el trato con Dios en los ejerci­ cios espirituales. b) Tendencia desordenada a la comodidad y regalo en co­ mida, vestido, aposento... y horror desordenado a la austeridad corporal que, si siem­ pre acompaña a la santidad, menos podrá faltar en la gran san­ tidad propia de la Compañía. c) Tendencia desordenada a la disipación y derramamien­ to de sentidos en casa, en la calle, en conversaciones y lecturas. Nos dificulta grandemente la vida interior y puede exponer­ nos a graves tentaciones. d) Tendencia desordenada a sentimentalismo que dificulta la guarda del corazón y nos entretiene en afectos pegajosos, poco compatibles con el amor robusto a Cristo crucificado. 2.° Grupo de la soberbia, o tendencia desordenada a los bie­ nes del alma. a) Tendencia desordenada a la honra de ser tenidos por hombres de talento, por jóvenes de esperanzas... No dominada nos roba, torciéndonos la intención, una grandísima parte del mérito de nuestras obras; y es el rubicón en el seguimiento de Cristo, que quien no lo pasa, no es para él el tercer grado de humildad, la quinta esen­ cia del espíritu de la Compañía. ¿No es ésta suficiente causa para que aborrezcamos con toda el alma esta afección desordenada? b)

Tendencia desordenada a la independencia en el pensar,

254

P R IM E R A SEMANA

100

hablar, obrar... por ligereza, o por soberbia, o por estima exa­ gerada del propio juicio, del querer propio. Esta tendencia, no dominada, es falta de nosotros; porque nos impide la entrega incondicional a la obediencia que es para San Ignacio el sello característico de sus hijos. PUNTO TERCERO Efectos del desorden en mi alma a) Muchísimos pecados: en la niñez, en la juventud, de mayor... por pensamiento, palabra, obra... de ojos, oidos, lengua... en casa, en el templo, en el trabajo, en el descanso, en el trato con otros. Pecados, faltas, imperfecciones más numerosos que las are­ nas del mar y que los cabellos de la cabeza, «super capillos capitis mei» 3. Mi vida ha sido una máquina de hacer faltas y pecados en continuo movimiento, a impulsos de mis tendencias desordena­ das a la sensualidad y a la soberbia. Maldita sensualidad y maldita soberbia, que han hecho de mi alma una apostema siempre manante de pecados. — Puede re­ cordarse el proceso de éstos en el punto primero de la medita­ ción cuarta. b) Muchos sinsabores. Si he tenido horas de amargura en este mar dulcísimo de la Compañía, antesala del cielo; si hay algo en mí que no me deja ser plenamente feliz en esta sociedad de santos; lo que turba a veces la paz de mi alma y anubla la alegría de mi rostro es casi siempre algún desorden mío, tiene casi siem­ pre origen en alguna tendencia desordenada a la sensualidad o a la soberbia. ¡He ahí los dos grandes enemigos de mi dicha temporal y de mi dicha eterna!

c) La ruina de mis <jrandas vocaciones parciales, dentro de la vocación general a la Compañía. I>s. 39, 13.

101

PECADO VENIAL - - DESORDEN

255

Yo he sido llamado a una vida interior intensa de oración y caridad ” amando a Dios en todas las cosas y a todas en El” . ¡Pero, oh Dios mío, en la oración dónde me he quedado, y en los ejercicios espirituales, por ceder en ellos a la comodidad y a la soberbia! Mi vocación ha sido a un apostolado fecundo, el característi­ co de la Compañía: apostolado del sacrificio, de la oración, del ejemplo, de la acción y de la palabra. En los planes de Dios yo había de entrar en el cielo con muchas almas por mi sal­ vadas. Pero ¿a cuántas he salvado? ¿Y no habrá ya alguna en el in­ fierno cuya salvación estaba vinculada a mi celo? ¡Todo por desórdenes nacidos de mi tendencia a la comodidad y a la so­ berbia ! Mi vocación es a la mayor abnegación y continua mortifica­ ción: a una cruz muy grande, muy pesada y muy cerca de Cristo. ¿Pero cuál es la cruz que llevo? ¿Merece tal nombre? ¡Y a qué distancia de Cristo! Otra vez aquí falta de arrestos para oponerme a la sensualidad y a la soberbia. 101. C o l o q u i o , pidiendo que ” SIENTA INTERNO CONOSCIM1ENTO DE MIS PECADOS veniales Y ABORRESC1MIENTO D E L L O S que ” SIENTA EL DESORDEN DE MIS OPERACIO­ NES PARA QUE, ABORRESCIENDO, ME ENMIENDE Y ME ORDENE Muy bueno será pedir estas dos gracias: primero a Nuestra Señora, por Ella a Jesucristo y por Jesucristo al Eterno Padre; terminando con el Pater Noster.

1‘ UlMKHA SKMANA

102.

!

F R IT O

102

MAS PROPIO DK ESTA MEDITACION.

¿LO HE CONSEG l* 1DO *?• PASO PARA LA SIGUIENTE Fruto directo. En el e nt en di mi en to: 1.° Conocimiento interno de la fealdad y malicia del pecado venial por razón de la acción intrínsecamente mala en que consiste, por los estragos que causa en el alm a y sobre todo por la verdadera ofensa de Dios que envuelve el pecado venial plenamente deliberado.

i

En el corazón: "Crescido y intenso dolor” de atrición y de con­ trición de todos mis pecados veniales bastante deliberados, por ser ellos ofensa real contra la Bondad infinita. Tan crecido e intenso ha de ser este dolor que me lleve a lágrimas por lo menos internas; y a deseos grandes de penitencia para reparar la ofensa de Dios más que para satisfacer la pena debida. 2.° Aborrecimiento grandísimo de todo desorden, libremente ad­ mitido, aunque no llegue a pecado. En la vol untad : 1.° Resolución firmísima de morir antes que cometer un pecado venial plenamente deliberado. ” Q U E P OR TODO \

¡ ’

LO CRIADO. NI P O R Q UE LA VIDA M E Q U I T AS E N, NO SE A E N D E L IBE RAR DE H A C E R UN P E C A DO V E N I A L ” [166].

; ;

2.- Resolución igualmente firmísima de evitar todo desorden ple­ namente libre y advertido. 3." Propósito de trabajar muy en serio por dism inuir progresivamente los pecados y desórdenes semideliberados.

I i 1

Concomitantemente: ansias de lucha contra mis tendencias a la sensualidad y soberbia, y contra mis aficiones desordenadas; fuentes principales de mis pecados veniales y del desorden de mis operaciones.

i

Estas ansias son el paso o preparación subjetiva inmediata para la segunda semana que es ante todo una lucha decidida en el segui­ miento de O is to contra mis afecciones y mis tendencias desorde­ nadas. Examen. ¿Estoy resuelto a una lucha implacable en mí contra . íodo pecado venial y contra todo desorden plenamente deliberados? ¿Y a disminuir más y más los semideliberados? Si así no fuera he de seguir meditando, pidiendo y llorando hasta conseguirlo.

ESQUEMA DE LA MEDITACION XI (PARTE I)

Sobre el pecado venial Pres. de Dios y Orac. prep. — Comp. de lug. — Petición P unto

a)

1 .°

R e c u e n t o d e m is p e c a d o s v e n i a l e s MÁS FRECUENTES O MÁS CONSENTIDOS

actuales,

En mis deberes para con Dios: — irreverencias internas y externas en mis;*, coin»m¡ón. visitas al Santísim o... — flojedades, distracciones repetidas en la meditación y en los exá­ m enes... — faltas de confianza en Dios, de celo por su gloria...

b)

Con mis Superiores: — críticas de sus disposiciones o de sus personas; — desobediencias positivas, resistencias pasivas... — alejamiento afectivo o exterior de ellos...

c)

Con mis prójimos: — — — —

d)

faltas de justicia o caridad... de pensamiento, palabra, obra; por envidias, resentimientos...; malos ejemplos de inobservancia regular, de falta de fervor, de c e lo ...

Conmigo mismo: — innumerables faltas de soberbia, envidia, vanidad, ira. sensua­ lidad... — flojedad en resistir a las pasiones... — inobservancia culpable de reglas, avisos... P u n t o 2 .°

El

pecad o v e n ia l es o f e n s a de

D io s

Cada pecado venial contiene en sí muchas ofensas de Dios: Des precio práctico de su autoridad sobre mi; y «leí mandato suyo que violo al faltar, v. y gr.. al silencio...

— a)

u

258

PRIM KRA

SKMANA

104

— y de sus prom esas de prem io, si lo guardo; — y do sus amenazas de castigo, si lo quebranto. — b) Posp<mgo su sabiduría infinita, a mi ignorancia; — su om nipotencia, a mi flaqueza; — sus perfecciones infinitas, a mi m isérrim a person a... — c) Me avengo a perder grados de gloria en la posesión eterna de Dios, — estimándolos en m enos que el gozo m om entáneo de una criatura; — lo cual es gran afrenta para Dios.

Y cada ofensa de éstas tiene cuatro grandes agravantes: — — — —

104, a)

ser el ofensor pequeñísim o; estar obligado a D ios por innum erables beneficios; ser hombre que cumple bien con todos, ¡m enos con D io s !; ser sabedor de que con estos pecados renueva, cuanto de él de­ pende, la pasión del Salvador.

P unto

3 .'

E

fectos

del

pecado

v e n ia l

Resfría las relaciones entre Dios y el alma. — Porque admitir con facilidad pecados veniales: es portarse con Dios como un mal h ijo ; — es indisponerse moral y psicológicam ente para una vida de amor mutuo con D io s; — es incompatible con toda aspiración seria a la perfección; por­ que q "'e n cumple tan mal con lo que es de obligación, ¿cómo cumplirá bien con lo que es de perfección?

b>

Lleva a la tibieza: — porque mancharse mucho y lavarse poco, engendra suciedad que provoca el vómito característico de la tibieza; — también origina las otras señales de la tibieza: hastío de la ora­ ción, horror al examen de sí m ismo, entrega a la vida de sentidos, ensanchamiento peligroso de la conciencia, facilidad creciente para el pecado ven ial... — el pecado venial, fácilmente cometido, es la señal más cierta de tibieza.

c)

Lleva connaturalmente al pecado mortal. — Porque donde abundan las heridas y apenas se pone remedio, el término natural ha d<í ser la m uerte; — con el mucho pecar venialmente aumentan los impulsos a todo lo que es pecado y disminuyen las resistencias al m ism o;

104

259

PECADO V E N IA L ---- DESORDEN

— el demonio está alerta para combatir al alma, y ésta no sabe de­ fenderse. — Por todo esto el pecado venial es la peste de las Comunidades religiosas donde él entra y la ruina de Ye. perfección.

P u n t o 4 .°

C a s t ig o s

del

pecado

v e n ia l

En et purgatorio, que será terrible para el religioso tibio, porque: — peca mucho; muy a sangre fría; — con gran desprecio de las gracias; — y llora muy poco sus pecados; hace poca penitencia por ellos; y no se cuida de satisfacer con indulgencias. En esta vida. — Sustracción de las gracias eficaces que se dan con abundancia a los limpios de corazón; — retiro de la providencia especial que tiene Dios de sus hijos fie­ les en todas sus cosas; — castigos positivos, de que habla la Biblia.

P u n t o 5 .°

El

pecado

v e n ia l

en

la

C o m p a ñ ía

Es incompatible el pecado venial fácilmente cometido y rara vez bien llorado: — con la gran limpieza de alma que exige nuestro Instituto; — con la robustez de virtudes que es necesaria en nuestra vocación; — con la familiaridad con Dios que ha de ser lo primero entre nos­ otros ; — con la intrepidez y empuje del celo de la Compañia. — Por tanto o decidirse contra el pecado venial o renunciar a ser buen hijo de la Compañía.

Coloquio, a Jesús y al Eterno Padre, pidiéndoles: — conocimiento interno del pecado venial; — aborrecimiento intimo del mismo; — determinación firme de antes perderlo todo que cometer uno solo plenamente deliberado.

105.

ESQUEMA DE LA MEDITACION XI (PARTE II)

Sobre las faltas y sobre el desorden Pres. de Dios y Orac. prep. — £om p. de lug.— Petición P u n t o 1 .°

F altas

a d v e r t id a s

más

frecuentes

en



actualm ente

Son faltas advertidas en mí y me llevan a pecados veniales:

— Quizás incumplimiento de las adiciones en la meditación; — o en los exámenes generales; — o en el examen particular. — ¿.Llevar la vida espiritual sin control o sin dirección efectiva? — ¿Inobservancia de las Reglas de modestia, del silencio...? — ¿Desorden habitual en el trabajo, por exceso o por defecto o por falta de plan? — Examinaré cuántos pecados vienen en mí de estos y de otros des­ órdenes. Lo preguntaré a Jesús y oiré su respuesta de Verdad Eterna. P unto

2 .°

D e s ó r d e n e s -t e n d e n c ia s

más

frecuentes

EN MÍ ACTUALMENTE

Grupo de la sensualidad. — Horror al esfuerzo en el estudio, en el oficio... en el vencimiento p ro p io ... en la meditación, exámenes y otros ejercicios espirituales. ¡O h cuántos pecados pueden venir de aqiií! — Tendencias desordenadas a la comodidad y al regalo en comida, vestido, habitación... — o a la disipación de sentidos, o al sentimentalismo de corazón. Grupo de la vanidad y soberbia. — Tendencia desordenada a la honra, aplausos, consideraciones de los dem ás; — o a la independencia en el juzgar, hablar, o b r a r .,,

— Otras tendencias desordenadas.

105

261

PECADO VENIAL — DESORDEN

P unto

3 .°

E fecto s

del

desorden

en

mi

v id a

e s p ir it u a l

Sobre todo de las tendencias-desordenadlas: — Muchísimos pecados veniales semideliberados en mi vida reli­ giosa ; — la ruina de mis grandes vocaciones parciales: a vida de oración; — a un apostolado fecundo; — a la mayor abnegación y continua mortificación. — Si no soy santo es porque no he luchado denodadamente contra mis afecciones desordenadas.

Coloquio a la Virgen, a Jesús y al Eterno Padre pidiendo: — Conocimiento interno del desorden de mis operaciones y sobre todo de los desórdenes-tendencias; — aborrecimiento interno de todo desorden; — determinación firmísima de primero perder la vida que consentir con plena advertencia en un acto desordenado, y primero que hacer las paces con una tendencia desordenada.

MEDITACION XII

DISTRIBUCION

DE

LA

MATERIA

PARA

LA M E D I T A C I O N D I A R I A

D ía

1.°

N.° 106

107 108 109

D ía

2.°

Repetición.

D ía

3.°

Aplicación de sentidos.

D ía

t.°

Sobre el fru to principal de la primera semana: N.° 110.

MEDITACION XII

D el H ijo Pró dig o Su fin en los ejercicios de San Ignacio. Puesta esta medita­ ción entre la primera semana, la cual versa sobre ios pecados, y la segunda semana, que es sobre el seguimiento de Cristo, su fin principal ha de ser conseguir confianza absoluta en Dios: de que no dejará de llamarme, en castigo de mis pecados, a una grandísima perfección en el seguimiento de Cristo; y de que no me escatimará por ellos las grandes gracias necesarias para seguirle muy de cerca. Considerando en la parábola del Hijo Pródigo la gene­ rosidad con que Dios me perdona y palpando su grandí­ sima misericordia conmigo, he de venir a un estado de alma, en el que la memo­ ria de mis pecados, lejos de desanimarme, me sirva de ocasión para esperar más y más de la bondad divina, que tan inagotable se ha mostrado en perdonarme. ”Un hombre tenía dos hijos, de los cuales el más mozo dijo a su padre: Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde. Y el padre repartió entre los dos la hacien­ da. No se pasaron muchos dias que aquel hijo más mozo, recogidas todas sus cosas, se marchó a un país muy remoto, y allí malbarató todo su caudal, viviendo disolutamente. Después que lo gastó todo, sobrevino lina gran hambre en aquel país y comenzó a padecer necesidad. De resultas pú­ sose a servir a un morador de aquella tierra, el cual le envió a la granja a guardar cerdos. Alli deseaba con ansia henchir su vientre de las algarrobas y mondaduras que comían los cerdos, y nadie se las daba. Y volviendo en sí, dijo: jAy cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo estoy aqui perecien­ do de hambre! No: yo iré a mi padre y le diré: Padre mío,

264

PR IM E RA

SEMANA

106

pequé contra el cielo y contra ti; ya no soy digno de ser llamado hijo lu;»o; trátame com o a uno de tus jornaleros. Con esta resolución se puso en cam ino para la casa de su padre. Estando todavía lejos, avistóle su padre, y enterneciéronsele las entrañas, y corriendo a su encuentro, le echó los brazos al cuello y le dió mil besos. D íjole el h ijo : Padre mió, yo he pecado contra el cielo y contra ti, ya no soy digno de ser llam ado hijo tuyo. Mas el padre por respuesta dijo a sus criados: Presto, traed aqui luego el vestido más precioso que hay en casa, y ponédsele, ponedle un anillo en el dedo, y calzadle las sandalias; y traed un ternero ce­ bado, matadle y com am os y celebrem os un banquete, pues que este hijo mío estaba muerto y ha resucitado; habíase perdido y ha sido hallado. Y con eso dieron principio al banquete. Hallábase a la sazón el hijo m ayor en el cam po; y a la vuelta, estando ya cerca de su casa, oyó el concierto de música y el baile, y llam ó a uno de sus criados, y pre­ guntóle qué venía a ser aquello. E l cual le respondió: Ha vuelto tu herm ano, y tu padre ha mandado matar un be­ cerro cebado, por haberle recobrado en buena salud. Al oír esto, indignóse, y no quería entrar. Salió, pues, su padre afuera, y empezó a instarle con ruegos. Pero él le replicó diciendo: Es bueno que tantos años ha que te sirvo, sir haberte jamás desobedecido en cosa alguna que me hayas mandado, y nunca me has dado un cabrito para m ererdar con mis am igos; y ahora que ha venido este hijo tuyo, el cual ha consum ido su hacienda con meretrices, lue­ go has hecho matar para él un becerro cebado. H ijo mío, respondió el padre, tú siempre estás conm igo, y todos los bienes míos son tuyos; mas ya ves que era m uy justo el tener un banquete, y regocijarme por cuanto éste, tu her­ mano, había muerto, y ha resucitado; estaba perdido y se ha hallado”

” Un paso o dos antes del lugar don­ de tengo de contemplar, me pondré en pie por espacio de un Pater Noster, alzado el entendimiento arriba, considerando cójno Dios Nuestro Señor me mira, etc., y hacer una reverencia o humi­ llación” . — Después haré la oración preparatoria que es ” PEDIR GRACIA A DIOS PARA QUE TODAS MIS INTENCIONES, AC­ CIONES Y OPERACIONES SEAN ORDENADAS PURAMENTE EN SERVICIO Y ALABANZA DE SU DIVINA MAJESTAD” ahora, durante toda mi vida y por toda la eternidad. O

1

r a c ió n

p r e p a r a t o r ia

L uc. 15. 11.

.

107

HIJO PRÓDKiO

265

Será el Corazón de. Nuestro Señor Jesucristo: porque es donde tiene lugar la compasión y miseri­ cordia del Señor con los pecadores; la cual ha de ser en este ejercicio el objeto directo de consideración, más que las escenas entre el padre y el hijo de la parábola. — Estas son únicamente como focos laterales de luz, que proyectada sobre el corazón de Jesucristo, nos ayuda para descubrir en él la grandeza de su misericordia con los pecadores arrepentidos. C o m p o s ic ió n

i>k

lugar.

Confianza absoluta de que Jesús no me negará, por mis pecados, las grandes gracias que necesito para seguirle muy de cerca. P e t ic ió n .

107.

PUNTO PRIMERO El pecado

I. Un día el hijo más joven se presenta al padre, lleno de insolencia, exigiéndole la porción de bienes que a él le tocan, por­ que quiere irse lejos de allí. Aquello fué una puñalada para el buen padre. ” Los bienes que le tocan” , murmura entre sí; ” si los bienes son míos, gana­ dos con mi sudor; a él no le toca sino lo que su padre quiera ciarle” . ” Para irse lejos de aquí” ; aquí lo tiene todo, le sobra todo, pero... ¡ah, le molesta la presencia de su padre! — Ciertamente, aquello fué una puñalada en el corazón de aquel hombre que sólo vivía para el bien de sus hijos. El hermano mayor y los viejos servidores de casa represen­ tarían al pobre joven el peligro a que se exponía de perderlo lodo, que mataba de dolor a su padre, que arruinaba la casa obligándoles a malvender la mitad de las fincas, la mitad de los rebaños, y la mitad de todo, para dárselo a él en dinero; pero él insiste tercamente, y despiadadamente para con su padre y no cesa hasta tener el dinero en la mano y marchar loco de contento dejando a su padre consternado. Jesús me presenta aquí el ejemplo de un pecador que, enlo­ quecido por la ilusión ardiente de libertad sin frenos, huye de la casa paterna, destrozando sin compasión el corazón de su padre; para d a rm e a entender que aunque yo hubiere sid o tan sin e n ­

266

P1UMKRA SKMANA

107

trañas con Jesús renovando su pasión por gozar de libertad en mis pecados, aún habrá para iní perdón com pleto com o lo hubo para este joven. En el corazón de Nuestro Señor Jesucristo hay, pues, perdón completo para mí, por muy grande que hubiere sido la ofensa que le he inferido con mis pecados. ¡ Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor, haced que confíe en Vos! * * * II. Aquel mal hijo fuese lejos; y en comilonas con amigotes, diversiones y malas mujeres, despilfarró en poco tiempo, sin res­ peto al buen nombre de la familia y a la memoria de su padre, la cuantiosa fortuna que de éste recibiera. En lo cual me dice Jesús que aunque yo hubiere malgastado gracias sin cuento en mi vida religiosa, aún habría para mí per­ dón completo, como lo hubo para este pródigo; que aún puedo aspirar a nuevas gracias, cuantas sean necesarias para ser de verdad santo. En el Corazón de Jesucristo hay perdón para mí, por muchas que sean las gracias que le he desperdiciado. ¡Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados, haced que confíe en Vos! * * # III. Habiendo sobrevenido entonces una gran carestía en aque­ lla región, y no hallando el pobre joven para sí otro oficio más digno, porque nunca había aprendido ninguno, vióse obligado a prestar sus servicios a un granjero, que le envió al monte a pas­ torear cerdos, conminándole que no tomara para sí el alimento de los animales. ¡Allí está e itre la piara escuálido, sucio, harapiento, con las señales del vicio y del hambre en el rostro, cogiendo a escondidas para comer de lo que dejan los animales! Comparemos su posición de antes con la de ahora: el palacio de antes con la choza de ahora, los vestidos de seda con los hara­ pos mugrientos de ahora, cama con cama, mesa con mesa, com­ pañía con compañía, ocupación con ocupación, la libertad de hijo que tenía en casa de su padre con la esclavitud de ahora a un honbre que le tr>; i peor que a sus cerdos. ¡A qué descenso, a qué profunda abyección ha bajado!

107

HIJO PRÓDIGO

267

¿Qué me enseña Jesús en este ejemplo? El nivel de santidad en que me he quedado es muy inferior al que tendría si hubiera correspondido fielmente a las inspiraciones divinas. Pues bien, me dice Jesús que aunque hubiera descendido yo a una abyección tan extrema corno ese joven, aún habría para mí perdón completo como para él lo hubo. En el Corazón de Jesucristo hay para mí perdón completo por grande que fuere la abyección a que he bajado. «Delevi... quasi nebulam peccata tua» 2, he borrado... como niebla tus pecados. ¡ Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra, haced que confíe plenamente en Vos! PUNTO SEGUNDO

La conversión 1. Viéndose en tal estado, un día exclamó: ” ¿Pero qué hago yo aquí? ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen pan de sobra, mientras yo me muero de hambre! Me levantaré, pues, e iré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; no soy digno de llamarme hijo tuyo; sólo te pido que me ad­ mitas como criado.” Reparemos por qué motivos tan rastreros empieza la conver­ sión de este hijo desnaturalizado. No dice: " ‘ Pobre padre mío! Yo le ofendí, quiero ir a desagraviarle; yo le malgasté su for­ tuna, quiero volver para reponérsela con mi trabajo; estará muer­ to de pena por mi pérdida, quiero correr a consolarle.” Sino: "Allí hay pan y aquí me muero de hambre; quiero ir allá para matar el hambre.” Es verdad que reconoce su pecado y se confiesa indigno de ser tratado como hijo; pero en el motivo del arrepentimiento se des laca muy poco el amor a su padre sobre el interés propio de matar el hambre. — En la profunda degradación a que ha llegado no acierta a reaccionar sino con ideas y egoísmo de esclavo, con mentalidad y moral de esclavo. Luego en el Corazón de Nuestro Señor Jesucristo hay perdón completo para mí aunque mi arrepentimiento no fuere el más -

Is. 44, 22.

268

PR IM E RA SEMANA

107

perfecto posible ni tan sentido com o yo desearía. ¡Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra, haced que confíe plenamente en V o s 1 * * *

II. Y dicho esto, inmediatamente se levantó, emprendió el ca­ mino de su casa y no paró hasta llegar a ella. No aparece en todo el proceso de la conversión de este mal hijo indicio ninguno de que se le ocurriera dudar un momento de si le perdonaría el padre. En lo cual nos advierte Nuestro Señor Jesucristo, que, si bien nuestra conducta pasada por mala que ella hubiere sido no será obstáculo para un perdón absoluto, pero sí será óbice para el perdón completo toda falta actual de con­ fianza en la misericordia divina. Es la misma confianza que exigió Jesús a las hermanas Marta y María para resucitar a Lázaro, y al padre del lunático para cu­ rarle el hijo, y en general a toda oración para concedernos lo que pidamos. Nuestra confianza es de ley ordinaria la medida de las gracias que conseguimos. Quizás el demonio nos dé la batalla en este punto y logre, dis­ minuyendo nuestra confianza, amenguar notablemente el fruto de # los ejercicios. ; Corazón de Jesús, salud de los que en Ti esperan, aumentad mi confianza en Vos! P U N TO T E R C E R O

El perdón

I. El padre le vió venir de lejos, le reconoció en seguida bajo aquel traje harapiento, y ¿qué hizo? ¿Se encerró en sus habitaciones diciendo: ” ahora vuelve aquel bribón, cuando siente hambre; ya le costará ver el rostro de su padre” ; o esperó a que llegara para recibirle con reserva, por lo menos hasta ver en qué actitud se presentaba? Nada de eso le permitió su corazón de padre; sino que "enter­ neciéndosele las entrañas, corrió a su encuentro” , dice literalmen­ te el Evangelio; ” cayó sobre su cuello” abrazándole y ” le colmó de besos” . Ni una palabra de rep ren sión , ni un m o m e n to de r e s e r v a ; sino

108

HIJO PRÓDIGO

269

salios de gozo, correr, abra/ar, besar... esla fué al reacción de aquel padre a la pequeña señal de arrepentimiento en el hijo. Pues ésta es la reacción de Jesucristo conmigo al verme arre­ pentido; me lo asegura El mismo en esta parábola. Lo creo, Señor, pero ayudadme a que lo crea más. En el Corazón de Jesús no queda el más mínimo resentimiento por mis pecados. Lo creo, Señor. «Proiciet in profundum maris omnia peccata nostra» arroja­ rá a las profundidades del mar todos nuestros pecados. Los ha sumergido en el abismo sin fondo de su misericordia infinita. Lo creo, Señor. Mi perdón es completo, absoluto; mis dias malos han pasado y no dejan rastro de sí en el corazón de Jesucristo. Lo «*reo, Señor. Ellos no serán parte para que yo no pueda ser de veras santo. Lo creo, Señor. Dios rehace en otra forma el plan de santidad a que primera­ mente me había llamado. Lo dice el profeta: nada le dañarán todos sus pecados: «'Impidas impii non nocebit ei» 4. .Corazón de Jesús, rico para con todos los que te invocan: «adjuva incredulitatem meam» 5, ayúdame a creer! II. Al verse el pobre joven asi abrazado y besado, exclamó con humildad: ” Padre, yo he pecado contra el cielo y contra ti, no soy digno de que me trates como a hijo; sólo te pido que me admtias de criado.” La respuesta del padre fué dirigirse a un siervo que le había acompañado en la carrera y decirle: "traedle túnica nueva, la de antes; también calzado; y el anillo de hijo mío. el de antes; todo en absoluto como antes: y preparad un banquete con el becerro más gordo de la vacada". Esla misma es la reacción de Nuestro Señor Jesucristo con­ migo al presentarme arrepentido: gozo, abrazos, el anillo de hijo; el vestido nuevo de antes; la gracia de antes; Mich. 7, 19. 1 Rzch. 33. 12. • M:m\ 9. 23.

270

PR IM E RA

SEMANA

107

el trato de antes; el am or y la intimidad de antes; todo en absoluto como antes; com o si el pecado nunca hubiera existido; es que ha pasado de verdad por completo y no queda rastro de él, como si jamás hubiera sido. ¡Corazón de Jesús, pa­ ciente y de mucha misericordia, en Vos confío!

III. Habiendo vuelto el hermano mayor cuando estaban en e banquete, indignóse de que se hiciera tanta fiesta a su mal herma­ no y se negó a entrar diciendo al padre: ” Tanto tiempo te he ser­ vido con fidelidad y jamás me has dado un miserable cabrito para una merienda con mis amigos; y a este mi hermano que nos ha derrochado la mitad de nuestra hacienda con malas mujeres, le has matado el becerro cebado.” La respuesta del padre es nueva prueba de lo absoluto del perdón, por lo que le dice y por lo que calla. ” Mira, hijo, dice al mayor; tu hermano era muerto y ha resucitado; andaba errante, como hijo sin padre y sin hogar, y ya tiene otra vez padre; ale­ grémonos por él. Además tú habías perdido a un hermano y yo a un hijo y lo hemos hallado; alegrémonos también por nosotros.” Donde todo son razones nacidas de amor, sin la menor alusión a los extravíos pasados; prueba de que en su corazón de padre no queda rastro de ellos. Tan cierto es que en el cielo hay más alegría por un pecador que se convierte que por 99 justos que no necesitan hacer peni­ tencia. .Sagrado Corazón de Jesús, cero en vuestro amor, en Vos confío ’

IV. Una suposición. Pensemos que este joven después de llevar algún tiempo con su padre empezara a andar triste, sin atreverse a pedir lo que acaso necesita, porque le atormente el recelo de si estará plenamente perdonado de los grandes pecados de antes o de si le tiene ofendido con las pequeñas faltas que casi inadvertidamente ahora se le escapan. ¡Cómo lastimaría con tales recelos el corazón de su Padre! ” Pero hijo, le diría éste: ¿qué corazón tan ruin tienes? Después «leí modo como te he recibido, ¿aún dudas del perdón de tu padre? Lo mismo ofenderé yo a Jesús sí, encogido por el recuerdo de mis extravíos, no me atrevo a pedirle las grandes gracias que le pediría si le hubiera férvido siempre con fidelidad. Supongamos en cambio que un día se presenta a su padre di-

108

HIJO PRÓDIGO

271

ciéndole: "Tienes otros hijos que andan descarriados por esos mundos como anduve yo, cuya triste suerte te tiene lleno de dolor. Permíteme que vaya a buscártelos; quiero consagrar a esto mi vida, para aliviar tu pena.” ¡Oh con qué abrazo le hubiera respondido el padre y con qué largueza le proveería de lo nece­ sario para tal empresa! Pues éste es cabalmente nuestro caso en la Compañía. Por tanto, ¿qué gracias no puedo yo esperar de Jesucristo en estos ejercicios para distinguirme en su seguimiento y disponerme a la salvación de las almas? V. En resumen. Jesús para manifestarnos sus sentimientos para con el alma que se convierte del pecado a la gracia o de la tibieza al fervor, nos pone delante el ejemplo de un pecador insigne por la tenacidad y obstinación con qu? peca; insigne por el derroche que hace de gracias; insigne por la abyección a que desciende; el cual, sin embargo, con un arrepentimiento, que es el sufi­ ciente pero que dista mucho de ser el más perfecto, consigue inmediatamente entre abrazos y caricias de parte de Dios, perdón absoluto de todos sus pecados, y reposición completa en la gracia y privilegios de antes. Confío, pues, en la misericordia infinita de Dios, que estoy ple­ namente perdonado; y espero que quien así me ha perdonado no me negará ahora grandes gracias para amarle y servirle como le aman y sirven los santos. 108. Coloquio con Jesucristo; quizás nos ayude el hacerlo mi­ rando a su Sacratísimo Corazón. El coloquio es diálogo: hablo yo y responde Dios; habla Dios y respondo yo. ¡Oh Corazón misericordiosísimo de Jesús! ¿Es posible que me hayáis perdonado todos mis pecados? ¿Aun los extravíos, quizás grandes, de mi juventud? Todos te eslán perdonados. «Multitudinis peecatoruin meorum miserebitur» \ perdonará la multitud de mis pecados. «P ro jecisti posl lergum tuum omnia peccata m ea» do a la espalda lodos m is pecados.

i;

imvií.

:

Isa i. ;<8. 17.

r», r>.

has ech a­

272

PR IM E RA

SEMANA

108

Al profundo del mar los he echado todos. «Projiciet in profundum maris omnia peceata nostra» 8. ¿Y las infinitas negligencias y ruindades de mi vida religiosa? «Lavavit nos a peeeatis nostris in sanguine suo» 9, lavó nues­ tros pecados con su sangre. Aunque hubiere estado tu alma roja com o el bermellón, ya está blanca como la nieve. «Si fuerint peceata vestra ut coccinum, quasi nix dealbabuntur; et si fuerint rubra quasi vermiculus, velut lana alba erunt» l", aun cuando vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve han de blanquear. Aunque fueren rojos cual la púrpura, quedarán blancos com o la lana. Todo en absoluto y con perdón completo, te está perdonado; tus pecados ya no te dañarán más. Aspira a grandes gracias de santidad como si nunca hubieras pecado. El Corazón de Jesucristo está hecho, ante todo, para perdonar. Lo formó el Espíritu Santo, que es el Amor Increado — con carne y sangre de la Virgen Madre de los pecadores — y es poseído por la misericordia de Dios — como órgano de su compasión infinita hacia los pobrecitos hombres. Como la lengua es para hablar y los ojos para ver, así mi co­ razón, dice Jesús, es ante todo para perdonar; como los ojos bus­ can luz y gozan en ver, así mi corazón busca pecadores que per­ donar y goza en perdonarlos. Como tú no comprendes lo que yo sufrí en la cruz para alcan­ zar perdón de vuestros pecados, así no puedes comprender lo que ahora disfruto en perdonarlos. — Gracias, mi amantísimo Re­ dentor, por tu infinita misericordia conmigo. ¡Estoy perdonado!, ¡estoy plenamente perdonado! Mis peca­ dos, con ser tantos y tan grandes, han caído como hilacha en las llamas de vuestro corazón y en un momento han quedado des­ truidos. Nada me dañarán ya para ser un gran santo. Acabar con un Pater Noster. 8

Mich. 7, 19.

9 i"

A p . 1, 5. Is. 1. 18.

109.

ESQUEMA DE LA MEDITACION XII

Sobre el Hijo Pródigo Pres. de Dios y Orac. prep. — Comp. de lug. — Petición Perdón "completo” es

— que Jesús está dispuesto a rehacer su plan primitivo de santidad sobre mí, como si yo nunca hubiera pecado; — que destinará para mí otra serie de gracias con las que podré lle­ gar a una santidad alta, como la santidad a que me destinaba antes de mis pecados. P unto

1.°

C a íd a

del

H ijo P r ó d ig o

El hijo pródigo obtuvo perdón "completo” a pesar de las circunstancias agravantes de su pecado. — Con esta parábola Jesús nos declara que en su corazón hay perdón "completo” para mí, por grandes que sean las agravantes de mis pecados.

— El hijo pródigo huyó de casa, destrozando sin compasión el cora­ zón de su padre. — Luego también habrá perdón "completo” para mi, aunque yo hubiere sido tan sin entrañas para con Jesús, como lo fué el hijo pródigo para con su padre. ¡Corazón amantisimo de Jesús, en Vos confío! — El hijo pródigo despilfarró en pocas semanas la cuantiosa for­ tuna que había costado tantos sudores a su padre. — Luego tam­ bién hay en mi Jesús perdón "completo” para mi, aunque hayan sido sin cuento las gracias que le he desperdiciado. ¡Sagrado Co­ razón de Jesús, en Vos confío! — El hijo pródigo se vio reducido por sus torpezas a la condición de 1111 pobre porquero; con todo, hubo para él reposición com­ pleta en su antiguo esplendor. — Luego Jesús está dispuesto a rehacer el plan de santidad a que me había destinado, por grande que sea la abyección a que yo hubiere descendido por mis pe­ cados.

274

109

PRIMERA SEMANA

P unto

2 .°

C o n v e r s ió n

del

H

ijo

P r ó d ig o

La empezó por motivos muy poco altos. — Pgro siempre confió en el perdón y tuvo prontitud en la ejecución.

— Empezó su conversión porque allí se moría de hambre y en casa
E l perdón

Fué "completo” o reposición plena en el estado de antes.

— En cuanto el padre le ve volver, corre a su encuentro, le abraza, le colma de besos y ordena que le traigan el vestido de antes, el anillo de antes..., que en todo se le trate como antes, como si nunca hubiera pecado, — Jesús declara con esto que así es de "completo” mi perdón en cuanto me arrepienta de mis tibiezas. — Ordena además el padre un gran banquete, que nunca ha conce­ dido al hijo fiel. Porque hay más alegría en el cielo por un pe­ cador que se convierte que por cien justos que no necesitan hacer penitencia. — Las palabras fiel padre al buen hijo para que entre al banque­ te son nueva prueba de la plenitud de perdón concedido al des­ carriado. Aplicación especial a la Compañía.

— Si el hijo pródigo, conmovido por la bondad de su padre, determi­ nara consagrar su vida a recorrer el mundo en busca de otros hermanos suyos, extraviados como él, para traerlos a su padre..., ¿con qué amor reaccionaría éste a semejante propuesta? ¿Y no es algo así mi caso en la Compañía? Coloquio con Jesú.s mirando a su Sacratísimo Corazón en el cual hay perdón "c o m ­ pleto” para mí; — coloquio de agradecimienlo; de confianza ilimitada en que seré santo; y de •unor a Nuestro Señor Jesucristo.

HIJO PRÓDIGO

110

110.

FRUTO

PRINCIPAL

DE

LA

PRIMERA

SISMANA

Y PASO A I A SEG U ND A

Convencimiento intimo de la fe a ld a d y malicia del pecado m ortal y del venial* de la fe a ld a d e inconveniencias del desorden en la$ r>j>errHiones. y de las fa lta s advertidas; de la m alicia y vanidad del mundo.

Aborrecimiento profundo del pecado m ortal y del v en ia l; del desorden de las operaciones que lleva al negado; del espíritu del m un do que lleva al desorden y al pecado.

Resolución firme de no m á s pecado m ortal ni venial delibera do ; de no más desorden plenamente deliberado; de no m ás ju n to a mí cosas m undanas pecam inosas, m ente vanas.

ni

s im p le ­

El santo temor de Dios bien arraigado en el a lm a , que sea fianza segura contra caídas en momentos de tibieza a que puede venir el ejercitante. Frutos concom itantes: A n sia s de lucha contra mis afecciones desordenadas, causa prin­ cipal de m is faltas y de mis pecados. A nsia s de sacrificios por Cristo en correspondencia a su a m o r de predilección por mí. Estas dos ansias son el paso o preparación subjetiva inmediata para la semana siguiente; la cual se reduce principalmente al segui­ m ien to de Cristo en la lucha contra mis afecciones desordenadas.

111.

Breves notas sobre la primera semana en orden a la técnica de dar los Ejercicios y a la solución de cuestiones controvertidas

1.' La ”Oración Preparatoria” de San Ignacio es una ordenación formal expresa de toda mi vida a mi último fin de alabar, hacer reve­ rencia y servir a Dios. Supone en el ejercitante grande amor de su fin último y resolución de ir a él en todo; amor y resolución que, a esta primera meditación, ha debido traer del Principio y Fundamento, Nueva prueba de que San Ignacio quiere que en el Principio y Fun­ damento no se contente el ejercitante con fijar cuál es su fin último, sino que ha de ponderar detenidamente la obligatoriedad y excelencia de este tin. hasta entusiasmarse con él y determinarse a conseguirlo; sin perjuicio de que este entusiasmo crezca más y más a lo largo del mes. Llámase "preparatoria” esta oración porque nos prepara a las in­ mediatas para la meditación; lo cual hace de diversas maneras: rectificando nuestra intención, nos abre la puerta para el trato con Dios; ordenando a Dios toda nuestra vida en general, nos prepara para que en cada meditación ordenemos la vida en un punto particular; nos ceñir » en la voluntad de Dios; nos dispone para recibir de su mano cuantas dificultades surjan en el ejercicio de la meditación. Por '¿sta oración preparatoria puesta al principio de cada medita­ ción, el llamado Principio y Fundamento se hace de hecho fundamento psicológico de dicha meditación. La oración preparatoria conduce a asentar cada meditación sobre el Principio y Fundamento general de todos Jos ejercicios. 2.a f>l que en esta meditación de los pecados de los Angeles... me ponga San Ignacio por composición de lugar a mí, mismo, que soy como el lugar de mis pecados, indica que mi atención durante el ejer­ cicio ha de ir preferentemente a mis pecados. Meditaré a fondo el pecado de los Angeles, Adán..., pero en orden o proyectar luz sobre mis propios pecados; — considero mis pecados a la luz dei pecado fie los Angeles, Adán...

111

NOTAS

277

Será, pues, menos acertado al exponer en esta meditación el pecado de los Angeles, Adán..., hacerlo de tal modo que la atención del ejer­ citante se separe demasiado de sus propios pecados. Para evitar yo tal escollo en el desarrollo de esta meditación a cada circunstancia del pecado de los Angeles, de Adán, etc., procuro llamar expresamente la atención del ejercitante a la confusión y vergüenza de los suyos propios. El fin que primero he de obtener en esta meditación e: "confusión y vergüenza” de mis pecados; pero el definitivo y principal es contri­ ción de amor genproso y agradecido a Cristo crucificado. 3.a Toda esta meditación va sobre el supuesto de que mis pecados graves, si los hubiere tenido, coinciden substancialmente con el de los Angeles y con el de Adán, etc., en que son graves o mortales como aqué­ llos, o sea ” aversio totalis a Deo et conversio ad creaturas” , rotura con Dios mi último fin. Pero dentro de la gravedad substancial de pecada mortal, la mali­ cia de los Angeles al pecar fué mayor en lo accidental que la mía, porque eran naturalezas más perfectas que yo; y también la malicia de Adán mayor accidentalmente que la mía, porque él tenía más luz y más dones de Dios que yo. Por tanto mi malicia al pecar se acerca mucho a la de los Angeles, aunque no la iguala; se acerca aún más a la de Adán, aunque tampo­ co la iguala; pero ella iguala y supera a la de muchos particulares, con­ denados por un solo pecado ordinario o por menos pecados que los míos. Es como si San Ignacio dijera al ejercitante:

confúndete ante el castigo de los Angeles, porque tu maldad se acerca mucho a la de ellos; confúndete aun más ante el castigo de Adán, porque tu malicia se acerca aún más a la de Adán; pero confúndete muchísimo más ante el castigo de condenados por un solo pecado ordinario o por menos pecados que los tuyos, porque tu malicia iguala y supera a la de muchos de ellos; y tu confusión no tenga limites ante Cristo crucificado que, siendo Hijo de Dios e inocentísimo, fué tan cruelmente tratado por la Justicia divina en reparación de nuestros pecados. «Si in viridi ligno haec fiunt, in árido quid fiet?» En el desarrollo de la meditación se ha de guardar bien esta gra­ dación por donde San Ignacio lleva al ejercitante, en un crescendo continuo, a una confusión extrema que le hace caer deshecho en lágri­ mas a los pies de Cristo crucificado. Al mismo tiempo que la confusión y vergüenza y por los mismos

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PRIMERA SEMANA

111

pasos va intensificando San Ignacio el santo temor de Dios, aunque sin nombrarlo; el cual da origen en el coloquio final a la explosión de admiración, gratitud, amor, dolor y generosidad para con Cristo Nuestro Redentor. 4.a Las dos primeras meditaciones sobre los pecados comparadas entre sí. Frutos de la primera son:

1.° Confusión y vergüenza de sí mismo. A ellas*se dirigen la com­ posición de lugar, la petición y los puntos de consideración; también se las fomenta, aunque sin nombrarlas, en el coloquio. 2.° Santo temor de Dios. En el ejercitante ideal, de alma nobi­ lísima, que es para quien de primera intención fueron escritos los Ejercicios, el santo temor de Dios se excita suficientemente por la sola materia de los puntos sin necesidad de consideraciones expresa­ mente a él encaminadas. (San Ignacio no nombra nunca el temor en estos dos ejercicios.) Con ejercitantes más ordinarios habrá que fomentarlo expresa­ mente, pero evitando siempre que prevalezca demasiado sobre otros afectos, por donde vendría a ser obstáculo para sentimientos más nobles.

3/' Contrición de amor llena de agradecimiento. Es el fruto prin­ cipal de toda la meditación, al cual se dirigen el temor, la vergüenza y confusión. Frutos de la segunda meditación. Son los mismos de la prim era: temor, fon-fusión y contrición; pero notablemente intensificados, enno­ blecidos y «le muchas maneras perfeccionados con dosis crecientes de gratitud desbordante y de amor. A la vergüenza y confusión se dirige directamente el punto 2.°; en cambio el 3.° 4." y 5 /’ van principalmente a la contrición; y todos estos afectos se perfeccionan en todos los puntos por reacciones mutuas de­ licadísimas, en conformidad con las leyes más profundas de la psi­ cología del corazón. 5.a El santo temor de Dios en las dos primeras meditaciones sobre el pecado.

Es axioma inconmovible en la ascética cristiana que el santo temor de Dios, bien arraigado, es necesario en toda la vida espiritual; que el amor sin él carece de base y que ambos han de crecer a la par en el alma que se perfecciona. Por otra parte el temor grande, reinando solo en el alma, la enco-

1.11

NOTAS

279

ge, también perjudica a la confianza y al amor cerrando la puerta a ideas y sentimientos nobles y generosos. A la luz de estos dos principios ha de moverse siempre el director en su delicadísima actuación relativa al dolor en las dos primeras meditaciones sobre el pecado. Por lo demás en toda la primera semana nos presenta San Igna­ cio diversas ocasiones para fomentar intensamente el sanio temor de Dios; v. gr.: en el Principio y Fundamento al asentar el dominio absoluto de Dios sobre nosotros y al tratar de la salvación o condenación del alma; en las dos primeras meditaciones sobre el pecado todos los puntos infunden temor de la manera explicada en el párrafo anterior: la meditación del infierno es un ejercicio fuertísimo dirigido pri­ mariamente al santo temor de Dios; las de la muerte y las del juicio particular y universal se pueden dirigir al mismo cuanto fuere necesario. 6.a Que la meditación del infierno en los ejercicios de San Ignacio no es verdadera aplicación de sentidos, parece fuera de toda duda si atendemos únicamente a las razones intrínsecas prescindiendo de las autoridades en contrario. Porque: 1) La llaman "meditación”, San Ignacio dos veces, Versio prima, Texto Vaticano "Regina”, B. Fabro, Polanco. Roothaan: también Oiccolini, Vigitello, Le Gaudier, Jude, Belecio. Carvajal. 2) San Ignacio nunca introduce elemento ni materia nueva sin dar inmediatamente noticia de ella; pero de la "aplicación de sentidos” no habla hasta la segunda semana. 3) A la aplicación de sentidos siempre la pone como repetición, nunca con materia y fin nuevo. 4) No tiene el ejercicio del infierno dos de las características de toda contemplación; es a saber: simplicidad de raciocinio e inten sidad afectiva; y si fuera aplicación de sentidos, a fortiori seria con­ templación. 7.n En la meditación del infierno, durante los ejercicios, se ha de considerar la pena de sentido, más que la de daño. San Ignacio, anlicipándose a temporadas de menos fervor que pueden venir a su ejer­ citante, le pone en ejercicios meditación del infierno, en la que se le provee de motivos de temor contra el pecado, para esos días de frialdad en los que los motivos de amor le moverán menos. Y en esta meditación del infierno le pone la pena de sentido más t|ue la de daño; y se esfuerza por hacérsela sensible como si fuera aplicación de sentidos: todo por el mismo principio de que a los entibia-

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PRIMERA SEMANA

111

dos en el amor y decaídos de sentimientos nobles e ideas altas, les darán más temor los fuegos y tormentos del cuerpo que la pena de daño más propia del alma. Pero cabe sin duda en este criterio el exponer también la pena de daño, sobre todo a personas de perfección y procurando sensi­ bilizarla. Por lo demás la pena de daño se la ha debido meditar antes, más o menos: en el "salvar el alma” , en el castigo de los Angeles y en el tercer pecado; también se la pudiera poner en las meditaciones acce­ sorias de los novísimos. 8.a La pretendida delicadeza de nuestros tiempos no es razón para suprimir en los ejercicios de San Ignacio, la meditación del infierno. Porque siempre será el santo temor de Dios el principio de la sabi­ duría. «Initiuir sapientiae timor Domini.» Si quieres no pecar, acuérdate de tus postrimerías, «Memorare novissima tua et in aeternum non peccabis.» Acostumbrados nosotros a los horrores inauditos de sangre y fuego de las guerras modernas, es muy discutible que en delicadeza de sen­ timientos esté nuestra generación por encima de los bárbaros del norte y de las tribus africanas. ¡Qué poca experiencia muestra de dirección de almas el director que anda con tantos reparos en hablarles del infierno! Eso es fallar por la base, porque es separarse de la tradición constante y universal de la Iglesia. Ni hay por qué nos separemos de la forma eminentemente sensible, concreta, realista que da San Ignacio a esta meditación. La caridad de Cristo y la unción del Espíritu Santo saben dar tacto al apóstol y le en.stñan a endulzar los remedios más amargos. ¡Qué director de almas más delicado y menos amigo de espantos que Jesucristo!, y, sin embargo, ¡cuántas veces no hablaba el delica­ dísimo Jesús del infierno, de los fuegos eternos y del rechinar de dien­ tes, a sus discípulos! 9.a El fin de las meditaciones accesorias que se suelen hacer de la muerte y del juicio universal y particular... en los ejercicios de San Ignacio es ayudar al fruto pleno de la primera semana; y más concre­ tamente a la gracia o a alguna de las gracias que pedimos en los tres coloquios del 3.° y 4.° ejercicio. Luego no es necesario hacer estas meditaciones accesorias cuando dichos frutos se hubieren conseguido suficientemente con los cinco ejer­ cicios que trae el Sai para la primera semana. Que el no las ponga en su libro indica que no las juzgaba univer-

111

NOTAS

281

sftlmenlc necesarias, al menos en su ejercitante ideal, para e) fin de la primera semana;

pero que en su tiempo se dieran generalmente y que las diera él mismo y la práctica de después universal > constante, prueban suficien­ temente que en general conviene darlas. Por este criterio se gobernará el director de ejercicios para exten­ derse más o menos en estas meditaciones de la muerte y del juicio. 10.a Fruto principal de cada meditación y paso para la siguiente.

Las meditaciones en los ejercicios de San Ignacio han de formar una recta continua siempre ascendente hacia la perfección, sin retro­ cesos ni descensos. Cada meditación es una jornada; y el punto de arranque de cada jornada ha de ser el estado de espíritu o convicciones, afectos v resolu­ ciones que se debieron tener al fin de la meditación precedente. Por tanto, al empezar cada meditación, a veces habrá que hacer alguna pausa para ponerse de nuevo en los sentimientos con que se terminó la meditación anterior; pero generalmente bastará para esto muy poco tiempo, si entre meditación y meditación el ejercitante se ha conservado paladeando suavemente los sentimientos principales de la meditación anterior para lo cual podrá ayudarse en la 2.a, 3.a y 4.a se­ manas, de lecturas apropiadas.

111

SEGUNDA

SEMANA

«Conocimiento interno del Señor para que más le ame y le siga» (104).

MEDITACION XIII

DI STRI BUCI ON DE LA MA T E R I A P A R A LA MEDI TACI ON DI A RI A

Día 1.° A\

112 113 115

116 118

D ía 2° N.° 112 114 115 116 119 120 D ía 3.° Repetición. D ía 4.° Aplicación de sentidos. D ía 5.°

Sobre el fr u to principal de ésta con­ templando: AT.° 117-

112.

MEDITACION XIII

Del Rey Temporal ”E L L L A M A M I E N T O DEL R E Y T E M P O R A L A YU D A A CON­ T E M P L A R L A VIDA DEL R E Y E T E R N A L ”, que es el objeto de la 2.a, 3.a y 4.a sem anas de ejercicios. P o r aquí, esta m edita­ ción del Rey Tem poral viene a ser preparación o como Principio y F undam ento para el resto de los ejercicios [91]. ¿De qué manera prepara para ellos? El fin inmediato de este ejercicio del Rey Temporal es determinarme a se­ guir en general el llamamiento de Cristo en el grado de im itación que El más tarde me señalare, sea cual fuere; ofreciéndome de mi parte, ya desde ahora, a lo más d i­ fícil. Puesta esta determinación general de seguir a Cristo, vienen las tres semanas siguientes de ejercicios en las cua­ les contemplaremos "I.A VIDA DEL R E Y E T ER N AL” (o los diversos ejemplos, que Cristo nos da en su vida), para descubrir el grado determinado de im itación suya a que El me llama; pues cada hecho o ejemplo suyo, meditado por mi, es un llamamiento que me hace a mí concretándome el grado o forma en que quiere que le siga. Explicación ulterior. En el Principio y Fundamento el ejercitante se resolvió: a ordenarse en cuanto a su fin , que es alabar a D ios... salvarse; a ordenarse en cuanto a los medios, que son el recto uso de las criaturas; a luchar contra los obstáculos que se oponen a este fin y al empleo de estos medios; los cuales obstáculos son ante todo sus aficiones desordenadas. Esta ordenación positiva la realizará el ejercitante en )as semanas 2,*, 3.R y 4." (la primera la empleó princi-

SECUNDA SEMANA

112

pálmente en la destrucción del pecado u ordenación ne­ gativa); y la táctica para realizar esta ordenación será: contem­ plar en estas tres semanas a Jesucristo que, además de re­ dimirnos, vino a ciarnos ejemplo de vida: ordenada en cuanto al recto uso de las criaturas o medios; ordenada en cuanto al fin de alabar a Dios, reveren­ ciarle y servirle; ordenada en la lucha a muerte contra los obstáculos, o sea contra nuestras afecciones desordenadas que son en la práctica lo más decisivo para ordenar mi vida. ”E S P E D IR GRACIA A DIOS N U E S ­ TRO SEÑOR P A R A QUE T O D A S MIS I N T E N C I O N E S , ACCIO­ NES Y OPERACIONES S E A N P U R A M E N T E O R D E N A D A S E N SERVICIO Y A L A B A N Z A DE SU D IV IN A M A J E S T A D ”. Es la conclusión del Principio y F undam en to ; es el anhelo m ás grande de mi alma. O ración

preparatoria.

”S E R A AQ U I V E R CON L A V IST A IMAGINATIVA SIN A G O G A S , V I L L A S Y C A S T I L L O S PO R DON­ DE CRISTO N U E S T R O SE Ñ O R P R E D I C A B A ”, como sí presente me hallase. Com posición

de

lugar.

"PEDIR GRACIA A N U E S T R O S E Ñ O R P A R A QUE NO SEA SORDO A SU L L A M A M I E N T O ”, no atendiendo a percibirlo o no haciéndole caso; "MAS P R E ST O Y D IL IG E N T E P A R A CUMPLIR SU SANCT1SSIMA VO LU NTAD " siguiendo las llam adas de la gracia. Es verdad que a todos nos llama, pero a mí en p a rticu lar hijo de la Compañía, con una predilección grandísim a a que le sigamos o imitemos: en alabar, reverenciar y servir a Dios; en la lucha contra nuestra propia sensualidad y soberbia; a esta última principalm ente nos invita por depender práctica­ m ente de ella todo lo demár. La prestez- v diligencia con que yo le he de seguir debe ser la propia del hijo de la Compañía, quien en el seguim iento de Cristo ha de anhelar, por su Instituto, m arch ar siem pre en vanguardia. P etición.

P A RTE

P RIM FR A

EJEMPLO DEL REY TEMPORAL1

En la m entalidad del tiempo de San Ignacio el inundo se di­ vidía en dos zonas: la cristiana y la gentil; ésta, en tinieblas de gentilidad y de barbarie; aquélla, en luz de cristiandad y de ci­ vilización. — E n la zona cristiana había un gran E m perador que era como el defensor nato de la Iglesia. A él se refiere el Rey Temporal del símil o ejem plo de San Ignacio. ”EL PRIM ER PUNTO ES P O N E R D E L A N T E DE MI UN R E Y HUMANO ELEGIDO DE MANO DE DIOS NU ES­ T RO SEÑOR, A QUIEN HACEN R E VE R EN C IA Y OBEDECEN TODOS L O S PRINCIPES Y TODOS LOS H O M BRES C R I S T I A ­ N O S ” [92]. "Elegido de m ano de Dios’* directam ente como Saúl y David; y por tanto bien dotado de las cualidades naturales y sobrenatu­ rales convenientes para tan alto cargo y para las grandes em­ presas a que Dios en él le destina. P

unto

1.°

Es, p u e s, de entendimiento potentísim o: posee en alto grado la ciencia de gobierno, conocimiento de los hombres, de las m a­ sas y de los pueblos; también todas las ciencias y artes que se cultivan en su patria. Es de voluntad firme, recta, eficaz, rápida, capaz de vastos planes, de empresas grandiosas y de resoluciones heroicas. Es de sentimientos altísimos, delicados, tiernos; generoso de sí mismo, de su tiempo, de su descanso; vive para les súbditos. Es de santidad heroica , de celo ardiente por la gloria de Dios y por el bien de sus súbditos. '

Nof. n. 172. 1.

288

SEGUNDA SKMANA

112

Es dr majestad imperial. en su corle, en su lroño, en sil p er­ sona; temible a sus enemigos.

Pi n t o 2. a > La empresa. EL SEGUNDO M I R A R COMO E S T E R E Y H A BL A A TODOS L O S S U Y O S , DICIENDO: MI V O ­ L U N T A D ES DE CO N QU ISTAR TODA LA T I E R R A DE I N F I E ­ LES". Es empresa ju sta y por todos conceptos buena: buena para los infieles a quienes, dejándoles en la libertad conveniente, se les trae a la luz de la fe y a los bienes de la civi­ lización; buena para Dios y su Iglesia, porque alim enta el núm ero de fieles; buena para el Rey y para su nación, porque se ven libres de enemigos molestos; buena para los com batientes, porque Dios revela al Rey que ninguno m orirá; que habrá sangre y trab ajo s duros, pero la vic­ toria es segura y el botín rico; es em presa gloriosa para cuantos tom en p a rte en ella. b

Las condiciones. "QUIEN Q U IE R E V E N I R CONMIGO HA DE S E R CO N TENTO DE COMER COMO YO Y A S I DE B EBER Y V E ST IR , ETC.; ASIM ISMO HA D E T R A B A J A R CON­ MIGO EN EL DIA Y VIG ILAR EN L A NOCHE, ETC.; P O RQ U E ASI DESPUES TENGA P A R T E CONMIGO E N L A VICTO RIA COMO LA HA TENIDO EN LOS T R A B A J O S ” [93]. Aparece un Rey "liberal” de su dignidad, de su descanso, etc.; también un Rey "hum ano" que se mezcla con sus soldados, sólo quiere voluntarios, etc. Que un gran Emperador se allane a luchar entre sus soldados como uno de ellos, sería dignación altísima y para los buenos militares de efecto electrizante; pero cosa de hecho irrealizable por muchas causas. Con todo bien podemos suponerla en el Rey Temporal de nuestra semejanza; porque al aplicar ésta a Cristo, nos en­ contraremos con un Rey Eternal que no sólo trabajará con­ migo, sino siempre más que yo; ni sólo comerá conmigo, sino empre peor que yo; y que no permitirá caiga sobre mí golpe ninguno que antes no lo haya recibido más fuer­ te El.

112

DEL REY TEMPORAL

289

Respuesta de l o s buenos súbditos. ”E L T E R ­ CERO C O N S ID E R A R QUE D E B E N R E S P O N D E R LOS B U E N O S S U B D I T O S A R E Y T A N L I B E R A L Y T A N HUMANO ’. R esponderán todos que m archan con él inm ediatam ente a la cam paña; algunos de más corazón ofrecerán, adem ás de sus personas, todos sus bienes; y otros aún m ás generosos, además de dar sus personas y sus bienes, pedirán que se les reserve para los puestos de más trab a­ jo y de m ayor peligro; y los m ejores, sobre todo esto, no querrán recom pensa n in ­ guna; porque nos consideramos, dicen, bien pagados con perder vida y haciendas por Rey tan liberal y tan hu m a n o . P u n t o 3.°

a)

b) Respuesta de los malos súbditos. " Y POR CONSIGUIEN­ TE, en contraste con estas respuestas de los buenos súbditos, SI ALGUNO NO A C E P T A S E LA PETICION D E T A L R E Y , Q U AN TO SE R IA DIGNO DE S E R V IT U P ER A D O POR TODO E L MUNDO Y TENIDO POR P E R V E R S O C A B A L L E R O ‘ [ 9 4 ] .

PARTE

113.

SEGUNDA

APLICACION DEL SIMIL AL REY ETERNAL ”LA 2.a P A R T E D E S T E EX ERC IC IO C O N S IS T E E N A P L I ­ CAR E L SO BREDICHO E X E M P L O D E L R E Y T E M P O R A L A CRISTO N U E S T R O S E Ñ O R , CO N FO R M E A L O S T R E S PUNC­ TOS DICHOS’' ' sin om itir ninguno, aunque disponiéndolos, como hace San Ignacio, en orden algo diverso.

En el primer punto compararemos Rey con Rey, em­ presa con empresa y condiciones con condiciones; hacien­ do notar que aquí todo es tanto mayor cuanto aventaja lo divino a lo humano, lo eterno a lo temporal; es decir, que la diferencia es infinita. — P. Roothaan. El segundo, será la respuesta de los que tuvieren juicio o no fueren locos. El tercero, la respuesta de los que desean distinguirse en el seguimiento del Rey Eternal. PUNTO PRIMERO C om parar Rey con Rey. — E m p re sa con em presa. Condiciones con condiciones ”Y CUANTO AL P RIM E R PUNCTO, SI T A L VOCACION CON­ SIDERAM O S DEL R E Y T E M P O R A L A SUS SU B D ITO S, ¿CUAN­ TO ES COSA M AS DIGNA DE CONSIDERACION V E R A CHRISTO NU ESTRO SEÑOR. R E Y E T E R N O ? ”. (Com paración de Rey con Rey.,

!'Y D E L A N T E DEL TODO E L U N IV ERSO MUNDO, A L CUAL Y A ( ADA UNO EN P A R T IC U L A R L L A M A , Y DICE: MI VOí l \ T AI) ES DE CONQUISTAR TODO EL MUNDO ” lodas las almas.

113

291

DEL REY TKMI'ORAL

’T TODOS L O S ENEMIG OS ” de vuestra salvación, vencerlos a todos especialmente a la sensualidad y soberbia que hay en cada uno de vosotros ”Y A S I E N T R A R EN LA GLORIA DE MI P A D R E \ (Compa­ ración de em presa con empresa.) ”P O R T A N T O QUIEN QUISIERE V E N IR CONMIGO HA D E T R A B A J A R CONMIGO, PORQUE, SIGUIENDOM E E N LA P E N A , T A M B IE N ME SIGA EN LA G LO R IA ”. (Com paración de condi­ ciones con condiciones) [95].

I Comparar

Rey

con

Rey

1.° El Rey Eternal es Persona divina, la segunda de la Santísi­ ma T rinidad — el Hijo — Dios de Dios — Luz de Luz — Dios ver­ dadero de Dios verdadero — consustancial con el Padre — por quien son hechas todas las cosas — que por nosotros y por nues­ tra salvación descendió de los cielos — encarnó en el seno de la Virgen María y se hizo Hombre. Es hombre hecho realmente Dios — naturaleza hum ana supositada realm ente en Personas divina — por lo cual sus acciones h u ­ m anas de pensar, querer, andar... son realm ente de Dios — y como tales, de dignidad y valor infinitos. ¿Puede darse en el cielo ni en la tierra, destino m ás alto a mi vida, que el de perderla en seguimiento de tal Rey? 2.° Jesús es omnipotente. Dominaba los elementos — andaba sobre las aguas — mandaba en las tempestades — m ultiplicaba los panes — dominaba los corazones — sanaba enfermos, tullidos, le­ prosos — resucitaba m uertos — se resucitó a Sí mismo. Jesús es el Dios todopwleroso que con una palabra creó 1& lierra de la nada, la vistió de flores y la sembró de vida; con una palabra creó el sol, millón y medio de veces más grande qtie la tierra; — y los cuatrocientos mil millones de soles de n u estro sistem a estelar — y los treinta millones de sistem as estelares des­ cubiertos; con un gesto de su rostro metió en orden aquellos en jam ­ bres de astros que le obedecieron como niños de escuela; y enea-

292

SKlil'NDA SEMANA

118

llenándolos entre si con la atracción form idable de sus m asas, los lanzó por los espacios, a cada uno por su órbita, con veloci­ dades vertiginosas de m illares de kilóm etros por segundo, rete­ niendo El en su m ano las riendas del Universo. Y después de creación tan estupenda de m undos cuyos lím i­ tes no conocemos, aú n le queda brazo p ara crear otros tantos — en cada segundo — d u ra n te toda la eternidad. ¡Poder form idable sobre toda ponderación, P oder infinito, Poder-D ios! Pues éste es el R ey Eternal que m e ofrece su brazo para aplas­ tar a mis enemigos, que son el dem onio tentador, el m undo se­ ductor y sobre todo m is propias afecciones desordenadas. «Ego viei m undum », me dice: Yo soy el vencedor del m undo; Yo el que derrotó al fuerte arm ado y le despojó. «Et nunc princeps h u ju s m undi ejicietu r foras» 2, y ahora vengo a ti para vencer en ti al príncipe del m undo y a rro ja rlo fuera. Estás entre mis alm as escogidas, «et non rapiet eas quisquam de m anu mea» 3, y nadie podrá a rre b ata rte de m is m anos. ¡Oh cuán poderoso R ey es Jesús en Sí y cuán bueno para m í ! Sería insensatez sin ejem plo no acep tar tal ayuda que es toda para mi bien y de la cual necesito en absoluto p ara no dejarm e a rra s tra r ai infierno por el ím petu de m is pasiones.

3. Sabiduría de Jesús-H om bre y de Jesús-Dios. El entendi­ miento h u m a n o de Jesús reúne él solo la sabiduría de todas las escuelas filosóficas y teológicas, m ás la de todos los doctores en letras, en ciencias naturales, geológicas, astronóm icas, m atem áti­ cas, físico-quím icas... Cuanto se ha sabido en el m undo, cuanto se sabrá h asta el fin de los tiempos, cuanto saben los Angeles del cielo y cuanto pudie­ ran saber estudiando por toda la etern id ad ... toda esa luz, que esparcida en millones de hom bres ha bas­ tado para hacerlos soles de la hum anidad, Agustines y Tomases, Platones y Aristóteles, toda ella la reúne en Sí solo el entendi­ miento hum ano de Jesús. '

. 11 ! l .

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10. 2 8 .

113

DEL RKY TEMPORAL

293

Pero adem ás de esta sabiduría tan grande que tiene com o hom bre, posee mi Rey E ternal otra sab id u ría como Dios, la cual es infinitam ente superior a la prim era. La Persona de Jesús es el Verbo Eterno, la Sabiduría m i s m a del Padre, la Sabiduría-Dios. La sabiduría hum ana de Jesús, con ser inconm ensurablem en­ te superior a la de todos los sabios de la tie rra y de los Angeles del cielo, está en Cristo, en la Sabiduría-Dios, como una lucecita tenuísim a en el seno de un sol de resplandor infinito. La lucecita conserva sus resplandores propios, agrandados y prolongados en los resplandores del sol. Pues esta Luz-Dios hecha hombre, es el R ey Eternal que se me ofrece por guía y Jefe en la conquista de mi felicidad eterna: guía que es Sabiduría infinita, Luz infinita, Prudencia infi­ nita, Previsión a distancia infinita. El conoce las fuerzas de mis enemigos y mi flaqueza; los en­ gaños de ellos y los medios que tengo yo en cada caso de obte­ ner victoria. ¡Oh cuán sabio es en Sí el R ey Eternal y para m í cuán b u e n o ! Si, pues, no aceptara su ofrecimiento, seria yo hom bre falto de juicio — y de corazón — y de todo resto de dignidad hum ana.

4.° Santidad de Jesús-Hombre y santidad de Jesús-Dios» Co­ mo hombre, Jesús no tuvo en circunstancias ningunas de su vida el más mínimo pecado venial, ni la más ligera imperfección, ni un solo momento de debilidad; ni los pudo tener en absoluto. En cambio la gracia santificante fué en El desde el prim er m om ento de su ser, inconm ensurablem ente superior a la de todos los Santos y Angeles juntos incluyendo a la Santísim a Virgen, y a todos los Santos y Angeles posibles. Su caridad para con Dios le abrasaba en ansias de pasión y de cruz por la gloria de su Majestad y por la salvación de los hombres. Tuvo heroísmos de exhalar un quejido, los cruz; y aún le quedaba ran le toda la eternidad, nnesIra salvación.

caridad con nosotros, aguantando sin tormentos espantosos de tres h oras de fortaleza para seguir en el m adero d u ­ si así convenía a la gloria de Dios y a

294

SEGUNDA SEMANA

113

Tuvo adem ás, como cabeza de todos los hom bres, la llam ada "gratia capitis ”, el ser fuente inexhausta de gracia p a ra santifi­ car sin agotarse nunca, a cuantos hom bres pueden n acer en el m undo m ientras éste dure, aunque durase por toda la eternidad. Pues como Dios, Jesús es el tres veces S a n to , la S antidad sub­ sistente infinita, la C aridad subsistente infinita, la SantidadDios. En Jesús la santidad creada, con ser inconm ensurablem ente superior a la de todos los Santos y Angeles posibles, es como una perla preciosísim a encerrada en una concha tan grande como el m ar, infinitam ente m ás preciosa que la perla m ism a. Santidad creada de m agnitud inabarcable p a ra n u estro en­ tendim iento, engastada en la Santidad-D ios: eso es Jesús, el Rey E ternal que con su santidad infinita viene a m í p a ra sa n ti­ ficarme: quitándom e los pecados; infundiéndom e su propia vida de gracia; acrecentándom ela de m uchos modos y haciéndome uno con El. «Ego in eis et Tu in me u t sin t consum m ati in unum» 4. ¡Oh cuán santo es el R e y E ter n a l en Sí y cuán bueno para m í! Luchando a su lado, ¿qué puedo tem er? ¿A qué santidad no puedo aspirar? ¡Oh Señor!, «sequar te quocum que ieris» 5, te seguiré con tu gracia hasta donde Tú me llam ares. El hijo de la Compañía, llam ado por Jesús, la Santidad-D ios, a seguirle m uy de cerca, tiene en su m ano la conquista de u na gran santidad. No asp irar a ella es decaer de los pensam ientos propios de nuestra vocación. ó. Hermosura divina de Jesús: la que tiene en realidad, con ía que apareció en el Tabor, con la que aparece ahora en el cielo; no con la que se presentaba en la tierra cuando por nuestro amor anduvo disfrazado de niño recién nacido, de un vulgar obrero, de gusano ”vermis, non homo, opprobrium hom inum , abjectio plebis” ; cuando se dejó colgar de un m adero y ser ence­ rrado en un sepulcro. Es muy otro Jesús en la realidad. En el Tabor su rostro 4 5

Joan. 17, 2 ‘.i. Luc. 9. 57.

113

DEL REY TEMPORAL

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brillaba como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas com o la nieve. En el Apocalipsis, donde le vió San Ju an , sus cabellos e ra n blancos como la nieve, sus ojos como dos lám paras d eslu m b ran ­ tes de fuego; de su boca salía una espada de dos filos, sím bolo de la fuerza de su palabra; sobre su pecho cruzaba una b an d a de oro; un m anto regio caía de sus hom bros y sobre su m uslo se leía ” Rey de Reyes y Señor de los que dom inan’’. Cuanto puede caber en rostro hum ano, que sea expresión de pureza, de santidad, de delicadeza, de dignidad, de elevación, de m ajestad, de distinción, de gracia, de h erm o su ra... todo ello se halla en el rostro santísim o de Jesús; y se halla depurado de toda imperfección y elevado a lo inconm ensurable por los esplendores de la Di­ vinidad. Porque en Cristo el rostro no es de /. uro hombre, sino de H om bre-Dios; la m irada es de Ho'nbre-Dios; la m ajestad, la gra­ cia, la herm osura es de Hombre-Dios. l-o que en El es carne como la nuestra, color, luz... sin dejar de ser carne y color, está divinizado, realm ente elevado a perfección divina. Tal es nuestro Rey Eternal; el R ey de la Compañía; el R ey m í o ; que me llam a individualmente a mí y se m e entrega a m í; mi General en el combate contra m is enemigos; y a la vez compañero de arm as que oculta su m ajestad por no aparecer más que yo, y espantarm e con sus resplandores — ¡Oh qué Rey tan divino y a la vez tan h u m a n o ! Oh Señor, «sequar te quocumque ieris», te seguiré, Señor, con tu gracia a donde quiera que me llamares.

(>.° Jesús es el Rey de los individuos y de las naciones, como Dios y como Hombre. Rey de los ricos y de los pobres, de los poderosos lo m ism o que de los débiles, de los sabios y de los ignorantes. Señor de los señores y dom inador de los que dominan. — Porque como Dios los creó y los conserva; como Hombre-Dios los redim ió; luego como Dios y como Hombre, El manda en ellos. Rey absoluto y universal que fija a cada uno el momento de

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SEGUNDA SEMANA

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n acer y el m om ento de m orir — el m om ento de subir y el m o­ m ento de descender — hasta cuando El quiere y ni u n m om ento m ás — hasta donde El dice y ni un m ilím etro m ás. Legislador Supremo, que da las leyes que quiere, sin consul­ ta r asam bleas ni esperar el consentim iento de nadie. Juez inapelable ante cuyo trib u n a l h an de com parecer todos los hombres, uno por uno, a ren d ir cuentas de todos sus ac­ tos — de todas sus palabras — y de sus m ás recónditos pensa­ mientos. Los juzgará por sus leyes, las de E l; — y fija rá a cada uno su suerte para toda la eternidad ; — y de su fallo no cabe apelación. Rey de las naciones, que tam bién ellas son obra de sus m anos. A su voluntad pone y q u ita reyes — levanta y h u n d e tronos — sube la nación que El quiere que suba o quiere p e rm itir que suba y ninguna más — se hunde la que El quiere que se h u n d a o quie­ re perm itir que se hun d a — p ara conseguirlo le b asta d e ja r a los gobernantes que ellos m ism os caigan en sus propias tra m p a s y se enreden en sus invenciones. Tal es m i Rey Eternal, que por dirigirme en la lucha contra m i s propias pasiones desciende de su trono, depone la corona, se desciñe el m anto regio y viene a confundirse con los soldados en la tienda de cam paña, a com er de su rancho, a lu ch ar con ellos en prim era fila. ¡Oh Señor, cómo no volverm e loco por seguir a tal Rey y Señor tan grande en Sí, tan liberal y h u m a n o para c o n m ig o '

7. Lo que Jesucristo ha sido para mí. Es el Dios que me creó por puro am or — para que le alabe, reverencie y sirva, des­ tino nobilísimo — y m ediante esto salve mi alm a con bienaven­ turanza perfecta. Es el Dios que, habiendo condenado a m illones de Angeles por un solo pecado y a muchos hom bres por menos pecados que los míos, a mí me ha perdonado tantas veces con predilección am oro­ sísima, la cual ha culm inado en traerm e a la Compañía. Es el Dios que habiendo querido los Angeles, cuchillos de su justicia, ' ‘arm e m uerte ¡*or mis pecados, y el sol abrasarm e y la tierra sorberme,

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DEL REY TEMPORAL

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El se lo ha impedido siem pre y aun les ha obligado a ser­ virm e y a interceder por mí. Es el Señor que de Creador ha venido a hacerse hom bre y de Vida E terna a m uerte temporal y así a m orir por m is pecados. A tal Señor ¿qué le puedo yo negar? Cuanto fuere menos que perder la vida por El, por el m enor gusto suyo, es en mí intole­ rable ru in d ad . 114. Comparar

II l l a m a m i e n t o con l l a m a m i e n t o y sus circunstancias

"S I T A L VOCACION” o llam am iento "CONSIDERAMOS DEL R E Y T E M P O R A L A SUS SUBDITOS , CUANTO ES COSA M AS DIGNA D E CONSIDERACION VER A CRISTO N U E S T R O S E ­ Ñ O R , R E Y E T E R N O , Y D E L A N T E DEL TODO E L U N IV ERSO MUNDO” todos los hombres de todos los tiem pos; " A L CUAL Y A CADA UNO EN P A R T IC U L A R L L A M A por nuestro nom bre invitándonos a cada uno ”Y DICE, MI VOLUNTAD ES DE CONQUISTAR TODO E L MUNDO”: a ti y a todos los demás hombres del m undo: conquis­ taros p ara mí, sometiéndoos a mi ley; conquistaros para mi Padre, sometiéndoos a su ley que es la mism a m ía; conquistaros para vosotros mismos, para la libertad de hijos de Dios y para vuestra salvación eterna; " y conquistar” o vencer "TODOS LOS ENEMIGOS" de mi reino y de vuestra salvación eterna que son el demonio, el m undo v la carne; " Y A S I ” triunfante Yo con los hombres triunfantes por mí " E N T R A R E N LA GLORIA DE MI PADRE" para alabarle y glorificarle por toda la eternidad en felicidad perfecta.

Nos invita, pues, el Rey Eternal a cada uno, me invita a m í: 1 °, a que establezca el reino de Dios en mí luchando contra miSi aficiones desordenadas; 2.°, a que trabaje con El por establecer­ lo tam bién en los demás con el apostolado de la oración, del sacrificio y deí ejemplo. A este apostolado nos invita a todos; pero a algunos les in­

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vita adem ás a seguirle en el apostolado de la acción, consagrando a El sus vidas. Consideraremos, pues, en este llamamiento: a quién se llama — a qué empresa — con qué armas — contra qué enemigos — la gran­ deza de la victoria. Donde es muy de advertir que estas cosas se han de considerar, principalm ente en orden a realzar la persona del Rey, o sea en cuanto los rasgos de nobleza, valor, ge­ nerosidad, etc., que en ellas resplandecen, se proyectan, engrandeciéndola, sobre la persona del Rey. Porque el fin principal de San Ignacio en esta m edi­ tación es arrancar del ejercitante una entrega com ple­ ta al llamamiento de Jesucristo, ante todo por amor a su

Persona.

1. Se llama TODO E L MUNDO Y A CADA UNO E N P A R T I C U L A R *\ personalmente a mí, directamente a mí; al hacer el llam am iento Cristo se acerca a mí, clava sus ojos en mi y me habla personalm ente a mí. Es que ha venido del cielo en busca mía y lleva escrito mi nom bre en su corazón. ¡Oh qué Rey tan grande en Sí y tan bueno pora m í ! 2.° Com parar empresa con empresa. La del Rey E tern al son (ios conquistas: C O S Q U I S T A R TODO E L M UNDO ” a todos los hom bres de todas las naciones y de todos los tiem pos; es decir, la salvación de todos los hombres, em presa gigante que supera las fuerzas de todo Bey que no sea Dios; • y CONQUISTAR A CADA UNO E N P A R T I C U L A R ”, es decir, conquistarm e a mí para Dios, para Sí mismo, para mi santidad, para mi dicha eterna. Y a las dos conquistas nos invita a cada lino; a la conquista de mí m isino y a la de lodo el m undo. ¡Oh i/ué Rey tan grande en Sí y tan bueno para m í! 3." Comparar enemigos con enemigo». En el Rey Temporal los enemigos eran hordas salvajes que podían robar, herir, m atar; en el Rey Eternal son ante lodo las aficiones desordenadas mías v las de todo el mundo; que después de robarnos la gracia, nos harán, >i no los resistimos con denuedo, eternam ente desgraciados. labrarm e de tan feroces enemigos y librar a todo el mundo,

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es lo que pretende Jesús al llamarm e a su expedición. ¡O h qué Rey tan poderoso y tan bueno de corazón para m i! 4.° C om parar pelea con pelea. Como ios enemigos están den­ tro de mí en los repliegues mismos de mi corazón, en esta pelea tengo que disparar contra mí mismo y asestar los golpes al p ro ­ pio yo, al yo soberbio, al yo sensual. Como esto exige esfuerzo rayano en lo heroico, Jesús, para anim arm e a tan dura lucha, se trata a Sí mismo y deja que le traten como si fuera el hombre más soberbio y más sensual del inundo: a palos, a latigazos, a coces, como un malhechor, como una bestia. ¿Hay nada parecido en el Rey más ideal del m undo? ¿Ha habido ja m á s amante con tanto exceso de am or coma Jesús lo es mío? 5.° Com parar victoria con victoria. Victoria inmediata en esta lucha, siguiendo a Cristo, es en mí el aplastam iento de los grandes enemigos de Dios y míos, que son mis pasiones y afi­ ciones desordenadas; y con esto, la m uerte en mí de todo pecado m ortal, pecado venial y de todo desorden plenamente deliberado, pureza de con­ ciencia, blancura de alma, herm osura de gracia, celo a lo Javier, bríos de Apóstol; y fuera de mí, la victoria inm ediata es el establecim iento del reinado de Dios en el mundo. Y m ás tarde, por toda la eternidad, serán fruto de esta vic­ to ria: una bienaventuranza perfecta que ni ojo vió, ni oído oyó, ni cabe en entendim iento hum ano com prender su grandeza; el convivir con las Personas de la Santísima T rinidad m irando cara a cara a Dios, transform ado por esta visión en un ser deifi­ cado, sem ejante a El; el reinar con Cristo en el cielo, y muy cerca de El con un •viñado que no tendrá fin; rodeado de millares de-alm as por m is esfuerzos con la gracia de Dios santificadas.

Qué alto predica semejante victoria la grandeza del General <1 ue nos puedo conducir a ella; no puede ser sólo hom bre; ha de

ser Dios. Es el Rey Eternal , todopoderoso en Si y de corazón m an•vo y hum ilde para mí. (>.° Comparar triunfo con triunfo.

El triunfo es la celebra­

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ción solemne, espléndida de la victoria. Los triu n fo s m ás apoteósicos de los grandes conquistadores han consistido en carreras triunfales, himnos de gloria, arcos de triunfo, torrentes de luz, despliegue de fuerzas, m ultitudes que se apiñan sobre el carro del vencedor, millones de m anos que aplauden y de labios que aclaman. En el triunfo del hijo de la Com pañía, si ah o ra lucha valiente muy cerca de Cristo, tom arán parte: todos los buenos de la tierra; todos los Angeles del cielo aplaudiéndom e, cantando, v itoreán­ dome ; la Em peratriz del cielo bendiciéndom e; el Rey Eternal juzgando y prem iándom e; la Santísima T rinidad coronándom e. — A este mi triu n fo eter­ no m ira Jesucristo cuando me llam a consigo a la lucha. Oh Señor, «sequar te quocumque ieris», te seguiré con tu gracia hasta donde Tú me llamares. III Comparar

condiciones

con

condiciones

"QUIEN Q U ISIE R E V E N IR CONMIGO H A D E T R A B A J A R COSMICO. PORQUE SIGUIENDOME E N L A P E N A T A M B IE N ME SIGA E S LA GLORIA

1. ”Venir conmigo”, m as por delante iré yo. No se contenta este Rey Eternal con dirigirm e en la guerra de lejos como hacen los grandes generales, sino que sobrepasando todas las leyes de las grandezas h u ­ manas, desciende conmigo al com bate y va delante de mí ab rién ­ dome camino a punta de lanza entre nubes de polvo y cubierto de propia sangre, para que yo me anime a descargar golpes sobre mi yo sensual y mi yo soberbio, como El deja que los descarguen sobre su ino­ centísim o cuerpo y sobre su santísim a alm a. Rey verdaderam ente ” L I B E R A L Y H U M A N O ” conm igo: libe­ ral de su dignidad, de su descanso, de su sangre y vida. Oh Señor, «sequar te quocumque ieris», llám am e a seguirte muy de cerca, y con tu gracia te seguiré.

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DHL REY TEMPORAL

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2." "T rab ajar conmigo”, pero nunca tanto como Yo. T rab ajar, esforzarm e, luchar para resistir a Jos ataques de mis pasiones desordenadas y en tom ar la ofensiva contra ellas h a sta ,d o m in a r­ las.— T rab ajo durísim o, pero que tiene el aliciente de ser: con Cristo, a su lado, bajo su m irada, viendo su ejem plo, recibiendo su aliento; con Cristo , en colaboración con El, en em presa que me in tere­ sa exclusivam ente a mí, pero de la cual El lleva casi todo el peso; con Cristo, como miembro de Cristo, incorporado en El, mo­ vido consiguientem ente por El, con un trabajo que el m ism o es suvo y mío. Con tal entrenador, ¿quién no se anim a a la lucha? Con tal brazo, ¿quién teme al enemigo? ¿Dónde se encuentra cosa seme­ jan te en el Jefe más ideal imaginable? Oh Señor, «sequar te quocum que ieris».

3.° Seguirme en la pena, en las tristezas del huerto, en los do­ lores acerbísim os de los azotes y de los clavos, en las ignominias de la pasión, en la agonía y en la muerte; llevar cruz conmigo, pero no tan grande como Yo. "Seguirme en la pena" sufriendo yo los sufrim ientos suyos, que son en realidad míos porque El es mi cab eza:— y sufriendo El los sufrim ientos míos, pues son en realidad suyos porque yo soy m iembro suyo. 4.° Seguirle en la gloria, porque mi triunfo será el mismo de Cristo. Los esplendores de su gloria me envolverán a mí. Si ahora lucho con Cristo, allí triunfaré con Cristo. En esto está mi dignación: que me he hecho uno con El. Este fué el plan del Rey Eternal al sonar el clarín de guerra y llam ar­ nos a la lucha: no entrar El solo triunfante en el cielo, sino con nosotros, triunfantes con El. "Mi voluntad es conquistar todo el mundo... y asi entrar en la gloria de mi Padre." ”Quien quisiere venir conmigo..." Oh Señor, «sequar te quocumque ieris». Menos que perder por ('listo honra y vida es ruindad de corazón y villanía: es estar a distancia infinita del espíritu de la Compañía.

SEO.UNDA SKMANA

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IV Todos

estos

motivos para se r e d u c e n a

seguir dos

a

Cristo

Uno principalísimo, que es la Persona de Cristo en Si m i s m a ; vista directam ente en su excelencia, en sus dotes o propiedades; y vista tam bién a través de la em presa que E l propone y de las condiciones en que la propone. El otro, m u ch o más secundario, que es la em presa m i s m a ; su excelencia, el ser para m i necesaria, honrosa, etc.

1.° Motivo es la Persona del Rey. ”E L R E Y E T E R N A L ” 'EL E T E R N O SEÑO R DE T O D A S L A S C O S A S ”. T an tu s et talis. a) T antus Dios-Hombre perfectísim o — de poder sin lím i­ te s — de entendim iento potentísim o — de san tid ad inagotable... Rey absoluto de los individuos — y de las naciones — por n a tu ­ raleza — y por derecho de conquista. b) Talis para mí ”T A N L I B E R A L Y T A N H U M A N O ”. Tan liberal o pródigo de su dignidad — de su h o n ra — de su descan­ s o — de su am or — de su sangre y v id a... h a sta el derroche — con heroísm o infinito — con predilección por m í m iles de veces repetida. Ton h u m a n o conmigo hasta hacerse de Dios, hom bre como y o - niño recién nacido — obrero necesitado — com pañero de arm as — amigo — m aestro — todas m is cosas — p an p a ra que le coma — vino para que le tome en bebida — corazón en llam as que mendiga mi am or. ” Oh Rey de la gloria, Señor de los señores, E m perador de los emperadores, poder sobre todos los poderes, saber sobre todos los saberes. La mesma sabiduría sois, Señor, la m esm a verdad, la mesma riqueza. No dejaréis para siem pre de re in a r.” — Santa Teresa. 2." Motivo es la empresa misma, su necesidad para mí, su al­ teza, seguridad de éxito, grandeza del triunfo. Tam bién las condi­ ciones tan honrosas en que se rne propone. Este Rey, esta empresa, estas condiciones son realidad conso­ ladora. ¿Qué debo yo, pues responder a este llam am iento?

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DEL REY TEMPORAL

115.

PUNTO SEGUNDO

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Respuesta de los que tuvieren juicio y razón ”O frescerán todas sus personas al trab ajo .” ”E L SEGUNDO CONSIDERAR QUE TODOS L O S QUE T U ­ V I E R E N JUICIO Y R A Z O N ” [96] o que no estén locos y quie­ ran atenerse a razones. ” O F R E S C E R A N ” espontáneamente, aunque Cristo no se lo exigiere, ”T O D A S SUS P E R S O N A S ”, o sea su persona con todo lo que tuvieren de bienes, talento, fuerzas, tiempo, q uerer y voluntad en entrega com pleta a Jesucristo, para siempre incondicionalm ^nte; ”A L T R A B A J O ”, esfuerzo, fatiga que fuere necesario para resistir a los ataques de su sensualidad y de su soberbia; y tam ­ bién p ara atacar ellos mismos a estos enemigos de algún modo en cosas lícitas, cuanto esta ofensiva sea necesaria p ara que no les a rra stre n a las ilícitas. Motivos. l.° A q u í el Rey que me llama es el Dios infinito del cielo, que en lugar de condenarme como a los Angeles por mis pecados, se hizo hombre y murió en una cruz para rescatar­ me de ellos; y ahora mueve guerra y la dirige El personalm ente contra mis enemigos, para salvarme a mí; la empresa es m i alma, mi cielo o mi infierno para toda la eternidad; las condiciones son: lo más duro para El en todo, lo menos para m í; la cruz más grande para El. la menor para mi; como si se tra ta ra de sólo su bien y no precisam ente del mío. Basta, pues, no ser mentecato y asesino de mi mismo para que ofrezca toda mi persona al trabajo con Cristo, por lo menos en cuanto sea necesario para no ser vencido de los enemigos de mi dicha elerna. 2.° En las meditaciones del Principio y Fundamento, de los pecados . del infierno . de la muerte y del juicio me resolví: a realizar mi fin de servir a Dios; a salvar mi alm a; a evitar pecados graves y a dism inuir los veniales;

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SKGINDA SEMANA

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a librarm e del infierno; a prevenir una m uerte san ta; y esto a cualquier precio, con el sacrificio m áxim o au n de la vida, si fuere necesario, dando cuan fu erte sea necesario co n tra las tendencias desordenadas. Ahora veo que todo esto lo conseguiré ciertam ente, siguiendo a Cristo en la guerra contra estas tendencias a que E l m e invita y no de otro modo. Luego si no le siguiere, obraré com o hom bre sin juicio. 3.° En la primera semana he procurado y pedido con g ran ­ des instancias "aborrescim iento”, repugnancia, odio, asco del pe­ cado y del desorden-acto que lleva al pecado, y del desordentendencia que son el origen últim o p rin cip al de m is desórdenes morales. Si, pues, ahora no aceptare la ayuda que m e ofrece Cristo para com batir estas aficiones, o b raría locam ente sin atenerm e a razones. 4.° Yo consideré en el P rincipio y F u n d am en to cómo Dios me ha creado por puro am or, conservado por am or, elevado al orden sobrenatural con derecho al cielo por p u rísim o am or. Vi después en la prim era sem ana que, habiendo perdido yo esta vida sobrenatural, Dios, p ara devolvérm ela, de C reador h a veni­ do a hacerse hom bre y de vida eterna a m u erte tem poral. Y al verle así colgado en la cruz y deshecho en sangre, ta n liberal conmigo, tan pródigo de Sí m ism o..., le pregunté con an sia de corresponderle, qué podía hacer por El. La respuesta m e la da ahora in v itá n d o m e a seguirle, y ella es un nuevo exceso de am or hacia mí. Porque al ver Jesús que yo no podía valerme c rn tra mi propia sensualidad y soberbia por falta de aliento para vencerme, El levanta guerra contra estos mismos enemigos como si lo fueran su y o s; y en ella se trata E l y deja q u e le tra ten a go lp es y h u m illa ­ cio n es in au d itas, com o si fuera el hom b re m á s sob erb io y se n ­ su al del m undo; para que yo m e an im e a las h u m illa c io n e s y d olores con que he de vencer a m is dos grandes en em ig o s, que son m i y o se n su a l y n.i y o soberbio. Oh Señor, ven cid o por tu am or, «sequ ar te q u o cu m q u e ieris», con tu gracia te segu iré hasta donde T ú m e lla m e s. En el Rey

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DEL REY TEMPORAL

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T em poral quien no le siguiera era tenido por malo y perverso caballero; en mi caso, si no sigo a Jesús, es que he perdido la razón y me he vuelto loco. 116.

PUNTO TERCERO

Respuesta de los que quieren distinguirse en el amor y seguimiento de Cristo ”E L 3.° L O S QUE MAS SE QUIERAN A F E C T A R con m ayor afecto de am or, adm iración y veneración hacia la persona de Cristo; y con m ás entusiasmo por la em presa de El y po? cuanto sea seguirle a El, luchar con El, padecer con El. triu n fa r con El. ”Y S E Ñ A L A R E N TODO SERVICIO DE SU R E Y E T E R N O Y SE Ñ O R U N I V E R S A L ”; "señalarse” entre los dem ás seguidores de Cristo, aventajarse, ser distinguidos o em inentes en todo cuan­ to sea servicio de Jesucristo; ”NO S O L A M E N T E OFRESCERAN SUS P E R S O N A S A L T R A ­ B A J O ” de resistir a su sensualidad y soberbia siem pre que se les rebelen pidiendo lo que es pecado o desorden (lo cual es cosa que ya se exigió en el punto segundo a todos los que tengan juicio); ”M A S AUN, HACIENDO CO NTRA" que es adelantarse a a ta ­ car ellos mismos aun en cosas lícitas, o a tom ar la ofensiva. ”CONTRA SU PROPIA SENSUALIDAD" o goces de los sen­ tidos. ”Y CONTRA SU AMOR CARNAL" o de parientes, que sea desordenado, ’Y MUNDANO" o de las soberbias y vanidades del m undo, " H A R A N OBLACIONES DE M AYO R ESTIMA Y M O M E N T O ” o se ofrecerán a hechos o hazañas más esclarecidos, de más valor y de m ás im portancia en el seguimiento de Cristo que los que se exigen a todos. ** * C oloquio. O mejor dicho, oración, en la cual: 1) el ejerci­ tante concreta más estas oblaciones de mayor estim a y m om en­

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to; 2) se com prom ete, decidida y solem nem ente, au n q u e no bajo pecado, a m antenerlas de por vida. *’E T E R N O SE Ñ O R DE TO D A S L A S C O S A S ” , ¡Señor — eter­ n o — de todo! Solemnidad augusta del com prom iso. 'T O HAGO MI O B LA C IO N " u ofrecim iento deseando positi­ vam ente que sea aceptado y no únicam ente resignándom e a ello, CON V U E ST R O F A V O R Y A Y U D A porque con solas m is fuerzas no puedo ofrecerlo y menos cum plirlo; "D E L A N T E V U E S T R A IN F IN IT A B O N D A D , Y D E L A N T E V U ESTRA M A D R E GLORIOSA Y DE TO D O S L O S S A N C T O S Y S A N C TA S DE LA CO RTE C E L E S T I A L ; m ás solem nidad, m ayor fuerza al com prom iso: "QUE YO Q U IE R O ” no con un q u erría condicionado, sino con un querer verdadero y absoluto; " Y DESEO", anhelo, ansio; T ES MI D E T E R M IN A C IO N D E L I B E R A D A ” , un quiero ple­ namente consciente, libre y con la p lenitud de energía de m i fa­ cilitad cum bre; afirm ación de todo mi ser; "SOLO QUE SEA V I E S T R O M A Y O R S E R V IC IO Y A L A ­ B A N Z A " que es lo que yo busco en últim o térm in o ; "DE I M IT A R O S " poniendo en esta im itación m i profesión, vida y estado. "EN P A S A R TO D AS I N J U R I A S , Y TODO V IT U P E R IO , Y Tf V) A P O BREZA. ASI A C T U A L COMO E S P I R I T U A L ” sin e x ­ cluir ninguna, venga de don de v in iere; n i por m u c h a s y gran ­ des que sean, d eseán d olas siem p re m a y o res;

QUERIENDOME V U EST R A SAN T ISS1M A M A J E S T A D E L E ­ GI H Y RESCIBIR EN T A L VIDA Y E S T A D O ” ; p u es de v u e str a m ano ha de venir el elegirm e y recib irm e en tan a lto e sta d o q u e y o no m erezco. A plicación especial a la C om pañía. Ya sé que D ios m e q u iere en la pobreza actual y en la h u m illación que exige a lodo jesu íta nu estro in stitu to, pues me he ob ligad o a él solem n em en te con votos que D ios ha aceptado y que y o renuevo ahora con todas las v e r a s de mi alm a. Pero dentro del In stitu to m ism o de la C om pañía caben d iversos grados de h u m illa ció n y pobreza, seg ú n ias circu n sta n cias; y , o no sé todavía en cuál de ellas m e querrá Dio ; ahora, en este tiem po próxim o futuro.

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Pues bien, desde ahora me ofrezco a lo más duro, pobre y hum illante a que Dios se digne llamarme este año por los acon­ tecimientos, por los superiores o por sus inspiraciones. — Así lo quiero, así lo pido, así Dios me ayude a cumplirlo. ”Cui datum fuerit didicisse Christum videns Regem suum paupertatem elegisse et contemptum, quomodo solum indifferens erit ad divitias et honores, et non potius ad contraria omnia, tanti Regis im itandi studio, trahi se desiderio sentiet? Coeterum velle ita insignes esse in sequela ac servitio Christi Regis, quorum nam quaeso erit si nostrum non est, Paires et Fratres carissim i? Utinam haec intelligamus; nec intelligam us tantum, sed certo et serio et strenue et constantes tales esse contendam us! Ita quidem Patres nostri. Desiderium vero (patiendi pro Christo) in nobis quidem. Religiosis Societatis, esse decet absolutum et ardens, id quod vocatio nostra, status noster a nobis omnino postulat, eum sine eo vix ac ne vix quidem serio Christum sequi censendi sumus ex mente Patris Nostri: «Qui serio, inquit, Christum sequuntur, am ant et ardenter exoptant», etc., quasi eos dicat nonnisi ficte sive, ut aiunt, pro forma Christum sequi in hac nostra vocatione. qui sanctum hoc desiderium non foveant?” — P. Roothaan. Este ”HACER CONTRA ” la sensualidad y la soberbia de que aquí habla San Ignacio, es nuestra Regla 12 que nos manda buscar la mayor abnegación y continua mor­ tificación —en todas cosas posibles— y esto tomándolo como nuestro mayor y más intenso oficio y en orden a realizar las oblaciones de mayor estima y momento. Estas ’ OBLACIONES DE MAYOR ESTIMA Y MOMEN­ TO ” son la práctica de la Regla 11 que nos exige: "Abo­ rrecer en todo y no en parte cuanto el mundo ama y abraza y admitir y desear con todas las fuerzas posibles cuanto Cristo Nuestro Señor ha amado y abrazado. Como los mundanos que siguen al mundo aman y buscan con tanta diligencia honores, fama y estimación de mucho nombre en la tierra, como el mundo les enseña, asi los que van en espiritu y siguen de veras a Cristo Nuestro Señor, aman y desean intensamente todo lo contrario.; es a saber: vestirse de la misma vestidura y librea de su Señor, por su debido amor y reverencia: tanto que, a donde a la su Divina Majestad no le fuese ofensa alguna ni al prójimo imputado a pecado, deseen pasar injurias,

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falsos testim onios, afrentas y ser tenidos y estim ados por locos... por desear parecer e im itar en alguna manera a nuestro Criador y Señor Jesucristo, vistiéndose de su ves­ tidura y librea; pues la vistió El por nuestro m ayor pro­ vecho espiritual, dándonos ejemplo, que en todas cosas a nosotros posibles, m ediante su divina gracia, la quera­ mos imitar y seguir como sea la vía que lleva a los hom­ bres a la vida” 6. *

X o t . n. 172. M

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117.

FRUTO PRINCIPAL DE LA MEDITACION DEL REY ETERNAL

Es una gran luz en la mente; un gran entusiasmo en el corazón; dos resoluciones firmísimas en la voluntad. En la mente, conocimiento interno del Rey Eternal: de cuán grande es en sí y cuán liberal y humano es para mí; aprecio altísimo de su Persona. En el corazón, amor ardentísimo a Jesús y entusiasmo delirante por seguirle en la guerra a que me invita contra mi sensuálidad y soberbia, y en la conquista de todo el mundo para Dios. En la voluntad, resolución firmísima de seguirle en ruatttos tra­ bajos sea necesario para resistir a los ataques de mi sensualidad y soberbia; y otra resolución firme de aceptar en esta lucha el puesto que El me señalare; con ofrecimiento por mi parte a las mayores hum illa­ ciones y a la mayor pobreza actual, si El se dignare elegirme para ellas.

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Estas ansias vivísimas de conocer más y más a Cristo, de amarle más y más y de ser admitido a su seguimiento en grande hum illa­ ción y pobreza, son la preparación inmediata para las contemplaciones de la vida de Jesucristo; pues cada misterio de su vida, contemplado por mí, es una llamada que me hace el Señor concretándome el puesto a que me destina en su seguimiento. Examen.

¿Es asi de interno mi conocimiento de Cristo?

¿Es así de ardiente mi entusiasmo por seguirle? ¿Es así de firme mi resolución de luchar con El contra mi sensua­ lidad y soberbia? ¿Son asi de acuciantes mis ansias do conocerle más y más, de amarle más y más, de imitarle más y más y de que me elija para vida de gran humillación y gran pobreza?

309

118.

ESQUEMA DE LA MEDITACION XIII

Del Rey Temporal Pres. de Dios y Orac. prep. — Comp. de lu g .— Petición PARTE PRIMERA. — EJEMPLO O SIMIL DEL REY ETERNAL

Este Rey es aquel gran Emperador cristiano que en la mentalidad del tiempo de San Ignacio debia mandar sobre todos los demás Princi­ pes cristianos y ser el defensor nato de la Iglesia. a)

La persona del Rey.

— Elegido directamente por Dios para tan alto cargo, posee en gra­ do altísimo las grandes dotes que éste exige: — de entendimiento; — de voluntad; — de sentimiento; — de rectitud y santidad; — y de majestad externa. b)

Su empresa es conquistar a los infieles, cristianizarlos y civili­ zarlos.

— Empresa justa y nobilísima; — buena para la gloria de Dios; — buena para los combatientes; — buena para los mismos infieles. c)

Las condiciones que el Rey exige para tom ar parte en la empresa, son:

— ir a ella con el Rey; — contentarse con comer y vestir como el Rey; — trabajar y luchar al lado del Rey; — entrar con él al reparto del botín, conforme a méritos. d)

*

Respuesta de los buenos vasallos.

— Unos ofrec rán sus persona a la empresa; — otros ofrecerán sus personas y todas sus cosas;

118

DEL BEY TEMPORAL

311

— otros, encima de contribuir con sus personas y haciendas, pedirán para sí los puestos más difíciles en la lucha; — finalmente, los mejores, además de todo esto, renunciarán a toda paga; porque ya estamos bien pagados, dicen, con la bonra de servir a Rey tan grande en sí y tan libera! y humano con los vasallos. e) Respuesta de los malos súbditos. — Quien se negare a tal empresa por miedo al sacrificio. — es digno de que se le escupa al rostro por malo y perverso caba­ llero. PARTE SEGUNDA. — APLICASE AL REY ETERNAL EL SIMIL DEL REY TEMPORAL P u n t o 1.°

E x c e l e n c ia

del

R ey E t e r n a l

q ue r e s p l a n d e c e e n s u s d o t e s ,

EN SU EMPRESA Y EN LAS CONDICIONES DE SU LLAMAMIENTO

a)

Comparar Rey con Rey. — E l R e y Eternal es omnipotente: mandaba en los elementos, resu­

citaba muertos; creó los cielos... Pues con todo su poder se me ofrece por jefe en la guerra contra mis aficiones desordenadas. ¿Qué he de responder a su ofrecimiento? — Jesús es sapientísimo: Como hombre, sabe más que lodos los hom-

bres y Angeles juntos; como Dios, es de sabiduría infinita. — Pues con su sabiduría infinita se me ofrece por guia contra los ene­ migos de mi salvación; conoce sus astucias de ellos; también mi flaqueza y el modo de vencerlos. — ¿Qué he de responderle si tengo juicio? ¿Qué si además tengo corazón ? — Cristo Rey es el tres veces santo: como Dios, es la santidad abso­ luta; como hombre, es un océano insondable de gracia y ejem­ plar de toda virtud en grado mil veces heroico. — Hermosura humano-divina de Jesús: la que demostró en el Tabor — la que tiene ahora en el cielo— la que le vió San Juan en el Apocalipsis; su rostro es de hombre-Dios; su mirada, de hombre-Dios; su majestad y hermosura, de hombre-Dios. — Tal es el Rey Eternal que se me ofrece por capitán y a la vez por compañero de armas, en el combate contra mis enemigos. «O Domine, sequar Te quocumque ieris.»

312

SEGUNDA SEMANA

119

— Jesús es el Rey del mundo por naturaleza y por derecho de con­ quista; Rey de los individuos, ricos y pobres, sabios e ignorantes; Rey de las naciones, el que reparte los tronos, los levanta y los hunde; Rey universal y absoluto; Legislador supremo; Juez inapelable. — ¿Cómo no volverse loco por seguir a tal Rey: tan grande en Si, y conmigo tan liberal y tan humano? — El R ey Eternal es per sona di v in a ;

— y sus dotes humanas quedan realzadas, por la unión hipostática, a dignidad infinita. — Lo que el R e y Eternal ha sid o p a r a mí: es mi Creador y Con­ servador; — habiendo condenado a millones de Angeles por un pecado, a mí me ha perdonado muchos; — de Creador vino a hacerse hombre, y de vida eterna a muerte temporal y así a morir por mis pecados; — y ahora se hace soldado conmigo para luchar contra mis ene­ migos. — Luego cuanto en mi sea menos que dar la vida por El será ruin­ dad intolerable. 119.

b)

Comparar empresa con empresa para realzar, tam bién por aquí, la Persona del Rey Eternal.

— El Rey Eternal llama a todos y ”a cada uno en particular” ; me llama personalmente a mí. — Su empresa es conquistar a todo el mundo para Dios y ”a cada uno en particular” ; personalmente a mí: es la fundación de la Iglesia y su conse/vación. — Los enemigos en el Rey Temporal, eran hordas salvajes que roba­ ban y mataban; en el Rey Eternal son los enemigos jurados de mi salvación eterna; están dentro de mí mismo; son mis pasiones desordenadas. — La pelea en el Rey Eternal ha de ser descargando golpes contra el propio yo sensual y soberbio; Jesús para animarme a cerrar contra mí mismo, se maltrata a Sí y permite que le maltraten como si fuera el más oberbio y desordenado de todos los hom­ bres. ¡Oh qué amor y qué delicadeza tan sin límites!

313

DEL REY TEMPORAL

119

— Y el triunfo o celebración solemne de la victoria es la entrada triunfante de Cristo con nosotros en el reino de su Padre. c)

Com parar condiciones con condiciones, para realzar también por aquí la Persona del Rey Eternal.

— Las condiciones que Este nos impone para poder tomar parte en su empresa son: — "Venir conmigo” : con El; — "trabajar conmigo”: a mi lado — en colaboración conmigo — in­ corporado a Mí; nunca tanto como Yo; — "seguirme en la pena”; —"seguirme en la gloria”. — ¡Oh cuán "liberal y cuán humano” se muestra el Rey Eternal con­ migo en estas condiciones! d)

Resumiendo: El motivo principalísimo para seguir al Rey Eterna! es su misma persona, el ser El:

— "Tantus”, tan grande en Sí: Hombre-Dios, sapientísimo, santísi­ mo, potentísimo... y el ser a la vez — "Talis”, tan liberal y tan humano para conmigo: "liberal” de su honra, descanso, vida; "humano” hasta hacerse por mí hombre niño, pobre, compañero de armas... — Esta su grandeza, la hemos visto mirando a su Persona ya direc­ tamente, ya a través de su empresa y de las condiciones con que la propone. Motivo secundario para seguirle, es su empresa misma, o sea:

— la necesidad de ésta para mi salvación; — la necesidad de éxito en ella; — la grandeza del triunfo; — las condiciones honrosísimas para mi con que me la propone. P u n to 2.°

R espu est a

de lo s que t u v ie r e n

j u ic io

Los que tuvieren juicio:

— Se ofrecerán a cuanto sea necesario para no dejarse vencer de sus enemigos: la sensualidad y la soberbia; lo contrario seria locura: — porque con el Rey Eternal, van a la victoria; sin El, a la derrota;

120

SEGUNDA SEMANA

314

— en las meditaciones precedentes del Principio y Fundamento, pe­ cado. infierno, etc., propusieron ir a su fin último a costa de cual­ quier sacrificio; — y concibieron aborrecimiento sumo de todo pecado y de todo des­ orden ; — y de las tendencias desordenadas de donde aquéllos proceden. — También en esas meditaciones se ofrecieron a Cristo crucificado para cualquier sacrificio. Luego ahora deben ser consecuentes consigo mismos. 120.

P u n t o 3 .°

R e s p u e s t a de lo s que q u is ie r e n EN EL SEGUIMIENTO DE CRISTO

d is t in g u ir s e

Tomarán la ofensiva eontra sus afecciones desordenadas.

— Llenos de amor a Cristo. — no sólo se ofrecerán a resistir a la sensualidad y soberbia cuando éstas ataquen pidiendo lo ilicito; — sino que. por el deseo de seguir a Cristo, tomarán la ofensiva con­ tra ellas atacándolas aun en lo lícito; — y así "harán oblaciones de mayor estima y momento”, ofrecién­ dose a toda humillación y a toda pobreza en el seguimiento de Cristo. — Viendo el Rey Eternal en tanta humillación y en tanta pobreza, no les sufre el corazón quedarse ellos en comodidades y en honras. — Asi es como se han distinguido siempre los hijos de la Compañín en f*l seguimiento de Cristo. — Nuestra vocación exige en absoluto deseo vehemente de padecer con Cristo; sin esta determinación, apenas se puede decir de un jesuíta, que siga de veras a Cristo. A modo de Coloquio. "Eterno Señor de todas las cosas. Yo hago mi oblación.”

MEDITACION XIV

DI STRI BUCI ON DE LA M A T E R I A P A R A LA MEDI T ACI ON DI A RI A

DÍA 1.° A7.0 121 122 125 127 D ía 2.° D ía V

121 123 125 128

A-.° Í 2 /

124 Í 2 5

129

D ía 4.° Repetición. D ía 5.° D ía 6.°

Aplicación de sentidos. Fruto principal de esta contemplación: ¿V.° 726.

MEDITACION XIV

121.

Contemplación de la Encarnación Su empalme ideológico-afectivo con La contemplación del Rey Temporal \ Puesto delante de Jesucristo me detendré unos momentos (al tomar puntos o en las adiciones de la noche o de la mañana), a recordar cuán gran Rey es El en Sí como Dios y como hombre, y cuán liberal y humano para conmigo; hasta renovar en mí los sentimientos de aquella obla­ ción ”Eterno Señor de todas las cosas”, en la que me com­ prometí a seguirle adonde El me llamare y me ofrecí a lo más difícil. A aquella oblación mía responde ahora Jesucristo invi­ tándome a seguirle e imitarle en la contemplación de su Encarnación que ahora voy a hacer. ” E S P E D IR G RACIA A D IO S N U E S ­ T R O S E Ñ O R P A R A QUE T O D A S MIS I N T E N C I O N E S , AC C IO ­ NES Y OPERACIONES, SEAN PU RAM ENTE O R D E N A D A S E N S E R V I C I O Y A L A B A N Z A DE SU D IV IN A M A J E S T A D \ E s el anh elo suprem o de m i vida; si ahora q uiero m ed itar, es p a ra re a ­ lizarlo con m ayor perfección. O

ración

preparato ria.

,yD E LA COSA QUE T EN G O DE C O N T E M P L A R , Q U E E S A Q U I COMO L A S T R E S P E R S O N A S D I V I N A S M I R A ­ B A N T O D A L A P L A N IC IE O R E D O N D E Z D E T O D O E L M U N ­ DO L L E N A D E H O M B R E S . Y COMO V I E N D O Q U E T O D O S D E S C E N D I A N A L I N F I E R N O — p u n to 1.°; S E D E T E R M I N A EN L A SU E T E R N I D A D Q U E L A S E G U N H

1

isto r ia .

Not. n. 111, 9.

SEGUNDA SEMANA

318

121

DA P E R S O N A S E HAGA H O M B R E P A R A S A L V A R E L G ENE­ R O HU MANO — punto 2.°; Y A S I , VENIDA LA P L E N I T U D D E L O S T IE M P O S, E N ­ V IAN D O A L ANGEL S A N G A B R IE L A N U E S T R A S E Ñ O R A . . . L A SA LU D O DICIENDO: DIOS T E S A L V E , L L E N A D E G R A ­ CIA; CONCEBIRAS EN TU V IE N T R E , Y P A R I R A S UN H IJ O ... RESPO NDIO N U E S T R A SE Ñ O R A ( H E A Q UI L A S I E R V A D E L SEÑOR; CUMPLASE EN MI SEGUN TU P A L A B R A ) ” — p u n ­ to 3. [102. 2421. AQUI S E R A V E R L A G R A N D E CA­ PACIDAD Y R E D O N D E Z D E L MUNDO, E N L A CUAL E S T A N T A N T A S Y T A N D I V E R S A S G E N T ES. A S I M ISM O D E S P U E S P A R T I C U L A R M E N T E LA CASA Y A P O S E N T O D E N U E S T R A SEÑORA EN LA CIUDAD DE N A Z A R E T ” [103]. C o m p o s ic ió n

de

ligar

.

P etición.

S E R A AQUI D E M A N D A R CON OSC IM IEN TO IN­ TERNO DEL SEÑOR. QUE POR MI S E HA HECHO H O M B R E ”. "Interno" con relación a Cristo, o sea que p enetre hondo: en el m ar sin fondo de las perfecciones del hom bre-D ios; en las «investigábales divitias Christi» 2, riquezas de Cristo im ­ posibles de ra stre a r; «quae sit latitudo et longitudo et su blim itas et p ro fu n d u m ; swj*. eiiam superem inentem scientiae c aritatem Christi» % cuái sea su anchura y longitud y a ltu ra y p ro fu n d id ad ; y conocer, cosa que sobrepuja todo conocim iento, la carid ad de Cristo. También " interno” con relación a mí, o sea que penetre hon­ do en mi entendim iento inundándolo de luz que rebose hasta el sentim iento; de luz de arriba, don del E spíritu Santo; de luz-calor, que me abrase en caridad de C risto; de luz-sabor, que me haga gustar in tern am en te la verdad de Cristo. "PARA QUE MAS L E A M E ”, a lo San Pedro, a lo San Pablo, a lo Javier... con un am or que me saque de mí y me transform e en Cristo, para que le imite "Y L E SIGA ’’ hasta !.j cruz y la m u erte; hasta poner ”m i m a-

z Kph. 3, 8. Kpli. 3. 18-19.

LA ENCARNACIÓN

122

319

y mi m ás intenso oficio en buscar la m ayor abnegación y continua m ortificación” por acom pañar a Cristo; que ya no sea yo quien viva, sino Cristo quien viva en mí *. yor

122.

PUNTO PRIMERO

Miseria del mundo y del hombre dejado a sus afecciones desordenadas. Necesidad de la Encarnación I ”VER LAS PERSONAS... DE LA HAZ DE LA T I E R R A E N T A N T A DIVERSIDAD ASI EN TR AJE S COMO E N GES­ TOS, UNOS BLANCOS Y OTROS NEGROS. UNOS E N PAZ Y OTROS EN GUERRA, UNOS LLORANDO Y OTROS RIENDO, UNOS SANOS Y OTROS ENFERMOS, UNOS NASCIENDO Y OTROS MURIENDO, ETC ” [106],

”V E R L A S P E R S O N A S ... DE LA H A Z DE LA T IE R R A el m undo, los hombres. Todos hijos de un mismo padre; padre un tiempo nobilísimo pero que prevaricando se degradó a si mismo de su altísim o es­ tado y nos engendró a todos sus hijos también degradados; ;y en qué extrem o de degradación, oh cielos! ¿Qué fuera de nos­ otros sin Redentor? P or dicha nuestra se nos prometió este Redentor desde el p rin ­ cipio del m undo; pero ¡ah! los hombres se olvidaron bien pronto de Dios y aun de los castigos divinos del diluvio y del fuego. Es elegida una familia de la que nazca un pueblo escogido para depositario de las promesas divinas; mas este pueblo ¡a qué estado vino con el tiempo!

Ahora, después de cumplida la obra de la redención, ¡cómo están los hom bres! Prueba patente de la miseria extrema de la naturaleza h u ­ m ana, que impregnada de aficiones desordenadas no puede 4

Not. n. 172. 3-4.

320

SEGUNDA SEMANA

122

m antenerse en el recto uso de las c ria tu ra s sin auxilio podero­ sísim o de Dios. EN T A N T A D I V E R S I D A D ... UNOS B L A N C O S Y O T R O S N E G R O S'’: o sea de razas m últiples, v ariad ísim as en color, tra ­ jes, vestidos, costum bres, civilización; pero todos igualmente degradados en su vida individual, fa­ m iliar y social... sabios e ignorantes, vestidos y desnudos, ricos y pobres, salvajes y cultos. Diversidad infinita, pero todos igu alm ente despreocupados de la rectitud en el uso de las criatu ras, igualm ente esclavizados a sus pasiones desordenadas; y, por tanto, todos igualmente necesitados de R e d e n to r que los rescate de sus pecados y los lleve a la lucha co n tra sus pasiones desorde­ nadas, causa de ta n ta m iseria. "UNOS E N P A Z Y O T R O S E N G U E R R A ”, pero unos y otros igualm ente entregados a sus desórdenes pasionales: al fu ro r y crueldad, pasiones de la g u erra: y a la vanagloria, lujo y sen­ sualidad, pasiones propias de tiem po de paz. "UNOS L L O R A N D O ”, éstos m uchísim os y la m ayoría sin m é­ rito por su m alicia y sin rem edio; "O T RO S R IE N D O ” con goces vanos, o con goces torpes de liviandades, espectáculos, bailes, glotonerías y em briagueces, p ara term inar todo ello en llanto. "USOS S A N O S ” abusando de su cuerpo p a ra q u e b ra n tar m ás los m andam ientos divinos; "O TROS E N F E R M O S ” sufriendo dolores acerbos y m olestias incomprensibles, sin resignación, sin esperanzas, sin m ás h o ri­ zonte ante sus ojos que las tapias del cem enterio. ”UNOS NASCIENDO” ya en pecado, y por eso en m iseria y llanto; ”OTROS M URIENDO” m ás en pecado y por eso en m ás m i­ seria y en más am argo llanto; y en medio, entre los que nacen y los que mueren ”otros viviendo”, pecando a m ás pecar como m áquinas de hacer pecados, ocupados por entero en satisfacer sus afecciones desordenadas; como si su destino fuera la b ra r a fuerza de pe­ cados, con trabajos inauditos, su propia desgracia tem poral y eterna.

122

321

LA ENCARNACIÓN

Así los hom bres por todo el m undo, ciegos, locos, p recip itán ­ dose en la m uerte y en el infierno. Y entre ellos yo, ciego con los ciegos, loco con los locos. ¡Pobre natu raleza hum ana! E stragada por sus afectos des­ ordenados, secuelas ellos del pecado y fuentes a su vez de nuevos pecados y desgracias; no tiene en sí m ism a principio de rege­ neración, si no viniere el Redentor. ”Esta consideración de la fealdad y malicia del género humano es de tanta utilidad que si se nos pasa la hora del ejercicio en este solo punto, no nos hemos de doler de este trabajo y de este tiempo.” — P. Roothaan.

II ”OIR L O QUE H A B L A N L A S P E R SO N AS S O B R E LA H A Z I)E LA T I E R R A ” [107]. ”E S A S A B E R , COMO H A B L A N UNOS CON OTRO S ’: casi nunca alabando a Dios, casi siempre a im pulsos de sus pasio­ nes desordenadas, o m ejor se dirá que las pasiones m ismas son las que hablan por boca de los hom bres: la soberbia dice, ”¿quién como yo?, para mi los demás son despreciables” ; la avaricia o am or desordenado de riquezas, inspira el 90 % de las conversaciones de los hombres; la lu ju ria ha de ser la salsa que dé gusto a la conversación h um ana; la ira rugiendo, aullando, hace de los hombres jau rías de fie­ ras contra otros hom bres; la gula, barbotea palabras de estupidez entre el vaho de los m an jares y la abundancia del vino; es el lenguaje de la bestia hum ana al sentirse harta. ¡ Oh qué vil es el hombre sin D ios! "COMO J U R A N Y BLA SF E M A N ". Porque sobre toda esta gri­ tería soez y brutal de unos hombres con otros, resuenan como un Irúen o infernal, el eco de las blasfemias con que el género hum ano saluda incesantem ente a su Creador. Esas blasfem ias vienen de los campos, de la ciudad, del hogar dom éstico; saltan de las páginas de los libros, de las pantallas
íi

322

SEGUNDA SEMANA

122

cesantes; el m undo es un blasfem adero; su lenguaje es el del infierno. Es que las afecciones desordenadas hacen del hom bre, para consigo y para con los hom bres, una bestia; y p a ra con Dios, un demonio. III "MIRAR LO QUE H ACEN L A S P E R S O N A S S O B R E L A H A Z DE LA T IE R R A [102]; ASI COMO H E R I R , M A T A R , IR A L IN F IE R N O , E T C ” [108]. ” H E R I R llagar, golpear, hacer sangre; ’T Ierir” : m olestar, estropear, hacer d añ o ... en el cuerpo, en el alma, en los bienes. ”H erir” h asta "M A TAR ” al adversario, hasta an iq u ilarlo : señores a sier­ vos, herm anos a herm anos, hijos a padres, pueblos a pueblos, razas a razas... en guerras espantosas, entre to rren tes de sangre y de lágri­ m as... por un pedazo de tierra, por u n bocado de c a rn e... como fieras, a zarpazos, a dentelladas, a cañonazos...

¡Esa es la hum anidad creada por Dios N uestro Señor p ara ala­ barle, reverenciarle, servirle, y m ediante esto, salvar el alm a! En el plan de Dios habíam os de pasar por la tierra como carava­ nas
123

LA ENCARNACIÓN

323

El m u n d o necesita en absoluto de Nuestro Señor Je su cr isto para no pudrirse por ferm entación de sus propias pasiones.

¡Eso mismo es de sí cada hom bre sin C risto!: una apostem a torpísim a de pecado, que lleva en sus propias tendencias desor­ denadas un principio activísim o de corrupción m oral. El individuo, lo m is m o que la sociedad h u m a n a , necesita en absoluto de Cristo para librarse del pecado, im ponerse al desor­ den de sus afecciones desordenadas y elevarse al altísim o fin a que está destinado. Cada ejercitante lo ha comprobado en sí mismo. Al exam inar su pasado en la prim era semana de ejercicios, ha hallado que su vida fué de fervor o de tibieza, o de pecado y aun de vicio, en la misma medida en que él vivió alejado de Jesucristo; y al contrario que ella fué inocencia, fervor, \iriu d y cantidad a la par de su unión con Cristo. Según esto el apostolado de la Compañía para salvar al mundo ha de ser, llevarle a Cristo metiéndoselo en las entrañas. Eso es lo eficaz; y lo demás, instrucción, bienestar, civilización y cul­ tura por sí solas no bastan. Sin Jesucristo el m u n d o se muere sin re m e d io ; en cam bio con inyecciones de cristianism o, aun las m asas ateas del m aterialis­ mo más grosero volverán ciertam ente a la vida. N uestra activi­ dad apostólica social tanto tendrá de eficacia cuanto sea la dosis que contenga de Cristo. 123.

PUNTO SEGUNDO

Decreto de la Encamación I 'VER y c o n s i d e r a r l a s t r e s p e r s o n a s d i v i n a s COMO EN EL SOLIO R E A L O TRONO DE LA SU DIVINA M A ­ J E S T A D , COMO MIRAN TODA I A H A Z Y R E D O N D E Z D E LA TIERRA Y TODAS L A S G EN T ES'9, a todos los hom bres y a cada uno de ellos (1001; "EN T AN TA CEGUEDAD ” o ignorancia de Dios y de su des­ lino durante la vida;

324

SEGUNDA SEMANA

123

”Y COMO M U E R E N " sin volverse a Dios ni en aquel m o­ m ento; ”Y D E S C IE N D E S A L 1 S F I E R N O ” todos los de todos los tiem ­ pos; porque consideram os aqui que Dios les está m iran d o sin suponer la redención, o sea viendo lo que serían de sí m ism os abandonados a sus fuerzas y a sus aficiones desordenadas. II "OIR... LO QUE DICEN L A S P E R S O N A S D IV I N A S , E S A SA BER , HAGAMOS R E D E N C IO N D E L G E N E R O HUMAS O " [107], Acaba Dios de a rro ja r a los infiernos a m illones de Angeles por haber hallado en ellos u n pecado; y vuelve su m irad a justiciera a nuestro planeta p ara deliberar lo que h a de hacer con el linaje hum ano, al cual encuen tra hecho u n a postem a de pecado. "¿Qué hacem os de los hom bres” , se p reg u n tan las Personas Augustísim as de la Santísim a T rinidad. Les condenam os como a los Angelas? — "Nada perdem os con a rru in a r p ara siem pre al lin aje h u m a­ no, quienes nada hemos perdido con deshacernos de m illones de Angeles, cada uno de los cuales vale por m uchos hom bres.” "¿Les perdonam os graciosam ente sus innum erables, gravísi­ mos Decados?” —"Pero qué adelantam os con esto, si en seguida estarán otra vez tan en pecado como antes; si grav itan hacia el pecado como la piedra hacia su centro; si su n atu raleza está am asada con ferm ento de pecado. ¡Oh sí, la natu raleza h u m an a es u n a gran m iseria física. -.Hitad ángel m itad bestia, y una m iseria m oral como infinita!” ”Pues entonces, siendo ella tan gran m iseria que apenas cabe otra mayor, ¿no podríamos tomarla por eso m ism o , como objeto de nuestra misericordia infinita? M isericordia es com pasión de la m iseria ajena; luego la m isericordia infinita requiere para desplegar toda su virtualidad una m iseria cuasi infinita. ¿Por qué, pues, no tom ar a la naturaleza hum ana por el cam po de nuestra M isericordia infin1la ?” —«Bien; sea así, ”HAGAMOS R EDEN CION D E L GENERO HU­ M A N O ” y planeemos esta redención con la m agnificencia que corresponde a nuestra M isericordia Infinita.»

123

LA ENCARNACIÓN

325

”¿Les perdonarem os, pues, graciosam ente todos sus in n u m e­ rables gravísimos pecados?” — ”Por de pronto; pero esto es m uy poco para nuestra m isericordia infinita.” ”Y que este perdón no sea una m era im putación extrínseca, sino que se haga por renovación interna de sus alm as, i n fu n d i é n ­ doles gracia santificante , que les haga participantes de la n a tu ­ raleza divina, hijos adoptivos de Dios con adopción intrínseca, seres verdaderam ente divinizados.” — "Conforme, pero tan gran divinización es aún poco para nuestra m isericordia infinita.” ”Pues descendamos además las tres Personas de la Santísim a T rinidad a vivir dentro del hom bre en gracia, como huéspedes perm anentes en unión de am istad m utua con él, haciendo de su alm a nuestro cielo.” — ”Muv bien, pero esta aproxim ación del hom bre a la Divinidad es todavía poco pa/a nuestra m isericor­ dia infinita.” ”Pues ea, hágase lo sumo que cabe hacer: que el Verbo asum a en unidad de persona consigo a un hom bre de suerte, que le haga real y verdaderamente Dios y El se haga real y verdaderam ente hom bre.” — ”Muy bien; ¡hacer a un hom bre Dios! Es la sum a divinización posible; esto es lo digno de nuestra misericordia infinita.” * ”¿Y a los demás hombres? ¿Unirles con el Hombre-Dios, no con una unión m eram ente extrínseca como la que tienen entre sí los miembros de una misma familia, sino con una unión in­ trínseca y apretadísim a; la que tienen los miembros con la cabeza, la vid con los sar­ mientos, de suerte que formen con él un solo ser; con una m ism a vida, la vida de la gracia; con una m ism a alma, la Santísim a T rin idad?” — ”Muy bien, también esto es digno de nuestra m ise­ ricordia infinita.” "Más; ¿que este Dios hum anado, tom ando sobre Si los peca­ dos de los hombres y cediéndoles a ellos sus propios m éritos, satisfaga en rigor de justicia por las prevaricaciones de todo el m undo; y que bastando para el rescate'una gota de su saugre la derram e toda, de suerte que donde abundó el delito sup erab u n ­ de la gracia con exceso también infinito?” "Magnífico; tam ­ bién esto es digno de nuestra m isericordia infinita.” ” Más, a este Hombre-Dios pongámosle en el pecho un corazón

326

SEGUNDA SEMANA

123

de carne que sea el órgano por a n to n o m a sia de nu es tra miseri­ cordia infinita , en el que encerrem os tesoros infinitos de bon­ dad, caridad, paciencia, longanim idad, p a ra que sea refugio de los pecadores, abism o de todas las virtudes, de cuya plen itu d reci­ ban todos.”

"Más, ju n to a este Corazón divino, form ado por el E spíritu Santo con sangre de Virgen, pongam os el de su Madre Santísim a y Madre de todos los hom bres; para que entre los dos, entre abrazos y providencias p atern a­ les, hagan la redención y realicen la salvación de los pobrecitos hom bres." — "Magnífico, com pleto. Así la elevación del hom bre queda restau rad a en Cristo a a ltu ra inconm ensurable sobre la elevación prim itiva; y la gloria de Dios no sólo rep arad a, sino elevada al grado digno de la divinidad, al que ja m á s hubieran podido llegar en la elevación prim itiva, aunque h u b ieran sido santísim os, todos los hom bres ju n to s.” "H A G A M O S” de esta m anera ”R E D E N C IO N D E L GENERO H U M ANO ” [107]. Gracias, oh Padre Eterno, por vuestra infinita caridad para con el mundo. «Sic Deus dilexit mundum ut Filium suum Unigenitunf daret» 5, así amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo Unigénito. Gracias, oh Unigénito del Padre, que te dignas descen­ der del cielo y hacerte hombre para redimir con tu san­ gre al mundo. «Maiorem hac dilectionem, nemo habet ut animam suam ponat quis pro amicis suis» 6, nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos. Gracias, oh Espíritu Santo, amor increado con que el Padre y el Hijo aman al mundo. «Veni Domine, noli tar­ dare; relaja facinora plebi tuae» 7. Ven, Señor, no tardes; rompe los lazos de iniquidad que atan a tu pueblo. ¡Oh alma mía! Por la misericordia infinita de DiosPadre, de Dios-Hijo y de Dios-Espíritu Santo tienes en tu mano la salvación, tienes en tu mano el ser santo. ’R E F L E C T IR PARA S A C A R ALG U N P R O V E C H O ” . a) Yo soy objeto de la misericordia infinita de Dios, y m is miserias .>o. 3, 14. * Jo. 15, 13. Jn Miss,t Dom. IV adv. in ¿tllcluyn.

124

LA ENCARNACIÓN

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son infinitam ente m ás pequeñas que los tesoros de su m ise ri­ cordia. La m iseria atrae a la m isericordia como el im án al hierro, como la enferm edad al médico, como el niño a la m adre. El niño recién nacido es objeto de la bondad de la m adre; cuanto más débil y más enfermo se halle, m ás caído y m ás nada sea, con tanta más confianza puede acu d ir a su m adre.

Por tanto todas mis m iserias, por grandes que ellas sean o hubieran sido, no deben ser parte para que yo deje de a sp ira r a alabar, re­ verenciar y servir a Dios con la altísim a perfección propia de la Compañía a que soy llamado. b) También los pueblos gentiles, los sin Dios, las grandes m asas de ateos y com unistas son objeto de la m isericordia de Dios; y tam bién sus m iserias son infinitam ente más pequeñas que los tesoros de la m isericordia divina. Instrum ento yo de esa Misericordia Infinita para la salvación de esas masas, no puedo inhibirm e por pusilanim idad de esta em presa en mis oraciones, en mis sacrificios, en mis planes y en mis ofrecimientos. — Ante las dificultades ingentes de su conver­ sión no puedo achicarme, porque debo pensar que m ás es lo que puedo yo. ¿Lo hago así? ¿Vivo como quien tiene conciencia del talento que se me ha confiado? — ¡Quizás lo tengo soterrado, víctima de un desaliento sin fundam ento que Dios condena! Alentémonos porque el remedio que se nos da es infinitam en­ te más potente que la enferm edad; y el tesoro que se nos m anda del cielo, es infinitam ente mayor que nuestra deuda. 124.

PUNTO TERCERO Ejecución de la Encarnación

"V E R l o q u e h a c e s L A S p e r s o n a s D IV IN A S , ES A S A BER, OBRANDO LA SANCT1S1MA ENCARNACION" [108].

l.° «Verbum caro factum est» s. Como si el sol se em peñara un día en recoger sus rayos y esconderlos en su seno h a sta * Joan. 1, 14.

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SEGUNDA SEMANA

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volverse un cuerpo oscuro; así el Verbo recoge un día, hace 1.950 años, los esplendores de su m ajestad infinita; y "propter nos hom ines et p ro p ter n o stram salutem deseendit de coelis”, descendió de los cielos al m undo de la m ateria, ai de nuestras estrellas, hasta nuestro sol, h asta n u e stra tierra, átom o insignifi* cante en el universo; y en la tierra va a una aldea desconocida, N azaret; y en Na­ zaret, a una casa de pobres... y se detiene a su pu erta, m ien tras un Arcángel se adelanta a suplicar en trad a. Es que allí hay una V irgen que ora con gemidos inenarrables, cuya voz oyó el Verbo desde el cielo y por E lla h a acelerado su venida. "Venid, Señor; no tard éis; que la h u m an id ad sin Vos esm uy desgraciada. Tom adla, Señor, por el objeto de v u estra m i­ sericordia infinita; venid, no tard éis.” El Angel, interrum piéndola en su oración, la salu d a: ” Dios te salve, M aría; llena eres de gracia, el Señor es contigo. H a oído tu oración y aguarda tu consentim iento. ¿Q uieres ofrecer tu san­ gre para form ar con ella la víctim a hum ano-divina que a su tiempo consum e en la cruz la obra expiatoria de la redención? Todo será sin detrim ento de tu virgin id ad .” — ”He aquí la escla­ va del Señor; si esa es su voluntad, hágase en m í según tu pa­ labra" 9. Y en aquel mom ento, de la pu rís im a sangre de esta Señara f o r m ó ; l Espíritu San to un cuerpo perfectísimo; creó de la nada nn a l ma y la unió a aquel cuerpo; y en este mismo instante a este cuerpo y alm a se unió el Hijo de Dios; de suerte que el que antes era sólo Dios, sin d ejar de ser Dios quedó hecho hom bre; y el que hubiera sido sólo hombre» sin dejar de ser hombre quedó hecho Dios. ¡Un abruzo apretadísim o en el seno de María, el más apretado que puede darse, de Dios con el hom bre y del hom bre con Dios! R E F L E C T IR P A R A S A C A R ALGUN P R O V E C H O ”. El R e ­ dentor es Dios hecho Hombre: es decir, el poder subsistente infi­ n ito — la sabiduría subsistente infinita — la santidad subsistente infinita... encerrados en un corazón de carne capaz de cariño y de ter­ nura, de abrazar a i »s que lloran y de llorar con ellos.
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Ya' tiene la Misericordia divina, en el Corazón de Jesús, ór­ gano adecuado para desplegar sobre las m iserias del hom bre la potencialidad inefable de su com pasión infinita. ¡Qué milagros de bondad no podemos esperar de este Cora­ zón hum ano-divino, dotado de poder infinito y abrasado en a n ­ sias de nuestro b ie n !

Ya tengo en mi mano el alabar, hacer reverencia y servir a Dios mi Señor, con la gran perfección propia de la Com pañía; y la rectitud de santo en el uso de las c ria tu ra s; y la victoria aplastante sobre mis aficiones desordenadas. Renovaré con todas las veras de rni alm a n uestro ofrecim ien­ to de seguirle en oprobios, en hum illación y en pobreza: "E terno Señor de todas las cosas, yo hago mi oblación, 610...” 2.° «Semetipsum exinanivit» 10, se anonadó a S- mismo. El Verbo tom a estado en el cual deja los esplendores dei cielo — la magnificencia de su trono — las adoraciones y aclam aciones de su corte... para sepultarse en la tierra — en un pueblecito — en casa de pobres — en el seno de una Virgen — ;9 meses, 30 años! Veía la form a de Dios — las apariencias propias de la Ma­ jestad subsistente infinita — de la sabiduría subsistente — del Poder in fin ito — de la perfección absoluta... para tom ar la forma de siervo o criatu ra — y no de criatu raAngel, sino de criatura-hom bre — y no de hom bre perfecto, sino de rudim ento de hombre. ¡Descenso de más alto — a más bajo — y m ás vertical o rá ­ pido es imposible! »Propter nos homines et propter nostram salutem descendit» u, por nosotros los hombres y por nuestra salvación des­ cendió: por mi am or "descendió", para satisfacer por mis pecados de vanidad y soberbia; por mi am or "descendió”, para anim arm e a la lucha contra mi yo sensual y soberbio; por mi am or "descendió", para acom pañarm e en mi h u m illa­ ción; porque no le perm itía el corazón gozar El en el cielo de la l»hil. 2. 7.

11

Symh. Nie.

SEGUNDA SEMANA

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gloria que le corresponde, sin acom pañarm e en el estado de hum illación y dolor de que me he hecho m erecedor por mis. pecados. " R E F L E C T i R P A R A S A C A R A L G U N P R O V E C H O E sta h u ­ m illación infinita del Verbo trasciende al Corazón h u m a n o de Jesús y lo convierte en un abism o de h u m i l d a d ; El se da cuenta de su estado de abatim iento en el seno de M aría y lo abraza con am or; con el mism o am or acepta desde entonces las hum illacio­ nes horribles de la pasión.

Mi corazón es una apostem a de aficiones desordenadas que rezuma soberbia por todas partes. Lo a rro ja ré en el Corazón de Jesús que es un abism o de hum ildad. El am or a la hum illación es frecuentem ente el rubicón en el seguim iento de C risto; sus aguas son m enos am argas, si las paso' en el Corazón de Cristo. ;Oh Corazón sagrado de Je sú s!, haced m i corazón sem ejante al vuestro. Quiero orientarm e decididam ente hacia la h u m illa­ ción; quiero descender ráp id am en te de lo m ás alto en que m e halle, a lo más bajo donde me pueda hallar. Desde ahora para siem pre mi norte ha de ser la hum illación; mi m ayor y mi m ás intenso oficio buscar en pos de Cristo la hum illación. «Ut nos divinitatis suae tribueret esse participes» 12, n uestra unión con Dios en Cristo, fuente de nuestra santidad. En la Encarnación, la H u m a n id a d de Cristo quedó u n id a cotí el Verbo en unidad de persona. No era Ella de sí más santa que cualquier otro hom bre; pero puesta esta su unión personal con el Verbo, ya se le debía san­ tidad sobre toda m edida; que nadie puede alcanzar «quae sit (eius) latitudo et longitudo et sublim itas et profundum » 13. En la Encarnación, nosotros quedam os unidos al HombreDios como los miembros con su cabeza, como la vid con los sa r­ m ientos. P or nosotros nada podemos en el orden de la san tid ad ; pero puesta esta nuestra unión con Dios en Cristo, m ediante el bau12 1S

Eccl. in l’raef. de Areens. Enh. 3. 18.

124

LA ENCARNACIÓN

331

tismo y la gracia «omnia possum in Christo» w, la santidad p ro ­ pia del cristiano está en nuestra m ano. Por el sacerdocio quedamos unidos de modo especialísim o con Cristo. De nosotros no somos más santos que cualquier otro fiel c ris­ tiano; pero puesta esta nuestra unión m ás apretada con Dios en Cristo, se nos dan gracias especialísim as de santidad porque así lo exige la dignidad de Nuestro Señor Jesucristo. Con 1.a ayu­ da de estas gracias, la altísim a santidad sacerdotal está plena­ m ente en nuestra mano. Por nuestra vocación a la Compañia quedam os, con nuevo lazo apretadísim o, unidos con Dios en Cristo. De nosotros mismos no somos más aptos, antes m uchas veces menos dignos que otros; pero nuestra unión tan intim a con Cristo, m ientras por la m isericordia de Dioí •: Ha dure, nos trae gracias preciosísim as específicas para conseguir la santidad de la Compañía y realizar su apostolado. ”R E F L E C T IR PA RA SACAR ALGUN P R O V E C H O N uestro esfuerzo por ser santos se ha de concretar en estrechar m ás y más nuestra unión con Dios en Cristo: la unión de gracia, creciendo en ella cada m om ento; la unión de entendimiento, conociendo cada día m ás a Cristo en la m editación diaria; la unión de voluntad conformando cada dia más nuestro que­ rer con el de Jesucristo; la unión de afecto amando más y más a Cristo en la Comu­ nión, en la vida de Sagrario, en una vida interior continua de intensa caridad en medio de las ocupaciones. ”OIR LO QUE H A B L A N

n) La primera palabra de Jesús-Hombre al Eterno Padre, el prim er latido de su corazón. En el momento m ism o de su con­ cepción entendió Jesús que el destino prim ario del Hombre-Dios, ni venir al mundo, era ante todo hacer la voluntad de su E terno Padre. «In capite libri scriptum est de me u t facerem voluntatem luarn» en el sello del libro está escrito de m í: Hacer tu vo­ luntad. H **

I’h. 4. 13. Ps. 39, 8-9.

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SEGUNDA SKMANA

124

«Deus meus, me delectat, et lex tu a in praecordiis meis» Dios mío, me deleita, y tu ley está en m is en trañ as. Desde entonces la ocupación de Jesú s fué en todo m om ento hacer la voluntad de su P ad re; su m an jar y bebida, la V oluntad de su P a d re ; trab ajará o descansará, hará m ilagros o se em pleará en hacer bancos de m adera, irá a la Pasión o se quedará en la E u c a ristía ..., según sea la Voluntad del Eterno Pudre. b) La prim era palabra de Jesús-H om bre p ara nosotros. El prim er latido de su Corazón para los hom bres. Desde su concep­ ción tuvo Jesús-H om bre visión in tuitiv a de la E séncia D ivina y conoció la grandeza del beneficio que a El se le h ab ía dispensado en hacerlo verdadero Dios. Ante esta realidad infinita de tanta perfección absoluta y re­ lativa. estalló en aquel corazón nobilísim o, u n incendio de am or hacia la Divinidad que le llevó a los m ás heroicos ofrecim ientos: "Oh Padre, ¿qué puedo hacer yo por Vos? ¿No p udiera yo d a r mil vidas por V os?” Aceptó la oblación el Padre, pero: ”Yo no necesito tu sangre, le responde; mas sí la necesitan los hom bres, tus herm anos, y para salvarlos se te ha hecho Dios. E ncauza hacia ellos ese tu incendio de am or.” Y entonces aquel fuego de caridad que subía del Corazón de Cristo ai Padre, como reflejándose en el Corazón del Padre, vol­ vió hacia la tierra, cayendo sobre los hom bres y dejándonos en ­ vueltos en sus ardores infinitos. El amor con que nos am ó Cristo es, pues, el m i s m o con que ornó al Eterno P a d re; su m edida no la dan nuestros m éritos, sino lo que se debe al Eterno P adre; la santidad de Cristo; la gratitud de Cristo para con la D ivinidad; la bondad infinita del Corazón de Jesús, órgano de la m iseri­ cordia infinita de Dios para con los hom bres. Desde el principio Jesús nunca se ve a Sí m ism o solo, sino unido con nosotros como la cabeza con sus m iem bros. A nosotros nos ve pobres, incapaces de elevarnos a la gracia i rel="nofollow">s. :vj.

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LA ENCARNACIÓN

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ni de satisfacer por nuestros pecados; a Sí m ism o se ve infinita­ m ente rico, hecho Dios para divinizarnos a nosotros. E ntre nosotros están también las m asas de hoy alejad as de la Iglesia; tam bién ellas son m iem bros de Cristo o llam adas a serlo. ¿Qué sacar de aquí? Confianza ilimitada en el Corazón de Jesús; aspiraciones a la más sublime santidad de nuestro In sti­ tuto, puesta nuestra confianza en el Corazón de Cristo; y asp i­ raciones a la conversión del mundo. Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío. 3.° «Ecce Ancilla Dominio 17. A las alabanzas del Angel reac­ ciona la Virgen María con un acto de profundísim a h um ildad: ”Yo de mí soy nada; soy criatu ra; Dios es mi Creador; soy ser por participación y Dios es el ser fontal... Por tanto yo no soy más que una esclavita del Señor.” El Corazón de María, lo m ism o que el Corazón de J e sú s , son un abismo de hum ildad; Ellos son nada, Dios lo es todo; para ellos nada, para Dios todo. Tal es tam bién el espíritu de la Compañía; culm ina en el ter­ cer grado de hum ildad; nuestra virtud característica es la obe­ diencia; su práctica implica un ejercicio continuo de profunda hum ildad. Por tanto mi corazón no será el de genuino jesu íta m ientras no sea en esto como el de Jesús y María. ¡ Oh Corazón am antisim o de Jesús, oh Corazón dulcísimo de María, haced mi corazón se­ m ejante al vuestro! 4.° «Fiat mihi secundum verbum tuum* J\ Ser m adre de Dios o no serlo; que la altísim a dignidad de la m aternidad divina, con todas sus magníficas prerrogativas de gloria y poder, venga a mí o vaya a otra... son para mí valores secundarios ante el valor sumo, absoluto que tiene la Voluntad divina. P ara María, como para Jesús, la quintaesencia de su sa n tid a d asombrosa está en el cumplimiento de la Voluntad divina. Pues el fin de la Compañia es reproducir integram ente de la m anera más perfecta posible la santidad de Jesús y M aría; ante 17 ••

Le. 1, 38. Le. 1. 38.

334

SEGUNDA SEMANA

125

todo, habrem os de poner la esencia de la san tid ad donde ellos la pusieron, o sea en el cum plim iento de la V oluntad divina. Mi destino es alabar, hacer reverencia y serv ir a D ios: a las cinco levantándom e, a las seis orando, m ás ta rd e estudiando, predicando, organizando... a las doce d e sc a n sa n d o ...; esta varie­ dad no es más que diversos m odos de cu m p lir la V oluntad divina. La obediencia es n u estra v irtu d característica, an te todo p o r­ que es el medio general m ás fácil y seguro de d escu b rir en cada m om ento la V oluntad divina. "EN FIN, H A S E D E H A C E R UN COLLOQUIO P EN SAN D O L O QUE DEBO H A B L A R A L A S T R E S P E R S O N A S DIVINAS, O A L V E R B O E T E R N O E N C A R N A D O , O A L A M A ­ D RE Y SE Ñ O R A N U E S T R A , P ID IE N D O SE G U N QUE E N S I SINTIERE, P A R A M A S SEG UIR E I M I T A R A L S E Ñ O R N U E S T R O ”, pues éste es el fin de toda la contem plación, seguir e im ita r a Cristo Nuestro Señor "A SI N U E V A M E N T E E N C A R N A D O , DICIENDO UN P A T E R N O S T E R ” [109]. ”E L COLOQUIO S E H A C E P R O P I A M E N T E H A B L A N D O ” dialogando; hablo yo y responde el Señor, habla El y respon­ do yo: " A S I COMO UN AMIGO H A B L A A O TRO , UN S I E R V O A SU SE Ñ O R , CUANDO PIDIENDO ALG U NA COSA, CUANDO CUL­ PANDOSE POR ALG U N M A L HECHO, CUANDO COMUNICAN­ DO SUS COSAS O QUERIENDO CONSEJO E N E L L A S ; Y P E D IR UN P A T E R N O S T E R ” [54]. 125.

C o lo q u io .

126

LA

126.

335

e n c a r n a c ió n

FRUTO PRINCIPAL DE ESTA CONTEMPLACION

En el e n te n d i m ie n t o : m ayor conocim iento interno del H om bre-Dios, de su am or a los hom bres y de su entrega a la hum illación y pobreza por nuestra salvación. C onvencim iento de la necesidad que tenem os de Cristo para poder vivir san tam ente; y del poder invencible que tenem os en El para realizarlo. En el corazón: m ayor amor a su Persona; más confianza en su bondad; más en tu siasm o por su seguim iento más ansias por El.

de heroísm o

En la vo l u n ta d , más resolución firme de seguirle a donde E1 nos llam are, en h u m illación y pobreza.

Examen de ese fruto. ¿Se ha hecho realm ente mayor en esta contem plación, mi cono­ cim iento y estim a de Cristo? ¿M ayor mi entusiasm o por El? ¿Mayor m i resolución de seguirle, y m ás concretada en algo m alo que deba yo evitar en m í o en algo bueno que deba perfeccionar? Tam bién he debido crecer en aliento para cosas arduas por Cristo; porque saboreando en la aplicación de sentidos la suavidad y d ul­ zura de su alm a en las tribulaciones y trabajos, bien puedo esperar algo de esa suavidad y dulzura en los m íos, si los sufro por Cristo.

127.

ESQUEMA DE LA MEDITACION XIV

La Encarnación Pres. de Dios y Orac. prep. — Historia. — Comp. de lug. — Petición P u n t o 1.°

a)

N

e c e s id a d

de la

E n c a r n a c ió n

”Ver las personas... de la haz de la tierra”.

l.° En el transcurso de los tiempos: — Dios crea a Adán en gracia santificante y en posesión del paraíso terrenal para sí y para sus hijos; pero Adán nos lo pierde todo pecando, ¡víctima de afección desordenada! — A la humanidad así caída Dios promete en seguida Redentor; pero los hombres se olvidan de esta promesa, ¡extraviados por afec­ ciones desordenadas! — Dios elige entonces un pueblo para depositario de la promesa y le prepara para ella por régimen extraordinario de milagros; pero también este pueblo se desorienta; ¡por aficiones desordenadas! — Dios, constante en su plan, redime por fin al mundo; pero mu­ chísimos hombres, por no acercarse a Cristo, siguen a la perdi­ ción ¡arrastrados por afecciones desordenadas! — Lutgo el hombre sin Cristo no puede dominar sus pasiones des­ ordenadas. 2.° En cada momento: — ”Ver las personas... en tanta diversidad” de color, posición, cul­ tura..., pero todas igualmente extraviadas de su fin último ¡por afecciones desordenadas! — ”Unos en paz, otros en guerra” ; ”unos llorando, otros riendo...” ; pero todos igualmente pecando ¡por aficiones desordenadas! — ”Unos sanos, otros enfermos” ; ”unos nasciendo, otros muriendo” ; otros viviendo...; todos envueltos en pecados ¡por aficiones des­ ordenadas! — Luego la humanidad en general y cada hombre en particular ne* cesitamos de Cristo para vencer nuestras pasiones desordenadas, b)

”Oír lo que hablan” las personas sobre la haz de la tierra. — Su lenguaje no es casi nunca alabando, reverenciando a Dios;

!

128

LA ENCARNACIÓN

337

— sino el lenguaje de la soberbia, avaricia, lujuria... y demás pasio­ nes desordenadas; también — "juran y blasfeman” de Dios su fin último, en lugar de alabarle y reverenciarle. c)

”Mirar lo que hacen”. — "Herir” unos a otros, a impulsos de sus pasiones desordenadas; — ”Matar”-se hermanos a hermanos, pueblos a pueblos...; — ”Ir al infierno” para siempre jpor afecciones desordenadas! — Tal es el mundo sin Cristo: una apostema ingente de pasiones desordenadas; — tal es cada hombre sin Cristo; — tal soy yo sin Cristo; — Dadme, Señor, ansias de conocer y amar a Cristo para que pueda sobreponerme a mis afeccionrs desor­ denadas.

128.

P

unto

3.°

D ecreto

de la

E n c a r n a c ió n

a)

”Ver las tres Personas Divinas... como en el su trono real”; — cómo miran a los hombres de toda la tierra, lo que serían sin Cristo; — ¡viviendo mal, muriendo mal y condenándose! — i esclavos de sus afecciones desordenadas!

b)

”Oír lo que dicen” las Personas Divinas a la vista de tan gran miseria: — Determinan tomarnos por el objeto de su misericordia infinita; — y se ponen a planear una ordenación espléndida en consonancia con su misericordia infinita. — Lo primero ha de ser, dicen, que la justificación del hombre no sea por imputación meramente extrínseca; sino por infusión de gracia santificante; — y que a las almas asi justificadas descienda la Santísima Trinidad a morar en ellas con amor de amistad. — Más: a uno de esos hombres hagámosle Dios uniéndole hipostáticamente con el Verbo; / esto es ya digno de nuestra misericordia infinita! — y a los demás unámoslos con el Hombre-Dios con unión tan es­ trecha como la de los miembros con su cabeza. — Más; que este Hombre-Dios muera en cruz para reparar a la justicia divina con exceso infinito por los pecados de todos los hombres;

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SEGUNDA SEMANA

129

— y que después permanezca en la tierra hasta el fin del mundo en miles de altares para renovar cada día su sacrificio. — y para que hecho pan y vino sirva a los hombres de alimento. — Más; en su pecho pondremos un corazón de carne en el que en­ cerremos los tesoros inagotables de nuestra misericordia infinita para con los hombres. — Más; les formaremos una ”Madre de misericordia” en cuyas ma­ nos pongamos las gracias de salvación para todos los hombres. Todo aprobado. — Y pronunciaron el Decreto: ”Hagamos de esta manera la reden­ ción del género humano ” c)

" R eflectir”.

— Yo soy objeto de la misericordia infinita de Dios; y mis miserias son infinitamente más pequeñas que la misericordia de Dios con­ migo. Luego bien puedo aspirar en Dios a la gran santidad de la Compañía. — También los ateos, comunistas... son objeto de la misericordia de Dios; y sus miserias son infinitamente más pequeñas que la mise­ ricordia de Dios hacia ellos. Luego en su santificación debo aspi­ rar a muchísimo confiando en Dios. 129.

a)

P u n t o 3 .°

E j e c u c ió n

de

la

E n c a r n a c ió n

”Mirar lo que hacen las Personas divinas... obrando la Encarnación”.

1.u ”Verbum caro factum est”: — El Verbo desciende del cielo al mundo de la materia y se su­ merge en ella hasta nuestros astros, hasta nuestro sol, hasta nues­ tra miserabilísima tierra; — y aquí se detiene ante una casa de pobres, mientras un Arcán­ gel se adelanta para saludar a la Virgen y pedir su consenti­ miento para ser madre del Verbo hecho hombre. — Obtenido éste, el Verbo se hace carne; — abrazo apretadísimo del hombre con Dios y de Dios con el hom­ bre en el regazo maternal de María. — ”Reflectir”. Ya tiene la misericordia infinita en el Corazón de Jesús órgano adecuado para desplegar sobre nuestras miserias la potencialidad de su compasión infinita. 2.° ”Exinanivit semetipsum formam ser vi accipiens”. — Toma un estado en í i cual: deja los esplendores del cielo; — vela la forma y la majestad de Dios; — desciende de lo más alto a lo más bajo;

129

LA ENCARNACIÓN

339

— y todo esto ”propter nos homines et propter nostram salutem”. — ”Refleclir”. Mi corazón es una apostema de soberbia; lo sumergiré en el Corazón de Jesús que es un abismo de humildad; — "Eterno Señor de todas las cosas. Yo hago mi oblación...» 3.° ”~Ut nos divinitatis suae tribueref. esse participes”. — La Humanidad de Cristo en la Encarnación se unió con el Verbo y por esta unión quedó hecha santa. — Yo, puesta la encarnación, quedo unido con el Verbo en Jesús como cristiano, como sacerdote y como jesuíta; y por esta unión, queda en mi mano el ser santo. — Mis esfuerzos para hacerme santo y para santificar a los demás, se han de concretar en estrechar más y más nuestra unión con Cristo. b) ”Oír lo que hablan” Jesús y María. — La primera palabra de Jesús-Hombre para con el Eterno Padre: ”In capite libri scriptum est de me ut facerem voluntatem tuam.” Nuestra santidad ha de estar ante todo en hacer la voluntad de Dios. — La primera palabra de Jesús-Hombre para con nosotros: fué pa­ labra de infinito amor; el mismo con que amaba al Eterno Pa­ dre: se ofreció a morir por nosotros. — He de tener confianza ilimitada en el Corazón de Jesús. — ”Ecce ancilla Domini”. El corazón de Maria lo mismo que el de Jesús son un abismo de humildad. — Tal es el espíritu de la Compañía; lo beberé en los Corazones de Jesús y María. — ”Fiat mihi secundum verbum tuum”. Para María como para Jesús, la quintaesencia de la santidad está en el cumplimiento de la voluntad de Dios. Coloquio. — ”A las tres Personas Divinas, o al Verbo encarnado, o a la Madre y Señora nuestra; pidiendo, para más seguir al Señor nuestro ansí nuevamente en­ carnado.” — Se hace hablando, como un amigo habla a otro, un siervo a su señor. Hablo yo y responde El; habla El y respondo yo.

MEDITACION XV

DI S T R I B U C I ON D E LA M A T E R I A P A R A LA MED I T ACI O N DI A RI A

Día 1.° N.° 130 131 133 135 Día 2.° N.° 130 132 133 136 Día 3.° Repetición. Día 4.° Aplicación de sentidos. Día 5.°

F ruto principal de esta meditación N.° 134.

MEDITACION XV

130.

Nacimiento de Nuestro Sefior Jesucristo Enlace .ideológico-afectívo con la meditación del Rey Temporal l. Para establecerlo en mi espíritu, me pondré delante de Jesucristo y me detendré unos momentos (al tomar puntos o en las adiciones de la noche o Je la maña­ na) a recordar cuán gran Rey es en Sí como üios y como hombre, y cuán liberal y humano para mi; hasta renovar los sentimientos de aquella oblacicAi ”Eterno Señor de todas las cosas”; en la cual me com­ prometí a seguirle a donde El me llamara y me ofrecí a lo más difícil. A esta mi oblación responde ahora Nuestro Señor Je­ sucristo invitándome a seguirle en la jornada de su Na­ cimiento, que ahora voy a contemplar. ”ES PEDIR GRACIA A DIOS NUES­ TRO SE Ñ O R P A R A QUE TODAS MIS INTENCIONES, ACCIO­ NES Y OPERACIONES, las de toda mi vida e inm ediatam ente las de esta contemplación, SE A N P U RAM EN T E O R DEN AD AS EN SE RVIC IO Y A L A B A N Z A DE SU DIVINA M A J E S T A D ” *. O

r aciü x X p r e p a r a t o r i a .

”S E R A AQUI COMO DESDE N A Z A R E T S A L I E ­ RON N U E S T R A SEÑORA, GRAVIDA CUASI DE NU E V E M E ­ SES, COMO S E PUEDE M ED ITA R P IAM EN T E S E N T A D A EN UNA A S N A . Y J O SE P F Y UNA ANCILLA, LEVAND O UN B U E Y PARA IR A B E T H E L E M A PAGAR E L TRIBUTO QUE CESAR ECHO EN T O D A S A Q U E L L A S T I E R R A S ”. Las palabras ’ como se puede píam ente meditar*’ se refieren únicam ente a aquellas H

ist o r ia .

'

Not. n. 111, 9.

3

Not. n. 111. 1.

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SEGUNDA SEMANA

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circu n stancias que pone el Santo, las cuales no co n stan del E van­ gelio [111]. 3. " S E R A A Q U I CON L A V I S T A I M A ­ G IN A T I V A V E R E L CAMINO D E S D E N A Z A R E T A B E T H E L E M , C O N SID ER AN D O LA L ON G URA, L A A N C H U R A , Y S I L L A N O O POR V A L L E S O C U E ST A S S E A E L T A L CAM IN O ; A S I M I S ­ MO M IRANDO EL L U G A R , O E S P E L U N C A D E L N A C IM IE N T O , CUAN G R A N D E , CUAN PEQUEÑO, CUAN B A X O , CUAN A L T O , Y COMO E S T A B A A P A R E J A D O ” [112]. Donde se ve que San Ignacio quiere que el e je rc ita n te p rocu­ re determ inar cuanto pueda las condiciones del cam ino y del es­ tablo, como dim ensiones, objetos que h ay en él, etc.; lo cual cier­ tam ente, si se logra sin fatiga, puede a y u d ár m ucho p a ra reco­ ger la im aginación y p ara hacernos presentes al m isterio. — F a ­ cilitará esta determ inación de circun stan cias, el rep resen tarn o s un camino y un establo por nosotros ya conocidos. C o m p o s ic ió n d e l u g a r

”S E R A E L M ISMO Y PO R LA MISMA FORMA QUE FU E E N L A P R E C E D E N T E C O N T E M ­ P L A C IO N \ o sea ’ CONOSCIMIENTO I N T E R N O D E L S E Ñ O R QUE P O R M r ha nacido en tanta pobreza y hum illación ”P A R A QUE M A S L E A M E Y L E SIG A ” [113, 114]. — P or la tran scen d en cia sum a que tiene el hacer esta petición con gran fervor y el m an ten er vivo su ^eseo a lo largo de la contem plación, véase lo que añadíam os, conic explicación de la m ism a, en la precedente contem plación. P e tic ió n

o tercer p r e á m b u lo .

131.

PUNTO PRIMERO De Nazaret a Belén

”N U E ST R A SEÑORA Y SU E S P O S O J O S E P H V A N DE N A ­ Z A R E T A B E T H E L E M (ASC END IO J O S E P H D E G A L I L E A A B E T H E L E M P A R A CONOCER SUBJECCION A CESAR, . CON M A R IA SU ESPOSA Y MUJER P R E Ñ A D A ) ” [264].

a) ’ VER L A S P E RSO N A S, ES A S A B E R , V E R A N U E S T R A S EÑO RA Y A JO SE P H Y A LA A N C I L L A ” [114]. 3

Not. n. 111, 2.

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1.° ”N U E S T R A S E Ñ O R A ”, realización excelsa de la altísim a santidad que se encierra en el Principio y Fundam ento de lo» Ejercicios. Porque su vida fué un incesante alabar, hacer reverencia y servir a Dios Nuestro Señor con una perfección sóio inferior a la de Jesú s; a im pulsos de un am or divino inconm ensurablem ente superior al de los más abrasados Serafines. — La glorificación que tributaba a Dios la Virgen de Nazaret era más alta que la que le rendían juntos todos los Bienaventurados del cielo. Las criaturas, en sus manos se transform aban en him nos de gloria al Altísimo. — El oleaje del mundo y de sus vanidades no eran p ara María Santísim a sino impulsos que la acercaban más y m ás a Dios. La participación en los méritos de Nuestro Señor Jesucristo, las prom esas de la oración, los demás grandes medios de santifi­ cación, los explotó Nuestra Señora ”tanto cuanto” podían ayu­ darla, no m enos; y por ahí creció hasta una santidad superior a la de todos los Santos juntos.

Su alm a no tuvo jam ás desorden ni raíz de afección desorde­ nada. Fué siem pre un cielo sin nubes, un sol sin m anchas, un lago sin ondas en el que se reflejaban nítidas las inspiraciones del cielo. Su exterior era una aparición celestial. Se dejó ver entre ce­ lajes en L ourdes y en Fátim a y las videntes quedaron extasiadas. — A Ella y a Jesús miró San Ignacio cuando quiso redactar las Reglas de la modestia en la Compañía. 2.° ”J O S E P H ”, girando en tom o de María Santísima, siem pre en su luz y bajo su mirada, es otra realización prodigiosa de la perfección que se encierra en el Principio y Fundamento de los Ejercicios. Porque él se conserva al abrigo de afecciones desordenadas; cuyo oleaje se detiene lejos del Santo por respeto a Jesús y a M aría; tam bién él transform a con su contacto las criaturas, haciendo de todas ellas peldaños para subir al cielo; y tam bién para él la vida fué un incesante alabar, hacer reve­ rencia y servir a Dios con perfección extraordinaria entre la de los Santos más grandes de la corte celestial.

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E n su exterior, m anos encallecidas en el servicio de Jesú s y de M aría; y rostro de Santo, que es m odestia, hu m ild ad , gozo en el E sp íritu Santo, paz im perturbable en los brazos de la P rovi­ dencia divina. Aplicación. ¿De dónde tan prodigiosa sa n tid a d en Nuestra Señora y en San José? P rim o rd ialm en te de sus vocaciones a ltísi­ m as a la m aternidad real y a la p a te rn id ad legal de Jesú s y de las grandísim as gracias anejas a esta vocación; y después de su cooperación de ellos a estas gracias. Tam bién mi vocación a la fe, al sacerdocio y a la Com pañía lleva anejas grandes gracias de santificación; y éstas de parte de Dios no pueden fallar. ¿Por qué han de fallar de p arte m ía? Bien puedo decir que si alguna cosa está en mi m ano, pu esta m i vocación, es cierta­ m ente la gran san tidad propia del In stitu to de la Com pañía. 3.° ”LA A X C I L L A ”. Es una m u je r servicial, acostum brada a oficios hum ildes y fatigosos; esto le h a abierto la p u e rta a u na intim idad grande en la vida de la Sagrada F am ilia y en los m is­ terios altísim os de Belén. T al gracia no se dió a n in g u n a de las ricas doncellas rom anas ni de las sabias de Grecia. Siempre lo m ism o: el que se hu m illa será ensalzado. L a es­ piritualidad medioeval está llena de devotísim as ansias de ocu­ par este puesto en Belén al lado de Jesús, M aría y José. La puerta para in tim ar con Dios N uestro Señor en la oración no la abre ante todo el estudio, el talento, las dotes h u m an as; sino Ja hum illación que nos vacía de nosotros m ism os. ¿Estimo yo en mucho ”los oficios bajos y hum ildes donde se ejercita más la hum ildad y ca rid ad ” ? Los Santos siem pre los han estim ado; San Ignacio, San Francisco Javier, Laínez, Salm e­ rón, aquellos grandes hom bres de la Com pañía, por esos ejerci­ cios hum ildes se preparaban p ara las em presas colosales con que nos asom bran. b) ”M IR A R Y C O N SID E RAR LO QUE H A C E N ” M aría San­ tísim a y San José. 1 Cumplen una obediencia de grandes dificultades de eje­ cución, de voluntad y de entendimiento. Dificultades de ejecución: d ejar su casita — h acer un cam ino de cuatro uías y m e d io - casi a pie — en vísperas de d ar a lu?

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María — en el corazón del invierno — por bosques líenos de h u ­ medad — escalando m ontes y vadeando riachuelos, atravesando barrizales — a lo pobre, comiendo mal, durm iendo al sereno, en el suelo... Dificultades de voluntad: el ser obediencia a un tirano odioso al pueblo judío — a una ley tributaria y — entre la protesta u n i­ versal de sus conciudadanos... Dificultades de entendimiento: la de que aquella obediencia parecía ser contra el honor debido al Hijo de Dios hecho hom ­ bre, a quien se le exponía a tener que nacer en un camino, al cielo raso, en una cueva, Dios sabía dónde. Y obedecen, con grandísim a perfección: sin críticas, ni al reci­ bir la orden ni en su larga ejecución, con prontitud, sin demorarse ante las dificultades de ejecu­ ción; con entrega absoluta de sí al mandato del m p e r io i, porque saben cierto que por el César les habla Dios y que la voluntad del César es para ellos la voluntad de Dios Nuestro Señor: con alegría y paz im perturbables, porque están inconmovi­ bles en que las disposiciones del César son la ejecución de la providencia especialísima que Dios Nuestro Señor tiene sobre ellos; y porque, conocedores por las profecías de que el Mesías había de nacer en Belén, comprenden ahora que por aquella obe­ diencia están siendo instrum entos de la Providencia divina para que el Niño nazca en un establo con más gloria para Dios y m ayor provecho nuestro que si naciera en su casita. " R E F L E C T I R . . . ” Asociados nosotros íntim am ente a la obra de la redención como cristianos, como sacerdotes y como hijos de la Compañía, las obras de santificación que hemos de realizar en nosotros mismos y en los prójimos son sobre toda industria hum ana. Religiosos mediocres, que gustan de llevar las cosas m uy poco por la fe y mucho por prudencia hum ana, no sirven para realizarlas.

¿Quieres cerciorarte a ti mismo de si te vas form ando joven de esperanzas para el gran apostolado propio de la Compañía? No has de m edirlo principalm ente por tu saber ni por tus dotes,

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sino por lo absoluto de tu entrega en manos de Dios en la obe­ diencia. E a , pues; a quemar las naves; a acabar para siempre con nuestra propia voluntad y juicio propio, con la prudencia m era­ mente hum ana y los criterios puram ente naturales; entregándonos, como a nuestra gran empresa, a la práctica de la oración y obediencia, a la vida de fe y confianza en fe bajo la guarda segura de la Providencia «contra spem in spem credendo» \ fuera de toda esperanza, estribando en la esperanza.

2.° Este ejercicio heroico de virtudes de obediencia al César y de mortificación los cinco días de camino, de hum ildad al no hallar hospedaje y tener que retirarse a un establo, fueron para la Virgen Santísima y para San José la preparación inmediata para el nacimiento del Mesías. Quizás la Virgen se había dado prisa en preparar con tiempo las cositas para el recién nacido, acariciando la idea de quedar libre los últimos días para entregarse a la contemplación. Pero Dios tenia un plan más alto: el de someterla a un ejercicio fuer­ te de obediencia, de caridad, de mortificación, de pobreza, de humildad, de fe y de confianza en la providencia divina... para prepararla, con el ornato de estas virtudes, al nacimiento de su Hijo, al primer abrazo del Niño Dios, a la altísim a contem­ plación en aquella noche de cielo. 'RE FL E C T IR ...” Necesitados nosotros en absoluto, por nues­ tra vocación, de conservarnos contemplativos en la acción, nece­ sitamos para esto mismo serlo muy perfectos en las horas de oración.

En las aspiraciones a una oración perfecta no debemos ceder a los religiosos de vida más contem plativa; no podemos prepa­ rarnos como ellos con largas horas de coro, pero sí con el ejer­ cicio mismo de las grandes virtudes que implican nuestros mi­ nisterios llevados a fuerza de oración y de abnegación propia, dentro de la obediencia y por amor de Dios. La humildad, la abnegación, los trabajos realizados por amor de Dios son llave que abre de par en par a los buenos hijos de la Compañía las puertas de la contemplación. 4

Cfr. Rom. 4. !8.

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c) ” VER Y CONSIDERAR LO QUE HACEN”, o sea cuánto hacen, cuán mucho y costoso es lo que hacen, ”AS1 COMO ES EL CAMINAR Y T R A B A J A R ”, cam inar de Nazaret a Belén con tanto trabajo, precisam ente ”PARA QUE EL SEÑOR SEA NASCIDO E N SUMA POBRE­ Z A ”: porque aunque la del hogar de Nazaret era ya grandísim a para el nacimiento del Señor de los cielos, El la deseaba aun m ás grande; deseaba la ”suma pobreza” posible, como principio de una vida cuyo programa había de ser: trabajos, hambre, sed, inju­ rias, por cada trabajo a otro mayor, por cada afrenta a otra m ás grande; ”Y A CABO DE TANTOS TRABAJOS. DE HAMBRE, D E SED, DE CALOR Y DE FRIO, DE INJURIAS Y A F R E N T A S PARA MORIR EN CRUZ”, el ideal de su vida, su exceso de am or; ”Y TODO ESTO POR MI” [116]: por el amor que me tiene a mí — para rescatarm e de mis pecados — para arrastrarm e con El a la lucha contra los grandes enemigos de mi dicha que son mis tendencias desordenadas — para acompañarme en los sufrimienos de la vida. ”R E F LE C TIR ...” He ahí el programa del hijo de la Compa­ ñía: trabajos, pobreza, obediencia, fracasos, humillaciones, afren­ tas, por un trabajo a otro mayor, por una humillación a otra mayor, para term inar en la cruz, el ideal de nuestra vocación. Y todo por Jesús: por amor a Jesús; para acompañarle en su pasión; para seguirle, arrebatado de amor en la empresa de mi sal­ vación, a El que es el camino, la verdad y la vida; porque no me sufre el corazón pasar vida descansada y en holgura viéndole a El en tantos trabajos y en tanta pobreza por mi amor.

PUNTO SEGUNDO En Belén, buscando albergue

a) ”VER LO QUE HACE”. Saturarse de humillación y de vergüenza ante sus parientes: al no ser recibidos— por ninguno

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de ellos — ni en un rincón de casa — en el extremo en que se halla María — siendo recibidos al mismo tiempo otros muchos quizás menos parientes que ellos... ¡porque ellos son pobres! Saturarse de humillación ante los extraños y en el mesón público al no ser recibidos en ninguna parte — ni en un rincón — en el extremo en que se halla María — ¡porque ellos pueden pagar poco y hay otros que pagarán más! Saturarse de humillación al tener que retirarse a un establo abandonado — y al verse entre bestias como si ése fuera su pues­ to — ¡y el que corresponde al Hijo de Dios para hacer su en­ trada en el mundo! Y por esta humillación tan grande, abrazada con amor inmen­ so a la voluntad divina, prepararse a las inmediatas para el na­ cimiento del Mesías, para el primer abrazo al Niño Dios, para el primer beso, para la altísima contemplación de aquella noche de cielo. ¡Oh humillación, humillación, manjar de fuertes! El hijo de la Compañía que te busca con ansia y te come con hambre, es el que entiende la grandeza de nuestra vocación: la cual es seguir a Cristo crucificado hasta poner ”riuestro mayor y más intenso oficio en buscar la mayor abnegación y continua mortificación en todas cosas posibles” ; y como Nuestro Señor no se deja vencer en generosidad, es también ser admitidos a la intimidad de su trato, ser hombres de gran oración y de fecundo apostolado. b)

"Como si presente me hallase”.

"HACIENDOME YO IJN POBRECITO” de cuerpo y alma, de naturaleza y gracia, que inspira compasión; "Y ESCLAVITO INDIGNO”, de por vida, para siem pre, para los oficios más hum ildes, indignísim o de poner los pies en aqu e­ lla casa que es morada del Hijo de Dios y de la Reina del Cielo; ”MIRANDOLOS ” a la cara, a las m anos para adivinar si les puedo servir en algo, para correr a hacerlo; ” CONTEMPLANDOLOS ” extasiado ante la grandeza de su santidad, el atractivo de su m odestia y el fulgor de la D ivinidad;

”Y SIRVIENDOLOS EN SUS NECESIDADES COMO SI PRE­ SENTE ME HALLASE”: "presente” en el. espacio acom p añán do­

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les por el camino... y "presente” en el tiempo, m editando las cosas no como algo que pasó, sino como cosa que está pasando (lo cual es de gran eficacia para la oración, si se sabe hacer sin forzar la cabeza); ”CON TODO ACATAMIENTO Y REVEREN CIA PO SIB LE ” [114] interior y exterior, teniéndome por dichosísimo de perder descanso y vida en este servicio. Con este espíritu de servirles en el camino, me asociaré a la pequeña caravana de José, María y la ancila, a la salida de su casita para Belén; cargo sobre mis hombros con hatos de ropa y de alimentos que San José se ha resignado a dejar porque ya no puede con más. En el camino al atravesar barrizales, al vadear riachuelos, en pasos difíciles tomo al Santo su carga, para que él quede libre y pueda ayudar a María. Me adelanto para buscarles sitio donde comer y dormir, lo limpio y dispongo, preparo asientos; traigo leña, enciendo fuego... La Virgen Santísima se complace en mi buena voluntad y con am or de Madre agradece mis servicios. Soy feliz; renuevo mi oblación de servirles así toda mi vida. Ya en Belén, les ayudo a buscar casa que les reciba y a lim­ piar el establo. ”R E F L E C T IR ...” No tengo que envidiar a aquella ancila; en mis manos tomo todos los días a Jesús, con mis labios le beso, en mi pecho le escondo, en contacto con mi corazón late el suyo todas las mañanas un buen rato. ¿Con qué reverencia celebro, comulgo, doy gracias y visito al Santísimo? ¡Qué desgraciada aquella m ujer si, adm itida en aquella santa casa, hubiera estado hambreando por las expansiones de la calle como aburrida del trato con Jesús y María! Tal seria mi condi­ ción si me canso de la vida interior que es vida de intim idad con Jesús y María. Además trato con mis hermanos y con otros prójim os y también ellos son miembros de Jesús de suerte que servirles a ellos es servir a Nuestro Señor. ¿Responde mi caridad fraterna a esta fe?

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PUNTO TERCERO

El Nacimiento a)

El establo.

Pobreza suma.

El establo es una gruta medio natural donde se recogen las bestias cuando llueve y los transeúntes sin amigos, sin casa y sin dinero. Paredes ennegrecidas por el frote con el cuerpo de los ani­ males; suelo de tierra con manchones de estiércol que San José acaba de retirar; falta absoluta de todo lo necesario: no hay luz, ni fuego, ni modo de tenerlo; no hay más asientos que una piedra que San José acaba de traer para la Virgen. Barrido por la ancila, en cuanto se asienta el polvo es invi­ tada la Virgen a pasar. Al entrar allí la Reina de los cielos y ver de una mirada la falta de todo: ”Oh pobreza, pobreza”, exclama­ ría en su interior iluminada por luz dei cielo, ”ahora lo entiendo; esto es lo que viene buscando el Hijo de Dios con tanto caminar y trabajar, "me ha despojado de todo; sólo me queda mi H ijo...”. Y entró en éxtasis celestial, que jamás tan alto se había visto en los cielos. ¡La hora del Nacimiento había llegado! "fíEFLECTIR...” Por la mortificación a la contemplación.

Los caminos, vaivenes, trabajos de nuestros ministerios lle­ vados en absoluta dependencia de los Superiores; la austeridad exigida por la castidad angélica de la Compañía; las mortificaciones corporales en uso entre nosotros; la dependencia omnímoda de los Superiores en materia de po­ breza ; el ejercicio fuerte de humildad y de abnegación que implica la práctica asidua de las Reglas 11 y 12... son disposiciones excelentes para la contemplación, porque bien llenadas nos despojan de comodidades, de nuestro propio querer y juicio; y cuando Dios ve al alma desnuda de todo, ge­ neralmente pronto se le comunica. Por esto abundan, a Dios gracias, y han abundado siempre en la Compañía almas de alta contemplación y de intensa vida interior. Quien no aspirase a ésta, obraría como si no entendie­ ra que el alma, de nuestro Instituto es el "amor que el Espíritu

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Santo im prim e en los corazones” el tercer grado de hum ildad, ”el am ar a Dios en todas las cosas y a todas en solo Dios”. b)

Nacimiento del Mesías.

Llegó la hora cumbre en la plenitud de los tiempos, en la que los cielos se habían de inclinar para destilar miel sobre la tie­ rra. El panal fué un Niño-Dios, esplendente como el lucero de la mañana. Al verlo la Virgen Santísima, en un transporte de am or le toma en sus manos estremeciéndose de emoción, le abraza, le besa, le estrecha dulcemente contra su pecho, en una oleada de afecto que le haría estallar mil veces el corazón, si Dios no le hubiera dado para este momento una capacidad cuasi infinita. Adórale la Virgen y se consagra a EL Envuélvele presurosa en pobres pañales y colocándole por inspiración divina en las pajas del pesebre, cae Ella de rodillas a sus pies, anonadada ante la m ajestad de aquel Niño, en profundísim a adoración, cual ja ­ más la había recibido el Verbo en su trono del cielo. Y allí de rodillas, deshecha en amor y en humildad, pronuncia solemnemente su consagración formal al servicio del Niño-Dios: Ella será toda y siempre para Jesús y para su obra; su destino, el de Jesús; su voluntad, la de Jesús; ya no será Ella quien viva en sí, sino Jesús quien viva en Ella. Y eso fué, y no otra cosa, Maria Santísima desde este mo­ mento por toda su vida: una exislencia consagrada totalmente a aquel Niño; manos para trabajar por El, labios para besarle, brazos para abrazarle, pecho para alimentarle; solicitud maternal que la llevará a su lado en la cruz y no la dejará retirarse hasta dejarle en el sepulcro; y en su interior un corazón anclado inconmoviblemente en los sentimientos de amor y alabanza, de reverencia y servicio de la noche del nacimiento. ”IiEFf,ECTlfí...” Arrodillado junto a la Santísima Virgen, a los pies del Divino Niño, pronunciaré yo también mi consagra­ ción al servicio de Jesús, con la fórmula de mis votos en la Com­ pañía o de la oblación del Rey Temporal "Eterno,Señor de todas las cosas...» [98]. "Levantándome después y mirando con amor y reverencia a los ojitos del Niño-Dios me preguntaré en una hora de verdad»

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cómo guardo las dos grandes obligaciones de mi profesión, que son amar y trabajar, contemplación y acción... Consagrado por mi vocación a la Mayor Gloria de este divino Xiño , obligación mía es no consentir que haya quien por los bie­ nes de este mundo planee más en grande y trabaje con más ardor, que yo por los intereses de Jesucristo. Pero todo este movimiento exterior ha de nacer en mí como en María Santísima — de una vida interior exuberante — anclada in­ conmoviblemente en los sentimientos fundamentales del princi­ pio y fundamento de los ejercicios — que son amor de Dios, reve­ rencia y servicio. San Ignacio no sólo nos exige 1.a caridad perfecta en su prim er grado que ama a Dios por ser El quien es y se deleita en sus per­ fecciones infinitas; sino también en su grado segundo que a impulsos de este amor se pone al trabajo y sacrificio por el amado, adquiriendo así perfección más alta. ¿Vivo yo así en mi interior y en mi exterior, en verdad, para la Mayor Gloria de Dios9 ¿Qué me responden los ojos de este Niño-Dios? ¿Qué he de hacer en adelante? PUNTO CUARTO

”Ver... al Niño Jesús, después de ser nascido” [114] y a la Madre a; Jesús es Dios hecho niño. Es Dios, la segunda Persona de la Santísima Trinidad, la Sabiduría-Dios; de poder infinito, de santidad infinita, de hermosura infinita, de misericordia y de amor infinitos; — Creador de los mundos, Señor de los Angeles, Principio y Fin de todas las cosas. Es Dios hecho niño recién nacido, que no inspira miedo, sino compasión y cariño: porque llora como los demás niños, tirita, necesita el pecho de la madre, pide auxilio, abrazos, besos, am or... En eso se ha transformado el Omnipotente, para que yo no .xie asuste de su Majestad y me retraiga de acudir a El cuanto necesite. «Puer na tus est nobis», para nosotros se ha hecho Dios niño.

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¡La m isericordia infinita de Dios, que nos ha escogido por su objeto, se nos da transform ada en niño! b) Jesús es niño, hecho Dios. Asumido por la Persona del Verbo, este niño es real y verdaderamente Dios; sus acciones y sufrimientos son real y verdaderamente acciones y sufrimientos de Dios; y por tanto, de valor infinito. Una gota de su sangre basta para redim ir al mundo, y una ora­ ción de sus labios es de eficacia infinita. c) Y es hecho Dios para mí. «Puer natus est nobis»5; para que, unido conmigo como cabeza con sus miembros, me infunda la vida sobrenatural que El en Sí tiene. Y esta su unión conmigo, iniciada en ei bautismo, se estrecha cada día más por el aumento continuo en mí de gracia santificante y por las grandes gracias actuales inherentes al sacerdocio y a mi vocación a la Compañía. ”R E F L E C T íR ”. Sea la conclusión, una oleada de aliento que me levante sobre mí mismo: la gran santidad de la Compañía la puedo conseguir en Nues­ tro Señor Jesucristo; el alabar, reverenciar y servir a Dios con la perfección que exige nuestro Instituto, lo puedo conseguir en Cristo; el recto uso de las criaturas y una victoria aplastante sobre mis afecciones desordenadas, los puedo conseguir en Cristo; la obediencia de la Compañía, la castidad de Angel, el celo a lo San Ignacio, los puedo conseguir en Cristo; tomar parte en la empresa de Cristo de salvar al mundo, con un apostolado fecundo está en mi mano con la gracia de Dios. Y así puedo prolongar esta letanía, acabando cada invocación con un beso al borde del pesebre donde descansa la manecita om­ nipotente del Divino Niño. Le pediré que me encierre dentro de su corazón; escondido allí, todo lo puedo en Cristo. ¡Oh Niño Dios! Excelentísim o en Vos y humilladisimo por mi; altísimo Vos y abajadísimo por mí; hermosísimo Vos y afeadísimo por mi; inmenso Vos y abreviadísimo por mi; 5 Gfr. Is. 9, 6. Eccl. in Introito Circuncs.

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admirable en vuestra grandeza y admirable en vuestra humillación; pero cuanto más humillado por mí, tanto más digno de que yo os ame. ¡Oh si yo pudiera amaros a Vos cuanto Vos merecéis ser amado y abajarme por Vos y con Vos cuanto cumple a mi vileza y cuanto Vos por mí os habéis humillado! ¿Es posible que, siendo yo nada y pecador, siga tan enso­ berbecido viendo al Altísimo tan humillado? ¡Oh Jesús, sol del cielo, gigante en tu carrera de hu­ millaciones por mi: del cielo, al establo; del establo, al calvario! La Compañía de tu nombre es de esforzados que quieren seguirte de cerca. Gracias por haberme admitido en ella; ayúdame a grandes sacrificios por tu amor. d) María, Madre de Jesús y Madre nuestra. El Niño-Dios es cabeza nuestra, y nosotros somos miembros suyos; ha sido hecho Dios para que, unido con nosotros como la ca­ beza con los miembros, como la vid con los sarmientos, nos co­ munique la vida sobrenatural que El tiene en Sí y nos lleve con­ sigo al cielo. De suerte que la Virgen Santísima al engendrar a Jesús a la vida natural, por el mismo hecho nos engendró a nosotros a la vida de la gracia; porque quien engendra la cabeza, por el mis­ mo hecho engendra los miembros, naturalmente unidos con la cabeza. Por consiguiente la Virgen al m irar a su Jesús en la cuna: nunca lo ve solo, porque nunca está solo, sino con sus miem­ bros ; nunca le abraza a El sólo, sino que con El nos abraza a nos­ otros ; nunca le ama a El sólo sin que el mismo amor lo extienda a nosotros; si en lo que de Ella depende nunca faltará a su Jesús, tampoco nos faltará a nosotros. ”REFLECT1R...” Llamado yo por la Virgen Santísima a la Compañía he de tener firmísima esperanza de que está plenamen­ te en mi mano la gran santidad y el apostolado fecundo propios de nuestro Instituto. Porque mi santificación ha de ser obra de Jesús en mí, d< hermano en hermano, en el regazo de la Madre.

Entre el Corazón de Jesús y el de María allí han puesto al mío, para hacerlo semejante a los suyos.

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Sea ésta mi convicción íntim a: que si hay cosa en este m undo que está en mi mano, es con la ayuda de Jesús y María la gran santidad y la labor apostólica propias de la Compañía. PUNTO QUINTO

”Ver y considerar lo que hacen” . El Niño Jesús 1.° Amar, amar a todo fuego: a Dios y a los hombres por Dios. Su corazón es pequeñito, pero contiene en sí fuego infinito de amor; el del amor infinito de Dios a los hombres. «Bonitate et amore plenum» \ lleno de bondad y de am or: «For­ nax ardens charitatis», horno ardiente de caridad. En sus fibras está grabado mi nombre a fuego y nada lo podrá borrar. A m a sin exclusivismos: a los judíos y a los no judíos; más a su Iglesia, a sus santos, a sus servidores; pero también a los ateos de todos los tiempos, a las masas comunistas de ahora. Es pequeñísimo su corazón, pero en él caben ya todos los hombres de todas las generaciones hasta el fin del mundo. Ama sin límites en el sacrificio. Su corazón ternísimo tiene ya corona de espinas que le a p rie ta n — ya chorrea sangre — ya tiene sobre Sí la cruz, cuya sombra se proyectará sobre El toda la vida y pondrá una gota de dolor en todos sus latidos. La magnitud de lo que en el cielo es gloria, esplendor, m ajes­ tad, aclamaciones de Angeles, adoraciones de Bienaventurados... da la grandeza de su sacrificio, porque todo eso lo ha dejado por nuestro am or; también la da el abandono del establo, la pobreza, el frío... porque con todo eso se ha abrazado también por nuestro amor. ¡Olí Jesús, ámete yo a Ti como Tú me amas a mi: a todo fuego, a todo sacrificio! Ame yo a todos los hombres como Tú los amas a todos. Amores regionales, nacionales que sean exclusivistas de amores más católicos, no caben en corazones que pre­ tenden vivir muy dentro del corazón de este Niño. — ¿Qué más hoce el divino Niño? * Let. Sdo. ('or.

SEGUNDA SEMANA

356

132

2.° Amarme a mí en particular, porque "A CADA UNO L L A ­ MA" y no sólo a todos en general; pensar en mí, m irarm e a mí a través del tiempo y del espacio, gozarse conmigo, entregar­ se a mí; llorar por mis pecados, por mi tibieza y por el peligro a que me expongo de perder la vocación a la Compañía; y por mis vocaciones parciales a una vida de oración íntima y de apostolado fecundo; sufrir por mí, ofrecer por mí lo áspero de las pajas, lo duro del pesebre, la pobreza y el abandono en que se ve; ”por ti, por ti”, repite sin cesar, pronunciando mi nombre con indecible amor; merecerme gracias con sus lágrimas y con su pobreza para toda la vida y para la muerte; la gracia de la vocación a la fe, al sacerdocio y a la Compa­ ñía — gracias de apostolado — las gracias con que medito ahora mismo sus ejemplos y con que los pondré después por obra — gra­ cias innumerables y preciosísimas, siempre atemperadas a mi carácter y a mis necesidades. ¡Oh Jesús! Tú siempre conmigo y siempre para mí desde tu primer vagido en la cuna hasta tu último anhéli­ to en la cruz; desde el primer latido de tu corazón al re­ sucitar. hasta ahora en el cielo; y así por toda la eter­ nidad. ¡Oh quién me diera amarte cuanto Tú mereces, tener mi mente y mi corazón siempre fijos en Ti; perder honra, descanso y vida por T i!; hazme tuyo, Señor; coge mi corazón, sepáralo de cuan­ to no seas Tú; muera yo a todo y viva sólo para Ti. — ¿Qué más hace Jesús?

3.° Humillarse, bajar. Bajar del cielo, a la tierra — del trono de la Santísima Trinidad, al pesebre—de la corte de los Angeles, a la compañía de animales en un establo. Como el águila se tira a la presa, asi Jesús a bajar. Como la saeta se dispara hacia el blanco, así Jesús a bajar; a bajar a donde ^stoy yo, para levantarme a donde está El. Bajar hasta anonadarse. «Semetipsum exinaniviU \ se anona­ dó a Sí mismo. 7

P h il. 2. 7.

132

NACIMIENTO DEL BU O DE DIOS

357

La Omnipotencia divina que creó millones de mundos y m an­ tiene en su m ano las riendas de sus vertiginosos movimientos, se ha reducido al bracín de un niño recién nacido incapaz de ordenar sus propios movimientos. La sabiduría de Dios, subsistente, de verdad y de luz infinita se ha reducido a la de esos ojitos de niño recién nacido, incapaz de fijarlos un momento en el rostro de su madre. La inmensidad divina, que llena todos los aspectos intereste­ lares de diámetro de 170 millones de años de luz, se ha reducido al cuerpecito de un niño envuelto en pañales. "R E F L E C T IR ”. Nueva llamada a la humildad. Es que en el seguimiento de Cristo, sin humildad no se tiene nada: ni oración, ni obediencia, ni castidad, ni caridad, ninguna virtud sólida y per­ fecta ; mucho menos el gran celo apostólico de la Compañia que las supone todas. De aquí que la Compañía necesariamente haya de exigir a sus hijos un fundamento muy profundo de humildad. ¿Estoy yo decidido a la humillación, camino necesario para la humildad? Quizás se imponga un examen particular serio, eficiente, en busca de humillaciones ante Dios, ante los demás y ante mí mismo, como medio necesario para llegar a una verdadera humildad, que me abra el camino de la santidad.

4.° Como el centro del misterio es el Corazón del divino Niño, abrasado en llamas de amor hacia mí. Sus ojitos de recién nacido se dirigen ya a la cima del calvario, y niás allá a los esplendores del cielo a donde quiere llevarme consigo. Para esto ha venido al mundo; y como ve que me cuesta a par
358

SEGUNDA SEMANA

133

rencia, quiero pobreza con Vos pobre más que riqueza; y vivir humillado con Vos, mejor que con honras; quiero ”que sea para mi lo peor de casa, amar la pobreza como a madre y sentir sus efectos”.

El centro del centro es el corazón del divino Niño, abrasado en amor al Eterno Padre. Su empresa es formar El conmigo y con todos los hombres un solo Cristo total, en el que demos a Dios con Jesús y por Jesús gloria infinita amándole, reverenciándole y sirviéndole con todo nuestro corazón, con toda nuestra mente y con todas nuestras fuerzas; lo cual en nuestra naturaleza caída no puede ser sino a ex­ pensas de nuestra sensualidad y soberbia, en renuncia dolorosa de nosotros mismos, que es prácticamente en humillación y po­ breza. ; Oh Padre Eterno! Asociadme a vuestro Hijo entre los que se hallen más cerca de El, en la mayor humillación y en la mayor pobreza. 133. Coloquio. ” ACABAR CON UN COLOQUIO ASI COMO EN LA PRECEDENTE CONTEMPLACION”, es decir, ” PENSANDO LO QUE DEBO HABLAR A LAS TRES PERSONAS DIVINAS O AL VERBO ETERNO” nacido en Belén ”0 A LA MADRE Y SEÑORA NUESTRA, PIDIENDO SEGUN QUE EN SI SINTIE­ REJ' 117]. PARA MAS SEGUIR E IMITAR”, porque este es el fin de la contemplación, el seguimiento e imitación de Cristo; y, por tanto, ésta es la gracia que principalmente se ha de pedir en el coloquio; ”AL SEÑOR NUESTRO ANSI” nacido en tanta pobreza y desamparo. — Y si no se ocurre nada particular, repetir el colo­ quio del Rey Eternal N.° 116. ACABANDO CON UN PATER NOSTER”.

134

NACIMIENTO DEL HIJO DE DIOS

134.

359

FRUTO PRINCIPAL DE LA CONTEMPLACION DEL NACIMIENTO

En el e n t e n d i m i e n t o : mayor conocimiento interno del Rey Eternal;

especialmente de su amor a los hombres y de so espíritu de obe­ diencia, humildad y pobreza. En el co ra zó n : mayór amor a su Persona; por

más entusiasm o por su seguimiento; El. En

la

voluntad:

más ansias de heroísmo j

j

más resolución firme de amarle con todo mi

corazón;

j ¡

y de seguirle con su gracia hasta donde El me llam are; especialmente en obediencia, hum illación y pobreza. Examen de este fruto. ¿Se ha hecho realmente mayor en esta contemplación, mi conocimiento y estima de Cristo? ¿Mayor mi entusiasmo por El? ¿Mayor mi resolución de seguirle, y más concretada en algo malo o imperfecto que deba yo evitar en mí o en algo bueno que deba perfeccionar?

j

I i j

* ! i

También he debido crecer en aliento para cosas arduas por Cristo; porque saboreando en la aplicación de sentidos la suavidad y dul­ zura de su alma en las tribulaciones y trabajos, bien puedo esperar algo de esa suavidad y dulzura en los míos, si los sufro por Cristo.

135.

ESQUEMA DE LA MEDITACION XV

Sobre el Nacimiento del Niño Jesús Pres. de Dios y Orac. prep. — Comp. de lug. — Petición P u n t o 1.°

a)

D e N azaret

a

B elén

”VER LA S P E R S O N A S ” : María, José, la ancila. Son santísimas»

por su aproximación a Jesús. — M a r i a , realización excelsa de la santidad contenida en el Principio y Fundamento de los ejercicios, en cuanto al fin del hombre, al uso de las criaturas y a la indiferencia. — Tanta santidad la viene de su aproximación a Jesús. — San José también es realización prodigiosa del Principio y Fun­ damento. Su alabar, reverenciar y servir a Dios — su contacto con las criaturas — su victoria completa sobre toda afición desorde­ nada. — Tanta santidad le viene de su aproximación a Jesús y a Maria. — También mi vocación es de grandísima aproximación a Jesús y a María; y tiene anejas grandes gracias de santificación. Con ellas está en mi mano la santidad del Principio y Fundamento con la perfección de la Compañía. — La ancila: por su espíritu de humildad y de servicio se le ha abierto la puerta a las escenas de Belén. — La entrada a la oración no la dan las dotes humanas, sino la humildad y caridad. Los Santos siempre estimaron los oficios hu­ mildes. Por ellos .se preparaban los primeros PP. de la Compañía a las grandes empresas con que nos asombran. b)

”CONSIDERAR Y MIRAR LO QUE HACEN" María Santísima y San José.

— 1.° Obedecen con obediencia costosísima por dificultades de eje­ cución, de voluntad y de entendimiento. — "Heflectir”: Las obras apostólicas de nuestra vocación son sobre toda industria humana. La gran preparación para ellas en un joven de la Compañia es saber entregarse a la obediencia. — 2." Maria y José se preparan a las inmediatas, con este ejercicio

135

NACIMIENTO DEL HIJO DE DIOS

361

heroico de obediencia, mortificación y humildad, al nacimiento del Salvador. — ”Reflectir”: Nuestra vocación requiere hombres que se conserven "contemplativos en la acción”. — El ejercicio mismo de virtudes que implican nuestros ministerios es llave que abre de par en par a los buenos hijos de la Com­ pañía las puertas de la contemplación. c) Considerar el intento de Jesús en esta jornada. — Tanto caminar y trabajar es para que venga a ”nascer en suma pobreza” — ”y para que al cabo de tantos trabajos, de hambre, de sed, de calor, — y de frío, de injurias y afrentas venga a morir en cruz; — y todo esto por mi”. — ”Reflectir”. El programa del hijo de la Compañía es caridad, po­ breza, obediencia... por un trabajo a otro mayor... y asi terminar en la cruz; — y todo esto por Jesús. P u n t o 2.°

a)

E n Belén

buscando a lb er g u e

”VER LO QUE HACEN” María Santísima y San José. — Saturarse de humillación ante sus parientes que no los reciben; ante los extraños; y al tener que retirarse a un establo. — Y por esta humillación extrema prepararse a las inmediatas para la altísima contemplación de aquella noche de cielo. — ”Reflectir”. Nuestra vocación exige alto espíritu de contempla­ ción; y el medio para conseguirlo es ante todo humillación y abnegación.

b) ”COMO SI PRESENTE ME HALLASE” — formando parte de la caravana; — ayudándoles en el camino a buscar albergue; — como un esclavito indigno; — contemplándoles, reverenciándoles... — ”Reflectir”. Ahora tengo a Jesús presente en el Sagrario, y en mi pecho. ¿Le acompaño cuanto puedo? ¿Le sirvo como un esclavito, con reverencia y con amor?

362

136

SEGUNDA SEMANA

136.

P u n t o 3.°

E l N a c im ie n t o

a) En el establo: pobreza suma, humillación suma. — Allí falta todo. — Cuando la Virgen llega a lo sumo del despojo y del abandono, entonces la pone Dios en el éxtasis del Nacimiento. — ’Reflectir”. Por la humillación y pobreza a la contemplación: es el camino real en la Compañia. Por él llegan muchos de sus hijos a las más altas cimas de la oración. b) La hora cumbre. —Los cielos destilan miel, y el panal es un Niño Dios. — La Virgen le toma en sus brazos, le envuelve en pañales, le pone en el pesebre; — y cae a sus pies para adorarle y pronunciar su consagración for­ mal a El. —Desde ahora María será toda para Jesús, nunca para sí. — ”Reflectir”. Arrodillado junto a la Virgen, reitero la consagración formal de mis votos. Soy todo para Jesús, nada para mí. ¿Vivo en verdad mi consagración? ¿Qué me responden los ojos del Niño-Dios? P u n to 4.°

a)

Co n J e s ú s

y

M a r ía

"VER A L NIÑO JE SU S D E S P U E S D E S E R N A S C I D O ” .

— Jesús es Dios hecho niño, por mi amor. — Jesús es un niño hecho Dios, para mí, para que yo pueda ser santo. — Luego la santidad de la Compañía está en mi mano. — María es Madre de Jesús y Madre mía. — Mi santificación es obra de Jesús, como de hermano en hermano, en el regazo de la Madre. Luego puedo ser santo. b)

Ver y considerar lo que hace Jesús en el pesebre. — Amar a todo fuego; nn exclusivismos; sin límites en el sacrificio de Sí mismo. — Amarme a mí con amor de gran preferencia y ganarme méritos infinitos. — Humillarse, bajar del cielo a la tierra, anonadarse.

136

NACIMIENTO DEL HIJO DE DIOS

363

— Como el centro del centro, es su mismo Corazón abrasado en amor al Eterno Padre. — Su gran empresa es formar El conmigo y con todos los hombres un Cristo total en el cual demos a Dios con Jesús, en Jesús y para Jesús, gloria infinita en humillación y pobreza. — "Reflectir”. La Compañia de Jesús es un Instituto para apostolado de selección, en humillación y pobreza; sin humildad no hay jesuita y sin humillación no hay humildad. Coloquio con el Niño Dios, con la Virgen Madre. "Eterno Señor de todas las cosas..."

MEDITACION XVI

DISTRIBUCION DE LA MATERIA PARA LA MEDITACION DIARIA

137 138

D ía 1.®

N.°

D ía 2.°

N.° 139 UO 141

D ía 3.°

N. 0 142

MEDITACION XVI

137.

Repetición de la Encarnación y del Nacimiento ”DESPUES DE LA ORACION P R E P A R ATO R IA . Y DE LOS TRES PREAMBULOS SE HARA REPETICION DEL PRIMERO Y SEGUNDO EJERCICIO, NOTANDO SIEMPRE ALGUNAS PARTES MAS PRINCIPALES. DONDE H A YA SENTIDO LÁ PERSONA ALGUN CONOSCIMIENTO, CONSOLACION O DE­ SOLACION, HACIENDO ASI MISMO UN COLLOQUIO A L FIN Y UN P A T E R N O S T E R ” [118]. ”EN ESTA REPETICION Y EN TODAS L A S SIGUIENTES SE L L E V A R A LA MISMA ORDEN DE PROCEDER, QUE S E L LEVABA EN L A S REPETICIONES DE LA PRIMERA SEMA­ NA MUDANDO LA MATERIA Y GUARDANDO LA FORMA” [119, 62].

I En

qué

consiste

la

'repetición''

"SE HARA LA REPETICION DEL PRIMERO Y SEGUNDO EJERCICIO ” que son: el IS, la contemplación de la Encarna­ ción; y el 2.°, la del Nacimiento. Repetirlos es volver a hacerlos como se hicieron antes; pri­ meramente el primero y después el segundo, sin mezclarlos ni resumirlos, y siguiendo dentro de cada ejercicio por los mismos puntos que antes; pero no deteniéndose el mismo tiempo en
SEGUNDA SEMANA

137

ALGUNAS P A R T E S MAS P R I N C I P A L E S ” sean realid ad es, sean enseñanzas del m isterio: ’ DONDE H AYA S E N T I D O LA P E R S O N A ” en la prim era contem plación ”ALGUN CONOSCIMIENTO” o sen tim ien to esp iritu a l m ayor, por solos m is actos con la gracia ordinaria sin in flu jo esp ecial extrínseco de n in gú n esp íritu ; de m odo que puedo esperar a u ­ m entará este sen tim ien to si vu elvo a contem p lar m ás d esp acio las m ism as realidades que lo engendraron; tam b ién m e deten d ré en aquellos puntos donde haya sen tid o "CONSO LACION” del buen espíritu , de su erte que pueda yo pensar ser volun tad de D ios que vu elva y o sobre lo m ism o; "O D E S O L A C IO N ’' del dem onio, de su erte que pueda yo pensar ser em peño del enem igo que no vu elva yo sobre ello; 'HACIENDO ASI MISMO UN C O L L O Q U IO A L FIN Y UN PATER NOSTER”. El fin de la repetición ignaciana en los ejercicios es: profundizar m ás y m ás en las grandes verdades que m ás m e m ovieron en la contem plación anterior; form ar con ellas c o n v ic­ ciones cada vez m ás profundas; penetrarme más y más de los sentim ientos y afectos corresp on ­ dientes ; confirmarme más y más en las resoluciones tom adas a la luz de estas verdades y al calor de estos sentim ientos. Estos sentim ientos serán com o nuevas tendencias, opuestas a las tendencias desordenadas, innatas o adquiridas, que haya en m i; y ayudarán a que la voluntad se m antenga firm e en las reso­ luciones. Según esto: a) La manera de preparar lo s puntos para la "repetición” ha de ser que cada ejercitante, a ser posible por se­ parado de los demás, recuerde los puntos de la contem plación anterior por el m ismo orden en que los ha contem plado; pero tomando nota de aquellas cosas "principales” en que sin ­ tió m ás consolación o desolación o m ás sen tim ien to esp iritu al; porque éstas serán ante todo la m ateria de la "rep etición”, de­ jando las dem ás en qn<* no sintió tanto a pesar de haber tra­ bajado en ellas con diligencia.

HIíVETÍCIÓN. APLICACIÓN DE SENTIDOS

138

b)

367

Y el modo de meditar en la "repetición” será:

cada vez más por via de contemplación y menos por vía de discurso; y deteniéndome en sentimientos o afectos; en resoluciones de la voluntad; y en oración de súplica, más que en el traba­ jo intelectual. 138.

II Ejercicio

de

la

’ ’r e p e t i c i ó n ’ ’

”DESPUES DE LA ORACION P R E P A R AT O R IA Y DOS PREAMBULOS SE HARA LA REPETICION DEL PRIMERO Y SEGUNDO EJERCICIO” [118]. P r e p a r a ció n d e l o s r r a f o último anterior.

p u n to s:

de la manera dicha en el pá­

”ES PEDIR GRACIA A DIOS NUES­ TRO SEÑOR PARA QUE TODAS MIS INTENCIONES , ACCIO­ NES Y OPERACIONES, SEAN PURAMENTE ORDENADAS EN SERVICIO Y A L A B A N Z A DE SU DIVINA M A JE STA D ". O r a c ió n

pr e p a r a t o r ia .

de la Encarnación y del Nacimiento. ”COMO L A S TRES PERSONAS DIVINAS MIRABAN TODA LA PLANICIE Y REDONDEZ DE TODO EL MUNDO LLENA DE HOMBRES, Y COMO VIENDO QUE TODOS DESCENDIAN AL INFIERNO, SE DETERMINO EN LA SU ETERNIDAD QUE LA SEGUNDA PERSONA SE HAGA HOMBRE PARA S A L V A R AL GENERO HUMANO, Y ASI, VENIDA LA PLENITUD DE LOS TIEMPOS, ENVIANDO AL ANGEL SAN GABRIEL A NUESTRA SE ÑO R A ”. "DESDE N A Z A R E T SALIERON NUESTRA SEÑ O RA , GRA­ VIDA CUASI DE NUEVE MESES... ASENTADA EN UNA ASNA, Y JOSEP Y UNA ANCILLA, LLEVANDO UN BUEY P ARA IR A BETHELEM A PAGAR EL TRIBUTO QUE CESAR ECHO EN TODAS AQUELLAS TIE R R A S " [102, 111]. H isto r ia ,

" VER LA GRANDE CAPACIDAD V REDONDEZ DEL MUNDO. EN EL CUAL E S T A N TA NTA S Co m posición

dk

lugar.

SEGl'NDA SKMANA

368

138

7 TAN DIVERSAS GENTES; ASI MISMO DESPUES PARTICU­ LARMENTE LA CASA Y APOSENTO DE NUESTRA SEÑORA EN LA CIUDAD DE NAZARET, EN LA PROVINCIA DE GA­ L IL E A ”. — ”VER EL CAMINO DESDE N A Z A R E T A BETHELEM , CONSIDERANDO LA LONGURA, LA ANCHURA, Y L L A ­ NO O SI POR VALLES O CUESTAS SEA EL TA L CAMINO; ASIMISMO MIRANDO EL LUGAR, O ESPELUNCA DEL NACI­ MIENTO. CUAN GRANDE, CUAN PEQUEÑO, CUAN B A X O , CUAN ALTO. Y COMO ESTABA APAREJADO” [103, 112]. ”DEMANDAR CONOSCIMIENTO INTERNO DEL SEÑOR. QUE POR MI SE HA HECHO HOMBRE ” y por mí ha nacido en Belén, "PARA QUE MAS LE AME Y LE SIGA” [104]. P etic ió n .

PUNTO PRIMERO

Repetición de la contemplación de la Encarnación PUNTO SEGUNDO

Repetición de la contemplación del Nacimiento El En

la

modo

de

meditar

"repetición” véase en el último párrafo del número anterior.

”A LAS TRES PERSONAS DIVINAS, O AL VER­ BO ETERNO ENCARNADO” o nascido ”0 A LA MADRE Y SEÑORA NUESTRA, PIDIENDO SEGUN QUE EN SI SINTIERE, PARA MAS SEGUIR E IMITAR AL S E ­ ÑOR JESUCRISTO” que es el fin de esta repetición ”ANSI NUE­ VAMENTE ENCARNADO” o nacido. ’ DICIENDO UN PATER NOSTER”. C o l o q u io .

MEDITACION XVI

139.

b is

Aplicación de sentidos a la Encamación y al Nacimiento 1 ”LA QUINTA” contemplación del dia, "SERA T R A E R LOS CINCO SENTIDOS SOBRE LA PRIMERA Y SEGUNDA CON­ T E M P L A C I O N [121].

Distingamos, dentro de lo connatural, sin entrar en el orden místico: a) sentidos de la imaginación propiamente dicha, que es la imaginación orgánica visual, auditiva, gustativa, olfativa y tác­ til; ellos sólo pueden representar detalles materiales como el cuerpo del Niño Dios, el pesebre, pañales... b) sentidos espirituales del entendimiento y voluntad; son el mismo entendimiento y voluntad en cuanto después de haber contemplado tres horas el mismo día las grandes realidades del Nacimiento y Encarnación y sentídolas vivamente, vuelven sobre ellas y las perciben inmediatamente sin dis­ curso ninguno, con una vista sencilla de la verdad. Al modo como los sentidos, sin intermedios de discursos per­ ciben inmediatamente sus objetos, se deleitan y saborean en ellos; así el entendimiento en esta cuarta hora de contemplación sobre el mismo misterio, sin nuevos discursos percibe la reali­ dad como si la viera, oyera, gustara y palpara. — Es en realidad la misma contemplación intelectual, expresada por analogía con las operaciones de los sentidos. '

Not. n. 172. 7.

139

SEGUNDA SEMANA

370

I En

qué

consiste

la

”a p l i c a c i ó n

de

sentidos”

A modo de definición ”DESPUES DE LA ORACION PREPARATORIA Y DE LOS TRES PREAMBULOS, APROVECHA EL P A S A R ” suavemente, sin gran esfuerzo [121]. DE LOS CISCO SENTIDOS DE LA IMAGINACION” orgá­ nica o propiamente dicha; pues no hay razón para suponer que se refiere aqui el Santo a los sentidos espirituales del enten­ dimiento, una vez que dice expresamente ”sentidos de la imagi­ nación”. POR LA PRIMERA Y SEGUNDA CONTEMPLACION” de la Encarnación y del Nacimiento; "DE LA MANERA QUE SE SIGUE”. APROVECHA " sin duda esto al espíritu de diversas mane­ ras. Como nos hubiera aprovechado el hallarnos presentes al Na­ cimiento cuando éste se realizó; también nos aprovechará ahora en su medida el hacernos presentes al mismo, mediante la ima­ ginación, con fe viva como si se realizara en este momento de­ lante de nosotros.

PUNTO PRIMERO EL PRIMER PUNTO ES VER” con naturalidad, con espon­ taneidad, sin el esfuerzo que exigiría si dijera ”m irar atentam en­ te, observar, escudriñar, representarme con viveza” ; 'LAS PERSONAS”, ante todo a Jesucristo, a la Virgen, a San José... "CON LA VISTA IMAGINATIVA”, por tanto, según los deta­ lles corpóreos representabas por la imaginación orgánica; pero a la vez ”MEDITANDO” fon el entendimiento por vía de discurso o de comparaciones, etc., por lo menos si ello viniere espontánea­ mente; ’Y CONTEMPLANDO’ con la simplicidad y la fijeza de vi­ sión y de sentimiento, propias de 1.a contemplación;

139

REPETICIÓN. APLICACIÓN DE SENTIDOS

371

"EN P A R T IC U LA R SUS CIRCUNSTANCIAS ” de cada per­ sona: circunstancias de orden m aterial como el detalle del pese­ bre, pajas, pañales... y circunstancias de orden suprasensible, donde entran en p ri­ mer térm ino las grandes realidades que hemos considerado en las tres contemplaciones anteriores del mismo día sobre el mismo misterio y que nos tienen más impresionados, v. gr., que siendo Dios infinito se ha anonadado por mí, y que siendo riquísimo se ha hecho pobre por m í; ”Y SACANDO ALGUN PROVECHO DE L A V IS T A ” en orden a más im itar a Jesucristo, sin contentam os con la contempla­ ción y los afectos [122].

Tres cosas exige en este primer panto San Ignacio para la aplicación de sentidos. 1.a Representarnos con la ima­ ginación visual las personas con sus pormenores corpó­ reos; y en esto el Santo no exige gran esfuerzo, sino más bien lo excluye, ni para representar muchos detalles ni para representarlos con gran viveza. 2.a Que a la vez meditemos con el entendimiento y sobre todo contemplemos las grandes realidades del misterio que más impresionados nos tienen, de las contemplaciones ante­ riores. Esta contemplación de las grandes realidades dei misterio requiere simplicidad y se puede llamar aplica­ ción de los sentidos del entendimiento. 3.a Que saquemos ”algún” provecho para la vida prác­ tica; donde exige por tanto algún esfuerzo, pero no grande. PUNTO SEGUNDO "EL SEGUNDO ” punto "OIR CON EL OIDO' de la imagi­ nación auditiva orgánica. "LO QUE H A B L A N ” según el Evangelio "O PUEDEN H A B L A R ” verosímilmente entre sí o conmigo, dados sus sentimientos interiores y las circunstancias del m is­ terio; pero a la vez, como en el sentido de la vista, aunque San Ignacio no lo repite, ”MEDITANDO ” con el entendimiento T CONTEMPLANDO ” con la imaginación y con el entendi­ miento

372

SEGUNDA SEMANA

139

"EN PARTICULAR LAS CIRCUNSTANCIAS ”, principalm en­ te las grandes realidades del misterio (con el entendimiento, con los sentidos del entendimiento) que nos tienen más impresiona­ dos de las contemplaciones anteriores sobre el m ism o: T REFLETIENDO EN SI MISMO, SACAR DELLO ALGUN PROVECHO" en orden a la mayor imitación de Nuestro Señor Jesucristo [123],

PUNTO TERCERO EL TERCERO ” punto, ”OLER Y G U S T A R se pueden po­ ner juntos estos dos sentidos por sus grandes semejanzas y por su influencia mutua, "CON EL OLFATO Y CON EL GUSTO” espirituales del en­ tendimiento y de la voluntad, puesto que sólo ellos pueden per­ cibir los objetos que señala el Santo a estos sentidos, a saber: 'LA INFINITA SUAVIDAD” (olfato) ”Y DULZURA ” (gusto) "DE LA DIVINIDAD ” de Jesucristo, ” DEL ANIMA” de Jesucristo 'Y DE LAS VIRTUDES” pobreza, humildad, caridad... que ejercita en el Nacimiento, "Y DE TODO” su proceder, de toda su Persona, de todo lo suyo. Lo mismo de la Virgen, de San José... o sea "SEGUN FUERE LA PERSONA QUE SE CONTEMPLA, REFLETIENDO EN SI MISMO Y SACANDO PROVECHO DE­ LLO" [124]. Por tanto en este tercer punto:

a) San Ignacio no pone el olfato y el gusto sentidos de la imaginación orgánica, que perciben olores o gustos ma­ teriales. aunque se den en el misterio. b rel="nofollow"> Pone solamente sentidos espirituales del entendi­ miento y de la voluntad, capaces de percibir la Divinidad, el alma y las virtudes del Señor, de la Virgen, etc.; pero que estos objetos suprasensibles los perciban por analogía con el olfato y el gusto, o sea como si la Divini­ dad del Señor y su alma y sus virtudes exhalaran de sí un olor y fragancia suavísima que recrea a Dios, y con­ forta nuestra alma para que corra tras sus mandamientos; o como si causaran un gusto espiritual dulcísimo que

140

REPETICIÓN. APLICACIÓN DE SENTIDOS

373

vuelve desabridos los gustos de este mundo y nos hace entender cuán bueno es el Señor y cuán suave es su yugo y cuán dulce la castidad, la obediencia, la caridad; como si cada virtud tuviera su propia dulzura. c) Finalmente exige también que reflexionemos para sacar algún provecho a que den margen esas representa­ ciones, en orden a mejor imitar a Cristo. PUNTO CUARTO ”E L CUARTO, TOCAR CON EL T A CTO ” de la imaginación orgánica; ”AS1 COMO A B R A Z A R Y B E S A R ’' con grandísimo afecto de amor y reverencia ”LOS LUGARES DONDE L A S T ALES PERSONAS PISAN Y SE A S IE N T A N ”; nada dice de tocar o abrazar las personas mismas; pero a la vez como en el punto prim ero ”MEDITANDO Y CONTEMPLANDO ” las grandes realidades del misterio que nos tienen más impresionados de las contem­ placiones precedentes; " Y SIEMPRE PROCURANDO DE SACAR PROVECHO DE LLO, para m ejor seguir a Jesucristo [125]. Por tanto al tratar de la vista, oído y tacto San Ignacio habla: a) de sentidos orgánicos, b) de m editar y "contemplar” donde caben sentidos es­ pirituales. — Al tratar del gusto y olfato, sólo pone sentidos espirituales. Co l o q u io . 'ACABARSE HA, CON UN COLLOQUIO COMO EN LA PRIMERA Y SEGUNDA CONTEMPLACION Y CON UN PATER N O STE R ", o sea pidiendo según en mí sintiere a Jesús, a la Virgen... para más conocer, am ar e im itar a Nuestro Señor Jesucristo.

140. Resumiendo. San Ignacio propone aquí bajo el nombre »le "aplicación de sentidos" una cuarta o quinta contemplación sobro el mismo misterio, en la cual enlra:

374

SEGUNDA SEMANA

140

a) un ”pasar” suavemente los sentidos de la imaginación vi­ sual, auditiva y táctil sobre los detalles sensibles del misterio; b) un contemplar, con los sentidos espirituales del entendi­ miento y voluntad, las grandes realidades, suprasensibles; ”L A S PARTES MAS PRINCIPALES” del misterio que más nos hubie­ ran movido en las contemplaciones anteriores; c ) un reflexionar obvio sobre estas representaciones, en or­ den a sacar de ellas ”algún” provecho práctico. — También da lugar a un poco de meditación, al menos si viniera ella espontá­ neamente como por sí misma. La mente del Santo fué: introducir al ejercitante en la con­ templación adquirida: — empezando por los sentidos im aginati­ vos— siguiendo por los espirituales— y dejarlo a la puerta de los místicos. Entretener la imaginación en detalles sensibles del mis­ terio mientras el entendimiento contempla las grandes rea­ lidades suprasensibles del mismo, es recurso psicológico de primer orden, para facilitar la inmovilidad y fijeza de la contemplación intelectual, por la dependencia extrín­ seca concomitante que tiene el entendimiento de la ima­ ginación, aun en sus operaciones específicas. Esta concomitancia de operaciones influye además en que los sentimientos superiores desciendan a la sensibi­ lidad y se apoderen de todo el hombre. La aplicación de sentidos aparecería como una pieza desconectada en el sistema ignaciano, si en dicha apli­ cación el peso del alma hubiera de ir ante todo a los de­ talles sensibles del misterio y no a profundizar más y más en las grandes realidades suprasensibles del mismo. Tal aplicación de sentidos no sería un paso más en profundidad, como los demás ejercicios que preceden, sino en superficie. Notemos finalmente cómo San Ignacio, con ser muy enemigo de repetir avisos, nunca se olvida de advertir en cada uno de esos sus cuatro brevísimos puntos sobre la aplicación de sentidos, que en todos ellos hemos de procürar sacar algún provecho. Tan grande es la importancia que él da a que el ejercitante no se contente con altos sen­ timientos y profundos afectos, sino que procure siempre fruto para la vida práctica.

141

REPETICIÓN. APLICACIÓN I>E SENTIDOS

141.

375

II E j e r c i c i o de la ’ ’a p l i c a c i ó n de s e n t i d o s ’’

”DESPUES DE LA ORACION P R E P A R A T O R IA Y DE LOS TRES PREAM BULOS , APROVECHA EL P A S A R DE LOS CIN­ CO SENTIDOS DE LA IMAGINACION POR LA PRIMERA Y SEGUNDA CONTEMPLACION”, que son respectivamente la de la Encarnación y la del Nacimiento. P r epa r a c ió n d e l o s p u n t o s . Abarcará tres cosas: a) recor­ dar cada ejercitante, a ser posible por separado de ios otros, cuá­ les son las grandes realidades de la Encamación y Nacimiento, que más le han impresionado en las contemplaciones y repeti­ ciones que ha tenido el mismo día sobre estos dos misterios. b ) Pensar cuáles son los detalles sensibles relacionados con esas grandes realidades que más le han impresionado; los cuales detalles puedan ser representados por la imaginación visual, au­ ditiva y táctil. c) Determ inar algún fruto que sacar en cada uno de los sen­ tidos o puntos de San Ignacio. O r a c ió n H

p r e p a r a t o r ia .

ist o r ia .

La misma de la repetición anterior.

Co m p o sic ió n P etició n.

La misma de la repetición anterior.

de

lugar.

La misma

de

la

r e p e tició n a n te r io r .

La misma de la repetición anterior. PUNTO PimiKHO

Ver con la imaginación orgánica visual las personas y sus cir­ cunstancias; m ientras contemplo con el entendimiento las gran­ des realidades del misterio que más me han movido en las con­ templaciones anteriores. Sacar algún provecho.

376

SEGUNDA SEMANA

141

PUNTO SEGUNDO Oír con la imaginación orgánica auditiva lo que hablan o pueden hablar; mientras contemplo con el entendimiento las mismas grandes realidades del misterio. — Sacar algún provecho. PUNTO TERCERO Percibir con el olfato y con el gusto espiritual , la suavidad y dulzura de la Divinidad del alma y de las virtudes de Jesús, de María, de San José... en las cosas relacionadas con las gran­ des realidades que más me han impresionado en las contempla­ ciones precedentes. Percibir también, si hubiera lugar, el fetor y la amargura del pecado, de las afecciones desordenadas y del mundo. PUNTO CUARTO Tocar con la imaginación orgánica táctil, así como abrazar y besar los lugares santificados con la presencia o el contacto de Jesús, María... mientras el entendimiento contempla con la mayor fijeza y profundidad que le sea posible, las grandes reali­ dades del misterio. Sacar algún provecho.— En todos estos pun­ tos se ha de dar muchísimo al sentimiento y a la oración de súplica. C o l o q u io . Con el Eterno Padre, con el Verbo hecho hombre y nacido en Belén, con la Virgen, con San José, pidiéndoles según en mí sintiese para más amar e imitar a Jesucristo.

142.

MEDITACION XVI

ter

Un ejemplo de «aplicación de sentidos» La "aplicación de sentidos”, último término del proceso ”contemplación prim era — repetición — aplicación de sentidos" que se da casi todos los días de la 2.a, 3.a y 4.a semana; por una parte es de grandísima transcendencia en el mes de ejercicios, y por otra ofrece sus dificultades de ejecución, por las que muchos no aciertan a entrar en tal modo de oración. a) Es de importancia transcendental en el mes de ejercicios: para llegar a un conocimiento interno sentido de Jesucristo; para entrar de lleno por la oración afectiva y la familiaridad con Dios; para que los sentimientos superiores desciendan a la sensibi­ lidad y se apoderen de todo el hombre: para crear en nosotros, aun en las facultades sensitivas,-*ten­ dencias ordenadas que contrasten y debiliten nuestras afecciones desordenadas. b) Para vencer la dificultad que muchos hallan en atinar con este modo de oración, ayudará ofrecerles aquí, por vía de ejem­ plo, la aplicación de sentidos sobre el Nacimiento que trae el V. P. La Puente en sus Meditaciones Espirituales , Parte II. Medi­ tación XXVI. PUNTO PRIMERO ”Será ver con la vista interior del alma ora sea la imaginalina, ora la intelectual, las personas que están en aquel portal de Retén... y lo que hacen con las circunstancias que son objeto de la vista ” sacando de ello afectos de admiración y amor, de gozo o compasión e imitación: y si de ellos precedieron algunas nue-

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SEGUNDA SEMANA

142

vas ponderaciones y meditaciones, como suele Nuestro Señor co­ municar en estos casos, he de admitirlas, deteniéndome en ellas el tiempo que durare la luz que se me dió. La práctica es ésta: Mirando a Dios hombre aposentado en un establo con las bes­ tias, encogeré mis hombros con admiración y pasmo de tan pro­ funda humildad como resplandece en Señor de tanta majestad. Mirándole hecho niño tierno para hacerse más amable, por­ que los niños son amables, me desharé en amor de niño tan precioso y hermoso, regalándome con El, como con mi hermano mayor, mayorazgo de mi Padre, y tan mío, que nace para mí y para bien mío. Mirando el corazón del Niño ardiendo en amor y en deseo de mi salvación, y brotando lágrimas de dolor por mis pecados, y ofreciéndose al Padre Eterno por ellos, juntaré mi corazón con el suyo para que le pegue aquel amor y aquel dolor, trabando coloquios con El para que me junte consigo. Mirando sus virtudes, su pobreza, humildad, mansedumbre y paciencia, he de cogerlas para mí como quien coge un ram i­ llete de m irra para traerlo delante de su pecho y entrañarle en su corazón, diciéndole con gran ternura: "Ramillete de m irra es mi amado para mí", delante de mis ojos lo traeré para nunca perderle de vista, ni echarle en olvido. Lo mismo se puede hacer mirando a Nuestra Señora, Virgen y Madre, con afectos de admiración; mirando la modestia, devo­ ción y reverencia con que está delante del Niño, con deseos de imitarla; mirando la compasión que tiene de las lágrimas del Niño, con espíritu de acompañarle; compadeciéndome con Ella...» PUNTO SEGUNDO "Es oír con los oídos del alma (ora sea de la imaginación, ora del entendimiento), las palabras que allí se dirían, atendiendo (también) a oír las palabras interiores e inspiraciones que Dios me hablare al corazón... que es decir: puesto en mi contempla­ ción, escucharé (parando un breve rato con reverencia, como quien espera oír lo que le dicen) lo que Dios me inspira y me habla dentro de mi corazón; o reprendiéndome... o consolándo­ me; y habiendo estado un rato en silencio, si no sintiere ins­ piración del Señor, no tengo de estar ocioso, sino provocarle a que me hable... La práctica puede ser ésta: Puesto en la presencia del Niño J psiís con el oído del alma

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REPETICIÓN. APLICACIÓN DE SENTIDOS

37»

oiré las palabras que habla con su Eterno Padre y los amorosos coloquios que tiene con El sobre el negocio de nuestra salvación, alegrándome de oírlos y aprovechándome de ellos; oiré también los gemidos exteriores que da, y aprenderé a gemir por mis peca­ dos; oiré lo que este Niño me dijere si quisiera hablarme allí donde estaba; cómo reprendería amorosamente mi soberbia y vanidad y curiosidad en el vestido; cómo me exhortaría a que me hiciera niño y me presentara y ofreciera al servicio de su Eterno Padre. Todas estas palabras tengo de recibir y oír supli­ cándole me las inspire dentro de mi espíritu con determinación de cum plirlas.”

PUNTO TERCERO '’El tercer punto es oler con el olfato interior (espiritual) el olor suavísimo y la fragancia celestial que sale d»! Niño Jesús y de sus virtudes, m irando cuán bien huelen a Dios, a los Ange­ les y a los justos, y de cuánta honra y gloria son para Dios Nues­ tro Señor y de cuánta edificación para la Iglesia. 1. Y con este olor me tengo que confortar y alentar a imi­ tarlas. Para sentir más esto, ponderaré cómo el olor suavísimo que salía de las obras y virtudes de aquel Niño, sumamente re­ creaba al Eterno Padre... 2. Luego ponderaré cuánto recrea este olor a las almas ju s ­ tas que le huelen, como aquella que decia: «Corramos en pos de ti al olor de tus ungüentos»; porque la pobreza de Cristo, su hu­ mildad y mansedumbre, echan de sí una fragancia que arrebata el corazón y le lleva tras sí para juntarle con El. 3. De aquí vendré a contemplar cuán bien huele a Dios y a los hombres la obediencia y modestia, la humildad y paciencia, y la caridad en cualquier persona que las tiene con excelencia, y cuánto edifica a la Iglesia y a los prójimos; por lo cual dice San Pablo de los justos, que son buen olor de Cristo: y al contrario cuán mal huele a Dios y a los hombres la soberbia y desobe­ diencia, la inmodestia y cualquier otro vicio; ponderando cuán lejos estaba este mal olor de aquel santo lugar donde estaban el Niño y su Madre, y cuán lejos ha de estar de mi alma, por no dar disgusto a quien tanto debo.»

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SEGUNDA SEMANA

142

PUNTO CUARTO "Es con el gusto interior (espiritual) gustar la suavidad y dulzura de aquel Niño benditísimo y de sus virtudes y cuán dul­ ces eran para Dios y para El mismo, y cuánto lo son para todos los que las ejercitan a su imitación, aplicándome á probar lo que dice David: «Gustad y ved cuán suave es el Señor.» ¡Oh qué gusto sentiría el Padre Eterno en m irar las virtu­ des de su Hijo, y qué gusto tenía el Hijo en darle contento en todo! ;Oh qué dulzura sentía este Niño benditísimo, en verse po­ bre, despreciado y echado en un pesebre de animales! ¡Cuán dulces y suaves le eran las lágrimas que derramaba! ¡Y cuán sabroso le era cumplir en todo la voluntad de su Padre! Y a su imitación procuraré sentir altamente de esta dulzura, y de la suavidad que pone Dios en los desprecios y trabajos, en la pobreza y en las lágrimas endulzoradas con el ejemplo de este Niño benditísimo. AI contrario puedo ponderar cuánta amargura está escondida en el vicio y en el alma que sigue su propia voluntad y se rinde a sus pasiones.”

PUNTO QUINTO Es con el tacto interior (con el imaginativo y con el espi­ ritual; tocar espiritualmente las vestiduras de aquel Niño, el heno de aquel pesebre, la tierra de aquel portal, besándolo y abrazán­ dolo en mi corazón, engendrando en mí una grande estima, apre­ cio y amor de todo ello, escogiéndolo para mí como cosa de gran­ de precio; y como si me hallara presente a todo, tengo de llegarme al Niño y pedirle licencia para tocarle los pies, besárselos y abra­ zarme con ellos llorando allí mis pecados y pidiéndole como la Magdalena perdón de ellos. Luego con más confianza le pediré licencia para tocarle las manos y regalarme con ellas suplicán­ dole me dé su. bendición. También he de tocar la dureza de la cama del Niño, el rigor del frío que padecía, la estrechura de aquellas mantillas en que estaba envuelto y fajado, y aplicarme a desear que mi tacto toque siempre cosas duras y ásperas por este Señor, huyendo las blandas y regaladas, que El tanto aborreció.

142

REPETICIÓN. APLICACIÓN DE SENTIDOS

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Esta Meditación se ha de concluir con un coloquio a Jesucristo Nuestro Señor, suplicándole purifique y aclare los sentidos de mi alma para que yo sienta y ame como El quiere, deseando reform ar y renovar mis sentidos...” Y si no se ocurre nada especial repetir el coloquio del Rey Temporal: "Eterno Se­ ñor de todas las cosas...” N.° 116. ACABAR CON UN ”PATER NOSTER Co l o q u io .

MEDITACION XVII

DISTRIBUCION DE LA MATERIA PARA LA MEDITACION DIARIA

Día 1.° N.° 143 144 D ía

2.°

147

149

143 145 147

150

Día 3.° A7.0 143

146 147

151

Día 4.° Repetición. D ía

5.° Aplicación de sentidos.

D ía 6.°

Fruto prin cipa l de esta con tem pla ción : A7.0 148.

MEDITACION XVII

143.

«Era obediente a sus padres» Empalme ideológico-afectivo con la contemplación del Rey Temporal1. Para establecerlo en mi espíritu, me pon­ dré delante de Cristo Rey y me detendré unos momentos a recordar cuán grande es El en Si y cuán f^btral y humano para conmigo; hasta renovar en mi alma los sentimientos de aquella oblación ”Eterno Señor de todas las cosas”, en la cual me comprometí a seguirle a donde me llamara y me ofrecí a lo más difícil. A aquella mi oblación, responde ahora Jesús invitán­ dome a que le siga en su vida de obediencia. "PEDIR GRACIA A DIOS NUES­ TRO SEÑOR PARA QUE TODAS MIS INTENCIONES, ACCIO­ NES Y OPERACIONES SEAN PURAMENTE ORDENADAS EN SERVICIO Y ALABAN ZA DE SU DIVINA MAJESTAD O r a c ió n

p r e p a r a to r ia es

”DE LA VIDA DE CRISTO NUESTRO SEÑOR DESDE LOS DOCE AÑOS HASTA LOS TREINTA, ESCRIBE SAN LUCAS... ERA OBEDIENTE .4 SUS PADRES" [71]. H ist o r ia .

” VER CON LA VISTA IMAGINATI­ VA ” la casita de Nazaret y el taller de San José, pequeñitos, po­ bres, ordenados, alegres, limpios, ”CUAN GRANDES, CUAN PEQUEÑOS, CUAN BAJOS, CUAN ALTOS, Y COMO ESTABAN APAREJADOS" . Procurando deter­ minar como en el Nacimiento estas circunstancias, cuajüo se pueda sin fatigar la cabeza; porque esto ayudará para hacernos presentes al misterio. Co m p o s ic i ó n

1

de

Not. n. 111. 9.

t,uc. a r .

SEGUNDA SEMANA

384

144

’CONOSCIMIENTO INTERNO DEL SEÑOR” que por mí vive treinta años vida de obediencia. "Interno” o que penetre muy hondo en Cristo; e "interno” o que penetre muy hondo en mi. ’ PARA QUE MAS LE AME” con amor, ante todo aprecia­ tivo "Y LE SIGA" a donde El me llamare. P etició n.

144.

PUNTO PRIMERO

Quién obedece y a quiénes a) El súbdito es Jesús. Como Dios es Persona Divina, la Sabiduría del Padre, la Sabiduría-Dios: de poder infinito, de her­ mosura infinita, el tres veces santo, eterno, infinito, inmenso. Como Hombre no es de perfección infinita, pero sí de perfec­ ción inconmensurable por su grandeza, para todo entendimiento creado: de saber inconmensurable, de hermosura inconmensura­ ble, de santidad inconmensurable... Como Hombre-Dios, asumida la Humanidad por la Persona del Verbo, cuando habla Jesús, es Dios quien habla; cuando obedece, es Dios quien obedece; cuando sufre y muere, es Dios quien muere; y por eso cualquier acción suya es de valor infinito; y una gota de su sangre, basta para redimir al mundo y para hacernos santos con santidad heroica. En el cielo manda sobre millones de soles, que jam ás se des­ vían un milímetro de la órbita que les señaló; y sobre millones de Angeles, que vuelan más veloces que la luz a cumplir sus vo­ luntades. Aquí se ha encerrado en un corazón humilde que se deshace en sumisión y en ansias de obedecer. El Superior, San José y la Virgen, son de santidad excelsa, incomprensible por entendimiento humano; pero infinitamente inferiores a Nuestro Señor Jesucristo. Sin embargo, ellos son quienes mandan y Jesús quien se ha de someter.

144

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VIDA DE OBEDIENCIA

¡Dios sometido a una c ria tu ra ! ¡El sol a un rayito, el m ar a una gota, el todo a la n a d a ! Aplicación: Obediencia que hace gran diferencia entre supe­ riores y superiores: a los más altos sí, a los subordinados no; a los tenidos por sabios o santos o poderosos muy bien, a los demás con menos perfección; no es la obediencia de Nuestro Señor Jesucristo. ¿Es acaso la mía así? Nuestro Señor Jesucristo está Heno de sentimientos de sumisión al Eterno Padre, de quien El como Dios y como hombre procede; y se le rinde con amor infinito, some­ tiéndose no sólo a El directamente, sino a cualquier cria­ tura que le represente. María y José quedan atónitos ante ia su, ásión del Verbo a sus indicaciones. ¡Oh Jesús, Hijo de María! Cuan grande eres, tan su­ miso y obediente eres; ¡dignísimo de infinito amor y ala­ banza por tu obediencia! Dame tu gracia para que tam­ bién yo me rinda, por amor tuyo, a toda criatura que tenga para mí alguna sombra de superior. *** b) Jesús no sólo obedece a sus santísimos padres, sino tam­ bién al César que le hace salir de su casita obligándole a nacer en una cueva; a las autoridades civiles del pueblo; a las autori­ dades religiosas de la sinagoga; y en el taller, a la voluntad mu­ chas veces caprichosa, de los clientes. Más tarde obedecerá al Sanedrín que le cita a juicio y le condena por blasfemo; al rey Herodes que le ordena vestirse de loco; al Presidente romano que le manda dejarse azotar y le condena a muerte; a los verdugos que con la autoridad de Pilatos lo ordenan cargar con la cruz y extenderse en ella para crucifi­ carle. ¡Y aun desde el cielo, glorioso ya, desciende ahora al altar cuantas veces lo disponga el sacerdote más indigno, para sacri­ ficarle! El Corazón de Jesús siente necesidad de obedecer como el soberbio la siente de mandar. "liefleclir para sacar algún provecho". La vida de Jesús está totalmente anclada en obediencia: y el estado religioso es ante l o d o para im itar a Jesús en la obediencia. Murmurar, como ios seglares, de las autoridades civiles legílimas es indignísimo de un religioso que a todos debe preceder 13

SEGUNDA SKMANA

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144

en el espíritu de obediencia. San Pablo a todos los Superiores, aun a los gentiles y malos, manda se obedezca como a Cristo, pues de Kl tienen autoridad lo mismo que los buenos, en lo que son superiores legítimos. El deber primordialísimo de la criatura para con el Creador es "sumisión”. Para arrastrarnos a su cumplimiento el Verbo tomó para Sí estado de obediencia a puras criaturas haciéndose por nosotros como pura sumisión. ¡Olí Corazón obedientísimo de Jesús, haced mi corazón seme­ jante al vuestro! PUNTO SEGUNDO

Jesús obedece a) Jesús escogió para 30 años, de los 33 que había de pasar en este mundo, vida de obediencia, la propia de un hijo a sus padres en el seno de una familia obrera, donde las cosas que se mandan suri generalmente de escasa importancia. Se fija a Sí mismo está doble ley: Kl hará m anto le manden sus padres, infinitamente inferio­ res a E l; y nada liará sin su consentimiento. \ ¡¡litación: Yo tengo voto de obediencia para toda mi vida; lo h ice por seguir a Cristo Nuestro Señor y ahora lo renuevo con lodo el entusiasmo de mi corazón. T en g o que hacer cuanto me manden mis Superiores y nada debo hacer sin su consentimiento. ¿Procedo así en mis ocupaciones y en las cosas de mi alma? ¿Aborrezco el mover pie ni mano sin la bendición de la obe­ diencia? Ubérrimamente he renunciado a la libertad por Cristo; mi condición no es ya de hombre Ubre, sino de esclavo, por Cristo, de sus representantes. ** *

b)

Fnta obediencia o Hujeción a »uh padres, Importaba en J chúh anulación de hii voluntad perfectfeíma, ante la voluntad in­ finitamente ¡nfVrior de sus padres;

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VIDA DE OBEDIENCIA

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anulación de sus portentosas iniciativas, ante las pobres ini­ ciativas del Carpintero de Nazaret; anulación de su personalidad, que quedaba como soterrada bajo la obediencia, sin relieve ninguno que la diera a conocer. La obediencia en Jesús era no solamente cumplimiento de la vo­ luntad divina, sino también anulación asombrosa de la voluntad propia. Aplicación: ¿Entiendo yo así mi propia obediencia? ¿Quizás no me entusiasm a lo que en ella hay de anulación de mi volun­ tad propia ante la voluntad de mis Superiores? ¡Esto sería seguir a medias el ejemplo de Nuestro Señor Jesucristo! ***

c) Por esta anulación del propio jo, la obediencia en Jesús era un holocausto en el cual el Hombre-Dios, todo entero, sin dividir nada de Sí, se ofrecía en el fuego de caridad al Eterno Padre. La casita de Nazaret y el taller de San José eran un templo en el cual ardía incesantemente una victima de valor infinito, en el ara de la obediencia; esta víctima era la voluntad de Jesucristo con sus iniciativas. Aplicación: También nuestra obediencia es un holocausto en el cual el hombre todo entero, sin dividir nada de sí, se ofrece a Dios en el fuego de caridad por mano de sus ministros.

Para el estudiante de la Compañía, para el profesor o predi­ cador jesuíta el pulpito, la cátedra, la mesa de estudio son ante lodo altares de sacrificio donde arde como víctima la voluntad del súbdito en aras de la obediencia. Lo principal no es la obra externa mandada, sino la obedien­ cia misma. ♦** d) La gloria que daba Jesús al Eterno Padre por este sacriHeio do su voluntad era inmensamente superior a la que le hubie­ ra dado, realizando las obras externas de sus prodigiosas inicia­ tivas. Porque la mayor ofrenda que podía presentar Jesús al Klerno Padre, no eran millonadas de mundos o de Angeles que pudiera crear en un momento; sino el sacrificio del propio S"o, de perfección infinita.

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SEGUNDA SEMANA

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Como la mayor honra de un gran general a su Rey no es el ofrecerse a dirigir sus ejércitos, sino el renunciar a este mando para servir a su Señor en los oficios más humildes. Aplicación: En mis anhelos de la Mayor Gloria de Dios no he de olvidar que el mayor valor que pueden tener mi voluntad y mis iniciativas es el de ser sacrificadas a Dios en la obediencia; como el destino más alto de una lámpara no es el de disipar las tinieblas, sino el consumirse ante el sagrario bajo un sol es­ pléndido en obsequio a Dios. 145.

PUNTO TERCERO

Cómo obedece Jesús 1. Jesús toma la obediencia por empresa. La empresa del Divino Carpintero en los años de Nazaret no fueron bancos y sillas, sino "obedecer '; esto es lo que El buscaba directamente, no la obra de la obe­ diencia, sino la obediencia misma; mantener vivo y perenne el holocausto de su voluntad y de su personalidad; entendiendo que éste era el valor más alto que podían alcan­ zar sus iniciativas, el de ser sacrificadas al Eterno Padre obede­ ciendo a seres infinitamente más pequeños que El mismo. Aplicación: Lo más fundamental en la vida religiosa son los santos votos de pobreza, castidad y obediencia; no tengo voto de salir sabio o de convertir al mundo..., sino de obediencia, de entrega de mi mismo a Dios en la obediencia; después de esto viene el ganarle almas. Sería un contrasentido lamentable preocuparnos mucho de traerle almas y menos de hacerle entrega de nosotros mismos por la obediencia. *** 2.” Jesús obedece con prontitud, con perfección y con alegría inmensa. El sabe que obedeciendo a José y a María hace, ciertamente la voluntad
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obedece, pues, a las indicaciones de José y María con inmensa alegría como si las recibiese de boca del mismo Dios. Jesús sabe que con el sacrificio de su voluntad, obedeciendo a seres infinitamente inferiores a El, da más gloria al Eterno Pa­ dre que creándole millonadas de mundos y de Angeles que le glorificaran por toda la eternidad. Nuevo motivo para entregarse con toda la fuerza de su vo­ luntad deseosa de glorificar al Padre, a la ejecución de la obe­ diencia. Jesús sabe que la altísima y amorosísima providencia que Dios tiene sobre su sacratísima Humanidad para gloria divina y salvación del mundo, la realizará indefectiblemente por medio de su obediencia a José y a María. Tercer motivo para abrazar la vida de obediencia con entu­ siasmo sin límites, seguro de realizar por ese camino su misión de Redentor. Aplicación: El buen obediente no admite demoras en la obe­ diencia, remisiones ni desalientos. Persuadido de que en la obediencia le guía indefectiblemente la mano de Dios, y de que con la entrega de sí mismo a Dios en los Superiores le da más gloria que ganándole mil mundos: se lanza cantando con energía indomable a las más arduas em­ presas que le señale la obediencia. Tales son, los conocemos todos, los buenos hijos de la Com­ pañía. Esta perfección suma de la obediencia no impide el que, si en alguna cosa pensamos diferente que el Superior y haciendo oración nos parece convenir representársela, que no lo podamos y aun debamos hacer con el debido respeto e indiferencia.

¡Jesús Niño, haciendo recados que le manda su Ma­ dre; Jesús obrero, poniendo su poder y sabiduría infinita en hacer con perfección y prontitud las minúsculas obras que le encarga su padre! Acompáñale, alma mía, por las calles de Nazaret y en el trabajo del taller. Abrate El su corazón y verás que la obediencia en Jesús es: nobleza de alma, elevación de espíritu, gozo en el Espíritu Santo, libertad de hijo.

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fuente perenne de méritos; porque ella en el fondo no es otra cosa que caridad y humildad. Bendígante, Jesús mió, los hombres y deshágame yo en tu amor y alabanza, por habernos descubierto el tesoro de la obediencia, que es el cielo en la tierra, porque es. hacer la voluntad de Dios en la tierra como la hacen los bienaventurados del cielo. 3. Jesús al obedecer ejercita virtudes heroicas; sobre todo: Humildad heroica consumiendo un trabajo fatigoso de meses y años en unas docenas (le toscas sillas, quien con una palabra pudiera haber creado en el mismo tiempo millonadas de mundos más preciosos que el nuestro. Humildad heroica sometiéndose inexorablemente a las ins­ trucciones de San José sobre el trabajo; infinitamente más heroi­ ca de lo que fuera la de un San Agustín sujetándose escrupulo­ samente toda la vida, en la técnica del estudio, a las indicaciones de un niño que no sabe leer. Caridad heroica con los hombres por cuyo amor dedicó 30 años, de los 33 de su vida, a darnos esta lección sublime de obediencia. También abnegación heroica, laboriosidad, paciencia, tem­ planza, fortaleza heroicas. Su corazón es un volcán de amor. "Fornax ardens caritatis”. Tiene delante de Sí nuestra soberbia y nuestra tendencia a la in­ sumisión que nos hace ofender a Dios y perdernos para siempre; y como una madre que ve a su hijo despeñarse, corre Jesús a la obediencia y nos grita con su ejemplo que le sigamos a El, que por la obediencia nos salvaremos. Aplicación: "La obediencia es una virtud que sola ella in­ giere en el ánima las otras virtudes e impresas las conserva." ¿Quiero hacerme santo en poco tiempo? Me entregaré incondicionalmenle a la obediencia de cada momento, ejercitando cuantas virtudes sean necesarias para cumplirla; y el resultado será un continuo progreso en la santidad, en las cosas grandes v en las pequeñas, al trabajar y al descansar, al estudiar y al orar. * * *

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4.° El fundamento de la obediencia de Jesús en Nazaret fué que José y María estaban para El en lugar del Eterno Padre . Por lo cual respetarles, reverenciarles, amarles era reverenciar ai Eterno Padre; y cum plir sus mandatos, era hacer la voluntad del Eterno Padre. Sobre tal fundamento, la vida de obediencia era para Jesús vida de cielo, porque: como los bienaventurados concentran sus ansias en la volun­ tad de Dios, así Jesús concentra las suyas en la voluntad de sus padres; como para los bienaventurados la voluntad de Dios es su manjar, sus delicias, lo más rico del cielo, para Jesús lo es dar gusto a sus padres; como saltan los. Angeles de gozo al recibir una em boada del Altísimo y son todo ojos y manos para correr a cumplirla, así Jesús se inunda de alegría al recibir un mandato de José o de María, tanto más cuanto mayor sea el sacrificio que su ejecu­ ción entraña. Aplicación: Es de eficacia para progresar en la obediencia, la práctica del jesuíta que al empezar el dia pone ante si toda la serie de sus superiores actuales, desde el Papa y el P. Gene­ ral hasta el último Superior subordinado que mande sobre él en algo. Les despoja a todos, con la consideración, de todas sus cua­ lidades positivas y negativas hasla dejarles con sola ésta: que son superiores suyos, "que están para él en lugar de Dios ”, que •su voluntad es para él voluntad de Dios; sus palabras, palabra de Dios; sus manos, mano de Dios; sus ojos y su providencia, providencia de Dios... y cuando ya los mira así reducidos a esa simple nota de ”I)ios, Dios” entonces se les entrega en absoluto con todo el im ­ pela de su voluntad, deseosa de sacrificarse por amor de Dios, en el ara de la obediencia. Sólo quien la disfruta sabe la dicha que es, para quien desee servir a Dios, pasar toda la vida sin descender de ese altar. El
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SEGUNDA SEMANA

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el muy obediente participa en grande aquella dicha porque para él: vivir con el Superior es vivir con Dios; dar gusto al Superior es dar gusto a Dios; los marídalos, consejos, instrucciones del Superior son m an­ ila tos de Dios; sus amonestaciones paternales son amonestaciones amorosas de Dios. ¿Disfruto yo de esta dicha? ¿Vivo yo intensamente t*l Principio de la obediencia? M ti.

PUNTO CÜAKTO

La voluntad propia en las obras de obediencia a> Dos casos extremos: N. desempeña por obediencia una clase que no es de su gusto; y la lleva de la manera que quiere el Superior, la cual tampoco

en de su gusto. En esta obediencia: V. hace la noluntad de Dios en aceptar y tener la clase, y también la hace en el modo cuotidiano de llevarla; hace un su gusto; ni lo hace en el modo cuoti­ diano d e l l evarl a, porque también es el de su gusto; r e s a l l a , pn<>s, una clase de distinta perfección, generalmente

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VIDA DE OBEDIENCIA

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menor que la que pretendía Dios para ella, llevándola al modo del Superior. Además este sujeto no ha cooperado fielmente con esta obra, ;i los grandes planes que Dios tenía sobre él para gloria divina, santificación propia y salvación de las almas. La ejecución de esa Providencia es la mano de la obediencia; y él no se ha de­ jado llevar dócilmente de esta mano. — Su conducta es equiva­ lente a la de José y María, si se hubieran quedado en Nazaret, saliéndose de la obediencia al César por librar al Niño de la in­ conveniencia de nacer en un establo. ** * b) Las obras del primero son verdaderamente llenas: llenas de voluntad de Dios cuanto vacías de voluntad propia; y por tanto, llenas de méritos; y llenas de eficacia para el fin de la Compañía, porque son obras plenamente de la Compañía en la substancia y en el modo; como puestas: 1) por uno de la Compañía, 2) para el fin de la Compañía, 3) como instrumento dócil de los Superiores de la Compañía; l)or lo cual tienen sobre sí las grandes bendiciones que Dios. <*n su infinita misericordia, reserva para las arduas empresas en defensa de la Iglesia, que a El le ha placido señalar por los Su­ mos Pontífices como fin a la Compañía. En cambio las obras del que se acomoda a medias con la obe­ diencia: son escasas de voluntad divina cuanto abundantes de la pro­ pia y, por tanto: escasas en gracia; escasas en mérito; escasas en eficacia para el fin de la Compañía; pues aunque son de un hijo de la Compañía y quizás puestas sinceramente para el fin de la Compañía, pero que al ponerlas no obra plena­ mente como instrumento de la Compañía; por lo cual las grandes bendiciones de Dios a las obras de la Compartía, a él se le dan mermadas en la misma medida en que él merma, al realizarlas, su dependencia del Superior de la Com­ pañía.

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SEGUNDA SEMANA

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Cuanto sea hacerlas de modo diverso de como quiere el Su­ perior, será hacerlas individuales y dejar de hacerlas de la Com­ pañía. ¿A cuál de estos dos grupos pertenezco yo? ¿Mis ansias ar­ dentísimas de formarme hijo excelente de la Compañía, van orientadas en firme sobre la obediencia o van algo en falso? PUNTO QUINTO

Mi obediencia iL o

que debe ser mi obediencia.

a) Debo obedecer a todos mis superiores: a los más altos y a los subordinados, a los que me son gratos y a los que no lo sean tanto; nunca me tratarán tan mal como trataron a Jesús los superiores eclesiásticos Anás y Caifás y los superiores civiles Herodes y Pilatos. ¿Obedezco con perfección a mis superiores subordinados, a los profesores en materia de estudios, al bedel, etc.? Están para mí en lugar de Dios, en lo que son mis superiores, lo mismo que el P. General. Si a ellos les obedeciera menos, ¿qué garantías tendría de que mi obedecer a los superiores mayores es por mo­ tivo de obediencia? Debo obedecer ”como cuerpo muerto” que se deja llevar donde quieran y tratar como quieran; y " como bastón de hombres viejo que en donde quiera y en cualquier cosa que de él ayudarse quiera el que lo tiene en la mano, sirve”. ¡O entro por aquí o tengo que renunciar a ser santo! Criticar de los Superiores en la Compañía sería algo mons­ truoso. absolutamente incompatible con nuestra santidad. Como el que fallare en la castidad tendría que renunciar ab­ solutamente a la vida en la Compañía, así el que anduviere flojo en la obediencia tiene que renunciar a la perfección propia de la Compañía. Si el espíritu de independencia es incompatible con toda san­ tidad porque tn toda santidad es esencial la sumisión a la vo­ luntad divina; especialísimamente será incompatible con la san­ tidad característica de la Compañía.

146

VIDA DE OBEDIENCIA

395

¿Cuáles son mis criterios en este punto? Mi intransigencia en pensamientos, palabras y obras con toda manifestación de inde­ pendencia, ¿es la que nos exige absolutamente San Ignacio? b) Yo entregado total e incondicionalmente a la obediencia: haré como Jesús, la voluntad de Dios en todo momento, en las cosas grandes y en las cosas mínimas; estaré haciendo, como Jesús, sacrificio perenne de mi vo­ luntad a la voluntad de Dios en todas las cosas; mi vida será, como la de Jesús, un ejercicio continuo de vir­ tudes sólidas y perfectas, sobre todo de caridad con Dios y de abnegación propia; mis empresas de apostolado serán plenamente obras de la Compañía como llevadas en la substancia y en la forma por obe­ diencia al superior de la Compañía; por tanto, tendrán sobre sí las grandes bendiciones que Dios, en su misericordia infinita, re­ serva a las obras de la Compañía; Dios realizará plenamente por medio de la obediencia los grandes planes que tiene sobre mi vocación, para mi santifica­ ción y para la salvación de los prójimos. Yo siguiendo a medias en la obediencia: no haré la voluntad de Dios en un sinnúmero de momentos y en un sinnúmero de cosas; apenas habrá en mi obediencia, sacrificio, que merezca este nombre, de la voluntad propia a la voluntad del superior; tam ­ bién será débil el ejercicio diario de virtud en mi obediencia, y con frecuencia inficionado de intenciones falsas; mis obras de celo serán a medias, de la Compañía; por tanto, no descenderán sobre ellas, en su plenitud, las grandes bendi­ ciones reservadas a la obediencia en la Compañía: la necesidad apremiante que tengo de reparar el tiempo per­ dido, queda sin remediarse; si a esto se añadieren alguna crítica de superiores y criterios de alguna independencia, ¿dónde se vería en mi el sello caracteríslico de los hijos de la Compañia? Si para San Ignacio quien obedeciere de ejecución, pero no de voluntad y entendimiento, tiene un solo pie en la Compañía, ¿no veo en mí señales inquieInnles de que esté acercándome a ese triste estado? 2.° Lo que será mi obediencia. Resolución final. Odio implacable a las faltas de obediencia, que no me permita

390

SKUUNDA SKMANA

147

hacer las paces con ninguna de ellas y me lleve a perseguirlas ron eficacia en los exámenes diarios de conciencia y a castigar­ las con dureza; especialmente las de crítica si hubieren sido públicas, no deben quedarse sin penitencia también pública. Un gran esfuerzo por conseguir la perfección de la obedien­ cia a fuerza de oración y de diligencia; quizás por un examen particular serio, graduado, que sea centro de toda mi vida es­ piritual. ¿Acaso no está bien empleado un gran sacrificio por grabar en el alma la nota característica de la Compañía?, ¿el sello pro­ pio de los hijos genuinos de San Ignacio? 147. Coloquio. " PENSANDO LO QUE DEBO H A B LA R ... A L VERBO ETERNO” hecho obediente por nosotros, ”A LA M A D R E Y SEÑORA NUESTRA”, o a San José - PIDIENDO SEGUN QUE EN SI SIN TIE R E , PARA MAS S E ­ GUIR E I MI TAR AL SEÑOR NUESTRO” que es el fin de esta meditación, al cual ante todo se ha de enderezar su coloquio. ACABANDO CON EL PATER NOSTER”.

148

VIDA DE OBEDIENCIA

148.

FRUTO PRINCIPAL DE ESTA CONTEMPLACION

En el e n t e n d i m i e n t o : mayor conocimiento interno del Rey Eternal, especialmente de su entrega por mi amor, a la obediencia. En el c or azó n: mayor amor a su Persona;

más entusiasm o por imitarle, sobre iodo en la obediencia; más ansias de heroísmo por El. En la v o l u n t a d : más resolución firme de seguirle en todo, espe­ cialmente en la obediencia a los Superiores de aquí.

Examen de este fruto. ¿Se ha hecho realmente mayor en esta contemplación mi conoci­ miento y estima de Nuestro Señor Jesucristo, especialmente en cuanto a su obediencia? ¿Mayor mi entusiasmo por El? ¿Mayor mi resolución de imitarle en la obediencia y más concretada en algo malo que deba yo evitar en mi o en algo bueno que deba perfeccionar? También he debido crecer en aliento para cosas arduas por Cristo; porque saboreando en la aplicación de sentidos la suavidad y dul­ zura de su alma en las tribulaciones y trabajos, bien puedo espera* algo de esta suavidad y dulzura en los míos, si los sufro por Cristo.

149.

ESQUEMA DE LA MEDITACION XVII

”Era obediente a sus padres” Pres. de Dios y Orac. prep. — Historia. — Comp. de lug.— Petición. P u n t o 1.°

V er

y c o n s id e r a r

las

perso nas

Quién obedece y a quiénes. — El súbdito es Jesús: Dios, de perfección infinita; — Hombre, de perfección inconmensurable; — Hombre-Dios, cuyas acciones humanas son de dignidad infinita. — En el cielo manda sobre los Angeles y los Santos; y en la tierra es el Señor del mundo. —Los superiores son la Virgen Santísima y San José, infinitamente inferiores a Jesús; — también ei César y las autoridades civiles y eclesiásticas de la nación. —”Reflectir”. Hacer diferencia al obedecer entre superiores y su­ periores no es la genuina obediencia de la Compañía. ¿Es así la mía? P unto 2.°

” M ir a r

y c o n s id e r a r

lo q ue

hacen”

a) Jesús obedece. — 30 años, en todo momento. (Por amor a Jesús renuevo gustoso mi voto de obediencia por toda la vida.) — Con obediencia que importaba en Jesús anulación de su volun­ tad, de sus iniciativas y de su personalidad, ante la pobre volun­ tad de sus superiores.— ¿Me complazco yo singularmente en lo que tiene la obediencia de anulación de mí mismo? — Po" esta anulación del propio yo, la obediencia en Jesús era un holocausto en el cual el Hombre-Dios se ofrecía todo entero al Eterno Padre. — (La obediencia en el religioso es un holocausto en el cual el hombre todo entero se ofrece a Dios.)

151

399

VIDA DE OBEDIENCIA

— La gloria que da Jesús por este holocausto al Eterno Padre era inmensamente superior a la que le hubiera dado realizando las obras externas de sus asombrosas iniciativas. — (El destino más alto que puede darse a mis iniciativas es el de ser sacrificadas a Dios en la obediencia.) 150. b)

Cómo obedece Jesús.

— Toma la obediencia por empresa.—La empresa primordial del religioso es el cumplimiento de sus votos; y yo no he hecho voto de salvar al mundo, sino de obedecer. — Obedece con prontitud, con perfección, con alegría. — Obedece ejercitando virtudes heroicas: humildad heroica, caridad heroica, abnegación, laboriosidad, paciencia, fortaleza... hasta la muerte, «factus obediens usque ad mortem, mortem autem crucis». — El fundamento de su obediencia era que José y María estaban para El en lugar de su Eterno Padre. — La obediencia en Jesús es una realización perfecta de la santidad contenida en el Principio y Fundamento de los ejercicios. — Reflectir en cada uno de estos casos para más imitar a Jesús en la obediencia. 151.

P unto

3.°

La

v o l u n t a d p r o p ia

en

las

obras

DE OBEDIENCIA

Dos casos extremos.

— N. por obediencia desempeña una clase que no es de su gusto; y la lleva de la manera que quiere el Superior, la cual tampoco es de su gusto. — Su obediencia, pues, abunda en voluntad divina y en renuncia de la voluntad propia. — Por eso la obra resulta llena de gracia; de méritos; y de eficacia para el fin de la Compañia; — H. en cambio desempeña bajo la obediencia una clase que es muy de su gusto; y la lleva del modo que a él gusta, diverso de como quiere el Superior.

400

151

SEGUNDA SEMANA

— Su obediencia, pues, abunda en voluntad propia cuanto escasea en voluntad divina y en renuncia de la; propia. — Por tanto su obra resulta muy vacía de gracia; de mérito; y de eficacia para el fin de la Compañía. — ¿A cuál de esos dos casos me acerco más yo? P unto

a)

4.° Mi

o b e d ie n c ia

en

la

C o m p a ñ ía

Lo que debe ser.

— Debo obedecer igualmente a todos mis superiores; — como cuerpo muerto, como bastón de viejo; — mirando el criticar a los Superiores como cosa monstruosa en la Compañía. — Yo entregado incondicionalmente a la obediencia, haré en todo momento: — la voluntad de Dios; — el sacrificio de la mía; —un gran ejercicio de virtudes; —un apostolado fecundísimo y plenamente de mi Instituto. — Yo siguiendo a medias en la obediencia: —haré a medias la voluntad de Dios; — a medias el sacrificio de la mía; — apenas tendré ejercicio de virtudes; —mi apostolado será infecundo y a medias de la Compañía; — apenas se destacará en mí el sello característico de la Compañía. b)

Mi resolución final.

—Tomaré la obediencia por empresa; la gran empresa de toda mi vida. — Odio implacable a toda falta de obediencia. — El sumo esfuerzo por la perfección de la obediencia. Coloquio.

—Al Verbo Eterno hecho obediente hasta la muerte; a la Madre y Señora nuestra; a San José; — pidiendo según en mí sintiera, — para más le imitar en la obediencia.

MEDITACION XVIII

DISTRIBUCION DE LA MATERIA PAR A LA MEDITACION DIARIA

D ía

1.° N.° 152 153 155 157

D

2.° N.° 152 154 155 158

ía

D ía

3.° Repetición.

D

4.° Aplicación de sentidos.

ía

D ía

5.° Fruto especial de esta contemplación: N.o 156.

MEDITACION XVIII

152.

Vida de trabajo en Nazaret Su empalme ideológico-afectivo con la contemplación del

Rey Eternal. Consistirá en ponerme a mi mismo en los mismos sentimientos con que hice aquella oblación: "Eter­ no Señor de todas las cosas”. Para esto, puesto delante de Jesús, Rey Eternal, me de­ tendré unos momentos a recordar cuán grande es en Si como Dios y como hombre, y cuán liberal y humano para mi. Al calor de estas consideraciones renovaré formal o vir­ tualmente mi compromiso de seguirle a donde quiera que El me llame, ofreciéndome de mi parte a lo más difícil. A esta mi oblación de entonces, responde ahora Jesús invitándome a seguirle en su vida de trabajo, que ahora voy a contemplar. ”Un paso o dos antes del lugar donde tengo de contemplar, me pondré en pie por espacio de un Pater noster, alzado el entendimiento arriba, considerando cómo Dios Nuestro Señor me mira, etc., v hacer una reverencia o humilla­ ción” [74]. Después haré la oración preparatoria que es ”PEDIR GRACIA A DIOS NUESTRO SEÑOR PARA QUE TODAS MIS INTENCIO­ NES, ACCIONES Y OPERACIONES VAYAN ORDENADAS PU­ RAMENTE EN SERVICIO Y ALABANZA DE SU DIVINA M A­ JE STA D ” [46]. O r a c ió n

p r e p a r a t o r ia .

”PARECE QUE EXERCITABA LA A R T E DE CARPINTERO , COMO MUESTRA SIGNIFICAR SAN MARCOS EN EL CAPITULO SEXTO (¿POR VENTURA ES E S T E AQUEL CARPINTERO?)” [271]. H ist o r ia .

Co m p o sic ió n

i»e l u g a r .

"SERA AQUI CON LA VISTA IMA-

404

SEGUNDA SEMANA

153

G1NATIVA VER el taller de Nazaret pequeñito, pobre, limpio, ale­ gre, con las herramientas más indispensables” ; ”CUAN GRAN­ DE. CUAN PEQUEÑO , CUAN BAJO, CUAN A LT O Y COMO ES­ TABA APAREJADO’' [112].

Representarnos de manera bien determinada estos ad­ juntos. para lo cual es bueno fijarnos en un local o taller por nosotros visto, puede ayudar poderosamente a sujetar la imaginación y para hacernos presentes al misterio. P e t i c i ó n . "DEMANDAR CONOCIMIENTO INTERNO DEL SEÑOR" que consagra una grandísima parte de su vida a santifi­ car el trabajo manual [104], " Interno” con relación a Cristo, o sea que penetre hondo: en el m ar sin fondo de las perfecciones del Hombre-Dios; en las «investigabiles divitias Christi» 1; «quae sit latitudo et longitudo et sublimitas et profundum ; scire etiam supereminentem scientiae caritatem Cristi» 2. " Interno” con relación a mi, o sea que penetre hondo en mi entendimiento inundándole: de luz, que rebose hasta el sentimiento; de luz de arriba, don del Espíritu Santo; de luz-sabor, que me haga gustar internamente la verdad de Cristo,

de lux-calor, que me abrase en caridad de Cristo. ’PARA QUE MAS LE AME ” a lo San Pedro, a lo San Pablo, a lo Javier... con un amor que me saque de mí y me transform e en Cristo; para que le imite. ”Y LE SIGA” hasta la cruz y la muerte; hasta poner ”mi ma­ yor y mi más intenso oficio en buscar la mayor abnegación y continua mortificación" por im itar a Jesucristo; que ya no sea yo quien viva, sino Cristo quien viva en mí. 153.

PUNTO PRIMERO

”Ver y considerar las personas” a) Jesús-Obrero: Como Dios es el Verbo, la Sabiduría sub­ sistente de majestad infinita, de elevación infinita, de dignidad 1 Eph. 2 Eph.

8. 18.

153

VIDA DE TRABAJO. VIDA DE FAMILIA

405

infinita, de delicadeza infinita, infinitamente rico, infinitam ente dichoso; o sea lo más opuesto a lo que es trabajo servil, esfuerzo, can­ sancio, agotamiento. Como Hombre-Dios , es el Rey de los reyes y Señor de los que dominan; Rey de la creación, no necesita de nada ni de nadie, mucho menos de ganar el pan con el sudor de su frente. Pero se abrasa en amor de los hombres, condenados por nues^ tras culpas a trabajos forzados para m atar el hambre; y no su­ friéndole el corazón pasarlo mejor que nosotros, se encierra a Sí mismo para casi toda su vida en un pobre taller de obrero. La Virgen Santísima, Madre de Dios, Reina de los Angeles, Emperatriz de los cielos, Señora del mundo, la más delicada de las Vírgenes, o sea lo más opuesto a trabajo servil \ fatigoso. Pero su corazón late al compás del de Jesús en amor ° ios hombres y no le sufre pasar la vida en descanso viéndonos a nos­ otros en tantos trabajos. San José, varón justo y prudente de sabiduría celestial; la dignidad más excelsa, después de la Virgen, entre puros hombi•es; dignísimo de ser servido por los Angeles. Jesús, María y José, obreros auténticos, de manos encalleci­ das por el trabajo, de rostros atezados por el sol y los fríos... saben de trabajos, de fatiga, de agotamiento. ”R E F L E C T 1 R El buen hijo de la Compañía, cuanto más alto es en dignidad, en ciencia, en fama, más estima los oficios humildes de casa y con más naturalidad y devoción se presta a ellos. Esta es la historia eterna de los grandes hombres de la Com­ pañía: en la base de su grandeza, una gran dosis de humildad; y la humildad gravita hacia lo humilde. ¿No veo yo un valor grande en estos servicios humildes o tra ­ bajos manuales? El que Jesucristo les haya consagrado 30 años de los 33 que vivió en la tierra ¿no me dice nada? Si ser jesuíta es ser otro Jesús y vivir enamorado de Jesús, (‘1 buen jesuíta no podrá menos de estimar lo que tanto estimó Jesús. ***

b) ”Como si presente me hallase” así he de contemplar a Jesucristo en su taller.

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SEGUNDA SEMANA

153

”HACIENDOME YO UN POBRECITO” de cuerpo y alma, de naturaleza y gracia, que inspira compasión; "Y ESCLAVITO ” de por vida, para los oficios humildes, INDIGNO” de poner los pies en aquel recinto, que es m ora­ da del Hijo de Dios hecho hombre; "MIRANDOLE” a la cara y a las manos para adivinar si le puedo servir en algo; mirándole al corazón donde se abrasa en amor de mi; "CONTEMPLANDOLE” extasiado ante la grandeza de su san­ tidad. el atractivo de su modestia y el fulgor de su Divini­ dad; acompañándole, hablándole, ayudándole en su trabajo del taller; "COMO SI PRESENTE ME H A L L A S E ” en el espacio y en el tiempo, meditando las cosas como si pasaran ahora mismo aquí, "CON TODO ACATAMIENTO Y REVERENCIA POSIBLE” interior y exterior. Miraré ante todo al Corazón santísimo de Jesucristo, que es el motor de este taller donde no se da golpe de martillo ni vai­ vén de sierra, que este Divino Obrero no ofrezca expresamente por mí y por cada hombre; y en especial por cada uno de los innumerables obreros de nuestros días separados de la Igesia. — Escogedme, Jesús mío, para apóstol de vuestra causa social y m ártir de vuestros obreros.

PUNTO SEGUNDO

Jesús trabaja Trabajos serviles. De niño hace recados, ayuda a su Madre en barrer, limpiar, traer agua de la fuente. Más tarde ayuda a su padre en el taller romo aprendiz, como oficial. Muerto San José, El lleva el taller bajo la dirección de su Santísima Madre. Trabajo duro es el suyo por la calidad, como levantar pesos, aserrar maderos, lomar posturas violentas al arreglar pisos, o remendar techos; por la (1vi ración de 8, 10, 14 horas cada día; de seis días cada semana; de todo el mes; de todo el año; de 15 años, de 20 años;

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VIDA DE TRABAJO. VIDA DE FAMILIA

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con frecuencia a marchas forzadas hasta el cansancio, la fa­ tiga y el agotamiento. Trabajo humillante , como propio de esclavos e indigno de hombres, en las ideas de entonces; tomado no por distracción o por puro ejercicio para descan­ sar de tareas más nobles; sino por necesidad, como si no tuviera otro medio de sostener la vida. Trabajo pobremente remunerado, en condiciones miserabilí­ simas de ganancia, en un pueblacho pobre y sujetándose a una técnica de producción elementalísima, infinitamente inferior a lo que El sabía hacer. ”R E F LE C TIR PARA SACAR ALGUN PROVECHO a) El Hijo de Dios, aquel gran Rey de la contemplación del Rey Temporal, se desciñe el manto regio, se quita la corona, de­ pone el cetro, se viste la túnica de obrero y empuña los instrumentos de trabajo, para enseñarnos a estimar el trabajo y para animarnos a una vida de actividad intensa.

El hijo de la Comapñía que ni siquiera trabaje con denuedo, ¿qué podrá hacer digno de nuestra vocación? ¿Orar mucho, humillarse mucho, tener gran diligencia en la meditación, hacer grandes austeridades corporales? Todas estas cosas suelen costar mucho más que el trabajar; son innum era­ bles los hombres que tienen arrestos para trabajos duros y, sin embargo, no los tienen para la oración y la mortificación. b ) Jesús pone su trabajo en hacer sillas, mesas, toscos ban­ cos y arados de madera. El mismo tiempó podía haberlo emplea­ do en crear millonadas de mundos. Nos quiere enseñar el Salvador que el mérito de nuestro tra­ bajo no lo hemos de medir ante todo por la obra inmediata de nuestras manos que puede ser un libro, un discurso, un objeto manual, un servicio de casa; sino por el trabajo mismo; por ser obediencia a Dios que nos ofrece en el trabajo modo
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SEGUNDA SEMANA

153

PUNTO TERCERO

Cómo trabaja Jesús a) Jesús trabaja con pureza de intención, por cumplir la vo­ luntad del Eterno Padre y por amor a los hombres , es decir: para ennoblecer y santificar el trabajo a que, por nuestros pecados, estamos condenados; para enseñarnos a ganar la vida del cielo con el mismo tra ­ bajo que hacemos para conservar la de aquí; y porque no le sufre el corazón pasar El la vida en descanso, viéndonos a nosotros en tantos trabajos. Su amor a los hombres, sobre todo al pobre y al obrero, es lo que le tiene encerrado en un pobre taller 30 años y lo que le da alientos para el esfuerzo en el trabajo. En Jesús-Obrero las obras más pequeñas, cada golpe de m ar­ tillo y cada vaivén de la sierra, son de valor altísimo, por ser obras de un Hombre Dios hechas con toda perfección — con gran­ dísimo amor de Dios. En el hijo de la Compañía las obras más pequeñitas han de ser de un valor y mérito muy grande por ser hechas con mucho amor de Dios y con mucha abnegación propia. Lo que hagamos, por grande que sea, ha de ser siempre muy poco para lo que deseemos hacer y para el amor con que lo hagamos. Ponderar fácilmente su trabajo, como si fuera excesivo, no es propio de quien tiene grandes ansias de hacer mucho por la gloria de Dios. ”E1 que ama, vuela, corre... el amor no siente la carga ni hace caso fie los trabajos; desea más de lo que puede... no se queja de que le manden lo imposible... fatigado no se cansa, angustiado no se angustia” ... La caridad y prudencia, poniendo en todo la justa medida, hará compatible esta fervorosa exhortación del Kempis al tra­ bajo, con la obligación estricta que tenemos de ”m irar cómo se conserven para el servicio divino la salud y fuerzas corporales”, lo cual ”es loable y deberían todos tenerle” . b) El corazón de Jesús Obrero se abrasa en amor, especial­ mente de j o s obreros; en él están todos los obreros de todas las generaciones de todo el mundo, aun los alejados de la Iglesia,

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aun las masas socialistas, comunistas, ateas y perseguidoras de la Iglesia; ¡las tiene compasión infinita! Para ellos ante todo son sus pensamientos, cuando contem­ pla su propio taller, sus herramientas, su casita de obrero, su vestido, sus manos encallecidas, su rostro tostado de auténtico obrero. Jesús se angustiaba en Nazaret mirando al mundo obrero del momento actual. El eco de sus lamentos llega a nosotros: «La mies es mucha, los obreros pocos» \ «Qué hacéis aquí ociosos> \ Se mueren de hambre porque no tienen quien les parta el pan. Juntem os nuestro corazón con el suyo y dejémosle latir a su ritmo. c) Jesús trabaja siempre dentro de la obediencia a José y a María. Su gran empresa en ei taller, no es hacer bancos, sino obedecer, o el sacrificio de Sí mismo en el ara de la obediencia. (Véase la meditación anterior punto 3.° b .) d) Jesús, María y José trabajan orando: con atención interna a Dios, en unión de amor con Dios, los ojos del alma en el mayor agrado de Dios. En San José es asiduo el movimiento de brazos y manos tra­ bajando; pero no lo es menos el de labios orando y del corazón amando. — Sus miradas van con frecuencia a Jesús en explosiones de amor: ”Por Ti este trabajo, mi niño y mi Dios'’; y de ellas vuelve con nuevo ardor al trabajo. Modelo ideal para el hijo de la Compañía, en quien la oración ha de preparar para el trabajo; y el trabajo, empapado en cari­ dad, ha de disponerle para nueva oración. e) Jesús trabaja con diligencia, con denuedo, hasta gastar en la jornada de cada día, casi todas sus fuerzas. Repónelas en frugal mesa y en módico descanso sobre duro lecho, para volver a gastarlas del mismo modo al dia siguiente, en nuevas jornadas de trabajo. Aplicación: ¡Qué hermoso es contemplar a toda la Residen­ cia o Colegio durante el día, trabajando todos con entusiasm o por la causa de Dios cada uno en su puesto! « 4

Mt. 9, 37. Mt. 20. 6.

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SEGUNDA SEMANA

154

¡Qué dulce es caer rendidos a la noche en el lecho, con la conciencia de haberse sacrificado en el trabajo por Dios y con el pensamiento de repetir el don de sí mismo al día siguienle! No dirían bien en esta Compañía de valientes, espíritus menos templados para trabajos fuertes y jornadas duras por la gloria de Dios. Seria vergüenza encallar en vida fácil y en ministerios lige­ ros, entre tantos hermanos que luchan denodadamente en misio­ nes vivas y en empresas costosas con grandes necesidades. f) m ero lu ego

Jesús trabaja con orden externo, conforme a plan: pri­ lo necesario, luego lo conveniente; primero lo mandado, lo de elección libre; no por ímpetu, capricho ni rutina.

A filiaición: Por falta de orden, quizás dejo lo necesario para el lin y entonces tengo que trabajar a marchas forzadas, lo cual m e deja moral y físicamente indispuesto para la oración, exa­ m en de conciencia, vida interior. Semejante desorden, hecho habitual, traerá gran daño a la regularidad de los ejercicios espirituales y a la unión con Dios durante el día; puede ser en muchos un gran detrimento del espíritu.

154.

PUNTO CUARTO

Mi trabajo en la Compañía a) Kh importantísimo en un hijo de la Compañía tener bien ordenada la vida de trabajo. Porque: í.° Domos muchas horas al Inibajo, más que a ejercicios espirituales. - Será, pues, la­ mentable que lan gran parte de nuestra vida sea tiempo perdido para nuestra santificación y para la salvación de las almas. 2." Nuestro trabajo de predicar, zar, es al fin el inxlru ín en lo h u m a n o la salvación de las almas en nueslro damental en nuestra vida apostólica ordenado. I c o m o do s ( an os m á s agua corra

enseñar, estudiar, organi­ de (¡uc Dios se s i m e para apostolado. Kh, pues, fun­ que este trabajo esté bien

I Irahnj o d e x o r d e mi t l o y la vida interior son en nosot de una misma fuente muy pequeña; que cuando por uno, menos queda para el otro.

154

VIDA DE TRABAJO. VIDA DE FAMILIA

411

En cambio el trabajo ordenado y la vida interior son como el cuerpo y el alma, que se unen para form ar un solo hom bre; en el cual lo que es bueno para el alma, redunda en bien del cuerpo; y lo que es bueno para el cuerpo, le bace mejor in stru ­ mento del alma. 4." A los buenos hijos de la Compañía no suele el demonio cogerles por la vagancia o por las pasiones bajas; más fácil ie es conseguir que encallen en la virtud , por desorden en el tra­ bajo apostólico. b) ¿Cuál es mi actividad en el trabajo? 1." ¿Es la del sier­ vo perezoso , que soterra el talento por miedo a las molestias o al fracaso; o la del oficinista indolente, que da al trabajo el m í­ nimum de horas y el mínimum de esfuerzo, sin interés ulterior por el éxito de la empresa? Apenas es posible tal aberración en el espíritu de la Com­ pañía. 2." ¿Es la del hombre-máquina que trabaja por trabajar, porque ya no puede estar quieto; o la del hombre de negocios que lodo es dinamismo, técnica, iniciativas... sin reposo para la meditación y el examen de sí mismo — sin un momento para el examen particular y para ir al sagrario — con el tiempo justito para el breviario, la lectura espiritual, la acción de gracias en la comunión...? lodo porque le devora el celo de las almas, ¡mientras tiene la suya medio abandonada !, y por llevar el mundo a Dios, ¡mien­ tras él apenas va a Dios! Tal apostolado— tan a base de elemento humano y tan pobre del sobrenatural - ~ es esléril para la Iglesia y ruinoso para el apóstol. ICs el gran engaño de estos tiempos, en los que el demonio pesca a redadas entre sacerdotes jóvenes y animosos que con buena intención, pero imprudentemente, se lanzan a una activi­ dad desbordada. D." ¿O es la actividad del apóstol legitimo, del genuino hijo de la Compañía, a lo San Pablo, a lo San Ignacio, a lo Javier, a base: primero de oración, después de sacrificio, después de acción?

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SEGUNDA SEMANA

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c) Mi resolución final. Buscaré medios eficaces para conse­ guir trabajar lo que debo, con orden, en obediencia, con pureza de intención, en unión con Dios; trabajar ajustándome con lógica inflexible a los principios de que la oración y las virtudes son lo que ha de dar eficacia a lo exterior para el fin de nuestra actividad en la Compañía. 155. Coloquio. ’ HASE DE HACER UN COLOQUIO PEN SAN­ DO LO QUE DEBO HABLAR AL VERBO ETERNO ENCARNA­ DO" hecho obrero por mi, ”0 A LA MADRE Y SEÑORA NUES­ TR A ” o a San José. “PIDIENDO SEGUN QUE EN SI SINTIERE PARA MAS S E ­ GUIR E IMITAR A NUESTRO SEÑOR” en su vida de trabajo en el taller de Nazaret. DICIENDO UN PATER N O STER” [109].

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VIDA DE TRABAJO. VIDA DE FAMILIA

156.

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FRUTO PRINCIPAL DE ESTA CONTEMPLACION

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1 En el e n t e n d i m i e n t o : mayor conocimiento interno del Rey Eternal, especialmente de su entrega, por mi amor, al trabajo manual en humi­ llación y pobreza.

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En el s e n t i m i e n t o : mayor amor a su Persona; más entusiasm o por imitarle, especialmente en la vida de trabajo; más ansias de heroísmo en su servicio. En la v o l u n t a d : más resolución firme de seguirle en todo, especialmente en la humildad y laboriosidad del trabajo cuotidiano.

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Examen de este fruto. ¿Se ha hecho mayor en esta contemplación mi conocimiento y estima de Jesucristo, particularmente de su santidad en el trabajo? ¿Mayor mi entusiasmo por El? ¿Mayor mi resolución de imitarle y más concretada en algo malo que deba yo evitar en mi y en algo bueno que deba perfeccionar, especialmente en mi vida de tra­ bajo? También he debido crecer en aliento para cosas arduas por Cristo; porque saboreando en la aplicación de sentidos la suavidad y dulzura de su alma en las tribulaciones y trabajos, bien puedo espe­ rar algo de esa suavidad y dulzura en los míos, si los sufro por Cristo.

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ESQUEMA DE LA MEDITACION XVIII

157.

Vida de trabajo Pres. de Dios y Orac. prep.—Historia.—Comp. de lug.—Petición. P u n t o 1.°

”V er

las

per so n as”

Jesús, María y José: familia de auténtico obrero. — Jesús, como Dios y como hombre, es el menos llamado a trabajos serviles.

—María. Virgen delicadísima, Madre de Dios, Reina del cielo y del mundo... la menos llamada a trabajos serviles. —José, varón prudentísimo, santísimo, dignísimo de que le sirvan los Angeles. — En el vestir, comer, habitar, trabajar... son familia auténticamen­ te obrera. ^ —Por mi amor; —por amor especial al obrero. — Reílectir. El buen jesuíta estima en mucho los oficios humildes y se honra de ejercitarlos en la vida doméstica. P u n t o 2.°

” V er

lo q ue h a c e n ”

a) Jesús trabaja: — de niño, de jovencito, de mayor; — trabajos serviles, humillantes; — trabajos duros por su calidad y por su duración; — en condiciones pobres de remuneración. — En el tiempo que le lleva hacer un banco, pudiera haber creado millonadas de mundos. — Sacaré estima grandísima del trabajo, no tanto por la obra que sea su efecto inmediato cuanto por ser voluntad de Dios. —Jesuíta que flojee en el trabajo, ¿qué podrá hacer digno de su vo* cación ?

VIDA DE TRABAJO. VIDA DE FAMILIA

158

415

b) Cómo trabaja Jesús. — Con pureza grandísima de intención; — siempre dentro de la obediencia a José y a María; — con orden externo; — con diligencia suma; — orando a la vez; — con el corazón abrasado de amor a los hombres; — mirando con especial compasión al actual mundo obrero. — Reflectir en cada cosa de éstas sacando algún provecho en orden a imitarle. 158.

P

unto

3.° Mi

t r a b a jo

s n la C o m p a ñ ía

Mi actividad en el trabajo.

— ¿Es la del siervo perezoso? — ¿Es la del hombre-máquina? — ¿Es la del legítimo apóstol? — Importancia suma de ordenar mi trabajo en la Compañía: — por ser mucho el tiempo que le doy al trabajo; — por ser él instrumento de mi apostolado; — porque bien ordenado ayuda a la vida interior, — y mal ordenado la hace muy difícil. — Las reglas de cada oficio, el reglamento o ”ratio” contienen nor­ mas preciosas de orden. Coloquio:

— con Jesús, con María, con José; — pidiéndoles según en mi sintiere — para más imitar a Nuestro Señor.

MEDITACION XIX

D I S T R I B U C I O N DE LA M A T E R I A LA M E D I T A C I O N D I A R I A

D ía I.»

N.° 159 160 162 164

2.°

N.° 159 161 162 165

D

ía

PARA

D ía 3.°

Repetición.

D ía 4.°

Aplicación de sentidos.

D ía 5.°

Fruto principal de esta contemplación N.° 163.

MEDITACION XIX

159.

Vida de familia en Nazaret Su empalme ideológico-afectivo con la meditación del Rey Eternal. Para realizarlo en mi espíritu me poiHré de­ lante de Jesucristo y me detendré unos momentos & recor­ dar cuán grande es en Si y cuán liberal y humano para mi; hasta renovar los sentimientos de aquella oblación ”Eterno Señor de todas las cosas”, en la cual me compro­ metí a seguirle y me ofrecí a lo más difícil. Jesucristo responde ahora a aquella oblación mía in­ vitándome a imitarle en su vida de familia en Nazaret, que ahora voy a contemplar. O r a c ió n p r e p a r a t o r ia . ’Un paso o dos antes del lugar don­ de tengo de contemplar, me pondré en pie por espacio de un Pater Noster, alzado el entendimiento arriba, considerando cómo Dios Nuestro Señor me mira, etc., y hacer una reverencia o humillación.” Después haré la oración preparatoria que es: ’’PEDIR A DIOS NUESTRO SEÑOR GRACIA PARA QUE TODAS MIS INTE N ­ CIONES, ACCIONES Y OPERACIONES SEAN PURAMENTE ORDENADAS EN SERVICIO Y ALABANZA DE SU DIVINA M A J E S T A D Es mi último fin, es el anhelo supremo de mi alma.

Jesús desde la infancia hasta los treinta años hizo continuamente vida de familia con sus padres: algún tiem­ po, relativamente corto, en Belén y Egipto; la mayor parte en Nazaret. De los 33 años de su vida, dedica 30 a santificar la vida de familia. H

is t o r ia

.

14

418

SKGUXDA SEMANA

160

”SERA AQUI CON LA VISTA IMA­ GINATIVA VER” la casita de Nazaret pequeñita, pobre, limpia, alegre. "CUAN GRANDE, CUAN PEQUEÑA , CUAN B A J A , CUAN A L T A . Y COMO ESTABA A P A R E JA D A ” [112]. C o m p o s ic ió n

de

lugar.

Representarnos de manera bien determinada estos ad­ juntos, y para ello fijarnos en un edificio por nosotros visto, ayuda poderosamente a sujetar la imaginación y a hacernos presentes al misterio. P e t ic ió n . ” DEMANDAR CONOCIMIENTO INTERNO DEL SEÑOR" que consagra treinta años a santificar la vida de fa­ milia, "PARA QUE MAS LE A M E 1 Y L E SIGA”. — Por la impor­ tancia extraordinaria de esta petición recuérdese lo que dejamos escrito sobre ella en la contemplación anterior [104].

160.

PUNTO PRIMERO

”Ver y considerar las personas” a) La Trinidad de Nazaret es como un trasunto de la Tri­ nidad del cielo. Jesús, el Verbo, tiene para con María y José el mismo amor reverencial que profesa al Eterno Padre en la Tri­ nidad del cielo. María Santísima está formada por el Espíritu Santo para amar como madre y como esposa a Jesús y a José. Es, pues, Ella como el amor común a Jesús y a José; algo así como el Espíritu Santo es el amor común al Padre y al Hijo en la Trinidad del cielo. San José, participación de la paternidad divina, es en el mismo grado participación del amor y de la providencia del Eterno Padre para con el Verbo encarnado. Además en la Sagrada Familia, el vínculo de unión es ante todo la caridad; y su fin, la salvación del género humano. En Ella, todo es sobrenatural y divino: las personas, el fin y los lazos de unión. 1

N ot. n. 172. 4.

160

VIDA DE TRABAJO. VIDA DE FAMILIA

419

Aplicación: En nuestras casas las personas son PP. y HH. to­ dos en gracia; la inmensa mayoría, con muchísima gracia; un buen num ero con virtudes rayanas en lo heroico. Son venidos de todas las partes del mundo con el único fin de la santificación propia y la salvación de las almas. También entra en nuestra familia el Huésped del Sagrario en la m ejor estancia de casa y la más concurrida; — también las Personas de la Santísima Trinidad, que nunca fallan en el alma del justo y donde nos reunimos muchos en su nombre. Hasta los muros del hogar y los objetos de casa son como cosa sagrada, dados por la piedad de los fieles para el culto de Dios y para la salvación de las almas.

El que en nuestra familia religiosa haya tanto np sobrena­ tural y divino h a de servirnos de gran aliciente para nuestra ca­ ridad. Cierto que también hay defectos, pero muchas veces el relieve con que éstos aparecen es mucho mayor que el que co­ rresponde a su importancia relativa. Las faltas de un tibio y los defectos y descuidos muchas ve­ ces inculpables de un religioso por la edad o por los nervios menos equilibrados, hacen más ruido que el proceder equilibra­ do y las virtudes sólidas del resto de la comunidad. *** b) En el Corazón de Jesús, órgano de la misericordia infini­ ta de Dios para con nosotros, ha puesto Dios amor infinito hacia mí — compasión infinita de mi — longanimidad infinita y dulzu­ ra infinita para mí. Piensa, pues, Jesús como sin poder menos en mi; me ama sin, cesar; se ofrece por mí; se consume en ansias de sacrificarse por mí. También en el corazón de María, ha puesto Dios amor inefa­ ble de madre para mi. Al meditar, pues, estos misterios no he de mirarme como extraño a la Familia de Nazaret; ocupo allí un puesto muy ín­ timo en el Corazón de Jesús, de María y de José. — Además debo considerarlos:

c) "Como si presente roe hallase»’. ”HACIENDOME YO UN 1'OfiREClTO'’ [113] de cuerpo y alma, de naturaleza y gracia,
420

SEGUNDA SEMANA

160

”Y ESCLAVITO” de por vida para los oficios más humildes, '*INDIGNO'’ de poner los pies en aquel recinto que es morada de la familia del Hijo de Dios hecho hombre; MIRANDOLES” a la cara y las manos para adivinar si les puedo servir en algo; mirándoles sobre todo al corazón donde se abrasan de amor a mí; " CONTEMPLANDOLES” extasiado ante la grandeza de su santidad, el atractivo de su modestia y el fulgor de la divinidad; ’COMO SI PRESENTE ME H A L L A S E ” en el espacio y en el tiempo meditando estas cosas como si pasaran ahora mismo aquí. ’CON TODO ACATAMIENTO Y REVERENCIA POSIBLE ” exterior e interior.

PUNTO SEGUNDO ”Ver y considerar lo que hacen; oír lo que dicen”

a) Se estiman. Sorprendamos sus conversaciones. De María con José: nuestro Jesús es infinitamente santo, infinitamente sabio, infinitamente perfecto en todo. ¡Es el Hijo de Dios! ¡Con­ vivimos con el Verbo! José con Jesús: María es un mar sin; fondo en pureza, en humildad, en caridad, en toda santidad. ¡De dónde a mí la dicha de vivir a su lado! María con Jesús: qué santo es tu padre José; qué prudente, qué justo, cuán paternal para con nosotros. ¡Somos dichosos bajo su custodia! Para Jesús, María es la criatura más santa de la creación después de El mismo; Ella vale más que todo el resto de la Iglesia junto. Y después de María, José; custodio de la Sagrada Familia en Nazaret y protector de la Iglesia Universal en el cielo. Aplicación: Los PP. y HH. tienen grandes valores sobrena­ turales, que debernos estimar en mucho: la vida constantemente en gracia;

160

VIDA DE TRABAJO. VIDA DE FAMILIA

421

gran riqueza de virtudes sólidas y perfectas, con frecuencia heroicas; la sublimidad de la vocación religiosa, misionera, apostólica; el carácter sacerdotal; el am or de hermanos que reina pujante donde abunda la ca­ ridad de Cristo, y hace que nuestra Compañía sea de nombre y de hecho "Compañía de am or”. b) Se aman. El lema de cada uno en la vida de familia es hacer felices a los demás. 1.° Se aman con amor de obras: José trabaja en el taller para Jesús y María. María cocina, cose, hace todas las labores de ia m ujer de casa para Jesús y José. Jesús de niño hace recados; de mayorcito trae agua de la fuente, pica leña para el fuego, se adelanta a hacer a su madre los trabajos más pesados; de mayor, quita a San José de las manos lo que requiere es­ fuerzo y carga El con lo más fatigoso. 2.° Se aman con amor de sacrificio. El lema de cada uno es: ”T rabajar yo porque los demás descansen”. "Privarm e yo porque los demás disfruten”. ”Ayunar yo porque los demás coman”. ” Velar yo, trasnochar, madrugar, porque los demás duerm an”. ”P ara mí lo peor de la casa, lo más trabajoso, lo más hu­ m illante”. ”No soy para mí, soy para los demás”. ”En lo grato primero ellos, yo el último”. ”En lo desagradable primero yo, después ellos”. Y este lema lo vive cada uno en las mil menudencias del día, espontáneamente, sin violencias, con el gozo íntimo de los que se am an ardientemente y hallan en el sacrificio el m ejor pábulo para su amor. 3.° Se aman con amor de expansión, intimidad, sentimiento; que es el propio de la vida de familia. — Gozan en estar juntos en el trabajo, en el descanso, en la mesa, en las expansiones del día festivo. Allí todo es de todos, no hay mío ni tuyo. — Nadie goza si eon él no gozan los demás; —-a ninguno se deja solo en la tris-

422

SEGUNDA SEMANA

160

teza; — hay fusión completa de almas, de corazones, de senti­ mientos. — Ese amor embalsama el ambiente, dulcifica las pala­ bras, ilumina la mirada, transform a la vida de familia en ante­ sala del cielo. De la Sagrada Familia están tomadas las reglas de la cari­ dad fraterna que hacen de la Compañía un paraíso: que cada uno reverencie a Dios en los otros como en su imagen; que les ame en Dios y a Dios en ellos; que busque para sí lo peor de casa para dejarles lo mejor a ellos; que se entregue con gusto a los oficios domésticos donde se ejercite más la humildad y la caridad; que todos sientan y digan lo mismo para que con el vínculo de la caridad se conserven; que amen con particular afecto a los huéspedes y extranjeros. 4. Aun las virtudes ”humanas” de trato, tacto, delicadeza y hasta la distinción de formas, alcanzaron en la Sagrada Fami­ lia alturas a donde jamás han llegado en familia alguna de la más depurada nobleza. Porque la distinción y elegancia de formas, al fin, no es más que la expresión externa de la delicadeza de sentimientos y de la elegancia del alma. Y ¿quién puede concebir a dónde llegaban la elevación y de­ licadeza de sentimientos del Corazón Santísimo de Jesús, del Corazón Inmaculado de María y del alma santísima y nobilí­ sima de San José? De ahí es de donde están tomadas las Reglas de Modestia de la Compañía. Son la exteriorización connatural de un alma pura, llena de gracia, enamorada de Dios; son una aparición celestial que pasa por la tierra derramando luz, enjugando lágrimas, ele­ vando los corazones. Ese es apostolado de todo Hijo de la Com­ pañía que guarde exterior e interiormente nuestras Reglas de la Modestia. En cambio el refinamiento de formas exteriores no convence, ni llena, ni vale, ni dura, mientras no llega al sacrificio de la caridad que ama a Dios en el prójimo y al prójimo en Dios. 3.° Son felices Jos A y María porque intiman con Jesús. Te­ niendo a Jesús lo tienen todo. Le ven, le oyen, le sirven, le abra­ zan, viven para El, y sienten que El vive para ellos.

161

VIDA DE TRABAJO. VIDA DE FAMILIA

423

Esta m ism a es la vida interior propia del hijo de la Com­ pañía: am or acendrado a Jesús y trato fam iliar con El, íntimo, con­ tinuo, con acatam iento de vasallo a Rey, de criatura a Criador; entrega m utua con ansias de sacrificio y sueños de heroísmo; vida de inteligencia, de voluntad, de corazón y de sentimien­ tos que se apodera de todo el hombre y le tiene en vibración cons­ tante por Cristo. Por esto reina tanta dicha con tanta castidad en la juven­ tud de la Compañía. — Én ella la vida de sentidos, más que vio­ lentamente reprimida, está ordenada y elevada por la prepoten­ cia de la vida interior.

Afectos. ¡Oh Jesús, amigo mío delicadísimo y nobilísi­ mo! Cuán repugnantes han de ser para Ti mis faltas con­ sentidas de silencio, de puntualidad, de correspondencia a tus inspiraciones! ¡Qué mal dice en nuestra vocación de trato íntimo con Jesús, la indelicadeza de alma que late en el fondo de las pequeñas faltas de Reglamento cuando son consentidas! Tomad mi corazón, Jesús mío, y purificadlo de toda ba­ jeza, arrancad de él toda fibra que no vibre con Vos; haced­ lo nuevo, que prefiera la muerte a la más pequeña falta con advertencia. ¡Qué desgracia la del religioso que después de 5, 10 años de convivencia con Nuestro Señor Jesucristo bajo el mismo techo y a la misma mesa eucarística, apenas conociera aun la voz del Amigo, ni percibiera sus inspiraciones, ni halla­ ra entrada a su trato! ¿No debiera ser esto para él una anomalía inquietante dado lo amoroso que es Jesús y su gran tendencia a comunicársenos? De que casi nunca sintamos la consolación, dice Kempis, la culpa suele ser nuestra. ¿Será ésta una gran negligen­ cia en mis ejercicios espirituales?; ¿será oculta soberbia? 161.

PUNTO TERCERO ”Ver y considerar lo que hacen”

a) Jesús toma la vida de familia por campo de apostolado. •-■as primicias de su misión santificadora las consagra a la San­ tísima Virgen y a San José; para ellos son sus mejores gracias,

424

SEGUNDA SEMANA

161

sus secretos más íntimos, sus lecciones más altas, el fruto más grande de su pasión y muerte. Aplicación: El buen hijo de San Ignacio reserva para sus hermanos de la Compañía las primicias de su apostolado, sus oraciones más fervorosas, sus mejores ejemplos, sus expansiones más intimas; la casa religiosa es para él el prim er campo de su actividad apostólica y el más fecundo de todos. De lo más exquisito para el varón apostólico en su vida de confesionario, predicación, enseñanza y organización suelen ser las vocaciones a la vida religiosa: el despertarlas, fomentarlas, encauzarlas. Pues para el jesuíta la vida de familia en la Compañía es un continuo fomentar la vocación religiosa de sus hermanos. Su lema de apóstol de Cristo "pasar haciendo bien”, lo aplica ante todo en la vida de familia, a sus hermanos. En el campo que la Iglesia señala a su celo, el huertecito de sus predilecciones, es la casa de la Compañía donde él vive, las vocaciones de sus hermanos: es decir, la vocación general a la Compañía y las parciales a las empresas que cada uno trae entre ruanos. Sabe que encomendándoles a Dios, dándoles buen ejemplo, aplaudiéndoles y haciéndoles felices en la Compañía, les confir­ ma en su vocación y centuplica sus fuerzas para el apostolado. ¿Entiendo yo así la vida de familia en la Compañía? ¿La tomo corno obra de celo y por uno de mis principales deberes de apostolado?

b) La eficacia del buen ejemplo en la familia de Nazaret y en la vida de familia de la Compañía. En Nazaret, María y José veían a Jesús orando, trabajando, conversando... ¡Qué fuerzas no sacarían de aquellos ejemplos mil veces heroicos del Salvador, para orar ellos como El, traba­ jar como El, ser santos como El! San José orando junto a María Santísima, viendo cómo tra­ baja Ella, cómo ama a Dios y por Dios a los hombres... testigo de su modestia, de su pureza, de su profundísima humildad... ¿No ís verdad que aun nosotros, ante tales ejemplos, parece que no podríamos menos de ser muy santos? Un lo Compañía por ser muy íntima la vida de familia, es

VIDA DE TRABAJO. VIDA DE FAMILIA

161

425

inevitable una gran influencia del ejemplo, para bien o para mal, de cada uno sobre los demás. Sólo Dios sabe la enorme eficacia que tendrá en la Iglesia un estudiante fervoroso de la Compañía, a través de los 150 con­ filósofos y conteólogos a quienes incita de continuo, con su ejem ­ plo, a ser santos. En cambio cuán grande no seria el reato de uno menos edi­ ficante que contribuyera con su ejemplo de una manera conti­ nua a que el nivel del teologado y filosofado no esté a la altura de santidad que pide el Instituto de la Compañía. PUNTO CUARTO

Mi vida de fam ilia en la Compañía a) Es de gran transcendencia para mí espirita tenerla bien ordenada. Porque: 1.° Damos mucho tiempo en la Compañía a fomen­ tar el trato familiar entre nosotros en las quietes diarias, en recreos extraordinarios, paseos, conversaciones en la mesa... Además este trato es de todas las horas y de todos los dias; porque vivimos juntos tabique por medio, comemos en la misma mesa, trabajamos juntos, entramos y salimos, vamos y volvemos juntos. Sería, pues, lamentable que todas estas relaciones quedaran inútiles, por desordenadas, para mi santificación y mi apostolado.

2.° Mi ejemplo en la Comunidad, si yo no fuera positivamen­ te edificante, será a la laga notablemente dañoso a los demás; como en un escuadrón aguerrido de historial heroico, la pre­ sencia de soldados flojos contribuiría fatalmente a debilitar el espíritu del Cuerpo, a apagar los ideales, a embotar los aceros (le los demás. 3.° Haciendo munidad con mi contribuyo a •'•spiraciones a la apostolado.

felices a los que me rodean en la vida de Co­ caridad, atenciones, delicadeza y tacto, confirmarles en la vocación y a aumentar sus santidad; y por aqui hago obra de fecundísimo

42(5

SEOUNDA SEMANA

161

b) Cómo me porto yo en la vida de Comunidad. t.° ¿Soy elemento de "unión” en nuestra vida de familia? ¿Con todos — con muchos — con pocos — en qué grado — por qué no más? ¿Con mi caridad, tacto, alegria, delicadeza, espíritu de cooperación? ¿Miro como peste cuanto pueda desunir? ¿Tengo horror a la critica? ¿Qué sacrificios me impongo por el bienestar de los demás? 6 L o considero como obligación mía de caridad, la propia de los que conviven como miembros de una misma familia sobrena­ tural ; o más bien como cosa indiferente, de la cual puedo inhibirme a voluntad? ¿Queda por mi egoísmo el que no brille para alguno de mis hermanos en todo su esplendor el timbre dulcísimo de la Com­ pañía de ser ella "Compañía de am or” ? 3. ¿Soy elemento de edificación en la Comunidad?, ¿de ele­ vación hacia los grandes ideales de la Compañía, a las Reglas 11, 12. 17..., al tercer grado de humildad, a misiones difíciles...? ¿o es más bien hacia abajo el impulso que imprimo en los que me rodean? c) Consecuencia final: Mi resolución. Mirando a Cristo en medio de la Sagrada Familia y comparándome con El, determi­ naré medios eficaces para imitarle en la caridad quitando defec­ tos y cultivando virtudes. Puro quitar defectos referentes a la caridad fraterna me pue­ de ayudar formar una lista de los que tengo, y recorrerla en el examen del mediodía o de la noche; arrepentirm e especialmente de estos defectos en dichos exámenes y en las confesiones se­ manales; castigarlos con penitencias y hacer especial oración por su enmienda. Si notare en mí propensión a faltas de crítica, no reí rocederé anfr los medios más enérgicos para examinarlas y para alejar­ me de vicio que me convertiría en peste de la Compañía; están indicados en la "Industrias del P. Aquaviva”, cap. 17. Pora distinguirme en la virtud de la caridad fraterna puedo tener la meditación frecuentemente sobre ella; aplicarle el exa­ men particular con seriedad y constancia; tener lectura espi-

162

VIDA DE TRABAJO. VIDA DE FAMILIA

427

ritual sobre la misma, aspirar a un grado alto de perfección en. virtud tan trascendental para la vida de la Compañía. 162. Coloquio. ”HASE DE HACER UN COLOQUIO. PEN­ SANDO LO QUE DEBO HABLAR AL VERBO ENCARNADO” miembro de la Sagrada Familia de Nazaret ”0 A LA MAD RE Y SEÑORA N U E STR A ” o a San José, ”PIDIENDO SEGUN QUE EN SI SINTIERE, PARA MAS SEGUIR E IM ITAR A L SEÑOR NUESTRO ” en su vida de fami­ lia de Nazaret, "DICIENDO UN PATER N O STER” T109].

163.

I

163

SEGUNDA SEMANA

428

FRUTO PRINCIPAL DE ESTA CONTEMPLACION

En el en te n d im ie nt o: m ayor conocim iento interno del Rey Eternal, particularm ente de sus virtudes en la vida de fa m ilia . En el corazón: mayor amor a su ad orabilísim a Persona;

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más entusiasm o por im itarle, especialm ente en m is relaciones fa ­ m iliares; más ansias de sacrificio por El.

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En la volu nta d: más resolución firme de seguirle en todo; particularmente en tomar su vida de Nazaret por m odelo de m i vida de familia.

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Examen de este fruto.

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¡ ¿Se ha hecho realm ente m ayor en esta contem plación m i conocij miento y estim a de Nuestro Señor Jesucristo, particularm ente por su i santidad en la fam ilia? | ¿Mayor mi entusiasm o por El? i ¿Mayor mi resolución de im itarle ) y más concretada en algo que deba yo evitar en m í o en algo j bueno que deba perfeccionar, especialm ente en m i vida de fa m ilia ? i

I

También he debido crecer en aliento para cosas arduas por Cristo; porque saboreando en la aplicación de sentidos la suavidad y dulzura de su alma en las tribulaciones y trabajos, bien puedo esperar algo de esa suavidad y dulzura en los m íos, si los sufro por Cristo.

164.

ESQUEMA DE LA MEDITACION XIX

Vida de familia en Nazaret Pres. de Dios y Orac. prep.—Historia.—Comp. de lug.—Petición. P u n to

í .°

”V er y c o n s id e ra r la s

p erso n as”

La Trinidad de Nazaret trasunto de la Trinidad del cielo.

— El Hijo es el mismo allí y aqui. José es participación de la paternidad divina para Jesús. María es algo así, como el Espíritu Santo, el amor común del Padre y del Hijo. — El vínculo de unión en esta familia es ante todo la caridad; y el fin, la salvación de las almas. — La santidad del Hijo es infinita; la de María y José es inconmensurable; hasta los muros del hogar son sagrados. — Reflectir. También en la vida de la Compañia hay muchísimo de sobrenatural; que nos la ha de hacer en alto grado estimable y encantadora. — Las personas: todas en gracia; la inmensa mayoría en mucha gracia; bastantes con santidad rayana en lo heroico. — El lazo de unión es ante todo la caridad; y el fin, la salvación de las almas; también aquí, hasta los muros tienen algo de sagrado. — Huéspedes permanentes en esta familia son el del Sagrario en la mejor habitación de casa; y las Personas augustas de la Santísima Trinidad en el alma de cada religioso. P

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2.°

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lo q ue h a c e n ”

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¿Qué hacen?, ¿qué dicen?

— Se estiman muchísimo. Cómo hablan Jesús y Maria de José; — Jesús y José de Maria...

lo que d ic e n ”

430

165

SEGUNDA SEMANA

— Aplicación a la vida de familia en la Compañía. — Se aman: — con amor afectivo, — con amor de obras, —con amor de sacrificio, — con amor de expansión intima. —de exquisita delicadeza y elevación de formas. — Aplicación a la vida intima en la Compañía. — Son felices: José y María con la intimidad de Jesús; y Jesús con la intimidad de sus padres. — El buen jesuíta encuentra su dicha, ante todo en el seno de la Compañía; ella es para él siempre Compañía de amor. — Jesús toma la vida de familia por campo de su apostolado. — Mis mejores deseos, las primicias de mi caridad, mis oraciones más fervorosas han de ser siempre para los Nuestros de la casa en que vivo. — No soy extraño a la Sagrada Familia de Nazaret: — María es mi madre; Jesús es mi hermano; José tiene conmigo providencia de padre. — Allí yo soy conocido y amado; se piensa en mí a todas horas, se habla de mí; se trabaja incansablemente por mí. — Aquélla es mi casa. Haréme ”como si presente me hallare, hacién­ dome esclavito indigno, contemplándoles, sirviéndoles...”. 165.

P unto

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Mi

v id a d e f a m i l i a e n l a

C o m p a ñ ía

Lo que ella es. — Lo que debe ser.

— ¿Soy elemento de unión en casa, en la Comunidad? Sacrificios que me impongo por la unión. Qué horror tengo a la crítica. — ¿Soy elemento de dicha para los que me rodean? Sacrificios que me impongo por el bienestar común; qué horror tengo al egoísmo. — ¿Queda por mí el que la Compañía no sea para alguno Compa­ ñía de amor? — ¿Soy elemento de edificación en la Comunidad? Mi ejemplo en ella es necesariamente eficaz. ¿Lo es para bien; lo es para mal? -Transcendencia para mi santificación, de ordenar bien mi vida de familia en la. Comunidad

165

VIDA DK TRABAJO. VIDA DE FAMILIA

431

— Resolución final: Medios a que rne obligo contra mis defectos en la vida de familia en la Compañía; especialmente contra la crítica. — Medios para distinguirme en la caridad fraterna. Coloquio:

— Con el Yerbo encarnado, con la Madre, , con San José, — pidiendo según que en mi sintiere, para más imitar al Señor.

MEDITACION XX

DISTRIBUCION DE LA MATERIA P A R A LA MEDITACION DIARIA

D ía 1.°

N° 166 167 169 171

D ía 2.°

N.° 166 168 169 172

D ía 3.°

Repetición.

D ía 4.°

Aplicación de sentidos.

D ía 5.°

Fruto principal de esta contemplación: N.° 170.

166.

MEDITACION XX

El niño perdido y hallado en el templo Su empalme ideológico-afectivo con la meditación del Rey Temporal. Para realizarlo en mi espíritu, me deten­ dré unos momentos delante de Jesucristo recordando cuán grande Rey es El en Si y cuán liberal y humano para conmigo; hasta renovar en mí los sentimientos de aquella obla­ ción "Eterno Señor de todas las cosas” en la que me com­ prometí a seguirle y me ofrecí a lo más duro. A aquella oblación responde ahora Jesucristo invitán­ dome a seguirle en su jornada al templo a los 12 años. ¿Cómo he de reaccionar yo a tal invitación? Entre­ gándome con toda diligencia a esta contemplación. ”Un paso o dos antes del lugar don­ de tengo de contemplar, me pondré en pie por espacio de un Pater Noster, alzado el entendimiento arriba, considerando cómo Dios Nuestro Señor me mira, etc., y hacer una reverencia o hu­ millación.” Después haré la oración preparatoria que es ”PEDIR GRA­ CIA A DIOS PARA QUE TODAS MIS INTENCIONES , ACCIO­ NES Y OPERACIONES, SEAN PURAMENTE ORDENADAS EN SERVICIO Y ALABANZA DE SU DIVINA MAJESTAD O

r a c ió n

p r e p a r a t o r ia .

H is t o r ia . ”CRISTO NUESTRO SEÑOR, DE EDAD DE DOCE AÑOS, ASCENDIO DE N A ZA R E T A HIERUSALEM ”QUEDO EN HIERUSALEM Y NO LO SUPIERON SUS P A ­ RIENTES ”PASADOS LOS TRES DIAS LE HALLARON DISPUTAN­ DO EN EL TEMPLO Y ASENTADO EN MEDIO DE LOS DOC-

SEGUNDA SEMANA

434

166

TORES; Y DEMANDANDOLE SUS PADRES DONDE HABIA ESTADO. RESPONDIO: ¿NO SABEIS QUE EN L A S COSAS QUE SON DE MI PADRE ME CONVIENE E S T A R ? ” [272]. ”VER CON LA VISTA IMAGINATI­ VA EL CAMINO DESDE N A Z A R E T ” a Jerusalén ” CONSIDE­ RANDO LA LONGURA, LA ANCHURA , Y SI LLANO, POR V A ­ LLES O CUESTAS SEA TAL CAMINO; ASI MISMO M IR A R ” el templo de Jerusalén ”CUAN GRANDE, CUAN A L T O ” y gran­ dioso. y cómo estaba dispuesto y adornado [112]. Co m p o sic ió n

de

lugar.

DEMANDAR CONOCIMIENTO INTERNO DEL SEÑOR QUE POR MI” se ha quedado en el templo sin avisar a sus padres PARA VACAR EN PURO SERVICIO DE SU P A ­ DRE E T E R N A L ” [104, 272]. ”Interno” con relación a Cristo, o sea que penetre hondo: en el mar sin fondo de las perfecciones del Hombre-Dios; en las «investigabiles divitias Christi» \ en las riquezas incon­ mensurables de Cristo, «quae sit latitudo et longitudo et sublimitas et profundum ; scire etiam supereminentem scientiae caritatem Christi» 2, cuanta sea su anchura, su longura y su altura; y la sobreexcelencia incomprensible de su caridad. También 'interno” con relación a mí o que penetre hondo en mi entendimiento inundándole;
de luz-calor que me abrase en caridad de Cristo;

"PARA QUE MAS LE AME” a lo San Pedro, a lo San Pablo, a lo Javier... con un amor que me saque de iní y me transform e en Cristo; y esto para que le im ite. "Y LE SIGA” hasta la cruz y la muerte; hasta "poner mi mayor y mi más intenso oficio en buscar la mayor abnegación y continua mortificación” por acompañar a Cristo; que ya no sea y o q u i e n viva, sino Cristo quien viva en mí. '

Eph. 3,
167

EL NIÑO PERDIDO

167.

PUNTO PRIMERO

435

Viaje a Jerusalén a) Jesús va contentísimo. Niño inteligente, de 12 años, con el vestidito nuevo que le ha hecho su Madre, "hermoso y gra­ cioso”. Camina ora con sus padres, ora con sus dos o tres amiguitos, ora con todo el grupo de los de su edad, alternando con todos, jugando, saltando, rezando, hablando de Dios, entonando him ­ nos sagrados. Es el que va más contento de toda la caravana, el más atento con todos, el más comunicativo, el más encantador. ¡Es Rey Eternal, siempre con nosotros ”tan liberal y tan humano”! ¡Oh Niño Divino, la Hermosura-Dios hecha niño de doce años! Permíteme que te acompañe en tu romería. Porque te amo con toda mi alma y quiero crecer más y más en tu amor. Jesús roba el corazón de los otros romeros, porque ven que El les ama y que es santo; este amor y esta san­ tidad trasciende a sus palabras, a su mirada y a todo su continente. ¡Amar y ser santo!; la santidad amable, llevar en nos­ otros a Cristo, ser otro Cristo, ser luz de Cristo. He ahi el secreto de nuestros operarios para llevar las almas a Dios, Al prepararme para mi futuro apostolado, ¿me preocu­ po ante todo por ser otro Cristo?

b) Jesús goza confundiéndose con todos, apareciendo some­ tido como los demás a la ley de ir al templo, como si ésta le obligara; como se sometió antes a la ley dolorosa y humillante de la Circuncisión. Es que Jesús se abrasa en ansias de obediencia por nuestro amor. Ha venido del cielo a la tierra, flechado a cuanto sea sumi­ sión; y avanza en su camino recogiendo con avidez toda ocasión de someterse, mirando siempre a la cima del calvario, al gran ex­ ceso de dolor y sumisión.

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SEGUNDA SEMANA

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¡Oh Jesús mío amantisimo! Arrástrame contigo a la sumi­ sión; viva yo por lu amor vida de la más perfecta sumisión a todas mis reglas y a las voluntades mínimas de mis superiores. Como el pez se asfixia fuera del agua, así sienta yo ahogarme si alguna vez respiro fuera de sumisión. ♦ *

*

c) Jesús va especialmente contento a la Pascua de este año porque en ella piensa realizar una gran voluntad de su Eterno Padre a través de un gran sacrificio propio. Esta obra es quedarse más días ”EN EL TEMPLO, DEJAN­ DO A SU PADRE ADOPTIVO Y A SU MADRE NATU RAL, POR VACAR EX PURO SERVICIO DE SU PADRE E T E R N A L ” con lo cual habrá echado los cimientos al estado de la perfección re­ ligiosa, para gran gloria de Dios y grandísimo provecho de las almas. Contempla ya desde allí el divino Niño las m ultitudes inmen­ sas de jóvenes de ambos sexos — inteligentes y puros — la flor de la humanidad; que a lo largo de los siglos le seguirán a El, camino del santuario, para vacar allí de por vida en puro servi­ cio de su Divina Majestad. Entre ellos en las avanzadas de sus seguidores, ve a su mí­ nima Compañía riñendo en medio del mundo las más duras ba­ tallas por la causa de su Capitán. ***

d) T om o si presente me hallase”. He de contemplar estos misterios corno si estuviera presente a Jesucristo Nuestro Señor; ’ HACIENDOME YO UN POBRECITO” de cuerpo y alma, de naturaleza y gracia, que inspira compasión; ’V' ESCLAVITO INDICNO” de acompañar a Jesús, de hablar­ le y de servirle; MIRANDOLE" al rostro y a las manos, para adivinar si le puedo servir en algo y correr a hacerlo; "CONTEMPLANDOLE" extasiado ante Ih grandeza de su santidad, el atractivo de su modestia y el fulgor de su divinirl.'id; Y SIRVIENDOLE EN SUS NECESIDADES ”, ofreciéndome » hacerle compañía, a buscarle albergue y alimento, rogándole que quiera recogerse en mi corazón.

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EL NIÑO PERDIDO

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"COMO SI PRESENTE ME H A L L A S E "Presente” en el es­ pacio, acompañándole en el templo, por las calles y en la sole­ dad de la noche... y "presente" en el tiempo, meditando estas cosas, no como algo que pasó, sino como cosa que está pasando. "CON TODO ACATAMIENTO Y REVERENCIA P O S IB L E "T interior y exterior, teniéndome por dichosísimo de que se digne adm itirm e en su compañía [114].

Jesús quedándose hoy en el templo para vacar en puro servicio del Padre Eternal, echa los fundamentos del es­ tado religioso; y hace que surjan como por encanto en el lodazal del mundo jardines purísimos de santidad; que tales son las casas religiosas, donde se complace Dios. ¡Oh Jesús!, robador de corazones, que cada dia arre batas al mundo centenares de jóvenes, de entre los me­ jores, para llevártelos contigo a la soledad del claustro. Tú eres encanto de las alma^ puras; Tú haces con tu pre­ sencia, de la austeridad del desierto, antesala del cielo. Jesús al quedarse en el templo pensó en mi, me lle­ vaba en el corazón; y en este día me eligió entre millares para la Compañía de su nombre. Gracias, Jesús mío; si mil veces volviera a nacer, mil veces volviera a alistarme en las filas de tu Compañía. PUNTO SECUNDO

”Vacando en puro servicio de su Padre Celestial” a) Vida de oración. Llegados al gran templo, después de detenerse unos momentos en el pórtico de entrada para reposar el espíritu de la fatiga del camino, penetran en el sagrado recin­ to , el Niño en medio de sus padres; y avanzan a lo largo de los .•lirios hasta el lugar de la oración. ¡Con qué modestia tan de cielo en sus rostros, con qué reve­ rencia tan profunda en todo su continente! La presencia de la Divinidad se les impone; Jesús, como Dios, conoce en toda su grande/^ la Majestad infinita del Eterno Padre; y como hombre, siente en lo más íntimo de su ser su condición de criatura.

m

SKGUNDA SKMANA

167

Se postran ante el altar . Oigamos la oración del Divino Niño, hombre como nosotros, y aprendamos a orar: ”Oh Eterno Señor de todas las cosas. Vos sois mi prim er principio y mi último fin; y yo soy para alabaros, haceros reve­ rencia y serviros. Os adoro, pues, reverente desde lo más profundo de mi ser* Os alabo amándoos con todo mi corazón y con toda mi alma. Os serviré enlregándome en absoluto a vuestra santa vo­ luntad; y pues queréis que salve a los hombres, Yo reitero mi obla­ ción con vuestro favor y ayuda: que yo quiero y deseo y es mi voluntad determinada de pasar por ellos todas las injurias y todo vituperio y toda pobreza y todo sufrimiento hasta la muerte en cni/.. Me consumo en ansias del sacrificio; ojalá fuera ya en esta misma pascua.” Después podemos pensar que da gracias al Eterno Padre por todos los beneficios de El recibidos, con el ”Tomad, Señor, y re­ cibid mi libertad”, que alcanza en sus divinos labios toda la ple­ nitud de su profundo significado. Bien podemos poner en boca del Señor otras oraciones de San Ignacio; pues del corazón de Jesús y no de otra parte tomó él los principios y sentimientos fundamentales de sus Ejercicios. Procuremos nosotros centrar en ellos nuestra vida espiritual cuoIt iiana y lograremos vivir intensamente la vida de Nuestro Señor Jesucristo. ¡Oh quién hubiera visto orando al Divino Niño con sos manecitas sobre el pecho y sus grandes ojos mirando al (•icio! Adora al Eterno Padre, le alaba, le reverencia, te ama y se entrega a El; su oración sube en columna de incienso hasta el trono del Altísimo a través de los coros de los Angeles, que se apresuran a engarzar en ella sus propias alabanzas. No había recibido Dios durante toda la eternidad de todas sus criaturas juntas, tanto tributo de gloria como el que le rinde mi Jesús en cada momento de su oración. ¡Oh divino adorador!, a Ti sea dada la gloria, la ben­ dición, el honor y la honra; para Ti todo mi amor en la más completa entrega. Dignaos recibirlo, mi Dios.

Keflectír sobre mí mmmo.

Mi oración ha de ser como la de

Jesús: adorar amar, reverenciar interior y exteriormente, con­

fiar, pedir, entregarme:

167

EL NIÑO PERDIDO

439

y mis oraciones preferentes han de ser primero las que Jesús enseñó a su Iglesia; y después las de los Ejercicios de San Ignacio; porque si éstos son la fuente de nuestro espíritu, especialmente lo habrán de ser de nuestra oración. El "Tomad y recibid”, el "Eterno Señor de todas las cosas”, los coloquios de Banderas y Binarios son la quinta esencia de los Ejercicios; el Principio y Fundamento y el Tercer Grado de Humildad, puestos en forma de oraciones. — De labios de Jesús, no de otra parte, los tomó San Ignacio.

b) Ante el altar de los sacrificios. Jesús pasaría largos ratos presenciando los sacrificios; porque allí todo le hablaba muy alto a su corazón, por ser ellos figura viva del sacrificio del calvario. Bien podemos pensar que el Divino Niño ayudaría a su padre en el sacrificio del corderito pascual de la Sagrada Familia; su­ jetando al animal con sus manecitas, mientras el sacerdote hun­ día el cuchillo en la garganta de la víctima. ¡Oh qué emoción sería la suya al contemplar el chorro de sangre humeante que brotaba copiosa de la herida! ¿Qué te pasa, Jesús mío?; ¿por qué palidece tu rostro? — Es que así derramaré yo un día mi sangre por ti — dentro de 21 años en esta misma ciudad — en esta misma pascua. Por ti, por ti; y al repetirlo murmuraba mi nombre con indecible amor. Así era el Corazón de Jesús, y ahora es el mismo de enton­ ces. ¡Qué felices seremos si nos entregamos a su amor y fijamos en El nuestra m orada! ¡Oh qué escena tan de cielo! ¡Quién la hubiera pre­ senciado junto al altar de los sacrificios! Ella no es más que preludio de la que se realizará 21 años más tarde en el calvario. Alli el corderito será el mismo Jesús; y yo quien le sujetaré con los clavos de mis pecados. La misma escena se repite cada dia en nuestros alta­ res; aqui el cordero es también Jesús y l\l se sujeta a Si mismo con los lazos de mi amor. ¡Oh quién pudiera ver sus ojos en la blanca hostia» oir el timbre de su voz y percibir los latidos de su cora­ zón! ¡Quién pudiera ver la densa columna de gloria al Padre que se eleva al alzar, desde mis manos al cielo, y la lluvia de gracias que por ella descienden a la tierra!

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____ &.

SEGUNDA SEMANA

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Reflectir sobre mi mismo. En Jesús van siempre unidos amor y sacrificio, corazón y espinas. Así es Jesús para mí. ¿Cómo debo ser yo para El? La regla 11 y 12 vividas; anhelo de misiones vivas; sueños de heroísmo; años de m artirio incruento en la obediencia incondicional y en la observancia del Instituto. *

*

*

c) Jesús asiste en el templo a la explicación de los Libros Santos y toma parte activa en ella. Se sienta en medio de los Doctores, oye sus explicaciones y les hace preguntas; los que le oían quedaban atónitos de su prudencia y de sus respuestas. Esto era manifestarse a Sí mismo a los sacerdotes y al pue­ blo; era predicarles sobre la venida del Mesías, sobre lo que más les importaba para la salvación de sus almas. — Fué un segundo toque de atención (el primero se lo había dado 12 años antes por los acontecimientos extraordinarios que acompañaron a su nacimiento), para hacerles caer en la cuenta de que el Mesías era ya venido, que le tenían allí mismo y que la salva­ ción de ellos estaba en disponerse con humildad para recibirle tal comí; se presentaba, en humillación y pobreza. "Reflectir en mí mismo. Jesús en su vida de retiro en el tem­ plo se nos presenta como modelo de nuestra vida m ixta: se da a la oración, a la contemplación, a actos de culto en los sacrificios; también predica a los sacerdotes y al pueblo. Para El todo esto es igualmente ”vacar en puro servicio de su Padre Celestial” . El fin de la Compañía es reproducir integralmente la vida de Cristo Rey, conquistador del mundo para el Padre: vida de intensa contemplación que se desborda en acción apostólica; o vida de apostolado intenso que brota de la exuberancia de ia contemplación. *** d) JewÚH recorre en aquellos días de retiro, con indecible de­ voción, las estaciones de su futura Pasión. Así se lo exigía et corazón, abrasado en ansias de cruz, de pasión y de morir por nosotros. Recorrer, pues, el calvario, la vía dolorosa, el huerto de Get-

168

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semaní, ver en el pretorio la columna donde le habían de azotar, visitar el cenáculo donde había de instituir el Sacramento del altar... era dar alguna expansión a las llamas abrasadoras de caridad que bullían en su pecho, represadas durante 12 años en el retiro de Nazaret. Le suplicaré me permita acompañarle en ese víacrucis de amor, para contemplar sus reacciones en cada estación, ante la representación plástica de lo que en esas estaciones le han de hacer sufrir. Y veré que aquella naturaleza tierna y delicadísima se estre­ mece de horror ante las escenas de sangre y de ignominia que le esperan; pero su corazón, reaccionando con fortaleza contra todas las repugnancias, se . ofrece incondicionalmente a la cruz con ofre­ cimiento que sabe ser aceptado; y aun anhela que se adelante y venga en seguida la hora del sacrificio. ¡Oh Jesús mío amantísimo! Haced que yo os ame como Vos me amáis a mí; dadme un corazón semejante al vuestro, con for­ taleza para perderlo lodo por vuestro amor.

168.

PUNTO TERCERO

Para vacar en el templo en puro servicio de su Padre Celestial, Jesús pasa por tres sacrificios para El ¿olorosísimos 1.° Se separa de sus padres: a quienes ama El más que todos los hijos juntos a sus padres; y quienes le aman a El más que todos los padres juntos a sus hijos; y se queda solo, niño de 12 años, perdido en la gran ciudad; sin nadie que le cuide, le recoja, le alimente... y ¿quién podrá llenar el vacio inmenso que deja en el cora* zón de tal hijo la separación de tales padres? 2.° Se separa de sus padres, quedándose en el templo, sin avi­ sarles previamente, con lo cual sabe que les causará un dolor inmenso, el cual repercute doblado en su propio corazón. Al llegar el momento de partir de Jerusalén para Nazaret se entabla en el corazón del divino Niño una lucha durísima entre

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SEGUNDA SEMANA

168

la repugnancia que siente en afligir a sus queridísimos padres y el interés que por mi bien espiritual le impone su vocación mesiánica; y en esta lucha term ina ¡dejando a sus padres y que­ dándose conmigo por el bien de mi alma! Es que Jesús sabe que un día tendría yo que abandonar la casa paterna, en pos de mi vocación apostólica, con el corazón chorreando sangre por dejar a los míos anegados en llanto... Y El quiere probar antes en Sí la aflicción que yo tendré en­ tonces, para saber compadecerse de mí y correr a consolarme con su ejemplo y a fortalecerme con su gracia. Jesús siempre el mismo conmigo en su oficio de Redentor: su lema es entrega absoluta, sin reservas, al bien de mi alma. ¿Es ese el mío para con El? 3.° Jesús tiene a sus amadísimos padres en esta aflicción du­ rante tres días, sin ceder a las ansias vivísimas que le atormentan de volar a consolarles. Más aún; cuando al volver al lado de ellos le pregunta su Santísima Madre, entre dolorida y amorosa, cómo les ha hecho sufrir tanto, no le responde dándoles alguna suerte de satisfac­ ción, y ni siquiera condoliéndose con ellos, como sin duda se lo pedía la delicadeza de su corazón filial; sino que se limita a responder con suave entereza que por­ que así lo había exigido el servicio de su Eterno Padre, a quien El se debía (se lo deja entender) antes que a ellos. «Sesciebatis quia in iis quae Patris mei sunt oportet me vsse» 3. Son las primeras palabras que del Salvador nos dejan los Evangelios. Ellas nos llevan como un rayo de luz al interior del Hombre-Dios, y nos descubren en El estima máxima de su Eterno Padre y amor ilimitado hacia el mismo. Esta estima y este amor poseen por completo el corazón de Nuestro Señor Jesucristo y son la fuente de donde brota la nor­ ma por donde es regulada toda su actividad externa.

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PUNTO CUAJRTO

La Virgen Santísima y San José en la pérdida del Niño a) El dolor de María Santísima, al notar la desaparición del Hijo, fué inconmensurable. ¡Qué sobresaltos parn su corazón de madre! ¿Dónde estará el Niño? ¿Quién cuidará de El? ¿Cómo dorm irá? ¿Dónde comerá? ¿Quién puede llenar en su corazón el vacío que sentirá por faltarle su madre? ¿Será que es tiempo de retirarse al desierto y entonces ya no le tendré más conmigo, ni oiré su voz ni veré su ro stro ?— En todo caso, ¿cómo nos ha dejado sin avisar a sus padres y evitarnos estos sobresaltos? Estos pensamientos terribles penetraban como e«nada de dolor en lo más sensible de su corazón de Madre. La Virgen y San José se deshacían en dolor. ¡Qué jornadas tan trifcies! ¡Qué noches tan lóbregas! A la misma hora el divino Niño, mal acurrucado en algún ángulo del pórtico del templo, pasa la noche pensando en sus amadísimos padres. Para El había sido un tormento horroroso ocasionarles esa pena, quedándose sin avisarles; y ahora lo sigue siendo el no correr a consolarles. Pero no es esa la voluntad de su Eterno Padre, ¡porque no es eso lo que más conviene a mi bien espiritual! ¡Allí todo se ha de sacrificar al bien de m i alma! El Eterno Padre sacrifica a su Hijo en quien tiene todas sus complacencias; el Hijo sacrifica a su Madre hiriéndola en las fibras más deli­ cadas de su corazón de madre; y con el mismo golpe se hiere a Sí mismo en lo más tierno de su corazón de hijo; la Madre acepta el sacrificio de la pérdida de Jesús y lo ofre­ ce al cielo por el bien de mi alma. La entrega en todos es absoluta; cada uno se desprende por mí, de lo que más ama. Yo no corresponderé a tanto am or mien­ tras me reserve una sola fibra de mi corazón, un solo capricho, el incumplimiento de una sola regla. Lo mismo que de la Santísima Virgen, he de considerar proproporcionalmente de San José.

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b) La Virgen y San José buscan al Niña con gran diligencia. Sobre la tristeza que les oprime, que a un ánimo menos esfor­ zado le hubiera dejado estupefacto, reaccionaron la Virgen y San José con fortaleza heroica entregándose a una actividad in­ fatigable en busca del Niño. Preguntan por El en todos los grupos que van llegando de Jerusalén, a los parientes y conocidos; desandan el camino bus­ cándole en todos los pueblos que se hallan a la vera de la ruta; no cesan en sus diligencias, hasta que le encuentran en el tem­ plo entre los Doctores. Así he de buscar yo a Jesús cuando pierda su presencia en la oración: con humildad, con diligencia, con un "intenso mu­ darme contra la misma desolación", con ansias de hallar lo que es la vida de mi alma y todo mi bien. j £s

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c) En medio de tanta aflicción la Virgen se conservó siem­ pre unida en absoluto con la voluntad de Dios. El le había dado a Jesús, El se lo quita ahora, y quizás para siempre; este pensa­ miento la deja transida de dolor. "Pero El es el Señor y yo soy su esclava, cúmplase en mí absolutamente la voluntad de Dios." Muévese ella sin cesar en busca de su Hijo; va y viene; pre­ gunta, indaga; no duerme ni se da momento de reposo; su co­ razón íate apresuradamente en continuo sobresalto por la suerte dei >'iho; sus labios se agitan en incesante plegaria; todo allí es diligencia y movimiento. Pero en el fondo de su alma hay fijeza absoluta en la volun­ tad de Dios. Este sentimiento se sobrepone en Ella a todos los demás sentimientos, que como un cerco de espinas aprietan su corazón. En esto está la verdadera santidad. ¡Oh María, Madre mía amantísima!: concédeme que "así rne abaje y así me humille para que en todo obedezca a la voluntad de Dios que, ni porque la vida me quiten ni por todo lo criado, no sea en deliberar de hacer el más pequeño pecado venial" ni de negarle cosa ninguna que rne pida Dios. Tai ha de ser mí disposición de ánimo con el Señor. ¿Lo es así en realidad?

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PUNTO QUINTO

Relación especial de este misterio con las meditaciones siguien­ tes sobre la elección y la reforma a) Elección de estado. — Vocación religiosa. La enseñanza principal que nos da Jesucristo en este pasaje es que cuando Dios llama a uno al estado sacerdotal o religioso, el así llama­ do ha de dejar al padre, la madre, hermanos, amigos; también la casa, los bienes, la libertad, el mundo, a sí mismo. Porque él es de Dios antes que de los suyos y de si mismo; y por tanto los derechos de Dios sobre él han Je ser antes que los de sus padres y los de él mismo; consiguientemente al llamamiento divino ha de sacrificar, en cuanto sea necesario para seguirle, sus más ricos intereses y sus sentimientos más delicados. ***

b) Quizás equiparable a cambio de estado es lo que Dios exige en este momento de los ejercicios al religioso tibio, que ha venido a un estado general de: remisión notable en las aspiraciones a la perfección; remisión notable en la oración mental y en los exámenes; remisión en la obediencia, en la caridad, en la guarda de la lengua y en la pobreza; remisión en la práctica de las reglas 11 y 12 y en la tenden­ cia al tercer grado de humildad; remisión en disciplina regular y en la guarda de los senti­ dos, en las austeridades corporales y en todo lo que sea esfuerzo o renuncia para huir del pecado venial y aspirar a la santidad. Su situación es la del tibio, que está a punto de que Dios le vomite; — es la higuera infructuosa, que corre peligro de que la arranquen de la tierra buena y la echen fu e ra;— es la del siervo perezoso a quien le quitarán la gracia de la vocación para dársela a otro. Necesita, pues, imperiosamente elevar el tono de su vida re­

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SEGUNDA SEMANA

169

ligiosa con una reforma que por su volumen y profundidad equi­ valga en cierto modo a un verdadero cambio de estado. Por consiguiente en la reforma de ejercicios tío puede contentarse con algunos propósitos de cosas menu­ das, que sustancialmente lo dejan como antes; ni con deseos vagos, generales, de ser mejor; sino que necesita ponerse en elecciones serias sobre medios verdaderamente eficaces para hacerse hombre de oración, de ab­ negación. de virtudes sólidas y perfectas a costa de sacrificios costosos y de dolorosas renuncias.

c) Equivalente a cambio de estado puede ser también el que se impone a un religioso fervoroso, a quien Dios ha descubierto en ios ejercicios, panoramas nuevos de santidad y cumbres para él insospechadas de perfección. Para realizar esta nueva vocación necesita resolverse a un tenor de vida de más delicadeza con Dios, de entrega más abso­ luta, de esfuerzos más heroicos. A! llegar a la reforma este ejercitante ha de hacerse a la idea de que necesita determinar en ella un cambio de vida quizás no menos costoso que el que realizó al salir del mundo para abra­ zarse con el estado de perfección.

* * *

d) Todos generalmente en los ejercicios, si los hacemos bien, nos sentimos llamados a mayor perfección; y en la reforma hemos de resolvernos a medios verdaderamente eficaces para realizarla. Estos medios entrañan casi siempre renuncias dolorosas o es­ fuerzos costosos; a abrazarlos nos hemos de alentar con el ejem­ plo de Nuestro Señor Jesucristo al quedarse en el templo por nuestro amor. 169. Coloquio. 'Pensando lo que debo hablar” al Divino Niño ”0 A LA MADRE Y SEÑORA NU EST RA” o al bendito patriarca San José PIDIENDO SEGUN QUE EN SI SINTIERE, PARA MAS SEGUIR E IMITAR AL SEÑOR NUESTRO”, que por mi amor se queda en el templo con lan grandísimo sacrificio de Si y de sus santísimos padres. AC AR AR CON UN P A T E R NOSTE1V’.

170

EL NIÑO PERDIDO

170.

447

FRUTO PRINCIPAL DE ESTA CONTEMPLACION

|

En el e n t e n d im ie n t o : mavór conocim iento interno del Rey Eternal, particularm ente de su docilidad cuando se quedó en el tem plo, al llam am iento divino.

I j ¡

En el corazón: mayor amor a su adorabilísim a Persona;

más entusiasm o por im itarle, especialm ente en la fidelidad a la vocación divina; más ansias de sacrificios por El. En la v o lu n ta d : más resolución firme de seguirle en todo; par­ ticularm ente en el sacrificio de sus sentim ientos más delicados para con sus padres, por seguir la vocación divina.

Examen de este fruto. ¿Se ha hecho realm ente m ayor en esta contem plación m i conoci­ m iento y estim a de Nuestro Señor Jesucristo, particularm ente por la fortaleza con que lo deja todo por seguir la vocación divina? ¿Mayor mi entusiasm o por El? ¿Mayor mi resolución de im itarle y más concretada en algo malo que deba yo evitar en mi o en algo bueno que deba perfeccionar, especialm ente en mi disposición referente a la reforma de la vida o elección de estado? También he debido crecer en aliento para cosas arduas poi Cristo; porque saboreando en la aplicación de sentidos la suavidad y dulzura de su alma en las tribulaciones y trabajos, bien puedo esperar algo de esa suavidad y dulzura en los míos, si los sufro por Cristo.

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ESQUEMA DE LA MEDITACION XX

171.

El Niño perdido y hallado en el Templo Pres. de Dios y Orac. prep.—Historia.—Comp. de lug.—Petición. P unto 1.°

V ia j e

a

Jer u sa lén

Jesús, niño encantador de 12 años. — Va contentísimo, rebosando caridad con todos y santidad; — contento de someterse a la ley como los demás; — especialmente contento en la Pascua de este año, porque en ella va a echar los fundamentos de la vida religiosa en puro servicio de su Padre Celestial. — Contempla ya los millares de jóvenes que ha de arrebatar al mundo para llevárselos consigo a la soledad; ve a su mínima Compañia... ¡y a mí en ella! — Le acompañaré en el camino ”como si presente me hallare, con­ templándole, sirviéndole...». P u n to 2.°

En

el tem plo

"Vacando en puro servicio de su Padre Celestial”. — Vida de oración. — Ante el altar de los sacrificios. — Asistiendo a la explicación de los Libros Santos. — Recorriendo con indecible devoción las estaciones de su futura Pasión. — Le acompañaré, ”como si presente me hallare”. 172.

P un to 3.°

Se

separa

de

su s

padres

para

quedarse

EN EL TEMPLO

Triple sacrificio.

— El hecho de la separación, dolorosa para El y para ellos. — El separarse sin avisarles, que la hace más dolorosa.

449

EL NIÑO PERDIDO

172

— El tenerles en aquella aflicción hasta el tercer día; y no correr a consolarles. — Todo ello por amor especial a los futuros sacerdotes y religiosos, que por seguirle a El han de separarse de los suyos. —¡Todo por mi amor! P u n t o 4 .°

San J o sé y la

V ir g e n

en la

p é r d i d a d e l N iñ o

— Le buscan con suma diligencia; — transidos de dolor; — pero con paz de espíritu; — plenamente centrados en la voluntad divina. — Tanto sacrificio de todos es por bien de mi alma, ¡es por mi amor! P u n t o 5.°

A p l ic a c ió n

dentro

de lo s

e s p e c ia l m is m o s

de

este

m i s t e r io

e j e r c ic io s

A la reforma de la vida y a la elección de estado:

— en ejercitantes seglares que hayan de determinarse al estado religioso; — en sacerdotes o religiosos tibios, a quienes Dios exige en ejerci­ cios una reforma de vida profunda, casi tan costosa como cambio de estado; — en almas fervorosas a quienes Dios llame en ejercicios a cumbres de santidad, difíciles de escalar; — generalmente a todos los ejercitantes que hayan hecho bien los ejercicios; porque a todos generalmente nos pide Dios en la refor­ ma ascensiones a la santidad, costosas de realizar. Coloquio:

— al Niño Jesús; a la Virgen; a San José; — pidiendo según en mi sintiera; para más imitar al Señor.

MEDITACION XXI

DISTRIBUCION DE LA MATERIA PARA LA MEDITACION DIARIA

D ía 1." D ía

2.

A7.0 m iV.°

in

175

178 180

176

178 181

D ía 3.°

N.° 174 177 178

D ía 4.°

Repetición.

D ía 5.°

Resumen.

Día 6.° Fruto principal de esta contemplación N.°179.

173.

MEDITACIONES PREPARATORIAS PARA LA ELECCION O REFORMA

”PREAMBULO PARA CONSIDERAR E S T A D O S ” [135]. Me­ ditados ya los ejemplos de perfección que nos dió Jesús: en su vida como de seglar, común, en obediencia a sus padres, y en su vida como de religioso cuando, dejadas todas las cosas, se quedó en el templo para vacar en puro servicio de si« Padre celestial;

viene ahora en muchos casos la elección de estado, seglar co­ mún, sacerdote o religioso, que se hará pensando en cuál de estos estados me quiere a mí Dios; y negociando por la oración luz con que conozca el estado a que Dios me destina y fuerza para elegirlo; y viene siempre el hacer reforma de la vida en el estado ya elegido, la cual se hará pensando en qué grado de perfección me quiere Dios y pidiendo luz para conocerlo y gracia para elegirlo. Pues como preparación, información, introducción a esa doble tarea de pensar y de orar se ponen las tres meditaciones siguien­ tes llamadas: De dos Banderas. De tres Binarios y De tres Gra­ dos de Humildad; en las cuales el fruto principal inmediato del conjunto ha de ser Estima y amor de la p o b r e z a de

grandísimos y humildad

Cristo

Esta estima y amor es la mejor disposición para una elección perfecta, la cual no sea falseada por aficiones desordenadas. Porque puesto el ejercitante en grande estima y afecto a la pobreza, obediencia y humillación de Cristo, lo que pudiera re­ traerle de elegir lo que Dios quiere, que es la repugnancia a algún sacrificio, se le convierte en motivo positivo para elegirlo;

452

SEGUNDA SEMANA

173

porque lo que para nuestra pobre naturaleza es pérdida, hum i­ llación y dolor, para él se ha transformado en ganancia, honra y deleite en Cristo. Tiene, pues, las mayores garantías tal ejercitante de que ni afición desordenada al placer ni aversión desordenada al sacri­ ficio falsearán su elección, apartándole de la voluntad divina, que es lo que ha de elegir en cada caso.

174.

MEDITACION XXI

De dos Banderas Se dirige esta meditación a ejercitantes que han entrado en deseos de perfección — que quieren en todo lo posible aprove­ c h a r— que no satisfechos con la guarda de los mandamienios aspiran a la de los consejos evangélicos aunque fuere en el es­ tado común de seglar, si Dios los quisiere en él (porque también a los seglares llama Dios a la perfección). A ejercitantes que se contenten con los mandamientos, no se han de dar generalmente estas tres meditaciones; no porque Dios no les llame a perfección, sino porque ellos no están pre­ parados para hacerlas bien. Supone esta meditación que el ejercitante va a hacer elección de estado o reforma de vida en el estado ya elegido. El ha concebido en los ejercicios muy santos deseos; él pro­ metió a Jesucristo solemne y deliberadamente seguirle ”en pasar todas injurias, y todo vituperio y toda pobreza así actual, si Dios le quisiere en ella, como espiritual” ; ahora en la elección o reforma va a dar realización a estos santos deseos fijando, en conformidad con ellos, su norma de vida para el porvenir. El fin de esta meditación no es aborrecer el pecado y el des­ orden, ni el determinarse a seguir a Cristo, que esto ya está hecho; sino: 1.°, prevenir al ejercitante contra tos engaños de Satanás dirigidos a que no haga bien la elección o reforma; 2.°, darle voluntad y modo de superarlos. ' MEDITACION DE DOS RANDERAS ”, de dos enseñas gue­ rreras, de dos banderines de enganche [136];

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"LA UNA DE CRISTO'’ cuyo lema es: "POBREZA” Y "HUMILLACION” De aquí humildad. — De aquí todas virtudes

Es la bandera de la perfección cristiana; es el lema de la“vera doctrina de Cristo”, SUMO CAPITAN” en nuestra guerra contra los enemigos de nuestra alma; 'T SEÑOR NUESTRO” por ser nuestro Creador, nuestro Re­ dentor, nuestro Santificador; y porque le hemos proclamado p o r Rev v Señor nuestro v nos ratificamos ahora en su elección. i

V

LA OTRA DE LUCIFER” cuyo lema es: ” R1QU E Z A S ” Y ” HONORES” I)e aquí soberbia. — De aquí todos los vicios.

Ks el lema opuesto al de la perfección cristiana; es la ban­ dera que lleva a la m uerte; porque Lucifer es "MORTAL ENEMIGO DE NU E STR A N A T U R A H U M A N A ” por el odio que profesa a Dios y la envidia que tiene del hom ­ bre a quien ve elevado en Cristo y favorecido por Dios de m u­ chas maneras. ”PEDIR GRACIA A DIOS NU E S­ TRO SEÑOR PARA QUE TODAS MIS INTENCIONES, ACCIO­ NES Y OPERACIONES S E A N P U R A M E N T E O R D E N A D A S EN SERVICIO Y A LA B A N ZA DE SU DIVINA M A J E S T A D O

ración

i >r j : i >a k a t o h j a .

SERA AQUI COMO CRISTO L L A M A Y QUIE­ RE A TODOS DEBAXO DE SU B A N D E R A ” ... de la perfección H jst o h ía

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cristiana. A todos y no sólo a los sacerdotes y religiosos, porque El llama también a los seglares a la perfección. El sermón de las bienaventuranzas, que son el programa de la perfección cristiana, lo predicó Jesús indistintamente a Ja multitud y a los Apóstoles; y El mismo nos dió ejemplo de toda perfección, no sólo en su vida como de religioso cuando se quedó en el tem­ plo y en los tres años de predicación, sino también en los treinta años que vivió con sus padres en vida como de seglar. A todos nos quiere debajo de su bandera para hacer­ nos perfectos. ”Y LUCIFER AL CONTRARIO DEBAXO DE LA S U Y A ”, para que no seamos perfectos y al fin nos condenemos. — Este ”llam ar a todos” no es sólo en el tiempo y actos de la elección, sino en todo acto nuestro deliberado; pero sobre todo en le:? más decisivos para nuestra santificación; entre los cuales está sin duda el momento actual de la elección de estado o reforma de vida. ”SERA AQUI VER UN GRAN CAM­ PO DE TODA AQUELLA REGION DE H IERUSALEM ', sinóni­ mo de paz y de cielo; ”A DONDE EL SUMO CAPITAN GENERAL DE LOS BUE­ NOS ES CRISTO NUESTRO SEÑOR”, que está allí con los hom ­ bres buenos que forman su ejército [138]. ”OTRO CAMPO EN REGION DE BABILONIA. DONDE EL CAUDILLO DE LOS ENEMIGOS" de nuestra naturaleza hum a­ na que son los demonios, "ES LUCIFER”. C o m p o sic ió n

de lugar.

Todo aquí es bélico: dos campamentos o reales — dos ejér­ citos enemigos — dos jefes —-dos banderas — dos consejos de guerra. El primer ejército lo forma Cristo Rey con todos los hombres de que se vale para la conquista del mundo; el segundo lo forma Lucifer con todos los demonios. Todo es real y del momento presente porque: entre estos dos ejércitos me hallo realmente yo; y sus dos jefes planean sobre mi; y me hablan a mi por sí mismos o por sus enviados, ante todo ahora al hacer la elección o reforma: Jesús el lenguaje de la

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verdad y del amor, para llevarme a la elección de la voluntad de Dios en la disposición de mi vida; Lucifer al contrario el lenguaje de la ficción y mentira, por envidia de mi dicha, para impedir en mi una elección perfecta. ¡Momento crucial en los ejercicios! Gran peligro de ser engañados por el enemigo y entonces se malogrará casi todo el fruto de ellos. Para evitarlo: A) En esta meditación San Ignacio nos pone ante los ojos "LA INTENCION” [135] o intento, plan, progra­ ma o táctica de los dos jefes con el ejercitante; es decir: la táctica de Cristo para llevarle a la perfección, que será: "pobreza y humillación — de ahí a humildad — de aqui a todas las virtudes”; y la táctica del enemigo para impedirle la perfección y llevarle después al infierno, que será: "riqueza y hono­ res — de ahi a soberbia — de ahí a todos los vicios”; B) Después nos hace ver: cómo en la táctica de Cristo está la "verdadera vida” espiritual y que en ella todo es. verdad, luz, orden, paz, aliciente para lo bueno; y al contrario cómo la táctica de Lucifer lleva a la muerte; y en ella todo es falsedad, confusión, inquietud, desaliento para lo bueno y al fin pecado, aunque parezca todo lo contrario. C)

De donde deduciremos cómo ”NOS DEBEMOS DIS­ PONER PARA VENIR EN PERFECCION”, o qué línea de conducta heñios de seguir con los dos Jefes para llegar a la perfección. Esta linca será: inclinarnos decididamente a la pobre­ za y humillación de Cristo; mirar con recelo las riquezas y honores; recelar también de todo pensamiento o moción que nos lleve a inquietud, confusión, desaliento, menos humil­ dad; que son los estigmas propios de la acción de Sata­ nás con el alma que está en fervor.

Pktición. "SERA AQUI PEDIR CONOSCIMIENTO DE LOS ENGAÑOS DEL MAL CAUDILLO Y AYUDA PARA DELLOS ME GUARDAR” ahora, al hacer la elección o reforma [139]; ’T CONOSCIMIENTO I)E LA VIDA VERDADERA QUE MUESTRA EL SUMO V VERDADERO CAPITAN, Y GRACIA PARA LL IMITAR”. "Vida verdadera” suma y compendio de

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toda santidad — quinta esencia del espíritu de Cristo — aquello que aquí lo es todo y sin lo cual no hay nada. Estas dos gracias han de ser indefectiblemente el fruto inm e­ diato de esta meditación. Las mismas pediremos después en el coloquio, expresadas en forma más concreta; es a saber: estima grandísima de la pobreza y de la humillación de Cristo y deseo ardentísimo de ellas. A esta estima y deseo de la pobreza y humillación de Cristo se ha de enfocar principalísimamente esta meditación, por ser esta estima y deseo la disposición absolutamente necesaria en todos para una elección o reforma perfecta, y más en los que sean llamados o ya lo han sido a la vida apostólica. No está mal en esta meditación excitar algo al apos­ tolado del ejemplo, de la oración y del sacrificio; pues a todos llama Dios en algún grado a estas formas de apos­ tolado; y la materia de dos Banderas invita por si misma al celo de las almas. Pero dentro del ejercicio se ha de hacer sólo como lateralmente y evitando que el interés máximo del ejerci­ tante se desvíe del fin principal de la meditación que ha de ser siempre: la estima y el entusiasmo por la pobreza y la humildad de Nuestro Señor Jesucristo. Lo que no se puede hacer dentro de los ejercicios ni aun en esta meditación, es adelantarse con ejercitantes qué traten de elegir estado, a inclinarles hacia el de la vida sacerdotal o religiosa. Lo prohíbe severamente San Ignacio: porque esto ha de ser obra exclusiva de la gracia; y con sólo exponer los puntos de dos Banderas como los trae el Santo, ya ofrecemos a la gracia ocasiones suficientes para sugerir ella donde le plazca el celo y la vocación apostólica.

PARTE PRIMERA LA BANDERA DE LUCIFER

PUNTO PRIMERO

La persona del mal caudillo EL PRIMER PUNTO ES IMAGINAR ASI COMO SI SE SENTASE EL CAUDILLO DE TODOS LOS ENEMIGOS EN ■Ql'EL GRAN CAMPO DE BABILONIA , COMO EN UNA GRAN­ DE CATEDRA DE FUEGO Y HUMO, EN FIGURA HORRIBLE ' ESPANTOSA” [140],

a "EL PRIMER PUNTO ES IMAGINAR ASI COMO SI S E \SENTASE” o acampase con su ejército. "EL CAUDILLO DE TODOS LOS ENEMIGOS” del género íumano que es Lucifer y los innumerables demonios del infierno >or el capitaneados "EN AQUEL GRAN CAMPO” ¡grandeza, soberbia! DE BABILONIA ” ante todo la apocalíptica, la ciudad por antonomasia corrompida y corruptora; también la Babilonia histórica, la ciudad tipo de confusión y de soberbia humana: donde la presunción de los hombres llegó al extremo de levantar una torre para escalar el cielo; — capital de un vasto imperio — de donde salían generales llenos de ambición a conquistar m un­ dos — para volver ebrios de soberbia a celebrar su triunfo; — emporio de un gran comercio, centro de riquezas fabulosas — abundante en todo cuanto puede servir de pedestal a la soberbia humana. b)

"COMO EN UNA GRANDE CATEDRA ” dominándolo tpdo, porque él es quien ha de hablar y los demás han de oírle a él; él es aquella estatua de Babilonia a quien todos habían de adorar; él en un exceso monstruoso de soberbia pretendió

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un día subir al Altísimo para derrocarle de su trono; Dios, hirién­ dole en el acto, le dejó como petrificado para siempre en aquel gesto de soberbia y en los sentimientos de orgullo de aquel mo­ mento. Pero esta cátedra no es de verdad y de luz, sino ”CATEDRA DE FUEGO Y HUMO” donde no hay solidez ni verdadera luz, sino pura agitación, perpetua turbación en densas tinieblas; cátedra de ”fuego” material, que le abrasa; y de ”fuego” de pasión, lujuria, ira, soberbia, furor contra Dios, envidia de los hombres, desesperación contra sí mismo; cátedra de ”h u m o ” de infierno que le sigue a todas partes; y ”h u m o ” de tinieblas para conocer a Dios, porque él es esen­ cialmente el príncipe de las tinieblas: ciego de soberbia para toda verdad en forma salvadora y cuya empresa es hacer ciegos a todos los hombres para las cosas del alma. c) ”EN FIGURA H O R R I B L E f e a , repugnante, monstruosa: la de un ser que se halla por su insensatez en lo sumo de todas las degradaciones, vilezas, lujurias, envidias, torpezas... y que encima ¡sigue teniéndose a sí mismo por un semidiós ambicio­ nando el culto y los honores que se deben a Dios!; la de un ser que siendo por su torpeza el colmo de la des­ gracia, maldito de Dios, herido por los rayos de la ira de Dios, abrasándose en llamas infernales... hace esfuerzos desesperados de soberbia por disimular su desgracia y por aparecer feliz y en­ vidiable a los ojos de los demás. De un ser cuya voluntad y entendimiento por ser tales y ade­ más por ser de Angel, tienden con fuerza increíble a la suma verdad y suma bondad que es Dios: pero esta misma voluntad y entendimiento por su obstina­ ción inconmovible en el pecado, siente a la vez aversión espan­ tosa a esa misma verdad y bondad; por lo cual aquello es un desgarrarse dentro de sí mismo, una inversión de los elementos más íntimos de su ser que le hacen un monstruo de figura horrible y también de "FIGURA ESPANTOSA ” o que infunde espanto, terror, pa­ vor; porque es Lucifer, lo mismo que los innumerables demo­ nios que le rodean, espíritus gigantes, inteligencias potentísimas que por su pecado se han convertido en las auténticas furias del averno:

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genios del mal, que en el paroxismo de la desesperación por su inmensa desgracia, ansian desfogar el odio inconmensurable que conlra Dios sienten, en el hombre, en el cristiano, en el reli­ gioso o sacerdote hecho a imagen de Dios.

Ante enemigo tan formidable, ¿qué debo hacer yo? A) Entrar en grandísimo temor de que me engañe; pues él tiene inteligencia de Angel, poder de Angel, y resistencia de Angel para tentarme sin cansarse, ni dormirse, ni distraerse un momento del ataque; mientras yo soy torpe de entendimiento y débilísimo de voluntad; tewor. que me haga orar a Dios, a mi Angel de la Guarda y a todos los Angeles y Santos, como un niño que grita auxilió en un gran peligro; temor, que me haga velar sobre todos mis pensamientos y sobre todas mis mociones para descubrir si en alguna de ellas se oculta el enemigo. B) Aplicar fielmente los criterios que acaba de darnos San Ignacio para descubrir al tentador cuando se transforma ”sub An­ gelo lucís'’. Según ellos, moción o pensamiento que empieza qui­ zás bien, pero que después lleva a vanidad, desilusión, confusión de la mente, inquietud de conciencia, a cosas bajas, terrenas o no tan buenas como las que me había propuesto, o a estado de espí­ ritu rr.enos elevado que el de antes... señales son de Satanás; y h e de rechazarle con valentía, prontitud y por entero. C) He de tomar odio, aborrecimiento, horror... a la soberbia; porque ella es el estigma fundamental del enemigo: ”soberbia”, ”crescida soberbia”, y por la soberbia todos los vicios. ''Soberbia” o sobreestima de sí, complacencia en sí; ”crescida soberbia” o lienumbre de sí, endiosamiento, egolatría, ser otro Dios, más que Dios. ”Por la soberbia, pecado”, desobediencia a Dios, amor y es­ tima de sí mismo hasta el desprecio práctico de Dios. Por la eres cida sobrr! ¡a”, desprecio formal explícito de Dios. ”Por la soberbia, lujuria” o ser por antonomasia el espíritu sucio. Pues presumió ser más que Angel y más que Dios, en castigo

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de su soberbia ha parado justam ente en ser menos que Angel, menos que hombre, lo más bajo de la bestia, lujuria. ”Por la soberbia, ceguera” para conocer a Dios y toda otra verdad con conocimiento que le pueda hacer bien. Como por soberbia se cegó voluntariamente para reconocer la grandeza de Dios sobre su propia pequeñez, y ha quedado petri­ ficado en aquel gesto; sigue ciego para conocer la suma verdad; su mente es caos; él es por antonomasia ”el príncipe de las ti­ nieblas”. ”Por la soberbia, envidia” mortal de Dios, de los bienaven­ turados, de los hombres que pueden salvarse, de todo el que ten­ ga algún bien de que él no goce; y él no goza de ninguno, por­ que aunque conserva los bienes de naturaleza que Dics ie dió, él los ha trocado en propio tormento y desdicha. Envidia que llega a odio de muerte a los hombres y no le deja un momento de reposo por arruinarnos. ”Por la soberbia, la suma degradación”: de la gracia al pe­ cado; del cielo al infierno; de dicha de Angel, cara de Angel, sonrisa de Angel, a horrura de demonio, rabia y desesperación de demonio; la suma desgracia y el sumo tormento para toda la eternidad. D) A la riqueza y honor, aunque en sí sean cosas indiferen­ tes, pero porque connaturalmente llevan a la soberbia, no he de admitirlas en mi elección o reforma sin razón positiva que me obli­ gue a ello. PUNTO SEGUNDO El ejército infernal A) ” CONSIDERAR COMO HACE LLAMAMIENTO” [141] Lucifer con despotismo intolerable, destructor de toda libertad, ”DE INNUMERABLES DEMONIOS", tan numerosos como las hierbas del campo, todos los que cayeron del cielo y se abrasan en odio a la naturaleza humana; espíritus llenos de sí misinos; se alzaron insensatos contra Dios para derrocarle y han quedado fijados para siempre en aquel gesto de soberbia, ambicionando ser Dios, aparentándolo y queriendo ser tenidos por tales; mientras a la vez palpan en sí toda su degradación e impotencia.

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Hierven en furor; son jauría de perros rabiosos, que se des­ trozan a dentelladas; en agitación perpetua; en horrenda deses­ peración, entre fuego y humo; de figura horrible y espantosa; a caza siempre de hombres para devorarlos. T COMO ESPARCE A LOS UNOS EN TAL CIUDAD Y A LOS OTROS EN OTRA, Y ASI POR TODO EL MUNDO”, ”NO DEJANDO PROVINCIAS . LUGARES” o pueblos; ESTADOS”, ni el sacerdotal y religioso; M PERSONAS ALGUNAS EN PARTICULAR”, mucho me­ nos aquellas que están destinadas al apostolado. «Fratres, sobrii estote et vigilate, quia adversarius vester diabolus. tanquam leo rugiens, circuit quaerens quem devoret, cui resistite fortes in fide» \ hermanos, sed sobrios, vigilad; vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda en torno buscando a quien devorar, al cual resistid firmes en la fe. No es nuestra pelea contra hombres de carne y sangre, sino contra los principes y potestades, contra los adalides de estas tinieblas del mundo, contra los espíritus malignos esparcidos en los aires. «Quoniam non est nobis colluctatio adversus carnem et sangiünem, sed adversus principes et potestates, adversus mundi rectores tenebrarum harum, contra spiritualia nequitiae, in caelestibus >2. H>j fíe ver al mundo invadido por este ejército infernal de espíritus gigantes que armados de redes, lazos y cadenas lo inundan todo: calles, plazas, campos, caminos, hogares, templos, teatros... y rodean a cada hombre sin dejarle un momento desde la cuna hasta el sepulcro; logrando arrastrar a muchísimos con­ sigo, amarrados como animales de matadero con cadenas de pecados. Ante tan inmensa desgracia de la humanidad me ratificaré una vez más en mi vocación apostólica contra el infierno para salvar al mundo, y sacaré un nuevo motivo para ir en estos ejer­ cicios a una reforma perfecta en mi vida de religioso y de apóstol. Piro antes que al mundo, he de mirarme a mí mismo comba­ tido con especialísimo furor por los demonios, como cristiano, < 1 Pct. 5. 8 0.

; Eph. «>, VI.

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como religioso y como sacerdote; por ¿os más fieros de ellos, los más astutos, los más rabiosos, los más hechos a derribar ce­ dros del Líbano; y sacaré de aquí nuevos motivos de recelo que me bagan o rar más y más, velar más y más, sujetarm e en absoluto a las nor­ mas de San Ignacio para descubrir las astucias del enemigo y derrotarle. PUNTO TERCERO El plan de ataque A)

Han de cazarlos con redes y cadenas.

”CONSIDERR EL SERMON QUE LES HACE” [142] el mal caudillo, desde su gran cátedra de fuego y humo, con despotis­ mo inaguantable, como a viles esclavos. "Sabéis que nuestro único alivio es vengarnos del de arriba en los hombres, sus imágenes y sus servidores.” ”Pero entre todos perseguiréis especialmente a los elegidos por el de Nazaret para salvar a los demás. Sabed que de éstos hay X destinados a la salvación del mundo que están a punto de hacer en ejercicios la elección o reforma que m arcará para mucho tiempo el nivel de su santidad. Con éstos hay que echar ahora el resto de nuestros engaños.” ”La táctica de Ignacio es entusiasmarles con la pobreza y la humildad de Cristo, como la mejor disposición de espíritu para que elijan lo que sea voluntad de Dios en el seguimiento de la vocación divina. Este entusiasmo por la pobreza y la humillación del Crucificado es lo que habéis de impedirá todo trance.” Ved de qué manera. ”Y COMO LES AMONESTA ” o instiga increpándoles con im­ perio, señalando al látigo; "DE ECHAR REDES Y CADENAS Redes finísimas , fáciles de romper, pero casi invisibles para conciencias delicadas, para ejercitantes decididos, en vísperas de elecciones; a los cuales nada entonces se les puede proponer, sino como totalmente bueno, santo y en puro servicio de Dios Nues­ tro Señor. Con éstos el tentador se ha de transfigurar en Angel de luz,

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travéndoles pensamientos buenos y santos conformes a la tal áni­ ma fervorosa y después poco a poco procurar de salirse trayéndola a sus engaños cubiertos y perversas intenciones. Estas redes finísimas sean cosas indiferentes como riquezas, cargos, dignidades...; pero fácilmente conectables con imperfec­ ciones, faltas o pecados veniales. Redes gruesas para las almas gruesas, aun entre sacerdotes y religiosos que apenas se guarden de pecados veniales y vivan enredados en mil aficioncillas desordenadas. Estas redes son esos mismos pecados veniales y aficiones des­ ordenadas en cuanto los envuelven más y más, sin apenas darse ellos cuenta, en pecados veniales y aun en pecados graves. Cadenas de hierro de todos los vicios, avaricia, lujuria, ira, gula... para los soberbios; que si fueren doradas ellos mismos, por pesadas que sean, se las echarán al cuello.

Repárese de paso lo que es realmente el demonio cuando se quita la máscara, mandando a demonios: tiranía intolerable, despotismo, imprecaciones, gritos, malicia increíble; porque han de ir a los hombres para hacerles todo mal, primero pervertirles, después condenarles; han de ponerles trampas y cazarlos a lazo como a bestias. ¡Así es el demonio en sí, y así será conmigo si ahora lograre enredarme en sus redes! ;.No basta esto para que en mi elección o reforma me decida siempre por lo diametralmente opuesto a sus insinuaciones? ¿No he de encenderme en celo por salvar' a las almas de sus garras, y en ansias por reformar mi vida en conformidad con la más alta perfección de la vocación apostólica? B) En qué orden han de emplear las redes y cadenas. a) "QUE PRIMERO HAYAN DE TENTAR DE COBDICIA", ambición o deseo desordenado ”DE RIQUEZAS” propiamente dichas que son las materiales de dinero y posesiones, "COMO SUELE UT IN PLURIBUS" como vemos que suele hacer con los más: que para hacerles descender de la perfección, primero les tienta con riquezas materiales, que naturalmente traen consigo honras e independencia. Donde San Ignacio
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nes para desviarles de la perfección no Íes tentará prim ero con riquezas, de las cuales se han hecho incapaces; sino con otros bienes externos, como dignidades, altos cargos, o grandes éxitos que traen consigo, lo mismo *jue las riquezas, honras e indepen­ dencia. b) ”PARA QUE MAS FACILMENTE PUEDAN VENIR A VANO HONOR DEL MUNDO” que es lo que ante todo pretende el tentador con las riquezas: traerles primero ”A VANO HONOR DEL MUNDO” que es complacerse vana­ mente, o sin referirlas a Dios, en las honras que por ricos o gran­ des les tributará el mundo; c) ”Y DESPUES A CRESCIDA SOBERBIA”; -.berbia muy grande que se ha hecho tal, creciendo por grados, hasta llegar al ”amor sui usque ad contemptum Dei” ; a llenumbre de sí, engreimiento en alto grado de sí, sintién­ dose superior a todos, que no necesita de nadie, ni ha de some­ terse a nadie, ni a Dios. Este fatal despeñadero: ”riquezas — honores — sober­ bia” es inevitable, sin la gracia de Dios, a nuestra pobre naturaleza humana; y casi inevitable sin abundantísimas gracias, que se han de conseguir por la oración humilde. Porque habituado el rico a que todos le honren y sir­ van, a que nadie le resista, a no depender de nadie, va complaciéndose cada vez más en si mismo y en sus honras (soberbia inicial). De donde, sobre todo si aumentan los honores, va pa­ sando insensiblemente a la persuasión de que él es gran cosa, a quien todo esto se le debe (la soberbia crece). Como tropieza con Dios que le resiste con sus manda­ mientos, fácilmente acaba por prescindir de éstos; que es la independencia práctica de Dios (crecida soberbia, "amor sui usque ad contemptum Dei”); que si llegare a ser como en los demonios, formal, explícita, será la soberbia luciferina.

d) ”DE MANERA QUE EL PRIMER ESCALON SEA DE RI­ QUEZAS, EL SEGUNDO DE HONORES, EL TERCERO DE SO­ BERBIA”, sin que puedan seguir otro orden entre estos escalo­ nes, ni omitir ninguno de ellos por el peligro de que se descubra la red o se asuste la pesca, hasta que lleguen a la soberbia; en

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cambio, llegados a ella, ya pueden empujarles claramente a todos los demás vicios; T DESTOS TRES ESCALONES INDUCE A TODOS LOS OTROS Y ICIOS*'. Este paso es ya rapidísimo, porque el soberbio es ciego, temerario, juguete de todas las pasiones. ¿A qué seducción podrá negarse quien tiene por norma no privarse de nada, no respetar a nadie, no someterse a nadie? Orar, apenas sabe, porque orar es humillarse; ni. casi quiere que Di os le oiga porque entiende que le haría renunciar a lo que su soberbia tanto ama. En resumen, la táctica de Lucifer con el ejercitante es: 1.° ”ECHAR REDES”, que es proponerle riquezas y honras; cosas indiferentes, pero que fácilmente suscitan, en los que gozan de ellas, deseos desordenados de las mismas; estas riquezas y honores, así propuestas como in­

diferentes, son las redes. 2.o ”TENTAR” de ”Cobdicia de riquezas” o deseos desordenados de ellas que ya son malos en sí y abren camino para cosas peores: «Qui volunt divites fieri... incidunt in laqueum diaboli» 3; ”tentar” de ”vano honor del mundo” o deseos inmode­ rados de honras, complacencia en ellas y en sí mismo, soberbia inicial, que fácilmente se suscitan en el rico; ' tentar” de ”crescida soberbia” o independencia de Dios De aquí, a todos los vicios.

En los antros infernales. San Ignacio lleva al ejercitante a los infiernos; y me deja en sitio desde donde puedo presenciar oculto la conjura espantosa que allí se trama contra mi salvación. Ven a Satanás en figura horrible y espantosa, inteligencia gi­ gante, brazo de hierro, corazón de fuego en odio contra mí; su mirada es rayo, su voz es trueno; ha jurado no descansar hasta condenarme a mí. Veo su ejércitn de millares sin fin de demonios, inteligencias también potentísimas, brazos también de hierro, corazones en fuego de o d io contra mí; juran con voz de trueno no descansar hasta perderme. A sisto i »ivisible al consejo de guerra «le todo el infierno para 3

1 Tí ni.

ÍJ-

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fijar el plan de ataque. El jefe expone quién soy yo: mi tempe­ ramento, mi carácter, mis pasiones, mis debilidades, mis caídas. La táctica para perderme ha de ser: riquezas o lo que para un religioso o sacerdote equivale a ellas, que son cargos, re­ putación, éxitos; por aquí, a vano honor; por aquí, a gran so­ berbia. Mas ahora que se halla fervoroso, sólo impedir que en la re­ forma se adentre mucho por la humillación y pobreza; para esto distraerle, inquietarle, asustarle con el porvenir en cruz. Me retiro aterrado y corro anhelante al campo de Cristo en busca de auxilio; porque no se trata de imaginaciones, sino de tremendas realidades: realidad es el demonio; realidad sus tentaciones; realidad mis aficiones desordenadas y malas inclinaciones; realidad inevitable mi caída tristísima en los engaños del ene­ migo, si no oro fervorosamente y no velo con diligencia sobre mis pensamientos y sobre las mociones que en mí sienta.

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PARTE SEGUNDA LA BANDERA DE CRISTO

"ASI POR EL CONTRARIO” o todo lo contrario, "SE HA DE IMAGINAR” el ejercitante. "DEL SUMO Y VERDADERO CAPITAN QUE ES CRISTO M'ESTRO SEÑOR ” [143]. "Verdadero” o legítimo ” capitán ” nuestro, por título de naturaleza y por título de conquista. Y "Sumo Capitán” General; el que manda en todos y sobre quien nadie manda, sino sólo el Rey; pero el Capitán aquí es el mismo Rey, quien por su humildad con nosotros, se digna ir personalmente a la lucha al frente del ejército; Rey del uni­ verso y Rey de todos los tiempos. Así que, en los tres puntos siguientes el ejercitante debe ima­ ginarse de Cristo todo lo contrario, punto por punto, de lo que queda dicho sobre el mal caudillo de los enemigos.

PUNTO PRIMERO La Persona del Sumo Capitán General "EL PRIMER PUNTO ES CONSIDERAR COMO CRISTO NUESTRO SEÑOR SE PONE EN UN GRAN CAMPO DE AQUE­ LLA REGION I)E HIERUSALEM, EN LUGAR HUMILDE, HER­ MOSO Y GRACIOSO” [144]. ”EN AQUELLA REGION I)E H I E R U S A L E M antítesis de Ba­ bilonia, trasunto del cielo en la tierra, lugar de paz, quietud, apacibilidad, gozo en el espíritu, sencillez, caridad, verdad... poique todo allí es humildad o fruto de humildad. ”CHISTO NUESTRO SEÑOR SE PONE” por su humildad para con nosotros, dejando las grandezas que a su Majestad co­ rresponden ;

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”EN LUGAR HUMILDE”: en el suelo, sobre alguna pequeña colina desde donde le puedan ver sus seguidores, sin nada de gran trono ni de gran cátedra; porque aunque El es la suma Verdad a quien todos han de oír y el sumo Poder a quien todos han de obedecer, pero tam ­ bién es la suma humildad, que aun en el enseñar y m andar huye de toda ostentación y quiere que presida en El la humildad. Como Cristo es Rey por naturaleza no necesita trono, ni cetro, ni corona, ni acompañamiento de Grandes, ni séquito de solda­ dos que den realce a su figura; porque El lleva en Sí mismo la Majestad, en su rostro, en su mirada, en su palabra, en su continente. Déjese ver y en seguida aparecerá el gran Rey; aun cuando se disfrazó, por humildad con nosotros, de artesano, de pobre y de ajusticiado, nunca fué tanto que no se le escapara algún rayo, revelador de su infinita Majestad. No está ”como si se asentase”, sino firme sobre la roca de su Divinidad. Esta es su trono; y sobre ella descansa cuando se sienta sobre el césped de la campiña. ”HERMOSO Y GRACIOSO ". Hermoso el lugar donde se ha puesto; alfombrado de flores, cruzado de arroyos, sombreado de palmeras, bajo el toldo azul de un cielo sin nubes. Pero sobre todo Hermoso El en cuerpo y alma, el más hermoso de los hijos de los hombres, la aparición esplendente del Tabor, el sol de los bienaventurados, Luz de Luz, la Hermosura-Dios. Y gracioso El, lleno de gracia y de atractivo irresistible por su llaneza, humildad, afabilidad, por la paz que infunde en el alma, por la elevación de ideas y sentimientos que se pegan de El, por la pureza que traspira, por la confianza, y fam iliari­ dad e intimidad a que todo en El convida. — Cuanto tiene el mal caudillo de horrible y espantoso, incomparablemente más tiene Jesucristo de hermoso y gracioso.

Ante imagen tan divina del Salvador, ¿qué he de hacer yo? A) Entrar en vivas ansias de hacer una reforma perfecta, que sea realización espléndida del compromiso que contraje en la contemplación del Rey Temporal, y que luego he renovado en

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las contemplaciones de su vicia, de seguirle en humillación, obe­ diencia y pobreza; ansias , que me hagan orar con gemidos inenarrables al P a­ dre, al Hijo y al Espíritu Santo, para que me defiendan contra los engaños del enemigo; ansias, que me hagan velar sobre todas mis mociones e ins­ piraciones para descubrir cuándo son del demonio y cuándo de Cristo. B) Aplicar fielmente los criterios que aquí me da San Ignacio paia discernirlo. Jesús se presenta al ejercitante en la reforma como venido de aquel gran campo de Jerusalén, lugar de luz, de paz. de serenidad, donde no hay cátedras de fuego y humo, ni prec ipicios que aterran, sino anchura de horizontes, todo hermoso y gracioso. Se presenta tocando al alma suavemente, entrando en ella como en casa amiga, pacificándola, iluminándola, dándola gozo, animán­ dola a cosas cada vez más perfectas; en el principio de sus mociones, en el discurso y en el fin, todo es siempre para hacerla mejor. C) Cobrar altísima estima, amor afectuosísimo y entusiasmo por el distintivo con que se presenta Cristo que es: humildad, y con la humildad todas las virtudes. La humillad en Cristo. El se tiene a Sí mismo por un ser que en cin nto hombre, de Sí mismo no es nada. Busca, pues, en todo la gloria del Padre, no la suya: «Ego non quaero gloriam meam , Yo no busco mi gloria. Con la humildad, el espíritu de sumisión a la voluntad del Padre y de sus representantes en la tierra. «Quia descendí de coelo, non ut faciam voluntatem meam sed voluntatem ejus qui misit me» \ pues he bajado del cielo, no para hacer mi propia voluntad, sino la voluntad del que me envió. Ese es su m anjar y su bebida, hacer la voluntad de su Padre. Por complacer al Padre va a la Pasión y a la muerte, aunque no medie mandato estricto. Con la humildad, la mansedumbre. «Discite a me, quia mitis ' -

Jo. H, SO. J o . «. :
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sum et humilis corde» *, aprended de mí que soy manso y hum il­ de de corazón. No acabará de romper la caña quebrada, ni de apagar la mecha humeante. «Calamum quassatum non conteret, et lignum fumigans non extinguet» 7. Con la humildad, la caridad para con Dios y para con los hombres. En el fondo de sus misterios, de sus relaciones con el Padre, de todos sus excesos de amor con los hombres se halla siempre la humildad, el "amor Dei usque ad contemptum sui” ; y en este «contemptus sui» ha descendido a profundidades asombrosas en Belén, en la cruz y en el altar. Con el sello de la humildad van también marcadas sus accio­ nes más insignificantes: el comer, vestir, hablar, m irar, andar, la casa donde vive, la sociedad en que se mueve, los compañeros de apostolado. Como en el espíritu de Satanás todo se resuelve en sobt-rbia, a todo trasciende la soberbia; en el espíritu de Cristo nada hay que no sea humildad, nazca de humildad y pare en humildad. D) A la pobreza, obediencia y humillación, porque connatu­ ralmente llevan a la humildad y son el alma de la Bandera de Cristo, he de darles siempre en mi reforma la preferencia, mien­ tras no tenga pruebas positivas de que Dios quiere lo contrario. Y he de ser exigente en tales pruebas de que Dios me quiere en honras y riquezas, porque el amor propio ve fácilmente más de lo que hay; y aun cuando me parezca claro ser ésta la voluntad de Dios, todavía no he de entrar por ella sino con recelo de mi mismo y manteniéndome en oración y velando mucho no acabe en am or propio lo que empezó puramente por Dios. PUNTO SEGUNDO

El ejército de conquista a) "EL 2:\ CONSIDERAR COMO EL SEÑOR DE TODO E L MUNDO” con poder absoluto para imponer a todos cuantas exi­ gencias El quiera; * Mh 11, 29. 7 Is. 42. 8.

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"ESCOGE” uno por uno, con providencia singularísima sobre cada particular; e invítales respetuosamente, sin forzarles, a se­ guir su llamamiento; ' T A S T A S PERSOSAS, APOSTOLES, DISCIPULOS, E T C ”: Papas, Obispos, millares de sacerdotes, innumerables religiosos, seglares de celo apostólico... a este Papa de ahora, a estos Obispos, a estos Sacerdotes...; es decir, a esta Iglesia Jerárquica de ahora, una, santa, católica, apostólica, romana; porque ella es el auténtico ejército de conquista de Nuestro Señor Jesucristo contra las huestes infernales; ella tiene el poder de Cristo para salvar al mundo y fuera de ella no hay salvación. Dentro de ella, junto al mismo Papa he de ver al clero dio­ cesano, a los Institutos religiosos, a las organizaciones de apos­ tolado seglar, a la Compañía y a mí mismo, aunque indignísimo, encuadrado en sus filas. b)

”Y LOS ESVIA POR TODO EL MUNDO”: a Europa, A sia, Africa, América, a las ciudades, campos, selvas; ‘ ESPARCIENDO SU SAGRADA DOCTRINA POR TODOS ESTADOS Y COSDlCiOSES DE PERSONAS”: a religiosos y se­ glares, a casados y solteros, a pobres y ricos, a sabios e igno­ ran les. a los gentiles, a los comunistas y ateos y perseguidores de la Iglesia [145]. Nota. Entre estas personas escogidas por Jesús para ayudar a ios almas, he de considerar especialmente a mis Superiores religiosos y a mi Director en estos ejercicios; por ellos me ayu­ dará Jesús, como por enviados suyos, a hacer convenientemente mi elección o reforma. También entre los así escogidos por Cristo para la vida apos­ tólica está quizás el joven ejercitante que va a hacer ahora elec­ ción de estado; y lo estoy ciertamente yo, hijo de la Compañía, que antes de ahora rectamente la elegí un día; y como es muy posible en las grandes necesidades por que atraviesa la Iglesia, que Jesús me llame en estas elecciones, n obras de. apostolado especialmente difíciles o a modos de apos­ tolado costosos a la naturaleza por ser a base de mucha oración y trabajo; esl.o ha
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Y tal preparación no puede ser otra que una voluntad seria, decidida, firmísima, entusiasta, de buscar en todo la pobreza y la humildad de Cristo; sin semejante voluntad es inútil meterme en elecciones entre extremos tan costosos a la naturaleza hum ana. PUNTO TERCERO El plan de conquista "EL 3 CONSIDERAR EL SERMON QUE” con palabras lle­ nas de consideración y de amor [146], ”CRISTO NUESTRO SEÑOR”, aquel Rey Eternal tan grande en Sí y para nosotros tan "liberal y tan hum ano” ; ”HACE A TODOS SUS SIERVOS Y A M I G O S "siervos” de suyo, pero elevados por El a la consideración de íntimos amigos. «Jam non dicam vos servos... vos autem dixi amicos» ®, ”ya no os llamo siervos... mas a vosotros os he llamado amigos” ; "sier­ vos” que no quieren otra cosa que distinguirse en el servicio de Cristo, pero que El los recibe como amigos; ”QUE A TAL JORNADA ENVIA ': la misma a que El vino del cielo; empresa divinísima, la de la Iglesia, la de la Com­ pañía dentro de la Iglesia; ”ENCOMENDANDOLES” con una simple indicación de su deseo, a quienes pudiera mandar con imperio; ”QUE A TODOS”: a seglares y a religiosos, sin excluir a nadie, ni a comunistas y ateos, porque a todo el mundo llama E l a la perfección cristiana; "QUIERAN” tengan a bien, por caridad y con amor ”AYUDARLES”, no cazarles con trampas, redes y cadenas, como hace el demonio; sino inducirles con suavidad, respetando su libertad; ”,4 I'RAERLOS” con su ejemplo y por la persuasión, como a seres racionales; ***

A) ” PRIMERO A POBREZA ESPIRITUAL ” o desprendi­ miento del corazón de los bienes de este mundo; y a "pobreza espiritual" ”SUMMA” que es: 1.°) Desprendimiento afectivo de todos estos bienes, de riquezas, dinero, posesiones... *

Jo . 15. 15.

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2.°) V desprendimiento perfecto, en el que la fuerte incli­ nación que tenemos a las riquezas quede eficazmente contra­ rrestada: por alguna aversión positiva a las mismas y por la práctica constante de no consentir jamás en pecado venial por conseguirlas. «Omnis ex vobis qui non renuntiat ómnibus quae possidet non potest meus esse discipulus» 9, ”todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo”. Donde exige el Señor que renunciemos a todas las cosas sin que quede una sola a la cual esté apegado nuestro corazón; y si esto lo exige para ser su discípulo, ¡cuánto más lo exigirá para ser su apóstol! Es. pues, la pobreza espiritual suma, necesaria para toda per­ fección, y mucho más para la perfección apostólica. Las riquezas y honras son de suyo indiferentes; pero desde el momento que se admite afición desordenada a ellas, el reli­ gioso decae de su estado de perfección y el seglar desciende de la perfección que cabe en su estado. ’T 5/ SU DIVINA MAJESTAD FUERE SERVIDA Y LOS Ql ISIERE ELEGIR” sólo con esta condición, W O MENOS” quieran traerlos \4 LA POBREZA ACTUAL” que es carencia real o efectiva de riquezas, y de las comodidades, honras e independencia que suelen seguirse a las riquezas. La cual pobreza actual no es menester que sea uni­ versal, (le toda riqueza y de toda comodidad; porque estas cosas de suyo no son malas como lo es el afecto desordenado de las mismas; ni puede ser universal por­ que muchas de ellas nos son necesarias;

”Si su Divina Majestad fuere servido y los quisiere elegir”. El jesuíta ya sabe que su Divina Majestad le ha elegido para estado de pobreza actual en su Instituto; pero aun no sabe en qué grado quiere que experimente en el porvenir inmediato la pobreza y falta de comodidades, el cual puede ser muy vario según !as circunstancias. Pues bien, yo de mi parte deseo el más duro y me ofrezco a él, sólo oue sea del agrado de su Divina Majestad. »

Le. 14, X\.

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B) ”SEGUNDO A DESEO” positivo, no mera permisión o tolerancia, sino anhelos o ansias positivas grandes ”DE OPROBRIOS”, injurias, falsos testimonios, afrentas por informaciones parciales, interpretaciones siniestras... "Y MENOSPRECIOS", desestimas, inconsideraciones, descon­ fianzas... siendo ”sin pecado de nadie ni displacer de su Divina Majestad”. C) "PORQUE DESTAS DOS COSAS SE SIGA LA HUMIL­ DAD". Pues humildad es desestima de sí, desprecio de sí, tenden­ cia a cuanto es sumisión a Dios, dependencia de Dios. Ahora bien, viviendo uno en pobreza y en la consiguiente es­ trechez, y dependencia de otros y desestima general de todos; y más si a esto se añadieren positivos desprecios y aun oprobios y deshonras; es conntural que el hombre con la gracia divina se vaya vaciando más y más de sí, hasta convencerse de que él es nada y que no se le debe nada y que su puesto es sumisión a Dios que lo es todo, y depen­ dencia de Dios en todo; hasta llegar al ”amor Dei usque ad contemptum sui”, que es la fórmula exacta de la humildad cristiana. Por otro camino arriba al mismo felicísimo fin de la humil­ dad, el pobre de espíritu. Como él está sobre sus tendencias desordenadas y vive en paz y sin pecados muy advertidos; Dios se complace en derramar sus dones sobre alma tan limpia y en la base de ellos pone siempre una gran dosis de humildad. D) "DE MANERA QUE SEAN TRES ESCALONES: EL PRI­ MERO POBREZA CONTRA RIQUEZA; EL SEGUNDO OPROBRIO O MENOSPRECIO CONTRA EL HONOR MUNDANO; E L TERCERO HUMILDAD CONTRA SOBERBIA; — Y DESTOS TRES ESCALONES INDUZCAN A TODAS LAS OTRAS VIRTU­ DES"; porque en el alma vacía por la humildad de si misma, Dios obrará rápidamente una gran santidad: de pobreza , la induce a justicia; de deseo de oprobios, a paciencia y amor de los enemigos; de humildad, a modestia, sumisión, obediencia, pureza de vida, paz inalterable: disposición perfecta para los grandes dones de Dios. Por ahi el mendigo de Manresa, a través de pobreza actual y

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de humillación extrema, subió rápidamente a la más sublime santidad. Entre tanto su misma vida de mendigo por Cristo es­ taba llena de consuelos celestiales; porque era vida de intenso amor al Señor y no hay gozo más íntimo que el de sacrificarse por amor a Cristo. Sorprende que San Ignacio, contra su costumbre de no repetir las cosas, sino de decirlas con las menos pa­ labras posibles y aun de no decirlas cuando basta insi­ nuarlas; nos repite aquí dos veces con toda minuciosidad la táctica que siguen los dos jefes para llevarnos a sus res­ pectivos campos. Sin duda que el Santo juzga de excepcional importan­ cia para el momento de la elección o reforma y para toda la vida, los principios de orden práctico en ellas contenidos, que son principalmente: 1.° ”Sin humildad de corazón no puede haber per­ fección.” 2.° ”E1 camino de la humildad es la humillación. — Y de la humildad se sube fácilmente a la gran santidad.” 3.° ”Las riquezas y honras llevan connaturalmente a la soberbia. — Y de la soberbia se cae fácilmente en todos los vicios.” 177.

PUNTO CUARTO

Motivos para abrazarnos con la pobreza y humildad de Cristo y para rechazar los engaños de Lucifer

Son las principales verdades que hemos meditado en el Prin­ cipio y Fundamento y en la primera y segunda semana. Hemos de actuarnos en ellas ahora de nuevo, reduciéndolas como a cier­ ta síntesis. 1.a Mi último fin es alabar, reverenciar y servir a Dios Nues­ tro Señor. Al hacer Iíi reforma es como si me hallara en la bifur­ cación d'* dos caminos: uno estrecho y escarpado, que me lleva a alabar. reverenciar y servir a Dios a lo San Ignacio, a lo Ja­ vier. con lo (frondísima perfección propia de. la Compañia; como quisiera haberle servido toda la vida, como le serviré desde ahora con su gracia;

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el otro más ancho, y de muchos rodeos, es el de pequeñas comodidades y continuas honrillas y egoísmos en que he vivido hasta ahora con escasa gloria de Dios. Nuestro Señor Jesucristo se me adelanta por el primero con una gran cruz y me invita a que le siga; — el demonio, explo­ tando mi sensualidad y soberbia, todo es predicarme modera­ ción y prudencia en el abrazarme con la pobreza y la humillación de Cristo. ¿Cómo he de reaccionar yo, sí por lo menos "tuviere juicio y razón” ? ”Ofreciendo toda mi persona al trabajo” de la po­ breza y humillación en cuanto sea necesario para servir a Dios y conseguir mi fin. ¿Cómo, si además tuviere corazón, c gratitud para con Nues­ tro Señor Jesucristo? La respuesta han de ser las reglas 11 y 12. 2.a Y mediante esto salvar mi alma. Me veré a mí mismo a la puerta del cielo; Jesús me la abre con su cruz y me invita a entrar, mientras el demonio lucha desesperado por impedir el paso definitivo poniéndome espantos a la pobreza y humillación de Cristo. Teniendo a la vista lo que es la dicha eterna, la salvación del alma, su grandeza, su eternidad... ¿qué he de responder a Jesu­ cristo Nuestro Señor si ”tuviere juicio y razón” ?; ¿qué si ade­ más tuviere corazón para con El? Reglas 11 y 12. 3.a Pecado de los Angeles. Después de recordar la caída es­ pantosa de los Angeles y cómo el demonio explotando mi como­ didad y soberbia me ha empujado a hacerme reo del mismo crim en; me pondré ante Cristo crucificado que a fuerza de dolores y de humillación me ha librado de tan horrenda desgracia. ¿Cómo he de reaccionar yo ante estas realidades, si tuviere juicio y razón? ¿Cómo si además tuviere corazón y gratitud para con Nuestro Señor Jesucristo? 4.ft Pecados propios. Mirarme como una "postema de donde han salido tantos pecados y ponzoña tan turpisima”. El principio de esa corrupción es mi tendencia desordenada a la sensualidad y a la soberbia, que el demonio ha fomentado y explotado a todas horas para mi ruina; Jesucristo en cambio, deshecho en humilla­ ción y dolor, se ha hecho mi medicina. ¿Cómo he de reaccionar yo con el demonio, cuando me ponga

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límites en la pobreza y en la humillación? ¿Cómo con el Señor, cuando me invite a ellas? 5.a Meditación del infierno. Al hacer la reforma es como si me hallara al borde del infierno. A mis pies luchan denodadamen­ te Lucifer, por precipitarme en el abismo, Jesús por impedirlo. He de mirar despacio aquellos fuegos, aquella eternidad des­ venturada y decirme: por librarme de esa desgracia murió Cristo y me invita ahora a la humillación y pobreza; en cambio a ella me empuja Satanás cuando procura impedir que me abrace decidida­ mente, heroicamente con la cruz de Cristo. ¿Qué he de responder yo al demonio? ¿Qué a Nuestro Señor Jesucristo? 6.a Meditación del Rey Temporal. Recordaré cómo Cristo Nuestro Señor es un Rey, muy grande en sí, y muy liberal y muy humano para mí. Solemnemente me he comprometido a aceptar el puesto que El me señalare en la lucha contra mi sensualidad y soberbia, ofreciéndome de mi parte a lo más heroico. ¿Cómo voy a faltarle ahora, en la reforma, al oír su llama­ miento, y condescender con Satanás, mortal enemigo de Jesús y mi o? ¿No estoy obligado, por nobleza, a hacer el ”oppositum per dúsmetrum” de cuanto me sugiera tan jurado enemigo? 7. En los misterios de la infancia de Jesús: Encarnación, Nacimiento. Circuncisión, vida oculta... aparece siempre el Señor "i oobreza espiritual suma y en pobreza actual heroica. El no me ha enseñado otro camino para la perfección que el de ia abnegación y mortificación propia. La consecuencia, pues, no admite réplica: si no entro por ellas, renuncio al seguimiento en las avanzadas de Cristo. 8.' Meditación de Dos Randeras. En el campo de Cristo está San Ignacio, San Javier, San Luis, los Santos, los hijos fervorosos de la Compañía. Allí todo es humildad, verdad, sencillez, paz, luz, gozo en el Espíritu Santo, vida como de cielo; y de allí se sube al cielo. — Cristo rne invita a entrar, pero no hay más puerta que pobreza y humillación; quien no entrare por ahí, se queda fuera. Ln «il campo de Satanás todo es soberbia, inquietud, pavor, te­ rror, malestar, fuego y humo, vida como de infierno; y de allí se baja al inferno. — Los lazos y cadenas con que el demonio retiene a los hombres en su tiranía son afecciones desordenadas a bienes de es*e inundo. J e s ú s y el demonio luchan por mi posesión: Jesús para salvar-

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me, Satanás para perderme. ¿Qué debo responderles si tengo ju i­ cio y razón? ¿Qué si tengo nobleza de corazón? 9.a Debo tener valor para desengañarme a mí mismo. La Compañía es de "distinguidos” en el seguimiento de Nuestro Señor Jesucristo. Pero la vida de Cristo fué siempre en extremada pobreza y en grandísima humillación; luego el hiio de la Compañía no puede prescindir del amor a la humillación y de las Reglas 11 y 12. La Compañía es de quienes ”siguen de veras a Cristo”. Pero para San Ignacio los que ”siguen de veras a Cristo, aman y desean intensamente” la pobreza y la humillación; como si dijera que no amándolas intensamente, no se sigue de ven¿s a Cristo... Luego en la Compañía no cabe dar al olvido las re­ glas 11 y 12. La Compañía es de gente que está en la Bandera de Jesucris­ to Nuestro Señor entre los más próximos al Sumo Capitán . Pero esta bandera exige pobreza espiritual suma o exclusión de toda afección desordenada voluntaria, y grandes ansias de pobreza actual y de humillación. Lueeo el hijo de la Compañía no puede hacer paces con nin­ guna afección desordenada; antes debe poner ”su oficio en bus­ car la mayor abnegación y continua mortificación en todas cosas posibles”. 178. Coloquio, de solemnidad augusta y de eficacia muy deci­ siva en los ejercicios. La súplica ha de ir creciendo por grados en intensidad, en reverencia, en confianza y en fuerza de impe­ tración : primero pido a María, mi Madre amantísima e intercesora omnipotente con Jesús; después, presentado por María, oro con Ella a su Hijo Jesús, mi Redentor, omnipotente El y medianero omnipotente con el Padre; finalmente, presentado por Jesús y por María, oro con ellos al Padre, bondad infinita, fuente primera de todo bien. — Lo que les pido es perderlo todo por servirles a Ellos; pobreza y hum i­ llación con Cristo pobre y humillado. Procúrese, al hacerlo, afectarse mucho a la Persona de Núestro Señor Jesucristo, deseando servirle a El, transformarm e en El, ser pobre y humilde como El.

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UN COLOQUIO A NUESTRA SEÑORA ” [147], medianera de todas las gracias, ' PORQUE ME ALCANCE GRACIA DE SU HIJO Y SEÑOR” por el amor que le tiene a El y por el que me tiene a mí; "PARA QUE YO SEA RECIBIDO DEBAXO DE SU BANDE­ RA"; pues militar en ella es dignación y bien que se me hace a mi, más que interés para Jesucristo; V PRIMERO EN SUMA POBREZA E SPIRITU AL”, o sea que me dé valor para arrancar de mi corazón todo afecto desor­ denado a bienes de este mundo hasta dejarlo desnudo de todos ellos como el de su Hijo Jesucristo; y SI SU DIVINA MAJESTAD FUERE SERVIDO Y ME QUI­ SIERE ELEGIR Y RESCIBIR”, pues será una dignación aun m ás grande que la anterior, WO MENOS EN LA POBREZA ACTUAL” en un grado real de privaciones verdaderamente grande, como fueron las de Cristo; SEGUNDO EN PASAR OPROBRIOS Y INJURIAS POR MAS EN ELLAS LE IMITAR”: que como los mundanos am an y buscan con tanta diligencia honores, fama y estimación de mucho nombre en la tierra; así yo, por seguir de veras a Crista Nuestro Señor, ame y desee intensamente todo lo contrario; es a saber, vestirme de la vestidura y librea de mi Señor por su debido amor y reverencia; tanto que desee pasar injurias, falsos testimonios, afrentas; SOLO QUE LAS PUEDA PASAR SIN PECADO DE NIN(rUSA PERSONA, NI DISPLACER DE SU DIVINA MAJESTAD; Y CON ESTO UN AVE MARIA”. * * *

’ 2/ COLOQUIO. PEDIR OTRO TANTO AL HIJO”. por su amor al Padre; por su amor a la Virgen su Madre; por el amor que la Virgen me tiene y que El hace que me tenga a mi; finalmente, por el amor que El mismo me tiene a mí. — Avi­ vando la confianza y reverencia más aún que con la Virgen; 7M JiA QUE ME ALCANCE DEL PADRE, Y CON ESTO DE­ CIR AMMA CIIRISTI”.

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”3.° COLOQUIO. PEDIR OTRO TANTO AL P A D R E ” por su amor al Hijo y a la Madre y por su bondad infinita conmigo; avivando la confianza y reverencia más aún que con Jesús y con "PARA QUE ME LO CONCEDA, Y DECIR UN P A T E R NOST E R ” 10.

Nótese sobre este coloquio. 1.° Aunque la probabili­ dad de oprobios y falsos testimonios fuere poca, no debe­ mos omitir el extender a ellos expresamente, como manda San Ignacio, nuestro amor al Señor; porque para quien arde en amor a Jesús y desea crecer más y más en este afecto, es de provecho y consuelo el ejercitarse en pensamientos y deseos de cosas arduas en el seguimiento del Señor. 2.° Cuán extraordinaria sea la importancia que di» San Ignacio a estos tres coloquios se desprende de que manda que se haga esta meditación cuatro veces el mismo dia, y que sea ”SIEMPRE ACABANDO CON LOS TRES COLO­ QUIOS DE NUESTRA SEÑORA, DEL HIJO Y DEL PA­ DRE” [148]. Los mismos manda que se hagan después en Binarios, Maneras de humildad y en todas las contempla­ ciones siguientes de la 2.* Semana. 3.° Pero aunque en esto de aficionarnos a la pobreza y humillación de Cristo la oración es necesaria y vale mucho; mas ella sola no basta si no se añade un valiente ejercitarnos en la pobreza y humillación y una generosa victoria de nosotros mismos. 4.° Es digno de notarse que San Ignacio no nos man­ da pedir en estos coloquios la humildad, que es al fin lo que deseamos obtener, sino la pobreza y la humillación que son medios para la humildad. Las razones son de orden práctico: a) Que hemos de pedir gracia para lo costoso; y el ejercicio de la humildad, una ve* conseguida ésta, no es costoso; en cambio lo es mucho el de la humillación. />) Además es práctico para conseguir un fin concen­ trar el querer sobre los medios de obtenerlo, más que so­ bre el fin mismo. * '*

Not. n. 172, 10. 16

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El soldado valiente y el cobarde ambos desean la vic­ toria que es el fin; pero el valiente se enardece además en ansias de la lucha que es el medio, y por ahí triun­ fa; mientras el cobarde, por temor al combate, queda de­ rrotado. Es táctica general de San Ignacio para hacernos hom­ bres prácticos, hacer que nos entusiasmemos con vencer las dificultades que se oponen a nuestros fines. c) Pero hay más: la ilusión de poseer la humildad y la soberbia de tenerse por humilde, es un peligro que se desvanece cuanto más se piense en la humillación y menos en la humildad.

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179.

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FRUTO PRINCIPAL DE DOS BANDERAS; EN SU PRIMERA PARTE

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En el en t en d im ie n t o : convencimiento íntim o de que ai hacer la reforma corro grandísimo peligro de ser engañado por el demonio; convencimiento íntimo de que las redes en que pretende cogerme son honras, riquezas... cosas indiferentes, pero que fácilm ente llevan a desórdenes y pecados; # convencimiento íntimo de que admitir libremente '‘afición desordenada” (cosa ya mala) a honras, riquezas... es haber caído ya en sus redes.

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En el corazón: recelo grande de ser engañado; recelo de cuanto sepa a honores, riquezas; horror a toda ”afición desordenada” a honras, riquezas... En la vo lu n ta d : resolución firme de orar para no ser engañado, y de velar aplicando los criterios de San Ignacio para descubrir al enemigo; resolución de no admitir en mi reforma honras ni riquezas sin pruebas positivas de que Dios lo quiere; resolución firmísima de arrancar de mi corazón toda ^afición desordenada” a honras, riquezas, bienes de este mundo.

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FRUTO PRINCIPAL DE DOS BANDERAS; EN SU SEGUNDA PARTE

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En el enten dim ien to : convencimiento pleno de que la doctrina o Bandera de Cristo es humillación y pobreza; y de que esta doctrina es la que verdaderamente lleva a la perfección cristiana. En el corazón: entusiasma grandísimo por la pobreza y hum illación de Cristo, y ansias de ser elegido para un grado grande de pobreza y humillación actual. En la v olu nta d: resolución firme de ir en la reforma de vida o en la elección de estado, a la pobreza espiritual suma: y de elegir pobreza y humillación actual, mientras no vea claro que Dios quiere lo contrario.

Examen. ¿Es asi de pleno mi convencimiento de que la Bandera de Cristo es humillación y pobreza y de que éste y no otro es el camino de la perfección? ¿Es asi de ardiente mi entusiasmo por la pobreza y la hum i­ llación? ¿Es así de firme mi resolución de ir a la pobreza espiritual suma y a la mayor pobreza y humillación actual que Dios me permita?

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180.

ESQUEMA DE LA MEDITACION XXI

De dos Banderas La de Cristo; cuyo lema es "Humillación y Pobreza La de Lucifer; cuyo lema es "Honras y Riquezas”. Pres. de Dios y Orac. prep.—Historia.—Comp. de lug.—Petición. PARTE PRIMERA

La

Bandera P u n t o 1.°

El

de mal

Lucifer c a u d il l o

Su caudillo es Lucifer, "mortal enemigo de natura humana”.

— Acampa en un gran campo de Babilonia, ciudad tipo de la sober­ bia humana; — en una gran cátedra; — de fuego y humo; — en figura horrible — y espantosa. — Es todo soberbia; — y por soberbia, es también envidia, lujuria, ceguera... todos los vicios. — Ai.te enemigo tan formidable: a) he de entrar en temor y recelo por el peligro de que me engañe; b) me atendré fielmente a los criterios de San Ignacio para des­ cubrir sus engaños; ';) cobraré aborrecimiento y horror a la soberbia; d) y a las riquezas y honras, por llevar connaturalmente a la soberbia, he de mirarlas con recelo; y no admitirlas en mi reforma sin razones positivas que me obliguen a ello.

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DOS BANDERAS

P u n to

2.°

El

e j é r c it o

in f e r n a l

Lo forman innumerables demonios: — Soberbios como Lucifer; — en espantoso desorden, entre fuego y humo, como Lucifer* — fuerzas gigantes para el mal; — hirvientes en odio y furor contra los hombres; — en figura horrible y espantosa. — Lucifer los esparce por todo el mundo, sin dejar lugar, ni estado, ni persona alguna en particular. — Contemplaré a todo el mundo invadido por este ejército infernal, que armado de redes, lazos y cadenas rodean a todos los hombres arrastrando a muchísimos al infierno con cadenas de pecados. — Me veré a mí mismo perseguido y rodeado de los más astutos y feroces de todos ellos. P u n to 3.°

a)

El

p l a n de ataque

El ataque ha de consistir en "echar redes y cadenas”: — redes finísimas a almas delicadas, que sólo buscan a Dios; para hacer que desciendan a deseos desordenados de cosas de aqui; — redes gruesas a almas gruesas, para llenarlas cada vez más de pecados veniales y aun de mortales, — cadenas de hierro, a almas soberbias para arrastrarlas a todos los vicios.

b)

Y el modo de atacar, partiendo de almas muy delicadas, ha de ser: — Primero, tentarlas de "cobdicia de riquezas” o hacer que caigan en ”deseos desordenados” (cosa ya mala) de riquezas y de lo que éstas traen consigo, que son: comodidades, consideraciones, independencia, vagancia...— Pero estas riquezas han de proponerlas como indiferentes aun como útiles para fines buenos. (Las riquezas asi propuestas, he ahí la red finísima que casi ni se la ve.) — Segundo: tentarles después, de ”vano honor del mundo”, que es traerles a deseos inmoderados de honras. — Para esto les propon­ drán las honras como cosa indiferente y aun muy útil para mu­ chas cosas buenas. (Las honras asi propuestas, he ahi la red.) — Del vano honor del mundo traerles, aumentando más y más los honores, a ”crescida soberbia”; y de ahí ”a todos los otros vicios”.

SEGUNDA SEMANA

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Táctica particular con ejercitantes fervorosísimos en vísperas de elec­ ciones. — La de San Ignacio es meterles en grandísimos deseos de la po­ breza y humillación de Cristo, como la mejor disposición para la reforma. — La del demonio es impedir lo más que pueda, por razones espe­ ciosas, que el ejercitante se adentre mucho tras de la pobreza y humillación de Cristo. iEstas razones, al parecer totalmente buenas, he ahí la red finí­ sima, casi impalpable, para cazar a estos ejercitantes.) — Puedo asistir en los antros infernales al consejo de guerra contra mi reforma en el mes de ejercicios. iS l.

PARTE SEGUNDA La

Bandera

P u n to 1.°

de

Jesucristo

E l S umo C a p it á n G e n e r a l

Es Nuestro Señor Jesucristo.

—El Piey Eternal, Hombre Dios; Señor legítimo del mundo, tan grande en Sí, tan "liberal y humano” para conmigo. — Acampa en la plácida región de Hierusalén; — y personalmente ”se pone en lugar humilde, — hermoso y gracioso”. — Su característica es humildad, y con la humildad todas las virtodes.

— Con tal Jefe de combate, ¿qué he de hacer yo?: a) seguro de la victoria, aspirar a una perfección altísima; b) estar atento para no confundir sus llamadas con las voces insidiosas del enemigo; c) cobrar altísima estima, amor y entusiasmo por la humildad; d) y a la humillación y pobreza, que son camino para la humil­ dad, darles siempre la preferencia en mi elección o reforma, mientras Dios no me pida positivamente lo contrario. P u n t o 2."

E l e j é r c it o d e c o n q u is t a

Es la Iglesia Jerárquica y sus auxiliares. -—El Papa. Obispos; —• Sacerdotes. Religiosos;

181

487

DOS BANDERAS

— seglares de celo apostólico. — En las avanzadas, en los cuerpos de choque, nuestra mínima Com­ pañía; y yo en ella. — Jesús los escoge "particularmente a cada uno”; — y ”los envía por todo el mundo”, "esparciendo su sagrada doctri­ na” ”por todos los estados y condiciones de personas”. P u n to

3 .°

E l p la n

de

c o n q u is ta

Ayudar a todos a la perfección trayéndoles suavemente:

—1.°, a pobreza espiritual; suma; y no menos a la actual, si Dios los eligiere para ella; — 2 .°, a deseos de humillación; — 3.°, de estas dos cosas, a humildad. — Tres escalones: de pobreza contra riqueza; de humillación contra el vano honor del mundo; de humildad contra soberbia; — y de estos tres escalones, a todas las virtudes. P u n t o 4 .° de

M o t iv o s p a r a a b r a z a r s e c o n l a p o b r e z a y h u m il d a d

J e s u c r i s t o y h u ir d e l o s e n g a ñ o s d e l d e m o n io

Son las principales verdades meditadas hasta aquí en los ejercicios: — sobre mi fin; que es alabar, reverenciar y servir a Dios y salvar mi alma; — sobre el castigo de los Angeles, de Adán, etc.; — los pecados propios; — el infierno; — la muerte; — el juicio. — Sobre el Rey Temporal; — los misterios de la infancia y vida oculta del Salvador; — y la meditación actual de Dos Banderas. — He de desengañarme a mi mismo. La perfección es solamente de los que siguen de veras a Jesucristo en humillación y pobreza. — ¿Soy yo de los tales?

488

SEGUNDA SEMANA

181

Coloquio de trascendencia excepcional en los Ejercicios. —Pedir a María Santísima me alcance que sea yo recibido en la Bandera de su Hijo: 1.u, en pobreza espiritual suma y no menos en pobreza actual si su Divina Majestad me eligiere para ésta; 2.°, en deseos de oprobios y humillaciones para más le imitar; y con esto rezar un Avemaria. — Pedir con María otro tanto al Hijo para que me lo alcance del Padre; y rezar el Anima Christi. —Pedir con Jesús y María otro tanto al Padre para que me lo conceda; con esto rezar un Pater Noster.

MEDITACION XXII

DISTRIBUCION DE LA MATERIA PARA LA MEDITACION DIARIA

D ía

1.° AV 182 183 186 189

D

ía

2.° A7.0 182 184 186 190

D ía

3/ A.° 182 185 186 191

D ía

4." Repetición.

D ía

b.h Resumen.

D ía

6.'

Fruto principal de esta meditación: A\° 188.

182.

MEDITACION XXII

De tres Binarios de Hombre ”MEDITACION DE TRES BINARIOS ” pares o tipos ”DE HOMBRES PARA ABRAZAR EL MEJOR ” [149]. O sea de tres clases de hombres de disposiciones diversas para la reforma de vida o elección; de tres ejercitantes que llegan a elecciones uno con disposición muy mala para la elección, otro con disposición media pero todavía insuficiente, el tercero con disposición óp­ tima; para comparar la mía con las suyas y hacerla como la mejor de ellos.

De la meditación anterior me parece haber salido con "voluntad de perfección”, con "voluntad de pobreza y humi­ llación de Cristo”, con "voluntad de arrancar de mi toda afición desordenada”. Pero como en esto de deseos interio­ res nos engañamos fácilmente, quiero someter a examen esta mi voluntad de pobreza y de humillación a ver si es sincera o falsa, débil o fuerte, perfecta o imperfecta. Y este examen lo haré comparándola con voluntades ajenas, en las cuales veré más fácilmente que en la mia pro­ pia, la realidad; y para alejar aun más el peligro de engaño, haré este examen comparativo, no sólo ante mi conciencia, sino ante Dios y ante los Santos, que verán mejor que yo la verdadera disposición de mi voluntad. ”PEDIR GRACIA .4 DIOS NUESTRO SEÑOR PARA QUE TODAS MIS INTENCIONES , ACCIONES Y OPERACIONES SEAN PURAMENTE ORDENADAS EN S E R V I­ CIO Y ALABANZA DE SU DIVINA MAJESTAD O

r a c ió n p r e p a r a t o r ia .

49‘J

SEGUNDA SEMANA

182

"LA CUAL ES ÜE TRES BINARIOS DE HOM­ BRES" [150], tres ejercitantes que llegan a este punto de la elec­ ción o reforma con disposiciones diversas; "CADA UNO DELLOS HA ADQUIRIDO DIEZ MIL DUCA­ DOS". cantidad crecida en tiempo de San Ignacio, que les permite hacer vida de rico en comodidad, honra, independencia y m an­ do. — Los adquirieron sin faltar a la justicia con nadie, pero "SO PURA O DEBIDAMENTE POR AMOR A DIOS”, según la doctrina del Principio y Fundamento, sino por afición desor­ denada a las riquezas; y esta afición desordenada a los 10.000 du­ cados la conservan todavía ahora. Al llegar a este punto de los ejercicios después de las medi­ taciones que preceden, "QUIEREN TODOS SALVARSE Y H A LL A R EN P A Z A DIOS S i ESTRO SEÑOR , QUITANDO LA GRAVEDAD E IMPEDI­ MENTO QUE SIENTEN PARA ELLO EN LA AFECCION DE LA COSA ACQU1SITA”. Todos quieren salvarse; todos quieren hallar en paz a Dios; todos sienten impedimento para ello en la afición a los du­ cados : todos tienen alguna voluntad de quitar esa afición. Pero difieren entre sí en la verdad y seriedad de esta volun­ tad; la cual en el primer Binario es mera veleidad, no es que­ rer; en el segundo, es querer con condiciones; en el tercero, es querer fuerte y absoluto. Tratándose ahora de ponerse en elecciones sobre medios para quitar esa afición desordenada o sobre si han de dejar o no los ducados, el primero y el segundo no tienen la disposición nece­ saria para una buena elección; el tercero, sí. H istoria.

Como esta meditación se dirige inmediatamente a la elección o reforma y ésta ha de ser totalmente individual y concreta, conviene que va desde ahora cada ejercitante determine bien su propio caso. Quizás le ayude a ello la lectura de algunos ejemplos. Kl ejercitante N. es un joven seglar que se siente en estos ejercicios con deseos
TRES BINARIOS

182

493

elección? La dificultad puede provenir de que siente edi­ ción desordenada fuerte a la vida de libertad g de peque­ ñas diversiones que en el mundo lleva. El asegura que su voluntad es quitar ese afecto o sobreponerse a él; jpero en el aprecio de nuestro propio querer nos engañamos tanto! Procede, pues, que antes de ponerse en elecciones, averigüe si esta su voluntad es realmente fuerte como la del tercer Binario; y que la haga tal sí no lo fuere. El ejercitante M. es un sacerdote o religioso que en estos ejercicios ha sentido encenderse más y más en deseos de toeja perfección, de pobreza espiritual suma y no menos de un grado muy alto de pobreza actual si Dios le eligiere para él (ya sabe el religioso que él está llamado a estado de pobreza actual; pero en ella caben muchos grados y él se siente con deseo.» de los muy perfectos); y estos sus deseos de perfección quiere llevarlos a la práctica en la reforma de vida que hará en seguida. ¿Pero está suficientemente dispuesto para esta refor­ ma? La dificultad puede provenir de la gran tendencia que siente a la vida cómoda; la cual le es impedimento para la perfección, porque le lleva a innumerables faltas de diligencia en los ejercicios espirituales, y en el cumpli­ miento de su oficio. El asegura que su voluntad es quitarlo o vencerlo; ¡pero nos engañamos tanto en el aprecio de nuestras voluntades! Es. pues, necesario antes de entrar en elecciones que examine esta su voluntad, a ver si es perfecta como la del tercer Binario; y que la haga tal. si no lo fuere. — Este examen lo va a realizar en presencia de Dios y de sus Santos que ven mejor que nosotros cuál es la verdadera disposición de nuestro interior. "SERA AQUI VER A MI MISMO ”, que soy como el lugar donde se realiza la disposición de mi vo­ luntad, que es lo que nrincipalmenle he de considerar; Composición

de

lig a r.

"COMO ESTOY DELANTE DE DIOS XI ESTRO SEÑOR”. infinitamente perfecto en Si, Señor absoluto mío e infinitamente bueno para mi; dignísimo por tantos títulos de que le sirva con toda perfección; y que El mismo me brinda abundantes gracias que me ayuden a servirle; "y delanle de TODOS SUS SANTOS": de la Santísima Vir­ gen, de los Apóstoles, de todos los Mártires, Confesores y Vir-

SEGUNDA SEMANA

494

182

genes, que con el heroísmo de sus ejemplos me alienten a la ge­ nerosidad con Dios en mi reforma; y con fervorosa oración pidan para mí las mismas grandes gracias que a ellos se les dieron, para hacerme posible y fácil el vencimiento. ”PARA DESEAR Y CONOCER ”, primero desearlo y después conocerlo o averiguarlo. ’LO QUE SEA MAS GRATO A SU DIVINA BONDAD”, que tantos beneficios me ha hecho y tantos pecados perdonado. “Para desear” ; es decir, para ponerme en deseos de elegir lo que fuere más grato a Dios y arrancar de mi corazón todo otro deseo nacido de afecciones desordenadas; y una vez puesta el alma en sólo esos deseos de lo que fuere más grato a la Divina Bondad, poderlo ”conoscer” o poder ave­ riguarlo sin peligro de engaño [151]. ”DEMANDAR LO QUE QUIERO; SERA AQUI PEDIR GRACIA PARA ELEGIR LO QUE MAS A GLORIA DE SU DIVINA MAJESTAD Y SALUD DE MI ANIMA S E A ”; gracia para ”elegir” bien; o sea gracia para ponerme en condiciones de elegir bien; gracia para descubrir si estoy en condiciones de elegir bien o libre de afecciones desordenadas; y si no lo estuviere, gracia para quitar estas afecciones; o sea gracia para descubrir si mi voluntad de pobreza espi­ ritual suma y de la pobreza actual que Dios quiera, no es insin­ cera como la del primer Binario, ni débil como la del segundo sino fuerte y perfecta como la del tercero. P

e t ic ió n .

183.

PR IM ER

BINA RIO

I ”EL PRIMER BINARIO QUERRIA QUITAR EL AFFECTO QUE A LA COSA ADQUISITA TIENE... Y NO PONE LOS ME­ DIOS H A ST A LA HORA DE LA MUERTE” [153]. . Tiene algún deseo de quitar el afecto, pero su ejecución la remite siempre para más tarde indefinidamente, para un mo­ mento que nunca llegará porque en todo momento dirá que para más tarde. Por el presente no tiene voluntad de poner medio alguno. Así que su querer no tiene ningún efecto; y, por tanto, no es verdadero, sino falso; no es voluntad, sino veleidad o deseo ineficaz. — El querría quitar ese afecto f,PARA H A L L A R EN PAZ A DIOS NUESTRO SEÑOR Y S A ­ BERSE S A L V A R ”. Motivos rectos, el deseo de la paz y de la sal­ vación, pero no los más nobles del amor de Dios y de la imita­ ción de Nuestro jSeñor Jesucristo. — No ha penetrado este ejer­ citante en el fondo del Principio y Fundamento, que el hombre es para Dios; ni en la esencia de la Segunda Semana que es el seguimiento, por amor, de Cristo. ¿Qué juicio nos merece este primer Binario?

a) Su voluntad de quitar el apego desordenado que siente a su capital, no es real , positiva , sincera, sino pura veleidad. Pues no está dispuesto a medio ninguno eficaz contra dicho afec­ to hacia los 10.000 ducados: no a dejarlos, que sería probabilisimamente lo más decisivo; ni a disminuirlos, dando limosnas; ni a restringir gastos de hijo y diversiones, con lo cual iría debilitándose su pasión por las riquezas. En su reforma hará quizás otros propósitos de comulgar más, de rezar más, etc., pero ninguno directamente contra su defecto dominante del apego a las riquezas.

SKC.UNDA SKMANA

49 6

183

Queda, pues, substancialmente, en respecto a la santidad, con la misma dificultad que tenía antes de los ejercicios. Sus deseos de perfección, al tratar de realizarlos, se han eva­ porado. b'i Con tal voluntad este Binario no está en disposición para ponerse en elecciones de si debe dejar o no su capital y la vida de riquezas que lleva; porque el apego desordenado que le tiene, le vendará los ojos para no ver más que razones para retenerlo; es a saber: que las riquezas son cosa indiferente; que sirven para obras de celo; que muchos con ellas se han hecho santos, etc., etc.; que aquí lo único malo es el ”afecto desordenado” a ellas y este afecto, se dice a sí mismo, que no renuncia a quitarlo más tarde. c Su estado de alma es deplorable. Es el del perezoso que quiere y y o quiere, «Vult et non vult piger» x; es el del caminante que sintiendo horror al movimiento, se entretiene en fantasear jornadas y nunca sale de casa; consintiendo la perfección en obras, él tiene horror a obrar y
II Según esto, ¿qué ejercitantes se hallan en el primer Binario? ¿Me hallo yo en él? ¿Mi voluntad de perfección es el "querría” del primer Binario? Lo averiguaré en presencia de D ios y de sus Santos. E llos ven mejor que yo la verdadera disposición de mi voluntad, y con su protección me ayudarán a descubrirla. El que lleve ya muchos años de religioso o de sacerdote o dedicado a la virtud, no excluye que pueda hallarm e en m uchas cosas en el estado miserable del primer Binario. Q uizás me ayu­ den a descubrirlo los ejem plos siguientes. El ejercitante N. es persona que traía de virtud, pero lo cual le tiene er. «ontirma falta de pureza de intención; y entiende él muy

7 iic t'slá muy aficionado a la honra,

Prov

1‘t i

183

TRES BINARIOS

497

bien que esta esclavitud aJ vano honor, es incompatible con la santidad. En este punto de los Ejercicios cree hallarse cop gran voluntad de perfección y que va a la reforma de vida con deseos sinceros de realizar dicha santidad; sin embargo, ¡no quiere proponer en esta reforma nada serio contra so afición a la honra! Es, pues, un primer Binario que quiere la santidad y no quiere quitar aquel defecto que es obstáculo cerrado para ella. El ejercitante X. es un religioso o sacerdote que ha anclado hace tiempo en negligencia grande en los ejer­ cicios espirituales especialmente en la meditación y exá­ menes; no que deje de hacerlos, sino qae los hace habi­ tualmente con gran flojedad, somnolencia o distracciones voluntarias; — y entiende él muy bien que mientras no ore más y mejor, tendrá cerrada la puerta para la perfec­ ción que desea. En este punto de los Ejercicios se cree con deseos grandes de santidad y se dispone a darles realidad en la reforma que va a hacer; sin embargo, nada serio piensa proponer en ella para combatir su negligencia en la medi­ tación y exámenes. Está, pues, en el primer Binario, quiere la perfección y no quiere lo que en él es medio connaturalmente nece­ sario para conseguirla. El ejercitante M. es un operario evangélico que da prác­ ticamente demasiada importancia al elemento natural, y menos a la oración y virtudes que unen al instrumento con Dios; — y entiende él perfectamente que por ahí su actividad evangélica será siempre de escasa eficacia. Ahora se cree estar en deseos de ser verdadero apóstol y de llevarlos en la reforma a la práctica; ¡sin embargo, nada quiere proponer en dicha reforma para corregir prácticamente su proceder naturalista! Está, pues, en el primer Binario: quiere ser apóstol de eficacia, pero no quiere lo que es medio necesario para serlo. III Motivos para abominar de la disposición del primer Binario. Quiere San Ignacio que los medite ante Dios y sus Santos, que con su ejemplo y protección me ayudarán a abominarla. Son,

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SKI',UNI)A SKMANA

183

además de lo dicho en el Principio y Fundamento sobre la indife­ rencia. que la afición del primer Binario: !.° Es GRAVEDAD E IMPEDIMENTO” para toda buena elección. Mientras reine en mi alma apego desordenado a las ri­ quezas y vida del mundo, es inútil ponerme a deliberar sobre si Dios me quiere en la religión o en el mundo. La deliberación sólo servirá para amontonar razones aparentes a favor de mi pasión y para convencerme falsamente de que Dios quiere que me quede en el inundo. La afición desordenada en este caso, lo mismo que en todos los demás.donde ella prevalezca, es una venda que me impide descubrir la voluntad de Dios. ¿Tengo yo en alguna cosa afición desordenada que me impida ver la voluntad de Dios? 2. Es ’’GRAVEDAD E IMPEDIMENTO” para la perfección .
183

TRES

BINARIOS

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en medio de tanta luz y 'después de haber sentido fuertes lla­ madas con que el Señor se ha dignado invitarla a la perfección cristiana. La memoria de semejante elección ¿no le será en adelante un nuevo obstáculo para hallar en paz a Dios? 4.° Es ” GRAVEDAD E IMPEDIMENTO” para la paz con­ sigo mismo. Porque la afición desordenada, haciéndonos desear lo que no podemos lícitamente tener, nos pone en pugna con nos­ otros mismos. Paz es la tranquilidad en el orden: y la afición desordenada es desorden en nuestras tendencias íntimas, en el corazón mismo, en lo más hondo de nuestro ser. La tendencia desordenada lleva a culpa y aun a pecado, y al remordimiento de la culpa y del pecado; que e s la falta de paz más íntim a del alma. 5.° Es ”GRAVEDAD E IMPEDIMENTO ... para 'SABERSE S A L V A R ”. Quien rehúsa el estado a que Dios le destina y el plan de vida en que Dios le quiere, ¿se salvará? Sobre todo cuando la vocación de Dios es apremiante o cuan­ do de no seguirla se prevén razonablemente grandes dificultades para conservarse en gracia. Son los ejercicios generalmente una de las ocasiones en que el alma ve con más claridad la vocación divina y siente con más fuerza la obligación de seguirla. Pues resolverse, a pesar de eso, como en frío y reflexivamente, a no seguir el llamamiento de Dios por contemporizar con aficiones desordenadas, ¿no es de temer que tal conducta provoque un alejamiento de Dios que pueda acabar mal? O.” Los ejercitantes del primer Binario: son el siervo perezoso que, por haber soterrado un talento, es cargado de cadenas y arrojado a las tinieblas del infierno. Pues ; cuántos talentos no soterra quien deja de seguir el llamamiento a la perfección, sentido en ejercicios! son la higuera infructuosa que es mandada arrancar de la Tierra buena; «ul quid etiam terram oceupat?» \ ¿para qué ha de seguir ocupando tierra? ¡Qué desgracia el que de la tierra fér­ tilísima de los ejercicios salga en definitiva una reforma eási in­ fructuosa ! Lile. 1H. 7.

SKGL’NDA S KMANA

500

183

son el siervo que es terriblemente'azotado porque, conociendo la voluntad del Señor, no la ha cumplido; «servus qui cognoscit voluntatem domini sui... et non facit secundum voluntatem ejus vapulabit multis» 3; son los invitados al banquete que respondieron excusándose: «villam emi... juga bovum emi... uxorem duxi», he comprado un campo... he comprado una yunta de bueyes... he tomado m ujer; pero la verdad era que no querían ir: «Nolebant venire» \ ¿Cómo reaccionó el Señor a estas excusas? «Dico autem vobis, quod nenio virorum illorum qui vocati sunt gustabit coenam meam» \ Notemos en la aplicación de estos textos que San Igna­ cio dirige toda esta meditación inmediatamente, no a la vida futura, sino a la preparación para la elección o reforma en los ejercicios. 7. Hay una gran maldad en el primer Binario, en cuanto su proceder envuelve desprecio m uy consciente de los dones de Din.<, lo cual es ofensa grande a su Bondad infinita. He de mirar con horror esta disposición en la que el ejerci­ tante reflexivamente, después de detenido examen, determina an­ teponer su pasión a Dios: ai Dios del Principio y Fundamento, a quien ha reconocido como su Señor absoluto y último fin; al Dios-Hombre, a quien ha contemplado en la cruz por sal­ varl e a él;

ai í)ios-Niño de Belén, al Dios-obrero en Nazaret: ha jurado seguirle mil veces, pero al venir a las obras le abandona por una pasión. «Si non venissem, et locutus fuissem eis, peccatum non haberent, nunc autem excusationem non habent de peccato suo» ®, si no hubiera venido a ellas y no las hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa. Por tanto mi deber necesario en absoluto es: 1. Examinar con seriedad si tengo en mí afectos desordena­ dos a comodidades, honores, independencia, cargo, lugar, desti­ no. personas, ele., que pudieran ser obstáculo para una elección L m<'. 12. 47.

mi. 2 :j.

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1 I. 24.

.jo. ir>. t ¿ .

183

TRES BINARIOS

501

o reforma perfecta. Esto ya lo he hecho en el número an­ terior. 2.° Exam inar si mis deseos de quitar ese afecto desordenado, son acaso pura veleidad que no me lleva a medios ningunos prácticos. Esto ya queda también hecho. 3.° Hacer un esfuerzo serio de oración y meditación para transformar m i veleidad o "querría” en un " quiero" pleno. Esto he de hacerlo ahora con la gracia de Dios. La táctica del demonio con los ejercitantes del primer Bina­ rio es desanimarles de la perfección y distraerles para que no piensen más en ella. ”Has hecho bien los ejercicios, les dice, y te creías con deseos de toda perfección; pero al venir a las obras, hallas que tus deseos son pura veleidad. Ya ves que la perfec­ ción no es para ti, y que has de contentarte con los mandamien­ tos.'P or otra parte, éstos bastan; por tanto no pienses más en perfección, a distraerte.” Mi táctica ha de ser la contraria: "animarme y urgirme” a mí mismo valientemente con razones como éstas: a) El querer pleno de la perfección a que Dios me llama, está siempre en mi mano con la gracia divina que nunca me fal­ tará si a la oración humilde acompaña mi esfuerzo: y para este mismo esfuerzo, Dios me ayudará. El querer pleno es siempre necesario. Como es inútil sembrar y regar, si el grano está muerto; como es inútil el gran profesor, si el discípulo no tiene talento; asi en los Ejercicios es todo in­ útil, si la voluntad se niega a pronunciar el "quiero". ¿Me aven­ dré yo a que sean casi inútiles mis ejercicios? Los Santos han sido todos de voluntad fuerte, de "quiero” pleno, apasionado, enérgico; ninguno llegó a la perfección con "querrías" o con quereres débiles. Su lema ha sido querer la perfección, quererla siempre, que­ rerla fuertemente, fuertísimamente. Este querer, fruto del esfuerzo personal con la gracia divina, se apoderaba de toda su alma y les infundía tenacidad increíble y fortaleza de héroes. ¿Quiero ser yo santo por otro camino? b) Debo guardar mi palabra a Dios y he de ser consecuente conmigo mismo. Entre en Ejercicios ¡xira hallar la voluntad divina: en ellos

SKO.l’NOA SKMANA

5 02

183

he trabajado con la ayuda de Dios esforzadamente, hora tras hora, para descubrirla. Y ahora que la conozco, ¿no querré cum­ plirla? Al ver a Dios hecho hombre, muriendo en una cruz por li­ brarme del infierno que yo merecía por mis pecados, le pregun­ té anhelante, qué podría hacer yo y padecer por El, que tanto hacia y padecía por mí. Y ahora que se digna pedirme un pequeño sacrificio, ¡se lo aceptaré con reservas o rehusaré aceptarlo! ¿No es esto ultra­ jar a Jesucristo? En la meditación del Rey Temporal y en las contemplacio­ nes de su vida le he reiterado muchas veces, con grandes pro­ testas de verdad, mi compromiso de seguir a Cristo. «Vivit Dominus, et vivit Dominus meus rex, quoniam in quocunque loco fueris, Domine mi rex, sive in morte, sive in vita, ibi erit servus tuus» 7. vive Jahveh, y vive el Rey mi Señor, que donde quiera que esté mi Señor el Rey, sea para la muerte, sea para la vida, allí estará también tu servidor. ¿Cómo ahora, cuando oigo su llamamiento, le seguiré a des­ gana o me negaré a seguirle? c) Desde niño me llama Jesús sin cesar a vida perfecta en si: servicio. ¿Cuándo responderé, si ahora no, con un "quiero” píen.)? ¿Cuándo acabarán, si hoy no se acaban, los quieros a medias? «Utinam hodie vocem ejus audiatis; nolite obdurare corda vestra» \ ojalá oigáis hoy su voz; no endurezcáis vuestros co­ razones. Seguir dando largas es un gran peligro, porque: es dejar el enfermo la medicina necesaria, para cuando ya está en el trance de la muerte; es cansar a Dios; y ¡av de mí, si Dios empieza a retraerme sus gracias!; es seguir en tibieza provocándole a vómito; y ¡ay del alma a quien empieza Dios a vomitarla!; es seg u ir a lim e n ta n d o m is p a s io n e s ; y e lla s so n fiera s q u e , si crecen , acabarán por d e v o r a rm e. I!

IU-íí.

15.

P v
‘2 1

184.

SEGUNDO

B IN A R IO

I "EL 2.° QUIERE QUITAR EL AFFECTO' [154] a los 10.000 ducados, con un querer que le lleva a poner algunos medios; ”MAS ANSI L E QUIERE QUITAR QUE QUEDE CON LA COSA ADQUISITA": querer débil que no tiene fuerzas para des­ prenderse del dinero; querer condicionado que exige como con­ dición, para quitar el afecto al dinero, no tener que dejarlo; ”DE MANERA QUE ALLI VENGA DIOS DONDE EL QUIE­ RE, Y NO DETERMINA DE DEXARLA, PARA IR A DIOS”; lo primero ha de ser retener por encima de todo los ducados, y que Dios pliegue a esto su voluntad; y no empieza por resolverse a dejar el dinero si fuere ésta la voluntad de Dios. El dinero en ningún caso lo ha de dejar, aunque lo quiera Dios y "AUNQUE FU ESSE EL MEJOR ESTADO PARA E L .

¿Qué decir del segundo Binario? a) Su voluntad es real, positiva pero débil; pone algunos medios, pero excluye uno de­ terminado, aunque fuere el más eficaz y aun necesario. b) Este Binario no está en disposición de ponerse en eleccio­ nes sobre si ha de dejar o no aquella cantidad, puesto que de antemano está determinado a no dejarla; la deliberación sólo serviría para amontonar razones aparentes en favor de su ca­ pricho y para convencerse falsamente de que su voluntad de re­ tenerla es la de Dios. c) Su estado de alma es deplorable, porque como huye de los medios más eficaces, se le pasará la vida sin hacer cosa de provecho en el camino de la santidad; es peligrosísimo, porque tiene la osadía de poner condiciones a Dios; y es de difícil remedio porque, como siente algún deseo de ser bueno y pone en práctica algunos medios, fácilmente se con­ vence de que ya hace lo bastante y que no tiene por qué cambiar do paso, aunque se acerque a la muerte.

504

SEGUNDA SEMANA

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II ¿Qué ejercitantes están en el segundo Binario? Los que quieren quitar de sí afecciones desordenadas por me­ dios poco costosos pero menos eficaces, y rechazan otros aunque fueran los de mayor eficacia y aun necesarios. Por ejemplo: Los que quieren con seg u ir h u m ild ad, m as no por la hum illación o ex clu y en d o algunas h u m illa cio n es d eterm i­ nadas, quizás las ú n icas algo grandes que actualm en te les pueden venir. Los que quieren corregir su derram am iento al exterior, pero sin cortar visitas, ni su p rim ir sa lid a s in n ecesa ria s, ni dejar lecturas ni co n v ersa cio n es in ú tiles. Los que aspiran a la u n ión con D ios, pero só lo por via de oración sin entregarse a la p rá ctica de la abn e­ gación. Los que quieren castid ad de A ngeles, pero sin guarda rigurosa de los sen tidos, ni austeridad corp oral, n i h u m il­ dad profunda. Los que pretenden quitar el afecto d esord en ad o a la honra; al cargo, al éxito; pero sin dejar tal cargo, ni el lugar, ni el éxito, aunque lo q u isiera D ios y fuera lo m ejor para ellos. Los que quieren quitar p eca d o s v en ia les, pero sin dejar ocasion es próxim as de com eterlos, aquella com p añ ía, aquel pasatiem po. Los que pretenden ser Santos, pero sin volcarse en el vencim iento propio. í j >s que desean salir de una negligencia inveterada en la práctica de la meditación y de los exámenes, pero sin acudir a medios extraordinarios, aunque hayan probado cien veces la inutilidad de otros menos enérgicos. Los que anhelan por ser ob ed ien tes perfectos, pero sin entregarse in cond icionalm ente a las m enores in d ic a cio n es de todos sus superiores. Los que quieren ser pobres de esp íritu y tener el corazón desprendido de todo lo criad o, pero sin que les fa l­ te nada. I'.l hijo de la Compañía que sueña en ser p erfecto jesu í­ ta, pero sin entrar por la ob ed ien cia in co n d icio n a l, por las r<»í$las 11 y 12 y por el tercer grado de hum ildad.

184

TRES BINARIOS

¿05

Los que quieren arrancar de sí pasiones dominantes desordenadas, pero sin sujetarse a un procedimiento fijo, a modo de examen particular sabiamente ordenado. ¿Estoy yo en el segundo Binario? Es muy conveniente que cada ejercitante estudie bien su caso y lo concrete, si no Jo hubie­ re hecho ya, en esta meditación; pues ella desembocará inmedia­ tamente en la elección o reforma, la cual ha de ser totalmente in­ dividual y concreta. No es de admirar que sean muchos los ejercitantes, aun entre personas piadosas, que encallen en la disposición del segundo Binario. Es menester voluntad muy sincera del Sn y de medios plena­ mente conducentes, para no dejarse enredar en aficicncillas más o menos secretas, que nos pongan a riesgo de hacer una elección de segundo Binario. III Motivos para abominar de la disposición del segundo Binario Unos son comunes al primero y segundo Binario, otros son exclusivos de éste. A) Motivos comunes al primero y segundo Binario. La dis­ posición de ambos: 1.° Es ” GRAVEDAD E IMPEDIMENTO ” para una buena elección 2." Es ” GRAVEDAD E IMPEDIMENTO ” para la perfección. 3.° Es ” GRAVEDAD E IMPEDIMENTO... PARA H A L L A R EN PAZ A DIOS NUESTRO SEÑOR". 4.° Es ’ GRAVEDAD E IMPEDIMENTO ” para la paz consi­ go mismo. 5.° Es ” GRAVEDAD E IMPEDIMENTO... PARA SABERSE SA LV A R 6." Todo lo cual implica gran maldad . no menor en el segun­ do que en el primer Binario. — Las cuales razones se pueden desarrollar lo mismo que se desarrollaron en el punto anterior. B) Motivos más particulares contra la disposición del segun­ do Binario: 1.'

Pone condiciones a Dios

DE MANERA QUE VENGA

SEGUNDA SEMANA

184

DIOS DONDE EL QUIERE". Se propone conseguir lá perfec­ ción, pero ha de ser por donde él quiere, y no por donde quiera Dios; por los medios que a él le parezca, no por los que mande Dios; aceptará la voluntad divina hasta donde le plazca, más allá no. Lo cual es insigne ruindad de alma, sabe a soberbia y a gran desprecio práctico de Dios; sobre todo cuando se hace, como en la reforma de los ejercicios, a sabiendas y con reflexión.

2." Es querer servir a dos Señores; primero a sí mismo y después a Dios, y esto no lo admite el Señor. «Nemo potest duobus doniinis servire» nadie puede ser esclavo de dos señores. Es estar a medias con las pasiones y a medias con Dios; y Dios rechaza tales particiones. «Qui non est mecum contra me est; qui non congregat mecum, spargit» 10, quien no está conmigo, contra mí está: y quien no allega conmigo, desparrama. Dios quiere todo el corazón y no se contenta con parte. ;Pobre ejercitante! «Usquequo claudicatis in duas partes? Si Dominus est Deus, sequimini eum» ¿hasta cuándo andaréis cojeando con dos muletas? Si Yahveh es el verdadero Dios, se­ guidle. Es el Dios del Principio y Fundamento, el Dios que te ha salvado del infierno, el Dios Cristo-Rey. ¿Para esto te has retirado a ejercicios? ¿Para esto tantas pro­ testas de seguir en pobreza y oprobios al Dios-Niño de Belén, al Dios-obrero de Nazaret, para term inar en una reforma o elec­ ción tan bochornosa para El y tan dañosa para ti? •i." Es vivir entre dos aguas: parte con el mundo y parte con Dios; es decir, ni con el mundo ni con Dios; sin los consuelos fa­ laces del mundo y sin las consolaciones verdaderas de Dios, que El suele conceder con profusión a los que le sirven con gene­ rosidad.

4." Es cosa llena de peligros poner límites a la gracia divina: hasta aquí condescenderé con la gracia, más allá no; para salir de tibieza en los ejercicios espirituales tomaré tales y tales me­ dios, otros más costosos no. , Pero quién sabe si en el orden de la providencia sobre mí río ’

Luc. 16. VA. i 2,

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III Retí. 18. 21.

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TRES BINARIOS

507

estará escrito, abandonarme y dejar que me condene, si en esta

reforma no salgo del segundo Binario? 5.° Es tratar con Dios de igual a igual, poniéndole condicio­ nes; o mejor de superior a inferior, porque las condiciones las pongo yo y El se ha de acomodar a ellas. Esto, hecho en la elección o reforma, después de ocho días de ejercicios, en frío y reflexivamente, sin el atenuante que suele haber al obrar de pasión o con ligereza, ¿no envuelve implícita­ mente un desprecio intolerable de Dios? 6.u El segundo Binario es muchas veces un gran iluso, cautivo del demonio en la red de su pasión desordenada. El enemigo procura persuadirle que ya hace lo suficiente ccn los medios que toma contra ella; y hasta le facilita los ejercicios con laces e inspiraciones falsas; y le inspira en la reforma propósitos apa­ rentes de alta perfección, persuadiéndole que no se debe oponer gran cosa a la unión con Dios su pasión desordenada, pues ella no es obstáculo para que le consuele Dios. ¡Oh cuántas reformas de personas piadosas podría suscribir el demonio, que entre propósitos ineficaces de gran santidad lo­ gra queden intactas sus redes de pasiones desordenadas! Gran miedo hemos de tener si sentimos en nuestro interior alguna pasión desordenada; porque ellas son redes en manos del enemigo. También son fieras; la voluntad es el domador; el demonio azuza a las fieras y encadena a la voluntad: si ésta es débil, aca­ bará por ser devorada. 7.° La táctica de Pilatos con Jesús fué la de un segundo Bi­ nario. El Presidente quería de verdad librar al Señor de la inuerle, mas no por el medio único eficaz de sacar un piquete de sol­ dados que dispersara las turbas, sino por otros menos costosos para él, pero ineficaces. Le remitió a Herodes, medio ineficaz; le comparó con Barra­ bás, también ineficaz; hizo azotarlo, todo ineficaz; ¡para term i­ nar, después de haberle arrastrado injustamente por inauditos dolores e ignominias, condenándole él mismo a muerte! Temblemos por nuestro porvenir, si al hacer la reforma de­ jamos sin corrección alguna pasión desordenada. Nadie sabe los excesos a que pueden llevarnos ella y el demonio, si Dios se •olira.

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SEGUNDA SKMANA

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8.° Por tanto mi deber absoluto, es un ejercicio fuerte, que haré ahora mismo: de súplica y de reflexión, para transformar mi querer débil y condicionado, si así lo fuere, en un "quiero” pleno y absoluto: ”quiero” la perfección, ”quiero" la voluntad de Dios, "quiero” quitar de mí toda afección desordenada, "quiero” a Cristo con su humillación, obediencia y pobreza. La táctica para conseguir este ”quiero” ha de ser, además de mucho pedirlo, la contraria del demonio con el segundo Bi­ nario; es a saber: desengañarme y urgirme, para lo cual pueden valer los moti­ vos expuestos en el número 177. y también animarme a mí mismo con las palabras del llama­ miento de Cristo en la meditación del Rey Temporal. ”Quien qui­ siere venir conmigo, ha de trabajar conmigo” [32, 36]. No estoy yo solo, sino que está Jesús conmigo; ni trabajo yo solo, sino Jesús conmigo. Mi voluntad unida a la de Jesús es capaz, con su gracia, de un "quiero” pleno y perfecto.

185.

TERCER

BIN A R IO

I A) ”EL 3 QUIERE QUITAR EL AFECTO " a los 10.000 du­ cados, aun dejándolos, si fuere para ello necesario; ”MAS ANSI” de tal manera (tan perfecta) ”L E QUIERE QUITAR ” el afecto a los 10.000 ducados, ”QUE TAMBIEN NO TIENE AFECCION” o apego voluntario "A TENER LA COSA ADQUISITA. O NO LA TENER '. El prim er Binario no quiere quitar la afición desordenada que tiene a ese dinero. El segundo quiere quitarla, pero sin dejar el dinero. El tercero quiere quitarla en absoluto, aunque para ello tenga que dejar el dinero; más aún, no quiere tener más apego a retener la tal cantidad que a no retenerla. "SINO QUIERE SOLAMENTE QUERERLA O NO QUERER­ LA, SEGUN QUE DIOS LE PONDRA EN VOLUNTAD. Y A LA TAL PERSONA LE PARESCERA MEJOR PARA SERVICIO Y ALABANZA DE SU DIVINA M A J E S T A D o sea que en esto de retener el dinero: quiere que en su voluntad no haga querer ninguno . ni de re­ tenerlo ni de no retenerlo; hasta que en las elecciones conozca él por luz de Dios o por discurso propio según los diversos tiem ­ pos de hacer elección, cuál es el querer (si de retenerlo o de no retenerlo) que Dios quiere en su voluntad. Se halla, pues, esta su voluntad como un vaso vacío en el que no hay querer ninguno ni de retener el dinero ni de no retenerlo, y que sólo recibirá el querer divino; o como una balanza en el fiel y que no se inclinará a tener o no tener el dinero sino por el peso del querer divino; se encuentra, pues, en plena indiferencia, en plena absten­ ción de querer, aguardando a las elecciones donde espera conocer el querer divino

B)

’T ENTRE TANTO” llegan esas elecciones

SKGINDA

SKMANA

185

"Q U E HE HACE ¡i CUENTA" o tomar por realidad la hipó­ tesis de "QUE TODO", los 10.000 ducados y todo lo creado, "LO DEJA EN AFECTO" o que desprende el corazón de todo ello; PONIENDO FUERZA DE NO QUERER AQUELLO, NI OTRA COSA NINGUNA" creada, SI NO LE MOVIERE A ELLO EL SERVICIO DE DIOS NUESTRO SEÑOR’’.

O sea que para asegurar esta indiferencia hasta que vengan las elecciones, determina prevenirse contra la inclinación general de la naturaleza a retener los ducados; y se previene reafirmándose (queriéndolo ahincadamente), en no tener en su voluntad querer ninguno ni de aquel dinero ni de otra cosa alguna, mientras no le mueva a ello sólo el querer divino. *** O I)E MANERA QUE EL DESEO DE MEJOR PODER SERVIR ,4 DIOS NUESTRO SEÑOR” sea únicamente lo que LE MUEVA .4 TOMAR ” la cosa de cuya elección se trata ’O D E X A R L A — Llega, pues, a las elecciones en disposi­ ción óptima para hacerlas; en la que sólo el mayor servicio de Dios sea lo que le moverá a tomar una cosa o a dejarla.

¿Que juicio nos merece este tercer Binario? n¡ Su voluntad de perfección cristiana es absoluta, fuerte, eficacísima. l>, Su disposición para elecciones es magnífica. Porque ha quitado de su voluntad toda afición desordenada a los 10.000 du­ cados, y aun a poder quedarse con ellos. Haciéndose cuenta de que ”lo deja lodo en afecto”, o esfor­ zándose por desprender el corazón de todas las cosas criadas, ha eliminado de un golpe la dificultad máxima de esta elección, que cslú en Ja afición desordenada a poder retener los ducados. Des­ t r u i d a en sí esta afición desordenada, no le costará gran cosa, a! hacer la elección, dejar el 'Uñero si entiende que Dios se lo pide.

r

Voluntad de tal decisión y eficacia es apta para hacer

185

.TRES BINARIOS

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grandes progresos, con la gracia de Dios, en el camino de la santidad. Es ejercitante modelo: En el Principio y F u n d a m e n t o se llenó de Dios, su último fin, y se orientó decididamente a su rnayor gloria; las criaturas quedaron sin valor para él sino es en orden a Dios; también se decidió a una lucha implacable contra sus aficiones desordenadas; en la 1.a Semana allanó el camino para su último fin aborre­ ciendo el pecado, el desorden y las cosas mundanas y vanas; en la 2.a se llenó de Cristo Rey, verdad y camino; y se le unió apretadamente para seguirle por amor en la lucha contra las aficiones desordenadas. Ahora, para matar la que siente a sus 10.000 ducados, va rá­ pidamente a la raíz, a lo decisivo, a lo vivo, al nudo mismo de la dificultad; y allí actúa con la energía máxima esforzándose por matar el deseo desordenado de retenerlos. Eso es ser hombre ejecutivo, eficaz, rápido; era atacado, y de un salto pasa a la ofensiva y se hace dueño del campo. Con­ sigue en un momento lo que el primero y segundo Binario no alcanzan en toda la vida. Donde es de notar cómo San Ignacio repite cuatro veces que en el querer desposeerse "actualmente” de las cosas, el alma no ha de adelantarse a la voluntad de Dios por el deseo de querer para sí lo más perfecto objetivamente, sino mirar si es eso lo que de ella en concreto quiere Dios y con lo que subjetivamente le irá mejor, aunque objetivamente no fuese lo más perfecto.— En todas cosas la norma suprema de nuestro querer ha de ser la noluntad de Dios. II ¿Qué ejercitantes están en el tercer Binaria?

Los que quieren la perfección cristiana (la voluntad de Dios, li» pobreza y humillación de Cristo, la liberación de aficiones des­ ordenadas) ; con un querer serio, incondicional, absoluto, pleno, a todo querer; cueste lo que costare, por los medios que Dios quiera, dispues­

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SEGUNDA SEMANA

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tos a soportar cualquier injuria, a renunciar a toda honra, a pasar por cualquier humillación que Dios les exija, a sacrificarlo todo por Dios y por el alma. ¿Me hallo yo en el tercer Binario? ¡Oh Dios, Padre mío mi­ sericordiosísimo; oh Jesús, mi Rey y Redentor amantisimo; Vir­ gen Madre de misericordia, Santos del cielo, ayudadme a cono­ cer la verdadera disposición de mi voluntad! Es este el momento de recoger el fruto principal de los ejer­ cicios. Aqui las astucias más engañosas del enemigo y lo más duro de la lucha contra mí mismo. Escudriñaré a Jerusalén con candelas para ver si hay en mí aficiones desordenadas. Quizás me ayude a ello tener delante algunos ejemplos. Son tres Binarios en materia de humildad; desean la perfección y tienen el principal obstáculo para ello en la falta de humildad. El primer Binario, acepta hacer en la reforma el propó­ sito general de andar con especial cuidado en punto a hu­ mildad y por ahora no concreta más; quizás más tarde lo concretará.— Queda, pues, lo mismo que estaba antes de ios ejercicios. ¿Qué ve Dios, la Verdad Subsistente, y qué ven sus Santos en los deseos de humillación de este ejercitante? Deseos estériles que no pasan de veleidades: los que ha tenido toda la vida sin haber llegado nunca a obras; los que trajo a los Ejercicios y que no se han hecho en ellos, más sinceros; porque los deseos del fin llevan a me­ dios, de suerte que si no se resuelve a medios es que no tiene deseos del fin. Desengáñese este ejercitante de que él no quiere ser humilde; y como la humildad es puerta para todas las virtudes, persuádase de que renuncia prácticamente a las virtudes; y como de la soberbia se pasa fácilmente a todos los vicios, piense también que se está exponiendo a que Dios se canse de aguardarle y le deje caer en cualquier exceso. Su disposición es la del perezoso: quiere y no quiere y nunca hace nada; y la de las Vírgenes locas que no re­ nuncian al banquete, pero retrasan indefinidamente el arreglar sus lámparas y al fin se quedan fuera. De seme­ jantes de-' os están empedrados los infiernos. Es claro que no está dispuesto este primer Binario para ponerse en elecciones sobre medios eficaces para

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TRES BINARIOS

adquirir la humildad, porque no está resuelto a poner ninguno. El segando Binario acepta además el propósito de hacer algunas penitencias ligeras por faltas contra la humildad, escoger un Patrono de esta virtud a quien se encomiende, arrepentirse especialmente contra las faltas de soberbia, en las confesiones y en los exámenes. Otros medios más eficaces como un buen examen par­ ticular u organizar su vida interior alrededor de la humil­ dad; le resultan, dice, algo violento, y demasiado encajona­ miento de espíritu... No propone cosa capaz de engendrar el hábito fuerte de humildad que él necesita. El tercer Binario se aviene a organizar toda su vida en humillación continua: en la meditación, orientarla preferemaaiente a sentimien­ tos de humildad; en las confesiones, acusarse preferentemente de lo que más le humille si, aunque no fuere necesario, le fuese útil y no trajere inconvenientes; en todo su trato con Dios, tomar preferentemente acti­ tudes de humildad; con los Superiores, no salirse de su voluntad, descu­ brirles humildemente sus faltas, pedirles penitencia por ellas; con los iguales, ceder de su juicio, darles en todo la pre­ ferencia, no contradecirles ni criticarles, no traer la con­ versación a cosas para él honrosas; en los oficios, dejar los más honrosos para otros, ofre­ cerse y adelantarse a los más humildes; estar pronto a ce­ der de lo suyo y de sus cosas para que salgan mejor las ajenas; un examen particular para reducir a la práctica metó­ dicamente todas estas cosas, o para actuarse muchas veces al dia en su propia nada y ruindad, o para vivir habitual­ mente al tercer grado de humildad. A todos estos medios está dispuesto el tercer Binario; si fueren los que de él prefiere Dios y con los que entiende conseguirá mejor la humildad que sinceramente quiere al­ canzar. Tres Binarios en punto a mortificación; que desean ser perfectos y tienen el principal obstáculo en la tendencia a la comodidad o sensualidad. De ella les viene negligencia en la meditación y exámenes y notable languidez en toda su

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SEGUNDA SEMANA

vida espiritual; necesitan para ser perfectos adquirir un hábito fuerte de mortificación. El primer Binario se limita al propósito general de andar con especial cuidado sobre la mortificación y por ahora nada más. — "Querría” pero no quiere la mortificación. El segundo Binario admite además el propósito concre­ to de levantarse a tiempo y de trabajar bien para cumplir su oficio. Para más. tiene excusas; aunque sabe que otras veces ha hecho estos mismos propósitos con escaso fruto. El tercer Binario se aviene a organizar toda su vida espiritual alrededor de la mortificación de Cristo; orientar la oración preferentemente a la mortificación; castigarse con la debida prudencia a los trabajos más duros y a suplencias molestas; no quejarse fácilmente de excesivo trabajo, de faltas en la comida, de enfermedades, de inclemencias del tiempo; mortificarse cuanto sea necesario para desempeñar con toda perfección su oficio; hacer con seriedad las penitencias que le permitan e importunar santamente porque le concedan más; la meditación y exámenes hacerlos de rodillas mejor que sentado si le ayuda más o igual a la devoción; castigarse duramente con los debidos permisos toda pe­ reza, negligencia culpable o somnolencia en ellos; llevar examen particular sobre el cumplimiento de estos medios, o para vivir habitualmente la regla 12 . Kl tercer Binario hace cuenta que Dios le pide estos me­ dios y se esfuerza por aceptar en su interior los más cos­ tosos; después verá en las elecciones si Dios quiere que «lesearte alguno de ellos. — El admite sin restricciones cuanto sea necesario para conseguir un hábito fuerte de vencimiento propio; y entiende que el lema del ”Vince te ipsurn” lo ha de aplicar ante todo a las afecciones desor­ denadas.

111 ISf}.

Motivo* para engendrar en mí el "quiero” pleno del tercer Binario

I. ;d io r a

Son la» príncipalen verdades que hemos considerado hasta en

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TRES BINAMOS

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mente a form ar en el ejercitante voluntad de tercer Binario. Estas son: Dios. — Mi fin último — El cielo — El infierno... Cristo Rey . — Seguirle — Luchar con El contra mis pasio­ nes — T riunfar con El — Hacerme otro Cristo — Hacerme uno con Cristo. 2.° Mi dicha suma en este mundo ha de se r: entregarme totalmente a Cristo, como El se ha entregado a mí; amarle con todo mi corazón, como E] me ha amado a m í; sacrificarle todas mis aficiones y deseos, como El se ha sacri­ ficado a Sí mismo hasta perder honra y vida por mí; hacerme uno con E l: que ya no viva yo, sino que sea El quien viva en m í; la totalidad en la entrega, en el amor, en el sacrificio. 3.° Las grandes bendiciones que derrama Dios sobre los que se entregan con voluntad plena a su servicio: pureza de alma; virtudes sólidas y perfectas; hambre de santidad; libertad de espíritu; entrada en la oración; gozo en el Espíritu Santo; gusto de la pobreza y humillación de Cristo; apostolado muy fecundo. — Oh joven que en tu amor ardiente a la Compañía deseas ser para ella una bendición; lo serás en la misma medida en que te entregues a Jesucristo. 4." Otros grandes bienes que se siguen connaturalmente, con la gracia divina, al querer pleno del servicio de Dios. Servir a Dios con querer pleno: dignifica al hombre , porque la dignidad natural del hombre proviene principalmente de ser él racional, de ser libre y de ser sujeto capaz de moralidad; y al querer el bien con voluntad plena, obro plenamente com o ser racional, obro plenamente corno ser libre, y hago uso plenamente recto de la libertad; valoriza al hombre, dándole coherencia consigo mismo a lo largo del tiempo, y coherencia en sus diversas facultades dentro
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SEGUNDA SEMANA

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entregándose a Dios con voluntad plena, el ideal del servicio divino absorbe en él todos los demás ideales; el amor de Cristo mata los demás amores si no son santos, y si son santos se los asimila; el sentimiento de su gran destino absorbe los demás senti­ mientos; y asi queda en él un todo compacto, sin divisiones ni disper­ sión de fuerzas, que actúa con toda la potencia de su ser en buscar y cumplir la voluntad divina. Tales ejercitantes resultan con la gracia de Dios hombres prácticos, rápidos, eficaces, de éxito. Nada teme tanto el demo­ nio como voluntades de este temple. Pues tales son las voluntades que con la gracia de Dios pro­ ducen de suyo los ejercicios de San Ignacio en el tercer Binario. 187. C o l o q u io . ”HACER LOS MISMOS TRES COLLOQUIOS QUE SE HICIERON EN LA CONTEMPLACION PRECEDENTE DE DOS BANDERAS”. Que fueron pedir a la Virgen Santísima me alcance de su Hijo sea yo recibido debajo de su Bandera: pri­ mero, en suma pobreza espiritual, y no menos si su Majestad fuere de ello servido, en pobreza actual; segundo, en pasar opro­ bios e injurias por más en ellas le imitar. — Ir luego con la Virgen a Jesús, y pedirle las mismas gracias. — Presentarme lue­ go con Josús y con la Virgen al Eterno Padre, y pedirle lo mismo. En e: mes de ejercicios manda San Ignacio que estos tres coloquios se hagan cinco veces el mismo día; y después en las tres maneras de humildad y en todas las contemplaciones si­ guientes de la 2.s Semana, lo cual manifiesta la importancia trascendental que les daba el Santo, para el fin de los ejercicios. Hagámoslos, pues, con suma diligencia añadiendo a ellos la si­ guiente nota. NOTA. ”ES I)E NOTAR, QUE CUANDO NOSOTROS SEN­ TIMOS A EFECTO” a riquezas, 'O REPUGNANCIA CONTRA LA POBREZA ACTUAL” o con­ tra alguna otra cosa determinada; CUANDO NO SOMOS INDIFERENTES A POBREZA O RI­ QUEZA, MUCHO APROVECHA”, expresión ponderativa de gran v.iloi en boca de San Ignacio tan parco en ponderaciones;

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TRKS BINARIOS

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”PARA EXTINGUIR EL TAL AFFECTO DESORDENADO”, porque hay que aspirar nada menos que a extinguirlo; ”PEDIR EN LOS COLLOQUIOS (AUNQUE SEA CONTRA LA CARNE), QUE EL SEÑOR L E ELIJA EN POBREZA AC­ TUAL; Y QUE EL LO QUIERE” positivamente y no sólo se re­ signa a ello; más aún, lo ”PIDE Y SUPLICA, SOLO QUE SEA SERVICIO Y A L A B A N ­ ZA DE LA SU DIVINA BONDAD”. — Esta misma Nota se ha de aplicar a cualquier otra afición desordenada; v. gr., a la hon­ ra, al cargo, al lugar, etc.; y a cualquier otra repugnancia des­ ordenada, v. gr., al deshonor, a dejar el cargo...

”Es de suma importancia esta Nota de San Ignacio, quien des­ pués repetidas veces nos remite a ella. Porque se trata de ven­ cer la repugnancia que uno siente en determinarse a abrazar lo que ha conocido ser lo mejor para él. ”Hay que insistir entonces en la oración y pedir ai Señor aun contra nuestra voluntad y aun con temor de ser escucha­ dos; pedir, sin embargo, y pedir instantemente y protestar de que estamos dispuestos a todo lo que el Señor quiera, aunque sea con repugnancia. ,”Ni es de poco mérito o de poca eficacia semejante oración, de la que el mismo Señor se dignó darnos ejemplo en la agonía del huerto. ”No hay, pues, que omitir el coloquio a la Virgen, a Jesucris­ to y al Eterno Padre, de las Banderas; sino, por el contrario, entonces hemos de insistir más en él del modo que se nos acon­ seja en esta Nota. Tanto más que muchas veces aquello, hacia lo que sentimos la repugnancia, es precisamente lo que el Se­ ñor nos pide para que podamos hallar la paz en su servicio.”— P. Roothaan. Casos prácticos, por vía de ejemplo, de aplicación de los Binarios. I. Austeridades corporales. No debidamente por amor de Dios, sino procediendo inconsideradamente, he venido a un estado habitual de remisión en la .práctica de austeri­ dades corporales, que dudo sea el que quiere Dios de mi. — A esto se añade que siento aversión grande desordenada a dichas austeridades, de suerte que creo sea esta aver­ sión la verdadera causa que me retiene de hacerlas; todo

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lo cual grava mi conciencia y no me deja hallar en. paz. a Dios Nuestro Señor. Se impone, pues, y es mi voluntad hacerlo, quitar p r i ­ mero de mi esta aversión desordenada a las austeridades,, para deliberar después en elecciones formales si debo o no hacer más penitencias y cuántas; y esta mi voluntad quiero examinarla ante Dios y sus Santos, para no llamarme a engaño: a ver si es pura ve­ leidad como la del primer Binario, o voluntad débil como la del segundo o voluntad fuerte y perfecta como la d el tercero.

¿Qué haría un tercer Binario en este caso? ¿Cómo dis­ pondría su voluntad para las elecciones? l.° Pondría fuerza en no querer más seguir con pocas austeridades, que tomar muchas, mientras no conozca cuál es la volun­ tad de Dios. — 2 .° Si siente repugnancia a más austeri­ dades, pedirá a Dios que le elija para ellas. — 3.° Se hará cuenta que Dios le exige efectivamente más, se imaginará a sí mismo en vida de más austeridades y se esforzará por contentarse en ella. — 4.° Y cuando ya se sienta con­ tento y como centrado en ella, entonces se pone a elegir si quiere Dios que la realice de hecho en todo o en parte o que siga como antes. II. Negligencia en los ejercicios espirituales diarios. \ o debidamente por Dios, sino procediendo inconsidera­ damente, he venido a un estado habitual de flojedad en la práctica de la meditación y de los exámenes, que es evi­ dentemente contra lo que Dios quiere. Se impone, pues, y es mi voluntad hacerlo, ponerme en elecciones formales sobre medios verdaderamente efi­ caces para corregir esta remisión que es la ruina de mi vida espiritual. Y esta mi voluntad de elegir medios verdaderamente eficaces quiero examinarla ante Dios y sus Santos, para ver si es fuerte y perfecta como la del tercer Binario; y para hacerla tal, si no lo fuere. ¿Qué lutria el tercer Binario pondría a la elección de tales delante la lista de medios de fuerza en nc juerer más unos nozca la voluntad de Dios. — hacia algunos de ellos, pediré c¡sámente esos. •3.° Me haré

en mi caso? ¿Cómo se dismedios? l.° Poniéndome alguna eficacia, me haría que otros, mientras no co­ 2.° Si siento repugnancia a Dios que me exija precuenta de que Dios me los

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TRES BINARIOS

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exige en efecto y me esforzaré en mi interior por abrazar­ los y contentarme con ello. — 4.° Vencida esta repugnan­ cia, entonces procederé a la elección de medios. III. Lo mismo se puede aplicar a otros estados de re­ misión; v. gr.:

en la observancia de las reglas 11 y 12; en la práctica del examen particular; en el deseo de lucha contra la soberbia; contra la comodidad; contra el espíritu de independencia; contra el desorden de los sentidos; contra la tendencia a la crítica; contra cualquier otra pasión dominante. Contra estos u otros desórdenes habituales, quizás invetera­ dos, que nos hacen imposible la perfección, hay que dirigir ante todo la reforma tomando medios verdaderamente eficaces para «combatirlos.

SEGUNDA SEMANA

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FRUTO PRINCIPAL DE ESTA MEDITACION

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188.

18&

En el entendimiento: inteligencia clara de cuál es en verdad mi voluntad de pobreza y humillación por Cristo; cuál mi voluntad de quitar de mi toda afición desordenada; si es voluntad de primer Binario, si de segundo, si de tercero;

y convencimiento pleno de que necesito en absoluto hacerla como de tercero.

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En el sentimiento: ,

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horror a la voluntad insincera del primer

Binario;

horror a la voluntad débil y condicionada del segundo; entusiasmo por la voluntad sincera, absoluta, fuerte, eficaz, rá­ pida del tercero. con ansias de ser llamado a gran pobreza actual. En la voluntad electiva: resolución firmísima de tomar los medios más eficaces y rápidos para quitar de mí toda afección desordenada;

resolución de elegir en mi reforma pobreza espiritual suma y la mayor pobreza actual que Dios me permita.

189.

ESQUEMA DE LA MEDITACION XXII

De tres Binarios Pres. de Dios y Orac. prep. — Historia. — Comp. de logar. — Petición. PRIMER BINARIO

Querría quitar el afecto desordenado a los 16.000 o teados, pero no pone ningún medio I Qué juicio nos merece este Binario.

— Su voluntad de quitar el afecto no es verdadera, sino para ve­ leidad. — Por esto no está en disposición para entrar en elecciones; — y su estado de alma es deplorable; quiere y no quiere y se le echará la muerte encima sin haber hecho nada.

n ¿Estoy yo en el primer Binario? Lo averiguaré examinando mi voluntad: — 1.°, si tengo algún afecto desordenado a comodidades, honras, car­ gos... que pueda ser obstáculo para una sana elección; y — 2.°, si no estoy dispuesto a ningún medio para quitar dicho afecto. — ¿Qué ve Dios en mi voluntad? ¿Qué ven los Santos del cielo? — El que lleve muchos años de vida religiosa no excluye que pueda hallarme en muchas cosas en el primer Binario. III Motivos para abominar de la disposición del primer Binario.

— Lo meditado en el Principio y Fundamento sobre la indiferencia. — Es "gravamen e impedimento” — para toda elección;

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190*

—para la perfección; —para la paz con Dios; —para la paz consigo mismo; —para saberse salvar. —Los ejercitantes del primer Binario son la higuera infructuosa; el siervo perezoso que soterra el talento; los invitados al banquete que responden excusándose. —Hay en el primer Binario un desprecio muy consciente de los. dones de Dios. IV Por tanto es deber mío absoluto en este momento:

— examinarme seriamente si estoy en alguna cosa en el primer Bi­ nario; y si lo estuviere, — hacer un esfuerzo supremo de súplica para transformar mi que­ rría en un quiero sincero; — y hacer también un gran esfuerzo de meditación, urgiéndomevalientemente con que:

(t) el querer sincero está siempre en mi mano; b i es necesario para toda perfección; r ) entré en ejercicios para hallar la voluntad divina, y ahora que la conozco, ¿me negaré a cumplirla? d i he de guardar mi palabra dada a Dios reiteradamente en la primera y segunda semana de ejercicios; <’) desde niño me llama Dios a la perfección; /> <s peligrosísimo que precisamente en ejercicios, determine c o n toda reflexión, seguir dándole largas. 190.

SEGUNDO BINARIO

Quiere quitar el afecto desordenado a los 10.000 ducados y está dispuesto a algunos medios; pero no a dejar el dinero aunque fuera medio necesario

I ¿Qué decir del segundo Binario?

— Su voluntad es verdadera, pero débil, condicionada;

—por esto no se halla en disposición de entrar en elecciones; — v su estado de alma es deplorable.

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TRES BINARIOS

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II i ,Estoy yo en el segando Binario?

— En él se hallan los que quieren quitar de si afecciones desorde­ nadas, pero sólo por medios suaves, aunque sean ineficaces; — v. gr., los que quieren humildad, pero sin humillaciones; santidad, sin vencimiento propio; pureza angélica, sin guarda de los sentidos; ser hombres de oración, sin serlo de mortificación: etc., etc. — No es, pues, de extrañar qae sean muchos los ejercitantes, aun entre religiosos, que al hacer la reforma encallen en el segundo Binario. — Si después de repetidos ejercicio^, aún disto mucho de la perfección, es muy probable que se cleba en gran parte a que mis reformas han tenido mucho de segundo Binario.

m Motivos para abominar del segundo Binario. a) Motivos comunes al primero y segundo Binario: — Su disposición es impedimento: para una buena elección; — para la perfección; — para la paz con Dios; — para la paz consigo mismo. b)

Motivos particulares contra la disposición de! segundo Binario:

— Que ella es poner condiciones a Dios; querer servir a dos Señores; tratar con Dios de igual a igual; cosas todas de mucho peligro. — El segundo Binario es muchas veces un gran iluso: cree que hace lo suficiente porque hace algo y nunca da paso en serio para la perfección. — La conducta de Pilatos con Jesús fué la de un segundo Binario.

52 4

SEGUNDA SEMANA

191.

TERCER BINARIO

191

Quiere quitar el afecto a los 10.000 ducados y para ello está dispuesto a todo, aun a dejar el dinero; más aún, se esfuerza por no querer retenerlo más que no retenerlo; y aun hace cuenta que lo ha dejadoy se esfuerza por conformarse interiormente con su pérdida

I ¿Qué decir del tercer Binario? — Su voluntad de perfección cristiana es absoluta y fuerte. — Su disposición para la elección es magnífica. — Voluntad de tal decisión y eficacia es apta para grandes progre­ sos, con la gracia de Dios, en el camino la santidad. — Es ejercitante modelo.

II ¿Me hallo en el tercer Binario? — Quiénes están en el tercer Binario. — Algunos ejemplos. — ¿Qué disposición ve Dios en mi voluntad; qué ven los Santos?

III Moti voa para engendrar en mí el "quiero” absoluto, pleno, del tercer Binario.

— Son las principales verdades que hemos considerado hasta ahora en los ejercicios. — Mi dicha suma en este mundo es entregarme totalmente a Cristo. — Las grandes bendiciones que Dios derrama sobre quien se le en­ trega con voluntad plena. — El querer pleno en el servicio de Dios dignifica al hombre; — y le valoriza. — Tales ejercitantes son hombres prácticos, rápidos, eficaces, de éxito. Coloquio de trascendencia excepcional en los ejercicios. — Pedir a María Santísima me alcance que sea yo recibido en la Bandera de su Hijo' 1 .°, en pobreza espiritual suma; y no menos en pobreza actual, si su Divina Majestad me quisiere en ella;

191

TRES KINARIOS

2.°, en deseos de oprobios y humillaciones para más le imitar; y decir un Avemaria. — Pedir con María otro tanto al Hijo para que me lo alcance del Padre; y rezar el Anima Christi. — Pedir con Jesús y María lo mismo al Padre para que me lo con­ ceda; y con esto rezar Pater Noster. — Nota. Si siento repugnancia desordenada contra alguna casa, he de pedir instantemente que el Señor me elija para ella; y si siento afición a otra, he de suplicarle que me elija para que la deje. — Esta súplica nunca se ha de omitir; porque, aunque la haga con repugnancia y como deseando que el Señor no me oiga, es de gran eficacia para disponer la voluntad y de gran mérito. Así oró Jesús en el huerto. Casos prácticos, por vía de ejemplo, de aplicación de los Binarios, a

estados de remisión: — en — en — en — en — en — en

los ejercicios espirituales cuotidianos; la observancia de las reglas 11 y 12; la práctica del examen particular; el deseo de pobreza y humillaciones; las austeridades corporales; la lucha contra la soberbia; contra el deseo de independencia; contra el desorden en el obrar; contra la vida de sentidos; contra cualquier otra tendencia desordenada.

MEDITACION XXIII

DISTRIBUCION DE LA MATERIA PARA LA MEDITACION DIARIA

D ía 1.°

N° 192 193 197

D ía 2.°

xV.° 192 194

D ía 3.°

i\T.° 192 195 197

D ía 4.°

N.° 192 196 197

D ía 5.°

Repetición.

D ía 6.°

Resumen.

D ía 7."

Fruto principal de la 2.a Semana N.° 201.

197

192.

MEDITACION XXIII

Sobre Tres Maneras de Humildad Fin de este ejercicio. ’A N T E S DE ENTRAR EN LAS ELECCIONES" de estado de vida, o de medios para reformarme en el que ya tengo — inme­ diatamente antes de entrar en elecciones que se han de hacer m ientras se contempla la vida pública, la cual se empieza a con­ tem plar en seguida de las tres maneras de humildad. ”PARA HOMBRE AFFECTARSE” o aficionarse con gran es­ tima y grandísimo afecto, ”A LA VERA DOCTRINA DE CRISTO NUESTRO SEÑOR ” que es pobreza y humildad como paso para todas las virtudes, ”APROVECHA MUCHO”, notablemente, en gran manera, ”CONSIDERAR”, meditar, analizar, rumiar detenidamente sobre todo antes de las elecciones, ”Y A D V E R TIR ”, reparar bien para tenerlas muy presentes en el momento mismo de la elección o de la reforma, "EN LAS SIGUIENTES TRES MANERAS” o grados diver­ sos; no dice "especies” porque no son tres especies diversas, sino "m aneras” y grados diversos ”DE HUMILDAD”: virtud que nos inclina a despreciarnos a nosotros mismos y a someternos a Dios; «humilitas secundum quod est virtus specialis, proprie respicit subjectionem hominis ad Deum» 1 [164]; la misma humildad que en las dos meditaciones anteriores nos ha propuesto San Ignacio como paso para todas las virtudes. En Dos Banderas conocí que la "vera doctrina de Cris­ to” es pobreza y humildad como camino para todas las ' S. Th. 2-2 q. 161 a. 8.

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SEGUNDA SEMANA

192

virtudes — la mayor gloria de Dios, por el seguimiento de Cristo en pobreza y humildad — la perfección cristiana a base ante todo de pobreza y de humildad; y me resolví a hacer mi elección o reforma en confoiv midad con la ”vera doctrina de Cristo”, a base de pobreza y de humildad. En tres Binarios sometí a examen esta mi voluntad de pobreza y humildad a ver si era verdadera y per­ fecta, y me esforcé por hacerla tal si acaso no lo era. Ahora esta meditación de tres Maneras de Humildad se dirige al afecto, al corazón o sentimiento: es para afectarme o entusiasmarme más y más con la vera doc­ trina de Cristo; es para enardecerme en ansias de cosas muy arduas por Cristo siguiéndole en hum illación y po­ breza. Asi queda todo el hombre (su entendimiento y volun­ tad por las dos meditaciones anteriores, y el sentimiento por ésta), gravitando con todo su peso hacia Cristo humi­ llado y pobre o hacia la humildad y pobreza de Cristo. Las tres maneras de humildad deben estar bien rumia­ das antes de empezar la elección para asegurar la dispo­ sición esencial (2.a manera) y dar un impulso fuerte a la disposición ideal (3.a manera); y lograr así que tengan su influjo vivo durante la elección.

Esta es preparación óptima para la elección o reforma. Porque quien se consume en ansias de hacer cosas arduas por Cristo, no se las negará si El se las pidiere en la refor­ ma; y menos le rehusará cosas más pequeñas. Y quien tiene sed de pobreza y humillaciones por Cris­ to no se retraerá en la reforma, de seguir la voluntad de Dios por miedo a sacrificios; pues para él las pérdidas son ganancias en Cristo; los trabajos, descansos; y las humilla­ ciones, honra. El que una cosa le cueste será para él una razón más para abrazarse con ella en la elección o reforma. En los ejercicios de mes, este "m editar y advertir en las si­ guientes tres m aneras de h u m ild ad ” m anda San Ignacio que se haga durante el dia, no en form a de un a h o r a de m e d i t a c i ó n s e ­ guida, sino ’ CONSIDERANDO A RATOS POR TODO EL DIA". Pen. en ejercicios m enos duración, unos dan la exp licación de tres maneras de hum ildad en la plática o in stru cción ; oíros antes fie los puntos del m isterio exp lican cada vez una de

192

TRES MANERAS DE HUMILDAD

529

las tres maneras de humildad para que a ratos durante el día las vayan considerando los ejercitantes; otros, finalmente, dan una meditación seguida para Jas tres maneras de humildad como preparación inmediata para la elección o reforma, que se puede hacer a continuación de dicha hora de consideración. En esta última forma, de una hora de meditación seguida, la expondremos nosotros, por tratarse aquí de un libro de pun tos para la meditación diaria y para ejercicios de ocho días. ”ES PEDIR GRACIA A DIOS NUES­ TRO SEÑOR PARA QUE TODAS MIS INTENCIONES, ACCIO­ NES Y OPERACIONES, SEAN PURAMENTE ORDENADAS EN SERVICIO Y ALABANZA DE SU DIVINA M AJESTAD ”. O r a c ió n

p r e pa r a t o r ia .

C o m p o s i c i ó n d e l u g a r . ”Será aquí ver a mí mismo” (que soy el lugar donde se realiza lo que voy a meditar, que son mis sentimientos), ”cómo estoy delante de Dios Nuestro Señor” para afectarme más y más a la vera doctrina de Nuestro Señor Je­ sucristo.

Pedir grandísima estima y afecto profundísimo a la pobreza y humillación de Cristo; ansias vivísimas de seguirle a El en grande pobreza y humillación. P e tic ió n .

193.

PRIMERA

MANERA

DE

HUMILDAD

I "LA PRIMERA MANERA DE HUMILDAD ES NECESARIA PARA LA SALUD E T E R N A ; ES A SABER, QUE ASI ME B A X E V ASI ME HUMILLE ” h ab itu alm en te, o que esté tan d isp u esto perm anentem ente a bajarm e y h u m illa rm e [165] "PARA QUE EN TODO ” y no en parte

"OBEDEZCA A LA L E Y DE DIOS NUESTRO SEÑOR ” , lo cual supone un hábito de obedecer arraigado y fuerte;

"DE TAL SUERTE QUE, AUNQUE ME HICIESEN SEÑOR DE TODAS LAS COSAS CRIADAS NI POR LA VIDA TEMPO RAL", es decir, que ni por ganar todo el m undo, ni por evitar la muerte

"SO SEA EN DELIBERAR DE QUEBRANTAR ” si quebran­ taré o no quebrantaré

"UN MANDAMI ENTO QUIER DIVINO QUIER HUMANO QUE ME OBLIGUE A PECADO M ORTAL”. ”No sea en d elib e­ rar” sobre esto advertida y libremente, lo cual sería ya pecado; s'mo q’.ie al presentársem e la ten tación reaccione cu asi au to­ m áticam ente contra el pecado, sin n ecesitar detenerm e a pon de­ rar m otivos para no consentir en él. Mientras necesite para no con sen tir en la ten tación ponerm e de naevo a refrescar m otivos, aún no estoy en esta prim era m a­ nera de hum ildad. - Advierte San Ignacio que d isp o sició n h ab i­ tual de tanta firmeza ha de ser

'CUANTO EN MI SEA POSIBLE”. P orque verdad es que siempre estará en mi m ano evitar con la gracia de D ios cada pecado mortal en particular; pero tratándose de d isp osición constante — para evitarlos todos — toda la vida — sin titubear un momento aun ante sacrificios heroicos, bien está, dada n u es­ tra flaqueza, añadir hum ildem ente "cuanto en m í sea p osib le” . La disposición d< !a segunda m anera de hum ildad no nos hace im pecables; es un hábito que no se destruye por un pecado

193

TRES MANERAS DE HUMILDAD

531

mortal aislado de flaqueza, con tal que la reacción sea rápida con más humildad, contrición, oración y huida del peligro. La esencia de esta humildad es la disposición constante, nor­ mal, ordinaria de la voluntad a someterse a la ley de Dios o a rechazar toda oferta contraria a un precepto grave de Dios; y a rechazarla sin deliberación ninguna (sin que le ocurra dudar si cederá o no cederá — sin necesidad de acudir a refle­ xiones sobre Dios, la muerte, el infierno, el juicio...). El que está en este grado vive habitualmente dispuesto a sa­ crificarlo todo, antes que cometer pecado grave; a morir, antes que pecar. Esta ” PRIMERA MANERA DE HUMILDAD ES NECESARIA PARA LA VIDA ETERNA” de dos maneras; en cuanto nonerse con plena advertencia a deliberar si consentirá o no consentirá, ya es en sí pecado grave; y en cuanto sin esa facilidad cuasi instintiva de reaccionar contra la tentación, es en general moralmente imposible conserA7arse a la larga sin perder la gracia. Porque el esfuerzo que se necesita para rechazar el pecado: a veces ha de ser heroico, como sucede en los m ártires; con frcuencia ha de ser muy grande, porque las tentaciones son fuertes; diariamente ha de ser continuo, porque la tentación es con­ tinua y viene cuando menos se piensa del demonio, de los hom­ bres, de sí mismo por pensamiento, por palabra y por obra. Quien para no caer necesita en cada caso acudir a reflexio­ nes sobre verdades eternas, ¿cómo podrá mantenerse a la larga? La solución está, con la gracia de Dios, en el primer modo de humildad que es una disposición tal del alma, que el pecado, al presentarse, él mismo la provoca a adherirse más a Dios. ¿Quiénes están en esta primera manera de humildad? Innu­ merables almas escogidas, que desde el día en que se consagraion a Dios han vivido hasta la muerte sin pecado grave cierto. Es esta gran gloria de la Iglesia de Cristo; aunque el conservarse siempre en gracia, sea ciertamente lo menos que se puede es­ perar de un sacerdote y de un religioso. Son también numerosos seglares; pues en todos los estados, edades y condiciones tiene Dios fieles servidores que pasan lar­ gos años y toda la vida sin jamás ofenderle con pecado grave.

o¿2

SEGUNDA SEMANA

193

Son almas sinceramente humildes que se desprecian a sí mismas ante Dios, de suerte que viven dispuestas a cualquier sacrificio antes que dejar de someterse a un precepto grave del Señor. Su gran desgracia sería que el demonio, con honras y éxi­ tos humanos, lograra salieran de su humildad contentándose de sí mismas; un pecado grave aislado sería en ellas una inmensa desgracia, pero no destruiría el hábito del prim er grado de humildad; en cambio la soberbia, aun la oculta, a la larga es incompatible con él. II Motivos para engendrar en el alma esta primera manera de humildad:

a) La necesidad de ella para la salvación, como lo acabamos de exponer. b) Lo meditado en el Principio y Fundamento sobre nues­ tra nada y sobre nuestra dependencia de Dios. e) (lasi todas las meditaciones de la primera semana, prin­ cipalmente las del primero y segundo ejercicio. — Bien seria recordarlas ahora brevemente, como en síntesis, para renovar el 'aborrecimiento interno” que entonces sentimos del pecado. Es a saber: Pecar mortalmente es ”hacer contra la bondad infinita”; es desobedecer a Dios, reírse prácticamente de sus amenazas, des­ preciar prácticamente sus promesas, desagradecer sus benefi­ cios; es por muchos títulos mal de Dios, superior a todos los males físicos de todas las criaturas. Pecar morialmente es trocar: a Dios por una vil criatura; el cielo por el in fiern o ; la vida por la m u e r te ;

la dicha eterna por la desdicha eterna; la libertad de hijos de Dios por la esclavitud del demonio. La invitación a pecar es invitar a despeñarse por el abismo, al suicidio del alma, a la locura máxima; he de rechazarla al punto sin detenerme a dudar un momento.

193

TRES MANERAS DE HUMILDAD

533

La tentación es vil ramera que ofrece sonriente, ocultos en ramos de flores, clavos y martillo para que volvamos a crucifi­ car a Cristo. Moriré antes que ofender una vez más a nuestro amantisimo Redentor. El pecado mortal es un monstruo con ojos de demonio; con boca de fuego, la del infierno; con garras de acero, las garras del demonio; su aliento mata a las almas y es la atmósfera del averno. A su vista he de huir aterrado. «Quasi a facie colubri fuge a peccato» \ como de la presencia de la serpiente huye del pecado. El pecado mortal es una bomba de espantosos estragos: estalló en el cielo y derribó a millares de Angeles eu el infierno; estalló en el paraíso, y mató a todos los hombres; estalló en el abismo, y creó los infiernos; estalló en el calvario, y dió muerte al Hijo de Dios hecho hombre; estalla en el alma del justo, y la transforma en antro del averno. — He de alejarme aterrado de él, no estalle en mi alma y me transforme en demonio.

Pecar gravemente es perder la gracia santificante, la filia­ ción divina, el derecho al cielo. d) También es motivo para procurar con el mayor denuedo la prim era manera de humildad, cnanto hemos nteditado en la segunda semana sobre el llamamiento de Cristo Rey. Porque se­ guirle, no ofendiéndole con falta grave, es ciertamente lo menos a que ha de obligarse el que tuviere juicio. e) La falta en un cristiano y más en un sacerdote o religioso de esta primera humildad seria afrenta grandísima para Jesu­ cristo. ¿Admitiría yo un servidor que no rechazase al momento cualquier propuesta de mis enemigos contra mi, sino que pidiera antes de responder, tres días para deliberarlo? 1 Kccli. 21. 2.

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SEGUNDA SEMANA

193

III Medios para adquirir y conservar este primer grado de hu­ mildad:

Pedirla mucho con humildad y confianza, con santo temor de Dios y desconfianza de mí mismo; añadiendo mortificaciones. Oponer a las tentaciones resistencia pronta, entera, resuelta, envuelta en oración. Evitar las ocasiones que se pueda y prevenirse para las in­ evitables. El uso frecuente de los sacramentos de confesión y comu­ nión bien recibidos, la contrición habitual del pecado y el tener confesor fijo. No caer en tibieza, que lleva insensiblemente al pecado mortal. Hacer con suma diligencia el examen de conciencia cada día. Los dos cuartos de hora de examen diario son el gran medio que tenemos en la Compañía para el prim er modo de humildad. Fruto primordial suyo es crecer en el aborrecimiento del pecado y en el desprecio de nosotros mismos a la vista diaria de nues­ tras faltas.

Velar porque no entre en nosotros la idea de que por los largos años de vida religiosa estamos ya como asegurados en el primer modo de humildad. Porque éste se pierde por la sober­ bia; y la soberbia cabe en cualquier edad, condición y cargo; tanto más cuanto más honroso sea éste y más elevado.

194.

SEGUNDA

MANERA

DE

H U M ILD A D

I La segunda es ”MAS PER FE C TA Q U E L A P R I M E R A ” como se explicará más adelante; ”ES A S A B E R " [166]: A ) ”SI Y O M E H A L L O E N T A L P U N C T O ” o disposición habitual y firme de espíritu. ” Q U E N O Q U I E R O ” con querer positivo, acto de mi volun­ tad libre, ” N I M E A F E C T O MA S” , ni aun consiento en mí libremente mayor afición ”A TENER R IQU EZA, QUE POBR E ZA ; A Q U E R E R H O N O R . Q U E D E S H O N O R ; A DESEAR VI DA L A R G A , Q U E C O R T A ” ,

y lo mismo en todas las demás cosas agradables y desagradables, " S I E N D O I G U A L SERVICIO D E DIOS N U E S T R O S E Ñ O R , Y SALUD DE MI ANIMA” ;

B) " Y CO N ESTO", como fruto connatural de esta indife­ rencia, ” Q U E P O R T O D O L O CRIADO, N I P O R Q U E L A V I D A M E Q U IT AS EN , N O SEA E N D E L I B E R A R D E H A C E R U N P E C A ­ DO V E N I A L ” ni estrictamente tal o desobediencia a un verda­

dero mandato de Dios, ni lo que ahora se llama ” falta” que sin llegar a pecado ofende positivamente a Dios. Aunque San Ignacio no nombra aqui "faltas” parece evidente que las incluye al decir "pecado venial", lo cual puede deberse a no estar entonces la terminología ascética tan precisa en esta parte como lo está ahora. Si asi no fuera dejaría un vacío entre la segunda y ter­ cera manera de humildad que pediría otro grado intermfedio para no ser en deliberar de cometer faltas que sin ser pecado desagradan a Dios. Pero no se puede admitir tal grado intermedio porque

SEGUNDA SEM ANA

536

194

la indiferencia que exige en la segunda manera de humil­ dad quita la raiz tanto del pecado como de la falta.

" C U A X T O EX M I SEA P O S I B L E Esta restricción que pone San Ignacio en el primer modo de humildad, con más razón querrá que la pongamos en el segundo, aunque él no lo diga ex­ presamente, en conformidad con su táctica de no repetir lo que con lo dicho está claro. Es verdad que siempre me será posible evitar cada pecado venial deliberado y semideliberado; pero como sin gracia espe­ cial no podemos evitar todos los semideliberados y además como aquí la voluntad es de evitarlos todos — sin titubear — toda la vida — aun a costa de los mayores sacrificios, con razón podemos añadir humildemente "cuanto en mí sea posible” .

Por lo demás la certeza moral de que en la práctica fallaré algunas veces, no obsta a la sinceridad de la voluntad actual de no faltar nunca; ni cuando faltare, aquella inconsecuencia accidental me constituye por sí misma fuera del segundo modo de humildad. La esencia, pues, de la segunda manera de humildad consis­ te: en un desprecio grande habitual de mí mismo, que me haga indiferente a toda criatura por lo que ella pueda agradarme o desagradarme, mientras no vea si me ayuda o no para gloria de D ios;

y en un hábito tan fuerte de sumisión a Dios, que a la pro­ puesta de pecado venial reaccione contra el pecado sin más pen­ sar, como instintivamente, abrazándome para evitarle aun con la muerte si fuere necesario. — Quien ante el pecado venial titu­ bee si lo admitirá o no lo admitirá, no está aún en el segundo modo de humildad.

II Motivos para resolvernos a la 2.a M an era de H u m ild ad

A) Motivos particulares negativos, contra el pecado venial. Son los mismos que hemos considerado en la meditación XI sobre el pecado venial y sobre el desorden consentido; es a saber que: el pecado venial deliberado es gran ofensa de Dios; resfría la caridad entre Dios y el alma;

194

TRES MANERAS DE HUMILDAD

537

nos priva de muchas gracias; es incompatible con la tendencia seria a la perfección; es la señal más cierta de tibieza, si fuere frecuente; lleva al pecado mortal y a la pérdida de la vocación; por todo esto es el gran enemigo de la perfección; peste de las comunidades religiosas; ruina de las vocaciones a la gran santidad. L o mismo proporcionalmente se puede decir del desorden deli­ berado, con facilidad cometido.

B) Motivos particulares contra la falta de indiferencia. estoy dominado por afecciones desordenadas:

Si

a) M i vida será poco limpia, antes muy llena de faltas con­ sentidas — y aun de pecados veniales deliberados — con peligro de tibieza y aun de caídas graves. b) No podré mantenerme en el recto uso de las criaturas, sino que abusaré de ellas — con nuevas faltas consentidas — y nuevos pecados veniales deliberados — con peligro creciente de tibieza y de caídas graves. c) Y no usando rectamente de las criaturas, que son los medios, no realizare mi fin de alabar, reverenciar y servir a Dios con la perfección que se exige a todo cristiano que aspire de veras a la santidad, y mucho más al Sacerdote y al Religio­ so: no llegaré a la caridad perfecta — al servicio leal de Dios — a la identificación con la Voluntad divina — a la paz del alma y gozo del espíritu. d) Seré nn Sacerdote o Religioso indigno de este nombre, porque no tiendo con seriedad a la perfección a que estoy obli­ gado por mi estado.

C) Motivos generales positivos, para toda esta manera de humildad: 1.° Ella realiza con gran perfección el Principio y Fundamen­ to de los Ejercicios. Fui la base, un gran desprecio de mí mismo: soy nada y peca­ do, luego que yo sufra o goce, ¿qué más da?; soy criatura de Dios, luego El es mi Señor absoluto y yo le debo sumisión; El es perfección infinita, santidad infinita, poder y sabiduría infinita,

SEGUNDA SEM AN A

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194

y para mi es Padre, Redentor y todo mi Bien; luego El sea ala­ bado y servido; poséalo yo a El y qué importa lo demás. De aqui una gran indiferencia para todas las criaturas, por lo que puedan proporcionarme a mí de gozo o de displacer, mien­ tras no vea en ellas si me conducen o no a Dios. De aqui . el recto uso de. las cosas, el tanto cuanto; "sola­ mente deseando y eligiendo la que más nos conduzca para el fin que somos criados” ; explotando las cosas que ayudan cuanto ayudan, apartando las que estorban, aunque el apartarlas sepa a arrancar de ojos y cortar de manos. De aqui , realización muy perfecta de mi fin: gran alabanza,

gran reverencia, gran servicio de Dios, la consecución en alto grado de mi felicidad eterna. 2.° Es vivir intensamente los sentimientos cumbres de la pri­ mera semana de ejercicios. Culminó ésta en aborrecimiento in­ terno de todo pecado, en aborrecimiento del desorden y en des­ precio de las cosas vanas y mundanas; y en esta segunda manera de humildad el aborrecimiento de todo desorden se eleva a un grado tal que sin titubear me abrazo habitualmente con los sacrificios más heroicos por evitar el más pequeño pecado venial o una falta. 3.° Es vida de grandes virtudes en el seguimiento de Cristo, propio de la secunda semana. Vida de grande amor apreciativo de Dios sobre todas las co­ sas: pues el hombre en esta manera de humildad está dispuesto a perderlas todas antes que ofender al Señor con un pecado venial o una falta. Si quis diligit me, sermonem mcum servabit» 2, si alguno me ama, guardará mi palabra. Vida también fie caridad afectiva muy intensa: porque la dis­ posición habitual de la voluntad, que la hace reaccionar enér­ gicamente contra el más pequeño pecado, supone connatural­ mente en ella unión con Dios de muy subido afecto; Además en esta manera de humildad la voluntad se vacia ge­ nerosamente de sí y de todo afecto a cosa criada contra la indi­ ferencia; y Dios suele apresurarse a llenar de su amor las almas que encuentra vacías de sí mismas y de toda otra criatura. 2 Joíin. B . 2:t

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TRES MANERAS DE HUMILDAD

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Vida de obediencia muy sólida y de gran perfección, dispues­

ta a perderlo todo por cumplir cualquier mandato, que le obli­ gue a pecado venial o a mera falta positiva; ¡y así todos los días y toda la vida! De gran abnegación interior, más dura que ciiicios y discipli­ nas. Porque es un continuo velar sobre el corazón: para retraer­ le cuando se va desordenadamente tras de criaturas que le agra­ dan, y para retenerle con fortaleza cuando huye demasiado de las desagradables. Es una doble actuación impulsivo-represiva sobre nuestras pasiones, bestias rebeldes para el trabajo; y siempre prontas, azuzadas por el demonio, para rebelarse. El soldado de Cristo que vive la humildad de este grado, está siempre con el arma ai brazo desde que despierta hasta que se duerme. Su primer embate de cada día es el bote con que saiia del lecho en el momento preciso en que Dios le llama.

4. La segunda manera de humildad es necesaria para la per­ fección. Quien no tienda en serio a tomar medios para hacerse indiferente a todas las criaturas, a quitar los pecados veniales deliberados y a disminuir los semideliberados, renuncia práctica­ mente a la perfección. Porque primero es no pecar y no ser esclavos de pasiones desordenadas; sobre esto, ha de venir la perfección. Primero la labor negativa de evitar el mal, luego la positiva de hacer el bien. 5.° Es camino seguro para la tercera manera de humildad» la cual es el ápice de la perfección cristiana. La segunda es plano inclinado para la tercera; y en ella está el reventón del camino, el punto difícil sobre el que hay que actuar esforzadamente para llegar a la tercera. La indiferencia, el triunfo sobre las aficiones desordenadas, la lucha decidida contra el pecado venial y contra las faltas.... ¡he ahi el punto neurálgico, el paso decisivo en el camino de la perfección!

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SEGUNDA SEM ANA

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III M edios para conseguir la 2/ M a n e ra de H u m ild a d

1.° Desearla ardientemente, pedirla mucho, meditar con fre­ cuencia motivos que lleven a la indiferencia y al aborrecimiento del pecado venial y de la falta. 2.1 El uso fervoroso de la penitencia y comunión; y un buen confesor y director estable. 3.’ Hacer con suma diligencia los dos exámenes generales de cada día, será dar media hora expresamente a la práctica del segundo modo de humildad; el rendimiento de este ejercicio a lo largo de los años, con la gracia de Dios, será notable. 4.° Llevar examen particular sobre esta materia. El segundo modo de humildad, por reunir en sí las dos circunstancias de ser necesario para la perfección y medio eficacísimo para obte­ nerla, se presta admirablemente a un examen particular capaz de hacernos muy perfectos.

195.

TERCERA

MANERA

DE

H U M ILD A D

” L A T E R C E R A ES H U M I L D A D P E R F E C T IS S I M A ES A S A ­ BER, C U A N D O , I N C L U Y E N D O LA P R I M E R A Y S E G U N D A . S I E N D O I G U A L A L A B A N Z A Y GL OR IA D E L A D I V I N A M A ­ JESTAD, P O R I M I T A R Y PAR ES CER M A S A C T U A L M E N T E A CRIS TO N U E S T R O SEÑOR, Q U IE R O Y E L I J O M A S P O B R E Z A C O N CRIS TO POBR E, Q U E R I Q U E Z A ; O P P R O B R I O S C O N CR IST O L L E N O DE LLOS, Q U E H O N O R E S ; Y D E S E A R M A S SE R E S T I M A D O P O R V A N O Y L O C O P O R CRISTO, Q U E P R I ­ M E R O F U E T E N I D O P O R TAL, Q U E P O R S A B I O N i P R U D E N ­ TE E N E S T E M U N D O ” [167].

I La tercera humildad... ”ES C U A N D O S I E N D O I G U A L A L A ­ B A N Z A Y G L OR IA D E LA DI V I N A M A J E S T A D . P O R I M I T A R ” en mis pensamientos, afectos, palabras y obras, procediendo siem­ pre como El ” Y P A R E S C E R ”- me a El en toda mi persona, siendo copia y reproducción suya. ” M A S A C T U A L M E N T E ” o de hecho, en realidad y no sólo en deseos ”A CRISTO NU E ST R O SEÑ OR” que nos ha sido dado por modelo «¿e los predestinados, en cuya imitación por nuestra parte el Eterno Padre siempre se complace. ” Q U I E R O Y E L I J O ” de hecho, porque después de lo mucho que sobre esto hemos meditado, ya no se trata más de meros sen­ timientos y deseos, sino de resoluciones en firme, de obras o hechos; " M A S P O B R E Z A ” actual " C O N CRISTO P O BR E . Q U E R I ­ Q U E Z A ; OPR OB R IO S CON CRISTO L L E N O D E L L O S , Q U E H O N O R E S ; Y DESEAR MAS SER ES T IM A D O P O R V A N O ” u hombre sin peso ni valor

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SEGUNDA SEM ANA

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" Y LOCO P O R CRISTO, Q U E P R I M E R O F U E T E N I D O P O R T A L . QU E P O R SABIO N I P R U D E N T E E N E S T E M U N D O ” . Elijo pues siempre, siendo igual gloria de Dios, pobreza, opro­ bios, deshonra, lo peor, lo más costoso, lo más insípido, lo más desagradable, lo más fatigoso, ansiando por amor de Jesús lle­ gar a la renuncia mayor posible de mí mismo y de los bienes del mundo.

El motivo de esta elección o preferencia es la Persona de Cristo Nuestro Señor: pues El, siendo Dios se hizo pobre y vivió humillado por mí; pues El se me adelantó a hacerse pobre por mí, yo quiero seguirle haciéndome pobre y viviendo humillado por El. El fin es para más imitarle y parecerme a El, por correspon­ der a su amor, por acompañarle en sus humillaciones, porque no me sufre el corazón pasarlo en honras y riquezas estando El por mi amor en pobreza y humillación. SIENDO I GU A L A L A B A N Z A Y G L O R I A D E L A D I V I N A M A J E S T A D ” , es decir, que resultando iguales entre sí: la gloria que siendo rico daré a D ios: a) con mis obras y em­ presas de rico, y b) con mis virtudes de rico; y la gloria que le daré siendo pobre: a) con mis obras y em­ presas de pobre, b ) con mis virtudes de pobre y c) con el mismo p re fe rir la pobreza por imitar a Cristo pobre...;

vo libremente escojo la pobreza por sólo amor y reverencia a Cristo pobre, aunque no resulte ni más gloria para El ni más aprovechamiento propio. II Su esencia de esta manera de humildad es por tanto la dispo­ sición permanente de la voluntad a bajarme y humillarme ante la Persona de Cristo y sus ejemplos; de suerte que prefiera elegir habitualmente pobreza y humi­ llación con Cristo pobre y humillado, antes que riquezas y hono­ res aunque no hubiese en ello mayor gloria de Dios. En la primara manera de humildad me someto a todo p r . e o p t o g rave, p or d i v e r s o s

motivos;

v. gr.,

por t e m or de condenar-

195

TRES MANERAS DE HUMILDAD

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me, por la fealdad del pecado grave, por no perder la gracia, por amor a Dios... En la segunda me someto a todo precepto leve,

por diversos motivos; v. gr., por temor del purgato­ rio, por la fealdad del pecado venial, por amor de Dios... En la tercera me someto al ejemplo de Cristo pobre y humillado, por el único motivo de amor y reverencia a la Perso­ na de Jesucristo, sin que haya en ello ninguna obliga­ ción, ni más gloria de Dios, ni mayor aprovechamiento propio. ”I N C L U Y E N D O LA P R I M E R A Y S E G U N D A Porque quien

fomente en sí afición desordenada a la honra y riqueza, ¿cómo podrá vivir buscando habitualmente la pobreza? A quien el amor de Dios no le llegue para guardar los man­ damientos, ¿cómo le va a llegar para cumplir habitualmente los consejos? Y quien no tenga delicadeza para dejar de ofender a Jesús, ¿cómo podrá tener habitualmente arrestos para locuras por su amor? ” A los que deseen de veras llegar a esta esclarecida humil­ dad les es necesario no olvidarse de que esta tercera manera de humildad supone la primera y la segunda; para que nadie se lisonjee ni se haga la ilusión de aspirar o de imaginarse que aspira a la tercera, cuando le falte el deseo serio de alcanzar y conservar inviolablemente la primera y segunda.” — P. Roothaan. Dice San Ignacio "incluyendo” la primera y la segun­ da, y 110 dice "presuponiéndolas” . El concibe las tres ma­ neras de humildad como grados de una escala en la su­ misión a Dios o como aumento gradual en la sumisión: 1.°, en lo mandado bajo pecado mortal; 2.°. además en lo mandado bajo pecado venial, y bajo desagrado de Dios, y con quitar la raiz de toda trasgresión por la indiferen­ cia; 3.°, además en lo que le complace a Dios y nos acon­ seja, que es el imitar y seguir a Cristo. Asi se puede decir con más verdad que la tercera humildad es "compendio” de todos los ejercicios; v que es ”PERFECTISSIMA HUMILDAD ”, y que es "MAYOR” que las dos primeras porque las incluye a ellas y les añade algo; y que es "MEJOR” porque este elemento que les añade es de mayor perfección.

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SEG UND A SEM ANA

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'ES H U M I L D A D P E R F E C T I S I M A ” esta tercera manera de

humildad; no sólo más perfecta que la primera y segunda, sino perfectísima. La primera y segunda son disposición permanente de la vo­ luntad por la cual estamos dispuestos a bajarnos y humillarnos hasta perder todas las cosas de este mundo aun la vida, antes que desobedecer a Dios con pecado mortal o venial. Incluye la segunda, indiferencia completa a todas las criaturas e intransi­ gencia absoluta contra toda rebelión de afecciones desordenadas que se levanten pidiendo lo ilicito, aunque sólo pidan lo venial­ mente ilícito. Pero la tercera, incluyendo todo esto, exige además:

la mayor abnegación y continua mortificación posible aun en lo lícito; con el único fin de parecemos más y más a Jesucristo, y por el único motivo de amor y reverencia a su Persona y a sus ejemplos. — Es, pues, esta manera de humildad, incluyen­ do la primera y la segunda, H U M I L D A D PERFE CTISS1 MA” por lo universal de la su­ misión, pues en ella nos sometemos a todo precepto divino y al

mero ejemplo y consejo del Señor. Perfectísima por lo profundo de la sumisión, que es hasta perder la vida por guardar el más leve precepto; y hasta prefe­ rir, siempre que Dios me lo permita, pobreza y humillación por seguir el ejemplo de Jesucristo. Perfectísima por lo continuo de la sumisión, porque este ejemplo de pobreza y humillación de Nuestro Señor Jesucristo se me presenta de continuo para su imitación en mil circunstan­ cias de la vida. Perfectísima sobre todo por el motivo de sumisión que es la Persona de Cristo y por el fin que es p a ra im itarle y asem e­ jarme a E l; el cual am or e im itación de Cristo son lo m ás alto de la perfección.

Perfectísima por el modo de la sumisión que es con desinte­ rés completo en mí y con gra n d ísim a reverencia y fineza de am or para con la Persona del Señ or; la cual fineza consiste en elegir siem pre que la gloria de D ios no pida otra cosa, la h um illación y pobreza:

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porque El la eligió; por semejarme a El; por corresponder a su amor; por acompañarle en la humillación; porque no me sufre el corazón pasarlo mejor que El. Perfectísima por la solidez del conjunto , "incluyendo” la se­ gunda y la primera. Porque en ella, con la indiferencia del se­ gundo m odo: se asegura la voluntad de nunca pecar, ya que en la raíz del pecado hay siempre apego a criaturas o falta de indiferencia; y se facilita el escoger lo más molesto por amor a Cristo: porque a una voluntad puesta en indiferencia, fácilmente la arrastrará a lo más costoso el ejemplo de la Persona adorabilísi­ ma de Nuestro Señor Jesucristo; y recíprocamente con 1.a voluntad de la mayor abnegación por amor a Cristo, se aleja el peligro de ofenderle con pecados y faltas y de que disminuya la indiferencia.

III Motivos para resolvernos a la Tercera Manera de Humildad 1.° La persona de Nuestro Señor Jesucristo. — Su ejemplo. — La fineza de su amor para conmigo. a) El ejemplo de Nuestro Señor Jesucristo. El Verbo por mi amor descendió al seno de una Virgen: ¡humillación sin nom­ bre, descenso infinito! del seno de la Virgen, a un pesebre y establo de animales, ¡crece el descenso! del establo, al calvario a través de treinta y tres años en humillación continua; y del calvario al sepulcro, ¡el sumo des­ censo ! ¡ Oh qué ansias las de Jesús por descender y humillarse, para animarme a mí a la humillación que necesito! Dios es grande en todo: puesto a crear, hizo mundos de soles y de Angeles; puesto a humillarse por mi amor, hace prodigios estupendos de anonadamiento. Veo al amado de mi alma, al Dios de Majestad infinita:

hecho hombre por mí; 18

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nacido por mi amor en un establo; hecho por mi amor un pobre obrero; por mi amor escupido, abofeteado, vestido de loco y azotado como vil esclavo; por mi amor desnudo a la vergüenza pública entre dos la­ drones; condenado a muerte como un malhechor y expirando en cruz como maldito de Dios y de los hombres. ¡Olí mi Dios, mi Señor y Redentor! Cómo puedo vivir yo en honras viéndoos a Vos tan deshonrado. — ¡Vos Dios, yo nada; Vos inocente, yo pecador! ¡Con todo «D ilexit me et tradidit semetipsum pro me» 3, me amaste a mí, te entregaste a la humillación y a la muerte por mí! Jesús goza en perderlo todo por mí, en deshacerse por mi, en arruinar su fama y sufrir injurias y oprobios por mi, en verse hecho gusano. ¡Y yo he buscado gloria y placeres para mí! ¡Me avergonzaré de Cristo porque lo veo humillado, cuando si está humillado es por mí! L i­ bradme, Señor, de tan monstruosa aberración. Infundidme ansias ardentísimas de verme arruinado por Vos, anulado y arrinconado por Vos, injuriado y lleno de vergüenza por Vos; y si alguna vez me corriera de vuestra humildad y po­ breza como avergonzándome de Vos. sea ello herida en mi corazón que jamás se cierre y dolor de mi alma que acabe con mi vida.

b) La delicadeza y exquisitez del amor de Jesús conmigo. El Señor pasó la vida en esta gran humillación y pobreza, no porque fuera necesario tanto sacrificio para librarme del infier­ no, que para esto le bastara una gota de sangre o una oración de sus labios; sino por puro amor o delicadeza conmigo; es a saber: por acompañarme en mi abyección — por animarme en ella — por­ que no le sufría su humildísimo corazón pasarlo aquí mejor que yo; gozar El en paz del honor que le es debido, viéndome a mí en la abyección a donde por mis pecados he descendido. Puso sus divinos ojos en mi mísera persona; y por altísima delicadeza y dignación conmigo, quiso llegar en oprobios y humi’

Gal. 2, 20.

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Ilaciones más abajo de lo sumo a donde pudiera descender yo, para tener el consuelo de verse siempre más humillado que yo. Procede pues que, poniendo yo los ojos en la Persona de Je­ sucristo y en su ejemplo, quiera y elija, siempre que El me lo permita, humillaciones y desprecios por su divino amor y reve­ rencia. ” Escojo esto por El, porque El lo ha escogido por mí; sin reparar en si estoy obligado o no. Por Vos, mi Dios y mi amor; sólo por Vos.” El amor, si no halla iguales a los amantes, los hace iguales. El amor hizo bajarse a Jesús y humillarse porque me vió a mí pobre y humillado. Luego el amor ha de hacer que vo me baje y humille para hacerme igual a Cristo abajado y humillado. Y o en honor y El deshonrado, yo en abundancia y El pobre, yo en descanso y El en trabajos... no sufre nuestro amor des­ igualdad tan grande. ¡Oh Espíritu Santo, Amor increado; abrá­ same en amor a Jesús crucificado! El tercer grado de humildad es muy grato al Eterno Padre. m

Dios Padre, tiene todas sus complacencias en su Hijo, por amor a los hombres crucificado; luego también se complacerá en

nosotros, si por el amor y reverencia debidos a tal Hijo, queremos vivir como El pobres y crucificados. El Padre nos ha dado a Jesús por modelo de predestinados;

luego le será muy grato que por amor a Jesús gustemos de vivir y morir como El en pobreza y humillados. El Padre nos envió a Jesús por maestro de vida eterna; luego le agradará si por amor a Jesús nos esforzamos en practicar sus lecciones más sublimes, que son las que nos predicó desde la cruz, espantosamente pobre y humillado. El Padre nos dió a Jesús por Redentor, que satisficiera en precio de sangre por todos nuestros pecados; luego ha de serle grato que nosotros, por amor a Jesús, busquemos sufrimientos para unirlos a los de Cristo en satisfacción por nuestros peca­ dos y por los de todo el mundo. El Padre nos dió a Jesús, para que nos acompañe en nuestros trabajos; luego se complacerá en que nosotros por acompañarle a El en gloria, a

los suyos prefiramos por su amor las deshonras a la los placeres el trabajo.

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2.° Motivo. — La altísima perfección de esta tercera manera de humildad. a) Ella es " Humildad perfectísima” como queda expuesto en el apartado anterior. Su perfección provenía principalmente de la excelencia del motivo por el que yo elijo humillaciones y pobreza; que no es porque se me imponga, ni porque haya en ello mayor gloria de Dios, que se supone no haberla; ni mayor provecho espiritual mío; sino únicamente porque eso es lo que eligió Jesucristo, o por amor y reverencia a la Persona de Cristo. El motivo es, pues, la Persona misma de Jesucristo, y el fin la imitación más perfecta de Nuestro Señor Jesucristo. Con esto:

b) Mi unión con Jesús se hace en este modo de humildad cada vez más íntima; porque nada puede estrecharla tanto como estas delicadezas mutuas personales: de amor y de dignación en El para conmigo, y de amor y de reverencia en mí para con El; habrá fusión de criterios y de sentimientos, en un solo co­ razón y en un solo espíritu. A lo cual se seguirá c) Mi transformación cada vez mayor en Cristo. Porque en esta fusión de almas, siendo yo el más débil, me dejaré asimilar por El, quedaré transformado en El; ya no viviré yo, sino que será El quien viva en mí. «V iv o nutem, jam non ego; vivit vero in me Christus... qui dilexit me et tradidit semetipsum pro m e» (Gal. 2, 20); vivo yo ahora, o más bien no soy yo el que vivo, sino que Cristo vive en mí. . el cual me amó y se entregó a la muerte por mí. Como si yo no existiera más sino que es El quien vive en mí, sufre en mí, goza en mí, dispone en mí, lo es todo en mí; para mí no hay más querer que el suyo, ni más gozo que el suyo, ni más sufrimientos que los suyos. «Mihi autem absit gloriari nisi in cruce Domini Nostri Jesuchristi, per quem mihi mundus crucifixus est et ego mundo» (Gal. 6, 14); lejos de mí el gloriarme sino en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mi y yo para el mundo. dy La tercera manera de humildad es la locura de la cruz propia de corazones fuertes y de almas generosas, que, enamo-

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radas de Cristo, están crucificadas al mundo y para quienes el mundo está también crucificado. Es el distintivo de los Santos. Un alma así da más gloria a Dios que legiones de espíritus vulgares. — Por esta locura de la cruz, e) La tercera manera de humildad es la sabiduría de Dios que confunde a toda prudencia y sabiduría humana; y el poder de Dios que vence a todos los poderes del infierno. Como Cristo nunca aparece tan superior al poderío del mun­ do y del pecado como en la cruz y en la muerte, así sus segui­ dores nunca son tan vencedores del mundo como cuando se hallan en la tercera manera de humildad crucificados. «Verbum enim crucis, pereuntibus quidem stultitia asi. iis autem qui salvi fiunt, id est nobis, Dei virtus est* \ pues ia pa­ labra de la Cruz, para los que perecen es una insensatez; más para los que se salvan, para nosotros, es poder de Dios. «Praedicamus Christum crucifixum... Dei virtutem et Dei sapientiam» ®, predicamos a Cristo crucificado... fuerza de Dios y sabiduría de Dios. 196. 3.° La tercera manera de humildad es absolutamente ne­ cesaria en la Compañía y de importancia trascendentalísima en toda nuestra vida, a) Ella es la síntesis de nuestros Ejercicios: su quintaesencia; la clave bóveda de la grandiosa construcción ignaciana; el centro a donde se dirigen, para recibir allí su complemento y perfección última, todos los temas, meditaciones y documen­ tos de los ejercicios. Por los tres grados de humildad conduce San Ignacio al ejer­ citante a la pobreza de Cristo y al espíritu apostólico, que es uno de los frutos más connaturales de los ejercicios íntegros. Para quien no trate en serio de resolverse al tercer modo de humildad, los Ejercicios de San Ignacio son el libro de los siete sellos; no ha atinado con el modo de darlos ni de hacerlos; se “

I Cor. 1, 18.

•'

I Cor. 1. 24

SEGUNDA

SEM ANA

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queda por los arrabales sin penetrar en el castillo; percibe mi­ gajas y algo se aprovecha, pero no se nutre con la médula de león que cria gigantes. Esto para un hijo de la Compañía sería una inmensa desgra­ cia; porque nuestro espíritu es el de los ejercicios y su única fuente no es otra que los mismos ejercicios. b; La tercera manera de humildad es de regla en la Compa­ ñía: y no se halla otra redactada por San Ignacio con tanto peso de razones, con tanta insistencia y con tanta fuerza de ex­ presión, como esta regla 11 del Sumario de las Constituciones de la Compañía. ’ ES M U C H O D E A D V E R T I R , E N C A R E C I E N D O L O — Y P O N ­ D E R A N D O L O — D E L A N T E D E N U E S T R O C R I A D O R Y SE­ Ñ O R " : exordio tan ponderativo no cabe en San Ignacio, sino

oara cosa de grandísima importancia; ' 'E N C U A N T O G R A D O A Y U D A Y A P R O V E C H A A L A V I D A E S P I R IT U A L " , en cuán alto grado ayuda A B O R R E C E R ” , detestar, con odio y asco EN T O D O ” sin exceptuar nada, "V .YO E N P A R T E ” como hacen las almas vulgares que quie­

ren a medias la perfección, C U AN TO EL M U N D O A M A Y A B R A Z A ” ; totalmente y en

to'io. hasta hacernos la antítesis del mundo; V A D M I T I R Y ” aun ” D E S E A R ” positivamente; y esto no
* * *

y

Bastara haber dicho esto en general, con tanta ponderación f u e r / a ; pero San Ignacio sigue insistiendo sobre lo mismo con

más ' I el a lie.

C O M O LOS M U N D A N O S Q U E SIG UEN A L M U N D O A M A N Y BUSCAN CON TANTA DI LI G E N C IA HO N O R E S , F A M A Y ES LIMACION DE MU C H O N O M B R E E N LA TI E R R A , C O M O EL M U N D O LES ENSEÑA: ASI LOS Q U E V A N E N E S P I R IT U Y

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S I G U E N D E V E RA S A CRISTO N U E S T R O S E Ñ O R , A M A N Y D E S E A N I N T E N S A M E N T E T O D O L O C O N T R A R I O ” ; como di­

ciendo que los que no amen y deseen intensamente todo lo con­ trario del mundo, no van en espíritu, ni siguen de veras sino como por fórmula, a Nuestro Señor Jesucristo. * * * ”ES A S A B E R ” (tercera repetición de lo mismo con nuevas

insistencias): " V E S T I R S E D E LA MISMA VES TID UR A Y L I B R E A D E S U S E Ñ O R , P O R SU D E B I D O A M O R Y R E V E R E N C I A aunque

para ello no hubiera más motivo que la Persona de Jesucristo, ni más fin que el imitar a Jesucristo. " T A N T O ” (ulterior explicación con nuevos apremios) " Q U E D O N D E A LA SU D I V I N A M A J E S T A D N O L E F U E S E OFENSA A L G U N A , NI AL PROJIMO IM P U T A D O A PECADO. D E S E E N P A S A R INJURIAS, FALSOS T E S T I M O N I O S . A F R E N ­ TAS, Y SE R TENI DOS Y ESTIMADOS P O R L O CO S ( N O D A N ­ D O E L L O S OCA SION ALGUN A D E L L O ), P O R D E S E A R P A R E ­ CER Y I M I T A R E N AL GU N A M A N E R A A N U E S T R O C R I A D O R Y S E Ñ O R JESUCRISTO V I S T I E N D O S E D E SU VESTIDURA V L I B R E A ; PUES L A V I S T IO E L P O R NU E ST R O M A Y O R P R O V E C H O E S P I R I T U A L , D A N D O N O S E J E M P L O Q U E E N TODAS COSAS A N O S O T R O S P O S I B L E S M E D I A N T E SU DI VI NA GRACIA. L E Q U E R A M O S I M I T A R Y SEGUIR, COM O SEA LA VIA Q U E L L E V A A L O S H O M B R E S A LA V I D A ” .

Donde nos exige el Santo con insistencia máxima : rotura total con el mundo , absoluta, sin componendas: con el mundo nada, del mundo nada, para el mundo despre­ cio, odio, asco, porque el mundo es todo malicia... siempre en oposición diametral al mundo; y entrega a Cristo total, absoluta, sin reservas; con Cristo todo, aun la pobreza, humillación y muerte; de Cristo todo, para Cristo admiración, amor, entusiasmo sin límites; muera yo a mí y al mundo, y viva solamente para Jesucristo. c) La tercera manera de humilad es de transcendental im­ portancia para las virtudes más características de la Compañía. La obediencia de la Compañía ha de ser de ejecución, de vo-

SEG UND A SEM AN A

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luntad y de entendimiento, incondicional, por amor, a la menor indicación del superior; y se la ha de tomar por la empresa mag­ na de la vida. Quien ansíe vida de sumisión conforme al tercer modo de humildad, encontrará en esta obediencia su centro, y almohada suavísima sobre que descanse en cada instante. Pero a quien no abunde en los sentimientos del tercer grado de humildad, tanta obediencia le será imposible, y aun sin sentido el tomarla por la empresa máxima de la vida. La castidad de la Compañía ha de emular la de los Angeles en la limpieza de cuerpo y mente; y ha de brillar como un sol sin mancha. Azucena tan inmaculada y esplendente sólo se logra en la tierra humildísima del tercer grado de humildad y al calor de la caridad perfecta hacia Jesús que es propia del mismo grado. El celo apostólico de la Compañía requiere espíritus templa­ dos en la tercera manera de humildad. ” Homines mundo cruci­ fijos, et quibus mundus ipse sit crucifixus... homines inquam novos qui suis se affectibus exuerint, ut Christum induerent; sibi mortuos, ut justitiae viverent; qui, ut D. Pauli verbis utar, in laboribus, in vigiliis, in jejuniis, in castitate, in scientia, ni longanimitate, in suavitate, in Spiritu Sancto, in caritate non ficta, in verbo veritatis se Dei ministros exhibeant: et ucr arma justitiae a dextris et a sinistris, per infamiam el bonaiíi famam, per gloriam et ignobilitatem, per prospera deniqce et adversa magnis itineribus ad coelestem patriam contendant” \ Tales han de ser los operarios evangélicos que requiere nues­ tro Instituto. ¿Y por ventura son otra cosa tales operarios que el tercer grado de humildad en varones consagrados a la salvación de las almas?

dj Lo tercera manera de humildad es la quinta esencia de la Compañía. Jesús es Jesús, Salvador, en cuanto se humilló a Sí misino; su vida la compendia el Espíritu Santo en que «Humiliavit semetipsum... usque ad mortem, mortem autem <•ruéis» r, se abatió a Sí mismo... hasta la muerte y muerte de Cruz. ‘

í ' r a e f . unl í j . C o n s t . P h i l i p . 2. 8.

S. I.

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Por tanto: la Compañía en tanto será Compañía de Jesús o de seguidores distinguidos de Jesús, en cuanto le siga en humi­ llación y pobreza, ya que su fin es reproducir íntegra la vida del Señor y ésta se compendia en humillación y pobreza; y cada jesuíta tanto tendrá de jesuíta o de seguidor distin­ guido de Jesús cuanto sea lo que ansíe y busque, en el seguimien­ to de Cristo, la humillación y pobreza. — Terrible censura para el h ijo de la Compañía que en el predicar, escribir, enseñar, confesar, fuera tras de la honra vana del mundo. ” Coeterum ita insignes esse in sequela ac servitio Christi Regis, quorumnam, quaeso erit si nostrum non est, Patres et Fratres carissimi. (Jtinam haec intelligamus; nec intelligamus tantum, sed et serio et strenue et constanter tales esse contendamus! Ita quidem Patres ncstri! ”Desiderium vero (patiendi pro Chrisio) in nobis qui­ dem, Religiosis Societatis, esse decet absolutum et ardens, id quod vocatio nostra, status noster a nobis omnino postulat, cum sine eo vix ac ne vix quidem serio Christum sequi censendi sumus ex mente Patris nostri: Qui serio, inquit, Christum sequuntur, amani et ardenter exoptant ect. quasi eos dicat nonnisi ficte sive, ut aiunt pro formu­ la Christum sequi in hac nostra vocatione, qui sanctum hoc desiderium non foveant.” — P. Roothaan. TV Medios para conseguir este tercer grado de humildad 1.° Llenarse de amor a Jesucristo. Este es el fundamental. Porque el buscar la mayor abnegación y continua m ortificación en todas cosas posibles, ha de ser puramente por la m ayor im i­ tación y semejanza de Cristo; contiene, pues, un amor purísim o de Cristo y este amor lo es aquí todo. 2.° Desearla ardientemente y pedirla con grandes instancias . Porque..es ” un don singular (P. Roothaan), una dádiva verdade­ ramente óptima, don perfecto, que viene del cielo y no puede obtenerse sino con larga y humilde oración” . Muy a propósito es la que para este fin nos recom ienda San Ignacio del coloquio de Banderas con la Nota de Binarios. — P e ro en este caso, aunque la oración vale mucho, ella no basta si no añadimos.

SEGUNDA

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3.°

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SEM ANA

Hacernos fuerza y vencernos generosamente a nosotros

mismos para seguir de cerca a Jesucristo en la humillación y pobreza. Aprovechar las ocasiones que se nos presenten de padecer por Cristo, y buscarlas con ansia y poner en esto nuestro mayor y más intenso oficio; el que una cosa nos cueste ha de ser siem­ pre una razón más para tomarla.

4. La devoción al Sagrado Corazón de Jesús es por natura­ leza y por las promesas extraordinarias que Dios le ha hecho, el medio más eficaz y más suave para vivir intensamente el tercer modo de humildad. Esta devoción es tan propia de nuestro Instituto, porque coin­ cide con él en la tercera manera de humildad, que es la quinta esencia del espíritu de la Compañía. 5.° Organizar el cumplimiento de los medios anteriores en un examen particular de eficacia, que pueda ser el centro alre­ dedor del cual se desenvuelva toda nuestra vida de perfección. Dificultades. Las internas p r o v ie n e n p r in c ip a lm e n t e : de que este te rce r g r a d o de h u m ild a d e x ig e en a b s o lu ta que nos m an tengam os firm es en la s d is p o s ic io n e s d e l se­ gundo, o sea en lu c h a ir r e c o n c ilia b le c o n tra tod o p e c a d o venial y contra toda te n d e n c ia d e s o r d e n a d a que nos saque <íe la in d ife r e n c ia ; de que puesto el se g u n d o g ra d o , este ¡t-rcero exige ad em ás la m a y o r a b n e g a c ió n y c o n tin u a m o r ­ tificación aun en las cosas líc ita s ; lo cu a l im p lic a un es­ fuerzo continuo p o r s a lir del ” p r o p io am o r, q u e re r y in ­ terese” r.30'. D'* suerte que esta tercera m a n e r a de h u m i l d a d viene a ser el " h e r o í s m o p o r Cristo, liceho ley constante de la vi da’*. Las di f icul tades e x t e r n a s , en el ambi ent e del m u n d o son i nnumer ables; pero en C o m u n i d a d o bse rva nt e a pena s existen, po rq ue todo alli invita al segui mi ento de Cristo. Con todo cabe en ella el que ju nt á nd o se entre sí p r e f e r e n ­ temente el pequeño g r u p o de los menos f e rvor os os f o r ­ men para sí un ambi ente c e r r a d o en el q ue la pr ofes ión franca del tercer g r a d o de h u m i l d a d se les haga difícil.

197.

Coloquio.

"ASI,

PARA

QUIEN

DESEA

ALCANZAR

197

TRES MANERAS DE HUMILDAD

555

ESTA T E R C E R A H U M I L D A D ” movido del amor de Cristo y por

la excelsa perfección de ella, ”M U C H O A P R O V E C H A HA C E R LOS TRES C O L O Q U I O S D E L O S B I N A R I O S YA DICHOS” a la Virgen Santísima, por la

Virgen a Jesucristo, y por la Virgen y por Jesucristo al Eterno Padre; porque se trata de gracia altísima, que sólo con larga oración se alcanza [168]; ”P I D I E N D O A L SEÑOR NUE STR O L O Q U IE R A E L E G I R ”

por su infinita bondad ”E N EST A TERCERA, M A Y O R Y M E J O R H U M I L D A D ” que la primera y segunda: "Mayor” , porque las incluye a ellas y añade un elemento más; ” mejor” , porque este nuevo elemento es de mayor perfección que la primera y segunda; ” P A R A M A S L E I M I T A R Y S E R V I R ” que es el fin del tercer modo de humildad, ”SI I G U A L O M A Y O R SERVICIO Y A L A B A N Z A F U E R E A LA SU D I V I N A M A J E S T A D ” . — Aun en este caso de que la po­

breza fuera mayor servicio de Dios, se puede proceder, al prefe­ rirla, por purísimo amor de Cristo, por reverencia a su ejemplo y por deseo de imitarle; y entonces también este proceder será el propio del tercer modo de humildad. Expresión comparativa de estas tres maneras de hu­ mildad. D e la primera: ” Y o me tengo en tan p oco a raí (p o r ser nada, criatura, p e c a d o ...) y os tengo en tanto a V o s (p o r ser infinito, mi c r ia d o r ...); que si os d ig n a r a is m a n ­ d a rm e algo sub grav i. yo me abajaré, y me h u m illa ré p a r a o b ed e ce ro s aunque en ello me fu ere la v id a .” D e la segunda: "M e estimo en tan poco a mí y a V o s en tanto, que ya no tengo apego a cosa de este m u n d o p o rq u e me sirva de gusto, sino que solam ente me in te re ­ san la s 'q u e sean p ara vuestro s e rv ic io ; - soy a m is o jo s un ser v ilísim o con cuyos gustos o disgustos no hay que tener cuenta; - estoy indiferente a v iv ir o m o rir , a p o ­ breza o riq u e z a ...; sólo prefiero lo que sea vu estro m a y o r s e rv ic io ” ’T C O N E S T O " que si Vos os d ig n á is m a n d a rm e a lg o sub levi o m anifestarm e vuestra vo lu n tad d e q u e evite algu n a falta, yo me abajaré y me h u m illa ré p a r a o b e d e ­ ceros en todo aunque ello me costase la v id a .

SEGUNDA

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SEM ANA

197

De la tercera: ” Me tengo a mí en tan poco y a Vos en tanto que, habiéndoos Vos hecho pobre por mí, yo por reverencia y amor a vuestra Persona, ine abajaré y humi­ llaré, prefiriendo siempre la pobreza y la humillación con Vos a las honras y a la riqueza mientras no pidiere otra cosa vuestro mayor servicio; — siendo yo tan vil y Vos tan grande, es intolerable que donde Vos por mí os habéis hecho pobre, quiera yo ser rico.»

Característica de las tres maneras de humildad es la "su m isió n ” a la voluntad de D io s ; el bajarme y despre­ ciarme yo ante la voluntad de Dios. El motivo y la virtud imperante puede ser vario; pero la sustancia es sumisión ante la voluntad de Dios. Esto aun en la tercera manera o grado como la llama también San Ignacio en sus notas para el Directorio. Cada grado crece en extensión y decrece en la fuerza con que me impone Dios su voluntad; y por ambos capí­ tulos sube en perfección. Trátase, pues, de la humildad, no como sinónimo de santidad general o caridad; sino en su sentido estricto, el desprecio de mi hasta el amor de Dios; de la misma humildad que nos ha presentado San Ignacio en las dos meditaciones anteriores como puerta para toda perfec­ ción, que es la humildad en su estricta significación. ’Humilitas praecipue respicit... subjectionem hominis ad Deum” 8. fc

S. Th. 2-2 q. 161 a. 1.

198.

ESQUEMA DE LA MEDITACION XXIII S obre tres M aneras de H u m ild ad Pres. de Dios y Orac. prep. — Comp. de logar. — Petición. PR IM E R A MANERA DE H U M IL D A D

Consiste en que esté habitualmente dispuesto a perder todas las cosas de este mundo, aun la propia vida, antes que dejar de someterme a un precepto graoe I Su esencia — So necesidad— Quiénes la poseen. — Su esencia es la disposición habitual de la voluntad a rechazar todo pecado grave — y a rechazarlo como instintivamente, sin ponerse a deliberar si lo admitiré o no lo admitiré. — Esta manera de humildad es necesaria para la vida eterna. — La exige imperiosamente el estado sacerdotal y religioso; tam­ bién la poseen numerosos seglares. — Como consiste en un hábito, no se la pierde por una falta aislada, — E l camino para perderla, aun entre sacerdotes y religiosos, es generalmente la soberbia o contentamiento de si mismo. II Motivos para resolverme a la Primera Manera de Humildad. — El ser necesaria para la salvación. — Lo dicho en el Principio y Fundamento sobre nuestra dependen­ cia de Dios y sobre nuestro fin último. — Lo meditado en la primera semana sobre el pecado: sus casti­ g o s — su fealdad y malicia intrínseca — pecar es hacer contra la Bondad Infinita — es trocar a Dios por una criatura, la libertad

SEGUNDA

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SEM ANA

199

de hijos de Dios por la esclavitud del demonio, la dicha eterna por la desdicha eterna; — es volver a crucificar a Cristo. — El pecado es un artefacto infernal de espantosos estragos: entre los Angeles, en el Paraíso, en el alma del justo, en el calvario. — Lo meditado en la segunda semana sobre el seguimiento de Cris­ to: morir ante que ofenderle con pecado grave es ciertamente lo menos a que ha de obligarse quien tuviere juicio.

III Medios para conseguir y conservar la Prim era Manera de Humildad. — — — — — —

199 .

Pedirla muchísimo añadiendo mortificaciones. Resistir plenamente a las tentaciones. Huir las ocasiones evitables y prevenirse para las inevitables. No caer en tibieza. Jamás creernos seguros. Tener miedo a la soberbia. Frecuentar los sacramentos de comunión y penitencia.

SEGUNDA M ANER A

DE H U M IL D A D

Consiste en que esté habitualmente indiferente a toda criatura y dis­ puesto a perderlo todo, aun la vida, antes que cometer un pecado venial plenamente deliberado o una falta plenamente advertida

I Su esencia. — Su necesidad. — Quiénes la poseen. — Su esencia es un desprecio tan grande de mí mismo que viva: 1.°. habitualmente indiferente a toda criatura por lo que ella pueda traerme de agradable o desagradable; 2.°, y habitualmente dispuesto a morir antes que dejar de some­ terme a Dios con pecado venial plenamente deliberado. — Es necesaria para la perfección cristiana; singularmente necesaria para la perfección de la Compañía, y para el tercer grado de humildad. — Es medio eficacísimo y paso decisivo para la perfección religiosa. — La poseen sacerdotes y religiosos plenamente convencidos de la dignidad de su estelo. También seglares, almas humildes, fieles servidores que Dios tiene en todos los estados.

199

TJRliS MA NEMAS DK HUMILDAD

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N o la tiene ningún soberbio o pagado de si mismo, cualquiera que sea su estado.

n Motivos particulares para resolvernos a la Segunda Manera de Hu­ mildad. — a ) Motivos particulares contra el pecado venial bastante deli­ berado y fácilmente cometido. — Es gran ofensa de Dios; — resfría la caridad; — nos priva de muchísimas gracias; — es incompatible con la tendencia seria a la perfección, que exige el estado religioso; — lleva al pecado grave y a la pérdida de la tocación; — por todo lo cual es peste de las comunidades religiosas donde él entrare. — Lo mismo proporcionalmente puede decirse del desorden deli­ berado. — b ) Motivos particulares contra la falta de indiferencia. Mien­ tras no domine mis afecciones desordenadas: — mi vida estará plagada de desórdenes consentidos, y de pecados veniales deliberados; — me será imposible en la misma medida la realización de mi últi­ mo fin; me será imposible la norma del ”tanto cuanto"; — seré un religioso indigno de este nombre, porque no tenderé con seriedad a la perfección, que es el fin de mi estado.

Motivos generales para toda la Segunda Manera de Humildad: — 1.° — 2.° — 3.°

Es realización muy perfecta del Principio y Fundamento de los ejercicios. Es vivir intensamente los sentimientos cumbres de la prime­ ra semana de ejercicios. Es vida de virtudes sólidas y de mucha perfección en el se­ guimiento de Cristo, las propias de la segunda semana: ca­ ridad sólida y perfecta, abnegación sólida y de gran perfec­ ción, humildad sólida y de gran perfección.

SEUUNOA

560

SEM ANA

200

III Medios para conseguir la Segunda Manera de Humildad y para conser­ varnos en ella. — Volcarnos en su consecución. Lejos ya, por la m isericordia divina, del pecado mortal el joven religioso ha de volcarse con­ tra los pecados veniales plenamente deliberados y contra las afec­ ciones desordenadas, por ser ellos obstáculo cerrado para la per­ fección. — Orar con grandísima insistencia, humildad y conñanza en la misa, comunión, rosario y demás ejercicios espirituales pidiendo la segunda manera de humildad. — Meditar frecuentemente en la oración mental de cada día sobre motivos que nos lleven al aborrecimiento profundo del pecado venial deliberado. Pasión desordenada consentida, se nos ha de hacer intolerable como el dolor en el cuerpo o un alimento nau­ seabundo en el estómago. — Llevar a lo sumo, el empeño p o r hacer bien los exámenes gene­ rales diarios que son media hora al día consagrada por la Com­ pañía a centrar nuestra vida en la segunda manera de humildad. — Organizar esto y otros medios en un examen particular fo r­ mal, serio, bien graduado, eficaz contra todo pecado venial ad­ vertido y contra toda afección desordenada. — Tener director o por lo menos un buen confesor fijo.

200.

TERCERA

MANERA

DE H U M IL D A D

Por imitar a Jesús, aunque no hubiera en ello m ayor gloria de Dios, elijo pobreza y humillación con Cristo, antes que riquezas y honores

I Su esencia. — ”E « y segunda”.

humildad

perfectísima”. — "Incluyendo

la primera

— Su esencia es la disposición permanente de la voluntad a prefe­ rir pobreza y humillación con Cristo antes que riqueza y honores, sólo por amor a Nuestro Señor Jesucristo. — El motivo, es la Persona de Nuestro Señor Jesucristo; por amor y reverencia a su Persona y ejemplo. — El fin. es la mayor imitación de Jesucristo.

200 — — — — —

TRES MANERAS DK HUMILDAD

561

”Es humildad perfectísima” : por la extensión de la sumisión; por lo continuo de la sumisión; por el motivo de la sumisión; por el modo de la sumisión; por la solidez del conjunto de primera y segunda y tercera humil­ dad; porque la tercera humildad

— — — —

"Incluye la primera y segunda”. Es imposible obtenerla, si no se posee antes la segunda; es fácil obtenerla, si se posee la segunda; lo decisivo en este camino de la santidad es la lucha contra las faltas y el pecado venial y por conseguir la indiferencia. — P o r ser un hábito, no se destruye por alguna falta aislada con­ tra ella. — Para hacer actos de tercera humildad no hay que aguardar a po­ seer la segunda. — La poseen muchos sacerdotes y religiosos, entregados plenamente al fin de su vocación; — y numerosos seglares, almas humildísimas, a quienes Dios lleva muchas veces a grandes jornadas por el camino de la humilla­ ción y del dolor. — Son la gloria máxima externa de Cristo. El tercer grado de humil­ dad es la perla preciosísima del Evangelio. Sólo aspirar a él, como a supremo ideal de la vida, es un bien incalculable connatural en el estado de perfección. II

Motivos para resolvernos a la Tercera Manera de Humildad. — La Persona de Jesucristo. — Sus finezas de amor para conmigo. — Es muy grata al Eterno Padre y a Nuestro Señor Jesucristo. — La perfección altísima de este grado de humildad. —- Mi unión con Cristo en ella. — Mi transformación en Cristo. — Ella es la locura de la cruz; — la sabiduría v el poder de Dios. — En la Compañía: os la síntesis de los ejercicios; — es do regla; —-os de trascendental importancia para las virtudes más caracterís­ ticas de nuestra vocación; — es la quinta esencia del espíritu de la Compañía.

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SF.til'XDA SKMANA

200

III Medios para llegar a la Tercera Manera de Humildad.

— Desearla ardientemente y pedirla con grande insistencia. Ha de ser el deseo más acuciante en el hijo de la Compañía; el centro de su gravitación; el contenido primordial de sus visitas al San­ tísimo, de su acción de gracias en la comunión, del coloquio en la meditación... — Llenarse de amor a Cristo. — Hacerse fuerza y vencerse generosamente para seguir de cerca a Cristo en humillación y pobreza. — La devoción al Sagrado Corazón de Jesús. — Tener director o al menos un buen confesor fijo. — Un examen particular de eficacia sobre la Tercera Manera de Hu­ mildad, el cual sea como el punto central de nuestros esfuerzos por la perfección. ”Los tres coloquios de los Binarios ya dichos”.

— Pedir a Maria Santísima me alcance que sea yo recibido en la Bandera de su Hijo: 1.°. en pobreza espiritual suma y no menos en pobreza actual, si su Divina Majestad me quisiere en ella; 2.°. en deseos de oprobios y humillaciones para más le imitar; y decir una Avemaria. — Pedir con María otro tanto al Hijo para que me lo alcance del Padre; y rezar Anima Christi. — PeiJir con Jesús y María lo mismo al Padre para que me lo con­ ceda; y rezar un Pater Noster. — Nota. Si siento repugnancia desordenada contra alguna cosa, he de pedir instantemente que el Señor me elija para ella; si siento afición desordenada a tomar otra he de suplicarle que me elija para que la deje. — Esta súplica nunca se ha de omitir, porque aunque la haga con repugnancia y como deseando que el Señor no me oiga, es de gran eficacia para disponer la voluntad y de gran mérito. Así oró Jesucristo en el huerto.

201

TRES MANERAS

201.

563

DK HUMILDAD

FR U T O PR IN C IP A L DE LA SEGUNDA

SEM ANA

Son dos grandes convicciones en la mente; dos grandes entusiasmos en el corazón; dos resoluciones firmísimas en la voluntad. En la mente: 1.° Conocimiento interno de Jesucristo. — Estima grandísim a de su Persona. 2.° Convencimiento pleno de que su vera doctrina es humillación y pobreza. — Estima altísima de la humillación y pobreza.

í j

En el corazón:

j

1.° 2.°

j ¡

A m or grandísimo a Nuestro Señor Jesucristo. Entusiasmo grandísimo por seguirle en humillación y p-hreza.

En la voluntad: 1.° Determinación general firmísima de seguir a Cristo en pobreza espiritual suma y en la mayor pobreza y humillación actual que E l me permitiera. 2.° Determinación firmísima más concreta de vivir mi reforma redactada bajo los sentimientos de los tres grados de humildad.

j

; j

202.

Breves notas sobre la segunda semana en orden a la técnica de dar los ejercicios y a la solución de cuestiones controvertidas

1.a El que la dignidad regia no conserve en estos tiempos el gran prestigio de que gozaba en los de San Ignacio, no es razón suficiente para omitir en esta contemplación el símil del Rey Temporal. Primero, porque también hoy sería enorme el prestigio de un mo­ narca. si tal surgiera, con dotes para sacar al mundo del atolladero donde se halla; y que a la vez fuera liberal y humano para sus súb­ ditos; y segundo, porque el símil sensible de un Rey Temporal sirve admirablemente para encuadrar en él cuanto después se diga de las dotes sobrenaturales y de la empresa suprasensible del Rey Eternal. Lo que sí se ha de procurar, en conformidad con el estilo de nues­ tros tiempos, es exponerlo de manera breve, rápida, en luz y con fuerza. 2.a En la contemplación del Rey Eternal, el llamamiento de Cristo no es precisamente al apostolado de acción. Porque el llamamiento de Cristo en esta contemplación va a todos: " AL UNIVERSO MUNDO Y A CADA UNO EN P A R T I C U L A R Y es evidente que Dios no llama a todos al apostolado de acción. Jesús nos llama a todos al establecimiento del reino de Dios en cada uno de nosotros, siguiéndole a El en humildad y pobreza de espíritu; llama también a todos a que le ayuden al establecimiento del reino de Dios en los demás hombres, con apostolado de oración, de ejemplo y de sacrificio; llama solamente a algunos a que le ayuden a la conquista del mundo en el estado de apostolado de acción sobre los demás.

Al desarrollar esta contemplación del Rey Eternal se ha de poner; en alguna luz, pero poca, el llamamiento tercero al apostolado de la acción; a no ser cuando el tal llamamiento sea ya cosa cierta; en más luz, el llamamiento segundo al apostolado de la oración, del sacrificio y del ejemplo; en torreut^s de luz con relieve marcadísimo, al llamamiento pri-

202

NOTAS

565

mero que nos hace a todos a establecer el reino, de Dios cada uno en sí mismo, siguiéndole a El en humildad y pobreza de espíritu. El coloquio, que es donde San Ignacio suele manifestar lo más ín­ timo de su pensamiento, en esta contemplación es un volcarse con toda la fuerza del alma en la pobreza y humillación de Cristo, sin hacer mención de llamamiento al apostolado. 3.a La "petición” o súplica que ha de predominar en todas las con­ templaciones de la vida del Señor, es la misma para la segunda, tercera y cuarta semana; es a saber: conocimiento de Cristo, amor de Cristo e imitación de Cristo; conocerle para más amarle, conocerle y amar­ le para más imitarle. Todo se dirige a la imitación; porque Cristo es el modelo de los predestinados; El es el camino, la verdad y la vida: contempla­ ción de la vida de Nuestro Señor Jesucristo que de uno u otro modo no acabe en imitación del Señor será ilusión, por muy afectuosa que parezca. Sin embargo, sería gran desacierto en el director dt ejercicios, pasar directamente del conocimiento a la imitación, sin detenerse en los afectos o sentimientos como si éstos fuesen cosa baladi y se­ cundaria. Lejos de eso, los sentimientos y afectos: son camino natural para las resoluciones de la voluntad; son refuerzo necesario para que la voluntad se sostenga en las resoluciones prácticas; son en los ejercicios de San Ignacio el gran medio general para combatir las afecciones desordenadas. 4.a amor afectuoso a Nuestro Señor Jesucristo es gran medio en los ejercicios de San Ignacio para quitar afecciones desordenadas. ”AFECCIONES DESORDENADAS” en los ejercicios de San Igna­ cio, son aficiones, apegos, amores consentidos que no se fundan en motivos de razón, conciencia y fe. No son actos pasajeros, sino cosa habitual como amores algo per­ manentes: v. gr., la afición desordenada a la honra, riquezas, como­ didades...; dicense "desordenadas” con relación a nuestro último fin,, en cuanto no conducen a él o positivamente lo estorban. Son la raíz principal de nuestras faltas, el gran estorbo para la santidad. Los ejercicios de San Ignacio van en primer lugar a quitar "afec­ ciones desordenadas” ; y después de quitadas, a ordenar la vida. En ellos el primer blanco objetivo es dar contra estas afecciones para debilitarlas, domarlas, dominarlas y, en cuanto sea posible, para matarlas. Ejercicios espirituales en los que no se lleve de frente y en pri­ mer lugar esta lucha, no pueden llamarse en verdad de San Ignacio,

SEGUNDA

566

SEM ANA

202

porque les falta el fin a donde el Santo dirige esencialmente sus ejercicios.. Pues he aquí el medio genial de San Ignacio para librar a su ejer­ citante de aficiones desordenadas: tenerle un mes conviviendo con Jesús, en contemplaciones sobre la vida del Señor, repeticiones y aplicaciones de sentidos, viéndole, oyéndole, hablándole... hasta hacer de los dos uno, un alma en dos cuerpos, un corazón en dos pechos: el corazón de Jesús, donde todo es elevación, donde no caben aficio­ nes bajas o desordenadas. 4.a bis. La devoción al Sagrado Corazón de Jesús en los ejercicios de San Ignacio. El hecho de que las Congregaciones Generales y PP. Generales de la Compañía de Jesús quieran que la devoción al Corazón de Jesús penetre todo el espíritu del Instituto, debe ser para todos prueba suficiente de que esta devoción es posi­ tivamente conforme con los ejercicios de San Ignacio, y de que al darlos hallaremos frecuentes ocasiones de fomentarla expresamente, sin detrimento de los ejercicios, antes con aumento del fruto propio de éstos. Como normas a que sujetarnos en el fomentarla durante los ejer­ cicios, pudieran ser: no contentarnos con recomendar frecuentemente al ejercitante que acuda al Sagrado Corazón en los ejercicios, ni con hacerle durante ellos alguna instrucción sobre el Sagrado Corazón; no omitir, por dar lugar a esta devoción, cosa ninguna de San Ignacio en sus ejercicios, ni alterarla; detenerse a fomentar expresamente esta devoción cuando San Ignacio nos deja abierta positivamente la puerta para ello, que es cuando el desarrollo de lo que el Santo indica se puede hacer muy bien por esta devoción, lo cual tiene lugar especialmente en los coloquios. 5.a Los ejercicios de San Ignacio son toda una escuela práctica de oración mental, donde se enseñan todos los grados de oración activa y se pone al alma a las puertas de la infusa. En ellos practicamos:

a) Meditación discursiva de las tres potencias (la llamada ahora ''ponderativa” ), en las primeras horas de meditación sobre el pecado. b)

Meditación a base de imaginación, en el ejercicio del infierno.

c) Meditación a base de escena (que San Ignacio llama "contem pla­ ción” ). dos horas casi todos los días durante la 1.*, 2.a y 3.* semana.

d) "Repetición’’, una hora casi todos los días durante todo el mes, sobre los puntos principales de las meditaciones anteriores don­ de el ejercitante hubiere hallado "mayor consolación o desolación

202

NOTAS

567

o mayor sentimiento espiritual” ; es un volver sobre las mismas luces, sentimientos y mociones antes experimentadas, para saborearlas con más afecto y mayor pausa; representa, pues, la "repetición'’ un avan­ ce bien marcado hacia la oración afectiva. e) " Resumen”, varias horas en la 1." semana, en el cual el enten­ dimiento ” sin divagar discurre assiduamente por las reminiscencias de las cosas contempladas". En el resumen se graban más y más las cosas que de los ejercicios anteriores se remansaron en el alma (luces, sentimientos y singularmente conclusiones prácticas); se simi>liiica la labor de las potencias; se da rienda suelta olra vez al afecto, y se aumenta el trato con Dios en los coloquios; todo lo cual es nuevo avance hacia la contemplación y oración afectiva. f) ”Aplicación de sentidos", una hora casi todos los días en la 2.a, 3.a y 4.a semana. Llena ya el alma por los ejercicios anteriores del mismo dia de estima, admiración, gratitud, amor, veneración hacia las personas, fácilmente se desborda ahora con cualquier detalle en afectos hacia las mismas y se entrétiene en ellos mientras el enten­ dimiento, obrando a modo de los sentidos, contempla como extasiado las grandes realidades del misterio. Está ya el alma en plena con­ templación adquirida, a las puertas de la infusa. 6.a Según esto el método de oración mental en los ejercicios de San Ignacio no puede decirse que sea el de las tres potencias:

ni en el sentido de meditación discursiva o ponderativa, puesto que
y a la oración afectiva. Basta asomarse a los ejercicios de San Ignacio para advertir la importancia extraordinaria que se da en ellos al sentimiento. Asi en la meditación del pecado de los Angeles y en la de los pe­ cados propios, que son de las más genuinamente ignaeianas de la primera semana, la petición que ha de predominar en todo el ejercicio, es precisamente "confusión y vergüenza de mi mismo": sentimiento; y ” crescido y intenso dolor de mis pecados” , también sentimiento; el coloquio con Cristo crucificado en la primera de estas dos medi­ taciones, es de un afecto vehementísimo; y el punto cuarto de la segunda es "exclamación admirativo con érese ido afecto” . En la segunda semana la petición es "conocimiento de Cristo para qnc más le ame": sentimiento, afecto:

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SEGUNDA SKMANA

202

en la tercera es ” dolor con Cristo dolorido... sentimiento, pena interna” ; y en la cuarta es ”gozo y alegría” con Cristo resucitado; y la "contemplación para alcanzar amor” , con que se cierran los ejercicios, se desenvuelve en un desbordamiento incesante de senti­ miento y afecto. San Ignacio, sobre la materia de consideración señalada por él para cada dia de ejercicios, pone tres ejercicios u horas de oración mental, escalonados.

Al primero (que él llama "meditación” cuando versa sobre ver­ dades, y "contemplación” cuando es sobre hechos), tiene ya por fin inmediato conocimiento " i n t e r n o ” de la verdad, principalmen­ te el subjetivamente "interno”, o que penetre hondo en mi hasta la afectividad y sensibilidad, apoderándose de todo mi ser con senti­ miento íntimo que harta y satisface al alma. El segundo ejercicio es "repetición” sobre los puntos principales del anterior en los que hubiere sentido "mayor consolación o desola­ ción o mayor sentimiento espiritual” , con el fin inmediato de intensi­ ficar más y más esos mismos sentimientos santos, lo cual es hacer más "interno" el conocimiento. El tercero (llamado "resumen" cuando es sobre verdades, y "apli­ cación de sentidos" cuando es sobre hechos), es un tercer paso en el mismo sentido de hacer cada vez más "intenso” el conocimiento, más sentido, saboreado, vivido. 7.a En ejercicios a sacerdotes, religiosos y otras personas de per* fección es muy necesario prevenirles contra el peligro de quedarse en una reforma de 1.° o 2.° Binario, haciendo muchos propósitos de cosas ruás o menos buenas, pero respetando aficioncillas desordenadas o no proponiendo contra ellas medios de verdadera eficacia. Después de tal reforma se hallarán substancialmente con las mis­ mas dificultades, que antes de los ejercicios, para la perfección. 8.° Comparando entre sí las meditaciones de Banderas, B inarios y Maneras de Humildad. D o s B a n deras tiene por fin primario, conocer cuál es la táctica del enemigo para impedirme que haga buena reforma, que es enredarme en honras y riquezas; y cuál es la táctica de Jesucristo para fa­ cilitarme el hacerla buena, que es aficionarme a humillación y po­ breza; y segundo, engendrar en mí, voluntad seria de humillación y po­ breza. Tre.i B in a rios son para examinar cuál es realmente en mí la volu tad de humillaciones y pobreza, que he conseguido en la medita-

202

NOTAS

569

ción anterior: si es voluntad de primer Binario, si de segundo, si de tercero; y para hacerla de tercero. Tres Maneras de Humildad se dirige a excitar en mi corazón más y más entusiasmo por la lucha contra el pecado v e n i a l y contra las afecciones desordenadas y sobre todo por la pobreza y humillación de Cristo. Se dirigen, pues, principalmente: Banderas, al entendimiento; Bi­ narios, a la voluntad; Tres Maneras de Humildad al sentimiento, para reforzar las resoluciones de la voluntad.

9.a El fin de Dos Banderas no es determinarse al seguimiento de Cristo, precisamente en vida apostólica: sino descubrir los engaños del demonio que pretenderá impedir al ejercitante que se adentre mucho en el seguimienlo de Cristo en humillación y pobreza. Es cierto que en esta contemplación hay un punto tn el que San Ignacio nos presenta al mundo invadido de demonios para perderle, lo cual puede meter al ejercitante en ansias de apostolado; y también otro punto en el que le presenta al ejército de Cristo formado por hombres y no por ángeles, dejándole entender que tam­ bién para él puede haber llamamiento a sus gloriosas filas. Pero luego, en el coloquio, donde se ha de pedir ante todo lo que es el fin principal del ejercicio, no se hace mención ninguna de voca­ ción apostólica, y lo que se pide es humillación y pobreza.

IV TERCERA

SEMANA

«Dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado, lágrimas, p e n a interna de tanta pena que Cristo pasó por mí» [203].

MEDITACION XXV

DI STRI BUCION

DE

LA

MATERIA

LA M E D I T A C I O N D I A R I A

d ía

1.»

204

205

207

208

204

206

207

209

D ía 2.°

N.°

D ía 3.°

Repetición.

D ía 4.°

Aplicación de sentidos.

PARA

203.

TERCERA SEM ANA

El fin principal de la tercera semana es, nuestra transforma­ ción en Cristo crucificado; crucificarme con Cristo en la misma cruz; que ya no viva yo, sino que sea Cristo quien viva en mi. Y los medios para conseguirlo son principalmente: 1) con­ templar los sufrimientos del Señor en ia sagrada Pasión y las virtudes asombrosas que en ella ejercitó; 2) ''esforzarme” por sentir ” dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebran­ tado, sentimiento, pena interna de tanta pena que Cristo pasó por m í” ; la compasión amorosa es puerta para nuestra transfor­ mación en Cristo crucificado; 3) resolverme a una vida práctica de perpetua crucifixión. El fin de la 3.* Semana es el mismo de la 2.“: ” CONO SCIM IENTO IN TE R N O D E L SEÑOR — PA R A QUE MAS L E AME — Y L E SIGA; pero con esta particularidad, que en la 3.a Semana este fin es: "CONOSCIMIENTO IN T E R N O D E L SEÑOR ” cru cifica ­ do, atormentado, muerto por mis pecados; — conocimiento

de sus dolores e ignominias en la Pasión; ” PARA QUE MAS L E AM E ” con amor que me lleve a ”dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebran­ tado, sentimiento, pena interna de tanta pena que Cristo pasó por mi” .

” Y LE SIGA ” en los dolores e ignominias de la Pa­ sión, cada vez más transformado en El y más uno con El. Esta mi unión mistica con Cristo (la que tengo realmen­ te con El, por ser El mi cabeza, y yo. supuesta la gracia, miembro suyo vivo), se ha de estrechar más y más en esta tercera semana: porque de su parte El toma mis pecados por suyos y padece por ellos como si los hubiera cometido El, porque se considera uno conmigo: y de mi parte yo me esfuerzo por dolerme de las penas que El sufre por mis pecados, tomándolas por mias. por-

TERCERA

SEM AN A

203

que me considero uno con El; siento yo el mismo dolor que siente El; sufro la misma pena interna que sufre El, por­ que somos uno solo, no dos; además entro en deseos de sufrir por quien tanto ha sufrido por mi; transformándome cada vez más, por la imitación, en Cristo crucificado. Los llamados "puntos 4.°, 5.° y 6.°" de San Ignacio, sobre la Pasión. El Santo pone para la sagrada Pasión seis como tópicos o veneros de consideraciones que él llama ” punctos” . Los tres primeros, que son "considerar las personas, ver lo que hacen, oír lo que dicen", son los mismos que puso antes para la segunda semana; pero los tres últimos son exclusivos para la Pasión. Dicen así: ' EL 4 °. C O N S I D E R A R L O Q U E C R IS T O N U E S T R O S E Ñ O R PADESCE E N LA H U M A N I D A D , O Q U I E R E P A D E S C E R , SE­ GUN EL PAS O Q U E SE C O N T E M P L A ; Y AQUI COMENZAR CON MUCHA F U E R Z A Y ESFOR­ Z A R M E A D O L E R . T R IS T A R Y L L O R A R , y ASI T R A B A J A N D O P O R L O S O T R O S ” dos ” P U N T O S QUE SE S IG U EN " [195]. EL •>/. C O N S I D E R A R C O M O L A D I V I N I D A D SE E S C O N ­ DE; ES A SABER, C O M O P O D R I A D E S T R U I R A L O S E N E M I ­ GOS. Y NO L O H A C E ” [196]; Y COMO DEJA P A D E S C E R LA S A C R A T IS S I M A H U M A N I ­ DAD TAN C R U D E L 1 S S IM A M E N T E ” . ” EL 6.\ CO N SI D ER AR C O M O T O D O E S T O P A D E S C E P O R MIS PECADOS. ETC., Y QUE DEBO YO H A C E R Y P A D E S C E R P O R E L ” [197].

Es los tres puntos se han de aplicar generalmente a todos los pasos de la Pasión ; pero no necesariamente en este mismo orden, sino como espontáneamente ocurran, y sin necesidad de llamar explícitamente la atención sobre ellos. Los explicaremos más adelante. Ahora sólo quiero advertir a qué obedece el que en las tres meditaciones siguientes sobre la sagrada Pasión, muestre yo empeño en aplicarlos en este mismo orden ij llamando explícitamente la atención sobre ellos. No és

203

GETSEMANÍ

575

que yo piense sea esto siempre lo mejor, que en realidad muchas veces no lo será; sino que deseo llamar la atención del ejerci­ tante sobre la importancia transcendentalísima de estos tres pun­ tos ignacianos para contemplar con fruto la sagrada Pasión. En estas tres meditaciones de la Pasión tomaré algunas - cosas del V. P. Luis de la Puente1, sobre todo de sus afec­ tos, sin advertirlo en cada caso. 1

Medit. espirituales.

M E D IT A C IO N X X V

204.

Entrada en la Pasión.—Oración del Huerto ” ES P E D I R G R A C I A A D I O S N U E S ­ TRO SEÑOR P A R A Q U E T O D A S M I S I N T E N C I O N E S , A C C I O ­ NES Y O P ERA CIO NE S, S E A N P U R A M E N T E O R D E N A D A S E N SERVICIO Y A L A B A N Z A D E SU D I V I N A M A J E S T A D ". O ración

preparatoria.

SERA A Q U I C O M O C R IS T O N U E S T R O S E Ñ OR DESCENDIO CON SUS O N C E D I S C I P U L O S D E S D E E L M O N T E SION. D O N D E H I Z O LA CENA, P A R A E L V A L L E D E JO SAFHAT. D E X A N D O LOS O C H O E N U N A P A R T E D E L V A L L E , Y LOS OTROS TRES E N UNA P A R T E D E L H U E R T O , Y P O ­ NIEN DOS E EX OR AC IO N , S U D A S U D O R C O M O G O T A S D E SANGRE. Y DESPUES... TRES V E C ES H I Z O O R A C I O N A L P A D R E ". . . D I C I E N D O : ( P A D R E , SI SE P U E D E H A C E R , P A S E DE MI ESTE C A L I Z ; CO X T O D O , N O SE H A G A M I V O L U N ­ TAD S I N O LA T U Y A ) : Y E S T A N D O E N A G O N I A , O R A B A M A S P R O L I X A M E N T E ” [201 ]. H

istoria.

V E R E L H U E R T O , SI A N C H O , SI LAUCO, SI DE UNA M A N E R A , SI D E O T R A " . Conviene deter­ Com posición

di: l u g a r

.

minar estas circunstancias cuanto fácilmente se pueda, porque ayudan a hacernos presentes al misterio y a tomar parte activa en él 12021. Pktioión. ’ D E M A N D A R L O Q U E Q U I E R O . L O C U A L ES PR OP IO DE D E M A N D A R E N L A P A S I O N , D O L O R C O N CRIS­ T O " morai y fisi ámente " D O L O R O S O " ; esle "doloi” en mí, ha
204

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GETSEMANÍ

mi alma y en mi afectividad; pero tan intenso que redunde en mi cuerpo hasta dejarme como golpeado y dolorido; ” Q U E B R A N T O C O N CRISTO Q U E B R A N T A D O ” en sus fuer­ zas, para resistir a la aflicción, al dolor y a la ignominia; "quebranto” en mí, por compasión y por tanto en mi alma y en mi afectividad; pero tan intenso que trascienda a mis fuer­ zas corporales y morales y me deje como quebrantado en ellas y destrozado; ”L A G R I M A S ” interiores y exteriores de compasión por la Pasión de Cristo, el objeto sensible más digno de ser llorado; ” P E N A I N T E R N A ” sobrenatural infundida por el Espíritu Santo, la cual penetre todo mi ser; ” D E T A N T A PENA Q U E CRISTO P AS O P O R M I ” [203]. Para conseguir estos sentimientos es menester 1 °, pe­ dirlos mucho al principio de la meditación y a lo largo de ella, porque sin la gracia nada valen para alcanzarlos, las descripciones más vivas de los sufrimientos del Señor; bien es que a esta oración acompañe aumento de peni­ tencia, mayor de suyo que en la semana segunda, aunque siempre con la debida discreción; 2 .°, "esforzarnos” macho por excitarlos en nosotros. Este gran esfuerzo lo exige San Ignacio con insistencia y apremio en él inusitados. En el cuarto punto de los antes indicados dice: "AQU I COMENZAR CON M I'CHA F U E R ­ ZA Y ESFO RZARM E ” en doler, tristar y llorar. Y refiriéndose al quinto y sexto, añade: ” F ASI T R A ­ BAJANDO ”, o sea esforzándome de este mismo modo ”p or los otros puntos que se siguen’'. Y al tratar de la segunda adición de la mañana manda que resuma el ejercicio ’*ESFORZANDOM E" a mi mismo a pena y quebranto, mientras me visto. Y en la sexta escribe que ande durante el dia " I N D U ­ C IE N D O M E " a mí mismo a pena y quebranto. Quizás por falta de esta oración intensa y de este gran esfuerzo se da con frecuencia el caso de ejercitantes que en la tercera semana se hallan en una sequedad persistente que no parece corresponder a la abundancia de senti­ mientos de las semanas anteriores. -— Es evidente que en la mente de San Ignacio este su "esforzarse*’ no ha de con­ sistir en apretujamientos nerviosos y esfuerzos corpora­ les que dañan a la devoción y quiebran las cabezas: más adelante se declarará despacio en qué ha de consistir po­ sitivamente. 19

TERCERA SEM AN A

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205.

205

PUNTO PRIMERO

La agonía del Huerto I Los

hechos

A)

Pavor. «Coepit pavere» 2, comenzó a tener pavor. Pavor es un encogimiento o temor grande que se siente ante un mal grande que se nos echa encima. Jesús tuvo pavor ante la Justicia divina:

al sentirse palpablemente, por luz mística, como hecho pe­ cado ante la Santidad infinita y cargado con todos los pecados del mundo; y debiendo responder y satisfacer, como si los hubiera co­ metido El mismo, a la Justicia divina por todos ellos. «Cor meum conturbatur in me, et pavor mortis cadit super me» \ mi corazón se ha conturbado y el temor de la muer­ te ha caído sobre mí. «Horrendum est incidere in manus Dei viventis» \ es pavoroso caer en las manos de Dios justiciero. Sintió asimismo pavor ante los tormentos espantosos que le nrv^araban sus enemigos y a los que El, en su imaginación vi­

vísima. fiaba realidad de cosa presente: el prendimiento brutal que vendría dentro de momentos; jueces inicuos, tribunales injustos; bofetadas, golpes, salivazos; una noche horrible entre la chusma; azot.s, espinas; la via dolorosa, la crucifixión; la muerte, entre malhechores; ¡abandonado sensiblemente de D ios!; ¡maldito de los hombres! ¡Espectro horrible! Ante el cual el temor de Jesús pasó rápi­ damente a pavor y a angustias de muerte. 7

Ma r c . 14, 33.

•'

Ps. 54, ó.



Hebr. 10. 31.

205

getsem aní

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Rodéanle sus enemigos como manada de toros bravos, «circumdederunt me juvenci multi; tauri Basan cingunt m e» *; co­ mo leones rampantes y rugientes, «sicut leo rapax et rugiens* *; y El ha de aguantarlos «quasi agnus mansuetus» \ com o man­ so cordero; «sicut ovis ad occisionem» *, como oveja llevada al matadero: sin abrir la boca para defenderse, porque así lo quiere su Eterno Padre y así lo quiere El mismo por nuestro am or; sin hacer un movimiento para atenuar el m artirio; antes im ­ pidiendo milagrosamente que de la unión hipostática descienda el consuelo a la parte inferior de su ser. B)

Tedio.

«Caepit taedere» ®, empezó a sentir U’dio.

Tedio, fastidio, enfado, hastio de los pecados y de los peca­ dores, hasla de su empresa y de la misma vida porque en nada halla gusto, consuelo o alivio; sino asco, vergüenza y amargura. Siendo Jesús nuestra cabeza, redimirnos El no era pagar de cualquiera manera por nuestros pecados, sino haciéndoselos su­ yos, poniéndolos sobre Sí, identificándose El con los pecadores.

«Posuit Dominus in eo iniquitatem omnium nostrum» 1B. puso Dios en El todas nuestras iniquidades: en sus manos las malas acciones de todas las manos; en sus pies los malos pasos de todos los descarriados; en sus ojos las malas miradas de todo los ojos; en su boca todas las blasfemias que han salido de labios hu­ manos; en su corazón todos los malos deseos de lodos los hom bres; en su carne purísima las inmundicias de todas las Sodomas y Gomorras del mundo. Quedó, pues, el inocentísimo Jesús envuelto en pecado, hun­ dido en cieno, ” hecho pecado” ; «eum qui non noverat peccatum, pro nobis peccatum fecit» *\ al que no conoce pecado, por nos­ otros le hizo pecado. ' Ps. 21, 13. *

Ps. 21, 14.

7 Jcr. 11, 19.

* *

Is. 53, 7. Maro. 14, 33 10 Is. 53, f». " 2 Cor. 5, 21.

(!) Triateza. «Caepít contristan et inaeatits «ase» \ euMea«> a ponerne Irinte y a mentir abatimiento. I«a tristeza es del mal presente; y Jeaú* se halla co n^iicl momento, rodeado de rnale* terribilísimos que te lanada* en tro* te/a» de muerte. t'riinemnwutr tristeza ¡auufrom ante la mirada de la Jttttieia divina que le envuelve a Kl en cierto rutilo en la niísjna indigna­ ción con que mira al petado. * Su per me grava t iiHligltatto tUM et ómnibus tluctibus luis oppnmi* me* , pe*a autor* n i tu ia~ dignación, y con todas tus olas me ah rutilas. Tristeza pavorosa por las escena* de «iiftyrt, lie ifM iM M l f de muerte que se le erhan encima; l;i tormenta de la pasión, negra como boca de inflern»* le asvuelve ya en siniestras ráfagas; Jesús es un reí» en capilla, que dentro de br#v*/oi* y >te ffinor. j**r toa innum* rabies gravísimos pecados de toda Ui humanidad. Kilos son mal cuasi infinito de Dios a quien ofende», y mal inmenso de los hombres que se condenan; y a Jesús le quebrantan esto* males de Dio» y d* loa fon*» bres más que si fueran propios.
'Trish’ Zft c o n

*s

ttulu* iie l
al verse leproso con nuestro»

pecados,

maldito de Dios y de los hombres. por la impotencia de su amor para salvar al mundo v por la esterilidad de su muerte para rouehisimos pecadores a quienes ofrece sn sangre que ellos te re-chazan, prefiriendo al amor de Jesús la condenación eterna. ; Que saco con morir por ellos y descender al sepulcro* «Qwid lucri erit ex sanguine meo, ex descensu meo in foveam ?» '% ¿qué provtvho se seguirá de tu» muerte, de que yo baje a! sefmlero? í ’ri sU' :u ¡ h s c o r n ; o n i t n h \

US

r«*f«3« npkn$tnnte< par «d Hesamium* »'U que fo han dvjiiiit) todos &m dtscifnttos y jmv t\ abandono tt<*ti»iHfc *t\ «lur It*
«n» U* tuiU dtdhwdo »H* hm contnón |>«r la aflicción en q u? w n mi SmuMmhih Madw junli» 11 lu m iiu <mn rl t-oraxón a travestido |>oi t*hj>í»d»»s dt* dolor; y |m»i la* UuJdit'itdwtii*, i*uim)«i4Í<*«i y t^uUmn» dr nlniM ftrtB»d iln U * a quien?» Kl encogió para qut* It» f'npw'lHlmflHle «*onfc«itr*4nAero tuto, m ingo y tumi' liar mí»». con «juípii viví wi dulcí* intim idad!

T?iml»ícn triMera fitnargtiiidtnA por lim pewmirlonr* y tnnr tino* |mh El h« de sufrir su lgl<**ÍH. El lo» llene presenil*!> como ».i no fiunm hiudunk’ su* proplus pcnii* y mi tnucrtr. «un le tju**«Jn c«r¡drtíf jwirH preocuparse di* lo* demás, sin tiendo los dolor#** de ellos més que lo» suyos propio*. *»*!«* mezcladas unas van otras, revuelta*, fermentada», forman lu» hec**» amarguísimas del ckUr, que1Jesrt* h» d» iH’twr **f» la 1’ flKÍAn; son tflmWíft romo un mar tempestuoso y profundo en cuya# se hundí» «Je*?»», *V «ii in alttim aqmmim el flnciu* ohruunl frío» fu* llegado al fondo de las aguy* y tu* ola* tn<* «»*«»#««. D) Agonfa. «Faclu* in agonía* jhii»Mo *»»i u^oiiIm. E*tí»« wmtímí«nto«< de fHivor, tedio y irinifr.» «di-nri^roff rn 1*1 Sfñor ínlmtiffoñp* íncri^hli'^. Y » «1 empezar 1» or«f‘lón t*r» ♦» ni no lo impídí^n» 1a fMvinfdad, pktn i'auwirl^ la muprtí* mi aniim mea «««fu* »d morf^tn* *\ lríal** --------- - '•-*« **»* olmai hatiji lu mueil*.

TERCERA SEM ANA

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205

Pero aquello no fué más que el "empezar” a temer y a en­ tristecerse: «Coepit pavere et taedere», comenzó a sentir espanta y abatimiento. Durante toda la oración siguieron creciendo incesantemente en oleadas cada vez más fuertes, hasta ponerle en agonía tan ex­ trema que rompió a sudar sangre copiosa por todo el sagrado cuerpo. «Factus est sudor eius sicut guttae sanguinis decurrentis in terram» 2I. A la misma agonía contribuiría también la violencia increíble que hubo de hacerse a Sí mismo para sobreponerse a esos senti­ mientos depresivos y abrazarse con la voluntad divina de que fuera a la pasión. II 'EL 4.u. C O N S I D E R A R L O Q U E C R IS T O N U E S T R O S E Ñ O R PA DESCE EN LA H U M A N I D A D ” [195] por este estado de

pavor, tedio y tristeza tan agudo; y el gran amor con que la padece. a) Padece juntos todos los sufrimientos de la Pasión: los azo­ tes, espinas, clavos, cruz, derramar toda su sangre, morir...; ¡os atropellos de los tribunales, escarnios de Herodes, insultos de la plebe, posposición a Barrabás...; la deserción de los suyos, el abandono del Padre, el ocultarve la D i v i n i d a d , la ira de la Justicia divina contra los pecados del mundo, su contrición universal por todas nuestras prevarica­ ciones. La fuerza terrible de su imaginación potentísima le ponía «leíanle, juntos, con realismo de cosa presente, todos los sufrímierilos que había de pasar en el trascurso de la Pasión. Padécelos en lo interior, sobre todo en el corazón. Aquello

era desgarramiento del corazón, agitación de espíritu, padeci­ miento profundo, melancolía insoportable; era sentirse aplastado por la tristeza, amargado por hieles, quebrantado por el dolor de los pecados, exprimido como uva en el lagar por la prensa de la indignación divina... Se sentía como liquidarse, y que se le desencajaban los hue-

.

Lijo. 2 2 44.

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GETSEM ANÍ

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sos. «Sicut aqua effusus sum, et disiuncta sunt omnia ossa mea» 2a, como agua me disuelvo y se han desencajado todos mis huesos; y que el corazón se le derretía como cera en el pecho. «Factum est cor meum tanquam cera, liquescit in visceribus meis> *\ se veía asfixiarse, ahogarse, agonizar, morir. Padécelos con agonía que, siendo ya mortal al entrar en el

huerto, fué agudizándose incesantemente durante las tres horas de oración; agonía causada por ia lucha a muerte entre la repugnancia natural vivísima que sentía al cáliz de la Pasión y su voluntad absoluta de beberlo hasta las heces. El esfuerzo sobrehumano para sobreponerse a esta gran re­ pugnancia sometiéndose a la voluntad del Padre. íieterminó el copioso sudor de sangre, que después de empapar los vestidos corría hasta el suelo. — Esta agonía del huerto, sólo es compa­ rable con la de la cruz. ” En el huerto fué donde sufrí interiormente más que en todo el resto de la Pasión, viéndome en total abandono del cielo y de la tierra, cargado con todos los pecados de los hombres. Comparecí ante la santidad de Dios, que sin miramiento a mi inocencia me trituró en su furor, haciéndome apurar el cáliz que contenía toda la hiel y amargura de su justa indignación” **. b) Voluntad con que padece. El mismo desencadena la tem­ pestad de pavor, tedio y tristeza que lo reducen a punió de muer­ te; pues tiene dominio absoluto sobre sus pasiones y éstas no pueden moverse sin su consentimiento. El mantiene en Sí voluntariamente, por una larga hora, este martirio interior e impide que de la unión hipostálica descienda algún alivio que lo suavice; El, por igualarse a nosotros en todas nuestras debilidades me­ nos en el hacer pecado, quiere libremente aparecer en un estado miserable, como si estuviera necesariamente sujeto a todas las flaquezas de nuestro apetito sensitivo: 25 2S

Ps. 21, 15. l»s. 21. 15.

24

Vie et
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desfallecido, agotado, lleno de pavor ante la pasión y la muer­ te, sin muestra de la superioridad y como impasibilidad que en el momento de la prueba aureolan la frenle de los héroes. Es que, como ha lomado sobre Sí todos nuestros pecados, quiere sentir en su interior toda la vergüenza, dolor, tristeza y tedio que debiéramos sentir todos los pecadores juntos por todos nuestros delitos, si conociéramos su fealdad y malicia como El la conoce. En el calvario morirá en lugar nuestro; en el huerto agoniza con la pena y tristeza de que debiéramos agonizar nosotros. Había de sufrir en su carne y en su honra por los pecados de nuestra carne y de nuestra soberbia; y esta doble pasión se la prepararon sus enemigos. Pero también había de sufrir en su afectibilidad por los pe­ cados de la nuestra; y este martirio interior se lo proporcionó El •> Sí mismo con el pavor, tedio y tristeza del huerto. * * *

T

A Q UI C O M E N Z A R C O N M U C H A F U E R Z A Y E S F O R ­ Z A R M E A DO L E R, TJUSTAR Y L L O R A R ¿En qué he de poner

e«te gran esfuerzo que con tanta insistencia exige San Ignacio? 1." En hacerme presente al misterio como si se realizara aquí ahora. Acercóme, pues, al Señor con reverencia, amor ternísi­ mo v des"o ardiente de acompañarle en su aflicción. No nro >n su adorabilísima Persona manifestación ninguna de Dininidruj; lejos de eso noto hasta falta de fortaleza humana:

yace por tierra; arrástrase con paso vacilante a donde están los d iscípulos en busca de una palabra de consuelo. I,e veo estremecerse, temer, el pecho agitado, la respiración entrecortada. El la la <1

rostro demudado con palidez de muerte; boca entreabierta rebosando amargura; frente bañada en sudor frío; cabello revuelto y humedecido con sangre; los o jo s volviéndose ansiosos a una y otra parle, como los de un moribundo, en busca de auxilio que no le da nadie. Bus­ cando en las profundidades del cielo el rostro del Padre que se le ocult;- tropieza con <1 fie la justicia divina dura e inflexible f>or iM iesfros pecados.

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¡Jamás ha habido rostro de agonizante con tanta expresión de angustia interna! Su corazón late sin ritmo estremeciéndose de dolor; es que aquel martirio se realiza ante todo en el corazón; es desgarra­ miento del corazón, más cruel que el desgarramiento de carnes y el quebrantamiento de huesos. Toda su afectibilidad inferior se halla en profunda conmoción, batida brutalmente por olas es­ pantosas de desolación.

Oigo su oración, entrecortada por hondos gemidos: "Padre mío, pase de mí este cáliz tan amargo; pero no se haga mi vo­ luntad, sino la tuya.” El acento es de amor ternísimo al Padre y de confianza filial en El; a la vez de firmeza inquebrantable en la voluntad divina. Oigo también lo que me dice a mi, de palabra, con su mirada y con sus angustias; como a pecador, como a sacerdote y como a hijo de la Compañía, llamado por El a una vocación cuya quinta esencia es la tercera manera de humildad por amor a Cristo, por acompañarle a El en sus penas más íntimas. 2.° En considerar contrastes a propósito para engendrar com­ pasión de Jesucristo. V. gr.: ¡El rostro que es la alegría de los cielos, nublado con tristeza mortal y manchado con nuestros pecados! ¡El Omnipotente, derribado! ¡El consuelo de las almas, desconsolado de su Eterno Padre! ¡El que es fortaleza de los Angeles, se deja confortar El por un An gel! ¡Por acompañarnos a nosotros en nuestras flaquezas, se ve abandonado de todos aun de sus discípulos! ¡Precisamente cuando va a la muerte por la honra del Padre, es cuando se ve más abandonado sensiblemente del mismo Padre! 3.” En pensar que el que asi padece es muy uno conmigo: pudre mío, hermano mío, amigo niio, cabeza mía y yo miembro suyo formando entre los dos un solo ser: y está padeciendo en lugar mío. Por esta unión de los dos en un ser. El considera mis peca­ dos como suyos y sufre por ellos. — Por lo mismo yo he de con­ siderar que sus padecimientos son también míos, y debo entris­ tecerme por ellos como si los sufriera personalmente yo. El sentimiento de nuestra identificación moral con Jesucristo

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se ha de intensificar mucho en esta tercera semana de ejercicios. El sentirme uno con Cristo ayudará eficazmente a la ordenación radical de mi vida. 4. En ejercitarme con empeño en estos sentimientos de com­ pasión. 5. En pedirlos con insistencia acompañando a la oración con penitencias bajo la dirección de los superiores. ” L A S P E N I T E N ­ CIAS EX TE RNA S P R I N C I P A L M E N T E SE H A C E N P O R TRES E F E C T O S ", escribe San Ignacio. " E L .‘>V. P A R A BU SCA R Y H A L L A R A L G U N A G R A C I A O D ON QU E LA P E R S O N A Q U I E R E Y D E S E A ; A S I C O M O SI DESEA H A B E R I N T E R N A C O N T R I C I O N D E SUS P E C A D O S O L L O R A R MUCHO SOBRE ELLOS O SO B R E LAS P EN AS Y D O ­ LORES Q U E CRISTO N U E S T R O S E Ñ O R P A S S A B A E N S U PASSION” [87]

III *'CO N SID ER AR C O M O L A D I V I N I D A D SE E S C O N D E ” a los

ojos de Jesús y a los de sus enemigos [196]. Se esconde el Verbo, negando a los apetitos sensitivos del

Salvador los goces consiguientes a su unión hipostática con lüos;

y no infundiéndoles contra el pavor, el tedio y la tristeza la fortaleza necesaria para no sentirse interior y exteriormente desfallecido. Se esconde el Padre no teniendo para su Hijo, en trance tan angustioso, una palabra de consuelo; ni descendiendo a fortalecerle por Sí mismo, sino haciéndolo por un Angel, infinitamente inferior a Jesucristo. Se esconde el Espíritu Santo, el Consolador por excelencia, negando a Jesús el consuelo que prodiga a los mártires. ” Y COMO DEJA P A D E S C E R LA SA C RA T IS S I M A H U M A N I ­ DA D TAS' CRUDELJSSI M A M E N T E ” haciéndola sentir en toda

su acerbidad, sin atenuante ninguno: el p; *vor d e la justicia divina; '<> nauseabundo de nuestros pecados;

205

GKTSEMANÍ

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las amarguras de una tristeza inmensa; y las congojas supremas de la agonía. IV ” C O N S I D E R A R COM O T O D O EST O PA DE S C E P O R M I S P EC A DO S, ETC., Y Q U E DE BO YO H A C E R Y P A D E S C E R P O R E L ” [197].

a) ” Todo esto padesce por mis pecados” etc. Todo por los míos, lo mismo que si no lo padeciera a la vez por los de todo el mundo; porque no es menos lo que me toca a mí de sus mé­ ritos y de su amor, padeciendo El por todos los hombres, que si padeciera por mí solo. Y padécelo principalmente por mis pecados en e' tiempo de tribulación: cuales son impaciencias, inconstancias, infidelidad a los propósitos, menos conformidad con la voluntad de Dios, falta de fortaleza, ansias inmoderadas de consolación. Por tanto b) ¿” Qué debo yo hacer por El” ? Confirmarme en los propó­ sitos de mi reforma, con tanto mayor entusiasmo cuanto mayor sea el sacrificio que ellos me exijan, por tener ocasión de padecer algo por Cristo Nuestro Señor. En especial abrazarme resueltamente con la abnegación inte­ rior, con las repugnancias, tristezas, tedios, y toda clase de su­ frimientos internos que puede implicar la lucha resuelta contra mis afecciones desordenadas. Me resolveré, puesta la confianza en Dios, a un supremo es­ fuerzo para acabar con todo pecado venial deliberado; son gotas de hiel amarguísima que echamos en el cáliz de Jesucristo. Cos­ táronle a El una agonía demasiado angustiosa, para que nos­ otros los'cometamos como jugando. Reconoceré prácticamente la deuda inmensa de amor y de delicadeza que tengo con Jesucristo: dándole cuanto me pida; y haciendo por su amor, del segundo y tercero grado de humil­ dad, la ley fundamental de mi vida. c) ¿"Qué debo padecer por El” ? Todas las pruebas interio­ res con que Jesús quiera santificarme: ansiedades de conciencia, arideces, tristezas, abandono de Dios y de los hombres. Aceptaré gustoso desde ahora la agonía ultima que a Jesús

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20$

le plazca señalarme, por conformarme con su voluntad y por imitarle en la muerte. ¿Quizás deba determinarme al ejercicio frecuente de la Hora Sania? La Pasión del Huerto, por ser la del corazón,

fué quizás la más amorosa; la que más nos descubre las finezas del amor de Jesús para con nosotros; la que más nos adentra en las tristezas íntimas de su Co­ razón. Por esto la Hora Santa está íntimamente unida con la devo­ ción al Sagrado Corazón de Jesús. Ella atrae con fuerza a las almas sanias y por otra parte es muy conforme con el espíritu de la Compañía. Haré, pues, muy bien en preguntarme si puedo y con qué frecuencia según mis fuerzas, mis obligaciones y mis gracias, personales ponerla en práctica. 206.

PUNTO SEGUNDO

La oración de Jesús en el Huerto. Jesús nos da ejemplo de oración perfecta en la tribulación I 1. «Avulsus t:»i ab eis» 2\ se arrancó de ellos. Jesús se arrancó de sus discípulos para irse a orar; con el corazón sangrando por la violencia de la separación, se retiró a la soledad con Dios. Yo en la tribulación no he de contentarme con acudir a me­ dios humanos en busca de consuelo; más que a ellos he de correr a Dios en la oración, que es por donde principalmente me ha de venir el remedio que necesito. 2. «Et progressus pusillum procidit in faciem suam orans»*\ ” y adelantándose un poco, cayó sobre su rostro y oraba” . Puesto de rodillas cayó sobre el pecho hasta dar con el rostro en tierra; y así permanecía orando. ¡Ejemplo asombroso de hu­ mildad v de reverencia en la oración! ■'

I.uc. 22, 41.

-11 Mt. 2«. :w.

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OETSliMANÍ

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Porque:

entra en ella humillándose hasta el polvo; ^ s i hemos de humillarnos al ponernos en la presencia de Dios en la oración; cae derribado bajo el peso de nuestros pecados en la presen­ cia de Dios; — yo he de procurar sentir sobre mí continuamente el peso aplastante de mis pecados, en la oración; se presenta al Eterno Padre como reo de todas nuestras pre­ varicaciones y se ofrece por nosotros a la Pasión; ” Para Mí, dice, los azotes y la muerte; para ellos el perdón” ; yo en la tribulación he de presentarme a Dios como merece­ dor de ella por mis innumerables pecados; y ofreciéndome a completar en mí la pasión de Cristo por ellos y por los de todo el mundo. 3.° Jesús oraba diciendo: «Pater mi, ai possibile est, transeat a me calix iste; verumtamen non sicut ego volo, sed sicut tu» ar, pase de Mí este cáliz; mas no como yo quiero, sino como quieres Tú. Donde vemos: horror natural violentísimo al cáliz del Padre; no obstante, confianza amorosa en ese Padre para exponerle estas repug­ nancias; resignación absoluta en la voluntad divina. — Como diciendo: ” Oh Padre, tu cáliz es amarguísimo. Tú que todo lo puedes, puedes realizar la salvación de los hombres sin que yo lo beba. — Pero, ¡ah!, Tú eres mi Padre; jamás mi voluntad sobre la tuya.” ” Ea, pues; descarga ya el golpe mortal sobre la víctima; no por eso dejaré de mirarte como Padre; entre las convulsiones de la agonía besaré con ternísima confianza la mano que me de­ rriba.” Aquí todo en Jesús es infinitamente heroico: amor heroico al Padre; confianza heroica; obediencia heroica; fortaleza heroica... ¡Oh qué gloria tan grande da Jesús al Padre en esta ora­ ción ! — Generalmente es la meditación, la hora en que más glo­ ria podemos dar a Dios cada día. si a El le place dejarnos en desolación. 27

Mt. 26. 39.

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4.° La oración de Jesús durante las tres horas, fué repetir siempre lo mismo. ” Padre mío, si es posible pase de mí este cáliz sin que yo lo beba; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.” La interrumpió una vez; y vuelto en seguida a ella, «iterum... oravit eumdem sermonem dicens» 2\ oró por segunda vez repi­ tiendo siempre lo mismo. Más tarde volvió a interrumpirla; y vuelto en seguida a ella, «oravit tertio, eumdem sermonem dicens* 39, oró por tercera vez, repitiendo siempre lo mismo. No hubo allí abundancia ni variedad de conceptos, ni de sen­ timientos; sino un conservarse inmoble, con fortaleza heroica, en la voluntad divina, contra las más vivas repugnancias de la na­ turaleza. Oración preciosísima ante Dios, que mereció la salvación del mundo. — Oración de humildad y paciencia, que está siempre con la gracia de Dios en nuestra mano. 5.” «Et factus in agonía, prolixius orabat» 30. Y puesto en ago­ nía por oración tan costosa, El, en lugar de acortarla, la alargaba tanto más cuanto más arreciaba la agonía; hasta llegar a un copioso sudor de sangre que, después de em­ papar los vestidos, caía en gotas hasta el suelo. «Et factus est sudor ejus sicut guttae sanguinis decurrentis in terram» 31. 6.’ Fruto de oración tan penosa, en la Humanidad santísima de Jesús, fueron gracias altísimas de fortaleza para la Pasión. «Apparuit... illi Angelus de coelo confortans eum» 32, se le apa­ reció un Angel enviado del cielo para confortarle. Aunque el Angel era infinitamente inferior al Salvador, Jesús ve en t'l al mensajero del Padre, escúchale con humildad sus pa­ labras de aliento; y recibe la fortaleza mil veces sobrehumana que mostró después en la Pasión. Antes de la oración sentía pavor por los tormentos que le es­ peraban, con sólo imaginárselos. Después de la oración no da más señales de esta flaqueza natural ante la espantosa realidad del suplicio. Es el fruto indefectible de la oración trabajosa, humilde y per' ™ 11

M.i re. 14. 39. Mt. 26. 44. Lm\ 22, 43. I.iic. 22, 44.

,;1

Ln c. 22. 43.

206

gktskm an!

59!

severante: gracia abundantísima para el cumplimiento de nues­ tras obligaciones. II

La enseñanza principal, a) En desolación tan extrema Jesús no remite un ápice de lo conveniente a la oración. No acorta el largo himno de reglamento al fln de la cena pascual, en aquel trance tan extraordinario de despedida para la muerte. No cambia de hora ni de sitio para la oración, aunque sabe que a aquella hora y en aquel sitio vendrán a prenderle. No altera la santa costumbre de orar a solas, aunque en aquel momento de tanta emoción no podrá arrancarse de lo«¡ discípulos sin dolorosa violencia. No loma postura cómoda en atención a su debilidad extre­ ma y a lo prolongado de la oración. No la acorta por la aridez de ésta ni por la agonía mortal en que se halla. En una palabra, no cede absolutamente nada en la desolación, de lo que conviene a la oración; al contrario,

b)

Múdase intensamente contra la tal desolación:

prolongando la oración tanto más, cuanto más angustiosa se le hace la agonía y la desolación, «Factus in agonía, prolixius orabat»; extremando la reverencia interior y exterior; reiterando una y mil veces su adhesión absoluta a la voluntad divina, ofreciéndose a lo más duro de la pasión. Lección elocuente, que no admite réplica, de que en todo y siempre lo primero ha de ser la oración; condenación absoluta de quien en circunstancias algo extraor­ dinarias flojea fácilmente en la oración o la relega a segundo tér­ mino para un más tarde que muchas veces no llega. Eso no es de buen religioso; por ahi no se llega nunca a la perfección. La seriedad, firmeza, intransigencia en la oración es algo imprescindible para la santidad.

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592

207

III ¿Qué fruto he de sacar? l.° Grandísima estima de la oración de paciencia, trabajo, humildad y fidelidad. Porque: Es la oración que escogió Jesús para prepararse al trance más heroico y a la obra más grande de su vida, hablando a nues­ tro modo de las cosas de Dios; y para darnos ejemplo de cómo hemos de prepararnos con oración para el sacrificio. a)

b)

Es pasar una hora: r e c o n o c i e n d o íntimamente que Dios lo es todo y nosotros nada; pidiendo en las mejores condiciones de humildad, confianza y perseverancia, para ser oídos; ejercitando valientemente, en la presencia de Dios, las virtu­ des más sólidas de la vida cristiana. c) Es el camino real para disponernos, en cuanto es posi­ ble, a grados de oración más alta, si a Dios le place dárnosla. Es medio seguro para un gran amor de Dios, como se ve en los que trabajan denodadamente en este modo de oración. Su celo •ntaügable, su obediencia incondicional, su amor a la humi­ llación, ia pureza de alma en que viven sin apenas admitir faltas advertidas, son pruebas evidentes del gran amor de Dios en qué habitualmente viven. d)

c) ¡Es una hora de oración en agonía con Cristo!, ¿podrá darse otra de más gloria para Dios y de más provecho para el alma? 2/ Resolución cerrada de echarme a la lucha y a la agonía que fuere necesaria para trabajar bien en la oración los días en que se nubla el cielo y la desolación me aplana. 207.

Coloquio.

”A ' \BAR CON U N C O L L O Q U J O A CRISTO NUESTRO SEÑOR, Y A L F IN C O N U N P A T E R N O S T E R ” ... ” O SI... LA D E V O C I O N L E C O N M U E V E . P U E D E H A C E R TRES

207

GETSEMANÍ

593

C O L O Q U I O S , U N O A LA M A D R E , O T R O A L H I J O , 077*0 A L P A D R E , P O R L A MESMA F O R M A Q U E ESTA D I C H O E N L A S E G U N D A S E M A N A , EN LA M E D I T A C I O N D E D O S B A N ­ DE R A S, C O N L A N O T A Q U E SE SIGUE A L OS B I N A R I O S ”

[198, 199]. ” A C A B A R C O N UN P A T E R N O S T E R ” .

208.

ESQUEMA DE LA MEDITACION XXV

Entrada en la Pasión. Getsemaní Pres. de Dios y Orac. prep. — Historia. — Comp. de lu g .— Petición.

P u m o 1.°

I.

P avo r — T edio — T r is t e z a —

A g o n ía

Los hechos. — Coepit pavere. Qué es pavor. Infunde a Jesús pavor: — la justicia divina irritada contra los pecados de que E l se ha hecho responsable; — y los tormentos que le preparan sus enemigos. — Coepit taedere. Siente Jesús asco: — de los pecados de la humanidad, tantos y tan asquerosos; — y de los pecadores, tan desagradecidos y tan obstinados en su maldad.

Coepit contristari. La tristeza es por males presentes. La sien­ te Jesús: — por la horrible Pasión que se le echa encima; — por la falta de consolación sensible en que le deja el Padre; — por !a aflicción de su Madre; — por la esterilidad de su muerte para muchísimos pecadores. — Este pavor, te(Tio y tristeza eran ya mortales oración; — aumentan incesantemente durante toda ella;. — hasta parar en extrema agonia; — y en copioso sudor de sangre. II.

al empezar la

"Considerar lo que Cristo padesce en la Humanidad”, en aquel estado de pavor, tristeza y tedio tan agudos. — — — — —

Padece juntos todos lo tormentos de la Pasión: los dolores físicos •*< azotes, clavos... las afrentas de tribunales, turbas... el abandono del Padre; congojas de muerte.

GETSEMANÍ

208

595

— Padécelos en lo interior, sobre todo en el corazón: — aquello era como desgarrársele el corazón o liquidársele en el pecho «Factum est cor meum tanquam cera, liquescit>; — como desencajársele los huesos: «dispersa sunt omnia ossa mea». — Era un choque violentísimo entre la repugnancia vivísima al cáliz y la voluntad absoluta de beberlo; — era agonía extrema, sangrienta, mil veces mortal. Voluntad con que lo padece.

— Libremente ha desencadenado El mismo aquella tempestad de sentimientos tan aflictivos; — y la ha sostenido una hora larga. — Libremente ha querido aparecer sujeto a todas las flaquezas de nuestro apetito sensitivo, menos a la de hacer pecado — Si duró una hora aquella agonía, amor le quedaba para seguir en ella eternamente, si a nosotros nos hubiera convenido. ” Y aquí comenzar con mocha fuerza... a doler, tristar y llorar” :

— haciéndome presente al paso como si se realizara ahora, aquí; — ponderando contrastes a propósito para excitar compasión de Cristo: — pidiendo instantemente estos sentimentos; — ejercitándome en ellos o haciendo por sentirlos; — y considerando que el que así padece es muy mió. III.

"Considerar cómo la Divinidad se esconde”, es decir:

— no ayuda a la Santísima Humanidad ni el Padre, ni el Verbo, ni el Espíritu Santo, el Consolador por antonomasia. — Antes la deja sentir en toda su acerbidad: — temor pavoroso de la justicia divina; — lo nauseabundo del pecado; — la amargura de una tristeza inmensa; — la suprema congoja de la agonía. IV.

"Considerar cómo todo esto padesce por mis pecados**.

— Todo por los míos, — principalmente por los que cometo en tiempo de tribulación: in­ constancia, impaciencia... — ” Yo qué debo hacer por El”: — confirmarme en los propósitos más costosos de la reforma; — entregarme sin reserva a la abnegación interior aue exige el vencimiento de mis afecciones desordenadas;

TKRCERA

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SEM ANA

209

— resolverme a un supremo esfuerzo para acabar con los pecados veniales deliberados, gotas de hiel que echamos en el cáliz de Cristo. — "¿Y que debo padecer p o r E l? ” — Cuantas pruebas interiores me quiera reservar Dios: sequedades» ansiedades...; — aceptar gustoso desde ahora la agonía y muerte que E l me se­ ñalare. — ¿Quizás deba resolverme al ejercicio frecuente de la H ora Santa? Coloquio: con Jesús, con el Padre... de Banderas, Binarios, etc.

209. L

P u n t o 2.°

L a o r a c ió n d e Je s ú s e n e l h u e r t o

Modelo de oración perfectísima en la tribulación. — ”Avulsus est ab eis”. Hizo, el sacrificio de arrancarse de los dis­ cípulos; por no dejar la oración; y por tenerla en soledad como conviene. — ’Procidit in faciem suam”. Oraba postrado con grandísima reve­ rencia. — Su oración era: ”Padre, tu cáliz es amarguísimo; Tú puedes arre­ glar las cosas sin que yo lo beba; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.” — En lo cual demuestra amor heroico al Padre, confianza heroica en El, aunque le ofrece cáliz tan amargo; y conformidad heroica con su voluntad. — ”Eumdem sermonem dicens”. Incesantemente por tres horas estuvo repitiendo lo mismo; -con inmovilidad absoluta en el querer divino; con fortaleza heroica; contra repugnancias vivísimas de la naturaleza. — ”Factus in agonía”. Puesto en verdadera agonía y sudando sangre por todo su cuerpo; — ”Prolixius orabat”, prolongaba la oración en lugar de acortarla. — ”Apparuit Angelus... confortans eum”. Fruto de oración tan heroi­ ca fueron gracias altísimas de fortaleza para la pasión. II-

En desolación tan extrema no remite un ápice de lo que conviene a la oración. — No acorra el largo himno reglamentario del fin de la cena; — ni cambia la hora ni el sitio acostumbrado para la oración;

209

GETSEMAXÍ

597

— ni altera su santa costumbre de orar a solas; — ni se aviene a postura más cómoda, por la agonía en que se h alla; — ni abrevia el tiempo de oración. Antes múdase intensamente contra la desolación misma: — prolongando la oración cuanto mayor es Ja desolación, — extremando la reverencia; — ratificando insistentemente su adhesión a la voluntad divina; — y ofreciéndose con heroísmo sin límite a la pasión y a la muerte. — Lección elocuente para nosotros: que en todo y siempre lo p ri­ mero ha de ser la oración; —y de que la seriedad, firmeza e intransigencia en punto a oración es cosa de necesidad absoluta para la perfección. — Y condenación palmaria de nuestras fáciles contemporizaciones con el cansancio y con los quehaceres remitiendo por ell: a en la oración. III.

Fruto que he de sacar: estima altísima de la oración de trabajo, paciencia, humildad y fidelidad. — porque es la oración que escogió Jesús para prepararse a su ac­ tuación más decisiva y al trance más difícil de su vida; — porque es pasar una hora reconociendo que Dios lo es todo y nosotros nada; — y orando en las mejores condiciones para ser oídos; — y ejercitando en la presencia de Dios las virtudes más perfectas; — es camino real para la gran caridad y para disponernos en cuanto es posible a oración más alta. — Una hora de oración en agonía con Cristo... ¿puede darse cosa más santa? — Resolución final de un supremo esfuerzo por salir hombre de ora­ ción.

MEDITACION XXVI

DISTRIBUCION DE LA MATERIA PARA LA MEDITACION DIARIA

D ía 1.° N.° 211 2 / 4

214*>

D ía 2.° N.° 212 2 U

215

D ía 3.° N.° 213 214 216 D ía 4.° Repetición. D ía 5.° Aplicación de sentidos.

MEDITACION XXVI

210.

Sobre las humillaciones del Señor en la Sagrada Pasión En En En En

el el el el

tribunal de Caifás. de Herodes. de Pílalos. del pueblo.

"PEDIR GRACIA A DIOS NUESTRO SEÑOR PARA QUE TODAS MIS INTENCIONES, ACCIONES Y OPERACIONES, SEAN PURAMENTE ORDENADAS EN SE R ­ VICIO Y ALABANZA DE SU DIVINA MAJESTAD". O ra c ió n

pr e pa r a t o r ia .

211.

PARTE

PRI MERA

EN EL TRIBUNAL ECLESIASTICO

”DESAMPA RADO DE SUS DISCIPULOS ES L L E ­ VADO A ANAS, A DONDE... LE FUE DADA UNA BOFETADA-, DICIENDO: (¿ASI RESPONDES AL PONTIFICE?)”. Después ”LO LLE V A N ATADO DESDE CASA DE ANAS A CASA DE CAIFAS”. Allí ”ESTUVO JESUS TODA LA NOCHE A TA D O... LOS QUE LO TENIAN PRESO SE BURLABAN DEL , Y LE HERIAN, Y LE CUBRIAN LA CARA, Y LE DABAN DE BOFETADAS, Y LE PREGUNTABAN: (PROPHETIZA NOBIS, ¿QUIEN ES EL QUE TE HIRIO? Y SEMEJANTES COSAS BLASFEMABAN CON­ TRA E L ) ” [291, 292]. H

ist o r ia .

TERCERA SEMANA

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211

Será ver el salón del tribunal, cuán alto, cuán amplio y cómo estaba dispuesto; asim ism o el patio donde la chusma custodiaba al Señor, en dim ensiones deter­ minadas. Esta determinación de las cosas puede ay u d ar m ucho a con­ tem plar las escenas como si presente me hallare y a to m ar parte en ellas. Co m p o sic ió n

de lugar.

"ES DEMANDAR LO QUE QUIERO , L O CUAL ES PROPIO DE DEMANDAR EN LA P A SIO N , D O L O R CON CRISTO DOLOROSO. Q UEBRANTO CON CRISTO QUEBRAN­ TADO, LAGRIMAS, PENA IN T ER N A DE TAN TA PENA QUE CRISTO PASSO POR MI” [203]. P e tic ió n .

Para conseguir estos sentimientos debemos pedirlos muchísimo al principio de la meditación y a lo largo de ella añadiendo penitencias; y esforzarnos mucho por ex­ citarlos en nosotros. Este gran esfuerzo lo exige San Ignacio con insisten­ cia y apremio en él inusitados, como se expuso en la con­ templación anterior. I Afrentas que infieren a Jesús, en el tribunal los jueces y en el patio ios guardias que le custodian. 1.a Afrenta . Llévanle al palacio de Anás y Caifás y le hacen comparecer en seguida ante una gran reunión de sacerdotes, le­ trados y ancianos que constituían el Supremo T ribunal Religioso de los judíos. No iba a ser entonces el verdadero juicio, porque entre ellos la sentencia dada de noche no valía; sino un tanteo de la causa en forma judicial, tenido con el perverso fin de ver si entre las acusaciones de falsos testigos y las respuestas del reo, pu­ dieran hilvanarse contra El cargos de im portancia. — Amañados éstos, celebrarían el verdadero juicio por la m añana, en el cual reproducirían dichos cargos y le condenarían por ellos. 2.' Afrenta. Al presentarse Jesús atado ante ellos, como lodos err>n sus e n e m i g o >. y juntam ente eran letrados y soberbios, en viendo a Cristo empezaron a escarnecerle y mofarse de El, mostrando gran regocijo en verle preso y hum illado; y pregún-

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CA1FÁS — HERODES — PILATOS — BARRABÁS

601

tanle con gran soberbia sobre diversos extremos con ánim o de cogerle en sus respuestas. 3.a Afrenta. La bofetada. Interrogándole el Pontífice, en particular sobre sus discípulos y sobre su doctrina, respondióle el Señor que, como El nunca había hablado a escondidas, m ejor sería que sobre esto preguntase a los que le habían oído, A esta respuesta tan prudente y comedida reaccionó uno de los circunstantes descargando sobre el rostro del Señor una fu er­ te bofetada diciendo: ”¿Así respondes a! Pontífice?” Lo cual excitaría la carcajada del Tribunal y pondría rojo de vergüenza al Salvador. 4.a Afrenta. Le condenan a muerte por blasfemo. El Con­ cilio buscaba algún testimonio contra Jesús para condenarle a m uerte; y como no le hallaba, porque los falsos testigos no con­ cordaban en ninguna acusación levantóse el Sumo Pontífice y le conjuró por el nombre de Dios vivo que les dijera term inante­ mente si El era o no el Mesías prometido. Afirmólo el Señor diciendo que El era el Mesías y que le verían a la diestra del Padre y venir sobre las nubes del cielo. Entonces el Sumo Sacerdote, rasgando con indignación sus vestiduras en señal de escándalo sacrilego, exclamó: ¡Ha blas­ fem ado!, ¿qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué os parece?— Ellos todos resolvieron contra El diciendo: Reo es de muerte. Y entregando el reo a la soldadesca para que le custodiaran durante la noche, se disolvió el Concilio hasta por la m añana en que volverían a juntarse para pronunciar oficialmente la sen­ tencia. 5.a Afrenta. Entre la chusma durante la noche. Encargados de El los esbirros, tápanle los ojos, esctípenle en la cara y danle »U bofetadas. «Expuerunt in faciem ejus et colaphis eum ceciderunl» ’, entonces escupieron en su rostro y le dieron de pu­ ñadas. «Alapis eum caedebant* s, le daban de bofetadas. Le arrancan el pelo y le mesan la barba. "Di mi cuerpo a los que me herían... no aparté mi rostro de los que me escarnecían ' MI. 26. 67. " M¿m\ 14. 65.

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y escupían.” «Corpus meum dedi percu tien tib u s... faciem meam non averti ab inerepantibus et conspuentibus in me» 3. Le hacen burlas sangrientas y le dicen palabras soeces: "Adi­ vina, Cristo, quién es el que te ha herido.” «Prophetiza nobis, Christe; qui est qui te percussit» 4. «Alia m ulta blasphem antes dicebant in eum» 5, otras m uchas cosas con que le insultaban decían contra él: ambicioso, sober­ bio, falso, embaucador del pueblo, glotón, blasfem o... ”CONSIDERAR LO QUE CRISTO N UE ST RO SEÑOR PADESCE EN LA HUMANIDAD” bajo este tratam iento.

a) Lo que padece. En el T ribunal está hum illado y confun­ dido ante la soberbia de los jueces y las calum nias de los acu­ sadores; pasa por un reo miserable que no tiene defensa; la vergüsnza enciende sus m ejillas y le hace b a ja r los ojos. Se siente vencido por sus enemigos, derrotado, aplastado. Condenándole a m uerte por blasfemo, le han arrebatado su reputación de profeta santo y le han echado encima un baldón ríe ignominia, el peor que cabe ante u n pueblo profundam ente religioso. La injusticia de la sentencia choca violentam ente contra su santidad infinita y le abrasa como un hierro rusiente. La ingratitud m onstruosa de la sinagoga y el abandono en que le han dejado los suyos, lo siente como un frío que le hiela el alma. Entre la chusma que le custodia; atado por manos y cuello a la argolla de la pared destinada a las bestias, encorvado por los cordeles, se ve convertido en el escupidero de la canalla, como si fu?ra lo más vil de lo más vil del mundo. b) Cómo padece. Voluntad con que padece. Hundido se halla Jesús en lo más profundo de la humillación y aun quiere verse por mi amor: más más más más más ’

corrido y avergonzado; aplastarlo por sus enem igos; calum niado; abofeteado; escupido y golpeado j-or la chusm a.

ls. 50

6.

» \i,. 26.68. Lue. 22, 65

211

CAIPÁS — HERODES — PILATOS — BARRABAS

603

Puestos los testigos a calumniarle, los jueces a condenarle, los sacerdotes a maldecirle, la canalla a escupirle, a golpearle, a acocearle... no lograrán por toda la noche ni por todos los dias y noches hasta el fin del mundo, rebasar las ansias que tiene Jesús de padecer por mis peca­ dos, para alcanzarme perdón, atesorarme gracias y dejarme ejem ­ plos heroicos que me arrastren a la virtud. Gracias, Jesús m ío; muchísimas gracias. ” Y AQUI COMENZAR CON MUCHA FUERZA Y ESFOR­ Z AR M E A DOLER, TR1STAR Y L L O R A R ¿En qué he de poner

este esforzarme? 1.° En hacerme muy presente al misterio, aun tomando, si me ayuda, parte activa en él: asistiré a la sala de justicia, veré las personas, oiré lo que dicen, presenciaré lo que hacen; represen­ tándolo todo como cosa que pasa ahora; hablar® al Señor, le con­ solaré, le defenderé. 2.° En ponderar contrastes a propósito para excitar compasión hacia el Señor. Quiénes son los jueces de Jesús, su vileza moral, sus perversas intenciones y la soberbia en que están sentados; quiénes los testigos y acusadores, gente ruin y de malas en­ trañas; quién el preso y acusado, su divinidad y soberanía, juntas con modestia y humildad. Doliéndome y entristecido hasta derramar lágrimas, de que el Hijo de Dios, Juez de vivos y muertos, está como reo, en pie y atadas las manos, oyendo contra Sí tantas calumnias delante de tan malditos jueces,' sus crueles perseguidores, que haciendo for­ ma de juicio iban contra todas las leyes de justicia. ¡Qué dolor ver al Cordero inocentísimo entre lobos tan crue­ les! ¡Ver al Juez justísimo sujetado a jueces tan inicuos! ¡Al tres veces Santo condenado oficialmente por blasfemo! ¡Al Dios de la Majestad mofado y escarnecido! ¡ Al rostro en que se miran los Angeles escupido por la gente más digna de que todos escupan en e lla ! Si mis ojos no lloran aquí de compasión, ¿cuándo van a llorar? 3.° En considerar que el asi tan humillado no es persona ajena

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TERCERA SEMANA

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a mí, sino padre mío más que mi padre de aquí, herm ano mío más que mis hermanos de aquí. Porque es el Verbo que se hizo hombre para ser mío y se trans­ formó en pan y vino para que yo lo haga más m ío; y que ahora on la pasión se me entrega en absoluto y se me hace íntimamente mío a costa de sacrificios asombrosos de su cuerpo, de su alma y <1?‘ su corazón. 4." En ejercitarnos en sentimientos de am or y de compasión hacia Nuestro Señor. 5/ En pedir insistentemente a Dios como grandísim a gracia, dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado, lá­ grimas, pena interna de tanta pena que Cristo pasó por m í; acompañando con cuantas penitencias me perm itan mis Su­ periores.

II "EL QUISTO CONSIDERAR COMO LA DIVINIDAD SE ESCOXDE” a sus enemigos. El mismo Jesús, oculta su propia divi­

nidad. ¡para que no se asusten ellos y cesen de atorm entarle! No deja que aparezca en su frente ningún rayo de m ajestad, ni vestigio de omnipotencia, ni resplandor de su santidad; ni se vale de su sabiduría infinita para confundir a sus acusadores; s i n o calla como hombre que no supiera responder a las acu­ s a c i o n e s , dando ocasión con este silencio a que todos se persua­ d a n fie que realmente e s culpable. T COMO DEJA PADESCER LA SACRATISSIMA HUMANI­ DAD TAX CRUDELISSIMAMENTE”. Jesú s.se siente humillado enemigos, a s u s propios ojos y a los del Eterno Padre. La Divinidad le desam para de toda protección sensible; le deja empaparse en la am argura de la hum illación y le hace apu­ rar hasta las heces la hiel de su ju sta ira contra los pecados nues­ tros por los que El ha salido responsable. Sentirse tal Hijo, desam parado de tal Padre en ocasión en que lanío sufre por sola su obediencia, debió ser para el corazón delicadísimo de Jesús, una pena mil veces más dura que todos los tormentos
ante sus

CAIFÁS — HERODES — PILATOS — BARRABÁS

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cadores en las nuestras; a El se le deja experim entar los lím ites y flaqueza de la naturaleza humana, porque nos gane p ara nosotros la protección del poder divino! III ”EL SEXTO CONSIDERAR ”, pensar despacio, ponderar, con­

templar. ”COMO TODO ESTO PADESCE POR MIS PECADOS ”, lodo por los míos: por mis pecados específicos de soberbia y también por la soberbia que late en todos mis pecados. Habiéndomelos tomado Jesús sobre Sí para pagar por ellos, la Justicia divina quiso que se dejara condenar por blasfemo y m altratar por la chusma. Yo fui, pues, quien movió todo ese pá~oceso judicial contra El y contribuyó a condenarle más que los testigos que le acusa­ ron y que el Concilio que dió la sentencia. ¡Yo le hería por las manos de la chusma y le escupía por sus bocas! Esto es así. ¡ Cómo no muero de dolor y de amor! Pero el ser condenado por blasfemo lo sufrió El especialísim am ente por mi afición desordenada a ser tenido en la Religión por hom bre fervoroso, digno de ser estimado como tal por todos. La complacencia en esta reputación de santidad puede envol­ ver una gran dosis de oculta soberbia que sea en mí obstáculo notable para todo avance generoso en el camino de la perfección. ” Y QUE DEBO HACER Y PADESCER POR EL”.

”Lo que debo hacer” por Cristo. Dar gran ejemplo en la Comunidad de estima práctica de la humillación y de las Reglas 11 y 12. Difícilmente habrá cosa «oí» que púette»- pagar mejor a la Compañía los innumerables beneficios que le debo, y con que m ejor pueda reparar mi$ innumerables faltas. En mis relaciones coh lo$ directores espirituales debo proce­ der con gran humildad deseando quede patente a sus ojos la ruin­ dad de mi espíritu en la vida sobrenatural. En la predicación, en la dirección de almas y al dar ejercicios insistir con grandísima fuerza en el seguimiento de Cristo cru­ cificado. ”Lo que debo padescer” por Cristo. 1.® Orientar mi vida de­ cididamente hacia las pequeñas humillaciones, desprecios, olvi­

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dos, postergaciones que pueden caber, sin apenas culpa de nadie, en nuestra vida común de apretada cooperación y de continua lucha en vanguardia por la causa de Dios. Marchar siempre muy cerca de Jesucristo p ara que me toquen en abundancia salpicaduras de los golpes y salivazos que sobre El llueven. Pero, además, 2.° Vivir en continuas ansias de grandes hum illacio nes por Cristo. ”Como los m undanos que siguen al m undo am an y bus­ can con tanta diligencia honores, fam a y estim ación de mucho nombre en la tierra..., así los q u e... siguen de veras a Cristo Nuestro Señor, am an y desean intensam ente todo lo contrario: es a saber, vestirse de la m ism a vestid u ra y librea de su Señor, por su debido am or y reverencia; tan to q u e... deseen p asar in­ jurias, falsos testim onios, a fre n ta s... por desear parecer y imi­ tar en alguna m anera a nuestro Criador y Señor Jesucristo, vis­ tiéndose de su vestidura y librea, pues la vistió El por nuestro mayor provecho espiritual, dándonos ejem plo que en todas cosas a nosotros posibles, m ediante su divina gracia, le queram os imi­ tar y seguir, como sea la vía que lleva los hom bres a la vida” *. T erm inar con un Coloquio. * ConsL S. L Ex. c. 4, n. 44.

PARTE

212.

SEGUNDA

EN EL TRIBUNAL DE HERODES

El Tribunal religioso, después de haber conde­ nado a m uerte a Jesús, le llevó al Presidente romano que era el único que la podía ejecutar. Pilatos comprendió en seguida que el Señor era inocente, quiso salirse de la causa, y por eso le re­ mitió a Herodes, Rey de Galilea, de donde Jesús era vecino. H

ist o r ia .

”HERODES CURIOSO, LE PREGUNTO LARGAMENTE. Y EN NINGUNA COSA LE RESPONDIA, AUNQUE LOS ESCRI­ BAS Y SACERDOTES LE ACUSABAN CONSTANTEMENTE, HERODES LE DESPRECIO CON SU EJERCITO, VISTIENDO­ L E DE UNA VESTIDURA BLANCA” [294]. C o m p o s i c i ó n d e l u g a r . Ver el gran salón de recepciones, cuán alto, cuán amplio y cómo estaba dispuesto.

I A)

Afrentas que hacen al Señor.

1.a Pilotos no le defiende como lo exige la inocencia de Jesús, que el Presidente romano reconoce plenamente; sino que por cobarde egoísmo abandona la causa del Salvador; aunque entiende que le expone a una muerte injusta rem i­ tiéndole a juez tan venal como Herodes y dejándole en manos de sus feroces enemigos. ¡El Hijo de Dios traído y llevado como por juego entre dos miserables! 2.a A frenta . Comparece el Señor, como reo, ante Herodes g su corte, en el gran salón de adm inistrar justicia; maniatado, ante aquel gobernante que es todo vanidad, crueldad, vicio y pú­ blica infam ia por su unión ilícita con la m ujer de su hermano; el mismo que degolló a San Juan Bautista por dar gusto a una

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212

bailarina. ¡La Santidad-Dios som etida al fallo de aquella piltra­ fa h u m an a! 3.a Afrenta. Herodes le vende protección co m o a un misera­ ble, u cambio de que emplee su altísim o p o d e r de hacer milagros en divertirle con ellos a él y a su corte. No duda el m uy fatuo de

que el pobre reo se tendrá por feliz de com placerle a él. ”Ya ves, le diría, que el Presidente rom ano rem ite a m i tribu­ nal tu causa. Ya puedes estar contento, que estás en buenas ma­ nos. El te tiene por inocente y yo tam bién; estás, pues, libre; ésta es mi sentencia. Pero ahora antes de retirarte vas a hacer aquí, en atención a tu libertador, algunos de esos prodigios que de ti cuentan, para que todos pasemos un buen rato, como san ar algún enfermo, re­ sucitar algún muerto, lo que tú quieras.” ¡A tal invitación Jesús no responde una sola palabra, ni con una mirada, ni con el más m ínim o gesto de deferencia! Nuevas instancias de Herodes subrayando los tonos de ama­ bilidad, por si el reo se halla asu stad o ...; y el m ism o mutismo de parte de éste. — Intervienen cortesanos am onestándole que atienda al Rey, excitándole, am enazándole...; y tampoco le arran ­ can una palabra ni una m irada. — Aquel m utism o desagrada ya a todos; sabe a desprecio del m onarca; la situación se hace in­ sostenible. 4.a Afrenta. Herodes le declara bobo. Pone fin a situación tan embarazosa una salida en pura soberbia del juez, aplastan­ do ai reo. ”¿Pero qué hacemos, dice, tratan d o así a este hom­ bre?; si es un ámente, tonto, bobo, necio, lelo; ¡si casi no es hombre! ¡Vaya un reo que me ha rem itido Pilatos! ¿Su crimen es que le da por ser Rey? Pues échenle encima una sábana blanca a guisa de m anto real y paséenlo así por ca­ lles y plazas en son de triunfo, camino de Pilatos, y devuélvanlo al Presidente romano.” 5/ Afrenta. Paséanle las turbas p o r la ciudad en aquel ves­ tido de ignominia, hasta el palacio de Pilatos. Las calles y plazas son un hervidero de gentes cada vez más soliviantadas contra Nuestro Señor. Al aparecer éste en aquel vestido de loco, desplómase toda su reputación de gran maestro, que nunca otro había hablado como El, y p quien por oirU' abandonaban las gentes sus casas y le se* guían al desierto. A su paso caen sobre El de ventanas, puertas,

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HERODES

- PILATOS -

BARRABÁS

609

terrazas, calles, plazas, como lluvia de piedras, los dicterios de Herodes: ”loco, fatuo, ámente, la soberbia te ha cegado; has caí­ do en tus propias redes; ahora lo pagarás todo junto". 11

Lo que el Señor sufre interiormente por estos oprobio*. ”EL CUARTO CONSIDERAR ”, o sea pensar despacio, ponde­

rar, contem plar ”LO QUE CRISTO NUESTRO SEÑOR PADESCE EN LA HUMANIDAD

a) ”Lo que padece”. Aquellos dicterios tocantes su inteli­ gencia que le repiten millares de lenguas, son una lluvia de sae­ tas envenenadas, que se le clavan en lo más hondo del alma y destilan allí amarguísima hiel. Siéntela Jesús al vivo en toda su amargura; porque El es la Sabiduría del Padre, la Sabiduría-Dios, Luz de Luz, la Inteligen­ cia-Dios; y como hombre, posee tesoros de sabiduría superior a la de los Angeles. Le arrancaron antes, de su corona, el florón de la santidad; y ahora le arrancan el de la inteligencia. El domingo le aclamaron Hijo de Dios y Salvador del mundo; hoy le llaman estúpido. ¡Caída de más alto, a más bajo y más vertical no puede darse! Siente la afrenta en toda su crudeza. Se ve a Sí mismo corri­ do, avergonzado; la confusin enciende sus mejillas y el peso de la infamia le hace bajar los ojos. — Pues en estas circunstancias aun quiere padecer más. b) Voluntad con que padece. Quiere padecer más afrentas, más dicterios, bajar más, perder más de su honra, que arrecien los gritos contra El, que aumente su confusión y vergüenza. Es que el amor de Cristo a su Padre y a los hombres por su Padre, era infinito; y de este amor le nada una sed insaciable de sufrir injurias por nosotros; y asi no podían sus enemigos, con ser tan feroces, hacérselas tan grandes, que El no las deseara mucho mayores. Estábase con gran gozo de su corazón empapándose en humi­ llación, bañándose en aquel mar de afrentas por nuestro bien y hartándose de oprobios. 20

610

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¡Oh Verbo divino, sabiduría del Eterno Padre, gra­ cias te doy por haberte humillado tanto, que quieras ser tenido por simple y tonto! Menester era tan gran humilla­ ción para curar mi gran soberbia y presunción en cosas de inteligencia. ¡Oh quién se viese vestido de esta tu librea y fuese tenido por loco, sin dar causa culpable para ello!; porque no hay mayor cordura que gustar de ser despreciado en el mumlo por Ti, ni mayor locura que buscar ser honrado sin Ti. T AQUI COMENZAR CON MUCHA FUERZA ZARME A DOLER , TRISTA R Y L L O R A R [195].

Y ESFOR­

¿En qué he de poner este "comenzar con mucha fuerza y es­ forzarme” ? 1.° En hacerme presente al misterio, que es contem plarlo con viveza y como si sucediera ahora delante de mí. Veré, pues, las personas, oiré lo que dicen, m iraré lo que hacen. En el palacio de Herodes veré al Señor paseando su ropa de ignominia entre los cortesanos y cortesanas; al Rey y a su ejér­ cito despreciándole. «Sprevit autem illum Herodes cum exercitu suo», menosprecióle también Herodes, juntam ente con su cuerpo de guardia, mientras sacerdotes y escribas le acusaban de crimen tras crimen sin cesar. «Stabant autem Principes Sacerdotum et Scribae, constanter accusantes eum» 7. En la calle los mismos dicterios: ”al loco, al loco”, repetidos por millares de hombres, m ujeres y niños con gritería ensordece­ dora; que como las voces de un resonador gigante, repercutía en calles, plazas y esquinas como si hasta las piedras se levantaran contra el Seño*. Los que van junto a El le escupen, golpean, dan palos, y le acocean. 2.° En ponderar contrastes a propósito para excitar compasión de Jesús. V. gr.: ¡La Sabiduría de Dios, tenida por ignorancia! — ¡La luz increada, reputada por tinieblas! — ¡La inteligencia po­ tentísima que ordenó el universo, declarada ineptitud e incompe­ tencia! — ¡El Maestro de Israel que tiene palabras de vida eterna y que habló siempre como nunca ha hablado nadie, tratado como idiota! — ¡El que lee en la eternidad, penetra en los secretos de la Divinidad y tiene visión intuitiva de la esencia divina, es rele­ 7

Luc. 23, 10.

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gado a un manicomio! — ¡El que es camino, verdad y vicia y que ha de ser juez de vivos y muertos, es declarado oficialmente id io ta! ¡Oh Rey mío, verdaderamente loco de am or por m í! Perm i­ tidme que os acompañe por esas calles, vestido de vuestra librea y recibiendo sobre mí los ultrajes que llueven sobre Vos. Con­ cededme, Jesús mío, la locura de la cruz por Vos, como Vos la habéis tenido por mi.

3.° En pensar que el así despreciado por loco, es muy m ía: m i Dios, mi Padre, mi hermano, mi amigo, esposo de mi alm a, la luz que ilumina mi vida, el que me ha am ado a mí y se h a entregado a la muerte por mí. ¿Cómo buscar yo ni siquiera aguan­ ta r honras, viéndole a El en tan grandes ignominias por mí? 4.° En pedir instantemente sentimientos de compasión con oración de súplica y con penitencias externas que los Superiores me perm itan. 5.° En ejercitarme en estos sentimientos. III ”CONSIDERAR COMO LA DIVINIDAD SE ESCONDE... Y COMO DEJA PADESCER LA SACRATISSIMA HUMANIDAD TAN CRUDELISSIMAMENTE \ ”La Divinidad se esconde ”.

En aquella tempestad de gri­ tos — blasfemias — golpes — lodo — salivazos que descarga so- * bre el Salvador vestido de loco, la Divinidad no le socorre: frenando aquellas fieras — ni en­ mudeciendo aquellos labios — ni suscitando alguno de los infi­ nitos discípulos de Jesús para que salga por el Maestro — ni con aquella gran voz del monte, ”Este es mi Hijo muy am ado, la Sabiduría de Dios; oídle, que tiene palabras de vida etern a’*. Sino que ''Dejar padescer la Humanidad crudelíssimamente \ como si fuera puro hombre a quien la humillación le aplasta, el apodo de loco le cubre de vergüenza y le confunde ante el público. ¡Oh qué amor tan grande el del Eterno Padre para conmigo, que asi atormenta a su Hijo por mi bien; y qué caridad tan gran-

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de la del Hijo que así se deja ato rm en tar por mi am or! Porque todo esto lo padece por mis pecados. IV EL SE XTO CONSIDERAR COMO TODO E STO PADESCE POR MIS PECADOS, ETC..., Y QUE DEBO YO HACER Y PADESCER POR EL ’. "Lo padece por mis pecados”, ante todo por los referentes a

la inteligencia, que son: soberbia intelectual, sobrestim a exage­ rada de mi saber y de mi entendim iento; com placencia desorde­ nada en mis éxitos literarios y en mi reputación de hombre perspicaz y de juicio equilibrado; faltas continuas de pureza de in ención en mis estudios recreándom e en glorias h u m an as... Habiéndose Jesús ofrecido a satisfacer por ellos a la Divini­ dad y a librarm e a mí del castigo merecido, la Ju sticia divina le condenó a la ignominia de ser tratado como loco. Por tanto, yo soy en último térm ino quien le vistió aquella ropa por medio de Herodes, yo quien le tiró lodo por las m anos de las turbas» quien le golpeó por ellas, quien gritó por sus bocas ”al loco, al loco”. b) Padece también para dejarm e ejemplos heroicos de humi­ llación y conseguirme a la vez gracias eficacísimas de humildad. En medio de aquella tempestad de insultos que atruena las calles, en el corazón de Jesucristo reina silencio de oratorio donde El está negociando para mí, a cambio de aquellas horribles hum illa­ ciones. gracias altísimas de humildad, con que yo pueda cum­ plir mi Regla 11. Ella me manda aborrecer cuanto el mundo am a y am ar cuanto el mundo aborrece; y que como los m undanos buscan con tanta diligencia honores y estimación de mucho nombre en la tierra, así yo por seguir de veras a Cristo desee intensamente todo lo contrario; es a saber: vestirme de la vestidura y librea de mi Señor, por su debido amor y reverencia; tanto que por acompañarle en sus desprecios desee pasar injurias, falsos testimonios, afrentas y ser tenido por loco, no dando yo ocasión de ello. Esto para mis fuerzas humanas es imposible; pero no para los méritos infinitos de Nuestro Señor Jesucristo.

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”¿Qué debo hacer ahora por El?” Cultivar con interés las almas enamoradas de la humillación por am or a Cristo. Más glo­ ria dan al Señor unas poquitas de éstas, que un centenar de reli­ giosos adocenados. Procurar contribuir cuanto pueda a prom over en la Compañía con el ejemplo, la práctica de la Regla 11; quizás es este apostolado el más fecundo que puedo ejercer. ”¿Qué debo padecer?” Desnudarme de toda honra y gloria vana para vestirme de las gnominias de mi Rey Jesús: orientar toda mi vida a la humillación, a esconderme en la Compañia, a morir, a no ser. La estulticia de Cristo ha de ser mi súbidur*?, y sus oprobios mi gloria; porque lo que es estulticia para oí mundo es sabiduría delante de Dios. Esta es la gran sabiduría de la Compañia; éstas sus fabulosas riquezas. Tanto tendré de genuino jesuíta cuanto tenga de entu­ siasmo por las ignominias de Cristo. — Term inar con un coloquio.

213.

PARTE

TERCERA

JESUS POSPUESTO A BARRABAS

I Afrentas que hacen a Jesús en este paso 1.a El Presidente afrenta al Señor d e ja n d o su vida al fallo del populacho, en alternativa con la de un asesino.

Pues manda que le traigan de la cárcel a B arrabás condenado a muerte por bandido, salteador y hom icida; lo presenta al público, pareado con Jesús y dice a las turbas: ”Es costum bre que en estas fiestas de Pascua, para alegría de todos, ponga yo en libertad algún preso, a elección vuestra. Pues bien, este año vais a elegir entre estos (.ios: Barrabás y Jesús. A Barrabás ya le conocéis por sus crí­ menes; en Jesús yo no hallo ninguno. Ea, pues, elegid entre ambos.” Parangón afrentosísim o para el Hijo de Dios, no obstante ios deseos del Presidente de que el pueblo, puesto en esta alter­ nativa, se pronuncie por Jesús. 2: Sadie sale por Jesús. Queda solo, abandonado de todos; no hay quien se atreva a hablar por El, con ser su causa tan justa y estar el juez inclinado a su favor. No tiene amigos, ni discípulos, ni parientes, ni persona de las muchas a quienes ha hecho grandes bienes, que ose alzar la voz en su defensa. fy
Humillación extrema para el Hijo de Dios, quien pierde la libertad y la vida c.n competencia con un vulgar asesino. ,Oh dulcísimo Jesús!, ahora veo con cuánta verdad dijisteis: Soy oprobio de los hombres y desecho de la plebe; «Opprobrium

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hom inum et despectio plebis» *, porque todos os desechan pos­ poniéndoos al más vil y desechado. II

”EL CUARTO CONSIDERAR LO QUE CRISTO N U E ST R O SEÑOR PADESCE EN LA HUMANIDAD ”. "Padesce” grandísim a

vergüenza viéndose delante de tanta gente junto a Barrabás, pa­ reado con aquel hombre tan miserable, pospuesto a él, y pedido para la muerte. Está en lugar alto donde todo el mundo puede contem plar sus ignominias las cuales crecen con ser vistas. La confusión le enrojece el rostro, le oprime el corazón y le hace bajar los ojos. ”Padesce” desilusión amarguísima de aquel pueblo tan cuida­ do por El con providencia de milagros; de aquellas multitudes adoctrinadas y alimentadas por El; y sobre todo de aquel sacerdocio, la clase de la hum anidad más regalada por Dios, instituido para que precisamente entonces mismo recibiera al Mesías y lo presentara al mundo. ¡Ni uno solo alza su voz por Cristo! ¡Oh viña mía!, ¿qué m ás he podido hacer por ti que no lo haya hecho? ¡Qué vino tan am ar­ go das a tu Salvador! Voluntad con que padece. Quiere padecer infinitamente m ás: que le pisen más en el lagar, que le estrujen más para que dé más vino de amor a aquel pueblo y a toda la hum anidad. Allí hay competencia entablada entre aquel pueblo a o diar a Jesús, y Jesús a am ar a aquel pueblo; y en esta com petencia vence Jesús. No hay en Jerusalén tantos puños para golpear, ni tan tas piedras para apedrear, ni tantas bocas para blasfemar, que no sea mucho más lo que desea aguantar Jesucristo por m i am or. ”AQUI COMENZAR CON MUCHA FUERZA Y E SF O R Z AR ­ ME A DOLER, TRISTAR Y LLORAR

¿En qué he de poner este gran esfuerzo? 1." En hacerme presente al misterio, que es contemplarlo con *

Ps. 21. 7.

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TERCERA SEMANA

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viveza y como si sucediera ahora delante de m í; y aun tom ar yo, si me ayudase, parte activa en él. Veo, pues, la plaza como un m ar hirviente de cabezas; rostros enfurecidos, bocas vomitando fuego, ojos inyectados en sangre, puños que se levantan amenazadores, gargantas roncas de tanto gritar contra el Salvador: "Suelta a B arrabás, pero a ese otro c ru ­ cifícale, crucifícale.” Ni se dignan pronunciar su nom bre, como si se mancharan tomándolo en sus labios. Veo a Jesús humillado, pero sereno; no sólo aguantando con paciencia infinita tantos desprecios, sino gozándose en ellos por mi amor y deseándolos mayores. Me junto a Eli, deseoso de que las turbas me envuelvan en su causa; me adentro en su corazón lleno de am argura y allí lloro con El, reparo y amo; mi suerte desde ahora ha de ser la de Cristo; no quiero otra; en todo, el último. ¿Cómo puedo desear ser antepuesto a nadie, viendo a Cristo pospuesto a lo m ás vil del mundo ? 2.° En ponderar contrastes a propósito para excitar sentim ien­ tos de compasión. El Hijo de Dios, el Salvador del mundo, el tres veces Santo, infinitamente sabio, bienhechor de todos... es pospuesto al criminal más odiado de Jerusalén, salteador, revoltov», asesino; y la competencia ha sido a vida o m uerte. ¡Degraúac.vjn pública más afrentosa parece imposible! Compara a Jesús con Barrabás; alma con alma, corazón con corazón, rostro con rostro, mirada con mirada, manos con manos, vida con vida; es comparar a Dios con la criatura, la Santidad con ei pecado, lo más elevado con lo más abyecto. Hace pocos días no hablaba esa m ultitud más que de la santi­ dad de Jesús, de su sabiduría, de su m esianicidad; ahora le juz­ gan por peor que a Barrabás. 3. En considerar que Jesús, el así humillado, es muy m ío: mi Dios, mi Redentor, mi Rey; y que esas humillaciones las sufre por mi bien; que sufrirlas es entregárseme a mí. 4.' En hacer mucha oración, con toda la penitencia que me permi.nn los S u p erites, para alcanzar de Dios dolor con Cristo dolorido, quebranto con Cristo quebrantado.

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III ”E L QUINTO CONSIDERAR COMO LA D IV INIDA D S E E S ­ CONDE... Y DEJA PADESCER LA SACRATISSIM A H U M A N I­ D A D T A N CRUDELISSIMAMENTE”. ”L a D ivin id a d se e s c o n d e Comparecen ju n to s Jesú s y Ba­

rrab ás sobre la plataform a del pretorio, ante la inm ensa m u lti­ tu d que llena la plaza y va a juzgar entre los dos. B arrabás es ladrón, tiene cara del m alhechor y asesino; Je sú s es el H ijo de Dios, pero no m uestra en su ro stro el m ás m ínim o destello de D ivinidad; lo oculta m ilagrosam ente p ara im p ed ir que sus enemigos se aterren y le antepongan a B arrabás. ¡O h qué gran caridad, qué delicadeza tan sin lím ites! Se hace como hom bre que no oye, como m udo que no sabe h ab lar porque no halla en sus labios palabras con que defen­ derse. Se deja llevar a la m uerte sin resistencia, como oveja q u e va al m atadero, como cordero delante de quien le trasquila. ”La D ivinidad deja padescer a la H u m a n id a d crudelisim am e n t e ” ; sin auxiliarla sensiblemente, sin dirigirle una p alab ra

de consuelo, como si Jesús no fuera hijo suyo, o no fuera ino­ cente, o no padeciera tan terribles ultrajes precisam ente p o r am or a su Padre. E ste abandono del Eterno Padre cuando Jesús no en cu en tra a dónde volver los ojos, fué para el Redentor un torm ento m il veces más doloroso que los que estaban recibiendo de sus ene­ migos; sólo comparable con la pena de daño de los condenados. ¡Oh Jesús mío, hubiera sido gran dicha para mi hallar­ me aquel dia junto a Ti en Jerusalén, frente al pueblo, pareado con Barrabás, envuelto en tus mismas humilla­ ciones! Gracias, Dios mió, por la herencia que has dejado a tus seguidores de ser odiados por tu causa, incomprendidos, calumniados, ferozmente perseguidos. Concédeme que mi vida personal vaya marcada con el mismo sello de mi madre.

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TERCERA SEMANA

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IV "EL SEXTO CONSIDERAR COMO T O D O E S T O P A D E SC E POR MIS PECADOS”; especialm ente por m is pecados específi­

cos de soberbia, cuando me com paro con otros y me antepongo sin razón a ellos; y también por lo que h ay de com paración in­ juriosa para Dios en todos mis pecados. Porque al pecar pongo siem pre en parangón a Dios con una criatura, a Cristo con un placer; consentir en el pecado es preferir a B arrabás sobre Cristo, dar libertad a Barrabás y condenar a m uerte a Jesu cristo ; ”a Cristo crucifícale, crucifícale; quiero el placer, no quiero a Cristo”. Estos gritos salieron de mis labios antes que de las tu rb as; yo los lancé el prim ero; yo desaté aquella tem pestad de in ju ­ rias contra mi Señor Jesucristo. «Omnes nos quasi oves erravim us» % todos nosotros como ovejas errábamos; «et posuit Dominus in eo iniquitatem om nium nostrum» 10, puso Dios en sus m anos nuestras m alas acciones, en sus ojos nuestras malas m iradas, en su boca nuestras m alas palabras... Aparece, pues, Jesús a los ojos de la divina Ju sticia con m ás pecados que Barrabás, con más sacrilegios que aquellos sacerdo­ tes, con más blasfemias que aquel pueblo, porque tiene sobre Si los pecados de todos los hombres. Padece, pues, por mis pe­ cados. T QUE DEBO YO HACER Y PADESCER POR E L ” .

I

Hacer ejercicio de com pararm e con otros posponiéndome a ellos, lo cual se puede realizar sin faltar a la verdad. Porque si yo hubiere cometido alguna vez pecado grave, puedo ponerme con verdad a los pies de los demonios, a los pies de los condenados por menos pecados que los míos, a los pies de mendigos andrajosos, arruinados, ignorantes, pero que nunca hayan cometido pecado grave. Dios, que nos ve a todos como s o t o s , me encuentra a mi más miserable que a ellos. Qué debo hacer” .

'* ls. 53, 6. ÍS.

53. 6.

214

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C om pararm e con otros viendo en m í las faltas q u e tengo y en ellos sus virtudes; así me puedo ver m ás soberbio que ellos» m ás avaro, m ás glotón, más envidioso, m ás perezoso. b) ”Qué debo padescer p o r E l” . Gozarme en C risto, com o de u n a gran dicha, cuando me viere pospuesto a alguno. Complacerme en recordar con júbilo las hum illaciones q ue haya tenido, saboreando la vergüenza de verm e pospuesto a o tro : ”se me ha pospuesto a N. y a X.” ; m uchas gracias, Jesú s m ío. 214. TRES OTRO CHO... NOTA

Coloquio.

”A CRISTO NUESTRO S E Ñ O R ... O H A C E R COLLOQUIOS: UNO A LA MADRE. O T R O A L H I J O , A L P A D R E , POR LA MISMA FORMA QUE ESTA D I­ E N LA MEDITACION DE DOS B A N D E R A S . CON L A QUE SE SIGUE A LOS BINARIOS>' [199].

Ante las hum illaciones horrorosas a que se somete Cristo, m i Señor, por mi amor, he de preguntarm e si m is ausias de h u m i­ llaciones y desprecios son las que corresponden a un asp iran te a santo, a u n gran seguidor de Cristo en vanguardia. Veo a Jesús condenado por todos los tribunales públicos de Jerusalén, pedido por el pueblo para la m uerte, pospuesto a Ba­ rrabás, m uriendo como un gran m alhechor entre el desprecio universal... ¿Cómo vivo yo? ¿A qué honras renuncio yo p o r Cristo? ¿A qué vergüenza me expongo por El? ¿Es esto lo que pide mi vocación? ¿Es esto lo que me pid e la tercera m anera de hum ildad, la quinte esencia de la Compa­ ñ í a ? — T erm inar con un coloquio.

214b.

ESQUEMA DE LA MEDITACION XXVI

Sobre las humillaciones del Señor en la Pasión Pres. de Dios y Orac. prep. — Comp. de lugar. — Petición. P a r t e 1 .a

E n e l t r ib u n a l e c l e s iá s t ic o

I. Afrentas que infieren al Señor.

— Los jueces le reciben con burla cuando se lo presentan atado; — celebran la bofetada que le da el siervo; — le condenan a muerte por blasfemo. — La chusma le escarnece brutalmente en el patio de guardia toda la noche.

II. Lo que el Señor padece con estas afrentas. — Se siente avergonzado y corrido; — como si fuera reo convicto, sin defensa posible. — Se ve despojado, por la inicua sentencia, de su reputación de santo. — Se ve tratado como una bestia destinada al matadero, por la chusma so**z; hecho su escupidero. — Se siente ”vermis, non homo, opprobrium hominum, abjectio plebis”. Voluntad con que padece. En medio de las afrentas: — d e s e a v e r s e m á s c a lu m n ia d o ; m á s e s c u p id o y g o lp e a d o ; — m á s a p la s ta d o y c o n f u n d id o . — S u s f e r o c e s e n e m ig o s s e c a n s a r á n c a n s e E l d e r e c ib ir e s c a r n io s .

de

a fr e n ta r le ,

a n te s

que

se

”Aquí esforzarme con mucha fuerza a ddler, tristar y llorar” : —- h a c ié n d o m e p r e s e n t e al m is t e r io ; p o n d e r a n d o r o n v iv e z a c o n t r a s t e s : q u ié n acu sad ores;

e s el Ju ez, el r e o , l o s

215

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621

— considerando que el así maltratado es muy mío, mi padre, mi amigo, mi cabeza... — pidiendo muchísimo a Dios, compasión y lágrimas; — y ejercitándome en estos sentimientos. III. ”La Divinidad se esconde y deja padescer a la Humanidad crudelíssimamente”. — La deja saborear sin consuelo toda la amargura de la derrota; — la desampara de toda protección sensible; — la hace apurar hasta las heces la hiel de su justa ira contra los pecados de los hombres. — Sentirse tal Hijo, en tal trance* desamparado de tal Padre fué para Jesús más aflicción que la que podían causarle sus feroces enemigos. IV. ”Todo esto padesce por mis pecados'’. — Todo por los míos; lo mismo que si no lo padeciera también por otros; — principalmente por mis pecados específicos de soberbia, — y por la soberbia que late en todos mis pecados. — Yo soy, pues, la causa determinante de las humillaciones que le causan los jueces; yo le hería por las manos de la chusma y le escupía por sus bocas. ”Qué debo yo hacer y padescer por El”: — debo ejercitarme interiormente en sentimientos continuos de hu­ mildad; — y humillarme exteriormente, sobre todo ante mis Superiores y Directores espirituales; — vivir con ansias apremiantes de desprecios por amor de Cristo; y orientar mi vida decididamente a la mayor abnegación. — Dar ejemplo constante de amor a la humillación; es el apostolado más fecundo que puedo ejercer entre sacerdotes y religiosos. Coloquio: con Jesús, con el Padre... de Cristo Rey, Banderas, Binarios... 215.

P a r te

2.*

En e l tr ib u n a l de H e r o d e s

1. Afrentas que hacen a Jesús: — 1." Pilatos le abandona a las turbas y al malvado Herodes, aun­ que le reconoce inocente.

622

TERCERA SEMANA

215

— 2.a Comparece el Señor humillado ante Herodes y su corte. — 3.a Herodes le vende protección como a un miserable, que la ne­ cesitara y a condición de que emplee su poder divino de hacer milagros, en divertirle a El y a su corte. — 4.a Le deshonra declarándole oficialmente loco, y vistiéndole de ignominia. — 5.a Paséanle las turbas por la ciudad en aquel vestido y gritando al loco, al loco y muchísimos otros denuestos. II.

La que el Señor padece en estas afrentas.

— Hácenle la impresión de una lluvia de saetas envenenadas que se le clavan en el alma y destilan allí hiel amarguísima. — Siente la ignominia en toda su crudeza; allí mismo donde hace tres días le aclamaron Hijo de Dios. — ¡Caída de más alto, a más bajo, y más vertical no puede darse! Voluntad con que las padece.

— en medio de ellas, aun desea más dicterios; bajar más y más; que arrecien los gritos. — No pueden decirle tantos denuestos que El no los desee mayores. — ¡Oh mi amor! Déjame que te acompañe vestido de tu librea y quede envuelto en la misma tempestad que Tú. Aquí esforzarme por doler, tristar y llorar:

—haciéndome presente al misterio en el palacio de Herodes y en las calles de Jerusalén; — ponderando con viveza, contrastes a propósito para excitar com­ pasión del Señor; — considerando que el así tenido por loco, es muy mío; —pidiendo insistentemente compasión y lágrimas; — y ejercitándome con esfuerzo en estos sentimientos. m.

"Considerar cómo la Divinidad se esconde” ; es decir:

— no se opone a sus enemigos: — ni frenándolos en sus gritos contra Jesús; — ni suscitando alguno de sus discípulos que salga por El; — ni con una voz de Ella misma como Ja del Jordán: ”Esle es mi Hijo muy amado” ; antes — deja padecí-r la Humanidad crudelísimnmente, permitiendo — que el a p o d o de loco le confunda, — que se sienta aplastado bajo el peso de la ignominia.

216

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IV. "Todo esto padesce por mis pecados”. — Todo por los míos; — especialmente por los de mi soberbia en punto a inteligencia; — para satisfacer por ellos; — y para conseguirme gracias eficaces de humildad en este punto; — y dejarnos ejemplos de humillación mil veces heroica. ”Qué debo yo hacer y padescer por El”. — Orientar mi vida a la humillación en cosas de inteligencia; — contribuir en este punto con mi ejemplo a la práctica del tercer grado de humildad. — La gran sabiduría de los santos es la sabiduría de la cruz; — Tanto tendré de santo cuanto tenga de entusiasmo por la estul­ ticia de Cristo crucificado. Coloquio: con Jesús, con el Padre... de Banderas, Binarios etc. 216.

P a r t e 3 .a

Jesús

po spu esto

a

Barrabás

I. Afrentas que hacen al Sefior en este paso. — El Presidente le presenta pareado con Barrabás, ante la inmensa multitud; — y deja su vida al fallo del populacho, y en alternativa con la de un vil asesino. — ¡Ni una sola voz sale por Jesús en toda Jerusalén! — La multitud se pronuncia por Barrabás. — y para Jesús pide la muerte. II. Lo que Cristo padece con estas afrentas y voluntad con que lo padece. — Padece grandísima vergüenza que le oprime el corazón, le enro­ jece el rostro y le hace bajar los ojos; — desilusión amarguísima de aquella sinagoga y de aquel pueblo que El ha cuidado siempre con providencia de milagros. — Vese ”cum iniquis reputatus... opprobrium hominnm, abjectio piebis”; lo peor de lo peor. 'Tas perditum”. — Padécelo todo de voluntad; y está dispuesto a mucho más: a qtíe le prensen más para dar vino de amor. — En la competencia entre sus enemigos a odiarlo y El a amarles, vence Jesús. No pueden hacerle tantos males, que El no los desee mayores para Si por nuestro amor.

TERCERA SEMANA

624

216

"Aquí esforzarme con mucha fuerza a doler, tristar y llorar”.

— Haciéndome presente al misterio; — ponderando contrastes: Jesús con Barrabás; alma con alma... — considerando cuán de cerca me toca la Persona de Jesús; — pidiendo con mucha insistencia sentimientos de compasión — y ejercitándome en ellos, con diligencia y esfuerzo. m.

”La Divinidad se esconde”.

— Ningún esplendor de Ella aparece en el rostro de Jesús al pre­ sentarse pareado con Barrabás; — no consuela a la Humanidad sensiblemente, ni la dirige una palabra de amor; — ¡como si no fuera Jesús Hijo suyo! — ¡Dolor más terrible que todos los males que le hacen sus ene­ migos ! IV. ’Todo esto padesce por mis pecados”.

— Todo por los mios, para satisfacer por ellos; — principalmente por la soberbia con que me antepongo a otros; — y pur la soberbia con que en todo pecado me antepongo a Dios; — también para alcanzarme gracia de humildad. — Aquellos gritos de las turbas contra Jesús los lancé yo el primero; yo desaté aquella tempestad de insultos contra mi amor. Coloquio:

—preferentemente con Jesús; — también con la Virgen o con el Eterno Padre... — Con la Nota de los B in arios.

MEDITACION XXVII

DISTRIBUCION DE LA MATERIA PARA LA MEDITACION DIARIA

I

D ía 1.°

N.° 218 223

D ía 2.°

N.° 219 224

D ía 3.°

N.° 220 225

D ía 4.°

N.° 221

D ía 5.°

Repetición.

D ía 6.°

Aplicación de sentidos.

222

217.

MEDITACION XXVII

Sobre los dolores físicos del Señor en la Sagrada Pasión Flagelación. Corona de espinas. Con la cruz a cuestas. Crucifixión. O r a c ió n p r e p a r a t o r ia . ”PEDIR GRACIA A DIOS N U E S T R O SEÑOR P A R A QUE TODAS MIS INTENCIONES, ACCIONES Y OPERACIONES, SEAN ORDENADAS PUR A M E NTE EN S E R V I ­ CIO Y A LABANZA DE SU DIVINA M A JE ST AD ”.

218.

PARTE

PRIMERA

LA FLAGELACION DEL SEÑOR H ist o r ia . Deseando Pilatos salvar al Señor de las iras del pueblo m andó azotarle, esperando que al verle llagado se com pa­ decerían de El y le perdonarían la vida. "TOMO -4 JESUS P IL A TOS Y A Z O T O L O ” [295]. C o m p o s i c i ó n d e l u g a r . Ver el patio, donde daban to rm en to a los malhechores, en forma y dimensiones determ inadas. — Con­ cretar bien estas circunstancias puede ayudar a hacerm e presente a la escena y a tom ar parte en ella defendiendo al Señor, supli­ cando a los verdugos que me m altraten a mí en lugar de E l...

”ES DEMANDAR LO QUE QUIERO. LO CUAL ES PROPIO DE DEMANDAR EN LA PASSION , D O L O R CON CRISTO D OLOROSO , QUEBRANTO CON CRISTO Q U E B R A N P e t ic ió n .

TKRCERA SKMANA

0128

218

TADO, LAGRIMAS, PENA INTERNA DE T A N T A PENA QUE CRISTO PASSO POR MI” ; tom ando sus sufrim ientos como si

fueran míos, como si yo fuera E l; pues El sufre por m is pecados como si fueran suyos, como si El fuera yo [203]. Para conseguir estos sentimientos es menester: 1.° Pe­ dirlos mucho al principio de la meditación y a lo largo

de ella, porque sin la gracia nada valen para alcanzarlos las descripciones más patéticas de los sufrimientos del Señor. — 2.° Esforzarnos mucho por excitarlos en nos­ otros; recordemos cómo este gran esfuerzo lo exige San Ignacio con insistencia y apremio en él inusitados. — 3.° Añadir algunas penitencias corporales. I Cómo los verdugos azotan al Señor. Estando ya Cristo Nues­ tro Señor desnudo y atado a la columna, com enzaron los sayones a azotarle con extraordinaria crueldad. Los instrumentos de que se valieron fué el flagelo conocido como de uso entre los romanos p ara estos castigos; a saber: en las extremidades de dos o tres correas, sostenidas por u n mango sólido, iban prendidas pares de bolas de hierro, o bien unas piececillas de hueso o m etal de tres centím etros de largas, más delgadas al medio y más gruesas en los extrem os, las cuales con la furia del golpe cortaban y penetraban en el cuerpo del reo. Con estos azotes comenzaron a descargar terribles latigazos sobre las carnes santísim as del Salvador — las cuales con la fu­ ria de los golpes prim ero se acardenalaron — luego se desolla­ ron de la piel delgada que tenían — y después penetrando los azotes en la carne, vertían arroyos de sangre que corrían h asta el suelo. Y como los verdugos eran crueles de su condición, golpeaban con gran fuerza, y como en desafío por arran car al Señor gritos descompuestos. II ’CONSIDERAR LO QUE EL SEÑOR PADESCE EN LA HU­ MANIDAD” bajo esta lluvia de azotes, y la voluntad con que lo

padece. a)

”Padesce” dolores acerbísimos, vivos, profundos en toda

218

AZOTES

CORONACIÓN — VÍA DOLOROSA — C R U C IFIX IÓ N

62»

la espalda hasta las piernas; pues toda la región dorsal, com o aparece en la sábana santa de Turín, quedó hecha una llaga con las carnes desolladas, machacadas, desgarradas, aradas con su r­ cos profundos por los colgantes de hierro que llevaban las dis­ ciplinas en sus extremos, los cuales con la furia del golpe pene­ tra b a n cortantes hasta el hueso. Además la fuerza del golpe cortaba la respiración al Señor y le ahogaba. — Pues esta carnicería la b) Quiere padecer el Señor de su propia voluntad y au n ie quedan deseos de que arrecie más la torm enta cuanto conviniere p ara mi remedio; y así nunca dijo basta, hasta que la rabia de los enem igos quedó h a rta y la justicia de Dios satisfecha. Es que dentro de aquel santísimo cuerpo, destrozado por los azotes, latía cAi fuerza por mi amor el corazón de Cristo respon­ diendo a cada azote con un ”más, más golpes” ; y detrás de los golpes que vengan las espinas; y después, la cruz y la m uerte; con u n bautismo tengo de ser bautizado; y ¡cómo me abraso en ansias de verme sumergido en sus aguas! Oh amado mió; si ese bautismo fuera de agua no me admirara que te diese pena su tardanza; mas siendo bau­ tismo de sangre salida de tus venas con terribles dolores, ¿cómo lo deseas con tantas ansias? ¡Oh quién me diese tal hambre y deseos de padecer trabajos contigo, que me gozasce de ellos más que de los descansos! ' AQUI COMENZAR CON MUCHA FUERZA Y E S F O R Z A R ­ ME A D O L E R . TRISTAR Y L L O R A R ”. ¿En qué ha de consistir

este comenzar con mucha fuerza y esforzarme? 1.° En hacerme presente al misterio, lo cual es contem plarlo con viveza y como si sucediera ahora aqui y tom ara yo parte en él. Me acerco, pues, a la columna lleno de amor a Jesú s: m iro los látigos — oigo los golpes — veo abrirse las carnes y co rrer la sangre — contemplo el rostro del Señor anegado en dolor — y su m irada de angustia pidiéndome me compadezca de El y no le azote más con mis pecados. 2.° En ponderar contrastes a propósito para suscitar compa­ sión. V. g r.: ¡El Hombre-Dios, la Bondad mism a, que no está

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TKHCIÍHA HUMANA,

218

en el mundo sino para hacer bien, es apaleado como una bestia fiera o un animal dañino! ¡Sus comes santísimas, concebidas por obra del E sp íritu $anto y divinizadas por su unión con el Verbo, son cruelisim am ente atorm entadas como si fueran reas de horrendos crím enes! ¡El espíritu más delicado y noble que ha habido en el m undo, es tratado como un ser envilecido, para quien no valen m ás razo­ nes que el palo! ¡El Verbo, Persona divina. Dios de Dios, es azotado por sus criaturas! 3.° En considerar que la víctima e» persona m uy allegada a mí. Padre mió, hermano mío, amigo mío, m aestro mío, mi Reden­ tor, Primer Principio de mi ser, algo más mío que yo mism o; y que aquí es azotado en mi lugar. # Por tanto, los golpes que El recibe en sus espaldas, deben h erir­ me a mí en el corazón; y si a El le desgarran las carnes, deben desgarrarme a mí el alma. V ‘ En pedir a Dios insistentemente con oración y peniten­ cias, sentimientos sobrenaturales de compasión;

y ejercitarm e en ellos, procurando dolor, pena interna y lá­ grimas de tanta pena que Cristo pasa por mí. ¡Oh quién tuviera luz del cielo para contemplar, Re­ dentor mío, la figura que tenias en esa columna! ¡Oh quién tuviera caridad tan encendida que bastara para trasfigurarme i-n tu finura por la fuerza de la compasión! ¡Oh el más hermoso de los hijos de los hombres!, ¿quién le ha quitado la figura tan hermosa que tenias? ¡Oh varón deseado de todas las gentest, ¿quién te ha con­ vertido en varón de dolores y hecho abominación de toda» dlan? [Olí salud de los 'leprosos!, /.quién te ha puesto como leproso? III ”EI. QUINTO CONSIDERA R” pensar despacio, ponderar, con­

templar f,T HA RAJAN DO” como en el punto anterior, o sea "esforzán­

dome ron mucha fuerza a doler, trjslar y llorar” ; ’ ( ’.OMO LA DIVINIDAD”, que tan unida está con la H um a­ nidad <1 • Cristi», pues habita en ella por la gracia y el Verbo la

21H

AM/IHH

CORONACIÓN -

VÍA DOLOROfcA

CRUCfF/XÍÓN

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posee personalm ente; sin embargo, no «ale en su defensa, si­ no que ”S E ESCONDE , DECIR”: a) "COMO PODRÍA DESTRUIR A SUS ENEMIGOS" con sola una m irada, con una palabra de ira, con un gesto de im pe­ rio, con un querer de su voluntad, ”Y NO LO HACE”. b) ”Y COMO DEJA PADESCER LA SACRATISS1MA HU­ MANIDAD TAN CRUDELÍSSIMAMENTE”; porque no la libra de los dolores de los golpes como libró a m uchos m ártires, ni se los am ortigua o dism inuye; ni se ios mezcla con consuelos sobren atu rales que se los hagan más llevaderos; ni siquiera la anim a con palabras de consuelo que todo buen padre tiene p ara ku hijo, cuando le ve sufriendo; al contrario, le hace sentir todo el peso de su ju sto en o jo contra los pecados de los hombres; como olvidado de la inocencia de Jesús — y de que al p ag ar ahora por los pecados de los hombres, lo hace ante todo por re ­ p a ra r la honra de su Padre. E sta conducta del Eterno Padre equivale para la H um anidad Santísim a de Jesús a un desvio positivo, m ás doloroso para el Señor que los mismos azotes; y que sum ándose a éstos, llevan al Salvador en la flagelación a un estado de sufrim iento verdaderam ente intolerable. jOh Padre Eterno!, ¿cómo no socorres a tu Hijo? Yo soy el que pequé; este Cordero, ningún mal ha hecho. |Oh inmensa caridad del Padre que asi quiere castigar al Hijo para reconciliar consigo al esclavo! ¡Oh infinita caridad del Hijo que asi quiere ser castigado para recon­ ciliar con Dios al esclavo! Gracias, oh Padre Eterno, y gracias, oh Hijo unigénito, por vuestra infinita caridad para conmigo. IV "EL SEXTO CONSIDERAR” pensar despacio, contem plar,

ponderar "COMO TODO ESTO PADESCE POR MIS PECADOS , ETC.n a)

*’Por mia pecado*”, todo por los tnios, teniéndome tan

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TERCERA SKMANA

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presente en su mente y en su corazón como si me redim iera a mi solo, pues me amó a mi y se entregó a Si mismo por mí. Porque la realidad del m isterio es ésta: 1) Jesús me tom a misericordiosamente mis pecados y los pone sobre sus santísim a» espaldas afeando horriblem ente a aquella herm osura d iv in a .— 2) La Santidad de Dios los m ira en Jesús desde el cíelo con odio infinito, y le hace ap u rar a El h asta las heces el cáliz de su justo furor contra los pecadores: ”Pues El h a de borrarlos con su sangre, ahora quiere dejarse azotar por sus enem igos.” — 3) Caen los azotes sobre aquellas santísim as carnes y ¡mis pe­ cados se van borrando en la sangre del Hombre-Dios! Yo so y , pues, en últim o caso, quien irritó a la Ju sticia divi­ na contra Jesús y quien desencadenó contra El la tem pestad de los azotes. Yo preparé los látigos, le até a la colum na y le m andé los verdugos; éstos no obraron sino como instrum entos míos. En realidad quien golpeó sus espaldas fui yo; quien desga­ rró sus carnes y derram ó su sangre, yo. Jesús destrozado, hecho ”vermis, non homo, opprobrium hom inum ... virum dolorum et scientem in firm itatem ...; percussum a Deo et hum iliatum ” ; Cristo, gusano y no hom bre, opro­ bio de la plebe... varón de dolores, es obra de m is manos. b) También padeció los azotes para merecerme gracias de castidad y dejarme ejemplo de sufrim iento corporal, mil veces heroico. A cada golpe del látigo reaccionaba Jesús pronunciando mi nombre con indecible amor: ”Por ti, por ti; para que seas puro, para que seas santo.” Su oración conmovía los cielos; y a cada súplica de Jesús se acumulaban allí, para mí, tesoros infinitos de gracias de cas­ tidad; que mi Madre, la Virgen, cuidará de mandarm e en el mo­ mento oportuno para mí y para los míos, a quienes yo las repar­ ta en el altar y en el sacramento de la penitencia, en el púlpito y en la cátedra. El mundo es ciertamente una ciénaga de impureza sin fondo; pero las gracias de castidad que nos mereció Jesús para sanarle son infinitas. En plantel de azucenas se transform ará la ciénaga, el día en que se levanten brigadas de apóstoles, que sepamos explotar por

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AZOTES — CORONACIÓN — VÍA DOLOROSA — CRUCIFIXIÓN

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la fe y la oración los tesoros infinitos de la Pasión de N uestro Señor. ” Y CONSID ERAR QUE DEBO YO HACER Y P A D E S C E R P O R E L ”, por N uestro Señor Jesucristo azotado por los pecados

de los hom bres, especialmente por los de la carne. ”Lo que debo hacer es” : a ) Reiterarle mi com prom iso de gu ard ar en absoluto la Regla que me m anda vivir como un Angel, no adm itiendo la menor falta advertida contra la sa n ta pureza. Consagrarm e en absoluto a la obra del apostolado q u e me h a encom endado la Compañís llevándola a fuerza de oración, de sacrificio y de diligencia; cam ino único por donde resultará de gran eficac: 'r contra el pecado y ah o rrará muchos azotes a Jesucristo b)

P reguntarm e ante el cuadro de dolor y vergüenza del Señor azotado por mi amor, si no es ésta para mí la hora de pen­ sar en algo heroico por Cristo: misiones vivas, leprosos, obreros, trabajos de investigación, vida perpetua de inspección en cole­ gio s...; por de pronto entrega absoluta a las Reglas 11 y 12, a la c)

obediencia incondicional, a vida intensa de oración y de obser­ vancia. Lo que sea menos que esto, para un hijo de la Compañía

es m uy poco. d)

Acercarme a Cristo cuando, cortadas las ataduras a la colum na, vuelve a vestirse. Quedándome a solas con El le enseño mi reform a para consolarle. ¿Qué impresión le hace? ¿De poco, de m ucho, de nada? ”Lo que debo padescer por Cristo” azotado por mi. Mis disci­ plinas ante las de los azotes del Señor, ¿qué nombre m erecen? ¿qué contenido tienen? En la Compañía la práctica de austeridades corporales siem ­ pre ha sido mucho mayor de la que se pudiera poner como me­ dida común para todos. Entre nosotros la Regla es que cada uno luí de hacer cuantas pueda, y no menos, después de haber cum ­ plido las obligaciones de nuestra vocación y con los debidos per» misos. ¿Es éste mi criterio? ¿Hago cuantas me perm iten los. Su­ periores? ¿Procuro pedírselas e importunarles santam ente? Jesús azotado es nuestro modelo: no tenemos otro. — No h ay

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TERCERA SEMANA

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Santo que no se haya complacido en austeridades corporales. Unos han hecho más que otros; pero todos h an deseado llevar sobre su cuerpo los estigmas de la Pasión de Cristo. La nueva santidad, a base de las llam adas virtudes activas, aun no ha sido canonizada por la Iglesia ni lo será nunca. Terminando con un coloquio. P a te r Noster.

219.

PARTE

SEGUNDA

LA CORONACION DE ESPINAS

I El hecho o lo que los verdugos hacen al Señor. Poco después de los azotes vino la parodia dolorosísima y afrentosísim a de la coronación. Desnudan de nuevo al Salvador renovándole las h eri­ das, al sacarle la túnica inconsútil; envuélvenle en un and rajo rojo, a guisa de manto regio de grana, y le m andan sentarse sobre algún trozo de columna rota para la farsa de la coronación y del hom enaje al Rey. La corona, en forma de ancho cerco que rodeaba la cabeza o de casquete que la cubría toda, estaba tejida de juncos m arinos o cam broneras con púas duras, largas y afiladas. Tóm ala en sus manos el soldado más brutal del regim iento; y levantándola en alto cuanto puede, se la asienta al Señor sobre la cabeza apretándosela fuertemente con las manos o a golpes de palo hasta que las espinas se hincan en el cuero y penetran en la carne. Las que vienen perpendiculares a la superficie del cráneo se detienen contra éste; las que vienen oblicuas resbalan sin romperse, sobre el hueso, levantando ronchas de carne; de cada una de las punzadas brota un hilo de sangre que co­ rre abundante por el rostro y el cuello del Señor. II 'CONSIDERAR LO QUE EL $E S O R PADESCE, E T C "

a) "Padesce” dolor vivísimo y profundo en cada punzada; y como éstas son tantas, la molestia en toda la cabeza se le hace insoportable;

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TERCERA SEMANA

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y ella arrecia con los m ovim ientos bruscos, al abofetearle el rostro y al golpearle la corona con la caña. A lo cual se añade la impresión de atenazamiento, como si el cerco de espinas fuera un cinturón de hierro que le oprim e las sienes. Pero aun debieron ser m uchísim o m ás trem endos los dolores interiores de la cabeza, por los reflejos de las heridas externas, por la falta de sangre en el cerebro y por la excitación general de los nervios. A u> cual se ju n ta la sensación angustiosa de desvanecim iento por falta de sangre, que baja en hilos por el cuello y la frente, se remansa en las órbitas de los ojos y en la com isura de los labios, dándole la im presión alarm ante de irse todo en sangre. b) Lo que quiere padecer o voluntad con que padece. Esta consideración del inmenso am or con que el Señor sufría todos los tormentos es la más tierna y la que ha de dar más sabor a todo lo que meditáremos sobre la Pasión. Porque Jesús no padeció a la fuerza, sino porque quiso, por­ que era bueno y deseoso de dar gusto a su Padre y hacer bien a los hombres. De aquí procedía que, como amaba tanto a su Eterno Padre y por su respeto a los hombres, con este mismo am or inmenso padecía ahora este tormento de las espinas; — y si como eran muchas, hubieran sido muchas más, am or le quedaba para su­ frirlas mientras le restara un punto libre en la cabeza donde poder hincarlas. No hay Rey que con tanta voluntad lleve sobre su cabeza corona de gloria como Cristo hubiera llevado eternam ente sobre la suya, si a mí me hubiera convenido, la corona de espinas. ”¡Oh fuego infinito que siempre ardes y nunca dices basta! Mucho te debo por lo mucho que por mí padeciste; pero mucho más te debo por lo mucho más que deseaste padecer, si fuera necesario, para nuestra redención. Más deseaste ser atormentado, que tus enemigos aton mentarte; y más amaste el padecer, que todos los hombres mundanos aman el descansar. |Oh quién me diese un amor tan insaciable que no me viese harto de padecer por quien tan lo jjadcció por mí con tan insaciable amor!** "Y AQUI COMENZAR CON MUCHA FUERZA Y ESFOR­ ZARME A DOLER, TRISTAR Y L L O R A R ” :

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AZOTKS — CORONACIÓN — ■VÍA DOLOROSA — CRUCIFIXIÓN

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a) Representándom e con viveza la escena como si estuviera presente a ella, por la aplicación de sentidos a la corona, espinas, sangre...; a la burla, golpes, salivazos; también al dolor interior, procurando sentirlo en mí mismo. b) Ponderando contrastes: Jesús Rey del universo en su trono del cielo..., y el mismo Jesús, rey de burlas, en el patio de Pilatos. C om parar trono con trono — corona con corona — cetro con caña — m anto con manto — cortesanos con cortesanos — goces con dolor — gloria con ignominia. ¡O h qué descenso! ¡Por mi amor! "Esforzarm e a doler, trista r y llo ra r”. c) Considerando que El así atorm entado es m y mío, m i Padre, mi Maestro, mi Médico, mi Redentor, mi Criador, mi Bien­ aventuranza, Esposo de mi alma, Dios mío y todas mis cosas; y que poco antes de su Pasión se hizo m anjar y bebida p ara e n trar dentro de mí y hacerse una cosa conmigo; por lo cual he de sentir sus trabajos como si fueran míos, pnes tan mío es el que los padece y tanto amor me tiene. ”Si el hijo llora la muerte de su padre y la esposa la de su esposo, y el amigo la del amigo, ¿cómo no lloraré yo la Pasión y sufrim ientos de tal Padre, de tal Esposo, de tal amigo?” d) Pidiendo con grandísimo fervor y con penitencias, si m e las perm itieran, estos sentimientos y ejercitándome en ellos. El rostro del Rey del cielo hundido en aquel cerco de espinas, deformado con los golpes, cubierto de salivas y de cuajarones de sangre ennegrecida, no tiene figura ni hermosura. ”Vímosle y no había cosa en El, que se pudiese mirar y desear. Estaba despreciado y el más abatido de los hijos de los hombres, varón de dolores y experimentado en tra­ bajos. Traía su rostro escondido y le despreciamos.” "Verdaderamente tomó sobre Si nuestras enfermedades y se cargó de nuestros dolores, y nosotros le tuvimos j>or leproso, herido de Dios y humillado; pero fué llagado por nuestras maldades y herido por nuestros delitos; el castigo causador de nuestra pena des­ cargó sobre El y por sus llagas hemos sido sanados.”

TERCERA SEMANA

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III "EL QUINTO CONSIDERAR COMO LA D IVINIDAD SE ES­ CONDE", y a la vez '"esforzarme a doler, tris ta r y llo ra r” . El des­

arrollo puede ser el mismo que en el apartado correspondiente de la parte anterior. IV ’EL SEXTO CONSIDERAR COMO T OD O E S T O P AD E SC E POR MIS PECADOS , ETC., Y QUE DEBO YO HACER Y P A ­ DESCER POR EL.”

a) Lo padece por mis pecados. Todo por los míos. ”Me amó, dice San Pablo, y se entregó a Sí mismo por mí.” «Dilexit me et tradidit semetipsum pro me» \ No brota una gota de sangre de aquella sagrada cabeza que no la ofrezca por mis pensamientos de soberbia, de vanidades y gran­ dezas humanas; sobre todo por las imaginaciones menos castas, si las hubiere tenido culpablemente. Yo con mis pecados tejí esa corona, agucé las espinas y las clavé en sus sienes. El soldado no supo a quién hería; yo sabía muy bien que hería al Hijo de Dios, a mi Padre y Redentor. b) También para merecernos abundantes gracias. De cada espina brotan gotas e hilos de sangre; y a cada gota de sangre de la sagrada cabeza corresponden en el cielo un m ar sin fondo de gracias de humildad para nuestras soberbias cabezas, y de cas­ tidad para nuestras imaginaciones deshonestas. Sin medida es la soberbia del hombre, sobre todo en las altas esferas del saber, del poder y de las riquezas. Pero en la Pasión del Señor tenernos los apóstoles fuerzas superabundantes para transformar en humildad tanta soberbia, y en castidad tanta im ­ pureza. Apóstoles de fe en Cristo, firmes como roca en la palabra de Dios: he ahí el remedio del mundo y no hay otro. — Cristo ayer, hoy y siempre; es el único Salvador de la hum anidad; y El no quiere serlo, sino por sus Apóstoles. ,?Lo que debo hacer por El”. Entre las espinas que punzan Gal. 2. 20.

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AZOTKS

CORONACIÓN

VÍA DOLOROSA----CRUCIFIXIÓN

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la frente de Jesús he de ver mis distracciones culpables, si las tuviere, en la oración; nacidas de inmortificación, por falta del esfuerzo necesario para concentrar la tentación. Por ellas sufrió Jesús; y al cometerlas yo ahora contribuyo, en cuanto de mi de­ pende, a renovar su coronación de espinas. ¿No es tiempo ya, por delicadeza con Cristo, de ponerles fin definitivo? — ¿Sería mucho pedir, la resolución de castigarm e con dureza cuantas veces reincidiera en ellas culpablem ente?, ¿o la decisión de no acostarme jam ás sin haber dado con diligencia el tiempo debido al examen y meditación de cada día? ¿Cuál es la valentía de mi reforma en este punto? ¿Está a tono con la escena de sangre de la coronación del Salvador, p a ra satisfacer ptír mis faltas? — ¿Me avendré a ser un alma qu^ con­ tribuya cada día, en cada meditación y en cada e*atnen, con u n m anojo de espinas a la Pasión del Salvador? ”Lo que debo padecer por El”. Sería como cercar mi frente con cerco de espinas, el abrazarme con las molestias de una vida interior intensa: consistentes en cortar divagaciones de la mente, vuelos de la fantasía, curiosidades y derramam ientos de los sen­ tidos. Género de mortificación muy duro siendo continuado, pero necesarísimo en nuestra vocación apostólica que exige nos con­ servemos contemplativos en la acción y que no sintamos menos devoción en las obras externas que en los ejercicios espirituales. T erm inar con un coloquio.

220.

PARTE

TERCERA

JESUS CON LA CRUZ A CUESTAS I Oída y aceptada por el Señor la sentencia de m uerte en cruz, traen los soldados el instrum ento del suplicio y oblíganle a lle­ varlo El mismo por la vía dolorosa h asta el calvario. El camino es largo, cuesta arriba, pedregoso y polvoriento. La cruz es larga y pesada, descansa sobre las llagas del hom bro, casi sobre el hueso desnudo; — y al saltar el extrem o inferio r sobre los cantos del camino, la cabeza de la m ism a se estremece, da contra la corona y golpea bruscam ente sobre el hom bro lla­ gado y sobre las heridas de la espalda. Jesús ha perdido casi toda la sangre en el huerto, en los azo­ tes, en la corona; se siente exhausto de fuerzas, abrasado de fiebre, y de dolor. Sube la cuesta profundam ente encorvado bajo el madero, jadeante, ahogándose, como a punto de ex p irar; entre los insultos de la chusm a ebria de fu ro r contra El y de la sol­ dadesca. Cae repetidas veces bajo la pesada cruz que le ap lasta la ca­ beza; y entonces arrecian las voces, em p ujándole b ru ta lm e n te p a ra que se levante y siga con la carga. II "EL CUARTO C O N SID ER A R L O Q UE P A D E S C E . .. Y A Q U I COMENZAR CON MUCHA F U E R Z A Y E S F O R Z A R M E A D O ­ LER, TRISTAR Y L L O R A R ” .

”Padece” dolor acerbísim o en todas las llagas de los azotes y de i <s espinas que sangran de nuevo; fatiga extrem a, desfalleci­ miento, ahogo, como si por m om entos fuera a expirar. Quiere padecer más dolor, más agotam iento, m ayor ahogo, fa-

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AZOTES

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- CRUCIFIXIÓN

tiga m ás extrem a; si todavía no quiere expirar, es para poder p a­ decer aun más. Cuando se le cae la cruz, se apresura anhelante recogerla, como si fuera su tesoro, porque ella son mis pecados y El no quiere quedarse sin cruz con que pague por ellos. ¡Oh am or infinito y fuego inmenso de caridad! ¡Quién me diera sentir vuestros dolores como Vos los sentís y ponerm e a punto de m uerte por la tristeza de veros sufrir! Dadme gracia para:

"Esforzarme a doler, tristar y llorar” : considerando detenidamente personas, palabras y obras; aplicando con viveza los sentidos, a las circunstancias del paso; haciendo a la vez por inmutarme y entristecerm e; pidiendo a Dios estos sentimientos y ejercitándome en ellos. III ”EL QUINTO CONSIDERAR COMO LA DIVINIDAD S E E S ­ CONDE... Y COMO DEJA PADESCER LA SACRATISSIMA H U ­ MANIDAD TAN CRUDELISSIMAMENTE”. ”Se esconde” la Omnipotencia dejándose d erribar por el peso

de un m adero, como si fuera flaqueza. — Se esconde la Herm o­ sura-Dios entre tanta basura de polvo, esputos y sangre enne­ grecida, que necesita de una m ujer que le limpie el rostro. — Se esconde la Santidad-Dios en nube tan negra de falsas acusaciones y supuestos crímenes, que se le juzga digno del últim o suplicio y se le conduce a él entre malhechores. ”Dej
tihiihv

221)

s KM-\ n a

lo InmeiiNiuiuMitr huVh duro (|iic di do lodo* Ion proven leu leu de su* verdugos. ¡ D olein ie, eulrlsUHHMmc, llorín*! IV

7.7. SEXTO COSSIDEHAH COMO TODO ESTO PA DESCE ro n Mis PECADOS, ETC... Y QUE DEIIO YO II ACE H Y P A hESCEli POU El." n) "l*or mi* prendo*” porque m is p rem ios son
En m r t l i o tlr la ai/nnia J e s ú s m lr n b n

vrrdiitfoN co n o j o i de a m o r y r o m p n s i ó u ; r o n los m is m o * me m lr n b n In m h lé n li lili y ¡mu con m á s imior de coiiipnsíón q u r n ellos, p o r q u e nifl vabi más c u lp a b le ; ellos no snblnn n
I») Tnmbléri piulare pitrn Infundirme In "lomirn” do lu (jrtlSS. I.a i'f'i/ que Jes ú s llevn, no es súlo el inudero lo s r o y poswlo, ulno <(in* soy yo ron mis peendos, m ás p e l u d o s q ur plo m o y m ás d ti ron »pie luerro. Je sú s enr^a coiiiiiIko y me rslrrrhn r o u l n i SI, iiun«pie id .ibrii/nriue, le lastimo liorrlbleuiíMile y le derribo 11 Sitlvixlor mió iiiiiiinllsiuiol Dmiie In loen»'» de In crir/. por tu iiiuor, eomo Tú In llene» por nnior mío. One y» en In eru/ le Imlle n '1*1, como '1*1*1 me IiiiIIhm ¡i mi O»n lu «rítela "mi irwyor y mi iii/is Intenso oltrlo hn do ser desde iiliom luísenr mi nniyor hiimlllnelAn y coiilliiliit i i h >i I ¡ / ) ( i h i/;m e n todns cosns posibles", r) Tu millón pnru revebirmr id ” 111 M erlo " dt‘ la e r u /, íín I» «ru/ < “,\U todo mi bien: In espinei/in dr mis peendos, lu vlcloriit de no
220

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d) "Qué debo Jutcirr por UV*. SI me hubiera huí Indo ni 11 ^itiuido Ih Panlón d< JcmicHMo, nc^ummente que Je hubíer» lo­ mado In cruz y #«lldo en wu deferían, I’tii** también de«d<* «q»l puedo uhorii d
221.

PARTE

CUARTA

JESUS ES CLAVADO EN LA CRUZ El hecho de la crucifixión. Desmido y tendido el Señor en la cruz, distribúyense los ver­ dugos para sujetarle por brazos, pies y tronco, creyendo que re­ sistirá como las demás víctimas. Entonces el del m artillo, colo­ cando el clavo de punta sobre la palm a abierta del Señor, o sobre el arranque de la muñeca, descarga con la derecha fuertes golpes sobre la cabeza del grueso y tosco clavo, que penetra rom piendo l a s carnes, rasgando tejidos y dislocando huesos. Una ráfaga de dolor agudísimo sacude el sagrado cuerpo y Jesús eleva al cielo una m irada de infinito dolor y de infinito amor, a su Eterno Padre — a los verdugos — a mí, el prim er causante del horrendo suplicio. ”Por ti, por ti”, me repite sin cesar; ”por tu amor, por tu salvación.” Y pasan a la otra mano, a otro clavo, a nuevos golpes de m ar­ tillo, a nuevo rasgarse las carnes y dislocarse los huesos; a nue­ vas ráfagas de dolor inhumano que tam bién ofrece el Señor por mi salvación. * * *

CUARTO CONSIDERAR LO QUE CRISTO NUE STRO SEÑOR P A DESCE...; Y AQUI COMENZAR CON MUCHA F U E R ­ ZA Y ESFORZARME A DOLER, TRISTAR Y L LO R A R , Y ASI TRABAXANDO POR LOS OTROS PUNTOS QUE SE SIGUEN

**♦ ”EL QUINTO CONSIDERAR COMO LA DIVINIDAD SE ES­ CONDE... Y COMO DEJA PADECER LA SACRATISSIMA HU­ MANIDAD TAN CIWDELJSS1 MAM E N T E ”.

*** "EL SEXTO CONSIDERAR COMO TODO ESTO P A DESCE

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AZOTES — CORONACIÓN — VÍA DOLOROSA — CRUCIFIXIÓN

645

P O R MIS PECADOS, ETC., Y QUE DEBO YO H A C E R Y P A ­ DESCER P O R E L ”

Procure el ejercitante desarrollar estos tres apartad o s, A, B, C, por sí mismo, conforme a la pauta que se ha dado en las p artes anteriores, o de otro modo que él sintiere m ejor. E ste tra b a jo personal le será más provechoso que leerlos desarrollados poi otro. 222.

Coloquio. "A CRISTO NUESTRO SEÑOR. O SI LA M A ­ TERIA, O LA DEVOCION L E CONMUEVE, P U E D E H A C E R T R E S COLLOQUIOS, UNO A LA MADRE, O T R O A L HIJO, O T R O AL PADRE, POR LA MISMA FORMA QUE ESTA DICHO EN LA MEDITACION DE DOS B A N D E R A S , CON LA N O T A QUE SE SIGUE A LOS BINARIOS ” [199]. Ante el rigor con que trata Nuestro Señor Jesucristo a su santísim o cuerpo por mi amor, he de pregunta» oie si mi ten o r de vida en punto a mortificación corporal es el que corresponde a un religioso o sacerdote, a un gran seguidor de Cristo en v an ­ guardia. Veo a Jesús llagado de pies a cabeza con horribles heridas, cubierto de sangre, derribado en el suelo de fatiga, exhausto de fuerzas, m uriendo en una cruz... ¿Cómo vivo yo? ¿Qué cruz llevo yo? ¿Qué trabajos agotantes realizo yo por Cristo? ¿Estoy yo a tono en esto con mi vocación y con la historia de los buenos hijos de la Compañía? Acabar con un coloquio.

223.

ESQUEMA DE LA MEDITACION XXVII

Sobre los dolores corporales del Señor en la Pasión Fres, de Dios y Orac. prep. — C.omp. de lugar. — Petición. P a r t e 1 .a

La

f l a g e l a c ió n

I. Azotan al Señor. El hecho externo. — Desnudo Jesús y atado a una columna;

— verdugos feroces de sí; y azuzados por la turba y por los sacerdotes;

— con instrumentos dolorosísimos; — descargan golpes terribles y sin medida; — sobre toda la espalda del Señor hasta las piernas, alcanzando ramalazos sueltos al pecho y al rostro. — Las carnes santísimas se amoratan, se rajan... corre sangre copiosa hasta los pies. — ¿Caena el Señor en ella, al cortarle las ataduras? II.

Lo que padece Jesús bajo esta lluvia de azotes y voluntad con que lo padece. — Padece dolores acerbísimos; en toda la región dorsal que es una llaga profunda hasta los huesos; y escozor en el rostro, brazos y pecho de ramalazos sueltos.

— Padece malestar general intolerable, por la excitación nerviosa. — Lo padece de su propia voluntad; nunca dice "basta” y aun desea que arrecie más la tormenta si a nosotros nos conviene. — A cada golpe pronuncia mi nombre: ”por ti, por tu salvación”. Esforzarme en doler, tri&tar y llorar: — haciéndome presente al paso; — ponderando contrastes: quién es el azotado, quiénes los verdugos; — considerando tpje el así maltratado es muy uno conmigo;

224

AZOTES — CORONACIÓN — VÍA DOLOROSA----CRUCIFIXIÓN

647

— pidiendo muchos afectos de compasión y ejercitándome en ellos; — añadiendo penitencias. III. "Considerar cómo la Divinidad se esconde**, es decir: — ”no destruye a sus enemigos; — y deja padecer la Humanidad crudelisimamente”; — no librándola de los dolores; — ni siquiera con palabras de aliento; — ¡como si no fuera su Hijo inocentísimo! IV.

"Todo esto padesce por mis pecados”.

— Todo por los míos; — principalmente por los de impureza, si los hubiere tenido, para borradlos con su sangre; — yo soy, pues, quien desencadenó la tempestad de «zotes sobre sus espaldas. — También para alcanzarme gracias de. castidad; — con las que pueda vivir como un Angel; — y contribuir a sanear la ciénaga del mundo. ”Qué debo yo hacer y padescer por El”.

— Renovar ante Cristo azotado, mi compromiso de vivir como un Angel. — Resolverme a algo heroico por El en mi santificación y en la forma de mi apostolado. — ¿Intensificar mis austeridades? — Criterio de la Compañía sobre las mortificaciones corporales. — Criterio de los Santos. Coloquio.

224. I.

P arte

2 .a

La

c o r o n a c ió n

de

e s p in a s

El hecho externo.

— Desmídanle bruscamente de sus vestiduras; cnvuélvenle malamente en un trapo rojo a guisa de manto regio; y lo ponen en las manos atadas una caña como cetro. — La corona es de espinas largas, agudas y duras; — y se la aprietah brutalmente contra la cabe*a para que entren las espinas. — Después desfilan ante El escupiéndole y golpeándole en infernal parodia de pleitesía.

648 II.

225

TERCERA SEMANA

Lo que el Señor padece y voluntad con que lo padece. — Padece dolor vivísimo en cada espina: que arrecia con cualquier movimiento brusco de la cabeza; y sensación de atenazamiento en las sienes. — Padece otras molestias más internas por la excitación general ner­ viosa: por agotamiento de la sangre; por reflejos de las heridas. — Padece la sensación angustiosa de irse en sangre. — Padécelo con amor inmenso al Padre y a los hombres; dispuesto a más espinas, si aun quedare sitio en su cabeza donde hincarlas. — Jamás ha ceñido Rey alguno con tanta voluntad corona de gloria como Cristo ciñó aquí la suya de espinas.

III. "Considerar cómo la Divinidad se esconde”. IV. ”Y que todo esto padesce por mis pecados”. — Todo por los míos; — especialmente por los pensamientos deshonestos y de soberbia. — Yo soy quien le clavó las espinas más que el soldado. — También para merecerme gracias abundantísimas para mí y para mi apostolado. "Qué debo yo hacer y padecer por El”. --Tom;ir medios eficaces para poner fin a las divagaciones culpablec de la mente en mis ejercicios espirituales. —Abrazarme con las molestias de una vida interior intensa durante el día. — Buscar con ansia humillaciones y desprecios por acompañar a Cristo. Coloquio: con Jesucristo o con el Padre... de Banderas o Binarios...

225.

1.

P ahtk 3 .a

J esús

con

la

chuz

a

c u esta s

El hecho externo. — Jesús es obligado a llevar la cruz entre dos ladrones; — camino largo, pedregoso, cuesta arriba; - c r u z pesada, sobre heridas, pegando contra la corona de es­ pinas:

225

AZOTES — CORONACIÓN — VÍA DOLOROSA — CRUCIFIXIÓN

049

— El sin sangre y sin fuerzas... — cae, parece va a expirar. II. "Considerar lo que el Señor padesce” bajo la cruz. — Padece dolores acerbísimos en las llagas de espalda y cabeza; — fatiga suma, agotamiento externo; desfallece como para expirar. — Padécelo por su voluntad; — y está dispuesto a mayor fatiga y a más dolores si a nosotros nos conviene. "Y aquí comenzar con mucha fuerza a doler, tristar y llorar**:

— aplicando con viveza los sentidos a personas, palabras y obras; — ponderando contrastes; — considerando cuán uno es Cristo conmigo: — trabajando por inmutarme y entristecerme; — pidiendo mucho a Dios estos sentimientos; — añadiendo penitencias. III. "Considerar cómo la Divinidad se esconde**. — Se esconde la Hermosura-Dios, entre tanto polvo; — la Santidad-Dios, entre tanta ignominia; — el Poder-Dios, cayendo bajo el peso del madero. — Y deja padecer la Humanidad terriblemente: — sin aliviarla; sin consolarla; — jcomo si Jesús no fuera el Unigénito del Padre!

IV. "Todo esto padesce por mis pecados". — Para satisfacer por ellos; — para revelarme el misterio de la cruz; — para infundirme la "locura” de la cruz. — Qué debo yo hacer por El; qué debo padecer. P ar tk 4."

I. II. III. IV.

La

c r u c if ix ió n

El hecho de la crucifixión. I ^0 que el Señor sufre en ella. Esforzarme por doler, tristar... La Divinidad se esconde. Todo esto lo sufre por mis pecados. Qué debo yo hacer y sufrir por El.

MEDITACION XXVIII

DISTRIBUCION DE LA MATERIA PARA LA MEDITACION DIARIA

ía

1.°

N. 226

D ía



Sobre el fruto propio de la tercera se­ mana: N.° 227.

D

i

226.

MEDITACION XXVIII

Sobre toda la Pasión junta Escribe San Ignacio sobre la tercera semana : si se le dan 7 días, téngase el ”SEPTIMO DIA, CON i E M P L A C10N D E TODA LA PASSION J U N T A ” ; s i m ás de 7 días, ”DESPUES DE ACABADA TODA LA P A S ­ SION, TOME EL DIA ENTERO LA MITAD DE TODA LA P A S ­ SION, Y EL SEGUNDO DIA LA OTRA MITAD, Y E L T E R C E R DIA TODA LA PASSION si menos de 7 días, ”DESPUES DE ACABADA TODA L A PASSION, PUEDE HACER OTRO DIA TODA LA PASSION J U N ­ TA EN UN EJERCICIO O EN DIVERSOS ” [209].

Quiere, pues, el Santo que después de haber contem plado en p articular cada paso de la sagrada Pasión, consideremos el con­ ju n to de todos ellos, y a cada uno en el conjunto y en relación con los demás. Más aún, en la mente de San Ignacio esta m irada global desde la cima del calvario a todo el panoram a de la Pasión, se debe prolongar hasta Belén abarcando toda la vida de N uestro Señor; porque ni una hora tuvo El sin dolor de pasión: en todo m o­ mento fué Redentor y víctima; toda su vida fué un sacrificio total, único, que culminó en la pasión y en la cruz. Esta contemplación global la he de hacer: INDUCIENDO A MI MISMO .4 DOLOR Y A PENA Y QUE­ BRANTO, TRAYENDO EN MEMORIA FRECUENTE LOS T R A ­ BAJOS Y FATIGAS Y DOLORES DE CRISTO N U E ST R O SE ­ ÑOR, QUE PASO DESDE EL PUNTO QUE NASCIO H A ST A E L

652

TERCERA SEMANA

226

MISTERIO DE LA PASION EN QUE A L P R E S E N T E ME H A ­ L L O ” [206].

Asi que esta contemplación de "toda la pasión junta” participa grandemente la naturaleza de la "repetición” y del "resumen” ignacianos. Puesto que ella es trabajar en profundidad al rededor del misterio de la cruz, volviendo sobre los pasos que más nos han movido y considerando lo que tienen de co­ mún y que los une a todos en un sacrificio total único. Es evidente que estos puntos centrales nos ayudarán a pro­ fundizar en la inteligencia y en el sentimiento de la sa­ grada pasión. ”ES P ED IR GRACIA A DIOS N U E S ­ TRO SEÑO R , PARA QUE TO D A S MIS I N T E N C IO N E S , ACCIO­ NES Y OPERACIONES, S E A N P U R A M E N T E O R D E N A D A S E N SERVICIO Y A L A B A N Z A DE SU D IVINA M A J E S T A D O r a c ió n

p r e pa r a t o r ia .

H ist o r ia .

Breve resum en de la sagrada Pasión.

Todo el escenario d e la Pasión. Pue­ do contemplarlo desde la cruz, de la que pende Jesús ya m uerto. Estoy al lado de la Santísim a Virgen, con San Ju a n y M aría Magdalena. Co m p o s i c i ó n

de lugar.

’DOLOR CON CRISTO DOLOROSO, Q U E B R A N ­ TO CON CRISTO Q U E B R A N T A D O , LAGRIMAS, P EN A I N T E R \ A DE TANTA PENA QUE CRISTO PASO POR MI” [203]. P e tic ió n .

I

Lo absoluto del sacrificio del Redentor a) Porque fue de todos sus bienes: honra, bienestar, afectos, sangre y vida. b)

Y que fué el sumo en cada línea de bienes.

El sumo dolor corporal: nnnos v pies horadados: sosteniendo el cuerpo por las heridas de los clavos;

226

TODA LA PASIÓN JUNTA

653

espaldas destrozadas; cabeza acribillada; músculos en vientre y pecho tetanizados, agarrotados... ¡que n o le falta sino expirar de tanto dolor!

La sum a ignominia: ante millares de corazones que le odian; de puños que le amenazan; de ojos que se sacian en su derrota; de bocas que le maldicen: "blasfemo, ambicioso, mal hombre, mal p atrio ta...” ¡que no le falta sino expirar de tanta ignominia!

La sum a angustia interior: de pavor, tedio y tristeza... al verse hecho pecado; odiado de los hombres; maldito de Dios; abandonado de cielos y tierra... ¡que no le falta sino expirar de tanta angustia interior!

El sumo esfuerzo de su voluntad: para resignarse al querer del Padre; para beber el cáliz de la Pasión; para seguir en la Cruz; para entregarse a la muerte... ¡que no le falta sino expirar por la violencia del e s f u e r z o t

II La superabundancia muchas veces infinita de la R edención Porque donde había abundado la ofensa a Dios, superabundó la reparación; donde había abundado el pecado, superabundó la gracia para borrarlo; donde había abundado la soberbia y el placer pecaminoso, superabundó la humillación expiatoria y el dolor.

654

TERCERA SEMANA

226

III Lo ilim itado del a m o r del R edentor Porque en cada momento de la Pasión, cuando el Señor se halla en lo más recio del torm ento o en lo más hondo de la hum i­ llación, su voluntad aun se extiende por nuestro am or a todos los tormentos e ignominias que le restan de la Pasión; en lo más atroz de los azotes, aun se dispone para la coro­ nación; en lo más agudo de las espinas, aun anhela por la crucifixión. ; Así en cada paso de la P asió n ! ¡Y así en cada momento de su vida! «Baptismo autem habeo baptizad, et quomodo coarctor usque dum perficiatur» x. IV Lo absoluto de su entrega por m i a m o r «Dilexit me et tradidit semetipsum pro me» 2. En el huerto ”se entregó” sin reserva a la tristeza, tedio, pavor y agonía por mí. En los azotes ”se entregó” a los verdugos para que lo destro­ zaran por mí. En los tribunales ”se entregó” a jueces inicuos, sin defender­ se, por mí. Recorreré así los diversos pasos de la Pasión considerando lo absoluto con que Jesús ”se entrega” al dolor, a la hum illacón y a la muerte por mí. V Jesús lleva a perfección la obra que le encom endó el P adre «Opus consummavi quod dedisti mihi ut faciam» \ ¿Me en­ comendaste satisfacer por todos los pecados de los hombres? He J

Luc.

12, :>o.

2 Gal. 2, 20. 4 Joan. 17. t\.

226

TODA LA PASIÓN JUNTA

655

cumplido con perfección el encargo pagando infinitam ente m ás de lo que debían. «Calicem quem dedit mihi Pater, non bibam illum?» \ E ra un cáliz lleno de dolores acerbísimos; lo he bebido todo. Estaba repleto de ignominias y tristezas; lo he apurado todo. VI

Jesús restaura, mejorándolo, el plan primitivo de la elevación del hombre al orden sobrenatural Fundando una Iglesia santa, inmaculada, indefectible, siendo El esposo de sangre... VII

Jesús da cima a su oficio de Maestro y de modelo Con los ejemplos heroicos de todas las virtudes que nos dejó en la Pasión y con las lecciones sublimes que nos leyó en la cruz. «Ego sum via, veritas et vita» 5. Coloquio con Cristo crucificado. 4 Joan. 17, 11. 4 Joan. 14. 6.

656

227.

TKRGKRA SKMANA

227

FRUTO PRINCIPAL DE LA TERCERA SEMANA

El fruto más directo es: I En el en ten dim ien to : conocimiento interno de Cristo crucificado: de cómo Jesús en la cruz es el poder de Dios y la sabiduría de Dios S en la salvación del mundo; de sus sufrim ientos espantosos, virtudes í heroicas y méritos infinitos; ¡ penetración en el misterio de la cruz; estima altísim a del sufri' miento para nuestra santificación y para nuestro apostolado. En el corazón: amor grandísimo a Cristo crucificado; dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado, sen­ timiento, pena interna de tanta pena que Cristo pasó por mí; y con esto, identificación moral de mí con Cristo, tomando yo sus penas por mías, como El toma mis pecados por suyos. Nuevas ansias, mayores que las de la semana anterior, de hum ij Ilaciones y pobreza, ante la pobreza y las hum illaciones extremas de • Cristo en la Pasión; ¡ ansias muy vivas de dolores corporales y de aflicciones interiores, : ante las aflicciones de Cristo en el huerto y sus dolores terribilísim os en la cruz y en la flagelación; también deseos fervorosos de retornar yo a Cristo con sacrificios I de la salud y de la vida, por su dignación inefable en perder El por i mí la sangre y la vida. \ En la v ol u n ta d electiva: determinación muy firme de no rehusar, i mientrus no se oponga a ello la mayor gloria divina, cuantas m oles­ tias me vengan de las criaturas; antes buscarlas yo según el tercer grado de humildad, extendiendo ésta a los dolores corporales y a las aflicciones de espíritu. Otros frutos, más bien indirectos, como por concomitancia o por resultancia. Son generalmente confirmación y perfeccionamiento de frutos pro| pios de las semanas anteriores; es a saber: j mayores alientos para el vencimiento propio en la lucha por la | indiferencia del Principio y Fundamento; j más aborrecimiento de mis pecados, por ser ellos la causa principal de la pasión y muerte de Cristo (1.a semana); y del desorden y del mundo que llevan al pecado; mayor entrega, en mi oblación a Cristo Rey (2.a semana), a toda injuria, a todo vituperio, a toda pobreza así espiritual como actual, arrastrado del amor a Cristo crucificado; mayor entusiasmo en mi reforma por la Bandera de Cristo y por el Tercer Grado de Humildad. Ansias de que, acabada la pasión, resucite pronto mi amantisimo Salvador, para disfrutar de la gloria y gozo que le corresponden y de que El se ha privado por mi redención. Estas ansins son ?:> preparación inmediata para la semana siguiente de la resurrección.

V

CUARTA

SEMANA

«Gracia para me a le g rar y g ozar intensam ente de tanta gloría y gozo de Cristo N uestro Señor» [221].

MEDITACION XXIX

DISTRIBUCION DE LA MATERIA PARA LA MEDITACION DIARIA

D ía 1.° N.° 2 2 9

230 2 3 2 233

D ía 2.° N.° 229

231 232 234

D ía 3.° Repetición. D ía 4.° Aplicación de sentidos.

228.

CUARTA SEMANA

El fin principal de ella es ”Araor purissim us Christi Regís” (P. R oothaan). Un amor totalmente desinteresado a Cristo Rey; y lo s m e d i o s para conseguirlo son, ante todo: I.°, contem plar la gran gloria y gozo de Cristo resucitado; 2.°, gozarnos intensa­ m ente de ellos ”propter ipsum Christum” ; lo cual, este así go­ zarnos po r am or a Cristo, es ya en sí mismo ejercicio de am or purísim o o desinteresado de Cristo. F in secundario es alegrarnos de la glona que también a nos­ otros nos espera como a miembros de Jesucristo y anim am os con esta esperanza a la lucha y al trabajo. El fin de la cuarta semana es el mismo de la segunda y tercera: " CONOSCIMIENTO INTERNO DEL SEÑOR — PARA QUE MAS LE AME — Y LE SIGA” ; pero con esta particularidad que en la cuarta semana este fin es: ”CONOSCIMIENTO INTERNO DEL SEÑOR " resucitado de la muerte que sufrió por mis pecados; conocimiento de su gran gloria y gozo en la resurrección; ”PARA QUE MAS LE AME” con amor gozoso de su triunfo — con amor que sea alegrarme intensamente de tanta gloria y gozo de Cristo resucitado; ” Y LE SIGA" ratificándome en su imitación, arrebata­ do por su amor, cada vez más transformado en El, más uno con El. Esta mi identificación moral con Cristo recibe en esta

semana nuevos perfeccionamientos: de su parte El trae "oficio de consolar’* a los suyos, tomando mis tristezas por propias; y de la mia yo me esfuerzo por alegrarme intensamente de su gloria como si fuera mía y por ratificarme en su imitación transformándome cada vez más en Cristo. Los llamados "Puntos 4.° y 5.°” de San Ignacio sobre la Re­ surrección.

CUARTA SEMANA

228

El Santo pone para la cuarta sem ana cinco como tópicos o veneros de consideraciones, que él llam a ”punctos”. Los tres primeros, que son: ”Considerar las personas, ver lo que hacen, oír lo que dicen”, son los mismos que puso antes para la segunda y tercera sem ana; pero los dos últim os son exclusivos para la Resurrección. Dicen así: ”EL CUARTO CONSIDERAR COMO LA D IV INIDA D , QUE PARESCIA ESCONDERSE EN LA PASION, P A R E SC E Y SE MUESTRA AGORA TAN M1RACU LOS A M E N T E EN LA SANCTISSIMA RESURRECCION, P O R LOS V E R D A D E R O S Y SANCTISSIMOS EFFECTOS D E L L A ” [223].

”EL QUINTO MIRAR EL OFICIO DE CONSOLAR QUE CRIS­ TO NUESTRO SEÑOR TRAE, Y COM PARANDO COMO UNOS AMIGOS SUELEN CONSOLAR A O T R O S ” [224].

229.

M ED ITA C IO N X XIX

Jesucristo resucitó (1.a parte) Y

se apareció a su Santísima Madre (2.* parte)

” P E D I R GRACIA A Di OS X V E S T R O S E Ñ O R P A R A Q U E TO DA S MIS I N T E N C I O N E S . A C C I O N E S Y OPERACIONES, SEAN PURAM ENTE ORDENADAS E N S E R V I­ CIO Y A L A B A N Z A D E SU D I V I N A M A J E S T A D '. En orden a O r a c ió n

p r e p a r a t o r ia .

realizar esto de una manera cada vez más perfecta, es por lo que voy a hacer esta meditación. ”DE SPU E S Q U E CRISTO E X P I R O E N L A C R U Z , Y E L CUERPO QUEDO SEPARADO DEL ALMA Y CON E L S IE M P R E UNIDA LA DIVINIDAD, LA ANIMA BEATA D E S ­ C E N D I O A L I N F I E R N O , ASIMISMO U N I D A CON L A D I V I N I ­ D A D ; D E DONDE... VINIENDO AL SEPULCRO Y RESUCI­ T A D O , A P A R E C I O .4 SU BE N DI TA M A D R E EN C U E R P O Y E N A N I M A ” [319]. H

is t o r ia .

” VE R LA DISP OSIC ION D E L S A N ­ TO S E P U L C R O Y E L L U G A R O D E NUE ST R A S E Ñ O R A . M I R A N D O L A S P A R T E S D E L L A EN P A R T I C U L A R . A S I M I S M O LA C A M A R A . O R A T O R I O . E T C ' [220]. Co m p o s ic ió n

de

lugar.

" P E D I R GRACIA PARA M E A L E G R A R Y G O ­ Z A R I N T E N S A M E N T E D E TANTA GLORIA Y G O Z O D E CR IS­ TO N U E S T R O S E Ñ O R ” [221]. "Gloria", o sea esplendor^ triun­ P e t ic ió n .

fo, honra, majestad con que aparece Jesús resucitado. "Gozo", o sea bienestar subjetivo, fruición, bienaventuranza en cuerpo, alma y Divinidad.

PARTE

230.

PR IM ERA

LA R ESU R R E C C IO N D E L SE Ñ O R

PUNTO PRIMERO El hecho de la Resurrección El domingo, al rayar el alba, sube el alma gloriosa de Jesús, del limbo de los justos al santo sepulcro, cortejada por las almas de los santos del Antiguo Testamento, también ya glorificadas. Muéstrales en el sepulcro el sagrado cadáver, exangüe, amoratado por los golpes, deformado por los tormentos, hecho una llaga. Déjales que le contemplen despacio, que besen sus pies y manos, que le adoren y que se extasíen ante la grandeza de amor que Ies revela el martirio de la pasión. Y a ruego de ellas, que le piden acelere la glorificación de aquellos santísimos miembros, únese otra vez substancialmente con ellos para comunicarles su vida gloriosa. Vuelve la sangre a aquellas venas, el movimiento al corazón, <;! color al rostro, la luz a los ojos, la hermosura a los miembros. Tórnase luminoso el santo cuerpo y sale de los lienzos como la mariposa del capullo, radiante de esplendor, más que el astro del día que en aquel momento surge en el horizonte. ¡Cómo se manifiesta la Divinidad! Alegrémonos por la resurrección gloriosa de nuestro Padre, de nuestro Rey, de nuestro Redentor. «Haec dies quam fecit Dominus; exultemus et laetemur in eas> ” Surrexit Dominus vere, Alleluja.” Este es el gran día del Señor: gocémonos y alegrémonos en él. El Señor resucitó ver­ daderamente, aleluya. Resucitó del sepulcro el Señor que por nosotros estuvo col­ g a d o en la cruz, aleluya. «Surrexit Dominus de sepulcro, qui p r o nohis pependit in ligno, alleluja» *. '

Ps. 1)7, 24. ( J r . Luc, 24,

230

"

g l o r ia

y

gozo”

de

c r is t o

r e s u c it a d o

663

PUNTO SEGUNDO

Alegrarme de tanta "gloria” de Cristo Nuestro Señor A ) ” G L O R I A ” negativa. Se acabaron para Jesús las calum­ nias, injurias, mofas, burlas, las acusaciones amañadas, las sen­ tencias injustas, la cobardía de Pilatos, los desprecios de Herodes, los aullidos de las turbas pidiéndole para la muerte. Se acabó el verse confundido con ladrones, pospuesto a Ba­ rrabás, escupido, acoceado como una bestia, tratado como el más vil de los esclavos. Pilatos, Herodes, Anás, Caifás, el Sanhedrin ya no pueden nada contra mi Jesús; están muertos de miedo, de­ rrotados, aplastados. Se acabó para mi Jesús la noche de pasión, la lobreguez del sepulcro, el ser "vermis, non homo, opprobrium hominum, abjectio plebis, vas perditum” ; y nada de esto volverá jamás sobre El. — Se manifiesta la Divinidad glorificando a Jesús. Me alegro por Jesús, que es mi padre, mi hermano, mi Re­

dentor... Me alegro de que se hayan acabado las humillaciones en que El se metió por salvarme a mí, en las que yo le metí con mis pecados contra El mismo y contra su Eterno Padre. B)

” G L O R I A " positiva interna.

l.° El cuerpo de Jesús en la resurrección se reviste de dotes propias del espíritu, pues se torna: ágil como el espíritu, para trasladarse con la velocidad del rayo de un extremo a otro del mundo: sutil como el espíritu, para atravesar sin resistencia obs­ táculos como montes; incorruptible como el espíritu, sobre el cual no tienen acción los agentes más destructores; luminoso como el sol, inconmensurablemente más esplendente de lo que fueron densas las tinieblas del sepulcro. — El cuerpo glorioso de Jesús es la obra maestra de Dios en la materia. El rostro de Jesús resucitado, brilla como un astro y es dulce como el de una madre: posee eminentemente la hermosura de las flores, la blancura de la azucena, lo encendido de la rosa, los cambiantes de la aurora. — En él se manifiesta pródigamen-

CUARTA SEM AN A

664

230

te la Divinidad; en su mirada, la penetración de la Divinidad; en su frente, la majestad de la Divinidad; en su boca, la gracia de la Divinidad. Lo más hermoso de la creación sensible es el rostro de un hombre moral y físicamente perfecto; y lo más hermoso del cielo es la hermosura del mismo Dios. Pues el rostro de m i Jesús resucitado es el rostro ideal, poseído hipostáticamenté por la Hermosura-Dios, la cual se manifiesta en él plenamente. Así es y así será eternamente mi Jesús, mi Rey, mi Salva­ dor, todo mi bien. ¡Por mi amor encubrió E l por treinta y tres años toda esa gloria para acompañarme a mí en mi abyección! ¡Cuán espléndidamente se manifiesta aquí la Divinidad con m i­ lagros de orden físico! ¡Oh Eterno Señor de todas las cosas: os felicito por vuestra gloria y reitero mi oblación de seguiros en pasar toda injuria por Vos y toda afren ta...! 2.° Aureolas de ”gloria” que nimban la frente de Jesús Re­ sucitado. a)

Aureola de triunfador.

Jesús en la resurrección triunfó de la muerte, de la que no triunfa nadie, la que triunfa sobre todos, Papas, Reyes, Empera­ dores, hasta reducirlos a cenizas. Y la derrotó en su propio al­ cázar de ella, en el sepulcro, saliendo de su seno con nueva vida gloriosa exuberante, eternamente perdurable.

Y éste no es más que el primero de una serie interminable de triunfos de Jesús sobre la muerte; porque a la resurrección personal de Nuestro Señor se seguirán, por virtud del mismo Cristo resucitado, la resurrección gloriosa de todos sus escogidos. Me alegro por El más que por mí, porque sus triunfos los considero más míos que los míos propios. Triunfó del pecado, padre de la muerte, engendro de la con­ cupiscencia, el verdadero tirano del mundo. Y el triunfo fué absoluto, porque no hay en Jesús, ni queda­ rá en los suyos resucitados huella ninguna del reino del pecado; no manchas, ni arrugas, ni vicio, ni reato de culpa o pena, ni raíz de concupiscencia. Triunfó del demonio arrebatándole sus armas, que eran la m u‘i te, la concupiscencia y el pecado;

230

" g l o r ia

y

gozo”

de

c r is t o

r e s u c it a d o

665

y triunfó "humillándose a Sí mismo hasta la muerte de cruz; por lo cual Dios le ensalzó en la resurrección y le dió un nombre sobre todo nombre ante el cual han de doblar la rodilla el cielo, la tierra y las potestades del averno; y toda lengua ha de con­ fesar que el Señor Jesucristo está en la gloria de Dios Padre” . Triunfó del infierno de los justos. Pues descendió a aquella

mazmorra, rompió los cerrojos, arrancó las puertas, convirtió sus tinieblas en luz y libertó las almas de los Santos que allí esta­ ban esperando su santo advenimiento. Triunfó de sus enemigos, los escribas y los fariseos, Anás y Caifás, Herodes, Pilatos, las turbas... ¿Dónde están los soldados que custodiaban el sepulcro? ¿Dónde la piedra con que preten­ dieron cerrarle la salida? ¿Dónde los sellos? ¡ Oh cuán bien se ve aquí, Jesús mío, que las cadenas con que os sujetaron en los tormentos no fueron de hierro, que las hubie­ rais roto; sino que fueron las cadenas de vuestro amor hacia mí, más fuertes que el acero!

jOh Rey Tortísimo, poder sobre todo poder, que murien­ do matasteis a la muerte y destruisteis el reino del pecado! «Dominus virtutum ipse est rex Gloriae» 3. Verdaderamente que El es el Señor del poder, el Rey de la gloria. «Contrivit portas aeras et vectes ferreos confregit»4. Hizo añicos las puertas de bronce y quebrantó los cerrojos de hierro. Gózome, Salvador mió, de vuestro triunfo sobre las po­ testades infernales. Triunfad, Señor, de ellas también en mí y en todos los pecadores y en las grandes masas ateas y comunistas, pues por todos habéis muerto. Que ellos y yo, libertados por Vos. quedemos para siempre unidos al carro de vuestra gloria. b)

Aureola de Redentor de la humanidad.

Jesucristo ha satisfecho en precio de Sangre, con la suya pro­ pia, por todas nuestras deudas a la Justicia Divina; nos ha res­ catado del infierno a la libertad de hijos de Dios y nos ha abierto las puertas del paraíso. Al presentarse hoy radiante de gloria alzado sobre su tumba, * Ps. 23, 10. *

Ps. 106, 16.

CUARTA SKM ANA

666

230

T— ............—

vemos a sus pies trozos de cadenas rotas, que son las de nuestra esclavitud; y multitudes inmensas, como un mar de cabezas que se pierde en el horizonte, de gentes de todas razas, naciones y tiempos que le aclaman por su Salvador. Detrás de amarrados a dor; delante zos libres al c)

Jesús la humanidad entera en cadenas de pecados la tierra y al infierno pidiendo venga el Liberta­ de Jesús la misma humanidad levantando sus bra­ cielo, vitoreando al Redentor.

Aureola de mesianicidad.

Los milagros de principal demostrar todos ellos es el de del Señor, todos los

Jesús durante su vida habian tenido por fin su mesianicidad. Pues bien, fundamento de. la resurrección; sin éste, supuesta la muerte demás hubieran sido falsos.

Este es el gran milagro al que el Señor habia apelado contra sus enemigos. ¿Me exigís, para creerme, una señal del cielo? Pues destruid este templo de mi cuerpo y yo lo reedificaré. Esta es la señal que os da el cielo. Con la resurrección de Sí mismo pone Jesús el sello a las pruebas de su misión divina. Al salir hoy radiante del sepul­ cro se presenta nimbado con la aureola esplendente de la me­ sianicidad. d)

Aureola de santidad.

aparecer bo y Jesús resucitado por su propia virtud queda patente: que si permaneció en la cruz, fué porque quiso; que si le llevaron al matadero, fué porque se dejó llevar; que sus 18 horas de pasión, fueron un ejercicio libérrimo de fortaleza heroica, de humildad heroica, de caridad para con Dios y para con los hombres mil y mil veces heroica. Aureola esplendente de santidad y de heroísmo humano-di­ vino circunda las sienes de mi Jesús resucitado. Al

La Iglesia llama ” santa” a la Resurrección del Señor con pre­ ferencia sobre los demás misterios de la vida de Cristo: ” Per sanctam resurrectionem tuam” , porque la santidad de Jesús se revela con deslumbradora claridad sobre todo en la Resurrección. Libre la santísima Humanidad del Señor, en la resurrección, de todas las flaquezas y necesidades de nuestra naturaleza terre­ na, convertida toda ella en vida, luz y amor, puede vivir más pie-

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" g l o r ia

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gozo"

de

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ñámente que antes para Dios, «vivít Deo> 4 dice San Pablo, en un canto no interrumpido de alabanzas.

e)

Aureola de sabiduría y de poder.

Jesús con su pasión y muerte acaba de rehacer los planes primitivos de Dios, frustrados por el pecado, de divinizarnos por la gracia; y al rehacerlos, los ha elevado en perfección sobre los del principio. Porque incorporados ahora nosotros en el Hom ­ bre-Dios, quedamos más inundados de gracia que antes, más en ley de gracia, más adentrados en Dios, más divinizados. Por eso Jesús aparece en la resurrección, como el gran res­ taurador de los planes divinos sobre el hombre, el gran digni­ fica dor de la naturaleza humana. ;Cuán esplendente se presenta aquí la Divinidad por milagros de orden moral y de orden fís ic o ! C)

” G L O R I A ” positiva extrínseca de Jesús resucitado.

Multitudes que le aclaman.

Si fué numerosa la que le siguió al calvario, para afrentarle, incomparablemente mayor es la que le rodea en la resurrección para ensalzarle. Fórmanla millones sin cuento de Angeles y de Arcángeles, millones de Virtudes y de Potestades, Principados, Tronos y Dominaciones; millones de Querubines y Serafines. Y además toda la multitud de almas que desde el principio del mundo se habían salvado. Es el coro que vió San Juan en el cielo, rodeando al trono del Cordero, que se han apresurado a desagraviarle allí misino donde ha sido ultrajado y cuando aún suenan en el aire los gri­ tos con que las turbas le blasfemaron y los golpes de m artillo con que le enclavaron. «Et eral numerus eorum millia millium dicentium voce mag­ na» ®, su número es miles de millares y dicen con gran voz. «D ig ­ nus est Agnus qui occisus est accipere virlutem et divinitatem et sapientiam et fortitudinem et honorem et gloriam et benedictionem» 7, digno es el Cordero que fué muerto de recibir bendi­ ción, honor, gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén. Y este himno de triunfo que empieza la mañana de resurrec-

* 7

Rom. 6, 10. Apoe. f>* 11. A por. 5, 12'

CUARTA SEM AN A

668

231

ción sobre las cimas del calvario, durará en el cielo por toda la eternidad. Gloria a Jesús en las alturas y paz en la tierra a todos los hombres por El redimidos. Te bendecimos, oh Jesús, Te adoramos, Te alabamos, Te damos gracias por tu inmen­ sa gloria. Tú solo santo, ”Tu solus sanctus, Tu solus Dominus, Tu solus Altissimus, Jesuchriste in gloria Dei Patris” . Gracias, oh Eterno Padre, por la magnificencia con que clarificáis a vuestro Hijo en la resurrección. Gracias, oh Angeles y Bienaventurados, por vuestros cánticos de ala­ banzas a Nuestro Señor Jesucristo. Que todos los pecadores, aun los perseguidores de la Iglesia, podamos un día estar con vosotros bendiciendo eternamente a Jesús resucitado. ” R E F L E C T I R ” ante tanta "gloria” del Señor y sacar algún pro­

vecho: 1.° Mirando a Cristo. Alegrarm e intensamente de su gloria ” propter ipsum Christum” que es mi Dios, mi Redentor, mi Rey, todo mi bien; con esto amarle más y más como a Rey tan grande en Sí y tan bueno para mí; terminar ratificándome, con el coloquio del Rey Temporal, Banderas, Binarios... en mi promesa de seguirle, sobre todo en la pobreza y humillación. 2.° Mirando a mi provecho. Alegrarme de la gloria que tam­ bién a mí me espera en la resurrección, como a miembro vivo de Jesucristo y animarme con esta esperanza al trabajo. Pero esta mirada a mi utilidad ha de ser muy secunda­ ria en esta semana, como si dijéramos: ” Mihi quidem temp u s gaudendi d e meo bono necdum advenit, sed sufíicit mihi q u o d Rex ac Dux meus Christus gloria et gaudio potiatur” g. C ó m o se alegraría la Virgen, olvidada de Sí misma, por la dicha de su Hijo. 231.

PUNTO TERCERO Alegrarme de tanto ”gozo” de Cristo resucitado

A) ”G O Z O ” negativo. Se acabaron para nuestro amanlísimo Redentor los dolores de la crucifixión, el desgarramiento de las ruñes, las angustias de la agonía. *

Hoothaan, Exern. Sp. S. I>. ¡g. i.oy., n. 304, 4.

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de

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Ya no hay clavos que puedan penetrar en sus benditísimas carnes, ni azotes que las puedan desgarrar. «Mors ultra non erit, ñeque luctus, ñeque clamor, ñeque dolor erit ultra, quia prima abierunt» ®. Si nada de esto cabe en el cielo, mucho menos puede caber en el Rey de los cielos, en el cielo de los cielos. B) felicidad.

” G O Z O ” positivo de Jesús resucitado, bienestar, fruición,

a) ” G O Z O ” proveniente de la anión hipostática. A la unión hipostática, a esta comunicación tan plena del Verbo a la natu­ raleza humana, debió seguirse connaturalmente en Jesús una comunicación no menos plena de la felicidad del Verbo a la misma naturaleza. El amantísimo Jesús, para poder sufrir y expiar por eí dolor nuestros pecados contuvo siempre, como represada por :?.n d i­ que, esta plenitud de efusión de la felicidad di vira sobre su ser humano; pero en la resurrección, consumada ya la obra expiatoria, alzó las compuertas y dejó paso libre a la avenida sobre su alma y sobre sus sentidos, de los goces provenientes de la unión hipostática. No hay hombre, ni ángel, ni criatura alguna creable que sea capaz de comprender «Quae sit latitudo, et longitudo, et sublimitas, et profundum» l0, de la dicha en que quedó anegado desde el momento de la resurrección todo el ser humano de nuestro adorable Redentor. b) ” G O Z O ” en Jesús resucitado proveniente de la visión beatífica. En los bienaventurados, a la visión intuitiva de la esencia divina y al amor consiguiente de Dios, se sigue conna­ turalmente la felicidad completa de todo su ser. ” Ni ojo vió ni oído oyó ni cabe en entendimiento humano comprender” la gran­ deza de este gozo en el último de los bienaventurados. Pues el de Jesús resucitado excede al de todos los bienaven­ turados juntos, cuanto el sol excede en luz a las estrellas y cuanto el árbol gigante se levanta sobre las yerbecitas. También estos goces los contuvo Jesús represados en la parte superior de su alma hasta la resurrección, sin permitir que des0

Apoc. 21, 4. lípli. 3. 18.

CUARTA

670

SEM ANA

231

eendieran a la zona de sus sentidos, porque hubiera quedado incapacitado para sufrir por nosotros. Nuevo motivo para que, olvidados de nosotros mismos, como El se olvidó de Sí por nues­ tro amor, nos gocemos intensamente de su resurrección como si fuera dicha propia. He de considerarme siempre como uno con Cristo. c)

"GOZO " de Jesús resucitado por la conciencia del deber

cumplido fielmente, constantemente, heroicamente, hasta apu­

rar la última gota del cáliz que le dió su Padre, hasta derramar la última gota de su sangre en el ara de la cruz. Levantado hoy Jesús sobre la bóveda de su sepulcro contem­ pla desde aquella altura el panorama de su pasión: Getsemani, el Pretorio, el palacio de Anás y de Herodes, la vía dolorosa, la cima del calvario; más lejos Belén, el taller de Nazaret, el des­ tierro de Egipto, los caminos de su apostolado... Todo allí, los hombres y las piedras, el mar y los montes proclaman a gran­ des voces la fidelidad heroica de Jesús a la misión que el Eterno Padre le confiara. El puede decir ahora mejor que nadie: «Bonum certamen certa vi, cursum consummavi, fidem serva v i» ” , he luchado con valor, he sido fiel a mi vocación, he consumado la carrera; «in reliquo reposita est mihi corona justitiae» 13, ahora me toca dis­ frutar lo corona de gloria que mi Padre celestial, justo juez, me ha adjudicado. Con este gozo por el deber cumplido , va unido el gozo por la grandeza de la obra realizada. Pues ésta es: el honor de Dios

reparado — la humanidad rescatada — restablecida su amistad con Dios — la Iglesia fundada — los planes primitivos de Dios sobre la elevación del hombre rehechos y agrandados. Para el corazón nobilísimo de Jesús, y amantisimo de su Eterno Padre y de los hombres, la consideración del bien que se nos seguía de su obra y de sus sacrificios, era fuente inagotable de satisfacción intima. új ' G O Z O ” de Jesús resucitado, en sus sentidos. El que ex­ perimenta en las llagas de pies y manos es incomparablemente más dulce de lo que fueron acerbos los dolores de los clavos; y los que siente en su santísima cabeza y en su purísimo cuer”

12

2 T i r n . 4, 7. 2 T i m . 4. 8.

231

"g lo r ia

y

gozo”

de c r is t o

r e s u c it a d o

671

po son inmensamente más dulces de lo que fueron dolorosos los golpes de los azotes con que araron sus espaldas y las punzadas de las espinas con que horadaron sus sienes. Porque si la medida de Dios al premiar a los hombres es el ciento por uno, ¿cuál será la que ha tenido para prem iar a su H ijo que había derramado toda su sangre por el Padre con amor superior al que cabe en todos los hombres juntos? ” R E F L E C T 1 R ” como en el punto anterior; es decir, ante todo gozándome de la dicha del Señor y reiterándole la promesa de seguirle, con los coloquios de Banderas o parecidos; también, pero secundariamente, animándome a la virtud con la esperanza de mi propia resurrección. PUNTO CUARTO La Divinidad se manifiesta en la resurrección ” C O N S I D E R A R C O M O LA D I V I N I D A D , Q U E P A R E S C I A E S C O N D E R S E E N L A PASION. P A R E S C E Y SE M U E S T R A A G O R A T A N M I R A C U L O S A M E N T E E N L A S A N CTIS SI M A R E ­ S U R R E C C I O N ” , o sea por muchos y grandes milagros, es de-

cir [223] ” P O R L O S V E R D A D E R O S Y S A N CT IS IM O S E F E C T O S D E ­ L L A ” : milagros físicos y milagros de santidad que sólo pueden

ser obra de la Divinidad. a) La Divinidad se manifiesta en Jesús resucitado por mila­ gros de orden físico. Se manifiesta en el hecho de la resurrección, porque sólo el Creador tiene poder para unir de nuevo substancialmente el alma con el cuerpo. Se manifiesta en el resucitarse a Sí mismo, porque sólo un hombre que a la vez sea Dios puede volver a la vida por su propia virtud. Se manifiesta en la incorruptibilidad. inmortalidad, agilidad y sutileza del cuerpo glorioso; porque sólo el Creador puede dar a la materia propiedades específicas del espíritu. — En Jesús resucitado el aparecerse y desaparecer, el moverse sin obstáculos, la aureola luminosa que circunda sus sienes son manifestaciones esplendentes de la Divinidad.

CUARTA

(>72

SEMANA

231

b) La Divinidad se manifiesta en Jesús resucitado por mila­ gros de santidad.

Su alma es un mar sin fondo de gracia que en la resurrec­ se derrama milagrosamente por sus potencias y sentidos. Su amor al Padre y su visión intuitiva de la esencia divina son milagros permanentes de elevación y santidad. El correr a consolar a los suyos, el dejarse ver y palpar, el comer y conversar con ellos disfrazado de caminante o de hor­ telano... son en Cristo prodigios de humildad y de caridad. El Corazón de Jesús resucitado es un milagro de humildad y ann r: en la máxima exaltación, la máxima humildad.

ción

En la resurrección del Señor todo es santidad: el hecho, el el fin, los efectos; Jesús resucitado, es en su ser y en su una manifestación perenne, estupenda, de la Divinidad.

modo, obrar,

PARTE

SEGUNDA

APARICION A LA SANTISIMA VIRGEN P U N T O PRIMERO

"Ver lo que hacen” a) £1 hecho de la aparición. Los tres días de soledad fueron para María Santísima noche tristísima Je densas tinieblas; pero entre las cuales, Ella vislumbró siempre albores de resurrección, porque nunca dudó de la palabra de su H ijo que al tercer dia resucitaría. Pues al alborear de este tercer dia, cuando su esperanza era más firme y las ansias más vivas, he aquí que se ilumina de re­ pente la estancia donde Ella está y se le aparece entre resplan­ dores el H ijo resucitado. Reconócele en seguido, es indudablemente el mismo de antes, el mismo rostro, la misma mirada. la misma sonrisa, la misma voz, el mismo modo de arquear los brazos para abrazar a su Madre. Y aparece, plenamente dichoso, sin heridas, sin las fealdades de la pasión, irradiando dicha, en pleno goce de lo que El es en Sí; el Verbo hecho hombre, Luz de luz, la Sabiduría-Dios, la Hermosura-Dios, la dicha Divina comunicada a la naturaleza humana en toda la plenitud que corresponde a la unión hipostálica. Póstrase, pues, la Virgen ante su Dios para adorarle, bésale

reverente* las llagas de pies y manos; y al dirigirse a la del cos­ tado es recibida por el Hijo en un abrazo del cielo, misterio in­ comprensible de intimidad y de dicha. Kn la cual Jesús hace sentir a su Madre de modo inefable el contado con la Divinidad; la dicha del H ijo trasciende a la Madre; y Madre e Hijo quedan envueltos en la misma felicidad. aa

CUARTA SE M A N A

674

231

Oh Virgen Santísima, concededme un amor purísimo a vues­ tro Hijo, de suerte que, olvidado de mí, me sienta feliz por serlo El y me goce de su dicha más que si fuera propia mía, porque es dicha de mi Dios, de mi Rey, de mi Redentor, del que es todo mi bien, para quien soy todo yo más que para mí. Pues El tomó mis pecados como si fueran suyos y derramó por ellos su sangre, bien es que yo me alegre de su dicha más que si fuera mía. b)

Jesús consuela a su Madre.

”M I R A R E L O F I C I O D E C O N S O L A R Q U E C H R IS TO N U E S T R O S E Ñ O R T R A E , Y C O M ­ P A R A N D O C O M O U NOS A M I G O S S U E L E N C O N S O L A R A O T R O S " [224]. Imposible imaginarnos la estima, amor, recono­

cimiento, gratitud, obsequio que en esta ocasión Jesús mostraría a su Santísima Madre. Si para consolar a los Apóstoles se dignó comer con ellos, se deja palpar, se pone en plan de amigo, es decir, de igual a igual, ¿a qué no se allanaría por consolar a su Madre? Así es mi Jesús, mi Rey, mi Salvador: en la suma grandeza, la suma llaneza y humildad. Felicitarle, amarle, reiterarle mi consagración. PUNTO SEGUNDO ” Oír lo que dicen” Jesús y María y los Santos que les acompañan A) Jesús y María hablan de la Pasión, de aquel exceso tan sin medida de dolor y humillación — del H iio y de la Madre — por arnor a Dios y por amor a los hombres. A llí meiecieron ellos la dicha de ahora. Jesús habla de su resurrección: narra a su Madre cómo des­

cendió al limbo y glorificó las almas de los justos allí detenidas; le expone minuciosamente el modo cómo resucitó — y le descri­ be la gloria de que ahora disfruta en su Divinidad, en su alma y en sus sentidos. Ovele la Madre como extasiada de gozo, por la felicidad del Hiio. flahhi del grandísimo fruto de la pasión: que es el honor de

Dios reparado — los hombres redimidos — la Iglesia fundada — ejércitos de mártires que morirán por Jesús — millones de con-

231

ALGUNAS

A P A R IC IO N E S DE CRIS TO R E S U C IT A D O

675

fesores que se crucificarán al mundo por Jesús — coro de V ír­ genes, puras como azucenas, que seguirán a Jesús. Jesús pone ante los ojos de su Madre el panorama de la Iglesia hasta el fin de los siglos y le hace ver la parte que Ella tendrá como medianera universal, en la santificación de las almas. Habla del fruto de su resurrección, que es. entre otros, la

resurrección gloriosa de todos sus escogidos; porque Jesús es la cabeza y ellos sus miembros; la cabeza resucitada, infundirá su vida gloriosa en los miembros dispuestos a recibirla. Especialmente habla Jesús a su Madre con complacencia má­ xima , del fruto más precioso de su pasión y de su resurrección.

Este fruto es Ella misma: la Virgen preservada del pecado original; la Virgen, llena de gracia; la Virgen, Madre de Dios y Madre de los hombres, la Virgen, Reina de los Angeles y de los Santos; la Virgen, dispensadora de todas las gracias. — Bien emplea­ do ha estado en la realización de esta obra tan excelsa el precio de la sangre del Hijo de Dios. /Hablan Jesús y su Madre de mi!, de mi salvación, de mi vo­ cación a la Compañía, a una santidad perfecta, a una oración muy eficaz, a un apostolado fecundo; y acuerdan para mí, con infinito amor y misericordia, un ré­ gimen extraordinarísimo de excepción en aguantarme ingratitu­ des y en la concesión de gracias. B) ” Oír lo que dicen” las almas venidas del limbo y los San­ tos resucitados, entre los cuales hemos de ver al bendito Patriar­ ca San José. Atónitos de admiración ante la grandeza y la santidad de María, que encuentran muy superior a la idea altísima que de ella se habían formado por las profecías y figuras bíblicas, danle gracias por habernos dado al Redentor — agradécenle es­ pecialmente la parte acerbísima que Ella misma ha tenido en los dolores de la pasión— y arrebatados en éxtasis de amor, la feli­ citan por la gloria de su Hijo resucitado. Alégrate, ¡oh Virgen María! "Regina coeli laetare, alleluja; quia quem meruisti portare, alleluja; resurrexit sicut dixit, alle­ luja; ora pro nobis Deum, alleluja; Gaude et laetere, Virgo Ma-

CUARTA SEMANA

2SS

ría, alleluja; quia surrexit vere, alleluja.” Asociémonos a m U felicitación, olvidados de nosotros, felices con la dicha de Jesát y María. 232. Coloquio. ' E N F I N H A S E B E H A C E R U N C O L O Q U I O , P E N S A N D O L O Q V E D E B O H A B L A R ” a Jesús resucitado, o « I Eterno Padre que te glorifica, o a María Santísima, o a ios Santos Angeles que le acompañan. ' P I D I E N D O SECl Y Q U E EN SI S I N T I E R E , P A R A M A S SE­ GUIR E I M I T A R A L S E Ñ O R N U E S T R O ” a»i resucitado. ”D I C I E N D O UN P A T E R S O S T E I C S‘2‘25. 1091.

233.

ESQUEMA DE LA MEDITACION XXIX

Kcnrrecdéa del Señor Prea. de

y

apsridÓB a « i Swittm a Madre

jr Orac. prep.—

— Cmm». de tag. — P e tírn i.

P A R T E P R IM E R A

La

resu rrección

P u n t o 1.°

Jssocmssto

m ism a r e s u c it ó

B kedi* 4e la rwwn fccü t. — E! a?ma gloriosa de Jesús subió del limbo al santo sepulcro; con las almas, también gloriosas, de ios Sanios del A. T.; — muéstrales el santo cuerpo, las heridas...; rilas le adoran, bendicen...; — úrese otra ve* con el santo cuerpo, le vuelve a la vida, le glo­ rifica ... — y sale Jerós del sepulcro, radiante como el sol del cielo. — {Cuán esplendente se muestra aquí la Divinidad! — Alegrarme de tanta gloria de Jesús, mi Padre, mi Rey... P u n t o 2.®

a)

’T» l o r ia ”

de

C r is t o R es u c it a d o

"Gloria” negativa.

— Se acabaron para mi Jesús las injusticias de los tribunales; la gritería del pueblo; las afrentas de la soldadesca y de la chusma.

— Se acabó la confusión interior; el verse a Si mismo "vermis, non homo, ahjectio plebis, vas perditum”. — jCwán maravillosamente se manifiesta la Divinidad en este cam­ bio! — Alegrarme de tanta gloria de mi Jesús, mi Dios, mi Redentor...

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CUARTA SE M A N A

680

234

PARTE SEGUNDA

Aparición

P unto

1.°

a

" M ir a r

su

lo

Madre

que

hacen”

Lo que hacen. — Jesús en seguida de resucitado; corre a aparecerse, radiante de gloria, a su Madre; — Ella le reconoce en seguida, le adora como a su Dios. — Jesús tiene para con su Madre manifestaciones indecibles de es­ tima, amor, gratitud. — Todo allí es santo, grande, puro, divino. ¡La Divinidad se mani­ fiesta milagrosamente! P unto 2 °

” O í r l o q u e h a b l a n ” Je s ú s y M a r í a

y la s a lm a s que lo s a c o m p a ñ a n

Jesús y María. — Hablan de la Pasión, de aquel exceso de dolor y humillación, ¡que ya pasó! — El narra a su Madre el hecho de su resurrección; — la hace ver los frutos preciosísimos de su pasión y resurrección; — y .-/> fclicita a Sí mismo por el más precioso de todos, que es su misma Madre, la Virgen Inmaculada, Santísima, Madre de Dios..., — También hablan de mí con indecible amor. — ¡”.Jesús trae el oficio de consolador” ! Las almas de los Santos venidos del limbo, — entre las que se hallan San José, el Bautista... contemplan extasiadas de admiración la gloria del Hijo; y la santidad y gozo de la Madre; — les felicitan con grandísimo amor por tanta dicha; — y les agradecen el beneficio de la redención.

— ¡Todo

Coloquio.

allí es felicidad! ¡"Jesús trae el oficio de consolador” !

MEDITACION XXX

D I S T R I B U C I O N DE LA

MATERIA

PARA

LA M E D I T A C I O N D I A R I A

1.'



235 236 238 239

2.°

N.°

235 237 238 240

3."

Repetición.

4.°

Aplicación de sentidos.

5.°

Fruto principal de la 4.a Semana

A7.° 2M.

M E D IT A C IO N XXX

235.

Algunas apariciones a los Apóstoles Parte 1.a Aparición a los Apóstoles reunidos en d mismo día de la resurrección. Parte 2.a Aparición en el Tiberíades y colación del Prim a­ do a San Pedro. Parte 3.a Aparición en un monte de Galilea y misión de los Apóstoles. ”ES P E D I R GRACIA A D I O S N U E S ­ T R O S E Ñ O R P A R A Q U E TO D A S MIS I N T E N C I O N E S , A C C I O ­ NES Y O P E R A C I O N E S ” , las de ahora y las de toda mi vida, ”S E A N P U R A M E N T E O R D E N A D A S E N S E R V I C I O Y A L A ­ B A N Z A D E SU D I V I N A M A J E S T A D ” . O

r a c ió n p r e p a r a t o r ia .

PARTE

PRIMERA

APARICION A LOS APOSTOLES REUNIDOS. E L MISMO D IA DE LA RESURRECCION

H is t o r ia . " L O S DI SCIPU LOS E S T A B A N C O N G R E G A D O S ( P O R E L M I E D O A LOS J U D I O S ) . - S E LES A P A R E C I O J E ­ SUS E S T A N D O LAS P U E R T A S C E R R A D A S ; Y E S T A N D O E N M E D I O D E L L O S DICE: ( P A Z SEA C O N V O S O T R O S — D A ­ LES E L E S P I R IT U S A N T O D I C I E N D O L E S : ( R E C I B I D E L ES­ PIRITU SANCTO; AQUELLOS QUE P E R D O N A REDES LOS P E C A D O S SE R A N LES P E R D O N A D O S ) ” 1304]. C o m p o s ic ió n

dk

lugar.

Ver la casa del cenáculo "m irando

CUARTA

SKMANA

23S

las partes della en particular” ; asimismo la habitación donde estaban reuníaos y cómo estaba dispuesta. P

ktición

.

" D E M A M D A R L O Q U E Q U I E R O ” con toda ver­

dad. que es lo que pretendo con toda esta contemplación; V SERA A Q U I P E D I R G R A C I A P A R A M E A L E G R A R Y G O Z A R IX T E S S A M E X TE D E a UESTRO S E Ñ O R ” [227].

TAXTA

GLORIA

Y GOZO D E

¡ " V E R LAS P E R S O X A S ” , principalmente en orden a descu­ brir la gran ' G L O R I A Y G O Z O ' ’ de Cristo Nuestro Señor. Empe­ zando por la persona adorabilísima de Nuestro Señor Jesucristo.

1.

G L O R I A ' ’ especial de Cristo en este misterio.

a) Su aparición a los Apóstoles fué la de un sol naciente, irradiando oleadas de luz y consuelo sobre aquellas almas enco­ gidas de tristeza y muertas de miedo; con sóio dejarse ver las transformó en un cielo de alegría*

Comunícales para ellos y para sus sucesores hasta el fin' del mundo, el poder inefable de perdonar pecados, que no tienen Reyes, ni se alcanza con oro, ni lo da el ser sabio ni el ser Angel, sino sólo eí ser Dios; póneles en sus manos, encallecidas de remar, las llaves del cielo: pecador que quiera salvarse ha de ser pasando por ellos. Tan altos poderes acaba de ganarlos El con los heroicos su­ frimientos de su pasión y muerte y los reparte ahora como quiere. ¡La Divinidad se manifiesta milagrosamente! b)

c) Aparece aquí Jesús, en la Institución del Sacramento de la Penitencia, Rey absoluto de los corazones y de las conciencias. Las palabras sencillísimas que aquí pronuncia tienen efica­ cia hasta el fin del espacio y hasta el fin de los tiempos; a su imperio caen de rodillas a los pies de los representantes de Cristo, millares de hombres deshechos en dolor de sus peca­ dos, confesando sus más vergonzosas miserias. Semejante triunfo sobre la soberbia humana, ni cosa que se le acerque, jamás lo ha obtenido ningún puro hombre, ni podrá obtenerlo.

235

ALGU NAS

APARICIONES

DE CHISTO R ESUCITA DO

685

d) Gloria es también del Señor en esta aparición, la mag­ nanimidad con que perdona al pecador sus más grandes crím e­ nes, con sólo arrepentirse de ellos y confesarlos debidamente. e)

También es honra del Salvador resucitado perdonar a los Apóstoles el abandono en que le dejaron la noche de la pasión; y el oficio de consolador que trae y la llaneza con que lo ejercita: visitándoles, hablándoles, comiendo con ellos, deján­ doles que toquen sus llagas, igualándose en lodo a ellos como un amigo; olvidado de su superioridad infinita y del trato que a su es­ tado glorioso corresponde. 2.° ” G O Z O ” especial de Cristo en esta aparición: goza al ver a los Apóstoles consolados por su presencia, y al -^rse a Sí m is­ mo triunfante ante ellos, quienes poco ar^es Je han visto de­ rrotado. ” G Q Z O ” al ver a la Iglesia con ei poder divino de las llaves para aplicar el fruto de su sangre hasta el fin del mundo. ” G O Z O ” al pensar en la multitud innumerable de hombres que se salvarán por el sacramento de la penitencia, que El acaba de instituir. ” G O Z O ” por la satisfacción que siente en el oficio de conso­ lador que trae, y en la caridad y humildad con que lo ejercita. ” G O Z O ” al sentir la manifestación espléndida de la D ivini­ dad en estas apariciones con que su Padre le glorifica ante los mortales. II ” O I R L O Q U E H A B L A N ... M I R A R L O Q U E H A C E N ’9 princi­ palmente en orden a descubrir la gran ”G L O R I A Y G O Z O ” de

Nuestro Señor Jesucristo en esta aparición; v. gr.: ver a Jesús con el rostro lleno de alegría, la mirada rebosante de gozo, el pecho dilatado; cómo goza comiendo con los discípulos, dejándo­ se besar las llagas de las manos, viendo cómo se van reponiendo del susto, que ya sonríen, que ya le hablan. Oír las palabras de gozo que les dice: "Tened paz, yo soy, no temáis, palpad, traedme de comer'* \ Oír las expresiones de alegría que se escapan a los Ápósto>

C fr. Liic. 24, 36.

686

CUARTA SEM AN A

235

les según se van reponiendo: ” Es El... el mismo de antes.,, no cabe duda, ha resucitado...» III "HEFLECT1R Y S A C A R A L G U N P R O V E C H O ” , que será: Mirando a Cristo: ” A L E G R A R M E I N T E N S A M E N T E D E T A M A G L O R IA Y G O Z O D E C R I S T O ” ” propter ipsum Chris-

tum” . que es mi Dios, mi Redentor, mi Padre, todo mi bien, mi Rey "221]; amarle más y más a Rey tan grande en Sí, tan lleno de glo­ ria y de felicidad y tan bueno para los demás; y ratificarme una vez más en su seguimiento. Coloquios que pueden ser, de Banderas, Binarios, Tercer grado de humildad... Mirando a mi provecho avivar la esperanza de convivir eter­

namente con Cristo glorioso, resucitado como El, feliz como El. Sobre la aparición a Santo Tomás, se puede considerar: la dignación infinita de Cristo en invitar al Apóstol a meter el dedo en la llaga de la mano, y el puño en la del costado; su longanimidad inalterable con él, aguantándole su terque­ dad y las condiciones insensatas que le puso para creer; la victoria de Cristo sobre la incredulidad del discípulo y la humildad con que éste reconoce su yerro. Gozó >’l Señor en esta aparición; viendo a Tomás confirmado

en su vocación en la cual ha estado a punto de naufragar; pensando cuánto ayudaría a nuestra fe la incredulidad del Apóstol por las nuevas pruebas, que para convencerle, da Jesu­ cristo de su resurrección; viendo finalmente en el transcurso de los tiempos la serie de generaciones que por la fe de aquellos Apóstoles habían de creer en Jesucristo y salvarse.

236.

PARTE

SEGUNDA

A P A R IC IO N E N E L TIBERIADES Y C O L A C IO N D E L P R IM A D O A SAN PEDRO

I H i s t o r i a . ” JESUS A P A R E C E A S I E T E D E SUS D I S C I P U LOS Q UE ESTABAN PESCANDO, LOS CUALES P O R TODA LA N O C H E NO HABIAN TOMADO N A D A : V E X T E N D IE N D O L A R E D P O R SU M A N D A M I E N T O ( N O P O D I A S A C A R L A P O R L A M U C H E D U M B R E D E P E C E S ). — P O R E S T E M I L A G R O S A N J U A N L O CONOSCIO Y D I X O A S A N P E D R O : ( E L S E Ñ O R E S ) , E L C U A L SE E C H O E N E L M A R . Y V I N O A CRISTO, L E S D I O A C O M E R P A R T E D E U N P E Z AS A D O . . . Y E N C O M E N D O L A S O V E J A S A S A N P E D R O , P R I M E R O E X A M I N A N D O TRES V E ­ CES D E L A C A R I D A D Y L E D IC E: ( A P A C I E N T A MIS O V E ­ J A S ) ” [306]. C o m p o s i c i ó n d e l u g a r . Ver el mar de Tiberíades en dimen­ siones y forma determinadas, como si presente me hallase, y el recodo o lugar donde el Señor confirió a San Pedro el Prim ado.

" G L O R I A ’* especial del Señor en esta aparición es:

la buena armonía que existe entre los Apóstoles, los cuales van unidos a pescar, a una simple invitación de San Pedro; su laboriosidad, trabajando toda la noche sin decaer ante el fra­ caso de sus esfuerzos; su docilidad y humildad en seguir las indicaciones del des­ conocido, que desde la orilla les aconseja que echen la red a la derecha; la pesca milagrosa, después de tantos esfuerzos inútiles; la limpieza de alma de San Juan, que le agudiza la vista para conocer a Cristo; el amor y santa impaciencia de San Pedro por ir en seguida adonde estaba el Señor.

688

CUARTA SE M A N A

236

Gloria de Jesucristo especialísima en esta aparición fué el haber instituido en ella una dinastía que reinará sobre todo el mundo hasta el fin de los siglos; encarnará siempre en hombres inermes destituidos de toda fuerza material; contra la cual, sin embargo, nunca prevalecerán los impe­ rios más formidables de la tierra ni las potestades del averno que en todo tiempo la combatirán. Gloria de Cristo, la manifestación espléndida de la Divinidad en esta aparición. II " G O Z O ” de Jesús entre los Apóstoles al verles tan unidos entre sí, confiados en El, alegres con el milagro de la pesca,

repuestos de la faena de la noche, junto al candoroso San Juan y a su ardiente amador Pedro... Gozo al pensar en el Primado que acaba de conferir como fruto preciosísimo de su pasión; al contemplar en la serie de los siglos su indefectibilidad, su infalibilidad, su santidad, como perpetuación sensible de Sí mismo en la tierra. Gozo especial al pensar en la Compañía de su nombre, en nuestra unión especial con el Papa, para los momentos más d ifí­ ciles, para las empresas más arriesgadas, y al vernos especial­ mente perseguidos por la defensa del papado. "O IR L O Q U E D I C E N ... M I R A R L O Q U E H A C E N ” . L o que dice Jesús a Pedro — lo que responde Pedro — lo que piensan los demás Apóstoles — la predicción del martirio, etc., etc., en orden especialmente a descubrir la gran ” Gloria y Gozo” de Nues­ tro Señor. III ”R E F L E C T I R S O B R E M I M I S M O P A R A S A C A R A L G U N P R O ­ V E C H O ” que será principalmente gozarme del triunfo de Nues­

tro Señor — amarle más y más — ratificarme en su seguimiento, en mi vocación, en el tercer grado de humildad... Coloquios de Cristo Rey, Banderas, etc.

237.

PARTE

TER C ER A

APARICION DEL SEÑOR EN UN MONTE DE GALILEA T MISION DE LOS APOSTOLES ” L OS D I S C IP U L O S , P O R M A N D A T O D E L S E ­ Ñ O R , V A N A L M O N T E TAB Ok. — CR IS TO S E L E S A P A R E C E Y D I C E : ( D A D A M E ES TODA P O T E S T A D E N C I E L O Y E N T IE R R A ). — LOS ENVIO POR TODO E L M U N D O A P R E D I ­ C A R D I C I E N D O : ( I D Y E N SE ÑA D TO D A S L a S GL X T E S , B A U ­ T I Z A N D O L A S E N E L N O M B R E D E L P A D R E , Y D E L HIJO, Y D E L E S P I R I T U S A N T O ) ” [307]. H is t o r ia .

C o m p o s ic ió n

y

ma

de lugar.

Ver

el m o n t e d e ía a p a r i c ió n , e n f o r ­

d im e n s i o n e s d e te r m in a d a s , c o m o si p r e s e n t e m e h a l l a r e .

t

” G L O R I A ” del Señor especial de esta aparición fué:

El presentarse como enviado del Padre con poder absoluto en cielos y tierra. Este poder lo tenía por naturaleza y además lo lia ganado con los méritos infinitos de su pasión y muerte. instituye una Sociedad y la hace obligatoria para todo el mundo; para ricos, sabios y poderosos, lo mismo que p a r a p o ­ bres e ignorantes; quienes entraren en ella y vivieren conforme a sus leyes, se salvarán; quienes no las guardaren, se conde­ narán. Sus palabras son de imperio; no admiten apelación. En la institución de esta Sociedad, en su gobierno, en s u s leyes procede el Señor con absoluta independencia, no esperan­ do aquiescencia de nadie: obra como Dios. La hace infalible, santa, indestructible; que durará hasta el fin del mundo. Para establecerla en las naciones, reparte el mundo entre doce pobres pescadores. «Ignobilia mundi et contemptibilia... ea quae non sunt» *, y les va capacitando por Si mismo y 1

1 Cor. 1. 28.

690

CUARTA

SEMANA

23$

enviándoles el Espíritu Santo para el desempeño de misión tan sobrehumana; ellos morirán en la demanda, pero muriendo triun­ farán, lo mismo que su Maestro, el cual les asistirá siempre. Esto sólo puede hacerlo un Hombre-Dios. Gloria es, pues, de Nuestro Señor Jesucristo en esta apari­ ción, toda la gloria de la Iglesia en el transcurso de los siglos; sus Santos, sus Doctores, sus Mártires... En ella se ve un grupito de hombres, la Compañía, obra pre­ dilecta de la Misericordia infinita del Divino Corazón... Aquí la ”D I V I N I D A D SE M A N I F I E S T A P O R L O S V E R D A ­ DEROS Y SANCT1SIM OS E F E C T O S D E L L A ” contribuyendo es­ pléndidamente a la Gloria del Señor. R E F L E C T 1 R ” como en el punto anterior.

238.

Coloquio.

” AC AB AR , C O N U N C O L O Q U I O , O C O L O ­

QUIO S S E G U N S U B I E C T A M A T E R I A Y U N P A T E R N O S T E R ” ,

239.

ESQUEMA DE LA MEDITACION XXX

Algunas apariciones de Jesús resucitado a los Apóstoles Pres. de Dios y Orac. prep. — Historia. — Comp. de lag. — Petición P a r t e 1.a

A p a r ic ió n e n e l c e n á c u l o e l d ía DE LA RESURRECCIÓN

a)

"Gloria” especial de Jesús en esta aparición fui* — transformar la tristeza profunda de los Apóstoles en alegría in­ mensa con sólo dejarse ver; — comunicarles el poder inefable de las llaves, para siempre; — aparecer en la institución del Sacramento de la Penitencia Rey absoluto de los corazones y de las conciencias; — la magnanimidad con que nos perdona los más grandes pecados con sólo confesarlos debidamente; — el oficio de consolador que trae y la llaneza con que lo ejercita. — La divinidad se muestra aqui con milagros de poder y de santidad. — Me alegraré intensamente de tanta gloria de nii Rey. mi Padre. mi amigo...

b)

” Gozo” especial de Jesús en esta aparición. — Goza viendo a los Apóstoles consolados; y a Sí mismo triunfante ante ellos. — Goza viendo a la Iglesia con el poder de las llaves para siempre; y las innumerables almas que se santificarán en el Sacramento de la penitencia. — Goza al verse a Sí mismo Rey absoluto de las conciencias; — y sintiendo en todo esto la manifestación de la Divinidad.

c)

Hacerme presente a la aparición y tomar parte en ella. — Viendo las Personas de Cristo y de los Apóstoles; — oyendo lo que dice Jesús: ’Tened paz; yo soy; recibid el Espí­ ritu Santo...” ; y lo que dicen los Apóstoles según van recobrando la serenidad; — viendo cómo la Divinidad se muestra en todo esto.

CUARTA

692

240

SEM AN A

Reflectir para sacar algún provecho. — Mirando a Cristo: — me alegraré de tanta gloria y gozo suyo; — amaré más y más a Key tan grande en Sí y tan liberal y humano con nosotros; — mi* ratificaré en su seguim ien to.

— Mirando a mi provecho, avivaré la esperanza de gozar eterna­ mente con Cristo.

240.

P aute

2.a

La

pesca del

a)

m ilagrosa

y

la

institución

P rimado

"Gloria” especial de Cristo en esta aparición fué: — La buena armonía que reinaba entre los Apóstoles; la laboriosidad de éstos, su docilidad; la limpieza de alma de San Juan, el amor de San Pedro...

— el milagro de la pesca. — La institución de una dinastía de Papas que mantendrán, mien­ tras dure el mundo, el reinado de Cristo sobre los hombres; y el hacer de un pobre pescador la base inconmovible sobre (¡lie ella se levante. — '¡Cómo la Divinidad se muestra agora tan miraculosamentel” — ¡Qué bien cumple Dios el oficio de consolador! -"Alegrarme intensamente de tanta gloria de Cristo”, mi Rey, mi Padre...

b)

"Gozo” especial de Criato en esta aparición. — Sería: el ver a los Apóstoles bien unidos entre sí, laboriosos, dó­ ciles, llenos de alegría ante el milagro de la pesca; —- el pensar en la gloria del papado a través de los siglos y en el bien inmenso que había de hacer al mundo.

..También tendría una mirada de bondadosa complacencia en sU mínima Compañía, adalid del papado.

c)

Hacerme presente a e«ta aparición: ver personas, oir lo que ha­ blan... Meílcrtir para sacar algún provecho: alegrarme con Cristo; amul e más y ratificarme en su seguimiento.

ALGUNAS APARICIONES DE CRISTO RESUCITADO

240

P a r t e 3.*

a)

093

M is ió n d e l o s A p ó s t o l e s

"Gloria" especial, de Cristo, en esta aparición.

— Se presenta enviado del Padre con poder absoluto en ciclos y tierra. — Instituye la Iglesia y la hace obligatoria, con voluntad soberana para todos los hombres. — En su institución y gobierno procede con absoluta independencia de todo poder humano; obra como Dios. — La hace infalible, santa, indefectible; y se complace en conseguirlo fundándola sobre doce pobres pescadores. — La gloria inmensa de la Iglesia a través de los siglos se proyecta to(j¡i en esta aparición sobre la Persona de Jesucristo. — "jCómo se muestra agora la Divinidad tan m!rr*.ulosamentet” — Gozarme internamente de tanta gloria de Cristo, raí Rey, mi bien... b)

"Gozo" especial del Señor en esta aparición.

c)

Hacerme presente al misterio: viendo personas, oyendo

dicen... Reflectir para sacar algún provecho. Coloquio.

lo que

241

CUARTA SEMANA

694

241.

FRUTO P R IN C IP A L DE L A C U A R T A S E M A N A PASO A LA C O N T E M P LA C IO N

PARA

A L C A N Z A R AM OR

El fruto más directo o inmediato es: En el entendimiento: conocimiento interno de Cristo resucitado: de cuán grande aparece en Sí como Dios y como hom bre, y cuán libe­ ral y luí mano con los suyos, a quienes se apresura a consolar en cuanto es resucitado. En el corazón: am or purísim o a Jesucristo por E l solo, como olvi­ dado yo de m i; intenso gozo y aíegria por su gloria y gozo considerándolos yo como míos; y por esto, nuevos grados en mi de ” ident if icaci ón ” m oral con Cristo. En la voluntad electiva: determinación firme de im itarle y ser­ virle con nuevos grados de perfección según la gracia que se me comunicare.

Frutos más bien indirectos, como concomitantes o por resultancia. Son en general algún perfeccionamiento en los frut os propios de las semanas
Otro fruto de la cuarta semana es entrar en contacto especial con la Divinidad, que se manifiesta tan m ilagrosamente en Cristo resucitado; y por ahi ansias de conocer más y más a Dios, para am arle más y servirle con toda la perfección que El quiera. Estiis ansias son la preparación inmediata o paso a la Contempla­ ción para alcanzar amor.

VI

CONTEMPLACION PARA

ALCANZAR

AMOR

«Para que yo... pueda en todc amar y servir a su divina Majestad» (233].

MEDITACION XXXI

DISTRIBUCION DE

LA

MATERIA

PARA

LA M E D I T A C I O N D I A R I A

D ía I .0

N.°

243 244

245

246

D ía 2.°

N.°

243 246

245

247

D í a 3.°

Repetición.

D ía 4.°

Aplicación de sentidos.

D ía 5.°

Fruto principal de esta contemplación N.° 251.

242.

M EDITACION XXXI

«C ontem plación para a lc a n z a r a m o r » (L O S DOS PRIM EROS PUNTOS DE SAN IG N A C IO )

”C O N T E M P L A C I O N ” , no meditación discursiva, sino más

bien por vía de intuición ” P A R A A L C A N Z A R A M O R ' ’ de Dios.

De sus beneficios pasaré a amarle con amor de gratitud por su bondad para conmigo; de aquí subiré a caridad perfecta por la bondad infinita que tiene en Sí mismo y también por todas sus perfecciones infinitas, identificadas con su bondad. Como fundamento de toda esta contemplación pone San Igna­ cio dos Notas, sobre las cuales se han de desarrollar cada uno de sus cuatro puntos. ” L A P R I M E R A N O T A ES Q U E EL A M O R SE D E B E P O N E R M A S E N L A S OBRAS Q U E EN LAS P A L A B R A S ” [230]. El amor

en un acto inmanente que tiende al bien del amado: a darle el que no tiene y a descansar en el que ya tiene Y como el bien del amado consiste generalmente más en obras que en palabras; y también porque las obras cuestan más al amante que palabras; de ahí que el amor ” se ha de poner” en obras más que en palabras y que la prueba del amor sean obras más que palabras; de suerte que donde hay muchas obras por el amado deduci­ mos que allí hay mucho amor; y donde menos obras, que allí hay menos amor; y donde ninguna obra, pudiendo haberlas, que allí no hay ningún amor.

CUARTA S E M A N A

698

243

”LA S E G U I D A E L A M O R ” de amistad ”CONSISTE E N C O M U N I C A C I O N ” recíproca ” D E LAS DOS P A R T E S , A S A B E R E N D A R Y C O M U N I C A R EL A M A N T E A L A M A D O L O Q U E T I E N E ” todo ello, " O D E L O Q U E T I E N E ” parte de ello " O P U E D E ” porque no siempre puede darle todo lo que tiene:

o por incapacidad del amante para recibirlo, así el hombre no la tiene para recibir todo lo que Dios pudiera darle; o por ser contra alguna ordenación de Dios, así destinándome Dios a que en una obra le dé gloria como 20 no será amor en mi empeñarme en dársela como 30. ’T ASI P O R E L C O N T R A R I O E L A M A D O A L A M A N T E ; D E M A N E R A Q U E SI E L U N O T I E N E C I E N C IA , D A R A L Q U E N O LA T I E N E , SI H O N O R E S , SI R I Q U E Z A S , Y A S I E L O T R O A L O T R O ” [231].

Tratando, pues, ahora de conocer cuán grande es' el amor que Dios me tiene, lo deduciré ante todo de las obras que por mí ha hecho y de lo mucho que me ha dado; — y queriendo amarle yo a El, pondré el amor, más que en palabras, en hacer mucho por El y en entregarle mis cosas y a mí mismo con ellas. 243.

” ES P E D I R G R A C I A A DI O S XUE STRO SE Ñ OR P A R A Q U E T O D A S MI S I N T E N C I O N E S , A C f'JONES Y O P E R A C I O N E S ” , las de toda la vida e inmediatamen­ te las de esta meditación, sean ” P U R A M E N T E O R D E N A D A S E N SER VI CIO Y A L A B A N Z A D E SU D I V I N A M A J E S T A D ” . O r a c ió n

p r e p a r a t o r ia .

”ES A Q U I V E R C O M O E S T O Y D E ­ L A N T E I ) E DIOS N U E S T R O S E Ñ O R , D E L O S A N G E L E S , D E LOS SANTOS I N T E R P E L E A N T E S P O R M I ” [232]. Voy a contemplar el amor que Dios me tiene y el amor que Co m po sició n

de

lugar

.

en retorno debo tenerle yo. Ahora bien, el lugar de estos amores es Di os Nuestro Señor y yo; yo delante d© Dios, recibiendo bene­ ficios de El y devolviéndole amor por amor. — Asisten los Angeles y Santos intercediendo por mí para que sepa devolver amor por a mor. Durante el curso de la contemplación mi mirada ha de ir preferentemente o In voluntad o corazón de Dios y a mi propio corazón; son el lugar del amor que Dios me tiene

243

PRIMERO Y SEGUNDO PUNTO

699

y del amor que debo tenerle yo; los cuales dos amores son el objeto más propio de la contemplación. Los beneñcios me ayudan a descubrir la grandeza de ese amor; contemplo la grandeza de est'* amor a la luz de los beneficios. P

e t ic ió n .

" P E D I R L O Q U E Q U I E R O ” con querer verdade­

ro, serio, vehemente; "SERA A Q U I PEDIR COGNOSCIMIENTO IN T E R N O D E T A N T O B I E N R E C I B I D O " . "Interno” objetivamente, o sea: con relación a los beneficios que penetre hondo en su muchedumbre

y en su valor, y con relación a Dios que penetre hu,.Ju en el amor con que me los da; e interno subjetivamente o que penetre hasta el fondo de mi alma, con luz de la gracia y moción del Espíritu Santo. " P A R A Q U E YO E N T E R A M E N T E R E C O N O C I E N D O " o agra­

deciéndole por entero, según mis fuerzas, todo cuanto en razón y justicia por tantos beneficios debo agradecerle; " P U E D A " con su gracia, partiendo de este amor de gratitud por lo bueno que es Dios para mí, " E N T O D O A M A R ”- le por lo bueno que es en Sí, con amor

de caridad perfecta y por las demás perfecciones infinitas que tiene en Sí; y amarle con esta caridad no alguna vez, sino ” en todo” cuanto hago, pienso, hablo; en todas mis intencio­ nes, acciones y operaciones; en todo tiempo y circunstancia; con toda mi alma, con todas mis fuerzas, con todo mi afecto; y a impulsos de este amor " S E R V I R A SU DI V I N A M A J E S T A D ” en todo, según mi vo­

cación intensamente apostólica, realizando en cada momento, a través de mi mayor sacrificio, el lema de su mayor gloria.

P U N T O P R IM E R O (D E S A N IG N A C IO )

244.

Dios me ha dado muchos dones y desea dárseme a Sí mismo; luego yo debo darle todas mis cosas y a mí mismo " E L P R I M E R P U N C T O ES T R A E R A L A M E M O R I A LOS BE S E F IC I O S R E S C I B I D O S D E C R E A C I O N , R E D E M P C I O N Y DO.YES P A R T I C U L A R E S ” (trabajo preferentemente de memo­

ria

[234];

P O N D ER A N D O CON M UCHO A F E C T O C U AN T O HA HE­ CHO DIOS N U E S T R O S E Ñ O R P O R MI, Y C U A N T O M E HA D A D O D E L O Q U E T I EN E, Y C O N S E C U E N T E R E L M I S M O SE­ ÑOR DESEA D A R S E M E E N C U A N T O P U E D E S E G U N SU O R D E N A C I O N D I V I N A ” (trabajo preferentemente de entendi­

miento). " Y CO N E ST O R E F L E C T I R E N M I M I S M O , C O N S I D E R A N ­ DO CON M U C H A R A Z O N Y JU STIC IA L O Q U E Y O D E B O D E M I P A R T E O F R E S C E R Y D A R A L A SU D I V I N A M A J E S T A D , ES A SABER, T O D A S MIS COSAS Y A M I M I S M O C O N E L L A S , ANSI C O M O Q U I E N OFR ES CE, A F E C T A N D O S E M U C H O ; T O ­ MAD. SEÑOR, Y R E U B I D T O D A M I L I B E R T A D , M I M E M O ­ RIA M í E N T E N D I M I E N T O , Y T O D A M I V O L U N T A D , T O D O MI H A B E R Y P O S E E R : VOS M E L O DISTEIS, A VOS, S E Ñ O R , LO T O R N O ; T O D O ES V U E S T R O , D I S P O N E D A T O D A V U E S ­ TRA V O L U N T A D , D A D M E V U E S T R O A M O R Y G R A C I A Q U E ESTA M E B A S T A ” (trabajo preferentemente de voluntad).

I Trabajo

de

la

memoria

enumerando los beneficios recibidos, pero con alguna ponderación intelectual de ellos y con algún afecto de la voluntad ” TR AE R /l LA M E M O R I A LOS B E N E F I C I O S R E S C I B I D O S ” ya


hecho

y

también

los

que Dios ha determinado darme

244

PRIMERO Y SEGUNDO PUNTO

701

más tarde, en el tiempo y en la eternidad, si correspondo a su gracia; los cuales, por consiguiente, bien se pueden considerar, en cuanto depende de Dios, por El ya concedidos. # ” D E C R E A C I O N Y R E D E M P C I O N ” , que por darse a todos se pueden llamar "generales” . ” Y D O N E S P A R T I C U L A R E S ” de creación o redención, que por dárseme a mí sólo o relativamente a pocos más, como la vo­ cación al sacerdocio y a la Compañía, pueden llamarse ” particulares” o de predilección. Donde es de notar acerca de los dones "generales"’ : que por darse también a otros muchos, como la creación y la redención, no por eso disminuye en nada lo que de ellos me toca a mí; al contrario, aumenta esto con los innumerables bienes que recibo de los demás hombres que han sido creados y ’-edimuios; ni es menos en el dador la atención y ,.aiior a mí persona, que si me los diere a mí solo, pues al crearme j redimirme me tuvo tan presente y con tanto amor como si a mí solo me hubiera creado y redimido. A)

” B E N E F I C I O S D E CREA CIO N

a) Dios me ha dado mi alma (mirando al don) substancia preciosísima, espiritual como Dios, hecha a semejanza de Dios, y capaz de ser elevada al orden altísimo de imagen sobrenatural de Dios. Y me la ha dado por purísimo amor , sin lucro para El, por sólo mi bien, para que con ella le posea ahora por excelsa parti­ cipación de su ser, y después substancialmente; y con esta po­ sesión sea plenamente feliz durante toda la eternidad. ¡Gracias, Señor, por don tan precioso!, ¿qué podré daros por él? ¡Gracias por tanto amor!

b) (mirando al don) Dios en mi alma ha puesto un entendi­ miento espiritual como el suyo, que durará eternamente como el suyo, participación excelsa del suyo, capaz de ser elevado a la visión intuitiva del mismo Dios. Y me lo ha dado por purísimo amor, sin lucro para El, sólo por mi bien; para qu? con él conozca la verdad en esta vida y en la otra le contemple a El cara a cara y con esta contempla­ ción sea plenamente feliz por toda la eternidad. ¿Qué os daré. Señor, por don tan precioso?; ¿qué puedo daros por tanto amor?

702

CUARTA S E M A N A

244

c) Dios en mi alma ha puesto también una voluntad espiri­ tual como la suya, que durará eternamente como la suya, con capacidad para abrazar toda bondad como la suya, participación excelsa de la suya. Y me la ha dado por purísimo amor, por sólo mi bien, para que con ella le ame en esta vida a El, a mí y a los míos y a todo lo bueno; y después le abrace a El en la gloria con amor altísi­ mo que me hará plenamente feliz por toda la eternidad. Gracias, Señor, por don tan precioso; ¿qué puedo daros por él? d) Para el desarrollo de mi entendimiento y de mi voluntad» de mi vida cultural, social, moral, científica, el Señor me ha hecho nacer en el seno de una sociedad rica en medios de formación, mientras otros innumerables han nacido en el centro de Africa o en los tiempos prehistóricos. Familia, escuela, colegio, civilización, cultura... son otros tantos capítulos ingentes, cada lino de los cuales abarca benefi­ cios incontables de Dios para mí. — ¡Oh, Señor, abrasadme en vuestro amor! Libradme de ser ingrato con Vos. Cuanto tengo y cuanto soy, todo sea para Vos, Señor. e) Dios me ha dado un cuerpo nobilísimo, maravilla de orden, destinado naturalmente a la unión con un alma espiritual. >' me lo ha dado por purísimo amor , por sólo mi bien, para
me los ha dado por purísimo amor, por sólo mi bien, para

que sirviéndome ahora en las necesidades de la vida me ayuden a conseguir la felicidad eterna. g) Para desarrollar y conservar este ser físico, Dios ha pues­ to pa r a mi: en los cielos , millones sin cuento de soles gigantes como el nueslro:

244

PRIMERO Y SEGUNDO PUNTO

703

que me den luz, calor y alegría; y me revelen la grandeza del Dios que los hizo y los rige; en la tierra, mares inmensos que me den agua;

atmósferas puras que me cedan oxígeno; millonadas de peces que me sirvan de alimento; trillonadas de animales terrestres que me cedan sus car­ nes para manjar y sus pieles para abrigo; nubes de pájaros que me alegren con sus trinos; alfombras de flores que me recreen con su aroma y sus colores; en el hogar doméstico, un nido de amores,

entre dos corazones plasmados en el fuego del de Dios; que tuvieron para mí en los albores de mi vida, amor de padres, tacto, cariño, desinterés absolutc, sacnticio in­ agotable. Y

iodo esto me lo ha dado Dios por su purísimo amor, de

suerte que cada célula de mi organismo, cada rayo de luz, cada gota de agua, cada yerbecila del campo... son otros tantos dones suyos como otras tantas centellas de amor desprendidas del co­ razón de mi Padre celestial hacia mí. ¡Oh alma m ía!, mira al mundo de la creación; es un vasto incendio de amor de Dios hacia ti. Las criaturas son brasas desprendidas de su corazón. "Venimos de Dios, me gritan; somos dones de Dios para ti.” ¡Qué monstruo de ingratitud sería yo. si no reaccionara con gran generosidad a tanto amor de Dios! B)

” B E N E F I C I O S ” generales ” D E R E D E N C I O N

1.° La redención misma. Quitarme el pecado, reconciliarme con Dios, sacarme del infierno, abrirme las puertas del cielo... son beneficios incomparablemente más grandes que los de crea­ ción y conservación. Porque de morir en pecado y perder a Dios para siempre, mejor me hubiera sido no haber nacido. ¡No le sufrió el amor a Dios dejarme en mi perdición! 2." La persona del Redentor. No fué un Angel ni todos los Angeles del Cielo, sino el mismo Hijo de Dios quien se digna vehir a la tierra para obrar nuestra redención. «Sic Deus dilexit mundum ut Filium suurn unigenitum daret, ut omnis qui credit in eum non pereat sed habeat vitam

CUARTA SEM AN A

704

244

aetemam» \ ¡Amor sin limites! |Dios no pudo darme don mayor! 3.° El precio de mi rescate. No fué oro, ni plata, sino el valor más alto que se halló en el cielo: el mismo Jesús, verdaderoDios y verdadero hombre, de valor infinito, que se entregó a Si mismo por mí. «Dilexit me et tradidit semetipsum pro me» 2. ¡Y yo me negaré a mí mismo a D ios! 4.° La superabundancia, muchas veces infinita, de la reden­ ción. Porque bastándole a Jesús para redimirme una gota de su sangre por ser ella de valor infinito, la derramó toda por mí. Bastándole un momento de vida expiatoria, una súplica de sus labios, una humillación ante el Padre; se convirtió durante treinta y tres años en súplica perenne por m í; y se abatió bajo el peso de mis pecados hasta la muerte de cruz entre malhechores. Donde abundo el delito superabundó la gracia con exceso in­ finito: ¡exceso infinito de amor! ¡Entrega de su sangre y de su vida! Tomad mi sangre y mi vida, Señor. 5° La gracia santificante, por la cual se me infunde real­ mente en el alma la vida divina de Jesús; don sobrenatural que nos hace participantes de la naturaleza divina, hijos de Dios y herederos del cielo. Y no se me da un solo grado de gracia, que valdría más que toda la naturaleza angélica; sino el poder admirable de acre­ centarla incesantemente con cada acción de mis manos, con cada palabra de mis labios, con cada pensamiento de mi mente, con cada latido de mi corazón. *>. Gracias actuales internas y externas. Para conservar en mi alma y desarrollar más y más la vida sobrenatural, Dios de­ rrama sobre mí una lluvia continua de gracias actuales internas, que son mociones sobrenaturales, sentimientos, pensamientos santos... y me rodea de una atmósfera riquísima de gracias actuales externas que son: la Iglesia con su infalibilidad, su santidad, su culto, sus sacramentos; la Virgen Santísima, mi Madre; la co­ munión de todos los santos, la protección de los Angeles y los me ritos infinitos de Nueslro Señor Jesucristo. A Dios mi Padre, no le duelen prendas cuando se trata de santificarme a mí. |Y ten­ dré vo la ruindad de negarle a El algo! 1 J«,an. 3, K .

2 íii'hit 2. 20

244

C)

705

PRIMERO Y SEGUNDO PUNTO

” D O N E S P A R T I C U L A R E S " o de predilección.

O sean, dones naturales y sobrenaturales que me ha dado Dios a mí solo o a muy pocos conmigo, dejando sin ellos a la inmensa mayoría del género humano. Son dones particulares en mí, el desahogo económico en que he vivido, la salud, la integridad de miembros y de sentidos, el equilibrio de facultades, la libertad, la familia honrada, el pue­ blo culto en qiie he nacido...; porque ¿no son muchísimos más los que carecen de albino de estos bienes que los que gozamos de todo el conjunto de <*llos? Son dones más particulares en mí el haber nacido en país católico — de padres profundamente religiosos — la escuela cató­ lica, el colegio religioso — aquellos amigos tan buenos — aquel educador — la asociación piadosa, la comunión frecuente, la de­ voción a la Virgen Santísima, los ejercicios espirituales, aquellas lecturas, aquellos sentimientos tan buenos... En una palabra, la providencia especialísima que Dios tuvo siempre sobre mí, que quizás en muchos momentos consistió en una lucha porfiada entre mi terquedad por perderme y la bondad de Dios por salvarme. ¡Cuán pocos somos, relativamente a los demás, los que hemos gozado de tan gran béneficio! Son dones particularísimos en mí la vocación al sacerdocio que se da a uno entre muchos millares; y la más particular a la Compañía, donde cada día y cada hora significan un cúmulo de gracias sin cuento, interiores y exteriores... la regla, superio­ res, ejemplos, convivir con apóstoles, en familia de santos... ¿Cuántos son hoy en el mundo los que ocupan en la provi­ dencia de Dios un lugar de tanta predilección como el que ocu­ po yo? II Trabajo

de

entendimiento

ponderando los beneficios recibidos, pero con mucho afecto de la voluntad ”P O N D E R A N D O CO N M U C H O A F E C T O " principalmente de

gratitud, de amor, de benevolencia y de caridad perfecta, con ansias vivísimas de corresponder a su amor en cuanto yo pueda; ♦

as

CUAIMA HUMANA

244

"( V A S T O HA H E C H O DIO S N U E S T H O S E Ñ O H P O l i M r ,

¡> sea. cuán mucho f/ cuán i/nimic es lo <|iur Dios lia Inveho por mi; lijándome ahora preferentemente í*ii el término
"Cuánto me ha dado” Di o h . Ponderada ya aunque ligera­ mente. al recorrer con la memoria los dones de Dios, la precio­ sidad /Ir auia uno, podemos limitar ahora el trabajo del enten­ dimiento a la contemplación de lodos ellos cu conjunto; la cual nos a y u d a rá a descubrir: su núm ero in n u m e ra b le ;

su preciosidad incalculable; el amor inmenso con que me los da Dios; y su gran deseo de dárseme a Sí mismo. 1. Su número innumerable: Sistemas estelares por millones» y en cada sistema millonadas de soles «¡gantes... cifras ih’ífihh'H de espigas en los campos, de frutos en los árboles, de tesoros en la tierra, de peces en el mar, de animales en los bosques... en el h o m b r e : trillones de células y en cada célula trillonadas de átomos .. alma inmortal, poco menos que un ángel; gracias actuales que son pensamientos de, la mente y mociones de la voluntad ¡quién los puede contar!; y gracia sanlillcante con poder de aumentarla como la luz del sol unciente sin cesQT<

244

J'HIMJíHO y

SKOt’NDO J**’NTO

707

Sí cada don de Dios llevara «u número, el del último ¿quién lo pudiera contar?

2." Son done# precíoaÍMÍmort: la vida-— la libertad — la inte­ ligencia— la familia — la socieaad... la gracia — la Iglesia — los Santos -- la Virgen — DiosHombre mi Redentor mí inserción et* Cristo... la Santísima Trinidad, huésped permanente de rnt alma: amándome el Padre como padre, el Hijo como hermano, el Es­ píritu Santo como alma de mi espíritu; y más tarde en el cielo Dios poseído por mí y haciéndome feliz con su propia felicidad. 3."

Son done» de amor, que mi los da Dios: bien, sin lucro ninguno para El; para manifestarme su amor, rom.» carta* m andadas por E l que me hablan de su amor; para despertar mi amor; que éste es el fin primordial del mundo inferior: darnos voces que amemos a Dios con toda nues­ tra alma, con todas nuestras fuerzas, con todo nuestro corazón; lf en prendas de nuestro desposorio eterno de amor, en arras de su entrega absoluta como objeto ele mi felicidad eterna. El uni­ verso es una hoguera inmensa de amor de Dios hacia mí. por purísimo amor, j>or sólo mi

c) ”Y consecuenter cuánto el mismo Señor dewea "dárseme* a Sí mismo en el cíelo”. Porque el designio de Dios en darme aquí tantísimos dones naturales y sobrenaturales es precisamente prepararme con ellos para dárseme # Sí mismo, capacitarme para recibir el don supre­ mo de dárseme Dios mismo en sti ser y gloria, para ser asi mi dicha eterna El mismo con su misma dicha. A esto vienen sus dones de ahora; son arras para aquellos desposorios eternos, y preparación para aquella entrega defini­ tiva para siempre. ¡Oh cuán bueno es Dios para mt, cu&n sin medida dadivoso! jOh bondad inünita! Qué gracias te daré por las p er­ fecciones con que adornaste mi tintúratela y por lo» infi­ nitos medios que me has dado pura conservarla y des­ arrollarla. Pues me bus dado el corazón, las fuerzas, la mente, el alma; concédem e que te ame eon todo mi corazón , con todn mi mente, con todas mis fuerzas, con todo m i alm a;

244

CUARTA S E M A N A

708

que cuanto me has dado para mi bien, te lo devuelva todo para tu gloria. III Trabajo

de

voluntad

con muchísimo afecto Y

CO S E S T O " de haber ponderado lo mucho que Dios de

su parte ha hecho conmigo y me ha dado a mí " R E F L E C T I R E S M I M I S M O ” volver la vista a mí mismo •’C O S S I D E R A S D O C O N M U C H A R A Z O N Y J U S TI CI A , L O Q U E D E B O D E M I P A R T E O F F R E S C E R Y D A R A L A SU D I ­ VISA M A J E S T A D " , o sea, considerando lo que es razón y jus­

ticia que yo de mi parte ofrezca y dé a Dios; "ES A S A B E R , T O D A S MI S COSAS Y A M I M I S M O CO N E L L A S " , no menos que esto porque: a) Pide la razón, la equidad, el buen sentido, el buen co­ razón que, pues un Dios infinito se digna dar a este gusanillo con indecible amor, tantísimos y

a

d o ne s



suyos

m i s m o ;

luego yo debo ofrecerle a El con todo el afecto de que soy capaz todas y

a

mi s mí

cosas

mismo.

Negarle una sola será gran sinrazón, gran falta de equidad, de corazón, de sentido; y negarme a mí mismo, sería no darle nada. Inefable dignación sería en Dios darme de sus dones y admi­ tirme a su servicio; pero llamarme a vida de verdadera amistad con E! y dárseme El a Sí para hacerme, con la posesión de El mismo, plenamente bienaventurado, esto sólo cabe en amor in­ finito. b) También lo podido concederme que ha tenido que exigirlo así en ab^

exige la justicia. Porque al fin Dios no ha dominio independiente sobre sus dones, sino dirigirlos en último término a su gloria, por uto su santidad.

245

PRIMERO Y SEGUNDO PUNTO

709

jOh Dios de liberalidad inñnita con los hombres, que me das de tus cosas sin tasa por millares de millones don­ de me bastara una!; joh Padre mío, amigo mió, Redentor mío, que te me das como Padre, como amigo, como hermano, como huésped de mi alma, como Redentor, como esposo y en alimento!; jy que quieres dárteme para toda la eternidad en tu mismo ser y en tu gloria, para ser asi mi dicha completa Tú mismo con tu dicha! Deshecho yo en ansias de corresponder a tanto amor como mejor pueda, quiero haceros oblación de cuanto tengo y de cuanto soy; y os suplico que colméis vuestras bondades conmigo aceptando mi pobrísima oferta. Dadme gracia para que la haga sincera, plena, sin excluir nada, abrazándome con toda privación y con la anulación de mi mismo, si Vuestra D»vina Majestad se com­ place en ello. ¡Oh Corazón bondadosísimo de Jesús, oh Madre de Dios y Madre mía, oh Santos del cielo interpelantes por m í!; en presencia de la Divina Majestad, confiado en vuestra ayuda y animado con vuestros ejemplos, hago mi oblación a Dios Nuestro Señor con todo el afecto de que soy capaz. 245.

Oblación.

"ASI COMO

QUIEN

OFRECE. A FFECTA N -

D O S E M U C H O ” , con afecto ante todo de gratitud, que me lleve

a afecto de caridad perfecta: ” T O M A D , SEÑ OR \ cogedlo como os plazca, que es vuestro; pues vuestro era cuando me lo disteis y vuestro sigue siendo; quitádmelo si os place; Vos sois aquí Señor y propietario; ” Y R E C I B I D ”- lo: dignaos recibidlo, que además de ser vues­ tro, yo os lo ofrezco teniéndome por dichoso de tener algo que daros y de que os dignéis recibirlo; ” T O D A M I L I B E R T A D ” de obrar, de hablar, de pensar, de disponer de mí y de mis cosas: y aun del derecho a hacerlo... de todos mis derechos de persona humana. y que yo quede re­ ducido a un esclavito vuestro sin derecho alguno. Tomad también " M I M E M O R I A . MI E N T E N D I M I E N T O Y T O D A M I V O L U N ­ T A D ”, es decir, todos mis pensamientos, recuerdos y quereres; y aun las facultades mismas específicas de mi persona
tomádmelas, si os place, y que yo quede sin memoria, ni enten­ dimiento, idiota y alelado, abúlico... Tomad también ” T O D O MI H A B E R Y P O S E E R ” : mi "haber” moral de nom­ bre. fama, influencia, prestigio...; mi "haber” físico de salud,

CUARTA

710

SEM AN A

245

bienestar, vida larga...; y mi ” poseer” de casa, hacienda, fortu­ na...; y que yo quede pobre, desnudo, ciego, sordo, tullido. T O S M E L O DISTEIS, A V O S , S E Ñ O R , L O T O R N O ” con donación universal, absoluta, quedándome sin nada si ésta fuere vuestra voluntad. Ea. pues, desde este momento " T O D O ES V U E S T R O , D I S P O N E D A T O D A V U E S T R A V O L U S T A D " . sin límite de ningún género. Una sola cosa os pido: 'DADM E

VUESTRO

AMOR

Y

G R A C I A ” , ” Vuestro amor”

con que me améis Vos siempre a mí y yo os ame siempre a Vos; y "vuestra gracia" o amistad; y ” vuestra gracia” o fuerzas con que os sirva siempre a Vos, ’ Q U E ESTA M E B A S T A ” ; porque es la gracia de las gracias, la de teneros a Vos mismo y ser vuestro; la de amaros con toda mi voluntad, con toda mi alma, con todas mis fuerzas... por vues­ tra bondad y perfección infinita. Os tengo a Vos y todo lo demás me sobra. Termina, pues, el primer punto con oblación absoluta de mí mismo en un acto de caridad perfecta de Dios — hecho con todas las fuerzas del alma, "afectándome mucho” .

246.

P U N T O SEGUNDO (D E SAN IG N A C IO )

Dios aquí se me hace presente con amor, de muchas maneras; y quiere hacérseme presente en el cielo con presencia tan íntima que me haga perfectamente bienaventurado ”E L S E G U N D O , M I R A R C O M O DIOS H A B I T A E N L A S C R I A ­ TUR AS , E N L O S E L E M E N T O S D A N D O SER. E N L A S P L A N ­ TAS V E G E T A N D O , E N LOS A N I M A L E S S E N S A N D O . E N L O S HOMBRES DANDO ENTENDER: Y AS I E N M I D A N D O M E SER, A N I M A N D O . S E N S A N D O , Y H A C I E N D O M E E N T E N D E R ; ASI MISMO H A C I E N D O T E M P L O D E M I S E Y E N D O C R IA D O A L A S I M I L I T U D E I M A G E N D E SU D I V I N A M A J E S T A D : O T R O TANTO REFLITIENDO EN M I POR EL M O D O Q U E EST A D I C H O E N E L P R I M E R P U NT O , O P O R O T R O Q U E S I N ­ T I E R E M E J O R ” [235].

I Labor

de

memoria

procurando a la vez afecto A)

Presencia de Dios en las cosas que me rodean.

” E L S E G U N D O , M I R A R ” : no discurrir, sino contemplar;

ni simplemente "ver” cosas que por sí mismas se manifies­ tan, sino con algún esfuerzo por descubrir lo que hay, que esto es "m irar". -’C O M O DIOS H A B I T A ” o mora de asiento y por Sí mismo, en su ser o substancia, que esto significa "habitar” : ” E N LAS C R I A T U R A S Porque "como quiera que Dios Nues­ tro Señor sea el mismo ser por esencia, todas las demás cosas que tengan algún ser, lo han de tener por participación de E l; y

CUARTA SEMANA

712

246

mientras lo tuvieren, es necesario que Dios este por Sí mismo presente c o n eilas para conservarlo” \ —- Habita, pues, Dios " E N LOS E L E M E N T O S ” como tierra, aire, agua, " D A N D O SER ", el ser químico que tienen, la materia de que consian:

" E N LAS P L A N T A S V E G E T A N D O , E N L O S A N I M A L E S S E N S A N D O " o conservándoles la vida vegetativa y sensitiva que

respectivamente tienen; " E N L OS H O M B R E S D A N D O E N T E N D E R ” , o la vida racio­

nal de que gozan. Esta presencia de Dios en las cosas: a) Es muy íntima en ellas, más que ellas a sí mismas. ” Porque así como no hay cosa más interna, ni más dentro de cualquiera criatura que su mismo ser: así Dios Nuestro Señor, que es el principio y causa de este ser, está más dentro de todas las criaturas de lo que ellas están dentro de sí mismas” \ b) Su excelencia en cada criatura se puede apreciar por la perfección de la criatura; porque de la presencia de Dios en las cosas proviene la perfección de éstas. — Como las criaturas son esencialmente seres por participación de Dios, tanto tendrán de ser cuanto se les comunique Dios, o cuanto sea en ellas la pre­ sencia de Dios. c) Es por mi amor esta presencia de Dios en las criaturas conservándolas; pues las conserva para mi bien, o por purísimo amor de mí. Por consiguiente: Dios se me hace presente en el mineral, por puro amor; más presente y con más amor, en el vegetal; más en los animales; mucho más en el hombre, cuanto el hombre excede en per­ fección a los irracionales; incomparablemente más en las cosas sobrenaturales que me rodean, cuanto el orden sobrenatural exceda a todo lo natural. Al ponderar en este punto ” cómo Dios habita en las cria tu r js dando ser, vegetando, sensando...”, la flecha de 1

La P a l m a , ( ' . omi no Exp., I. 3. c. 17.

246

PRIMERO V SEGUNDO PUNTO

713

la atención ha de ir no a que Dios "trabaja” dando ser, vegetando, etc., que esto de que trabaja queda para el punto siguiente, sino a que Dios "habita en ellas por Sí mismo” . La conservación de la criatura por Dios la tocamos aquí únicamente como efecto visible de la presencia d * Dios por el cual descubrimos que Dios habita en ella. Esta omnipresencia amorosa de Dios en las criaturas que me rodean, nos descubre de diversos modos el amor de Dios.

1.°

Dios está ”presnnte por esencia' en las cosas que me rodean y en ellas me está amando a mi: en mi vestido, en mi ha­

bitación, en mi casa, en mi mesa de trabajo, en la pluma con que escribo, en el libro donde leo, en la luz q*'“ me ilumina, en el sol que la manda, en los cielos, en la tierra, en los mares... En cada átomo de la tierra hay un corazón que me ama a m í; es el corazón de Dios; en cada rayo de luz hay un corazón que vibra por m i; es el corazón de Dios; en la gota más honda del mar y en el astro más alto del cielo late el corazón de Dios con amor inñnito por mi; en cada florecita del campo, en cada ráfaga de aire, en cad& átomo del universo está Dios "presente por esencia” amándo­ me a mí. Como el mar rodea al pececito, asi Dios me rodea a mi. Nc hay madre que con tanto amor abrace a su hijito, como Dios me abraza a mí. 2.°

Dios está en todas las cosas que me rodean y desde todas me tiene presente ante su mirada. En todos los astros del cielo,

en cada gota del mar, en cada verbecita del campo... hay unos ojos que me miran con indecible amor; son los ojos de Dios. Ni un momento me pierden de vista; ni un cabello cae de mi cabeza sin que ellos lo vean; no hay madre que así siga con la mirada, los pasos vacilantes de su tierno niño, como Dios sigue los míos. .V

Dios , no contento con darme sus dones , viene personal­ mente a entregármelos. Este detalle realza en gran manera el

amor del Dador. Un gran Rey manda ricos presentes a una pastorcita; esto es ya gran amor. Pero otro día va El en persona a llevárselos a

CUARTA

714

SEM AN A

246

la cabaña de los pastores y a regalarla con su presencia regia; esto es más grande amor. Pues he aquí lo que hace Dios conmigo; me da sus dones y además me regala con su presencia, que vale más que sus dones; esto es grandísimo amor; los más pequeños dones de Dios, una gota de agua, un bocado de pan adquieren por aquí altísimo valor. 4. Dios se me hace presente dentro de sus mismos dones. Es una madre que en un exceso de amor desearía hallarse siem­ pre presente a su hijo en la casa donde él vive, en la habitación donde duerme, en el libro donde estudia, en el pan que come, en el agua que bebe, en el aire que respira... Esto en ella es utopia y locura de amor; pero en Dios para conmigo es conso­ ladora realidad. B)

Presencia de Dios en mí mismo.

a)

En el orden natural:

1.°

T ASI E N M I ” habita Dios

" D A S D O M E SER, A N I M A N D O , S E N S A N D O , Y H A C I E N D O ­ M E E N T E N D E R ” . Porque, según lo dicho, Dios se me hace pre­

sente con amor en el mineral; más presente y con más amor en ei vegetal; con más, en el animal; con más, en el Angel. Pero yo tengo en mi ser un tanto de mineral, un tanto de ve­ getal. un tanto de animal y un tanto de Angel; luego Dios está dentro de mí en todos los diversos modos de presencia y con todos los diversos matices de amor, con que habita por esencia naturalmente en todos los demás seres de la creación. Está, pues, Dios en mis ojos, en mis oídos, en mi lengua, en mi corazón, en todo mi ser. Como el agua penetra la esponja, así Dios me penetra a mí. Como la luz se difunde en el bloque de vidrio, así Dios invade y llena con su presencia amorosa todo mi ser. Pero aún tiene El en iní otra presencia m ás am o ro sa , todavía dentro del orden natural. P o r q u e

2.° ” A S I M I S M O ” se me hace presente ”/ / A C I E N h O T E M P Í J ) D E MI S E Y E N D O C R I A D O A LA S I M IL I T U í) Y I M A d E N ” , o sea a una semejanza con El, tan perfecta que ;i ser verdadera imnf/rn.

246

PRIMERO V SEGUNDO PUNTO

715

” D E SU D I V I N A M A J E S T A D ” , mientras que la semejanza de los irracionales con Dios no pasa de huella o vestigio de Dios.

Por ser mi alma espiritual y por ser mis potencias espiritua­ les, yo soy verdadera imagen de Dios; pero la imagen es esen­ cialmente para pregonar la gloria del héroe cuya es im agen; luego yo soy todo como templo consagrado a la gloria y culto de Dios, templo vivo cuyos muros sienten la presencia divina y ellos mismos dan culto a Dios. Mi alma, mi cuerpo, todos mis miembros son templo de Dios, en los cuales mora la Divina Majestad recibiendo en mí y por mí, de la creación sensible, el culto que ésta debe al Criador. Esta presencia de Dios en mí, como en su templo, es más amorosa que las anteriores; pero es todavía incomparablemente inferior en amor e intimidad a otros nuevos modos con que Dios.se me hace presente en el orden sobrenatural. b) a mí:

Modos sobrenaturales de presencia de J>ios con relación

1.° Su inhabitación en mi por la gracia. Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo, moran de asiento en mi alma, hacién­ dola un cielo por la gracia. Si por imposible Dios no estuviera en todas partes en virtud de su inmensidad, no dejaría de estar en mi alma atraído por la gracia; Dios no tiene templo más pre­ cioso que el alma en gracia. Semejante inhabitación de Dios Nuestro Señor en mi com o en su propio cielo dice convivencia, familiaridad, intimidad, am is­ tad de Dios con la criatura, del Infinito conmigo, del tres veces Santo con el pecador. ¡ Aproximación inaudita, grandísimo a m o r! 2.° Dios se me hace presente en el Cristo histórico bajando del cielo a la tierra donde vivo yo, poniendo su morada entre nosotros, conversando con los hombres 33 años, acercándose a mí en todo su género de vida, hecho en todo semejante a los hombres menos en el pecado. ¿Quién ha salvado las distancias infinitas que nos separa­ ban? Su amor, un tievnísimo amor como el de madre, que le exige imperiosamente la aproximación al amado. 3.° Dios se me hace presente en la comunión, como alim en­ to, para que yo coma su carne y beba su sangre; El permanezca en mi y yo en El; y como el Padre y El son uno, así El y y o seamos también uno;

7t()

CUARTA SEMANA

246

y esto en anas de nuestra unión eterna. ¡M isterio insondable de aproximación! ¡Exigencias de amor sin lim ites! 4.°

Dios se me hace presente en el sagrario como amigo que espera mi visita para estar junto a mí, para oír más de cerca

mis súplicas, para recibir más de cerca mis adoraciones, para orar El conmigo. Allí permanece días y noches, como en lugar de cita amorosa e¡ Rey de los cielos, ¡esperándome a m í ! ; y con, que de 24 horas 111 .' acerque unos minutos, ya se siente feliz; con que de siete di;;s le dé a El media hora, ya se tiene por bien pagado de tanto esperar. .Presencia de amigo! Es dulzura, expansión, intimidad, igual­ dad; un alma en dos cuerpos, una vida en dos almas, dos en uno el infinito con el finito, la santidad con el pecador, la hermosur;, infinita con la fealdad, el Todo con la nada. 5."1 Dios hombre se me hace presente como víctima en el sa­ crificio de la Misa. No contento con haber muerto por mí en Jerus tién hace 1950 años, quiere reproducir su sacrificio ahora cuando vo vivo, y aquí donde yo estoy, y que yo me halle pre­ sente a él. Pídele el corazón tenerme muy cerca al ara del altar; como tuvo presentes en el calvario a su Madre Santísima y a San Juan junto ;d ara de la Cruz. El valor de su sacrificio para mí pudo haber sido el mismo, aunque éste se celebrara lejos de mí. ¡Son motivos de orden afec­ tivo !os que le exigen esta aproximación! 0.

Dios hombre se me hace presente en la Iglesia como ca

beza mia, como la cabeza está presente a los miembros, como la vid está presente a los sarmientos. Contacto místico, pero real; en el cual la vida de la cabeza se comunica a los miembros y la savia de la vid se extiende a los sarmientos. Mi unión con el Dios-Hombre, como cabeza del Cristo místico, es más apretada que la de hermano con hermano y la de hijo con sus padres. ¡Sólo con aproximación tan íntima queda satis­ fecho el Corazón de Jesús!

246

PRIMERO Y SEGUNDO PUNTO

71/

II Labor

de

entendimiento

ponderando

y procurando a la vez mucho afecto ” P O N D E R A N D O CO N M U C H O A F E C T O ” cuán íntimamente y con cuánto amor se me hace Dios presente er esta vida, y consecuenter cuánto desea hacérseme presente intimísimamente en la otra.

Esta ponderación intelectual la pone San Ignacio sola­ mente en el punto primero, lo mismo que las consideracio­ nes referentes al orden sobrenatural; sin embargo, es evidente por la naturaleza de las cosas, que es conforme a su mente el que a ambas "osas se les dé lugar en los demás puntos. a) Cuán íntimamente y con cuánto amor se me hace Dio6 pre­ sente en esta vida. Fuera de mí: Dios se me hace presente con amor en los obje­

tos materiales que me rodean; en el vestido, casa, calle, ciudad, campos, ríos, mares, astros...; más presente aún y con más amor en las plantas, flores, fru ­ tos... cuanto los seres vegetales superan en perfección a los m i­ nerales; más presente y con más amor, en los animales, peces y aves... cuanto el reino animal es más perfecto que el de las plantas; más presente y con más amor en los seres racionales, el hom­ bre y el Angel, cuanto el espíritu excede en perfección a la ma­ teria. Dentro de mi. Como yo soy compendio de todo el universo, Dios está en mí en todos los grados de presencia y con todos los matices de amor con que se halla presente en todo lo que me rodea. Pero muchísimo más presente y con muchísimo más amor está Dios en mis virtudes y en la gracia santificante de mi alma; cuanto estos dones sobrenaturales exceden en perfección a toda la naturaleza. Además el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo moran de asien­ to como en propia casa, en el alma en gracia, con amor de padre, de hermano y de esposo; que si no estuvieran en todas partes

718

(U 'AHTA

SUMAN A

246

por la inmensidad, vendrían a morar en mi alma hecha un cielo por la gracia. También el Verbo se me hace presente en (a is ló con la pre­ sencia e inliiuidad de la cabeza a sus miembros; en unión real de orden místico, más apretada que la de padre con hijos, sólo inferior a la unión hipostática en Cristo de la Persona divina con la naturaleza humana. b) ” Y eonsecuenter cuánto el mismo Señor desea” hacérseme presente en el cielo con una intimidad que me haga plenamente bienaventurado, sumergido en su gozo, sintiendo su presencia con más intimidad que la mía propia. Porque a esto se dirigen los modos de presencia con que ahora lan pródigamente me regala; son paso al abrazo definitivo y arras para aquel desposorio. No hay amante que así anhele la Compañía del amado, como Dios anhela nuestro eterno abrazo. ¡Como si no se hallara en el cielo sin mí, como si necesitara de mi compañía para ser feliz! ¡Oh qué bondad tan sin medida, qué amor tan sin límites! "Quid retribuam Domino pro ómni­ bus quae retribuit mihi ” III T r a h
<1 <’

Ia

v o lnn lad

afee tundo m c m itch o

"orno

TANTO REFIATIENDO EN MI M IS M O , P O R EL MODO Q U E ESTA D I C H O E N E L P R I M E R P U N C T O , O P O R OT R O Q U E S I N T I E R E M E J O R ” |235].

a) ” Por el modo del primer punto” , es a saber, "ofrecer y dar a su Divina Majestad todas mis cosas y a mí misino con ellas, así como quien ofrece afectándome mucho” . ' T O M A D , S E Ñ O R , Y R E ( A R I I ) ” toda mi libertad, lodos mis derechos de persona humana... y que yo quede sin ningún derecho por habéroslo dado a Vos; también todas mis cualidades específicas de ser racional... y que y<* me quede sin entendimiento ni voluntad, por habéroslo dado a Vos • también todo mi haber y poseer... y que yo quede pobre, desnudo, ciego y tullido por habéroslo dado lodo a Vos;

246

PA1MER0 V SEGUNDO PUNTO

719

ea, lodo es ya vuestro, nada mío; disponed de ello en abso­ luto, a toda vuestra voluntad. A mí dadme a Vos mismo, el que os ame sin cesar con toda mi alma y con todo mi corazón por vuestra bondad y perfección infinita, que esto me basta. b) Reflectir ” por otro modo que sintiere mejor” , que quizás pudiera ser alguno de los siguientes; 1." Pues Dios se me hace presente en todas las cosas que me rodean y me mira desde todas ellas con amor de Padre, y o debo corresponder mirándole a El presente en todas ellas, con amor y confianza de hijo. Una vida interior de continua reverencia y amor a Dios, presente en todas las cosas, es muy propia cíel espíritu de la Compañía, como medio eficacísimo para eumphr con perfec­ ción propia de su Instituto, nueslro fin de alabar, hacer reveren­ cia y servir a Dios Nueslro Señor. 2.° ¿Dios se me hace presente dentro de mi mismo como en templo consagrado a su culto? Luego yo debo responder a tanta dignación no profanando jamás este templo y rindiéndole en él la adoración y amor que a su Majestad son debidos. 3." Puesto que Dios-Hoinbre se me hace presente en la Co­ munión como alimento, yo debo acercarme cada día a la sagra­ da mesa con grandes ansias de unión y dejarme en absoluto asi­ milar por El. Tal es la comunión del hijo de la Compañía. De ella sale cada día más transformado en Cristo y más dispuesto a una vida interna de caridad perfecta. 4.” Dios-Hombre se me hace presente como victima por mis pecados y los de todo el mundo en el sacrificio de la Misa; luego yo debo asistir cada día a ella con amor indecible, acercarme a la Cruz como María Santísima para recibir sobre mi alma todo el tesoro de su sangre redentora, esparcirla por todo el inundo y encenderme en deseos de derramar por El la mia. 5." Pues Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo se * dignan hacer de n>i alma un cielo por la gracia y vienen a morar de asicnlo en ella; luego yo debo corresponder a tan excelsos huéspedes aspi­ rando a un sentimiento íntimo permanente de su presencia; gracia preciosísima en la vida del jesuíta, porque abre la puerta

720

CU A R T A S E M A N A

246

a un estado de intensa caridad con Dios en medio de las ocupa­ ciones más absorbentes. 6.° ¿Dios se me hace presente en el Cristo histórico en Be­ lén, en Nazaret, en el calvario... como Redentor, como maestro, como modelo de vida? Luego yo debo corresponder meditando su vida y muerte para conocerle íntimamente, amarle más y más e imitarle. 7.° 'O P O R O T R O M O D O Q U E S I N T I E R E M E J O R ” . Supo­ ne San Ignacio muy posible que el Espíritu Santo derrame en abundancia sus dones sobre el ejercitante comunicándole senti­ mientos altísimos de la presencia divina en su alma. No es malo desear y pedir estas grandes gracias que tan eficazmente ayudan al servicio de Dios, con tal de hacerlo reco­ nociendo nuestra impotencia e indignidad y con puro deseo de la gloria divina. Coloquio. Pidiendo a Dios Nuestro Señor ” sentimiento in­ terno" de su presencia alrededor de mí, de que yo vivo y me muevo dentro de El, en sus brazos paternales, sintiendo a la con­ tinua el calor de su corazón. También "sentimiento interno” de la presencia de Dios den­ tro de nú: que me dé cuenta habitualmente de ella, la guste y me sienta fuertemente retraído de las criaturas para descansar en solo El. Terminando con un Pater Noster.

ESQUEMA DE LA MEDITACION XXXI Los dos primeros puntos de la Contemplación para alcanzar amor

Pres. de Dios y Orac. prep. — Comp. de lugar. — Petición. Dos notas sobre las que se han de desarrollar los cuatro puntos de esta contemplación. í.° ” E1 amor se debe poner más en las obras que en las palabras” . 2.° El amor de amistad "consiste en comunicación de las dos partes”. 246bis. Dios

PUNTO PRIMERO ME HA DADO MUCHÍSIMOS DOXES Y DESEA DÁRSEME A L

u e g o yo debo d a r l e a

El

todas

m is



MISMO.

cosas

Y A MÍ MISMO COK ELLAS

I Traer A)

o

la

memoria

Los beneficios generales de creación. — Dios me ha dado alma espiritual e inmortal, y me la ha dado por purísimo amor; — entendimiento espiritual, también por puro amor; — voluntad espiritual, asimismo por solo amor; — e innumerables medios de educación e instrucción para el des­ arrollo del entendimiento y de la voluntad; todo sin lucro para El, por purísimo amor. — Me ha dado cuerpo, maravilla de organización; — con ojos, oidos, sentidos, potencias; — y con innumerables medios para su desarrollo y conservación: en los cielos, (*n la tierra, en el hogar... Todo por purísimo amor, mirando siempre a mi bien temporal y a mi felicidad eterna.

722

B)

CUARTA

SEM AN A

m

Beneficios generales de redención. — La elevación primera al orden sobrenatural; — beneficio mil veces más precioso que todos los de creación. — La redención en sí misma; — la persona del Redentor, Hombre-Dios; — el precio del rescate, el mismo Hombre-Dios; — la superabundancia de la redención. — La gracia santificante y el poder de acrecentarla; —gracias actuales abundantísimas internas; y externas. -¡T od o sin lucro para El, buscando siempre mi bien y mi íeHeidad eterna!

(!)

Dones particulares de creación y redención. — O sea dones de predilección que Dios nos ha dado a relativamen­ te pocos. — Dones particulares en mi de predilección. — Dones más particulares en mi. de mayor predilección. — Dones particularísimos de grandísima predilección. II

Traba} o

d <• e a t e n d i m i e n t o

"Ponderando con mucho afecto".

('uánto ha hecho Dios por mi: crearme, redimirme... — "y cuánto me ha dado”, o sea: cuán muchos dones me ha dado: cuán preciosos; y con cuánto amor; — y consiguientemente cuánto es su deseo de dárseme él a Si mismo. — b) Por tanto, cuán justo y razonable es que yo corresponda; — dándole a El todas mis cosas; — y a mí mismo con ellas. III

Trabajo

de

la

voluntad

’Ansí como quien offresce. affectándose mucho". — ‘Tomad. Señor, y recibid toda mi libertad; — mi memoria, entendimiento y voluntad:

247

72.1

PRIMERO Y SBQUNOO PUNTO

todo mi haber; y poseer. — A mí dadme vuestro «m or que ésta me basta,

y vuestra gracia;

Coloquio. 247. Dios

PUNTO SROl’NDO s e mk hac.k a h o r a w u í s h n t k c o n AMon !»»■ m u ch a s m a n k r a k , v a n u i d a

POR HACÉRSKMK PRRKKNTlí UN KL C líX O CON INTIMIDAD 0UU MK tlAUA 1»1JS* N AM ENTE IIIKN AVENTURADO. LliKQO VO MtHO R OM UiSPONOim A tlSTR NUEVO DON RKITKRA n DOLK KL " T O M A » , S e ^ O R ", <1 D|i

MttfcO MKJOR

QUK MU O CUnRiim u

I T r a b a j o de l a m e m o r i a por tria de contemplación y procurando algún afecto Dios se me hace presente con amor en todas las cimas que me rodean. — Porque no pudiendo las criaturas tener ser más que por partici­ pación de Dios, mientras lo tuvieren es necesario que Dios esté por Sí mismo en ellas conservándolas. — — — —

Esta presencia de Dios en las criaturas conservándolas: es más íntima a las criaturas que ellas n si mismas; es por mi amor; su perfección en cada criatura se puede medir por su efecto en ella, que es la perfección que le comunica.

— Así Dios se me hace presente con «m or en los minerales "dándoles ser” ; — más presente y con más amor en las plantas, "vegetando"; más en los animales ”*ensando"; — mucho más en los hombres "dando entender”; — incomparablemente más en el orden sobrenatural, cuanto éste excede a todo lo natural, « — Tal presencia de Dios en las cosas nos manifiesta su amor de di* versos modos: — en cada cosa hay un cor acón que me ama * mi, el de Dios; — y unos ojos que me miran con amor, los de Dios;

CUARTA SEMANA

724

247

— es como si no contento con darme dones, viene El a entregárme­ los personalmente; — y se oculta dentro de cada don para regalarme con su presencia. Dios se me hace presente con gran amor dentro de mí mismo.

— En el orden natural: — "dándome ser. animando, sensando, dándome entender” ; — creándome a su imagen y semejanza y haciéndome así templo vivo suyo donde es honrado El.

— Sobrenaturalmente se me hace — presente, inhabitando en mí las tres Personas de la Santísima Trinidad como huésped, amigo; — presente, en el Cristo histórico, conviviendo en la tierra 33 años con nosotros; — presente en el sagrario, esperando mi visita de amigo: — presente en la comunión, como alimento; — presente en la misa, reiterando el sacrificio de la cruz cuando vo vivo y donde yo estoy; — presente en el Cristo místico, como cabeza mía. — ¡Para santificarme no necesitaba descender del cielo! ¡Presencia tan íntima es sólo exigencia de su amor!

II Trabajo

con

el

entendimiento

Ponderando con mucho afecto. — 1. De cuántas maneras se me hace Dios presente en esta vida; cuán íntimamente; y con cuánto amor. — Consiguientemente cuán grande es su deseo de hacérseme pre­ sente en el cielo en intimidad estrechísima; — y de hacerme así plenamente feliz por toda la eternidad. — 2.° ¿Qué debo yo hacer en razón y justicia para corresponder a este don de la presencia divina?

III Labor

de

la

voluntad

"Ansí como quien offresce affectándose mucho". — 1 .’

Con el ’Tom ad, Señor, y recibid” del punto primero.

247

PRIMERO Y SEGUNDO PUNTO

725

— 2 /’ ” 0 por otro modo que .sintiere mejor” ; v. gr.: — Pues Dios se me hace presente en todo lo que me rodea, yo debo corresponder con una vida interior intensa de reverencia a El, en todas partes. — Pues Dios se me hace presente dentro de mi como en templo suyo, yo debo respetarle este templo y adorarle en él. — Pues Dios-Hom bre se me hace presente en el Cristo histórico de Belén... yo debo acercarme a Cristo con la meditación de su vida e imi­ tación de sus costumbres. — Pues Dios-Hombre se me hace presenta como alimento en la Co­ munión, yo debo ir a ella todos los días con grandes ansias de unión. — Pues la Santísima Trinidad habita en mi alma permanentemente por la gracia, yo debo pedir sentimiento intimo d* ■'-u presencia y trabajar por disponerme para que Dios me la couoeda. — O por otros medios más elevados que Dios comunica con frecuen­ cia a las almas que se le entregan. Coloquio.

M EDITACION XXXII

D I S T R I B U C I O N DE L A M A T E R I A P A R A LA M E D I T A C I O N D I A R I A

D ía 1 .°

A\°

U8

249

252

D ía 2 .°

N.°

248

250

253

D ía 3.°

Repetición.

D ía 4.°

Aplicación de sentidos.

D ía

w•o Fruto principal de esta contemplación N.° 251.

248.

M E D ITA C IO N XXXII

Contemplación para alcanzar amor (EL

3.°

Y

4.°

PUNTOS DE SAN IGNACIO)

”ES P E D I R GRACIA A DIOS N U E S ­ T R O S E Ñ O R P A R A Q U E TODA S MIS I N T E N C I O N E S . A C C I O ­ NES Y OPERACIONES, SEAN P U R A M E N T E ORDENADAS E N S E R V I C I O Y A L A B A N Z A D E SU D I V I N A M A J E S T A D ” . O

r a c ió n

p r e p a r a t o r ia .

”ES A Q U I V E R C O M O E S T O Y D E ­ L A N T E D E D I O S N U E S T R O SEÑOR, D E LOS A N G E L E S , D E L O S S A N T O S I N T E R P E L A N T E S P O R M I ”. Co m p o s ic ió n

de lugar.

"SERA AQ UI PEDIR COGNOSCIMIENTO IN T E R ­ N O D E T A N T O B I E N RECIBIDO, P A R A Q U E 1 0 E N T E R A ­ M E N T E RECONOSCIENDO, PUEDA EN TODO AM A R Y SER ­ V I R A SU D I V I N A M A J E S T A D P

e t ic ió n .

PU N TO TERCERO (DE SAN IGNACIO) Dios trabaja ahora muchísimo por m í; y todo con el fin de poder trabajar después en el cielo realizando conmigo m i felicidad perfecta. Luego yo debo corresponderle con el ” Tomad, Señor” , o de otro modo que sintiere m ejor ”E L T E R C E R O , C O N S I D E R A R C O M O DIOS T R A B A J A Y L A ­ B O R A P O R M L E N TO DA S COSAS CRIA DAS S O B R E L A H A Z D E LA T I E R R A , I I ) E S T, H A B E T SE A D M O D U M L A B O R A N TIS, ASI C O M O EN LOS C I E L O S , E L E M E N T O S , P L A N T A S ,

CONTEMPLACIÓN PARA ALCANZAR AMOR

728

FRUCTOS, G A N A D O S , ETC., D A N Ü O SER, V E G E T A N D O Y S E N S A N D O , E T C . ” [236].

249.

249

CONSERVANDO,

I T ra b aj o

de

la

memoria

contemplando a la vez y procurando algún afecto ”C O N S I D E R A R ” por vía de contemplación más que por vía

de discurso " C O M O DI OS T R A B A J A Y L A B O R A

P O R M I ” , o sea que

obra, desarrolla actividad, hace cosas; ’I D EST. H A B E T SE A I ) M O D V M L A B O R A N T I S ” corrección

del Santo al ” trabaja y labora” para que no se entiendan en el sentido de esfuerzo v fatiga que no caben en Dios; ’’E N T O D A S L A S COSAS C R I A D A S S O B R E L A H A Z D E LA T I E R R A ” o relacionadas con la tierra como el sol; ” en todas”

porque todas inmediata o mediatamente, por la trabazón que tie­ nen entre sí, me sirven a mí. A) natural.

Dios trabaja por mí, en las cosas que me rodean de orden

a) Dios trabaja por mí ”E N L O S C I E L O S E n nuestro sol, que es millón y medio de veces mayor que la tierra; lo mantiene encendido • millones de grados y concurre por sí mismo a cada una de las infinitas reacciones que se verifican en el seno de aque­ lla conflagración espantosa. Conserva también los infinitos soles gigantes que vuelan con el nuestro sobre nuestras cabezas; los encadena entre sí con la atracción formidable de sus masas; los rige en sus vertiginosas carreras de millares de kilómetros por segundo; y por su mano pone en vibración cada uno de los infinitos rayos de luz y calor que partiendo de ellos inundan los espacios. No hay un solo punto en los astros, ni en la esfera inmensa del cosmos, que la luz tarda en atravesar 170 millones de años, donde no esté Dios trabajando incesantemente por mí con amor de padre. b) D íoh tra b a ja p o r m í ” E N L OS E L E M E N T O S ’, es decir, en el rnundo de la materia y de las fuerzas físico-químicas. El

249

TERCERO V CUARTO PUNTO

729

conserva la tierra, lo cual es como hacerla continuamente de nuevo, para que me sírva de morada y me sustente con sus frutos. El le inyecta en las venas filones de hierro y de ricos metales para nuestra industria, almacena en sus entrañas depósitos de carbón para nuestro hogar; la rodea de mares que nos den agua, la envuelve en atmósferas que nos cedan oxígeno, y colgada de sus dedos la pasea en veloz carrera por espacios inmensos inun­ dados de luz y alegría. No hay vaivén en el oleaje del mar, ni ráfaga en el aire, ni traslado de una arenita en la playa sin que intervenga allí la mano de mi Padre, Dios, realizando mi bien. La misma mano mantiene en orden las energías internas del átomo para que no se destruyan, sino que me sirvan. c) Dios trabaja por mí ”E N LAS P L A N T A S ” , dándoles tierra donde arraiguen, sol que las caliente, lluvia que las riegue, luz que las coloree... y concurriendo por Sí a todos y cada uno de sus infinitos movimientos vitales. ¡ Si hablaran los bosques y valles, los árboles gigantes y las yerbecitas! "Formamos, me dirían, el laboratorio biológico in­ menso de la naturaleza; Dios está trabajando sin cesar por ti en nuestros troncos, hojas, flores, raíces y ramas. ¡Oh si pudieras apreciar el movimiento incesante, sabio, infinito dentro de nos­ otras, de sus dedos divinos!; ¡si pudieras oír el canto de amor que le anima en su trabajo! — en cada estrofa escucharías tu nombre, el nombre del hijo muy amado para cuyo bien El pone en actividad incesante esta inmensa máquina.” d) Dios trabaja por mí ”E N LOS F R U C T O S " concurriendo con las causas segundas. El hace que brote la flor en el árbol y la transforma en fruto; El elabora en el fruto, con dulzuras de miel, el sabroso bocado que yo llevo a mis labios; e igual es la historia de cada pedacilo de pan y de cada manjar que se pone en mi mesa. El da raicillas al granito de trigo que cayó en la tierra, hace que surja del suelo el airoso tallo, forma el grano en la espiga, lo madura al sol, lo siega, lo trilla, lo limpia, me lo trae de Amé­ rica, lo transforma en blanca harina, lo amasa, lo cuece en el horno, lo sirve a mi mesa, lo lleva a mi boca. Asi hacía mi madre conmigo de niño; ¡asi lo ha seguido haciendo Dios durante toda mi vida! — Muchos padres se matan

CONTEMPLACION PARA ALCANZAR AMOR

730

249

a trabajar por sus hijos. Pero ¿hay padre que trabaje por ellos la infinitésima parte de lo que Dios trabaja por mí? e) Dios trabaja por mí ' ' E X L O S G A N A D O S ” asociando su acción a las criaturas. El dió vida al alegre corderito que salta en la pradera, nutre sus carnes, le da nueva sangre, teje su lana; repite lo mismo cada momento millones de veces en cada rebaño, en cada vacada, en las bandadas de animales silvestres, en los bancos de peces, en las nubes de aves... ¡Es Dios mi padre, que cuida de proveer a mi m esa! Difícilmente puede olvidarse una madre del niño pequeñito que lleva en sus entrañas; pero es imposible que Dios se olvide de mirar por mi. B)

Dios trabaja por mí en mí mismo, en el orden natural.

El me hizo en mi primer momento: plasmó mi sangre, cons­

truyó mi corazón, calibró mis venas y arterias; tejió la finísima traína de mi cerebro, extendió la red de mis nervios; torneó mis huesos, los revistió de carne, los cubrió de piel...; sacó de la nada un alma, la unió a mi cuerpo y con un beso de padre estampó en mi rostro la imagen del suyo. ¡ Oh qué amor tan grande y tan tierno! El me conserva en mi ser y en mis facultades. Como la lám­ para eléctrica no puede durar encendida si no es recibiendo nue­ vas avenidas de fluido en cada instante, así yo no puedo durar en mi ser si no es por una acción del Creador renovada en cada momento. Dios ha puesto esta acción ininterrumpidamente durante los 30 años de mi vida, con amor de madre consagrada a su hijo; ella ha de ser quien le vista por sus manos, le sustente en sus brazos y le nutra a sus pechos. — ¡Así lo ha hecho Dios conmigo durante toda mi vida! Dios concurre a todas mis acciones, como principio eficiente de ellas juntamente conmigo. Además de conservarme las facultades de ver, oír, pensar, hablar, El ha de concurrir con ellas a cada mirada y a cada pala­ bra; sin este nuevo concurso de Dios, la lengua no puede hablar, ni los ojos ver, ni bs manos moverse, ni el corazón latir. ¡Oh si El se olvidara un momento de mantener en marcha mi corazón, como me olvido yo; o si se cansara de trabajar por mí, como me canso yo! Vos, Señor, sois para mis ojos, oídos, manos,

249

TERCERO V CUARTO PUNTO

731

corazón, todo mi bien. ¿Para quién he de tener yo agradecimiento si no lo tengo con Vos?; ¿a quién he de amar yo con toda mi alma si no os amara a Vos?; ¿para qué quiero fuerzas y vida sino para trabajar por Vos? C)

En el orden sobrenatural.

a) Dios trabajó por mi en la formación del Redentor. D e ­ cretó desde la eternidad divinizarme por la gracia, que eso fué elevarme al orden sobrenatural para que pudiera gozar de El eternamente en el cielo; y como ya desde entonces me vió caído en Adán, desde enton­ ces decretó mi redención con la de los demás hombres por la En­ carnación del Verbo. Para esta Encarnación preparó a su pueblo enviándole Santos y Profetas; e hizo milagros portentosos de amor, de sabiduría y de poder en la formación de la que había de ser Madre del Re­ dentor y Madre nuestra. Y cuando llegó la hora cumbre de los siglos realizó en el seno de María la Encarnación del Verbo, la obra más grande de Dios Nuestro Señor fuera de Sí; el Espíritu Santo la completó derramando sobre el alma de Jesús todo el tesoro de sus gracias y dones. Y en esta actividad sobrenatural, incomparablemente supe­ rior a la de la creación del universo, Dios me tuvo presente siem­ pre con amor y lo dispuso todo en orden a mi bien. b) Jesús trabajó por mí incesantemente en los 33 años de su vida mortal, en Belén, en Nazaret, en Egipto, en el taller, en la vida privada y en la vida pública. Cuenta si puedes los vagidos de Jesús naciendo; las lágrimas de Jesús agonizando; los trabajos de Jesús obrero; los pasos de Jesús en sus correrías evangélicas... y piensa que otro tantos fueron los latidos de su corazón por mí: porque El no dijo palabra, ni dió paso sin acordarse de m í y sin dirigirlo todo a mi bien. ¡Oh, Señor, no haya un instante en mi vida que no sea para Vos: ni una fibra en mi corazón que no vibre por Vos! c) Jesús trabaja por mi en la Iglesia su Cuerpo Místico, de estatura gigantesca, que teniendo, en frase de San Agustín, los pies en la tierra, llegó con su cabeza al cielo, y de vida sobrenatural exuberante,

732

C O N T EM PLA CIÓ N P A R A A L C A N Z A R

AMOR

249

Su cabeza es Nuestro Señor Jesucristo de quien desciende la vida a todos los miembros; su corazón es el de Cristo, que a im­ pulsos de un amor potentísimo envía incesantemente oleadas de gracia por todo el organismo; y su alma es la Santísima Trini­ dad, que mora de asiento en la Iglesia y la informa para divi­ nizarla. Por eso la actividad vital santificante en la Iglesia es estu­ penda: asimilación continua de nuevos elementos por el bautis­ mo, conversión de pecadores y su purificación en el sacramento de la penitencia; santificación progresiva de los justos; efusión de dones del Espíritu Santo; movimiento incesante de vocaciones al sacerdocio, a la vida religiosa, al apostolado, al gobierno de la Iglesia, a la santidad heroica... y en el centro del paraíso, como fuente inagotable de vida, el Sacrificio, continuamente reiterado del calvario. — En medio de este movimiento está mi Padre-Dios; y yo con Dios; Dios trabajando en todo por mí, dirigiéndolo todo a mi bien. d) ” Dios trabaja por mí sobrenaturalmente en m i alma” : dándome a la continua, inspiraciones y emociones santas; infundiéndome gracia santificante en el bautismo y en los otros sacramentos; aumentándomela en cada acción meritoria que yo hago; haciéndome por esta gracia, participante de la naturaleza divina; infundiéndome con In gracia las virtudes y dones del Espí­ ritu Santo. Esta actividad sobrenatural de Dios en mí es incomparable­ mente mayor que la que desarrolla el Creador en el mundo natural de los espíritus concurriendo a todos sus pensamientos, y en el mundo de los astros manteniéndolos en todas sus reacciones y movimientos. Por ella Dios me hace participante de su natura­ leza e hijo suyo con verdadero derecho al cielo. e) Je»ús trabajó por mí sufriendo, porque el sufrir entra también en el "trabajar y laborar” de San Ignacio. Sufrió dolores acerbísimos por los azotes, por la corona de espinas, en la crucifixión y en las tres horas de agonía; sufrió por mí injusticias afrentosas de parte de los más obli­ gados a lefonderle, qu<> fueron el tribunal eclesiástico, el de Hrrod.-s, **1 de Pílalos v el veredicto de su propio pueblo;

TEKCRHO Y CUARTO I*UNTO

733

sufrió por mi el abandono más absoluto de tuntisimos a quie­ nes El había hecho beneficios, hasta de sus queridos discípulos; sufrió hasta morir en cruz como un malhechor y como aban* donado del Eterno Padre. ¡Y por estos excesos de dolor y de amor había estado El suspirando toda la vida! Esto es darme con liberalidad sin limites de lo que tiene y puede: su actividad, sus fuerzas, su honra, su vida. ¿Cómo he de corresponder yo a tanto amor? II T r a b aj o

de

en ie n d ’m i e n to

ponderando a la vez con mucho afecto

Ponderar cuánto trabaja Dios ahora por mi y eonsecuenler cuánto desea trabajar por mí después en el cielo, para hacerme allí plenamente bienaventurado. a)

Cuánto trabaja Dios por mí ahora y con cuánto amor.

Su actividad por mi es asombrosa, incomprensible, espléndi­

da actuación de su bondad infinita y de su omnipotencia. Cuenta, si puedes las vibraciones de un rayo de luz, los rayos de cada sol y lo» soles de todo el cielo; las reacciones en cada átomo, los átomos de cada cuerpo y los cuerpos todos del universo; los movimientos de cada célula, las células de cada organis­ mo y los organismos de todo el mundo; más incontables son aún los pensamientos de todos los espí­ ritus, los quereres de todas las voluntades y los deseos de lodos los corazones; y muchísimo más los movimientos de la gracia en cada alma. t*n cada Angel, en toda la Iglesia, en la Virgen Santísima, en c! Corazón de Jesucristo. • El universo es un inar de actividad hirviente. ¡Pues a todos sus movimientos concurre Dios y en todos ellos trabaja por mi! I.a gran realidad que llena los espacios no es la materia, ni

los asiros gigantescos, ni la masa apretada de rocas graníticas v de los profundos mares; sino la realidad de Dios, substan­ cialmente presente en todas las cosas;

734

CO NTEM PLACIÓ N

para

alcanzar

am or

249

ni las grandes energías del universo son las atómicas, ni la

vida verdaderamente exuberante es el movimiento incesante de la vida moderna en las grandes urbes; porque todo esto es caleidoscópieo y sin consistencia; sino el trabajo firme y profundo que realiza Dios en todas las criaturas dirigiéndolas a mi bien temporal y a mi bien eterno. Esta es la interpretación más auténtica del universo. Ella con­ duce a un sentido de la vida completamente divino, y que es a la vez el más verdadero y el más profundo. F esta actividad prodigiosa de Dios por mí nace en E l de purísimo amor. Creó el mundo para mí, y consecuente consigo mismo ahora lo conserva también para m í con amor, y trabaja en él incesantemente por mi bien a impulsos de amor. Cuando la madre borda el vestidito de su niño, en cada pun­ tada pone un latido de su corazón. En cada criatura, en cada arenita Dios trabaja por mí a impulsos de su amor. — Como la madre lleva a su pequeño en brazos, así Dios me lleva a mí. "Serán llevados sobre la cadera y acariciados sobre las ro­ dillas.” Como cuando a uno le consuela su madre, así os conso­ laré yo. Y aumenta Dios las caricias cuando mi bien le exige que me dé cosas amargas y que causen dolor. Entonces lo que yo sufro en mi carne lo sufre El en su corazón; y para sufrirlo también físicamente conmigo, hízose hombre por mí y fué a los trabajos acerbísimos de la pasión. b) ” Consequenter cuánto desea” trabajar en el cielo por mí, realizando mi felicidad completa; o sea, haciendo en mí y con­ migo aquel verle yo a El cara a cara, amarle, poseerle y gozarle; y aquel sentirme yo amado y poseído de El; en lo cual consis­ tirá mi bienaventuranza eterna. Porque el trabajar ahora Dios por mí, todo es para hacer po­ sible aquel su trabajo del cielo: puesto que en el hombre la mate­ ria se ordena a la vida vegetativa y sensitiva; la sensitiva, a laracional; la raciona], a la vida de gracia; y la vida de gracia y mérito, a la vida de la gloria. De suerte que en el lenguaje de San Ignacio podemos decir que Dios "trabaja” en mí: dándome ser, para luego darme ve­ getar y s ;ntir; y .sensando, para darm e entender;

y dándome entender, para infundirme la vida de gracia;

249

TERCERO Y CUARTO PUNTO

735

y dándome la vida de gracia, para darme la vida de gloria en felicidad completa. Y a esta bienaventuranza eterna dirige también, con un tra­ bajo incesante, la cooperación de todas las criaturas de sobre la haz de la tierra. Pues si tanto trabaja Dios en lo que es preparación y cami­ no, ¿cuál será su deseo de trabajar en el término que es mi fe li­ cidad eterna? ¡Oh Trinidad beatísima, bienhechor soberano, amante infatigable, primer motor del movimiento asombroso que se desarrolla por mi bien en todo el mundo! El amor te tiene en continuo irabajo por mí:

en el altar te inmolas cada día por mis pecados, glo­ rificas al Padre por nosotros, y oras sin cesar por mi: en el sagrario y en el cielo tu vida es abogar r»nte el Padre por mi; en tu vida mortal el amor te sujetó ai rudo trabajo de un humilde obrero y te hizo rodar por caminos, mon­ tes y valles buscando la oveja perdida; el mismo amor te llevó al calvario; desde la eternidad el amor te tuvo pensando en mi, planeando mi creación, preparándome morada, realizando mi redención y mi santificación; él ha tenido en juego continuo tu sabiduría para suplir mi ignorancia y tu omnipotencia para socorrerme en todas mis debilidades. ¡Oh Padre mío bondadosísimo!, colmad vuestras lar­ guezas infundiéndome un amor actuoso como el vuestro. Quiero ofrecerme a una vida activísima de intenso apos­ tolado— con intensa vida interior — a costa de mi mayor y más continua mortificación. III Trabajo

de

la

voluntad

con grandísimo afecto ”D E S P U E S R E F L E C T I R EN MI MI SM O” "por el modo que está dicho en el primer punto, o por otro que sintiere m ejor” .

a) ” Por el modo del primer punto”, o sea "considerando con ivuieha razón y justicia lo que yo debo de mi parte ofrescer y

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PAR A

ALCANZAR

AMOR

249

dar a su Divina Majestad” en correspondencia a la actividad que por mí despliega. Decir al Señor: "asi como quien ofrece afectándose mucho”, más aún que en el primer punto, por los nuevos motivos de amor que aquí se consideran: ” T O M A D , S E Ñ O R , Y R E C I B I D . . . ” . b)

O por otro modo que sintiere, m ejor; v. gr.:

1.° Dios ” trabaja por m í ” . Sería ya gran dignación en tan augusta Majestad pensar alguna vez en mí, tener para m í una palabra de amor, interesarse en algo por m í; pero que tenga en continuo movimiento por mí su brazo om­ nipotente y su inteligencia infinita, es para volverm e loco de amor que me haga volcarme con todas mis fuerzas en trabajar por El. 2.’ Dios trabaja ” por mí” , por mi bien, no por el suyo, sino con desinterés absoluto, aunque haya de dirigirlo todo a su glo­ ria porque así lo exige su santidad. Luego yo debo trabajar puramente por Dios, sin intenciones bastardas, con odio a muerte contra toda afición desordenada que pueda torcer la rectitud de mi intención. — Gran desgracia la de un servidor de Dios que se mata a trabajar, sin pureza de inten­ ción; y gran mérito el de los más pequeños servicios, hechos a Dios por purísimo amor. li. Dios, además de trabajar El, hace que trabajen innume­ rables criatura« por mi.

Luego yo no he de contentarme con trabajar personalmente por Dios, sino que he de ser, con mi actividad y con mi oración, apóstol de apóstoles; iniciador, propulsor y centro de obras en las que trabajen otros muchos por la causa de Dios. Tal es el apostolado propio de la Compañía. 4." Jesús ” trabaja y labora por mí” hasta agotar sus fuerzas en la demanda y perder su vida. Sus treinta años de Nazaret los pasó en los trabajos de un pobre obrero; su predicación fué trabajosa; la fundación de la Iglesia lleva el sello de lo laborioso; en lo redención del mundo, por El realizada, el trabajo y el dolor rebasaron todo limite. La corona inás preciosa de mi apostolado ha de ser perder en ¿1 por Nuestro Señor Jesucristo mis fuerzas, mi honra y mi vida.

249

TERCERO V CUARTO PUNTO

73/

El que una empresa sea trabajosa, ha de ser una razón más para lanzarme a ella por amor de Dios y por imitar a Cristo. 5.° En especial debo trabajar denodadamente en los ejerci­ cios espirituales de meditación, oración, exámenes con toda d ili­ gencia en el Señor; a lo San Luis Gonzaga, como Jesús en la oración del huerto, hasta el heroísmo cuando fuere necesario, aunque en paz y sin nerviosismos. Debo entregarme en absoluto a las empresas de la Compañía por la gloria de Dios, no consintiéndome a mí mismo que haya en el mundo quien por ganancias terrenas se lance a más vr con más denuedo que yo por el bien de la Iglesia. En mi actividad deberé seguir siempre las leyes del am or para el trabajo, que dice Kempis: ” E1 amor noble de Jesús nos anima a hacer grandes cosas y mueve a desear siempre lo más perfecto.” ” E1 que ama vuela, corre y se alegra, es libre y no emba­ razado.” ” E1 amor muchas veces no guarda modo, mas se enardece sobre todo modo.” ” E1 amor no siente la carga ni hace caso de los trabajos; desea más de lo que puede, no se queja de que le manden lo im po­ sible, porque cree que todo lo puede y le conviene.’’ "Muchas cosas ejecuta y pone por obra en las cuales el que no ama desfallece y cae.” ” E1 amor siempre vela y durmiendo no duerme. Fatigado no se cansa, angustiado no se angustia, espantado no se espanta, sino como viva llama y ardiente luz sube a lo alto y se remonta con seguridad” 2. 6.° Puesto que ” Dios trabaja” por mí en todas las criaturas que me rodean, yo debo recibirlo todo como de la mano del Señor, especialmente lo desagradable. Porque nunca late con tanto amor por su hijito el corazón de la madre, como cuando se ve obligada a causarle dolor para cu­ rarle. Si Nuestro Padre Dios nos hace sufrir o permite que su­ framos en este mundo, siempre es por amor, y para algún bien que supere con creces el mal del sufrimiento. Ya que por desgracia he obligado a Dios muchas veces a a Kempis, 1. 3, c. 5.

ai

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PARA

ALCANZAR

AMOR

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cooperar a mis pecados, «servire me fecisti in neccatis luis» 3, he de darle el consuelo de que se alabe a Sí mismo con mis alaban* zas y se adore con mi adoración y que ame en mi amor y sirva con mis servicios a mis hermanos y a las almas. *

Is. 43. 24.

250.

P U N T O CUARTO (D E SAN IGNACIO )

Dios se manifiesta en las criaturas por imágenes de Sí mismo que me lleven a conocer sus infinitas perfecciones y a am arle por ellas. — Con esto pretende disponerme a la contemplación intuitiva de su esencia en el cielo y a la bienaventuranza com­ pleta consiguiente. Dios hace de mí imagen suya por la gracia, y la perfecciona incesantemente en esta vida. — Su fin es prepararme para reci­ bir en el cielo una última perfección de dicha imagen que me haga m uy semejante a El y plenamente bienaventurado.

Esto lo trata San Ignacio primero de todas las criaturas en general; después de mí en particular. P a r t e p rim e ra

Sobre todas las criaturas en general ” E L C U A R T O M I R A R ” contemplar, más que meditar [237], ” C O M O T O D O S LOS BIENES” o cosas estimables que yo

poseo, sean bienes de fortuna como casa y muebles..., sean de naturaleza como la voluntad y el talento; ’ Y D O N E S ” que me da Dios, también para mi bien, pero que yo propiamente no los poseo, como son los otros hombres, la Iglesia, la Virgen Santísima; "todos” en general sin especificar por ahora ninguno, " D E S C I E N D E N D E ARRIBA", o sea que no tienen en sí mis­ mos la razón de ser, sino que la reciben de otro; y de otro no inferior e igual a ellos, sino más alto o perfecto, que es Dios; y no dice que descendieron al principio, sino que "descien-

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PAR A

ALCANZAR

AMOR

250

den” , o sea que siguen descendiendo o recibiendo su ser en cada momento de más arriba; "ASI C O M O D E L S O L D E S C I E N D E N L O S R A Y O S ” , los cua­ les vienen del sol como de causa eficiente y ejemplar por lo cual resultan semejantes al sol; y descienden de suerte que necesitan, para no anularse, del influjo constante del sol; " C O M O D E L A F U E N T E L A S A G U A S ” que cuanto son, vie­ nen de la fuente, *'ETC ” , v. gr., como la imagen del rostro en el espejo: la cual viene del rostro como de su causa eficiente y ejemplar por lo cual resulta semejante al rostro y necesita ser conservada in­ cesantemente por él. Consecuencias del "descienden de arriba”

1.a Porque las cosas descienden de Dios como de su primer Principio, necesitan ser conservadas por Dios en todo momento; y ellas son en Dios más que en sí mismas y Dios es en ellas más que ellas mismas. Luego yo debo amarlas solamente en Dios y solamente a Dios he de amar en ellas. 2.a Porque descienden de Dios como de causa ejemplar, las cocas son semejanzas más o menos perfectas de Dios. Las irracionales: piedras, plantas, flores, aves, peces, anima­ les son meras huellas o rastros de Dios, como el que deja el león

en su garra en la arena del desierto; son gotitas de aquel mar sin fondo, rayitos microscópicos des­ prendidos del sol infinito de la Divinidad. El hombre, en su naturaleza es verdadera imagen de Dios,

como la que del león se forma en el espejo; porque el hombre tiene entendimiento y voluntad espiritua­ les como los de Dios, y alma inmortal como Dios; además imita en sus virtudes la santidad de Dios; en su sabiduría, la sabidu­ ría de Dios; en su libertad, la libertad de Dios; en su rostro tiene rasgos de la elevación y dignidad del rostro de Dios. E l cris lia no en g racia es: participación de la n aturaleza d iv in a ; hijo adoptivo de D ios; imagen viva so bren atu ral de D ios.

250

TERCERO Y CUARTO PUNTO

741

El universo es un museo ingente de arte sagrado en el que

cada criatura es una representación maravillosa de alguna per­ fección divina: unas son solamente rastros, otras son imágenes muertas, otras son imágenes vivas de Dios; es un templo grandioso en que cada criatura es un him no divinamente inspirado a la gloria de Dios: las piedras son him ­ no, los bosques y mares son himno; las flores, la luz, las aves son himno; y estos himnos son eco del himno eterno de gloria con que se glorifica a Sí mismo Dios. * * * El rostro forma en el espejo una imagen de si mismo, la cua! es mera combinación de luces y sombras, algo aéreo sin con­ sistencia. Sea una rotonda en cuyo centro se levanta una gran estatua de mármol blanco y cuyas paredes interiores están en toda su superficie revestidas de espejos, cada uno de los cuales refleja a la estatua por su lado: unos de frente, otros de espalda, etc... Si suprimimos con la imaginación cuanto en esas paredes sea muro y espejo, de suerte que las imágenes de la estatua queden flotantes en el aire, en esa rotonda no dejaremos más que dos realidades: la rea­ lidad central sólida, maciza de la estatua, y la aérea y vaporosa de sus imágenes flotantes.

He aquí un símil auténtico del universo. En el universo no hay más que una realidad central digna de este nombre, que es D ios; todas las demás cosas son como imágenes flotantes de Dios, apariencias de ser más que realidad, pero que pueden servirm e para conocer las perfecciones de Dios. 3.a Pues Dios se me manifiesta aquí por tantas imágenes de Sí mismo, ' ’consccaenter cuánto desea” repelárseme sin velo nin­ guno en la visión intuitiva del cielo. Porque el conocimiento dis­ cursivo y por fe que aquí se nos da de Dios, es preparación para la visión intuitiva del cielo. Si, pues, tanto derroche hace Dios en los medios, ¿cuál será su ansia del fin? 4.a Siendo, pues , las criaturas imágenes de Dios, debo subir de ellas a contemplar a Dios, principalmente por vía de fe , y a amarle por sus perfecciones infinitas. Su inmensidad se manifiesta en las dilatadas llanuras, en los

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PARA ALC AN ZAR

AMOR

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horizontes sin fin, en los mares insondables, en los espacios cós­ micos que la luz tarda en atravesar millones de años. Pues todo esto no es más que huella insignificante de la in­ mensidad divina. ¿Cuál será la grandeza de la inmensidad de Dios? Los espectáculos más bellos de la naturaleza, las hermosu­

ras más elevadas, flores, aves, paisajes encantados, plácidas rías, fuentes cristalinas, amaneceres espléndidos, apacibles ocasos,,enjambre de soles volando en océanos de luz... Si tania hermosura no es más que un rayito insignificante de la hermosura divina, ¿cuál será la hermosura de Dios? He de detenerme a contemplar esta hermosura y esta inmensidad de Dios, principalmente por vía de fe. La fuerza del león, la del mar embravecido, la del volcán, la del rayo, la de las masas estelares en su vertiginosa carrera, la de todas las energías atómicas del mundo, son huella débi­ lísima de la omnipotencia divina. ¿Pues cuál es entonces el poder de Dios?

Son dignos de admiración los grandes sabios, las inteligen­ cias cumbres, los genios del arte, de la guerra, de la política, los grandes maestros de la humanidad... por su elevación de pen­ samiento, por la penetración de su mirada, por lo vasto de sus síntesis. ¿Pues qué s^rá la sabiduría de Dios, de la cual la sabiduría de los hombre:, y de los Angeles no es más que un tenuísimo resplandor Y en el mundo sobrenatural de la gracia, cuán sublime es la fortaleza de los mártires, la intrepidez de los apóstoles, el can­ dor de las vírgenes, el heroísmo de los confesores, y todas las grandes virtudes del Cristianismo. ¡Qué bella es la justicia dando a cada uno lo que es suyo, fundamentando el orden, pacificando los pueblos; qué hermosa la piedad levantando templos y postrándose ante los altares; y la misericordia tendiendo la mano al pobre e inclinándose al desvalido; y la bondad de corazón disimulando agravios y de­ rramando bienes a su paso!

Y (,ué decir de los Aru/d -s, más numerosos que las hierbas dei campo, distribuidos en incontables jerarquías, que son pro­ digios de hermosura, de poder, de sabiduría y de santidad.

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TERCERO Y CUARTO PUNTO

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Sobre los hombres y los Angeles se alza a altura inmensa la Madre de Dios , como un mundo nuevo en sabiduría, poder, gracia,

honor, dignidad y hasta en perfección corporal.

Y sobre la misma Virgen, a altura infinita está el Hombre-Dios compendio de toda perfección, clqve del universo, quien lo go­ bierna todo y lo es todo en todo. Pues toda esta realidad criada tan espléndida, aun dista infi­ nitamente de Dios; y aunque la dupliquemos y centupliquemos y milJoniremos millones de veces en cada momento por toda la eternidad, nunca pasará de ligera huella de Dios y de pálida imagen de las per­ fecciones divinas. ¡Oh qué ser tan admirable es Dios! ¿Qué soy yo su lado? Sin embargo, El busca mi amor y quiere hacerme plenamente feliz con la posesión de Sí mismo en abrazo apretadísimo de amor! ¿Qué debo hacer yo? Amarle con todas mis fuerzas, con toda mi alma, a todo fuego, con todo mi corazón:

amarle además con el corazón de todos los hombres, de los Santos, de los Angeles, de la Virgen Santísima y aun con su propio corazón ofrendándole su amor; trabajar amándole, descansar amándole, hacer que todos le amen; no hacer otra cosa más que amarle; ni tener otro anhelo que el de amarle y crecer más y más en su amor; no tener más contacto con criaturas que para levantarme, apoyándome en ellas, a amar a Dios. P arte segunda

Sobre mí en particular ” ASI C O M O LA M I ME DIDA P O T E N C I A ' ' de entender, de

amar, de querer, obrar... potencia por todos conceptos "m edida” o limitadísima en eficacia, rapidez, alcance en el tiempo y en el espacio; ” D E S C I E N D E D E LA S V M M A " o más perfecta de todas ” E I N F I N I T A D E A R R I B A '' que es la potencia infinita de

Dios.

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CO N TEM PLACIÓ N

PARA

ALCANZAR

AMOR

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Asi mi potencia intelectiva viene, no de sí misma ni de otra inteligencia inferior o igual a ella, sino de otra superior o ” de arriba’'; y no de cualquiera otra superior, cual sería la de un Angel, sino de la ‘'suma” o más perfecta de todas que es la inteligencia infinita de Dios. De la inteligencia divina infinita desciende la mía como el rayo del sol; y en ella se halla la perfección de la mía como la del ravc se halla en el sol. Luego natural es que yo, de mi inteligencia aunque sea imperfectisima, suba a conocer la inteligencia de Dios y a contem­ plarla en sí misma y a amarla por su perfección infinita. " Y ASI " lo mismo he de hacer con mis virtudes sobrenatu­

rales de *'J U S T I C I A . B O N D A D , P I E D A D , M I S E R I C O R D I A , E T C ” , o sea con toda mi santidad; porque aunque insignificante, lleva el sello de la santidad infinita de Dios, y me sirve para descubrir a Dios. Gran sabiduría es hallar dentro de mí mismo escala para subir a Dios; acertar a ver en mi mano, la mano de Dios; en mi entendimiento imperfectísimo, el entendimiento infini­ tamente perfecto de Dios; y en mi pobre santidad, la santidad infinita de Dios; arnar a Dioc en mí y amarme a mí en Dios. Ponderaré asimismo cuánto empeño pone Dios en hacerme ahora

imagen viva sobrenatural de Sí mismo; participante de sil naturaleza divina; hijo adoptivo suyo por gracia; con derecho a su herencia; ”Y consecuenter cuánto desea” elevarme en el cielo:

a la posesión de la herencia como hijo y a mi admisión defi­ nitiva en la familia divina; a 1? plena brillantez de h imagen divina en mí, haciéndome por la visión intuitiva de Dios, como otro El; al pleno desarrollo del ser divino en mí y de mi vida divina;

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TERCERO Y CUARTO PUNTO

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a la plena expansión por parte de Dios de su amor hacia mí, al hallarme tan semejante a El, tan uno con El, viviendo El conmigo y más que yo mismo la vida de mi alma. Reflectir sobre mí mismo Con muchísimo afecto ” D E S P U E S A C A B A R REFL1 CTI END O E N M I MISMO, S E ­ G U N E S T A D I C H O ” , o sea ”P O R EL M O D O Q U E ESTA D I C H O E N E L P R IM E R P U N T O O POR OTRO QUE SINTIERE M E J O R ” .

a)

” Por el modo del primer punto” , o sea con el ” T O M A D , S E Ñ O R , Y R E C I B I D . . . ” que sea una entrega absoluta de mi al Señor, más perfecta si cabe que en los puntos anteriores. Como vengo totalmente de Dios y en absoluto, mi vuelta a Dios ha de ser total y absoluta, basta perderme en El; como se pierde el rayo en el sol al volver al sol. como se pierde el río cuando vuelve al mar. b) ” 0 por otro que sintiere mejor”, el cual pudiera ser: "Apartando cuanto es posible de si, el amor de todas las cria­ turas, por ponerle en el Criador de ellas — a El en todas aman­ do — y a todas en E l” . 1.° ” Apartar de si el amor de todas las criaturas” por sí mismas. Como la madre al contemplar la foto de su hijo, no se detiene en lo que allí es papel, cartón, luces o sombras, sino que su atención y su corazón pasa al hijo; así al ponerme yo en contacto con las criaturas, no he de complacerme en su hermosura finita, sino pasar mi amor a la hermosura infinita de Dios, de donde aquélla desciende. Este "apartar de m í” el amor de todas las criaturas, no es otra cosa que la "pobreza espiritual suma" de San Ignacio, la prác­ tica continua de la indiferencia, un ejercicio valiente de aquella "m i mayor abnegación y continua mortificación en todas cosas posibles". El "Vince le ipsum" con que el Santo encabezó su libro y a donde ha dirigido inmediatamente los ejercicios, ha de figurar siempre en la baso del ejercicio para alcanzar amor. "Porque piense cada uno que tanto se aprovechará en todas cosas espiri-

CONTKMPL.M'.IÓN

l»AMA A L C A N Z A » AMOH

250

tuales (entre las cuales se halla en prim er término la caridad), cuanto saliere de su proprio amor, querer y interese” [189]. 2." en en en en en en

" A m o r a Dios en todas las criaturas” . Am ar:

la flor la hermosura infinita de Dios; el mar, la inmensidad infinita de Dios; los sabios, la sabiduría infinita de Dios; el poder y la fuerza, la omnipotencia de Dios; los Sanios, la santidad infinita de Dios; todo ser limitado, la perfección absoluta de Dios.

Amar a Dios en las criaturas, donde El se halla como la causa en el efecto, como el rostro en el espejo, como el rayo en el sol, romo la fuente en el rio que de ella mana. Amar a todas las cosas en Dios y a mí mismo en Dios ;

porque: en Kl nos hallamos como en nuestra causa eficiente, final, ejemplar y fundamento último de nuestra posibilidad; en El me hallo como la esponja en el mar, como el niño en el regazo materno, rodeado de Dios, perdido en Dios; en El me hallo como el amado en el amante, recordado, ama­ do, abrazado; en El se hallan todas mis perfecciones eminentemente; y las espirituales y sobrenaturales, también formalmente. c) Amar a Di o h en Jenucrinto y a Jesucristo en Dios. Nues­ tro Señor Jesucristo: en cuanto Dios, es la imagen substancial del Padre; y como Hombre, es la imagen creada más perfecta de Dios. Por tanto, en mi amor a Jesús, coinciden el amor a Dios, y el amor a su imagen; imitando a Jesús y uniéndome con Jesús, que es la glori­ ficación máxima del Padre, doy a Dios la gloria máxima que puedo darle. ” 0 por otro m o d o que Mintiere mejor” que Dios me dé a sentir sobreñaluralmenfe. San Ignacio mira constantemente, y de modo especial en cM.i contemplación para alcanzar amor, a d i s p o n e r ;d alma para comunicaciones intimas de Dios, quitando l os obstáculos que de nuestra partí* pueden impedirlas. d)

250

TBRCKRO y CCARTO PUNTO

747

Por los Ejercicios se dispuso él a la contemplación altísima de que gozó desde Manresa toda la vida; y por los Ejercicios se han dispuesto para la misma, tantísimos de sus hijos a quie­ nes Dios se la concede. ” A C A B A R C O N C O L L O Q U I O Y U N P A T E R N O S T E R " . De

lo más conforme a esta contemplación parece ser un coloquio de caridad perfecta: amando a Dios por sus perfecciones infinitas, con todo mi corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas — en unión con todos los Santos y Angeles de! cíelo, con la Santísima Virgen y con el Corazón Divino de Jesús. Sea ésta, Dios mío, mi vida desde ahora en el tiempo y por toda la eternidad: un acto continuo de ardentísimo amor a Vos. Colmad, Señor, vuestras bondades conmigo, con la gracia de vues­ tro amor.

CO N TEM PLACIÓ N

748

2 5 1-

PARA

ALCANZAR

AMOR

25

FRUTOS P R IN C IP A LE S DE L A C O N T E M P L A C IO N PARA

ALCANZAR

AMOR

Los más directas o inmediatos son: E n el e n t e n d i m i e n t o : C o n v en cim iento ín tim o de que a l a m o r g r a n ­ dísimo de Dios a mí, d á n d o m e in n u m e r a b le s dones y a Sí m is m o con ellos; yo debo corresponder d án d o le todas m is cosas y a m í m is m o con ellas. Convencimiento intim o de que v in ie n d o las cosas de D io s como de causa eficiente, final, e je m p l a r y p r im e r p rin c ip io de su e sencia; v o debo a m a rla s a ellas en solo D ios y a solo D ios en e ll a s ;

y por las mismas razones de v e n ir yo esencialm ente de D ios, debo am arm e a mí en solo D ios y a solo D ios en mí. Conocimiento interno, p o r la b o n d a d g r a n d ís i m a de D ios p a r a con­ migo, de su bo n d a d infinita en sí m i s m a ; y por las perfecciones de D ios que relucen en las c ria tu ra s y ayudándom e de la fe, conocimiento interno de las perfecciones infi­ nitas de Dios en sí m ism as.

1 I I i | Í

E n el s e n t i m i e n t o : a m o r de c o rresp o nd encia a D ios p o r su b o n ­ dad conm igo; y a m o r de c a rid a d p o r ser E l qu ien es infinitam ente p erfecto; ansias vehem entísim as de a m a r le con todo m i corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas. h r . la n o l un t a d: resolución firm ísim a de E N TODO A M A R Y S E R V I R A S U b t V I X A M AJ E ST AD con la perfección y m o d o que E l en cada

momento quiera de mí.

252.

ESQUEMA DE LA MEDITACION* XXXII

Los dos últimos puntos de la contemplación para alcanzar amor Pres. de Dios y Orac. prep. — Corop. de lagar. — Petición

P UNT O TERCERO D lO S

TRABAJA AHORA MUCHÍSIMO POR M Í;

Y DESEA TRABAJAR

MD-itO

MÁS

E N E L CIELO REALIZANDO MI FELICIDAD PERFECTA. LlF.C.G iO DEJ«' C O R R E S ponderle

con

el

’T

om ad,

Se ñ o r ” , o d e

o tr o modo

que

su rritrtK m e j o r

I T r a e r a la m e m o r i a lo que Dios trabaja por mi a)

En el orden sobrenatural.

— Fuera de mi: — ” en los cielos” ;

— "elementos” ; — "plan tas” ; — "fru c to s ” ; — "gan ados” ;

— "etc.”. — Dentro de mi: — creó mi alma y plasmó mi cuerpo; — me conserva incesantemente el ser y las facultades; — concurre a todas mis operaciones y funciones. b)

En el orden sobrenatural.

— Fuera de mi: — decretó mi elevación al orden sobrenatural y la realizó en Adán; — decretó la redención y form ó al Redentor. — Dios-H om bre, trabajó incesantemente por mi en los 33 años de su vida mortal.

750

C O N TEM PLA CIÓ N

P A R A A L C A N Z A R AM OR

2S2

— Trabajó además en el sentido de sufrir, hasta morir por mi; — y trabaja ahora en la Iglesia y desde el cielo. — Dentro de mi: — dándome gracias actuales continuas; — infundiéndome gracia santificante en los Sacramentos; — y aumentándomela en todos mis actos meritorios. c)

Dios-Hombre trabajó y "laboró” , es decir, sufrió por mí — al nacer: en Belén; — toda su vida; — al morir. II Labor

del

entendimiento

"Ponderando con mucho afecto”.

— 1." Cuánto trabaja por mi Dios ahora; de cuántas maneras; y con cuánto amor; — consiguientemente cuán grande es su deseo de trabajar por mí en el cielo concurriendo a mi visión beatifica para realizar mi feli­ cidad perfecta por toda la eternidad. — 2.“ Qué debo hacer yo en razón y justicia para corresponder a este trabajo de Dios. III Trabajo

con

la

voluntad

Reflictíendo con muchísimo afecto.

— Con el "Tomad. Señor, y recibid” del primer punto. — "O por otro modo que sintiere mejor” ; v. gr.: — Dios trabaja tanto por mi; luego yo debo volcarme en trabajar por El. — Dios trabaja con todo desinterés por mí; luego en mi trabajo debo proceder con purísima intención de su servicio. — Dios hace que muchísimas criaturas trabajen también por mi; luego yo debo procurar que muchos otros trabajen también por El» — Dios-Hombre trabajó por mí hasta perder descanso y vida por mí. Luego yo he de te k r por dicha el perder honra y vida por El.

253

751

TERCERO Y CUARTO PUNTO

P UNTO CUARTO D io s

s e me m a n i f i e s t a e n l a s

q u e me l l e v e n Con

esto

e s e n c ia

c r i a t u r a s i*o r 'm A u e n es

a c o n o c e r su s p e r f e c c i o n e s

p re ten d e

d is p o n e rm e a l a

en e l c ie lo y a l a

y a a m a r le p o r e l l a s . —

c o n t e m p la c ió n

EN e s t a

KL CIELO

una

in t u it iv a

de

»l¡

b ie n a v e n t u r a n z a c o m p le t a c o n s i g u i e n t e .

D io s h a c e d e mí, im a g e n su y a p o r l a g r a c i a ; l a MÁS

d e S f mismo,

p e r fe c c io n a cada v e z

v id a . — con e s t o p r e t e n d e p r e p a r a r m e p a r a

re c ib ir

en

ÚLTIMA PERFECCIÓN DE DICHA 1MA
b ie n a v e n t u r a d o

253.

I Trabaj o

con

la

me mo r i a

Traer a la memoria cómo las criaturas "descienden de arriba", de Dios como de causa eficiente, Anal y ejemplar y fundamento último de su ser. Por consiguiente: — a) Son seres por participación de Dios; por lo cual: — necesitan ser conservadas incesantemente por Dios; — y se hallan en grado eminentemente más perfecto en Dios. — De suerte que Dios es en ellas más que ellas mismas, y ellas son en Dios más que en si mismas. — b)

Por ”descender de arriba" son también las criaturas seme­ janzas de Dios:

las irracionales, meras huellas o destellos de Dios; las racionales, imágenes verdaderas de Dio», en su ser natura); e imágenes vivas de Dios, en su ser sobrenatural. — Asf que ellas nos revelan las perfecciones de Dios: el mar, la inmensidad de Dios; las flores, la hermosura de Dios; las rocas, la inmovilidad de Dios; los sabios, la sabiduría de' Dios; los san­ tos, la santidad de Dios... — La creación entera es un espejo gigantesco, donde se reflejan las perfecciones de Dios; es un museo inmenso de arte sagrado, donde cada objeto es una representación maravillosa de alguna perfección divina; es un templo grandioso, en el que cada criatura es un himno a la gloria de Dios.

752

CO NTEM PLACIÓ N

PARA ALCAN ZAR

AMOR

253

— En el universo no hay más realidad digna de este nombre que Dios; las demás cosas son como imágenes flotantes aéreas de las per­ fecciones de Dios. II Labor

del

entendí mientó

Ponderando con mucho afecto:

— cuán grande es la profusión de imágenes de Si mismo, por las que se me manifiesta Dios en las criaturas; — y sobre todo cuán grandes son las perfecciones divinas que re­ lucen en las criaturas; — consiguientemente cuán justo es que yo le ame a El con todo mi corazón por estas sus perfecciones infinitas; — y que en las criaturas le ame a El solo; — \ que solamente en El ame a las criaturas. — Así, pues, después de haberme elevado de las criaturas a las per­ fecciones divinas, procuraré desasirme de las imágenes, para de­ tenerme a contemplar por fe las perfecciones divinas. — También de la profusión de imágenes que me da Dios de Sí en las criaturas, deduciré además cuán grande es su deseo de elevarme en el cielo a la visión intuitiva de su esencia; — y al amor y bienaventuranza consiguientes, por toda la eternidad. Aplicación a mí en particular, principalmente en cuanto a mis virtudes sobrenaturales.

— ”Así corno la mi medida potencia” de pensar, hablar, obrar... "desciende de la suma e infinita de arriba” ;

— ” y así (mi) justicia, bondad, piedad,

misericordia, etc.”. — ”Asi como del so) descienden los rayos, de la fuente las aguas”. — Por tanto, del conocimiento de estas mis perfecciones debo subir al conocimiento de las perfecciones de Dios, y a amarle })« ;• ellas; — y a solo Dios debo amarle en mí; — y a mí mismo en solo Dios.

253

TERCERO Y CUARTO PUNTO

75,3

— Ponderaré también cuánto empeño tiene Dios ahora por perfeccio­ nar en mí su imagen sobrenatural, por hacerme hijo adoptivo suyo, con derecho al cielo. — Consecuenter cuánto es su deseo de elevarme en el cielo a la plena brillantez, por la visión intuitiva, de su imagen en mí; al pleno desarrollo del ser divino que hay en mí, a la plena expansión de su amor hacia mi. a la posesión definitiva de su gloria, que es mi herencia. III

T r aba j o

con

la

voluntad

Reflectir "afectándome mucho”.

— Con el "Tomad, Señor, y recibid” del prime; j^’ nto. — "O por otro modo que sintiere mejor” ; v. gr.: — Apartando de mí el amor de todas las criaturas, y el de mí mismo por ponerle en el Criador de ellas; — amando a solo Dios en ellas, y a solo Dios en mí; — y amándolas a ellas en solo Dios, y a mí también en solo Dios. — Volcándome en el amor a Cristo que El mismo es Dios y la imagen substancial de Dios. — O por otro modo que Dios me inspirare. Coloquio de amor.

Breves notas sobre la Contemplación para alcanzar amor, en orden a la técnica de dar ejercicios y a la solución de cuestiones controvertidas Una mirada panorámica a los ejercicios que acabamos de hacer desde su más alta cima, que es la Contemplación para alcanzar amor, puede ayudarnos a apreciar en su verdadero punto: en qué consisten los ejercicios; su fin inmediato; puesto que ocupa en ellos la "elección o reforma” ; su Cristocentrismo. I.

En qué consisten los ejercicios de San Ignacio.

Son ’ EXERCICIOS ESPIRITUALES” o prácticas de examinar la conciencia, de meditar, contemplar, orar mental y vocalmente... ele­ gidas y ordenadas por San Ignacio de modo determinado, propio del Santo [1]; ”PARA VENCER EL HOMBRE A SI MISMO” [21] lo más perfecta­ mente que pueda cada ejercitante con la gracia que Dios le comuni­ care; ”Y ORDENAR SU VIDA” lo más perfectamente que pueda cada ejercitante con la gracia que Dios le comunique, sin determinarse por afección alguna que desordenada sea. Este "quitar afecciones desordenadas” admite grados; v. gr., qui­ tar las gravemente pecaminosas — las levemente malas — simples desórdenes: mayores -— menores — mínimos; también los admite el "ordenar la vida” según que la ordenación se extienda a solo el estado de vida, o también a cosas particulares: a las mayores — menores — mínimas; y según que el motivo de pro­ ceder haya de ser por temor — amor — acendrado amor — grati­ tud — esperanza, etc. Fuen bien, este perfeccionamiento en el "vencerse y ordenarse”, va creciendo constantemente por todas las semanas de los ejercicios hasta el fio del mes:

253 es más más más más

TERCERO Y CUARTO PUNTO

755

grande en la segunda semana que en la primera; en la tercera que en la segunda; en la cuarta que en la tercera; en la contemplación para alcanzar amor que en la cuarta.

En la primera semana se tiene al ejercitante de cara a sns peca­ dos, al desorden de sus operaciones y al mundo que le llevó al des­ orden y al pecado; en la segunda, mirando a Cristo en su vida pública y privada; en la tercera, a Cristo crucificado; en la cuarta, a Cristo resucitado y a la Divinidad que en El se ma­ nifiesta; en la Contemplación para alcanzar amor, se le tiene contemplando a la Divinidad en las criaturas, su bondad para con nosotros y las perfecciones infinitas que tiene en Sí misma. Por consiguiente, el ”quitar afecciones desordenada¡>" ha de ser;

en la primera semana, quitando las que sean afición a pecado, al desorden o al mundo; en la segunda, promoviendo en si afecciones santísimas, de amor a Cristo y de entusiasmo por su humillación y pobreza: afecciones totalmente contrarias a las desordenadas; En la tercera, fomentándolas más intensas aún que las anteriores, a Cristo crucificado, a la pobreza extrema y a las humillaciones y dolores insoportables de su pasión y muerte; en la cuarta, empapándose en afecciones purísimas de alegría y gozo por el triunfo de Cristo resucitado, y de amor a la Divinidad que en Cristo se manifiesta; en la Contemplación para alcanzar amor, inflamándose en amor de caridad a Dios por Sí mismo. " Y el ordenar su vida” será:

en la primera semana, disponerla para adelante de modo que nc admita ya más pecados, ni desórdenes, ni cosas mundanas y vanas; en la segunda, es disponerla a imitación de la vida privada y pú­ blica de Nuestro Señor Jesucristo; en la tercera, a imitación de Cristo crucificado; en la cuarta v en la Contemplación para alcanzar amor, es dis­ poner su vida "PARA EN TODO AMAR Y SERVIR A SU DIVINA MA­ JESTAD” [233] por sus perfecciones infinitas. II. Según esto la "elección” de estado o "reforma” de la vida, que se hace hacia el fin de la segunda semana, no es el culmen de los ejer­ cicios, o la cima más alta a donde ellos nos llevan en prosecución de la santidad.

C O N T E M PLA C IÓ N

756

PARA ALCAN ZAR

AMOR

253

En la mayoría de los casos la "elección” o "reforma” es el paso más decisivo o como el jalón más destacado en la ordenación de la vida; más aún, su carácter es siempre de fin central al rededor del cual dispone San Ignacio toda su obra; pero no el fin supremo de los ejercicios. Las sentencias que se citan en contrario, ¿no serán más bien cuestiones de mero nombre? Por ser los ejercicios de San Ignacio una síntesis riquísima donde cada faceta revela muchas veces un mundo, corre peligro de que el espectador, extasiado ante esta revelación parcial, hable como si hu­ biera perdido de vista el todo y tomara por eje lo que es sólo una arista. Solamente así nos explicamos que se hable de gran diversidad de opiniones sobre puntos clarísimos de los ejercicios. Más que sen­ tencias opuestas, quizás sean diversos modos menos apropiados de expresarse con alguna menos atención al texto de los Ejercicios. III.

El fin supremo definitivo de los ejercicios de San Ignacio es

disponer al ejercitante para que ”PUEDA EN TODO AMAR Y SERVIR A SU DIVINA MAJESTAD” [233]. ”Amar” -le por ser Dios quien es; y a impulsos de este amor, servirle como El quiera: en el estado de seglar o religioso, que Dios quiera; en la viua contemplativa, activa o mixta que Dios quiera; en el modo de perfección, ascética o mística, que El quiera; en el grado de santidad que Dios quiera... en ”TODO” momento, acto, circunstancia... como Dios quiera. SoLre cada uno tiene Dios su plan de santidad. Los ejercicios de San Igracio son para disponer al ejercitante a realizar la perfección cristiana a que Dios le destina. Donde ésta hubiere de ser por vías místicas, los ejercicios remo­ viendo obstáculos, le preparan para ella en cuanto esto es posible y le dejan a la falda misma del monte santo. IV.

El Crístocentrismo en los Ejercicios de San Ignacio.

La primera meditación termina con un coloquio a Cristo crucifi­ cado. No olvidemos que los ejercicios son substancialmente oración mental, y que de lo más substancial en esta oración es el coloquio. La segunda meditación acaba con un "coloquio de misericordia” . San Ignacio no dice expresamente que se haya de hacer a Cristo cru* cilicado; pero el ejer< itante irá por sí solo a los pies del crucifijo, a donde en la meditación anterior le enseñó el mismo Santo a acudir <jn busca «le misericordia.

253

TERCERO Y CUARTO PUNTO

757

Los ejercicios tercero y cuarto han de acabar cada uno con aque­ llos tres coloquios: a la Virgen, al Hijo por la Madre, al Padre por el Hijo y por la Madre. El ejercicio quinto, que es del infierno, remata en un coloquio de misericordia y agradecimiento mirando a los condenados divididos en tres grupos: según vivieron aquí antes de Cristo, con Cristo y des­ pués de Cristo; agradeciéndole no haberme dejado caer en ninguno de ellos. En los ejercicios siguientes también hay mucho sobre Nuestro Señor Jesucristo. En el de la muerte es natural que se nos enseñe a morir con el crucifijo en las manos; en el del juicio, el juez es Jesu­ cristo; en el del Hijo pródigo, el Padre bueno es Nuestro Señor Je­ sucristo. Pues si es tan marcado el Cristocentrismo en la primera semana, ello es nada para lo que sucede

En las tres semanas siguientes. Estas consisten substanr talmente en unas 105 horas de contemplación; en las cuales Cristo lo es lodo: la materia, que es sobre la vida de Cristo; el fin, que es conocimien­ to interno, amor e imitación de Jesucristo; el coloquio, que es con Je­ sucristo. Son 105 horas de convivencia íntima con Nuestro Señor Jesu­ cristo:

oyéndole, viéndole, hablándole, pidiéndole, copiándole; llorando con Cristo, doliéndose con Cristo doloroso, sufriendo y gozando con Cristo, llenándose de Cristo, transformándose en Cristo crucificado; en Banderas, Binarios, Maneras de Humildad, la bandera es la de Cristo; el abanderado, Cristo; el Sumo Capitán General, Cristo; nues­ tro triunfo, el de Cristo y en Cristo. También Cristo es quien nos introduce a la Contemplación para alcanzar amor, por las manifestaciones de la Divinidad en su resu­

rrección. Y en la Contemplación misma, El es la imagen substancial del Padre, Dios El mismo, en quien y por quien amamos a la Divi­ nidad con todo nuestro corazón por las perfecciones infinitas que tiene en Sí misma. Tal es el Cristocentrismo en los Ejercicios de San Ignacio. Si, pues, ser jesuíta es ser otro Cristo, se concibe que no haya molde donde se vacie el jesuíta mejor que los Ejercicios.

A P E N D I C E S sobre algunos documentos de San Ignacio de especial interés práctico en los ejercicios anuales Sobre: la meditación diaria, el exam en general de conciencia, el examen particular de San Ignacio, la observancia de las Reglas, esquemas graduados de exámenes de conciencia.

L A O R A C IO N M E N T A L E N L A CO M PAÑIA

I

Su necesidad Sin oración mental diaria, habitualmente bk© hecha, es impo­ sible ser buen hijo de la Compañía. 1.°

Porque sin conocimiento grande de Dios y de Jesucristo y sin mucho lastre de verdades eternas, es imposible la gran

perfección que Dios exige en la Compañía. Ahora bien, si no trabajáramos con diligencia en lá hora de oración mental diaria por conocer a Dios y a Nuestro Señor Je­ sucristo y por profundizar en las verdades eternas, ¿cuándo nos detendremos a pensar en estas grandes realidades? Y si no las meditamos a diario detenidamente, ¿cómo podemos llegar a po­ seerlas con un conocimiento profundo, vivido y práctico, que pueda ser base y nervio de una gran santidad? 2.° Para realizar las empresas de la Compañía por la sal­ vación de las almas necesitamos conservarnos contemplativos en la acción.

Pero si fuéremos flojos en la oración mental, si por nuestra culpa apenas lográramos ser contemplativos en el tiempo mismo de la oración, ¿cómo podremos conservamos tales entre las dis­ tracciones de la acción? 3.° La vida en la Compañia es de cara a cimas rayanas en lo heroico. Lo entrañan nuestros lemas de familia que son su luz y su base: i La mayor gloria de Dios! ” Mi mayor abnegación y continua mortificación'’ y esto como ” mi primero y mi más intimo oficio” .

762

APÉNDIC.KS

"Obediencia de cadáver". "Homines mundo crucifixos el quibus ínundus ipse est cruciíixus". "Indiferencia a salud o enfermedad, a honras o deshonras, a vida o muerte". El tercer grado de humildad, ley constante de la-vida. Voto de obedecer al Papa aun con peligro cierto de muerte. Lo universal de mi vocación: soy para servir a la Iglesia en todo el mundo; me esperan misiones vivas; el apostolado social; la juventud estudiosa; apostolado de la pluma... Tan subido idealismo, como ley constante de la vida, sólo es sostenible en intimidad constante con Dios; y ésta a su vez exige, para fundamentarse y conservarse un mínimum de tiempo en oración mental diaria. 4.° So se concibe jesuíta sin ejercicios de San Ignacio; ni ejercicios de San Ignacio sin oración mental , pues ellos son ante todo ejercicios de oración mental. Luego no puede haber buen jesuíta, sin una buena dosis de oración mental diaria en su espi­ ritualidad. El espíritu de la Compañía lo conseguimos en los Ejercicios de Sh.n Ignacio a fuerza, ante todo, de oración mental. Luego por la oración mental lo conservaremos; porque las cosas se han de conservar por las mismas causas que las engendran. 5.° Sin oración, no hay santidad ni salvación; luego sin mucha oración, es imposible la gran santidad que se ntecesita para ser buen hijo de la Compañía. Esta oración son todos nuestros ejercicios espirituales dia­ rios de misa, comunión, oficio divino, visitas al Santísimo, rosa­ rio, exámenes y oración mental; pero en ellos la oración mental ha de ser como el alma de los demás; en cuanto sin ella difícilm ente podremos llevar a la misa,

comunión, etc., la disposición necesaria para sacar de ellas toda la gracia que necesitamos para vivir la perfección de la Com­ pañía. El método de oración en los ejercicios de San Ignacio, dirigi­ dos preferentemente a personas principiantes que son para mu*

LA ORACIÓN M ENTAL

763

cho y pretenden ir muy lejos, no es otra cosa que el conjunto de Jos elementos tradicionales de la oración menta] (lectio — meditatio — oratio — contemplatio) bajo el principio moderador de que ” en el punto en el cual hallare lo que quiero ahí me reposaré, sin tener ansia de pasar adelante hasta que me satisfaga” [76]. Deja, pues, puerta franca a todo vuelo legítimo del espíritu y aun empuja a él; hasta exige que se tenga cuenta con modalida­ des psicológicas del individuo. D ifícil será hallar método de oración que sea a la vez tan amplio y tan seguro, tan humano y tan divino.

II Preparación próxima para la oración mental P u n t o s — 1.* v 2.a

A)

Preparación de puntos

ad ició n

(lectio).

L o primero en ella ha de ser coger ideas — todo verdad Gas

principales del misterio que vamos a meditar) — bien claras y distintas entre sí; — en cierta abundancia, sobre todo a los prin­ cipios, para poder llenar fácilmente la hora de meditación. Luego vendrá el determinar:

la composición de lugar; directrices para el desarrollo de las ideas; afectos que se han de fomentar: resoluciones que se deben tomar. Ayudará sobre todo a los principios, tomar nota por escrito de las iedas que más nos han de aprovechar. Finalmente, sería muy bueno, en el caso frecuentísimo du­

rante el año de misterios o de dogmas otras veces ya meditados, ponernos ante la vista las grandes realidades de dicho misterio o dogma pero sintetizadas en un lodo — capaz de impresio­ narnos con su fuerza y de atraernos con su luminosidad a la tijeza de la contemplación: y el éxito sería más completo si esta síntesis de las grandes realidades sobrenaturales del misterio la envolviéramos en una imagen de la fantasía que impresionara nuestra sensibilidad.

A P É N D IC E S

766

ejercicios, y las manejen con facilidad, podrá reflexionando sobre la letra de San Ignacio hacer por sí sus puntos. Para tales per­ sonas, si quieren seguir perfectamente la espiritualidad de los Ejercicios, el libro de San Ignacio debe figurar entre los preferidos para su meditación diaria. Hacer ésta, varios meses cada año, sobre el texto mismo de los Ejercicios, ayudará eficazmente para conocerlos a fondo y para vivir su espíritu. Pues a facilitar el uso del inmortal librito en la meditación cuotidiana, se dirigen en parte las meditaciones de este libro: ellas son las principales de los Ejercicios de San Ignacio; presentadas en el texto del Santo, con breve explicación lite­ ral del mismo; desarrolladas sobre las palabras del libro, con solo desentra­ ñar su contenido; y con especial empeño por poner de relieve en cada medita­ ción el fin propio de ella en los ejercicios, y su conexión con la antecedente y con la que sigue, B)

1.a y 2.a adición.

’LA P R I M E R A A D I C I O N ES, D E S P U E S D E A C O S T A D O , YA Q U E V E Q U I E R A D O R M I R , P O R E S P A C I O D E U N A V E MA R I A P E N S A R ” rápidamente, pero con viveza, ” A LA H O R A Q U E M E T E N G O D E L E V A N T A R ” indefecti­

blemente, no dejando esto al azar o al capricho del momento; ” Y A Q U E ” , a hacer bien mi oración mental trabajando en ella denodadamente por conseguir el fruto de la misma. ”R E S U M I E N D O CER” [73].

EL

EXERCICIO

QUE

TENGO

DE

HA­

Fruto inmediato de esta primera adición es: en la mente, grabar más y más las ideas e imágenes propias de la primera meditación (pie voy a hacer; y por este mismo hecho de grabar las especies propias, alejar más y más las ajenas: <'n la voluntad avivar hs ansias generales de aprovechar y las más concretas de c o n s e g u i r el fruto peculiar de aquel ejercicio. Asi me dormiré con el espíritu fuertemente orientado hacia

LA ORACIÓN MENTAL

767

mi oración mental en las mejores condiciones psicológicas para un trabajo subconsciente profundo durante el sueño, de fijación de imágenes y sentimientos en el sentido de la meditación de la mañana. Segunda adición [74].

”C U AN DO M E D E S P E R T A R E , N O D A N D O L U G A R A UNOS P E N S A M IE N T O S N I A O T R O S ” aje­

nos a la oración, ” A D V E R T I R L U E G O A L O QU E V O Y A C O N T E M P L A R E N E L P R I M E R E J E R C I C IO ” ” Y C O N EST OS P E N S A M IE N T O S V E S T I R M E " avivando los

deseos del fruto que he de sacar de él y pidiéndolo con insis­ tencia. el modo de excitar estos sentimientos y deseos, mientras se viste, lo concreta San Ignacio detenidamente en -'.ana uns de las semanas. Así en la 1? semana el modo ha de ser: ”E N E L P R I M E R E J E R C I C I O T R A Y E N D O M E E N CON FU SI ON D E MIS T A N T O S P E C A D O S ... C O M O SI U N C A B A L L E R O SE H A L L A R E D E L A N ­ TE D E SU R E Y Y D E TODA SU CORTE, A V E R G O N Z A D O Y C O N F U N D I D O E N H A B E R L E O F E N D ID O D E Q U I E N P R I M E ­ R O R E S C I B I O M U C H O S DONES Y MUCHAS M E R C E D E S ” [74]. E n la 2 * semana ”D E SEA ND O MAS C O N O CE R E L V E R ­ B O E T E R N O E N C A R N A D O PAR A MAS L E S E R V I R Y S E ­ G U I R ” [130]. En la 3.a semana ”E S F O R Z A R M E M IE N TR AS M E L E V A N ­ T O Y M E V I S T O , E N E N T R I STEC E RM E Y D O L E R M E D E T A N ­ T O D O L O R Y D E T A N T O P A DE CE R DE CRISTO N U E S T R O S E Ñ O R ” [206]. En la 4.* semana ”Q U E R I E N D O M E A F E C T A R Y A L E G R A R D E T A N T O G O Z O , Y AL EG RIA D E CRISTO N U E S T R O SE­ Ñ O R ” [229].

Resultado de estas dos primeras adiciones es poner nosotros lo más eficaz que tenemos para llegar al ejercicio, con la mente preñada de especies propias de él y limpia de especies ajenas; y con el corazón en deseos grandes del fruto peculiar de aque­ lla meditación. Fomentar ansias de este fruto y pedirlo con insistencia es más fácil de hacer, mientras uno se viste, que el estar recor­ dando durante ese tiempo los puntos de la oración.

APK ND ICK S

708

III Entrada en la oración A)

Presencia de Dios.

La 3.a adición " U N P A S O O D O S A N T E S D E L L U G A R D O N ­ DE T EN GO D E C O N T E M P L A R O M E D I T A R ” , como quien se detiene a la entrada de un lugar sagrado para disponerse a pene­ trar en él y a presentarse ante su divina Majestad; " M E P O N D R E E N P I E P O R E S P A C I O D E U N P A T E R NOSTER A L Z A D O E L E N T E N D I M I E N T O A R R I B A ” sobre todo lo

finito y creado, " C O N S I D E R A N D O ” con viveza en este breve tiempo " C O M O D IO S N U E S T R O S E Ñ O R ” el infinito, eterno, omni­

potente, inmenso, principio y fin de todas las cosas, que está dentro de mí y rodeándome a m í; cómo ” M E M I R A ” con mirada de padre y como dejándolo todo para atenderme a mí... ”E T C ” , o sea con otras consideraciones que me lleven tam­ bién a reverencia, confianza y amor; ” Y H A C E R U N A R E V E R E N C I A ” interna y, s: el sitio y cir­ cunstancias lo permiten, también externa ” 0 H U M I L L A C I O N ” [75]. La oración mental es, ante todo, acto religioso; y en el acto religioso es esencial el dirigirm e a Dios presente que me ve y oye. Debemos empezar siempre la oración, como lo hacía San Ignacio aun para santiguarse, por ponernos en la presencia de Dios con la reverencia filial interior y exterior que debemos a su divina Majestad. B) Oración preparatoria ( o r a t i o ) , que se ha de hacer, puesto ya el ejercitante en el lugar de la oración y en la debida postura [46]. ” ES P E D I R ” con el interés que corresponde a nuestro anhelo máximo, que ei I de nuestro último fin; ” GIiAC!A A DIOS N U E S T R O S E Ñ O R P A R A Q U E TODAS MIS I N T E N C I O N E S ” o fines, deseos, aspiraciones, las de toda mi oída; y todas mis

769

LA ORACIÓN M ENTAL

”A C C I O N E S ” internas y externas, las de toda mi vida; ” Y O P E R A C I O N E S ”, obras, empresas o serie de acciones or­ denadas a un mismo fin concreto, también las de toda m i vida, ”S E A N P U R A M E N T E O R D E N A D A S E N S E R V I C I O Y A L A ­ B A N Z A D E SU D I V I N A MA JESTAD E l acto substancialmente es una ordenación efectiva a Dios

de toda mi vida futura — por una adhesión explícita al Prin cipio y Fundamento de los ejercicios; por él se purifica la intención para el ejercicio inmediato, y éste queda centrado sobre el Principio y Fundamento; la fórmula es una expresión enérgica, a modo d* plegaria, de

la norma suprema contenida en el Principio y Fundamento de los Ejercicios. P or su trascendental importancia manda San Ignacio que se haga esta oración preparatoria indefectiblemente al principio de cada ejercicio. El, tan enemigo de reiterar avisos, repite inexorablemente al principio de cada meditación y contemplación, sin darlo en nin­ guna por supuesto, que },L A O R A C I O N P R E P A R A T O R I A SEA L A S O L I T A \ Ella nos prepara a las inmediatas para la oración mental, poniendo al alma en deseos purísimos del último fin, que son los que han de mantener vivo en nosotros durante el ejercicio el interés por conseguir el fruto del mismo.

C) La historia ( l e c t i o ) [182]. En seguida de la oración preparatoria viene en la meditación o contemplación sobre he­ chos el T R A E R ” a la memoria en breve resumen (anotación 2.a) ” L A H I S T O R I A ” fiel ’ D E LA COSA Q U E T E N G O D E C O N ­ T E M P L A R es un esbozo del trabajo de la memoria en la con­ templación sobre hechos. Su fin es suministrar materia histórica al entendimiento y a la voluntad para que la contemplación vaya sobre verdad; sirve especialmente para la vista de conjunto. Composición d e lu g a r [44].

” ES C O M P O S I C I O N ” im a g in a ­ tiva, que se forma cada cual como le ayude a él para la atención y devoción; as

770

A P É N D IC E S

V I E N D O E L L U G A R ” donde considero que se desarrollan

los hechos que voy a contemplar. Su fin es atar la imaginación al m isterio para que no nos distraiga con especies ajenas, antes nos ayude positivamente a representarnos con viveza sus detalles y a hacernos presentes el mismo. Se concibe, pues, que tal composición im aginativa sea necesaria y de gran eficacia en imaginaciones vivas; menos ne­ cesaria y de menos eficacia, para fantasías más apagadas. Se facilita generalmente su form ación representándonos un lugar, casa o camino ya conocido por nosotros, cuyos detalles recordamos muy detenidamente; si bien esto a algunos les sea quizás ocasión de distracciones. La petición ( o r a t i o ) [48,104]. ” ES D E M A N D A R A DI OS N U E S T R O S E Ñ O R ” con gran empeño, humildad y confianza 'L O Q U E Q U I E R O ” conseguir en aquel ejercicio, o el fruto peculiar de é l; lo quiero plenamente, con todas las veras con que quiero mi perfección; ” Y D E S E O ” con ansias apremiantes, avivadas en las dos primeras adiciones. Por la gran transcendencia de esta petición hemos de ha­ cerla: ai principio de la oración mental

siempre, con vivo empeño; durante la oración

con mucha frecuencia, y con más fervor y empeño; en el coloquio final

siempre, con insistencia humilde y amorosa, con el mayor empeño. La oración mental tiene trabajo mental de discurrir, contem­ plar, afectarse, proponer; y trabajo de súplica u oración . Lo que tLne de oración es el alma de todo lo demás y la raíz de su gran eficacia para la vida práctica. La hora del ejercicio puede considerarse como una hora de

LA ORACIÓN M ENTAL

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súplica y de trato íntimo con Dios, preparada y sostenida por las consideraciones nuestras, si no la da o facilita Dios de otra manera. IV En el cuerpo de la oración ( meditatio — contemp latió)

La 4.a adición ”E N T R A R E N L A C O N T E M P L A C I O N , C U A N ­ D O D E R O D I L L A S ” la primera postura que nombra San Ign a­ cio, la más connatural para hablar con Dios: ” C U A N D O P O S T R A D O E N TIERRA, C U A N D O S U P I N O R O S ­ T R O A R R I B A , C U A N D O A S E N T A D O ”, pero sufriendo tentación

de sueño es peligroso sentarse; ” CU A N D O E N P I E ”, no dice paseando; el movimiento gene­ ralmente no ayuda a la paz y fijeza de la contemplación.— L a regla general ha de ser: ”M I R A N D O S I E M P R E A BUSCAR L O Q U E Q U I E R O ” sacar de la oración mental que es el fruto contenido en la petición del principio; las diversas posturas son medio para este fruto; es­ cogeré, pues, aquella que más me ayude para conseguirlo. ” E N D O S COSAS A D V E R T I R E M O S : L A 1 * ES Q U E SI H A ­ L L O L O Q U E Q U I E R O D E R O D I LL A S , N O P A S A R E A D E L A N ­ TE, Y SI P O S T R A D O ASI MISMO, ETC. L A EN EL P U N ­ TO E N E L CUAL H A L L A R E L O QUE QUIERO, A H I M E R E P O S A R E ; SIN T E N E R ANSIAS D E P A S A R A D E L A N T E H A S ­ TA Q U E M E S A T I S F A G A ”, aunque deje sin considerar gran

parte de la materia preparada; ” P O R Q U E N O E L M U C H O SAB ER H A R T A Y S A T I S F A C E A L A N I M A , M A S E L SENT IR Y GUSTAR D E L A S C O S A S I N ­ T E R N A M E N T E ” [2].

"Muchas gracias pierde quien no está reverente en ia oración — no será oida su plegaria — no alcanzará el don de oración — ni progresará en ella — antes será casti­ gado por ella.” "Al revés, la postura reverente en la oración da fuer­ zas ante Dios en la plegaria — es premiada regularmente

772

A P É N D IC E S

con gracias de oración — y con el don de oración” (Euse> bio Hernández, S. J., Quieres aprender a orar, cap. III, pág. 53. Librito excelente, muy práctico para aprender a orar y para perfeccionarse en la oración.) El coloquio

(oratio)

[54].

"EL C O L O Q U I O ' ’ con Dios, con Jesucristo, con la Virgen,

con los Santos "SE H A C E P R O P I A M E N T E H A B L A N D O hablo yo, y res­

ponden ellos; hablan ellos, y respondo yo; ’-ASI C O M O U N A M I G O H A B L A A O T R O ” con confianza, con amor y con expansión de corazón; *0 C O M O U N S I E R V O A S U S E Ñ O R ” con reverencia inte­ rior y exterior, con naturalidad y verdad; sobre la base de que Dios se halla presente y me da a entender su voluntad; " Q U A N D O P I D I E N D O A L G U N A G R A C I A ” , ante todo el fru­ to peculiar de aquel ejercicio, lo que pedí al comenzarlo en el preámbulo llamado "petición” , a no ser que reclame otras peti­ ciones la iniciativa de la gracia; ’ QUANDO CULPANDOSE D E A L G U N M A L HECHO, QU AN ­ D O C O M U N I C A N D O SUS C O S A S ” , ante todas las ansias que tengo

de santidad, dificultades que hallo... ” Y Q U E R I E N D O C O N S E J O E N E L L A S " [54]. ” P E D I R S E G U N S U B J E C T A M A T E R I A , ES A S A B E R S E G U N QUE M E H A L L O T E N T A D O O CO NSOLADO, Y SEGUN QUE DES EO A V E R V N A V I R T U D O O T R A , S E G U N Q U E Q U I E R O DISPONER DE M Y A V N A P A R T E , O A OTRA, SEGUN QUE Q U I E R O D O L E R M E O G O Z A R M E D E L A COSA Q U E C O N T E M ­ P L O , FINALMENTE, P ID IE N D O A Q U E L L O Q U E M AS EFI­ C A Z M E N T E CERCA A L G U N A S COSA S P A R T I C U L A R E S D E ­ SE O ” [199].

El coloquio es, pues, un rato de comunicación con Dios intima, afectuosa, llena de anhelos santos, especialmente rica en oración de súplica pidiendo el fruto del ejercicio. Esta oración de súplica se hace en condiciones ideales para ser oída: porque se piden cosas óptimas, conforme a las consideraciones san­ tas que se han hecho durante la oración mental; se piden con gran humildad, confianza, insistencia amorosa

LA ORACIÓN M ENTAL

773

y rectísima intención, disposiciones adquiridas asim ism o en la oración mental; se piden por intercesión de Nuestro Señor Jesucristo, de la Virgen y de los Santos. P o r razón de la tal plegaria el coloquio viene a ser la parte principalísima de la oración mental, por ser la de mayor eficacia

para conseguir el fruto que se pretende. Las cosas pasan com o si las consideraciones fueran ante todo preparación para el colo­ quio ; en el cual se consiga mediante la plegaria hecha en las m e­ jores condiciones el fruto de la oración mental. Aunque también conducen inmediatamente por si mismas las reflexiones, contemplación, sentimientos y propósitos al fru to práctico de la meditación; pero la fuerza principal para conse­ guirlo ha de venir de la oración de súplica o petición E l coloquio tiene también algo de B R A Z O S AI V’ [1#9] o traer­ se razones el alma a si misma urgiéndose, al hablar con Dios, a resoluciones prácticas costosas que pide el fruto del ejercicio; y el alegar a Dios razones para que nos otorgue lo que le pedimos.

V Examen de la oración Q U IN T A ” adición ” DESPUES D E H A B E R A C A B A ­ D O [77] E L E J E R C IC IO ” de meditación o contemplación ” P O R E S P A C IO D E U N C U A R T O D E H O R A ” completo, ai ”L A

menos moralmente; pues San Ignacio determina taxativamente que sea ” un cuarto de hora” , y no tenemos razón para separar­ nos del sentido obvio de sus palabras; ’Q U IE R A S E N T A D O , Q U IE R P A S E A N D O M E ” , porque des­ pués de una hora de trabajo interior intenso, preferentemente de rodillas mientras la devoción o el cansancio no ha pedido otra cosa; conviene para la serenidad de la reflexión en el examen adoptar una postura más bien cómoda que violenta; 'M I R A R E ” o procuraré ver, que esto es mirar, con diligencia y esfuerzo ” C O M O M E H A ID O E N LA C O N T E M P L A C IO N O M E D IT A -

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C I O N ” , lo cual habrá dependido de la gracia de Dios y de mi cooperación a ella.

* * * a) Primeramente ” cómo me ha ido” en lo más esencial, que es en cuanto a conseguir el fruto propio de aquella oración mental. T SI M A L ” , es decir, si no lo hubiese conseguido, o muy escaso, ” M I R A R E ” también o me examinaré con diligencia ’L A CAU S A D O N D E P R O C E D E ” que el fru to haya sido nulo o escaso. La cual puede ser de índole general; v. gr., de no haber en­ trado en la oración o de no haberme conservado en ella con gran­ des ansias de aprovechar; o de no haberme m antenido con el gran ánimo y liberalidad de la anotación 5.a; o de carácter más particular, como de tom ar m al los puntos, o de no guardar bien las adiciones, o de trabajar poco en el cuerpo del ejercicio o con poca reverencia y poco am or; o con poca diligencia en el coloquio, m enor que la que le corresponde a su gran importancia. T ASI M I R A D A ” la causa del poco fruto, "A R R E PE N TIR M E

PARA

ME

ENMENDAR

ADELANTE”

cuando en dicha causa hubiere habido culpa; ' S I B I E N " , si hubiere conseguido el fru to del ejercicio, ” D A N D O G R A C I A S A D I O S N U E S T R O S E Ñ O R ” , pues le son

debidas y el agradecim iento abre la puerta de nuevos beneficios; ’Y H A R E O T R A V E Z D E L A M I S M A M A N E R A

* * * b) Después me examinaré también de otras cosas menos esen­ ciales que el fruto, pero de gran transcendencia para la perfec­ ción de la oración mental, es a saber ” cóm o me ha ido” en punto a consolación o desolación, a abundancia de luces u oscuridad, a sentimientos o sequedad, facilidad, dificultad, etc. Es de notar que San Ignacio no manda empiece el examen de la oración por preguntarme cóm o me he portado en ella, sino ” cómo me ha ido en ella” , lo cual habrá dependido de la gracia de Dios y de mi cooperación. Es que a la vista del resultado obtenido o de ” cóm o me ha

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ido”, es como podré apreciar mejor si mi oración ha sido buena o mala, por aquello de que por los frutos se conoce el á rb o l; y si mi modo de proceder es el que más se me acomoda, y el que Dios quiere de m í; porque caben en la guarda legitima de una misma adición modalidades diversas, según las condiciones del ejerci­ tante y los caminos de la gracia. Proceder, pues, en el examen de la oración mental con la vista fija en el resultado obtenido ayudará sin duda a descubrir cuál es en cada ejercitante el modo propio de oración mental, dentro de las mismas prescripciones de los ejercicios.

Conveniencia de un cuarto de hora íntegro para el examen de la oración mental en ejercicios. Cuatro son los fines principales del examen de la oración mental en los Ejercicios de San Ignacio, todos los cuales requie­ ren su tiempo.

1.' Acabar con toda falta deliberada en la oración mental y disminuir más y más las semideliberadas; lo cual implica dete­ nerse a examinarlas, ponderarlas, llorarlas, proponer 1«* enmien­ da y pedir gracia para realizarla. 2.° Hallar cada cual su modo propio de oración mental por el estudio comparativo, hecho al fin de cada hora de oración, de los diversos modos como ha trabajado y de los resultados obte­ nidos en cada uno de ellos. 3.° Perfeccionar más y más la oración mental en sus pro­ cesos psicológicos de orden natural; y no menos en su ser sobrenatural. — En la oración mental de los Ejercicios se viene generalmente a un estado de espíritu en el que vibra todo el hombre en sus facultades cognoscitivas, afectivas y volitivas y en las virtudes y dones sobrenaturales: la memoria ha de recordar, poniéndonoslo delante el asunto de la oración; el entendimiento ha de considerar, ponderar, ra­ ciocinar, contemplar, comparar, examinar, reflexionar; la afecti­ vidad superior ha de amar y odiar, alegrarse y entristecerse, sen­ tir terror, horror, confianza, contrición; la voluntad debe vencerse a sí misma, tomar resoluciones y urgirse a su cumplimiento; la imaginación ha de aplicar sus sentidos y revolotear incesante­ mente alrededor del entendimiento; la afectividad orgánica tiene que dejarse impresionar desde el centro hasta vibrar al unisono con las facultades superiores... y todo este movimiento ha de desarrollarse bajo el influjo

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A P É N D IC E S

incesante de la gracia y de los dones del Espíritu Santo, en trato con la divina Majestad lleno de amor, reverencia, humildad, paz honda e incesante plegaria. Son, pues, muchos los capítulos en que ha de perfeccionarse la oración mental para que resulte perfecta, y otros tantos los ca­

minos por donde se puede llenar de faltas. Siendo, pues, el examen m edio eficaz y necesario para con­ seguir aquellas perfecciones y evitar estas faltas, es natural que San Ignacio exija para él un cuarto de hora íntegro después de cada ejercicio; ya que oración mental y contemplación son el constitutivo substancial prim ario de sus ejercicios. Ni en el texto, ni en el contexto, ni en la naturaleza de las cosas, ni en el resultado de la experiencia se halla razón que nos permita dejar en este caso el sentido obvio de las palabras del Santo, quien dirigiéndose principalmente a su ejercitante ideal, — persona para mucho y deseosa de aprovechar en todo, pero generalmete principiante en la virtud que viene a elegir es­ tado — le manda taxativamente que dé un cuarto de hora al exa­ men de la oración después de cada ejercicio. En la Compañía la hora acostumbrada de oración mental dia­ ria debe ser de ordinario eminentemente práctica en cuanto ha de dirigirse a la consecución de alguna gracia concreta que nos ayude a ser cada vez mejores. San Ignacio pone en toda meditación, aun en las contempla­ ciones, resúmenes y aplicaciones de sentidos, un preámbulo lla­ mado "petición", que es pedir a Dios como fruto propio princi­ palísimo de aquel ejercicio, una gracia más o menos concreta para la vida práctica. Esta gracia es lo que el "hombre quiere” sacar de la medi­ tación: la hemos de pedir al principio del ejercicio una vez, in­ sistentemente durante el mismo, y con nuevo y crecido interés en el coloquio final. Aun en la aplicación de sentidos, que tiene tanto de oración afectiva y en la misma "Contemplación para alcanzar amor” re­ pite el Santo en cada punto, con insistencia casi machacona, el "reflectir sobre sí mismo para sacar algún provecho” . Es que él, lo mismo que los demás Santos altamente contem­ plativos, han mirado siempre con recelo toda oración de donde el alma no salga rn^s resuelta al vencimiento y abnegación real d? sí misma.

L A ORACIÓN MENTAL

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V

Algunos recursos, por vía de ejemplo, que pueden ayudar en la oración mental 1.° Hacer examen de la oración mental todos los días por al­ gunos minutos. A muchos les resultará el hacerlo, tomando al­ guna nota por escrito, mejor que por actos meramente internos. 2.° Imponerse alguna penitencia, por cada falta cometida en la oración, afinando cada vez más según vayan disminuyendo las faltas. Acabadas las plenamente deliberadas, emprenderla contra las semideliberadas sin avenirnos fácilmente a estar arrastrando toda la vida faltas culpables en nuestro trato con Dios. El carácter de tales penitencias deberá ser preferentemente de reparación y de humildad más que de coacción por miedo al castigo. 3.° Compensación del tiempo perdido, a) Obligarse a repo­ ner el mismo día, todo el tiempo que se hubiera quitado a la hora reglamentaria de oración mental; aunque en quitarlo no hubiere habido culpa. Podrán darse días muy extraordinarios en los que sea total­ mente imposible reponer antes de acostarse el tiempo quitado; pero si tales días fueren muy frecuentes habrá que tomar otras providencias, antes de avenirse a una disminución frecuente en el tiempo reglamentario de la oración mental. La hora de la oración mental matutina ” Deo solida debetur; ut si fors casu aliquid illi decesserit, quam primum integre restituendum sit, ñeque committendum a nobis ut nocturnae quietis tribu tum natura prius ferat, quam Deus praecationis matutinae.” (P. Carafa) \ b) Compensar el mismo día todo el tiempo en que se hubiere estado con plena deliberación distraído, adormilado o flojo en la

meditación. Si estos tiempos de flojedad o distracción advertida fueran muchos, aplicar esta norma primerametne a solo la mitad del ejercicio y así gradualmente hasta dominarlo todo. 1 Epist. PP. GG., t. 1, 487.

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A P É N D IC E S

c) Compensar todo el tiempo en que se hubiere estado dis­ traído, adormilado, poco activo semideliberadamente o sin nin­ guna culpa. Si estos tiempos fueren muchos, proceder por partes como en el caso anterior.

4.° Siempre a más perfección. Quitadas las faltas delibera­ das y disminuidas notablemente las semideliberadas, perfeccio­ nar positivamente la oración mental cuanto al trato en ella con Dios y cuanto a la tendencia hacia la simplicidad, fijeza y afecti­ vidad de la contemplación; pidiéndole a Dios y procurando suave, pero eficazmente, dar a la actuación de nuestras facultades los modos propios de la repetición, aplicación de sentidos y resumen ignacianos confor­ me a lo indicado en los números 57-66, 137-141. 5.° Algunas precauciones, a) Prohibirse a sí mismo sen­ tarse y otras posturas cómodas cuando se sabe que indefectible­ mente le llevan al sueño. b) No avenirse a hacer la oración mental preceptuada ni parte de ?lla, en el confesonario en los intervalos que quizás dejen libres los penitentes.

c) Si experimentamos que el hacer la oración mental por las calles, cuando vamos a celebrar fuera de nuestra casa es obs­ táculo para hacerla bien (que en muchísimos casos ciertamente lo será) resolver decididamente el problema de otro modo; antes que pasar por que nuestra oración mental sufra con frecuencia notablemente. No retrasar el rezo del breviario para última hora con peligro evidente de disminuir el tiempo de puntos. d)

e) En las parroquias, colegios y casas religiosas hacerse ley inviolable el tener la oración mental íntegra a primera hora de la mañana antes de bajar al confesonario, de subir al púlpito o de ponerse en contacto con los prójimos. Generalmente será más fácil suplir durante el día el tiempo quitado al sueño, si se siente su falta, que el tiempo quitado a la oración.

6.° Procurar la preparación remota de la oración mental por medio de examen particular: la preparación remota positiva, fijándose entre día 15, 20, 30,

LA ORACIÓN M ENTAL

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actos de renovar el propósito de trabajar bien en la oración men­ tal del día siguiente y pedir gracia para ello; u ofreciendo por la misma intención 15, 30... obras buenas o sacrificios de m orti­ ficación y abnegación; y la preparación remota negativa, evitando todo pecado ve­

nial plenamente advertido que cierra la puerta a la intimidad con Dios; especialmente faltas de soberbia y apegos desordenados del corazón. 7. Utilizar para el examen de la oración esquemas o inte­ rrogatorios como los de nuestro último apéndice E q u e m a s gra­ duados de exámenes de conciencia.

SOBRE EL EXAM EN G E N E R A L DE CONCIENCIA C U O TID IA N O " E X A M E N ... D E C O N S C I E N C I A ” de nuestros pecados y de­ fectos para llorarlos y enmendarlos; " G E N E R A L ’' de todos los pecados o defectos cometidos; a diferencia del examen particular que es sobre un solo pecado o defecto; ’P A R A L I M P I A R S E ” : es el fruto prim ordial del examen ge­

neral cuotidiano en la ascética de los Ejercicios de San Ignacio: la limpieza del alma llorando los pecados cometidos y previnién­ donos contra nuevas caídas para adelante. Por aquí hemos de medir el tiempo y la importancia que debe darse a cada una de sus partes. L a que más conduce a borrar los pecados y a la eficacia de la enmienda es el dolor o arrepen­ timiento; examen en que falte un buen acto de arrepentimiento y una buena dosis de oración de súplica es examen privado de su elementa más vital para santificarnos.

SOBRE EL EXAM EN G E N E R AL DE CONCIENCIA I Su necesidad en la Compañía Sin nuestros exámenes diarios de conciencia, habitualmente bien hechos, es difícil ser buen hijo de la Compañía.

1. Porque para la santidad de la Compañía es absolutamente necesaria jran limpieza de alma; la cual exige mucho arrepen­ tirse d¿ las faltas cuotidianas y mucho proponer la enmienda. Pero quien de nosotros no renovara este arrepentimiento y

EXAMEN’ GENERAL DE CONCIENCIA

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propósito, por falta de diligencia en los dos exámenes reglamen­ tarios de cada día, ¿lo hará en otro tiempo? Luego sin los dos exámenes diarios, habitualmente bien hechos difícilmente se puede ser, en la providencia general, buen hijo de la Compañía. 2.° Tenemos peligro de desgaste espiritual grande en nuestra vida de intenso trabajo y de roce frecuente con el mundo. Nece­ sitamos, pues, un continuo velar sobre nuestros pasos, examinar nuestra conducta, corregir yerros y prevenir caídas. Pues si esto no lo hiciéramos por negligencia cada día en el tiempo de exámenes a ello destinado, ciertamente que menos lo haremos en otro ningún tiempo. 3.°

Los sentimientos cumbres de la primera semana de ejer­

cicios que son "vergüenza y confusión de mí mismo” , "crescido y intenso dolor y lágrimas de mis pecados” , ” aborrescimiento del pecado, del desorden y del mundo” ; "determinación firm ísima de no más pecados, no más desorden y no más cosas de mundo” . han de mantenerse perennemente vivos en la base de nuestra espiritualidad; porque ésta es la de los ejercicios; y en los ejer­ cicios la primera semana es base para todo lo demás.

Pues bien, la Compañía nos da cada dia dos cuartos de hora de examen, precisamente para renovar la disposición de la p ri­ mera semana de ejercicios. Luego estos exámenes diarios son de providencia general, algo insustituible en la espiritualidad de la Compañía. 4.° La santidad propia de la Compañía, por ser la de los e je r­ cicios, ha de ser de grandísima humildad de corazón y de des­ precio profundo de nosotros mismos. Pues camino para este desprecio es saborear cada dia entre lágrimas de penitencia a los pies del crucifijo la amargura de nuestras faltas. Nueva razón por ía cual los exámenes diarios sé han de con­ siderar imprescindibles en el espíritu de la Compañía. Fruto preciosísimo de los dos exámenes diarios de conciencia en la Compañía, es hacer habitual en nosotros el espíritu de con­ trición. Nuestra disposición de espíritu al fin de la primera semana de ejercicios, es preciosa sobremanera; si la conserváramos du­ rante el año, pronto seríamos santos. Recordémosla:

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A P É N D IC E S

el fondo lo forman sentimientos intensos de contrición por todos nuestros pecados, a cuya consideración y examen hemos consagrado la semana primera de ejercicios; con la contrición, sentimientos de caridad:

porque la contrición dispone a la caridad, y ella misma es caridad, la caridad más propia de nuestra condición de pecadores, la menos expuesta a engaños; la que deseáramos tener todos a la hora de la m uerte; con la contrición, confianza plena del perdón; somos el hijo pródigo que se siente abrazado por su padre; con la contrición, humildad sincera y profunda, porque nos

reconocemos pecadores, dignos de todo castigo, indignos de todo bien; con la contrición, paz imperturbable con Dios y paz con nos­ otros mismos; somos felices; aun nuestras pasiones, quebran­ tadas por la contrición, se han reducido muchas veces a un mar en calma; con la contrición, «om nia bona pariter cum illa »; limpieza de alma, luz, paz, caridad, humildad, confianza en Dios, espí­ ritu de oración... disposiciones santas en sí mismas y que llevan a toda santidad.

II ” Modo de hacer el examen general y contiene en sí cinco puntos” [43]

” Un paso o dos antes del lugar donde tengo de contemplar (o examinarme), me pondré en pie por espacio de un Pater noster, alzado el entendimiento arriba, considerando cómo Dios Nuestro Señor me mira, etc., y hacer una reverencia o humilla­ ción” [75]. ”EL P R I M E R P Ü N C T O ES D A R G R A C I A S A D I O S N U E S T R O SEÑOR P O R LOS B E N E F I C I O S R E C I B I D O S ” . ¡L o prim ero "dar

gracias” ! Luego, para San Ignacio ir al examen no reviste el ca­ rácter primario de comparecer ante un juez que va a sentenciarme,

EXAMEN GENERAL DE CO NCIENCIA

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ni ante un tribunal académico que va a calificarme, ni ante un amo exigente para rendirle cuentas; sino el carácter de ir a mi padre amantísimo para agradecer­ le los incontables beneficios de este día y darle una satisfacción si en algo le he ofendido. Aquello primero, repetido todo el año dos veces al día, acaba por hacer del examen una distribución sumamente antipática. ” E L S E G U N D O P E D I R ” mucho pedir; porque lo que el exa­

men tenga de plegaria será en él, como en la meditación, la raíz rrrin rM riQ l

H

a

q ii

Pedir ” GRACIA P A R A C O N O CE R LOS P E C A D O S ' que he co­ m etido desde el último examen anterior- cuáles y cuántos son, cuán muchos, cuán graves y con cuánta culpa. ” Y L A N Z A L L O S ” de mí, con violencia y lejos: lejos de mi conciencia por un ” crescido y intenso dolor y lágrimas de mis pecados” ; y lejos de mi conducta futura por un propósito árme de la enmienda. ”E L T E R C E R O D E M A N D A R A L A N I M A ” palabras de exac­

ción en algún modo rigurosa, ” D E S D E L A H O R A Q U E SE L E V A N T O ” por la mañana ” H A S T A E L E X A M E N P R E S E N T E ” de mediodía; ”D E H O R A E N H O R A ” del reloj ” 0 D E T I E M P O E N T I E M P O ” , v. gr., por las diversas dis­

tribuciones que han corrido desde que me levanté hasta el mo­ mento presente. Tal examen o investigación de las faltas se ha de hacer con verdad y diligencia, pero en pocos minutos. Porque el fin de este examen es ” L I M P I A R S E ” [32] y no se limpia uno de las faltas por mucho contarlas, sino a fuerza de llorarlas. ” P O R L A M I S M A O R D E N QU E SE DIJO EN EL E X A M E N P A R T I C U L A R ” [25, 26]; es decir, que "después de cenar se hará

el segundo examen, asimismo de hora en hora, comenzando del primer examen hasta et segundo presente” . " E L C U A R T O P E D I R P E R D O N A DIOS N U E S T R O SEÑOR D E L A S F A L T A S ” en virtud del arrepentimiento, al cual hay que

dar mucho tiempo, la mitad del cuarto de hora, por estar en él principalmente la eficacia del examen. ”E L Q U I N T O P R O P O N E R LA E N M I E N D A ” hasta el examen

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siguiente con propósito form al y explícito que se grabe fuerte­ mente en la memoria, condición psicológica indispensable para su eficacia; ’' C O N SU G R A C I A ' ’ que hemos de pedir fervorosamente. ’P O T E R N O S T E R ” .

III Algunos recursos, por vía de ejemplo, que pueden ayudar al examen

1.° Imponerse alguna penitencia por cada falta cometida en el examen, afinando cada vez más según vayan disminuyendo las faltas. Acabadas las plenamente deliberadas, emprenderla contra las semideliberadas, sin avenirse fácilmente a estar arrastrando toda la vida faltas culpables en el trato con Dios. El carácter de tales penitencias deberá ser predominante­ mente de reparación y humildad más que de coacción por miedo al castigo. 2.° Compensación del tiempo perdido o menos bien aprove­ chado.

u) Obligarse a reponer, al mismo día, todo el tiempo que se hubtpre quitado al cuarto de hora reglamentario del examen de la mañana y al de la noche; aunque en quitarlo no hubiere habi­ do falta alguna. Compensar el mismo día todo el tiempo que se hubiere estado con plern consentimiento distraído, adormilado o flojo en el examen. b)

Compensar del mismo modo todo el tiempo que se hubie­ re estado distraído, adormilado o poco activo semideliberadamente o sin ninguna culpa. Si estos tiempos de flojedad o distracción casi indeliberada fueren muchos, aplicar esta norma primeramente a sólo la mitad del examen y así gradualmente hasta dominarlo todo. c)

3.° Siempre a más perfección. Quitadas las faltas delibera­ das y notablemente disminuidas las semiconsentidas, perfeccionar

EXAMEN GENERAL DE CONCIENCIA

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positivamente el examen, cuanto al trato con Dios en él, hacién­ dolo cada vez con más amor, más reverencia, confianza y dolor de contrición. 4.° Algunas precauciones, á) Prohibirse a sí mismo el sen­ tarse y otras posturas cómodas cuando se sabe que indefectible­ mente le llevan al sueño. b ) No retrasar el rezo del breviario para última hora, con peligro evidente de disminuir el tiempo del examen.

c) Si experimentamos que el hacer el examen por las calles de vuelta, por la mañana, a nuestras casas es obstáculo para hacerlo bien (que en muchísimos casos ciertamente lo será), de­ clararse a sí mismo por inválido el examen por la calle y resol­ ver el problema de otro modo. En las Residencias y Colegios, cuando no se ha podido tener el examen de mediodía a la hora de todos, hacerse ley inviolable el tenerlo a primera hora luego del descanso, antes de meterse en otras ocupaciones ni en el rezo del breviario. Tam bién sería bueno en semejantes ocasiones hacerlo en la capilla o en otro sitio patente, donde conste a los demás que lo suplimos solos, así como les constó que no lo hicimos con todos. 5.° Evitar que se haga odioso el examen general, antes es­ tudiar cómo hacer de él una distribución altamente simpática y agradable. A l volver el niño del colegio corre gozoso al padre a contarle todo lo que ha hecho y lo que le ha pasado aquella mañana; y allí, entre abrazos y besos, recibe con gozo instrucción, avisos y amorosas reconvenciones:

repítese el idilio en los brazos de la madre: y de ellos salta pletórico de dicha, a la mesa preparada. ¡Precioso broche de oro con que ha cerrado la jornada de la mañana! En mi examen yo no voy a un juez, ni a un tribunal de exá­ menes ; voy a mi padre Dios que se complace en oír de mis labios lo

que he hecho por El v en ver que lloro en el alma si en algo le hubiera faltado. ¡Oh qué rica sabe la frugal mesa y qué grato el duro lecho, cuando vamos a ellos después de un examen en el que se ha sentido la contrición en el alma, el perdón de Dios y el abrazo del padre!

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6.° Tener a mano motivas a propósito para excitar al dolor de los pecados. Se les puede tener únicamente en cita y también más desarrollados por uno mismo para los días de m ayor seque­ dad o cansancio. Por ser cosas propias que hemos sentido antes, aun en estos días de desolación, repetida su lectura acaban por impresionarnos. San Ignacio recomendaba para esto los puntos del segundo ejercicio de la primera semana. Pueden aprovecharse de este libro los números referentes al pecado y a la pasión de Nuestro Señor Jesucristo. 7.° Acudir a Esquemas graduados de exámenes de concien­ cia. al fin de este libro.

E L E X A M E N PA R T IC U L A R D E SAN IG N A C IO

I. II.

III. IV . V.

Breve exposición literal del texto. Fin del examen particular de San Ignacio. — Materia. — Elementos más importantes. — Examen sobre vir­ tudes. Algunas condiciones conducentes a su eficacia y a la constancia en su práctica. Industrias que pudieran ayudar al cumplimiento de sus prescripciones. El examen particular de San Ignacio, aplicado a los ejer­ cicios espirituales de cada día. I Breve exposición literal del texto del Santo

” E X A M E N P A R T I C U L A R QU OTI D1A NO , C O N T I E N E E N SI T R E S T I E M P O S Y DOS VECES E X A M I N A R S E ” [24]. ”E L P R I M E R T I E M P O ES QU E A L A M A Ñ A N A , L U E G O E N L E V A N T A N D O S E D E B E EL H O M B R E P R O P O N E R D E G U A R ­ D A R S E . . . D E A Q U E L P EC A D O . . . ” Luego en levantándose sin

dejarlo para más tarde. Supone el Santo que tenemos gran interés en quitar aquel pe­ cado o defecto, de modo que esta idea fácilmente se nos ocurre en cuanto despertamos. Este gran interés por quitar aquel defecto es el alma del exa­ men particular de San Ignacio. A mantenerlo siempre vivo en nosotros, van ordenadas, como veremos, varias de las prácticas del examen particular del Santo. ” L U E G O E N L E V A N T A N D O S E DE BE E L H O M B R E P R O ­ P O N E R D E G U A R D A R S E CON DI LIG ENC IA ” , no ligeramente o

por fórmula, ” D E A Q U E L P E C A D O ... O DEF ECT O Q U E SE Q U I E R E C O -

A P É N D IC E S

788

R R E G I R . . . " He aquí la materia que señala el Santo para su exa­

men particular en el libro de los Ejercicios: pecados o defectos. "PE C A D O S ''

plenamente

deliberados, o sea transgresiones

voluntarias de un mandato de Dios; mortales o veniales, de pen­ samiento. palabra u obra, de acción u omisión, voluntarios en sí mismos o voluntarios en su causa. 'P E C A D O S ” casi indeliberados, o sea transgresiones casi in­ voluntarias de un mandato de Dios, como primeros movimientos de ira que casi se adelantan a la razón, faltas de reverencia casi inadvertidas en el trato con Dios, etc... Tales pecados son como el tropezar yendo por camino pedregoso; no son del todo evita­ bles, pero andando con cuidado se pueden, con la gracia de Dios, disminuir mucho. " D E F E C T O S ” , en contraposición a pecados, son negligencias en el servicio divino que no llegan a pecados de omisión porque en ellas no se viola ningún mandamiento de Dios; pero que, in­ filtrándose en nuestras obras, hacen que éstas sean positivamen­ te desagradables a Dios o no tan agradables como El desea, por­ que no llegan a la perfección que Dios quiere en ellas según la medi :1a de la gracia que se nos comunica. Expliquém oslo algo más. Quiere Dios que cada obra nuestra llegue a tal grado de per­ fección: en cuanto a la pureza de intención, intensidad, rapidez, perfección de la ejecución y en cuanto a las virtudes que han tic adornarla de caridad, humildad, prudencia, justicia, fortale­ za, etc. Por tanto, toda negligencia nuestra de algún modo voluntaria en el ejercicio de estas virtudes o en la adquisición de aquel grado de perfección, es en nosotros un verdadero defecto de co­ rrespondencia al amor que nos tiene Dios, a las gracias que nos comunica, : sus planes sobre nosotros; implica menos consideración con Dios, menos amor, menos respeto, menos delicadeza: es negarle lo que está bien q*ue le demos, a lo que El tiene perfecto derecho, aunque no nos lo exija. Estos defectos, y con más razón que los pecados semideliberados, no se pueden evitar del todo; pero sí se pueden disminuir con la gracia divina andando con cuidado y esforzándose en el ejercicio de virtudes. Cómo el examen particular llamado sobra virtudes” , tan re­ comendado por los directores espirituales, se puede llevar de modo

EXAMEN PARTICULA!» DE SAN IG NAC IO

789

que coincida plenamente con este que pone San Ignacio ”sobre defectos” , lo explicaremos más adelante. ”D E A Q U E L PECADO PARTICULAR O DEFECTO Q U E SE Q U I E R E C O R R E G I R "Particular” , o sea uno solo determinado,

no varios a la vez; de aquí le viene el nombre de examen "particu­ lar” , porque su táctica consiste precisamente en atacar los peca­ dos o defectos uno por uno, concentrando en cada momento las fuerzas del alma contra uno solo. ” G U A R D A R M E D E A Q U E L P E C A D O ... O D E F E C T O Q U E S E Q U I E R E C O R R E G I R Y E N M E N D A R ” . Sin este "querer” ver­

dadero, que no sea mera veleidad sino voluntad seria, firme, de­ cidida de quitar aquel defecto, es difícil perseverar constantes en la práctica del examen particular de San Ignacio. Por esto al elegir examen particular scbre un punto determi­ nado es conveniente pensar la manera de engendrar ese "querer” en el alma y de mantenerlo vivo, quizás por medio de lecturas apropiadas, de la oración mental, etc. A ello se dirigen varias de las industrias que pone el Santo en el mismo examen. ” E L S E G U N D O ” tiempo {25], 'DESPUES D E C O M E R P E ­ D I R A DIOS... GRACIA P A R A A C O R D A R S E CU AN TA S VE C E S HA C A ID O E N A Q U E L PECADO PARTICULAR O DEFECTO Y P A R A SE E N M E N D A R A D E L A N T E Este pedir a Dios luz y

fuerza para enmendarnos, es de gran importancia en el examen particular. Porque "De omnipotentis et miserentis Dei muñere venit ut sibi a fidelibus suis digne et laudabiliter serviatur"a, sin que basten para alcanzarlo nuestras industrias. Más aún, estas mismas nos pueden dañar, en lugar de ayu­ darnos, si estribáramos en ellas. El eximio comentarista de los Ejercicios, P. Roothaan, escribe que quizás no haya cosa que tanto impida los solidísimos frutos que debe producir el examen par­ ticular, como cierta presunción oculta, semiinconsciente. de nues­ tras industrias y una confianza exagerada en nuestros propósi­ tos. No es ese camino para adelantar, porque siempre será ver­ dad que nuestra suficiencia nos ha de venir de Dios. " Y C O N S E C U E N T E R HAGA EL P R IM E R E X A M E N D E M A N ­ D A N D O C U E N T A A SU A N I M A ” con exactitud y fidelidad. •

Dom. XII p. Peni.

APÉNDICES

790

” DE A Q U E L L A COSA P R O P O S I T A Y P A R T I C U L A R D E LA C U A L SE Q U I E R E ” de verdad, con verdadero querer. ” C O R R E G IR Y E N M E N D A R , D I S C U R R I E N D O D E H O R A E N H O R A O D E T I E M P O E N T I E M P O ” , v. gr., por las distribucio­ nes 11 ocupaciones principales del día, pero sin dejar en este caso,

advierte el P. Roothaan, de examinar los tiempos intermedios. " CO M E N ZA ND O DESDE LA H O R A Q U E SE L E V A N T O HAS­ TA LA H O R A Y P U N C T O D E L E X A M E N P R E S E N T E ” , es decir,

sin dejar tiempo ninguno sin exam inarlo: Y

HA GA E N L A P R I M E R A L I N E A D E L A G . T A N T O S PUNCTOS CUANTOS HA IN C U R R ID O E N A Q U E L P E C A D O P A R T I C U L A R O D E F E C T O ” , con verdad y sinceridad, sin en­

gañarnos a nosotros mismos disimulándonos quizás nuestras caídas. T DESPUES P R O P O N G A D E N U E V O D E E N M E N D A R S E ”, no para siempre ni para tiempo indeterminado, sino solamente 'H A S T A E L S E G U N D O E X A M E N Q U E H A R A ” el mismo día por la noche. ’ E L T E R C E R O T I E M P O D E S P U E S D E C E N A R [26] SE HARA EL SEGUNDO E X A M E N ASI M IS M O D E H O R A EN HORA CO M E N ZA N D O D ESDE E L P R IM E R E X A M E N HASTA EL S E G U N D O P R E S E N T E , Y H A G A E N L A S E G U N D A L IN E A D E I.A M IS M A G. T A N T O S P U N C T O S C U A N T A S V E C E S H A I N C U R R ID O E N A Q U E L P A R T I C U L A R P E C A D O O D E F E C T O ” .

Quién duda que este renovar con tanta frecuencia el pro­ pósito y proponer para tan corto plazo, da al examen particular una gran eficacia? * * * SIGUEN SE C U A T R O A D IC I O N E S P A R A M A S P R E S T O Q U IT A R A Q U E L P E C A D O O D E F E C T O P A R T I C U L A R ” . "LA P R IM E R A A D I C I O N ES Q U E C A D A V E Z Q U E E L HOM BRE CAE EN A Q U E L P E C A D O O D E F E C T O P A R T IC U ­ L A R ” se arrepienta; o sea, que no retrase el arrepentimiento de

aquella caída; que n^ lo deje hasta el examen de la noche o del mediodía en que hara la suma de las caídas y las verá todas juntas; sino que se arrepienta luego a cada caída: que si cae en la

EXAMEN PARTICULAR DE SAN IGNACIO

791

mañana veinte veces, se duela veinte veces de la caída y renueve veinte veces el propósito de la enmienda. Salta a la vista la eficacia incontrastable de esta adición para "quitar más presto aquel pecado particular o defecto” . Esta práctica supone en nosotros un gran deseo de vencer que nos mantiene con las armas en la mano; y ella a su vez se ordena a mantener y avivar en el alma estos mismos deseos. ”L A SEG UN DA ADICION, COMO LA P R IM E R A L IN E A S IG ­ N IF IC A E L P R IM E R E X A M E N Y L A S E G U N D A L IN E A E L S E G U N D O E X A M E N , M IR E Á L A N O C H E SI H A Y E N M I E N ­ D A ... D E L P R IM E R E X A M E N A L S E G U N D O ” ; ¡qué interés tan

grande por enmendarme supone esto! ”L A T E R C E R A : CON FERIR ... LOS DOS E X A M E N E S D E L D IA P R E S E N T E CON LOS OTROS E X A M E N E S DEL D IA P A ­ S A D O Y M I R A R SI D E UN DIA P A R A O T R O SE HA E N M E N ­ DADO”. ” L A C U A R T A : C O N F E R IR UNA S E M A N A C O N O T R A Y M I R A R SI SE H A E N M E N D A D O E N L A S E M A N A P R E S E N T E D E L A P R IM E R A S E M A N A ” . ” N O T A . ES D E N O T A R Q U E LA P R IM E R A L IN E A G R A N ­ D E Q U E SE S IG U E ” para apuntar las faltas ”S IG N IF IC A E L D O M IN G O , L A SEG UN DA M A S P E Q U E Ñ A E L L U N E S , L A T ER C E R A E L M A R T E S , Y ASI C O N S E Q U E N T E R ” o sea cada vez más pequeñas. En esta disminución pro­

gresiva de las líneas, en que se han de apuntar las caídas de cada día, se ve que para el Santo era cosa segura que, practicando bien su examen particular, disminuirían las caídas ciertamente ca­ da día. II Fin del examen particular de San Ignacio. — M ateria. Elementos principales. — Quinta esencia El fin de este examen, según la exposición anterior, es quitar un pecado particular o defecto. Y la materia sobre que versa directamente, son pecados o de­

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APÉNDICES

fectos: pecados contra alguna virtud; v. gr., pecados de ira con­ tra la virtud de la mansedumbre; o defectos en el ejercicio posi­ tivo de una virtud . v. gr., en el ejercicio positivo de la manse­ dumbre. San Ignacio dice expresamente que su examen es para qui­ tar "'pecados y defectos” . Además, de los diez parrafitos que forman su breve tratado sobre este examen, ocho no tienen sentido sino en el supuesto de que el examen particular verse directamente sobre pecados o defectos: así en el párrafo 2 .° manda que en cuanto se levante, pro­

ponga el hombre guardarse de aquel pecado particular o de­ fecto; en el 3.°, que a mediodía recuerde las veces que ha caído, se arrepienta y proponga la enmienda; en el 4.°s que haga esto mismo en el tiempo de la noche; en el 5.°, que se sigan cuatro adiciones para más presto qui­ tar aquel pecado o defecto; en el 6 .°, que cada vez que el hombre cae ponga la mano en ei pecho doliéndose de haber caído; en el 7.°, que compare cada día las veces que cayó por la ma­ ñana con las que cayó por la tarde; en el 2. . ¡as caídas de un día con las del siguiente; y en el 9.° ias de una semana con la siguiente. El P. Roothaan escribe que la materia del ex. part. de San Ig­ nacio se puede reducir a alguna de aquellas tres cosas que men­ ciona el sacerdote al ofrecer la hostia cuando dice: ” Pro innumerabilibus peccatis et offensionibus et negligentiis meis.” La práctica general en la Compañía, dice el mismo P. General, es el examen particular de pecados y defectos. ” Examinis particularis materia sunt peccata et defectus quicumque seu imperfectionis, id quod re vera praxis habet communis inde a S. P. N. teroporibus, ut ex historiis nostris constat.” Sin duda que al hacer esta aserción el P. Roothaan habla en la idea de que el examen particular sobre virtudes, tan usado en la Compañía, es en rigor examen sobre defectos, sobre el defecto de negligencia culpable en el ejercicio de aquella virtud, como ex­ plicaremos más adelante.

EXAMEN PARTICULAR DE SAN IGNACIO

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Los elementos más principales en el examen particular de San Ignacio son: a) Arrepentimiento de las caídas. El Santo manda arrepen­ tirse a mediodía, despacio; a la noche, también despacio; duran­ te el día, a cada caída: que si son éstas 20, 30 al día, otras tantas se arrepienta de haber caído. b) El propósito de la enmienda, que hemos de hacer: al levantarnos, despacio; a mediodía, despacio; a la noche, despa­ cio; durante el día, a cada caída, puesto que el propósito ha de acompañar naturalmente al arrepentimiento y éste a cada caída. c) Oración para no volver a caer que será tantas veces cuan­ tas nos arrepintamos y propongamos; pues al hacerlo, nos sen­ tiremos impulsados a orar en demanda de auxilio, al enconlrarnos ante cada caída impotentes para enmendarnos. d) Que el examen nos mantenga en estado de tensión latente continua para reaccionar rápidamente, en cuanto se presente, contra el defecto que perseguimos.

Es, pues, esencialmente el examen particular de San Ignacio un procedimiento o serie de prácticas encaminadas a producir y conservar en nosotros un estado de espíritu en el que predominen sentimientos de contrición por las caídas en una falta determi­ nada, deseos vivos de acabar con ella y oración frecuente pidien­

do a Dios la enmienda. Examen particular que no vaya encaminado a producir en el alma esta disposición, que es como la quinta esencia del examen particular de San Ignacio; examen particular en el cual apenas se hagan actos de arre­ pentimiento por las caídas, se renueve pocas veces el propósito y se ore poco pidiendo la enmienda, distará mucho de alcanzar la gran eficacia característica del examen particular de San Ig­ nacio, aunque se lograra llevar con mucho orden estadísticas m i­

nuciosas en el librito del examen. San Ignacio, para enmendarnos de nuestras faltas, no nos pro­ pone en su examen particular otros medios que el eternamente necesario, el único eficaz en la ascética cristiana: ” arrepentimien­ to, oración y propósito de la enmienda

L o especial del Santo está en habernos precisamente ofrecido un procedimiento admirablemente concertado para intensificar

794

APÉNDICES

este arrepentimiento, avivar esa oración y reforzar el propósito de la enmienda;

y de haber atinado en la consecución de este triple objetivo le viene a su examen la eficacia incontrastable que generalmente se le reconoce. En el ” examen particular sobre virtudes” caben diversas orien­ taciones. La más ignaciana y aun la más propia de un examen de conciencia, será la que fomente directamente el espíritu de contrición, de súplica y de propósito y nos mantenga todo el día alerta con atención latente intensa. Por aquí el examen particular sobre virtudes puede llegar a coincidir plenamente con el examen particular de San Ignacio sobre defectos. Tal sucedería, por ejemplo, en quien dispusiera su examen particular sobre la unión con Dios de la siguiente manera: 1.° Entiende que él tiene actualmente fuerzas naturales y sobrenaturales para conservarse durante las ocupaciones en cier­ to grado determinado de unión con Dios, que él lo expresa di­ ciendo que podrá muy bien hacer diez actos de amor de Dios por la mañana y quince por la tarde; que eso le es relativamente fá­ cil, de modo que si no los hiciere, será negligencia suya volunta­ ria. Entiende asimismo que su unión con Dios, si llegare a ser grande, sería para mucha gloria divina y para gran provecho de las almas. Sabe, pues, que en él la negligencia en hacer estos actos de unión con Dios, si no un pecado venial, es por lo menos un ” defecto” de correspondencia al beneplácito divino; y a evitar este ' aplica el examen particular.

2. Por tanto, cuando al levantarse propone hacer diez actos de unión con Dios, lo que su mente anhela ante todo es evitar el "defecto” o negligencia en hacerlos; y cuando al mediodia y a la noche hace el recuento de los actos de unión con Dios hechos, su atención no se para en estos actos, sino que posa rápidamente a lo que haya habido de negli­ gencia culpable o "defecto” ; y de éste se arrepiente y propone la enmienda. Está claro que un examen particular así llevado, aunque se llame de virtudes, tiene todas las características del examen par­ ticular de San Ignacio contra defectos, y que caben en él todas las industrias que pone el Santo en su examen particular con­ tra pecados o defectos.

EXAMEN PARTICULAR DE SAN IGNACIO

795

Pero también se ve que en este examen particular sobre vir­ tudes caben otras orientaciones en las cuales se atienda muy poco a fomentar el espíritu de arrepentimiento, de oración y de propósito de la enmienda acerca de un defecto, lo cual es tan esencial en el examen particular propuesto por San Ignacio. Nota. — Quizás sea práctico advertir que para llevar bien a lo San Ignacio un examen particular sobre virtudes, no es me­ nester que lo que se apunte durante el dia hayan de ser las ne­ gligencias o defectos y no los actos positivos. Háganse las cosas de modo que caiga uno pronto en la cuenta de los defectos, luego de cometidos, para arrepentirse en seguida de ellos sin tener que aguardar al examen del mediodía o de la noche; y procédase con libertad, como mejor uno se arregle. III

Sobre algunas condiciones del examen particular que pueden ayudar a su eficacia y a la constancia en su práctica 1.a

Que sea de algo muy transcendental para mi aprovecha­ miento, de suerte que aplicándole el examen particular, daré un gran avance en el camino de la perfección. Porque de no ser así, es difícil preocuparse de tanta menuden­ cia: de proponer, arrepentirme, anotar, comparar, etc., y el estar el día entero con el arma al brazo para conseguir con todo ello poca cosa; mayormente siendo hombres de muchas ocupaciones que reclaman toda nuestra atención.— Lo cual no quiere decir que el examen particular se haya de llevar siempre de cosas muy trascendentales; bien puede versar sobre defectos externos de poca importancia, pero sea acabando con ellos en pocas semanas. El tiempo que exige durante el día para todas estas menuden­ cias el examen particular más complicado (aparte del que se le da a mediodía y a la noche) no pasa ciertamente de muy pocos minutos, 3, 5 ó poco más; de suerte que por este capítulo el exa­ men particular no deja de ser compatible con la vida más ocu­ pada. Pero este examen exige, además de tiempo, una orientación del alma hacia él muy decidida y de alguna manera predomi­ nante sobre todas las demás; y claro está que ésta en hombres

796

APÉNDICES

de negocios resultará difícil, si lo que se espera del examen par­ ticular no fuese gran cosa. Por esta misma causa conviene en muchos casos 2/ Que el examen particular esté armonizada con otros ele­ mentos de nuestra vida espiritual, con la oración mental, comu­ nión, etc... Porque si siendo el examen particular de la humildad, en la oración sólo atendemos a la caridad y en la misa a la pacien­ cia, y en la comunión y rosario pedimos muchas cosas menos humildad... ¿cómo en esta dispersión de fuerzas pueden quedar energías para una preocupación grande por el examen particular, la cual nos haga acordarnos de él en cuanto despertemos y arrepentirnos en cuanto caigamos y andar todo el día con el arma al brazo luchando por la humildad? En cambio, si la oración mental la dirigimos preferentemente a la misma materia del examen particular, v. gr., a la humildad; y si lo que ante todo pedimos en la misa, comunión, rosario, etc., es también humildad; ¡cuán fácil no será gravitar durante el día con todo el peso del alma, hacia el examen particular de la humildad! Como en un gran automóvil la multiplicidad de elementos se reduce a un centro de unidad, en la dirección del aparato; y pues­ tas las conexiones convenientes, al conductor le bastan ligeros movimientos (menudencias) para dirigir con seguridad la marcha dei auto a gran velocidad, a través de precipicios; así en la vida espiritual, aun en el hombre que la lleve más complicada, cabe una buena dosis de reducción a un centro de unidad que puede ser alrededor del examen particular; y enton­ ces las menudf ncias de éste serán el gran medio de poder mar­ char a toda velocidad, aun en medio de negocios, sin perder la paz del aima en la unión con Dios. Lo cual no es decir que sin esta simplificación de la vida es­ piritual sea imposible todo examen particular; ni que tal sim­ plificación sea siempre fácil ni posible, sobre todo si se la quiere duradera. La armonización del examen particular con las ocu­ paciones y con el resto de la vida espiritual será siempre en la dirección de alims uno de los puntos en que hay más lugar a indicaciones sabias de un director industrioso.

3.a Centrar cuanto buenamente se pueda, en el examen par»

EXAMEN PARTICULAR DE SAN IGNACIO

797

ticular el esfuerzo máximo que hayamos de hacer para la perfec­ ción; de esta suerte toda nuestra preocupación general por el negocio de nuestra santidad queda prácticamente concretada para el día de hoy, ante todo en el avance de) examen particular. El buen soldado a quien se le señala como objetivo del día la defensa de una trinchera o el avance de un kilómetro, entiende que todo su inmenso entusiasmo por el triunfo de la patria, para él aquel día se ha de concretar en dar su vida, si fuere necesario, por la defensa de aquella trinchera o por el kilómetro de avance. De modo semejante, si escojo algo muy trascendental para mi perfección por examen particular, podré considerar concre­ tada en éste la jornada que he de hacer aquel día en el camino de mi santificación; y entonces podré volcarme sobre el examen particular de cada día, con la preocupación máxima que tengo por todo el negocio de mi santidad. ¿Quién no ve la eficacia de un examen particular así llevado y las grandes garantías de perseverancia que hay en su prác­ tica? Son muy grandes nuestros deseos de santidad para que, si entendemos que los realizaremos con seguridad por medio tan concreto, no nos lancemos a él con entusiasmo. 4.a Finalmente, ayudará también a la constancia en el examen particular el disponerle de modo que nos ocupe todo el día. Porque mantenerse todo el día en tensión con el arma al brazo para disparar en cuanto se presente un defecto que se presen­ tará pocas veces en todo el día, resultará una actividad violenta, sin razón de ser y, por tanto, prácticamente insostenible. Se lee a veces que el alma del examen particular es un gran deseo de la perfección; y que no habiendo tal deseo, la constan­ cia en su práctica es imposible. — No parece que admitiera esto San Ignacio quien prescribe el examen particular a todo ejerci­ tante; donde hay muchos que no tienen gran deseo de la per­ fección. Quizás se pueda responder que el examen particular de San Ignacio es fácil llevarlo, como quiere el Santo, algún tiem po; y que tiene la virtud de que, llevado algún tiempo como prescribe el Santo, él mismo va engendrando en el alma los deseos de perfec­ ción, que son necesarios para la constancia en su práctica.

798

APÉNDICES

IV Industrias que pudieran ayudar al cum plim iento de algunas prescripciones del examen particular: al p rop ó sito, al a rrepen ­ timiento. a la oración necesaria para en m en d a rse, al apuntar las caídas

A)

Al propósito.

l.°

Persuadirse de su necesidad absoluta en el examen particular de San Ignacio. Porque enmendarse de

un defecto arraigado exige una buena dosis de violencia y ésta no se puede hacer con constancia, sin robustecer la voluntad con un buen propósilo. Si el que propone muchas veces cae, ¿qué hará el que tarde o nunca propone? El encabezamiento que a modo de título pone San Ignacio a su examen particular, como expresando sus elementos más esen­ ciales, dice así: "Examen particular y cotidiano: contiene en sí tres tiempos y dos veces examinarse.” Pues bien, estos tres tiem­ pos son los señalados precisamente para proponer la enmienda; es, pues, fundamentalísimo para San Ignacio, en su examen, el propósito de la enmienda. l j Santo rnanda que renovemos este propósito; al levantar­ nos a mediodía, al acostarnos, y durante el día, cuantas veces caigamos; eslo último lo manda im plícitamente en el hecho de exigir que nos arrepintamos a cada caída, puesto que el arrepen­ timiento sincero trae consigo espontáneamene el propósito de la enmienda. 2." Sea <JI propósilo bien fundado, en convicciones íntimas del entendimiento, para lo cual ayudará hacer alguna vez la ora­ ción mental de la mañana sobre la materia del examen par­ ticular. Sra bien determinado y de un solo defecto o de una sola uirtud; de suerte que se vea claramente si lo cumplimos o no, y

que toda la fuerza del alma vaya contra un solo enemigo; es una de las fuente1 de la gran eficacia del examen particular y lo que le da el nombre.

EXAMEN PARTICULA» DE SAN IONACIO

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Esté felizmente expresado en frase breve, vibrante, que con­ tenga, a ser posible, el motivo-fuerza del mismo.

Son leyes psicológicas del buen propósito, que bien guardadas dan su fruto. 3.° Preceda al propósito, el arrepentimiento de la caída. Cuanto más intenso fuere éste, más hondo y con más frecuencia renovado, tanto más firme será el propósito de la enmienda.

B)

Al arrepentimiento pueden ayudar estas industrias.

a) Convicción íntima de su gran trascendencia en el exa­ men particular de San Ignacio. Porque siendo éste esencialmente un procedimiento o serie de prácticas dirigidas a enmendarnos de un pecado o defecto, es natural que el dolerse de las caldas en ese defecto haya de ocupar en tal examen un puesto de excep­ cional importancia. Si el arrepentimiento fuere grande y frecuentemente reno­ vado, grande será también, por la naturaleza misma de las cosas, nuestro horror a la recaída, firme el propósito de la enmienda, ardientes las ansias de lucha por acabar con aquel enemigo y apremiante la necesidad que sentiremos de acudir a Dios en de­ manda de fuerzas. En cambio faltarán estos frutos tan preciosos, si escasease el arrepentimiento y aun la práctica seria y constante del exa­ men particular quedará fuertemente comprometida. Recordemos que el secreto de la gran eficacia del examen de San Ignacio para quitar pecados o defectos, es engendrar y man­ tener un estado de espíritu en el que el alma se vea deshecha en sentimientos de contrición, de humildad y de odio a un defecto

determinado, con ansias de lucha y de oración por destruirlo. Pues tal disposición de alma se engendra ante todo por los actos de arrepentimiento que prescribe el Santo. b) Fúndese el arrepentimiento en la consideración de algún motivo capaz de engendrarlo. La simple repetición del ” Señor mió Jesucristo” hecha sin apenas consideración previa, todos los días del mismo modo, fácilmente se hará rutinaria y de poca fuerza para la enmienda. Generalmente convendrá que al arrepentimiento preceda la ponderación detenida de un motivo adecuado; consideración mu-

800

APÉNDICES

chas veces costosa por el cansancio en la noche o por la distrac­ ción de las ocupaciones que preceden al examen de mediodía. C) Sobre la oración o petición de gracia para la enmienda. Ayudará a hacerla bien: a) Tener convicción íntima de su necesidad para el fruto del examen particular. Porque el servir a Dios con fidelidad es don del mismo Dios. Si ni un buen pensamiento podemos tener sin la gracia divina, ¿cuánto menos podremos desarraigar nuestros defectos y convertirlos por medio del examen particular en vir­ tudes sólidas y perfectas? ’'Quizás no haya, escribe el P. Roothaan, cosa que tanto im­ pida en las almas deseosas de la perfección, el fruto sólido que se debe esperar del examen particular de San Ignacio, como el descansar demasiado en sus industrias y acudir poco a Dios en demanda de auxilio.” b) Hágase esta oración despacio y con diligencia grande, lo cual exigirá muchas veces un gran esfuerzo de concentración por haber de cortar bruscamente los pensamientos d'istractivos de las ocupaciones que preceden al examen; con humildad, persuadidos de que con todas nuestras indus­ trias no lograremos, sin un auxilio grande de Dios, enmendarnos de las faltas; c c p confianza, en la misericordia infinita de Dios que bende­ cirá copiosamente nuestros esfuerzos en cosa tan transcendental para la santificación. c> Hágase por la mañana al proponer, a mediodía y a la no­ che cuando nos examinamos, durante el día a cada caída, como

el anhelo más apremiante de la vida, porque vemos concretada en él la realización de nuestra santidad. Desde ese momento el examen particular será para nosotros fuente de orden, de paz, de consuelo y de frutos solidísimos de santificación. *

D)

Sobre el apuntar.

En el examen particular de faltas o pecados está claro que se

han de apuntar las caídas en el pecado o defecto de que nos que­ remos enmendar. En el examen de virtudes se pueden apuntar las negligencias

801

EXAMEN PARTICULAR DE SAN IGNACIO

(defectos, caídas) en el ejercicio positivo de aquella virtud, o tam­ bién los actos positivos de virtud que hubiéremos hecho. No hay inconveniente en esto segundo, con tal que; 1) en el recuento de mediodía y a la noche nos fijemos ante todo en lo que haya habido de negligencia o defecto, para arrepentimos y proponer la enmienda; 2 ) y que dispongamos las circunstancias en que hemos de hacer los actos de virtud, de modo que si los omitimos caigamos en cuenta de la omisión luego de haberla cometido; 3) y que en general llevemos todo este examen de virtudes de suerte que el peso de alma caiga preferentemente sobre lo que haya de defecto en nosotros para llenarnos de pesar de haber faltado y de odio al defecto; el cual pesar y odio es el fruto in­ mediato del examen particular.

V El examen particular de San Ignacio, aplicado a los ejercicios espirituales de cada día Siendo tan eficaz el examen particular ignacíano para quitar defectos y poner virtudes del modo explicado, ¿por qué no apli­ carlo a disminuir faltas y poner perfección en los ejercicios es­ pirituales cuotidianos, que han de ser el alma de nuestro apro^ vechamiento? Que al examen particular se le conciba generalmente como una práctica cuyo lugar ha de ser, no en los ejercicios espirituales, sino durante el día para conservar la tensión de espíritu en que nos pusimos por los ejercicios espirituales de la mañana, no es razón para que dejemos de aplicar directamente su ex­ traordinaria eficacia, a la solución franca y plena del problema fundamentalísimo de nuestros ejercicios espirituales diarios.

Objetivos de tal examen pueden ser: primero, dar el tiempo conveniente a los ejercicios espiritua­ les diarios o no omitir ninguno ni acortarlo; segundo, quitar de ellos toda falta, distracción o negligencia plenamente deliberada; tercero, disminuir más y más las semideliberadas; cuarto, perfeccionar positivamente la oración mental en sus elementos psicológicos de orden natural; 3»

APÉNDICES

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y no menos en su aspecto sobrenatural: haciéndola cada vez con más fe, esperanza y caridad, con más recurso a Dios, humil­ dad y reverencia, y con tendencia siempre creciente hacia la sim­ plicidad y fijeza de la contemplación. Con este criterio puede aplicarse el examen particular de San Ignacio. 1.°

A la oración mental y al examen de conciencia diarios,

dividiéndolos en más o menos partes (v. gr., la oración men­ tal en preparación de puntos, adiciones, entrada, cuerpo de la oración, coloquio); y apuntando cada una de estas partes como acto de virtud cuando la hemos hecho del modo que nos propusimos hacerla, o como falta en caso contrario; 2 .° A la oración mental, examen de conciencia, misa y acción de gracias, breviario , rosario, visitas al Santísimo , o sea a todos

los ejercicios espirituales de más duración, form ando con ellos un frente único de examen particular; dividiéndolos más o menos en partes (v. gr., el breviario en maitines y laudes — horas menores — vísperas y completas). 3.°

A todos los ejercicios mayores del n úm ero anterior y ade­ m ó a las oraciones breves de la mesa, del principio y fin de las obro* y aun a cierto número de actos de unión con Dios durante et «vía, que son también ejercicios espirituales aunque brevísimos,

formando con todos un frente único de examen particular. Sobre la manera de apuntar las faltas o progresos en esta aplicación del examen particular de San Ignacio a los ejercicios espirituales cuotidianos, y sobre otros detalles prácticos, puede verse nuestro opúsculo Esquemas graduados de exámenes de con­ ciencia. N.° 6 . (Editorial «Sal T errae», Santander.) Conocemos muchos casos de personas piadosas con aspiracio­ nes a la perfección que, después de largos años de flojedad nota­ ble en sus ejercicios espirituales, especialmente en la oración mental y en los exámenes, un día se res» vieron a aplicarles con seriedad técnica del exa­ men particular de San Ignacio, y en poco tiempo lograron, con la gracia divina, resolver satisfactoriamente un problema tan fun­ damental en toda vida de perfección.

EXAMEN PARTICULA» DE SAN IGNACIO

803

Pero nótese que este resultado lo han conseguido entrando con santa humildad por las prescripciones que el Santo pone en su examen particular. ¿Pero no son demasiadas menudencias? Un admirador de los Ejercicios espirituales no puede hacer semejante reparo a un San Ignacio de cuya eficacia y grandeza de alma tenemos tan gran­ des pruebas. En un arma muy perfecta de una gran marca no se admite substitución de piezas ajenas ni falta de alguna de las propias, sin que por eso mismo pierda en precisión y fijeza: su excelen­ cia viene precisamente de que cada una de sus piezas está admi­ rablemente conformada para su fin. Esto es el examen particular de San Ignacio; un arma perfectísima de combate contra el pecado, elaborada er* sus más míni­ mos detalles por aquel director gigante de almas, que cuida de disponerlas para las más altas elevaciones por la acción del Es­ píritu Santo, pero que a la vez pone suma diligencia en las indus­ trias y recursos que, ayudada de la fe, puede sugerir la prudencia humana.

SOBRE L A O B S E R V A N C IA R E G U L A R E N L A C O M P A Ñ IA

I. II. III. IV. V.

Obligatoriedad de nuestras reglas. Su poder santificador. No cesemos hasta haber hecho de la observancia regular las delicias de la vida religiosa. Por ia observancia regular al apostolado fecundo. Medios que pueden ayudar a la observancia regular.

Las reglas de una Orden religiosa son disposiciones especia­ les de la Autoridad — que establecen la perfección religiosa pro­ pia de aquel Instituto y el camino o medios para conseguirla.

I

Obligatoriedad de nuestras reglas A) Las reglas por sí mismas, en cuanto tales ordenaciones de la autoridad 1) no obligan bajo pecado mortal ni venial porque el legis­ lador al imponerlas declara expresamente que no pretende obli­ gar con ellas bajo ninguna suerte de pecado. Obligan de algún modo, porque el superior al imponerlas, no se ha como quien da meros consejos dejando libertad de seguir­ los o no seguirlos; sino que las impone obligando de algún modo a guardarlas; así apreciamos todos las reglas, como disposiciones que de algún modo obligan.

2) Obligan siempre bajo ” falta” o imperfección positiva que es defecto de una perfección que, aunque no exigida por verdadero irmdato, de alg' »a manera es debida. Dios nos p roh íb e algunos cosas como la blasfemia, bajo pecado grave y con sanción eterna en el infierno.

SOBRE LA OBSERVANCIA DE LAS REGLAS

805

Al blasfemar el hombre, desobedece a Dios con pecado grave — queda fuera de su fin último — y reo de suplicios eternos. Otras cosas, como decir una pequeña mentira, las pro­

híbe Dios bajo pecado venial y con sanción temporal. Al hacer nosotros lo así prohibido, desobedecemos a Dios con pecado venial — quedamos reos de castigo tem­ poral— se nos retrasa la posesión del fin último hasta habérsenos borrado del todo dicho pecado. Hay otras cosas como faltar a nuestra regla del silen­ cio, en las cuales Dios, sin prohibírnoslas con verdadero mandato, nos manifiesta so desagrado positivo de que las hagamos. Al faltar a la regla del silencio, no desobedezco a Dios porque El no me la ha impuesto prr verdadero mandato; pero si le desagrado positivamente, porque: 1.° las reglas son voluntad del superior de modo que le desagrada el que no se guarden; y Dios hace suya la voluntad del superior sobre nosotros; 2.°' las reglas nos marcan el camino obligado para nuestra perfección; y desagrada a Dios el que habiéndome obligado yo a la perfección, me salga del camino recto que El me marca para conseguirla. Finalmente se puede distinguir un cuarto grupo de cosas sobre las cuales Dios nos manifiesta sencilla y amo­

rosamente su mayor agrado de que las hagamos; como el Padre Eterno manifestó a Nuestro Señor Jesucristo su ma­ yor agrado de que nos redimiera por su pasión y muerte, dejándole en libertad, según muchos autores, para elegir otro modo de redención menos dolorosa para El. En este caso los dos extremos son agradables a Dios aunque el uno más que el otro. No sucede así con las re­ glas; faltar a la del silencio sin causa que lo excuse, es siem­ pre desagradable a Dios. * * * Por consiguiente el quebrantamiento de nuestras reglas 1) Nunca es pecado por la regla en cuanto tal, ponjue eí legis­ lador, al imponerla no pretendió obligarnos bajo pecado. 2) Puede ser pecado, y lo es generalmente* por razones extrín­ secas a la regla; es a saber:

806

APÉNDICES

por la materia sobre que la regla versa, si fuere la misma de algún mandamiento de Dios, o la misma de los votos religiosos a que por otra parte ya estamos obligados; o si ti quebrantamiento lo hacemos por mal fin, como si

faltáramos al silencio por m urm urar; o por mal motivo de vanidad, soberbia, respeto humano desor­

denado, etc.; o con escándalo de otros a quienes con nuestro mal ejem plo

apartamos eficazmente de la perfección; o con inconvenientes morales para nosotros mismos, como di­

ficultarnos con las faltas de silencio la vida interior; o con algún desprecio de la regla misma; o

por otras circunstancias extrínsecas que hagan de la falta a

la regla una verdadera desobediencia a Dios. Convienen los autores, aun los más amplios, en que es prác­ ticamente imposible faltar con frecuencia a una regla, sin que por alguno de estos títulos no se cometa pecado. 3) Siempre es verdadera ” falta” o imperfección positiva que es falta de perfección debida. Porque debo yo a Dios por ser El infinita sabiduría, y yo error e ignorancia; El omnipotente, yo debilidad suma; El eterno e inmenso, yo fugaz como el tiempo y peque­ ñísimo; El el tres veces santo, yo concupiscencia y pecado; El mi Creador, Redentor, Santificador, glorificador... por estos y por otros innumerables títulos debo yo a Dios, pasar por cualquier sacrificio antes que hacer cosa que le desagrade a El positivamente. — Como hombre y como cristiano debo estimar a Dios y amarle tanto, que prefiera m orir antes que quebrantar una reglita con su desagrado. Pues ostentar como jesuíta por lema de mi vida la Mayor Glo­ ria de Dios, y negarle a cada paso por una nonada el cumpli­ miento de reglas que El positivamente quiere, ¿no es una inconse­ cuencia moral, u- absurdo práctico? Y si hago paces con el incumplimiento de reglas que El me ha impuesto, ¿qué garantías tengo de que mis anhelos por su mayor gloria puedan ser sinceros?

SOBRE LA OBSERVANCIA DE LAS REGLAS

807

¡Oh Jesús que fuiste a la pasión y a la muerte sin que el Eterno Padre os obligara a ello, sólo por entender que éste era su mayor agrado!; dadme amor y fortaleza para los mayores sacrificios antes de faltar culpablemente a una sola regla. ¡Madre mía amantisima, alcanzadme el aprecio de mis reglas, que puesta Vos en mi lugar, tendríais de ellas!; que por amor de Dios prefiera morir a quebrantar una de ellas. ”Disrumpar potius quam vel minimam regulam transgrediar.” * * * B) Obligatoriedad de las reglas por sí mismas en cuanto es­ tablecen los medios de santificación en la Compañía. Por la pro­ fesión religiosa me he obligado a procurar eficazmente la perfec­ ción cristiana y a procurarla según el modo de la Compañía, que es precisamente el contenido en sus reglas. Estoy, pues, obligado por mi profesión religiosa a guardar estas reglas en la medida en que su observancia sea necesaria para mi santificación en la Compañía. P o r consiguiente quebrantamiento de reglas

el cual me impida notablemente la perfección religiosa, puede llegar por este título a pecado grave; tal podría ser la violación repetida de reglas muy importantes; si me la impide sólo levemente será pecado venial; si apenas me la impide si no es en ápices pequeñísimos de perfección como una sola falta pequeñísima de silencio en todo el año, será por este título no pecado venial, sino mera ” falta” o imperfección positiva.

II Eficacia santificadora de las Reglas Por su contenido ascético-místico. Por ser disposiciones de la obediencia. Son muro de la religión. Son luz. Son fuerza. Son el molde obligado del jesuíta. Por las pequeñas reglas a las grandes virtudes. La observancia regular, ejercicio continuo de tercer grado de humildad. A) Eficacia santificadora de las Reglas por su contenido ascé­ tico-místico. a) Su espíritu es el mismísimo de los Ejercicios con todo su poder ingente de santificación; las reglas son los Ejercicios mis­ mos concrecionados por el propio San Ignacio en un Instituto ideado pe** él para vivirlos íntegramente. b) Las escribió San Ignacio queriendo dar en ellas a su Com­ pañía medios eficacísimos, seguros y rápidos para la más alta perfección; y las escribió poniendo en ello, como en la obra más grande de su vida, su empuje incontrastable de hombre de empresa — la eficacia taumatúrgica de su oración — y su talento gigante de director de almas. c) Al redactarlas le asistieron asiduamente Personas divinas: la Santísima Trinidad, Nuestro Señor Jesucristo y la Santísima Virgen..., inspirando, corrigiendo, aprobando... de suerte que en cada página y en cada línea ha quedado im­ preso el dedo de Dios di* tándonos lo conducente para la santidad en la Compañía, ” Digitus Dei est hic” . d)

Los Sumos Pontífices y numerosos Obispos las han apro-

SOBRE LA OBSERVANCIA DE LAS REOLAS

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bado reiteradamente con las mayores alabanzas, com o camino seguro y rápido para la más sublime santidad. e) Los Santos de la Compañía más acostumbrados a comuni­ caciones divinas las han mirado siempre con veneración profun­ da y las han preferido en todo caso a sus propias luces. Los buenos hijos de la Compañía tienen la característica de un amor entrañable a sus Reglas y de una fe imperturbable en la eficacia de éstas para la santidad. f)

La pléyade de Santos, Beatos y Varones insignes en santi­

dad, formados en el molde de las Reglas de la Compañía son índice elocuente del poder santificador de éstas. Oh Jesús mío amadísimo; dadme la estima le las Reglas que tenía San Juan Berchmans y que haga mía su máxima de m orir antes que quebrantar una de ellas. ”Disrumpar potius...” ♦ * *

B) Fuerza santificadora de las Reglas por ser disposiciones de la obediencia. 1.°

Las Reglas me declaran con toda exactitud y detalle lo que Dios quiere de mí en cada momento:

lo que he de trabajar, cuándo, dónde, cómo... lo que he de orar, sitio, tiempo, modo... la hora exacta de dormir y de levantarme, de entrar y de salir, de subir y de bajar; y lo mismo en todos los momentos del día y en todos los de­ talles de la vida. Guardar, pues, con fidelidad las Reglas es cumplir en todo la voluntad de Dios; es nutrirnos en cada momento de lo que fué el alimento y la bebida del Hijo de Dios en la tierra. «Meus cibus est ut faciam voluntatem ejus qui misit me» \ 2.° Si las Reglas por su contenido ascético-mistico son medios muy aptos para la perfección: mas por ser los medios ordenados por la obediencia, son los mejores que yo puedo poner en práctica para conseguir dicha perfección. Tiene esta virtud la obediencia: que cosas buenas o indife­ rentes, las hace lo mejor para la perfección. 1

lo. 4, 81.

APÉNDICES

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3.° Por todo lo cual el religioso observando sus reglas crece incesantemente en santidad al orar, al estudiar y al predicar, al sufrir y al gozar, al trabajar y al descansar. Es el taxis que siempre cuenta, cuando corre y cuando está parado: a cada reglita cumplida, cae una moneda de oro en la hucha de méritos para la eternidad. Por aquí San Juan Berchmans escaló en pocos años las cimas de la santidad. Repetiré, pues, con él im plorando su protección para imitarle: ” Disrumpar potius quam vel m inim am transgresionem admittam.” * * * C) Las Reglas, antemuro de la vida religiosa y cerca que de­ fiende la viña. Los votos son el muro que defiende la Religión; las Reglas, el antemuro para defender los votos. «Ponetur in ea muras et antemurale» 2. Obsérvense las reglas, y se conservarán ilesos los votos; pero si se descuidaren las reglas, pronto se resquebrajarán los votos. «Luxitque aniemurale, et murus pariter dissipatus est» 3. Benditas reglas que, sin obligarnos a pecado, levantan un muro entre el alma y el pecado. «Qui fidelis est in mínimo, et in majori fidelis est; et qui in modico iniquus est, et in m ajori iniquus est» a quien le duele una falta de regla, más le doldrá un verda­ dero pecado. Quien tiene gran empeño en seguir los consejos, mayor lo tendrá en guardar los mandamientos. Quien declara guerra sin cuartel a los más pequeños defectos, muy lejos estará de hacer paces con pecados veniales. Las reglas son la cerca que defiende la viña. «Plantavit vineam et sepem circundedit ei» 8. Esta viña es el Instituto religioso que Dios ha plantado en la. Iglesia; la valla son sus reglas. Mientras esté en pie la valla, «mala bestia non ascendil per eam» R, mala bestia no entrará en la viña. Ruja enhorabuena el demonio rodeando la cerca, buscando a 2 Isai. 26. 1. 1 Tbren. 2, 8.

4 Luc. 10, 10. > M a t. 21, 30.

4 Isai. 35. 3.

SOBRE LA OBSERVANCIA DE LAS REGLAS

811

quien devorar. «Diabolus tanquam leo rugiens, circuit quaerens quem devoret» 7; sólo podrá hacer presa en el imprudente que saliere del cercado faltando a las reglas. El religioso poco observante, es viña con la cerca aportillada; los caminantes entran en ella y la devastan. «Ut quid destruxisti maceriam ejus et vindemiant eam omnes qui praetergrediuntur viam » 8. * * * D)

Las Reglas son luz:

que nos descubre la voluntad divina, la cual es el atajo para

la perfección, si no se prefiere decir que es la perfección misma; alumbra el camino del cielo, y la ruta del puerto; guardán­ dolas, caminamos siempre en luz, no tropezamos, ni damos paso en balde, ni nos desorientamos; nos manifestó las modalidades características de nuestra vo­

cación y lo genuino de la Compañía; son la columna de fuego que guió a los israelitas por el de­ sierto, que de día los defendía del sol y de noche se tornaba lu­ minosa y los alumbraba; iba siempre por delante mostrándoles el camino y marcándoles las jornadas; poníanse ellos en mar­ cha cuando ella se movía y parábanse donde ella se paraba y así nunca daban paso en vano, porque Dios mismo era quien por la columna de luz en todo momento los guiaba. Del mismo modo el religioso observante halla en las Reglas la distribución del tiempo, la hora de levantarse y de acostarse, de oración y de recreo, de trabajo y de descanso... y asi siempre marcha en luz porque es Dios quien en todo momento le guia. «Docebit nos Dominus vias suas» *. * *

*

E) Las Reglas son fuerza o gracias actuales externas que nos dan energías para cumplir lo que mandan: las de la castidad son gracias de castidad, que nos alcanzó Jesús con sus azotes y demás dolores corporales acerbísimos; 7 » •

I Pet. 5, 8. Ps. 79, 10. Is. 2, 3.

812

APÉNDICES

las reglas sobre la humildad contienen gracias de humildadf que nos mereció Jesús con las humillaciones espantosas de su sa­ grada pasión y de su muerte; las reglas sobre la obediencia son gracias de obediencia que nos consiguió nuestro amantisimo Redentor con la obediencia heroica de toda su vida; y asi ludas las demás reglas son otras tantas gracias actua­ les externas, reliquias de la Santa Cruz, con virtud admirable para ejercitar lo que ellas prescriben; están escritas con sangre de Cristo; violar una de ellas con advertencia envuelve algún género de crueldad con nuestro amantisimo Jesús en cuanto desperdiciamos con ligereza gra­ cias que a El le costaron honra, sangre y vida. ¡O h amado de mi alma, ''concédeme decidida voluntad de guardar todas mis re­ glas” ■ "Disrumpar potius quam vel...” *

F) jesuíta.

*

*

Nuestras Reglas son el molde donde ha de formarse el

L;: perfección cristiana consiste en la imitación perfecta de Nuesiro Señor Jesucristo. «Nam quos praescivit et praedestinavit conformes fieri imagini F ilii sui» 10. Generalmente cada Instituto religioso se esfuerza por reprodu­ cir con preferencia una faceta determinada de Jesucristo, entre las innumerables que por su perfección infinita presenta el divino modelo: y este su espíritu propio lo tiene expresado la Orden religiosa en sus Constituciones y Reglas. En la Compañía su espíritu característico es el mismísimo de l o s Ejercicios: la reproducción integral, en cuanto es posible, de Cristo Rey, conquistador del mundo para el Padre en humillación, dolor y pobreza; y este su espíritu propio lo tiene expresado nuestro Instituto en sus Reglas, porque San Ignacio al redactarlas no hizo otra cosa que copiar al Jesús de los Ejercicios. Así las reglas 1, 17, son copia del amor de Jefcús al Padre; ”

M oni.

8.

’A H .

SOBRE LA OBSEBVANCIA OE LAS fcBOLAS

813

las 2 y 3, copias de su celo; Jas 23-27, de su pobreza; las 28-30, de su castidad; las 35-39, de su obediencia; las 11 y 12 se esfuerzan por reproducir a Jesús crucificado; las llamadas de la ''modestia” , quieren reflejar el exterior de Jesucristo; no hay ninguna, que no contenga algún rasgo del divino M o­ delo; todas en conjunto, vfin a formar de cada jesuíta otro Jesús en lo interior y en lo exterior, en la mente y en e! corazón, en lo na­ tural y en lo sobrenatural. Por aquí el Cristocentrismo de los Ejercicios ha pasa jo inte­ gro a nuestras Reglas y ellas han resultado el molde obligado en la formación del jesuíta. Por tanto, toda violación de regla será imperfección en la co­ pia; tanto tendré de jesuita cuanto sea en mi la observancia de las Reglas. ¡Oh Rey mío Jesús, autor y modelo de nuestras Re­ glas! Dadme fidelidad heroica a vuestras Reglas; que prefiera mo­ rir a violar una de ellas. «Disrumpar potius quam...” * * *

G)

Por las pequeñas reglas, a las grandes virtudes.

Por razón de su contenido se pueden distinguir en nuestras re­ glas dos grupos más diversos entre si: Las que proponen altos grados de perfección: así la 1 y 17 exigen pureza de intención absoluta — en todas las cosas — por caridad perfecta; la 28, castidad de Angeles; la 12, la mayor abnegación y continua mortificación posibles; la 31-39, obediencia perfecta de ejecución, de voluntad y de entendimiento; la 2, 3, celo intenso por la salvación de las almas: la 11, la locura de la cruz, la tercera manera de humildad, la transformación en Cristo crucificado. — Estas reglas señalan altas cumbres que conquistar; y dan orientaciones más o menos ge­ nerales que seguir. fi/í cambio hay otras reglas que determinan muy en concreto los pasos que hay que dar, medios que se han de emplear, v. gr.,

APÉNDICES

814

que se tenga una hora de meditación diaria — dos cuartos de hora de examen — cuenta de conciencia — guarda de los senti­ dos— reglas de la modestia... Las del primer grupo son la gran santidad y requieren mu­ cha gracia de Dios; las del segundo no necesitan tanta. Pues el plan de Dios es que nosotros hagamos lo que está en nuestra mano para guardar las segundas; y El entonces nos dará abundante gracia para las primeras. Por donde viene a suceder que de la fidelidad en guardar las pequeñas reglas del silencio, puntualidad, limpieza y otras al pa­ recer quizás insignificantes, viene a depender prácticamente en muchos casos la consecución de la gran santidad. ■’Maximus in minimis” sobre todo en el m otivo de guardar las reglas. Este puede ser: por rutina que es más bien obrar sin m otivo com o sin pensar,

maquinalmente, en virtud de la inercia porque así he obrado otras veces o porque así obran los demás; por respeto humano, por bien parecer, por no desentonar de lo

que hacen los demás, para ganar sus simpatías; para evitar sus críticas;

para ganar cielo; por santo temor de Dios; por el motivo formal propio de las virtudes que se ejercitan

en cada regla; por amor de caridad perfecta a Dios.

La rutina y ligereza en la observancia de las reglas esteriliza notablemente ia virtud de los mejores actos para engendrar hábi­ tos de perfección; se puede estar obedeciendo todos los días, muchos años sin apenas crecer en la virtud de la obediencia. En cambio se eleva notablemente la virtud form ativa de la observancia regular, llevándola ante todo por caridad. Feliz el joven religioso cuyos directores han sabido acostumbrarle a guar­ dar las menores reglas por intenso amor de caridad perfecta a Dios y por deseo de imitar a Jesucristo. San Ignacio desde la primera meditación en su mes de ejer­ cicios esfuerza por poner va al ejercitante en intenso amor a Cristo crucificado.

SOBRE LA OBSERVANCIA DE LAS REtiLAS

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H) La observancia de las reglas, ejercicio perenne de 3.a ma­ nera de humildad.

La observancia de las reglas implica esencialmente ejercicio de sumisión; y además muy frecuentemente ejercicio fuerte de toda clase de abnegación y mortificación. Si esta vida de sumisión, abnegación y mortificación se lleva por amor purísimo de Jesús, para acompañarle en su cruz, la ob­ servancia regular se habrá transformado en ejercicio continuo de tercera manera de humildad. Desde este momento la vida interior del religioso es frecuen­ temente una elevación insospechada para los mismos que le rodean : en las acciones mínimas encierra tesoros inmensos de caridad; es la Santa de Lissieux que no quisiera mover pie ni mano, ni levantar una alfiler del suelo sino por puro amor dt Dios; ha hecho del heroísmo por amor, ley continua de su vida; la locura de la cruz la domina; sus días son llenos; su existencia es un sol en la Iglesia que irradia incesantemente gloria a Dios y gracias sobre el mundo. Es aberración dañosa para nuestro espíritu pensar que la ter­ cera manera de humildad es solamente para momentos excepcio­ nales de una gran tribulación. ¿Cómo puede consistir la quinta esencia de un Instituto en cosa que nunca o rara vez sucede en la vida? No; lo que sea el alma de nuestro espíritu ha de ser cosa que trascienda a todos nuestra vida; y tal es la observancia regular, convertida por amor a Jesús, en ejercicio perenne de tercera ma­ nera de humildad. Los Santos Padres califican de "martirio’’ la vida religiosa. Luego la vida religiosa importa como tal, o por la observancia de los votos y las reglas en que ella consiste, un sacrificio de al­ guna manera heroico que, llevado por amor a Cristo pobre y hu­ millado, coincide prácticamente con la tercera manera de hu­ mildad.

III

No cesemos hasta haber hecho de la observancia regular las delicias de la vida religiosa A)

Nuestras Reglas, manantial perenne de dicha.

Porque son palabra de Dios; y la palabra de Dios tiene dul­

zuras de miel para quien la ama y con la consideración la saborea. «Oh quam dulcía faucibus meis eloquia tua; super mel ori m eo» n, oh cuán dulces son a mi garganta tus palabras; más dulces que miel en mi boca. Además las Reglas son voluntad de D ios; y la buena concien­ cia de haber cumplido la voluntad divina, es banquete perpetuo para el alma fiel. Las Reglas son focos de luz; observadas todas, la casa reli­

giosa se transforma en un cielo inundado de luz y de alegría. * * * B) La observancia regular, llevada por amor, crea en la co­ munidad un ambiente de elevación, paz, serenidad y pureza, en el cual el ejercicio de las más austeras virtudes religiosas se toma suave y deleitoso: deleitosa la pobreza, porque levantándonos sobre las riquezas

materiales, nos libra de congojosos cuidados; y enseñándonos a simplificar la vida, nos acostumbra a con­ tentarnos con poco; y despojándonos de todo, nos hace dueños del mundo: «Tanquarn nihil habenles et omnia possidentes»; deleitosa la castidad qi¡ : nos hace como Angeles, superiores a

la tiranía ue la carne que esclaviza ignominiosamente a media humanidad; '>

Ps. 118. 109.

SOBRE LA OBSERVANCIA DE LAS REOLAS

817

deleitosa la sujeción y la obediencia^ que sometiéndonos a

Dios, nos da la libertad de hijos de Dios; porque las reglas no son ante todo ataduras molestas, ni cár­ cel que aprisiona; sino libertad de hijos, fuerzas que elevan, arca que encerrándonos entre sus paredes nos libra del diluvio; jesuíta centrado en sus reglas es estatua en su molde, jo y a en su engaste, perla en su concha; deleitosa la vida interior porque ella es trato intimo con Dios nuestro Padre, con nuestro amantisimo Jesús, con la Virgen nuestra Madre, con los Angeles y Santos nuestros hermanos. Por todo esto el librito de las Reglas es como aquei otro de que habla San Juan en el Apocalipsis que se lo presente un Angel mandándole que lo comiese, «Accipe librum et devora illum>, porque sería en su boca dulce como la miel, «in ore tuo erit dulce tanquam mel». L o comí, añade el Evangelista, «et erat in ore meo tanquam mel dulce» 12, y se llenó mi boca con dulzura de miel.

* * ♦

C)

Nuestras Reglas, fuente de dulcísima unión fraterna.

a)

Porque nos hacen hombres muy semejantes entre nos­

otros:

de los mismos usos y costumbres, de los mismos gustos y aficiones, de los mismos amores y de los mismos odios, de los mismos ideales, de las mismas empresas... y precisamente de las mismas mag­ níficas empresas, altísimos ideales y santísimas aficiones de Nues­ tro Señor Jesucristo. Ahora bien, semejanza tan profunda, como de hijos de la misma madre y fundidos en el mismo molde, no puede menos de originar entre nosotros fuerzas potentísimas de unión. b) Sobre esto las reglas nos mantienen reunidos dia y noche bajo el mismo techo y a la misma mesa, haciéndonos v ivir las mismas derrotas y los mismos triunfos, envolviéndonos en las mismas alegrías y en las mismas tristezas; y convivencia tan íntima — continuada dia tras día desde los 18 Apoc. 10, 11.

818

APÉNDICES

años de la adolescencia hasta la muerte — nunca aflojada por ro­ zaduras de importancia, ni sombreada por recuerdos que aver­ güencen— siempre a la luz de Jesús y m ilitando en sus filas... es manantial perenne de unión estrechísima entre nosotros, la cual nos hace ahora los hombres más felices del mundo y que esperamos seguirá aumentando nuestra dicha en la felicidad eterna. Guardar, pues, nuestras Reglas es hacer unión entre nos­ otros; sentar plaza de observante es constituirse en apóstol de la unión. ¡Oh Señor!, ” Disrumpar potius quam vel m inim am ...” . * * * Resolución final. Evitemos cuidadosamente que la observancia regular se nos haga odiosa. Ño concibamos las reglas ante todo como ataduras, que apretando molestan, porque no son primordial­ mente ataduras; sino lista de obsequios agradables a mi Padre Dios — que me envia El desde el cielo diciéndome: No te los exijo con mandato, pero si quieres complacerme con ellos, te colmaré de bendi­ ciones. Así que, regla cumplida, es flor de perfume celestial que yo ofrendo a Dios; y vida de observancia llevada por amor, es vida de cielo, en entrega mutua de Dios al alma y del alma a Dios: yo a compla­ cer a mi Padre, evitando cuanto le desagrada y ajustándome a su mayor agrado en las mil menudencias del día, y El a bendecirme con crecimientos continuos en gracia y amor. So iparemos hasta haber hecho de la observancia regular las delicias de la /ida religiosa.

IV

Por la observancia regular al apostolado fecundo propio de nuestro Instituto y de nuestra historia Las dotes naturales y la formación humana que da la carrera, importan sólo una parte pequeñita de Ja preparación para nues­ tro apostolado; el 90 por 100 restante h&. de ponerlo la abundan­ cia del auxilio divino y de la gracia; y esta abundancia, en el apóstol religioso ha de ser normal­ mente fruto de la observancia de sus reglas. P or la observancia regular el religioso obtiene para sus obras de apostolado: las bendiciones a la justicia, «justus ut palma florebit» l\

porque el observante fiel de las reglas es gran practicador de toda virtud y justicia; las bendiciones a la obediencia, puesto que la observancia re­ gular se resuelve fundamentalmente en sumisión y obediencia; las bendiciones al grano de trigo que muere, pues el religioso,

sometiéndose a las reglas, muere constantemente a su voluntad y a su juicio; tiene además las grandes garantías de acierto que dan reglas

escritas por eminencias técnicas y acreditadas por siglos de cons­ tante éxito; se hace instrumento adaptado a la mano de Dios, por las vir­ tudes que implica la obediencia de las reglas; y se entrega a si mismo a Dios que es la condición necesaria y eficacísima para arrastrar consigo a los demás para llevarlos a Dios.

Muy al contrario el religioso poco observante, cometiendo al día muchas faltas de regla y en ellas no pocos pecados ■veniales; ,s

Ps. 91. 18.

120

ARM HOS

m hace instrumento lleno de loeiedad y erizado ée p é m f M a Dio# le repugna tomarlo en su mano pira grandes otras; es et grano de trigo que por negarte a n o rir lleva es su mnm la maldición de la infecundidad, «Ipauin sotaun t a r t » M. Km que la» obran apostólicas de la Coaapañia. ana « i sa» Mt natural, requieren providencia espccialísima del cteio <|uc Días no suele conceder .«tino a través de las reglas que El s i m o am |ü impuesto. í,uí*M<> por las reglas se va a la gran santidad y al graa «|M§» talado de In Compañía; y ul margen de tas reglas, todo ea Boaetro* mmtA wkirifíáMl f fracaso.

V

Uwükm «** *wed*« ayudar « la «tam m ái N filir at Tener ron ffwnitnHn meéttwiútt tofcee Id tAmrmurfti «n «•*t*t«l v tnNr alguna» refria» *tt patftattlat*; pr*torwit«ítt*nl* •uferr aqitrMa* en que má« fattamn* o que taan (}« mayor litt* portártela. FnMo primordial de mIm medHarione* i*ré efliwinw » ! « « ' inv viva ln convicción de que para el retifloio ti obwrvaneia (ti tu* regla* mtá siempre medio eíl<\»t*i*im»j e Imprrarindlble d# «aftOArartAn. b) Obligarte o haerr alguna penitencia en argüiría át haber faltada a una regla; poniendo ln eficacia del remedio mi lo qu« tenga de humildad y de «aplica dicha penitencia tnát que «R «t tumor del caMÍjro, Di§poner nuerira virio espiritual de algún modo al rede­ dor de la ob*rriHmcin regular. En la* Heg1a«, por tu coRimldo f por ai» trascendencia* hay bate mAelinli para lucir da tu ob-

MMrvsneii eenfro o eje de tina gran tantldad, A»

ÍJem r prometí partícafar tabre la obtermncla regular áte» poe«»o por *em»na# o jí>rnada* graduada», que pudieran mr ' i * jornada; contra falta* a uno «ala regla; t : Jornaéa: contra falta* a mria* regla*, v, gr„ a toa ragla*

de la poi»re» o de la o M iesd i... formando e/m toda* «mi «alo frente de eomtwte; t* J í w I i : contra toda falta a regía*. Y m cada tina 4a

ent» d ifn i lo 1 • *ería naturalmente qoHmr falta* pievtamenle ééUm* nadas; lo 2 ‘. (ftsariatffr nolaMement* la* N W iá ittm ila i:

822

APÉNDICES

lo 3.°, 4.°, 5.°... perfeccionar más y más, positivamente, la observancia regular; principalmente cuanto al m otivo por que guardemos las reglas que ha de ser cada vez más elevado hasta proceder por puro amor de Dios o por motivos del tercer grado de humildad.

E SQ U E M AS G RADUAD O S D E E X A M E N E S D E CONCIENCIA

Siguiendo las huellas de San Ignacio, que en su tratadito sobre el examen particular desciende a concretar en un pequeño di­ bujo la forma y longitud, que han de tener para ca'ía día de la semana, las líneas en el cuadernito de faltas [31], ponemos a continuación, por vía de ejemplo, algunos esque­ mas gráficos que puedan ayudar a los diversos exámenes que se suelen hacer en la vida espiritual. Estos son, principalmente: examen de la oración mental diaria, examen de la oración mental en tiempo de ejercicios, examen general diario de conciencia, examen particular sobre defectos, examen particular sobre virtudes, aplicación del examen particular de San Ignacio a los ejerci­ cios espirituales diarios. Cada uno ha de introducir en estos esquemas las variantes que más se acomoden a su carácter, temperamento, mociones de Dios... porque generalmente ellos serán tanto más prácticos cuan­ to más personales.

I

Examen de la oración mental diana Sea un sacerdote o religioso bastante descuidado en la práctica le la meditación diaria: que admite en ella incontables distracciones y flojedades semideliberadas; muchas también plenamente delibera­ das; omite adiciones, preparación de puntos, coloquios, examen, y hasta acorta con frecuencia el tiempo de la oración. Resuelto en ejercicios a trabajar seriamente en la oración mental de paciencia, humildad y fidelidad, que con la gracia de Dios siem­ pre está en nuestra mano, se traza un plan de semanas o jornadas sa­ biamente graduadas. En la 1.a se propone dar todo el tiempo debido a cada cosa de las que componen la oración mental: a los puntos, adiciones, colo­ quio, etc., o sea a no omitir ninguna; en la 2.a jornada quitará toda negligencia, flojedad o somnolencia plenamente deliberada; en ¡a 3.a disminuirá las faltas semideliberadas; en la 4 \ 5.a y 6.a... perfeccionará cada vez más la oración en cuan­ to al trato con Dios haciendo que sea cada vez con más caridad, más reverencia, humildad, confianza, etc. 1.a semana o jornada: dar a cada cosa su A 01 C ¡I O N E S Olas

Puntos 1 .*

i

Oración

Composición

2. a

preparatoria

de lugar

tiempo; no omitir ninguna.

Petición

M editación

Coloquio

Exam en

1

B

M

B

B

M

B

B

M .

B

2

M

B

M

B

B

M

B

M

B

.*{

B

M

B

V I.

M

B

M .

B

M

B si gni fi co: puesta en la columna de "puntos", que dió el tiempo corres­ pondiente a la preparación de los puntos;

825

ESQUEMAS DE EXÁMENES

en la columna de "meditación”, que dió la hora entera a la meditación; en la de "adiciones”, "coloquio”, que hizo estas cosas o qne les dió el tiempo; no dice que las hiciera bien. M significa que no dió el tiempo correspondiente, sino que lo omitió o acortó.

M. con el punto (va solamente en la columna de "meditación”), significa que omitió o acortó el tiempo, pero que después compensó todo el tiempo omitido. LO ESENCIAL en estos esquemas son dos cosas: 1.a Lo que roe propongo para cada jornada sea un avance muy con­ creto, bien determinado y que esté ciertamente en mi mano el realizarlo con la gracia que de ordinario Dios me comunica. 2.a Lo que apunte en cada casilla sea si he realizado o no en ella dicho avance. La B significa que lo he realizado, aunque la oración quizás por otros conceptos no haya salido bien; y M significa que no he realizado dicho avance, aunque quizás la oración en general no baya salido maL El día de retiro mensual es muy indicado para proponernos nue­ vos avances o fijar nuevos valores a los signos B y M. 2.a semana: Quitar distracciones y flojedades muy consentidas. MEDI TACI ON

Coloqaio

Eram

M

M.

B

B

B

B

M.

M

M.

B

M

Olas

Puntos

Entrada

1

B

M.

B

2

M

M

3

B

B

1*>lt h.

2.* V* fc.

I

B sig n ifica : que alli, donde está puesta, no se admitió ninguna distrac­ ción, flojedad ni somnolencia plenamente consentidas: M que se admitió alguna o varias plenamente consentidas; M. que se admitió una o varias; pero que después se repuso todo el tiem­ po en que se estuvo negligente (si hubiere sido largo) por otro tanto en que se oró con diligencia.

g26

APÉNDICES

3.* semana: Disminuir distracciones o negligencia* goúddikrU aR i MEDITACI0I Dtu

Paato»

tamm

Entrada 1 « e.

2.* e.

3 .» c.

4.» e.

B

B

M.

B

B

M

B

M

B

B

B

U

i

M

B

M.

2

B

M

M

.'5

B

B

B

i i

B ¡V!.

i

!

i

B significa que se dism inuyeron beradns.

B

l

distracciones o

negligencias w m k fa li*

M que no se dism inuyeron sensiblem ente. M. que i' » se dism inuyeron, pero que después se reposo con diligencia todo el tiempo (si hubiese sido largo) en que se estuvo flojo temkieliber*» dómente.

4.a, 5.a y 6.a semana: Perfeccionar más y s i s la oración monta! MI cuanto el trato con Dios en ella: que sea más frecuente, más reverente»

más en caridad, etc., etc. Fíjese una o dos de estas propiedades para cada jornada.

B significa que se perfeccionó la cu alidad elegida. M que no se la perfeccionó. M. que no se la perfeccionó, pero que se com pensó esa fa lta de algosa manera, a ser posible, en la misma línea.

6.\ 7.\ 8.a semana o simultáneamente con las anteriores: Perfec­ cionar más y más la meditación psicológicamente, hasta hallar cada

uno el modo que natural y sobrenaturalmente le es propio.

II Examen de la oración menta) en tiempo de ejercicio* ”P O R ESPACIO DE UN CUARTO DE H O R A " ««cribe &

Ignacio ”M I R A R E COMO ME HA IDO” en cuanto a conseguir el fru

propio de aquel ejercicio. " Y SI MAL, BUSCARE LA CAUSA " por la lista adjunta, pai

enmendarme. ”SI BIEN", miraré por la misma lista cómo he hecho las c<

sas, para hacerlas después del mismo modo [77].

828

APÉNDICES

Ofa

ía

Oía

1 .»

2.°

3o

M editación

Entrada en la oración

1.» 2•



f1 ( li t a c i ó n

4 • 1 #o

, 0 3.0 4

M e dita ción

1.° 20a

3 « 4"

Recogerme, pedirlo a Dios Pres. de D. por f e ........ Adoración int. ext.......... Pedir perdón pecados ... Orac. prep..................... Comp. de lug................ Petición con empeño .... Cuerpo de la oración No dormido .... Actividad- No distraído ... No parado..... Frecuentísimo . Lleno de reve­ rencia ........ Lleno de amor Trato con Lleno de con­ fianza Dios como Padre..... Con gran paz .. Orando muchí­ simo ...... . Al Sdo. Corazón A la Virgen ... Coloquio final—detenido— ¿Hice la hora íntegra? B significa "b ie n ” , o sea que he hecho lo que propuse, M significa ” m al” , o sea que no he h*»cho lo que propuse

ESQUEMAS DE EXÁMENES

829

” M I R A R E C O M O M E HA I D O ” en cuanto a consolaciones o desolaciones, oscuridad o luces, facilidad o dificultad. ” Y SI M A L ” buscaré la causa, por las notas que se siguen,

para enmendarme. ”SI B I E N ” , miraré cómo he procedido por las mismas notas, para obrar del mismo modo en adelante [77]. Entendimiento ¿Lo apliqué con diligencia y avivando la fe? Si tuve luces buenas, ¿me detuve? ¿las agradecí? ¿saqué fruto de ellas? Sentimientos — Afectos ¿Los procuré: excitándolos? ¿y pidiéndolos? Si tuve consolación, ¿me detuve?

¿la agradecí? ¿saqué fruto? ¿me envanecí con ella? Si tuve desolación u oscuridad

¿seguí trabajando? ¿me alegré más, me esforcé mas? ¿Vino por culpa mía?:

¿en las adiciones preliminares? ¿en la misma oración mental? ¿fuera de ellas por faltas veniales? ¿por disipación?... Resoluciones ¿Qué resoluciones tomé? ¿por qué motivos? ¿creo haberlas aprobado Dios? Fruto de la oración mental:

¿cuál ha sido? ¿lo he sacado en el grado necesario para poder pasar al ejercicio siguiente?

III

Examen general diario de conciencia

I i.° será conseguir que se dé al examen el tiempo íntegr que tenga señalado; y a cada una de sus partes, el que la co­ rresponda o que no se omita ninguna de ellas. Lo 2.°, quitar toda negligencia o flojedad plenamente deli­ berada. Lo 3.°, disminuir las semideliberadas. Lo 4.°, 5.° y 6 .° perfeccionar más y más el examen en cuanto al trato con Dios en él y también psicológicamente hasta hallar el modo propio de cada uno. 1.a sem ana o jo r n a d a : D a r a c a d a p a rt e d e l e x a m e n om itir n in gu na de sus partes.

su

t ie m p o ; no

Días

Entrada

Ac. de grac.

Petición

Exam en

Contrición

Propósito

i

M

M

B

M.

B

M

2

M.

B

M

B

M.

B

B

M

B

B

M.

M

o •J

B significa que se le dió el tiempo correspondiente. M que no se le dió. M. q u e n o se l e dió entonces, pero que se compensó después el tiempo omitido.

831

ESQUEMAS DE EXÁMENES

2.a semana: Quitar distracciones o flojedades muy advertidas.

Di 88

Entrada

Ac. de grac.

Petición

Examen

Contrición

Propósito

1

B

M.

B

M.

B

M

2

B

M.

M

B

M

B

3

M

B

M.

B

B

M

B significa que se quitaron todas las muy advertidas. M que no se quitaron. M . que no se quitaron pero que se repuse todo e1 tiempo en que se estuvo negligente o distraído.

3.a semana: Disminuir negligencias o distracciones semideliberadas.

Días

Entrada

Ac. de grac.

Petición

Examen

Contrición

Propécitn

1

M.

B

B

B

B

M.

2

B

M.

B

M

M

B

3

M

M.

M.

B

B

B

B significa que se disminuyeron sensiblemente las distracciones semi­ deliberadas. M que no se disminuyeron. M . que no se disminuyeron, pero que se reparó todo el tiempo en que se estuvo flojo seniideliberadamente.

4.a, 5.a, 6.a...: Perfeccionar más y más el examen en cuanto al trato con Dios haciendo que sea con más amor, humildad, etc.

APÉNDICES

832

COI Ofu

Entrada

Ac. de grie.

Petición

Examen

Contrición

MAS

Propósito Amor

Rever.

Súplica

1

B

M.

M

B

M.

B

B

M

M

2

M.

B

M.

M

B

B

B

B

M

3

M

B

B

B

M

M.

M

B

B

B significa que se hizo lo que se propuso hacer.

M que no se hizo. M. que no se hizo, pero que después se compensó de modo apropiado.

6.a, 7.a, S* o simultáneamente con las anteriores: Perfeccionar más y

más el examen psicológicamente hasta hallar cada uno el modo de hacer­ lo que le es propio.

IV

Examen particular sobre defectos Esquema n.° 1. Es el que se sigue mál ordinariamente. Se «puntan las fallas o cuidas en dicho defecto cunndo se enmelen. Aoto* de murmuración Ota

Mallani

Tarda

1."

7

9

2.®

5

6

3.*

6

totee da rbamaraelin Semana

Mallana

Tarda

1/

50

61

2.*

40

73

3.*

32

Se hace la suma a mediodin y ¡i Iti noche; se comparan tas resultante* de tarde con m afiana; de hoy con tiyer; de semana con semana.

La constancia y eficacia de este examen quedan generalmente com­ prometidas si no se hacen con diligencia los ejercicios espirituate» cuotidianos de meditación, exámenes, comunión, rosario, etc.

Puej sin oración mental y sin convicciones profundas en la ora­ ción obtenidas, ¿cómo podremos ser constantes y eficaces en insistir con firmeza semana tras semana, día tras día, hora tras hora en la lucha decisiva contra un defecto bastante arraigado? Por esto es generalmente de muy buen resultado unir a esta exa­ men particular sobre defectos, cuidado particular de lo# ejercicios es­ pirituales diarios; combinación fácil de hacer por referirse estos dos exámenes a tiempos diversos: el uno a tiempo de ejercicios espirituales y el otro a tiempo de no ejercicios espirituales.

V

Examen particular sobre virtudes Esquema n.° 2.

Es el que se sigue más ordinariam ente.

Se apuntan los actos de virtudes al hacerlos. Actos ce humildad

Actos de hum ildad Sem ana

Mañaaa

Tarde

1.°

6

9

2 .°

CO

O

Ota

3.°

15

Maftana

Tarde

1.*

40

47

2 /

54

56

3 .a

61

De su suma a mediodía o a la noche deducim os las fa lt a s ; y de éstas arrepentimos. — Se com paran las resultantes de tarde con m añ an a; de t con ayc-'; de semana con semana.

La constancia y eficacia de este examen quedan generalmente comnuetidas, lo mismo que en el caso anterior de defectos y por las sutás causas, si no se hacen con diligencia los ejercicios espirituacuotidianos de meditación, exámenes, comunión, etc.

VI El examen particular de San Ignacio, aplicado a los ejercicios espirituales de cada día Siendo tan eficaz el examen particular i guacían o para qu itar defectos y poner virtudes del modo erplicado, ¿por qué no ap li­ carlo a disminuir faltas y poner perfección en los ejercicios espi­ rituales cuotidianos, que han de ser el alma de nuestro aprove­ chamiento? Que al examen particular se le conciba generalmente com o una práctica cuyo lugar ha de ser, no en los ejercicios espiritua­ les, sino durante el día para conservar la tensión de espíritu en que nos pusimos por los ejercicios espirituales de la mañana, no es razón para que dejemos de aplicar directamente su ex ­ traordinaria eficacia, a la solución franca y plena del problema fundamentalísimo de nuestros ejercicios espirituales diarios. Objetivos de tal examen pueden ser: primero, dar el tiempo conveniente a los ejercicios espiritua­ les diarios o no omitir ninguno ni acortarlo; segundo, quitar de ellos toda falta, distracción o negligencia plenamente deliberada; tercero, disminuir más y más las semideliberadas; cuarto, perfeccionar positivamente la oración mental en sus ele­ mentos psicológicos de orden natural; y no menos en su aspecto sobrenatural: haciéndola cada vez con más fe, esperanza y caridad, con más recurso a Dios, hum il­ dad y reverencia, y con tendencia siempre creciente hacia la sim­ plicidad y fijeza de la contemplación. Con este criterio puede aplicarse el examen particular de San Ignacio: 1.° A la oración mental y al examen de conciencia diarios, dividiéndolos en más o menos partes (v. gr., la oración m ental 27*

836

APÉNDICES

en preparación de puntos, adiciones, entrada, cuerpo de la ora­ ción, coloquio); y apuntando cada una de estas partes como acto de virtud cuando la hemos hecho del modo que nos propusimos hacerla, o como falta en caso contrario. 2 .° A la oración mental, examen de conciencia, misa y acción de gracias, breviario, rosario, visitas al Santísimo, o sea a todos

los ejercicios espirituales de más duración, form ando con ellos un frente único de examen particular; dividiéndolos más o menos en partes (v. gr., el breviario en maitines y laudes — horas menores — vísperas y completas). 3.1 A todos los ejercicios mayores del núm ero anterior y ade­ más a las oraciones breves de la mesa, del principio y fin de las obras y aun a cierto número de actos de unión con Dios durante el día. que son también ejercicios espirituales, aunque brevísi­ mos, formando con todos un frente único de examen particular. Conocemos muchos casos de personas piadosas con aspiracio­ nes a la perfección que, después de largos años de flojedad nota­ ble en sus ejercicios espirituales, especialmente en la oración mental y en los exámenes, un día se resolvieron a aplicarles con seriedad el examen particular de San Ignacio, y en poco tiempo lograron con la gra­ cia divina resolver satisfactoriamente un problema tan funda­ mental en toda vida de perfección. Esquema 1.° Sobre los ejercicios espirituales más largos, como son 3a meditación diaria, el examen general, la misa, la acción de gracias, breviario, rosario, lectura espiritual, visitas al Santísimo. Fijaré para cada uno de ellos un avance bien concreto, v. gr.: para, los pantos, que les daré todo el tiempo o que los tomaré por

escrito, o que no admitiré negligencias... para la m editación: que no admitiré distracciones o que estaré con gran reverencia... para la acción de (/radas: que le daré 15 minutos o que me resol­ veré a lo costoso por Cristo... así para cada uno de los demás ejercicios o para cada una de sus partes si conviene fraccionarlos. Sea ' avance un paso bien determinado y que esté totalmente en mi mano el hacerlo ahora con la gracia y con la virtud que ya tengo.

ESQUEMAS DE EXÁMENES

837

B significa que di el avance propuesto.

M que no lo di. M. que no lo di, pero que después compensé de alguna manera el tiempo que perdí o en que estuve negligente. — Esta reposición del tiempo perd id o no hay por qué hacerla cuando se trata de actos pequeños como las ad i­ ciones de la meditación; pero da muy buen resultado para actos más largos, como el cuerpo de la oración, examen general, K c...

Esquema 2.° Es el anterior sobre ejercicios espirituales diarios ma­ yores, añadiendo examen particular sobre actos de anión con Dios do­ rante las ocupaciones del día.

Los signos B M anterior.

M. retienen los mismos valores que en el esquema

Los actos de unión con Dios durante las ocupaciones se pueden apuntar al hacerlos, en el rosarito: su suma se pone a mediodía y a la noche en este esquema en su columna última.

Estos dos exámenes se refuerzan mutuamente; en cambio es difícil el de actos de unión con Dios durante el dia, si se anda flojo en los ejercicios espirituales mayores. Quien en el reposo de la oración mental, de los exámenes y de la acción de gracias después de la misa apenas lograre, por desidia, unirse con Dios, ¿cómo logrará unirse con actos que son ejercicios espiritua­ les microscópicos entre las distracciones de las ocupaciones del d i»}

838

APÉNDICES

Con lo dicho será fácil en cada caso combinar el examen par­ ticular sobre defectos o virtudes para entre día, con el cuidado máximo, aun en forma de examen particular, sobre los ejerci­ cios espirituales diarios. La combinación de suyo es posible por referirse los dos exá­ menes a tiempos diversos; y será muy práctico saber hacerla sin complicar demasiado la vida espiritual, por la im portancia ex­ traordinaria de los ejercicios espirituales en nuestra santifi­ cación. En sacerdotes y religiosos jóvenes, dominadas ya las dificul­ tades que pudieran poner en peligro la vocación o el estado de gracia, quedan muchas veces, como objeto preferente para el cui­ dado mayor en la vida espiritual, los ejercicios espirituales dia­ rios de misa, oración mental, examen, etc., hasta llegar en ellos a un grado alto de perfección en la medida de la gracia que Dios comunicare. La fidelidad y constancia del mismo examen particular sobre defectos y virtudes se hacen con frecuencia imposibles mientras se ande flojo en los ejercicios espirituales. Si éstos han de ser el alma de toda la vida espiritual, especialmente lo habrán de ser del examen particular seriamente llevado.

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